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Full text of "Revista de interpretación bíblica latinoamericana : RIBLA."

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Revista  de  interpretaci sn 
b/wblica  latinoamericana  : 
RIBLA. 


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in  2016 


https://archive.org/details/revistadeinterpr28depa 


Mi'M 


HERMENEUTICA 
Y EXÉGESIS 
A PROPÓSITO 
DE  LA  CARTA 
A FILEMÓN 


FRANCISCO  REYES  ARCHILLA 
MARIBEL  PERTUZ  GUETTE 
ANÍBAL  CAÑAVERAL  OROZCO 
IVONI  RICHTER  REIMER 
UWE  WEGNER 
NÉSTOR  O.  MÍGUEZ 
JOSÉ  COMBLIN 
ELSA  TAMEZ 


/¡es& 


28 


RIBLA 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN 
BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


Consejo  de  redacción  1996 

Alicia  Winters  (Colombia), 

Carlos  Mesters  (Brasil), 

Carlos  A.  Dreher  (Brasil), 
Dagoberto  Ramírez  (Chile), 

Elsa  Tamez  (Costa  Rica), 

Gilberto  Corgulho  (Brasil), 
Gustavo  Gutiérrez  (Perú), 

Javier  Saravia  (México), 

Jorge  Pixley  (Nicaragua), 

José  Cárdenas  Pallares  (México), 
José  Comblin  (Brasil), 

José  Severino  Croatto  (Argentina) 


Marcelo  Barros  de  Souza  (Brasil), 

Marcos  Villamán  (República  Dominicana), 
Milton  Schwantes  (Brasil), 

Néstor  Míguez  (Argentina), 

Pablo  Richard  (Costa  Rica), 

Paulo  Lockmann  (Brasil), 

Rene  Castellanos  (Cuba), 

Sandro  Gallazzi  (Brasil), 

Sebastiáo  Gameleira  Soares  (Brasil), 
Tércio  Machado  Siqueira  (Brasil), 

Tereza  Calvalcanti  (Brasil). 


Coordinador 

Milton  Schwantes,  rúa  Faria  de  Lemos  84,  07094-200  Guarulhos/SP,  Brasil,  tel.  e fax 
(011)  6468.0169 

Coordinadora  de  este  número 

Francisco  Reyes  Archila,  Apartado  Aéreo  077  183,  Santa  Fe  de  Bogotá  2,  D.C., 
Colombia  (0057-1-285.5478,  fax  245.7745) 

Esta  revista  se  edita  en  español  y portugués,  3 veces  al  año 

En  español:  Editorial  DEI,  Apartado  390-2070,  Sabanilla,  San  José,  Costa  Rica. 

RECU:  Apdo.  17-03-252,  Quito,  Ecuador. 

(Con  el  apoyo  del  Consejo  Mundial  de  Iglesias) 

En  portugués:  Editora  Vozes,  Caixa  Postal  90023,  25689-000  Petrópolis-RJ.  Brasil. 

Editora  Sinodal,  Caixa  Postal  1 1,93010-000  Sao  Leopoldo-RS,  Brasil. 


Precio  de  suscripción 

América  Latina: 

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(3  números  al  año) 

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1.380 

LOS  DERECHOS  DE  AUTOR  SON  DEL  CONSEJO  DE  REDACCIÓN 


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NOV  i 1 1998 


REVISTA  DE  INTERPRETACION 
BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


N°  28 


Hermenéuticas  y Exégesis 
a propósito  de  la  carta 
a Filemón 


SAN  JOSÉ,  COSTA  RICA 
1997 


Corrección  y traducción  del  portugués:  ISEDET 
Diagramación:  Consejo  Latinoamericano  de  Iglesias 


/ 


© Consejo  de  Redacción  de  RIBLA 
© Departamento  Ecuménico  de  Investigaciones,  1998 
© RECU 

ISSN  1390-0374 


Impreso  en  Ecuador  • Printed  in  Ecuador 


Prohibida  su  reproducción  total  o parcial 


PARA  PEDIDOS  O INFORMACION  ESCRIBIR  A: 

EDITORIAL  DEI 
Departamento  Ecuménico 
de  Investigaciones 
Apartado  Postal  390-2070  Sabanilla 
San  José,  Costa  Rica 
Teléfonos  253-02-29  y 253-91-24 
Telefax  (506)  253-1541 


CONTENIDO 


FRANCISCO  REYES  ARCHILA.  Presentación 5 

FRANCISCO  REYES  ARCHILA.  Hermenéutica  y exégesis: 

Un  diálogo  necesario 9 

MARIBEL  PERTUZ  G.  Carta  a Filemón  desde  la  perspectiva  feminista 37 

ANÍBAL  CAÑAVERAL  OROZCO.  Pablos,  Filemones,  Apias  y Onésimos. 

Por  una  casa  (oikos)  campesina 44 

FRANCISCO  REYES  ARCHILA.  Imaginación  y exégesis. 

A propósito  de  una  relectura  de  la  carta  a Filemón  desde  lo  infantil  53 

IVONI  RICHTER  R.  La  eficacia  de  la  fe  en  la  superación  de  desigualdades. 
Estudio  exegético  sobre  la  carta  de  Pablo  a Filemón,  Apia  y Arquipo  66 

UWE  WEGNER.  Comunidad  y autoridad  en  Filemón 81 

NÉSTOR  O.  MÍGUEZ.  Esclavos  en  el  Imperio  Romano:  el  caso  de  Onésimo  88 

JOSÉ  COMBLIN.  Fe  y libertad  en  la  carta  a Filemón  97 

ELSA  TAMEZ.  La  carta  a Filemón  en  el  conjunto  de  las  cartas  paulinas  ....  101 


4 


Contenido 


RESEÑAS 

- Aníbal  Cañaveral,  Carta  a Filemón : Una  respuesta  a las  ansias  de 

libertad,  Bogotá,  CEDEBI,  1995  (Colección  Tierra  y Cántaro  n°  1) 107 

- José  Comblin,  Colosenses  y Filemón,  Ediciones  La  Aurora,  Buenos  Aires, 

1989,  120p.  (Comentario  Bíblico  Ecuménico  - NT)  (la  Ia  edición  en 
portugués  es  de  1986,  Editora  Vozes/Editoria  Sinodal/Imprensa  Metodista, 
Petrópolis/Sáo  Leopoldo/Sáo  Bernardo  do  Campo,  108p) 1 10 

- Michael  Fricke,  Bibelauslegung  in  Nicaragua:  Jorge  Pixley  im 
Spannungsfeld  von  Befreiungstheologie,  historisch-kritischer 

Exegese  und  baptistischer  Tradition.  Münster,  LIT  Verlag,  1997,  379p. ..  113 

- Eduardo  Hoornaert,  O movimento  de  Jesús,  Petrópolis, 

Editora  Vozes,  1994.  159p.  (Colec9áo:  Urna  Historia  do  Cristianismo  na 
Persectiva  do  Pobre,  v.  1 ) 1 1 8 

- Israel  Knohl,  The  Sanctuary  of  Silence:  The  Priestly  Torah  and 

the  Holiness  School.  Minneapolis,  Fortress  Press,  1995,  246p 120 

- Daniel  Boyarin,  Israel  carnal:  leudo  o sexo  na  cultura  talmúdica. 

Rio  de  Janeiro,  Imago,  1994,  287p.  (original  inglés:  Carnal  Israel, 

Berkeley,  1993)  122 

- Francisco  Reyes  Archila,  Hagamos  vida  la  Palabra. 

Aportes  para  una  lectura  de  la  Biblia  en  comunidad. 

Colección  “Tierra  y Cántaro”  n°  2,  Bogotá,  CEDEBI,  1997,  196p 124 


PRESENTACIÓN 


El  sentido  y la  novedad  de  este  número  28  de  RIBLA  está  tanto  en  su  origen, 
como  en  la  manera  de  elaborarse,  además  de  la  perspectiva  y los  contenidos  propios 
de  cada  artículo.  La  propuesta  de  este  número  surgió  en  el  III  Encuentro  Continen- 
tal de  Animación  Bíblica,  realizado  en  Medellín  (julio  14-22  de  1995).  Durante  cin- 
co días  se  tuvo  la  oportunidad  de  compartir  un  estudio  de  la  carta  a Filemón  desde 
diferentes  perspectivas  hermenéuticas  (feminista,  campesina,  urbana,  negra  e indí- 
gena). Posteriormente,  en  la  reunión  de  los/las  biblistas  de  RIBLA,  realizado  en  Li- 
ma (mayo  de  1996),  se  apoyó  y se  reafirmó  la  decisión  de  hacer  un  número  de  la  re- 
vista con  los  aportes  hermenéuticos  provenientes  del  Encuentro  Continental  y con  la 
contribución  de  varios  biblistas  exégetas.  Es  importante  destacar  el  hecho  de  que  la 
iniciativa,  la  propuesta  y la  reflexión  hayan  surgido  del  movimiento  bíblico  como 
una  manera  de  responder  a las  necesidades  percibidas  y expresadas  en  el  Encuentro 
Continental.  Aunque,  si  somos  justos,  su  origen  se  remite  al  CIB-92  (Curso  Intensi- 
vo de  Biblia,  Barranquilla,  Colombia)  y,  en  particular,  al  estudio  que  Aníbal  Caña- 
veral, desde  su  experiencia  de  lectura  campesina,  hiciera  de  la  carta  y que  se  plas- 
mo en  su  comentario  “Carta  a Filemón.  Una  respuesta  a las  ansias  de  libertad”  (ver 
al  final  la  reseña). 

Para  comprender  el  sentido  y los  objetivos  de  este  número  es  importante  re- 
cordar las  conclusiones  que  se  sacaron  del  III  Encuentro  Continental.  Permítannos 
compartir  algunas  de  ellas:  primero,  la  urgencia  de  generar  una  relación  más  estre- 
cha entre  el  movimiento  bíblico  (en  concreto,  los  espacios  de  articulación  nacional 
y regional)  y los  biblistas  de  RIBLA.  Segundo,  la  necesidad  de  compartir  la  riqueza 
(intuiciones,  aportes,  desafíos,  necesidades  etc.)  de  las  reflexiones  que,  desde  las 
hermenéuticas  específicas,  habíamos  realizado  en  tomo  a la  carta  a Filemón.  Terce- 
ro, asumir  la  responsabilidad  de  comenzar  a construir  una  exégesis  propia,  que  res- 
pondiera a los  desafíos  que  brotan  de  las  lecturas  específicas.  En  ese  contexto  se  de- 
cidió, por  toda  la  asamblea,  responsabilizarnos  de  elaborar  un  número  de  RIBLA  a 
partir  de  las  reflexiones  realizadas  en  dicho  evento. 

El  otro  elemento  novedoso  de  este  número  es  la  manera  como  se  ha  elabora- 
do. Es  el  fruto  de  una  reflexión  colectiva  que  surgió  del  movimiento  bíblico  en  tor- 
no a la  carta  más  pequeña  del  corpus  paulino,  la  carta  a Filemón;  y,  en  concreto,  a 
partir  de  las  lecturas  que  los  “nuevos  sujetos”  están  haciendo  de  la  Biblia,  en  diálo- 
go con  la  exégesis  que  se  está  elaborando  en  nuestro  continente  y en  el  Caribe.  Aquí 
es  evidente  y novedoso,  en  cierta  manera,  que  la  exégesis  se  haya  puesto  al  “servi- 
cio” de  los  clamores  y desafíos  que  brotan  de  la  interpretación  que  las  comunidades 
o grupos  eclesiales  están  haciendo  de  la  Palabra  de  Dios. 


6 


Editorial 


Para  algunos  será  una  sorpresa  el  que  se  haya  escogido  precisamente  esta 
carta,  la  más  pequeña  y,  aparentemente,  insignificante  del  corpus  epistolar  pauli- 
no. A esto  se  agrega  el  hecho  de  que  en  la  tradición  exegética  ha  sido  una  carta 
poco  estudiada,  y no  se  le  ha  dado  la  importancia  que  merece.  Haberla  escogido 
responde  a determinados  criterios  hermenéuticos,  diferentes  a los  tradicionales, 
que  marcan  ciertamente  la  novedad  de  la  lectura  que  se  está  haciendo  de  la  Bi- 
blia desde  los  sujetos  específicos  en  América  Latina.  Rescatar  el  valor  de  lo  pe- 
queño sobre  lo  grande,  de  lo  afectivo  sobre  lo  meramente  conceptual,  de  la  ética 
sobre  lo  exclusivamente  teológico,  de  la  práctica  sobre  la  teoría,  en  un  contexto 
donde  se  ha  privilegiado  lo  segundo  sobre  lo  primero.  Esto  afecta  indudablemen- 
te a la  misma  interpretación  de  las  cartas  paulinas,  precisamente,  al  recuperar  otra 
perspectiva  u horizonte  de  compresión  de  las  comunidades  “paulinas”,  de  la  mis- 
ma persona  de  Pablo,  de  los  escritos,  de  la  teología  paulina  e,  incluso,  de  los  orí- 
genes de  cristianismo. 

La  irrupción  de  los  “nuevos  sujetos  sociales”  es  quizás  uno  de  los  aconteci- 
mientos más  significativos  y relevantes  de  esta  década  que  se  destacaron  en  el  III 
Encuentro  Continental,  y que  afecta  de  manera  profunda  la  interpretación  y la  exé- 
gesis  que  estamos  haciendo  de  la  Biblia  en  América  Latina  y el  Caribe.  Esta  nove- 
dad, y las  implicaciones  que  ella  tiene,  es  objeto  de  reflexión  del  primer  artículo: 
“Exégesis  y hermenéutica:  un  diálogo  necesario” . 

Posteriormente  aparecen  varios  artículos  que  sistematizan  y amplían  los  re- 
sultados que  a nivel  hermenéutico  nos  ofreció  el  estudio  de  la  carta  en  el  III  En- 
cuentro Continental.  Es  interesante  resaltar  los  énfasis  que  cada  lectura  puso  en 
evidencia:  la  hermenéutica  campesina  destaca,  desde  el  mundo  de  la  casa  y la  co- 
cina campesina,  el  sentido  del  oikos  y de  las  nuevas  relaciones  que  se  dan  a su 
interior.  La  hermenéutica  negra,  desde  la  experiencia  histórica  de  la  esclavitud  y 
liberación,  pone  el  énfasis  en  la  condición  social  de  Onésimo,  en  la  realidad  del 
esclavo  que  huye  y que  posteriormente  es  devuelto  a su  amo.  La  hermenéutica  fe- 
minista, desde  su  experiencia  como  mujeres  que  han  comenzado  a recuperar  su 
palabra  y su  dignidad,  centra  su  interés  en  destacar  el  papel  protagónico  de  las 
mujeres  simbolizadas  en  Apia  y en  resaltar  el  lenguaje  corporal  y afectivo  que  en- 
vuelve liberadoramente  el  texto  y la  vida  de  las  mujeres.  La  hermenéutica  indí- 
gena, desde  el  mundo  simbólico  de  nuestras  culturas  ancestrales,  retoma  como 
eje  de  sentido  el  tema  de  la  autoridad  y,  desde  allí,  buscan  una  relación  con  la  vi- 
da de  la  comunidad  (integradas  en  ella  la  familia,  el  clan  y la  iglesia).  Finalmen- 
te, la  hermenéutica  infantil,  teniendo  como  horizonte  el  mundo  de  los/las  niños- 
/niñas,  propone  la  imaginación  como  una  mediación  fundamental  e imprescindi- 
ble en  la  lectura  de  la  Biblia,  con  el  propósito  de  recuperar  la  visibilidad  de  los 
niños  y el  valor  de  la  infancia. 

Indiscutiblemente  la  riqueza  de  estos  artículos  es  inmensa  y muy  profunda,  lo 
que  demuestra  el  dinamismo  y la  vida  presente  en  la  mayoría  de  la  experiencias  bí- 
blicas y personas  (de  los  animadores  biblistas  que  sistematizaron  estos  aportes)  in- 
volucradas, de  una  manera  u otra,  en  la  elaboración  de  estos  artículos.  También,  es 
posible  percatarse  de  los  vacíos  y de  los  desafíos  (especialmente  en  el  nivel  exegé- 
tico)  que  aún  hacen  parte  de  la  lectura  de  la  Biblia  que  se  realiza  desde  la  perspec- 
tiva de  los  sujetos  específicos.  Queda  aún  un  gran  camino  por  andar,  pero  ya  esta- 
mos en  marcha. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


7 


Seguidamente,  encontramos  varios  artículos  exegéticos  sobre  la  carta  de  Pa- 
blo y Timoteo  a Filemón,  Apia  y Arquipo  (como  lo  propone  acertadamente  Ivoni 
Richter),  de  biblistas  exégetas  que  acompañan  el  caminar  bíblico.  El  primero  de 
ellos,  de  Ivoni  Richter  Reimer,  es  un  estudio  a nivel  exegético  abordado  desde  la 
perspectiva  de  los  esclavos  y las  mujeres,  con  el  interés  de  rescatar  la  importancia  y 
la  centralidad  de  la  carta;  el  resultado  es  un  estudio  sereno,  serio,  profundo  y enri- 
quecedor.  Vienen  después  varios  artículos  que  toman  por  regla  general  temas  muy 
particulares:  Uwe  Wegner  nos  presenta  una  reflexión  bien  interesante  sobre  el  sen- 
tido de  la  autoridad  y de  la  comunidad  en  la  carta.  Néstor  O.  Míguez  nos  ofrece  un 
estudio  básico  sobre  la  situación  de  los  esclavos  en  el  temprano  imperio  romano. 
José  Comblin  nos  regala  una  “meditación”  seria  y “práctica”  sobre  el  sentido  de  la 
fe  y la  libertad.  Finalmente  Elsa  Tantez  nos  ubica  la  carta  a Filemón  en  el  conjunto 
de  las  cartas , ofreciéndonos  un  panorama  más  amplio  para  la  compresión  de  la  mis- 
ma y de  la  teología  paulina  (el  pecado  y la  justificación  por  la  gracia),  así  como  su 
importancia  en  el  conjunto  del  corpus  paulino. 

Como  podemos  inferir  de  lo  anterior,  hermenéutica  y exégesis  hacen  parte 
esencial  del  proceso  de  la  Lectura  Comunitaria  de  la  Biblia  desde  nuestra  realidad 
de  América  Latina.  No  las  podemos  separar,  las  dos  se  necesitan,  se  cuestionan  y se 
enriquecen  mutuamente.  Hay  puntos  de  acercamiento  y de  convergencia  muy  valio- 
sos e,  innegablemente,  asuntos  todavía  disonantes  e incompatibles  que  generan  cor- 
tos circuitos  en  la  práctica  de  la  lectura  que  las  comunidades  hacen  de  la  Biblia.  Los 
desafíos  son  muchos,  pero  nos  ánima  el  paso  que  hemos  dado.  Que  este  trabajo  sea, 
ojalá,  una  forma  de  alentarnos  mutuamente  en  ese  camino  común  de  compresión  de 
la  Palabra  de  Dios. 


Francisco  Reyes  Archila 

Apartado  Aéreo  077  183 
Santa  Fe  de  Bogotá  2 D.C. 
Colombia 


FRANCISCO  REYES  ARCH1LLA 


HERMENÉUTICA  Y EXÉGESIS: 
un  diálogo  necesario 


Resumen 

Nos  proponemos  abordar  un  tema  difícil  y espinoso  como  es  la  relación  entre  herme- 
néutica y exégesis  en  la  lectura  que,  en  América  Latina  estamos  haciendo  de  la  Bi- 
blia. Nuestro  punto  de  partida  es  el  reconocimiento  de  la  ampliación  y especifica- 
ción del  llamado  sujeto  histórico  (los  pobres),  como  la  novedad  fundamental  que  va 
a caracterizar,  a recrear  y a enriquecer  la  hermenéutica  bíblica  en  nuestro  continen- 
te y el  Caribe.  Hablamos  así  de  “hermenéuticas  específicas”.  Posteriormente  hace- 
mos un  reconocimiento  de  los  aportes  y de  los  desafíos  que  brotan  de  estas  herme- 
néuticas, haciendo  hincapié  en  el  desfase  que  se  da  entre  exégesis  y hermenéutica  bí- 
blica, tal  como  se  percibió  en  el  III  Encuentro  Continental  de  Animación  Bíblica. 
Luego  presentamos  algunas  razones  (a  nivel  epistemológico,  pastoral,  de  los  sujetos 
y del  lenguaje)  que  nos  ayuden  a explicar  el  cortocircuito  entre  exégesis  y herme- 
néutica. Planteamos  a continuación  la  necesidad  de  reconocer  los  aportes  de  la  exé- 
gesis latinoamericana  a la  lectura  comunitaria  de  la  Palabra  y,  al  mismo  tiempo,  la 
necesidad  de  recrearla  a partir  de  los  aportes  y desafíos  que  provienen  de  las  herme- 
néuticas específicas.  Finalmente  proponemos  lo  simbólico  como  una  mediación  po- 
sible y necesaria  si  queremos  superar  el  desfase  planteado. 

Abstract 

We  are  addressing  the  thorny  subject  ofthe  relation  between  hermeneutic  and  exe ge- 
sis  in  Latín  American  Biblical  interpretation.  We  start  by  recognizing  that  the  recrea- 
tes  principal  innovation  which  characterizes,  and  enriches  biblical  hermeneutic  on 
our  continent  and  in  the  Caribbean  is  the  ampliation  and  specification  ofthe  histori- 
cal  subject  ( the  poor).  For  this  reason  we  speak  of  “specific  hermeneutics”.  Later  we 
recognize  the  contribution  and  challenger  which  arise  from  these  hermeneutics,  emp- 
hasizing  the  discord  between  exegesis  and  hermeneutics  as  it  was  perceived  in  the  III 
Continental  Encounter  of  Biblical  Animation.  We  then  present  reasons  (epistemology, 
pastoral,  subjects  and  language)  which  help  to  explain  the  short  circuit  between  exe- 
gesis and  hermeneutics.  Next  we  suggest  a need  to  recognize  the  contribution  of  exe- 
gesis to  the  interpretation  of  the  Bible  in  community  and,  ofthe  same  time,  a need  to 
recreóte  it  on  the  bases  ofthe  contribution  and  challenger  ofthe  specific  hermeneu- 
tics. Finally  we  propose  the  symbolic  as  a possible  and  necessary  mediation  if  we 
which  to  overeóme  this  discord. 


10 


FRANCISCO  REYES  ARCHILLA,  Hermenéutica  y Exégcsis:  Un  diálogo  necesario 


Introducción 

Permítanos  compartir  algunas  ideas  y sentimientos  en  torno  a la  relación  que 
se  da  entre  Lectura  Popular  y Comunitaria  de  la  Biblia  (concebida  como  hermenéu- 
tica') y la  práctica  de  compresión  de  los  textos  (entendida  como  exégesis)  en  nues- 
tro contexto  latinoamericano  y caribeño.  Para  hacerlo,  queremos  tener  en  cuenta  dos 
fuentes,  que  a nuestro  modo  de  ver  las  cosas,  son  bastante  significativas  y represen- 
tativas: La  primera,  el  estudio  de  la  carta  a Filemón  realizado  durante  el  III  Encuen- 
tro Continental  de  Animación  Bíblica  realizado  en  Medellín  (julio  14-22  de  1995); 
este  Encuentro  fue  como  un  espejo  donde  se  reflejó  la  realidad  bíblica  del  continen- 
te. La  segunda,  los  artículos  que  han  salido  en  RIBLA  a partir  de  la  mirada  especí- 
fica de  los  sujetos  sociales  como  las  mujeres,  los  niños,  los  negros/as,  los  indígenas; 
este  es  otro  espejo  que  refleja  la  realidad  de  la  reflexión  que  podríamos  llamar  “de 
punta”  en  tomo  a las  hermenéuticas  específicas.  Las  dos  son  expresiones  significa- 
tivas del  movimiento  bíblico.  Por  esta  razón  creemos  que  esta  reflexión  se  puede  ex- 
tender en  términos  generales  a la  relación  entre  hermenéutica  bíblica  y exégesis  tal 
como  se  da  en  el  movimiento  bíblico  latinoamericano  y caribeño. 

Somos  sensibles  y conscientes  que  estas  líneas  no  son  más  que  un  aporte  sen- 
cillo, relativo  y particular  que  brota  de  nuestra  experiencia  de  la  lectura  bíblica  en 
las  comunidades  cristianas  de  base,  de  la  participación  en  los  espacios  nacionales, 
regionales  y continentales  de  animación  bíblica,  de  la  participación  en  algunos  de 
los  encuentros  de  los  biblistas  exégetas  del  continente  y el  Caribe,  de  la  lectura  de 
RIBLA,  de  la  organización  y realización  de  cursos  y materiales  de  trabajo.  Sabemos 
que  corremos  el  riesgo  de  ser  injustos,  parciales  o muy  subjetivos;  pero  queremos 
afrontarlos  conscientes  de  que  ésta  es  tan  sólo  una  voz  que  busca  crear  inquietudes 
y abrir  aún  más  la  discusión  en  torno  al  tema. 

Queremos  presentar  tan  sólo  una  muestra.  Sabemos  que  no  podemos  genera- 
lizar ni  absolutizar  ninguna  de  nuestras  reflexiones,  pues  el  movimiento  bíblico  y la 
exégesis  son  mucho  más  de  lo  que  nosotros  o cualquier  otra  persona  pueda  conocer. 
El  movimiento  bíblico  es  como  un  inmenso  jardín  lleno  de  flores  de  todos  los  colo- 
res, tamaños,  contexturas  y olores;  no  podemos  hablar  de  todas  las  flores,  tal  vez  lo 
hagamos  de  las  que  más  nos  llaman  la  atención,  de  las  que  están  más  cerca. 

