Skip to main content

Full text of "Reseña Histórica de Centro América"

See other formats


•?' 


^^:> 


^^i^ 


/W 


.  m 


D  E 


CENTRO-AMÉRICA. 


Lorenzo    Monttifar, 


AI,osa.!o  de  la  América  Central  y  del  Colegio  (ie  ai>osa(los  de  Lima;  Doctor  en  Le- 
,es  de  la  Universidad  de  Costa-Eica;  Académico  correspondiente  de  la  Real  Vcadenua 
española,  de  la  Keal  Academia  de  la  Historia,  y  de  la  Academia  de  Bellas  Letras  de 
Santiago  de  Chile;  Académico  profesor  de  la  Matritense  de  Jnrisprndeneia  y  Legisla- 
clon;  iudividno  de  la  Sociedad  de  Geografía  de  Paris. 


TOMO   PRIMERO. 


GUATEMALA. 


Tir.  DE  "El  Progueso,"  Octava  calle  Poniente, núm.  11. 

1878. 


JEKIEKALÜE  iD'í/llSDOKl 


ji.KynM®  BABiKJüg 


PRESIDENTE     DE      LA      REPÚBLICA    DE    GUATEMALA, 


AL  GENERAL  PRESIDENTE 


cHM.  ' 


Desde  la  Independencia  hasta  hoy,  la  hisUyi'Ui  de,  Centro- Amériat 
\:es  un  combate  entre  un  partido  que  intenta  volvernos  á  la  Edad  Me- 
dia y  otro  que   empuja  moralmente  al  país  hacia  adelante. 

El  acta  de  15  de  setiembre  í^  1821  es  el  punto  de  partida  de  esa 
lucha  incesante  y  continua. 

Esa  acta  inmortal  habla  de  la  separación  de  España;  pero  no 
hidim  la  forma  de  gobierno  que  Centro- América  debia  adoptar. 

Tan  importante  declaratoria  se  dejó  para  otro  tiempo. 

Este  aplazamiento  no  es  ca^sual;  proviene  de  la  meditación  y  del  cálculo. 

A  los  salones  de  Palacio  concurneron  el  15  &  setiembre  de  82] 
republicanos  y  monárquicos,  y  estos  se  dividian  en  constiiucionalej< 
¿/  absolutistas,  que  se  hahrian  agregadx)  al  partido  de  don  Cárlon 
en  España,  6  al  d^  Caerlos  X  en  Fra}icia,  pues  parece  que  el  nombrt 
Carlos  está  dedicado  en  todas  partes  á  indicar  el  absolutismo  de  ¡oh 
reyes. 

Los  monárquicos  de  ambas  secciones  apoyados  en  que  vi  acta  dt 
Independencia  no  establece  la  repíibUca,  lucharon  con  los  republica- 
nos en  favor  de  la  jnonarquia,  hasta  obtener  la  anexión  al  Tniperin 
mejicano,  consignada  en  el  acta  fatal  de  ¡)  de  enero  de  1822. 

üaido  el  Imperio  por  grandes  sucesos  que  en  Méjico  acttecieron, 
muchos  de  los  monárquicos  de  setiembre  de  2\  y  de  enero  de  22 
tuvieron  necesidad  de  transigir  con  la  república,  no  por  coniHccio- 
m3s,  sino- porque  el  Etnperador  de.  Méjico  hahia  sucumbido;  /)cr(t  a^ 
plazaban  la  declaratoria  sobre  la  forma  de  gobierno. 

El  acta  de  1.^  de  julio  de  1823  decía r<(  solemnemend^  que  ia^ 
provincias  dsl  antiguo  Reino   de    Guatemala  son  libres  é  independien- 


fes  de  yiéjico,  de  Esjxtña ¡j  di^  ('nalqidera  otra  nación;  pero  no  adopta 
fodüvia  la  forma  rejmhlicmia. 

La  repMica  no  triunfó  sino  hasta  el  17  de  diciembre  de  182)>. 
día  en  que  se  publicaron,  después  de  una  reñida  lucha  parlamentaria, 
las  bases  de  una  Constitución  popular,  representativa,  federal. 

Vencidos  mvestros  monárquicos  en  este  terreno,  se  dedicaron  á  desa- 
rreditar  la  nueva  forma  de  gohierru),  á  presentar  obstáculos  de  to- 
das clases  á  la  administración,  jí;«ra  destruir  la  le¡i  fundamental  y  es- 
tablecer, si  nó  una  monarquía,  á  lo  menos  una  repiihlica  aristocrá- 
tica, como  Venecia,  cuyo  Dux fuera  uno  de  los  partidavios  del  Im- 
perio mejicano. 

Con  este  fin  hubo  combates  desde  el  año  de  2í)  hasta  abril  de 
1.829. 

La  entrada  del gerieral  Morazan  «  la  plaza  de  Guatemala  el  !?> 
de  abril  de  2S),'2yuso  término  ci  la  guerra  civil  y  á  las  pretensio- 
nes de  la  aristocracia;  pero  muy  pronto  el  espíritu  servil  for- 
mó conjuraciones  en  San  Salvador,  en  Soconusco,  en  Honduras, 
hasta  el  extremo  de  que  traidoyrnnente  se  izara  la  bandera  española 
en  el  Castillo  de  Omoa. 

El  general  Morazají  se  sobrepuso  á  los  traidores,  y  en  18^)2  rW//- 
tro' Amé  rica  quedol¡l>re  dj   ello^^. 

Pero  otras  c>onjur aciones  apoyadxis  por  el  fanatismo,  y  por  las 
superchei^ias  mas  absurdas,  abrieron  nuevas  campañas  hasta  d.onii- 
nar  la  situación  el  13  de  ahril  de   1839. 

Un  esfuerzo  heroico  de  la  juventud,  acaudillada  por  los  proceres 
de  la  Independencia,  triunfó  sobre  el  salvajismo  en  1848. 

Pero  los  liberales  no  supieron  'mantener  el  triunfo.  Se  engolfaron 
<  n  discusiones  teóricas,  en  momentos  solemnes  que  exijian  la  (f<x'ion, 
la  actividad  y  la  fuerza;  se  dimdieron  en  dos  secciones,  una  de  ellas  se 
unió  á  los  serviles,  é  hizo  correr  la  sangre  de  distinguidos  ciudada- 
nos, en  los  campos  de  San  Andrés,  llevando  su  ceguedad  hasta  e¡ 
exceso  de  elevar  al  poder  supremo  á  un  partidario  del  réjimen 
''aido,  que  terminó  su  mando  pe?petrando  una  traición,  que  con- 
dujo él  los  calabozos  y  (ü  destierro  éi  los  mismos  que  lo  hahian  ^■~ 
levado. 

El  réjimen  de  lo  de  abril  de  839,  se  restableció  entonces,  se  forti- 
ficó con  los  errores  del  año  de  48,  aumentó  su  solidez  con  el  apoyo 
dejesuitas  y  de  frailes  de  todos  colores,  que  en  b/ircadas  se  hacia?^^ 
venir  del  extrangero.  y  lodavia  existiera  sin    los  sucesos  de    1871. 


Señor  General  Presidente:  U.  asociado  de  otro  Jefe  ilustre,  de^ 
fntyó  ese  réjimen  fatal;  y  ü.  solo  ha  mantenido  hasta  hoy  vna  Era 
nueva  de  adelanto  y  de  irrogreso.  No  digo  mas:  eualqmer  apa- 
labra que  salga  de  mi  pluma  ó  de  mis  labios  será  interpreta- 
da como  vil  adulación.  Las  circunstancias  me  imponen  silencio. 
Me  contraigo,  por  tanto,  á  un  acontecimiento  solo,  que,  estan- 
do á  la  vista  de  Guatemala,  de  Centro- América  y  del  mmido  entero, 
nadie  podrá  tener  la  osadia  de  negar,  y  me  atrevo  á  dedicar  d  Ud, 
esta  ''Reseña,''  que  se  compondrá  de  varios  tomos. 

La  obra  significa  poco;  ¡yero  ella  estimulará  á  personas  compe- 
tentes á  escribir  otras  dignas  de  Centro- América. 

No  hago  ahora  mas  que  salvar  de  las  llamas  decoradoras  dti 
partido  servil,  preciosos  documentos,  y  consignar  recuerdos  que  ti 
tiempo  destruye. 

Señor  Presidente:  dígnese  Ud.,  en  tal  concepto,  aceptar  benévola- 
mente esta  dedicatoria. 

Libertad  y  lleroriiia. 

Guatemala,  setiembre  í>0  dr  1878. 

^§axt\\iü  P;on tufar- 


r-*»---^?e^i45^o;^^^. 


FKOLOGO  DEL  AÜ'IOR. 


Líi  hÍ8torÍH  es  la  esperiencia  del  mundo  j  la 
razón  de  los  siglos. 

El  Conde  dk  Skgur, 


La  historia  ha  sido  comparada  con  un  anciano  de  mi- 
ilares  de  años,  que  refiere  lo  acaecido  durante  su  prolon- 
gada existencia. 

Nadie  ignora  la  importancia  de  esta  narración,  llama- 
da por  muchos,  '^espejo  de  la  verdad  que  nos  da  en  el 
cuadro  de  lo  pasado  el  anuncio  del  porvenir." 

„  En  el  tribunal  de  la  historia,  se  ha  dicho:  Los  con- 
,.  quistadores  descienden  del  carro  triunfal:  los  usurpado- 
.,  res  iio  nos  espantan  con  la  comitiva  de  sus  satélites: 
,,  los  príncipes  aparecen  sin  sus  cortesanos,  y  despojados 
,,  de  la  falsa  grandeza  que  les  prestaba  la  adulación. 
„  Detestamos  sin  riesgo  la  ferocidad  de  Nerón,  las  cruel- 
.,  dades  de  Sila,  la  hipocresía  de  Tiberio.  Si  hemos  visto 
„  á  Dionisio  espantoso  en  Siracusn.  lo  vemos  humillado 
,  en  Corinto." 

Este  cuadro  referente  á  Grecia  y  Roma,  comprende  to- 
da la  historia.  Los  acontecimientos  son  los  mismos  en  to- 


I 


I^KOLOGO    DKJ.    AUTOK.  U 

das  las  edades^  en  todas  latitudes  y  bajo  todos  los  meri- 
dianos. La  diferencia  esta  en  el  teatro  donde  se  ejecutan 
y  en  los  actores  que  los  representan. 

En  todas  partes  hay  Dionisios  humillados  después  de 
haber  ejercido  largos  año3  la  tiranía.  En  todas  partes 
hay  Tiberios  que^  después  de  haber  ahogado  todas  las 
libertades,  esclamen:  ^'¡Nación  vil!  naciste  para  la  servi- 
dumhrey  En  todas  partes  hay  hombres  que  sin  las  glorias 
militares,  ni  las  eminentes  cualidades  de  Sila,  emplean  pa- 

I  ra  vencer,  la  corrupción  y  las  tablillas  de  proscripciones. 

I  En   todas  partes  hay  Nerones  que  incendien  la  capital  de 

I  su  patria,  como  incendió  Nerón  muchos  cuarteles  de  Ro- 
ma, consumiendo  inmensas  riquezas. 

Y  pasando  á  otros  tiempos  y  á  otros  países,  puede  de- 
cirse que  en  todas  partes  hay  traidores.  La  historia  de 
España  exhibe  al  conde  don  Julián  bajo  el  peso  de  la 
execración  de  once  siglos,  porque  entregó  su  patria  al 

^  extrangero;  traición  infame  que,  para  oprobio  de  la  huma- 
nidad, no  solo  á  las  márgenes  del  Guadalete  se  ha  per- 
petrado. 

Ahora  se  trata  únicamente  de  presentar  los  sucesos  que 
precedieron  á  la  Independencia  de  Centro- América  y  que 
se  han  realizado  hasta  hoy. 

El  señor  doctor  don  Alejandro  Marure,  por  orden  del 
jefe  del  Estado  de  Guatemala  doctor  don  Mariano  Calvez, 
escribió  un  "Bosquejo  Histórico,"  que  comenzando  con  la 
Independencia  debió  terminar  con  los  sucesos  de  1834. 
La  obra  iba  á  contener  tres  volúmenes;  Marure  hizo  im- 
primir dos,  y  el  tercero  quedó  inédito.  El  partido  servil 
de  Guatemala  estaba  caido  entonces;  no  pudo,  por  lo  n)is- 
mo,  impedir  la  circulación  del.  primer  tomo,  y  su  edición 
se  agotó:  pero  cuando  ese  i)artido  subió  al  poder,  se  ''e- 
30jieron  nnichos  ejemplares.  ]\)r  todas  partes  tcnian  los 
serviles  agentes  que  pedían  prestado  el  primer  tomo  de 
Marure,  v  ¡amas  lo  devolvían. 


III  IMíÓLOíiO    J)EL   AüTOlJ. 

El  segundo  tomo  ya  no  se  dejó  circular.  Un  solemne  au- 
to de  fé  devoró  la  edición  entera.  Sin  embargo,  un  ejem- 
plar escapado  de  las  llamas  aparece  ahora  reimpreso,  y 
circula  sin  riesgo  de  pesquisas  inquisitoriales. 

Cuando  se  hacia  cargo  á  los.  serviles  por  la  desapari- 
ción del  segundo  volumen  de  Marure,  decian  que  contie- 
ne una  serie  de  falsedades,  y  que  no  debe  engañarse  al 
publico  con  mentiras. 

Ese  tomo  está  hoy  á  la  vista  del  publico,  y  con  el  tex- 
to en  la  mano  pregunto  al  partido  servil:  ¿dónde  están 
esas  falsedades  y  esas  mentiras? 

¿Será  una  falsedad  el  decreto  de  28  de  marzo  de  27, 
en  que  Aycinena  pone  fuera  de  la  ley  á  los  proceres  de  la 
Independencia  centro-americana? 

¿Será  una  falsedad  el  decreto  de  don  Mariano  Aycine- 
na que  condujo  al  patíbulo  al  honrado  artesano  Isidro 
Velasco? 

¿Será  una  falsedad  el  decreto  de  10  de  mayo  de  27, 
firmado  por  don  Mariano  Aycinena  y  por  don  Agustín 
Prado,    que  inmola  á  Pierzon? 

¿Será  una  falsedad  el  decreto  de  Aycinena,  Vefrendado 
por  don  Antonio  José  de  Irisarri,  que  manda  no  se  lea  ni 
circule  en  Guatemala  ningún  libro  que  no  fuere  del  agra- 
do del  arzobispo  fray  Eamon  Casaus  y  Torres? 

¿Serán  una  falsedad  los  confinamientos  por  diez  años 
al  castillo  de  Omoa,  lo  que  equivalía  á  la  pena  de  muerte 
infligida  lentamente;  y  con  la  circunstancia  agravante  de 
que  los  confinados  iban  bajo  las  órdenes  del  inhumano 
Sistiaga,  que  se  complacía  en  darles  un  trato  cruel? 

¿Será  el  despojo  y  la  persecución  de  los  magistrados  de 
la  Corte  de  Justicia,  entre  los  cuales  figuraba  el  distin- 
guido jurisconsulto  y  honradísimo  ciudadano  don  José  Ve- 
nancio López? 

¿Será  una  falsedad  el  incendio  de  Comayagua  ejecutado 
por  las  fuerzas  serviles  que  Arce  mandó  á  Honduras  á  so- 


I 


PKÓLOÍíO    DEL    AITOII.  IV 

jiizgur  el  país,  y  á  protejer  al  vicario  don  Nicolás  Irias, 
quien  intentaba  vencer  á  los  liberales  lanzando  contra  e- 
llos  iniítilés  excomuniones? 

¿Será  una  falsedad  la  devastación  de  una  parte  de  A- 
culhuaca,  de  San  Sebastian,  de  Cuscatancingo,  de  San 
Martin,  de  Mejicanos,  de  Tuistepeque,  de  Nejapa  y  de  al- 
gunos barrios  de  la  ciudad  de  San  Salvador? 

¿Será  una  falsedad  el  asesinato  de  Merino  estraido  de 
un  buque  extrangero  C|ue  se  hallaba  en  la  Bahía  de  Con- 
€hagua? 

La  narración  del  segundo  tomo  de  Marureestá  compro- 
bada con  documentos  justificativos,  que  se  hallan  al  fin 
-del  volumen:  digan  los  serviles  cual  de  todos  esos  docu- 
mentos es  falso. 

No  ha  sido  posible  conseguir  el  tomo  inédito.  Algunas 
personas  de  la  familia  del  autor,  no  sé  por  qué  género  de 
i  consideraciones,  se  oponen  á  que  se  vea. 
'  Si  aquel.tomo  se  hubiera  publicado,  esta  Resena  comen- 
zarla con  los  sucesos  del  año  de  34;  pero  faltando  una 
parte  de  lo  que  escribió  Marure,  ha  sido  preciso  comen- 
zar desd^  fines  de  1828,  circunstancia  que  me  ha  propor- 
cionado ocasión  de  palpar  las  falsedades  con  que  el  par- 
tido servil  ha  desfigurado  los  sucesos  memorables  de  1829. 

La  obra  está  dividida  en  capítulos  cortos;  su  brevedad 
y  la  geografia  política  de  Centro-América  así  lo  exigen. 
La  República  estaba  distribuida  en  cinco  Estados.  Es 
preciso  hablar  de  todos  sin  que  haya  confusión.  Limitar- 
f>e  á  uno  solo,  seria  lo  mismo  que  pretender  escribir  la  his- 
toria de  Francia,  sin  hablar  mas  que  de  Burdeos  ó  de 
Marsella.  Cada  Estado  exije  capítulos  separados.  Exíjclos 
igualmente  el  Gobierno  federal.  Una  narración  rápida  de 
un  país  con  seis  gobiernos,  necesita  muchas  divisiones  pa- 
ra ser  clara.  Se  sigue  el  orden  cronológico.  Pero  una  u  o- 
tia  vez  para  completar  un  acontecimiento,  se  dá  fin  á  lo 
<|ue  á  él  concierne,,  volviéndose   en  el  capítulo  siguiente 


V  I^IíÓLO(íO    DEL   AUTOlí. 

al  tiempo  que  ha  servido  de  punto  de  partida. 

La  primer  cualidad  de  un  historiador  es  la  imparciali- 
dad. eJeremías  Benthan  dice,  para  esplicar  la  imparciali- 
dad que  hade  adornar  álos  jueces,  que  deben  ser  perpen- 
diculares. El  historiador  es  un  juez  en  las  cuestiones  so- 
bre que  versa  su  obra,  y  debe,  por  lo  mismo,  ser  tan 
perpendicular,  como  Benthan  quiere  que  sean  los  jueces. 

Pero  si  para  obtener  esta  cualidad  fuera  preciso  no 
pertenecer  á  ningún  partido,  no  habria  quien  escribiera 
la  historia,  porque  aunque  no  existe  entre  nosotros  una 
ley  de  la  antigüedad  que  condenaba  á  los  ciudadanos  que 
fueran  indiferentes  á  las  cuestiones  de  la  patria,  es  impo- 
sible encontrar  un  hombre  solo,  que  no  se  incline  mas  á 
un  círculo  político  que  á  otro,  que  no  crea  mas  justo  un 
sistema  que  otro  sistema,  y  á  quien  no  inspiren  mas  sim- 
patías las  doctrinas  de  unos  hombres  que  las  doctrinas 
de  otros. 

No  hemos  tenido  una  obra  histórica  desde  elafío  de  21, 
trazada  por  una  pluma  enteramente  imparcial.  Las  Me- 
morias de  Arce  son  un  alegato  de  bien  probado  en  feívor 
de  su  administración.  Las  Memorias  de  Jalaija  s.on  la  apo- 
logía del  partido  servil.  Todas  las  publicaciones  de  Irisar- 
ri,  de  don  Juan  José  Aycinena,  de  Pavón,  de  Milla  y  cuan- 
tas se  han  hecho  durante  treinta  anos  por  los  retrógrados, 
presentan  álos  liberales  como  una  sociedad  de  malhecho- 
res, y  á  los  serviles  como  ángeles  que  forman  coros  celes- 
tiales. Los  recalcitrantes,  durante  todo  ese  tiempo,  apro- 
vechaban todas  las  ocasiones  y  todas  las  circunstancias, 
para  cubrir  de  oprobio  á  un  partido  que  se  proponían 
destruir  colectiva  é  individualmente.  Esa  incesante  pre- 
dicación llegó  á  producir  efecto  en  el  ánimo  de  muchas 
personas. 

Al  escribir  esta  Reseña^  me  encuentro  bajo  una  pesada 
atmósfera  de  errores,  y  para  restablecer  la  verdad  necesito 
colocarme  al  frente  de  esos  errores,  á  fin  de  procurar  des- 


PlidlJHU)    1>EI.    Al'TOK.  \I 

truirlos  con  documentos,  con    raciocionios  y   con    narra- 
ciones. 

Ese  ataque,  indispensable  para  desvanecer  las  nieblas 
arrojadas  sobre  los  grandes  acontecimientos,  y  sobre  una 
serie  de  individuos,  será  lo  que  los  serviles  llamen  par- 
cialidad y  espíritu  de  partido.  Pero  en  las  circunstancias 
en  que  ellos  colocaron  al  país,  no  se  puede  restablecer  la 
verdad  comenzando  de  otra  manera. 

El  espíritu  de  adulación  ofusca  á  los  historiadores;  pe- 
ro en  esta  Reseña  no  puede  existir.  Los  principales  perso- 
nages  á  que  me  refiero  han  muerto.  El  general  Morazan 
desapareció,  y  nada  tengo  cjue  esperar,  ni  que  temer  de 
su  familia.  Barrundia  no  existe.  Se  dirá  que  tiene  un  hi- 
jo en  elevada  posición.  Es  verdad;  pero  cuando  Barrundia 
murió,  su  hijo  era  un  niño,  y  entonces  escribí  una  Noticia 
biográfica  de  don  José  Francisco  Barrundia,  que  fué  pu- 
blicada en  el  periódico  oficial  de  Costa-Rica,  y  reproduci- 
da en  San  Salvador,  sin  embargo  de  las  circunstancias  a- 
flictivas  de  la  época,  y  en  otras  secciones  de  América. 

En  esa  Noticia  biográfica  se  presentan  mas  de  relieve 
las  virtudes  cívicas  de  aquel  esclarecido  ciudadano  (pie 
en  toda  esta  Reseña, 

No  mueve,  pues,  mi  pluma,  ni  la  vil  adulación,  ni  el 
misérrimo  interés. 

El  partido  liberal  no  se  presenta  como  intachable:  cen- 
suro severamente  su  falta  de  unidad,  sus  divisiones,  que 
tan  funestas  han  sido  para  él;  sus  tendencias  á  sacrificar 
á  simples  formas  los  mas  elevados  intereses  y  á  fijarse 
decididamente  en  la  bondad  absoluta  de  las  leyes,  sin  con- 
siderar algunas  veces  su  bondad  relativa;  la  facilidad  pa- 
ra condenar  á  sus  prohombres  por  pequeneces,  sin  tener 
en  cuenta  largos  años  de  sacrificios  heroicos,  y  de  cívicas 
virtudes;  vicios  que  si  no  se  corrijieran,  el  partido  liberal 
jamás  podría  permanecer  largo  tiempo  en  el  poder. 

Otra  falta  que  se  intentará  atribuirme  es  la  ingratitud. 


vil  PliOLOOO    DI:L    AlTOIi. 

].a.  ingratitud  es  un  vicio  que  envilece. 

Un  hombre,  para  no  ser  ingrato,  debería  callar  los  de- 
fectos de  sus  bienhechores,  aunque  solo  se  trate  de  los  ac- 
tos de  la  vida  política;  pero  ningún  deber  de  gratitud  se- 
lla mis  labios  respecto  de  los  individuos  del  partido  servil 
comprendidos  en  esta  Reseña.  Xo  debo  molestar  al  publi- 
co con  inaterias  que,  siendo  absolutamente  personales, 
ningún  interés  ofrecen  para  él  No  tendré  inconveniente, 
sin  embargo,  en  contestar  detalladamente,  demostrando 
lo  qne  digo,  á  cualquiera  que  por  la  prensa  me  impute 
falta  de  gratitud. 

Casi  en  cada  capítulo  de  esta  Reseña  se  insertan  los 
decretos,  los  discursos,  las  proclamas,  los  manifiestos  á 
que  la  narración  se  refiere;  sistema  que  si  por  una  parte 
hace  fastidiosa  la  obra,  por  otra  eleva  el  relato  á  eviden- 
cia, primer  cualidad  de  un  libro  histórico. 

Muy  fácil  me  habría  sido  referirlo  todo  con  mi  propio 
estilo;  pero  he  preferido  á  la  pueril  vanidad  de  presentar 
incesantemente  redacciones  propias,  la  conveniencia  de 
que  la  juventud  conozca  á  muchos  hombres  de  nuestra 
historia,  no  solo  por  lo  que  se  dice  de  ellos,  sino  por  sus 
discursos,  por  sus  proclamas,  por  sus  decretos,  por  sus  no- 
tas oficiales  y  otras  publicaciones  suyas. 

La  historia  no  es  un  libro„  es  una  serie  de  sucesos  que 
se  realizan;  los  libros  no  hacen  mas  que  consignar  esos  su- 
cesos. El  que  escribe  un  libro  histórico  debe  procurar 
desaparecer  en  su  obra,  presentando  á  la  vista  los  aconte- 
cimientos que  narra  como  si  se  estuvieran  verificando. . 

La  juventud  que  se  educa  desde  el  año  de  1871,  no  co- 
noce á  los  primeros  personages  de  nuestra  historia.  No 
existen  sus  discursos,  porque  no  hubo  taquígrafos  que  los 
consignaran.  No  existen  sus  publicaciones  periódicas, 
porque  los  serviles  las  destruyeron.  ¿Dónde  están  las  co- 
lecciones de  El  Genio  de  la  Libertad^  de  El  Editor  Consti- 
tucional de  El  Amigo  de  la  patria,  de  La  tribuna,  de  El  U- 


pií6l()(;o  dfa.  aitok.  viii 

heral,  ele  El  amigo  del  jmehlo  y  de  otros  muchos  periódicos 
que  se  publicaron  en  Centro-Améiica?  No  existen.  Los 
serviles  han  procurado  que  desaparezca  hasta  la  memoria 
de  lo  pasado. 

No  hay  tampoco  tradiciones  exactas,  porque  los  ser- 
viles las  han  alterado  convirtiendo  en  acciones  monstruo- 
sas actos  recomendables,  y  deificando  la  barbarie,  que 
asombrará  á  los  jóvenes  cuando  lean  el  relato  de  los  crí- 
menes que,  cantándose  la  Salve-Regina,  se  perpetraron. 
Es  conveniente,  pues,  dará  conocer  las  personas  histó- 
ricas á  que  me  refiero,  presentando  sus  propias  obras. 

I  Las  Memorias  escritas  por  el  general  Morazan  en  Da- 
vid, para  contestar  los  cargos  que  los  serviles  le  hacian, 
contienen  la  narración  de  algunas  de  sus  batallas.  Esas 
Memorias  han  circulado  tan  poco,  que  el  general  don  Mi- 
guel Garcia  Granados,  por  nías  esfuerzos  que  hizo,  no 

I      pudo  conseguir  verlas  antes  de  publicar  el   primer  touío 

I      de  sus  Meniorias. 

i  Me  propongo  hacer  que  la  juventud  conozca  al  general 

Morazan,  pintado  por  los  serviles  como  un  Heliogábalo, 
no  solo  refiriendo  sus  hechos,  sino  presentando  íntegras 
sus  palabras  y  textualmente  sus  vindicaciones. 

El  general  Morazan  desí:ji-ibe  las  acciones  de  la  Trini- 
dad, de  Gualcho,  de  San  Antonio,  de  San  Miguelito  y  de 
las  Charcas.  No  puedo  haber  mejor  histoiiador de  una  ba- 
talla que  el  jefe  victorioso.  Seria  una  falta  preferir  mipro- 
])ia  narración  á  hi  narración  de  quien  no  solo  fué  testigo 
ocular,  sino  que  lo  hizo  todo  en  el  campo  de  batalhi. 

La  inteligencia  de  llaoul,  y  su  elevada  posición  en  el 
ejército  aliado  que  sitió  á  Guatemala  el  año  de  29,  le  dan 
una  grande  importancia  en  aquella  campana.  Morazan  co- 
misión'; á  llaoul  para  dar  á  los  gobiernos  aliados  noticia 
circunstanciada  de  los  sucesos  militares  acaecidos  en  los 
(lias  7,  8,  9,  10,  11  y  12  do  abril  de  L^29.  La  narración  de 
llaoul  está  documenfada   y  la  presento  íntegra,  con  todos 


IX  i>r6logo  del  autor. 

sus  documentos   anexos,  en  el  capítulo  octavo  del  libro 
primero. 

Los  acontecimientos  de  los  dias  11  y  12  de  abril,  tienen 
una  importancia  inmensa;  son  una  gran  crisis  en  que  se 
desploma  todo  un  sistema,  para  elevarse  otro  sistema.  En 
esos  dos  dias  ya  no  se  ven  las  miserables  fortificaciones 
de  la  plaza  de  Guatemala  que  caen,  sino  la  libertad  re- 
publicana que  se  eleva.  Los  grandes  acontecimientos  de 
esos  dos  dias  memorables  no  pueden  descansar  solo  en  un 
parte  militar.  Se  hace  otra  narración  amplificada.  Esta  no 
se  desvia  de  la  verdad;  está'  basada  en  los  mismos  partes 
militares  y  en  notas  de  Aycinena,  quien  horrorizado  por 
los  estragos  de  la  metralla,  línico  argumento  capaz  de  con- 
vencerlo, suplica  y  vuelve  á  suplicar  al  general  Morazan 
que  suspenda  las  hostilidades  contra  la  plaza.  Los  servi- 
les han  escondido  esa  correspondencia.  Ellos  juzgándola 
aniquilada,  escribieron  atroces  falsedades  sobre  la  rendi- 
ción de  la  plaza.  Alguna  de  estas  falsedades  realza  en 
la  Biogratía  de  don  Manuel  Francisco  Pavón,  escrita  por 
don  José  Milla  y  Vidaurre. 

Desde  el  13  de  abril  de  1829,  dia  en  que  el  general  Mo- 
razan ocupó  la  plaza  de  Guatemala,  hasta  el  13  de  abril 
de  1839,  dia  en  que  la  ocupó  el  general  Carrera  al  frente 
de  hordas  salvages,  la  historia  es  una  lucha  incesante  y 
sin  tregua  con  la  aristocracia,  con  el  clero,  con  todo  el  par- 
tido servil  empeñado  en  que  las  instituciones  liberales 
no  se  afianzaran  y  en  restablecer  el  monaquismo  y  la  teo- 
cracia, valiéndose  de  las  supercherías  mas  absurdas. 

No  con  el  fin  insano  de  turbar  la  paz  de  los  muertos,  ni 
de  herir  en  lo  mas  vivo  á  familias  que  todavía  existen,  si- 
no para  que  la  juventud  vea  y  tenga  en  sus  propias  ma- 
nos las  armas  con  que  el  Arzobispo,  los  pretendidos  nobles 
y  el  clero  han  combatido  la  independencia,  la  república  y 
las  instituciones  liberales,  se  relatan  y  documentan  en  el 
capítulo  cuarto  los  sucesos  del  convento  de  Santa  Teresa, 


PKÓLOOO    DEL    Al  TOlJ.  X 

y  las  mas  severas  resoluciones  dictadas  contra  ellos  por 
el  papa  Pió  VIL 

Pío  YII  no  era  un  liberal,  nada  de  liberal  tenia:  fué  el 
Pontífice  que  excomulgó  á  Napoleón  1,  y  derogó  el  Breve 
de  Clemente  XIV,  contra  la  Compania  llamada  de  Jesús; 
pero  no  soportó  las  supercherías  del  Arzobispo  y  de  los  no- 
bles de  Guatemala,  como  no  soportó  que  los  jesuítas  le 
exijieran  que  coronara  á  Luis  XYIII  como  sucesor  sin  in- 
I  ^  terrupcion  é  inmediato  del  Delfin  de  Francia.  Pió  Vil  les 
contestó  airado:  "He  coronado  á  Napoleón  bajo  las  bó- 

I      VEDAS    GÓTICAS    DE    NuESTRA    SeÑORA   DE   PaRIS,  Y    NO   PUEDO 
I      DECIR  HOY  QUE    NO  FUÉ  UN   MONARCA  LEGÍTIMO.'' 

I        La  condenatoria  dictada  en  Roma  contra  fi-ay  Ramón. 

1  de  nada  valió.  Ni  el  Arzobispo,  ni  don  Mariano  Aycinena. 
ni  su  círculo,  hicieron  caso  de  la  resolución  del  Papa.  Sus 
esfuerzos  se  dirijieron  á  que  no  circulara,  á  que  nadie  la 

I  viera,  y  continuaron  las  profecías  contra  los  liberales.  Los 
serviles  aprovechaban,  paia  dar  pábulo  á  esas  siniestras 
predicciones,  los  terremotos,  los  rayos,  los  eclipses  y  todos 
los  grandes  fenómenos  de  la  naturaleza. 

Elstas  maniobras  que  durante  los  acontecimientos  en  el 
libro  primero  y  segundo  contenidos,  solo  produjeron  ol 
ridículo  V  el  escarnio,  triunfan  mas  tarde. 

El  clero  y  la  pretendida  aristocracia,  para  sublevar  á 
los  pueblos,  aprovechan  una  serie  de  reformas  que  a  la  le- 
gislación se  hablan  hecho.  Muchos  curas  logran  al  Ihi  le- 
vantar á  los  campesinos.  Los  milagros  se  repiten.  Ya  no 
los  hacia  la  madre  Teresa  Aycinena,  porque  habia  muer- 
to; pero  los  hacia  su  memoria;  los  hacian  sus  vestidos,  que 
se  dividieron  para  esparcirlos  por  todas  partes,  como  sa- 
crosantas reliquias;  los  hacian  otras  monjas  tan  santas  co- 
mo aquella,  aunque  no  de  tanto  crédito;  y  mediante 
tales  portentos  ([ue  se  emplearon  el  ano  de  37,  para  hacer 
creer  á  los  pueblos  que  el  gobierno  envenenaba  las  aguas, 
se  levantó  Carrera,  auxiliado  por  los  aristócratas  y  los  cu- 


xí  i'kólíHtO  del  Arjí^n. 

ras.  Aquel  caudillo  se  convirtió  eii  instrumento  de  sus 
protectores,  y  cuatro  familias  apoyadas  por  los  jesuitas, 
(pie  llamaron  en  su  auxilio,  ejercieron  como  dueñas  y  se- 
ñoras de  los  destinos  de  la  patria,  su  voluntad  absoluta 
durante  trmnta  años. 

Bn  toda  esta  Reseña  se  habla  de  nobles  y  aristócratas 
para  seguir  las  denominaciones  usuales  y  las  creencias  de 
algunos  biógrafos;  pero  en  realidad,  en  Centro-América  no 
hay  nobleza  ni  la  hubo  jamás.  Determinadas  familias  for- 
maron ligas  para  no  mezclarse  con  el  resto  del  país,  y  pa- 
ra imponer  su  autoridad  á  la  nación  entera.  Estas  ligas, 
mas  hostiles  al  pueblo  que  la  nobleza  europea,  es  lo  que 
se  ha  llamado  aristocracia.  En  todo  el  reino  de  Guatema- 
la no  hubo  mas  título  nobiliario  que  el  correspondiente  á 
un  marquesado.  Ese  línico  marquesado  se  obtuvo,  no  por 
proezas,  ni  por  relevantes  cualidades  del  fundador,  ni  de 
sus  ascendientes;  sino  por  compra  al  Rey  de  España.  El 
título  fué  abolido  por  la  Asamblea  Nacional  Constituyen- 
te en  decreto  de  23  de  julio  de  1823.  En  España,  muchos 
años  há  que  se  declaró  suprimido  ese  marquesado,  y  quien 
su  título  usara  hoy,  en  los  dominios  de  Don  Alfonso  XII, 
Incurriría  en  pena,  según  la  ley  española  de  28  de  diciem- 
bre de  1846. 

Los  conquistadores,  cualquiera  que  haya  sido  su  orí- 
gen,  que  en  lo  general  aparece  muy  innoble;  venían  casi 
siempre  solos,  y  tuvieron  sucesión,  legítima  ó  ilegítima^ 
con  las  indias  "conquistadas,  únicas  mujeres  que  se  halla- 
ban en  este  suelo.  Infiérese  evidentemente  de  lo  espuesto, 
que  mientras  mas  antiguas  sean  las  familias  centro-ame- 
ricanas, mas  clara  es  su  procedencia  indígena.  Juarros 
enaltece  á  una  serie  de  familias  guatemaltecas,  de  las  que 
mas  ostentan  todavía  con  su  orgullo  y  el  desden  con  que 
miran  á  los  hijos  del  pueblo,  los  humos  aristocráticos,  por 
creerlas  procedentes  de  don  Jorge  de  Alvarado,  her- 
mano de  don  Pedro  el  conquistador. 


í?KOLO(;()    DEl.    AIJTO^Í.  XII 

Don  Jorge  no  era  en  España  ningún  Duque  de  Medina- 
celi,  ni  de  Medina-Sidonia;  pero  aunque  matando  indíge- 
nas hubiera  ascendido  á  un  Ducado,  con  grandeza  de  pri- 
mera clase,  la  sucesión  de  don  Jorge  de  A I  varado  en  A- 
méi'ica  procede  de  Lucia  Xicotenga-Tecubalsi,  india  a- 
mericana,  hermana  de  Luisa  Xicotenga,  madre  de  doña 
Leonor  de  Alvarado.  Los  hijos  de  españoles  y  de  indias, 
no  miraban  con  tanto  disgusto  como  sus  padres,  á  los  in- 
dios sus  parientes,  y  continuó  mezclándose  la  raza.  Hé  a- 
quí  el  principio  de  la  antigua  nobleza  centro-americana. 
Siendo  esta  la  cuna  de  la  aristocracia  de  nuestro  país, 
los  hijos  del  pueblo  deben  ver  á  todos  sus  conciudadanos, 
cualquiera  que  sea  la  ropa  que  vistan,  como  iguales,  no 
solo  ante  la  ley,  sino  ante  el  origen;  y  no  admitir  distin- 
ciones que  no  procedan  de  la  inteligencia,  de  la  cultura  v 
la  honradez. 

Nada  de  lo  (pie  presenta  la  historia  del  universo  nos  es 
estraño,  desde  la  superchería  de  Numa  Pompilio  que  ha- 
ce crcor  a!  p:ieblo  que  la  ninfa  Ejeria  aprueba  y  guia  to- 
dos sus  actos,  hasta  los  jesuítas  de  Santiago  de  Chile  que 
hacen  creer  al  pueblo  que  la  Virgen  Maria  contesta  las 
cartas  que  se  le  escriben;  desde  los  sacerdotes  paganos 
del  teuq)lo  de  Diana,  que  tínjen  que  la  Diosa  habla,  hasta 
los  sacerdotes  católicos  de  Ñapóles,  que  tinjen  que  en  sus 
manos  se  liquida  la  sangre  de  San  Genaro. 

En  toda  nuestra  historia  domina  la  incesante  lucha  en- 
tre lo  presente  y  lo  pasado;  entre  los  hombres  que  nos  ar- 
rastran á  la  p]dad  Media  y  los  hombres  que  nos  empujan 
hacia  adelante. 

Esta  lucha  no  es  propiedad  de  la  América-Central;  ella 
se  presenta  en  el  orbe  entero;  pero  en  aquellos  pueblos 
donde  la  luz  de  la  civilización  no  penetra,  sus  estragos 
son  mayores  y  sus  consecuencias  mas  funestas. 

Guatemala,  26  de  setiembre  de  1878. 


RESENA  HISTÓRICA 

DE  LA 


-♦►-♦* 


LIBRO  PRIMERO. 

compeende  ujt  capítulo  preliminar  sobre  las  causas  de  la 
revolución;  la  guerra  de  Honduras  desde  el  sitio  de  Coma- 
yagua   HASTA  EL   completo   TRIUNFO    DEL    GENERAL  MORAZAN,  Y 
LOS  SUCESOS  QUE  PRECEDIERON  A  LA  VICTORIA  DE  LOS  SALVADORE- 
ÑOS EN  Mejicanos,  hasta  la  restauración  de  las 

AUTORIDADES  DISUELTAS  EN  1826. 


Caúsasele  la  guerra  de  Guatemala  con  el  Salvador  y  Honduras. 


SÜMAKJO. 

—Necesidad  de  espresar  las  causas  de  la  guerra.     -\    >^fíuacioét 
de  Guatemala  antes  de  la  Independencia. — 3.  Lo  que  era  el . 
hlo, — 4.  Oddo  de  las  prov) indas  á  la  capital, — 5.  Acontecimi 
que  debió  destruirlo, — 6.  Aspiraciones  de  la  aristocracia, — 7  El 
Arzobispo  Casatcs,—S,   Consecuencias  de  la  constitffcio/í  cspn- 


6  EESEl^A    HISTÓRICA 

fióla, — 9.  Union  á  México. — 10.  Caída  del  Imperio  mejicano. — 
11.  Asonada  de  Ariza  Torres— 12.  Asamblea  Racional  Consti 
tiiyente. — 13.  Constitución  federal.— lA.  Elección  de  Arce-- 
15.  Su  liga  con  la  aristocracia— IQ.  Maquinaciones  en  Hondu- 
ras.— 17.  ElJefe  Yillacorta. — 18.  El  vice-Jcfe  Prado. — 19.  Ba- 
talla de  Arrazola. — 20.  Sitio  de  Comayagua. — 21.  Tercera  in- 
vasión al  Salvador. 


1. — Antes  de  continuar  el  hilo  de  los  acontecimientos  que  el  Sr. 
Mar  are  susj)ende  en  su  obra  impresa,  al  comenzar  la  narración  del 
fin  trágico  de  Merino,  es  conveniente  que  se  conozcan  los  móviles  de 
esa  guerra  desastrosa,  que  tanto  ha  influido  en  la  suerte  de  Centro- 
América,  y  que  tan  funesta  fué  para  los  Estados  beligerantes. 

2. — Guatemala,  en  tiempo  del  gobierno  español,  era  la  capital  del 
Reino.  En  ella  residía  el  Capitán  Jeneral,  la  Real  audiencia  y  el 
Arzobispo.  El  circulo  político  de  estos  señores,  no  solo  se  componía 
de  españoles,  sino  de  guatemaltecos  pertenecientes  á  las  familias  que 
se  llamaban  nobles.  Los*  males,  i3or  tanto,  procedentes  de  las  prime- 
ras autoridades,  no  se  atribuian  únicamente  á  los  peninsulares,  sino 
á  la  aristocracia  guatemalteca. 

3. — El  pueblo  estaba  reducido  á  la  nulidad  mas  absoluta.  No  se  le 
educaba,  ni  se  le  instruía,  y  era  un  instrumento  ciego  de  la  oligar- 
quía que  imperaba  en  el  Palacio  de  los  Capitanes  Jenerales. 

4.  El  odio  de  las  provincias  se  marco  contra  esa  oligarquía,  y  mas 
tarde,  por  equivocaciones  y  errores,  se  hizo  estensivo  á  todo  lo  que 
fué  Estado  de  G-uatemala.  Este  odio  era  mayor  en  las  provincias  li- 
mítrofes, por  ejercer  en  ellas  una  influencia  mas  directa  los  conse- 
jeros de  los  gobernantes  españoles  que  se  hallaban  en  la  capital. 

^ — Hubo  un  acontecimiento  que  debió  haber  sido  ájente  destruc- 
tor de  envejecidos  odios  y  vetustas  preocupaciones:  la  Independen- 
cia. Pero  aquel  suceso  memorable,  si  bien  dio  autonomía  á  Cen- 
tro-América, no  pudo  darle  la  unidad  y  la  confianza  que  p)ara  su 
prosperidad  necesitaba.  Son  pocos  los  hombres  que  tienen  la  gran- 
deza de  alma  y  las  virtudes  cívicas  indispensables  para  prescindir 
de  los  honores  y  preeminencias  que  los  han  rodeado  desde  la  cuna. 

6 — El  círculo  aristocrático  de  Guatemala  carecía  de  esas  cívicas 
virtudes.  El  había  perdido  muchas  de  sus  prerogativas  con  la  Cons- 
titución de  1812,  y  con  los  decretos  de  las  Cortes  de  Cádiz.  El  gol- 
pe que  en  1814  dio  Fernando  YII  anulando  la  Constitución,  pren- 
diendo á  los  diputados  liberales,  disolviendo  las  Cortes  y  restable- 
ciendo la  Inquisición  y  la  Compañía  llamada  de  Jesús,  fué  celebra- 


DE   CENTRO- AMÉRICA.  7 

do  con  entusiasmo  j^or  la  aristocracia  de  Guatemala. 

7— El  arzobispo  Fr.  Ramón  Casaus  y  Torres,  español  tan  erudito 
<íomo  intrigante,  estaba  ligado  á  la  misma  aristocracia  desde  que 
arribó  á  esta  diócesis  el  año  de  1811,  y  todas  sus  pastorales,  edic- 
tos y  sermones  tendían  á  sostener  los  fueros  de  la  nobleza. 

8 — El  1.  ^  de  enero  de  1820,  Riego  á  la  cabeza  de  un  ejército, 
que  en  las  inmediaciones  de  Cádiz  se  liabia  formado  pam  combatir 
la  Independencia  americana,  dio  el  grito  de  libertad,  secundado  x)or 
<íuiroga,  Arco-Agüero,  López  Baños,  0-Dali,  La-Bisbal  y  otros;  y 
Fernando  VII  juró  la  Constitución  de  1812  y  convocó  las  Cortes. 
La  aristocracia  de  Guatemala  sufrió  un  segundo  golpe.  Ella  nocal- 
f^ulaba  entonces  que  cien  mil  franceses,  á  las  órdenes  del  Duque  de 
Angulema,  restablecerían  el  poder  absoluto  de  Femando  Vil,  ni 
que  una  elevada  horca  liarla  expiar  á  Riego  su  amor  á  la  libertad. 
Los  nobles  fueron  vencidos  en  las  elecciones  de  diputados  ú  Cortes 
y  demás  funcionarios  que  creaba  la  Constitución,  porque  el  parti- 
do que  combatía  la  nobleza,  contaba  en  su  apoyo  con  las  autorida- 
des españolas  y  habla  tenido  habilidad  para  ganarse  al  pueblo.  To- 
do esto  hizo  á  muchos  aristócratas  decidirse  á  trabajar  con  ahinco 
l^or  la  Independencia. 

9 — Verificada  nuestra  emancipación,  se  habia  realizado  el  i>riuier 
íicto  del  drama  político.  Veamos  el  segundo.  Méjico,  según  los  tni- 
tados  de  Córdova,  debia  tener  un  monarca.  Los  nobles  de  Guatf^- 
mala  acojieron  esa  monarquía  con  entusiasmo,  é  hicieron  esfueraos 
X^ara  que  su  país  fuera  una  parte  integrante  de  ella.  San  Salvador 
se  opuso.  Ellos  lo  invadieron.  No  pudieron  triunfar.  Pidieron  en- 
tonces auxilio  á  Méjico  y  realizaron  una  segunda  invasión  con  tm- 
pas  mejicanas,  hasta  imponer  el  yugo  monárquico  á  la  i)rovincia 
que  mas  habia  combatido  por  la  libertad,  por  la  independencia  y 
l)or  la  República.  Los  odios  que  estas  dos  invasiones  produjeron  son 
profundos,  muy  profundos. 

10— El  pronunciamiento  de  Casa-Mata,  destruyó  el  Imperio  me- 
jicano. Centro- América  no  podia  ser  una  monarquia  siendo  Méjico 
una  República.  Si  Méjico  no  estaba  rejido  por  una  testa  coronada, 
la  nobleza  de  Guatemala  ningún  provecho  reportaba  de  la  anexión. 
X^orque  la  Rei)ública  no  podia  conservarle  los  honoi'esy  preeminen- 
cias de  hidalguía  á  que  tanto  aspiraba.  El  Imperio  desapai*eció;  jh»- 
ro  no  se  borraion  las  huellas  d(í  sangre  (pie  en  el  Salvador  dejaba 
impresas. 

11 — La  asonada  dv  Ariza  Toires  dio  á  conocer  el  estado  dr  les  a- 
nimos.  Ella  obligó  á  las  autoridades  nacionales  residentes  en  (íiia- 
temala,  á  pedir  íaixilio  á  San  Salvador.  Los  salvadoreños  entrama 
á  la  capital  con  el  disgusto  y  la  zozobni  con  que  se  penetra  a  xiu 
país  enemigo.  Por  todas  partes  veían,  ó  se  figuraba»)  v.m-  -í  tos  inva- 


8  I1E8EÍÍA    ilISTÓKICA 

.sores  de  su  patria.  Esta  situación  produjo  alarmas  que  no  termina- 
ron sino  hasta  que  la  división  salvadoreña  evacuó  el  territorio  gua- 
temalteco. 

12 Bajo  el  poder  de  estas  impresiones  fatales  se  liabia  instaladí> 

la  Asamblea  Nacional  Constituyente.  Este  alto  Cuerpo,  honra  de  Ivt 
patria,  se  compuso  de  los  hombres  mas  ilustrados  de  la  República. 
Allí  estaban  representadas  las  cinco  secciones  centro-americanas. 
Entre  los  diputados  del  Salvador  se  hallaban  los  doctores  Matías 
Delgado  é  Isidro  Menendez,  quienes  creían,  como  la  mayor  parte  de 
los  pueblos  que  representaban,  que  los  nobles  de  Guatemala  se  pro- 
ponían sojuzgarlos.  Estas  ideas  se  hicieron  estensivas  á  los  repre- 
sentantes de  otras  secciones.  Los  diputados  guatemaltecos  don  Jo- 
sé Francisco  Barrundia  y  don  Antonio  Rivera  Cabezas,  participabaTi 
de  los  mismos  temores. 

13 — Tales  convicciones  contribuyeron  poderosamente  á  la  adop- 
ción del  sistema  federativo,  que  se  consideraba  un  baluarte  contra 
el  poder  de  laj'aristocracia  monárquica.  Favorecían  también  el  sis- 
tema federal  "los  publicistas  entonces  conocidos  en  este  X)aís.  Mon~ 
tesquieu  dice  que  si  una  República  es  pequeña  la  destruye  una 
fuerza  estrangera,  y  que  sí  es  grande  la  destruye  algún  vicio  inte- 
rior: que  los  hombres  se  habrían  visto  precisados  á  vivir  bajo  el 
gobierno  de  uno  solo,  sí  no  hubieran  imaginado  un  modo  de  consti- 
tución que  á  todas  las  ventajas  interiores  del  gobierno  republicano 
reúne  la  fuerza  esterior  del  monárquico;  tal  es  la  República  federa- 
tiva. Tenían  los  liberales  en  la  historia  antigua  el  ejemplo  lumino- 
so de  la  GrecSa,  mas  tarde  la  Holanda  y  en  los  tiempos  moder- 
nos la  Suiza  y  los  Estados-Unidos.  En  Centro- América  el  sistema 
de  intendencias  y  de  diputaciones  provinciales  independientes  en- 
tre si,|habia  preparado  el  país  para  la  organización  de  diferentes 
Estados,  y  no  eran  bastante  conocidas  todavía  muchas  de  las  im- 
pugnaciones que  se  han  hecho  á  los  pensamientos  políticos  del  au- 
tor de  las  Cartas  Persianas  y  del  Espíritu  de  las  Leyes.  El  partido 
servil,  con  todas  sus  fuerzas  combatía  la  idea  de  federación,  y  este- 
combate  convencía  mas  á  los  liberales  de  que  la  aristocracia  aspira- 
ba al  gobierno  unitario  para  sojuzgar  al  país  con  el  auxilio  del  Me- 
tropolitano, de  los  obispos  sufragáneos  y  de  los  monjes.  Los  libera- 
les tuvieron  mayoría,  y  la  Constitución  federal  fué  decretada.  Un 
Congreso  posterior  la  sanciono,  y  comenzó  á  rejir  como  ley  de  la  Re- 
Xmblica. 

14 — La  elección  de  Arce,  tan  inconstitucional,  como  espresa  Maru- 
re  en  el  x^rimer  libro  del  Bosquejo  Histórico,  fué  el  principio  de  u- 
]ia  nueva  revolución.  Arce  era  enemigo  de  la  ley  fundamental,  y  sel 
proponía  destruirla.   Los  nobles  se  le  unieron  y  se  ligó  con  ellos. 
Esta  liga  produjo  grandes  temores  en  los  Estados  y  especialmente 


DE  CERTKO- AMÉRICA.  9 

en  San  Salvador. 

15 — La  liga  de  Arce  con  la  aristocracia,  lo  puso  en  pugna  con  el 
Gobierno  del  Estado  de  Gruatemala,  á  cuyo  frente  se  liallaba  don 
Juan  Barrundia.  Los  nobles  se  propusieron  entonces,  apoyados  en 
la  autoridad  del  Presidente,  dar  golpes  de  hecho  en  todos  los  Esta- 
dos que  pudieran  oponérseles,  para  tener  jefes  que  pertenecieran  á 
la  escuela  aristocrática.  Arce  se  convirtió  en  dócil  instrumento  de 
la  aristocracia.  Redujo  á  prisión  al  gefe  Juan  Barrundia.  Encendió 
la  tea  que  produjo  el  asesinato  del  vice  gefe  don  Cirilo  Flores,  y 
la  disolución  de  la  Asamblea  y  del  Consejo.  Mandó  hacer  nuevas  e- 
lecciones, 'que  por  la  influencia  de  las  ba^yonetas  favorecieron  á  la 
nobleza.  Don  Mariano  Aycinena  fué  electo  Jefe  del  Estado  de  Gua- 
temala. Se  dio  un  decreto  premeditado  convocando  á  elecciones  pa- 
ra un  nuevo  Congreso  nacional  y  se  maquinaron  revoluciones  en  los 
otros  Estados. 

16 — En  Honduras  mandaba  don  Dionisio  Herrera,  liberal  sin  ta- 
cha, amigo  y  pariente  de  don  José  del  Valle,  cuyas  opiniones  Her- 
rera respetaba  siempre  y  seguia  muchas  veces.  Era  preciso  derro- 
carlo, y  se  emprendió  la  lucha  contra  él  por  medio  de  las  autori- 
dades eclesiásticas.  El  obisi^o  de  Honduras  liabia  muerto.  En  sede 
vacante  mandaba  como  vicario  el  canónigo  don  Nicolás  Irias.  Arce, 
el  arzobispo  Casaus  é  Trias  estaban  d»  acuerdo.  El  vicario  hondu- 
reno suscitó  á  Herrera  cuantas  diñcultades  pudo  promover.  Le  su- 
blevó algunos  pueblos  y  lanzó  contra  él  la  escomunion.  No  pudién- 
dosele derribar  solo  con  las  intrigas  del  clero,  Arce  invadió  n  T{on- 
duras  por  medio  del  coronel  don  Justo  Milla. 

17 — ^En  San  Salvador  gobernaba  don  Juan  Vicente  Villacorta,  á 
quien  los  nobles  lograron  alucinar.  Villacorta  dio  auxilios  á  Arce 
para  sostener  su  política.  Pero  muchos  hombres  pensadores  com- 
prendieron que  se  hallaban  al  borde  de  un  abismo.  Hicieron  ver  al 
Jefe  del  Estado  los  planes  de  la  aristocracia,  y  la  política  comenzó 
á  variar.  La  poca  sahul  y  avanzada  edad  de  Villacorta,  no  le  pernii- 
tian  entrar  en  luchas  políticas  y  se  retiró  del  mando.  El  vice-gefe 
don  Mariano  Prado  ascendió  al  poder.  Arce  deploiti  en  sus  Memo- 
i'ias  este  acontecimiento.  Tiene  razón. 

18— Prado  cambió  la  faz  política  de  su  jmís.  Rechazó  el  decreto 
de  convocatoria  y  emitió  otro  llamando  á  los  diputados  y  senado- 
res á  la  villa  de  Aliuachapan  para  que  formaran  el  Congreso  y  el 
Senado  de  la  República,  disueltos  indebidamente  por  intrigas  del 
Presidente.  Todos  los  Pastados  aceptaron  este  decreto.  Peix)  dificul- 
tades de  hecho  impidifM'on  la  reaparición  do  los  cutM'iHís  ro  l»»]!*^!:!- 
dores. 

19— El  recuerdo  de  las  dos  pasadas  invasiones:  el  golpe  de  Estado 
contra  el  ííefe  don  Juan  Barrundia;  las  elecciones  hechas  en  Guate- 


10  RESEÑA    HISTÓRICA 

mala  bajo  la  presión  de  las  bayonetas;  el  aparecimiento  en  los  pri- 
meros puestos  del  Estado,  de  los  aristócratas  que  dos  veces  invadie- 
ron al  Salvador  para  establecer  la  monarquía;  el  decreto  de  Arce 
desconociendo  al  Congreso  existente  y  convocando  á  elecciones  pa- 
ra reformar  la  República  de  la  manera  que  pluguiera  á  las  clases 
que  liabian  sido  privilegiadas,  y  las  maquinaciones  en  los  Estados 
para  destruir  las  autoridades  liberales  y  establecer  otras  de  la  es- 
cuela aristocrática,  produjeron  en  San  Salvador  una  grande  excita- 
ción. Se  creyó  que  liabia  llegado  la  hora  de  invadir  á  Guatemala, 
I)ara  cambiar  las  autoridades  llamadas  intrusas  del  año  de  26,  que 
todo  lo  conmovían  y  restablecer  á  las  inconstitucionalmente  caldas. 
Aycinena  comprendió  que  el  Salvador  se  preparaba  para  invadirlo 
y  dio  un  manifiesto  á  los  pueblos  llamándolos  á  las  armas.  Este 
manifiesto  en  que  se  hacen  violentas  increpaciones  á  los  liberales  de 
todos  los  Estados,  aceleró  los  acontecimientos.  Marcharon  dos  mil 
salvadoreños  sobre  Guatemala  y  fueron  derrotados  completamente 
en  Arrazola.  La  aristocracia  habla  triunfado.  La  victoria  de  Arrazo- 
la  le  daba  una  gran  preponderancia  en  toda  la  República.  Los  no- 
bles se  creyeron  invulnerables.  Ellos  pensaron  que  con  solo  una  or- 
den podian  destituir  al  gefe  del  Estado  de  Honduras  don  Dionisio 
Herrera  y  con  un  pequeño  movimiento  al  vice-gefe  del  Salvador 
don  Mariano  Prado,  para  verificar  una  reforma  aristocrática  en  todo 
Centro- América,  que  les  hiciera  olvidar  la  pérdida  del  emperador 
Iturbide. 

20 — El  coronel  Milla  puso  sitio  á  Comayagua  después  de  haber 
invadido  á  Honduras  bajo  el  iDretesto  de  custodiar  cantidades  de 
tabaco  que  existían  en  Los  Llanos,  y  con  el  fin  preciso  de  proteger 
el  partido  de  Irlas  y  de  operar  un  cambio  político. 

21 — Otras  fuerzas  mandadas  por  los  nobles,  marcharon  á  invadir 
tercera  vez  al  Salvador. 

¡Hé  aquí  las  causas  de  la  guerra! 


CAPITULO    SEGXJN~DO. 

Campaña  de  Honduras. 

SUMARIO. 

1 — ''^Meraorias''  del  general  Morazan — 2.  Sitio  y  rendición  de  Co- 
onayagua. — 3.  Auxilio  que  envió  Prado — 4.  Prisión  de  Mora- 
zan y  salida  de  ella — 5.  Reflexiones — 6.  Guerra  entre  él  Jefe  y 
el  vice-gefe  de  Nicaragua — 7.  Conferencias  de  Morazan  con  Vi- 
daurre — 8.  Caida  del  vice-gefe  de  Nicaragua — 9.  Acción  de  la 
Trinidad — 10.  Morazan  gobierna  como  Jefe  de  Honduras — 11. 
Movimiento  de  Dominguez  contra  el  general  Morazan:  asesina- 
to de  Merino — 12.  Reflexiones  de  Morazan  sobre  este  crwien. — 
13.  Morazan  en  Texiguat  y  Lolotique, — 14.  Batalla  de  Gual- 
cho — 15.  Consecuencias  de  este  triunfo — 16.  Juicio  del  general 
Mora.zan  sobre  el  triunfo  de  GualcJio. 


1 — YA.  general  don  Francisco  Morazan,  ex-presidente  de  la  Repii- 
blica  centro-americana,  después  de  liaber  regido  durante  dos  y^vio- 
dos  constitucionales  los  destinos  de  la  patria,  se  retiró  de  Centro- 
América.  Sus  enemigos  lo^colmaron  de  acusaciones,  y  para  vindicni^e 
•comenzó  á  escribir  una  obra  intitulada  -'Memorias".  Ella  contiene 
algunos  de  los  sucesos  mas  importantes  en  que  intervino  el  general 
Morazan  desde  la  elección  de  don  Manuel  José  Arce  hasta  el  ano  de 
1829.  De  ese  interesante  documento  que, por  desgracia, quedó  .^in  con- 
cluir, he  tomado  algunos  párrafos  relativos  lí  las  acciones  de  guer- 
ra. Con  respecto  al  sitio  de  Comayagua,  que  debo  narrar  ahora  coni- 
-^pletando  el  texto.de  Marure,  ^Ionizan  se  espresa  lUíí: 


12  KESENA    HISTÓRICA 

2 — "Milla,  sin  encontrar  en  el  camino  ninguna  resistencia,  llegó' 
*'  á  la  ciudad  de  Comayagua  el  4  de  abril,  y  estableció  su  cuartel 
* '  general  en  la  iglesia  de  San  Sebastian.  Unas  trincheras  mal  cons- 
'  *  truidas  y  un  gef e  ('^')  militar  traidor  eran  dos  obstáculos  de  fácil 
' '  acceso  para  ios  sitiadores,  si  la  vigilancia  de  los  soldados  patrio- 
"  tas  no  hubiera  hecho  impotentes  por  largo  tiempo  las  maquina- 
'  ^  clones  de  la  intriga,  así  como  los  diversos  ataques  que  se  dieran 
"ala  plaza.  Estos  no  tuvieron  otro  resultado  que  el  saqueo  de  to- 
"  da  la  ciudad  que  se  hallaba  fuera  de  trincheras,  y  el  inútil  in- 
"cendiodesus  mejores  edificios  con  que  se  veiigára  la  cobardía, 
''  ofendida  de  la  tenaz  resistencia  que  le  opusiera  el  valor  de  un  pu- 
"  fiado  de  soldados  hondurenos  y  leoneses." 

"En  tanto  que  tenían  lugar  estos  sucesos,  la  fuerza  enemiga  se 
"  aumentaba  en  razón  que  se  disminuía  la  de  la  plaza.  Los  víveres 
"  faltaban  ya  en  esta;  y  muchas  veces  era  mayor  la  sangre  que  se 
/ "  derramaba,  que  el  agua  que  se  tomaba  en  el  rio  defendido  por  los 
"  contrarios." 

"La  esperanza  de  un  pronto  auxilio  hacia,  sin  embargo,  sufrir 
"  estos  males  con  resignación;  pero  esta  desapareció  muy  luego. 
*"  Cuando  se  supo  en  la  pb.za  que  la  tropa  auxiliar  se  había  disuel- 
"  to  en  la  Hacienda  de  la  Maradiaga  después  de  haber  rechazado  la 
"  división  que  la  atacara  al  m-ando  del  teniente  coronel  Hernan- 
"  dez,  el  desaliento  se  apoderó  del  ánimo  de  los  cobardes." 

'  'La  perfidia  del  Comandante  tuvo  en  ellos  un  apoyo,  y  la  plaza 
* '  se  rindió  el  9  de  mayo  de  1827  por  una  capitulación  en  que  todo 
"  lo  sacrificaba  el  traidor,  por  la  conservación  de  su  empleo,  al  ge- 
"  fe  que  no  había  podido  lograr  ninguna  ventaja  sobre  los  sitiados. 
"  Y  para  que  nada  faltase  á  este  documento  vergonzoso,  la  firme- 
"  za  con  que  había  el  gefe  Herrera  rechazado  las  proposiciones  de 
"  rendirse  que  se  le  hicieran,  fué  castigada  dejándolo  á  merced  del' 
"  vencedor  como  prisionero  de  guerra." 

3 — El  vice-Jefe  del  Salvador  envió  auxilio  á  Honduras;  pero  éste 
llegó  tarde:  Herrera  había  sucumbido,  y  las  fuerzas  salvadoreñas  nO' 
eran  bastantes  para  restablecer  su  autoridad. 

4 — Morazan  continúa  así  la  narración:  "Los  coroneles  Díaz,  Már- 
''  quez,  Gutiérrez  y  yo, buscando  nuestra  seguridad,  acompañamos  al 
"  Jefe  salvadoreño  que  se  retiraba  á  Nicaragua.  Un  incidente  desa- 
"  gradable,  que  podía  comprometer  nuestro  honor,  nos  obligó  á  sepa- 
"  rarnos  de  él  en  la  villa  de  Choluteca,  y  á  pedir  garantías  al  coro- 
"  nel  Milla  para  permanecer  en  Honduras.  Nuestros  deseos  fueron 


(*)  Un  tal  Fernandez,  europeo,  quien  el  ano  de  32  fué  fusilado  en  Omoa  por  traidor. 


DE  CENTRO- AMÉRICA.  18 

'•  satisfeclios  por  este  Jefe,  mandándonos  el  pasaporte  con  el  mis- 
^' mo  correo  que  condujo  la  solicitud.  Al  instante  marché  con  di- 
I  Ji:^'  reccion  al  pueblo  de  Ojojona  para  disfrutar  en  unión  de  mi  fami- 
''  lia  de  la  gracia  que  se  me  concediera.  Por  un  presentimiento,  quv 
''  jamás  cupo  en  la  confianza  que  me  inspiraba  la  palabra  de  Milla. 
"  dichos  gefes  no  corrieron  la  suerte  que  se  nos  aguardaba  en  aquel 
''  pueblo,  y  yo,  víctima  de  mi  credulidad,   conocí  aunque  tarde,  lo 
"  poco  que  debe  confiarse  en  los  que  defienden  una  mala  causa.  Diez 
"  lloras  después  de  haber  llegado  al  pueblo  que  habia  señalado  para 
k   "  mi  residencia,  fui  reducido  á  prisión  por  el  teniente  Salvador  Lan- 
■    "  daverri,  de  orden  del  mayor  Anguiano,  comandante  local  de  Tegu- 
^'  cigalpa,  y  conducido  á  aquella  ciudad.  A  pesar  de  haber  presen- 
il  "  tado  á  este  Jefe  mi  pasaporte,  me  hizo  poner  en  la  cárcel  publica.  •' 
5 — La  importancia  que  se  daba  entonces  á  los  salvo-conductos 
era  igual  al  respeto  que  el  Papa  Juan  XXIII  tuvo  á  los  que  le  pre- 
■M  sentó  Juan  Hus;  pero  Morazan  mas  afortunado  que  Hus,  después 
í  iñe  haber  sufrido  23   dias  una  estrecha  y  penosa  prisión,  i)udo  bur- 
■'    lar  la  vigilancia  de  sus  carceleros,  y  retirarse  á  la  ciudad  de  San 
Miguel;  de  allí  pasó  á  León  de  Nicaragua  en  busca  de  auxilios  para 
volver  sobre  Honduras. 

6 — En  Nicaragua  se  hallaban  en  guerra  el  gefe  Cerda  y  el  vice- 
gefe- Arguello.  Este  choque  dificultaba  la  intervención  liberal  de  a- 
quel  Estado  en  los  asuntos  de  Centro- America.  Prado  envió  á  don 
José  Mariano  Yidaurre,  en  calidad  de  Comisionado  del  Salvador  a 
Nicaragua  con  el  fin  de  procurar  un  avenimiento. 

8 — Morazan  encontró  á  Yidaurre  en  el  puerto  de  la  Union  y  con- 
ferenció con  él  estensamente.  Este  hizo  ofrecimientos  de  interesarse 
con  todo  empeño  para  que  de  Nicaragua  se  dieran  auxilios  contra 
Milla.  Yidaurre  y  Milla  eran  hermanos  políticos;  sin  embargo,  esta- 
ban en  choque.  Esta  división  de  familias  es  frecuentísima  en  las  guer- 
ras civiles. 

8 — "Entretanto,  dice  el  general  Morazan,  el  coronel  Ordoñez,  qut* 
''  llegó  preso  á  León,  pudo  formar  una  revolución  contra  el  vio'- 
"  gefe  Arguello,  que  tuvo  por  resultado  la  deposición  de  este  fun 
"  cionnrio,  y  el  auxilio  que  se  me  dio  de  los  militares  que  le  eran 
"  mas  adictos.  Ciento  treinta  y  cinco,  entre  gefes  y  oficiales,  coni- 
"  ix^i^i^^  ^^^  pequeña  fuerza.  Su  fidelidad  al  GobitTUoá  que  habían 
"  pertenecido  me  insxúraba  la  mayor  seguridad,  y  la  fundada  esjK»- 
"  ranza  de  reunir  los  descontentos  hondurenos  que  produjeron  las 
"  persecuciones  de  Milla  y  sus  agentes,  ponían  de  nuestm  parte  to- 
^'  las  j)robabilidades  del  triunfo." 

9— ''En  la  villa  de  Choluteca,  con  un  auxilio  que  mandó  el  G<»- 

"biernodel  Salvador,  pude   organizar  una  considtM-able  división  y 

en   el  campo  d<'  h\  Ti-inidad    acreditai*   n  los  boudnitM".'^ -ni.' .m-m 


14  RESEÍÍA   HISTÓRICA 

• '  llegada  la  liora  de  romper  sus  cadenas.  Milla  fué  allí  completa- 
''  mente  batido,  dejando  en  nuestro  poder  los  elementos  de  guerra 
"  que  habia  acumulado  y  toda  su  correspondencia  oficial.  La  van- 
''  guardia  sola,  consiguió  este  triunfo,  en  el  que  se  distinguie- 
"■  ron  los  coroneles  Pacheco,  Balladares  y  Diaz.  A  los  de  igual  cla- 
•'  se,  Márquez,  que  habia  quedado  malo  en  Pespire,  y  Gutiérrez  que 
*'  en  unión  de  Osejo  y  el  capitán  Perrera,  conduelan  la  retaguar- 
'^  dia,  no  les  fué  posible  encontrarse  en  la  acción." 

10 — ''Libres  ya  los  pueblos  de  Honduras  de  sus  enemigos,  me  de- 
'' dique  á  la  reorganización  del  Estado.   El  Consejo  se  reunió  en   la 
''  la  ciudad  de  Comayagua,  y  me  encargó  del  Ejecutivo  con  arreglo 
''  á  la  ley,  en  concepto  de  Consejero  por  falta  de  gefe  y  vice-gefe  del : 
«'  Estado". 

11. — Arce  hizo  marchar  sobre  Honduras  al  coronel  Domínguez. 
Este  gefe  era  ciego  partidario  de  Aycinena,  y  uno  de  los  hombres 
que  menos  dificultades  tenían  en  esa  época  para  cometer  todo  géne- 
ro de  atentados.  La  espedicion  de  Domínguez  sobre  Honduras  loro- 
dujo  un  nuevo  crimen.  Domínguez  después  de  una  lijera  incursión 
por  los  pueblos  de  la  costa,  se  situó  en  San  Miguel.  En  esos  dias  el 
general  Merino  se  embarcó  en  Acajutla  con  el  fin  de  retirarse  á  Grua- 
yaquil.  Iba  en  un  buque  de  vela  con  bandera  colombiana.  Este  bu- 
que tuvo  necesidad  de  arribar  al  puerto  de  la  Union  perteneciente 
al  departamento  de  San  Miguel  en  el  Estado  del  Salvador.  Domín- 
guez tuvo  noticia  de  que  á  bordo  de  ese  buque  se  encontraba  el  ge- 
neral Merino;  lo  hizo  capturar  y  lo  condujo  á  San  Miguel,  donde  fué 
fusilado.  Merino  no  era  un  prisionero  de  guerra,  porque  no  se  le 
habia  tomado  con  las  armas  en  la  mano.  No  era  un  enemigo,  por- 
que habla  abandonado  la  milicia  y  regresaba  á  su  patria,  con  in- 
tención de  no  volver  á  Centro-América.  Pero  los  hombres  que  qui- 
taron la  vida  á  Pierzon,  de  la  manera  que  espresa  el  Sr.  Marure, 
no  tenían  inconveniente  en  repetir  ese  género  de  atentados.  Si  la 
biografia  de  un  personaje  tan  eminente  como  el  héroe  de  Marengo 
y  Austerlitz,  se  manchó  con  el  asesinato  del  Duque  de  Enghien^^. 
;qué  tocará  á  hombres  que  cometiendo  crímenes  del  mismo  jénero, . 
ninguna  semejanza  tienen  con  aquel  jénio  extraordinario? 

12 — ''Este  asesinato,  sin  ninguna  mira  política, dice  el  general  Mo- 
•'  razan,  esta  víctima  sacrificada  á  la  venganza  agena,  cerró  todos 
-'  los  medios  de  conciliación  entre  Domínguez  y  yo,  rompiendo  la 
'^  correspondencia  que  habíamos  establecido  con  este  objeto:  presa- 
•'  jió  la  suerte  que  correríamos  los  que  fuésemos  prisioneros  de  se- 
•'  mejantes  enemigos;  y  acabó  de  uniformar  la  opinión  pública. " 

13 — El  general  Morazan  tuvo  entonces  que  separarse  del  Gobier^ 
no  para  tomar  el  mando  de  las  fuerzas;  estableció  su  cuartel  jene- 
ral  en  el  pueblo  de  Texiguat  y  organizó  una  división  compuesta  d#; 


i 


DE  CENTKO-AMERICA.  15 

hondurenos  y  nicaragüenses,  con  gran  dificultad,  porque  los  recur- 
sos del  Estado  de  Honduras  los  habia  agotado  Milla,  y  marchó  á 
San  Miguel  en  medio  de  una  estación  rigurosa  de  lluvias. 

Morazan  iba  sin  ninguna  caja  militar,  y  tenia  necesidad  de  exijir 
en  los  pueblos  del  tránsito  los  alimentos  de  la  tropa.  El  número  de 
soldados  se  disminuía  con  las  privaciones,  y  apenas  llegaron  á  los 
(•ontornos  de  San  Miguel  dos  terceras  partes.  Domínguez  tenia  re- 
cursos y  se  hallaba  á  la  cabeza  de  una  numerosa  tropa  veterana.  El 
Gobierno  del  Salvador  habia  ofrecido  auxilios  á  Morazan  para  en- 
grosar su  división,  y  este  gefe  se  colocó  en  Lolotique  con  el  fin  de  a- 
guardar  ese  refuerzo.  Domínguez  con  todas  sus  fuerzas  se  le  acercó 
á  una  legua,  colocándose  en  el  pueblo  de  Chinameca. 

14 — "Hizo  varias  tentativas,  dice  Morazan  «n  sus  Memorias,  para 
' '  forzar  las  guardias  avanzadas  colocadas  en  los  desfiladeros  que 
''  conducían  á  la  altura  que  yo  habia  ocupado;  y  aunque  siempre 
'  •  fué  rechazado  con  pérdidas,  logró  sin  embargo,  ver  desplegarse 
-'  la  fuerza,  y  se  enteró  de  su  número.  La  confianza  que  le  inspiró 
'  •  este  conocimiento  la  acreditaron  sus  hechos  posteriores.  Domin- 
"  guez  pudo  muy  bien  contar  nuestros  soldados;  pero  pronto  cono- 
^ '  ció,  por  una  costosa  esperiencia,  que  no  es  dado  calcular  á  un  Je- 
^ '  fe  mercenario,  el  valor  de  hombres  que  defienden  su  patria  y  sus 
''  hogares". 

"Once  días  se  pasaron  sin  ocurrir  nada  notable  entre  las  dos 
"  fuerzas.  Al  duodécimo  recibí  una  comunicación  del  teniente  co- 
"  ronel  Ramírez,  gefe  de  la  tropa  auxiliar  tanto  tiempo  esperada. 
"  Me  aseguraba  que  al  siguiente  dia  pasarla,  con  alguna  dificultad, 
"  el  Lempa,  por  falta  de  barcas.*' 

"La  facilidad  con  que  el  enemigo  i)odia  descubrir  la  aproxima- 
"  cion  de  aquel  gefe,  y  destruir  su  pequeña  fuerza,  me  decidió  á 
"  protejerle.  A  las  12  de  la  noche  emprendí  mi  marcha  con  este  ob- 
"  jeto;  pero  la  lluvia  no  me  permitió  doblar  la  jornada  y  me  vi  obli- 
"  gado  á  aguardar,  en  la  hacienda  de  Gualcho.  que  mejoin^M  «^ 
"  tiempo." 

"FiUtre  tanto,  Domínguez  que  habia  sabido  mi  movimiento  y  mar- 
**  cliabajior  mi  izquierda,  detenido  también  por  la  lluvia,  fué  igual- 
"  mente  obligado  á  situarse  á  una  legua  distante  de  aquella  luicien- 
*'  da,  sin  que  se  hubiera  podido  descubrir  su  movimiento  hasta  en- 
*'  tónces." 

"A  las  tres  de  la  mañana,  que  el  agua  cesó,  hice  colocar  dos  coni- 
'*  pañias  de  cazadores  en  la  altui-a  que  domina  la  liacienda,  hacia 
"  la  izquierda,  en  razón  de  ser  el  único  lugar  ])or  donde  j>odia  pi-e- 
*'  presentarse  el  enemigo.  A  las  5  supe  la  i)osicion  que  este  ocu])a- 
''  ba  y  pocos  minutos  después,  el  gefe  de  una  partida  de  observa- 
*'  eáon  aseguró  que  se  hallaba  á  tiro  de  canon  de  las  dos  compañía?^ 


16  KESEÑA   insToiacA 

*'  de  cazadores." 

''iN"o  podia  yo  retroceder  en  estas  circunstancias,  porque  una  re- 
*' tirada  con  tropas  que  no  son  veteranas,  tiene  peores  consecuen- 
"  cias  que  una  derrota,  sin  la  gloria  de  haber  peleado  con  honor. 
* '  No  era  ya  posible  continuar  mi  marcha,  sin  grave  peligro,  por  u- 
'•  na  inmensa  llanura,  y  á  presencia  misma  délos  contrarios.  Menos 
^'  podia  defenderme  en  la  hacienda,  colocado  bajo  uno,  altura  de 
''  mas  de  200  pies,  que  en  forma  de  semi-clrculo,  domina  á  tiro  de 
''  pistola  el  principal  edificio,  cortado  i3or  el  estremo  opuesto,  con 
'■'  im  rio  inaccesible,  que  le  sirve  de  foso.  Fué,  pues,  necesario  acep- 
'^  tar  la  batalla  con  todas  las  ventajas  que  habia  alcanzado  el  ene- 
**  migo,  colocado  ya  en  actitud  de  batirse  á  tiro  de  fusil  de  nuestros 
''  cazadores". 

'*Conociendo  el  tiempo  que  habia  de  gastar  la  división  en  salvar 
'*  la  altura,  que  se  hallaba  entre  el  campo  y  la  hacienda,  hice  avan- 
"  zar  á  los  cazadores  sobre  el  enemigo,  para  detener  su  movimiento, 
'^  porque  conociéndolo  crítico  de  mi  posición,  marchaba  sobre  estos 
''  á  paso  de  ataque." 

''Entre  tanto,  subia  la  fuerza  por  una  senda  iDendiente  y  estre- 
"  cha,  se  rompió  el  fuego,  á  medio  tiro  de  fusil,  que  luego  se  hizo 
''  jeneral.  Pero  175  soldados  bisónos,  hicieron  impotentes  por  un 
"  cuarto  de  hora  los  repetidos  ataques  de  todo  el  grueso  del  enemigo. 
' '  Este  obligado  por  instinto  á  tributar  el  respeto  que  se  debe  al  valor,. 
"  no  se  atrevió  á  hollar  la  linea  de  cadáveres  á  que  quedó  reducido 
"  el  pequeño  campo  que  ocu]3aban  los  cazadores,  para  detener  la 
''  marcha  de  la  división  que  volaba  en  su  auxilio." 

'^El  entusiasmo  que  produjo  en  todos  los  soldados  el  heroísmo  de 
''  estos  valientes  hondurenos,  excedió  al  número  de  los  contrarios. 
"  Cuando  la  acción  se  hizo  jeneral  por  ambas  partes,  fué  obligada 
"  á  retroceder  nuestra  ala  derecha,  y  ocupada  la  artillería  tijera 
''  que  la  apoyaba;  pero  la  reserva,  obrando  entonces  por  aquel  lado, 
"-  restableció  nuestra  línea,  recobró  la  artillería  y  decidióla  acción, 
"-  arrollando  parte  del  centro  y  todo  el  naneo  izquierdo  que  arras- 
"  traron,  en  su  fuga,  al  resto  del  enemigo,  dispersándose  después 
''  en  la  llanura," 

''Entre  los  muchos  prisioneros  que  se  hicieron,  se  encontraron  al- 
gunos vecinos  del  departamento  de  San  Miguel,  que  vinieron  en 
gran  número  á  ser  testigos  de  nuestra  derrota.  Tal  era  la  seguri- 
' '  ridad  que  tenían  en  la  táctica,  en  la  disciplina  y  en  el  número  de 
"  nuestros  contrarios." 

*'Los  salvadoreños  auxiliares,  que  abreviaron  su  marcha  al  ruido 
"de  la  acción,   con  el  deseo  de  tomar  parte  en  ella,    llegaron  á 
"  tiempo  de  perseguirá  los  dispersos." 
15. — La  victoria  de  Gualcho  aumentó  la  reputación  que  Morazan 


DE  CENTKO-AMEKICA.  17 

liabia  adquirido  en  la  Trinidad.  El  nombre  de  este  Jofe  se  X)rontin- 
oiaba  en  todos  los  pueblos  de  la  República.  Unas  personas  lo  colma- 
ban de  elojios,  otras  lo  maldecían,  y  todos  ensalzaban  la  táctica  rrdlitar 
de  Morazan.  La  situación  de  Arce  y  Aycinena  era  ya  dificilísima.  El 
prestijio  de  Domínguez  les  faltaba  para  vencer,  y  la  causa  de  los 
liombres  que  con  tanto  denuedo  combatieron  el  Imperio  mejicano, 
<?ontaba  ya  en  sii  auxilio  con  el  prestijio  de  un  militar  á  quien  se 
miraba  como  el  salvador  de  las  instituciones  liberales. 

16 — Morazan  hablando  de  la  victoria  de  Gualcho,  dice:  "Cediendo 
-"  á  un  sentimiento  de  justicia,  he  descendido  á  pormenores  que  no 
'^'  á  todos  i3odrán  ser  agradables.  Mi  deber  ha  sido  honrar  la  memo- 
'*  ria  de  los  patriotas  hondurenos  y  nicaragüenses,  que  pelearon  a- 
^'  quel  dia;  es  el  de  fijar  los  hechos  que  tuvieron  lugar  en  aquella 
"  jornada,  desfigurados  después  por  la  malicia  6  la  ignorancia.  Es 
""  el  de  dar  á  conocer  la  importancia  que  merece  este  hecho  de  ar- 
"  mas.  Si  él  fué  en  sí  bien  pequeño,  produjo  sin  embargo  los  me- 
■"  jores  resultados,  porque  economizó  la  sangre,  que  inútilmente  se 
'"  derramara  en  las  trincheras  del  Salvador,  facilitando  la  rendición 
•*'  de  Mejicanos,  y  abrevió  el  desenlace  de  la  revolución  de  1828.  Re- 
""  volucion  que  tan  abundante  fué  en  acciones  de  guerra  ganadas 
"por  nuestros  soldados  á  consecuencia  del  memorable  triunfo  de 
"'  Gualcho." 


ADVERTENCIA. —  En  algunas  de  las  páginas  que  precédanse 
olvidó,  al  corregirse  las  pruebas  de  imprenta,  el  sostener  la  ortogra- 
fía adoptada  de  escribir  General  cong*  y  Jefe  con  j,  y  lo  concerniente 
al  uso  de  las  mayúsculas  ó  minúsculas  con  los  nombres  de  títulos  y 
dignidades. 

En  las  páginas  subsiguientes  se  jjrocura  evitar  ese  defecto,  para  que 
haya  unidad  en  la  ortografía  que  se  sigue  de  acuerdo  con  autoriza- 
rlas prácticas  modernas. 


CA.PITUI.O    TERCERO^ 

Situación  de  Guatemala  durante  la  campaña. 

SUMARIO. 

—Acontecimientos  referidos  por  Marure — 2.  Manifiesto  del  mee- 
jefe  Prado — 3.  Carta  del  presidente  Arce  al  general  Cascaras — 
4.  deflexiones  sobre  esa  carta — o.  Carta  del  ex-marques  de  Ay- 
cinena  á  su  Tiermano  don  Antonio — G.  Reflexiones  acerca  de  e- 
lia — 7.  Carta  de  don  Manuel  Montúfar  al  español  Viada — 8. 
Carta  de  don  Mariano  Aycinena  á  su  primo  don  Antonio^. 
Consideraciones  que  ella  inspira — 10.  Deseos  delpuehlo  de  Chia- 
temala — 11.  Decreto  sobre  préstamos  forzosos — 12.  Fray  Miguel 
Aycinena:  persecuciones  de  los  liberales — 13.  Delirios  serviles 
acerca  del  régimen  constitucional— lA.  Incendio  de  libros — 15. 
División  de  los  nobles — 16.  Dificultades  en  que  Dácila  colocó  á 
Aycinena — 17.  Proposiciones  sobre  dinero. — 18.  ínter cencion 
del  arzobispo  fray  Mamon^  y  de  los  frailes. 


1 — El  Sr.  Marure  reíiere  i)rolijaniente  la  derrota  de  los  guatemal- 
tecos en  Milinfío,  la  sublevación  de  Jalpatnirun,  el  sanp:nento  com- 
bate de  Santa  Ana,  la  separación  de  Arce  de  la  presidencia  de  la 
República,  la  entrada  al  mando  del  vice-presidente  Beltranena,  1^ 
liatalla  de  Chalclinapa,  el  asalto  á  la  plaza  de  San  Salvador,  verifi- 
cado el  12  de  marzo,  la  retirada  de  los  sitiadores  después  de  seis  ho- 
ras de  fueí^o,  la  acción  de  Qu(^lepa  en  que  fue  batida  una  división 


20  IIESEÍÍA  HISTÓRICA 

salvadoreña,  las  estipulaciones  firmadas  en  la  casa  de  Esquibel  y 
sus  consecuencias.  Es  preciso  presentar  ahora  la  situación  de  Gua- 
temala durante  todos  estos  acontecimientos. 

2. —  El  vice-jefe  del  Estado  del  Salvador,  C.  Mariano  Pra- 
do, dio  á  los  centro-americanos  un  manifiesto  el  20  de  febrero 
de  1828,  que  hizo  gran  sensación  en  Guatemala. — ''Un  año  y  mas, 
^'  dice,  hace  que  se  reclama  por  este  Estado  la  reposición  de  las  au- 
^'  toridades  representativas  de  estos  pueblos.  En  6  de  diciembre  de 
■^'  26  se  emitió  el  decreto  de  este  Gobierno  á  que  adhirieron  los  de 
'"  Honduras,  Nicaragua  y  Costa-E.ica,  con  el  importante  ñn  de  que 
•^'  se  reúnan  los  representantes  déla  República  y  eviten  la  calamidad 
'"  de  la  guerra.  La  oposición  del  Ejecutivo  Federal  a^Doyada  por  las 
*'  autoridades  intrusas  de  Guatemala,  lo  ha  impedido.  ¡Cuanta  san- 
"• '  gre,  cuantos  padecimientos  y  sacrificios  de  todos  Jéneros  se  hubie- 
■^'  ran  ahorrado  sin  esta  oposición  á  la  mas  justa  demanda  que  pue- 
■"  de  hacerla  soberania  del  pueblo,  por  medio  de  cuatro  de  sus  cin- 
"'  co  Estados!  Volvióse  á  reclamar  lo  mismo  y  aun  con  modificacio- 
^'  nes  favorables  para  Arce,  después  de  la  jornada  de  Arrazola  y 
''  antes  de  la  de  Milingo.  Ya  habia  costado  sangre  la  resistencia,  y 
"  con  todo,  las  nuevas  proposiciones^se  recibieron  con  inaudita  arro- 
"•  gancia:  la  aristocracia  guatemalteca,  ostentando  su  triunfo  pre- 
"  cario  con  muertes,  destierros,  proscripciones  y  persecuciones  de 
""  todo§  jéneros  contra  los  liberales,  indisponía  los  ánimos  para  que 
•'  no  hubiera  conciliación.  Arce  fué  derrotado  en  Milingo,  y  en  el 
^'  acto  del  vencimiento  se  le  repitieron  las  proposiciones  de  paz,  y 
'''  en  contestación  llamó  sedicioso  al  Gobierno  salvadoreño.  Después 
''de  la  derrota  de  Milingo  volvió  el  enemigo  á  invadir  nuestro  ter- 
*'  ritorio,  y  en  él  se  cometieron  todo  jénero  de  hostilidades.  El  Pre- 
'^  sidente  llegó  á  inclinarse  á  que  cesaran  nuestros  males  y  manifes- 
*'  tó  deseos  de  aceptar  otras  nuevas  proposiciones.  Esta  buena  in- 
■"  tención  lo  desconc3ptuó  con  el  partido  aristocrático,  y  se  preparó 
"  su  caída.  Montúfar  escribió  al  intruso  Jefe  del  Estado  de  Guate- 
"  mala  que  no  convenia  que  el  Presidente  mandara  el  ejército,  por- 
"  que  los  oficiales  estaban  disgustados.  Este  disgusto  lo  promovían  el 
"  mismo  Montúfar  y  los  aristócratas  que  lo  seguían.  Se  obligó  al 
"  Presidente  á  dejar  las  armas  y  á  nulificarse  en  Guatemala.  Se 
"  decreta  por  las  autoridades  intrusas  de  aquel  Estado  que  á  ellas 
"  compete  la  facultad  de  revisar  los  tratados,  facultad  que  solo  á 
^' las  autoridades  federales  otorga  la  Constitución,  y  el  atrevimien- 
"  to  llega  hasta  el  estremo  de  anunciar  que  separarían  al  Estado  de 
"  Guatemala  de  la  Federación  si  el  jefe  don  Mariano  Aycinena  no  e- 
c'  ra  el  director  supremo  de  todo  el  movimiento.  Cuando  nuestro  ejér- 
''  cito  adquirió  una  actitud  imponente,  el  temor  los  indujo  á  tratar 
"  de  paz;  pero  sin  abandonar  los  departamentos  de  Sonsonate  y  de 


DE  CENTKO-AMÉRICA  21 

*'  Santa  Ana  que  habían  ocupado  y  sin  dejarnos  de  liostilizar.  El 
"  Presidente  aprovechó  la  oportunidad  y  emitió  el  decreto  de  5  de 
'*  diciembre"  (1). 

"  En  esos  momentos  el  Estado  del  Salvador  no  creyó  honroso  ad- 
*'  mitirlo  por  las  circunstancias  en  que  se  hallaba.  Aunque  lo  hu- 
''  biera  admitido,  la  gaerra  no  hubiera  cesado,  porque  la  rechaza- 
"  ban  las  autoridades  intrusas  de  Guatemala,  sin  comprender  que 
'  •  solo  aquel  decreto  podia  salvarlas.  La  batalla  de  Santa  Ana  nos 
''  devolvió  los  departamentos  perdidos.  Encontrándose  el  Salvador 
^ '  en  toda  su  integridad,  no  se  creyó  deshonroso  el  admitir  el  decre- 
"  to  de  5  de  diciembre,  y  fué  aceptado  para  evitar  la  prolongación 
"  de  la  guerra  y  nuevos  males.  La  respuesta  fué  hacer  nuevos  pre- 
"  parativos  de  guerra,  y  avanzar  las  huestes  enemigas  sobre  noso- 
"  tros,  sin  haber  habido  hostilidad  alguna  de  nuestra  parte.  Elco- 
''  ronel  Guillermo  Perks  mandaba  las  tropas  enemigas.  Sus  miras 
"  pacíficas  y  conciliadoras  lo  hicieron  sospechoso  á  la  aristocracia. 
' '  Un  motín  esca,ndaloso  de  los  oficiales  Montúfar,  Irisarri,  Aycine- 
' '  na,  Domínguez  y  otros,  lo  arrojó  de  su  empleo,  al  mismo  tiempo 
"  que  la  Asamblea  intrusa  de  Guatemala  proyectaba  obligar  al  Pre- 
' '  sidente  á  separarse  del  mando,  á  confiarlo  al  vice-presidente  ^el- 
"  tranena,  que  es  uno  de  los  personajes  mas  notables  de  la  facción 
''  opresora.  No  se  trata  de  centralismo  ni  de  federalismo.  Xo  se  tra- 
' '  ta  de  nada  que  mire  al  bien  jeneral,  sino  de  cimentar  un  imperio 
"  de  hierro,  cual  lo  han  esperimentado  los  guatemaltecos  y  hondu- 
''  renos.  Es  la  ambición  de  tres  familias  orgullosas  lo  que  se  defien- 
' '  de,  abusándose  del  nombre  de  la  relijion  y  poniéndose  en  uso  las 
^'  inicuas  arterías  del  fanatismo." 


(1)  Este  decreto  dice  quo  so  convoca  el  Congreso  Federal  y  el  Senado,  que  se  compondráo 
de  representantes  y  senadores  nuevamente  elejidos  en  su  totalidad.  Tal  disposicion  deja 
ba  disgustados  á  los  liberales  y  á  los  serviles.  Los  liberales  querían  la  reunión  del  Congreso 
existente,  que  no  podia  desaparecer  según  la  Constitución,  sino  renovarse  por  mitad.  Este 
decreto  no  hacia  mas  que  ratificar  esencialmente  el  golpe  que  al  Congreso  lejitimamente 
constituido  se  Labia  dado  en  10  de  octubre  do  2G,  después  de  la  caitlii  del  jefe  don  Juan 
liarrundia,  para  que  no  hubiera  una  autoridad  lejítima  que  exijiera  á  Arce  la  responsabili- 
dad por  aquel  atentado  ^  los  que  seguia  cometiendo. 

,  Los  serviles  consideraban  el  decreto  de  5  de  diciembre  como  una  debiliiUd'del  Presiden- 
le;  como  una  transacción  punible  con  los  salvudorcííos,  ú  la  cual  se  inclinaba  Arce  por  «er 
hijo  del  Salvador.  El  decreto  de  5  do  diciembre  quitíibaú  los  serviles  h\  espenum  de  des 
fruir  la  Constitución  de  24,  porque  un  Congreso  ordinario  en  sus  facultades,  y  solo  estnor- 
(liuario  en  la  manera  do  formarse,  no  podia  dar  nvpidamento  el  golpe  que  ellos  doseaban  al 
sistema  establecido. 


22  KESEÑA  IIISTÓEICA 

3 — ^Muchos  de  los  fundamentos  que  el  vice-jefe  Prado  tuvo  x)ara 
hablar  en  esa  forma,  se  encuentran  en  algunas  cartas  intercep- 
tadas. La  prensa  las  publicó:  no  fueron  desmentidas  por  las  per- 
sonas euyos  nombres  llevan.  Don  Manuel  José  Arce  dirijió  al  'bri- 
gadier don  Francisco  Cascaras  la  siguiente  carta  datada  en  Sonsona- 
te,'  á  17  de  octubre  de  27.  '  'Apreciable  amigo  y  señor  mió — Con 
^'  fecha  11  del  corriente  se  me  dice  de  Guatemala  lo  que  sigue: 
"  Vmo  ante-noche  un  correo  á  don  Mariano  Aycinena  Jirigido  por 
''  don  Manuel  Montúfar,  quien  le  dice  que  los  jefes  y  ofickdes  de  la 
' '  columna  se  hallan  sumamente  disgustados  por  no  querer  Tlé.  dejar 
''  el  mando:  que  se  teme  una  sublevación  de  la  tropa  contra  Ud.  y  se 
''  pregmita  qué  providencias  dehen  adoptarse,  lista  comunicación  o- 
' '  casioHÓ  que  la  Asamblea  del  Ustado  se  reuniese  ayer  estraordína- 
"  r lamente  en  sesión  secreta  á  que  asistió  el  Consejo  representativo. 
"  La  sesión  duró  hasta  las  3  de  la  tarde,  y  en  ella  se  trató  de  facul- 
"  tar  á  Aycinena  mas  ampliamente  de  lo  que  está  (si  fuere  posible) 
^'  y  de  resolver  una  considta  del  mismo  Jefe,  contraida  á  estos  tres 
''puntos:  \.^  Si  en  virtud  de  los  servicios  y  sacrificios  que  ha  pres- 
"  tado  Guatemala  en  la  presente  guerra,  deberá  tener  intervención. 
''  el  Gobierno  del  Estado  en  los  tratados  de  paz  que  celebre  el  Fede- 
*'  ral  con  San  Salvador — 2.  ^  Si  en  caso  que  se  celebren  estos  trata- 
'*  dos  y  se  niegue  al  Estado  intervención  en  elhs,  debe  este  pasar  por 
**  los  que  se  hagan — y  3  ^  Si  verificada  esta  negativa,  el  Gobierno 
''  del  Estado  deberá  separarse  del  Federal.  Esta  consulta  fué  resuel- 
ta ayer  mismo  en  estos  términos:  el  primer  punto  afirmativamente: 
' '  el  segundo  y  tercero,  que  si  de  hecho  llegasen  á  cdebrarse  los  trata- 
"  dos  y  desagradaran  al  Gobierno  del  Estado,  puede  separarse  de  la 
Federación  y  sus  tropas  continuar  octi'pando  esos  pjueblos — .Yo,  si- 
gue Arce,  me  apresuro  á  comunicar  á  Ud.  estas  cosas  para  evitar 
que  le  lleguen  noticias  equivocadas  que  puedan  estraviar  su  jui- 
^' cío.  Está  ya  corrido  el  velo  y  Ud.  conocerá  que  mis  cálculos  no 
''  han  sido  errados.  La  intriga  y  la  mentira  están  jugando  y  es  me- 
''  nester  proceder  con  una  meditación  muy  detenida,  y  con  el  cono- 
''  cimiento  de  que  los  malos  andan  en  los  negocios.  Me  reitero  de 
"  Ud.  su  amigo  y  atento  servidor  que  besa  sus  manos — Manuel  Jo- 
* '  sé  Arce. 

4 — ''Está  ya  corrido  el  velo, "  dice  Arce.  Para  él  se  corria  hasta 
entonces;  para  los  liberales  de^.Guatemala  y  del  resto  de  Centro- 
América  estaba  corrido  desde  la  liga  de  la  aristocracia  con  el  arzo- 
bispo Casaus  el  año  de  11,  y  despedazado  desde  el  imperio  mejicano. 
Ese  velo,  hecho  pedazos  ya,  habia  sido  pulverizado  el  año  de  26  y 
su  polvo  arrojado  al  viento  sobre  el  cerro  de  la  Trinidad.  Arce  era  una 
víctima.  Habia  roto  la  Constitución,  habia  pretendido  engañar  á  los 
pueblos,  habia  derramado  la  sangre  de  sus  conciudadanos  para  ele- 


¡o 
ií 


DE  CENTllO- AMÉRICA  23 

var  á  los  nobles  hasta  una  altura  á  que  no  creyeron  poder  ascen- 
der después' de  la  caída  del  Imperio;  y  esos  mismos  nobles  se  levan- 
taban contra  él  y  lo  nulificaban,  para  que  caido,  abatido  y  respon- 
sable *de  todas  las  desgracias  de  su  xoátria,  tuviera  en  su  infortunio 
la  amargura  del  desengaño.  Solo  el  poder  federal  podia  hacer  tra- 
tados. El  Presidente  de  la  República  quedaba  despojado  de  ese  de- 
recho y  reducido  á  la  nulidad.  Cascaras  era  servil  y  prestando  ser- 
vicios al  servilismo  murió;  i)ero  era  estrangero  y  no  pertenecía  á  las 
familias  que  se  llaman  nobles  en  Guatemala.  Era  preciso  que  la  a- 
ristocracia  estuviera  al  frente  de  todo,  para  que  se  confirmaran  los 
conceptos  del  manifiesto  de  Prado. 

5 — Don  Juan  José  Aycinena,  ex-marques  de  Aycin^^na,  primo  her- 
mano del  Jefe  del  Estado,  escribió  á  su  hermano,  que  se  hallaba  en 
el  ejército  invasor,  lo  siguiente:  "El  decreto  de  5  de  diciembre  no  tie- 
^'  ne  en  sí  nada  bueno,  es  impolítico,  es  ilegal,  es  arbitrario. " 

6 — Este  decreto  que  tanto  censura  el  señor  ex-Marques  no  hacia 
mas  que  convocar  el  Congreso  federal  y  el  Senado,  que  se  compon- 
drían de  representantes  y  senadores  nuevamente  elegidos  en  su  to- 
talidad. Era  impolítico,  en  concepto  de  los  serviles,  porque  segura- 
mente iban  á  perder  las  elecciones  en  todos  los  Estados,  escepto  en  el 
de  Guatemala,  único  que  se  hallaba  gobernado  i^or  ellos.  Con  una 
mayoría  adversa  en  el  Congreso  y  en  el  Senado,  no  les  quedaba  mas 
recurso  que  sacar  á  balazos  de  las  cámaras  á  los  diputados  y  sena- 
dores. Es  ilegal,  dice  Aycinena. .  En  esto  tenia  razón,  porque  no  era 
un  nuevo  Congreso  lo  que  debía  reunirse,  sino  el  Congreso  existen- 
te, adverso  á  su  partido..  Congreso  que  había  desaparecido  por  las 
influencias  del  servilismo,  que  retiró  á  sus  diputados  i^ai-a  que  no 
hubiera  número.  Es  arbitrario:  pero  la  arbitrariedad  no  asusta  á  los 
serviles  cuando  les  es  favorable.  Solo  la  combaten  cuando  les  es  ad- 
versa. Mas  arbitraria  fué  la  caída  del  jefe  don  Juan  Barrundia  en 
<3ruatemala  y  de  Herrera  en  Honduras,  y  ellos  la  produjei'on.  Era 
una  arbitrariedad  tener  á  la  nación  sin  Congreso  y  sin  Senado,  y  es- 
ta arbitrariedad  era  obra  de  ellos. 

7 — Don  Manuel  Montúfar,  en  carta  de  10  de  diciembre,  dice  al  es- 
pañol Viado:  "Ya  lo  que  trajo  el  correo — Es  el  inmortal  deci*etodel 
"  5,  el  complemento  de  la  contradicción,  y  el  monumento  de  la  de- 
"  bilidad  de  mis  paisajios.  No  hablemos  de  ese  asunto.  Tengo  la  es- 
"  peranza  de  que  este  decreto  no  terminará  la  guerra." 

8 — Don  Mariano  Aycinena  dirigió  de  Guatemala  una  carta  á  su 
jHÍmo  hermano  don  Antonio,  quien  se  hallaba  en  el  tWtro  de  la 
guerra,  diciéndole,  que  para  evitar  los  arreglos  de  i>az,  se  enq^lea- 
rian  medidas  desconocidas  hasta  del  mismo  Maquiavelo. 

9 — Indudable  es  que  á  una  de  estas  nuxlidas  jíertenecia  la  dt'>(i- 
lucion  de  Perks  en   .lal])atagii;u  la  de  Arce  en  Guatemala  y  la  i»u- 


24  RESENA    HISTÓRICA 

trada  de  Beltraiiena  al  ejercicio  del  Poder  Ejecutivo,  acontecimien- 
tos que  detalladamente  narra  el  señor  Marure.  La  ilegalidad  habia 
Ueo-ado  á  su  colmo.  Al  presidente  Arce  solo  x)odia  separarlo  del 
mando  el  Congreso  Federal.  La  Asamblea  de  Guatemala  no  era  com- 
petente para  arrebatar  el  poder  al  Jefe  de  Centro- América;  pero  el 
momento  de  la  expiación  de  las  inconsecuencias  de  Arce  liabia  lie- 
o-ado,  y  una  rebelión  de  la  Asamblea  de  Gruatemala  le  arrebato  el 
mando. 

10 — Si  los  jefes  del  partido  aristocrático  solo  querían  la  guerra,. 
los  propietarios  y  una  gran  parte  del  pueblo  deseaban  la  paz.  Ay- 
cinena  no  tenia  dinero  y  se  dictaban  decretos  parar  que  los  guate- 
maltecos contribuyeran  á  la  guerra  contra  su  voluntad.  Se  ocultaba 
al  pueblo  que  los  salvadoreños  estaban  dispuestos  á  transar  las  cues- 
tiones por  medio  de  tratados,  y  se  les  presentaba  como  únicos 
promotores  de  las  calamidas  i^úblicas  y  ciegos  pertinaces  en  perpe- 
tuarlas. 

11 — La  Asamblea  de  Guatemala  en  un  decreto  emitido  á  26  de  a- 

bril  de  1828,  dijo:  ''Considerando  que  la  inesperada  prolongación  de 
la  guerra  que  provocaron  y  sostienen  los  gobernantes  de  San  Salva- 
dor, exige  la  continuación  de  los  sacrificios,  para  ocurrir  á  los  gas- 
tos que  causa  la  subsistencia  del  ejército  espedicionario: — Decreta." 
1.  ^  Se  exigirá  en  el  Estado  un  préstamo  de  45,000  pesos.  Si  conti- 
nuare la  necesidad,  á  juicio  del  Gobierno,  podrá  estenderse  hasta  la 
cantidad  de  60,000  pesos. — 2.  ^  Contribuirán  á  dicho  préstamo-  las 
personas,  comunidades,  corporaciones  eclesiásticas  y  seculares,  las 
cofradías  ó  hermandades,  y  las  testamentarias  no  terminadas  que 
se  consideren  con  caudal  ó  posibles  bastantes  para  poder  exhibir 
las  cuotas  que  se  les  señalen".  Este  decreto  está  firmado  por  don 
Manuel! Arbeu  y  por  don  Manuel  Francisco  Pavón  y  Aycinena.  Las 
sumas  designadas  no  alcanzaron  para  llenar  las  exigencias  de  la 
guerra:  otro  decreto  que  lleva  las  mismas  firmas  dice,  que  habiéndo- 
se tomado  en  consideración  las  esposiciones  del  Gobierno,  en  que 
da  cuenta  del  estado  de  la  guerra  que  se  hace  para  sostener  la  de- 
fensa de  Guatemala  y  deseando  que  los  recursos  con  que  debe  auxi- 
liarse se^exijan  en  la  justa  proporción  que  demanda  el  interés  que 
todos  tienen  en  la  conservación  del  orden,  decreta:  que  la  contribu- 
ción se  cobre  en  un  duplo  por  aquel  año:  que  .para  ocurrir  á  los  gas- 
tos extraordinarios  que  causa  la  manutención  de  la  fuerza  en  el  e- 
jército  esüedicionario,  se  exija  un  préstamo  de  60,000  pesos  que  de- 
berá diviSrse  entre  los  pudientes  de  esta  capital.  No  bastando  esta 
suma,  la  misma  Asamblea  la  elevó  á  100,000  pesos.  La  misma  Asam- 
blea dispuso  ])oco  después,  que  en  lugar  de  la  contribución  decreta- 
da se  hiciera  unimjDuesto  general  que  se  denominarla  "subvención 
temporal  de  guerra"  por  todo  el  tiempo  que  durara  la  campaña.  Pa- 


I* 


I 


DE  CENTKO-AMEKICA.  2.5 

ra  qiTe  nadie  hablara  contra  las  medidas  de  Aycinena  ni  pudiera 
ox)onerse  á  ellas,  se  dictó  un  decreto  autorizado  por  don  Antonio  Jo- 
sé de  Irisarri,  creando  un  Ministerio  de  alta  policía  servido  por  el 
Ministro  de  la  guerra. 

12 — El  Jefe  del  Estado  tenia  un  hermano  dominico,  llamado  fray 
Miguel,  y  en  su  celda  discutía  los  asuntos  mas  graves  de  Centro- 
América.  De  ahí  sacó  la  idea  de  que  no  debia  haber  mas  constitu- 
ción en  Guatemala,  que  los  mandamientos  de  la  ley  de  Dios,  sin 
embargo  de  que  el  Gobernante  infringía  el  quinto.  Por  una  orden 
gubernativa  de  Aycinena  fueron  fusilados  don  José  Pierzon  y  don 
Isidro  Velasco.  Por  un  decreto  del  mismo  Jefe  fueron  puestos  fue 
ra  de  la  ley  los  individuos  Antonio  Rivera  Cabezas,  Pedro  Molina^ 
su  hijo  Pedro  Esteban  Molina,  Miguel  Ordoñez,  Antonio  Corzo, 
Juan  Rafael  Lambur,  Juan  Vendaña,  Cleto  Ordoñez,  Nicolás  Raoul 
é  Isidoro  Saget. 

13 — ^El  partido  servil  siempre  acaricia  ideas  absurdas  acerca  de 
constitución.  Para  comprobarlo  es  conveniente  citar  un  hecho  pos- 
terior á  los  acontecimientos  que  ahora  se  refieren.  El  15  de  setiem- 
bre de  1846,  aniversario  XXY  de  la  Independencia  de  Centro- Amé- 
rica, el  arzobispo  de  Guatemala,  doctor  don  Francisco  de  Paula  Gar- 
cía Pelaez,  dijo  en  el  pulpito  de  la  Catedral  lo  siguiente:  '^'Fueron 
repetidos  y  ratificados  en  todos  los  pueblos  los  artículos  del  acta  de 
15  de  setiembre,  y  en  especial  el  concerniente  á  la  religión:  de  mo- 
do que  los  pueblos,  desconfiando  siempre  de  las  constituciones  que 
se  fueron  formando,  sucediéndose  unas  á  otras  y  llenando  á  la  Re- 
l)ública  de  agitación,  de  desgracia  y  desconcierto,  al  fin  las  masas 
prorumpieron  en  darse  ellas  por  sí  la  constitución,  que  fué  la  salvo- 
regina  y  es  la  que  rige."  Este  sermón  fué  impreso  por  su  autor,  y 
de  él  circulan  todavía  muchos  egemplares.  Aycinena  quería  que  los 
mandamientos  fueran  la  constitución  del  país,  y  el  arzobispo  Gar- 
cía aseguraba  que  debía  ser  y  que  era  la  salve  regina.  El  estravio  de 
estos  señores  sobre  el  régimen  político  lo  acredita  otro  sermón  de 
García  Pelaez.  Antes  de  consagrarse;  pero  estando  ya  electo,  dijo 
en  el  pulpito  de  la  Catedral  otro  día  en  que  se  celebi-aba  la  Tnde- 
i^ndencía,  que  el  pueblo  hebreo  había  i)eregrínado  cuarenta  años 
en  el  desierto,  en  castigo  de  haber  adorado  el  becerro  de  oro:  que 
los  guatemaltecos  habían  peregrinado  muchos  años  por  el  desierto 
de  la  ínconstítucionalídad,  en  castigo  de  haber  leido  libros  prohibi- 
dos y  que  el  único  remedio  era  restablecer  el  Santo  Oficio  c\e  la  In- 
quisición. Sin  embargo,  los  liberales  protegieron  la  mitra  del  señor 
García  Pelaez,  jxxra  que  no  fuera  Arzobispo  don  Juan  José  Aycine- 
na, ni  don  Bernardo  Pinol  y  Aycinena,  parientes  inmediatos  de  don 
Mariano  Aycinena,  á  quienes  se  creía  aun  mas  recalcitmntos. 

14 — A^olviendo  á  los  sucesos  del  año  de  28,  no  deln^  ....?♦  ;.-^.. ..'     •  ! 


2i\  KESEXA    IIISTOKICA 

Jefe  del  Estado  de  Guatemala,  en  uso  de  autorización  que  á  solicitud 
suya  le  fué  concedida  por  la  Asamblea,  mandó  que  fueran  quema- 
dos los  libros  prohibidos  por  la  autoridad  eclesiástica.  Aycinena  no 
creia  que  el  arzobisi^o  fray  Ramón  Casaus,  apesar  de  su  exalta- 
ción y  de  su  intransigencia,  ejecutara  ese  decreto  con  energía  y  en 
el  mismo  decreto  le  encarga  que  proceda  contra  los  contumaces. 
Este  decreto  está  firmado  por  Irisarri.  El  arzobispo  Casaus,  no  solo 
ejecutaba  esa  disposi(íion  de  todo  su  agrado,  sino  que  predicaba 
sin  descanso  contra  los  liberales. 

15 — Entre  los  que  se  llamaban  nobles  liabia  ricos  propietarios  so- 
bre los  cuales  pesaban  los  empréstitos  forzosos.  Muclios  de  esos 
señores  no  aspiraban  á  figurar  en  la  política  y  solo  deseaban  que  se 
les  dejara  trabajar  con  libertad  y  tuvieran  garantía  sus  intereses. 
De  estos  eran  los  señores  Asturias.  Ellos  no  pertenecían  á  los 
altos  poderes,  no  tenian  costumbre  de  escribir  ni  de  llamar  en  su 
apoyo  la  opinión  pública;  pero  don  Luis  Pedro  Aguirre,  pariente 
de  los  espresados  señores  por  afinidad,  era  propietario  y  liacia  en  la 
Asamblea  oposición  á  las  exacciones  de  Aycinena.  Le  auxiliaba  en 
el  debate  el  diputado  presbítero  Dávila.  Sus  discursos  no  solo  pa- 
ralizaban la  acción  del  Jefe  del  Estado  en  el  Cuerpo  Lejislativo,  si- 
no que  abrían  los  ojos  al  pueblo  poniéndole  de  manifiesto  la  inclinada 
X^endiente  en  que  se  hallaba.  Don  Manuel  Montúfar  declama  en 
las  Memorias  de  Jalapa  contra  Aguirre,  Dávila  y  los  Asturias:  los 
llama  antipatriotas  y  dice,  que  si  todos  los  guatemaltecos  fueran  co- 
mo ellos,  no  debería  servirse  á  Guatemala.  No  solo  estos  nobles  re- 
sistían á  Aycinena;  el  cura  de  San  Sebastian,  doctor  don  Juan  José 
Batres,  presentaba  una  renuencia  absoluta  á  dar  dinero.  La  misma 
opuso  don  José  Antonio  Batres.  A  la  oposición  de  éstos  coopera- 
ban don  José  del  Yalle,  don  Basilio  Porras  y  otros  muchos  que  no 
es  necesario  enumerar. 

16 — El  padre  Dávila  hizo  proposición  á  la  Asamblea  para  que  en- 
traran al  tesoro  GO,  000  pesos  pertenecientes  á  la  testamentaria  del 
padre  don  Domingo  Juarros.  Parte  de  esta  cantidad  pertenecía 
por  herencia  á  doña  Mercedes  Juarros,  madre  de  don  Luis  Batres 
y  suegra  de  don  Mariano  Aycinena.  El  entero  no  se  hizo;  pero  la 
discucion  de  un  asunto  sobre  dinero  en  aquellos  momentos  en  que 
todos  ocultaban  sus  haberes,  llamó  mucho  la  atención  pública.  Una 
gran  concurrencia  de  gente  iba  á  las  galerías,  y  en  ellas,  se  lanzaban 
las  sátiras  mas  amargas  contra  el  Jefe  del  Estado. 

17 — El  rejjresentante  Domínguez  hizo  proposición  para  que  los 
albaceas  del  presbítero  don  Manuel  Pineda  j^resentaran  su  testamen- 
to. Don  Mariano  Pineda  se  negó  á  verificar  la  exhibición  diciendo 
que  el  testamento  aludido  era  uno  de  aquellos  documentos  privile- 
giados que  no  debían  ponerse  de  manifiesto;  y  la  exhibición  se  ve- 


DE  CERTKO- AMÉRICA .  27 

rificü  por  la  fuerza  de  las  bayonetas.  Este  procedimiento  dio  lugar 
á  severas  críticas  y  fomento  el  malestar.  También  se  hizo  x^roposi- 
cion  para  que  entraran  á  tesorería  seis  mil  pesos  que  el  presbítero 
don  Juan  José  Batres  liabia  donado  á  fin  de  que  se  fundara  una 
escuela  de  mugeres.  Otra  proposición  se  dirigía  á  que  3,000  jDesos 
X)ertenecientes  al  intestado  D.  José  Meneos,  entraran  al  tesoro.  La 
^ntrega  debia  hacerla  don  Francisco  Batres,  y  esto  originó  agitadas 
cuestiones.  Los  capitales  de  nobles  y  X)lebeyos  estaban  amenazados, 
y  un  gran  partido  j)edia  la  paz. 

18 — Aycinena  viéndose  en  tan  graves  dificultades,  acudia  al  arzo- 
bisiDo  Casaus  para  que  lo  protegiera.  Este  prelado  redoblaba  sus  es- 
fuerzos. Pretendía  demostrar  á  los  pueblos  que  la  guerra  era  pura- 
mente religiosa:  quedos  salvadoreños  intentaban  degollar  á  los  sa- 
cerdotes, profanar  los  templos  y  aniquilar  el  santuario.  Fray  Mi- 
guel Aycinena  y  los  religiosos  de  diferentes  órdenes  hacian  coro  á 
su  prelado  y  se  acudió  de  nuevo  al  medio  tan  gastado  de  las  profe- 
^Ans  y  de  los  milagros  de  que  se  habla  en  el  capítulo  siguiente. 


.     CA.l^ITUi:.0  CUARTO 

Sucesos  del  convento  de  Santa  Teresa. 

SUMARIO. 

- — Relación  de  una  historia — '¿.  Su  encuentro  y  pérdida — 3.  Ia* 
que  se  conserva — 4.  Una  carta  de  los  ángeles  del  cielo — 5.  Av- 
ienticidad  dadaá  esa  carta  por  el  arzobispo  Casaus — 6.  Trapos 
maravillosos — 7.  Intervención  del  canónigo  Martínez — 8.  €a- 
^saus  da  cuenta  á  Boma — 9.  Resolución  del  Papa — 10.  Instruc- 
ciones del  mismo  Pontífice — 11.  Conducta  posterior  de  Casaus — 
12.  Efectos  que  los  milagros  produjeron  en  el  ánimo  de  los  con- 
\       ¿r.ihicy  entes. 


1 — Don  Maiiauo  Aycinena  tenia  una  hermana,  monja  carmelita. 
lia  historia  de  esta  religiosa  se  hallaba  de  letra  del  padre  José  Ma- 
na Gracida,  fraile  del  convento  de  Santo  Domingo.  Sui:>oníase  qiU' 
era  una  esposicion  de  la  monja  dirijida  á  fray  Anselmo  Ortiz,  cape- 
llán del  arzobispo  Casaus.  Con  tenia  veintiocho  cuadernos  de  cuatro 
fojas  en  cuarto.  Cada  una  de  estas  estaba  llena  con  veintinueve  i*en- 
íílones  de  letra  muy  menuda.  El  primer  párrafo  comenzaba  diciendo 
literalmente  lo  que  sigue:  'KJonpura  intención  y  sencilla  obedien* 
rice  le  escribí  á  V.  P.  mi  padre  fray  Anselmo^  la  misericordia  qu( 
lid  alma  lia  recibido  de  la  bondad  de  Dios^  y  deseo  sea  todo  para 
¡loria  y  alabanza  de  sit  divina  magestad  y  de  mi  Signara  la  Vir- 
gen Maria  por  cuyo  medio  lie  sido  inundada  en  estas  mi set'ieoj- 
dias,  desde  el  punto  en  que  fui  creada  hasta  cldiadehoy.    ' 


30  RESENA  HISTÓEICA 

tamMen  darle  á  V.  P.  en  esto  gran  consuelo:  y  que  mí  alma  por 
este  medio  se  encienda  mas  y  mas  en'  el  amor  de  su  Dios,  amen, 
amen,  amen.''  Al  fin  de  la  espresada  historia  se  encontraban  de  le- 
tra del  Arzobispo  las  siguientes  palabras:  ^'En  31  de  octubre  delSlñ 
me  entregó  el  B.  P.  Fr.  José  María  (^f acida,  dominico,  mi  cape- 
llán, esta  copia  sacada  de  mi  orden  del  orijinal,  que  por  manda- 
to de  su  confesor,  el  B.  .P.  Fr.  Anselm.0  Ortiz,  dominico,  lidbia 
escrito  de  su  mda  la  hermana  María  Teresa  de  la  Santísima  Tri- 
nidad Aycinena,  monja  carmelita  descalza;  y  que  yo  leí  y  exa- 
miné dos  veces  antes  de  mandarla,  copiar,  despiies  que  m  en  este 
año  los  favores  estraor  diñar  ios  que  Dios  le  lia  dispensado. 

(F.)  Fr.  Ramón,  Arzobispo  de  Guatemala. 

2 — Esa  relación  y  otros  muchos  documentos  relativos  á  la  madre 
'í'eresa,  fueron  encontrados  el  año  de  1829,  por  don  Antonio  Rivera 
Cabezas  en  el  palacio  arzobispal  de  Guatemala.  El  ]presbítero  doctor 
don  Mariano  Méndez  los  condujo  á  su;  casa,  y  algunos  años  después 
los  entregó  al  licenciado  don  Miguel  Larreinaga,  quien  los  conser- 
vó reservados  durante  su  vida.  Muerto  el  Sr.  Larreinaga,  y  proba- 
blemente por  haberlo  él  dejado  dispuesto,  se  entregaron  á  una  per- 
sona de  la  familia  de  la  monja.  Están,  pues,  perdidos  para  la  his- 
toria. 

'3 — Pero  se  conservan  algunas  cartas,,  algunas  i:)inturas  portento- 
sas, y  resoluciones  del  Papa  Pió  YII^  relativas  al  asunto. 

4 — Al  fin  del  presente  capítulo  se  encuentra  litografiada  una  car- 
ta que  firman  los  ángeles.  La  forma  de  letra  prueba  que  Paloma- 
res no  habia  obtenido  buenos  discípulos  en  los  coros  celestiales.  Los 
ángeles  escriber.  liaora  en  vez  de  ahora;  comiensa  en  vez  de  comien- 
za, y  cometen  otras  muchas  faltas  que  cualquier  niño  de  escuela  no- 
taría. Santa  Teresa  de  Jesús,  no  habia  tenido  la  amabilidad  de  re- 
tribuir á  esos  señores  las  atenciones  que  le  i^restaron  en  la  tierra, 
liaciéndolos  buenos  hablistas  para  que  no  se  x^usieran  en  ridícu- 
lo cuando  escribiesen  á  los  mortales  en  el  idioma  de  San  Juan  de  la 
Cruz.  En  la  misma  carta  se  ven  manchas  y  una  entrerengionadura. 
que  prueban  no  ser  muy  firme  el  i)uJso  de  los  ángeles.  ¿Habrían  es- 
tado en  esos  momentos  ocupados  en  levantar  una  escala  para  la  ma- 
dre Teresa  como  la  que  vio  Jacob  en  sueños? 

-  5 — La  espresada  carta  acaso  seria  tachada  como  una  superchería 
de  los  liberales,  si  no  estuviera  autenticada  por  el  ilustrísimo  señor 
don  fray  Ramón  Casaus  y  Torres,  obispo  de  Rosen  y  arzobispo  de 
Guatemala.  Litografiadas  se  hallan  al  reverso  de  la  misma  carta,  es^ 
tas  palabras:  -'En  25  de  setiembre  de 481 6,  después  de  darle  la  co- 
munión á  la  hermana  María  Teresa  de- la  Santísima  Trinidad,  le  pu- 


DE      OEJSTKO- AMERICA.  31 

se  á  lili  lado  en  las  tablas  de  la  cama,  medio  pliego  de  i)apel  limpio. 
Cuando  volví  de  decir  misa,  aun  estaba  sin  escribirse  nada.  Se  es- 
cribió, pues,  estando  en  la  celda  junto  á  la  cama  con  el  padre  cape- 
llán, madre  priora  y  hermana  Maria  Francisca  de  San  José.  Cuando 
la  leí,  nos  retiramos  hacia  la  puerta;  y  á  pocos  minutos,  como  cin- 
co, ya  nos  avisó  que  los  ángeles  le  habían  dado  el  alimento.  La  ha- 
llé mascando  y  sentí  el  olor  como  de  panes  de  hostia  recientes;  se- 
gún ella  dijo,  eran  ios  que  le  suministraron  en  tres  bocados  en  for 
ma  de  cruz,  y  así  lo  repitió  en  estasis,  delante  de  los  dichos  que 
percibieron  el  olor.  Es  la  i)ura  verdad  en  Dios  y  en  conciencia." 


(F.)  i^r.  jRamon,  Arzobispo  de  Guatemala. 


i) — Se  aseguraba  que  los  viernes  descendía 'Jesucristo  en  cuerpo  y 
alma  desde  la  diestra  de  su  Padre  al  convento  de  Santa  Teresa:  que 
conversaba  con  la  monja  y  le  imprimía  sus  llagas.  Muchas  perso- 
nas crédulas  enviaban  pañuelos  y  otros  objetos  á  fray  Ramón  para 
que  se  dignara  ai)licarlos  á  esas  llagas  divinas  y  volvieran  santifica- 
dos á  operar  milagros.  Así  se  hacía,  y  los  pañuelos  eran  devueltos 
con  signos  de  la  pasión  y  otras  figuras  que  bien  se  comprende  no 
las  delineaba  Rafael  ni  Miguel  Ángel.  Los  viernes  á  las  cinco  de  la. 
tarde,  la  gente  se  agolpaba  en  la  portería,  atrio  y  calles  de  Santa 
Teresa,  esperando  cada  uno  el  objeto  que  le  pertenecía.  Una  de  es- 
tas pinturas  se  halla  litografiada  al  fin  de  este  capítulo.  Al  rever- 
so véanse  las  palabras  siguientes  escritas  por  el  Arzobispo  que 
también  se  hallan  litografiadas.  "En  21  de  abril  de  1819. — Se 
debe  guardar  en  la  Catedral  á  su  tiempo,  y  que  sea  remedio 
contra  el  espíritu  de  discordia;  llevado  por  tres  días  á  alguna 
parte.  Así  se  me  escribió  en  25  del  mismo,  esplicando  las  iniciales 
que  tiene — (F.)  El  Arzobispo  de  Guatemala." 

7 — El  presbítero  doctor  don  Bernardo  Martinez  era  inquisidor  y 
se  propuso  conducir  al  Arzobisi)o  á  las  cárceles  del  Santo  Oficio. 
Acaso  lo  habría  conseguido  sin  el  golpe  que  Napoleón  I  di6  á  la  In- 
quisición española,  que  no  pudo  restablecer  sólidamente  Fernamlo 
VII  y  sin  la  Independencia  de  Centro-América.  Causa  asombro  que 
mas  principios  .Vle  justicia  manifestara  la  liorrenda  Inquisición  que 
el  partido  servil  de  Guatemala.  El  Sr.  Martinez  siguió  un  pixK»eso 
cOnti'a  fray  Ramón  y  lo  euvió  ;il  Pai)a. 

8— El  Arzobis[)o  remitió  li  la  Curia  romana  un  voluminoso  esi>e- 
diente,  de  todas  las  maravillas  que  se  operaban  en  el  convento  do. 
Santa  Teresa,  y  Pió  Vil  dictó  la  resolución  siguiente; 


32  KESENA    HISTÓRICA 

Al  venerable  hermano  Ramón  í  Venerabili  Fraíri,  Rajnmndo 
Francisco,  Arzobispo  ele  Guate- 1  Francisco,  Archiepiscopo  Guati- 
mala.  Venerable  hermano,  sa-lmalensi. 
lud  y  bendición  apostólica.  La  i  Guatiraalara.  Pius  PP.  YII. 
rehicion  que  nos  has  hecho  en  i  Yenerabilis  Frater,  sahitem 
tu  carta,  de  los  singulares  dones  jet  Apostolicam  benedictionem. 
de  la  hermana  Maria  Teresa  dejQuas  de  sorore  Maria  Theresiaá 
la  Santísima  Trinidad,  cometi-ISSma.  Trinitate  charismata  pia- 
mos á  una  congregación  partí- 1  ne  singularia  tuis  ad  Nos  litte- 
cular,  i  fin  de  que  la  examinase  i  ris  retulisti,  consideranda  accu- 
contoda  aquella  dilijencia  y  cui- 1  ratissime,  diligentique  consulta- 
dado  que  exijia  la  gravedad  del  |  tione  discutienda,  uíi  negotiigra- 
negocio.  Oida  su  opinión  y  dic- 1  vitas  postulabat,  selecta3  congre- 
támen,  la  consideramos  y  pesa- igationi  commisimus,  auditaque 
mos  atentamente  por  nosotros  I  ipsius  sententia,  nos  ipsi  rem  u- 
mismos,  juntamente  con  los  do-iniversam  perpendimus  una  cum 
cumentos  que  la  acoinpaíiaban,  jadlatis  monumentis,  ac  pra3ser- 
y  especialmente  los  lienzos  de  i-Uim  lintea  sanguineis  imaginibus» 
mágenes  y  figuras  pintadas  con  \  depicta,  et  epístolas,  qua3  caíli- 
sangre,  y  las  cartas  que  se  afir- 1  tum  manuasseruntur  conscriptas, 
man  escritas  por  mano  de  los  |  Observatur  enim  ob  oculos,  Pra^- 
Angeles.  Teníamos  á  la  vista  la  |  decessoris  nostri  fel.  rec.  Bene- 
monicion  de  nuestro  Predece-  \  dicti  XIY.  monitio  ad  Episco- 
sor  de  feliz  memoria,  Benedicto  ipum  Augustanum  de  altera  non 
*  XIV  al  Obispo  de  Augusta  j  absimili  Sanctimoniali,  multipli- 
sobre  otra  monja  semejante,  áldnimirum  experimento  jyatere,  i- 
S2ihei':  (jue  tina  multitud  de  esjOQ-inanes  aUquando  aflectake  sancti- 
ríencias  manifestaban,  gue  se pre-\tcítis  larvas  obtendi,  atque  eticim 
dícan  y  divulgan  sombras  vanas  y  \  nh  animarum  directoribus  ob  siios 
fantasmas  de  santidad,  apoyadas  [peculiares  fines,  resque  interduni 
aun  por  los  mismos  directores  de  i  minus  recias,  deprcedicari,  et  di- 
las  almas  por  sus  fines  particula-  \  vulgari. 

res,   y  con  objetos  menos   rectos.  \      (^Const,  Sollicitudini  nostrcb  an. 
{Constitución  que  comienza  8olli-\\líb.) 

citudini  7iostrce,  áe\  año  1745.)!  Eam  siquidem  suspeximus  e- 
Vimos  con  sorpresa,  que  es  tal ;  narrari  vim  donorum,  eam  et 
,  la  multitud  que  referís,  y  lafuer-i  exíasum,  et  stigmatumrationem, 
za  de  sus  dones,  de  sus  estasis,  j  eam  épistolarun,  et  imaginum 
de  sus  llagas,  de  sus  cartas  é  i-|  non  humanitus  confectaruin  mul- 
mágenes  hechas  de  im  modo  so- ;  titudinem,  ut  de  nullo  et  casliti- 
brenatural,  que  no  se  leen  en  i  bus,  in  Ecclesia)  Fasti  adnotata 
los  fastos  de  la  Iglesia,  notados:  perlegantur,  quos  veluti  splen- 
en  algún  otro  de  los  bienaventu- 1  didissima  christianas  perfectionis 
rados,  que  con  luces  brillantes  Ilumina  veneramur,  et  colimus. 
de  la  perfección  cristiana,  vene-l  Ast  talem  etiam  animadvertimus 


I 


DE  CENTRO-AMÉRICA.  33 

ramos  en  los  altares.  Pero  re- i  esse  factoruní  coraplexionem, 
ílexionamos  también,  que  es  taljeam  conscriptarum  rerum  natu- 
•el  cúmulo  de  hechos,  tal  la  na-|ram,  eos  agendi  modos,  tale  de- 
turaleza  de  las  cartas  y  escritos,  i  mum  húmame  glorian  studium 
tales  los  modos  de  obrar,  tal,  ñ-jadversus  sanctorum  exempla, 
nalmente  el  deseo  de  la  gloria  i  qui  occultare  dona  quaíritabant 
humana  contra  el  ejemplo  de  los  i  solertissime;  ut  indubia  argu- 
santos,  que  con  el  mayor  cuida- 1  menta,  certissimas  que  causas 
do  procuraban  ocultar  las  gra-inacti  simus  quibus  illusam  Ma- 
cias  del  cielo,  que  partiendo  de  i  riam  Theresiam  agnoverimus, 
unos  argumentos  indudables  yieamque  uti  talem  habendam  es- 
causas muy  ciertas,  hemos  reco-ise  denunciemus.  Hinc  transferri 
nocido  y  reputado  como  ilusa  áieam  jubemus  in  aliud  camobium, 
Maria  Teresa,  y  mandado:  quejsi  locorurn  et  personarum  con- 
sea  tenida  como  tal.  En  ésta  vir-  •  ditio  id  tulerit,  ac  virum  Ecle- 
tud  ordenamos:  que  se  traslade  jsiasticum  pietate,  ac  prudentia 
á  otro  Monasterio,  si  la  condi-ípraí  casteris  spectatissimum  ad 
cion  de  los  lugares  y  las  perso- j  Marios  Theresia?  régimen  adscis- 
nas  lo  permitieren,  y  que  paraici,  qui  alter  non  sit  ex  iis,  qui 
la  dirección  espiritual  de  Mariai  proniores  fuerunt  ad  prodigialia 
Teresa,  se  elija  un  sacerdote!  ejusdem  charismata  ad  aproban- 
que  haya  sobresalido  entre  los  I  da.  Peragi  vero  ha3c  omnia  ta- 
•demas  por  su  piedad  y  pruden-jcite,  nullaque  celebritate,  rumo- 
cia,  que  no  sea  de  los  que  se  hanj  resque  cum  primis  quoslibet 
imanifestado  mas  inclinados  á  a- i  comprimí  statim  ac  dissipari,  ad- 
probar sus  hechos  prodijiosos.  jnitendum  est  tibí:  omnique  pra^- 
Pero  has  de  procurar  con  em-iterea  cura  ac  solliritudine  ex 
peño:  que  todas  estas  cosas  seicharitate  Christi,  qua3  pro  ani- 
practiquen  con  reserva  y  sin  ce-|marum  salute  urgere  nos  debet 
lebridad  alguoa,  sofocando  y  di-iinfelix  ha^c  fuMuina  ab  errore  in 
:sipando,  inmediatamente,  cua-jquo  ex  diaboli  fraude  versatur, 
lesquiera  rumores.  Ademas  con  i  eripienda  ost;  hnsíis  veternosi 
•el  mayor  cuidado  y  eficacia  poriinsidiic  patefacienda^;  conteren- 
la  caridad  de  Jesucristo,  que  nos  ¡di  laquei  ipsius;  ac  via  demum 
•estrecha  con  urgencia  á  procu-|justitia\  semitaciuejudicii  eidom 
rar  la  salvación  de  las  almas,  .seisanctimoniali  conimostranda. — 
Jia  de  sacar  á  eda  infeliz  77iu(/er\Qui\i  ut  rite  ac  recto  perñ- 
del  error,  en  que  por  fraude  rZe/icias,  certam  quamdam  normam 
demonio  se  halla:  sq  \q  han  de |  habendam  tibi  esse  censuinius, 
manifestar  las  asechanzas  de  es-|(juam  hiscc  nostris  litteris  ailjiín- 
te  artificioso  y  astuto  enemigo: ¡gi  maudavinius.  et  ií  te  studio- 
se  han  de  cortar  sus  lazos  infer-jsissime  servari  expetimus.  Car- 
nales, y  finalmente,  se  ha  deitenim  tuto  intclügis,  Vencrabi- 
mostrar  ala  misma  monja  el  ca-ílis  Frater,  qua  circu!is|)ectione. 
jnino  de  la  justicia,  y  la  senda 'soler.tia,    cousiderationeiiue     in 

3 


34  RESEÍÍA    HISTÓRICA 

del  juicio.  Para  que  todo  estosejhoc  negotio  feliciter  gorendo  o~ 
ejecute  bien  y  rectamente,  juz-jpus  sit.  Cum  enim  catholica  fi- 
gamOwS  oportuno  dirigirte  la  ins-jdes,  qna  una  veritate  nititur,  u- 
truccion  que  acompaña  á  estas  ¡naque  firmissime  consistit,  om- 
nuestras  It'tras,  ¿  que  deseamos  i  nem  mendacii,  ac  falsitatis  sus- 
te  arregles  escrupulosamente,  ¡picionem  respuat,  penitusqne 
Por  lo  demás,  seguramente  en-|detestetur,  nihil  profecto  magis 
tiendes,  Venerable  hermano,  i  ab  ipsius  saiictitate  absonuin  íb- 
cuanta  circunspección,  industrial  ret,  nihilqne  in  ipsius  pernicienii 
y  reflexión  necesita  este  negó- iinfelicius  succederet,  quam  ina- 
cio,  para  ser  evacuado  felizmen- i  nem  virtutis  commendationem 
te.  Porque  como  la  fe  católica  i  ex  id  genus  ostentis  aucupari^ 
que  estriba  única  y  ñrmísima- ¡  quic  cum  ex  Deo  non  sint,  cau- 
mente  en  la  verdad,  desprecia  y  |  sam  obloquendi  in  sanctiora  quae- 
detesta  toda  sospecha  de  menti-ilibet  dogmata  iis  pr^berent^ 
ra  3"  ñilsedad,  nada  seria  masjqui  adversum  Nos  sunt. 
contrario  á  la  santidad  de  ella,  y  | 

nada  redundarla  en  su  daño,  co-  i     Patet  ad  te  cor  nostrum,  Ven. 
mo  admitir  una  quimérica  reco- 1  Frater,    in  re  summi   momenti., 
mendacion  de  virtud  por  hechos  i  Studium  quodlibet  partium   ab- 
de  esta  clase,  que  no  siendo  deijiciendum  omnino  est;nulla  per- 
Dios,   darían  ¿  nuestros  contra- i  sona^  acceptio  habenda;  veritas> 
rios   ocasión   de   vituperar    losiunice    pensitanda,    exploranda,. 
mas  santos  dogmas    de   nuestra  |  perquirenda,  ñeque  temeré  fideS' 
Religión.  Te  está  patente  y  ma- 1  habenda,   ac  nimia  in    credendo' 
nifiesto,    Venerable    Hermano,  i  facilitas  praístanda:  sed  máxima 
nuestro  corazón    en  asuntos  de  ¡plañe  in  eum   finem  conferenda. 
tanta   gravedad.  Se  ha   de  des- i  industria  in  agendo,  celeritas  in 
terrar  de  todos  modos  cualquie-  i  conficiendo,  concilium  in  provi- 
ra parcialidad:  no  se  ha  de  tener  i  dendo.     H^e  quidem    pro   tua 
acepción  de  persona  alguna:  lai  prudentia  commendamus  tibi  e- 
verdad  únicamente  se  ha  de  pe- 1  tiara  atque  etiam;    ha3C  fidentis- 
sar,  se  ha  de  indagar:   se  ha  de  i  sime    ab  Fraternitate   tua,    quae 
buscar  con  suma  diligencia.  No  i  tanta  in  apostolicam   sedem  ob- 
se  ha  de  dar   á  estos   hechos  ünjservantia  doceri    se  á  Nobis  ac 
asenso  temerario,  ni  se    han  de! instituí  postulabit  de  ratione  hoc 
creer  con    nimia  facilidad,   sinjin    negotio    tenenda,    praestola- 
que  preceda  á  este  fin  la  indus-imur,  cui  propterea  divini  praosi- 
tria  en  ejecutar,  la  prontitud  enidii  auspicem  Apostolicam  Bene- 
hacer,  y  el  consejo   en  preveeridictionem   amantissime  imperti- 
lo  futuro.  Recomendamos  una  yimur. 
muchas  veces   estas  cosas  á   tu ! 

prudencia.  Asi  lo  esperamos!  Datum  Romas  apud  S.  Ma- 
cón la  mayor  confianza  de  tuiriam  Majorera,  die  decima  nona 
fraternidad,   que  con   tanta   ve-'junii    anni     1819.    Pontificatus- 


DE  CENTRO-AMÉRICA.  35 

neracion    á   la   Silla  Apostulicaj  Nostri  Anno  XX. 

pidic)  ser  instruido  por  Nos  del  i 

modo  con   que  te  bas  de  mane-'  Pius  PP.  YII. 

jar  en  este  negocio,  á  quien  co- i 

mo  prenda   del    auxilio   divino  j  Sta  est  ex  Libro  quo  epistolae 

damos   con     el  mayor   amor   laillmi.  "^  Dñi  Ntri  referentur  exs- 

bendicion   apost(51ica.    Dado  enjcriptae  Pro  D.  Mazio  ab  episto- 

Eoma,  en  Santa  Maria  la  Mayor,  j  lis  latinis  Ilrai.  D.  X. 

dia  19  de  jnnio  de  1819,  año  20  i 

de  nuestro  pontificado — Pió  Pa-j  Paulus  Polidmy. 

pa  YII.  As¿  está   en  el  libro  en! 

que  se  copian  las  cartas  de  núes-  i 

tro  Santísimo  Padre — Por  el  Sr.  j 

Mazio,  secretario  de  cartas  lati-  i 

ñas — Pahlo   Polidory. 

10 — El  Papa,  ademas,  dio  las  instrucciones  que  se  ven  á  continua- 
ción. 

Instrucción   acerca  de  la  her-i       Instructio  de   Sorore  Maria 
mana  Maria  Teresa  de  la  Santí-íTheresia  á  SSma.  Triuitate. 
sima    Trinidad.  —  Examinados: 

cuidadosísimamente  todos  los  es-;      Scriptis,    monumentisque  om- 
critos  y  monumentos  que  el  Re-jnibus,  quoe  Rmus.  Arcliiepisco- 
verendísimo  Arzobispo  de  Gua-i  pus  Guatimalensis  misit  adSum- 
temala  dirigid  al  Sumo  Pontífi-imum  Pontificem  de   Sorore  Ma- 
ce, relativos  a  la  hermana   Ma-iria  Theresia   á  SSma.  Trinitate, 
rk  Teresa  de  la  Santísima  Tri- i  diligentissime  perpensis,  censuit 
nidad,  juzgó  nuestro  Santísimo |  SSmus.  Dnus.  Xoster,  de  consilio 
Señor  con  consulta  de  una  con-ietiam  Selecta)  congregatiouis,  in 
gregacion  especial,  quo   se  con-ieura  raodum  ad  eumdem  Arclne- 
teste  de  esta  manera  al   mismo:  piscopum  rescribí. 
Arzobispo:     1.^   — ■  Ajiarecien-l      1.  Cum   ex   rebus  in  exameu 
do   clarísimamente   de   Za^s  -cosas j  deductis  luculentissi rae  patuerit, 
puestas   á  examen,    que  no  t)ie- i  ostenta,    quoe    pra^dicantur    ex 
nen   de   Dios  los  prodigios   quelDeo   non   esse,    silentiura   cun> 
se  decanta?!,    al  instante   se   hajprimis  de  iisdem  indiconduui  e- 
de   imponer   silencio  .sobre   losirit,  omnique  cura,  ac   eontcntio- 
misTnos.  y   procurarse  con  todo¡  ne  aduitendum  ad  quemlibet  rn- 
cuidado  y  diligencia  disipar  cual-;  morem  dissipanduui.  imo  ad  om- 
quier      rumor,      y     aun     seria; nóm    celebritatem    anioliendaní 
muy  conveniente  que   para  evi-jsauus  foret    ipsum  Arcliiepisco- 
tar   toda  divulgación,  se.  al)stu-jpum   ab  Sanctiinoniali  adeunda 
viera  el  mismo  Arzobispo  de  en-' abstincro. 


36  RESERA  HISTÓRICA 

traral  convento.— 2.  <=^  La  mis- i     2.  Ipsa  vero  Maria   Theresia 
ma   Maria    Teresa   sea    ivíis\sL-\inopinato,  yiullaque  ex  suis  rehus 
dada  de  sorpresa  á  otro  qohyqxí- \secum  adlata,  iu  aliud  Ca^nobium 
to,  y  sin  llevar  consigo  ninguna  |  transferatur,  ac   si  id   fieri   ne- 
de  sus  cosas;  mas  si  esto  no  pu-:'queat  ob  graves  rumores  fortas- 
diere  hacerse    porque  acaso   se  i  sis  in  vulgus  excitandos,  maneat 
excitarán   grandes   rumores  en  i  in  suo  Ascaeterio,   in  alio  tamen 
el  vulgo,  permanezca  en  su  con-  i  cubículo,   omnique  cautione   ad 
vento:   pero  en  otro   cuarto,    vipra?pediendum  aditum,   et  ailo- 
con  toda  precaución  para  impe- i  quium,    ac  secretas    molitiones 
diría  entrada,  la   conversación  i  cum  alus  quibuslibet. 
y  las  intrigas  secretas  con  cual-' 
quiera  •  otra  persona.   -  3.  *  i     3.  hí,ic  ea  media  adhibenda. 

