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Full text of "Revista bíblica."

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LIBRARY  OF  PRINCETON 


JUL  - 9 2003 


THEOLOGICAL  SEMINARY 


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in  2016 


https://archive.org/details/revistabiblica2087soci 


lÍEVlSTA  BIBLICA 


3{c  DOCUMENTOS  Y ESTUDIOS 

La  búsqueda  de  la  verdad  en  tiempos  de  Jesucristo  según  los  ma- 
nuscritos a orillas  del  Mar  Muerto  - Fr.  Nótscher 1 

Algunos  problemas  planteados  por  los  documentos  extrabíblicos  de 

Qumrán  - Fr.  Roberto  de  Buenos  Aires,  Cap.  14 

* BIBLIA  Y VIDA 

Vivamos  la  Palabra  de  Dios:  - M.  Zerwick,  S.J. 

6.  El  júbilo  del  Señor  (Le.  10,  21-24)  ; 23 

7.  Amar  a Dios  con  toda  el  alma  (Le.  10,  25-29)  25 

La  Biblia  y las  Bellas  Artes  - P.  Schneider,  S.  V.  D.  29 

BIBLIA  Y LITURGIA 

¿Hay  que  “cristianizar”  los  salmos?  - A.  Miller,  O.  S.  B.  33 

Normas  pontificias  sobre  uso  de  aparatos  de  cine  y Música  y palabras 

grabadas  en  el  interior  de  nuestros  Templos  41 

^ CRONICA  Y NOTICIAS 

Movimiento  Bíblico  Católico  en  la  Argentina  durante  el  año  1957  ...  42 

Semana  Bíblica  de  Catamarca  1957  44 

Reunión  anual  de  los  Profesores  de  Sagrada  Escritura  - P.  Eugenio 

Lákatos,  S.  V.  D. 45 

El  Movimiento  Bíblico  Católico  47 

Décimotercer  Congreso  de  Arqueología  en  Israel  - José  S.  Croatto,  C.  M.  50 

^ BIBLIOGRAFIA 

Antiguo  Testamento 52 

Nuevo  Testamento  ; 54 

Introducción  55 

Arqueología  y Geografía  56 

Historia  de  la  Exégesis  57 

Varios  58 


EDITORIAL  GUADALUPE 


AVISO  A LOS  SUSCRIPTORES 


No  se  escapa  al  conocimiento  de  ninguno  de  nuestros  suscriptores 
que  en  los  últimos  años  los  precios  de  todos  los  artículos  de  'ventct 
aumentaron  enormemente.  A esta  alza  general  no  pudieron  sustraerse 
los  libros,  diarios  g las  revistas.  Repetidas  veces  en  los  dos  últimos 
años  fueron  aumentados  los  sueldos  del  personal  empleado  en  la  im- 
prenta y subieron  los  precios  de  papel,  tinta,  etc.  Si  hasta  la  fecha 
hemos  mantenido  el  precio  de  suscripción  de  nuestra  revista  a un  nivel 
relativamente  bajo,  nos  movió  a esto  el  interés  por  la  Palabra  de  Dios 
cuyo  conocimiento  queremos  difundir,  por  medio  de  las  páginas  de 
esta  revista,  también  entre  la  gente  de  menos  recursos  económicos. 
Sin  embargo,  para  asegurar  la  misma  existencia  de  la  revista,  nos 
vemos  obligado  a aumentar,  desde  el  primer  número  del  año  en  curso, 
el  precio  de  la  suscripción  anual  en  cinco  pesos,  de  manera  que  et 

NUEVO  PRECIO  será  de  30  pesos  m/n.  argentina. 


Contamos  con  la  comprensión  de  nuestros  suscriptores  a quienes 
agradecemos  la  confianza  que  nos  han  dispensado  hasta  el  presente 
y su  abnegada  colaboración.  Gustosamente  aceptaremos  SUSCRIPCIO- 
NES DE  BIENHECHORES  que  nos  permitirían  mejorar  considerable- 
mente nuestra  publicación. 


LA  DIRECCION 


DOCUMENTOS  Y ESTUDIOS 


La  búsqueda  de  la  verdad  en  tiempos  de  Jesucristo 
según  los  manuscritos  de  Qumran  a orillas  del  Mar  Muerto 

A.  Con  ocasión  de  la  solemne  promoción  en  la  facultad  de  filosofía  de 
la  universidad  de  Berlín,  año  de  1922,  los  candidatos  de  entonces  hicimos 
entre  otras  la  promesa  de  buscar  y profesar  siempre  la  verdad,  impresio- 
nante formulación  esta  de  las  exigencias  académicas:  buscar  la  verdad, 
una  misión  para  docentes  y alumnos  que  absorbe  todo  su  esfuerzo;  y hacer 
profesión  de  la  verdad,  que  ya  es  asunto  del  carácter,  más  difícil  y de  todos 
modos  expuesto  a mayores  riesgos  y peligros,  y que  tanto  en  el  pasado  como 
en  la  actualidad  implicó  más  de  una  vez  el  sacrificio  de  la  misma  vida. 
A éstas,  empero,  se  agrega  otra  exigencia,  de  importancia  aun  mayor:  la  de 
obrar  la  verdad,  y que  no  tiene  un  origen  académico,  sino  bíblico.  La  encon- 
tramos tanto  en  el  Antiguo  como  en  el  Nuevo  Testamento,  (Gén.  32,  10; 
47,  29;  Neh.  9,  33;  Tob.  4,  6;  13,  6;  Jo.  3,  21;  Jo.  1,  6 cf.  Is.  26,  10  G.),  y es 
cierto  que  en  tiempos  de  Jesucristo,  y en  algunos  casos  también  antes,  hubo 
círculos  que  se  esforzaron  seriamente  en  este  sentido.  Aunque  su  número 
no  fuera  tal  vez  muy  crecido,  no  eran  todos  ellos  escépticos  ni  mucho  me- 
nos, a la  manera  de  Pilato,  a quien  la  verdad  no  interesaba,  quien  ni  sabía 
qué  hacer  con  ella  teniéndola,  en  el  mejor  de  los  casos,  por  inalcanzable, 
por  lo  cual  se  desentiende  del  asunto  enfadado  con  la  pregunta  “¿Qué  es 
verdad?”.  La  verdad  es  una  de  las  ideas  madres  del  Evangelio  de  San  Juan. 
Cristo  dice  de  sí  mismo  que  ha  venido  al  mundo  para  dar  testimonio  de  la 
verdad  (Jo.  18,  37) ; se  denomina  a sí  mismo  el  camino,  la  verdad  y la  vida 
y anuncia  a sus  discípulos  el  espíritu  de  verdad  que  los  guiará  hasta  la 
verdad  completa  (Jo.  16,  13). 

Considerada  filosóficamente,  la  verdad  es  simple:  no  hay  más  que  una 
verdad.  Pero  su  realización  en  la  vida  práctica  es  múltiple  y complicada 
como  la  vida  misma.  El  “obrar  la  verdad”  es  por  supuesto  un  cometido 
eminentemente  práctico  en  el  que  la  verdad  adquiere  múltiples  facetas  y 
da  origen  a un  concepto  bajo  el  cual  pueden  entenderse  muchas  cosas. 

B.  Sin  embargo,  el  “obrar  la  verdad”  es  el  fin  de  vida  propiamente 

dicho  que  persiguen  los  hombres  reunidos  en  una  asociación  religiosa  o 

comunidad  similar  a la  monacal,  cuyos  escritos  fueron  hallados  a partir 
de  1947  en  hasta  ahora  once  cuevas,  situadas  en  las  proximidades  de  las 
ruinas  de  Chirbet  Qumran,  a poca  distancia  del  extremo  noroeste  del  Mar 
Muerto,  y en  cuyo  hallazgo  intervinieron  así  personas  competentes  como 
otras  que  no  lo  eran  tanto.  Si  esta  comunidad  llevaba  un  nombre  propio, 
acaso  para  distinguirla  de  los  fariseos  y saduceos  contemporáneos,  y cuál 
haya  sido  éste,  es  cosa  que  hasta  ahora  no  se  ha  podido  develar.  Por  lo  tanto (*) 

(*)  Conferencia  pronunciada  el  14  de  Noviembre  de  1956  ante  los  oyentes  de  la 
Facultad  de  Filosofía  de  la  Universidad  de  Bonn,  (ciclo:  Studium  Universale)  por  el 

Prof.  Dr.  F.  Ndfscher.  Agradecemos  a la  dirección  de  la  revista  ‘'Das  Heilige  Land”  la 

gentileza  de  habernos  otorgado  el  permiso  de  traducción  y reproducción  de  la  muy 
instructiva  conferencia. 

Revista  Bíblica  N?  87  Enera  - Marzo  1958  Año  20 

Registro  Nacional  de  la  Propiedad  Intelectual  N®  554.331 
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REVISTA  BIBLICA 


será  práctico  denominarlos,  según  las  ruinas  que  quedaron  de  la  sede  por 
entonces  la  más  importante,  la  comunidad  oí  también  la  secta  de  Qumran. 
Ellos  mismos  se  denominan  o hacen  denominarse  en  sus  escritos  los  “hijos” 
o también  “hombres  de  la  verdad”,  “que  cumplen  la  ley”,  “cuyas  manos  no 
aflojan  en  el  servicio  de  la  verdad  durante  los  últimos  tiempos”;  se  llaman 
“casa  de  la  verdad”,  “casa  de  la  perfección  y verdad”,  “comunidad  de  la 
verdad”,  “en  la  que  ha  de  echarse  un  fundamento  de  la  verdad”,  contra- 
poniéndose a “todos  los  malhechores  y hombres  de  la  mentira  o de  la  vio- 
lencia respectivamente,  que  reniegan  de  Dios”.  Ingresar  en  la  asociación,  o 
sea,  en  la  alianza  (con  Dios)  significa  convertirse  a la  verdad  y apartarse 
de  toda  injusticia”.  El  candidato  se  obliga  a “obrar  la  verdad  y proceder 
conforme  a derecho  y justicia  entre  las  gentes”.  El  fin  de  la  asociación  es 
“fundar  el  santo  espíritu  para  la  eterna  verdad  para  expiar  toda  culpa” 
En  su  carácter  de  hijos  de  la  verdad,  los  miembros  pueden  esperar  el  perdón 
de  Dios  y esperan  asimismo  poder  estar  en  su  presencia  por  toda  la  eternidad, 
lo  que  es  de  creer  que  significa  la  eterna  bienaventuranza,  mientras  que  los 
malhechores  son  amenazados  por  el  aniquilamiento.  No  hay  posesión  cuyo 
valor  iguale  a la  verdad  y el  hombre  pío  no  la  cambia  por  nada  en  este 
mundo.  Trátase,  pues,  de  gente  que  se  esfuerzan  por  obrar  rectamente  pero 
que  suponen  de  todos  los  demás  que  no  lo  hacen.  El  mundo  es  el  lugar  de 
lucha  entre  el  espíritu  de  la  verdad  y el  espíritu  de  la  maldad.  Ellos,  por  su 
parte,  se  han  decidido  por  el  espíritu  de  la  verdad,  mientras  todos  los  demás 
están  entregados  al  espíritu  de  la  maldad,  hasta  que  por  último,  en  el  fin 
del  mundo,  el  espíritu  de  la  verdad  prevalece  y toda  la  maldad  es  destruida. 
Por  ahora  el  mundo  se  halla  bajo  el  dominio  de  la  maldad;  sólo  en  la  con- 
gregación está  personificada  la  verdad,  pues,  es  el  único  lugar  donde  se 
cultiva  y enaltece  en  los  tiempos  malos. 

La  contraposición  maldad:  injusticia  nos  aclara  qué  se  entiende  en 
Qumran  bajo  “obrar  la  verdad”:  significa  llevar  una  vida  honesta  con- 
forme a las  normas  de  la  ley  de  Moisés,  significa  observar  la  ley  de  Moisés 
“con  todo  el  corazón  y toda  la  mente”  y según  la  interpretación  estricta  tal 
como  es  costumbre  y tradición  en  la  congregación.  En  la  estricta  interpre- 
tación de  la  ley  y su  consiguiente  práctica  consiste  lo  específico  de  la  con- 
gregación por  lo  que  se  distingue  de  sus  connacionales  y correligionarios, 
en  los  cuales  no  se  ve  otra  cosa  que  transgresores  de  la  ley.  Para  acreditar 
su  estricta  interpretación  y observancia  de  la  ley  invoca  la  divina  inspiración 
otorgada  a su  fundador  o cabeza,  el  “Maestro  de  la  justicia”,  inspiración 
que,  según  parece,  sigue  viviendo  en  los  sacerdotes  sadoquitas  que  perte- 
necen a la  congregación,  aunque  sin  ser  reconocidos  por  los  extraños  que  no 
forman  parte  de  la  misma.  Su  severa  doctrina  y práctica  hace  de  esta  gente 
integralistas  y extremistas  religiosos,  más  aún:  verdaderos  disidentes  que,, 
no  obstante,  se  tienen  a sí  mismos  por  el  único  verdadero  pueblo  de  Israel 
comparado  con  el  cual  todos  los  demás  no  son  sino  renegados.  La  congre- 
gación se  halla  en  oposición  al  sistema  religioso  reinante,  y por  más  que 
sacerdotes  sadoquitas,  es  decir,  legítimos  ocupan  en  la  misma  un  lugar 
preeminente  y dirigente,  impugna  al  sacerdocio  oficial  de  su  tiempo  que  le 
parece  manifiestamente  ilegítimo,  en  lo  que  llega  hasta  a hablar  de  un 
“sacerdote  sacrilego”,  bajo  el  cual  parece  que  no  debe  entenderse  otra  cosa 
que  el  mismísimo  Sumo  Sacerdote  en  ejercicio,  quien  después  de  buenos 
comienzos  faltó  a sus  obligaciones,  para  ahora  perseguir  con  sus  secuaces 
al  Maestro  de  la  justicia.  Empero,  la  congregación  no  cultiva  una  piedad 
exteriorizada  cual  les  es  echada  en  cara  a los  fariseos  en  el  Nuevo  Testa- 


LA  BUSQUEDA  DE  LA  VERDAD  SEGUN  LOS  MANUSCRITOS  DE  QUMRAN  3 

mentó;  por  el  contrario,  es  toda  interiorizada  y sublimada:  todos  los  sacri- 
ficios, ritos  y costumbres,  si  bien  no  se  los  rechaza  expresamente,  no  tienen 
valor  alguno  como  no  sean  acompañados  por  la  verdadera  penitencia  y 
conversión.  Ni  con  torrentes  de  agua  purificadera  puede  lavarse  la  culpa 
si  el  hombre  no  se  ha  apartado  interiormente  del  pecado. 

Tan  duro  contraste  como  el  que  separa  a la  congregación  de  .sus  con- 
nacionales dede  entenderse  por  la  época  en  que  floreció:  es  la  hora  de  la 
discusión  con  las  nuevas  ideas  foráneas  que  fueron  penetrando  sobre  todo 
con  la  corriente  del  helenismo  y produjeron  una  separación  de  los  espíritus 
en  campos  opuestos,  a la  vez  que  exigían  a cada  individuo  una  toma  de 
posición.  Dentro  de  este  conjunto  la  congregación  de  Qumran  representa 
manifiestamente  uno  de  los  extremos  en  pugna;  el  otro  lo  constituyen  los 
connacionales  de  orientación  helenista  y hasta  romana,  quienes  abandonan 
Ja  tradición  religiosa  en  mayor  o menor  medida.  Entre  estos  parece  haber 
habido  los  neutrales  dotados  de  cierta  agilidad  oportunista  quienes,  para 
hablar  con  el  profeta,  cojeaban  en  ambos  pies,  tratando  de  hacer  de  media- 
dores o de  impedir  decisiones  demasiado  definidas.  Estos  tales,  en  los  escri- 
tos de  Qumran,  son  llamados  “los  que  buscan  lo  liso”  (Chalaqoth),  acaso 
con  alusión  y parodia  de  los  Halakoth  de  los  fariseos,  reglas  de  conducta 
fundadas  en  mera  interpretación  de  la  ley  que,  sin  embargo,  a menudo  ne- 
gaban su  espíritu  y que  en  el  Nuevo  Testamento  son  marcadas  a fuego  como 
exteriores  y carentes  de  alma.  Parece  que  a los  “neutrales”  pertenecía  la  casa 
de  Absalón,  imposible  ya  de  definir  con  mayor  exactitud,  a la  que  se  repro- 
cha no  haber  venido  en  socorro  del  Maestro  de  la  justicia  contra  su  anta- 
gonista, el  “hombre  de  la  mentira”. 

C.  Ahora  bien:  ¿qué  sabemos  en  detalle  acerca  de  la  congregación  de 
Qumran?  ¿De  qué  manera  trató  de  realizar  su  ideal?  ¿Cuál  es  su  relación 
con  movimientos  espirituales  afines,  y en  particular  con  el  cristianismo 
incipiente? 

I.  Hace  unos  diez  años  no  se  sabía  de  esta  organización  absolutamente 
nada.  En  ningún  lugar  de  la  tierra  se  la  menciona,  ni  en  el  Nuevo  Testa- 
mento, ni  en  Filón  ni  en  Flavio  Josefo,  como  no  se  la  quiera  declarar  idén- 
tica con  los  esenios  lo  cual,  concediendo  todas  las  semejanzas  obervables, 
no  es  hacedero  así  como  así. 

Una  noticia,  siempre  incompleta,  nos  la  dan  por  ahora  dos  fuentes: 
1.  los  escritos  hallados  que  fueron  de  su  propiedad  y la  tienen  por  autor, 
por  lo  menos  en  parte;  2.  el  dictamen  arqueológico  de  su  sede  principal, 
precisamente  en  la  que  hoy  se  llama  Chirbet  Qumran. 

1.  a)  El  hallazgo  de  manustritos,  iniciado  en  el  año  de  1947,  no  ha 
concluido  todavía.  Si  al  principio  se  trataba  de  una  cueva,  hoy  han  llegado 
a ser  once,  de  las  cuales  continúan  llegando  al  mercado  siempre  nuevos 
fragmentos,  los  más  en  lengua  hebrea,  los  menos  en  arameo  (u  otras  lenguas) , 
casi  todos  escritos  sobre  cueros.  Y decimos  deliberadamente  que  están  lle- 
gando al  mercado,  comoquiera  que  los  exploradores  que  más  éxitos  obtienen 
son  los  beduinos  nativos  del  lugar  y conocedores  del  mismo.  Estos,  una  vez 
advertidos  sobre  el  valor  de  lo  hallado,  no  solamente  se  empeñan  en  man- 
tener en  secreto  el  lugar  del  hallazgo  por  el  mayor  tiempo  posible,  sino  que 
tratan  también  de  sacar  la  mayor  partida  posible  en  forma  de  pingües  ga- 
nancias, obligando  a las  instituciones  y autoridades  científicas  interesadas 
a comprarles  los  escritos  a precio  de  oro.  Es  verdad  que  una  expedición 


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REVISTA  BIBLICA 


científica  recorrió  por  sí  misma  en  el  año  de  1952  varios  centenares  de  cuevas 
en  los  alrededores  de  Qumran,  registrándolas  por  su  contenido;  pero  el 
resultado  fué  extremadamente  pobre.  Son  las  menos  de  las  cuevas  que  con- 
tenían fragmentos  de  manuscritos  que  han  sido  halladas  por  manos  peritas 
y oficiales.  Cada  vez  que  nuevos  manuscritos  son  ofrecidos  en  venta,  se 
investiga  al  punto  el  lugar  de  origen,  para  iniciar  la  rebusca  a fondo  sobre 
el  mismo  terreno.  Pero  no  es,  al  fin,  más  que  una  segunda  cosecha,  y pocas 
veces  se  logra  determinar  cuánto  ya  ha  sido  destruido,  o secuestrado,  todo 
lo  cual  puede  volver  a reunirse  sólo  en  raros  casos  y con  gran  trabajo. 
Puesto  que  la  región  pertenence  al  estado  de  Jordania,  la  autoridad  compe- 
tente es  la  administración  de  antigüedades  en  Ammán,  hasta  ahora  bajo  la 
dirección  del  sabio  inglés  Lankaster  Harding,  quien  también,  ayudado  por 
el  director  de  la  escuela  bíblica  francesa  en  Jerusalén,  P.  R.  de  Vaux  y la 
existente  American  School  of  Oriental  Research,  condujo  las  investigacio- 
nes sobre  el  terreno.  Pero  los  manuscritos  aparecidos  en  el  comercio  no 
fueron  adquiridos  solamente  por  este  grupo,  sino  también  por  otras  insti- 
tuciones; incluso  Su  Santidad  el  Papa  e instituciones  alemanas  pusieron  a 
disposición  los  medios  requeridos,  pero  el  asunto  ha  sido  organizado  por 
razones  prácticas  de  tal  manera  que  todos  los  manuscritos  nuevos  son  lle- 
vados en  primer  término  al  museo  de  Jerusalén,  (sector  jordano),  donde 
permanecen  juntos  hasta  haber  sido  editados.  De  otra  manera  resultaría 
imposible  su  aprovechamiento  científico,  comoquiera  que  se  trata  de  miles 
de  pequeños  y diminutos  fragmentos  que  a causa  de  su  estado  precario 
requieren,  en  buena  parte,  una  preparación  química  previa,  y en  todo  caso 
deben  ser  primero  coordinados,  leídos,  identificados  e interpretados.  Esta 
delicada  labor  está  a cargo  de  media  docena  de  sabios,  especializados  en  esta 
tarea,  quienes  la  ejecutan  en  el  mismo  lugar  bajo  la  dirección  de  P.  R.  Vaux. 
De  esta  manera,  teniendo  en  cuenta  las  circunstancias,  parece  dada  la  mejor 
garantía  para  un  trabajo  rápido  y perito.  Hasta  el  presente,  — y prescin- 
diendo de  algunas  pruebas  de  textos  aislados — no  han  sido  publicados  sino 
los  textos  que  responden  a la  cueva  descubierta  en  primer  lugar  y que  se 
publicaron  en  diversos  lugares.  El  fin  de  esta  serie  lo  formó  el  volumen 
de  Barthélemy-Milik,  Qumran  Cace  I,  Oxford  1955.  Sin  embargo  se  ha  sa- 
bido que  la  totalidad  del  material  hallado  en  las  cuevas  hasta  ahora  cono- 
cidas, llenaría  unos  diez  volúmenes,  siendo  imposible  prever  la  fecha  de 
aparición  de  todos  ellos. 

Sin  embargo,  no  todo  el  material  llegó  a manos  del  mencionado  centro 
editorial  del  museo  en  la  parte  jordana  de  Jerusalén.  Los  rollos  más  gran- 
des y mejor  conservados  de  la  primera  cueva  vinieron  a parar  a la  univer- 
sidad hebrea  de  Jerusalén,  (sector  israelí),  tres  de  ellos  ya  en  los  años  1947/48 
por  adquisición  directa.  Otros  cuatro  rollos  llegaron  a este  destino  recién 
en  1954  por  etapas  intermedias  que  condujeron  sobre  el  monasterio  sirio- 
nestoriano  de  Jerusalén  y los  Estados  Unidos,  (al  precio  de  U$S  250.000, 
donados  en  su  mayor  parte  por  un  mecenas  norteamericano) . Estos  desvíos 
reportan,  sin  embargo,  la  ventaja  de  que  tres  de  estos  manustrictos  vieron 
la  luz  pública  en  los  Estados  Unidos  ya  en  1950/51,  fecha  muy  anterior  a 
la  obtenida  por  los  manuscritos  depositados  en  Jerusalén.  De  todos  modos, 
la  totalidad  de  los  rollos  hasta  ahora  hallados  se  encuentra  en  la  actualidad 
en  Jerusalén,  aunque  no  todos  en  el  mismo  sector  de  la  ciudad,  sino  de 
ambos  lados  de  la  frontera  o zona  beligerante  que  divide  la  ciudad,  y atra- 
vés de  la  cual,  según  parece,  ni  siquiera  existe  un  intercambio  científico. 


LA  BUSQUEDA  DE  LA  VERDAD  SEGUN  LOS  MANUSCRITOS  DE  QUMRAN  5 

b)  ¿Cuál  es  el  contenido  de  los  rollos? 

Los  textos  tienen  contenidos  bíblicos  y extra-bíblicos.  Un  rollo  de  piel 
de  ante,  de  unos  siete  metros  de  largo,  contiene  54  columnas  y casi  libre  de 
deterioros  el  texto  completo  del  libro  de  Isaías.  De  un  segundo  rollo  que 
contiene  el  texto  del  mismo  libro  sólo  se  ha  conservado  una  tercera  parte, 
a saber,  principalmente  el  último  tercio.  Agréganse  a esto  fragmentos  me- 
nores de  todos  los  libros  del  Antiguo  Testamento,  con  excepción  del  libro 
de  Ester,  así  como  fragmentos  hebreos  de  Sirac  y fragmentos  ya  hebreos 
ya  árameos  del  libro  de  Tobías  del  que  se  poseía  hasta  ahora,  en  lo  que  a 
la  antigüedad  se  refiere,  sólo  la  traducción  griega.  En  vista  de  que  estos  ma- 
nuscritos son  unos  mil  años  más  antiguos  que  los  grandes  y completos  manus- 
critos hebreos  de  la  Biblia  hasta  ahora  conocidos,  su  importancia  para  la 
historia  del  texto  y de  la  lengua  es  extraordinaria.  Aunque  carecen  natural- 
mente de  vocales,  utilizan  en  parte  consonantes  en  calidad  de  signos  voca- 
les en  una  medida  hasta  ahora  inaudita.  El  texto  bíblico  de  consonantes 
en  algunos  de  estos  rollos,  sobre  todo  en  el  segundo  rollo  incompleto  de 
Isaías,  concuerda  casi  en  un  todo  con  el  que  hoy  se  tiene  por  texto  standard 
y tradicional.  De  esta  manera  queda  demostrado  que  el  texto  masorético 
que  hoy  en  día  ejerce  un  predominio  absoluto,  tiene  en  cuanto  a su  acervo 
de  consonantes  una  antigüedad  muy  superior  y estuvo  fijado  mucho  antes 
de  lo  que  se  suponía  hasta  ahora.  Pero  en  aquella  época  — alrededor  del 
comienzo  de  nuestra  era — estaban  en  uso,  incluso  en  Qumran  mismo,  varias 
otras  recensiones  que  se  distinguían  entre  sí  no  tanto  por  el  contenido  objeti- 
vo, cuanto  por  los  detalles  lingüísticos  y gramaticales.  En  los  dos  rollos  de 
Isaías,  hallados  en  una  misma  cueva,  es  donde  estas  divergencias  se  hacen 
más  visibles.  Algunas  veces,  no  siempre,  las  recensiones  divergentes  parecen 
responder  al  modelo  de  la  antigua  traducción  griega,  (Septuaginta) . 

Un  grupo  aparte  fórmanlo  unos  comentarios  a manera  del  Midrash  so- 
bre determinados  libros  bíblicos  y que  revisten  características  hasta  ahora 
desconocidas.  De  lo  que  más  se  conserva  es  un  comentario  sobre  Habacuc; 
menos  voluminosos  son  los  fragmentos  sobre  Sofonías,  Nahum,  Isaías  y los 
salmos.  El  texto  bíblico  citado  en  cada  caso  se  interpreta,  acomoda  y actualiza 
versículo  por  versículo  o capítulo  por  capítulo,  a menudo  de  manera  bastante 
arbitraria  respecto  de  circunstancias  y personas  contemporáneas,  (tal  como 
las  ve  el  autor) , del  mismo  modo  como  suele  ocurrir  en  nuestros  días  en  los 
sermones  con  más  o menos  fundamento.  Hasta  ahora  se  conoce  un  solo 
caso  en  que  se  designan  nominalmente  a personajes  históricos,  a saber  en 
el  comentario  sobre  Nahum,  donde  un  lugar  se  refiere  expresamente  a 
Demetrio  o Antíoco  respectivamente.  Este  hecho  tendría  suma  importancia 
para  determinar  la  fecha  de  estos  textos.  Pero  por  desgracia  el  dato  no  es 
suficientemente  preciso  puesto  que  hay  varios  personajes  de  este  nombre 
que  intervenieron  de  manera  aciaga  en  la  historia  de  Israel.  Algunas  veces 
ocurre  también  que  los  textos  han  sido  compuestos  a base  de  diversos  libros 
bíblicos  en  calidad  de  “Testimonia”  o a manera  de  un  “florigelio”.  Un  rollo 
contiene  en  toda  forma  un  Ritual  para  la  Guerra  Santa  con  instrucciones 
para  la  lucha  “de  los  hijos  de  la  luz  contra  los  hijos  de  las  tinieblas”,  oca- 
sión en  la  cual  los  enemigos  son  señalados  con  los  mismos  nombres  histó- 
ricos como  en  el  salmo  83.  Las  instrucciones  tienen  en  gran  medida  carácter 
litúrgico,  refiriéndose  a oraciones  y alocuciones  de  los  sacerdotes  y hasta 
prescripciones  de  pureza  legal.  Pero  se  encuentran  asimismo  datos  precisos 
acerca  de  la  leva,  el  número  y ordenamiento  por  grupos  de  las  tropas,  armas 
y la  táctica  de  guerrear,  todo  lo  cual  parece  suponer  ya  el  conocimiento  de 


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REVISTA  BIBLICA 


la  organización  de  la  milicia  helénica  y romana  respectivamente.  Lo  nota- 
ble, empero,  es  que  no  hay  una  perfecta  concordancia  con  las  prescripcio- 
nes del  pentatueco.  El  hijo  del  editor  Sukenik,  Y.  Yadin,  jefe  del  estado 
mayor  del  ejército  israelí  de  liberación,  ha  escrito  a este  propósito  un  co- 
mentario en  hebreo  de  400  páginas.  Pero  queda  abierta  la  cuestión  de  si  se 
trata  aquí  de  una  guerra  ideal  de  un  futuro  escatológico,  o si  estamos  en 
presencia  de  un  reflejo  de  una  lucha  como  la  de  los  Macabeos. 

Otro  rollo,  lamentablemente  mutilado  en  su  parte  inicial  y terminal, 
contiene  unos  35  salmos  o cánticos  de  acción  de  gracias  que,  si  bien  no 
son  idénticos  en  manera  alguna  con  los  conocidos  canónicos  y no  canóni- 
cos, demuestran  sin  embargo  con  los  mismos  un  íntimo  parentesco,  tanto 
por  su  forma  como  por  su  fraseología.  Todos  ellos  son  oraciones  personales 
e individuales,  no  son  de  suyo  oraciones  de  la  comunidad  y se  deben  po- 
siblemente todos  al  mismo  autor.  Es  notable  que  apenas  contengan  petición 
alguna;  todos  comienzan  con  “¡Alábote,  Señor!”  o también  “¡Alabado  sea 
Dios!”,  por  lo  cual  son  alabanzas  de  Dios  con  la  siempre  repetida  confesión 
de  la  propia  nulidad  física  y moral.  Priva  sobre  todo  lo  demás  el  contenido 
(iidáciico:  la  doctrina  y la  mentalidad  de  la  congregación  aparecen  aquí 
llevadas  a una  forma  poética. 

El  más  importante  por  su  contenido  es  un  manuscrito,  por  desgracia 
también  incompleto,  que  contiene  una  especie  de  regla  de  la  orden,  la  que 
determina  en  detalle  la  organización  de  la  comunidad,  su  orden  jerárquico 
y su  dirección,  los  derechos  y las  obligaciones  de  sus  miembros,  admisión 
y expulsión  de  los  mismos,  y el  manejo  de  la  disciplina.  Una  segunda  regla, 
más  breve,  de  la  cual  sólo  se  conservan  dos  columnas,  se  refiere  a “toda 
la  comunidad  de  Israel  en  el  fin  de  los  días”,  o sea,  que  parece  tener  vigen- 
cia para  un  círculo  más  amplio  y para  una  época  diferente.  Aquí  la  forma 
de  organización  se  asemeja  más  a la  militar  y se  encuentran  también  dis- 
posiciones sobre  la  educación  de  los  hijos  y la  posición  que  ocupa  la  mujer, 
aptitud  para  el  servicio,  edad  para  el  servicio,  derecho  al  voto  de  los  miem- 
bros y,  en  particular,  de  los  funcionarios,  así  como  sobre  las  reuniones, 
comidas  en  comunidad  y el  orden  que  en  ellas  debe  observarse  según  el 
rango  de  cada  uno. 

Al  lado  de  estos  hallazgos  se  encontraron  también  fragmentos  hebreos 
de  escritos  apócrifos,  de  los  cuales  se  poseía  hasta  el  momento  solamente 
traducciones  antiguas,  como  por  ejemplo  del  libro  de  Henoc  y del  libro  de 
los  Jubileos.  Completamente  nueva  es  una  paráfrasis  en  arameo,  a la  ma- 
nera de  Midrash  y muy  amplificada  sobre  el  Gén.,  la  cual  fué  hallada  ya 
en  1947  y ahora  ha  sido  por  fin  publicada,  por  lo  menos  en  parte. 

Algo  especial  lo  constituye  un  rollo  de  cobre  de  más  de  dos  metros  le 
largo  e integrado  por  dos  piezas  conexas,  que  fué  encontrado  en  la  tercera 
cueva;  resultó  sobremanera  dificultoso  el  desenrollamiento  sin  detrimento 
para  el  texto  que  contiene,  a causa  de  la  oxidación  del  metal.  En  1956  se 
lomó  finalmente  la  resolución  de  cortarlo  (en  el  Instituto  Químico  de  Man- 
chester),  después  de  lo  cual  resultó  que  contiene  una  lista  de  unos  sesenta 
lugares  donde  juntamente  con  otros  objetos  de  valor  y una  copia  de  la  mis- 
ma lista  se  hallarían  tesoros  de  oro,  plata  y maderas  preciosas  en  cantida- 
des fantásticas.  Los  escondrijos  estarían  dispersos  por  todo  el  sector  com- 
prendido entre  Hebrón  y Siquem.  Será  menester  aguardar  la  publicación 
completa  del  texto  para  determinar  qué  hay  de  cierto  en  todo  esto.  Cosa 
bien  extraña  sería,  por  cierto,  el  que  una  asociación  cuyos  miembros  re- 


LA  BUSQUEDA  DE  LA  VERDAD  SEGUN  LOS  MANUSCRITOS  DE  QUMRAN  7 


nuncian  a su  propiedad  privada  viviendo  en  comunidad  y llevando  una 
vida  de  penitentes,  dispusiera  de  tan  inmensas  posesiones,  (¿200  toneladas 
de  objetos  de  valor?).  Acaso  se  trata  de  bienes  pertenecientes  al  templo  que 
se  pretendía  poner  en  lugar  seguro  ante  el  inminente  ataque  de  los  romanos. 
Es  de  notar  que  el  templo  no  solamente  tenía  sus  propias  posesiones,  sino 
que  sus  anexos  eran  utilizados  con  preferencia  también  como  depósito  de 
valores  de  pertenencia  privada. 

Por  su  contenido,  aunque  no  por  fecha  de  su  redacción,  pertenece  asi- 
mismo a los  manuscritos  del  Mar  Muerto  el  llamado  Documento  de  Damasco 
donde  se  narra  el  éxodo  de  una  comunidad  de  judíos  observantes  de  la  ley 
al  país  de  Damasco,  bajo  la  conducción  de  sus  sacerdotes.  Los  dos  manus- 
critos, hallados  ya  en  1896  en  una  sinagoga  de  la  parte  antigua  de  El  Cairo 
y publicadas  en  1910,  si  bien  datan  recién  del  siglo  10  ó 11,  han  sido  en- 
contrados en  forma  de  fragmentos  del  texto  ahora  también  en  Qumran.  Esto 
confirma  la  suposición  de  que  se  trata  de  una  misma  congregación,  por 
más  que  en  la  organización  aparecen  diferencias  de  poca  monta  que  también 
podrían  ser  condicionadas  por  las  circunstancias  de  tiempo  y lugar.  Tam- 
bién la  gran  regla  de  la  orden  Qumran  habla  de  un  éxodo  al  desierto  con 
el  fin  de  “preparar  las  vías  del  Señor”  por  medio  del  estudio  de  la  ley.  La 
fecha  del  éxodo,  imposible  de  determinar  con  exactitud,  acaso  deba  situarse 
en  el  tiempo  de  Herodes  I.  el  Grande,  (37-4  a.  C.)  quien  tenía  su  residencia 
de  invierno,  en  Jericó,  cerca  de  Qumran;  si  se  considera  el  tren  de  vida 
libertina  que  había  adoptado  este  monarca,  puede  suponerse  que  abrigaría 
escasas  simpatías  para  tan  severos  ascetas  en  su  vecindad  inmediata.  Así 
parece,  en  efecto,  que  bajo  su  gobierno  la  sede  matriz  de  Qumran  quedó 
abandonada  (por  las  razones  especificadas  más  abajo). 

Otro  grupo  de  manuscritos,  hallado  también  primero  por  beduinos  a 
unos  18  kilómetros  al  sur,  en  las  cuevas  de  Murabbaat,  en  medio  del  desierto 
de  Judá,  no  guarda  una  conexión  inmediata  con  los  de  Qumran,  pero  re- 
viste una  extraordinaria  importancia  paleográfica.  La  letra  en  ellos  usada 
muestra  una  forma  externa  posterior  a la  de  Qumran.  Algunos  hasta  llevan 
fecha,  como  por  ejemplo  un  contrato  matrimonial  del  año  siete  del  empe- 
rador Hadriano,  es  decir,  124  de  nuestra  era;  varias  cartas  tienen  por  origen 
o se  refieren  a Barkozeba  (Barkockba),  jefe  de  la  segunda  rebelión  judía 
132-135,  quien  acaso  tendría  en  estas  cuevas  dispersas  su  cuartel  general 
temporario. 