Indudablemente  nuestras  reflexiones  irán  por  un  camino  de  ida  y vuelta,  en 
un  vaivén  entre  la  realidad  de  la  hermenéutica  bíblica  y la  exégesis,  comprendidas 
como  expresiones  del  conjunto  del  movimiento  bíblico.  Tendremos  como  eje  funda- 
mental o como  punto  de  referencia  la  realidad  de  los  animadores  bíblicos  o biblis- 
tas animadores  (de  las  comunidades  y grupos  bíblicos,  como  de  ios  espacios  más 
amplios  de  animación  y articulación)  y en  concreto,  la  manera  como  en  su  práctica 
relacionan  la  hermenéutica  y la  exégesis. 


1 Retomamos  la  compresión  que  Pablo  Richard  hace  de  la  hermenéutica  liberadora  de  la  Biblia  co- 
mo la  teoría  sistemática  y crítica  del  movimiento  de  la  lectura  comunitaria  y popular  de  la  Biblia.  Es 
el  acto  segundo  de  esa  práctica  que  es  el  acto  primero,  ver:  Pablo  Richard.  “La  Biblia  en  mano  del  pue- 
blo - Por  una  lectura  popular,  comunitaria  y pastoral  de  la  Biblia”.  En:  Perfiles  teológicos  para  un  nue- 
vo milenio.  San  José:  DEI,  1997,  p.  182.  Esta  aclaración  es  importante  para  poder  comprender  lo  que 
viene  después.  No  pretendemos  sistematizar,  cosa  que  sería  imposible,  esa  práctica.  Queremos  tomar 
como  referencia  la  teoría  sobre  esa  práctica. 


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I 1 


También  es  necesario  en  este  movimiento  de  vaivén  hacer  alusión  a los  apor- 
tes, muy  ricos  por  cierto,  de  los  biblistas  exégetas,  que  brotan  por  un  lado  de  su  com- 
promiso con  el  movimiento  bíblico  y en  concreto  con  las  hermenéuticas  específicas, 
llegándose  a comprender  sus  reflexiones  como  una  expresión  de  la  realidad  bíblica 
en  las  comunidades.  Pero  por  otro  lado  es  necesario  comprender  esos  aportes  como 
un  esfuerzo  de  acercar  la  exégesis  al  movimiento  bíblico,  de  hacerla  más  colectiva 
y popular. 

El  propósito  de  este  artículo  es  el  de  aportar  un  pequeño  grano  de  arena  que 
nos  ayude  a integrar  aún  más  la  hermenéutica  (o  mejor  dicho,  las  hermenéuticas) 
que  estamos  haciendo  con  la  exégesis;  y el  de  crear  canales  que  nos  ayuden  a lograr 
un  mayor  acercamiento  entre  los  biblistas  exégetas  y los  espacios  de  animación  y ar- 
ticulación del  movimiento  bíblico.  Pero  para  que  esto  sea  posible,  es  necesario  re- 
saltar los  principales  desafíos  y perspectivas  que  brotan  del  movimiento  bíblico  y en 
concreto  de  las  lecturas  que  se  vienen  haciendo  desde  los  sujetos  específicos. 

1.  Contexto  histórico  de  la  hermenéutica  bíblica  en  América 
Latina  y el  Caribe 

Partimos  de  la  consideración  de  que  la  lectura  liberadora  de  la  Biblia  en  Amé- 
rica Latina  ha  pasado  por  momentos  históricos  diferentes  y que  hunde  sus  raíces  en 
nuestra  historia  de  una  manera  casi  imperceptible.  Por  ahora,  queremos  destacar  dos 
de  los  momentos  más  recientes. 

1.1.  Una  hermenéutica  general  que  tiene  como  sujeto  al  pobre. 

Un  primer  momento 

La  fuerza  y la  originalidad  fundamental  que  identificó  la  hermenéutica  lati- 
noamericana de  la  Biblia  en  las  últimas  décadas  fue  el  reconocimiento  de  que  el  po- 
bre, como  sujeto  histórico,  estaba  a la  raíz  de  la  lectura  popular  de  la  Biblia2.  Se  ha- 
blaba de  esta  novedad  como  una  ruptura  política,  espiritual  y hermenéutica,  en  rela- 
ción a los  sistemas  dominantes  y a la  lectura  opresora  de  la  Biblia.  El  resultado:  el 
pueblo  pobre  de  Dios  comenzaba  a apropiarse  de  la  Biblia,  especialmente  a partir  de 
sus  luchas  por  la  transformación  de  las  estructuras  sociales.  Las  CEBs  eran  el  espa- 
cio eclesial  fundamental  de  esta  apropiación.  Podemos  reconocer  este  momento  co- 
mo la  etapa  fundacional  de  la  hermenéutica  liberadora  de  la  Biblia. 

Las  palabras  siempre  se  quedarán  cortas,  para  poder  expresar  el  significado  de 
este  momento,  o para  abarcar  su  inmensa  riqueza.  La  Lectura  Popular  de  Biblia,  como 
se  llamó  al  inició  (y  se  sigue  llamando)3,  significó  ante  todo  una  nueva  manera  de  leer 


- Como  expresión  de  esta  novedad,  ver:  “Lectura  popular  de  la  Biblia  en  America  Latina".  En:  RI- 
BLA.  no.l,  San  José:  DEL  1988,  especialmente  el  artículo  de  Pablo  Richard.  “Lectura  popular  de  la 
Biblia  en  América  Latina  - Hermenéutica  de  la  liberación.  La  opción  por  los  pobres  como  criterio  de 
interpretación".  En:  RIBLA.  no. 3,  San  José:  DEI,  1989.  Ver  también:  Milton  Schwantes.  “Estilos  bí- 
blicos - Caracterizando  el  movimiento  bíblico”.  En:  Perú  Biblia,  no.  10,  año  3,  p.5-8. 

^ Al  confrontar  los  volumnes  de  la  Bibliografía  Bíblica  Latinoamericana  (editada  por  el  Curso  de 
Pós-Graduagáo  em  Ciencias  da  Religáo  de  la  Universidade  Metodista  de  Sao  Paulo,  Sao  Bernardo  do 
Campo,  Brasil)  se  percibe  la  preferencia  y la  proliferación  de  la  expresión  “lectura  popular  de  la  Bi- 
blia”, en  relación  a otras  posibilidades  y a otras  lecturas. 


12 


FRANCISCO  REYES  ARCHILLA,  Hermenéutica  y Exégesis:  Un  diálogo  necesario 


la  Biblia.  Esto  implicaba,  entre  otras  cosas,  un  nuevo  lugar  social  y teológico,  un 
nuevo  sujeto,  nuevas  mediaciones  teóricas  y prácticas.  Se  comenzaba  a hablar  en- 
tonces del  pobre  como  nuevo  sujeto  histórico  (en  un  sentido  social  y eclesial),  de  la 
participación  en  el  movimiento  popular,  de  la  necesidad  de  la  mediación  de  las 
ciencias  sociales  críticas,  para  la  comprensión  de  nuestra  realidad  y del  texto  bíbli- 
co. Esta  nueva  manera  de  leer  e interpretar  la  Biblia  se  expresó  de  muchas  maneras; 
destacamos  aquí  algunas  que  consideramos  que  marcaron  el  camino  de  una  manera 
particular1: 

• Los  espacios  y las  experiencias  locales  (CEBs,  círculos  bíblicos,  grupos  de 
catequesis,  escuelas  bíblicas,  asambleas  familiares,  etc.)  donde  se  comenzó  a leer  y 
a interpretar  la  Biblia. 

• Los  espacios  nacionales,  regionales  o continentales  de  articulación  y anima- 
ción de  las  experiencias  bíblicas.  Es  importante  destacar  en  este  punto,  el  papel  de- 
cisivo que  jugó  el  Programa  Común  de  Biblia  de  la  RED,  en  la  consolidación  de  un 
movimiento  bíblico  articulado. 

• Los  cursos  bíblicos  en  todos  los  niveles.  Destacamos  los  Cursos  Intensivos 
de  Biblia  (CIBs),  los  cursos  regionales  intensivos  de  un  mes,  los  cursos  nacionales, 
etc.,  especialmente  por  su  importancia  en  la  formación  de  muchas  personas,  que  hoy 
están  al  frente  de  la  animación  del  movimiento  Bíblico. 

• La  rica  producción  literaria4 5 *.  Entre  ella  es  importante  destacar:  RIBLA/Re- 
vista  de  Interpretación  Bíblica  Latinoamericana;  la  Revista  Bíblica  Andina,  publica- 
ción del  movimiento  bíblico  de  la  región  Andina;  Estudos  Bíblicos  que  surgió  como 
una  sección  de  la  Revista  Eclesiástica  Brasileira;  Biblito,  publicación  del  Centro 
Diego  de  Medellín,  Santiago  de  Chile.  El  Pueblo  Hace  Camino  y Enlaces  Bíblicos, 
órganos  de  información  y formación  del  Programa  Común  de  Biblia  de  la  REDLA. 
Así,  otros  cuantos  boletines  y revistas  de  carácter  nacional  en  varios  países  de  Amé- 
rica Latina. 

• La  propuesta  de  la  lectura  sociológica'’  (en  algunos  casos  se  prefiere  hablar 
de  socio-histórica),  que  animó  y orientó  muchos  de  los  artículos  y comentarios  de 
los  textos  bíblicos.  Aquí  es  importante  mencionar  el  aporte  de  muchos  biblistas  (que 
hoy  están  asociados  alrededor  de  RIBLA)  que  con  sus  artículos,  libros,  asesorías  y 
cursos  nos  animaron  a muchos  y a muchas  a trabajar  en  esta  perspectiva7. 


4 Sobre  una  panorama  del  movimiento  bíblico  ver:  Mercedes  Brancher.  “Movimiento  bíblico”.  En: 
Bibliografía  Bíblica  Latinoamericana,  op.  cit.,  v.6,  p. 25-38. 

^ Un  panorama  de  todo  este  fenómeno  es  posible  palparlo  en  la  Bibliografía  Bíblica  Latinoamerica- 
na. op.cit.  Se  han  editado  hasta  el  momento  7 volúmenes. 

^ Sobre  esta  propuesta  ver,  por  ejemplo:  Gilberto  Gorgulho  y Ana  Flora  Anderson.  “A  Leitura  socio- 
lógica da  Biblia”.  En:  Estudos  Bíblicos,  no. 2.  Petrópolis:  Vozes,  1 984,  p.6- 1 0;  Oscar  Jiménez  A.  “Exé- 
gesis y liberación:  Un  aporte  desde  la  sociología”.  En:  Pasos,  no. 20,  San  José:  DEI,  1989;  Airton  Jo- 
sé da  Silva.  "Leitura  sociológica  da  Biblia”.  En:  Estudos  Bíblicos.  Petrópolis:  Vozes.  no. 32  (1991), 
p. 74-84;  Néstor  O.  Míguez.  Una  lectura  socio-analítica  del  mensaje  paulino  en  base  a I Tesalonicen- 
ses.  Buenos  Aires,  1989.  Tesis  doctoral,  ISEDET;  Francisco  Reyes  A.  La  lectura  sociológica  de  la  Bi- 
blia una  hermenéutica  popular.  Bogotá:  s.n..  1993  (hojas  policopiadas);  Fernando  Torres  M.  Apuntes 
sobre  la  lectura  sociológica  de  la  Biblia.  Bogotá:  Dimensión  Educativa,  1991  (hojas  policopiadas); 
Uwe  Wegner.  A leitura  bíblica  por  meio  do  método  sociológico.  Sao  Paulo:  CEDI,  1993  (Mosaicos  da 
Biblia,  no.  12). 

7 Es  justo  mencionar  a Milton  Schwantes,  José  Severino  Croatto,  Néstor  Míguez,  Carlos  Mesters,  Pa- 
blo Richard,  ElsaTamez,  Alicia  Winters,  Irene  Foulkes,  Jorge  Pixley  y otros/otras  tantas. 


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• Los  aportes  a nivel  de  la  hermenéutica  bíblica  latinoamericana*. 

• Finalmente  queremos  destacar  el  papel  de  divulgación  y formación,  en  la  lí- 
nea de  esta  lectura,  de  algunas  instituciones,  centros,  seminarios  y facultades  de  teo- 
logía. 


Es  importante  reconocer  rápidamente  algunos  factores  que  influyeron  en  el 
origen  y en  la  consolidación  de  este  movimiento:  El  florecimiento  de  la  Teología  de 
la  Liberación,  la  propuesta  y la  experiencia  de  la  Educación  Popular,  la  dinámica  de 
las  CEBs,  el  auge  del  movimiento  popular  y en  concreto  los  triunfos  revoluciona- 
rios de  Cuba  y Nicaragua.  Sin  este  contexto  es  imposible  comprender  el  desarrollo 
histórico  de  la  hermenéutica  liberadora  de  la  Biblia. 

1.2.  Hacia  una  regionalización  de  la  hermenéutica. 

Las  hermenéuticas  específicas,  un  segundo  momento 

Como  fruto  de  la  dinámica  propia  de  la  lectura  popular  de  la  Biblia,  y como 
resultado  de  varios  factores  históricos  (políticos,  económicos,  sociales,  religiosos) 
se  comenzó  a vislumbrar  la  radicalidad  de  la  novedad  del  pobre,  preferentemente, 
en  una  ampliación  y especificación  del  llamado  sujeto  histórico.  Hay  que  compren- 
der esta  segunda  novedad  como  una  recreación  y un  enriquecimiento  de  la  Herme- 
néutica Liberadora  de  la  Biblia.  Esta  situación  marca  un  nuevo  momento,  a partir 
de  los  albores  de  esta  década,  en  la  Lectura  de  la  Biblia  en  América  Latina,  del  cual 
queremos  ocuparnos  en  las  líneas  siguientes9. 

Es  fundamental  mencionar  algunos  factores  históricos  que  influyeron  en  el 
surgimiento  de  esta  novedad: 

La  profunda  crisis  del  sistema  global  de  dominación , una  expresión  más  de  la 
crisis  de  la  modernidad10,  que  se  refleja  de  varias  maneras:  primero,  como  el  esfuer- 
zo por  fortalecer  el  sistema  capitalista  a partir  de  las  políticas  neoliberales  (proceso 
de  globalización  de  la  economía  capitalista).  Segundo,  como  un  proceso  acelerado 
de  mayor  empobrecimiento  y exclusión  de  las  mayorías". 

Otro  factor  decisivo,  relacionado  con  el  anterior,  ha  sido  la  crisis  de  los  so- 
cialismos históricos  y sus  implicaciones  en  los  movimientos  de  izquierda  en  nues- 


^ Es  necesario  destacar  aquí  especialmente  los  trabajos  de:  Severino  Croatto.  Hermenéutica  bíblica. 
Buenos  Aires:  Aurora,  1984;  Pablo  Richard.  “Lectura  popular  de  la  Biblia  en  América  Latina",  op.  cit.; 
Carlos  Mesters.  Por  trás  cías  palavras.  Petrópolis:  Vozes  1974  (Habría  que  tener  en  cuenta  otros  tra- 
bajos publicados  por  Mester;,  merece  una  atención  especial  el  trabajo  realizado  por  Tereza  Cavalcan- 
ti.  O método  de  leitura  popular  da  Biblia  na  América  Latina  - A contribugáo  de  Carlos  Mesters.  Te- 
sis de  Doctorado,  Pontificia  Universidade  Católica  do  Rio  de  Janeiro,  dezembro  de  1991).  Estas  refle- 
xiones influyeron  de  una  manera  muy  significativa  en  la  lectura  que  las  comunidades  hicieron  de  la 
Biblia. 

Cy)  Es  importante  mencionar  el  siguiente  comentario:  “Mujeres,  indios,  negros,  continúan  incomodan- 
do, obligando  a que  cada  vez  mas  textos  bíblicos  sean  apropiados  de  formas  nuevas  y sugerentes".  Ver: 
Bibliografía  Bíblica  Latinoamericana , op.  cit.,  v.7,  p.90.  En  el  v.5,  p.78,  se  menciona  como  el  movi- 
miento bíblico  se  va  solidificando  con  criterios  hermenéuticos  desafiantes,  haciendo  referencia  a la  óp- 
tica de  las  culturas,  de  las  razas,  de  los  géneros,  etc.  Es  muy  significativo  esta  mención,  a pesar  de  que 
se  espera  un  desarrollo  un  poco  mayor. 

I®  Ver  Pablo  Richard.  La  Biblia  en  mano  del  pueblo , op.  cit.,  p.  1 84. 

^ La  pobreza  se  hace  cada  día  más  angustiante  y desafiante.  Esto  hace  evidente  que  una  teología  y 
una  hermenéutica  Bíblica  de  la  liberación  continúe  teniendo  vigencia  e incluso,  una  mayor  urgencia. 


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FRANCISCO  REYES  ARCHILLA.  Hermenéutica  y Exégesis:  Un  diálogo  necesario 


tros  países.  Se  manifestó  como  una  crisis  global,  tanto  de  sus  presupuestos  y para- 
digmas teóricos  que  los  sostenía,  como  de  sus  mediaciones  prácticas.  En  América 
Latina  se  expresó  como  un  derrumbe  de  las  esperanzas  y utopías.  Crisis  que  alcan- 
zó también  a la  teología  de  la  liberación,  a la  hermenéutica  liberadora  de  la  Biblia  y 
a las  CEBs.  Esta  crisis  tuvo  también  mucho  de  positivo,  ya  que  hizo  emerger  la  pre- 
gunta por  la  identidad  cultural  de  los  pueblos  y por  las  nuevas  utopías,  factores  que 
nos  ayudarán  a redefinir  los  mismos  proyectos  históricos  de  liberación. 

Paradójicamente  esto  significó  también  un  estallido  de  la  diversidad  y la  par- 
ticularidad, como  una  forma  propia  de  resistencia  de  las  culturas  populares.  Esto  se 
manifestó  en  la  irrupción  de  nuevos  sujetos  y movimientos  sociales,  en  las  luchas  y 
reivindicaciones  más  específicas  de  estos  nuevos  actores,  y en  el  surgimiento  de 
nuevas  mediaciones  teóricas  y prácticas.  Se  amplió  así  la  sensibilidad  y la  compre- 
sión del  pobre  y de  la  pobreza  a otros  factores  igualmente  importantes,  entre  ellos, 
la  cuestiones  de  género  y los  componentes  culturales.  Es,  si  se  quiere  hablar  así,  el 
esfuerzo  por  reconstruir  la  sociedad  civil  desde  abajo,  lo  que  implica  también  una 
reconstrucción  del  espíritu12  (de  las  utopías,  de  los  proyectos  históricos,  de  las  me- 
diaciones prácticas  y teóricas,  etc.).  Es  aquí  donde  creemos  que  los  “nuevos”  suje- 
tos sociales  tienen  un  aporte  muy  importante  y decisivo  a la  hora  de  buscar  nuevos 
paradigmas  teóricos  que  nos  ayuden  a comprender  la  sociedad,  así  como  nuevas  al- 
ternativas que  hagan  posible  un  nuevo  proyecto  histórico. 

Han  influido  también  la  redefinición  y recreación  de  los  paradigmas  y de  las 
mediaciones  prácticas,  a nivel  de  la  Educación  Popular  y,  en  general  de  las  ciencias 
sociales. 

Hablamos  entonces  del  pobre  como  sujeto  no  únicamente  en  un  sentido  am- 
plio y dinámico,  sino  también  en  el  sentido  espezíftco,  es  decir,  de  los  grupos  socia- 
les definidos  por  diferentes  factores:  los  grupos  étnicos  (comunidades  indígenas), 
las  razas  (grupos  afroamericanos),  las  clases  sociales  surgidas  de  las  relaciones  de 
producción  (los  obreros),  actores  definidos  por  el  ámbito  geográfico  de  vida  y repro- 
ducción social  (campesino  o urbano),  todos  ellos  cruzados  y relacionados  con  otros 
sectores  de  la  vida  social  como  el  género  (lo  femenino-masculino)  y lo  generacio- 
nal (niños,  jóvenes,  adultos,  ancianos)13. 

Esta  comprensión  del  sujeto,  liberada  de  la  connotación  economicista14  y po- 
litizada, que  nos  marcó  en  décadas  pasadas,  ha  sido  la  novedad  y la  fuerza  funda- 
mental que  está  recreando  la  hermenéutica  bíblica  latinoamericana  y caribeña'5.  En 

12  Pablo  Richard.  La  Biblia  en  mano  del  pueblo,  op.  cit..  p.  1 83. 

12  Utilizaremos  en  adelante  la  expresión  de  “sujetos  específicos”  para  referirnos  a esta  rica  y com- 
pleja realidad  de  los  sectores  sociales.  Ver  Mario  Peresson.  “Culturas  populares:  creación  de  cada  día”. 
En:  Utopías.  Bogotá,  no. 23  (abr  1995),  p.26. 

14  Ibid.,  p.26. 

12  Como  expresiones  de  esta  novedad  podemos  mencionar:  la  realización  del  III  Encuentro  Conti- 
nental de  Animación  Bíblica.  Medellín,  1995,  donde  tuvimos  la  oportunidad  de  reflexionar  sobre  las 
hermenéuticas  específicas  (feminista,  campesina,  negra,  urbana  e indígena).  La  creación  en  ese  mis- 
mo encuentro  de  “experiencias  referenciales”  encargadas  de  animar,  fortalecer  y articular  estas  herme- 
néuticas. También  es  importante  resaltar  la  rica  producción  literaria,  que  en  los  últimos  años,  se  ha  ve- 
nido haciendo  en  cada  una  de  las  hermenéuticas;  aquí  hacemos  eco  a algunas  de  ellas.  No  podemos 
dejar  de  mencionar  los  numerosos  cursos  bíblicos,  en  diferentes  niveles,  que  han  comenzado  a plan- 
tear esta  perspectiva  (semanas,  encuentros,  cursos  de  un  mes,  CIBs,  etc.);  y los  nuevos  espacios,  que 
a diferentes  niveles,  se  han  creado  para  reflexionar,  promover,  fortalecer  y articular  estas  hermenéuti- 
cas a niveles  más  locales  y nacionales. 


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este  contexto  se  comienza  a hablar  de  “ hermenéuticas  específicas” . Éstas  nos  están 
mostrando  un  rostro  más  real  y específico  del  pobre,  nos  están  colocando  nuevos  de- 
safíos. Esta  “primavera”  es  el  resultado  de  un  largo  caminar,  difícil,  de  autoafirma- 
ción  como  sujetos  históricos,  que  hoy  está  dando  sus  frutos.  En  este  artículo,  quere- 
mos ocuparnos  fundamentalmente  de  este  asunto. 

Hay  que  reconocer,  sin  embargo,  que  a pesar  del  camino  andado  en  la  línea 
de  las  hermenéuticas  específicas,  en  la  mayoría  de  los  casos  apenas  se  está  comen- 
zando. Es  un  nuevo  amanecer  que  nos  está  desafiando;  las  perspectivas  y los  desa- 
fíos son  enormes,  pero  al  mismo  tiempo  muy  alentadores  y esperanzadores. 

2.  Aportes  de  las  hermenéuticas  específicas 

La  novedad  fundamental  es  pues  la  ampliación  del  sujeto.  De  una  hermenéu- 
tica general  que  toma  como  sujeto  al  pobre  se  pasa  a una  regionalización  de  la  her- 
menéutica que  exige  la  especificación  del  sujeto  (por  esta  razón  hablamos  de  her- 
menéuticas específicas).  Las  hermenéuticas  específicas  se  comprenden  a partir  de  la 
hermenéutica  general  y viceversa.  Hay  un  enriquecimiento  mutuo. 

Veamos  algunos  de  los  aportes  fundamentales  a nivel  de  cada  una  de  las  her- 
menéuticas. 

2.1.  Hermenéutica  feminista 

Queremos  sistematizar  algunos  de  los  aportes  más  significativos  de  la  lectura 
feminista  a la  hermenéutica  bíblica.  Destacamos  especialmente  los  aportes  que  bro- 
taron del  III  Encuentro  Continental  y los  que  provienen  de  las  mujeres  biblistas  que 
han  escrito  en  RIBLAlfi.  Esto  es  una  muestra  significativa,  aunque  no  exclusiva,  de 
la  inmensa  riqueza  de  esta  perspectiva  en  América  Latina  y el  Caribe17. 

• Es  una  lectura  que  se  hace  desde  las  mujeres,  a partir  de  sus  luchas,  proble- 
mas, sueños,  esperanzas,  de  sus  cuerpos,  sentidos,  dolores,  placeres  y silencios. 
“Mujeres  que  leyendo  la  Palabra  recuperaban  su  Palabra,  su  dignidad,  su  libertad 
frente  a la  familia,  sus  esposos,  sus  hijos,  su  comunidad.”18  Es  la  práctica  de  libera- 
ción (del  sexismo,  el  racismo  y la  pobreza)  y solidaridad  de  las  mujeres,  la  que  está 
ayudando  a encontrar  un  nuevo  paradigma,  para  leer  la  Biblia  desde  la  óptica  de  gé- 
nero19. 

• Entrar  en  el  texto  y descubrir  en  él  un  mensaje  liberador  para  las  mujeres. 

• El  trabajo  de  deconstrucción  y reconstrucción  del  texto  y de  la  vida.  Supo- 
ne una  deconstrucción  de  los  estereotipos,  preconceptos,  representaciones  simbóli- 
cas que  definen  los  roles  de  las  mujeres  (y  de  los  hombres)  de  una  manera  fija.  Por 
eso,  más  que  hablar  de  las  mujeres  en  la  Biblia,  se  quiere  identificar  los  mecanismos 


^ Ver  especialmente:  “Por  manos  de  mujer”.  En:  RIBLA.  no.  15  San  José:  DEI,  1993;  “¡Pero  noso- 
tras decimos!”.  En:  RIBLA.  no. 25.  Quito:  RECU,  1997. 

