LIBRARY OF PRINCETON
JUL - 9 2003
THEOLOGICAL SEMINARY
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lÍEVlSTA BIBLICA
3{c DOCUMENTOS Y ESTUDIOS
La búsqueda de la verdad en tiempos de Jesucristo según los ma-
nuscritos a orillas del Mar Muerto - Fr. Nótscher 1
Algunos problemas planteados por los documentos extrabíblicos de
Qumrán - Fr. Roberto de Buenos Aires, Cap. 14
* BIBLIA Y VIDA
Vivamos la Palabra de Dios: - M. Zerwick, S.J.
6. El júbilo del Señor (Le. 10, 21-24) ; 23
7. Amar a Dios con toda el alma (Le. 10, 25-29) 25
La Biblia y las Bellas Artes - P. Schneider, S. V. D. 29
BIBLIA Y LITURGIA
¿Hay que “cristianizar” los salmos? - A. Miller, O. S. B. 33
Normas pontificias sobre uso de aparatos de cine y Música y palabras
grabadas en el interior de nuestros Templos 41
^ CRONICA Y NOTICIAS
Movimiento Bíblico Católico en la Argentina durante el año 1957 ... 42
Semana Bíblica de Catamarca 1957 44
Reunión anual de los Profesores de Sagrada Escritura - P. Eugenio
Lákatos, S. V. D. 45
El Movimiento Bíblico Católico 47
Décimotercer Congreso de Arqueología en Israel - José S. Croatto, C. M. 50
^ BIBLIOGRAFIA
Antiguo Testamento 52
Nuevo Testamento ; 54
Introducción 55
Arqueología y Geografía 56
Historia de la Exégesis 57
Varios 58
EDITORIAL GUADALUPE
AVISO A LOS SUSCRIPTORES
No se escapa al conocimiento de ninguno de nuestros suscriptores
que en los últimos años los precios de todos los artículos de 'ventct
aumentaron enormemente. A esta alza general no pudieron sustraerse
los libros, diarios g las revistas. Repetidas veces en los dos últimos
años fueron aumentados los sueldos del personal empleado en la im-
prenta y subieron los precios de papel, tinta, etc. Si hasta la fecha
hemos mantenido el precio de suscripción de nuestra revista a un nivel
relativamente bajo, nos movió a esto el interés por la Palabra de Dios
cuyo conocimiento queremos difundir, por medio de las páginas de
esta revista, también entre la gente de menos recursos económicos.
Sin embargo, para asegurar la misma existencia de la revista, nos
vemos obligado a aumentar, desde el primer número del año en curso,
el precio de la suscripción anual en cinco pesos, de manera que et
NUEVO PRECIO será de 30 pesos m/n. argentina.
Contamos con la comprensión de nuestros suscriptores a quienes
agradecemos la confianza que nos han dispensado hasta el presente
y su abnegada colaboración. Gustosamente aceptaremos SUSCRIPCIO-
NES DE BIENHECHORES que nos permitirían mejorar considerable-
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LA DIRECCION
DOCUMENTOS Y ESTUDIOS
La búsqueda de la verdad en tiempos de Jesucristo
según los manuscritos de Qumran a orillas del Mar Muerto
A. Con ocasión de la solemne promoción en la facultad de filosofía de
la universidad de Berlín, año de 1922, los candidatos de entonces hicimos
entre otras la promesa de buscar y profesar siempre la verdad, impresio-
nante formulación esta de las exigencias académicas: buscar la verdad,
una misión para docentes y alumnos que absorbe todo su esfuerzo; y hacer
profesión de la verdad, que ya es asunto del carácter, más difícil y de todos
modos expuesto a mayores riesgos y peligros, y que tanto en el pasado como
en la actualidad implicó más de una vez el sacrificio de la misma vida.
A éstas, empero, se agrega otra exigencia, de importancia aun mayor: la de
obrar la verdad, y que no tiene un origen académico, sino bíblico. La encon-
tramos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, (Gén. 32, 10;
47, 29; Neh. 9, 33; Tob. 4, 6; 13, 6; Jo. 3, 21; Jo. 1, 6 cf. Is. 26, 10 G.), y es
cierto que en tiempos de Jesucristo, y en algunos casos también antes, hubo
círculos que se esforzaron seriamente en este sentido. Aunque su número
no fuera tal vez muy crecido, no eran todos ellos escépticos ni mucho me-
nos, a la manera de Pilato, a quien la verdad no interesaba, quien ni sabía
qué hacer con ella teniéndola, en el mejor de los casos, por inalcanzable,
por lo cual se desentiende del asunto enfadado con la pregunta “¿Qué es
verdad?”. La verdad es una de las ideas madres del Evangelio de San Juan.
Cristo dice de sí mismo que ha venido al mundo para dar testimonio de la
verdad (Jo. 18, 37) ; se denomina a sí mismo el camino, la verdad y la vida
y anuncia a sus discípulos el espíritu de verdad que los guiará hasta la
verdad completa (Jo. 16, 13).
Considerada filosóficamente, la verdad es simple: no hay más que una
verdad. Pero su realización en la vida práctica es múltiple y complicada
como la vida misma. El “obrar la verdad” es por supuesto un cometido
eminentemente práctico en el que la verdad adquiere múltiples facetas y
da origen a un concepto bajo el cual pueden entenderse muchas cosas.
B. Sin embargo, el “obrar la verdad” es el fin de vida propiamente
dicho que persiguen los hombres reunidos en una asociación religiosa o
comunidad similar a la monacal, cuyos escritos fueron hallados a partir
de 1947 en hasta ahora once cuevas, situadas en las proximidades de las
ruinas de Chirbet Qumran, a poca distancia del extremo noroeste del Mar
Muerto, y en cuyo hallazgo intervinieron así personas competentes como
otras que no lo eran tanto. Si esta comunidad llevaba un nombre propio,
acaso para distinguirla de los fariseos y saduceos contemporáneos, y cuál
haya sido éste, es cosa que hasta ahora no se ha podido develar. Por lo tanto (*)
(*) Conferencia pronunciada el 14 de Noviembre de 1956 ante los oyentes de la
Facultad de Filosofía de la Universidad de Bonn, (ciclo: Studium Universale) por el
Prof. Dr. F. Ndfscher. Agradecemos a la dirección de la revista ‘'Das Heilige Land” la
gentileza de habernos otorgado el permiso de traducción y reproducción de la muy
instructiva conferencia.
Revista Bíblica N? 87 Enera - Marzo 1958 Año 20
Registro Nacional de la Propiedad Intelectual N® 554.331
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REVISTA BIBLICA
será práctico denominarlos, según las ruinas que quedaron de la sede por
entonces la más importante, la comunidad oí también la secta de Qumran.
Ellos mismos se denominan o hacen denominarse en sus escritos los “hijos”
o también “hombres de la verdad”, “que cumplen la ley”, “cuyas manos no
aflojan en el servicio de la verdad durante los últimos tiempos”; se llaman
“casa de la verdad”, “casa de la perfección y verdad”, “comunidad de la
verdad”, “en la que ha de echarse un fundamento de la verdad”, contra-
poniéndose a “todos los malhechores y hombres de la mentira o de la vio-
lencia respectivamente, que reniegan de Dios”. Ingresar en la asociación, o
sea, en la alianza (con Dios) significa convertirse a la verdad y apartarse
de toda injusticia”. El candidato se obliga a “obrar la verdad y proceder
conforme a derecho y justicia entre las gentes”. El fin de la asociación es
“fundar el santo espíritu para la eterna verdad para expiar toda culpa”
En su carácter de hijos de la verdad, los miembros pueden esperar el perdón
de Dios y esperan asimismo poder estar en su presencia por toda la eternidad,
lo que es de creer que significa la eterna bienaventuranza, mientras que los
malhechores son amenazados por el aniquilamiento. No hay posesión cuyo
valor iguale a la verdad y el hombre pío no la cambia por nada en este
mundo. Trátase, pues, de gente que se esfuerzan por obrar rectamente pero
que suponen de todos los demás que no lo hacen. El mundo es el lugar de
lucha entre el espíritu de la verdad y el espíritu de la maldad. Ellos, por su
parte, se han decidido por el espíritu de la verdad, mientras todos los demás
están entregados al espíritu de la maldad, hasta que por último, en el fin
del mundo, el espíritu de la verdad prevalece y toda la maldad es destruida.
Por ahora el mundo se halla bajo el dominio de la maldad; sólo en la con-
gregación está personificada la verdad, pues, es el único lugar donde se
cultiva y enaltece en los tiempos malos.
La contraposición maldad: injusticia nos aclara qué se entiende en
Qumran bajo “obrar la verdad”: significa llevar una vida honesta con-
forme a las normas de la ley de Moisés, significa observar la ley de Moisés
“con todo el corazón y toda la mente” y según la interpretación estricta tal
como es costumbre y tradición en la congregación. En la estricta interpre-
tación de la ley y su consiguiente práctica consiste lo específico de la con-
gregación por lo que se distingue de sus connacionales y correligionarios,
en los cuales no se ve otra cosa que transgresores de la ley. Para acreditar
su estricta interpretación y observancia de la ley invoca la divina inspiración
otorgada a su fundador o cabeza, el “Maestro de la justicia”, inspiración
que, según parece, sigue viviendo en los sacerdotes sadoquitas que perte-
necen a la congregación, aunque sin ser reconocidos por los extraños que no
forman parte de la misma. Su severa doctrina y práctica hace de esta gente
integralistas y extremistas religiosos, más aún: verdaderos disidentes que,,
no obstante, se tienen a sí mismos por el único verdadero pueblo de Israel
comparado con el cual todos los demás no son sino renegados. La congre-
gación se halla en oposición al sistema religioso reinante, y por más que
sacerdotes sadoquitas, es decir, legítimos ocupan en la misma un lugar
preeminente y dirigente, impugna al sacerdocio oficial de su tiempo que le
parece manifiestamente ilegítimo, en lo que llega hasta a hablar de un
“sacerdote sacrilego”, bajo el cual parece que no debe entenderse otra cosa
que el mismísimo Sumo Sacerdote en ejercicio, quien después de buenos
comienzos faltó a sus obligaciones, para ahora perseguir con sus secuaces
al Maestro de la justicia. Empero, la congregación no cultiva una piedad
exteriorizada cual les es echada en cara a los fariseos en el Nuevo Testa-
LA BUSQUEDA DE LA VERDAD SEGUN LOS MANUSCRITOS DE QUMRAN 3
mentó; por el contrario, es toda interiorizada y sublimada: todos los sacri-
ficios, ritos y costumbres, si bien no se los rechaza expresamente, no tienen
valor alguno como no sean acompañados por la verdadera penitencia y
conversión. Ni con torrentes de agua purificadera puede lavarse la culpa
si el hombre no se ha apartado interiormente del pecado.
Tan duro contraste como el que separa a la congregación de .sus con-
nacionales dede entenderse por la época en que floreció: es la hora de la
discusión con las nuevas ideas foráneas que fueron penetrando sobre todo
con la corriente del helenismo y produjeron una separación de los espíritus
en campos opuestos, a la vez que exigían a cada individuo una toma de
posición. Dentro de este conjunto la congregación de Qumran representa
manifiestamente uno de los extremos en pugna; el otro lo constituyen los
connacionales de orientación helenista y hasta romana, quienes abandonan
Ja tradición religiosa en mayor o menor medida. Entre estos parece haber
habido los neutrales dotados de cierta agilidad oportunista quienes, para
hablar con el profeta, cojeaban en ambos pies, tratando de hacer de media-
dores o de impedir decisiones demasiado definidas. Estos tales, en los escri-
tos de Qumran, son llamados “los que buscan lo liso” (Chalaqoth), acaso
con alusión y parodia de los Halakoth de los fariseos, reglas de conducta
fundadas en mera interpretación de la ley que, sin embargo, a menudo ne-
gaban su espíritu y que en el Nuevo Testamento son marcadas a fuego como
exteriores y carentes de alma. Parece que a los “neutrales” pertenecía la casa
de Absalón, imposible ya de definir con mayor exactitud, a la que se repro-
cha no haber venido en socorro del Maestro de la justicia contra su anta-
gonista, el “hombre de la mentira”.
C. Ahora bien: ¿qué sabemos en detalle acerca de la congregación de
Qumran? ¿De qué manera trató de realizar su ideal? ¿Cuál es su relación
con movimientos espirituales afines, y en particular con el cristianismo
incipiente?
I. Hace unos diez años no se sabía de esta organización absolutamente
nada. En ningún lugar de la tierra se la menciona, ni en el Nuevo Testa-
mento, ni en Filón ni en Flavio Josefo, como no se la quiera declarar idén-
tica con los esenios lo cual, concediendo todas las semejanzas obervables,
no es hacedero así como así.
Una noticia, siempre incompleta, nos la dan por ahora dos fuentes:
1. los escritos hallados que fueron de su propiedad y la tienen por autor,
por lo menos en parte; 2. el dictamen arqueológico de su sede principal,
precisamente en la que hoy se llama Chirbet Qumran.
1. a) El hallazgo de manustritos, iniciado en el año de 1947, no ha
concluido todavía. Si al principio se trataba de una cueva, hoy han llegado
a ser once, de las cuales continúan llegando al mercado siempre nuevos
fragmentos, los más en lengua hebrea, los menos en arameo (u otras lenguas) ,
casi todos escritos sobre cueros. Y decimos deliberadamente que están lle-
gando al mercado, comoquiera que los exploradores que más éxitos obtienen
son los beduinos nativos del lugar y conocedores del mismo. Estos, una vez
advertidos sobre el valor de lo hallado, no solamente se empeñan en man-
tener en secreto el lugar del hallazgo por el mayor tiempo posible, sino que
tratan también de sacar la mayor partida posible en forma de pingües ga-
nancias, obligando a las instituciones y autoridades científicas interesadas
a comprarles los escritos a precio de oro. Es verdad que una expedición
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REVISTA BIBLICA
científica recorrió por sí misma en el año de 1952 varios centenares de cuevas
en los alrededores de Qumran, registrándolas por su contenido; pero el
resultado fué extremadamente pobre. Son las menos de las cuevas que con-
tenían fragmentos de manuscritos que han sido halladas por manos peritas
y oficiales. Cada vez que nuevos manuscritos son ofrecidos en venta, se
investiga al punto el lugar de origen, para iniciar la rebusca a fondo sobre
el mismo terreno. Pero no es, al fin, más que una segunda cosecha, y pocas
veces se logra determinar cuánto ya ha sido destruido, o secuestrado, todo
lo cual puede volver a reunirse sólo en raros casos y con gran trabajo.
Puesto que la región pertenence al estado de Jordania, la autoridad compe-
tente es la administración de antigüedades en Ammán, hasta ahora bajo la
dirección del sabio inglés Lankaster Harding, quien también, ayudado por
el director de la escuela bíblica francesa en Jerusalén, P. R. de Vaux y la
existente American School of Oriental Research, condujo las investigacio-
nes sobre el terreno. Pero los manuscritos aparecidos en el comercio no
fueron adquiridos solamente por este grupo, sino también por otras insti-
tuciones; incluso Su Santidad el Papa e instituciones alemanas pusieron a
disposición los medios requeridos, pero el asunto ha sido organizado por
razones prácticas de tal manera que todos los manuscritos nuevos son lle-
vados en primer término al museo de Jerusalén, (sector jordano), donde
permanecen juntos hasta haber sido editados. De otra manera resultaría
imposible su aprovechamiento científico, comoquiera que se trata de miles
de pequeños y diminutos fragmentos que a causa de su estado precario
requieren, en buena parte, una preparación química previa, y en todo caso
deben ser primero coordinados, leídos, identificados e interpretados. Esta
delicada labor está a cargo de media docena de sabios, especializados en esta
tarea, quienes la ejecutan en el mismo lugar bajo la dirección de P. R. Vaux.
De esta manera, teniendo en cuenta las circunstancias, parece dada la mejor
garantía para un trabajo rápido y perito. Hasta el presente, — y prescin-
diendo de algunas pruebas de textos aislados — no han sido publicados sino
los textos que responden a la cueva descubierta en primer lugar y que se
publicaron en diversos lugares. El fin de esta serie lo formó el volumen
de Barthélemy-Milik, Qumran Cace I, Oxford 1955. Sin embargo se ha sa-
bido que la totalidad del material hallado en las cuevas hasta ahora cono-
cidas, llenaría unos diez volúmenes, siendo imposible prever la fecha de
aparición de todos ellos.
Sin embargo, no todo el material llegó a manos del mencionado centro
editorial del museo en la parte jordana de Jerusalén. Los rollos más gran-
des y mejor conservados de la primera cueva vinieron a parar a la univer-
sidad hebrea de Jerusalén, (sector israelí), tres de ellos ya en los años 1947/48
por adquisición directa. Otros cuatro rollos llegaron a este destino recién
en 1954 por etapas intermedias que condujeron sobre el monasterio sirio-
nestoriano de Jerusalén y los Estados Unidos, (al precio de U$S 250.000,
donados en su mayor parte por un mecenas norteamericano) . Estos desvíos
reportan, sin embargo, la ventaja de que tres de estos manustrictos vieron
la luz pública en los Estados Unidos ya en 1950/51, fecha muy anterior a
la obtenida por los manuscritos depositados en Jerusalén. De todos modos,
la totalidad de los rollos hasta ahora hallados se encuentra en la actualidad
en Jerusalén, aunque no todos en el mismo sector de la ciudad, sino de
ambos lados de la frontera o zona beligerante que divide la ciudad, y atra-
vés de la cual, según parece, ni siquiera existe un intercambio científico.
LA BUSQUEDA DE LA VERDAD SEGUN LOS MANUSCRITOS DE QUMRAN 5
b) ¿Cuál es el contenido de los rollos?
Los textos tienen contenidos bíblicos y extra-bíblicos. Un rollo de piel
de ante, de unos siete metros de largo, contiene 54 columnas y casi libre de
deterioros el texto completo del libro de Isaías. De un segundo rollo que
contiene el texto del mismo libro sólo se ha conservado una tercera parte,
a saber, principalmente el último tercio. Agréganse a esto fragmentos me-
nores de todos los libros del Antiguo Testamento, con excepción del libro
de Ester, así como fragmentos hebreos de Sirac y fragmentos ya hebreos
ya árameos del libro de Tobías del que se poseía hasta ahora, en lo que a
la antigüedad se refiere, sólo la traducción griega. En vista de que estos ma-
nuscritos son unos mil años más antiguos que los grandes y completos manus-
critos hebreos de la Biblia hasta ahora conocidos, su importancia para la
historia del texto y de la lengua es extraordinaria. Aunque carecen natural-
mente de vocales, utilizan en parte consonantes en calidad de signos voca-
les en una medida hasta ahora inaudita. El texto bíblico de consonantes
en algunos de estos rollos, sobre todo en el segundo rollo incompleto de
Isaías, concuerda casi en un todo con el que hoy se tiene por texto standard
y tradicional. De esta manera queda demostrado que el texto masorético
que hoy en día ejerce un predominio absoluto, tiene en cuanto a su acervo
de consonantes una antigüedad muy superior y estuvo fijado mucho antes
de lo que se suponía hasta ahora. Pero en aquella época — alrededor del
comienzo de nuestra era — estaban en uso, incluso en Qumran mismo, varias
otras recensiones que se distinguían entre sí no tanto por el contenido objeti-
vo, cuanto por los detalles lingüísticos y gramaticales. En los dos rollos de
Isaías, hallados en una misma cueva, es donde estas divergencias se hacen
más visibles. Algunas veces, no siempre, las recensiones divergentes parecen
responder al modelo de la antigua traducción griega, (Septuaginta) .
Un grupo aparte fórmanlo unos comentarios a manera del Midrash so-
bre determinados libros bíblicos y que revisten características hasta ahora
desconocidas. De lo que más se conserva es un comentario sobre Habacuc;
menos voluminosos son los fragmentos sobre Sofonías, Nahum, Isaías y los
salmos. El texto bíblico citado en cada caso se interpreta, acomoda y actualiza
versículo por versículo o capítulo por capítulo, a menudo de manera bastante
arbitraria respecto de circunstancias y personas contemporáneas, (tal como
las ve el autor) , del mismo modo como suele ocurrir en nuestros días en los
sermones con más o menos fundamento. Hasta ahora se conoce un solo
caso en que se designan nominalmente a personajes históricos, a saber en
el comentario sobre Nahum, donde un lugar se refiere expresamente a
Demetrio o Antíoco respectivamente. Este hecho tendría suma importancia
para determinar la fecha de estos textos. Pero por desgracia el dato no es
suficientemente preciso puesto que hay varios personajes de este nombre
que intervenieron de manera aciaga en la historia de Israel. Algunas veces
ocurre también que los textos han sido compuestos a base de diversos libros
bíblicos en calidad de “Testimonia” o a manera de un “florigelio”. Un rollo
contiene en toda forma un Ritual para la Guerra Santa con instrucciones
para la lucha “de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas”, oca-
sión en la cual los enemigos son señalados con los mismos nombres histó-
ricos como en el salmo 83. Las instrucciones tienen en gran medida carácter
litúrgico, refiriéndose a oraciones y alocuciones de los sacerdotes y hasta
prescripciones de pureza legal. Pero se encuentran asimismo datos precisos
acerca de la leva, el número y ordenamiento por grupos de las tropas, armas
y la táctica de guerrear, todo lo cual parece suponer ya el conocimiento de
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REVISTA BIBLICA
la organización de la milicia helénica y romana respectivamente. Lo nota-
ble, empero, es que no hay una perfecta concordancia con las prescripcio-
nes del pentatueco. El hijo del editor Sukenik, Y. Yadin, jefe del estado
mayor del ejército israelí de liberación, ha escrito a este propósito un co-
mentario en hebreo de 400 páginas. Pero queda abierta la cuestión de si se
trata aquí de una guerra ideal de un futuro escatológico, o si estamos en
presencia de un reflejo de una lucha como la de los Macabeos.
Otro rollo, lamentablemente mutilado en su parte inicial y terminal,
contiene unos 35 salmos o cánticos de acción de gracias que, si bien no
son idénticos en manera alguna con los conocidos canónicos y no canóni-
cos, demuestran sin embargo con los mismos un íntimo parentesco, tanto
por su forma como por su fraseología. Todos ellos son oraciones personales
e individuales, no son de suyo oraciones de la comunidad y se deben po-
siblemente todos al mismo autor. Es notable que apenas contengan petición
alguna; todos comienzan con “¡Alábote, Señor!” o también “¡Alabado sea
Dios!”, por lo cual son alabanzas de Dios con la siempre repetida confesión
de la propia nulidad física y moral. Priva sobre todo lo demás el contenido
(iidáciico: la doctrina y la mentalidad de la congregación aparecen aquí
llevadas a una forma poética.
El más importante por su contenido es un manuscrito, por desgracia
también incompleto, que contiene una especie de regla de la orden, la que
determina en detalle la organización de la comunidad, su orden jerárquico
y su dirección, los derechos y las obligaciones de sus miembros, admisión
y expulsión de los mismos, y el manejo de la disciplina. Una segunda regla,
más breve, de la cual sólo se conservan dos columnas, se refiere a “toda
la comunidad de Israel en el fin de los días”, o sea, que parece tener vigen-
cia para un círculo más amplio y para una época diferente. Aquí la forma
de organización se asemeja más a la militar y se encuentran también dis-
posiciones sobre la educación de los hijos y la posición que ocupa la mujer,
aptitud para el servicio, edad para el servicio, derecho al voto de los miem-
bros y, en particular, de los funcionarios, así como sobre las reuniones,
comidas en comunidad y el orden que en ellas debe observarse según el
rango de cada uno.
Al lado de estos hallazgos se encontraron también fragmentos hebreos
de escritos apócrifos, de los cuales se poseía hasta el momento solamente
traducciones antiguas, como por ejemplo del libro de Henoc y del libro de
los Jubileos. Completamente nueva es una paráfrasis en arameo, a la ma-
nera de Midrash y muy amplificada sobre el Gén., la cual fué hallada ya
en 1947 y ahora ha sido por fin publicada, por lo menos en parte.
Algo especial lo constituye un rollo de cobre de más de dos metros le
largo e integrado por dos piezas conexas, que fué encontrado en la tercera
cueva; resultó sobremanera dificultoso el desenrollamiento sin detrimento
para el texto que contiene, a causa de la oxidación del metal. En 1956 se
lomó finalmente la resolución de cortarlo (en el Instituto Químico de Man-
chester), después de lo cual resultó que contiene una lista de unos sesenta
lugares donde juntamente con otros objetos de valor y una copia de la mis-
ma lista se hallarían tesoros de oro, plata y maderas preciosas en cantida-
des fantásticas. Los escondrijos estarían dispersos por todo el sector com-
prendido entre Hebrón y Siquem. Será menester aguardar la publicación
completa del texto para determinar qué hay de cierto en todo esto. Cosa
bien extraña sería, por cierto, el que una asociación cuyos miembros re-
LA BUSQUEDA DE LA VERDAD SEGUN LOS MANUSCRITOS DE QUMRAN 7
nuncian a su propiedad privada viviendo en comunidad y llevando una
vida de penitentes, dispusiera de tan inmensas posesiones, (¿200 toneladas
de objetos de valor?). Acaso se trata de bienes pertenecientes al templo que
se pretendía poner en lugar seguro ante el inminente ataque de los romanos.
Es de notar que el templo no solamente tenía sus propias posesiones, sino
que sus anexos eran utilizados con preferencia también como depósito de
valores de pertenencia privada.
Por su contenido, aunque no por fecha de su redacción, pertenece asi-
mismo a los manuscritos del Mar Muerto el llamado Documento de Damasco
donde se narra el éxodo de una comunidad de judíos observantes de la ley
al país de Damasco, bajo la conducción de sus sacerdotes. Los dos manus-
critos, hallados ya en 1896 en una sinagoga de la parte antigua de El Cairo
y publicadas en 1910, si bien datan recién del siglo 10 ó 11, han sido en-
contrados en forma de fragmentos del texto ahora también en Qumran. Esto
confirma la suposición de que se trata de una misma congregación, por
más que en la organización aparecen diferencias de poca monta que también
podrían ser condicionadas por las circunstancias de tiempo y lugar. Tam-
bién la gran regla de la orden Qumran habla de un éxodo al desierto con
el fin de “preparar las vías del Señor” por medio del estudio de la ley. La
fecha del éxodo, imposible de determinar con exactitud, acaso deba situarse
en el tiempo de Herodes I. el Grande, (37-4 a. C.) quien tenía su residencia
de invierno, en Jericó, cerca de Qumran; si se considera el tren de vida
libertina que había adoptado este monarca, puede suponerse que abrigaría
escasas simpatías para tan severos ascetas en su vecindad inmediata. Así
parece, en efecto, que bajo su gobierno la sede matriz de Qumran quedó
abandonada (por las razones especificadas más abajo).
Otro grupo de manuscritos, hallado también primero por beduinos a
unos 18 kilómetros al sur, en las cuevas de Murabbaat, en medio del desierto
de Judá, no guarda una conexión inmediata con los de Qumran, pero re-
viste una extraordinaria importancia paleográfica. La letra en ellos usada
muestra una forma externa posterior a la de Qumran. Algunos hasta llevan
fecha, como por ejemplo un contrato matrimonial del año siete del empe-
rador Hadriano, es decir, 124 de nuestra era; varias cartas tienen por origen
o se refieren a Barkozeba (Barkockba), jefe de la segunda rebelión judía
132-135, quien acaso tendría en estas cuevas dispersas su cuartel general
temporario.
2. La segunda fuente para nuestro conocimiento de la congregación
es la arqueología. Por medio de cuatro excavaciones realizadas de 1951 a
1955, las que fueron finalmente completadas en 1956, se ha descubierto la
mayor parte de las ruinas, lo que permitió constatar que se trataba de una
extensa planta de espaciosos ambientes para uso de la comunidad, con
anexos de talleres, dependencias de administración, cocinas y numerosas
cisternas artificiales, así como poderosas obras de defensa en torre, que
serviría para tiempos de guerra. Al lado había un cementerio con unos mil
sepulcros. El casco principal medía 30 x 37 m.; un lugar de reunión o co-
medor daba cabida a 200 personas; en otra sala que al parecer servía de
scriptorium, estaba una mesa de cinco metros de largo (hallada natural-
mente en ruinas) ; dos tinteros, el uno de arcilla, el otro de metal, apenas
si dejaban lugar a dudas acerca de la finalidad de esta sala. Llama la aten-
ción que en toda la instalación no se encuentran habitaciones, cuartos o
celdas propiamente dichas. La explicación acaso esté en que los miembros
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REVISTA BIBLICA
de la comunidad habitaban las cuevas adyacentes y circunvecinas — si bien
no todas ellas parecen habitables en su estado actual — reuniéndose en los
edificios únicamente para el trabajo, las deliberaciones, las comidas y los
ejercicios religiosos. Concordaría con esta hipótesis también el hecho de
que no se hallaron en las cuevas ninguna clase de monedas, mientras que
durante la excavación de las ruinas aparecieron más de 1000 de las mismas,
cuyas inscripciones comprenden desde el año de 135 a. C. hasta el 135 d. C.