2.  La  segunda  fuente  para  nuestro  conocimiento  de  la  congregación 
es  la  arqueología.  Por  medio  de  cuatro  excavaciones  realizadas  de  1951  a 
1955,  las  que  fueron  finalmente  completadas  en  1956,  se  ha  descubierto  la 
mayor  parte  de  las  ruinas,  lo  que  permitió  constatar  que  se  trataba  de  una 
extensa  planta  de  espaciosos  ambientes  para  uso  de  la  comunidad,  con 
anexos  de  talleres,  dependencias  de  administración,  cocinas  y numerosas 
cisternas  artificiales,  así  como  poderosas  obras  de  defensa  en  torre,  que 
serviría  para  tiempos  de  guerra.  Al  lado  había  un  cementerio  con  unos  mil 
sepulcros.  El  casco  principal  medía  30  x 37  m.;  un  lugar  de  reunión  o co- 
medor daba  cabida  a 200  personas;  en  otra  sala  que  al  parecer  servía  de 
scriptorium,  estaba  una  mesa  de  cinco  metros  de  largo  (hallada  natural- 
mente en  ruinas) ; dos  tinteros,  el  uno  de  arcilla,  el  otro  de  metal,  apenas 
si  dejaban  lugar  a dudas  acerca  de  la  finalidad  de  esta  sala.  Llama  la  aten- 
ción que  en  toda  la  instalación  no  se  encuentran  habitaciones,  cuartos  o 
celdas  propiamente  dichas.  La  explicación  acaso  esté  en  que  los  miembros 


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REVISTA  BIBLICA 


de  la  comunidad  habitaban  las  cuevas  adyacentes  y circunvecinas  — si  bien 
no  todas  ellas  parecen  habitables  en  su  estado  actual — reuniéndose  en  los 
edificios  únicamente  para  el  trabajo,  las  deliberaciones,  las  comidas  y los 
ejercicios  religiosos.  Concordaría  con  esta  hipótesis  también  el  hecho  de 
que  no  se  hallaron  en  las  cuevas  ninguna  clase  de  monedas,  mientras  que 
durante  la  excavación  de  las  ruinas  aparecieron  más  de  1000  de  las  mismas, 
cuyas  inscripciones  comprenden  desde  el  año  de  135  a.  C.  hasta  el  135  d.  C. 
Esto  da  pie  a situar  la  fecha  de  la  instalación  de  los  edificios  y su  uso,  sobre 
todo  habida  cuenta  de  la  cerámica  de  índole  esencialmente  helénica  y romana, 
como  también  el  dictamen  arquitectónico,  hasta  cierto  punto.  Según  esto 
habrá  que  distinguir  tres  períodos  de  radicación:  a)  del  tiempo  de  los  As- 
moneos  (aproximadamente  la  segunda  mitad  del  2’  siglo  a.  C.)  hasta  más 
o menos  el  31  de  nuestra  era  (año  de  la  batalla  de  Aktium)  en  que  un  te- 
rremoto causó  tales  estragos  que  harían  imposible  una  permanencia  de  la 
comunidad.  En  efecto,  apenas  se  encontraron  monedas  del  tiempo  de  He- 
rodes  (37-4  a.  C.)  entonces  reinante. 

b)  Aproximadamente  con  el  comienzo  de  la  era  cristiana  los  edificios, 
según  parece,  se  reconstruyeron  en  proporción  algo  más  amplia,  perma- 
neciendo entonces  hasta  la  primera  rebelión  judía  66-70  d.  C.  En  el  año  de 
68  las  tropas  de  Vespasiano  ocuparon  el  cercano  Jericó,  y es  probable  que 
en  esta  ocasión  también  fuese  destruida  Qumran.  Es  de  suponer  que  esto 
significara  el  fin  de  la  congregación;  la  comunidad  se  dispersó,  si  no  es 
que  se  extinguió  del  todo.  En  sus  edificios  establecióse  un  puesto  militar 
romano,  el  que  los  adaptó  a sus  necesidades  como  albergue.  Las  monedas 
romanas  señalan  este  nuevo  destino  de  la  sede. 

c)  Una  última  vez  el  lugar  adquirió  significación  durante  la  segunda 
sublevación  judía  132-135.  Después  de  la  expulsión  o retirada  del  puesto 
militar  romano,  fué  ocupado  por  partisanos  judíos,  como  lo  demuestran 
las  monedas  halladas  con  la  inscripción:  “1°  (ó  segundo,  respectivamente) 
año  de  libertad”.  Antes  y después,  aunque  no  siempre  deshabitado,  el  lugar 
careció  de  importancia. 

De  tal  estado  de  cosas  resultaron  ahora  algunos  datos  acerca  del  tiempo 
y la  edad  de  la  congregación.  Su  origen  permanece  en  la  oscuridad.  Acaso 
se  remonte  hasta  la  época  pre-macabea  (alrededor  de  180/70).  Su  fundador, 
o por  lo  menos  su  autoridad  máxima  es  el  “Maestro  de  la  justicia’^  quien, 
empero,  no  ba  podido  ser  identificado  hasta  ahora  con  certeza  con  ningún 
personaje  histórico.  Su  nombre  permanece  desconocido  a la  vez  que  los 
demás  datos  existentes  son  demasiado  vagos.  Sus  poderosos  antagonistas 
son  el  “sacerdote  sacrilego”  y el  “hombre  de  la  mentira”  o también  el  “ha- 
blador de  mentiras”,  probablemente  el  jefe  espiritual  y líder  secular  del 
partido  helenista,  o más  precisamente  un  sumo  sacerdote  instituido  por  los 
seleúcidas  y su  protector  político  cuya  legimitividad  impugnan  los  judíos 
ortodoxos  y tradicionalistas,  y que  se  oponen  bajo  la  conducción  espiritual 
del  Maestro  de  la  justicia.  Acaso  el  origen  de  la  congregación  tenga  sus 
conexiones  con  el  movimiento  de  los  “píos”,  o sea,  los  Ghasideos  quienes 
en  la  guerra  religiosa  contra  la  opresión  de  los  seleúcidas  se  mancomuna- 
ron al  principio  con  los  macabeos,  para  luego  separarse  de  éstos  retirándose 
a sus  principios  religiosos,  cuando  aquellos  se  iban  aseglarando,  a la  vez 
que  pretendían  el  sumo  sacerdocio  para  sí  mismos.  Los  mencionados  prin- 
cipios religiosos  no  eran  otros  que  los  cultivados  por  la  comunidad  de 
Qumran.  El  “hombre  de  la  mentira”  que  actuaba  al  lado  del  sacerdote 
sacrilego,  bien  podría  ser  Antíoco  IV.  Epiphanes  (175-164),  cuyas  medidas 


LA  BUSQUEDA  DE  LA  VERDAD  SEGUN  LOS  MANUSCRITOS  DE  QUMRAN  9 


de  opresión  religiosa  contra  los  judíos  fueron  las  más  severas  y cruentas. 
Sin  embargo,  no  está  del  todo  asegurada  su  identidad  con  el  Antíoco  men- 
cionado en  el  comentario  sobre  Nahum. 

Tampoco  está  establecido  qué  deba  entenderse  por  los  Kittim.  En  todo 
caso  se  trata  de  una  denominación  que  designa  poderosos  adversarios  po- 
líticos y se  encuentra  unas  veinte  veces.  Los  romanos,  que  llamados  por 
un  partido  opositor  en  Jerusalén,  ocuparon  la  ciudad  bajo  Pompeyo  en  el 
año  63  a.  C.  para  aniquilar  el  reinado  de  los  Asmoneos,  no  parece  que  fue- 
ran idénticos  con  los  Kittim,  pues  se  habla  también  de  un  rey  de  los  Kittim, 
siendo  así  que  no  hubo  rey  en  la  Roma  de  entnoces.  Probablemente  se  trata 
de  los  reinos  de  los  diadocos,  sobre  todo  los  seleucidas,  a quienes  estaban 
sujetos  los, judíos  por  entonces,  siempre  que  la  palabra  no  hubiese  evolu- 
cionado hasta  constituir  una  noción  que  designaba  todo  conquistador  y opre- 
sor extranjero  en  general. 

Los  hombres  de  Qumran  no  pueden  equipararse  a los  fariseos.  Aunque 
ambos  tengan  posiblemente  un  punto  de  partida  idéntico  durante  los  co- 
mienzos de  la  época  de  los  macabeos,  lo  cierto  es  que  evolucionaron  por 
caminos  muy  distintos.  Menos  aún  tienen  algo  en  común  los  aristocráticos 
saduceos,  por  más  que  los  “hijos  de  Sadoc”,  o sea  los  sacerdotes  sadoqui- 
tas  desempeñan  en  la  comunidad  un  papel  de  importancia  preponderante. 
Estas  dos  tendencias,  fariseos  y saduceos,  representan  partidos  religioso-po- 
líticos, cuyo  fin  apetecido  es  el  poder  y el  dominio  sobre  el  pueblo,  y quienes 
carecen  en  absoluto  de  una  organización  como  la  de  Qumran,  similar  a una 
orden.  Más  semejanza  tiene  Qumran  con  los  esenios,  vecinos  tanto  geográfi- 
cos como  también  de  época,  y sobre  quienes  Filón  de  Alejandría,  Flavio  Josefo 
y Plinio  nos  dan  alguna  noticia,  aunque  naturalmente  en  calidad  de  especta- 
dores extraños  y,  por  lo  que  a Filón  se  refiere,  sólo  de  oídas.  (Véase  al  respecto 
la  exposición  de  H.  Eising  en  la  revista  “Das  Heilige  Land”,  último  N’ 
del  año  1956).  No  es  imposible  que  los  escritos  en  que  se  basa  la  secta 
judía  de  los  Careos,  siglo  8.  al  9.,  pertenecieran  a la  comunidad  de  Qum- 
ran; un  cierto  número  de  tales  manuscritos  fué  hallado  ya  alrededor 
del  año  800  cerca  del  mar  muerto,  acaso  en  las  mismas  cuevas  como 
luego  en  el  año  de  1947. 

El  que  San  Juan  Bautista  hubiese  formado  parte  de  la  congregación 
por  cierto  tiempo,  sólo  por  haber  predicado  y bautizado  en  el  Jordán,  es 
una  suposición  tan  gratuita  como  inverosímil.  Sin  duda  la  conocía,  lo 
mismo  que  Jesús  y los  apóstoles,  o por  lo  menos  estaría  enterado  de  su 
existencia,  aunque  no  hace  mención  de  la  misma,  así  como  inversamente 
los  escritos  de  Qumran  no  mencionan  el  cristianismo.  Por  igual  manera, 
no  hay  certeza  ni  mucho  menos  acerca  de  una  posible  alusión  que  se  ha- 
bría hecho  en  la  carta  de  Barkockba,  posterior  en  un  siglo,  a los  cristianos 
galileos,  quienes,  naturalmente,  constituían  para  los  judíos  extremistas  un 
factor  de  inseguridad  en  su  rebelión  contra  los  romanos. 

II.  AI  instituir  una  comparación  con  cualquier  entidad  histórica  con- 
temporánea, hay  que  partir  del  hecho  de  que  en  Qumran  se  trata  de  una 
organización  en  formación  cerrada  y absolutamente  exclusiva  de  hombres 
cultores  y conscientes  de  la  tradición,  con  una  doctrina  y principios  neta- 
mente fijados.  Para  ello  nada  tiene  valor  que  no  sea  la  ley  en  la  interpreta- 
ción por  ellos  sostenida;  no  existe  para  ellos  la  tolerancia.  Consideran  un 
deber  suyo  “amar  a los  hijos  de  la  luz  y odiar  a los  hijos  de  las  tinieblas”, 
distinción  que  coincidiría  esencialmente  con  la  existente  entre  los  miem- 


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bros  de  la  congregación  y los  que  no  lo  eran,  si  bien  el  “odio”  no  debe  in- 
terpretarse aquí  en  el  sentido  de  una  afectividad  apasionada,  cual  es  el  de 
nuestro  lenguaje  corriente,  sino  simplemente  como  rechazo. 

El  ingreso  a la  comunidad  es  voluntario  y debe  ser  solicitado.  El  can- 
didato debe  someterse  a un  período  de  prueba  de  varios  años,  un  noviciado, 
antes  de  ser  admitido,  y al  cabo  de  ser  aprobado  en  el  examen  respectivo. 
Recién  entonces  cuenta  como  miembro  en  sentido  pleno  y tiene  acceso 
“a  la  pureza  de  la  congregación”.  Tiene  que  aportar  su  saber,  su  fuerza, 
(con  lo  que  parece  se  quiere  significar  sus  aptitudes  y su  capacidad  arte- 
sana)  y sus  posesiones  a la  comunidad.  Por  lo  tanto  renuncia  al  uso  de  la 
propiedad  privada,  o sea,  que  está  en  vigencia  la  comunidad  de  bienes. 
Todos  los  años  se  celebra,  según  parece  públicamente,  la  gran  fiesta  de 
la  orden,  en  ocasión  de  la  cual  se  repite  el  examen  de  los  miembros,  posi- 
blemente confiriéndoles  a base  de  los  méritos  adquiridos  una  nueva  cate- 
goría y orden  jerárquico.  La  cabeza  de  la  orden  consiste  en  un  colegio 
(que  acaso  ejerciera  la  gerencia  de  los  negocios)  de  tres  sacerdotes  y doce 
laicos.  Juntamente  con  estos  ejercía  un  puesto  importante  el  “inspector” 
(mebaqqer  o paqid),  examinador  de  novicios  y demás  miembros,  y también 
el  “sabio”  (maskil),  probablemente  director  de  instrucción.  Casi  es  inne- 
cesario insistir,  haciendo  frente  a ciertas  comparaciones  prematuras,  en  que 
los  doce  apóstoles,  que  por  lo  demás  no  eran  laicos,  y el  epíscopos  del  Evan- 
gelio no  pueden  identificarse  con  aquellos  cargos  de  la  congregación. 

La  última  decisión  en  todas  las  cuestiones,  empero,  está  reservada 
al  plenario  de  los  miembros  tenientes  de  la  plenitud  de  derechos,  o sea, 
el  capítulo  general,  cuyas  sesiones  son  reglamentadas  por  un  reglamento 
especial.  Los  jóvenes  deben  obediencia  a los  ancianos  y todos  están  so- 
metidos a un  severo  orden  disciplinar.  El  castigo  más  comuún  consiste 
en  una  reducción  de  la  ración  cotidiana  de  alimentos  por  un  período  más 
o menos  prolongado;  para  pecados  por  vías  de  hecho  (delitos  de  malicia 
o infidelidad),  está  prevista  la  expulsión  por  tiempo  determinado  o defi- 
nitiva. 

Dondequiera  que  llegue  a reunirse  un  grupo  de  por  lo  menos  diez 
miembros  en  un  mismo  lugar,  es  encabezado  por  un  sacerdote,  quien  da 
la  bendición  en  las  comidas  de  la  comunidad;  a nadie  le  está  permitido 
tocar  alimento  alguno  antes  de  la  bendición.  No  por  esto,  empero,  se  trata 
en  este  caso  de  convites  de  carácter  sagrado  ni  menos  apocalíptico  com- 
parables, por  ventura,  con  la  eucaristía.  No  es  más  que  la  bendición  de  la 
mesa  a la  hora  de  la  comida  diaria,  tal  como  todavía  en  nuestros  días  en 
hogares  piadosos  el  sacerdote  que  se  halla  presente  concluye  la  oración 
cotidiana  con  el  voto;  Ad  coenam  vitae  aeternae  perducat  nos  rex  aeterae  glo- 
riae,  o por  el  estilo.  La  oración  y el  estudio  de  las  escrituras  no  deben  sufrir 
interrupción  ni  de  día  ni  de  noche  en  esta  congregación.  Todo  miembro 
está  obligado  a dedicar  un  tercio  de  cada  noche  o la  tercera  parte  de  todas 
las  noches  del  año  totalmente  a la  oración  y lectura  de  las  escrituras. 

La  posición  de  estos  hombres  frente  al  templo,  el  culto  y los  sacri- 
ficios no  es  muy  clara.  Según  parece,  no  rechazan  todo  esto  en  principio, 
más  aún,  el  ritual  de  guerra  menciona  el  servicio  del  templo,  pero  sin  que 
se  cultivase  una  unión  -vutal  con  el  mismo.  En  cambio,  conocen  prescrip- 
ciones de  pureza  legal  estrictamente  obligatorias  hasta  el  punto  de  que 
ningún  extraño  ni  impuro  y ni  siquiera  un  novicio  puede  tomar  parte  en 
sus  comidas.  Pero  lo  esencial  es  siempre  el  rechazo  de  todo  mal,  sin  el 


LA  BUSQUEDA  DE  LA  VERDAD  SEGUN  LOS  MANUSCRITOS  DE  QUMRAN  H 


cual  toda  pureza  exterior  carece  de  valor.  Según  parece,  en  Qumran,  lo 
mismo  que  en  el  libro  de  Enoc  y el  libro  de  los  Jubileos,  está  en  vigencia 
el  calendario  solar  (en  suStituición  del  calendario  lunar  oficial),  por  lo  cual 
cabe  suponer  que  los  días  de  fiesta  caigan  aquí  en  fechas  diferentes  que 
en  el  templo. 

Los  hombres  de  Qumran,  movidos  por  un  cierto  sentimiento  de  soli- 
daridad se  tienen  por  obligados  a ofrecer  reparación,  mediante  su  vida  de 
penitencia,  también  por  el  país,  es  decir,  sus  correligionarios  e incluso  sus 
compatriotas.  Mas  no  es  posible  hablar  aquí  de  un  sufrimiento  reparador  y 
menos  de  una  muerte  expiatoria  en  sustitución  de  los  demás,  tal  como  la 
hallamos  en  la  pasión  del  siervo  de  Dios  en  Is.  53,  y menos  aún  como  la 
hay  en  Cristo  en  el  Nuevo  Testamento. 

Existe  asimismo  una  vivida  esperanza  mesiánica  de  acuerdo  a lugares 
como,  por  ejemplo.  Gen.  49,  10,  Deut.  18,  18  etc.  y acaso  también  Sam. 
7,  11-14.  Se  espera  el  surgimiento  del  “justo  ungido,  retoño  de  David”,  ga- 
rante de  la  realeza  davídica.  Hasta  se  espera  a un  “ungido  de  Aarón  e 
Israel”  pero  no  resulta  claro  qué  quiere  expresarse  con  esta  palabra,  pues 
“ungido”  es  también  todo  rey  y sumo  sacerdote.  No  todo  ungido  es,  por  lo 
tanto,  un  mesías.  Acaso  esperan  que  un  mesías  real  surgiera  de  en  medio 
de  la  misma  congregación.  Ya  que  ésta  se  compone  de  sacerdotes  y laicos, 
bien  podría  llamarse  “el  ungido  de  Aarón  e Israel”;  no  sería  menester  en- 
tonces suponer  la  existencia  de  dos  mesías  diferentes  o ver  en  el  ungido  de 
Aarón  a la  cabeza  espiritual  y en  el  de  Israel  la  secular  de  la  (futura)  co- 
munidad. Comoquiera  que  esto  sea,  este  “ungido  de  Israel”  ocupa  en  las 
sesiones  del  consejo  y en  las  comidas  un  rango  inferior  al  sacerdote  que 
preside,  y esto  solo  demuestra  ya  de  sobra  que  no  hay  aquí  relación  con  el 
Mesías  del  Nuevo  Testamento.  En  efecto,  el  Mesías  del  N.  T.  ya  está  presente 
y no  esperado  en  lo  futuro,  ocupando  una  posición  del  todo  diferente  que 
aquél  de  la  comunidad  de  Qumran. 

III.  Con  esto  se  plantea  ya  la  cuestión  por  la  postura  que  toma  esta 
congregación  con  su  modo  de  vida  y organización  en  general  frente  al  cris- 
tianismo incipiente  tal  como  éste  se  presenta  en  el  Nuevo  Testamento.  La 
congregación,  esto  ya  se  puede  afirmar  ahora,  es  más  antigua  que  el  cris- 
tianismo, y por  lo  menos  una  parte  de  sus  escritos  ha  sido  redactada  y 
escrita  en  una  era  anterior  a la  cristiana.  Sería,  pues,  poco  menos  que  mi- 
lagroso si  no  hubiera  puntos  de  contacto  entre  ambos.  Ambos  movimien- 
tos se  basan  en  los  mismos  fundamentos  espirituales,  a saber,  el  Antiguo 
Testamento  que  para  ambos  es  el  libro  sagrado,  intermediario  de  la  reve- 
lación. Ambos  lo  invocan,  lo  citan  y son  influenciados  por  él  en  su  termino- 
logía  y uso  del  lenguaje.  Ambos  movimientos  también  se  vieron  enfrenta- 
dos con  las  mismas  corrientes  espirituales  como  interlocutores  de  una  discu- 
sión inevitable,  y los  juicios  y dictámenes  a que  arribaron  en  su  transcurso 
son  a menudo  coincidentes.  Más  de  un  postulado  propugnado  en  Qumran 
podría  estar  en  el  Nuevo  Testamento,  cuyos  autores  es  de  creer  que  cono- 
cerían los  escritos  de  Qumran.  Una  comunidad  de  bienes  la  hubo  también 
en  la  iglesia  primitiva,  aunque  tal  vez  no  de  manera  tan  estricta  como  en 
Qumran,  (véase  Act.  4,  32  ss.).  La  obligación  de  la  corrección  fraterna,  o 
sea,  el  coloquio  personal  que  debe  proceder  a la  denuncia  de  un  miembro 
ante  las  autoridades,  se  encuentra  en  una  forma  bastante  coincidente  en 
el  Nuevo  Testamento,  Mat.  18,  15-17  y en  la  regla  de  la  orden  (V.  25  - VI.  I.). 
El  “obrar  de  verdad”  se  exige  en  los  escritos  de  San  Juan  cual  un  “ambu- 


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REVISTA  BIBLICA 


lar  como  hijos  de  la  luz”,  y en  San  Juan  y San  Pablo  se  lo  pide  también 
a los  cristianos,  y así  en  otras  cosas.  Pero  tales  coincidencias  son  relativa- 
mente externas,  de  índole  más  bien  periférica,  y no  esenciales. 

De  todos  modos,  las  diferencias  se  hacen  sentir  de  manera  mucho 
más  definida.  Lo  decisivo  es  que  en  Qumran  se  tiende  al  retorno  de  la  ley 
mosaica  en  toda  su  pureza  y severidad,  rechazando  y excluyendo  todo  lo 
demás.  El  Nuevo  Testamento,  por  el  contrario,  tiende  a ir  más  allá  de  la 
ley,  abriéndose  al  mundo  para  ganarlo.  La  idea  misionera  que  en  el  Nuevo 
Testamento  alcanza  relieves  tan  preponderantes,  falta  en  Qumran  total- 
mente y de  manera  característica.  La  concepción  de  la  redención  es  to- 
talmente otra,  siendo  cosa  desconocida  la  idea  de  una  muerte  expiatoria 
del  Mesías.  Las  sumersiones  y abluciones  rituales  nada  tienen  de  común  con 
el  bautismo  del  Nuevo  Testamento.  Pan  y vino  (o  mosto)  son  componen- 
tes de  las  comidas  ordinarias  bajo  la  presidencia  y con  la  bendición  del 
sacerdote,  siendo  precisamente  alimento  y bebida  que,  como  tales,  deben 
distinguirse  bien  de  la  eucaristía  del  Nuevo  Testamento,  alimento  espiri- 
tual cuya  acción  se  prolonga  hasta  la  vida  eterna. 

Es  más:  hay  que  contar  con  la  posibilidad  de  una  silenciosa  y ocasio- 
nal polémica  del  Nuevo  Testamento  contra  los  hombres  de  Qumran.  En  el 
sermón  del  monte,  Mt.  5,  43,  se  lee,  por  ejemplo:  “Habéis  oído  que  fué  dicho: 
amarás  a tu  prójimo  y aborrecerás  a tu  enemigo.  Pero  yo  os  digo:  amad 
a vuestros  enemigos  y orad  por  los  que  os  persiguen...”.  — Ahora  bien:  en 
ningún  lugar  del  Antiguo  Testamento  se  encuentra  el  “aborrecerás  a tu 
enemigo”,  ni  tampoco  en  la  literatura  rabínica  respectiva  de  esta  época  an- 
tigua, como  advierte  K.  Schubert,  Viena.  En  cambio  la  regla  de  la  orden 
de  Qumran  (I.  10  s.)  prescribe  “amar  a los  hijos  de  la  luz  y aborrecer  a 
los  hijos  de  las  tinieblas”.  Es,  por  lo  tanto,  posible,  aunque  no  cierto,  que 
el  lugar  citado  de  San  Mateo  contenga  una  alusión  a esta  regla. 

A este  propósito  aparece  al  punto  un  paralelismo  por  contraste  im- 
presionante y de  principio:  el  amor  a los  enemigos  parece  ser  cosa  desco- 
nocida en  Qumran;  a su  vez,  el  amor  al  prójimo  se  extiende  esencialmente 
a los  miembros  de  la  congregación,  tal  como  en  el  Antiguo  Testamento  a 
los  compatriotas.  De  todos  modos,  en  el  salmo  agregado  a la  regla  (X.  17.) 
el  hombre  piadoso  asegura  que  no  quiere  vengarse  de  sus  enemigos,  de- 
jando la  venganza  en  manos  de  Dios. 

El  desprecio  y más  aún  la  opresión  de  los  pobres  se  consideraba  tam- 
bién en  Qumran  como  sacrilegio.  Pero  mientras  según  el  Nuevo  Tetamento 
el  amo  de  casa  de  la  conocida  parábola  envía  a sus  criados  para  traer  de 
las  plazas  y calles  de  la  ciudad  a los  pobres,  tullidos,  ciegos  y cojos,  a fin 
de  que  se  llene  la  casa  para  el  convite  (celestial),  — en  Qumran  los  que  su- 
frieran de  algún  impedimiento  corporal,  los  contrahechos,  los  paralíticos 
y tullidos,  ciegos  y de  cualquier  manera  inválidos  quedaban  excluidos  de 
las  sesiones  y consejos  en  común  de  la  congregación  por  consideración  a 
los  preceptos  de  pureza  legal.  Se  da  para  tal  exclusión  expresamente  la 
razón  religiosa  de  que  a tales  reuniones  asistían  los  ángeles.  La  misma  ra- 
zón la  da  San  Pablo  para  su  exigencia  de  que  las  mujeres  debían  presen- 
tarse a los  actos  de  culto  vestidas  de  manera  decente,  1 Cor.  11,  10. 

Pero  sean  cuantos  fueren  los  paralelismos  reales  o por  contraste,  -y 
su  número  podía  multiplicarse  fácilmente — , los  textos  de  Qumran  por  su 
contenido  teológico  son  todo  menos  revolucionarios;  ningún  detrimento 
o menoscabo  de  la  fe  o doctrina  cristianas  ha  de  temerse  por  este  lado.  Por 
el  contrario:  no  obstante  su  contenido  teológico  se  halla  la  significación  de 


LA  BUSQUEDA  DE  LA  VERDAD  SEGUN  LOS  MANUSCRITOS  DE  QUMRAN  13 


estos  textos  más  bien  en  el  campo  histórico  que  no  en  el  teológico,  y es  aquí 
donde  resultan  ser  fuentes  de  primer  orden.  Es  así  como  constituyen  un 
medio  auxiliar  sobremanera  oportuno  para  una  mejor  comprensión  de  los 
comienzos  del  cristianismo  primitivo.  Por  primera  vez  aparece  aquí  con 
mayor  claridad  el  fondo  espiritual  sobre  el  cual  se  destaca  el  cristianismo 
primitivo.  Son  absolutamente  las  primeras  fuentes  auténticas  que  permiten 
reconocer  de  alguna  manera  el  mundo  de  ideas  religiosas  que  alentaba  en 
la  Palestina  de  aquella  época.  Demuestran  la  índole  del  suelo  en  el  que  los 
primeros  anunciadores  de  la  doctrina  cristiana,  Cristo  y los  apóstoles,  tu- 
vieron que  echar  la  semilla  del  Evangelio.  Los  escritos  difunden  luz  sobre 
la  patria  espiritual  en  cuya  atmósfera  tomaron  su  origen  todos  los  libros 
del  Nuevo  Testamento,  inclusive  los  escritos  de  San  Pablo  y San  Juan, 
para  cuyo  exégesis  servirán  de  punto  de  partida,  en  lugar  del  mundo  ideo- 
lógico y la  literatura  helénicos.  Tampoco  la  teología  de  San  Juan  se  originó 
en  terreno  extrapalestinense,  pues,  es  en  Qumran  donde  se  percibe  la  at- 
mósfera espiritual  donde  creció.  Aquí  aparecen  el  lenguaje  y la  termino- 
logía teológicos  tal  como  estaban  en  boga  en  aquel  entonces  y como  de- 
bían usarlos  también  los  autores  del  Nuvo  Testamento  si  querían  darse  a 
entender  a sus  contemporáneos.  Desaparece  con  esto  el  fundamento  para 
asignar  a los  escritos  de  San  Juan  y otras  partes  del  Nuevo  Testamento 
una  fecha  de  redacción  muy  posterior  (acaso  recién  el  siglo  2°)  a la  sostenida 
por  la  tradición.  Aquí  en  Qumran  se  da  un  punto  de  partida  mucho  más 
antiguo,  aquí  se  encuentran  ya  cosas  e ideas  vivas  que  se  había  tenido  por 
mucho  más  recientes.  Habrá  que  revisar,  sí,  algunos  puntos  de  vista  para 
la  comprensión  del  Nuevo  Testamento,  y acaso  será  menester  dar  de  mano 
a más  de  una  explicación  traída  de  lejos,  por  hallarse  en  Qumran  una 
explicación  mucho  mejor  y más  inmediata.  Solamente  será  menester  ate- 
nerse siempre  a la  regla  fundamental  de  toda  explicación:  la  de  leer  lo 
que  está  escrito  renunciando  a hipótesis  de  imaginación  exuberante  y com- 
binaciones tan  sensacionales  como  infundadas.  También  la  congregación 
de  Qumran  se  esforzó  por  obrar  la  verdad,  con  igual  seriedad  y en  algunos 
puntos  sin  duda  con  éxito  similar,  aunque  por  caminos  distintos,  como  el 
demostrado  por  el  Nuevo  Testamento.  Quien  se  empeña  sine  ira  ac  studio 
en  la  intelección  de  sus  escritos  y los  estudia  teniendo  ante  los  ojos  la  Sa- 
grada Biblia,  hallará  ciertamente  que  también  aquí  queda  confirmado  una 
vez  más  el  aserto  de  Goethe:  “La  Biblia  se  vuelve  tanto  más  hermosa  cuanto 
más  uno  llega  a entenderla”. 


Prof.  Dr.  F.  Noetscher,  (Bonn) 


Traducción:  Haraldo  Kahnemann. 


Algunos  problemas  planteados 
por  los  documentos  extrabíblicos  de  Oumrán 

Una  manifestación  del  espíritu  paradoxal  de  nuestro  siglo  XX  lo  en- 
contramos en  el  hecho  de  que,  mientras  unos  sabios  escudriñan  y horadan 
los  espacios  interplanetarios  en  un  afán  laudable  de  superación,  de  salir  de 
las  estrecheces  de  este  globo  en  el  que  el  hombre  empieza  ya  a sentirse  in- 
cómodo, al  mismo  tiempo  y en  el  mismo  globo  terráqueo  otros  sabios,  de 
no  inferiores  quilates  científicos,  se  afanan  por  arrancar  a las  entrañas  de 
la  tierra  los  secretos  que  aún  guarda  celosamente. 

Los  rollos  del  Mar  Muerto,  descubiertos  casualmente  hace  unos  diez 
años,  y cuya  antigüedad  se  remonta  a los  siglos  que  precedieron  al  cristia- 
nismo, han  tenido  la  virtud  de  suscitar  la  más  apasionada  polémica  sobre 
el  cristianismo  de  unos  años  a esta  parte.  Hubo  quienes  creyeron  ver  en 
dichos  manuscritos  argumentos  suficientes  para  probar  que  el  cristianismo 
falla  por  su  base,  que  en  adelante  había  que  entenderlo  (y  en  esto  no  eran 
originales)  sin  suponer  el  milagro  de  un  acto  especialmente  magnánimo 
de  Dios  destinado  a la  salvación  de  la  raza  humana;  que  hay  que  entenderlo 
simplemente  como  un  episodio  de  la  historia  humana,  sin  necesidad  de 
recurrir  a revelaciones  y a dogmas. 

No  cabe  duda  que  los  temas  arqueológicos  tienen  su  importancia,  cuanto 
la  tiene  el  trabajo  humilde  del  albañil  que  construye  las  bases  sobre  las 
cuales  se  ha  de  levantar  la  torre  del  observatorio  astronómico.  Díganle  al 
sabio  observador  de  los  espacios  siderales  que  la  base  del  observatorio  está 
cediendo;  tendrá  que  abandonar  sus  estudios  para  pensar  en  descender  a 
bases  más  seguras.  No  sería  extraño  encontrar  sobre  la  mesa  de  estudio  de 
algún  astrónomo  ruso  algún  libro  sobre  manuscritos  del  Mar  Muerto.  La 
Cruz  del  Sur  sirve  de  rumbo  en  la  vida,  pero  en  las  noches  de  tormenta, 
cuando  no  se  la  ve,  hay  que  bajar  la  cabeza  y seguir  en  la  tierra  las  huellas 
de  las  carretas... 

* * * 

Suponemos  conocidos  de  los  lectores  los  hechos  que  a partir  del  año 
1947  llevaron  a descubrimientos  sucesivos  de  un  material  inmenso  en  ma- 
nuscritos antiguos,  enteros  o fragmentarios.  Aún  hoy,  a más  de  diez  años 
de  distancia,  prosiguen  con  todo  ahinco  los  trabajos  de  excavación  y el 
estudio  del  material  recuperado. 

Además  de  algunas  obras  que  figuran  en  el  canon  bíblico,  las  grutas 
nos  han  dado  muchas  otras  extrabíblicas.  Entre  ellas  algunas  ya  conocidas, 
y que  pertenecen  a lo  qpie  hoy  se  llama  “la  Biblia  apócrifa”,  que  se  elaboró 
durante  los  últimos  años  de  la  historia  judía,  en  un  clima  apocalíctico  de 
esperanza  y angustia.  Son  ellos;  El  Libro  de  Henoc,  el  Libro  de  los  Jubileos, 
la  Asunción  de  Moisés,  el  Testamento  de  Leví,  el  Testamento  de  los  doce 
Patriarcas,  etc. 

Los  fragmentos  que  más  resonancia  han  tenido  son  los  que  se  refieren 
a la  organización  social  y religiosa  de  la  secta  o comunidad  a la  cual  per- 
tenecía la  biblioteca,  algunos  de  cuyos  “volúmenes”  (en  el  pleno  sentido 
de  la  palabra)  acaban  de  encontrarse.  Son  ellos  la  “Regla  de  la  Comunidad” 
o “Manual  de  Disciplina”,  que  codifica  los  ritos  de  renovación  de  la  Alianza, 
que  estaban  en  uso  en  la  comunidad;  divide  a los  hombres  en  dos  sectores, 
según  sean  impulsados  por  el  espíritu  de  fidelidad  o por  el  espíritu  de  per- 


— 14  — 


ALGUNOS  PROBLEMAS  PLANTEADOS  POR  LOS  DOCUMENTOS  DE  QUMRAN  15 


versión,  que  los  llevan  por  caminos  opuestos  (las  dos  vías) . Sigue  el  regla- 
mento y el  cóligo  penal  de  la  comunidad.  — La  “Regla  de  la  guerra”  o “Gue- 
rra de  los  hijos  de  la  luz  contra  los  hijos  de  las  tinieblas”;  se  describe  la 
guerra  de  exterminación,  durante  una  duración  simbólica  de  cuarenta  años, 
que  tendrá  lugar  entre  los  “hijos  de  la  luz”  y los  “hijos  de  las  tinieblas”; 
acabará  con  el  triunfo  completo  de  los  hijos  de  la  luz.  Esta  composición 
tiene  bastantes  analogías  con  nuestro  Apocalipsis  cristiano.  Los  “Himnos 
de  Acción  de  Gracias”  (hódayót,  en  hebreo);  comienzan  ordinariamente 
por  la  fórmula  “Te  doy  gracias.  Señor”,  y su  autor,  al  menos  en  parte, 
parece  ser  el  fundador  de  la  Comunidad,  el  “Doctor  de  Justicia”.  El  “Do- 
cumento de  Damasco” : en  1868  se  encontró  en  el  depósito  (geniza)  de  una 
sinagoga  caraíta  del  Cairo  un  documento  que  fué  publicado  en  1910,  y cuya 
naturaleza  permaneció  oculta  en  el  misterio  hasta  los  recientes  descubri- 
mientos del  Mar  Muerto.  En  varias  grutas  se  han  encontrado  copias  frag- 
mentarias de  este  documento,  que  presenta  grandes  analogías  con  la  Regla 
de  la  Comunidad.  La  obra  completa  comprende  dos  partes;  La  primera 
canta  el  plan  salvífico  que  persigue  Dios  a lo  largo  de  la  historia;  la  segunda 
revela  detalladamente  la  vida  de  los  miembros  de  la  comunidad,  a los  que 
se  designa  con  el  nombre  de  “miembros  de  la  Nueva  Alianza  en  los  campos 
de  Damasco”.  El  “Comentario  de  Habacuc”  interpreta  algunos  pasajes  de 
este  Profeta,  contemporáneo  sin  duda  de  Jeremías.  Se  hace  alusión  a las 
persecuciones  que  tuvo  que  sufrir  el  “Doctor  de  la  Justicia”  por  parte  de 
un  “sacerdote  impío”,  llamado  también  “el  hombre  de  la  mentira”.  El  ma- 
nuscrito tiene  bastantes  lagunas  y es  de  muy  difícil  interpretación;  lo  cual 
explicaría  las  conclusiones  demasiado  avanzadas  a las  que  llegaron  ciertos 
autores. 

Estos  son  los  principales  documentos  extrabíblicos  encontrados  en  las 
cuevas  de  Qumrán,  cerca  del  Mar  Muerto,  que  han  suscitado  un  sinnúmero 
de  problemas,  de  los  cuales  nos  limitamos  a señalar,  no  a solucionar,  los 
principales.  Además  de  ser  numerosos  y graves,  su  solución  exigirá  todavía 
largos  años  de  estudio. 


PROBLEMAS  LITERARIOS 

1.  — Crítica  textual.  El  docto  de  estudios  hebraicos  Paul  Kahle,  para 
establecer  la  fecha  de  los  manuscritos  del  Mar  Muerto,  aborda  los  siguien- 
tes problemas;  Historia  de  la  constitución  del  texto  masorético,  origen  de 
la  versión  de  los  LXX,  origen  de  la  vocalización  hebraica.  Ya  sólo  este  es- 
quema nos  da  una  idea  de  la  importancia  de  los  manuscritos  para  la  crítica 
textual.  Cabe  hacer  notar,  a todo  esto,  la  fidelidad  de  la  tradición  masoré- 
tica,  que  se  revela  en  la  facilidad  de  identificación  de  los  fragmentos  pe- 
queños. 

Podríamos  extendernos  largamente  sobre  los  problemas  que  afectan 
a la  ortografía,  pronunciación  y formación  de  las  palabras.  Pero  como  son 
problemas  que  atañen  tanto  a los  manuscritos  bíblicos  como  a los  extrabí- 
blicos, creemos  que  no  es  el  caso  de  incluirlos  en  un  estudio  que  versa  so- 
lamente sobre  los  manuscritos  extrabíblicos.  Sospechamos  además  que  el 
lector  nos  agradecerá  esta  decisión.  Por  la  misma  razón  pasamos  por  alto 
los  problemas  paleográficos  y el  problema  de  la  fecha  de  origen  de  los 
manuscritos. 

2.  — Filología.  Una  constatación  importante;  Entre  los  manuscritos  del 
Mar  Muerto,  son  más  numerosos  los  escritos  en  hebreo  que  los  escritos  en 


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REVISTA  BIBLICA 


arameo.  Esta  proporción  es  sobremanera  significativa.  La  lengua  materna 
de  la  mayor  parte  de  los  judíos  de  Palestina  era  el  arameo,  aunque  la  lite- 
ratura religiosa  pudiera  utilizar  también  el  hebreo,  que  era  la  lengua  de  la 
Sagrada  Escritura  y de  la  Sinagoga.  Es  decir,  se  nota  en  los  manuscritos 
una  vuelta  al  hebreo  clásico,  en  íntima  relación  con  el  renacimiento  ma- 
cabeo. 

Se  ha  hallado  además  el  texto  más  antiguo  escrito  en  hebreo  míshnico, 
que  data  del  año  50  p.  C.  lo  cual  sería  la  primera  prueba  de  que  en  la  época 
romana,  al  menos  en  Judea,  el  pueblo  hablaba  el  hebreo  míshnico.  ¿Sería 
entonces  imposible  que  San  Mateo  hubiera  escrito  su  Evangelio,  no  ya  en 
arameo,  sino  en  hebreo?  El  problema  del  sustrato  arameo  de  ciertas  partes 
del  Nuevo  Testamento  recibirá  indudablemente  mucha  luz  del  estudio  de 
los  Manuscritos. 