^ Esto  lo  podemos  comprobar  con  sólo  ojear  las  introducciones  y los  índices  de  la  Bibliografía  Bí- 
blica Latinoamericana.  Ver.  por  ejemplo,  v.5,  p. 52-58. 

Memoria  III  Encuentro  Continental  de  Animación  Bíblica.  Medellín:  Programa  Común  de  Biblia 
de  la  REDLA,  julio  de  1995,  p.  1 . 

^ Mercedes  López  Torres.  "Mujeres  que  inventan  salidas  - Mateo  1,1-17”.  En:  RIBLA.  no.25.  op. 
cit. , p.52. 


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FRANCISCO  REYES  ARCHILLA,  Hermenéutica  y Exégesis:  Un  dialogo  necesario 


de  normalización  de  las  diferencias  de  género,  de  los  dualismos  que  reprimen  y ha- 
cen inviables  la  construcción  de  las  identidades  tanto  de  las  mujeres  como  de  los 
varones20.  Pero  por  otro  lado,  supone  la  reconstrucción  de  la  identidad  de  la  mujer 
(y,  por  tanto,  la  del  varón)  y de  nuevos  paradigmas  que  lo  hagan  posible. 

• Una  lectura  a partir  de  la  sospecha  hermenéutica,  que  hace  buscar  por  de- 
trás del  lenguaje  y de  las  representaciones  simbólicas  androcéntricas,  la  presencia  y 
la  realidad  de  las  mujeres21. 

• El  reconocimiento  de  que  la  Biblia  ha  sido  interpretada  androcéntrica  y pa- 
triarcalmente. Esto  nos  han  ayudado  a reconocer  que  las  interpretaciones  supuesta- 
mente objetivas  y científicas  están  sesgadas  por  una  opción  androcéntrica  incons- 
ciente; y que  han  servido  para  legitimar  la  marginación  de  la  mujer  en  la  iglesia  y 
en  la  teología. 

• Buscar  un  marco  de  interpretación  diferente  a la  interpretación  androcéntri- 
ca, que  cuestione  y destape  las  relaciones  sociales  patriarcales  (en  la  vida  y en  la  Bi- 
blia) y ayude  a la  transformación  de  la  iglesia  y de  la  sociedad,  que  ayude  a com- 
prender el  pecado  estructural  del  sexismo.  Esto  implica  la  reformulación  de  nuevos 
paradigmas  de  interpretación  que  permitan  sacar  otras  conclusiones  del  mensaje  del 
texto22. 

• La  necesidad  de  replantear  la  autoridad  bíblica.  Implica  reformular  lo  que 
significa  Palabra  de  Dios  revelada  en  las  sagradas  escrituras.  Nos  han  ayudado  a re- 
considerar la  transcendencia  de  la  Palabra  con  relación  al  texto,  ésta  se  comprende 
especialmente  a partir  de  la  vida. 

• La  necesidad  de  reconstruir  los  textos  y las  propias  estructuras  simbólicas 
o concepciones  profundas  del  mundo  (imaginarios  colectivos). 

• La  propuesta  de  una  lectura  a partir  de  las  relaciones  sociales  de  género.  El 
desafío  es  analizar  las  diferencias  sociales  que  aparecen  en  el  texto.  Implica  anali- 
zar las  relaciones  hombre-hombre,  mujer-mujer,  mujer-hombre.  La  investigación 
histórica  de  género  exige,  también,  una  lectura  clasista  de  la  situación  de  las  muje- 
res: su  ubicación  socioeconómica  y su  status  civil  como  esclavas,  libertas  o libres 
condicionaba  en  grado  extremo  su  existencia23. 

• Relacionado  con  el  anterior,  se  plantea  la  necesidad  de  analizar  las  relacio- 
nes de  poder  en  el  conjunto  social  y su  circulación.  El  poder  se  comprende  como 
una  práctica  social,  construida  históricamente. 

• Hacer  una  lectura  desde  los  cuerpos  sufridos,  desde  lo  cotidiano  y,  en  gene- 
ral desde  lo  subjetivo.  Rescatar  aspectos  olvidados  y marginados,  como  la  sexuali- 
dad, el  gozo,  el  placer,  el  amor,  los  sentidos,  etc. 

• Hacer  nuevas  preguntas  al  texto  a partir  de  las  experiencias  de  las  mujeres 
en  su  lucha  por  la  liberación. 

• Afirmar  la  visibilidad  de  las  mujeres  en  la  Biblia,  ver  su  condición  social, 
rescatar  su  protagonismo,  preguntar  por  las  mujeres  pobres  y silenciadas,  trabajar 
para  que  las  mujeres  puedan  ocupar  su  lugar,  como  sujetos  de  su  propia  historia,  de 


Nancy  Cardoso  Pereira.  "Prostitutas  - madres  - mujeres  - Obsesiones  y profecías  en  1 Reyes  3.16- 
28”.  En:  RIBLA.  no. 25,  op.  cit.,  p.29. 

Ute  Seiber  Cuadra.  "La  mujer  en  los  evangelios  sinópticos”.  En:  RIBLA.  no.  15.  op.  cit.,  p.90. 

--  Ver  la  presentación  de  RIBLA.  no.25,  p.8. 

Irene  Foulkes.  “Invisibles  y despreciadas  - Rescatar  la  historia  de  las  anónimas”.  En:  RIBLA. 
no.25,  op.  cit.,  p.43. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


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la  historia  pasada  y presente. 

• Recuperar  la  memoria  perdida , hacer  justicia  y ayudar  a reconstruir  la  iden- 
tidad como  mujeres. 

• La  necesidad  de  relacionar  las  mujeres,  con  el  ambiente  cultural  y la  evan- 
gelización. 

• Desvelar  las  imágenes  patriarcales  de  Dios  que  se  han  transmitido  y recu- 
perar las  representaciones  femeninas. 

• Rescatar  una  teología  y una  espiritualidad  feminista. 

Veamos  algunas  aspectos  más  exegéticos: 

• Sacar  a las  mujeres,  invisibilizadas  y consideradas  como  inútiles,  del  abis- 
mo del  silencio,  por  eso  es  necesario  leer  ese  silencio.  Por  ejemplo,  Apia,  en  el  ca- 
so de  la  carta  a Filemón. 

• La  deconstrucción  y construcción  del  texto.  Supone  poner  en  evidencia  las 
oposiciones  internas  (las  determinadas  por  las  relaciones  de  género,  a nivel  social, 
etc.),  rescatar  las  palabras  que  viajan  por  el  texto,  su  carga  simbólica,  especialmen- 
te las  que  pueden  ser  claves  para  una  lectura  feminista,  en  el  caso  de  la  carta  a File- 
món: hermana,  casa,  cuerpo,  ternura  (engendrar,  entrañas,  aliviar  el  corazón,  rogar, 
suplicar)24. 

• Se  acoge  los  aportes  de  otros  métodos:  sociológico,  antropológico,  histórico- 
crítico,  estructuralista,  así  como  la  teoría  de  género,  especialmente  los  elementos  que 
más  ayuden  a una  lectura  liberadora  de  las  mujeres25.  Hay  una  instrumentalización  de 
estos  métodos,  en  cuanto,  ayudan  a percibir  la  patriarcalización  de  los  textos. 

• La  utilización  de  la  noción  de  patriarcado  para  definir  la  sociedad  y la  cul- 
tura antigua.  Esto  enriquece  la  comprensión  que  tenemos  de  la  sociedad  en  tiempos 
bíblicos.  Es  necesario  reconocer  que  los  textos  bíblicos  reflejan  esa  cultura.  En  es- 
tas sociedades,  se  representa  y se  consolida  el  poder,  primariamente,  a partir  de  las 
relaciones  varón  -mujer  y de  los  estereotipos  (que  se  repiten  a nivel  de  la  casa,  de  la 
familia,  del  Estado,  etc.),  que  en  el  caso  de  la  mujer  la  definen  como  pecadora,  ma- 
dre y esposa  dócil.  La  consecuencia:  la  mujer  “deja”  de  participar  en  la  circulación 
del  poder. 

• Para  entender  los  textos  bíblicos  es  necesario  tener  en  cuenta  los  conflictos 
que  se  generan  a partir  de  las  relaciones  sociales  de  género.  Para  eso  es  necesario 
evaluar  los  sistemas  socio-políticos  preguntando  por  la  circulación  del  poder  y por 
la  representaciones  de  género,  a nivel  real  y simbólico26. 

• Relacionado  con  el  punto  anterior,  se  plantea  la  necesidad  de  trabajar  la  ca- 
tegoría de  género,  a partir  de  las  relaciones  sociales  de  género.  Esto  hace  posible  la 
crítica  de  los  estereotipos  que,  aparentemente,  privilegian  a las  mujeres,  pero  que  en 
verdad  inmovilizan  la  pregunta  y la  construcción  de  su  identidad27. 

• Exige  también  una  lectura  que  tenga  en  cuenta  las  relaciones  sociales  a ni- 
vel económico,  político,  intergeneracional,  étnicas,  etc. 

24  Memoria  lll  Encuentro  Continental  de  Animación  Bíblica , op.  cit.,  p.2. 

25  Ibid.,  p.9. 

Nancy  Cardoso  Pereira.  “Prostitutas  - madres  - mujeres  - Obsesiones  y profecías  en  1 Reyes  3.16- 
28”,  op.  cit.,  p.32. 

22  Ibid.,  p.34. 


18 


FRANCISCO  REYES  ARCH1LLA,  Hermenéutica  y Exégesis:  Un  diálogo  necesario 


• Se  busca  rescatar  las  propuestas  alternativas  frente  a las  estructuras  patriar- 
cales. En  el  caso  del  análisis  que  se  hace  de  Mt  1,1-1 72!i,  se  concluye  que  la  comu- 
nidad de  Mateo  exige  una  ruptura  radical  respecto  a las  estructuras  patriarcales  y,  a 
la  vez,  la  creación  de  estructuras  alternativas. 

• Afirmar  la  presencia,  la  visibilidad  y el  protagonismo  de  las  mujeres  en  las 
diferentes  etapas  históricas21'  (orígenes  de  Israel,  monarquía,  cristianismo  originario) 
y en  los  diferentes  ámbitos  sociales  (la  casa,  la  familia,  el  culto,  las  luchas  del  pue- 
blo, en  lo  cotidiano,  la  comunidad  cristiana).  Reconstrucción  de  la  historia  de  las 
mujeres,  especialmente  desde  las  anónimas.  Insistir  que  la  historia  de  las  mujeres 
hace  parte  integrante  de  la  historia  misma. 

• Leer  el  texto  preguntando  por  el  cuerpo.  La  propuesta  es  leer,  por  ejemplo. 
Cantar  de  los  Cantares30  con  los  sentidos:  ver,  oler,  pasar  la  lengua,  oír,  tocar.  Gene- 
ralizando, es  preguntar  por  los  cuerpos  que  vivieron  los  acontecimientos  y las  me- 
morias, preguntar  por  los  cuerpos  que  coleccionaron,  conservaron  y editaron  los  tex- 
tos, y a partir  de  los  cuerpos  percibir  las  motivaciones  que  sustentan  cada  uno  de  los 
libros  de  la  Biblia.  Es  preguntar  por  los  cuerpos  de  las  mujeres,  de  los  niños  y las 
niñas,  por  los  cuerpos  viejos,  esclavizados.  La  atención  al  cuerpo  es  también  el  in- 
terés por  los  sentimientos,  los  sueños  y,  en  general,  por  la  subjetividad. 

• La  recuperación  de  la  cotidianidad  como  un  espacio  de  resistencia  frente  a 
las  estructuras  patriarcales  dominantes. 

2.2.  Hermenéutica  campesina 

Aunque  su  desarrollo  y su  expresión  ha  sido  más  bien  reciente  y regional31,  y 
a pesar  de  no  manifestarse  todavía  en  grandes  publicaciones,  creemos  que  su  apor- 
te puede  ser  muy  significativo.  Aquí  intentaremos  presentar  algunas  de  sus  contri- 
buciones más  valiosas  y propias32. 

• Lectura  que  parte  de  la  realidad  de  exclusión,  eliminación,  muerte  y desa- 
parición del  campesinado  latinoamericano33;  pero  también  de  sus  luchas  por  la  tie- 
rra y la  reforma  agraria. 

• Es  una  lectura  que  exige  entrar  en  la  cosmovisión  campesina 34,  que  tiene  que 
ver  con  su  manera  de  vivir  el  mundo,  su  religiosidad,  su  cultura,  sus  símbolos,  etc. 


33  Mercedes  López  T.  “Mujeres  que  se  inventan  salidas”,  op.  cit.,  p.52-58. 

Por  ejemplo:  Alicia  Winters.  “La  mujer  en  el  Israel  premonárquico”.  En:  RIBLA.  no.  15,  op.  cit., 
p.  19-33;  Irene  Foulkes.  “Invisibles  y desaparecidas:  rescatar  la  historia  de  las  anónimas”.  En:  RIBLA. 
no. 25,  op.  cit.,  p.41-51. 

Nancy  Cardoso  Pereira.  “¡Ah!...  Amoren  delicias”.  En:  RIBLA.  no.  15,  op.  cit.,  p.59. 

- ^ En  la  Bibliografía  Bíblica  Latinoamericana  sólo  se  hace  mención  a la  lectura  campesina  en  el  v.6 
(1993)  y se  limita  a un  sólo  título.  Esto  muestra  su  relativa  novedad,  pues  sus  raíces  se  hunden  en  la 
misma  historia  de  las  comunidades  campesinas  cristianas. 

32  Para  el  objeto  de  esta  reflexión  tendremos  en  cuenta  la  Memoria  III  Encuentro  Continental  de  Ani- 
mación Bíblica,  op.  cit.,  p.36-43,  fue  resultado  de  una  reflexión  conjunta  de  personas  que  están  traba- 
jando en  experiencias  campesinas;  y el  folleto  de  Aníbal  Cañaveral.  Lectura  campesina  de  la  Biblia. 
Medellín:  Articulación  Continental  de  Hermenéutica  Campesina,  Programa  Común  de  Biblia  de  la 
REDLA.  1996  (Enlaces  Bíblicos,  no.l). 

o 2 

Memoria  III  Encuentro  Continental  de  Animación  Bíblica,  op.  cit.,  p.40. 

34  Ibid. , p.40. 


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19 


Es  importante  tener  en  cuenta  el  desarraigo  y la  pérdida  de  identidad  que  sufren  al 
emigrar  a las  ciudades. 

• Está  muy  vivo  el  rescate  de  la  dimensión  comunitaria  de  la  vida  campesina. 
“...Esta  escuela  (bíblica)  me  ha  ayudado  mucho...  porque  me  ha  animado  a los  tra- 
bajos comunitarios  y animado  en  el  grupo  que  tenemos  en  la  vereda”35. 

• Pero,  al  mismo  tiempo,  se  busca  rescatar  la  dimensión  personal  y subjetiva. 
En  este  sentido,  se  procura  reivindicar  la  dimensión  afectiva.  Pues  se  precisa  cons- 
truir el  equilibrio  y la  admiración  de  los  sentimientos,  para  una  mayor  realización 
personal36  (inclusividad  subjetiva  integradora).  Con  esto  se  quiere  integrar  lo  subje- 
tivo a las  dimensiones  tradicionalmente  presentes  como  lo  económico,  lo  político  y 
lo  religioso. 

• La  tierra  ocupa  un  lugar  central  en  la  lectura  campesina  de  la  Biblia.  Esta 
nos  ayuda  a fomentar  el  amor  por  la  tierra,  buscando  mantener  la  armonía  con  Dios. 
El  bosque,  el  mar,  la  flor,  el  arco  iris,  el  agua,  el  prado,  el  jardín,  el  monte,  la  lluvia, 
la  semilla,  la  planta,  los  animales,  el  sol,  las  estrellas,  la  luna,  la  noche,  nos  revelan 
a Dios.  La  tierra  se  comprende  como  una  madre  que  vive  y genera  vida,  que  alimen- 
ta y que  sufre  con  los  campesinos. 

• Esto  hace  que  esta  lectura  sea  muy  sensible  a las  cuestiones  ecológicas.  Por 
eso  es  necesario  construir  una  sensi-ecología 37. 

• Aparece  también  lo  cotidiano.  Se  trata  de  una  experiencia  vivida  desde  la 
cotidianidad. 

• La  mujer  es  presentada  como  una  protagonista  viva  de  la  lectura  campesi- 
na de  la  Biblia.  Esto  ha  contribuido  en  la  práctica,  a crear  canales  de  diálogo  entre 
las  hermenéuticas.  Algo  igual  ocurre  con  los  niños  y las  niñas. 

• Se  ha  comenzado  a recuperar  la  imaginación,  los  sueños,  las  intuiciones  co- 
mo instrumentos  que  le  ayuda  al  campesino  a escarbar  en  la  vida  y en  la  Biblia. 
Compartamos  la  siguiente  copla:  “El  campesino  no  entiende/  la  racionalización/  y 
se  entrega  a la  lectura/  con  gran  imaginación”36.  La  imaginación  ha  sido  el  instru- 
mento que  ha  ayudado  a reconstruir  los  sueños. 

• Hay  una  sensibilidad  muy  profunda  por  el  mundo  de  los  símbolos.  Se  lee  un 
texto  bíblico,  comparando  los  símbolos  campesinos  con  los  símbolos  de  la  Biblia. 
Tanto  el  mundo  campesino  como  la  Biblia  están  llenos  de  símbolos,  mitos  y sueños. 
Por  ahí  pasa  y nos  viene  la  Palabra  de  Dios.  Palabra  que  es  símbolo,  mito,  imagen, 
parábola,  sueño,  poesía39. 

• Hay  una  susceptibilidad  muy  especial  por  lo  pequeño , por  los  detalles,  por 
la  contemplación,  por  las  diferencias  y por  lo  ecuménico.  Pues  hacen  parte  de  su  vi- 
da cotidiana.  Esto  explica  entre  otras  razones,  el  que  hayamos  acogido  la  propuesta 
de  estudiar  en  el  III  Encuentro  Continental  la  más  pequeña  de  las  cartas  paulinas. 

• Ha  sido  también  muy  importante  la  sensibilidad  a la  religiosidad  y a la  es- 
piritualidad campesina. 


35  Citado  por  Aníbal  Cañaveral.  Lectura  campesina  de  la  Biblia,  op.  cit.,  p.29. 
•36  Aníbal  Cañaveral.  Lectura  campesina  de  la  Biblia , op.  cit.,  p.47. 

37  Ibid. , p.46. 

38  Memoria  III  Encuentro  Continental  de  Animación  Bíblica,  op.  cit.,  p.41 . 

39  Aníbal  Cañaveral.  Lectura  campesina  de  la  Biblia,  op.  cit.,  p.37. 


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FRANCISCO  REYES  ARCH1LLA,  Hermenéutica  y Exégesis:  Un  diálogo  necesario 


Todos  estos  elementos  se  convierten  en  su  conjunto  en  otra  manera  de  escar- 
bar los  textos.  Se  trata,  en  últimas,  de  campesinar  la  Biblia.  Esto  tiene  implicacio- 
nes en  la  exégesis  de  los  textos.  A manera  de  desafíos  se  plantean  algunos  elemen- 
tos que  tienen  que  ver  con  la  exégesis: 

• Crear  y apropiarse  de  herramientas  adecuadas  para  hacer  exégesis  bíblica 
desde  la  perspectiva  campesina.  Se  destacan  entre  ellas:  la  subjetividad,  la  afectivi- 
dad, el  simbolismo,  la  intuición,  la  sospecha,  la  imaginación,  la  contemplación,  la 
creatividad  y los  sueños. 

• Dialogar  con  los  métodos  tradicionales  de  hacer  exégesis.  Aunque  hay  con- 
ciencia de  que  esto  supone  una  recreación  y una  adaptación  desde  la  cosmovisión 
campesina. 

2.3.  Hermenéutica  negra411 

• El  punto  de  partida  es  la  realidad  que  viven  los  negros  y negras.  Se  habla 
de  conflicto  racial,  que  se  manifiesta  como  blanqueamiento,  prejuicio  y discrimina- 
ción, aún  religiosa,  de  la  población  negra41;  pero  también  de  sus  luchas  y del  esfuer- 
zo histórico  por  reafirmarse  como  sujetos  sociales  con  una  cultura  y una  identidad 
propia.  Es  necesario  partir  de  la  compresión  de  un  modelo  social  que  crea  siervos/as 
y esclavos/as;  pero  también  de  los  modelos  alternativos  que  se  comienzan  a forjar  a 
partir  de  la  resistencia  de  los  que  social  y simbólicamente  se  consideran  que  están 
“abajo”  y “afuera”  de  la  dinámica  social. 

• Simbólicamente  la  opresión  y la  discriminación  se  representa  principalmen- 
te en  los  cuerpos  de  los  negros  y negras  (especialmente  en  el  cabello,  en  sus  rasgos 
faciales,  en  el  color  de  su  piel,  etc.)  o en  aquello  que  tiene  que  ver  con  su  cultura 
(formas  de  vestir,  alimentarse,  fiestas,  expresiones  religiosas,  etc.).  Lo  malo,  lo  in- 
ferior, lo  feo,  se  identifican  con  lo  negro;  al  contrario,  lo  bueno,  lo  superior,  lo  bo- 
nito, se  identifica  con  lo  que  no  es  negro.  “De  esta  manera  la  expresión  de  la  iden- 
tidad se  convierte  en  una  vergüenza.  Y esta  identidad  vergonzante  procura  “blan- 
quearse” para  recuperar  su  dignidad  de  persona”42.  El  blanqueamiento  tiene  lugar  ya 
sea  en  la  epidermis,  ya  sea  en  la  psique  de  las  personas. 

• En  el  origen  de  esta  dominación  encontramos  la  intención,  que  histórica- 
mente el  “blanco”  manifestó,  de  querer  destruir  la  cultura  de  los  pueblos  racialmen- 
te diferentes.  Lo  diferente  continuo  existiendo  mediante  la  asimilación,  pero  dejó  de 
ser  él  mismo,  esto  significó  su  negación. 

• Para  una  hermenéutica  negra  de  la  Biblia,  es  imprescindible  partir  también 
de  la  relación  que,  a través  de  la  historia,  se  ha  dado  entre  la  comunidad  negra  con 
la  Biblia.  Ha  sido  una  historia  fundamentalmente  de  desencuentros  caracterizados 
por  la  soberbia  y la  dominación  de  quienes  en  nombre  de  Dios  poseían  la  verdad  y 


40  En  el  v.4  (1991)  de  la  Bibliografía  Bíblica  Lationoamericana  se  habla  de  la  interpelación  de  la  Bi- 
blia a partir  de  los  sectores  oprimidos,  entre  ellos  los  negros,  ver  p.35.  Sólo  vamos  a encontrar  un  eco 
mayor  de  esta  lectura  en  el  no. 19  de  RIBLA.  En  los  CIBs  de  Salvador  (Brasil,  1994)  y Santo  Domin- 
go (1996)  se  colocó  este  énfasis  hermenéutico;  la  memoria  de  estos  cursos  es  una  muestra  más  de  la 
necesidad  y la  posibilidad  de  leer  la  Biblia  desde  el  mundo  negro. 

4 1 Heitor  Frissotti.  ‘Pueblo  negro  y Biblia  - Reconquista  histórica”.  En:  RIBLA.  no. 19.  San  José:  DEI, 
1994,  p.48. 

4~  Jorge  Cela.  “Cuerpo  y solidaridad”.  En:  RIBLA.  no.  19,  op.  cit.,  p.66. 


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el  poder43.  La  Biblia  es  una  herida  porque  no  fue  neutra.  La  Biblia  fue  utilizada  con 
la  intención  de  acabar  con  la  identidad,  la  libertad,  la  dignidad  y la  fe  del  pueblo  ne- 
gro; para  legitimar  la  esclavitud,  la  discriminación  y la  explotación;  para  justificar 
su  sufrimiento  y “maldecir”  su  raza,  sus  orígenes;  para  demonizar  su  mundo.  El  pri- 
mer paso  hermenéutico  y político,  como  afirma  Heitor  Frisotti44,  es  ubicarnos  en  es- 
te dolor,  hacer  memoria,  arriesgar  la  piel,  abrir  la  herida  que,  por  siglos,  la  interpre- 
tación de  la  Biblia  forjó  en  la  piel  y en  el  corazón  de  las  comunidades  negras.- 

• La  Biblia  fue  utilizada  para  someter  a las  mujeres , sobre  todo  a las  negras, 
atribuyéndole  simbólicamente  ciertas  características,  que  no  dejan  de  ser  más  que 
estereotipos  y prejuicios  socialmente  construidos:  la  fragilidad  de  la  carne,  la  sen- 
sualidad, la  tentación  y,  por  tanto,  la  ocasión  para  el  pecado.  La  Biblia  sirvió  para 
legitimar  la  desigualdad  entre  hombres  y mujeres,  blancos  y negras  y,  como  conse- 
cuencia, el  arrinconamiento  de  las  mujeres,  especialmente  de  las  negras,  al  espacio 
de  lo  privado  y de  la  sensualidad. 

• A pesar  de  que  la  Biblia  todavía  ha  sido  para  los  pueblos  negros  una  fuente 
amarga,  negada,  etnocéntrica,  excluyente,  secuestrada,  ésta  comienza  a rescatarse 
como  una  fuente  viva,  que  anima  su  caminar  y sus  luchas  de  liberación. 