Esto da pie a situar la fecha de la instalación de los edificios y su uso, sobre
todo habida cuenta de la cerámica de índole esencialmente helénica y romana,
como también el dictamen arquitectónico, hasta cierto punto. Según esto
habrá que distinguir tres períodos de radicación: a) del tiempo de los As-
moneos (aproximadamente la segunda mitad del 2’ siglo a. C.) hasta más
o menos el 31 de nuestra era (año de la batalla de Aktium) en que un te-
rremoto causó tales estragos que harían imposible una permanencia de la
comunidad. En efecto, apenas se encontraron monedas del tiempo de He-
rodes (37-4 a. C.) entonces reinante.
b) Aproximadamente con el comienzo de la era cristiana los edificios,
según parece, se reconstruyeron en proporción algo más amplia, perma-
neciendo entonces hasta la primera rebelión judía 66-70 d. C. En el año de
68 las tropas de Vespasiano ocuparon el cercano Jericó, y es probable que
en esta ocasión también fuese destruida Qumran. Es de suponer que esto
significara el fin de la congregación; la comunidad se dispersó, si no es
que se extinguió del todo. En sus edificios establecióse un puesto militar
romano, el que los adaptó a sus necesidades como albergue. Las monedas
romanas señalan este nuevo destino de la sede.
c) Una última vez el lugar adquirió significación durante la segunda
sublevación judía 132-135. Después de la expulsión o retirada del puesto
militar romano, fué ocupado por partisanos judíos, como lo demuestran
las monedas halladas con la inscripción: “1° (ó segundo, respectivamente)
año de libertad”. Antes y después, aunque no siempre deshabitado, el lugar
careció de importancia.
De tal estado de cosas resultaron ahora algunos datos acerca del tiempo
y la edad de la congregación. Su origen permanece en la oscuridad. Acaso
se remonte hasta la época pre-macabea (alrededor de 180/70). Su fundador,
o por lo menos su autoridad máxima es el “Maestro de la justicia’^ quien,
empero, no ba podido ser identificado hasta ahora con certeza con ningún
personaje histórico. Su nombre permanece desconocido a la vez que los
demás datos existentes son demasiado vagos. Sus poderosos antagonistas
son el “sacerdote sacrilego” y el “hombre de la mentira” o también el “ha-
blador de mentiras”, probablemente el jefe espiritual y líder secular del
partido helenista, o más precisamente un sumo sacerdote instituido por los
seleúcidas y su protector político cuya legimitividad impugnan los judíos
ortodoxos y tradicionalistas, y que se oponen bajo la conducción espiritual
del Maestro de la justicia. Acaso el origen de la congregación tenga sus
conexiones con el movimiento de los “píos”, o sea, los Ghasideos quienes
en la guerra religiosa contra la opresión de los seleúcidas se mancomuna-
ron al principio con los macabeos, para luego separarse de éstos retirándose
a sus principios religiosos, cuando aquellos se iban aseglarando, a la vez
que pretendían el sumo sacerdocio para sí mismos. Los mencionados prin-
cipios religiosos no eran otros que los cultivados por la comunidad de
Qumran. El “hombre de la mentira” que actuaba al lado del sacerdote
sacrilego, bien podría ser Antíoco IV. Epiphanes (175-164), cuyas medidas
LA BUSQUEDA DE LA VERDAD SEGUN LOS MANUSCRITOS DE QUMRAN 9
de opresión religiosa contra los judíos fueron las más severas y cruentas.
Sin embargo, no está del todo asegurada su identidad con el Antíoco men-
cionado en el comentario sobre Nahum.
Tampoco está establecido qué deba entenderse por los Kittim. En todo
caso se trata de una denominación que designa poderosos adversarios po-
líticos y se encuentra unas veinte veces. Los romanos, que llamados por
un partido opositor en Jerusalén, ocuparon la ciudad bajo Pompeyo en el
año 63 a. C. para aniquilar el reinado de los Asmoneos, no parece que fue-
ran idénticos con los Kittim, pues se habla también de un rey de los Kittim,
siendo así que no hubo rey en la Roma de entnoces. Probablemente se trata
de los reinos de los diadocos, sobre todo los seleucidas, a quienes estaban
sujetos los, judíos por entonces, siempre que la palabra no hubiese evolu-
cionado hasta constituir una noción que designaba todo conquistador y opre-
sor extranjero en general.
Los hombres de Qumran no pueden equipararse a los fariseos. Aunque
ambos tengan posiblemente un punto de partida idéntico durante los co-
mienzos de la época de los macabeos, lo cierto es que evolucionaron por
caminos muy distintos. Menos aún tienen algo en común los aristocráticos
saduceos, por más que los “hijos de Sadoc”, o sea los sacerdotes sadoqui-
tas desempeñan en la comunidad un papel de importancia preponderante.
Estas dos tendencias, fariseos y saduceos, representan partidos religioso-po-
líticos, cuyo fin apetecido es el poder y el dominio sobre el pueblo, y quienes
carecen en absoluto de una organización como la de Qumran, similar a una
orden. Más semejanza tiene Qumran con los esenios, vecinos tanto geográfi-
cos como también de época, y sobre quienes Filón de Alejandría, Flavio Josefo
y Plinio nos dan alguna noticia, aunque naturalmente en calidad de especta-
dores extraños y, por lo que a Filón se refiere, sólo de oídas. (Véase al respecto
la exposición de H. Eising en la revista “Das Heilige Land”, último N’
del año 1956). No es imposible que los escritos en que se basa la secta
judía de los Careos, siglo 8. al 9., pertenecieran a la comunidad de Qum-
ran; un cierto número de tales manuscritos fué hallado ya alrededor
del año 800 cerca del mar muerto, acaso en las mismas cuevas como
luego en el año de 1947.
El que San Juan Bautista hubiese formado parte de la congregación
por cierto tiempo, sólo por haber predicado y bautizado en el Jordán, es
una suposición tan gratuita como inverosímil. Sin duda la conocía, lo
mismo que Jesús y los apóstoles, o por lo menos estaría enterado de su
existencia, aunque no hace mención de la misma, así como inversamente
los escritos de Qumran no mencionan el cristianismo. Por igual manera,
no hay certeza ni mucho menos acerca de una posible alusión que se ha-
bría hecho en la carta de Barkockba, posterior en un siglo, a los cristianos
galileos, quienes, naturalmente, constituían para los judíos extremistas un
factor de inseguridad en su rebelión contra los romanos.
II. AI instituir una comparación con cualquier entidad histórica con-
temporánea, hay que partir del hecho de que en Qumran se trata de una
organización en formación cerrada y absolutamente exclusiva de hombres
cultores y conscientes de la tradición, con una doctrina y principios neta-
mente fijados. Para ello nada tiene valor que no sea la ley en la interpreta-
ción por ellos sostenida; no existe para ellos la tolerancia. Consideran un
deber suyo “amar a los hijos de la luz y odiar a los hijos de las tinieblas”,
distinción que coincidiría esencialmente con la existente entre los miem-
10
REVISTA BIBLICA
bros de la congregación y los que no lo eran, si bien el “odio” no debe in-
terpretarse aquí en el sentido de una afectividad apasionada, cual es el de
nuestro lenguaje corriente, sino simplemente como rechazo.
El ingreso a la comunidad es voluntario y debe ser solicitado. El can-
didato debe someterse a un período de prueba de varios años, un noviciado,
antes de ser admitido, y al cabo de ser aprobado en el examen respectivo.
Recién entonces cuenta como miembro en sentido pleno y tiene acceso
“a la pureza de la congregación”. Tiene que aportar su saber, su fuerza,
(con lo que parece se quiere significar sus aptitudes y su capacidad arte-
sana) y sus posesiones a la comunidad. Por lo tanto renuncia al uso de la
propiedad privada, o sea, que está en vigencia la comunidad de bienes.
Todos los años se celebra, según parece públicamente, la gran fiesta de
la orden, en ocasión de la cual se repite el examen de los miembros, posi-
blemente confiriéndoles a base de los méritos adquiridos una nueva cate-
goría y orden jerárquico. La cabeza de la orden consiste en un colegio
(que acaso ejerciera la gerencia de los negocios) de tres sacerdotes y doce
laicos. Juntamente con estos ejercía un puesto importante el “inspector”
(mebaqqer o paqid), examinador de novicios y demás miembros, y también
el “sabio” (maskil), probablemente director de instrucción. Casi es inne-
cesario insistir, haciendo frente a ciertas comparaciones prematuras, en que
los doce apóstoles, que por lo demás no eran laicos, y el epíscopos del Evan-
gelio no pueden identificarse con aquellos cargos de la congregación.
La última decisión en todas las cuestiones, empero, está reservada
al plenario de los miembros tenientes de la plenitud de derechos, o sea,
el capítulo general, cuyas sesiones son reglamentadas por un reglamento
especial. Los jóvenes deben obediencia a los ancianos y todos están so-
metidos a un severo orden disciplinar. El castigo más comuún consiste
en una reducción de la ración cotidiana de alimentos por un período más
o menos prolongado; para pecados por vías de hecho (delitos de malicia
o infidelidad), está prevista la expulsión por tiempo determinado o defi-
nitiva.
Dondequiera que llegue a reunirse un grupo de por lo menos diez
miembros en un mismo lugar, es encabezado por un sacerdote, quien da
la bendición en las comidas de la comunidad; a nadie le está permitido
tocar alimento alguno antes de la bendición. No por esto, empero, se trata
en este caso de convites de carácter sagrado ni menos apocalíptico com-
parables, por ventura, con la eucaristía. No es más que la bendición de la
mesa a la hora de la comida diaria, tal como todavía en nuestros días en
hogares piadosos el sacerdote que se halla presente concluye la oración
cotidiana con el voto; Ad coenam vitae aeternae perducat nos rex aeterae glo-
riae, o por el estilo. La oración y el estudio de las escrituras no deben sufrir
interrupción ni de día ni de noche en esta congregación. Todo miembro
está obligado a dedicar un tercio de cada noche o la tercera parte de todas
las noches del año totalmente a la oración y lectura de las escrituras.
La posición de estos hombres frente al templo, el culto y los sacri-
ficios no es muy clara. Según parece, no rechazan todo esto en principio,
más aún, el ritual de guerra menciona el servicio del templo, pero sin que
se cultivase una unión -vutal con el mismo. En cambio, conocen prescrip-
ciones de pureza legal estrictamente obligatorias hasta el punto de que
ningún extraño ni impuro y ni siquiera un novicio puede tomar parte en
sus comidas. Pero lo esencial es siempre el rechazo de todo mal, sin el
LA BUSQUEDA DE LA VERDAD SEGUN LOS MANUSCRITOS DE QUMRAN H
cual toda pureza exterior carece de valor. Según parece, en Qumran, lo
mismo que en el libro de Enoc y el libro de los Jubileos, está en vigencia
el calendario solar (en suStituición del calendario lunar oficial), por lo cual
cabe suponer que los días de fiesta caigan aquí en fechas diferentes que
en el templo.
Los hombres de Qumran, movidos por un cierto sentimiento de soli-
daridad se tienen por obligados a ofrecer reparación, mediante su vida de
penitencia, también por el país, es decir, sus correligionarios e incluso sus
compatriotas. Mas no es posible hablar aquí de un sufrimiento reparador y
menos de una muerte expiatoria en sustitución de los demás, tal como la
hallamos en la pasión del siervo de Dios en Is. 53, y menos aún como la
hay en Cristo en el Nuevo Testamento.
Existe asimismo una vivida esperanza mesiánica de acuerdo a lugares
como, por ejemplo. Gen. 49, 10, Deut. 18, 18 etc. y acaso también Sam.
7, 11-14. Se espera el surgimiento del “justo ungido, retoño de David”, ga-
rante de la realeza davídica. Hasta se espera a un “ungido de Aarón e
Israel” pero no resulta claro qué quiere expresarse con esta palabra, pues
“ungido” es también todo rey y sumo sacerdote. No todo ungido es, por lo
tanto, un mesías. Acaso esperan que un mesías real surgiera de en medio
de la misma congregación. Ya que ésta se compone de sacerdotes y laicos,
bien podría llamarse “el ungido de Aarón e Israel”; no sería menester en-
tonces suponer la existencia de dos mesías diferentes o ver en el ungido de
Aarón a la cabeza espiritual y en el de Israel la secular de la (futura) co-
munidad. Comoquiera que esto sea, este “ungido de Israel” ocupa en las
sesiones del consejo y en las comidas un rango inferior al sacerdote que
preside, y esto solo demuestra ya de sobra que no hay aquí relación con el
Mesías del Nuevo Testamento. En efecto, el Mesías del N. T. ya está presente
y no esperado en lo futuro, ocupando una posición del todo diferente que
aquél de la comunidad de Qumran.
III. Con esto se plantea ya la cuestión por la postura que toma esta
congregación con su modo de vida y organización en general frente al cris-
tianismo incipiente tal como éste se presenta en el Nuevo Testamento. La
congregación, esto ya se puede afirmar ahora, es más antigua que el cris-
tianismo, y por lo menos una parte de sus escritos ha sido redactada y
escrita en una era anterior a la cristiana. Sería, pues, poco menos que mi-
lagroso si no hubiera puntos de contacto entre ambos. Ambos movimien-
tos se basan en los mismos fundamentos espirituales, a saber, el Antiguo
Testamento que para ambos es el libro sagrado, intermediario de la reve-
lación. Ambos lo invocan, lo citan y son influenciados por él en su termino-
logía y uso del lenguaje. Ambos movimientos también se vieron enfrenta-
dos con las mismas corrientes espirituales como interlocutores de una discu-
sión inevitable, y los juicios y dictámenes a que arribaron en su transcurso
son a menudo coincidentes. Más de un postulado propugnado en Qumran
podría estar en el Nuevo Testamento, cuyos autores es de creer que cono-
cerían los escritos de Qumran. Una comunidad de bienes la hubo también
en la iglesia primitiva, aunque tal vez no de manera tan estricta como en
Qumran, (véase Act. 4, 32 ss.). La obligación de la corrección fraterna, o
sea, el coloquio personal que debe proceder a la denuncia de un miembro
ante las autoridades, se encuentra en una forma bastante coincidente en
el Nuevo Testamento, Mat. 18, 15-17 y en la regla de la orden (V. 25 - VI. I.).
El “obrar de verdad” se exige en los escritos de San Juan cual un “ambu-
12
REVISTA BIBLICA
lar como hijos de la luz”, y en San Juan y San Pablo se lo pide también
a los cristianos, y así en otras cosas. Pero tales coincidencias son relativa-
mente externas, de índole más bien periférica, y no esenciales.
De todos modos, las diferencias se hacen sentir de manera mucho
más definida. Lo decisivo es que en Qumran se tiende al retorno de la ley
mosaica en toda su pureza y severidad, rechazando y excluyendo todo lo
demás. El Nuevo Testamento, por el contrario, tiende a ir más allá de la
ley, abriéndose al mundo para ganarlo. La idea misionera que en el Nuevo
Testamento alcanza relieves tan preponderantes, falta en Qumran total-
mente y de manera característica. La concepción de la redención es to-
talmente otra, siendo cosa desconocida la idea de una muerte expiatoria
del Mesías. Las sumersiones y abluciones rituales nada tienen de común con
el bautismo del Nuevo Testamento. Pan y vino (o mosto) son componen-
tes de las comidas ordinarias bajo la presidencia y con la bendición del
sacerdote, siendo precisamente alimento y bebida que, como tales, deben
distinguirse bien de la eucaristía del Nuevo Testamento, alimento espiri-
tual cuya acción se prolonga hasta la vida eterna.
Es más: hay que contar con la posibilidad de una silenciosa y ocasio-
nal polémica del Nuevo Testamento contra los hombres de Qumran. En el
sermón del monte, Mt. 5, 43, se lee, por ejemplo: “Habéis oído que fué dicho:
amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: amad
a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen...”. — Ahora bien: en
ningún lugar del Antiguo Testamento se encuentra el “aborrecerás a tu
enemigo”, ni tampoco en la literatura rabínica respectiva de esta época an-
tigua, como advierte K. Schubert, Viena. En cambio la regla de la orden
de Qumran (I. 10 s.) prescribe “amar a los hijos de la luz y aborrecer a
los hijos de las tinieblas”. Es, por lo tanto, posible, aunque no cierto, que
el lugar citado de San Mateo contenga una alusión a esta regla.
A este propósito aparece al punto un paralelismo por contraste im-
presionante y de principio: el amor a los enemigos parece ser cosa desco-
nocida en Qumran; a su vez, el amor al prójimo se extiende esencialmente
a los miembros de la congregación, tal como en el Antiguo Testamento a
los compatriotas. De todos modos, en el salmo agregado a la regla (X. 17.)
el hombre piadoso asegura que no quiere vengarse de sus enemigos, de-
jando la venganza en manos de Dios.
El desprecio y más aún la opresión de los pobres se consideraba tam-
bién en Qumran como sacrilegio. Pero mientras según el Nuevo Tetamento
el amo de casa de la conocida parábola envía a sus criados para traer de
las plazas y calles de la ciudad a los pobres, tullidos, ciegos y cojos, a fin
de que se llene la casa para el convite (celestial), — en Qumran los que su-
frieran de algún impedimiento corporal, los contrahechos, los paralíticos
y tullidos, ciegos y de cualquier manera inválidos quedaban excluidos de
las sesiones y consejos en común de la congregación por consideración a
los preceptos de pureza legal. Se da para tal exclusión expresamente la
razón religiosa de que a tales reuniones asistían los ángeles. La misma ra-
zón la da San Pablo para su exigencia de que las mujeres debían presen-
tarse a los actos de culto vestidas de manera decente, 1 Cor. 11, 10.
Pero sean cuantos fueren los paralelismos reales o por contraste, -y
su número podía multiplicarse fácilmente — , los textos de Qumran por su
contenido teológico son todo menos revolucionarios; ningún detrimento
o menoscabo de la fe o doctrina cristianas ha de temerse por este lado. Por
el contrario: no obstante su contenido teológico se halla la significación de
LA BUSQUEDA DE LA VERDAD SEGUN LOS MANUSCRITOS DE QUMRAN 13
estos textos más bien en el campo histórico que no en el teológico, y es aquí
donde resultan ser fuentes de primer orden. Es así como constituyen un
medio auxiliar sobremanera oportuno para una mejor comprensión de los
comienzos del cristianismo primitivo. Por primera vez aparece aquí con
mayor claridad el fondo espiritual sobre el cual se destaca el cristianismo
primitivo. Son absolutamente las primeras fuentes auténticas que permiten
reconocer de alguna manera el mundo de ideas religiosas que alentaba en
la Palestina de aquella época. Demuestran la índole del suelo en el que los
primeros anunciadores de la doctrina cristiana, Cristo y los apóstoles, tu-
vieron que echar la semilla del Evangelio. Los escritos difunden luz sobre
la patria espiritual en cuya atmósfera tomaron su origen todos los libros
del Nuevo Testamento, inclusive los escritos de San Pablo y San Juan,
para cuyo exégesis servirán de punto de partida, en lugar del mundo ideo-
lógico y la literatura helénicos. Tampoco la teología de San Juan se originó
en terreno extrapalestinense, pues, es en Qumran donde se percibe la at-
mósfera espiritual donde creció. Aquí aparecen el lenguaje y la termino-
logía teológicos tal como estaban en boga en aquel entonces y como de-
bían usarlos también los autores del Nuvo Testamento si querían darse a
entender a sus contemporáneos. Desaparece con esto el fundamento para
asignar a los escritos de San Juan y otras partes del Nuevo Testamento
una fecha de redacción muy posterior (acaso recién el siglo 2°) a la sostenida
por la tradición. Aquí en Qumran se da un punto de partida mucho más
antiguo, aquí se encuentran ya cosas e ideas vivas que se había tenido por
mucho más recientes. Habrá que revisar, sí, algunos puntos de vista para
la comprensión del Nuevo Testamento, y acaso será menester dar de mano
a más de una explicación traída de lejos, por hallarse en Qumran una
explicación mucho mejor y más inmediata. Solamente será menester ate-
nerse siempre a la regla fundamental de toda explicación: la de leer lo
que está escrito renunciando a hipótesis de imaginación exuberante y com-
binaciones tan sensacionales como infundadas. También la congregación
de Qumran se esforzó por obrar la verdad, con igual seriedad y en algunos
puntos sin duda con éxito similar, aunque por caminos distintos, como el
demostrado por el Nuevo Testamento. Quien se empeña sine ira ac studio
en la intelección de sus escritos y los estudia teniendo ante los ojos la Sa-
grada Biblia, hallará ciertamente que también aquí queda confirmado una
vez más el aserto de Goethe: “La Biblia se vuelve tanto más hermosa cuanto
más uno llega a entenderla”.
Prof. Dr. F. Noetscher, (Bonn)
Traducción: Haraldo Kahnemann.
Algunos problemas planteados
por los documentos extrabíblicos de Oumrán
Una manifestación del espíritu paradoxal de nuestro siglo XX lo en-
contramos en el hecho de que, mientras unos sabios escudriñan y horadan
los espacios interplanetarios en un afán laudable de superación, de salir de
las estrecheces de este globo en el que el hombre empieza ya a sentirse in-
cómodo, al mismo tiempo y en el mismo globo terráqueo otros sabios, de
no inferiores quilates científicos, se afanan por arrancar a las entrañas de
la tierra los secretos que aún guarda celosamente.
Los rollos del Mar Muerto, descubiertos casualmente hace unos diez
años, y cuya antigüedad se remonta a los siglos que precedieron al cristia-
nismo, han tenido la virtud de suscitar la más apasionada polémica sobre
el cristianismo de unos años a esta parte. Hubo quienes creyeron ver en
dichos manuscritos argumentos suficientes para probar que el cristianismo
falla por su base, que en adelante había que entenderlo (y en esto no eran
originales) sin suponer el milagro de un acto especialmente magnánimo
de Dios destinado a la salvación de la raza humana; que hay que entenderlo
simplemente como un episodio de la historia humana, sin necesidad de
recurrir a revelaciones y a dogmas.
No cabe duda que los temas arqueológicos tienen su importancia, cuanto
la tiene el trabajo humilde del albañil que construye las bases sobre las
cuales se ha de levantar la torre del observatorio astronómico. Díganle al
sabio observador de los espacios siderales que la base del observatorio está
cediendo; tendrá que abandonar sus estudios para pensar en descender a
bases más seguras. No sería extraño encontrar sobre la mesa de estudio de
algún astrónomo ruso algún libro sobre manuscritos del Mar Muerto. La
Cruz del Sur sirve de rumbo en la vida, pero en las noches de tormenta,
cuando no se la ve, hay que bajar la cabeza y seguir en la tierra las huellas
de las carretas...
* * *
Suponemos conocidos de los lectores los hechos que a partir del año
1947 llevaron a descubrimientos sucesivos de un material inmenso en ma-
nuscritos antiguos, enteros o fragmentarios. Aún hoy, a más de diez años
de distancia, prosiguen con todo ahinco los trabajos de excavación y el
estudio del material recuperado.
Además de algunas obras que figuran en el canon bíblico, las grutas
nos han dado muchas otras extrabíblicas. Entre ellas algunas ya conocidas,
y que pertenecen a lo qpie hoy se llama “la Biblia apócrifa”, que se elaboró
durante los últimos años de la historia judía, en un clima apocalíctico de
esperanza y angustia. Son ellos; El Libro de Henoc, el Libro de los Jubileos,
la Asunción de Moisés, el Testamento de Leví, el Testamento de los doce
Patriarcas, etc.
Los fragmentos que más resonancia han tenido son los que se refieren
a la organización social y religiosa de la secta o comunidad a la cual per-
tenecía la biblioteca, algunos de cuyos “volúmenes” (en el pleno sentido
de la palabra) acaban de encontrarse. Son ellos la “Regla de la Comunidad”
o “Manual de Disciplina”, que codifica los ritos de renovación de la Alianza,
que estaban en uso en la comunidad; divide a los hombres en dos sectores,
según sean impulsados por el espíritu de fidelidad o por el espíritu de per-
— 14 —
ALGUNOS PROBLEMAS PLANTEADOS POR LOS DOCUMENTOS DE QUMRAN 15
versión, que los llevan por caminos opuestos (las dos vías) . Sigue el regla-
mento y el cóligo penal de la comunidad. — La “Regla de la guerra” o “Gue-
rra de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas”; se describe la
guerra de exterminación, durante una duración simbólica de cuarenta años,
que tendrá lugar entre los “hijos de la luz” y los “hijos de las tinieblas”;
acabará con el triunfo completo de los hijos de la luz. Esta composición
tiene bastantes analogías con nuestro Apocalipsis cristiano. Los “Himnos
de Acción de Gracias” (hódayót, en hebreo); comienzan ordinariamente
por la fórmula “Te doy gracias. Señor”, y su autor, al menos en parte,
parece ser el fundador de la Comunidad, el “Doctor de Justicia”. El “Do-
cumento de Damasco” : en 1868 se encontró en el depósito (geniza) de una
sinagoga caraíta del Cairo un documento que fué publicado en 1910, y cuya
naturaleza permaneció oculta en el misterio hasta los recientes descubri-
mientos del Mar Muerto. En varias grutas se han encontrado copias frag-
mentarias de este documento, que presenta grandes analogías con la Regla
de la Comunidad. La obra completa comprende dos partes; La primera
canta el plan salvífico que persigue Dios a lo largo de la historia; la segunda
revela detalladamente la vida de los miembros de la comunidad, a los que
se designa con el nombre de “miembros de la Nueva Alianza en los campos
de Damasco”. El “Comentario de Habacuc” interpreta algunos pasajes de
este Profeta, contemporáneo sin duda de Jeremías. Se hace alusión a las
persecuciones que tuvo que sufrir el “Doctor de la Justicia” por parte de
un “sacerdote impío”, llamado también “el hombre de la mentira”. El ma-
nuscrito tiene bastantes lagunas y es de muy difícil interpretación; lo cual
explicaría las conclusiones demasiado avanzadas a las que llegaron ciertos
autores.
Estos son los principales documentos extrabíblicos encontrados en las
cuevas de Qumrán, cerca del Mar Muerto, que han suscitado un sinnúmero
de problemas, de los cuales nos limitamos a señalar, no a solucionar, los
principales. Además de ser numerosos y graves, su solución exigirá todavía
largos años de estudio.
PROBLEMAS LITERARIOS
1. — Crítica textual. El docto de estudios hebraicos Paul Kahle, para
establecer la fecha de los manuscritos del Mar Muerto, aborda los siguien-
tes problemas; Historia de la constitución del texto masorético, origen de
la versión de los LXX, origen de la vocalización hebraica. Ya sólo este es-
quema nos da una idea de la importancia de los manuscritos para la crítica
textual. Cabe hacer notar, a todo esto, la fidelidad de la tradición masoré-
tica, que se revela en la facilidad de identificación de los fragmentos pe-
queños.
Podríamos extendernos largamente sobre los problemas que afectan
a la ortografía, pronunciación y formación de las palabras. Pero como son
problemas que atañen tanto a los manuscritos bíblicos como a los extrabí-
blicos, creemos que no es el caso de incluirlos en un estudio que versa so-
lamente sobre los manuscritos extrabíblicos. Sospechamos además que el
lector nos agradecerá esta decisión. Por la misma razón pasamos por alto
los problemas paleográficos y el problema de la fecha de origen de los
manuscritos.
2. — Filología. Una constatación importante; Entre los manuscritos del
Mar Muerto, son más numerosos los escritos en hebreo que los escritos en
16
REVISTA BIBLICA
arameo. Esta proporción es sobremanera significativa. La lengua materna
de la mayor parte de los judíos de Palestina era el arameo, aunque la lite-
ratura religiosa pudiera utilizar también el hebreo, que era la lengua de la
Sagrada Escritura y de la Sinagoga. Es decir, se nota en los manuscritos
una vuelta al hebreo clásico, en íntima relación con el renacimiento ma-
cabeo.
Se ha hallado además el texto más antiguo escrito en hebreo míshnico,
que data del año 50 p. C. lo cual sería la primera prueba de que en la época
romana, al menos en Judea, el pueblo hablaba el hebreo míshnico. ¿Sería
entonces imposible que San Mateo hubiera escrito su Evangelio, no ya en
arameo, sino en hebreo? El problema del sustrato arameo de ciertas partes
del Nuevo Testamento recibirá indudablemente mucha luz del estudio de
los Manuscritos.
PROBLEMAS HISTORICOS
Con la narración de las alegrías del retorno del destierro, en los libros
de Esdras y Nehemías, el libro sagrado se cierra en un mutismo significa-
tivo. Hay una enorme laguna en la historia del pueblo elegido; cinco siglos
que la Biblia parece ignorar voluntariamente, y en los que sólo se mencio-
nan los hechos de armas de los Macabeos. Y sin embargo en estos cinco
siglos tuvieron lugar hechos notables, como el apogeo y la decadencia de
Grecia y la ocupación por Roma de todo el mundo mediterráneo. Sucesos
que tuvieron que repercutir necesariamente en Palestina. De todo esto la
Biblia no dice nada Pues bien, el interés histórico de los manuscritos del
Mar Muerto es el de venir a llenar en parte ese vacío. Tenemos ahora un
conjunto de documentos que nos hablan de quiénes fueron, qué pensaban,
qué creían los hebreos pertenecientes sin duda a la élite religiosa de su raza.