Hecho   esto     deben   emplearse;     j^us  ab  errore  la  quo  ea  ver- 
aquellos   medios,   con  los   cua-J  .  .  ^ 

les  pueda  sacarse  del  error  en  i  ^^^"'"  ^"P^  possit,  omnique  de- 
que se  halla,  y  apagados  todos.!  eomclamatis  prodigiis,  singulari- 
los  rumores  acerca  de  los  prodi-  j  busque  charismatibus  rumore 
gíos  decantado?,  y  de  las  llagas ;  sublato,  in  viam  potius  venera- 
singulares  se  traslade  mejor  alitis  et  justitiaj  tradueatur. 
cmiirno  de  la  verdad  y  de  la  jus- ' 

ticia.  —  4®    Entregúese   pues,  i      ,   -o  ■       -.  t--       t.  , 

primeramente,  al  Eclesiástico'  .  ,'!■  Pnra»  itaque,  ^  iro  Ede- 
mas distinguido,  por  su  pruden- :  ^'''^^'^^  prudentia,  probitate, 
cia,  probidad  y  sabiduría:  v  a'^^O'^""'^'^,  ^P^^tatissimo  regenda, 
ellademuéstreseleenérgicamen-i^^  excolenda  tradatur,  eidem- 
te  que  las  cosas  que  se  publican  ?'^  •^'^^'■^^  mdicetur,  res.  qua? 
hechas  por  ella  no  son  según  i  *^^  ^^*^,^'"  Jf  ^*'^»°^"'''  aon  esse 
Dios,  sino  que  antes  bien  deben '  ^^T*^""?  ^^iJP;  ^l  e^Jisidiis. 
provenir  de  asechanzas  v  enga-:'''=  f'a«^l'b"s  Diaboli,  eadem  idr- 
fios  del  demonio,  prestando  ella,!*?"®^  temeré  adnitente.  repeten- 
acaso,  su  temerario  consentí- i ^^^^^^^.^T^^  P^*'^^'^^  contem- 
miento.  Reconozca,  por  tanto,  i"^''.^'''^  sibi  esse  dignoscat  ac 
que  debe  despreciarlas,  y  tenga  ^  ^^"*'»*."^™  voluntatemqne  Dei. 
por  cierto  que  no  conseguirá  1a' "*'°"'^'  *^^  ^"'-''^'''  obedieutia 
verdad  y  la  voluntad  de  Dios!^'»"^  moderatonbus  habenda. 
sino  por  suddcil  obediencia  áij'^f  nacturam  esse  pro  —'0 
los  directores  que  se  le  pongan,  j  h^beat. 
— 5.  ®  Pídale,  pues,  á  Dios  que  • 

rompa  los  lazos  del  diablo,  conj  5.  Adsídua  idcirco  multaqne 
una  oración  constante  grande  y 'et  humilí  prece.  virtutique  pra'- 
humíldc,  iusístiendo  principal- i  sertium  humilitatis  insistens. 
mente  eu  la  virtud  de  la  humil-lpostulet  á  Deo.  ut  laqueos  dis- 
dad.  pero  si  sucede  que  ella  se  rumpat  Diaboli:  quod  si  ex  gra- 
turbe  al  hacerle   este   anuncio  vi  hoc  nuncio  perturbari  ipsara. 


DE  CSara  o- AMÉRICA.  37 

grave,  que  defienda  tenazmente  í  eontÍDgat.  ac  pervieaciter  divi- 
el  origen  divino  de  las  llagas  de  i  nam  charismatum  de  quibus  agi- 
que  se  trata,  que  también  se  i  tur  originem  protueri.  nee  non 
queje  de  los  preceptos  impues-  j  de  irrogatis  jussionibus  conque- 
tos,  y  que  amenace  con  las  iras  i  r¡.  et  ca^lestes  iras  adversus  eos, 
del  cielo  á  los  que  la  contradi- '  qui  sibi  contradicum  comminari: 
cen.  este,  ciertamente  seria  un ;  lioc  certe  novum,  ac  luculentius 
nuevo  y  mas  terminante  indicio :  indicium  Ibret  ad  judicandam 
para  juzgarla  uno  ilusa  por  elipsam  illusam  áDa^mone.  ab  eo- 
demonio.  inducida  miserable- ;  que  in  sensus  vanitatis,  super- 
mente  por  él,  en  sentidos  de  va-ibiíe,  et  propria?  a^stimationis 
nidad,  de  soberbia  y  de  propia  raiserrime  inductam. 
estimación. — 6.  ^  Xo  se  le  per-  6.  Xulla  cum  Sanctimoniali- 
mita  cí  M.  Teresa  comunicación !  bus,  ñeque  cum  externis  quibus- 
alguna.  ni  con  las  monjas,  ni  con  •  libet  personis  permittatur  Maria 
cualesquiera  otras  personas  de !  Theresia  cómmunicatio,  prícter 
fuera.  6  escepcion  de  dos  monjas, binas  ex  probatioribus  Moniali- 
de  las  mas  acreditadas,  á  quie-jbus.  quibus  ipsa  custodienda  et 
nes  se  entregará  para  que  la  cus-  •  observanda  tradatur.  Silentium 
todien  y  observen.  Prescríbase ;  porro  eidem  Maria^  Theresia\ 
silencio  aun  interpuesta  la  reli- ;  ca^terisque  consororibus  de  re- 
gión del  juramento  á  la  misma  bus.  qua^  obtigisse  dicuntur,  Sa- 
M.  Teresa  y  á  todos  los  que  ha- 1  cramenti  etiam  religione  injecta. 
bien  de  las  cosas  que  se  dice  han ;  príescribatur. 
sucedido. — 7.  ^  Ya  es  de   espe-' 

rarse  que  se  quite  todo  artificio  •  7.  Sperandum  equidem  est  ex 
del  enemigo  con  este  método  o-iocculto  hoc  vivendi  genere,  ex 
culto  de  vivir,  por  el  cual  la  her-;  quo  nonamplius  erit  Sóror  Ma- 
raana  Maria  Teresa  no  será  mas :  ria  Theresia  spectacnlum  homi- 
espectáculo  á  los  hombres  deínibos  domi  forisque.  quodlibet 
dentro  y  fuera  de  so  casa.  Pero  eonticescere  Inimici  artificium: 
si  se  advierte  que  aun  sobreven-  quod  si  quidpiam  adhuc  eveniri 
era  alscuna  cosa,  háíranse  los  exor-  ¡  animadvertatur,  exorcismi  ex 
cismos  según  los  institutos  de  laj  Ecelesia^  instituto  peragantur  ad 
iglesia  para  disipar  y  confundir  diabólicas  machinationes,  ac 
las  maquinaciones  y  arterías  del  pra^stigia  propulsanda,  et  conte- 
diablo.  Yijilará  mucho  el  confe- :  renda.  Advigilabit  antera  Con- 
sor.  informado  por  las  monjas,  áifessarius  ab  Monialibns  edo;^'"^ 
quienes  se  encomiende  la  custo- ;  diligens  María*  Theresia^  cr. 
dia  diligente  de  Maria  Teresa. ;  día  commissa  est,  ut  si  quid  ni>- 
r  1"  'O  algo  nuevo,  j  vi  contingat.  probé  d* — ^  ^  '   " ^ 

.    .      y  dé  parte  de  de  eo   referai  ad  A 
ello  al  Arzobispo,  i  quien  por  se- '  pmn,  qui  iterum  admonetur,  ne 
r  ücla  vez  se  amonesta  qn  *  rem  cr  -       —  »  -      -   -  no- 

a  trqne  él  mismo   al    rt  iat,  qiv  ,  ''   - 


38 


reseíTa  histórica 


miento;  pues  que  este  hecho  con- 
tribuiria  mucho  á  probar  el  su- 
ceso  en  concepto  de  la  misma 
monja  y  de  los  demás,  con  gran- 
de detrimento  de  las   almas,  el 
<íual,  por  lo  mismo,  seria  muy  de 
temerse  tuviese  un  origen   sos- 
pechoso y  reprensible. — 8.  ^  De 
alli  escójase  para  que  reconozca 
y  cure  las   cicatrices  de  las  lla- 
gas, que  se  asegura  estar  impre- 
sas milagrosamente  en  el  cuerpo 
•de  M.  Teresa,  un  cirujano  pru- 
dente y  bueno  que  jure  guardar 
silencio  y  contarle  con  verdad 
las  cosas  al  Arzobispo,  y  procu- 
re le  refieran  ingenuamente   to- 
dos los  hechos  las  dos  hermanas 
monjas  que   la  custodien,   á  las 
cuales  también   exíjaseles  jura- 
mento de  decir  la  verdad,  y  de 
guardar  secreto  con  las  demás, 
llagase   todo  esto   escrupulosa- 
mente; sin   embargo,  es   precisa 
tal  sagacidad,  viveza  y  circuns- 
pección,   que  se  consulte  feliz- 
mente en  la  gravedad  de  tanto 
negocio   á  esclarecer  la  verdad, 
á  acallar   toda   publicidad    y  á 
-conseguir  la  salud  del  alma  (1). 

PaUo  Polidory, 


nialem  ipsam,  ac  canteros  pro- 
bandam  tantopere  conferret,  in- 
genti  cum  animarum  detrimento, 
quod  ex  facto  suspecta)  impro- 
bandasque  originis  pertimescen- 
dum  certe  foret. 

8.  Hinc  ad  conspiciendas  cu- 
randasque  plagas  stigmatum, 
qua3  asseruntur  in  corpore  Ma- 
ría) Theresia)  portentoso  impres- 
sa,  seligatur  prudens  ac  probus 
Chirurgas,  quijuret  de  silentio 
servando,  reraque  ad  veritatem 
referat  Archiepiscopo,  cuncta- 
que  ingenuo  ab  duabus  Moniali- 
bus  Sororis  Custodibus  sibi  de- 
ferri  curet,  quibus  etiam  jura- 
mentum  de  veritate  dicen  da,  ac 
de  silentio  cum  cicteris  servan- 
do iraponatur. 

Ha3c  religiosissime  perñcian- 
tur;  ea  tamen  cum  primis  soler- 
tia,  industria,  circunspectione 
opus  est,  qua  in  tanti  negotii 
gravitate,  et  veritati  assequen- 
dae,  et  omni  celebritati  araolien- 
d^,  et  anima)  saluti  operanda3 
feliciter  consulatur. 

Pro  D.  Mazio  ab  Epistolis  La- 
tinis  Ilmi.  D.  N. 

Paulus  Polidory. 


(1)  Los  serviles  se  esforzaron  en  que  desapareciera  todo  ]o  que  les  era  adverso.  Por  todas 
partes  recogian  el  segundo  tomo  ^'^''\  -'Tíosquejo  Histórico".  Un  ejemplar  no  cayó  en  sus  ma- 
nos, y  ha  sido  reimpreso  aliora.  Ellos  recogieron  todos  los  ejemplares  de  las  preinsertas  re- 
soluciones pontificias.  Don  Antonio  Rivera  Cabezas  contiervaba  uno,  y  siendo  muy  joven  el 
autor  de  esta  "Reseña  Histórica",  Rivera  le  dijo,  dándole  el  enunciado  ejemplar:  "guarda 
esto,  que  un  dia  te  será  útil".  Mr.  Federico  Cbatñeld,  amigo  intimo  de  las  familias  do  Aycine- 
na  y  de  Pavón,  supo  el  paradero  del  enunciado  ejemplar,  y  se  propuso  recogerlo.  Lo  pi- 
dió prestado  por  medio  de  don  José  Milla  y  Vidaurre,  prometiendo  formalmente  que  seria 
devuelto.    Se  le  negó ;  pero  tantas  fueron  las  instancias  de  Milla,  y  las  seguridades  que  daba 


JKi 


m 


4- 

e 


S 


'Y 


rv^iits  tan  estradrémixno:  at  pat^.'.Lr 

'ü'aMct  fe,  ^^^  fnuí  nu^i^^  ^  r  i%fc. 
/a  u/da  f-  fT^^"^  'yr    ^i.J^  ¿t  IL^S 

-V*    tLL    CfO>J!(l  l'^i^    ^^  y^f^^       Jj   -  tora 

m ttldo k-  p   f  mil  írandt^  n^i^'" 


N'^ 


V 


^ 


^^ 


•rx     ^.     ^.*   •^x^ 


\       ¿ 


'■\ 


"i  V 


^c 


^~'  ^• 


\. 


S 


^  j  > 


sí* 


K 


^     2     ^ 


.n 


::  ^^^ 


K  ^^ .-. 


^  :; 


^  i 


^  ^   I 


i 


DE  CENTKO- AMÉRICA.  39 

11 — No  solo  el  Papa  ordeno  á  fray  Ramón  qne  no  entrara  al  con- 
Tento  de  Santa  Teresa.  La  misma  orden  le  intimó  el  Gobierno  por 
^decreto  de  8  de  julio  de  1826.  Dos  meses  después,  Arce  dio  el  golpe 
de  estado  contra  los  liberales.  Inmediatamente  que  se  operó  ese 
'Cambio,  fray  Kamon  se  dirigió  á  Santa  Teresa  y  ííontinuó  visitando 
•el  convento  como  antes.  En  consecuencia,  la  madre  Teresa  y  otra 
monja  llamada  Maria  de  Jesús  Prado  escribían  cartas  sediciosas  que 
pueden  verseen  el  número  29  de  "El  Boletín" (2).  Lejos  el  Arzobis- 
po de  sacar  á  la  madre  Teresa  del  convento,  la  hizo  i^ermanecer  en 
«él;  y  anunciaba  sus  predicciones,  sus  amenazas  y  cuanto  quería  que 

I  dijera  el  cielo  por  boca  de  la  monja.  Casaus  la  hizo  prelada  de  aquel 
convento  y  alas  otras  monjas  no  les  permitia  siquiera  la  elección 
de  confesor.  Esto  originó  quejas  al  Gobierno  y  espedientes  que  pu- 

í  asieron  á  los  liberales  delante  de  los  ojos  cuanto  pasaba  en  el  inte- 
rior del  monasterio. 

12 — Por  mas  que  la  madre  Teresa  anunciara  á  nombre  de  Dios 

I  «que  serian  bienaventurados  todos  los  que  auxiliaran  á  su  hermano 
don  Mariano  en  la  santa  guerra  que  habia  llevado  á  San  Salvador, 
y  que  descenderían  á  las  profundidas  del  infierno  los  que  se  negá- 

I  ran  á  prestar  estos  auxilios,  ni  don  Luis  Pedro  Aguirre,  ni  los  As- 
turias, ni  el  cura  de  San  Sebastian  don  Juan  José  Batres,  ni  el  pres- 
bítero doctor  don  José  Mariano  Méndez,  cura  del  Sagrario,  ni  el  pres- 
bítero don  Laureano  Navas,  cura  de  San  Pablo,  ni  Valle,  ni  Por- 
ras ni  otros  muchos  querían  dar  dinero.  Aycinena  reducía  á  irrisión 
en  sus  propias  casas  á  las  personas  que  se  negaban  á  contribuir,  ya 
pertenecieran  á  la  nobleza  ó  al  pueblo,  al  clero  ó  á  los  laicos.  La 
<;iudad  de  Guatemala  parecía  algunos  dias  un  gran  presidio,  y  cada 
'Casaun  calabozo. 


de  la  devolución,  que  al  fin  le  fué  entregado.  Jamas  lo  devolvieron.  Quedó,  sin  embaigo, 
üa  idea  de  su  existencia  y  de  su  contenido.  Y  á  distancia  de  muchas  leguiw  do  Qnatemala 
fué  citado  varias  veces  contra  los  escritos  del  mismo  Milla.  Con  mucb  a  dificultad  se  pudo  a- 
hora  conseguir  el  que  ha  servido  para  esto  tomo.  liegistrándose  archivos  se  eucontió  otro, 
cuya  existencia  ignoraban  los  conservadores.  Estii  en  cierta  causi\  seguida  contm  xm  clérigo 
'que  continuaba  divulgando  milagros,  no  obstante  el  texto  literal  de  la  reeolaciou  de  Pió  VIL 

(2)  No  se  publica  el  texto  literal  do  estas  cartas, porque  no  ha  sido  posible  consegnir  un  ejem- 
plar. La  pesquisa  servil  los  agotó;  pero  el  número  do  "El  Boletín  extraordinario"  corre»- 
pondicntcal  IG  de  julio  de  1830,  hace  relación  do  cllivs  y  afirma  fueron  iosertos  en  el  uúui.  29 
^el  misx&o  Boletín. 


e4 


OA.FITULO  QUINTO. 

Coiitimiacion  de  hi  campaña. 

SUMARIO. 

1 — Marcha  del  general  Morazan  á  San  Miguel^  y  lo  que  allí  acae- 
ció^ referido  por  el  mismo — 2.  Situación  de  M^'icanos — 3.  Don 
Manuel  Montúfar — 4.  Lo  que  débia  esperarse  dadas  las  cir- 
cunstancias en  que  este  Je/e  se  eucontraha—r>.  P/v...7/^,>.^rvw7,7 
general  Arzú — 6.  Sics  consecuencias. 


1 — t'De  Gualcho,  dice  el  general  Morazan  en  sns  Memorias,  me 
'^  dirijí  á  la  eiudad  de  San  ^Miguel,  en  busca  de  recursos,  para  llagar 
''  los  haben's  atrasados  á  l(^s  soldados,  vestirlos  y  darles  la  írrüif* 
"  cacion  de  un  medio  sueldo,  que  se  les  había  ofi-ecido.  En  el  vwuú 
'*  no  se  me  presentó  una  comisión  de  los  principales  vecinos  de  a- 
•'  quclla  ciudad,  para  suplicarme  fuese  á  protejVr  las  ]M't>piedades, 
'*  que  (i  pretí^sto  de  pertenecer  lí  los  enemigos  del  gobierno,  eran  a- 
•'  m(mazadas  por  un  puñado  de  malvados.  Pude  llegar  á  tiempo  de 
'  evitar  el  saqueo  de  muchas  casas,  aunque  ya  estos  hablan  t<»ma- 
"'  do  de  la  de  Barriere  algunos  objetos  d*»  comercio.  En  uso  de  la 
^'  facultad  que  me  había  c(mcedido  el  gobienio  del  Rstado  del  Sal- 
''  vador,  mande  exijir  un  empréstito  forzoso  de  diez  y  .st»is  mil  i>o- 

'^sos.  Est(í  se  distribuyó  en  un  p(X|u<»no  número  de  t"   •' *^^ 

'*  que  mas  servicios  habían  pn»sta(lo  al  euí'migo.  La  n«> 

'*  difundió  en  la  ciudad,  de  que  el  genertll  Arzú  había  salido  p;ini 


42  RESEÍÍA    HISTÓRICA 

"  atacarme,  del  cuartel  general  de  Mejicanos,  produjo  una  fuerte 
"  resistencia  en  algunos  j)restamistas,  que  se  negaron  á  pagar,  bajo 
"  diferentes  pretestos,  sus  respectivos  contingentes.  Cuando  se  con- 
"  firmó  la  noticia  de  que  el  enemigo  se  aproximaba  al  Lempa,  espe- 
*'  di  una  orden  para  que  al  que  no  quisiese  prestar  sus  servicios 
"  como  propietario,  se  le  obligara  á  hacerlos  como  soldado,  presen- 
"  tándose  en  el  cuartel  de  cazadores.  Todos  pagaron  á  esta  intima- 
^'  cion;  solo  el  ciudadano  Juan  Pérez,  primer  propietario  del  depar- 
^ '  tamento,  quiso  tomar  las  armas.  Pero  pocas  horas  después  de  ha- 
''  liarse  sufriendo  en  el  cuartel,   todos  los  castigos  y  privaciones  de 
^' un  soldado  recluta,  entregó  cinco  mil  pesos  que  le  fueron  asig- 
"  nados,  y  volvió  á  su  casa.  La  cantidad  recaudada,  fué   distribui- 
^'  da  á  los  soldados  en  medio  de  la  plaza,  á  presencia  de  los  jueces 
"  municipales,   de  los  ciudadanos  Gregorio  Avila,   que  contribuyó 
*'  con  el  género  suficiente  para  dos  mil  vestuarios,  Pedro   Gotay  y 
"  otros  muchos  de  los  principales  de  aquella  ciudad,  que  aun  exis- 
^'  ten  hoy  en  ella  para  comprobar  esta  verdad.  Como  este  fué  el 
'^  último  empréstito,   y  el  único  de  alguna  consideración  que  yo  a- 
''  signé  hasta  la  conclusión  de  la  guerra,  y  como  algunos  han  exa- 
"  gerado  su  valor,  y  tratado  de  tiránicas  las  medidas  que  se  toma- 
• '  ron  para  realizarlo,  no  me  ha  sido  posible  pasar  en  silencio  estos 
''  pormenores.  Si  hubo  alguna  severidad  contra  Pérez,  fué  provoca- 
"  da  por  su  misma  resistencia:  lo  exijia,  ademas,  el  orden  público 
' '  amenazado  por  los  soldados  leoneses,  cansados  ya  de  sufrir  la  es- 
"  casez  y  de  esperar  el  dia,  tantas  veces  prometido,  de  que  esta  ce- 
*'  sára;  y  lo  demandaba  imperiosamente  la  necesidad  de  marchar  á 
' '  disputar  el  paso  del  Lempa  al  enemigo.  El  único  atentado  que  yo 
*'  supiese  y  pudiera  remediar,  fué  cometido  por  el  capitán  Cervan- 
^'  tes,  que  arrancó  del  cuello  á  una  señora  prestamista  su  cadena  de 
''  oro,   por  lo  cual  fué  sentenciado  á  la  pena  de  muerte  y  fusilado 
''  en  la  plaza  de  San  Salvador.  Los  soldados  leoneses,  que  no  perte- 
^'  necian  á  ningún  gobierno  y  que  voluntariamente  se  hablan  pues- 
"  to  á  mis  órdenes,  espresaron  de  diversos  modos  sus  deseos  de  re- 
^ '  gresar  á  Mcaragua.  Al  coronel  Balladares,  que  se  propuso  evitar- 
*'  lo,  lo  amenazaron  haciendo  uso  de  sus  armas,  y  yo  solo  pude  lo- 
^'  grar  que  sesenta  soldados  continuasen  en  el  servicio.  Entre  tanto, 
"  el  general  Arzú  llegó  al  Lempa  con  una  fuerte  división.  Al.mo- 
^'  mentó  marché  á  evitarle  el  paso  de  este  rio,  y  lo  habria  consegui- 
'' '  do,  si  el  teniente  coronel  José  del  Posario  López  Plata  no  hubie- 
"  ra  descuidado  el  j)unto  por  donde  logró  aquel  desembarcar.  Dis- 
*'  minuida  mi  fuerza  por  la  deserción  de  los  leoneses,  tuve  que  re- 
' '  tirarme  á  Honduras  para  organizaría.  El  enemigo  que  marchaba 
"  á  mi  retaguardia,  llegó  hasta  la  ciudad  de  ISTacaome,  y  no  atre- 
^'  viéndose  á  perseguirme.por  el  camino  de  la  sierra,  que  habia  ya 


DE  OENTKO-AMÉKICa.  43 

'^  for tincado,  regresó  á  San  Miguel." 

2 — Don  Manuel  Montúfar  quedó,  en  calidad  de  Mayor  General, 
á  la  cabeza  de  la  división  que  permanecía  en  Mejicanos.  Arzú  ha- 
bla dividido  la  fuerza  sacando  la  tropa  que  condujo  al  Lempa  y  con 
la  cual,  en  seguida,  se  situó  en  San  Miguel. 

3 — Arce,Marure,Morazan  y  García  Granados  hablan  estensamente 
en  sus  Memorias  de  don  Manuel  Montúfar,  y  toda  la  prensa  centro- 
americana se  ha  ocupado  de  él  atribuyéndole  diferentes  caracteres 
y  presentándolo  bajo  distintas  fases,  no  solo  como  militar,  sino  co- 
mo político,  como  periodista  y  como  historiador.   Séame  permitido, 
por  tanto,  dar  alguna  idea  de  su  jjersona.  Procuraré  que  en  la  des- 
crixDcion  ni  los  vínculos  de  la  sangre  ni  las  afecciones  de  partido  e- 
jerzan  influencia  alguna.  Don  Manuel  Montúfar  no  fué  educado  en 
ninguna  escuela  politécnica,  ni  siguió  gradualmente  la  carrera  mi- 
litar. No  habia  hecho  estudios  universitarios,  ni  poseia  títulos  aca- 
démicos.  Tenia  conocimientos  generales,  debidos  á  su  aplicación  á 
las  ciencias  y  á  las  letras,  y  al  ejercicio  de  diversos  destinos  que  ha- 
bia desempeñado  desde  joven.  No  podia  llamarse  orador  distingui- 
do; pero,  como  dioe  Marure,  escribía  con  destreza,  y  su  pluma  era 
una  de  las  mas  acreditadas  de  Centro- América.  No  habia  viajado, 
y  su  educación  se  resentía  de  las  preocupaciones  guatemaltecas  de 
aquel  tiempo.  Oyó  decir,  desde  la  infancia,  que  procedía  de  las  fa- 
milias que  el  historiador  Juarros  hace  descender  de  don  Jorge  de 
Alvarado;  y  sin  fijarse  en  la  verdad  de  este  aserto,  ni  en  el  origen 
del  mismo  Alvarado  en  España,  ni  en  las  generaciones  nada  aris- 
tocráticas que  á  don  Jorge  sucedieron,  ni  en  lo  poco  que  vale  aun 
la  verdadera  nobleza  europea  después  de  la  gran  revolución  de  1789, 
tenia  la  debilidad  de  considerarse  de  elevada  alcurnia.  Era  enemigo 
de  la  revolución  de  Francia,  que  juzgaba  bajo  el  punto  de  vista  de 
los  horrores  de  1793.  Sus  amistades  mas  íntimas  se  hallaban  en  el 
círculo  de  las  familias  de  Aycinena  y  de  Pavón.  Montúfar  estaba 
siempre  rodeado  de  esos   conservadores  que  creen  que  no  se  puede 
ser  buen  guatemalteco  sin  aborrecer  al  resto  de  Centro- América. 
Su  amor  á  su  país  natal  lo  conduela  á  considerar  como  desagrada- 
ble todo  lo  que  estuviera  fuera  de  Guatemala.   Con  frecuencia  te- 
nia que  oir  á  hombres  tan  localistas  que,  trasladados  rápidamente  á 
Nueva  York,  considerarían  las  diferencias  entre  Guatemala  y  la  pri- 
mera ciudad  del  Nuevo  Mundo, como  defectos  déla  Union  america- 
na. Montúfar  mandando  en  jefe  una  fuerza,  jamás  manifestó  arrojo. 
Nunca  se  le  vio  uno  de  esos  rasgos  atrevidos  que,  en  circunstancias 
supremas,  salvan  las  situaciones.  Su  canlcter  civil  lo  dominaba  aun 
á  la  cabeza  del  ejército.  Trataba  á  los  jefes  que  le  estaban  subordi- 
nados, con  las  atenciones  que  dispensa  un  Secretario  de  Estado  a  los 
individuos  del  cuerpo  diplonuitico.  Ejecutando  órdenes  superiores 


44  RESECA   HISTÓRICA 

era  exactísimo.    La  idea  del  honor  ejercia  en  él  mas  influencia  que- 
los  sentimientos  que  produce  una  meticulosa  educación.  Pruébalo^ 
su  conducta|[al  frente  de  las  fortificaciones  de  Milingo,  donde  cum- 
plió á  sabiendas  ordenes  absurdas  del  presidente  Arce.  Las  Memo- 
rias de  Jalapa  revelan  su  inteligencia,  la  diversidad  de  sus   conoci- 
mientos y  la  corrección  de  su  lenguaje,  como  también  su  odio  á  los» 
liberales,  su  refinado  localismo,  su  saña  implacable  contra  el  gene- 
ral Morazan,  y  la  indignación  que  produce  á  los  hombres  que  han 
tenido  notable  infiuencia  en  su  país,  el  verse  reducidos  á  la  mas- 
completa  nulidad.  Montúfar  había  sido  amigo  de  don  José  Fran- 
cisco Barrundia.  Después  de  los  sucesos  del  año  de  29,  pudo  volver- 
á  Guatemala,  asegurando  á  Barrundia  que  no  tomaría  parte  en  nue- 
vas revoluciones  contra  los  liberales;  pero  la  energía  de  su  espíritu 
y  el  deseo  de  contribuir,  aunque  fuera  solo  con  su  phima,  á  un  cam- 
bio favorable  á  los  serviles,  jamás  le  permitieron  pasar  bajo  las  Hor- 
cas Candínas;  y  cuando  se  decretaron  indultos  y  amnistías  no  quiso' 
aprovecharlos.  Méjico  le  había  enseñado  que  el  hombre  en  su  país 
natal  no  es  un  pez  en  el  agua,  de  donde  no  puede  salir  sin  asfixiar- 
se. Montúfar  llegó  sin  dinero  á  la  República  mejicana.   Allí  formó' 
un  capital  y  permaneció  hasta  su  muerte.  Poco  antes  de  morir,  re- 
comendó  que  sus  restos  fueran  trasladados  á  Guatemala,  y  hoy  se- 
hallan  en  el  viejo  templo  del  estinguido  convento  de  San  Felipe. 

4 — El  Jefe  que  se  acaba  de  bosquejar,  con  sus  fuerzas  mutiladas 
y  después  de  todos  los  sufrimientos  que  Marure  refiere,  debía  to- 
mar la  plaza  de  San  Salvador,  que  se  hallaba  bien  fortificada  y  a- 
bundante  en  todos  los  elementos  que  faltaban  en  Mejicanos.  Dado 
el  carácter  de  Montúfar,  no  era  posible  esperar  que  un  acto  de  ar- 
rojo ó  de  osadía  salvara  la  situación.  El  envió  incesantemente  cor- 
reos á  don  Manuel  Arzú,  llamándolo  á  Mejicanos.  Unos  de  estos  fue- 
ron interceptados,  otros  llegaron  á  su  destino;  pero  Arzú  nunca  re- 
gresó. Es  de  creerse  que  este  Jefe  estaba  cansado  de  una  campaña 
en  que  tanta  influencia  tenían  los  hombres  civiles  á  quienes  él  no- 
podía  dirijir.  Probablemente  el  general  Arzú  comprendió  muy  bien 
que  la  situación  de  su  partido  exigía  un  arreglo  de  paz  que  tanta» 
veces  desecharon  las  personas  á  cuyas  órdenes  se  hallaba.  Síenda 
un  antiguo  Jefe  militar  y  habiendo  combatido  sin  éxito  á  los  sal- 
vadoreños en  mejores  circunstancias,  no  podía  dejar  de  ]3reveer  un 
término  funesto  para  la  causa  que  defendía. 

5 — Siguiendo  al  pié  de  la  letra  órdenes  de  la  capital  dirijió  á  los. 
pueblos  proclamas  que  dieron  un  resultado  fatal  á  los  invaso- 
res. En  una  de  estas  ofrecía  el  olivo  de  la  paz  á  los  salvadoreños  si" 
se  rendían,  y  los  amenazaba  con  los  horrores  del  esterminio  sí  per- 
sistían en  la  defensa  de  su  país.  San  Salvador  se  agitó,  y  hasta  las 
mugeres  y  los  niños  pidieron  armas  joara  el  combate.  Aquella  cax^i- 


DE  CENTEO-AMEKICA 


45 


tal  presentaba  entonces  el  espíritu  patriótico  que  hizo  célebre  á  Za- 
ragoza cuando  la  invasión  de  los  franceses.  Otra  proclama  de  Arzú, 
que  casi  testualmente  fué  dictada  en  Guatemala,  dice  asi:  "'Pueblos, 
vosotros  sois  testigos  de  que  el  sagrado  de  los  templos  es  muy  res- 
petado de  las  tropas  federales.  Pero  estas  no  pueden  permitir  que 
los  altares  sean  robados,  y  con  su  plata  y  alhajas  mantenga  el  ene- 
migo su  fuerza  y  les  haga  la  guerra.  Por  esto  y  porque  el  ejército 
debe  proteger  las  pi'ojnedades  de  los  pueblos,  se  os  excita  á  ocultar 
dicha  plata,  á  no  entregarla  á  los  enemigos  del  orcfen  y  en  caso 
necesario  á  que  se  remita  al  cuartel  general  para  que  en  él  se  ase- 
gure." 

6 — El  pueblo  del  Salvador  estaba  unido  contra  sus  invasores.  Lo 
reconoce  así  el  autor  de  las  Memorias  de  Jalapa  y  elogia  esa  virtud 
salvadoreña.  Llamar  enemigos  del  orden  á  los  que  defendían  sus 
hogares,  era  producir  una  impresión  fatal  en  todo  aquel  Estado. 
Asegurar  que  era  un  robo  á  los  altares  tomar  sus  alhajas  para  sos- 
tener una  defensa  que  se  creía  santa,  era  ponerse  en  pugna  con  las 
convicciones  generales.  Pedir  a  los  agredidos  sus  mismos  bienes 
l^ara  que  los  invasores  en  su  cuartel  general  se  encargaran  de  cus- 
.todiarlos,  era  inferir  una  ofensa  al  pneblo  salvadoreño. 


C^FITULO  SESTO. 

Rendición  de  Mejicanos. 

SUMARIO. 

1  —  Ultima  mctoria  de  Montúfar — 2.  Ataque  de  Quezaltepeque— 
:>.  Agitación  en  Guatemala — 4.  Enxvo  de  auxilios  á  Mejicanos 
y  sus  resultados — 5.  Espedicion  del  coronel  Valdes  para  prote- 
ger un  convoy — 6.  Efectos  que  produjo  en  Guatemala  la  pérdi- 
da de  este  convoy — 7.  Contra-sitio  de  Mejicanos — 8.  Capitula- 
eion-^-Q.  Los  vencidos  en  Mejicanos  llegan  á  San  s^f^^-^^'^nr. 


1 — Montúfar  levantó  una  milicia  local  en  Quezaltepeque,  á  i)e- 
sar  de  su  aflictiva  situación.  La  mando  levantar  igualmente  en  San- 
ta Ana,  Sonsonate  é  Isalco;  pero  el  éxito  no  correspondió  á  sus  de- 
seos. La  fuerza  de  su  mando  se  componía  en  su  mayor  parte  de  en- 
fermos. Los  soldados  que  se  hallaban  con  salud  eran  solo  suficien- 
tes para  defender  las  trincheras  con  el  auxilio  de  la- artillería.  En 
'\sta  situación  calamitosa  se  verificó  el  ataque  del  ;U  de  julio  de  1828¿ 
Los  salvadoreños,  con  fuerzas  superiores  á  las  que  defendían  la  pla- 
/íi  de  Mejicanos,  la  atacaron  por  diversos  puntos.  Después  de  algu- 
nas horas  de  combate,  fueron  rechazados  y  perditu'on  toda  su  arti- 
llería. Montúfar  tenia  las  fuerzas  necesarias  para  sostener  con  difi- 
cultad un  combate  entre  trincheras;  ]M'ro  carecía  do  liombi^os  y  de 
t-lementos  para  marcliar  sobre  San  Salvador  y  tomar  aquella  ])laza. 
VA  se  queja  amargamente  en  sus  Memorias  de  que  el  general  Ai^zú 
lo  hubieiu  a]);nid()nad();  dice  que  si  todas  las  fuer/as  hul»ii»nin  osta- 
(lo   reunidas  en  Mejicanos,  la    sitimciou  d»'  hi  cniniíana  habría  sido 


48  EESEIíA    IIISTÓKICA 

diferente. 

2  —Los  salvadoreños  habían  sucumbido  en  las  trinclieras  de  Meji- 
canos; pero  nadie  los  perseguía.  Se  hallaban  en  su  propio  país  y 
contaban  con  la  gran  mayoría  del  Estado.  Bajo  estas  favorables  cir- 
cunstancias el  general  Juan  Prem  atacó  un  destacamento  que  se  ha- 
llaba en  Quezaltepeque  y  lo  derrotó  completamente.  El  autor  de  las 
Memorias  de  Jalapa  dice  que  Prem  puso  fuego  al  laueblo,  y  que 
dos  capitanes  fueron  asesinados  después  de  hechos  prisioneros  cuan- 
do se  les  conducía  atados  á  las  colas  de  los  caballos.  El  general  Gar- 
cía Granados  refiere  en  sus  Memorias  esa  acción  con  estas  lacónicas 
palabras:  ''El  14  de  agosto, Prem  atacó  un  destacamento  que  se  halla- 
"  ba  en  Quezaltepeque  y  lo  derrotó,  dispersándose  todos  los  que  no 
''  quedaron  muertos,  porque  según  el  uso  de  entonces,  no  se  dio 
*'  cuartel."  El  general  Morazan  no  habla  en  sus  Memorias  de  esta 
acción,  y  Marure  solo  dice  en  las  Efemérides  que  hubo  veintidós 
muertos  y  que  no  hay  noticia  del  número  de  heridos. 

3 — Cada  vez  la  oposición  contra  Aycinena  era  mas  pronunciada. 
Los  presbíteros  doctor  don  José  Mariano  Méndez  y  don  José  Anto- 
nio Alcallaga,  habían  sido  reducidos  á  prisión;  un  cura,  llamado  el 
l^adre  Casado,  estaba  desterrado  La  casa  de  don  Mariano  Fagoaga 
fué  allanada,  porque  en  ella  había  reuniones  de  hombres  desafec- 
tos al  Gobierno.  Don  Carlos  Salazar  también  había  sido  desterrado. 
Don  José  del  Valle  y  don  José  Francisco  Barrundía  estaban  vigila- 
dos. Don  Antonio  E-ivera  Cabezas,  aprehendido  en  el  departamen- 
to de  Chiquimula,  estuvo  á  punto  de  ser  pasado  por  las  armas  como 
Pierzon.  Algunas  influencias  lograron  salvarle  la  vida;  pero  se  le 
condujo  fuera  de  la  República  por  la  vía  de  Chiapas.  Todo  esto  era 
preciso  ejecutar  para  que  se  sostuviera  un  Gobierno  ilegítimo  bajo 
el  punto  de  vista  de  la  constitución  y  de  las  leyes  de  aquella  época. 

4 — Aycinena  haciendo  esfuerzos  sobrehumanos,  envió  tropas  de 
los  departamentos  de  Guatemala  y  Chiquimula  con  diner©  y  muni- 
ciones al  cuartel  general  de  Mejicanos.  Las  tropas  de  Guatemala  se 
desertaron  en  el  camino.  Solo  llegaron  á  Santa  Ana  algunos  solda- 
dos de  Chiquimula.  Esta  deserción  era  una  nueva  prueba  de  que  Ay- 
cinena estaba  combatido  por  la  opinión  j)úblíca,  en  el  mismo  depar- 
tamento de  la  capital.  El  hizo  dimisión  ante  la  Asamblea  del  Esta- 
do. Esta  dimisión,  en  concepto  de  muchos,  no  fué  sincera.  Tenia 
por  ñn  intimidar  á  los  hombres  mas  comprometidos  en  su  causa,  pa- 
ra que  redoblaran  sus  esfuerzos.  La  mayoría  de  la  Asamblea  esta- 
ba á  sus  órdenes,  y  la  renuncia  no  fué  admitida.  Entonces  los  ser- 
viles trabajaron  con  empeño  por  hacer  creer  al  pueblo  que  los  sal- 
vadoreños no  aspiraban  á  restablecer  las  autoridades  caídas  el  año 
de  26,  ni  á  que  reapareciera  el  Congreso  Federal,  ni  á  que  la  con- 
ducta de  Arce  fuera  juzgada  por  los  legítimos  representantes  de 


DE  CENTKO- AMERICA.  49 

€eiitro-Amónca,  sino  á  destruir  á  Guatemala.  En  arengas  á  la  tro- 
lla los  jefes  serviles  señalaban  los  edificios  de  la  Catedral  y  San  Fran- 
cisco, de  Santo  Domingo  y  la  Merced,  presentándolos  como  mara- 
villas del  arte  y  como  el  objeto  de  una  vivísima  envidia  de  los  sal- 
vadoreños. Se  aseguraba  al  ejército,  que  nopudiendo  aquellos  hom- 
bres trasladar  á  su  país  tan  suntuosos  templos,  se  hablan  empeñado 
en  demolerlos  ^jara  que  Guatemala  no  pudiera  gloriarse  de  ellos. 
Muchos  de  los  serviles  hacían  befa  públicamente  de  la  x)ronuncia- 
cion,  del  vestido,  de  las  maneras,  de  las  costumbres  y  de  cuanto 
había  en  el  Estado  vecino,  para  que  fuera  cada  vez  mas  odioso 
al  x)ueblo  de  Guatemala.  Estos  rudos  ataques  á  los  salvadoreños, 
han  tenido  una  grande  inlluencia  en  la  suerte  de  Centro-Amé- 
rica. Los  odios  que  existían  en  las  provincias  desde  antes  de  la  In- 
dependencia, aumentados  con  las  dos  invasiones  imperiales,  se  exa- 
cerbaron, y  en  lo  de  adelante  han  sido  un  muro  de  bronce  que  no 
han  podido  penetrar  los  hombres  políticos  de  ambos  países,  cuando 
mas  han  anhelado  la  reorganización  de  Centro- América.  Todos  es- 
tos esfueraos  pudieron  obtener  que  una  parte  de  la  tropa,  creyen- 
do de  buena  fé  que  no  había  en  las  autoridades  ni  en  el  pueblo  del 
Salvador  mas  fin  que  aniquilar  completamente  á  Guatemala,  ix)r 
envidia  de  su  grandeza,  combatiera  con  denuedo  hasta  los  últimos 
momentos. 

5 — Informado  don  Manuel  Montúfar  por  el  Comandante  de  Santa 
Ana,  del  día  en  que  los  recursos  llegados  de  Guatemala  debían  sa- 
lir para  Mejicanos,  envío  á  su  encuentro  al  coronel  Valdés  con  100 
hombres.  El  general  Prem  que  todo  lo  observaba,  marchó  con  una 
fuerza  superior  sobre  Valdés  y  lo  derroto  completamente  en  Que- 
zaltepeque  el  25  de  agosto  de  828.  Hubo  32  muertos  y  26  heridos. 
Los  soldados  de  Valdés  que  no  habían  quedado  fuera  de  combate 
huyeron  en  todas  direcciones.  Cien  hombres  m^nos  con  su  corres- 
pondiente armamento  y  municiones,  debilitaban  considerablemen- 
te la  plaza  de  Mejicanos.  Prem  se  dirigió  sobre  el  convoy.  Para  a- 
tacarlo  reunió  todas  sus  fuerzas  disponibles  y  todas  sus  i)artidas  vo- 
lantes. Se  emboscó  en  un  punto  llamado  el  Nance,  dio  una  sor- 
presa ti  la  escolta  que  conducía  los  recui'sos  que  tanto  se  necesita- 
ban en  Mejicanos,  y  se  apoderó  de  ellos. 

6— La  noticia  de  estas  desgracias,  produjo  á  los  serviles  de  Gua- 
temala, nna  imx^resion  dolorosísima.  El  dinero  que  con  tantos  sacri- 
ficios había  estraido  A  y  cí  nena  de  los  prop¡(»tarios  para  el  sosten  de 
sus  tropas,  no  solo  no  habhi  llegado  á  estas,  sino  que  se  luillaba  en 
p(;der  del  enemigo.  Se  había  trabajado  y  hecho  sacrificios  estraonli- 
naríos  i)aia  aumentar  los  recursos  délos  salvadoreños,  á  qiiienes  ca- 
da vez  se  i)resentaba  en  las  arengas  y  en  los  sermones  con  carac- 
teres mas  odiosos.  Algunas  mugeres  que  creían  en  las  profecías  de 


50  KESEÑA  HISTÓRICA 

la  madre  Teresa,  acudían  á  la  reja  y  al  torno  de  su  convento  pidien- 
do esplicaciones  de  lo  que  pasaba.  La  monja,  empleando  un  len- 
guaje místico,  contestaba  que  esas  pruebas  las  exijia  el  cielo:  que 
era  preciso  esperar  con  resignación  y  redoblar  los  esfuerzos. 

7 — ''  Fué  contrasitiado  Mejicanos,  dice  don  Manuel  Mon tufar: 
''  Prem  se  situó  en  Apopa,  y  otras  divisiones  se  situaron  en  diver- 
'*  sos  puntos:  faltaron  los  víveres,  el  hambre  comenzó  á  sentirse,, 
''progresó  la  enfermedad,  y  las  lluvias  fueron  mas  rigurosas."  El 
general  Morazan  se  espresa  así:  "Prem  disciplinó  algunas  comiDa- 
''  ñias,  y  colocándose  con  ellas  á  retaguardia  del  enemigo,  le  inter- 
"  ceptaba  los  convoyes  y  aprisionaba  á  los  reclutas  que  venían  de 
''  Guatemala,  batia  las  fuerzas  que  salían  del  cuartel  general  de  los 
'•  sitiadores,  en  busca  de  víveres,  y  alentando  con  todos  estos  lie- 
"  ellos  al  pueblo,  hizo  á  los  soldados  concebir  esperanzas  de  un 
''  próximo  triunfo  y  creer  al  coronel  Montúfar,  jefe  del  ejército  si- 
"  tíador,  que  se  hallaba  sitiado."  En  18  de  setiembre,  Prem  que  sa- 
bia la  escasez  de  víveres  que  había  en  Mejicanos  y  que  estaba  au- 
xiliado por  el  coronel  francés  Terrelonge  que  mandaba  la  caballería,, 
ejecutó  una  hábil  maniobra  para  engañará  los  guatemaltecos  y  ven- 
cerlos con  mas  rapidez.  Hizo  que  se  colocaran  unas  yuntas  de  bue- 
yes á  la  falda  del  volcan  que  está  á  distancia  como  de  media  legua. 
Este  ganado  se  divisaba  desde  Mejicanos.  Montúfar  envió  al  mayor 
Vera  con  160  hombres  para  tomar  las  reses.  Prem  dejó  que  Yera 
llegara  hasta  la  falda  del  volcan,  que  se  apoderara  del  ganado  y 
que  con  él  contrama  rehará  á  Mejicanos.  Entonces  Prem  salió  al  en- 
cuentro de  Vera  y  lo  atacó  en  los  estrechos  y  barrancosos  callejo- 
nes del  volcan.  "Vera,  dice  Montúfar,  peleó  con  un  valor  desespe- 
'•'  rado  y  se  rindió  con  diez  hombres,  después  que  toda  su  trox)a  f  ué- 
"muerta  ó  prisionera. "  El  autor  de  las  Memorias  de  Jalapa,  atri- 
buye todas  estas  desgracias  á  la  fatalidad,  sin  conceder  á  Prem  la 
pericia  que  desplegó  en  toda  la  campaña.  Montúfar  para  proteger 
el  convoy,  había  perdido  100  hombres  á  las  órdenes  de  Yaldés  y  pa- 
ra conducir  el  ganado  á  Mejicanos  160  á  las  órdenes  de  Vera.  Dos- 
cientos sesenta  combatientes  menos  en  aquellas  circunstancias,  casi 
dejaban  desmantelada  la  plaza  de  Mejicanos.  Prem  comprendiendo 
la  situación,  dio  un  ataque  á  las  trincheras,  y  después  de  algunas 
lloras  de  fuego,  tuvo  necesidad  de  retirarse,  pero  no  hasta  la  plaza 
de  San  Salvador.  Conservó  algunos  puntos  intermedios  y  fué  estre- 
chando el  sitio  por  instantes;  ya  los  guatemaltecos  no  podían  tomar 
agua  de  los  arroyos  que  abastecen  al  ptieblo.  Montúfar  esperaba 
auxilios  como  único  medio  de  salvación  y  con  la  misma  ansiedad 
eon  que  Massena  asediado  en  Genova  aguardaba  á  Suchet;  pero  ni 
los  incesantes  llamamientos  que  al  general  Arzú  se  hacían,  ni  el  ca- 
ñón que  tronaba  en  Mejicanos,  pudieron  obligar  á  este  Jefe  á  socor- 


DE  CENTRO-AMÉKICA  51 

rer  á  una  fuerza  que  sucumbía. 

8 — Viendo  el  coronel  Montúfar  que  era  imjjosible.  sostenerse  por 
mas  tiempo,  propuso  una  capitulación,  que  fué  aceptada.  Se  esti- 
puló que  hasta  la  conclusión  de  la  guerra  don  Manuel  y  doa 
Juan  Montúfar,  el  coronel  Pérdomo,  don  José  Antonio  Palomo- 
Montúfar,  don  José  Batres  Montúfar,  y  otros  seis  oficialee  queda- 
ran prisioneros.  Los  demás  oficiales  y  tropa  i)odian  retirarse  á  Gua- 
temala. También  se  estipuló  que  seria  respetado  el  derecho  de  gen- 
tes en  la  persona  del  Jefe  vencido  y  de  los  otros  prisioneros. 

9 — El  autor  de  las  Memorias  de  Jalapa,  se  queja  amargamente  dé- 
los  salvadoreños.   No  los  conocía  bien,  ni  pudo  comprender,  por 
las  circunstancias  difíciles  en  que  se  hallaba,  el  juicio  que  ellos  ha- 
bían formado  de  su  i)ersona.  Montúfar  habia  invadido  el  Estado  y 
contribuido  con  su  cooperación  y  sus  consejos  á  las  dos  invasiones 
anteriores.  Los  incendios,  la  devastación  y  la  muerte  que  habían 
despedazado  el  Estado  del  Salvador,  se  atribuían  á  su  cooperación 
en  gran  parte.  Sin  embargo,  al  entrar  los  prisioneros  á  San  Salva- 
dor, solo  una  que  otra  voz  se  oyó  contra  ellos,  y  en  medio  de  la  e- 
fervescencia  de  las  pasiones,  las  familias  mas  notables  les  prodiga- 
ban auxilios,  manifestando  grande  ínteres  por  su  suerte.  Era  impo- 
sible que  el  Jefe   vencido,    después  de  una  lucha  tan  desastrosa, 
fuera  recibido  con  los  brazos  abiertos  por  todos  sus  enemigos.  La 
guerra  no  había  terminado.  Arzú  estaba  con  sus  fuerzas  en  el  ter- 
ritorio del  Estado,  é  iba  á  abrirse  una  nueva  campaña.    Montúfar 
no  era  solo  el  enemigo  de  ayer,  podía  también  serlo  el  de  mañana^ 
y  era  preciso  no  permitirle  el  regreso  á  su  país.  El  coronel  Montií- 
far,  observando  los  acontecimientos  de  Centro-América  desde  Mé- 
jico,  debe  haber  hecho  justicia  á  los  salvadoreños,  comparando  la 
suerte  de  los  vencidos  en  Mejicanos,  con  el  tratamiento  que  se  di5 
al  general  Guzman  vencido  en  Quezal tenango,   y  con  la  espantosa 
matanza  de  salvadoreños  que  á  sangre  fría  hicieron  los  serviles  el  lí> 
de  marzo  de  1840. 


■♦--♦- 


C^J^ITULO    SÉTIMO 

Triunfo  de  Morazan  en  San  Antonio  j  otros  «ttceaofl  haata  el  pro* 

nunciaraiento  de  la  Auticrua. 

BUMARIO. 

l—Belaeimí  hecha  por  el  general  Morazan  de  su  regreso  áUondu- 
raif^  de  la  acción  de  8an  Antonio  y  de  stut  consecuencias^  en  res- 
puesta á  IfJH  cargos  que  se  le  han  hecho — ¿.  Regreso  de  Morazan  á 
San  Calcador— '¿,  JJexreto  de  la  Asamblea  de  (Juaíernala  niau- 
da/ido  renovar  las  autoridades  del  Estado — 4.  Jiecolucioié  tu 
(iuezaUenango—h,  Espulsiou  de  Arce  del  Estado  del  Salmdor^ 
referida  por  Morazan— O,  Conferencias  de  Ahuachapan^  pronio 
cidaspar  los  costaricenses—l.  Pronunciamienio  de  la  Antigua, 


l~'*En  po(x>s  días, (Yu*^  <  '  .j  Morazan,  pode  aanientar  la  di- 

**  vwion  tiXi  la  ciudad  de  'J  !l*a  y  volví  con  *^lla  nobre  la  rob»- 

**  ma  ciudad  de  San  Miguel.  Ei  general  Arzú  ocupaba  entór 
*' cha  ciudad,  que  íx>r  una  ui:     '     'orzada  anienac/»  atacar.    «.'...-- 
*'  aquel  Jí'fe  no  quíMÍa  comii  un  acción,  m  retiró  por  la  ri- 

'*  lia  de  Usulutan  imra  atravetiar,  de«pue«,  el  llano  de  la  Paba^  y 
**  tomar  el  nimíno  del  dni^jiit  de  (iradas,  ooD  el  objeto  de 

**  pa«ar  á  íiuatemala.    Yo  qu*     aba  esta  retárada*  me  coloqaí- 

**  píir  un  niovimi«*nto  de  flanco  en  aquel  llano,  al  tienijio  miamo  qoe 
**  la  vanguardia  eneniiíra  tonialni  iK>si<ion  en  la  margen  Ixqulerda 
'*  de  un  arroyo  j)rofundo.  Km  hu  niini  diiiputamoii  eete  paao,  ]«rm 
**  ¡KKler  evitar  la  cK'upacion  de  la  hacienda  de  San  Antonio,  en  \M 


54  RESENA   HISTÓKIOA 

"•'  que  comienza  á  elevarse  la  sierra  por  donde  liabia  pensado  reti- 
''  rarse.  Pero  fué  arrollada  y  arrojada  al  llano  en  donde  estaba  for- 
^'  mada  su  retaguardia,  dejando  en  nuestro  poder  un  canon.  La  lia- 
"-'  cienda  fué  en  seguida  ocupada  por  nosotros,  y  los  contrarios  pa- 
"^ '  saron  la  noche  deliberando.  Al  amanecer  se  me  aseguró  que  de- 
^'  seaban  capitular.  Al  efecto,  hablé  con  el  teniente  coronel  Anto- 
'"'  nio  Aycinena,  que  habia  sucedido  en  el  mando  al  general  Arzú. 
■' '  Me  ofreció  aquel  Jefe  entregar  las  armas  y  quedar  prisionero  con 
^'  sus  principales  soldados;  pero  no  á  disposición  del  Gobierno  del 
'' Estado  del  Salvador." 

''La  capitulación  que  redacté,  fué  firmada  inmediatamente,  y  con 
"  sorpresa  vieron  los  enemigos,  que  cuando  ellos  hablan  convenido 
■'^  ya  en  ser  mis  prisioneros  de  guerra,  se  les  dejaba  en  libertad  para 
''  volver  á  Guatemala,  suministrándoles,  ademas,  el  dinero  necesa- 
""  rio  para  el  prest  del  soldado  y  concediéndoles,  por  una  gracia, 
'''  todo  16  que  solicitaban.  Aunque  nunca  me  arrepentí  de  haber  ob- 
'"  servado  esta  conducta,  poco  dias  después,  tuve  el  disgusto  de  sa- 
'''  ber  que  el  enemigo  saqueaba  los  pueblos  del  tránsito,  y  habia  co- 
'''  metido  un  asesinato,  en  pago  de  la  generosidad  con  que  se  le  tra- 
' '  tó,  violando  así  la  caiDÍtulacion  que  se  acababa  de  firmar,  en  la 
■"'  que  se  habia  consignado  un  artículo  á  la  seguridad  de  estos  mis- 
"  mos  pueblos.  Un  Jefe  militar  del  Estado  del  Salvador,  que  con 
^^  dos  compañías  ocux)aba  Ocotepeque,  por  donde  aquellos  debieran 
'*'  pasar,  recibió  de  los  pueblos  iguales  quejas,  y  redujo  á  algunos 
■^ '  oficiales  á  irrisión,  por  orden  de  su  Gobierno,  á  quien  yo  liabia 
'^'  dado  conocimiento  de  aquellos  hechos.  Aunque  siempre  he  crei- 
^^  do  que  el  jefe  Aycinena  no  los  mandó  ejecutar,  él  es,  sin  embar- 
único  responsable  de  ellos  por  haber  abandonado  la  tropa  á 

su  propia  suerte,  forzando  sus  marchas  para  llegar  á  Guatemala 
''  con  todos  sus  jefes  y  oficiales  allegados." 

2— El  triunfo  de  San  Antonio  dejó  enteramente  libres  de  invaso- 
Tes  á  los  Estados  del  Salvador  y  Honduras.  Morazan  era  el  hombre 
de  la  situación.  El  entró  de  triunfo  á  San  Salvador  el  23  de  octu- 
bre, y  desde  entonces  se  hicieron  preparativos  para  una  espedi- 
cion  que  viniera  á  Guatemala,  á  derrocar  á  Aycinena  y  á  todas 
ias  autoridades  llamadas  intrusas  del  año  de  26,  á  fin  de  no  permi- 
tirles que  con  la  calma,  la  quietud  y  la  paz,  volvieran  á  adquirir 
fuerza  y  valimiento,  y  emprendieran  nuevas  maquinaciones  contra 
los  Estados.  La  guerra  ofensiva  era  indispensable  al  partido  liberal 
para  impedir  que  los  serviles,  relia(?iéndose  de  sus  enormes  pérdi- 
das, volvieran  á  colocarse  en  situación  de  destruirlo.  Era  preciso  no 
abandonar  á  los  guatemaltecos  perseguidos  por  Aycinena  y  á  todos 
los  que  habían  simpatizado  con  los  salvadoreños,  quienes  ofrecían 
al  general  Morazan  su  cooperación  para  que  triunfara  en  Gu atenía- 


is 


DE  CENTÜO-AMERIOA  00 

la.   La  demora  en  el  movimiento  era  una  pérdida.  Se  necesitaba  pro- 
-c-eder  con  celeridad  y  así  se  hizo. 

3— El  veinte  de  octubre  la  Asamblea  de  Guatemala  decreto  la  to- 
tal renovación  de  todos  los  poderes.  Este  decreto  no  podia  salvar  la 
situación.  Arce  estaba  fuera  del  mando,  odiado  por  los  salvadoreños, 
•siendo  objeto  del  desprecio  y  el  ludibrio  de  los  serviles,  espantado 
de  las  defecciones  y  devorado  por  los  remordimientos.  El  viee-pre- 
sidente  Beltranena  ejercía  el  Poder  Ejecutivo  Federal,  sin  mas  ra- 
zón que  no  tener  voluntad  de  entregar  el  mando  al  Presidente.  Bel- 
tranena y  don  Mariano  Aycinena  eran  parientes  y  amigos.  Bajo  el 
influjo  de  ambos  ¡5e  renovaron  las  autoridades  del  Estado  de  Gua- 
temala. La  renovación,  bajo  tales  auspicios,  solo  dio  por  resultado 
algunos  cambios  de  nombres,  sin  que  saliera  el  poder  de  manos  de 
los  serviles.  Aycinena  y  casi  todos  los  funcionarios  fueron  reelectos. 
Si  Valle  hubiera  aceptado  la  vice-Presidencia  de  Centro- América 
cuando  se  le  arrebato  la  i3rimera  magistratura,  los  asuntos  públicos 
habrían  tomado  otro  giro.  Valle  al  lado  de  Arce  habria  encamina- 
do los  acontecimientos  de  muy  diferente  manera.  Si  el  Presidente 
se  hubiera  negado  á  oirlo,  al  ejercer  el  Poder  Ejecutivo  en  una  de 
tantas  veces  que  Arce  tuvo  necesidad  de  abandonar  el  mando,  las 
Instituciones  liberales  se  hubieran  salvado;  mas  en  la  situación  en 
que  entonces  se  hallaba  Centro-América,  no  habla  mas  remedio  que 
las  armas  ni  otra  esperanza  que  los  azares  de  la  guerra. 

4 — El  5  de  noviembre  hubo  una  conjuración  en  Quezaltenango 
contra  las  autoridades  de  Aycinena.  Al  frente  de  los  conjurados  se 
hallaba  el  oñcial  Ángel  Sánchez  y  el  diputado  Juan  Paz.  Asaltaron 
el  cuartel  y  fué  reducido  á  prisión  el  Jefe  Político;  pero  atacados 
por  algunos  grupos  del  i)ueb]o,  sucumbieron,  quedando  muertos  los 
cabecillas  y  tres  individuos  mas.  Aycinena,  comprendiendo  que  el 
espíritu  de  fanatismo  habla  influido  en  la  contra-revolución,  se  pro- 
puso fomentarlo. 

5 — ' Tocos  dias  después  de  mi  llegada  á  San  Salvador,  dico  el  ge- 
^'  neral  Morazan,  recibió  el  jefe  político,  ciudadimo  Manuel  Kodri- 
^*  guéz, orden  del' Ministerio  para  hacer  salir  del  Estado  al  pi*es¡dente 
*'  Arce,  que  desi3ojado  ya  del  Gobierno  existia  en  la  ciudad  de  Santa 
^'  Ana,  x^orque  su  permanencia  en  ella  em  perjudicial.  Una  persona 
^'  afecta  almismo  Arce  me  suplicó  evitase  á  este  Jefe  el  disgusto 
"  de  ser  conducido  hasta  el  rio  de  Paz  por  una  partida  de  soldados 
^'  que  tenia  ya  preparada  el  Jefe  Político.  No  quise  perder  la  oca- 
*' sion  de  acreditar  á  Arco  que   habia  yo  olvidado  la  memoria  que 
**  hizo  de  mí,  en  la  lista  que  dirigió  al  coronel  Milla,  pam  que  en 
'  uni(m  de  otros,  me  rcMuitieni  preso  a  Guatemala, .Já  posar  del  sal- 
vo-conducto que  me  dio  este  Jefe.  Con  aquel  objeto  mandé  al  co- 
ronel Gutiérrez  que  comunicase  al  Presidente]  la  orden  del  Go- 


56  RESEÑA  HISTÓRICA 

^'  bienio,  y  le  espresase  mis  deseos  de  evitarle  el  compromiso  en 
^'  que  podia  colocarlo  su  permanencia  por  mas  tiemj)o  en  Santa  Ana, 
''  Pero  este  hecho  lo  tuvo  Arce  por  nn  agravio,  según  se  espresa  en 
''  sus  Memorias,  aunque  yo  lo  consideraba  como  un  servicio,  pues- 
''  to  que  le  suplicaba  lo  que  podia  mandarle  con  el  mismo  derecho 
''  que  él  quiso  se  me  condujese  preso  á  Guatemala.  Con  el  mismo 
''  derecho  digo,  porque  él  usó  de  la  fuerza  para  obrar  contra  mí,  no 
"  estando  autorizado  por  la  ley,  y  yo  podia  haber  usado  también 
**  de  esta  fuerza  en  justa  represalia,  cuando  me  tocaba  mi  vez." 

Q — Costa-Bica  por  la  distancia  á  que  se  halla  de  Guatemala,  esta- 
ba menos  espuesta  á  las  maquinaciones  del  partido  servil.  Durante 
el  régimen  colonial  Costa- Rica  estuvo  abandonada.  Ese  abandono^ 
si  bien  no  permitió  que  le  quedaran  palacios,  grandes  templos  y  mu- 
rallas, tampoco  dio  lugar  á  que  los  españoles  imprimieran  allí  su 
índole  ni  sus  costumbres.  Por  lo  mismo  los  costa-ricenses  han  esta- 
do siempre'^mas  dispuestos  que  otras  secciones  de  la  América  latina 
á  aceptar  los  progresos  compatibles  con  las  circunstancias  del 
país.  El  juicio  que  en  Costa-Hica  se  formó  de  la  revolución, 
y  que  tanto  elogia  [el  señor  Marure  en  el  tomo  segundo  del 
* 'Bosquejo  [Histórico",  es  bastante  recomendable.  La  cuestión  que 
se  debatía  no  era  de  tanto  ínteres  para  los  costa-ricenses  como 
para  los  otros  Estados  de  la  nación.  El  Gobierno  de  Aycinena  era 
fatal  para  el  Salvador  y  Honduras,  Estados  limítrofes;  pero  su  in- 
fluencia maléfica  no  alcanzaba  del  mismo  modo  á  CostaRica.  Cos- 
ta-Rica contribuía,  conforme  á  la  ley,  con  hombres  y  dinero  al  sos- 
tenimiento del  Gobierno  Federal  y  veia  con  profundo  pesar  que  la 
sangre  de  sus  hijos  se  derramara  por  solo  exigirlo  el  partido  aristo- 
crático. Dados  estos  precedentes,  no  debe  estiañarse  que  los  costa- 
ricenses,  durante  esta  prolongada  lucha,  hayan  hecho  esfuerzos  por 
restablecer  el  orden  y  la  regularidad  en  la  República.  El  último 
esfuerzo  que  de  ellos  procedió  fué  'una  reunión  en  Ahuachapan,  de 
comisionados  de^Guatemala  y  el  Salvador,  y  el  envío  á  ella  de  don 
Manuel  Aguilar;  pero  esas  conferencias  fueron  tan  estériles  como 
las  que  antes  se  habían  tenido  en  la  casa  de  Esquibel,  y  contiíiuó  la 
guerra. 

7 — El  doctor  donpíariano  Galvez,  uno  de  los  hombres  de  gran  ca- 
pacidad, mas  enemigos  del  gobierno  de  Aycinena,  y  que  mas  in- 
fluencia lian|tenido  en  los  negocios  públicos  de  Centro- América,  es- 
taba víjilado,  y  solo  se  le  permitía  residir  en  la  Antigua.  Galvez 
faé  allí  el^^centro  de  todos  los  desafectos.  Como  hábil  diplomático, 
no  exhibía  [sus  planes;  pero  sin  dar  lugar  á  ultrajes  ni  á  procedi- 
mientos contra  su  persona,  fomentaba  el  desagrado  y  contribuyó  á 
un  pronunciamiento];que  se  verificó  el  22  de  enero  de  1829.  La  ox3Í- 
nion  pública  estaba  tan  dispuesta  á  ese  pronunciamiento,  que  con- 


DE  cí:]stko-america.  57 

toba  con  los  primeros  funcionarios  de  la  Antigua.  El  jefe  político 
don  Sebastian  Morales,  concurría  á  las  juntas  revolucionarias.  Es- 
tas acordaron  no  reconocer  mas  autoridades  que  las  disueltas  ilegal- 
mente  en  1826,  y  poner  el  departamento  bajo  la  protección  del  ge- 
neral Morazan.  El  mismo  Morales  condujo  á  San  Salvador  los  plie- 
gos que  se  dirijian  á  Morazan.  La  revolución  inmediatamente  tuvo 
en  su  apoyo  mas  de  600  hombres  y  se  dio  á  Raoul  el  mando  militar. 
Este  Jefe  no  lo  aceptó,  no  por  falta  de  deseos  de  servir  á  la  cansa 
liberal,  sincj  porque  creia  que  el  pronunciamiento  no  podría  soste- 
nerse faltando  en  la  Antigua  elementos  de  guerra  y  hallándose  to- 
davia  el  general  Morazan  en  San  Salvador.  La  negativa  de  Raoul 
produjo  el  desaliento,  y  los  antigüenos  se  vieron  sin  un  Jefe  de  pres- 
tigio que  pudiera  sostener  la  situación.  El  teniente  coronel  don  Jo- 
sé Vicente  Garcia  Granados,  marchó  al  siguiente  dia  soTíi-e  la  An- 
tigua con  una  división,  y  los  pronunciados  se  disolvieron  sin  hacer 
resistencia.  Garcia  Granados  entró  en  la  Antigua  sin  haber  dispa- 
rado un  tiro,  y  puso  en  libertad  á  algunos  hombres  que  habian 
sido  detenidos  por  afectos  á  Aycinena  y  á  quienes  no  se  había  he- 
cho daño  alguno.  Muchos  de  los  mas  comprometidos,  al  acercarse 
las  fuerzas  de  Garcia  Granados,  huyeron  á  aumentar  las  tilas  del 
general  Morazan.  El  pronunciamiento  de  la  Antigua,  hizo  ver  á  es- 
te Jefe  el  estado  de  la  opinión  en  Guatemala  y  manifestó  al  Go- 
bierno de  San  Salvador,  que  era  necesaiio  innií'liMT-  siu  tardanza  so- 
bre la  cax)ital  del  Estado. 


C^FITUl.O    OCTAVO 

Sitio  y  capitulación  de  Guatemala- 

SUMARIO. 

—Primer  movimiento  del  general  Morazan—2,  Fortíflcacionei  de 
Guatemala— '6.  Fuerzas  con  que  contaba  el  v ice- Presidente  de 
la  República  y  él  jefe  Aycinena — 4.  Invasión  de  Chiquíviula — 
5.  Los  salvadoreños  en  Corral  de  Piedra — 6.  Se  sitúa  una  dtrj 
sion  en  Aceituno — 7.  Acción  de  la  garita  del  Golfo — 8.  J/"/  */ 
zan  en  la  Antigua.  Organización  allí  del  Gobierno  del  Esta- 
do— 9.  Medidas  de  Aycinena  para  combatir  á  las  autoridades 
de  la  Antigua — 10.  Don  Agustín  Prado  es  fiambrado  mayor  gt- 
neral^  y  á  sus  órdenes  coniinv/)  la  defensa  de  1u  plaza — 11.  Ac- 
ción de  Mixco — 12.  Consecuencias  de  esta  acción — 13.  Acción  d< 
^an  Miguelito^  referida  por  el  general  Morazan — 14.  Conferen- 
cias de  Qastañaza — 15.  División  de  las  fuerzas  del  general  Mo 
razan— IQ.  Batalla  de  l^as  Charcas^  referida  por  elJefe  rema- 
dor— 17.  Descrédito  de  los  jrfes  serviles  á  los  q/os  de  sus  mis- 
7nos  partidarios:  gran  nombradla  de  Morazan — 18.  Situación 
de  Morazan^  referida  por  ti  mismo:  confeteneiae  deBállesttn^: 
nroi/ecto  de  tratado— \\).  Regreso  de  la  primera  divMon.  falsos 
rumores^  preparativos  para  la  toma  de  laplaia — 20.  Movimien- 
tos militares  de  los  días  7,  8,  O  y  10  de  abril,  presentadas  por 
Raoul  en  un  parte  circunstanciado  á  los  gobiernos  aliados^ 
21.  iVota  de  don  Mariano  Aycinena  al  general  Moraxan--^.  Gra- 
ves reflexiones — 23.  Contestación  de  3forasan  d  don  Mariano 
Aycinena— 24  Ohserrario/ies—^,  Nota  de  dan  Mariano  Aj^i- 
nena  al  general  Morazan— 2(\,  ObsermcionesSl,  Contestación 
de  Moraza7i'-'2S,  Continuación  de  las  hostilidades:  ¡MÍni> 


60  '  KESE5ÍA    IIISTÓKICA 

don  Mariano  Aycinena — 29.  Nota  de  don  Mariano  Aycinena  al 
general  Morazan — 30.  Envío  de  comisionados  para  capitular — 
31.  Puntos  prem amenté  convenidos — 32.  Citas  de  una  Mografia 
de  don  Manuel  Francisco  Pavón— '^'d.  Caj^itulacioii. 


1 — El  general  Morazan  disciplinó  fuerzas  en  el  Salvador  y  marchó 
sobre  Gruatemala  á  la  cabeza  de  un  ejército  de  2000  hombres^  com- 
j)uesto  de  liondurenses  y  salvadoreños.  Esta  fuerza  tomó  la  deno- 
minación de  ejército  aliado  protector  de  la  ley. 

2 — ^Una  triple  línea  de  defensa  guarnecía  la  capital.  ''La  primera  ó 
"  esterior,  dice  don  Miguel  G.  Granados,  comprendía  por  el  Sur,  lo 
"  que  era  conocido  con  el  nombre  de  Buena- Vista,  estendiéndose 
"  por  el  Oeste  hasta  la  Barranca  del  Incienso  y  por  el  Este  hasta 
''  mas  allá  de  la  Barranquilla.  Del  lado  del  Norte,  la  línea  se  trazó 
"  sobre  las  garitas  del  Golfo  y  de  Chinan  tía;  formando  así  un  perí- 
"  metro  de  Nor-Nordeste  á  Sur- Sur- Oeste,  y  de  tres  cuartos  de  le- 
''  gua  de  Este  á  Oeste.  En  cuanto  á  las  dos  líneas  anteriores,  conti- 
"  núa  el  mismo  autor,  de  las  cuales  solo  la  cercana  á  la  plaza  que- 
"  dó  concluida,  consistía  en  un  cordón  de  barricadas  o  parapetos, 
'"  llamados  aquí  impropiamente  trincheras.'' 

3 — El  Jefe  del  Estado,  con  el  auxilio  del  vice- Presidente  de  la  Re- 
pública, quien  se  hallaba  al  frente  de  un  simulacro  de  Poder  Eje- 
cutivo, por  la  única  razón  de  no  convenirle  que  el  presidente  Arce 
gobernara,  desplegó  estraordinaria  actividad  para  reunir  fuerzas. 
Pusiéronse  entonces  en  pleno  juego  los  recursos  del  arzobispo  Ca- 
saus,  de  los  frailes  y  de  las  monjas.  Se  vieron  palmas  en  el  cielo, 
emblema  de  la  gloria  que  esperaba  á  los  que  murieran  defendiendo 
á  don  Mariano  Aycinena;  la  madre  Teresa  redobló  sus  conferen- 
cias con  la  Divinidad;  los  monjes  salieron  por  los  barrios  y  por  los 
pueblos  predicando  que  se  trataba  de  defender  la  religión,  y  que 
destruirla  era  el  único  objeto  del  ejército  invasor.  Estos  sermones 
iban  acompañados  de  algunos  decretos  y  estrictas  órdenes  genera- 
les llamando  á  las  armas  á  todos  los  guatemaltecos  y  amenazándo- 
los con  las  penas  mas  severas  si  no  acudían  al  llamamiento.  A  joe- 
sar  de  tantos  esfuerzos  combinados,  solo  dos  mil  hombres  pudie- 
ron levantarse  en  todo  el  territorio  del  Estado.  Un  número  igual 
traía  Morazan. 

4— El  general  Prem,  al  frente  de  ana  columna  de  salvadoreños, 
marchó  sobre  Chiquimula.  El  coronel  Domínguez  que  en  Gualcho 
había  esperímentado  la  i)erícía  militar  de  Morazan,  salió  á  comba- 


DE  CEXTKO- AMERICA.  61 

tir  á  Prem.  Domínguez  se  situó  eu  La  Arada,  punto  eminentemente 
militar.  Prem  no  quiso  atacarlo  allí,  comprendiéndola  ventajosa  si- 
tuación en  que  se  hallaba  ,  y  obligo  á  Domínguez  á  abandonar  esa 
posición.  Este  Jefe  intentó  hacer  resistencia  en  los  callejones  de 
Guastatoya;  pero  Prem  siguió  su  marcha. 

5 — Morazan  adelantó  una  división  que  llegó  hast.i  Cori-al  de  Pie- 
dra. "  En  esta  hacienda,  dice  aquel  Jefe,  se  nos  unió  un  escuadrón 
"  de  patriotas  antigüenos,  al  mando  del  general  Isidoro  Saget,  que 
''fué  de  mucha  utilidad  en  la  campaña.  En  Pínula  supe  que  la 
"  fuerza  del  Estado  se  había  concentrado  toda  en  la  ciudad.  Pam 
"  evitar  la  introducción  de  víveres  y  agua  en  la  plaza,  mandó  si- 
"  tuar  una  división  en  el  pueblo  de  Mixco,  al  mando  del  coronel 
"■  Cerda,  con  orden  de  fortificarse  inmediatamente." 

G — Otra  se  había  colocado  en  la  hacienda  de  Aceituno."  Don  Mi- 
guel G.  Granados  asegura  que  la  mandaba  Prem;  pero  el  general  Mo- 
razan dice  lo  siguiente.  "Luego  que  el  ejército  recibió  alguna  disci- 
"  plina,  marché  sobre  la  ciudad  de  Guatemala,  y  di  orden  al  general 
"  Prem,  que  obraba  ya  en  el  departamento  de  Chiquimula  con  una 
"  división,  que  ocultase  la  hacienda  de  Aceituno,  distante  una  le 
"  gua  de  aquella  ciudad,  el  mismo  día  que  yo  debia  situaime  á  do.s 
"  leguas  de  ella  en  el  pueblo  de  Pínula.  Mi  orden  fué  cumplida  por 
"  el  coronel  Enrique  Terrelonge,  que  había  sucedido  en  el  mando 
"  á  aquel  Jefe,  que  permanecía  enfermo  en  Chiquimula." 

7 — Los  actos  hostiles  comenzaron  por  pequeñas  escaramuzas,  y 
la  mas  notable  se  verificó  el  o  de  febrero  en  la  garita  del  Golfo.  El 
coronel  Jonama  con  una  parte  de  la  división  que  se  hallaba  en  A- 
ceituno,  atacó  por  aquel  punto  á  los  sitiados;  pero  llegaron  en  se- 
guida refuerzos  de  la  plaza  y  tuvo  que  al)andonarla.  En  esta  acción 
hubo  catorce  muertos.  Sin  embargo,  el  general  Morazan  le  da  tan 
poca  importancia,  que  ni  aun  la  refiere  en  sus  Memorias.  Este  triun- 
fo llenó  de  entusiasmo  á  los  serviles.  En  el  pequeño  recinto  que  e- 
llos  mandaban,  los  pulpitos  tronaban,  los  milagros  civcian,  las  iwix 
ravillas  se  multiplicaban.  Se  hacia  creer  ú  la  tropa  que  á  su  lado 
peleaba  el  Dios  do  los  ejércitos  y  solo  se  aguardaba  que  el  sol  il»*- 
tuvíera  su  curso  para  colmar  de  gloria  al  nu)derno  Josué. 

8 — Morazan  envió  una  división  á  la  Antigua,  que  ocupó  .i<[ 
plaza,  llaoul  y  todos  los  hombres  perseguidos  i)or  Aycinena,  - 
unieron.  Toda  la  ciudad  le  victoreó.  Las  autoridades  disueitas  el 
año  de  20  se  reinstalaron.  Don  Juan  Barrun«lia  se  hallaba  i>ers<'- 
guido  de  muerto  y  habia  emigrado  á  Ciudad  Keal;  iH'ro  el  conseje- 
ro don  Mariano  Zenteno  tomó  el  mando  del  Estado.  Kl  (tobiem<» 
de  la  Antigua  desplegó  grande  actividad  ]>ni*a  auxiliar  :» Morazan 
am  arnuis,  hombres  y  dinero. 

i)— Al  saberse  en  (xuatemala  que  en  la  Antigua  habian  sido  reins- 


(32  RESECA  HISTÓRICA 

taladas  las  autoridades  de  1826,  se  dio  un  decreto  elaborado  por  don 
Francisco  Córdova.  Ese  decreto  se  halla  al  fin  de  este  capítulo  como 
documento  justificativo. 

10 — Cascaras,  en  quien  ya  no  se  confiaba,  por  haber  mantenido 
buenas  relaciones  con  Arce,  cuando  ya  este  Jefe  habia  perdido  la 
gracia  de  los  serviles,  renunció  el  mando  del  ejército  y  fué  nombra- 
do Mayor  General:;el  coronel  don  Agustín  Prado. 

11 — Cerda  no  se  fortificó  en  Mixco  como  lo  habia  mandado  el  ge- 
neral Morazan.  El  coronel  Pacheco,  que  un  año  antes  peleaba  con- 
tra los  guatemaltecos  en  las  filas  de  Merino,  se  hallaba  al  servicio 
de  Aycinena,  y¡el¡15  de  febrero  en  la  noche,  marchó  á  la  cabeza  de 
mil  hombres  sobre  Mixco  y  derrotó  completamente  á  Cerda.  "Este 
*'  Jefe,  dice  Morazan,  á  quien  solo  conocía  por  la  buena  recomen- 
"  dación  que  de  él  se  me  habia  hecho,  se  confió  en  un  valor  de  que 
"  carecía.  Ni  quiso  fortificarse,  ni  tuvo  la  presencia  de  ánimo  y  ar- 
"rojo  que  se  necesitan  para  defender  ui'i  puesto  que  fué  sorprendido^ 
"  por  el  enemigo.  Cerda  acreditó,  con  esta  derrota,  su  ineptitud,  y 
''  el  enemigo  su  crueldad  con  el  asesinato  de  los  vencidos.  Este,  en 
''  lugar  de  marchar  inmediatamente  sobre  el  cuartel  general  de 
"  Pinula,  aprovechando  mi  permanencia  en  la  Antigua,  á  donde 
'•  habia  ido  con  el  fin  de  organizar  un  Gobierno  provisional,  volvió 
''  á  entrarse  á  sus  trincheMis,y  yo  regresé  á  Pinula.  Al  dia  siguien- 
''  te  concentré  todas  las  fuerzas  en  este  pueblo,  y  marché  con  ellas 
'^  á  la  Antigua  para  reponer  las  bajas  y  pedir  recursos  al  nuevo^ 
"  Gobierno." 

12 — La  derrota  de  Mixco  llegó  exagerada  á  San  Salvador:  se  dija 
allá  que  el  general  Morazan  estaba  sitiado  en  la  Antigua.  Se  temia 
que  pronto  sucumbiera  allí,  y  que  el  Salvador  fuera  por  cuarta  vez 
invadido,  y  se  comenzaron  á  levantar  fortificaciones  en  la  ciudad. 

13 — "El  enemigo,  dice  Morazan,  envalentonado  con  el  triunfo  de 
"  Mixco,  salió¡segunda  vez  de  sus  trincheras  para  atacarme  en  la  An- 
"  tigua.  Yo  marché  inmediatamente  á  su  encuentro;  pero  las  noti- 
"  cias  dejlos  espías,  me  persuadieron  de  que.no  lo  encontraría  en 
"  el  camino^que  yo  lle^íaba.  Regresé  por  esto  á  la  ciudad,  dejando 
"  á  las  órdenes  del  coBonel  Terrelonge  un  batallón  y  un  escuadrón 
"  para  que  esplorase  el  campo.  En  San  Miguelíto,  distante  una  le-^ 
"  gua  de  la  Antigua,  se  encontró  este  Jefe  con  el  enemigo,  y  se  ba- 
'*  tió  con  tal  ardor,  que  la  infantería,  que  habia  sido  rodeada  por 
"  aquel,  se  defendía  á  la  bayoneta  de  tal  modo,  que  se  confundió 
'■'  con  los  contrarios  y  se  le  coasideraba  ya  muerto  ó  prisionero.  En 
"  este  momento,  usando  de  su  arrojo  acostumbrado  el  teniente  co- 
"  ronel  Corzo,  comandante  del  escuadrón,  cargó  con  40  dragones 
'•  sobre  el  enemigo,  con  tan  buen  éxito,  que  llegó  á  tiempo  de  saL 
'*  var  nuestra  infantería,  que  todavía  peleaba  sin  quererse  rendir. 


i 


DE  CERTRO-AMÉRICA.  68 

"  Los  contrarios  rotrocedieron  asombrados,  y  una  segunda  carga 
"  completó  su  derrota.  Cuando  recibí  el  parte  de  que  el  coronel  Ter- 
''  relonge  se  hallaba  al  frente  del  enemigo,  marché  con  el  resto  del 
' '  ejercito.  Las  descargas  seguidas  que  oía  en  el  camino,  me  acredi- 
'^  taban  que  aquel  Jefe  se  había  comprometido  en  una  acción  con 
' '  tan  jjoca  tropa,  pero  todos  mis  esfuerzos  por  tener  parte  en  ella 
''  fueron  inútiles.  Solo  llegué  al  campo  de  batalla  pam. premiar  el 
• '  valor,  socorrer  á  los  heridos  y  proteger  á  los  prisioneros.  Perse- 
''  guí  los  restos  del  enemigo  hasta  Sumpango,  y  pasé  al  día  siguien- 
"  te  al  pueblo  de  Mixco,  en  donde  permanecí  algún  tiempo. 
*  14 — El  señor  Ministro  Plenipotenciario  de  Holanda,  general  Ver- 
veer,  con  hábil  diplomacia  manifestaba  deseos  de  que  las  cuestio- 
nes terminaran  por  un  tratado  de  paz  hontoso  para  ambas  partes 
beligerantes;  pero  él  deseaba  el  triunfo  de  los  serviles,  como  perfec- 
tamente lo  comprendió  el  coronel  Raoul  y  lo  hizo  conocer  al  Gobier- 
no del  Salvador.  Siempre  que  el  Ministro  holandés  pensaba  que 
sus  amigos  de  la  plaza  iban  á  sucumbir,  ofrecía  su  generosa  media- 
ción. El  triunfo  de  Terrelonge  en  San  Miguelito,  bien  daba  a  conocer 
cual  seria  el  fín  de  la  campaña,  y  el  holandés  por  medio  de  don  Jo- 
sé Antonio  Alvarado,  manifestó  al  general  Morazan  deseos  de  abrir 
conferencias.  Estas  se  verificaron  en  la  hacienda  de  Castañaza  sin 
nungun  resultado  favorable  á  la  terminación  de  la  gueira. 

15 — Morazan  envió  una  división  á  Quezaltennngo  á  las  órdenes  del 
coronel  Jonama.  En  los  Altos  se  hallaba  don  Antonio  José  de  Iri- 
sarri  con  fuerzas  de  Aycinena.  ''Irisarri,  dice  don  Miguel  G.  Gra- 
"  nados,  era  hombre  duro,  inflexible  y  con  poco  tacto  para  manejar 
"  nuestros  pueblos.  La  administración  de  Guatemala  estaba  .ya  a- 
•  llí  desprestigiada  y  encontró  resistencias  que  creyó  vencer  con  el 
''  rigor.  Morazan  envió  una  división  en  su  seguimiento;  los  pne- 
"  blos  sabiendo  que  serian  sostenidos  y  auxiliados,  se  sublevaron 
"  contra  Irisarri,  lo  derrotaron  é  hicieron  prisionero  en  unión  de  ca- 
"  si  todos  sus  oficiales.  Tanto  este  Jefe  como  sus  principales,  fue- 
''  ron  conducidos  á  San  Salvador  i^ri^ioneros  d^»  iruerrn.  y  alojado» 
"  con  Montúfar" 

10 — '*De  Mixco,  dice  el  general  Morazan,  marché  á  situarme  á  la 
"  hacienda  de  Aceituno.  Antes  de  llegar  lí  la  de  las  Charcas,  st»  me 
"  aseguró  que  el  enemigo  se  aproximaba  á  la  misma  hacienda. 
"  Cuando  llegué  á  ella,  observé  que  venia  en  marcha,  á  distanci '  de 
''  un  cuarto  de  legua.  Entonces  (X)nocl,  qu(^  qu(»ria  a]>rovechar  para 
"  atacarme,  el  momento  en  que  se  habia  dividido  el  ejército, 
*'  con  la  marcha  de  la  primera  división,  sobre  el  departamento  de 
'*  los  Altos.  Al  moiiunito  fornu'í  la  fuerza  paní  aguardar  al  enenii- 
"  go,  que  en  tni)le  número  se  i)resentaba  en  la  llanura.  Todo  el  va- 
lle se  veia  cubierto  de  caballería,  que  se  aumentaba  á  la  vista,  oon 


64  RESEÑA    IIISTÓllICA 

"  ana  multitud  de  espectadores.  Esta  caballería  se  formó  fuera  de 
"  los  tiros  de  nuestra  artillería  ligera.  El  de  su  fusil  no  alcanzaba  al 
"  grueso  de  la  infantería.  Solo  una  parte  de  esta,  en  número  de  500 
"  soldados,  se  aproximó,  formada  en  batalla  á  menor  distancia,  y 
"  rompió  el  fuego  al  mismo  tiempo  que  las  guerrillas  de  cazadores 
"  que  hizo  desplegar.  Los  nuestros  lo  contestaron  á  píe  ñiiiie.  Can- 
"  sado  de  aguardar  que  se  aproxímase  el  resto  de  la  infantería  y 
"  toda  la  caballería  enemiga,  que  continuaba  guardando  ia  dístan- 
"  cía  en  que  se  habia  colocado  al  principio,  hice  marchar  dos  com- 
"  pañí  as  de  cazadores  x^or  el  flanco  derecho,  y  tirar  algunas  bom- 
^' bas.  Estas  causaron  mucho  estrago  en  la  caballería,  y  alas  pri- 
"  meras  descargas  que  aquellos  hicieron,  avanzando  siempre  sobre 
^'  el  enemigo  que  peleaba,  este  huyó  y  el  resto  siguió  su  ejemplo 
''  sin  haber  hecho  un  solo  tiro.  La  caballería  lo  imitó  volviendo  ca- 
' '  raSj  y  la  nuestra,  aunque  en  iDequeño  número,  cargó  sobre  es- 
''  ta  confusa  masa  de  hombres,  que  huían  sin  motivo,  haciendo  un 
"  terriblQ  estrago  en  todo  el  valle,  y  centenares  de  prisioneros.  Los 
"  que  no  lo  fueron,  entraron  en  la  plaza  en  gran  desorden;  y  no  hi- 
"  ce  un  esfuerzo  "por  ocujmrla  aquel  día,  por  aguardar  que  se  incor- 
"  porára  la  división  que  obraba  en  los  Altos." 

17 — Después  de  la  acción  de  Míxco,  Pacheco  obtuvo  ungmn  x^res- 
tigío  que  x^ei'díó  en  San  Miguelíto,  x^orque  á  sus  órdenes  estaban  las 
fuerzas  que  allí  sucumbieron.  El  coronel  Pacheco,  según  se  espre- 
sa don  Miguel  Gt.  Granados,  no  se  halló  siquiera  en  esa  acción  y 
cuando  le  dieron  parte  de  que  se  oía  fuego,  contestó  que  aquello  e- 
ra  solo  mie&o.  El  mayor  general  don  Agustín  Prado  mandó  en  x^er- 
sona  el  ejército  que  sucumbió  en  las  Charcas.  El  autor  de  las  Me- 
morias de  Jalapa  analiza  la  conducta  de  este  Jefe  y  atribuye  á  su 
impericia  el  triunfo  de  Morazan.  Cascaras  estaba  desacreditado,  ha- 
bía renunciado,  y  no  infundía  confianza  á  los  serviles.  El  general 
Arzú,  ó  no  quería  tomar  el  mando,  ó  se  desconfiaba  de  él  x^or  el 
mal  éxito  de  la  tercera  invasión  á  San  Salvador.  Morazan  había  ven- 
cido á  Milla  en  la  Trinidad,  á  Domínguez  en  Gualclxo,  á  Aycinena 
en  San  Antonio,  á  Pacheco  en  San  Miguelíto  y  á  Prado  en  las  Char- 
cas. L^i  reputación  y  el  nombre  de  este  Jefe  animaban  al  ejército  a- 
liado  y  á  sus  órdenes  se  creía  invencible. 

IG — ''Al  siguiente  día  de  la  batalla  dé  las  Charcas,  dice  el  gene- 
"  ral  Morazan,  marché  á  la  hacienda  de  Aceituno,  en  donde  x^er- 
"  manecí  hasta  la  llegada  de  la  tropa  que  se  hallaba  en  Quezalte- 
"  nango,  de  la  que  se  reorganizaba  en  la  Antigua  Guatemala,  y  re- 
' '  chitaba  en  el  Estado  del  Salvador.  Pocos  días  después,  me  dio 
' '  parte  el  coronel  Jonama,  de  haberse  echado  el  pueblo  del  Barrio 
"  sobre  los  enemigos,  y  entregádole  x^risioneros  á  los  principales 
"  Jefes.  Pero,  á  esta  noticia  que  no  x^odia  ser  mas  satisfactoria,  a- 


DE  CEXTRO-AMÉKICA  65 

ñadia  otras  sumamente  desagradables.  Me  aseguraba  que  el  te- 
niente coronel  Menendez  liabia  sublevado  contra  él  la  división,  á 
pretesto  de  obrar  de  acuerdo  con  los  enemigos,  por  el  buen  tra- 
to que  diera,  en  cumplimiento  de  mis  instrucciones,  al  coronel 
Irisarri  y  demás  prisioneros;  y  que  la  viruela  maligna,  que  liabia 
comenzado  á  x^ropagarse  entre  los  soldados,  le  obligaba  á  regre- 
sar al  cuartel  general.  Temiendo  que  muy  pronto  cundiese  esta 
epidemia  en  todo  el  ejército,  tomé  varias  precauciones  para  evi- 
tarlo, aunque  no  quedé  satisfecho  por  no  haber  encontrado  la  va- 
cuna. Con  la  mediación  del  Ministro  de  los  Países  Bajos  de  que 
be  hablado,  se  reunieron  en  el  sitio  de  Ballesteros,  para  tratar  de 
la  paz,  los  ciudadanos  Arbeu,  por  el  vice-Presidente  de  la  Repú- 
blica y  Pavón  por  el  Gobierno  del  Estado  de  Guatemala,  el  ge- 
neral Espinosa  por  el  del  Salvador,  y  yo  por  los  de  Hondui-as  y 
ISTicaragua.  Las  proposiciones  que  por  una  y  otra  parte  se  hicie- 
ron fueron  desechadas;  y  los  comisionados  se  retiraron.  Pero  mis 
deseos  de  una  transacción  eran  tan  vivos,  como  fundados  los  te- 
mores que  tenia  de  que  se  disolviese  el  ejército  por  la  epidemia 
de  viruelas.  Yolvi,  por  esto,  á  excitar  al  general  Verbeer,  mi- 
nistro de  los  Países  Bajos  para  una  nueva  conferencia,  á  la  que 
concurrieron  los  mismos  comisionados.  El  general  Espinosa  y  yo 
les  presentamos  la  iDroposicion  siguiente: — 1.  ^  Que  se  -estable- 
ciera un  Gobierno  provisorio  en  el  Estado  de  Guatemala,  cora- 
puesto  del  mismo  jefe  ciudadano  Mariano  Aycinena,  ciudadano 
Mariano  Prado  y  yo — 2.  ^  Que  los  dos  ejércitos  debían  reducirse 
al  número  de  mil  hombres,  y  componerse,  en  iguales  partes,  de 
guatemaltecos  y  salvadoreños— 3.  ^  Que  el  Gobierno  provisorio 
debía  instalarse  en  Pínula  y  entrar  después  á  Guatemala  con  a- 
quella  fuerza,  destinada  ¿i  dar  respetabilidad  al  mismo  Gobierno 
y  á  mantener  el  orden  en  el  Estado— 4.  ^  Un  olvido  genei-al  ix>r 
lo  pasado.  Tan  satisfecho  estaba  yo  de  que  seria  admitida,  sin 
discutirse  esta  proposición,  porque  conocía  la  debilidad  á  que  se 
hallaba  reducida  la  plaza,  como  grande  fué  mi  admiración  al  ver- 
la desechada.  Si  el  enemigo  ignoraba  la  causa  de  tanta  generosi- 
dad, sabia  muy  bien  que  no  era  acreedor  ii  (»lla,  juir  su  conducta 
observada  con  los  gobiernos  y  pueblos  del  Salvador  y  llondums, 
en  circunstancias  menos  difíciles  para  estos.  Sabia,  ademas,  que 
ni  su  posición  actual,  la  mas  desventajosa  en  qut»  pudo  colocar- 
se, ni  sus  futuras  esperí^nzás,  puesto  qut»  no  aguardaba  ningiin 
auxilio,  ni  la  moral  de  su  tropa,  conocida  ya  en  la  acción  de  las 
Charcas,  pudieran  hacerle  espenir  un  mejor  desenlace.  Pero  to- 
davía aparece  nuis  ventajosa  esta  i)r()posicion,  si  se  conipaní  con 
las  que  hicieron  á  los  salvadoreños  ¡lara  que  rindiesen  la  plaza, 

tan  fuerte  entonces,  que  lejos  de  alcanzar  la  menor  ventaja,  con- 

5 


06  ÜKSEÑA    ilISTÓKICA 

''  cluyeron  los  sitiadores  j^or  rendirse  á  los  sitiados.  Y  siempre  me- 
''  receñí  el  nombre  de  generosa,  x^orque  se  hizo  en  la  seguridad  de 
-'  qne  Ja  ip\nza  de  Guatemala  se  rendirla  con  poca  resistencia  como 
''  sucedió  diez  dias  después,  que  fué  entregada  bajo  las  condiciones 
*'  que  le  impusiera  el  vencedor." 

19 — La  primera  división  volvió  de  Quezaltenango  y  se  dirigió  á  la 
Antigua,  donde  permaneció  algunos  dias  mientras  se  preparaba  pa- 
ra la  marcha  sobre  la  capital  con  el  correspondiente  tren  de  artille- 
ría. Al  coronel  Raoul  le  ocurrió  la  idea,  que  fué  aceptada  por  Mo- 
razan,  de  hacer  creer  á  Aycinena  que  en  San  Salvador  habia  esta- 
llado una  revolución  y  que  era  preciso  marcharan  mil  hombres 
X^ara  sofocarla,  y  que  el  resto  de  la  fuerza  se  retiñirá  á  la  Antigua. 
El  objeto  era  llamar  la  atención  de  los  sitiados  hacia  el  lado  de 
Buena- Yista,  y  ocujiar  la  plaza  por  los  puntos  que  debían  que- 
dar desmantelados.  El  entusiasmo  del  ejército  aliado  aumenta- 
ba de  dia  en  dia  y  se  pretendió  acrecentarlo  aun  mas  recordan- 
do honorífícamente  el  nombre  de  sus  victorias.  Al  escuadrón  que 
venció  al  mayor  general  Prado,  se  dio  el  nombre  de  Charcas,  y 
en  las  arengas  militares  se  hablaba  al  ejército  de  que  era  el  objeto 
de  la  espectacion  de  toda  la  América  Central,  y  estaba  próximo  el 
dia  del  triunfo  de  sus  fatigas. 

20 — Raoul  en  un  parte  circunstanciado  que  dirijió  al  (robierno^ 
del  Salvador,  presenta  los  sucesos  de  los  dias  7,  8,  9  y  10  de  a- 
bril  de  1829.  Xo  es  fácil  hacer  una  pintura  mas  exacta.  Por 
lo  mismo   parece  conveniente  insertarlo   íntegro. 

''El  dia  7,  dice  Raoul,  yo  habia  practicado,  de  orden  del  General^ 
"  los  reconocimientos  necesarios  al  rededor  de  Guatemala,  á  ñn  de 
"^  alcanzar  la  victoria  con  los  menos  sacrificios  posibles,  porque  el 
''  ejército  habia  adquirido  tanto  valor,  que  no  se  podia  dudar  del 
''  buen  éxito,  cualesquiera  que  fueran  las  diíicultades  que  se  pre- 
**  sentaran. 

"El  dia  7  fui  yo  con  toda  la  caballería  y  dos  compañias  de  infan- 
'•  teria  á  esplorar  el  terreno  que  está  situado  al  Oeste  de  Buena- 
•'  Vista,  con  el  ñn  de  ñjar  toda  la  atención  del  enemigo  sobre  este 
"  punto,  y  desde  luego  deMé-^oncebir  el  temor  de  ser  volteado  por 
''  su  derecha.  El  dia  8  después  de  haber  distribuido  á  todos  los- 
*'  comandantes  las  instrucciones  para  que  obrasen  con  acierto,  el 
"  General  me  mandó  salir  del  campo  con  toda  la  caballería,  tres  di- 
•'  visiones  de  infantería  y  toda  la  artilteria,  prescribiéndome  dejar 
'^  en  la  posición  de  san  Pedro  Las  Huertas,  una  división  de  infaiv 
''  teria,  la  artillería  y  el  escuadrón  Charcas,  mientras  que  con  dos 
*'  divisiones  de  infantería  y  el  resto  de  la  caballería  yo  marchaba 
'"  hacia  la  garita  de  Mixco,  desñlando  al  frente  de  las  fortiñcacio- 
*'  nes  enemigas,  con  el  objeto  de  dar  color  de  verdad  á  la  noticia 


I 


DE  C ?:XT lí( )- A3IÉ UIC A .  67 

''  que  el  general,  por  el  conducto  de   sus  espías,  insinuó  al  enemi- 
*'  go,  de  que  la  noche  misma  del  8  al  9,  sallan  del  campo  mil  liom- 
"  bres  para  San  Salvador  para  apagar  una  revolución  supuesta,    v 
*'  que  el  resto  de  la  fuerza  se  retiraba  á  la  Antigua:  6  por  lo  me- 
"  nos,  si  este  ardid  no  surtia  efecto,  el  movimiento  hacia  la  garita 
^'  de  Mixco  debia  conñrmar  al   enemigo  en   la  idea  (que  la  víspera 
*'  pudo  nacer  del  reconocimiento  que  hice)  de  que  el  General  intenta- 
■*'  ha  envolverlo  por  su  derecha.  Este  movimiento  y  el  ardid  referi- 
''  do,  fijaron  de  tal  modo  la  atención  del  enemigo,  que  en  la  noche 
./'  sacó  del  frente  de  las  garitas  del  Golfo  y  de  Chinan  tía,  la  mayor 
r'  parte  de  su  fuerza  x)ara  Buena- Alista,  y  al  mismo  tiempo  mánda- 
la' ron  un  reconocimiento  á  Mixco  para  observar  nuestra  marcha  á 
*'  la  Antigua.    Desfilando  al  frente  de  las  fortificaciones  yo  habia 
''  colocado  una  cadena   de  gran-guardiás  de  cabaíleria  desde  san 
"  Pedro  Las  Huertas  al  punto  mas  al  Oeste- de  Buena- Vista,  con 
1^'  el  intento  de  persuadir  al  enemigo,  que  teníamos  un  gran  interés 
''  en  observar  su  actitud,  y  disimular  nuestro  movimiento.    Estos 
"  gran-guardias  tuvieron   orden  de  retirarse  á  la  garita  de  Mixco 
*'  desx)ues  de  anochecer.". 

''  Habiendo  asi  atraído  á  Buena- Msta  la  mayor  parte  de  la  fuer- 
''  za  enemiga,  para  confirmaihi  en  su  error,  al  retiranne  de  la  gari- 
'-  ta  de  Mixco  para  volverá  san  Pedr(>  Las  Huertas,  dejé  en  el  pri- 
''  mer  punto  cincuenta  caballos,  treinta  infantes  y  una  banda  :i  las 
''  órdenes  del  sargento  mayor  Estupinian,  comandante  de  los  falsos 
''  ataques,  con  el  objeto  referido  en  sus  instrucciones  {domtmenit* 
''  /¿üm.  1)."(;'\) 

"  De  vuelta  á  san  Pedro  Las  Huertas  á  las  i)  de  la  noche,  vu  i»-- 
"  nia  orden  de  reunir  la  mayor  parte  del  ejército,  en  la  chacra  de 
"  santo  Domingo,  y  mandar  el  escuadrón  Charcas  á  Aceituno  á 
"  juntarse  á  la  segunda  división  á  las  órdenes  del  coronel  Gutiérrez 
•'  que  debia  salir  de  su  campo  á  las  diez  de  la  noche  para  obrar  se- 
^'  gun  las  instrucciones  {documento  nüvi.  2).  El  resultado  de  esta 
•'  empresa  es  detallado  en  el  documento  nfunero  8." 

''  Reunido  el  ejercito  á  las  doce  de  la  noche,  el  ingeniero  en  jefe 
•^  hizo  sus  disposiciones  para  facilitar  el  paso,  según  el  documento 
"-  número  4;  pero  los  i>ríicticos,  sea  malicia  ó  ignorancia,  en  lugar 
•'  de  dirijir  los  operarios  al  potrero  de  lliibio,  los  condujeron  al 
"'  de  Conde,  y  despertaron  una  avanzada  enemiga  que  desde  luego 
''  anunció,  por  sus  fuegos, "nuestra  presencia  en  estos  parages.  Hii- 


*    Los  docnniento-4  ú  quo  ll\oul  so  reflerj  en  osto  parta,  8j  oucneutrau  nnuiM.ulo,  al    \  w 
del  presento  capitulo. 


^8  KESEiS^A    HISTOKICA 

"-'  biéndonos  sorprendido  el  amanecer  en  esta  posición,  íué  preciso 
^'  renunciar  á  la  gloriosa  empresa  de  ocupar  Guatemala  sin  derra- 
"'^  mar  sangre,  como  hubiera  indudablemente  sucedido,  si  liubiéra- 
*'  mos  podido  ocupar  el  potrero  de  Rubio  antes  del  amanecer." 

^'  Frustrada  la  esperanza  mas  lisongera  de  ocupar  silenciosamen- 
^'  te  el  potrero  de  Rubio  para  que  nuestra  caballería  pudiese  ata- 
'-''  car  á  retaguardia  la  Barranquilla  y  las  fuertes  posiciones  de  Bue- 
^'  na-Yista,  fué  necesario  tomar  de  pronto  una  resolución  imprevis- 
''•  ta,  pues  era  probable  que  el  coronel  Gutiérrez  estaba  empeñado 
"-'  con  el  enemigo,  á  pesar  que  no  oíamos  el  fuego  que  nos  liabria 
^'  servido  de  norma,  si  lo  hubiéramos  percibido.  Desde  luego  el  Ge- 
•"'  neral  hizo  replegar  sus  guerrillas  y  tomó  disi30siciones  para  ata- 
^'  car  la  Barranquilla,  y  decidir  forzosamente  la  suerte  de  la  Hepú- 
-'  blica.  * 

'^  Asi  que  la  cabeza  de  nuestra  columna  se  acerco  al  x^unto  de  a- 
''•  taque,  el  enemigo  hizo  movimiento  concéntrico,  y  x^arecia  dispo- 
^'  nerse  á  una  resistencia  decidida;  pero  estremecido  por  el  fuego  de 
'^^  nuestra  artillería  que  habia  sido  colocada  en  una  posición  feliz, 
'^'  y  sin  duda  por  los  progresos  del  ataque  del  coronel  Gutiérrez, 
'^^  Xmreció  desordenarse,  lo  cual  advertido  x)or  los  cazadores  del  ba- 
•^^  tallón  número  7  que  mandaba  el  teniente  coronel  Hueso,  se  ar- 
'^^  rojaron  estos  soldados  sobre  las  trincheras,  que  fueron  desocn- 
*'  padas,  sin  que  nuestros  bravos  hayan  podido  alcanzar  al  enemi- 
'"''  go,  que  se  retiró  á  la  x>laza  principal  en  la  mayor  confusión,  a- 
•^^  bandonándonos  aun  su  segunda  línea,  compuesta  de  un  recinto 
'^'  de  trincheras,  que  desde  luego  nos  sirvieron  para  contenerlo  en 
'^^  el  reducto  de  la  x^laza  mayor." 

"  Aquí  se  presenta  un  vacio  inmenso,  ¿cómo  nuestra  brava  y  nu- 
'*^'  merosa  caballería  permitió  á  las  tropas  que  guarnecían  la  Barran- 
*'  quilla  y  Buena- Yista  entrar  á  la  plaza  mayor í  La  severidad  de  la 
'^'  historia  me  arranca  una  verdad  que  han  contenido  un  momento 
■^^  los  respetos  y  consideraciones  debidas  á  un  patriota  ilustre  cuyos 
'^^  méritos  envuelven  á  toda  su  familia." 

''  El  General  habia  formado  en  masa  todo  su  ejército  de  infante- 
*^'  ría  y  caballería  detras  de  san  Pedro  las  Huertas,  mientras  que 
'^^  yo  recibía  sus  órdenes  sobre  las  circunstancias,  y  al  momento  de 
"'*  ver  á  nuestras  guerrillas  apoderarse  de  la  Barranquilla,  volé  á  co- 
""^  municar  todas  las  órdenes  á  la  infantería  x^ara  que  se  precípita- 
*'  sen  sobre  la  línea  de  operación,  sobreponiéndose  á  todos  los  obs 
'^'  táculos  que  pudieran  encontrar:  al  mismo  tiempo  el  General  man- 
"-'  dó  á  su  ayudante,  teniente  coronel  Pedro  Molina,  para  que  con- 
^'  duiese  la  caballería  x)or  el  camino  recto;  x^ero  x)or  un  error  que 
^'  no  se  x^uede  caliñcar,  y  cuyas  consecuencias  son  borradas  por  la 
''^  mano  del  triunfo,  este  oficial  dirijió  la  caballería  á  Buena- Yista 


DE  C  E^TIiO-AMÉlMCA.  69 

por  un  camino  esterior  á  las  fortiñcaciones,  lo  que  percibiendo  ^I 
enemigo,  se  retiró  en  seguridad  y  con  toda  la  latitud  posible.  (;^) 
Este  estravio  prueba  que  los  ayudantes  de  un  General  en  jefe,, 
deben  ser  los  oficiales  que  reúnan  el  valor  á  la  prudencia,  el  tino 
al  arrojo,  y  la  actividad  á  la  sangre  fría,  en  la  proporción  que 
caracteriza  á  los  otros  ayudantes  del  General, teniente  coronel  Jo- 
sé del  Castillo  y  cajDitan  José  Robles." 

'*  Las  primeras  disposiciones  del  General,  fueron  tomar  por  pun- 
to de  apoyo  el  convento  de  san  Francisco,  que  ocupó  la  tercera 
división  al  mando  del  teniente  coronel  Cordero.  La  primera  divi- 
sión al  mando  del  teniente  coronel  Ángulo,  asaltó  el  edificio  de  la 
Universidad  para  ocupar  sus  techos  y  ventanas,  y  desde  allí  jdo- 
der  caminar  á  cubierto  del  fuego  del  enemigo  hacia  la  plaza  ma- 
yor, cortando  las  x^aredes  de  las  manzafias  que  nos  separaban  de 
ella.  Al  entrar  á  este  edificio  cayó  de  una  muerte  glorie sa  el  te- 
niente coronel  Yillacorta,  que  es  la  única  pérdida  que  sufrió  eí 
ejército  en  la  ocupación  importante  de  Guatemala." 
' '  La  cuarta  división  ocupó  todas  las  boca-calles  al  frente  de  las 
trincheras  enemigas,  y  fué  la  que  sufrió  todo  el  dia  9  la  pérdida 
mas  sensible,  porque  su  ardor  era  indomable.  La  intención  del 
General  era  que  nuestras  tropas  no  hiciesen  fuego;  pero  el  antojo 
no  pudo  someterse  á  las  regias  de  la  prudencia,  y  en  este  com- 
bate contrario  á  las  disposiciones  del  General  qué  fué  sin  fin  co- 
mo sin  resultado,  hemos  tenido  4  muertos  y  18  heridos,  entre  los 
últimos  al  teniente  coronel*  Hueso,  y  al  capitán  Joaquín  Guznian 
con  otros  oficiales.  Tengo  el  sentimiento  de  añadir  que  esta  pér- 
dida fué  debida  á  una  felonía  que  acusa  la  firmeza  del  Cónsul 
general  de  Holanda:  nuestras  bravas  tropas,  que  son  el  modelo  de- 
todas  las  conveniencias,  respetaron  la  casa  sobre  la  cual  estaba 
desplegado  el  pabellón  holandés,  y  creyendo  nuestra  derecha  su- 
ficientemente apoyada  por  la  neutralidad  de  este  edificio,  tuvi- 
mos que  arrepentimos  de  una  confianza  inspirada  por  la  inviola- 
bilidad del  cnr^íctei' del  Cónsul  u'í^n<M";d.    i>in'^  mir  d  .'iifiniLfo,   :t- 


(*)  La  severidad  de  la  hi^ítoria  me  obliga  ú  llamar  la  ateucioa  sobro  que  el  mismo  l^ioul 
no  atribuye  cs'.o  á  malicia  sino  il  error.  Era  imposible  <iue  don  Pedro  Estobau  Molina,  ck»- 
clar.ulo  fuera  de  Ix  ley  por  Ayciueua.  t'  hijo  djl  doctor  don  Podro  Molina,  quo  tantos  t^- 
fnorzos  liabia  hecho,  y  estaba  haciendo  por  el  triunfo  del  general  MoraJS»m,  y  que  tnmbicD 
so  hallaba  fuera  do  la  ley  por  la  voluntad  de  Aycinona,  hiciera  ó  dejara  do  hacer  nmlítío^v- 
mente  un  movimiento  militar  en  perjuicio  do  niw  causa  que  con  tnnto  ardor  defendió 


70  KESEÍsA    lílSluRK  A 

provecliándose  de  esta  circunstaiicia,  se  ai^oderó  de  la  casa  y  nos 
hizo  un  fuego  mortífero;  pero  fué  desalojado  luego,  dejando  en 
el  patio  del  Cónsul  un  testimonio  de  mala  fe  en  un  ofícial  enemi- 
go muerto:  esta  circunstancia,  unida  á  la  imx)resion  cpie  dejaron 
en  nuestro  campo  los  mediadores  holandeses  que  se  hablan  mos- 
trado parciales,  al  grado  de  querer  que  el  ejército  vencedor  se 
retirase  á  Ahuachapan  después  de  los  triunfos  de  San  Miguelito 
y  Charcas,  2)usieron  los  intereses  de  la  Legación  holandesa  en  un 
peligro  inminente;  sin  embargo,  nuestros  bravos  prescindieron  de 
su  indignación  ]3ara  que  no  hubiese  un  mínimo  pretesto  de  ne- 
gar su  respeto  por  todas  las  conveniencias  sociales. 
'^  A  la  oración  del  dia  9  el  General  mandó  que  se  retirasen  las 
tropas  á  sus  cuarteles:  la  primera  división  á  la  Universidad,  la  se- 
gunda á  la  Merced,  la  tercera  á  San  Francisco,  la  cuarta  á  Santo 
Domingo,  y  la  caballería  á  los  potreros  que  están  á  retaguardia 
de  este  convento." 

"^  Aun  vencedores,  nos  hallábamos  en  una  posición  llena  de  in- 
quietudes: la  administración  anterior  á  la  mia  habia  llevado  el 
descuido  hasta  no  tener  mas  que  quinientas  piedras  de  chispa  de 
reserva,  que  fueron  gastadas  en  las  acciones  de  San  Miguelito  y 
Charcas,  y  carecíamos  de  ellas  á  tal  punto,  que  mas  de  cien  sol- 
dados nuestros  tenían  sus  fusiles  sin  piedras,  y  por  consiguiente 
muchos  las  tenían  inservibles,  circunstancia  que  nos  impuso  la 
ley  de  obrar  con  timidez,  x)ues  que  la  noche  del  9  una  cuarta 
parte  del  ejército  se  hallaba  en  imposibilidad  de  hacer  fuego." 
"  Cuando  yo  salí  por  la  mañana  del  dia  10,  á  recorrer  los  pues- 
tos y  prohibir  que  los  soldados  saliesen  de  sus  cuarteles,  los  co- 
mandantes de  división,  por.  un  celo  mal  entendido,  habían  vuel- 
to á  colocar  sus  avanzadas  en  las  boca-calles,  y  el  fuego  se  habia 
roto,  á  pesar  de  las  órdenes  terminantes  para  que  no  sucediese, 
pues  que  de  él  resultaban  dos  inconvenientes  grandes:  el  prime- 
ro, de  hacer  creer  al  enemigo  que  su  fuego  era  un  freno  al  arrojo 
de  nuestras  tropas;  el  segundo,  que  se  inutilizaba  una  gran  can- 
tidad de  soldados  por  destruirse  las  piedras.  En  esta  alternativa 
tan  inquietante  se  determinó  el  General  á  hacer  ocu]3ar  todas  las 
manzanas  que  se  hallaban  entre  la  i)laza  mayor  y  nuestros  fuer- 
tes puntos  de  apoyo:  en  consecuencia,  después  de  haber  puesto 
un  canon  en  el  campanario  de  la  Merced,  y  colocados  allí  los 
mejores  tiradores  á  fin  de  contener  las  guerrillas  del  enemigo, 
empecé  á  caminar  desde  la  Merced,  á  cubierto  de  los  fuegos  atra- 
vesando las  casas  particulares,  cortando  las  paredes  que  se  opo- 
nían á  un  tránsito  fácil;  cuando  llegué  á  la  gran  calle  de  Belén, 
di  las  órdenes  para  que  iguales  ataques  fuesen  dirijidos,  atrave- 
sando las  manzanas  que  se  hallaban  entre  la  Universidad  y  el  que 


DE  CE^'TKO-AMEIÍICA.  71 

yo  dirijia." 

"  Llegué  sin  pérdida  ajguna  á  ocupar  las  casas  en  frente  á  la  vi- 
ce-Presidencia,  cuya  esquina  se  hallaba  á  tiro  de  pistola  de  la 
trinchera  enemiga  construida  detras  del  Sagrario,  que  era  la  que 
mas  nos  incomodaba.  El  motivo  táctico  que  tuve  para  dirijir  es- 
tos cuatro  ataques  i)aralelos  y  simultáneos,  habia  sido  el  fijar 
toda  la  atención  del  enemigo  sobre  los  fuegos  que  yo  queria  es- 
tablecer en  las  esquinas  de  la  calle  del  comercio  con  la  plaza  del 
Sagrario, (^■)  y  hacer  desfilarla  caballería  por  el  ataque  que  yo  di- 
rigía correspondiente  á  la  trinchera  enemiga  colocada  al  lado  del 
palacio  del  Arzobispo,  que  era  la  única  que  no  cortaba  entera- 
mente la  calle,  pues  que  habia  del  lado  opuesto  al  palacio  del 
Arzobispo  un  paso,  á  donde  podian  desfilar  dos  caballos  de  fren- 
te: yo  es]3eraba  que  á  las  dos  6  tres  (Je  la  tarde  podría  darse  el 
golpe  decisivo,  y  con  este  intento  habia  mandado  prevenir  al  Ge- 
neral, se  sirviese  dar  orden  á  la  caballería  de  reunirse  sobre  la 
Plaza  vieja;  (^')  pero  no  pudo  verificarse  así, porque  los  oficiales  en- 
cargados de  la  dirección  de  otros  ataques,  no  correspondieron  á 
mis  esperanzas,  hablan  adelantado  poco;  y  el  principal  ataque  que 
debia  tener  por  base  la  casa  de  Marticorena,  dirijiéndose  á  la  es- 
quina del  Sagrario,  ni  aun  habia  emjDezado.  Esta  ocurrencia  me 
hizo  renunciar  al  proyecto  de  dar  el  golpe  decisivo  en  el  día, 
desde  luego  me  trasladé  al  cuartel  general  de  Santo  Domingo, 
para  dar  parte  al  General  y  recibir  sus  órdenes:  allí  supe  que  es- 
taba empeñado  en  rechazar  un  ataque  tan  temerario  como  dispa- 
ratado: el  enemigo  en  su  desesperación,  obrando  sin  plan,  sin  ti- 
no y  sin  acierto,  habia  imaginado  tomar  á  viva  fuerza  el  Calva- 
rio, y  fué  rechazado  por  la  tercera  división  unida  á  nuestra  in- 
trépida caballería  que  le  hizo  una  mortandad  espantosa:  la  re- 
lación de  este  episodio  de  nuestras  operaciones  en  el  dia  10,  que 
fué  dirijido  por  el  General  en  persona,  es  el  objeto  de  los  docu- 
mentos  números  o  y  6." 

''  Cuando  fui  enterado  de  las  circunstancias  de  este  ataque,  no 
pude  dudar  que  el  enemigo  habia  percibido  los  i3eligix)s  de  que 
estaba  amenazado  del  lado  del  Sagrario,  y  procuraba  por  todos 
los  medios  que  le  quedaban,  hacer  una  iuvei'sion  poderosa  hacia 
San  Francisco;  penetrado  de  estos  proyectos,  volví  al  galope  has- 
ta el  Sagrario  i^ara  activar  allí  las  operaciones  por  todos  los  me- 
dios posibles."  • 


(*)  Hoy  Mercado  nnuiicipal. 
.(*]  Hoy  pliiziv  dt'l  'J\;iln>. 


72  RESEÑA  HISTÓRICA 

21 — Por  la  mañana  del  11  de  abril  el  general  Morazan  recibió  la 
comnnicacion  siguiente; 

"Al  C.  Francisco  Morazan,  General  en  Jefe  del  ejército  de  Hon- 
''  dnrasy  el  Salvador." 

'  'Señor  General:  Creo  liaber  llenado  mis  deberes  defendiendo  el 
"  Estado  y  la  capital,  hasta  donde  me  lia  parecido  razonable". 

''Ahora  propongo  á  Ud.  se  suspendan  las  hostilidades,  Ínterin  se- 
"  arregla  nna  capitulación  para  la  que  estoy  dispuesto,  y  espero  se 
"  sirva  Ud.  decirme  el  punto  á  que  deben  concurrir  los  Jefes  que 
''  anunciaré  al  efecto." 

"Tengo  el  honor  de  ofrecer  á  Ud.  mis  respetos  y  consideración. 
D.  U.  L.— Guatemala,  11  de  abril  de  1829. 

Mariano  de  Ayclnena. 

22 — He  aquí  la  aristocracia  segunda  vez  vencida.  El  represen- 
tante de  la  nobleza  de  Guatemala  inclina  la  frente  ante  un  hijo  del 
pueblo  de  Tegucigalpa.  La  primera  caida  de  los  nobles,  después  de 
la  Independencia  i)roclamada  el  año  de  21,  se  debió  al  pronuncia- 
miento de  Casa-Mata  en  Méjico;  la  segúndala  produjo  el  heroico  es- 
fuerzo de  los  centro-americanos.  La  primera  dominación  aristocrá- 
tica vino  de  una  monarquía:  el  efímero  imperio  de  Iturbide  y  la  in- 
vasión al  Salvador  portas  fuezas  mejicanas;  la  segunda  tiene  un  orí- 
gen  igualmente  bastardo:  el  atentado  que  hollando  las  Constituciones 
federal  y  del  Estado  de  Guatemala,  redujo  á  prisión  al  jefe  don  Juan 
Barrundia,  y  ocasionó  la  muerte  del  vice-jefe  don  Cirilo  Flores.  Am- 
bas épocas  consignan  en  la  historia  devastaciones  y  desastres.  La 
primera  nos  dio  el  triste  ejemplo  de  que  una  sección  centro-america- 
na invadiera  á  otra.  Huestes  guatemaltecas  llegaron  hasta  la  capi- 
tal de  los  salvadoreños,  fueron  incendiadas  22  casas,  y  otras  muchas 
sufrieron  el  saqueo.  Una  segunda  invasión  imprimió  en  el  territo- 
rio vecino  huellas  indestructibles  de  luto  y  de  dolor;  las  mismas 
quedaron  en  IN'icaragua  por  otra  invasión  servil  guatemalteca  que 
tenia  por  fin  combatir  á  Granada  y  hacer  triunfar  al  emperador  Itur- 
bide. Los  nobles  dejan  aun  otro  recuerdo  imperecedero  de  su  pri- 
mera dominación:  la  pérdida  de  Chiapas  y  de  Soconusco,  territorios 
que  se  anexaron  á  Méjico  con  motivo  del  Imperio,  y  que  ya  no  vol- 
vieron á  ser  guatemaltecos.  La  segunda  dominación  de  los  nobles 
nos  deja:  el  asesinato  de  Flores:  los  decretos  de  proscripción  y  de 
muerte  dictados  por  don  Mariano  Aycinena,  y  mas  de  una  vez  eje- 
cutados con  todas  sus  horribles  circunstancias:   las  represalias  sal- 


DE  CENTRO-AMÉKICA  73 

vadoreficis  que  trajeron  la  guerra  hasta  los  campos  de  Arrazola:  la 
revolución  desastrosa  de  Honduras,  el  incendio  de  Comayagua,  la 
sangre  derramada  en  Chalcliuapa,  Quelepa,  el  Socorro,  Suyapango. 
Gualclio,  Ilobasco,  Quezaltepeque,  Mixco,  San  Miguelito.  las  Char- 
cas, San  Salvador.  ^rp)icanr)s.  TrURtf^mala  y  otrf>s  Tniií-]»^><  r-ampos 
mas. 

23  —El  general  Morazan  contestó  á  don  Mariano  Aycineiia  en  los 
términos  siguientes: 

"Al.  C.  Mariano  Aycinena,  general  de  las  fuerzas  que  existen  en 

•  •  la  plaza  mayor  de  esta  ciudad. 

''Señor  General:  Acabo  de  recibir  la  estimable  n.juí  de  Ld.  en  la 
•'  que  al  manifestarme  haber  cumi^lido  hasta  hoy  con  su  obliga- 

•  •  cion  defendiendo  este  Estado  y  su  capital,  me  proi)oiie  suspen 
••  sion  de  hostilidades  para  arreglar  una  capitulación,  á  cuyo  efec- 

•  •  to  vendrán  dos  Jefes  x)or  su  j)arte  al  punto  que  señale.  La  posi- 
•'  clon  en  que  me  hallo  no  me  permite  perder  un  momento,  ni  con- 

•  •  venir  en  otra  cosa  que  no  sea  en  la  rendición  de  la  plaza,  of re- 
■'  ciendo  que  se  garantizarán  las  vidas  y  iw-.)in<Mlades  de  cuantos 
•'  existan  en  ella. 

•'Creo,  señor  General,  que  está  en  los  intereses  de  Ud.  y  decuan- 

•  •  tos  se  hallan  á  sus  órdenes,  el  adoptar  esta  proposición,  pues  es- 
••  toy  seguro  de  que  los  nuevos  esfuerzos  no  harán  masque  niultipli- 

•  car  víctimas  y  desmejorar  su  situación." 

"  Tengo  el  honor  de  ofrecer  á  U.  mis  respetos  \  ruuMu»  rat mn. 
•D.  U.  L.  fecha  utsupra.  Francisco  Mor  cizaña 

24 — El  general  Morazan  no  se  dirije  al  Jefe  del  Estado  de  Gua- 
temala. Morazan  no  reconocía  á  Aycinena  como  Jefe  y  no  podía 
darle  una  denominación  que  suponía  un  carácter  que  él  no  había 
leconocido.  El  período  constitucional  de  don  Juan  Bavrundia  u.<» 
habla  terminado  cuando  este  Jefe  fué  sepamdo  i)or  Arce,  y  do  be- 
(^ho  vino  al  x>oí1^'1'  Aycinena.  Las  autoridades  disueltas  el  año  de 
2()  se  hablan  reinstalado  en  la  Antigua,  y  Morazan  se  hallaba  en  re- 
laciones con  ellas.  Aycinena  solo  tenia  ya  poder  sobiv  las  fuerais 
(jue  existían  en  la  plaza  mayor  de  la  ciudad.  El  armisticio  que  pro- 
ponía era  posible  que  no  tuviem  mas  fin  que  gjinar  tíeni|X).  Mora 
zan  no  podía  admitir  una  díMuoi-a  que  paralizáni  sus  openu'ioni»8. 
Desde  ese  momento  él  dicta  la  ley.  Dice  que  no  admite  mas  ^v-  "í* 
rendición  de  la  plaza,  ofnMíiendo  que  se  g:u'antiz;inan  las  \ 
jíropiedades  de  cuantas  pei-sonas  en  ella  estaban.  Aycinena  no  era 

ya  el  hombn^  de  los  manifiestos  del  año  de  27,  de  If  •  ' *  ••  ^lo 

l)roscripci()n,  ni  délas  órdenes  militares  de  los  prini-  Ho 

S2Í).  Ya  no  llamaba  á  sus  opositores  un  puñado  d<»  enemigos  del  or- 
den, descamisados  y  forajidos.  El  ixKlerdela  fuenfai  le  hacia  va- 
ri:n*(l<'  tono  y  prrs.Mitnrs.»  como  un  coixlen).    Aycinena  s«M»siíanta- 


74  líKSKXA  lIISTülilCA 

ha  ante  la  continuación  del  fuego.  Comprendia  que  la  plaza  no  po- 
día sostenerse;  qiie  iba  á  ser  tomada  por  asalto,  y  no  tenia  la  gran- 
deza de  alma  de  un  romano  j)ara  sufrir  la  muerte  sin  abandonar 
su  puesto.  El  contestó  á  Morazan  en  los  términos  siguientes. 

2o — "  Al  C.  Francisco  Morazan,  general  en  jefe  del  ejercito  de 
"  Honduras  y  el  Salvador. 

••'  ¿^c.'^or  General:  Al  excitar  á  Ud.  jDara  una  conferencia  en  que 
''  jjudie.  en  fijarse  las  bases  bajo  las  cuales  iludiera  ser  ocupada  es- 
''  taplazL!,  no  he  tenido  otro  objeto  que  evitar  ia  efusión  de  san- 
"  gre  y  ahorrar  víctimas  á  nuestra  patria." 

"  Veo  con  sentimiento  que  se  desecha  este  medio  tan  necesario 
''  para  arreglar  puntos  demasiado  interesantes  á  ambas  partes;  y 
"  me  queda  la  satisfacción  de  haber  agotado  mis  recursos  á  fin  de 
"  impedir  la  prolongación  délos  males  consiguientes  á  la  guerra. 
"  Aun  es  tiempo,  C.  General,  de  poner  término  á  estos  desastres, 
"  cuya  responsabilidad  no  jíuede  ya  ]3esar  sobre  el  Gobierno  que 
''  es  á  mi  cargo." 

"  La  conferencia  seria  indispensable,  aun  cuando  la  plaza  se  ha- 
"  liase  en  el  caso  de  una  rendición,  y  no  veo  los  inconvenientes  qae 
'^  puedan  impedirla,  asi  como  tampoco  alcanzo  que  esta  llegue  á 
"  verificarse  sin  una  suspensión  momentánea  de  hostilidades  por 
"  ambas  partes." 

"  Tengo  el  honor  de  repetir  á  Ud.  las  seguridades  de  mi  aj)recio. 
'^  D.  ü.  L. —Guatemala,  11  de  abril  de  1829." 

Mariano  de  Ayclnena. 

26 — Aycinena  dice  á  Morazan  que  aun  es  tiempo  de  poner  térmi- 
no á  esos  desastres.  Es  sensible  que  él  solo  hubiera  querido  poner 
término  a  ellos,  cuando  no  tenia  mas  esperanza  que  la  benevolencia 
del  vencedor.  ]^o  quiso  aceptar  la  serie  de  proposiciones  de  arre- 
glo que  se  hicieron  durante  la  campaña  de  San  Salvador.  Despojó 
de  la  primera  majistratura  de  la  nación  á  don  Manuel  José  Arce, 
porque  pretendía  que  hubiera  arregios  de  paz  con  los  salvadoreños; 
en  una  carta  á  su  primo  don  Antonio,  dijo  que  emplearía  medios 
desconocidos  aun  del  mismo  Maquiavelo  x)ara  que  no  se  impidiera 
la  continuación  de  la  guerra,  y  rechazó  aun  las  i^roposiciones  que 
ya  adelantada  la  campaña  sobre  la  i)laza,  se  hicieron  por  medio  del 
Ministro  de  Holanda,  ya  última  hora^  cuando  estaba  totalmente  per- 
dido, y  aguardaba  el  asalto  definitivo  de  sus  fortificaciones,  dice: 
"  'Aun  es  tiemioo,  C.  General,  de  poner  término  á  estos  desastres." 

27 — Morazan  contestó  esa  nota  con  severidad  y  laconismo.  Hé  a- 
quí  sus  palabras:  "Cuando  Ud.  se  sirva  decirme  que  conviene  en  lo 
''  que  le  he  propuesto  en  mi  nota  de  hoy,  estaré  pronto  á  admitir 


DE  CENTKO-AMEIilCA  75 

''  los  comisionados  que  deban  arreglar  la  capitulación,  y  entonces 

•  se  suspenderán  las  hostilidades  X)or  el  tiempo  que  sea  necesario. " 
"  Señor  General:  los  males  de  la  guerra  que  aíiigen  á  Centro-A- 

-'  mérica,  x>esarán  sobre  los  autores  de  ellos,  y  nunca  sobre  aquellos 
'- '  que  la  han  hecho  por  defenderse,  y  por  sostener  los  derechos  del 

•  pueblo." 

*'  Tengo  el  honor  de  protestar  á  Ud.   m  .  ...  ...^ 

•'  deracion. — D.  U.  L.  Fecha  utsupra." 

Francisco  Morazan.'* 

28 — Entre  tanto,  las  fuerzas  sitiadoras  penetraban  desde  la  casa 
de  Marticorena,  á  las  esquinas  del  padre  Bustamante  y  de  Yela,  al 
frente  del  Sagrario,  y  el  teniente  coronel  Jonama  preparaba  una 
mina  bajo  la  casa  de  Beltranena.  Faltaban  piedms  de  chispa  y  se 
encontraron  3000  en  la  tienda  de  Yela,  lo  que  dio  mayor  aliento  al 
ejército  aliado.  Habia  en  las  boca-calles  gran-guardias  que  hacian 
caer  sobre  la  plaza  una  lluvia  de  balas.  Una  de  ellas  puso  fuera  de 
combate  á  Pacheco,  que  c/yn  30  hombres  hacia  tiros  inútiles  desde 
lo  alto  de  la  Catedral.  La  lluvia  de  balas  que  caía  sobre  la  plaza, 
provoco  una  deserción  que  se  habia  manifestado  desde  la  noche  an- 
terior, y  fué  facilitada,  según  dijeron  los  desertores,  por  un  oficial 
que  tenia  á  su  cargo  una  trinchera.  Aycinena  espantado  cada  vez 
mas,  envió  al  general  Morazan  un  oficial  con  bandera  blanca  que 
íonducia  la  comunicación  siguiente: 

29—''  C.  Francisco  Morazan,  general  en  jefe  de  las  tropas  de  San 
*'  Salvador  y  Honduras." 

''  Estoy  de  acuerdo  con  las  bas^s  que  Ud.  fija  en  su  primera  no- 
'•  ta,  y  esto  quise  decir  en  la  mia  iiltima." 

''  En  tal  concepto,  mandaré  los  comisionados  al  punto  qiu'  Id. 
"  designe,  desde  luego  que  se  sirva  darme  el  correspondiente  aviso.'* 

"  Reitero  á  Ud.  mis  consideraciones  y  respetos. — D.  I     i.    '  - m 
•'  temaln,  12  de  abril  de  1820." 

Mariano  de  Aycinena,* 

30— Aycinena  sin  esperar  que  Morazan  le  contestara,  emió  ú  don 
Manuel  Arzú  y  á  don  Manuel  Fran(!Ísco  Pavón,  con  la  nota  siguien- 
te: "  C.  general  Francisco  Morazan.   I^)s  CC.  brigíulier  Manuel  de 
''  Arzú,  y  teniente  coronel  Manuel  Francisco  Pavt)n,  son  los  comi- 
'  sionados  que  he  nombrado  para  las  conferencias  on  que  se  del>e 

•  arreglar  el  modo  en  qu(»  ocupo  Ud.  la  plaza  con  sus  tioiyís.** 

''  Ya    he    dado  mis   instruccioní^s.    y  suscrilx)  ;í    cuanto    andxís 

•  convengan." 

IJcitero  á  l'd.  mis  considiTucioneü  y  res^nMos.    i*,  i 
.    wwúw.  h?  'h'  Ml»nl  (b'  ls-)()." 

'lar tana  de  Aycinena,'* 


76  KESENA    HISTÓRICA 

31 — Morazan  desde  su  x')riniera  contestación  á  don  Mariano  Ayci- 
nena,  dijo  que  no  consentiría  nada  que  no  fuera  la  rendición  de  la 
X)laza,  ofreciendo  garantizar  las  vidas  y  i)ropiedades  de  cuantos  en 
ella  estuvieran.  Aycinena  quiso  confundir  el  pensamiento  de  rendi- 
ción con  ideas  de  conferencias.  Moraban  replica  que  solo  admite  la 
rendición  de  la  plaza.  Agravándose  las  circunstancias,  Aycinena  a- 
cepta,  disculpándose  con  que  esto  fué  lo  que  quiso  decir  desde  su 
primera  nota.  Pavón  y  Arzú  marcharon  á  rendir  la  plaza  sin  mas 
ventaja  X)ara  ellos  que  el  respeto  á  las  "vidas  y  á  las  propiedades,  lo 
que  equivale  á  rendirse  á  discreción.  En  este  concepto  fueron  admi- 
tidos en  el  campo  enemigo  conforme  á  las  leyes  de  la  guerra. 

32 — Don  Jo«é  Milla  y  Vidaurre  en  una  noticia  biográfica  de  don 
Manuel  Francisco  Pavón,  dice:  ''La  capitulación  se  habia  pedido 
• '  á  pesar  del  jefe  Aycinena,  que  se  proponía  defender  palmo  á  pal- 
''  mola  ciudad."  Esta  aserción  es  enteramente  inexacta.  Ella  pro- 
cede de  un  vehemente  deseo  de  jjresentar  como  grande  héroe  al  Je- 
fe de  los  serviles  y  al  x)rimer  representante  de  los  nobles.  Las  no- 
tas preinsertas,  atestiguan  que  Aycinena  no  solo  queria  la.  capitula- 
ción, sino  que  la  solicitaba  con  empeño,  y  que  sus  deseos  de  sal- 
varse llegaron  hasta  el  estremo  de  rendirse  sin  mas  condición  favo- 
rable que  la  garantía  de  vidas  y  propiedades.  Esto  estaba  ya  esti- 
IDulado  en  notas  que  hemos  visto.  Los  comisionados  no  fueron  al 
campo  enemigo  mas  que  á  darle  formas  de  estilo,  agregando  circuns- 
tancias accidentales. 

33 — Arzú  y  Pavón  fueron  recibidos  i^or  el  general  Morazan  con- 
forme á  las  leyes  de  la  guerra,  y  en  la  casa  de  la  Andrade,  esquina 
de  la  plazuela  de  San  Francisco,  (*^)  se  firmó  el  siguiente  documento: 

"  Art.  1.  ^ — ^Desde  esta  hora  habrá  una  suspensión  de  armas  y 
"  tanto  el  ejército  del  general  Morazan,  como  el  que  se  halla  en 
"  la  plaza,  recogerán  sus  partidas  á  los  puntes  que  ocupan,  evi- 
"  tando  todo  acto  de  hostilidad. 

"  2.  ^ — Mañana  á  las  10  del  dia  entrará  el  ejército  sitiador  á  li 
"  plaza  principal  de  esta  ciudad. 

''  3.  ^-^Las  tropas  sitiadas  se  replegarán  antes  de  este  acto  á  sus 
''  cuarteles,  y  se  depositarán  en  la  sala  de  armas  todas  las  existen- 
' '  tes  en  la  plaza  mayor. 

''  4.  ^ — El  general  Morazan,  si  lo  tuviere  por  conveniente,  incor- 
"  porará  á  su  ejército  los  individuos  délas  fuerzas  capituladas  que 
"  no  quisieren  ser  licenciados,  ya  sean  délas  milicias  del  Estado, 
"  ó  de  la  fuerza  federal  que  exista  unida  .á  ellas. 


Ho}'  plaza  de  la  Concordia. 


DE  CEKTKO-A3IERICA  77 

'•  5.  ^ — Cuatro  comisionados  del  ejército  mluí'Ioi\  pasaiaii  maña- 
na á  las  8  del  dia  á  la  plaza,  para  asegurarse  del  cumplimiento 
del  art.  3.  ^  y  luego  que  se  hayan  recibido  formalmente  de  todos 
los  elementos  de  guerra  y  armas  que  existen  en  la  i>laza,  darán 
aviso  de  ello,  para  la  ocuj^acion  de  la  misma  plaza. 
"  6.  ^ — El  general  Morazan  garantiza  las  vidas  y  i^ropiedades  de 
todos  los  individuos  que  existan  en  la  plaza. 
u  7.  c — Les  dará  pasaporte,  si  lo  tuviere  jx)r  conveniente,  para 
que  salgan  á  cualquier  punto  de  la  República  6  fuera  de  ella. 
"  8.  ^  — El  general  Morazan,  y  los  comisionados  á  nombre  del  Je- 
fe que  representan,  ofrecen  bajo  su  palabra  de  !•' •'"»'•.  ín.>iv]ii.M<- 
ta  capitulación  en  la  parte  que  les  toca." 
"  En  Guatemala,  á  12  de  Abril  d^l829. 
Francisco  Morazan— Manuel  Arzú—Manv*''  I"-" 


DISPOSICIONES  DE  AfCIHElA 


MINISTERIO  GENERAL 

DEL   GOBIP:RNO    del    estado    de    GUATEMALA. 


El  Jefe  del  Estado  se  ha  sermdb  espedir  el  stguienf* 

DECRETO. 

EL   .JEFE    DEL    ESTADO    DE   (i  TATEMA  LA, 

Oliservaiiclo  que  los  enemigos  que  han  invadido  el  Estado,  no  per 
<Ioiian  .iiedio  alguno  para  difundir  por  todo  él  la  división,  el  desor- 
den y  la  mas  espantosa  anarquía:  que  en  tan  eriminal  empivsji  son 
auxiliados  por  algunos  hijos  del  mismo  instado,  indignos  dtd  nom- 
l)re  guatemalteco;  y  que  unos  y  otros  han  llevado  sus  planes  hasta 
el  exeso  de  usurpar  la  autoridad,  cu  los  puTims  ociip-''-^  ^M>r  las 
fuerzas  invasoras: 

Deseando  atajai*  un  mal,  no  solo  ruinoso  á  los  pueblos  de  (tuate- 
mala,  sino  á  todos  los  de  la  Repúblira,  opuesto  ;í  su  rivdir^  •  •-•^ají 
(Ip  conducirla  á  su  total  esterminio; 

Y  usando  de  las  facultades  que  le  están  conferidas, 

DKCn^KTA: 

I.  o_i^is5  autoridades,  funcionarios  y  empicados  de  i'uaiquicr  ur- 
<len,  clase  y   denonnuM-ion   .oi.'   ^.-rin.  «pie  Ivijo   cualquier   título  6 


80  KESEXA  IIISTÓKICA 

pre testo,  nombren  y  establezcan,  6  hagan  nombrar  y  establecer  á  los 
enemigos,  6  sus  agentes,  en  cualquier  punto  del  Estado  que  ellos 
ocux)en,  ó  que  esté  bajo  el  influjo  directo  6  indirecto  de  los  mismos 
iuA^asores;  son  y  se  considerarán  por  ilegítimas,  y  los  actos  de  su  e- 
jercicio  no  deberán  ser  reconocidos  por  los  pueblos,  ciudadanos  ni 
habitantes  del  Estado;  teniéndolos  por  desnudos  de  toda  antoridad, 
por  violentos,  ilegales,  nulos  y  de  ningún  valor  ni  efecto,  como  e- 
manados  de  individuos  ó  personas  que  carecen  de  poder  legal  para 
las  funciones  públicas  en  que  hubieren  sido  colocados. 

2.  ^  — La  usurpación  de  cualquiera  de  estas  funciones,  por  cual- 
quiera clase  de  personas,  será  vista  como  un  acto  hostil  contra  el  Es- 
tado, y  castigada  con  todo  el  rigor  de  las  leyes.  Los  que  hubieren 
cooperado  6  cooperasen,  bien  sea  por  sí,  prestándose  á  excitaciones 
del  enemigo  ó  de  los  intrusos:  los  que  hayan  sostenido  6  sostengan 
la  usurpación  de  estos;  y  generalmente  todos  los  que  de  cualquier 
modo  hubiesen  tomado  6  tomaren  una  i3arte  activa  en  semejantes 
atentados;  quedarán  sujetos  á  las  penas  que  respectivamente  cor- 
respondan á  sus  delitos,  con  arreglo  á  las  disi^osiciones  vijentes. 

3.  ^ — Las  órdenes,  prevenciones,  ó  resoluciones  de  cualquiera  cla- 
se, que  en  cualquiera  forma  dictaren  dichos  intrusos,  sus  agentes, 
6  los  jefes  de  la  fuerza  enemiga,  en  cualquier  puiito  del  territorio 
del  Estado,  no  deberán  ser  obedecidas,  cumplidas  ni  ejecutadas. 
La  persona  que  contravenga  á  esta  prohibición,  será  condenada  á 
servir  en  trabajos  públicos,  desde  uno  .hasta  cuatro  años,  según  la 
mayor  ó  menor  culpa  que  se  le  justifique;  y  si  el  contraventor  fue- 
se persona  constituida  en  autoridad,  eclesiástica,  civil  ó  militar,  ó 
que  ejerza  legítimamente  otras  funciones  jjúblicas,  de  cualquiera 
otra  clase  y  orden  que  sean,  sufrirá  ademas  de  esta  pena,  la  de  pri- 
vación de  su  empleo,  destino  ú  oficio,  y  pagará  una  multa  desde 
ciento  hasta  mil  pesos. 

4.  ^  — Los  empleos,  destinos,  comisiones  6  encargos  que  confirie- 
ren los  mismos  intrusos,  sus  agentes  6  los  jefes  de  la  fuerza  enemi- 
ga, sea  ea  puntos  ocupados  por  ella,  y  para  cualquiera  paraje  de 
dentro  ó  fuera  del  Estado,  y  sean  también  de  la  naturaleza  que 
fueren:  tampoco  deberán  ser  admitidos,  servidos  ni  desempeñados 
por  ciudadano  ó  habitante  alguno  del  Estado.  El  que  infringiere 
este  artículo,  será  castigado  con  una  multa  desde  quinientos  hasta 
dos  mil  pesos,  y  ademas  con  la  pena  de  trabajos  públicos,  desde 
cuatro  hasta  ocho  años,  todo  según  la  mayor  ó  menor  importancia 
del  empleo,  destino,  comisión  ó  encargo  que  haya  admitido  y  de- 
sempeñado, y  la  mayor  6  menor  culpa  en  que  por  esta  razón  hubie- 
re incurrido.  Los  que  no  puedan  pagar  la  multa,  serán  destinados 
á  presidio  desde  cuatro  hasta  diez  años.  En  las  mismas  llenas  in- 
currirán los  que  siendo  de  otro  Estado^  cometan  igual  delito;  y  si 


DE  CEXTKO-AMERICA.  81 

fuesen  estranjeros,  sufrirán  la  pena  capital. 

5.  ^  — Todo  el  que  con  su  persona,  con  hombres,  armas,  municio- 
nes de  guerra,  víveres  ó  dinero,  dé  axilios  á  los  intrusos,  á  sus  a- 
jentes  ó  á  las  fuerzas  que  han  invadido  el  Estado,  será  castigado 
de  muerte,  conforme  al  artículo  5.  ^  de  la  ley  de  19  de  febrero  de 
1827.  Esta  pena  se  hará  efectiva  aun  cuando  resulte  que  se  haya  o- 
brado  por  encargo  de  otra  persona,  y  la  misma  'se  impondrá  al  que 
hubiese  dado  tal  encargo. 

6.  ^  — Respecto  de  las  penas  asi  corporales  como  pecuniarias,  en 
que  solo  fija  este  decreto  el  máximum  y  el  mínimum,  la  autoridad 
que  deba  imponerlas,  hará  la  graduación  de  ellas,  conforme  á  la 
mayor  6  menor  culpa  que  se  advierta  en  cada  individuo,  pero  siem- 
pre con  arreglo  á  lo  que  queda  prevenido. 