• Se  considera  la  comunidad  negra  como  sujeto  hermenéutico. 

• Otro  elemento  esencial  en  la  lectura  negra  de  la  Biblia  es  partir  de  las  fuer- 
zas de  resistencia  de  los  negros  en  América  latina  y el  Caribe.  Esta  resistencia  tiene 
sus  raíces  más  profundas  en  la  experiencia  histórica  y cultural  de  estos  pueblos. 

• El  reconocimiento  de  que  la  negritud  es  sobre  todo  un  componente  cultu- 
ral4S.  Ha  sido  especialmente  la  cultura  negra  un  elemento  de  resistencia.  Pero  opinar 
de  esta  cultura,  es  hablar  de  su  religión  ancestral,  del  cuerpo,  de  la  solidaridad,  de  la 
tierra,  de  sus  cultos,  de  sus  divinidades. 

• La  religión  ancestral.  Esta  ha  sido  un  elemento  clave  para  la  resistencia  his- 
tórica de  estos  grupos  y como  una  manera  de  preservar  la  identidad  cultural  negra. 
Las  rebeliones  de  esclavos  negros  estuvieron  inspiradas  en  elementos  religiosos 
Entre  los  elementos  religiosos,  es  fundamental  rescatar  la  importancia  de  los  terrei- 
ros,  del  culto  a los  antepasados,  del  rostro  negro  de  Dios,  de  su  espiritualidad  . La 
religiosidad,  cargada  de  una  fuerte  simbología,  enriquece  la  reflexión  y el  compar- 
tir comunitario  de  la  lectura  bíblica48. 

• Es  importante  destacar  la  experiencia  de  Dios  en  estas  culturas.  Se  parte  del 
presupuesto  de  que  Dios  está  presente  en  la  historia  del  pueblo  negro,  y que  se  ma- 
nifiesta como  un  Dios  que  salva  y libera.  En  la  misma  religión  negra  se  tiene  con- 
ciencia de  que  Dios  se  revela  a través  de  la  naturaleza,  de  su  historia,  de  los  antepa- 
sados, en  los  ritos,  en  la  tradición,  en  los  símbolos,  en  la  comunidad.  La  vida  del 
pueblo  es  considera  como  “tierra  santa”,  lugar  de  revelación  y manifestación  plena 
de  Dios49.  Esta  presencia  de  Dios  en  la  vida  es  especialmente  cantada  y danzada.  Les 


43  Silvia  Regina  de  Lima.  “Hay  zapatos  viejos  que  hacen  callos  en  los  pies”.  En:  RIBLA  no.  19,  op. 
cit.,  p.40. 

44  Heitor  Frissotti.  Pueblo  negro  y Biblia,  op.  cit.,  p.48-61. 

43  Jorge  Cela,  op.  cit.,  p.63. 

43  Heitor  Frissotti.  Pueblo  negro  y Biblia,  op.  cit.,  p.67. 

47  José  María  Pires.  “Yo  oí  el  clamor  de  este  pueblo”.  En:  RIBLA.  no.  19,  op.  cit.,  p.  13-16. 

43  Memoria  III  Encuentro  Continental  de  Animación  Bíblica,  op.  cit.,  p.29. 

49  Silvia  Regina  de  Lima,  op.  cit.,  p.42. 


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FRANCISCO  REYES  ARCHILLA,  Hermenéutica  y Exégesis:  Un  diálogo  necesario 


ayuda  a recrear  su  identidad.  Por  esta  razón,  la  lectura  de  la  Biblia  se  comprende  co- 
mo una  espiritualidad,  un  participar  de  una  experiencia  de  fe  y no  propiamente  co- 
mo un  método5". 

• Estos  elementos  propios  de  la  cultura  y la  religiosidad  negra,  podrían  enri- 
quecer las  culturas  de  otros  pueblos  y grupos  sociales,  la  iglesia,  la  teología  y la  mis- 
ma espiritualidad  cristiana;  como  aportes  para  la  construcción  de  un  nuevo  orden  so- 
cial desde  los  excluidos  y,  para  la  recreación  de  nuevos  paradigmas  antropológicos 
que  valoren  más  lo  festivo,  lo  lúdico,  el  valor  del  cuerpo,  etc.  Hay  incluso  elemen- 
tos propios  de  estas  culturas  que  nos  pueden  servir  como  esquemas  disponibles  pa- 
ra la  compresión  de  la  misma  escritura  y de  la  experiencia  cristiana 51  y que  nos  pue- 
den ayudar  a renovar  muchos  de  los  principios  o paradigmas  desde  donde  estamos 
interpretando  la  Biblia. 

• Otro  elemento  esencial,  que  aparece  en  la  lectura  que  las  negritudes  hacen 
de  la  Biblia,  es  la  valoración  de  la  dimensión  corporal.  El  cuerpo  se  toma  una  me- 
diación hermenéutica  fundamental.  Se  comprende,  interpreta,  expresa  y se  represen- 
ta toda  la  realidad  a través  del  cuerpo.  Muy  relacionado  a este  punto,  es  la  importan- 
cia que  se  le  da  a lo  festivo,  la  música,  los  colores,  la  comida,  la  oral  idad. 

• Es  una  hermenéutica  que  parte  de  su  cultura,  de  su  cotidianidad.  De  ahí  la 
importancia  de  lo  lúdico  y lo  celebrativo  de  las  comunidades:  los  cantos,  las  drama- 
tizaciones,  los  versos,  las  danzas;  en  una  palabra  la  fiesta.  Esta  se  comprende  como 
la  celebración  corporal  de  la  solidaridad,  que  es  lo  que  ha  permitido  enfrentar  las  si- 
tuaciones de  opresión. 

• La  dimensión  de  la  solidaridad  también  aparece  como  un  elemento  primor- 
dial de  la  cultura  negra,  que  les  ayuda  a enfrentar  su  propia  situación  de  discrimina- 
ción y exclusión,  a poder  afirmar  su  identidad,  y su  vida  contra  las  fuerzas  de  la 
muerte52. 

• El  dolor,  la  identidad  y la  historia  de  fe  del  pueblo  negro  y sus  luchas  (ex- 
periencia de  los  quilombos  o los  palenques),  la  familia,  la  comunidad,  la  solidari- 
dad étnica,  son  los  presupuestos  hermenéuticos,  desde  donde  se  comienza  a leer  la 
Biblia. 

• La  necesidad  y las  posibilidades  de  conversión,  a nivel  social  y personal. 
Por  eso,  como  afirma  Silvia  Regina  de  Lima53,  es  necesario,  si  queremos  acercarnos 
a la  manera  como  el  pueblo  negro  entiende  y vive  el  mensaje  bíblico,  (y  su  propia 
experiencia)  desarrollar  algunas  actitudes:  Ver  su  realidad,  lo  que  exige  una  aproxi- 
mación, un  “estar  con”,  dejarse  envolver  por  sus  propias  experiencias;  escuchar  sus 
propias  experiencias,  sin  preconceptos;  conocer  su  mundo,  entrar  en  él,  ponerse  en 
su  propia  carne,  en  su  historia,  en  sus  sentimientos;  callar,  hacer  silencio,  contem- 
plar; bajar  y encarnarse  (misericordia)  en  su  propio  mundo.  Es  el  encuentro  con  un 
pueblo  santo,  por  eso  la  actitud  debe  ser  la  de  “sacarse  las  sandalias”,  pues  son  ellos 
y ellas  la  reserva  de  dignidad  que  nos  puede  ayudar  a reconstruir  la  humanidad. 

• La  anterior  implica  romper  con  los  patrones  de  racionalidad  de  la  cultura 
occidental , que  no  permiten  percibir  la  riqueza  de  la  cultura  negra54. 

-0  Ibid. . p.42. 

5J  Marcos  Villamán.  “Resurrección  y reivindicación  de  la  vida".  En:  RIBLA.  no.  19,  op.  cit.,  p.  1 18. 134. 
j-  Jorge  Cela,  op.  cit.,  p. 69-72. 

5f  Silvia  Regina  de  Lima,  op.  cit..  p. 40-42. 

54  Memoria  III  Encuentro  Continental  de  Animación  Bíblica,  op.  cit.,  p.34. 


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A nivel  exegético  queremos  destacar: 

• Las  preguntas  dirigidas  al  texto,  aunque  parte  de  la  compresión  de  una  so- 
ciedad, que  crea  esclavos  y siervos55,  no  se  queda  en  este  punto.  Se  pregunta  tam- 
bién sobre  las  situaciones  de  discriminación,  exclusión  o pérdida  de  identidad,  el  do- 
lor del  justo,  la  opción  por  los  últimos  y pequeños;  en  el  caso  de  la  carta  a Filemón, 
la  lectura  se  sitúa  desde  la  realidad  del  esclavo  que  huye,  que  resiste  desde  la  vida, 
pero  que  es  devuelto  a su  amo 56. 

• Se  parte  también  de  la  compresión  de  un  modelo  alternativo  de  sociedad  co- 
munitaria. (Se  recuerda,  por  ejemplo,  el  modelo  de  sociedad  alternativo  originado 
en  la  experiencia  del  éxodo  y/o  el  modelo  propuesto  por  Pablo  en  la  carta  a File- 
món57.) 

• La  necesidad  y las  posibilidades  de  conversión  a nivel  social  y personal. 

• Es  importante  destacar  la  lectura  de  algunos  textos  bíblicos,  que  se  está  co- 
menzando a hacer,  desde  la  mirada  propia  de  la  negritud. 5S 

2.4.  Hermenéutica  indígena59 

• Al  igual  que  las  anteriores  hermenéuticas,  el  punto  de  arranque  es  la  misma  si- 
tuación que  viven  los  pueblos  indígenas.  Es  la  historia  de  más  de  500  años  de  domina- 
ción, pero  también  de  resistencia  contra  la  cultura  occidental  colonial.  Lo  que  a diario 
se  ve  en  la  realidad,  es  la  situación  de  angustia  a la  que  el  pueblo  está  sometido,  por  las 
decisiones  tomadas  por  quienes  detentan  el  poder.  El  proyecto  neoliberal  que  se  imple- 
menta  especialmente  en  los  países  pobres  y que  contempla  la  exclusión  de  su  seno  del 
70%  de  la  población  (indígenas,  campesinos,  negros  y mestizos). 

• Hay  un  reconocimiento  del  emerger  de  los  pueblos  indígenas.  Estos  están 
planteando  un  proyecto  de  vida,  pensado  por  todos  y para  todos  los  pobres611.  Hay 
una  mayor  sensibilidad  y conciencia  de  que  los  pueblos  indígenas  son  sujetos  histó- 
ricos, que  participan  de  un  mismo  proceso  de  lucha  por  la  justicia,  de  rescate  de  su 
memoria  e identidad. 

• La  Biblia  también  ha  sido,  en  el  contacto  con  el  pueblo  indígena,  un  desen- 
cuentro traumático,  en  los  que  ella  no  significó  una  buena  noticia.  Ha  sido  un  ins- 

55  Ibid.,  p.21. 

56  Ibid.,  p.30. 

57  Ibid.,  p.21-22. 

JO  Ver  algunos  trabajos  significativos:  de  Marcos  Villamán.  “Resurrección  y reivindicación  de  la  vi- 
da”, op.  cit.,  p.  1 1 7-134.  En  el  caso  de  la  compresión  de  la  resurrección,  el  autor  nos  muestra  cómo  en 
la  cosmovisión  de  las  culturas  negras  tradicionales  hay  esquemas  interpretativos  disponibles  para  co- 
municar esta  experiencia.  Entre  estos  esquemas  encontramos:  la  evidencia  de  que  los  muertos  están 
vivos,  la  posibilidad  de  comunicarse  con  los  muertos,  la  solidaridad  generacional  con  los  ancestros,  la 
valoración  de  la  corporeidad,  etc.  Otro  trabajo  es  el  Maricel  Mena  L.  Lectura  de  Hch  8,26-40.  Maes- 
tría en  Biblia,  Curso  de  Pós-Gradua^áo  err  Ciencias  da  Religiáo  de  la  Universidade  Metodista  de  Sao 
Paulo,  Sao  Bernardo  do  Campo,  1997. 

59  Esta  hermenéutica  comienza  a tener  un  auge  muy  especial  a partir  de  1992,  en  la  coyuntura  del  V 
Centenario.  El  v.5  (1992)  de  la  Bibliografía  Bíblica  Latinoamericana  la  va  a resaltar  de  una  manera 
especial,  ver  p. 27-31 . 433;  aunque  ya  se  menciona  en  el  v.3  (1990),  p.368.  Esto  se  viene  a ratificar  con 
la  realización  del  Curso  Intensivo  de  Biblia  realizado  en  Bolivia  (1995)  con  este  énfasis  especial.  Fru- 
to de  este  curso  es  el  no. 26  de  R1BLA  dedicado  a la  lectura  indígena  de  la  Biblia. 

60  Eleazar  López  H.  “Pueblos  de  la  Biblia  y pueblos  indios  hoy”.  En:  RIBLA.  no.26  (1997),  Quito: 
RECU.  p.  16.21. 


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FRANCISCO  REYES  ARCHILLA.  Hermenéutica  y Exégesis:  Un  diálogo  necesario 


truniento  para  legitimar  la  dominación,  explotación,  división  y exclusión61.  La  actual 
lectura  de  la  Biblia  está  hecha  en  la  cultura  liberal  y moderna  dominante,  que  igno- 
ra completamente  el  mundo  cultural  no-occidental  del  tercer  mundo62,  diríamos  que 
también  es  hecha  a partir  de  sus  presupuestos  epistemológicos  y hermenéuticos. 

• Pero  por  otro  lado  hay  una  paulatina  apropiación  de  la  Biblia  de  parte  de 
las  comunidades  indígenas,  a partir  de  su  propia  cosmovisión.  En  algunos  casos,  la 
Biblia  en  el  mundo  indígena  pasó  a ser  parte  de  su  cosmovisión.  Es  utilizada  en  las 
comunidades  cristianas  como  fuente  y como  guía  en  la  reflexión65.  Se  afirma  la  exis- 
tencia de  una  hermenéutica  bíblica  india  o una  lectura  india  de  la  Biblia. 

• Hay  un  diálogo  del  mundo  indígena  con  la  Biblia.  En  el  primer  momento  se 
busca  comprender  la  cultura  propia  del  mundo  indígena.  En  el  segundo  momento  se 
procura  comprender  el  mundo  cultural  de  la  Biblia.  En  este  diálogo,  la  cultura  se  en- 
riquece, se  valora,  se  promueve  y se  fortalece.  Indudablemente,  en  ese  contacto,  se 
pone  un  énfasis  especial  en  los  mitos  y símbolos.  La  lectura  de  la  Biblia  desde  la 
cultura  se  plantea  como  un  diálogo  y una  recreación  simbólica64.  La  Palabra  Indíge- 
na se  va  encontrando  con  la  Palabra  de  la  Biblia,  en  condiciones  de  iguales.  Una  y 
otra,  juntas,  en  dialogo  de  búsqueda  de  la  Palabra65.  La  Biblia  ayuda  a recuperar  la 
Palabra  de  los  pueblos  indígenas  y viceversa,  la  Palabra  de  los  pueblos  indígenas 
nos  ayuda  a recuperar  la  riqueza  de  la  Palabra  bíblica. 

• Para  los  pueblos  indígenas  la  Palabra  de  Dios  está  en  su  cultura,  en  la  tie- 
rra, en  la  naturaleza,  en  sus  luchas,  en  los  acontecimientos  cotidianos.  La  Palabra  de 
Dios  (encuentro  de  la  vida  con  la  Biblia)  se  toma  liberadora,  se  van  valorizando  sus 
mitos  y sus  ritos;  pero,  al  mismo  tiempo,  se  va  ayudando  a recuperar  todo  el  senti- 
do liberador  y humanizador  de  la  Biblia.  El  evangelio  enriquece  la  cultura;  pero,  de 
la  misma  forma,  la  cultura  enriquece  el  evangelio.  Se  comienza  a descubrir  las  gran- 
des semejanzas  entre  las  culturas  indígenas  y el  mundo  de  la  Biblia  (la  cuestión  de 
la  tierra,  las  estructuras  sociales  tribales,  la  sabiduría,  las  prácticas  de  reciprocidad, 
etc.) 

• Entre  los  principales  elementos  culturales  que  se  han  destacado  en  ese  diá- 
logo del  mundo  indígena  con  la  Biblia,  encontramos: 

• La  tierra,  la  Pachamama.  Se  encuentran  muchas  semejanzas  en  la  Biblia  y 
en  la  cultura,  destacando  a pesar  de  las  diferencias  históricas,  el  amor  a la  tierra,  la 
comunicación  de  Dios  a través  de  la  naturaleza,  la  tierra  como  don  de  Dios  (a  él  le 
pertenece),  por  tanto  no  puede  ser  vendida  la  “propiedad”  colectiva  de  la  tierra.  Sin 
tierra  se  destruye  la  vida,  porque  se  rompe  la  relación  con  Dios,  con  la  naturaleza  y 
con  los  hermanos;  por  eso  la  tierra  siempre  será  promesa.  La  Pachamama  encierra 
el  alma  indígena  y en  ella  se  encuentra  la  expresión  de  Dios66. 

• La  centralidad  de  la  familia  ampliada  (la  mispajah  en  la  Biblia,  Ayllu  en  los 
pueblos  indios  andinos)  es  central  en  la  constitución  de  los  indios  andinos,  como  lo 

1 r>^  Victoria  Carrasco.  "Antropología  indígena  y bíblica  - ‘Chaquiñan’  andino  y Biblia”.  En:  RIBLA. 
no.26  (1997),  op.  cit.,  p.24-25. 

Pablo  Richard.  "Interpretación  de  la  Biblia  desde  las  culturas  occidentales”.  En:  RIBLA.  no.26,  op. 
cit.,  p.46. 

6 ? Humberto  Ramos  S.  "Biblia  y cultura”.  En:  RIBLA.  no.26,  op.  cit.,  p.  1 1 . 

^ Ibid.,  p.13. 

^ José  Luis  Calvillo  E.  “La  palabra  de  Yavé,  de  Ezequiel  a Chiapas”.  En:  RIBLA.  no.26,  op.  cit., 

pin. 

oo  \feftwria  ¡i j Encuentro  Continental  de  Animación  Bíblica,  op.  cit.,  p.55. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


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fue  en  los  orígenes  de  Israel.  A pesar  de  las  obvias  diferencias,  tanto  en  la  Biblia  co- 
mo en  las  culturas  indias,  los  animales  y la  tierra  forman  parte  de  la  familia  exten- 
sa; igual  ocurre  con  el  papel  religioso  y social  de  las  fiestas,  con  las  relaciones  de 
parentesco,  con  la  autoridad  de  los  ancianos  (los  padres  o patriarcas  en  el  Israel  tri- 
bal), con  las  alianzas  comunitarias  o intertribales,  la  ausencia  de  propiedad  privada, 
la  ayuda  mutua  o reciprocidad,  etc.67. 

• Un  elemento  bien  importante  es  la  compresión  del  tiempo  y del  espacio 68. 
Aunque  poco  se  han  trabajado  a nivel  bíblico,  las  culturas  indígenas  nos  aportan  una 
concepción  que  nos  pueden  ayudar  a comprender  mejor  los  textos  bíblicos. 

• La  lectura  indígena69  parte  de  la  cultura  del  maíz,  de  las  costumbres  ances- 
trales de  uso,  almacenamiento  y sentido  religioso.  La  coca  es  el  otro  elemento  arti- 
culador  y principio  de  la  comunidad  (cultura  de  la  coca). 

• Otros  elementos : la  ética  comunitaria,  el  mundo  de  la  reciprocidad,  la  orali- 
dad  y el  carácter  simbólico/mítico  de  las  tradiciones  (la  minga  en  los  pueblos  indí- 
genas, el  goelazgo  en  el  mundo  del  Israel  tribal). 

• Un  presupuesto  central  es  la  compresión  de  Dios  y de  su  revelación.  Se  par- 
te del  convencimiento  de  que  en  las  culturas  indígenas  se  da  una  revelación  plena, 
significativa  y profunda  de  Dios.  El  Dios  (o  los  Dioses)  en  las  culturas  indígenas, 
conocidos  desde  hace  milenios,  son  reconocidos  en  el  Dios  que  les  muestra  la  lec- 
tura de  los  textos  bíblicos.  Su  identidad  como  andinos,  es  fortalecida  por  la  Palabra 
Cristiana70.  Al  mismo  tiempo,  la  teología  indígena,  ha  ayudado  a enriquecer  las  re- 
presentaciones del  Dios  cristiano  (el  caso  de  la  recuperación  de  un  Dios  ligado  a la 
tierra). 

• En  la  lectura  que  se  hizo  de  la  carta  a Filemón,  se  destacó  con  bastante  fuer- 
za el  papel  del  anciano  como  autoridad  moral. 

2.5.  Otras  hermenéuticas 

En  este  punto  es  de  justicia  mencionar  otras  dos  hermenéuticas  que  también 
han  comenzado  a abrirse  camino:  la  hermenéutica  urbana  y la  infantil.  La  primera 
fue  presentada  en  el  III  Encuentro  Continental;  sin  embargo  todavía  no  ha  tenido  es- 
pacios de  expresión  a través  de  publicaciones  con  una  cobertura  amplia  como  RI- 
BLA,  aunque  sabemos  de  algunos  esfuerzos  por  leer  la  Biblia  desde  la  perspectiva 
multifacética  de  las  grandes  ciudades,  especialmente  a partir  de  la  marginación  y po- 
breza urbana  y de  los  espacios  intermedios  que  permiten  una  expresión  de  las  diver- 
sas culturas  (la  de  origen  campesino,  los  jóvenes,  los  habitantes  de  la  calle,  etc.)71. 

La  hermenéutica  infantil  no  estuvo  representada  en  el  III  Encuentro  Conti- 
nental, aunque  sabemos  de  algunos  esfuerzos  más  locales  por  reflexionar  la  carta  a 


6?  Victoria  Carrasco,  op.  cit.,  p.30-3 1 . 

^ Ibid.,  p.34.  Es  bien  interesante  la  reflexión  que  nos  proponen.  . 

69  Memoria  III  Encuentro  Continental  de  Animación  Bíblica , op.  cit.,  p.55. 

^ Diego  Irarrázabal.  “Interpretación  andina  con  la  Palabra  y Dios”.  En:  RIBLA.  no.26,  op.  cit.,  p.64- 
65. 

^ Memoria  lll  Encuentro  Continental  de  Animación  Bíblica,  op.  cit.,  p. 45-49.  El  no. 4 de  la  Revista 
Bíblica  Andina  hay  una  intento  por  relacionar  “Biblia  y ciudad”.  Es  necesario  mencionar  los  trabajos 
de  Carmina  Navia  en  Cali,  Colombia;  un  ejemplo;  “El  profeta  Isaías:  una  miradas  a la  ciudad”.  En: 
Utopías,  no.49  (oct.  1997),  p. 22-27 . 


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FRANCISCO  REYES  ARCHILLA,  Hermenéutica  y Exégesis:  Un  diálogo  necesario 


Filemón  desde  esta  perspectiva72.  Hay  que  resaltar  algunos  esfuerzos  por  acercarnos 
a la  Biblia  desde  la  óptica  de  la  infancia73,  por  generar  algunos  espacios  de  articula- 
ción, encuentro  y reflexión  en  torno  a esta  hermenéutica.  Es  una  lectura  hecha  des- 
de el  corazón  y el  cuerpo  de  los  niños  y las  niñas.  Entre  otros  propósitos,  está  inte- 
resada en  destacar  la  presencia  o ausencia  de  ellos  y ellas  en  la  Biblia,  rescatar  los 
textos  donde  ellos  y ellas  aparecen  (que  son  relativamente  pocos),  hacerlos/las  visi- 
bles allí  donde  no  son  mencionados,  recuperar  el  sentido  liberador  de  los  textos 
usualmente  utilizados  para  mantener  el  dominio  de  los  adultos,  con  el  interés  de  que 
ayude  a crear  nuevas  relaciones  sociales  en  donde  los  niños  y las  niñas  jueguen  un 
papel  protagónico.  También  se  lee  la  Biblia  para  demostrar  la  importancia  que  tie- 
nen los  niños  para  una  mejor  compresión  de  los  pasajes  bíblicos,  para  rescatar  algu- 
nas categorías  hermenéuticas  como  la  imaginación,  los  sueños,  el  juego,  etc.  Sin 
embargo,  lo  más  importante  (y  a la  vez  el  desafío  más  grande)  es  hacer  una  lectura 
desde  sus  propias  formas  de  ver,  de  sentir  y de  valorar  el  mundo  que  los  rodea.  Se 
trata  de  que  al  animador  bíblico  se  coloque  en  su  lugar  (en  el  sentido  de  empeque- 
ñecerse), de  sentirlos,  verlos  y valorarlos,  cuando  se  hace  la  lectura  de  cualquier  re- 
lato. Pero  el  propósito  primordial  y el  ideal  es  que  ellos/ellas  lleguen  a ser  sujetos 
de  su  propia  lectura  de  la  Biblia. 

2.6  - Algunas  conclusiones 

Estas  contribuciones  e intuiciones  a pesar  de  ser  todavía  muy  embrionarias, 
han  sido  muy  proféticas  y alentadoras.  Sabemos  que  son  esfuerzos  que  todavía  no 
son  apropiados  y manejados  completamente  por  las  comunidades  y grupos  (lo  que 
es  comprensible,  pues  eso  debe  ser  el  fruto  de  un  largo  caminar),  pero  que  nos  co- 
mienzan a mostrar  en  unos  casos  rupturas,  en  otros  desplazamientos  muy  significa- 
tivos en  relación  a los  presupuestos  epistemológicos  que  alimentan  todavía  nuestra 
hermenéutica  y exégesis  bíblica.  Esto  no  significa  una  negación  de  estos  presupues- 
tos, sólo  que  ahora  la  referencia  a ellos  empieza  a ser  más  crítica. 