PROBLEMAS  HISTORICOS 

Con  la  narración  de  las  alegrías  del  retorno  del  destierro,  en  los  libros 
de  Esdras  y Nehemías,  el  libro  sagrado  se  cierra  en  un  mutismo  significa- 
tivo. Hay  una  enorme  laguna  en  la  historia  del  pueblo  elegido;  cinco  siglos 
que  la  Biblia  parece  ignorar  voluntariamente,  y en  los  que  sólo  se  mencio- 
nan los  hechos  de  armas  de  los  Macabeos.  Y sin  embargo  en  estos  cinco 
siglos  tuvieron  lugar  hechos  notables,  como  el  apogeo  y la  decadencia  de 
Grecia  y la  ocupación  por  Roma  de  todo  el  mundo  mediterráneo.  Sucesos 
que  tuvieron  que  repercutir  necesariamente  en  Palestina.  De  todo  esto  la 
Biblia  no  dice  nada  Pues  bien,  el  interés  histórico  de  los  manuscritos  del 
Mar  Muerto  es  el  de  venir  a llenar  en  parte  ese  vacío.  Tenemos  ahora  un 
conjunto  de  documentos  que  nos  hablan  de  quiénes  fueron,  qué  pensaban, 
qué  creían  los  hebreos  pertenecientes  sin  duda  a la  élite  religiosa  de  su  raza. 

1.  — Identificación  de  la  comunidad  de  Qumrán  con  los  esenios.  El 
grupo  humano  o la  comunidad  de  Qumrán,  establecida  en  la  región  pró- 
xima al  Mar  Muerto  en  los  dos  siglos  precedentes  a la  hecatombre  del  pue- 
blo (año  70  p.  C.),  nos  es  bastante  conocido  en  su  organización,  prácticas 
y creencias  a través  del  estudio  de  los  manuscritos.  Podemos  decir  que  la 
comunidad  de  Qumrán  es  un  grupo  judío  dedicado  al  estudio  de  la  reve- 
lación dada  a los  antepasados  en  la  Ley  de  los  Profetas,  cuyo  significado 
verdadero  llegan  a comprender  los  que  integran  la  comunidad,  porque  a 
su  vez  les  ha  sido  concedida  una  nueva  revelación,  en  especial  por  medio 
del  “Doctor  de  Justicia”,  en  quien  creen  como  verdadero  intérprete  de  los 
misterios  divinos.  Piensan  que  son  los  elegidos  de  Dios  en  medio  del  pueblo 
de  Israel;  sólo  ellos  son  fieles  a la  alianza  de  Dios  con  su  pueblo;  ellos  solos 
son  la  alianza,  el  verdadero  Israel.  Se  han  segregado  de  la  sociedad,  de  los 
hombres  de  iniquidad  para,  en  la  soledad,  entregados  al  estudio  ininte- 
rrumpido de  la  ley  y observando  la  doctrina  secreta  que  Dios  les  ha  con- 
fiado, preparar  pacientemente  la  venida  de  Dios,  que  será  precedida  al  final 
de  los  días,  fin  no  lejano,  por  la  llegada  de  los  dos  Mesías,  el  de  Aarón  y el 
de  Israel.  Esperan  confiadamente  el  juicio  y castigo  eterno  de  los  hijos  de 
las  tinieblas,  acabando  entonces  el  dominio  de  Belial;  y anhelan  ser  librados 
de  todo  mal  por  el  espíritu  de  verdad  y gozar  de  la  felicidad  eterna  en  la 
presencia  de  Dios  con  los  ejércitos  celestiales. 

Es  sabido  que  en  los  últimos  siglos  antes  de  Cristo,  Israel  fué  presa  del 
fenómeno  general  de  la  división  en  sectas,  que  eran  a la  vez  clan  social, 
partido  político  y grupo  religioso.  La  secta  que  nos  ha  llegado  los  manus- 
critos aparece  como  un  grupo  aislado  en  cierto  modo  de  la  ortodoxia  ofi- 


ALGUNOS  PROBLEMAS  PLANTEADOS  POR  LOS  DOCUMENTOS  DE  QUMRAN  17 

cial.  ¿Cabe  identificarla  con  los  esenios?  A la  tesis  afirmativa  se  van  adhi- 
riendo buen  número  de  investigadores.  El  P.  De  Vaux,  O.  P.,  que  en  un 
principio  pensó  en  la  identificación  con  los  fariseos,  acepta  ya  la  identifi- 
cación esenia. 

En  este  caso,  ¿cuáles  son  sus  relaciones  exactas  con  los  asideos,  que 
jugaron  un  papel  tan  importante  en  la  gran  aventura  de  los  macabeos? 
¿Por  qué  se  creen  con  derecho  a llamarse  los  “hijos  de  Sadoq”,  y cuáles 
son  sus  relaciones  con  la  secta  sacerdotal  judía?  ¿Habrá  que  identificar  a 
los  esenios  de  Qumrán  con  la  secta  que  compuso,  medio  siglo  antes  de 
Cristo,  el  Documento  de  Damasco,  del  cual  se  ha  encontrado  fragmentos 
en  las  cuevas  de  Qumrán?  ¿No  sería  la  secta  de  Damasco”  una  reforma 
monástica  o religiosa  de  la  secta  de  Qumrán? 

Todo  un  vasto  campo  se  abre  a los  investigadores  de  la  historia. 

2.  — Cronología.  Para  que  el  lector  ubique  mejor  los  acontecimientos 
permítasenos  ofrecer  gráficamente  los  últimos  resultados  de  la  ciencia  cro- 
nológica en  el  espacio  de  tiempo  que  nos  interesa. 


año  167  a.  C.: 

Violación  del  Templo  por  Antíoco  IV  de  Siria 

166  — 

Principio  de  la  insurrección  macabea. 

164  — 

Purificación  del  Templo. 

160  — 

Alianza  de  los  Romanos. 

152  — 

Jonatás  nombrado  Sumo  Sacerdote  por  el  pretendiente  si- 

' 

rio  Alejandro  Balas. 

141  — 

Independencia  de  Judea. 

139  — 

Renovación  de  la  alianza  romana. 

63  — 

Pompeyo  toma  Jerusalén. 

37  — 

Toma  de  Jerusalén  por  Herodes  el  Grande. 

7-6  — 

NACIMIENTO  DE  JESUS 

27  p.  C.; 

Predicación  de  Juan  Bautista. 

67-69 

Primera  revuelta  judía. 

70  — 

Destrucción  del  Templo. 

Uno  de  los  más  importantes  y apasionantes  problemas  que  plantean  los 
manuscritos  del  Mar  Muerto  es  el  que  se  refiere  a la  interpretación  de  los 
datos  que  veladamente  se  mencionan  en  varios  manuscritos. 

Por  un  lado,  el  Libro  de  la  Guerra  y el  Comentario  de  Habaun  nos 
aparejan  el  problema  de  la  identificación  de  los  Kittim.  En  muchos  ver- 
sículos de  dicho  Comentario  se  habla  de  la  invasión  de  los  Kittim.  Kittim 
es  un  nombre  hebreo  que  se  aplica  en  los  documentos  bíblicos  (Is,  23,  1; 
23,  12;  Jer.  2,  10;  Ez.  27,  6;  1 Mac.  1,  1;  8,  5;  Dan.  11,  30)  ya  a los  habitan- 
tes de  Chipre,  ya,  de  un  modo  más  general,  a los  enemigos  de  Israel  veni- 
dos de  los  países  mediterráneos. 

En  concreto,  ¿a  qpiiénes  designa  el  autor  del  Comentario  con  el  nombre 
de  Kittim?  Rowley  cree  que  los  Kittim  de  Assur  serían  los  Seléucidas  de  Siria, 
mientras  que  los  Kittim  de  Egipto,  de  los  cuales  también  se  hace  mención, 
serían  los  Lagidas  de  Egipto.  En  consecuencia,  según  la  crítica  interna,  ha- 
bría que  colocar  la  composición  de  dicho  comentario  al  principio  de  la  per- 
secución de  Antíoco  de  Siria  o Epífanes.  Late  en  el  comentario  el  mismo 
espíritu  que  el  de  aquellos  piadosos  judíos  que  preferían  la  muerte  a la 
violación  del  sábado  (1  Mac.  2,  32). 

En  este  caso.  Onías  III  podría  identificarse  con  el  Maestro  de  Justicia 
de  que  nos  habla  el  Comentario,  mientras  que  el  sacerdote  impío  podía  ser 
Menelao,  a menos  que  no  sea  Jasón  o Alcimo.  El  hombre  “despreciable” 


]8 


REVISTA  BIBLICA 


sería  Antíoco  o Epífanes.  La  casa  de  Absalón  designaría  la  familia  de  los 
Tobíades  de  Transjordania;  mientras  que  las  comunidad  de  Qumrán  se  iden- 
tificaría con  la  asamblea  de  los  Khassidim  (asideos). 

No  obstante,  no  todos  están  de  acuerdo  con  estas  asignaciones.  Hay 
quienes  piensan  que  estos  sucesos  tuvieron  lugar  en  tiempo  de  los  Asmoneos, 
dinastía  que  empieza  con  Juan  Hircano,  hijo  de  Simón  Macabeo,  hacia  el 
año  130  a.  C.  Los  hechos  habían  tenido  lugar  en  tiempos  del  asmoneo  Ale- 
jandro Janneo,  a partir  del  año  88,  más  o menos.  Los  Kittim  serían  los  Ro- 
manos. El  suceso  histórico  grave,  señalado  en  el  Comentario  de  Habacuc, 
sería  la  toma  de  Jerusalén  por  Pompeyo  el  año  63,  en  el  día  d»  la  expiación. 
El  Doctor  de  Justicia  sería  Onías  el  Justo,  un  hombre  piadoso  venerado 
como  taumaturgo,  y que  fué  lapidado  por  el  populacho  por  haber  rehusado 
maldecir  a Aristóbulo  II  y a los  sacerdotes  y unirse  al  partido  de  Hircano 
II,  cuando  éste  sitiaba  a Aristóbulo  en  Jerusalén. 

Hay  autores  de  mucha  autoridad  por  ambas  partes,  pero  parece  que 
la  hipótesis  macabea  va  ganando  cada  vez  más  defensores.  El  P.  Vermes 
sostiene  una  hipótesis  bien  original:  El  sacerdote  impío  sería  Jonatás  Ma- 
cabeo el  cual,  en  convivencia  con  los  seléucidas,  habría  inaugurado  una 
nueva  dinastía  sacerdotal  el  año  152  a.  C.  Hasta  entonces  los  Sumos  Sacer- 
dotes se  gloriaban  de  remontarse  en  línea  ininterrumpida  hasta  el  sacer- 
dote Sadoq,  contemporáneo  de  David  y Salomón.  El  Doctor  de  Justicia  y 
su  secta  se  darían  el  título  de  “hijos  de  Sadoq”  para  protestar  contra  la 
usurpación  de  la  dignidad  por  la  familia  de  los  Macabeos.  Las  alusiones  del 
Comentario  de  Habacuc  a la  cautividad  y muerte  del  sacerdote  impío,  le 
cuadran  muy  bien  a Jonotás  que  murió  asesinado. 

Usando  solamente  el  criterio  histórico  difícilmente  se  llegará  a solu- 
cionar este  problema;  habrá  que  esperar  aún  un  ampio  subsidio  de  la  ar- 
queología. 

3.  — Judaismo  y cristianismo.  Quienquiera  que  lea  algunas  de  las  edi- 
ciones, por  incompletas  que  sean,  de  las  obras  de  Qumram,  si  se  fija  en  los 
capítulos  que  describen  las  costumbres  de  la  Comunidad,  la  personalidad 
del  Doctor  de  Justicia  y el  pensamiento  de  los  suyos,  se  siente  movido  in- 
mediatamente a hacer  comparaciones  y a descubrir  semejanzas  con  las 
costumbres  de  la  Iglesia  primitiva,  con  la  historia  de  la  Redención  cristia- 
na y con  los  primeros  escritos  cristianos,  no  solamente  con  los  libros  del 
Nuevo  Testamento,  sino  también  con  los  primeros  escritos  de  los  Padres 
que  nos  ha  conservado  la  tradición. 

A raíz  de  esto,  se  pretendió  que  los  descubrimientos  del  Mar  Muerto 
iban  a revolucionar  los  dominios  del  Nuevo  Testamento.  Según  Dupont- 
Sommer,  los  documentos  de  Qumram,  sobre  todo  el  Comentario  de  Habacuc, 
aportarían  nuevas  luces  para  explicar  de  una  manera  clara  y positiva  el 
hecho  cristiano.  Lo  esencial  de  la  doctrina  de  Cristo  habría  sido  enseñado 
un  siglo  antes  de  El,  por  un  Doctor  cuya  existencia  sería  una  prefigura- 
ción del  Maestro  galileo.  Jesucristo  no  sería  más  que  una  admirable  “rein- 
carnación”  del  Doctor  de  Justicia  de  que  nos  habla  el  Comentario,  y a 
quien  se  le  convierte  en  un  ser  divino  encarnado  o al  menos  en  un  ser  di- 
vinizado. 

Ante  las  severas  críticas  de  casi  la  totalidad  del  mundo  intelectual,  el 
profesor  de  la  Sorbona  dio  marcha  atrás,  expresándose  más  moderada- 
mente en  obras  posteriores. 

A pesar  de  las  semejanzas  que  puedan  hallarse,  las  diferencias  entre 
el  Doctor  de  Justicia  y el  Maestro  de  Galilea  son  notables.  El  Doctor  de 


ALGUNOS  PROBLEMAS  PLANTEADOS  POR  LOS  DOCUMENTOS  DE  QUMRAN  19 


Justicia  era  un  sacerdote  de  la  tribu  de  Leví  y residía  generalmente  en 
Judea;  Jesús  no  era  de  la  tribu  sacerdotal  sino  “hijo  de  David”,  y su  pre- 
dicación se  sitúa  en  Galilea,  en  las  orillas  del  lago  Tiberíades.  El  Doctor 
de  Justicia  era  un  maestro  sabio,  a quien  sus  discípulos  rodeaban  con 
una  veneración  supersticiosa,  hasta  el  punto  de  que,  como  los  discípulos 
de  Pitágoras,  no  pronunciaban  su  nombre;  Jesús  en  cambio  era  un  maestro 
popular,  no  reconocido  como  tal  por  las  esferas  doctas,  a quien  abordaban 
con  toda  libertad  los  discípulos  y la  gente,  y cuyo  nombre  no  era  ni  secreto 
ni  misterioso.  El  Doctor  de  Justicia,  a juzgar  por  la  regla  monacal  que  im- 
puso a sus  adeptos,  era  un  asceta  severo,  caritativo  sin  duda,  pero  excesi- 
vamente duro  para  sí  y para  los  demás,  evitando  como  una  mancha  todo 
contacto  con  los  pecadores;  Jesús  estaba  en  cambio  más  mezclado  con  la 
gente,  era  más  humano,  hasta  se  le  acusa  de  amigo  de  los  publícanos  y de 
los  pecadores  (Mt.  11,  18-19).  El  Doctor  de  Justicia  era  el  revelador  de  una 
gnosis  misteriosa,  elaborada  con  el  zumo  de  las  más  altas  sabidurías  que 
circulaban  por  entonces,  y que  estaba  reservada  a los  iniciados  o elegidos; 
Jesús  era  un  predicador  popular,  nacido  de  familia  pobre,  se  expresaba  en 
una  lengua  simple,  con  comparaciones  llenas  de  frescura  y de  vida. 

Por  un  lado  una  secta  judía  que  no  llega  a deshacerse  de  los  lazos  de 
un  ritualismo  estrecho,  y que  se  alimenta  con  una  exégesis  fantasista  de 
los  textos  de  la  Torah  y de  los  Profetas.  Por  otro  lado  una  fe  nueva,  en  la  que 
la  moral  del  Decálogo  es  completada  por  el  sermón  de  la  montaña;  en  que 
la  atadura  de  las  observancias  rituales  es  reemplazada  por  la  libertad  de 
los  hijos  de  Dios.  Precisamente  el  autor  de  la  Epístola  a los  Hebreos  usa 
de  estos  conceptos  para  consolar,  afirmar  y dar  ánimo  a los  sacerdotes  ju- 
díos que  se  habían  pasado  a las  filas  cristianas. 

¿Nació,  pues,  el  cristianismo  a orillas  del  Mar  Muerto,  siendo  su  pri- 
mera cuna  las  cuevas  de  Qumram,  mejor  que  la  pobre  gruta  de  Belén? 
Esta  perspectiva  pareció  provocar  alguna  inquietud;  pero  no  hay  peligro 
de  que  nuestra  inteligencia  del  Nuevo  Testamento  sea  revolucionada  ni  de 
que  los  manuscritos  descubiertos  modifiquen  uno  solo  de  los  principios  fun- 
damentales de  la  fe  cristiana.  Todos  los  eruditos  que  han  trabajado  sobre 
estos  textos,  católicos  y no  católicos,  están  de  acuerdo  sobre  este  punto. 

Debemos  reconocer  que  hay  anticipaciones  del  cristianismo  en  los  es- 
critos de  Qumram,  como  también  las  hay  en  otros  escritos  judíos:  el  Evan- 
gelio es  la  realización  de  revelaciones  anteriores.  Que  los  autores  del  Nuevo 
Testamento  hayan  leído  y se  hayan  servido  de  los  libros  de  la  Comunidad 
de  Qumram  es  una  posible  cuestión  de  hecho  histórica.  Las  Epístolas  de 
San  Pablo,  sobre  todo  a los  Efesios  y a los  Hebreos,  y la  primera  Epístola 
de  San  Pedro  contienen  expresiones  semejantes  a la  de  los  escritos  de 
Qumram.  Pero  es  en  San  Juan,  sobre  todo  en  el  Evangelio,  donde  se  en- 
cuentran las  semejanzas  más  notables:  su  manera  de  pensar  y el  estilo  li- 
terario, las  expresiones  “caminar  en  la  luz”,  “caminar  en  las  tinieblas”  etc., 
sus  continuas  antítesis.  Lo  que  cabe  decir  es  que  los  escritos  de  Pablo  y 
Juan  y los  manuscritos  de  Qumram  reflejan  el  fondo  judaico,  y no  par- 
ticularidades exclusivas  de  la  secta  esenia.En  reacción  contra  los  que  sos- 
tenían que  el  helenismo  de  Filón  o gnóstico  había  ambientado  el  naci- 
miento del  cuarto  evangelio,  el  P.  Braun  prueba  que  tanto  el  vocabulario 
como  el  pensamiento  de  San  Juan  lleva  el  sello  del  medio  judío-palesti- 
nense,  de  lo  cual  son  los  mejores  testimonios  los  documentos  del  Mar 
Muerto.  Se  debería  haber  hablado  de  preparación  más  que  de  anticipación 
del  cristianismo. 


20 


REVISTA  BIBLICA 


Respecto  a los  libros  cristianos  no  canónicos,  el  P.  Audet  hace  notar  las 
afinidades  literarias  y doctrinales  del  “Manual  de  Disciplina”  con  escritos 
como  “las  dos  vías”  y el  “Pastor”  de  Hermas.  Y acota:  “No  son  de  ningún 
modo  imposibles...  ciertas  afinidades  literarias  y doctrinales  con  escritos 
como  la  instrucción  moral  del  Manual  de  disciplina.  No  hay  que  olvidar 
que  el  cristianismo  fué,  durante  largos  años,  palestinense,  y que  la  separa- 
ción total  del  judaismo  no  se  obró  sino  con  relativa  lentitud,  dejando  sub- 
sistir aquí  y allá  muchos  puntos  de  contacto...  Se  puede  considerar  como 
cierto  que  entre  los  primeros  discípulos  de  Cristo  muchos  venían  de  la  Nue- 
va Alianza.  Reconocían  en  él  al  Mesías;  pero  ¿no  habrían  sido  atraídos  por 
un  mal  que,  en  ciertos  puntos,  recordaba  a la  de  la  secta,  mientras  que  en 
otros  la  sobrepasaba?...  No  es  de  extrañar,  entonces,  que  se  encuentren  en 
la  moral  del  Nuevo  Testamento  ciertas  prolongaciones  de  la  religiosidad  ju- 
día en  diversas  sectas,  una  atmósfera  y un  espíritu  que  podían  llamarse 
precristianos.  Si  la  Pax  Romana  ha  sido  una  preparación  para  el  cristianis- 
mo naciente,  ¿no  se  podría  decir  que  la  piedad  de  las  sectas  judías  esenias 
o esenizantes,  el  sumo  cuidado  con  que  buscaban  la  integridad  de  la  vida, 
han  sido  para  los  primeros  convertidos  una  magnífica  preparación  a la 
Buena  Nueva? 

Además  de  las  analogías  literarias  tenemos  las  de  organización.  Los 
primeros  convertidos  cristianos,  venidos  de  la  élite  de  los  judíos,  trata- 
rían naturalmente  de  introducir  en  la  nueva  religión  algunas  prácticas  de 
su  organización.  Los  esenios  eran  los  “elegidos”,  los  “santos”;  los  cristia- 
nos de  la  primera  comunidad  de  Jerusalén  se  llamarán  “santos”.  El  meba- 
qqer  o inspector,  del  Manual  de  disciplina,  tendrá  algo  que  ver  con  el 
episcopos  cristiano. 

Los  judío-cristianos,  aquellos  primeros  judíos  convertidos  que  recono- 
cían en  Jesús  de  Nazareth  al  Mesías  anunciado  por  los  Profetas,  pero  que 
conservan  obstinadamente  las  prescripciones  de  la  Torah,  ¿no  estarían 
relacionados  con  alguna  secta  esenizante?  Si  han  elegido  el  nombre  de 
Ebionistas.  que  significa  pobres,  ¿no  será  porque  pretenden  ser  los  here- 
deros del  verdadero  pensamiento  esenio,  que  recomendaba  tanto  la  virtud 
y exigía  en  grado  sumo  la  práctica  de  la  pobreza? 

Es  innegable  que  la  secta  esenia  constituye  una  verdadera  comunidad 
monástica.  ¿Puede  decirse  que  e.sta  comunidad  esenia,  con  su  “Regla  de  la 
Comunidad”,  con  su  comunidad  de  bienes,  su  celibato,  haya  ejercido  alguna 
influencia  en  la  vida  religiosa  del  cristianismo  naciente  y en  la  formación 
del  monaquismo  cristiano?  Cabe  notar  el  hecho  de  comunidades  judías 
de  vida  monástica  que  ceden  el  lugar  a comunidades  monásticas  cristianas. 
No  sería  imposible  que  ciertos  conventos  cristianos  egipcios  hayan  sido 
habitados  en  un  principio  por  comunidades  religiosas  judías  de  lengua  griega. 
Quizás  algún  día  se  encuentren  indicios  del  convento  de  los  Terapeutas, 
agrupación  religio.sa  judía  de  los  alrededores  de  Alejandría,  y cuya  exis- 
tencia nos  es  conocida  gracias  al  judío  alejandrino  Filón. 

La  organización  y la  idea  de  grupo  elegido  son  muy  parecidas  en  la 
secta  de  Qumram  y en  la  Iglesia  naciente  de  los  Hechos  de  los  Apóstoles. 
Pero  hay  que  hacer  resaltar  también  las  enormes  diferencias:  La  Iglesia 
proclama  su  verdad  a todo  el  mundo,  y es  lo  más  contrario  a un  grupo 
exclusivo  y esotérico  que  guarda  celosamente  ocultas  sus  enseñanzas,  como 
lo  era  la  secta  de  Qumram. 

Cabe  hacer  notar,  hablando  de  influencias  sobre  el  cristianismo,  el  uso 
en  la  comunidad  de  Qumram,  del  calendario  solar  en  vez  del  lunar,  al  que 


I 


1 ALGUNOS  PROBLEMAS  PLANTEADOS  POR  LOS  DOCUMENTOS  DE  QUMRAN  21 

quizás  se  acomodó  Jesús  para  la  fecha  de  la  celebración  de  la  Cena;  en  cuyo 
caso  ésta  habría  tenido  lugar  el  Martes  Santo  y no  el  Jueves. 

4.  — ¿Fué  San  Juan  Bautista  un  esenio9  La  geografía  favorece  las  re- 
laciones entre  el  Bautista  y la  comunidad  de  Qumram.  El  desierto  de  Be- 
thabara,  sobre  el  Jordán,  donde  el  “más  que  profeta”  llamaba  a las  multi- 
tudes a la  penitencia,  se  halla  sólo  a unas  cuatro  horas  de  Qumram. 

Por  otro  lado,  en  el  Manual  de  disciplina  se  encuentra  la  cita  de  Isaías 
de  que  se  servía  Isaías:  “Preparad  el  camino  en  el  desierto,  allanad  en  la 
estepa  un  sendero  a nuestro  Dios”. 

San  Lucas  tiene  un  texto  que  llama  poderosamente  la  atención:  “Mien- 
tras tanto  el  niño  (Juan  Bautista)  iba  creciendo,  y se  fortalecía  en  el  espí- 
ritu; habitó  en  el  desierto  hasta  el  tiempo  en  que  debía  darse  a conocer  en 
Israel”  (1,  80).  Y notemos  que,  según  Josefo,  los  esenios  no  se  casaban,  pero 
adoptaban  los  hijos  de  otros  desde  una  edad  bastante  tierna,  lo  suficiente 
como  para  recibir  instrucción  y formarlos  en  sus  costumbres.  ¿Fué  enton- 
ces Juan  Bautista  un  pupilo  (por  no  decir  un  seminarista)  de  los  de  Qumram? 
¿Pasó  su  infancia  entre  ellos,  como  Samuel  junto  al  sacerdote  Helí  en  el 
santuario  de  Silo?  Una  indicación  del  libro  de  Samuel  hace  de  este  profeta 
un  nazir  (nazareo),  es  decir,  un  hombre  consagrado  de  un  modo  especial  al 
culto  de  Dios,  que  no  debía  cortarse  el  pelo  ni  la  barba,  ni  beber  licor  que 
pudiera  embriagar.  Comparemos  ahora  este  texto  de  Samuel  1,  11  con  Lu- 
cas 1,  15,  donde  se  ve  una  secreta  voluntad  de  comparar  a ambos:  a Juan 
Bautista  que  presidió  la  unción  mesiánica  de  Jesús,  y a Samuel  que  proce- 
I dió  a la  unción  mesiánica  de  David. 

j El  alimento  del  Bautista  es  el  que  se  les  permitía  a los  esenios.  Dice  el 

* Documento  de  Damasco  que  las  langostas  deben  ser  asadas  o cocidas;  y 

1 el  documento  anexo  a la  Regla  de  la  comunidad  dice  que  los  esenios  se  abs- 

I tenían  del  vino,  y que  no  bebían  más  que  mosto. 

Más  importante  es  el  lugar  que  ocupan  las  purificaciones  (bautismos) 

I en  la  vida  de  los  “monjes”  de  Qumram  y en  el  ministerio  del  Bautista.  En 
las  excavaciones  de  Qumram  se  han  descubierto  varias  piscinas.  Cada  día 
j los  miembros  de  la  comunidad  debían  sumergirse  en  ellas  revestidos  de  un 

; paño  de  lino,  ritualizando  quizás  demasiado  al  pie  de  la  letra  los  textos 

j proféticos  que  llaman  a los  hombres  a purificarse  en  un  agua  pura  (Is.  1, 

j 15-18;  Ez.  36,  25;  Ps.  51,  4).  El  bautismo  conferido  por  Juan  es  un  baño 

! en  el  agua  corriente,  como  signo  de  conversión  a una  vida  nueva,  y para 
prepararse  a una  especie  de  bautismo  espiritual  cuando  venga  el  Mesías. 

¿Habrá  que  concluir  con  Renán  que  Juan  Bautista  era  un  esenio?  Es 
\ innegable  cierta  relación  entre  este  hombre  de  Dios,  que  bautizó  a Cristo 
y fué  su  precursor,  y los  ascetas  del  Mar  Muerto.  Maqueronte,  la  fortaleza 
donde  se  decapitó  a Juan,  se  halla  frente  a Qumram  del  otro  lado  del  Mar 
I Muerto.  Lo  cual  sugiere  a Daniel  Rops  una  posibilidad:  el  cementerio  sa- 
grado más  próximo  era  sin  duda  el  de  la  Comunidad,  a la  cual  el  mártir 
estaría  unido  por  tantos  lazos.  ¡Quién  sabe  si  entre  las  mil  o mil  doscientas 
tumbas  alineadas  junto  al  monasterio  esenio  en  ruinas  no  estaría  la  de  aquel 
que  prefirió  “achicarse”  para  que  su  Maestro  creciera! 

La  preparación  a la  venida  del  Mesías,  que  era  el  “leitmotif”  de  la  pre- 
dicación del  Bautista,  es  también  la  gran  preocupación  del  Manual  de  Dis- 
ciplina. Pero  este  mensaje  de  penitencia,  esta  necesidad  de  una  purificación 
espiritual  por  medio  del  bautismo,  esta  inminencia  de  la  era  mesiánica,  todo 
, esto  manifiesta,  no  ya  la  pertenencia  a un  mismo  grupo  particular,  sino 


22 


REVISTA  BIBLICA 


mas  bien  un  mismo  ideal  por  una  moral  más  elevada  en  una  atmósfera 
religiosa  semejante  y con  una  misma  esperanza  mística. 

La  semejanza  mayor  de  Juan  con  los  de  Qumram  la  encontraremos 
en  el  bautismo.  Pero  las  diferencias  también  son  grandes.  Mientras  que 
en  la  secta  el  hombre  se  sumerge  por  sí  mismo  en  el  agua  purificadora, 
Juan  Bautista  juega  un  papel  importante  en  el  bautismo  que  él  adminis- 
tra. El  bautismo  de  Juan  es  único,  y una  vez  recibido  vale  para  siempre, 
mientras  que  los  esenios  renuevan  diariamente  sus  baños  rituales.  Juan 
sabe  que  él  precede  inmediatamente  al  Mesías,  que  ha  de  venir  a bautizar, 
no  ya  con  agua,  sino  en  el  Espíritu  y en  el  fuego.  El  bautismo  cristiano 
se  asemejará  mucho,  por  su  rito  externo,  al  bautismo  de  Juan,  pero  tendrá 
una  significación  y una  eficacia  completamente  distintas.  Los  apóstoles  lo 
administrarán  no  como  preparación  para  la  venida  del  Mesías,  sino  “en 
nombre  de  Jesucristo”,  el  Mesías  que  ya  ha  venido. 

Como  los  textos  de  Qumram,  también  Juan  anuncia  los  últimos  tiem- 
pos y el  juicio  por  el  fuego  (Mat.  3,  1-12). 

En  consecuencia,  de  los  argumentos  de  semejanza  aducidos  no  es  po- 
sible concluir  en  absoluto  que  el  Bautista  fuera  un  esenio.  Lejos  de  vivir 
aislado,  como  los  monjes  de  Qumram,  él  se  preocupa  por  atraer  a las  gen- 
tes para  predicarles  y prepararles  a la  venida  del  Mesías.  Recluta  discípu- 
los, que  parecen  haber  formado  un  grupo  bien  unido,  pero  a los  que  no 
exige  que  abandonen  sus  oficios  y sus  condiciones  de  vida  para  vivir  en  el 
desierto.  - 

Las  perspectivas  mesiánicas  de  Juan  Bautista  son  muy  diferentes  de 
las  de  los  esenios,  que  esperaban  dos  mesías,  el  de  Aarón  y el  de  Israel,  y 
lo  seguían  esperando  por  entonces.  Mientras  que  Juan  espera  un  solo  Me- 
sías y sabe  que  ya  está  presente  en  medio  de  los  hombres. 

La  conclusión  de  los  historiadores  competentes  es  que  Juan  Bautista, 
si  por  hipótesis  perteneció  alguna  vez  a la  secta,  se  separó  de  ella,  dedicán- 
dose a un  ministerio  profético  independiente. 

* 

He  aquí  presentados  a vuelo  de  pájaro  algunos  de  los  problemas  sus- 
citados por  los  recientes  descubrimientos  en  las  orillas  del  Mar  Muerto.  La 
transcripción,  publicación  y traducción  de  los  documentos  llevará  algunos 
años.  Aún  se  espera  que  el  desierto  de  Judá  desentrañe  nuevos  secretos. 

Es  indudable  que  las  ruinas  y los  documentos  de  Qumram  nos  dan  a 
conocer  un  medio  judío  muy  restringido;  y sería  un  error  confundir  el  ju- 
daismo del  tiempo  de  Jesucristo  con  el  judaismo  particular  de  Qumram. 
Pero  es  innegable  que  ahora  podemos  abrir  las  páginas  del  Nuevo  Testa- 
mento y leerlas  en  un  ambiente  más  familiar.  Conociendo  las  esperanzas, 
las  costumbres  y el  modo  de  pensar  de  un  grupo  de  judíos  particulamente 
fervientes,  resaltan  en  toda  su  grandeza  las  realizaciones  de  la  revelación 
cristiana.  Jesús  viene  a injertarse  en  la  Tradición  de  Israel  y a transfigu- 
rarlo y renovarlo  todo  por  el  cumplimiento  en  su  persona  de  las  profecías 
milenarias. 

“Quizás  la  mejor  cosa  que  puedan  hacer  los  manuscritos  del  Mar  Muerto 
es  que  por  contraste  apreciemos  más  nuestra  Biblia”  (Burrows). 

Fr.  Roberto  de  Buenos  Aires,  Capuchino 


Villa  Elisa  - Buenos  Aires. 


BIBLIA  Y VIDA 


Vivamos  la  palabra  de  Dios 

(Véase  R.  Bíbl.  86,  1957,  págs.  193-198) 

6.  El  júbilo  del  Señor  (Le.  10,  21-24) 

“En  aquella  hora  se  estremeció  de  gozo  en  el  Espíritu  Santo”.  ¿Pues, 
<jué  había  sucedido  “en  aquella  hora”?  Los  discípulos  habían  regresado 
llenos  de  alegría  porque  hasta  los  malos  espíritus  les  estaban  sujetos.  Jesús 
les  había  confirmado  su  alegría  concediéndonos,  de  paso,  un  vistazo  a su 
intelección  de  hombre-Dios  que  capta  lo  grande  en  lo  pequeño  y la  consu- 
mación en  los  comienzos.  Para  El  esos  pequeños  triunfos  apostólicos  sobre 
los  malos  espíritus  significan  ya  una  gran  victoria  sobre  Satanás  la  que  El 
había  venido  a obtener.  Ya  la  ve  consumada  y goza  de  la  visión  de  la  gloria 
que  todo  lo  sobrepuja,  fruto  de  esta  batalla  victoriosa.  Allí  está  el  gozo  so- 
bre todo  gozo,  hacia  allí  quiere  dirigir  la  mirada  de  los  discípulos:  “no  os 
gocéis  en  eso,  que  los  espíritus  se  os  someten;'  sino  gozaos  de  que  vuestros 
nombres  están  escritos  en  los  cielos.” 

Con  vista  a la  eterna  bienaventuranza  de  sus  redimidos  el  corazón  de 
Jesús  rebosaba,  por  lo  menos  es  esto  lo  que  sugiere  el  contexto,  y cabe 
esperar  que  esta  eterna  bienaventuranza  habría  de  ser  también  motivo  y 
objeto  de  este  regocijo  suyo  que  todo  lo  inunda.  Pero  ahora  las  palabras 
del  Señor  nos  traen  una  gran  sorpresa;  “Bendígote,  Padre,  Señor  del  cielo 
y de  la  tierra,  porque  encubriste  esas  cosas  a los  sabios  y prudentes  y las 
descubriste  a los  pequeñuelos”.  Así  pues,  el  motivo  propiamente  dicho  de 
su  alegría  no  es  el  que  el  cielo  se  abre,  sino  por  el  contrario,  precisamente 
que  este  cielo  permanece  clausurado  para  unos,  abriéndose  para  otros  y 
hallando  cumplimiento  en  ambos  casos  la  voluntad  del  Padre  celestial: 
este  es  el  motivo.  Y como  si  el  Señor  quisiera  excluir  toda  duda  posible 
acerca  de  la  verdadera  razón  de  su  alborozo,  agrega  expresamente:  “Bien, 
Padre,  que  así  ha  parecido  bien  en  tu  acatamiento”. 

Este,  pues,  es  el  júbilo  del  Señor;  la  voluntad  del  Padre,  y esta  santa 
voluntad  puramente  por  ella  misma.  No  es  el  que  esto  o aquello  que  desea 
el  corazón  sea,  en  efecto,  la  voluntad  de  Dios  y se  cumpla,  es  causa  de  la 
alegría  del  corazón,  sino  que  — como  quiera  que  sea — se  haga  la  voluntad 
del  Padre.  Y esto  precisamente;  el  comoquiera  que  sea,  es  lo  que  va  to- 
mando relieve  con  impresionante  claridad  ante  nuestros  ojos;  ¿acaso  no 
vino  Jesús  a este  mundo  para  salvar  lo  que  se  había  perdido?  (Le.  19,  10) 
¿Mas  si  ahora  los  sabios  y prudentes  de  este  mundo  se  le  cierran  e incluso 
se  lanzan  contra  El,  arrastrando  consigo  al  pueblo  para  aplastar  a ese  pro- 
feta tan  incómodo  y,  de  paso,  perderse  a sí  mismos  para  toda  la  eternidad, 
no  es  esto  cabalmente  lo  contrario  de  lo  que  Jesús  debía  desear?  ¿No  es 
esto  el  fracaso  y la  ruina?  Pero  es  a causa  de  esto  que  lo  vemos  estreme- 
cerse de  gozo  y prorromper  en  júbilo;  Bendígote,  Padre,  porque  encubriste 
esas  cosas  a los  sabios  y prudentes.  Su  júbilo  sobre  todo  no  es  mayor  ni 


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REVISTA  BIBLICA 


menor  que  sobre  el  éxito  tan  ansiosamente  anhelado  y tan  duramente  obte- 
nido que  tiene  su  mensaje  entre  los  pequefiuelos.  Pues,  si  sus  discípulos  le 
siguen  con  esa  confianza  sencilla  y humilde  y El  precibe  en  esta  fe  la  acción 
del  Padre  que  conduce  al  Hijo  a esas  almas  simples,  entonces  estalla  nue- 
vamente su  alma  en  júbilo:  “Bendígote,  Padre,  porque  descubriste  esas  cosas 
a los  pequeñuelos”. 

La  voluntad  del  Padre  es  el  regocijo  jubiloso  de  Nuestro  Señor.  La 
voluntad  del  Padre  puramente  por  el  Padre  y,  consecuentemente  lo  mismo 
en  el  Sí  como  en  el  No,  en  el  conceder  como  en  el  negar,  en  el  fracaso  como 
en  el  triunfo,  en  la  muerte  eterna  de  los  redimidos  como  en  su  vida  eterna. 
La  voluntad  del  Padre  causa  única  del  júbilo  también  y sobre  todo  allí 
donde  su  misterio  se  hace  más  oscuro  para  nosotros,  en  la  libre  e incom- 
prensible elección  de  la  gracia  de  Dios,  allí  donde  enmudece  el  último  “por 
qué”  de  toda  creatura  por  cuanto  Dios  obra  en  virtud  de  los  más  íntimos 
abismos  de  su  esencia  infinita,  con  absoluto  dominio  y libertad.  No  en  vano 
Jesús  habiendo  dicho:  “Bendígote,  Padre”,  agrega  luego:  “Señor  del  cielo 
y de  la  tierra”,  pues,  son  los  efectos  de  la  grandeza  de  Dios,  la  absoluta 
magnificencia  soberana  del  creador,  que  percibe  en  los  fallos  arcanos  de  la 
misteriosa  predestinación  de  su  gracia;  cual  si  presenciáramos  cómo  el 
alma  humana  y creada  de  Jesús,  anegada  en  gozo  se  va  perdiendo  en  la 
inescrutable  infinidad  de  Dios. 