1. — Identificación de la comunidad de Qumrán con los esenios. El
grupo humano o la comunidad de Qumrán, establecida en la región pró-
xima al Mar Muerto en los dos siglos precedentes a la hecatombre del pue-
blo (año 70 p. C.), nos es bastante conocido en su organización, prácticas
y creencias a través del estudio de los manuscritos. Podemos decir que la
comunidad de Qumrán es un grupo judío dedicado al estudio de la reve-
lación dada a los antepasados en la Ley de los Profetas, cuyo significado
verdadero llegan a comprender los que integran la comunidad, porque a
su vez les ha sido concedida una nueva revelación, en especial por medio
del “Doctor de Justicia”, en quien creen como verdadero intérprete de los
misterios divinos. Piensan que son los elegidos de Dios en medio del pueblo
de Israel; sólo ellos son fieles a la alianza de Dios con su pueblo; ellos solos
son la alianza, el verdadero Israel. Se han segregado de la sociedad, de los
hombres de iniquidad para, en la soledad, entregados al estudio ininte-
rrumpido de la ley y observando la doctrina secreta que Dios les ha con-
fiado, preparar pacientemente la venida de Dios, que será precedida al final
de los días, fin no lejano, por la llegada de los dos Mesías, el de Aarón y el
de Israel. Esperan confiadamente el juicio y castigo eterno de los hijos de
las tinieblas, acabando entonces el dominio de Belial; y anhelan ser librados
de todo mal por el espíritu de verdad y gozar de la felicidad eterna en la
presencia de Dios con los ejércitos celestiales.
Es sabido que en los últimos siglos antes de Cristo, Israel fué presa del
fenómeno general de la división en sectas, que eran a la vez clan social,
partido político y grupo religioso. La secta que nos ha llegado los manus-
critos aparece como un grupo aislado en cierto modo de la ortodoxia ofi-
ALGUNOS PROBLEMAS PLANTEADOS POR LOS DOCUMENTOS DE QUMRAN 17
cial. ¿Cabe identificarla con los esenios? A la tesis afirmativa se van adhi-
riendo buen número de investigadores. El P. De Vaux, O. P., que en un
principio pensó en la identificación con los fariseos, acepta ya la identifi-
cación esenia.
En este caso, ¿cuáles son sus relaciones exactas con los asideos, que
jugaron un papel tan importante en la gran aventura de los macabeos?
¿Por qué se creen con derecho a llamarse los “hijos de Sadoq”, y cuáles
son sus relaciones con la secta sacerdotal judía? ¿Habrá que identificar a
los esenios de Qumrán con la secta que compuso, medio siglo antes de
Cristo, el Documento de Damasco, del cual se ha encontrado fragmentos
en las cuevas de Qumrán? ¿No sería la secta de Damasco” una reforma
monástica o religiosa de la secta de Qumrán?
Todo un vasto campo se abre a los investigadores de la historia.
2. — Cronología. Para que el lector ubique mejor los acontecimientos
permítasenos ofrecer gráficamente los últimos resultados de la ciencia cro-
nológica en el espacio de tiempo que nos interesa.
año 167 a. C.:
Violación del Templo por Antíoco IV de Siria
166 —
Principio de la insurrección macabea.
164 —
Purificación del Templo.
160 —
Alianza de los Romanos.
152 —
Jonatás nombrado Sumo Sacerdote por el pretendiente si-
'
rio Alejandro Balas.
141 —
Independencia de Judea.
139 —
Renovación de la alianza romana.
63 —
Pompeyo toma Jerusalén.
37 —
Toma de Jerusalén por Herodes el Grande.
7-6 —
NACIMIENTO DE JESUS
27 p. C.;
Predicación de Juan Bautista.
67-69
Primera revuelta judía.
70 —
Destrucción del Templo.
Uno de los más importantes y apasionantes problemas que plantean los
manuscritos del Mar Muerto es el que se refiere a la interpretación de los
datos que veladamente se mencionan en varios manuscritos.
Por un lado, el Libro de la Guerra y el Comentario de Habaun nos
aparejan el problema de la identificación de los Kittim. En muchos ver-
sículos de dicho Comentario se habla de la invasión de los Kittim. Kittim
es un nombre hebreo que se aplica en los documentos bíblicos (Is, 23, 1;
23, 12; Jer. 2, 10; Ez. 27, 6; 1 Mac. 1, 1; 8, 5; Dan. 11, 30) ya a los habitan-
tes de Chipre, ya, de un modo más general, a los enemigos de Israel veni-
dos de los países mediterráneos.
En concreto, ¿a qpiiénes designa el autor del Comentario con el nombre
de Kittim? Rowley cree que los Kittim de Assur serían los Seléucidas de Siria,
mientras que los Kittim de Egipto, de los cuales también se hace mención,
serían los Lagidas de Egipto. En consecuencia, según la crítica interna, ha-
bría que colocar la composición de dicho comentario al principio de la per-
secución de Antíoco de Siria o Epífanes. Late en el comentario el mismo
espíritu que el de aquellos piadosos judíos que preferían la muerte a la
violación del sábado (1 Mac. 2, 32).
En este caso. Onías III podría identificarse con el Maestro de Justicia
de que nos habla el Comentario, mientras que el sacerdote impío podía ser
Menelao, a menos que no sea Jasón o Alcimo. El hombre “despreciable”
]8
REVISTA BIBLICA
sería Antíoco o Epífanes. La casa de Absalón designaría la familia de los
Tobíades de Transjordania; mientras que las comunidad de Qumrán se iden-
tificaría con la asamblea de los Khassidim (asideos).
No obstante, no todos están de acuerdo con estas asignaciones. Hay
quienes piensan que estos sucesos tuvieron lugar en tiempo de los Asmoneos,
dinastía que empieza con Juan Hircano, hijo de Simón Macabeo, hacia el
año 130 a. C. Los hechos habían tenido lugar en tiempos del asmoneo Ale-
jandro Janneo, a partir del año 88, más o menos. Los Kittim serían los Ro-
manos. El suceso histórico grave, señalado en el Comentario de Habacuc,
sería la toma de Jerusalén por Pompeyo el año 63, en el día d» la expiación.
El Doctor de Justicia sería Onías el Justo, un hombre piadoso venerado
como taumaturgo, y que fué lapidado por el populacho por haber rehusado
maldecir a Aristóbulo II y a los sacerdotes y unirse al partido de Hircano
II, cuando éste sitiaba a Aristóbulo en Jerusalén.
Hay autores de mucha autoridad por ambas partes, pero parece que
la hipótesis macabea va ganando cada vez más defensores. El P. Vermes
sostiene una hipótesis bien original: El sacerdote impío sería Jonatás Ma-
cabeo el cual, en convivencia con los seléucidas, habría inaugurado una
nueva dinastía sacerdotal el año 152 a. C. Hasta entonces los Sumos Sacer-
dotes se gloriaban de remontarse en línea ininterrumpida hasta el sacer-
dote Sadoq, contemporáneo de David y Salomón. El Doctor de Justicia y
su secta se darían el título de “hijos de Sadoq” para protestar contra la
usurpación de la dignidad por la familia de los Macabeos. Las alusiones del
Comentario de Habacuc a la cautividad y muerte del sacerdote impío, le
cuadran muy bien a Jonotás que murió asesinado.
Usando solamente el criterio histórico difícilmente se llegará a solu-
cionar este problema; habrá que esperar aún un ampio subsidio de la ar-
queología.
3. — Judaismo y cristianismo. Quienquiera que lea algunas de las edi-
ciones, por incompletas que sean, de las obras de Qumram, si se fija en los
capítulos que describen las costumbres de la Comunidad, la personalidad
del Doctor de Justicia y el pensamiento de los suyos, se siente movido in-
mediatamente a hacer comparaciones y a descubrir semejanzas con las
costumbres de la Iglesia primitiva, con la historia de la Redención cristia-
na y con los primeros escritos cristianos, no solamente con los libros del
Nuevo Testamento, sino también con los primeros escritos de los Padres
que nos ha conservado la tradición.
A raíz de esto, se pretendió que los descubrimientos del Mar Muerto
iban a revolucionar los dominios del Nuevo Testamento. Según Dupont-
Sommer, los documentos de Qumram, sobre todo el Comentario de Habacuc,
aportarían nuevas luces para explicar de una manera clara y positiva el
hecho cristiano. Lo esencial de la doctrina de Cristo habría sido enseñado
un siglo antes de El, por un Doctor cuya existencia sería una prefigura-
ción del Maestro galileo. Jesucristo no sería más que una admirable “rein-
carnación” del Doctor de Justicia de que nos habla el Comentario, y a
quien se le convierte en un ser divino encarnado o al menos en un ser di-
vinizado.
Ante las severas críticas de casi la totalidad del mundo intelectual, el
profesor de la Sorbona dio marcha atrás, expresándose más moderada-
mente en obras posteriores.
A pesar de las semejanzas que puedan hallarse, las diferencias entre
el Doctor de Justicia y el Maestro de Galilea son notables. El Doctor de
ALGUNOS PROBLEMAS PLANTEADOS POR LOS DOCUMENTOS DE QUMRAN 19
Justicia era un sacerdote de la tribu de Leví y residía generalmente en
Judea; Jesús no era de la tribu sacerdotal sino “hijo de David”, y su pre-
dicación se sitúa en Galilea, en las orillas del lago Tiberíades. El Doctor
de Justicia era un maestro sabio, a quien sus discípulos rodeaban con
una veneración supersticiosa, hasta el punto de que, como los discípulos
de Pitágoras, no pronunciaban su nombre; Jesús en cambio era un maestro
popular, no reconocido como tal por las esferas doctas, a quien abordaban
con toda libertad los discípulos y la gente, y cuyo nombre no era ni secreto
ni misterioso. El Doctor de Justicia, a juzgar por la regla monacal que im-
puso a sus adeptos, era un asceta severo, caritativo sin duda, pero excesi-
vamente duro para sí y para los demás, evitando como una mancha todo
contacto con los pecadores; Jesús estaba en cambio más mezclado con la
gente, era más humano, hasta se le acusa de amigo de los publícanos y de
los pecadores (Mt. 11, 18-19). El Doctor de Justicia era el revelador de una
gnosis misteriosa, elaborada con el zumo de las más altas sabidurías que
circulaban por entonces, y que estaba reservada a los iniciados o elegidos;
Jesús era un predicador popular, nacido de familia pobre, se expresaba en
una lengua simple, con comparaciones llenas de frescura y de vida.
Por un lado una secta judía que no llega a deshacerse de los lazos de
un ritualismo estrecho, y que se alimenta con una exégesis fantasista de
los textos de la Torah y de los Profetas. Por otro lado una fe nueva, en la que
la moral del Decálogo es completada por el sermón de la montaña; en que
la atadura de las observancias rituales es reemplazada por la libertad de
los hijos de Dios. Precisamente el autor de la Epístola a los Hebreos usa
de estos conceptos para consolar, afirmar y dar ánimo a los sacerdotes ju-
díos que se habían pasado a las filas cristianas.
¿Nació, pues, el cristianismo a orillas del Mar Muerto, siendo su pri-
mera cuna las cuevas de Qumram, mejor que la pobre gruta de Belén?
Esta perspectiva pareció provocar alguna inquietud; pero no hay peligro
de que nuestra inteligencia del Nuevo Testamento sea revolucionada ni de
que los manuscritos descubiertos modifiquen uno solo de los principios fun-
damentales de la fe cristiana. Todos los eruditos que han trabajado sobre
estos textos, católicos y no católicos, están de acuerdo sobre este punto.
Debemos reconocer que hay anticipaciones del cristianismo en los es-
critos de Qumram, como también las hay en otros escritos judíos: el Evan-
gelio es la realización de revelaciones anteriores. Que los autores del Nuevo
Testamento hayan leído y se hayan servido de los libros de la Comunidad
de Qumram es una posible cuestión de hecho histórica. Las Epístolas de
San Pablo, sobre todo a los Efesios y a los Hebreos, y la primera Epístola
de San Pedro contienen expresiones semejantes a la de los escritos de
Qumram. Pero es en San Juan, sobre todo en el Evangelio, donde se en-
cuentran las semejanzas más notables: su manera de pensar y el estilo li-
terario, las expresiones “caminar en la luz”, “caminar en las tinieblas” etc.,
sus continuas antítesis. Lo que cabe decir es que los escritos de Pablo y
Juan y los manuscritos de Qumram reflejan el fondo judaico, y no par-
ticularidades exclusivas de la secta esenia.En reacción contra los que sos-
tenían que el helenismo de Filón o gnóstico había ambientado el naci-
miento del cuarto evangelio, el P. Braun prueba que tanto el vocabulario
como el pensamiento de San Juan lleva el sello del medio judío-palesti-
nense, de lo cual son los mejores testimonios los documentos del Mar
Muerto. Se debería haber hablado de preparación más que de anticipación
del cristianismo.
20
REVISTA BIBLICA
Respecto a los libros cristianos no canónicos, el P. Audet hace notar las
afinidades literarias y doctrinales del “Manual de Disciplina” con escritos
como “las dos vías” y el “Pastor” de Hermas. Y acota: “No son de ningún
modo imposibles... ciertas afinidades literarias y doctrinales con escritos
como la instrucción moral del Manual de disciplina. No hay que olvidar
que el cristianismo fué, durante largos años, palestinense, y que la separa-
ción total del judaismo no se obró sino con relativa lentitud, dejando sub-
sistir aquí y allá muchos puntos de contacto... Se puede considerar como
cierto que entre los primeros discípulos de Cristo muchos venían de la Nue-
va Alianza. Reconocían en él al Mesías; pero ¿no habrían sido atraídos por
un mal que, en ciertos puntos, recordaba a la de la secta, mientras que en
otros la sobrepasaba?... No es de extrañar, entonces, que se encuentren en
la moral del Nuevo Testamento ciertas prolongaciones de la religiosidad ju-
día en diversas sectas, una atmósfera y un espíritu que podían llamarse
precristianos. Si la Pax Romana ha sido una preparación para el cristianis-
mo naciente, ¿no se podría decir que la piedad de las sectas judías esenias
o esenizantes, el sumo cuidado con que buscaban la integridad de la vida,
han sido para los primeros convertidos una magnífica preparación a la
Buena Nueva?
Además de las analogías literarias tenemos las de organización. Los
primeros convertidos cristianos, venidos de la élite de los judíos, trata-
rían naturalmente de introducir en la nueva religión algunas prácticas de
su organización. Los esenios eran los “elegidos”, los “santos”; los cristia-
nos de la primera comunidad de Jerusalén se llamarán “santos”. El meba-
qqer o inspector, del Manual de disciplina, tendrá algo que ver con el
episcopos cristiano.
Los judío-cristianos, aquellos primeros judíos convertidos que recono-
cían en Jesús de Nazareth al Mesías anunciado por los Profetas, pero que
conservan obstinadamente las prescripciones de la Torah, ¿no estarían
relacionados con alguna secta esenizante? Si han elegido el nombre de
Ebionistas. que significa pobres, ¿no será porque pretenden ser los here-
deros del verdadero pensamiento esenio, que recomendaba tanto la virtud
y exigía en grado sumo la práctica de la pobreza?
Es innegable que la secta esenia constituye una verdadera comunidad
monástica. ¿Puede decirse que e.sta comunidad esenia, con su “Regla de la
Comunidad”, con su comunidad de bienes, su celibato, haya ejercido alguna
influencia en la vida religiosa del cristianismo naciente y en la formación
del monaquismo cristiano? Cabe notar el hecho de comunidades judías
de vida monástica que ceden el lugar a comunidades monásticas cristianas.
No sería imposible que ciertos conventos cristianos egipcios hayan sido
habitados en un principio por comunidades religiosas judías de lengua griega.
Quizás algún día se encuentren indicios del convento de los Terapeutas,
agrupación religio.sa judía de los alrededores de Alejandría, y cuya exis-
tencia nos es conocida gracias al judío alejandrino Filón.
La organización y la idea de grupo elegido son muy parecidas en la
secta de Qumram y en la Iglesia naciente de los Hechos de los Apóstoles.
Pero hay que hacer resaltar también las enormes diferencias: La Iglesia
proclama su verdad a todo el mundo, y es lo más contrario a un grupo
exclusivo y esotérico que guarda celosamente ocultas sus enseñanzas, como
lo era la secta de Qumram.
Cabe hacer notar, hablando de influencias sobre el cristianismo, el uso
en la comunidad de Qumram, del calendario solar en vez del lunar, al que
I
1 ALGUNOS PROBLEMAS PLANTEADOS POR LOS DOCUMENTOS DE QUMRAN 21
quizás se acomodó Jesús para la fecha de la celebración de la Cena; en cuyo
caso ésta habría tenido lugar el Martes Santo y no el Jueves.
4. — ¿Fué San Juan Bautista un esenio9 La geografía favorece las re-
laciones entre el Bautista y la comunidad de Qumram. El desierto de Be-
thabara, sobre el Jordán, donde el “más que profeta” llamaba a las multi-
tudes a la penitencia, se halla sólo a unas cuatro horas de Qumram.
Por otro lado, en el Manual de disciplina se encuentra la cita de Isaías
de que se servía Isaías: “Preparad el camino en el desierto, allanad en la
estepa un sendero a nuestro Dios”.
San Lucas tiene un texto que llama poderosamente la atención: “Mien-
tras tanto el niño (Juan Bautista) iba creciendo, y se fortalecía en el espí-
ritu; habitó en el desierto hasta el tiempo en que debía darse a conocer en
Israel” (1, 80). Y notemos que, según Josefo, los esenios no se casaban, pero
adoptaban los hijos de otros desde una edad bastante tierna, lo suficiente
como para recibir instrucción y formarlos en sus costumbres. ¿Fué enton-
ces Juan Bautista un pupilo (por no decir un seminarista) de los de Qumram?
¿Pasó su infancia entre ellos, como Samuel junto al sacerdote Helí en el
santuario de Silo? Una indicación del libro de Samuel hace de este profeta
un nazir (nazareo), es decir, un hombre consagrado de un modo especial al
culto de Dios, que no debía cortarse el pelo ni la barba, ni beber licor que
pudiera embriagar. Comparemos ahora este texto de Samuel 1, 11 con Lu-
cas 1, 15, donde se ve una secreta voluntad de comparar a ambos: a Juan
Bautista que presidió la unción mesiánica de Jesús, y a Samuel que proce-
I dió a la unción mesiánica de David.
j El alimento del Bautista es el que se les permitía a los esenios. Dice el
* Documento de Damasco que las langostas deben ser asadas o cocidas; y
1 el documento anexo a la Regla de la comunidad dice que los esenios se abs-
I tenían del vino, y que no bebían más que mosto.
Más importante es el lugar que ocupan las purificaciones (bautismos)
I en la vida de los “monjes” de Qumram y en el ministerio del Bautista. En
las excavaciones de Qumram se han descubierto varias piscinas. Cada día
j los miembros de la comunidad debían sumergirse en ellas revestidos de un
; paño de lino, ritualizando quizás demasiado al pie de la letra los textos
j proféticos que llaman a los hombres a purificarse en un agua pura (Is. 1,
j 15-18; Ez. 36, 25; Ps. 51, 4). El bautismo conferido por Juan es un baño
! en el agua corriente, como signo de conversión a una vida nueva, y para
prepararse a una especie de bautismo espiritual cuando venga el Mesías.
¿Habrá que concluir con Renán que Juan Bautista era un esenio? Es
\ innegable cierta relación entre este hombre de Dios, que bautizó a Cristo
y fué su precursor, y los ascetas del Mar Muerto. Maqueronte, la fortaleza
donde se decapitó a Juan, se halla frente a Qumram del otro lado del Mar
I Muerto. Lo cual sugiere a Daniel Rops una posibilidad: el cementerio sa-
grado más próximo era sin duda el de la Comunidad, a la cual el mártir
estaría unido por tantos lazos. ¡Quién sabe si entre las mil o mil doscientas
tumbas alineadas junto al monasterio esenio en ruinas no estaría la de aquel
que prefirió “achicarse” para que su Maestro creciera!
La preparación a la venida del Mesías, que era el “leitmotif” de la pre-
dicación del Bautista, es también la gran preocupación del Manual de Dis-
ciplina. Pero este mensaje de penitencia, esta necesidad de una purificación
espiritual por medio del bautismo, esta inminencia de la era mesiánica, todo
, esto manifiesta, no ya la pertenencia a un mismo grupo particular, sino
22
REVISTA BIBLICA
mas bien un mismo ideal por una moral más elevada en una atmósfera
religiosa semejante y con una misma esperanza mística.
La semejanza mayor de Juan con los de Qumram la encontraremos
en el bautismo. Pero las diferencias también son grandes. Mientras que
en la secta el hombre se sumerge por sí mismo en el agua purificadora,
Juan Bautista juega un papel importante en el bautismo que él adminis-
tra. El bautismo de Juan es único, y una vez recibido vale para siempre,
mientras que los esenios renuevan diariamente sus baños rituales. Juan
sabe que él precede inmediatamente al Mesías, que ha de venir a bautizar,
no ya con agua, sino en el Espíritu y en el fuego. El bautismo cristiano
se asemejará mucho, por su rito externo, al bautismo de Juan, pero tendrá
una significación y una eficacia completamente distintas. Los apóstoles lo
administrarán no como preparación para la venida del Mesías, sino “en
nombre de Jesucristo”, el Mesías que ya ha venido.
Como los textos de Qumram, también Juan anuncia los últimos tiem-
pos y el juicio por el fuego (Mat. 3, 1-12).
En consecuencia, de los argumentos de semejanza aducidos no es po-
sible concluir en absoluto que el Bautista fuera un esenio. Lejos de vivir
aislado, como los monjes de Qumram, él se preocupa por atraer a las gen-
tes para predicarles y prepararles a la venida del Mesías. Recluta discípu-
los, que parecen haber formado un grupo bien unido, pero a los que no
exige que abandonen sus oficios y sus condiciones de vida para vivir en el
desierto. -
Las perspectivas mesiánicas de Juan Bautista son muy diferentes de
las de los esenios, que esperaban dos mesías, el de Aarón y el de Israel, y
lo seguían esperando por entonces. Mientras que Juan espera un solo Me-
sías y sabe que ya está presente en medio de los hombres.
La conclusión de los historiadores competentes es que Juan Bautista,
si por hipótesis perteneció alguna vez a la secta, se separó de ella, dedicán-
dose a un ministerio profético independiente.
*
He aquí presentados a vuelo de pájaro algunos de los problemas sus-
citados por los recientes descubrimientos en las orillas del Mar Muerto. La
transcripción, publicación y traducción de los documentos llevará algunos
años. Aún se espera que el desierto de Judá desentrañe nuevos secretos.
Es indudable que las ruinas y los documentos de Qumram nos dan a
conocer un medio judío muy restringido; y sería un error confundir el ju-
daismo del tiempo de Jesucristo con el judaismo particular de Qumram.
Pero es innegable que ahora podemos abrir las páginas del Nuevo Testa-
mento y leerlas en un ambiente más familiar. Conociendo las esperanzas,
las costumbres y el modo de pensar de un grupo de judíos particulamente
fervientes, resaltan en toda su grandeza las realizaciones de la revelación
cristiana. Jesús viene a injertarse en la Tradición de Israel y a transfigu-
rarlo y renovarlo todo por el cumplimiento en su persona de las profecías
milenarias.
“Quizás la mejor cosa que puedan hacer los manuscritos del Mar Muerto
es que por contraste apreciemos más nuestra Biblia” (Burrows).
Fr. Roberto de Buenos Aires, Capuchino
Villa Elisa - Buenos Aires.
BIBLIA Y VIDA
Vivamos la palabra de Dios
(Véase R. Bíbl. 86, 1957, págs. 193-198)
6. El júbilo del Señor (Le. 10, 21-24)
“En aquella hora se estremeció de gozo en el Espíritu Santo”. ¿Pues,
<jué había sucedido “en aquella hora”? Los discípulos habían regresado
llenos de alegría porque hasta los malos espíritus les estaban sujetos. Jesús
les había confirmado su alegría concediéndonos, de paso, un vistazo a su
intelección de hombre-Dios que capta lo grande en lo pequeño y la consu-
mación en los comienzos. Para El esos pequeños triunfos apostólicos sobre
los malos espíritus significan ya una gran victoria sobre Satanás la que El
había venido a obtener. Ya la ve consumada y goza de la visión de la gloria
que todo lo sobrepuja, fruto de esta batalla victoriosa. Allí está el gozo so-
bre todo gozo, hacia allí quiere dirigir la mirada de los discípulos: “no os
gocéis en eso, que los espíritus se os someten;' sino gozaos de que vuestros
nombres están escritos en los cielos.”
Con vista a la eterna bienaventuranza de sus redimidos el corazón de
Jesús rebosaba, por lo menos es esto lo que sugiere el contexto, y cabe
esperar que esta eterna bienaventuranza habría de ser también motivo y
objeto de este regocijo suyo que todo lo inunda. Pero ahora las palabras
del Señor nos traen una gran sorpresa; “Bendígote, Padre, Señor del cielo
y de la tierra, porque encubriste esas cosas a los sabios y prudentes y las
descubriste a los pequeñuelos”. Así pues, el motivo propiamente dicho de
su alegría no es el que el cielo se abre, sino por el contrario, precisamente
que este cielo permanece clausurado para unos, abriéndose para otros y
hallando cumplimiento en ambos casos la voluntad del Padre celestial:
este es el motivo. Y como si el Señor quisiera excluir toda duda posible
acerca de la verdadera razón de su alborozo, agrega expresamente: “Bien,
Padre, que así ha parecido bien en tu acatamiento”.
Este, pues, es el júbilo del Señor; la voluntad del Padre, y esta santa
voluntad puramente por ella misma. No es el que esto o aquello que desea
el corazón sea, en efecto, la voluntad de Dios y se cumpla, es causa de la
alegría del corazón, sino que — como quiera que sea — se haga la voluntad
del Padre. Y esto precisamente; el comoquiera que sea, es lo que va to-
mando relieve con impresionante claridad ante nuestros ojos; ¿acaso no
vino Jesús a este mundo para salvar lo que se había perdido? (Le. 19, 10)
¿Mas si ahora los sabios y prudentes de este mundo se le cierran e incluso
se lanzan contra El, arrastrando consigo al pueblo para aplastar a ese pro-
feta tan incómodo y, de paso, perderse a sí mismos para toda la eternidad,
no es esto cabalmente lo contrario de lo que Jesús debía desear? ¿No es
esto el fracaso y la ruina? Pero es a causa de esto que lo vemos estreme-
cerse de gozo y prorromper en júbilo; Bendígote, Padre, porque encubriste
esas cosas a los sabios y prudentes. Su júbilo sobre todo no es mayor ni
— 23
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REVISTA BIBLICA
menor que sobre el éxito tan ansiosamente anhelado y tan duramente obte-
nido que tiene su mensaje entre los pequefiuelos. Pues, si sus discípulos le
siguen con esa confianza sencilla y humilde y El precibe en esta fe la acción
del Padre que conduce al Hijo a esas almas simples, entonces estalla nue-
vamente su alma en júbilo: “Bendígote, Padre, porque descubriste esas cosas
a los pequeñuelos”.
La voluntad del Padre es el regocijo jubiloso de Nuestro Señor. La
voluntad del Padre puramente por el Padre y, consecuentemente lo mismo
en el Sí como en el No, en el conceder como en el negar, en el fracaso como
en el triunfo, en la muerte eterna de los redimidos como en su vida eterna.
La voluntad del Padre causa única del júbilo también y sobre todo allí
donde su misterio se hace más oscuro para nosotros, en la libre e incom-
prensible elección de la gracia de Dios, allí donde enmudece el último “por
qué” de toda creatura por cuanto Dios obra en virtud de los más íntimos
abismos de su esencia infinita, con absoluto dominio y libertad. No en vano
Jesús habiendo dicho: “Bendígote, Padre”, agrega luego: “Señor del cielo
y de la tierra”, pues, son los efectos de la grandeza de Dios, la absoluta
magnificencia soberana del creador, que percibe en los fallos arcanos de la
misteriosa predestinación de su gracia; cual si presenciáramos cómo el
alma humana y creada de Jesús, anegada en gozo se va perdiendo en la
inescrutable infinidad de Dios.