Los  aportes  de  cada  una  de  las  hermenéuticas  todavía  son  considerados  muy 
sectoriales  o regionales,  propios  de  cada  una  de  las  hermenéuticas;  sin  embargo,  se 
comienza  a reconocer  que  pueden  enriquecer  a las  demás  hermenéuticas.  Son  apor- 
tes, y esto  es  más  comprensible,  que  todavía  no  se  integran  en  la  labor  más  exegética. 

Queremos  destacar  algunos  de  los  principales  aportes,  que  son  la  vez  verda- 
deros desafíos  para  la  exégesis  bíblica  que  hacemos  en  América  Latina  y el  Caribe: 


'7-  Ver  a propósito  la  mención  a este  tipo  de  lectura  en:  Bibliografía  Bíblica  Latinoamericana,  op.  cit., 
v.6,  p.84,  v.5,  p.78.  Aunque  se  presentan  algunos  artículos  sobre  niños  (v.7,  p.465),  todavía  no  apare- 
ce bajo  el  título  de  lectura  o hermenéutica  infantil. 

73  Mencionamos  sólo  algunos  de  los  que  conocemos:  de  Nancy  Cardoso  Pereira.  “Piedras,  caja  y pa- 
pel. Leyendo  la  Biblia  con  los  niños”.  En:  Revista  Bíblica  Andina.  Quito:  Centro  Bíblico  Verbo  Divi- 
no, no. 3 (feb.  1994),  p.39-41;  “La  profecía  y lo  cotidiano:  La  mujer  y el  niño  en  el  ciclo  del  profeta 
Eliseo”.  En:  RIBLA.  San  José:  DEI.  no.14  (1993) , p.7-21;  "O  messias  precisa  sempre  ser  crianza”.  En: 
RIBLA.  Petrópolis:  Vozes.  no. 24  (1996/2),  p.  18-26;  Francisco  Reyes  A.  “Volver  a ser  como  niños  - 
Una  hermosa  utopía”.  En:  RIBLA.  no. 24.  (1996/2).  Quito:  RECU;  “Y  al  entrar  en  la  casa,  vieron  al  ni- 
ño... Un  acercamiento  al  evangelio  de  Mateo  a partir  de  los  niños”.  En:  RIBLA.  no. 27  (1997/2),  Qui- 
to: RECU;  Fernando  Torres  M.  “Eliseo,  una  pedagogía  de  la  ternura”.  En:  Vida  y Pensamiento,  v.17/1, 
(jun.  1997),  San  José:  UBL,  p.75-95. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


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• Es  una  lectura  que  brota  de  la  realidad  compleja  de  los  sujetos  sociales:  de 
sus  situaciones  de  opresión  y exclusión;  de  sus  luchas,  su  resistencia,  sus  propias 
maneras  de  ver  y comprender  el  mundo.  Hay  un  desplazamiento  de  lo  general  a lo 
particular  y específico,  especialmente  en  relación  a los  sujetos.  La  experiencia  de  la 
lectura  de  la  Biblia  en  medio  de  las  comunidades  (tanto  a nivel  exegético  como  her- 
menéutico)  a partir  de  esta  realidad,  es  el  mayor  criterio  de  autoridad  epistemológi- 
ca y pedagógica  de  estas  hermenéuticas.  La  fidelidad  fundamental  es  a la  vida , des- 
de ahí  se  recrean  las  diferentes  mediaciones  tanto  teóricas  como  prácticas.  Esto  es 
importante  para  poder  juzgar  la  utilización  de  teorías  y métodos  originados  princi- 
palmente en  el  “primer  mundo”. 

• Ha  sido  importante  tomar  conciencia  de  la  manera  cómo  se  ha  interpretado 
la  Biblia  (patriarcal,  racista,  occidental,  adulta);  pero  también  se  reconoce  una  pau- 
latina reapropiación  de  la  Biblia  por  parte  de  las  comunidades  y en  concreto  por  los 
sujetos  sociales  específicos.  Los  aportes  que  se  comienzan  a vislumbrar  como  una 
novedad,  a nivel  hermenéutico  y exegético,  han  brotado  de  la  práctica  de  acompa- 
ñamiento de  la  lectura  de  la  Biblia  junto  con  comunidades,  grupos  y experiencias  bí- 
blicas, especialmente  a partir  de  los  sujetos  específicos.  Hay  un  replanteamiento  ge- 
neral del  significado  de  la  autoridad  bíblica  como  Palabra  de  Dios.  Esta  última  se 
comprende  especialmente,  a partir  de  la  vida. 

• Aparece  un  sinnúmero  de  nuevas  mediaciones  hermenéuticas : El  cuerpo  (la 
palabra,  los  gestos,  las  danzas,  los  sentidos,  la  sexualidad,  el  placer,  etc.),  los  senti- 
mientos, la  cultura  (la  tierra,  los  símbolos,  mitos  y ritos  religiosos,  las  tradiciones  re- 
ligiosas y culturales,  lo  festivo  y lo  lúdico,  la  solidaridad,  etc.),  la  comunidad,  el  sig- 
nificado del  tiempo  y del  espacio,  etc.  Hay  un  desplazamiento  de  lo  meramente  ob- 
jetivo a lo  subjetivo,  de  lo  exclusivamente  racional  a lo  corporal  y afectivo,  de  lo  pu- 
ramente político  a lo  cultural,  del  lenguaje  escrito  a los  símbolos  y mitos.  Este  des- 
plazamiento implica  un  enriquecimiento  y no  una  negación  de  las  mediaciones  an- 
teriores. 

• Hay  nuevos  criterios  o herramientas  para  poder  entrar  en  la  Biblia  y escar- 
bar en  ella  los  sentidos  de  vida  para  nosotros  hoy:  La  sospecha,  la  imaginación,  los 
sueños,  las  intuiciones,  las  preguntas  específicas,  el  juego,  la  danza,  los  cantos,  la 
poesía,  etc.  Es  evidente  el  desplazamiento  de  lo  objetivo  a lo  subjetivo,  de  lo  cien- 
tífico a lo  artístico. 

• Esta  experiencia  de  contacto  directo  con  el  texto  y con  la  vida,  ha  comenza- 
do a ser  el  nuevo  criterio  pedagógico  de  autoridad,  que  fundamenta  la  exégesis  y la 
hermenéutica  bíblica.  En  este  sentido  hay  un  desplazamiento  muy  significativo.  Ya 
no  es  la  autoridad  que  nos  brindan  los  grandes  métodos  exegéticos  (y  los  exégetas) 
del  “primer”  mundo,  lo  que  justifica  la  validez,  la  seriedad,  la  pertenencia  y la  pro- 
fundidad de  la  exégesis  que  hacemos.  Indudablemente  reconocemos  su  influencia  en 
la  exégesis  latinoamericana,  su  importancia  y la  riqueza  de  sus  aportes.  Seguramen- 
te seguiremos  acudiendo  a ellos,  pero  de  una  manera  pedagógica  diferente.  Quere- 
mos depender  más  de  nuestra  propia  creatividad  que  de  los  comentarios  de  los  gran- 
des exégetas.  Aquí  podemos  hablar  de  una  ruptura  pedagógica  muy  profunda,  con 
alcances  todavía  inimaginables. 

• Finalmente,  hay  mediaciones  y actitudes  teóricas  nuevas  (epistemológicas), 
especialmente  en  lo  relacionado  con  las  teorías  de  género.  A partir  de  estas  teorías, 
pero  especialmente  releídas  a la  luz  de  las  luchas  de  las  mujeres,  se  ha  comenzado 


28 


FRANCISCO  REYES  ARCHILLA.  Hermenéutica  y Exégesis:  Un  diálogo  necesario 


a desestructurar  los  paradigmas  patriarcales  de  interpretación  de  la  Biblia74.  En  este 
punto  podemos  hablar  del  comienzo  de  una  ruptura  epistemológica  en  la  hermenéu- 
tica liberadora  de  la  Biblia  mucho  más  profunda  de  lo  que  ha  sido  hasta  ahora. 

• Es  importante  destacar  también  el  esfuerzo  por  dialogar  los  métodos  tradi- 
cionales de  hacer  exégesis,  aunque  ciertamente  instrumentalizados  y recreados  pro- 
fundamente a partir  de  los  intereses  de  cada  una  de  las  hermenéuticas  y de  las  nue- 
vas mediaciones  hermenéuticas.  Se  reconoce  también  la  necesidad  de  crear  y apro- 
piarse de  herramientas  nuevas,  propias  y adecuadas  a la  labor  exegética,  que  se  ha- 
ce desde  cada  una  de  las  hermenéuticas. 

• Hay  un  cuestionamiento,  tal  vez  no  generalizado,  a los  viejos  paradigmas 
con  que  hemos  leído  la  Biblia  (patriarcales,  racionalista,  modernos,  etc.);  al  mismo 
tiempo,  se  percibe  la  necesidad  de  nuevos  paradigmas  que  nos  ayuden  a hacer  una 
lectura  de  la  Biblia  coherente  con  las  necesidades  e intereses  de  los  sujetos  sociales 
específicos. 

Podemos  concluir  que  las  rupturas,  con  relación  a la  hermenéutica  liberadora 
de  la  Biblia  centrada  en  el  pobre  como  sujeto  histórico,  comienzan  a darse  funda- 
mentalmente a nivel  epistemológico  y pedagógico;  mientras  que  en  relación  a los 
ejes  y a las  mediaciones  hermenéuticas  es  mejor  hablar  de  desplazamientos,  en  este 
sentido,  insistimos,  es  un  enriquecimiento  y recreación  de  los  presupuestos  herme- 
néuticos  iniciales. 

3.  Desafíos  y perspectivas  que  brotan  desde  las  hermenéuticas 
específicas 

Queremos  destacar  algunos  de  los  desafíos  que  explícita  e implícitamente 
brotaron  del  III  Encuentro  Continental  y que  podemos  constatar  en  el  anterior  pano- 
rama: 

Uno  de  los  vacíos  que  con  mayor  fuerza  se  percibió  fue  el  desfase  entre  her- 
menéutica y exégesis  en  la  lectura,  que  las  comunidades  o grupos  bíblicos  popula- 
res están  haciendo  de  la  Biblia.  Los  presupuestos  hermenéuticos  que  se  evidencia- 
ron en  el  Encuentro  mostraban  mucha  riqueza,  especialmente  cuando  la  interpreta- 
ción de  los  textos  se  hace  desde  lo  que  hemos  llamado  sujetos  específicos;  la  rique- 
za es  indudablemente  sorprendente.  Podemos  hablar  de  la  construcción  de  una  her- 
menéutica propia,  nuestra,  que  ha  brotado  de  nuestras  propias  experiencias.  Sin  em- 
bargo (y  en  cierta  manera  algo  lógico),  no  ocurre  de  igual  manera  con  la  exégesis. 
Prácticamente  no  hay  una  exégesis  propia,  nuestra,  que  hayamos  creado  a partir  de 
nuestras  propias  experiencias,  y que  acompañe  o fundamente  las  intuiciones  que 
brotan  de  las  hermenéuticas. 

Lo  cierto  es  que  hay  un  cortocircuito  entre  exégesis  y hermenéutica  en  la  lec- 
tura de  la  Biblia  que  hacemos  en  América  Latina,  por  lo  menos,  así  lo  percibimos  en 
el  III  Encuentro  Continental.  Se  planteó,  por  tanto,  la  necesidad  de  articular  mucho 
más  la  exégesis  a las  hermenéuticas  específicas  y de  recrear  los  métodos  de  exége-  ' 
sis  utilizados,  de  acuerdo  a los  nuevos  desafíos  y necesidades  que  brotan  de  las  her- 
menéuticas específicas.  Se  expuso  esta  necesidad,  entre  otras  razones,  por  los  gran- 


Pablo  Richard.  “La  Biblia  en  manos  del  pueblo  de  Dios”,  op.  cit.,  p.  192.  Este  artículo  nos  mués-  : 
tra  otros  cambios  de  paradigmas. 


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des  vacíos  que  a nivel  exegético  se  percibieron  en  el  encuentro.  A pesar  de  los  es- 
fuerzos pioneros  que  hemos  querido  resaltar  en  este  artículo,  queda  todavía  la  im- 
presión de  que  la  labor  exegética  (específicamente  las  herramientas  metodológicas), 
en  la  mayoría  de  los  casos  va  por  un  camino  paralelo  a la  hermenéutica  bíblica,  y 
que  a pesar  de  tener  algunos  puntos  de  confluencia  y encuentro,  todavía  no  es  apro- 
piada por  las  comunidades. 

Este  cuestionamiento  nace  de  la  práctica  y la  experiencia  de  la  lectura  de  la 
Biblia.  Desde  esta  perspectiva  se  entiende  la  relación  exégesis  - hermenéutica  como 
un  diálogo  de  palabras.  Pero  para  que  esto  sea  posible,  tenemos  que  ayudar  a que  la 
Biblia  exprese  una  palabra  eficaz,  capaz  de  dialogar  con  las  palabras  que  provienen 
de  la  vida,  de  las  luchas  de  las  mujeres,  de  las  culturas,  etc.  En  este  sentido  tampo- 
co se  trata  de  una  mera  utilización  de  los  métodos  tradicionales  de  hacer  exégesis, 
se  trata  de  recrearlos  profundamente,  lo  que  supone  en  ciertos  casos  una  ruptura  ma- 
yor de  la  que  se  ha  dado  hasta  ahora;  y por  otro  lado,  supone  una  propuesta  creati- 
va a nivel  de  la  exégesis.  Una  nueva  manera  de  hacer  exégesis,  desde  otros  presu- 
puestos antropológicos,  epistemológicos,  pedagógicos,  etc. 

Esto  implica,  entre  otras  cosas,  recrear  los  métodos  exegéticos  a partir  de  los 
desafíos  que  brotan  a nivel  hermenéutico  y,  en  concreto,  de  las  cuestiones  de  géne- 
ro, de  las  culturas,  de  la  dimensión  corporal,  de  lo  subjetivo,  etc.  Es  necesario  inte- 
grar dentro  del  método  mismo  estos  elementos,  de  tal  manera  que  la  exégesis  se  pue- 
da adecuar  a la  hermenéutica  (y  no  lo  contrario).  Esto  es  posible,  si  al  mismo  tiem- 
po, se  hace  una  revisión  crítica  de  los  presupuestos  epistemológicos  que  maneja  la 
exégesis  latinoamericana,  en  la  mayoría  de  los  casos. 

Otros  desafíos  que  brotaron  en  el  III  Encuentro  Continental,  muy  relaciona- 
dos con  lo  anterior,  fueron  los  siguientes: 

• La  necesidad  de  diálogo  entre  las  hermenéuticas  específicas.  Esto  permiti- 
ría un  enriquecimiento  mutuo  y el  poder  encontrar  algunos  puntos  de  encuentro  . 

• Desarrollar  una  hermenéutica  de  género  que  integre  al  varón  explícitamen- 
te en  la  interpretación  de  los  textos.  Eso  implica  que  como  varones,  nos  animemos 
a leer  los  textos  bíblicos,  conscientes  de  nuestra  mirada  de  género. 

• La  necesidad  de  articular  Biblia  y cultura (s),  que  permita  un  diálogo  e ilu- 
minación recíproca  entre  la  Palabra  bíblica  y la  Palabra  proveniente  de  las  culturas. 
Se  busca  una  lectura  de  la  Palabra  realmente  inculturada. 

• Además,  es  necesaria  una  verdadera  reapropiación  o socialización  de  los 
instrumentos  metodológicos  del  quehacer  exegético. 

• La  necesidad  de  articular  Biblia  y pedagogía. 


75  Aunque  ya  encontramos  algunos  ejemplos  que  comienzan  a articular  más  de  una  hermenéutica. 
Nos  vienen  a la  cabeza  los  trabajos  de  Nancy  Cardoso  Pereira  que  intenta  relacionar  la  situación  y el 
protagonismo  de  las  mujeres  con  los  niños,  ver  por  ejemplo:  “La  profecía  y lo  cotidiano:  La  mujer  y 
el  niño  en  el  ciclo  del  profeta  Eliseo”.  Maricel  Mena  L.  hace  un  esfuerzo  por  leer  la  Biblia  desde  las 
mujeres  negras,  ver:  “Mujer  negra  y Biblia”.  En:  Con  entrañas  de  mujer  - Una  nueva  manera  de  leer 
la  Biblia.  Antología  de  hermenéutica  bíblica  feminista.  Bogotá:  CEDEBI,  en  proceso  de  edición.  Ver 
María  Cristina  Ventura  y Denisse  Pichardo.  “Experiencia  de  la  lectura  bíblica  desde  la  perspectiva  de 
la  mujer  negra”.  En:  RIBLA.  no.25,  op.  cit.,  p.76-86. 


30 


FRANCISCO  REYES  ARCHILLA,  Hermenéutica  y Exégesis:  Un  diálogo  necesario 


Hay  otros  desafíos  que  van  apareciendo,  pero  que  todavía  no  son  asumidos 
por  la  Hermenéutica  Bíblica  Latinoamericana  de  una  manera  explícita,  generaliza- 
da y metódica,  a pesar  de  que  no  han  estado  totalmente  ausentes  en  la  reflexión  Bí- 
blica, por  ejemplo:  la  cuestión  intergeneracional  (jóvenes  y ancianos),  la  lectura 
pentecostal  de  la  Biblia,  algunos  temas  como  los  Derechos  Humanos,  los  problemas 
ecológicos,76  el  desplazamiento  forzado  de  grupos  humanos  (migrantes),  las  relacio- 
nes con  la  Educación  Popular.  Es  importante  reconocer  el  avance  que  se  ha  dado  a 
nivel  de  la  reflexión  sobre  la  hermenéutica  protestante77  y judía™,  como  una  muestra 
de  una  hermenéutica  que  es  y quiere  ser  ecuménica,  aunque  todavía  falte  generali- 
zar aún  más  la  reflexión. 

4.  Algunas  razones  que  nos  ayudan  a explicar  el  cortocircuito 
entre  exégesis  y hermenéutica 

4.1.  A nivel  epistemológico 

El  problema  fundamental,  creemos  que  se  debe  más,  a los  presupuestos  teó- 
ricos (epistemológicos,  pedagógicos,  filosóficos ) que  orientan  los  métodos  de  exé- 
gesis. Todavía  pesan  mucho,  los  presupuestos  teóricos  y metodológicos  de  la  exége- 
sis elaborada  en  el  primer  mundo.  No  es  que  queramos  menospreciarla  ahora  o que 
no  reconozcamos  sus  grandes  aportes  o su  influencias  en  la  interpretación  de  la  Bi- 
blia. Al  contrario,  reconocemos  la  validez  de  este  rica  tradición;  pero  nos  relaciona- 
mos con  ella  de  una  manera  crítica,  a partir  de  nuestra  realidad.  En  este  sentido,  he- 
mos dependido  más  de  una  relectura,  ciertamente  crítica  y creativa,  de  estos  méto- 
dos de  la  exégesis,  realizada  en  el  “primer”  mundo  (especialmente  los  llamados  mé- 
todos históricos  críticos  y los  sociológicos),  sin  cuestionar  a fondo  sus  presupuestos 
epistemológicos  y hermenéuticos.  La  fidelidad  la  definimos,  en  relación  a nuestra 
realidad  y no  tanto  a los  métodos  exegéticos  originados  en  el  llamado  primer  mun- 
do. Este  criterio  es  fundamental  para  poder  juzgar  nuestra  relación  con  estos  méto- 
dos. Nuestra  exégesis  indudablemente  los  ha  adoptado  y adaptado  a las  necesidades 
y las  exigencias  que  brotan  de  la  realidad  latinoamericana.  Pero  creemos  que  hay 
que  dar  un  paso  más:  crear  nuestros  propios  métodos  de  exégesis,  con  otros  presu- 
puestos epistemológicos,  hermenéuticos,  con  otros  lenguajes,  con  otras  mediacio- 
nes, etc. 

Con  la  dominación  y absolutización  de  la  cultura  y de  la  filosofía  occidental, 
la  palabra  fue  entendida  más  como  concepto  (logos)  o razón79.  Esta  comprensión 
cobró  fuerza  como  la  única  manera  válida  y verdadera  para  comprender  o explicar 


^ El  no.21  de  RIBLA  fue  dedicado  a este  tema  tan  actual;  sin  embargo  falta  asumirlo  con  una  ma- 
yor atención.  En  el  v.5  (1992)  de  la  Bibliografía  Bíblica  Latinoamericana  se  dedica  un  espacio  signi- 
ficativo a este  tema,  p.39-43. 

^ En  el  v.6  (1993)  de  la  Bibliografía  Bíblica  Latinoamericana  se  dedica  un  espacio  significativo  a 
este  tema,  p.51-53. 

^ En  los  v.5  (1992),  p.433;  pero  especialmente  en  el  v.7  (1994)  de  la  Bibliografía  Bíblica  Lalinoa-  \ 
menearía  se  dedica  un  espacio  representativo  a este  tema,  p. 38-45. 

^ Aquí  seguimos  fundamentalmente,  aunque  con  algunos  cambios,  la  reflexión  presentada  en  torno 
a este  tema  en:  Reyes  A.,  Francisco.  Hagamos  vida  la  Palabra  - Aportes  para  una  lectura  comunita- 
ria de  la  Biblia.  Bogotá:  CEDEBI,  1997,  p.l  18-123. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA 


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la  realidad.  Este  modelo  de  interpretación  o paradigma  determinó  por  siglos  la  ma- 
nera de  hacer  ciencia  y,  en  consecuencia,  la  manera  de  hacer  exégesis.  La  exégesis 
tradicional  bebe  de  este  paradigma  cardinal,  como  reacción  al  fundamentalismo,  al 
dogmatismo  y a una  lectura  antropológica  muy  genérica  e idealista.  Valoramos  los 
grandes  aportes  que  se  hicieron  y que  se  continúan  haciendo  desde  ese  paradigma. 
Muchos  de  nosotros  nos  formamos  a su  sombra. 

Los  métodos  llamados  histórico-críticos,  por  ejemplo,  se  han  preocupado  por 
determinar  el  proceso  histórico  de  redacción  de  los  escritos  bíblicos,  con  el  fin  de 
determinar  lo  “histórico”  (escondido  por  el  fundamentalismo  y el  dogmatismo)  pro- 
piamente dicho  del  texto,  como  una  forma  necesaria  para  poder  comprender  el  men- 
saje del  texto  (o  la  intención  original  del  autor).  Para  lograrlo  es  necesario  ubicar  el 
texto  en  el  contexto  vital  en  que  fue  escrito.  Los  criterios  utilizados  son  los  de  la 
ciencia  moderna,  tales  como  la  verificación,  la  coherencia,  la  demostración,  la  pre- 
cisión, etc.;  esto  es  lo  que  lo  define  como  un  método  crítico,  precisamente,  “porque 
opera  con  la  ayuda  de  los  criterios  científicos  tan  objetivos  como  sea  posible  en  ca- 
da uno  de  los  pasos”80. 

Los  métodos  estructurales,  en  términos  generales,  buscan  comprender  el  sen- 
tido de  un  relato,  a partir  del  texto  como  un  todo  (sincronía)  y de  sus  estructuras  li- 
terarias (narrativas  o profundas),  de  acuerdo  a unos  principios  y mecanismos  lin- 
güísticos muy  precisos.  Muchas  veces  se  limita  a un  análisis  eminentemente  litera- 
rio o formal  del  texto. 

“...los  métodos  histórico-críticos  y la  exégesis  estructuralista  nos  ponen  en  el 
mismo  plano:  en  el  de  la  compresión  y explicación  racional,  ‘científica’,  por  así  de- 
cirlo, del  texto”81. La  utilización  de  estos  métodos  ha  orientado  y conducido  a las 
iglesias  en  el  estudio  de  los  textos  bíblicos,  enfatizando  especialmente  el  sentido  li- 
terario (formal  e inmanente)  e histórico  (historicista),  condicionados  por  un  enfoque 
o un  paradigma  conceptual  y racionalista.  Desde  esa  perspectiva  se  ha  querido  con- 
trolar y,  por  regla  general,  despreciar  otras  maneras  de  comprender  el  sentido  del 
texto.  Estos  métodos  han  mostrado  cierta  incapacidad  para  poder  captar  y desarro- 
llar otras  posibilidades  de  sentido. 

La  teología  actual,  incluida  la  exégesis  y la  teología  hecha  en  América  Latina 
ha  tenido,  en  muchos  casos,  como  paradigma  teórico  este  modelo  de  interpretación 
conceptual  y racionalista.  Sigue  predominando  en  nuestra  exégesis  un  enfoque  his- 
tórico. La  exégesis  y la  teología  bíblica  en  América  Latina  la  mayoría  de  las  veces, 
tienen  más  elementos  de  continuidad  con  estos  métodos  que  rupturas. 