7.  ^  — El  Gobierno  se  reserva  la  facultad  de  dictar  las  medidas  es- 
peciales que  convengan  á  la  seguridad,  defensa  y  salvación  del  Es- 
tado, respecto  de  aquellos  casos  que  ofrezcan  circunstancias  estraor- 
^inarias,  en  los  delitos  de  que  trata  el  presente  decreto. 

8.  ^  — Imprímase,  publíquese  y  circúlese. 

Dado  en  Guatemala,  á  16  de  febrero  de  1829 — Mariano  de  Ayci- 

nena. 
Por  disposición  del  P.  E. — José  Francisco  de  Curdova, 


ORDEIN  CmCüLAR, 


El  Poder  Ejecutivo  del  Estado,  consid expando  muy  conveniente  y 
necesario  ñjar  algunas  reglas  generales  que  determinen  la  conducta 
que  lia  de  observarse  respecto  de  los  enemigos,  de  los  facciosos  que- 
con  el  aaxilio  ó  á  inñujos  de  la  fuerza  invasora,  atenten  contra  la 
seguridad  interior  6  esterior  del  Estado,  y  de  los  agantes  de  unos  y 
otros;  y  deseando  también  que  estas  reglas  dejen  á  cubierto  los  de- 
rechos é  intereses  mas  preciosos  de  los  pueblos,  y  que  aunque  limi- 
tadas á  los  puntos  mas  sustanciales,  por  lo  que  sobre  ellos  disponen^ 
den  á  conocer  lo  que  deberá  hacerse  respecto  de  los  demás  que  na 
estén  espresamente  detallados:  ha  resuelto  se  observen  las  siguientes. 

1.  es 

Las  autoridades  políticas,  militares  y  municipales  de  los  x>uebIo&- 
que  se  hallen  amenazados  de  una  próxima  invasión  de  enemigos,  de- 
berán bajo  su  mas  estrecha  responsabilidad,  tomar  todas  las  dispo- 
siciones convenientes  para  que  de  los  confines  de  su  recinto  por  don- 
de amenace  el  riesgo,  se  retiren  los  ganados  y  toda  especie  de  víve- 
res, y  se  acerquen  á  los  j)arajes  mas  libres  y  seguros,  para  que  se- 
estraigan  los  elementos  de  guerra  que  allí  hubiere,  y  para  que  se  es- 
caseen al  enemigo  los  recursos  de  cualquiera  clase,  y  se  deje  tam^- 
bien  el  menor  cebo  posible  á  su  codicia. 

Los  jefes,  administradores,  empleados  y  dependientes  de  los  ra- 


DE  CENTRO- AMERICA.  83 

nios  de  hacienda  en  los  departamentos,  y  los  mayordomos,  colecto^ 
res  y  demás  funcionarios  que  administran  los  fondos  municipales 
de  los  pueblos,  tomarán  también  en  este  caso  las  medidas  mas  opor- 
tunas y  eficaces  para  poner  á  salvo  los  caudales  é  intereses  de  sü 
resj^ectivo  cargo;  bien  entendidos  unos  y  otros,  de  que  si  por  des- 
cuido ó  morosidad  cayeren  éstos  en  poder  de  la  fuerza  enemiga,  de 
sus  jefes  ó  de  sus  agentes,  deberán  reponerlos  íntegramente  á  sm 
costa,  sin  perjuicio  de  lo  demás  á  que  haya  lugar;  y  que  si  en  este 
asunto  hubiesen  procedido  con  dolo  ó  de  malicia,  los  jefes,  admi- 
nistradores y  demás  funcionarios  y  empleados  referidos,  pagarán 
ademas  el  duplo  del  valor  de  los  caudales  6  intereses  ocupados,  ro- 
bados 6  perjudicados,  sean  de  la  hacienda  ó  de  los  propios  de  los 
pueblos:  serán  destituidos  de  sus  destinos,  y  quedarán  sujetos  á  las 
otras  penas  que  merezca  la  mayor  ó  menor  criminalidad  de  su  con- 
ducta, con  arreglo  á  las  leyes.  Estas  disposiciones  se  harán  efecti- 
vas no  solo -cuando  la  ocupación,  el  robo  o  el  daño  hayan  sido  ó  fue- 
ren ocasionados  por  los  enemigos,  según  queda  dicho,  sino  también 
cuando  provengan  de  parte  de  alguna  facción  interior  del  estado; 
bajo  cuyo  concepto,  en  cualquiera  de  estos  casos  se  guardarán  res- 
pectivamente las  precauciones  indicadas. 


8.  =*- 

Las  mismas  se  recomienda  á  los  PP.  Curas,  y  se  previene  á  los  je- 
fes políticos,  alcaldes  y  municipales  de  los  pueblos,  que  se  tornea 
respecto  á  las  alliajas  y  platas  de  las  iglesias:  se  procuran!  estraer- 
las con  la  debida  oportunidad:  se  trasladarán  á  un  paraje  libre  y  se- 
guro, dentro  6  fuera  del  propio  departamento,  ó  por  lo  menos  se 
ocultará  en  aquel  á  que  pertenezcan,  bajo  las  seguridades  corres- 
pondientes en  cualquiera  de  estos  casos:  se  pondnín  en  salvo  igual- 
mente los  demás  bienes  y  propiedades  de  la  iglesia;  y  para  todo  <>- 
brarán  de  acuerdo  entre  sí  las  autoridades  eclesiástica  y  civil. 


Los  jetes  de  los  departamentos,  los  do  distrito,  y  donde  no  los 
hubiere  de  esta  iiltima  clase,  los  alcaldes,  ó  quienes  hagan  sus  vi*- 
<'(^s,  designarán  c(m  la  debida  anticipación  el  lugar  que  les  ])arezca 
mas  apropósito  para  cabecera,  por  si  fuere  invadida  la  del  departa- 
mento ó  distrito  respectivo:  harán  (|ue  al  punto  designado  se  tnsUl- 
den  los  intereses  princii)ales  de  los  piu'blos,  y  entre  ellos  los  pape- 
les de  oficinas  mas  importantes;  y  si  este  nuevo  punto  so  viera  des- 
pués amenazado  de  iguales  riesgos,  irán  estivchando  su  residencia 


"84  KESEXA    IIISTOIÍICA 

por  escalas  proj)orcionadas  sobre  la  capital  6  paraje  que  ofrezca  ma- 
yor seguridad. 


Desde  los  pueblos  donde  se  ñje  sucesivamente  la  cabecera,  se  en- 
tenderán con  los  que  estuvieren  libres  de  enemigos,  en  el  territorio 
de  su  mando  para  hacerlos  acudir  á  la  defensa  común:  para  el  pa- 
go de  contribnciones  y  para  los  demás  objetos  de  necesidad  ó  utili- 
dad qne  indiquen  las  circunstancias  ó  les  prevenga  el  Grobierno,  á 
quien  darán  cuenta  de  todo  lo  que  ocurra. 

Los  jueces,  los  alcaldes,  municipales  y  funcionarios  de  los  x>i^e- 
blos  inmediatos  á  los  ya  ocupados  por  el  enemigo,  podrán  y  deberán 
tomar  todas  las  medieas  que  estén  á  sus  alcances,  ya  sea  para  esca- 
searle víveres,  ya  para  cortarle  comunicaciones  de  unos  puntos  á 
otros,  ya  para  impedir  que  las  estienda:  obrando  siempre  hostil- 
mente respecto  de  él,  y  haciéndole  todo  el  daño  i)osible  por  cuan- 
tos modos  permiten  las  leyes  de  guerra. 

En  iguales  términos  se  conducirán  si  hubiere  alguna  facción  in- 
terior en  sus  inmediaciones,  que  haya  desconocido  ó  desconozca  las 
autoridades  lejítimas;  que  esté  haciendo  armas  contra  ellas;  favo- 
reciendo los  planes  del  enemigo,  ó  cometiendo  otros  crímenes  seme- 
jantes contra  la  existencia  del  Estado  ó  su  seguridad  interior  ó  es- 
terior. 

8.  ^ 

Así  respecto  de  las  tropas  enemigas,  como  de  cualquiera  facción 
de  las  indicadas,  se  procurará  con  especial  cuidado,  descubrir  y 
prender  á  los  esx)ias  que  pongan  en  cualquier  punto:  hacer  lo  mis- 
mo con  los  correos  que  despachen:  tomarles  á  unos  y  otros  los  pa- 
peles, armas  y  cualesquiera  otros  efectos  que  tengan  ó  lleven  consi- 
go: asegurar  las  personas  y  remitirlas  oportunamente,  con  la  custo- 
dia que  corresponde,  á  esta  capital. 

Debe  entenderse  que  las  i^revenciones  6.,  ^  7.  *^  y  8.  ^  hablan 
también  con  los  pueblos  y  los  particulares,  pues  todos  pueden  y  de- 
ben obrar  hostilmente  respecto  de  los  enemigos  del  Estado. 


DE  CENTKO-AMKIÍÍCA.  85 

10.  - 

Se  celará  general  y  eñcazmente  la  introducción  de  papeles  sedi- 
ciosos 6  turbativos  de  la  tranquilidad  pública,  que  impresos  6  ma- 
nuscritos quieran  circular  los  enemigos:  se  recojerán  todos  los  que 
se  encuentren  de  esta  clase:  se  averiguará  si  alguna  persona  se  ocu~ 
pa  en  difundirlos;  y  se  i)ondrá  XDronto  y  eñcaz  remedio  por  los  jue- 
ces y  autoridades  á  quienes  incumbe  este  cuidado.  Los  que  recibaa 
por  correos  6  en  otra  forma  dichos  papeles,  están  obligados  á  pre- 
sentarlos á  la  autoridad:  pueden  hacerlo  sin  descubrirse,  remitién- 
dolos con  sobre-escritos  cerrados,  y  siempre  en  el  concepto  de  que 
se  les  guardará  secreto;  y  los  que  en  vez  de  hacerlo  asi,  los  retengan, 
los  trasladen,  ó  de  otro  modo  concurran  á  su  circulación,  incurren 
en  las  mismas  penas  que  sus  autores,  haciéndose  reos  de  los  deli- 
tos que  estos  hubiesen  cometido.  Las  autoridades  respectivas  ten- 
drán muy  presente  en  la  materia,  el  decreto  del  Gobierno  de  2  de- 
noviembre de  1827,  para  aplicarlo  según  los  casos  que  ocuiTan. 


11.  =« 

Si  en  vez  de  proceder  con  arreglo  al  espíritu  de  c  uauío  v|ii.  vtu  pre- 
venido, hubiere  alguna  persona  que  se  acerque  al  enemigo,  y  le  com- 
pre ganados,  granos  6  cualquiera  otra  especie  de  géneros  y  efectos. 
quedará  obligada  á  restituirlos  al  que  resulte  dueño  legítimo  de  e- 
llos,  6  á  darle  un  equivalente,  en  caso  de  haberlos  consumido,  paga- 
rá el  diix)lo  del  valor  de  los  mismos  géneros  y  efectos;  y  esta  multa 
se  aplicará  por  iguales  partes  al  denunciante  y  al  juez  que  conozca 
de  la  causa.  Si  no  hubiere  habido  denunciante,  la  parte  que  á  éste 
correspondería,  se  consignará  á  beneficio  de  la  hacienda  públicji. 

Vi.  =^ 

Todo  el  que  sepa  que  en  cualquier  punto  del  Kstailo  existen  inte- 
reses, propiedades  o  derechos  ])ertenecientes  al  enemigo,  a  cuaUpiie- 
ra  de  sus  ajenies,  o  á  individuos  y  pcn-sonaa  que  liubienm  hecho  '» 
"stuvieren  haciendo  causa  y  jiartido  con  ellos,  potlní  y  deberá  de- 
nunciarlo al  (íobicrno,  á  los  jefes  departamentales  óá  la  autoridad 
á  (piien  mas  lacilincnte  pueda  dirijirse.  Hecha  la  conveniente  ave- 
I  iguaciím  y  resultando  cierta  la  denuncia,  en  términos  de  que  por 
elhi  llt'gue  á  jx^cibir  algún  ingreso  hi  hacienda  del  Estado,  el  de- 
nuncianttí  tendrá  la  cuarta  \y.\r\r  ihA  valor  de  los  bienes  ó  intere0eft 
por  via  de  gratifica(JÍon. 


S6  IIESETÍA  IIISTOKICA 

13.^ 

Las  Municipalidades,  y  generalmente  todos  y  cualesquiera  vecinos 
de  los  puntos  confinantes  á  los  ya  ocupados,  ó  en  que  esté  alterado 
el  orden,  darán  partes  y  avisos  de  las  personas  que  vean  ó  sepan  que 
se  lian  adherido  á  los  enemigos,  que  les  han  facilitado  ó  facilitan 
auxilios,  ó  que  le  han  servido  6  están  sirviendo  en  cualquiera  otra 
cosa.  Estos  avisos  se  darán  tan  circunstanciados  como  se  pueda  j)a- 
ra  venir  en  conocimiento  de  los  culpables,  de  sus  familias,  lugares 
de  su  residencia  y  demás  circunstancias,  á  fin  de  tomar  las  debidas 
pi^ovidencias. 

14.^ 

Todo  ciudadano  ó  habitante  que  dé  avisos  ó  denuncias  de  esta 
clase,  ó  sobre  cualquiera  otro  objeto  interesante  á  la  causa  x)ública, 
puede  y  debe  contar  con  que  se  guardará  religiosamente  el  sijilo 
que  exija  la  naturaleza  del  asunto;  y  puede  y  debe  contar  asi  mis- 
mo con  que  el  Gobierno  verá  siemj)re  estas  acciones  como  pruebas 
de  lealtad  y  patriotismo:  que  las  tendrá  presentes  para  las  solicitu- 
des y  pretensiones  que  se  ofrezcan  á  los  interesados,  y  que  las  pre- 
miará con  gratificaciones  pecuniarias,  si  lo  exijiere  asi  la  calidad  de 
las  materias. 

15.=^ 

Para  que  todo  lo  dispuesto  se  observe,  cumpla  y  ejecute  exacta- 
mente, se  comunicará  á  quienes  corresponde;  y  se  imprimirá  desde 
luego  á  fin  de  que  llegue  á  noticia  de  todos. 

Secretaria  del  Gobierno:  Guatemala,  16  de  febrero  de  1829. 

OÓTcIova. 


S  \  m  SE  MlllíE  MOE. 


DOCUMENTO  >..   1.  - 

INSTRüCCIOT^  PARA  EL  .COMANDANTE  DE  LOS  FALSOS  ATAgUEí*. 

Colocará  tres  guardias  de  caballería  de  12  hombres  cada  una  so- 
bre el  frente  de  las  fortificaciones  del  enemigo,  desde  la  Barran- 
quilla  hasta  el  lado  opuesto  de  Buena-Vista:  cada  gran-guardia  co- 
locará tres  centinelas  á  caballo  sobre  este  frente,  como  á  dos  cua- 
dras de  su  i^uesto:  estas  avanzadas  colocadas  de  dia  á  distancia  li- 
bre  de  los  fuegos,  se  acercarán  de  noche  á  las  fortificaciones,  de  mo- 
do que  se  rennan  en  una  de  las  tres  avanzadas  como  al  centro;  las 
centinelas  se  retirarán  en  el  mayor  silencio  cuando  sea  ya  de  noche, 
y  en  el  curso  de  la  noche  se  mandará  muy  cerca  de  las  fortificacio- 
nes,  patrullas  de  cuatro  soldados  con  un  cabo:  cuando  se  acerquen 
al  foso,  uno  se  apartará  como  una  cuadra  de  la  i)atrulla,  y  dam  el 
quien  vive  á  los  otros:  estos  responderán  una  vez:  ronda  mayor:  la 
centinela  llamará  de  finjido  al  cabo  de  guardia  liaciendo  las  demás 
formalidades  dé  recibirlo,  y  i)ara  el  buen  éxito  de  esta  (>i>enu-ion, 
la  hará  en  persona  el  comandante  de  los  falsos  ataques,  repitit»n- 
lola  en  cuatro  puntos  por  lo  menos  desde  la  Barranquilla  hasta  el 
utro  lado  de  Buena-Vista. 

Otras  veces  mandará  dos  soldados  cerca  de  las  fortificaciones  en 

los  lugares  ocupados  por  el  enemigo;  después  que  uno  haya  dado 

^^1  quien  vive  y  haber  respondido  San  Salvador,  este  preguntan!  al 

)tixj  en  dónde  está  la  i)riniera  división,  a  que  le  resj^ndeni  en  muy 

dta  voz,  tomo  el  camino  pam  la  Antigua;  sobro  otix)  punto  hacien- 

lo  lo  mismo,  y  preguntando  por  l:i  tcnMMti  división.   fMTír»'<fnrMn. 

üiarchó  á  San  Salvador. 

A  las  tres  de  la  mañana  un  tambor  tocará  diana:  inmediatamen- 


88  llESENA  HISTÓRICA 

te  lina  de  las  dos  bandas  que  se  quedarán  en  la  garita  de  Mixco^ 
tocará  en  este  mismo  punto,  y  la  otra  á  dos  cuadras  por  lo  menos; 
cada  banda  tocará  diana  en  dos  lugares  diferentes:  después  juntas 
la  llamada,  y  á  las  cuatro  de  la^  mañana  precisamente,  marcha  ha- 
cia las  fortificaciones;  cuando  estén  á  una  distancia  racional  de  e- 
llas,  tocarán  ataque,  y  los  que  estén  armados  harán  algunos  tiros: 
toda  la  caballería  de  los  falsos  ataques  reunida  en  un  punto,  fingi- 
rá carga  sobre  Buena- Yista:  después  de  un  rato* harán  silencio;  el 
comandante  en  alta  voz  gritará  que  el  General  manda  que  se  aguar- 
de el  dia,  regañando  mucho  en  nombre  del  General,  por  haber  ata- 
cado importunamente;  verificado  todo  esto,  todos  los  individuos  de 
los  falsos  ataques  se  reunirán,  y  se  retirarán  por  Ciudad- Vieja  al 
lugar  donde  esté  el  ejército. 

Cuartel  general  en  Aceituno,  8  de  abril  de  1829. 

Nicolás  Raovl. 


DOCUMENTO  N.  2. 

Instrucciones  para  el  coronel  Gutiérrez^  jefe  de  la  segunda 
dimsion  de  infantería. 

Artículo  1.  ^  — El  escuadrón  Charcas,  á  las  órdenes  del  teniente 
coronel  Corzo,  se  agregará  á  su  división  á  las  diez  de  esta  noche. 

2.  ^  — Como  este  escuadrón  vendrá  de  San  Pedro  Las  Huertas  por 
el  camino  recto  de  la  chacra  de  Santo  Domingo,  será  preciso  que 
Ud.  haga  mantener  un  fogón  en  el  lugar  donde  está  acuartelado  el 
batallón  núm.  8,  para  que  sirva  de  punto  de  dirección  al  teniente 
coronel  Corzo,  y  no  se  estravie  en  la  marcha  de  noche. 

3.  ^  — Unido  el  escuadrón  á  su  división,  se  pondrá  Ud.  en  mar- 
cha para  la  garita  de  Chinautla,  pasando  por  el  molino  de  la  Mer- 
ced, ó  si  fuere  posible  no  dar  esta  vuelta,  tomará  un  camino  mas 
corto,  haciéndolo  reconocer  con  mucha  escrupulosidad,  á  fin  de  que 
no  resulte  ningún  embarazo. 

4.  ^  — Como  las  marchas  de  noche  son  llenas  de  dificultades,  y 
esponen  á  los  soldados  á  estraviar,  que  del  orden  perfecto  de  esta, 
pende  la  suerte  de  la  República,  el  comandante  de  la  segunda  di- 
visión tomará  todas  las  precauciones  que  estén  á  su  alcance,  y  en- 
tre ellas  la  mas  importante,  es  hacer  un  alto  de  diez  minutos  cada 
cuarto  de  hora. 

5.  ^  — Llegado  con  toda  su  fuerza  arriba  de  la  laguna  de  la  gari- 


DE  CENTRO-AMÉRICA.  89 

ta  de  Cliinaiitla,  hará  sus  disposiciones  para  pasar  el  foso  del  guar- 
da á  la  derecha  de  ella,  de  modo  que  vaya  á  resultar  al  potrero  de 
Martínez,  sirviéndose  como  prácticos,  de  los  tres  patriotas  que  lle- 
garon ayer  de  la  capital  por  una  vereda  que  atraviesa  el  potrero 
de  Moreno. 

(3.  ^ — Ud.  mandará  dos  cuartos  de  caballería  en  el  llano  qu<^  t-.sUi 
entre  la  ciudad  y  las  dos  garitas  con  el  fin  de  observarlas,  y  hará 
guarnecer  con  su  infantería  los  fosos  que  separan  este  llano  del  po- 
trero de  Martínez,  mientras  que  nn  batallón  á  las  órdenes  de  un  ofi- 
cial de  toda  su  confianza  marche  á  ocupar  el  cerro  del  Carmen  por 
la  vereda  del  potrero  de  Moreno  ya  referida. 

7.  ^  — Si  el  ataque  del  Carmen  tiene  buen  éxito,  Ud.  marchará 
con  toda  sii  tropa  á  ocupar  la  plazuela  de  San  José  el  viejo,  man- 
dando nna  compañía  en  el  potrero  de. los  Matamoros,  á  fin  de  des- 
truir la  avanzada  que  tiene  allí  el  enemigo,  y  asegurar  la  i*etirada, 
que  en  caso  de  resultar  desgraciado  el,  ataque  que  va  á  dirijir,  de- 
be verificarse  por  la  calle  que  va  de  la  plazuela  de  San  José  á  los 
baños  del  Administrador,  y  de  allí  á  Aceituno  por  una  vereda  que 
indicará  uno  de  los  patriotas  que  han  venido  por  esa  dirección. 

8.^— Al  mismo  tiempo  Ud.  mandará  una  partida  de  caballería 
por  la  calle  mas  esterior,  cual  es  la  de  las  tenerías,  hasta  el  potrero 
de  Eustaquio,  detras  de  Santo  Domingo,  con  el  fin  de  establecer 
sus  comunicaciones  con  el  ataque  mayor  que  debe  dar  una  división 
del  ejército  á  este  convento. 

9.  ® — El  oficial  encargado  de  la  ocupación  del  Carmen,  prescindi- 
rá de  ella,  en  caso  de  encontrar  resistencia,  é  irá  á  esperar  las  ór- 
denes de  Ud.  detras  de  la  Iglesia  de  la  Candelaria,  mientras  que  él 
mande  algunas  x^artidillas  en  dirección  al  convento  de  la  Merced, 
para  saber  si  el  enemigo  lo  ocupa. 

10.  o  — j^n  fin,  señor  coronel,  las  instrucciones  no  pueden  indicar 
sino  los  puntos  generales  que  coordinan  sus  esfuerzos  con  las  dis- 
posiciones del  General  en  Jefe:  á  lo  imprevisto,  Ud.  opondní  el  va- 
lor de  nuestra  tropa  y  la  decisión  que  caracteriza  á  l-d. ;  dcl>enios 
ser  persuadidos  todos  que  mañana  se  levantará  sobre  Guateniala  el 
sol  de  la  libertad  ó  que  vá  á  hundirse  on  la  noche  de  la  iiniHwtu- 
ra,  que  la  patrisi  nos  wnvii  y  (jue  no  hay  uunlio  para  nosoti'os  entn» 
vencer  ó  morir. 

Cuartel  general  de  Aceituno,  8  de  abril  de  1S21). 

X¡rn7fis  ííaouL 


90  KESENA    JIISTOKÍCA 

DOCUMENTO  N.  3. 
Comandancia  de  la  segunda  división. 

C.  Jefe  del  Estado  Mayor: — En  virtud  de  ]as  instrucciones  que 
Ud.  me  dio  el  dia  8  del  presente,  emprendí  mi  marcha  á  las  doce 
de  la  noclie  con  la  división  de  mi  mando,  una  compañía  de  drago - 
res  y  un  piquete  de  alumbradores  y  ordenanzas,  á  las  órdenes  del 
teniente  coronel  Doroteo  Corzo,  con  dirección  al  Molino  de  la  Merced. 

La  maleza  del  camino  y  la  oscuridad  de  la  noche,  no  me  permi- 
tieron llegar  al  guarda  de  Chinan  tía,  sino  después  de  haber  amane- 
cido, lo  cual  me  obligó  á  atacar  sus  fortificaciones,  que  fueron  to- 
madas de  frente  y  al  paso  de  trote  por  el  teniente  coronel  gradua- 
do Felipe  Peña  y  el  oficial  Calderón. 

El  enemigo  perdió  10  homares,  14  carabinas,  algunas  municiones 
y  un  prisionero:  este  me  informó  que  en  la  garita  del  Golfo  habia 
doscientos  hombres.  Destaqué  contra  ellos  dos  compañías  de  fusi- 
leros á  las  órdenes  del  teniente  coronel  Peña,  y  una  cuarta  de  ca- 
ballería del  escuadrón  Charcas,  á  las  del  teniente  Curbal,  los  que 
se  posesionaron  del  punto  indicado   sin  ninguna  oposición. 

Estas  pequeñas  acciones  me  dieron  una  idea  del  terror  é  ineptitud 
del  enemigo,  al  mismo  tiempo  qué  me  confirmaron  la  constante  in- 
trepidez de  los  soldados  y  oficiales  que  tengo  el  honor  de  mandar. 
Sus  deseos  por  llegar  hasta  las  fortificaciones  que  se  hablan  juzga- 
do como  el  asilo  impenetrable  del  despotismo:  su  ardor  por  avistar 
al  enemigo  que  parecía  insultarnos  desde  sus  atrincheramientos,  me 
inspiraron  una  ciega  confianza  de  un  triunfo  seguro.  Deseoso  y  con- 
vencido de  él,  mandé  al  teniente  coronel  Corzo,  que  al  paso  de  tro- 
te avanzase  con  la  caballería  por  la  calle  de  San  José,  protegido 
j)or  el  teniente  coronel  Peña  y  dos  compañías  de  infantería,  mientras 
yo  con  el  resto  de  ella  me  dirijia  contra  el  cerro  del  Carmen,  cuyo 
punto  tomé  sin  oposición  alguna.  Establecí  en  él  al  teniente  coronel 
Yillaseñor  con  un  batallón,  y  en  seguida  me  dirijí  para  el  convento  é 
iglesia  de  la  Merced  con  solo  una  compañía  al  mando  del  capitán 
Cabanas.  Al  llegar  al  primer  fortín,  se  me  hicieron  algunos  tiros 
por  el  enemigo,  contra  quien  destaqué  cinco  cazadores  con  orden  es- 
presa que  no  hiciesen  mas  que  cinco  tiros,  y  cargasen  á  la  bayoneta 
sobre  los  que  defendían  la  trinchera,  que  fué  tomada  en  el  momen- 
to. Al  llegar  al  fortín  que  cubre  la  calle  de  la  iglesia  de  la  Merced, 
descubrí  una  partida  considerable  de  caballería  enemiga,  hice  que 
los  cazadores  saltasen  el  foso,  y  disparasen  contra  ella  algunos  fu- 
silazos. Mi  sorpresa  fué  estraordinaria  cuando  vi  que  este  grupo  de 
hombres  desaparecía  de  mi  vista  sin  atreverse  á  disparar  sus  pisto- 


DE   CEXTRO-A3IERICA  91 

.fes  que  llevaban  en  mano,  lo  cual  me  proporcionó  la  ocupación  del 
-.convento  de  la  Merced  y  trincheras  inmediatas. 

Cubierta  mi  retaguardia  por  dos  puntos  fuertes,  me  dirijí  á  la 
plaza-vieja,  en  donde  me  reuní  con  los  tenientes  coroneles  Corzo  y 
Peña,  y  desde  allí  mande  ocupar  las  de  Santo  T>omingo  y  Capn- 
víchinas. 

Difícil  seria  hacer  distinción  de  los  oficiales  y  ^oii^lados,  pues  to- 
dos se  portaron  con  tanto  honor  como  valentía,  y  teníco  el  placer  de 
recomendarlos  á  la  consideración  deUd. 

En  este  dia  y  en  los  demás  que  ha  durado  el  sitio  de  tí>ta  plaza, 

he  tenido  9  muertos  y  veinticinco  heridos,  entre  ellos  ti*es  oficiales, 

*que  son  el  capitán  Carias,  el  subteniente  Pineda,  y  el  de  igual  clase 

Alvaro:  la  mayor  i>arte  de  ellos,  por  su  arrojo  é  intrepidez  que  me 

i  lié  imposible  contener. 

Quiera  Ud.,  C.  Jefe,  ponerlo  todo  en  conocimiento  del  General 
m  Jefe,  y  admitir  las  consideraciones  de  mi  aprecio. 

I).  U.  L. — Cuartel  general  en  Guatemala.  11  'h'  nbril.  '2  de  su  ren- 
dición, de  1829. 

J.  M,  (jrutierrez. 


DOUMENTO  N.  4. 

Instrucción  para  él  ingeniero  en  jefe. 

Cuando  el  ejército  esté  reunido  en  la  chacra  de  Santo  Domingo, 
^i'?  pondrán  á  disijosicion  del  ingeniero  en  jefe  tres  compafíias  de  ca- 
zadores, los  alumbradores  que  quedan  disponibles,  con  tcxlos  los 
indios,  las  herramientas,  escaleras,  etc.,  paní  ir  á  ti'azar  un  camino. 
pcun  penetrar  en  el  potrero  de  Rubio  y  en  el  edificio  de  Santo  Do- 
mingo. Los  alumbradores  de  á  caballo  servirán  i)ai'a  colocarlos  de 
iTiícho  en  trecho   sobre   la  dirección  que  debe  seguir  el  ejéirito,  y 
Vya  oficiales  que  llevan  órdenes  del  Geneml  ó  partes  de  los  comisio- 
nados, y  del  ingeniero  en  jefe;  estos  alumbmdoivs  servinín  como  de 
Tilias  sobie  el  nuevo  <'a!nino.  Luego  qn<»  la  primera  ¡vareil  stm  cor- 
ada, dará  aviso  el  ing(Mii<»ro  en  jefe,  íí  fin  de  que  el  ejército  pueda 
rproxiniarse  á  la  dificultad  inmediatamente  que  se  pueda  [lenetrar 
^Yí  el  ])()trer()  de  Rubio;  dos  compañías  d«»  las  tres  de  cazadores  ya 
mencionados,  volverán  en  el   mayor  silencio  á  ocupar  la  casa  de  al- 
)os  del  ])otrero  de  Rubio,  llevando  las  herramientas  precisas  iiam 
)iarer  troneras  y  procumr  se  hagan  fuegos  abrigados  y  libivs  de  los 
4el  enemigo.   Todos  los  afanes  del  ingeniero  en  jefe,  sonin  I»».h  de  o- 
vcn])ar  lo  mas  v<»ntajosaniente  iK)sible  los  edificios  del  convento  de 


92  RESEÑA    HISTÓRICA 

Santo  Domingo,  que  senl  ocupado  por  los  batallones  números  7  y  8, 
que  forman  la  cuarta  división  á  las  órdenes  del  teniente  coronel 
Peña,  procurando  colocar  el  morterito  sobre  una  de  las  azoteas, 
si  no  fuere  posible  disponerlo  á  cubierto  para  lanzar  piedras,  y  de 
consiguiente  reunirá  muchas  piedras  al  derredor  del  mortero  liara 
cargarlo  con  ellas.  Examinará  el  lugar  en  donde  se  pueda  colocar 
un  canon  con.  seguridad  y  ventaja.  En  fin,  el  punto  importante  del 
ingeniero  en  jefe,  es  la  ocupación  del  convento  de  Santo  Domingo. 
Cuartel  general  en  Aceituno,  8  de  abril  de  1829. 

,  Meólas  Raoiil. 


DOCUMENTO  N.  5. 
Ejército  aliado — Tercera  división. 

C.  Mayor  General  del  Estado: 

El  10  del  corriente,  á  las  4  de  la  tarde,  tentó  el  enemigo  batirme 
en  la  posición  que  liabia  tomado  el  dia  anterior,  por  la  fuga  vergon- 
zosa que  hizo,  abandonando  su  segunda  línea.  El  5.  ^  batallón  esta- 
ba colocado  en  la  iglesia  y  convento  de  San  Francisco,  de  cuya  fuer- 
za se  cubrían  4  avanzadas  que  en  las  boca-calles  impedían  las  sali- 
das que  por  el  flanco  derecho  quisiera  hacer  el  enemigo,  y  el  resto 
de  la  fuerza  de  dicho  batallón  estaba  repartido  sobre  la  misma  igle- 
sia, en  la  de  Santa  Clara  y  en  una  trinchera  que  se  formó  frente  á 
la  calle  jjríncipal  de  la  plaza.  El  6.  ^  batallón  lo  coloqué  en  la  Ter- 
cera Orden  con  el  objeto  de  tener  cubierta  mi  retaguardia. 

El  enemigo  antes  de  cargar  con  toda  su  fuerza,  mandó  guerrillas 
que  tiroteasen  las  nuestras,  y  habiendo  observado  que  no  teníamos 
caballería,  se  decidió  á  dar  un  ataque  brusco  con  400  hombres  de 
infantería,  60  caballos  y  una  pieza  de  á  4.  Luego  que  se  emprendió 
la  acción  por  la  calle  del  ataque,  se  observó  que  la  parte  de  la  fuer- 
za enemiga,  daba  vuelta  á  cortarnos  la  retirada,  y  los  que  guarda- 
ban la  trinchera  de  Pavón  salieron  á  batirnos  por  el  frente,  de  ma- 
nera que  el  ataque  lo  hicieron  por  cuatro  puntos.  Los  soldados  que 
el  dia  anterior  habían  peleado  con  tanta  bizarría  y  bravura,  no  era 
posible  que  fuesen  vencidos  después  de  un  triunfo  tan  glorioso.  Así 
es  que  con  el  mayor  denuedo  fué  rechazado  el  enemigo,  habiendo 
perdido  un  niimero  considerable  de  tropa,  y  el  canon  de  á  4  que 
aun  después  de  tomado,  fué  defendido  jjor  el  que  estaba  colocado 
en  la  tri/ichera  de  la  calle  de  Taboada.  Un  piquete  de  caballería  que 
pedí,  aunque  no  estuvo  en  el  princii:)io  de  la  acción,  llegó  con  opor- 


DE  CEXTIiO-AMÉHKA.  98 

timidad,  pues  él  completo  la  derrota. 

Yo  recomiendo,  C.  Mayor  General,  el  valor  y  decisión  que  en 
esta  vez  lian  manifestado  todos  los  soldados  y  oficiales  de  mi  divi- 
sión, como  lo  presencio  elC.  General  y  el  sub-jefe  de  E.  M.,  Benitez. 
que  se  hallaba  en  la  trinchera  de  la  izquierda  del  frente  del  enemi- 
go con  el  o.  ^batallón;  y  el  teniente  coronel  Carlos  Salazar,  jefe  de 
Estado  Mayor  de  la  división  de  mi  mando,  que  se  hallaba  también 
en  la  plazuela  de  la  Tercera  Orden  con  el  6.  ^  La  premura  del  tieni- 
X)o  no  me  habia  permitido  dar  estos  pormenores  por  escrito  como 
me  lo  previene  Ud.  en  su  nota  de  ayer  de  que  contesto. 

Quiera  Ud.,  C.  Mayor  General,  recibir  las  considei-nííonMsi  f]p  i^,i 
aprecio  y  respeto. , 

D.  U.  L. — Guatemala,  convento  de  San  Franci-sco,  abril  18  de  1829. 

El  comandante  Indalecio  D,  Cordero. 

Adición — Incluyo  al  C.  Mayor  General  la  lista  de  muertos  y  lie- 
ridos  que  hubo  en  dicha  acción. 


DOCUMENTO  N.  ('. 
Comandancia  de  la  brigada  de  caXtalleria. 

Al  C.  Jefe  de  Estado,  Mayor  General  de  los  ejércitos  aliados. 

En  cumplimiento  á  la  orden  que  por  nota  de  Ud.  he  recibido,  fe- 
cha del  dia,  contesto:  que  el  diez,  como  á  las  dos  de  la  tarde,  se  me 
mandó  de  orden  superior  el  que  marchase  una  partida  á  obrar  so- 
bre la  izquierda  en  unión  de  la  división  acami)ada  en  San  Francisco; 
inmediatamente  mandé  al  teniente  coronel  Argueta  con  veinticiu<M> 
dragones,  los  que  entraron  en  combate  desde  su  llegada;  so  encon- 
traron con  toda  la  fuerza  de  caballería  enemiga:  dio  dos  cai^jas 
nuestra  partida,  haciéndoles  como  veinte  muertos;  y  cuando  inten- 
to ha(;er  la  tercera,  se  encontró  con  un  cuerpo  de  infantería,  en  nú- 
mero como  de  trescientos  hombres:  nuestra  partida  ni>  pudo  hacer 
otra  cosa  que  sostener  el  puesto  á  que  Imbia  avanzado.  Se  pidió  en- 
tonces de  la  izquierda  mas  caballeril  y  maiché  yo  en  unión  del  te- 
niente coronel  Corzo  con  veinte  dragones  nuus;  dimos  una  nueva  car- 
;a  hasta  encerrarlos  en  su  trinchera,  y  jHírdinios  de  nuestra  píirtt* 
solamente  al  sargento  segundo  Paredes  qm»  murió  valiente,  y  A  #• 
nemigo  perdió  como  doce  hombres  en  esta  últinuí  nu'gíi. 

Es  cuanto  tengo  que  decir  á  Ud.  en  contestación  k  su  noi 
viéndose  aceptar  las  ])rotestas  de  mi  aprecio. 

1).  r.  U     Abril  i:.  (h'  i«?n 

//.  7\hrreloiigt, 


OA.FITXJLO   NOVKNO. 


Situación  de  la  ciudad  de  Guatemala  durante  el 
ataque  á  la  plaza. 

SUMARIO. 

1 — Lo  que  d/ice  Arce — 2.  Lo  que  dice  M(Hittfar—\\.  Ja)  que  dice 
don  José  Francisco  C&idoca  acerca  de  las  Memorias  de  Jalapa. 
— 4.  Lo  que  prescribe  el  derecho  de  gentes — 5.  Saqtieos  d<'  otras  ^- 
pocas — 6.  Represalias — 7.  La  casa  de  Beltranena — 8.  Orden- 
general  de  Raoul:  J'usilamientos  ejecutados  en  cirtitd  de  ella — 
9.  Los  guatemaltecos  increpados  por  Mo?itif/ar—ÍO.  Cont radie- 
clon  de  las  doctrinas  serviles  con  los  hecJios, 


1-    Don  Araiiiicl    .losr  Are»»  ;ise^in:i  tinr  (iinaiitr  n'>  u-  i»- 

asedio  i)ernianeci(')   tranquilo  en  su  habitación,  sin   otra  \\i\ 

(\\\e.  la  (le  sus  hijos,  esposa  y  domésticos,  á  |>e8nr  de  las  instxuicias 
(le  niuclios  sn<ietos  que  ])retendian  se  luvcaviese  de  nlfrnn  insulto. 
Asegura  (pie  desde  el  ¡)rincii)io  hasta  el  lin  del  ataque^  estuvo  en- 
tre las  tropas  invasoras,  sin  recibir  ningún  agravio  de  aquellas  honi- 
l)res:  (pie  s()(V)rri('>  á  muchos  soldados  di»  Mornzan  que  no  tenian 
(pie  comer  y  que  fiu'»  testigo  de  unos  cuantos  saqueos. 

2— El  autor  de  las  Memorias  de  Jaln|Mi  se  espresa  así:  *'Ia  ¡Hirte 
*'  delaíuudad  que  estaba  en   iK>der  del  sitiador  fué  .««iquHada  en 


9(5  KESENA  HISTÓRICA 

"  muchas  de  las  jorincipales  casas  de  aquellas  que  tenían  fama  de 
"  riqueza,  ó  que  habían  representado  en  la  revolución:  esijecial- 
''  mente  fueron  saqueadas  á  vista  de  Eaoul,  aquellas  mismas  cuyos 
"  propietarios  lo  habían  servido,  ó  interesádose  por  él  en  su  des- 
"  gracia.  Los  guatemaltecos. que  tomaron  las  armas  en  favor  de  Mo- 
"  razan  son  los  mas  inmorales  en  el  ataque:  su  infamia  es  comple- 
"  ta.  Creen  vengarse  de  los  que  culpan  de  opresores  de  su  patria, 
"  empobreciendo  esta  misma  i)átria:  prueban  entonces  que  no  han 
"  tomado  las  armas  por  la  libertad  ni  X)or  la  ley,  sino  para -destruir 
"  toda  la  riqueza,  destruyendo  todas  las  fortunas". 

3 — Don  José  Fransisco  Córdova,  conocido  en  Centro -América  con 
el  nombre  de  Cordovita,  por  su  pequeña  estatura,  era  servil  y  aris- 
tócrata; trabajó  con  empeño  por  su  paitido,  fué  ministro  de  Ayci- 
nenay  uno  délos  hombres á  quienes  se  atribuyen  muchas  de  las  me- 
didas severas  de  aquel  Jefe.  Sin  embargo,  Córdova,  juzgando  en 
Méjico  las  ]\íemorias  de  Jalapa,  dijo  que  son  inexactas  en  muchas 
de  sus  relaciones.  Se  le  llamó  á  la  lid  periodística  para  que  demos- 
trara las  inexactitudes  y  los  rasgos  de  falta  de  ímparcialiadad,  y  él 
contestó:  que  el  autor  había  sido  su  amigo  y  que  ya  no  existia:  que 
j)or  lo  mismo  se  abstenía  de  comprobar  por  estenso  lo  que  había  e 
nunciado,  y  que  al  mismo  autor  varias  veces  se  lo  hizo  ver.  Las  Me- 
morias de  Jalapa,  pues,  ni  aun  en  concepto  de  los  serviles  son  un 
evangelio.  En  los  días  á  que  el  señor  Montúfar  hace  referencia,  él 
se  hallaba  preso  en  San  Salvador,  de  donde  se  dirijió  á  Méjico.  Su 
relación  descansa  en  informes  apasionados  que  se  le  dieron. 

4 — En  la  antigüedad  todo  era  permitido  al  vencedor  contra  el 
vencido.  En  el  presente  siglo,  las  leyes  de  la  guerra  son  estrictas  y 
humanitarias.  'No  obstante,  la  ocupación  bélica  está  reconocida  por 
todas  las  naciones.  Los  efectos  muebles  que  se  toman  á  un  enemi- 
go armado,  pueden  hacerse  propiedad  del  apresador.  A  los  habi- 
tantes pacíficos  se  permite  la  tranquila  posesión  de  sus  bienes.  Este 
principio  tiene  escepciones,  y  una  de  ellas  son  las  represalias.  - 

5 — Las  tropas  de  Milla  saquearon  á  Honduras  é  incendiaron  una 
parte  de  la  ciudad  de  Comayagua.  Las  tropas  serviles  que  en  1822 
entraron  á  la  ciudad  de  San  Salvador,  iban  hambrientas  por  las  es- 
caseces que  en  el  camino  habían  esperimentado,  se  esparcieron  por 
las  calles  en  desorden,  saquearon  y  cometieron  otros  atentados,  y 
al  huir  los  repitieron  en  diversos  pueblos.  En  1828  las  tropas  servi- 
les A'olvieron  á  llegar  hasta  la  ciudad  de  San  Salvador,  y  su  conduc- 
ta fué  idéntica  á  la  observada  el  año  de  22.  Las  tropas  de  don  An- 
tonio Aycinena,  después  de  la  derrota  de  San  Antonio  y  de  la  sub- 
siguiente capitulación,  quedaron  en  libertad  j^ara  volver  á  Guate- 
mala, y  Morazan  les  suministró  dinero  y  todo  lo  necesario.  Sin  em- 
bargo, saquearon  los  pueblos  del  tránsito,  y  cometieron  un  asesí- 


DE  CKNTIiO-AMÉKICA  97 

nato,  violándose  así  la  capitulación  que  se  acababa  de  firmar,  en 
la  cual  se  habia  consignado  un  íirtículo  á  la  seguridad  de  aquellos 
13ueblos.  San  Salvador  sufrió  incendios  y  saqueos  el  año  de  22  y 
el  de  28.  La  lista  de  casas  y  edificios  destruidos  durante  esta  gueiTa 
en  aquel  Estado,  por  las  armas  serviles,  se  presentó  a  la  Asamblea  de 
(xuatimala.  Ella  da  el  detalle  de  los  objetos  destruidos,  y  de  los  pue- 
blos y  lugares  donde  la  destrucción  se  operó.  Puedo  ^presentarla  li- 
teralmente. Hela  aquí: 

ACULHUACA. 

El  (.-abildo  

La  escuela 

La  Aduana  

Un  tin<?lado  del  convento 


Vn  rancho  del  id 

Casas  de  paja  y  de  teja  de  particulares..  136 

SAN  SEBASTIAN. 

La  sacristía 1 

Casa  curial I 

El  Calvario 1 

Casas  para  escuela  y  otros  usos H 

Casas  de  paja  de  particulares 76 


Hl 


CUSCATANCINGO. 

Casa  conventual 1 

El  cabildo   1 

Tjas  cárceles 1 

Casas  de  teja  y  de  paja  tle  particulares.  2.V2 

SAN  MARTIN. 


W? 


Casas  el.'  paja  de  parti(ulan'>< 

8 

MEJICANOS. 

Casas  (Ir  it'ja 

r.»;. 

id.      <1(*  paja 

8,% 

»<i» 

7m 

^8  KESEfíA    HÍSTÚKICA 

Vienen. . . .     706 
AYIJSTEPEQliE. 

El  cabildo 1 

La  casa  de  escuela 1 

La  del  camposanto 1 

Casas  de  teja  y  dé  paja  de  particulares.  125 


128 


NEJAPA, 

El  cabildo ,  . ...  1 

La  caballeriza 1 

Parte  del  convento 1 

Otro  cabildo 1 

Casas  de  teja  y  de  paja  de  particulares..  281 


BARRIOS  DE  SAN  SALVADOR. 

San  José.  Casas  de  teja  y  de  paja  inclu- 
so el  cabildo '. 73 

Concepción.   Id.     id 8 

Santa  Lucia.  Id.     id 8 


285 


8t) 

Totea. 1268 

Ni  el  ex-presidente  Arce,  '  ni  el  coronel  Montúf ar,  declama  con- 
tra los  autores  de  estos  males;  los  liabia  producido  la  nobleza  de 
Guatemala,  y,  por  consiguiente,  ese  cuadro  de  esterminio  y  devas- 
tación era  una  obra  moral,  justa  y  digna  de  alabanza.  El  saqueo  de 
¿Losó  tres  casas^de nobles,  se  liabia  ejecutado  en  los  momentos  en  que 
las  fuerzas  del  Salvador  y  Honduras  ocupaban  la  cajDital,  y  es  un 
crimen  que  pasa  de  generación  en  generación,  sin  que  ningún  sa- 
crificio pueda  expiarlo.  Toio  es  lícito  á  los  nobles  contra  los  ple- 
beyos, como  en  otras  edades  todo  era  lícito  á  un  ejército  romano 
contra  los  bárbaros;  pero  á  los  plebeyos  no  es  lícito  ni  aun  defender 
su  i3atria  y  sus  hogares  contra  las  invasiones  de  la  aristocracia.  Los 
guatemaltecos  que  se  unen  al  general  Morazan  son  infames,  aunque 
se  liguen  á  él  para  librar  á  los  artesanos  y  á  todo  el  pueblo  de  Gua- 
temala del  yugo  de  la  nobleza;  y  Milla  que,  siendo  hondureno,  in- 
-cendia  á  Comayagua,  no  es  reprensible:  y  Arce  que  no  solo  tómalas 


DE  (  EN TKU- AMERICA  99 

armas  contra  el  Salvador,  su  país  natal,  sino  que  se  coloca  á  la  cabe- 
za de  un  ejercito  para  invadir  al  Salvador,  derramar  á  torrentes  la 
sangre  de  sus  conciudadanos,  y  esparcir  en  todo  aquel  Estado  la 
devastación  y  la  muerte,  es  un  santo  que  debe  venerarse  en  los  al- 
tares, como  hoy  se  venera  en  la  Catedral  de  Toledo  la  efigie  de  Tor- 
quemada. 

6 — Sensible  es  el  ejercicio  del  derec#io  de  represalias;  pero  no  de- 
ja de  ser  un  derecho.  Ninguna  casa  fué  incendiada  en  Guatemala. 
La  ciudad  estuvo  en  manos  de  los  sitiadores  y  no  se  cuenta  un  solo 
incendio. 

7.  — Beltranena  era  el  Jefe  de  los  sitiados,  i)orque  ejercía  el  Poder 
Ejecutivo  como  vice-Présidente  de  la  República.  Durante  el  sitio 
su  casa,  ante  la  ley  de  las  naciones,  era  propiedad  enemiga  x>ara  el 
ejército  aliado.  Raoul  manifiesta  en  sus  partes,  que  no  se  podía  siem- 
pre sujetar  el  entusiasmo  y  el  coraje  de  la  tropa,  ni  aun  cuando  se 
trataba  de  movimientos  militares  y  del  régimen  disciplinario.  No 
debe  estrañarse,  pues,  que  en  aquellos  momentos,  sabiendo  el  ejérci- 
to que  Beltranena  á  la  sazón  era  un  enemigo  armado,  algunas  parti- 
das de  tropa  hubieran  invadido  su  casa. 

8 — El  coronel  Raoul  dictó  una  orden  general  en  que  se  imponía 
pena  de  muerto  á  los  militares  que  cometieran  algún  robo.  Aquel 
Jefe  tuvo  noticia  de  que  xm  sarjento  y  un  soldado  conducían  objetos 
lobados.  A  estos  se  les  juzgó  verbalmente  en  consejo  de  guerra  y 
fueron  fusilados,  conforme  n  h\  orden  general,  ♦mi  ^1  átrí"  '1'*"!  »**m- 
plo  de  Capuchinas. 

9— El  doctor  Molina  se  hallaba  en  San  Salvador;  don  Auiuiiiu  Ri- 
vera Cabezas  estaba  desterrado  en  la  República  Mejicana;  el  gene- 
ral don  Agustín  Guzman,  no  manchó  sus  manos  con  el  rolx);  ni 
los  Barrundias  ni  Galvez  figuraron  en  el  asedio  de  la  plaza.  Ningu- 
no de  los  Jefes  del  partido  liberal  es  acreedor  á  la  severa  censura 
del  coronel  Montúfar.  Ellos  solo  querían  el  triunfo  de  una  idea,  ú 
la  cual  consagraban  su  existencia.  Había  en  Guatemala,  como  hay 
en  todas  partes  del  mundo,  pei>5onas  qno  no  pertenecen  á  ningún 
partido,  ni  aspiran  mas  que  á  liacer  negocio.  Para  ellas  la  |)oHtica, 
la  literatura,  las  bellas  artes  y  todo  lo  que  pueda  elevar  el  corazón 
y  la  mente,  es  una  miserabh»  jcM-igonza.  Sí  alguna  vez  se  fijan  en 
lo  que  se  di(íe  en  los  i)arlamentos,  ó  se  ejecuta  en  los  nünisterioe,  es 
únicamente  por  la  relación  que  esto  pueda  tener  con  sus  negodoei. 
Estas  personas  saben  reix)rtar  i)ix)vecho  de  todas  las  ralamidn- 
des  ])úblicas,  y  algunas  de  ellas  el  níio  de  20  aumentaron  sna 
capitales  cainl>ia]i(l(>  ú  íntiTnos  }»n»cíos  objetos  estraidosde  la  niMd«» 
Beltranena. 

10— Los  sci\  ¡les  incn'|i;m  ;i    M(U;i/..iii  ]•«»!'  K>s  desaireigli'^^  ü«'  iii|¿u- 

ñas  partidas  de  sus  tropas,  y  dan  ¡\  los  lilierales  estenaas  leoclonea 


100 


EE8ENA  HISTÓRICA 


de  moi-al.  Cuando  hablan  así,  parece  que  se  oye  la  dulce  voz  de 
Jacob;  pero  cuando  fusilan  á  Pierzon  y  á  Merino,  declaran  fuera 
de  la  ley  á  muchos  ciudadanos,  asesinan  á  hombres  inocentes  como 
el  marimbero,  (;^)  ó  sin  crímenes  eapitales,  como  Oyarzabal;  cuando 
no  dan  cuartel  á  los  vencidos,  como  el  año  de  40,  y  pasan  por  las 
armas  á  todos  los  que  componen  una  Municipalidad,  como  en  Que- 
zaltenango,  sentimos  la  mancb  áspera  de  Esaú.  Comparando  lo  que 
dice  el  coronel  Montúf  ar  en  las  Memorias  de  Jalapa,  con  lo  ejecuta- 
do por  sus  copartidarios,  no  podemos  menos  de  esclamar:  !La  voz 
ES  DE  Jacob;  pero  las  mais^os  son  de  Esaú! 


(*)  Con  este  nombre  era  conocido  un  tocador  de  marimba^  á  quien  mató  Carrera,  é  hizo 
descuartizar  el  ministro  Viteri,  poco  despuí^  obispo. 


*     '••••^V-tM>'--..'í 


C^l^ITXJLO    DÉCIMO. 


Entrada  de  las  fuerzas  del  Salvador  y  Mondaras  á  la  plaza  niajor  de 
Guatemala— Prisión  del  Presidente  y  vice-Presidente  de  la  Repúbli- 
ca, del  jefe  Ayeinena  y  de  los  ministros  de  la  Federación  v  del  Estado. 


SUMARIO. 

I— Ayeinena  pide  que  no  se  cumpla  el  artículo  5,^  de  la  capitula' 
C1071—2.  Relato  de  la  entrada  á  la  plaza,  hecho  por  el  general 
Morazan—S,  Prisiones — 4.  Arce  se  cuelre  á  unir  con  los  servi- 
les— 5.  Observaciones  sobre  las  quejas  que  Arce  presenta  en  sus 
Memorias, 


1~E1  artículo  5.  ^  de  la  capitulación  lirniada  el  12  de  abril  de 
1829,  dice:  ''Cuatro  comisionados  del  ejercito  sitiador  pasanín  ma- 
•'  nana  á  las  8  del  dia  á  la  plaza,  pam  asegumrse  del  cumplimiento 
del  artículo  3.  ^  (*)  y  luego  que  se  hayan  ivcibido  formalmente 
•  todos  los  elementos  de  guerra  y  armas  que  existan  en  la  pía - 
,  za,  darán  aviso  de  ello  para  la  ocui>ac¡on  de  la  misma  plaza**.  Sa- 
biendo algunos  comerciantes  españoles,  acorrimos  enemigos  de  los 
liberales,  que  se  liabia  capitulado,  dijei-on  que  los  salvadoreños  lt>- 


(*)    EhU>  articulo  dioo  í\hí:  **Laa  trojMM  aitUdiut  mo  rvtimiúu  á  «a*  OQftHelM,  y  m  áf^faA%t^ 
rúu  Gu  la  Hala  de  ivrmas  todaa  las  eziateatM  en  U  plaEA  iiinyor." 


102  RESENA    HISTÓRICA 

barian  cuanto  encontraran  dentro  de  las  fortificaciones,  y  que  era 
mejor  repartir  los  efectos  de  sus  tiendas  á  los  soldados  de  A  y  cine - 
na,  y  así  comenzó  á  verificarse;  lo  cual  produjo  desórdenes,  tumul- 
tos y  bochinclies  que  aprovechó  Aycinena  para  mandar  al  sargento 
mayor  Pedro  González  al  cuartel  generaljde  Morazan,  á  suplicar  á 
este  Jefe  que  ocupara  la  x)laza  aquella  misma  noche.  El  general  Mo- 
razan, previendo  dificultades  po  quería  acceder;  pero  el  mayor  Gon- 
zález continuó  instando  y  haciéndole  creer  que  iban  á  cometerse 
grandes  atentados  si  él  rehusaba  lo  que  se  le  pedia.   Morazan,  en 
virtud  de  estos  ruegos,  envió  con  una  fuerza  al  coronel  don  Grego- 
rio Yillaseñor,  no  para  que  se  hiciera  cargo  de  la  plaza  inmediamen- 
te,  sino  para  que,  colocándose  á  las  órdenes  de  don  Mariano  Ayci- 
nena, sofocara  la  insurrección.   Yillaseñor  buscó  á  Aycinena  en  el 
palacio  arzobispal,  y  este  Jefe  no  quiso  ya  dar  ninguna  orden  ni  in- 
tervenir.  El  mismo  Yillaseñor  dio  parte  á  Morazan,  quien  ordenó 
que  E-aoul  fuera  á  ponerse  á  la  cabeza  de  las  fuerzas  que  hablan 
entrado  á  la  plaza.  Así  quedó  sin  efecto  el  artículo  5.  ^  de  la  capitu- 
lación redactado  jDor  Morazan,  para  cerciorarse  de  la  entrega  del  ar- 
mamento. Kaoul  inmediatamente  que  se  vio  dentro  de  las  fortifica- 
ciones puso  en  libertad  á  un  gran  número  de  presos  guatemaltecos, 
que  por  ser  liberales,  se  hallaban  en  las  cárceles.  El  13  de  abril  á 
las  diez  de  la  mañana  el  general  Morazan.  á  la  cabeza  del  ejército  en^ 
tro  á  la  plaza  mayor  y  se  alojó  en  el  palacio  federal. 

2 — "La  plaza,  dice  Morazan,  fué  ocupada  al  dia  siguienle  de  la 
' '  capitulación  y  yo  me  alojé  en  la  casa  del  Ejecutivo.  Pasados  algu- 
'^  nos  minutos  se  me  presentó  el  Ministro  de  Relaciones  del  Gobierno 
''  Federal,  y  me  entregó  una  nota  del  vice-Presidente  de  la  Eepúbli- 
"  ca,  C.  Mariano  Beltranena,  en  la  que  me  preguntaba  si  deberla  con- 
"  tinuar  en  el  ejercicio  del  P.¡E.  Los  que  recuerden,  que  el  vice-Pre- 
''  sidente,  apoyado  en  el  ejército  del  Estado  de  Guatemala,  habla 
' '  usurpado  el  mando  al  Presidente  de  la  Repiiblica,  burlándose  de 
"  los  repetidos  reclamos  que  este  hizo  para  obtenerlo:  que  era  uno 
''  de  los  mas  poderosos  motores  de  la  guerra  que  se  llevó  hasta  la 
''  capital  de  la  Hepública,  á  nombre  de  la  mayoría  de  los  gobier- 
"  nos  de  los  Estados  que  componen  la  Federación,  se  persuadirán 
'^  fácilmente  de  que  mi  contestación  fué  negativa." 

3— El  general  Morazan  continúa  así:  ''En  el  mismo  dia  mandé  re- 
'V  ducir  á  prisión  al  Presidente  y  vice-Presidente  de  la  República. 
''  A  los  ministros  de  este,  de  hacienda  y  relaciones,  y  al  Jefe  del 
''  Estado  de  Guatemala.  Esta  medida  ejecutada  en  cumplimiento 
• '  de  las  órdenes  que  habla  recibido  de  los  Gobiernos  de  los  Esta- 
"•  dos,  estaba  en  consonancia  con  mi  opinión,  de  reducir  el  número 
''  de  los  presos  al  menor  posible;  y  tenia  también  por  objeto  poner 
"  en  absoluta  incapacidad  de  obrar  á  los  principales  jefes  que  ha- 


DE  CENTRO- AMÉRICA.  103 

•  bian  llevado  la  guerra  á  ios  Estados."  Don  Miguel  G.  Granados 
indica  los  nombres  de  los  presos,  en  esta  forma:  ''El  13  ocupó  la  i»la- 
^'  za  Morazan,  y  en  el  acto  fueron  reducidos  á  piision  el  Jeíe  Ay- 
••  cinena  y  su  secretario  Piélago,  el  vice-Presidente  Beltranena  y 
*•  su  ministro   Sosa.  También  lo  fué  el  presidente  de  la  República 

*  •  Arce,  que  durante  los  tres  dias  que  duró  el  ataque,  se  liabia  man- 
''  tenido  en  su  casa  á  la  vista  de  los  sitiadores  sin  ser  molestado." 

4 — Don  iVíanuel  José  Arce,  creia  que  el  general  Morazan  lo  volve- 
rla á  colocar  en  el  poder;  y  viendo  burladas  sus  esperanzas,  se  unió 
segunda  vez  á  los  serviles,  único  apoyo  que  en  Centro- AmÓFÍca  le 
quedaba.  El  se  queja  de  falta  de  cortesía,  y  emplea  parte  de  un  ca- 
pítulo de  sus  Memorias  en  citar  artículos  reglamentarios  para  ha- 
cer ver  que  su  irrisión  no  se  verificó  conforme  á  las  leyes  de  proce- 
dimientos. 

f) — La  entrada  á  una  pinza  no  es  la  introducción  de  embajadores 
á  un  palacio  real,  donde  se  marcan  las  cortesías  que  á  cada  uno  cor- 
responden, y  el  sitio  donde  deben  verificarse.  Un  generaj  que  ú  la 
cabeza  de  su  ejército  ocui:)a  una  plaza,  no  es  un  juez  de  piiraera  ins- 
tancia que  con  su  escribano  y  alguaciles,  penetra  en  tiempo  de  paz 
en  la  habitación  de  un  vecino,  á  tomar  declaraciones  para  averiguar 
si  debe  ó  no  ser  detenido.  La  capitulación  no  liabia  sido  declarada  in- 
.subsistente,  ni  se  liabia  infrinjido.  El  general  Morazan  nunca  ofre- 
oió  mas  ventajas  que  la  garantía  de  vidas  y  propiedades,  y  ninguno 
fué  fusilado,  ni  á  nadie  confiscó  los  bienes. 


CJS.PITT'LO  UNDÉCIMO 


Prisiones  del  19  de  abril. 


SUMARIO. 


I— Actitud  de  los  serviles— -2.  Junta  á  las  4  déla  tarde  en  ti 
Palacio  del  Gobierno:  prisicnes—^.  Lo  que  dicen  ¡as  líetmorias 
de  Arce — 4.  Aflicción  de  las/amilias  de  los  presos-^.  Causas 
de  estas  pris  iones,  preserUadas  por  el  general  Jfaratam — 6L  lYas- 
lacion  de  los  presos  al  convento  de  Belén — 7.  OosmuMieaeitm  dei 
Gobierno  de  Honduras— S.  Pedimento  de  algunos  veeimos  de 
Guatemala. 


1— AIgnno6  de  los  jefes  qne  invadieron  al  Salvador  no  se  baila- 
I  Ta  plaza  de  Gnatemala,  ni  estaban  priaioneroe;  y  wu  Ithüi 

ro  era  operar  nna  reacción.  AoontadmieBtos  posMionslo 
í-omprueban.  El  Secretario  del  Gobierno  de  Aydnena,  en  ffoacsplo 
(If^  jVfe  de  Rstado  mayor,  iiermitio  9aV\r  á  muehoa  aoMadns  de  ki 
plaz:i,  infrinjiendo  el  artículo  4.  "  de  la  eapttálefliCMi»  CSSlcVftlse 
(U^ia,  que  continuarían  en  sus  cuarteles,  pam  que  no  hubiecm  du- 
(L-i  act^rca  ^l^  la  entrega  total  del  armamenta  Muehoa  de  ks  solda- 
dos <|!iH  i»;ili»'rün  en  virtud  de  aquella  áideo,  llevaran  sus  AMÜesy 
rom»  ti»ron  excesos  en  algunos  pueblos.  Todo  esto  produjo  teowfua 
de  reat  ( ion.  >forazan  se  dirijió  á  don  Manuel  Fstoq,  naalfesláB- 
dolé  que  no  se  le  habla  entreigado  oompleCo  el  annaaieAtOk  y  este 
señor  le  contestó  con  evasiras.  Algunos  partes  Uegarou  al  Geaeiml 


106  RESEÑA  HISTÓEICA 

en  jefe,  de  que  se  combinaba  una  consj)iracion,  y  los  jefes  militares 
creyeron  que  era  preciso  aumentar  el  número  de  los  presos. 

2 — La  lista  de  las  personas  que  debian  ser  reducidas  á  prisión  e- 
ra  grande.  Se  hallaban  diseminadas  por  toda  la  ciudad,  y  muchas  se 
encontraban  fuera  de  ella.  Esparcir  partidas  de  tropa  para  prender  á 
cada  individuo,  habría  sido  producir  una  grande  alarma,  sin  llenar 
el  objeto,  porque  muchos  se  habrían  ocultado.  El  dia  diez  y  nueve 
se  les  dijo  que  á  las  cuatro  de  la  tarde  se  presentaran  en  el  Palacio 
del  Gobierno,  sin  espresarles  el  objeto,  y  cuando  estuvieron  reuni- 
dos, el  coronel  Gutiérrez  los  condujo  al  edificio  de  la  Universidad, 
donde  quedaron  detenidos. 

3 — Don  Manuel  José  Arce  y  otros  serviles,  se  propusieron,  en  di- 
ferentes publicaciones,  consternar  á  los  lectores,  haciendo  una  pin- 
tura patética  de  esta  escena.  Dicen  que  no  conteniendo  la  orden  de 
citación  nada  que  indicara  el  motivo  con  que  se  les  habia  llamado, 
muchos  se  presentaron  de  frac  puntiagudo,  guantes  blancos  y  som- 
brero alto,  y  que  era  sensible  ver  á  hombres  vestidos  de  rigurosa 
etiqueta,  dirijirse  custodiados  desde  el  Palacio  del  Gobierno,  hasta 
el  edificio  de  la  Universidad.  Describen  las  lágrimas  de  la  mamá  de 
uno,  las  súplicas  del  papá  de  otro,  el  llanto  de  la  consorte  de  este, 
las  bravatas  de  la  pretendida  de  aquel,  las  enfermedades  agudas 
que  el  susto  produjo  á  determinados  ancianos,  entre  los  cuales  hubo 
quien  de  congoja  se  muriera. 

4 — La  mayor  parte  de  los  presos  no  eran  militares,  ni  estaban  a- 
costumbrados  á  las  molestias,  ni  al  peligro.  Muchos  de  ellos  hablan 
recibido  la  educación  de  don  Pascual,  personaje  imajinario,  cuyas 
costumbres  don  José  Batres  y  Montúfar  describe  así: 

Vestíase  á  las  seis  de  la  mañana. 
Iba  á  misa,  tomaba  chocolate. 
Asomábase  un  rato  á  la  ventana, 
Rezaba  el  Fuer  i  Bominum  laúdate^ 
Sentábase  á  comer  con  buena  gana. 
Fumaba  su  cigarro  por  remate. 
Dormía  siesta,  y  cuando  no  dormía 
La  cabeza  sin  falta  le  dolía. 

No  hay  duda  que  á  hombres  de  esta  clase,  debía  producir  un 
estrago  espantoso  el  mirarse  en  la  Universidad  de  Guatemala,  al- 
gunos por  primera  vez  en  su  vida,  y  todos  sin  poder  salir  de  ella. 
El  general  Morazan  procedió  conforme  á  las  listas  que  se  le  presen- 
taban; pero  en  seguida  mandó  poner  en  libertad  á  muchos,  llegan- 
do sus  consideraciones  hasta  el  estremo  de  que  el  brigadier  don 
Manuel  Arzú  que  habia  invadido  al  Salvador,  permaneciera  en  su 


DE  OERTRO-AMÉRICA.  107 

casa,  bajo  su  palabra  de  honor,  sin  que  nadie  lo  molestara. 

5 — "  A  pesar  de  que  en  mi  opinión,  dice  el  general  Mox'azan,  el 
"  número  de  los  presos  debia  ser  el  menor  ]X)sible,  como  lo  habia 
'^  acreditado,  reduciéndolo  á  cinco  individuos  de  los  mas  notableí^. 
"  la  de  los  pueblos,  ?sí  como  la  de  los  Gobiernos  de  los  Estados  y 
^'  la  del  ejército,  era  enteramente  contraria.  El  Gobierno  del  Esía- 
^'  do  del  Salvador,  por  medio  desús  comisionados,  CC.  José  M*  Sil- 
''  va  y  Meólas  Espinoza,  y  el  de  Honduras  y  Nicaragua,  iK)r  las 
^'  esposiciones  que  se  publicaron  entonces,  pedian  el  castígo  de  to- 
^'  dos  los  culpables;  y  yo  que  no  desconocía  la  justicia  de  estos  re- 
''  clamos,  y  debia  cumplir  las  órdenes  de  los  jefes  que  habían  de- 
^'  positado  en  mí  su  confianza,  me  vi  obligado  á  reducirlos  á  pri- 
''  sion." 

6 — Los  presos  no  fueron  conducidos  á  bóvedas  mortíferas,  como  el 
doctor  Molina,  don  José  Mariano  Yidaurre,  y  otros  muchos,  en  tiem- 
Y)o  de  Carrera.  Se  les  trasladó  al  convento  de  Belén,  donde  recibían 
íi  sus  familias,  y  tenian  bastante  espacio,*  no  solo  para  vivir  con 
desahogo,  sino  para  ejercitarse  eh  juegos  higiénicosi,  que  frecuente- 
mente los  entretenían. 

7 — El  Gobierno  de  Honduras  dirijió  enérgicas  comunicaciones  á 
las  autoridades  federales  y  del  Estado  de  Guatemala,  i*eí*ordándo- 
les  los  males  pasados,  y  con  especialidad  el  incendio  de  Comayagna, 
ejecutado  por  las  fuerzas  que  estuvieron  á  las  órdenes  del  coronel 
Milla.  (^0  En  esas  notas  se  pide  la  severidad  con  los  vencidos,  á  fin  de 
evitar  nuevas  maquinaciones  de  ellos  ó  de  sus  secuaces.  Elstas  no- 
tas fueron  contestadas  haciéndose  ver  las  disposiciones  que  ya  .•<♦• 
Iiabian  dictado. 

8— Muchos  vecinos  de  Guatemala,  tinuarou  una  esposicioual  Go- 
bierno, enteramente  conforme  á  las  notashondureña.s,y  la  fuga  de  Do- 
mínguez verificada  entonces,  que  tanta  sangre  costó  mas  tarde,  prne- 
))a  la  conveniencia  política  con  qué  en  estas  prisiones  se  píxHvdin. 


(*)  Milla  tuvo  Ift  deegracia  de  quedar  mal  con  amboe  partidcM.  En  HondorM  todAtri*  m- 
le  recucrdrt  con  indignarion,  y  Arco,  8Ín  comprender  el  mAdlo  del  gentml  Mómian.  «ttittt> 
ye  ú  fultfts  de  :VIilla  los  triunfos  del  héroe  de  la  Trinidad  y  Cküaoha  Dí««  Are»  qM  MDk  Itor 
iWsuelto  por  nu  consejo  de  guerra;  pero  que  Morutaa  qa«dó  Irinufautf 


C-A.PITULO    DUODÉCIMO 

Ruptura  de  la  capitulación. 


SUMARIO. 


1 — Exposición  de  Raoul — 2.    Información  para  comprobar  A     . 
chos  que  él  refiere — 3.  Declaratoria  de  insubsistencia  de  le  '■•' 
pitulacion — 4.  Trastorno  qne  produjo  la  entrada  de  ViUnsf  ñ. 
y  Raoul  en  la  noche  del  Yi  ala  plaza  de  GíiatenuiUí — 5.  //  ' 
CÍ071  de  Morazan  sobre  el  misino  objeto — 6.  Contestación  al" 
de  las  Memorias  de  Jalapa — 7.  Mn  de  las  Memorias  del  grnerai 
Morazan — 8.   Armas  encontradas  en  Sianfo   Domivff'  '* 

flexiones.  t 


1  —  '*Hay  (Iflilu.s  y  i»-l<»iiia>.  ilirt*  Ivauul,  ^Ut-  «-^laM  im-ia  «n  i  .u.   ui 

ce  de  la  previsión   mas  ilcsconíjada.   ^Qiiión  hubieni  ¡rhIícIo  «n- 
er  que  los  jefes  de  Guatemala  prescindieaen  de  la  8uerte  de  la 
ciudad,  de  los  intereses  de  sus  familias,  y  aun  fle  sos  pr  ^ 
(las  ])am  satisfacer  el  {)dio  ini¡>lacal)le  que  tienen  á  los  )>: 
libemlesí  Sin  embai^u,  la  capitulación  i»ni  a|>ena«  Hrnuula.  man 


lio  RESEÑA  HISTÓRICA 

•^  do  se  distribuyeron  á  los  soldados  de  Guatemala,  efectos  y  va- 
''  lores  pertenecientes  al  servicio  público,  que  según  la  capitulación 
*^  debian  sernos  entregados. " 

2 — Una  información  se  siguió  militarmente  para  averiguar  si  los 
jefes  vencidos  hablan  cumplido  ó  no  sus  compromisos,  y  el  resulta- 
do fué  adverso  para  estos. 

3 — Morazan  con  vista  de  ella,  dictó  la  resolución  siguiente: 

''  En  la  ciudad  de  Guatemala,  á  veinte  de  abril  de  ochocientos 
'^  veinte  y  nueve. 

''  Vista  la  información  sumaria,  mandada  instruir  con  el  objeto 
''  de  averiguar  la  conducta  que  observó  el  Jefe  de  las  fuerzas  ene- 
''•  migas  que  se  hallaban  en  la  plaza  mayor  de  esta  capital,  el  dia 
''  12  del  corriente,  después  que  esta  se  rindió  á  los  ejércitos  aliados 
"  por  la  capitulación  celebrada  en  el  mismo  dia:  deduciéndose  por 
'*  el  mérito  de  lo  actuado,  que  varios  jefes  y  oficiales  influyeron  ac- 
'^  tivamente,  á  vista  de  su  General,  para  que  los  soldados  se  retira- 
''  sen  con  sus  armas  á  los  pueblos  de  los  Altos:  considerando  que 
''  las  disposiciones  de  los  testigos  intachables  que  han  declarado, 
^'  son  confirmadas  con  el  hecho  de  no  haberse  entregado  mas  que 
*''  cuatrocientos  treinta  y  un  fusiles,  de  los  mil  quinientos  qne  exis- 
'■'  tian  entonces  en  manos  de  los  que  se  hallaban  en  la  plaza,  como 
''  lo  acreditan  los  estados  del  dia  8  de  este  mes,  ad virtiendo  tam- 
''  bien  que  esto  lo  haice  mas  indudable  las  actuales  vejaciones  que 
''  esperimentan  los  que  transitan  los  caminos  de  estas  inmediacio- 
"  nes,  en  donde  varias  partidas  de  caballería  é  infantería,  se  hallan 
'•  asesinando  y  robando:  estando  al  mismo  tiempo  demostrada  la 
'^  ocultación  de  armas  por  haberse  entregado  al  Jefe  de  Estado  ma- 
*'  yor  un  número  considerable  de  ellas  después  de  reducidos  á  pri- 
''  sion  los  jefes  que  existían  en  esta  plaza,  sin  haberse  podido  lo- 
•'  grar  antes,  á  pesar  del  bando  publicado  el  13  del  corriente;  y  ob- 
*'  servando,  i3or  último,  que  fueron  inútiles  las  diferentes  recon- 
*'  venciones  que  con  este  objeto  se  hicieron  á  varios  sujetos  que  te- 
*'  nian  interés  en  que  se  cumpliese  la  capitulación,  he  tenido  á  bien 
'*  decretar  y  decreto: 

''1.  ^  — La  capitulación  celebrada  con  los  comisionados  del  jefe 
' '  A  ycinena  en  concepto  de  comandante  de  armas  de  esta  plaza,  es 
''  en  todas  sus  partes  nula  y  de  ningún  valor  y  efecto. 

' '  2.  ^  — Que  en  consecuencia  se  haga  publicar  y  circular  esta  de- 
•'  claratoria  para  los  efectos  convenientes. 

Francisco  Morazan.'' 

4 — La  entrega  de  los  efectos  de  ciertas  tiendas  que  se  hizo  á  las 
tropas  de  Aycinena  el  12  de  abril,  y  el  desorden  que  esto  produjo, 
fueron  el  medio  de  que  los  vencidos  se  valieron  para  ocultar  el  ar- 


DK  CEXTUO-AMÉKIC'A  111 

mamento  que  reclamaba  Morazan,  y  no  i^asaron  los  cuatro  comi- 
sionados del  ejército  sitiador  para  asegurarse  del  cumplimiento  del 
artículo  H.  ^  de  la  capitulación,  ni  este  tuvo  efecto. 

5 — "No  habiendo  tenido  mis  reclamos  para  que  se  observase  la  ca- 
"  j)itulacion,  dice  el  general  Morazan,  ningún  resultado  favorable, 
'*  espedí  un  decreto,  en  el  que  manifestaba  los  motivos  que  tenia 
"  para  no  cumplirla  por  mi  parte.  El  señor  Arce  ha  querido  incul- 
•'  iDarme  por  este  hecho  en  sus  Memorias:  en  ellas  pi*etende  demos- 
'^  trar  con  los  mismos  estados  que  yo  cito,  el  no  haber  habido  nin- 
*'  guna  falta  de  parte  délos  vencidos.  Si  en  dichos  dos  estados  apa- 
-'  rece  un  número  de  armamento  casi  igual,  es  [Marque  en  uno  se 
•'  comprendieron  las  armas  inútiles  que  habia  en  el  almacén,  en  tan- 
•  •  to  que  en  el  otro  solo  figuraban  los  fusiles  útiles  que  se  liallaban 
••  en  manos  del  ejército  enemigo.  Varias  i>ruebas  podía  aducir  i»- 
-'  m  poner  en  un  punto  de  vista  mas  claro  el  hecho  á  que  me  refie- 
I  1*'  ro,  si  el  tiempo, que  todo  lodescubre,no  hubiera  venido  á  justificar 
-'  la  conducta  que  observé  en  aquella  vez,  pi  /  iido  como  una 
''  pruel)a  irrefragable  el  armamento  que  de  lit-  tas  de  la  Cate- 

• '  dral  de  Guatemala,  sacó  Carrera  á  la  vista  de  todos;  el  mismo 
•*  que,  en  el  año  de  829  fué  el  objeto  de  mis  reclamos,  y  la  causa 
•'  porque  se  anuló  la  capitulación.  Mis  hechoa  posteriores  acix^di- 
"  tan  que  no  tuve  otras  miras.  Por  el  ai'tículo  6.  ®de  dicha  capitu- 
''  lacion  se  garantiza  la  vida  y  propiedades  de  todos  los  individuos 
•'  que  existían  dentro  de  la  plaza.  Esta  era  la  única  seguridad  que 
-'  se  les  daba.  A  nadie  se  castigó  con  la  pena  de  muerte;  ni  se  le 
•^  exigió,  por  mi  parte,  ninguna  clase  de  contribución.  La  capitu- 
*'  iulacion  fué  reUglosamente  cumplida^  awi  después  ríe  haberse 
''  derogado.  La  obligación  cedió  entonces  su  lugar  á  la  geueixjsidad, 
*'  y  no  tuve  de  qué  arrepentirme.  Y  no  se  diga  que  faltaba  s;iiigiv 
'^  que  vengar,  agravios  que  castigar,  reparad <  :  njir.  Entn> 

•'  otras  muchas  víctimas  sacriíicadas,  los  gen-  '»uy  Meri* 

*'  no  fusilados,  el  uno  sin  ninguna  forma  judicial,  y  arrancado  el 
''  otro  de  un  buque  estrangero  ])ara  asesinarlo  en  lu   •  * 
•'  San  Miguel,  pedían  entonces  venganza,  así  como  lo- 
'^  y  saqueos  de  los  pueblos  del  Salvador  y  Honduras  demamlaban 
*'  una  justa  reparación." 

()-  -''La  ca])ituaci(m,  dicerl  ;iu;>.»  .ii-  la.^  .\iruiuii;i.-  uf  .hiiapa.  era 
^'  un  contrato  celebrado  entiv  Morazan  y  Ayeinena:  aml>o8  eran 
*<  partes,  ninguno  juez  legítimo  del  oti'o**.  La  capitulación  em  un  tro- 
tado entre  dos  <*jércitos  lu'lígerantes  por  medio  de  sus  j.»feí<.  Km  un 
contrato  bilateral  que  llevaba  implícita  la  condición  i>»^hiliva,  en 
caso  de  falta  de  cumplimiento.  Cuando  dos  hv\  s  odobmii 

una  convtMicituí  v  uno   falta  x\  ella,  el  otro  no  esta  .MM.-ult»  a  darle 
nnnpliniirnto.  Vw  tratado  de  guerní   no  es  un  contrato  ivlebrodo 


112  EESENA  HISTÓRICA 

entre  dos  particulares,  y  cuyas  diferencias  debe  dirimir  un  juez  de 
primera  instancia.  Las  operaciones  militares  son  rápidas,  instantá- 
neas; las  corona  el  arrojo  y  el  valor.  Introducir  en  ellas  la  demora 
y  las  formas  del  notariado,  seria  desnaturalizarlas.  No  solo  las  ca- 
pitulaciones sino  los  tratados  de  amistad,  comercio,  navegación  y 
de  otras  clases,  se  rompen  por  la  declaratoria  de  una  de  las  partes 
contratantes,  cuando  para  ello  se  cree  que  hay  causa  y  motivos  fun- 
dados. La  historia  de  los  últimos  cuatro  siglos  abunda  en  ejemplos 
de  este  género. 

7 — El  general  Morazan  termina  con  estas  palabras:  "Pocos  dias 
después  se  comenzó  á  difundir  en  la  ciudad  la  noticia  de  que  se  in- 
tentaba  "  No  hay  mas  escrito:   aquí  terminan  las  Memorias:  no 

dice  Morazan  lo  que  se  intentaba;  pero  es  muy  sabido.  Se  intenta- 
ba una  contra-revolución;  y  para  ella  se  habia  ocultado  cuida- 
dosamente un  armamento.  Diez  años  después  los  serviles  lo  en- 
tregaron á  su  caudillo,  y  sirvió  para  derrotar  á  Morazan  el  año  de 
4o  y  para  que  se  perpetrara  una  matanza  escandalosa  de  salvadore- 
ños á  quienes  no  se  dio  cuartel. 

8 — En  el  número  diez  del  Boletín  Oficial,  página  149,  se  hallan 
estas  palabras:  '*En  el  osario  del  convento  de  Santo  Domingo,  se 
han  encontrado  en  estos  dias  porción  de  fusiles  escondidos  por  los 
frailes  cuando  la  ocupación  de  esta  capital  por  el  ejército  de  los  li- 
bres. ^Y  aun  se  querrá  sostener  que  sus  paternidades  no  tomaron 
parte  en  ia  guerra  ñ*atricida  que  tanto  nos  afligióf' 

9 — Dicen  los  serviles  que  sin  la  capitulación  la  plaza  se  habría 
defendido  con  honor,  y  en  caso  de  que  Morazan  la  hubiera  tomado, 
habría  sido  con  grandes  pérdidas:  que  los  males  sufridos  por  ellos 
hubieran  sido  los  mismos,  y  que  se  les  quitó  la  honra  de  hacer 
una  defensa  hasta  el  último  instante,  destrozando  gran  parte  de  las 
fuerzas  invasoras.  Ellos  olvidan  que  cuando  don  Mariano  Aycine- 
da  pidió  que  se  suspendieran  las  hostilidades,  Morazan  contestó: 
''La  posición  en  que  me  hallo,  no  me  permite  perder  un  momento, 
''  ni  convenir  en  otra  cosa  que  no  sea  la  rendición  déla  plaza,  o- 
''  freciendo  que  se  garantizarán  las  vidas  y  propiedades  de  cuantos 
'*  en  ella  existan."  Olvidan  los  conseivadores  que  el  general  Mo- 
razan jamás  accedió  á  otra  solicitud:  que  Aycinena  en  nota  de  12 
de  abril  le  dijo:  ''Estoy  de  acuerdo  con  las  bases  que  Ud.  fija  en  su 
primera  nota,  y  esto  quise  decir  en  la  mia  última."  Olvidan  que  el 
mismo  Aycinena  sin  esperar  respuesta  envió  á  Morazan  comisiona- 
dos para  que  entregaran  la  plaza  sobre  esas  precisas  bases.  Olvidan 
que  la  capitulación  no  les  dio  otros  derechos.  No  comprenden  que 
idéntica  habria  sido  su  suerte  si  la  plaza  se  hubiera  tomado  á  vi- 
va fuerza.  El  general  Morazan  no  hubiera  fusilado  á  los  serviles; 
pero  siempre  habria  desterrado  á  los  principales  de  ellos.   El  año 


UK  (KX-UÍO-AMEIÍICA.  jj 


<le  3^40  tomó  ]a  plaza  jior  asalto.  En  ella  se  apoderó  rl^I  o™, 

J  parque  que  tenia   Carrera,  v  su  conducta^lZ,-?"  "!f"**' 

prisión  al  general  d..n  Agusún  GujS^yl  ^'^  l^Z  Ta" 

rrefortrS=o-eS^^^^^ 

v.^.^dolo.eo..atir  .on  la  ',^r.r^:r^^-/Z^^ 


■^-^^      ■ 


CA^PITULO  DPJCIMOTERCIO. 

SoIi.it.i.|  (le  la   Municipalidad  de  Guatemala  para  ,,ii,.  ,*c  aumentara 
el  número  dtí  los  presos. 


SUMARIO. 
I    -Edado  de  lo.?  áninioSfT-2,  Exposicim  del '  .  ¡cipal 


1-Kn  a  tuipital  había  exaltación.   Muelxas  de  las  familias  veja- 
'las  por  Ayoinena  .nanifesfal.an  odio  contra  sus  antiguos  opresores 
y  <i<iseo  de  v<íní.an/,a.  La  voz  d.^  que  se  liabia  o(u,ltado  parte  d.' 
mámente  mfundió  de.sconlianzíis.  Se  exa^emban  los  excesos  . 
ridos  por  as  soldados  que  con  fu.siles  salieron  de  la  plaza  autoriza- 
dos  por  el  be(Metario  del  Gobierno  y  contra  el  texto  literal  de  1-,  ■ 
pitulacion,  y  .se  creía  que  em  un  ataque  ala  justicia  v  «  la  vi,.  . 
ta  puhhcu   (pie  se  paseaian  libremente  por  la-s  calles  v  las  pla- 
ñís  lo.s  lioiiihres  mas  ..om,,,,-..,,.-:.!.-    d.-l   prulid..  que  a'cabal-    ■ 

a-Kn  esla  sK.ia,  ion  la  Municipalidad  dirijióal  Jefe  dei«rtnnien- 

l:il  la  .•\|iiisi,.i,,ii  sii;-iiieiilc: 


A/  V.  Jtt/e  d4ipar(ameu(<tl. 

¡II  los  mol 


-inentoH  felices  en  que  el  sistema  de  libertad  ha  ;..... 
••  «lo  frniiilar  de  los  fiei-os  (.prosoivs  que  intenUiivn  «.breinmer-- . 
'•  el.  noesestrañoque  una  corprnicion  compue.sta  de  hombres  li 

ores,  movidos  dií  su  cein  |iatriól!(ci,  .h-hi,,.  v  ..y..;i..  .;  i..  . ,  .  i..  .. 


116  llESEXA  IIISTÓKICA 

''  tención  del  Gobierno  sobre  algún  incidente  que  puede  ser  de  la 
^'  mayor  trascendencia,  y  que  también  se  dirija  al  beneficio  de  la 
''  causa  pública.  Esta  Municipalidad  ha  creído  justamente  liallar- 
' '  se  en  este  caso  al  observar  que  muchos  de  los  individuos  que  to- 
;'  marón  una  parte  muy  activa  en  la  guerra  contra  las  institucio- 
''  nes  libres  que  hablan  jurado;  que  fueron  jefes  de  la  revolución; 
"'  y  que  emplearon  todo  el  resto  de  su  criminalidad  para  sostenerse, 
''  se  hallan  hoy  libres  como  unos  espectadores  impunes  de  los  hor- 
"'  rores  y  estragos  que  derramaron  sobre  el  pueblo  centro-americano. 
' '  La  voz  pública  los  condena  sin  cesar,  y  no  deja  de  señalarlos  con 
"  admiración  y  sorpresa.  A  cada  instante  se  perciben  declamacio- 
"  nes  nacidas,  no  ya  del  deseo  universal  por  el  escarmiento  en  sus 
"  personas,  sino  principalmente  del  temor  que  debe  infundirnos  su 
'^  oscura  conducta  habituada  á  la  intriga,  á  la  seducción  y  á  toda  cla- 
'*  se  de  empresas  revolucionarias.   Si  la  seguridad  del   Estado  y 
''  del  orden  han  exigido  que  se  capture  á  unos  para  iniciar  sus 
''  correspondientes  castigos,   el  derecho  de  igualdad  reclama  con 
'^  imperio  la  propia  medida  respecto  de  los  otros  que  se  hallan  en 
"  el  mismo  caso,  y  tal  vez  en  mucho  peor  que  algunos  de  los  ya  de- 
'^  tenidos.  Nadie  ignora  que  uno  de  los  principios  que  mas  corrom- 
''  pen  y  desmoralizan  á  un  pueblo  es  la  impunidad  de  los  grandes 
"  delitos,  y  muy  particularmente  de  aquellos  que  se  han  cometido 
"  contra  las  primeras  autoridades  y  conti^  los  poderes  soberanos, 
"  atacando  de  firme  las  leyes,  el  Gobierno,  la  seguridad,  la  propie- 
'^  dad  y  todas  las  garantías  del  orden   social.    Tal  ha  sido  sin  duda 
"  la  conducta  de  esos  agentes  del  despotismo  y  de  la  tiranía,  que 
'•'  derramaron  la  sangre  inocente  de  los  patriotas,  cuyos  crímenes 
.^  ' '  eran  el  respeto  á  la  ley,  su  amor  á  la  libertad  y  su  decidida  obe- 
^^ '  diencia  á  las  autoridades  legítimas.  Dejar  tranquilos  á  esos  hom- 
*'  bres  que  en  todas  las  épocas  han  abusado  de  la  tolerancia  para 
"  sumergirnos  en  la  miseria  y  en  la  bárbara  servidumbre,  seria  dar 
"  un  ejemplo  demasiado  funesto,  y  esponer  á  un  pueblo  pacífico  co- 
'  ^  como  el  nuestro,  á  que  con  el  tiempo  se  repitiesen  en  él  las  esce- 
'^  ñas  pasadas,  poniéndose  en  movimiento  todos  los  resortes  de  sus 
'*  arterias  y  maquiavelismo.  Llegado  es  ya  el  caso  en  que  este  ve- 
^'  cindario  por  tanto  tiempo  oprimido  y  sacrificado,  disfrute  al  fin 
^'  de  alguna  seguridad  y  confianza;  pero  será   imposible  lograrlo, 
^^  mientras  se  mantengan  sus  alevosos  enemigos  abrigados  en  el  se- 
*'  no  de  sus  propias  victimas.   Una  larga  esiDeriencia,  lecciones  tan 
^^  claras  como  repetidas,  nos  han  demostrado,  á  costa  de  mil  sacri- 
^'  ficios,  que  esos  hombres  han  sabido  sobreponerse  aun  en  los  tiem- 
*'  pos  en  que  la  opinión  general,  la  fuerza  y  el  Gobierno  abatía  su 
'^  orgullo  y  reprimía  su  audacie.  Tan  justos  motivos  no  han  podi- 
"  do  menos  que  ocupar  de  preferencia  la  atención  de  esta  Munici- 


DE  CENTRO-AMÉRICA.  117 

''  imlidad,  y  acordar  en  virtud  de  ello,  se  dirija  por  medio  de  Ud. 
'^  la  presente  exposición  al  Gobierno  del  Estado,  jíara  que  tomán- 
''  dolo  en  su  alta  consideración,  se  sirva  dictar  las  providencias  mas 
' '  eñcaces  á  efecto  de  que  se  proceda  á  recojer  la  multitud  de  agen- 
*'  tes  del  gobierno  revolucionario  que  acabó,  y  en  su  consecuencia, 
''  aplicarles  por  los  medios  legales  el  justo  castigo  á  que  se  han  he-^ 
^'•cho  acreedores,  y  sin  el  cual  no  se  concillará  jamás  la  paz,  la  seiru- 
''  ridad  y  la  confianza.  Al  dirijir  á  Ud.  esta  exposición,  tenemos  el 
*•  honor  de  protestarle  la  sinceridad  de  nuestra  consideración." 
I).  U.  L.— Guatemala,  14  de  mayo  de  1.^20. 

"  José  3f aria  Yelasco—Manuél  Abarca — Nicolás  José  Arécalo. 
—Carlos  Barr lentos— Fio  Valido — José  Antonio  Saenz — Carlos 
Esquivel — José  Maria  Cáceres — Mariano  Samayoa — Ricardo  A- 

(juilar — Andrés  Corzo,  secretario. 


CA^T^ITULO   DECIMOCl  ^RTO. 

Ligera  reseña  de  los  principales  sucesos  de  Centro-Aniérica,  dnrante 
la  í^iierra  de  Giuteniala  v  el  Salvador. 


SrMARíO. 

1 — Decreto  de  eleccioTKus  en  i^an  *^alca(/or — 2.  Klcccion  d'  <:.>¡i  ,\i< 
tonto  José  Canas — 3.  Elección  de  don  José  María  CuéHiJu  A, 
Conducta  de  Cornejo  con  los  pr i s tañeros  de  Mijicanos, — 5.  Pusi- 
laiuieiito  en  Nicaragua  del  Jefe  don  Manuel  Antonio  de  la  Cer- 
da— 0.  Fiitiiacioii  de  los  pueblos  de  Nicarag-ua — 7.  Reelección  dr 
donjuán  Mora  en  Costa  Rica — .8  Nota  de  don  Joaquín  Bernar- 
do Cairo — 9.  Costa- Rica  reasume  la  plenitud  de  su  soberania- 
10.  Sifuarion  del  país  respecto  de  loH  partidos. 


I — El  vice-jefe  del   Salvador  Pmdo,  dii»  un  dt»creto  convocundo  á 
los  pueblos  d('l  Kstado  á  «deceiones.    Diversos  i^irtidos  >•  Mta- 

(jii  en  la  arena,  y  el  j)res¡dente  Arce  que  e^staba  «aido  y .  «eu 

la  (dudad  de'  Santa  Ana,  aproveí»hando  sus  antiguan  relae¡on«»s  en 
San  Salvadoi-,  influía  en  las  (deeeiones  \\\\wi  obtener  el  triunfo  «It»  un 
<  andidato  qu«»  le  futura  favond>le.  Kntonees  AriH»  .st»  hallalm  irriinib» 
eon  los  serviles  que  lo  habían  <lesjM)jado  del  mando,  y  aspiniba  li 
un  arreglo  con  los  salvadonMios  que  lo  eolorára  otra  vez  al  frenl*»  de 
(.entro- América;  ideas  que  <l<»n  Manuel  .losó  acarició  hasta  que,  np. 
(lucido  á   prisión  el  V>\  de  abril  \M^Y  el  K<*tH»nd  Moraxjín,  vio  de?!va- 


120  ÜEr^EXA    HISTÓRICA 

necidas  sus  ilusiones..  Prado  era  incapaz  de  transijir  con  Arce,,  y  ei 
odio  de  este  se  encendia  mas  á  cada  instante,  contra  el  vice- Jefe  sal- 
vadoreño. Prado  ordeno  qne  Arce  saliera  del  territorio  del  Salvadox- 
y  se  le  condujo  liasta  el  rio  de  Paz  ("'^'). 

2 — Después  de  reñidos  combates  electorales,  resultó  electo  Jefe^ 
don  Antonio  J.  Cañas,  iDersona  que  en  concepto  de  algunos,  na  lle- 
naba las  exijencias  de  la  época.  Sus  adversarios  alegaron  que  el  de- 
creto de  convocatoria  solo  podia  ser  emitido  por  la  Asamblea  6  por- 
el  Consejo  Moderador,  y  que  habiendo  sido  dictado  únicamente  jmr 
Prado, .  liabia  nulidad  según  la  Constitución.  Otras  muchas  faltsís 
se  alegaron  contra  la  elección  de  Cañas,  y  al  fin  se  declaró  nula. 

3 — ün  nuevo  decreto  de  convocatoria  se  dictó  conforme  á  la  Cons- 
titución. Se  hicieron  elecciones  según  él,  y  resultó  electo  don  José 
Maria  Cornejo,  quien  tomó  posesión  del  mando  en  enero  de  1829„ 

4—"  El  Jefe  deJSan  Salvador  don  José  Maria  Cornejo,  dice  el  ati- 
''  tor  de  las^: Memorias  de  Jalapa,  pudo  en  ésta  vez  manifestarse 
''  con  los  prisioneros,  como  le  dictaban  sus  buenos  sentimieBtos.. 
*'  Desde  San  Salvador  prodigó  la  subsistencia  á  muchos  de  los  pre- 
''  sos  que  fueron  de  G-uatemala  en  una  indigencia  lastimosa;  y,  á 
''  los  que  estaban  en  el  mismo  San  Salvador,  los  habilitó  para  ha- 
''  cer  el  viaje  hasta  Sonsonate,  haciéndolos  conducir  con  decoro  ba~ 
"  jo  la  custodia  de  un  Jefe  de  moderación,  que  los  trató  cor  las 
"  consideraciones  correspondientes,  hasta  entregarlos  al  teni«ínte 
''  coronel  Castillo." 

5 — Marure  en  el  capítulo  XI  del  Bosquejo  Histórico,  refiere  la 
pugna  entre  el  jefe  del  Estado  de  Nicaragua,  don.  Manuel  Anto- 
nio de  la  Cerda  y  el  vice- jefe  don  Juan  Arguello,  hasta  la  caida  de 
éste,  á  consecuencia  de  una  revolución  que  le  hizo  Ordoñez.  Cerda 
era  uno  de  los  hombres  mas  recalcitrantes  que  ha  tenido  Centro- A- 
mérica.  Pruébalo  un  célebre  bando  que  publicó  el  25  de  mayo  de 
1825.  En  él  manda  que  no  se  escriba  concejjto  alguno,  que  no  esté 
conforme  con  los  preceptos  religiosos:  que  se  quemen  todos  los  I\~ 
bros  que  la  iglesia  prohibe:  que  no  se  permitan  los  bailes,  paseos  j 
músicas  á  deshoras,  cualquiera  que  sea  el  pretesto  que  los  promue- 
va: que  nadie  dé  hospedaje  á  ninguna  persona  que  no  conozca  hiejí^ 
ni  se  camine  j)or  el  interior  del  Estado  sin  el  correspondiente  pasa- 
porte. Basta  esto  para  comprender  que  Cerda  era  amigo  íntimo  de 
Aycinena,  y  que  este  Jefe  lo  sostenía  á  todo  trance.  Alarias  ve ces^ 
se  mandaron  recursos  de  Guatemala,  para  apoyar  á  Cerda,  ]^X)r  me- 


(*)    Véase  el  capítulo  sétimo,  núm.  5  ele  este  libro. 


DE  O EXTRO- AMÉRICA.  121 

dio  de  un  tal  Fio  ejosé  Gómez  y  de  otros  ajentes.  Arguello,  denun- 
(íió  la  liga  de  los  hombres  de  26,  con  el  partido  que  representaba 
en  Nicaragua  el  jefe  Cerda.  La  caida  de  Arguello  á  consecuencia 
de  la  revolución  que  le  hizo  Ordoñez,  no  fué,  sin  embargo,  favora- 
ble para  los  serviles,  porque  los  jefes  y  oficiales  que  á  las  órdenes 
del  mismo  Arguello  militaban,  se  unieron  al  general  Morazan  y  con 
eüos  se  obtuvo  el  triunfo  de  la  Trinidad.  La  ventajosa  i^osicion  que 
á  esos  jefes  daba  la  victoria,  colocó  al  vice- Jefe  en  posición  de  vol- 
verse á  apoderar  del  mando  en  Nicaragua,  de  formar  consejo  de 
guerra  á  Cerda  y  de  hacerlo  x)asar  por  las  armas.  Fué  una  desgra- 
cia para  aquel  Estado  y  para  Centro- América,  que  Arguello  cuyas 
ideas  eran  indudablemente  progresistas,  hubiera  manchado  su  bio- 
grafía con  repetidos  actos  de  crueldad. 

6 — 8e  aspiraba  á  que  una  Asamblea  nuevamente  electa,  pusiera 
fín  á  la  guerra;  pero  no  todos  los  pueblos  aceptaban  el  decreto  de 
convocatoria.  Resistía  Managua  y  otras  poblaciones  de  Segovia. 

7 — iMientras  todo  Centro-América  se  conmovía,  Costa-Rica  se  ha- 
llaba en  x)az.  Don  Juan  Mora  qu«  por  elección  popular  era  Jefe  del 
Estado  desde  el  mes  de  setiembre  de  1824,  terminó  su  i^eriodo  cons- 
titucional y  fué  reelecto  por  unanimidad  de  sufragios  de  todas  las 
electorales. 

8 — Una  circular  del  ministerio  general  de  Costa -Rica,  pone  de  ma- 
nifiesto la  regularidad  y  el  orden  que  en  aquel  Estado  reinaban. 
Dice  así  literalmente: 


"MI  NI STERIO  GENERAL 
DEL    GOBIERNO    DE    COSTA-RICA. 


Al  (1.  MííhUtro  r/e)}.eral  (JH  (iohit^ruo  ¡Supremo  del  E>if'"7ní7i>  Gun- 
teviala. 

Cumpliéndose  en  el  Estado  el  período  constitucional  jiara  la  re- 
novación de  las  Supremas  Autoridades,  y  verificadas  las  tdecciones 
(jonforme  á  la  Ley,  se  instaló  la  Legisla tuiu  el  primero  del  corrien- 
te, y  practicado  el  escrutinio  y  regulación  de  votos  para  los  otros 
poderes,  por  decreto  del  2,  ha  declarado  reelecto  por  unanimidad 
de  sufragios  de  todas  las  electorales  pai*a  jefe  de  Estado,  al  mismo 
que  lo  era,  el  C.  Juan  Mora,  (piien,  como  los  demás  electos  pam  el 
Poder  Conservador  y  Judicial, han  tomado  ]K)sesion  de  susdestinso, 
prestando  el  juramento  de  estilo,  el  domingo  ocho  del  corriente. 


122  KESENA  IIÍSTÓKICA 

Estos  actos  que  son  el  fruto  de  la  X)az  y  del  orden  intevior,  ofre- 
cen un  testimonio  solemne  de  la  armonía  y  concordia  de  sentimien- 
tos que  reina  en  el  pueblo  de  Costa-Rica,  no  menos  que  de  sii  amor 
y  decisión  por  la  conservación  de  sus  instituciones. 

Con  tan  plausible  motivo,  mi  Gfobierno  se  congratula  de  x>i"<^<^^'^- 
tar  de  nuevo  al  de  Ud.  sus  votos  por  la  paz,  por  la  unión  y  pros]3e- 
ridad  entre  todos  los  Estados  de  la  República,  y  de  ofrecer  á  este 
intento  y  el  de  restablecer  el  orden  constitucional  en  ella,  su  coope- 
ración por  todos  los  medios  armoniosos  y  fraternales  como  lo  ha  pro- 
curado hasta  ahora  aunque  en  vano. 

Al  manifestarlo  á  Ud.  de  su  orden  para  conocimiento  de  su  (to- 
bierno,  tengo  la  honra  de  renovar  á  Ud.  las  seguridades  de  mi  con- 
sideración y  aprecio. 

I).    U.   L. 


San  José,  marzo  12  de  1829. 


Joaquín  Beniardu  ('aleo. 


9 — El  1.  ^  de  abril  de  1829,  se  ignoraba  en  Costa-Rica,  cuál  seria 
el  desenlace  de  la  guerra  entre  el  Salvador  y  Guatemala.  No  habia 
entonces  un  Gobierno  federal  lejítimo.  Arce  estaba  destituido  de 
hecho.  Beltranena  sin  ninguna  misión  legal  se  decia  Presidente.  El 
Estado  de  Honduras  no  le  obedecía.  Tampoco  le  obedecía  el  Salva- 
dor ni  una  gran  parte  de  Nicaragua.  Su  autoridad  estaba  limitada 
al  recinto  de  las  fortifícaciones  de  Guatemala.  Allí  deseaba  contin- 
gentes de  hombres  y  dinero  para  sostener  una  lucha  desesperada. 
Costa-Rica  no  podia  mandar  estos  contingentes,  porque  era  preciso 
que  atravesaran  toda  la  América  Central  sublevada.  Su  envió  habría 
sido  aprovechado  por  los  invasores  de  Guatemala,  como  los  recur- 
sos que  enviaba  Aycinena  á  Mejicanos  lo  fueron  por  los  salvadore- 
ños que  atacaban  aquella  plaza.  Costa-Rica,  ademas,  habia  mani- 
festado sus  deseos  de  paz  y  regularidad  en  comunicaciones.  I)ar 
un  auxilio  de  hombres  y  dinero  á  un  Gobierno  agonizante,  habría 
sido  prolongar  la  lacha  inútilmente,  y  alejar  el  dia  deseado  de  la 
calma.  Aquel  Estado  por  medio  de  su  Asamblea  lejítimamente 
constituida,  dio  un  decreto  en  que  reasume  la  x)lenitud  de  su  sobe- 
ranía y  se  declara  en  ejercicio  de  ella,  sin  sujeción  ni  responsabili- 
dad, mientras  se  restablecieran  las  supremas  autoridades  federales. 
En  enero  de  1831  fué  derogada  esta  disposición,  conocida  con  el 
nombre  de  Ley  ApriUa^  y  en  consecuencia  devueltas  las  ninfas  fe- 
derales y  reconocidas  las  autoridades  de  la  nación. 

10 — Don  Juan  Mora,  era,  sin  tener  nada  de  rojo,  esencialmente 
liberal.  Amaba  la  regularidad  y  los  principios  progresistas,  y  jamás 
se  desvió  del  texto  literal  de  la  Constitución   ni  de  las   leves.    No 


DE  CENT  no- AMÉRICA.  123 

^o  aiTediaba  el  peligro,  y  sus  discursos  eran  igualmente  enérjicos 
i»n  un  círculo  de  amigos,  que  enfrente  de  soldados  armados  que  lo 
amenazaran.  Don  Diego  A^ijil  que  mandaba  en  Hondui-as,  en  cali- 
dad de  vice-jefe,  pertenecía  á  los  liberales,  y  debia  su  posición /i  la 
derrota  de  Milla  y  al  triunfo  de  Morazan  en  el  Cerro  de  la  Trinidad. 
Cornejo  se  inclinaba  á  los  serviles,  ijoable  es  la  conducta  que  obser- 
vo con  los  presos  en  San  Salvador.  Ellos  lo  elojian  con  justicia;  pe- 
ro callan  intelijencias  secretas  que  con  él  tuvieron.  Cornejo  maqui- 
naba contra  Morazan,  y  sus  jjlanes,  como  sucesivamente  se  irá  vien- 
do, fueron  en  escala  ascendente  hasta  el  28  de  marzo  de  32. 


LIBRO  SEGUNDO 


<30NTIiS' [AX   LOS   SUCESOS    ACAECIDOS   DESDE  LA    REINSTALACIÓN  DE 

LA  ASAMBLEA  Y  EL  CONGRESO,  DISÜELTOS  EL  AÑO  DE  26,  HASTA  QUE 

SE   RINDIÓ  EL   CASTILLO   DE  OMOA   EL   DE  832. 


C;^I^ITtJI.O  I^RIMERO. 

Keiustalacion  <le  la  Asamblea  del  Estado  de  Guatemala. 


SUMARIO. 


--'Dijli'ulkid  df'  (utn serrar  los  triunfos  políticos— "2.  Lo  que  duró 
el  poder  de  los  liberales— *^.  Disposiciones  dictadas  por  el  fjtnt' 
ral  Morazan — 4.  Artículos  de  la  Constitución  del  Estado — 6.  Lo 
que  dicen  los  sermles  contra  la  reaparición  de  la  Asamhlea— 
iS.  Lo  que  contestan  Im  liheralrs  7.  f)i>s,  rpacianes—S.  Jíeinsta- 
lacion  de  la  misma  Asamblea. 


.  1 — Mas  difícil  «'s  conservar  un  triunfo  ixdiiifo  4110  ()l)teni*ri<».  Ki 
<iia  de  la  victoria  todo  es  [>huvr  y  júbilo.  Kl  tmns('ui*so  del  tiemix> 
<f^nervu  los  nnimos  y  abre  paso  á  las  reacciones.  Todos  aplauden  al 


126  KESEÑA   HISTÓKU  A 

vencedor  en  los  primeros  dias  de  su  dominación.  Unos  con  la  espe 
ranza  de  dirijiíio  sin  que  comprenda  sus  maquiavélicas  maniobras; 
otros  por  obtener  empleos  y  preeminencias.  Los  que  al  nuevo  gober- 
nante se  acercan  para  guiarlo  según  sus  fines,  de  él  se  separan  in- 
mediatamente que  se  ven  burlados,  y  se  colocan  en  las  ñlas  de  la 
oposición.  Los  que  sin  méritos  ni  grandes  sacrificios  en  favor  de  la 
causa  que  ha  triunfado,  no  obtienen  las  anheladas  preeminencias, 
se  convierten  en  implacables  enemigos,  y  solo  queda  un  corto  núme- 
ro de  hombres  leales,  que  como  Beltran,  el  bravo  granadero,  estén 
dispuestos  á  no  abandonar  á  su  jefe  en  el  infortunio. 

2 — Los  vencedoros  en  1829  pudieron,  sin  embargo,  mantener  su 
triunfo  10  años.  Esta  década  es  una  incesante  lucha  con  los  reac- 
cionarios. El  18  de  abril  de  1829  el  general  Morazan  entro  triun- 
fante á  la  plaza  mayor  de  Guatemala.  El  13  de  abril  de  1889  ocupó 
la  misma  plaza  el  general  Carrera. 

8 — Morazan  desde  el  dia  del  triunfo  de  sus  armas  ejerció  provi- 
sionalmente todos  los  poderes;  pero  al  instante  (.'onvocó  el  Congreso 
y  el  Senado  disueltos  el  año  de  26,  é  hizo  trasladar  á  Guatemala  la» 
autoridades  que  se  hallaban  en  la  Antigua. 

4 — La  Constitución  del  Estado  dice: 

"Art.  86 — La  Asambloa  se  renovará  cada  año  por  mitad,  y  los  mis- 
mos representantes  podrán  ser  reelectos  una  vez  sin  intervalo  alguno. 

Art.  87 — La  suerte  designará  en  la  primera  lejislatura  los  repre- 
sentantes que  deben  salir,  y  en  las  siguientes  se  verificará  la  reno- 
vación eH  los  de  nombramiento  mas  antiguo. 

Art.  88 — La  Asamblea  se  reunirá  todos  los  años  en  la  capital  del 
Estado  el  dia  primero  de  febrero,  y  sus  sesiones  ordinarias  duramii 
tres  meses.  La  primera  iQJislatura  podrá  prorogarse  por  otros  cua- 
tro meses;  las  demás  no  podrán  hacerlo  sino  por  un  mes,  y  con  el 
acuerdo  de  las  dos  terceras  partes  de  los  diputados  presentes." 

5 — Dicen  los  serviles  que,  según  estos  artículos,  el  año  de  26  de- 
bió renovarse  la  mitad  de  los  individuos  de  la  Asamblea  y  del  Con- 
sejo representativo,  y  el  año  de  27  la  otra  mitad:  que  el  año  de  28 
ninguna  misión  legal  tenian  ya  los  diputados. y  consejeros  de  que  se 
trata,  y  que,  reunidos  en  1829  aquellos  mismos  hombres,  no  repre- 
sentaban al  Estado,  ni  eran  mas  que  una  reunión  de  usurpadores  de 
la  autoridad  ijública.  Don  Manuel  José  Arce,  don  Manuel  Montúfar 
y  don  Juan  José  Aycinena  repitieron  estos  argumentos  hasta  la  sa- 
ciedad. 

6 — Los  liberales  contestaban  que  Arce  puso  imi)edimento  á 
los  diputados  y  consejeros  [)ara  ejercer  libremente  las  funcio- 
nes á  que  los  llamaba  el  pueblo:  que  disolvió  de  hecho  la  Asam- 
blea y  el  Consejo,  y  persiguió  á  muerte  il  muchos  dix>utados  y 
consejeros:  que  esos  atentados  no  solo  eran  delitos  sino  crímenes  de 


I 


1)K  CENTRO-AMÉRICA.  127 

lesa  patria:  que  en  virtud  de  estos  crímenes  convocó  á  elecciones  in- 
firiéndose indebidamente  en  asuntos  que  solo  correspondían  al  Es- 
tado de  Guatemala,  y  que  con  las  armas  en  la  mano  hizo  triunfar 
a  los  candidatos  serviles.  Agregaban  los  liberales  que  la  Constitu- 
(•ion  del  Estado  supone  que  en  el  tiempo  que  preñja  han  ejercido  li- 
l)i'emeute  sus  funciones  los  diputados  y  consejeros,  y  que  los  dias  de 
opresión  y  despotismo  en  que  no  pudieron  reunirse  no  corrieron  pa- 
ra ellos. 

7 — Dejemos  las  teorías  para  ir  á  la  esencia  del  asunto.  Después 
del  VS  de  abril  de  29,  todo  estaba  á  las  órdenes  del  partido  vence- 
dor. La  Municipalidad  de  Guatemala  y  otras  muchas  del  Estado 
felicitaban  al  general  Morazaii.  Cabildos  abiertos  lo  colmaban  de  e- 
íogios.  Si  se  hubieran  hecho  nuevas  elecciones  de  diputados  y  con- 
>^ejeros,  estas  habrían  dado  un  resultado  eminentemente  satisfacto- 
rio para  el  vencedor,  y  fatal  para  los  serviles.  Entre  los  diputado8 
y  consejeros  del  año  de  26  habia  muchos  que  no  satisfacían  los  de- 
seos del  j)artido  dominante.  Con  nuevas  elecciones,  estos  hubiei-an 
j  quedado  eliminados,  y  sus  sillas  se  habrían  ocupado  con  los  hom- 
bres mas  exaltados  contra  Aycinena,  y  mas  ofendidos  por  sus  me- 
didas violentas  y  sanguinarins.  ;^Qué  habrían  adelantado  los  servi- 
les con  nuevas  elecciones!!  Xada,  absolutamente  nada.  Habrían  per 
dido  mucho.  Sin  embargo,  atribuyen  las  disposiciones  que  contra  e- 
]()s  se  dictaron,  á  la  reaparición  de  las  autoridades  de  820. 

8 — La  Asamblea  disuelta  aquel  año  se  reinstaló  en  abril  de  29.  A 
su  apertura  concurrió  el  jefe  provisional  don  Mariano  Zenteno,  por 
Tío  haber  regresado  de  su  destierro  don  Juan  Barrundia.  Barrundia, 
á  instancias  del  general  !Morazan,  y  en  cumplimiento  de  un  decreto 
de  la  misma  Asamblea,  tomó  el  mando  del  Estado  el  último  de  abril, 
y  íí  Zenteno  se  dieron  gracias  espresivas  por  el  imtriotísmo  y  abne- 
,2acion  con  que  sirvió  en  los  dias  memorábales  de  peligro  y  prueba. 


/ 


C^FITULO  SEGUNDO. 

Decretos  de  la  Asamblea  y  otras  disposiciones  relativas  á  los  vencidos 


SUMARIO. 

1 — Se  condecora  al  general  Morazan — 2.  Se  condecora  á  Prado — 
3.  Decreto  de  4  de  junio — 4.  Observaciones — 5.  Otro  decreto  de  la 
misma  feclia — 6.  Decreto  dictado  por  la  Asamblea  del  Salcadoi\ 
— 7.  Protesta  de  Arce — 8.  Protesta  de  don  Antonio  José  Irisar- 
7%  don  Manuel  y  don  Juan  Montvfar — 9.  Jactancias  de  Iri- 
sarri — 10.  Llegada  de  dos  comisionados  del  Salvador — 11.  De- 
creto de  30  de  abril — 12.  Renuncia  de  don  Juan  Barrundia. 


1 — El  30  de  abril  la  Asamblea  espidió  un  decreto  en  que  declara 
ul  general  Morazan  benemórito  de  la  patria,  y  lo  condecora  con  una 
medalla  de  oro.  Igualmente  se  ordena  se  haga  un  retrato  do  cuerpo 
entero  de  Morazan  y  se  coloque  en  el  salón  de  sesiones. 

2 — Otro  decreto  de  la  misma  Asamblea  condecora  al  vice-jefe  del 
Salvador,  don  Mariano  Prado,  por  su  íirnuv.a  republicana  y  por  su 
valor  y  i)erseveran(*ia  durante  la  (•am[)aria. 

3 — En  4  de  junio  se  emitió  el  decreto  siguiente:" 

''La  Asamblea  lejislativa  del  Estado  de  Ctuatemala,  considerando: 
que  el  mismo  Estado  es  independiente  y  soberano  en  su  gobierno  in- 


130  '  .     liESEXA  JIISTORICA 

terior:  que  el  Presidente  de  la  República,  sobreponiéndose  á  la  ley 
y  traspasando  los  límites  de  sus  atribuciones,  disolvió  por  la  fuerza 
lasléjítimas  autoridades  en  el  año  de  826,  y  convocó  á  nuevas  elec- 
ciones: que  no  obstante  la  nulidad  de  los  jueces  y  magistrados  que 
funcionaron  en  la  época  de  la  revolución,  se  seguirían  graves  incon- 
venientes si  el  cuerpo  lejislativo  no  subsanase  los  actos  judiciales 
emanados  de  aquellos  tribunales  ilejítimos,  ha  tenido  á  bien  decre- 
tar y  decreta: 

^'1.  ^ — Se  declaran  nulas  y  contrarias  á  las  leyes  fundamentales 
de  la  República  y  del  Estado,  las  elecciones  celebradas  en  virtud 
del  decreto  anti-constitucional  del  Presidente  de  la  República  de 
81  de  octubre  de  826  y  los  siguientes  de  27  y  28." 

''2.  ^  — En  consecuencia,  se  declaran  revolucionarios  y  usurj^ado- 
res  de  la  soberanía  del  Estado,  todos  los  que  en  virtud  de  tales  elec- 
ciones ejercieron  los  poderes  lejislativo,  moderador,  ejecutivo  y  ju- 
dicial en  los  años  de  27  y  28  y  parte  de  29." 

''3.^ — Estos  funcionarios,  y  todos  los  que  en  la  época  referida 
coadyuvaron  con  actividad  á  sostenerlos,  son  reos  de  alta  traición, 
y  como  tales,  acreedores  á  la  pena  cai)ital." 

''4*.  ^ — Son  nulas  y  de  ningún  valor  las  determinaciones  que  con 
el  nombre  de  leyes,  decretos,  órdenes,  acuerdos,  providencias  y  re- 
glamentos, hayan  sido  dictadas  por  estos  poderes  intrusos,  y  que- 
dan en  su  vigor  y  fuerza  las  .emitidas  por  las  lejítimas  autoridades 
hasta  el  13  de  octubre  de  826." 

'  '5.  ^  — Se  han  por  válidos  y  subsistentes  los  actos  emanados  de 
la  corte  superior  y  jueces  de  1  =^  instancia  en  lo  civil  y  criminal  en 
todas  las  causas,  con  escepcion  de  las  que  versan  sobre  materias 
políticas;  pero  quedan  espeditos  á  las  partes  en  las  causas  puramen- 
te civiles,  los  recursos  de  nulidad  é  injusticia  notoria,  debiendo  cor- 
rer el  término  designado  por  la  ley  desde  la  publicación  de  este  de- 
creto." ,      ^ 

' 'Comuniqúese  al  Consejo  representativo  para  su  sanción. — Dado 
en  Guatemala,  á  4  de  junio  de  1829 — Eusehio  Arzate,  diputado  pre- 
sidente — J.  Gregorio  Márquez^  diputado  secretario — Qidríno  Flo- 
res^ diputado  secretario." 

"Sala  del  Consejo  representativo  del  Estado  de  Guatemala,  en  la 
corte,  á  12  de  junio  de  1829 — Al  Jefe  del  Estado — Mariano  Zente- 
)io^  vice-presidente — José  M.  Santacruz — M.  Julián  Ibarra — José 
Bernardo  Escobar^  secretario — Guatemala,  junio  13  de  1829 — Por 
tanto,  ejecútese — Juan  Barrundía — Por  disposición  del  P.  E. — 3fa- 
riano  Galvez.'' 

4 — La  redacción  del  artículo  tercero  dio  lugar  á  suponer  que  la 
Asamblea  se  constituía  en  tribunal,  y  que  dictaba  leyes  retroacti- 
vas. La  mente  de  esa  disposición  es  declarar  que  las  personas  de  que 


DE  CERTKO- AMÉRICA.  131 

se  trata  quedaban  sujetas  á  las  leyes  preexistentes  que '  imponían 
X)ena  de  muerte  y  que  para  inflijir  el  castigo,  debia  preceder  un  jiti- 
cio,  lo  cual  queda  aclarado  por  otro  decreto  de  la  misma  fecha.  *Res- 
X^ecto  de  los  procedimientos,  bien  puede  una  ley  tener  efecto  retro- 
activo. Benthan  divide  las  leyes  en  sustantivas  y  adjetivas.  Las  pri- 
meras establecen  los  deberes,  los  derechos  y  las  obligaciones,  y  ja- 
más pueden  mirar  hacia  atrás,  ó  tener  efecto  retroactivo-.  Las  segun- 
das hablan  del  orden  de  enjuiciar,  y  se  aplican  á  hechos  pasados  y 
;i  juicios  jDendientes. 

o — En  el  mismo  dia  la  Asamblea  dicto  un  decreto  de  amnistía  i^e- 
vo  con  es  tensas  escepciones.  Dice  así: 

"La  Asamblea  lejislativa  del  Estado  de  Guatemala,  consideran- 
do: que  la  vindicta  pública,  la  seguridad  y  tranquilidad  del  mismo 
Estado  demandan  imperiosamente  el  castigo  de  todos  aquellos  que 
en  los  años  de  1826  hasta  el  presente,  atentaron  contra  el  orden  pú- 
blico usurpando  los  altos  poderes,  y  de  los  que  con  mas  actividad 
y  enerjia,  coadyuvaron  á  sostenerlos  y  fomentaron  la  revolución  y 
A  trastorno  general,  llevando  por  todas  partes  con  el  incendio,  la 
guerra,  asesinatos  atroces  y  violentas  exacciones,  el  terror  y  la  desor 
lacion:  que  por  otra  parte  es  conveniente  y  necesario  pam  el  resta- 
]:)lecimiento  del  orden  y  consolidación  de  la  paz,  el  olvido  y  per- 
don  general  en  favor  de  los  demás  que  en  alguna  manera  cooi>era- 
j'on  y  se  complicaron  en  In  misma  revolución;  ha  teni'lo  v  "'••"m  '"í*-- 
cretar  y  decreta:" 

"1.  ^  — Se  concede  una  amnistía  é  indulto  general  á  todos  ios  ha- 
bitantes ¿lel  Estado  que  cooperaron  á  la  revolución  desde  el  año  de 
826  hasta  el  presente,  6  tomaron  las  armas  á  favor  de  los  intnisos." 

"2.  ^  — Quedan  excluidos  de  esta  gracia: 

"1.  ^ — Los  que  usurparon  y  ejercieron  los  poderes  lejislativoy 
moderador  en  los  años  de  827,  28  y  parte  de  29.** 

"2.  ^  —Los  que  en  la  misma  época  usurparon  el  Poder  Ejecutivo 
y  sus  secretarios." 

''3."^— Los  concitadores  del  pueblo  de  Quezaltenango  un  i\'>  \\e 
octubre  de  826,  y  los  que  ejecutaron  la  muerte  del  vice-jefe  Cirilo 
Mores." 

"•4:.^ — Los  que  inñuyeron  inmediatameni''  ^ii  la  .süble>.iwv-.i  v.. 
la  fuerza  de.Verapaz  contra  los  jefes  políti^-o  y  militar,  y  los  que  de 
la  misma  manera  influyeron  en  los  asesinatos  de  Malacatan  y  loa 
que  los  ejecutaron." 

''5  o._Lqs  que  votaron  pena  de  muerte  en  causas  políticas,  y  Vv^ 
que  han  cometido  asesinatos  fríos. " 

«'6.  <="— Los  que  funcionanm  como  jefes  políticos,  jeiVs  iu¡Iif:ii'*^, 
inspectores,  auditores  de  guerra,  individu(»s  del  consejo  inilitai  > 
prefectos  de  policía." 


VS2  KESEXA    HISTÓllICA 

^*7.  ^ — Los  españoles  y  demás  estrangeros  naturalizados  no  com- 
prendidos en  las  escepciones  anteriores,  que  hayan  tomado  armas,  ó 
manifestado  con  hechos  espontáneos  su  adhesión  á  la  causa  de  los 
usur];)adores. " 

^'3.  ^ — Todos  los  contenidos  en  el  artículo  anterior,  serán  juzga- 
dos y  sentenciados  con  arreglo  á  las  leyes  de  la  materia." 

^'4.^ — Ningún  juez  podrá  escusarse  del  conocimiento  de  estas 
causas,  bajo  la  pena  de  quedar  privado  de  su  empleo  é  inhabilita- 
do para  obtener  otro,  ni  ]3odrá  ser  recusado  por  el  reo,  sino  en  el 
caso  de  parentesco  dentro  del  cuarto  grado,  6  por  enemistad  con- 
íraida  por  asuntos  particulares." 

"o.  ^ — Los  jueces  deberán  sustanciar  y  fenecer  dichas  causasen 
2)rimera  instancia  dentro  de  veinte  dias,  en  segunda  dentro  de  quin- 
ce, y  en  tercera  dentro  de  doce,  perentorios  é  improrogables, dándose 
cuenta  á  la  Asamblea,  y  en  su  falta  al  Consejo,  de  haberse  verifi- 
cado así  por  los  jueces,  cada  uno  al  espirar  su  término  respectivo." 

'  '6.  ^  — Los  reos  ausentes  si  no  comparecieren  dentro  "del  término 
de  veinte  dias  contados  desde  la  publicación  de  este  decreto,  serán 
juzgados  y  sentenciados  en  rebeldía." 

''7.  ^ — Eljuezqueentorp:ciere  el  curso  de  una  6  mas  causas,  no 
desempeñare  fiel  y  legalmente  sus  funciones,  6  fuere  sobornado'  para 
obrar  en  contravención  al  presente  decreto,  á  mas  de  incurrir  en 
las  penas  del  art.  4.  ^ ,  será  confinado  i3or  dos  años  al  castillo  de  San 
Felipe." 

^'8.  ^ — Son  comprendidos  en  la  amnistía  los  empleados  públicos 
que  habiendo  continuado  en  sus  destinos  ú  obtenido  otro  durante 
la  revolución,  los  sirvieron  sin  haber  cooperado  con  actos  positivos 
al  sostenimiento  del  gobierno  intruso. " 

''9 — Son  igualmente  comprendidos  en  ella  los  que  sin  embargo  de 
haber  infinido  y  coadyuvado  á  su  permanencia,  hayan  desertado 
de  su  facción,  ó  prestado  servicios  conocidos  para  el  restablecimien- 
to del  orden  y  de  las  lejítimas  autoridades;  pero  si  alguno,  sin  em- 
bargo de  estar  comprendido  en  la  gracia  del  indulto,  ejecutase  de 
nuevo  actos  en  favor  de  los  intrusos,  se  tendrá  por  no  indultado,  y 
será  juzgado  por  los  jueces  por  sus  hechos  anteriores  y  posteriores." 

'^10.  ^  — Todos  los  individuos  que  i;)or  este  decreto  están  esceptua- 
dos  del  indulto  y  deben  ser  juzgados,  si  quisiesen  renunciar  esta 
garantía  y  ser  de  hecho  espatriados,  ocurrirán  dentro  del  término 
de  diez  dias  de  la  publicación  de  esta  ley,  al  gobierno,  quien  lo  con- 
cederá designándoles  un  punto  de  confinanv.ento  que  no  sea  de  esta 
Reiniblica,  ni  de  la  mejicana, ^debiendo  verificar  su  salida  dentro 
d^  quince  dias. 

''11 — jS'o  podrán  renunciar  al  juicio  los  contenidos  en  las  escepcio- 
nes segunda,  tercera,  cuarta  y  quinta  del  art.  2.  ^,  ni  los  que  fun- 


DE  CENTIÍO- AMÉRICA  18:^ 

oionaron  como  couiimdantes  geneiules  en]arp:)ca  de  la  revolución." 

"12.  ^ — Los  españoles  y  demás  estrangeros  no  naturalizados  qii-^ 
hayan  tomado  armas  6  manifestado  con  hechos  esj>ont*nieos  su  ad- 
hesión á  la  causa  de  los  usurpadores,  serán  espulsados  perpetua- 
mente del  territorio  del  Estado  dentro  de  ocho  días  de  la  publica- 
ción de  este  decreto;  solicitando  el  gobierno  del  congreso  fedeml 
tan  luego  como  esté  reunido,  haga  estensiva  esta  providencia  á  fu»'- 
ra  de  la  República." 

"13 — El  Gobierno  dispondrá  que  todos  los  que  de  cualquiera  ma- 
nera fueren  espatriados  ó  espulsados,  costeen  de  su  cuenta  los  gas- 
tos de  custodia  y  fletes  de  buques,  dejando  ademas  en  áei^ósito  en 
la  tesorería  del  Estado,  una  tercera  parte  de  sus  bienes  para  amorti- 
zar la  deuda  contraída  por  el  mismo  Estado  en  la  revolución." 

"14 — Todos  los  comprendidos  en  las  escepciones  primera,  segun- 
da y  sesta  del  artículo  2.  ^  y  ademas  los  jefes  de  rentas  nombrados 
después  del  28  de  octubre  de  826,  devolverán. á  la  tesorería  los  suel- 
dos que  como  funcionarios  hayan  pe:cibido  hasta  "^  V^  '"^^  nbril  d^^l 
presente  año." 

"lo — El  Gobierno  usará,  con  acuerdo  del  consejo,  por  quince  dias, 
de  la  facultad  económica  gubernativa,  para  hacer  salir  del  Estado 
6  de  un  domicilio  á  otro  por  término  designado,  á  toda  clase  de  per- 
sonas, que  no  hallándose  escluidas  de  la  amnistía  é  indulto  gene- 
ral, se  hayan  distinguido  en  la  época  de  la  revolución  en  atropella- 
mientos,  allanamientos  de  casas,  y  en  haber  prestado  auxilios  es- 
X)ontáneos  y  obrado  activamente  en  favor  de  la  causa  de  los  in 
trusos.     r 

"16 — ^e  faculta  al  Gobierno  para  que  en  cualquier  caso  en  qu»' 
la  permanencia  de  alguno  6  algunos  de  los  reos  sujetos  á  los  jui- 
cios, amenace  peligro  á  la  tranquilidad  y  al  orden  público,  dispoii- 
ga  inmediatamente  su  salida  de  acuerdo  con  el  General  en  Jefe,  fi- 
jándoles el  punto  y  término  de  su  conlinamiento,  sin  p»M'juicio  de  In 
pena  que  deba  imponérseles  por  sentencia  judicial." 

17 — Quedan  fuera  de  la  ley  todos  los  que  habiendo  >id(>  r.spairia 
dos  i)erpét ñámente   volviesen  al  territorio  del  Estado,  y  así  misni*» 
los  que  habiéndolo  sido  temporalmente,  volviesen  á  él  antes  d- 
piral' el  término  de  su  espatriacion." 

''18 — El  Gobierno  acompañará  á  este  decreto  una  lista  nomina! 
de  los  que,  con  arreglo  al  artículo  12,  deban  ser  espulsados  del  ter- 
i'itorio  del  Estado." 

"Comuníípic.se  al  cuerpo  representativo  i)ara  .su  .sanción.  —  Dado 
en  Guatemahí,  á  4  de  junio  de  íS20--J')tfS('bio  Arzaft\  d¡putad<» 
X)residente"  ./.  (fregar  i  o  Márquez^  diputado  secretario  -Qttirino 
Flores^  diputado  vice-secretario." 

"¡Sala  del  consejo  -representativo  del  Estado  de  Gnateninla  en  la 


134  llESEIs^A  IIISTÓEICA 

CJorte,  á  12  de  junio  de  1829 — Al  Jefe  del  Estado — Mariano  Zen- 
i^no^  vice-presidente — .7.  liaría  Santa  Cruz — M.  Julián  Ibarra— 
José  Bernardo  Escobar^  secretario. — Guatemala,  junio  13  de  1829. 
— Por  tanto:  ejecútese— ,/?/«??.  Barrundia — Por  disposición  del  P. 
E. — Mariano  Galvez. " 

6 — En  San  Salvador  mandaba  Cornejo,  persona  muy  adicta  á  los 
si^rviles.  Sin  embargo,  él  no  pudo  evitar  que  se  dictara  el  decreto  si- 
guiente: 

-'La  Asamblea  ordinaria  del  Estado  del  Salvador,  que  lia  mani- 
festado constantemente  sus  deseos  por  la  organización  de  la  Pepú- 
blica,  considerando: 

■"1.  "^ — Que  muclios  de  los  individuos  que  comj)onen  el  actual 
congreso  federal,  son  complicados  en  las  causas  que  motivaron  el 
tj^storno  de  la  nación  y  de  la  guerra  desastrosa  que  por  mas  de  dos 
años  aflijió  á  los  centro-americanos." 

^'2.  ^ — Que  acaso  será  imposible  la  reunión  del  mismo  congreso 
para  que  dé  la  convocatoria  de  nuevas  elecciones  y  de^DOsite  el  Po- 
der Ejecutivo  federal,  pues  hasta  la  feclia  no  se  lia  logrado,  ni  aun 
fíe  tiene  noticia  de  que  se  haya  reunido  la  junta  preparatoria." 

^'3.  '^ — Que  la  Asamblea  del  Estado  de  Guatemala  ha  tomado  co- 
nocimiento y  trata  de  pronunciar  sobre  los  autores  de  la  revolución." 

"^'4.  ^ — Que  está  declarada  nula  la  capitulación,  en  virtud  de  la 
cual  se  rindió  la  plaza  de  Guatemala. " 

"^'5,^ — Que  es  un  deber  de  los  Estados  federados,  procurar  por 
cuantas  medios  estén  á  su  alcance,  el  restablecimiento  del  orden;  ha 
tenido  á  bien  decretar  y  decreta: 

'^'l.  ^ — Nombra  de  su  seno  do^  comisionados  para  que  manifiesten 
á  las  autoridades  federales,  á  las  del  Estado  de  Guatemala  v  al 
¿¡general  Francisco  Morazan,  los  votos  del  Estado  del  Salvador,  y 
representen  jjara  que  sean  cumplidos  estos  mismos  votos,  que  son 
los  contenidos  en  los  artículos  siguientes." 

^'2.  '^ — El  Congreso  federal  debe  circunscribir  sus  tareas,  á  dar  la 
convocatoria  para  las  elecciones  de  los  funcionarios  federales,  hjar 
el  lugar  de  la  residencia  del  Congreso  fuera  del  Estado  de  Gfua te- 
mala,  y  depositar  el  Poder  Ejecutivo  federal. 

''3.  ^ — Si  el  Congreso  tomase  conocimiento  en  otras  materias  que 
las  contenidas  en  los  artículos  anteriores,  el  Consejo  convocará  á  la 
Asamblea,  sin  dar  entre  tanto  el  Gobierno  del  Estado,  pase  á  reso- 
lución alguna." 

''4.  ^ — Si  el  dia  15  del  próximo  julio  no  se  hubiese  aun  reunido 
rl  Congreso  federal,  el  Gobierno  faculta  al  general  Morazan  x^ara  que 
en  su  nombre  invite  á  los  Estados  de  la  Union  á  fin  de  que  iDrocedan 
á  nuevas  elecciones." 

^'o.  ^ — Dentro  este  tiempo  ejercerá  el  Poder  Ejecutivo  el  senador 


DE  CEÍ^TKO-AMEKICA.  135 

mas  antiguo,   sin  otras  atribuciones  que  activar  la  reunión  del  con- 
greso por  medio  de  las  nuevas  elecciones." 

'  '6.  ^  — La  Asamblea  del  Salvador  no  reconoce  en  la  del  Estado 
de  Guatemala,  facultad  para  indultar,  sin  anuencia  de  los  Estados. 
íi  los  facciosos  trastornadores  del  orden  público." 

"7.  ^ — Declarada  nula  la  ca^jitulacion  celebrada  entre  el  general 
Morazan  y  Mariano  Aycinena  como  comandante  de  la  fuerza  que 
existia  en  la  plaza  de  Guatemala,  los  presos  son  verdaderos  prisio- 
neros de  guerra  de  los  Estados  aliados^  y  por  lo  mismo  svjetos  á 
la  jurisdicción  militar  de  los  mismos  Estados.'' 

'  '8.  ^  — La  Asamblea  del  Estado  del  Salvador  excita  á  los  otros 
Estados  de  la  unión  á  fin  de  que  secunden  sus  deseos.  Con  este  ob- 
jeto; el  Gobierno  comunicará  á  los  mismos  Estados  el  presente  de- 
creto." 

"9.^ — Los  comisionados,  ademas  de  procurar  que  tengan  cum- 
X)limiento  en  su  caso  los  artículos  anteriores,  se  arreglarán  á  las  ins- 
trucciones que  por  separado  se  les  darán." 

''10  ^ — Los  comisionados  darán  cuenta  á  la  Asamblea,  del  resul- 
tado de  su  misión  en  su  próxima  reunión — Pase  al  consejo— Dado 
en  San  Salvador,  á  9  de  junio  de  1829 — 3Iariano  Funez^  diputado 
X)residente — José  María  Silva,  diputado  secretario — Domingo  Ka- 
jarro,  Diputado  secretario — San  Salvador,  10  de  junio  de  1829 — Pa- 
se al  Jefe  del  Estado — José  A.  liodriguez,  consejero  presidente— 
Isidro  Reyes,  secretario. — Por  tanto,  ejecútese — Lo  tendi'á  enten- 
dido el  secretario  general,  y  dispondrá  se  imprima,  publique  y  cir- 
cule— San  Salvador,  11  de  junio  de  1829 — José  María  Cornejo — Al 
C.  José  Félix  Quiroz." 

7 — Don  Manuel  José  Arce  dirijió  al  general  Morazan  una  protes- 
ta virulenta.  En  ella  liace  cargo  al  vencedor  de  cuanto  se  practica- 
ba en  la  República  contra  la  opinión  del  ex-Presidente.  Arce  se  jac- 
ta en  sus  Memorias  de  haber  tenido  valor  para  dirijir  esa  protesta 
á  un  tirano.  El  ex-Presidente,  que  no  comprendía  bien  niuclias  co- 
sas, no  se  fijo  en  que  los  tiranos  no  soportan  ese  lenguaje.  Si  Arce 
liubiera  dirijido  su  protesta  al  general  Carrera,  el  protestante  ha- 
bría sido  decapitado  como  lo  fué  Corzo  en  los  Altos,  y  de  su  cadá- 
ver se  habría  hecho  befa,  como  se  hizo  befa  del  cadáver  de  Corzo. 

8— Don  Antonio  José  Irisarri,  don  Manuel  y  don  Juan  Montúfar 
hicieron  una  ju'otesta  ante  la  Asamblea  y  el  Gobierno  del  Estado 
del  Salvador,  ante  las  Asambleas  de  todos  los  Estados  de  la  l'nion, 
ante  el  general  Morazan,  ante  todas  las  llepúblicas  de  América  y 
ante  todos  los  pueblos  libres  del  mundo.  P^sa  i)rotesta  está  redacta- 
da por  Irisarri;  lo  que  equivale  á  decir  que  su  lenguaje  es  puro  y 
castizo,  que  no  tiene  tacha  en  la  dicción,  que  es  virulei^íísinia  y  que 
«11  ella  dominan   los  sofismas  y  las  apariencias  de  una  acendmda 


136  KE8EXA  HISTÓRICA 

moralidad.  Irisarñ  no  era  militar,  aunque  tenia  el  grado  de  coronel 
y,  por  lo  mismo,  no  se  avergonzaba  de  exijir  en  tan  solemne  docu- 
mento, que  la  toma  de  una  plaza  se  hiciese  según  los  formula- 
rios de  actuaciones,  y  que  el  vencedor  dominara  la  situación  en  el 
campo  de  batalla  y  cuando  es  preciso  sostener  el  triunfo,  valiéndo- 
se de  las  prácticas  ordinarias  de  los  escribanos  receptores. 

9 — Irisarri  en  diferentes  publicaciones  se  jactó  de  su  gran  valor 
por  haber  dirijido  esa  protesta  á  Morazan.  N'o  se  necesita  valor^ 
sino  otras  cualidades  para  insultar  á  un  jefe  que  trataba  á  sus  ene- 
migos como  el  general  Morazan  trató  á  Aycinena  en  San  Antonio. 
Si  esta  protesta  hubiera  sidodirijida  al  general  Carrera,  Irisarri  hu- 
biera tenido  la  suerte  que  tuvieron  Cotzum  en  Guatemala,  Tomas 
Marín  y  Eafael  Martínez  en  Ostuncalco:  la  muerte  en  el  caxlalso. 

10 — Los  señores  Ldo.  don  José  M.  ^  Silva  y  presbítero  don  Anto- 
nio Colom,  llegaron  á  Guatemala  en  cumplimiento  del  decreto  de 
9  de  junio  emitido  por  la  Asamblea  del  Salvador.  Los  comisionados 
abrieron  conferencias  en  la  Secretaria  del  Gobierno  del  Estado,  y  allí 
se  acordó  que  las  negociaciones  continuaran  con  las  autoridades  fe- 
derales. 

11 — En  30  de  abril  la  Asamblea  dio  un  decreto  convocando  á  e- 
lecciones  para  su  renovación. 

12 — Donjuán  Barrundia  hizo  renuncia  de  la  Jefatura  del  Estado. 
Se  funda  en  razones  de  modestia,  y  en  la  conveniencia  de  la  reno- 
vación de  autoridades.  Esa  renuncia  fué  admitida;  pero  con  la  pre- 
cisa condición  de  que  Barrundia  permanecería  en  el  mando,  hasta 
que  los  pueblos  elijieran  otro  Jefe  y  se  diera  á  éste  posesión  de  su 
destino.  Al  efecto  se  convocó  también  á  elecciones  i)ara  Jefe  del  Es- 
tado de  Guatemala. 


OA.FITUI.O   TERCERO, 


Instalación  del  Congreso  y  nombramiento  de  Presidente  provisional 


SUMARIO. 


1 — instalación  del  Coiujrcso — 2.  Arüculos  déla  Constiíui  nni/ede- 
ral — 8.  Objeciones  de  los  serviles^A.  Lo  que  se  dijo  en  contesta- 
ción— o.  Nombramiento  de  Presidente  provisional. 


1—VA  22  de  junio  .se  instaló  el  Con<»-res(),  y  sus  seiTOtnrios  dirijie- 
ron  al  general  Morazan  la  comunicación  siguiente - 

"  AZ  (^.  General  en  Jefe  del  (ejército  protector  ds  la  ley. 

En  la  mañana  de  este  dia,  á  las  doce  de  ella,  st»  ha  declanulo  le- 
jítimamente  constitiudo  é  instalado  el  Congreso  Federal  de  la  He- 
])ribli('a,  con  todas  las  formalidades  prescritas  por  la  Constitución 


188  KESENA  HISTÜKIOA 

y  por  el  acuerdo  de  lai3enúltima  junta  preijaratoria:  los  represen- 
tantes nuev^araente  electos,  lian  prestado  el  juramento  de  ley  al  in- 
corporarse con  los  que  quedan  del  año  de  1826,  y  en  conformidad  á 
lo  que  el  reglamento  previene,  se  ha  lieclio  ya  el  anuncio  del  dia  se- 
ñalado X3ara  la  apertura  solemne  de  sesiones. 

El  Congreso  lia  acordado  que  todo  se  comunique  á  Ud.  para  su 
inteligencia  y  fines  consiguientes:  que  se  le  manifestasen  al  mismo 
tiempo  los  sentimientos  de  aprecio  que  le  animan  respecto  de  Ud. 
y  de  las  tropas  de  su  mando,  por  lo  que  sus  esfuerzos  lian  contri- 
buido á  tan  fausto  acontecimiento:  y  que  la  noticia  de  este  se  tras- 
lade sin  demora,  á  los  gobiernos  de  todos  los  Estados  de  la  Union. 

Tenemos  el  lionor  de  decirlo  á  Ud.  en  cumplimiento  de  lo  man- 
dado;  y  el  de  ofrecerle  nuestra  consideración  y  particular  aprecio. 

Dios,  Union,  Libertad— Guatemala,  junio  20  de  1829. 

M.  Galxez,  Simón  Vasconcelos, 

Diputado  secretario.  Diputado  secretario." 


2 — La  constitución  federal  dice: 

"Art.  58 — El  Congreso  se  renovará  por  mitad  cada  año,  y  los 
mismos  representantes  podrán  ser  reelegidos  una  vez  sin  intervalo 
íilgano. 

Art.  59 — La  primera  legislatura  decidirá  por  suerte  los  represen- 
tantes que  deban  renovarse  en  el  año  siguiente:  en  adelante  la  re- 
novación se  verificará  saliendo  los  de  nombramiento  mas  antiguo." 

3 — Al  Congreso  lian  hecho  los  serviles  las  mismas  objeciones  que 
á  la  Asamblea  del  Estado  de  Guatemala.  Dicen  que  debiéndose  re- 
novar por  mitad  todos  los  años,  en  828  hablan  terminado  todos  los 
diputados  su  misión  legal,  y  que  reunidos  en  1829,  no  eran  mas  que 
usurpadores. 

4 — A  esto  se  ha  respondido  lo  mismo  que  se  contestó  tratándose 
de  la  Asamblea  {'^).  Si  los  liberales  hubieran  i^racticado  elecciones 
eu  aquellos  momentos,  su  triunfo  liabria  sido  espléndido,  como  lo 
fué  siempre  que  para  llenar  vacantes  se  mandaba  elegir  algún  re- 
presentante 6  senador;  y  como  lo  fué  cuando  se  hicieron  elecciones 
para  la  renovación  total  de  la  Asamblea  del  Estado,  la  cual  ratifi- 
có en  todas  sus  partes  lo  practicado  por  la  lejislatura  disuelta  el  a- 
ño  de  26  y  reinstalada  en  829. 