¡Ojalá  también  el  Dios  que  conocen  nuestras  almas  tuviera  algo  más 
de  divino!  ¡Cuántas  preguntas  necias  quedarían  sin  preguntar!  Pues,  Dios 
es  el  que  no  debe  rendir  cuentas  a nadie,  el  que  tiene  en  sí  mismo  la  única 
razón  de  toda  su  actividad.  Dios  es  el  necesariamente  inconcebible  e in- 
comprensible para  toda  inteligencia  creada.  Dios  es  luz,  sí,  pero  luz  inac- 
cesible (1  Tim.  6,  16),  tan  inaccesible  que  los  místicos,  los  videntes  entre 
nosotros  los  ciegos,  la  llaman  la  gran  oscuridad.  Un  Dios  a quien  nosotros 
comprendemos  ya  no  es  Dios.  Por  esto,  precisamente,  la  misma  oscuridad 
de  Dios  puede  hacer  el  gozo  de  un  alma  enamorada  de  El,  ya  que  ella 
percibe  la  voz  de  Dios  que  habla  por  boca  del  profeta:  “Porque  mis  pen- 
samientos no  son  vuestros  pensamientos,  ni  vuestras  sendas  las  mías,  afir- 
ma Yahveh;  mas  como  los  cielos  son  más  altos  que  la  tierra,  así  mis  cami- 
nos son  más  elevados  que  vuestros  caminos,  y mis  pensamientos  que  vues- 
tros pensamientos.”  (Is.  55,  8-9).  El  alma  enamorada  de  Dios  escucha  esta 
palabra  sintiendo  que  al  insistir  en  tanta  diferencia  entre  Dios  y nosotros, 
toca  precisamente  lo  divino,  lo  que  la  hace,  luego,  prorromper  en  júbilo: 
Bendígote,  Padre,  Señor  del  cielo  y de  la  tierra,  porque  tal  o cual  disposi- 
ción ha  sido  tu  santa  voluntad.  O,  por  decirlo  con  las  palabras  de  una  gran 
mujer  alemana  que,  al  ver  la  ruina  de  la  obra  de  toda  su  vida  bajo  los  gol- 
pes del  “Kulturkampf”  (histórico  conflicto  entre  la  Iglesia  y el  estado  en 
Alemania),  dijo:  “¡Tu  voluntad.  Señor,  es  el  supremo  fin  de  todos  mis  de- 
seos!” Así  habla  la  fe  operada  por  la  gracia,  en  la  escuela  del  divino  Maes- 
tro. Mas  no  lo  olvidemos:  esta  fe  se  basa  en  una  visión:  pues  quien  primero 
se  regocija  es  El,  el  único  para  quien  también  los  más  oscuros  abismos  de 
Dios  son  luz  resplandeciente.  El,  también  en  cuanto  hombre,  veía  ya  al  Dios 
infinito  en  esta  tierra,  y veía  en  la  voluntad  de  su  Padre  la  inconmensura- 
ble santidad  de  Dios.  Al  brotar  tal  fuente  primogenia  de  divina  bienaven- 
turanza, ¿cómo  habría  de  caber  pregunta  o distinción  alguna  por  parte  del 
corazón  humano  sobre  Sí  o No,  éxito  o fracaso  como  objeto  de  este  santo 
y divino  querer?  Esto  es  lo  que  ocurre  en  el  hombre  Jesús.  ¿Qué  diremos 
entonces  del  Hijo  de  Dios,  la  segunda  persona  de  la  Santísima  Trinidad,. 


VIVAMOS  LA  PALABRA  DE  DIOS 


25 


un  Dios  con  el  Padre  y por  esto  una  divina  voluntad,  un  amor,  una  bien- 
aventuranza? Y es  precisamente  esto  lo  que  inunda  al  Señor  en  su  júbilo, 
pues,  continúa:  “Todas  las  cosas  me  fueron  entregadas  por  mi  Padre.” 
Aquí  habla  el  que  en  eterna  generación  recibe  del  Padre  la  naturaleza  de 
Dios;  y por  esto:  “ninguno  conoce  cabalmente  al  Hijo  sino  el  Padre,  ni  al 
Padre  conoce  cabalmente  sino  el  Hijo”  (Mat.  11,  27).  Por  un  instante  el 
Señor  quedó  transportado  a una  altura  vertiginosa,  mas  en  seguida  toma 
a inclinarse  el  Dios  hecho  hombre  hacia  nosotros  sus  hermanos,  pues  ha 
venido  del  seno  eterno  de  Dios  para  hablamos  del  Padre.  Por  esto:  “nin- 
guno conoce  al  Padre  cabalmente  sino  el  Hijo  y aquel  a quien  quisiere  el 
Hijo  revelarlo.” 

Es  cosa  de  creer  que  los  discípulos  escucharían  estas  cosas  sin  captar 
gran  cosa  de  su  significado  y un  tanto  desconcertados  ante  el  júbilo  del 
Señor,  ante  tanta  palabra  misteriosa,  ante  la  oscuridad  de  esta  revelación 
de  sí  mismo.  Ni  nosotros  tenemos  motivo  para  lisonjeamos  de  cpie  enten- 
demos mucho  más  que  ellos.  Si  poseyéramos  de  verdad  la  intelección  de 
las  palabras  del  Señor,  seríamos  de  hecho  bienaventurados,  ni  sería  menes- 
ter que  se  nos  diga,  lo  mismo  que  a los  discípulos:  “dichosos  los  ojos  que 
ven  lo  que  vosotros  véis”.  Vosotros  véis  al  Hijo  de  Dios,  y en  El  véis  al 
Padre.  Escucháis  al  Hijo  anunciar  al  Padre,  anunciar  que  ni  en  el  cielo  ni 
en  la  tierra  hay  nada  más  deseable  que  la  voluntad  del  Padre  eterno.  Mas 
si  no  os  conmueve  el  contenido  de  estas  palabras,  que  por  lo  menos  el  so- 
nido de  su  voz  toque  vuestros  corazones.  Pues,  esto  está  escrito  en  el  santo 
Evangelio  que  fué  con  júbilo  que  se  regocijó  el  Señor:  “Bien,  Padre,  que 
así  ha  parecido  bien  en  tu  acatamiento”. 


Ahí  se  acerca  ahora  un  legista  para  preguntar  al  Señor:  “Maestro,  ¿qué 
haré  para  entrar  en  posesión  de  la  vida  eterna?”  La  pregunta  no  está  mal, 
más  aún:  de  todas  las  preguntas  es  a buen  seguro  la  que  más  le  gustaría 
al  Señor,  pues  para  contestarla  el  Hijo  de  Dios  ha  salido  de  la  gloria  del 
Padre.  El  que  esta  pregunta  se  le  planteara  tan  raras  veces  contribuía  en 
1 buena  medida  a la  amarga  soledad  que  sentía  en  medio  de  los  hombres. 
Así  pues,  nada  hay  que  objetar  a la  pregunta  en  sí.  Lástima  grande,  em- 
pero, que  esta  pregunta,  la  más  grave  de  cuantas  puede  hacerse,  la  pre- 
gunta vital  propiamente  dicha,  provenga  en  este  caso  de  un  corazón  tan 
superficial,  o mejor  dicho,  que  no  tenga  precisamente  su  origen  en  el  co- 
razón, sino  en  una  mente  de  teologuillo  que  las  más  de  las  veces  no  busca 
sino  el  descrédito  del  odiado  rival  y las  artimañas  dialécticas  de  la  disputa- 
ción. El  legista  ha  preguntado  para  “poner  a prueba”  a Jesús:  este  nuevo 
rabí  que  sabe  hablar  de  una  manera  tan  diferente  de  la  habitual  en  el  gre- 
mio rabínico  — ¿se  atendrá  a la  ley  o tendrá  el  atrevimiento  de  internarse 
por  caminos  nuevos? — Pero  el  Señor,  frente  al  desconfiado  guardián  de  la 
i ley,  le  señala  justamente  la  ley.  Esto  sí:  la  pregunta  sabihonda  se  convierte 

, de  esta  manera  en  una  pregunta  de  catecismo  tan  elemental  que  tiene  que 

I avergonzar  al  interlocutor.  Cualquier  niño  hubiera  sabido  contestar  lo  que 

||  era  nada  menos  que  el  meollo  y la  síntesis  de  toda  la  ley,  próximo  al  co- 

;;  razón  (!),  y atado  a la  frente;  estaba  escrito  sobre  todas  las  puertas  y cons- 

jj  tituía  la  cotidiana  oración  matutina  y vespertina  de  la  comunidad.  Lo  que 

i había  sido  planeado  para  levantar  negras  sospechas,  se  convertía  ahora 

en  situación  embarazosa  para  aquél.  Sinembargo,  se  había  preparado  in- 


7.  Amar  a Dios  con  toda  el  alma  (Le.  10,  25-29) 


REVISTA  BIBLICA 


2B 

cluso  para  esta  eventualidad.  Menos  mal  que  al  mandamiento  del  amor  de 
Dios  estaba  ligado  el  que  prescribía  el  amor  al  próximo,  con  lo  cual  que- 
daba allanado  el  camino  a la  antigua  cuestión  acremente  disputada:  “¿Quién 
es  mi  prójimo?”,  hermoso  tema  donde  ese  Jesús  de  Nazaret  hallaría  ahora 
discutir  una  cuestión  controvertida  en  todos  sus  aspectos  hasta  agotarla, 
es  cosa  que  el  discípulo,  aspirante  a rabí,  sólo  aprende  con  largos  años  de 
arduo  ejercicio.  Sí,  muy  bien;  ¿pero  qué  sucede  mientras  tanto  con  el  gran 
mandamiento  del  amor  de  Dios?  — Pues  nada,  sino  que  queda  relegado  al 
rincón  de  las  cosas  olvidadas.  ¿Y  nosotros  hoy  día,  no  conocemos  también 
este  peligro  al  que  sucumbe  alguna  que  otra  vez  una  mentalidad  teológica 
unilateral  de  escuela?  Me  refiero  al  peligro  de  asignar  importancia  a lo 
controvertido  y de  asignarle  una  importancia  tanta  mayor  cuanto  más  se 
preste  a entablar  controversias.  Lo  verdaderamente  grande,  lo  que  propia- 
mente está  en  juego,  queda  relegado  a segundo  plano,  pues,  lo  realmente  de- 
cisivo es  las  más  de  las  veces,  gracias  a Dios,  bastante  claro  y no  se  presta 
a discusiones  de  mucha  extensión;  a lo  sumo  se  podría  tal  vez  avanzar  en 
profundidad... 

Esta  sería,  pues,  la  primera  consideración  sobre  el  texto  que  comen- 
tamos: la  pregunta  por  el  camino  que  conduce  a la  salvación  debe  brotar 
de  verdad  del  centro  vital,  de  lo  más  hondo  del  corazón:  tanto  los  pastores 
como  la  grey  esperan  que  las  grandes  verdades  fundamentales  sean  pre- 
sentadas al  alma  con  luz  y profundidad  siempre  renovadas. 

Apropiémonos,  pues,  con  corazón  dócil  y alma  sedienta  la  pregunta 
del  legista:  “Maestro  — ¿qué  debemos  hacer  para  entrar  en  posesión  de  la 
vida  eterna?” — La  respuesta  no  varía:  “Amarás  al  Señor  Dios  tuyo  de  todo 
tu  corazón,  y con  toda  tu  alma,  y con  toda  tu  fuerza,  y con  toda  tu  mente.” 
Y esta  respuesta  — ¿no  es  para  atemorizar  a cualquiera?  Por  cierto,  que 
no  se  trata  aquí  simplemente  de  un  mandamiento  que  por  orden  numérico 
fuera  el  primer  ni  que  encabeza  a los  demás  como  uno  de  la  serie,  por 
más  que  sobresalga  en  comparación  con  los  otros.  Antes  bien,  este  manda- 
miento principal  sintetiza  todos  los  demás  como  su  raíz  de  la  que  brotan; 
apunta  la  orientación  más  intima  de  la  mente,  la  que  sola  confiere  dignidad 
y consagración  a la  observancia  de  los  otros  mandamientos;  es  la  mente 
y el  espíritu  fundamental  que  el  creador  exige  y dehe  exigir  de  su  creatura; 
es  la  quinta  esencia  de  lo  que  llamamos  “religión”,  y en  cuanto  tal  el  fun- 
damento invariable  así  del  Viejo  como  del  Nuevo  Testamento.  ¿Qué  es  re- 
ligión? ¿rezar,  ir  a la  iglesia,  recibir  los  sacramentos,  acción  caritativa? 
Todo  esto  tiene  que  ver  con  la  religión,  son  ejercicios  religiosos,  pero  no  es 
la  religión.  ¿Qué  es,  pues,  religión?  ¿catolicismo,  protestantismo.  Islam, 
Budismo,  Shintoismo,  etc.?  Estas  son  formas  de  religión,  pero  no  es  la  reli- 
gión (en  el  sentido  de  la  actitud  que  apuntamos  aquí).  ¿Qué  es  religión?  El 
reconocimiento  teórico  y práctico  de  la  omnímoda  dependencia  de  la  crea- 
tura  de  su  creador. 

Nuestra  “dependencia”  de  Dios!  La  finalidad  de  las  palabras  es  desig- 
nar cosas  y realidades;  en  este  sentido  son  muy  útiles  sustituyendo  en  nues- 
tro pensar  y hablar  las  realidades,  tal  como  el  papel  moneda  representa  la 
cantidad  de  bienes  que  le  corresponde.  Las  palabras  y,  en  cierta  manera 
hasta  los  conceptos,  pesan  menos  aún  que  papel,  y nuestro  pensar  super- 
ficial los  toma  tan  a la  ligera  como  son,  contentándose  con  ellos  y olvidando 
la  realidad.  Con  nuestras  palabras  y conceptos  somos  como  la  araña  acuá- 
tica que  se  desliza  por  encima  de  profundidades  abismales  sin  sospechar 
«iquiera  de  su  existencia.  En  lo  religioso,  más  que  ningún  otro  orden,  es 


t 


VIVAMOS  LA  PALABRA  DE  DIOS 


27 


menester  cuidar  de  los  recipientes  meramente  externos  de  nuestros  concep- 
tos y palabras,  que  fácil  e insensiblemente  se  están  vaciando  de  contenido, 
para  retornar  siempre  a llenarlos  de  realidad,  de  algo  de  la  gravedad  y del 
peso,  la  grandeza  y profundidad  que  significan. 

Nuestra  “dependencia  de  Dios”:  ¿cuál  es  la  realidad  representada  por 
este  concepto?  Más  de  uno  no  piensa  sino  en  las  muchas  cosas  de  que 
depende  nuestra  vida,  como  suerte,  éxito  y su  duración,  y que  sinembargo 
se  sustraen  en  tan  gran  medida  a nuestro  poder  y dirección.  El  agricultor 
necesita  de  lluvia,  sol  y viento  a su  debido  tiempo,  so  pena  de  perderse  la 
cosecha  y faltarle  el  pan.  ¿Es  esta  nuestra  dependencia  de  Dios?  Aquí  no 
se  toca  más  que  la  capa  más  periférica  y tenue  de  la  realidad  de  que  esta- 
mos hablando. 

Otros  pensarán  las  cosas  más  a fondo,  buscando  la  dependencia  de 
E>ios  en  el  hecho  de  que  sin  El  no  seríamos  nosotros,  es  decir,  que  hemos 
sido  creados  por  El.  ¿Pero  qué  les  dice  este  nuevo  concepto  “creado”?  Pen- 
sarán en  que  una  primera  pareja  humana  debió  su  existencia  a una  acción 
inmediata  de  Dios.  Mas  cuán  infinitamente  lejana  está  hoy  esta  creación 
del  hombre  en  la  más  remota  prehistoria.  Psicológicamente  hay  mucha  ver- 
dad en  nuestra  manera  de  decir  de  algún  hecho  auténtico  pero  muy  remo- 
to: “esto  hace  tanto  tiempo  que  pasó  que  casi  ya  no  es  verdad”.  — A pesar 
de  todo,  la  clave  de  nuestra  dependencia  de  Dios  está  toda  ella  en  esta  sola 
palabra:  “creado”,  es  decir,  sacado  de  la  pura  nada.  Todo  ser  creado  tiene 
su  exclusiva  razón  de  ser  en  la  voluntad  del  creador.  Este  ser-querido-por 
Dios  no  es,  como  acaso  pensará  alguno,  solamente  la  razón  del  ser  creado, 
sino  que  es  su  quinta  esencia:  el  ser  creado  no  es  sino  el  “ser  querido  por 
Dios”. 

Nuevamente  tenemos  que  ayudarnos  con  imágenes.  Mira  cómo  el  sol 
brilla  através  de  las  persianas,  cerradas  a medias,  proyectando  una  banda 
de  luz  sobre  tu  escritorio.  ¿Qué  hay  acerca  de  esta  banda  de  luz?  ¿tiene 
un  ser  independiente?  Cierra  el  postigo  del  todo  y verás  que  donde  antes 
había  luz  ya  no  queda  sino  sombra,  y esto  en  el  mismo  instante  sin  que 
medie  siquiera  una  fracción  de  segundo.  ¿Por  qué?  porque  todo  el  ser  de 
esta  banda  de  luz  no  consiste  precisamente  en  “ser-irradiado”.  Aplicando 
el  ejemplo:  el  sol  es  Dios,  la  banda  de  luz  es  la  creatura,  el  rayo  solar  el 
querer  creador  de  Dios.  La  banda  de  luz  es  ser-irradiado;  la  creatura  es  ser 
querido.  Interrumpe  el  rayo,  y donde  había  luz  no  hay  sino  tinieblas.  In- 
terrumpe el  querer  creador  de  Dios,  y donde  había  creación  no  hay  nada, 
sólo  el  silencio  absoluto.  Cuán  enorme,  cuán  inquietantemente  cercano  se 
nos  va  haciendo  ahora  el  creador.  Ya  no  se  ve  perdiendo  en  la  remotísima 
lejanía  de  los  albores  de  la  creación,  ya  no  está  sólo  en  aquel  lejano  comien- 
zo de  una  casi  infinita  sucesión  de  generaciones  como  creador  de  la  primera 
pareja  humana;  antes  bien  vemos  ahora  que  la  creación  es  actualidad, 
conservación  en  el  ser,  creación  continua  que  en  nada  se  distingue  del  pri- 
mer divino:  “Hágase”.  Es  así  como  yo  dependo  del  Dios  personal  en  todo 
momento  y con  todo  mi  ser,  y con  todo  mi  hacer.  Sí,  ¡también  con  mi 
hacer!  No  puedo  pronunciar  una  palabra  sin  que  Dios  lo  esté  haciendo 
conmigo;  no  puedo  concebir  un  pensamiento  sin  que  Dios  esté  obrando 
dentro  de  mí.  Todo  se  lo  debemos  a El,  y todo  en  cada  instante  de  nuevo, 
ni  más  ni  menos  que  la  banda  de  luz  sobre  el  escritorio  debe  todo  su  ser 
al  rayo  del  sol,  al  cabo  de  una  hora  no  menos  que  en  el  primer  momento. 
Esto,  pues,  significa  ser  creatura,  esto  es  con  toda  verdad  y realidad  mies- 


28 


REVISTA  BIBLICA 


tra  dependencia  de  Dios.  Si  no  nos  acomete  el  vértigo  al  pensarlo,  esto  se 
debe  a que  todavía  no  lo  hemos  pensado  a fondo. 

Ahora  bien:  conocer  y reconocer  esta  dependencia,  esto  es  religión. 
Si  este  reconocimiento  se  aproxima  siquiera  de  alguna  manera  a la  rea- 
lidad, Dios  con  todo  el  corazón,  con  toda  el  alma,  con  todas  las  fuerzas 
y desde  lo  más  profundo  de  la  mente.  Aquí,  y sólo  aquí,  la  totalidad  tiene 
un  derecho  de  ser  ilimitado.  Sólo  aquí  vale  plenamente  y en  su  verdadero 
sentido  el:  dar  el  todo  por  el  todo.  El  primero  y supremo  man- 
damiento: “Amarás  al  Señor  Dios  tuyo  de  todo  corazón  y con  toda  tu  alma, 
y con  toda  tu  fuerza,  y con  toda  tu  mente”,  este  mandamiento  que  en  un 
principio  nos  atemoriza  por  sabernos  demasiado  lejos  de  cumplirlo,  este 
inmenso  y enorme  mandamiento  se  va  haciendo  de  tal  manera  algo  que 
se  sobreentiende,  una  expresión  inmediata  de  lo  más  íntimo  de  nuestro  ser 
y nuestra  esencia  como  creaturas  de  Dios  dotadas  de  razón.  Nuestro  ser, 
nuestra  esencia  ha  sido  recibida  de  manos  amantes,  recibida  con  clara 
conciencia  y con  corazón  agradecido,  recibida  con  una  voluntad  dispuesta 
a obrar:  tal  la  respuesta  de  la  creatura  que  no  es  sino  amor  con  todo  el  co- 
lazón,  con  toda  el  alma  y con  todas  sus  fuerzas. 

Sigamos  leyendo  en  el  lugar  del  Sagrado  Texto  del  Antiguo  Testamento 
donde  este  supremo  .mandamiento  se  encuentra  por  primera  vez:  “Estas 
palabras  que  hoy  te  ordeno  estarán  sobre  tu  corazón.  Las  inculcarás  a tus 
hijos  y hablarás  de  ellas,  ya  permanezcas  en  tu  casa,  ya  andes  de  viaje,  al 
acostarte  y al  levantarte.  Las  atarás  como  un  señal  sobre  tu  mano  y serán 
como  frontales  entre  tus  ojos.  También  las  escribirás  sobre  las  jambas  y 
puertas  de  tu  casa.”  (Deut.  6,  4-8),  a saber,  estas  palabras:  “Amarás  al 
Señor  Dios  tuyo  de  todo  corazón,  y con  toda  tu  alma,  y con  toda  tu  fuerza, 
y con  toda  tu  mente”. 


Traducción:  Haraldo  Kahnemann. 


M.  Zerwick,  S.  J. 
(Pont.  Inst.  Bíblico,  Roma) 


La  Biblia  y las  Bellas  Artes 


III. 

La  Biblia  era  también  para  los  artistas  de  la  paleta  una  fuente  rica 
de  la  cual  extraían  sus  magníficas  ideas  para  crear  sus  obras.  La  Infancia 
de  Jesús  (Nacimiento,  la  Adoración  de  sus  Padres,  de  los  Pastores  y de  los 
Reyes  Magos)  y la  Pasión  y Muerte  de  Jesús  eran  sus  temas  preferidos. 
Sólo  en  los  museos  de  España  encontramos  unos  300  cuadros  de  cada  una 
de  estas  dos  clases,  realizados  por  autores  españoles  y extranjeros.  Un  in- 
menso caudal  de  trabajos  inestimables  se  conservan  en  los  grandes  museos 
del  mundo  y si  descontamos  las  producciones  de  los  dos  últimos  siglos,  la 
mayor  parte  de  ellos  son  cuadros  religiosos  y bíblicos. 

El  siglo  XV  es  la  época  más  floreciente  en  la  historia  de  la  pintura.  Flo- 
rencia marcha  a la  cabeza  guiando  el  movimiento  artístico.  Masaccio,  el  jefe 
de  la  escuela,  nos  presenta  a Adán  y Eva  arrojados  del  paraíso,  figuras 
vivas  y convincentes;  además  a San  Pedro  bautizando,  sanando  enfermos 
y detenido  .en  la  cárcel  y un  Juicio  Final.  Fra  Angélico  que  nunca  tomaba 
el  pincel  sin  antes  haber  rezado  quiso  con  su  arte  glorificar  a Cristo  como 
nos  lo  describe  el  Evangelio.  Boticelli  que  ha  ilustrado  la  “Divina  Comedia”, 
fué  uno  de  los  tres  artistas  que  fueron  llamados  por  el  papa  Sixto  VI  para 
decorar  la  Capilla  Sixtina. Fra  Filippo  Lippi,  Fiero  de  la  Francesco,  el 
Verrocchio,  Ghirlandajo,  todos  florentinos  del  Cuattrocento  nos  asombran 
ton  sus  hermosas  telas. 

Los  grandes  cincuencentistas  son  Leonardo  de  Vinci,  Miguel  Angel  y 
Correggio.  La  “Adoración  de  los  Magos”,  “La  Virgen  de  las  Rocas”  grupo 
admirablemente  compuesto  y “La  Cena”,  su  obra  capital  y uno  de  los  cua- 
dros más  estupendos  del  mundo,  son  productos  del  genio  universal  de 
Leonardo.  En  la  “Cena”  ha  querido  representar  la  impresión  que  en  cada 
uno  de  los  discípulos  han  producido  las  palabras  del  Divino  Maestro:  “Uno 
de  vosotros  me  hará  traición”.  En  la  Capilla  Sixtina  Miguel  Angel  nos  fas- 
cina con  las  figuras  animadas  del  A.  Testamento:  “La  Creación  de  Adán  y 
Eva”,  “La  Salvación  del  Pueblo  de  Israel  por  la  Serpiente  de  Bronce,  Da- 
vid, Ester  y Judit”.  Entre  los  7 profetas  llama  nuestra  admiración  el  aus- 
tero y pensativo  Jeremías.  A los  66  años  terminó  su  imponderable  “Juicio 
Final”.  En  todos  los  cuadros  de  Correggio,  especialmente  en  su  “Natividad 
de  Jesús”  se  advierten  sus  profundos  estudios  de  la  luz  artificial  que  emana 
del  Cuerpo  del  Niño  Divino.  Fra  Bartolomeo  pinta  exclusivamente  cuadros 
religiosos  y bíblicos.  Rafael  de  Sanzio  (1483-1520)  es  particularmente  co- 
nocido por  sus  exquisitas  Madonas,  50  veces  reproducidas.  Las  más  cono- 
cidas son:  “La  Sistina”,  “La  Madona  della  Sedia”,  “La  del  Granduca”,  la 
“Madona  del  Jilguero”  etc.  Las  salas  (stanze)  del  Vaticano  están  decora- 
das por  una  serie  de  frescos,  representando  escenas  de  la  Historia  Sagrada 
que  forman  lo  que  se  ha  llamado  la  “Biblia  de  Rafael”.  Uno  de  los  grandes 
cuadros  murales  es  la  “Disputa”.  En  su  parte  superior  contemplamos  a 
Cristo  sobre  un  trono  de  nubes,  rodeado  de  14  personajes  del  A.  y N.  Tes- 
tamento. A sus  pies  cuatro  angelitos  sostienen  los  4 Evangelios  abiertos, 
inspirados  por  el  Espíritu  Santo  que  aparece  en  medio  de  ellos.  Fué  su 
última  obra  la  “Transfiguración  de  Cristo”  que  no  terminó,  falleciendo  el 
“dio  moríale”  un  Viernes  Santo,  teniendo  sólo  37  años.  De  Ticiano,  jefe  de 


— 29  — 


30 


REVISTA  BIBLICA 


los  venecianos,  mencionamos  solamente  “El  Cristo  de  la  Moneda”  y su 
hermosa  “Asunción  de  la  Virgen”.  A los  86  años  empezó  el  “Entierro  de 
Cristo”  sin  poder  terminarlo.  Para  el  Veronese  los  temas  sagrados  son  una 
excusa  para  presentar  la  vida  veneciana,  prodigando  los  ricos  colores  en  los 
lujosos  vestidos  que  armonizan  con  las  bellezas  venecianas  que  reproduce. 
Así  en  “Las  Bodas  de  Caná”  y “El  Banquete  en  casa  de  Leví”  etc. 

Los  grandes  Magos  españoles  del  pincel  son  Ribera,  Velázquez,  el  Gre- 
co, Zurbarán,  Murillo  y Goya.  “El  Cristo  en  la  Cruz”  de  Velázquez  es  tal 
vez  el  mejor  cuadro  en  su  género,  que  fué  magistralmente  cantado  por  el 
poeta  Gabriel  y Galán.  Otras  telas  de  él  son  “La  Túnica  de  José”,  “Jesús  en 
casa  de  Marta”  etc.  El  dulce  Murillo  ha  alcanzado  inmensa  popularidad 
dentro  y fuera  de  España,  con  sus  27  “Concepciones”,  envueltas  en  su  man- 
to azul  sobre  el  hábito  blanco,  rodeadas  de  pequeños  ángeles.  Otras  reali- 
zaciones exquisitas  de  este  gran  maestro  son  “El  Divino  Pastor”,  “La  Mul- 
tiplicación de  los  Panes  y Peces”,  “Moisés  haciendo  brotar  agua  de  la  roca” 
y “La  Sagrada  Familia”.  Cabe  mencionar  aquí  a Domenico  Theotocopuli, 
llamado  “El  Greco’’  que  vino  de  Grecia  a España,  pintor  muy  personal  y 
original  y por  eso  un  tiempo  muy  discutido,  apareciendo  ya  en  él  la  técnica 
impresionista.  Nos  emocionan  las  escenas  bíblicas  y Marianas  “El  Calvario”, 
“La  Dolorosa”,  y sobre  todo  su  “Asunción”  y “Coronación  de  la  Virgen”. 

Entre  las  1200  obras  de  P.  P.  Rubens  abundan  las  de  temas  religio- 
sos y bíblicos.  “La  Adoración  de  los  Reyes  Magos”,  “La  Erección  de  la 
Cruz”,  “El  Descendimiento”  y “La  Lanzada”,  tal  vez  la  mejor  de  todas, 
son  el  asombro  de  cuantos  las  contemplan.  Su  mejor  alumno,  Antonio  van 
Dyck  nos  ofrece  hermosas  telas  como  “Cristo  en  la  Cruz”,  “Los  tres  Peca- 
dores penitentes”  (David,  Magdalena  y el  Hijo  pródigo).  “La  Bendición  de 
Jacob”,  “Tobías”  etc. 

“El  Hijo  pródigo”,  “La  Resurrección  de  Lázaro”  y sobre  todo  el  gra- 
bado, llamado  de  los  “Cien  Florines”  que  representa  a Jesús  curando  a los 
enfermos,  son  trabajos  del  genial  Rembrandt. 

De  Durero,  pensador  y artista  es  la  obra  más  esclarecida  de  la  escuela 
alemana  “Los  cuatro  Evangelistas”.  En  16  grabados  nos  describe  escenas 
del  Apocalipsis  (Los  4 Jinetes),  de  la  Pasión  y Vida  de  María.  Lucas  Cra- 
nach  y los  dos  Holbein  eligieron  primorosas  escenas  para  sus  cuadros.  La 
obra  maestra  de  Matías  Gruenewald  es  el  célebre  retablo  del  altar  de  Isen- 
heim  con  escenas  conmovedoras,  sobre  todo  la  “Pietá”  y la  emocionante  “Cru- 
cifixión”. Al  pintor  húngaro  Miguel  Munkacsy  (m.  1900)  débense  un  “Ecce 
Homo”  y dos  grandes  impresionantes  lienzos  “Cristo  ante  Pilatos”  y “Gól- 
gota”.  Las  obras  de  los  Prerrafaelistas  ingleses  y los  Nazarenos  alemanes, 
dos  escuelas  modernas,  son  en  su  mayor  parte  de  carácter  religioso  y bí- 
blico. 

rv. 

En  los  albores  de  la  Edad  Media  ya  encontramos  hermosas  obras  de 
escultura  religiosa.  La  creación  cumbre  de  esta  época  es  el  Pórtico  de  la 
catedral  de  Santiago  de  Compostela  de  Mateo.  En  el  tímpano  está  el  Cristo 
en  majestad,  rodeado  de  Evangelistas  y Arcángeles,  Santiago  y los  24  An- 
cianos del  Apocalipsis  sedentes.  Campean  otras  estatuas  en  las  tres  gran- 
diosas e históricas  Puertas.  El  conjunto  evoca  la  glorificación  de  Jesucristo 
según  el  texto  apocalíptico.  Portadas  similares  románicas  existen  en  Silos, 
Ripoll  y San  Cugat.  Se  conservan  preciosos  Crucifijos  y Vírgenes,  por  lo 
general  con  el  Niño,  y son  de  madera,  piedra,  mármol  o bronce. 


LA  BIBLIA  Y LAS  BELLAS  ARTES 


31 


A la  escultura  gótica  italiana  se  deben  famosos  púlpitos,  el  del  Baptis- 
terio de  Pisa  por  Nicolás  d’Apulia,  el  púlpito  de  la  catedral  de  Siena  y el 
de  San  Andrés  de  Pistola,  obra  maestra  de  Giovanni  Pisano. 

La  figura  principal  de  los  escultores  florentinos  del  Quattrocento  es 
Lorenzo  Ghiberti  (1378-1455)  que  en  21  años  ejecutó  la  segunda  Puerta 
del  Baptisterio  de  Florencia  donde  en  20  bajorrelieves  desarrolla  escenas 
de  la  vida  de  Jesús,  los  4 Evangelistas  y 4 Padres  de  la  Iglesia.  Ante  la 
tercera  Puerta,  también  obra  suya,  exclamó  Miguel  Angel  asombrado:  “Esta 
podría  ser  la  puerta  del  Paraíso”.  Una  familia  de  escultores,  della  Robbia, 
se  destaca  por  la  mística  gracia  que  comunican  a sus  creaciones,  los  per- 
sonajes bíblicos  Judit,  Holofernes,  profetas  y Madonas.  Donatello  consi- 
gue una  estupenda  belleza  en  su  vigorosa  y elegante  figura  de  David  y en 
varias  imágenes  del  Precursor  San  Juan.  La  escultura  italiana  del  siglo 
XVI  llega  a su  apogeó  con  Miguel  Angel,  artista  universal  y perfecto.  Testi- 
monio de  ello  son  su  monumental  “David”  de  5 metros  de  altura,  la  enér- 
gica estatua  sedente  de  “Moisés”  y dos  magníficas  “Pietá”  en  San  Pedro 
de  Roma  y Florencia.  Dignos  de  mencionar  son  “El  Bautismo  de  Cristo” 
en  bronce  y el  hermoso  grupo  “Santa  Ana  con  la  Virgen  y el  Niño”  de 
Sansovino. 

Los  retablos  de  las  catedrales  de  Sevilla  y Toledo  y el  retablo  mayor 
de  la  cartuja  de  Miraflores  de  la  segunda  mitad  del  siglo  XV  son  escultó- 
ricamente lo  más  rico  que  hay  en  España.  El  portentoso  Retablo  en  el  museo 
de  Valladolid  de  Alonso  Berruguete  con  el  “Sacrificio  de  Isaac”  y el  dra- 
mático “Entierro  de  Cristo”  de  Juna  de  Juni,  composición  que  repite,  son 
obras  dignas  de  recordar.  En  el  siglo  XVII  sobresalen  los  escultores  Gre- 
gorio Fernández  de  Toledo  con  su  “Cristo  yacente”,  repetido  con  frecuen- 
cia, un  famoso  “Crucifijo”,  varias  “Dolorosas”  y una  “Piedad”.Juan  Mar- 
tínez Montañés  que  en  el  famoso  Retablo  de  San  Isidoro  del  Campo  en 
Santiponce  ejecutó  varios  relieves  de  la  Vida  de  Jesús,  de  las  cuales  la  “Ado- 
ración de  los  Pastores  es  una  de  sus  obras  maestras.  El  ilustre  maestro 
Alonso  Cano  (1601-1667),  también  pintor  y arquitecto,  trabajó  para  la  ca- 
tedral de  Granada,  donde  se  encuentran  sus  mejores  y más  características 
obras;  la  pequeña  “Inmaculada”,  una  de  las  mejores  creaciones  de  la  es- 
cultura española;  la  “Virgen  de  Belén”,  tres  bustos  de  “Adán,  Eva  y San 
Pablo”  y el  grupo  de  mármol  del  “Angel  Custodio”  en  la  puerta  de  la  misma 
iglesia.  En  Murcia  nació  el  escultor  más  importante  del  siglo  XVIII,  Fran- 
cisco Salzillo  (1707-1783).  Numerosos  son  sus  trabajos;  “La  Cena”,  “El 
Prendimiento”,  varias  “Dolorosas”  y “La  Oración  en  el  Huerto”,  la  mejor 
de  todas.  Distinguióse  también  en  la  ejecución  de  peqpieñas  figuritas  para 
Jos  Nacimientos,  tan  en  boga  en  aquel  entonces.  El  mejor  ejemplar  es  “Belén” 
en  un  museo  de  Murcia,  compuesto  por  un  millar  de  pequeñas  figuras,  El 
tema  favorito  de  José  de  Mora  es  el  “Ecce  Homo”,  en  numerosos  bustos 
de  doliente  expresión.  El  arte  de  Pedro  de  Mena  raya  a mayor  altura  en 
sus  justamente  célebres  “Dolorosas”. 

El  arte  alemán  por  excelencia  fué  la  escultura  en  madera,  gozando  la 
Escuela  de  Nuremberg  de  una  fama  mundial.  A Veit  Stoss  (m.  1533)  se  debe 
“el  Retablo  de  la  Virgen”  de  Cracovia,  donde  trabajó  el  artista  varios  años, 
la  “Anunciación”  de  Nuremberg  y el  hermoso  “Nacimiento  de  Jesús”  en  la 
catedral  de  Bamberg.  Las  obras  de  piedra  de  Adán  Kraft  que  recuerdan  a 
Miguel  Angel,  pero  desconociendo  del  todo  el  desnudo,  son  “Las  Estacio- 
nes del  Vía  Crucis”  en  el  camino  al  cementerio  de  Nuremberg,  el  “Entierro 


32 


REVISTA  BIBLICA 


de  Cristo”,  los  bajorrelieves  “La  Cena”,  “Cristo  en  el  Huerto”  “Cristo  en 
la  Cruz”  una  “Coronación  de  la  Virgen”  y el  monumental  y magnífico  “Ta- 
bernáculo”, que  se  encuentran  en  diferentes  iglesias  de  dicha  ciudad, 

Tilman  Riemenschneider  (m.  1531),  esclarecido  escultor  y tallista,  do- 
tado de  una  exquisita  gracia  y fuertemente  expresivo,  trabaja  indistinta- 
mente la  piedra  y la  madera  con  una  habilidad  técnica  extraordinaria.  Sus 
obras  más  notables  son  varios  altares  tallados,  entre  ellos  el  hermoso  altar 
de  Cregling  con  la  “Asunción  y Coronación  de  la  Virgen”,  varias  “Madonas”, 
los  “4  Evangelistas”,  “Adán  y Eva”  en  el  portal  de  S.  María  de  Wurzburgo, 
y 14  figuras  de  Cristo,  los  12  Apóstoles  y San  Juan  Bautista”.  Es  conmo- 
vedora la  estatua  de  “Dios  Padre  teniendo  en  sus  brazos  a Cristo  muerto”. 
Una  de  las  tallas  más  bellas  del  Renacimiento  es  “La  Virgen  de  Nuremberg” 
de  Peter  Vischer. 

Para  la  iglesia  de  N.  Sra.  de  Copenhague  el  danés  Thorwaidsen  (m. 
1844)  eligió  varias  escenas  de  la  vida  de  Jesús,  la  “Cena”,  “Cristo  cami- 
nando hacia  el  Calvario”,  una  colosal  estatua  de  “Cristo”  y “Los  doce  Após- 
toles. Otras  obras  de  él  inspiradas  en  la  Biblia  se  encuentran  en  el  museo 
de  Copenhague:  “La  Virgen”,  “El  Niño  Jesús”  y “San  Juan”. 