¡Ojalá también el Dios que conocen nuestras almas tuviera algo más
de divino! ¡Cuántas preguntas necias quedarían sin preguntar! Pues, Dios
es el que no debe rendir cuentas a nadie, el que tiene en sí mismo la única
razón de toda su actividad. Dios es el necesariamente inconcebible e in-
comprensible para toda inteligencia creada. Dios es luz, sí, pero luz inac-
cesible (1 Tim. 6, 16), tan inaccesible que los místicos, los videntes entre
nosotros los ciegos, la llaman la gran oscuridad. Un Dios a quien nosotros
comprendemos ya no es Dios. Por esto, precisamente, la misma oscuridad
de Dios puede hacer el gozo de un alma enamorada de El, ya que ella
percibe la voz de Dios que habla por boca del profeta: “Porque mis pen-
samientos no son vuestros pensamientos, ni vuestras sendas las mías, afir-
ma Yahveh; mas como los cielos son más altos que la tierra, así mis cami-
nos son más elevados que vuestros caminos, y mis pensamientos que vues-
tros pensamientos.” (Is. 55, 8-9). El alma enamorada de Dios escucha esta
palabra sintiendo que al insistir en tanta diferencia entre Dios y nosotros,
toca precisamente lo divino, lo que la hace, luego, prorromper en júbilo:
Bendígote, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque tal o cual disposi-
ción ha sido tu santa voluntad. O, por decirlo con las palabras de una gran
mujer alemana que, al ver la ruina de la obra de toda su vida bajo los gol-
pes del “Kulturkampf” (histórico conflicto entre la Iglesia y el estado en
Alemania), dijo: “¡Tu voluntad. Señor, es el supremo fin de todos mis de-
seos!” Así habla la fe operada por la gracia, en la escuela del divino Maes-
tro. Mas no lo olvidemos: esta fe se basa en una visión: pues quien primero
se regocija es El, el único para quien también los más oscuros abismos de
Dios son luz resplandeciente. El, también en cuanto hombre, veía ya al Dios
infinito en esta tierra, y veía en la voluntad de su Padre la inconmensura-
ble santidad de Dios. Al brotar tal fuente primogenia de divina bienaven-
turanza, ¿cómo habría de caber pregunta o distinción alguna por parte del
corazón humano sobre Sí o No, éxito o fracaso como objeto de este santo
y divino querer? Esto es lo que ocurre en el hombre Jesús. ¿Qué diremos
entonces del Hijo de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad,.
VIVAMOS LA PALABRA DE DIOS
25
un Dios con el Padre y por esto una divina voluntad, un amor, una bien-
aventuranza? Y es precisamente esto lo que inunda al Señor en su júbilo,
pues, continúa: “Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre.”
Aquí habla el que en eterna generación recibe del Padre la naturaleza de
Dios; y por esto: “ninguno conoce cabalmente al Hijo sino el Padre, ni al
Padre conoce cabalmente sino el Hijo” (Mat. 11, 27). Por un instante el
Señor quedó transportado a una altura vertiginosa, mas en seguida toma
a inclinarse el Dios hecho hombre hacia nosotros sus hermanos, pues ha
venido del seno eterno de Dios para hablamos del Padre. Por esto: “nin-
guno conoce al Padre cabalmente sino el Hijo y aquel a quien quisiere el
Hijo revelarlo.”
Es cosa de creer que los discípulos escucharían estas cosas sin captar
gran cosa de su significado y un tanto desconcertados ante el júbilo del
Señor, ante tanta palabra misteriosa, ante la oscuridad de esta revelación
de sí mismo. Ni nosotros tenemos motivo para lisonjeamos de cpie enten-
demos mucho más que ellos. Si poseyéramos de verdad la intelección de
las palabras del Señor, seríamos de hecho bienaventurados, ni sería menes-
ter que se nos diga, lo mismo que a los discípulos: “dichosos los ojos que
ven lo que vosotros véis”. Vosotros véis al Hijo de Dios, y en El véis al
Padre. Escucháis al Hijo anunciar al Padre, anunciar que ni en el cielo ni
en la tierra hay nada más deseable que la voluntad del Padre eterno. Mas
si no os conmueve el contenido de estas palabras, que por lo menos el so-
nido de su voz toque vuestros corazones. Pues, esto está escrito en el santo
Evangelio que fué con júbilo que se regocijó el Señor: “Bien, Padre, que
así ha parecido bien en tu acatamiento”.
Ahí se acerca ahora un legista para preguntar al Señor: “Maestro, ¿qué
haré para entrar en posesión de la vida eterna?” La pregunta no está mal,
más aún: de todas las preguntas es a buen seguro la que más le gustaría
al Señor, pues para contestarla el Hijo de Dios ha salido de la gloria del
Padre. El que esta pregunta se le planteara tan raras veces contribuía en
1 buena medida a la amarga soledad que sentía en medio de los hombres.
Así pues, nada hay que objetar a la pregunta en sí. Lástima grande, em-
pero, que esta pregunta, la más grave de cuantas puede hacerse, la pre-
gunta vital propiamente dicha, provenga en este caso de un corazón tan
superficial, o mejor dicho, que no tenga precisamente su origen en el co-
razón, sino en una mente de teologuillo que las más de las veces no busca
sino el descrédito del odiado rival y las artimañas dialécticas de la disputa-
ción. El legista ha preguntado para “poner a prueba” a Jesús: este nuevo
rabí que sabe hablar de una manera tan diferente de la habitual en el gre-
mio rabínico — ¿se atendrá a la ley o tendrá el atrevimiento de internarse
por caminos nuevos? — Pero el Señor, frente al desconfiado guardián de la
i ley, le señala justamente la ley. Esto sí: la pregunta sabihonda se convierte
, de esta manera en una pregunta de catecismo tan elemental que tiene que
I avergonzar al interlocutor. Cualquier niño hubiera sabido contestar lo que
|| era nada menos que el meollo y la síntesis de toda la ley, próximo al co-
;; razón (!), y atado a la frente; estaba escrito sobre todas las puertas y cons-
jj tituía la cotidiana oración matutina y vespertina de la comunidad. Lo que
i había sido planeado para levantar negras sospechas, se convertía ahora
en situación embarazosa para aquél. Sinembargo, se había preparado in-
7. Amar a Dios con toda el alma (Le. 10, 25-29)
REVISTA BIBLICA
2B
cluso para esta eventualidad. Menos mal que al mandamiento del amor de
Dios estaba ligado el que prescribía el amor al próximo, con lo cual que-
daba allanado el camino a la antigua cuestión acremente disputada: “¿Quién
es mi prójimo?”, hermoso tema donde ese Jesús de Nazaret hallaría ahora
discutir una cuestión controvertida en todos sus aspectos hasta agotarla,
es cosa que el discípulo, aspirante a rabí, sólo aprende con largos años de
arduo ejercicio. Sí, muy bien; ¿pero qué sucede mientras tanto con el gran
mandamiento del amor de Dios? — Pues nada, sino que queda relegado al
rincón de las cosas olvidadas. ¿Y nosotros hoy día, no conocemos también
este peligro al que sucumbe alguna que otra vez una mentalidad teológica
unilateral de escuela? Me refiero al peligro de asignar importancia a lo
controvertido y de asignarle una importancia tanta mayor cuanto más se
preste a entablar controversias. Lo verdaderamente grande, lo que propia-
mente está en juego, queda relegado a segundo plano, pues, lo realmente de-
cisivo es las más de las veces, gracias a Dios, bastante claro y no se presta
a discusiones de mucha extensión; a lo sumo se podría tal vez avanzar en
profundidad...
Esta sería, pues, la primera consideración sobre el texto que comen-
tamos: la pregunta por el camino que conduce a la salvación debe brotar
de verdad del centro vital, de lo más hondo del corazón: tanto los pastores
como la grey esperan que las grandes verdades fundamentales sean pre-
sentadas al alma con luz y profundidad siempre renovadas.
Apropiémonos, pues, con corazón dócil y alma sedienta la pregunta
del legista: “Maestro — ¿qué debemos hacer para entrar en posesión de la
vida eterna?” — La respuesta no varía: “Amarás al Señor Dios tuyo de todo
tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente.”
Y esta respuesta — ¿no es para atemorizar a cualquiera? Por cierto, que
no se trata aquí simplemente de un mandamiento que por orden numérico
fuera el primer ni que encabeza a los demás como uno de la serie, por
más que sobresalga en comparación con los otros. Antes bien, este manda-
miento principal sintetiza todos los demás como su raíz de la que brotan;
apunta la orientación más intima de la mente, la que sola confiere dignidad
y consagración a la observancia de los otros mandamientos; es la mente
y el espíritu fundamental que el creador exige y dehe exigir de su creatura;
es la quinta esencia de lo que llamamos “religión”, y en cuanto tal el fun-
damento invariable así del Viejo como del Nuevo Testamento. ¿Qué es re-
ligión? ¿rezar, ir a la iglesia, recibir los sacramentos, acción caritativa?
Todo esto tiene que ver con la religión, son ejercicios religiosos, pero no es
la religión. ¿Qué es, pues, religión? ¿catolicismo, protestantismo. Islam,
Budismo, Shintoismo, etc.? Estas son formas de religión, pero no es la reli-
gión (en el sentido de la actitud que apuntamos aquí). ¿Qué es religión? El
reconocimiento teórico y práctico de la omnímoda dependencia de la crea-
tura de su creador.
Nuestra “dependencia” de Dios! La finalidad de las palabras es desig-
nar cosas y realidades; en este sentido son muy útiles sustituyendo en nues-
tro pensar y hablar las realidades, tal como el papel moneda representa la
cantidad de bienes que le corresponde. Las palabras y, en cierta manera
hasta los conceptos, pesan menos aún que papel, y nuestro pensar super-
ficial los toma tan a la ligera como son, contentándose con ellos y olvidando
la realidad. Con nuestras palabras y conceptos somos como la araña acuá-
tica que se desliza por encima de profundidades abismales sin sospechar
«iquiera de su existencia. En lo religioso, más que ningún otro orden, es
t
VIVAMOS LA PALABRA DE DIOS
27
menester cuidar de los recipientes meramente externos de nuestros concep-
tos y palabras, que fácil e insensiblemente se están vaciando de contenido,
para retornar siempre a llenarlos de realidad, de algo de la gravedad y del
peso, la grandeza y profundidad que significan.
Nuestra “dependencia de Dios”: ¿cuál es la realidad representada por
este concepto? Más de uno no piensa sino en las muchas cosas de que
depende nuestra vida, como suerte, éxito y su duración, y que sinembargo
se sustraen en tan gran medida a nuestro poder y dirección. El agricultor
necesita de lluvia, sol y viento a su debido tiempo, so pena de perderse la
cosecha y faltarle el pan. ¿Es esta nuestra dependencia de Dios? Aquí no
se toca más que la capa más periférica y tenue de la realidad de que esta-
mos hablando.
Otros pensarán las cosas más a fondo, buscando la dependencia de
E>ios en el hecho de que sin El no seríamos nosotros, es decir, que hemos
sido creados por El. ¿Pero qué les dice este nuevo concepto “creado”? Pen-
sarán en que una primera pareja humana debió su existencia a una acción
inmediata de Dios. Mas cuán infinitamente lejana está hoy esta creación
del hombre en la más remota prehistoria. Psicológicamente hay mucha ver-
dad en nuestra manera de decir de algún hecho auténtico pero muy remo-
to: “esto hace tanto tiempo que pasó que casi ya no es verdad”. — A pesar
de todo, la clave de nuestra dependencia de Dios está toda ella en esta sola
palabra: “creado”, es decir, sacado de la pura nada. Todo ser creado tiene
su exclusiva razón de ser en la voluntad del creador. Este ser-querido-por
Dios no es, como acaso pensará alguno, solamente la razón del ser creado,
sino que es su quinta esencia: el ser creado no es sino el “ser querido por
Dios”.
Nuevamente tenemos que ayudarnos con imágenes. Mira cómo el sol
brilla através de las persianas, cerradas a medias, proyectando una banda
de luz sobre tu escritorio. ¿Qué hay acerca de esta banda de luz? ¿tiene
un ser independiente? Cierra el postigo del todo y verás que donde antes
había luz ya no queda sino sombra, y esto en el mismo instante sin que
medie siquiera una fracción de segundo. ¿Por qué? porque todo el ser de
esta banda de luz no consiste precisamente en “ser-irradiado”. Aplicando
el ejemplo: el sol es Dios, la banda de luz es la creatura, el rayo solar el
querer creador de Dios. La banda de luz es ser-irradiado; la creatura es ser
querido. Interrumpe el rayo, y donde había luz no hay sino tinieblas. In-
terrumpe el querer creador de Dios, y donde había creación no hay nada,
sólo el silencio absoluto. Cuán enorme, cuán inquietantemente cercano se
nos va haciendo ahora el creador. Ya no se ve perdiendo en la remotísima
lejanía de los albores de la creación, ya no está sólo en aquel lejano comien-
zo de una casi infinita sucesión de generaciones como creador de la primera
pareja humana; antes bien vemos ahora que la creación es actualidad,
conservación en el ser, creación continua que en nada se distingue del pri-
mer divino: “Hágase”. Es así como yo dependo del Dios personal en todo
momento y con todo mi ser, y con todo mi hacer. Sí, ¡también con mi
hacer! No puedo pronunciar una palabra sin que Dios lo esté haciendo
conmigo; no puedo concebir un pensamiento sin que Dios esté obrando
dentro de mí. Todo se lo debemos a El, y todo en cada instante de nuevo,
ni más ni menos que la banda de luz sobre el escritorio debe todo su ser
al rayo del sol, al cabo de una hora no menos que en el primer momento.
Esto, pues, significa ser creatura, esto es con toda verdad y realidad mies-
28
REVISTA BIBLICA
tra dependencia de Dios. Si no nos acomete el vértigo al pensarlo, esto se
debe a que todavía no lo hemos pensado a fondo.
Ahora bien: conocer y reconocer esta dependencia, esto es religión.
Si este reconocimiento se aproxima siquiera de alguna manera a la rea-
lidad, Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas
y desde lo más profundo de la mente. Aquí, y sólo aquí, la totalidad tiene
un derecho de ser ilimitado. Sólo aquí vale plenamente y en su verdadero
sentido el: dar el todo por el todo. El primero y supremo man-
damiento: “Amarás al Señor Dios tuyo de todo corazón y con toda tu alma,
y con toda tu fuerza, y con toda tu mente”, este mandamiento que en un
principio nos atemoriza por sabernos demasiado lejos de cumplirlo, este
inmenso y enorme mandamiento se va haciendo de tal manera algo que
se sobreentiende, una expresión inmediata de lo más íntimo de nuestro ser
y nuestra esencia como creaturas de Dios dotadas de razón. Nuestro ser,
nuestra esencia ha sido recibida de manos amantes, recibida con clara
conciencia y con corazón agradecido, recibida con una voluntad dispuesta
a obrar: tal la respuesta de la creatura que no es sino amor con todo el co-
lazón, con toda el alma y con todas sus fuerzas.
Sigamos leyendo en el lugar del Sagrado Texto del Antiguo Testamento
donde este supremo .mandamiento se encuentra por primera vez: “Estas
palabras que hoy te ordeno estarán sobre tu corazón. Las inculcarás a tus
hijos y hablarás de ellas, ya permanezcas en tu casa, ya andes de viaje, al
acostarte y al levantarte. Las atarás como un señal sobre tu mano y serán
como frontales entre tus ojos. También las escribirás sobre las jambas y
puertas de tu casa.” (Deut. 6, 4-8), a saber, estas palabras: “Amarás al
Señor Dios tuyo de todo corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza,
y con toda tu mente”.
Traducción: Haraldo Kahnemann.
M. Zerwick, S. J.
(Pont. Inst. Bíblico, Roma)
La Biblia y las Bellas Artes
III.
La Biblia era también para los artistas de la paleta una fuente rica
de la cual extraían sus magníficas ideas para crear sus obras. La Infancia
de Jesús (Nacimiento, la Adoración de sus Padres, de los Pastores y de los
Reyes Magos) y la Pasión y Muerte de Jesús eran sus temas preferidos.
Sólo en los museos de España encontramos unos 300 cuadros de cada una
de estas dos clases, realizados por autores españoles y extranjeros. Un in-
menso caudal de trabajos inestimables se conservan en los grandes museos
del mundo y si descontamos las producciones de los dos últimos siglos, la
mayor parte de ellos son cuadros religiosos y bíblicos.
El siglo XV es la época más floreciente en la historia de la pintura. Flo-
rencia marcha a la cabeza guiando el movimiento artístico. Masaccio, el jefe
de la escuela, nos presenta a Adán y Eva arrojados del paraíso, figuras
vivas y convincentes; además a San Pedro bautizando, sanando enfermos
y detenido .en la cárcel y un Juicio Final. Fra Angélico que nunca tomaba
el pincel sin antes haber rezado quiso con su arte glorificar a Cristo como
nos lo describe el Evangelio. Boticelli que ha ilustrado la “Divina Comedia”,
fué uno de los tres artistas que fueron llamados por el papa Sixto VI para
decorar la Capilla Sixtina. Fra Filippo Lippi, Fiero de la Francesco, el
Verrocchio, Ghirlandajo, todos florentinos del Cuattrocento nos asombran
ton sus hermosas telas.
Los grandes cincuencentistas son Leonardo de Vinci, Miguel Angel y
Correggio. La “Adoración de los Magos”, “La Virgen de las Rocas” grupo
admirablemente compuesto y “La Cena”, su obra capital y uno de los cua-
dros más estupendos del mundo, son productos del genio universal de
Leonardo. En la “Cena” ha querido representar la impresión que en cada
uno de los discípulos han producido las palabras del Divino Maestro: “Uno
de vosotros me hará traición”. En la Capilla Sixtina Miguel Angel nos fas-
cina con las figuras animadas del A. Testamento: “La Creación de Adán y
Eva”, “La Salvación del Pueblo de Israel por la Serpiente de Bronce, Da-
vid, Ester y Judit”. Entre los 7 profetas llama nuestra admiración el aus-
tero y pensativo Jeremías. A los 66 años terminó su imponderable “Juicio
Final”. En todos los cuadros de Correggio, especialmente en su “Natividad
de Jesús” se advierten sus profundos estudios de la luz artificial que emana
del Cuerpo del Niño Divino. Fra Bartolomeo pinta exclusivamente cuadros
religiosos y bíblicos. Rafael de Sanzio (1483-1520) es particularmente co-
nocido por sus exquisitas Madonas, 50 veces reproducidas. Las más cono-
cidas son: “La Sistina”, “La Madona della Sedia”, “La del Granduca”, la
“Madona del Jilguero” etc. Las salas (stanze) del Vaticano están decora-
das por una serie de frescos, representando escenas de la Historia Sagrada
que forman lo que se ha llamado la “Biblia de Rafael”. Uno de los grandes
cuadros murales es la “Disputa”. En su parte superior contemplamos a
Cristo sobre un trono de nubes, rodeado de 14 personajes del A. y N. Tes-
tamento. A sus pies cuatro angelitos sostienen los 4 Evangelios abiertos,
inspirados por el Espíritu Santo que aparece en medio de ellos. Fué su
última obra la “Transfiguración de Cristo” que no terminó, falleciendo el
“dio moríale” un Viernes Santo, teniendo sólo 37 años. De Ticiano, jefe de
— 29 —
30
REVISTA BIBLICA
los venecianos, mencionamos solamente “El Cristo de la Moneda” y su
hermosa “Asunción de la Virgen”. A los 86 años empezó el “Entierro de
Cristo” sin poder terminarlo. Para el Veronese los temas sagrados son una
excusa para presentar la vida veneciana, prodigando los ricos colores en los
lujosos vestidos que armonizan con las bellezas venecianas que reproduce.
Así en “Las Bodas de Caná” y “El Banquete en casa de Leví” etc.
Los grandes Magos españoles del pincel son Ribera, Velázquez, el Gre-
co, Zurbarán, Murillo y Goya. “El Cristo en la Cruz” de Velázquez es tal
vez el mejor cuadro en su género, que fué magistralmente cantado por el
poeta Gabriel y Galán. Otras telas de él son “La Túnica de José”, “Jesús en
casa de Marta” etc. El dulce Murillo ha alcanzado inmensa popularidad
dentro y fuera de España, con sus 27 “Concepciones”, envueltas en su man-
to azul sobre el hábito blanco, rodeadas de pequeños ángeles. Otras reali-
zaciones exquisitas de este gran maestro son “El Divino Pastor”, “La Mul-
tiplicación de los Panes y Peces”, “Moisés haciendo brotar agua de la roca”
y “La Sagrada Familia”. Cabe mencionar aquí a Domenico Theotocopuli,
llamado “El Greco’’ que vino de Grecia a España, pintor muy personal y
original y por eso un tiempo muy discutido, apareciendo ya en él la técnica
impresionista. Nos emocionan las escenas bíblicas y Marianas “El Calvario”,
“La Dolorosa”, y sobre todo su “Asunción” y “Coronación de la Virgen”.
Entre las 1200 obras de P. P. Rubens abundan las de temas religio-
sos y bíblicos. “La Adoración de los Reyes Magos”, “La Erección de la
Cruz”, “El Descendimiento” y “La Lanzada”, tal vez la mejor de todas,
son el asombro de cuantos las contemplan. Su mejor alumno, Antonio van
Dyck nos ofrece hermosas telas como “Cristo en la Cruz”, “Los tres Peca-
dores penitentes” (David, Magdalena y el Hijo pródigo). “La Bendición de
Jacob”, “Tobías” etc.
“El Hijo pródigo”, “La Resurrección de Lázaro” y sobre todo el gra-
bado, llamado de los “Cien Florines” que representa a Jesús curando a los
enfermos, son trabajos del genial Rembrandt.
De Durero, pensador y artista es la obra más esclarecida de la escuela
alemana “Los cuatro Evangelistas”. En 16 grabados nos describe escenas
del Apocalipsis (Los 4 Jinetes), de la Pasión y Vida de María. Lucas Cra-
nach y los dos Holbein eligieron primorosas escenas para sus cuadros. La
obra maestra de Matías Gruenewald es el célebre retablo del altar de Isen-
heim con escenas conmovedoras, sobre todo la “Pietá” y la emocionante “Cru-
cifixión”. Al pintor húngaro Miguel Munkacsy (m. 1900) débense un “Ecce
Homo” y dos grandes impresionantes lienzos “Cristo ante Pilatos” y “Gól-
gota”. Las obras de los Prerrafaelistas ingleses y los Nazarenos alemanes,
dos escuelas modernas, son en su mayor parte de carácter religioso y bí-
blico.
rv.
En los albores de la Edad Media ya encontramos hermosas obras de
escultura religiosa. La creación cumbre de esta época es el Pórtico de la
catedral de Santiago de Compostela de Mateo. En el tímpano está el Cristo
en majestad, rodeado de Evangelistas y Arcángeles, Santiago y los 24 An-
cianos del Apocalipsis sedentes. Campean otras estatuas en las tres gran-
diosas e históricas Puertas. El conjunto evoca la glorificación de Jesucristo
según el texto apocalíptico. Portadas similares románicas existen en Silos,
Ripoll y San Cugat. Se conservan preciosos Crucifijos y Vírgenes, por lo
general con el Niño, y son de madera, piedra, mármol o bronce.
LA BIBLIA Y LAS BELLAS ARTES
31
A la escultura gótica italiana se deben famosos púlpitos, el del Baptis-
terio de Pisa por Nicolás d’Apulia, el púlpito de la catedral de Siena y el
de San Andrés de Pistola, obra maestra de Giovanni Pisano.
La figura principal de los escultores florentinos del Quattrocento es
Lorenzo Ghiberti (1378-1455) que en 21 años ejecutó la segunda Puerta
del Baptisterio de Florencia donde en 20 bajorrelieves desarrolla escenas
de la vida de Jesús, los 4 Evangelistas y 4 Padres de la Iglesia. Ante la
tercera Puerta, también obra suya, exclamó Miguel Angel asombrado: “Esta
podría ser la puerta del Paraíso”. Una familia de escultores, della Robbia,
se destaca por la mística gracia que comunican a sus creaciones, los per-
sonajes bíblicos Judit, Holofernes, profetas y Madonas. Donatello consi-
gue una estupenda belleza en su vigorosa y elegante figura de David y en
varias imágenes del Precursor San Juan. La escultura italiana del siglo
XVI llega a su apogeó con Miguel Angel, artista universal y perfecto. Testi-
monio de ello son su monumental “David” de 5 metros de altura, la enér-
gica estatua sedente de “Moisés” y dos magníficas “Pietá” en San Pedro
de Roma y Florencia. Dignos de mencionar son “El Bautismo de Cristo”
en bronce y el hermoso grupo “Santa Ana con la Virgen y el Niño” de
Sansovino.
Los retablos de las catedrales de Sevilla y Toledo y el retablo mayor
de la cartuja de Miraflores de la segunda mitad del siglo XV son escultó-
ricamente lo más rico que hay en España. El portentoso Retablo en el museo
de Valladolid de Alonso Berruguete con el “Sacrificio de Isaac” y el dra-
mático “Entierro de Cristo” de Juna de Juni, composición que repite, son
obras dignas de recordar. En el siglo XVII sobresalen los escultores Gre-
gorio Fernández de Toledo con su “Cristo yacente”, repetido con frecuen-
cia, un famoso “Crucifijo”, varias “Dolorosas” y una “Piedad”.Juan Mar-
tínez Montañés que en el famoso Retablo de San Isidoro del Campo en
Santiponce ejecutó varios relieves de la Vida de Jesús, de las cuales la “Ado-
ración de los Pastores es una de sus obras maestras. El ilustre maestro
Alonso Cano (1601-1667), también pintor y arquitecto, trabajó para la ca-
tedral de Granada, donde se encuentran sus mejores y más características
obras; la pequeña “Inmaculada”, una de las mejores creaciones de la es-
cultura española; la “Virgen de Belén”, tres bustos de “Adán, Eva y San
Pablo” y el grupo de mármol del “Angel Custodio” en la puerta de la misma
iglesia. En Murcia nació el escultor más importante del siglo XVIII, Fran-
cisco Salzillo (1707-1783). Numerosos son sus trabajos; “La Cena”, “El
Prendimiento”, varias “Dolorosas” y “La Oración en el Huerto”, la mejor
de todas. Distinguióse también en la ejecución de peqpieñas figuritas para
Jos Nacimientos, tan en boga en aquel entonces. El mejor ejemplar es “Belén”
en un museo de Murcia, compuesto por un millar de pequeñas figuras, El
tema favorito de José de Mora es el “Ecce Homo”, en numerosos bustos
de doliente expresión. El arte de Pedro de Mena raya a mayor altura en
sus justamente célebres “Dolorosas”.
El arte alemán por excelencia fué la escultura en madera, gozando la
Escuela de Nuremberg de una fama mundial. A Veit Stoss (m. 1533) se debe
“el Retablo de la Virgen” de Cracovia, donde trabajó el artista varios años,
la “Anunciación” de Nuremberg y el hermoso “Nacimiento de Jesús” en la
catedral de Bamberg. Las obras de piedra de Adán Kraft que recuerdan a
Miguel Angel, pero desconociendo del todo el desnudo, son “Las Estacio-
nes del Vía Crucis” en el camino al cementerio de Nuremberg, el “Entierro
32
REVISTA BIBLICA
de Cristo”, los bajorrelieves “La Cena”, “Cristo en el Huerto” “Cristo en
la Cruz” una “Coronación de la Virgen” y el monumental y magnífico “Ta-
bernáculo”, que se encuentran en diferentes iglesias de dicha ciudad,
Tilman Riemenschneider (m. 1531), esclarecido escultor y tallista, do-
tado de una exquisita gracia y fuertemente expresivo, trabaja indistinta-
mente la piedra y la madera con una habilidad técnica extraordinaria. Sus
obras más notables son varios altares tallados, entre ellos el hermoso altar
de Cregling con la “Asunción y Coronación de la Virgen”, varias “Madonas”,
los “4 Evangelistas”, “Adán y Eva” en el portal de S. María de Wurzburgo,
y 14 figuras de Cristo, los 12 Apóstoles y San Juan Bautista”. Es conmo-
vedora la estatua de “Dios Padre teniendo en sus brazos a Cristo muerto”.
Una de las tallas más bellas del Renacimiento es “La Virgen de Nuremberg”
de Peter Vischer.
Para la iglesia de N. Sra. de Copenhague el danés Thorwaidsen (m.
1844) eligió varias escenas de la vida de Jesús, la “Cena”, “Cristo cami-
nando hacia el Calvario”, una colosal estatua de “Cristo” y “Los doce Após-
toles. Otras obras de él inspiradas en la Biblia se encuentran en el museo
de Copenhague: “La Virgen”, “El Niño Jesús” y “San Juan”.
Inacabable tarea sería sólo enumerar los artistas y las obras inspira-
das en la Sagrada Biblia, podiendo aquí citar solamente los nombres y
títulos más destacados. Llama la atención la escasez de obras religiosas y
bíblicas en los dos últimos siglos, buscando los artistas sus temas con pre-
ferencia en la historia, la mitología, la naturaleza etc.
P. SCHNEIDER, S.V.D.
BIBLIA Y LITURGIA
¿Hay que "cristianizar" los salmos?
Conferencia dada el 9 de diciembre de
1956 en el Instituto Bíblico de Roma.
El día 24 de marzo de 1945 significa en la historia del salterio latino,
y consecuentemente también en la historia de la salmodia eclesiástica, sin
lugar a dudas una de las fechas más importantes y el comienzo de una
nueva era. Puede afirmarse que el problema externo, a saber, la creación
de un texto claro ha sido resuelto satisfactoriamente para varios siglos. Tanta
mayor actualidad va cobrando la cuestión tocante al problema interno,
precisamente a causa de la aproximación lograda del nuevo texto latino al
texto original. Este problema interno puede circunscribirse así; ¿es compa-
tible, y hasta qué punto, una oración cristiana de los salmos y una piedad
cristiana de los salmos con estos mismos salmos, tal como nos los ofrece
el sagrado texto?
No obstante la inspiración divina, el Antiguo Testamento y, consiguien-
temente, también el salterio, parece ser en cierto sentido y hasta cierto gra-
do un libro no-cristiano. No contiene la revelación en su plenitud. La re-
ligión del Antiguo Testamento es en gran medida una religión de la vida
terrenal, reinando hasta los últimos siglos a. C. una profunda oscuridad acer-
ca del más-allá. Verdad es que la existencia humana no terminaba, ni
mucho menos, con la muerte; pero por falta de la respectiva revelación,
las ideas en boga sobre esta existencia en Sheol, el mundo de los muertos,
eran oscuras y poco alentadoras.