Anotemos  algunas  de  la  características  de  esta  racionalización  extrema  de  la 
exégesis: 

• El  desconocimiento,  menosprecio,  olvido  o subordinación  del  mundo  míti- 
co/simbólico, considerado  como  “ilusión”  o como  una  interpretación  mágica,  pre- 
científica y distorsionada  de  la  realidad  y,  por  tanto,  impertinente  como  medio  para 
conocer  la  realidad  o la  historia  que  está  detrás  del  texto.  Cuando  se  tiene  en  cuen- 
ta el  mito,  éste  es  considerado  meramente  como  un  ropaje  ( que  recubre  y oculta)  del 


80  Pontificia  Comisión  Bíblica.  La  interpretación  de  la  Biblia  en  la  iglesia.  Madrid:  PPC.  1994,  p.36. 

81  Alberto  Ramírez  Z.  “La  hermenéutica  bíblica  más  allá  de  los  métodos  histórico-criticos”.  Bogotá: 
Encuentro  nacional  de  exégetas  y teólogos  bíblicos  católicos  (oct  1995).  Ponencia,  p.9. 


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FRANCISCO  REYES  ARCHILLA.  Hermenéutica  y Exégesis:  Un  diálogo  necesario 


cual  hay  que  despojarse  para  llegar  al  núcleo  histórico  y al  mensaje  del  texto  (des- 
mitologizar).  En  otros  casos,  el  mito  se  reduce  a una  etiología,  entendida  como  un 
recurso  literario  que  busca  esclarecer  el  origen  o la  causa  de  algo  existente.  “Es  un 
hecho  obvio  que  la  racionalidad  occidental  creció  simultáneamente  con  el  sacrificio 
de  la  dimensión  mítica  [subrayado  nuestro]  de  la  religión  y del  cristianismo,  con  el 
sacrificio  de  la  racionalidad  integral  propia  especialmente  de  fenómenos  como  és- 
tos”82. Por  tanto,  se  hace  una  exégesis  demasiado  conceptual  e intelectual,  que  está 
lejos  de  hacer  “arder  nuestros  corazones”.  Se  percibe  su  limitación,  cuando  quere- 
mos por  ejemplo,  hacer  una  lectura  de  la  Biblia  desde  la  cultura  indígena,  donde  los 
símbolos  y los  mitos  son  las  mediaciones  fundamentales  para  comprender  su  iden- 
tidad y el  mundo  que  los  rodea. 

• Esta  actitud  negativa  con  relación  al  símbolo,  ha  conllevado,  por  un  lado,  a 
un  desplazamiento  de  la  compresión  unitaria  de  la  persona  y el  mundo,  que  caracte- 
riza al  pensamiento  simbólico-mítico;  por  otro  lado,  se  genera  una  visión  dualista  del 
mundo,  de  la  historia  y de  ser  humano,  estableciendo  una  separación  fundamental- 
mente entre  lo  “profano”  y lo  “sagrado”,  conduciendo  a otros  dualismos  o separacio- 
nes: clérigos,  laicos;  cuerpo,  alma;  oficios  masculinos,  oficios  femeninos;  razón,  co- 
razón; etc.  Esta  visión  dualista  afecta  muchas  de  nuestras  creencias  especialmente  re- 
ligiosas, y la  misma  manera  de  acercarnos  al  texto  bíblico83.  Choca  esta  antropología 
no  sólo  con  la  compresión  que  la  cultura  semita  tiene  del  ser  humano,  sino  que  tam- 
bién tropieza  con  la  compresión  que  las  culturas  populares  tradicionales  tienen  de  la 
persona  y específicamente  con  el  valor  que  se  le  quiere  dar  a la  corporeidad. 

• Al  considerar  únicamente  como  válidas  aquellas  formas  precisas,  objetivas 
o “científicas”  de  comprender  el  texto  bíblico  se  pierde  mucha  riqueza.  “Cuánta  ri- 
queza se  ha  sacrificado,  o por  lo  menos  se  ha  mantenido  oculta  y olvidada,  por  nues- 
tra hipertrofia  racional,  que  no  quiere  en  último  término,  comprometerse  más  que 
con  conclusiones  y consecuencias  a nivel  de  lo  racional,  de  lo  científico,  de  lo  obje- 
tivamente histórico”84,  desconociendo  lo  subjetivo  (los  sentimientos,  deseos,  espe- 
ranzas, y en  general  la  experiencia  vital  de  los  grupos  y comunidades  que  dieron  ori- 
gen al  texto)  que  está  expresado  en  los  símbolos  y en  las  narraciones  mitológicas. 
Se  comprueba  también  en  este  punto  su  limitación,  cuando  queremos  por  ejemplo 
hacer  una  lectura  de  la  Biblia  desde  la  realidad  de  género,  donde  lo  subjetivo  y lo 
corporal  son  las  mediaciones  fundamentales  para  poder  reconstruir  las  identidades 
como  mujeres  y varones. 

• No  hay  una  preocupación  por  otras  posibilidades  de  comprensión  del  senti- 
do del  texto  (simbólico,  mítico  o teológico)  más  allá  del  punto  de  vista  histórico  o 
formal.  Se  puede  entender  por  esta  razón,  el  que  no  se  valoren  otros  criterios  como 
la  imaginación,  la  sospecha,  la  intuición,  la  emoción,  los  sueños,  etc.;  generalmen- 
te porque  no  están  de  acuerdo  a los  criterios  objetivos  de  las  ciencias.  Igual  ocurre 
con  el  lenguaje  y las  expresiones  artísticas  populares  diferentes  a la  lógica  racional- 
conceptual,  como  la  poesía,  la  pintura,  la  danza,  etc. 


Alberto  Ramírez  Z,  op.  cit.,  p.  12. 

Para  una  compresión  del  dualismo  introducido  por  la  entronización  del  pensamiento  racionalista 
ver:  Luis  Garagalza.  La  interpretación  de  los  símbolos:  hermenéutica  y lenguaje  en  la  filosofía  actual. 
Barcelona:  Anlhropos,  1990;  Santiago  Guerra.  “Símbolo  y experiencia  espiritual".  En:  Selecciones  de 
Teología,  no.  102  (1987),  p.  1 17-132,  especialmente  p. 32-43. 

^ Alberto  Ramírez,  op.  cit.,  p.  1 3. 


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33 


• La  entronización  del  pensamiento  racional  ha  estado  ligada  e identificada, 
implícitamente  desde  su  origen,  a una  estructura  simbólica  y social  de  tipo  patriar- 
cal, que  condiciona  y orienta  la  comprensión  del  mundo  y las  relaciones  sociales s5. 
El  desconocimiento,  la  negación  y la  exclusión  del  “otro”  y de  la  “otra”  es  conse- 
cuencia de  esa  identificación.  No  es  raro,  pues,  que  los  asuntos  de  género,  raciales 
o ecológicos,  sean  des-considerados  y des-conocidos  como  presupuestos  que  orien- 
tan y condicionan  el  desarrollo  de  las  ciencias.  La  exégesis  “científica”  no  ha  esta- 
do exenta  de  esta  situación.  Es  de  esperar,  por  todo  esto,  que  las  cuestiones  de  gé- 
nero, raza,  edad  o cultura  no  aparezcan  de  manera  explícita  como  elementos  impor- 
tantes que  condicionan  la  compresión  de  los  textos.  El  varón  (adulto,  blanco,  cléri- 
go) y las  estructuras  patriarcales,  implícitamente,  pasaron  a ser  los  únicos  criterios 
válidos  de  interpretación  del  texto  bíblico. 

• Los  paradigmas  racionalistas  se  han  caracterizado  también  por  su  aspecto 
adulto  céntrico,  por  eso  es  compresible  que  asocie  la  imaginación,  el  juego,  los  sen- 
timientos, normalmente  a la  sinrazón,  a la  locura,  a lo  subjetivo  o a lo  supuestamen- 
te “infantil”,  es  decir  al  mundo  de  lo  que  no  es  todavía,  del  engaño,  del  error,  de  lo 
inútil,  de  la  sin-razón  y de  la  fantasía.  No  es  por  acaso  que  la  razón  y la  racionali- 
dad sean  consideradas  en  occidente  como  propias  y constitutivas  del  mundo  adulto. 
Es  en  nombre  de  esta  razón  adulta  que  se  define,  controla,  niega  o se  rechaza  lo  que 
tiene  que  ver  con  el  mundo  infantil. 

Es  evidente  que  las  características  de  los  métodos  actuales  de  hacer  exégesis 
son  incompatibles  con  las  peculiaridades,  necesidades  y énfasis  que  brotan  de  las 
hermenéuticas  específicas.  Ahí  está  la  razón  del  cortocircuito  que  se  genera  entre 
exégesis  y hermenéutica  en  América  Latina. 

4.2.  A nivel  pastoral  y de  animación  bíblica 

En  nuestra  práctica  pastoral  con  las  comunidades,  en  los  cursos  y talleres  bí- 
blicos, y especialmente  cuando  se  trata  de  leer  la  Biblia  desde  las  mujeres,  los  ne- 
gros, los  niños/las  niñas,  se  percibe  como  insuficiente  esta  exégesis,  no  tiene  la  ca- 
pacidad de  responder  a los  nuevos  desafíos  e inquietudes  que  brotan  desde  una  her- 
menéutica más  específica. 

Por  el  testimonio  de  los  animadores  que  asistieron  al  Encuentro  Continental 
se  percibe  que  en  la  mayoría  de  los  espacios  nacionales  y regionales  de  coordina- 
ción y animación  bíblica  no  se  contaba  con  una  presencia  significativa  y activa  de 
los  biblistas-exégetas,  a pesar  del  interés  de  ellos  por  acompañar  el  movimiento  bí- 
blicoM.  Y su  postura  era  contraria  a la  presencia  significativa  de  estos,  en  la  pastoral 
de  acompañamiento  y asesoría  a las  comunidades  y grupos  bíblicos  de  base.  Esto 
también  contribuye  a crear  ese  desfase.  Necesitamos  de  un  mayor  acompañamiento 
de  ellos  a los  espacios  de  articulación  y animación  del  movimiento  bíblico. 


oc  ^ 

José  Beriaín.  “El  patriarcado  y su  simbólica”.  En:  Luis  Garagalza,  op.  cit..  p.  169- 173. 
<56  Memoria  //i  Encuentro  Continental  de  Animación  Bíblica,  op.  cit.,  p.5. 


34 


FRANCISCO  REYES  ARCHILLA,  Hermenéutica  y Exégesis:  Un  diálogo  necesario 


4.3.  A nivel  del  sujeto  y de  los  lenguajes 

Otra  de  las  razones  que  nos  ayudan  a comprender  este  desfase  entre  exégesis 
y hermenéutica  está  a nivel  del  sujeto.  Hay  una  separación  que,  a veces,  se  torna  ca- 
si dualista  en  las  relaciones  cotidianas.  Por  un  lado,  el  exégeta  normalmente  asocia- 
do a la  cátedra,  a la  labor  intelectual,  a los  escritos,  a los  conferencias,  a lo  científi- 
co y lo  objetivo,  etc.  Por  otro  lado  la  comunidad  eclesial  normalmente  asociada  a la 
pastoral,  a los  sacramentos,  a la  meditación,  etc.  El  problema  no  está  en  la  diversi- 
dad de  funciones  o ministerios  al  interior  de  la  comunidad,  cuestión  que  es  necesa- 
ria, sino  en  el  dualismo  que  se  crea  a partir  de  ellas  y por  tanto  en  el  menosprecio 
que  se  genera,  especialmente  frente  a una  labor  más  pastoral,  más  práctica,  a los  len- 
guajes comunitarios,  a las  mediaciones  que  brotan  de  las  culturas,  de  las  relaciones 
sociales,  etc. 

No  sólo  son  dos  lenguajes  diferentes,  sino  que  se  tiende  a menospreciar  en  la 
labor  exegética,  marcada  por  una  fuerte  influencia  racionalista,  otros  lenguajes  y ra- 
cionalidades diferentes  al  discurso  racional  escrito.  La  lectura  comunitaria  de  la  Bi- 
blia navega  por  otros  lenguajes,  especialmente  a través  de  lo  simbólico,  expresado 
en  narraciones,  dramatizaciones,  pintura,  poesía,  danza,  cuentos  y otras  expresiones 
simbólicas  propias  de  las  culturas  populares.  Falta  un  verdadero  diálogo  entre  exé- 
getas  y el  movimiento  bíblico,  que  valore,  aprecie  e integre  mucho  más  en  su  labor 
la  cultura  popular,  las  expresiones  simbólicas  y artísticas  de  la  comunidad  como  ver- 
daderas formas  de  interpretar  el  texto,  en  fin,  que  integre  otras  racionalidades  (artís- 
tica, sapiencial,  simbólica,  narrativa,  etc.). 

En  la  lectura  que  las  comunidades  populares  hacen  de  la  Biblia,  florece  con 
mucha  facilidad  lo  subjetivo:  los  sentimientos,  los  sueños,  la  imaginación,  el  juego, 
etc.  Mientras  por  otro  lado,  en  la  exégesis,  se  continúa  afirmando  los  criterios  obje- 
tivos como  los  únicos  válidos  para  acercarse  al  texto  de  manera  científica. 

Es  importante  anotar  que  buscamos  contribuir  a la  necesidad  de  plantear  nue- 
vas maneras  de  hacer  exégesis,  que  respondan  realmente  a los  nuevos  desafíos  que 
plantean  la  irrupción  de  los  “nuevos”  sujetos,  y el  surguimiento  de  nuevos  factores 
históricos,  sociales  y culturales.  Esto  pone  de  manifiesto  la  necesidad,  de  hacer  una 
relectura  crítica  de  los  métodos  “tradicionales”  de  hacer  exégesis. 

También  buscamos  aportar  a la  construcción  de  una  nueva  manera  de  ser  bi- 
blista-  exégeta.  Esto  implica  además  de  un  compromiso  real  con  los  pobres  (en  sen- 
tido dinámico  y específico)  otros  lugares,  otros  lenguajes  y otros  métodos,  donde  se 
dé  un  verdadero  diálogo  de  saberes  y sentires  que  nos  puedan  llevar  a una  construc- 
ción mucho  más  colectiva  del  conocimiento  bíblico.  Necesitamos,  de  una  manera 
seria,  integrar  mucho  más  los  nuevos  aportes  que  vienen  de  la  Educación  Popular. 

4.4.  A nivel  de  la  misma  comprensión  de  lo  que  es  la  Biblia 

Puede  sonar  raro  lo  que  estamos  afirmando.  No  obstante,  es  una  razón  que  nos 
puede  ayudar  a comprender  el  desfase  entre  hermenéutica  y exégesis.  En  el  III  En- 
cuentro Continental,  en  el  caso  de  algunas  de  las  lecturas  que  se  hicieron  de  la  car- 
ta a Filemón,  se  percibió  como  un  vacío,  el  hecho  de  que  algunas  conclusiones  o ex- 
presiones con  relación  al  texto  no  se  fundamentaban  lo  suficiente  a nivel  exegético. 
A propósito  de  esto,  se  constataba  que  todavía  no  se  había  caminado  entre  los  ani- 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


35 


madores/as  del  movimiento  bíblico,  hacia  una  exégesis  que  dialogue  con  el  texto, 
que  lo  respete  y lo  comprenda  como  la  expresión  de  una  tradición  cultural  y religio- 
sa forjada  a través  de  los  siglos117.  Aunque  no  es  general,  es  importante  resaltar,  có- 
mo algunas  veces  no  se  toma  en  serio  la  Biblia  como  expresión  de  una  cultura,  de 
una  experiencia  histórica  concreta  de  los  pobres,  de  una  experiencia  profunda  de  fe, 
con  la  que  hay  que  dialogar,  a la  que  hay  que  respetar.  Esto  es  lo  que  reflejamos 
cuando  no  tomamos  en  serio  la  tarea  exegética,  que  no  tendría  otra  función,  a no  ser 
la  de  profundizar  el  sentido  del  texto,  a partir  de  una  experiencia  histórica  y creyen- 
te de  un  pueblo  que  luchó  por  construir  un  nuevo  orden  social,  basado  en  la  justicia, 
la  paz  y la  misericordia,  de  acuerdo  con  la  voluntad  de  un  Dios  bueno  y justo. 

Aún  pesa  mucho  el  papel  que  jugó  históricamente  la  Biblia  como  un  instru- 
mento que  sirvió  para  legitimar  y justificar  la  dominación  y exclusión  de  una  parte 
de  la  población  sobre  otra  (trauma  histórico).  Sin  embargo,  esto  no  nos  debe  llevar 
a menospreciarla;  al  contrario,  nos  debe  ayudar  a rescatarla  como  patrimonio  histó- 
rico de  los  pobres. 


5.  Abriendo  caminos 

Si  queremos  responder  a los  desafíos  que  brotan  desde  las  nuevas  hermenéu- 
ticas específicas,  tenemos  que  plantear  nuevas  maneras  de  hacer  exégesis  que  ten- 
gan como  modelo  de  comprensión  de  la  vida  y los  textos,  un  paradigma  teórico  y 
práctico  que  haga  justicia  al  símbolo  y al  pensamiento  simbólico/mítico,  a las  cues- 
tiones de  género,  a lo  subjetivo  y en  general  a lo  cultural.  A una  nueva  hermenéuti- 
ca que  quiera  tener  en  cuenta  estas  cuestiones,  debe  corresponder  una  nueva  mane- 
ra de  hacer  exégesis,  mucho  más  simbólica  y menos  racionalista,  más  práctica  y me- 
nos teórica,  más  artística  y menos  técnica. 

Por  esto  es  importante  terminar,  reconociendo  que  a partir  de  las  hermenéuti- 
cas específicas,  se  ha  comenzado  ya  a recrear  la  exégesis.  Hay  aportes  significati- 
vos, también  a este  nivel,  que  hay  que  saberlos  valorar,  rescatar  y socializar.  Se  dia- 
loga con  los  métodos  de  la  exégesis  tradicional,  de  una  manera  muy  crítica,  se  co- 
mienza a tener  el  valor  de  romper  con  los  cánones  exegéticos  tradicionales.  Tal  vez 
todavía  no  se  conforme  un  método  propio  o con  las  características  de  un  método 
propiamente  dicho*8,  pero  ya  se  está  abriendo  camino.  Es  importante  reconocer  que 
la  exégesis  latinoamericana  de  la  Biblia  está  llena  de  intuiciones  muy  ricas,  ha  ani- 
mado a muchos  creyentes  no  sólo  a leer  la  Biblia  con  nuevos  ojos,  sino  que  ha  ayu- 
dado a fundamentar  un  compromiso  cristiano,  por  el  cambio  de  la  actuales  estructu- 
ras sociales;  en  muchos  casos  ha  ayudado  a abrir  nuevos  caminos,  etc.89  Tal  vez,  el 
desafío  mayor  sea  el  de  poder  recrear  un  método  (aunque  es  mejor  hablar  de  méto- 
dos) de  exégesis  propio,  que  recoja  los  aportes  que  provienen  de  las  hermenéuticas. 

Hay  una  sensibilidad  muy  especial  a nivel  hermenéutico  por  los  símbolos,  los 
mitos  y por  las  representaciones  simbólicas.  A esta  sensibilidad  se  han  comenzado 
a proponer  nuevos  métodos.  En  esta  perspectiva  hay  que  ubicar  la  propuesta  de  una 


87  Ibid. , p.57. 

OO  / 

° Habría  que  cuestionar  el  mismo  concepto  de  método  y lo  que  hace  que  una  lectura  sea  metódica. 
Falta  seguir  reflexionando  en  este  punto. 

8(7  Una  muestra  de  esta  riqueza  ha  sido  RIBLA. 


36 


FRANCISCO  REYES  ARCHILLA,  Hermenéutica  y Exégesis:  Un  diálogo  necesario 


exégesis  socio-simbólicay0,  que  busca  precisamente  responder  a los  desafíos  funda- 
mentales propuestos  por  las  hermenéuticas.  Se  considera  lo  simbólico  como  una  me- 
diación posible  y necesaria,  que  nos  puede  ayudar  a recuperar  e integrar  en  la  labor 
exegética  una  racionalidad  mucho  más  integral,  que  contemple  las  dimensiones  sub- 
jetivas, culturales,  pedagógicas,  intergeneracionales  y de  género,  que  nos  permita 
penetrar  en  el  texto  “más  allá”  de  lo  propiamente  dicho  (escrito),  en  un  mundo  car- 
gado de  significaciones,  de  sueños,  de  utopías,  de  sentimientos,  de  historias,  de  con- 
tradicciones, de  sorpresas,  de  respuestas  y de  encuentros. 


Francisco  Reyes  Archila 

Apartado  Aéreo  077  183 
Santa  Fe  de  Bogotá  2 
Colombia 


90  Es  importante  destacar  en  este  punto  los  aportes  de  Severino  Croatto.  “Simbólica  cultural  y her- 
menéutica bíblica”.  En:  RIBLA.  no. 26,  op.  cit..  p. 67-77;  “El  mito  como  interpretación  de  la  realidad  - 
Consideraciones  sobre  la  función  del  lenguaje  de  estructura  mítica  en  el  Pentateuco”.  En:  RIBLA. 
no.23  ( 1 966),  p.  1 7-22.  Quito:  RECU,  1 996;  Los  lenguajes  de  la  experiencia  religiosa  - Estudios  de  fe- 
nomenología de  la  religión.  Buenos  Aires:  Docencia,  1994;  Francisco  Reyes  A.  Hagamos  vida  la  Pa- 
labra. Aportes  para  una  lectura  comunitaria  de  la  Biblia,  op.  cit.  p.  123-135. 


MAR1BEL  PERTUZ  GUETTE 


CARTA  A FILEMÓN 
DESDE  LA  PERSPECTIVA  FEMINISTA 


Resumen 

La  carta  a Filemón  adquirió  características  nuevas  cuando  las  mujeres  resolvimos 
apropiarnos  de  su  lectura  desde  nuestras  realidades:  la  invisibilidad  en  el  texto , la 
sospecha,  el  género,  los  símbolos,  las  evocaciones  femeninas,  la  construcción  y de- 
construcción.  Evidenciamos  al  estudiarlo  un  movimiento  de  palabras,  de  gentes,  de 
perspectivas,  de  relaciones  dentro  del  texto  que  al  releerlas  desde  nosotras,  aportan 
nuevos  enfoques  en  relación  con  otras  interpretaciones  que  de  esta  carta  se  han  he- 
cho. Extrajimos  como  miel  del  panal  un  mensaje  alentador  desde  Apia  y las  otras 
hermanas  creyentes  quienes,  con  su  liderazgo  en  la  comunidad,  contribuyeron  para 
que  se  dieran  alternativas  frente  a un  contexto  patriarcal  y esclavista. 

Abstract 

The  letter  to  Philemon  acquire  new  characteristics  wheti  women  decide  to  appropria- 
te  it  interpretation  in  the  light  ofour  realities,  our  invisibility  in  the  text,  suspicions, 
gender,  symbols,  evocations  femeninas,  construction  and  deconstruction.  When  we 
study  it  we  bring  out  a movement  ofwords,  ofpeoples,  of  perspectives,  ofrelation  wit- 
hin  the  text.  As  we  reread  it  form  our  own  perspective  these  movements  contribute 
new  focal  points  in  relation  with  previous  interpretations  of  this  letter.  We  extracted 
an  encouraging  message,  like  honeyfrom  the  comb,  looking  atApia  and  other  women 
between  whose  leadership  in  the  community  contributed  alternatives  in  a context  of 
patriarcaliam  and  slavery. 


Introducción 

Esta  síntesis  de  la  lectura  del  texto  de  Filemón  es  fruto  del  estudio  realizado 
de  manera  colectiva  en  el  Encuentro  Continental  de  Experiencias  Bíblicas  que  tuvo 
lugar  en  Colombia  del  17  al  22  de  julio  de  1995. 

Aún  cuando  el  enfoque  principal  de  esta  carta  no  fue  el  de  la  mujer  y resultó 
difícil  su  estudio  al  comienzo,  nos  sentimos  retadas  a reconstruirlo  y deconstruirlo 
y,  así,  extraer,  como  de  un  panal,  la  miel  de  un  mensaje  liberador. 

Nuestro  compartir  tenía  como  trasfondo  las  experiencias  de  la  lectura  del  tex- 
to con  grupos  de  mujeres  populares  quienes,  junto  con  la  apropiación  de  la  Biblia, 
comparten  sus  luchas,  problemas,  esperanzas  y recuperan  la  Palabra,  la  dignidad,  la 


38 


MARIBEL  PERTUZ  GUETTE,  Carta  a Filemón  desde  la  perspectiva  feminista 


libertad,  frente  a la  familia,  al  esposo,  hijos,  comunidad.  Mujeres  que,  paso  a paso, 
construyen  “su  casa”  con  esfuerzo  y,  aún  cuando  se  las  derrumben,  dedican  un  cuar- 
to para  hacer  una  “casita  bíblica”;  otras  reúnen  recursos,  para  levantar  un  “hogar  del 
pueblo”. 

Mujeres  que  con  mucha  creatividad  se  apropian  de  los  textos  bíblicos  a través 
de  dramas,  entrevistas,  gestos  simbólicos,  celebraciones  y donde  ellas  mismas  con 
sus  historias  y sus  vidas,  se  convierten  en  parte  importante  del  proceso  de  relectura. 

También  fue  de  gran  valor  para  nosotras  como  mujeres,  entrar  al  texto  desde 
la  riqueza  y pluralidad  de  un  grupo  mixto  : mujeres  y hombres  de  distintas  edades, 
nacionalidades,  iglesias.  Compuesto  por  mujeres  : solteras,  casadas,  viudas,  separa- 
das, religiosas;  mujeres  que  viven  y otras  que  se  han  ido  ya,  pero  que  siguen  presen- 
tes (Graciela  Meló,  Teresita  Ramírez). 

Grupo  abierto,  sincero,  dispuesto  a cambiar  lo  que  queremos,  confrontando 
nuestras  diferencias  en  el  acercamiento  a la  Biblia. 