Inacabable  tarea  sería  sólo  enumerar  los  artistas  y las  obras  inspira- 
das en  la  Sagrada  Biblia,  podiendo  aquí  citar  solamente  los  nombres  y 
títulos  más  destacados.  Llama  la  atención  la  escasez  de  obras  religiosas  y 
bíblicas  en  los  dos  últimos  siglos,  buscando  los  artistas  sus  temas  con  pre- 
ferencia en  la  historia,  la  mitología,  la  naturaleza  etc. 


P.  SCHNEIDER,  S.V.D. 


BIBLIA  Y LITURGIA 


¿Hay  que  "cristianizar"  los  salmos? 

Conferencia  dada  el  9 de  diciembre  de 
1956  en  el  Instituto  Bíblico  de  Roma. 

El  día  24  de  marzo  de  1945  significa  en  la  historia  del  salterio  latino, 
y consecuentemente  también  en  la  historia  de  la  salmodia  eclesiástica,  sin 
lugar  a dudas  una  de  las  fechas  más  importantes  y el  comienzo  de  una 
nueva  era.  Puede  afirmarse  que  el  problema  externo,  a saber,  la  creación 
de  un  texto  claro  ha  sido  resuelto  satisfactoriamente  para  varios  siglos.  Tanta 
mayor  actualidad  va  cobrando  la  cuestión  tocante  al  problema  interno, 
precisamente  a causa  de  la  aproximación  lograda  del  nuevo  texto  latino  al 
texto  original.  Este  problema  interno  puede  circunscribirse  así;  ¿es  compa- 
tible, y hasta  qué  punto,  una  oración  cristiana  de  los  salmos  y una  piedad 
cristiana  de  los  salmos  con  estos  mismos  salmos,  tal  como  nos  los  ofrece 
el  sagrado  texto? 

No  obstante  la  inspiración  divina,  el  Antiguo  Testamento  y,  consiguien- 
temente, también  el  salterio,  parece  ser  en  cierto  sentido  y hasta  cierto  gra- 
do un  libro  no-cristiano.  No  contiene  la  revelación  en  su  plenitud.  La  re- 
ligión del  Antiguo  Testamento  es  en  gran  medida  una  religión  de  la  vida 
terrenal,  reinando  hasta  los  últimos  siglos  a.  C.  una  profunda  oscuridad  acer- 
ca del  más-allá.  Verdad  es  que  la  existencia  humana  no  terminaba,  ni 
mucho  menos,  con  la  muerte;  pero  por  falta  de  la  respectiva  revelación, 
las  ideas  en  boga  sobre  esta  existencia  en  Sheol,  el  mundo  de  los  muertos, 
eran  oscuras  y poco  alentadoras. 

El  premio  prometido  por  el  cumplimiento  de  los  mandamientos  divi- 
nos en  el  pentateuco  (Lev.  26,  3 ss.;  Deut.  28,  1 ss.)  sólo  era  de  índole  terre- 
nal, por  más  que  fuera  signo  y redundancia  del  amor  divino,  (Deut.  7,  13). 
El  israelita  goza  de  su  Dios  aquí  en  esta  tierra  en  la  vida  terrenal.  Sólo  en 
algunos  puntos  culminantes  de  la  revelación  advertimos  el  premio  y castigo 
en  el  más  allá  y la  comunidad  con  Dios,  y aun  esto  bastante  tarde,  (Sal.  72, 
23  ss;  Sab.  3,  1-9).  En  los  demás  sólo  rige  el:  “coelum  coeli  Domino;  terram 
autem  dedit  filiis  hominum”;  “Ninguno  de  los  que  descendieron  al  silencio 
alaba  a Dios;  sólo  nosotros  los  vivientes  lo  alabamos  y bendecimos”  (Sal. 
113,  16  ss.). 

Muchas  cosas  del  Antiguo  Testamento,  si  no  la  mayor  parte  de  ellas, 
parecen  limitadas  a lo  nacional,  y una  y otra  vez  nos  vemos  frente  a una 
moral  bastante  imperfecta.  En  tales  circunstancias  surge  la  cuestión  de 
cómo  y hasta  dónde  sea  posible  una  salmodia  cristiana. 

Lo  mismo  que  en  la  antigüedad,  tampoco  en  nuestros  tiempos  la  res- 
puesta es  uniforme. 

También  hoy  en  día  se  tropieza  siempre  de  nuevo  con  sacerdotes  y 
teólogos  que  declaran  con  visible  aflicción  interior  que  no  saben  habér- 
¡selas  con  estos  salmos  del  Antiguo  Testamento.  Es  más:  todavía  en  tiem- 

— 33  — 


34 


REVISTA  BIBLICA 


pos  recientes  se  ha  reprochado  a la  Iglesia  el  no  haber  sustituido  aún 
estos  cánticos  del  Antiguo  Testamento  con  himnos  cristianos. 

Ultimamente  hasta  se  ha  llegado  a transformar  sin  más  y poética- 
mente los  salmos  en  cantares  cristianos. 

Relativamente  inocuas  suenan  libertades  como  esta:  “Benedictus  Do- 
minus  Deus  noster”  en  lugar  de  “Israel”;  o también:  “Benedictus  Domi- 
nus  populi  sui”.  Muy  consecuentemente,  las  conocidas  conclusiones  de  los 
Salmos:  “Pax  super  Israel”  se  convierten  entonces  en:  “Reine  la  paz  so- 
bre todos  los  fieles  de  Dios”  o también:  “sobre  todos  los  hijos  de  Dios”. 

Si  ya  no  hay  lugar  para  Israel  en  los  salmos,  por  fuerza  tampoco  lo 
habrá  para  su  país,  sus  santos  lugares,  sobre  todo  Jerusalén  y Sión.  En 
efecto,  encontramos,  por  ejemplo  en  Sal.  124,  1:  “Qui  confidunt  in  Do- 
mino, sunt  sicut  mons  Sion,  qui  manet  in  aeternum”,  lo  que  se  ha  tradu- 
cido: “Quien  confía  en  Dios  es  como  un  monte  que  no  sabe  de  vacila- 
ciones. Como  los  montes  rodean  protectores  un  valle,  así  el  Señor  rodea 
de  solicitud  a su  Iglesia”.  Vale  decir  que  aquí  unos  santos  lugares  de  la 
historia  de  nuestra  salvación  son  sustituidos  por  comparaciones  sacadas 
puramente  de  la  naturaleza.  De  manera  similar  se  traduce  Sal.  121,  1: 
“Attollo  oculos  meos  in  montes,  linde  veniet  auxilium  mihi”,  con:  “Le- 
vanto mis  ojos  al  cielo,  ¿de  dónde,  si  no,  me  ha  de  llegar  auxilio?”.  Y 
una  suerte  parecida  corre  entonces  finalmente  el  mismo  pueblo  de  Israel. 
Así,  el  salmo  121,  4:  “Jerusalem,  illuc  ascendunt  tribus,  tribus  Domini 
secundum  legem  Israel,  ad  celebrandum  nomen  tuum”,  se  traduce  con: 
“¡Jerusalén,  las  tribus  de  la  tierra  han  ido  en  peregrinación  hacia  ti,  las 
tribus  de  Dios  lo  que  nos  mueve  a dar  loa  a Dios.” 

Basten  estos  ejemplos  que  sería  fácil  multiplicar,  pues,  ya  parece 
claro  que  no  es  este  el  camino  para  imprimir  un  carácter  cristiano  a los 
salmos.  Tratándose  en  los  salmos  de  la  palabra  inspirada  de  Dios,  donde 
el  texto  esté  fijamente  establecido  no  se  debe  cambiar  ni  una  jota.  Pero 
aun  prescindiendo  de  esto,  el  camino  elegido  es  del  todo  insuficiente.  Para 
ser  consecuentes  acabaríamos  por  eliminar  en  los  cánticos  lo  mismo  que 
en  los  textos  y,  sobre  todo,  en  la  liturgia  todos  los  nombres,  conceptos  e 
ideas  del  Antiguo  Testamento,  lo  que  resulta  simplemente  imposible.  Ten- 
tativas en  este  sentido  no  faltaron,  por  cierto.  Así,  por  ejemplo,  la  misma 
obra  litúrgica  de  la  que  han  sido  tomados  los  textos  citados  más  arriba^^^ 
traduce  la  antífona  de  la  fiesta  de  la  Inmaculada  Concepción  “Tu  gloria 
Jerusalem,  Tu  laetitia  Israel,  Tu  honorificientia  populi  nostri”  de  la  si- 
guiente manera:  “Tú  eres  el  resplandor  de  los  cristiano^.  Tú  el  regocijo 
de  la  Iglesia,  Tú  el  honor  de  la  humanidad”. 

Pero  el  grave  error  fundamental  de  todo  el  método  consiste  en  lo  si- 
guiente: pretendiendo  dar  a los  salmos  un  carácter  cristiano,  se  elimina 
de  los  mismos  todo  cuanto  suena  al  Antiguo  Testamento,  con  lo  cual  se 
destruye  no  solamente  el  sentido  literal  de  los  cantos,  sino  también  y al 
mismo  tiempo  el  fundamento  sobre  el  que  ha  de  basarse  toda  interpreta- 
ción cristiana,  tanto  más  cuanto  que  a menudo  se  trata  de  sucesos  o ins- 
tituciones históricas,  — es  decir:  todo  un  complejo  de  carácter  sagrado, — 
el  cual,  insinuado  mediante  el  respectivo  término  empleado,  señala  preci- 
samente así  el  camino  corecto  para  una  interpretación  cabal.  Eliminando, 
por  ejemplo,  conceptos  como  “Sión”,  “Jerusalén”,  “Israel”,  etc.,  se  pierde 
necesariamente  también  toda  la  propiedad  prefigurativa  contenida  en  ta- 


\i)  Nomina  odiosa. 


¿HAY  QUE  “CRISTIANIZAR”  LOS  SALMOS? 


35 


les  conceptos  así  como  la  teología  que  sobre  ellos  se  estructura.  ¡Pero  es 
aun  mucho  más  lo  que  se  pierde!  El  método  pretende  separar  al  lector  o 
al  orante  respectivamente  de  un  pasado  al  que  está  indisolublemente  li- 
gado. El  método  olvida  la  palabra  del  apóstol:  “Porque  cuantas  cosas 
fueron  antes  escritas,  para  nuestra  enseñanza  se  escribieron”  (Rom.  15,  4). 
Por  lo  tanto,  sea  lo  que  fuere  lo  que  se  narra  en  el  Antiguo  Testamento, 
siempre  está  en  juego  de  alguna  manera  también  nuestra  propia  causa, 
nuestra  propia  salvación,  nuestra  propia  historia,  y no  se  ve  en  absoluto 
la  necesidad  de  borrar  y hacer  irreconocibles  las  huellas  de  nuestro  pasado. 

No  puedo  tratar  aquí  en  detalle  las  razones  que  se  alegan  en  defensa 
de  este  método.  La  razón  principal,  como  se  desprende  ya  de  lo  dicho  hasta 
ahora,  es  ésta:  “Para  el  hombre  moderno  ya  no  hay  manera  de  resignarse 
a estas  formas  del  Antiguo  Testamento.  Nuestro  tiempo  no  tolera  bien  se- 
mejantes arcaismos  y anacronismos”.  Pero  es  el  caso  que  para  nuestro 
tiempo  actual  muchas  cosas  parecen  pasadas  de  moda,  las  que,  no  obstan- 
te, la  Santa  Iglesia  ama  y aprecia  y mantiene  como  un  bien  sagrado.  Por 
lo  que  al  pueblo  se  refiere,  será  menester  educarlo  para  adquirir  una  com- 
prensión adecuada,  cosa  que  en  vista  de  las  obras  de  vulgarización  litúr- 
gica existentes  hoy  en  casi  todos  los  países,  sobre  todo  los  misales,  no  pa- 
rece una  dificultad  insuperable. 

El  primer  paso  para  rezar  los  salmos  con  una  mente  cristiana  nos  lo 
señala  la  palabra  del  Divino  Maestro:  “Non  veni  solvere,  sed  adimplere” 
(Mt.  5,  17).  “Non  veni  solvere”:  esto  vale  no  solamente  para  el  rico  acervo 
de  prescripciones  y verdades  religioso-morales  que  pasan  sin  menoscabo 
al  Nuevo  Testamento,  sino  también  para  los  salmos  que,  por  ejemplo,  can- 
tan la  grandeza  de  Dios,  su  omnipotencia,  su  justicia,  su  bondad  y mise- 
ricordia. Lo  mismo  hay  que  decir  esencialmente  de  los  salmos  didácticos 
y los  salmos  penitenciales.  Estos  cantos  conservan  su  valor  perenne  por 
igual  en  el  Nuevo  Testamento,  si  bien  quedan  enriquecidos  en  contenido 
interior  después  de  consumada  la  gran  obra  de  nuestra  redención  en  medio 
de  nosotros. 


Para  otra  parte  extensa  de  los  salmos  vale  entonces  el  “adimplere”. 
Aquí  ocupa  un  lugar  preeminente  la  ley  de  la  prefiguración  qpie  penetra 
todo  el  Antiguo  Testamento.  Esta  ley  nos  posibilita  una  visión  típica  que 
no  solamente  enriqueció  en  tan  considerable  medida  toda  la  antigüedad 
cristiana,  sino  también  nuestra  liturgia  cristiana.  Tomemos,  por  ejemplo, 
los  nombres  de  “Sión”,  “Jerusalén”,  las  figuras  del  Antiguo  Testamento 
de  “Adán”,  “Noé”,  “Abrahán”,  “David”.  En  una  mirada  retrospectiva  so- 
bre la  historia  estos  nombres  y figuras  nos  señalan  nuestra  gran  historia, 
la  gran  historia  de  nuestra  Iglesia.  Nos  hablan  de  la  honda  preocupación 
de  Dios  por  su  pueblo,  de  su  plan  de  salvación  que  persigue  su  fin  imper- 
turbable y no  puede  ser  torcido  por  ningún  pecado  y ninguna  infidelidad; 
nos  hablan  de  los  muchos  sufrimientos,  luchas  y victorias  que  conmovieron 
también  a la  Iglesia  del  Antiguo  Testamento:  elementos  todos  que  nos  en- 
señan a creer  en  la  fidelidad  y las  promesas  de  Dios,  de  confiar  en  El  y no 
perder  por  nuestra  insubordinación  “el  derecho  a las  promesas”  (Sal.  77, 
7 ss.).  Por  otra  parte,  todos  estos  nombres  designan  asimismo  también  el 
venidero  reino  de  Dios;  las  figuras  mencionadas  están  como  encaminadas 
a Cristo  todas  ellas,  este  Cristo  en  quien  está  la  consumación  de  la  revela- 
ción primitiva  que  ellos  trasmitieron  de  generación  en  generación. 


36 


REVISTA  BIBLICA 


Los  sacrificios  del  Antiguo  Testamento  han  sido  abolidos,  es  cierto,  por 
cuanto  en  sí  mismos  eran  “elementa  infirma”;  pero  los  salmos  que  los 
acompañaban,  que  les  infundieron  vida  y vigor  con  tantos  actos  edificantes 
de  fe,  confianza  y confesión  de  los  pecados,  estos  salmos  hoy  como  enton- 
ces constituyen  el  marco  de  la  cristiana  liturgia  del  sacrificio.  Para  conven- 
cerse de  ello  basta  una  mirada  sobre  nuestros  misales.  El  salterio  es  el  arpa 
de  verdad  que  pulsa  la  Iglesia  bajo  la  dirección  del  Espíritu  Santo  para 
interpretar  y hacer  fructificar  en  cada  caso  concretamente  la  mística  unión 
llena  de  gracia  entre  Cristo  el  cordero  de  Dios  y la  comunidad  unida  en 
torno  a El. 

El  fundamento  para  esta  visión  típica  está  en  que  el  gran  Dios  siempre 
permanece  igual  a sí  mismo  en  su  plan  salvífico  único  y homogéneo,  per- 
siguiéndolo y conduciéndolo  invariablemente  desde  el  principio  hasta  el 
fin.  De  esta  manera  resultan  escenas  que  siempre  vuelven  a repetirse  aun- 
que en  diferentes  planos  (Antiguo  y Nuevo  Tstamento),  guardando  no  so- 
lamente su  semejanza  externa,  sino  también  su  conexión  teleológica  interna 
y orgánica  dentro  del  único  gran  plan  de  salvación  de  Cristo.  La  historia 
del  Antiguo  Testamento  se  repite  a menudo  en  el  Nuevo  Testamento,  así 
en  la  Iglesia  en  su  conjunto  como  en  la  vida  de  los  individuos,  de  suerte 
que  la  significación  cristiana  del  Antiguo  Testamento  está  oculta  en  su 
mismo  núcleo  interno,  revelándose  luego  en  la  realidad  del  Nuevo  Testa- 
mento. Este  y no  otro  es  el  sentido  de  las  palabras  de  San  Agustín;  “In 
vetere  novum  latet,  in  novo  vetus  patet”,  (P.  L.  34,  623) . 

Llegados  a este  punto,  nuestra  exposición  nos  conduce  con  toda  natura- 
leza a un  escalón  ulterior  y más  elevado  de  la  cristiana  interpretación  de 
los  salmos:  la  cristológica.  Para  comprenderla  nos  hace  falta  remontarnos 
por  un  momento  a la  antigüedad  cristiana,  la  cual  nos  proporciona  un  vis- 
tazo en  los  orígenes  de  la  salmodia  cristiana  que  no  sólo  será  interesante, 
sino  además  instructivo.  En  primer  lugar:  ¿qué  indujo  a la  Iglesia  del  Nue- 
vo Testamento  a adoptar  un  devocionario  que,  si  bien  tenía  a su  haber  la 
indiscutible  ventaja  de  ser  un  libro  inspirado,  no  podía  sustraerse  el  hecho 
de  que  por  su  carácter  de  libro  de  rezos  del  ex-pueblo  elegido,  estuviese 
afectado  por  numerosos  elementos  imposibles  de  realizar  en  la  nueva  alianza? 
No  hay  que  pensar  que  este  proceso  se  consumara  prontamente  ni  exento 
de  roces.  Las  investigaciones  de  Kroll  y Knopf  dieron  por  resultado  que  la 
Iglesia  en  un  principio  ni  pensaba  siquiera  remotamente  en  incorporar 
en  bloque  los  salmos  del  Antiguo  Testamento  al  culto  cristiano^^L 

El  salterio  no  era  a los  comienzos  sino  un  libro  litúrgico  de  lectura 
como  los  demás,  no  siendo  incorporado,  en  cambio,  como  libro  oficial  de 
cantos  litúrgicos.  La  liturgia,  por  el  contrario,  fué  sustituida  al  principio 
por  una  producción  bastante  voluminosa  de  himnos  cristianos.  Recién 
cuando  esta  literatura  quedó  desacreditada  por  influencias  y abusos  gnós- 
ticos, la  Iglesia  echó  mano  del  salterio.  Pero  recién  alrededor  del  año  200 
de  nuestra  era  aparecen  los  primeros  testimonios  claros  que  atestiguan  el 
canto  de  los  salmos  davídicos  en  el  culto  cristiano. 

Hablando,  pues,  históricamente  es  la  “Iglesia  de  los  mártires”  o sea, 
loda  la  época  pre-constantiniana  la  que  primero  dio  uso  e interpretación 
al  salterio,  echando  así  los  fundamentos,  aunque  al  principio  a tientas  y 
con  pasos  todavía  inseguros,  para  el  posterior  entusiasmo  de  los  salmos 
como  lo  encontramos  en  un  San  Atanasio  y un  San  Agustín. 

(2)  Quien  se  interese  por  el  tema,  lea  la  excelente  obra  de  B.  Fischer,  "Die 
Psalraenfrommigkeit  der  Mártyrerkirche”,  Verlag  Herder,  1949. 


¿HAY  QUE  “CRISTIANIZAR”  LOS  SALMOS? 


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Es  de  gran  interés  histórico  y sobremanera  instructivo  para  nuestro 
propio  rezo  cristiano  de  los  salmos  anoticiamos  de  las  circunstancias  que 
rodean  esta  transformación.  En  la  literatura  de  la  época  de  los  mártires 
es  el  salterio  el  más  citado  y el  más  apreciado  libro  del  Antiguo  Testamento: 
en  primer  lugar  debido  al  hecho  de  ser  inspirado,  y luego  a causa  de  ese 
íntimo  calor  humano  que  con  su  experiencia  de  la  existencia  del  hombre 
capta  con  singular  comprensión  y amor  todas  las  situaciones  de  la  vida 
humana.  Pero  sobre  todo  la  Iglesia  de  los  mártires  ha  considerado  desde 
un  principio  el  salterio  como  un  libro  centrado  todo  él  en  el  acontecimiento 
de  la  venida  de  Cristo,  interpretando  de  una  manera  absoluta  la  palabra 
del  Señor:  “quae  scripta  sunt  de  me  in  Psalmis”.  No  solamente  los  salmos 
estrictamente  mesiánicos,  sino  todo  salmo  cualquiera  que  sea,  le  habla  de 
Cristo,  o le  habla  a Cristo,  o también  Cristo  habla  en  él  a la  Iglesia.  Como 
en  otros  lugares,  así  también  aquí  lo  decisivo  es  casi  siempre  la  tipología. 
En  la  voz  del  individuo  que  habla,  ahora  sea  David,  ahora  un  injustamente 
perseguido  o un  justo  que  padece,  la  Iglesia  de  los  mártires  escucha  la  voz 
de  Cristo  que  habla  a su  Padre.  Donde,  en  cambio,  oimos  la  voz  del  pueblo 
de  Dios,  es  la  Iglesia  que  habla.  De  esta  manera,  las  figuras  que  hablan  en 
los  salmos,  de  una  manera  o de  otra  vuelven  siempre  a fundirse  con  la  fi- 
gura de  Cristo.  El  salterio  de  la  Iglesia  de  los  mártires  es,  por  lo  tanto,  un 
libro  de  Cristo,  cuyos  cantos  se  mueven  en  torno  del  Kyrios  elevado  en  la 
cruz,  hablando  unas  veces  de  El,  otras  a El,  o también  hablando  El  mismo 
al  Padre  o a la  Iglesia  respectivamente.  Por  lo  tanto:  Psalmus  vox  de  Chri- 
sto;  psalmus  vox  Ecclesiae  ad  Christum,  psalmus  vox  Christi  ad  Patrem 
vel  ad  Ecclesiam.  La  mano  genial  de  San  Agustín  sintetizaría  luego  todos 
esos  diferentes  puntos  de  vista  en  un  solo:  “Psalmus  vox  totius  Christi  ca- 
pitis  et  corporis”. 

Por  lo  tanto,  los  salmos  en  la  Iglesia  primitiva  o hablan  de  Cristo,  y 
esto  incluso  fuera  de  los  estrictamente  mesiánicos,  o le  hablan  a Cristo,  o 
la  Iglesia  percibe  en  ellos  a Cristo  hablando  ya  a su  Padre  ya  a la  misma 
Iglesia.  Ahora  bien:  ¿cómo  llegó  la  Iglesia  a una  cristologización  tan  uni- 
versal y absoluta  de  los  salmos?  Sin  duda  fué  inspirada  en  primer  término 
por  el  Nuevo  Testamento  para  orientarse  en  tal  sentido.  Ya  el  protomártir 
San  Estéban  recoge  en  Act.  7,  59  la  palabra  del  salmo  30,  8:  “in  manus  tuas 
commendo  spiritum  meum”,  que  el  Maestro  había  dirigido  al  Padre  desde 
la  cruz,  dirigiéndola  a su  vez  en  la  hora  de  la  muerte,  aunque  con  una  pe- 
queña modificación,  no  al  Padre,  como  podría  suponerse,  sino  al  mismo 
Cristo:  “Señor  Jesús,  recibe  mi  espíritu.”  Habíale  precedido,  empero,  el 
Maestro  con  el  ejemplo  repetidas  veces.  Así  Jesús  en  Mt.  21,  16  refiere  sin 
más  a sí  mismo  la  palabra  del  Sal.  8,  3:  “ex  ore  infantium  et  lactentium 
perfecisti  laudem”.  De  igual  manera,  el  Salvador  cita  en  Jo  13,  18  un  salmo, 
el  40,  cuyo  sentido  literal  nada  tiene  de  mesiánico:  “Qui  manducat  mecum 
panem,  levabit  contra  me  calcaneum”,  en  lo  que  ve  cumplido  el  hecho  de 
Judas:  “se  había  de  cumplir  la  Escritura:  el  que  come  mi  pan  levantó  con- 
tra mí  su  calcañar”. 

Al  lado  de  tales  estímulos  provenientes  del  Nuevo  Testamento,  bien 
puede  ser,  como  acertadamente  acota  Fischer,  que  también  otros  factores 
histérico-religiosos  hayan  contribuido  a una  total  cristologización  de  los 
salmos^^L 


(3)  Cf.  B.  Fischer  1.  c.  pg.  10. 


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REVISTA  BIBLICA 


En  efecto,  si  tomamos  el  caso  de  un  catequista  de  la  Iglesia  primitiva, 
¿qué  mejor  ejemplo  hubiera  podido  encontrar  éste  ni  qué  ilustración  más 
eficiente  para  demostrar  un  principio  exegético-teológico,  tan  claro  para 
él,  y no  era  otro  que  el  del  “Logos”  que  ya  hablaba  por  boca  de  los  profe- 
tas, que  no  fuera  el  ejemplo  del  “Psalmus  vox  Christi”?  Esta  emostración 
se  imponía  tanto  más  cuanto  que  el  salterio  de  los  LXX  emplea  una  y otra 
vez  el  titulo  para  Dios  que  a la  vez  se  había  hecho  desde  los  primeros  co- 
mienzos el  título  del  Cristo  de  la  naciente  Iglesia:  el  título  de  “Kyrios”. 

No  obstante  ello,  debemos  comprender  también  que  algunos  teólogos 
y exegetas  hacen  valer  ciertas  reservas  en  contra  de  este  método  de  cristo- 
iogización  de  los  salmos.  Ya  Orígenes  protestó  contra  ella  en  su  tiempo,  lo 
que,  inconsecuente  como  era  en  muchas  cosas,  no  le  impidió  seguirla  sin 
escrúpulos  como  predicador.  No  significa  más  que  un  progreso  histórico 
-religioso  natural  si  la  Iglesia  de  los  mártires  entendió  bajo  el  “Dios  del 
Antiguo  Testamento”  al  Padre  de  Nuestro  Señor  Jesucristo.  Más  difícil  pa- 
rece ya  afirmar  de  Cristo  que  creó  el  mundo  o que  condujo  al  pueblo  de 
Dios  en  su  salida  de  Egipto,  cosa  que  resulta  necesariamente  de  una  total 
cristologización  de  los  salmos.  Pero  en  este  punto  los  antiguos  pensaban 
de  otra  manera  que  nosotros.  La  teología  de  la  Iglesia  primitiva  apropia 
con  predilección  la  creación  precisamente  al  Hijo  y gusta  de  ver  obrar  los 
“Logos”  en  todas  las  partes  del  Antiguo  Testamento.  Pensemos,  por  ejem- 
plo, en  la  antífona-0:  “O  Adonai  et  Dux  Domus  Israel,  qui  Moisi  in  igne 
flammae  rubi  apparuisti,  et  ei  in  Sinai  legem  dedisti,  veni...”  Hasta  el  tema 
de  la  “paternidad  de  Cristo”  ha  sido  incorporado  a la  Iglesia  primitiva 
cobrando  gran  poder  hasta  los  fines  de  la  antigüedad,  como  lo  demuestra 
el  clásico  texto  en  la  regla  de  San  Benito:  “Abbas  Christi  vices  in  monaste- 
rio agere  creditur”,  así  como  también  el  “Abba  Pater”  tomado  de  Rom  8, 
15,  que  se  encuentra  en  la  misma  regla,  debe  entenderse  como  invocación 
de  Cristo.  Es  que  los  antiguos  intuían  sin  duda  que  el  poder  primigenio  sur- 
gente  de  las  profundidades  del  corazón  humano  que  alienta  en  los  salmos, 
sólo  se  percibe  en  toda  su  grandeza  donde  se  los  capta  como  “vox  ad  Chri- 
stum”  o como  “vox  Christi  capitis  et  corporis”. 

La  salmodia  cristológica  es  una  sagrada  herencia  de  la  gran  época  de 
los  mártires,  que  en  aquellos  tiempos  de  apremio  y persecución  mantuvo  a 
los  fieles  íntimamente  unidos  con  su  Maestro,  fortaleciendo  poderosamente 
su  disposición  al  martirio.  Esta  herencia,  dicho  sea  de  paso,  conserva  aun 
hoy  su  aptitud  para  salvar  en  orden  a nuestra  mente  moderna  más  de  una 
dificultad  y más  de  un  elemento  no  realizable  dentro  del  cristianismo,  que 
sin  duda  alguna  afectan  el  salterio,  como  ya  lo  hemos  indicado  al  comienzo 
de  nuestra  exposición.  Estas  dificultades  no  fueron  desconocidas  en  tiempo 
de  los  mártires,  y sobre  todo  dentro  de  la  esfera  de  influencia  de  Alejandría 
no  fueron  pocas  las  tentativas  a raíz  de  tales  dificultades  de  borrar  las  di- 
ferencias de  nivel  entre  el  Antiguo  y el  Nuevo  Testamento  con  diversas 
artimañas  y trucos  alegorizantes.  Vaya  tan  sólo  un  ejemplo  de  entre  mu- 
chos. En  Sal.  6,  6,  se  dice:  “Non  est  in  morte  qui  recordetur  tui,  et  apud 
inferos  quis  confitebitur  tibi.”  Orígenes  ve  aquí  en  las  palabras  “in  morte” 
la  muerte  del  alma  que  en  tal  estado  es  una  abominación  a los  ojos  de  Dios. 
Cipriano,  en  cambio,  haciendo  hincapié  en  el  doble  sentido  que  puede  tener 
el  verbo  “confiten”,  a saber,  dar  alabanzas  o también  hacer  confesión  de 
los  pecados,  consigue  arribar  a la  conclusión  de  que  será  imposible  hacer 
penitencia  en  el  más-allá.  Pero  con  todo  esto  abandonamos  el  sentido  lite- 
ral del  lugar  citado,  trasladándonos  al  reino  de  las  fantasías.  Permanezca- 


¿HAY  QUE  “CRISTIANIZAR”  LOS  SALMOS? 


39 


mos,  pues,  en  la  verdad,  dejemos  que  el  desolado  olvido  de  Dios  de  los  di- 
funtos que  se  expresa  también  en  el  citado  lugar  y que  mencionamos  más 
arriba,  fuera  tal  como  de  hecho  fué  en  su  hora,  y pensemos  al  mismo  tiempo 
en  la  revelación  llena  de  gracia  que  nos  ha  sido  otorgada  por  el  Salvador 
y que  nos  dio  luz  plena  acerca  de  la  suerte  que  corren  los  difuntos  en  el 
más-allá.  Tomando  las  cosas  estrictamente,  no  se  trata  en  tales  lugares 
de  un  “adimplere”  sino  más  bien  de  un  “substituere”,  o sea,  una  elevación 
de  una  misma  verdad  o del  mismo  contraste  a la  altura  de  la  revelación 
hecha  por  Cristo. 

La  piedra  de  escándalo  en  particular  del  salterio  es,  como  se  sabe, 
la  “maldición”  algunas  veces  tan  extremadamente  dura.  Mas  también  en 
este  caso  el  rezo  cristológico  nos  ofrece  una  ayuda  eficiente:  “Psalmus 
vox  Christi  supremi  judiéis”.  Pensemos  tan  sólo  en  la  liturgia  de  la  sema- 
na santa:  los  textos  no  menos  duros  de  Jeremías  (11,  18-20;  17,  13-18; 
18,  18-23)  se  ponen  sin  ningún  escrúpulo  en  boca  del  Salvador,  y respecto 
de  los  salmos  68  y 108  que  pertenecen  a los  más  duros  que  tenemos  en  el 
salterio,  la  misma  Escritura  nos  da  la  expresa  referencia  a Cristo. 

La  misma  concesión,  por  decirlo  así,  se  hace  luego  en  la  Santa  Misa 
a varios  santos  mártires,  los  héroes  del  seguimiento  de  Cristo:  “Intret  in 
conspectu  tuo  gemitus  compeditorum;  redde  vicinis  nostris  septuplurn  in 
sinu  eorum;  vindica  sanguinem  sanctorum  tuorum  qui  effusus  est”.  Lo 
decisivo  en  todos  estos  salmos  es  que  en  el  fondo  se  trata  siempre  de  ene- 
migos de  Dios,  impermeables  a todo  intento  de  conversión,  para  quienes 
no  hay  transigencia  ni  perdón.  Al  fin  están  en  juego  siempre  aquellas 
“inimicitiae  inexorahiles”  entre  la  mujer  y su  semen.  Cristo  y la  serpiente 
y su  semen.  Por  esto  San  Pahlo  no  titubea  en  llamar  “perros”  a los  ene- 
migos de  su  evangelio  lanzando  su  anatema  contra  todo  aquel  que  osara 
falsificarlo.  En  última  instancia  no  será  indispensable  quedarnos  estan- 
cados en  las  expresiones  a veces  excesivamente  concretas,  sino  (pie  será 
conveniente  encarar  la  justicia  del  castigo  de  Dios  en  general,  que  entregó 
lodo  juicio  al  Hijo. 

A(pií  hay  (pie  decir  todavía  una  palabra  sobre  los  muchos  gemidos 
y quejas  de  los  salmos.  Hay  (pie  tener  en  cuenta,  en  primer  lugar,  que  los 
salmos  son,  ante  todo,  fruto  del  Antiguo  Testamento  (pie  gemía  por  la 
redención.  Por  lo  demás,  también  nosotros  los  que  gemimos  todavía  en 
este  valle  de  lágrimas,  tendríamos  motivos  para  ello  en  más  de  una  oca- 
sión. Pero  en  vista  del  más-allá  y sobre  todo  en  vista  de  Nuestro  Señor 
y Salvador  que  tomó  su  cruz  precediéndonos  a nosotros  y de  cuya  pasión 
y muerte  cada  cual  debemos  cargar  con  la  parte  que  nos  toca,  si  es  (pie 
queremos  ser  partícipes  de  su  gloria,  este  sufrimiento  se  transfigura,  pu- 
diendo  nosotros  decir  con  el  apóstol  San  Pablo:  “abundan!  passiones  Chri- 
sti in  nohis;  ita  et  per  Christum  ahundat  consolado  nostra”  (2  Cor.  1,  5). 
Es  en  este  sentido  (pie  decimos  “Psalmus  vox  Christi  capitis”.  Por  esto,  to- 
dos a(piellos  salmos  que  reflejan  el  apremio  o también  la  alegría  internos 
pueden  rezarse  también  según  la  mente  de  Cristo  gracias  a la  unión  mís- 
tica que  nos  liga  a Cristo. 

Vaya,  por  último,  una  palabra  sobre  los  bienes  terrenales  (pie  Dios 
había  prometido  a los  judíos  en  el  Antiguo  Testamento  a cambio  del  cum- 
plimiento de  la  ley  y (pie  desempeñan  un  papel  importante  también  y pre- 
cisamente en  los  salmos.  En  primer  término  debemos  unir  el  cumplimiento 
de  esta  ley,  en  cuanto  todavía  obliga,  con  el  de  la  ley  de  Cristo,  por  el  (pie 
prometió  El  mismo  repetidas  veces  la  paz  y rica  recompensa  en  el  cielo. 


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REVISTA  BIBLICA 


Por  lo  demás,  también  el  cristiano  tiene  necesidad  de  bienes  terrenos,  sólo 
que  el  deseo  de  poseerlos  y su  uso  reciben  su  norma  respectiva  por  la  ley 
que  dice:  “Buscad  primero  el  reino  de  Dios,  que  lo  demás  se  os  dará  por 
añadidura”.  A su  vez,  también  en  el  Antiguo  Testamento  hubo  ya  espíritus 
elevados  que  reconocían  y destacaban  la  preeminencia  de  los  Ijienes  espi- 
rituales por  sobre  los  terrenales,  como  se  ve  en  Sal.  4,  8;  72,  25-27.  Mas  en 
uno  de  los  últimos  libros  del  Antiguo  Testamento,  el  Libro  de  la  Sabiduría, 
encontramos  lo  que  podría  llamarse  una  interpretación  ya  propia  del  Nue- 
vo Testamento  de  estas  promesas  terrenales:  “porque  dichosa  la  estéril  sin 
mancilla,  la  que  no  conoció  lecho  con  delito;  logrará  fruto  en  la  visitación 
de  las  almas”  (Sab.  3,  12b)  y también:  “que  la  ancianidad  respetable  no  es 
longeva”  (prometida  al  justo  como  recompensa  especial),  “ni  se  mide  por 
número  de  años”,  sino  que:  “llegado  en  breve  a cumplir  madurez,  llenó  el 
espacio  de  largos  tiempos”,  (Sab.  4,  8;  13.) 

Además,  en  muchos  de  estos  lugares  los  mencionados  bienes  no  son 
otra  cosa  que  la  promesa  de  la  futura  bendición  mesiánica  o como  una  en- 
trega “a  cuenta”  de  superabundantes  bienes  del  espíritu.  Así,  pues.  Santa 
Teresita  de  Lisieux  no  hubiera  debido  sentir  la  repugnancia  que  sintió  en 
las  palabras  de  Sal.  118,  112  “Inclinavi  cor  meum  ad  faciendas  iustifica- 
tiones  tuas  in  aeternum  propter  retributionem”  (así  la  versión  antigua) ; 
tan  sólo  debería  haber  pensado  en  Santo  Tomás  quien,  preguntado  por 
Cristo  qué  recompensa  quería  se  le  diera,  contestó  “A  Ti  mismo!” 

No  hace  mucho  cayó  en  mis  manos  un  librito  intitulado:  “600  cantos 
espirituales  en  latín,  por  un  religioso”.  La  Comisión  Litúrgica  tendría,  pues, 
ahora  una  oportunidad  de  sustituir  esos  salmos  pasados  de  moda  por  cán- 
ticos realmente  cristianos.  Pero  unas  pocas  muestras  escogidas  al  azar  ya 
me  han  convencido:  “non  sunt  sicut  eloquia  tua.  Domine,  quae  sunt  dul- 
ciora  super  niel  et  favum”  (Sal.  18,  11).  Con  cuánta  sabiduría  procedió  la 
Santa  Iglesia  al  resistir  firmemente  semejantes  intentonas.  A la  verdad  que 
no  haciéndolo  así,  se  abandonaría  a sí  misma,  poniendo  hechuras  humanas 
que  a nadie  satisfacen  en  el  lugar  de  sus  sagrados  cánticos  e himnos  ins- 
pirados por  el  Espíritu  Santo,  o por  decirlo  con  palabras  del  profeta  Isaías, 
sería  “despreciar  las  aguas  de  Siloé  que  corren  mansamente”  y beber  “las 
aguas  del  río  impetuosas  y fuertes”  que  sólo  pueden  acarrear  ruina  y des- 
trucción. 


Traducción:  Haraldo  Kahnemann 


A.  Miller,  O.S.B.  - Roma 
(Secretario  de  la  Pont.  Com.  Bíblica) 


Normas  Pontificias  sobre  uso  de  aparatos  de  cine  y Música 
y palabras  grabadas  en  el  interior  de  nuestros  Templos 

Según  publicación  aparecida  hace  unas  semanas,  en  el  órgano  oficial 
del  Vaticano  “Acta  Apostolicae  Sedis”,  hace  cuatro  meses  que  la  Sagrada 
Congregación  de  Ritos  ha  decretado  normas  claras,  sobre  usos  de  aparatos 
I que  la  tecnología  contemporánea  ha  puesto  al  servicio  del  hombre  y renue- 
va disposiciones  decretadas  por  el  Papa  San  Pío  X,  en  1903. 