El premio prometido por el cumplimiento de los mandamientos divi-
nos en el pentateuco (Lev. 26, 3 ss.; Deut. 28, 1 ss.) sólo era de índole terre-
nal, por más que fuera signo y redundancia del amor divino, (Deut. 7, 13).
El israelita goza de su Dios aquí en esta tierra en la vida terrenal. Sólo en
algunos puntos culminantes de la revelación advertimos el premio y castigo
en el más allá y la comunidad con Dios, y aun esto bastante tarde, (Sal. 72,
23 ss; Sab. 3, 1-9). En los demás sólo rige el: “coelum coeli Domino; terram
autem dedit filiis hominum”; “Ninguno de los que descendieron al silencio
alaba a Dios; sólo nosotros los vivientes lo alabamos y bendecimos” (Sal.
113, 16 ss.).
Muchas cosas del Antiguo Testamento, si no la mayor parte de ellas,
parecen limitadas a lo nacional, y una y otra vez nos vemos frente a una
moral bastante imperfecta. En tales circunstancias surge la cuestión de
cómo y hasta dónde sea posible una salmodia cristiana.
Lo mismo que en la antigüedad, tampoco en nuestros tiempos la res-
puesta es uniforme.
También hoy en día se tropieza siempre de nuevo con sacerdotes y
teólogos que declaran con visible aflicción interior que no saben habér-
¡selas con estos salmos del Antiguo Testamento. Es más: todavía en tiem-
— 33 —
34
REVISTA BIBLICA
pos recientes se ha reprochado a la Iglesia el no haber sustituido aún
estos cánticos del Antiguo Testamento con himnos cristianos.
Ultimamente hasta se ha llegado a transformar sin más y poética-
mente los salmos en cantares cristianos.
Relativamente inocuas suenan libertades como esta: “Benedictus Do-
minus Deus noster” en lugar de “Israel”; o también: “Benedictus Domi-
nus populi sui”. Muy consecuentemente, las conocidas conclusiones de los
Salmos: “Pax super Israel” se convierten entonces en: “Reine la paz so-
bre todos los fieles de Dios” o también: “sobre todos los hijos de Dios”.
Si ya no hay lugar para Israel en los salmos, por fuerza tampoco lo
habrá para su país, sus santos lugares, sobre todo Jerusalén y Sión. En
efecto, encontramos, por ejemplo en Sal. 124, 1: “Qui confidunt in Do-
mino, sunt sicut mons Sion, qui manet in aeternum”, lo que se ha tradu-
cido: “Quien confía en Dios es como un monte que no sabe de vacila-
ciones. Como los montes rodean protectores un valle, así el Señor rodea
de solicitud a su Iglesia”. Vale decir que aquí unos santos lugares de la
historia de nuestra salvación son sustituidos por comparaciones sacadas
puramente de la naturaleza. De manera similar se traduce Sal. 121, 1:
“Attollo oculos meos in montes, linde veniet auxilium mihi”, con: “Le-
vanto mis ojos al cielo, ¿de dónde, si no, me ha de llegar auxilio?”. Y
una suerte parecida corre entonces finalmente el mismo pueblo de Israel.
Así, el salmo 121, 4: “Jerusalem, illuc ascendunt tribus, tribus Domini
secundum legem Israel, ad celebrandum nomen tuum”, se traduce con:
“¡Jerusalén, las tribus de la tierra han ido en peregrinación hacia ti, las
tribus de Dios lo que nos mueve a dar loa a Dios.”
Basten estos ejemplos que sería fácil multiplicar, pues, ya parece
claro que no es este el camino para imprimir un carácter cristiano a los
salmos. Tratándose en los salmos de la palabra inspirada de Dios, donde
el texto esté fijamente establecido no se debe cambiar ni una jota. Pero
aun prescindiendo de esto, el camino elegido es del todo insuficiente. Para
ser consecuentes acabaríamos por eliminar en los cánticos lo mismo que
en los textos y, sobre todo, en la liturgia todos los nombres, conceptos e
ideas del Antiguo Testamento, lo que resulta simplemente imposible. Ten-
tativas en este sentido no faltaron, por cierto. Así, por ejemplo, la misma
obra litúrgica de la que han sido tomados los textos citados más arriba^^^
traduce la antífona de la fiesta de la Inmaculada Concepción “Tu gloria
Jerusalem, Tu laetitia Israel, Tu honorificientia populi nostri” de la si-
guiente manera: “Tú eres el resplandor de los cristiano^. Tú el regocijo
de la Iglesia, Tú el honor de la humanidad”.
Pero el grave error fundamental de todo el método consiste en lo si-
guiente: pretendiendo dar a los salmos un carácter cristiano, se elimina
de los mismos todo cuanto suena al Antiguo Testamento, con lo cual se
destruye no solamente el sentido literal de los cantos, sino también y al
mismo tiempo el fundamento sobre el que ha de basarse toda interpreta-
ción cristiana, tanto más cuanto que a menudo se trata de sucesos o ins-
tituciones históricas, — es decir: todo un complejo de carácter sagrado, —
el cual, insinuado mediante el respectivo término empleado, señala preci-
samente así el camino corecto para una interpretación cabal. Eliminando,
por ejemplo, conceptos como “Sión”, “Jerusalén”, “Israel”, etc., se pierde
necesariamente también toda la propiedad prefigurativa contenida en ta-
\i) Nomina odiosa.
¿HAY QUE “CRISTIANIZAR” LOS SALMOS?
35
les conceptos así como la teología que sobre ellos se estructura. ¡Pero es
aun mucho más lo que se pierde! El método pretende separar al lector o
al orante respectivamente de un pasado al que está indisolublemente li-
gado. El método olvida la palabra del apóstol: “Porque cuantas cosas
fueron antes escritas, para nuestra enseñanza se escribieron” (Rom. 15, 4).
Por lo tanto, sea lo que fuere lo que se narra en el Antiguo Testamento,
siempre está en juego de alguna manera también nuestra propia causa,
nuestra propia salvación, nuestra propia historia, y no se ve en absoluto
la necesidad de borrar y hacer irreconocibles las huellas de nuestro pasado.
No puedo tratar aquí en detalle las razones que se alegan en defensa
de este método. La razón principal, como se desprende ya de lo dicho hasta
ahora, es ésta: “Para el hombre moderno ya no hay manera de resignarse
a estas formas del Antiguo Testamento. Nuestro tiempo no tolera bien se-
mejantes arcaismos y anacronismos”. Pero es el caso que para nuestro
tiempo actual muchas cosas parecen pasadas de moda, las que, no obstan-
te, la Santa Iglesia ama y aprecia y mantiene como un bien sagrado. Por
lo que al pueblo se refiere, será menester educarlo para adquirir una com-
prensión adecuada, cosa que en vista de las obras de vulgarización litúr-
gica existentes hoy en casi todos los países, sobre todo los misales, no pa-
rece una dificultad insuperable.
El primer paso para rezar los salmos con una mente cristiana nos lo
señala la palabra del Divino Maestro: “Non veni solvere, sed adimplere”
(Mt. 5, 17). “Non veni solvere”: esto vale no solamente para el rico acervo
de prescripciones y verdades religioso-morales que pasan sin menoscabo
al Nuevo Testamento, sino también para los salmos que, por ejemplo, can-
tan la grandeza de Dios, su omnipotencia, su justicia, su bondad y mise-
ricordia. Lo mismo hay que decir esencialmente de los salmos didácticos
y los salmos penitenciales. Estos cantos conservan su valor perenne por
igual en el Nuevo Testamento, si bien quedan enriquecidos en contenido
interior después de consumada la gran obra de nuestra redención en medio
de nosotros.
Para otra parte extensa de los salmos vale entonces el “adimplere”.
Aquí ocupa un lugar preeminente la ley de la prefiguración qpie penetra
todo el Antiguo Testamento. Esta ley nos posibilita una visión típica que
no solamente enriqueció en tan considerable medida toda la antigüedad
cristiana, sino también nuestra liturgia cristiana. Tomemos, por ejemplo,
los nombres de “Sión”, “Jerusalén”, las figuras del Antiguo Testamento
de “Adán”, “Noé”, “Abrahán”, “David”. En una mirada retrospectiva so-
bre la historia estos nombres y figuras nos señalan nuestra gran historia,
la gran historia de nuestra Iglesia. Nos hablan de la honda preocupación
de Dios por su pueblo, de su plan de salvación que persigue su fin imper-
turbable y no puede ser torcido por ningún pecado y ninguna infidelidad;
nos hablan de los muchos sufrimientos, luchas y victorias que conmovieron
también a la Iglesia del Antiguo Testamento: elementos todos que nos en-
señan a creer en la fidelidad y las promesas de Dios, de confiar en El y no
perder por nuestra insubordinación “el derecho a las promesas” (Sal. 77,
7 ss.). Por otra parte, todos estos nombres designan asimismo también el
venidero reino de Dios; las figuras mencionadas están como encaminadas
a Cristo todas ellas, este Cristo en quien está la consumación de la revela-
ción primitiva que ellos trasmitieron de generación en generación.
36
REVISTA BIBLICA
Los sacrificios del Antiguo Testamento han sido abolidos, es cierto, por
cuanto en sí mismos eran “elementa infirma”; pero los salmos que los
acompañaban, que les infundieron vida y vigor con tantos actos edificantes
de fe, confianza y confesión de los pecados, estos salmos hoy como enton-
ces constituyen el marco de la cristiana liturgia del sacrificio. Para conven-
cerse de ello basta una mirada sobre nuestros misales. El salterio es el arpa
de verdad que pulsa la Iglesia bajo la dirección del Espíritu Santo para
interpretar y hacer fructificar en cada caso concretamente la mística unión
llena de gracia entre Cristo el cordero de Dios y la comunidad unida en
torno a El.
El fundamento para esta visión típica está en que el gran Dios siempre
permanece igual a sí mismo en su plan salvífico único y homogéneo, per-
siguiéndolo y conduciéndolo invariablemente desde el principio hasta el
fin. De esta manera resultan escenas que siempre vuelven a repetirse aun-
que en diferentes planos (Antiguo y Nuevo Tstamento), guardando no so-
lamente su semejanza externa, sino también su conexión teleológica interna
y orgánica dentro del único gran plan de salvación de Cristo. La historia
del Antiguo Testamento se repite a menudo en el Nuevo Testamento, así
en la Iglesia en su conjunto como en la vida de los individuos, de suerte
que la significación cristiana del Antiguo Testamento está oculta en su
mismo núcleo interno, revelándose luego en la realidad del Nuevo Testa-
mento. Este y no otro es el sentido de las palabras de San Agustín; “In
vetere novum latet, in novo vetus patet”, (P. L. 34, 623) .
Llegados a este punto, nuestra exposición nos conduce con toda natura-
leza a un escalón ulterior y más elevado de la cristiana interpretación de
los salmos: la cristológica. Para comprenderla nos hace falta remontarnos
por un momento a la antigüedad cristiana, la cual nos proporciona un vis-
tazo en los orígenes de la salmodia cristiana que no sólo será interesante,
sino además instructivo. En primer lugar: ¿qué indujo a la Iglesia del Nue-
vo Testamento a adoptar un devocionario que, si bien tenía a su haber la
indiscutible ventaja de ser un libro inspirado, no podía sustraerse el hecho
de que por su carácter de libro de rezos del ex-pueblo elegido, estuviese
afectado por numerosos elementos imposibles de realizar en la nueva alianza?
No hay que pensar que este proceso se consumara prontamente ni exento
de roces. Las investigaciones de Kroll y Knopf dieron por resultado que la
Iglesia en un principio ni pensaba siquiera remotamente en incorporar
en bloque los salmos del Antiguo Testamento al culto cristiano^^L
El salterio no era a los comienzos sino un libro litúrgico de lectura
como los demás, no siendo incorporado, en cambio, como libro oficial de
cantos litúrgicos. La liturgia, por el contrario, fué sustituida al principio
por una producción bastante voluminosa de himnos cristianos. Recién
cuando esta literatura quedó desacreditada por influencias y abusos gnós-
ticos, la Iglesia echó mano del salterio. Pero recién alrededor del año 200
de nuestra era aparecen los primeros testimonios claros que atestiguan el
canto de los salmos davídicos en el culto cristiano.
Hablando, pues, históricamente es la “Iglesia de los mártires” o sea,
loda la época pre-constantiniana la que primero dio uso e interpretación
al salterio, echando así los fundamentos, aunque al principio a tientas y
con pasos todavía inseguros, para el posterior entusiasmo de los salmos
como lo encontramos en un San Atanasio y un San Agustín.
(2) Quien se interese por el tema, lea la excelente obra de B. Fischer, "Die
Psalraenfrommigkeit der Mártyrerkirche”, Verlag Herder, 1949.
¿HAY QUE “CRISTIANIZAR” LOS SALMOS?
37
Es de gran interés histórico y sobremanera instructivo para nuestro
propio rezo cristiano de los salmos anoticiamos de las circunstancias que
rodean esta transformación. En la literatura de la época de los mártires
es el salterio el más citado y el más apreciado libro del Antiguo Testamento:
en primer lugar debido al hecho de ser inspirado, y luego a causa de ese
íntimo calor humano que con su experiencia de la existencia del hombre
capta con singular comprensión y amor todas las situaciones de la vida
humana. Pero sobre todo la Iglesia de los mártires ha considerado desde
un principio el salterio como un libro centrado todo él en el acontecimiento
de la venida de Cristo, interpretando de una manera absoluta la palabra
del Señor: “quae scripta sunt de me in Psalmis”. No solamente los salmos
estrictamente mesiánicos, sino todo salmo cualquiera que sea, le habla de
Cristo, o le habla a Cristo, o también Cristo habla en él a la Iglesia. Como
en otros lugares, así también aquí lo decisivo es casi siempre la tipología.
En la voz del individuo que habla, ahora sea David, ahora un injustamente
perseguido o un justo que padece, la Iglesia de los mártires escucha la voz
de Cristo que habla a su Padre. Donde, en cambio, oimos la voz del pueblo
de Dios, es la Iglesia que habla. De esta manera, las figuras que hablan en
los salmos, de una manera o de otra vuelven siempre a fundirse con la fi-
gura de Cristo. El salterio de la Iglesia de los mártires es, por lo tanto, un
libro de Cristo, cuyos cantos se mueven en torno del Kyrios elevado en la
cruz, hablando unas veces de El, otras a El, o también hablando El mismo
al Padre o a la Iglesia respectivamente. Por lo tanto: Psalmus vox de Chri-
sto; psalmus vox Ecclesiae ad Christum, psalmus vox Christi ad Patrem
vel ad Ecclesiam. La mano genial de San Agustín sintetizaría luego todos
esos diferentes puntos de vista en un solo: “Psalmus vox totius Christi ca-
pitis et corporis”.
Por lo tanto, los salmos en la Iglesia primitiva o hablan de Cristo, y
esto incluso fuera de los estrictamente mesiánicos, o le hablan a Cristo, o
la Iglesia percibe en ellos a Cristo hablando ya a su Padre ya a la misma
Iglesia. Ahora bien: ¿cómo llegó la Iglesia a una cristologización tan uni-
versal y absoluta de los salmos? Sin duda fué inspirada en primer término
por el Nuevo Testamento para orientarse en tal sentido. Ya el protomártir
San Estéban recoge en Act. 7, 59 la palabra del salmo 30, 8: “in manus tuas
commendo spiritum meum”, que el Maestro había dirigido al Padre desde
la cruz, dirigiéndola a su vez en la hora de la muerte, aunque con una pe-
queña modificación, no al Padre, como podría suponerse, sino al mismo
Cristo: “Señor Jesús, recibe mi espíritu.” Habíale precedido, empero, el
Maestro con el ejemplo repetidas veces. Así Jesús en Mt. 21, 16 refiere sin
más a sí mismo la palabra del Sal. 8, 3: “ex ore infantium et lactentium
perfecisti laudem”. De igual manera, el Salvador cita en Jo 13, 18 un salmo,
el 40, cuyo sentido literal nada tiene de mesiánico: “Qui manducat mecum
panem, levabit contra me calcaneum”, en lo que ve cumplido el hecho de
Judas: “se había de cumplir la Escritura: el que come mi pan levantó con-
tra mí su calcañar”.
Al lado de tales estímulos provenientes del Nuevo Testamento, bien
puede ser, como acertadamente acota Fischer, que también otros factores
histérico-religiosos hayan contribuido a una total cristologización de los
salmos^^L
(3) Cf. B. Fischer 1. c. pg. 10.
38
REVISTA BIBLICA
En efecto, si tomamos el caso de un catequista de la Iglesia primitiva,
¿qué mejor ejemplo hubiera podido encontrar éste ni qué ilustración más
eficiente para demostrar un principio exegético-teológico, tan claro para
él, y no era otro que el del “Logos” que ya hablaba por boca de los profe-
tas, que no fuera el ejemplo del “Psalmus vox Christi”? Esta emostración
se imponía tanto más cuanto que el salterio de los LXX emplea una y otra
vez el titulo para Dios que a la vez se había hecho desde los primeros co-
mienzos el título del Cristo de la naciente Iglesia: el título de “Kyrios”.
No obstante ello, debemos comprender también que algunos teólogos
y exegetas hacen valer ciertas reservas en contra de este método de cristo-
iogización de los salmos. Ya Orígenes protestó contra ella en su tiempo, lo
que, inconsecuente como era en muchas cosas, no le impidió seguirla sin
escrúpulos como predicador. No significa más que un progreso histórico
-religioso natural si la Iglesia de los mártires entendió bajo el “Dios del
Antiguo Testamento” al Padre de Nuestro Señor Jesucristo. Más difícil pa-
rece ya afirmar de Cristo que creó el mundo o que condujo al pueblo de
Dios en su salida de Egipto, cosa que resulta necesariamente de una total
cristologización de los salmos. Pero en este punto los antiguos pensaban
de otra manera que nosotros. La teología de la Iglesia primitiva apropia
con predilección la creación precisamente al Hijo y gusta de ver obrar los
“Logos” en todas las partes del Antiguo Testamento. Pensemos, por ejem-
plo, en la antífona-0: “O Adonai et Dux Domus Israel, qui Moisi in igne
flammae rubi apparuisti, et ei in Sinai legem dedisti, veni...” Hasta el tema
de la “paternidad de Cristo” ha sido incorporado a la Iglesia primitiva
cobrando gran poder hasta los fines de la antigüedad, como lo demuestra
el clásico texto en la regla de San Benito: “Abbas Christi vices in monaste-
rio agere creditur”, así como también el “Abba Pater” tomado de Rom 8,
15, que se encuentra en la misma regla, debe entenderse como invocación
de Cristo. Es que los antiguos intuían sin duda que el poder primigenio sur-
gente de las profundidades del corazón humano que alienta en los salmos,
sólo se percibe en toda su grandeza donde se los capta como “vox ad Chri-
stum” o como “vox Christi capitis et corporis”.
La salmodia cristológica es una sagrada herencia de la gran época de
los mártires, que en aquellos tiempos de apremio y persecución mantuvo a
los fieles íntimamente unidos con su Maestro, fortaleciendo poderosamente
su disposición al martirio. Esta herencia, dicho sea de paso, conserva aun
hoy su aptitud para salvar en orden a nuestra mente moderna más de una
dificultad y más de un elemento no realizable dentro del cristianismo, que
sin duda alguna afectan el salterio, como ya lo hemos indicado al comienzo
de nuestra exposición. Estas dificultades no fueron desconocidas en tiempo
de los mártires, y sobre todo dentro de la esfera de influencia de Alejandría
no fueron pocas las tentativas a raíz de tales dificultades de borrar las di-
ferencias de nivel entre el Antiguo y el Nuevo Testamento con diversas
artimañas y trucos alegorizantes. Vaya tan sólo un ejemplo de entre mu-
chos. En Sal. 6, 6, se dice: “Non est in morte qui recordetur tui, et apud
inferos quis confitebitur tibi.” Orígenes ve aquí en las palabras “in morte”
la muerte del alma que en tal estado es una abominación a los ojos de Dios.
Cipriano, en cambio, haciendo hincapié en el doble sentido que puede tener
el verbo “confiten”, a saber, dar alabanzas o también hacer confesión de
los pecados, consigue arribar a la conclusión de que será imposible hacer
penitencia en el más-allá. Pero con todo esto abandonamos el sentido lite-
ral del lugar citado, trasladándonos al reino de las fantasías. Permanezca-
¿HAY QUE “CRISTIANIZAR” LOS SALMOS?
39
mos, pues, en la verdad, dejemos que el desolado olvido de Dios de los di-
funtos que se expresa también en el citado lugar y que mencionamos más
arriba, fuera tal como de hecho fué en su hora, y pensemos al mismo tiempo
en la revelación llena de gracia que nos ha sido otorgada por el Salvador
y que nos dio luz plena acerca de la suerte que corren los difuntos en el
más-allá. Tomando las cosas estrictamente, no se trata en tales lugares
de un “adimplere” sino más bien de un “substituere”, o sea, una elevación
de una misma verdad o del mismo contraste a la altura de la revelación
hecha por Cristo.
La piedra de escándalo en particular del salterio es, como se sabe,
la “maldición” algunas veces tan extremadamente dura. Mas también en
este caso el rezo cristológico nos ofrece una ayuda eficiente: “Psalmus
vox Christi supremi judiéis”. Pensemos tan sólo en la liturgia de la sema-
na santa: los textos no menos duros de Jeremías (11, 18-20; 17, 13-18;
18, 18-23) se ponen sin ningún escrúpulo en boca del Salvador, y respecto
de los salmos 68 y 108 que pertenecen a los más duros que tenemos en el
salterio, la misma Escritura nos da la expresa referencia a Cristo.
La misma concesión, por decirlo así, se hace luego en la Santa Misa
a varios santos mártires, los héroes del seguimiento de Cristo: “Intret in
conspectu tuo gemitus compeditorum; redde vicinis nostris septuplurn in
sinu eorum; vindica sanguinem sanctorum tuorum qui effusus est”. Lo
decisivo en todos estos salmos es que en el fondo se trata siempre de ene-
migos de Dios, impermeables a todo intento de conversión, para quienes
no hay transigencia ni perdón. Al fin están en juego siempre aquellas
“inimicitiae inexorahiles” entre la mujer y su semen. Cristo y la serpiente
y su semen. Por esto San Pahlo no titubea en llamar “perros” a los ene-
migos de su evangelio lanzando su anatema contra todo aquel que osara
falsificarlo. En última instancia no será indispensable quedarnos estan-
cados en las expresiones a veces excesivamente concretas, sino (pie será
conveniente encarar la justicia del castigo de Dios en general, que entregó
lodo juicio al Hijo.
A(pií hay (pie decir todavía una palabra sobre los muchos gemidos
y quejas de los salmos. Hay (pie tener en cuenta, en primer lugar, que los
salmos son, ante todo, fruto del Antiguo Testamento (pie gemía por la
redención. Por lo demás, también nosotros los que gemimos todavía en
este valle de lágrimas, tendríamos motivos para ello en más de una oca-
sión. Pero en vista del más-allá y sobre todo en vista de Nuestro Señor
y Salvador que tomó su cruz precediéndonos a nosotros y de cuya pasión
y muerte cada cual debemos cargar con la parte que nos toca, si es (pie
queremos ser partícipes de su gloria, este sufrimiento se transfigura, pu-
diendo nosotros decir con el apóstol San Pablo: “abundan! passiones Chri-
sti in nohis; ita et per Christum ahundat consolado nostra” (2 Cor. 1, 5).
Es en este sentido (pie decimos “Psalmus vox Christi capitis”. Por esto, to-
dos a(piellos salmos que reflejan el apremio o también la alegría internos
pueden rezarse también según la mente de Cristo gracias a la unión mís-
tica que nos liga a Cristo.
Vaya, por último, una palabra sobre los bienes terrenales (pie Dios
había prometido a los judíos en el Antiguo Testamento a cambio del cum-
plimiento de la ley y (pie desempeñan un papel importante también y pre-
cisamente en los salmos. En primer término debemos unir el cumplimiento
de esta ley, en cuanto todavía obliga, con el de la ley de Cristo, por el (pie
prometió El mismo repetidas veces la paz y rica recompensa en el cielo.
40
REVISTA BIBLICA
Por lo demás, también el cristiano tiene necesidad de bienes terrenos, sólo
que el deseo de poseerlos y su uso reciben su norma respectiva por la ley
que dice: “Buscad primero el reino de Dios, que lo demás se os dará por
añadidura”. A su vez, también en el Antiguo Testamento hubo ya espíritus
elevados que reconocían y destacaban la preeminencia de los Ijienes espi-
rituales por sobre los terrenales, como se ve en Sal. 4, 8; 72, 25-27. Mas en
uno de los últimos libros del Antiguo Testamento, el Libro de la Sabiduría,
encontramos lo que podría llamarse una interpretación ya propia del Nue-
vo Testamento de estas promesas terrenales: “porque dichosa la estéril sin
mancilla, la que no conoció lecho con delito; logrará fruto en la visitación
de las almas” (Sab. 3, 12b) y también: “que la ancianidad respetable no es
longeva” (prometida al justo como recompensa especial), “ni se mide por
número de años”, sino que: “llegado en breve a cumplir madurez, llenó el
espacio de largos tiempos”, (Sab. 4, 8; 13.)
Además, en muchos de estos lugares los mencionados bienes no son
otra cosa que la promesa de la futura bendición mesiánica o como una en-
trega “a cuenta” de superabundantes bienes del espíritu. Así, pues. Santa
Teresita de Lisieux no hubiera debido sentir la repugnancia que sintió en
las palabras de Sal. 118, 112 “Inclinavi cor meum ad faciendas iustifica-
tiones tuas in aeternum propter retributionem” (así la versión antigua) ;
tan sólo debería haber pensado en Santo Tomás quien, preguntado por
Cristo qué recompensa quería se le diera, contestó “A Ti mismo!”
No hace mucho cayó en mis manos un librito intitulado: “600 cantos
espirituales en latín, por un religioso”. La Comisión Litúrgica tendría, pues,
ahora una oportunidad de sustituir esos salmos pasados de moda por cán-
ticos realmente cristianos. Pero unas pocas muestras escogidas al azar ya
me han convencido: “non sunt sicut eloquia tua. Domine, quae sunt dul-
ciora super niel et favum” (Sal. 18, 11). Con cuánta sabiduría procedió la
Santa Iglesia al resistir firmemente semejantes intentonas. A la verdad que
no haciéndolo así, se abandonaría a sí misma, poniendo hechuras humanas
que a nadie satisfacen en el lugar de sus sagrados cánticos e himnos ins-
pirados por el Espíritu Santo, o por decirlo con palabras del profeta Isaías,
sería “despreciar las aguas de Siloé que corren mansamente” y beber “las
aguas del río impetuosas y fuertes” que sólo pueden acarrear ruina y des-
trucción.
Traducción: Haraldo Kahnemann
A. Miller, O.S.B. - Roma
(Secretario de la Pont. Com. Bíblica)
Normas Pontificias sobre uso de aparatos de cine y Música
y palabras grabadas en el interior de nuestros Templos
Según publicación aparecida hace unas semanas, en el órgano oficial
del Vaticano “Acta Apostolicae Sedis”, hace cuatro meses que la Sagrada
Congregación de Ritos ha decretado normas claras, sobre usos de aparatos
I que la tecnología contemporánea ha puesto al servicio del hombre y renue-
va disposiciones decretadas por el Papa San Pío X, en 1903.
He aquí un resumen del decreto publicado ahora;
Es ilícito el uso de radios y fonógrafos para transmitir sermones o
lecciones de catecismo; no se pueden usar ni siquiera cuando el párroco
por vejez, enfermedad o incapacidad no pueda predicar o no encuentre
substituto.
Queda prohibido terminantemente el uso de música religiosa grabada
(discos o cinta magnética), durante funciones litúrgicas; se tolera su uso
para enseñar al pueblo a cantar en la iglesia, o enseñarles cánticos religio-
sos, siempre que se haga fuera de funciones litúrgicas.
No se puede usar un fonógrafo, ni mecánico ni eléctrico, para repro-
ducir las partes fijas o variables durante la misa cantada, ni aunque falten
cantores u organistas. Se prohibe tocar el fonógrafo también inmediata-
mente antes o después de las funciones religiosas, sea para llamar a los
fieles o al tiempo en que salen.
Siempre que los coros mixtos no ocupen el presbiterio o el sitio detrás
del altar, y que los hombres estén cuidadosamente separados de las mujeres
se repiten ahora disposiciones antiguas que deben observarse estrictamente:
los coros mixtos pueden emplearse únicamente en ocasiones excepcionales,
y con el permiso del Ordinario. Se prohibe la participación de las mujeres,
pues los cantores tienen un oficio litúrgico que cumplir y que las mujeres
no pueden ejercer.
I Se prohibe el canto de motetes en la lengua vernacular durante el ofer-
torio; sólo se permiten antes o después de la misa.
No se deben instalar proyectores de películas o transparencias en el
templo, aunque la parroquia no tenga otro sitio, y aunque sea para exhibir
películas o transparencias de carácter catequístico como auxiliar en la en-
señanza religiosa.