1.  Aporte  exegético  hermenéutico 

Tomamos  en  cuenta  varios  elementos: 

Las  palabras.  Nos  detuvimos  a leer  el  texto  y observamos  las  palabras,  sus 
construcciones,  sus  oposiciones  y correspondencias,  sus  movimientos  y articulacio- 
nes. El  primer  trabajo  de  construcción  y deconstrucción  del  texto,  nos  permite: 

* Evidenciar  una  estructura 

- Oposiciones  de  los  pronombres:  yo,  tú,  ella,  nosotros,  vosotros/yo  - tú,  yo  - 
tú  - él/  yo-tú/ellos/tú,  yo  - nosotros. 

- Oposiciones  sociales:  esclavo,  hermano. 

- Oposiciones  administrativo-económicas:  recibir/  deber,  cargar  a mi  cuenta; 
rogar,  amor,  comunión,  consolación,  gracia/pagar,  deuda,  perjudicar;  útil,  inú- 
til. 

* Hay  pcdabras  que  viajan  en  el  texto:  nombres  que  se  mueven. 

- hermano/hermana, 

- entrañas  (de  los  santos,  las  mías), 

- casa  - cadenas  / alojamiento  para  un  militante  - lugar  de  retorno  de  un  her- 
mano que  huyó, 

- amor-  amado  (Filemón,  Onésimo), 

- oraciones  mías,  oraciones  de  ustedes. 

No  solo  las  palabras  se  mueven,  sino  también  la  gente  y las  perspectivas.  No 
es  una  carta  estática.  Todo  se  mueve:  ¿quién  es  esclavo?  (¿Onésimo,  Pablo?)  ¿quién 
es  hermano?  ¿quién  es  deudor?  (¿Pablo,  Onésimo,  Filemón?). 

* Tres  pcdabras  claves 

- la  hermana, 

- la  casa, 

- el  cuerpo  y la  ternura. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


39 


1.1.  La  hermana 

Aparece  con  artículo  y en  un  grupo  de  tres  nombres,  en  paralelo  con  el  her- 
mano Timoteo  (¿Quién  sabe  si  a él  le  habrá  gustado  eso?). 

La  lectura  tradicional  hace  de  Apia,  la  esposa  de  Filemón,  una  ayudante,  ama 
de  casa  y sitúa  entonces  el  problema  de  Onésimo  en  el  marco  familiar  de  una  casa 
patriarcal. 

Proponemos  otra  lectura  a partir  de  una  hermenéutica  de  la  sospecha: 

Agrupar  los  tres  nombres  significa  destacarlos  como  animadores/as  o cola- 
boradores/as especiales  de  la  comunidad.  Son  hermanos/as,  los  cuales  se  han  adhe- 
rido a la  fe  en  Jesús,  hacen  la  voluntad  del  Padre  (Me  3,34),  y se  comprometen  en 
la  causa  del  evangelio,  construyendo  algo  alternativo  frente  a las  estructuras  de  do- 
minación. 

Ahora  bien,  decir  “la”  hermana  Apia  al  interior  de  este  grupo  de  tres,  signifi- 
ca reconocer  un  ministerio  específico  y particular  en  la  comunidad,  equivalente  al 
de  Timoteo,  que  nos  recuerda  también  el  ministerio  de  otra  mujer  que  Pablo  califi- 
ca con  el  mismo  título:  Febe  (Rm  15,1). 

Tenemos  entonces  la  sospecha  que  “hermana”,  aquí,  es  un  título  oficial  don- 
de Apia  no  se  define  como  esposa  de  Filemón,  sino  como  lo  que  ella  representa  pa- 
ra la  comunidad.  Hermano/a  es,  entonces,  algo  más  que  una  expresión  cariñosa.  Re- 
vela una  relación  social  de  igualdad  y el  reconocimiento  de  una  responsabilidad  den- 
tro de  la  comunidad. 

Pero  de  ahí  surge  la  pregunta:  ¿Por  qué  Apia,  tan  presente  al  inicio  de  la  car- 
ta, desaparece  totalmente  después?  Tuvimos  varias  respuestas: 

* Será  que  Apia  representa,  aquí,  la  punta  del  iceberg  de  las  numerosas  muje- 
res que  trabajan  en  la  comunidad  y que  nunca  se  mencionan,  que  desaparecen  detrás 
de  las  cortinas  del  templo  o de  los  manteles  del  altar  que  bordan  o de  las  cocinas 
donde  preparan  la  comida  para  todos  o,  en  el  fondo,  de  la  casa  que  cuidan  y tienen 
a disposición  de  la  comunidad.  Apia,  después  de  una  breve  aparición,  corre  la  suer- 
te de  todas  estas  mujeres  anónimas,  olvidadas,  reducidas  al  silencio  y al  olvido.  Pa- 
blo, mencionándola  quizá  por  obligación,  cortesía  o descuido  momentáneo,  no  la 
vuelve  a mencionar  porque  se  trata  de  un  asunto  entre  hombres  y no  le  interesa  lo 
que  ella  pueda  pensar  o decir  al  respecto.  Si  fuera  así,  habría  que  sacar  de  este  abis- 
mo de  silencio  a Apia  y a todas  las  demás  invisibles,  mujeres  anónimas,  considera- 
das inútiles.  Por  eso  es  necesario  este  silencio,  lo  que  no  está  escrito.  Esta  perspec- 
tiva es  un  tanto  baja,  pero  no  hay  que  descartarla  porque  con  Pablo  ¡todo  es  posible! 

* Será  que  Pablo  no  sigue  poniendo  la  atención  en  ella,  porque  sabe  que  el 
problema  no  es  con  ella  sino  con  Filemón.  Considera  a Apia  como  una  aliada  que  le 
puede  ayudar  a convencer  a Filemón.  Manda  la  carta  a Filemón  con  copia  a Apia  pa- 
ra que  ella  utilice  su  influencia,  su  poder,  su  liderazgo  para  hacer,  de  cerca,  lo  que 
Pablo  trata  de  hacer  desde  lejos.  Apia  conoce  el  precio  de  la  hermandad  por  su  si- 
tuación de  mujer  líder  en  una  comunidad  por  lo  que  tuvo  que  luchar.  Apia  sabe  que 
cuando  una  se  mete  en  ese  camino,  se  le  cambian  los  esquemas  y tiene  que  volver  a 
nacer. 

* O será  que  la  mención  misma  de  Apia  como  líder  de  la  comunidad,  crea  un 
espacio  donde  Onésimo  puede  entrar.  El  hecho  de  que  en  esta  comunidad  se  haya 


40 


MARIBEL  PERTUZ  GUETTE,  Carta  a Filernón  desde  la  perspectiva  feminista 


abierto  una  brecha  reconociendo  el  liderazgo  de  una  mujer,  hace  posible  crear  otro 
espacio  para  que  otros  marginados,  excluidos,  como  los  esclavos,  puedan  también 
llegar  a ser  reconocidos  en  la  comunidad,  para  que  cambien  las  relaciones  de  poder. 
En  este  caso,  se  podría  leer  el  pedido  de  Pablo  como  algo  más  fuerte.  Cuando  Pablo 
pide  que  se  reciba  a Onésimo  como  hermano,  se  trata  de  reconocer  un  cargo,  un  mi- 
nisterio en  la  comunidad,  al  igual  que  el  de  Timoteo  o Apia.  Aceptar  a un  esclavo 
como  diácono,  como  ministro  de  la  palabra,  sería  la  señal  de  madurez  de  una  comu- 
nidad donde  ya  no  hay  ni  judío,  ni  griego,  ni  hombre,  ni  mujer,  pero  en  la  que  toda- 
vía hay  seres  libres  y esclavos.  En  este  caso,  la  carta  a Filernón  sería  una  tentativa 
de  realización  concreta  de  la  proclamación  de  Gálatas  3,28. 

1.2.  La  casa 

Vemos  aquí  que,  el  punto  de  partida  del  cambio  posible  no  es  el  templo,  don- 
de los  débiles,  los  pobres,  los  enfermos,  las  mujeres  no  tenían  pleno  acceso,  sino  la 
casa,  donde  están  presentes  los  que  no  tienen  derecho  a la  vida  pública.  La  casa,  el 
lugar  de  la  mujer,  lugar  de  acogida  y de  fraternidad/sororidad,  el  espacio  donde  nos 
vamos  haciendo  personas.  En  el  Nuevo  Testamento,  la  casa  es  también  símbolo  de 
la  comunidad  donde  se  establecen  nuevas  relaciones  y se  descubre  un  rostro  de  Dios 
con  características  femeninas. 

Pero  esta  casa  que  nos  presenta  el  texto  se  transforma  o por  lo  menos  se  abre 
a una  posibilidad  de  cambio. 

La  casa  puede  ser  un  lugar  cerrado,  organizado  según  el  orden  patriarcal,  don- 
de cada  uno  está  en  su  lugar:  los  diáconos/diaconisas  arriba,  los  esclavos  abajo.  O 
puede  ser  también  un  lugar  que  se  abre,  donde  rompen  las  cadenas  de  la  cárcel,  don- 
de se  recibe  a alguien  que  se  había  ido,  derrumbando  el  orden  establecido.  Se  pue- 
de transformar  en  alojamiento  para  el  visitante.  Están  las  dos  posibilidades,  lo  que 
se  va  a hacer,  depende  de  los/las  que  están  en  la  casa.  Desde  las  mujeres,  en  la  ca- 
sa, y en  solidaridad  con  los  varones,  se  da  la  resistencia  ante  un  sistema  esclavista 
de  dominación  patriarcal  y se  propone  una  alternativa  de  hermandad,  de  comunidad 
igualitaria,  sin  exclusión,  donde  los  débiles  pasan  a ser  hermanos  amados,  animado- 
res dentro  de  la  comunidad. 

1.3.  El  cuerpo  y la  ternura 

El  tercer  elemento  que  nos  llama  la  atención  es  el  lenguaje  del  cuerpo  y de 
la  ternura,  que  Pablo  utiliza.  El  habla  de  engendrar,  de  entrañas,  de  enviar  su  co- 
razón/amor; refrescar  sus  entrañas;  él  ruega,  suplica,  pide. 

Es  decir,  un  lenguaje  bastante  “anormal”  para  un  varón  según  los  estereotipos 
recibidos.  Pablo  adopta  un  lenguaje  materno  y una  postura  de  “mujer”  que  suplica, 
pide  desde  su  debilidad.  Aquí,  estamos  de  nuevo  frente  a un  interrogante,  una  ambi- 
valencia, una  ambigüedad.  Pablo  dice  y hace  eso  porque: 

- ¿Está  ya  viejo  y preso,  vive  una  situación  de  debilidad  rodeado  de  mujeres 
que  lo  ayudan  materialmente  y le  hacen  descubrir  nuevas  dimensiones  humanas:  el 
sabor  del  cariño,  de  la  ternura,  y realmente  está  tomando  conciencia  de  eso  y lo  ex- 
presa sin  miedo  ni  vergüenza? 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


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- ¿O  es  una  estrategia  diplomática,  sutil,  para  hacer  valer  su  ideología?  ¿Una 
estrategia  de  baja  intensidad  pero  que  mantiene  la  dependencia  entre  el  que  manda 
y los  que  se  someten? 

- Pablo  apela  a lo  sentimental,  lo  emocional  y no  a lo  racional;  pero  sigue 
siendo  el  que  dice,  que  intercede,  que  pide  para  el  otro  que  sigue  en  silencio  y no 
tiene  palabras. 

Sea  lo  que  sea,  nos  plantea  la  pregunta:  ¿Qué  haremos  con  estos  cuerpos? 

- cuerpos  viejos,  cuerpos  en  cadenas, 

- cuerpos  de  esclavos,  débiles,  necesitados, 

- cuerpos  consolados  por  la  caridad, 

- cuerpos  que  piden  alojamiento, 

- cuerpos  desanimados  y de  animadores, 

- cuerpos  con  corazón,  con  entrañas,  con  sentimientos,  con  ternura, 

- cuerpos  fecundos  que  engendran,  que  dan  vida, 

- cuerpos  que  abrazan  al  hermano,  a la  hermana. 

2.  Actualización  de  la  carta 

Las  mujeres  hacen  parte  de  los  esclavos,  de  sectores  “inútiles”  de  la  sociedad; 
pero  convierten  lo  invisible  en  visible,  lo  inútil  en  útil. 

Hoy,  Onésimo  tendría  que  llamarse  Onésima  y sería  una  empleada  de  casa,  en 
una  de  las  tantas  casas  de  América  Latina  donde  las  empleadas  anónimas  sirven  a 
sus  dueños  “cristianos”  y son  tratadas  como  esclavas  inútiles  y ladronas. 

Propusimos  redescubrir  varias  cartas,  perdidas,  olvidadas,  escondidas:  la  de 
Pablo  a Filemona,  a propósito  de  Onésima,  donde  se  examinan  las  relaciones  de  po- 
der entre  mujeres.  La  Onésima  que  cuenta  cómo  desde  su  experiencia  de  mujer  mar- 
ginada ha  tomado  conciencia  y ha  hecho  una  ruptura  y se  ha  ido,  explicando  cómo 
ha  descubierto  su  capacidad  de  construir  su  propio  camino  y espacio  sin  tener  nece- 
sidad de  alguien  que  interceda  por  ella. 

A través  de  la  carta  se  percibe  la  propuesta  de  un  cambio  profundo  en  las  re- 
laciones sociales  de  esclavo  a hermano  amado,  de  excluido,  excluida  a integrantes 
activos,  a animadores,  que  nos  permite  soñar  con  la  experiencia  posible  de  un  Dios 
humano,  familiar,  acogedor,  fuente  de  vida,  que  tiene  entrañas  de  amor,  de  herman- 
dad, de  ternura,  un  Dios  con  rostro  de  mujer,  de  madre  compasiva,  misericordiosa, 
misterio  del  Dios  Mayor  que  acoge  a todos,  todas,  y el  Dios  Menor  que  baja  a libe- 
rar a los  débiles. 

La  proclamación  del  Reino  de  Dios  aparece  en  la  insistencia  por  la  libertad  y 
las  relaciones  de  ágape. 

3.  Aportes  hermenéuticos:  así  nos  apropiamos  las  mujeres  de  la 
carta  a Filemón 

Retomo,  para  empezar,  unos  versos  de  Ute  Seibert,  teóloga  y pastora  lutera- 
na, quien  invita  a las  mujeres  bíblicas  y a las  contemporáneas  a estar  presentes  en  la 
lectura  bíblica  con  todo  su  ser,  luchas  y sueños,  porque  este  fue  un  importante  pun- 
to de  partida  para  nosotras  las  mujeres  al  leer  la  carta  a Filemón. 


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MARIBEL  PERTUZ  GUETTE,  Carta  a Filemón  desde  la  perspectiva  feminista 


“Invoco  la  presencia  de  nuestros  cuerpos  en  la  lectura  de  la  Biblia,  los  ojos, 
sí,  pero  también  los  sentidos,  encontrar  los  sabores,  los  olores,  las  texturas  y los  so- 
nidos de  este  mundo  extraño  y a la  vez  parecido  al  nuestro.  Quiero  que  estemos  pre- 
sentes de  cuerpo  entero,  con  nuestros  dolores,  placeres,  luchas,  silencios,  nuestras 
fiestas,  nuestras  rutinas  y creatividad,  nuestras  cargas  y sueños... 

Presencia  de  mujeres  desde  siempre,  caminar  de  mujeres  diversas,  en  clase, 
raza,  religión,  cultura,  oprimidas,  opresoras,  víctimas,  cómplices  y también  victima- 
rías; presentes  en  nuestras  lecturas  de  los  textos  sagrados,  reclamando  su  derecho  a 
encontrar  allí  no  más  piedras,  sino  finalmente  pan”. 

3.1.  Partimos  de  las  experiencias  de  las  mujeres  de  hoy 

Nuestra  lectura  bíblica  feminista  tiene  en  cuenta  las  experiencias  de  las  muje- 
res en  las  luchas  por  la  liberación  del  sexismo,  del  racismo  y de  la  pobreza.  Por  eso 
nuestras  vivencias  son  muy  importantes  y las  compartimos  antes  de  entrar  a la  Biblia, 
porque  nos  interesa  conocer  la  condición  y posición  de  las  mujeres  contemporáneas, 
la  solidaridad  de  género,  las  luchas  para  superar  todas  estas  discriminaciones. 

Antes  de  leer  el  texto,  leemos  la  vida,  desde  nuestras  experiencias  de  fe,  nues- 
tras historias  personales,  nuestro  sentir  como  mujeres  frente  a la  sociedad,  a las  igle- 
sias, a la  Biblia.  Leer  la  Biblia  con  ojos  de  mujer  es  una  tarea  compleja,  pero  apa- 
sionante. Es  una  propuesta  radical  en  el  profundo  sentido  de  la  palabra.  Una  pro- 
puesta que  toca  las  raíces  de  nuestra  manera  de  mirar  y de  percibirnos  a nosotras 
mismas,  al  mundo,  al  cosmos,  a Dios.  Nuestras  percepciones  nos  hacen  sensibles  pa- 
ra descubrir  otras  dimensiones  olvidadas  por  la  interpretación  tradicional,  como  son; 
el  cuerpo,  el  sufrimiento,  el  llanto,  el  sentimiento,  la  ternura,  lo  comunitario,  en  una 
palabra,  lo  humano. 

Leer  el  texto  de  Filemón  desde  esta  perspectiva,  tiene  una  connotación  polí- 
tica. Es  una  lectura  crítica  porque  nos  interesa  descubrir  qué  hay  de  opresión  o de  li- 
beración para  la  mujer  en  la  carta,  de  qué  manera  anima  nuestra  búsqueda  de  rela- 
ciones alternativas  : varón-mujer,  y de  una  sociedad  más  justa. 

Se  lee  la  Biblia  en  la  perspectiva  de  una  promoción  integral,  desde  lo  organi- 
zativo, como  la  economía  solidaria,  la  salud,  la  ecología. 

El  lenguaje  sexista  lleva  al  anonimato  o a la  marginación  de  las  mujeres,  quie- 
nes aparecen  como  seres  dependientes  de  los  varones;  perpetúa  los  perjuicios  con- 
tra ellas  y minimiza  el  valor  de  sus  éxitos  o sus  trabajos.  El  lenguaje  sexista  nombra 
explícitamente  a las  mujeres  cuando  estas  aparecen  como  una  excepción  o como  un 
problema  y separa  a las  mujeres  de  los  grupos  a los  cuales  pertenecen. 

Acogemos  los  aportes  de  otros  métodos:  sociológico,  antropológico,  teoría  de 
género,  histórico-crítico,  estructuralista,  especialmente  los  elementos  que  más  nos  ayu- 
den a una  lectura  liberadora  para  las  mujeres.  El  aspecto  lúdico  siempre  está  presente 
porque,  al  leer  los  textos,  estos  nos  gustan,  tomamos  en  cuenta  el  placer  y el  humor. 

Nos  valemos  de  la  clave  de  los  nombres,  su  ubicación,  su  significado,  agru- 
pación. En  este  caso,  el  análisis  de  los  tres  nombres  a quien  primero  se  dirige  Pablo: 
el  amado  y colaborador  Filemón,  la  hermana  Apia  y el  compañero  Arquipo.  Esto  nos 
hace  intuir  el  papel  que  ella  tenía  en  la  comunidad  al  descifrar  qué  significaba  her- 
mana en  este  contexto  y el  artículo  “la”  que  resalta  su  condición  y es  distinta  a “com- 
pañero” y “colaborador”. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BIBLICA  LATINOAMERICANA 


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El  símbolo  de  la  casa  es  también  clave  en  esta  lectura,  entendido  desde  su  sig- 
nificación en  el  contexto  post-exílico,  como  en  el  Nuevo  Testamento.  Descifrar  es- 
te símbolo  en  el  conjunto  de  la  calla  nos  da  muchas  pistas  de  interpretación,  unido 
al  contexto  histórico  del  siglo  I,  en  relación  con  el  patriarcado  y con  las  luchas  de 
resistencia  de  las  mujeres  de  la  época,  tanto  griegas  como  romanas,  judías,  libres  y 
esclavas,  así  como  también  las  luchas  de  las  mujeres  populares. 

Leemos  los  silencios  desde  nuestros  intereses.  Por  ejemplo,  si  no  se  insiste  en 
pedir  este  servicio  a Apia,  ¿no  será  que  ella  tiene  conciencia  del  problema  y está 
aportando  para  su  solución?  ¿O  es  solidaria  con  el  esclavo  Onésimo?  Detrás  de  ca- 
da silencio  hay  un  conflicto,  por  lo  que  hay  que  encontrar  su  problemática. 

Literalmente,  hacemos  esfuerzos  por  traducir  los  textos,  descifrar  el  lenguaje, 
los  símbolos,  apropiarnos  de  la  estructura  desde  nosotras. 

3.2.  Recuperar  la  historia  de  las  mujeres 

Necesitamos  recuperar  la  memoria  del  sufrimiento  y de  la  exclusión  de  las 
mujeres.  Eso  posibilita  la  solidaridad  universal  entre  las  mujeres  del  pasado,  del  pre- 
sente y del  futuro.  Al  reconstruir  los  orígenes  cristianos,  descubrimos  también  el  dis- 
cipulado de  iguales  (protagonismos,  energías,  luchas...).  En  los  textos  del  Nuevo 
Testamento  está  nuestra  historia,  nuestra  herencia  como  movimiento  feminista  cris- 
tiano. Nos  interesa  rescatar  el  lenguaje  femenino  y la  carga  simbólica  que  hay  de- 
trás de  él. 

En  el  texto  nos  interrogábamos  sobre  el  papel  de  Apia:  ¿Quién  es  ella?  ¿Qué  ha- 
cía? ¿Cuál  era  su  influencia  en  la  comunidad?  ¿sus  valores?  ¿cómo  experimentaba  y 
comunicaba  a Dios?  ¿Qué  grupos  o movimientos  de  resistencia  había  detrás  de  ellas? 

Más  allá  del  texto,  reconocemos  que  es  necesario  valernos  de  otros  escritos 
para  descubrir  la  presencia,  el  protagonismo  o los  sufrimientos  en  esos  contextos,  lo 
mismo  que  las  exclusiones,  los  caminos  y huellas  que  se  dejaron.  Acudimos  enton- 
ces a los  libros  apócrifos,  tradiciones,  expresiones,  cantos  y fiestas  femeninas. 

Descubrimos  el  significado  del  texto  y su  fuerza  para  la  comunidad  de  los  cre- 
yentes hoy.  Se  analiza  la  función  de  los  textos  hoy  en  la  cultura  patriarcal  y nos  pre- 
guntamos de  qué  manera  pueden  ser  Buena  Nueva,  evangelio  para  la  comunidad. 
Por  eso  es  necesario  buscar  las  diferentes  lecturas  teológicas  en  un  mismo  texto. 

Finalmente,  actualizamos  creativamente  los  textos,  sintiéndonos  parte  impor- 
tante de  la  historia  bíblica  a través  de  la  recreación,  de  la  danza,  del  canto,  del  dra- 
ma y las  celebraciones. 

La  Biblia,  leída  desde  esta  perspectiva,  alimenta  nuestra  espiritualidad  de  mu- 
jeres, fortalece  nuestras  luchas,  nuestros  procesos  organizativos. 

Por  todo  esto,  celebramos  que  la  Biblia  se  convierte  en  otra  realidad  para  las 
mujeres  y va  transformando  nuestras  vidas,  fortalece,  anima  y nos  da  luces  para  lo 
alternativo. 


Maribel  Pertuz  Guette 

Transv.  20  No.  61-27 
Santa  Fe  de  Bogotá 
Colombia 


ANÍBAL  CAÑAVERAL  OROZCO 


PABLOS,  FILEMONES,  APIAS  Y ONÉSIMOS 
Por  una  casa  (oikos)  campesina 


Resumen 

La  lectura  campesina  de  la  Carta  de  San  Pablo  a Filemón  intenta  -con  todo  respeto 
y fidelidad  a los  aportes  de  los  hermanos  y las  hermanas  biblistas  y al  texto  mismo- 
ser  una  aproximación  a la  carta  desde  el  rostro  específico,  excluido,  desfigurado,  es- 
clavizado, desplazado,  desaparecido,  masacrado  y asesinado  del  campesinado  co- 
lombiano y latinoamericano;  pero  también  desde  el  rostro  vivo,  resistente,  luchador 
y lleno  de  sueños  y esperanzas  de  este  mismo  campesinado.  Tal  aproximación  se  pro- 
pone desde  la  casa  y la  cocina,  teniendo  en  cuenta  otras  maneras  cercanas  y profun- 
das al  modo  de  ser  campesino,  al  horizonte  de  su  cosmovisión,  a lo  profundo  de  sus 
culturas,  a la  experiencia  simbólica  de  Dios  en  su  vida,  al  sentir  y soñar  la  esperan- 
za y la  utopía  que  brota  como  la  planta  después  que  el  campesino  y la  campesina  han 
escarbado  la  tierra  y han  colocado  la  semilla  allí.  Entonces  emerge  tierna,  pequeña 
y bellamente  la  vida,  como  un  amanecer  campesino.  Así  es  este  despertar  bíblico  que 
está  aconteciendo  en  nuestros  campos,  cuando  como  campesinos(as)  nos  acercamos 
a leer  con  el  corazón  esta  carta  de  San  Pablo  a Filemón. 