<*)     Véanse  los  mímeros  G  y  7,  capítnlo  1",  libro  2^'. 


©nyioiAiSÁí^KO)  ^^i^É  ¡rijíAü^íSftacíC)  peíaos k ¡y í^© ja. 


I 

I 


DE  CENTRO-AMEKICA. 

5 — El  25  de  junio  el  Congreso  federal  nombró  al  señor  don  José 
Francisco  Barrundia  presidente  interino  de  la  República  en  cali- 
dad de  senador  mas  antiguo.  Barrundia  no  conocía  la  ambición  de 
mando,  y  el  boato  que  rodea  á  los  gobernantes  i)ugBaba  absoluta- 
mente con  la  sencillez  de  sus  costumbres.  Accedió  entonces  á  las 
repetidas  instancias  de  sus  amigos,  y  se  colocó  al  frente  de  la  jní- 
tria  con  gran  aplauso  de  to^lr»-^  ir»<in,pvnlp^  f'Mnfir,.'mu^vÚMíw.< 


Decreto  del  congreso  federal  dado   eii   (iuatfiíiuiu  a  '¿'¿ 
de  agosto  de   1S29. 


SUMARIO. 


1 — Exijencías  del  ¿Calcador  y  Honduras — 2.  Mensaje  del  :Senad 
Presidente — »!  Decreto  de 22  de  ar/osto—A.  (^n)}íiUh'rfii'n,i,,  x 


tu. 


1 — Los  serviles  caídos  proyectaban  una  insurrección  eii  iíi-uuuí.í.-. 
Las  autoiidades  de  aquel  Estado  veian  venir  la  reacción  á  marchas 
forzadas,  y  se  dirijian  á  las  autoiidades  federales  y  del  Estado  de 
(xuatemala,  pidiendo  que  no  se  dejara  impunes  á  los  hombivs  que 
tanta  parte  tuvieron  en  la  infausta  luclia  qut^  acababa  tle  terminar. 
En  San  Salvador  mandaba  como  jefe  del  Estado  don  José  M.  ^  Cor- 
nejo, quien  no  tenia  ni  las  ideas  liberales  ni  la  enerjia  de  Pnido; 
pero  la  Asamblea  estaba  animada  por  los  principios  de  la  revolu- 
ción triunfante,  como  lo  demuestra  su  decreto  de  9  de  junio.  Por 
lo  mismo,  y  á  i)esar  de  las  tendencias  de  Cornejo,  de  San  Salvador 
venían  las  mismas  solicitudes  qutí  de  llondura.s. 

2 — Don  Josó  Francisco  Harrundia  dirijió  al  congivíjo  fedemi  un 
mensaje  pidiendo  se  indultara  de  la  pena  de  muerte  á  todos  los  ivas 
l)olíti(;os  que  debian  sufrirla,  en  concei)to  de  la  Asíimblea  dfl  Ksta- 
(lo.  El  asunto  pertenecía  al  Con^i-eso.  |K>rque  se  tintaba  de  muchos 


142  IlESENA    HISTÓRICA 

funcionarios  de  la  Federación,  y  porque  los  delitos  que  se  imputaban 
liabian  sido  cometidos  contra  toda  la  República.  El  mensaje  pasó  á 
una  comisión,  y  el  célebre  centro-americano  don  José  Cecilio  del 
Yalle  redactó  nn  decreto  que  fué  aprobado  por  ambas  Cámaras  co- 
lejisladoras.  Este  decreto  ha  sido  objeto  de  la  mas  viva  censura  de 
los  serviles,  á  pesar  del  artículo  tercero  que  indulta  de  la  pena  de 
muerte,  conforme  á  los  deseos  de  Barrundia,  á  todos  los  liabitan- 
tes  de  la  República  que  la  merecieran.  Para  poder  juzgar  con  e- 
xactitud  este  importante  documento,  no  basta  un  estracto,  es  preci- 
so leerlo  íntegro,   dice  así: 

3 — "El  Presidente  de  la  República,  se  lia  servido  dirijirme  el  de- 
creto siguiente: 
El  Presidente  de  la  Rejpíiblica federal  de  Centro- América— Por 
cuanto  el  Congreso  decreta,  y  el  Senado  sanciona  lo  siguiente: 
El  Congreso  federal  de  la  República  de  Centro-América,  restable- 
cido especialmente  para  acordar  las  leyes  represivas  y  preventivas 
que  exije  la  seguridad  y  el  bien  de  la  nación;  y  considerando: 

1.  ^ — Que  en  la  guerra  civil  que  acaba  ésta  de  sufrir,  el  objeto 
del  Gobierno'^federal,  no  fué  otro  que  el  de  abolir  la  Constitución 
jurada  portel  mismo  y  proclamada  por  los  pueblos: 

2.  ^ — Que  en  todo  sistema  político  que  respete  sus  derechos,  tie- 
nen el  de  resistir  la  opresión  de  sus  gobiernos: 

3.  ^  — Que  cuando  los  mismos  gobiernos  se  sobreponen  á  las  leyes, 
sus  actos  administrativos  no  pueden  ser  reconocidos: 

4.  ^ — Que  si  son  dignos  de  consideración  los  derechos  sagrados  de 
los  pueblos,  los  que  maquinan  para  sofocarlos,  son  dignos  de  cas- 
tigo: 

5.  ^  — Que  el  que  en  tal  concepto  merecen  los  autores  y  cómplices 
de  la  guerra,  es  el  de  muerte  con  arreglo  á  las  leyes  que  la  imponen 
á  todo  el  ^que  se  rebela  contra  el  pacto  fundamental,  y  conforme  al 
artículo  152  de  la  Constitución,  que  reservando  para  los  delitos  a- 
troces  el  uso  de  esta  pena,  la  decreta  respecto  de  los  que  atenten 
directamente  contra  el  orden  público: 

6.  ^  — Que  sin  embargo  el  Gobierno  ha  propuesto  que  se  indulte 
de  ella  á  todos  los  que  debieran  sufrirla:  que  ha  hecho  esta  propues- 
ta, considerándose  en  el  caso  en  que  la  permite  el  artículo  118  de  la 
ley  fundamental,  y  que  la  lia  apoyado  en  razones  de  conveniencia 
general,  bastante  sólidas  y  dignas  de  atención: 

7.  ^  — Que  ademas  de  las  que  espone  el  Gobierno,  la  multitud  de 
personas  complicadas  en  la  guerra;  las  circunstancias  de  ser  pura- 
mente políticas  sus  causas;  la  indulgencia  con  que  en  otras  nacio- 
nes se  han  visto  las  de  esta  especie  en  casos  semejantes,  y  á  la  cual 
no  pocas  veces  se  han  debido  muy  saludables  efectos;  y  las  luces 
mismas  del  siglo,  que  han  sujerido  ya  ideas  mas  fílosóficas  y  liuma- 


DE  CENTRO-AMÉKICA  143 

ñas  en  todas  las  materias  de  lejislacion  criminal;  ofrecerían  hoy 
nuevos  y  poderosos  motivos  contra  las  ejecuciones  capitales;  que 
en  fuerza  de  todo  puede  muy  bien  otorgarse  el  indulto  de  ellas;  y 
que  el  Congreso  por  el  párrafo  24,  artículo  09  de  la  Constitución,  es- 
tá autorizado  para  concederla: 

8.  ^  — Que  dispensándose  esta  gracia,  ella,  sin  embargo,  no  pue- 
de pasar  de  una  conmutación  de  pena,  x^or  ser  justo  que  todos  su- 
fran la  que  corresponde  y  que  á  cada  uno  se  le  imponga  en  propor- 
ción á  su  mayor  6  menor  culpa: 

9.  ^  — Que  á  esta  imposición  en  lo  general,  no  es  menester  que  pro- 
ceda formal  juicio,  por  cuanto  se  trata  de  hechos  cuya  criminalidad 
es  bien  pública  y  notoria;  y  de  personas  que  abiertamente  se  rebe- 
laron contra  el  pacto  fundamental  de  la  sociedad: 

10.  ^  — Que  no  obstante,  á  los  que  puedan  tener  las  escusas  y  es- 
cepciones  calificadas  en  este  decreto,  la  razón,  la  equidad  y  la  justi- 
cia dictan  se  les  de  lugar  á  producirlas,  y  que  en  caso  do  qiif  jn'^íti 
ñquen  su  conducta,  se  les  modere  6  remita  la  pena: 

11.  ^ — Que  después  de  señalarse  las  que  deben  sufrir  los  auto- 
res y  cómplices  de  la  guerra,  es  todavía  muy  debido  obligarles  al 
resarcimiento  de  los  daños  que  causaron,  sin  desatender,  ix>r  otra 
parte,  la  subsistencia  de  aquellos  individuos,  ni  las  de  sus  familias: 

12.  ^  — Que  para  afianzar  el  acierto  en  las  medidas  y  j^rovidencias 
relativas  á  este  asunto,  conviene  las  tome  f^l  rJnbíprno  d»^  nciiíMd») 
con  el  Senado; 

Y  finalmente:  que  dada  en  estos  términos  la  resolución  general 
del  Congreso,  deben  quedar  subsistentes,  en  cuanto  no  la  contraríen 
asi  las  de  las  autoridades  particulares  de  los  Estados,  como  los  jui- 
cios fallados  en  sus  tribunales: 

Resuelve  y  decreta  lo  siguiente: 

Articulo  1..^ 

Se  declara  injusta  la  guerra  que  el  Gfobierno  de  la  Fedemcion  hi- 
zo á  los  Estados  que  la  componen,  desde  ñnes  del  año  de  1826,  has- 
ta principios  del  de  1829;  y  lejítimo  el  uso  que  los  mismos  Estados 
hicieron  del  derecho  inherente  n  los  ])ii<0)]os  libres,  de  revUt.'íi.ia  á 
la  opresión. 

Articulo  2.  ^ 

Son  nulos  todos  los  actos  emanados  del  Gobierno  fedeniK  destle 
el  dia  n  de  setiembre  de  1820,  hasta  el  12  de  abril  del  corriente  año; 
y  quedan  sujetos  á  la  revisión  del  poder  lejislativo,  6á  la  del  ♦'j«»cati- 
vo  lejítimo,  según  su  natumleza  respectiva. 


144  liESENA  IIISTÓIIICA 

Articulo  8.  ^ 

Se  concede  indulto  general  de  la  pena  de  muerte  á  todos  los  ha- 
bitantes de  la  República  que  la  mereciesen  conforme  á  la  ley,  por 
haber  sido  autores  6  cómplices  de  la  guerra  civil  que  acaba  de  es- 
perimentar  la  nación. 

Ariwulo  4.  ^ 

Serán  espatriados  perpetuamente,  y  confinados  fuera  de  la  Eepú- 
blica,  al  país  que  designe  el  Gobierno,  de  acuerdo  con  el  Senado: 

1.  ^ — El  ex-presidente  y  ex-vice-presidente  de  la  República,  Ma- 
nuel José  Arce  y  Mariano  de  Beltranena: 

2.  ^  — Los  ex-secretarios  de  Estado  y  del  despacho  de  relaciones, 
Juan  Francisco  de  Sosa,  y  de  guerra  Manuel  Arzú. 

3.  ^  — Los  jefes  de  sección  que  funcionaron  como  secretarios  en 
los  mismos  ramos,  Francisco  Maria  Be  teta  y  Manuel  Zea. 

4.  ^ — Los  primeros  y  segundos  jefes  del  ejército  federal,  que  sir- 
vió á  disposición  del  Gobierno  durante  la  revolución,  Francisco  Cas- 
caras, Manuel  Montúfar  y  José  Justo  Milla,  pues  los  demás  quedan 
incluidos  en  este  artículo  bajo  otros  respectos. 

5.  ^  — El  que  se  tituló  jefe  del  Estado  de  Guatemala,  Mariano  de 
Aycinena. 

6.  ^  — Los  que  le  sirvieron  en  calidad  de  secretarios,  Agustín  Pra- 
do, José  Francisco  de  Córdova,  Antonio  José  de  Irisarri,  José  de 
Yelasco,  Yicente  Domínguez  y  Vicente  del  Piélago. 

7.  ^  — El  comandante  general  que  fué  de  las  armas  de  la  FederacioB 
y  del  Estado,  Antonio  del  Villar. 

8.  ^  — Todos  los  jefes  militares,  desde  sarjentos  mayores  inclusi- 
ve, que  no  siendo  orijinarios  de  América,  hayan  servido  en  el  ejér- 
cito de  la  Federación  ó  en  el  del  Estado  durante  la  guerra. 

9.  ^  Los  españoles  no  naturalizados  que  hubiesen  tomado  armas 
en  favor  del  Gobierno  intruso,  á  menos  que  acrediten  haber  sido 
forzados  á  este  servicio. 

10.  ^  — Los  individuos  del  consejo  militar  creado  en  el  Estado  de 
Guatemala  en  el  año  de  1827,  que  como  tales  hubiesen  votado  pena 
capital  en  causas  políticas;  y  los  Magistrados  de  la  Corte  Superior 
de  justicia  del  mismo  Estado  que  hubieren  confirmado  las  senten- 
cias del  consejo,  en  que  se  imponía  esta  pena. 

Articulo  5.  ^ 

Serán  espatriados  temporalmente,  y  confinados  fuera  de  laRepú- 


BE  CEJS^TRO-AMÉKICA.  145 

blica,  ai  país  que  designe  el  Gobierno,  de  acuerdo  con  el  Senado: 

1.  ^ — Los  diputados  que  abandonaron  sus  asientos  y  desacredita- 
ron al  Congreso  ante  el  Gobierno  del  Estado  del  Salvador,  y  que  de 
uno  ú  otro  modo  influyeron  en  la  disolución  de  la  represeutacion 
nacional  en  el  año  de  1826: 
h  2.  ^  — Los  Senadores  que  por  haberse  retirado  en  el  citado  año 
de  26  de  sus  respectivos  asientos,  ocasionaron  la  falta  del  Senado: 

3.  ^  — Los  Jefes  militares  orijinarios  de  América,  desde  tenientes 
coroneles  inclusive,  que  hayan  servido  en  el  ejército  de  la  Federa- 
ción 6  del  Estado,  durante  la  guerra: 

4.  ^  — Los  españoles  naturalizados  que  hubieren  igualmente  ser- 
vido en  el  ejército  desde  alferes  inclusive,  á  menos  que  acrediten  ha- 
ber sido  forzados  al  servicio: 

5.  ^  — Los  españoles  naturalizados  que  voluntariamente  hayan 
servido  como  sarjentos,  cabos  6  soldados,  si  no  habiendo  sido  casa- 
dos con  americana,  no 'tuvieren  muger  6  hijos;  pues  en  caso  de  ha- 
ber lo  uno  ó  lo  otro,  no  serán  espatriados,  á  menos  que  el  Gobierm» 
de  acuerdo  con  el  Senado,  juzgue  peligrosa  la  residencia  de  alguno 
de  ellos  en  el  territorio  de  la  República: 

6.  ^  — Los  diputados  elejidos  i)ara  la  Asamblea  del  Estado  de 
Guatemala  después  del  6  de  setiembre  de  1826,  que  hubiesen  servi- 
do en  ella,  en  cualquier  periodo  del  corrido  hasta  que  cesóla  guerra: 

7.  ^  —Los  individuos  elejidos  desde  igual  fecha  para  el  Consejo 
representativo  del  Estado,  que  hubiesen  servirlo  en  él  en  rualquier 
periodo  del  que  espresa  el  párrafp  anterior: 

8.  "^  —Los  jefes  departamentales  que  hubiesen  funcionado  en  el 
mismo  tiempo: 

9.  ^  — Los  prefectos  de  policía: 

10.  ^— Los  que  á  juicio  del  Gobierno,  de  acuerdo  con  el  Senado. 
hayan  hecho  servicios  positivos  y  acreditados  durante  la  revolución, 
contra  la  justa  causa  de  la  República  ó  los  Estados. 

Artículo  i).  ^ 

El  máximum  de  la  espatriacion,  resi)ecto  de  las  que  deben  ser 
temporales,  será  de  ocho  años,  y  el  nunimuní  de  dos,  según  la  ma- 
yor 6  menor  culpabilidad  de  cada  iiidfviduo.  y  su  mayor  ó  mowov 
influencia  en  el  pueblo. 

Arñculo  7.  ® 

iteran  esceptuados  de  la  pena  de  espatriacion: 
1.  o_i^os  diputados  y  senadores  que  s(»  retiraron  drl  Ciuiiíivs,.  ff- 
jderal  y  del  Senado,  y   qu('  \)o\'  i^sii*  motivo  inq>idieix>n  la  continua- 


146  KESEIsTA  IIISTOKICA 

cion  de  uno  y  otro  cuerpo  en  1826,  si  después  de  su  retiro  y^  duran- 
te la  revolución,  acreditaron  su  adhesión  al  sistema  constitucional, 
y  no  recibieron  de  las  autoridades  ilejítimas,  empleo,  comisión  ni 
oficio  de  ninguna  clase;  dandx)  sobre  uno  y  otro  punto  pruebas  ple- 
nas á  juicio  del  Gobierno,  de  acuerdo  con  el  Senado.  Pero  aun  en 
este  caso,  quedan  en  virtud  del  presente  articulo,  declarados  indig- 
nos de  la  confianza  pública,  y  esta  pena  durará  hasta  que  dando 
pruebas  plenas  de  patriotismo,  ó  de  haber  hecho  posteriormente  ser- 
vicios importantes  á  la  causa  pública,  el  Congreso  los  rehabilite  en 
vista  de  ellas:     . 

2.  ^  — Los  diputados,  senadores,  magistrados  ó  funcionarios  legíti- 
mos, que  comprueben  plenamente  á  juicio  del  Gobierno,  de  acuerdo 
con  el  Senado,  haber  hecho  en  el  ejercicio  de  sus  destinos  y  oficios, 
6  fuera  de  ellos,  servicios  importantes  á  la  causa  de  la  nación  6  de 
los  Estados: 

3.  *^  — Los  diputados,  consejeros  y  demás  funcionarios  elejidos  6 
nombrados  ilegalmente  durante  la  revolución,  que  acrediten  ple- 
namente á  juicio  del  Gobierno,  de  acuerdo  con  el  Senado,  los  dos 
puntos  siguientes:  1.  ^  Haber  renunciado  el  cargo,  destino  ú  oficio 
á  que  se  les  llamaba,  y  que  á  pesar  de  su  renuncia  fueron  obliga- 
dos á  admitirlo:  2.  ^  No  haber  hecho  en  el  servicio  de  su  cargo,  o- 
ficio  6  destino,  acto  alguno  hostil  6  directamente  contrario  á  la  cau- 
sa de  la  nación  6  de  los  Estados. 

4.  ^ — Todos  los  que  presenten  pruebas  plenas  ajuicio  del  Gobier- 
no, de  acuerdo  con  el  Senado,  de  haber  prestado  servicios  impor- 
tantes á  la  causa  de  la  nación  6  de  los  Estados,  cuya  escepcion  com- 
prende así  á  los  funcionarios  y  empleados,  como  á  simples  particu- 
lares; y  tendrá  lugar  aun  cuando  los  primeros  no  haj^an  hecho  la 
renuncia  de  que  habla  el  párrafo  3.  ^  y  sea  que  liayan  prestado 
los  servicios  en  el  ejercicio  de  sus  destinos,  ó  fuera  de  ellos. 


Articulo  8.  ^ 

Los  comprendidos  en  este  decreto  que  tengan  impedimento  físico, 
no  saldrán  de  la  República  mientras  dure  el  impedimento. 

Articulo  9.  ^ 

Los  ancianos  mayores  de  sesenta  años,  que  á  jaicio  del  Gobierno, 
de  acuerdo  con  el  Senado,  no  pudieren  salir  de  la  República  sin  pe- 
ligro de  su  vida,  serán  destinados  al  lugar  de  la  misma  República 
que  parezca  conveniente  al  Gobierno,  de  acuerdo  también  con  el 
Senado. 


DE  CEXTRO-AMERICA.  147 

Articulo  10.  ^ 

Los  qne  deban  salir  espatriados,  dejarán  apoderado  que  rinda  las 
cuentas  de  los  empleos  que  hayan  servido. 

Articulo  W.  ^ 

Los  funcionarios  ilejítimos  que  según  los  artículos  anteriores  de- 
ban sufrir  la  espatriacion,  devolverán  los  sueldos  que  hubieren  per- 
cibido. 

Articulo  12.  - 

Los  funcionarios  ilejítimos  que  también  deban  sufrir  Ja  misma  i)e- 
na,  devolverán  igualmente  los  que  hubiesen  devengad^  v  í.^rr-íbído 
durante  la  revolución. 

Articulo  13.  ^ 

Los  diputados  del  Congreso  y  los  individuos  del  Senado,  por  cuya 
causa  no  pudo  uno  y  otro  cuerpo  continuar  sus  sesiones,  devolverán 
también  las  dietas  que  hubieren  devengado  y  percibido  después  que 
abandonaron  sus  sillas. 

Artículo  14.  ^ 

Los  espatriados  perpetua  ó  temporalmente,  son  responsables  á  la 
indemnización  de  gastos  6  daños  ocasionados  por  su  causa  á  la  na- 
ción ó  á  los  Estados;  y  para  cubrirlos  en  parte,  se  les  hará  exhibir  el 
tercio  de  su  capital  ó  propiedad,  y  se  hará  el  entero  con  In  o^M^^^U\  y 
razón  correspondiente. 

Articulo  15.  ^ 

A  consecuencia  de  lo  dispuesto  en  el  artículo  anterior,  el  Gobier- 
no dictará  las  medidas  que  estime  mas  justas  y  jn'udentes  j^am  ave- 
riguar el  capital  efectivo  de  los  espatriados;  y  del  que  resulte  tener 
cada  uno  de  ellos,  mandará  exijir  la  terc(M*a  parte. 

Articulo  1  í).  - 

Esta  tercera  parte  no  se  podrá  compensar  con  sueldos  6  dietas 
que  hayan  devengado  los  espatriados. 

Articulo  M.  ® 

Tampoco  será  compensable^  c^n  suphMueii'      :      "»»víp«'»í  í"»cho8al 


148  RESENA    IIISTOKICA 

Cfobierno  ilejitimo  durante  la  revolución:  lo  será  solamente  con  los 
-qme  se  hayan  hecho  antes  de  ésta,  entendiéndose  en  la  parte  que  de- 
rslgua  el  artículo  2.  ^  del  decreto  de  la  Asamblea  ]N"acional,  de  16  de 
noviembre  de  1824;  y  podrá  ser  conij^ensada  en  el  todo  con  los  su- 
plementos hechos  para  auxiliar  á  la  justa  causa  de  la  nación  6  los 
Estados. 

Articulo  18.  ^ 

La  compensación  en  los  casos  en  que  haya  lugar  según  los  artícu- 
los anteriores,  solo  podrá  declararse  respecto  de  los  créditos  acti- 
wos  personales  del  mismo  interesado  que  la  pidiere. 

Articulo  19.  ^ 

En  caso  de  justiíicarse  que  los  espatriados  han  ocultado  bienes  ó 
íHupuesto  créditos  pasivos  imajinarios,  el  Gobierno  les  hará  exhibir 
los  dos  tercios  de  su  capital. 

Articulo  20.  <^ 

En  el  mismo  caso  se  dará,  por  via  de  gratiíicacion,  la  décima  par- 
te de  las  dos  que  debe  exhibir  el  culpado,  al  denunciante  que  haya 
d.escubierto  la  ocultación  de  bienes,  6  la  suposición  y  falsedad  dt^ 
los  créditos  imajinarios. 

Artículo  21.  ^ 

El  Gobierno  hará  también  exijir  el  duplo  del  crédito  imajinario: 
1.  ^  al  que  se  finja  acreedor  del  que  ha  de  sufrir  la  pena  pecunia- 
jda:  2.  ^  al  escribano  que  á  sabiendas  otorgue  la  escritura  ]3Ública 
<bVL  que  se  suponga  la  deuda,  ó  se  atrase  la  verdadera  fecha  de  su 
ííjtorgamiento:  3.  ^  á  los  testigos  que  teniendo  noticia  cierta  del  frau- 
«le,  firmen  el  documento  privado  en  que  se  finja.  Y  estas  penas  se- 
j'áii  sin  perjuicio  de  las  que  por  juez  competente  se  deban  imponer, 
con  presencia  de  las  circunstancias  del  caso  y  con  arreglo  á  las  leyes. 

*    Articulo  22.  ^ 

Pero  si  ocurriesen  acreedores  efectivos,  alegando  prelacion  á  la 
luicienda  pública,  el  Gobierno  tendrá  presente  las  leyes  y  deberá 
•arreglarse  á  lo  dispuesto  en  ellas. 

Articulo  23.  ^ 

CJuedan  inhabilitados  para   continuar  su  servicio  en  el  ejército. 


DE  CENTRO-AMÉUICA.  149 

los  ofíciales  militares,  desde  capitanes  inclusive  que  lo  liubiei'eTi' 
prestado  al  Gobierno  ilejíiimo;  pero  si  durante  la  revolución  los  hu- 
biesen hecho  importantes  á  la  causa  de  la  nación  6  los  Estados,  se- 
rán restablecidos  en  las  plazas  ó  destinos  que  obtenían. 

Articulo  24.  ^ 

Aquellos  que  debiendo  ser  espatriados  según  este  decreto,  no  se 
¡presentaren  para  su  cumplimiento  dentro  de  treinta  dias,  contado» 
desde  su  publicación  en  la  cai^ital  de  cada  Estado,  quedarán  fuera. 
de  la  ley. 


Articulo  2o.  ^ 


Quedarán  igualmente  fuera  de  la  ley,  todos  los  que,  contravinieir- 
do  á  este  decreto,  volvieren  al  territorio  de  la  República,  después 
d.e  haber  salido  de  ella. 

Articulo  26.  ^ 

El  Gobierno  dispondrá  que  la  salida  del  territorio  de  la  Repúbli- 
ca, délos  que  deban  ser  espatriados  de  ella,  conforme  á  este  decre- 
to, se  verifique  á  la  mayor  brevedad  posible,  y  con  la  seguridad  cor- 
respondiente: que  se  haga  á  espensas  de  los  que  pudieren  costear- 
la, y  por  cuenta  de  la  hacienda  pública,  la  de  aquellos  que  no  pu- 
dieren erogar  los  gastos  de  su  espulsion.  Encargará  especialmente- 
á  los  comandantes  de  los  puertos,  el  cumplimiento  del  artículo  25^ 
y  celará  y  hará  se  castigue  conforme  á  derecho,  toda  coi-responden- 
cia  sospechosa  con  los  espatriados. 

Articulo  27.  ^ 

Quedan  en  su  vigor  y  fuerza  los  decretos  que  acerca  de  esta  ma- 
teria hayan  espedido  las  Asambleas  de  los  E^tndí>s.  »mi  \íh\í\  l(»»int» 
no  se  opongan  al  presente. 

Articulólas.  ^ 

Los  que  con  arreglo  al  de  la  Asamblea  de  este  Estado  de  4  dt»  ju 
iiio  último,  hayan  sido  juzgados  como  autores  y  cómplices  de  la  re- 
volución y  t(?ngan  ya  fenecidos  sn<5  juicios,  quedarán  sujeton  á  las 
sentencias  pronunciadas  en  ello 

Articulo "2^.  ^ 

Lo  quedarán  á  las  disposiciones  contenidas  en  esto  derivto,  aqu»- 


150  RESENA  IIISTÓKIOA 

líos  que  aun  no  hayan  sido  juzgados  conforme  al  de  diclia  lejislatu- 
ra:  ó  cuyas  causas  no  estén  fenecidas,  ó  hayan  sido  declaradas  nu- 
las por  tribunal  competente. 

Articulo  30.  ^ 

Los  individuos  resx)ecto  de  quienes  haya  habido  resolución  parti- 
cular de  la  Asamblea  ó  del  Gobierno  de  este  Estado,  quedarán  so- 
metidos á  ella  si  no  fuere  contraria  á  alguno  de  los  artículos  del 
presente  decreto. 

Artículo 'di.  ^ 

Al  circularlo,  el  Gobierno  hará  le  acompañe  una  lista  de  todos  los 
comprendidos  en  él,  con  espresion  de  sus  condenas  respectivas. 

Articulo  32.  ^ 

Oportunamente  dará  también  cuenta  ó  razón  individual  de  su  cum- 
plimiento y  lo  mandará  imprimir,  publicar  y  circular. 

Pase  al  Senado — Dado  en  Guatemala,  á  22  de  agosto  de  1829. — 
Mariano  Galnez,  diputado  presidente — Simón  Vasconcelos,  dipu- 
tado secretario — Francisco  Flores^  diputado  secretario. 

Sala  del  Senado — Guatemala,  5  de  setiembre  de  1829 — Al  Poder 
Ejecutivo — José  Antonio  Alcayaga — José  Miguel  Alvar ez,  secre- 
tario. 

Por  tanto,  ejecútese — Palacio  Nacional  de  Guatemala,  á  7  de  se- 
tiembre de  1829 — José  Barrundia — Al  secretario  de  Estado  y  del 
d^pacho  de  relaciones,  justicia  y  negocios  eclesiásticos. 

Lo  comunico  á  Ud.  para  su  intelijencia  y  efectos  correspondien- 
tes, acompañándole  competente  número  de  ejemplares  para  su  cir- 
culación. 

Dios,  Union,  Libertad — Palacio  Nacional ,  de  Guatemala,  á  7  de 
setiembre  de  1829. 

Iharra. 

4 — Los  desterrados  políticos  habían  snlido  de  Guatemala  el  9  de 
julio,  y  este  decreto,  en  que  se  ordenaba  su  destierro,  fué  emitido  el 
22  de  agosto.  Por  lo  mismo  ha  sido  censurado  como  retroactivo.  A 
esto  han  contestado  los  liberales,  que  los  presos  que  se  embarcaron 
en  el  bergantín  "General  Hidalgo,''  se  hallaban  en  el  territorio  de 
la  República  el  22  de  agosto,  porque  hasta  el  28  zarpó  el  buque  del 
X>uerto  de  Acajú  tía:  que  Arce  y  Aycinena  salieron  de  Guatemala  la 
noche  del  7  de  setiembre,  muy  posterior  al  22  de  agosto:  que  la  A- 
samblea  de  Guatemala  había  autorizado  al  Jefe  del  Estado  para 


DE  CENTRO-AMÉRICA.  151 

salvar  la  situación,  pudiendo  delegar  sus  facultades,  y  que  estas  lia 
bian  sido  trasferidas  al  general  Morazan:  que  el  decreto  de  la  A- 
samblea  de  4  de  junio  de  29,  liabia  declarado  ú.  esos  señores,  reos 
de  alta  traición,  y  acreedores  á  la  pena  capital:  que  siendo  acreedo- 
res á  esa  pena,  el  decreto  de  22  de  agosto  les  liacia  un  gi-an  bien, 
cambiando  la  muerte  por  el  destierro:  que  la  incesante  actividad  de 
la  mayor  parte  de  ellos  por  volver  á  revolucionar  la  República,  y 
sus  iDerennes  conspiraciones,  prueban  la  conveniencia  del  destieiTo, 
y  aun  hacen  creer  que  se  procedió  con  lenidad. 


C^I^ITULC)  QUINTO 


Destierros. 


SUMARIO. 

1 — Frox>osÍGÍon  de  don  Francisco  Albur ez:  exposición  popular — 
2 — Exposición  dirijida  por  el  Gobierno  del  Estado  á  la  Asam- 
blea— 3.  Decreto  de  9  dejnUo-A.  Observaciones — 5.  Espulsiondel 
Arzobispo  y  délos  frailes — Q.  Mensage  de  Bamcndia — 7.  'Estin- 
clon  de  las  órdenes  monásticas — 8.  Contestación  á  los  cargos  que 
se  han  Iteclio  á  los  liberales  con  motivo  de  óstaesjynlsion — 9.  Es- 
pulsionde  los  presos — 10.  Lo  que  pasó  abordo  del  buque  ''Ge- 
neral  Hidalgo" — 11./%  llegada  á  Acapulco — 12.  Destierro  de  Ar- 
ce y  Aycinena — 13.  Permanencia  en  Guatoinidn  dri  tv  nmil  \r 
zü  y  otras  personas. 


1 — Los  temores  de  una  reacción  eran  tan  vehementes,  que  el  28  de 
abril  de  1820  el  representante  don  Francisco  Albnróz  liizo  proposi- 
sion  á  la  Asamblea,  ])ara  qn(*  dictniíi  nna  ley  deelanmdo  que  solo 
los  amantes  del  sistema  adoptado  podian  obtener  destintís  do  nom- 
bramiento del  Gobierno  y  de  elección  popular,  y  pam  qut»  si»  retira- 
ra á  todos  los  emi)leados  que  hubieran  prestado  servicios  á  la  cansa 


154  RESEÑA  líI^TOKICA 

que  acababa  de  sucumbir.  Esta  i)roposicion  no  fué  esj)ontánea;  se 
hizo  á  consecuencia  de  una  consulta  del  Poder  Ejecutivo,  suscrita 
por  el  doctor  don  Mariano  Galvez,  como  secretario  del  Gobierno. 
La  x)roposicion  del  señor  Alburéz  corrió  los  trámites  reglamenta- 
rios y  produjo  el  decreto  de  9  de  junio,  cuya  parte  resolutiva  dice 
así: 

'•Art.  1.  ^--El  Gobierno  en  el  nombramiento  de  empleados,  aten- 
derá precisamente  á  su  adhesión  al  sistema  constitucional. 

Art.  2.  '^  — 'No  podrán  ser  nombrados  los  desafectos,  debiéndose 
tener  por  tales,  los  que  x>or  medio  de  la  imprenta  6  de  las  armas 
sostuvieron  á  las  autoridades  intrusas,  como  también  los  que  admi- 
tieron empleos,  grados  y  distinciones  militares  en  los  años  de  827. 
28  y  29. 

Art.  3.  ^ — El  Gobierno  deberá  remover  á  los  que  hallándose  com- 
prendidos en  el  artículo  anterior  continúan  funcionando. 

Art.  4.  ^  — Estas  disposiciones  se  harán  estensivas  á  los  funciona- 
rios subalternos  de  la  Corte  Superior  de  Justicia,  que  se  hallen  en 
las  circunstancias  del  artículo  2.  ^ 

Art.  5.  ^  — Se  esceptúan  de  estas  reglas  los  que  en  tiempo  de  la 
revolución  hayan  desertado  de  la  facción  usurpadora,  y  los  que  en 
la  misma  época  prestaron  servicios  á  la  justa  causa,  y  fueron  nom- 
brados antes  del  6  de  setiembre  de  1826. 

Art.  6.  ^  — El  Gobierno  cuidará  de  que  los  empleados  á  mas  de 
ser  adictos  al  sistema,  reúnan  aptitud  y  moralidad." 

Según  la  ley  fundamental,  ese  decreto  debia  pasar  al  Consejo  Re- 
presentativo para  su  sanción.  En  este  alto  cuerpo  hubo  una  discu- 
sión muy  acalorada  y  el  decreto  volvió  á  la  Asamblea.  Entonces 
una  exposición  popular  se  hizo  á  la  misma  Asambleacon  el  fin  de 
que  insistiera  en  su  resolución. 

2 — La  exposición  popular  coincidía  con  rumores  de  un  movimien- 
to de  parte  del  pueblo  y  del  ejército  contra  los  presos.  Con  .este 
motivo  el  Gobierno  dirijió  á  la  Asamblea  la  exposición  siguiente: 


"A  los  ce.  Diputados  Secretarios  de  la  Asamblea. 

El  Ejecutivo  del  Estado  me  ordena,  ponga  en  noticia  de  Udes., 
para  que  se  sirvan  elevarlo  al  conocimiento  de  la  Asamblea,  dé  par- 
te de  los  acontecimientos  desagradables  de  estos  últimos  días,  acon- 
tecimientos que  han  puesto  la  capital  en  peligro  de  un  trastorno  y 
provocado  la  subversión  general  de  la  República. 

El  domingo  6  del  que  rige  tuvo  noticia  el  General  en  Jefe  del  e- 
jército  que  se  tramaba  una  conspiración  entre  varios  oficiales  mili- 
litares;  pero  sin  descubrir  las  caasas  ni  los  efectos,  ni  el  término  á 


DE  CEXTIiO-AMEUICA.  loo 

que  se  dirijia.  El  General  con  toda  la  reserva  necesaria  lo  i)uso  en 
noticia  del  Presidente  de  la  República  y  Jefe  del  Estado,  pam  o- 
brar  de  acuerdo  con  ambos  funcionarios,  y  ahogar  en  su  cuna  un 
nuevo  gormen  de  convulsiones  jjolíticas.  De  pronto  se  dispuso  que 
dos  individuos  de  toda  confianza  con  el  simulado  carácter  de  cons- 
X)iradores  se  insinuasen  con  los  autores  del  plan  denunciado,  y  lo 
declarasen  al  Gobierno  para  combinar  en  vista  de  éT,  las  medidas 
mas  prudentes  de  seguridad  publica,  siendo  de  otro  modo  aventu- 
radas y  sin  ningún  resultado  provechoso. 

La  ejecución  de  esta  medida,  Habiendo  surtido  todo  su  efecto  por 
(d  descubrimiento  de  las  personas  principales  entre  los  conspirado- 
res y  el  plan  horrible  que  debian  ejecutar  el  dia  de  ayer,  en  que  se 
comprendía  el  asesinato  de  los  presos  por  causas  políticas,  el  de  los 
nobles  y  el  de  los  españoles  residentes  en  la  ciudad,  con  el  saqueo 
de  las  tiendas  y  casas  de  los  dichos,  determino  al  General  á  proce- 
der contra  los  culpables  sin  precipitar  las  medidas  de  seguridad,  á 
cuyo  tiempo  sobrevino  el  incidente  de  haber  sido  descubierta  una 
mujer  ocupada  en  seducir  á  un  sarjento,  y  á  la  que  se  tomó  nn  pa- 
pel con  los  nombres  de  varios  individuos  militares,  que  habían  de 
ocupar  los  j)rimeros  empleos  del  ejército.  Entonces,  siendo  peligro- 
sa la  demora,  ¡morque  descubierto  el  crimen,  sus  autores  ]X)dian 
precipitar  la  ejecución,  el  general  los  hizo  prender  en  el  acto,  y  a- 
seguró  á  los  reos  por  causas  políticas,  á  quienes  habia  rebajado  su 
prisión,  poniéndolo  todo  tanto,  en  noticia  dei  Gobierno  federal,  como 
en  la  del  Jefe  del  Estado. 

Este,  x>or  las  ramificaciones  que  pudo  haber  tenido  la  conspira- 
rion:  j)or  los  comprometimientos  inseparables  en  todo  tumulto;  y 
2)articularmente  porque  las  ideas  de  saqueo  de  las  riquezas  y  ven- 
ganza ejercida  en  los  reos,  pueden  haber  fermentado  en  el  pueblo, 
lisonjeando  sus  pasiones  y  resentimientos,  teme  que  aun  no  esté  a- 
hogí^da  la  hidra,  y  que  puedan  resultar  nuevas  cabezas  ameniizan- 
do  mas  trastornos.  Por  esta  causa  el  General  (Ud  ejército  oi*ee  un 
deber  suyo  recomendar  á  la  justificación  de  la  Asamblea  un  nego- 
cio tan  importante.  Desando  hi  unidad  en  la  acción  del  Gobierno, 
\'  evitar  la  comxdicacion  de  medidas  y  disi)osiciones  coeiritivas,  ha 
inferido  al  General  las  facultades  extraordinarias  con  que  sí*  halla 
investido;  habiendo  visto  el  celo  y  tino  vxm  que  se  ha  conducido  i»u 
.'stas  circunstancias.  Lí)  (]u«' psporn  ^«'n  <1r  l:i  Mi>r»»b:icioii  tl»'l  Cuer 
])0  Lejislativo, 

Sírvanse  lides,  admitir  las  seguriilades  de  mi  upreci»>  y  cousidf 
lacion—D.  I^  L.    . 

Guatemala,  julio  í)  do  18->1). 

Juan  J/.  JMiitjin:" 


I1 1  •  >ii  1 


156  RESEÑA    HISTÓRICA 

''La  Asamblea  lejislativa  del  Estado  de  Guatemala,  consideran- 
do: que  es  de  absoluta  necesidad  dictar  las  mas  prontas  y  enérgi- 
cas providencias  para  conservar  el  orden  y  proceder  contra  sus  per- 
turbadores; ha  tenido  á  bien  decretar  y  decreta:  1.  ^  Se  faculta  ex- 
traordinariamente al  Gobierno  por  el  término  necesario  al  restableci- 
miento del  orden,  para  ocurrir  á  todos  los  casos  en  que  tenga  que  o- 
brar  para  asegurarlo. — 2.^  Esta  facultad  podrcí  delegarla  por  el 
tiempo  que  estime  conveniente  á  persona  de  su  confianza — Dado  en 
Guatemala,  á  9  de  julio  de  1829." 

4 — Es  evidente  que  se  trataba  de  facultar  al  Gobierno  para  que 
pudiera  proceder  al  destierro  de  los  presos,  y  que  la  persona  de  su 
confianza  en  quien  podia  delegar  esas  facultades  era  el  General  Mo- 
razan. 

5 — Facultado  así  el  Gobi  erno,  se  tomaron  en  pequeño  algunas  de 
las  providencias  secretas  que  en  grande  escala  adoptó  el  consejo  de 
Castilla  para  preparar  la  pragmática  que  don  Carlos  III  de  Borbon 
dictó  contra  los  jesuítas.  A  la  media  noche  del  10  al  11  de  julio  fue- 
ron sorprendidos,  el  Arzobispo  en  su  palacio  y  los  frailes  de  Santo 
Domingo,  San  Francisco  y  la  Eecoleccion  en  sus  respectivos  con- 
ventos. A  todos  se  les  condujo  por  la  garita  del  Golfo  con  dirección 
á  Gualan,  y  de  allí  á  Omoa,  donde  se  embarcaron  para  la  Haba- 
na (■^).  Los  frailes  de  la  Merced  no  fueron  desterrados.  Eran  po- 
cos y  no  se  habían  marcado  abiertamente  contra  la  causa  liberal. 
Tampoco  fueron  desterfados  los  hosi)italarios  de  Belén,  que  se 
dedicaban  únicamente  á  la  enseñanza  y  al  restablecimiento  de  los 
convalecientes. 

6  —En  cuanto  salieron  el  Metropolitano  y  los  regulares,  el  Senador 
I)residente  dirijió  un  mensaje  al  Congreso  federal,  en  que  manifes- 
taba que  por  la  necesidad  del  secreto  no  se  había  comunicado  el  pro- 
yecto de  espulsion  al  Poder  lejislativo:  que  el  Gobierno  estaba  dis- 
puesto á  respetar  la  voluntad  de  la  representación  nacíouír],  y 
que  el  Arzobispo  y  los  frailes  que  se  hallaban  todos  en  el  ter- 
ritorio del  Estado,  volverían  si  aquel  alto  cuerpo  así  lo  acorda- 
ba.   El  Congreso  aprobó  lo  practicado  y  dio  las  gracias  al  Po- 


(*)  Dice  el  autor  de  las  Memorias  de  Jalapa  que  á  bordo  de.  los  buques  que  con- 
dujeron á  los  frailes  á  la  Isla  d3  Cuba,  se  les  dio  horroroso  trato,  porque  cada  uno  no  tenia 
mas  que  la  ración  de  un  marinero.  Todos  sabemos  que  la  ración  de  un  marinero  es  abun- 
dante y  que  se  procura  que  sea  también  higiénica;  aunque  no  es  fácil  que  esté  condimenta- 
da como  los  suculentos  manjares  que  se  sirven  á  los  monjes  en  los  refectorios  de  sus  con- 
ventos, ni  como  los  platos  con  que  continuamente  los  obsequian  las  monjas,  las  beatas  y  to- 
das las  hijas  de  confesión. 


DE  CENTRO- AMÉIÍICA.  IT)? 

der  ejecutivo  por  su  celo  y  actividad. 

7— El  28  de  julio  de  1829  ]a  Asamblea  de  Guatemala  decretó  la  es- 
tincion  de  todos  los  establecimientos  monásticos  de  hombres,  con  es- 
cepcion  de  los  belemitas:  j)rohibió  en  los  conventos  de  monjas  las 
profesiones  y  los  votos  solemnes  y  declaró  que  pertenecían  al  Esta- 
do las  temporalidades  de  los  conventos  estinguidos.  En  7  de  setiem- 
bre siguiente  el  Congreso  federal  no  solo  aprobó  esta  determina- 
ción, sino  que  declaró  solemnemente  que  la  nación  no  reccmoce  ni 
admite  en  su  seno  orden  alguna  de  religiosos.  P'sta  declaratoria,  di- 
€Le  Marure  en  el  párrafo  28  de  las  Efemérides,  fué  universalmente 
aceptada  por  todos  los  Estados. 

8 — Los  frailes  en  Guatemala,  lo  mismo  que  en  España,  eran  la  re- 
mora del  progreso  y  los  sostenedores  del  fanatismo;  j^eroen  Guate- 
mala no  fueron  acuchillados,  ni  sus  conventos  incendiados  como  en 
Poblet,  Barcelona,  Reus,  Zaragoza,  Valencia,  Murcia,  Mataró  y  o- 
tros  pueblos  de  la  Península.  El  Gobierno  se  limitó  á  espulsarlos. 
Si  los  frailes  no  se  dirijieroná  la  Habana  con  todas  las  comodidades 
y  regalos  que  acostumbraban  cuando  iban  á  misiones,  debe  atri- 
buirse á  las  circunstancias.  JN'o  era  posible  preparar  todas  las  como- 
didas  que  hubieran  deseado  doscientos  ochenta  y  nueve  monjes  a- 
costumbrados  á  una  vida  muelle  y  regalada  (;•).  "Los  conventos,  di- 
ce don  Manuel  Montúfar,  debian  acabar  por  una  reforma  que  se  es- 
Iteraba  naturalmente,  porque  el  monaquismo  no  pertenece  á  este 
siglo,  y  han  variado  mucho  las  circunstancias  para  que  le  abracen 
los  americanos  por  una  carrera  de  las  pocas  que  les  eran  abiertas 
bajo  el  sistema  colonial."  El  autor  de  las  Memorias  de  Jalapa  olvi- 
da que  su  x3artido  sostiene  precisamente  lo  que  no  pertenece  á  este 
siglo.  La  intolerancia  religiosa  no  pertenece  á  este  siglo,  y  los  serviles 
restaurados  por  Carrera  la  restablecieron.  Los  diezmos  no  pertenecen 
á  este  siglo,  y  los  serviles  también  los  restablecieron.  El  fuere  e  le- 
siástico  no  pertenece  á  este  siglo,  y  también  fué  restablecido  por  elloí. 
Esos  señores  pertenecen  menos  á  este  siglo  que  el  Papa.  El  concor- 
dato que  celebraron  con  la  Santa  Sede  suprimt»  el  fuero  ecl<*siástico, 
y  ellos,  marchando  mucho  mas  hacia  ati'ns  (]ue  el  Sunm  P()ntítict\  al 


(*)  El  Arzobispo  íiié  con  todivs  sus  coiuodiiliules.  Don  Jiuiu  RuitUta  Astartmi,  enoargAdo 
I  Lacer  el  iuventaiio  de  hus  bienes,  informó,  coa  íidhx  31  de  diciembre  i\e  182^\  qne  m  ha- 
biini  i^'astudo  doscientos  dieziocho  pesos  en  unu  ínula  pnHilluda  quo  Hirvió  al  w»Aor  Gwttiu 
para  salir  do  Guatemala:  tpie  hc  hubiun  diido  ú  esto  Preludu  dos  mil  |>omih  cu  o/ectívo  puf» 
US  ^nistos  de  via^j^e,  y  que  luil  ocho  pesoH  cuatro  realen  ko  c>utn>{nron  »  loa  pajea  paia  ao  coa- 
iluceion  y  para  los  flotes  de  las  enrías  del  Arzobispo.  Tna  perjionu  quo  lleva  tí»do  mío  no 
puede  decir  que  carece  de  i)rovÍHÍoues.  San  Pedro  no  liabrin  necesitado  luuttv 


lo8  líESEj^A  HISTÓRICA 

Xxiblicar  el  mismo  concordato,  mantuvieron  ese  fuero  como  conve- 
niente y  necesario  para  su  partido.  Los  establecimientos  monásti- 
cos no  pertenecen  á  este  siglo,  y  sin  embargo  fueron  restablecidos 
por  los  serviles  en  su  célebre  decreto  de  21  de  julio  de  1839. 

9— El  dia  9  de  julio  salieron  bajo  la  custodia  de  Haoul  la  mayor 
parte  de  los  presos.  Arce  y  Aycinena  quedaron  en  Guatemala.  A- 
quellos  fueron  conducidos  á  Sonsonate,  y  embarcados  en  el  puerto 
de  Acajutla  el  28  de  agosto  en  el  bergantín  mejicano  General  Hi- 
dalgo^ que  se  dirijia  á  Panamá.  Con  ellos  salieron  los  guatemalte- 
cos que  se  bailaban  en  San  Salvador  desde  la  rendición  de  Mejica- 
nos, escepto  Irisarri  que  obtuvo  permiso  para  quedarse  en  aquella 
ciudad,  de  donde  se  fugó  á  Chile. 

10 — Al  hacerce  á  la  vela  el  bergantín  General  Hidalgo^  al- 
gunos de  los  guatemaltecos  insultaron  á  los  salvadoreños,  por 
todo  el  tiempo  que  estos  podian  oir  sus  voces  desde  las  lanchas 
en  que  verificaron  el  embarque,  y  regresaban  á  tierra.  Los  lla- 
maron ])ir'iijos^  nombre  que  se  daba  á  los  partidarios  del  gene- 
ral Morazan.  Les  decian  guanacos^  denominación  con  que  se  dis- 
tingue en  Guatemala  á  los  hijos  de  los  otros  Estados  de  Centro- 
América,  y  con  la  cual  se  pretende  muchas  veces  ofender  á  todos 
los  que  han  nacido  fuera  de  las  garitas  de  la  capital.  Los  mas  exal- 
tados que  iban  á  bordo,  injuriaban  á  los  liberales  gritando:  irírujos^ 
guanacos^  herejes,  'pronto  volveremos  á  castigarlos.  Las  lanchas 
habrían  podido  á  todo  remo  dar  alcance  al  buque,  y  hacer  regresar 
á  los  hombres  que  de  una  manera  tan  poco  culta  se  desahogaban; 
l^ero  no  se  intentó  siquiera.  La  idea  de  llegar  por  x)riniera  vez  á  Pa- 
namá, espantaba  á  muchos  de  los  guatemaltecos  que  iban  á  bordo. 
Creían  que  no  iDodrian  resistir  un  país  cálido,  enfermizo  y  desconocido. 
Iban  allí  también  algunos  europeos  que  sostenían  el  rumbo  que  lle- 
vaba el  buque.  Hubo  un  desacuerdo  entre  ellos.  Los  primeros  triun- 
faron y  el  capitán  dirijió  la  ]3roa  á  las  costas  de  Méjico.  Muchos  de 
los  desterrados  jamás  habían  estado  en  las  playas  del  mar.  La  ma- 
yor cantidad  de  agua  reunida  que  habían  visto  es  la  que  contiene 
la  laguna  de  Amatitlan.  El  mareo  los  atormentaba.  Los  alimentos 
les  i3arecían  insoportables,  así  porque  los  mareados  no  sufren  ni  el 
olor  de  las  viandas,  como  porque  los  i^latos  que  se  servían  á  bordo 
no  eran  los  mismos  á  que  estaban  acostumbrados  desde  la  infancia. 
Se  quejaban  de  falta  de  agua  potable  y  solo  encontraban  buena  la 
de  las  lluvias.  Todo  el  que  haya  navegado  con  hombres  de  edad 
que  por  primera  vez  se  ven  á  bordo,  habrá  podido  observar  lo  des- 
agradable que  es  para  ellos  el  agua  ferrujinosa  que  ordinariamente 
se  consume  en  los  buques  de  vela.  Se  quejaban  de  los  vientos  con- 
trarios, de  las  calmas,  de  las  borrascas;  y  atribuían  todo  esto  á  la 
tiranía  del  general  Morazan.  En  la  línea  del  Pacífico  que  ellos  se- 


DE  CENTRO-AMÉUICA  159 

guian,  muy  pocas  veces  se  ven  borrascas.  La  imaginación  de  hom- 
])res  que  nunca  liabian  salido  de  Guatemala  les  hacia  creer  que  ca- 
da movimiento  de  las  olas  era  una  de  esas  tormentas  que  suelen  es- 
perimentarse  durante  los  equinoccios  en  las  costas  de  Irlanda  ó  al 
l'rente^^de  las  Azores.  No  se  puede  hacer  cargo  á  Morazan  por  no  ha- 
ber puesto  un  vapor  á  las  ordenes  de  los  desten-ados.  Fulton  habia 
ya  lanzado  al  agua  el  Clermont;  pero  la  navegación  por  vapor  no  ha- 
bia llegado  hasta  nosotros.  JS'uestros  viajes  por  las  costas  de  Cen- 
tro-América se  hacian  en  bergantines  goletas,  y«en  esta  clase  de 
.  embarcaciones  se  iba  de  los  puertos  del  Atlántico  á  la  isla  de  Cuba. 
Jü  Gobierno  daba  entonces  los  trasportes  que  únicamente  se  halla- 
])an  á  su  alcance.  \El  Columhus  fué  el  primer  vapor  que  recorrió 
nuestrasjcostas.  Todos  los  centro-americanos  que  en  las  inmediacio- 
nes de  éstas;[navegaron  anteriormente,  recordarán  las  incomodida- 
des que  en^malos  y  ipequeños  buques  de  vela  se  sufrían.  Esas  inco- 
modidades son  objeto  de  broma  para  los  hombres  de  mundo,  y  de 
espanto  j)ara  aquellos  que  habiendo  tenido  una  educación  mimada, 
sp  ven  por  primera  vez  fuera  del  lugar  donde  nacieron. 

11 — El  General  Hidalgo  llego  al  puerto  de  Acapulco  sin  haber 
<'sperimentado  ninguna  averia  en  el  tránsito.  Los  desterrados  refie- 
ren su  arribo  á  ese  puerto  como  si  hubieran  dado  cima  á  una  em- 
])resa  semejante  á  la  de  Colon,  al  poner  el  pié  en  el  Nuevo  Mundo. 
En  Acapulco  encontraron  generoso  hospital idíi el.  El  presidente,  ge- 
neral don  Vicente  Guerrero,  les  permitió  residir  en  cualquier  punto 
de  la  Eepiiblica,  que  algunos  de  ellos  convirtieron  mas  tarde  en 
treatro  de  sus  conspiraciones  contra  el  general  Morazan  y  su  partido. 

12 — Arce  j  Aycinena  salieron  de  Guatemala  el  7  de  setiembre.  En 
la  orden  que  se  les  intimó  se  les  prohibía  asilarse  en  la  República 
mejicana.  Debian  dirijirse  á  los  Estados  tenidos.  Se  embarcaron  en 
Omoa,  pasaron'al  establecimiento  británico  de  Belice,  y  arribaron 
á  Nueva  Orleans.¿  Allí  permaneció  Aycinena;  pero  Arce  no  i>ensa- 
ba  en  otr?.  cosa  que  en  su  presidencia  perdida,  y  en  los  medios  de 
recobrarla.  Se  trasladó  á  Méjico  y  se  mantuvo  en  incesantes  maqui- 
naciones revolucionarias,  sin  ningún  resultado  favorabh»  ]\nm  él  ni 
l)ara  su  partido,  como  adelante  se  verá. 

13— A  pesar  de  que  el  brigadier  Ami  está  comprendido  nominal- 
iiiente  en  el  decreto  de  22  de  agosto,  ixM-maneció  tmnquilo  en  su  ra- 
sa. Tampoco  salió  don  .losé  Mariano  Hatres  y  Asturias,  compivndi- 
do  en  el  decreto  de  espulsion  y  hermano  político  de  los  Montúfn- 
res.  A  (Ion  Luis'Pedio  Aguirrese  le  permitió  permanecer  dos  meses 
«m  la  hacienda  de  los  Llanos,  con  el  íin  de  que  arivglám  sus  nego- 
'ios;  y  algún  tiempo  después  disfrutaba  en  el  seno  de  su  faniilin  de 
todas  las  garantías  Iconstitucionales.  Don  Pedro  (T(mzale7.  se  quedó 
en  el  país,  por  súplicts  de  p<M*s<>iin<  rixiu.f-ihliw    wwa  mezclai'se,  en 


160  líESEXA  líISTÓKIOA 

seguida,  en  una  conspiración,  y  aparecer  mas  tarde,  en  las  lilas  de 
Domínguez.  Otros  muchos  serviles  comprendidos  en  el  decreto  de  es- 
l)ulsion,  no  salieron  de  Guatemala. 


C  ^I^IT  ÜLO  SESTO. 

lieiniioii  de  la  Asambh'u. 


8ÜMAK1U. 


—lieunion  de.  la  Asamblea  el  6  de  agosto  de  18áü— 2.  Obsercacio- 
nes  sobre  el  mensaje  de  Bar  ni  nd  ¡a — 3.  Texto  literal  de  este  do- 
cumento. 


1  — La  nueva  Lejislatura  se  instalo  el  O  de  íi^osto.  Ella  aproln» 
UkIo  lo  que  liabia  heclio  la  anterior,  disuelta  el  año  de  2(5  y  restan 
rada  en  abril  de  29.  Esta  segunda  Lejislatura  destruye  todos  los  ar- 
íj^unientos  serviles,  sobre  nulidad  de  los  actos  ^  la  anleríor,  y  de- 
nmestra  que  las  elecciones  en  aquellos  dins  de  triunfo,  no  ])odían 
perderse  i)or  los  liberales.  Don  Juan  J^nii  nixli.'i.  vw  caYuVmX  do  .b»fr 
del  Estado,  leyó  el  mensaje  de  costumbi- 

2 — Piste  mensaje  tendría  mas  interés  si  se  hubiera  pivstMilado  al 
reaj)arecer  la  Asamblea  restaurada.  Pero  las  circunstancias  no  h» 
permitieron  y  los  sucesos  acaecidos  con  posterioridad  á  ese  acto  so- 
lemne, dan  todavía  importancia  ii  la  esposicion  del  .Tefe  del  Estado. 
En  ella  se  hace  una  resena  de  lo  ])asado.  Se  pn»senta  la  situación 
de  Guatemala,  antes  del  atentado  de  KS2(n  la  decadencia  qut»  ]m> 
dujo  la  guerra, y  las  esperanzas  que  se  tenian  i)am  el  porvenir.  Mar 
cando  este»  docunu^ito  la.  éimca  mas  imi)(>rtante  de  la  Historia  de 
('entio- América  después  de  la  Indepeudeuíia.  será  visto'ctm  inteivs 


162  liE.SKÑA  HISTÓRICA 

por  los  hombres  pensadores.  Dice  así  literalmente. 
3 — ''CC.  Representantes: 

Yo  me  a]3laudo  al  ver  con  vuestra  reunión  colmados  los  deseos  y 
las  esperanzas  de  la  jiatria.  Las  circunstancias  difíciles  en  que  nos 
liemos  encontrado  por  la  desgraciada  época  anterior,  demandaban 
imperiosamente  que  hombres  nuevos  con  la  actual  confianza  del  pue- 
blo, se  encargasen  de  los  negocios  públicos,  y  solo  se  ha  hecho  lo 
que  exijian  los  intereses  urgentes  del  Estado,  y  lo  que  convenia  á 
su  tranquilidad  y  á  su  seguridad  futura.  Vuestros  antecesores  su- 
midos en  inmensas  dificultades  han  hecho  gloriosos  esfuerzos  para 
restablecer  el  orden,  y  reorganizar  el  Estado.  Llegáis  vosotros  con 
un  poder  reciente  á  hacer  lucir  nuevos  dias  de  tranquilidad  y  de 
gloria.  Las  turbaciones  no  tienen  ya  pretestos,  las  divisiones  son 
sin  objeto;  no  hay  sino  el  Estado  que  quiere  la  libertad,  las  leyes, 
la  paz  y  que  os  ha  nombrado  para  fundarla  sobre  bases  indestruc- 
tibles. Llenad,  representantes,  vuestros  grandes  destinos,  realizad 
las  esperanzas  que  se  tienen  en  vosotros,  y  que  el  pueblo  os  deba 
estos  tres  dcmes,  los  mas  preciosos  que  el  cielo  haya  hecho  á  los 
hombres.  La  libertad  sin  la  cual  no  podríamos  ya  vivir,  las  leyes  que 
son  el  mas  firme  fundamento  de  la  libertad,  y  la  paz  que  es  el  solo 
objeto  y  fin  de  la  guerra.  Inspirad  por  todas  partes  la  confianza  en 
vuestrr.3  disposición  es,  el  resi:)eto  <4  las  leyes  y  la  sumisión  al  Go- 
bierno poiDular  y  libre  que  se  ha  establecido;  y  formaos  el  voto  de 
mantener  en  todo  el  Estado  la  unión,  de  la  cual  vuestra  Asamblea, 
será  en  adelante  el  centro  común,  y  el  lazo  conservador. 

El  Jefe  se  presenta  con  confianza  á  dar  cuenta  de  su  administra 
clon.   No  le  es  j)osible  liacerlo  con  el  detalle  que  deseara,  porque  hi 
multitud  de  sus  atenciones  no  lo  ha  permitido  y  lo  hará  cuando  des 
prendido  de  ellas,  x>tieda  dedicarse  á  esto  con  el  detenimiento  que 
se  requiere. .  Entre  J:anto,   yo' recomiendo  á  la  Asamblea  tenga  pre 
senté  que  me  hallo  en  circunstancias  bien  difíciles  que  servirán  de 
disculpa  á  las  faltas  que  se  noten,  y  en  las  que  seguramente  ha  ha- 
bido buena  fé  y  sana  intención. 

Dos  épocas  bien  diversas  tiene  que  recorrer,  en  las  que  ha  media 
do  un  espacio  considerable  de  suspensión.  La  anterior  hasta  el  (3  de 
setiembre  de  26,  y  la  de  estos  tres  últimos  meses. 

En  el  tiempo  que  precedió  á  la  guerra  civil,  la  administración  pú- 
blica se  hallaba  en  un  estado  bien  lisonjero.  Todos  sus  ramos  pro- 
gresaban, y  basta  recordar  aquella  época  jDara  convencerse  de  ello. 
La  libertad  de  imx:)renta,  establecida  en  toda  su  plenitud,  difundía 
rái^idamente  las  luces;  el  comercio  hacia  asombrosos  progresos,  >' 
la  agricultura,  la  industria,  las  artes  corresi^ondian  ya  ala  espe 


J)E  ÍKM'liO-AMÉUK-A.  103 

raiiza  de  su  iiiejoni:  se  daban  patentes  de  i)rivilejios  psnn  nuevas 
fábricas:  se  procuraban  colonizaciones  útiles;  estaba  encargada  á 
Londres  nna  librería  pública;  se  liabian  pedido  máquinas  para  nu^- 
jorar  las  de  la  moneda,  minería,  etc.,  y  el  concurso  de  los  estranje 
j'os  manifestaba  la  opinión  y  buen  concepto  que  el  Estado  de  Gua- 
temala adquiría,  aun  en  las  otras  naciones.  La  diminución  de  los 
delitos,  comprobada  con  domumentos  auténticos,  acreditaba  la  bue- 
na administración  de  justicia,  y  la  paz  y  tranquilidad  de  todo  el  Es- 
tado, establecidas  sin  violencia  ni  fuerza  armada,  aun  en  medio  de 
las  mutaciones  necesarias  para  establecer  el  nuevo  sistema,  son  nna 
|)rueba  no  menos  gloriosa  pjara  los  pueblos  del  Pastado,  que  satisfac- 
toria para  el  Gobierno.  Se  liabia  dado  nna  nueva  ley  á  la  adminis 
í ración  civil,  y  conforme  á  ella  estaban  nombrados  ya  los  jefes  de- 
partamentales y  de  distrito.  Se  trataba  de  organizar  los  batallones 
mandados  crear:  se  habia  comprado  y  aun  comenzado  á  recibirse  el 
aimamento  necesario  para  ellos. 

La  hacienda  pública,  que  ha  llamado  siempre  <le-  pivit-imnii  m  a- 
lencion  del  Gobierno,  y  en  la  que  siempre  lia  x^rocumdo  tanto  la  e- 
ronomia  de  sus  erogaciones,  como  el  aumento  de  sos  ingresos,  ha- 
ría tan  notorios  progresos,  como  podrán  testificarlo  todos  los  que 
saben  que  no  solo  era  bastante  ya  para  'cubrir  sus  atenciones  perió- 
dicas, sino  aun  para  comenzar  á  pagar  sus  créditos  atrasados. 

En  medio  de  tan  liso: i Jera  persjíoctiva,  el  Gobierno  se  hallaba  ;1 
í'ada  x^aso  comprometido  por  los  continuos  ataques  y  usurpaciones 
<{ue  el  Presidente  de  la  República  hacia  en  los  intereses  y  en  los  de 
¡T'chos  del  Estado,  tendiendo  siempre  á  usuri)ar  las  atribuciones  de 
sus  autoridades.  Los  comprobantes  de  esta  verdad,  y  los  liedlos 
(Xue  la  acreditan,  están  á  la  vista  de  todo  el  mundo,  y  el  Gobierno 
temeiia  que  se  le  inculpase  de  haber  dado  mérito  á  ellos,  si  las  ór- 
denes mismas  de  la  Asamblea  y  las  ocurrencias  de  este  funcionario 
(;on  el  Congreso  y  el  Senado,  no  le  x^nsiesen  á  cubierto  de  cuaKiuie- 
la  imx3utacion.  Lejos  de  "eso,  cree  haber  manejado  estos '  negeoios  con 
la  delicadeza  que  exijian,  combinando  la  firmeza  de  sus  ivdania- 
ciones,  con  la  x^i'^^^l^^iida  necesaiia  para  no  agriarlos  mas;  pen)  se 
rompió  al  fin  el  dique  de  la  usurpación  y  atentando  ú  la  prinieni 
autoridad  del  Estado,  y  desx)ues  á  las  subaltemas,  se  dio  j)rinc¡p¡o 
n  la  guerra  civil.  Las  autoridades  sevieion  «^ntonces  jirecisíulas  á  iv- 
¡rarse  x^ara  no  esx)erimentar  la  x^rision,  los  ulti-ajes  y  vil¡|HMid¡«i?* 
<]ue  sufrieron  los  que  no  logi'aron  el'ectuai'lo. 

Los  triunfos  del  ejército  libertador,  dieron  oxwrtunidatl  ¡ku.:  ,  . 
se  reínganizase  el  Consejo  en  la  Antigua;  llamó  éste  al  Jefe,  que  no 
l)udo  entonces  efectuar  su  regreso,    por  liallai-se  á  la  sazón  i^eree- 
,i;iiido  de   muerte  y   en  los  confines  de  Ciudad-Real.  Mas  luego  que 
tíis  circunstancias  lo  j)erniitieron,  y  que  se  lialló  de  nuevo  invitado 


1 64  >I  F.'"^  l'>  N  A     \\l  S'i'C)  lí  KA 

por  el  CTeneraL  volvió  á  reasumir  (4  Uobierno.  dimitiendo  m»  obs- 
tante el  empleo,  por  la  persuasión  en  qne  estaba  de  que  en  circuns- 
tancias tan  estraordinarias,  sí'  requerian  hombres  nnevos  j^ara  la 
administración  pública.  De  entonces  acá,  bien  que  la  época  haya  si- 
do corta,  los  acontecimientos  han  sido  notables.  La  desorganización 
causada  por  la  anarquía  anterior,  la  estén  nación  absoluta,  no  solo 
de  los  fondos  públicos,  sino  de  los  caudales  particnlares,  la  actitud 
todavía  hostil  y  amenazante  de  nuestros  enemigos,  y  la  necesidad 
de  mantener  el  orden,  restablecer  el  sistema  y  abrir  paso  á  la  mar- 
cha constitucional,  han  precisado  al  Gobierno  á  tomar  medidas  vei - 
daderamente  estraordinarias:  podnr  ser  tachado  en  éstas  por  aque- 
llos qne  no  conocen  su  necesidad;  la  Asamblea  estaba  penetrada  de 
ellas  cuando  le  facultó  tan  estraordinariamente;  pero  estas  faculta- 
des de  que  solo  ha  usado  ocho  dias,  y  para  las  medidas  generales 
que  demandaba  la  seguridad  j)ública,  se  lisonjea  el  Gobierno  que 
iiayan  sido  de  la  ai)robacion  de  la  Asamblea  y  del  Consejo,  como 
también  d:  la  mayoría  de  los  pueblos.  Caiga  la  maldición  de  éstos 
sobre  mí,  si  no  se  han  tomado  solo  con  el  objeto  de  hacerles  bien. 

Nos  hemos  visto  en  el  caso  de  cortar  una  consi3Íracion  atroz,  y 
con  el  triple  objeto  de  impedir  otra  nueva,  de  asegurar  la  tranqui- 
lidad y  de  castigar  á  los  delincuentes,  se  ha  espulsado  del  territo- 
rio á  los  principales  ajentes  de  la  tiranía,  á  los  europeos  que  hablan 
contribuido  á  sostenerla,  y  á  las  órdenes  relijiosas  que  tantas  prue- 
bas han  dado  de  su  imposibilidad  en  concillarse  con  nuestro  siste- 
ma y  de  su  decisión  por  contrariarlo. 

Afortunadamente  el  Gobierno  ha  obrado  en  todo  de  acuerdo  con 
el  general  Morazan,  tanto  por  conformidad  de  principios,  como  x>or 
la  deferencia  que  le  es  debida  al  libertador  de  Centro- América.  El 
Estado  de  Guatemala  no  le  será  menos  agradecido,  por  el  restable- 
(jimiento  del  orden  y  reposición  de  sus  autoridades,  que  por  haberle 
desembarazado  de  los  obstáculos  que  se  oponían  á  su  régimen  y  á 
su  engrandecimiento;  y  el  Gobierno  recomienda  á  la  Asamblea  este 
nuevo  titulo  que  tiene,  para  una  espresa  manifestación  de  gratitud. 

La  escasez  de  los  fondos  públicos,  y  la  falta  absoluta  de  recursos 
para  suministrarlos  legalmente,  cuando  gravitan  sobre  el  Estado 
iio  solo  las  cargas  que  le  son  i3eculiares,sino  también  las  de  la  Fede- 
ración, ha  obligado  alguna  vez  al  Gobierno  á  i^rovidencias  violentas 
pero  necesarias,  que  aunque  muy  agenas  de  sus  principios  y  de  sus 
deseos,  eran  indispensables  para  evitar  mayores  males.  No  obstan- 
te esto,  es  preciso  advertir  que  no  ha  exijidr:  otro  préstamo  forzoso 
que  el  de  40  pesos,  constantes  por  una  lista  imx^resa,  y  aunque  se 
decretó  la  consolidación  de  capitales,  los  muy  i30cos  ingresos  de  es- 
te ramo  acreditan  cuanta  consideración  se  ha  tenido  á  los  que  de- 
bían oblarlos:  así  es  que  á  j^^^*'^^'  cl^  l^s  crecidas  erogaciones  de  es- 


1)K  ("KXTliO-A.MKliU  A.  If),") 

!(>.>;  meses,  (4  (Tí)biei'iií>  iui  respv^tado  las   propiedades  lo  mas  (piH   I^^ 
ha  sido  posible. 

Se  trata  de  plantear  los  batallones  dp  núlicias.  necesario.^  imiu 
mantener  el  orden,  y  dar  respetabilidad  al  (xobierno.  La  falta  de 
armamento,  es  la  causa  de  que  aun  no  se  hayan  organizado.  Entre 
tanto  ha  dispuesto,  de  acuerdo  con  el  General,  que  vayan  á  1í>s 
])rincipales  dex^artamentos,  piquetes  considerables  i)ara  impedir  cual- 
quiera sublevación,  y  mantener  en  ellos  el  orden. 

La  salud  pública,  ha  sido  de  la  preferente  atención  del  (xo- 
bierno, y  ocurriendo  la  desgracia  de  propagarse  r¿lpidamente  la  pes- 
te de  viruelas,  en  muchos  pueblos  del  Estado,  ha  dictado  cuan- 
tas providencias  estaban  á  su  alcance  para  detener  sus  progresos, 
enviando  por  todas  partes  vacunadores  y  facultativos  surtidos  de 
los  medicamentos  convenientes,  sin  ahorrar  fondo  alguno,  aun  en 
las  mayores  estrecheces,  pov  parecerle  que  este  era  el  primordial  y 
mas  sagrado  objeto  á  que  pudieran  aplicarse. 

F^n  la  confusión  y  trastorno  á  que  nos  condujo  la  guerra  anterior, 
\  en  la  multitud  de  ocurrencias  graves  y  urgentes  de  estos  liltimos 
(lias,  no  se  ha  podido  dar  la  atención  que  era  de  desearse  á  otros 
ramos,  minuciosos  y  i3equeños  de  la  administración  pública,  que  se- 
guramente serán  mejorados  6  reformados  por  el  celo  de  los  nuevos 
funcionarios,  que  en  la  calma  y  en  la  meditación,  podrán  tratarlos 
mas  determinadamente,  cuya  oportunidad  no  han  tenido  los  (pi-- 
(•(mcluyen. 

En  lo  general,  el  Estado  se  halla  reorganizado  comi)letameníe: 
sus  autoridades,  aun  las  mas  subalternas,  funcionan  sin  obstáculo, 
y  con  arreglo  á  las  leyes:  la  })az  y  el  orden  reinan  en  todos  sus  pun- 
ios: los  enemigos  han  sucumbido  sin  esperanza;  se  han  entablad»» 
relaciones  amistosas  con  los  demás  Pistados;  la  confianza  se  reíable- 
ce,  y  es  en  tan  ox3ortuna  coyuntura  que  vosotros  os  encarguéis  de  su 
administración,  y  que  desarrollareis  sin  duda  alguna  todo  el  germen 
de  su  felicidad  y  engrandecimiento.  Redoblad  vuestro  celo  y  vuesti'os 
esfuerzos:  grandes  cosas  se  promete  el  pueblo  de  vosotros,  y  yo  es- 
toy seguro  que  no  engañareis  sus  esperanza^;:  sois  los  guardas  de  los 
derechos  del  Estado,  y  ahora  mas  que  nunca,  necesitáis  de  enerj^ia 
para  sostenerlos;  mas  el  i)remio  es  grande,  y  la  emprt»sa  digna  de 
vosotros.  La  gloiia  de  haber  hecho  bien  á  los  lu)nd»re.s,  es  el  mas 
justo  título  :í  la  inmortalidad;  las  bendiciones  de  éstos,  son  m 
gratas  que  los  laureles  de  la  vic^toria.  (Juiera  el  rielo -'•  ' 
(pip  ](',  liau'o  p;)|-  vuestro  aci^M'to." 


:i^ 


C^l^ITXJLO   SÉTIMO. 

ÍSeguuda  renuncia  del  jefe  del  Estado  don  Juan  liarrundia. 


SUMARIO. 


1 — Segunda  renuncia  de  don  Juan  Barriuidia  -¿.  .r,  c.-.c. /... 
ral — 8.  Dictamen  de  una  comisión— 4.  Resolución  de  lu  Asam- 
hUa—t).  Carácter  de  esta  resolución. 


1 — Llamado  don  José  Francisco  Barrundia  á  la  Presidencia  de  la 
llepública,  en  calidad  de  senador  mas  antiguo,  su  hermano  don  Juan 
renunció  por  segunda  vez  la  jefatura  del  Estado  de  Guatemala.  Esta 
renuncia  razonada  y  enérgica,  en  nada  se  parece  á  las  que  suelen  pre- 
sentar algunos  jefes,  para  que  se  les  inste  á  coníinuar  en  el  mundo, 
y  se  les  otorguen  mas  estensas  facultades.  Ella  ademas  i)resenta  las 
dificultades  que  pudieran  surjir  entre  el  Estado  de  Guatemala  y  la 
Federación.  (\)nviene,  pues,  no  dejarla  sepnltnda  en  un  archivo.  Pí 
«•e  así: 

í2— ''Asamblea  Lejislativa  del  Estado— El  Congreso  fedeml,  ¡H)r 
nu  decreto,  ha  llamado  á  un  liermano  mioá  ejercer  el  Po<ler  ejeouti 
\  o  de  la  Federación,  entrtí  tai^to  se  nombra  el  que  debe  obtenerlo  en 
I  o'opiedad.  No  es  de  mi  resorte  la  conveniencia  6  inconveniencia  de 
esta  medida;  pero  si  lo  es,  el  manifestaros,  que  por  este  inci»!-  ' 
me  hallo  imposibilitado  de  continuar  ejerciendo  la  Jefatura.  Sa;..; .. 
los  ojos  la   incompatibilidad  (pie  hay  en  que  dos  hermanos  ejeiv^n 


liji^  KESENA    IllsrulílCA 

al  mismo  tiempo  el  Ejecuti\'o  íederal  y  del  Estado,  residiendo  am- 
bos en  una  misma  ciudad  y  habitando  en  una  misma  casa;  y  si  nues- 
tras leyes  no  lo  han  prohibido  espresamente,  es,  sin  duda,  i3orqne 
no  estando  aun  bien  desarrolladas  nuestras  instituciones,  no  se  han 
previsto  todas  las  combinaciones  que  son  posibles.  El  honor  mismo 
de  la  nación  demanda  que  no  nos  tachen  nuestros  enemigos  de  en- 
tregar su  réjimen  á  una  sola  familia;  y  la  conveniencia  pública  exi- 
je  imperiosamente  que  se  eviten  las  justas  censuras,  mucho  mas 
cuando  la  competencia  de  ambas  autoridades  es  necesaria  y  útil  pa- 
ra mantener  el  equilibrio  entre  ellas  y  circunscribirlas  á  sus  limites 
respectivos.  El  G-obierno  del  Estado  tiene  muchas  reclamaciones 
que  hacer  al  de  la  Federación:  la  Asamblea  no  ignora  muchas  de  e- 
llas;  y  es  bien  sensible  la  alternativa  de  chocar  con  un  hermano,  6 
contemporizar  con  él  sobre  asuntos  x)úblicos.  La  nación  no  debe  es- 
tar espuesta  á  este  último  caso.  Cualesquiera  que  sean  los  puntos 
de  vista  bajo  que  se  considere  este  negocio,  son  otros  tantos  argu- 
mentos contra  la  reunión  de  poderes  en  una  sola  familia.  Es  eviden- 
te que  un  mismo  individuo,  no  puede  desemj)eñar  simultáneamente 
la  Presidencia  de  la  República  y  la  Jefatura  del  Estado;  y  no  hay 
obstáculo  que  se  presentara  en  aquel  caso,  que  no  tenga  lugar  en  el 
presente.  El  Congreso,  por  un  articulo  de  la  Constitución,  se  ha  vis- 
to forzado  á  elejir,  entre  los  senadores,  uno  que  ejerza  el  Poder  eje- 
cutivo federal.  Ha  tenido  por  conveniente  elejir  á  un  hermano  mió: 
toca  á  la  Asamblea  levantar  los  obstáculos  de  esta  elección,  admi- 
tiendo mi  renuncia.  Esta  medida  es  fácil,  porque  falta  muy  j)oco 
tiempo  para  que  tome  posesión  el  Jefe  nuevamente  electo,  y  por- 
que hay  un  gran  número  de  patriotas  que  llenarán  dignamente  el 
intervalo.  Sobreabundan  las  razones  que  pudiera  dar  en  apoyo 
de  lo  dicho,  y  que  no  hago  ostensibles,  porque  no  se  ocultan  á 
la  sabia  penetración  de  la  Asamblea.  Reproduzco  si,  las  que  he  es- 
puesto  en  mi  renuncia  anterior,  y  deseo  se  tengan  presentes  para 
que  la  Asamblea,  tomando  todo  en  consideración,  se  sirva  admitir 
del  momento  la  dimisión  que  hago.  Creo  haber  contraído  un  peque- 
ño mérito,  sirviendo  en  circunstancias  delicadas,  y  no  deseo  otro 
premio  que  el  de  que  se  me  exonere  de  continuar  en  el  Gobierno. 
Lo  pide  asi  el  decoro  de  lo  Asamblea  y  del  Gobierno'mismo.  Lo  exi- 
je  la  conveniencia  pública,  la  razón,  la  justicia;  y  no  dudo  que  la 
Asamblea  atenderá  mi  súplica  decretando  de  conformidad  con  ella. 

.hia7i  Barrun día ' ' 
:^ — La  renuncia  pasó  á  una  comisión  compuesta  de  los  represen- 
tante Rivera,  Zúñiga  y  Alvarez,  quienes  dictaminaron  que  no  lia- 
bia  ilegalidad  en  la  i^ermanencia,  en  el  gobierno,  de  don  Juan  T3ar- 
rundia:  que  no  debia  ser  admitida  su  renuncia,  y  que  el  señor  Bar- 
rundia  debia  continuar  en  el  ejercicio  del  Poder  ejecutivo  del  Esta- 


DE  CKKTRO-AMÉRICA.  169 

(lo  hasta  que  tomara  posesión  el  sucesor  que  aparecería  muy  pron- 
to, i^orque  la  Asamblea  liabia  convocado  á  elecciones  desde  el  16  de 
mayo. 

4— El  CuerxDO  lejislativo  aprobó  el  dictamen,  quedando,  por  con- 
siguiente, resuelto  que  Barrundia  i^ermaneceria  eu  el  poder  hasta 
la  posesión  del  sucesor. 

o— Desde  el  9  de  mayo  fuó  admitida  la  renuncia  de  don  Juan  Bar- 
rundia; pero  se  le  obligaba  á  permanecer  en  el  poder  hasta  que  e.s- 
tuviera  electo  el  nuevo  Jefe.  La  segunda  renuncia  tendia  á  la  sepa  - 
ración  inmediatamente  del  mando.  La  negativa  de  la  Asamblea  se 
contrae  ahora  á  este  concepto,  y  vuelve  á  obligar  á  Barrundia  á  que 
permanezca  en  la  Jefatura  hasta  que  se  hiciera  el  escrutinio,  que  de- 
bía verificarse  después  de  un  mes. 


C^F^ITULO   OCTAVO, 


Segiiiidíi  elección  de  Jete  y  vice-Jeí'e  del  Estado  de  GnatiMna!;*. 


wSUMARK). 


\  —  Apertura  de  los pliefjos — 2.  Resultado  del  escrutinio — H,  Jh- 
ereto  que  declara  popularmente  electo  al  doctor  Molina— \,  hti 
das  acerca  de  la  elección  del  vi  ce- Jefe — 5.  Escrutinio  para  la  e- 
lección  de  mee- Jefe — 6.  Decreto  qne  declara  electa  á  dtvn  Aíiftniin 
Rivera  Cabezas — 0.  Posesión  de  los  noíubrados. 


I     VA  lí)  (le  agosto  de  182Ü  la  Asamblea  de  Guateiimla  abrió  h» 

[)liego8  qiKí  contenían  Jas  elecciones,  y  s(»  lii/.o  el  escrutinio.  Kn  rl 
.se  (íspresan  las  juntas  departamentales,  el  ni'mi.'m  «I.-  v^iirrn'-^iMs  \ 
ios  ciudadanos  qne  los  obtuvieron.  TIe  aqii 

*2 — ''Estado  que  inauillesta  fi  csciUlinio  de  \oU».s  popal. u*    .  ^  ... 
ticado  por  la  Asiunblen,  en  la  sesión  de  11)  de  a^fosto   dt»  1S*il»,  i)ara 


172  IIESENA    IIISTÓIÍKJA 

la  elección  de]  primer  Jefe  del  Estado,  espresaiido  las  juntas  de- 
l)artamentale.s,  el  número  de  sufras-ios  y  los  ciudadanos  cjue  los  ob- 
tuvieron. 

Electores     Por  el  C.  Pedro  Molina      Por  el  C.  Aníoaio  Rivein 

La  de  Chiqnimula ....  21  21 

La  de  Totonicapam ...  27  23  

La  de  Solóla 17  U)  

La  de  Verapaz 20  20 

La  de  Sacatepequez .  . .  27  í) ....     18 

La  de  Quezaltenango. .  21  21  ()<) 

La  de  Guatemala 30  9  21 


162  103  50 


Por  la  demostración  que  antecede,  se  ve  que  concurrieron  á  to- 
das las  jnntas  departamentales  162  electores:  que  sufragaron  para 
primer  Jefe  por  el  doctor  C.  Pedro  Molina,  103;  y  por  el  licenciado 
C.  Antonio  Rivera  Cabezas,  59 — Secretaria  de  la  la  Asamblea  Lejis- 
lativa  del  Estado  de  (Tuatemala.  20  de  ao-osto  de  1820. 


López.  Larra  ve:^ 


3 — Al  dia   siguiente   la  Asamblea  emitió  el   decreto  que  s«  ve  á 
continuación: 

''Considerando:  que  conforme  á  lo  que  dispone  el  art.  7.  ^  del  de- 
creto de  convocatoria  de  16  de  mayo  último,   era  llegada  la  época 
en  que  debia  procederse  á  la  apertura  de  los  pliegos,  que  contienen 
los  sufragios  de  los  electores  en  los  siete  departamentos,  para  pri 
mero  y  segundo  Jefe  del  Estado;  hallándose  ya  reunidos  y  señala- 
do el  dia;  veriñcado  esto,  previos  los  requisitos  que  ordena  la  Cons- 
titución en  sus  artículos  133  y  134;  resultando   una   mayoría  abso 
luta  de  sufragios  por  todas  las  juntas  departamentales,  y  atendidas- 
las  calidades  del  individuo  que  los  reunió,  ha  tenido  á  bien  decretar 
y  decreta:   1.  ^  Se  ha  por  Jefe  constitucional  y  popularmente  elec 
to  en  el  Estado  de  Guatemala,  al  ciudadano   doctor  Pedro  Molina. 
—2.  '^  El  tiempo  de  su  duración  es  el  que  la  ley  determina  ~3.  ^  An- 
tes de  entrar  en  el  ejercicio  de  sus  funciones,  prestará  ante  la  Asam 
bien  el  juramento  de  ley,  el  dia  23  del  corriente." 


1)K  (  KX'riiO-A.MEKKA  17ÍÍ 

4 — Al  liactiise  A  escrutinio  correspondiente  á  Ja  elección  del  vi- 
ce  Jefe,  se  encontró  una  dificultad.  Los  pliegos  remitidos  por 
la  junta  electoral  de  Solóla,  no  espresaban  individualmente  cual 
fué  el  voto  de  cada  elector.  Solo  decian  '-que  el  C.  Antonio  Rivera 
habia  lesultado  elec'to  vice-Jefe."  Por  otro  documento  de  la  misma 
¡unta  se  sabia  que  concurrieron  10  electores.  Deducíase  de  aquí. 
que  por  lo  menos  9  hablan  votado  por  Riveríi  Cabezas;  x>ero  se  du- 
daba si  los  7  restantes  votarian  por  el  mismo  ciudadano  6  jxír  otro. 
En  el  primer  caso  Rivera  tenia  elección  pojiular,  y  en  el  segundo  de- 
bía votar  la  Asamblea  entre  los  que  hubieran  tenido  mayor  núme- 
ro de  sufragios.  Hecha  la  averiguación  correspondiente,  se  encontró 
que  los  16  sufragios  de  Solóla  se  hallaban  en  favor  del  C.  Antonia 
Ilivera  (Cabezas.  El  escrutinio  dio  el  siunieutp  resultndo: 


;> — '']j]STADO  (jac  man} fiesta  eltscrutiiLiodc  lo.s  coLo.s  inumlo, ,  .s. 
practicado  por  la  Asamblea  en  la  sesión  ele  22  de  agosto  de  1821Í, 
para  la  elección  del  segundo  Jefe  del  Estado^  espresándose  la.s 
¡imtas  departamentedes,   el  número  de  sufragios,  y  los  dudado 

nos  que  los  ohturieron . 


Por  el  C.       PoielC.r.-     Puní  (  .    U..M 

Electores    Ant?  Rivera,     dro  Moliim.       tonio  Corzo,    uuel  .1.  «le  1: 


fVrfii. 


IjadeChiquimula...  2\  -i I 

LadeTotonicapam..  27  21 

La  de   Solóla 16  H) 

La  de  A^erapaz 2(>  4  H' 

La  de  Sacatepequez.  27  7 

IjadeQuezaltenango  21  2\ 

Ladeduatemala...  30  m 


162  s:-  4         y^ 


(Jieulo  seseiila  y  dos  lueion  lo.>  siil  i.i- n»  u«-  n.ao>  iw>  ,i,  |...i  ..i 
nientos:  i)or  85  salió  electo  el  seguiulo  .lefe  del  Estado,  el  licencia 
do  ciudadano  Antonio  Rivera  Cabezas;  teniendo  4  ol  doctor  ciuda 
<lano  Pedro  Molina,  58  el  ciudadano  Antonio  Cor/o.  \  '  '  '  •imln 
n(>  Manuel  ,).  dt^  la  Cerda. 

Secretaría  de  la  Asamblea  Lejislativa  del  Estado:  (Tuatemn 
de  agosto  de  182Í). 

Lope:.  /jffrrffre," 


174  1  i  ES  EN  A  JIISTOKICA 

O — En  coiiseciiencia,  la  Asamblea  expidió  el  decreto  que  sift-iie: 
''El  Jefe  del  Estado  se  lia  servido  dirijirme  el  siguiente 

DECKETO. 

VoT  cuanto  la  Asamblea  two  á  hieiiclecreiajr  lo  que  nigue: 
La  Asamblea  lejislativa  del  Estado  de  Guatemala, 
CONSIDERANDO: 


Que  conforme  á  lo  que  dispone  el  articulo  7.  ^  del  decreto  de  con- 
vocatoria de  16  de  mayo  último,  era  llegada  la  época  en  que  debia 
procederse  á  la  apertura  de  Jos  pliegos  que  contenían  los  sufragios 
de  los  electores  de  distrito  en  los  7  departamentos,  para  1.  ^  j'^-^ 
Jefe  del  Estado.  Hallándose  ya  reunidos,  y  señalado  el  dia  en  que 
debian  abrirse,  verificado  ésto  previos  los  requisitos  que  ordena  la 
Constitución  en  sus  artículos  133  y  134,  y  resultando  una  mayoría 
absoluta  de  sufragios  para  segundo  Jefe  en  favor  del  C.  Antonio 
Rivera,  y  atendiendo  á  que  este  individuo  reúne  todas  las  calida- 
des necesarias,  lia  tenido  á  bien  decretar  y  decreta: 

1.  ^ — Se  lia  por  segundo  Jefe  constitucional  y  popularmente  e- 
lecto  en  el  Estado  de  Cxuatemala,  al  ciudadano  Antonio  Rivera 
Cabezas. 

2.  ^  — El  tiempo  de  su  duración  es  el  que  la  ley  determina. 

3.  ^  — Antes  de  entrar  al  ejercicio  de  sus  funciones,  prestará  an- 
te la  Asamblea  el  juramento  de  ley,  el  dia  23  del  corriente. 

Comuniqúese  al  Poder  Ejecutivo  para  su  cumplimiento,  y  que 
lo  haga  imprimir,  x>^^blicar  y  circular. — Dado  en  Guatemala,  á 
veinte  y  dos  de  agosto  de  mil  ochocientos  veinte  y  nueve — José 
Manuel  de  la  Cerda^  diputado  presidente — José  Venancio  López  y 
diputado  secretario. — José  Antonio  de  IjarraDe,  diputado  secre- 
tario. 

Por  tanto:  ejecútese.  Guatemala,  agosto  22  de  IS^Q—Juan  Bar^ 
rundía — 

7 — El  ceremonial  para  la  toma  de  posesión,  fué  el  que  entonces 
se  usaba:  emanación   todavía  de  las  leyes  y  costumbres  coloniales, 


í'vatnttMSVt''^^^^ 


EL  B^  m  ^EBñO  SMKOLOS^A, 

A  LA    EDAD   DE    75    ANOS. 


DE  CONIJio-AMElilCA  n.") 

á  saber:  juramento  ante  el  Presidente  de  la  Asamblea,  It  JJeum 
en  la  Catedral,  con  asistencia  del  cabildo  eclesiástico  y  de  todos  los 
párrocos  existentes  en  la  ciudad;  repiques  de  campanas  y  salvas  de 
jirtilleria.»  La  costumbre  de  que  los  actos  religiosos  se  mezclaran 
con  los  j^olí ticos  y  vice-versa,  era  tan  fuerte,  que  el  Congreso  Fedf*- 
ral  restaurado  en  820,  por  orden  de  1.  ^  de  setiembre  del  mis- 
mo año,  dispuso  que  en  toda  la  República  fuera  solemnemente  ce- 
lebrada la  inauguración  del  ]wntificado  de  Pió  A^ITÍ,  que  subrosfo 
á  León  XTl. 


CA^FITTJLO  NOVENO. 

España    intenta   roconqnistar   la  América 


SUMARIO. 


lif^/lex ¿o iici^  acerva  de  la  actitud  de  J^.spaua  :i.  Faríc  dt  lu 
aristocracia  americana  fomenta  las  tendencias  españolas — 3. 
Tendencias  de  algunos  serviles  de  Centro- América — 4.  Tenden- 
cias de  algunos  mejicomos  en  el  mismo  sentido—^.  Nota  de  don 
Mariano  Mantilla — 6.  Nota  del  general  Morazan — 7.  Espedí - 
-clon  del  general  Barradas — 8.  Proclama  de  Barrundla — 9.  De- 
creto del  Congreso  federal — 10.  Rendición  de  los  españoles. 


1 — Msjiáíia  «'11  KS;¿1>  jio  ii;il'j;i  [M-nudu  la  f^pi-iaii/a  (j«*  rrcmujiu^uir 
las  Repúblicas  que  antes  fueron  sus  colonias.  KI  deseo  de  volver  ñ 
dominar  una  gran  parte  del  Nuevo  Mundo  existe  todavía  en  algii- 
gunos  españoles.  Si  no  siempre  lo  ponen  d(*  maniliesto,  es  jKmiUf 
muy  bien  se  comprende  la  im])osibilidad  d(»  rralizar  tan  vasía  em 
l)r('sa. 

2 — l'na  parte  de  la  vieja  aristocracia  anifricana  lunieniaba  m  K>- 
l^ana  las  ideas  de  reconquista.  Muchos  condes  y  maixiueses  did 
mundo  de  Colon  suplican  con  frecuencia  al  gabinete  de  Madrid  qu*- 
revalide  sus  títulos  ])erdidos.  Kilos  i)i*es(»ntan  á  su  patria  i»n  aquf 
Ha  corte  como  país  ingobernable,  y  hacen  protestas  iiici'Siiates  df 
adhesión  á  los  leyes  de  (astilla.  El  autor  de  estas  lineas  ha  visto 

1'? 


I7S  k>:si:na    iijstókk  a 

en  el  Ministerio  de  Estado  de  España  á  un  noble  americano  niani 
íestar  mas  realismo  que  los  Borbones,  y  pedir  con  ahinco  al  ministro 
don  Fernando  de  Calderón  y  Collantes  la  renovación  de  sn  título 
nobiliario. 

8 — Los  nobles  que  contribuyeron  á  la  independencia  de  Guate- 
mala, porque  las  cortes  de  Cádiz  liabian  herido  sus  privilejios,  y 
porque  consideraban  á  España  contaminada  con  las  ideas  de  la  re- 
volución de  Francia,  querían  una  monarquía  en  el  í^^uevo  Mundo,  y 
habían  gastado  gran  X3arte  de  &us  fuerzas  en  la  anexión  al  imperí(^ 
de  Iturbíde.  Destruido  aquel  imx)erio  por  el  pronunciamiento  de- 
Casa-Mata,  no  les  quedaba  mas  recurso  que  crear  una  Rex)úblíca  a- 
ristocnítíca,  como  Genova  6  Venecia.  A  ese  fin  se  encaminó  el  gol- 
X)e  de  estado  de  1826  en  Guatemala,  y  la  invasión  de  Honduras.  Un 
soldado  audaz  del  pueblo  de  Tegucigalpa  desbarató  esos,  planes  en 
la  Trinidad.  Gualcho,  San  Antonio,  San  Miguelito,  Las  Charcas 
y  Guatemala,  y  no  quedaba  á  los  nobles  mas  recurso  que  volver 
los  ojos  á  Fernando  YIL  Ellos  x)or  medio  de  diferentes  agentes  y 
esjpecialmente  del  arzobispo  fray  Eamon,  que  se  hallaba  en  la  Ha- 
bana, manifestaron  al  Capitán  general  de  la  Isla  de  Cuba,  que  las 
divisiones  centro-americanas,  los  desórdenes  y  desastres  que  s( 
veían  en  nuestro  suelo,  facilitaban  la  reconquista;  y  que  todos  los 
hombres  de  bien,  de  orden  y  de  juicio  la  anhelaban:  que  la  parte  in- 
dígena quería  al  rey,  y  cjue  solo  lo  combatirian  los  hombres  aspi- 
rantes á  destinos,  los  que  lio  podían  vivir  sino  del  tesoro  x^úblico  \ 
los  que  medran  en  revoluciones  ganando  á  río  revuelto.  Este  len 
guaje,  grato  para  los  españoles,  halagaba  sus  asxúraciones. 

4 — No  solo  algunos  guatemaltecos  han  manifestado  esas  tenden- 
cias. También  en  Méjico  se  vieron  muy  marcadas  el  año  de  29  y  en. 
tienq^os  anteriores.  Mejicanos  de  la  nobleza  acaudillados  por  el  pa- 
dre Arenas  x)romavieron  una  revolución  el  año  de  27,  con  el  ñn  de 
restablecer  la  religión  en  toda  su  j^ureza,  y  nombrar  una  regencia 
compuesta  de  eclesiásticos,  x^ara  que  gobernara  el  país  á  nombre  del 
Rey  de  España.  Estaban  complicados  los  generales  Negrete  y  Echa- 
verrí.  El  padre  Arenas  murió  fusilado.  Echaverrí  y  ISTegrete  fueron 
desterrados,  y  se  dio  una  ley  espulsando  á  todos  los  españoles  del 
territorio  mejicano. 

o — El  ciudadano  Mariano  Mantilla,  de  los  libertadores  de  Vene- 
zuela, general  de  división  de  los  ejércitos  de  Colombia  y  jefe  supe- 
rior civil  y  militar  del  distrito  de  Magdalena,  dirijió  una  nota  data- 
da en  Cartagena,  á  8  de  enero  de  1829,  al  Jefe  del  Estado  de  Nica- 
ragua. En  ella  le  dice  que  j)ov  los  Estados  Unidos  habia  recibido 
noticias  fidedignas  de  que  los  esx^añoles,  siguiendo  los  x^royectos  de 
reconquista,  x^ reparaban  en  la  Habana  una  esx^edicion  de  tres  ó  cua- 
tro mil  hombres,  que  se  introducirían  x>or   Omoa  hasta  Guatemala.. 


DE  CEXTKO-AMÉKK  A  ll'.i 

con  el  doble  objeto  de  dominar  los  diferentes  Estados  de  Centro- 
América,  y  de  proceder  (íontra  Méjico.  Mantilla  aseguraba  qntt 
aquella  fuerza  saldria  el  mismo  mes  de  enero;  y  que  se  con- 
taba con  las  divisiones  centro-americanas  x^ara  obtener  un  resul- 
tado feliz.  Esta  nota  se  recibió  en  Guatemala  con  mucho  retra.so 
por  conducto  de  los  Secretarios  de  la  Asamblea  del  Salv^ador.  El 
Jefe  del  Estado  dio  cuenta  al  comandante  general  del  ejército  alia- 
do don  Francisco  Morazan^  quien  contestó  por  medio  de  una  notn.. 
cuya  importancia  obliga  á  presentarla  íntegra.  Dice  así: 

6 — "He  recibido  la  copia  que  Ud.  se  lia  servido  acompuíuii  a  .^¡i 
estimable  nota  del  12  del  presente.  Ella  comprende  la  noticia  que  se 
lia  dado  al  vice- Jefe  del  Estado  de  Nicaragua  por  la  autoridad  mi- 
litar del  distrito  de  Magdalena  en  la  República  de  Colombia,  sobie 
prepararse  una  división  española  en  la  Habana  con  el  objeto  de  in- 
vadir la  de  Cente'o -América  por  el  puerto  de  Omoa.  Comprende  i- 
gualmente  la  nota  de  la  Asamblea  en  que  manifiesta  su  buena  dis- 
posición para  i)reparar  todos  los  auxilios  necesarios.  El  mismo  vice- 
Jefe  de  Nicaragua  me  remitió  hace  dias  igual  copia,  y  desde  enton- 
ces dicté  las  providencias  que  me  parecieron  convenientes  para  ase- 
gurar los  puertos  del  Norte,  y  poner  en  estado  de  defensa  sus  pla- 
zas, dando  orden  al  mismo  tiempo  para  que  se  arreglen  las  milicias 
de  Gracias,  Santa  Bárbara,  Usiila,  Yoro,  Olancho  y  Sulaco,  y  que 
auxilien  á  los  comandantes  de  Omoa  y  Trujillo.  En  virtud  de  estas 
providencias,  han  salido  ya  j)ara  Omoa  10()homl)res  de  Gi-acias  y 
100  de  Usula. 

'Tenga  Ud.  la  bondad  de  ponerlo  así  en  conocimiento  de  este  úi¡^ 
no  Jefe  y  manifestar  al  Cuerj^o  Lejislativo,  que  aprecio  en  el  gi*ad<» 
que  debo,  su  buena  disposición  para  proporcionar  los  recursos  del 
Estado  de  Guatemala  contra  la  invasión  á  la  patria;  y  lo  satisfaí*- 
torio  que  me  son  sus  sentimientos   en   un    neo-ocio  (\^  tanta    ini]^nr 
tancia." 

7 — El   movimiento  anunciado  por  el  general  j\lantilhi  coincidí»» 
(M)n  la  invasión  á  Méjico  del  general  Barradas.    Creyendo  los  espa 
fióles  que  los  mejicanos  intentaban  volver  á  su  dominio,  <»nviai*on  á 
las  órdenes  del  brigadier  don  Isidoro  Barradas,  una  espedicion  i>ani 
operar  la  reconquista  de  Méjico.    La  esi)edicion  fué  reforzada  en  la 
Isla  de  Cuba.  El  ejército  invasor  asc(»ndin  :i  r>,()00  hombres,   inclu 
yéndose  las  tripulaciones  de  los  buques.*  El  27  de  julio,  IJÍbuquen 
de  guei'ra  á  las  óidenes  del   almirante  Laborde,   anclaron  ei)    *' 
llojo,  20  leguas  al  Sur  de  Tanqnco.  Barradas  traía  misionen- 
orden  de  San  Francisco,  cuyos  sermones  le  inspiraban  mas  esperan 
zas  que  la  artillería  (»spanoln.  Nótese  que  siempiv  aparecen  h»s  fraí 
les  tr{ü)ajando  contra  la  independencia,  contra  la  libertad,  contra 
la  república,  y  en  liga  íntima  con  la  aristocmcia,  y  noí<e  qn»*jen  de 


180  UKSENA    ms'lóUK^A 

ser  desterrados.  Trescieutos  iioiiibres  emboseados  con  ana  })ieza  de 
artillería  detuvieron  la  vanguardia  del  ejército  español;  pero  aquel 
€orto  destacamento  tuvo  que  ceder  al  nímiero  y  los  invasores  oculta- 
ron Tampico. 

8 — El  Senador  Presidente  de  la  IiepúV)lica  de  Centro- América  di- 
rijió  á  los  jefes  de  los  Estados  la  proclama  sig-uiente: 

-'KL  rajBTERNO  (.ENEltAL  A.  LOS  ESTADOS  DE  rEX'l'íiO-AMÉKICA . 

l'odo  el  pueblo  americano  es  independiente:  todas  las  provincias 
que  antes  fueron  esclavas,  se  elevaron  á  naciones  soberanas.  El  ré- 
gimen despótico  se  cambio  en  instituciones  republicanas.  La  libei'- 
íad  cubrió  bajo  sus  alas  al  mas  vasto  continente.  La  regeneración 
fué  simultánea  y  asombrosa;  y  una  luz  inmensa,  una  revolución  fe- 
liz ajitó  al  mundo,  y  elevó  la  especie  humana.  Jamás  se  viera  un 
conjunto  de  pueblos  libres  ni  mas  numerosos  ni  mas  idénticamente 
i-ejidos  por  los  principios  eternos  de  la  igualdad  y  la  justicia.  Este 
espectáculo,  este  triunfo  grandioso  de  la  ñlosofia  y  de  los  derechos, 
digno  de  la  divinidad  creadora,  éste  desarrollo  feliz  de  las  institu- 
ciones y  del  orden  social  que  marcha  con  resultados  inmensos  á  la 
perfección  del  hombre,  intenta  ahora  destruirlo  un  gobierno  decrépi- 
to y  degradado,  sostenido  por  el  error  y  por  los  vicios  mas  dejjresivos. 

Después  de  los  inmensos  sacrificios  hechos  á  la  independencia  y 
ala  libertad;  después  de  arrancar  de  su  asiento  á  los  tiranos,  de 
romper  su  arraigada  dominación  y  su  régimen  de  fanatismo,  de  ig- 
norancia, de  corrupción  y  servidumbre;  desx)ues  de  tefrir  mil  veces 
los  campos  con  la  sangre  de  los  patriotas,  de  combatir  por  los  prin- 
cipios republicanos,  y  de  triunfar  siempre,  no  solo  sobre  los  adver- 
sarios de  la  independencia,  sino  sobre  los  enemigos  de  las  libertades 
públicas;  después  de  haber  humillado  por  todas  partes  el  orgullo  aris- 
tocrático, y  roto  las  cadenas  domésticas  á  una  con  el  gran  pueblo 
mejicano;  después  de  haber  desvanecido  con  enerjia  el  prestijio  mo- 
nástico, y  dominado  la  discordia  civil,  afianzado  la  ley  y  vuelto 
8u  dignidad  al  x>^ieblo  soberano;  ;,sufriríamos  que  la  planta  vil  del 
soldado  esiDañol  profanase  el  suelo  clásico  de  la  libertada  p  Aleccio- 
nados por  la  adversidad,  y  en dur ácidos  x)or  la  guerra  contra  tiranos 
de  toda  especie,  oyendo  aun  los  ecos  ruidosos  del  campo  de  bata 
lia,  y  fresco  aun  el  ramo  de  encina  en  la  sien  de  los  vencedores,  pu- 
diéramos soportar  el  yugo  de  un  rey  imbécil^  ; Permitiríamos  en 
nuestro  suelo  el  azote  homicida  y  devastach);-  de  la  dominación  espa- 
ñola, de  ese  pueblo  esclavo,  para  execración  y  deshonra  del  ser  hu- 
mano? ¡Oh  no!  Yo  veo  la  indignación  patriótica  inflamar  los  semblan- 
tes y  centellar  en  las  miradas  de  los  libres.  Yo  leo  el  triunfo  y  la 
ígloria  escritos  en  el  corazón  republicano.  Si  en  las  discordias  ch)- 


D E  (  E>í TK( )- A MKli I (  A .  I S í 

iiiésticas  la  (3piniou  vacilaba  entre  los  ciudadanos;  en  la  ira  nacional 
í'ontra  la  España,  uno  es  el  acento  terrible,  una  es  la  voz  de  execra- 
ción y  muerte.  Infeliz  del  ser  imperfecto  y  degradado  que  sostuvi»»- 
se  un  sentimiento  contrario  á  la  sagrada  causa  de  la  Américal 

; Compatriotas!  Es  llegado  el  momento  de  volar  á  las  líneas  defen- 
soras de  la  patria.  Vosotros  que  habéis  luchado  por  los  lil>i*es,  qut* 
jiabeis  hecho  sacrificios,  sufrido  persecuciones;  que  habéis  goberna- 
do y  dirijido  á  los  pueblos  contra  la  anarquia  aristocrática,  no  es 
á  tales  ciudadanos  á  quienes  necesita  el  Gobierno  dirijir  la  voz 
imperiosa  de  alarma  y  de  defensa.  Ann  vierten  sangre  vuestras  he- 
ridas por  la  libertad;  vosotros  sentis  lo  que  ella  vale.  Mas  el  ciuda- 
dano tranquilo  á  quien  por  acaso  no  ha  tocado  la  tonnenta  revoln- 
cionaria,  el  que  por  error  siguió  la  suerte  del  poder  usurpador,  oi- 
ga ahora  la  voz  de  sus  hijos,  de  su  esj^osa,  de  su  familia  y  de  sit 
hogar,  amenazados  de  un  diluvio  de  males,  de  la  esclavitud,  la  mi- 
seria y  la  muerte,  que  seguirían  por  todas  partes  al  ején'ito  espa- 
ñol. Su  ciego  furor  frenético  bebería  la  sangre  de  vuestros  hijos,  y 
vengaría  con  rabia  insaciable  los  años  de  la  libertad  que  nrrnnm- 
mos  á  su  tiranía. 

Ved  ya  pisando  el  territorio  mejicano  esa  horda  detestal. i»^  »i.i*-  .. 
nuncia  paz,  y  arroja  por  sorpresa  la  muerte  sobre  un  pueblo  heroi- 
co,  que  sacrifica  con  muy  inferior  número  y  lo  detiene  con  escar- 
miento en  su  marcha  sacrilega.  Todo  el  continente  americano  está 
ya  sobre  las  armas,  y  la  espada  de  los  libres  vuela  á  teñirse  en  lo^ 
antiguos  opresores.  El  triunfo  es  siempre  del  patriota:  vosotros  lo 
sabéis,  jamás  venció  la  causa  de  la  tiranía:  la  victoria  ha  seguida 
siempre  los  movimientos  y  ha  coronado  los  esfuei*zos  de  los  soste- 
nedores de  la  libertad.  Independencia  española,  independencia  abso- 
luta, Eepública  federal,  República  restaurada  de  la  aristocracia, 
esta  es  la  (íscala  ¿ie  nuestras  épocas,  de  nuestros  progivsos  y  del 
triunfo  constante  de  la  justicia.  pQuión  puede  olvidarloí  jCónio  re- 
trogradar ahoia  á  la  primera  época  de  nuestra  abyección  y  nulidad f 
Esto  sería  el  portento  mas  horrible,  el  fenómeno  mas  estraordinario 
contra  el  orden  de  la  misma  natuialeza.  El  español  que  intenta  sub- 
yugarnos, delira  en  su  decrepitud.  Su  triunfo  no  pudiera  sino  ser 
muy  cíímcro,  aun  con  fuerzas  superiores  alas  de  ^-  *■'  :i.  Pei*o 
(niti(^  (anlo,  ¡qué  espantosa  siUM'te  no  seria  la  <le  las  \>  ues  q«.» 

cayesen  bajo  su  horrendo  yugol  Que  degradación  y  vt»riruen7Ji,  ^^i 
poruña  combinación  militar  su  armada  inq><)tente  ctmtra  Méjico  s»» 
(lirjji(^s(í  á  nuestras  costas,  y  lograse  internai-se  por  descuidt»  cul- 
pable! Republicanos:  jefes  encargados  de  la  libertad  d«»  cada  Rita- 
do:  o]  (lobieruo  federal  está  cierto  d<»qu»*  nosufririMs  ni  la  Uha  sola 
de  semenjante  desventura.  El  Ejecutivo  es¡M'ra  d»»  vt)sotr«>s  la  coon»» 
raci(m  mas  ardiente,  y  que  nuestms  nuliclanosse  nixnrán  en  nin««  ni 


182  KESE.NA  IIÍSTÓKICA 

í'lamor  «agrado  de  la  patria.  Aun  sin  el  inminente  riesgo  de  una 
agresión  contra  nosotros,  la  América  toda,  la  ilustre  Europa,  la  ñ- 
losofia,  la  libertad,  el  clamor  de  los  derechos  del  pueblo  y  la  civili- 
zación y  la  prosperidad  de  la  especie  humana,  exijen  hoy  de  noso- 
tros todo  género  de  sacrificios.  Sostened  á  una  patria  á  quien  la  ley 
restaurada  ha  encargado  del  gobierno,  que  ha  padecido  con  voso- 
tros, por  excitar  desde  los  princijiios  el  espíritu  de  la  independen- 
ría:  sostened  la  fuerza  federal  destinada  á  mantener  ilesa  la  Repú- 
])lica,  y  volad  con  los  demás  pueblos  de  América  en  xios  del  laurel 
de  los  libres.  Nosotros  no  teñimos  la  espada  y  triunfamos  sin  resis- 
tencia del  orgullo  español.  Mostremos  al  mundo,  si  somos  invadi- 
dos, que  tenemos  valor  y  sabemos  apreciar  el  don  inmortal  del  lo 
de  setiembre,  y  que  somos  dignos  hermanos  de  Méjico  y  Colombia. 
Que  en  tal  caso  el  árbol  de  la  libertad  reverdecido  y  regado  en  lo 
interior  por  la  sangre  de  nuestros  patriotas,  acabe  de  florecer  sobre 
las  reliquias  de  los  antiguos  opresores — Setiembre  3  de  829. 

José  Bar  rundía. " 

9 — A  continuación  el  Congreso  dicto  medidas  enérjicas  y  activas, 
entre  las  cuales  se  halla  el  decreto  siguiente. 

"El  Congreso  federal  de  la  República  de  Centro  América,  tenien- 
do presente  lo  que  exijen  los  derechos  é  intereses  de  esta  Repúbli- 
ca y  los  de  las  demás  de  América,  por  la  situación  en  que  hoy  se 
hallan  respecto  de  la  monarquía  española; 

DECLARA  Y  DECRETA: 


A  ningún  subdito  del  Gobierno  español,  de  cualquiera  clase,  edad, 
y  condición  que  sea,  se  permitirá  entrar  con  motivo  ni  pretesto  al- 
guno al  territorio  de  esta*República,  ni  desembarcar  en  sus  puertos. 

2.  - 

Para  la  exacta  observancia  y  cumplimiento  del  articulo  anterior, 
el  Supremo  Gfobierno  dictará  las  providencias  mas  activas,  eficaces 
y  oportunas,  á  cuyo  efecto  se  le  autoriza  competentemente. 


Respecto  de  los  hijos  de] la  Península  6  de  cualquiera  de  las  po- 
sesiones del  Go])ierno  esimñol,  que  hallándose  radicados  en  esta  Re- 


DE  CEKTlio-AMlililí  A.  iNi 

pública,  hubieren  .salido  temi:)oi*almente  de  su  temtorio  con  el  cor- 
lespondiente  pasai)orte;  y  en  cuanto  á  la  forma  en  que  ha  de  soli- 
citarlo y  obtenerlo  todo  el  que  en  lo  sucesivo  intente  salir  de  la  Re- 
pública á  negocios  j^iopios  con  ánimo  de  volver  á  ella,  para  qiu» 
pueda  entrar  de  nuevo  á  su  territorio,  siendo  de  las  personas  que 
quedan  referidas:  el  S.  P.  E.  podrá  adoj^taróno  las  disposiciones 
que  se  liayan  observado  hasta  el  dia,  según  estime  mas  convenien- 
te á  la  seguridad  y  al  interés  general  de  la  nación,  6  tomar  las  que 
í^xijan  estos  importantes  objetos. 

-).  - 


'Lodos  los  ijuertos  de  la  República  iiabilitados  paní  el  comercio 
\sterior  en  sus  costas  del  norte  y  del  sur,  se  cierran  al  X)abellon 
spañol,  y  á  los  frutos  y  producciones  del  suelo  y  de  la  industria 
le  España,  sus  colonias  y  dependencias. 


En  consecuencia,  quedan  absolutamente  escluidos  de  nuesu-^   <... 
niercio,  sin  que  puedan  en  manera  alguna  introducii'se  en  la  Repú- 
blica las  producciones  naturales  y  manufacturas  de  España,  sus  co- 
lonias y  dependencias,  aun  cuando  por  medios  lejítinu)^   i.„t.:..w,-. 
pasado  á  ser  in'opiedad  de  un  neutral. 

8e  prohibe  la  esportacion  de  frutos  naturales  y  manufacturas  df 
<  Jentro- América,  (;on  destino  á  cualquier  puerto  sujeto  al  gobienw» 

'"<r)nñol. 


Los  contraventores  á  este  decreto,  y  iu.^  administmdoi'es  y  ulieiaj 
les  de  las  aduanas  nacionales,  que  de  alguna  maneni  iH»nn¡lieren  ó 
ílisimularen  su  infracción,  quedan  sujetos  á  las  j)enas  que  estable- 
<'en  las  leyes. 

Pas  al  Senado— Dado  en  üuatenmla,  ú  :J  de  octubre  de  183íl>— 
Mariano  Galvez,  diputado  vice-pi'esidente— /'VaMc/ítv>   /  U\ 

liputado  secretario    -/vVA'Ar^//  />>/v '    '  =  — •♦-■í-   - ^^ 

Senado. 

Sala  del  Senado,  (luatemala,  17  de  noviembre  de  182ü— Al  Voúvi 
lí'l^iiwx'w o    Mariano  Ze/iteno,  préndente— J//////'    ^'  

t^ario 

Por  tanto:  <?/6'c///c.sví  —Palacio  nacional  de  Uuateiiuila,  novienibrv 


184  RESENA   lüSI-OlMCA 

20  de  íS2d—José  Barrundía'^ 

10 — Al  saberse  en  Méjico  el  desembarco  de  los  invasores,  los  me- 
jicanos acudieron  á  las  armas.  Era  presidente  don  Vicente  Guerre- 
ro, quien  reunió  el  Congreso,  y  iridió  facultades  estraordinarias.  El 
general  don  Antonio  López  de  Santa  Ana  se  hallaba  en  su  liacienda 
de  ''Manga  de  Clavo",  y  sin  esperar  los  decretos  lejislativos  ni  las 
proclamas  del  Presidente,  corrió  á  Veracruz,  levantó  la  población, 
y  con  800  hombres  se  embarcó  hacia  la  provincia  invadida.  Puso  si- 
tio á  Tampico;  pero  tuvo  que  retirarse  ante  fuerzas  superiores.  Fue 
auxiliado  después  por  el  general  Mier  y  Terán.  La  insalubridad  del 
clima  diezmó  á  los  españoles,  y  Barradas  tuvo  que  rendirse. 


CA.I>ITXJLO  DÉCIMO 

Decreto  de  2'i  de  noviembre. 


SUMARIO. 


— FoslcioiL  de  (Jentr o- America  respecto  á  España — 2.  Decreto  f!r 
28  de  noT/iemhre — 8.  Consecuencias  de  esta  ley. 


\ 


I — Centro- Amorica  se  hallaba  entonces  en  gueriti  con  España,  se 
gun  los  principios  del  Derecho  Internacional.  La  Independencia  eni 
un  lieclio  que  los  españoles  condenaban;  era  un  acontecimiento  que 
ellos  maldecían.   El  trascurso  de  ocho  años  no  lo  habia  sancionado 
en  concepto  de  la  Corte  de  Madrid.  Esi)aña  se  indiírnaba  con  las  na 
(íiones  que  reconocían   nuestra  Independencia,   l^i  causa  de  Méjico 
era  la  de  Centro-América,   porque  en  idénticas  circunstancias  nos 
hallábamos.  Méji<'o  tenia  una  nol)leza  y  un  cien)  (pie,   como  los  is- 
raelitas en  el  desierto,  desí^iban  volver  ai  dominio  (ie  Kanion.  (Vn- 
tro-América   teníalo  mismo.    Se  hallaba    nu  Ai/obis'|>o  «»n   la  Ha- 
bana, quien   fomentando  las  aspiniciones  iH*nins\ilai'es,    pivtendia 
volver  ;1  la  época   del   coloniaje.    No  solo  i^l  (io!>ierno  dt»   Eenian- 
do  Vil,  sino  el  rejente  Espartero  nos   Ihuuó  súl)diíos  subl«»va(hís. 
Kn   (xuatemala  habia   es})ahol(\s,   entre  los  eiiale»  st»  ha  Naba  ii    nm 
ellos  que  nsj)iiab;ui  á  eiisaiichar  «'1  territorio  de  su  píiíria,  y  ;í  qur  s»» 
romentáran  las  tendencias  de  reconquista.   ÍjJIs  tertulias  d«»  !••    n*- 
bles  casi  solo  se  ocnipaban  en  favor  de  la  monarquía  espiñol; 


18(í  líESEÑA  II1St6íI1('.\ 

exhalar  suspiros  x3or  su  muy  ainado  Fernando.  Vista  esta  situación, 
la  Asamblea  de  Guatemala  dictó  el  decreto  siguiente. 

2- -"La  Asamblea  lejislati va  del  Estado  de  Guatemala,  conside- 
rando: que  en  el  mismo  Estado  iiaj  bienes  de  todas  clases,  perte- 
necientes á  vasallos  de  la  monarquía  española:  que  saliendo  de  a- 
quí  las  rentas  y  productos  de  esos  bienes,  van  á  engrosar  los  fondos 
con  q'ar  aquel  monarca  emprende  tentativas  de  reconquista:  que 
aunque  desgraciadas  como  lo  lian  sido  hasta  ahora  esas  emioresas, 
ellas  ol)ligan  siempre  á  erogaciones  estraordinarias;  ha  tenido  á  bien 
decretar  y  decreta: 

1.  ^ — Se  autoriza  al  Gobierno  para  que  ocupe  todas  las  propie- 
dades que  existan  en  el  Estado,  y  x:)ertenezcan  á  cualesquiera  subditos 
de  la  monarquía  española. 

2.  ^  — Esta  ocupación  será  con  calidad  de  volver  el  importe  de  los 
bienes  ocupados,  luego  que  la  España  reconozca  la  Independencia 
de  la  República  centro-americana. 

3.  ^  — Entre  tanto,  el  Gobierno  hará  uso  del  producto  de  estos 
bienes  para  ocurrir  á  los  gastos  públicos,  y  á  la  seguridad  del  Es- 
tado. 

4.  ^  — Al  efecto  i^odrá  enagenarlos  por  venta  6  admitir  préstamos 
voluntarios,  pignorando  dichos  bienes  en  seguridad  del  prestamista, 
á  quien  serán  entregados,  para  que  se  cubra  con  sos  frutos,  6  con 
el  producto  de  su  venta,  luego  que  ésta  se  verifique. 

5.  ^ — ínterin  se  establece  la  intendencia,  j)odrá  el  Gobierno  nom- 
brar un  comisionado  que  haga  todas  las  averiguaciones  necesarias, 
á  efecto  de  descubrir  los  bienes  que  pertenezcan  á  vasallos  espa- 
ñoles. 

6.  ^  — El  comisionado  queda  autorizado  por  esta  ley,  para,  recibir 
declaraciones,  reconocer  testamentos,  libros  de  caja  y  cualesquiera 
otros  documentos  j)or  donde  pueda  descubrirse  la  existencia  de  al- 
guna propiedad  española. 

7.  '^  — El  que  por  medio  de  declaraciones  falsas  6  de  otro  modo 
contribuya  á  embarazar  el  descubrimiento  de  alguna  x)ropiedad  es- 
pañola, será  castigado  como  defraudador  de  las  rentas  x3Úblicas. 

8.  ^  — Desde  la  fecha  en  que  se  publique  este  decreto,  serán  nulas 
todas  las  enagenaciones  privadas  que  se  hagan  de  bienes  x^ertene- 
cientes  á  subditos  de  la  monarquía  esx)añola. 

9.  ^  — Quedan  comprendidos  en  este  decreto  los  bienes  de  los  es- 
X^añoles  que  en  Honduras  hayan  tomado  las  armas  contra  la  autori- 
dad lejislativa  de  aquel  Estado,  é  igualmente  los  de  aquellos  espa- 
ñoles que  en  cualquiera  parte  hayan  obrado  contra  la  Indexienden- 
cia  de  la  América  del  Centro. 

Comuniqúese  al  Consejo  repres'sntativo  jydni  su  sanción. — Dado 
en  Guatemala,  á  veintitrés  de  noviembre  de  mil  ochocientos  veinti- 


í)i:  (  KX'I  liO-AMElili  A.  lv>; 

nueve — Josí'  Venancio  Loptz.  diputado  i)resideiite — /.  Btnianlñ 
Escobar,  diputado  secretario— J/a7Z?íeZ  Arellano.  diputado  seciv- 
tario. 

Sala  del  Consejo  representativíi  del  Estado   '.it-  Uuat^mahí    ..   ... 
Corte,  á  veinticinco  de  noviembre  de  mil  ocliocientoa  veintinueve — 
VI  Jefe  del  Estado — Antonio  Ricera^  |>residente — Eugenio  Maris- 
ral — Manuel  J.  García— Eugenio  Zelaya^  secretario  interino. 

'Pov  tanto:  ejecútese — Guatemala.    2fi  de  novípndm»  dp  18*2í»  -/^ 
^/ro  3folina.'' 

3 — Dado  este  decivio,  s»-  ocupai»»^  .u^^un.i.-^  |*i«;|)i»-u4m»-:^  «i»-  í«f:>i-- 
[)afk)les  y  fueron  vendidas;  pero  el  lapso  de  i)oco  tiempo,  las  favo- 
lables  noticias  venidas  de  Méjico,  y  ¡acreencia  de  que  una  nueva  in- 
tentona castellana  no  amenazaba  al  país,  hicieron  <'  V  '"V.  Se- 
í;un  la  derogatoria,  los  bienes  ya  vendidos  queda  i  _  .imente 
enajenados,  y  sus  dueños  deberían  ser  indemnizados  cuando  la  Es- 
paña reconociera  la  Independencia  de  la  República  centro-an  * 
na.  confoime  al  textf»  literal  del  decrete»  (b*  t?;i  d»»  novi«»nibr»* 


(*)     l'u  (íspiíñol    llíiiuado  José  Victoria  Ketcs,  testí»  tleJAudt»  A  iiKafructo  «' 
<íisas  á  lum  liija,  y  la  i)ioi>iecltul  ú  obnis  pins  qne  se  orein  tlobiiin  fumliire»- «-n  E^j-.u.  ,     i 
^onora  líelos   casó    con   un  beñor  Bustamaute,    español  también,    y  ninb<M    ♦•mi.^.  a-í 
Kspañii  antes   clt>   la    Independencia  de  Centro- Amérícti.   Todas  estas    circunstu:  :  *.   1 
.  ieron  que  se  ocuparan  las  enunciadas  cavsas  y   fueran  vendidivs  con  calidad   d'  n-Um 
valor  cuando  España  reconociera  la  Independencia  de  Centi"o-.\mt'rioi.    lüiUit»^   la/..  % 
nos   reclamos,  desde    la  Habana    y  nada  favorable    pudo    obtener;  pero   al    «abir    1<* 
-n'rvilos  al  poder,    ella  se  presentó  en  íriíatennl»,  y  buscí'»  un  ..*         *      *     *    •    nuu»  «• 
lictos  al  servilismo,  y  de  los  que  tenían  nuis  deseo  de  ultmjur  ú  li-  . 'ctor  don 

Andies  Andrcu,  quien  pretendió  entablar  la  acciou  reivindicatorin.   LoftaernlM  lo  «lomi> 
liaban  todo:   los  liberales  estaban  caídos,   abatido<i.    nltmjadoH   y    siempre  ■imniinMlna  » 
muerte.   Los  serviles  exijían  »í  Carrera,  el  completo  esteruiiuio  »lü  Uw  libcmlin^  S<*  ^1^  «|«^ 
< 'ari'era,  en  horan  do  dÍ8í?aato  cu  qua  rjfiti  tí  Pavón,  ú  Ayciuena  yú  ÜAtn^ 
los:  ♦♦Ustedes  no  están  contejitos  cuando  no  me   ven   matando/*   Lox*—-' 
«ausíi  de  la  lletes  un  unsdííi  de  lanzar  t<Hla   cIíih»»  da  injurias  cuuln»  ^u 
lííf^'atos  de  Andreu,  se  ímpríuii.iu.  El  citaba  al  públic*»  )mra  quo  oycm  hus  inlonarK  im  «k*- 
.<  cho,  en  los  cuales  dominaba  la  violencia  y  la  |Mucton.   Lkw  j>oiií*<lorí«  «U»  liw  mMii  lMnM««i 
1  nian  persoims  <iue  contestaran  al  doctor  Amlreu.   í*»>n  ríi^KKu  de  U  Ubcrlad  t  l«  vitl»,    I^» 
polémica  fu«í  ruidosa.  El  rcHultiido  m»  ¡HMlla  menotí  do  c*»rrwqM»nd«'r  á  lo»  tlcwriw  «Ir  1a  |wr 
lo  act4)rn,   (pie  contíilnien  HU  aiHiyo.  eon4a  activa  cooiicniriuu  ik>l  tnibirnio.  y  r«»n  rl  |nxl»f 
de  todo  un  partido  d<>minftnt«»  y  ávido  do  ejcrr  r  UnmiUaciomw  nobir  loNqno  Urinnfiínm  rt» 
182í).  T^a  Uetes  ret'obró  kus  coMiut;  ihto  uuw  liirtU».  dr<i«ic«  d««  mi  i 
los     Vi*-'  1"«-'-^   •! .IK..IÍ.1  ii'i.Mi  i>ii\i<riitt    Hi>l>i.    «<liitK     V  \«>!\!i'n>ti  :\ 

h'UYW 


C  A^JPl T  I    1 .(  )     I    TSTDKC  LM<  >. 


Kevolucioii  servil  en  Honduras.   Kl  ijcneral  MorH/aii  iiiarrlia 

a  sofocarla. 


SI   M  \1Mm 

-LUía  de  loa  individuos  tapatriadoH  dv  líondunus — 2.  Maqui- 
naciones délos  ser  mies — :3.  Decreto  déla  Anamblea  dv  //      '  - 
ras — 4.  Mommienio  de  Opoteca—h.  Actitud  dv   Tvrrvtot 
¡Suspensión  del  decreto  de  li)  de  Npriembre — 7.   Vi/ilpid^  auxi- 
lio al  Jefe  del  Us lado  de   friiate ín  ala  S,  Resol t/    '        '    //#   ^- 
samdlea  de  (jiiateiuala. — í).    Üesaciurdo  vntre  el  >  Presi- 

dente y  el  Jefe  del  Estado  de  Giiaieí/uíUi— 10.  El  Senador  Pre- 
sidente sedirije  á  la  Asamblea  objetando  la  mndurta  *'  '   ' 
del  Estado— i\.  Nota  del  MinisterioJ'edvral  dv  guerra 
na  á  la  Asamblea  de  Gxiatemála—VZ.  Efeelon  de  lacón 
cion  anterior— Vil  Mo razan  vn  Honduras     14.    / 
minffuez — 15.    (fanclusiau  de  la  f/uvrra  dv  (íUn*  ., 
loria  sobre  los  rebeldes  dv  (>])otvrn—\l.    /a>«  xerrib 
de  conspirar. 


I  siinl)K'a  áv   iloiultmi»  diú  un  dec*ret«  lailHiuo.  df 

ju'iUM'do  (Olí  Im  l»*y  ijiir  ílirtó  el  ('OnjJcreHt)  ftMl»»ml.   .\qii»'l  íioblern*» 


liiO  líESENA   IIISTOKÍCA 

envió   á  Guatemala  una  lista  de   los  esj)ulsos  y  de  los  que  debiaií 
serlo.  Dice  así  literalmente. 

•'Lista  de  los  individuos  que  han  sido  espatriados  de  este  Esta- 
do de  Honduras,  como  comprendidos  en  la  ley  de  la  Asamblea  es- 
traordinaria  de  10  de  julio  último,  que  se  halla  en  consonancia  con 
la  del.  Congreso  federal  de2¿  de  agosto. 

Pedro  Arriaga,  esj^atriado  por  el  puerto  de  Omoa  fuera  del  terri- 
torio de  la  República,  como  principal  ájente  y  director  del  tirano 
Milla,  y  que  influyo  en  el  incendio  de  Comaj^agua  su  patria.  (^^) 

Ciríaco  Yelasquez  y  el  presbítero  Antonio  Rivas,  no  se  han  podi- 
do aprehender.  Estos  dos  han  reincidido  en  la  facción  de  Opoteca. 
á  la  que  dan  actualmente  animosidad. 

EspañolJuan  B.  Casaña  y  Juan  José  Aidaurreta,  están  manda- 
dos sacar  fuera  del  Estado. 

Juan  Lindo  y  Joaquín  Lindo,  están  en  el  Estado  de  Guatemala. 

Gerónimo  Zelaya,  emigró  al  Norte,  segnn  noticias. 

Gregorio  García,  no  se  ha  axjrehendido. 

Dionisio  Gutiérrez  y  Domingo  Lagos,  están  en  el  Estado  del  Sal- 
vador. 

Francisco  Marcilla,  emigró  y  no  se  sabe  su  paradero. 

Presb.  José  M.  ^  del  Campo,  en  el  Estado  de  Nicaragua, 
td.       Manuel  Alvarez,  en  el  del  Salvador. 

Juan  Antonio  Inestrosa,  se  fugó  de  Trujillo  y  se  halla  en  la  fac- 
ción de  Olancho.  , 

Estranjero  José  Valerini,  ídem. 

León  Yasquez,  en  Trujillo. 

Estranjero  José  Eerrari,  salió  de  Omoa  fuera  de  la  lleijública. 

Presb.  Joaquín  Mora,  en  el  Estado  del  Salvador. 

El  ex-pro visor  Nicolás  Irías,  emigró  y  no  se  sabe  su  paradero. 

Bartolomé  Romero,  en  el  Estado  del  Salvador. 

Estos  fueron  aj entes  del  intruso  Milla,  y  contribuyeron  eficazmen- 
te en  la  revolución  de  este  Estado  y  de  la  República^  ya  desempe- 
ñando destinos  y  comisiones,  ya  seduciendo  á  los  pueblos  incautos, 
y  ya  persiguiendo  á  los  ciudadanos  |)acíficos  y  defensores  del  sis- 
tema. 

Ministerio  genei'al  del  Gobierno  Supremo  del  Estado  de  Hondu- 


O  Con  razón  Arriaga  se  mauifestó  eu  Guatemala  hostil  al  partido  liberal:  con  razón  fu (' 
mío  cielos  mas  activos  cooperadores  de  Pcivon,  d3  Aycinena  y  don  Luis  Batres:  con  razón 
liizo  tenaz  guerra  á  los  j(3ven'^s  que  manifestabau  ideas  liberales,  y  procuró  siempre  anona, 
darlos. 


1>K  (  KXTKO-AMÉÜK  A.  i»]  I 

as.  're.uuciu'alpíi,  (octubre  24  de  1829. 

^f OH  cada." 


2 —Algunos  tlesterrados  de  Hondiims  y  de  otros  Estados  de  Cen- 
tro-América,  se  dirijieron  á  Belice  con  el  fin  de  ajitar  desde  allí  á 
determinados  pueblos.  {'•')  Pax)eles  públicos  y  emisarios  de  los  ser- 
viles, pusieron  en  movimiento  el  departamento  de  Olancho.  (/*)  El 
\  ice- jefe  Aljil  hizo  esfuerzos  pam  reducir  al  orden  i>aeíficamente  á 
los  olanclianos  y  no  obtuvo  ningún  resultado  favorable.  El  pretesto 
de  ellos  era  resistir  una  módica  contribución,  establecida  xx>r  la  A- 

amblea  el  28  de  abril;  y  la  realidad  anhelada  era  operar  una  reae- 
rion. 

*^ — La  Asamblea  de  aquel  Estado  dictó  un  decreto  que  demuestra 
los  benévolos  sentimiento^s  que  la  animaban  y  la  injusticia  de  la  in- 
surrección. Dice  así: 

•'La  Asamblea  Legislativa  del  'Estado  de  Honduras,  i-eunida  ifs- 
í  raordinariamente  con  el  objeto  de  tomar  medidas  capaces  de  termi- 
nar la  guerra  que  el  departamento  de  Olancho  hace  al  Gobierno  Sn- 
i)remo  del  Estado:  considerando  que  retirándose  la  fuerzii  imciHca- 
dora,  que  (;on  este  título  existe  en  el  pueblo  de  Juticalpa  al  man- 
<lo  del  coronel  ciudadano  José  Antonio  Márquez,  á  otro  i)unto  fron- 
terizo, ¡juede  desde  allí  sostener  mas  fácilmente  la  ivspetabilidad 

leí  Gobierno,  y  poner  á  cubierto  de  las  invasiones  de  los  declara- 
dos enemigos,  á  los  demás  pueblos  del  Estado:  que  dejando  en  li- 
bertad al  departamento  de  Olancho  para  que  nombre  sus  represen- 
tantes á  la  Asamblea  del  Estado  y  al  Congreso  federal,  s(»  conven- 
cerán de  las  ningunas  miras  que  hay  de  hostilizar  á  sus  habitan- 
tes; y  que  no  se  tienen  oti-as.  ([u«'  las    '       -   oriranizacion  y   feh'ci 


[* )      IjOS  scrviit'H    11.»    fÍ-S(Mn-.iii     mi     Jéjiih    iil-»   rn    ««ii^     inu-iijo"    i.  .v  .  i. -i»...  ..*»      i..   ....  •   -.* 

i'"»,  tomó  posesión  «-I  j>ri:ncr  ProKiilrut»' ('oiwtiturioiml   »lt«  Crntnw.\ui#rii'»:  T  «I  afto  «!«>  Srt 
lo  convirtieron  m  instruniefiito  do  la  ori«t<K5mclA  i*  hirieran»  «lUiUar  Ui  r- 

IM-rinitt'n  qno  Ioh  inHtitnciou»>s  progrosÍMtnH  w»  nflnnccu.  Si  m1  «ucurahir   .-^  -- ,  - 

un  Jefe  liberal  jí  tinim  ellos  no  tinun,  «•onnpimn  públimniont»  wutm  v\.  Si  el  Jrfr  m  Ihuu 
1>re  quo  les  inHpini  niioUQ,   w  huniiUun,  U»  luilttpm.  \Mxtvk   \w  oompnmiclonw,  ui  imfrir  no 

•Ugno  Crtstigo,  y  cimspimn  mmlH  y  (MMiltnn ^   •' .....^  .í...««h  .t.-   Mi.itii*. 

v««lo:  poro  sin  il'jur  jiuuHs  «1 »n»*pimr. 

(**)     Dona,    hubo   ua.i    -.....;'»••"•• 'ri- 
*\  toniento  ooronol  Itnnion  n<^ffnin 


W2  KESEÑ  A     I  i  í  Sl6 1  í  IC  A 

dad:  y  por  último,  que  no  teniendo  en  su  temtorioaina  fuerza  que 
temer,  puedan  tranquilamente  meditar  sobre  sus  intereses  y  cono- 
cer sus  equivocaciones  y  errores;  lia  tenido  á  bien  decretar  y 

DECKfyrA: 

1.  ^ — Se  indulta  á  todos  los  vecinos  dej^Olanclio  que  lian  tomado 
parte  «en  la  revohicion  y  hecho  la  guerra  al  (xobierno. 

2.  ^  — La  fuerza  que  está  á  las  órdenes  del  comandante  Márquez 
saldrá  inmediatamente  del  territorio  de  Olancho,  para  que  con  toda 
libertad  elijan  á  sus  representantes  que  deben  ocupar  sus  asientos 
en  esta  Asamblea  y  en  el  Congreso  federal. 

;].  ^ — El  coronel  Márquez  reclamará  los  j)risioneros  que  hayan  he- 
cho las  tropas  enemigas,  y  volverá  en  canje  los  que  él  haya  hecho 
de  dichas  fuerzas. 

4.  ^  — El  Jefe  intendente  continuará  gobernando  el  dejjartamen- 
to,  sin  exijir  contribuciones  ni  otros  servicios,  durante  dos  años. 

5.  ^  — Tengan  6  no  efecto  estos  tratados,  la  fuerza  pacificadora 
de  Olancho,  se  retirará  á  los  puntos  que  designe  el  Gobierno,  hasta 
que  i)asado  algún  tiempo,  haya  desaparecido  todo  espíritu  de  ven- 
ganza. 

6.^  "El  comandante  Márquez  cumplirá  relijiosamente  con  los 
artículos  anteriores,  aun  en  el  caso  que  haya  adquirido  nuevos 
triunfos  contra  los  enemigos  de  Olancho,  después  de  la  derrota  del 
comandante  Bogran. 

Pase  al  Grobierno  ]3ara  su  ejecución. — Dado  en  Tegucigali)^,  á  7 
de  noviembre  de  1822 — Santos  Bardales,  diputado  x)residente— 
José  Domingo  Réyes^  dijautado  secretario — José  María  Caclio^  di- 
putado secretario. 

Por  tanto.  Ejecútese.  Lo  tendrá  entendido  el  Secretario  de  Estado 
y  del  despacho  general,  y  dispondrá  lo  necesario  á  su  cumplimiento. 
— Dado  en  Tegucigalpa,  á  10  de  noviembre  de  1829 — Diego  ViJiV 

4 — Las  sanas  intenciones  que  animaban  á  los  dii^utados  y  al  vice- 
jefe  Yijil,  no  eran  bastantes  i:)ara  contener  á  hombres  que  aspira- 
ban al  réjimen  colonial  y  á  la  teocracia.  El  presbítero  Antonio  Bi- 
vas  (^'")  con  treinta  hombres  tenia  en  inquietud  al  vecindario  de  Opo- 


*  Si  esta  es  la  conducta  del  clero;  si  los  ministros  del  ciüto  católico,  de  una  manera  tan 
clara  y  escandalosa  se  desvian  del  evangelio,  atribuyan  á  su  conducta,  y  no  á  impiedad  de 
los  liberales  las  medidas  enérgicas  que  contra  ellos  se  dictan. 


1>K  CKNTKO-AllÉKrcA.  jjjg 

teca,  y  á  los  comerciantes  procedentes  de  Omoa.  que  por  aaiiellsK 
inmedmcones  traficaban.  El  vice-jefe  Vijil  envió  .folTL^Ónt 
tenta  hombres  a   con.andante  de  arnms  de  ComayagS^  ^te  Jefr 
no  mny  esperto  ni  precavido,  tuvo  la  sencillez  de  dejaVen^Íar  i.- 
el  padro  Rnns  JU  sacerdote  Rivas  invitó  á  un  paseo  al  eSdi  ^ 
mandante  y  ádosde  sus  oficiales,y  los  condujoá  uace^TÍdeÍ: 
taba   ortiíicado.  En  esa  altura  no  les  dijo  como  un  personanLtó 
neo:  'os  daré  todo  lo  que  veis  si  postrándoos  me  adSíT"  rS' 
como  todos  los  clérigos  que  hacen  revoluciones,  en,  hombrea; 
practico.  El  los  redujo  á   prisión.   Estando  pres;^  aquelTos  hom^ 
bies,   el  clengo  Rúas  aseguró   al  Comandante  de  armas  de  S,- 
mayagua  que  sena   fusilado  si  no  firmaba  «na  orden  Z^  qt 
US  soldados  le  entregaran  las  armas.  El  comandante  em  to^iaen 

gadas  el  14  de  noviembre  de  1829. 

5-El  teniente  coronel  Terrelonge,  al  frente  de  uuu  .,.,-.^.  f^^- 
.al  que  había  sido  enviada  con  motivo  de  las  noticias  de  la  recon- 
quista española,  tomó  posesión  de  Trujillo,  é  intimó  ú  los  facdZ. 
de  Olancho  que  rindieran  las  armas,  amenazándolos  con  qne  eí  Z 
de  negativa,  marcharla  sobre  ellos  con  mil  hombres 

0-Los  sucesos  de  Opoteca  y  la  actitud  de  Terrelonge,  obligan,,, 

a  V  iji  a  suspender  la  ejecución  del  decreto  de  10  de  noviembreL-, 

Vsarnblea  no  estaba  reunida,  y  el  vice-Jefe  do  acuerdo  con  el  'voto 

ue  Consejo  y  en  virtud  de  facultades  estraordiuarias  de  que  se  ha- 

liaba  investido,  tuvo  á  bien  contrariar  la  disposición  de  la  Lejislatn- 

ni,  y  hacer  a  Terrelonge  las  indicaciones  necesarias  i.ara  .,.,.... 

diera  militarmente  contra  la  facción. 

7--E1  vice-Jefe  de  Honduras  pidió  al  .Jefe  del  Estado  de  Uu«- 
lemala  que  una  fuerza  de  Chiquimula,  al  mando  de  un  oficial 
'le  confianza,  pasara  á  Gracias  con  el  objeto  de  .sastener  el  órtlen  on 
aquel  departamento. 

8-La  Asamblea,  á  consecuencia  <!,■  ua  i.i.n.sij.  ,¡,,  ,..„„„  \i„|i, 
..a  mando  el  24  de  noviembre,  que  quinientos  homb,v8,í  las  ó,denw 
■  el  J<^fe  del  Kstado,  marcl.anin  á  sofocar  la  insurrección  de  Hon- 


( 

Huras. 