C. Card. Cicognani A. Carinci
Prefecto Secretario
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CRONICA Y NOTICIAS
ARGENTINA
ACTIVIDADES DEL MOVIMIENTO BIBLICO CATOLICO EN LA ARGENTINA
DURANTE EL AÑO 1957
El año 1957 para el Movimiento Bíblico católico, podemos decir así, ha sido
particularmente muy bendecido por Dios, porque, como en ningún otro año, se
extendió nuestro movimiento en diferentes diócesis.
Trabajos en Catamarca
El entusiasmo por la Sagrada Biblia en Catamarca iba en continuo aumento.
Las audiciones semanales por la radio L W 7 de Catamarca, tuvieron por efecto
el aumento de los grupos bíblicos. Este año llegamos a tener 20 grupos bíblicos
en la ciudad y 4 en los departamentos de la provincia. Al Movimiento Bíblico
fue entregada la lucha en contra de los sectarios y los protestantes. Con los gru-
pos que tuvimos en todos los barrios de la ciudad, hemos podido hacer frente a
la propaganda protestante y disminuir su peligro. Llegamos a crear un grupo bí-
blico también entre los penados de la cárcel penitenciaria, y eliminar el peligro
protestante que estaba trabajando fuertemente entre ellos. Los trabajos de los
grupos han culminado en una magnífica semana bíblica de Catamarca. El orador
principal de estas jornadas ha sido el R. P. Mateo Berdía, pasionista, que desarrolló
temas sobre la persona de Jesucristo tanto en los Evangelios como en las cartas
paulinas y en el Apocalipsis. El orador despertó mucho interés por la Biblia entre
los asistentes con sus hermosas vistas tomadas en Tierra Santa.
Podemos registrar con suma satisfacción que en las asambleas de los grupos
bíblicos había siempre como doscientas personas, que diaria o casi diariamente
leían el Santo Evangelio según San Mateo, que era el tema de este año en las
reuniones de los grupos. Con suma satisfacción anotamos que entre los directores
locales de los grupos encontramos a cinco seminaristas del Seminario Regional
de entre los cuales un novel sacerdote, Manuel Quintás, para la diócesis de San-
tiago del Estero, pronto ha de ser el brazo derecho del Movimiento Bíblico parro-
quial, establecido en la capital de su provincia.
Extensión del Movimiento Bíblico en Santiago del Estero
En Santiago del Estero, gracias a los esfuerzos del celoso párroco de la cate-
dral, Pbro. Francisco Dubrovich, se extendió el Movimiento Bíblico desde la ciudad
de Catamarca. Pues, realizáronse en Santiago jornadas del Santo Evangelio en
colaboración con las Hijas de San Pablo. Durante el mes de octubre hicieron
venta domiciliar de los ejemplares del Nuevo Testamento y de la Biblia. Los tres
últimos días llamaron al P. Eugenio Lákatos SVD. del Seminario de Catamarca,
a fin de que diera conferencias por la radio L W 7 y pláticas en la catedral. El
último día en un acto solemne, después de la misa vespertina, Mons. José Weiman
bendijo los 800 ejemplares del Nuevo Testamento y 80 Biblias, que han vendido
durante el mes las abnegadas religiosas en su campaña de difusión de la plabra
de Dios. Al otro día en una reunión de A. C. y de todas las fuerzas vivas de la
parroquia, se eligieron los futuros directores de los grupos, y como nos notificó
el Pbro. Dubrovich, ya están trabajando con mucho éxito.
Trabajos realizados en Córdoba
En el mes de marzo realizáronse jornadas por un mundo mejor en Carlos
Paz, eii Córdoba. Los concurrentes han sido más de sesenta sacerdotes, la ma-
yoría de Córdoba. Invitaron especialmente al P. Eugenio Lákatos SVD., director
diocesano del Movimiento Bíblico de Catamarca, a fin de que diera una confe-
rencia sobre el Movimiento Bíblico. El efecto ha sido el interés que manifestaron
— 42 —
CRONICA Y NOTICIAS
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varios sacerdotes y párrocos por el Movimiento Bíblico. Destacóse la parroquia
de Cristo Rey, en que el celoso párroco, R. P. Rubén González SVD., formó tres
grupos bíblicos. Otra iniciativa similar había en la parroquia del Corazón de
María, donde bajo la dirección del R. P. Burela CMF., se formaron dos grupos
de mucha promesa. Había otra iniciativa en el barrio de La Tablada, donde la
Sra. Julia de Seydell formó grupo infantil del Movimiento Bíblico, que funciona
bajo la dirección del R. P. Monguillón CMF.
Iniciativas en Buenos Aires
Este año, al igual que en los años anteriores, funcionó con mucho éxito la
Escuela Bíblica Postal por la iniciativa de los dos grupos bíblicos de profesionales,
dirigidos por el R. P. José Ignacio Vicentini SJ. Funcionaron dos grupos bíblicos,
fundados por el R. P. Federico Loecher SVD. Realizáronse dos semanas bíblicas
parroquiales en la Capital Federal; la primera en la parroquia de Santa Isabel
de Hungría y la segunda en la parroquia de San Bernardo.
Iniciativas en otras partes
Hemos de anotar que en esta nota no pretendemos dar un informe sobre
todos los trabajos bíblicos realizados en la República Argentina durante el año
1957. Queremos dar tan solo un resumen sobre los esfuerzos efectuados por el
Movimiento Bíblico católico, es decir por el movimiento que trabaja metódica y
sistemáticamente. Sabemos por ejemplo que había una Semana Bíblica en Cór-
doba, realizada por el secretariado de la Defensa de la Fe, que presidió el doctor
Eduardo Morón Alcaín; o que había grandes Jornadas del Santo Evangelio rea-
lizadas por el R. P. Elias Dell'Oca CSsR. en la provincia de Corrientes.
Posibilidades para el Movimiento Bíblico católico durante el año 1958
El Pbro. Francisco Dubrovich en su carta enviada desde Santiago del Estero,
nos escribió estas significativas palabras: “Nunca podré agradecerle suficiente-
mente por el bien que nos ha hecho con el Movimiento Bíblico. Usted, Padre, ha
descubierto un filón riquísimo de espiritualidad. Siento que algo se está moviendo.
Estamos ya palpando el benéfico influjo”.
Estas palabras del celoso sacerdote nos han sugerido la idea de beneficiar
también a otras parroquias mediante el Movimiento Bíblico católico. Así lo hemos
programado en Córdoba en diferentes parroquias, en la parroquia de la catedral,
de los Dominicos y sobre todo en la de Cristo Rey. Programamos en primer tér-
mino una jornada del Santo Evangelio con un triduo predicado. Al cabo del triduo
han de establecerse los grupos en varios barrios de la parroquia. Programamos
lo mismo en la parroquia de la ciudad de Esperanza, Santa Fe; en la capital de
la provincia de Santa Fe, en la catedral; en Buenos Aires en la parroquia del
Espíritu Santo, Guadalupe. Se demostró sumo interés por la obra en la arqui-
diócesis de La Plata, donde el Obispo Auxiliar, Mons. Dr. Primatesta se quedó
con el deseo de establecerla en alguna de las parroquias existentes en la ciudad.
Lema del año 1958
El año 1958 ha de caracterizarse por el afianzamiento del Movimiento Bíblico
en algunos de los puntos neurálgicos del país. Por eso debe ser bien encaminada
la obra en los puntos céntricos, a fin de que sirva más tarde como modelo para
los demás que la quieran introducir en sus respectivas parroquias. Más vale poco
pero bueno, que mucho y mal encaminado.
Pidamos a Dios que siga bendiciendo nuestros esfuerzos, que son para su
mayor gloria y la salvación de las almas.
P. Eugenio Lákatos, SVD.
Director diocesano del Movimiento Bíblico
diocesano de Catamarca
44
REVISTA BIBLICA
CATAMARC A
SEMANA BIBLICA DE CATAMARCA: 29 DE SETIEMBRE AL 6 DE OCTUBRE
DE 1957
La culminación de las actividades bíblicas en la ciudad de Catamarca, ya
tradicionalinente es la espléndida Semana Bíblica. Este año, como en los ante-
riores, nuevamente tuvo un pensamiento central, alrededor del cual giraban los
temas a desarrollar. El tema céntrico de esta Semana ha sido: “La Biblia y
Nuestro Señor Jesucristo”.
Conferencias y discursos
Los temas centrales estaban a cargo del R. P. Mateo Perdía J.X.P., Profesor
de Sagrada Escritura del Seminario Metropolitano de Córdoba. El día miércoles,
2 de octubre, disertó el conferenciante sobre el tema; “La personalidad del Me-
sías a través de los Libros Históricos y Proféticos del Antiguo Testamento”. El
conferenciante con suma maestría desarrolló el difícil tema, hablando de los
textos mesiánicos en el Pentateuco y en el Profeta Isaías, sobre todo. Al día
siguiente abordó el tema: “La personalidad de Jesucristo a través de los Evan-
gelios”. El viernes, 4 de octubre, nuevamente disertó el mismo conferenciante
con la competencia de especialista, sobre el tema: “La personalidad de un cris-
tiano a través de los Libros didácticos del Nuevo Testamento”. Las exposiciones
del ilustre Profesor han sido muy frecuentadas sobre todo por los integrantes
de los Grupos Bíblicos, que, dicho sea de paso, en Catamarca ya funcionan en
número de veinte. El P. Mateo después de sus medulosas conferencias, obsequiaba
al público con vistas sacadas en Tierra Santa durante su último viaje al país
de la Biblia.
No menos concurridas han sido las conferencias pronunciadas por otros con-
ferenciantes locales en diferentes lugares de la bella Ciudad de la Sma. Virgen
del Valle. Así la conferencia del Pbro. Angel C. Oviedo, director del Grupo Bíblico
del Colegio “Ntra. Sra. del Huerto”, pronunciada en el recreo “El Molino”; la
conferencia del señor Diácono Manuel Quintás Barreiro, en el salón de actos del
Club San Lorenzo; la conferencia del R. P. Enrique Dumont SVD., pronunciada
en el Salón Virgen del Valle, sobre el tema: “Fundamentos bíblicos de la imi-
tación de Cristo”.
Hablaron aún en diferentes ocasiones y lugares los señores: Sixto Calzada,
sobre el tema: “La Biblia, Libro de la humanidad”; el Sr. Teólogo Roberto Mo-
reno: “¿Qué es la Biblia?”; el Sr. Teólogo Diácono Luis Páez: “La nación judía
y la Biblia”; el Sr. Teólogo Domingo Pellegrino: “Los primeros cristianos y la
Biblia”; el Rdo. P. Francisco Vogel SVD.: “El hombre moderno y la Biblia”; el
Sr. Teólogo René Nieva: “La Biblia, según la mente de la Iglesia”.
Parte artística
En la parte artística de este año han sido incluidas poesías religiosas, coros
y piezas orquestales, ejecutadas por elementos artísticos de la ciudad. Ha de ser
destacada la actuación de la Banda de Música de Policía, dirigida por el Sr. Juan
Bellavia. Ejecutaron obras de Verdi, Stradella, Grieg, Chopin. Sobre todo hemos
de mencionar la actuación del maravilloso Coro del Seminario Regional, hajo la
dirección del R. P. Rector del Seminario, Carlos Welizko SVD. Pues, la mitad
del programa del Día de Clausura de la Semana, constituía el Concierto del Coro
Polifónico del Seminario. Escucháronse en esta oportunidad obras de Viadana,
Victoria, Sorozábal, Strauss y Serrano.
icto de Clausura de la Semana
El acto de clausura de la grandiosa Semana Bíblica de Catamarca, comenzó
con una Misa solemne oficiada en la Catedral Basílica de Ntra. Señora del Valle.
El orador sagrado, Pbro. Santiago Sonzini, habló con mucho entusiasmo sobre
CRONICA Y NOTICIAS
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! “La necesidad de la imitación de Cristo”, fundamentada por el conocimiento de
las Letras de Dios, que es la Biblia. A la tarde en el Teatro Catamarca, en pre-
sencia del Excmo. y Revmo. Señor Obispo diocesano, Mons. Dr. Carlos F. Hanlon,
habló el R. P. Eugenio Lákatos SVD., director diocesano del Movimiento Bíblico
sobre el tema: “Cristiano, otro Cristo”. Destacó el orador la unión íntima que
existe entre el cristiano y el mismo Maestro Cristo Jesús, a través de los Hechos
^ de los Apóstoles, pero sobre todo a través de la Teología del Apóstol San Pablo.
Su medulosa conferencia ha sido largamente aplaudida por la numerosa concu-
! rrencia. Se clausuró el acto con la opereta cómica de Thibaut, denominada “Don
1 Quijote y los Molineritos”, presentada por los alumnos del Seminario Regional,
bajo la dirección artística y técnica del R. P. Carlos Welizko SVD., Rector del
Seminario. La obra y los actores han sido sumamente aplaudidos y felicitados
por la concurrencia.
Juicio sobre la Semana Bíblica de Catamarca
Cabe destacar que la Semana Bíblica de Catamarca, fiel a su tradición, este
año nuevamente logró despertar el interés de todo el pueblo de la Ciudad. Pues,
la prensa local, sobre todo el diario “La Unión”, traía sendos artículos y comen-
tarios sobre los actos realizados en la Ciudad. El señor Obispo diocesano, Mons.
Carlos F. Hanlon, presidía casi todos los actos efectuados durante la Semana,
i Al final de ella felicitó muy cordialmente al R. P. Eugenio Lákatos, director
i diocesano, y a sus colaboradores.
La Semana Bíblica de Catamarca ha sido nuevamente un acontecimiento para
la Ciudad y Provincia de Catamarca y un ejemplo para las demás Provincias y
Ciudades en la organización de actos que tienden a la difusión de la Palabra del
Señor. Por eso al felicitar nosotros al Movimiento Bíblico de Catamarca, alber-
gamos la esperanza de que un día no lejano podamos relatar lo mismo de otras
tantas Ciudades y Provincias de la República.
LA PLATA
REUNION ANUAL DE PROFESORES DE SAGRADA ESCRITURA
Este año, al igual que en los anteriores, los Profesores de Sagrada Escritura
de casi todos los Seminarios existentes en el país, y casas de formación de
I religiosos, reuniéronse para celebrar su asamblea anual. Esta vez la sede de
! reuniones ha sido el Seminario Mayor, San José, de La Plata. Las presidió Mons.
Dr. Francisco Raúl Primatesta, Obispo auxiliar de La Plata, Profesor de Sagrada
Escritura en dicho Seminario.
Desarrollo de las reuniones
Las reuniones comenzaron el día 19 de diciembre a las 10,30 hs. de la ma-
ñana. Las abrió el Rdo. P. Eugenio Lákatos SVD., Secretario general de la Aso-
ciación de Profesores de Sagrada Escritura, Profesor de la misma materia en el
Seminario Regional de Catamarca. Refirióse en su discurso de apertura a los
múltiples problemas que han de resolverse durante las reuniones. Problemas de
carácter interno y externo de la Asociación. Acto seguido el R. P. Mateo Perdía
j J.X.P., Profesor de Sagrada Escritura en el Seminario Meti'opolitano en Córdoba,
secretario para la zona del Norte, hizo un relato sobre la reunión realizada en
el mes de julio en la ciudad de Córdoba, con la asistencia de los socios de la
! mencionada zona.
Investigaciones sobre los Manuscritos del Mar Muerto
El temario distribuido entre los socios este año versaba sobre los ya famosos
I manuscritos del Mar Muerto. El primer relator sobre el tema indicado ha sido
I el Profesor de Sagrada Escritura del Seminario Metropolitano de Villa Devoto,
46
REVISTA BIBLICA
Pbro. Jorge Mejía. Habló con suma competencia sobre los Manuscritos y los dos
Libros de los Macabeos. Según las investigaciones ajenas y propias demostró que
la comunidad, a la que pertenecían los manuscritos hallados en el año 1947, se
ha originado por el espíritu de descontento con la familia de los Hasmoneos
que al acaparar el poder temporal, se han apropiado también el sumo sacerdocio.
La fundación de la comunidad de Qumrán se llevó a cabo en la época de Jona-
tán, o sea en los años 152-142 antes de Jesucristo.
Después del trabajo presentado el Pbro. Mejía dió lectura a una carta, en-
viada de Palestina por el P. Severino Croatto C!M., la cual versaba sobre el XIII
Congreso de Arqueología bíblica en el Estado de Israel. Lo positivo y lo más
importante de las conclusiones realizadas por los judíos en la antigua ciudad
cananea de Hadsor, junto al lago de Hule en Galilea. Se ha demostrado que la
dicha ciudad ha sido destruida por Josué en el siglo XHI, antes de Jesucristo.
Se ha confirmado así la fecha del éxodo, o sea de la salida de los judíos de
Egipto, efectuado en los años 1250-1215 antes de Jesucristo.
La conferencia del R. P. Mateo Perdía, Profesor de Sagrada Escritura en el
Seminario Metropolitano de Córdoba versó sobre el tema: “Los Manuscritos del
Mar Muerto y la Liturgia cristiana”. Lo más interesante de su trabajo ha sido
la determinación de la Ultima Cena y de la muerte de Nuestro Señor Jesucristo.
Según el trabajo presentado Cristo Nuestro Señor hubiera instituido la Eucaristía
el día Martes y no el Jueves, como se ha creído hasta ahora. Puesto que Nuestro
Señor ha seguido el calendario solar de los esenios de Qumrán. Ellos en cambio
el primer día de la semana no celebraban el Domingo, o sea el día después del
Sábado, sino la semana comenzaba con el Miércoles. Así pudo acaecer que el
14 de Nisán, o sea el día de la Pascua, prescrita por Moisés en el Deuteronomio,
celebrasen el Miércoles y no el Viernes, como lo celebraban los judíos oficial-
mente, siguiendo el calendario lunar, introducido por los seleucidas en Palestina.
El Rdo. P. Bernardo Otte SVD., Profesor de Sagrada Escritura en Villa Cal-
zada, director de la Revista Bíblica con la sección Litúrgica, abordó el tema:
■‘Los Manuscritos del Mar Muerto y los demás Profetas”. Con gran erudición
habló sobre los “Pesharim”, o sea comentarios a los Profetas escritos por los
habitantes de la comunidad de Qumrán. Demostró que para ellos no era lo más
importante el hecho histórico de que hablaron los Profetas sino el tema a que
se referían. Por eso apropiaban sus pensamientos, haciendo alusiones e inter-
pretaciones para la época en que tocó actuar para su comunidad.
El Rdo. P. Roberto de Buenos Aires O.F.M.Cap., Profesor de Sagrada Escri-
tura en Villa Elisa, habló sobre los “Problemas extrabíblicos planteados por los
documentos del Mar Muerto”. Enumeró el disertante la cantidad de problemas
que se nos presentan tanto en el campo de la filología como sobre todo en la
historia y en la doctrina.
Conferencia del R. P. Federico Locher
El tema que se ha designado al R. P. Locher, versaba sobre los “Manuscritos
del Mar Muerto y el género apocalíptico”. El conferenciante con amplia infor-
mación abordó el tema indicado. Sostenía la opinión de que lo apocalíptico en
los manuscritos de Qumrán se debía a la lectura y a la profundización del pen-
samiento de los antiguos Profetas en Israel. Porque los habitantes de Qumrán
se consideraban a sí mismos como el verdadero Israel y el Israel histórico ha
sido guiado por los Profetas, no pudo faltar entre ellos este elemento tan im-
portante. Así nacieron sus Himnos, sus Misterios y otros escritos de esta índole,
como por ej. “La guerra de los hijos de la Luz contra los hijos de las Tinieblas”.
CRONICA Y NOTICIAS
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Clausura de las reuniones
El Secretario general de la entidad, R. P. Eugenio Lákatos SVD., en el acto
de clausura habló a los socios sobre el Movimiento Bíblico Católico y su futuro
aprovechamiento de las posibilidades para el Movimiento mencionado. Relató el
conferenciante lo realizado durante el año 1957 tanto en Catamarca, como en
Córdoba y Buenos Aires. Habló sobre la extensión del Movimiento en Santiago
del Estero, en Córdoba, en Santa Fe y en la Capital Federal. Aceptóse la idea
presentada por él, para que el Movimiento Bíblico Católico sea dirigido por la
Asociación de Profesores de Sagrada Escritura, entidad subordinada íntegramente
al Vble. Episcopado Argentino. Abogó por la colaboración más estrecha con el
CELAM de Bogotá, leyendo la carta que le enviara el Subsecretario del CELAM,
Pbro. Felipe Benítez.
Al final discutiéronse los Estatutos de la Asociación Argentina de Profesores
de Sagrada Escritura — S.A.P.S.E. — , elaborados por una subcomisión, integrada
por los Sres. Profesores RR. PP. Lócher, Mejía, Vicentini. Después de haber
aprobado los Estatutos, los asambleístas escogieron las autoridades provisionales,
es decir hasta que se obtenga la aprobación de parte del Vble. Episcopado, soli-
citada por intermedio del Excmo. Mons. José Plaza, Presidente del Consejo per-
manente del Episcopado Nacional. Las autoridades provisionales resultaron:
Presidente: Mons. Dr. Francsico Raúl Primatesta, Obispo auxiliar de La Plata,
Secretario general: R. P. Eugenio Lákatos SVD., a quien ha de reemplazar el R.
P. Federico Lócher SVD., por el viaje de estudio que ha de emprender el P. Láka-
tos durante el año 1958. Secretario para la zona del Norte y del Centro: R. P. Ma-
teo Perdía J.X.P. Discutiéronse aún los temas para la reunión anual, que ha de
celebrarse en el mes de diciembre en la Capital Federal. El temario presentado
ha de versar sobre la Iglesia. Las reuniones de la zona han de ser llevadas a cabo
en el mes de julio en Córdoba y en Buenos Aires respectivamente.
Los asambleístas, recreados en espíritu, despidiéronse sumamente satisfechos
por la seriedad y la cordialidad y el hermoso compañerismo que reinaba en los
días de la asamblea. Quiera Dios que se conserve siempre este mismo espíritu
que alentaba a los Profesores reunidos.
P. Eugenio Láka.tos, SVD.
EL MOVIMIENTO BIBLICO CATOLICO
Introducción
Entre los movimientos espirituales que diariamente tienen siempre más em-
puje y aceptación de parte del clero y de los fieles, sin duda alguna hemos de
contar el movimiento denominado “Movimiento Bíblico Católico”. Está extendido
ya no solamente en Alemania, Francia, Austria, Italia, Suiza, Bélgica, y otros
países europeos, sino está ya en el suelo americano, en los Estados Unidos, en
Canadá.
¿Cuál es la esencia del Movimiento Bíblico Católico?
La esencia del Movimiento Bíblico Católico es el estudio metódico y vigilado
de la Sagrada Biblia en los Grupos, formados ad hoc en la parroquia. El párroco
que quiere introducir el Movimiento Bíblico Católico en su parroquia, en primer
término hace una “Jornada del Santo Evangelio”, ofreciendo a sus feligreses la
oportunidad de adquirir un ejemplar del Nuevo Testamento o de la Biblia entera.
Podrá hacerlo por medio de las Hijas de San Pablo, Nazca 4249, Buenos Aires.
Después de haber hecho la debida propaganda, podrá realizar el “Triduo Bíblico”
predicado, en que hace destacar la importancia de la Sagrada Biblia en la vida
del critiano. Se puede hablar en él sobre el tema: “¿Qué es la Biblia? — La
Biblia, Palabra de Dios — Nuestro deber para con la Palabra de Dios”, etc. —
El último día en una misa vespertina se hace la bendición solemne de los ejem-
plares vendidos, estableciéndose los Grupos Bíblicos.
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REVISTA BIBLICA
El trabajo en los Grupos Bíblicos
Como el Movimiento Bíblico Católico no es cuestión de un entusiasmo mo-
mentáneo, sino de un trabajo lento, a paso de hormiga, el párroco debe encontrar
en los respectivos barrios de su parroquia hogares más aptos para las reuniones
de los Grupos que funcionan en la parroquia.
Puede haber Grupos de cinco hasta veinticinco personas, socios del Grupo.
Cada uno de ellos debe tener un Director del Grupo, que obedece a las órdenes
del Director Parroquial, y éste a su vez, al Director Diocesano.
El orden que se sigue en las reuniones es el siguiente: Después de la oración
al Espíritu Santo se leen las actas de la reunión anterior; las lee el secretario del
Grupo, el cual es generalmente la persona más activa del Grupo y tiene la obli-
gación de llamar e interesar a los socios para que sean puntuales en la reunión.
Acabada la lectura de actas el Director del Grupo — que puede ser hombre o
mujer — procede a la lectura del libro de M. Choisy: “¿Qué es la Biblia?”. Se lo
puede conseguir en las ediciones Paulinas por $ 6,40. Se lee un trozo y se lo
explica con palabras sencillas, a fin de que lo puedan aprender también los me-
nos dotados. La lectura con la aplicación no debe durar más de diez a quince
minutos. Seguidamente cada uno saca su ejemplar del Nuevo Testamento, que
preferentemente es de las ediciones de la B. A. C. (se lo consigue en la librería
de José Ferrer, Balcarce 251, Bs. Aires), y el Director del Grupo le pide a alguno
de los socios presentes que haga el favor de leer el trozo indicado. Generalmente
se toma a San Mateo en el primer año; se sigue del primer capítulo a los demás.
No es nece.sario que se tome todo el capítulo, bastan unos cuantos versículos,
pero haciéndoles ver a los socios el provecho espiritual que hay que sacar del
trozo leído y explicado.
Cada uno de los Grupos tiene su mapa mural de Palestina, en que el Director
local indica los lugares que se mencionan en los pasajes leídos. El acento y el
hincapié se pone en la aplicación a la vida práctica del Evangelio; por tanto cada
uno de los asistentes — que pueden ser de ambos sexos — debe leer diariamente
por lo menos unos cinco minutos el pasaje leído y explicado en la reunión ante-
rior dando un testimonio de lo que había encontrado él como aplicable para
su vida diaria.
El último punto es una cuestión de teología bíblica. Se distribuyen hojas
sobre la divinidad de Nuestro Señor, en que se argumenta metódicamente sobre
el tema. El Director local llama al socio tal o cual a fin de que le busque el
tópico que le indicó. De esta manera aprenden los socios el manejo de la Biblia
y los argumentos en un tema de suma importancia.
La reunión semanal, que dura aproximadamente una hora, termina con una
oración al Espíritu Santo. Una muestra de material puede pedirse de Francisco
Vogel SVD., Seminario Regional, Catamarca.
Formación de los Directores locales
A nadie se le escapa la trascendencia de la formación de los directores lo-
cales en los Grupos bíblicos. Por esta razón y porque debe haber un control
prescrito por decreto de la Comisión Pontificia Bíblica del 15 de diciembre de
1955, los Directores locales han de celebrar semanalmente una reunión con el
Director parroquial, que debe ser persona entendida en la Sagrada Escritura.
En tal reunión se capacitan los Directores locales en lo que deben transmitir
en sus respectivos Grupos. Además deben informar al Director parroquial sobre
la materia desarrollada.
Los Directores locales se agrupan del elemento más apostólico de la parro-
quia, los cuales poseen cierta formación, p. ej. maestros y maestras de religión.
Para la explicación del Evangelio cada cual debe tener el libro del Cardenal Isi-
doro Gomá: “El Evangelio Explicado” (salió en una edición nueva en Barcelona,
1955). i
CRONICA Y NOTICIAS
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Otras actividades del Movimiento Bíblico Católico
Los Grupos existentes en el territorio de la parroquia tienen mensualmente
su asamblea general. Comienza con una misa vespertina en honor del Espíritu
Santo con una plática de igual tema. Acto seguido se reúnen los Grupos en algún
salón para la asamblea mensual, en la que el secretario de la comisión directiva
da informes sobre las actividades desarrolladas durante el mes pasado. El Director
parroquial hace las comunicaciones de la comisión directiva sobre algunos puntos
de mayor importancia para la buena marcha de la institución. Seguidamente uno
de los Directores locales desarrolla un tema sobre algún punto de trascendencia
de la historia sagrada o de la geografía de Palestina, p. ej. sobre el lago de
Genesaret o el río Jordán.
Inmediatamente alguno de los socios o de los Directores locales pronuncia
una conferencia sobre algún punto del Evangelio leído durante el mes con la
finalidad de entusiasmar a los socios a la práctica de las enseñanzas del Santo
Evangelio.
¿El Movimiento Biblico Católico, “otra asociación nueva”?
Sé positivamente que las primeras objeciones que se formulan en contra de
este movimiento son de carácter práctico y se pueden formular así: ¡Para qué
tantas asociaciones en la parroquia, tenemos ya la Acción Católica y otras mu-
chas! Nos contentamos con el número de las comuniones mensuales; en el mejor
de los casos nos empuja cierto celo sacerdotal para aumentar el número de la
frecuentación sacramental, a fin de que logremos la impresión que nuestra pa-
rroquia es cien por cien católica. Pero - — nos preguntamos — : Este católico, que
hoy se confesó y comulgó, ¿a la tarde qué va a hacer, cómo va a vivir la doctrina
de Cristo, para que sea verdaderamente cristiano, seguidor de Jesús? Geneial-
mente no llega hasta allá nuestro celo sacerdotal, a lo que debería llegar, puesto
que el número UNO de los enemigos de la Iglesia son los mismos católicos igno-
rantes. Hemos de convencernos que nuestro católico de hoy es ignorante, es
cristiano de tradición y no de convicción; es además supersticioso, como conse-
cuencia de su ignorancia crasa de su religión.