He  aquí  un  resumen  del  decreto  publicado  ahora; 

Es  ilícito  el  uso  de  radios  y fonógrafos  para  transmitir  sermones  o 
lecciones  de  catecismo;  no  se  pueden  usar  ni  siquiera  cuando  el  párroco 
por  vejez,  enfermedad  o incapacidad  no  pueda  predicar  o no  encuentre 
substituto. 

Queda  prohibido  terminantemente  el  uso  de  música  religiosa  grabada 
(discos  o cinta  magnética),  durante  funciones  litúrgicas;  se  tolera  su  uso 
para  enseñar  al  pueblo  a cantar  en  la  iglesia,  o enseñarles  cánticos  religio- 
sos, siempre  que  se  haga  fuera  de  funciones  litúrgicas. 

No  se  puede  usar  un  fonógrafo,  ni  mecánico  ni  eléctrico,  para  repro- 
ducir las  partes  fijas  o variables  durante  la  misa  cantada,  ni  aunque  falten 
cantores  u organistas.  Se  prohibe  tocar  el  fonógrafo  también  inmediata- 
mente antes  o después  de  las  funciones  religiosas,  sea  para  llamar  a los 
fieles  o al  tiempo  en  que  salen. 

Siempre  que  los  coros  mixtos  no  ocupen  el  presbiterio  o el  sitio  detrás 
del  altar,  y que  los  hombres  estén  cuidadosamente  separados  de  las  mujeres 
se  repiten  ahora  disposiciones  antiguas  que  deben  observarse  estrictamente: 
los  coros  mixtos  pueden  emplearse  únicamente  en  ocasiones  excepcionales, 
y con  el  permiso  del  Ordinario.  Se  prohibe  la  participación  de  las  mujeres, 
pues  los  cantores  tienen  un  oficio  litúrgico  que  cumplir  y que  las  mujeres 
no  pueden  ejercer. 

I Se  prohibe  el  canto  de  motetes  en  la  lengua  vernacular  durante  el  ofer- 

torio; sólo  se  permiten  antes  o después  de  la  misa. 

No  se  deben  instalar  proyectores  de  películas  o transparencias  en  el 
templo,  aunque  la  parroquia  no  tenga  otro  sitio,  y aunque  sea  para  exhibir 
películas  o transparencias  de  carácter  catequístico  como  auxiliar  en  la  en- 
señanza religiosa. 

C.  Card.  Cicognani  A.  Carinci 

Prefecto  Secretario 


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CRONICA  Y NOTICIAS 


ARGENTINA 

ACTIVIDADES  DEL  MOVIMIENTO  BIBLICO  CATOLICO  EN  LA  ARGENTINA 

DURANTE  EL  AÑO  1957 

El  año  1957  para  el  Movimiento  Bíblico  católico,  podemos  decir  así,  ha  sido 
particularmente  muy  bendecido  por  Dios,  porque,  como  en  ningún  otro  año,  se 
extendió  nuestro  movimiento  en  diferentes  diócesis. 

Trabajos  en  Catamarca 

El  entusiasmo  por  la  Sagrada  Biblia  en  Catamarca  iba  en  continuo  aumento. 
Las  audiciones  semanales  por  la  radio  L W 7 de  Catamarca,  tuvieron  por  efecto 
el  aumento  de  los  grupos  bíblicos.  Este  año  llegamos  a tener  20  grupos  bíblicos 
en  la  ciudad  y 4 en  los  departamentos  de  la  provincia.  Al  Movimiento  Bíblico 
fue  entregada  la  lucha  en  contra  de  los  sectarios  y los  protestantes.  Con  los  gru- 
pos que  tuvimos  en  todos  los  barrios  de  la  ciudad,  hemos  podido  hacer  frente  a 
la  propaganda  protestante  y disminuir  su  peligro.  Llegamos  a crear  un  grupo  bí- 
blico también  entre  los  penados  de  la  cárcel  penitenciaria,  y eliminar  el  peligro 
protestante  que  estaba  trabajando  fuertemente  entre  ellos.  Los  trabajos  de  los 
grupos  han  culminado  en  una  magnífica  semana  bíblica  de  Catamarca.  El  orador 
principal  de  estas  jornadas  ha  sido  el  R.  P.  Mateo  Berdía,  pasionista,  que  desarrolló 
temas  sobre  la  persona  de  Jesucristo  tanto  en  los  Evangelios  como  en  las  cartas 
paulinas  y en  el  Apocalipsis.  El  orador  despertó  mucho  interés  por  la  Biblia  entre 
los  asistentes  con  sus  hermosas  vistas  tomadas  en  Tierra  Santa. 

Podemos  registrar  con  suma  satisfacción  que  en  las  asambleas  de  los  grupos 
bíblicos  había  siempre  como  doscientas  personas,  que  diaria  o casi  diariamente 
leían  el  Santo  Evangelio  según  San  Mateo,  que  era  el  tema  de  este  año  en  las 
reuniones  de  los  grupos.  Con  suma  satisfacción  anotamos  que  entre  los  directores 
locales  de  los  grupos  encontramos  a cinco  seminaristas  del  Seminario  Regional 
de  entre  los  cuales  un  novel  sacerdote,  Manuel  Quintás,  para  la  diócesis  de  San- 
tiago del  Estero,  pronto  ha  de  ser  el  brazo  derecho  del  Movimiento  Bíblico  parro- 
quial, establecido  en  la  capital  de  su  provincia. 

Extensión  del  Movimiento  Bíblico  en  Santiago  del  Estero 

En  Santiago  del  Estero,  gracias  a los  esfuerzos  del  celoso  párroco  de  la  cate- 
dral, Pbro.  Francisco  Dubrovich,  se  extendió  el  Movimiento  Bíblico  desde  la  ciudad 
de  Catamarca.  Pues,  realizáronse  en  Santiago  jornadas  del  Santo  Evangelio  en 
colaboración  con  las  Hijas  de  San  Pablo.  Durante  el  mes  de  octubre  hicieron 
venta  domiciliar  de  los  ejemplares  del  Nuevo  Testamento  y de  la  Biblia.  Los  tres 
últimos  días  llamaron  al  P.  Eugenio  Lákatos  SVD.  del  Seminario  de  Catamarca, 
a fin  de  que  diera  conferencias  por  la  radio  L W 7 y pláticas  en  la  catedral.  El 
último  día  en  un  acto  solemne,  después  de  la  misa  vespertina,  Mons.  José  Weiman 
bendijo  los  800  ejemplares  del  Nuevo  Testamento  y 80  Biblias,  que  han  vendido 
durante  el  mes  las  abnegadas  religiosas  en  su  campaña  de  difusión  de  la  plabra 
de  Dios.  Al  otro  día  en  una  reunión  de  A.  C.  y de  todas  las  fuerzas  vivas  de  la 
parroquia,  se  eligieron  los  futuros  directores  de  los  grupos,  y como  nos  notificó 
el  Pbro.  Dubrovich,  ya  están  trabajando  con  mucho  éxito. 

Trabajos  realizados  en  Córdoba 

En  el  mes  de  marzo  realizáronse  jornadas  por  un  mundo  mejor  en  Carlos 
Paz,  eii  Córdoba.  Los  concurrentes  han  sido  más  de  sesenta  sacerdotes,  la  ma- 
yoría de  Córdoba.  Invitaron  especialmente  al  P.  Eugenio  Lákatos  SVD.,  director 
diocesano  del  Movimiento  Bíblico  de  Catamarca,  a fin  de  que  diera  una  confe- 
rencia sobre  el  Movimiento  Bíblico.  El  efecto  ha  sido  el  interés  que  manifestaron 


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CRONICA  Y NOTICIAS 


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varios  sacerdotes  y párrocos  por  el  Movimiento  Bíblico.  Destacóse  la  parroquia 
de  Cristo  Rey,  en  que  el  celoso  párroco,  R.  P.  Rubén  González  SVD.,  formó  tres 
grupos  bíblicos.  Otra  iniciativa  similar  había  en  la  parroquia  del  Corazón  de 
María,  donde  bajo  la  dirección  del  R.  P.  Burela  CMF.,  se  formaron  dos  grupos 
de  mucha  promesa.  Había  otra  iniciativa  en  el  barrio  de  La  Tablada,  donde  la 
Sra.  Julia  de  Seydell  formó  grupo  infantil  del  Movimiento  Bíblico,  que  funciona 
bajo  la  dirección  del  R.  P.  Monguillón  CMF. 

Iniciativas  en  Buenos  Aires 

Este  año,  al  igual  que  en  los  años  anteriores,  funcionó  con  mucho  éxito  la 
Escuela  Bíblica  Postal  por  la  iniciativa  de  los  dos  grupos  bíblicos  de  profesionales, 
dirigidos  por  el  R.  P.  José  Ignacio  Vicentini  SJ.  Funcionaron  dos  grupos  bíblicos, 
fundados  por  el  R.  P.  Federico  Loecher  SVD.  Realizáronse  dos  semanas  bíblicas 
parroquiales  en  la  Capital  Federal;  la  primera  en  la  parroquia  de  Santa  Isabel 
de  Hungría  y la  segunda  en  la  parroquia  de  San  Bernardo. 

Iniciativas  en  otras  partes 

Hemos  de  anotar  que  en  esta  nota  no  pretendemos  dar  un  informe  sobre 
todos  los  trabajos  bíblicos  realizados  en  la  República  Argentina  durante  el  año 
1957.  Queremos  dar  tan  solo  un  resumen  sobre  los  esfuerzos  efectuados  por  el 
Movimiento  Bíblico  católico,  es  decir  por  el  movimiento  que  trabaja  metódica  y 
sistemáticamente.  Sabemos  por  ejemplo  que  había  una  Semana  Bíblica  en  Cór- 
doba, realizada  por  el  secretariado  de  la  Defensa  de  la  Fe,  que  presidió  el  doctor 
Eduardo  Morón  Alcaín;  o que  había  grandes  Jornadas  del  Santo  Evangelio  rea- 
lizadas por  el  R.  P.  Elias  Dell'Oca  CSsR.  en  la  provincia  de  Corrientes. 

Posibilidades  para  el  Movimiento  Bíblico  católico  durante  el  año  1958 

El  Pbro.  Francisco  Dubrovich  en  su  carta  enviada  desde  Santiago  del  Estero, 
nos  escribió  estas  significativas  palabras:  “Nunca  podré  agradecerle  suficiente- 
mente por  el  bien  que  nos  ha  hecho  con  el  Movimiento  Bíblico.  Usted,  Padre,  ha 
descubierto  un  filón  riquísimo  de  espiritualidad.  Siento  que  algo  se  está  moviendo. 
Estamos  ya  palpando  el  benéfico  influjo”. 

Estas  palabras  del  celoso  sacerdote  nos  han  sugerido  la  idea  de  beneficiar 
también  a otras  parroquias  mediante  el  Movimiento  Bíblico  católico.  Así  lo  hemos 
programado  en  Córdoba  en  diferentes  parroquias,  en  la  parroquia  de  la  catedral, 
de  los  Dominicos  y sobre  todo  en  la  de  Cristo  Rey.  Programamos  en  primer  tér- 
mino una  jornada  del  Santo  Evangelio  con  un  triduo  predicado.  Al  cabo  del  triduo 
han  de  establecerse  los  grupos  en  varios  barrios  de  la  parroquia.  Programamos 
lo  mismo  en  la  parroquia  de  la  ciudad  de  Esperanza,  Santa  Fe;  en  la  capital  de 
la  provincia  de  Santa  Fe,  en  la  catedral;  en  Buenos  Aires  en  la  parroquia  del 
Espíritu  Santo,  Guadalupe.  Se  demostró  sumo  interés  por  la  obra  en  la  arqui- 
diócesis  de  La  Plata,  donde  el  Obispo  Auxiliar,  Mons.  Dr.  Primatesta  se  quedó 
con  el  deseo  de  establecerla  en  alguna  de  las  parroquias  existentes  en  la  ciudad. 

Lema  del  año  1958 

El  año  1958  ha  de  caracterizarse  por  el  afianzamiento  del  Movimiento  Bíblico 
en  algunos  de  los  puntos  neurálgicos  del  país.  Por  eso  debe  ser  bien  encaminada 
la  obra  en  los  puntos  céntricos,  a fin  de  que  sirva  más  tarde  como  modelo  para 
los  demás  que  la  quieran  introducir  en  sus  respectivas  parroquias.  Más  vale  poco 
pero  bueno,  que  mucho  y mal  encaminado. 

Pidamos  a Dios  que  siga  bendiciendo  nuestros  esfuerzos,  que  son  para  su 
mayor  gloria  y la  salvación  de  las  almas. 


P.  Eugenio  Lákatos,  SVD. 

Director  diocesano  del  Movimiento  Bíblico 
diocesano  de  Catamarca 


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REVISTA  BIBLICA 


CATAMARC A 

SEMANA  BIBLICA  DE  CATAMARCA:  29  DE  SETIEMBRE  AL  6 DE  OCTUBRE 

DE  1957 

La  culminación  de  las  actividades  bíblicas  en  la  ciudad  de  Catamarca,  ya 
tradicionalinente  es  la  espléndida  Semana  Bíblica.  Este  año,  como  en  los  ante- 
riores, nuevamente  tuvo  un  pensamiento  central,  alrededor  del  cual  giraban  los 
temas  a desarrollar.  El  tema  céntrico  de  esta  Semana  ha  sido:  “La  Biblia  y 
Nuestro  Señor  Jesucristo”. 

Conferencias  y discursos 

Los  temas  centrales  estaban  a cargo  del  R.  P.  Mateo  Perdía  J.X.P.,  Profesor 
de  Sagrada  Escritura  del  Seminario  Metropolitano  de  Córdoba.  El  día  miércoles, 
2 de  octubre,  disertó  el  conferenciante  sobre  el  tema;  “La  personalidad  del  Me- 
sías a través  de  los  Libros  Históricos  y Proféticos  del  Antiguo  Testamento”.  El 
conferenciante  con  suma  maestría  desarrolló  el  difícil  tema,  hablando  de  los 
textos  mesiánicos  en  el  Pentateuco  y en  el  Profeta  Isaías,  sobre  todo.  Al  día 
siguiente  abordó  el  tema:  “La  personalidad  de  Jesucristo  a través  de  los  Evan- 
gelios”. El  viernes,  4 de  octubre,  nuevamente  disertó  el  mismo  conferenciante 
con  la  competencia  de  especialista,  sobre  el  tema:  “La  personalidad  de  un  cris- 
tiano a través  de  los  Libros  didácticos  del  Nuevo  Testamento”.  Las  exposiciones 
del  ilustre  Profesor  han  sido  muy  frecuentadas  sobre  todo  por  los  integrantes 
de  los  Grupos  Bíblicos,  que,  dicho  sea  de  paso,  en  Catamarca  ya  funcionan  en 
número  de  veinte.  El  P.  Mateo  después  de  sus  medulosas  conferencias,  obsequiaba 
al  público  con  vistas  sacadas  en  Tierra  Santa  durante  su  último  viaje  al  país 
de  la  Biblia. 

No  menos  concurridas  han  sido  las  conferencias  pronunciadas  por  otros  con- 
ferenciantes locales  en  diferentes  lugares  de  la  bella  Ciudad  de  la  Sma.  Virgen 
del  Valle.  Así  la  conferencia  del  Pbro.  Angel  C.  Oviedo,  director  del  Grupo  Bíblico 
del  Colegio  “Ntra.  Sra.  del  Huerto”,  pronunciada  en  el  recreo  “El  Molino”;  la 
conferencia  del  señor  Diácono  Manuel  Quintás  Barreiro,  en  el  salón  de  actos  del 
Club  San  Lorenzo;  la  conferencia  del  R.  P.  Enrique  Dumont  SVD.,  pronunciada 
en  el  Salón  Virgen  del  Valle,  sobre  el  tema:  “Fundamentos  bíblicos  de  la  imi- 
tación de  Cristo”. 

Hablaron  aún  en  diferentes  ocasiones  y lugares  los  señores:  Sixto  Calzada, 
sobre  el  tema:  “La  Biblia,  Libro  de  la  humanidad”;  el  Sr.  Teólogo  Roberto  Mo- 
reno: “¿Qué  es  la  Biblia?”;  el  Sr.  Teólogo  Diácono  Luis  Páez:  “La  nación  judía 
y la  Biblia”;  el  Sr.  Teólogo  Domingo  Pellegrino:  “Los  primeros  cristianos  y la 
Biblia”;  el  Rdo.  P.  Francisco  Vogel  SVD.:  “El  hombre  moderno  y la  Biblia”;  el 
Sr.  Teólogo  René  Nieva:  “La  Biblia,  según  la  mente  de  la  Iglesia”. 

Parte  artística 

En  la  parte  artística  de  este  año  han  sido  incluidas  poesías  religiosas,  coros 
y piezas  orquestales,  ejecutadas  por  elementos  artísticos  de  la  ciudad.  Ha  de  ser 
destacada  la  actuación  de  la  Banda  de  Música  de  Policía,  dirigida  por  el  Sr.  Juan 
Bellavia.  Ejecutaron  obras  de  Verdi,  Stradella,  Grieg,  Chopin.  Sobre  todo  hemos 
de  mencionar  la  actuación  del  maravilloso  Coro  del  Seminario  Regional,  hajo  la 
dirección  del  R.  P.  Rector  del  Seminario,  Carlos  Welizko  SVD.  Pues,  la  mitad 
del  programa  del  Día  de  Clausura  de  la  Semana,  constituía  el  Concierto  del  Coro 
Polifónico  del  Seminario.  Escucháronse  en  esta  oportunidad  obras  de  Viadana, 
Victoria,  Sorozábal,  Strauss  y Serrano. 

icto  de  Clausura  de  la  Semana 

El  acto  de  clausura  de  la  grandiosa  Semana  Bíblica  de  Catamarca,  comenzó 
con  una  Misa  solemne  oficiada  en  la  Catedral  Basílica  de  Ntra.  Señora  del  Valle. 
El  orador  sagrado,  Pbro.  Santiago  Sonzini,  habló  con  mucho  entusiasmo  sobre 


CRONICA  Y NOTICIAS 


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! “La  necesidad  de  la  imitación  de  Cristo”,  fundamentada  por  el  conocimiento  de 
las  Letras  de  Dios,  que  es  la  Biblia.  A la  tarde  en  el  Teatro  Catamarca,  en  pre- 
sencia del  Excmo.  y Revmo.  Señor  Obispo  diocesano,  Mons.  Dr.  Carlos  F.  Hanlon, 
habló  el  R.  P.  Eugenio  Lákatos  SVD.,  director  diocesano  del  Movimiento  Bíblico 
sobre  el  tema:  “Cristiano,  otro  Cristo”.  Destacó  el  orador  la  unión  íntima  que 
existe  entre  el  cristiano  y el  mismo  Maestro  Cristo  Jesús,  a través  de  los  Hechos 
^ de  los  Apóstoles,  pero  sobre  todo  a través  de  la  Teología  del  Apóstol  San  Pablo. 

Su  medulosa  conferencia  ha  sido  largamente  aplaudida  por  la  numerosa  concu- 
! rrencia.  Se  clausuró  el  acto  con  la  opereta  cómica  de  Thibaut,  denominada  “Don 

1 Quijote  y los  Molineritos”,  presentada  por  los  alumnos  del  Seminario  Regional, 

bajo  la  dirección  artística  y técnica  del  R.  P.  Carlos  Welizko  SVD.,  Rector  del 
Seminario.  La  obra  y los  actores  han  sido  sumamente  aplaudidos  y felicitados 
por  la  concurrencia. 

Juicio  sobre  la  Semana  Bíblica  de  Catamarca 

Cabe  destacar  que  la  Semana  Bíblica  de  Catamarca,  fiel  a su  tradición,  este 
año  nuevamente  logró  despertar  el  interés  de  todo  el  pueblo  de  la  Ciudad.  Pues, 
la  prensa  local,  sobre  todo  el  diario  “La  Unión”,  traía  sendos  artículos  y comen- 
tarios sobre  los  actos  realizados  en  la  Ciudad.  El  señor  Obispo  diocesano,  Mons. 
Carlos  F.  Hanlon,  presidía  casi  todos  los  actos  efectuados  durante  la  Semana, 
i Al  final  de  ella  felicitó  muy  cordialmente  al  R.  P.  Eugenio  Lákatos,  director 
i diocesano,  y a sus  colaboradores. 

La  Semana  Bíblica  de  Catamarca  ha  sido  nuevamente  un  acontecimiento  para 
la  Ciudad  y Provincia  de  Catamarca  y un  ejemplo  para  las  demás  Provincias  y 
Ciudades  en  la  organización  de  actos  que  tienden  a la  difusión  de  la  Palabra  del 
Señor.  Por  eso  al  felicitar  nosotros  al  Movimiento  Bíblico  de  Catamarca,  alber- 
gamos la  esperanza  de  que  un  día  no  lejano  podamos  relatar  lo  mismo  de  otras 
tantas  Ciudades  y Provincias  de  la  República. 


LA  PLATA 

REUNION  ANUAL  DE  PROFESORES  DE  SAGRADA  ESCRITURA 

Este  año,  al  igual  que  en  los  anteriores,  los  Profesores  de  Sagrada  Escritura 
de  casi  todos  los  Seminarios  existentes  en  el  país,  y casas  de  formación  de 
I religiosos,  reuniéronse  para  celebrar  su  asamblea  anual.  Esta  vez  la  sede  de 

! reuniones  ha  sido  el  Seminario  Mayor,  San  José,  de  La  Plata.  Las  presidió  Mons. 

Dr.  Francisco  Raúl  Primatesta,  Obispo  auxiliar  de  La  Plata,  Profesor  de  Sagrada 
Escritura  en  dicho  Seminario. 

Desarrollo  de  las  reuniones 

Las  reuniones  comenzaron  el  día  19  de  diciembre  a las  10,30  hs.  de  la  ma- 
ñana. Las  abrió  el  Rdo.  P.  Eugenio  Lákatos  SVD.,  Secretario  general  de  la  Aso- 
ciación de  Profesores  de  Sagrada  Escritura,  Profesor  de  la  misma  materia  en  el 
Seminario  Regional  de  Catamarca.  Refirióse  en  su  discurso  de  apertura  a los 
múltiples  problemas  que  han  de  resolverse  durante  las  reuniones.  Problemas  de 
carácter  interno  y externo  de  la  Asociación.  Acto  seguido  el  R.  P.  Mateo  Perdía 
j J.X.P.,  Profesor  de  Sagrada  Escritura  en  el  Seminario  Meti'opolitano  en  Córdoba, 
secretario  para  la  zona  del  Norte,  hizo  un  relato  sobre  la  reunión  realizada  en 
el  mes  de  julio  en  la  ciudad  de  Córdoba,  con  la  asistencia  de  los  socios  de  la 
! mencionada  zona. 

Investigaciones  sobre  los  Manuscritos  del  Mar  Muerto 

El  temario  distribuido  entre  los  socios  este  año  versaba  sobre  los  ya  famosos 
I manuscritos  del  Mar  Muerto.  El  primer  relator  sobre  el  tema  indicado  ha  sido 
I el  Profesor  de  Sagrada  Escritura  del  Seminario  Metropolitano  de  Villa  Devoto, 


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REVISTA  BIBLICA 


Pbro.  Jorge  Mejía.  Habló  con  suma  competencia  sobre  los  Manuscritos  y los  dos 
Libros  de  los  Macabeos.  Según  las  investigaciones  ajenas  y propias  demostró  que 
la  comunidad,  a la  que  pertenecían  los  manuscritos  hallados  en  el  año  1947,  se 
ha  originado  por  el  espíritu  de  descontento  con  la  familia  de  los  Hasmoneos 
que  al  acaparar  el  poder  temporal,  se  han  apropiado  también  el  sumo  sacerdocio. 
La  fundación  de  la  comunidad  de  Qumrán  se  llevó  a cabo  en  la  época  de  Jona- 
tán,  o sea  en  los  años  152-142  antes  de  Jesucristo. 

Después  del  trabajo  presentado  el  Pbro.  Mejía  dió  lectura  a una  carta,  en- 
viada de  Palestina  por  el  P.  Severino  Croatto  C!M.,  la  cual  versaba  sobre  el  XIII 
Congreso  de  Arqueología  bíblica  en  el  Estado  de  Israel.  Lo  positivo  y lo  más 
importante  de  las  conclusiones  realizadas  por  los  judíos  en  la  antigua  ciudad 
cananea  de  Hadsor,  junto  al  lago  de  Hule  en  Galilea.  Se  ha  demostrado  que  la 
dicha  ciudad  ha  sido  destruida  por  Josué  en  el  siglo  XHI,  antes  de  Jesucristo. 
Se  ha  confirmado  así  la  fecha  del  éxodo,  o sea  de  la  salida  de  los  judíos  de 
Egipto,  efectuado  en  los  años  1250-1215  antes  de  Jesucristo. 


La  conferencia  del  R.  P.  Mateo  Perdía,  Profesor  de  Sagrada  Escritura  en  el 
Seminario  Metropolitano  de  Córdoba  versó  sobre  el  tema:  “Los  Manuscritos  del 
Mar  Muerto  y la  Liturgia  cristiana”.  Lo  más  interesante  de  su  trabajo  ha  sido 
la  determinación  de  la  Ultima  Cena  y de  la  muerte  de  Nuestro  Señor  Jesucristo. 
Según  el  trabajo  presentado  Cristo  Nuestro  Señor  hubiera  instituido  la  Eucaristía 
el  día  Martes  y no  el  Jueves,  como  se  ha  creído  hasta  ahora.  Puesto  que  Nuestro 
Señor  ha  seguido  el  calendario  solar  de  los  esenios  de  Qumrán.  Ellos  en  cambio 
el  primer  día  de  la  semana  no  celebraban  el  Domingo,  o sea  el  día  después  del 
Sábado,  sino  la  semana  comenzaba  con  el  Miércoles.  Así  pudo  acaecer  que  el 
14  de  Nisán,  o sea  el  día  de  la  Pascua,  prescrita  por  Moisés  en  el  Deuteronomio, 
celebrasen  el  Miércoles  y no  el  Viernes,  como  lo  celebraban  los  judíos  oficial- 
mente, siguiendo  el  calendario  lunar,  introducido  por  los  seleucidas  en  Palestina. 


El  Rdo.  P.  Bernardo  Otte  SVD.,  Profesor  de  Sagrada  Escritura  en  Villa  Cal- 
zada, director  de  la  Revista  Bíblica  con  la  sección  Litúrgica,  abordó  el  tema: 
■‘Los  Manuscritos  del  Mar  Muerto  y los  demás  Profetas”.  Con  gran  erudición 
habló  sobre  los  “Pesharim”,  o sea  comentarios  a los  Profetas  escritos  por  los 
habitantes  de  la  comunidad  de  Qumrán.  Demostró  que  para  ellos  no  era  lo  más 
importante  el  hecho  histórico  de  que  hablaron  los  Profetas  sino  el  tema  a que 
se  referían.  Por  eso  apropiaban  sus  pensamientos,  haciendo  alusiones  e inter- 
pretaciones para  la  época  en  que  tocó  actuar  para  su  comunidad. 

El  Rdo.  P.  Roberto  de  Buenos  Aires  O.F.M.Cap.,  Profesor  de  Sagrada  Escri- 
tura en  Villa  Elisa,  habló  sobre  los  “Problemas  extrabíblicos  planteados  por  los 
documentos  del  Mar  Muerto”.  Enumeró  el  disertante  la  cantidad  de  problemas 
que  se  nos  presentan  tanto  en  el  campo  de  la  filología  como  sobre  todo  en  la 
historia  y en  la  doctrina. 

Conferencia  del  R.  P.  Federico  Locher 

El  tema  que  se  ha  designado  al  R.  P.  Locher,  versaba  sobre  los  “Manuscritos 
del  Mar  Muerto  y el  género  apocalíptico”.  El  conferenciante  con  amplia  infor- 
mación abordó  el  tema  indicado.  Sostenía  la  opinión  de  que  lo  apocalíptico  en 
los  manuscritos  de  Qumrán  se  debía  a la  lectura  y a la  profundización  del  pen- 
samiento de  los  antiguos  Profetas  en  Israel.  Porque  los  habitantes  de  Qumrán 
se  consideraban  a sí  mismos  como  el  verdadero  Israel  y el  Israel  histórico  ha 
sido  guiado  por  los  Profetas,  no  pudo  faltar  entre  ellos  este  elemento  tan  im- 
portante. Así  nacieron  sus  Himnos,  sus  Misterios  y otros  escritos  de  esta  índole, 
como  por  ej.  “La  guerra  de  los  hijos  de  la  Luz  contra  los  hijos  de  las  Tinieblas”. 


CRONICA  Y NOTICIAS 


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Clausura  de  las  reuniones 

El  Secretario  general  de  la  entidad,  R.  P.  Eugenio  Lákatos  SVD.,  en  el  acto 
de  clausura  habló  a los  socios  sobre  el  Movimiento  Bíblico  Católico  y su  futuro 
aprovechamiento  de  las  posibilidades  para  el  Movimiento  mencionado.  Relató  el 
conferenciante  lo  realizado  durante  el  año  1957  tanto  en  Catamarca,  como  en 
Córdoba  y Buenos  Aires.  Habló  sobre  la  extensión  del  Movimiento  en  Santiago 
del  Estero,  en  Córdoba,  en  Santa  Fe  y en  la  Capital  Federal.  Aceptóse  la  idea 
presentada  por  él,  para  que  el  Movimiento  Bíblico  Católico  sea  dirigido  por  la 
Asociación  de  Profesores  de  Sagrada  Escritura,  entidad  subordinada  íntegramente 
al  Vble.  Episcopado  Argentino.  Abogó  por  la  colaboración  más  estrecha  con  el 
CELAM  de  Bogotá,  leyendo  la  carta  que  le  enviara  el  Subsecretario  del  CELAM, 
Pbro.  Felipe  Benítez. 

Al  final  discutiéronse  los  Estatutos  de  la  Asociación  Argentina  de  Profesores 
de  Sagrada  Escritura  — S.A.P.S.E. — , elaborados  por  una  subcomisión,  integrada 
por  los  Sres.  Profesores  RR.  PP.  Lócher,  Mejía,  Vicentini.  Después  de  haber 
aprobado  los  Estatutos,  los  asambleístas  escogieron  las  autoridades  provisionales, 
es  decir  hasta  que  se  obtenga  la  aprobación  de  parte  del  Vble.  Episcopado,  soli- 
citada por  intermedio  del  Excmo.  Mons.  José  Plaza,  Presidente  del  Consejo  per- 
manente del  Episcopado  Nacional.  Las  autoridades  provisionales  resultaron: 
Presidente:  Mons.  Dr.  Francsico  Raúl  Primatesta,  Obispo  auxiliar  de  La  Plata, 
Secretario  general:  R.  P.  Eugenio  Lákatos  SVD.,  a quien  ha  de  reemplazar  el  R. 
P.  Federico  Lócher  SVD.,  por  el  viaje  de  estudio  que  ha  de  emprender  el  P.  Láka- 
tos durante  el  año  1958.  Secretario  para  la  zona  del  Norte  y del  Centro:  R.  P.  Ma- 
teo Perdía  J.X.P.  Discutiéronse  aún  los  temas  para  la  reunión  anual,  que  ha  de 
celebrarse  en  el  mes  de  diciembre  en  la  Capital  Federal.  El  temario  presentado 
ha  de  versar  sobre  la  Iglesia.  Las  reuniones  de  la  zona  han  de  ser  llevadas  a cabo 
en  el  mes  de  julio  en  Córdoba  y en  Buenos  Aires  respectivamente. 

Los  asambleístas,  recreados  en  espíritu,  despidiéronse  sumamente  satisfechos 
por  la  seriedad  y la  cordialidad  y el  hermoso  compañerismo  que  reinaba  en  los 
días  de  la  asamblea.  Quiera  Dios  que  se  conserve  siempre  este  mismo  espíritu 
que  alentaba  a los  Profesores  reunidos. 

P.  Eugenio  Láka.tos,  SVD. 


EL  MOVIMIENTO  BIBLICO  CATOLICO 

Introducción 

Entre  los  movimientos  espirituales  que  diariamente  tienen  siempre  más  em- 
puje y aceptación  de  parte  del  clero  y de  los  fieles,  sin  duda  alguna  hemos  de 
contar  el  movimiento  denominado  “Movimiento  Bíblico  Católico”.  Está  extendido 
ya  no  solamente  en  Alemania,  Francia,  Austria,  Italia,  Suiza,  Bélgica,  y otros 
países  europeos,  sino  está  ya  en  el  suelo  americano,  en  los  Estados  Unidos,  en 
Canadá. 

¿Cuál  es  la  esencia  del  Movimiento  Bíblico  Católico? 

La  esencia  del  Movimiento  Bíblico  Católico  es  el  estudio  metódico  y vigilado 
de  la  Sagrada  Biblia  en  los  Grupos,  formados  ad  hoc  en  la  parroquia.  El  párroco 
que  quiere  introducir  el  Movimiento  Bíblico  Católico  en  su  parroquia,  en  primer 
término  hace  una  “Jornada  del  Santo  Evangelio”,  ofreciendo  a sus  feligreses  la 
oportunidad  de  adquirir  un  ejemplar  del  Nuevo  Testamento  o de  la  Biblia  entera. 
Podrá  hacerlo  por  medio  de  las  Hijas  de  San  Pablo,  Nazca  4249,  Buenos  Aires. 
Después  de  haber  hecho  la  debida  propaganda,  podrá  realizar  el  “Triduo  Bíblico” 
predicado,  en  que  hace  destacar  la  importancia  de  la  Sagrada  Biblia  en  la  vida 
del  critiano.  Se  puede  hablar  en  él  sobre  el  tema:  “¿Qué  es  la  Biblia?  — La 
Biblia,  Palabra  de  Dios  — Nuestro  deber  para  con  la  Palabra  de  Dios”,  etc.  — 
El  último  día  en  una  misa  vespertina  se  hace  la  bendición  solemne  de  los  ejem- 
plares vendidos,  estableciéndose  los  Grupos  Bíblicos. 


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REVISTA  BIBLICA 


El  trabajo  en  los  Grupos  Bíblicos 

Como  el  Movimiento  Bíblico  Católico  no  es  cuestión  de  un  entusiasmo  mo- 
mentáneo, sino  de  un  trabajo  lento,  a paso  de  hormiga,  el  párroco  debe  encontrar 
en  los  respectivos  barrios  de  su  parroquia  hogares  más  aptos  para  las  reuniones 
de  los  Grupos  que  funcionan  en  la  parroquia. 

Puede  haber  Grupos  de  cinco  hasta  veinticinco  personas,  socios  del  Grupo. 
Cada  uno  de  ellos  debe  tener  un  Director  del  Grupo,  que  obedece  a las  órdenes 
del  Director  Parroquial,  y éste  a su  vez,  al  Director  Diocesano. 

El  orden  que  se  sigue  en  las  reuniones  es  el  siguiente:  Después  de  la  oración 
al  Espíritu  Santo  se  leen  las  actas  de  la  reunión  anterior;  las  lee  el  secretario  del 
Grupo,  el  cual  es  generalmente  la  persona  más  activa  del  Grupo  y tiene  la  obli- 
gación de  llamar  e interesar  a los  socios  para  que  sean  puntuales  en  la  reunión. 
Acabada  la  lectura  de  actas  el  Director  del  Grupo  — que  puede  ser  hombre  o 
mujer — procede  a la  lectura  del  libro  de  M.  Choisy:  “¿Qué  es  la  Biblia?”.  Se  lo 
puede  conseguir  en  las  ediciones  Paulinas  por  $ 6,40.  Se  lee  un  trozo  y se  lo 
explica  con  palabras  sencillas,  a fin  de  que  lo  puedan  aprender  también  los  me- 
nos dotados.  La  lectura  con  la  aplicación  no  debe  durar  más  de  diez  a quince 
minutos.  Seguidamente  cada  uno  saca  su  ejemplar  del  Nuevo  Testamento,  que 
preferentemente  es  de  las  ediciones  de  la  B.  A.  C.  (se  lo  consigue  en  la  librería 
de  José  Ferrer,  Balcarce  251,  Bs.  Aires),  y el  Director  del  Grupo  le  pide  a alguno 
de  los  socios  presentes  que  haga  el  favor  de  leer  el  trozo  indicado.  Generalmente 
se  toma  a San  Mateo  en  el  primer  año;  se  sigue  del  primer  capítulo  a los  demás. 
No  es  nece.sario  que  se  tome  todo  el  capítulo,  bastan  unos  cuantos  versículos, 
pero  haciéndoles  ver  a los  socios  el  provecho  espiritual  que  hay  que  sacar  del 
trozo  leído  y explicado. 

Cada  uno  de  los  Grupos  tiene  su  mapa  mural  de  Palestina,  en  que  el  Director 
local  indica  los  lugares  que  se  mencionan  en  los  pasajes  leídos.  El  acento  y el 
hincapié  se  pone  en  la  aplicación  a la  vida  práctica  del  Evangelio;  por  tanto  cada 
uno  de  los  asistentes  — que  pueden  ser  de  ambos  sexos — debe  leer  diariamente 
por  lo  menos  unos  cinco  minutos  el  pasaje  leído  y explicado  en  la  reunión  ante- 
rior dando  un  testimonio  de  lo  que  había  encontrado  él  como  aplicable  para 
su  vida  diaria. 

El  último  punto  es  una  cuestión  de  teología  bíblica.  Se  distribuyen  hojas 
sobre  la  divinidad  de  Nuestro  Señor,  en  que  se  argumenta  metódicamente  sobre 
el  tema.  El  Director  local  llama  al  socio  tal  o cual  a fin  de  que  le  busque  el 
tópico  que  le  indicó.  De  esta  manera  aprenden  los  socios  el  manejo  de  la  Biblia 
y los  argumentos  en  un  tema  de  suma  importancia. 

La  reunión  semanal,  que  dura  aproximadamente  una  hora,  termina  con  una 
oración  al  Espíritu  Santo.  Una  muestra  de  material  puede  pedirse  de  Francisco 
Vogel  SVD.,  Seminario  Regional,  Catamarca. 

Formación  de  los  Directores  locales 

A nadie  se  le  escapa  la  trascendencia  de  la  formación  de  los  directores  lo- 
cales en  los  Grupos  bíblicos.  Por  esta  razón  y porque  debe  haber  un  control 
prescrito  por  decreto  de  la  Comisión  Pontificia  Bíblica  del  15  de  diciembre  de 
1955,  los  Directores  locales  han  de  celebrar  semanalmente  una  reunión  con  el 
Director  parroquial,  que  debe  ser  persona  entendida  en  la  Sagrada  Escritura. 
En  tal  reunión  se  capacitan  los  Directores  locales  en  lo  que  deben  transmitir 
en  sus  respectivos  Grupos.  Además  deben  informar  al  Director  parroquial  sobre 
la  materia  desarrollada. 