'  r<.l  doctor  Molina  liahía  (»scrÍto  varios  arttculoH,  que  si  no  11.» 
^-'i'aiiNii  lirnm,  se  compremlia  que  eran  do  su  pluma.  Kn  eUw  s.. 
-namlestaba  que  la  República  no  podia  ser  rejída  |H,r  la ooiMtitodoii 
le  824:  que  era  indispensable  una  it^fonna;  y  que  no  dehbunos  imi. 
ínr  u  los  Estados- 1 'nidos,  sino  a  los  Cantones  suiawis.  La  t^poca  oof 
' '»  btiejuí  ])ara  liablar  íodavia  de  re/omias.  Al^ninaK  plumas  s,.rv¡l«« 
stenianque  las  constituciones  centro-americanas  fedenil  v  de  hin 
astados,  no  marcaban  líneas  divisorias  entiv  las  diverwis  aiitoHda. 
(I.  .  .n.,.  ,p„,  f  NhÜMni    stonsas  suiwficies  que  eran  el  ram|io  de  Im 

¡a 


194  líKSKNA    HISTÓRICA 

talla  de  los  diferentes  partidos.  Los  artículos  del  doctor  Molina  en^ 
esas  circunstancias,  parecían  una  coincidencia  con  los  serviles  ó  in- 
fundieron desconíianzas.  La  amistad  que,  desde  antes  de  la  Indepen- 
dencia, existia  entre  Barrundia  y  Molina,  se  debilitó,  y  el  fracciona- 
miento, agudo  puñal  con  que  mas  de  una  vez  se  han  suicidado  los 
liberales,  se  presentó  amenazante.  Barrundia  y  Molina  no  x)udieron 
coincidir  respecto  del  auxilio  á  Honduras'  (^') 

10 — El  doctor  Molina  pretendía  que  los  quinientos  hombres  que 
iban  á  marchar  á  Honduras,  fueran  á  sus  órdenes.  Barrundia  no  jk)- 
dia  admitir  esta  condición,  porque  el  mando  de  una  fuerza  que  mi 
litai'a  fuera  del  Estado,  correspondía  al  Grobierno  federal;  y  por  me- 
dio del  Ministro  de  guerra  y  marina,  dirijió  á  la  Asamblea  una  co- 
municación que,  aunque  no  pulida  en  su  forma,  presenta  los  suce- 
sos con  exactitud;  dice  así: 

12— '^4.  los  ce.  DD.  SS.  de  la  A.  L.  del  Estado  de  Guatemala. 

El  Senador  presidente  de  la  República,  tiene  el  mas  vivo  sentimien- 
to de  dirijirse  á  la  Asamblea,  para  manifestarle  que  no  puede  tener 
efecto  la  orden,  que  en  vista  de  las  circunstancias  del  Gobierno  de 
Honduras  sobre  la  posición  crítica  en  que  se  hallaba  con  motivo  del 
progreso  que  habia  tomado  la  facción  anárquica  de  Olancho,  se  sir- 
vió espedir  el  24  del  próximo  pasado,  para  que  se  le  auxiliase  con 
la  fuerza  de  500  hombres  y  los  demás  recursos  oportunos  y  posibles. 

En  el  momento  que  se  informó  el  Gobierno  de  haberse  emitido  la 
referida  orden,  concibió  esperanzas  de  ver  sofocada  la  facción  de 
Olancho  y  tranquilo  el  Estado  de  Honduras,  y  al  efecto  lo  comu- 
nicó así  á  dicho  Gobierno,  y  dictó  sus  providencias  bajo  la  base  de 
que  marcharía  la  fuerza  indicada,  suspendiendo  otras,  hasta  que 
se  le  comunicase  oficialmente. 

Para  facilitar  mas  el  auxilio  y  allanar  los  embarazos  que  pudie- 
ran presentarse  para  su  pronto  envío,  mandó  el  Senador  x)residen- 
te  al  oficial  nombrado  para  marchar  con  la  fuerza,  á  que  hablase 
con  el  Jefe  del  Estado  y  se  pusiese  de  acuerdo.  Mas  cuando  esx)e- 
raba  con  ansia  un  buen  resultado,  vé  con  un  profundo  dolor  des- 
ranecidas  desgraciadamente  todas  sus  esperanzas,  por  la  oposición 
que  hace  el  Jefe  á  que  dicho  auxilio  vaya  sujeto  al  Ejecutivo  fe- 
deral, y  bajo  las  órdenes  del  oficial  que  nombre.  Así  lo  ha  manifes- 


i  •")  El  desacuerdo  lo  aumentaba  uua  iniciativa  que  Molina  había  dirijido  á  la  Asai»- 
blea,  para  que  se  previniera  á  los  diputados  guatemaltecos  en  el  Congreso  federal,  que  es- 
taban en  el  áeber  de  hacer  resistencia  á  que  permanecieran  eu  Guatemala  las  autoridad^w 
federales.  En  esos  precisos  instantes,  el  doctor  Molina  inició  una  controversia  con  el  Go- 
bierno de  la  República,  sobre  si  pertenecían  á  la  Federación  ó  al  Estado  94  fusiles  que  Mo- 
razan  necesitaba  para  pacificar  h  Honduras. 


DE  (jentko-amp:ki<  A.  195 

tado  á  este,  y  aun  cuando  se  prestara  á  que  marchase  como  de- 
seaba el  Senador  presidente,  halla  ademas  obstáculos  para  que  se 
realizai-a,  por  no  tener  ley  á  que  arreglarse  para  hacer  la  recluta. 

Con  este  hecho  se   ofende  el  decoro  del  Gobierno  Supremo,  por 
ser  una  negativa  que  demuestra  un  género  de  desconfianza,  lo  que 
le  es  sensible  manifestar  á  la  Asamblea.  El  Ejecutivo  federal  es  el 
.responsable  de  la   tranquilidad  de  la  República  y  el  encargado  de 
í conservar  la  Independencia,  y  viéndose  alterada  y  amenazada  en 
tOlancho,  lo  hizo  presente  al  Congreso,  y  este  alto  cuerpo  decretó  la 
^espedicion  que  ha  marchado   á   las  órdenes  del  general   Morazan, 
bajo  las  inmediatas  del  Gobierno  federal.  Solicitar  ahora  el  Jefa  del 
Estado  que  el  auxilio  acordado  por  la  Asamblea,  vaya  sujeto  á  las 
fluyas,  es  invertir  el  orden  y  no  obrar  en  consonancia  con  lo  que  dis- 
pone la  Constitución.  Esta  está  muy  espresiva  en  el  artículo  182, 
atribución  3.  ^ ,  que  solo  concede  á  los  Gobiernos  de  los  Estados  el 
poder  usar  de  la  fuerza  para  mantener  el  orden  en  lo  interior  de  su 
territorio. 

Ademas,  resultarla  de  esto,  contradicción  en  las  operaciones  mi- 
litares, y  seria  espuesto  el  ejército  si  no  hay  un  centro  de  donde 
partan  las  disposiciones;  y  siendo  responsable,  como  llevo  es  puesto 
el  Gobierno  federal,  no  puede  prescindir  de  que  la  espedicion  obre 
bajo  sus  órdenes. 

El  Gobierno  federal  llama  Ja  atención  de  la  Asamblea  sobre  este 
incidente,  que  tiene  tanta  trascendencia  en  la  marcha  del  sistema, 
y  principalmente  en  ocasión  que  la  división  de  setenta  y  tantos  hom- 
bres que  defendían,  ha  tenido  un  nuevo  revés  y  hechos  prisioneros 
el  Comandante  y  oficiales,  según  comunicaciones  que  oficiales  s*^ 
han  recibido  en  este  Ministerio,  por  las  cuales  á  la  fecha  acaso  es- 
tarán ocupadas  Comayagua  y  Tegucigalpa  por  los  facciosos. 

También  llaman  la  atención  de  la  Asamblea,  los  esfuerzos  y  sa- 
crificios que  ha  hecho  el  Estado  de  Honduras  por  la  libertad  de  la 
República  y  muy  especialmente  por  el  de  Guatemala,  que  gem¡;v 
bajo  el  despotismo  y  tiranía  de  un  Gobierno  intruso.  Reducido  ai- 
si  á  la  impotencia  por  los  males  que  le  causaron  las  tropas  enenii- 
j^as,  que  lo  incendiaron,  prefirieron  mas  antes  su  ruina,  que  ver  á 
sus  hermanos  los  guatemaltecos  oprimidos  por  el  despotismo. 

Todas  estas  consideracioneis  y  las  <'ircunstancia.s  mas  apurada** 
«n  que  se  halla  el  Estado  de  Honduras,  reclaman  imperiosiinuniív 
la  prontitud  del  auxilio  decretado,  y  me  ha  ordenado  el  Senador 
presidente,  las  manifieste  á  la  Asamblea  para  que  resuelva  en  su 
vista  lo  que  crea  conveniente,  en  inteligencia,  que  no  podrá  incul- 
pársele al  ejército  federal  omisión  ó  descuido  en  los  males  que  su- 
fre (ú  Estado  de  Honduras,  y  que  son  trascendentales  á  la  Repúbli- 
ca, pues  no  ha  omitido   providencia  que  luiya  esíado  en  «us  facul- 


19ij  KESENA  IIISTÓIMCA 

tades  para  sofocar  la  facción  de  Olancho,  que  cada  dia  se  liace-mas 
poderosa  y  respetable;  y  dificultándose  por  los  motivos  espuestos 
Ja  reunión  del  auxilio  de  oOO  hombres  del  Estado,  el  Ejecutivo  fede- 
ral los  levantará  en  otra  parte,  y  espera  que  para  hacerlo,  se  le  fa- 
ciliten lo  mas  pronto  posible  los  auxilios  pecuniarios  que  ha  acor- 
dado la  Asamblea  en  su  orden  referida,  que  serán  abonados  por 
cuenta  de  cupo  y  es  lo  único  que  podrá  tener  efecto. 

Por  disposición  del  Senador  presidente  de  la  Eepública,  tengo  el 
lionor  de  decirlo  á  UU.  para  que  se  sirvan  dar  cuenta  á  la  Asam- 
blea,  aceptando  las  seguridades  de  mi  consideración  y  aprecio. 

D.    U.   L. 

Palacio  jS'acional  de  Guatemala,  diciembre  8  de  1829. 

Nicolás  Espinosa.'' 

12 — Esta  nota  j)rodujo  gran  sensación.  La  orden  de  24  de  noviem- 
bre fué  derogada  por  la  misma  Asamblea,  y  en  su  lugar  se  acordó 
que  se  auxiliara  al  Gobierno  federal  con  la  suma  que  debió  emplear- 
se en  el  alistamiento  y  equipo  de  los  quinientos  hombres. 

13 — Morazan,  jefe  del  Estado  de  Honduras  y  general  en  J3fe  de 
las  fuerzas  centro-americanas,  habia  marchado  con  una  división  so- 
bre los  dei)artamentos  de  Olancho  y  Opoteca,  y  los  auxilios  del  Es- 
tado de  Guatemala  le  fueron  enviados. 

14 — El  coronel  Domínguez  que  promovió  la  insurrección  de  Jal- 
X>atagua,  que  asesinó  á  Merino,  que  sucumbió  en  Gualcho,  y  se  fugó 
de  Guatemala  cuando  se  hicieron  las  prisiones  del  19  de  abril,  era 
uno  de  los  promotores  principales  de  la  revolución  de  Honduras. 

lo — Morazan  se  hallaba  en  su  apogeo.  IN'ada  se  le  dificultaba.  Su 
nombre  y  su  reputación  le  abrian  paso  por  todas  partes.  El  año  de 
1830  se  inauguró  con  un  nuevo  triunfo  de  sus  armas.  Los  olancha- 
nos  se  rindieron  en  el  i)araje  llamado  Las  sueltas  del  Ocote^  y  se  a- 
justó  una  convención  el  21  de  enero,  por  la  cual  se  comprometieron 
estos  á  reconocer  y  prestar  obediencia  al  Gobierno  de  Honduras. 

17 — El  19  de  febrero,  el  general  Morazan  derrotó  comj)letamente 
á  los  rebeldes  de  Opoteca.  Cuarenta  y  uno  fueron  sentenciados  á 
prestar  sus  servicios  militares  por  5  años  en  el  castillo  de  San  Fe- 
lix:)e.  El  padre  Rivas  fue  también  destinad:)  al  mismo  punto,  por  1- 
g:ual  tiem]3o.  Al  salir  dijo  que  era  una  víctima  inocente  y  un  már- 
tir de  la  relijion,  y  pidió  para  los  liberales  todas  las  maldiciones  que 
se  hallan  consignadas  en  el  salmo  108. 

17 — El  coronel  Vicente  Domínguez  y  Fermín  Pavón,  no  escar- 
mentados, promovieron  en  mayo  de  1830,  otra  insurrección  en  lo^ 


DE  CERTRO-AMÉRICA.  19T 

l)iieblos  de  Jano  y  Laguat.  Se  envió  al  capitán  Concepción  Cardo- 
na contra  ellos.  Fué  capturado  Pavón  y  otros  que  lo  acompañaban, 
y  se  les  quitaron  14  fusiles.  Domínguez  en  unión  de  otros,liuy6  á  las 
montañas,  dejando  su  epuipaje  y  cuanto  llevaba.  El  conductor  de 
esta  noticia,  y  de  los  j^artes  correspondientes,  infonnó  al  Jefe  de 
Honduras  de  que  los  olanclianos  permanecían  firmes  en  su  adhe- 
sión al  Gobierno,  y  que  aseguraban  que  ellos  mismos  se  encarga- 
rian  de  perseguir  á  los  revolucionarios. 


CAPITULO    DUODÉCIMO, 


Pacificación  de  Nieara^^nu. 


SUMARIO. 


I  -Proyecto  de  Morazan  respecto  de  Nicaragua— "2,  Insíalaeion  de 
la  Asamblea  de  aquel  JSstado—S.  Elección  de  Herrera — 4,  Don 
Juan  Espinosa  ejerce  el  Poder  ejectdivo—t).  Decreto  de  la  Aeom- 
blea — 6.  Nota  del  Gobierno — 7.  Poses  i  mi  de  don  Dionisio  Herre- 
ra— 8.  Comunicación  manifestando  que  el  FSstado  se  habia^ pa- 
cificado. 


1 — El  general  Monizan  se  proiK)nia  marchar  ú  Nicaraguli  después» 
<l(*  haber  pacificado  a  Hondui-as,  si  las  medidas  políticas  no  alean 
7,aban  i)ara  cstabhíCfM'  la  regularidad  en  aquel  Estado.  De  acuerdo 
«nii  ]5arnnulia,  envió  i\  don  Dionisio  Herrera  al  teatro  de  las  oontro- 

"i'sia.s  nicaragüens(»s,  ijuien  dt»senipei^6  su  comisión  con  el  mayor 

lo  y  actividad. 


200  RESEÑA  HISTÓRICA 

2 — El  1 .  ^  de  noviembre  de  1829  se  instaló  la  Asamblea  que  tanto 
se  deseaba.  La  nota  en  que  se  comunicó  á  los  gobiernos  de  Centro- 
América  este  fausto  acontecimiento,  dice  así:  ''El  dia  de  lioy  lia  si- 
do  ijara  Nicaragua  el  mas  feliz,  después  de  tres  años  aciagos  que 
vistieron  de  luto  á  sus  habitantes.  A  las  diez  de  la  mañana  se  de- 
claró lejítimamente  instalada  la  Asamblea,  entre  los  regocijos  y  á- 
l^lausos  de  este  honrado  vecindario. " 

3 — El  3  de  noviembre  se  dirijió  á  los  gobiernos  centro-americanos 
la  nota  siguiente:  ''Habiendo  tenido  el  pl^icer  de  comunicar  á  Ud. 
con  fecha  1.  ^  del  corriente,  la  feliz  instal'acion  de  la  Asamblea,  ve- 
rificada en  el  mismo  dia,  me  cabe  ahora  la  satisfacción  de  acompa- 
ñarle copia  legalizada  del  decreto  que  con  fecha  de  ayer  se  ha  ser- 
vido emitir,  declarando  jefe  del  Estado,  constitucional  y  pox)ular- 
mente  electo,  al  benemérito  ciudadano  Dionisio  Herrera. 

4 — Don  Dionisio  Herrera  en  esos  momentos  se  habia  ausentado,  y 
ejerció  el  Poder  ejecutivo,  en  calidad  de  consejero,  don  Juan  Espi- 
nosa. 

5 — Sin  embargo  de  la  instalación  de  la  Asamblea  y  de  haber  sido 
electo  jefe  del  Estado  el  señor  Herrera,  la  insurrección  de  Managua 
continuó.  El  Cuerpo  lejislativo  dio  un  decreto  previniendo  á  los  in- 
surrectos que  dentro  de  lo  dias  se  sometieran  al  orden.  Este  decre- 
to presenta  con  exactitud  la  situación  del  país,  y  debe  figurar  en  la 
historia.  Dice  así: 

"La  A.  L.  de  Nicaragua,  en  consideración  á  que  no  han  bastado 
las  diferentes  excitaciones  de  generosidad  con  que  se  ha  invitado 
á  las  autoridades  de  la  villa  de  Managua:  que  estas  aun  se  obstinan 
en  el  desconocimiento  de  las  supremas  autoridades  lejítimamente 
constituidas.  Considerando:  que  esta  obstinación,  no  solo  degrada 
ya  el  alto  respeto  de  la  soberanía  del  Estado,  sino  que  autoriza  en 
cierto  modo  su  desobedecimiento;  y  que  por  último,  es  indispensa- 
ble que  todo  pueblo,  toda  autoridad  y  todo  individuo  se  sujeten  á 
las  autoridades  supremas  del  Estado:  de  conformidad  con  los  deseos 
del  Supremo  Gobierno  nacional,  ha  tenido  á  bien  decretar  y 


DECRETA: 

Art.  L  ^ — Las  autoridades,  funcionarios  y  habitantes  de  la  villa 
de  Managua,  deberán  reconocer  á  las  autoridades  sujjremas  del  Es- 
tado lejítimamente  constituidas  en  esta  villa.  Este  reconocimiento 
deberán  verificarlo  en  el  término  de  quince  dias,  que  se  les  concede 
como  último  y  perentorio. 


DE  CKX'iRO-AMÉKICA.  '2^)] 

Art,  2.  ^  — Prestando  este  reconocí tniento  dentro  del  término  pre- 
fijado, Se  entender¿m  vip:entes  y  reiterados  los  ofrecimientos  y  ga- 
rantías que  el  Gobierno  les  liizo  por  medio  de  las  instrucciones  de 
su  comisionado,  en  la  parte  que  no  contraríe  el  presente  deci-eto. 

Art.  3.  ^ — Toda  autoridad,  todo  funcionario  y  toda  otra  jiersona 
que  en  ese  término  reconociesen  á  las  autoridades  supremas  y  se 
presentase  al  Gobierno  ó  á  alguna  de  sus  autoridades  inmediatas, 
serán  garantizados,  y  no  se  les  podrá  ultrajar  por  ningún  motivo,  sea 
cual  fuere,  6  haya  sido  su  conducta  anterior. 

Art.  4.  ^  — Pasado  este  término  de  quince  dias,  el  Gobierno  no 
podrá  garantir  á  ninguno  de  aquellos  individuos:  el  hecho  solo  de 
permanecer  en  un  lugar  disidente,  los  caracterizará  de  rebeldes,  y 
como  á  tales  se  les  juzgará.  Los  empleados  se  reputarán  como  ce- 
santes en  el  caso  de  que  no  reconozcan  á  las  autoridades. 

Art.  5.  ^ — Este  decreto  circulará  en  todo  el  Estado:  se  comuni- 
cará al  Gobierno  federal  y  al  de  los  demás  Estados— Pase  al  C.  R. 
para  su  sanción. 

Dado  en  la  villa  de  Kivas  de  Nicaragua,  á  18  de  enero  de  1830. 

José  liaría  Estrada^  diputado  presidente— /S^/.s /o  José  Cisneros^ 
diputado  secretario — Francisco  Antonio  Leiha,  diputado  secreta- 
rio—Sala del  C.  R.  en  Nicaragua,  enero  19  de  183() — Al  Jefe  del  Es- 
tado— Tomás  Balladares,  vice-presidente — G ¡Iberio  Gallar^  secre- 
tario— Por  tanto:  ejecútese— Anilla  de  Nicaragua,  enero  21  de  1830 — 


Jiian  Espinosa. 


6  —El  5  de  abril  de  1880  aun  no  se  habia  rendido  Managun 
esperaba  que  la  posesión  del  jefe  Herrera  intiuyera  en  la  jwz.    I  iu4 
nota  del  Gobierno  nicaragüense  describe  la  situación  con  mas  e.xac- 
titud  que  pudiera  hacerlo»cualquier  historiador.   l>ice  así: 


*'C.  Ministro  general  del  Gobierno  del  Estado  d»»  Guatenmla. 

Se  (Mitiistece  mi  (iohieiiio  al  coinuiiirar  a   I  d.  las  lun'vas  át>\  »ii 
furas  que  amenazan  al  infeliz  Nicaragua:  Managua  con  su  tena/  di 
sidencia quiere  amargarlos  i)r¡mero8  dias  de  nuestra  \v\z,  Ud.  cono- 
ce,  C.    Ministro,    ])or  las  comunicacicmes  ijue  han  sido  dlrijlda» 
(le  este  Ministerio,    la  política  dulce  y   afable  que  «1  Gobierno 
Iiaemi)]ead()  pam  hacer  entnir  á   Managua  al  g<Mv  de  bleue>  ¡n 
menso-. 


202  KESENA  HISTÓKICA 

La  historia  de  las  revoluciones  de  otros  países,  ha  dado  á  mi  Go- 
bierno las  convenientes  lecciones  para  manejarse  en  una  época  tan 
ardua:  envió  á  las  autoridades  de  Managua  comisionados  competen- 
temente autorizados  para  añanzar  la  i)slz  de  un  modo  estable,  ale- 
jando el  mas  remoto  temor:  nada  se  consiguió,  y  de  la  repetición  de 
iguales  generosos  actos,  el  fruto  ha  sido  el  mismo. 

Cuatro  vecinos  de  aquella  villa,  ó  mejor  diré  una  pequeña  facción 
teocrática,  imbuida  en  locos  proyectos,  ha  despreciado  á  la  faz  de 
los  pueblos,  los  convites  dulces  de  la  unión  y  x)az.  ^ Y  qué  recursos 
quedan  á  mi  Gobierno  que  se  mira  en  tal  situación,  y  cuando  su  leni- 
dad se  convierte  en  descrédito  suyo  para  con  los  demás  pueblos  del 
Estado? 

Mi  Gobierno  que  ha  i)rocurado  evitar  el  recurso  funesto  de  las  ar- 
mas para  dar  fin  a  negocio  de  tanta  dificultad,  reiteró  súplica  al 
jefe  electo,  C.  Dionisio  Herrera,  para  que  acelerando  su  marcha 
á  este  Estado,  le  diese  un  feliz  término.  Efectivamente,  la  presencia 
sola  del  señor  Herrera,  seria  la  aurora  que  hiciese  amanecer  en  Ni- 
caragua los  dias  de  su  paz  y  ventura;  pero  aun  este  medio  ha  sido 
infructuoso,  jjorque  dicho  señor  ha  demorado  mucho  su  tan  supli- 
cada marcha. 

Por  último,  C.  Ministro,  se  acordó  por  el  Cuerpo  Lejislativo  cir- 
cunvalar á  Managua  militarmente  para  que  por  el  temor  y  total 
falta  de  víveres,  se  logre  su  rendición;  y  mi  Gobierno  se  mira  en  el 
estrecho  caso  de  dar  cumplimiento  á  la  orden  soberana. 

Quiera  el  cielo  que  sin  los  funestos  efectos  de  la  guerra  se  logre 
que  la  espresada  villa  se  preste  al  justo  reconocimiento  que  se  le 
ha  exijido. 

Mi  Gobierno  me  ha  ordenado  ponga  en  noticia  del  suyo  la  indi- 
cada medida,  y  yo  al  ejecutarlo  tengo  la  coi^placencia  de  ofrecer  á 
ese  digno  Jefe  y  á  üd.  mi  mas  respetuosa  consideración  y  aprecio. 

D.  U.  L.— Granada,  abril  5  de  1830. 

AcfusUíi  Yljiíy 

7— El  12  de  mayo  tomó  posesión  de  la  Jefatura  del  Estado  el  Co- 
misionado del  Supremo  Gobierno  federal,  electo  poxnilarmente  pri- 
mer Jefe,  y  la  calma  se  restableció  inmediatamente. 

8 — Una  circular  del  Gobierno  nicaragüense  dice  así: 

"Tengo  el  honor  de  comunicará  Ud.  de  orden  de  mi  Gobierno, 
que  por  un  efecto  de  las  últimas  providencias  dictadas  Con  respec- 
to á  Managua,  se  halla  aquella  villa  sumamente  tranquila  bajo  la 


ÜE  CENTKO-AMEIÍK'A  20:5 

obediencia  de  los  Poderes  supremos  del  Estado,  y  sin  necesidad  de 
haber  recurrido  al  muy  funesto  medio  de  la  fuei-za.  Por  esto  nu 
llegaron  á  tener  efecto  hs  medidas  que  se  hablan  tomado  para  s(» 
juzgarla  militarmente,  y  todo  es  debido  á  laí»  providencias  dictadas 
por  el  actual  Jefe  supremo  y  pacificador. 

De  cuya  orden  t^ngo  el  honor  de  decirlo  á  Td.,  aseguníndole  mi 
amistad  y  aprecio. 

1).  I  .  L.— Granada,  junio  13  de  1830. 

Affustin  Vi/il.*' 


O^l^ITXJIX)  DECIIMOTERCIO 

Suspensión  del  Jefe  del  Estado,  doctor  don  Pedro  Molina. 


SIMA  RIO. 


I — I)ecr(ft()  dv  Ü  de  Marzo  1.  Siusiw'tini  quv  cu  loa  Éstaili' 
dujü—'iS.  Juicio  sobre  el  doctor  Molina— \,  Juicio  ¿tcera/ 
partidos— 5.  Cargos  que  se  Jiicieron  al  doctor  Moliita—ij,  i^*  tu 

la  del  proceso--^!.  Henteri(i(tf/if(    (thsnrJrtf^  /h^>-h.r    \r.J:,.,,  d» 
iodos  los  car  (/os. 


1-  -Lii  Asamblea  de  (íiiattMnala  <'n  l»  di*  niar/o  d.»  ISUt»,  d¡«'»  un  áe 
neto  declarando  que  liaMa  luíxar  ;í  fonnarion  d«»  causa  contra  el 
Jefe  del  Estado,  ductor  d(»ii  Pcdn»  Ntolina,  y  previniendo  w  encar- 
iñara del   Poder  ejecutivo  el  vice-jefe  dcm  Antonio  IJiveni  rnl>«»zas. 

2 Todos  los  «vohieinos  ceuti-o-americanos  contestart»n  :í  la  nota 

en  que  se  les  connini<al)a  ese  decii»to,  con  cstnirieza,  y  al.irunoH  de 
ellos  con  asombro.  Km  la  i>r¡mem  vez  desde  la  lndei>cnclcncia,  qui» 
un  .Ief(^  de  Estado  d(»scendia  de  su  puesto  iK»r  un  cU»crt»ti»  d*-  »-*^— 
fricara  rorni:u'i<>Ti  <!«•  r:ms:i.    Molina  obedeció  sin  ivplica  y 


2(m  1ÍE8ENA  IllS'J'OlIICA 

SU  porvenir  al  juicio  de  los  tribunales.  La  inilíortancia  de   Molina 
tíxije  que  se  dé  á  conocer. 

3 — El  doctor  Molina  brilló  por  su  inteligencia  desde  los  i3rimeros 
años  de  su  vida.  Estudió  gramática  latina  en  el  Seminario  Conciliar 
de  Guatemala.  Examinado  y  aprobado  según  las  leyes  de  aquella 
•época,  entró  á  la  Universidad  á  estudiar  filosofía  bajo  la  dirección 
del  doctor  Goicoecliea.  Su  talento  y  dedicación  á  las  ciencias  le  per- 
mitieron obtener  por  suficiencia  el  grado  de  bachiller.  Después  pasó 
íi  las  clases  de  medicina  y  cirujia,  donde  también  se  liizo  notable 
por  su  inteligencia.  Sostuvo  tres  actos  públicos  en  anatomía,  fisio- 
logía y  toda  la  medicina,  defendiendo  á  Boerliaave  y  sus  comenta- 
dores. Pronunció  un  discurso,  en  el  acto  de  cirujia,  que  es  una  diser- 
tación completa  en  honor  de  esta  Facultad,  y  después  hizo  todas 
las  demostraciones  quirúrjicas  que  se  le  pidieron.  Molina,  antes  de 
concluir  su  carrera,  sirvió  como  catedrático  sustituto  las  clases  de 
medicina  y  cirujia.  Fué  consiliario,  y  j)restó  cuantos  servicios  la  U- 
niversidad  exijió  de  él.  Tales  antecedentes  lo  condujeron  á  un  lu- 
cido recibimiento  y  al  título  de  licenciado  ^n  medicina,  que  se  le  o- 
torgó  el  1.  ^  de  setie^ibre  del  año  de  1800.  Ese  título  facultaba  al 
licenciado  don  Pedro  Molina,  para  ejercer  la  medicina  y  cirujia,  no 
solo  en  la  estension  de  la  Capitanía  General  de  Guatemala,  sino  en 
todas  las  ciudades,  villas  y  lugares  de  los  reinos  y  señoríos  del  Key 
de  España.  El  año  de  1808,  Molina  fué  nombrado  cirujano  del  reji- 
miento  que  se  llamaba  el  Fijo.  Con  gran  brillantez  obtuvo  en  segui- 
da don  Pedro  Molina  el  grado  de  doctor,  y  en  1820  hizo  oposición 
á  la  cátedra  de  Prima  de  medicina,  que  obtuvo  después  de  un  luci- 
dísimo examen.  El  doctor  Molina  gozaba  de  una  gran  reputación, 
no  solo  como  médico  y  cirujano,  sino  como  publicista  y  literato. 
Desde  el  año  de  11, hizo  conocer  sus  ideas  en  favor  de  la  Independen- 
cia. No  fué  uno  de  los  patriotas  que  el  año  de  13  concurrían  á  las 
juntas  de  Belén;  pero  á  esas  juntas  iban  amigos  de  Molina,  á  quie- 
nes él  inspiraba  y  dirijia.  No  todos  los  concurrentes  á  ellas  fueron 
descubiertos,  y  el  doctor  Molina  hizo  esfuerzos  para  que  no  lo  fue- 
ran. Molina  redactó  el  célebre  periódico  intitulado  "Genio  de  la  Li- 
bertad", que  tanto  contribuyó  á  esparcir  la  luz  y  jjreparar  la  Inde- 
pendencia. La  noticia  de  que  Ciudad  Real  se  había  hecho  indepen- 
diente, intimidó  á  Gainza,  y  el  doctor  Molina  fué  uno  de  los  patrio- 
tas que  mas  se  esforzaron  en  aprovechar  ese  temor  jjara  que  la  e- 
mancipacion  de  Centro- América  se  proclamara  al  día  siguiente.  Mo- 
lina combatía  la  anexión  á  Méjico,  y  uno  de  sus  hermanos  políticos 
fué  asesinado  por  los  anexionistas.  El  doctor  Molina  contribuyó  á 
que  se  diera  el  decreto  de  convocatoria  á  elecciones  para  la  Asam- 
blea nacional  constituyente,  y  se  esforzó  en  que  tuviera  efecto  la 
instalación  de  aquel  ilustre  cuerpo,  contra  las  intenciones  del  par- 


BE  cp:nti;(>-ameuií  A  207 

tido  servil,  que  de  todos  modos  procuraba  dificultarla.    Molina  fué 
uno  de  lo^  primeros  triunviros  que  gobernaron  á  Gen  tro -América. 
El  se  distinguió  por  su  talento  y  estensos  conocimientos  como  Mi- 
nistro de  la  República  en  Colombia,  y  en  la  gran  Dieta  americana 
(le  Panamá.   A  su  regreso,  Arce  habia  dado  el  golpe  de  estado,  y 
Molina,  no  creyendo  conveniente  llegar  a  Guatemala,  se  detuvo  en 
San  Salvador,  donde  trabajó  con  actividad  en  favor  de   los  princi- 
pios liberales:    conducta  que  le  valió  el  ser  puesto  fuera  de  la  ley 
')or  Aycinena,en  el  célebre  decreto  de  28  de  marzo  de  1827.  Después 
del  triunfo  de  Morazan,  Molina  fue  ministro  del  senador  presidente 
Barrundia,  y  redactó  la  exposición  al  Congreso  sobre  la  guerra  que 
acababa  de  terminar,  y  sus  consecuencias.    Molina  fué  nombrado 
ministro  plenipotenciario  cerca  de  varías  cortes  de  Europa,  y  se  ne- 
,<í:ó  á  admitir,  esponiendo  circunstancias  peculiares  de  familia.  Con 
'^stos  antecedentes  el  doctor  don  Pedro  Molina  fué  electo  jefe  del 
Estado  de  Guatemala.  Sensible  es,  sin  embargo,  que  no  haya  podido 
sostener  la  unidad  del  partido  liberal.  Molina  tenia  talento  ¡>ai-a  to- 
do; menos  para  conservar  la  unidad.  Mas  de  una  vez  dividió  al  i)ar- 
tido  liberal,    y  esas  divisiones  fueron  fatales  para  el  mismo  doctor 
Molina,  para  su  familia,  para  el  Estado  de  Guatemala,  y  para  toda 
la  República  de  Centro-América.  Abrir  cuestión  con  el  Senador  Pre- 
sidente por  unos  miserables  fusiles  que  Morazan  necesitaba  i>ani 
vencer  á  los  enemigos  de  la  República,  es  indisculpalde.  Ix>  es  tam- 
bién Y^rctender  lanzar  de  Guatemala  al  Gobii mo  federal  en  Jos  mo- 
mentos en  que  Centro- América  estaba  amenazada.  Ija  idea  de  que 
<'l  Jefe  del  Estado  mandara  fuera  de  su  mismo  Estado,  usuri>amlo 
;il  Presidente  de  la  República,  una  atribución  que  le  era  propia  y 
<'sclusiva,  no  sé  como  pudiera  sostenerse  ni  aun  obtener  un  paliati- 
\  o.  La  constitución  de  1824  tiene  grandes  defectos,  que  sus  autores 
muy  bien  conocian;  pero  en  aquellos  dias  el  triunfo  de  abril  se  ha- 
llaba amenazado;  una  tríple  tempestad  servil  se  divisaba  sobre  los 
liorizontes  del  Salvador,  Honduras  y  Soconusco,  y  era  tan  pelign)- 
so  como  impolítico  pnísentar  cuestiones  que  dividieran  los  ánimos. 
VA  señor  doctor  Molina  tenia  gran  talento  y  un  inmenso  síiln^r;  yte- 
I  o  le  faltaban  dotes  de  mando.  Era  una  potencia  en   la  oi>os¡o¡on  y 
no  podía  sostenerse  en  el  gobierno.  El  año  de  211  don  Tomas  O-Ho- 
I  an,  hombre  oscuro  en  la  historia,  subrogó  al  d(M»tor  Molina  en  ol 
iriunvirato,  y  el  año  de  30  ^íolina  fué  separado  del  Poder  ejeou ti 
vo.  Los  grandes  literatos  no  son  los   mejores  gol)omantes:  prártirji- 
mente  lo  hicieron  ver  al  mundo  Lamartine  y  Castelar. 

4    -El  partido  servil  forma  una  liga  masónií'a;  mas  que  ma«k)nira: 
los  masones  (cuestionan  entre  sí.  se  dividen  y  combaten;  y  l<»s  í*«»r 
viles  siempre  están  compactos;  ellos  se  disimulan  sus  faltas,  cu 
bien  recíprocamente  sus  deftíctos;  fingen  que  han  cilvidado  los  hv 


208  RESEÑA     HlSroKKVA 

chos  mas  culpables  desús  correlijionarios;  se  protegen  en  la  adver- 
sidad y  hasta  se  suscriben  á  x)eriódicos  que  no  les  agradan,  sin  mas 
fin  que  proporcionar   íondos  á  un  conservador  que  carece  de  ellos. 
Esta  unión  lia  dado  el  triunfo  muchas  veces  al  x)artido  servil,  y  lo 
ha  mantenido  largos  años  en  el  poder.  La  unión  de  los  serviles  no 
debe  considerarse  solo  como  una  cívica  virtud.  Emana  de  Li  natu- 
raleza de  su  partido,  que  descansa  en  la  obediencia.  Un  jefe  servil 
emite  un  pensamiento,  y  todos  sus  copartidarios  lo  repiten  y  lo  si- 
guen. Se  mueven  todos  á  su  voz,  como  los  soldados  al  toque  de  caja, 
como  los  jesuítas  á  la  orden  de  su  general.  Los  liberales  tienen  mas 
alta  idea  de  la  individualidad  humana.    Cada  uno  quiere   ser  arbi- 
tro de  sus  ideas,  de  sus  aspiraciones,  de  su  conciencia.   Esta  eleva- 
ción de  pensamientos  los  desune  muchas  veces,  los  conduce  á  gran- 
des choques,  que  los  serviles  fomentan  y  atizan  mediante  un  siste- 
ma maquiavélico;  y  cuando  el  partido  liberal  se  ha  despedazado,  se 
presenta  en  el  campo  del  combate  el  partido   servil  unido,  compac- 
to y  bien  discii^linado.  El  partido  liberal  ha  tenido  otro  defe(;to,  que 
X^rocede  de  su  organización,   de  su    índole,  de  su  esencia.    Aspira  á 
todas  las  libertades   públicas,   y  en  el  poder   las  sostiene  sin  inter- 
rupción en   favor  de  los  mismos  serviles.   Los  derechos,  las  garan- 
tías,   que  jMV'd  no  incurrir  en   contradicciones,  sostienen  los  libe- 
rales en  medio  de  sus  mas  grandes  conflictos,  los  vencen,  y  entonces 
sus  adversarios  no  les  dan   cuartel,  los  conducen  al  destierro,  ¿i  los 
calabozos  y  al  cadalso,  y  agobian  de  infortunios  á  sus  familias   (;^). 
5 — Los  cargos  que  se  hicieron  al  doctor  Molina  fueron  los  siguien- 
tes: no  haber  dado  cumplimiento  á  la  orden  de  la  Asamblea  Lejisla- 
tiva  de  20  de  febrero,  para  que  hiciese  salir  dentro  de  24  horas  á 
tres  relijiosos  que  en  contravención  á  las  leyes  anteriores,  se  habían 
introducido  en  el  territorio  del  Estado:  haber  mandado  pagar  al  te- 
niente coronel  Pedro  Esteban  Molina  los  sueldos  que  devengó  en 
los  meses  de  octubre  y  noviembre  del  año  próximo  anterior,  ínte- 
gramente y   eximiéndolo  del   prorateo   ordenado  en  20  de  noviem- 
bre último:  haber  levantado   un  cuerpo  de   milicia  y  gastado  en  su 


(*)  Adelantándome,  por  via  de  nota,  para  completar  el  pensamiento,  al  año  cuyos  acon- 
tecimientos se  narran,  diré  que  en  1871  los  serviles  hacian  befa  del  triunfo  obtenido  por 
los  liberales,  suponiendo  que  los  vencedores,  con  sus  divisiones  y  extensas  garantías,  se  sui- 
cidarían antes  de  cien  dias;  pero  la  esperiencia  ha  hecho  seguir  diferente  ruta.  Ella  ha  obli- 
gado al  Jefe  de  hoy  á  ejercer  actos  de  severidad,  que  no  se  hallan  en  la  biografía  de 
don  José  Francisco  Barrundia. 


J)E  iJK.NTJiO-AMÉKICA.         ^  209 

equipo  varias  cantidades  sin  autorización  de  la  Asamblea:   haber 
vendido  fuera  de  almoneda  y  con  rebaja  de  la  cuarta  parte  de  su  le- 
¡ítimo  valor  el  resto  de  las  alhajas  de  tempomlidades,  sin  escluir  las 
que  debiaií  reservarse  por  su  preciosa  estructura:  haber  invertidí» 
varias  sumas  en  compostura  y   adorno   de  la  casa  que  destinó  la 
Asamblea  para  habitación  del  mismo  Jefe:  haber  disi)uesto  que  del 
tesoro  público  se  ijagáran  jjortes  de  correo  pertenecientes  á  su  cor- 
3-espondencia  privada:  haber  nombrado  funcionaiios  sin  previa  ter- 
na: haber  dado  empleo  á  una  señora;  y  últimamente  liaber  manda- 
do abonar  100  pesos  á  buena  cuenta  de  sueldos  devengados  antes 
de  la  ocupación  de   esta  plaza.  La  Asamblea  procedia  dentro  de  la 
órbita  de  la  ley   fundamental..   El  artículo  94,  fracción  21,  la  facul- 
i   pai  a   declarar  cuándo  ha  lugar  á  fomiacion  de  cansa  contra 
los  diputados,  individuos  del   Consejo,  Jefe  y  segundo  Jefe  del  Es- 
tado, Secretario  6  secretarios  del  Poder  ejecutivo,  é  individuos  ch* 
la  Corte  superior  de  justicia.  Esta  declaratoria  no  necesitaba  san- 
ción; estaba   espresamente  esceptuada  por  el  artículo  111  de  la  nn.s- 
iim   constitución  que  dice  así:  "Uso  están  sujetas  á  la  sanción  del 
Consejo  las  resoluciones  de  la  Asamblea,  relativas:  primeix),  á  la  ix>- 
iicia,  gobierno  y  arreglo  interior  del  Cuei-po  lejislativo,  lugar  y  pro- 
loga de  sus  sesiones:  segundo,  á  la  calificación  de  elección  y  reii :  ^ 
de  los  elejidos:  tercero  á  los  miembros  ausentes  déla  misma  .\    . 
blea:  cuarto,  á  la  declaratoria  de  Itaher  lugar  á formación  de  causa 
rordra  alr/un funcionario.''  El  Poder  ejecutivo  estaba  obligado  á  dar 
cumplimiento  á  las  disposiciones  sancionadas  por  el  Consejo  y  á  las 
([ue  no  necesitaban  de  sanción.  El  artículo  112  dice:   * 'Luego  que  el 
Poder  ejecutivo  reciba  alguna  resolucÍQU  sancionada  i)or  el  Conse 
jo,  6  de  las  que  están  esceptuadas  de  la  sanción,  ordenara  su  cum- 
plimiento bajo  la  mas  estrecha  resi)onsabilidad".  El  doctor  Molina 
no  tenia  mas  recurso  que  someterse  á  juicio  como  lo  hizo.  Es  pre<*i 
so  ahora  considerar  la  conducta  de  la  Asamblea.  Los  cai^^os  ct*  •  • 
descansa  el  decreto  de  formación  de  causa  no  merecen  el  .ser  < 
lerados  por  un  Cuerpo  lejislativo.  Todos  son  insigniíicantes. 
gunos  fútiles  y  hasta  ridículos.    Bien  se  comprende  <pu»  la  A^n: 
blea  no  se  i)roi)onia  qut^  al  doctor  Molina  se  inipusiera   una  p«!i.i 
por  las  causas  en  que  la  acusación  descansa,  sino  separarlo  del  Poder 
■ejecutivo,  porque  ya  no  se  confiaba  (»n  sus  tendencias  ludítií^as,  y  s»- 
le  creía  peligroso  en  el  gobierno.  Aquellos  iliputados  tenían  loiLi 
vía  po(;a  esperiencia.  El  doctor  Molina  em  una  i)otencia  en  la  oi>o. 
sicion,  y  en  ella  se  h»  iba  á  colocar.   Ijo.n  cargos  (¡ue  se  le  liarían  •» 
ran  su  misnuí  vindica(;ion.  \aí  sociedad  no  ]K)dia  piwenirse  ix»nti:« 
<»1.  Se  le  veia  (!omo  una  víctinuí  injustauu»nte  sacrificada  y  excital . 
simpatías  por  todas  partes.  El  golpe  que  en  í>  dt»  inai7.c»  de  l."^ 
dio  al  doctor  Molina  (ís  vf.-.]-.'!. '•:•••....,»..  j..<m...,...i;....i.>.    v  .?..; 


210  '       KE.>Kx\A     lílSTOKIOA 

ber  producido  una  impresión  fatal  en  el  ánimo  de  la  j aventad  cen- 
tro-americana. Los  jóvenes  que  entraban  á  la  carrera  ]3olitica,  no 
X)odian  menos  de  conoc^er  la  biograña  del  doctor  Molina,  porqne  no 
se  puede  abrir  la  historia  de  Centro- América  sin  encontrar  el  nom- 
bre de  Molina.  Esos  jóvenes  naturalmente  liarian  las  siguientes 
reflexiones:  "Si  al  doctor  Molina,  que  ha  consagrado  su  vida  á 
la  Independencia,  á  la  libertad  y  á  la  República,  sufriendo  con  fren- 
te serena  ultrajes  y  i3ersecuciones,  hasta  el  estremo  de  ser  i)uesto 
fuera  de  la  ley,  su  mismo  partido  le  da  un  golpe  rado,  por  haber 
mandado  pagar  unos  sueldos  y  portes  de  correo,  y  arreglado 
su  casa,  porque  el  Jefe  del  Estado  no  puede  vivir  en  una  pocilga, 
;.cómo  seremos  nosotros  tratados  j)orlosliberalesr'  Los  diputados  en 
vez  de  dar  el  decreto  de  9  de  marzo,  debieron  rodear  al  doctor  Mo- 
lina, respetando  sus  ilustres  antecedentes,  é  inclinarle  á  que  pres- 
(dndiendo  de  pequeñas  cuestiones  con  Barrundia  y  Morazan,  tuvie- 
ra presente  que  la  unión  hace  la  fuerza.  No  consta  que  estos  me- 
dios se  hayan  empleado  sin  éxito;  y  por  consiguiente,  no  hay  f  an- 
damento para  disculpar  el  decreto  de  9  de  marzo.  El  dejó  una  esci- 
sión profunda,  que  se  marca  en  todos  los  momentos  tle  la  histo- 
ria, y  que  sirvió  de  pedestal  á  los  serviles  para  ejercer  30  años  la 
tiranía. 

6 — La  Corte  superior  de  justicia  siguió  el  proceso  con  toda  la  pu- 
blicidad que  corres]3ondia  á  la  naturaleza  de  la  causa.  La  prensa  es- 
taba dividida.  Los  partidarios  de  la  Asamblea  lanzaban  diatribas 
contra  el  Jefe  que  se  liabia  s  a  jetado  á  jaicio.  El  doctor  Molina  y 
su  partido  contestaban  y  hacian  recriminaciones.  La  Corte  de  jus- 
ticia se  componía  de  hombres  distingaidos  i3or  sus  conocimientos  y 
j)or  su  i)robidad.  En  ella  Agaraba  uno  de  los  jurisconsultos  que  ma& 
honor  hacen  á  la  América  Central:  el  señor  licenciado  don  José  Ve- 
nancio López.  El  tribunal  siguió  el  proceso  con  todo  el  rigor  de  las 
leyes.  Pero  habia  interés  en  demorar  la  causa  y  hasta  el  27  de  oc- 
tubre no  pudo  fallarse. 

7 — El  tribunal  de  justicia  no  consideraba  si  convenia  ó  no  en  po- 
lítica, que  Molina  siguiera  mandando.  p]se  alto  cuerpo  solo  tenia 
delante  délos  ojos  las  leyes  y  las  i)ruebas;  y  observando  únicamen- 
te los  principios  de  lo  justo  y  de  lo  injusto,  absolvió  de  todos  los 
cargos  al  doctor  Molina.  La  sentencia  se  halla  al  fin  de  este  capítulo 
como  documento  justificativo. 


la  ('i'le ;; 


Resultando:  J.  ^  — ''Que  cuando  el  Jefe  nombro  para  la  Admi- 
íiistracion  de  las  rentas  del  distrito  de  Escuintla  á  la  viuda  de  To- 
so, lo  hizo  sin  conocimiento  de  que  dicho  destino  no  se  limitaba  á 
la  simple  venta  por  menor  de  géneros  estancados,  lo  cual  no  es  pro- 
hibido á  las  mugeres,  y  que  habiéndosele  representado  y  manifes- 
tado que  la  Administración  de  Escuintla  comprendía  ramos  incom- 
patibles con  la  debilidad  del  sexo  femenino,  desiJÍR)  de  llevar  ade- 
lante el  nombramiento,  indicando  á  la  Intendencia  que  ¡^ara  dicho 
destino  podia  ser  nombrado  el  ciudadano  Mariano  Vega,  según  apa- 
i-ece  del  informe  dado  por  la  misma  Intendencia,  de  manera  que  n<» 
llego  íi  tener  efecto  la  provisión  mandada  hacer  en  la  viuda  de  To- 
so; j)ues  del  espediente  relativo  á  este  negociado  (y  que  aparece  fe- 
necido con  el  pedimento  fiscal  que  repugnaba  dicha  pr<>\'  *  .  no 
consta  que  el  .Jefe  dictase  ulteriores  providencias  pai-a  to^  a: 

2.  ®  — Que  la  orden  de  la  Asamblea  constituyente,   número  3í>7, 
autoriza  al  Jef(^  del   Estado  i)ara  que  en  los  «isos  de  ui*gencia  pue- 
da nombrar  sin  piopuesta  del  Consejo:  que  en  virtud  de  esta  faoul 
tad,  y  en  atención  á  que  la  epidemia  desoladora  de  viruelas,  que  a 
tlijia  á  esta  ciudad  y  pueblos   inmediatos,  denmudaba  con  urgencia 
•'I  <[ue  se  proveyese   la  .íefatum  de¡)artame!ital,  pudo  de<Tetar  I»* 
ualmente  el  nombramiento  que  en  aquellos  dias  se  hizo  en  el  ciuda- 
dano Mariano  \'idaurn»:  qiuí  el  mismo  motivo  de  ui^encia  y  la  cita 
(la  orden  (bi  la  Asamblea   constituyente  hi/.o  legal  la  provisión  siin 
teína  de  la  (Jomandaucia  geniíral  de  armas  Ihh'Iui  en  atiuellos  mis 
mos  dias,  si  se  atiendp  á  las  circunstancias  »»n  que  entómvs  se  ha- 
llaba el  Estado,  itHMente  un  cambio  ¡>oHtico,  encendifla  la  gtierra  en 
Olanclio  y  habiendo  temores  fundad(Ks  de  qu»»  i>mlieíi4.«  trascender  li 


212  UKSEÑA   lIlS'i'oKlCA 

^ste  Estado:  que  de  los  autos  resiüra  haber  mandado  oportunamen- 
te que  se  i)idiesen  al  Consejo  representativo  las  propuestas  para  u- 
na  y  otra  plaza,  y  que  en  estas  tuvieron  el  primer  lugar  los  mismos 
sugetos  que  ya  estaban  nombrados  provisionalmente,  lo  cual  aleja 
todo  motivo  de  sosi)eclia  en  el  uso  que  se  hizo  de  dicha  facultad: 

3  o — Qne  los  tres  relijiosos  á  que  se  refíere  la  orden  número  20 
de  la  Asamblea  Lejislativa  de  20  de  febrero  del  presente  ano,  to- 
/•aron  en  los  yjnertos,  y  se  internaron  en  este  territorio  sin  conoci- 
miento y  permiso  del  Jefe:  que  aunque  lo  tuvi-ron  para  dirijirse 
por  el  mismo  territorio  al  Estado  de  Chiapas,  este  fué  conce- 
dido por  el  Supremo  Clobierno  de  la  Federación:  que  no  hay  do 
€ument()  alguno  que  compruebe  que  el  Jefe  resistió  ó  suspen. 
dio  el  cumplimiento  de  la  referida  orden,  pues  la  especie  pro 
ducida  por  el  Secretario  general  del  despacho  ante  el  cuerpo  le- 
Jislativo,  de  haber  dado  j)ermiso  á  uno  de  los  tres  relijiosos,  sin  re- 
ferirse á  ningún  acuerdo,  orden  6  providencia  del  Jefe,  negan- 
do este  haberla  dado,  no  es  bastante  para  comprobar  la  falta  de 
cumplimiento,  6  infracción  de  la  repetida  orden;  antes  bien,  de  los 
propios  documentos  remitidos  por  la  Asamblea,  resulta  que  acordó 
tsii  ejecución;  no  obstante  haber  representado  al  Cuerpo  lejislativo 
para  inclinarlo  á  que  concediese  una  amnistia  en  favor  de  aquellos 
relijiosos: 

4.  ^  — Que  aunque  es  cierta  la  orden  para  que  se  pagasen  integra- 
mente al  ciudq¿^no  Pedro  Esteban  Molina  los  sueldos  correspon- 
dientes á  los  rnibes  de  octubre  y  noviembre,  no  puede  decirse  que 
por  ello  se  infrinjio  la  ley  de  prorateo,  pues  este  no  tuvo  efecto  si- 
no hasta  el  mes  de  diciembre,  según  aparece  del  reconocimiento  he- 
cho en  los  libros  de  la  tesorería,  donde  consta  están  pagados  inte- 
gramente del  sueldo  corre  sx)ondiente  á  dichos  meses  mucha  x)arte  de 
ios  funcionarios  públicos,  los  cuales  como  el  mismo  Molina  fueron 
satisfechos  conforme  lo  i^ermitian  los  ingresos  de  la  tesorería: 

5.  ^ — Que  el  pago  mandado  hacer  al  mismo  teniente  coronel  ciu- 
dadano Pedro  Esteban  Molina  por  razón  de  terceras  partes  del  suel- 
do devengado  antes  de  la  ocupación  de  la  plaza,  no  fué  una  espe- 
cialidad en  favor  de  dicho  sugeto,  sino  una  consecuencia  d3  la  jjo- 
sesion  en  que  estaban  los  acreedores  al  pago  de  dichas  terceras  par- 
tes, en  virtud  de  convenio  de  que  testifican  el  General  en  Jefe  del 
ejército  aliado  y  el  Ministro  de  Hacienda  de  la  Federación,  y  que 
Teconocieron  el  jefe  ciudadano  Juan  Barrundia,  el  Consejo  repre 
tentativo,  y  otras  autoridades  del  Estado,  ^egiin  aparece  de  los  do- 
ícumentos  que  se  han  traido  á  la  vista: 

6.  ^ — Que  el  Jefe  estaba  autorizado  por  el  decreto  de  16  de  junio 
del  año  próximo  anterior  para  levantar  cuetpos  de  milicia:  que  el 
levantado,  bajo  el  nombre  de  conservadores  de  la  paz,  fué  muy  infe- 


I )  K  í  •  J-: N  T  lU )-  A  M  K lí R" A .  '2V¿i 

rior  á  lo  que  i)ud()  liaberse  hecho  en  virtiul  del  citado  decreto:  que 
aun  ese  estal)a  implícitamente  apro])ado  por  la  Lí^jislatui-a  del  mis- 
mo año  de  29,  pues  se  le  comprendió  en  el  presupuesto  de  gastos 
presentado  por  el  Gobierno;  y  que  siendo  lejítima  la  existencia  Jp 
esta  fuerza,  deben  serlo  también  los  irastos  hf'chos  en  su  erpii]M>  y 
vestuario: 

7.^— Que  Ja  orden  dada  por  el  Jefe  para  el  pago  de  i>ortes  d<* 
correo  pertenecientes  á  su  correspondencia  privada,  no  se  dictó  es- 
presamente  para  que  dichos  portes  se  cubriesen  por  el  tesoro  pú- 
blico, sino  por  cuenta  de  sueldos  devengados,  y  correspondientes  al 
mismo  Jefe: 

8.  ^  — Que  el  gasto  hecho  en  la  compostui-a  y  adorno 

sa  que  destino  la  Asamblea  para  habitación  del  Jefe,  fué  nece- 
sario, pues  según  atestigua  el  ciudadano  Manuel  Antonio  Arroyo,, 
se  hallaba  sumamente  deteriorada  por  haber  servido  largo  tienipa 
le  cuartel;  y  asignándola  el  Cuerpo  lejislativo  para  inorada  de  la 
persona  que  ejerciese  el  Poder  ejecutivo,  era  de  suxx)nerse,  y  de- 
bía i)or  el  mismo  hecho,  entenderse  que  le  facultaba  i)ani  Lra^^'tnr  !»» 
( [ue  fuese  necesario  para  ponerla  en  disposición  de  servil 
limpieza  (MnTespondiente  al  decoro  de  su  autoridad: 

9.  ^ — Que  no  aparece  i")rueba  ninguna  de  que  el  Jefe  acusado  luí 

•  úese  disj)uesto  la  venta  de  las  alhajas  que  debiei*an  resen'ai 
curaplimiento  del  decreto  de  20  de  julio  de  1829,  siendo  de  noiai>4- 
al  mismo  tiempo,  que  la  designación  de  las  que  no  debieron  ven- 
derse por  su  pi'eciosa  estructura,  debió  ser  hecha  por  el  Jefe  que 

•  'xistia  cuando  ingresaron  los  bienes  de  temporalidades  á  la  tesore- 
ría general,  en  cuyo  tiempo  se  vendió  la  mayor  y  mejor  iMirte  de 
las  alhajas,  pues  según  consta  de  los  libros  de  la  tesorería,  cuando 
el  ciudadano  doctor  Molina  se  encargó  del  Poder  ejecutivo  no  exis- 
(ia  del  total  de  las  alhajas,  qtie  ascendió  á  mas  de  17(MX)  pesos,  si- 
no un  rezago  de  piezas  pequeñas  de  corto  valar,  y  algunas  luibínit 
sido  cortadas  de  otras  mayores,  que  importaban  poco  mas  de  lá(H> 
l)es()s:  que  tampoco  se  ha  presentado  i)rueba  alguna  de  que  dicho 
Jefe  hubiese  mandado  vender,  sin  his,  ritualidades  de  ley,  alliajas 
ui  otros  bienes  pertenecientes  á  Ja  hacienda  pública;  y  por  últinu». 
tjue  si  en  la  orden  d<»  1 1  de  noviembi-o  último  dispuso  que  se  n»ba- 
jase  la  cuarta  parte  del  val  ir  que  se  les  habia  dado  á  las  qui»  exis- 
lian  en  la  tesoreria,  esta  providencia  no  puede  estimarse  ile^L 
j)Ues  la  costumbre  <al¡íicada  por  todos  los  escritoivs  de  jurispnulen- 
'•¡a  civil  autoriza  ])ara  hacer  bajas  modtM-adas  aun  en  los  bienes  di* 
ií.desia,  íisco  y  mtMiores;  estimándose  tal  la  de  una  cuarta  ¡«irte,  ay 
molo  ensena  el  doctor  Anmya  en  su  tratado  dit  Jnrrfix'^if*\  h* 
•nal  está  conforme  con  la  doctrina  de  Kscalona  en  su  itaíA>tlla<no 
IVruano,  y  s<'  confonna  con  la  ley  1.  ".  título  '2\  ni»rt>  S.  ®d«*    lii 


214  iu:si:ñ A  histókic^a 

¿lias,  que,  hablando  de  bienes  pertenecientes  á  la  hacienda  pública, 
dispone  qne  no  habiendo  postor  por  el  avalúo,  se  dé  cuenta  á  las 
audiencias,  encargando  á  éstas  únicamente  que  cuiden  de  que  las 
rentas  se  hagan  en  el  mejor  j)ostor: 

En  consideración  á  todo  lo  espuesto,  y  á  no  resultar  que  el  jefe 
del  Estado,  ciudadano  doctor  Pedro  Molina  hubiese  infrinjido  las 
leyes  á  que  se  refieren  los  cargos:  á  que  ha  desvanecido  la  mayor 
X)arte  de  ellos;  quedando  los  otros  satisfechos  con  los  documentos 
que  obran  en  la  causa,  con  los  que  presentó  el  Jefe  en  el  término  de 
prueba,  y  los  que  posteriormente  fueron  pedidos  i)or  este  Tribunal 
con  el  objeto  de  esclarecer  en  un  todo  la  verdad  de  los  hechos:  te- 
niendo presente  que  en  el  caso  de  no  resultar  probados  los  cargos 
que  se  hagan  contra  cualquiera  persona  á  quien  se  haya  seguido 
causa,  como  en  efecto  no  resultan  contra  el  Jefe  del  Estado,  en  vis- 
ta de  las  satisfacciones  que  ha  dado  y  probado,  debe  pronunciarse 
sentencia  absolutoria,  segiin  lo  disponen  las  leyes  1.  ^y  2.  <^  del  ti- 
tulo 14,  partida  3.  ^  con  sus  concordantes:  teniendo  por  último  en 
consideración  lo  pedido  por  el  Ministerio  Fiscal; 

A  nombre  del  Estado  de  Guatemala  se  absuelve  al  jefe  ciudada- 
no doctor  Pedro  Molina,  de  los  cargos  en  que  la  Asamblea  lejisla- 
tiva  fundó  la  declaratoria  de  responsabilidad,  y  por  lo  que  se  le  ha 
instruido  la  presente  causa.  Y  respecto  á  la  indicación  que  en  nota 
de  treinta  de  julio  último  hizo  á  este  Tribunal  el  Consejo  represen- 
tativo, para  que  se  hiciesen  cargos  al  Jefe  por  las  espresiones  que 
contiene  el  impreso  publicado  por  el  mismo  Jefe,  con  fecha  cuatro 
del  precitado  mes:  no  estando  este  punto  comprendido  entre  los 
hechos  por  la  Asamblea,  de  conformidad  con  lo  que  respecto  de 
este  negocio  pidió  el  Ministerio  Fiscal;  se  declara:  que  la  Corte  no 
está  en  el  caso  de  proceder  contra  el  Jefe  por  este  nuevo  cargo.  Di- 
ríjase á  la  Asamblea  Lejislativa  copia  certificada  de  esta  sentencia, 
y  hágase  saber  á  quienes  corresponde. 

Francisco  Javier  Yalenzuela — J.  Antonio  de  Larrave — J.  Ve- 
nancio López — José  Moreno — Francisco  Quiroz—Juan  José  Flo- 
res— José  Gándara. — Mariano  Mej ia  —  Bimon  T.  Espinosa. 


i-#¿SÉ^--59*--^^:»^í^ 


CA^PITIJLO    DECIMOCUARTO. 

El  doctor  Molina  absuelto  solicita  se  le  ropontra  en  el  mando 

y  no  lo  obtiene. 


SUMARIO. 

—Efectos  que  debió  2^roditcir  la  sentencia— 2.  Negatica  del  Cuer- 
po Lejislativo—^.  Esposicion  del  doctor  Molina  al  Congreso 
Federal— \.  El  Congreso  pide  informe— b.  La  Asamblea  lo  t  - 
cacúa—(j.  Confirmación  de  las  creencias  (¡el  doctor  Molina  a 
cerca  de  que  la  idea  dominante  era  arrebatarle  la  autoridad 
— 7.  N^fevo  golpe  de  la  Asamblea  contra  Molina. 


1 — Aunque  los  cargos  huhienm  sido  ^nives,  aunque  hubieran  .si 
<lo  justos,  una  autoridad  Irjííinia,  la  única  eomiK^íente  ¡uiraabsol 
ver  6  condenar  al  i)roce»sado,  habia  dictado  sentencia  en  su  íaxoi 
1  )(^atruidos  los  cariaos  por  esa  sentencia,  el  doctor  Nfolinn  debiú  hi 


216  RESÉ?; A  UÍSTÓKICA  * 

mediatamente  volver  ai  ejercicio  de  la   Jefatura  del  Estado.   Y  asi 
lo  pidió  el  la  Asamblea. 

2 — Este  alto  cuerpo,  con  el  motivo  ostensible  de  ocupaciones,  de 
incompetencia  de  la  hora,  y  de  clausura  de  la  sesión,  dejó  el  asun- 
to sin  resolver. 

i) — Molina  dirijió  entonces  una  esposicion  al  Congreso  federal.  En 
ella  hace  relación  histórica  del  x>roceso,  de  los  motivos  c|ue  en  su 
concepto  lo  orijinaron  y  del  fallo  de  la  Corte  de  justicia.  Dice  que 
estando  libre  de  esa  acusación,  debe  volver  a  rejir  el  Estado:  que  él 
fué  electo  popularmente,  y  que  la  Asamblea,  sofocando  los  votos  del 
pueblo,  lo  privaba  de  un  poder  que  este  le  confirió.  Añade  que  no  de- 
sea el  gobierno,  sino  que  el  pueblo  vea  que  puede  volver  á  rejir  sus 
destinos,  y  que  no  es  indigno  de  la  confianza  con  que  le  honró.  Ma- 
nifiesta que  procediendo  inconstitucionalmente  la  Asamblea  de  G-ua- 
temala,  no  le  queda  mas  recurso  que  acudir  á  la  autoridad  que  re- 
presenta á  la  Ilación  entera. 

4 — El  Congreso  oyó  la  lectura  de  esta  esposicion,  y  después  de 
haberse  pronunciado  algunos  discursos,  se  ordenó  que  se  j)idiera  in- 
forme á  la  Asamblea. 

5 — Este  alto  cuerpo  tenia  deseo  de  ganar  tiempo.  La. orden  del 
Congreso  le  sirvió  i)ara  dar  al  asunto  los  trámites  mas  dilatados  de- 
su  reglamento  interior.  Dijo  que  no  tuvo  con  oportunidad  noticia  o- 
íicial  de  que  la  sentencia  absolutoria  estaba  ejecutoriada:  que  cuan- 
do esta  noticia  le]  llegó,  ocupaciones  perentorias  le  impedían  proce- 
der instantáneamente;  combate  las  aj)reciaciones  de  Molina  sobre 
que  no  habia  mas  fin  que  separarlo  del  mando,  y  se  esfuerza  en  de- 
mostrar-al  Congreso,  que  ella  es  independiente,  absolutamente  in- 
dependiente, cuando  se  trata  de  la  declaratoria  de  haber  lugar  á 
formación  de  causa  contra  alguno  de  los  altos  funcionarios  del  Es- 
tado, y  que  ni  el  Presidente  de  la  República,  ni  el  Congreso,  ni  el 
Senado,  ni  ambas  cámaras  reunidas  podian  intervenir  en  el  asunto. 
La  virulencia  de  este  informe  demuestra  que  habiéndose  perdido  la 
calma,  se  hollaba  la  justicia. 

6 — Mientras  que  el'Congreso  veia  el  informe,  la  Asamblea  de  Gua- 
temala levantaba  [nuevos  cargos  contra  Molina.  Una  ley  federal  dis- 
ponía que  el  sistema  de  correos  estuviera  sujeto  á  las  autoridades, 
de  la  ISTacion.  Por  los  cánones,  los  párrocos  debían  ser  destituidos, 
según  las  leyes]^de  la®  iglesia.  Molina  habia  decretado  el  estableci- 
miento de  postas   en  el  Estado,    y  habia  ordenado  también  que  los.| 
párrocos  remitieran  los  estados  generales  de  matrimonios,  nacidos  y 
muertos,  conminándolos,    en  caso   de  omisión,  con  que  serian  pri-! 
vados  de  sus  beneficios.    Estas  disposiciones  bastaron,  en  concepto:] 
de  la  Asamblea,  x)ara  fundar  una  segunda  declaratoria  de  responsa- 
bilidad contra  el  doctor  Molina. 


DE  <  KNTIÍOAMÉIÍICA.  ¿17 

7— Los  diputados  comprendían  que  estos  cargos  eran  fútiles,  y 
que  la  Corte  absolvería  al  Jefe  nuevamente  procesado.  Pero  duran- 
te el  proceso,  que  podia  prolongarse  por  las  dilaciones  legales,  Mo- 
lina quedaba  separado  del  mando;  y  para  separarlo  definftivamente 
se  proyectó  declarar  que  su  período  constitucional  no  em  de  cuatro 
años,  y  que  solo  estaba  llamado  á  gobernar  por  el  tiempo  que  fal- 
taba á  don  Juan  Barrundia.  Durante  la  causa,  aunque  se  verifica- 
ran elecciones,  estas  no  podían  favorecerá  Molina,  porque  hallán- 
dose bajo  el  peso  de  una  acusación,  por  absurda  y  ridicula  que  f  hp 
ra,  el  doctor  Molina  no  era  elejiblp. 


C_A.l^ITXJT.O  IDECIMOQITIISTTO. 

Decreto  que  inaiida  proceder   h  nuevas  eleccioues. 


SUMARIO. 

1  -  i^olícítud  de  renovación  de  las  axdoridadea  del  Estado  -2.  l>iv 
(áiiien  de  la  comisión — 8.  Decreto  de  la  Asamblea. 


I  -En  la  AsíUíiblea  se  propuso  hi  renovación  de  autoridades.  R»<- 
ta  solicitud  paso  á  la  comisión  de  lejislacion,  compuesta  de  los  n»- 
presentantes  Solano,  Dardon  y  Vasconcelos,  la  cual  emitió  un  dic- 
tamen, que  estractado  pierde  su  imi)ortancia.  Ks  preciso  que  8e  vea 
íntegro,  x)íira  ])oder  juzaar  con  exactitud,  acerca  del  acierto  ó  de 
los  errores  de  la  comisión.  Kse  dictamen  es  la  base,  es  el  fundamen- 
to de  una  nueva  sucesión  de  jefes,  y,  por  consiguiente,  de  los  ble- 
nes  y  los  males  (pie  estos  liayau  ]>roducido  á  (íuat»Muala  y  á  twla 
la  Kepril)lica.  'Pan  importante  documento  no  debe  |>oruKimHvr  se- 
pidtado  en  el  archivo  de  la  Asaniblen.  Kse  dictamen,  ademas,  seni 
'oüibatido  en  esta  Reseña  Histórica,  y  los  lectoivs  no  ]K)drian  for- 
mar juicio  <>\;i('lo  del  nsimfn,   sin   friirr  ;i  l:i  vista  ••!  texto  litenil.    Di- 

'  <»  así: 

''Aaauiüittt    lAjiSiülini. 

VA    íéiiniíin   ( onsíjtucional  en  cpie  <lel)en  cerní i"s**  las  .sesión 


220  •  RESEÑA  HISTÓRICA 

aproxima  ya,  y  es  indispensable  qae  el  Congreso  Lejislativo,  an- 
tes de  disolverse,  emita  el  decreto  para  la  renovación  constitucional 
de  las  autoridades.  Para  esto,  la  comisión  de  lejislacion  que  ha  exa- 
mina do  la  materia,  pasa  á  proponeros  lo  que  ha  creido  conveniente. 
El  primer  Jefe  del  Estado  de  Cluatemala,  comenzó  á  ejercer  sus 
funciones  el  12  de  octubre  de  824  y  por  un  efecto  de  las  circunstan- 
cias de  626,  el  Gobierno  pasó  á  manos  del  vice- Jefe,  en  las  que  per- 
maneció hasta  el  13  de  octubre  del  mismo  año,  en  que  el  pueblo  de 
Quezal tenango  dio  muerte  atroz  al  referido  vice-jefe,  ciudadano 
Cirilo  Flores.  De  manera  que  solo  hablan  corrido  dos  años  de  los 
cuatro  que  la  ley  designa  de  duración  al  primero  y  segundo  Jefe, 
cuando  el  Gobierno  f  aé  disuelto. 

Los  triunfos  *del  ejército  aliado,  restablecieron  al  pueblo  de  Gua- 
temala, su  Gobierno  lejitimo,  y  el  Consejo  reunido  en  la  Antigua, 
designó  para  que  lo  ejerciera  á  uno  de  sus  individuos.  Este  plausi- 
ble suceso,   tuvo  lugar  el  11  de  febrero  de  829,  y  desde  aquí   debe 
contarse  la  segunda  época  de  la  existencia  legal  del  Gobierno.  Asi 
es  que  hasta  hoy  han  corrido  del  período  constitucional,  tres  años 
dos  meses  y  algunos  dias,  y  debe  cerrarse  aquel  en  febrero  de  831. 
La  Asamblea  Lejislativa  en  el  año  pasado  de  829,  admitió  la  re 
nuncia  que  hizo  el  ciudadano  Juan    Barrundia  de  la  Jefatura  del 
Estado,  y  mandó  proceder  á  nuevas  elecciones  populares,  estendién- 
dolas á  la  de  vice- Jefe  por  haber  muerto  el  que  lo  era.  Resultaron 
electos  primer  jefe,  el  ciudadano  Pedro  Molina  y  segundo,  el  ciu- 
dadano Antonio  Rivera^   quienes  comenzaron  á  funjir  en  23  del  úl- 
timo agosto.  La  duración  de  estos  funcionarios  en  sus  destinos,  no 
debe  ser  otra  que  la  que  designa  la  ley;  y  la  constitución  en  el  artí- 
culo 138  y   139,  quiere  que  cuando  se  nombre  nuevo  Jefe,    ya  sea 
I)or  el  Cuerpo  lejislativo  ó  por  elección  popular,  dure  este  en  su  de.'^ 
tino  solo  el  tiempo  que  faltaba  al  que  se  ha  subrogado.  Dos  son  1oí> 
casos  que  íiguran  los  dos  artículos  citados.  El  primero  es  cuando  al 
Jefe  que  va  á  subrogarse  faltare  mas  de  un  año  para  concluir  su  pe- 
ríodo constitucional;  y   el  2.  ^    cuando    faltaren  mas   de   dos   a- 
ños.  Dispone  la  ley  en  el  primer  caso,  que  la  Asamblea  elija  para  e- 
jercer  el  Poder  Ejecutivo  entre  los  designados  por  las  juntas  depar- 
tamentales para  el  nombramiento  de  Jefe  del  Estado,  y  no  habien- 
do entre  los  designados  para  primer  Jefe,  nombrará  entre  los  de- 
signados para  segundo,  y  en  falta  de  unos  y  otros,  se  elejirá  un  con- 
sejero. En  el  segundo  establece  que  las  juntas  de  departamento,  su- 
fraguen de  nuevo  para  subrogar  la  falta  y  que  el  electo  no  dure  en 
sus  funciones  sino  el  tiempo  que  faltaba  j)ara  la  renovación  ordina 
ria.  De  aquí  se  deduce  que  faltando  al  ciudadano  Juan  Barrundia 
menos  de  dos  años,  la  Asamblea  debió  proceder  con  arreglo  al  artí- 
culo 1*^.  Pero  no  pudo  ser-  esto,  porque  solo  se  encontró  hábil  una 


I>K(  EXTIio  AM¿K1.  A.  .,.,, 

.Ola  pensona  entre  ].«  designados  para  se«,n ,we   no  Inl.ie'nd. 

ninguno  entre  los  designados  para  primero!  por  estar  ;,  do  -.^l 
cados  en  la  revoJucion.  El  cuerpo  lejislativ.f  no  ten  a  eWd«;  Ir 
olo  haber  un  sujeto  espedito,  y  no  pudo  noml.rar  entt  W.nX 
ros  a  quienes  habta  admitido  la  renuncia  jn^r  justas  v  gravesZ 
sas  Ast  es  que  el  cuerpo  lejislativo  se  vio  tn  Ja  ne.es  dad  e™"! 
.11  convocatoria  para  elecciones  <le  primero  v  segundo  Jefe    l)e 'to 

<.dro  Jlolina  v    Antonio  Rivera  Cabezas,  no  deben  funjir  ix.t  mas 
tiempo  que  el  que  faltaba  á  ios  que  han  subrogad.,.  De'  tra  L„e 
vn  habría  un  trastorno  en  las  épocas  cnstitucionale..  rS  líind.. 
de  esto  que  los  nombrados  durarían  másemenos  de  Jos  cZT^ 
líos  que  ha  querido  la  ley  fundamental.  No  suced'e  ento  mSíS- 
dose  practicar  elecciones  para  primero  y  segundo  Jefe.  pomneTs 
cuatro  anos  que    debió  pem.anecer  en  el  Gobierno  el7i„ri.,n" 
Juan  Barrundia  y  de  vice-Jefe  el  ciudadano  Cirilo  Flore»,  terminan 
n  principios  de  febrero  de  8H1.  ép,„„  en  ,,,„.  la  l^ji,,J„,„r;  d. " 
arse  en  sesiones  ordinarias 

Según  ]a  nota  del   C.  R.  del  dia  de  ayer,  Jos  departamenr 
^acatepequez,  feololá,  Cliiquimula  y   Verapaz,  de!>en  rada  uno  im.. 
•eder  a  nombrar  un  Consejero  propietario  v  un  sni,lente 
La  comisión  ha  examinado  los  antecedentes  sobre  la   renovación 
le  debe  hacerse  de  l(,s  representantes  de  este  alto  (Mieri)o    de  los 

agistrados  de  la  Corte  superior,  y  por  vrsnU.,}..  .h.  r..i' . r. 

iesentíirse  el  siguiente  proyecto  de  decret< 

Artículo  1.  -  -Se  procederá  á  las  elecciones  de  Jos  ivpresentanres 
consejeros,  primero  y  segundo  Jefe,  y  magisti-adosde  la  Corte  su- 
riorde  Justicia,  que  deben  renovarse  con  arreglo  á  las  disiKKsirio 
aes  de  la  materia,  conforme  á  la  adjunta  tabla  v  en  los  días  niie  se- 
uala  la  Constitución.  ' 

Artículo  2.  c  __Ei  departamento  de  Guatemala  v  Eseuintla  elejini 
fin  diputado  pro])ietario  y  dos  suplentes.  Igual  numen) el  de  Sacate- 
pequezy  Chimallenango.  El  de  Totonicapam  nombnu-á  il 

dos  propietarios  y  dos  suplentes.  I^>s  departamentos  df   i; 

nango,  Verapaz,  Solóla  y   (>hiqu¡mula  sufraganin  twda  uno  i>or  iin 
diputado  propietario  y  un  suplente. 

Artículo  a  ^— Las  juntas  eh»ctorales  de  los  depai ;..... .,   ^, 

catepequez,  Solohí,  (.'Iníjuimida  y  V'empax,  pro«»edeni n  cad:i  ufin  ú 
nombiar  un  Consejei-o  j)ro]»i<»tario  y  un  suplente. 

Arríenlo  4.-  -Todas  las  del  Kstado  pnuvderán  ..  -í.ü  , 
primei'o  y  segundo  Jefe,  y  i>am  cuatn)  magisrnuln*»  pn»pi%  • 
la  (jorte  supiema  de  justicia  y  tres  suplentes. 

Artículo  o.  -  -Iaí  Lejislaluní  de  H'A\  ])r<HM»dii,»  imi    ia    i. 
del  i)nmero  y  segundo  Jefe  y  niagistradés  de  la  Corte  .su¡ 


C( 


iii 


->99 


RESENA  HISTÓRICA 


justicia  con  arreglo  á  lo  dispuesto  en  el  artículo  4.  ^  del  decreto  de 
la  Asamblea  constituyente  de  25  de  octubre  de  825. 

Esto  parece  á  la  comisión;  pero  el  Cuerpo  lejislativo  resolverá  lo 
conveniente. 

Jocotenan¿:o,  abril  21  de  1830. 

tolano — Dar  don —  Vasmncelos. " 


3 — Conformándose  el  Cuerpo  lejislativo  con  ese  dictamen,  emitió 
el  decreto  que  sigue: 

"La  Asamblea  Lejislativa  del  Estado  de  Guatemala,  teniendo  pre- 
senté: 

1.  ^— Lo  dispuesto  en  los  artículos  86,  87,  115  y  199  de  la  cons- 
titucion  del  Estado: 

2.  ^  — Que  el  artículo  138  y  139  de  la  misma,  establecen  que  eii 
falta  del  primero  y  segundo  Jefe,  antes  de  la  éx)oca  constitucional 
los  designados  para  subrogarles  no  duren  en  sus  funciones  sino  el 
tiempo  qne  faltaba  á  los  subrogados  para  la  renovación  ordinaria: 

3.  ^  —Que  la  de  los  ciudadanos  Juan  Barrundia  y  Cirilo  Flores 
por  un  efecto  de  las  circunstancias,  debia  verificarse  hasta  en  las 
próximas  elecciones,  y  los  nuevos  nombrados  comenzar  á  funjir  en 
daño  de  1831; 

Y  4.  ^  — Que  en  tal  concepto  las  funciones  del  primero  y  segundo 
Jefe,  ciudadanos  Pedro  Molina  y  Antonio  Rivera,  deben  terminar 
en  el  mismo  año,  ha  tenido  á  bien  decretar  y  decreta: 

Artículo  1.  ^  —Se  procederá  á  las  elecciones  de  los  representan- 
tes, consejeros,  j)rimero  y  segundo  Jefe,  y  magistrados  de  la  Corte 
superior  de  justicia,  que  deben  renovarse  con  arreglo  á  las  disposi- 
ciones de  la  materia  y  á  la  adjunta  tabla  y  en  los  dias  que  señala  la 
Constitución. 

Artículo  2.  '^  —El  departamento  de  Gruatemala  y  Escuintla  eleji- 
rá  un  diputado  propietario  y  dos  suplentes.  Igual  número  el  de  Sa- 
oatepequez  y  Chimaltenango.  El  de  Totonicapam  nombrará  dos  di- 
putados propietarios  y  dos  suplentes.  Los  departamentos  de  Que* 
zaltenango,  Verapaz,  Solóla  y  Chiquimula,  sufragarán  cada  uno 
por  un  diputado  propietario  y  un  suplente. 

Artículo  3.  ^  —Las  juntas  electorales  de  los  departamentos  de  Sa- 
catepequez,  Solóla,  Chiquimula  y  Yerapaz,  i}rocederán  cada  una  á 
nombrar  un  Consejero  propietario  y  un  suplente. 

Artículo  4.  ^  —Todas  las  del  Estado  procederán  á  sufragar  para 
Ijrimero  y  segundo  Jefe  y  para  cuatro  majistrados  propietarios  de 
la  Corte  superior  de  justicia  y  tres  suplentes. 


1>  K  (■  E  N  r  lio-  A  M  J<:  1  i  I  ( :  A .  223 

Artículo  í).  ^  —La  Lejislatura  de  1831  j)rocederá  en  la  renovación 
del  primero  y  segundo  Jefe  y  niajistrados  de  la  Corte  superior  de 
justicia  con  arreglo  á  lo  disjDuesto  en  el  artículo  4.  ^  del  decreto  de 
la  Asamblea  constituyente  de  25  de  octubre  de  825. — rV)iininhiiiese' 

D.  U.  L. — Jocotenango,  mayo  5  de  1880." 


CAPITULO  DECIMOSEXTO. 

Temblores. 


SUMARIO. 


—Razón  de  estar  dictado  en  Jocotenango  el  decreto  de  5  de  mayo 
y  el  dictamen  de  la  comisión  que  le  precede — 2.  Días  de  temblo- 
res—'^. Situación  de  la  capital—'^.  Creencias  (jeneráles — 5.  In- 
terpretación que  dio  el  clero  á  los  temblores — 6.  Reflexiones — 
7.  Papeles  publicados  en  aquellos  días — 8.  Respuestas  del  cle- 
ro— 9.  Conclusión  de  los  temblores. 


1 — Debe  llamar  la  atención  el  que  se  haya  dictado  en  Joi^otenaii- 
go  el  (It^creto  de  5  de  mayo, y  el  dictamen  precedente  de  la  comisión. 
Jocotenango  es  nn  i)equen()  pueblo  de  indígenas  situado  al  Nortt» 
de  la  ciudad  de  Guatemala,  y  carece  absolutamente  dt»  elementos 
jmra  que  en  él  estuvieran  las  primeras  autoridades  del  Estndt).  Sin 
embargo,  en  aquellos  dias  ])U(lo  llninarse  rn])iíal  mn  mo\\\o  d^  los 
terremotos. 

2— Desde  fines  de  marzo  de  18:}(),  comenzaron  ai  sentirse  tembló 
res  de  tierra.  Las  poblaciones  de  Amatitlan,  Petajm  y  otras  st»  ar- 
minaron.  Kl  2:i  dií  abril  á  las  9  de  la  noclh»  se  esiHjrimentó  un  tem» 
mofo  que  arruinó  muchas  casas  y  los  principales  edilicias  pühlitxis, 
especialmente  las  iglesias  de  Santa  Teresa,  San  Fnuicisco,  la  H«» 
colección  y  Santa  Catarínn.    lv<is  autoridades  drl  Kstad(»  d»»tonnina- 


226  UKSK^A  ilTS^J^OlilCA 

ron  trasladarse  á  Joeotenango,  y  en  la  plaza  de  ese  x)iieblo  se  fabri- 
caron r(2?zc7¿6>^  y  ramadas  para  el  despacho  de  los  altos  funcionarios. 

3 — Durante  ese  tiempo  los  habitantes  de  la  cindad  de  Guatemala 
no  se  atrevían  á  dormir  dentro  de  sus  propias  casas.  Las  personas 
que  caredan  de  recursos  pernoctaban  en  las  calles  y  en  las  plazas. 
Las  que  tenian  alguna  fortuna,  se  dirijian  á  sus  ñucas  de  campo  6 
iabricaban  rancJios  en  sus  patios.  Estos  se  hicieron  de  moda.  jN'o 
liabia  tal  vez  una  sola  casa  que  careciera  de  alguno.  Muchos  eran 
de  madera  y  de  muy  buen  gusto,  y  se  conservaron  largo  tiempo. 

4 — Los  habitantes  de  la  capital  creyeron  que  debia  esperarse 
una  ruina  semejante  á  la  que  sufrió  la  Antigua  Guatemala  en  el  si- 
glo pasado.  Se  reflexionaba  acerca  de  que  el  país  es  una  cordillera 
de  volcanes.  Se  designaban  los  mas  conocidos,  y  cada  uno  atribula  á 
diferente  cerro  de  los  que  arrojan  fuego,  los  temblores  que  se  es- 
perimentaban.  En  aquellos  días  no  se  hablaba  mas  que  de  conmo- 
ciones subterráneas  y  de  cataclismos. 

o  —Los  temblores  sirvieron  al  clero  ]3ara  combatir  á  los  liberales. 
La  madre  Teresa  dijo:  ''que  eran  un  castigo  visible  del  cielo  por  la 
espulsion  del  Arzobispo,  y  que  el  único  medio  de  hacer  cesar  la  ira 
de  Dios,  era  el  regreso  de  Su  Señoría  Ilustrísima  y  la  penitencia". 
Las  palabras  de  la  monja  circularon  por  toda  la  x^arte  fanática  del 
X^aís,  como  si  hubieran  sido  comunicadas  por  telégrafo.  Muchos  re- 
trógrados lloraban  por  las  futuras  ruinas  de  Guatemala,  como  Jere- 
mías predirfendo  la  destrucción  de  Jerusalem;  y  no  faltaban  filóso- 
fos que,  estudiando  solo  la  naturaleza,  se  imajinaran  que  ya  escla- 
maban con  Yolney:  "¡Salve,  ruinas  solitarias,  sepulcros  sacrosantos, 
muros  silenciosos!  ¡A  vosotros  invoco,  á  vosotros  dirijo  mis  plega- 
rias!!!" 

6— En  tiempo  de  ignorancia,  la  aparición  de  los  cometas,  los  eclip- 
ses, el  rayo,  los  terremotos,  la  ajitacion  de  los  mares  y  las  borras- 
cas, han  sido  atribuidos  por  el  clero  á  la  cólera  de  Dios;  que  se  en- 
fada, que  se  irrita,  que  tiene  ira  y  castiga  i)or  estos  medios  á  mu- 
chas personas.  ISTada  importa  que  los  pueblos  vean  que  el  rayo, 
descarga  eléctrica  entre  una  nube  tempestuosa  y  el  suelo,  lo  mismo 
destruye  la  imagen  de  la  Virgen  del  Pilar  que  se  hallaba  en  el  tem- 
X)lo  de  las  Capuchinas,  y  las  estatuas  de  los  apóstoles  que  adornan 
la  iglesia  de  Santo  Domingo,  que  las  torres  de  los  protestantes  y  los 
edificios  de  los  masones.  Nada  importa  que  ni  las  palmas  benditas, 
ni  las  letanías  de  los  santos,  ni  el  trisagio  celebrado  contra  el  poder 
infernal,  libren  de  las  tempestades  tanto  como  los  para-rayos  de 
Franklin.  ISTada  importa  que  los  jesuítas,  colmados  de  todas  las. 
gracias  teológicas,  salven  menos  de  las  llamas  el  templo  de  la  Com- 
l^añia  de  Jesús  en  Santiago  de  Chile,  que  los  bomberos  luteranos 
los  teatros  de  Nueva  York.  Nada  importa  que  la  erupción  de  los 


DE  CEXTKO-AM ERICA.  221 

volcanes  y  los  terremotos  procedentes  de  causas  que  los  geólogos  se- 
ñalan, lo  mismo  sepulten  las  estatuas  de  Venus  y  de  Diana  en  el  Her- 
(nilanoy  en  Pomi3eya,que  las  de  San  Juan  y  de  la  Virgen  en  Caracas 
y  en  Lisboa. Kada  importa  que  el  movimiento  délos  mares, provenien- 
te de  la  ajitacion  de  la  atmósfera, de  las  corrientes  causadas  por  las  di- 
ferencias que  reinan  en  las  diversas  latitudes,  por  la  rotación  de  la 
tierra  y  por  la  atracción  del  sol  y  de  la  luna,  trate  peor  los  baje- 
les de  los  cruzados  que  van  á  defender  el  sepulcro  de  Cristo,  colma- 
dos de  bendiciones  pontificias,  que  las  naves  de  Mazzini,  que  com- 
baten el  poder  temporal  del  Papa.  Nada  importa  que  los  vientos 
destruyan  la  armada  invencible  de  Felii^e  II,  que  se  proix)ne  hacer 
triunfar  al  catolicismo  en  la  Gran  Bretaña,  y  dejen  salvos  los  bu- 
ques en  que  se  embarca  Garibaldi,  llevando  esta  inscripción:  '^Aba- 
jo el  cura  que  reina  en  Roma' '.  Nada  importa  todo  esto,  i>orque  si 
]a  luz  de  la  civilización  no  brilla  en  los  pueblos,  creerán  que  el  ra- 
yo y  el  trueno,  la  ajitacion  de  la  tierra  y  de  los  mares,  son  elemen- 
tos que  manejan  los  jesuítas,  los  obispos  y  las  monjas,  para  herir  á 
sus  adversarios,  como  creyeron  que  el  cólera  asiático  era  efecto  de 
veneno  que  los  liberales  arrojaban  á  las  fuentes  y  á  los  rios;  y  como 
creen  que  todos  los  años  comien/:i  -I  1]oa*m-  ..n  i..maw.  i..>i-..i!m  w..  ..o« 
ta  en  las  calles  las  letanías. 

7 — Algunos  papeles  i^úblicos  couibatian  citji-tas  ci^eencias  ¡)opula- 
res,  ya  con  el  raciocinio,  ya  con  el  ridículo  y  el  sarcasmo.  Se  decia 
qne  un  templo  es  la  casa  de  Dios,  y  que  no  puede  concebirse  que 
el  mismo  Dios  destruyera  sus  propias  casas  para  castigar  á  los  libe- 
rales: que  las  habitaciones  bien  construidas,  aunque  pertenecieran  á 
pirujos^  {^•)  sufrían  poco  ó  quedaban  ilesas,  y  que  las  viejas  y  mal 
hechas,  se  desplomaban,  aunque  fuemn  propiedades  de  las  familias 
de  las  monjas  y  de  sus  confesores.  Se  agregaba  que  si  los  tembloit's 
eran  un  castigo  i)ara  los  liberales,  no  se  podia  compi'ender  \íox  qué 
ese  castigo  habla  caido  de  prefencia  sobre  el  templa  de  Santa  Tere- 
sa, construido  á  esfuerzos  del  arzobispo  Casaus,  y  donde  todos  lf»s 
dias  oraba  la  célebre  monja  carmelita;  mient!*"^  m"..  <..  i..,Ti.iiv.n  ;i... 
sas  las  casas  de  los  jefes  del  partido  liberal. 

8 — A  todo  esto  contestaban  los  clérigos  que  no  se  pueblen  rscudri- 
ñar  los  altos  juicios  de  Dios,  y  los  fanáticos  ...:•>..».■•'  ]>lemimento 
satisfechos  con  esta  contestación. 

O — Los  frailes  no  volvieron  por  entonces;  el  Arzobisjx)  no  ivgresu; 
los  temblores  dejarcm  de  sentirse;  (íuatenuila  no  quedó  nrruinadn.  y 
los  modernos  .lereniias,  vieron  sin  (Mnnplimiento  sus  ]u\Hlic«'i(»ne>. 


(*)    Nombre  (pío  h(<  (IuImí  h  Ior  pArtidnrioH  do  MonuMU. 


C^PIT  LJI.O  DECIMOHETlMO. 

Seffunda  sentencia  absolutori«a  del  doctor  Molina. 


SUMARIO. 

—Observaciones — 2.  Pedimento  fiscal — 8.  Pedimento  del  doctor 
Molina — 4.  Sentencia  de  la  Corte  superior  de  Justicia — 5.  JRe 
flexiones — 6.  Decretos  de  elección  de  Molina  y  de  Ricera:  no- 
tas subsiguientes — 7.  Análisis  legal  sobre  el  período  del  Jefe 
del  Estado—^.  Heclios  que  demuestran  dificultades  para  que  en 
una  misma  ciudad  residieran  el  7^;v  ,^vV7/ >» A^  r7,>  hi  7^,'i,nr,7irir  ,/ 
el  Jefe  del  Estado. 


1 — La  causa  se  demoró  liasta  julio  de  8:^1.  KiiHf  lauu»  ><•  m.  hmmí 
elecciones  de  Jefe,  vice-Jeí'e,  representantes,  consejeros,  diputa 
dos  al  Congreso  y  al  Senado,  y  el  doctor  :Molina  no  pudo  presentar 
se  como  candidato  en  ningún  concepto.  Una  acusación  i^esaba  so 
bre  él.  Sus  derechos  de  ciudadano  estaban  suspi'nso<.  v  dobin  ivsol 
verse  á  permanecer  en  lamas  absoluta  nulidad 

2— El  Fiscal  tan  convencido  estaba  de  que  no  luil)iu   uu>livo  jmru 
[)roceder  contra  Molina,  que  ])idió  su  absolución. 

:5--0^íolina  con  vista  del  pedimento  liscal,  presentó  á  hi  Con 
escrito  en  que  se  queja  de  la  Asamblea,  en  que  dice  se  ha  pror. 
con  ilegalidad  6  injusticia.  Molina   no  tiene  en  sus  escritos  el    i-;.-, 
de  Earrundia;  pero  es  incisivo  cuando  ataca,  y  los  cargos  que  á  la 
Asamblea  hace  ante  la  Corte  de  justicia,  son  terribles.    Su  |H>sioit»ii 
lo  disculpa.  Se  habia  dado  A  fatal  ejemplo  de  hacer  dedanir  ruli«i- 
ble  ;í  iin  funcionario,  únicamente  ]H)npie  á  un  determinado  núnn»n» 


230  9  KEyEÑA  JUSTÓKICA 

de  hombres  no  convenia  que  se  hallara  al  frente  del  Estado  (''').  Los 
dos  últimos  cargos  que  se  hacen  al  doctor  Molina,  son  verdaderos 
títulos  de  merecimiento  ante  la  historia.  Se  deseaba  desx)ojarlo,  y 
después  de  haberse  buscado  y  rebuscado  faltas,  solo  se  encontraron 
dos:  Jiaber  establecido  un  correo^  y  lidber  ordenado  á  los  curas  que 
enviaran  las  partidas  de  nacimientos  y  defunciones! I! 

4 — Silos  cargos  eran  fútiles;  si  el  Fiscal  lo  comprendía,  y  si  en  tal 
concepto  habia  pedido  la  absolución  del  procesado,  la  sentencia  de- 
bía ser  absolutoria,  y  lo  fué.  Hela  aquí: 

^•^ Corte  superior  de  Justicia  de  Guo.teniala,  catorce  de  julio  de 
mil  ocliocientoié  treinta  y  uno. 

Vista  la  causa  instruida  al  ciudadano  doctor  Pedro  Molina  como 
Jefe  que  fué  de  este  Estado,  en  virtud  de  la  segunda  declaración  de 
responsabilidad  que  hizo  el  Cuerpo  Lejislativo  por  haber  infrinjido 
el  decreto  de  la  Asamblea  Nacional  de  veinticuatro  de  abril  de  ocho- 
cientos veinticuatro;  y  los  Cánones,  en  la  orden  de  diez  y  nueve  de 
noviembre  de  ochocientos  veintinueve,  que  mandó  circular  á  los  je- 
fes departamentales  para  que  los  párrocos  remitiesen  los  estados  ge- 
nerales de  muertos,  nacidos  y  matrimonios  celebrados,  conminán- 
doles con  la  privación  de  sus  beneficios  por  la  omisión  en  esta  ma- 
teria; y  teniendo  en  consideración:  1.  ^  que  el  acordar  el  estableci- 
miento de  postas  en  el  Estado,  no  prueba  un  ánimo  de  contrariar  el 
decreto  de  la  Asamblea  Nacional  que  arregla  el  ramo  de  postas,  y 
correos,  sino  una  laudable  inclinación  por  el  mejor  servicio  público, 
ni  menos  que  tuviese  efecto  sin  previa  aprobación  del  Cuerpo  Lejis- 
lativo: 2.  ^  Que  li  simple  conminación  de  una  pena  grave  x)ara  obli- 
gar á  los  funcionarios  al  cumplimiento  de  sus  deberes,  no  es  decla- 
rarlos incursos  en  ella,  y  por  consiguiente,  que  la  intimación  hecha 
á  los  párrocos  para  que  formasen  los  padrones  y  estados  susodichos, 
no  ha  tocado  en  manera  alguna  la  jurisdicción  eclesiástica:  visto  lo 
alegado  por  la  parte:  á  nombre  del  Estado  de  Guatemala,  y  de  con- 
formidad con  lo  pedido  jjor  el  Ministerio  Fiscal,  se  absuelve  al  ciu- 
dadano doctor  Pedro  Molina  de  los  cargos  en  que  se  fundó  la  de- 
claratoria de  haber  lugar  á  formación  de  causa:  hágase  saber,  y 
oportunamente  comuniqúese  al  Cuerpo  Lejislativo. 

Valenzuela— Moreno — López — Bieguez — Qii/iroz — Mejia. — Simón 
T.  Escriños  a.'' 

o — Los  liberales  estaban  divididos.  Se  habia  dado  sensible  herida 
á  un  ciudadano  que,  desde  su  juventud,  pertenecía  al  partido  del 
progreso,  y  que  gozaba  de  gran  nombradla  en  toda  la  América  Cen- 
tral.  Los  reaccionarios  estaban  de  plácemes.  En  la  división  de  los 


(*)     Acaso  el   doctor  Molina,  atribuyendo  en  esto  alguna  parte  ii  Gal  vez,  entró  con  placer 
en  la  oposición  que  mas  tarde  estremeció  al  Estado. 


DE  CEXTKO-AMÉRICA  231 

% 

liberales  veían  los  serviles  la  base  de  sus  futuros  triunfos.   La  con- 
ducta de  la  Asamblea  contra  el  doctor  Molina,  dio  motivo  á  esten- 
sas publicaciones  serviles  para  denostar  á  los  liberales.  Los  conser- 
vadores decian  que  no  se  combatía  por  la  Constitución  ni  por  las  le 
yes,  sino  por  los  intereses  individuales. 

6 — Los  decretos  en  que  Molina  y  Rivera  Cabezas  fueron  llamados 
{[  sus  respectivos  puestos,  no  fijan  número  de  años.  (*)  Dicen  única- 
mente que  deben  funcionar  por  el  término  legal.  Las  notas  en  que 
se  les  comunicaron  los  nombramientos,  hablan  clara  y  terminante- 
mente de  cuatro  años,  y  en  este  concepto  contestaron  los  nombrados. 

7 — Xo  bastaba  borrar  de  los  lieclios  legales  el  período  que  gober- 
nó Aycinena.  Fué  preciso  declarar  que  este  tiempo  -no  corrió  para 
don  Juan  Barrundia.  Dada  esa  base,  debe  averiguai*se  cuanto  tiem- 
po corrió  á  Barrundia,  y  cuanto  tiemjjo  le  faltaba  el  dia  en  que  su 
renuncia  fué  admitida  por  la  Asamblea  de  Guatemala,  y  se  convo- 
có á  elecciones  de  J.efe,  en  virtud  de  esa  renuncia.  Barrundia  co- 
menzó á  ejercer  sus  funciones  el  doce  de  octubre  de  1824.  Debió  ter- 
minar su  periodo  el  once  de  octubre  de  1828.  Su  prisión,  en  concepto 
de  la  Asamblea,  no  interrumpió  el  período,  porque  Itabla   un  vice- 
Jefe^  y  este  funciono  hasta  el  trece  de  octubre  de  1826,  dia  en  qut 
fué  asesinado.  Así  es  que  habían  corrido  dos  años  á  Barrundia.  El 
once  de  febrero  de  1829,  comenzó  á  funcionar  en  la  Antigua  don 
Mariano  Zenteno,  y  desde  este  día  siguió  corriendo  el  periodo  de 
Barrundia.  La  renuncia  de  este  Jefe  fué   admitida  en  nueve 
de  mayo  de   1829.  Ya  entonces  le  faltaba  menos  de  dos  años. 
Ahora  debe  averiguarse  lo  que   por  la  constitución  del  Estado  de 
Guatemala  correspondía  hacer  cuando  no  habiendo  vice-Jefe,i'enun- 
ciaba  el  Jefe  á  quien  faltara  menos  de  dos  años.  El  artículo  137  di- 
ce: ''La  duración  del  Jefe  y  segundo  Jefe  será  de  cuatro  años,  pu- 
diendo  ser  reelejidos  una  vez  sin  intervalo."  El  artículo  138  es  co- 
mo sigue:  '-En  falta  de  ambos  Jefes,  sucederá  temporalmente  has- 
ta la  reunión  próxima  de  la  Asamblea,  el  presidente  que  fuere  del 
Consejo  rei)resentativo.  Pero  si  el  impedimento  ó  fidta  no  faeren 
temporales,  y  faltare  mas  de  un  año  i)ara  la  renovación  i)erír>dica, 
será  convocada  la  Asamblea  estraordinariamente,  y  nombninl   un 
ciudadano  que  ejerza  el  Poder  ejecutivo,  elijiéndolo  entre  los  des¡ír- 
nados  por  las  juntas  departanurntalos  para  el  nombnnniento  del  .Te 
fe  que  debe  subrogarse;  y  no  habiendo  entre  los  designados  i>ara 
primer  Jefe,  se  nombrará  entre  los  designados  ixim  segundo,  y  ei^ 


^)     Véanse  l(w  números  W  y  C,  capítulo  8,  libro  segiimlti 


282  líESENA  mSTÓKICA 

falta  de  unos  y  otros,    se  elejirá  un  consejero."  El  caso  estaba  com- 
X3rendido  en  el  texto  literal  de  este  artículo.  El  impedimento  no  e- 
ra  temporal,  y  faltaba  á  Barriindia  mas  de  un  año.  Se  debió  nom- 
brar un  ciudadano  que  ejerciera   el  Poder  ejecutivo,   elijiéndolo  en- 
tre los  designados  por  las  juntas  departamentales,  para  el  nombra- 
miento del  Jefe  que  debiera  subrogarse  ó  entre  los  designados  para 
segundo  Jefe.  En  falta  de  unos  y  otros,  debió  la  Asamblea  elejir  un 
consejero.  La  comisión  asegura  que  no  liabia  ni  designados  ni  con  - 
sejeros.  Si  en  realidad  fué  así,  no  podia  nombrarse  un  Jefe  suplen- 
te. Era  preciso  convocar  á  los  pueblos  para  la  elección  de  un  Jefe  por 
el  término  de  cuatro  años.  Las  elecciones  populares  son  dilatadas 
y  costosas,  y,  por  lo  mismo,  la  Constitución  no  admitía  que  se  con- 
vocara á  los  pueblos  para  que  elijieran  un  f  nncionario  cuyo  períoda 
había  determinar-antes  de  dos  años  (art.  139).  Según  la  misma  Cons- 
titución no  liay  Jefes  suplentes  elejidos  por  el  pueblo.  Los  suplentes 
los  elejia  la  Asamblea,  según  el  texto  del  artículo  138.  Debe  tenerse 
X^resente  que  faltando  menos  de  dos  años  de  un  ]3eríodo   cuando  se 
manda  hacer  elecciones,  el  período  durante  ellas,  se  disminuye  mu- 
cho, y  resulta  que  se  ha  molestado  al  pueblo  para  llenar  un  vacio  de 
corto  tiempo,  y  esto  es  lo  que  no  admite  ni  la  letra  ni  el  espíritu  de 
la  Constitución  del  Estado.  Si  al  pueblo  se  molestaba  para  que  eli- 
jiera  un  Jefe  cuya  duración  era  cortísima,  debió  habérsele  dicho  en 
el  decreto  de  convocatoria,  y  no  se  le  dijo.  Los  electores   creyerpn 
que  se  les  llamaba  á  votar  por  ciudadanos  que  debían  rejir  el  Esta- 
do por  cuatro  años,  y  en  este  concepto  procedieron.  Los  decretos  en 
que  se  declaró  electo  al  Jefe  y  al  vice-Jefe,  no  dicen  que  solo  iban- 
á  llenar  los  días  que  faltaran  á  Barrundia,  y  en  las  notas  respecti- 
vas se  les  habló  precisamente  de  cuatro  años.  La  toma  de  posesión 
fué  solemne,  y  como  correspondía  al  recibimiento  de  funcionarios 
que  por  un  término  ordinario  iban  á  rejir  el  Estado.  Hasta  el  año 
siguiente  no  se  pensó  de  otro  modo.  Dedúcese  de  aquí,  que  el  perío- 
do de  Molina  y  de  Rivera  Cabezas  no  liabia  terminado  cuando  fue- 
ron separados  del  mando.  Sin  embargo,  la  facultad  de  interpretar 
las  leyes,  j)ertenecia  á  la  Asamblea  (art.  94  de  la  Constitución)  y  e- 
11a  ejerció  entonces  ese  augusto  poder.  La  única  autoridad  compe- 
tente para  rechazar  como  inconstitucional  un  decreto,  era  el  Conse- 
jo, (art.  122)  y  esta  corporación  sancionó  el  decreto  de  Jocotenango. 
En  este  concepto,  debe  considerarse  le jí timo  todo  lo   i)YSictÍG3.áo  en 
virtud  de  él. 

8 — El  Presidente  de  la  República  y  el  Jefe  del  Estado  de  Guate- 
mala difícilmente  podían  coexistir  en  una  misma  ciudad.  Se  moles- 
taban hasta  por  asuntos  fútiles,  de  ceremonia  y  de  etiqueta,  como 
lo  espresa  Marure  en  el  primer  volumen  del  Bosquejo  Histórico. 
Arce  fué  el  primer  Presidente  de  Centro-América,  y  don  Juan  Bar- 


]JECKN-ri;<)-A.\IEIÍI(A  ¿3.^ 

randia  el  primer  Jefe  del  Estado.  Ambos  funcionarios  se  mantuvie- 
ron en  choque  hasta  que  Arce,  rompiendo  la  Constitución  y  las  e- 
i     ;  'r?''?  ^"''°" '"  ^^^'"^"'lí-'i-  ^^ycinena  fué  electo  según  la  vo- 
luntad de  Arce  y  sm  embargo  cuestionaban  frecuentemente,  y  el 
de  acuerdo  llego  hasta  el  estremo  de  que  el  mismo  Ayeinená  arre 
batara  el  mando  a  don  Manuel  José  Arce,  para  ponerlo  en  manos 
<IeI  vice-presidente  Beltranena.  Beltranena  mantuvo  buenas  reíado 
nescone    jefe  don  Mariano  Aycinena,  no  solo  porque  los  ligXn 
vínculos  de  amistad  y  de  familia,  sino  porque  en  aquellos  diaf  Bel 
tranena,  de  Jefe  de  la  República  solo  tenia  el  nombre.    Don  J«- 
s..  Francisco  Barrundia  y  el  doctor  Molina  eran  amigos  íntimos 
Ambos  habían  nacido  y  educádose  en  Guatemala;  y  no  podia  di^ 
vidirlos  el  espíritu  de  localismo.  Xo  obstante,  siendo  Barrundia 
presidente  y  Molina  jefe  del  Estado,  estuvieron  en  desacuerdo,  has- 
ta  el  estremo  de  que  Molina  pidiera  á  la  Asamblea  qne  se  excita- 
ra a  los  diputados  de  Guatemala  al  Congreso  federal,  para  que  pro- 
movieran en  aquel  alto  cuerpo  que  salieran  de  la  capital  las  autori- 
dades federales.  Mas  tarde  el  doctor  Galvez,  por  medios  diplomáti- 
cos, con  tribuyo  a  que  la  Federación  se  trasladaran  San  Salvador  Fs 
una  de  las  faltas  déla  Constitución  de  24,  no  haber  designado  un 
distrito  federal.  Una  ciudad  como  Washington  en  los  Estados-Uni- 
dos. Habría  librado  á  los  centroamericanos  de  muchas  dificultades 


Administración  de  don  Antonio  Rivera  Cabezas. 


SUMARIO. 

—Razón  del  método — 2.  NotÍGÍa  hiográfica  de  Micera  {Rahezas — 
8.  Situación  de  los  puehlos  d.el  Estado  durante  la  adminis- 
tración de  Rivera— ^.  Escuelas — 5.  Colejios—Qt.  Universida- 
des.— 7.  Academia  de  derecho  teór ico-práctico — 8.  Rít/lexionea 
— 9.  Proyecto  de  códigos  pójtrios — 10.  Administración  de  jus- 
ticia— 11.  Dirección  de  caminos — 12.  Deuda  píd)lica — 13.  Con- 
trihuciones  directas — 14.  Fuerza  pública — 15.  Contraía  de  ar- 
mas— 16.  Padrones — 17.  Informe  del  Intendente  de  Hacienda. 


1 — Don  Antonio  Kivera  Cabezas  ejerció  el  Poder  tjiriiiir>o  del 
Estado  de  Guatemala  desde  que  el  doctor  ^Molina  quedó  sasi>ens(> 
por  haberse  declarado  en  marzo  de  1830,  que  había  lugar  á  forma- 
ción de  causa  contra  él.  La  imi')ortancia  del  proceso,  Lis  ajiínciones 
que  produjo,  y  la  serie  de  dis^^osiciones  que  se  dictaron  en  virtml 
y  á  consecuencia  de  61,  no  han  permitido  interrumpir  el  hilo  de  los 
acontecimientos.  Terminada  la  nairacion  de  estos  acontociniiíMitos, 
es  preciso  volver  á  marzo  de  SoO^para  presentar  la  administración  de 
don  Antonio  E-ivera  Cabezas,  ciudadano  que  conviene  sea  conocido. 

2 — Don  ;Witonio  Ilivei'a  ('abezas,  tm  tiemi)o  d(d  Gobierno  espa- 
ñol, hizo  por  todos  los  trámites  legales  la  caiTcra  de  abogíido  y  ob- 
tuvo el  título  de  licenciado.  Dedicóse  también  ti  la  milicia,  comen 
zando  desde  cadett%  según  la  costumbre  de  aquel  tiemix).  Fué  in- 
dividuo de  la  diputación  i)rovincial  instal.ula  en  Guatemala  i>or  las 
leyes  españolas  d(^   1812.  Kl  b")  de  setiembre  d»?  vS21,  Hivera  conour 


236  JiESENA    JlISTÓlilCA 

rió  al  Palacio  del  Gobierno  á  votar  por  nuestra  emancipación  y  ñr- 
mo  el  acta  de  Independencia.  Fué  en  seguida  electo  di^Dutado  al 
Congreso  mejicano.  A  su  vuelta  fué  también  diputado  á  la  Asam- 
blea nacional  constituyente,  donde  combatió  las  tendencias  anti-po- 
pulares  de  la  aristocracia.  Rivera  Cabezas  fué  uno  de  los  jMmeros 
triunviros  que  gobernaron  la  Kepública  centro-americana.  Como 
diputado,  es  uno  de  los  signatarios  de  la  constitución  del  año  de 
1824,  y  como  triunviro,  tuvo  la  honra  de  firmar  el  cúmplase  del  ac- 
ta del.^de  julio  de  1823,  que  declara  á  Centro- América,  nación 
independiente  de  Méjico  y  España.  Don  Antonio  Rivera  Cabezas 
tenia  un  genio  festivo,  y  estraordinario  talento  para  la  crítica;  el 
estilo  satírico-burlesco  era  su  fuerte,  y  lo  usó  con  maestría.  Sus  diá- 
logos entre  "don  Meliton  y  don  Epifanio,"  que  comenzaron  á  pu- 
blicarse el  año  de  1825,  tuvieron  una  popularidad  sin  igual.  Rivera 
Cabezas  conocía  j)erfectamente  á  las  familias;  estaba  informado  de 
su  civilización,  de  su  lenguaje,  de  sus  cost^imbres,  y  con  el  gracejo 
y  el  ridículo,  combatía  todo  lo  que  no  era  conforme  á  sus  ideas.  Los 
nobles,  el  Arzobispo  y  los  frailes  figuraban  con  frecuencia  en  esos 
diálogos,  desempeñando  siempre  un  papel  muy  poco  satisfacto- 
rio. Los  mismos  zaheridos  se  reían  de  las  jocosidades  de  Ri- 
vera, y  aquel  periódico  circulaba  por  todas  partes.  Don  Antonio 
Rivera  Cabezas,  con  sus  sátiras,  hizo  mas  daño  á  los  serviles  que 
don  José  del  Yalle  con  sus  graves  y  eruditos  discursos  en  el  Con- 
greso. Los  serviles,  después  de  su  triunfo,  recojieron  todos  los  ejem- 
plares de  don  Meliton.  Sin  embargo,  no  falta  uno  ú  otro,  salvado  de 
la  inquisitorial  pesquisa.  Rivera  adquirió  con  esa  publicación  mu- 
cho crédito  entre  los  liberales,  y  se  hizo  el  blanco  del  odio  mas  en- 
carnizado de  los  serviles.  Rivera  tiene  el  primer  lugar,  puede  de- 
cirse, el  j)uesto  de  honor,  en  el  decreto  de  28  de  marzo  de  1827,  en 
que  declara  Aycinena  fuera  de  la  ley  á  muchos  ciudadanos.  Rive- 
ra Cabezas  iba  á  ser  fusilado  como  Pierzon:  el  empeño  de  algunos 
amigos  le  salvó  la  vida,  y  la  muerte  se  sustituyó  con  el  destierro. 
El  autor  de  las  Memorias  de  Jalapa,  dice:  que  Aycinena  perdió  su 
crédito  con  este  acto  de  lenidad,  aserción  que  escandaliza  al  autor 
del  Bosquejo  Histórico  y  de  las  Efemérides.  Después  del  triunfo  del 
general  Morazan,  Rivera  regresó  á  su  patria,  sirvió  en  diferentes 
puestos  á  la  causa  liberal  y  fué  electo  více-Jefe  del  Estado  de  Gua- 
temala. Rivera  Cabezas,  al  dejar  el  mando,  fué  nombrado  Intenden- 
te del  Gobierno  federal,  y  con  este  motivo,  se  trasladó  4  San  Salva- 
dor. Los  diálogos  entre  don  Anselmito  Quiroz  y  don  Miguel  Eguíza- 
bal,  que  Rivera  comenzó  á  publicar  el  año  de  1*832,  prueban  que 
conservó  siempre  su  carácter  satírico-burlesco,  que  lo  hizo  célebre 
desde  joven.  En  esos  diálogos  supone  Rivera  que  don  Anselmito, 
al  morir,  encontró  en  los  Campos  Elíseos  á  Eguizabal,  y  que  le  refe- 


1)  !•:  ( '  E  N  T  n  ( J  -  A  M  É 1  i  I  ( ■  A .  ^t.  >7 

lia  j)unto  por  X3unto  todo  lo  que  habia  pasado  en  Guatemala.  La  re- 
lación, es  tan  chistosa,  como  punzante.  En  estos  diálogos  no  es  ya 
solo  el  partido  servil  el  blanco  de  Kivera;  los  liberales  se  hablan  di- 
vidido, y  al  doctor  Galvez  se  dirije  una  gran  parte  de  los  ataques. 
Para  mantener  el  interés,  su^jone  Rivera  que  las  personas  que  suce- 
sivamente iban  muriendo,  llevaban  á  los  (Jampos  Eliseos  nuevas  no- 
ticias, y  aumentaban  la  tertulia.  No  hay  persona  conocida  de  las 
que  ya  no  existían, que  no  tome  parte  en  la  conversación,  ó  no  sea  ci- 
tada jjor  los  interlocutores.  Muchos  de  los  que  hablan  muerto  en  <>- 
pinion  de  santos,  aparecen  penando  y  se  cuenta  el  motivo  de  sus 
desgracias,  que  regularmente  eran  hechos  que  Riveni  perfectamen- 
te conocía.  El  cambio  político  de  1839  hizo  perder  á  don  Antonio 
Rivera  Cabezas  una  gran  parte  de  sus  intereses,  y  lo  puso  en  manos 
de  sus  mas  acérrimos  enemigos.  Tuvo  necesidad  de  salir  del  país; 
pero  circunstancias  de  familia  le  obligaron  á  regresar  algunos  años 
después.  Las  facultades  intelectuales  de  Rivera  declinaron  visible- 
mente con  los  años.  Su  pluma  no  era  últimamente  la  pluma  que  re- 
dactó el  don  Meliton.  Los  serviles  no  temian  ya  á  Rivera:  pero  el  odio 
de  aquellos  jamás  disminuyo;  ese  odio  hizo  que  don  Antonio  Rivei-:i 
Cabezas,  en  su  avanzada  edad,  esperimentára  ulti*ajes  y  vejacion(»s, 
que  acibarando  los  últimos  dias  de  su  vida,  aceleraron  su  muerte. 

3. — Durante  la  administración  del  ciudadano  que  se  ha  bosque 
jado,  los  pueblos  del  Estado  de  Guatemala  estuvieron  tranquilos. 
No  hubo  mas  disturbio  que  un  choque  entre  los  vecinos  de  Iloíe- 
nango  (/'\  en  el  departamento  de  Solóla,  y  los  de  Chiquimula  en  el 
deTotonicapam.  Este  choque  dio  por  resultado  algunos  heridos.  El 
incidente  no  procedía  de  asuntos  jjolíticos,  sino  de  cuestiones  sobre 
tierras.  Rivera  Cabezas  las  arregló  y  se  restableció  la  cuaima. 

4 — Las  escuelas,  que  eran  rarísimas  bajo  el  réjinien  <'olonial.  y 
(pie  se  habían  multiplicado  en  los  priineros  años  de  la  República, 
fueron  destruidas  por  la  revolución,  y  restablecidas  con  mejonus 
])rogresistas  en  el  ]3eríodo  de  que  se  trata.  Se  creó  una  escuela  de 
enseñanza  mutua  en  la  capital.  Se  ordeno  la  creación  de  otra  de  i- 
gual  clase  en  Quezaltenango;  y  en  el  departamento  de  Chiqumula 
hubo  veintidós,  según  el  rójimen  común.  Se  dictaron  providencias 
para  que  en  la  misma  proporción  se  aumentaran  las  escuelas  en  to 
<ia  la  República.  No  se  tenia  idea  de  las  normales,  según  el  ix'^ji- 
men  moderno,  y  se  pretendía  suplirlas  ])orel  sistema  de  I^incasti^r. 

T)    -En  los  cíjlejios,  trideutino  y  de  infantes,  se  introdujei*os  ivfor- 


(•)  Hoy  pueblo  ild  (¿niolu*. 


288  KESEÑA  JllSTüJMCA 

mas  progresistas.  En  ellos  no  se  enseñó  ya  solamente  la  manera  de 
adininistrar  los  sacravientos.  Se  estudiaba  gramática  castellana, 
francesa  é  inglesa,  geografía,  aritmética  y  filosofía. 

6 — La  Universidad,  llamada  entonces  de  San  Carlos,  tuvo  cáte- 
dras de  filosofía,  teologia,  cánones,  leyes  y  medicina.-  Un  decreto  e- 
mitido  el  5  de  diciembre  de  29  la  trasladaba  al  edifício  del  estingui- 
do  convento  de  Santo  Domingo;  pero  el  Ejecutivo  encontró  obstá- 
culos para  dar  cum|)limiento  á  esta  disposición.  No  liabia  fondo?- 
para  pagar  á  los  ])rofesores,  y  estos  gratuitamente  servían  las  cá 
tedras. 

7 — La  Academia  de  derecho   teórico-práctico,    existia  también, 
aunque  sin  fondos.   Su  presidente  la  regentaba  gratis,   careciend(; 
de  una  biblioteca,  y  aun  de  los  libros  mas  usuales.  Entonces  dismi- 
nuyó el  deseo  que  antes   animaba  á  la  juventud  de  obtener  título 
de  abogado.  Rivera  Cabezas  veía  este  cambio  como  un  mal  que  pro 
curó  combatir. 

o — Seria  un  mal,  j)rocedie.ndo  esa  carencia  de  amor  á  la  carrera 
del  foro,  de  negligencia  j)or  las  ciencias  y  las  letras;  pero  no  debía 
considerarse  como  un  mal  si  la  diminución  de  los  cursantes  de  de 
recho  era  proveniente  de  la  c*reencia  de  que  la  multitud  de  aboga- 
dos liace  improductiva  la  caj  rera,  y  deja  sin  atención  otras  mate- 
rias del  saber  humano,  que  tanto  contribuyen  al  desarrollo  de  los: 
intereses  materiales,  y  ai  progreso  de  los  x)neblos. 

O — Rivera  Cabezas  manifestó  á  la  Asamblea  con  claridad  y  elocuen 
cía,  que  no  era  posible  rejir  el  Estado  con  leyes  dictadas  por  Go- 
biernos monárquicos,  aristocráticos  y  despóticos,  y  al  mismo  tiem 
po  por  las  leyes  patrias  que,  sin  incluir  las  que  dictó  la  Asamblea 
llamada  intrusa,  formaban  un  todo  de  mil  trescientas  cincuenta  y 
nueve  leyes.  Los  esfuerzos  que  se  hicieron  entonces  para  que  se 
dictaran  códigos,  fueron  inútiles.  Esta  reforma  importantísima  es- 
taba reservada  para  la  administración  del  general  don  Justo  Rufi- 
no Barrios. 

10 — La  administración  de  justicia  era  lenta,  difícil  y  embrollada. 
La  autoridad  de  la  ley  había  sido  subrogada  por  la  autoridad  de 
los  jueces.  Rivera  Cabezas  conferenciaba  con  don  Yenancio  López, 
para  remediar  este  mal  y  dictaba  al  efecto  cuantos  acuerdos  eran 
comi:)atibles  con  las  escasas  facultades  de  que  se  hallaba  investido. 

11  —La  Lejislatura  estableció  una  dirección  de  caminos  departa- 
mentales para  mejorar  las  vías  de  comunicación, y  ^ny  pronto  se 
palparon  los   benéficos  resultados  de  esta  medida. 

11 — Rivera  Cabezas  se  empeñó,  aunque  sin  todos  los  datos  que 
al  efecto  se  necesitaban,  en  conocer  la  deuda  j)ública,  y  resultó  que' 
el  Estado  adeudaba  566,785  pesos  un  real;  siendo  144,412  de  capi- 
tales á  rédito;  249,928  pesos  cinco  reales,  de  préstamos  forzosos  du- 


DE  CENTRO-AMEKICA.  239 

rante  el  Gobierno  intruso;  51,757,  de  préstamos  voluntarios  en  tiem- 
130  del  Gobierne  lejítimo;  y  de  210,948  pesos  dos  reales,  correspon- 
dientes al  Gobierno  intruso  por  depósitos,  como  también  de  9,00(> 
igualmente  de  depósitos  correspondientes  al  Gobierno  restaurado. 

13 — Las  contribuciones  directas  producían  62,000  pesos.  En  su  re- 
caudación se  presentaban  grandes  obstáculos,  hasta  el  estremo  de 
l)oderse  asegurar  que  todos  los  pueblos  les  ox)onian  vigorosa  resis- 
tencia. 

14 — La  fuerza  x)ública  del  Estado  constaba  de  200  hombres,  con- 
forme lo  habia  dispuesto  la  Asamblea  en  sus  últimas  sesiones.  Es- 
tos hombres  estaban  repartidos  de  la  manera  siguiente:  en  Guate- 
mala 143  infantes  y  51  de  caballería;  en  Sacatepequez  5  infantes;  en 
Quezaltenango  9  y  en  Chiquimula  5.  Se  advierte  un  exceso  de  13 
individuos,  porque  el  Gobierno,  de  acuerdo  con  el  Consejo,  determi- 
nó" que  la  banda  no  fuera  incluida  en  el  número  de  los  doscientos 
hombres  que  la  Asamblea  habia  fijado. 

15 — Se  hizo  una  contrata  de  1500  fusiles,  500  carabinas,  200  pares 
de  pistolas,  200  sables,  1000  bayonetas  y  25000  piedras  de  chispa. 
Para  verificarla  se  anunció  en  la  Gaceta  Oficial  lo  que  se  intentaba 
(íomprar,  y  se  invitaba  á  los  comerciantes  para  que  en  un  término 
fijo  enviasen  sus  prox3uestas  á  la  Secretaria  del  Gobierno.  Transcur- 
rido éste,  se  admitió  la  propuesta  mas  favorable.  Por  cuenta  del  con 
trato  se  dieron  siete  mil  pesos,  y  no  teniendo  el  Gobierno  medios  de 
completar  el  pngo,  í'onvocó  al  Consejo  para  que  proporcionara  re- 
cursos. 

16 — Rivera  Cabezas  mandó  que  los  Jefes  ]3oli ticos  enviaran  pa- 
drones de  sus  res^Dectivos  departamentos  para  que  se  pudiera  for- 
mar uno  general.  No  se  sabia  el  número  de  habitantes  del  Estado. 
Se  x^ensaba  que  la  población  habia  disminuido  con  motivo  de  la 
guerra  y  de  la  peste  de  viruelas. 

17— Según  informe  del  Intendente  general  de  Hacienda,  ciudada- 
no Mariano  Galvez,  las  rentas  del  Estado  ascendían  á  doscientos 
treinta  y  cinco  mil  quinientos  x>í^sos,  calculándose  así  los  rendi- 
mientos: 

Alcabala s  50000 

Aguardiente  1()00() 

Chicha 12000 

Papel  sellado 5000 

^Pieríis  baldías 3000 

I  )iezmos ()000 

'I'emxK)ralidades,  sin  contar  con  v^^iías 15000 

Asientos  y  multas 5(i() 

(/uartas  y  novenos  eclesiásticos 2000 


240  KESEÑA   lUSloJílCA 

De  la  mitra 2000 

Contribución  directa 100000 

El  presupuesto  general  de  gastos  de  la  administración  x>ública  del 
Estado  en  el  año  de  1881,  era  el  siguiente: 

Lista  civil. 

17  Diputados  al  Congreso  federal  á 

mil  doscientos  pesos 20400  • 

2  Senadores  á  dos  mil  pesos 4000 

17  Diputados  á  la  Asamblea  por  cua- 
tro meses  á  cien  pesos  mensuales 6800 

5          id.          de  la  comisión  perma- 
nente ]Dor  ocho  meses 4000 

%    80200 
Estos  en  el  año  corriente  serán  seis 

De  la  Secretaria  de  la.  Asamblea. 

Un  Oficial  mayor  seiscientos  pesos. .  .  %    600 
Un  archivero  con  cuatrocientos  id.  ..         400 

Un  escribiente  con  trescientos 300 

Un  portero  con  doscientos  cincuenta . .         250 

Un  sirviente  con  noventa  y  dos 92 

$      1642 

Bwpremo  Gobierno. 

El  Jefe  del  Estado  con  tres  mil $  3000 

El  Serio,  general  con  mil  ochocientos.  1800 

2  jefes  de  sección  á  novecientos 1800 

2  escribientes  1.  ^  á  cuatrocientos. ..  800 

2        id.  2.  '^  á  trescientos 600 

Un  archivero  con  cuatrocientos 400 

Un  portero  con  doscientos  cuarenta . .  240 

Dos  sirvientes  con  noventa  y  seis ....  192 

%      8832 

Consejo  representativo. 

El  vice- Jefe  con  dos  mil %    2000 

Siete  Consejeros  á  mil  cuatrocientes.        9800 

Yan %    57474 


1 


DE  í ' K N 'J  R ( )   A M E I í í ( ' A  241 

S      r)7474 


Vienen 

Un  secretario    con  novecientos 900 

Un  escribiente  archivero  cuatrocientos  4(  K) 

\Jn  portero  con  ciento  veinte 120 

Un  sirviente  con  setenta  y  dos 72 

Vn  escribiente  á'doscientos  cuarenta..  240 


1  :^5:í2 


Esta  suma  y  el  resto  del  presupuesto,  ascendian  á  349237;  de  ma- 
nera que  habia  un  déficit  ('^").  La  nomina  de  los  ]>ienes  raices  vendi- 
dos, es  la  siguiente: 

1831. 

Agosto  8 — Hacienda  de  Han  José,  perteneciente  al  convento  de 
Santo  Domingo,  sita  en  este  departamento,  y  rematada  en  don  Juan 
de  Dios  Mayorga,  con  todos  sus  semovientes  y  muebles,  en  8  5.226. 

Setiembre  26 — Hacienda  de  Cerro-Redondo,  perteneciente  al  mis- 
mo convento,  rematada  en  doña  Serápia  Rívas,  reconociendo  á 
censo  $  8.000  de  las  tierras  é  ingenio  y  pagando  §  4.416,  valor  de  se- 
movientes,  muebles  y  fábrica. 

Diciembre  31 — Los  Ojitos  de  la  Antigua  Guatemala,  pertenecien- 
tes al  convento  de  la  Merced,  poseídos  hoy  por  don  Baltasar  Ro- 
dil, con  375  y  |  cuerdas  d'^.  á  40  varas  de  terreno,  y  rematados  en  el 
presbítero  doctor  don  Pciíiní  Staii:^  de  Bnstainante,  en  s  7.000. 

1832. 

Enero  2— Labor  de  la  Chacra  de  Santo  Domingo,  conocida  por  lo 
•'De  Batres,"  que  hoy  posee  don  Ernesto  Klée,  constante,  en  2  de 
noviembre  de  1776,  de  300  varas  de  Sur  á  Norte  y  400  de  Oriente 
á  Poniente,  y  de  5  caballerías  mas  en  9  de  noviembre  de  1778,  ven- 
dida con  muebles,  ediiicios  y  semovientes  á  don  José  Antonio 
Batrc»,  en  ^  7.500. 

Enero  14 — Casa  conocida  por  de  ''La  Rueta,"  del  convento  de  la 
Merced,  sita  en  la  (!alle  de  Santa  Teresa,  vendida  ií  don  Venancio 
€a.*«teliano!i,  padre  del  actual  don  Ildefonso,  en  í^  U400,  pagada 
por  don  M.  José  Jáuregui. 

Enero  16- -Huerta  de  San  Francisco  de  esta  capital,  con  inclusión 
d<^  la  iglesia  ]^i'o\isioual  déla  'IVrcei'a  Ordpu,  poseída  hoy  ]>oi'D.  Luis 


(*)     ¡Cuanto  hau  aumentado  las  i*outj\s  públicas!  Hoy  ^1878)  los  ingrísw  por  alcabala  ni;\» 
rítima,  aguardiente,  papel  sellado,   timbro,    tabaco,  contribución  1- v-if^»;.. i    ,.on.    i,»v;ivi   y 

ganado,  ascienden  51  tros  millones  (luiniontos  mil  pesos  anuales. 

ni 


242  5;ks]:xa  iiisióiuca 

Asturias,  don  ^huiiiel  i\[ürales  y  don   Javier  X^assaiix,  >    rrn!:it:!(l;i 
eii  don  Basilio  Porras,  en  §  8.709  iU  reales. 

Febrero  11— Potrero  de  Provincia  en  la  Antigua  Guatemala,  p(^i 
teneeiente  al  convento  de  la   Merced,  rematado  en  don  Nicolás  Lar 
rave,    en   í'<  4.010,    y   pujado   por  el  ¡presbítero  doctor  don    Pedro 
Itiiia  íle  lSiij«taiiiaiite  y  don  Venancio  Castellanos. 

Febrero  15— Chacra  de  Santo  Domingo,  en  la  Antigua,  rematada 
en  don  Leocadio  Asturias,  en  ^  20.000,  pujada  por  don  José  M.  Mu- 
ñoz, don  Salvador  Moreno,  don   Fermín  Aréva lo,  don   Dionisio  Pa 
liiagua,  don  Basilio  Porras,  don  ^lainiel  J,  Jáiire^iíi  y  don  Fé 
lix  Solano. 

Febrero  18-  Casa  de  Camposeco,  en  la  Antigua,  peileuecieuie  al 
íxuivento  de  la  Merced,  rematada  en  don  José  M.  Salazar,  en  s 
1.000,  y  pujada  por  don  Nicolás  Larrave  y  la  señora  Cruz  Monroy. 

Febrero  21 — Casa  de  don  Ignacio  (ramero,  rematada  en   don  Ma- 
nuel Oliver,  en  $  10.000,  y  pujada  por  don  Arícente  Medina,  licen- 
ciado don  Manuel  Noriega  y  don  Francisco  X.  Yalenzuela,  don  Fé 
lix  Solano,  don  Fermín  Arévalo,  don   Basilio  Porras  y  don    Pedro 
Flores. 

Marzo  21 — Casa  del  padre  Gmnados,  en  la  calle  del  Inciens»  ,  , 
teneeiente  al  convento  de  la  Merced,  rematada  en  don  Bernardo  Es 
cobar,  y  pujada  por  don  Josó  M.  Lémus,  don  Juan  Antonio  Marti 
nez  y  don  Álcente  Medina. 

Mayo  24 — Casas  y  huerta  de  la  Merced,  en  la  Antigua,  remata 
das  en  don  ^íanuel  Salazar  Tobilla,  y  pujadas  por  don  Salvador  Mc^ 
ivno,  presbítero  don  Antonio  Colom,  don  Juan  Gorris,  don  ALanuel 
Acuña,  presbítero  doctor  don  Pedro  Kiii:x:  <le  llii«^taiiiaiite   v 
don  Fermin  Aróvalo. 

Junio  10 — Casa  del  padre  Casado,  j)erteneciente  al  convento  de 
la  Merced,  renratada  en  el  licenciado  don  J.  Antonio  Larrave,  en  í^^ 
r>.020,  y  pujada  por  los  licenciados  don  Manuel  Noriega  y  don  Mar 
eos  Dardon  y  don  Afanuel  Acuña. 

Setiembre  29 — Potrero  de  Borges,  tii  la  Auiii,.ui,  it  nuiiaüv.  m  i^ 
Doroteo  A^asconcelos,  por  deuda  á  la  Tercera  Orden  de  San   Fraii 
cisco,  en  §  2.00;"),  y  pujado  por  don  José  M.  Pavón,  don  Manuel  A 
cuña,  don  Fi-ancisco  Aguirre  y  don  Manuel  Arrívillaga:  está  sitúa 
do  entre  Pavón  y   San  Ignacio,  con  300  varas  de  Sur  á  Norte,   17(> 
de  Oriente  á  Poniente  y  en  el  panto  opuesto  al  callejón  de  San  Lú- 
eas, 45  varas  de  Oriente  á  Poniente. 

Noviembre  2— Casa  y  sitios  de  Borgv.>,  v\i  la  .Viti.^.i..,  ^.x  vU.^ 
da  á  la  Tercera  Orden  de  San  Fi*ancisco,  sitos  en  la  calle  de  Santa 
Lucia,  rematados  en  don  Pedro  Flores,  en  8  3.300  y  pujad 
pn^sbítero  don  Calisto  Arévalo  y  don  Rafael  Figueroa. 

Noviembre  17— Plazuela   de  la  Aferced  de  esta  ciudad,  reni; 


1>E  CERTRO-AMÉKIOA. 

en  el  licenciado  don  Felipe  Amna,  en  S  86.5  y  •>  reales 

Diciembre  17-Potrero  de  Santo  Don.ingo:  j,.nto  al  de  Rubio,  en 
esta  ciudad,  rematado  en  don  i^Liiis  Batres,-®»  en  S  lo  fiOO  v 
pnjado  por  D  José  M.  Berdugo.  Consta  de  100.3C..  vaitis  Cuadrad;; 
Diciembre  2,-^bor  de  la  Merced,  en  San  Marcos,  rematada  en 
1  licenciado  don  Francisco  Alburéz,  quien  la  posee  hoy,  en  ^Qiw 
:.:igando.S  3.000  en  efectivo  y  el   resto  en  vaL.  v  ^.r!:":,:  i    I 
"eraando  Márquez. 

Febrero  n-Gasa  de  Santo  Domingo,  en  C!oban,  rematada  en  el 
¡esbitero  don  Esteban  Loienzana.  en  $  '>j>6 

Febrero  So-Meson  de  la  Merced,  en  esta  ciudad,  poseído  hov  por 
licenciado  don  licente  Zebadúa  y  don  José  M.  Samavoa.  V  ,v. 
:itado  en  don  Mariano  Samavoa,  en  .$  8.780 
>rnrzo  15-Tiems  de  Oacabal  y  Tulnlohé."  i>ertenecientes  al  con- 
santo Domingo,  con  182  caballerías,  casas  v  semovien- 
>,  ivuiatado  todo  en  don  Lúeas  Pérez,  por  $  409  4  reale<5  v  lin- 
l'i^Tn',  T^  fleTecpan  Guatemala,  hacienda  de  Choíicorral. 
iras  de  thichicastenaiigo  y  la  Azacualpa. 

s,n.o  p'!^*^"^'''  de  don  Pedro  Arroyare,  en  esta  ciudad,  frente  á 
.anta  Catanna,  iw  deudas  de  obras  pias,  y  rematada  en  don  Ale- 
jandro Marure,  por  .$800. 

\Iayol.  = -Molino  de  la  Merced,  en  las  inmediaciones  de  esta 
dad,  poseído  lioy  ijor  el  brigadier  don  Luis  Beteta.  rematado  en 
licenciado  don  Manuel  Noriega,  con  sus  bienes  muebles,  semo- 
ntes  y  fabrica,  en  •$  0.470.  y  pujado  por  don  Jon.p.in  Castilla  y 
'1  Alejandro  Maruie. 

lulio  ¿4-Sitio  de  Santo  Domingo,  frente  á  la  plaza  de  la  iglesia, 
-eiao  Hoy  por  don  Custodio  Gcn/n!.-/    ,v,,.,t.„i.,  en  don   VHiin.  ! 
uia,  en  la  suma  de  $  4.7ái 

dioí'i.?'^?^""^'"''  ^íe  José  Castilla,  sita  en  el  callejón  de  los  ju- 
díos, rematada  pord.>n,l:,   ,1.  ,hV,„„..,  ,..,1,..     N'.iandi-oMirure 
en  8  l.á64  4  rs.  l-i""i-o  .»iaiure, 

«,?il?^*r  '"-*'','"' """•^'•"  -i-  del  convento  de  la  Mei-ced.  rematado 
en  clon  Juan  José  Constanza,  i)or  §  1.397  (!  i-s 

Wmbre  11-Tierras  de  Chicoyo,  i«?rtenecientes  al  >,...,. ,.,.  d.> 

'  esWtero  do,  T^'T"  ^'t'  •">"^^"''»"«"^«  á«  Coban,  rematadas  en 
.esbUe  o  don  hstoban  Ix>renz:,nn,  rompuesta^s  de  4  caballerías. 
hO  /^reales,  y  lindante  con  baldíos  v  r;..,.......  .i,. ,  m„„,     f,.  ^.  , 

Manuel  Cú.  .losé  Prado  y  ejidos  de  Coba ■  ' 

Febrero  4- Hacienda  de  Cachil.  en  las  inmediaciones  de  S.damá. 


244  líESENA  HISTÓRICA 

rematada  en  don  Plácido  Flores,  en  ^  81)9  O^  rs. 

Febrero  20 — Sitio  de  Paulino  de  León,  calle  del  cuartel  de  caba- 
llería, rematado  en  don  Ignacio  Córdova,  i)or  deuda  á  San  Benito 
de  San  Francisco,  en  $  207. 

Febrero  28 — Hacienda  de  San  José  Buena -Vista,  en  Jutiapa,  poi- 
deuda  á  San  Francisco,  en  i^  CjQG  4  reales,  y  rematada  en  don  José 
Nájera. 

Abril  29-— Huerta  de  San  Francisco  y  terreno  anexo,  en  la  Anti- 
gua, rematados  en  don  Juan  Luna,  por  í^  2.900. 

Junio  27 — Casa  de  Mónica  Mendoza,  por  deuda  de  San  Benito  de 
San  Francisco,  rematada  en  don  Francisco  Carrillo,  x)or  ^  GOO. 

Setiembre  6 — Casa  que  dejo  Juan  de  la  Mota;:para  obras  |)ias,  en 
la  calle  de  Santa  Teresa,  rematada  en  don  José  M.  ^  Salazar,  en 
.$ool. 

Noviembre  18 — Hacienda  de  Patencia,  perteneciente  al  convento 
de  Santo  Domingo,  con  96f  caballerías,  rematada  con  sus  semo- 
vientes, muebles  y  edificios,  en  don  Juan  Nepomuceno  y  don  Leo- 
cadio Asturias,  por  $  28.075,  linda  con  tierras  de  San  Isidoro,  de 
Roberto  del  (Jid,  de  Cabrera,  ''El  Chato,"  San  Juan,  Agua  Calien- 
te y  San  José,  y  fué  pujada  por  don  J.  Mariano  Yidaurre,  don 
fi^^'José  M.  Urrucla-^^a  y  don  Juan  José  Guerra. 

Diciembre  9 — Sitio  número  5  de  la  Merced,  rematado  en  don  A- 
lejandro  Marure,  en  §  1.328  7  rs. 

1885. 

Marzo  5 — Casa  del  maestro  José  Maria  Gal  vez.  por  deuda  á  San 
Benito  de  San  Francisco,  rematada  en  Manuela  de  los  Reyes  y 
Quiñones  y  Apolonia  Pérez,  en  §  230. 

Marzo  27. — Hacienda  é  ingenio  de  San  Gerónimo,  con  sus  culti- 
vos, muebles,  semovientes  y  edificios,  rematados  en  don^Basilio  Por- 
ras, Marcial  Bennet  y  Carlos  Meany:  tiene  473  caballerías,  y  linda 
con  ejidos  de  Salamá,  haciendas  deChoacu^f,  Llano  Grande  y  Ramo- 
nes, y  baldíos,  todo  en  $  253.528  4i  rs. 

Abril  15 — Convento-viejo,  sitio  y  fábrica  nueva  de  la  azucareria 
de  Santo  Domingo,  ]'em atados  en  i?^  18.250,  en  don  Marcial  Bennet 
y  don  Carlos  Meany. 

Mayo  12— Hacienda  de  Ixpanguazate,  en  Escuintla,  de  don  Ma- 
nuel Antonio  Batres,  por  §  4.000  de  capellanias  del  padre  don  Die- 
go Batres,  y  deuda  al  tesoro  público,  compuesta  de  69^-  caballerías, 
rematadas  en  Klée,  Skinner  y  C^,  por  $  3.706  5i  rs. 

Junio  30— Casa  de  Roma,  en  la  Antigua,  rematada  en  el  i)res- 
bítero  don 'Ignacio  Iturrios.  por  las  fundaciones  de  don  Basilio 
Roma. 


DE  CENTRO- AMERICA.  24,") 

Julio  2— Tierras  de  Pacay ita,  en  Amatitlan,  j)ei*tenecientes  al  con- 
vento de  Santo  Domingo,  con  seis  caballerias,  ochenta  cuerdas,  re- 
matadas en  don  ,ínan  Gorris,  por  $  1.012  4  reales,  y  lindantes  con 
O  caballerias  llamadas  "Los  Pinos,"  de  la  cofradía  del  Rosario  de 
Palin:  al  Norte,  con  el  Rincón  de  Anis:  al  Oriente,  con  la  Compa- 
ñía de  Pantirique. 

Setiembre  22 — Ingenio  de  la  Compañía,  perteneciente  á  Santo 
Domingo,  con  15  caballerias  y  43  cuerdas,  divididas  en  10  lotes, 
rematado  en  Ciríaco  Ramírez,  Fermín  Arévalo  y  otros  sujetos  de 
Palin,  en  $  3.160:  lindante  con  tierras  de  la  cofradía  del  Rosario 
de  Palin,  Hacienda  y  Rincón  de  Anís,  ejidos  del  mismo  Palin,  La- 
bor-vieja de  Santa  María  y  Pantirique. 

Diciembre  13— Hacienda  de  San  x\ndres,  perteneciente  al  conven- 
to de  la  Merced,  rematada  ad  cor  pus  en  Longino  Estrada,  en  %  400, 
que  medida,  se  ha  dividido  en  10  liaciendas:  lindantes  con  Si- 
quinalá.  La  Magdalena,  Sabana-grande,  La  Asunción.  Pueblo-nue- 
vo  y  El  Peñón. 

Diciembre  16 — Casa  de  Baltasar  Argueta,  perteneciente  al  conven- 
to de  la  Merced,  rematada  en  el  presbítero  don  Teodoro  Col  veto, 
en  $  812. 

1836. 

Febrero  10 — Ediñcios,  convento  y  potrero  de  la  Recolección,  con 
89.694  varas  cuadradas,  adjudicados  á  don  Manuel  Domínguez,  en 
í?;  4.000. 

Junio  1.  ^ — Casa  de  doña  Ignacía  López,  en  Quezaltenango,  per- 
teneciente al  convento  de  la  Merced,  por  la  capellanía  de  doña  Mar- 
garita Arcos  y  Pampa,  rematada  en  don  Doroteo  Corzo,  en  8  2.250. 

Julio  11 — Potrero  de  ChalcliigüilteiDeque,  de  don  Manuel  Zepeda, 
rematado  en  don  Juan  Barrundía,  en  %  905,  por  %  500  y  réditos  de 
obras  pías. 

Diciembre  12 — Hacienda  de  San  Nicolás,  en  A^erapaz,  con  207  y  | 
caballerias,  rematada  con  muebles,  semovientes  y  edíticios,  en  s 
6.278,  en  don  Manuel  Noriega". 

1837. 

Enero  21— Sitio  número  3,  déla  Merced,  rematado  en  don  Juan 
.losó  Constanza,  en  %  1.106  2^  rs. 

Setiembre  27 — Colejio  de  niñas,  casa  del  capellán  y  sitios,  rema- 
tados en  Klóp,  Skinnei'  y  C*\  en  s;  5.473  3  rs. 