Por eso se entiende que tenga suelo preparado el protestantismo y sectaris-
mo. Apelo, pues, al celo sacerdotal, a fin de que consideremos el Movimiento
Bíblico Católico como un medio nuevo y el más eficaz en la guía y educación
de las almas que nos ha confiado la sabia providencia divina.
P. Eugenio Lákatos, SVD.
Director diocesano del Movimiento Biblico
Católico de Catamarca
ISRAEL
DECIMOTERCER CONGRESO DE ARQUEOLOGIA EN ISRAEL (13-15-X-1957)
A la progresista ciudad de Jaifa tocó ser el centro del 13° Congreso de
Arqueología en Israel. Organizó esta reunión de estudio e información arqueo-
lógica la “Sociedad Israelí de Investigación Bíblica”, sociedad que despliega una
febril exploración de los lugares históricos de Israel, en colaboración con el
“Departamento de Antigüedades” que dirige el Profesor S. Yeivur.
El Congreso de Arqueología — inaugurado con la presencia y la palabra del
Piesidente, I. Ben Tsvi — , se distinguió ante todo por una densa afluencia de
participantes, a pesar del nivel elevado de las conferencias.
B. Mazar, Rector de la Universidad Hebrea de Jerusalén, abrió el curso de
las presentaciones orales, exponiendo los resultados de la campaña arqueológica
en el Sinaí, que siguió de cerca a la campaña militar de octubre de 1956. Su
objetivo fue investigar geología, clima, botánica y zoología de la Península sinaí-
lica, así como su historia y su arqueología. La primera expedición, dirigida por
50
REVISTA BIBLICA
B. Mazar, exploró el oasis de Feirán y el Monasterio “Santa Catalina”. En el
“tell” del oasis encontráronse restos de la cerámica típica de la época del Fierro II
(930-600 a. C.). También descubrieron interesantes inscripciones en los wadis
Mukattab y Legga. Un equipo de especialistas trabajó intensamente en la riquí-
sima biblioteca del Monasterio, con resultados sorprendentes (v. gr.: descubri-
miento de algunas antiguas versiones árabes del Eclesiástico, y muchos otros
hallazgos, que se publicarán en breve). La segunda expedición, también dirigida
por B. Mazar, exploró toda la costa occidental del Golfo de Elath, desde Elath
hasta Tirán. Una tercera expedición fue enviada a Cades Barnea y otros sitios,
con M. Dotán como director. En los alrededores de Cades Barnea fueron identi-
ficados lugares prehistóricos, israelíes y bizantinos.
El Director del Departamento de Antigüedades, S. Veivur, presentó un su-
mario — con proyecciones, como todos los conferencistas — , sobre las exploracio-
nes que dirigió en Gath, ciudad de los Filisteos, y en Nirim (o más determina-
damente, en Hirbat Ma‘on), cerca de la frontera con Egipto, al sur de Gaza. Allí
exploró una sinagoga de la época talmúdica (bizantina), con bellísimos mosaicos
representando animales y otros motivos, especialmente un gran candelabro de
siete brazos (menorah), flanqueado por dos leones. Una prueba más contra la
superada teoría de que los judíos no representaban figuras de animales u hom-
bres (para estos últimos, p. ej. la sinagoga de Bet-Alfa’, cerca de Bet-Se’an).
M. Stékelis, especialista en prehistoria de Palestina, resumió sus recientes
hallazgos en Kébarah (objetos paleolíticos: más de 10.000 años a. C.; cabeza de
hacha típica de esa época, utensilios microlíticos, únicos en Palestina), y espe-
cialmente en Nahal Oren (inmenso wadi de una brusca formación geológica, en
el Carmelo oeste, a unos 200 metros de la ruta Tell-Aviv - Jaifa, y a 17 kms. de
esta última), donde se ha encontrado una estación prehistórica: una inmensa
caverna habitada, al pie de la cual hay una terraza con restos de edificios.
Desde la primera exploración (1953) encontráronse restos de la cultura “tahu-
niana” (mesolítico palestinense: 12.000-6.000 a. C.); en la segunda exploración
(1954), como también en la cuarta (1957), se han descubierto restos de edificios
redondos característicos (con un doble horno para cerámica en el interior, com-
puesto de pequeñas piedras). Insistió también M. Stékelis en el hallazgo de cabos
de hacha y otros objetos microlíticos de tipo “tahuniano”. Finalmente hizo una
confrontación con la cultura de “Yarmuk” (7° milenio a. C.), revelada especial-
mente por las exploraciones en Sa‘ar Haggolan, cerca de la desembocadura del
Yarmuk, al pie de las montañas de Golán, al sur del lago de Tiberíades. La
importancia de la civilización “yarmukana” consiste en que llena una fase del
Neolítico palestinense, negada hasta hace poco por muchos arqueólogos, y que
coincide con el comienzo de la agricultura y la domesticación de los animales.
En Nahal Oren se encontraron también numerosos anzuelos de hueso, de la misma
época mesolítica, lo cual sugiere que entonces el mar cubría varios kilómetros
de lo que es actualmente un valle. Las excavaciones en Nahal Oren se continúan
al presente.
M. Dotán dedicó una instructiva conferencia a su reciente (sept.-oct. 1956)
exploración de Meser, sitio estratégico sobre la “Via Maris” que se dirige hacia
Megiddo y el Valle de Esdrelón. Tres pequeñas zonas fueron excavadas, encon-
trándose estructuras antiguas de casas, restos de edificios rectangulares, etc.,
todo del período calcolítico posterior (antes del 3.200 a. C.). También vinieron
a la luz jarras y otros objetos de cerámica barnizada de gris, pertenecientes a
la cultura “yisreeliana” (de Esdrelón), de fines del Calcolítico. M. Dotán propuso
como inicio del establecimiento humano en Meser el final del período “Gassu-
liano” (c. 3.400 a. C.) con una continuidad de un siglo o siglo y medio.
La conferencia más importante fue sin duda la de Y. Yadín, acerca de los
últimos resultados de las excavaciones en Hasor (cerca de 10 kms. al S.O. del
que hasta hace pocos días era el lago Hule). En la visita realizada por los con-
gresistas, fue necesario utilizar el autobús para trasladarse de una zona a la otra
del mismo “tell”. Y. Yadín insistió previamente en la importancia de Hasor:
1) Fue una ciudad cananea, en posición estratégica, ocupada por Josué (Jos. 11,
CRONICA Y NOTICIAS
51
1-14); 2) fué edificada (=reedificada) por Salomón, contemporáneamente a Me-
giddo y Gezer (1 Rg. 9, 15); 3) fué destruida por Tiglat-Pilesar III, durante el
reinado de Pekaj, hijo de Remalyahu (732 a. C.) (2 Rg. 15, 29). Las excavaciones
van confirmando e ilustrando profusamente los datos bíblicos.
La ciudad cananea no existió en el “teli” mismo, sino un poco más al Norte.
Su antigüedad e importancia está demostiada por ser mencionada en los textos
de Mari (la única ciudad de Palestina citada en Mari) y otros textos anteriores
(v. gr. egipcios). Los restos de la ocupación cananea abundan en Hasor (desde
el Rronce Medio II — época de los Hilsos — hasta el Bronce Reciente, 1.200 a. C.).
Pero el más reciente hallazgo (un mes antes del congreso), es el gran templo
cananeo, en el cual se pueden distinguir el atrio y el “Santo de los Santos”,
rodeado de “ortóstatos” de piedra a lo largo del muro interior. En medio del
“Santo de los Santos” se encuentra aun un bloque rectangular de piedra, proba-
blemente un altar, con un bajorrelieve representando una cruz o algo semejante
{= estrella hitita) rodeada de un disco (= sol). Y. Yadín ha subrayado en su
conferencia la importancia del sol en esta región, y su culto de parte de los
cananeos. El templo aludido ya remonta a la época del Bronce Reciente II (siglo
XIII a. C.). Y como es natural se encontraron allí muchos objetos de cerámica.
Por una fortuna muy especial llegaron a manos de los excavadores algunos
trozos de leño quemado, que nos fueron mostrados en el lugar mismo del ha-
llazgo. Esto y otros detalles indican que el templo fue violentamente destruido
e incendiado, coincidiendo la fecha con la ocupación de Palestina por Josué (cf.
Jos. 11, 11.13). Según Y. Yadín, las excavaciones de Hasor tienen una importan-
cia excepcional para establecer la fecha del Exodo y de la ocupación de Canaán.
En otra zona ocupada por la ciudad cananea fue encontrado un enorme altar
monolítico de cinco toneladas de peso, y otros objetos cultuales. Lo más llama-
tivo en esta zona F es un gran túnel de doce metros de largo, y otras construc-
ciones subterráneas.
Para ilustrar el período salomónico de Hasor, Y. Yadín expuso los resultados
de las excavaciones en la zona A (sobre el “tell”). Tres cosas llaman la atención
aquí: un edificio público con dos filas de pilastras (tiempo de Ajab, siglo IX a. C.),
y que tal vez sirvió de granero (cf. 2 Crón. 16, 4); en segundo lugar la muralla
de “casamatas” del tiempo de Salomón; y, en especial, la puerta monumental
con cuatro torres, calcada sobre la de Megiddo. Tanto es así — expuso Yadín —
que sobre el modelo de la construcción de Megiddo, daba órdenes de excavar
en tal lugar, encontrando efectivamente lo que buscaba.
La destrucción terrible y definitiva de Hasor bajo el monarca asirio Tiglat-
Pilesar III (732 a. C.) (2 Rg. 15, 29) se ilustra de un modo especial en la zona B,
lugar de la acrópolis israelita: las habitaciones están cubiertas de una capa de
ceniza de casi un metro de espesor, de piedras calcinadas, de fragmentos de
vigas carbonizadas.
Hubo además otras conferencias, pero la presente nota basta para dar una
idea del trabajo arqueológico en Israel.
José Sevemno Croatto, C.M.
Jerusalén (Israel), 6 de noviembre de 1957
BIBLIOGRAFIA
ANTIGUO TESTAMENTO
Bruno M. Pelaia: Esdra e Neemia (La Sacra Bibbia a cura di Mons.
Salv. Garofalo). - Edil. Marietti, Torino-Roma, 1957, XIV y 231 págs. -
L. it. 1100.
El comentario a los dos libros bíblicos que narran la restauración de la comunidad
judía en Jerusalén después del destierro, confiado a Bruno M. Pelaia, fue terminado y pu-
blicado por Giovanni Rinaldi, co-director de “La Sacra Bibbia”, de Mons. Salv. Garofalo.
Los quince párrafos de la introducción discuten los problemas que plantean el ori-
gen, la ambientación, la historia y la autoridad de los dos libros bíblicos. En la cuestión
de la sucesión cronológica el autor se decide con razones muy atendibles por la anterio-
ridad de Nehemías a Esdras; el orden cronológico de los capítulos sería el siguiente:
1. Esd. 1,1 - 4, 5 y 4, 24 - 6,22: retorno del primer grupo bajo la dirección de Sesbasar
(Zorobabel) y reconstrucción del templo bajo Darío. 2. Esd. 4, 6 - 23: tentativa de re-
construir los muros de Jerusalén bajo Jerjes o Artajerjes I e intrigas de los samaritanos.
3. Neh. 1-13: llegada de Nehemías a Jerusalén bajo Artajerjes I y actividad reconstruc-
tiva y social. 4. Esd. 7-10: vuelta de Esdras a Jerusalén, juntamente con un segundo
grupo de repatriados, bajo Artajerjes II, y actividad ético-religiosa. La inversión del
orden cronológico que se observa en el orden canónico no es necesariamente obra del
autor o redactor inspirado. Rigurosamente defiende el autor la autoridad histórica de
la información de Esdras y Nehemías. El redactor desconocido — tratándose de una
recopilación de fuentes y documentos, es más propio el nombre de redactor que el de
autor — ■ que puede ser idéntico con el autor de las Crónicas, debe haber vivido hacia el
fin de la época persa (358-336) o a principios de la época griega (336-323 a. C.).
La versión italiana del texto hebreo y arameo va acompañado de un modesto nú-
mero de oportunas notas de crítica textual.
El comentario mismo, sin ser demasiado amplio, toca todos los problemas de interés
histórico, geográfico y arqueológico. En la solución el comentarista muestra un criterio
moderado y amplia erudición. Recomendamos la obra como una ayuda preciosa para
comprender mejor los libros que comenta.
B. Otte, SVD.
Alb. Ohlmeyer: Moisés im Glanze des Erlosers (Moisés en la luz del
Redentor). - Herder, Freiburg, 1957, 226 págs., en tela. - 12,80.
El libro es una interpretación cristiana del éxodo del pueblo israelita de Egipto. La
obra y figura del gran libertador y caudillo que fuera Moisés es estudiada e ilustrada a
la luz de otro libertador y capitán que es Cristo, de quien Moisés no fue sino figura e
imagen. El autor se limita a propósito a la obra redentora de Moisés. Su exégesis, que
va precedida de una orientación general sobre la Ley y los Profetas como guías hacia
Cristo, termina con el cántico que entona el pueblo después del paso por el Mar Rojo
(Ex. 15).
Como dijimos arriba: Ohlmeyer nos brinda una interpretación cristiana de Ex. 1 - 15.
Esta es su característica y su ventaja porque así logra el autor enuclear del texto sagrado
la plenitud del sentido divino, depositado en él por el Espíritu Santo. Pero nos parece
que el autor, en el afán de no perder nada de las riquezas divinas de la palabra inspirada,
ha ido a veces demasiado lejos haciendo d^cir el texto lo que el Espíritu Santo no intentó
decirnos por las palabras que el autor comenta. Queda en pie que el libro de Ohlmeyer,
rico en interesantes sugerencias, prestará muy buenos servicios para comprender mejor
tanto la obra y persona de Moisés como la de Cristo.
B. Otte, SVD.
■ !
.1. Scharberl: Der Schmerz im Alten Testament (El dolor en el Antiguo
Testamento). - Ronner Biblische Beitráge 8. - Edit. Peter Hanstein,
Bonn, 1955, 235 págs. - DM. 22.
Los estudios que hasta la fecha se ocuparon del problema del dolor en el Antiguo
Testamento, abstraían casi todos de su aspecto subjetivo. A este aspecto subjetivo y psi-
cológico dedica Scharbert su atención principal en su amplio y muy detallado estudio.
En la primera parte pasa revista y examina uno por uno los términos que emplea
el hebreo para expresar las sensaciones que llamamos dolor. Un estudio atento de estas
expresiones demuestra que ellas no designan propiamente la sensación del dolor sino
o las causas de éste o la reacción del individuo frente al dolor.
— 52 —
BIBLIOGRAFIA
53
' La segunda parte es una psicología del dolor que nos hace ver cómo el hebreo
siente el dolor. Scharbert investiga las causas del dolor, la localización de la sensación
dolorosa, las clases, las expresiones y los efectos del dolor. Según concepción hebrea,
el dolor afecta siempre a todo el hombre. El israelita no distingue entre el dolor del
I cuerpo y el del alma. El primero repercute también siempre en el alma y el dolor psíquico
: tiene sus consecuencias fisiológicas.
La tercera parte es una teología viejotestamentaria del dolor. En las diferentes ex-
• plicaciones que los diferentes libros del Antiguo Testamnto dan del fenómeno “dolor”,
I se nota cierta evolución y cierto progreso. El dolor no es algo puramente negativo, un
I mal, sino que positivamente sirve al adelanto religioso del hombre. El dolor pone al
hombre frente a su Dios y lo obliga a decidirse por Dios o contra él. El dolor llama
i la atención sobre defectos y fallas en la vida religiosa y agudiza la conciencia. Es un
1 recurso de la pedagogía divina. Purifica y acrisola el carácter, expía el pecado tanto el
propio como el ajeno y conduce a la salvación. Sólo para el empedernido reviste ca-
rácter de puro castigo. El dolor de Yahvé es expresión de su amor y de la ingratitud
! humana.
I El libro de Scharbert demuestra cómo se puede penetrar, por medio del estudio
* profundo y completo de un problema particular, en la mentalidad y la teología del
I Antiguo Testamento y cómo tal estudio arroja luz sobre el conjunto de las verdades
I reveladas en él.
B. Otte, SVD.
G. Ziener, OMI: Die theologische Begriffssprache im Buche der Weisheit
(La terminología teológica en el libro de Sabiduría). - Bonner Biblische
' Beitráge 11. - Edit. Peter Hanstein, Bonn, 1956, 166 págs. - DM 19,80.
I El influjo de la filosofía griega en el libro de la Sabiduría ha sido objeto de varias
I investigaciones. Menos aclarada queda su relación con los libros anteriores del Antiguo
I Testamento. El presente estudio hace una selección de los conceptos teológicos más
I relevantes del libro de la Sabiduría para investigar su exacto significado y su procedencia
j ideológica y definir así el carácter propio de Sabiduría y su dependencia tanto del
Antiguo Testamento como de la filosofía griega.
( El centro de Sabiduría y de la investigación de Ziener es el concepto de Dios. Dios
I en sí considerado (existencia, esencia, nombres y atributos) ; Dios y los hombres (la
i alianza, el reino, el juicio, el Mesías) ; Dios y la creación: he aquí los tres capítulos del
erudito y profundo estudio.
La idea de Dios que desarrolla el autor de Sabiduría está formada por los libros
del Antiguo Testamento, anteriores al libro de la Sabiduría. Sólo en un caso emplea el
autor conceptos de la filosofía para explicar que Dios es un ser inmaterial (7,22). El
hagiógrafo aunque vive en im ambiente helenístico, habla el lenguaje de la LXX. La
sabiduría divina, concepto angular del libro, si bien parece ser una persona distinta de
¡ Yahvé, es Dios mismo en cuanto obra en el mundo. Puede hablarse de ima preparación
! de la revelación del misterio trinitario. La revelación misma está reservada al Nuevo
I Testamento. Atributos que en otros libros aparecen como propios del Mesías, son apli-
cados por el hagiógrafo a la “Sabiduría” (origen divino, estar sentado a la diestra de
' Dios, reino mundial) y al “Justo” (sufrimientos). La Sabiduría y el Justo son el Mesías.
Bajo el manto extraño de términos propios de la filosofía griega y no obstante
algunas expresiones nuevas, ajenas a la LXX, se percibe el espíritu propio del Antiguo
I Testamento. Los conceptos básicos corresponden a los de los libros anteriores. Sin em-
I bargo, no todo tiene su raíz en el Antiguo Testamento. Algunos pensamientos viejo-
testamentarios son expresados por medio de términos propios de la filosofía griega,
i Otras veces, pensamientos y concepciones propios de la filosofía helenística son copiados
’ e insertados en la teología del Antiguo Testamento. Bajo este aspecto, el autor del libro
• de la Sabiduría es el precursor de la teología patrística y escolástica que pone la filo-
i Sofía al servicio de la revelación.
' B. Otte, SVD.
f NUEVO TESTAMENTO
José María Bover, S.J.: Vida de Nuestro Señor Jesucristo. - Editorial
Borgiana, Barcelona, 1956, págs. VI y 1432 y 10 croquis.
< “Nuestro supremo deseo, lo que tal vez caracterice este libro, ha sido el propósito,
o si se quiere la obsesión, de realizar el ideal magníficamente expuesto por San
I Máximo de Turín: «Que la Divinidad que está oculta en el hombre no quede oculta
1 en la obra», es decir, presentar a Jesucristo actuando constantemente como Dios, divi-
54
REVISTA BIBLICA
namente, expresado todo ello, naturalmente, no con ponderaciones enojosas sino con
discretas sugerencias" (pág. 18). Así señala el autor sus propios anhelos.
Al repetirlos no hemos dado un vislumbre de la riqueza de la obra, pero tal vez
lo vertebral que la sostiene. Bover no quiere escribir un libro docto en que abundan
los detalles, ni un libro piadoso en que a cada momento afloran los suspiros, sino una
obra de largo aliento en que la plenitud de los datos lleva a la piedad. Es, a nuestro
entender que sigue al suyo, la mejor inspiración con que un autor puede acercarse a
los Evangelios para escribir una vida de Jesús. El P. Bover redactó su libro con el
corazón, pero con un corazón iluminado por largos años de estudios escriturísticos y un
corazón sacerdotal encendido de amor al Señor.
Quien conozca un poco la restante obra del autor sabrá que no le esperan en la
exposición audacias exegéticas ni soluciones precipitadas, no por novedosas más fun-
dadas que las antiguas, sino doctrina sólida y tendencia conservadora sin que se defienda
lo antiguo por el solo hecho de serlo, sino que se abren con prudencia ventanas y co-
razón al progreso de las ciencias bíblicas.
“Lealmente hemos de confesar que jamás hemos admitido o rechazado una solución I
por ser antigua o por ser nueva... Las normas exegéticas de todos admitidas han sido '
nuestra guía” (19). Constantemente “hemos prestado singular atención al género literario ■
de cada Evangelista” (19).
El lector cristiano, aun el muy moderno, puede, pues, abrir el libro con toda con- ¡
fianza y no saldrá defraudado sino sobremanera enriquecido. '
“La vida de Nuestro Señor Jesucristo” no es una obra apologética sino netamente
bíblica, o sea es una exposición positiva de la vida y de la doctrina de Jesús como hoy '
la queremos y necesitamos. Bover ordena los textos de los 4 Evangelios, explica los
giros y las palabras en a veces minuciosos análisis, destaca el contenido, hace donde 4
corresponde espléndidas síntesis teológicas, aborda las dificultades, presentando las di- •
ferentes soluciones, dando cuenta al lector por qué se adopta una y no otra y señalando I
dónde sólo se logra cierta probabilidad o dónde queda abierta la solución; todo envuelto !
en el calor de cosa meditada y vivida y presentado en un ropaje sobrio y sencillo.
Distribución y letra tipográfica son muy agradables, la impresión, nítida; algunos
croquis ajudan a seguir el desarrollo de los episodios. Desgraciadamente faltan los ín-
dices, escriturístico, de personas y de materias lo que en parte, pero sólo en parte, se
explica por la muerte prematura del P. Bover.
El libro es de los que con emoción se leen y con sumo gusto se recomiendan a la
lectura, el estudio y la meditación del lector porque es, realmente, “de lo bueno que i
se ha publicado sobre la materia” (Pág. II). j
, , P. Hoyos, SVD. j
Comunicación Cristiana de Bienes en el Muevo Testamento, por la ^
Comisión de Estudios de Caritas Nacional española. - Colección por ^
un Mundo Mejor, Serie V, vol. 5. - Edit. Euramérica, Madrid. - 40 ,
Pesetas.
El libro, de sencilla y popular presentación, es una Colección ordenada de textos
neotestamentarios referentes a los deberes sociales, con muy parcos comentarios; o me-
jor, el comentario desaparece ante la solidez y la grandiosidad del conjunto doctrinal
que sólo con textos del Nuevo Testamento se teje alrededor de los conceptos de caridad
y de la comunicación al prójimo de los bienes sobrenaturales, morales, materiales.
En la “Introducción” se explica el motivo que ha impulsado a “Caritas española”
y especialmente a su “Comisión de Estudios” a reunir en un tomito mánual todos los
textos del Nuevo Testamento que hablan del amor a Dios y al prójimo y sus conse-
cuencias para la vida del cristiano.
Los autores afirman que el catolicismo español, pese a las sacudidas de la guerra
civil y del “fomes peccati” ha quedado esencialmente intacto en los órdenes dogmático
y litúrgico y en el de la moral individual y familiar. Pero luego continúan: “¿y la
moral social?... ¿y la moral que se refiere a nuestras relaciones con el prójimo?... ¿Qué
podemos decir de las dos grandes columnas del Cristianismo en su proyección social:
la Justicia y la Caridad?” (pág. 19). Allí encuentran las alarmantes deficiencias del ca- <
tolicismo de la Península. Y para despertar la conciencia a esos problemas, aguzarla '
y orientarla presenta la visión de conjunto de la doctrina “social” neotestamentaria.
Laudable esfuerzo y muy recomendable también para nuestras latitudes. Pues, como (
dijera Gabriela Mistral en un agudo análisis de nuestra situación religiosa, también ■;
nosotros como la Madre Patria hemos fracasado en lo social. “Lo que he visto es esto,
dice agudamente la ganadora chilena del Premio Nobel de Literatura: nuestro cristia-
nismo, al revés del anglosajón, se divorció de la cuestión social, la ha desdeñado, cuando
55
j BIBLIOGRAFIA
menos, y ha tenido paralizado o muerto el sentido de la justicia, hasta que ese sentido
! nació en otros (los marxistas) y le ha arrebatado a sus gentes”.
Por ello, el libro es también entre nosotros, y un no poquito en toda la Iglesia de
' Dios, de palpitante interés y el obligado libro de meditación cristiana.
P. Hoyos, SVD.
INTRODUCCION
I Günter Rutenborn: Biblische Frcmdeaführusg (Guía Bíblico para ex-
traños). - 2® ed., 1955, Kaiserverlag, München, págs. 319.
El titulo es singular, significa algo así como un “Baedecker” bíblico para personas
I que hasta ahora no han tenido un contacto directo con los Libros Sagrados, y ¡a fel
I que Rutenborn es un guía experto, ameno, profundo y pleno de fe; domina el raro arte
I de decir un cúmulo inmenso de cosas difíciles en un estilo llano y fácil, personal y
i atrayente; habla, como si dijéramos, a una rueda de amigos en el Club, arrellanados
I todos en cómodos sillones, sobre el descubrimiento extraordinario y la trascendencia
secular de la Biblia y de su mensaje imperecedero y fecundo. El libro, por eso, se lee
como una novela, se escribió con recia fe y quiere despertar no un emocional diletan-
tismo o esteticismo bíblico sino vida bíblica; sabe abrir el arca de los tesoros divinos,
realzando lo interesante y llevando en dos palabras a lo medular. El autor es un sabio
en su materia que se ha convertido en un “causeur” de lo divino en el mejor de los
sentidos. Reproduciremos a continuación su “breve plan de orientación’.
En el Prólogo el autor explica sus intenciones; luego, bajo el título: “¡Ud. debe
haber leído este libro!” recomienda ese “Compendio de Humanidad”, exponiendo di-
versos problemas de la ciencia y de la vida que la Biblia plantea y soluciona. En el
í capítido: “Vestigios de la mano humana” nos lleva “al taller de los hagiógrafos” para
' que conozcamos su personalidad, su método de trabajo, el origen de sus libros y la
formación de la Colección total. En “Los vestigios de la Mano de Dios” habla de la
unidad y el misterioso fondo de los textos y de los singulares acontecimientos relatados,
i A continuación (pág. 65-312) — el cuerpo principal de la obra — pone la verdadera “guía
bíblica”, dando un resumen de cada uno de los libros que componen el Canon protes-
tante, señalando los puntos más importantes y destacando las ideas básicas, comenzando
con el Génesis para terminar con el Apocalipsis de Juan.
Es notable como hace surgir el concepto de la unidad de esa colección de libros
diversos o el de la redención como alma del Antiguo y Nuevo Testamento y de la vida
humana. Naturalmente, habrá no pocos detalles en que se puede y aun debe discrepar
del autor. No podía faltar el “Urmarkus” (que está de retroceso) ; en la pág. 236 nos
(encontramos con una interpretación de la cruz, más rara que ingeniosa; en la Carta a
, los Romanos, el autor se exalta como buen protestante en su apreciación sobre la Re-
r forma; la “carta de lágrimas” quizás no sea la gozosa segunda a los Corintios, y otros
í detalles más que así se podían señalar, pero causaríamos — me temo — una falsa im-
* presión de este excelente libro si en el cuadro de conjunto bien logrado y atrayente
i. siguiéramos indicando algunos puntos negros, en su mayoría insignificantes. ¡Ojalá po-
fj seyéramos algo parecido en castellano, escrito por una pluma católica! Prestaría un
I incalculable servicio. p ¡Joyos, SVD.
‘‘ ARQUEOLOGIA Y GEOGRAFIA
1. Luc. Grollenberg, O.P.; Bildatlas zur Bibel (Atlas bíblico). - Editorial
¡ Cari Bertelsmann, Gütersloh, 1957, 164 págs., 36 mapas de ocho colores,
408 láminas. - 27 x 36 ctms. - DM. 38.
2. Focko Lüpsen, Palástina - Bilder einer Reise (Palestina-imágenes de
un viaje). - Edit. Eckhart, Witten, 2^ edición 1956, 135 págs., 130 lámi-
nas.
3. W. Corwant, Diclionnaire d’Archéologie Biblique (Diccionario de ar-
queología bíblica). - Edit. Delachaux & Niestlé, Neuchatel-Paris, 1956,
324 págs., Fr. s. 21.