Los  Directores  locales  se  agrupan  del  elemento  más  apostólico  de  la  parro- 
quia, los  cuales  poseen  cierta  formación,  p.  ej.  maestros  y maestras  de  religión. 
Para  la  explicación  del  Evangelio  cada  cual  debe  tener  el  libro  del  Cardenal  Isi- 
doro Gomá:  “El  Evangelio  Explicado”  (salió  en  una  edición  nueva  en  Barcelona, 
1955).  i 


CRONICA  Y NOTICIAS 


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Otras  actividades  del  Movimiento  Bíblico  Católico 

Los  Grupos  existentes  en  el  territorio  de  la  parroquia  tienen  mensualmente 
su  asamblea  general.  Comienza  con  una  misa  vespertina  en  honor  del  Espíritu 
Santo  con  una  plática  de  igual  tema.  Acto  seguido  se  reúnen  los  Grupos  en  algún 
salón  para  la  asamblea  mensual,  en  la  que  el  secretario  de  la  comisión  directiva 
da  informes  sobre  las  actividades  desarrolladas  durante  el  mes  pasado.  El  Director 
parroquial  hace  las  comunicaciones  de  la  comisión  directiva  sobre  algunos  puntos 
de  mayor  importancia  para  la  buena  marcha  de  la  institución.  Seguidamente  uno 
de  los  Directores  locales  desarrolla  un  tema  sobre  algún  punto  de  trascendencia 
de  la  historia  sagrada  o de  la  geografía  de  Palestina,  p.  ej.  sobre  el  lago  de 
Genesaret  o el  río  Jordán. 

Inmediatamente  alguno  de  los  socios  o de  los  Directores  locales  pronuncia 
una  conferencia  sobre  algún  punto  del  Evangelio  leído  durante  el  mes  con  la 
finalidad  de  entusiasmar  a los  socios  a la  práctica  de  las  enseñanzas  del  Santo 
Evangelio. 

¿El  Movimiento  Biblico  Católico,  “otra  asociación  nueva”? 

Sé  positivamente  que  las  primeras  objeciones  que  se  formulan  en  contra  de 
este  movimiento  son  de  carácter  práctico  y se  pueden  formular  así:  ¡Para  qué 
tantas  asociaciones  en  la  parroquia,  tenemos  ya  la  Acción  Católica  y otras  mu- 
chas! Nos  contentamos  con  el  número  de  las  comuniones  mensuales;  en  el  mejor 
de  los  casos  nos  empuja  cierto  celo  sacerdotal  para  aumentar  el  número  de  la 
frecuentación  sacramental,  a fin  de  que  logremos  la  impresión  que  nuestra  pa- 
rroquia es  cien  por  cien  católica.  Pero  - — nos  preguntamos — : Este  católico,  que 
hoy  se  confesó  y comulgó,  ¿a  la  tarde  qué  va  a hacer,  cómo  va  a vivir  la  doctrina 
de  Cristo,  para  que  sea  verdaderamente  cristiano,  seguidor  de  Jesús?  Geneial- 
mente  no  llega  hasta  allá  nuestro  celo  sacerdotal,  a lo  que  debería  llegar,  puesto 
que  el  número  UNO  de  los  enemigos  de  la  Iglesia  son  los  mismos  católicos  igno- 
rantes. Hemos  de  convencernos  que  nuestro  católico  de  hoy  es  ignorante,  es 
cristiano  de  tradición  y no  de  convicción;  es  además  supersticioso,  como  conse- 
cuencia de  su  ignorancia  crasa  de  su  religión. 

Por  eso  se  entiende  que  tenga  suelo  preparado  el  protestantismo  y sectaris- 
mo. Apelo,  pues,  al  celo  sacerdotal,  a fin  de  que  consideremos  el  Movimiento 
Bíblico  Católico  como  un  medio  nuevo  y el  más  eficaz  en  la  guía  y educación 
de  las  almas  que  nos  ha  confiado  la  sabia  providencia  divina. 

P.  Eugenio  Lákatos,  SVD. 

Director  diocesano  del  Movimiento  Biblico 
Católico  de  Catamarca 


ISRAEL 

DECIMOTERCER  CONGRESO  DE  ARQUEOLOGIA  EN  ISRAEL  (13-15-X-1957) 

A la  progresista  ciudad  de  Jaifa  tocó  ser  el  centro  del  13°  Congreso  de 
Arqueología  en  Israel.  Organizó  esta  reunión  de  estudio  e información  arqueo- 
lógica la  “Sociedad  Israelí  de  Investigación  Bíblica”,  sociedad  que  despliega  una 
febril  exploración  de  los  lugares  históricos  de  Israel,  en  colaboración  con  el 
“Departamento  de  Antigüedades”  que  dirige  el  Profesor  S.  Yeivur. 

El  Congreso  de  Arqueología  — inaugurado  con  la  presencia  y la  palabra  del 
Piesidente,  I.  Ben  Tsvi — , se  distinguió  ante  todo  por  una  densa  afluencia  de 
participantes,  a pesar  del  nivel  elevado  de  las  conferencias. 

B.  Mazar,  Rector  de  la  Universidad  Hebrea  de  Jerusalén,  abrió  el  curso  de 
las  presentaciones  orales,  exponiendo  los  resultados  de  la  campaña  arqueológica 
en  el  Sinaí,  que  siguió  de  cerca  a la  campaña  militar  de  octubre  de  1956.  Su 
objetivo  fue  investigar  geología,  clima,  botánica  y zoología  de  la  Península  sinaí- 
lica,  así  como  su  historia  y su  arqueología.  La  primera  expedición,  dirigida  por 


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REVISTA  BIBLICA 


B.  Mazar,  exploró  el  oasis  de  Feirán  y el  Monasterio  “Santa  Catalina”.  En  el 
“tell”  del  oasis  encontráronse  restos  de  la  cerámica  típica  de  la  época  del  Fierro  II 
(930-600  a.  C.).  También  descubrieron  interesantes  inscripciones  en  los  wadis 
Mukattab  y Legga.  Un  equipo  de  especialistas  trabajó  intensamente  en  la  riquí- 
sima biblioteca  del  Monasterio,  con  resultados  sorprendentes  (v.  gr.:  descubri- 
miento de  algunas  antiguas  versiones  árabes  del  Eclesiástico,  y muchos  otros 
hallazgos,  que  se  publicarán  en  breve).  La  segunda  expedición,  también  dirigida 
por  B.  Mazar,  exploró  toda  la  costa  occidental  del  Golfo  de  Elath,  desde  Elath 
hasta  Tirán.  Una  tercera  expedición  fue  enviada  a Cades  Barnea  y otros  sitios, 
con  M.  Dotán  como  director.  En  los  alrededores  de  Cades  Barnea  fueron  identi- 
ficados lugares  prehistóricos,  israelíes  y bizantinos. 

El  Director  del  Departamento  de  Antigüedades,  S.  Veivur,  presentó  un  su- 
mario — con  proyecciones,  como  todos  los  conferencistas — , sobre  las  exploracio- 
nes que  dirigió  en  Gath,  ciudad  de  los  Filisteos,  y en  Nirim  (o  más  determina- 
damente, en  Hirbat  Ma‘on),  cerca  de  la  frontera  con  Egipto,  al  sur  de  Gaza.  Allí 
exploró  una  sinagoga  de  la  época  talmúdica  (bizantina),  con  bellísimos  mosaicos 
representando  animales  y otros  motivos,  especialmente  un  gran  candelabro  de 
siete  brazos  (menorah),  flanqueado  por  dos  leones.  Una  prueba  más  contra  la 
superada  teoría  de  que  los  judíos  no  representaban  figuras  de  animales  u hom- 
bres (para  estos  últimos,  p.  ej.  la  sinagoga  de  Bet-Alfa’,  cerca  de  Bet-Se’an). 

M.  Stékelis,  especialista  en  prehistoria  de  Palestina,  resumió  sus  recientes 
hallazgos  en  Kébarah  (objetos  paleolíticos:  más  de  10.000  años  a.  C.;  cabeza  de 
hacha  típica  de  esa  época,  utensilios  microlíticos,  únicos  en  Palestina),  y espe- 
cialmente en  Nahal  Oren  (inmenso  wadi  de  una  brusca  formación  geológica,  en 
el  Carmelo  oeste,  a unos  200  metros  de  la  ruta  Tell-Aviv  - Jaifa,  y a 17  kms.  de 
esta  última),  donde  se  ha  encontrado  una  estación  prehistórica:  una  inmensa 
caverna  habitada,  al  pie  de  la  cual  hay  una  terraza  con  restos  de  edificios. 
Desde  la  primera  exploración  (1953)  encontráronse  restos  de  la  cultura  “tahu- 
niana”  (mesolítico  palestinense:  12.000-6.000  a.  C.);  en  la  segunda  exploración 
(1954),  como  también  en  la  cuarta  (1957),  se  han  descubierto  restos  de  edificios 
redondos  característicos  (con  un  doble  horno  para  cerámica  en  el  interior,  com- 
puesto de  pequeñas  piedras).  Insistió  también  M.  Stékelis  en  el  hallazgo  de  cabos 
de  hacha  y otros  objetos  microlíticos  de  tipo  “tahuniano”.  Finalmente  hizo  una 
confrontación  con  la  cultura  de  “Yarmuk”  (7°  milenio  a.  C.),  revelada  especial- 
mente por  las  exploraciones  en  Sa‘ar  Haggolan,  cerca  de  la  desembocadura  del 
Yarmuk,  al  pie  de  las  montañas  de  Golán,  al  sur  del  lago  de  Tiberíades.  La 
importancia  de  la  civilización  “yarmukana”  consiste  en  que  llena  una  fase  del 
Neolítico  palestinense,  negada  hasta  hace  poco  por  muchos  arqueólogos,  y que 
coincide  con  el  comienzo  de  la  agricultura  y la  domesticación  de  los  animales. 
En  Nahal  Oren  se  encontraron  también  numerosos  anzuelos  de  hueso,  de  la  misma 
época  mesolítica,  lo  cual  sugiere  que  entonces  el  mar  cubría  varios  kilómetros 
de  lo  que  es  actualmente  un  valle.  Las  excavaciones  en  Nahal  Oren  se  continúan 
al  presente. 

M.  Dotán  dedicó  una  instructiva  conferencia  a su  reciente  (sept.-oct.  1956) 
exploración  de  Meser,  sitio  estratégico  sobre  la  “Via  Maris”  que  se  dirige  hacia 
Megiddo  y el  Valle  de  Esdrelón.  Tres  pequeñas  zonas  fueron  excavadas,  encon- 
trándose estructuras  antiguas  de  casas,  restos  de  edificios  rectangulares,  etc., 
todo  del  período  calcolítico  posterior  (antes  del  3.200  a.  C.).  También  vinieron 
a la  luz  jarras  y otros  objetos  de  cerámica  barnizada  de  gris,  pertenecientes  a 
la  cultura  “yisreeliana”  (de  Esdrelón),  de  fines  del  Calcolítico.  M.  Dotán  propuso 
como  inicio  del  establecimiento  humano  en  Meser  el  final  del  período  “Gassu- 
liano”  (c.  3.400  a.  C.)  con  una  continuidad  de  un  siglo  o siglo  y medio. 

La  conferencia  más  importante  fue  sin  duda  la  de  Y.  Yadín,  acerca  de  los 
últimos  resultados  de  las  excavaciones  en  Hasor  (cerca  de  10  kms.  al  S.O.  del 
que  hasta  hace  pocos  días  era  el  lago  Hule).  En  la  visita  realizada  por  los  con- 
gresistas, fue  necesario  utilizar  el  autobús  para  trasladarse  de  una  zona  a la  otra 
del  mismo  “tell”.  Y.  Yadín  insistió  previamente  en  la  importancia  de  Hasor: 
1)  Fue  una  ciudad  cananea,  en  posición  estratégica,  ocupada  por  Josué  (Jos.  11, 


CRONICA  Y NOTICIAS 


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1-14);  2)  fué  edificada  (=reedificada)  por  Salomón,  contemporáneamente  a Me- 
giddo  y Gezer  (1  Rg.  9,  15);  3)  fué  destruida  por  Tiglat-Pilesar  III,  durante  el 
reinado  de  Pekaj,  hijo  de  Remalyahu  (732  a.  C.)  (2  Rg.  15,  29).  Las  excavaciones 
van  confirmando  e ilustrando  profusamente  los  datos  bíblicos. 

La  ciudad  cananea  no  existió  en  el  “teli”  mismo,  sino  un  poco  más  al  Norte. 
Su  antigüedad  e importancia  está  demostiada  por  ser  mencionada  en  los  textos 
de  Mari  (la  única  ciudad  de  Palestina  citada  en  Mari)  y otros  textos  anteriores 
(v.  gr.  egipcios).  Los  restos  de  la  ocupación  cananea  abundan  en  Hasor  (desde 
el  Rronce  Medio  II  — época  de  los  Hilsos — hasta  el  Bronce  Reciente,  1.200  a.  C.). 
Pero  el  más  reciente  hallazgo  (un  mes  antes  del  congreso),  es  el  gran  templo 
cananeo,  en  el  cual  se  pueden  distinguir  el  atrio  y el  “Santo  de  los  Santos”, 
rodeado  de  “ortóstatos”  de  piedra  a lo  largo  del  muro  interior.  En  medio  del 
“Santo  de  los  Santos”  se  encuentra  aun  un  bloque  rectangular  de  piedra,  proba- 
blemente un  altar,  con  un  bajorrelieve  representando  una  cruz  o algo  semejante 
{=  estrella  hitita)  rodeada  de  un  disco  (=  sol).  Y.  Yadín  ha  subrayado  en  su 
conferencia  la  importancia  del  sol  en  esta  región,  y su  culto  de  parte  de  los 
cananeos.  El  templo  aludido  ya  remonta  a la  época  del  Bronce  Reciente  II  (siglo 
XIII  a.  C.).  Y como  es  natural  se  encontraron  allí  muchos  objetos  de  cerámica. 
Por  una  fortuna  muy  especial  llegaron  a manos  de  los  excavadores  algunos 
trozos  de  leño  quemado,  que  nos  fueron  mostrados  en  el  lugar  mismo  del  ha- 
llazgo. Esto  y otros  detalles  indican  que  el  templo  fue  violentamente  destruido 
e incendiado,  coincidiendo  la  fecha  con  la  ocupación  de  Palestina  por  Josué  (cf. 
Jos.  11,  11.13).  Según  Y.  Yadín,  las  excavaciones  de  Hasor  tienen  una  importan- 
cia excepcional  para  establecer  la  fecha  del  Exodo  y de  la  ocupación  de  Canaán. 

En  otra  zona  ocupada  por  la  ciudad  cananea  fue  encontrado  un  enorme  altar 
monolítico  de  cinco  toneladas  de  peso,  y otros  objetos  cultuales.  Lo  más  llama- 
tivo en  esta  zona  F es  un  gran  túnel  de  doce  metros  de  largo,  y otras  construc- 
ciones subterráneas. 

Para  ilustrar  el  período  salomónico  de  Hasor,  Y.  Yadín  expuso  los  resultados 
de  las  excavaciones  en  la  zona  A (sobre  el  “tell”).  Tres  cosas  llaman  la  atención 
aquí:  un  edificio  público  con  dos  filas  de  pilastras  (tiempo  de  Ajab,  siglo  IX  a.  C.), 
y que  tal  vez  sirvió  de  granero  (cf.  2 Crón.  16,  4);  en  segundo  lugar  la  muralla 
de  “casamatas”  del  tiempo  de  Salomón;  y,  en  especial,  la  puerta  monumental 
con  cuatro  torres,  calcada  sobre  la  de  Megiddo.  Tanto  es  así  — expuso  Yadín — 
que  sobre  el  modelo  de  la  construcción  de  Megiddo,  daba  órdenes  de  excavar 
en  tal  lugar,  encontrando  efectivamente  lo  que  buscaba. 

La  destrucción  terrible  y definitiva  de  Hasor  bajo  el  monarca  asirio  Tiglat- 
Pilesar  III  (732  a.  C.)  (2  Rg.  15,  29)  se  ilustra  de  un  modo  especial  en  la  zona  B, 
lugar  de  la  acrópolis  israelita:  las  habitaciones  están  cubiertas  de  una  capa  de 
ceniza  de  casi  un  metro  de  espesor,  de  piedras  calcinadas,  de  fragmentos  de 
vigas  carbonizadas. 

Hubo  además  otras  conferencias,  pero  la  presente  nota  basta  para  dar  una 
idea  del  trabajo  arqueológico  en  Israel. 

José  Sevemno  Croatto,  C.M. 

Jerusalén  (Israel),  6 de  noviembre  de  1957 


BIBLIOGRAFIA 


ANTIGUO  TESTAMENTO 

Bruno  M.  Pelaia:  Esdra  e Neemia  (La  Sacra  Bibbia  a cura  di  Mons. 
Salv.  Garofalo).  - Edil.  Marietti,  Torino-Roma,  1957,  XIV  y 231  págs.  - 
L.  it.  1100. 

El  comentario  a los  dos  libros  bíblicos  que  narran  la  restauración  de  la  comunidad 
judía  en  Jerusalén  después  del  destierro,  confiado  a Bruno  M.  Pelaia,  fue  terminado  y pu- 
blicado por  Giovanni  Rinaldi,  co-director  de  “La  Sacra  Bibbia”,  de  Mons.  Salv.  Garofalo. 

Los  quince  párrafos  de  la  introducción  discuten  los  problemas  que  plantean  el  ori- 
gen, la  ambientación,  la  historia  y la  autoridad  de  los  dos  libros  bíblicos.  En  la  cuestión 
de  la  sucesión  cronológica  el  autor  se  decide  con  razones  muy  atendibles  por  la  anterio- 
ridad de  Nehemías  a Esdras;  el  orden  cronológico  de  los  capítulos  sería  el  siguiente: 
1.  Esd.  1,1  - 4,  5 y 4,  24  - 6,22:  retorno  del  primer  grupo  bajo  la  dirección  de  Sesbasar 
(Zorobabel)  y reconstrucción  del  templo  bajo  Darío.  2.  Esd.  4, 6 - 23:  tentativa  de  re- 
construir los  muros  de  Jerusalén  bajo  Jerjes  o Artajerjes  I e intrigas  de  los  samaritanos. 
3.  Neh.  1-13:  llegada  de  Nehemías  a Jerusalén  bajo  Artajerjes  I y actividad  reconstruc- 
tiva y social.  4.  Esd.  7-10:  vuelta  de  Esdras  a Jerusalén,  juntamente  con  un  segundo 
grupo  de  repatriados,  bajo  Artajerjes  II,  y actividad  ético-religiosa.  La  inversión  del 
orden  cronológico  que  se  observa  en  el  orden  canónico  no  es  necesariamente  obra  del 
autor  o redactor  inspirado.  Rigurosamente  defiende  el  autor  la  autoridad  histórica  de 
la  información  de  Esdras  y Nehemías.  El  redactor  desconocido  — tratándose  de  una 
recopilación  de  fuentes  y documentos,  es  más  propio  el  nombre  de  redactor  que  el  de 
autor — ■ que  puede  ser  idéntico  con  el  autor  de  las  Crónicas,  debe  haber  vivido  hacia  el 
fin  de  la  época  persa  (358-336)  o a principios  de  la  época  griega  (336-323  a.  C.). 

La  versión  italiana  del  texto  hebreo  y arameo  va  acompañado  de  un  modesto  nú- 
mero de  oportunas  notas  de  crítica  textual. 

El  comentario  mismo,  sin  ser  demasiado  amplio,  toca  todos  los  problemas  de  interés 
histórico,  geográfico  y arqueológico.  En  la  solución  el  comentarista  muestra  un  criterio 
moderado  y amplia  erudición.  Recomendamos  la  obra  como  una  ayuda  preciosa  para 
comprender  mejor  los  libros  que  comenta. 

B.  Otte,  SVD. 

Alb.  Ohlmeyer:  Moisés  im  Glanze  des  Erlosers  (Moisés  en  la  luz  del 
Redentor).  - Herder,  Freiburg,  1957,  226  págs.,  en  tela.  - 12,80. 

El  libro  es  una  interpretación  cristiana  del  éxodo  del  pueblo  israelita  de  Egipto.  La 
obra  y figura  del  gran  libertador  y caudillo  que  fuera  Moisés  es  estudiada  e ilustrada  a 
la  luz  de  otro  libertador  y capitán  que  es  Cristo,  de  quien  Moisés  no  fue  sino  figura  e 
imagen.  El  autor  se  limita  a propósito  a la  obra  redentora  de  Moisés.  Su  exégesis,  que 
va  precedida  de  una  orientación  general  sobre  la  Ley  y los  Profetas  como  guías  hacia 
Cristo,  termina  con  el  cántico  que  entona  el  pueblo  después  del  paso  por  el  Mar  Rojo 
(Ex.  15). 

Como  dijimos  arriba:  Ohlmeyer  nos  brinda  una  interpretación  cristiana  de  Ex.  1 - 15. 
Esta  es  su  característica  y su  ventaja  porque  así  logra  el  autor  enuclear  del  texto  sagrado 
la  plenitud  del  sentido  divino,  depositado  en  él  por  el  Espíritu  Santo.  Pero  nos  parece 
que  el  autor,  en  el  afán  de  no  perder  nada  de  las  riquezas  divinas  de  la  palabra  inspirada, 
ha  ido  a veces  demasiado  lejos  haciendo  d^cir  el  texto  lo  que  el  Espíritu  Santo  no  intentó 
decirnos  por  las  palabras  que  el  autor  comenta.  Queda  en  pie  que  el  libro  de  Ohlmeyer, 
rico  en  interesantes  sugerencias,  prestará  muy  buenos  servicios  para  comprender  mejor 
tanto  la  obra  y persona  de  Moisés  como  la  de  Cristo. 

B.  Otte,  SVD. 

■ ! 

.1.  Scharberl:  Der  Schmerz  im  Alten  Testament  (El  dolor  en  el  Antiguo 
Testamento).  - Ronner  Biblische  Beitráge  8.  - Edit.  Peter  Hanstein, 
Bonn,  1955,  235  págs.  - DM.  22. 

Los  estudios  que  hasta  la  fecha  se  ocuparon  del  problema  del  dolor  en  el  Antiguo 
Testamento,  abstraían  casi  todos  de  su  aspecto  subjetivo.  A este  aspecto  subjetivo  y psi- 
cológico dedica  Scharbert  su  atención  principal  en  su  amplio  y muy  detallado  estudio. 

En  la  primera  parte  pasa  revista  y examina  uno  por  uno  los  términos  que  emplea 
el  hebreo  para  expresar  las  sensaciones  que  llamamos  dolor.  Un  estudio  atento  de  estas 
expresiones  demuestra  que  ellas  no  designan  propiamente  la  sensación  del  dolor  sino 
o las  causas  de  éste  o la  reacción  del  individuo  frente  al  dolor. 


— 52  — 


BIBLIOGRAFIA 


53 


' La  segunda  parte  es  una  psicología  del  dolor  que  nos  hace  ver  cómo  el  hebreo 
siente  el  dolor.  Scharbert  investiga  las  causas  del  dolor,  la  localización  de  la  sensación 
dolorosa,  las  clases,  las  expresiones  y los  efectos  del  dolor.  Según  concepción  hebrea, 
el  dolor  afecta  siempre  a todo  el  hombre.  El  israelita  no  distingue  entre  el  dolor  del 
I cuerpo  y el  del  alma.  El  primero  repercute  también  siempre  en  el  alma  y el  dolor  psíquico 
: tiene  sus  consecuencias  fisiológicas. 

La  tercera  parte  es  una  teología  viejotestamentaria  del  dolor.  En  las  diferentes  ex- 

• plicaciones  que  los  diferentes  libros  del  Antiguo  Testamnto  dan  del  fenómeno  “dolor”, 
I se  nota  cierta  evolución  y cierto  progreso.  El  dolor  no  es  algo  puramente  negativo,  un 
I mal,  sino  que  positivamente  sirve  al  adelanto  religioso  del  hombre.  El  dolor  pone  al 

hombre  frente  a su  Dios  y lo  obliga  a decidirse  por  Dios  o contra  él.  El  dolor  llama 
i la  atención  sobre  defectos  y fallas  en  la  vida  religiosa  y agudiza  la  conciencia.  Es  un 
1 recurso  de  la  pedagogía  divina.  Purifica  y acrisola  el  carácter,  expía  el  pecado  tanto  el 
propio  como  el  ajeno  y conduce  a la  salvación.  Sólo  para  el  empedernido  reviste  ca- 
rácter de  puro  castigo.  El  dolor  de  Yahvé  es  expresión  de  su  amor  y de  la  ingratitud 
! humana. 

I El  libro  de  Scharbert  demuestra  cómo  se  puede  penetrar,  por  medio  del  estudio 

* profundo  y completo  de  un  problema  particular,  en  la  mentalidad  y la  teología  del 
I Antiguo  Testamento  y cómo  tal  estudio  arroja  luz  sobre  el  conjunto  de  las  verdades 
I reveladas  en  él. 

B.  Otte,  SVD. 

G.  Ziener,  OMI:  Die  theologische  Begriffssprache  im  Buche  der  Weisheit 

(La  terminología  teológica  en  el  libro  de  Sabiduría).  - Bonner  Biblische 
' Beitráge  11.  - Edit.  Peter  Hanstein,  Bonn,  1956,  166  págs.  - DM  19,80. 

I El  influjo  de  la  filosofía  griega  en  el  libro  de  la  Sabiduría  ha  sido  objeto  de  varias 
I investigaciones.  Menos  aclarada  queda  su  relación  con  los  libros  anteriores  del  Antiguo 
I Testamento.  El  presente  estudio  hace  una  selección  de  los  conceptos  teológicos  más 
I relevantes  del  libro  de  la  Sabiduría  para  investigar  su  exacto  significado  y su  procedencia 
j ideológica  y definir  así  el  carácter  propio  de  Sabiduría  y su  dependencia  tanto  del 
Antiguo  Testamento  como  de  la  filosofía  griega. 

( El  centro  de  Sabiduría  y de  la  investigación  de  Ziener  es  el  concepto  de  Dios.  Dios 
I en  sí  considerado  (existencia,  esencia,  nombres  y atributos) ; Dios  y los  hombres  (la 
i alianza,  el  reino,  el  juicio,  el  Mesías) ; Dios  y la  creación:  he  aquí  los  tres  capítulos  del 
erudito  y profundo  estudio. 

La  idea  de  Dios  que  desarrolla  el  autor  de  Sabiduría  está  formada  por  los  libros 
del  Antiguo  Testamento,  anteriores  al  libro  de  la  Sabiduría.  Sólo  en  un  caso  emplea  el 
autor  conceptos  de  la  filosofía  para  explicar  que  Dios  es  un  ser  inmaterial  (7,22).  El 
hagiógrafo  aunque  vive  en  im  ambiente  helenístico,  habla  el  lenguaje  de  la  LXX.  La 
sabiduría  divina,  concepto  angular  del  libro,  si  bien  parece  ser  una  persona  distinta  de 
¡ Yahvé,  es  Dios  mismo  en  cuanto  obra  en  el  mundo.  Puede  hablarse  de  ima  preparación 
! de  la  revelación  del  misterio  trinitario.  La  revelación  misma  está  reservada  al  Nuevo 
I Testamento.  Atributos  que  en  otros  libros  aparecen  como  propios  del  Mesías,  son  apli- 
cados por  el  hagiógrafo  a la  “Sabiduría”  (origen  divino,  estar  sentado  a la  diestra  de 
' Dios,  reino  mundial)  y al  “Justo”  (sufrimientos).  La  Sabiduría  y el  Justo  son  el  Mesías. 

Bajo  el  manto  extraño  de  términos  propios  de  la  filosofía  griega  y no  obstante 
algunas  expresiones  nuevas,  ajenas  a la  LXX,  se  percibe  el  espíritu  propio  del  Antiguo 
I Testamento.  Los  conceptos  básicos  corresponden  a los  de  los  libros  anteriores.  Sin  em- 
I bargo,  no  todo  tiene  su  raíz  en  el  Antiguo  Testamento.  Algunos  pensamientos  viejo- 
testamentarios  son  expresados  por  medio  de  términos  propios  de  la  filosofía  griega, 
i Otras  veces,  pensamientos  y concepciones  propios  de  la  filosofía  helenística  son  copiados 
’ e insertados  en  la  teología  del  Antiguo  Testamento.  Bajo  este  aspecto,  el  autor  del  libro 
• de  la  Sabiduría  es  el  precursor  de  la  teología  patrística  y escolástica  que  pone  la  filo- 
i Sofía  al  servicio  de  la  revelación. 

' B.  Otte,  SVD. 

f NUEVO  TESTAMENTO 

José  María  Bover,  S.J.:  Vida  de  Nuestro  Señor  Jesucristo.  - Editorial 

Borgiana,  Barcelona,  1956,  págs.  VI  y 1432  y 10  croquis. 

< “Nuestro  supremo  deseo,  lo  que  tal  vez  caracterice  este  libro,  ha  sido  el  propósito, 
o si  se  quiere  la  obsesión,  de  realizar  el  ideal  magníficamente  expuesto  por  San 
I Máximo  de  Turín:  «Que  la  Divinidad  que  está  oculta  en  el  hombre  no  quede  oculta 
1 en  la  obra»,  es  decir,  presentar  a Jesucristo  actuando  constantemente  como  Dios,  divi- 


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REVISTA  BIBLICA 


namente,  expresado  todo  ello,  naturalmente,  no  con  ponderaciones  enojosas  sino  con 
discretas  sugerencias"  (pág.  18).  Así  señala  el  autor  sus  propios  anhelos. 

Al  repetirlos  no  hemos  dado  un  vislumbre  de  la  riqueza  de  la  obra,  pero  tal  vez 
lo  vertebral  que  la  sostiene.  Bover  no  quiere  escribir  un  libro  docto  en  que  abundan 
los  detalles,  ni  un  libro  piadoso  en  que  a cada  momento  afloran  los  suspiros,  sino  una 
obra  de  largo  aliento  en  que  la  plenitud  de  los  datos  lleva  a la  piedad.  Es,  a nuestro 
entender  que  sigue  al  suyo,  la  mejor  inspiración  con  que  un  autor  puede  acercarse  a 
los  Evangelios  para  escribir  una  vida  de  Jesús.  El  P.  Bover  redactó  su  libro  con  el 
corazón,  pero  con  un  corazón  iluminado  por  largos  años  de  estudios  escriturísticos  y un 
corazón  sacerdotal  encendido  de  amor  al  Señor. 

Quien  conozca  un  poco  la  restante  obra  del  autor  sabrá  que  no  le  esperan  en  la 
exposición  audacias  exegéticas  ni  soluciones  precipitadas,  no  por  novedosas  más  fun- 
dadas que  las  antiguas,  sino  doctrina  sólida  y tendencia  conservadora  sin  que  se  defienda 
lo  antiguo  por  el  solo  hecho  de  serlo,  sino  que  se  abren  con  prudencia  ventanas  y co- 
razón al  progreso  de  las  ciencias  bíblicas. 

“Lealmente  hemos  de  confesar  que  jamás  hemos  admitido  o rechazado  una  solución  I 
por  ser  antigua  o por  ser  nueva...  Las  normas  exegéticas  de  todos  admitidas  han  sido  ' 
nuestra  guía”  (19).  Constantemente  “hemos  prestado  singular  atención  al  género  literario  ■ 
de  cada  Evangelista”  (19). 

El  lector  cristiano,  aun  el  muy  moderno,  puede,  pues,  abrir  el  libro  con  toda  con-  ¡ 
fianza  y no  saldrá  defraudado  sino  sobremanera  enriquecido.  ' 

“La  vida  de  Nuestro  Señor  Jesucristo”  no  es  una  obra  apologética  sino  netamente 
bíblica,  o sea  es  una  exposición  positiva  de  la  vida  y de  la  doctrina  de  Jesús  como  hoy  ' 
la  queremos  y necesitamos.  Bover  ordena  los  textos  de  los  4 Evangelios,  explica  los 
giros  y las  palabras  en  a veces  minuciosos  análisis,  destaca  el  contenido,  hace  donde  4 
corresponde  espléndidas  síntesis  teológicas,  aborda  las  dificultades,  presentando  las  di-  • 
ferentes  soluciones,  dando  cuenta  al  lector  por  qué  se  adopta  una  y no  otra  y señalando  I 
dónde  sólo  se  logra  cierta  probabilidad  o dónde  queda  abierta  la  solución;  todo  envuelto  ! 
en  el  calor  de  cosa  meditada  y vivida  y presentado  en  un  ropaje  sobrio  y sencillo. 

Distribución  y letra  tipográfica  son  muy  agradables,  la  impresión,  nítida;  algunos 
croquis  ajudan  a seguir  el  desarrollo  de  los  episodios.  Desgraciadamente  faltan  los  ín- 
dices, escriturístico,  de  personas  y de  materias  lo  que  en  parte,  pero  sólo  en  parte,  se 
explica  por  la  muerte  prematura  del  P.  Bover. 

El  libro  es  de  los  que  con  emoción  se  leen  y con  sumo  gusto  se  recomiendan  a la 
lectura,  el  estudio  y la  meditación  del  lector  porque  es,  realmente,  “de  lo  bueno  que  i 
se  ha  publicado  sobre  la  materia”  (Pág.  II).  j 

, , P.  Hoyos,  SVD.  j 

Comunicación  Cristiana  de  Bienes  en  el  Muevo  Testamento,  por  la  ^ 
Comisión  de  Estudios  de  Caritas  Nacional  española.  - Colección  por  ^ 
un  Mundo  Mejor,  Serie  V,  vol.  5.  - Edit.  Euramérica,  Madrid.  - 40  , 

Pesetas. 

El  libro,  de  sencilla  y popular  presentación,  es  una  Colección  ordenada  de  textos 
neotestamentarios  referentes  a los  deberes  sociales,  con  muy  parcos  comentarios;  o me- 
jor, el  comentario  desaparece  ante  la  solidez  y la  grandiosidad  del  conjunto  doctrinal 
que  sólo  con  textos  del  Nuevo  Testamento  se  teje  alrededor  de  los  conceptos  de  caridad 
y de  la  comunicación  al  prójimo  de  los  bienes  sobrenaturales,  morales,  materiales. 

En  la  “Introducción”  se  explica  el  motivo  que  ha  impulsado  a “Caritas  española” 
y especialmente  a su  “Comisión  de  Estudios”  a reunir  en  un  tomito  mánual  todos  los 
textos  del  Nuevo  Testamento  que  hablan  del  amor  a Dios  y al  prójimo  y sus  conse- 
cuencias para  la  vida  del  cristiano. 

Los  autores  afirman  que  el  catolicismo  español,  pese  a las  sacudidas  de  la  guerra 
civil  y del  “fomes  peccati”  ha  quedado  esencialmente  intacto  en  los  órdenes  dogmático 
y litúrgico  y en  el  de  la  moral  individual  y familiar.  Pero  luego  continúan:  “¿y  la 
moral  social?...  ¿y  la  moral  que  se  refiere  a nuestras  relaciones  con  el  prójimo?...  ¿Qué 
podemos  decir  de  las  dos  grandes  columnas  del  Cristianismo  en  su  proyección  social: 
la  Justicia  y la  Caridad?”  (pág.  19).  Allí  encuentran  las  alarmantes  deficiencias  del  ca-  < 
tolicismo  de  la  Península.  Y para  despertar  la  conciencia  a esos  problemas,  aguzarla  ' 
y orientarla  presenta  la  visión  de  conjunto  de  la  doctrina  “social”  neotestamentaria. 
Laudable  esfuerzo  y muy  recomendable  también  para  nuestras  latitudes.  Pues,  como  ( 
dijera  Gabriela  Mistral  en  un  agudo  análisis  de  nuestra  situación  religiosa,  también  ■; 
nosotros  como  la  Madre  Patria  hemos  fracasado  en  lo  social.  “Lo  que  he  visto  es  esto, 
dice  agudamente  la  ganadora  chilena  del  Premio  Nobel  de  Literatura:  nuestro  cristia- 
nismo, al  revés  del  anglosajón,  se  divorció  de  la  cuestión  social,  la  ha  desdeñado,  cuando 


55 


j BIBLIOGRAFIA 

menos,  y ha  tenido  paralizado  o muerto  el  sentido  de  la  justicia,  hasta  que  ese  sentido 
! nació  en  otros  (los  marxistas)  y le  ha  arrebatado  a sus  gentes”. 

Por  ello,  el  libro  es  también  entre  nosotros,  y un  no  poquito  en  toda  la  Iglesia  de 

' Dios,  de  palpitante  interés  y el  obligado  libro  de  meditación  cristiana. 

P.  Hoyos,  SVD. 

INTRODUCCION 

I Günter  Rutenborn:  Biblische  Frcmdeaführusg  (Guía  Bíblico  para  ex- 

traños). - 2®  ed.,  1955,  Kaiserverlag,  München,  págs.  319. 

El  titulo  es  singular,  significa  algo  así  como  un  “Baedecker”  bíblico  para  personas 
I que  hasta  ahora  no  han  tenido  un  contacto  directo  con  los  Libros  Sagrados,  y ¡a  fel 
I que  Rutenborn  es  un  guía  experto,  ameno,  profundo  y pleno  de  fe;  domina  el  raro  arte 

I de  decir  un  cúmulo  inmenso  de  cosas  difíciles  en  un  estilo  llano  y fácil,  personal  y 

i atrayente;  habla,  como  si  dijéramos,  a una  rueda  de  amigos  en  el  Club,  arrellanados 
I todos  en  cómodos  sillones,  sobre  el  descubrimiento  extraordinario  y la  trascendencia 
secular  de  la  Biblia  y de  su  mensaje  imperecedero  y fecundo.  El  libro,  por  eso,  se  lee 
como  una  novela,  se  escribió  con  recia  fe  y quiere  despertar  no  un  emocional  diletan- 
tismo o esteticismo  bíblico  sino  vida  bíblica;  sabe  abrir  el  arca  de  los  tesoros  divinos, 
realzando  lo  interesante  y llevando  en  dos  palabras  a lo  medular.  El  autor  es  un  sabio 
en  su  materia  que  se  ha  convertido  en  un  “causeur”  de  lo  divino  en  el  mejor  de  los 
sentidos.  Reproduciremos  a continuación  su  “breve  plan  de  orientación’. 

En  el  Prólogo  el  autor  explica  sus  intenciones;  luego,  bajo  el  título:  “¡Ud.  debe 
haber  leído  este  libro!”  recomienda  ese  “Compendio  de  Humanidad”,  exponiendo  di- 
versos problemas  de  la  ciencia  y de  la  vida  que  la  Biblia  plantea  y soluciona.  En  el 
í capítido:  “Vestigios  de  la  mano  humana”  nos  lleva  “al  taller  de  los  hagiógrafos”  para 
' que  conozcamos  su  personalidad,  su  método  de  trabajo,  el  origen  de  sus  libros  y la 
formación  de  la  Colección  total.  En  “Los  vestigios  de  la  Mano  de  Dios”  habla  de  la 
unidad  y el  misterioso  fondo  de  los  textos  y de  los  singulares  acontecimientos  relatados, 
i A continuación  (pág.  65-312)  — el  cuerpo  principal  de  la  obra — pone  la  verdadera  “guía 
bíblica”,  dando  un  resumen  de  cada  uno  de  los  libros  que  componen  el  Canon  protes- 
tante, señalando  los  puntos  más  importantes  y destacando  las  ideas  básicas,  comenzando 
con  el  Génesis  para  terminar  con  el  Apocalipsis  de  Juan. 

Es  notable  como  hace  surgir  el  concepto  de  la  unidad  de  esa  colección  de  libros 

diversos  o el  de  la  redención  como  alma  del  Antiguo  y Nuevo  Testamento  y de  la  vida 
humana.  Naturalmente,  habrá  no  pocos  detalles  en  que  se  puede  y aun  debe  discrepar 
del  autor.  No  podía  faltar  el  “Urmarkus”  (que  está  de  retroceso) ; en  la  pág.  236  nos 

(encontramos  con  una  interpretación  de  la  cruz,  más  rara  que  ingeniosa;  en  la  Carta  a 
, los  Romanos,  el  autor  se  exalta  como  buen  protestante  en  su  apreciación  sobre  la  Re- 
r forma;  la  “carta  de  lágrimas”  quizás  no  sea  la  gozosa  segunda  a los  Corintios,  y otros 
í detalles  más  que  así  se  podían  señalar,  pero  causaríamos  — me  temo — una  falsa  im- 

* presión  de  este  excelente  libro  si  en  el  cuadro  de  conjunto  bien  logrado  y atrayente 

i.  siguiéramos  indicando  algunos  puntos  negros,  en  su  mayoría  insignificantes.  ¡Ojalá  po- 
fj  seyéramos  algo  parecido  en  castellano,  escrito  por  una  pluma  católica!  Prestaría  un 
I incalculable  servicio.  p ¡Joyos,  SVD. 