Se  vó  que  algunos  e(desiásticos  fueron  compradores.  El  i^resbí te- 
ro doctor  don  Pedro  Ruiz  de  Bustamante,  no  solo  estaba  investido 
del  carácter  sacerdotal  y  era  canonista,  sino  también  era  amigo  ín- 


246  ÜKSEXA  JliSTuKlCA 

timo  del  arzobispo  Casaiis  y  liabia  sido  sn  Yicario.  Doña  íSerápia  R¡ 
vas  era  pariente  del  obispo  liodriguez  de  Eivas  y  de  muclios  no- 
bles guatemaltecos.  Aparecen  también  entre  los  compradores,  don 
José  Antonio  Batres,  don  José  M.  Urruela,  hijo  denna  de  las  fami- 
lias mas  piadosas  de  esta  ciudad,  don  Venancio  Castellanos,  sue- 
gro de  doña  Manuela  Matute,  don  Luis  Batres,  jefe  principal  del 
partido  servil  de  Guatemala,  y  oráculo  de  muchas  familias  nobles. 
C^)  Se  hallan  entre  los  mismos,  otros  muchos  nobles  y  plebeyos, 
de  todos  los  credos  políticos,  como  espresa  la  nómina  preinserta. 


{*)     Ent(mct:s,  ¿por  (íul:  los  serviles  cüiidcnan  scvcrainL...:  .,..,.,  ^  ........  .  .^;... ^;....,  i. 

bienes  del  mismo  origen,  después  de  la  revolución  de  871?  Si  los  actuales  compradores  Laii 
do  ir  al  infierno,  debe  suponerse  que  cst/m  allá  los  que  compraron  fincas  de  los  conventos 
á  consecuencia  de  los  sucesos  de  829.  Una  parte  de  los  bienes  abora  vendidos,  produce  in- 
terés al  clero:  la  cantidad  que  se  paga  al  año  por  intereses  de  bienes  consolidados,  asciende 
!v  treinta  y  seis  mil  setecientos  veinticuatro  pesos,  ochenta  centavos.  Ninguna  finca  vendida 
«íutónces,  prodiicia  utilidad  á  la  iglesia.  Infiérese  de  aqui  que  debieron  inquietar  mas  las 
(conciencias  aquelLas  enagenacionea,  (pie  éstas.  Se  dirtí  que  por  el  artículo  20  del  Concordato. 
se  comprometió  el  Papa  á  no  molestar  á  los  adquirientes  ni  á  los  sucesores  de  estos: 
pero  el  Concordato  es  reciente.  En  tal  concepto,  y  según  la  doctrina  que  hoy  predi- 
can los  serviles,  no  debieron  salvarse  los  que  murieron  después  de  haber  comprado 
aquellos  bienes  y  antes  de  la  absolución  papal.  Para  el  Papa  seria  sin  duda  mas  difícil 
sanear  las  ventas  que  ninguua  utilidad  producen  al  clero,  que  sanear  las  que  producen  á  és- 
te un  interés  confortante.  La  inconsecuencia  servil  se  palpa  por  todas  partes;  familias  que 
«laman  contra  la  enagenacion  de  los  bienes  mencionados,  han  hecho  negociacio- 
nes (11  otro  país,  con  bienes  de  igual  clase,  sin  que  ningnn  remordimiento  inquietara  sus 
conciencias. I  Por  último,  diremos  que  los  bienes  remat^idos  entonces,  se  adjudicaron  poi- 
precios  ínfimos;  y  los  vendidos  ahora  han  tenido  la  debida  estimación,  que  contribuye  al  au- 
mento de  los  intereses  del  clero. 


(Si]y®/^[5)/2^iM!S  As^TiKiD©  ^a^E^A  {SAmE^^m. 


rest.  Se.  I^Tevv-York 


C^PITUT.O  DEOIMOISíOnsrO. 


Aciisacioii  piTseiitadíi  contra  el  v ice- jefe  del  Estado  don  Antonio 

RÍYeía  Cabezas. 


SUMARIO. 

I— Causas  que  motíTaron  la  acusación — 2.  Nombres  de  los  acusa- 
dores— 8.  Motivos  en  que  se  fundaban — 4.  La  Asamblea  se  reu- 
nió estraor  diñar  i  amenté — 5.  Defensa  de  don  Antonio  Rixera 
Cabezas — 6.  Dictamen  de  la  Comisión — 7.  Decreto  de  3  de  no- 
membre  de  Wd{)—^>.  Benuncia  del  v  ice- Jefe — 9.  El  mee- Jefe  pide 
Ucencia  2Jar a  separarse  temporalmente — 10.  Negativa  de  la  A- 
^amhlea — ^11.  Rivera  Cabezas  permanece  en  el  poder — 12,  Edito- 
rial del  Boletin. 


1— Un  decreto  emitido  el  23  de  febrero  de  1829,  dice:  que  todo  ca- 
X>ital  impuesto  6  dei)ositado,  entrará  (i  la  tesoreria.  El  O  de  mayo  de 
•?í^  el  Jefe  del  Estado  don  Juan  Barrundia,  en  virtud  de  facultades 
■>traordinarias,  decretó  que  todos  loa  depósitos  6  intereses  litijiosos 
atre  cualesquiera  personas  ó  corporaciones,  fuemn  puestos  en  la 
ifcsoreria  del  Pastado.  En  virtud  de  estas  disposiciones.  Rivera  Cabe- 
zas mandó  que  entr¿Lran  al  tesoro  las  alhajas  y  algunos  efectos  cor- 
respondientes á  la  testamentaria  d(^  los  señores  San  Juan  y  Aviléz. 


248  JIESENA    HISTÓRICA 

A  consecuencia  de  las  mismas  disposiciones  hizo  ocuijar  una  labor 
llamada  Aceituno,  que  se  llalla  en  las  inmediaciones  de  la  capital. 
También  mandó  á  uno  délos  alcaldes  de  Zacapa  que  procediera  ejecu- 
tivamente contra  los  bienes  del  ciudadano  Mariano  Aparicio,  si  na 
entregaba  cuatro  mil  pesos  que,  según  las  disposiciones  citadas,  de- 
bían entrar  al  tesoro.  Igualmente  ordenó  que  entraran  á  la  tesorería 
3000  pesos  que  don  Manuel  Siliesar,  quien  se  hallaba  en  la  mayor 
miseria,  litigaba  con  los  herederos  de  don  Mariano  Arrivillaga.  A- 
sí  mismo  dispuso  que  entr¿iran  en  la  tesorería  los  bienes  del  finado 
Tomas  Arrazola,  entre  los  cuales  estaban  una  labor  conocida  con  el 
nombre  de  Gruachipilin,  y  varias  casas  sitas  en  la  Antigua  Guate- 
mala, por  haberse  denunciado  todo  como  cosas  litijiosas. 

2 — Los  señores  don  Mariano  Moreno,  don  Pedro  José  Cerón  y 
don  José  Rivas,  creyendo  ilegales  todos  esos  actos,  presentaron  una 
acusación  contra  don  Antonio  Rivera  Cabezas. 

:3 — Estos  señores  decian  que  las  leyes  en  que  Rivera  se  fundaba, 
fueron  una  medida  interina,  mientras  el  Cuerpo  lejislativo  establecía, 
las  contribuciones  con  que  debia  hacerse  frente  á  los  gastos  estraor- 
dinarios,  que  entonces  pesaban  sobre  el  Estado.  Se  fundaban  en  que 
cuando  se  reunió  la  Asamblea  y  acordó  los  medios  de  cubrir  los 
gastos  del  presupuesto,  debieron  quedar  destituidas  de  toda  fuerza 
y  vigor  las  disposiciones  que  autorizaban  las  medidas  enunciadas. 

4 — La  Asamblea  estaba  en  receso,  y  la  acusación  se  presentó  al 
Consejo  representativo,  con  el  fin  de  que  la  convocara  estraordina- 
riamente.  El  vice-Jefe  dirijió  una  nota  por  el  Ministerio  resx)ectivo 
al  mismo  Consejo,  con  el  fin  de  que  convocara  á  la  Asamblea  sin  pér- 
dida de  tiempo,  y  así  se  hizo. 

i) — Reunida  la  Lejislatura,  el  vice-Jefe  presentó  sus  descargos. 
Estos  se  hallan  en  el  número  84  del  Boletín,  correspondiente  al  22 
de  agosto  de  1830,  que  puede  verse  íntegro  al  fin  de  este  capítulo. 

(5 — XJna  comisión  compuesta  de  los  representantes  Dardon,  Vas- 
concelos y  Flores,  abrió'dictámen,  cuya  parte  resolutiva  dice:  que  el 
vice-Jefe|del  Estado  procedió  con  facultades  al  mandar  se  ocuparan 
las  alhajas  y  efectos][correspondientes  á  la  testamentaria  de  Aviléz 
y  de  San  Juan,|la  labor  de  Aceituno,  los  4.000  pesos  que  existían  en 
poder  de  don  Mariano  Aparicio,  los  bienes  de  la  testamentaría  del 
finado  Tomas  Arroyave  y  el  capital  que  litigaba  Siliesar  con  los  he- 
rederos de  don  Mariano  Arrivillaga.  En  consecuencia,  la  comisión 
concluyó  diciendo^que  el  vice-Jefe  no  era  responsable  por  esos  ac- 
tos de  su  administración. 

7 — La  Asamblea  escuchó  el  dictamen  atentamente,  y  después  de 
algunos  discursos  y|de  todos  los.  trámites  de  reglamento,  dictó  el 
decreto  de  3  de  noviembre  de  1830,  en  que  se  declara  que  el  více-je- 
fe  don  Antonio  Rivera  Cabezas,  había  procedido  conforme  á  las  le- 


DE  cp:  NT  no -A  ME  Ríe  A.  249 

yes  j)reexiscentes,  y  que  por  tanto  estaba  libre  de  toda  responsabi- 
lidad. 

(S — Rivera  Cabezas  habia  triunfado;  pero  las  publicaciones  que 
contra  ól  se  hicieron,  la  virulencia  de  los  acusadores,  los  sufrimien- 
tos que  esperimentó  durante  el  debate,  y  la  i)erspectiva  de  nuevos 
ataques  bajo  el  imperio  de  una  constitución  que  tanto  limitaba  las 
facultades  del  Poder  ejecutivo,  le  obligaron  á  jDresentar  su  renun- 
cia. Esta  fué  redactada  por  el  presbítero  don  Antonio  Colom,  mi- 
nistro entonces.  En  ella  se  hace  ver  que  la  salud  del  vice-Jefe  es- 
taba quebrantada  y  se  presentan  de  relieve  los  gravámenes  del  Go- 
bierno y  los  encantos  de  la  vida  i)rivada.  La  renuncia  no  fué  ad- 
mitida. 

9 — Entonces  el  padre  Colom  pidió  con  instancia  á,  la  Asamblea,  á 
nombre  del  vice-Jefe,  licencia  para  que  este  alto  funcionario  pudie- 
ra separarse  temporalmente  del  mando. 

10— El  CuerjDO  lejislativo,  después  de  graves  difícultades  por  las 
repetidas  instancias,  encontró  un  medio  de  resolver.  Declaró  que  la 
Asamblea  habia  sido  convocada  es tra ordinariamente  para  decidir  a- 
cerca  de  la  acusación  contra  Rivera:  que  el  asunto  estaba  i-esuf^lto. 
y  que  sus  funciones  hablan  terminado. 

11 — Rivera,  obligado  iDor  esta  negativa,  i)ermaneció  en  el  mando. 


Editorial  del  "Boletin." 


i2~''Es  un  del)er  en  el  liombre  público,  dar  razón  de  sus  ox)era- 
eiones  á  la  sociedad  á  que  pertenece,  y  este  deber  se  hace  mas  es- 
trecho cnando  se  intenta  divulgar  que  el  funcionario  lia  abusado  del 
poder  que  le  concedieran  los  asociados.  Corre  impresa  una  esposi- 
€Íon  que  acusa  al  actual  Poder  Ejecutivo  de  infractor  de  artículos 
constitucionales,  y  pide  al  Consejo  convoque  estraordinariamente  la 
Asamblea,  á  íin  de  que  le  declare  la  responsabilidad.  Esto  obliga  al 
(robierno  á  sincerar  su  conducta  vulnerada  en  la  diclia  esposicion. 

El  funcionario  verdaderamente  republicano,  que  estudia  y  mi  edi- 
ta la  ley  basta  en  sus  mas  pequeños  ápices  para  marchar  por  la  sen- 
da que  le  hubiese  trazado,  siente  un  placer  efectivo  si  advierte  que 
su  conducta  es  observada,  y  mucho  mas  si  la  examina  la  autoridad 
que  debe  pronunciar  acerca  de  ella.  Esto  le  proporcionará  un  fallo 
terminante  y  honroso  que  no  obtendría,  si  no  se  le  hubiese  sindica- 
do. Los  que  esjoonen  contra  el  segundo  Jefe  del  Estado,  que  actual- 
mente ejerce  el  Poder  Ejecutivo,  le  proporcionan  esta  satisfacción 
que  con  ansia  desea,  y  para  cuyo  logro  ha  unido  sus  votos  á  los  de 
sus  acusadores,  excitando  al  Cuerpo  moderador  á  fin  de  que,  aten- 
diendo á  la  acusación,  se  sirva  convocar  estraordinariamente  al 
Cuerpo  lejislativo.  ínterin  llega  momento  tan  deseado,  para  inteli- 
gencia de  todos  y  justa  satisfacción  de  los  que  x^uedan  creerse  agra- 
viados x)or  las  providencias  denunciadas  en  dicha  esposicion,  exa- 
minemos las  infracciones  de  que  se  hace  mérito. 

Todas  ellas  dependen  de  la  solución  de  este  X3roblema:  ¿El  Ejecu- 
tivo del  Estado  se  hallará  autorizado  x^ara  hacer  ingresar  en  el  teso- 


DE  CENTRO-AMEíaCA.  251 

ro  público  los  bienes  litijiosos  y  los  depositados:: 

El  artículo  1.  ^  del  decreto  de  23  de  febrero  de  1829,  dice:  ''Todo 
capital  impuesto  6  depositado,  será  forzosamente  enterado  en  tesore- 
ría." El  decreto  de  6  de  mayo  del  mismo  año,  emitido  por  el  Jefe 
supremo,  en  virtud  de  L:s  facultades  estraordinarias  con  que  se  ha- 
llaba investido,  en  su  primer  artículo  se  espresa  así:  ''Todos  los  de- 
pósitos é  intereses  litijiosos  entre  cualesquiera  personas  6  corpora- 
ciones, serán  puestos  en  la  tesorería  del  Estado."  Los  acusadores  a- 
ñaden:  '^pero  esta  fué  una  medida  interina,  mientras  el  Cueri)o  le- 
jislativo  establecía  las  contribuciones,  con  cuyo  producto  x)u diera 
hacerse  frente  á  las  erogaciones  estraordinarias,  que  pesaban  enton- 
ces sobre  el  Estado:  con  estas  mismas  joalabras  lo  dice  el  decreto." 
Hemos  leído  una  y  muchas  veces  el  mencionado  decreto  de  O  de  ma- 
3^0,  con  la  mayor  atención,  desde  la  palabra  el  Jefe  con  que  comien- 
za, hasta  el  Mariaiio  Galvez  con  que  ñnaliza,  y  no  hemos  encontra- 
do esas  mismas  palabras  citadas  en  la  esposicion  que  se  contesta,  y 
que  limitan  esta  facultad  del  Gobierno  hasta  la  reunión  de  la  Lejis- 
latura.  Nosotros  invitamos  á  los  cuatro  firmantes,  y  á  cualquiera  o- 
tra  persona  que  pueda  haber  tenido  parte  en  la  acusación,  para  que 
nos  manifieste  esas  palabras  que  no  hemos  encontrado  en  el  decreto 
y  que  solo  están  escritas  en  su  acusación.  Sí  no  hay,  yjues,  limita- 
ción de  tiempo  en  el  decreto  ya  dicho,  debe  estar  y  está  en  todo  su 
vigor  y  fuerza;  si  no  es  que  sea  espresam^ente  derogado,  y  no  lo  ha 
sido  hasta  la  fecha. 

La  orden,  núm.  246,  del  Cuerpo  lejislativo,  dada  en  80  de  junio  del 
año  pasado,  dice  en  su  artículo  1.  ^  :  ''se  diga  al  Gobierno  mande  por 
sí  suspender  los  efectos  del  decreto  de  23  de  febrero  último,  que  dis- 
pone con  generalidad  la  oblación  de  todo  capital.''  Esta  orden  se- 
guramente ha  derogado  el  decreto  de  23  de  febrero  de  que  hace  mé- 
rito, y  que  dispone  con  (jeneroMdad  la  oblación  de  todo  capital\ 
pero  de  ninguna  manera  el  de  6  de  mayo  que  solo  ]M'eviene  ingre- 
sar en  el  Estado  los  bienes  depositados  y  los  litigiosos.  Tan  lejos  es- 
tuvo el  Cuerpo  lejislarivo  de  derogar  el  decreto  de  6  de  mayo,  que 
esi)resamente  añadió:  "quedando  espeditas  sus  facultades  para  exi 
jirlas  de  los  depósitos,  los  litigiosos,  las  de  aquellos  cuyas  funda- 
ciones ú  o])jptos  (\  qup  Imvnn  sido  desrinndas,  aun  no  s(»  hayan  rea- 
lizado." 

La  orden  de  cpie  se  habla,  dice  en  su  fin:  ''estas  disposiciones  rijan 
liasta  la  reunión  del  Cuerpo  lejislativo."  En  esto  apoyan  los  acusa 
dores  los  grandes  cargos  que  hacen  al  Gobierno;  pero  estas  palabras 
prueban  tanto"  como  las  otras  que  dijimos  estar  solo  en  su  papel.  El 
X)enodo  señalado  para  que  lijiest^  la  orden,  ;será  el  tiem])o  material 
de  la  instalación  de  lajAsainblea,  ó  el  de  su  pi'onunciamient(>st)bre  el 
])arti('nlai'^  Este  segundo  es  ciertamente,  porque  la  reunión  puramen- 


252  .  KESENA  HISTÓRICA 

te  material  del  Cuerpo  lejislativo  no  aliviaba  al  Estado  en  sus  cuan- 
tiosas erogaciones.  ; Y  qué  pronunciamiento  lejislativo  liay  que  des- 
poje al  S.  G.  de  la  facultad  de  hacer  ingresar  en  la  tesoreria  los 
bienes  litigiosos  y  dejjositados^  Ninguno.  Los  dos  decretos  de  30  de 
noviembre  último,  citados  en  la  acusación,  no  hablan  de  los  bienes 
dejjositados  y  litigiosos.  El  primero  solo  trata  de  las  contribucio- 
nes indeterminadas  e  introducidas  bajo  el  nombre  de  emjpréstitos 
forzosos.  Yéase  su  x)arte  narrativa.  El  segundo  comprende  única- 
mente la  oblación  de  capitales  ]3uestos  á  censo  en  que  hay  mutuan- 
te y  mutuario,  que  no  se  encuentran  en  los  bienes  litigiosos,  ni  en 
los  depositados,  y  por  lo  mismo  ni  uno  ni  otro  deroga  el  decreto  de 
6  de  mayo. 

No  se  diga  que  la  distinción  hecha  en  el  primer  decreto  de  30  de 
noviembre  último,  de  no  ser  lo  mismo  quitar  al  Gobierno  el  poder  de 
exijir  empréstitos,  que  despojarlo  de  la  facultad  de  hacer  ingresar 
los  bienes  litigiosos  y  depositados,  es  caprichosa  é  imajinaria.  La  A- 
samblea  y  Consejo  representativo  lo  entendieron  de  la  misma  mane- 
ra, y  por  esto,  en  el  mismo  dia  30  de  dicho  noviembre,  espidió  aque- 
lla un  decreto,  mandando  que  la  hacienda  pública  del  Estado  no  se 
hiciese  cargo  de  dei:)ósitos  que  no  existiesen  en  dinero  ó  en  alhajas 
preciosas,  á  cuyo  decreto  w^gb  la  sanción  el  Cuerpo  moderador.  Si 
el  Poder  lejislativo  entendió  que  con  sus  dos  decretos  citados  que- 
daba sin  vigor  el  de  6  de  mayo,  ^,á  qué  espedir  otro  derog¿indolo  so- 
lo en  parte?  Si  igual  intelijencia  tuvo  el  Consejo,  ^por  qué  le  niega 
la  sanción  fundándose  en  que  deja  al  Gobierno  sin  los  arbitrios  y 
recursos  que  necesita  para  cubrir  parte  de  los  gastos  públicos?  De 
todo  se  infiere  con  evidencia  que  ni  una  ni  otra  Cámara  creyó  estar 
derogado  dicho  decreto;  y  que  aun  está  investido  el  Gobierno  de  la 
facultad  de  ocupar  los  bienes  de  que  habla. 

Ya  se  ha  dicho  que  este  decreto  no  está  limitado  á  tiempo  algu- 
no, y  que  la  orden  número  246  dice:  ''Estas  disposiciones  rijan  por  a- 
hora,  hasta  la  reunión  de  la  próxima  Lejislatura."  Supongamos  por 
un  momento,  que  habla  de  la  reunión  material  del  Cuerpo  lejislati- 
vo, y  en  este  supuesto  discurramos. 

Los  acusadores  se  espresan  en  estos  términos:  "estas  facultades 
estraordinarias  fueron  concedidas  al  Gobierno,  con  condición  de  que 
hablan  de  rejir  i3or  ahora  (son  las  palabras  de  la  misma  ley)  hasta 
la  reunión  de  la  próxima  Lejislatura."  Quisiéramos  que  no  se  nos 
hubiese  puesto  en  la  necesidad  de  decir  á  los  firmantes,  que  se  han 
equivocado.  Lo  decimos,  porque  no  podemos  persuadirnos  que  ma- 
liciosamente formaron  un  conjunto  de  espresiones  suyas,  y  de  pa- 
labras de  la  ley.  He  aquí  el  artículo  tercero  literalmente  copiado: 
'Que  estas  disposiciones  rijan  por  ahora,  hasta  la  reunión  de  la  próxi- 
ma Lejislatura."  Estas  disposiciones,  á  saber  las  de  la  misma  orden. 


DE  CENTKO  AMERICA  "JoB 

Pues  las  disposiciones  de  la  misma  orden  no  dan  facultades  al  Go- 
bierno, antes  le  limitan  las  que  tuviera  por  el  decreto  de  23  de  fe- 
brero, y  si  estas  disposiciones  caducaron  por  la  reunión  de  la  Asam- 
blea, son  quitadas  las  limitaciones  que  hizo,  y  recobra  su  vigor  el 
decreto  que  en  parte  liabia  derogado,  porque  no  es  posible  que  da- 
da una  ley  no  rija,  ni  la  ley  ni  su  derogación.  ¡Cuidado  con  estos  ciu- 
dadanos acusadores  I  porque  el  artículo  6.  ^  so  espresa  en  estos  tér- 
minos: "aquellas  personas  que  ocultaren,  6  no  manifestaren  á  la  te- 
sorería sus  depósitos  6  reconocimientos,  dentro  de  ocho  dias,  debe- 
rán pagar  precisamente  en  dinero  contado,  y  además  tendrán  que 
exhibir  un  cinco  por  ciento,  que  será  aplicado  al  que  hiciere  la  de- 
nuncia. 

Mas  p>ara  que  se  vea  cuan  lejos  está  de  responsabilidad  el  Ejecuti- 
vo del  Estado  en  las  providencias  de  que  le  acusan,  fígiirenios  que 
están  derogados  los  decretos  de  23  de  junio  y  6  de  mayo  y  la  orden 
número  246 — ^^Querrán  mas  los  acusadores^  Pues  sepan  que  ni  aun 
en  este  caso  hay  responsabilidad  en  el  Gobierno;  la  Constitución 
del  Estado  creó  un  cuerpo  moderador,  entre  cuyas  atribuciones  se 
halla  la  de  aconsejar  al  P.  E.,  dejando  á  este  en  libertad  de  confor- 
marse ó  no  con  su  parecer.  Si  no  se  conforma,  él  es  responsable  sin 
disputa;  i^ero  si  se  adhiere  al  dictamen  del  Cuerpo  que  la  ley  le  dio 
para  aconsejarse,  seria  un  delirio  exijirle  la  responsabilidad.  Algu- 
na diferencia  debe  haber  en  uno  y  en  otro  caso,  y  aunque  la  Cons- 
titución del  Estado  calla  sobre  el  particular,  la  de  la  República,  de 
lo  cual  son  una  emanación  las  de  los  Estados,  porque  en  estos  no  se 
hace  mas  que  rei:>etir  en  jDequeño  la  organización  que  aquella  hizo 
en  grande,  terminantemente  dice  en  el  art.  114,  que  cesa  la  respon- 
sabilidad del  P.  E.  cuando  se  conforma  con  el  dictamen  del  cuerpo 
moderador.  Y  he  aquí  la  parte  resolutiva  de  este  alto  Cuerpo  en  su 
dictamen  de  6  de  junio  del  presente  año:  "Art.  1.  ^Que  mande  pro- 
ceder el  Gobierno  á  la  venta  de  las  alliajas  que  corresponden  á  Avi- 
léz,  y  estaban  en  calidad  de  depósito  en  poder  de  los  ciudadanos  Pa- 
vón.— 2.  ^  Que  dentro  de  tres  dias  prevenga  que  el  escribano  sa- 
ctue  testimonio  del  testamento  íntegro,  y  lo  pase  al  Consejo,  Y)aYa  re- 
solver con  respecto  á  las  alhajas  pertenecientes  á  San  Juan." 

P^s,  pues,  totalmente  infundada  la  acusación  contra  el  Eje(;utivo, 
l)orque  ha  obrado  con  arreglo  á  las  leyes  no  derogadas,  y  porque  lo 
ha  hecho  de  conformidad  con  el  Consejo  representativo. 

Vamos   aliora  á  examinar  separadamente  cada  uno  de  los  cargos. 
X)ara  satisfaccer  las  reflexiones  particulares  con  que  son  acompaña 
dos.  En  el  1.  '^  sobre  la  ocupación    de  alhajas  depositadas  en  el  cii; 
dadano  Vicente   Pavón,  pertenecientes  á  las  testamentarías  de  San 
Juan  y  Aviléz,  no  se  hace  ninguna.  En  el  número  2.  ^  sobre  la  ocupa- 
ción de  la  labor  llamada  Aceituno,  se  asegura  que  por  ser  el  mismo 


254  RESEÑA  JIISTÓKICA 

vice- Jefe  quien  litiga  diclia  labor,  puede  tener  lugar  Ja  reflexión, 
de  que  no  pudiendo  aparecer  en  juicio  con  mejor  derecho  que  los\)- 
tros  litigantes,  ha  adoptado  el  medio  de  agregarle  á  la  hacienda  pú- 
blica, para  ]3erjudicarlos.  Convenimos  en  que  esta  reflexión  puede 
mu3^  bien  tener  lugar  en  almas  corrompidas  y  acostumbradas  á  jjen- 
sár  siempre  del  peor  modo  posible;  pero  los  hombres  de  sana  inten- 
ción que  juzgan  con  rectitud,  y  que  no  atribuyen  criminalidad  á  o 
tro  sino  cuando  les  consta,  dirán:  que  no  siendo  ninguna  convenien- 
cia para  los  litigantes,  que  aquello  que  disputan,  ingrese  á  la  ha- 
cienda pública,  x>orqúe  después  de  vencer  en  juicio,  aun  les  resta  prac- 
ticar gestiones  con  el  Estado;  y  habiendo  el  vice- Jefe,  que  litiga  lo 
de  Aceituno,  hecho  ingresarlo,  ha  dado  un  testimonio  de  que  es  i- 
gual  como  la  ley  de  que  es  ejecutor.  Para  que  se  vea  cuan  despre- 
ciableé  injusta  es  la  primera  reflexión,  y  cuan  acertada  seria  la  segun- 
da, conviene  que  sepan üü., ce.  acusadores,  que  el  Consejo  rex^resen- 
tativo  xjidió  por  conducto  del  Gobierno,  informe  á  la  Corte  sux)erior 
de  justicia,  sobre  si  estaba  litijiosa  la  mencionada  labor  de  Aceitu- 
no. ISTo  ha  de  haber  sido  para  solo  tener  el  gusto  de  saberlo.  Fué^ 
sin  duda,  para  recordar  al  Gobierno  el  cumjjlimiento  de  las  disposi- 
ciones-sobre bienes  litijiosos;  y  la  delicadeza  de  la  persona  que  ejer- 
ce el  P.  E.  exijia  que  fuese  mucho  mas  puntual  en  el  cumplimien- 
to de  la  ley  contra  intereses  que  cree  pertenecerle.  Considerando 
(estas  palabras  contiene  el  acuerdo  del  Poder  ejecutivo)  que  la  de- 
licadeza del  Gobierno  está  interesada  en  prevenir  los  deseos  del  Con- 
sejo representativo  qae  acaba  de  pedir  informe  á  la  Corte  superior 
de  justicia  sobre  aquel  j)articular,  sin  duda  para  excitar  al  propio 
Gobierno  á  fin  de  que  ocupe  aquellos  bienes  como  litijiosos ....  a- 
cordó  que  la  Intendencia  dé  las  órdenes  correspondientes  para  ocu- 
par la  labor  llamada  de  Aceituno. 

En  el  tercer  cargo  se  da  á  entender  que  el  Ejecutivo  procedió  con 
lijereza  en  acordar  exijirle  un  depósito  al  C.  Mariano  Aparicio,  por- 
que se  asegura  no  haberse  tenido  a  la  vista  documento  alguno  que 
acreditase  la  existencia  de  tal  depósito.  Este  cargo  es  desvanecido 
con  sus  mismas  últimas  palabras,  en  que  confiesan  los  acusadores  la 
denuncia  de  uno  que  suponen  enemigo  de  Aparicio,  y  el  examen  de 
algunos  testigos.  No  titubearemos  en  asegurar  que  la  lijereza  está 
de  parte  de  los  acusadores,  que  acaso  no  tuvieron  ]3resente  el  espe- 
diente de  la  materia.  En  él  aparecen  cinco  testigos  que  deponen  la 
certeza  de  un  depósito  confiado  á  don  José  Antonio  Zomosa:  que  del 
poder  de  éste  pasó  al  de  su  viuda  C.  Casilda  Aguirre,  y  por  su  nue- 
vo enlace  matrimonial  al  del  C.  Mariano  Aparicio. 

Para  satisfacer  al  último  cargo,  copiaremos  la  comunicación  de  la 
tesorería  al  C.  Arrivillaga.  "Al  C.  Francisco  Arrivillaga.  Hoy  me 
dice  el  Intendente  general  de  hacienda,  lo  que  copio.  El  Secretario 


DE  CEXTliO-AMÉlílCA  26o 

general  del  desi^acño,  en  nota  fechada  el  24.  del  corriente, me  comu- 
nica que  el  Supremo  Gobierno  lia  dispuesto  introduzcan  en  esa  te- 
sorería los  herederos  de  don  Mariano  Arrivillaga  la,  parte  que  cor- 
responda áel  capital  de  dos  6  tres  mil  pesos,  que  dejó  el  finado  doii 
Tomas  Leiva,  siendo  el  'último  usufructuario  de  sus  réditos  el  C. 
Manuel  Siliesar,  y  debiendo  pasar  despu.es  de  su  muerte  por  mitad 
al  estinguido  convento  de  san  Francisco  y  al  Beaterío  de  Belén."  Si- 
liesar, en  virtud  de  decreto  de  las  Cortes  españolas,  debe  entrar  en 
posesión  de  la  mitad  del  capital,  quedando  la  otra  para  sus  inme- 
diatos sucesores,  que  lo  son  san  Francisco  y  Beaterío  de  Belén,  y 
por  la  disposición  di  ocupación  de  temporalidades  de  las  ya  no  exis- 
tentes relijiones,  el  Estado  y  dicho  Beaterío.  Tien<:',  pues,  indispu- 
tablemente derecho  el  tesoro  publico,  á  una  parte  del  capital  que 
reconocen  los  CC.  Arrivillaga  y  se  ha  obrado  con  legalidad  al  man- 
dar enterar  la  parte  que  corresponda. 

Los  acusadores  concluyen  manifestando  al  público  los  motivos 
que  los  impulsaron  á  hacer  su  acusación.  La  opinión  de  esta  nacien- 
te República:  la  marcha  magestuosa  que  debe  llevar:  la  exacta  ob- 
servancia de  la  ley  jurada:  el  creerse  (sino  hubieran  reclamado)  men- 
guados y  poco  celosos  de  la  conservación  de  sus  derechos  y  de  los 
demás  ciudadanos:  hé  aquí  las  causas  que  nos  aseguran  los  mismos 
acusadores  que  los  impelieron  á  la  acusación.  Desearíamos  se  hu- 
biesen desnudado  de  esta  hipocresía  política, y  no  nos  quisiesen  ven- 
der una  adhesión  á  nuestras  instituciones  qu(í  no  les  será  fácil  pro- 
bar, y  se  hubieran  contentado  con  decir  únicamente  que  usaban  del 
derecho  que  á  todos  los  habitantes  del  Estado  da  su  Constitución 
en  el  art.  28.  Los  presentados  contra  el  viceJefe  son  interesados  en 
la  acusación,  por  lo  cual  nos  inclinamos  á  crear  que  esta  es  la  ver- 
dadera y  única  causa  que  la  ha  motivado.  Al  ciudadano  Pedro  Ce- 
ron  se  le  ha  hecho  entregar  la  labor  llamada  de  Aceituno:  el  ciuda- 
dano Moreno  sabe  que  parte  del  precio  no  ¡satisfecho  aun  de  la  ha- 
cienda San  Agustín  que  actualmente  posee,  x)ertenece  á  tempora- 
lidades, y  que  hay  litigio  sobre  el  jjotrero  de  Corona,  de  que  tam- 
bién está,  en  posesión:  el  español  José  Rivas  es  hermano  político  y 
paniaguado  de  Cerón,  quien  le  ha  mantenido  á  sus  hijos,  y. al  ciu- 
dadano José  Mariano  Aparicio  se  le  ha  prevenido  la  entrega  del  de- 
pósito de  que  hemos  ha])lado.  Dígannos, pues,  que  los  deseos  de  ata- 
car la  delicadeza  del  CTobierno,  para  que  no  c<jntinúe  providencian- 
do (íontra  los  intereses  de  los'acusadores,  es  el  móvil  de  su  proce- 
dei",  y  dejen  de  decantarnos  adhesión  al  sistema:  el  que  mereció  la 
confianza  del  intruso  Jefe,  quien  le  comisionó  ])ara  que  abriese  en 
la  estafeta  del  correo  las  cartas  y  fuese  su  caliíicadoi'  inquisitorial, 
y  el  que  hacia  introducir  espías  en  el  ejército  protector  de  la  ley:  el 
(]ue  se  justificó  tan  servilmente  ante   Aycinena,  y  el  partido  enemi 


2r>()  UESENA  IIISTÓKICA 

go  de  ]a  constitución  con  sii  pajjel  publicado  despnes  de  la  derrota 
de  Arrazola,  y  sirvió  destino  concejil  en  aquella  época, cuando  lo  lia 
renunciado  electo  por  los  libres;  el  que  por  su  orí  jen  no  es  creíble 
esté  contento  con  nuestras  instituciones." 


«#..^^.4#i. 


O-i^PITULO  VICÉSIMO. 

El  Arzobispo  y  el  Cabildo. 


SUMARIO. 


—El  Arzobispo  conspira  desde  la  Habana — 2.  Decreto  que  en 
consecuencia  dicta  la  Asamblea — 3.  Se  comunica  al  Cabildo — 
4.  Personas  que  componian  esta  corporación — 5.  Vicarios  nom- 
brados por  el  Arzobispo — 6.  Separación  de  Alcayaga — 7.  El  doc- 
tor Bustamante — 8.  Don  Diego  Batres — 9.  Disposiciones  canó- 
nicas— 10.  Opinión  de  los  señores  Martinez  y  Larrazabal — 11. 
Opinión  del  señor  Valdés — 12.  Opinión  del  señor  Castilla — 13. 
Se  nombra  un  tercero  en  discordia — 14.  Elección  de  Vicario  capi- 
tular: oposición  á  ella  de  Rivera  Cabezas — 15.  Se  liace  mteea  e- 
leccion — IG,  Cólera  de  Casaus — 17.  Cisma — 18.  Juicio  acerca  de 
los  canónigos — 19.  Conducta  del  padre  Batres — 20.  Conducta 
de  las  autoridades  salvadoreñas — 21.  Decreto  de  la  Asamblea 
del  Salvador— '22.  Decreto  del  Qongreso  federal— 'i^'^.  Impugna- 
ción al  impreso  que  se  intitula  "■Monstruo  de  dos  Cabezas''— 
24.  Larrazabal  sucede  á  Batres. 


1 — El  Arzobispo  fray  Ramón,  desde  la  Habana  hostilizaba  al  Go- 
bierno, pretendiendo  sublevar  al  pueblo  de  Centro- América  por  me- 
dio de  cartas,  de  pastorales  y  de  agentes.  Cierto  presbítero  iruate- 
malteco,  era  uno  de  los  mas  activos  (colaboradores  de  Casaus.  El  ciu- 
dadano Calisto  Garcia  Goyena,  lo  averiguó  y  se  presentó  á  la  Asam- 

17 


258  RESEÑA  IlISTOEICA 

blea  denunciando  el  hecho  y  iDÍdiendo  su  castigo.  El  espediente  X)a- 
s6  á  los  tribunales,  y  se  puso  en  claro  que  ese  presbítero  conspiraba 
en  unión  de  muchas  personas,  y  que  eran  sus  colaboradores  los  cu- 
ras de  San  Agustín  Acasaguastlan  y  de  Zacax)a;  y  que  esos  clérigos 
insistían  en  los  milagros  de  la  madre  Teresa:  que  ya  habia  otra  mon- 
ja que  también  suspendía  las  leyes  de  la  naturaleza  en  beneficio  de 
la  causa  de  los  justos.  Se  enviaban  al  Arzobispo  muchas  cartas  y  se  re- 
cibían instrucciones  de  él  para  toda  la  maniobra  x)olítica.  Para  mayor 
confusión  de  esos  clérigos,  el  Poder  ejecutivo  envió  á  los  tribunales 
ejemplares  de  la  carta  de  Pió  YII,  que  declara  ilusa  á  la  madre  Te- 
resa y  reprende  al  Arzobispo.  Esa  carta  forma  parte  del  i3roceso. 

2 — Con  vista  de  tales  consx)iraciones,  se  expidió  el  decreto  que  di- 
ce así:  ''El  vice-Jefe  del  Estado  de  Guatemala — Por  cuanto  la  xVsam- 
blea  Lejislativa  tuvo  á  bien  decretar,  y  el  Consejo  representativo  ha 
sancionado  lo  que  sigue — La  Asamblea  Lejislativa  del  Estado  de 
Guatemala,  considerando:  que  el  arzobispo  fray  Eamon  Casaus,  re- 
legado á  la  isla  de  Cuba,  como  uno  de  los  principíales  autores  de  la 
.última  revolución,  ha  tenido  en  su  destierro  un  comportamiento  in- 
esperado y  reprensible,  que  no   dá  esperanzas  de  mejora:  que  ha 
rendido  cuenta  al  Rey  de  España,  como  si  fuese  un  subdito  suyo^ 
de  la  conducta  x)olítica  que  guardó  en  esta  nación  después  de  haber 
jurado  nuestra  Independencia:  que  ha  solicitado  del  mismo  Rey  le 
promueva  á  un  Arzobispado  de  España:  que  Fernando  VII  le  apro- 
bó, con  consulta'unifürme  de  su  Consejo  de  las  Indias,  sus  hechos  y 
conducta  política:   que  le  asignó  tres  mil  jjesos  de  renta,   ordenán- 
dole que  permanezca  en  la  Habana  hasta  tanto  pueda  restituirse  á 
Guatemala:  que  fray  Ramón,  fiel  observante  de  estos  mandatos,  in- 
tenta gobernarnos  desde  el  punto  de  su  relegación,  dirijiendo  desde 
allí  escritos  subversivos,  para  inquietar  las   concienciptS  y  encender 
entre  nosotros  una  guerra  relijiosa,  que  nos  desuna  y  debilite:  que 
toda  la  conducta  anterior  del  Arzobispo  ha  sido  perversa,  oponién- 
dose á  la  proclamación  de  Index^endencia,  que  después  juró  conten- 
to; oxDoniéndose  á  todo  sistema  liberal  de  Gobierno,  al  cual  después 
se  sometía,  tomando  una  parte  activa  para  subyugar  este  Estado 
á  la  dominación  del  emperador  Iturbide,  de  quien  solicitó  y  obtuvo 
algunas  distinciones  de  honor,  según  todo  consta  de  los  documentos 
respectivos  que  se  han   tenido  á  la  vista;  ha  tenido  á  bien  decretar 
y  decreta:  . 

Art.  1.  ^ — Se  declara  traidor  á  la  x^átria  al  arzobispo  de  Guatema- 
la, fray  Ramón  Casaus. 

Art.  2.  '^ — Se  declara  que  el  mismo  Arzobispo  ha  x^erdido  los  de- 
rechos de  ciudadano,  conforme  á  lo  disx^iesto  en  el  x'>árrafo  1  '^ ,  art. 
20  de  la  Constitución  federal. 

Art.  3.  ^ — En  consecuencia  queda  extrañado  x^-iT^tuamente  del 


DE  CENTRO-AMÉRICA.  2í)9 

teiTÍtorio  del  Estado,  y  su  silla  vacante. 

x\rt.  4.  ^  — Mientras  se  provee  canónicamente  el  Arzobispado,  sus 
rentas  entrarán  á  la  tesorería.  Los  bienes  x)articulares  de  fray  Ra- 
món, serán  ocupados  con  arreglo  á  lo  dispuesto -en  el  decreto  de  2:^ 
de  noviembre  último. 

Art.  o.  ^  — El  Cabildo  eclesiástico  nombrará  Vicario  y  Gobernadoi' 
<4'eneral  del  Arzobispado,  arreglándose  á  lo  dispuesto  en  el  derecho 
canónico;  pero  el  que  así  fuere  nombrado,  no  entrará  á  ejercer  su. 
cargo  sin  aprobación  previa  del  Gobierno. 

Art.  6.  '^  — Es  iDroliibida  de  lioy  en  adelante  toda  con^unicacioa 
í'on  el  espresado  fray  Ramón  Casaus,  á  quien  se  considerará  enemi- 
go público. 

Art.  7.  ^ — El  Gobierno  cuidará  de  informar  á  Su  Santidad  sobre 
todo  lo  ocurrido,  activando  las  disposiciones  prevenidas  en  el  decre- 
to de  5  de  diciembre  del  año  próximo  pasado. 

Art.  8.  ^  — El  mismo  Gobierno  hará  imj)rimir  y  publicar  los  do- 
cumentos principales  que  demarcan  la  conducta  hostil  del  Arzobis- 
po, á  quien  le  intimará  el  presente  decreto. 

Comuniqúese  al  Consejo  representativo  para  su  sanción. 

Dado  en  Guatemala,  á  trece  de  junio  de  mil  ochocientos  treinta. 

José  Bernardo  Escobar,  dix)utado  presidente — Félix  Solano ,  di- 
putado secretario — Manuel  Avellano,  diputado  secretario — Sala  del 
Consejo  representativo  del  Estado  de  Guatemala,  en  la  corte,  á  vein- 
tiséis de  junio  de  mil  ochocientos  treinta: — Al  Jefe  del  Estado — Jo- 
sé Gregorio  Márquez,  presidente — Francisco  Jamer  Flores — Hi- 
cardo  Aguilar — Dionisio  Marta- Duvias,  secretario  interino — Por 
tanto:  ejecútese — Guatemala,  junio  veintinueve  de  mil  ochocientos 
treinta — Antonio  Ilixera  Cabezas'' 

3--E1  decreto  preinserto  fué  comunicado  al  Cabildo  metropolitano 
X)ara  que  diera  cumplimiento  al  art.  5°,  nombrando  Vicario  capitular. 

4 — El  Cabildo  se  comj^onia  entonces  de  seis  personas,  á  saber:  el 
doctor  Antonio  Garcia  Redondo,  deán;  el  maestre-escuela,  doctor 
Bernardo  Martínez;  el  X)enitenciario,  Dr.  Antonio  Larrazábal;  elilia- 
jistral,  doctor  Antonio  Croqiier;  el  tesorero,  doctor  José  Valdés;  y 
el  canónigo  doctor  don  José  Maria  de  Castilla.  El  deán  Garcia  Re- 
dondo y  elmajistral  Croquer  se  hallaban  ausentes,  y  solo  quedaban 
cuatro  cai)itulares. 

5— Fray  Ramón  al  salir  de  Guatediala,  nombró  tres  individuos  x)u- 
ra  que  ejercieran,  según  el  orden  íe  sus  nombramientos,  la  Vicaría 
general.  Fueron  los  doctores  José  Antonio  Alcayaga,  Pedro  Ruiz 
de  Bustamante  y  Diego  Batres.  Casaus  ratiiicó  estos  nombramien- 
tos en  la  Habana,  y  comenzó  á  funcionar  como  vicario  Alcayaga. 

O — Este  eclesiástico  se  puso  en  desacuerdo  con  el  Arzobispo,  y  tuvo 
necesidad  de  renunciar.  Se  cree  que  el  Arzobispo  le  mandó  que  re- 


260  TwESENA  HISTÓKIOA 

nunciára,  y  aun  hay  quien  piens(3  que  fué  despojado. 

7 — Entró  á  funcionar  conío  vicario  el  doctor  Bustaniante.  quien 
inspiraba  desconfianza  al  Gobierno,  por  estar  íntimamente  unido 
por  vínculos  de  amigad  y  de  partido  con  los  hombres  que  sucum- 
bieron en  1829. 

8 — Por  lo  mismo  renunció,  y  la  Aricaría  recayó  en  el  doctor  don 
Diego  Batres.  En  esta  situación  se  hallaban  los  asuntos  eclesiásti- 
líos,  cuando  el  Cabildo  metropolitano  tomó  en  consideración  el  de- 
creto de  13  de  junio  de  1830. 

.9 — Sabido  es  que,  por  los  Cánones  de  la  iglesia,  en  sede  vacante,  la 
jurisdicción  del  Obispo  recae  en  el  Cabildo,  y  que  esce  no  la  ejerce 
por  sí,  sino  que  nombra  un  Vicario  capitular.  Pero  decían  los  cano- 
nistas, que  fray  Ramón  no  habia  muerto:  que  un  decreto  del  Poder 
Lejislativo  no  podía  disolver  lo  que  ellos  llaman  vínculo  entre  el  0- 
bisi30  y  su  iglesia:  que  no  estando  roto  ese  vínculo,  no  habia  sede 
vacante,  y  que  en  sede  plena  no  puede  nombrarse  Vicario  capitular. 

10 — Sin  embargo,  los  señores  Martínez  y  Larrazábal  opinaron  de 
distinto  modo.  Martínez  dijo:  que  los  casos  mas  comunes  en  que  es- 
pira la  jurisdicción  del  Obispo,  son  la  muerte,  la  traslación,  la  re- 
nuncia, la  permuta  y  la  deposición;  pero  que  hay  otros  muchos  que 
presentan  los  canonistas;  y  citando  á  Barbosa,  á  Murillo,  al  carde- 
nal de  Luca  y  á  otros  muchos  autores,  dijo:  que  uno  de  estos  casos 
era  la  deportación,  la  muerte  civil,  la  inhabilidad  del  Obispo,  y  que 
que  en  éste  se  hallaba  fray  liamon  Casaus.  El  señor  Larrazábal 
|)resentó  su  opinión  en  estos  términos:  "es  mí  voto  que  se  está  en 
4^1  caso  de  que,  ó  continúe  en  el  gobierno  eclesiástico  la  persona  que 
actualmente  lo  ejerce,  ó  el  Cabildo  elija  otra  con  las  circunstancias 
y  en  la  manera  que  dispone  el  capítulo  16  del  Santo  Concilio  de 
Trento,  sesión  24  de  Reformatione". 

11 — Valdés  dijo:  que  siendo  constante  en  derecho  canónico,  que 
estrañado  del  país  el  Obispo  por  la  jurisdicción  política,  debe  go- 
bernar la  diócesis  su  Vicario,  el  Cabildo  no  estaba  en  el  caso  de 
nombrar  Vicario  capitular,  puesto  que  los  Vicarios  nombrados  por 
el  Arzobisi^o,  y  reconocidos  por  el  Gobierno  del  Estado,  existían  sin 
liabérseles  presentado  tacha  que  impidiera  su  jurisdicción. 

12 — El  canónigo  Castilla  dijo  lo  mismo,  en  los  términos  siguientes: 
"El  Cabildo  no  está  en  el  caso  de  nombrar  Gobernador  del  Arzobis- 
pado, porque  el  Prelado  metropolitano  á  su  salida  de  esta  corte,  nom- 
bró Alicarios  á  instancias  del  Gobierno,  y  los  invistió,  no  solo  de  las 
facultades  ordinarias,  sino  también  de  las  es tra ordinarias:  que  si 
dicho  Prelado  so  hubiera  negado  á  nombrar  Vicarios,  ó  su  salida  hu- 
biera sido  tan  apresurada,  que  no  le  hubiera  permitido  hacerlo,  en- 
tonces el  Cabildo  estaría  autorizado  por  derecho  para  elejír  uno  que 
-ejerciera  la  jurisdicción  eclesiástica". 


»4  DE  CET<Í TRO- AMÉRICA.  261 

18 — El  Cabildo  se  hallaba  dividido.  Martínez  y  Larrazábal  opina- 
ban de  un  modo:  A'^aldés  y  Castilla  opinaban  de  otro.  Para  salvar- 
la dificultad  nombraron  tercero  en  discordia  al  presbítero  don  Láza- 
ro José  de  Silva,  que  era  bachiller  en  derecho  canónico.  Se  le  pasa- 
ron por  el  Secretario  los  dictámenes  de  los  cuatro  capitulares,  y 
cuando  avisó  que  estaba  impuesto  de  ellos,  concurrió  al  Cabildo^ 
se  le  recibió  el  juramento  de  estilo,  y  acto  continuo  votó,  adhirién- 
dose á  la  opinión  de  los  capitulares  Martínez  y  Larrazábal. 

14 — En  consecuencia  se  procedió  por  los  mismos  cuatro  capitula- 
res á  la  elección  de  Vicario  por  votos  secretos,  y  después  de  varios 
escrutinios  resultó  electo  el  doctor  en  cánones  y  abogado,  don  Pe- 
dro Huiz  de  Bustamante.  Se  dio  aviso  al  Gobierno,  y  el  vice-jefe  Ri- 
vera Cabezas,  contestó,  que  en  virtud  de  las  facultades  que  le  con- 
cedía el  artículo  5.  ^  del  decreto  de  13  de  junio,  no  aprobaba  la  e- 
leccion. 

lo — La  hizo  nuevamente  el  Cabildo  en  la  misma  forma  que  la  an- 
terior, y  recayó  en  el  doctor  teólogo,  don  Diego  Batres.  Se  dio  cuen- 
ta al  Gobierno,  y  el  nombramiento  fué  aceptado.  El  padre  Batres  e- 
ra  á  la  sazón  Vicario  nombrado  por  el  Arzobispo.  La  elección  del 
Cabildo  no  cambiaba  la  persona;  pero  mudaba  el  orí  jen  de  la  juris- 
dicción. Ya  esta  no  procedía  del  Arzobispo;  procedía  del  Capítulo 
como  en  sede  vacante. 

16 — Esta  resolución  trascendental  indignó  á  Casaus,  quien  des- 
de la  Habana  espidió  cartas  y  pastorales,  declarando  nulo  cuanto  el 
padre  Batres  hiciera  como  vicario  capitular.  Las  dispensas,  según 
Casaus,  eran  nulas,  nulos  los  matrimonios,  nulos  todos  los  actos  de 
jurisdicción  eclesiástica.  El  que  conozca  á  los  pueblos  latino-ameri- 
canos, comprenderá  el  efecto  que  está  situación  produjo.  Las  ancia- 
nas y  los  niños  se  creían  ya  condenados.  Los  filósofos  se  reian,  y  los 
indígenas  no  comprendían  una  palabra  de  lo  que  estaba  pasando. 

17 — Fray  Ramón,  á  solicitud  de  varios  timoratos,  nombró  Vica- 
rios que  no  daban  la  cara,  y  que  ocultamente  despachaban  en  todo 
lo  relativo  á  jurisdicción  eclesiástica.  El  padre  Batres  lo  supo,  y  en^ 
tro  en  pugna  con  ellos.  Un  panfleto  imx)reso  en  San  Salvador,  inti- 
tulado El  monstruo  de  dos  cabezas,-  vino  á  ajitar  mas  los  ánimos.  En 
él  se  censura  con  citas  de  los  cánones  y  de  los  padres  de  la  iglesia,, 
la  conducta  del  Cabildo  eclesiástico. 

18 — El  canónigo  Martínez  era  tan  instruido,  que  bien  merecía  la 
reputación  de  sabio.  En  cánones  y  en  teología  no  tenia  rival;  i^ero 
no  gozaba  de  concepto  como  hombre  sincero.  Se  creía  que  toda  su 
ciencia  la  ponia  al  servicio  de  sus  caprichos.  Muchos  serviles  lo  de- 
testaban, aunque  fué  inquisidor,  cualidad  i'ecomendable  para  ellos, 
porque  siguió  un  proceso  contra  el  arzobispo  fray  Ramón  \}ov  sus 
conocidas  supercherías  en  el  convento  de  Santa  Teresa.  El  señor 


^62  .  KESEÑA  IIISTÓRIOA  ,^ 

Larrazábal  gozaba  de  una  reputación  superior  á  su  mérito.  IS^o  era 
profundo  en  ciencias,  como  el  señor  Martin ez,  ni  tenia  la  cultura  del 
iseñor  Castilla.  Su  carácter  era  dominante  y  sus  maneras  l)ruscas.  Se 
le  creyó  liberal,  porque  en  las  cortes  de  España,  auxiliado  por  al- 
<^unos  políticos  y  literatos  que  al  Poder  lejislativo  no  jDetenecian, 
hizo  oposición  á  las  tendencias  absolutistas  de  Fernando  YII.   La 
«creencia  de  que  el  canónigo  Larrazábal  era  liberal,  se  hallaba  tan  es- 
tendida, que  el  año  de  23  fué  nombrado  por  la  Asamblea  nacional 
Constituyente,  individuo  del  primer  Poder  ejecutivo  federal,  y  si 
Larrazábal  no  gobernó  á  Centro-América  en  ese  concepto,  fué  por 
h-aber  renunciado  alegando  incompatibilidad  entre  el  sacerdocio  y  el 
poder  civil.  Indudablemente  hace  honor  al  señor  Larrazábal  el  haber 
visto  esa  incompatibilidad  que  los  Sumos  Pontífices  no  ven;  pero  él 
sirvió  de  firme  al  partido  servil,  y  murió  siendo  una  ele  sus  colum- 
nas. El  tínico  acto  de  liberalismo  que  se  le  vio  después  de  la  renun- 
<íia  del  año  de  23,  fué  el  voto  en  el  Cabildo,  que  hizo  vicario  al  pa- 
dre Batres;  pero  si  por  ese  voto  debiéramos  declarar  liberal  al  señor 
Larrazábal,  era  j^reciso  hacer  la  misma  declaratoria  en  favor  del  se- 
ñor Martínez,  y  es  imposible  que  sea  liberal  un  inquisidor.  El  canó- 
nigo Valdés  no  era  una  lumbrera  literaria  ni  científica;  pero  se  le 
creía  probo.  El  señor  Castilla  era  un  hombre  culto,  sin  afectación; 
sus  maneras  finas  le  abrían  las  puertas  de  todos  los  círculos  sociales; 
mi  .conversación  era  amena  y  sus  discursos  x)oéticos;  al  pié  del  patí- 
bMÍ'0  y  á  la  cabecera  de  los  moribundos,  el  señor  Castilla  pretendía 
-tranquilizar  á  los  creyentes,  separando  todo  el  horror  de  la  agonía 
por  medio  de  una  elocuencia  poética,  digna  de  Chateaubriand,   y 
á  ios  libres  pensadores  con  doctrinas  filosóficas  que  obligan  á  des- 
apreciar I*  muerte.    Camprodon    en  su   drama  intitulado    ''Espi- 
nan- ée  una  flor",  presenta  á  una  muger  que  espirando,  oye  la  cam- 
pana de  la  agonía,  y  en  voz  balbuciente  dice  á  un  sacerdote  llamado 
el  padre  José: 

"Padre,  ¿qué  quiere  decir  el  toque  de  esa  camimnaí" 
La  contestación  en  verso  contiene  algunos  de  los  muchos  y  varia- 
dos pensamientos  con  que  el  señor  Castilla  auxiliaba  á  los  mori- 
bundos que  en  la  inmortalidad  del  alma  creían.   El  padre  José  res- 
ponde: 

*  'Es,  hermana,  un  signo  esterno 

Con  que  el  creyente  ha  marcado 

El  toque  de  un  desterrado, 

Que  llama  al  hogar  paterno. 

Es  la  voz  de  la  oración 

Con  que  á  los  fieles  se  avisa, 

Que  hay  un  alma  que  divisa 

Las  palmeras  de  Sion.  \ 


DE  CENTRO-AMÉKICA.  263 

El  señor  Castilla,  sin  embargo  de  estas  relevantes  cualidades,  re- 
•cordó  en  el  Cabildo  que  era  elérigo,  y  que  su  i)relado  era  fray  Ra- 
món Casaus;  votó  en  favor  de  los  intereses  del  Arzobispo,  y  este  vo- 
to sirvió  de  muclio  á  los  serviles. 

19 — Los  individuos  que  iban  á  ordenarse  á  la  Habana,  no  contaban 
con  Batres,  y  á  su  regreso,  este  no  les  i^ermitia  celebrar.  Algunos 
para  salvar  dificultades,  contaban  con  don  Diego;  pero  al  saberlo  el 
Arzobispo,  no  los  ordenaba.  Muchos  clérigos  predicaban  en  favor 
de  Batres,  y  con  éstos  las  mugeres  mas  exaltadas  no  querían  confe- 
sarse, ni  aun  les  oían  la  misa.  Al  presentarse  en  el  presbiterio  uno 
de  estos  eclesiásticos,  muchas  beatas  hacian  gala  de  salirse  de  la  i- 
glesia,  despreciándolos  públicamente  f^). 


f*)  Esta  situación  permaneció  hasta  el  año  de  36.  A  ella  puso  término  el 
Sumo  Pontífice  Gregorio  XYJ,  quien  dictó  el  decreto  que  sigue: 

DECRETO 

De  Guatemala, en  la  América  Septentrional — De  sanacion  y  confirma- 
ción del  vicario  capitular. 

Hace  pocos  dias  representaron  á  nuestro  Smo.  Padre  Gregorio  por  la  divi- 
na Providencia  Papa  XYI,  algunos  individuos  del  Cabildo  de  la  Iglesia  Me- 
tropolitana de  Guatemala,  cómo,  habiendo  sido  el  actual  Arzobispo  de  la  mis- 
ma Iglesia  separado  de  su  grey  por  las  turbulencias  políticas,  y  hallándose 
en  la  Habana;  juzgó  dicho  Cabildo,  atendidas  las  circunstancias  y  principal- 
mente la  distancia  de  los  lugares,  deber  proceder  á  la  elección  de  Vicario  ca- 
pitular; y  que  esta  recayó  en  el  doctor  Diego  Batres,  designado  en  tercer  lu- 
gar entre  los  que  habia  nombrado  el  Arzobispo,  cuando  iba  á  apartarse  de 
«Guatemala,  para  que  en  su  ausencia  hiciesen  sus  veces.  Pero  como  se  suscitó 
duda  sobre  la  lejitimidad  de  la  misma  elección,  acordaron  consultar  á  la  silla 
apostólica,  así  para  que  les  dejase  tranquila  su  conciencia,  como  para  que  o- 
portunamente les  prescribiese  lo  que  deberla  hacerse  en  este  asunto.  Portan- 
te, después  do  un  maduro  examen  de  todo,  su  Santidad,  á  quien  di  cuenta  yo 
el  infrascrito  Secretario  de  la  Sagrada  Congregación  destinada  á  los  negocios 
consistoriales,  acojiendo  benignamente  esta  súplica,  y  sanando  previamente, 
en  cuanto  sea  necesario,  lo  que  el  mismo  Diego  Batres  haya  practicado  como 
vicario  capitular  de  la  referida  Iglesia  Metropolitana,  le  ha  confirmado  con 
la  autoridad  apostólica  en  este  cargo,  con  las  facultades  que  por  derecho  ó 
costumbres  competen  á  los  Vicarios  capitulares;  concediendo  adenuís  al  Ca- 
bildo la  potestad  de  subrogarle  otro,  cuantas  veces  aconteciere  que  falte,  sin 
que  obste  en  contrario  cosa  alguna.  Y  mandó  que  sobre  esto  se  estendiesc  el 
presente  decreto,  y  se  insertase  en  las  actas  de  la  misma  Sagrada  congrcga- 
<íion.  Dado  en  Boma,  el  dia  24  de  febrero  del  año  del  Señor  de  1830. 

Lugar  del  sello. 

Luis  Tregia,  Arzobispo  de  Calcedonia,  Secretario  de  la  misma  Sagrada 
-Congregación. 

Este  decreto  vino  con  una  carta  dirijida  al  Cabildo  eclesiástico.  Esa  carta 
dice  así; 

CARTA  A  ESTE  CABILDO  ECLESIÁSTICO. 

Gregorio  Papa  XVIy 
Amados  hijos:  salud  y  bendición  apostólica— En  estos  dias  nos  han  llegado 


264  ]iESENA  iriSTÓRICA 

20 — En  San  Salvador  mandaba  Cornejo,  quien  se  hallaba  de  a- 
cuerdo  con  Arce  y  con  Domínguez,  según  adelante  se  verá.  Cornejo 
estaba  interesado  en  promover  dificultades  á  los  liberales.  El  pudo 
obtener  que  algunos  de  los  candidatos  ministeriales  triunfaran  en 
las  urnas  electorales  y  dominar  en  la  Asamblea,  aunque  con  exigua 
mayoría.  Cornejo  pretendía  que  el  Estado  que  tantas  pruebas  dio 
en  favor  de  la  libertad  y  la  Eepública  desde  el  año  de  11,  y  que  tan- 
tas glorias  obtuvo  en  los  campos  de  batalla,  marchitara  sus  laure- 
les poniéndose  al  frente  de  la  reacción,  y  formando  en  las  filas  de 
la  aristocracia.  Cornejo  era  para  los  serviles  de  Guatemala  el  Moi- 
sés que  debia  conducirlos  á  Canaan;  pero  el  nuevo  Levita  se  hallaba 
al  frente  de  un  pueblo  libre;  las  casas  de  los  ciudadanos  que  le  com- 
batían, estaban  rociadas  con  la  sangre  de  ilustres  víctimas,  y  la  es- 
pada esterminadora  no  llegó  á  herirlas. 


al  fin  vuestras  letras  datadas  á  8  de  julio  del  año  próximo,  en  que  por  segun- 
da vez,  amados  hijos,  disteis  cuenta  á  esta  Silla  Apostólica  de  los  sucesos  o- 
curridos  en  orden  al  gobierno  de  esa  Iglesia,  después  que  el  venerable  fra}^ 
Ramón,  vuestro  arzobispo,  fué  expelido  del  territorio  de  Guatemala;  y  rendi- 
damente nos  suplicasteis  que  ordenémoslo  que  en  estas  circunstancias  nos  pa- 
rezca conveniente,  y  os  mostremos  el  camino  que  podáis  seguir  con  segura 
conciencia.  Nuestro  corazón,  á  la  verdad,  se  habia  ya  penetrado  de  un  gran 
dolor  por  aquella  tristísima  desgracia,  de  que  hace  tiempo  estábamos  infor- 
mados por  otros  muchos  avisos;  pero  nunca  hablan  llegado  á  nuestras  manos 
vuestras  primeras  letras,  y  vanamente  hemos  esperado  hasta  ahora  alguna 
otra  ocasión  oportuna  de  acudir  con  nuestra  autoridad  apostólica  al  socorro 
de  esa  grey,  destituida  de  la  presencia  de  su  pastor.  Ahora  en  ese  vuestro  an- 
helo de  repetir  la  exposición,  habemos  reconocido  vuestra  constante  obedien- 
cia á  Nos  y  esta  Silla  de  San  Pedro;  y  por  tanto  os  correspondemos,  amados 
hijos,  con  muchas  alabanzas  y  una  peculiar  demostración  de  nuestro  amor  pa- 
ternal. Y  por  lo  que  respecta  al  asunto  de  vuestras  letras,  es  adjunta  á  esta 
carta  un  decreto  firmado  del  Secretario  de  nuestra  Congregación  Consisto- 
rial, por  el  cual  entenderéis  como  habemos  Nos  secundado  vuestro  deseo  y 
vuestras  preces.  Entre  tanto  no  cesamos  de  rogar  á  nuestro  Grande  y  Buen 
Dios  por  los  méritos  de  su  hijo  Jesucristo,  que  con  su  diestra  proteja  esa  Igle- 
sia, y  la  defienda  con  su  santo  brazo.  Y  por  presajio  de  este  divino  auxilio,  á 
vosotros  amados  hijos,  y  á  los  demás  fieles,  clérigos  y  legos  de  la  misma  Igle- 
sia, que  nos  son  carísimos  en  Cristo,  damos  amorosamente  la  bendición  apos- 
tólica. Dado  en  San  Pedro,  en  Roma,  el  dia  5  de  marzo  del  año  de  1836,  G.  ^ 
de  nuestro  Pontificado. — Gregorio  Papa  XVI. 

Como  catedrático  de  retórica  en  la  Academia  de  estudios,  yo  el  presbítero 
bachiller  en  cánones,  José  Mariano  Herrarte,  certifico:  que  por  encargo  del 
Cabildo  de  esta  Santa  Iglesia  Metropolitana,  he  revisado  la  traducción  del 
decreto  y  carta  de  su  Santidad  que  anteceden,  su  fecha  de  24  de  febrero  y  5 
de  marzo  últimos;  y  la  he  hallado  exacta.  Guatemala,  octubre  19  de  1836— Jo- 
sé María  Herrarte. 

Son  copias  íiel mente  sacadas  de  sus  orijinales,  que  quedan  en  el  archivo  de 
mi  cargo;  y  las  hice  sacar  por  acuerdo  del  Venerable  Cabildo  de  esta  Santa 


DE  CEKTR(>- AMÉRICA.  2ÍJÚ 

21 — Cornejo  obtuvo  que  su  escasa  mayoría  emitiera  en  la  Asam- 
blea un  decreto  que  desconoce  la  lejitimidad  del  gobierno  ecle- 
siástico que  ejercía  el  doctor  Delgado,  no  en  calidad  de  obispo,  sino 
de  vicario,  desde  el  tiempo  de  Casaus,  y  se  envió  terna  al  arzobispo 
fray  Kamon  para  que  nombrara  un  vicario  salvadoreño. 

22 — El  Congreso  federal  cortó  las  relaciones  entre  Cornejo  y  Ca- 
saus, dictando  una   disposición   que  eleva  á    ley  federal  el  decreto 


Iglesia  Metropolitana. — Guatemala,  octubre  19  de  1836. — José  Francisco  Ga- 
varrete,  secretario  del  Cabildo." 

El  Cabildo  dirijió  al  clero  la  manifestación  siguiente: 

^^  Venerable  clero  de  este  arzobispado:  el  Cabildo  de  esta  Santa  Iglesia  Me 
tropolitana,  con  motivo  del  estragamiento  del  padre  arzobispo  doctor  y  maes- 
tro fray  Kamon  Casaus  y  Torres,  elijió,  como  todos  saben,  para  el  cargo  de 
vicario  capitular,  gobernador  del  arzobispado,  al  doctor  Diego  José  Batres, 
quien  lo  desempeña  desde  el  dia  5  de  agosto  de  1830,  y  continúa  en  su  ejerci- 
cio. Este  cuerpo  dio  cuenta  en  primera  oportunidad,  como  era  debido,  á  la 
Santa  Sede  Apostólica,  para  arreglarse  enteramente  á  su  suprema  resolución. 
Mas  á  pesar  de  que  fué  triplicada  la  consulta,  de  cuya  dirección  se  encargó 
al  Dean,  ya  finado,  doctor  Garcia  Eedondo,  quien  la  envió  por  conducto  se- 
guro, como  consta  al  Cabildo;  no  llegó  á  manos  de  Su  Santidad.  Recelándolo 
así  algunos  de  los  que  suscriben,  la  repitieron  por  su  parte,  y  ha  sido  con 
éxito  feliz;  pues,  aun  antes  de  que  haya  podido  llegar  á  Roma  la  que  última- 
mente se  despachó,  reproduciendo,  ampliando  y  documentando  la  primera: 
ha  recibido  el  Cabildo  el  dia  15  del  corriente,  con  la  debida  veneración  y  gra- 
titud, el  decreto  de  24  de  febrero  último,  en  que  Ntro.  Smo.  padre  Gregorio 
AF/seha  dignado  confirmar  al  espresado  Vicario  en  este  cargo,  acompañado 
de  una  carta  de  Su  Santidad,  fecha  5  de  marzo,  en  que  brillan  los  sentimien- 
tos de  su  celo  apostólico  y  de  su  amor  paternal  hacia  esta  iglesia;  y  remitido 
todo  por  el  eminentísimo  señor  Secretario  de  la  congregación  de  negocios  con- 
sistoriales y  eclesiásticos.  En  su  vista  el  Cabildo  ocurrió  inmediatamente  al 
Gobierno  del  Estado,  para  podor  hacer  su  publicación,  y  la  verifica  con  su  a- 
nuencia,  para  que  se  observe  como  es  justo  este  decreto  pontificio,  cuya  tra- 
ducción y  la  de  la  carta  se  han  hecho  exactamente,  y  van  unidas  al  texto  la- 
tino, á  fin  de  que  llegue  á  noticia  de  todos  los  fieles,  como  lo  merece  y  exijo 
la  importancia  de  su  contenido. 

Sala  Capitular  de  Guatemala,  20  de  octubre  de  \^M. 

/ier nardo  Mar íinez— Antonio  Lar razúbal— José  M.  =^  de  Castilla — Antonio 
Oroquer—I)o  acuerdo  del  venerable  cabildo:  José  Frajicisco  GavarretCj  secre- 
tario." 

Si  el  año  de  30  hubiera  dictado  la  Curia  romana  el  decreto  preinserto,  la 
monja  de  Santa  Teresa  y  sus  colaboradores  habrían  tenido  que  callar.  Pero 
la  resolución  no  vino  hasta  el  año  de  3(5  y  hubo  bastante  tiempo  para  que  se  cs- 
plotara  lo  que  ellos  llamaban  cisma.  Sin  embargo,  ningún  resultado  favora- 
ble les  produjo  la  ajitacion  de  los  ánimos  que  pretendían  sostener.  Kl  asunto 
de  dia  en  dia  alarmaba  menos  las  conciencias  meticulosas,  y  cuando  el  Tapa 
decidió,  casi  nadie  pensaba  ya  en  esa  cuestión  eclesiástica. 


2(36  KESENA  HlSTÓlilCA 

de  la  Asamblea  de  CTuatemala  que  se  halla  en  el  número  2  de  este 
capítulo. 

23 — En  abril  de  31,  volvieron  á  Guatemala  el  deán  don  Antonio 
(jfarcia  Redondo  y  él  majistral  don  Antonio  Croquer.  Se  impusieron 
detenidamente  en  la  materia  cuestionada,  y  declararon  sólidos  los 
fundamentos  en  que  descansó  la  elección  de  vicario,  como  también 
lejítima  la  autoridad  que  ejercía  el  doctor  don  Diego  Batres.  Estan- 
do todos  de  acuerdo,  contestaron  al  impreso  que  se  intitulaba  '  'Mons- 
truo de  dos  cabezas,"  por  medio  de  un  folleto  fechado  el  31  de  a- 
.gosto  de  1831  y  suscrito  por  los  señores  Antonio  García  E-edondo, 
Antonio  Larrazábal,  Antonio  Croquer,  José  Valdés  y  José  M.  ^  de 
Castilla.  Este  folleto  tuvo  una  grande  influencia.  Los  fanáticos  vie- 
ron al  Cabildo  unido,  y  abandonaron  gran  izarte  de  sus  pretensiones, 
porque  la  unión  hace  la  fuerza.  Muchos  de  ellos  se  deslumhraban 
con  la  inmensa  cantidad  de  textos  que  los  canónigos  aducían  en  su 
apoyo.  El  folleto  del  Cabildo  está  escrito  en  un  estilo  sencillo  y  cor- 
recto: su  lenguaje  no  es  duro  ni  punzante;  se  contrae  á  dilucidar  las 
cuestiones  sin  ofender  á  personas  ni  á  partidos.  Todo  esto  le  daba 
una  gran  superioridad  sobre  los  i}apeles  de  oposición,  entre  los  cua- 
les se  hallaban  unos  folletos  en  estilo  insoportable,  publicados  por 
un  padre  Muñoz,  acérrimo  ultramontano  que  figuraba  en  primera 
línea  en  las  filas  de  Casaus. 

24 — A  don  Diego  Batres  sucedió  como  vicario  caiñtular,  el  canó- 
nigo don  Antonio  Larrazábal. 


CAPITULO  ViaESIMOFRIMO 

instalación  del  Congreso  y  de  la  Corte  supreuia  de  justicia,  y  elec- 
ción de  Presidente  de  la  República. 


SUMAEIO. 


l~-b'e  instala  el  Congreso—'^.  Se  instala  la  Corte  su/prema  de  jus- 
ticia— 3.  Personas  que  tiimeron\votos  para  la  Presidencia — 4. 
Barrundia—r}.  Morazan—Q.  Valle— 1.  Escrutinio—^.  Se  desig- 
na diapara  la  posesión  del  Presidente— 9.  Entrada  del  general 
Morazan  á  Guatemala — 10.  Morazan  toma  posesión — 11.  Feli- 
citaciones— 12-.  Discurso  de  Morazan — \\\.  Proposición  de  Gor- 
ris  y  Solano — 14.  P'elicitacion  de  la  Asamblea  á  Barrundia— 
15.  Contestación  de  Barrundia~\(S.  Isla  de  Boatan—\l.  Elec- 
ción de  mee- Presidente. 


1 — Las  supremas  autoridades  federales  debían  renovarse,  y  se 
procedió  á  elecciones  en  toda  la  República.  El  27  de  marzo  de  1830 
se  declaro  instalado  el  Cím^íreso.  Vwva  solemnizar  el  acto  se  hicieron 
las  ceremonias  de  costumbre. 

2— Se  instalo  también  la  Coi  te  suprema  de  justicia,  compuesta  de 
los  ciudadanos  Nicolás  Espinosa,  Josc  Antonio  Lanavc.  ^íannel 
.loso  de  la  Cerda  y  Jacobo  llosa. 

;?— PiStaba  bocha  la  elección  de  Presidente.  Tuvieron  votos  el  ge- 


268  .  JiESETs  A  niSTÓKIOA 

neral  Morazan,  don  José  Francisco  Barnindia,  don  José  del  Valle^ 
don  Antonio  Kivera  Cabezas  y  don  Pedro  Molina,  sin  embargo  de 
que  una  acusación  pesaba  todavia  sobre  éste. 

4 — Barrundia  no  ambicionaba  el  mando  ni  trabajaba  para  sí.  Es 
uno  de  los  pocos  hombres  de  la  historia  que  han  rehusado  siempre 
con  sinceridad  los  primeros  puestos  de  su  patria.  El  queria  que  la 
elección  recayera  en  Morazan.   Barrundia,  sin  embargo,  tuvo  votos. 

g — Morazan  se  presentaba  con  los  laureles  de  la  victoria.  Era  ya 
no-áolo  el  héroe  de  la  Trinidad,  de  Grualcho,  de  San  Antonio,  de  San 
Miguelito  y  de  las  Charcas,  sino  de  Olancho  y  Opoteca  y  el  pacifi- 
cador de  Nicaragua.  Su  aureola  en  la  pequenez  de  nuestro  suelo  e- 
ra  la  que  i'odeaba  en  grande  escala  á  Bonaparte  al  volver  de  Ejipto. 
Sin  embargo,  habo  quien  le  hiciera  competencia  en  las  elecciones. 

6 — El  licenciado  don  José  del  Yalle,  era,  según  la  opinión  gene- 
ral, el  hombre  mas  instruido  que  tenia  la  República.  ''El  Amigo  de 
la  Patria"  y  otras  publicaciones  suyas,  hacian  creer  que  en  la  lite- 
ratura y  en  las  ciencias  no  tenia  competidores  en  toda  la  estension 
de  Centro- América.  Yalle  hizo  siempre  oposición  á  la  aristocracia, 
conducta  que  le  valió  el  que  frecuentemente  se'execre  su  memoria,  y 
aun  se  pretenda  disminuir  sus  glorias  literarias.  En  la  junta  de  15 
de  setiembre  de  1821,  habló  contra  el  pronunciamiento  instantáneo 
de  Independencia,  porque  deseaba  se  hiciera  homenaje  á  la  sobera- 
nía del  pueblo,  oyéndose  el  voto  de  las  provincias.  Valle,  sin  em- 
bargo, no  era  incapaz,  como  Barrundia,  de  transijir  con  los  gobier- 
nos que  no  tuvieran  por  base  la  democracia  y  la  república.  Tran- 
sijió  con  el  Imperio  mejicano  y  fué  diputado  al  Congreso  de  Méji- 
co, donde  brilló  por  su  elocuencia  y  por  la  variedad  y  estension 
de  sus  conocimientos,  y  fué  Ministro  del  Emperador.  Iturbide  lo  re- 
dujo á  prisión  cuando  disolvió  el  Congreso.  Después  del  pronun- 
ciamiento de  Echavarri  y  Bravo,  se  restauró  la  Lejislatura^  y  Va- 
lle sostuvo  que  las  provincias  de  Guatemala  eran  libres  para 
pronunciarse  en  el  sentido  que  mas  les  conviniera.  Habia  sido  in- 
dividuo del  primer  Poder  ejecutivo  federal,  y  el  único  poderoso 
competidor  de  Arce  en  la  primera  elección  de  Presidente.  Tuvo  mas 
votos  que  Arce,  fué  electo  Presidente,  y  el  Congreso  le  defraudó  la 
elección ;  pero  en  1830  el  brillo  de  una  espada  eclipsaba  la  ciencia  y 
la  profundidad  de  cálculos  del  gran  prensador  centro-americano. 

7 — En  junio  se  hizo  el  escrutinio.  Los  votos  populares  estaban  di- 
vididos entre  Morazan  y  Valle.  Morazan  tenia  mayor  número;  pero 
para  averiguar  si  habia  ó  no  elección  popular,  era  preciso  que  se  de- 
clarara si  seria  la  base  el  número  de  sufrajios  que  la  República  te- 
nia derecho  á  emitir  ó  el  de  los  sufrajios  emitidos  y  tomados  en  cuen- 
ta al  tiempo  del  escrutinio.  En  el  primer  caso  no  habia  elección  po- 
pular, y  el  Congreso  debia  decidir  entre  Morazan  y  Valle.  En  el  se- 


DE  CKX'I'KO-AMKKIOA.  269 

giiiido  caso  estaba  electo  ijoj^ularmente  el  general  Morazan.  La  mis- 
ma cuestión  se  presentó  el  año  de  2o,  entre  Arce  y  Valle.  Si  se  to- 
maban por  base  los  sufrajios  que  se  debian  emitir,  no  había  elección 
popular.  Si  la  base  eran  ios  sufrajios  emitidos,  Valle  estaba  electo 
popularmente.  Entonces  el  Congreso,  para  escluir  á  Aballe,  declaró 
que  la  base  eran  los  sufrajios  que  debian  emitirse,  y  procediendo  á 
decidir  entre  los  candidatos,  fué  electo  Arce.  Valle  escribió  lumino- 
sos folletos,  demostrando  que  la  base  debian  ser  los  sufrajios  emiti- 
dos y  que  se  le  liabia  usurpado  la  Presidencia  de  la  Eepública.  El 
iiuo  de  30,  conforme  al  texto  literal  de  los  folletos  de  Valle,  se  to- 
mó por  base  el  número  de  los  sufrajios  emitidos,  y  s(.'  declaró  electo 
iwpularmente  al  general  Morazan.  Valle  no  reclamó.  Para  hacerlo, 
habria  tenido  necesidad  de  combatir  sus  doctrinas  y  sus  protestas 
del  año  de  2o.  El"  Congreso  federal  se  componía  casi  en  su  totalidad 
de  partidarios  de  Morazan.  Si  se  declara  que  la  base  debian  ser  los 
sufrajios  que  debieron  emitirse,  el  Congreso  habria  procedido  á  de- 
cidir entre  Morazan  y  Valle,  y  en  aquellos  momentos  la  elección  no 
podia  ser  dudosa.  Bastaba  para  la  ambición  de  Valle  haber  podido 
comjjetir  desde  su  bufete  de  abogado  con  Morazan,  en  dias  en  que 
Centro-América,  políticamente  hablando,  casi  no  hacia  mas  que  tri- 
butar elojios  al  vencedor  de  Gualcho. 

8 — Morazan  debia  tomar  posesión  el  lo  de  setiembre.  Pero  aquel 
<lia  iba  á  emplearse  en  la  pomposa  celebración  de  la  Independencia. 
\'  se  acordó  que  Barrundia  le  entregara  el  mando  en  medio  de  rego- 
cijos i)úblicos,  el  16. 

9 — Morazan  habia  permanecido  en  el  Salvador  y  Honduras,  des- 
ignes de  su  salida  á  combatir  en  Olancho  y  Opoteca.  Se  le  llamó  á 
Guatemala  é  hizo  su  entrada  triunfal  en  la  tarde  del  14  de  setiem- 
V>re.  Todas  las  esperanzas  se  fundaban  en  él.  Se  creia  que  quien  ha- 
bia salido  de  una  oficina  osCura  de  Tegucigalpa  para  ir  de  triunfo 
en  triunfo,  hasta  la  Presidencia  de  Centro- América,  no  podia  ser 
nunca  abandonado  j)oy  la  victoria. 

10 — El  16  de  setiembre  fué  uno  de  los  dias  mas  faustos  de  la  His- 
roria  de  Centro-América.  Reunidas  en  el  edificio  del  Congreso  to- 
das las  autoridades  federales  y  del  Estado,  el  senador  presidente 
don  José  Francisco  Barrundia,  con  su  sencillez  republicana,  que  ja- 
mas se  alteró  bajo  el  dosel,  se  presentó  ante  el  Congreso  y.  entregó 
allí  el  mando  supremo  de  la  República  al  ciudadano  electo  por  los 
pueblos. 

11 — Todos  los  Estados  felicitaron  al  general  Morazan  por  su  elec- 
ción, y  á  don  José  Francisco  Barrundia  por  el  acierto  con  que  ejer- 
<'ió  el  Poder  Ejecutivo.  La  Asamblea  de  Guatemala  dirijió  á  ^fora- 
zíin  iK)r  medio  de  uno  de  los  oradores  mas  distinguidos  de  aquel 
cuerpo,  don  Alejandro  Maniré,  el   discurso  siguiente:    ^K^iudadano 


270  RESENA    HISTÓIilOV 

Presidente:  la  Asamblea  lejislativa  de  este  Estado  felicita  á  Ud, 
por  su  elevación  á  la  silla  del  jooder  supremo  nacional.  Siente  el  mas 
vivo  2)lacer  al  contemplar  al  liijo  de  la  victoria,  sosteniendo  con  la 
autoridad  lejítima  y  constitucional,  los  derechos  y  la  libertad  de  un 
pueblo  que  reconquistó  Ud.  con  triunfos  singulares.  Este  Estado  es 
reconocido  á  tanto  beneñcio:  sti  Eepresentacion  hoy  nos  honra  con- 
fiándonos  la  comisión  de  hacerlo  así  presente  ante  Ud.,  y  también 
de  manifestarle  la  esi^ontánea  voluntad  que  tiene  de  hacer  en  ade- 
lante los  mismos  servicios  que  actualmente  ha  prestado  al  Supremo 
Grobierno,de  mantenerse  firme  y  continuamente  unida  á  él  y  de  pro- 
bar en  todo  tiempo  su  amor  decidido  por  la  ley.  Nosotros  á  la  vez 
ofrecemos  á  Ud.  nuestro  resjDetuoso  afecto  hacia  la  persona  de  Ud." 

12 — El  general  Morazan  contestó  literalmente  lo  que  sigue:  "El 
sistema  federativo  solo  puede  sostenerse  x)or  la  ínfima  y  estrecha 
unión  de  los  Estados  entre  sí  y  con  el  Gobierno  nacional:  -por  lo 
mismo  me  es  muy  grata  la  actual  demostración  de  la  Lejislatura  de 
este  Estado,  con  la  cual  deseo  vivamente  mantener  la  mayor  armo- 
nía, sin  23erdonar  para  ello  medio  ni  sacrificio  alguno." 

IB — El  29  de  setiembre  hicieron  proposición  los  representantes 
Gorris  y  Solano,  para  que  á  nombre  de  la  Asamblea  se  dieran  es- 
presivas  gracias  á  Barrundia  por  el  tino  y  buen  desemijeño  que  acre- 
ditó en  el  tiempo  que  estuvo  encargado  de  la  Presidencia  de  la  Re- 
pública. 

14— La  felicitación  se  hizo  en  estos  términos,  "xil  ciudadano  se- 
nador José  Francisco  Barrundia.  Usted  ha  cesado  en  ejercer  la  pri- 
mera magistratura  de  la  Repiiblica,  dejando  en  el  ánimo  del  patrio- 
ta los  profundos  recuerdos  que  inspiran  siempre  eminentes  servi- 
cios. Los  de  Ud.  en  el  mando  supremo  son  reconocidos  con  jolacer 
]Dor  la  Asamblea  lejislativa  de  Guatemala.  Ella  reconoce  que  la  na- 
ción toda  debe  á  la  sabiduría,  tino  y  prudencia  de  la  administra- 
ción de  Ud.,  la  paz  inalterable  de  que  ha  disfrutado  en  el  período  de 
catorce  meses;  y  á  nombre  de  los  j^ueblos  que  representa,  bendice 
la  mano  que  con  tanta  delicadeza  supo  cicatrizar  la  herida  profunda 
que  le  hiciera  la  revolución.  Ciudadano  Senador:  nos  hacemos  el  ho- 
nor de  decirlo  á  Ud.  por  orden  del  Cuerpo  lejislativo,  suplicándo- 
le al  mismo  tiempo  quiera  Ud.  aceptar  las  seguridades  de  nuestro 
respeto  y  consideración." 

15 — Barrundia  contestó  así:  "La  Asamblea  me  llena  de  excesivo 
honor  haciendo  una  espresion  tan  alta  de  mis  i3equeños  servicios  en 
el  Gobierno  de  la  República.  El  distinguido  concepto  que  me  ha  me- 
recido en  el  Cuerpo  lejislativo  una  simple  rectitud  de  intención,  es 
bastante  para  calmar  toda  la  serie  de  amarguras  consiguientes  al 
Gobierno,  no  obstante  la  tranquilidad  de  una  conciencia  limpia.  De- 
searía haber  hecho  á  la  nación  los  relevantes  servicios  que  me  dicta- 


DE  CENTRO-AMÉRICA.  271 

ba  el  amor  á  la  patria  y  que  merecieran  la  importancia  que  por  una 
predilección  en  estremo  favorable  á  mi  persona,  se  lian  dado  á  mi 
administración  pública.  Ella  no  ha  sido  mas  que  el  resultado  de  una 
combinación  feliz  de  sucesos  y  de  circunstancias.  Sírvanse  Uds., 
ciudadanos  secretarios,  manifestar  á  la  Asamblea  mi  eterno  recono- 
cimiento por  un  testimonio  que  conservaré  siempre  como  el  docu- 
mento mas  respetable  y  honorífico  que  puede  ambicionar  un  hijo  de 
CxLiatemala:  y  ofreciendo  al  mismo  tiempo  todo  mi  esfuerzo  para  el 
sosten  de  sus  derechos  en  el  Senado,  donde  continúo  sirviendo  úni- 
camente por  el  deber,  que  siempre  me  será  grato,  de  completar  su 
representación  y  de  prestar  todos  los  oficios  que  dependan  de  mi 
capacidad.  Con  tales  sentimientos  yo  protesto  á  Uds.  una  singular 
gratitud  y  la  consideración  mas  distinguida.*' 

16 — Una  de  las  medidas  que  honran  á  Barrundia  es  haber  salva- 
do la  isla  de  Roatan.  Los  ingleses  la  ocuparon.  Salió  la  pequeña 
guarnición  que  allí  habia,  y  se  enarbolo  la  bandera  de  la  Gran  Bre- 
taña. Barrundia  dio  á  este  acontecimiento  toda  la  importancia  que 
merece  la  integridad  del  territorio,  é  hizo  con  enerjia,  cultura  y  dig- 
nidad, reclamaciones  al  Gobierno  de  S.  M.  B.  El  gabinete  de  Saint 
James,  creyendo  justos  estos  reclamos,  devolvió  la  isla  á  Centro-A- 
mérica, cuando  el  general  Morazan  estaba  ya  al  frente  de  la  Repú- 
blica. 

17 — Don  Mariano  Prado,  distinguido  salvadoreño,  que  tantos  ser- 
vicios prestó  como  vice-Jefe  del  Salvador  durante  la  campaña  termi- 
nada  en  abril  de  829,  fué  electo  vice-Presidente  de  la  República. 


c^r^iTUT.o  \^iC:^E;siMOSEGij]srr>o 


Elección  <le  las  antoridades  del  Estado. 


SUMARIO. 

1 — Cumplimiento  del  decmto  de  Jocoienango—2.  Elección  de  Bar- 
rundía  y  de  Márquez—^,  ^e  llenan  las  plazas  vacantes  de  la 
Corte — 4.  Eenuncia  de  Bar  rundía. — 5.  No  es  admitida — C.  Se- 
gu7ida.  renuncia  de  Barrundía — 7.  Segunda  negativa  de  la  A- 
samhlea — 8.  Tercera,  renuncia  de  Barrundia. — 9.  Admisión  de 
ella— 10.  Bis  gusto  de  los  liberales — 11.  Barrnndia  cede  sus  suel- 
dos— 12.  Liquidación  de  estos— ^13.  Ellos  no  eran  una  deuda 
muerta — 14.  Otra  cesión  de  sueldos — 15.  Posesión  de  Márquez— 
16.  Discurso  de  Marure — 17.  Decreto  de  convocatoria — 18.  El 
padre  Colom  continúa  en  el  Ministerio — 19.  Cárceles — 20.  Tin- 
proyecto  de  colejio — 21.  Observaciones — 22.  Parroquias — 23.  Ley 
de  crédito — 24.  Escuela  Normal — 25.  Autorización  estraoi'dina- 
ria — 26.  Comisiones  de  instrucción  pública — 27.  Héctor ado  de 
la  Universidad — 28.  Policía  de  seguridad. — 29.  Salubridad— 
30.  Víveres — 31.  Clase  de  cirujta—32.  Cátedra  de  matemáticas 
—33.  Noticias  estranjeras — 34.  Solicitud  de  los  tejedores — 35. 
Entra  al  mando  el  consejero  don  Francisco  Javier  Flores. 


En  ('iiinj)liniieut(.)  del  decreto  de  .íocotenango,  ae  procedió  ú  e- 

18 


274  liESEÑA   MJíSTÓKK'A 

lecciones  de  autoridades   del  Estado,  y  terminadas  éstas  conforriie 
lo  prescribia  la  constitución,  se  hizo  el  escrutinio. 

2 — Don  José  Francisco  Barrundia  resultó  electo  popularmente^ 
jefe  del  Estado  y  don  Gfregorio  Márquez,  vice-jefe. 

3 — No  hubo  elección  X3opular  para  llenar  las  plazas  vacantes  de  la 
Corte  de  justicia,  y  la  Asamblea  la  verificó  en  las  personas  que  á 
continuación  se  espresa:  majistrados  propietarios,  Eermin  Arévalo, 
Nicolás  Espinosa,  José  Domingo  Dieguez,  Bernardo  Escobar.  Su- 
plentes: Miguel  Barrundia,  José  M.  ^  Urruela,  Juan  José  Flores. 

4 — La  Asamblea  dirijio  una  comunicación  espresiva  á  Barrundia 
y  á  Márquez,  llamándolos  al  ejercicio  del  Poder  ejecutivo.  Barrun- 
dia se  escusó  diciendo  que  daba  las  gracias  n,  la  Lejislatura  por  la,s 
lionoríñcas  manifestaciones  que  se  le  hacian  y  á  los  pueblos  del  Es- 
tado j)OY  los  sufrajios  con  que  lo  hablan  honrado,  y  funda  su  ne- 
gativa en  que  los  pueblos  lo  hablan  electo  también  y  con  anteriori- 
dad senador;  en  que  habia  acex)tado  este  elevado  i)nesto  y  no  debía 
abandonarlo  por  la  Jefatura  del  Estado,  y  que  esta  Jefatura  exi- 
jia  un  trabajo  ímprobo,  incomi^atible  con  el  estado  de  su  salud. 

5^La  Asamblea  no  admitió  esta  renuncia,  y  llamó  segunda  vez  al 
Jefe  electo,  excitando  su  patriotismo. 

6 — Barrundia  reiteró  su  renuncia.  El  texto  de  su  nota  demuestra 
la  sinceridad  con  que  procedía.  Dice  así:  ''Veo  que  el  Cuerjx)  lejis- 
lativo  del  Estado  no,  debiera  manifestarme  dos  veces  su  voluntad 
sin  que  yo  ;d  instnnfe  la  cumpliese,  que  jgus  desí^os  son  preceptos, 
y  que  un  hombre  no  merece  ocupar  largo  tiempo  la  atención  au- 
gusta de  los  lejisladores.  Mas  séame  dado  en  la  crítica  situación  en 
(^ue  me  hallo,  hacer  humildes  observaciones  en  favor  de  mi  renun- 
cia, y  x)edir  á  los  representantes  que  no  se  desatienda.  Es  verdad 
que  el  pueblo  soberano  me  ha  nombrado  x)ara  el  Poder  ejecutivo; 
pero  él  mismo  me  elijió  senador,  él  mismo  me  ordenó  antes  no  fal- 
tar á  mi  deber,  no  salir  del  Senado  sin  que  trascurriera  el  período 
de  la  ley,  ó  en  virtud  de  una  renuncia  admitida  por  el  Congreso  6 
por  mi  imposibilidad  física  ó  por  acusación  criminal.  El  mismo  so- 
berano, por  la  Constitución  y  las  leyes  que  son  el  órgano  menos  e- 
quívoco  de  su  voluntad,  me  concede  en  este  caso  el  derecho  de  no 
admitir;  y  si  el  soberano  entendiera  que  yo  padecía  en  mi  salud  y 
que  tenia  motivos  insuperables  de  honor  y  delicadeza,  viendo  que 
yo  faltaba  á  las  leyes,  él  mismo  se  dignaría  admitir  mis  escusas.  El 
Cuerpo  lejislativo,  ansioso  sin  duda  de  hacer  efectiva  la  voluntad 
del  j)ueblo,  emplea  para  empeñarme  los  términos  mas  honoríficos, 
y  me  da  una  importancia  que  no  tengo,  y  una  distinción  que  me 
abruma.  Muchos  patriotas  de  mérito  podrán  llenar  el  destino  que 
yo  no  tengo  fuerzas  físicas  ni  morales  para  desempeñar  dignamen 
te,  y  seria  en  mí  la  presunción  mas  fatua  creer  que  el  grande  Esta 


DE  CENTUO-AMÉKICA.  275 

do  de  Guatemala,  tan  sobresaliente  en  ciudadanos  de  luces  y  patrio- 
tismo, depende  de  mi  corto  y  limitado  esfuerzo.  Cuando  estuve  eri 
el  Gobierno  federal,  mil  circunstancias  felices,  y  el  apoyo  ele  los  pri- 
meros restauradores,  me  hicieron  sostener  por  algún  tiempo-  la  majis- 
tratura  nacional  y  vencer  grandes  obstáculos.  Mas  aliora,  decaídíí 
mi  salud,  rodeado  de  disgustos,  jH'ecisado  á  interrumpir  á  cada  pa- 
so las  altas  atenciones  que  me  fatigarían,  no  me  creo  suficiente  pa- 
ra llenarlas,  ni  puedo  atreverme  á  llegar  al  alto  X)ero  difícil  honor 
de  sostener  por  cuatro  años  el  Gobierno.  ;Qu6  bienes  puede  produ- 
cir al  pueblo  la  administración  de  un  hombre  violentado  y  lleno 
de  disgustos?  Las  grandes  emj^resas,  los  servicios  importantes,  los 
X)roduce  el  genio,  y  el  genio  es  siempre  libre,  siempre  voluntario. 
Yo  repito  á  los  dignos  representantes,  que  estaré  siempre  dispues- 
to á  servir  al  Estado  en  cualquier  empleo  en  que  me  considere  útil: 
mas  mi  corazón,  mi  delicadeza,  mi  deber  actual  me  incapacitan:  to- 
do me  aleja  de  este  alto  destino." 

7  —  La  Asamblea  inmediatamente  dictó  el  acuerdo  siguiente: 
•'Puesta  en  conocimiento  del  Cuerpo  lejislativo  la  nota  de  esta  fe- 
cha (8  de  febrero  de  31),  en  que  el  ciudadano  José  Francisco  Bar- 
rundia,  reitera  su  renuncia  del  empleo  de  primer  Jefe  del  Estado, 
ha  tenido  á  bien  no  admitirla." 

8 — Este  acuerdo  se  envió  al  Jefe  electo,  por  medio  de  una  comi- 
sión especial  encargada  de  inítlinarlo  á  que  aceptara.  Pero  nada 
bastó.  Barrundia  era  inquebrantable  en  sus  propósitos  y  estaba  re- 
suelto ;i  no  ser  Jefe  del  Estado  de  Guatemala.  Una  tercera  nota, 
desarrollando  los  conceptos  de  la  anterior,  dirijió  á  la  Asamblea. 

D— El  Cuerpo  lejislativo  del  Estado  de  Guatemala  no  podia  ejer- 
cer violencia  sobre  el  primer  Senador  de  la  República  de  Centro- 
América,  y  tuvo  necesidad  de  admitir  la  renuncia. 

10— Los  liberales  creian  que  estando  Morazan  al  frente  de  la  Fe- 
deración y  Barrundia  á  la  cabeza  del  Estado  de  Guatemala,  su  par- 
tido se  afianzarla  sólidamente.  Las  incesantes  luchas  entre  el  Presi- 
dente y  el  Jefe  del  Estado,  minaban  el  sistema  federal.  Morazan  y 
Barrundia  estaban  de  acuerdo.  Ellos  comprendían  muy  bien  la  im- 
portancia de  la  unidad  de  acción,  y  habrían  agotado  los  sacrificios 
])ara  que  jamás  hubiera  un  choque. 

11 — Don  José  Francisco  Barrundia  hizo  entonces  una  demostra- 
ción de  generosidad,  (-edió  sus  sueldos  en  favor  de  la  instrucción 
pública  de  Guatemala.  Al  darse  cuenta  á  la  Asamblea  de  esta  do- 
nación, hubo  espresivos  discursos  en  honor  del  donante.  Se  hizo  inv- 
sente  que  Barrundia  carecia  de  bienes  de  fortuna,  y  que  su  único 
capital  tal  vez  era  lo  que  cedia,  y  que  no  era  justo  admitir  aquel 
sacrificio;  pero  mas  tarde  el  Gobierno  del  Estado  se  encontró  en  di- 
ficultades pecuniarias  y  no  tuvo  inconveniente  en  acudir  á  los  suel 


27()  ÍÍESKÑA    HISTÓKICA 

dos  de  Barrnndin. 

12 — Para  cobrarlos,  se  tuvieron  presentes  las  rorres])ondientes  li- 
quidaciones; y  el  resultado  de  éstas  fué  que  en  un  año  y  ochenta  y 
dos  dias  corridos  desde  el  26  de  junio  de  1829  en  que  Barrundia  to- 
mo posesión  de  la  Presidenída  de  la  Pepública,  hasta  el  15  de  se- 
tiembre de  1830,  víspera  de  que  el  general  Morazan  subiei'a  al  Po 
der,  Barrundia  liabia  devengado,  al  respecto  de  5000  pesos  anuales, 
6123  pesos,  dos  y  un  cuartillo  reales,  cantidad  que  se  le  adeudaba 
íntegra,  por  no  haber  recibido  suma  alguna  en  todo  el  tiempo  de  su 
mando.  Hecha  igualmente  la  liquidación  de  lo  que  se  le  adeudaba 
i'omo  Diputado  á  la  Asamblea  nacional  constituyente,  y  como  Se- 
nador en  los  años  de  824,  25  y  26,  resultó  la  cantidad  de  1011  pe- 
80S,  cuatro  y  tres  cuartillos.  Estas  dos  sumas  formaban  7134  pesos, 
7  reales,  cantidad  considerable  para  un  hombre  que  no  tenia  mas 
patrimonio  que  una  elevada  inteligencia  y  cívicas  virtudes. 

13— Los  sueldos  que  Barrundia  cedia,  no  eran  una  deuda  muer 
ra.  El  Congreso  federal  los  habia  mandado  juagar  de  ]3referencia: 
se  pagaron  y  fueron   invertidos  en  las   necesidades   del  P]stado  de 
(xuatemala. 

14— Barrundia  cedió  también  en  favor  del  Estado,  la  mitad  de 
los  sueldos  que  en  lo  de  adelante  devengo  como  Senador. 

15 — El  vice-jefe,  ciudadano  Gregorio  Márquez,  tomó  posesión,  y 
entró  á  ejercerlas  funciones  de  primer  Jefe.  Su  discurso  inaugural, 
se  contrae  á  manifestaciones  de  modestia,  á  presentar  como  arduas 
y  muy  superiores  á  sus  fuerzas,  las  obligaciones  de  su  nuevo  em- 
pleo. 

16 — Don  Alejandro  Marure  fué  comisionado  para  dirijir  la  pa- 
labra al  vice-Jefe.  El  discurso  se  limitó  á  las  formas  de  costumbre, 
y  á  recomendar  al  nuevo  funcionario,  que  nunca  se  acercaran  al 
solio  del  Ejecutivo,  las  pasiones  degradantes  que  envilecen  al  re- 
publicano: que  la  ley  fuera  siempre  el  norte  de  todas  las  opera- 
ciones gubernativas,  y  que  ni  la  intriga  ni  la  vil  ambición  robaran 
al  mérito  y  á  la  virtud  los  puestos  públicos. 

17 — Faltando  el  primer  Jefe,  la  Asamblea  dio  un  decreto  en  abril 
de  31,  que  manda  se  proceda  á  nuevas  elecciones  por  las  mismas 
juntas  que  hablan  sufragado  últimamente.  Estas  debían  reunirse  el 
último  domingo  de  junio,  y  los  pliegos  ser  remitidos  á  la  Secretaria 
de  la  Asamblea,  de  manera  que  estuvieran  en  ella  el  día  último  de 
¿igosto  para  hacerse  el  escrutinio. 

18 — Márquez  conservó  en  el  Ministerio  general,  al  j^resbl tero  An- 
tonio Colom,  ciudadano  de  feliz  talento. 

19 — Las  cárceles  estaban  mal  servidas.  En  la  de  Chiquimula  mu- 
rió, por  falta  de  alimento,  Paulino  Alonso,  á  quien  se  procesaba 
por  complicidad  en  un  infanticidio.  Al  darse  cuenta  de  este  liecho 


J)E  CENTRO- AMERICA  277 

á  la  Asamblea,  se  tomaron  disposiciones  para  que  en  lo  sucesivo 
no  se  matara  de  hambre  á  los  presos.  Una  de  estas  fué  la  orden  de 
29  de  abril  de  31,  que  destina  á  la  mantención  de  los  presos  de  a- 
quel  departamento,  el  producto  del  impuesto  de  medio  peso  por 
cada  res  que  se  ('onsumiera  en  aquellos  pueblos. 

20 — Se  trató  de  establecer  un  colejio  llamado  de  ''Guatemala," 
en  esta  ciudad.  Se  deseaba  instalarlo  en  el  estinguido  convento  de 
recoletos;  pero  la  comisión  de  Hacienda,  creyó  el  gasto  superior  á 
las  fuerzas  del  Estado.  El  presupuesto,  sin  embargo,  solo  compren- 
día cuatro  mil  pesos  para  preparaciones  del  edificio  y  doce  mil  pe 
sos  anuales.  En  vez  del  nuevo  colejio.  se  acordó  aumentar  diez  be 
cas  en  el  Tridentino. 

21 — El  mal  no  consiste  solo  en  la  falta  de  jóvenes  que  se  ilustren, 
sino  en  la  clase  de  enseñanza  que  se  diera  á  la  juventud.  Este  es 
el  fuerte  de  los  jesuítas  y  de  los  serviles.  Ellos  no  solo  limitan  la 
enseñanza  á  un  número  reducido  de  personas,  sino  que  dan  á  és- 
tas la  instrucción  que  á  sus  intereses  conviene.  Ciertos  colejios 
pueden  llamarse  fábricas  de  reaccionarios.  De  nada  debía  servir  pa- 
ra la  causa  de  la  libertad,  el  aumentar  las  becas  en  un  colejio  es- 
tablecido por  el  concilio  de  Trento,  para  hacer  clérigos.  En  vez  de 
enseñarse  á  esos  jóvenes  lo  que  conviene  á  una  sociedad  del  siglo 
XIX,  se  les  llevaba  á  la  catedral,  cubiertos  con  una  hopalanda  y 
un  bonete  en  la  cabeza,  á  cantar  salmos,  á  acolitar  mitas,  á  ir  en 
las  procesiones  y  á  tomar  ¡jarte  en  todas  las  festividades  eclesiásti- 
cas, que,  como  se  sabe  bien,  eran  en  Guatemala  continuas  y  repe- 
tidas. 

22— Por  ÓL'den  lejislativa  de  6  de  diciembre  de  29,  se  mandaron 
erijir  en  i)arróquias  las  iglesias  de  Santo  Domingo,  San  Francisco  y 
la  Merced,  asignándose  un  sueldo  fijo  á  los  párrocos  que  las  admi- 
nistraran, el  cual  debía  deducirse  de  los  réditos  de  los  capitales  pia- 
dosos de  los  referidos  conventos.  Quedaban  entonces  en  esta  capital 
seis  parroquias.  Los  curas  se  presentaron  al  Gobierno,  manifestan- 
do que  carecían  de  fondos  para  subsistir,  y  se  dio  en  10  de  marzo 
de  31,  un  decreto  que  mandaba  que  el  erario  del  Estado,  subvencio- 
nara á  los  X)árrocos  de  la  capital,  con  mil  ochocientos  pesos  anuales. 

23— Una  comisión  compuesta  de  los  señores  Vasconcelos,  Marure 
y  Galvez,  presentó  á  la  Asamblea  el  2  de  abril  de  1831,  un  esten- 
so x)royecto  de  ley  de  crédito,  que  fué  aceptado. 

24 — La  Asamblea  decretó  el  gasto  de  una  Escuela  normal  de 
maestros,  bnjo  la  dilección  de  la  Soíáedad  Económica,  y  acordó  los 
gastos  de  In  enseñanza   departamental. 

25— Se  proyectaba  un  plan  de  estudios,  y  mientras  tenia  efecto, 
la  Asamblea  autorizó  al  GobicMiio  paja  el  arreglo  momentáneo  de 
escuelas  y  estudios.  . 


;278  RESEÑA     ÍUSToKKíA 

2() — En  virtud  de  autorización  lejislativa,  se  acordó  nombrar  tres 
comisiones  para  que  cada  una  de  ellas  presentara  un  proyecto  de 
enseñanza  i)ública.  La  primera,  compuesta  de  los  ciud  danos  docto- 
res José  Antonio  Alcayaga,  Pedro  Molina  y  Mariano  Gal  vez,  para 
proponer  las  reformas  y  reorganización  de  la  Universidad;  la  se- 
gunda, de  los  ciudadanos  doctor  JoséM.  ^  Castilla,  Manuel  Yalero 
y  Juan  Manuel  Rodriguez,  j:>ara  el  mejoramiento  de  ambos  colejios, 
y  la  tercera,  de  los  ciudadanos  Yenancio  López  y  Marcos  Dardon, 
para  que  formara  los  estatutos  de  un  colejio  de  niñas. 

27 — Murió  el  rector  de  la  Universidad,  ciudadano  Francisco  Ca- 
sado, y  el  vice- Jefe  nombró  para  que  lo  subrogara,  al  ciudadano 
doctor  Pedro  Ruiz  de  Eustamante. 

28 — El  Secretario  de  la  Municipalidad  de  Escuintla,  fuó  asesinado 
por  algunos  malhechores,  y  él  vice- Jefe  por  medidas  puramente  gu- 
bernativas, dio  vigor  al  ramo  de  policía  de  seguridad. 

29^ — Una  epidemia  de  calenturas  se  desarrolló  en  Totoüicax)am,  y 
el  vice- Jefe  ordenó  al  Protomedicato,  que  dictara  medidas  veloces, 
asi  para  que  no  carecieran  de  auxilio  los  enfermos,  como  para  que 
se  indagara  el  orljen  del  mal  y  se  le  buscara  remedio. 

30 — Una  grande  escasez  de  granos  aÜijia  al  país,  x)ro veniente  no 
solo  de  carencia  de  éstos,  sino  esx)ecialmente  de  negociaciones  de 
los  capitalistas,  y  el  vice- Jefe  dictó  un  decreto  cuya  izarte  resolu- 
tiva, dice:  "Los  jefes  departamentales  y  las  municipalidades  harán 
íMagaciones  escrupulosas  para  averiguar  las  personas  que  tienen 
agrandes  acopios  de  granos  y  no  los  venden.  Los  cuerpos  municipa- 
les darán  cuenta  á  las  jefaturas  departamentales  de  las  averigua- 
ciones que  hagan,  y  las  jefaturas  al  Supremo  Gobierno.  Con  vista 
«^  estos  datos,  el  Ejecutivo  dictará  las  jirovidencias  mas  activas, 
según  las  leyes,  contra  los  monopolistas,  para  inutilizar  sus  ambi- 
í'iosas  miras.  La  Municipalidad  de  esta  Corte,  podrá  echar  mano 
de  sus  fondos  para  mandar  comprar  víveres  y  espenderlos  á  costo 
j  costos.  Para  que  los  jefes  departamentales  y  las  municipalidades 
cumplan  con  lo  prevenido  en  este  decreto,  y  los  monopolistas  no 
puedan  alegar  ignorancia,  se  imprimirá,  circulará  y  fijará  en  los 
lugares  X3iiblicos  de  todas  las  poblaciones." 

31 — En  el  Hospital  general  de  Guatemala,  se  instaló  una  clase  de 
-cirujia.  A  este  acto  concurrieron  la  autoridad  política,  la  junta  de 
g'obierno  de  aquella  casa,  y  un  gran  número  de  ciudadanos  particu- 
lares. El  catedrático  licenciado  Buenaventura  Lambur,  pronunció 
un  bello  discurso  acerca  de  la  utilidad  de  la  cirujia. 

32 — También  se  abrió  una  cátedra  de  matemáticas  en  el  estingui- 
do  convento  de  Santo  Domingo.  Una  concurrencia  numerosa  atrai- 
da  x)or  la  noticia  de  que  Yalle  iba  á  tomar  la  palabra,  solemnizó  el 
acto.  Yalle  pronunció  un  discurso  que  está  á  la  altura  de   la  repu- 


»  DE  CEN'J'KO- AMÉRICA.  27t) 

tacion  del  orador. 

33 — Se  recibió  la  noticia  de  que  el  cardenal  Mauro  Capellari,  ha- 
bla sido  electo  Papa  y  subido  al  solio  pontificio  con  el  nombre  de 
Gregorio  XVI.  Se  creyó  que  el  nuevo  Pontífice  inauguraba  refor- 
man liberales,  esi:)eranzas  que  pronto  desaparecieron.  Sin  embargo. 
Gregorio  XYI  no  trató  mal  á  los  liberales  de  Centro- Améríca,  si  se 
le  ha  de  juzgar  por  el  decreto  y  la  carta  al  Cabildo  metropolitano 
que  privaron  á  Casaus  de  la  jurisdicción  eclesiástica. 

34 — Los  tejedores  de  esta  capital,  sensibles  á  la  decadencia  fa-o- 
gresiva  de  su  industria,  desde  que  se  decretó  la  libertad  de  comer- 
cio, i)idieron  restricciones  á  esta  libertad,  haciendo  ver  que  el  año 
de  20  habia  en  la  capital  seiscientos  treinta  y  siete  telares,  y  que  á 
la  fecha  de  la  solicitud,  solo  se  encontraban  setenta  y  tres.  Valle 
dictó  un  luminoso  informe  que  lleva  la  fecha  del  18  de  junio  de 
1831.  En  él  demuestra  que  gravar  las  mercaderías  estran jeras  qun 
entran  á  Centro-ximérica,  seria  gravar  á  los  centro-americanos  que 
las  consumen:  imponer  una  nueva  contribución  á  los  pobres  que  se 
visten  de  ellas:  disminuir  los  productos  nacionales  con  que  se  com- 
pran, y  menguar  la  riqueza  j)íiblica. 

35 — Don  Gregorio  Márquez  se  mantuvo  en  el  ejercicio  del  Poder 
ejecutivo  del  Estado,  hasta  los  primeros  dias  del  mes  de  agosto  de 
1831.  Entonces  se  hallaba  gravemente  enfermo  y  depositó  el  mando 
en  el  consejero  don  Francisco  Javier  Plores. 


C^FITULO  A^IGESIMOTERCIO 

Relaciones  internacionales. 


SUMARIO. 


1 — Arriba  á  Trujillo  la  fragata  " Diana'' — 2.  Diplomáticos  cen- 
tro-americanos— 3.  La  pr apuesta,  del  comandante  de  la  ^^ Dia- 
na'* es  acojida — 4.  Opinión  que  se  tenia  en  Europa  y  en  los  Es 
tados-  Unidos  acerca,  de  la  América,  del  Centro — 5.  Dificultades 
para  mandar  un  Ministro á  Europa — 6.  Resolución  de  la  Asam- 
hlea--l.  Indicación  del  Presidente  de  la  RepúhUca-Q.  Observacio- 
nes— 9.  Comunicación  de  Galtez  ó.  la.  Asamblea — 10.  Resolución 
negativa — 11.  Se  encarga  la  misión  á  Valle — 12.  Jfision  de  don 
Marcial  Zébadüa — 13.  Necesidad  de  que  el  asunto  sobre  misión 
á  Francia,  se  despacJiára  pronto — 14.  Nombramiento  de  don 
Próspero  Herrera. — 15.  Saget  ca  á  Europa  en  la  fragata  "'Dia- 
na."— 16.  Cualidades  de  don  Próspero  Herrera — 17.  Terna  j^a- 
ra.  la  misión  á  Holanda — 18.  Recepción  del  señor  Bonilla — 10. 


1  El  12  (le  febrero  de  s:il,  arribó  al  puerto  de  Trujillo,  en  el 
Estado  de  Honduras,  la  fra<^ata  de  gueri-a  francesa  ''Diana."  Su 
comandante,  Duliant  Cilly,  anunció  al  Gobierno  federal,  que  habia 


282  RESEÑA  IIISTÓIÍIOA  ^ 

recibido  instrucciones  del  rei  Luis  Felipe,  para  manifestar  que  se- 
ria reconocida  en  Francia  la  Independencia  de  la  República  centro- 
americana. El  mismo  Comandante,  á  nombre  de  su  Gobierno,  invi- 
taba al  Presidente  para  qne  enviara  á  Paris  un  Ájente  diplomático. 
El  agregaba  que  tenia  instrucciones  para  conducir  á  Francia  á  bor- 
do de  1::  "Diana,"  al  Ministio  centro-americano,  con  todas  las  con- 
sideraciojies  y  respetos  correspondientes  á  su  elevado  carácter. 

2 — JS^oeía  el  primer  diplomático  que  acreditara  la  Iíe]3Ública.  El 
año  de  24  lo  habia.sido  el  doctor  don  Pedro  Molina,  cerca  del  Go- 
bierno de  Colombia  ('^"),  el  ciudadano  Antonio  José  Cañas,  cerca  del 
Gobierno  de  los  Estados-Unidos  de  América,  y  el  ciudadano  Juan 
de  Dios  Mayorga,  cerca  del  Gobierno  mejicano.  El  año  de  25   fué 


(*)  En  esta  misión  el  doctor  Molina  trabajó  con  actividad  e  inteligencia.  El  distin- 
ís'uido  americano  P.  Gnal,  era  Ministro  de  Estado  en  Colombia.  Gufil  deseaba  reconocer 
por  actos  esplicitos  la  Independencia  de  Centro-América;  pero  al  mismo  tiempo  quería 
I)oseer  todos  los  datos  acerca  de  la  situación  del  país  que  el  reconocimiento  demandaba,  j 
en  nota  datada  en  Bogotá,  á  25  de  diciembre  de  1824,  hizo  ú  Molina  diez  y  siete  preguntas. 
Algunas  de  ellas  son  referentes  á  Méjico,  otras  á  España  y  otras  al  interior  de  la  Kepú- 
blica  centro-americana.  El  doctor  Molina  €ra  uno  de  los  hombres  que  con  mas  profundidad 
<ujnocian  los  puntos  que  se  le  tocaban,  y  sus  contestaciones  no  se  hicieron  esperar.  Ellas 
dieron  por  resultado  el  reconocimiento  de  la  República  centro- americana  y  el  tratado  entre 
Centro- América  y  Colombia,  que  se  firmó  en  Bogotá  á  15  de  marzo  de  1825.  Este  tratado  es 
importante  para  Centro- América  y  para  Colombia,  porque  se  ha  considerado  como  la  base  y 
fundamento  de  toda  decisión  sobre  limites.  La  Colombia  que  celebró  el  tratado,  no  existe. 
Fué  fraccionada  f^n  tres  secciones:  Nueva  Granada,  Venezuela  y  el  Ecuador.  Nueva  Gra- 
nada es  la  sección  sur-americana,  limítrofe  do  Centro-América,  á  quien  corresponden  los 
deberes  y  los  derechos  que  ántes^tenia  Colombia  respecto  á  límites  con  la  América  Central. 
Nueva  Granada  cambió  después  su  título.  Su  constitución  decretadla  en  Eio-Negro,  la  lla- 
ma Estados  Unidos  de  Colombia.  En  este  concepto  se  habla  todavía  de  nuestros  límites  con 
Colombia.  Si  la  antigua  Eepública  de  Colombia  se  fraccionó  en  tres  partes,  la  antigua  Re- 
pública de  Centro-América  se  dividió  en  cinco  partes:  Costa-Rica,  Nicaragua,  Honduras, 
San  Salvador  y  Guatemala.  Costa-Rica,  limítrofe  á  Colombia,  heredó  los  derechos  y  deberes 
de  Centro-América,  respecto  á  límites,  y  todavía  no  se  han  resuelto  definitivamente  las  cues- 
tiones que  del  lado  del  Sur  se  han  promovido.  Guatemala,  limítrofe  por  el  Norte  con  Nue- 
va España,  hoy  Estados  Unidos  Mejicanos,  heredó  los  deberes  y  los  derechos  que  Centro-A- 
mérica tenia  respecto  á  límites  con  Méjico,  y  hoy  existen  cuestiones  pendientes  acerca 
de  ellos. 

Al  fin  de  este  capítulo  se  encontrarán,  como  documento  justificativo,    los  artículos  mas 
importantes  del  tratado  entre  Centro-América  y  Colombia. 


•  DE  ( VKNTKO-A^rÉKlCA.  281] 

<^nyiado  á  Londres  don  Marcial  Zebadúa.  El  año  de  2G  estaban  a- 
creditados  en  la  gran  Dieta  de  Panamá,  el  mismo  doctor  Molina  y 
el  canónigo  doctor  Antonio  Larrazábal.  Ese  mismo  año  se  espi- 
dieron credenciales  al  ciudadano  José  M.  ^  Barrio,  cerca  del  Go- 
bierno de  j^.íéjico,  y  al  ciudadano  Pedro  González,  cerca  del  Gobiei- 
no  de  los  Estados-Unidos. 

*) — El  Senado,  acojiendo  benévolamente  la  solicitud  del  Coman- 
dante de  la  "Diana,"  propuso  al  Presidente  una  terna  para  el  nom- 
bramiento de  Ministro  Plenipotenciario,  y  al  frente  de  ella  se  halla- 
ba el  nombre  del  ciudadano  doctor  Mariano  Galvez.  Tratóse  enton- 
ces de  que  el  Ministro  centro-americano,  también  se  dirijiera  á  Ho- 
landa, con  el  ñn  de  promover  la  ai)ertura  del  canal  interoceánico, 
por  el  istmo  de  ]^í^icaragaa.  Galvez  no  liabia  viajado,  y  entonces  se 
le  jjresentaba  la  bella  oportunidad  de  figurar  en  Europa,  abriéndo- 
se paso  en  los  mas  elevados  círculos,  no  solo  por  su  talento,  sino 
por  su  instrucción  y  su  cultura. 

4 — Cuando  se  hizo  la  Index^endencia,  se  creyó  en  Europa  y  en  los 
Estados-Unidos,  que  Centro-América  x)rogresaria  como  la  patria  de 
Washington,  y  bajo  esta  impresión  se  hallaban  los  representantes 
de  la  gran  Dieta  americana  el  año  de  20.  Los  acontecimientos  que 
concluyeron  en  29,  no  hablan  destruido  tan  grata  idea.  Se  pensaba 
qne  la  guerra  terminada  en  abril,  era  solo  un  episodio  de  nuestra 
historia,  y  que  restablecida  la  paz,  seguirla  el  progreso.  Ha  sido 
preciso  una  serie  de  acontecimientos  para  demostraren  ambos  mun- 
<los,  que  los  elementos  que  constituj^en  nuestra  pequenez,  son  una 
situación  ii(3rmal,  y  que  no  alcanzan  los  grandes  esfuerzos  de  algunos 
hombres  que  de  cuando  en  cuando,  rodeados  de  obstáculos,  se  pre- 
sentan en  la  escena  pública,  para  marchar  rápidamente  hacia  ade- 
lante. 

5  -Galvez  pertenecia  á  la  Asamblea  del  Estado  de  Guatemala,  y 
no  podia  ser  nombrado  Ministro  Plenipotenciario  sin  renunciar  el 
cargo  de  Diputado.  El  Gobierno  federal  pidió  á  la  Asamblea  la  se- 
paración de  Galvez;  y  este  distinguido  representante  del  pueblo 
guatemalteco,  sin  renunciar,  manifestó  al  Cuerpo  lejislativo  que 
[>odia  deliberar  acerca  del  asunto,  de  la  manera  (^ue  lo  esfimára  mas 
ron  veniente. 

•  '•  I  na  comisión  compuesta  délos  representantes  Solano  y  \'as- 
roncelos,  dictaminó  (jiuí  no  iKxlia  resolverse  el  asunto  mientras  el 
doctor  Galvez  no  presentara  formal  renuncia.  Galvez  dijo  entonces, 
que  renunciaba  el  cargo  de  Diputado,  si  el  Cuerpo  lejislativo  juz- 
gaba que  debia  ir  á  Euroi)a,  y  si  el  Presidente  de  la  Kepiil>lica  in- 
sistía en  enviarlo.  La  misma  comisiini  detei-minó  en  seguida,  cjue 
debia  admitirse  la  renuncia;  pero  la  Asambh^a  no  ai)robó  el  dicta- 
men. 


284  ilESEí^^A  HISTÓRICA 

7 — Morazan  creyó  que  la  renuncia  no  era  admitida,  x>orque  Galvez 
no  la  presentaba  en  términos  claros,  terminantes  y  absolutos,  é  in- 
dicó al  mismo  Gelvez  que  renunciara  sin  ninguna  condición  ni  re- 
serva. 

8 — Se  habla  con  detenimiento  de  este  incidente,  porque  él  puede 
dar  una  luz  histórica  acerca  de  la  situación.  p^Por  qué  se  empeña- 
ba tanto  el  general  Morazan  en  que  Galvez  f  aera  á  Europa^  ^Por 
qué  hacia  resistencia,  aunque  disimuladamente,  el  doctor  Galvez? 
La  Kepública  no  estaba  tan  escasa  de  hombres  que  no  pudiera  en- 
contrarse otro  capaz  de  representarla  dignamente  en  el  Viejo  Mun- 
do. La  edad  de  Galvez  era  aparente  para  que  nuevos  horizontes  es- 
tendieran sus  conocimientos,  y  le  dieran  una  imj)ortancia  que  no 
podia  adquirir  sin  salir  de  Gen  tro- América.  El  no  era  uno  de  esos 
hombres  pusilánimes  á  quienes  arredran  las  incomodidades  del  ca- 
mino y  los  riesgos  del  mar.  Es  de  creerse  que  algún  pensamiento  po- 
lítico lo  dominaba  y  sostenia  su  inmovilidad,  y  no  se  ve  otro  que  la 
muy  halagüeña  perspectiva  de  la  Jefatura  del  Estado  de  Guate- 
mala. 

9 — Galvez  dirijió  á  la  Asamblea  la  esposicion  siguiente:  ''Ciuda- 
danos representantes:  Los  negocios  que  conciernen  á  mi  nombra- 
miento de  Enviado  á  Francia,  han  ocupado  parte  del  tiempo  de  vues- 
tras deliberaciones  en  estos  últimos  dias,  y  tengo  ahora  el  senti- 
miento de  reproducir  de  nuevo  la  cuestión,  causando  tal  vez  el  fas- 
tidio ó  desagrado  vuestro.  El  ciudadano  Presidente  de  la  República 
me  ha  dirijido  la  comunicación  adjunta:  no  x>nedo  desconocer  la 
fuerza  de  sus  razonamientos,  ni  dejar  de  prestarme  á  sus  insinua- 
ciones espresas,  y  hago  el  sacrificio  de  mi  amor  propio  y  de  mi  de- 
licadeza misma,  volviendo  á  vuestra  deliberación  el  punto  de  mi  re- 
nuncia. Me  es  al  propio  tiempo  sobremanera  [sensible,  ser  la  causa 
de  momentos  desagradables  á  la  Asamblea;  pero  ella  que  me  favo- 
rece, no  dudo  sabrá  dispensarme  j)Oy  los  motivos  de  compromiso 
que  le  doy,  cuando  todos  mis  votos  son  y  serán  de  dárselos  de  com- 
placencia y  mostrarme  reconocido  al  generoso  favor  que  debo  á  los 
dignos  representantes  del  X3ueblo  de  Guatemala,  por  el  cual  siem- 
pre les  mostraré  mi  gratitud  sincera.  ^ — Dios,  Union,  Libertad. — 
Guatemala,  mayo  9  de  1831 — 3f.  Galvez  y 

10 — La  misma  comisión  de  la  Asamblea,  presentó  otro  dictamen 
muy  honorífico  para  Galvez,  que  termina  en  favor  de  la  admisión 
de  la  renuncia;  pero  el  Cuerpo  lejislativo  lo  desechó  segunda  vez, 
porque  en  realidad  no  habia  tal  renuncia,  sino  una  evasiva.  Se  ve 
pues,  que  existia  ya  un  cálculo  firme  de  mantener  á  Galvez  en  el 
territorio  del  Estado.  Acaso  el  general  Morazan,  sin  dejar  de  cono- 
cer las  grandes  cualidades  del  doctor  Galvez,  comprendía  que  si  se 
le  colocaba  al  frente  del  Estado  de  Guatemala,    nuevas  divisiones 


J)E  CKRTKO-AMEKK  A.  ¿8i) 

del   partido   liberal  aiiiquilarian  la   República;  lo  que  piiieba   una 
previsión  admirable. 

11 — Centro- América  debió  entonces  estar  uiiiy  bien  representada 
en  el  estranjero,  así  para  alimentar  las  felices  esperanzas  que  acer- 
ca de  ella  se  tenia,  como  para  obtener  un  resultado  favoral)Ie  en 
las  negociaciones  sobre  el  canal  interoceánico.  Una  segunda  terna 
se  pidió  al  Senado.  Este  la  envió,  colocando  al  frente  á  don  José  del 
Valle.  Morazan  nombró  á  Valle,  quien  no  aceptó  la  misión. 

12 — La  fragata  '"Diana,"  debía  zarpar  el  último  de  abril  ó  á  prin 
( ipios  de  mayo,  conduciendo  al  Ministro  de  Centro  América,  y  nin  . 
guno  de  los  ciudadanos  en  quienes  mas  se  confiaba,  queria  abando- 
nar el  liogar  doméstico.   Aballe   recomendó  á  don  Próspero  Herrera, 
quien  á  la  sazón  se  hallaba  en  Europa. 

13 — Don  Marcial  Zebadúa  estaba  en  Londres.  Su  posición  era 
»ilevada,  porque  li;bia  sido  Ministro  del  Gobierno  federal  é  indivi- 
duo del  primer  tribunal  de  la  República.  Su  misión  tenia  por  fín, 
celebrar  un  tratado  de  reconocimiento,  amistad,  comercio  y  nave- 
gación, entre  Centro- América  y  la  Gran  Bretaña.  Entonces  se  da- 
ba mucha  importancia  a  ese  género  de  tratados,  porque  se  creía  que 
afianzaban  la  Independencia  nacional.  Zebadúa  fué  recibido  por  S. 
M.  E.  en  calidad  de  Ministro  Plenipotenciario,  y  la  Independencia 
(^uedó  plenamente  reconocida,  pues  nadie  ignora  que  no  puede  re- 
cibirse á  un  Ministro  Plenipotenciario,  sin  que  por  el  mismo  hecho 
quede  reconocida  la  soberanía  de  la  nación  que  lo  envía.  La  Dieta 
de  Panamá,  hizo  creer  que  nuevos  principios  iban  á  rejir  estos 
países,  y  se  mandaron  á  don  Marcial  Zebadúa,  instrucciones  para 
i[ue  no  terminara  ningún  tratado  hasta  nueva  orden.  Sobievino  la 
revolución  del  año  de  20,  y  toda  la  campaña,  y  Zebadúa  quedó  en 
Inglaterra  sin  concluir  ninguna  negociación  política.  Después  de  los 
sucesos  de  abril  de  29,  el  (Tobierno  ingles  pidió  á  nuestro  Ministro 
en  Londres,  credenciales  firmadas  por  Barrundia,  y  no  habiéndolas 
jíresentado,  no   pudo  iniciar  ningún  aiTeglo  diplonuitico  (*).   Des- 


C)  l'tndieutes  osUibau  muchos  arreglos  con  motivo  ii«l  i-mpréstito  do  la  oasii  de  Üjiroluy, 
ílerring  Richirdson  y  (jompañ^i  de  Londres  (véiise  el  capítulo  tercero,  libro  segundo  del 
l'osqucjo  Histórico).  Zobadúa  á  su  regreso  p ubi iccj  uu  folleto,  en  el  cual  sy  euimeutnm  ta>- 
tus  palabras:  "Quebraron  los  agentes  de  la  llcpublica,  t-ncargados  dd  empréstito,  y  mi  di- 
lijencia  logró  que  en  vez  do  millones  que  ahora  gi-aviturian  sobre  t-l  lumor  de  la  nación,  In 
-leuda  estranjcra  (piedase  limitada  auna  suma  reducida.  Disuelta  la  compañía  de  t«ti>a  in- 
dividuos inesperadamente,  fué  ¡)rcciso  que  otra  casa  se  encargase  de  la  ajencia  de  la  Nación 
en  Londres,  y  la  muy  respetable  de  los  señores  Reid  Irving  se  encargó  do  ella,  y  ha  hecho 
servicios  á  nuestro  país,"  En  «1  mismo   folleto,  se  en«uentran  estas  palabra-s:    "Kn  el  tratado 


2HiJ  RPISENA    lUSTÓHU'A 

X)ues  de  la  restauración  de  829,  el  Senado  no  presentó  en  terna,  á 
don  Marcial  Zebadúa,  sin  embargo  de  que  estaba  en  Euroj^a,  y  ni 
Barrundia  ni  Morazan,  habrían  x>odido  nombrarlo  Ministro  sin  la 
iniciativa  de  aquel  alto  cuerpo.  El  Senado  creyó  entonces  convenien- 
te suspender  las  negociaciones  en  Londres,  y  se  acordó  el  regreso 
de  Zebadúa,  quien  al  dar  cuenta  de  su  misión,  jjresentó  comunica- 
ciones honoríficas  de  Mr.  Canning  y  de  Lord  Palmerston. 

14 — Don  Próspero  era  hermano  de  don  Dionisio  Herrera,  jefe  á  hv 
sazón  de  Nicaragua  y  pariente  de  Yalle. 

•  15 — La  carta  credencial  de  gabinete,  los  j)oderes  é  instrucciones 
que  debian  servir  á  Herrera  en  Paris,  se  pusieron  en  manos  del  te- 
niente coronel  Isidoro  Saget,  quien  se  embarcó  en  la  fragata  "'Dia- 
na" el  último  de  abril  de  1830.  El  líei  de  los  franceses  ponia  á  dis- 
]30sicion  del  Gobierno  de  Centro-América,  un  buque  de  guerra  pa- 
ra conducir  aun  Ministro,  y  se  mandó  á  un  porta-pliegcs  de  orí  jen 
francés,  que  si  bien  conocía  el  país,  no  podía  estudiarse  en  su  per- 
sona el  carácter,  la  índole,  la  inteligencia  y  el  grado  de  civilización 
de  los  centro-americanos. 

16 — Don  Próspero  Herrera  pertenecía  al  partido  liberal;  pero  no 
estaba  versado  en  los  negocios  de  gabinete.  El  Gobierno  federal,  en 
escaseces  pecuniarias  con  motivo  de  la  i)asada  revolución,  no  siem- 
pre mandó  fondos  al  Ministro  que  tenia  acreditado  cerca  del  Eei  de 
los  franceses,  y  Herrera  llegó  á  carecer  no  solo  de  lo  indispensable 
para  sostener  con  honra  la  bandera  de  su  patria,  sino  hasta  de  lo 
mas  necesario  para  la  vida.  En  medio  de  tantas  angustias,  celebró 
un  tratado  de  amistad  y  comercio  que  no  fué  ratificado  en  Centro- 
América. 

17 — El  Senado  propuso  para  la  Legación  á   Holanda,  á  los  ciudí; 
danos  José   Sacasa,    Doroteo  A^asconcelos   y  Mariano  Ramírez.    La 
situación  de  Holanda  no  era  la  misma  el  2  de  marzo   de  1829, 


(iue  yo  tenia  sobre  la  carpeta  del  Ministro  ingles,  esperando  los  poderes  de  mi  Gobierno, 
cuando  se  me  obligó  á  venirme  trayéndome  el  archivo  de  la  Legación,  se  liabia  introducido 
un  articulo  por  el  cual  se  deberían  conservar  á  los  subditos  ingleses,  las  concesiones  que  les 
estaban  hechas  por  el  tratado  de  1783,  y  convención  de  1786,  según  los  cuales  solamente 
se  les  permitía  el  uso  del  terreno,  y  se  fijaban  los  limites  á  qiie  el  establecimiento  debía 
circunscribirse.  Por  este  medio,  la  Inglaterra  quedaba  sujeta  en  virtud  de  un  convenio  es- 
preso con  Centro-América,  á  guardarle  las  estipulaciones  del  tratado  y  convención  referidos, 
y  se  dejaba  abierta  la  pnsrta  para  tilteriores  negociaciones  respecto  del  mismo  estableci- 
miento. El  Gobierno  ingles  estaba  conforme  en  este  punto  peculiar  á  sus  intereses  con  est-^ 
país,  y  nada  mas  se  exijia  de  mí  en  ningún  concepto."' 


DE  CKNTIÍO-AMÉKIC A.  287 

dia  en  que  el  general  Juan  Verwer  se  presentó  en  Gruateraala  como 
Ministro  Plenipotenciario  de  los  Países  Bajos,  que  el  último  de  a- 
l)ril  de  1831.  Los  Países  Bajos  habían  sufrido  una  conmoción,  la 
Bélgica  era  ya  indei)endiente  y  la  Holanda  no  estaba  en  actitud  de 
prestar  su  atención  á  la  grande  empresa  del  canal.  Sacasa  fué  nom- 
brado Ministro,  6  inmediatamente  propuso  al  Gobierno  un  proyecto 
de  (colonización,  que  fué  acojido  favorablemente;  pero  la  misión  no 
llegó  á  realizarse  (^). 

18  —La  recepción  de  Ministros  Plenipotenciarios,  era  eutou<,'es  un 
acontecimiento  raro  que  llamaba  mucho  la  atención  publica.  Cen- 
tro-América solo  había  recibido  dos:  el  general  don  Antonio  Mora- 
les, ministro  plenix)otenciario  de  Colombia  y  el  general  don  Juan 
\^ern  er,  ministro  plenipotenciario  de  los  Países  Bajos.  KSe  anuncia- 
l)a  la  llegada  de  don  Manuel  Diez  Bonilla,  ministro  plenipotencia- 
rio de  Méjico.  Se  sabia  que  el  objeto  principal  de  la  misión,  era 
procurar  un  tratado  de  límites  entre  las  dos  Rex)ííblicas,  para  que 
cesara  la  interinidad  de  los  preliminares  del  año  de  25,  suscritos 
X)or  don  Juan  de  Dios  May(jrga,  ministro  i)lenipotenciario  de  Cen- 
tro-América, cerca  del  Presidente  de  la  República  mejicana.  Hoy 
la  recepción  de  un  Ministro  en  cualquiera  de  las  cinco  secciones 
í'entro-americanas,  es  nn  acontecimiento  que  solo  en  circunstancias 
estraordínarias  tiene  alguna  significación.  Todos  los  encargados  del 
ceremonial,  saben  lo  que  han  de  hacer  y  lo  que  han  de  decir,  y  á 
nadie  preocup  i  el  asunto.  Entonces  los  negoL^ios  internacionales  se 
veían  de  otro  modo,  y  la  llegada  de  nn  plenipotenciario,  daba  mu- 
cho que  decir  y  en  qué  pensar.  La  misión  de  Bonilla  ni  aun  ahora 
habría  carecido  de  ínteres,  porque  se  esperaba  con  ansia  un  arre- 
glo definitivo  so])re  límites. 

19—  El  8  de  octubre  de  881,  presentó  Bonilla  al  Presidente  de 
la  Rej)ública,  general  Morazan,  sus  credenciales,  y  en  el  discur- 
so de  costumbre,  como  era  natural,  nada  dijo  sobre  límites.  Se  con- 
(jretó  á  manifestar  deseos  de  que  haya  paz,  amistad  y  nnion  entre 
las  dos  Repúblicas.  El  general  Morazan  contestó  en  los  mismos  tér- 


(*)  El  Cdh^icso,  i)()r  decreto  d'>  I.  '  de  octubre  de  ÍH'M).  hubia  doclarado  iudispeu&díU» 
para  la  prosperidad  de  ( 'entro- Américjx,  la  apertura  del  canal  int^ír-oceiimco,  por  el  istmo  de 
Nicaraguj!.  Aquel  alto  cuerpo,  est^ibloció  bases  tan  ltt)en\les  y  favorablee  jI  todas  las  na- 
ciones del  nnindo,  fjue  no  exijia  para  la  .\inérica  Contnil  mas  ventajíis  <pn^  las  indispeiusa- 
bles   paiii  realizar   tan  vasta   empresa. 


288  KESEiSA  HlSTOlilOA 

minos,  y  el  público  quedó  á  oscuras  acerca  de  las  tendencias  rela- 
tivas á  límites  que  abrigaba  el  Ministro  mejicano. 

20 — Si  solo  tres  Ministros  Pleni]3otenciarios  habia  recibido  Centro- 
América  hasta  entonces,  se  encontraban  en  su  territorio  Cónsules 
de  los  Estados-Fnidos,  de  la  Gran  Bretaña,  de  los  Paises  Bajos  y  de 
Chile. 


ESTRICTO 

DE  LA 

Convención  de  Union  y  Confederación  perpetua, 

EÉe  las  M\m  Mk  del  Centro  de  imérica 

Y  la  República  de  Colombia, 

FIRMADA  EN  BOGOTÁ,  A  15  DE  MARZO  DE  1825,  POR  LOS  RESPECTIVOS* 

PLENIPOTENCIARIOS  DR.  D.  PEDRO  MOLINA 

Y  D.  PEDRO  tíUAL. 


•'Artículo  5.  ^ — Ambas  partes  contratantes  se  garantizan  mutua- 
mente la  integridad  de  sus  territorios  respectivos,  contra  las  tenta- 
tivas 6  incursiones  de  los  vasallos  del  Rei  de  España  y  sus  adlieren- 
tes,  en  el  mismo  pie  en  que  se  hallaban  naturalmente,  antes  de  la 
presente  guerra  de  independencia. 

Art.  7.  *^  — Las  Provincias  Unidas  de  Centro- América  y  la  Repú- 
blica de  Colombia,  se  obligan  y  comprometen  formalmente  á  respe- 
tar sus  límites,  como  están  al  presente,  reservándose  hacer  amisto- 
samente, por  medio  de  una  convención  especial,  la  demarcación  de 
una  línea  divisoria  de  uno  y  otro  Estado,  tan  pronto  como  lo  per- 
mitan las  circunstancias,  6  luego  que  una  de  las  partes  manifieste 
á  la  otra  estar  dispuesta  á  entrar  en  esta  negociación. 

Art.  8.  ^  — Para  facilitar  el  progreso  y  terminación  feliz  de  la  ne- 
gociación de  límites,  de  que  se  ha  hablado  en  el  artículo  anterior, 
cada  una  de  las  partes  contratantes  estará  en  libertad  de  nombi-ar 
omisionados  que  recorran  todos  los  puntos  y  lugares  de  las  fron- 
Uíras  y  levanten  en  ellos  cartas,  según  lo  crean  conveniente  y  nece- 
sario para -establecer  la  línea  divisoria,  sin  que  las  autoridades  lo- 
cales puedan  causarles  la  menor  molestia,  sino  antes  bien,  prestar- 
la 


290  JiESEÑA  lílSTÓRlCA 

les  toda  i)roteccion  y  auxilio  x^ara  el  buen  desenix^eño  de  se  encar- 
go, con  tal  que  previamente  nianiñesten  el  pasaporte  del  Gobierno' 
respectivo,  autorizándolos  al  efecto. 

Art.  9.  ^  — Ambas  partes  contratantes,  deseando  entretaiato,  pro- 
veer de  remedio  á  los  males  que  x)odrian  ocasionar  á  una  y  otra  las 
colonizaciones  de  aventureros  desautorizados,  en  aquella  parte  de 
la  costa  de  Mosquitos,  comprendida  desde  el  Cabo  Gracias  á  Dios 
inclusive,  hacia  el  rio  Chagres,  se  comprometen  y  obligan  á  ^j^mplear 
sus  fuerzas  marítimas  y  terrestres  contra  cualesquiera  individuo  6 
individuos  que  intenten  formar  establecimientos  en  las  espresadas 
costas,  sin  haber  obtenido  antes  el  permiso  del  Gobierno  á  quien 
corresponden  en  dominio  y  propiedad. 

Art.  17.  ^  — Luego  que  se  haya  conseguido  este  grande  é  impor- 
tante objeto  (la  unión  de  todos  los  Estados  de  América),  se  reunirá 
una  Asamblea  general  de  los  Estados  americanos,  compuesta  de  sus 
pleni]3otenciarios,  con  el  encargo  de  cimentar  de  un  modo  mas  só- 
lido y  estable,  las  relaciones  íntimas  que  deben  existir  entre  todos 
y  cada  uno  de  ellos,  y  que  les  sirva  de  consejo  en  los  grandes  con- 
ñictos,  de  punto  de  contacto  en  los  peligros  comunes,  de  fiel  intér- 
prete de  sus  tratados  públicos,  cuando  ocurran  dificultades^  y  de^ 
juez  arbitro  y  conciliador  en  sus  disputas  y  diferencias." 


Leyes  importantes  del  Coiii^reso. 


SI  MARIO. 

1 — Fatronato~~2.  Observad o)ích — ;í.  Indejpendencia  entre  la  Igle- 
sia y  el  Estado— 4.  l.oj  de  llachiida — 5.  Ley  solre  Ministros 
diplomáticos  y  C<jnsules—(S.  Decreto  sobre  tabaco— -1.  Otro  so- 
bre pasaportes. 


1 — El  11  (le  julio  de  Í31,  declaro  el  Congreso  que  el  patronato  e- 
clesiástico  corresponde  á  la  Nación,  y  que  debe  ser  ejercido  por  el 
|)rinier  Magistrado  de  la  Eepública.  Prohibió  la  publicación  de  bu- 
las, rescriptos  y  cualesquiera  letras  pontiñcias,  como  también  las 
que  emanaran  délos  iH'elados  eclesiásticos,  sin  que  previamente  ob- 
tuvieran el  pase  del  Poder  ejecutivo  nacional. 

2 — Se  sab(?  que  en  la  i3rimitiva  iglesia,  á  los  obispos  elejia  el  X)u^- 
l)lo;  que  mas  tarde  esta  elección  paso  al  clero,  después  á  los  cabil- 
dos de  las  iglesias  catedrales  y  á  los  emperadores;  por  liltimo  se 
<n-ey6  que  esta  facultad  correspondía  esencialmente  al  papa,  y  que 
hí  aJgunos  reyes  tenian  la  facultad  de  x^'esentarle  personas  para  que 
ejercieran  el  episcopado,  era  únicamente  por  gracia  y  nwrced  de  la 
Santa  Sede.  Los  reyes  de  España  tenian  esta  facultad,  y  el  Con- 
greso federal   declaro  que  en  el  territorio  de  Centro- America,  cor- 


292  RESEÍÍA  líISTOKICA 

Tespondia  á   la  JN'acion. 