1. El juicio de exégetas, historiadores y arqueólogos es unánime en recomendar con
los mejores elogios el atlas bíblico de L. H. Grollenberg y en representarlo como el que,
en conjunto, mejor ilustra el mundo bíblico. En pocos años logró difundirse en los mun-
j dos de habla francesa, inglesa y alemana, haciéndose traducciones del original holandés
a estas lenguas. La versión alemana ha sido preparada esmeradamente por H. Eising,
I:
56
REVISTA BIBLICA
profesor de Sagrada Escritura en la facultad católica de la universidad de Münster y
prologada por su colega en la Universidad de Gottingen, el director de la famosa “Zeit-
schrift für die alttestamentliche Wissenschaft”, J. Hempel.
Felicitamos a la Editorial C. Berstelsmann de Gütersloh que no ahorró esfuerzos
para presentar el precioso atlas en una forma atrayente, clara y precisa.
El gran éxito de la obra que comentamos se debe sin duda principalmente a la
extraordinariamente feliz y acertada combinación de textos, mapas y láminas.
El texto resume clara y exactamente la historia de la salvación desde la prehistoria
de Israel (tiempo de los patriarcas) hasta la fundación del nuevo Israel en tiempos de
Cristo y sus apóstoles. El primer capítulo familiariza al lector con los problemas de la
geografía, arqueología e historiografía bíblicas. Se le explica p. ej., en forma sencilla y
asequible el método que se emplea en las excavaciones modernas. El autor del texto está
al tanto de los problemas planteados por la crítica y los descubrimientos modernos y
sabe sacar provecho de los adelantos de la investigación reciente.
Los 34 mapas en ocho colores ilustran los sitios y acontecimientos referidos en la
Biblia cuyo orden siguen. Líneas y flechas, con referencias a los correspondientes textos
bíblicos, permiten al lector seguir sobre el mismo mapa el desarrollo de los aconteci-
mientos bíblicos, lo cual hace que éstos se graben más hondamente en la fantasía y la
memoria.
Las 408 láminas que reproduciendo paisajes, objetos, monedas, obras de arte antiguo
etc., dan al atlas vida y realidad palpable. La selección y la fidelidad y precisión en
la reproducción no pudieron ser más exactas. El que escribe estas líneas tuvo la
dicha de visitar los países bíblicos y debe confesar que, al hojear y estudiar este
atlas, se ve trasladado de nuevo al escenario en que se desarrollaron los aconteci-
mientos bíblicos. No conoce otro libro que en tan pocas páginas ofrece material tan
abundante, tan variado y ante todo tan impresionante.
Deseamos, pues, a este excelente instrumento de orientación, también en su traduc-
ción alemana, muchos amigos y entusiasta acogida.
2. Las aproximadamente 130 láminas grandes, nítidas, precisas y plásticas, impresas
sobre papel ilustración, de la obra de primera categoría de Focko Lüpsen, ponen al
lector en contacto con la vida, los paisajes y costumbres de la Palestina moderna y países
vecinos. El interés del autor se concentra principalmente en los sitios y lugares que
han servido de escenario a los acontecimientos narrados en el Nuevo Testamento. Sa-
liendo de Damasco nos lleva a Jerusalén, la Ciudad Santa, igualmente cara a cristianos,
judíos y mahometanos, cuyos principales santuarios y centros de culto son primorosa-
mente recordados e ilustrados. Luego nos conduce a través de la Judea (Betania, He-
brón, Jordán, Belén) y Samaría y Galilea, al pintoresco y poético lago de Genesaret, a
la tranquila Nazaret y la maldecida Cafarnaúm. Las célebres ciudades de Biblos y
Baalbek, documentos mudos -pero muy elocuentes de las culturas fenicia y greco-romana,
son las últimas estaciones del viaje. Las notas explicativas del apéndice son breves pero
sustanciosas. En una palabra, una muy bien lograda ilustración del ambiente en que
Cristo y sus apóstoles predicaron el mensaje evangélico.
3. El autor del Dictionnaire d’Archéologie Biblique no pretende publicar una obra
cargada de ciencia y erudición que prestaría servicios sólo a los especialistas. Quiere
simplemente poner en manos del maestro, a que toca ilustrar los textos bíblicos, y al
lector interesado en comprender de alguna manera los datos arqueológicos encerrados
en el texto sagrado, im manual fácil de iniciación que les permita familiarizarse cómo-
damente con los resultados de la arqueología moderna. Los temas que son tratados al-
fabéticamente, ilustran tres campos de la investigación arqueológica: la vida profana
(vida doméstica, trabajo, industrias, comercio, artes y ciencias, instituciones), la vida
religiosa (lugares, personas, tiempo, actos) y la fauna, flora y los minerales. Para hacer
fácil la lectura ha optado prescindir de todo aparato científico. Las únicas referencias,
bastante numerosas, remiten a los textos bíblicos. La información es breve, clara e ins-
pira confianza. Sólo en algunos casos, el lector católico no puede compartir los puntos
de vista del autor, p. ej. cuando escribe que Jesús no exaltó el celibato más que el ma-
trimonio. La ilustración por medio de dibujos es moderada y se restringe a los aspectos
característicos y esenciales. Como libro de iniciación prestará buenos servicios.
B. Otte SVD.
QUMRAN
1. Chr. Burchard, Bibliographie zu den Handschriften vom Toten Meer
(Bibliografía relativa a los manuscritos del Mar Muerto). - Edit. Alfred
Topelmann, Berlín W 35, 1957, 118 págs., DM 28.
BIBLIOGRAFIA
57
2. F. F. Bruce, Die Handschriftenfunde am Toten Meer (Los hallaz-
gos de manuscritos a orillas del Mar Muerto). - Edit. Chr. Kaiser, Mün-
chen, 1957, 176 págs., rúst. DM 7,50; tela DM 9,50.
1. El presente libro es indispensable para todo aquel que quiera orientarse en la
bibliografía sobre Qumrán que excede ya toda medida. El autor registra para los años
1948-1956 1556 títulos de publicaciones independientes y 352 recensiones de 616 auto-
res escritas en 22 idiomas. Por medio de distintos caracteres tipográficos y un amplio,
aunque un poco complicado sistema de siglas, logra el autor marcar el valor y ca-
rácter propio de cada publicación como también relacionarlas entre sí. En un apéndice
se señalan las obras (fuentes, revistas, monografías) en que los rollos y fragmentos de
ellos fueron publicados. El autor promete publicar cada dos o tres años los suplementos
necesarios. Los especialistas quedarán, sin duda, muy agradecidos por la compilación
realizada y a completarse al ritmo del progreso de las investigaciones.
2. El autor es especialista, pero escribe para un público más amplio, interesado en una
información clara y segura que merece confianza, la cual no la proporcionan obras como
las de E. Wilson y A. Powell Davies. Debe decirse que, dentro de su categoría, es una
de las obras que mejor informan al hombre común sobre los célebres hallazgos y des-
cubrimientos a orillas del Mar Muerto, sobre los rollos de las once cuevas de Qumrán
y la comunidad de judíos en el monasterio de Qumrán, y sobre los problemas que plan-
tean dichos descubrimientos. El autor saca de primera fuente, propone los resultados
y problemas en un estilo fácil y ameno y propone sus soluciones con la prudencia que
reclama tanto el estado todavía no terminado de la investigación como el mismo método
científico y la transcendencia del tema. El criterio moderado con el que el autor pondera
los argumentos y objeciones para llegar a un término medio y no dar ningún paso sin
haber antes tanteado el terreno, no encontrará la aprobación de publicistas como los
dos arriba mencionados, pero es propio de los hombres que llevan adelante la inves-
tigación científica. „ ^
HISTORIA DE LA EXEGESIS
H. Joach. Kraus, Geschiche der historisch-kritischen Erforschung des
Alten Testaments von der Reformation bis zur Gegenwart (Historia de
la investigación histórico-crítica del Antiguo Testamento desde la Re-
forma hasta el presente). - Edit. Erziehungsverein Neukirchen Kreis
Moers, 1956, 478 págs., DM 24/27,50.
No se trata en este libro de una história completa de la exégesis viejotestamentaria.
' El conocido exegeta de Hamburgo escogió los problemas más relevantes de la herme-
I néutica, introducción e historia, para demostrar la evolución que tomaron desde el tiempo
1 de la Reformación. En el centro del interés están las cuestiones relacionadas con el pen-
tatéuco, la profecía y el salterio. El autor no se contenta con señalar la línea de la evo-
' lución histórica sino que trata de descubrir también sus causas y los factores que influ-
yeron en el planteo de los problemas y en las soluciones a que se llegó.
Bajo este aspecto, la obra de Kraus es de grandísimo valor, porque nos hace ver y
' comprender la situación actual de la investigación viejotestamentaria a la luz de su evo-
lución histórica. Sólo lamentamos que el arudito autor parece ignorar casi por completo
la investigación católica. „ arm
t>. utte oViy.
VARIOS
I Hubert Fiscber: Introducción al “Catecismo Católico”. - Edit. Herder,
Barcelona-Buenos Aires, 1957, págs. 157.
Este libro no necesita sino presentación y recomendación. Dado que, por un lado,
no pocos de los principales Colegios argentinos adoptaron el “Catecismo Católico” como
j texto de estudio y, por el otro, que el programa de enseñanza de Religión no sigue el
i desarrollo del “Catecismo Católico”, es más indispensable aquí que en Alemania que
el catequista tenga a mano y estudie a fondo la nueva distribución de la materia, pues,
j “mucho del Catecismo” es nuevo. Nueva es su disposición y su estructura, nueva la
« manera de sus lecciones, nueva es la acentuada elevación del mero libro didáctico a
< libro práctico para la vida del individuo y de la familia. Nueva es también la presen-
tación del libro y nueva su ilustración que se considera parte integrante de él.
! El “Catecismo Católico” cmnple con éxito los postulados esenciales de la nueva
ii eatequesis: acerca a Dios, acerca a Cristo, acerca a la Iglesia, está al alcance de los
I niños, es una cosa viva y tiene una forma que está en consonancia con nuestros tiempos.
68
REVISTA BIBLICA
Especialmente la estructura del catecismo sufrió grandes cambios; y triunfó defi-
nitivamente la forma expositiva y el método mejorado de Munich.
La estructura del Catecismo es “cristocéntrica”, apoyada en la historia de la re-
dención. “El Catecismo se divide en 4 partes: Dios y nuestra redención; la Iglesia y los
Sacramentos; la vida según los mandamientos de Dios; las postrimerías. La doctrina
de la gracia está incorporada de una manera orgánica a la doctrina sobre el Espíritu
Santo (quien es el dispensador de la vida de la gracia); la doctrina de los sacramentos
precede a la doctrina de los mandamientos y está unida a la doctrina de la Iglesia”
(pág. 21). En los Sacramentos se señala cómo en ellos sigue obrando Cristo; ellos no
están representados como simples ayudas para cumplir los mandamientos.
La llamada“/orma expositiva” pertenecía a los problemas más discutidos del “Ca-
tecismo católico”, pero se , impuso la doctrina; ya no está destrozada en breves pre-
guntas y respuestas sino que se presenta orgánicamente en su conjunto. “El capítulo,
dice el libro que acotamos, y esto es de interés sobre todo para los lectores de esta
Revista y para los interesados en los asuntos bíblicos, el capítulo empieza generalmente
con un texto extraído de las Sagradas Escrituras del Antiguo o del Nuevo Testamento...
Centraliza el contenido (la doctrina) del capítulo y es todo lo breve y gráfico posible.
En esta intuición, que se intensifica aun más por la ilustración que acompaña el texto,
el niño es conducido, por lo pronto, de lo episódico )’ gráfico a la verdad. Con ello se
da cumplimiento, ya al principio del capítulo, a la exigencia de dar carácter bíblico al
catecismo” (pág. 33).
No podemos dar todos los aspectos que allí se dilucidan. Es indispensable que el
catequista estudie esta “Introducción” a fondo para poder dar con fruto las clases de
Religión a base del “Catecismo Católico”, y esto vale aún más entre nosotros, como ya
advertimos, por cuanto no coincide el programa que se ha de desarrollar con la estruc-
tura del “Catecismo". Pero creemos que precisamente de allí recibirá el programa y su
desarrollo un nuevo y valioso impulso.
Nos limitaremos, para terminar, a señalar los diferentes capítulos y temas que varios
autores (los que principalmente han elaborado el “Catecismo Católico”) exponen: 1.
Historia del “Catecismo Católico”, por H. Fischer; 2. Estructura del “Catecismo Católico”,
por F. SchreibmajT; 3. Forma Expositiva del “Catecismo Católico”, por H. Fischer;
4. Uso metódico del “Catecismo Católico”, por K. Tilmann; 5. Ilustraciones del “Cate-
mismo Católico”, por A. Burkart; 6. Puntos esenciales teológico-catequísticos en el “Ca-
tecismo Católico”; 7. Importancia del “Catecismo Católico” para la predicación y la cura
de almas, por A. Barth; 8. Iniciación de los Catequistas en el uso del “Catecismo Cató-
lico”; 9. Renovación del plan de estudios, por K. Zielbauer; 10; Diez reglas para el uso
del “Catecismo Católico”, por K. Tilmann.
P. Hoyos, SVD.
P. Ralph Kirby: Biblia en imágenes. - Versión española de Ramón M.
Laplana. - Editorial Herder, Barcelona, Buenos Aires, 1957, 328 págs. -
Pesos 195.
¡“Dibujos animados” al servicio de la difusión e inteligencia de la Biblia y de la
instrucción religiosa! Una idea hermosa y productiva cuya realización concreta nos brinda
la Editorial Herder, en un nutrido tomo de 328 páginas.
La primera parte está dedicada a la explicación de la vida y la doctrina de Cristo,
centro y eje de la Biblia. El elemento principal lo constituyen los muchos dibujos que
ilustran diferentes sucesos y enseñanzas de la vida de Nuestro Señor. El texto bíblico,
resumido y condensado, se lee al pie de las imágenes que se suceden como las de una
película cinematográfica, dando al lector la grata impresión de presenciar las principales
escenas de la vida del Señor. Se ha tenido especial cuidado de no alterar el tenor de
los textos inspirados, de manera que el lector lea realmente la Palabra de Dios. '
La vida de Jesús no se comprende, si no se la sitúa dentro del marco de la historia
de su pueblo. Las principales etapas de esta historia multisecular son recordadas e ilus-
tradas en la segunda parte. Se desarrolla ante el ojo del que contempla las imágenes,
la historia desde la creación del mundo y del género humano hasta las hazañas patrió-
ticas y religiosas de los Macabeos. Los acontecimientos más importantes y los episodios
más instructivos desfilan ante la mente del lector para grabarse profundamente en su
memoria.
La vida de Cristo continúa en la de la Iglesia. A ésta, en cuanto es conocida por
el Nuevo Testamento, va dedicada la tercera parte.
El original inglés ha sido preparado por el P. Ralph Kirby, en colaboración con varios
profesores. Testimonio de lo acertado que resulta este método de introducir en la lectura
de la Biblia y de grabar de una manera fácil y amena en la fantasía de la juventud las
BIBLIOGRAFIA
59
enseñanzas de la Palabra Divina, para que le sirvan de luz y orientación, de fortaleza
y consuelo, es el hecho de que el original difundido en más de cien mil ejemplares ha
sido traducido con muy buen éxito a varios idiomas modernos. Deseamos también a la
edición española, preparada con tanto esmero por la benemérita editorial Herder, en un
lomo con papel ilustración fuerte y de primera calidad sólidamente encuadernado, el más
halagüeño éxito, para que llegue a constituirse en, el libro favorito de los hogares cris-
tianos.
B. Otte, SVD.
José A. Mateo, S.J.: Almas en los Tajos. - (Serie IVL - Frente de la
Caridad, vol. 3). - Edic. Euramérica, Madrid, 1956, págs. 189. - 35
Pesetas.
¡Estampas goyescas de la miseria obrera de España! A Dios gracias, el autor posee
lo que varias veces afirma que el obrero español no tiene, HUMOR, si no el libro sería
en parte intolerable por la sordidez de lo relatado. ¡Valientes experiencias las del autor,
valientes conclusiones y valiente publicación! Dios le conceda la bendición que merece,
para bien de la Iglesia y de España. Al leer las páginas palpitantes de vida, escritas en
un estilo escueto, directo, plástico, profundo aun en lo anecdótico, uno musita una y
otra vez. “¡Increíble!” En efecto, parece imposible que esto suceda en 1953 y 1956. Me
restregué los ojos y parpadeé cuatro veces para cerciorarme si me oprimía la pesadilla
de un mal sueño o si realmente iba leyendo cosas que en la España de estos años de
Dios están sucediendo.
El autor, jesuíta, entonces estudiante de filosofía fue a trabajar al lado de los
obreros, durante una parte de sus vacaciones estivales, para recoger experiencias con
qué fecundizar su futuro apostolado y el de los sacerdotes en general, y con notable éxito.
Los cuadros más fuertes son el primero: “En el tajo verde” (en el trabajo para el
Monumento Nacional, en memoria de los muertos durante la “Cruzada” ¡precisamente
allí tenía que ser!) y “En el tajo amarillo” (trabajo en unas minas “inglesas” de Riotinto.)
¡Qué explotación! ¡Qué miseria!
Mas el libro no quiere acusar ni fustigar sino señalar con claridad una situación
económica, social, moral y religiosa insostenible. Lo valioso del libro del P. Mateo son,
por tanto, las conclusiones que espontáneamente fluyen de las vivencias relatadas, las
que encierran muchas lecciones también para nuestras latitudes. No son nuevas, pero
corroboran en una forma impresionante las hechas y publicadas también en otras partes.
Los cuadros que pinta el autor son negros, pero el libro es optimista, y el autor lo es más.
Tenemos fe que la Iglesia española — y la nuestra — aprovechándose de las expe-
riencias y lecciones, logre salvar con éxito una de sus peores encrucijadas. Un buen
diagnóstico, el conocimiento público del mal es el primer paso para la recuperación
de la salud, o sea, la reconquista de los obreros para la cultura y la Iglesia. Este “testi-
monio de una tremenda situación que se aspira a remediar en cristiano partiendo no
de planes y discursos engañosos, sino de experiencias vivas, hechas carne y dolor, hechas
fe y esperanza” (pág. 10) no puede menos de traer abundante fruto.
P. Hoyos, SVD.
G. Chevrol: Las pequeñas virtudes dei hogar. - Charlas radiofónicas. -
Edit. Herder, Barcelona-Buenos Aires, 1957, 120 págs.
Monseñor Chevrot, obispo auxiliar de París, nos ofrece en la presente obra una
serie de charlas religiosas dominicales dedicadas a las pequeñas virtudes de los hogares
cristianos: la cortesía, la humildad, la paciencia, la economía, la gratitud, la puntualidad,
etc. Cada capítulo resume una experiencia. Sin trascendentalismos, con suprema senci-
llez, gracia, ternura y fervor apostólico, el autor expone las virtudes humildes que
pueden conducirnos a una honrosa conducta de vida y a una humana convivencia.
E. H.
Ut unum sínt. - Collana diretta da Giacomo Alberione. - Edizioni Pao-
line, Roma. - Tip. Figlie di San Paolo.
Hace unos meses llegaron a mi mesa de trabajo una colección de libros en lengua
italiana enviados gentil y gratuitamente por las Hijas de San Pablo desde Roma. Son
en total 17 libros. Unos cuentan con varios centenares de páginas. El mayor de ellos
tiene 1566. Y otros andan alrededor de las 100 páginas. Llegó también adjunto un
60
REVISTA BIBLICA
cuadernillo con diversos folletos de propaganda. La publicación de esta colección co-
menzó este año en Roma. >
Todos los libros llevan por lema las palabras de la oración sacerdotal de Cristo:
Ut unum sint. El fin de esta colección, como dice la contratapa, es doble: por un lado
quiere volver a la verdad a los hermanos separados, es decir, a los protestantes, por
medio de la recta interpretación del Evangelio; por otra parte, quiere instruir a aquellos
que deseen profundizar en las verdades de la fe. Por eso es que los opúsculos de marras
se dirigen al pueblo sencillo, como expresa también esta colección, para ser fuente de
instrucción, sobre todo, en las verdades más frecuentemente mal interpretadas. Para eso
posee argumentos apologéticos, bíblicos e históricos.
Estos libros, pues, son económicos, sencillos, muy instructivos, aún para personas
que poseen bastante instrucción religiosa. Se van tratando las diferentes verdades reli-
giosas con claridad suma, y en forma de pequeños capítulos, que hacen ágil y gustosa
su lectura.
Todos estos opúsculos, editados por las Hijas de San Pablo de Italia, han sido pu-
blicados bajo la dirección inmediata del gran Maestro de nuestro tiempo, sacerdote y
fundador de cuatro congregaciones religiosas, Don Santiago Alberione. La mayoría son
traducciones del inglés; uno ha sido vertido del francés y otros son originales del ita-
liano. Figuran; La Bibbia e i protestanti. Una sola vera Chiesa, Che sará di te oltre la
morte?, L’Anglicanesimo, Protestantesimo, II sacrificio della Messa, I sette sacramenti,
y, el mayor de todos, que es un archivo completo del protestantismo en Italia: Chiese
e Sette Protestanti in Italia.
Ya que nos es imposible dar un juicio crítico sobre todos estos libros en particular,
y como para muestra basta formularlo sobre uno de ellos, tomemos el libro que se llama
“La Bibbia sola guida sicura”? que es una traducción de la obrita inglesa: “The Bible
is not our solé guide! En la primera parte trata el autor de los hebreos, su escritura y
su iglesia. Todo es lo que ya sabemos preparación para el Nuevo Testamento; algo, pues,
incompleto, que consta de Biblia y Tradición, ambas interpretadas por una autoridad
que era la Sinagoga Judía. En la segunda parte trata de Jesucristo, la Biblia y la Iglesia.
Jesucristo funda una Iglesia, le da un jefe que es Pedro, y esa Iglesia es infalible. Pedro
Jefe de la Iglesia. La Iglesia es la que debe interpretar la Palabra de Dios. En la tercera
parte trata de la Iglesia y la Biblia según San Pablo: unidad de fe. Espíritu Santo,
Magisterio viviente... Por fin, trae dos capítulos, uno sobre el origen del Nuevo Testa-
mento y otro sobre la insuficiencia de la Biblia como regla única de fe.
Ojalá esta colección paulina sea ampliamente difundida en todas partes, y para eso
esperamos la pronta versión del italiano a nuestra lengua. Por otra parte felicitamos
de corazón y manifestamos desde estas páginas de Revista Bíblica nuestra gratitud a
las Hijas de San Pablo por el acierto de esta publicación y las alentamos a seguir di-
vulgando la Palabra de Dios en obras sencillas, económicas y manuales como éstas, y
a cumplir así el fin de su apostolado que es la buena prensa, sobre todo, la difusión
de la Palabra de Dios.
I E. C. DelVOca, C. Ss. R.
La vita in Cristo e nella Chiesa. - Rivista litúrgica mensile. Anno VI,
Roma. Via portuense, 739. - Per l’Italia: L. 800. - Per l’Estero: L. 1.500.
Las Pías Discípulas del Divino Maestro, Congregación fundada en Italia por el cé-
lebre sacerdote D. Santiago Alberione, para el apostolado de la eucaristía, de la liturgia
y al servicio del sacerdote, edita en italiano la Revista de marras, encaminada a pro-
pagar la Sagrada Liturgia. Por los dos números del año próximo pasado llegados a mis
manos he podido comprobar que se trata de una Revista de actualidad litúrgica de siuna
importancia. Agil, sencilla, moderna, variada. Ilustrada con hermosas fotografías; posee
una explicación en los diferentes números de cada evangelio dominical; muestras de
ornamentos fabricados por las Hermanas; artículos breves e interesantes; antiguos do-
cumentos sobre liturgia. En una palabra, no es una Revista más, sino que viene, lo
mismo que la Congregación de esas Hermanas, a llenar una necesidad en el mundo
de hoy en que tanta importancia se le está dando a la Sagrada Liturgia.
Ojalá llegue esta Revista a muchos hogares de habla italiana, y ojalá también los
sacerdotes que entienden esa lengua se suscriban a ella, donde encontrarán temas de
predicación y otros tópicos de provecho para sí y sus feligreses.
E. C. Dell’Oca, C. Ss. R.
Libros recibidos
Editorial Fried. Pustet, Regensburg
K. Algermissen, L. Bóer, C. Feches, J. Tgciak: Lexikon der Marienkunde (Diccio-
nario de Mariología). - 1957, 1. fase., Aachen-Anath, 192 col., DM. 9,50.
J. Schmid: Das Evangelium nach Mattháus (El Evangelio según Mateo). - Tercera
edición, 1956, 402 págs.
J. Schmid: Das Evangelium nach Markus (El Evangelio según Marcos). - Segunda
edición, 1954, 320 págs.
J. Schmid: Das Evangelium nach Lukas (El Evangelio según Lucas). - Tercera
edición, 1955, 367 págs.
Editorial A. Tópelmann, Berlin W.
E. Grásser: Das Problem der Parusieverzógerung in den synoptischen Evangelien
und in der Apostelgeschichte (El problema de la tardanza de la parusía en los
Evangelios sinópticos y en los Hechos de los Apóstoles). - 1957, B. Z. N. T.
22, VIII y 234 págs., DM. 34.
Editorial J. Gabalda et Cié., París
René Laurentin: Structure et Théologie de Luc. /-// (Estructura y teología de Le.
1-2). 1957, Eludes Bibliques, 230 págs., 1700 fr. franc.
Editorial Desclée de Brouwer, Bruges
Varios: La formation des Evangiles. Probléme sinoptique et Formgcschichte (La
formación de los Evangelios. Problema sinóptico e historia de las formas lite-
rarias). - 1957, 224 págs., 150 fr. b.
Editorial Chr. Kaiser, Mánchen
W. Marxsen: Exegese und Verkündigung (Exégesis y Predicación). - 1957, 56 págs.,
DM. 2,70.
F. F. Bruce: Die Handschriftenfunde am Toten Meer (Los manuscritos hallados
cerca del Mar Muerto). - 1957, 176 págs., DM. 7,50/9,50.
Editorial Herder, Wien
J. Staudinger: Die Bergpredigt (El sermón del monte). - 1957, 360 págs., S. 115,
DM. 19, sfr. 1970.
Editorial Herder, Barcelona - Buenos Aires (C. Pellegrini 1179)
A. Niedermeyer: Compendio de Higiene Pastoral, 1957, 396 págs.
E. Mura: La humanidad vivificante de Cristo, 1957, 302 págs.
H. Fischer: Introducción al “Catecismo Católico”, 1957, 127 págs.
G. ChevTot: Las pequeñas virtudes del hogar, 1957, 120 págs.
A. Wallenstein: La educación del niño y del adolescente, 1957, 413 págs.
Fr. Schneider: La educación de sí mismo, 1957, 334 págs.
Hild. Fleischmann, O.S.B.: Oficio Divino Parvo, 1957, 976 págs.
Jos. A. Jungmann, S.J.: Catequética, 1957, 349 págs.
Editorial C. Bertelsmann, Gütersloh
L. H. Grollenberg, O.P.: Bildatlas zur Bibel (Atlas ilustrado a la Biblia). - Traducido
por el Prof. Dr. H. Eising (Münster) y prologado por el Prof. Dr. J. Hempel
(Gottingen). - 1957, 164 págs., 36 mapas de ocho colores, 400 fotografías y
dibujos. - 27x36 rtms.. en tela 38 DM.; 43,50 sfr.; 258,40 s.
Editorial Herder, Freiburg
Yves de Montcheuil: Kirche und Wagnis des Glaubens (Iglesia y fe). - 1957, 212
págs., en tela DM. 10,80.
J. P. Michael: Unser Leben für die Brüder (Nuestra vida para los hermanos). -
1957, 276 págs., en tela DM. 11.
Editorial Euramérica, Madrid
J. A. Mateo, S.J.: Almas en los tajos. Colección Mundo Mejor (CMM) 17, 189 págs.
Juan B. M. Ferre, O. Carm.: Catolicismo o capillismo. CMM 26, 198 págs.
Caritas Española: Comunicación cristiana de bienes. CMM 34, 216 págs.
J. Hervas: Los cursillos de cristiandad, instrumento de renovación cristiana. -
CMM 38, 558 págs.
Editorial Sal Terrae, Santander
Sev. del Páramo, S.J.: La Persona de Jesús ante la crítica liberal protestante ^
racionalista. - 1956, 202 págs.
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EDITORIAL GUADALUPI
Presenía:
Por MONS. DR. STRAUBINGER — 9? Edición.
En MINIATURA y papel Biblia, muy apto para la lectura en los viajes. Alcanzó 3 ediciones en
primer año. Formato 7,5 x 12 cms., 414 páginas.
N<? 111 Con tapa cartulina $ 15.
N<? 112 Ene. en cuerina, canto natural .... $ 20.
N<? 113 Ene. en cuerina, con cantos dorados t 30.
N» 114 Ene. en cuero, con c/dorados $ 42.'
N? 115 Ene. en cuero acolchado, c/dorados,
guardas de seda y orla de oro $ 55.-
N9 115a Ene. en cuero acolchado, c/dorados,
guardas de seda y orla de oro, con
presilla $ 65.'
Ní> 116 Ene. en cuero imitación rusia, acol-
chado, c/dorados, guarda de seda y
orla de oro $ 70--
N» 117 Ene. en, cuero imitación rusia, acol-
chado, c/dorados, guardas de seda y
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Mansilla 8865 - Suc. 25 - Cas. 23
Buenos Aires - T. E. 84 - 606
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