‘‘  ARQUEOLOGIA  Y GEOGRAFIA 

1.  Luc.  Grollenberg,  O.P.;  Bildatlas  zur  Bibel  (Atlas  bíblico).  - Editorial 
¡ Cari  Bertelsmann,  Gütersloh,  1957,  164  págs.,  36  mapas  de  ocho  colores, 

408  láminas.  - 27  x 36  ctms.  - DM.  38. 

2.  Focko  Lüpsen,  Palástina  - Bilder  einer  Reise  (Palestina-imágenes  de 
un  viaje).  - Edit.  Eckhart,  Witten,  2^  edición  1956,  135  págs.,  130  lámi- 
nas. 

3.  W.  Corwant,  Diclionnaire  d’Archéologie  Biblique  (Diccionario  de  ar- 
queología bíblica).  - Edit.  Delachaux  & Niestlé,  Neuchatel-Paris,  1956, 
324  págs.,  Fr.  s.  21. 

1.  El  juicio  de  exégetas,  historiadores  y arqueólogos  es  unánime  en  recomendar  con 
los  mejores  elogios  el  atlas  bíblico  de  L.  H.  Grollenberg  y en  representarlo  como  el  que, 
en  conjunto,  mejor  ilustra  el  mundo  bíblico.  En  pocos  años  logró  difundirse  en  los  mun- 
j dos  de  habla  francesa,  inglesa  y alemana,  haciéndose  traducciones  del  original  holandés 
a estas  lenguas.  La  versión  alemana  ha  sido  preparada  esmeradamente  por  H.  Eising, 


I: 


56 


REVISTA  BIBLICA 


profesor  de  Sagrada  Escritura  en  la  facultad  católica  de  la  universidad  de  Münster  y 
prologada  por  su  colega  en  la  Universidad  de  Gottingen,  el  director  de  la  famosa  “Zeit- 
schrift  für  die  alttestamentliche  Wissenschaft”,  J.  Hempel. 

Felicitamos  a la  Editorial  C.  Berstelsmann  de  Gütersloh  que  no  ahorró  esfuerzos 
para  presentar  el  precioso  atlas  en  una  forma  atrayente,  clara  y precisa. 

El  gran  éxito  de  la  obra  que  comentamos  se  debe  sin  duda  principalmente  a la 
extraordinariamente  feliz  y acertada  combinación  de  textos,  mapas  y láminas. 

El  texto  resume  clara  y exactamente  la  historia  de  la  salvación  desde  la  prehistoria 
de  Israel  (tiempo  de  los  patriarcas)  hasta  la  fundación  del  nuevo  Israel  en  tiempos  de 
Cristo  y sus  apóstoles.  El  primer  capítulo  familiariza  al  lector  con  los  problemas  de  la 
geografía,  arqueología  e historiografía  bíblicas.  Se  le  explica  p.  ej.,  en  forma  sencilla  y 
asequible  el  método  que  se  emplea  en  las  excavaciones  modernas.  El  autor  del  texto  está 
al  tanto  de  los  problemas  planteados  por  la  crítica  y los  descubrimientos  modernos  y 
sabe  sacar  provecho  de  los  adelantos  de  la  investigación  reciente. 

Los  34  mapas  en  ocho  colores  ilustran  los  sitios  y acontecimientos  referidos  en  la 
Biblia  cuyo  orden  siguen.  Líneas  y flechas,  con  referencias  a los  correspondientes  textos 
bíblicos,  permiten  al  lector  seguir  sobre  el  mismo  mapa  el  desarrollo  de  los  aconteci- 
mientos bíblicos,  lo  cual  hace  que  éstos  se  graben  más  hondamente  en  la  fantasía  y la 
memoria. 

Las  408  láminas  que  reproduciendo  paisajes,  objetos,  monedas,  obras  de  arte  antiguo 
etc.,  dan  al  atlas  vida  y realidad  palpable.  La  selección  y la  fidelidad  y precisión  en 
la  reproducción  no  pudieron  ser  más  exactas.  El  que  escribe  estas  líneas  tuvo  la 
dicha  de  visitar  los  países  bíblicos  y debe  confesar  que,  al  hojear  y estudiar  este 
atlas,  se  ve  trasladado  de  nuevo  al  escenario  en  que  se  desarrollaron  los  aconteci- 
mientos bíblicos.  No  conoce  otro  libro  que  en  tan  pocas  páginas  ofrece  material  tan 
abundante,  tan  variado  y ante  todo  tan  impresionante. 

Deseamos,  pues,  a este  excelente  instrumento  de  orientación,  también  en  su  traduc- 
ción alemana,  muchos  amigos  y entusiasta  acogida. 

2.  Las  aproximadamente  130  láminas  grandes,  nítidas,  precisas  y plásticas,  impresas 
sobre  papel  ilustración,  de  la  obra  de  primera  categoría  de  Focko  Lüpsen,  ponen  al 
lector  en  contacto  con  la  vida,  los  paisajes  y costumbres  de  la  Palestina  moderna  y países 
vecinos.  El  interés  del  autor  se  concentra  principalmente  en  los  sitios  y lugares  que 
han  servido  de  escenario  a los  acontecimientos  narrados  en  el  Nuevo  Testamento.  Sa- 
liendo de  Damasco  nos  lleva  a Jerusalén,  la  Ciudad  Santa,  igualmente  cara  a cristianos, 
judíos  y mahometanos,  cuyos  principales  santuarios  y centros  de  culto  son  primorosa- 
mente recordados  e ilustrados.  Luego  nos  conduce  a través  de  la  Judea  (Betania,  He- 
brón,  Jordán,  Belén)  y Samaría  y Galilea,  al  pintoresco  y poético  lago  de  Genesaret,  a 
la  tranquila  Nazaret  y la  maldecida  Cafarnaúm.  Las  célebres  ciudades  de  Biblos  y 
Baalbek,  documentos  mudos -pero  muy  elocuentes  de  las  culturas  fenicia  y greco-romana, 
son  las  últimas  estaciones  del  viaje.  Las  notas  explicativas  del  apéndice  son  breves  pero 
sustanciosas.  En  una  palabra,  una  muy  bien  lograda  ilustración  del  ambiente  en  que 
Cristo  y sus  apóstoles  predicaron  el  mensaje  evangélico. 

3.  El  autor  del  Dictionnaire  d’Archéologie  Biblique  no  pretende  publicar  una  obra 
cargada  de  ciencia  y erudición  que  prestaría  servicios  sólo  a los  especialistas.  Quiere 
simplemente  poner  en  manos  del  maestro,  a que  toca  ilustrar  los  textos  bíblicos,  y al 
lector  interesado  en  comprender  de  alguna  manera  los  datos  arqueológicos  encerrados 
en  el  texto  sagrado,  im  manual  fácil  de  iniciación  que  les  permita  familiarizarse  cómo- 
damente con  los  resultados  de  la  arqueología  moderna.  Los  temas  que  son  tratados  al- 
fabéticamente, ilustran  tres  campos  de  la  investigación  arqueológica:  la  vida  profana 
(vida  doméstica,  trabajo,  industrias,  comercio,  artes  y ciencias,  instituciones),  la  vida 
religiosa  (lugares,  personas,  tiempo,  actos)  y la  fauna,  flora  y los  minerales.  Para  hacer 
fácil  la  lectura  ha  optado  prescindir  de  todo  aparato  científico.  Las  únicas  referencias, 
bastante  numerosas,  remiten  a los  textos  bíblicos.  La  información  es  breve,  clara  e ins- 
pira confianza.  Sólo  en  algunos  casos,  el  lector  católico  no  puede  compartir  los  puntos 
de  vista  del  autor,  p.  ej.  cuando  escribe  que  Jesús  no  exaltó  el  celibato  más  que  el  ma- 
trimonio. La  ilustración  por  medio  de  dibujos  es  moderada  y se  restringe  a los  aspectos 
característicos  y esenciales.  Como  libro  de  iniciación  prestará  buenos  servicios. 

B.  Otte  SVD. 


QUMRAN 

1.  Chr.  Burchard,  Bibliographie  zu  den  Handschriften  vom  Toten  Meer 
(Bibliografía  relativa  a los  manuscritos  del  Mar  Muerto).  - Edit.  Alfred 
Topelmann,  Berlín  W 35,  1957,  118  págs.,  DM  28. 


BIBLIOGRAFIA 


57 


2.  F.  F.  Bruce,  Die  Handschriftenfunde  am  Toten  Meer  (Los  hallaz- 
gos de  manuscritos  a orillas  del  Mar  Muerto).  - Edit.  Chr.  Kaiser,  Mün- 
chen,  1957,  176  págs.,  rúst.  DM  7,50;  tela  DM  9,50. 

1.  El  presente  libro  es  indispensable  para  todo  aquel  que  quiera  orientarse  en  la 
bibliografía  sobre  Qumrán  que  excede  ya  toda  medida.  El  autor  registra  para  los  años 
1948-1956  1556  títulos  de  publicaciones  independientes  y 352  recensiones  de  616  auto- 
res escritas  en  22  idiomas.  Por  medio  de  distintos  caracteres  tipográficos  y un  amplio, 
aunque  un  poco  complicado  sistema  de  siglas,  logra  el  autor  marcar  el  valor  y ca- 
rácter propio  de  cada  publicación  como  también  relacionarlas  entre  sí.  En  un  apéndice 
se  señalan  las  obras  (fuentes,  revistas,  monografías)  en  que  los  rollos  y fragmentos  de 
ellos  fueron  publicados.  El  autor  promete  publicar  cada  dos  o tres  años  los  suplementos 
necesarios.  Los  especialistas  quedarán,  sin  duda,  muy  agradecidos  por  la  compilación 
realizada  y a completarse  al  ritmo  del  progreso  de  las  investigaciones. 

2.  El  autor  es  especialista,  pero  escribe  para  un  público  más  amplio,  interesado  en  una 

información  clara  y segura  que  merece  confianza,  la  cual  no  la  proporcionan  obras  como 
las  de  E.  Wilson  y A.  Powell  Davies.  Debe  decirse  que,  dentro  de  su  categoría,  es  una 
de  las  obras  que  mejor  informan  al  hombre  común  sobre  los  célebres  hallazgos  y des- 
cubrimientos a orillas  del  Mar  Muerto,  sobre  los  rollos  de  las  once  cuevas  de  Qumrán 
y la  comunidad  de  judíos  en  el  monasterio  de  Qumrán,  y sobre  los  problemas  que  plan- 
tean dichos  descubrimientos.  El  autor  saca  de  primera  fuente,  propone  los  resultados 
y problemas  en  un  estilo  fácil  y ameno  y propone  sus  soluciones  con  la  prudencia  que 
reclama  tanto  el  estado  todavía  no  terminado  de  la  investigación  como  el  mismo  método 
científico  y la  transcendencia  del  tema.  El  criterio  moderado  con  el  que  el  autor  pondera 
los  argumentos  y objeciones  para  llegar  a un  término  medio  y no  dar  ningún  paso  sin 
haber  antes  tanteado  el  terreno,  no  encontrará  la  aprobación  de  publicistas  como  los 
dos  arriba  mencionados,  pero  es  propio  de  los  hombres  que  llevan  adelante  la  inves- 
tigación científica.  „ ^ 


HISTORIA  DE  LA  EXEGESIS 


H.  Joach.  Kraus,  Geschiche  der  historisch-kritischen  Erforschung  des 
Alten  Testaments  von  der  Reformation  bis  zur  Gegenwart  (Historia  de 
la  investigación  histórico-crítica  del  Antiguo  Testamento  desde  la  Re- 
forma hasta  el  presente).  - Edit.  Erziehungsverein  Neukirchen  Kreis 
Moers,  1956,  478  págs.,  DM  24/27,50. 


No  se  trata  en  este  libro  de  una  história  completa  de  la  exégesis  viejotestamentaria. 
' El  conocido  exegeta  de  Hamburgo  escogió  los  problemas  más  relevantes  de  la  herme- 
I néutica,  introducción  e historia,  para  demostrar  la  evolución  que  tomaron  desde  el  tiempo 
1 de  la  Reformación.  En  el  centro  del  interés  están  las  cuestiones  relacionadas  con  el  pen- 
tatéuco,  la  profecía  y el  salterio.  El  autor  no  se  contenta  con  señalar  la  línea  de  la  evo- 
' lución  histórica  sino  que  trata  de  descubrir  también  sus  causas  y los  factores  que  influ- 
yeron en  el  planteo  de  los  problemas  y en  las  soluciones  a que  se  llegó. 

Bajo  este  aspecto,  la  obra  de  Kraus  es  de  grandísimo  valor,  porque  nos  hace  ver  y 
' comprender  la  situación  actual  de  la  investigación  viejotestamentaria  a la  luz  de  su  evo- 
lución histórica.  Sólo  lamentamos  que  el  arudito  autor  parece  ignorar  casi  por  completo 

la  investigación  católica.  „ arm 

t>.  utte  oViy. 


VARIOS 

I Hubert  Fiscber:  Introducción  al  “Catecismo  Católico”.  - Edit.  Herder, 

Barcelona-Buenos  Aires,  1957,  págs.  157. 

Este  libro  no  necesita  sino  presentación  y recomendación.  Dado  que,  por  un  lado, 
no  pocos  de  los  principales  Colegios  argentinos  adoptaron  el  “Catecismo  Católico”  como 
j texto  de  estudio  y,  por  el  otro,  que  el  programa  de  enseñanza  de  Religión  no  sigue  el 

i desarrollo  del  “Catecismo  Católico”,  es  más  indispensable  aquí  que  en  Alemania  que 
el  catequista  tenga  a mano  y estudie  a fondo  la  nueva  distribución  de  la  materia,  pues, 

j “mucho  del  Catecismo”  es  nuevo.  Nueva  es  su  disposición  y su  estructura,  nueva  la 
« manera  de  sus  lecciones,  nueva  es  la  acentuada  elevación  del  mero  libro  didáctico  a 
< libro  práctico  para  la  vida  del  individuo  y de  la  familia.  Nueva  es  también  la  presen- 
tación  del  libro  y nueva  su  ilustración  que  se  considera  parte  integrante  de  él. 

! El  “Catecismo  Católico”  cmnple  con  éxito  los  postulados  esenciales  de  la  nueva 

ii  eatequesis:  acerca  a Dios,  acerca  a Cristo,  acerca  a la  Iglesia,  está  al  alcance  de  los 
I niños,  es  una  cosa  viva  y tiene  una  forma  que  está  en  consonancia  con  nuestros  tiempos. 


68 


REVISTA  BIBLICA 


Especialmente  la  estructura  del  catecismo  sufrió  grandes  cambios;  y triunfó  defi- 
nitivamente la  forma  expositiva  y el  método  mejorado  de  Munich. 

La  estructura  del  Catecismo  es  “cristocéntrica”,  apoyada  en  la  historia  de  la  re- 
dención. “El  Catecismo  se  divide  en  4 partes:  Dios  y nuestra  redención;  la  Iglesia  y los 
Sacramentos;  la  vida  según  los  mandamientos  de  Dios;  las  postrimerías.  La  doctrina 
de  la  gracia  está  incorporada  de  una  manera  orgánica  a la  doctrina  sobre  el  Espíritu 
Santo  (quien  es  el  dispensador  de  la  vida  de  la  gracia);  la  doctrina  de  los  sacramentos 
precede  a la  doctrina  de  los  mandamientos  y está  unida  a la  doctrina  de  la  Iglesia” 
(pág.  21).  En  los  Sacramentos  se  señala  cómo  en  ellos  sigue  obrando  Cristo;  ellos  no 
están  representados  como  simples  ayudas  para  cumplir  los  mandamientos. 

La  llamada“/orma  expositiva”  pertenecía  a los  problemas  más  discutidos  del  “Ca- 
tecismo católico”,  pero  se  , impuso  la  doctrina;  ya  no  está  destrozada  en  breves  pre- 
guntas y respuestas  sino  que  se  presenta  orgánicamente  en  su  conjunto.  “El  capítulo, 
dice  el  libro  que  acotamos,  y esto  es  de  interés  sobre  todo  para  los  lectores  de  esta 
Revista  y para  los  interesados  en  los  asuntos  bíblicos,  el  capítulo  empieza  generalmente 
con  un  texto  extraído  de  las  Sagradas  Escrituras  del  Antiguo  o del  Nuevo  Testamento... 
Centraliza  el  contenido  (la  doctrina)  del  capítulo  y es  todo  lo  breve  y gráfico  posible. 
En  esta  intuición,  que  se  intensifica  aun  más  por  la  ilustración  que  acompaña  el  texto, 
el  niño  es  conducido,  por  lo  pronto,  de  lo  episódico  )’  gráfico  a la  verdad.  Con  ello  se 
da  cumplimiento,  ya  al  principio  del  capítulo,  a la  exigencia  de  dar  carácter  bíblico  al 
catecismo”  (pág.  33). 

No  podemos  dar  todos  los  aspectos  que  allí  se  dilucidan.  Es  indispensable  que  el 
catequista  estudie  esta  “Introducción”  a fondo  para  poder  dar  con  fruto  las  clases  de 
Religión  a base  del  “Catecismo  Católico”,  y esto  vale  aún  más  entre  nosotros,  como  ya 
advertimos,  por  cuanto  no  coincide  el  programa  que  se  ha  de  desarrollar  con  la  estruc- 
tura del  “Catecismo".  Pero  creemos  que  precisamente  de  allí  recibirá  el  programa  y su 
desarrollo  un  nuevo  y valioso  impulso. 

Nos  limitaremos,  para  terminar,  a señalar  los  diferentes  capítulos  y temas  que  varios 
autores  (los  que  principalmente  han  elaborado  el  “Catecismo  Católico”)  exponen:  1. 
Historia  del  “Catecismo  Católico”,  por  H.  Fischer;  2.  Estructura  del  “Catecismo  Católico”, 
por  F.  SchreibmajT;  3.  Forma  Expositiva  del  “Catecismo  Católico”,  por  H.  Fischer; 
4.  Uso  metódico  del  “Catecismo  Católico”,  por  K.  Tilmann;  5.  Ilustraciones  del  “Cate- 
mismo  Católico”,  por  A.  Burkart;  6.  Puntos  esenciales  teológico-catequísticos  en  el  “Ca- 
tecismo Católico”;  7.  Importancia  del  “Catecismo  Católico”  para  la  predicación  y la  cura 
de  almas,  por  A.  Barth;  8.  Iniciación  de  los  Catequistas  en  el  uso  del  “Catecismo  Cató- 
lico”; 9.  Renovación  del  plan  de  estudios,  por  K.  Zielbauer;  10;  Diez  reglas  para  el  uso 
del  “Catecismo  Católico”,  por  K.  Tilmann. 

P.  Hoyos,  SVD. 

P.  Ralph  Kirby:  Biblia  en  imágenes.  - Versión  española  de  Ramón  M. 

Laplana.  - Editorial  Herder,  Barcelona,  Buenos  Aires,  1957,  328  págs.  - 

Pesos  195. 

¡“Dibujos  animados”  al  servicio  de  la  difusión  e inteligencia  de  la  Biblia  y de  la 
instrucción  religiosa!  Una  idea  hermosa  y productiva  cuya  realización  concreta  nos  brinda 
la  Editorial  Herder,  en  un  nutrido  tomo  de  328  páginas. 

La  primera  parte  está  dedicada  a la  explicación  de  la  vida  y la  doctrina  de  Cristo, 

centro  y eje  de  la  Biblia.  El  elemento  principal  lo  constituyen  los  muchos  dibujos  que 

ilustran  diferentes  sucesos  y enseñanzas  de  la  vida  de  Nuestro  Señor.  El  texto  bíblico, 
resumido  y condensado,  se  lee  al  pie  de  las  imágenes  que  se  suceden  como  las  de  una 
película  cinematográfica,  dando  al  lector  la  grata  impresión  de  presenciar  las  principales 
escenas  de  la  vida  del  Señor.  Se  ha  tenido  especial  cuidado  de  no  alterar  el  tenor  de 
los  textos  inspirados,  de  manera  que  el  lector  lea  realmente  la  Palabra  de  Dios.  ' 

La  vida  de  Jesús  no  se  comprende,  si  no  se  la  sitúa  dentro  del  marco  de  la  historia 
de  su  pueblo.  Las  principales  etapas  de  esta  historia  multisecular  son  recordadas  e ilus- 
tradas en  la  segunda  parte.  Se  desarrolla  ante  el  ojo  del  que  contempla  las  imágenes, 
la  historia  desde  la  creación  del  mundo  y del  género  humano  hasta  las  hazañas  patrió- 
ticas y religiosas  de  los  Macabeos.  Los  acontecimientos  más  importantes  y los  episodios 
más  instructivos  desfilan  ante  la  mente  del  lector  para  grabarse  profundamente  en  su 
memoria. 

La  vida  de  Cristo  continúa  en  la  de  la  Iglesia.  A ésta,  en  cuanto  es  conocida  por 

el  Nuevo  Testamento,  va  dedicada  la  tercera  parte. 

El  original  inglés  ha  sido  preparado  por  el  P.  Ralph  Kirby,  en  colaboración  con  varios 
profesores.  Testimonio  de  lo  acertado  que  resulta  este  método  de  introducir  en  la  lectura 
de  la  Biblia  y de  grabar  de  una  manera  fácil  y amena  en  la  fantasía  de  la  juventud  las 


BIBLIOGRAFIA 


59 


enseñanzas  de  la  Palabra  Divina,  para  que  le  sirvan  de  luz  y orientación,  de  fortaleza 
y consuelo,  es  el  hecho  de  que  el  original  difundido  en  más  de  cien  mil  ejemplares  ha 
sido  traducido  con  muy  buen  éxito  a varios  idiomas  modernos.  Deseamos  también  a la 
edición  española,  preparada  con  tanto  esmero  por  la  benemérita  editorial  Herder,  en  un 
lomo  con  papel  ilustración  fuerte  y de  primera  calidad  sólidamente  encuadernado,  el  más 
halagüeño  éxito,  para  que  llegue  a constituirse  en, el  libro  favorito  de  los  hogares  cris- 
tianos. 

B.  Otte,  SVD. 


José  A.  Mateo,  S.J.:  Almas  en  los  Tajos.  - (Serie  IVL  - Frente  de  la 
Caridad,  vol.  3).  - Edic.  Euramérica,  Madrid,  1956,  págs.  189.  - 35 
Pesetas. 

¡Estampas  goyescas  de  la  miseria  obrera  de  España!  A Dios  gracias,  el  autor  posee 
lo  que  varias  veces  afirma  que  el  obrero  español  no  tiene,  HUMOR,  si  no  el  libro  sería 
en  parte  intolerable  por  la  sordidez  de  lo  relatado.  ¡Valientes  experiencias  las  del  autor, 
valientes  conclusiones  y valiente  publicación!  Dios  le  conceda  la  bendición  que  merece, 
para  bien  de  la  Iglesia  y de  España.  Al  leer  las  páginas  palpitantes  de  vida,  escritas  en 
un  estilo  escueto,  directo,  plástico,  profundo  aun  en  lo  anecdótico,  uno  musita  una  y 
otra  vez.  “¡Increíble!”  En  efecto,  parece  imposible  que  esto  suceda  en  1953  y 1956.  Me 
restregué  los  ojos  y parpadeé  cuatro  veces  para  cerciorarme  si  me  oprimía  la  pesadilla 
de  un  mal  sueño  o si  realmente  iba  leyendo  cosas  que  en  la  España  de  estos  años  de 
Dios  están  sucediendo. 

El  autor,  jesuíta,  entonces  estudiante  de  filosofía  fue  a trabajar  al  lado  de  los 
obreros,  durante  una  parte  de  sus  vacaciones  estivales,  para  recoger  experiencias  con 
qué  fecundizar  su  futuro  apostolado  y el  de  los  sacerdotes  en  general,  y con  notable  éxito. 

Los  cuadros  más  fuertes  son  el  primero:  “En  el  tajo  verde”  (en  el  trabajo  para  el 
Monumento  Nacional,  en  memoria  de  los  muertos  durante  la  “Cruzada”  ¡precisamente 
allí  tenía  que  ser!)  y “En  el  tajo  amarillo”  (trabajo  en  unas  minas  “inglesas”  de  Riotinto.) 
¡Qué  explotación!  ¡Qué  miseria! 

Mas  el  libro  no  quiere  acusar  ni  fustigar  sino  señalar  con  claridad  una  situación 
económica,  social,  moral  y religiosa  insostenible.  Lo  valioso  del  libro  del  P.  Mateo  son, 
por  tanto,  las  conclusiones  que  espontáneamente  fluyen  de  las  vivencias  relatadas,  las 
que  encierran  muchas  lecciones  también  para  nuestras  latitudes.  No  son  nuevas,  pero 
corroboran  en  una  forma  impresionante  las  hechas  y publicadas  también  en  otras  partes. 
Los  cuadros  que  pinta  el  autor  son  negros,  pero  el  libro  es  optimista,  y el  autor  lo  es  más. 

Tenemos  fe  que  la  Iglesia  española  — y la  nuestra — aprovechándose  de  las  expe- 
riencias y lecciones,  logre  salvar  con  éxito  una  de  sus  peores  encrucijadas.  Un  buen 
diagnóstico,  el  conocimiento  público  del  mal  es  el  primer  paso  para  la  recuperación 
de  la  salud,  o sea,  la  reconquista  de  los  obreros  para  la  cultura  y la  Iglesia.  Este  “testi- 
monio de  una  tremenda  situación  que  se  aspira  a remediar  en  cristiano  partiendo  no 
de  planes  y discursos  engañosos,  sino  de  experiencias  vivas,  hechas  carne  y dolor,  hechas 
fe  y esperanza”  (pág.  10)  no  puede  menos  de  traer  abundante  fruto. 

P.  Hoyos,  SVD. 


G.  Chevrol:  Las  pequeñas  virtudes  dei  hogar.  - Charlas  radiofónicas.  - 
Edit.  Herder,  Barcelona-Buenos  Aires,  1957,  120  págs. 

Monseñor  Chevrot,  obispo  auxiliar  de  París,  nos  ofrece  en  la  presente  obra  una 
serie  de  charlas  religiosas  dominicales  dedicadas  a las  pequeñas  virtudes  de  los  hogares 
cristianos:  la  cortesía,  la  humildad,  la  paciencia,  la  economía,  la  gratitud,  la  puntualidad, 
etc.  Cada  capítulo  resume  una  experiencia.  Sin  trascendentalismos,  con  suprema  senci- 
llez, gracia,  ternura  y fervor  apostólico,  el  autor  expone  las  virtudes  humildes  que 
pueden  conducirnos  a una  honrosa  conducta  de  vida  y a una  humana  convivencia. 

E.  H. 

Ut  unum  sínt.  - Collana  diretta  da  Giacomo  Alberione.  - Edizioni  Pao- 
line,  Roma.  - Tip.  Figlie  di  San  Paolo. 

Hace  unos  meses  llegaron  a mi  mesa  de  trabajo  una  colección  de  libros  en  lengua 
italiana  enviados  gentil  y gratuitamente  por  las  Hijas  de  San  Pablo  desde  Roma.  Son 
en  total  17  libros.  Unos  cuentan  con  varios  centenares  de  páginas.  El  mayor  de  ellos 
tiene  1566.  Y otros  andan  alrededor  de  las  100  páginas.  Llegó  también  adjunto  un 


60 


REVISTA  BIBLICA 


cuadernillo  con  diversos  folletos  de  propaganda.  La  publicación  de  esta  colección  co- 
menzó este  año  en  Roma.  > 

Todos  los  libros  llevan  por  lema  las  palabras  de  la  oración  sacerdotal  de  Cristo: 
Ut  unum  sint.  El  fin  de  esta  colección,  como  dice  la  contratapa,  es  doble:  por  un  lado 
quiere  volver  a la  verdad  a los  hermanos  separados,  es  decir,  a los  protestantes,  por 
medio  de  la  recta  interpretación  del  Evangelio;  por  otra  parte,  quiere  instruir  a aquellos 
que  deseen  profundizar  en  las  verdades  de  la  fe.  Por  eso  es  que  los  opúsculos  de  marras 
se  dirigen  al  pueblo  sencillo,  como  expresa  también  esta  colección,  para  ser  fuente  de 
instrucción,  sobre  todo,  en  las  verdades  más  frecuentemente  mal  interpretadas.  Para  eso 
posee  argumentos  apologéticos,  bíblicos  e históricos. 

Estos  libros,  pues,  son  económicos,  sencillos,  muy  instructivos,  aún  para  personas 
que  poseen  bastante  instrucción  religiosa.  Se  van  tratando  las  diferentes  verdades  reli- 
giosas con  claridad  suma,  y en  forma  de  pequeños  capítulos,  que  hacen  ágil  y gustosa 
su  lectura. 

Todos  estos  opúsculos,  editados  por  las  Hijas  de  San  Pablo  de  Italia,  han  sido  pu- 
blicados bajo  la  dirección  inmediata  del  gran  Maestro  de  nuestro  tiempo,  sacerdote  y 
fundador  de  cuatro  congregaciones  religiosas,  Don  Santiago  Alberione.  La  mayoría  son 
traducciones  del  inglés;  uno  ha  sido  vertido  del  francés  y otros  son  originales  del  ita- 
liano. Figuran;  La  Bibbia  e i protestanti.  Una  sola  vera  Chiesa,  Che  sará  di  te  oltre  la 
morte?,  L’Anglicanesimo,  Protestantesimo,  II  sacrificio  della  Messa,  I sette  sacramenti, 
y,  el  mayor  de  todos,  que  es  un  archivo  completo  del  protestantismo  en  Italia:  Chiese 
e Sette  Protestanti  in  Italia. 

Ya  que  nos  es  imposible  dar  un  juicio  crítico  sobre  todos  estos  libros  en  particular, 
y como  para  muestra  basta  formularlo  sobre  uno  de  ellos,  tomemos  el  libro  que  se  llama 
“La  Bibbia  sola  guida  sicura”?  que  es  una  traducción  de  la  obrita  inglesa:  “The  Bible 
is  not  our  solé  guide!  En  la  primera  parte  trata  el  autor  de  los  hebreos,  su  escritura  y 

su  iglesia.  Todo  es  lo  que  ya  sabemos  preparación  para  el  Nuevo  Testamento;  algo,  pues, 

incompleto,  que  consta  de  Biblia  y Tradición,  ambas  interpretadas  por  una  autoridad 
que  era  la  Sinagoga  Judía.  En  la  segunda  parte  trata  de  Jesucristo,  la  Biblia  y la  Iglesia. 
Jesucristo  funda  una  Iglesia,  le  da  un  jefe  que  es  Pedro,  y esa  Iglesia  es  infalible.  Pedro 
Jefe  de  la  Iglesia.  La  Iglesia  es  la  que  debe  interpretar  la  Palabra  de  Dios.  En  la  tercera 

parte  trata  de  la  Iglesia  y la  Biblia  según  San  Pablo:  unidad  de  fe.  Espíritu  Santo, 

Magisterio  viviente...  Por  fin,  trae  dos  capítulos,  uno  sobre  el  origen  del  Nuevo  Testa- 
mento y otro  sobre  la  insuficiencia  de  la  Biblia  como  regla  única  de  fe. 

Ojalá  esta  colección  paulina  sea  ampliamente  difundida  en  todas  partes,  y para  eso 
esperamos  la  pronta  versión  del  italiano  a nuestra  lengua.  Por  otra  parte  felicitamos 
de  corazón  y manifestamos  desde  estas  páginas  de  Revista  Bíblica  nuestra  gratitud  a 
las  Hijas  de  San  Pablo  por  el  acierto  de  esta  publicación  y las  alentamos  a seguir  di- 
vulgando la  Palabra  de  Dios  en  obras  sencillas,  económicas  y manuales  como  éstas,  y 
a cumplir  así  el  fin  de  su  apostolado  que  es  la  buena  prensa,  sobre  todo,  la  difusión 
de  la  Palabra  de  Dios. 

I E.  C.  DelVOca,  C.  Ss.  R. 


La  vita  in  Cristo  e nella  Chiesa.  - Rivista  litúrgica  mensile.  Anno  VI, 
Roma.  Via  portuense,  739.  - Per  l’Italia:  L.  800.  - Per  l’Estero:  L.  1.500. 

Las  Pías  Discípulas  del  Divino  Maestro,  Congregación  fundada  en  Italia  por  el  cé- 
lebre sacerdote  D.  Santiago  Alberione,  para  el  apostolado  de  la  eucaristía,  de  la  liturgia 
y al  servicio  del  sacerdote,  edita  en  italiano  la  Revista  de  marras,  encaminada  a pro- 
pagar la  Sagrada  Liturgia.  Por  los  dos  números  del  año  próximo  pasado  llegados  a mis 
manos  he  podido  comprobar  que  se  trata  de  una  Revista  de  actualidad  litúrgica  de  siuna 
importancia.  Agil,  sencilla,  moderna,  variada.  Ilustrada  con  hermosas  fotografías;  posee 
una  explicación  en  los  diferentes  números  de  cada  evangelio  dominical;  muestras  de 
ornamentos  fabricados  por  las  Hermanas;  artículos  breves  e interesantes;  antiguos  do- 
cumentos sobre  liturgia.  En  una  palabra,  no  es  una  Revista  más,  sino  que  viene,  lo 
mismo  que  la  Congregación  de  esas  Hermanas,  a llenar  una  necesidad  en  el  mundo 
de  hoy  en  que  tanta  importancia  se  le  está  dando  a la  Sagrada  Liturgia. 

Ojalá  llegue  esta  Revista  a muchos  hogares  de  habla  italiana,  y ojalá  también  los 
sacerdotes  que  entienden  esa  lengua  se  suscriban  a ella,  donde  encontrarán  temas  de 
predicación  y otros  tópicos  de  provecho  para  sí  y sus  feligreses. 

E.  C.  Dell’Oca,  C.  Ss.  R. 


Libros  recibidos 


Editorial  Fried.  Pustet,  Regensburg 

K.  Algermissen,  L.  Bóer,  C.  Feches,  J.  Tgciak:  Lexikon  der  Marienkunde  (Diccio- 
nario de  Mariología).  - 1957,  1.  fase.,  Aachen-Anath,  192  col.,  DM.  9,50. 

J.  Schmid:  Das  Evangelium  nach  Mattháus  (El  Evangelio  según  Mateo).  - Tercera 
edición,  1956,  402  págs. 

J.  Schmid:  Das  Evangelium  nach  Markus  (El  Evangelio  según  Marcos).  - Segunda 
edición,  1954,  320  págs. 

J.  Schmid:  Das  Evangelium  nach  Lukas  (El  Evangelio  según  Lucas).  - Tercera 
edición,  1955,  367  págs. 

Editorial  A.  Tópelmann,  Berlin  W. 

E.  Grásser:  Das  Problem  der  Parusieverzógerung  in  den  synoptischen  Evangelien 

und  in  der  Apostelgeschichte  (El  problema  de  la  tardanza  de  la  parusía  en  los 
Evangelios  sinópticos  y en  los  Hechos  de  los  Apóstoles).  - 1957,  B.  Z.  N.  T. 
22,  VIII  y 234  págs.,  DM.  34. 

Editorial  J.  Gabalda  et  Cié.,  París 

René  Laurentin:  Structure  et  Théologie  de  Luc.  /-//  (Estructura  y teología  de  Le. 
1-2).  1957,  Eludes  Bibliques,  230  págs.,  1700  fr.  franc. 

Editorial  Desclée  de  Brouwer,  Bruges 

Varios:  La  formation  des  Evangiles.  Probléme  sinoptique  et  Formgcschichte  (La 
formación  de  los  Evangelios.  Problema  sinóptico  e historia  de  las  formas  lite- 
rarias). - 1957,  224  págs.,  150  fr.  b. 

Editorial  Chr.  Kaiser,  Mánchen 

W.  Marxsen:  Exegese  und  Verkündigung  (Exégesis  y Predicación).  - 1957,  56  págs., 
DM.  2,70. 

F.  F.  Bruce:  Die  Handschriftenfunde  am  Toten  Meer  (Los  manuscritos  hallados 

cerca  del  Mar  Muerto).  - 1957,  176  págs.,  DM.  7,50/9,50. 

Editorial  Herder,  Wien 

J.  Staudinger:  Die  Bergpredigt  (El  sermón  del  monte).  - 1957,  360  págs.,  S.  115, 
DM.  19,  sfr.  1970. 

Editorial  Herder,  Barcelona  - Buenos  Aires  (C.  Pellegrini  1179) 

A.  Niedermeyer:  Compendio  de  Higiene  Pastoral,  1957,  396  págs. 

E.  Mura:  La  humanidad  vivificante  de  Cristo,  1957,  302  págs. 

H.  Fischer:  Introducción  al  “Catecismo  Católico”,  1957,  127  págs. 

G.  ChevTot:  Las  pequeñas  virtudes  del  hogar,  1957,  120  págs. 

A.  Wallenstein:  La  educación  del  niño  y del  adolescente,  1957,  413  págs. 

Fr.  Schneider:  La  educación  de  sí  mismo,  1957,  334  págs. 

Hild.  Fleischmann,  O.S.B.:  Oficio  Divino  Parvo,  1957,  976  págs. 

Jos.  A.  Jungmann,  S.J.:  Catequética,  1957,  349  págs. 

Editorial  C.  Bertelsmann,  Gütersloh 

L.  H.  Grollenberg,  O.P.:  Bildatlas  zur  Bibel  (Atlas  ilustrado  a la  Biblia).  - Traducido 

por  el  Prof.  Dr.  H.  Eising  (Münster)  y prologado  por  el  Prof.  Dr.  J.  Hempel 
(Gottingen).  - 1957,  164  págs.,  36  mapas  de  ocho  colores,  400  fotografías  y 
dibujos.  - 27x36  rtms..  en  tela  38  DM.;  43,50  sfr.;  258,40  s. 

Editorial  Herder,  Freiburg 

Yves  de  Montcheuil:  Kirche  und  Wagnis  des  Glaubens  (Iglesia  y fe).  - 1957,  212 
págs.,  en  tela  DM.  10,80. 

J.  P.  Michael:  Unser  Leben  für  die  Brüder  (Nuestra  vida  para  los  hermanos).  - 
1957,  276  págs.,  en  tela  DM.  11. 

Editorial  Euramérica,  Madrid 

J.  A.  Mateo,  S.J.:  Almas  en  los  tajos.  Colección  Mundo  Mejor  (CMM)  17,  189  págs. 
Juan  B.  M.  Ferre,  O.  Carm.:  Catolicismo  o capillismo.  CMM  26,  198  págs. 

Caritas  Española:  Comunicación  cristiana  de  bienes.  CMM  34,  216  págs. 

J.  Hervas:  Los  cursillos  de  cristiandad,  instrumento  de  renovación  cristiana.  - 
CMM  38,  558  págs. 

Editorial  Sal  Terrae,  Santander 

Sev.  del  Páramo,  S.J.:  La  Persona  de  Jesús  ante  la  crítica  liberal  protestante  ^ 
racionalista.  - 1956,  202  págs. 


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Por  MONS.  DR.  STRAUBINGER  — 9?  Edición. 


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chado, c/dorados,  guarda  de  seda  y 
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