3 — El  incesante  roce  de  los  asuntos  eclesiásticos  con  los  civiles, 
produce  continuas  cuestiones.  Los  Estados- Unidos,  que  han  sabido 
resolver  admirablemente  todos  los  grandes  x)roblemas  económicos, 
políticos  y  sociales,  se  lian  librado  de  este  mal.  La  población  de  Cen- 
tro-América, imbuida  en  las  doctrinas  que  se  le  inculcaron  durante 
tres  siglos,  no  ha  podido  en  este  punto,  imitar  á  los  norte-ameri- 
canos. El  Jefe  de  una  Nación,  no  debería  mezclarse  en  cpie  un  gru- 
po 6  muchos  grupos  de  sus  conciudadanos,  denominen  á  un  hom- 
bre obispo,  arzobispo,  patriarca  ó  cardenal.  Esto  deberla  ser  asunto 
^sclusivo  de  los  j)articu lares,  y  de  la  situación  de  sus  recursos  pa- 
m  el  sostenimiento  de  las  dignidades  eclesiásticas.  Se  dice,  sin  em- 
bargo, que  las  condiciones  de  los  Estados- Unidos,  son  enteramente 
«diferentes  de  las  condiciones  de  la  América  del  Centro.  La  gran 
mayoría  de  los  Estados-Unidos  es  protestante.  Los  altos  f  iinciona- 
rics  son  protestantes,  y  si  no  las  leyes,  las  costumbres  escluyen  á 
los  católicos  romanos,  de  los  altos  puestos.  Nada  importa,  pues,  que 
^1  número  de  católicos  que  constituyen  la  minoría  norte- americana, 
sean  guiados  por  eclesiásticos,  que  nada  tienen  que  esperar  del  Go- 
bierno americano.  El  pueblo  de  Centro- América  fué  educado  bajo 
^>tro  réjimen,  y  la  influencia  clerical  puede  afectar  á  ima  gran 
parte  de  él.  Es  jpreciso  que  el  x>íitronato  y  las  regalías,  ejercidos  por 
el  Gobierno,  moderen  el  ultram.ontanísmo.  Sin  embargo,  Colombia 
se  halla  en  las  mismas  condiciones  que  nosotros,  y  con  gran  valen- 
tía consignó  la  independencia  de  la  Iglesia  y  el  Estado  en  la  cons- 
titución de  Hio-Negro.  Es  verdad  que  por  esa  independencia  ha  ha- 
bido obispos  colombianos  del  orden  de  los  jesuítas  y  de  la  clase  del 
clero  mas  oscurantista.  Este  resultado  ha  hecho  creer  á  muchos  li- 
berales, que  se  debe  volver  á  lo  pasado;  mientras  que  otros  sostie- 
nen que  el  mal  enunciado  es  menor  que  los  grandes  bienes  que  ha 
producido  la  abolición  de  la  iglesia  oficial.  Ese  ensayo  debe  verse 
con  atención  por  todas  las  rex)úblicas  hispano-americanas,  porque 
él  probablemente  marcará  la  senda  que  en  lo  de  adelante  deba  se- 
guirse. 

.4— No  solo  el  patronato  ocupó  al  Congreso.  Emitió  aquel  alto  cuer- 
po un  decreto  que  variando  el  plan  de  hacienda  establecido  en  182o, 
le^dió  diferente  forma.  Este  decreto  da  la  dirección  en  el  ramo  de 
liacienda,  al  Supremo  Poder  ejecutivo  de  la  República.  Establece 
juna  intendencia  general,  y  detalla  sus  facultades:  un  asesor,  un  ñs- 
<aj,  un  consejo  de  hacienda,  una  contaduría  mayor.  Designa  los 
puertos  y  fronteras.  Dice  que  son  puertos  habilitados  para  el  comer- 
cio .de  la  República,  en  las  costas  del  Pacífico:  Puntarenas,  San  Juan 
úel  Sur,  Realejo,  La  Union,  el  Triunfo,  la  Libertad,  Acajutla,  Ista- 
pa  y  Ocós.  En  las  costas  del  Atlántico:  Matína,  San   Juan,  Trujíllo, 


DE  CENTKO- AMÉRICA  293^ 

La  Barra  de  Ulúa,  Omoa,  San  Felipe  y  Teleman.  Manda  que  en  el 
Peten  y  demás  puntos  fronterizos  de  nuestro  territorio,  con  la  E.e- 
pública  de  Méjico,  establezca  el  Gobierno  las  receptorías  necesarias: 
que  en  ellas  se  cobren  los  derechos  de  importación,  y  que  en  las 
mismas  se  cobren  los  derechos  de  extracción  de  frutos  que,  según 
el  arancel,  estén  sujetos  á  ese  pago.  Dispone  que  haya  en  esta  ca- 
pital una  Aduana,  compuesta  de  un  administrador,  un  contador,  un 
tesorero  y  un  alcaide  vista;  una  casa  de  administración  con  dos  ofi- 
ciales. Dispone  que  haya  aduanas  marítimas  en  Omoa,  San  Juan  j 
Matina,  en  la  Union  y  en  Puntarenas.  Considera  las  aduanas  como 
tesorerías  de  hacienda,  y  reglamenta  su  administración  y  réjimen. 
Establece  receptorías  hacia  el  Atlántico,  en  el  lugar  llamado  los  En- 
cuentros, al  cual  disí)uso  se  traslade  la  que  habia  en  Guatemala: 
en  Ulúa,  bien  fuera  en  la  embocadura  del  rio  al  mar,  6  bien  en  lo 
interior  de  aquella  comarca,  y  en  Teleman.  Hacia  el  Pacífico,  en 
San  Juan,  entonces  se  llamaba  la  Concordia,  en  el  Realejo,  en  eí 
Triunfo,  en  la  Libertad,  en  Acajutla,  en  Istapa,  llamado  la  Inde- 
pendencia y  en  Ocos.  Esceptúa  á  los  empleados  del  ramo  de  hacien- 
da, del  servicio  de  las  armas  j  de  todo  oficio  6  carga  concejil.  Dic«- 
que  en  las  causas  civiles  6  criminales  que  se  les  instruya,  relativas 
á  su  ofiqio,  si  fueren  comx)rendidas  en  el  artículo  103  de  la  Consti- 
tución, no  podrían  ser  juzgados  sino  por  los  tribunales,  y  en  la  for- 
ma que  prescribe  la'ley  fundamental,  y  que  si  fueren  de  las  no  com- 
X)rendidas  en  aquel  artículo,  deberían  ser  juzgados  por  el  Intenden- 
te en  primera  instancia,  y  en  las  ulteriores,  por  la  Corte  suprema 
de  justicia.  Establece  severas  penas  para  los  empleados  de  Hacienda 
que  cometan  faltas  en  el  ejercicio  de  sus  funciones,  y  detalla  el  or- 
den de  procedimientos.  Esta  ley  ha  sido  la  norma  de  otras  disposi- 
ciones dictadas  después,  y  que  han  rejido  en  diversos  Estados  con 
posterioridad  á  la  ruptura  del  i)acto  federal. 

5— Se  promulgó  también  la  ley  que  reglamenta  el  modo  de  proce- 
der contra  los  ministros  diplomáticos  y  cónsules  de  la  República  ^a 
el  esterior. 

6— Publicóse  igualmente  un  decreto  que  manda  continúe  perte- 
neciendo á  la  Federación,  la  renta  de  tabaco,  y  reglamenta  el  siste- 
ma y  administración  de  este  ramo;  y  otro  que  declara  libres  la  ela- 
boración y  comercio  del  salitre  y  pólvora. 

7 — También  se  decretó  que  se  paguen  dos  pesos  por  cada  pasa- 
porte que  se  esi)ida  para  salir  del  territorio  de  la  República:  que  €► 
sa  contribución  fuera  independiente  de^l  jiapel  sellado  en  que  del>e- 
rian  estenderse  estos  documentos,  conforme  á  la  ley,  y  que  los  pro- 
'luctos  del  nuevo  ramo,  ingresaran  á  la  tesorería  federal. 


CJLPTTULO   A^iaiíSIMOQXJIlSrTO, 
Elección  del  Jefe  del  Estado  y  su  ingreso  al  mando. 


SUMARIO. 


-Elección  de  Galcez — 2.  Su  renuncia — 3.  Resolución  negatica- 
4 — Otra  renuncia — 5.  Diferencias  entre  Galvez  y  Barrundia- 
C*  Dictamen  de  la  comisión — 7.  Posesión  del  doctor  Galvez. 


1 — El  decreto  de  convocatoria,  dictado  con  motivo  de  la  renuncia 
del  ciudadano  José  Francisco  ]5arrundia,  se  hizo  efectivo.  Pero  nin- 
^>uno  d(í  los  candidatos  tuvo  el  número  de  votos  exijidos  por  la  ley 
tindamental  paia  que  hubiera  elección  i)opular.  La  Asamblea,  en 
íimplimiento  del  artículo  135  de  la  Constitución,  procedió  á  elejir 
til  24  de  agosto  de  1831,  entre  los  que  hablan  tenido  mayor  número 
de  sufrajios,  y  fue  electo  el  ciudadano  doctor  Mariano  Galvez. 

2 — Se  comunico  al  doctor  don  Mariano  Galvez  tan  honroso  nom- 
bi-amiento,  y  en  contestación  envió  una  renuncia  á  la  Asamblea.  Es- 
(ii  se  funda  en  que  las  circunstancias  exijian  un  hombn»  estraor- 
linaiio:  y  en  que  el  nombrado  se  varia  enjla  necesidad  de  abando- 


296  RESENA  HISTÓRICA 

nar  sus  pequeños  negocios. 

3 — Una  comisión  se  hizo  cargo  de  la  renuncia.  El  dictamen  es 
nna  completa  laudatoria  al  Jefe  electo,  y  su  parte  resolutiva  dice 
que  no  debe  ser  admitida,  y  que  Galvez  se  halla  en  la  necesidad  de 
inmolarse  en  las  aras  de  la  xjatria.  El  dictamen,  como  era  de  esx)e- 
rarse,  fué  aprobado,  y  la  resolución  se  comunico  al  doctor  Galvez. 

4 — Galvez,  no  satisfecho  todavía  con  estas  manifestaciones,  pre- 
sentó j[otra  renuncia,  en  la  cual  se  desarrollan  las  causales  en  que 
la  anterior  descansa. 

5 — La  biografía  de  Galvez  no  está  inmaculada  á  los  ojos  de  muchos 
liberales.  El  perteneció  al  bando  imperial  y  estuvo  ligado  con  la  aris- 
tocracia C^').  Barrundia  fué  demócrata  desde  la  infancia.  Jamás  se  li- 
gó á  la  nobleza,  aunque  pertenecía  esencialmente  á  ella  por  su  orí- 
jen.  Siempre  la  vio  con  el  mas  alto  desprecio,  y  sostuvo  la  república 
y  la  mas  pura  democracia.  Sus  mismos  enemigos  le  hacen  la  justi- 
cia de  creer  que  la  sinceridad  y  la  buena  f é,  guiaron  incesantemente 
todos  los  actos  de  su  vida  pública.  Ambos  eran  patriotas;  pero  pa- 
ra Galvez,  la  patria  era  el  Estado  de  Guatemala,  y  para  Barrundia, 
la  patria  era  toda  la  República  de  Centro- América. 

6 — La  comisión  volvió  á  dictaminar  en  sentido  negativo,  y  el  dic- 
tamen fué  aprobado.  Se  le  envió  á  Galvez  con  una  nota  espresiva  el 
27  de  agosto,  y  se  designó  el  dia  siguiente  para  darle  posesión. 

7 — El  28  á  las  diez  de  la  mañana,  una  comisión  de  la  Asamblea, 
fué  a  la  casa  que  habitaba  Galvez,  x^ara  conducirlo  al  edificio  del 
Cuerpo  lejislativo:  otra  comisión  lo  recibió  en  la  i3uerta  del  palacio 
del  Estado,  y  el  primer  Secretario  en  la  baranda  del  salón  de  sesio- 
nes. A  este  acto  concurrieron  el  Consejo  representativo  y  los  indi- 
viduos que  componían  el  Poder  judicial.  Las  galerías  estaban  ocu- 
padas por  las  corporaciones  y  funcionarios  civiles  y  militares,  y  por 
un  numeroso  concurso.  El  nuevo  Jefe,  de  rodillas  ante  una  imájen 
de  Cristo,  y  estendida  su  diestra  sobre  el  Evangelio,  juró  guardar 
y  hacer  guardar  la  Constitución  general  de  la  República  y  la  par- 
ticular del  Estado  de  Guatemala,  y  desempeñar  fiel  y  legalmente 
el  destino  que  se  le  confiaba.  Concluido  este  acto,  el  Jefe  ocupó 
la  silla  que  le  estaba  designada,  á  la  derecha  del  Presidente  de  la 
Asamblea,  quien  le  dirijió  el  discurso  de  costumbre.  Galvez  con- 
testó dando  las  gracias  por  su  elección  y  ¡midiendo  á  los  diputados 


(*)    Véase  el  capítulo  5,  libro  2.  ®  del   "Bosquejo  Histórico. 


©.©^S^./^^O^.Kl®  iBAlMEm 


DE  CEX'J'RO -AMERICA  297 

que  cooperaran  con  sus  luces  á  la  marclia  progresiva  del  Estado. 
Terminados  los  discursos,  el  acompañamiento  condujo  al  Jefe  al 
salón  del  desi^aclio  de  Gobierno,  en  donde  el  ciudadano  Francisco 
Javier  Flores,  que  ejercia  el  Poder  ejecutivo,  entregó  á  Galvez  el 
símbolo  de  la  autoridad. 


CAPITULO  ^^IGESIMOSESTO 
COSTA-RICA. 


*#'  •»»  <»^ 


SUMARIO. 

1— Razón  del  método — 2.  Continúa  el  periodo  de  don  Juan  Mo^a 
— 3.  Lo  que  dice  Juar  ros — 4.  Limites — 5.  Loque  dice  Barrundia 
— 6^  Rejiexiones — 7.  Libros  'prohibidos—^.  Efectos  qne  la  prolii- 

bicion  produjo— ^¿.  Reformas. 


1 — Esta  ^'Reseña,"  como  espresa  el  capítulo  1.  ^  del  libro  i)ii]He- 
ro,  toma  por  punto  de  partida,  los  acontecimientos  que  se  hallan  aJ 
fm  del  capitulo  decimotercio,  libro  tercero  del  '^Bosquejo  Históri- 
co." En  este  concepto,  se  ha  referido  en  el  capítulo  decimocuarto, 
libro  primero,  lo  mas  notable  que  acaeció  en  Costa-Rica,  desde  qxw 
termina  la  narración  de  Marure,  hasta  marzo  de  2í>.  Preséntase  aho- 
ra, con  la  rapidez  de  una  resena,  lo  acaecido  desde  marzo  de  21). 
hasta  el  año  de  32,  fecha  en  que  tei-mina  el  libro  setrnndo  de  la  i)re- 
sente  obra.  Muy  poco  es  lo  que  don  Felij)e  Molina  dice  de  Costa- 
Rica  en  sus  apuntamientos  históricos,  respecto  á  este  tiem¡K>.  Es 
preciso  acudir  á  oti'as  fu(^ntes  para  llenar  en  parte  (»1  vacio. 

2 — Don  Juan  Mora  continuó  mandando,  hasta  t<>rminai*  su  según- 


300  RESECA  IIISTÓKICA 

do  período  constitucional.  Costa-Rica  habia  jít  hecho  progresos  no- 
tables. Para  comprenderlo,  se  presentará  lo  que  dice  Juarros  y  lo 
que  dice  Barrundia.  La  diferencia  entre  estos  dos  cuadros,  es  el 
progreso  de  Costa-Rica,  hasta  la  conclusión  de  la  jefatura  de  don 
Juan  Mora  (^*). 
3 — Hé  aquí  un  estracto  de  Juarros: 

"El  nombre  de  Costa-Rica,  que  desde  sus  principios  se  ha  dado  á 
esta  provincia,  nos  hace  juzgar  que  en  los  tiempos  retirados  fué  muy 
opulenta;  ya  fuese  por  sus  minas,  que  se  asegura  las  hay  de  oro, 
l^lata  y  cobre;  ya  por  su  comercio,  que  estuvo  en  estado  floreciente 
en  tiempo  que  venian  los  galeones  a  Portobelo.  Pero  sea  de  esto  lo 
que  fuere,  es  cierto  que  en  el  dia  se  halla  en  estado  muy  deplora- 
ble; pues  su  población  se  ha  disminuido  en  estremo,  su  comercio 
se  ha  arruinado  y  sus  minas  no  se  trabajan.  Y  lo  que  es  mas,  una 
provincia  por  muchos  títulos  digna  de  memoria,  se  halla  tan  olvida- 
da en  el  dia,  que  ni  los  autores  de  estos  reinos,  ni  los  estranjeros 
dan  noticias  de  ella:  de  suerte  que  x>ara  poder  dar  algunos  apuntes 
de  su  historia,  nos  ha  sido  preciso  valemos  de  un  informe  que  por 
los  años  de  1744,  hizo  don  José  de  Mier  y  Ceballos  al  ingeniero  don 
Luis  Diez  Navarro,  que  pasó  á  Costa-Rica  con  el  título  de  Visita- 
dor general  de  los  presidios  y  plazas  de  este  reino.  El  referido  Ce- 
ballos, vecino  de  la  ciudad  de  Cartago,  asienta  en  la  introducción  á 
su  informe,  que  habiendo  servido  repetidas  ocasiones  el  oficio  de  Te- 
niente de  Gobernador,  tuvo  proporción  de  rejistrar  los  archivos  de 
Cabildo  de  dicha  ciudad  de  Cartago  y  que  en  ellos  vio  las  escritu- 
ras, reales  cédulas,  provisiones  y  despachos,  de  donde  ha  sacado 
las  noticias  que  comunica. 

"Asegura  nuestro  Ceballos,  que  encontró  en  el  archivo  de  Cartago, 
escrituras,  cuyas  fechas  son  del  año  de  1522,  lo  que  nos  persuade 
que  las  ciudades  de  Costa-Rica  son  las  mas  antiguas  de  este  reino: 
igualmente  nos  convence,  que  esta  provincia  fué  también  la  prime- 
ra del  reino  de  Guatemala  que  se  conquistó;  porque  si  el  año  de 
1522,  en  que  se  hicieron  las  primeras  entradas  por  Gil  González  Dá- 
vila  en  Nicoya  y  Nicaragua,  ya  Costa-Rica  tenia  ciudad  capital  con 


(*)  Don  Juau  Mora,  fué  el  primer  jefe  constitucional  que  hubo  en  Costa-Kica.  Subió  al 
Poder  en  setiembre  de  1824.  Terminó  su  primer  periodo;  fué  reelecto  y  siguió  gobernando 
hasta  abril  de  1833,  en  que  lo  subrogó  don  Kafael  Gallegos.  No  debe  confundirse  á  don  Juan 
Mora  con  don  Juan  Kafael  Mora,  quien  gobernó  á  Co3ta-Kioa  en  calidad  de  Presidente  de 
la  República  costaricense  desde  enero  de  1850,  hasta  agosto  de  59. 


DE  OEirrKO-AMÉlíH'A.  JjOl 

Esci'il)ano,  es  claro  que  ésta  fue  la  j^nniera  que  douiiriarou  los  es- 
X)aiioles.  Se  dice  que  sus  conquistadores  fueron  Juan  Solano  y  Al- 
varo de  Acuña;  y  qne  habiendo  pasado  á  esta  provincia  Jorge  de 
Alvarado,  hermano  de  don  Pedio,  conquistó  los  pueblos  de  Tur- 
rialba  y  Si¿erre,  i>ov  lo  que  se  le  concedió  para  sí,  su  hijo  y  su  nieto 
la  encomienda  de  Turrialha.  Consta  de  cédula  que  se  conserva  en 
el  archivo,  que  el  primer  gobernador  y  capitán  general  de  Costa-E-i- 
ca,  fue  Diego  de  Astieda  Chirinos,  á  quien  hi/.o  S.  M.  esta  merced 
por  el  tiempo  de  su  vida  y  la  de  uno  de  sus  hijo¿;  y  se  le  señaló  por 
término  de  su  jurisdicción,  por  el  mar  del  N^orte  desde  la  boca  del 
rio  ^an  Juan.,  hasta  el  Escudo  de  Veraguas:  por  el  mar  del  Sur, 
desde  el  rio  del  Salto  ó  de  Nícoya  hasta  el  rio  de  Boruca. 

''La  capital  de  esta  provincia,  es  la  ciudad  de  SantioAjo  de  Carta- 
go:  concedióle  el  rei  Felipe  II,  por  cédula  de  18  de  agosto  de  lo65, 
escudo  de  armas,  en  cuya  parte  superior  se  ve  un  león  de  oro  en 
camx30  azul,  y  en  la  inferior  un  castillo  de  oro  en  campo  de  gules: 
por  orla  tiene  una  faja  de  plata  con  seis  águilas  y  este  mote  fide 
et  pace. 

''Fuera  de  la  caj)ital,  tenia  esta  j)rovincia  la  ciudad  del  Espíritu 
Santo  de  Esparza:  ésta  estuvo  primero,  situada  en  una  cordillera 
que  se  divisa  desde  el  puerto  de  la  Caldera:  x^í^sados  algunos  años, 
se  trasladó  al  sitio  donde  se  halla  al  presente,  asi  por  gozar  las  co- 
inodidades  que  la  inmediación  á  dicho  puerto  le  proporciona,  como 
por  poder  tener  haciendas  de  campo.  En  efecto,  prosperó  en  este 
lugar  la  referida  ciudad,  con  el  comercio  que  estableció  por  el  puer- 
to de  la  Caldera  con  la  ciudad  de  Panamá  y  reinos  del  Perú,  de 
suerte  que  en  pocos  años  se  hallaba  en  estado  muy  lioreciente:  te- 
nia competente  vecindario  y  ayuntamiento,  cuyo  alcalde  de  primer 
voto  era  Teniente  del  Gobernador. 

"Hallábase  la  provincia  de  Costa-Rica,  bastantemente  poblada, 
sus  tierras  bien  cultivadas,  sus  campos  llenos  de  ganados  vacuno, 
caballar  y  mular,  con  lo  que  mantenía  un  comercio  oj)ulento  por  el 
puerto  de  Matina,  con  las  ciudades  de  Cartagena  y  Portobelo,  y  por 
el  de  la  Caldera  con  Panamá  y  otros  i^uer tos  de  la  mar  del  Sur.  En- 
vidiosas las  naciones  estranjeras  de  su  prosperidad,  i)or  los  años  de 
IGOO  hicieron  un  desembarco  en  el  puerto  de  Moin  ó  de  Matina,  de 
mil  y  doscientos  hombres,  que  inmediatamente  se  encaminaron  pa- 
ra Cartago.  Luego  que  en  dicha  ciudad  se  tuvo  noticia  del  desem- 
barco de  los  piratas  franceses  é  ingleses,  el  Gobernador  Tlió  orden 
al  Sarjento  Mayor  juntase  todas  las  armas  y  gente  que  pudiese  y 
marchase  i)ara  el  pueblo  de  Turrialba,  distante  diez  legiuis  do  Car- 
tago, imraje  por  donde  precisamente  luibian  de  pasar  los  enemigos. 
Habiendo  llegado  á  dicho  pueblo  el  Sarjento  Mayor  con  su  gente, 
se  subió  á  un  montecillo  que  domina  el  espresado  lugar,  mandó  re- 


302  KESENA  HISTÓRICA 

(íargai  las  armas  y  liabiendo  asentado  su  real  los  enemigos  en  el  re- 
ferido pueblo  deTurrialbii,  al  amanecer  del  dia  siguiente,  antes  que 
los  contrarios  rompiesen  el  nombre  para  marcliar,  tocaron  los  nues- 
tros las  cajas  con  grande  estrépito  y  dispararon  las  armas:  con  lo 
que  aterrorizado  el  enemigo,  liuyó  aceleradamente  y  se  acojió  á  sus 
embarcaciones. 

''Pocos  años  después,  los  júratas  de  la  mar  del  Sur,  se  apoderaron 
X>or  dos  ocasiones  de  la  ciudad  de  Esparza,  la  robaron,  saquearon  y 
quemaron,  quedando  tan  arruinada,  que  sus  habitadores  la  aban- 
donaron y  se  retiraron  unos  á  l^icaragua  y  otros  a  sus  haciendas 
de  campo.  También  por  el  mar  del  ISTorte  intentaron  introducirse  en 
esta  j)rovincia  otros  piratas,  como  Morgan,  Lorencillo,  y  de  conti- 
nuo entraban  los  indios  moscos  por  el  puerto  de  Matina,  y  se  ro- 
baban el  cacao,  los  esclavos  y  sirvientes;  hasta  que  informado  S.  M. 
de  semejantes  hostilidades  que  padecian  los  vecinos  de  Costa-Rica, 
puso  en  dicha  provincia  una  compañia  de  100  soldados,  con  sus  oñ- 
ciales,  para  que  la  defendiesen  de  estos  insultos.  Véase  la  descrip- 
ción geográfica  de  esta  provincia  en  el  tomo  1.  ^ ,  tratado  1.  ^ ,  capí- 
tulo 3.  =^  " 

Esta  descripción  estractada,  dice  así: 

"La  quinta  provincia,  y  la  mas  al  Levante  de  todo  el  Reino,  es  la 
de  Costa-Rica^  nombre  que,  al  presente,  solo  por  ironía  se  le  pue- 
de dar;  pues  es  la  mas  miserable  y  despoblada  de  este  distrito.  Es- 
tiéndese desde  el  rio  del  Bailo,  que  la  divide  de  Mcaragua,  hasta 
el  partido  de  Chiriquí,  jurisdicción  de  Veraguas,  160  leguas  de  O.  á 
E.  y  00  N.  S.  de  uno  á  otro  mar.  Sus  términos  por  el  mar  del  I^íor- 
te  son  desde  la  boca  del  rio  de  San  Juan,  hasta  el  Escudo  de  Ye- 
raguas;  y  por  el  del  Sur,  desde  el  rio  de  Alvar ado,  raya  divisoria  de 
la  i)rovincia  de  iSTicaragua,  hasta  el  rio  de  Boruca,  término  del 
reino  de  Tierra  Firme.  Su  temperamento,  por  lo  común,  es  caliente, 
aunque  tiene  lugares  templados:  se  da  en  ella  el  cacao,  de  que  ha}'' 
muchas  haciendas,  el  tabaco  y  los  demás  frutos  de  dicho  clima,  y 
en  las  serranías  se  coje  trigo  y  frutos  de  tierra  fria;  jjero  todo  en. 
corta  cantidad,  por  falta  de  (operarios.  Hay  minas  de  oro,  plata  y 
cobre. 

"Tiene  esta  rejionen  el  mar  Pacífico  el  puerto  de  la  Caldera  6  de 
Esparza;  y  en  el  Océano  el  de  Matina  ó  barra  del  Carpintero,  for- 
mada por  los  ríos  de  Barbilla  y  de  CJdrripo,  que  se  juntan  cuatra 
leguas  atriba  del  mar.  Fuera  de  los  espresados  rios,  desembocan 
también  en  el  mismo  mar  el  rio  Jiménez,  el  de  la  Reventazón,  el  ría 
Moin  y  otros  bastantemente  caudalosos,  para  que  puedan  subir  por 
ellos  piraguas  ocho  á  diez  leguas,  tierra  adentro;  y  en  el  mar  del 
Sur  desaguan  el  rio  de  Alvarado,  el  rio  Grande,  el  de  Boruca  y  o- 
tros  mtnos  considerables. 


DK  CETs TRO- AMÉRICA.  303 

''Comprende  el  Gobierno  de  Costa-Rica,  nna  ciudad,  tres  villas  y 
diez  pueblos,  en  que  habitan  cosa  de  30000  almas;  corto  número  de 
lugares  y  de  moradores,  para  tan  grande  espacio  de  tierra.  En  tiem- 
pos jDasados  estaba  mucho  mas  poblada  esta  provincia  y  tenia,  á 
mas  del  Gobernador,  cuatro  Corregidores,  que  residian  en  los  pue- 
blos de  Quepo,  Chirripo,  Ujarraz  y  los  cuatro  i)ueblos  inmediatos  á 
Cartago:  el  territorio  del  primero  se  estendia  hacia  la  costa  del  mar 
del  Sur:  el  del  segundo,  hácia-elmar  del  Norte;  y  los  otros  dos  esta- 
l)an  situados  en  el  medio.  Pero  há  mas  de  un  siglo  que  se  estin- 
guieron  estos  Corregimientos,  y  de  muchos  de  sus  pueblos  no  hay 
mas  que  la  memoria.  Así  mismo  era  bastantemente  opulento  su  co- 
mercio con  Panamá,  Portobelo  y  Cartagena,  que  igualmente  se  ha 
acabado. 

•'Resta  por  conquistar  en  esta  comarca,  la  provincia  de  la  Tala- 
íiianca^  en  cuya  reducción  entienden  al  presente  los  relijiosos  del 
Colejio  de  Propaganda  Flde  de  Guatemala.  Es  gobernada  la  pro- 
vincia de  Costa-Rica,  en  lo  espiritual,  por  el  señor  obisiDO  de  León, 
y  en  lo  político,  por  su  Gobernador. 

^'Cartago^  ciudad  capital  de  Costa-Rica  y  sede  de  su  Gobernador. 
Está  situada  en  el  centro  de  la  provincia,  80  leguas  de  la  raya  de 
Xicaragua,  y  otras  tantas  de  la  de  Tierra  Firme:  á  30  leguas  del 
})uerto  de  Espai^za^  en  el  mar  del  Sur,  y  á  igual  distancia  de  el  de 
Malina^  en  el  del  Norte.  Es  de  temperamento  benigno,  rodeándo- 
hi  amenos  valles,  que  fertilizan  innumerables  rios,  en  que  se  dan 
j  rutos  así  de  Europa  como  de  América.  En  cédula  de  18  de  agosto 
de  1565,  le  concedió  S.  M.  privilejio  de  escudo  de  armas.  Tiene  muy 
lucido  Ayuntamiento  y  competente  vecindario;  éste  consta  de  8337 
individuos.  Hállase  la  ciudad  de  Cartago  en  9^  10'  de  latitud  boreal 
y  en  205  de  longitud,  400  leguas  al  E.  S.  E.  de  Guatemala. 

"i>a  Villa  Nueva  de  San  José^  es  la  mayor  población  de  esta  x>ro- 
vincia,  después  de  la  capital;  tiene  8316  vecinos:  está  plantada  en 
un  valle  x^oco  distante  de  Cartago. 

''  Villa  Vieja,  lugar  bastante  i)opuloso,  cuenta  6657  habitan  í 
cabecera  de  curato  y  tiene  j)or  anexa  á  la  que  sigue. 

^^  Villa  Hermosa:  su  vecindario  se  compone  de  3800  píensoiia^. 

"El  Fjspiriiii  Santo  de  Esparza,  ciudad  desolada,  estaba  inme- 
diata al  puerto  de  la  Caldera,  tenia  Ayuntamiento,  competente  ve- 
<  indario,  iglesia  parroquial,  convento  de  franciscanos,  con  título  de 
:in  Lorenzo.  Habiéndola  saqueado  un  pirata  francés,  el  aíio  Je  1()7(\ 

esparcieron  sus  moradores  en  la  tierra  adentro,  y  quedodes]^< 
ülada  hasta  el  dia  de  hoy. 

"Bagases,  villa  cercana  á  la  ciudad  de  Esparza,  tu\  o  la  suerte 
que  ésta,  habiendo  sido  saqueada  el  mismo  afio. 

"  Jliarraz,  pueblo  en  otro  tiempo  considerable,  pero  en  el  dia  muy 


■304  1  i  ES  K  N  A  1 1 1  s'ró  Jí  1  ( ■  A 

desdioliado. 

'VS'a^i  Fernando^  inerte  que  se  construyo  el  afio  de  1743,  para  \\n 
pedir  ia  entrada  á  los  enemigos,  por  el  puerto  de  Matina^  era  de 
la  ñgura  de  im  liornabeque,  heclio  de  estacas  y  trozos  gruesos  de 
madera;  estaba  á  medio  cuarto  de  legua  de  la  playa,  á  orilla  del  rio 
de  Ifatina,  que  por  este  paraje  tiene  mas^de  100  varas  de  anclio: 
al  x)rincipio  se  le  señalaron  100  ]3lazas  de  guarnición,  después  se  re- 
dujeron á  50  y  últimamente  se  juzgó  mas  conveniente  abandonar- 
lo. Hállase  á  9°  30'  de  latitud  septentrional  y  ú  294^  50'  de  lo; 
gitud." 

4 — Los  límites  de  Costa- Rica  que  marca  J narros,  los  altero  la  a 
nexion  del  Gfuanacaste,  verificada  en  1824,  y  aceptada  por  el  Con- 
greso federal,  en  los  términos  que  espresa  el  decreto  de  9  de  diciem- 
bre de  1825;  y  los  fijó  mas  tarde  el  tratado  Cañas  Jerez.  Aun  no  se 
han  fijado  límites  con  la  República  de  Colombia,  que  no  quiere  a- 
cex:>tar  los  que  trazó  Felipe  II,  marcados  en  el  majm  de  .don  Felipe 
Molina  ('•). 

5 — Juarros  dice  que  solo  por  ironía  x3odia  darse  á  Costa-Rica  el 
nombre  que  tiene.  Véase  ahora  lo  que  dice  Barrundia,  en  el  niirne- 
10  11  del  Centro -Americano.  ''En  Costa-Rica  se  han  satisfecho  los 
libramientos  dados  por  la  Federación.  Su  prosi)eridad  es  asombrosa. 
Antes  no  había  en  Puntarenas  mas  que  dos  barracas  habitadas  por 
cuatro  ó  cinco  pobres  hombres;  hoy  día  su  población  pasa  de  och 
cientos  habitantes;  hay  fondas  y  cuanto  se  necesita  j)ara  la  vida. 
Eq  este  iiioment  >,  seis  buques  están  fondeados  en  el  puerto.  Lus 
costaricenses  han  entablado  especulaciones  comerciales  directamen- 
te con  Europa  y  Norte-América,  de  donde  han  hecho  venir  máqui- 
nas jDara  moler  sus  ricos  minerales  y  su  caña  de  azúcar,  para  des- 
X)epitar  su  café  y  prensar  la  zarza.  Por  todas  ]3artes  se  levantan  nue- 
vas casas;  muchos  estranjeros  se  han  establecido  en  el  país;  la  ])o- 
blacion  de  San  José  ha  aumentado  considerablemente;  ella  tiene  hoy 
cuatro  imprentas  en  actividad." 

6 — Este  cuadro  presentado  por  Barrundia,  coincide  con  la  termi 
nación  del  segundo  período  constitucional  de  don  Juan  Mora.  De 
manera  que  Costa- Rica,  comenzó  su  escala  ascendente  de  progreso, 
desde  los  primeros  dias  de  la  República  centro-americana.  Sin  em- 
bargo, no  había  entonces  reglamento  de  hacienda,  de  i:)uertos,  ni  de 
correos,  ni  Universidad:  ni  la  parte  que  á  Costa-Rica  tocaba  en  la 


(*)     Eu   f  1  tomo  t  egundo  se  espondrí   lo  que  compren  do  se  pnede  decir  eu  íavor  de  Ce»- 
tro-Am^r!ca,,  iv-specto  á  sus  limites  j^Dr  el  Sur. 


DE  CEXTKO-AMEIilCA,  805 

deuda  Británica  estaba  pagada;  ni  existian  códigos  x)átrios,  ni  se  lia 
bia  lieciio  la  carretera  que  de  Cartago  conduce  á  Puntarenas,  ni 
existian  otras  muchas  mejoras  debidas  á  otros  hombres  y  á  otros 
tiempos,  de  que  oportunamente  se  hablanl.  La  población  de  Costa- 
Rica  ni  aun  en  el  tiempo  á  que  se  refiere  Juarros,  podia  contener 
solo  treinta  mil  habitantes.  El  movimiento  que  habia  entonces,  su- 
pone una  i3oblacion  mucho  mayor.  Don  Felipe  Molina,  refiriéndose 
á  una  época  que  se  aproxima  á  la  conclusión  del  segundo  período 
constitucional  del  Jefe  don  Juan  Mora,  calcula  á  Costa-Rica  doscien- 
tos mil  habitantes.  Se  han  hecho  muchos  censos  para  averiguar  con 
exactitud  la  población;  pero  todos  han  sido  imperfectos  y  no  han 
dado  el  resultado  ai^etecido.  Las  leyes  militares  dan  al  ejército  de 
oi)eraciones,  un  número  de  soldados  que,  según  cálculos  matemá- 
ticos, demuestran  que  aquella  población  excede  de  trescientos  mil 
habitantes. 

7 — Antes  de  terminar  el  período  constitucional  de  don  Juan  Mo 
ra,  se  introdujeron  algunos  clérigos  en  la  Asamblea  del  Estado.  Es- 
tos eclesiásticos  creyeron  oportuno  reproducir  el  decreto  que  don 
Mariano  Aycinena  y  don  Antonio  José  de  Irisarri,  emitieron  en 
(xuatemala  el  6  de  diciembre  de  1828,  mandando  quemar  los  libros 
prohibidos  por  la  autoridad  eclesiástica;  y  se  espidió  el  decreto  de 
ol  de  mayo  de  1831,  por  el  cual  los  libros  i)rohibidos  por  el  clero. 
debían  quemarse,  y  los  infractores  de  la  ley,  ser  perseguidos  por  la 
autoridad  civil. 

8 — Costa- Rica  no  habia  sido  dominada  por  los  obispos,  por  el  cle- 
ro secular,  ni  por  los  monjes;  y  carecía,  por  tanto,  de  ese  germen 
de  fanatismo,  que  ha  dificultado  el  progreso  en  otras  secciones  de 
la  América  latina.  El  decreto  de  mayo,  en  vez  de  producir  los  au- 
tos de  fé  que  los  jesuítas  han  ejecutado  en  el  último  tercio  del  si- 
glo XIX,  en  los  atrios  de  muchos  templos  centro-americanos,  dio 
por  resultado  una  grande  introducción  de  libros  prohibidos.  Muchos 
jóvenes  y  hombres  pensadores,  tomaron  la  lista  de  obras  que  se  les 
prohibían,  para  bacer  pedidos  de  ellas  á  Europa  y  á  los  Estados- 
Unidos.  El  jefe  don  Juan  Mora,  vio  el  decreto  de  mayo  con  el  des- 
den que  merecía,  y  el  Congreso  federal,  en  10  de  agosto  de  1832, 
lo  declaró  nulo  y  atentatorio  á  las  garantías  individuales. 

9 — Costa-Rica,  como  todas  las  secciones  centro-americanas,  coni- 
í)rendia  que  la  constitución  de  24,  necesitaba  reformas,  y  el  19  de 
diciembre  de  1832,  x^i'opuso  la  convocatoria  de  una  Asamb^pa  nacio- 
nal constituyente,  compuesta  de  cinco  representantes  itóv  cada  uno 
<ie  los  Estados  de  la  Federación.  Los  disturbios  en  que  se  liallaba 
♦'1  resto  de  Centro-América,  no  permitieron  que  á  esta  iniciativa  se 
prestara  Isi  debida  atención,  y  el  proyecto  no  tuvo  efecto. 


CA.T^ITTJLO  VIGÉSIMO  SÉTIMO 


INSTRUCCIÓN  PUBLICA. 


SUMARIO. 


-Decreto  de  bases^—2.  Matei^ías  que  contiene  este  decreto — 3, 
Deci'eto  en  que  se  manda  instalar  la  Academia— 4,.  Acta  ^el 
antiguo  claustro  de  la  Universidad^  incorporándose  á  la  Aca- 
demia bajo  el  nuevo  ^^Za?i — 5.  Acta  del  colejio  de  abogados — 6, 
Decreto  en  que  se  nomhra  la  dirección  de  estudios — 7.  Instala- 
ción de  la  Academia — 8.  Estudios  que  debian  liaccrse  en  la  A- 
cademia — 9.  División  de  la  instrucción  pública — 10.  Esttmnloif, 


1 — Ualvez  comprendió  la  necesidad  absoluta  de  Jiaoor  una  ivíoi- 
líia  completa  en  el  sistema  de  enseñanza,  y  tuvo  hábiles  coopem- 
dores,  entre  los  cuales  fioruraban  el  doctor  don  Pedro  ^foliua  y  eJ 


308  KE.^KNA  illS'iOKlCA 

doctor  don  Leonardo  Pérez,  á  quien  Guatemala  debe  nuiclio  en  la 
parte  de  progreso  inteleetiia].  La  Asamblea  había  dictado  un  de- 
creto el  lo  de  abril  de  1831,  facultando  al  Goli)ierno  para  reformar 
el  sistema  de-enseñanza,  y  el  Jefe  del  Estado  liizo  un  uso  espléndido 
de  esta  autorización.  El  dictó  á  1.  ^  de  marzo  de  1832,  duodécimo 
de  la  Independencia  y  décimo  del  acta  de  separación  de  Méjico,  un 
decreto  que  ocupa  cincuenta  y  ocho  pajinas  del  "Boletín  Oíicial." 

2 — El  decreto  se  divide  en  catorce  títulos,  que  tratan  de  los  X)rin- 
-cipios  fundamentales  que  deben  rejir  en  la  enseñanza;  de  los  térmi- 
nos en  que  por  entonces  se  haría  la  aplicación  de  ellos;  de  la  ins- 
trucción pública  en  general  y  del  carácter  que  debe  distinguirla; 
de  la  división  de  la  instrucción  primaria;  de  los  establecimientos  en 
que  había  distribuirse;  déla  organización  de  estos  establecimientos; 
cíelos  fondos  y  rentas  con  que  habían  de  ser  dotados;  dejos  ediñcios 
que  se  les  había  de  destinar  y  oficinas  que  habría  en  ellos;  de  los 
libros,  máquinas  é  instrumentos;  de  los  métodos;  de  ios  maestros, 
profesores  y  demás  ministros  de  la  instrucción;  de  los  cursantes;  de 
los  ejercicios  de  instrucción,  así  diarios,  como  periódicos;  de  los  a- 
delantamientos  literariol^  y  sus  estímuloB;  servicios  y  méritos  lite- 
rarios y  sus  premios;  grados  literarios  y  su  importancia.  Y  por  fin, 
contiene  un  apéndice  de  disposiciones  especiales. 

3— Por  decreto  de  22  de  agosto  de  832,  mandó  el  doctor  Galvez 
que  se  reuniera  la  dirección  de  estudios  qué  creaba  el  decreto  de 
bases,  el  15  de  setiembre,  en  conmemoración  de  la  Independencia: 
que  la  instalación  se  hiciera  en  el  estinguido  convento  de  san  Fran- 
cisco: que  se  citara  al  rector  de  la  Lniversidad  de  san  Carlos,  al  de- 
cano del  Colejio  de  abogados  y  al  Protomedicato,  para  que  todos  los 
doctores,  licenciados  y  profesores,  formaran  la  Academia  y  deja- 
ran de  existir  los  antiguos  establecimientos  á  que  pertenecían. 

4 — El  Claustro  de  doctores,  celebró  la  siguiente  acta  de  incorpo- 
ración á  la  Academia.  "En  Guatemala,  á  13  de  setiembre  de  1832; 
de  llamamiento  del  vice-rector  de  la  Universidad  de  san  Carlos, 
doctor,  ciudadano  José  Serapio  Sánchez,  por  ausencia  del  rector, 
doctor  Pedro  Bustamante,  se  reunieron  en  Claustro  pleno,  los  ciu- 
dadanos doctores  que  abajo  se  espresan,  á  efecto  de  dar  el  debido 
cumplimiento  á  los  decretos  del  Supremo  Gobierno  del  Estado,  de 
1.  ^  de  marzo  y  22  de  agosto  últimos,  de  bases  para  el  arreglo  gene- 
neral  de  la  instrucción  pública,  instalación  de  la  Academia  de  es- 
tudios é  incorporación  en  ella,  de  esta  Universidad:  en  su  conse- 
cuencia acordaron  darlo  y  prestarlo  de  la  mejor  voluntad;  y  que  se 
manifieste  al  suj^remo  Gobierno,  lo  plausibles  y  satisfactorias  que 
le  han  sido  sus  providencias  sobre  enseñanza  pública,  esperando 
que  con  su  decidida  protección,  logrará  este  nuevo  establecimiento, 
todo  el   lustre    y   adelanto  á  que    es  x^recisamente    llamado;    y 


DE  OENTKO-AMÉKICA  309 

que  el  mismo  ciudadano  vice- Rector,  mande  citar  á  los  individuos 
para  las  asistencias  del  dia  16  del  corriente,  en  la  forma  acostum- 
brada. Con  lo  que  se  concluyó  este  acto,  que  fírman  ante  mi,  de  que 
doy  fé — José  M.  '^  '  Gavarrete,  secretario — Doctor  Sánchez — Doctor 
Grarcia  Redondo — Doctor  Larrazábal — Doctor  Méndez — Doctor  Oli- 
ver — Doctor  Solis — Doctor  Cróquer — Doctor  Batres — Doctor  Cañas 
—Doctor  Yaca— Doctor  Valenzuela — Doctor  Molina — Dr.  Flores."' 

5 — El  Colejio  de  abogados,  celebró  el  acta  siguiente:  ''En  la  Nue- 
va G-uatemala,  á  13  de  setiembre  de  Í632,  se  reunieron  en  junta  ge- 
neral, con  arreglo  á  los  estatutos  del  Colejio  de  abogados  de  esta 
Corte,  y  á  virtud  de  citación  formal  precedente,  los  ciudadanos,  de- 
cano del  propio  colejio,  licenciado  J.  Antonio  Larrave,  é  individuos- 
doctor  José  Mariano  Méndez,  licenciado  Antonio  Isidro  Palomo,  li- 
cenciado Marcial  Zebadúa,  licenciado  José  M.  ^  Croquer,  licenciado 
José  Domingo  Estrada,  licenciado  Manuel  Noriega,  en  haz  del  fis- 
cal licenciado  Felipe  Prado,  para  congratularse  jyov  la  próxima  ins- 
talación de  la  Academia  de  estudios  generales,  á  que  ha  dado  im- 
pulso el  patriotismo  y  laudable  actividad  de  nuestro  actual  jefe 
del  Estado,  doctor  ciudadano  Mariano  Galvez,  de  acuerdo  con  el 
Cuerpo  lejislativo.  Y  principalmente  para  dar  cumplimiento  al  de- 
creto de  su  erección,  abolición  de  antiguas  corporaciones,  literarias, 
y  reunión  de  todos  sus  individuos  en  el  gran  Liceo  del  nuevo  plan; 
y  desde  luego  aclamaron,  con  previa  audiencia  del  Fiscal:  Que  se 
cumpla  el  decreto.  Que  se  den  gracias  al  Gobierno  por  la  reparación 
ventajosa  de  todos  los  cuerpos  litera-rios,  bajo  el  sistema  de  unidad 
sobre  que  levanta  el  nuevo  plan.  Que  el  Tesorero -y  Recaudador  del 
«•olejio,  entreguen  por  inventario  al  de  la  Academia,  sus  enseres, 
bienes,  derechos  activos  y  pasivos,  y  papeles,  con  arreglo  puntual 
al  decreto  de  erección  de  dicha-  Academia.  Que  el  doctor,  ciudada- 
no José  Mariano  Méndez  sea  facultado  pavíi  entender  en  el  pago  de 
lo  que  se  adeuda  al  ciudadano  Decano  y  al  Nuncio,  previa  liqui- 
dación de  esta  última  deuda.  Que  se  dé  al  propio  Nuncio  un  ates- 
tado de  sus  buenos  oficios  en  el  servicio  activo  y  puntualisnio  que 
le  impuso  el  deber  de  su  nombramiento,  desde  que  se  erijió  esta 
corporación,  y  hasta  el  dia  de  disolverse,  para  ocupar  sus  individuos 
los  nuevos  asientos   (pie  les  prepara  la  ley. — José  Antonio  Larmvo 

-José  Mariano  Méndez— Antonio  Isidro  Palomo— Marcial  Zebadún 
-José   M.  ^  Croquer — José  Domingo  Estrada — Manuel  Noriega- 
i^'elipe  Prado— Franííisco  J.  Urrútía,  secretario." 

(5— En  1.  ^  de  setiembre  fueron  nombrados  individuos  de  la  di- 
rección de  estudios,  los  señores  presbítero  doctor  Pedro  Ruiz  de 
Bustamante,  licenciado  Nicolás  Espinosa,  doctor  Alejandro  Diaz 
Cabeza  de  Yaca,  doctor  Pedro  Molina,  licenciado  Marcial  Zebadúa, 
Juan  Barrundia  y   Miguel  Rivera  Maestre.    Se  nombró   ademas,. 


310  UEíSENA    JIISTüRICA 

para  que  á  la  dirección  auxiliaran  con  sus  luces,  al  doctoi*  don  Leo- 
nardo Pérez  y  al  licenciado  don  José  Mariano  González.  Fueron 
nombrados  contador,  el  licenciado  don  Felipe  Prado;  tesorero,  el 
presbítero  bachiller  J).  José  M'^  González;  bibliotecario,  el  licenciado 
don  José  Mariano  González  y  secretario,  el  licenciado  don  José  M.  ^ 
Gavarrete.  Galvez  se  reservó  el  nombramiento  de  catedráticos. 

7 — Para  no  interrumpir  la  festividad  del  15  de  setiembre,  la  Aca- 
demia se  instaló  con  gran  pompa  el  16.  Don  José  Mariano  Gonzá- 
lez, persona  minuciosísima  ei>  sus  relaciones,  hace  una  narración 
detallada  de  este  acto  solemne.  En  ella  se  vé  que  Galvez  pronunció 
un  discurso  oral,  que  fué  aplaudido  con  entusiasmo  y  contestado 
por  el  doctor  Bustamante:  que  Molina  leyó  un  discurso  cientíñco  y 
profundo,  que  puede  verse  en  las  columnas  del  "Boletín  Oficial": 
que  se  recitaron  composiciones  poéticas  y  que  la  juventud,  llena  de 
entusiasmo  entonces,  y,  todavía  no  abatida  x)or  tristes  y  misérri- 
mos desengaños,  veía  ai)rirse  delante  .de  sus  ojos,  nuevos  y  suntuo- 
sos horizontes. 

8 — Un  decreto  que  contiene  ciento  treinta  y  seis  artículos,  emiti- 
do el  15  de  setiembre  de  1882,  señala  lo  que  debe  aprenderse  en  la 
Academia,  y  reglamenta  la  enseñanza. 

9 — La  ley  de  bases  dividía  la  instrucción  pública  en  tres  seccio- 
nes. La  primera  comprendía  lectura,  escritura,  reglas  elementales 
de  aritmética,  elementos  de  relijion  y  de  moral,  y  el  catecismo  po- 
lítico, reducido  á  una  breve  esplicacion  de  los  derechos  y  obligacio- 
nes civiles.  Esta  primaria  instrucción,  debia  ampliarse  mas  tarde 
con  los  principios  del  idioma  nacional,  el  complemento  de  la  arit- 
mética, los  elementos  suscintos  de  geometría,  nociones  de  geografía 
y  de  historia  y  principios  de  dibujo.  La  segunda  enseñanza,  com- 
prendía gramática  castellana,  lengua- latina,  geografía  y  cronología, 
historia,  retórica  j  bellas  letras,  aritmética,  álgebra  y  geometría, 
matemáticas  puras  superiores,  lógica  y  metafísica,  física,  moral  y 
derecho  natural,  derecho  público  y  constitucional,  economía  polí- 
tica y  estadística.  Los  estudios  de  segunda  enseñanza,  estaba  dis- 
puesto que  se  ampliaran  según  las  circunstancias  lo  fueran  ])ermi- 
tiendo.  El  artículo  22  de  la  ley  de  bases,  dice:  *'La  tercera  ínstruc- 
€Íon,  ya  que  no  i^uede.  ser  la  de  todas  las  profesiones  útiles,  será 
por  ahora  la  de  las  mas  indispensables,  contándose  por  tales  la  del 
sacerdote,  la  del  médico  y  la  del  jurisconsulto.  Habrá  en  consecuen- 
cia, para  teología  tres  cátedras,  una  de  instituciones  dogmático-mora- 
les, una  de  escritura  y  una  de  fundamentos  de  religión,  á  la  que  se 
reunirá  provisionalmente  el  estudio  de  concilios,  común  á  teólo 
gos  y  canonistas.  Para  medicina  otras  tres:  una  de  anatomía,  una 
de  medicina  y  una  de  cirujia.  E  igual  número  para  jurisprudencia: 
una  de  instituciones  canónicas,  una  de  instituciones  civiles  y  una 


©>:  (JElS^TUO-AMÉlilCA.  311 

de  práctica  forense." 

1.0 — Las  nuevas  leyes  de  enseñanza,  estimulaban  á  la  juventud. 
Xo  era  el  tiempo,  sino  la  aplicación  y  el  talento,  lo  que  hacia  ter- 
minar los  estudios.  Los  jóvenes  estaban  rodeados  de  estímulos,  j 
A  amor  n  las  ciencias  y  á  las  letras,  se  despertaba  por  todas  partes. 


•• 


^  » 


Impresión  que  á  los  serviles  protlujeron 
las  leyes  (le  ensefiaiiza. 


SUMARIO. 

I— Lo  que  la  aristocracia  veía  en  estas  leyes — 2.  Sistema  aristo- 
crático— 3.  Medios  de  sostener  la  dominación  de 'pocas  familias 
sobre  el  resto  de  la  sociedad — 4.  Lo  que  lian  liecJio  los  serviles 
'para  sostener  la  ignorancia  del  pueblo — 5.  TJr/a  del  clero  con 
la  aristocracia—^.  Enseñanza  clerical. 


1 — La  aristocracia,  el  año  de  32,  no  perdia  la  esperanza  de  sobre- 
ponerse y  dominar:  la  gran  conspiración  servil,  que  luego  vere- 
moSj,  lo  prueba;  y  las  leyes  de  instrucción  pública,  dictadas  por 
(íalvez,  las  veian  los  pretendidos  nobles.  (Y)nio  un  irolpe  que  se  les 
(lirijia  al  corazón. 

:2 — La  aristocracia  es  el  gobierno  de  pocos  privilejiados,  ante  los 
cuales,  el  pueblo  es  nada.  Es  peor  que  nada,  porque  la  nada  no  su- 
fre; es  una  colección  de  seres  sumisos  que  obedecen  sin  réplica,  que 
jamás  x^ueden  salir  de  la  ínlima  clase  en  que  se  hallan,  ni  menos  e- 
levarse  hasta  el  nivel  de  las  perscmas  que,  revestidas  de  privilejios 
y  títulos  de  hidalguía,  por  su  nacimiento,  se  complacen  en  so- 
juzgarlos. 


814  RESEÑA    HISTÓKIOA 

8 — Causa  admiración  ver  los  pueblos  enteros,  sometidos  á  tres 
6  cuatro  familias,  que  creen  nacieron  .  para  mandar.  ^Cómo  se  verifi- 
ca este  fenómeno^  ^Cómo  una  inmensa  mayoria  que  en  una  liora, 
puede  sobreponerse  á  la  minoría,  no  se  sobrepone  á  esta,  y  por  tiem- 
po indefinido  arrastra  como  un  buey  el  carro  de  su  señor?  La  con- 
restaciojí  es  muy  fácil.  La  ignorancia  de  los  pueblos,  es  el  gran  mó- 
vil de  (^sf^  sistema.  Sosténgase  la  ignorancia  de  las  grandes  mayo- 
rías, y  se  sostendrá  el  x^ioder  de  la  nobleza. 

4 — El  paj'tido  servil  comprende  muy  bien  todo  esto,  y  sus  pro- 
cedimientos lian  estado  siempre  en  perfecta  arrnonia  con  sus  con- 
vicciones. No  ilustraba  al  pueblo:  fomentaba  su  ignorancia,  y  si  apa- 
recían algunas  escuelas,  esas  escuelas  se  limitaban  á  una  mala  lec- 
tura, peor  escritura,  á  dos  ó  tres  reglas  de  aritmética  y  al  catecismo 
de  Ripalda,  bajo  la  dirección  de  los  j)árrocos. 

5 — El  clero  en  la  Edad  Media  lo  era  todo,  absolutamente  todo. 
Sus  consejos  eran  la  ley  y  su  voluntad  decidla  acerca  de  la  guerra, 
de  la  paz  y  de  la  suerte  de  las  naciones.  El  renacimiento  ele  las  lu- 
ces, la  reforma  relijiosa,  la  revolución  de  Francia,  y  el  progreso  de 
las  ciencias,  redujeron  en  muchas  naciones  el  inmenso  poder  ecle- 
siástico,, al  simple  ejercicio  del  sacerdocio.  Una  gran  parte  dolos 
clérigos,  asj)iran  al  poda^  que  disfrutaban  en  la  Edad  Media;  y  no 
podemos  retrogradar  hasta  allá  sin  que  las  tinieblas  cubran  otra  vez 
la  tierra.  Hé  aqui  la  razón  por  qué  una  parte  del  clero  se  opone  á  la 
difusión  de  las  luces,  y  se  liga  íntimamente  con  la  aristocracia,  igual- 
mente interesada  en  que  las  luces  no  se  difundan  ('^■). 


(=^=  ¡  Dados  estos  antecedentes,  fácilmente  se  comprenderá  todo  lo  que  íú 
partido  aristocrático  hizo  sufrir  el  sistema  de  enseñanza  creado  por  Galvez, 
j  la  razón  que  tuvieron  los  llamados  nobles  para  abolir  ese  sistema,  y  volver 
á  las  lejes  tenebrosas  de  don  Carlos  II  de  España,  inmediatamente  que  triun- 
faron con  Carrera  (*).  El  año  de  40  fué  restablecida  la  Universidad  de  san 
Carlos,  según  el  sistema  de  don  Carlos  el  Hechizado,  y  se  varió  completamen- 
te el  réjimen  de  enseñanza  en  sus  tres  ramos;  pero  entonces  los  llamados  no- 
bles no  hablan  llegado  al  refinamiento  teocrático  de  los  jesuitas.  La  ley  de 
16  de  setiembre  de  1852,  dictada  por  don  Manuel  Francisco  Pavón,  de  acuer- 
do con  los  jesuitas,  es  un  monumento  histórico.  lié  aquí  parte  de  sus  consi- 
derandos: ''Teniendo  presente  que  el  fundamento  de  toda  buena  y  sólida  en- 
señanza, consiste  en  el  aprendizaje  déla  doctrina....   oido  el  parecer  del 

^*)    Decreto  de  26  de  febrero  de  1840. 


DE  CÉNTKO- AMERICA  ?yir^ 

Sé 


O — Los  jesuítas,   viendo  que  es  imposible  oscurecer  la  tierra 
an  proi)nesto  colocarse  al  frente  de  la   enseñanza,  para  darle  la  di 


muy  reverendo  Prelado  metropolitano,  por  ser  una  materia  tan  enlazada  con 
la  relijion .  .• . . "  La  parte  resolutiva.  corresi)onde  átales  premisa?.  El  artí- 
culo segundo  dispone  que  estén  abiertas  las  escuelas  bajo  la  inspección  inme- 
diata del  padre  cura.  Las  materias  de  instrucción  primaria,  que  las  leyes  de 
Galvez  fijan,  quedan  reducidas  por. el  artículo  13  del  decreto  servil  de  852,  á 
ka  cartilla,  el  catón  cristiano,  la  moral  y  la  urbanidad  por  Escoiquiz,  el  ca- 
tecismo por  el  padre  Ripalda,  escritura  y  las  cuatro  priíner.  s  reglas  de  la 
aritmética.  Ese  mismo  artículo  contiene  un  párrafo  que  es  preciso  se  consig- 
ue íntegro.  Dice  así:  "Loa  sábados  se  consagrarán  esclusivamente  al  estudio 
esplicacion  de  la  doctrina,  y  por  la  tarde  habrá,  ademas,  salve  cantada." 
'•^egun  las  leyes  de  Galvez,  debia  enseñarse  en  las  escuelas,  un  catecismo  po- 
lítico que  esplicaba  el  réjimen  constitucional.  Los  nobles  hacian  lo  mismo, 
variando  solo  el  texto.  La  constitución  de  éstos  debia  ser  los  mandamientos. 

cgun  Ripalda,  y  la  salve  rejina  (*').  Al  mandar  que  se  cantara  la  salve,  no 
íiacian  mas  que  ordenar  el  canto  de  su  proj)¡a  constitución,  excediendo  así 
en  entusiasmo  político  á  todas  las  naciones  del  mundo;  pues  no  hay  noticia 
de  que  en  las  escuelas  de  otros  países,  se  haga  cantar  la  ley  fundamental.  El 
artículo  15  del  decreto  servil  de  instrucción  pública,  debe  presentarse  íntegro 
lié  aquí:  "Como  es  una  obligación  en  los  directores  de  la  juventud  cristiana, 
acostumbrarla  á  practicar  los  actos  relijiosos  con  la  mayor  frecuencia,  todas 
ías  escuelas  de  niños  y  niñas,  8e  pondrán  bajo  el  patrocinio  de  un  santo,  cu- 
ya efyie  se  colocará  en  la  testera  de  la  escuela.  Todos  los  dias,  al  entrar  ca- 
<ia  niño  en  la  escuela,  se  arrodíllala  ante  el  altar  é  invocará  al  santo  patro- 
no, permaneciendo  en  esta  postura  por  espacio  de  algunos  minutos.  Se  cele- 
brará su  festividad  todos  los  años,  y   con   su  estandarte,  asisiirán  todos  los 

liños  en  hileras   á  misa  todos  los  domingos  y  fiestas,  solemnes.  Ademas,  los 

jue  tengan  ios  requisitos  necesarios,  ajuicio  del  ))a<be  cura.-  confesarán  y  co- 

uulgarán  con  -la  posible  frecuencia." 

Los  premios  serviles  dcbian  estar  de  acuerdo  con  el  sist.cn)a  ailoptado  por 
el  servilismo.  Era  preci^^o  desalentar  á  los  niños  para  que  ni  leer  supierau;  y 
<1  mejor  método  de  producir  desaliento,  es  darles  molestias  en  vez  de  pro- 
tiiios.  Los  premios  que  los  serviles  otorgaban  á  los  alumnos,  oran  conducir- 
los á  los  párrocos  para  (pie  los   convirtieran  en  acólitos  6  en  cantores;  po¿- 

ortuna  no  se  llegó  hasta  el  cstretno  de  quo  a  esos  cantores  so  hicieran  lois 
>cruento>-  prei)arativos  de  los  cantores  de  la  capilla  Sixtin'a.  Para  evitar  ipie  se 
reduzcan  á  duda  estos  asertos,  se  mserta  íntegro  el  artículo  *2i)  de  la  ley  ci- 
tada, líe  aíjuí:  ''Los  niños  que  manifiesten  capacidad^  aplicación  y  aprove- 

:*)     Vóase  f'l  número    l:{.  capítulo  111.  libn)  1.®  «lo  esta  RoswV. 


316  RESECA  HISTÓRICA 

reccion  que  á  sus  ideas  conviene.  Su  primer  esfuerzo  en  sus  colejios 
es  cortar  la  libertad  del  pensamiento.  Ellos  enseñan  que  no  es  líci- 


chamiento,  y  tengan  buen-j^torte,  podrán  ser  empleados  por  el  párroco,  en  el 

SERVICIO  DE   LA    IGLESIA,  EN  CLASE  DE    ACÓLITOS  O  CANTORES.    Con  tal  objCtO, 

después  de  las  horas  de  escuela,  pasaran  a  recibir  las  lecciones  conve- 
nientes, estando  en  todo  sv jetos  al  padre  cura.'' 

Pavón  no  hacia  en  esto  mas  que  marchar  de  acuerdo  con  sus  propias  con- 
vicciones, y  con  los  intereses  de  su  familia.  Según  dice  don  José  Milla  y  Yi- 
daurre,  (*)  Pavón  era  noble,  nobilísimo.  Para  que  la  familia,  pues,  de  Pavón 
y  algunas  pocas  mas,  pudieran  dominar  á  los  artesanos  y  á  todas  las  clases 
de  la  sociedad,  y  hacer  pasar  su  imperio  de  generación  en  generación  sobre 
estas  clases  y  todos  los  demás  individuos  de  la  sociedad,  que  esos  nobles  lla- 
man plebeyos  ó  pecheros,  era  precisa  mantener  la  ignorancia  y  á  este  fin 
conducía  directamente  la  ley  citada.  Pavón  en  los  primeros  años  de  su  vida, 
pasó  por  frivolo.  El  mismo  lo  aseguraba.  Milla  dice:  "preciso  es  hacer  notar 
que  ese  concepto  lo  conservó  el  señor  Pavón,  hasta  el  fin  de  sus  dias,  imra 
con  aquellos  que,  no  juzgando  regularmente  sino  por  la  superficie  de  los  hom- 
bres, se  dejan  engañar  por  cierta  aparenta  frivolidad,  que  algunas  veces. 
(aunque  pocasj  no  hace  sino  encubrir  la  jirofundidad  del  genios 

Tratándose  de  un  hombre  que  tanto  se  esforzó  en  apagar  las  luces,  y  que 
hirió  tanto  los  principios  republicanos  y  las  instituciones  americanas,  como 
en  los  siguientes  libros  veremos,  es  preciso  averiguar  lo  que  era.  Su  biografia 
se  presentará  mas  tarde;  ahora  se  habla  de  él  ligeramente. 

Milla  tiene,  y  con  razón,  una  alta  idea  licl  doctor  García  Goyena,  hijo  de 
Centro-América;  y  Goyena  calificó  á  Pavón  de  la  manera  mas  desfavorable  en 
la  célebre  fábula  intitulada  "El  Pavo  Real,  el  Guarda  y  el  Loro."  Pavón  se 
presentó  á  un  examen  pitblíco,  con  toda  la  pompa  que  entonces  rodeaba  á 
la  pretendida  aristocracia  de  Guatemala,  y  no  contestó  una  palabra  con  a- 
cierto,  aunque  por  cirQunstancias  que  á  la  vista  saltan,  fué  aprobado  nemine 
discrepante. 

IJn  hijo  del  pueblo,  que  no  iba  en  carruaje,  ni  estaba  vestido  de  gala,  se 
examinaba  al  mismo  tiempo,  y  brilló  por  sus  luces  y  su  talento.  Goyena  que 
todo  lo  observaba,  tuvo  la  ocurrencia  de  escribir  la  sigi3Í3nte  fabulita: 

"Un  soberbio  pavo  real. 
De  pluma  tersa  y  dorada, 
Con  brillantez  adornada 
Se  paseaba  en  un  corral. 

El  petulante  animal, 

(*)  Noticia  biográfica  de  don  Manuel  F.  Pavón.  8c  halla  tu  los  iiúmfjros  58  á  62,  tomo 
7  • "  de  la  Gaceta  de  Guatemala. 


DE  C E irr  K ( ) -  A  M É K  H  ■  A .  '-  >  1 7 

j  á  los  gül)eiTianteft  |)eiTnitir   mas  creencia  en  sus  Estados,  que  la 
)rescrita  por  el  A'nticano,  sisí<^]iui  que  directa  y   r¿ipidamente  con- 


Con  aire  de  íseüoiio 
Miraba  el  rico  atavio 
De  Pii  pluma;  pero  mudo, 
Aun  en  su  elojio  no  pudo 
Decir:  "esto  pico  es  mío." 

Mientras  tanto  tomó  asiento 
Allí  cerca  un  pobre  guarda, 
De  estos  de  la  pluma  parda. 
Que  no  tienen  lucimiento: 
Pero  con  melifluo  acento 
Abre  la  dulce  garganta, 

Y  de  tal  manera  canta^ 
Con  vo7>  delicada  y  -uave, 
Qne  aun  el   Pavón  que  no  nuIm^ 
Admiró  dulzura  tanta. 

Necio  entonces  y  orgulloso 
Al  mismo  tanto  que  rico, 
Quiere  imitarlo,  abre  el  pico, 

Y  da  un  graznido  espantoso. 
Mi  loro  quo  es  malicioso 
Con  una  falsa  risilla. 
Dijo:  "¡Bravo!    ¡que  bien  brilla 
Con  el  resplandor  del  oro; 
Mas  no  tiene  lo  canoro 
De  esa  discreta  avecilla/' 

Dime,  Musa,  si  has  sabido 
Los  misterios  de  los  hados: 
¿Por  qué  cstíín  enemistados 
Lo  rico  con  lo  entendido? 
Bajo  un  humilde  vestido 
Vive  el  sabio  en  menos[)reci<), 
Mientras  el  soberbio  necio 
í.leno  de  oro  y  arrogancia 
En  medio  de  la  ignorancia 
Merece  el  común  aprecio." 

-  No  pretendo  sostener  como  cierto,  cuanto  dice  Goyena.  Lo  ho  citad» »  para 
^ne  se  vea  que  no  todos  los  hombres  »le  inteligencia,  participan  del  entusias- 
mo que  por  el  señor  l'avon  tiene  Milla. 

í*ero  hay  otra  autoridad  mas  respetable,  para  don  »Iosé  Milla  y  Vidaurrc, 


318  KESEÑA  IIISTÓEICA 

(luce  á  la  Inquisición.  "Ellos  pretenden  monopolizar  la  enseñanza^, 
para  establecer  en  todas  X)artes  su  sistema:  el  quietismo  de  la  inte- 


que  Gojena,  y  e/¿  el  mismo  señor  Milla,   quien  juzgando  en  otra  época  á  íIoíja 
Manuel  Francisco  Pavón,  dijo: 

'Mycinena,  Pavoo,  fuera  señores, 
Fuera  con  vuestro  rancio  servilismo. 
¿Soñasteis  ser  tal  vez  conservadores, 
O  darnos  una  burla  del  torismo? 

Honorable  Marques,  no  mas  Bretaña, 
No  mas  siaticquo,  ni  tiranía: 
Vaya  que  su  excelencia  no  se  engaña, 
Sin  el  statit  cjuo,  por  Dios,  qué  baria? 

Cómo  sin  él  las  indemnizaciones? 
Cómo  los  sueldos  grueso?  y  continuos? 
Cómo  cobrar  sin  él  medios  millones 
Por  pérdidas,  perjuicios  y  destinos? 

Fuera  la  camarilla,  sea  libre 
Guatemala  por  fin,  de  Ohcurantistas, 
De  esos  politicones  de  calibre, 
Profundos  y  rellenos  estadistas. 

Los  tigres  de  Texigua  ya  se  lanzan, 
Tiemble  vuestro  cobarde  corazón, 

Y  ay!  de  vosotros  zorros,  si  os  alcanzan 
Con  sus  fieros  lebreles  de  león. 

Ya  hundiréis  esa  frente  hoy  orgullosa. 
Ya  al  polvo  volvereis  de  do  salisteis; 

Y  entonces  Guatemala  jcnerosa 
Olvidará  los  males  que  le  hicisteis."' 

Esta  última  estrofa  encierra  un  cálculo  profético  que  hace  honor  al  señor 
Milla.  Elx)lvido,  sin  embargo,  no  debe  ser  tan  absoluto  que  permita  la  re- 
petición de  los  mismos  males  que  se  deploran,  ni  puede  impedir  tampoco^ 
que  la  historia  consigne  la  serie  de  sucesos  que  presentan  los  anales  de  M 
patria. 

En  el  fondo  de  la  ley  de  instrucción  pública  de  don  Manuel  Francisco  Pa- 
vón, no  hay  frivolidad,  sino  un  pensamiento  que  se  dirijo  á  herir  al  pTie- 
blo  de  Guatemala;  pero  la  hay  muy  grande  en  la  forma.  Ese  decreto  que 
con  tanta  habilidad  censuró  el  señor  don  Ramón  Rosa,  en  un  erudito  folleto 
que  se  reprodujo  en  varias  naciones  de  América,  ha  cubierto  en  el  estran- 


DE  CENTRO-AMÉRICA.  819 

lijencia;  y  para  dar  el  resultado  que  su  enseñanza  produjo  en  los 
Países  Bajos,  en  Portugal,  en*  España  y  en  la  desventurada  Po- 
lonia. 


jero  de  ridículo  á  las  personas  que  prettmdieron  premiar  el  mérito,    conTír- 
feiendo  en  acólitos  y  monacillos'^  á  los  jóvenes  sobresal ienteí*. 


CAPITULO  A^iaESIMONO^síO. 

Otras  empresas  del  doctor  Oalvez. 


SUMARIO. 


1  —Decreto  'para  fomentar  las  artes — 2.  La  plaza  grande — 3.  LéO 
que  era  la  plaza  del  Sagrario — 4.  Proyecto  de  exliumücion  de 
cadámres — 5.  Dificultades  qne  se  presentaron — 6.  Exhumacio- 
nes— 7.  Ornato  y  paseos — 8.  Teatro — 9.  La  comedia  intitulada 
"-El  Coliseo'' — 10.  Casas  de  representación — 11.  Disposiciones 
sobre  construcción  de  un  nuevo  teatro — 12.  Trabajos  de  los  ser- 
ciles  en  la  constrioccion  del  teatro. 


1 — Gfalvez  estimulaba,  no  solo  las  ciencias  y  la  literatura,  sino 
también  las  artes.  Por  decreto  de  28  de  agosto  de  32,  abrió  una  sus- 
cricion  patriótica,  para  crear  fondos  que  se  emplearan  en  liacer  ve- 
nir del  estranjero  máquinas  y  utensilios,  que  contribuyeran  al  de- 
sarrollo de  la  industria. 

2-— Se  empeñó  activamente  el  doctor  (íalvez,  en  que  desapai-eciera 
un  mercado,  que,  á  la  usanza  de  los  antiguos  pueblos  de  las  provin- 
cias españolas,  existia  en  la  x)laza  mayor  de  Guatemala,  cuyo  cen- 
tro se  hallaba  también  ocui)ado  por  tiendas  de  madera,  qiM»  pnKlu 
cian  á  la  vista  una  impresión  desagradable.  El  Jefe  del  Estado  que 
ria  que  se  construveía  un  mercado  al  estilo   moderno,  en  la  plazii 

21 


822  KESENA  HISTÓRICA 

del  Sagrario,  y  á  ese  fín  dirijió  sus  trabajos. 

3 — Al  Este  de  la  Catedral  liabia  una  plaza,  donde  se  hallaba  un 
templo  viejo,  cubierto  de  teja,  que  sirvió  de  capilla  del  Sagrario,  an- 
tes que  se  concluyera  la  que  hoy  se  ostenta.  Existia  también  un 
panteón  repleto  de  cadáveres,  porque  en  él  se  habían  veriñcado  los^ 
enterramientos  de  los  feligreses  de  esa  parroquia,  y  de  muchas  i)er- 
sonas  mas,  desde  que  la  ciudad  se  trasladó  á  este  valle. 

4 — Galvez  mandó  exhumar  todos  los  cadáveres,  y  que  se  traslada- 
ran aquellos  que  no  fueran  reclamados  por  alguna  persona,  á  los  o 
sarios  de  San  Juan  de  Dios. 

o — Esta  medida  tuvo  grande  oposición.  Muchas  personas  deciau 
que  no  era  licito  al  Gobierno  tocar  la  mansión  de  los  muertos:  que 
las  leyes  eclesiásticas  colocaban  á  los  difuntos  bajo  la  protección 
santa  de  los  sacerdotes:  que  era  una  impiedad  profanar  las  sepul- 
turas. La  dificultad  se  aumentaba  por  algunos,  alegando  que  la  pla- 
zuela del  "Sagrario  pertenecía  á  la  Catedral,  y  no  debia  dedicarse  á 
usos  profanos:  que  una  parte  de  ella  estaba  destinada  para  jardines 
del  palacio  arzobispal,  y  que  no  era  lícito  al  Gobierno  privar  á  Su 
Señoría  Ilustrísima,  cuando, Guatemala  tuviera  el  gusto  de  volverlo 
á  ver,  ó  de  tener  otro  prelado,  del  grato  é  inocente  recreo  que  le  pro- 
porcionaran sus  jardines.  Los  proi)ietarios  de  tiendas,  al  rededor  de 
la  plaza  mayor,  creían  que  con  la  traslación  del  mercado  disminui- 
rla el  valor  de  éstas,  y  eran  los  que  mas  piedad  manifestaban,  y 
los  que  colimas  calor  sostenían  los  fueros  de  los  muertos.  Las  per- 
sonas que  poseían  casas  en  torno  de  la  plaza  del  Sagrario,  hablabait 
como  filósofos,  y  sostenían  la  necesidad  del  ornato,  del  progreso  y 
la  reforma. 

6 — Las  exhumaciones  se  hicieron.  Casi  todos  los  cadáveres  esta- 
ban bien  conservados.  Muchas  familias  reconocieron  á  sus  deudos: 
y  de  nuevo  se  verificaron  solemnes  inhumaciones.  La  gran  mayoría 
de  cadáveres  no  fué  reclamada,  y  el  Gobierno  los  condujo  en  so- 
lemne procesión  á  los  osarios  de  san  Juan  de  Dios.  Galvez  hizo  de 
moler  los  viejos  y  deformes  edificios  que  en  la  plaza  del  Sagrario 
existían,  quedando  solo  un  campanario,  j^orque  no  había  donde  po- 
ner las  camx>anas,  muy  semejante  por  su  arquitectura,  al  antiguo 
del  pueblo  de  Jocotenango,  que  todavía  (año  de  1878)  existe  en  el 
panteón  de  los  indios.  El  doctor  Galvez  no  tuvo  tiempo  de  ver  rea 
lizado  su  proyecto  de  mercado  en  que  tanto  pensó. 

7 — Propúsose  igualmente  el  Jefe  del  Estado,  que  se  hicieran  ce- 
menterios fuera  de  poblado^  para  favorecer  la  hijiene  pública,,  con 
la  supresión  de  las  inhumaciones  en  los  templos.  Esta  medida  fué 
esplotada  por  el  clero  para  trastornar  el  orden,,  y  de  ella  hablaré  de- 
tenidamente cuando  se  narren  los  trastornos  que  produjo.  Galve>i 
mandó  hacer  acueductos  subterráneos,  para  que  no  corriera  por  las 


DE  CENTRO- AMÉRICA  :j2o 

calles  el  agua  inmunda  que  sale  de  las  casas;. y  que  se  construyeran 
aceras  en  diversas  direcciones;  lo  que  en  gran  i)arte  pudo  ver  con- 
cluido. No  menos  se  esforzó  en  amenizar  la  cai^ital,  fonnando  en 
su  rededor  alamedas  y  paseos  públicos.  De  estos  quedan  algunas 
señales  en  el  Cerro  del  Carmen  y  en  otros  puntos. 

8 — Guatemala  abundaba  en  monasterios;  pero  no  tenia  un  solo 
teatro.  Barrundia  y  otros  hombres  pensadores,  desde  antes  de  la 
Independencia,  trabajaron  con  empeño  para  que  hubiera  un  coliseo; 
pero  se  oponían  el  arzobispo  Casaus,  la  madre  Teresa,  frai  Anselmo 
Ortiz,  y  otros  hombres  de  calcilla-.  La  lucha  que  hubo  entonces,  está 
hábilmente  x^intada  en  una  comedia  histórica  que  se  intitula  ''El 
Coliseo." 

9 — En  esa  composición  literaria,  que  Marure  atribuye  en  gran 
parte  á  Barrundia,  se  presenta  en  escena  cómica  á  frai  Ramón  Ca- 
saus, á  frai  Anselmo  Ortiz,  á  la  madre  Teresa,  al  canónigo  Castilla, 
al  Presidente  de  la  Audiencia  y  Capitán  general  del  Reino,  y  á  o- 
tros  muchos  personajes  de  aquel  tiempo.  El  señor  Castilla  habla  al 
Presidente,  en  favor  del  teatro,  hasta  hacerlo  vacilar;  x^ero  luego 
entra  Casaus,  increpa  á  Castilla,  lo  declara  botarate  y  hasta  loco, 
y  el  Capitán  general  cambia  do  modo  de  pensar.  Los  enemigos  del 
teatro  citan  i)alabras  de  la  monja  carmelita,  y  ven  hundirse  el  firma- 
mento, si  triunfando  los  inníi\  adores,  algún  actor  llega  á  presentar- 
s(?  en  las  tablas. 

10 — Introducido  escasamente  el  espíritu  moderno,  hubo  comedias 
(^n  casas  particulares,  y  en  edificios  provisionales;  y  mas  tarde  Gal- 
vez  proyectó  levantar  un  teatro  que  hiciera  honor  á  Guatemala. 

11 — Don  Miguel  Rivera  Maestre,  fué  comisionado  para  formar  el 
X)lano  del  nuevo  coliseo.  Rivera  hizo  un  diseño  de  madera,  preparó 
el  terreno,  y  levantólos  cimientos.  La  fachada  del  edificio  presenta 
dos  cuerpos  de  elevación,  y  el  vestíbulo  una  atichura  capaz  de  que 
las  personas  que  llegaran  en  carruajes,  jnidieran  descender  de  ellos, 
bajo  cubierta,  en  tiempo  de  lluvias.  Según  este  diseño,  las  puertas  son 
seis;  tres  de  ellas  al  frente;  de  estas  una  correspondiente  á  los  palcos 
de  la  derecha,  otra  á  los  j^alcos  de  la  izquierda  y  otra  al  lunetario.  A 
los  costados  del  edificio  hay  otras  dos,  correspondientes  á  la  cazuela, 
con  escaleras  bastante  amplias;  la  otra  puerta  se  dirije  al  foro.  En 
el  respaldo  del  mismo  edificio,  quedan  ;l;>j  salones  de  piso  bajo, 
uno  para  reunión  de  actores  y  otro  para  almacén  de  útiles.  En  el 
piso  superior  hay  otro  salón  esi)acioso  para  pintura  de  las  dtH'oni- 
ciones.  En  la  embocadura  del  i'oR)  debia  colocarse  ocultamente,  una 
tela  de  alambre  destinada,  soltándola  á  su  tiempo,  á  impedir  en 
ca^o  de  incendio,  qu^  las  llamas  jiasáran  á  la  platea,  á  los  palcoe 
ó  al  foro,  según  el  oríjen  del  4'uego.  Sobre  los  machones  de  la  in- 
dicada embocadura  debían  construirse  á-df>recha  ó  izquierda  dos  de- 


:^24  RESEIS'A  mSTÓIMOA 

pósitos  X)ara  agua,  ios  ciiales  se  lleiiarian  en  ias  tardes  que  inme- 
diameníe  x)recedieraii  á  las  representaciones,  para  tener,  en  caso 
de  fuego,  agua  arriba  y  abajo.  Estos  depósitos  servirían  igualmen- 
te, al  concluirse  cada  representación,  para  dejar  determinados  sitios 
del  teatro  enteramente  limpios,  y  sin  que  pudiera  sentirse,  por  nin- 
guna parte  de  él,  ningún  desagradable  olor.  El  techo  debia  cu- 
brirse con  láminas  de  pizarra,  dando  á  la  parte  del  foro  mayor  e- 
levacion  que  al  resto  del  edificio,  con  el  fin  de  elevar  los  telones 
sin  que  se  deteriorasen  con  los  pliegues,  ni  hubiese  demora  en  los 
cambios  de  decoraciones.  Para  ocultarlos  bajo  el  tablado  escénico 
se  calculaba  una  jjrofundidad  mayor  de  la  que  aliora  existe  (''). 


(*)  Mas  tarde  el  señor  don  Juan  Matheu.  español  aficionado  á  la  música, 
•  al  canto,  al  ornato  de  la  ciudad  y  al  desarrollo  de  los  intereses  materiales,  Di- 
putado casi  siempre,  y  muchas  veces  Presidente  de  la  Asamblea,  á  quien  to- 
caba contestar  los  mensages  presidenciales,  Consejero  de  Estado  y  aigu 
fia  vez  llamado  al  Ministerio  de  Hacienda,  se  empeñó  en  que  se  levantara  el 
teatro  y  en  tener  una  casa  cerca  de  él.  Matheu  empleó  toda  su  induencia  en 
alcanzar  el  Jiat  de  Carrera;  lo  alcanzó.  Matheu  adquirió  una  casa  antigua, 
que  habia  sido  del  deán  Garcia  Redondo,  en  las  inmediaciones  de  la  plaza - 
vieja,  á  ñn  de  reedificarla  para  sí,  al  mismo  tiempo  que  se  edificara  el  teatro. 
Esta  casa,  como  se  verá,  fué  muy  útil  á  los  serviles. 

Los  jesuítas  combatían  á  Matheu,  quien  para  tranquilizarlos  hacia  que  se 
les  dijera:  que  ningún  peligro  ofreceria  el  teatro,  siempre  que  en  él  solo  se 
representaran  piezas  morales.  Acaeo  se  les  pondría  por  ejemplo:  "El  triunfo 
del  Ave  María,"  "La  devoción  de  la  Cruz,"  "El  Rosario  perseguido"  y  otras 
semejantes.  Debió  agregárseles  tal  vez,  que,  para  no  presentar  solo  escenas 
religiosas,  bien  se  podrían  ejecutar  piezas  como  "Los  siete  infantes  de  Lara", 
que  tenían  la  recomendación  de  haberse  representado  en  el  teatro  del  Prín- 
cipe por  el  año  de  90. 

Aunque  tan  selecta  fuera  imestra  literatura  dramática,  los  jesuítas  arruga- 
ban las  cejas  diciendo  que  el  teatro  era  la  perdición  de  las  -almas,  que  ellos 
venían  á  salvar.  Bien  comprendían  que  de  "Los  siete  infantes  de  Lara"  po- 
dría lentamente  pasarse  á  piezas  como  "Los  dos  validos",  que  presentan  á 
los  pueblos  toda  la  astucia  jesuítica;  especialmente  en  aquella  notable  es- 
cena, en  que  agolpándose  el  pueblo  contra  el  Palii'-io  Real,  un  jesuíta  lo  de- 
tiene con  el  Santo-Cristo  en  la  mano;  la  Reina  aiiigida,  se  postra  á  los  pies 
del  jesuíta,  y  éste  con  i  iré  triunfal,  en  aquella  acritud,  y  á  grandes  vences 
dice  á  la  Nación:  ¡Pueblos,  tengo  A  vuestro  Dios  en  la  mano,  y  a  vues- 
tra Reina  a  los  pies!    He  aquí  el  bello  ideal  de  los  jesuítas,   hacer  creer  á 


DE  CENTIIO-AMERICA  325 

12. — Don  Manuel  Francisco  Pavón  (séame  ]3ermitido  salir  del  año 
á  qne  este  capítulo  se  refiere  imra  dejar  terminado  el  asunto),  es- 
timulado por  Don  Juan  Matlieu,  llegó  á  creer  que  el  teatro  era 
conveniente  para  distraer  á'  los  artesanos,  y  á  otras  personas,  y  evi- 
tar que  pensaran  en  política,  y  bajo  la  X)recisa  condición  de  que 
las  piezas  que  se  pusieran  en  escena  fueran  previamente  censura- 
das por  personas  de  toda  su  confianza,  apoyó  la  empresa  que  tanto 
anhelaba  don  Juan  Matheu.  Pavón  pidió  á  Rivera  Maestre  los  pla- 
nos que  tenia  formados.   Rivera  Maestre  había  sido  amigo  íntimo 


los  pueblos  que  tienen  á  Dios  en  las  manos,  para  tener  realmente  en  los  pies 
á  los  jefes  de  las  naciones. 

Por  el  año  de  855,  la  casa  del  deán  Garcia  Redondo,  reediñcada  por  Ma- 
theu, figuraba  en  la  política  del  país.  Los  hombres  que  de  otras  partes  ve- 
nían á  Guatemala  esperimentaban  fatal  impresión  al  pisar  el  -territorio,  por 
la  parálisis  política,  el  retroceso  social,  la  lúgubre  teocracia  que  al  iijstantc  se 
palpaban.  Los  serviles  quedan  desvanecer  esas  impresiones,  presentando  el 
ornato  de  la  ciudad  y  su  progreso  material,  que  en  esos  días  comprobaban 
con  la  casa  de  Matheu.  En  el  puerto  de  San  José  no  habla  un  muelle,  no 
habia  un  faro,  no  había  un  hotel,  no  había  medios  de  trasporte,  y  todas  es- 
tas faltas  y  las  deformidades  del  Gobierno,  se  pretendía  cubrir  exhibiendo  las 
bellezas  de  aquella  casa.  Don  José  Milla  y  Yidaurre,  que  entonces  no  habia 
hecho  su  ''Yi?je  al  otro  mundo  pasando  por  otras  partes'*,  era  una  de  las 
personas  que  mas  entusiasmo  manifestaban  por  la  casa  de  Matheu  y  que 
mas  deseaba  engrandecerla.  Un  guatemalteco,  por  largo  tiempo  ausente, 
vino  el  año  de  855  á  Guatemala,  con  motivo  do  asuntos  particulares,  y 
se  le  intimó  volver  á  salir  del  país.  Durante  su  corta  permanencia  aqu?, 
los  serviles,  de  uno  en  uno,  le  preguntaban  diariamente  si  habia  vi-to  la 
casa  de  Matheu.  Tantas  y  tan  repetidas  preguntas  se  le  dirijieron,  que  llegti 
a  pensar  que  Matheu  habría  edificado  una  casa  tan  grande,  tan  suntuosa, 
tan  adüiirable,  que  pudiera  competir  con  el  Capitolio  de  Washington;  y  salió 
á  verla  inmediatamente,  con  riesgo  de  que  se  le  redujera  lí  prisión  en  la  ca- 
lle, porque  ya  habia  recibido  la  orden  de  contramarcha.  Llegó  á  la  renom- 
brada casa,  donde  se  encontraban  admirándola  varios,  serviles  do  calibre, 
([uienes  al  instante  se  dirijieron  al  transeúnte,  para  preguntarle  si  se  habia 
imaginado  que  el  país  llegaría  á  tal  progreso  que  pudiera  presentar  al  es. 
tranjero  una  casa  de  altos  como  aquella.  El  transeúnte  desde  luego  hizo'ntv 
tar  algunos  gravísimos  defectos  de  forma,  que  saltan  inmediatamente  á  hi 
vista;  lo  que  fué  oído  por  sus  interlocutores  como  una  hcregía.  Tara  gozar 
con  el  asombro  do  estos  señores,  les  dijo  entóneos:  * 'Ustedes  croen  quo  esta 
casa  es  de  dos  pisos;  pues  no  tiene  uno  solo  biquiera*.  So  quedaron  atónitos 
aquellos  hombres,  oyendo  esa  nueva  hcregía.  Entonces  el  transeúnte  los  os- 
plicó  su  idea  díciéndoles:    ''Ka  los  Kstados  Unidos  y  en  Europa  las  hab  i- 


326  KESENA  HISTÓRICA 

de  Galvez  y  estaba  siempre  en  pugna  con  don  Manuel  Francisco 
Pavón;  ]3or  lo  mismo  se  manifestó  poco  dispuesto  á  complacerlo. 
Matheu  instó  á  Rivera  para  que  diera  sus  planos  y  este  señor  le 
contestó,  que  antes  de  hablarle  de  x>lanos  se  le  pagara  una  cuenta  de 
tres  mil  y  tantos  pesos,  que  como  arquitecto  liabia  i)asado  al 
Gobierno.  Esta  respuesta  desagradó  á  Pavón,  quien  dijo  que  iba. 
á  x^robar  á  Rivera  Maestre  que  ninguna  necesidad  tenia  de  él.  Ba- 
jo estos  auspicios  y  otra  dirección,  continuó  edificándose  el  Coliseo 
que  lioy  existe,  muy  diferente  del  que  proyectó  Galvez,  pues  ni  so- 
bre todos  los  cimientos  levantados  entonces  se  llalla. 


^•tacioiies  que  se  liallau  al  nivel  de  la  tierra  no  se  numeran  entre  los  pi- 
'^sos:  la  siguiente  se  llama  entresuelo;  la  que  está,  sobre  el  entresuelo  se  lia- 
''ma  primer  piso,  donde  se  hallan  los  grandes  salones  y  los  cuartos  de  lujo; 
*'y  desde  ahí.  comienza  la  numeración  de  los  pisos  elevados;  así  es  que  ITs- 
^•'tedes  llaman  alta,  y  se  enagenan  admirando  una  casa  que,  según  la  deno- 
^'minacíbn  europea  j  americana,  no  tiene  un  solo  piso".  Estoles  parecjó 
un  enorme  absurdo,  una  barbaridad,  y  no  es  estraño  que  presentando  á 
Carrera  tales  asertos,  como  una  tendencia  á  empañar  las  glorias  nacionales^ 
hayan  conti'ibuido  á  que  so  repitiera  enérgicamente  la  orden  de  contramar- 
cha. 


O^FITtJLO  TKiaESIMO. 
CIUDAD  DE  FLORES. 


SUMARIO. 


1 — Se  recuerda  el  asesínalo  de  Flores — 2.  Honores  decretados  ú 
■  la  memoria  de  ilustres  ciudadanos — 3.  Decreto  del  Congreso  fe- 
deral que  ordena  se  dé  á  la  cabecera  del  Peten^  el  titulo  de  ciu- 
dad de  Flores — 4.  Lo  quelacerca  dellPeten  dice  Juarros — 5.  Di- 
DÍsiones  territoriales — 6.  Una  pretensión  del  Obispo  de  Yucatán 
— 7.  Es  combatida  por  las  autoridades  centro -americanas. 


1— Marure,  en  el  capítulo  sétimo  del¡Bosquejo  Histórico,  refiei-e 
detalladamente  el  asesinato  del  vice-jefe  del  Estado  de  Guatemala 
don  Cirilo  Flores,  y  lo  atribuye  á  influencias  del  clero  regular,  y 
especialmente  de  los  frailes  Carranza  y  Ballesteros.  Los  serviles  lian 
íX)mbatido  estos  asertos;  pero  lo  cierto  e*  que  en  el  motin  contra 
Plores,  se  oían  las  mismas  palabras^que  los  frailes  continuamente 
pronunciaban  en  sus  sermones  y  en  sus  pláticas.  Estos  frailes 
eran  verdaderos  ajentes  y  cooperadores  del  x^i^i'íitlo  recalcitrante 
y  poseían  armamentos  que  se  les  tomaron  después.  En  aquel  mo- 
tin se  oían  las  palabras:  Viva  la  reli/ion  y  mueran  los  here- 
jes, palabras  que   tanto  repetían -los  frailes,  y   quemas  tarde  sir 


828  RESENA    HISTÓRICA 

vieron  á  Carrera  de  escala  ascendente.  Lo  cierto  es  también  que  el 
golpe  contra  don  Juan  Barrundia  se  liabia  consumado,  y  la  Asam- 
blea de  Guatemala  reunida  en  San  Martin  Jilotepeque,  liabia  emi- 
tido un  decreto  facultando  plenamente  al  vice-Jefe,  para  resistir 
las  agresiones  del  Presidente,  Es  indudable  que  Arce  envió  tro- 
pas á  los  Altos,  para  perseguir  á  las  autoridades  del  Estado,  y  emi- 
sarios para  levantar  á  los  pueblos  contra  ellas.  Consta  que  no  persi- 
guió á  los  asesinos,  y  que  algunos  de  ellos  gozaron  en  paz  del  fruto 
de  su  crimen;  por  lo  cual  la  Asamblea  restaurada,  en  su  decreto  de 
4  de  junio  de  29,  esceptuó  á  los  asesinos  de  Flores  del  indulto  de- 
cretado en  aquella  fecha.  No  puede  negarse  que  á  la  vuelta  de  las 
tropas  espedicionarias  de  Arce  sobre  los  liberales  que  se  hallaban 
en  los  Altos,  hubo  regocijos  públicos.  Los  serviles  estaban  de  gala. 
Arce,  sus  secretarios,  Aycinena  y  otros  muchos  individuos  de  su 
color  político,  se  presentaron  con  aire  triunfal  en  la  fachada  supe- 
rior del  Palacio  nacional,  cuando  la  tropa  formó  en  la  plaza.  Podra 
ser  que  Arce  y  los  hombres  de  su  círculo  fueran  inocentes,  y  que 
como  ha  dicho  algún  servil,  estuvierais  de  luto  por  la  muerte  de  don 
Cirilo  Flores;  pero  el  luto  se  hallaba  tan  oculto,  que  no  se  veía  ni 
aun  con  microscopio. 

•2 — Los  liberales  honraron  la  memoria  de  las  víctimas  inmoladas 
en  las  aras  de  la  patria.  La  Asamblea  del  Estado  tuvo  á  bien  acor- 
dar en  25  de  setiembre  de  1829,  que  se  hicieran  honores  fúnebres  al 
vice-jefe  don  Cirilo  Flores,  al  diputado  Juan  Paz,  al  coronel  Josó 
Pierzon  y  al  teniente  Isidro  Yelasquez;  que  se  cubrieran  de  luto  los 
edificios  del  Poder  ^ejecutivo  y  de  la  Asamblea,  y  que  la  misma  ce- 
remonia se  repitiera  en  los  tres  siguientes  aniversarios.  Toda  esa  lú- 
gubre función  se  hizo  con  tanta  pompa  y  entusiasmo,  que  los  servi- 
les la  han  llamado  apoteosis. 

3— El  Congreso  federal,  no  contento  aun  con  estas  demostraciones, 
decretó  el  2  de  mayo  de  1831,  que  á  la  cabecera  del  distrito  del  Pe- 
ten, se  dé  el  título  de  ciudad  ^de  Flores,  en  memoria  del  ciudadano 
ilustre  don  Cirilo  Flores,  vice-jefe  del  Estado  de  Guatemala. 

4 — No  creo  fuera  de  oportunidad,  consagrar  al  Peten  algunos  pár- 
rafos. El  historiador  Juarros,  dice:  "Entre  Yerapaz,  Chiapas  y  Yu- 
catán, está  la^famosa  laguna  de  Itza  ó  del  Peten:  es  de  fígura  oblon- 
ga y  como  de  26  leguas  de  circunferencia:  en  partes  tiene  30  brazas 
de  fondo  y  en  partes|ma*s:  sus  aguas  son  buenas  y  cria  mucha  pes- 
ca: á  dos  leguas  de'la  orilla,  está  el  Peten  ó  isla  grande,  corte  de 
los  indios  Itzaex:¡es  muy  alta  y  empinada  y  tiene  en  la  cima  un 
plano,  como  de  un  cuarto  de  legua  de  diámetro,  donde  habitaban  los 
citados  indios  con  su  rei?  Canek.  En  este  lugar  se  fundó  nn  presi- 
dio, en  virtud Jde  cédula  dej^24  de  enero  de  1698.  A  corta  distan- 
cia de  esta  isla,  hay  otras  cuatro  *  menores:  dichas  cinco  islas,   todo 


DE  CENTRO-AMÉRICA.  329 

el  lado  de  la  laguna  liácia  el  Este  y  la  Cordillera  vecina,  estaban 
muy  23übladas  de  indios  de  diversas  naciones:  lioy  no  lian  quedado 
mas  que  siete  pueblos  y  en  toda  la  comarca,  2555  personas.  Este  par- 
tido, por  lo  temporal,  pertenece  al  Reino  de  Guatemala,  y  es  gober- 
nado por  el  Castellano  del  Peten:  x)or  lo  espiritual  toca  al  Obispo 
de  Yucatán  y  es  servido  por  cinco  curas." 

5 — En  los  principios  del  cristianismo,  las  divisiones  eclesiásticas  se 
conformaban  con  las  divisiones  civiles  y  las  seguían.  El  trascurso  de 
los  siglos  operó  grandes  cambios  en  los  mapas,  y  las  divisiones  e- 
clesiás ticas  permanecieron  muchas  veces  como  antes  se  hallaban;  pe- 
ro en  los  grandes  Estados,  rejidos  por  un  solo  príncipe,  las  divisio- 
nes eclesiásticas  no  han  tenido  mas  guia  que  las  conveniencias  es- 
peciales del  clero,  sin  que  esto  pudiera  servir  de  base  á  ninguna  re- 
solución que  al' orden  civil  toque.  ¿Quién  habia  de  pensar  que  Ma- 
drid, la  coronada  villa  de  Madrid,  la  capital  de  Esi^aña,  no  fuera 
también  capital  en  lo  eclesiástico,  y  que  careciendo  de  iglesia  ca- 
tedral, estuviera  sujeta  directamente  al  Arzobispo  de  Toledo? 

6 — Mientras  que  Méjico  y  Centro-América  estuvieron  sujetos  á  la 
corona  de  Castilla,  no  hubo  dificultad  para  que  el  Obispo  de  Yu- 
catán administrara  el  Peten;  ('^)  pero  la  hubo  muy  grande  para  que 
esa  administración  subsistiera  cuando  Méjico  y  Centro- América  e- 
ran  dos  naciones  independientes. 

7 — El  Obispo  de  Yucatán  intentó  después  del  año  de  23,  visitar 
como  Prelado  eclesiástico  el  distrito  del  Peten.  El  Jefe  del  Estado 
de  Gruatemala  se  opuso,  y  dirijió  un  mensaje  á  la  Asamblea,  hacién- 
dole ver  que  era  imposible  permitir  á  un  estranjero,  ejercer  juris- 
dicción en  el  territorio  de  Centro-América.  Una  comisión  compues- 
ta de  los  representantes  Azmitia,  xVrango,  y  Lambur,  dictaminó 
de  conformidad,  y  la  Asamblea  aprobó  el  dictamen;  resolución  que 


(*)  El  Reino  <le  Guatemala,  jamás  estuvo  sujeto  al  Imperio  de  los  indios  mejicanos.  Lo 
prueba  estensamento  el  historiador  don  Domingo  Juarros,  en  el  capítulo  7"  tratado  i^, 
fie  su  Compendio  do  la  Historia  da  Guatemala.  El  Poten  fué  conquistado  por  ürsiU 
y  jjuesto  bajo  la  jurisdicción  de  la  Audiencia  de  Guitemaln,  á  cuyo  territorio  siempre 
perteneció.  Lo  prueba  esteusjvmente  don  Francisco  do  Paula  García  Polaez,  en  el  capitulo 
!:'.,  tnuio  1"  (lo  sus  Memorias  para  la  Hist:)ria  del  antiguo  Reino  do  Guatcnia'a. 


330  RESENA    TMSTÓKICA 

ratificó  el  Congreso  federal  C^). 


(*)  La-  diversas  atenciones  del  Presidente  de  la  Eepública,  no  le  permitieron  volverse  á 
fijar  en  ese  asunto,  que  continuó  siendo  visto  con  indiferencia,  y  hasta  el  22  de  setiembre 
de  1863,  se  esiñdieron  en  Boma  las  letras  que  los  canonistas  llaman  apostólicas,  agregando 
en  lo  eclesiástico  el  Peten,  que  en  lo  civil  siempre  fué  guatemalteco,  á  la  diócesis  de  Gua- 
temala. Mas  actividad  manifestó  Méjico  para  segregar  el  obispado  de  Chiapas  de  la  iglesia 
metropolitana  de  Guatemala.  Verificada  la  anexión  de  Cliiapas  á  Méjico,  á  consecuencia  de 
la  anexión  de  todo  Centro-América,  que  los  serviles  hicieron  al  Imperio  mejicano,  de  la 
manera  que  espresa  el  señor  Marure  en  el  libro  II,  capitulo  3^  del  "Bosquejo  Histórico," 
Méjico  permaneció  en  posesión  de  Chiapas,  y  quiso  que  el  obispo  chiapaneco  dejara  de  ser 
sufragáneo  del  arzobispo  de  Guatemala  y  lo  fuera  del  arzobispo  de  Méjico.  Cuando  la  par- 
roquia de  Guatemala  se  elevó  a  obispado,  el  obispo  de  esta  diócesis  era  sufragáneo  del  ar- 
zobispo de  Sevilla,  lo  cual  ofrecía  graves  dificultades  en  lo  eclesiástico.  En  1538  la  dióce- 
sis de  Méjico,  se  elevó  á  iglesia  metropolitana,  y  por  ser  el  único  arzobispado  existente  en 
América,  el  arzobispo  de  Méjico  fué  metropolitano  de  todos  los  obispos  de  la  América  Cen- 
tral y  Meridional.  Erijida  en  metropolitana  la  diócesis  de  Lima,  los  sufragáneos  de  Méjico 
se  disminuyeron  mucho.  En  IG  de  diciembre  de  1743,  el  obispado  de  Guatemala  se  elevó  a 
iglesia  metropolitana,  y  fueron  sufragáneos  del  arzobispo  de  Guatemala  todos  los  obispos 
de  este  Eeino  y  por  consiguiente  el  de  Chiapas.  Los  mejicanos  no  perdieron  tiempo;  á 
instancias  de  ellos,  después  de  la  anexión  de  Chiapas  á  Méjico,  se  resolvió  en  Koma,  á  2b 
de  abril  de  1837,  que  el  obispo  de  Chiapas  fuera  sufragáneo  del  arzobispo  de  Méjico.  El 
señor  Casaus  desde  la  Habana  auxilió  para  este  cambio,  al  obispo  de  Chiapas;  Casaus  s# 
proponía  hacer  daño  á  los  liberales  de  todos  modos;  pero  con  el  obispado  de  Chiapas  no 
obtenia  su  fin.  El  daño  lo  habia  hecho  ya,  con  la  anexión  á  Méjico,  cuyo  principal  efecto 
fué  la  pérdida  del  territorio  chiapaneco. 


CA_FITXJLO   TRIGESIIMO  I^RIMC). 

Calda  del  Jefe  del  Salvador. 


SUMARIO. 

1 — Gran  conspiración  servil — 2.  Cornejo — 3.  Instalación  de  la 
Asamblea — 4.  Actos  ostensibles  de  las  autoridades  salvadore- 
ñas—^. Noticias  recibidas  en  Guatemala  acerca  de  la  invasión 
—6.  Proclama  de  Domínguez — 7.  Movimiento  del  general  Mo- 
razan — 8.  Comisión  del  coronel  Espinosa — 9.  Espinosa  es  ame- 
nazado y  regresa — 10.  Atentado  contra  el  Presidente  de  la  Re- 
pvMica — 11.  lievolucion  de  las  autoridades  del  Salvador^  que 
completojR  la  insurrección — 12.  Se  reúne  estraor diñar iamente  el 
Congreso — 13.  Discurso  del  doctor  Alcayaga — 14.  Instalación 
de  la  Asamblea  ordinaria  de  Guatemala — 15.  Autorización  del 
Congreso  federal — 16.  Cornejo  se  intimida  y  pretende  ganar 
tiempo-^Yí .  Impresión  que  esta  propuesta  hizo  en  Guatemala — 
18.  Actitud  de  Nicaragua — 19.  El  Jefe  de  Nicaragua — 20.  De- 
creto déla  Asamblea  de  Nicaragua — 21.  Reformas — 22.  Reso- 
lución de*  Costa- Rica— '•2'^,  Fuerza  de  observación— 2Ai,  Confe- 
rencias— 2o.  El  territorio  de  Guatemala  es  invadido — 2C.  Impre- 
sión que  este  suceso  p>rod/u,jo  al  doctor  Galvez — 27.  Situación  de 

.  M'orazan:  acción  de  Jocoro—''2^.  Pronunclay^ienJo  de  Metapdw 
-29.  Pronunciamiento  de  Chalatenango—ZO.  Sonsonaie— SI  Su- 
cesos de  Santa  Ana — 32.  Morazan  en  San  Miguel — 33.  MarcJia 
íiobre  San  Salvador — 34.  Reflexiones — 35.  Fuga  de  muchas  per- 
so7ias—'^C).  Fuerzas  guatemaltecas — 37.  Gobierno  provisional  en 
San  Salvador — 38.  Indi  riduos  que  entraron  presos  á  Guatemala, 


I  -  Kl  iifio   (le  :;i..uii   uiMii  tíolpe  oontra  los  libeniles  ¡)ioyectaLHi 


1)32  líESEÑA  IIISTÓIÍICA 

el  partido  servil.  Sus  combinaciones  estaban  ramificadas  joor  todas 
partes.  Arce  debia  invadir  la  República,  viniendo  de  Méjico,  (''^)  por 
Soconusco.  Domínguez  debia  espedicionar  sobre  Honduras  (^^'^)  con 
elementos  que*  sus  corelijionarios  le  tenian  en  Belice,  aj^oderarse  del 
puerto'  de  Trujillo,  y  marchar  hasta  Comayagua  C'^'-^'^').  Entre  tanto, 
Ramón  Guzman  se  apoderaba  del  castillo  de  Omoa,  con  doscientos 
morenos.  Arce  contaba  en  su  apoyo,  en  San  Salvador,  con  el  Jefe" 
del  Estado,  y  en  Guatemala  con  los  esfuerzos  del  clero. 

9 — Hemos  visto  los  elojios  que  á  Cornejo  liace  el  autor  de  las  Me- 
morias- de  Jalapa,  por  el  comportamiento  que  con  los  presos  tuvo  el 
año  de  29.  Arce  lo  colma  también  de  elojios  y  mantuvo  con  él  cor- 
respondencia secreta.  Los  serviles  solo  elojian  á  los  hombres  que 
les  sirven  de  instrumento.  Cornejo  influyó  activamente,  por  que 
las  elecciones  de  diputados  en  San  Salvador,  recayeran  en  hombres 
de  su  escuela. 

3 — La  Asamblea  salvadoreña  se  instale  en  febrero  de  31.  Las  ten- 
dencias del  Jefe  y  de  los  diputados  electos,  inspiraban  desconfian- 


(*)  Esta  grau  conjuración  es  una  prueba  do  que  los  hombres  que  sucumbieron  el  año  de 
29,  solo  podian  estar  quietos  bajo  la  prasion  de  las  bayonetas,  y  de  que  las  medidas  que  con- 
tra ellos  se  dictaron,  en  vez  d3  ser  eficaces,  los  dejaron  en  aptitud  de  conspirar  y  de  se- 
¡Ljuir  sin  tregua  hostilizando. 

(**)     Hé  aquí  el  efecto  del  decreto  que  lo  indultó  de  la  pena  de  muerte. 

(***)  He  aquí  el  electo  de  no  haberse  tomado  bastantes  precauciones  el  119  de  abril  de  1829 
para  impedir  la  fuga  de  Domínguez.  Sin  embargo,  dicen  los  serviles,  que  las  prisiones  de 
aquel  día  fueron  un  atentado:  que  el  general  Mo razan  fué  un  tirano:  que  ellos  eran  vícti- 
mas inocentes.  Don  Juan  José  Aycinena  consignó  en  uno  de  sus  folletos  estas  palabras: 
"En  1829,  un  soldado  con  la  espada  en  la  mano,  holló  con  tanto  descaro  como  escándalo,  las 
garantías  sociales,  las  leyes,  los  derechos  naturales  del  hombre  y  hasta  los  sentimientos  de 
humanidad."  Sin  embargo,  á  ninguno  se  fusiló.  Menos  se  obligó  á  ninguno  á  que  abriera 
su  propio  sepulcro  para  fusilarlo  después.  Mucho  menos  se  obligó  á  nadie  á  que  abriendo  su 
fosa  se  cubriera  de  tierra  hasta  la  garganta,  quedando  su  cabeza  al  nivel  del  suelo  i^ara  .su- 
frir en  ella,  después  de  alguúas  horas  de  martirio,  golpes  que  consumaran  el  inicuo  sa- 
crificio. Estos  crímenes  que  se  vieron  perpetrar  bajo  la  santa  dominación  de  los  servi- 
les, no  huellan  con  tanto  descaro  como  escándalo,  las  garantías  sociales,  las  leyes,  los  de- 
rechos naturales  del  hombre  ni  los  sentimientos  de  humanidad.  Lo  línico  que  huella 
todo  esto,  es  la  espulsion  de  conspiradores  como  Domínguez,  instrumento  de  Aycinena; 
como  Arce  que  se  convierte  en  filibustero  y  viene  á  holla  r  el  suelo  de  su  patria,  como  Pe- 
dro González  y  su.  círculo  nobilísimo,  que  izan  la  bandera  española  en  el  castillo  de  Omoa- 


DE  ok:stií{)-a:mekica.  838 

zas  á  los  liberales  de  Giiateiuala,  y  por  orden  lejislativa,  la  Asam- 
blea de  este  Estado  dispuso  que  se  felicitara  á  la  nuevamente  ins- 
talada en  el  Salvador,  con  el  íin  de  espresar  en  esa  felicitación,  la 
necesidad  de  la  armonía  y  del  sostenimiento  de  los  principios  cons- 
titucionales. 

4— En  lo  público,  aquellas  autoridades  se  ocupaban  en  objetos  de 
positiva  utilidad.  El  7  de  febrero  de  81,  hubo  un  terremoto  en 
el  Salvador,  que  causó  notables  estragos  en  la  capital,  y  en  mu- 
chas de  las  poblaciones  situadas  cerca  de  las  costas  del  Pacífico. 
Cornejo  manifestó  empeño  en  auxiliar  á  las  personas  que,  con  mt;- 
tivo  de  aquella  catástrofe,  esperimentaban  sufrimientos.  El  16  de 
(le  febrero  se  concedió  al  pueblo  de  Chalatenango  el  título  de  villa. 
y  el  24  de  julio  se  instaló  un  establecimiento  de  enseñanza,  que  te- 
nia el  título  de  "Colejio  Seminario."  Pero  entre  tant»,  una  sorda 
conspiración  se  preparaba  contra  las  autoridades  federales. 

5 — Al  mismo  tiempo  que  se  recibía  la  noticia  del  movimiento  de 
Arce  por  Soconusco,  llegó  una  carta  fechada  en  Yojoa,  á  28  de  no- 
viembre de  81,  y  dirijida  á  una  persona  de  la  capital.  En  esa  carta 
se  dice:  "Hace  cuatro  días  que  estando  en  Rancho  Grande,  llegó 
un  correo,  llamado  Basilio,  del  puerto  de  Omoa,  quien  me  asegui-ó 
que  dicho  puerto  estaba  revolucionado,  y  que  un  tal  Ramón  (tuz 
man  en  compañía  de  Tadeo  Martínez  y  los  negros,  se  apoderó 
del  cuartel  y  castillo,  poniendo  preso  al  comandante  Peña.  Dicho 
Basilio  me  aseguró  iba  de  correo  á  la  ciudad  de  San  Miguel,  y  pre- 
sentándome un  paquete,  que  al  momento  abrí,  me  encontré  en  él  u- 
na  proclama  de  Domínguez.'' 

G — Esa  ijroclama  es  incendiara.  Presenta  á  don  Manuel  José  Ar- 
ce (íomo  una  víctima  inocente,  y  como  el  hombre  destinado  por  la 
Providencia  para  remediar  los  males  de  los  pueblos,  y  castigar  ú 
las  personas  que  abusando  de  una  autoridad  usurpada,  los  oprimían. 
Dice  que  Arce  abunda  en  recursos,  que  cuenta  con  simpatías  en 
los  pueblos  de  los  Altos,  y  que  pronto  llegaría  triunfante  á  Guate- 
mala. Exajera  los  recursos  de  que  el  dispone  en  las  costas  del 
Norte,  y  llama  á  las  armas  á  todos  los  centro-americanos,  para  sos- 
tener la  causa  santa  de  Dios  (*). 

7 — El  Presidente  de  la  República  se  trasladó  al  f^alvador,  para 
combinar  mejor  sus  movimientos.   Había  pedido  á  Nicaragua  una 


{•)  Los  que  Imii  dicho  que  las  tendenciiiH  reaccionuriaH  solo  existiiiu  cu  lu  iamjinuoiou 
de  los  libemles,  ¿qué  dirúu  ul  ver  esto  grau  conspiración,  ú  cuyo  frente  so  h!>U¡m  l<^s  s.vv¡- 
h'K  indultados  do  la  pena  de  muerto  por  el  decreto  de  22  de  agosto  de  1820V 


334  RESENA  IIISTÓKICA 

fuerza  auxiliar,  que  constaba  de  ochocientos  liombres  dispuestos  á 
marchar  contra  Tos  invasores. 

8 — Las  autoridades  federales  y  his '  del  Estado  del  Salvador,  no 
estabais  de  acuerdo,  ni  podían  estarlo.  Cornejo  era  servil  y  se  halla- 
ba en  inteligencias  secretas  con  los  invasores,  y  Morazan  era  el 
blanco  contra  el  cual  se  dirijian  los  tiros.  La  conclusión  de  la  guer- 
ra estaba  reciente.  Los  serviles  no  se  creian  completamente  venci- 
dos. Pensaban  que  hablan  sucumbido,  no  porque  sus  ideas  estuvie- 
ran en  pugna  con  las  ideas  del  siglo,  ni  porque  su  réjimen  fueni 
un  anacronismo  en  la  historia  del  lluevo  Mundo,  sino  porque  Eaoul 
y  Morazan  eran  militares  y  pudieron  vencer  á  don  Agustín  Prado 
que  de  militar  solo  tenia  el  nombre.  Con  estas  creencias  veían  la 
reacción  como  un  acontecimiento  no  solo  posible,  sino  natural  y  ló- 
jico.  (ialvez  «envió  á  San  Salvador  al  coronel  Nicolás  Es|)inosa,  con 
pliegos  j)ara  Cornejo,  en  que  se  le  decia  que  Espinosa  estaba  plena- 
mente autorizado  para  salvar  cualquiera  dificultad  que  se  presen- 
tara entre  Morazan  y  el  mismo  Cornejo. 

9 — En  las  inmediaciones  de  Atiquizaya,  tuvo  noticia  Espinosa  de 
que  el  Jefe  político  de  Sonsonate  había  mandado  al  Alcalde  de  San- 
ta Ana  que  lo  redujese  á  prisión.  Espinosa  se  retiró,  y  la  noticia  de 
este  suceso  desagradable  indignó  á  Calvez. 

10 — El  Presidente  de  la  República  iba  á  San  Salvador,  de  acuer- 
do con  las  autoridades  de  aquel  Estado.  ISTo  llevaba  fuerza;  solo  le  a- 
compañaba  una  escolta.  No  podía,  por  tanto,  inspirar  temor  á  Corne- 
jo el  que  un  golpe  de  hecho  le  arrebatara  su  jefatura.  Cornejo,  ade- 
mas, había  dicho  oficialmente  que  Morazan  no  tenia  partido  en  San 
Salvador,  y  que  un  completo  desprestijio  lo  rodeaba.  Siendo  esto  a- 
sí,  tampoco  debía  temer  el  Jefe  del  Salvador  la  presencia  del  Pre- 
sidente de  la  Pepública.  Sin  embargo,  el  6  de  enero  de  1832,  Corne- 
jo dio  un  gran  golpe  de  insubordinación.  Intimó  al  Presidente  de 
la  República,  que  se  hallaba  en  Santa  Ana,  que  evacuara  inme- 
diatamente el  Estado,  y  si  no  lo  hacía  sería  atacado;  y  movió  fuer- 
zas para  que  la  intima(?ion  no  fuera  solo  una  amenaza.  Morazan  no 
tenia  tropa  que  oponer  al  Jefe  insurrecto,  y  tuvo  necesidad  de  re- 
tirarse. 

11 — Para  completar  la  insurrección,  se  decretó  que  el  Estado  se 
sustraía  del  pacto  federal.  La  noticia  de  estos  infaustos  sucesos, 
produjo  una  grande  ajitacion  en  la  mayor,  parte  de  la  República, 
La  prensa  liberal  increpaba  á  Cornejo  por  haberse  rebelado  contra 
la  primera  autoridad  de  la  nación,  por  haber  hecho  un  ultraje  á  la 
República,  en  la  persona  de  su  primer  Majistrado,  por  haber  roto- 
%l  pacto  fundamental,  y  por  haber  perpetrado  todos  estos  crímenes 
políticos  en  los  momentos  en  que  Centro- América  se  veía  por  toda^ 
partes  amenazada.  El  doctor  Gralvez  escribía  severas  cartas  á  Cor 


I 


DE  CENTIIO-AMEKJCA.  335 

nejo.  En  ellas  le  reprochaba  su  conducta,  y  lo  hacia  responsable  de 
los  males  de  la  guerra. 

12. — El  lo  de  Enero  se  instalo  estraordinariamente  el  Congreso 
nacional.  El  18  se  verificó  la  apertura  de  sus  sesiones.  A  este  acto 
concurrieron  las  autoridades  federales  que  se  hallaban  en  la  capi- 
tal y  un  gran  número  de  ciudadanos.  El  Presidente  de  ^quel  al- 
to Cuerpo  doctor  José  Antonio  Alcayaga,  pronunció  ai  abrirse  las 
sesiones,  un  discurro  notabilísimo.  Puede  asegurarse  que  es  uno  de 
los  documentos  mas  importantes  de  la  Historia  de  Centro- América. 
Dice  así: 

13. — "Ciudadanos  Representantes:  Otra  vez  se  reúne  el  Congre- 
so en  sesiones  estraordinarias,  en  el  mismo  dia  á  que  ha  sido  con- 
vocado. No  es  el  pavor  el  que  nos  ha  traído  á  este  santuario,  con 
el  objeto  de  evitar  grandes  peligros  que  amenazan  á  la.píltria,  por- 
que basta  la  opinión,  la  justicia  de  nuestra  causa,  y  el  entusias- 
mo de  los  pueblos  para  sofocarlos.  Las  aberraciones  de  un  Estado, 
que,  dirijido  por  dignos  funcionarios,  ha  sido  antes  el  baluarte  de 
la  libertad:  el  agravio  hecho  á  Li  Nación  en  la  persona  del  Presi- 
dente; y  el  respeto  que  las  leyes  merecen,  hicieron  que  los  repre- 
sentantes" volaran  á  este  lugar  desde  los  puntos  en  que  se  hallaban 
dispersos.  ¿Qué  miedo  inspiraría  en  nosotros  un  estrangero,  que 
lio  teniendo  misión  legítima  para  hacernos  la  guerra,  ni  pertene- 
ciendo á  Gobierno  alguno,  se  presenta  en  Omoa,  con  el  carácter 
<ie  bandido,  sin  mas  recursos  que  la  violencia,  el  robo  y  el  asesi-' 
nato:  que  provoca  desde  lejos  á  la  anarquía,  para  buscar  en  las 
ruinas  de  esta  República,  la  fortuna  y  la  representación  que  nun- 
ca tuvo  en  su  ^aís,  y  que  alhagando  sus  planes  de  iniquidad 
con  el  saqueo  de  Izabal  y  de  otros  pueblos,  manifiesta  que  su 
engrandecimiento  se  fundaría  siempre  en  el  despojo  de  los  propie- 
tarios, y  en  la  opresión  del  j)ueblo?  ¿Qué  temor  infundiría  el  otro, 
hijo  desnaturalizado  de  Centro- América,  que  nunca  supo  corres- 
ponder á  la  confianza  que  los  pueblos  engañados  hicieron  en  su 
persona,  sino  que  abusó  del  poder  envolviéndolos  en  el  desastre  de. 
la  guerra  civil:  que  en  pos  de  sus  particulares  intereses,  siempre 
enemigo  de  los  gobiernos  establecidos  y  siempre  infiel  á  los  pue- 
))los  que  alucina,  se  unió  con  entusiasmo  á  los  que  promovieron 
la  independencia  del  gobierno  español:  resistió  la  agregación  al 
Imperio  mejicano;  trató  de  venderlos  al  general  Filísola  ])or  un 
grado  militar,  los  abandonó  en  el  x^^^^í^ro,  y  fué  la  causa  de  su 
derrota  y  sus  desgracias  (*)?  Arce,   colocado  en  la  prinieni  silla 


(*)    Estos  palubms  del  señor  Aloayaga,  confunden  mas  te  Arc«  qo«  cien  rolA?n«n*»*. 


B36  KESENA    HISTÓRICA 

de  la  República  se  erijió  en  déspota,   disolviendo  con  mañosidad 
el  Congreso  y  el  Senado,  é  impidiendo  su  reunión  por  medio  de  la 
fuerza;  usurpó  las  facultades   que  el   Congreso  no  podia  conceder- 
le: gastó  gran  parte  del  empréstito  estranjero   en  verificar  sus  pla- 
nes de  revolución:  protejió  y   premió   descaradamente  á  los  asesi- 
nos del  benemérito  Flores,  .y  no  quiso  obedecer  una  ley  de   que 
él  mismo  tuvo  la  iniciativa,  ni   dar  cuenta  al  Congreso   de  la  in- 
versión de  los   caudales  públicos.  El  redujo  á  prisión   á  diputa- 
dos federales:   él  emitió   decretos  de  proscripción  y  de  muerte:  y 
llevó  la  guerra  y  la  desolación  á   los   Estados  del   Salvador   y  de 
Honduras,   dejando  al  ele  Guatemala  hundido  en  el  terror   y   en 
el  espanto.    Sus  partidarios   saquearon  é  incendiaron  pueblos  dig- 
nos de  ser  libres,    talaron  los  campos,  é  hicieron  una  multitud  de 
pobres  é  inválidos,   de  huérfanos  y  viudas.    ;,Podrian  estos  aven- 
tureros inspirar  la  confianza  de  que  necesitan  los  conquistadores 
para  dominar  á   ios  pueblos?   ;Habria    muchos  necios  que  corrie- 
ríin  á  derramar  su  sangre  y  sacrificar  sus  bienes  con  el  designio  de 
erijirles  un  trono  rodeado  de  víctimas,  y   compuesto  de  las  viu- 
das de  la  patria?  M  Arce  ni  Domínguez  serán  nunca  los  que  triun- 
fen  en  Centro- América,   ni  son  tampoco  estos  criminales,  que  pa- 
tentizan  LA    justicia    con    QUE    FUERON   ARRANCADOS   DEL    TER- 
RITORIO,  el  objeto   que   nos  ha  reunido.    Los   funcionarios  del   Es- 
tado del  Salvador,  restos  de  la  facción  liberticida  que  sucumbió  el 
año  de  29  minan  solapadamente  la  Constitución  y  la  Independen- 
cia  desde  principios  del  año  anterior,  y  ahora  descubren  sus  pla- 
nes insultando  al  Presidente,   persiguiendo  á  los  patriotas  y  rom- 
piendo el  pacto  nacional,   con  el  fin  de  envolvernos  en  la  anarquía 
y  uncirnos  después  al  yugo  de  los  déspotas.  La  circunspección  con 
que  el  Congreso  vio  sus  primeros  atentados  los   ha   enorgullecido; 
se  creen  superiores  á  la  Constitución  de  su  instado  y  déla  Eepúbli- 
ca  y  á  la  IS'acion  entera.   Ellos  la   insultan  y  agravian  atrozmente,, 
en  la  persona  del  Presidente;  y  ellos  intentan  disolverla  para  sacar 
de  sus  ruinas  ventajas  personales.   No  advierten  que  roto  el  x)acto, 
se  desvanece  la  autoridad  que  este  les  diera,  cesando   en  aquellos 
pueblos  la  obligación  de  obedeceiios;  y  que  la  facción  á  que  perte- 
necen, ni  vencedora  como  el  año  de  22,  ni  vencida  como  el  de  29, 
pudo  realizar   sus  j^royectos,  porque  ha  concluido  ya  el  tiempo   de 
los  déspotas,  jjorque  los  pueblos  han  recobrado   sus  derechos,   y  es 
justo  que  los  tengan,  y  porque  es  imposible  resistir  el  torrente  que 
vivifica  el  universo.  Asi  es  que  jinien  hoy  día  en  el  Estado  del  Sal- 
vador los  libres  que  reconquistaron  la  libertad  con  su  propia  san- 
gre: se  les  imputa  á   crimen  el  ser  fieles  á  sus  juramentos,  por  los 
mismos  que  en   tanto  han  sido  funcionarios,  en  cuanto  han  jurado 
obedecer  y  hacer  cumplir  la    Constitución   de  la  Hepública.  Los 


DE  OENTKO-AMÉKIOA  337 

pueblos  se  ven  envueltos  de  nuevo  por  una  cadena  de  males,  y  es- 
peran justamente  que  la  nación  los  salve  en  estas  circunstancias.  He 
aquí  el  objeto  que  nos  ha  reunido.  Su  gran  tamaño  me  escusa  de 
encarecerlo.  Una  medida  que  volviera  á  los  salvadoreños  su  libertad 
y  constitución,  os  llenarla  de  gloria.  El  tiempo  que  os  queda  para 
dictarla  es  corto:  no  dejareis  que  trascurra  inútilmente.  Trabajad, 
pues,  de  manera  que  la  jeneracion  presente,  bendiga  vuestro  nom- 
bre y  las  futuras  lo  recuerden  con  agrado." 

14 — En  febrero  se  instalo  la  lejislatura  ordinaria  de  Guatemala. 
El  mensaje  de  Galvez  presenta  la  situación  de  la  República,  con  to- 
da exactitud.  Dice:  que  decidido  siempre  i)or  la  paz  y  por  los  a- 
comodamientos  y  transacciones,  jamás  ha  descuidado  la  fuerza  que 
hace  respetables  los  Estados.  Agrega  que  marcha  una  división  á  co- 
locarse en  la  línea  divisoria  del  departamento  de  Santa  Ana,  y  que 
el  carácter  de  esta  fuerza  es  de  observación.  Asegura  que  el  orden 
de  la  República  está  á  cargo  del  Presidente,  y  que  el  Jefe  de  un  lis- 
tado cumple  con  hacer  efectiva  la  tranquilidad  interior  del  mismo 
Estado.  Hace  hincapié  en  que  no  quiere  la  guerra,  y  en  que,  sin 
embargo,  no  podrá  menos  de  contribuir  á  ella  si  el  Presidente,  en 
uso  de  sus  lejítimas  facultades,  pide  al  Estado  de  Guatemala  re- 
cursos para  salvar  la  República.  Galvez  se  jacta  del  número  de 
liombres  bien  disciplinados  con  que  el  Estado  contnbíi,  y  de  los  ele 
mentos  de  guerra  que  tenia. 

15— El  Congreso,  de  acuerdo  con  los  pensamientos  de  su  presiden- 
te Alcayaga,  autoriza  al  Ejecutivo  federal,  jmra  dictar  todas  las  dis- 
posiciones que  exijiera  la  salvación  de  la  ley  fundamental  y  la  re- 
j)ulsa  de  los  invasores. 

16 — Cornejo  dirijió  á  Galvez  una  nota,  manifestándole  que  agra- 
decía mucho  los  sentimientos  de  paz  y  de  fraternidad  que  lo  anima- 
ban. Le  dice  que  desea  se  verifiquen  arreglos  entre  los  Estados  para 
repeler  á  los  invasores:  que  su  único  deseo  es  que  se  reforme  la 
constitución  federal,  de  acuerdo  con  el  voto  de  los  jíueblos:  que  él 
se  trasladaría  á  la  villa  de  Ahuachapam  y  esperaba  allí  comisiones 
de  los  otros  Estados,  para  que  satisfactoriamente  se  arreglaran  a- 
suntos  tan  importantes. 

17 — La  prensa  oficial  de  Guatemala  dijo  que  un  porvenir  de  paz  y 
de  orden  se  inauguraba:  que  las  proposiciones  de  Cornejo  estaban 
aceptadas,  y  que  pronto  no  habría  en  Centro- America  mas  que  or- 
den y  libertad.  Galvez  deseaba  que  Morazan  entrara  en  algún  con- 
venio, que  repeliendo  á  los  invasores,  dejara  en  pió  al  Jefe  salva- 
doreño. Morazan  conocía  muy  bien  la  situación  y  estaba  dominado 
por  el  j)ensamiento  de  que  Cornejo  fuera  depuesto.  Algunns  indis- 
creciones de  éste,  predisponían  tambi'en  contra  ól  al  del 
Estado  de  Guatemala. 

22 


838  RESEÑA  IIISTÓKICA 

18 — El  Gobierno  del  Estado  de  Nicaragua,  conocedor  profundo 
de  los  hombres  que  dominaban  la  situación  y  de  sus  tendencias,  di- 
rijió  al  de  G-uatemala  la  comunicación  siguiente:  ''Han  sido  vistas 
con  horror  en  el  Estado  de  Nicaragua,  las  disx)Osiciones  de  las  auto- 
ridades del  Salvador,  consecuencias  necesarias  de  los  primeros  pa- 
sos estraviados  que  se  dieron  en  aquel  Estadj.  Los  sentimientos  de 
la  Legislatura  y  jn^ebl os  de  Nicaragua,  son  conformes  y  unísonos 
con  los  sentimientos  de  la  Asamblea  y  pueblos  de  Guatemala,  y  el 
Ejecutivo  sabrá  secundarlos  y  obrar  en  todo  conforme  á  los  intere- 
ses j  desagravio  de  la  Nación.  Por  el  correo  anterior,  se  ha  hecho 
por  este  Ministerio  y  de  orden  de  mi  Gobierno,  una  enérjica  esposi- 
cion  al  Gobierno  del  Salvador,  manifestándole  la  nulidad  é  injus- 
ticia de  sus  operaciones,  procurando  desvanecer  las  aparentes  razo- 
nes en  que  ha  querido  fundarlas,  haciendo  presente  el  ultraje  que 
se  ha  hecho  á  toda  la  Nación  en  su  primer  funcionario,  y  las  conse 
cuencias  funestas  de  este  paso:  se  le  invita  á  retroceder:  se  le  pro- 
testan los  resultados  y  se  le  indica  su  propio  peligro.  Mi  Gobier- 
no me  manda  asegurar  al  de  Ud.,  que  está  dispuesto  á  formar  con 
ese  Estado  y  el  de  Honduras,  una  barrera  fuerte  para  resistir  á  los 
enemigos  esteriores  é  interiores,  y  para  restablecer  el  orden  de  to- 
da la  República." 

19 — El  Jefe  de  Nicaragua  era  don  Dionisio  Herrera,  víctima   d(^ 
Milla  en  Honduras,  y  pacificador  del  Estado  á  cuyo  frente  se  hn 
Haba.  Era  entusiasta  por  la  causa  liberal,  x)or  la  constitución  y  jjo] 
la  persona  del  x>i'esidente  Morazan,  y  á  estos  objetos,  sagrados  para 
61,  se  habría  inmolado  con  placer. 

20 — La  Asamblea  de  Nicaragua,  dio  un  decreto  en  que  desconoce 
la  lejitimidad  de  las  autoridades  salvadoreñas,  y  todos  sus  actos.  E 
se  decreto  declara  fuera  de  la  protección  de  la  le}^  á  las  ¡personas 
que  habiendo  sido  espulsas  del  territorio  nicaragüense,  sirvieran  á 
las  autoridades  ilejí timas  del  Salvador,  y  a  cualquier  vecino  de  Ni- 
caragua que  hallándose  accidentalmente  en  el  Salvador,  prestara 
servicios  á  sus  autoridades.  Por  último,  impo  ne  pena  de  muerte  á 
cualquier  nicaragüense  que  tenga  correspondencia  con  los  enemigos 
de  la  patria,  que  escriba  6  hable  en  favor  de  ellos,  con  objeto  de  se- 
ducir, que  tome  armas  ó  excite  á  que  se  tomen  (contra  las  supremas 
autoridades  de  la  Eepública  y  del  Estado. 

21  —La  idea  de  reformas  que  i)arece  abrigaba  Cornejo,  habría  si- 
do salvadora  si  se  hubiera  aceptado  por  todos  con  sinceridad  y  bue- 
na fé;  pero  entonces  solo  -Servia  á  los  diferentes  partidos  para  com- 
batirse. La  necesidad  de  la  reforma  era  palpable.  El  Presidente  de 
la  República  no  tenia  un  palmo  de  tierra  donde  alojarse.  Estaba 
siempre  á  merced  del  Jefe  del  Estado  donde  la  Federación  residía, 
como  si  benévolamente  quisiera  otorgarle  hospitalidad.  Faltaba  un. 


])K  (EN  TRO- AMÉRICA.  '^Hi) 

distrito  federal.  No  habia  un  punto  que  todos  los  Estados  miraran 
oomo  centro  y  j^ropiedad  común,  y  que  x>rocuráran  todos  engrande- 
cer. El  Presidente  sufría  siempre  los  ataques  que  el  espíritu  de  lo- 
calisjuo  i)Tomovm  en  favor  y  en  contra ,  del .  Estado  donde  se  hn- 
llaba. 

22 — Costa-Rica  con  toda  calma  y  serenidad,  si^iáó  li^.-.  innin^n^'^ 
que  en  aquellos  momentos  la  razón  y  la  justicia  indicaban.  Cna  no- 
ta del  ministro  ciudadano  Joaquín  Bernardo  Calvo,  datada  en  San 
José,  á  3  de  marzo  de  1832,  y  dirijida  al  Gobierno  de  Guatemala. 
dice  así:  "Por  la  apreciable  carta  de  Ud.,  de  1.  ^  de  enero  último, 
mi  Gobierno  se  ha  puesto  al  alcance  de  la  constante  tendencia  de 
las  autoridades  del  Salvador  á  romper  el  i)acto  federal,  y  délas  me- 
didas tomadas  x)or  ese  Gobierno,  para  evitar  las  consecuencias  que 
debían  seguirse  del  primer   paso  de  aquellas,  en  la  repulsión  del 
Presidente  de  la  Pepública,  y  salvarla  de  la  tomienta  que  amena - 
:.a  en  su  seguridad  y  reposo;  y  con  presencia  de  todo,    me  ha  pre- 
venido decir  á   Ud.,  que  le  es  muy  grata  la  ocasión  de  protestarle 
(|ueeste  Gobierno,  j^í^Z  siempre  á  las  leyes,  cooperará  con  el  de  Ud.^ 
por  cuantos  medios  estén  á  su  alcance,  á  objeto  de  tamaño  interés; 
y  pondrá  á  disposición  del  ?]Jecut  ir  o  federal,  los  auxilios  que  se 
le  pidan,  {)ara  dar  al  primer  Majistrado  de  la  Nación,  toda  la  res- 
petabilidad que  necesita  en   las  actuales  circunstancias.  Así  me  or- 
dena manifestarlo  á  Ud.,  p.u'a  que  Sví  digne  dar  cuenta  al  Jefe  de  es«^ 
Estado,    sirviéndose  admitir  los  reiterados  votos  de  mi  considera- 
ción y  aprecio." 

23 — La  fuerza  de  observación  de  que  habla  Galvez  en  su  mensaje, 
se  hallaba  en  la  frontera  del  Salvador  á  las  órdenes  del  coronel  don 
Carlos  Salazar.  Pero  en  seguida  se  dispuso  qué  la  mandara  el  coro- 
nel don  Juan  Prein,  quien  se  habia  distinguido  en  la  campaña  que 
termino  el  año  de  29,  y  muy  es]iecialmente  en  la  rendición  de  ^fe- 
jicanos. 

24 — Galvez  que  tenia  <.\sperauzas  de  un  arreglo  dt- |»a/.,  rüvu.  vo- 
misionados  á  la  villa  de  Ahuachapam,  para  que  abrieran  conferen- 
cias con  el  jefe  Cornejo.  Este  recibió  allí  á  los  comisionados  de  Gua- 
temala, y  nombró  otros  para  que  siguieran  las  conferencias.  Lk>8 
comisionados  salvadoreños  y  su  Gobierno,  habían  sufrido  una  equi- 
vocación. Creían  que  las  fuerzas  guatemaltecas,  no  estaban  á  las  ór- 
denes del  Presidente  de  la  República,  y  cuando  supieron  (pie  el  gi' 
neral  Morazan  las  mandaba,  y  que  el  doctor  (íalvez  solo  se  propo- 
nía mediar  entre  el  Presidente  y  Cornejo,  sin  com«ter  una  inüden- 
cia,  se  retiraron  alegando  causas  diferentes. 

25 — ^Al  mismo  tiempo  que  se  abrían  las  confereii.  ..*..  «.-•   Aliu;i 
(;hax:)ani,  partidas  de  troi)as  insurrectas  penetraban  en  el  torritoríi» 
d(^  Guatemala.  Pren»  habia  observado  movimit^'ntos  en  las  tro|)a.s  de- 


t^MO  RESEÑA     MISTÓ  RICA 

i'^ornejo  acantonadas  en  Santa  Ana,  y  mandó  que  el  escuadrón  per- 
ií3anente,  á  las  órdenes  de  Yañas,  marchiira  á  Yux3Íltex)eqae  y  se 
liiisleron  avanzadas  en  Chingo,  j^ara  observar  los  movimientos  de 
íSaiita  Ana.  Se  le  dio  orden  de  evitar  todo  rompimiento,  á  no  ser 
que  se  introdujera  en  el  Estado  de  Guatemala  alguna  fuerza  insur- 
recta, X3nes  entonces  debia  hacerla  retirar  6  batirla.  Yañas  mandó  á 
Oiingo  una  partida  de  seis  hombres,  á  cargo  del  capitán  Ocamx)o. 
41Mngo  XDertenece  al  territorio  de  Guatemala.  Ahi  encontró  Ocampo 
«na  avanzada  de  Cornejo  y  le  hizo  fuego.  Los  insurrectos  se  retira- 
ran, dejando  algunos  pocos  elementos  de  guerra. 

26 — Galvez  comxarendió  que  solo  las  armas  x)C)dian  salvar  la  situa- 
^íien  e  hizo  entonces  verdaderos  esfuerzos  ]^íiYa  que  el  drama  x^olí- 
dco  ternnnára  con  una  victoria  militar. 

27— El  general  Morazan  se  hallaba  hacia  el  lado  del  Lenq^a,  á  la 
ríibeza  de  fuerzas  federales  del  Salvador  y  Honduras.  Cornejo  tenia 
f'ii  el  Jocoro  600  hombres.  Morazan  avanzó  á  marchas  forzadas  á  ese 
paeblo  y  se  situó  en  el  Portillo.  A  las  dos  de  la  mañana  del  14  de 
tum-zo,  la  descubierta  del  Presidente  se  enfrentó  con  una  avanzada 
enemiga  y  hubo  tiroteo.  Morazan  cubrió  la  retaguardia  del  enemigo 
con  300  hombres,  y  el  batallón  número  1.  ^  de  la  división  de  Nica- 
if-agua,  con  100  hondurenos  del  mismo  cuerx)o  y  con  una-  compañia 
fie  caballería.  Esta  fuerza  la  mandaba  el  coronel  graduado  Juan 
Munguia.  El  Presidente  esx^eraba  que  amaneciera  x^ara  reconocer  el 
í^ampo  y  disponer  el  ataque,  teniendo  el  resto  del  ejército,  sobre  el 
it-amino  recto.  A  las  tres  y  media  de  la  mañana,  el  enemigo  rompió 
**1  fuego  por  la  derecha,  cesó  desx^ues  de  una  hora  y  continuó  antes 
ÚB  rayar  el  alba.  Morazan  dispuso  dar  el  ataque;  pero  á  los  prime - 
i-im  tiros  de  la  primera  compañia  del  batallón  número  2.  '^ ,  mánda- 
tela por  el  coronel  Pamon  Balladares,  huyeron  las  tropas  de  Cóme- 
la. Morazan  las  siguió  hasta  el  Portillo  y  no  x^udo  continuar,  x^or- 
qiie  sus  tropas  estaban  sumamente  estropeadas.  La  división  del 
Presidente  sufrió  pocas  bajas,  pero  entre  estas  se  encuentra  la  del 
valiente  capitán  Bustillos.  Cornejo  x^erdió,  entre  muertos,  heridos  y 
|>risioneros,  500  hombres. 

28 — El  16  de  marzo,  los  alcaldes  y  comandantes  de  armas  de  la 
willa  de  MetaxDam,  dieron  parte  á  Prem  de  que  se  habia  pronuncia- 
lio  el  vecindario  contra  el  Gobierno  de  Cornejo  y  que  estaban  to- 
dos -dispuestos  á  apoyar  al  Gobierno  federal;  decían  que  habia  hom- 
bres y  entusiasmo;  pero  faltaban  armas.  Agregaban  que  las  fuerzas 
de  Oornejo,  estaban  situadas  en  Santa  Ana,  á  catorce  leguas  de 
Metapam,  y  pedian  auxilio  contra  ellas.  Prem  contestó  dando  las 
Í^Eacias  espresivamente  á  nombre  de  la  República ,  les  aseguró  que 
Tsm  los  abandonaba  y  que  al  dia  siguiente  estarla  en  Chalchuax3a  y 
ea seguida  en  Santa  Ana. 


DK  CENTRO-AMÉRICA.  341 

29 -El  vecindario   de  Clialatenango  se  hallaba  animado  de 
mismos  sentimientos  y  se  j)ronnn ció  contra  Cornejo.  Puso  en  disper- 
sión la  fuerza  qwe  allí  habia,  á  la  cual  se  le  quitaron  80  fusiles.  Loí*' 
pronunciados  reunieron  en  seguida  300  hombres,  la  mayor  parte  dn 
caballería. 

30— El  18  de  marzo  se  pronuncio  la  capital  del  departamento  d*^ 
Sonsonate  en  favor  del  general  Morazan.  El  teniente  coronel  Nico- 
lás Ángulo,  estaba  al  frente  de  ese  movimiento.  Las  guarnicíoiies 
del  T)uerto  y  de  la  ciudad,  las  armas  y  el  dinero  que  allí  existían- 
se x)usieron  á  las  órdenes  del  General  Presidente. 

31 — El  coronel  don  Carlos  Salazar  llegó  á  Chalchuapa  el  IS  du 
marzo,  y  desde  allí  dirijió  á  la  Municipalidad  de  Santa  Ana,  la  co- 
municación siguiente: 

"Estado  mayor  general  de  la  1.  ^  división — A  la  municipalidad 
de  la  ciudad  de  Santa  Ana — Acabo  de  llegar  á  este  pueblo  con  la 
vanguardia  del  ejército,  compuesto  de  las  divisiones  1.  ^  al  mande* 
del  coronel  Prem,  y  la  del  norte,  al  mando  del  coronel  Terrelonge; 
según  las  órdenes  que  tengo,  debo  el  dia  de  mañana  ocupar  esa  cm- 
dad  para  protejer  á  sus  habitantes,  oprimidos,  vejados  y  hostiliza- 
dos por  los  facciosos  que  llevan  el  nombre  de  gobernantes  de  San 
Salvador.  Los  santanecos  se  han  hecho  dignos  de  esta  protección. 
por  su  resistencia  heroica  á  marchar  á  las  filas  de  los  bandidos  qn** 
han  asolado  los  pueblos  de  todo  el  Estado;  y  la  sangre  derramada 
en  la  gloriosa  jornada  del  Jocoro,  será  vengada  por  los  valientes qn*- 
han  jurado  sostener  la  justa  y  verdadera  libertad  consignada  en  el 
código  sagrado  que  felizmente  nos  rije.  Este  es,  ciudadanos  muni- 
cipales, el  grande  objeto  que  el  Gobierno  nacional  se  ha  propuesta* 
al  mandar  fuerzas  á  este  Estado.  A  nombre  de  él  mismo,  y  del  cty- 
mandante  general  de  esta  división,  yo  les  x'írotesto  que  no  habrá  el 
mas  pequeño  exceso  ó  desorden  de  parte  de  los  soldados  que  la 
componen.  Defensores  de  la  causa  mas  noble  que  hubiera,  íamás 
empañarán  el  mérito  y  renombre  que  adquieran. 

'A  mi  llegada  pondré  en  manos  de  ustedes,  las  últimas  disposiciiv 
nes  y  decretos  del  Congreso  federal;  ellos'indican  la  senda  x>or  desu- 
de se  debe  caminar  para  volver  al  orden  constituííional,  del  que  des- 
graciadamente se  han  separado  las  autoridades  del  Salvador.  Frt» 
testo  á  ustedes  mis  sinceros  afectos  y  las  altas  considemcíones  ñn 
mi  respeto  y  aprecio. 

^'O.  U.  L. — Cuartel  geneial  fTi   inurcha,  Chalcliu:i[):i 
1832" 

Salazar  recibió  una  contestación  favorabilísimíi.  iremlmente! 

dice  así: 

"J)el  Alcalde  1 .  ^  de  esta  ciudad.  Al  Mayor  general  ríe  la  f.^  di- 
visión del  ejército  federal.  A  hus  nueve  de  esta  noel i  .»ciT>ido 


842  RESEÑA    HISTÓKTCA 

la  comLinicacion  que  Ud.  dirije  á  la  municipalidad  de  esta  (áudad; 
á  esa  comunicación  tengo  el  honor  de  contestar  p'or  mí  solo,  por  ser 
hora  en  que  me  ha  sido  difícil  reunir  la  corporación:  maniíiesto  á 
nombre  de  este  vecindario,  que  puede  Ud.  ocupar  esta  plaza  á  la 
llora  que  crea  conveniente,  i)or  liaber  sido  desocupada  por  las  tro- 
})as  del  Estado,  ayer  á  las  8  de  la  mañana.  En  esta  ciudad  que  ten- 
go el  i^lacer  de  ofrecer  á  Ud.,  encontrará  los  auxilios  que  necesite; 
T)ues  el  vecindario  me  ha  ofrecido  obsequiar  á  Ud.  lo  mejor  que 
pueda,  y  estrechar  las  relaciones  y  amistad  con  que  distingue  al 
Jefe  que  manda  el  ejército  protector  de  la  Constitución.  Esta  "oca- 
sión me  presenta  la  de  ofrecer  las  consideraciones  de  mi  aprecio.  D. 
I^.  L.— Santa  Ana  y  marzo  18  de  1882. 

Valentin  Barrí eidos . " 

Al  recibirse  esta  contestación,  Salazar  ocupó  la  plaza  de  Santa  A- 
na,  sin  que  hubiera  sido  preciso  disparar  un  solo  tiro. 

82 — Después  del  triunfo  del  Jocoro,  el  Presidente  se  dirijio  á  la 
(áudad  de  San  Miguel,  donde  fué  recibido  con  demostraciones  de 
regocijo.  Ahí  tuvo  noticias  favorables  sobre  la  situación  de  su  cau- 
í-^a,  y  muestras  de  afecto  de  diferentes  pueblos;  recibió  nuevos  re- 
fuerzos, y  se  puso  en  combinación  con  el  coronel  Prem,  para  dar 
\\n  asalto  simultáneo  á  la  plaza  de  San  Salvador. 

88 — A  las  11  de  la  mañana  del  27  de  marzo,  el  Presidente  con  la 
<livision  de  Nicaragua  y  Honduras,  ocupo  el  pueblo  de  Soy  apango. 
El  ataque  debia  darse  por  Soyapango,  San  Esteban  y  Milingo,  y  el 
Presidente  quiso  llamar  la  atención  por  otros  puntos.  El  salió  el  28 
á  las  nueve  y  media  de  la  mañana,  con  la  primera  brigada  de  in- 
fantería perteneciente  á  la  división  de  Mcaragua,  al  mando  de  su 
ayudante  de  campo,  teniente  coronel  Benitez,  y  con  la  2.  "^  de  la 
.^nisma  arma,  correspondiente  á  la  división  de  Honduras,  á  las  ór- 
ilenes  del  teniente  coronel  F.  Domínguez.  Ambas  se  componían  de 
^;erca  de  400  hombres.  Morazan  se  dirijió  con  ellos  sobre  las  forti- 
llcaciones  de  la  Chacra,  y  llegó  sin  obstáculo  á  menos  de  tiro  de 
fusil.  El  Presidente  observó  entonces,  que  aquellas  fortiíica clones 
estaban  mal  formadas,  que  no  tenían  fosos  ni  x)odian  defenderse,  y 
Je  vino  el  deseo  de  tomarlas  inmediatamente.  Con  este  fin  mandó 
que  Domínguez  llamara  la  atención  del  enemigo  ])ov  la  izquierda, 
nacía  el  frente  de  una  trinchera,  en  que  estaba  colocado  un  cañón 
de  á  cuatro,  y  que  Benitez  avanzara  por  la  derecha  sobre  otra  que 
se  hallaba  situada  en  una  pequeña  altura.  Al  mismo  tiempo  mandó 
á  Domínguez  que  atacara  por  la  izquierda,  y  las  posiciones  que  o- 
<•■  upaba  el  enemigo,  fueron  tomadas  sÍTnultánea mente.  Morazan  sus- 
pendió el  movimiento;  pero  los  fuegos  de  las  tropas  que  estaban  {\ 
3as  ordene^  df^  Benitez,   le  hicieron  comprender  que  est?  Jefe  se  ha 


DE  CENTRO-AMÉIUOA.  1348 

bia  aproximado  á  la  i)laza,  y  que  estaba  eomx)ronietido.  El  Presi- 
dente marchó  entonces  á  protejerlo,  y  dio  orden  para  que  el  resto 
del  ejército  ocupara  la  garita  de  San  Sebastian.  Esta  orden  fué  tar- 
día, porque  cuando  se  espidió,  ya  habla  ocupado  esa  garita  el  coro- 
nel comandante  de  la  división  ISTicaragua,  Ramón  Balladares,  quien 
batió  las  i)artidas  que  se  opusieron  á  su  i)aso.  El  ataque  continuó 
í?ntónces  sobre  la  plaza  mayor,  con  bastante  oposición,  porque 
los  soldados  de  Cornejo  hacían  vigorosa  resistencia.  Les  sitia- 
dos fueron  reducidos  á  sus  últimos  atrincheramientos.  Se  continuó 
el  ataque  sobre  éstos  por  dos  puntos,  que  fueron  sostenidos  por 
mas  de  una  hora,  á  causa  de  no  haber  instrumentos  pai-a  romper  la 
í^asa  que  enfrentaba  con  la  trinchera  que  se  hallaba  al  lado  de  la  igle- 
sia de  San  Francisco.  Pero  el  coronel  Balladares  pudo  romper  di- 
cha casa,  é  hizo  subir  sobre  su  techo  algunos  tiradores  que  lá  do- 
minaban. Al  mismo  tiempo  que  estos  rompían  el  fuego,  marchó 
de  frente  la  mayor  parte  de  una  compañía  de  la  4.  ^  brigada  de  la 
división  de  Nicaragua,  y  algunos  soldados  de  la  1.  =^  y  3.  ^  brigada. 
La  trinchera  sucumbió  :n  seguida.  El  comandante  de  la  4.  ^  briga- 
da, capitán  Lacayo,  ocupó  inmediatamente  la  trinchera  que  se  ha- 
llaba á  la  izquierda  de  la  iglesia  parroquial  (hoy  catedral),  enton- 
ces los  soldados  de  Cornejo  huyeron  por  diversas  direcciones,  y  la 
victoria  coronó  una  vez  mas  las  sienes  del  General  Presidente. 

34 — Los  enemigos  del  general  Morazan,  no  le  conceden  ninguna 
elevada  cualidad:  le  niegan  obstinadamente  hasta  sus  grandes  dotes 
militares;  pero  la  historia  los  desmiente.  El  autor  del  ''Bosquejo 
Histórico,"  al  fin  del  capítulo  14,  libro  3.  ^,  adelantándose,  por  via 
de  reflexiones,  á  los  sucesos  que  narra,  y  admirando  lo  mucho  que 
en  x)Oco  tiempo  habla  progresado  el  arte  de  la  guerra,  dice:  ''En 
1823,  Filísola  necesitó  2000  bayonetas  j)ara  entrar  á  San  Salvador: 
en  827  y  28,  Arce  Arzú  y  Mon tufar  no  i)u dieron  conseguirlo  con  i- 
gual  ó  mayor  número;  en  el  año  de  32,  Morazan,  con  solo  800  liom- 
bres  se  apoderó  de  aquella  plaza,  en  menos  de  dos  homs."  Indu- 
dable es  que  el  arte  de  la  guerra  habla  i)rogresado,  y  que  el  gene- 
ral Morazan  tenia  altas  dotes  militares;  pero  la  severidad  historien, 
^xije  una  observación  en  favor  del  pueblo  salvadoreño,  i)anv  evitar 
que  se  crea  que  liabia  decaído  como  Atenas,  que  después  de  gran 
des  glorias  militares,  fue  fácilmente  vencida  por  Demetrio  Falereo. 
El  año  de  823,  los  salvadoreños  resistiendo  á  Filísola,  defendían  la 
independencia,  la  libertad,  la  república,  la  honra  nacional,  conli*a 
un  puñado  de  traidores  que  para  continuar  llamándose  nobles,  lio- 
llaban  el  suelo  de  la  patria  con  las  plant  :s  de  soldados  (^síninj-  - 
En  1827  y  28,  los  salvadoreños  no  combatían  contra  un  ímpr:.  , 
porque  ese  imperio,  no  pudiendo  existir  en  el  mundo  de  las  Kepú- 
blicas,  se  habla  despedazado;  pero  combatían  conti*a  hi  aristocra- 


344  RESEÑA  HISTÓRICA 

cia  imperial  cuyos  estragos  veísii.  En  1832,  la  situación  era  muy 
diferente.  Los  salvadoreños  se  liallaban  mandados  X3or  un  Jefe  que, 
traicionando  al  pueblo,  intentaba  hacer  ilusorios  los  triunfos  de  su 
patria,  con  la  misma  bandera  reaccionaria,  que  después  de  una  pro- 
longada lucha  y  una  serie  de  victorias,  el  i^ueblo  salvadoreño  des- 
pedazó en  Mejicanos.  Las  villas  y  ciudades  del  Estado,  inmediata- 
mente que  comprendían  la  traición  de  Cornejo,  se  pronunciaban  en 
favor  de  la  bandera  de  los  libres,  que  desde  el  cerro  de  la  Trinidad 
llevaba  en  triunfo  el  general  Morazan.  Entre  los  años  de  23,  de  27 
y  de  28  y  el  año  de  32,  existe  una  inmensa  diferencia.  Si  el  general 
Morazan  hubiera  defendido  á  los  reaccionarios,  si  su  lenguaje  hu- 
biera sido  el  mismo  que  estos  dirijian  á  los  salvadoreños,  si 
las  tropas  del  Salvador  no  hubieran  visto  en  Morazan  al  defen- 
sor de  sus  mas  caras  instituciones,  y  al  bravo  guerrero  que  tantas 
veces  las  condujo  á  la  victoria,  Morazan  habría  sucumbido  en  el 
territorio  del  Estado,  sin  haber  podido  acercarse  tal  vez  á  las  forti- 
ficaciones de  San  Salvador. 

35 — Algunos  de  los  comprometidos  huyeron  hacia  el  puerto  de 
La  Libertad.  El  ayudante  de  campo  Miguel  Cubas,  los  persiguió;  pe- 
m  á  su  llegada  al  puerto,  se  hablan  embarcado  muchos;  y  entre 
ellos  los  señores  V.  Yillaseñor,  Jerónimo  Paiz  y  Carmen  Salazar. 

36 — Las  fuerzas  de  Guatemala,  por  la  distancia  en  que  se  halla- 
ban, no  tomaron  parte  en  la  ocupación  de  la  plaza  de  San  Salva- 
dor. Acaso  fué  una  ventaja.  Los  salvadoreños  recordaban  las  cam- 
pañas anteriores,  y  en  aquellos  momentos  hubieran  podido  olvidar 
que  los  guatemaltecos  ya  no  se  x^í'^sentaban  en  su  territorio  como 
imperiales  ni  como  aristócratas,  sino  como  protectores  de  la  unidad 
nacional  y  de  la  Kepública. 

37-- El  Presidente  reasumió  el  mando  provisional  del  Estado, 
mientras  se  hacian  elecciones,  redujo  á  ]3rision  á  las  personas  que 
hablan  ejercido  los  supremos  poderes,  y  escoltadas,  las  remitió  á 
Griiatemala  para  que  se  les  juzgara. 

38— En  virtud  de  esta  orden,  entraron  á  la  capital  y  fueron  alo- 
jados en  el  convento  de  San  Francisco  los  individuos  cuyos  nom- 
bres se  espresan  á  continuación: 

El  ex-jefe  del  Estado  José  María  Cornejo,  Antonio  J.  Cañas,  J. 
Faustino  Ximenez,  Damián  Villacorta,  Faustino  Camacho,  Manuel 
Antonio  Cordón,  Mariano  Ibarra,  Gregorio  Villaseñor,  Pedro  No- 
lasco  Martínez,  Juan  J.  López,  J.  Rosales,  Francisco  Castro,  pres- 
bítero Ignacio  Perdomo,  Policarpo  Guevara,  Antonio  Ensebio  Me- 
na, J.  Dolores  Castillo,  J.  Ildefonso  Castillo,  José  María  Loboguer- 
rero,  Fernando  Miranda,  Doroteo  Landaverde,  José  M.  "^  Fuen- 
tes, J.  Enrique  ISTuila,  presbítero  José  M.  <^  López,  Domingo  Gon- 
zález, Francisco  Castillo,   Jerónimo  Balcárcel,  Anastasio  Feria,  Ju- 


;  DE  CENTIiO-AMEKICA  34;") 

I        lian  Valencia,   Tomas  Dimas,    Calisto  Hueso,    Bonifacio  Castillo, 
[        Salvador  Paz,  Pedro  León  Yelasqnez,  José  M.  "^  Estupinian,   Ful- 
gencio Morales,  Miguel  Paz,  presbítero  Carlos  Tellez,  Ruperto  Tri- 
^        güeros. 


o apitiilo  trigésiirioseí^vindo. 
Derrota  de  Arce. 


SUMARIO. 

—  Arce  se  convierte  en  filíhustero — 2.  J^iiuacion  de  ¿Soconusco- 
;>.  Reclamo  del  Gohierno  centro -americano — 4.    Circunstancias 
que  rodeaban  al  Presidente — o.  Solicitud  de  Raoul — 6.  Contes 
tacion  del  Gohierno  mejicano — 7.  Continúan  las  iiiaqiti naciones 
-8.  Comunicación  del  Gobernador  de  CMapas — 9.  Reflexiones 
—10.  Proclama  del  padre  Herrera — 11.  Nota  de  Raoul  á  la  mu 
mcipalidad  de  TustlacMco—VH.  Cartas  de  Arce—V¿.  Continúa 
/'Z  moDÍmíento — 14.    Nota  de  don  Francisco  Albure¿  al  Gobier- 
no de  Guatemala — 15.  Renuncia  de  Raoul:  lo  subroga  el  coronel 
Martínez— IC).  Interpretaciones  que  dieron  los  serdles  á   una 
nota  de  Raoul — 17.  Acuerdo  de  los  dos  Jefes — 18.   Sucesos  co 
municados  el  25  de  febrero — 19.   Militares  recomendados  por 
Raoul— 20.   Proclama  de  Galmz  á  los  centro-aniericaiios-^í. 
Circular  de  3Iartinez  á  las  autoridades  de  Soconusco— i^^.  Con 
duela  del  Gobierno  mejicano — 23.  Contestación  de  don  Silverio 
Escobar — 24.  La  r/ran  conspiración  servil  no  7ta  terminad<      '' 
(ihscrrdcionc-^ .   • 


I      Dunnitt*  los  siici^sos  K\\\r  -    i.  lición  (^i  el  capítulo  precedente 


348  IlESENA  HISTOKICA 

la  vasta  conspiración  servil,  estalló  también  en  las  fronteras  de  Mé- 
jico. Los  nobles  que  se  unieron  á  Arce,  cuando  estaba  en  el  poder, 
para  convertirlo  en  un  instrumento  de  la  aristocracia  contra  el  pue- 
blo, que  lo  arrojaron  con  vilipendio  del  mando,  porque  no  se  pres- 
taba* algunas  veces,  á  dar  completo  lleno  a  sus  miras,  entre  las  cua- 
les estuvo  el  incendio  de  San  Salvador,  lo  convirtieron  segunda  vez 
en  instrumento  suyo,  para  arrojarlo  por  el  lado  de  Soconusco,  co- 
mo un  filibustero  sobre  la  República. 

2 — Chiapas,  á  la  caida  del  Imperio  de  Iturbide,  segregándose  de 
Gen  tro -América,  se  anexó  á  Méjico;  pero  el  Partido  de  Soconus- 
co permaneció  unido  á  la  América  Central.  El  Gobierno  mejicano 
Mzo  marchar  una  división  de  tropas  á  la  frontera.  El  de  Centro- A- 
mérica  se  dispuso  á  protejer,  contra  cualquier  tentativa,  á  los  jyne- 
blos  que  le  eran  fieles.  Un  Ministro  de  esta  E-epública,  propuso  en 
Méjico  que  la  gran  Dieta  americana,  reunida  en  Panamá,  decidiera 
como  juez.  Esta  x>roposicion  no  fué  admitida.,  sin  embargo  de  que 
ninguna  autoridad  podia  ser  mas  competente  ni  mas  imparcial  para 
resolver  una  cuestión  entre  dos  Estados  americanos,  que  aquella 
gran  Dieta,  compuesta  de  hombres  eminentes  del  Í^Tuevo  Mundo. 
Privada  la  América  Central  de  un  juez  tan  ilustrado,  el  Ministro  de 
Centro- América  propuso  en  Méjico  que  se  terminara  el  asunto  por 
medio  de  un  tratado.  Entre  tanto,  quedó  resuelto  que  las  tropas  y 
autoridades  militares  de  Centro- América,  evacuaran  el  territorio  de 
Soconusco:  que  se  diera  franca  entrada  en  Soconusco  á  las  perso- 
nas que  habían  emigrado  i^or  opiniones  políticas  en  favor  de  Cen- 
tro-América: que  Méjico  se  abstuviera  de  traspasar  la  línea  diviso- 
ria: que  ninguno  de  los  dos  Gobiernos  podría  sacar  de  Soconusco 
contribuciones  de  hombres,  dinero,  ni  otra  cualquier  especie,  y  que 
solo  gobernarían  en  aquel  Partido  las  autoridades  municipales,  mien- 
tras se  daba  una  solución  definitiva  á  la  cuestión  de  límites.  Este 
convenio  es  lo  que  se  llama:  ' Trelímínares  del  año  de  25.''  El  esta- 
ba en  toda  su  fuerza  y  vigor  cuando  la  aristocracia  caída  hizo  su 
intentona  j^or  medio  de  don  Manuel  José  Arce.  Arce  aprovechó  pa- 
ra sus  maquinaciones,  la  existencia  de  un  territorio  neutral.  Aquel 
ájente  de  nobles  vencidos,  auxiliado  por  un  tal  Ocaña  y  algunos 
clérigos,  se  puso  en  relación  con  el  Obispo  de  Chiapas,  partidario 
de  Casaus,  y  acérrimo  enemigo  del  V^icario  capitular  de  Guatema- 
la, á  quien  habia  declarado  cismático:  y  con  tales  auxiliares,  reu- 
nió en  Soconusco  una  f  aerzi  de  400  hombres,  *que  sucesivamente 
fué  engrosando. 

3 — El  Gobierno  de  Centro- América,  podia  fácilmente  introducir 
fuerzas  en  aquel  Partido,  y  desalojar  a  los  facciosos;  pero  se  creía 
que  Arce  se  hallaba  en  buenas  relaciones  con  el  Gobierno  de  la  Re- 
pública mejicana,   y  de  cierto  se  sabia  que  los  serviles  intentaban 


DE  CENTRO- A3rÉllI(} A  349 

provocar  un  conflicto,  para  que  Méjico  declar¿ira  la  guerra  á  Cen- 
tro-América y  ellos  volvieran,  en  consecuencia,  al  poder  que  tanto 
anlielan.  Para  combatir  á  don  Manuel  José  Arce,  sin  que  los  servi- 
les pudieran  producir  un  rompimiento  entre  las  Eej^úblicas  mejicana 
y  centro-americana,  se  acordó  que  la  diplomacia  intenúniera  en 
el  asunto,  aunque  las  o^Deraciones  militares  marcliáran  lentamente. 
Con  este  motivo  fué  dirijida  una  esposicion  al  Gobierno  mejicano, 
manifestándole  lo  acaecido,  y  pidiéndole  dict.ira  providencias  paní 
la  internación  de  los  facciosos. 

4— La  Asamblea  de  Guatemala,  por  decreto  de  6  de  setiembre  de 
1831,  autorizo  plenamente  al  Gobierno  para  salvar  la  situación.  Se 
coloco  una  fuerza  de  observación,  á  las  órdenes  del  coronel  Raoul. 
en  las  fronteras  de  Soconusco.  Raoul,  siguiendo  la  i^olítica  diplo- 
mática de  su  Gobierno,  tuvo  necesidad  de  abrir  correspondencia  con 
las  autoridades  de  aquel  Partido. 

o — En  consecuencia,  pidió  á  las  autoridades  de  Soconusco,  que 
se  abriera  una  conferencia^  para  manifestarles  la  injusticia  con  que 
los  invasores  procedían,  y  los  peligros  que  amenazaban  á  los  pue- 
blos, si  engrosando  la  facción,  era  preciso  proceder  contra  ella  á 
viva  fuerza  (^' ). 

.  6 — El  Gobierno  de  Méjico  contestó  al  de  Centro-Amérií-a,  que  se 
espedirían  órdenes  para  la  internación  de  Arce,  y  para  que  los  cen- 
tro-americanos no  fueran  molestados  por  la  frontera  de  Soconusco. 
Esta  respuesta  liizo  creer  á  Gal  vez  que  la  cuestión  estaba  conclui- 
da, y  felicitó  á  la  Asamblea  en  un  mensaje,  por  haberse  terminado 
sin  efusión  de  sangre  y  en  virtud  únicamente  de  la  diplomacia. 

7 — Sin  embargo,  ni  los  revolucionarios  desaparecieron,  ni  la  fuer- 
za de  observación  .se  retiró  de  la  fi'ontera,  y  la  correspondencia  en- 


(*)  Ocupado  el  doctor  CiaWez  en  los  graves  uKunlos  de  la  campaña,  llamó  8ii  at«ucion  el 
tíanónigo  doctor  don  Antonio  Larrazúbal,  sacristán  mayor  de  la  capilla  del  Socorro,  dán- 
dole parte  de  que  habían  sido  robados,  ú  la  imújcn  de  la  Virgen,  un  cintillo,  nu  par  d* 
aritos  pequeños,  dos  hilos  de  perlas  y  dos  bordados.  Gralvez  dictó  providencias  ftctiva^ 
para  descubrir  ú  los  ladrones.  Algunas  ancianas  de  la  aristocriAcia,  atribuyeron  este  delito 
á  los  liberales;  probablemente  no  recordaban,  quo  no  maridaban  Im  liberales  aquella  tÍí»- 
pera  de  Corpus,  inmediata  al  cstremo  de  la  Catedral,  en  que  fueron  sustraidos  ilel  altar  nm- 
yor  cuatro  glandes  blandones  do  oro,  que  necesitaban  muchos  hombres  pora  ser  traslailadoh 
de  un  lugar  á  otro.  Tampoco  esas  señoras  pudieron  prever  entonce»,  una  solemne  protct»t« 
que  consignará  la  Historia,  hecha  por  el  padre  Galvoz,  capellán  d^  1(m  Beatos  de  Belén*  «i 
un  momento  de  sustracción  de  alhajas  cclcsiásÜcaíu 


350  KEylíNA  ]iist6ki(\\ 

íre  Ilaoiil  3^  las  autoridades  de  Soconusco  continuó.  No  íuO  adniiti. 
da  la  conferencia  que  él  propuso;  X)ero  el  comandante  de  armas  de 
Tapacliula.  publicó  algunas  de  las  disposiciones  centro-americanas, 
con  el  fin  de  hacer  conocer  a  los  pueblos,  la  injusticia  de  la  inva- 
sión, y  paro  precaverlos  de  que  tomaran  parte  en  ella.  Esta  con- 
ducta disgustó  en  alto  grado  al  G-obernador  de  Chiapas,  quien  diri- 
jió  al  Comandante  de  Tapacliula,  la  comunicación  siguiente: 

8 — "Gobierno  supremo  del  Estado  libre  y  soberano  de  Chiapas. — 
Ha  llegado  á  mis  manos,  la  orden  que  ha  circulado  Ud.  con  fecha 
tres  del  corriente,  á  los  pueblos  de  ese  Partido:  ella  incluye  las  del 
Gobierno  federal  de  Centro- América  y  del  Estado  de  Guate- 
mala, sobre  que  no  se  permitan  en  Soconusco  reuniones  de  hom- 
bres que  intenten  turbar  la  paz  y  tranquilidad  de  aquella  Ilex)úbli- 
ca;  y  la  circular  de  Ud.,  apoyando  y  repitiendo  dichas  prevencio- 
nes, las  hace  muy  terminantes,  imyíi  que  sean  obedecidas  las  órde- 
nes de  Guatemala.  En  estas  veo  abiertamente  infrinjidos  los  preli- 
minares €elebrados  en  el  año  de  1825,  entre  los  Gobiernos  de  Méjico 
y  Centro- América,  con  respe :•  to  á  Soconusco.  Por  aquel  convenio, 
ese  Partido  debió  quedar  independiente  en  cierta  manera  de  ambas 
ReiJÚblicas,  hasta  la  celebración  de  un  tratado  formal  que  decidie- 
se á  cual  de  ellas  debiera  quedar  unido:  de  hecho  se  ha  verificadd 
así  desde  entonces  hasta  ahora;  y  el  Gobierno  mismo  de  Guatema- 
la confiesa  en  su  oficio  dirijido  á  üd.,  que  dejó  á  ese  Partido,  aun 
en  mas  independencia  de  aquella  en  que  el  j:)ropio  Gobierno  quiere 
entender  que  debia  haberlo  dejado.  Hoy  se  muda  ya  de  conducta: 
se  pretende  ejercer  autoridad  sobre  esos  pueblos;  y  se  les  dan  órde- 
nes, como  si  se  hallasen  en  actual,  completa  y  muy  lejítima  depen- 
dencia de  Centro- América.  En  la  circular  de  Ud.  á  los  pueblos  de 
ese  Partido,  observo  nna  gran  prevención  á  favor  de  Guatemala;  y 
aunque  es  libre  la  opinión  privada  de  todo  hombre,  no  lo  es,  ni  pue- 
de serlo  la  del  funcionario  público,  sujeta  siempre  á  principios  cier- 
tos y  íí  reglas  fijas:  Ud.  como  Alcalde  1.  ^  de  esa  cabecera,  y  como 
Comamiante  de  armas,  no  ha  debido  ni  debe  desviarse  de  la  impar- 
cialidad inherente  á  sus  destinos.  La  República  mejicana  y  su  Go- 
bierno, fieles  á  los  preliminares  de  18.25,  han  estado  y  están  muy 
distantes  de  querer  que  el  hecho  y  la  violencia  decidan  la  cuestión 
pendiente  acerca  de  Soconusco:  esperando  con  la  calma  y  circuns- 
pección, propias  de  un  país  y  de  un  gabinete  que  sabe  respetar  el 
derecho  de  gentes,  el  éxito  del  tratado  que  debe  terminar  la  perte- 
nencia de  ese  territorio,  se  han  abstenido  de  ejercer  sobre  sus  pue- 
blos, toda  especie  de  superioridad,  y  consiguientes  con  lo  pactado 
en  el  preliminar,  han  enviado  á  Centro-América  un  Ministro  pleni- 
potenciario que  ajuste  el  convenio  sobre  Soconusco,  sobre  límites  de- 
las  dos  Repúblicas  y  sobre  todo  lo  demás  que  convenga  á  sus  res- 


DE  CENTIÍO-AMÉIÍICA.  ¡f)  j 

pectivos  y  recíprocos  intereses:  quiere  la  Federación  mejicana  y 
(juiere  su  Go])ierno  que  todo  se  liaga  en  paz  y  amistad,  como  cor- 
resi)onde  entre  dos  países  liermanos  y  vecinos;  y  ni  la  induda- 
ble superioridad  de  su  i^oder,  le  ha  inclinado  jamás  á  sacar  venta- 
jas indebidas,  ni  á  tratar  con  menosprecio  á  Centro -America,  ni  á 
otra  alguna  de  las  secciones  index)endientes  del  Xuevo  Mundo.  T- 
gual  conducta  han  observado  el  Gobierno  y  la  Comandancia  general 
de  las  Chiapas.  Apesar  de  los  datos  que  hay  para  tener  por  cierto 
que  la  opinión  de  la  mayoría,  6  por  mejor  decir  de  la  genemlidad 
de  esos  ¡pueblos,  es  decidida  en  favor  de  su  reunión  á  Méjico  y  á  es- 
te Estado:  á  posar  de  las  solicitudes  y  reclamaciones  de  algunos  de 
los  mismos  pueblos,  de  muchos  vecinos  particulares  y  de  casi  todos 
los  comunes  de  indígenas;  y  á  pesar  de  las  razones  de  conveniencia 
y  de  justicia  que  existen  en  las  Chiapas  para  no  dejar  á  Soconusco 
en  la  especie  de  ahandono  á  si  mismo  en  que  se  ha  mantenido  por 
espacio  de  mas  de  seis  años;  ni  el  Grobierno,  ni  la  Comandancia  del 
Estado,  han  ejercido  autoridad  sobre  esos  pueblos,  sino  que  esperan 
como  el  Supremo  Gobierno  general  de  la  nación,  el  fin  .del  conve- 
nio que  ha  de  terminar  el  i)unto.  Pero  si  estos  miramientos  y  esta 
relijiosidad  en  la  observancia  de  sus  jjactos,  no  han  de  valerle  á  la 
República  para  que  se  respeten  sus  derechos:  si  Centro- América  ha 
de  iní'rinjir  los  xn'eliminares  de  1825,  tratando  á  Soconusco  cual  si  se 
liallase  legalmente  bajo  su  dependencia;  y  si  el  primer  funcionario 
l)úblico  de  ese  Partido,  lejos  de  conducirse  con  la  debida  neutmli- 
dad,  ha  de  querer  inclinar  la  balanza  á  favor  del  país  vecino,  y  en 
contra  de  la  Federación  mejicana,  entonces  esta  se  verá  en  la  sensi- 
ble necesidad  de  obrar  de  otra  manera;  y  entonces  las  autoridades 
de  las  Chiapas,  tendrán  taml)ien  que  hacer  valer  sus  derechos.  Yo 
pues,  como  Gobernador  político  y  Comandante  militar  de  este  Es- 
tado, desde  luego  interpelo  en  toda  forma  á  Ud.  y  por  medio  de 
lid.,  á  todas  las  autoridades  de  ese  Pai'tido,  á  íin  de  que  continúen 
guardando  la  debida  neutralidad:  que  se  abstengan  de  recibir  y  o- 
Ix^decer  orden  alguna  de  Guatemala;  y  que  en  un  todo  se  arreglen  á 
los  preliminares  del  año  de  25.  Si  así  no  futn'e,  se  me  pondrá  en  el 
doloroso  (!aso  de  ocupar  todo  ese  territorio  con  las  fuerzas  de  mí 
mando,  y  hacer  con  ellas  que  se  respeten  los  derechos  de  la  Nación. 
\\  dirijir  á  Ud.  estas  amonestaciones,  no  es  ni  puede  ser  mi  ánimo 
el  d(^  inclinar  indirectamente  ni  de  modo  alguno  á  Td.  ni  á  las  de 
mas  autoridades  d(í  ese  Partido,  á  que  ]>i*otejíUi,  toleren  ni  disi- 
mul(Mi  las  reuniones  que  recela  el  Gobierno  de  (tuatemala,  ni  nada 
(pie  pueda  causar  perjuicio  á  aquella  República:  lejos  de  eso,  mis 
sentimientos,  acordes  con  los  de  mi  Gobierno,  son  todos  de  paz  y 
de  amistad  hacia  Centro- America;  y  así  lo  he  protestado  ofirialmen- 
le  á  su  Gobierno.   Si  no  Ih»  hecho  á  Ikl.  ni  á  las  demás  autoridnder^ 


^52  KESENA    mSTOEICA 

de  ese  territorio  las  |)revenciones  que  en  otro  caso  corresponderiaii, 
acerca  de  estas  ocurrencias,  ha  sido  precisamente,  por  no  variar  de 
conducta,  ni  dar  motivo  á  que  se  creyese  que  por  parte  de  Méjico 
se  infrinjian  los  preliminares.  Esto  no  quita  que  Ud.  j  las  demás 
autoridades,  cumpliendo  con  sus  deberes,  y  usando  de  sus  faculta- 
des, procedan  á  todo  lo  que  sea  legal,  en  el  caso  de  que  se  quiera 
violar  la  neutralidad  de  Soconusco,  en  daño  de  cualquiera  de  las 
dos  Repúblicas.  En  conclusión,  espero  que  Ud.  no  dará  lugar  á  o- 
tra  reclamación  de  parte  mia,  ni  menos  me  obligará  á  usar  de  los 
recursos  que  tengo  en  mis  manos:  espero  igualmente,  que  Ud.  co- 
municará al  pié  de  la  letra  este  oficio  á  todos  los  ayuntamientos 
de  los  pueblos  del  partido,  y  que  con  sus  recibos,  se  servirá  Ud. 
acreditarme  que  no  ha  desatendido  mis  insinuaciones.  Ofrezco  á 
Ud.  la  consideración  de  mi  Gobierno  y  el  afecto  fraternal  de  las 
Chiapas,  y  mi  particular  aprecio.  Dios  y  Libertad.  San  Cristóbal 
de  Chiapas,  octubre  25  de  1831.  José  Ignacio  Gutiérrez — Sr.  Alcal- 
de 1.  ^  y  Comandante  de  armas  de  Tapachula." 

9 — La  lectura  de  esta  nota,  demuestra  que  cualquier  incidente, 
podia  producir  un  rompimiento  entre  las  Repúblicas  mejicana  y 
centro-americana.  Ese  rompimiento  era  lo  que  mas  deseaban  los  ser- 
viles. Ellos  lo  promovían  de  todos  modos.  Una  guerra  entre  Méjico  ,y 
Centro- América  habría  puesto  en  conñicto  á  los  liberales.  No  impor- 
taba á  los  serviles  que  el  resultado  hubiera  sido  nuevas  mutilaciones 
del  territorio  de  Centro  América.  Ellos  quieren  mandar  á  cualquier 
costa.  La  invasión  mejicana  provocada  por  ellos  el  año  de  23,  habia 
producido  la  pérdida  de  Chiapas,  y  nada  significaba  que  otra  nueva 
invasión  trajera  la  linea  mejicana  hasta  Chimaltenango  ó  la  Antigua 
Guatemala,  con  tal  que  les  quedara  un  x>edazo  de  terreno  donde 
mandar  en  absoluto  y  que  solo  produjera  para  ellos.  Prueba  igual- 
mente esta  nota,  que  el  infeliz  Alcalde  de  Tapachula,  era  un  ver- 
dadero subdito  del  Gobernador  de  Chiapas,  quien  disponía  de  él  á 
su  antojo,  contra  el  texto  literal  de  los  preliminares  del  año  de  25 
que  tanto  se  invocaban  y  que  tanto  se  infrinjian. 

10. — Arce  era  un  hombre  sin  prestigio;  pero  el  clero  hacia  esfuer- 
zos estraordinarios  por  levantar  á  las  poblaciones.  El  padre  José  M. 
Herrera  redactó  una  ijroclama,  que  dice  asi  literalmente: 

'  'A  los  pueblos  del  Estado  de  Guatemala.  Comj^añeros,  compatrio- 
tas, se  ha  llegado  el  tiempo  venturoso  de  vuestra  regeneración  po- 
lítica, y  religiosa:  corre  ya  para  tres  años  vuestra  depredación  é  ig- 
nominia; sin  embargo,  vuestros  torpes  gobernantes  quieren  perpe- 
tuar su  imperio  sobre  las  ruinas  de  la  mas  amable  patria,  y  quie- 
ren apretar  mas  y  mas  el  grosero  eslabón  de  vuestra  esclavitud, 
vosotros  mismos  estáis  persuadidos  de  estas  verdades,  pues  voso- 
tros las  habéis  sufrido. 


UK  CKNTKO-AMEKICA  8oB 

^Tero  van  á  fenecer  vuestros  padecimientos,  porque  se  aproxima 
á  i^osotros  un  ejército  de  conciliación  y  de  paz,  sin  mas  objeto  que 
derramar  las  felicidades  asequibles:  nnentras  que  vuestros  gober- 
nantes, solo  lian  sabido  derramar  lágrimas,  desolación  y  sangre.  El 
caudillo  de  este  ejército,  es  el  benemérito  general  Manuel  José  Arce. 
quien  va  á  dar  vida  á  vuestra  patria,  y  desaparecer  el  cisma,  repo- 
niendo á  vuestro  lejítimo  x>erseguido  pastor,  el  señor  Arzobispo:  á 
•reponer  á  vuestros  párrocos,  vil  y  bajamente  ultrajados:  á  reponer 
á  vuestros  relijiosos  tan  injusta  y  bárbaramente  desterrados:  á  res- 
taurar las  riquezas  de  los  templos  que  tan  sacrilegamente  robaron 
Morazan  y  sus  secuaces;  y  finalmente,  quiere  secundar  la  conducta 
de  los  salvadoreños  (con  cuyo  Gobierno  y  Asamblea  está  de  acuer- 
do), que  desengañados  con  la  esperiencia  de  tanto  mal,  han  conclui- 
do con  el  cisma  y  restaurado  el  orden  social:  vosotros  teneTs  un  de- 
recho sagrado  á  resistir  tan  dolorosa  opresión. 

^ ^Penetrado  yo,  pues,  de  tamaños  males,  me  hallo  decidido  con 
la  división  de  mi  mando  á  sostener  vuestros  derechos  con  mi  san- 
gre, y  á  seguir  el  plan  y  suerte  del  ejército  conciliador  á  quien 
pertenezco. 

^Por  tanto,  pueblos  oprinddos,  ayudadme  vosotros  á  romper  vues- 
tras cadenas,  y  contribuid  al  mas  grandioso  objeto,  como  es  la  res- 
tauración del  orden  en  todo  el  Estado. 

•^ 'Estos  son  los  sentimientos  que  animan  á  todo  el  ejército,  el  qiit- 
no  marcha  contra  vosotros,  porque  por  vosotros  es  llamado:  su  de- 
cisión es  morir  6  vencer;  sus  garantías  y  divisa:  la  relijion,  la  ])az. 
la  reconciliación  y  el  orden." 

11 — Kaoul  solicito  de  nuevo  una  conferencia  con  los  individuos 
que  componían  la  municipalidad  de  Tustla  Chico,  y  recibió  una  con- 
testación negativa.  También  se  le  comunicó  la  nota  severa  del  (to- 
bernador  de  Chiapas  al  Alcalde  de  Tai)achula.  Entonces  el  Jeft^  de 
la  fuerza  de  observación,  dirijióla  comunicación  siguiente: 

"'Al  ilustre  cuerpo  Municipal  del  pueblo  de  Tustla  Chico — Yo  me 
he  enterado  de  la  respetable  comunicación  de  l'ds.,  l'eclia  de  ayer, 
y  veo  con  sentimiento  que  esa  Municipalidad  no  quiso  liacernie  el 
honor  que  yo  solicité. — He  visto  con  la  maj^or  satisfacción  los  o- 
ñ<*ios  de  los  Gobiernos  militares  y  políticos  del  Estado  de  Chia- 
pas: yo  tengo  que  hablar  á  Uds.  absolutamente  el  mismo  lenguaje: 
manténgase  la  neutralidad,  desármense  loa  vagos  que  han  altem- 
do  la  tranquilidad  de  Soconusco,  y  el  negocio  será  concluido.  En 
cuanto  á  la  cuestiou,  si  estos  vagos  deben  quedar  en  Soconusco,  ó 
ser  espulsados  de  ese  territorio,  Uds.  son  los  jueces  en  este  asunto: 
resuelvan  si  de  la  permanencia  de  estos  hombres  turbulentos  en 
t'sos  i)ueblos,  resultará  mas  ventaja  á  sus  habitantes,  que  la.s  que 
saquen  délas  relaciones  amigables  v  comemales  con  este  Estado; 


3o4  llESENA  IIISTÓIÍICA 

pero  mientras  yo  mande  sobre  esta  frontera,  estas  relaciones  queda- 
rán entorpecidas  y  sujetas  á  las  mayores  vijilancias,  liasta  que  sal- 
gan de  esos   pueblos  los  rebeldes   que  los  han   comprometido.  Yo 
repito  á  Uds.  que  yo  pienso  como  su  Excelencia  el  Grobernador  de 
Chiapas.  Mi  plan  de  conducta  será,    precisamente,  arreglado  á  lo 
que  se  prox:>one  probar  en  el  caso  que  la  neutralidad  sea  violada  con 
l^erjuicio  de  los  intereses  mejicanos:   su  Excelencia   habla  el  len- 
guaje de  la  moral  pública,  cuando  previene  á  Uds.  y  á  todas  las  po-- 
blaciones  de  ese  Partido,  que  todo  pronunciamiento  que  precediese 
al  tratado  que  debe  celebrarse  entre  ambas  Rei3Úblicas,  seiii  cri- 
minal y  en  sumo  grado  perjudicial  á  los  intereses  de  esos  pueblos;, 
él  indica  á  Uds.,  y  yo   se  los  suplico  también,  se  prevengan  contra 
los  indignos  intrigantes  que  su  Excelencia  señala  en  su  oficio.  Con- 
tra ellos  tgmbien  invoco  la  justicia,  las  leyes  y  los  derechos  sagra- 
dos de  la  humanidad.  Yo  no  soy  enviado  para  seguir  con  Uds.  la 
diplomacia  que  debe  arreglar  la  suerte  de  esos  pueblos:  la  política 
que  me  corresponde,  cabe  toda  en  la  vaina  de  mi  espada;  pero  an- 
tes de  obrar  militarmente,  antes  de  sobreponer  mi  espada  á  los  bas- 
tones de  los  Majistrados,  en  lo  que  toca  esclusivamente  á  desarmar 
á  los  rebeldes,  y  á  dispersarlos,  yo  creo  muy  oportuno  entenderme 
con  Uds.,  y  dejar  documentos  que  permitan  á  la  opinión  pública, 
fallar  con  acierto  sobre  los  causantes  de  los  males  que  rodean  y  a- 
menazan  el  territorio  de  Soconusco.  Ya  la  historia  con  su  lápiz  em 
la  mano,  tomo  razón  de  las  intrigas  escandalosas,  con  las  cuales  se 
l^repara  la  guerra  fratricida  que  unos  indignos  americanos  intentan 
encender,  con  el  fin  único  de  bañarse  en  la  sangre  de  sus  victimas, 
y  apoderarse  de  las  xHopiedades  ajenas;  ya  varios  de  ellos,  arrepen- 
tidos 6  atemorizados,  me  remitieron  documentos  preciosos,  imploran- 
do el  perdón  de  sus  engaños;  y  el  objeto  princiíjal  de  la  conferencia 
que  yo  habia  solicitado,    era  enseñarlos  á  Uds.  antes  de  remitirlos 
á  mi  Gobierno,  i^ara  que  resuelva  lo  que  tenga  por  conveniente;  es- 
tos documentos  hubieran  abierto  los  ojos  á  Uds.;  pero  aquellos  con 
quienes  Uds.   consultaban  y  que  son  los  ajenies   públicos  ú  ocultos 
de  los  espulsos,  supieron  persuadir  á  Uds.  que  sus  personas  corrian 
peligro  en  admitir  la  conferencia,  y  Uds.  los  creyeron  sin  examinar 
que  la  perfidia  es  compañera  de  la  debilidad,  y  á  mi  me  sobra   la 
fuerza  para  ejecutar  cualquiera  violencia  que  cupiese  en  mis  j^lanes, 
y  que  si  semejante  intento  fuese  adecuado  á  la  política  del  G-obier- 
no  de  Centro- América,  yo  no  tendría  necesidad  de  manchar  mi  ca- 
rácter con  una  felonía,  que  ha  podido  ser  imajinada  únicamente  por 
aquellos  que  no  tienen  otro  recurso  sino  valerse  de  ella.  Yo  sé  tam- 
bién que  estos  hombres  inmorales  se  han  presentado  á  esos  pueblos 
í.'omo  los  apoderados  del  cielo,  como  los  restauradores  de  la  relijion 
y  que  es  en  el  nombre  de  Dios  que  quieren  derramar  sobre  Centro- 


DE  CENTRO- AMÉRICA.  'Sryo 

América,  todos  Jos  m?i}es  que  enjendra  la  guerra  civil.  Ciudadanos 
Municipales,  examinad  imparcialmente  lo  que  ha  sucedido  en  Cen- 
tro-América en  los  años  anteriores.  Este  mismo  Arce,  que  anuncia 
liaber  venido  en  medio  de  Uds.  con  un  ñn  virtuoso,  se  hallaba  de 
Presidente  de  la  República  del  Centro,  y  las  autoridades  del  Estado 
descansando  en  la  inviolabilidad  de  sus  caracteres  públicos,  fueron 
sorprendidas  por  las  traiciones  de  ese  ex-Majistrado  supremo;  fue- 
ron desarmadas,  y  unos  funcionarios  usurpadores,  fueron  coloca- 
dos en  todos  los  destinos  de  la  Reíoública,  x>or  la  mano  del  traidor 
que  holló  las  leyes  de  su  iiaís. 

'^Arce  tenia  también,  sus  combinaciones  con  todos  los  aristócra- 
tas: lo  recomendaban  á  la  protección  divina,  el  arzobispo  en  sus  ro- 
gaciones, los  frailes  en  sus  imprecaciones.  Los  sacerdotes  elejidos 
entre  los  mas  anti-independientes,  agotaron  todo  el  inñujo  que  su 
santo  ministerio  les  da  sobre  los  pueblos  para  exaltarlos  contra  los 
patriotas,  infamándalos  con  la  nota  de  herejes,  y  á  pesar  de  tantos 
elementos  de  triunfo,  á  pesar  del  concurso  de  tantas  circunstancias 
favorables  á  Arce  y  á  sus  secuaces,  la  causa  americana  que  parecía 
desamparada,  triunfó  completamente  de  las  maldades,  como  Uds. 
lo  supieron  por  los  documentos  públicos  que  corrieron  en  su  tiempo. 
Díganme  ahora,  ciudadanos  Municipales,  qué  causa  han  tenido  los 
sucesos  victoriosos  que  han  puesto  el  poder  en  manos  de  los  patrio- 
tas, si  no  fué  la  protección  visible  del  cielo;  díganme  también,  por 
qué  Dios  ha  x^ermitido  que  estos  hombres,  que  se  dicen  los  defen- 
sores de  la  relijion,  hayan  sido  batidos,  vencidos,  prísioneros,  y  por 
fin  espulsados,  porque  los  patriotas  convencidos  de  la  protección 
del  cielo,  no  quisieron  manchar  sus  triunfos  con  derramar  sangre 
americana  aun  la  mas  criminal.  Si  estos  acontecimientos  no  tienen 
á  los  ojos  de  Uds.  el  carácter  de  milagrosos,  acuérdense  Uds.  de  un 
lance  que  pasó  á  la  vista  de  esos  i)ueblos:  cuatrocientos  de  estos 
defensores  de  la  relijion,  de  estos  apóstoles  del  Evangelio,  monta- 
dos, armados,  equipados,  apertrechados,  fueron  atacados  en  lacum- 
))re  de  San  Marcos  por  un  puñado  de  mujeres,  liombres  y  muchachos, 
armados  con  piedras  y  palos,  y  al  aspecto  de  estos  nuevos  enemi- 
gos, y  á  pesar  de  la  mucha  caballeiia  que  tenia  el  supuesto  ejérci- 
to de  la  fé,  los  jinetes  abandonaron  stis  caballos,  las  armas  todas  se 
les  cayeron  de  las  manos,  y  cuasi  todos  los  valientes,  hoy  reunidos 
♦'U  Soconusco,  no  imploraron  en  vano  la  humanidad  de  las  mujeres 
patriotas  que  les  perdonaron  la  vida,  y  fueron  después  nuestros  pri- 
sioneros, y  no  nos  inspiraron  mas  que  comi)asion  y  lástima;  un  he- 
cho de  esta  naturaleza,  que  no  tiene  semejanza  en  los  anales  milita- 
res de  ningún  i)ueblo,  no  puede  esplicarse  sino  por  un  efe<'to  mila- 
groso, iwi'que  yo  me  rehuso  á  atribuirlo  á  una  cobardía  que  no  ca- 
be en  lo  posible;  por  el  honor  de  la  América,  no  puedo  creer  que 


■550  KESEKA  IIIS'IÚKICA 

í^'uatrocientos  liombres,  hijos  de  este  suelo,  liayaii  sido  desarmados 
:por  unas  x)0cas  mujeres;  la  mano  de  Dios  sola,  lia  podido  causar  un 
acontecimiento  tan  asombroso.  Ha  venido  igualmente  á  mi  conoci 
miento  que  estos  mismos  es^julsos  y  sus  ajentes,  se  presentan  á  Uds. 
-como  protejidos  por  la  mano  oculta  del  Grobierno  de  Méjico,  y  que 
muchos  de  Uds.  lo  creen  sin  examen  sobre  el  particular.  Yo  me  to- 
mare la  libertad  de  hacerles  algunas  reflexiones.  Los  diferentes  de- 
I)artanientos  que  forman  un  Estado,  existen  x)olíticamente  bajo  las 
garantías  de  una  Constitución  que  arregla  los  deberes  y  los  dere- 
chos de  cada  uno,  y  no  puede  uno  de  ellos  faltar  al  pacto  sin  que 
los  otros  lo  compelan  por  la  fuerza,  al  cumplimiento  de  lo  jurado. 
'También  Ips  Estados  que  forman  una  misma  Eej)ública,  son  com- 
prometidos por  sus  Constituciones  particulares,  á  reponocer  los  de- 
rechos escritos  de  cada  uno:  si  uno  6  varios  de  ellos  faltase  á  estos 
comiDromisos,  el  poder  constituido,  auxiliado  de  todos  los  Estados, 
se  armarla  contra  los  juimeros  para  hacerlos  volver  al  orden.  L<^ 
mismo  todas  las  naciones  civilizadas  del  mundo,  se  gobiernan  se- 
gún unos  principios  reconocidos  y  convenidos  entre  todas  ellas,  y 
estos  i^rincipios  escritos,  forman  un  código  universal  que  rige  á  las 
naciones  civilizadas  y  se  llama  el  derecho  de  gentes;  una  de  ellas 
no  i)i^ede  prescindir  de  las  disposiciones  de  este  código,  sin  que  las 
otras  la  reconvengan  y  la  precisen  si  hubiese  lugar  á  volver  á  la  ob- 
servancia de  los  X)rincix)ios  mencionados,  pues  entre  ellos  se  prescri- 
be que  cuando  en  un  territorio  neutral  se  haga  armamento  de  guer- 
ra contra  una  nación,  ésta  tiene  un  derecho  imprescrix^tible  para 
invadir  el  dicho  territorio  neutral,  sin  que  ninguna  de  las  otras  na 
clones  pueda  tenerlo  á  mal  ni  intervenir  directa  ni  indirectamente 
para  imi)edir  el  objeto  de  la  invasión,  pues  no  crean  Uds.  que  el 
Oobierno  de  Méjico,  dirijido  por  unos  hombres  cuya  ilustración 
puede  lucir  en  todas  i)artes  del  mundo,  prescinda  de  estos  gran 
des  principios,  y  si  la  fatalidad  quiere  que  se  adiarte  de  ellos,  n(; 
ialtarán  naciones  poderosas  y  justas  que  se  constituyan  arbi- 
tros entre  los  derechos  que  Centro-América  tiene  sobre  Soconus- 
co, y  las  pretensiones  que  tiene  el  Gobierno  de  Méjico  sobre  el 
mismo  territorio.  En  fin,  ciudadanos  Municipales,  todos  mis  esme- 
ros son  dirijidos  á  que  los  habitantes  de  Soconusco  hagan  el  uso 
conveniente  de  sus  derechos,  ]3ara  hacer  respetar  la  neutralidad  de 
su  territorio,  que  ha  sido  escandalosamente  violada  por  la  reunión 
armada  de  Escuintla;  me  lisonjearla  mas  la  gloria  de  evitar  la  muer 
te  de  un  americano  que  todos  los  honores  que  producen  las  empre 
sas  militares  que  son  coronadas  por  la  victoria;  pero  si  se  me  pont 
en  la  dolorosa  precisión  de  acordarme  que  soy  un  viejo  soldado  }' 
que  tengo  el  honor  de  mandar  á  unos  valientes,  acostumbrados  á 
recojer  los  laureles  sembrados  en  el  cam^^o  de  Marte,  yo  me  esforza 


DE  CKNTllO-AMEKICA.  8o7 

re  así,  como  mis  compañeros,  para  que  se  nos  presente  la  ocasión  de 
hacernos  dignos  de  nuestra  patria  y  de  merecer  el  a^irecio  de  Uds.  y 
las  consideraciones  de  la  América.— Tengo  el  honor  de  ofrecer  á  esa 
ilustre  Municipalidad,  los  sentimientos  de  mi  distinguido  aprecio — 
Jí.  Ilaouir 

12 — Arce  en  una  carta  á  los  alcaldes  y  justicias  de  la  vai.i  .lii.i 
del  pueblo  de  Huehuetan,  dice:  "He  recibido  con  el  mayor  agrado 
la  nota  de  Uds.,  del  19  del  corriente,  en  que  me  avisan  que  Agus- 
tín Cxuzman  ha  entrado  en  el  territorio  de  esta  provincia,  sin  X)ev- 
miso  de  las  autoridades  prox)ias  que  son  Uds.  Yo  estoy  dispuesto  lí 
castigar  á  estos  malvados,  que  han  atropellado  el  pacto  de  neutra- 
lidad, y  á  defender  á  los  x^ueblos  de  Soconusco;  y  así  mismo  espe- 
ro que  Uds.  no  les  den  ningún  auxilio,  y  maten  ct  todo  el  que  co- 
jan de  ellos,  en  la  intelijencia  de  que  es  para  Uds.  todo  lo  que  trai- 
gan, pues  es  lo  que  han  robado  en  San  Francisco  Motocingo,  y  es 
justo  quitárselos.  Tengan  Uds.  mucho  cuidado,  no  vayan  á  robar 
las  alhajas  de  la  iglesia  y  sus  bienes,  como  lo  hicieron  en  el  espre- 
sado San  Francisco,  porque  estos  pirujos  no  son  cristianos,  sino 
herejes,  enenvigos  de  Dios  y  de  los  hombres,  y  asi  los  deben  ma- 
FAK  six  TEMOR  NINGUNO  {^').  Avíseume  de  las  novedades  que  ocur- 
ran,  y  reciban  el  afecto  de  quien  los  ama — Manuel  José  Arce.''  <,**> 

13 — Arce  se  fortificaba  en  el  territorio  de  Soconusco,  en  presencia 
de  las  autoridades  de  aquel  Partido,  y  seguia  la  proj^aganda  revo- 
lucionaria. Era  preciso  penetrar  al  territorio  que  se  llamaba  neu- 
tral. Raoul  dirijió  entonces  al  Ayuntamiento  de  Tapachula,  la  co- 
municación sio'uípnte: 


(*)  Véase  la  moral  de  los  serviles:  ae  de'je  ni  Liar  á  loi  liberales  porque  son  herejes,  ¿Cuál  es 
la  relijion  de  esos  hombres?  Si  son  cristianos,  su  Dios  es  el  Dios  del  Sinaí  y  el  Dios  del  E- 
vangelio,  que  condena  el  homicidio.  La  carUi  da  Arce  prueba  que  los  serviles  no  son  cató- 
licos, protestantes  ni  judios:  que  no  tienen  mis  relijion  que  el  egoísmo  ni  mas  monxl  qu»^ 
su  ambición,  y  que  si  invocan  á  Dios  es  pr  •ci-^ini  Mit«>  pira  ulucinar  ¡i  lo-;  pueblos  y  servirs*» 
<le  eflos  como  de  misérrimos  instrumenta 

(**)  EsUi    .........  hallHiuscita  cu  el  IJ  )lot¡n  O.icial   Jj    11   Uj  ni ir¿o  de  1832,  uüm   II. 

])ajina  80,  y  estuvo  de  manifiest)  mucho  tiempo  eu  la  imprentti  doBeteta,  pora  «pie  vierau 
1 1  orijinal  todos  los  que  quisieran.  San  Franoisco  Motocingo,  era  nna  mnclioria  di    ínli  - 
ipic  seducidos  por  Arcá  y  sus  sU 'ditos,  hic'.er  m  traición  ú  la  patria,    v  l'i '  preciso  crt»»ti  ;•, . 
los.  Lo  que  pertenecía  al  culto  se  trasladó  A  U  iglesia  do  San  Mir  • 


358  UESKNA  íijst6]mca 

^'Al  ilustre  Ayuntamiento  de  la  vilJa  de  Tapa  clin  la- Yo  lecil-í 
ayer  la  respetable  comunicación  de  esa  Municipalidad,  con  los  a- 
nexos  relativos  á  la  conferencia  que  yo  solicité  anteriormente.  Si 
desde  qne  tengo  el  mando  del  cnerpo  de  o]:)servacion,  yo  no  hu- 
biese concebido  el  mayor  aprecio  y  resijeto  por  la  conducta  de  esas 
autoridades  y  su  comx)ortamiento  en  circunstancias  tan  delicadas, 
hubiera  decaído  el  concepto  que  yo  tenia  ya  formado  de  su  tino,  de 
su  imparcialidad  y  de  su  respeto  inalterable  por  los  intereses  de 
los  ]3ueblos  que  caben  en  su  jurisdicción.  No  me  cansaré  en  dar  pa- 
sos conciliadores  para  alejar  los  males  que  provocan  con  sus  intrigas 
los  enemigos  de  Soconusco;  deseo  que  Uds.  sean  los  jueces  entre  e- 
líos  y  el  Gobierno  de  Centro-América;  en  las  manos  de  Uds.  depo- 
sito todos  los  documentos  que  facilitarán  á  los  pueblos  el  conocí-, 
miiento  exacto  de  los  autores,  de  los  compromisos  en  que  vau  á  ha- 
larse de  resultas  de  la  precisión  en  que  me  hallaré  indudablemente, 
ele  ir  con  mis  troj^as  á  dispersar  los  vagos  que  están  armados  en  Es- 
euintla:  entre  tanto,  suplico  á  üds.  y  á  todos  los  habitantes  de  Ta- 
pachula,  calmen  los  pueblos  que  la  intriga  ha  alborotado;  las  cui- 
jjas  de  unos  llocos,  no  pueden  reciier  sobre  unos  pueblos  inocentes, 
tranquilos  y  paciftcos,  y  doy  á  Uds.  mi  palabra  que  las  tropas  que 
están  á  mi  mando,  se  portarán  en  ese  territorio  con  la  disciplina  que 
les  caracteriza,  con  la  armonía  que  debe  existir  entre  amigos; 
y  yo  no  sé  esplicar  el  desasosiego  del  pueblo  de  Tustla  y  menos  la 
huida  de  varios  de  sus  hibitantes;  en  vano  yo  comunicarla  mis  in- 
tenciones á  la  Municipalidad  ele  Tustla;  sus  individuos  se  han  de- 
clarado i^arciales  en  favor  de  los  rebeldes,  y  hostiles  contra  nosotros, 
de  suerte  que  yo  estoy  persuadido  de  que  ellos,  lejos  de  inspirar  con- 
íianza  al  pueblo  de  Tustla,  lo  inquietan  y  nos  suponen  intenciones 
que  no  tiene  el  Gobierno  de  Centro-América,  ni  caben  en  nuestros 
corazones,  y  yo  espero  del  acierto  de  Uds.,  que  x>ersuadan  al  pue- 
blo de  Tustla,  y  vuelvan  á  sus  casas  los  individuos  que  las  han  a- 
bandonado,  y  que  ni  ellos  ni  ningún  habitante  de  Soconusco,  tiene 
que  recelar  de  la  conducta  del  cuerpo  de  observación,  al  contrario, 
será  para  ellos  una  ocasión  de  vender  sus  frutos  y  entablar  con  la 
mayor  libertad,  las  relaciones  comerciales  que  la  naturaleza  ha  crea- 
do entre  sus  pueblos,  y  los  nuestros:  pueden  aun  desde  ahora,  traer- 
nos todos  los  víveres  que  les  sobraren,  pues  aquí,  personas  y  bienes, 
recibirán  Iniena  acojida  con  gran  provecho  de  los  vendedores.  Re- 
mito á  esa  Municix)alidad,  como  cabecera  del  Partido,  copia  de  una 
nueva  comunicación  que  yo  dirijo  al  Ayuntamiento  de  Tustla;  ('oii 
presencia  de  todos  estos  documentos,  los  pueblos  harán  cargo  á 
quien  corresponde.  Si  algo  puede  suavizar  el  sentimiento  c|ue  \'o 
tendré  de  obrar  militarmente  contra  los  vagos  de  Escuintla,  será 
^\  placer  6  la   satisfacción  de  ofrecer  á  esa  Municipalidad,    en  per- 


DE  OENTHO-AMEKIOA.  359 

sona,   los  sentimientos   de  mi  distinguido  aiirecio. — I).    V.  L. — K. 

14— La  relación  de  muchos  hechos,  los  i^resenta  con  toda 
exactitud  el  ciudadano  Francisco  xllburez,  desde  San  Marcos.  Ex- 
tractar su  comunicación,  seria  desvirtuarla.  Dice  así:  "Al  ciuda- 
dano Secretario  general  del  Despacho. — Al  ñn  el  mas  aventuren» 
traidor,  tuvo  el  atrevimiento  de  profanar  el  suelo  de  los  libres.  Ar- 
ce se  llalla  ya  en  San  Francisco  Motocinta,  con  una  fuerza  que  lle- 
ga á  doscientos  hombres,  malamente  socorridos.  Cuando  el  Gene- 
ral en  jefe  se  aseguro  de  tamaño  atentado,  hizo  reconcentrar  sus 
fuerzas  á  Tejutla,  y  de  este  pueblo  marchó  el  cinco  pai-a  Tacana 
el  Mayor  General,  con  mas  de  trescientos  hombres  de  infantería  y 
veinticinco  caballos,  como  á  colocarse  á  la  retaguardia  de  los  enemi- 
gos. Doscientos  hombres  de  infantería  y  el  escuadrón  federal  salie- 
ron el  O  i)ara  Cuilco  á  las  dos  de  la  mañana.  El  General  les  siguió 
al  amanecer,  y  los  restos  del  escuadrón  de  Sija  que  no  habia  aun 
marchado  por  falta  de  monturas,  salió  á  las  once,  ya  medianamen- 
te equipado  con  albardas  que  reuní  entre  los  vecinos  de  esta  villa 
y  Sacatepequez.  Aquí  no  quedó  un  soldado,  cuando  se  hizo  el  mo- 
vimiento para  Tejutla;  pero  del  o  al  6,  se  levantaron  cincuenta  hom- 
bres que  hice  ir  á  reunirse  á  la  división  y  durmieron  anoche  en 
Tejutla.  Ya  quedan  en  esta  villanías  de  treinta  de  la  guardia 
de  la  Constitución  en  servicio,  para  seguridad  de  la  población. 
y  mañana  se  comjjletarán  cien  que  he  mandado  levantar,  socor- 
riéndolos con  medio  prest.  El  vecindario,  sin  escepcion  de  perso- 
nas, se  presta  gustoso  á  íjuanto  se  le  pide.  Esta  villa  me  dio  diez 
monturas  y  otras  tantas  Sacatepequez.  Es  tal  el  entusiasmo,  que 
las  mujeres  se  ofrecen  á  sostener  al  Gobierno  con  palos  y  piedras,  y 
exhortan  á  sus  hijos  á  tomar  las  armas  y  salir  á  la  canq^aua.  Al 
marchar  ésta,-  su  tesorería  fué  sin  un  medio,  y  yo  regresé  de  Teju- 
tla á  recojer  en  esta  villa  algunas  cantidades  para  remitirle.  En  e- 
fecto,  he  reunido  mil  pesos  que  yo  mismo  conduzco  á  Tacanjí,  á 
donde  paso  para  dirijirle  allí  víveres  á  la  división,  pues  que  pasa  íi 
I)untos  donde  nada  hay.  El  indíjena  C- José  María  Alcabal  del  pue- 
blo de  San  Mateo,  donó  cuatro  caballos  y  uno  el  C.  Raimundo 
l>arillas  y  otro  el  C.  José  Soasnabar.  Arce  de  desesperado  lia  veni- 
do á  estrellarse.  Hoy  entran  dos  quezaltecos  que  se  le  han  deserta- 
do y  remite  i)resos  la  Municipalidad  de  Tustla.  Se  sabe  que  Ocaña 
ha  hecho  lo  mismo  en  el  tránsito  de  Escuintla  á  San  Francisco.  En 
virtud  de  comunicaciones  que  me  hizo  el  Geneitil,  he  abierto  el  co- 
mercio con  la  provincia,  permitiendo  la  extracción  de  harina,  y  lu* 
oüciado  á  las  Municipalidades  de  Tustla  y  Tapachula,  manifestán- 
doles que  la  causa  de  haberse  cen-ado  aquel  no  fué  otra  que  la  per- 
jnision  de  sus  autoridades  para  que  allí   i)ermaneciesen  los  enemi- 


gos  de  la  República;  pero  unidos  aquellos  pueblos  con  los  nuestros 
por  unas  mismas  costumbres,  una  misma  relijiony  unos  mismos  in- 
tereses, nada  de  ellos  tenemos  que  temer,  continuando  con  liber- 
tad nuestras  relaciones.  Sírvase  Ud.,  C.  Ministro,  dar  de  esta  co- 
municación conocimiento  al  Ejecutivo,  y  admitir  la  sinceridad  de 
mis  respetos — I).  U.  L. — ^San  Marcos,  febrero  7  de  1832 — FrancUco 
Albur  ezr 

If) — El  coronel  Nicolás  Raoul,  iridió  al  CTobierno  se  le  exonerase 
del  mando  de  la  fuerza  destinada  á  combatir  en  la  frontera  á  la 
facción  de  Arce.  Raoul  estaba  molesto  por  las  dilaciones.  El  desea- 
ba concluirlo  todo  militarmente  en  una  liora,  y  las  instrucciones 
del  Gobierno  le  obligaban  á  proceder  lentamente,  para  que  se  coni- 
]3rendiera  con  claridad, ^'que  solo  el  poder  de  la  necesidad,  obliga-- 
ba  á  los  centro-americanos  á  penetrar  hasta  Escuintla  de  Soconusco 
donde  estaban  las  fortiñcaciones  del  ex-Presidente.  Fué  nombi-ado 
para  que  le  subrogara  el  coronel  José  Martínez,  el  cual  salió  inroe- 
diatamente  de  esta  capital.  Durante  el  viaje  de  Martínez,  Arce  ^%' 
gó  liasta  San  Francisco  Motocinta,  de  donde  fué  desalojado.  Este 
movimiento  indígnójjal  coronel|Raoul  y  escribió  al  Gobierno  de  Gua- 
temala, que  aunque  llegara  Martínez,  continuaría  en  la  división^  i\ 
pesar  de  lo  urgente  Jque  era  á  sus  intereses  el  separarse  de  ella. 

16 — De  esta  respuesta  dedujeron  los  serviles,  que  Raoul  no  pen- 
saba en  dimitirr^que  la  llegadafde  Martínez,  i:)roduciria  un  choque 
entre  ambos  Jefes,  y  que  este  choque  daria  i^or  resultado  el  triunfo 
de  los  invasores;  pero  los  hechos  demostraron  lo  contrario.  La  es23e~ 
ranza  de  los  serviles,  ¡^era  la  división  del  x:)artido  liberal,  que  de  to^ 
dos  modos  provocaban. 

17 — El  16  de  febrero,  llegó  el  coronel  Martínez  á  incorporarse  á 
la  división.  Raoul  se  empeñó  en  darle  inmediatamente  el  mando. 
Martínez  no  quería  recibirlo,  x)ero  debia  cumplirse  lo  mandado  por 
el  Gobierno  y  así  se  verificó.  El  coronel  Raoul  permaneció  de  ayu- 
dante de  campo  para  cum]3lir  su  palabra  de  no  separarse  hasta  de>s- 
truir  la  facción.  Los  dos  Jefes  marcharon  con  todas  sus  fuerzas  en 
diferentes  direcciones  sobre  el  enemigo,  con  resolución  de  atacar- 
lo en  Escuintla  de  Soconusco  el  22  de  febrero. 

18 — Con  fecha  21  de  febrero,  los  coroneles  Raoul  y  Martínez,  a- 
campados  en  Tapachula,  informaron  al  Ministerio,  que  el  invierno 
habla  retardado] sus  trabajos  en  la  cumbre  de  San  Jerónimo:  que 
tenían  la  certidumbre  de  un  rápido  triunfo,  porque  todos  los  prepa- 
rativos del  enemigo  eran  de  faga:  que  en  la  marcha  de  Tonalá  á 
Tustla,  les  habia  llovido  granizo  tres  dias  y  tres  noches,  sin  que  hu- 
bieran tenido  abrigo  alguno;  pero  que  á  pesar  de  todo  no  hablan  te- 
nido un  desertor.  Con  fecha  24  de  febrero,  dice  el  coronel  Martínez  al 
Gobierno  del  Estado,  lo  siguiente:  "Son  las  once  del  diaen  que  esta 


DE  cp:nti:<j-america  361 

valiente  división,  triunfo  de  los  facciosos,  que  al  abrigo  de  los  bos- 
ques de  Soconusco,  se  atrevieron  á  invadir  el  territorio  del  Estado 
de  Guatemala,  como  lo  hicieron  introduciéndose  hasta  el  pueblo  de 
San  Francisco,  donde  atacaron  la  fuerza  que  mandal)a  el  cai^itan 
Víctor  Forres.  Ayerá  las  2  de  la  tarde,  nuestra  descubierta  encon- 
tró dos  fuertes  trincheras  sobre  el  frente  y  flanco  izquierdo  del  es- 
trecho camino,  que  una  legua  antes  de.  este  pueblo,  tenían  obs- 
truido por  una  tala  de  árboles  que  lo  hacia'  imx)racti cable.  La 
terrible  carga  que  los  enemigos  dieron  sobre  nuestra  descubierta, 
mandada  por  los  bizarros  oficiales,  capitán  Antonio  Martínez  y  te- 
niente Fedro  Yidal,  la  obligó  á  ceder  algún  tanto  el  terreno;  mas 
reanimada  por  la  oportuna  llegada  del  señor  Kaoul  y  de  algunos  o- 
tros  jefes  y  oficiales  que  me  acompañaban,  ellos  fueron  obligados  á 
reducirse  á  sus  puestos.  Entonces  todas  las  tropas  de  la  división, 
fueron  colocadas  militarmente,  y  comenzó  un  tiroteo  horroroso  de 
ambas  partes.  Se  pasó  la  noche  sin  cesar  el  fuego,  y  al  amanecer 
dispuso  el  señor  Raoul  darles  un  ataque  de  fianco  que  surtió  el  e- 
fecto  que  este  acreditado  Jefe  se  propuso,  porque  el  enemigo  vién- 
dose envuelto,  apeló  á  la  fuga,  habiendo  tenido  muchos  muertos  y 
heridos,  que  quedan  dispersos  i>C)t  los  montes.  Se  han  tomado  doce 
cajones  de  jiarque  de  fusil,  doce  arrobas  de  pólvora  fina,  un  cajón 
de  13 ledras  de  chispa,  muchos  fusiles,  carabinas  y  lanzas,  veintiuna 
albardas,  y  el  portador  lleva  orden  de  entregar  una  bandera  de 
guerra,  tomada  á  los  enemigos.  Tengo  el  sensible  dolor  de  decir  á 
Ud.,  que  han  sido  heridos  el  mayor  general,  C.  Agustín  Guzman: 
mortalmente  el  capitán  Antonio  Martínez  y  el  subteniente  Rafael 
Ortiz. 

'*Yo  no  ení.'uentro  voces  con  qué  elojiar  el  valor  del  señor  coro- 
nel Raoul  y  sus  conocimientos.  El  es  un  viejo  militar,  y  se  le  haría 
un  agravio,  si  fuese  á  detallar  su  comportamiento.  La  patria  con  su 
ausencia  perderá  una  columna  que  deberia  conservar  para  su  sos- 
ten á  cualquiera  costa. 

"No  hallo  como  recomendar  la  bizarría  del  teniente  coronel  Máxi- 
mo Menendez,  comandante  de  la  caballería  federal,  que  con  los  ca- 
pitanes Ignacio  Malespin  y  Mariano  Irunganiy,  atacó  í^sadamenr^^ 
al  enemigo,*  causándole  la  derrota  que  lia  sufrido. 

•Son  también  dignos  de  elojio,  el  teniente  coronel  .Félix  Fonseca, 
(••)  comandante  de  l:i  1.  ^  bi'igada  de  infantería,  i]ii«^  ctn  «^1  teniente 


Muerto  fjloriosameute  ♦.111   <U  setiembre  tle  1838,  comb^tiemlo  á  runvr.i  on  Villft* 


802  KESENA  IIISTOIMCA 

Pedro  Vidal  y  los  ayudantes  de  la  comandancia  general  CC.  Igna- 
cio Bainoya,  José  Dolores  Larrain  y  el  alférez  Salvador  Cornejo, 
llenaron  exactamente  su  deber,  así  como  el  cirujano  de  la  fuerza, 
licenciado  Lorenzo  Hidalgo. 

"La  tropa  toda  es  valiente,  toda  se  lia  distinguido  y  no  x^^iedo 
señalaj-  .')  ninguno.  Ella  es  digna  de  perteuecer,  como  pertenece,  {\ 
un  Gobi(  i'uo  justo  y  liberal. 

"Pronto  emprendiere  mi  marcha  al  Barrio,  donde  es]3ero  órdenes 
del  Gobieiiio  supremo,  á  quien  ruego  á  Ud.  se  sirva  comunicarle  lo 
dicho  y  acei)tar  mi  respeto  y  consideración. 

•'D.  I .  L.— Cuartel  general  en  Escuintla,  febrero  24  de  1882. 

Jo  se  Martínez.''^ 

19 — Raoul  dice  al  Gobierno:  "Me  lisonjeo  de  que  no  quedará  sin 
premio,  la  conducta  del  perfecto  militar  cai)itan  Martínez,  la  del 
teniente  coronel  Máximo  Menendez,  que  mandaba  la  columna  de 
ataque  y  ])rinc6  el  primero  en  la  trinchera,  en  compañia  del  capi- 
tán de  la  permanente  del  Estado,  Mariano  Irungaray,  que  tomó  la 
bandera  del  enemigo.  El  teniente  de  caballería  federal  Pedro  Vidal, 
se  ha  distinguido  particularmente  paleando  al  frente  de  la  infante- 
ría, en  donde  acreditó  valor,  intrejndez  unida  á  la  calma  y  su  san- 
gre fria,  tan  apreciable  en  medio  del  peligro:  el  capitán  Malespin 
que  mandaba  la  compañia  del  batallón  federal,  se  distinguió  tam- 
bién. El  teniente  coronel  Guzraan,  merece  el  mayor  aprecio  y  la  con- 
sideración pública  por  su  valor,  que  no  puede  ser  aventajado.  Ma- 
ñana salgo  de  aquí  para  la  capital,  en  donde  estaré  dentro  de  ocho 
dias." 

20 — El  Jefe  del  Estado  de  Guatemala,  dirijió  á  los  centro-ameri- 
canos, la  proclam^i  siguiente: 

"Conciudadanos:  nuestras  armas  acaban  de  dar  un  cruel  desen- 
gaño á  los  enemigos  del  pueblo.  El  ambicioso  que  proclamando  los 
títulos  del  salvaje,  se  presentó  en  nuestra  frontera,  alegando  el  de- 
recho de  la  fuerza,  i3ara  encender  las  teas  de  la  guerra;  ha  visto  en 
el  pueblo  de  Escuintla,  desbaratados  sus  sanguinarios  proyectos  y 
probado  cuánto  excede  el  ímpetu  guerrero  del  soldado  de  la  ley 
al  de  impotentes  traidores. 

"En  826,  Arce,  que  en  mala  hora,  se  habla  sentado  en  la  silla 
del  Ejecutivo  nacional,  fué  infíel  á  la  ley,  y  el  temor  de  sus  respon- 
sabilidades, le  condujo  á  los  atentados  públicos.  La  noble  resisten- 
cia del  patriotismo,  le  hizo  añadir  la  violación  á  los  crímenes  y  con 
la  guerra  cubrió  de  luto  y  de  sangre  toda  la  faz  de  este  suelo  her- 
moso. 

"En  829  el  triunfo  de  la  restauración,  reunió  el  Congreso  nació- 


DE  (Kirr lio- AMÉRICA.  :]6H 

nal,  que  liabia  desax)arecido  i)or  cerca  de  tres  afios.  Por  sus  acuer- 
dos, el  autor  de  tantos  niales,  iba  á  ser  juzgado  con  otros  tantos 
cómplices;  mas  fueron  atendidas  sus  \:oces  suplicantes,  con  que  jie- 
dian  indulto  de  la  vida,  resignándose  á  la  expatriación  perpetua. 
Tal  gracia  se  imploral)a  ante  los  hombres  ofendidos  y  ante  aquellos 
que  liabian  derramado  lágrimas,  testigos  del  suplicio  d^^  los  ])atno 
tas,  y  generosos,  no  supieron  imitar  á  sus  tiranos. 

''No  debe  pesarnos  este  testimonio  de  humanidad,  aun  después 
de  la  pérfida  correspondencia  del  ingrato.  Su  maldad  y  nuestra  jus- 
ticia lia  sido  lioy  la  causa  que  ha  conducido  á  nuestros  bravos  á  los 
triunfos  que  os  anuncio.  No  puede  el  crimen  tener  valientes  parti- 
<larios,  ni  un  Gobierno  generoso  será  jamas  vencido:  entraron  ya  des- 
pavoridos en  el  territorio  mejicano,  los  malvados  que  han  podido  li- 
brarse con  la  fuga.  Sus  efectos  de  guerra  están  en  nuestras  manos. 
y  la  bandera  desplegada  en  Escuintla  para  la  sedición,  se  halla  es- 
puesta aL público  en  esta  ciudad,  ronio  írofpo  tomado  ])or  lo^  auii- 
gos  del  orden. 

"Conciudadanos:  continuad  vuestra  cooperación  al  (iobierno,  y 
(ú  os  ofrece  los  dias  serenos  que  ha  venido  á  robaros  un  desnatura- 
lizado centro-americano.  Y  tributad  eterna  gratitud  á  los  valientes 
que  con  su  sangre  han  afirmado  la  púl)lica  seguridad,  y  los  sagra- 
dos derechos  del  pueblo. 

"(Tuatemala,  8  de  marzo  de  1882. 

'  ^Mar iari o  (ral ccz . ' ' 

:21—  El  coronel  Martinez  despacho  una  circular  á  las  autoridades 
de  Soconusco,  en  que  les  manifiesta,  que  la  necesidad  de  destruir 
la  facción,  le  habia  obligado  á  internarse  con  la  fuerza  armada  en 
aquel  territorio,  y  que  tan  luego  como  desapai^ciera  todo  movi- 
miento de  sosx)echa,  regresaría  al  Estado  de  Guatemala.  La  contes- 
tación del  Jefe  político  fue  satisfactoria.  El  reconoció  la  necesidad 
del  movimiento,  y  dio  las  gra<Mns  á  los  vencedores  por  liaberlo  li- 
brado de  los  facciosos. 

22 — El  Gobierno  de  Mójico  ojucno  al  (fohtMiíador  de  C  iiiap;i>,    in 
dagára  con  toda  exactitud  cuanto  hubiera  ocurrido  con   posterior! 
dad  á  la  derrota  de  las  fuerzas  del  ex-ju-esidente  Arce,  y   esi)e(;ial 
mente  si  los  vencedores  hablan  cometido  faltas  contra  los  liabitautes 
de  Soconusco,   ó  contra  los  deret^hos  de  la  l^epública  mejicana. 

23 — Elalcalcle  de  Tapachula,  don  Silverio  Escobar,  dio  eliufonne 
siguiente,  diiijido  al  Juez  de  1.^  Instancia  de  Tonalá,  para  que 
fuera  enviado  al  Gobernador  de  Chiapas: 

'Ayer  fue  en  mi  poder  el  oficio  de  Td.,  de    12  del  actual,  eii  que 
inc  traslada  lo  q\u'  ol   supremo  (iobierno  de  ese  Estado  le  dice  con 


364  KESEXA  HISTÓRICA 

fecha  3  del  mismo,  encargándome  le  informe  sobre  los  acontecimien- 
tos ocurridos  en  este  territorio,  desde  que  lo  ocuparon  las  tropas 
del  Clobierno  de  Centro-América,  que  vinieron  a  batir  las  que  a- 
caudillaba  don  Manuel  José  Arce  en  el  pueblo  de  Escuintla.  Con- 
trayéndome  á  los  particulares  indicados,  acerca  de  los  que  me  pi- 
de le  comunique  cuanto  liaya  ocurrido  con  X30sterioridad  á  la  der- 
rota, hechos  de  los  vencedores  en  el  territorio  de  Soconusco,  y  si 
aun  permanecen  en  él  6  lo  han  evacuado,  digo:  que  ha  sido  á  estos 
pueblos  todos,  tan  inesperada  como  apreciable  la  conducta  que  han 
observado  el  comandante  don  José  Martínez  y  los  jefes,  oficiales  y 
soldados  de  la  fuerza  vencedora:  que  al  ingreso  de  ella,  los  vecinos 
de  los  pueblos  inmediatos  á  Escuintla,  los  abandonaron,  creyendo 
ser  hostilizados;  pero  disipados  sus  temores,  noticiosos  de  la  dis- 
ciplina militar  de  las  tropas  de  Centro- América,  han  vuelto  sin  ser 
molestados  en  manera  alguna:  que  el  Jefe  de  estas  tropas  ha  res- 
petado y  protejido  con  escrui3ulosidad  sin  ejemplar,  las  ^propieda- 
des de  los  vecinos  de  estos  pueblos,  mandando  también  satisfacer 
el  valor  de  todos  los  auxilios  que  han  prestado,  entendiéndose  con 
las  autoridades  locales:  que  éstas  han  sido  j^or  él  mismo  respetadas 
y  sostenidas  en  su  sistema  de  neutralidad:  por  último,  que  dichas 
tropas  en  su  maicha  a  Escuintla  y  regreso  hasta  aqui,  donde  exis- 
ten, han  acreditado  que  su  objeto  solo  ha  sido  deshacer  á  los  que 
acaudillaba  don  Manuel  José  Arce.  Así  lo  ha  manifestado  el  señor 
Martínez  á  estos  pueblos,  y  con"  respecto  á  la  permanencia  de  la  di- 
visión en  este  suelo,  ha  visto  que  tan  luego  como  el  General  men- 
cionado supo  las  jn'ovidencias  tomadas  por  el  Gobierno  de  ese  Es- 
tado x)ara  hacer  internar  en  él  á  don  Manuel  José  Arce  y  á  los  que 
los  siguen,  ha  dispuesto  su  retirada  para  el  territorio  de  Guatema- 
la, manifestándome  que  él  con  alguna  fuerza  X3ermanecerá  mientras 
se  verifique  la  intimación  de  aquellos,  conforme  las  órdenes  que  me 
asegura  tener  de  su  Gobierno.  Esto  es  cuanto  puedo  informar  á 
Ud.  ahora;  pero  si  adelante  ocurriere  algo  que  merezca  ponerse  en 
la  consideración  de  Ud.  para  que  lo  haga  saber  á  su  Gobierno,  no 
descuidaré  en  hacerlo.  Esta  ocasión  me  proporciona  ofrecerle  la 
gratitud  de  mi  mas  distinguida  consideración  y  aprecio. 
''Tapachula,  marzo  19  de  1832. 
->  ^'Süverío  Escohar. 

Sr.  don  José  Martínez,  juez  de  1.  ^instancia  de  Tonalá." 


iíQ, 


24— Arce  se  internó  con  los  restos  de  su  gente  á  la  Kepública  me- 
jicana. Ahi  todos  se  dispersaron.  Aseguraba  que  iba  á  dirijirse  á 
Trujillo,  con  el  fin  de  auxiliar  á  Domínguez;  x)ero  no  lo  hizo.  Las 
tropas  de  Guatemala  volvieron  al  Estado,  no  para  descansar  de  sus 
fatigas,  sino  para  continuar  la  campaña  en  Honduras.  Con  la  der- 


I 


J)E  CENTKO-AMEIÍICA.  865 

rota  de  don  Manuel  José  Arce,  teiniina  la  segunda  ijaite  de  la  gran 
cons^jiracion  servil;  pero  quedaba  en  pié  la  tercera  parte,  que  al  mis- 
mo tiempo  liabia  comenzado  por  las  costas  del  Atlántico  en  el  Esta- 
do de  Honduras,  y  que  no  concluyo  sino  hasta  el  12  de  setiembre 
de  32.  En  el  capítulo  inmediato,  se  verán  los  esfuerzos  de  los  servi- 
les para  establecer  la  división  en  el  partido  liberal,  y  en  el  siguien- 
te veremos  correr  á  torrentes  la  sangTe  centro-americana  en  Terca- 
les,  Jaitique,  Trujillo.  el  Espino,   Oxjoteca  y  Oinoa. 

2o — Cuando  se  dice  que  durante  la  adndnistracion  del  partido  li- 
beral, no  progresó  el  país  lo  que  debiera,  no  se  tiene  en  cuenta  que 
la  aristocracia  y  el  clero,  jamás  dejaron  de  consx)irar:  que  desde  el 
18  de  abril  de  29,  hasta  el  18  de  abril  de  89,  hubo  una  incesante  y 
porfiada  lucha,  en  que  los  serviles  esgrimieron  todas  las  armas,  pa- 
ra no  dejar  que  las  instituciones  liberales  se  afianzaran,  ni  el  Go 
bierno  tuviera  una  hora  de  sosiego.  Las  medidas  poco  enérjicas  con- 
tra ellos,  los  alentaban.  La  idea  de  la  inviolabilidad  de  la  propie- 
dad, llego  al  extremo  de  no  exijirse  indemnizaciones  pecuniarias 
á  los  verdaderos  autores  de  tantos  males;  quienes  permanecían  en 
lujosas  habitaciones,  burlándose  pérfidamente  de  las  desgracias  de 
la  i)átria,  y  preparándole  otras  mayores.  Las  indemnizaciones,  con- 
formes con  los  principios  de  justií.'ia,  según  las  cuales  el  que  hace 
un  daño  debe  repararlo,  habrían  quitado  á  los  consjjiradores  los 
mf^dios  de  continuar  delinquiendo,  y  evitado  el  escándalo  que  i)re- 
sentan  hombres  en  la  oiDulencia,  deleitándose  en  el  infortuí 
la  nación  y  en  las  desgracias  que  ellos  han  producido. 


CAPITULO  TKIOESIMOTERCIO 

Un  episodio  político. 


SUMARIO. 

1 — Se  hace  al  Gobierno  una  denuncia — 2.  Prisión  y  fuga  dr  un 
emisario — 3.  Conducta  del  ijartido  servil — 4.  Se  introduce  sc- 
f/unda  vez  el  mismo  emisario — 5.  Se  le  reduce  á  prisión — 6.  .1- 
contecimientos  verificados  en  una  visita  de  cárcel — 7.  Confe- 
rencia entre  el  doctor  Calvez  y  don  Bernardo  Escobar— ^.  A- 
j entes  delijartido  servil  exaltan  á  Escobar — 9.  Otros  j^retenden 
irritar  á  Calvez— 10.  Mensaje  del  Jefe  del  Estado — 11.  Sensación 
que  este  documento  produjo — 12.  Un  folleto  de  don  Bernardo 
Escobar — 13.  Consecuencias  de  este  folleto:  esposicion  de  la  Mu- 
nicipalidad de  la  Antigua — 14.  Respuesta  de  Calvez  á  esa  Mu- 
nicipalidad— 15.  Continúa  la  ajitacion  —  IC.  Resolución  del 
Consejo — 17.  Renuncia  de  (Uih^ez — 18.  Efiposirion  popfhn'  v  ^*''v 
consecuencias. 


1 — En  setiembre  de  31,  el  Crobierno  tuvo  aviso  de  que  Isidix)  Ar- 
rióla, vecino  de  Chiapas,  se  habla  introducido  en  A  Estado,  con  el 
Jin  de  reclutar  gente  para  la  ♦Mnpresa  servil,  acaudillada  por  don 
Manuel  Josó  Arce,  ájente  de  la  aristocracia  de  (fuatemala. 

2    El  (fobierno  tenia  certeza  de  la  introducción  de  Arrióla  sin  ¡m- 


808  KESEInA    1ÍI8TÓRICA 

yaporte.  Se  le  mandó  i3reiider;  pero  él  tuvo  habilidad  para  esca- 
ldarse y  llego  á  Cliiapas  (íon  algunos  reclutas  centro-americanos,  que 
sirvieron  al  ex-Presidente,  en  la  descabellada  campaña  que  terminó 
en  Escuintla. 

3 — Los  serviles  no  descansan  en  sus  maquinaciones  contra  los  li- 
berales. Si  están  en  el  poder,  su  principal  é  incesante  ocujmcion  es 
destruir  las  ideas  progresistas  y  aniquilar  á  los  hombres  que  las 
profesan,  sin  ]3erdonar  medio  alguno;  si  están  en  la  oposición,  cons- 
piran sin  tregua,  i)reparando  siempre  dificultades  y  todo  género 
de  obstáculos  á  los  gobernantes.  Los  verdaderos  jefes  del  partido 
servil,  cuidan  siempre  deque  los  motores  del  movimiento  no  se  vean. 
Estos  permanecen  emboscados,  y  elijen  para  que  se  presenten  en 
la  arena  y  sufran  el  rigor  de  las  campañas,  las  persecuciones  y  la 
muerte,  á  hombres  como  Kanion  Guzman  y  como  otros  muchos  que 
presentará  la  Historia. 

4 — ^En  el  mes  de  junio  de  32,  dio  parte  el  Jefe  político  de  Quezal- 
tenango,  de  que  Arrióla  se  habia  introducido  por  Cuilco:  que  no 
trayendo  pasaporte,  se  le  habia  arrestado;  pero  que  de  la  cárcel  se 
fugó.  El  Jefe  del  Estado  dio  órdenes  á  todos  los  funcionarios  para 
la  captura  de  aquel  hombre.  En  esos  momentos  llegó  el  correo  de 
Chiapas  que  traía  cartas  para  el  doctor  Galvez,  en  las  cuales  se  a- 
seguraba  que  x\.rrio]a  era  un  emisario  del  ex-Presidente. 

5 — Arrióla  se  introdujo  furtivamente  en  Guatemala,  y  al  segundo 
día  de  su  llegada,  fué  preso  por  un  teniente  de  policía.  Este  dio 
cuenta  al  Alcalde  1.,  ^ quien  averiguóla  existencia  d.e  algunos  cóm- 
plices, y  puso  incomunicado  al  preso.  Se  aproximaba  la  visita  de 
cárcel,  y  el  Alcalde  consultó  al  Jefe  del  Estado,  acerca  de  la  mane- 
ra «de  presentar  en  ella  al  enunciado  Arrióla,  y  Galvez  respondió 
que  debía  presentársele  como  detenido  por  la  policía,  por  sus  fu- 
gas, y  por  haberse  introducido  furtivamente  y  sin  pasaporte. 

6 — Don  Bernardo  Escobar,  uno  de  los  liberales  mas  sinceros  y  uno 
de  los  oradores  mas  notables  de  la  República,  era  majistrado,  y  á 
él  estaba  encomendada  la  visita  de  cárcel.  Todavía  la  ruda  espe- 
riencía  no  había  colocado  á  los  liberales  en  el  terreno  práctico  que 
debían  ocupar,  para  sostener  sus  principios  y  para  que  su  réjímen 
no  atraviese  las  columnas  de  la  historia  como  un  rápido  meteoro. 
Para  Escobar,  la  plena  observancia  de  la  ley  de  garantías  aun  en 
los  momeóos  mas  difíciles  de  la  patria,  era  el  único  fin  á  que  todas 
las  autoridades  públicas  debían  encaminarse.  El  juzgó  en  la  visita, 
indebida  la  x>nsíon  de  Arrióla,  y  en  el  acto  ordenó  que  se  le  pusiera 
en  libertad.  El  Alcaide  hizo  observaciones,  diciendo  que  aquel  hom- 
bre se  hallaba  preso  de  orden  del  Gobierno,  por  ser  un  espía.  La 
injerencia  del  Jefe  del  Estado,  en  un  asunto  judicial,  exaltó  á  Es- 
cobar, y  i)ronunció  allí  en  presencia  de  muchos  espectadores,   un 


DE  OEXTRO-AMÉKICA  869 

discurso  enérjico  sobre  la  independencia  del  poder  judicial.  El  Al- 
caide dio  cuenta  al  Jefe  i:>olítico,  y  éste  contestó  que  no  saldría  el 
reo,  sin  orden  del  Jefe  del  Estado.  Esto  pareció  al  Majistrado  de  la 
visita,  un  crimen  horrendo  contra  las  libertades  públicas,  y  pronun- 
ció otro  discurso  que  puede  considerarse  como  una  catilinaria. 

7 — Escobar  y  Galvez  inmediatamente  conferenciaron  sobre  dife- 
rente asunto,  y  en  la  conferencia  se  habló  de  Arrióla.  El  doctor 
Galvez,  era  uno  de  esos  hombres  á  quienes  no  se  puede  ofender 
frente  á  frente,  porque  desarman  con  su  talento.  Galvez  propuso  á 
Escobar,  como  un  medio  de  transacción,  que  Arrióla  fuese  tVasla- 
dado  á  un  cuartel,  mientras  que  la  causa  terminaba.  Escobar  acep- 
tó, y  en  su  presencia  se  dio  la  orden  de  traslación  que  en  el  acto 
fué  ejecutada. 

8-*-Los  serviles  supieron  que  se  hallaban  en  pugna  dos  notabili- 
dades del  partido  liberal,  ignorando  todavía  el  convenio  entre  Gal- 
vez  y  Escobar,  y  al  instante  se  esforzaron  en  que  ese  choque  fuer-a 
en  aumento  hasta  producir  un  cataclismo  político.  Emisarios  del 
j)artido  servil,  diestramente  aleccionados,  se  dirijieron^á  Escobar, 
y  con  lenguaje  sagaz  increparon  á  Galvez,  citando  una  serie  de  he- 
chos, que  aquellos  llamaban  infracciones  de  la  ley  fundamental,  a- 
tentados  contra  los  derechos  del  hombre,  crímenes  contra  las  ga- 
rantías de  la  Ilación  y  de  sus  habitantes.  Escobar  volvió  á  exaltar- 
se, y  su  exaltación  aumentó  con  la  noticia  de  que  en  el  espediente 
contra  Arrióla,  no  se  procedía  velozmente,  y  dictó  segunda  orden  de 
libertad  que  fué  pronto  ejecutada. 

9 — No  solo  estos  ajentes  del  partido  servil  estaban  en  movimien- 
to. Otros  de  ellos,  por  diferentes  intermedios,  tocaron  á  Galvez,  pre- 
sentándole la  conducta  de  Escobar,  como  una  rebelión  contr-a  la  au- 
toridad, como  un  delito  que  no  podía  quedar  impune  sin  que  todo 
el  orden  social  se  trastornara.  Se  le  pedia  que  al  instante  diera  una 
lección  severa  á  ese  miserable  demagogo,  que  trataba  de  turbar  la 
tranquilidad  y  la  paz  de  que  tan  urjentemente  necesitábamos. 

10 — Galvez,  práctico  en  i)olítica,  no  se  dejó  alucinar.  Escobar  no 

fué  reducido  á  prisión.   Pero  el  Jefe  del  Estado  espidió  orden  ].)a- 

ra  que  Arrióla  fuera  recapturado,  y  dio  cuenta  á   la  Asamblea  de 

todo  lo  ocurrido.  En  su  esposicion  al  Cuerpo  lejislativo,  dijo:   que 

un  decreto  del  Congreso  federal,  emitido  á  8  de  diciembre  de  1880, 

imponía  tremenda  resi)onsabilidad  á  los  Jefes  de  los  Estados,  qut» 

teniendo  avisos  como  el  que  dio  el  Jefe  i)olítico  de  Quezaltenango, 

no  acordaran  medidas  jirontas:  que  el  artículo  82  de  la  Constitución 

del  Estado,  otorgaba  garantías  á  los  habitantes  del  mismo  Estado, 

y  no  á  los  que  furtivamente^  se  introdujeran  en  él   contra  la  espre- 

.sada  Constitución  y  contra  las  leyes:  que  en  la  cárcel  quedaban  por 

<)rden  del  Gobierno  otros  hombres  sin  auto  judicial  de  prisión:  que 

24 


370  iíp:sena  tiistókica 

estos  eran  los  prisioneros  de  Esciiintla  y  los  que  por  fama  de  ladro- 
nes, en  número  de  mas  de  treinta,  estaban  en  la  cárcel  en  virtud  de 
un  acuerdo  del  vice- jefe  Márquez. 

11 — Algunos  diputados  declamaron  contra  Escobar,  haciéndole 
cargo  de  tener  connivencias  con  Arce.  Ellos  no  observaban  que  si 
hubieran  existido  esas  connivencias,  las  mismas  disposiciones  en  fa- 
vor de  Arrióla,  habria  dictado  Escobar  para  protejer  á  los  reos  de 
Escuintla.  Ellos  no  conocían  bien  á  Escobar,  demócrata  leal,  since- 
ro republicano,  incapaz  de  unirse  á  los  traidores.  Esta  confusión, 
estos'errores,  era  lo  que  necesitaban  los  serviles  x)ara  dividir  al  imy- 
tido  liberal,  á  fin  de  que  dos  secciones  de  éste  se  hicieran  pedazos, 
y  después  los  llamados  conservadores  entraran  á  batirlo  en  detal. 
La  Asamblea  declaro  que  habia  lugar  á  formación  de  causa  contra 
el  majistrado  Escobar,  y  éste  quedó  suspenso.  Barrundia  y  Molina 
estaban  divididos;  Gralvez  y  Escobar  se  hablan  dividido  también. 
La  facilidad  con  que  lá  Asamblea  declaraba  haber  lugar  á  forma- 
ción de  causa  contra  los  proceres  del  partido  liberal,  era  el  punto 
de  apoyo  que  los  serviles  encontraban  á  la  palanca  de  Arquímedes. 
El  autor  de  estas  líneas,  que  por  su  edad  no^^inspiraba  entonces  nin- 
guna desconfianza,  recuerda  bien  haber  oído  á  personas  principales 
del  partido  servil  decir:  ''Es  preciso  procurar  que  los  fiebres  se  di- 
vidan y  se  despedacen." 

12 — Don  Bernardo  Escobar  ¡jublicó  un  folleto  intitulado:  ''xlpe- 
lacion  al  tribunal  de  la  ojolnion  pública."  En  eso  folleto  se  pinta  rJ 
doctor  Galvez  como  un  tirano,  y  á  la  Asamblea  como  si  fuera  el 
Senado  de  Roma  en  tiempo  de  Tiberio  César. 

18 — El  folleto  de  Escobar  produjo  sensación,  y  la  prensa  se  divi- 
dió. Unos  x)apeles  lo  apoyaban,  y  otros  lo  combatían  fuertemente. 
La  Municipalidad  de  la  Antigua,  creyó  que  debia  tomar  parte  ac- 
tiva en  el  asunto,  y  dirijió  con  fecha  4  de  setiembre,  una  esposicion 
al  doctor  Galvez.  Uno  de  sus  párrafos,  dice:  ''El  turbulento  y  per- 
verso Escobar,  nada  medrará  con  las  especies  sediciosas  que  publi- 
ca... .  Los  Gobiernos  son  responsables  de  su  tibieza;  porque  al  fin 
los  pueblos  son  víctima  de  ella.  La  libertad  es  la  diosa  de  nuestro 
corazón,  y  en  sus  aras  nos  hemos  sacrificado;  pero  las  accions  sedi- 
ciosas no  pertenecen  á  ella:  son  el  cáncer  de  su  existencia." 

14 — El  10  de  setiembre  contestó  Galvez,  que  el  Gobierno  estaba 
siempre  seguro  del  ardor  patriótico  del  pueblo  de  la  Antigua  Gua- 
temala, cuyo  nombre  se  conservaría  en  la  historia  de  los  heroicos 
servicios  á  la  libertad  de  Centro-América. 

15 — Sin  embargo  de  que  en  esos  días  las  armas  liberales,  humi- 
llaban á  los  serviles,  la  cuestión  de  Escobar  continuó  ajitando  los 
ánimos  y  poniendo  de  manifiesto  intrigas  conservadoras,  dirijidas 
por  todas  partes  contra  la  democracia.   La  Asamblea  habia  cerrado 


DE  CENTKO-AMERICA  871 

SUS  sesiones,  y  Galvez  se  dirijió  al  Consejo  representativo,  yov  medio 
de  su  secretario  general  don  Marcos  Dardon,  pidiendo  que  aquel  al- 
to cuerpo  se  reuniera  para  presentar  su  renuncia. 

1(3 — El  Consejo  representativo  oyó  á  la  comisión  de  lejislacion,  que 
X)resent6  un  dictamen  altamente  honorífico  para  el  doctor  Galvez; 
^in  embargo,  no  se  pudo  negar  la  convocatoria  de  la  Asamblea. 

11 — Reunido  el  Cuerpo  lejislativo,  Galvez  formalizó  ante  él  su  iv- 
nuncia. 

18 — Al  saber  el  x>ueblo  cuál  era  el  objeto  de  la  convocatoria,  una 
esj)osicion  firmada  iDor  mas  de  ochocientos  ciudadanos,  se  presentó 
á  la  Asamblea.  En  ella  se  elojia  al  Jefe  del  Estado,  se  ponen  de 
manifiesto  sus  imi^ortantes  servicios  y  se  pide  que  continúe  en  el 
XDoder.  Los  signatarios  se  mantuvieron  en  incesante  ajitacion,  hasta 
que  la  Asamblea  dio  un  decreto  en  absoluta  conformidad  con  sus 
deseos. 


CAPITULO  TRiaESI]MOCXJA.RTO 

Remlicion  del  castillo  de  Omoa  y  fin  de  la 
í^ran  conspiración  servil 


.      SUMARIO. 

—jVoíicias  comunicadas  de  Honduras — 2.  Ocupación  de  Tr,vjt- 
llo—d.  Bsposícion  de  Domínguez  á  la  Municipalidad  de  Chi- 
q'Uimula—4:.  Proclama  del  invasor— 5.  Parte  del  Gobierno  de 
Honduras — G^  Los  facciosos  pretenden  destruirla  independen- 
cia nacional — 7.  Buques  con  que  contaba  Centro- América — S. 
Muerte  del  francés  Duplessis—d.  Acción  de  Tercales— 10.  Par- 
ta de  las  autoridades  de  Olanclio — 11.  Dominguez  llega  á  Omoa 
— 12.  Se  dirije  inmediatamente  á  Santa  Bárbara — 13.  Acción  de 
Jaitique — 14.  Pérdidas  de  los  centro-americanos — lo.  Últimos 
momentos  del  coronel  Gutiérrez — 16.  Muerte  de  don  José  Antonio 
Márquez^  jefe  del  Estado  de  Honduras— 11,  Dominguez  en  Co- 
mayagua — 18.  Ferr era  recobra  el  puerto  de  Trujillo—l^,  Acción 
de  Omoa— '20.  Acción  del  Espino — 21.  Accio7i  de  Opoteca—22. 
Prisión  de  Dominguez— ^'d.    Única  esperanza  de  los  serviles 

24.  Eclipse 25.    Captura  de  la  goleta   ^'EJecutiTo'' 

26.    Declaraciones  - —  27.    Ultimo  recurso  4e  los  rebeldes 

28.  Averia  de  la  goleta  Genis —  29.  Rendición  d^  Onioa — 
80.  Estipulaciones  sóbrela  entrega  del  castillo— *ül.  Estado  de 
las  fuerzas  de  la  República,  sitiadoras  del  castillo  al  tiempo 
de  rendirse-— 'd2.  Llegan  mas  fuerzas  á  Omoa—S*3.  Micerte  de 
Ramón  Guzman—'di.  Muerte  de  Domínguez— ^r^.   Entrada  de 


874  RESEÑA    IIISTÓKICA 

los  vencedores  á  Guatemala — 36.  Excesos  provenientes  del  entu- 
siasmo— 87.  Reft exiones. 


1 — El  i^rimero  de  diciembre  de  1881,  el  Gobierno  de  Honduras 
manifestó  al  de  Guatemala,  que  el  contador  vista  de  Omoa  Fran- 
cisco Lozano,  se  dirijia  á  aquel  puerto,  y  que  fué  sorprendido  con 
la  noticia  de  haber  sido  tomado  el  mismo  puerto  y  su  castillo  j)or 
cien  espulsos  que  se  hallaban  en  Belice.  Agregaba  que  esta  opera- 
ción habia  sido  combinada  con  Arce,  y  que  se  dictaban  medidas, 
entre  ellas  la  de  aumentar  las  guarniciones  de  Comayagua  y  Tegu- 
cigalpa,  con  el  fin  de  que  marchara  una  división  á  desalojar  á  los 
invasores.  Igual  noticia  se  envió  por  estraordinariq  al  Presidente  de 
la  República. 

2 — Casi  al  mismo  tiempo  Domínguez  ocupó  el  puerto  de  Trujillo. 
Lo  acompañaba  Pedro  González,  el  mismo  que  se  halló  en  la  plaza 
de  Guatemala  sirviendo  á  Aycinena  el  año  de  29,  que  pasó  al  cam- 
1)0  del  general  Morazan  el  12  de  diciembre,  á  suplicarle  ocupara  la 
Xilaza  y  que  no  obstante  hallarse  comprendido  en  los  decretos  de 
espulsion,  fué  indultado  por  repetidas  súplicas. 

8-y-Con  fecha  81  de  diciembre,  Domínguez  tuvo  la  audacia  de  di- 
rijir  una  circular  á  las  Municii3alidades  del  Estado  de  Guatemala, 
excitándolas  á  la  insurrección.  En  ese  documento  se  pinta  con  ne- 
gros colores  al  ]3artido  liberal,  y  se  dice  que  es  indispensable  ani- 
quilarlo para  salvar  á  la  Nación. 

4 — La  misma  fecha  tiene  una  proclama  de  Domínguez  á  Jos  cen- 
tro-americanos. Ese  documento  es  una  prueba  evidente  de  la  liga 
que  existió  entre  los  hombres  que  sucumbieron  en  1829  y  don 
José  Maria  Cornejo,  jefe  del  Estkdo  del  Salvador.  Don  Vicente  Do- 
mínguez, en  su  i)roclama,  como  don  Manuel  Montúfar  y  don  Ma- 
nuel José  Arce  en  sus  Memorias,  colma  de  elojios  á  Cornejo;  pero 
Domínguez  se  estiende,  espresando  lo  que  aquel  Jefe  habia  jirome- 
tido,  y  lo  que  de  él  esperaba. 

5 — Ln  correo  estraordinario  dio  aviso  de  las  circunstancias  de  la 
toma  de  Omoa.  Según  ese  izarte,  Ramón  Guzman  á  la  cabeza  de 
doscientos  morenos,  sorprendió  el  fuerte  y  cuartel  de  Omoa  el  21  de 
noviembre  á  las  ocho  de  la  noche.  Aprehendió  el  armamento  y  mu- 
niciones Q.e  guerra  que  allí  habia,  y  logró  poner  cpiinientos  hombres 
sobre  las  armas. 

.6 — Los  facciosos  enviaron  á  la  Habana,  la  goleta  Ejecutivo,  á  la 
cual  ellos  dieron  el  nombre  de   General  Bomingnez.   Ella  conduela 


DE  CENTKO -AMÉRICA.  375 

pliegos  y  agentes  de  los  serviles  al  Capitán  General  de  la  isla  de 
Cnba,  con  el  ñn  Jde|manif estarle  que  los  hombres  de  bien  en  Cen- 
tro-América, aspiraban  á  la  dominación  española,  y  que  solo  los 
forajidos  y  los  miserables  que  vivian  del  presupuesto  querían  ser 
independientes.  El  mismo  lenguaje  babian  empleado  en  la  Corte  de 
Madrid  algunos  arist6cratas]mejicanos,  que  fueron  desmentidos  por 
el  éxito  fatal  de  la  espedicion'del  general  Barradas. 

7 — Los  centro-americanos  contaban  con  las  goletas  ''María  Jose- 
fa" y  "Nueva  Maria,"  que  estaban  armadas  y  equijDadas  en  el  puer- 
to de  Izabal,  cou  otros  dos  buques  nacionales  á  las  órdenes  del  ge- 
neral Terrelonge,  y  con  otro  de  ochenta  toneladas,  armado  con  cua- 
tro cañones  que  se  tenian  en  Belice. 

8— El  francés  Dujjlessis  mandaba  la  goleta  "Fénix, "  una  de  las 
que  estaban  al  servicio ']|depa'República.  Esa  goleta,  surta  en  las  a- 
guas  de  Omoa,  fué  sorprendida  por  Domínguez,  quien  condujo  á 
I)ui3lessis  á  la  plaza  de  Omoa,  donde  fué  fusilado.  Salió  al  patíbu- 
lo con  un  valor  admirable.  En  los  momentos  déla  ejecución,  dijo  á 
los  espectadores  con  voz  muy  serena,  que  aprendieran  á  despreciar 
la  muerte.  Este  asesinato,  como  el  de  Merino,  daba  á  conocer  lo 
que  los  liberales  debian  esperar  del  partido  servil,  y  presentaba  li- 
na viva  demostración  de  que  no  solo  se  trataba  de  la  independen- 
cia centro-americana,  sino  de  la  vida  y  de  la  muerte  de  los  hom- 
bres que  la  sostenían. 

9 — La  vanguardia  de  Dominguez  se  aproximó  á  Yoro,  el  dia  7  de 
marzo  de  1882.  El  comandante  Ferrera  le  salió  al  encuentro.  Los 
invasores  desaparecieron  y  Ferrera  ocupó  sus  equipajes.  Entonces 
la  misma  vanguardia  ax)areció  de  nuevo  y  atacó  á  Ferrera  sobre  el 
punto  de  Tercales.  Allí  dos  compañías  de  infantería  y  un  piquete 
de  la  caballería  de  Yoro,  hicieron]  resistencia  y  derrotaron  com- 
pletamente á  los  facciosos.  Estos  huyeron  dejando  dos  muertos.  Do- 
minguez quiso  rehacerse  en  Olanchíto,  x)ero  nadie  le  auxilió,  y  tuvo 
que  escapar  para  Trujillo,  dejando  doscientos  fusiles  empacados, 
nueve  cargas  de  equipaje  en  que  había  algún  dinero,  treinta  y  ocho 
carabinas,  tres  sables,  algunas  fornituras,  ])arque  y  un  caballo  con 
buena  montura  (J'). 


(*)  Entre  los  equip«ijes  so  eucoutnirou  oiho  crtinniululas  de  n'/.;ii  y  li.»  imiciuuv.s  á  1  . 
virgen  de  Guadalupe,  para  eutumir  á  los  enemigos.  Con  esU\s  supereherias,  >o  coMducift  jtu- 
te  á  la  matanza.  Domiuguez|noJteuia  caudal.  Los  elementos  cou  que  contaba,  prueban  qne 
muchos  serviles  que  se  niantouian  incógnitos,  sostuvieron  con  sus  biems  la  campaña. 


876  RESEÑA  IIISTOHICA 

10 — Domínguez,  bien  pronto  esperimentó  las  fatales  consecuen- 
cias de]  asesinato  que  acababa  de  cometer.  Las  autoridades  de  O- 
lanclio,  dieron  izarte  de  que  los  morenos  franceses,  disgustados  por 
la  muerte  de  Duplessis,  quien  no  liabia  cometido  mas  crimen  que 
hallarse  al  servicio  de  la  República,  abandonaban  al  invasor. 

11 — Llegó  Domínguez  á  Trujillo  en  preciyjitada  fuga.  Tuvo  nece- 
sidad de  pedir  ropa  ajena  para  vestirse,  quiso  ocultar  su  derrota,, 
pero  no  pudo.  Marchó  á  Omoa  á  donde  llegó  el  22  de  marzo  con  su 
caj)ellan  y  tres  personas  mas. 

12 — Domínguez  se  dirijió  inmediatamente  á  Santa  Bárbara,  j)or 
cuya  dirección  se  había  internado  con  300  hombres  su  agente  y  cóm- 
plice Pedro  González.  En  ese  departamento  pudo  reunir  otros  300 
hombres,  y  con  600  marchó  sobre  el  pueblo  de  Jaitique,  donde  ha- 
bía 200  de  las  fuerzas  centro-americanas,  pertenecientes  á  la  colum- 
na llamada  "Invencible,"  que  mandaba  el  coronel  Gutiérrez. 

13 — El  26  de  marzo,  á  las  3  de  la  mañana,  Domínguez,  con  fuer- 
zas mas  que  dobles,  comenzó  el  ataque.  A  las  cuatro  horas  de  un 
fuego  vivo  en  que  tomaron  parte  todas  las  fuerzas  que  se  hallaban 
frente  á  frente,  el  agresor  tuvo  que  huir  hacía  la  aldea  de  San  Jo- 
sé, dejando  multitud  de  cadáveres,  sables,  bayonetas,  carabinas^ 
dos  cajas  de  guerra,  un  clarín  y  otros  despojos. 

14 — La  columna  vencedora  acreditó  en  esta  acción,  que  era  dig- 
na del  nombre  que  se  le  había  dado.  Pero  el  triunfo  fué  costoso. 
Murió  el  capitán  Estevez,  el  teniente  Carias  y  el  subteniente  Pepí- 
ton.  El  comandante  Gutiérrez  recibió  una  herida  mortal. 

15 — Gutiérrez  llamó  á  Sotero  Moneada  y  le  dictó  una  nota  que 
ya  no  pudo  firmar.  Dice  así:  "Comandancia  general.  Columna  in- 
vencible.— C.  Ministro  general — A  las  cinco  de  la  mañana,  liemos 
sido  atacados.  El  fuego  ha  durado  cuatro  horas:  creo  hemos  tenido 
de  pérdida  cincuenta  hombres  entre  muertos  y  heridos.  La  victoria 
ha  sido  nuestra,  y  yo  quedo  mortalmente  herido.  No  puedo  ya  con- 
tinuar. Con  las  ansias  de  la  muerte  dirijo  mis  votos  al  cielo  por  el 
bien  de  la  patria.  Los  oficíales  me  informan  que  todos  los  soldados 
han  peleado  con  mucho  valor. — D.  U.  L. — Jaitique,  marzo  26,  á  las 
8  de  la  mañana." 

16 — El  día  de  la  batalla  de  Jaitique,  fué  sepultado  en  Comaya- 
gua  el  jefe  del  Estado  de  Honduras,  D.  José  Antonio  Márquez,  vícti- 
ma de  una  fiebre  maligna.  Al  comprender  que  estaba  grave,  dirijió 
una  x^roclama  á  los  hondurenos,  fechada  el  22  de  marzo.  En  ella  di- 
ce que  deposita  el  mando  en  el  Presidente  del  Consejo,  quien  sa- 
bría llenar  los^deberes  de  su  cargo.  Se  despide  del  x)ueblo  hondure- 
no y  lo  exhorta  para  que  continúe  con  valentía  por  la  senda  glo- 
riosa que  el  honor  le  traza. 

17 — Los  facciosos,  sin  embargo  de  la  derrota  de  Jaitique,  mante- 


•  DEOENTRO-AMÉIÍICA.  377 

nian  una  insurrección  en  Santa  Bárbara,  y  contaban  con  algunos 
morenos  de  Antillas  que  no  son  francesas,  los  cuales  ocupaban  el 
puerto  de  Trujillo.  Las  autoridades  hondurenas  no  se  creían  segu- 

f  ras  en  la  ciudad  de  Comayagua,  que  por  su  situación  topográfica, 
no  es  un  punto  militar.  La  evacuaron,  y  á  principios  de  abril,  Do- 
mínguez la  ocupó  sin  resistencia. 

18 — El  11  de  abril,  Ferrera,  con  la  división- de  su  mando,  se  pre- 
í  sentó  en  Trujillo.  Solo  le  hizo  resistencia  una  goleta,  que  para  dis- 
putarle la  entrada,  se  fijó  frente  al  campamento  donde  hizo  algu- 
nos tiros.  Ferrera  avanzó  hasta  el  punto  nombrado  la  Ofrecedera. 
jVIIí  tenia n  los  enemigos  doscientos  hombres  bien  parapetados.  Fer- 
rera destacó  dos  compañías  del  batallón  de  cazadoras,  al  mando  de 
los  capitanes  León  Ramírez  y  Fernando  Martínez,  con  el  objeto  de 
cortarlos  por  el  interior  de  la  montaña,  dejando  el  resto  de  la  tropa 
para  llamarles  la  atención  de  frente.  Una  circunstancia  no  espera- 
da, obligó  á  que  se  rompiese  el  fuego  antes  que  estuviese  cortado 
el  enemigo,  lo  cual  dilató  la  acción  por  mas  de  una  hora.  Fueron 
completamente  derrotados  los  facciosos,  dejando  seis  muertos,  y 
todo  cuanto  tenían  en  aquel  puesto.  Ferrera  tuvo  cinco  muertos  y 
diez  y  siete  heridos,  entre  ellos  cuatro  de  gravedad.  Todos  los  cori- 
feos de  la  facción  desaparecieron,  y  solo  se  encontraron  personas 
insignificantes.  Se  embarcaron  parte  de  los  cabecillas  y  parte  se  es- 
parcieron por  los  montes. 

19— El  coronel  Terrelonge  se  dirijió  á  Omoa.  En  la  plaza  de  la 
Barranca,  encontró  la  primera  trinchera  enemiga,  situada  en  un 
ventajoso  punto:  intimó  á  su  comandante  le  franquease  el  paso,  o- 

I  ofreciéndole  las  garantías  necesarias,  á  nombre  del  Supremo  Gobier- 
no nacional.  Al  principio  manifestó  deseos  de  hacerlo,  pero  se  deci- 
dió después  á  que  se  tomara  la  trinchera  á  viva  fuerza.  Terrelonge 
destinó  al  efecto  la  i)rimera  comjiañia  federal,  mandada  por  el  coro- 
nel don  Máximo  Menendez.  Este  se  arrojó  sobre  la  trincheiti  con 
una  intrepidez  admirable,  despreciando  sus  fuegos  y  los  que  hacían 
en  la  playa  tres  goletas.  Terrelonge  hizo  continuar  el  movimiento, 
á  paso  de  maniobra,  dejando  cubierta  la  fortificación  tomada,  y  se 
presentó  en  la  segunda  trinchera  que  estaba  defendida  como  por 
(!Íen  hombres  de  infantería.  Terrelonge  arreglaba  la  tropa  para  to- 
marla a  la  bayoneta,  cuando  se  adelanto  el  esforzado  y  valiente  co- 
ronel Menendez,  seguido  soh^  de  dos  di-agones,  quien  con  su  orde- 
nanza y  el  del  Jefe^  tomó  la  trinchera  6  hizo  huir  á  los  que  la  do- 
rendían.  Se  destinaron  en  seguida,  un  piquete  de  caballería,  al  man- 
do del  capitán  Franciscí)  Malespin,  para  que  fuem  á  ocupar  el  pue- 
blo, y  la  primera  compañía  á  las  órdenes  del  coronel  Menendez  pa- 
ra que  se  situase  en  la  loma,  y  todo  se  verilicó  en  el  momento, 
dispersándose  completamente  algunas  partidas  enemigas  que  aun 


878  líESENA  ITISTÓRICA  . 

no  liabian  tenido  tiempo  de  replegarse  al  castillo, 

20 — El  3  de  mayo,  estando  una  columna  centro-americana  en  la 
aldea  del  Espino,  á  dos  leguas  de  Comayagua,  Domínguez  hizo  un 
movimiento  con  400  hombres  que  tenia  á  sus  órdenes.  Dejó  200  en 
Opoteca  y  con  200  atacó  el  Espino.  En  hora  y  media  de  fuego  fué 
derrotado,  dejando  trece  muertos  y  un  oficial  irlandés,  capitán  de 
los  morenos,  herido  y  prisionero.  La  columna  tuvo  cuatro  muertos. 

21 — El  dia  4,  la  misma  columna  marchó  sobre  Opoteca,  y  el  5  a- 
tacó  á  Domínguez.  A  las  tres  horas  de  fuego  éste  huyó,  dejando 
muchos  muertos.  Acompañaban  á  Domínguez  en  su  fuga,  el  capi- 
tán Alvert  y  otros  oficiales.  Quedaron  treinta  x>risioneros  y  entre  e- 
llos  un  teniente,  llamado  Salvador  López.  Se  tomaron  dos  cañones 
desmontados,  que  Domínguez  habia  sacado  de  Comayagua,  cua- 
trocientas carabinas  de  infantes,  veintinueve  de  dragones,  cuarenta 
y  cinco  fusiles,  doscientas  treinta  y  una  bayonetas,  quince  lanzas, 
diez  balas  de  cañón,  ochocientas  cincuenta  piedras  estranjeras,  qui- 
nientas del  país,  catorce  cartucheras,  diez  bolsas,  ciento  cincuenta 
tiros  de  fusil,  dos  baquetones,  tres  cajas  de  guerra,  un  tercio  de  ba- 
las sueltas.  Las  fuerzas  del  Gobierno  perdieron  al  valiente  coronel 
José  Rosario  López  y  tres  soldados. 

22 — Domínguez  fué  perseguido  en  todas  direcciones  y  capturado. 
Se  le  condujo  preso  á  Comayagua. 

23 — Toda  la  esperanza  de  los  serviles,  después  del  último  triunfo 
de  Opoteca,  estaba  reducida  al  castillo  de  Omoa,  y  á  los  auxilios 
que  los  españoles  de  la  Habana  le  dieran. 

24 — El  27  de  junio  por  lo  mañana,  hubo  un  eclipse.  La  oscuridad 
llegó  á  tal  punto,  que  fué  preciso  encender  velas.  Los  caminantes 
tuvieron  necesidad  de  suspender  su  marcha.  Guatemala  quedó  en 
este  paso  de  la  luna  entre  el  sol  y  la  tierra,  por  algunos  minutos,  al 
centro  de  la  penumbra.  Este  acontecimiento  anunciado  por  los  as 
trónomos,  sirvió  á  los  fanáticos  contra  los  liberales.  Unos  decian 
que  eran  visibles  señales  del  juicio  y  que  llegaba  la  hora  suprema 
de  las  expiaciones.  Otros  aseguraban  que  la  cólera  de  Dios  estaba 
marcada:  que  si  un  dia  faltó  la  luz  por  poco  tiempo,  otro  dia  desa- 
parecería del  todo,  en  castigo  de  tantos  crímenes.  Las  personas  me- 
nos sensatas,  repetían  muchas  veces  estas  palabras:  ''Señales  en  el 
cielo,  trabajos  en  la  tierra.''  La  madre  Teresa  multiplicó  sus  profe- 
cías; pero  la  situación  del  castillo  de  Omoa,  continuó  sin  embargo, 
empeorando  á  cada  instante. 

25 — El  primero  de  julio,  llegando  á  Omoa,  de  regreso  de  la  isla 
de  Cuba,  la  goleta  "Ejecutivo,"  llamada  por  los  facciosos  "General 
Domínguez,"  fué  aprehendida  por  la  goleta  nacional  "Deseada."  A 
bordo  venia  de  capitán  el  español  J  uan  Miguel  Arrechea.  Le  acom- 
pañaban el  español  Antonio  Fernandez,  el  trujillano  José  Suarez  y 


DE  CKNTKO-AMElíK  A  :^79 

Ciríaco  Velasquez  de  Comayagua,  todos  oficiales  de  Dominguez.  El 
coronel  Terrelonge,  después  de  haberles  tomado  declaración,  los 
mando  fusilar,  diciendo  que  estaban  fuera  de  la  ley.  Los  auxilios 
que  traían  para  el  castillo,  eran  banderas  españolas  y  municiones 
de  guerra  y  boca  suministradas  por  el  Gobernador  de  la  Habana. 

26 — Las  declaraciones  de  los  que  traían  los  auxilios  de  la  isla  de 
Cuba,  estaban  conformes  en  un  punto,  y  discrepaban  en  otros.  Es- 
taban conformes  en  que  esos  auxilios  los  dio  el  Gobernador  de  la 
Habana  y  en  que  este  ofreció  otros  de  la  misma  especie.  Discrepa- 
ban en  las  causas  por  qué  aquel  Gobernador  no  les  liabia  dado  bu- 
ques y  tropa.  Arrechea  aseguró  que  ese  funcionario  dijo  que  no  ido- 
dia  hacerlo  sin  órdenes  terminantes  del  Gobierno  español.  Velas- 
quez, depuso  que  se  les  había  contestado  que  el  auxilio  no  haría 
mas  que  comprometer  á  España,  porque  á  la  fecha  el  castillo  estarla 
ya  rendido. 

27 — Los  rebeldes  celebraron  acta,  declarándose  subditos  del 
Kei  de  España,  cuyo  pabellón  enarbolaron  solenmemente  en  el  cas- 
tillo, el  10  de  agosto  de  1832.  Ellos  decían  que  aquella  fortaleza  e- 
iti  española,  y  que  combatirla,  era  hacer  la  guerra  á  España. 

28— Bajo  los  fuegos  del  castillo,  se  hallaba  la  goleta  "Genis,"  to- 
mada por  los  rebeldes  á  Duplessís.  Ramón  Guzman  la  hizo  salii'  con 
dirección  á  la  Habana;  pero  á  pesar  de  las  profecías  del  convento  de 
Santa  Teresa,  esta  embarcación  fué  atacada  por  el  coronel  Galíndo, 
que  se  hallaba  á  bordo  de  la  goleta  "María  Josefa,  "y  la  "Genis"  fué 
averiada.  El  piloto  y  tres  marineros  salieron  en  una  lancha  para  to- 
mar un  cayo  donde  los  prendió  Galíndo.  La  escuadra  centro-ame- 
ricana constaba  entonces  de  siete  buques. 

29 — Ramón  Guzman  no  tenia  que  esperar  en  el  castillo.  Los  víve- 
res se  agotaban.  Las  municiones  de  guerra  no  eran  interminables. 
Tjos  hombres  que  la  acompañaban  no  podían  tener  el  mismo  entu- 
siasmo que  él  por  la  causa  de  los  serviles.  En  los  j^rimeros  días  de 
setiembre,  salieron  veinte  hombres  del  castillo,  al  mando  de  AMcen 
te  Hoyos,  con  el  fin  de  quemar  la  población  de  Omoa.  Estos  fueron 
repelidos  y  murió  su  caudillo.  El  mal  éxito  de  esta  empresa  exas- 
peró íi  los  facciosos  que  rodeaban  á  Guzman,  quienes  al  fin  se  su- 
blevaron contra  éste,  lo  redujeron  á  prisión  é  izaron  bandera  blanca. 
El  coronel  don  Agustín  Guzman  mandaba  en  jefe  por  enfermedad 
de  Terrelonge.  El  oyó  ])roposiciones  de  paz  y  se  firmó  el  convenio 
siguiente: 

HO — "1.  ^  Se  depondrán  las  armas  entregándolas  al  oficial  quec(»- 
misione   el   General  sitiadoi*,  al  tienqu)  de   ocupar  la   fortalezíi  del 
(tastillo,   quedando  la  guarnición  rendida  en  el  paraje  que  se  seíia- 
le.  2.  ^  Se  entregará  el  comandante  Hamon  Guzman  al  mismo  ofi 
cial  parn  (puMpiede  á  disposición  del  ciudadano  Comandante  Ge- 


380  RESENA    IIISTÓEICA 

neral,  y  liasta  ese  momento  estará  escoltado  por  la  misma  guarni- 
ción. 3.  ^  Todos  los  oficiales  y  tropa  de  la  guarnición  de  este  casti- 
llo, quedarán  garantidos  en  sus  vidas  é  intereses  jior  mí,  y  serán 
tratados  con  consideración.  4.  ^  No  serán  comi3rendidos  en  estas  ga- 
rantías, los  que  lioy  se  hallan  fuera  del  castillo,  pues  la  opinión  de 
estos  con  respecto  á  la  conclusión  ^de  la  guerra,  no  está  manifesta- 
da por  ellos  personalmente.  5.  ^  Se  pondrá  en  libertad  á  los  prisio- 
neros que  por  opiniones  políticas  se  hallan  en  este  castillo.  Si  fue- 
ren aprobados  los  artículos  anteriores,  la  devolución  del  ejemplar 
que  acompaño,  será  la  seña  de  la  admisión  y  la  hora  en  que  se  pon- 
drá en  práctica  lo  convenido  por  una  y  otra  parte.  Dado  en  el  cuar- 
tel general  de  Omoa,  firmado  de  mi  mano,  á  12  de  setiembre  de 
1832.  El  coronel  comandante  en  jefe  accidental — Agustín  Guzman. 
Este  pliego  volvió  con  estas  palabras  escritas  al  pié:  ' 'Aprobada  la 
capitulación  anterior  j)or  los  oficiales  de  la  guarnición  del  castillo- 
Fecha  ut  supra — Lino  Montero — Pedro  Policarpo — Pedro  LnboJ^ 

31 — El  estado  de  las  fuerzas  de  la  República  que  sitiaban  el  cas- 
tillo al  tiempo  de  rendirse,  era  el  siguiente:  artilleros  21.  De  la  pri- 
mera compañía  del  batallón  federal,  74.  Id.  de  la  segunda,  116.  De 
la  compañía  de  milicias  del  Salvador,  97.  Id.  de  Zacapa  112.  Id. 
permanente  de  Guatemala,  73.  Id  de  la  segunda,  47.  De  la  primera 
de  Chiquimula  46.  De  ]a  segunda  de  id.  37.  De  la  compañía  de  Te- 
xiguat,  34.  De  la  de  Yerapaz,  78.  De  la  de  Yoro,  53.  De  la  caba- 
llería federal,  51.  De  los  dos  escuadrones  de  la  guardia  de  la  cons- 
titución de  Chiquimula,  97. 

32 — El  día  13  llegaron  á  Omoa  dos  compañías  de  infantería  de 
Chiquimula  y  tres  de  Honduras;  esta  fuerza  había  sido  enviada,  e» 
el  concex)to  de  que  el  castillo  continuaría  resistiendo.  Sin  contar  cob 
ella,  había  en  el  sitio  mil  ciento  noventa  y  siete  hombres,  de  ios 
cuales  estaban  en  servicio  ochocientos  diez  y  ocho.  El  resto  se  en- 
contraba en  los  hospitales. 

33 — El  13  de  setiembre,  Hamon  Gfuzman  fué  fusilado  en  Omoa^ 
de  orden  del  comandante  en  jefe  accidental,  Agustín  Guzman. 

34 — Domínguez  se  hallaba  en  Comayagua,  y  quedó  comprendido 
entre  las  personas  á  quienes  no  garantizaba  Guzman,  por  hallarse 
estas  fuera  del  castillo,  cuando  aquel  fuerte  se  rindió,  y  fué  fusila- 
do el  14  de  setiembre.  El  coronel  Domínguez  no  salió  al  cadalso  cob 
la  serenidad  del  honrado  artesano,  teniente  de  patriotas  Isidro  Ye- 
lasquez,  condenado  á  muerte  en  tiempo  de  A  y  cí  nena,  por  haber  sirn- 
Xm tizado  con  los  salvadoieños.  Menos  manifestó  el  valor  heroico  de 
Pierzon,  condenado  á  muerte  por  un  decreto  gubernativo  de  dors 
Mariano  Aycinena,  suscrito  por  don  Agustín  Prado.  Pierzon  dur- 
mió tranquilo  la  noche  que  i3recedió  á  su  muerte.  Cuando  sonó  la 
hora  de  salir  al  suplicio,  se  preparó  como  si  fuera  á  un  x^aseo.  No 


DK  OENTÜO-AMERICA.  :M 

permitió  que  se  le  ciibrieían  los  ojos.  Iba  mirando  por  todas  direc- 
ciones y  dirijiendo  saludos  á  las  jjersonas  conocidas.  Poco  antes  de 
las  doce  de  la  mañana  del  11  de  mayo  de  1827,  Pierzon  llegó  á  los 
muros  del  Hosi^ital  de  Guatemala,  sitio  de  la  ejecución;  contemi)ló 
con  impavidez  el  asiento  que  le  estaba  destinado,  y  con  voz  tan  se- 
rena, como  si  estuviera  mandando  una  ijarada,  dio  órdenes  á  los 
¿íoldados,  ministros  de  su  muerte,  hasta  la  voz  ¡fuegoI  Dominguez 
iba  abatido.  Bien  se  comprende  que  profunda?s  meditaciones  que- 
.brantaban  su  ánimo.  El  no  pudo  tener  en  los  últimos  momentos  de 
.su  vida,  la  enerjia  que  animó  á  Merino,  ni  el  desi^ejo  de  Duplessis. 
La  gran  columna  servil  esjDiró  en  Comayagua.  El  partido  recalci- 
trante quedó  en  la  orfandad,  liasta  que  el  cólera  asiático  le  otorgó 
un  nuevo  caudillo. 

3o — El  26  de  diciembre  llegaron  á  la  ciudad  de  Guatemala,  las 
tropas  vencedoras.  Las  calles  de  la  entrada,  estaban  adornadas  con 
arcos  triunfales,  alfombras  de  rosas,  coronas  y  colgaduras,  l'n  con- 
curso numeroso  las  ocupaba.  Salvas  de  artilleria  y  de  cohetes  y 
un  repique  general  de  cam]3anas,  anunciaron  que  se  aproximaban 
los  vencedores.  Ellos  entraron  á  Guatemala  sobre  un  pavimento  de 
flores. 

36 — Durante  la  noche  y.  el  dia  siguiente,  las  demostraciones  de 
■regocijo  fueron  incesantes.  Faltó  la  calma  con  ^ue  se  veriñcó  la  In- 
dependencia el  15  de  setiembre  de  1821,  y  las  demostraciones  que 
contra  España  se  hacian  en  las  calles  y  en  las  plazas  de  Guatemala, 
eran  violentas.  Las  banderas  españolas  que  se  tomaron  á  bordo  de 
la  goleta  ''Ejecutivo"  y  la  que  se  enarboló  el  10  de  agosto  en  el 
castillo  de  Omoa,  atadas  á  las  colas  de  los  caballos,  fueron  arrastra- 
ilas  por  las  calles.  Sin  embargo,  los  serviles  que  desde  esta  capital 
Comentaron  la  insurrección,  los  clérigos  que  tanto  habian  predica- 
do contra  los  liberales,  y  las  monjas  que  tantas  profecías  habian 
lanzado  contra  ellos,  permanecieron  en  sus  alojamientos  sin  ser  mo- 
lestados. 

37 — El  tviunfo  liberal  que  coronó  la  rendición  del  castillo  dr  <  > 
moa,  es  el  mas  esplendido  que  se  había  obtenido  desde  el  año  de  21. 
La  conjuración  servil  era  vasta,  y  estaba  ramificada  por  todas  par- 
tes. El  Arzobispo  desde  la  Habana  conmo\ia  al  clero,  e\  obispo  de 
Chiapas,  fraí  Luis  García,  favorecía  al  ex-presidente  Arce,  los  par- 
tidarios de  Arce,  vociferaban  que  el  ex-Presidente,  tenía  en  su  ai)o- 
yo  al  Gobierno  de  la  Iiex)ública  mejicana.  Podrá  ser  esto  una  false- 
dad; pero  lo  cierto  es  que  sin  embargo  de  las  repetidas  solicitudes 
del  Gobierno  de  Centro-América,  Arce  no  llegó  á  ser  internado.  Ke- 
clutó  gente,  espidió  proclamas  6  hizo  fortiíicaciones  en  Soconusco,  á 
presencia  de  las  autoridades  chiapanecas,  las  cuales  siempre  pix>- 
curaron  limitar  la  acción  de  las  fuerzas  centro-americanas.  AVce  es- 


882  líKSENA  HlSTÓmCA 

taba  en  combinación  con  el  Jefe  del  Salvador,  como  lo  demuestran 
las  proclamas  de  Dominguez  y  la  del  padre  Herrera,  los  elojios  que 
los  serviles  tributaban  á  Cornejo  y  la  insurrección  de  éste  contra  el 
Presidente  de  la  República,  en  los  momentos  supremos  en  que  se 
verificaba  la  invasión  de 'Arce  y  de  Domínguez.  Tan  colosal  tem- 
pestad, fué  combatida  y  deshecha  por  los  liberales.  Morazan,  ni  en 
Gualcho,  ni  en  ninguno  de  los  campos  en  que  la  victoria  ciñó  su 
frente,  fué  mas  grande  que  al  triunfar  sobre  Cornejo,  Arce  y  Do- 
minguez, haciendo  tremolar  la  bandera  de  los  libres  sobre  toda  la 
estension  de  Centro- América. 


-♦--♦- 


Fin  del  tomo  primero, 


índice  del  primer  tomo. 


Dedicatoria 

Prólogo I . 

JLil>ro  I .  ^ 

Fajinas 
CAPITULO    1^— Caúsasele  la  guerra  de  Guatemala 

con  el  Sal  viador  y  Honduras •"> 

CAPITULO    2.  ®  —Campaña  de^Honduras 11 

CAPITULO    '^.  ^ — Situación  de  Guatemala  durante  la 

campaña 11) 

CAPITULO    4.  '^  —Sucesos  del  convento  de  Sta.  Teresa    29 

CAPITULO    5.  ^  —Continuación  de  la  campaña 41 

CAPITULO    6.  ^  —Rendición  de-  Mejicanos 47 

CAPITULO  7.  ^—Triunfo  de  Morazan  en  San  Anto- 
nio y  otros  sucesos  hasta  el  pronuncia- 
miento de  la  Antigua .')'5 

CAPITULO    8.^— Sitio  y  capitulación  de  Guatemala    59 
CAPITULO    í).  ^ —Situación   de  la  ciudad  de  Guate- 
mala durante  el  ataque  ;i  la  i)laza 9.") 

CAPITULO  10. '=^— Entrada  de  las  fuerzas  del  Salva- 
dor y  Honduras  á  la  plaza  mayor  de  Gua- 
temala—Prision^del  Presidente  y  vice-Pre- 
sidente  de  la'Kepública,  del  jefe  Aycinena 
y  de  los  Ministi'os  de  la  Federación  y  del 

Estado K^I 

CAPITULO  11.®  -  Prisiones  del  1 9  de  abril  1  V'> 

CAPITULO  12.  ^  —Ruptura  de  la  capitulación H)9 


384  •  ÍNDICE. 

Pajinas 
CAPITUL018.^— Solicitud  de  ia  Municipalidad  de' 
G-uatemala  para  que  se  auiuentára  el  nú- 
mero de  los  presos 115 

CAPITULO  14.  ^— Lijera  reseña  de  los  princii3ales  su- 
cesos de  Centro-América,  durante  la  guer- 
ra de  Guatemala  y  el  Salvador 119 


liibro  5Í.  ^ 


CAPITULO    1.^— Reinstalación   déla  Asamblea  del 

Estado  de  Guatemala 125 

CAPITULO    2.  ^—Decretos  de  la  Asamblea  y  otras 

disposiciones  relativas  ¿i  los  vencidos 129 

CAPITULO    3.  ^  —Instalación  del  Congreso  y  nombra- 

•  miento  de  Presidente  provisional 137 

CAPITULO    4.  ^  —Decreto  del  Congreso  federal  dado 

en  Guatemala,  á  22  de  agosto  de  1829 141 

CAPITULO    5.  c>— Destierros  153 

CAPITULO    6.  ^  —Reunión  de  la  Asamblea 161 

CAPITULO    7.  ^-Segunda  renuncia  del  jefe  del  Es 

tado,  don  Juan  Barrundia 167 

CAPITULO    8.  ^  —Segunda  elección  de  Jefe  y   vice- 

Jefe  del  Estado  de  Guatemala 171 

CAPITULO    9.  ^ —España  intenta  reconquistarla  A- 

mérica  177 

CAPITULO  10.  ^—Decreto  de  23  de  noviembre 185 

CAPITULO  11.  ^—Revolución  servil  en  Honduras.  El 

general  Morazan  marcha  á  sofocarla 189 

CAPITULO  12.  ^  —Pacificación  de  Nicaragua. ....    . .   199 

CAPITULO  13.  ^  —Suspensión  del  Jefe  del  Estado,  doc- 
tor don  Pedro  Molina 205 

CAPITUL0  14.^— El  doctor  Molina,  absuelto,  solici- 
cita  se  le  rei)onga  en  el  mando  y  no  lo  ob- 
tiene    215 

CAPITULO  15.  ^  — Decreto  que  manda  proceder  á  nue- 
vas elecciones 219 

CAPITULO  16.  ^  —Temblores 225 

CAPITULO  17.  ^  — Segunda  sentencia  absolutoria  del 

doctor  Molina 229 

CAPITULO  18.  ^  -^Administración  de  don  Antonio  Ri- 
vera Cabezas 235 

CAPITULO  19.  ^ — Acusación  presentada  contra  el  vi- 
ce-jefe  del  Estado,   don  Antonio  Rivera 


DEL    TOMO     PJUMEKO.  385 

Pajinas. 

Cabezas 247 

CAPITULO  20.  -  —El  Arzobispo  y  el  Cabildo 257 

CAPITUL0  21.^— Instalación  del   Congreso  y  de  la 
Corte  suprema  de  justicia,  y  elección  de 

Presidente  de  la  Eepública 267 

CAPJTULO  22.  ^ —Elección  de  las  autoridadp^  d^T  Es- 


tado 


/  • ) 


CAPITULO  23.  ^  -lielacionos  internacionales. 281 

CAPITULO  24.  ^— Leyes  importantes  del  Congreso....  291 
CAPITULO  25.  ^  —Elección  del  Jefe  del  Estado  y   su 

ingreso  al  mando 295 

CAPITULO  26.  ^  —Costa-Rica 299 

CAPITULO  27.  -  —Instrucción  pública 307 

CAPITULO  28.  ^  — Impresión  que  á  los  serviles  produ- 
jeron las  leyes  de  enseñanza 313 

CAPITULO  29.  ^— Otras  empresas  del  doctor  (4alvez..  321 

CAPITULO  30.  ^  —Ciudad  de  Flores 327 

CAPITULO  31.  ^— Caida  del  Jefe  del  Salvador 331 

CAPITULO  32.  ^  —Derrota  de  Arce 347 

CAPITULO  33.  ^  —Un  episodio  político 367 

CAPITULO  34.  ^  — Hendicion  del  castillo  de  Omoa  y 

fin  de  la  gran  conspiración  servil 37:» 


2r> 


1^ 


Eri'ata^  notables. 


l^ág.  Linea.  l)¡c( .  /.'<':<' 

lo 41    piepresentar.'se ....   presentarse.' 

-^5 19   1846.... XXV  ....   ia5f)....XXX\' 

>:\  „ 17 ini    una 

7:> 8  Stiyapango   Soyapan<í(» 

76  -..-,...  30  , . . . , pnntes l)untos 

S^  ........  2i)   . . . , cansa causa 

<S8 11    imi)ortunamente...  inox)ortnnaniente 

m -  ló   de á 

96 11 Fransisco Francisco 

102  .  1  i    inmediamente inniediatanieni»' 

107  -  :>2   deegracia desgi'acia 

121  .  .  30   destinso   destinos 

126  9 Beltran  Bertrand 

126  21 Asamblea Asamblea 

127 22   elos   ellos 

154  27   Asambleacon Asamblea  con 

157  30  íuere  elesiástico. .   fuero  eclesiástici 

164  .  17 d de 

178  .  .  34   Ecliaverrí Echavarri 

237 39   introdujere)-  introdujeron 

'M  ^  I  '->  .    .  porn ]^ov() 


w 


PARA   LA  COLOCACIÓN  DE  LAMINAS. 


Retrato  del  8r.  General  Presidente,  ciudadano  J.  lluíino 
Barrios.    Antes  de  la  dedicatoria. 

Carta  de  los  ángeles pajina  88 

Cuadro  trazado  i^or  los  ángeles 

Retrato  del  general  Morazaii 72 

Id.     del  señor  Barrundia 1  :'><) 

Id.     del  doctor  Molina 171 

Id.     del  señor  Rivera  Cabezas M  7 

Id.     del  doctor  Galvez 21)7 


"^ 


'5í 


w 


.^«v 


-IH 

i'-/' 

SP 

l^- '      -í,' 

"  r  ■^'  i 

1*' 

.-SÍ