Abstract 

A campesino  (peasant)  reading  of  St.  Paul’s  letter  to  Philemon,  seeks  to  respect  and 
faithful  the  contributions  ofbrother  and  sister  students  of  the  Bible  and  to  the  text  it- 
self  the  reading  seeks  to  approach  the  letter  from  the  concrete  person  of  the  colom- 
bian  and  latín  American  campesino,  an  excluded,  disfigured,  enslaved,  displaced,  di- 
sappeared,  massacred  and  assassinated  figure;  but  a live,  resistant,  struggling  figu- 
re, full  ofdreams  and  hopes,  as  well.  Such  an  approach  takes  in  to  account  the  home 
and  the  kitchen,  as  well  as  other  near  and  profound  ways  ofbeing  the  campesino  has 
it  considers  the  horizons  of  the  campesino  ’s  cosmovision,  the  depth  oftheir  cultures, 
the  symbolic  experience  of  god  in  their  life,  thefeelings  and  areams  of  hope  and  uto- 
pia which  sprout  like  e plant  after  the  campesinos  have  scratched  the  land  and  plan- 
teó a seed  there.  The  life-tender,  small  and  beautiful-  emerges,  like  a campesino 
dawn.  Tha  ’s  what  this  biblical  awakening  in  our  countryside  is  like,  when  we  as  cam- 
pesinos approach  this  letter  of  St.  Paul  to  Philemon  to  read  it  with  our  heart. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


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Introducción 

Tras  haber  vivido  la  experiencia  investigativa  de  la  carta  más  pequeñita  de 
San  Pablo,  la  Carta  a Filemón,  cuyo  fruto  fue  el  comentario  bíblico  titulado  “Carta 
a Filemón.  Una  respuesta  a las  ansias  de  libertad”1,  me  quedaron  ardiendo  en  el  co- 
razón muchos  interrogantes  y desafíos  en  razón  de  cómo  allegar  al  universo  campe- 
sino la  interpretación  de  las  cartas  de  San  Pablo,  enmarcadas  por  una  experiencia  y 
un  contexto  predominantemente  urbano.  Es  evidente,  que  es  muy  difícil  hacer  una 
“hermenéutica  campesina”  propia,  desde  nuestro  ser  y sentir  de  personas  campesi- 
nas, en  encuentro  y diálogo  afectivos  con  un  Pablo  de  la  ciudad,  urbano  en  sus  pi- 
sadas, aunque  también  a veces  viajero  y caminante  por  los  caminos  del  Imperio  Ro- 
mano. Pero  es  tremendamente  cierto  que  sacerdotes,  pastores(as)  y biblistas,  sí  han 
hecho  la  interpretación  de  las  cartas  de  San  Pablo  para  el  campesinado  de  aquí  o de 
allá,  la  mayoría  de  las  veces  sin  ser  campesinos  y campesinas.  Desde  niño  recuerdo 
que  en  la  parroquia  católica  de  mi  pueblo,  se  hicieron  incontables  los  sacerdotes  que 
nos  leían  y nos  interpretaban  a San  Pablo.  Y ahí  nos  enraizaron  en  una  “hermenéu- 
tica bíblica”  no  campesina,  que  hoy  se  pregunta  uno:  ¿Qué  contribuciones  en  favor 
de  la  vida  campesina  realmente  nos  han  dejado  todas  estas  interpretaciones? 

Mientras  tanto,  llegaba  ya  la  época  del  Imperio  del  Neoliberalismo,  de  la  glo- 
balización  de  la  economía,  de  la  apertura  de  fronteras  y leyes  del  mercado,  de  la  tec- 
nología y la  informática,  de  las  telecomunicaciones  planetarias,  de  la  exclusión  más 
salvaje  y brutal  del  capitalismo,  de  la  decretada  muerte  y desaparición  del  campesi- 
nado a lo  largo  y ancho  de  América  Latina.  Y allá  en  mi  pueblo  natal  y en  muchos 
otros,  nos  seguían  leyendo  e interpretando  cada  domingos,  en  la  Eucaristía,  las  car- 
tas de  San  Pablo. 

1.995  fue  como  un  año  de  gracia  para  releer  campesinamente  la  carta  de  San 
Pablo  a Filemón  con  motivo  del  III  Encuentro  Continental  de  Animación  Bíblica, 
realizado  en  Medellín,  Colombia,  del  14  al  22  de  julio2. 

El  presente  aporte  intenta  recoger,  desde  una  perspectiva  campesina  (colom- 
biana), respetuosa  de  muchas  otras,  la  interpretación  campesina  de  la  carta  de  San 
Pablo  a Filemón  que  floreció  en  el  Encuentro  y los  posteriores  frutos  que  hemos  ve- 
nido cosechando. 

1.  La  esclavitud  neoliberal  de  hoy 

1.1.  Campesinos  y campesinas  sin  tierra 

Partiendo  del  hecho  de  que  las  personas  campesinas  mostramos  poco  interés 
por  las  estadísticas,  omito  el  poner  cifras  de  este  brutal  despojo  de  la  tierra,  para  de- 
dicarme mejor  a las  noticias,  comentarios  y signos  evidentes  que  uno  escucha  y ve 
cuando  recorre  muchas  zonas  rurales  de  Colombia. 

Así  como  Pablo  recibía  las  noticias  en  la  prisión  de  lo  que  ocurría  en  la  casa 
( oikos ) de  Filemón,  las  personas  campesinas  oímos  decir  a las  personas  vecinas  que 


^ Aníbal  Cañaveral.  Carta  a Filemón.  Una  respuesta  a las  ansias  de  libertad.  Bogotá:  CEDEBI,  1 995. 
^ Memoria  III  Encuentro  Continental  de  Animación  Bíblica.  Medellín:  Programa  Común  de  Biblia  de 
la  REDLA,  julio  de  1995. 


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ANIBAL  CAÑAVERAL  OROZCO,  Pablos,  Filemones,  Apias  y Onésimos... 


las  veredas  se  están  quedando  vacías,  que  las  familias  se  van  para  el  pueblo  o las 
ciudades,  que  cada  semana  hay  más  casas  desocupadas.  Y uno  contempla  esto  cuan- 
do va  por  los  caminos  campesinos:  muchas  casas  deshabitadas,  muchas  oikos  cam- 
pesinas vacías.  Las  personas  hablan  con  nostalgia  y tristeza  de  la  ausencia  y la  se- 
paración de  quienes  se  tuvieron  que  ir.  Las  razones  son  muchas.  Allí,  donde  todavía 
no  hay  conflicto  de  fuerzas  armadas,  serán  unas:  desempleo,  miseria,  pobreza,  en- 
deudamiento, ausencia  de  servicios,  deterioro  de  la  tierra,  bajo  precio  de  los  produc- 
tos, carestía  de  otros,  sueños  de  la  sociedad  de  consumo,  pérdida  de  las  cosechas, 
violencia  intrafamiliar  etc.  También  ha  ocurrido  que  no  tienen  tierra  porque  los  te- 
rratenientes y narcotraficantes  se  la  han  venido  apropiando,  porque  son  jornaleros 
que  van  de  región  en  región  buscando  trabajo3;  porque  la  poca  tierra  que  poseen  no 
les  da  para  vivir  y prefieren  venderla;  porque  el  sistema  educativo  siembra  en  sus 
hijos  e hijas  la  decisión  de  abandonar  el  campo  e irse  a la  ciudad,  entre  otras  muchas 
razones. 

Pero  donde  está  el  conflicto  armado  (ejército,  guerrilla,  narcotráfico,  parami- 
litares y las  “convivir”4)  las  razones  serán  otras.  La  situación  es  peor.  Son  pueblos, 
caseríos  y campos  desocupados  violentamente,  arrasados  por  los  bombardeos  del 
ejército,  masacrados  por  unas  fuerzas  o por  otras  (oficiales  y privadas).  Las  noticias 
son  entonces  de  los  medios  de  comunicación,  muchas  veces  manipuladas,  distorsio- 
nadas y manejadas  por  los  organismos  de  seguridad.  Entre  la  vecindad  predomina  el 
silencio,  lógica  de  sobrevivencia  en  un  medio  donde  no  se  puede  pronunciar  una  pa- 
labra. El  miedo,  el  temor  y el  terror  llevan  a que  la  población  campesina  salga  des- 
pavorida a cualquier  lugar.  Un  millón  de  desplazados  por  la  violencia  y la  guerra  da- 
ba cuenta  recientemente  un  informe  de  Amnistía  Internacional.  Las  “ Convivir ” son 
la  nueva  expresión  del  Evangelio  de  la  muerte  en  los  campos  colombianos. 


1.2.  Muerte  de  la  casa  del  campo  y desintegración  de  la  familia 


El  llamado  “progreso”  o “desarrollo”  de  esta  sociedad  neoliberal  ha  venido 
atentando  contra  la  “casa”  como  símbolo  de  la  vida  cotidiana  y de  la  unidad  fami- 
liar. La  casa  se  ha  transformado  física  y simbólicamente.  Ella  ha  dejado  de  ser  el  lu- 
gar de  encuentro  de  los/las  abuelos/abuelas,  padres  (mamá  - papá),  hijos  e hijas,  her- 
manos y hermanas,  tíos  y tías,  primos  y primas...  para  convertirse  en  lugar  de  desen- 
cuentro, en  lugar  de  individuales  y extraños. 

La  casa  campesina,  otrora  convertida  en  casa  de  vida,  edificada  con  los  mate- 
riales y productos  propios  de  la  región,  pasó  a ser  construida  con  materiales  de  las 
grandes  empresas  y transnacionales.  Sus  cimientos  religiosos,  sociales,  políticos, 
económicos  y antropológicos  modificaron  profundamente  sus  referentes  de  antaño 
y acogieron  referentes  de  esta  sociedad  neoliberal. 

La  despensa  económica,  años  atrás  llena  de  maíz,  plátanos,  yucas,  frijoles  y 
frutas,  se  cambió  por  las  carnes  frías,  los  productos  industrializados,  los  refrescos 
químicos  y muchos  más  productos  importados.  Pasamos  de  la  despensa  orgánica, 


3 Aníbal  Cañaveral,  op.  cit.,  p.89. 

4 Son  cooperativas  de  vigilancia  privada,  legalizadas  por  el  estado  colombiano,  entrenadas  y apoya- 
das por  el  ejército  para  cuidar  los  intereses  de  los  ricos  del  campo  y con  el  pretexto  de  combatir  la  in- 
seguridad en  el  campo  y en  la  ciudad  se  han  convertido  en  tuerzas  violadoras  de  los  derechos  huma- 
nos. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


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natural  y propia  a la  despensa  transnacional  y química,  que  no  valora  lo  que  es  pro- 
pio, que  nos  hace  sentir  vergüenza  de  nuestros  alimentos  caseros,  que  los  asesina  a 
través  de  mil  maneras. 

La  casa  fue  bombardeada  por  los  medios  de  comunicación,  la  propaganda  y la 
distracción  que  promueve  el  sistema  y murió  el  lugar  vital  más  querido:  la  cocina, 
donde  se  compartía  la  vida  desde  la  persona  más  anciana  hasta  la  más  niña.  Al  calor 
del  fogón  se  acrecentaba  el  calor  humano  y familiar,  la  acogida  del  forastero  y visi- 
tante, la  solidaridad  del  más  necesitado,  la  salud  del  enfermo  y la  memoria  de  los  an- 
tepasados fallecidos.  La  casa  era  el  lugar  del  “ágape  familiar”  por  excelencia,  donde 
se  participaba  de  la  comida  que  Dios  bendecía  y proveía  cada  día  mediante  el  esfuer- 
zo del  trabajo  material  y familiar.  Era  el  compartir  pleno  de  la  vida,  donde  cabían  to- 
das las  dimensiones  de  la  vida.  La  cocina  era  símbolo  de  la  sencillez,  la  espontanei- 
dad y la  gratuidad  de  la  vida.  Asientos,  piedras,  trozos  de  madera  o el  mismo  piso 
(suelos  normalmente  de  tierra),  estaban  dispuestos  para  que  la  familia  se  sentara  a co- 
mer y a dialogar.  Los  abuelos  y abuelas  contaban  las  historias,  mitos  y leyendas  del 
campo  (dimensión  cosmológica  y cultural).  Las  madres  enseñaban  las  oraciones  y 
hablaban  de  Dios  a los/las  pequeños/pequeñas  (dimensión  religiosa).  Los  hombres 
contaban  las  experiencias  que  habían  tenido  en  el  mercado  del  pueblo  (dimensión 
económica).  Los  compadres  y comadres  dialogaban  de  los  asuntos  políticos  del  pue- 
blo y de  sus  organizaciones  (dimensión  política).  La  familia  expresaba  y vivía  mu- 
chos sentimientos  (dimensión  afectiva).  La  cocina  era  un  pilar  de  la  campesinidad,  es 
decir,  aquella  expresión  o manera  de  vivir  la  familia  en  comunión  consigo  misma  y 
con  la  vecindad  del  entorno  geográfico.  Ella  era  más  que  el  lugar  donde  se  cocinaban 
los  alimentos.  Era  el  lugar  de  convocación  a la  vida  de  toda  la  familia. 

La  familia  se  ha  desintegrado  y la  casa  en  su  sentido  más  humano  también. 
Alguien  decía:  “que  es  muy  difícil  encontrar  una  familia  completa  en  el  campo”. 
Hubo  padres  de  familia  que  fueron  asesinados  por  el  ejército,  la  guerrilla  o los  pa- 
ramilitares, quedando  sus  esposas  solas  y los  niños  y niñas  en  la  orfandad.  Hubo  hi- 
jos que  arrebató  el  ejército  para  combatir  a los  mismos  hermanos  campesinos  y que 
murieron  defendiendo  una  causa  ajena.  Hubo  jóvenes  campesinos(as)  que  se  fueron 
con  las  guerrillas,  a veces  acosados  por  el  desempleo  o la  ausencia  de  un  futuro  cla- 
ro. Hubo  mujeres,  que  maltratadas  y embarazadas  tuvieron  que  salir  a luchar  para 
vivir  por  causa  de  un  sistema  machista.  Hubo  jóvenes  que  salieron  al  colegio  del 
pueblo  y jamás  retornaron  al  campo.  Hubo  familias  amenazadas  que  tuvieron  que 
escapar  de  la  noche  a la  mañana...  Y seguiríamos  hablando  de  este  vaciamiento  del 
campo  rural  colombiano  y latinoamericano. 

1.3.  Relaciones  opuestas  y conflictivas 

La  sociedad  colombiana  y latinoamericana  se  rige  por  un  código  de  relacio- 
nes opuestas  y conflictivas,  las  cuales  van  destruyendo  y modificando  las  relaciones 
campesinas  de  hace  tiempo  e implantando  de  manera  sistemática  la  destrucción  to- 
tal de  las  relaciones  de  vida,  como  consecuencia  de  la  política  de  globalización  neo- 
liberal que  hoy  impide  que  pensemos  y reconstruyamos  los  lazos  culturales  que  mar- 
caron por  mucho  tiempo  la  vida  campesina. 

Veamos  algunas  características  no  muy  lejanas  y semejantes  con  aquellas  que 
identificaron  al  Imperio  Romano,  y que  aparecen  claramente  al  situar  contextual- 


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ANÍBAL  CAÑAVERAL  OROZCO,  Pablos,  Filemones,  Apias  y Onésimos... 


mente  hoy  la  carta  de  San  Pablo  a Filemón;  y que  fueron  el  resultado  de  la  relectu- 
ra que  de  esta  carta  han  hecho  las  comunidades  campesinas. 

1.3.1.  Relación  hombre-mujer 

La  figura,  la  presencia  y la  función  de  Apia  como  la  hermana  en  la  carta  a Fi- 
lemón nos  ha  ayudado  a profundizar  en  las  relaciones  hombre-mujer  que  se  dan  en 
el  campo. 

En  la  base  de  esta  relación  está,  tan  histórico  como  actual,  un  poderoso  siste- 
ma machista  que  margina,  oprime,  excluye  y esclaviza  a las  mujeres  campesinas. 
Muchas  de  nuestras  culturas  campesinas  viven  cotidianamente  esta  relación,  vista  a 
veces  como  necesaria  y normal  por  muchos  varones  y mujeres  también.  La  mujer 
campesina  es  obligada  a una  difícil  y estrecha  situación  dentro  del  hogar,  la  casa  y 
la  familia.  Tantas  mujeres  tienen  que  enfrentar  en  sus  vidas  los  papeles  de  hombre  y 
mujer  a la  vez.  Son  las  que  consiguen  afuera  la  subsistencia  económica  de  ellas  y 
sus  hijos/hijas,  y adentro,  la  crianza  y educación  de  los/las  mismos/mismas. 

Se  trata  de  una  relación  conflictiva  que  pone  en  condición  de  superioridad  al 
hombre  y de  inferioridad  a la  mujer.  El  sistema  que  desde  siglos  y siglos  se  ha  en- 
carnado en  lo  más  hondo  de  las  culturas  encubre  y ayuda  a los  hombres  a camuflar 
sus  acciones  machistas,  impidiendo  ser  visualizadas  claramente  por  la  sociedad.  En- 
tonces el  accionar  de  las  instituciones  sociales,  económicas,  políticas  y religiosas  se 
contagia  de  un  refinado  machismo,  sutil  en  extremo,  que  habla  en  favor  de  la  pro- 
moción de  algunas  figuras  femeninas  en  los  altos  sectores  de  la  sociedad,  tan  ma- 
chistas, explotadoras  y dominadoras  como  los  mismos  hombres. 

Aunque  la  nota  predominante  en  el  campo  continúa  siendo  este  sistema  ma- 
chista, hay  esfuerzos  y frutos  muy  esperanzadores  de  muchas  mujeres  y algunos 
hombres  sensibles,  que  buscan  superar  aquel  sistema  de  muerte  y sembrar  nuevas 
relaciones  de  igualdad,  respeto,  amor  y fraternidad. 

Quisiera  transcribir  para  una  perspectiva  de  las  Apias  campesinas  de  hoy  un 
párrafo  respecto  de  su  contribución  al  proceso  de  las  Comunidades  Campesinas 
Cristianas  (CCC):  “mujeridad  es  la  constatación  histórica  más  integradora  e inclusi- 
va de  la  muchedumbre  (multitud)  de  mujeres  campesinas  (niñas,  jóvenes,  solteras, 
en  unión  libre,  madres  de  familia,  religiosas  y abuelas)  que  han  caminado  adelante 
en  el  proceso  de  CCC  y de  la  Iglesia  de  los  Pobres,  y que  continúan  siendo  el  muje- 
río de  las  Comunidades  Campesinas  Cristianas,  la  vida  y la  esperanza  de  este  pro- 
yecto de  Iglesias  y sociedad  nuevas,  en  el  campo  y en  las  ciudades”5 

1.3.2.  Relación  jornalero-patrón 

Los  vínculos  de  Onésimo  con  Filemón  en  la  carta  a Filemón  nos  ha  ayudado 
a profundizar  en  las  relaciones  jornalero  y patrón  que  se  dan  en  el  campo. 

Los  campos  han  sufrido  una  transformación  a lo  largo  de  la  historia.  Allí  ha 
existido  la  relación  jornalero-patrón,  cuyas  implicaciones  abarcan  muchas  dimen- 
siones de  la  vida  de  la  persona  jornalera.  Jornalero,  en  términos  sociológicos,  pudié- 
ramos decir  que  es  aquel  que  no  tiene  tierra,  o tiene  tan  poquita,  que  para  sobrevivir 

5 Aníbal  Cañaveral.  “Los  sentidos  teológicos  en  la  historia  de  las  Comunidades  Campesinas  cristia- 
nas’’. En:  Prática,  no.  17  (Sueños  de  vida  y esperanza;  cosecha  desde  el  caminar  y sentir  de  las  Comu- 
nidades Campesinas  Cristianas)  (jul.  1997).  Bogotá:  Dimensión  Educativa,  p.  159. 


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tiene  que  vender  su  capacidad  de  trabajo  productivo  (jornal)  a otro,  que  se  enrique- 
ce casi  siempre,  pues  es  quien  suma  la  plusvalía  del  trabajo,  mientras  la  persona  jor- 
nalera se  empobrece  más.  La  historia  del  latifundio  está  muy  ligada  a la  explotación 
jornalera,  pues  los  terratenientes  han  sometido  y exprimido  la  vida  de  muchos  cam- 
pesinos jornaleros.  Tal  sometimiento  ha  llegado  a extremos  como  los  de  ver  a estos 
patrones  como  buenos,  justos,  bondadosos  y salvadores.  En  tal  grado  de  alienación 
de  la  conciencia  campesina,  el  patrón  es  considerado  como  mi  diosito,  es  el  padrino 
del  niño  o la  niña  del  jornalero,  es  el  jefe  y manda  callar  a todos,  es  el  patrón  bueno 
porque  hace  regalos  y fiestas,  es  hombre  justo  porque  da  limosnas  y contribuye  a la 
Iglesia. 

Hoy  Onésimo  es  un  símbolo  colectivo  en  tantos  jornaleros  campesinos,  vícti- 
mas de  terratenientes  y patrones  que  la  sociedad  y la  Iglesia  confunden,  identifican 
y santifican  como  Filemones  bondadosos,  caritativos  y justos,  porque  dan  limosnas 
a los/las  campesinos/campesinas  pobres.  Filemones  de  esta  talla  aún  no  están  en  el 
camino  de  Jesús,  ni  en  la  práctica  que  Pablo  exigió  delicadamente  al  Filemón  que 
tenía  a Onésimo  como  esclavo.  Aquel  camino  estaba  cimentado  en  el  amor,  la  con- 
versión, la  igualdad,  la  justicia,  la  solidaridad  y la  caridad. 

Los  amos,  como  lo  fue  primeramente  Filemón,  avaros  y explotadores  de  hoy 
son  grupos  económicos  fuertes  que  chupan  hasta  la  última  gota  de  sangre  al  campe- 
sinado. Son  las  grandes  transnacionales  que  penetran  al  campo  con  sus  grandes  me- 
gaproyectos  de  hidroeléctricas,  canales  interoceánicos,  carreteras,  etc.,  y sacan  vio- 
lentamente a millares  de  familias  campesinas  de  sus  tierras,  sometiéndolas  a condi- 
ciones de  vida  infrahumanas.  Son  los  grandes  gremios  económicos  de  los  países  la- 
tinoamericanos que  cada  año  celebran  los  miles  y miles  de  millones  de  ganancias 
que  producen  sus  empresas  y negocios,  fruto  del  saqueo  a los  recursos  naturales,  a 
la  explotación  de  sus  trabajadores,  a la  modernización  tecnológica  de  sus  compañías 
nacionales  y transnacionales,  a la  usura  y circulación  mundial  de  sus  capitales.  Los 
Filemones  avaros  son  también  los  que  contratan  o manejan  en  pequeño  mano  de 
obra  jornalera,  convertidos  en  pequeños  patronos,  aprovechadores  de  la  fuerza  de 
sus  trabajadores.  Filemones  de  este  estilo  son  los  que  tienen  mentalidad  capitalista, 
que  sueñan  y comulgan  con  el  sueño  neoliberal. 

1.3.3.  Relación  bancos-campesinos 

En  mi  comentario  a la  Carta  a Filemón'1,  se  plantea  la  cuestión  de  la  deuda  en 
la  carta  de  San  Pablo  a Filemón.  Aunque  se  trata  de  una  realidad  planteada  en  dos 
versículos  (18  y 19),  tiene  una  grande  significación  para  la  '‘hermenéutica  campesi- 
na”, pues  el  campesinado  carga  con  una  pesada  deuda  que  le  han  impuesto  los  ban- 
cos (Caja  Agraria  y BANCAFE,  en  el  caso  colombiano).  Los  créditos  o préstamos 
a los  campesinos  han  empeorado  su  situación,  llevándoles  a trabajar  para  pagar  los 
intereses  o en  el  peor  de  los  casos,  a ver  rematadas  sus  fincas  y parcelas  por  las  en- 
tidades crediticias. 


6 Aníbal  Cañaveral,  op.  cit.  p.32, 34,35,37, 41, 49,67,77, 89,90. 


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ANIBAL  CAÑAVERAL  OROZCO,  Pablos,  Filemones,  Apias  y Onésimos... 


2.  Ejes  hermenéutieos  para  una  lectura  campesina  de  la  carta 
de  San  Pablo  a Filemón 

Desde  mi  experiencia  de  campesino  que  ha  labrado  y escarbado  la  tierra  creo 
que  hay  otras  maneras  de  sentir,  contemplar,  experimentar,  imaginar,  soñar,  leer  y 
estudiar  el  texto  bíblico.  El  saber  y el  pensar  campesinos  pasan  por  canales  todavía 
insospechados  por  la  racionalidad  occidental,  la  cual  se  queda  limitada  como  media- 
ción para  el  encuentro  afectivo  del  campesinado  con  la  Palabra  de  Dios.  A la  lógica 
racional  que  nos  vino  de  occidente,  ciertamente  le  debemos  mucho  y esto  hay  que 
valorarlo,  pero  no  podemos  caer  en  el  convencimiento  de  la  ausencia  de  otras  lógi- 
cas y otros  caminos,  ni  tampoco  creer  que  lo  único  que  hace  creíble,  legítimo  y acer- 
tado es  el  método  científico  racional. 

2.1.  Eje  del  corazón  y la  afectividad 

Para  el  campesinado  es  más  vital  encontrarse  con  este  texto  bíblico  de  File- 
món por  el  camino  de  los  sentimientos,  de  la  afectividad,  del  corazón,  que  por  la  vía 
de  la  razón.  El  texto  está  cargado  de  sentimiento.  Alegría,  emotividad,  saludo,  aco- 
gida, recibimiento,  hospitalidad,  amor,  consuelo,  animación  y encuentro  empapan 
de  principio  a fin  esta  carta.  Un  campesino  puede  vibrar  profundamente  y hundir  su 
ser  en  este  texto  por  el  sendero  de  los  sentimientos. 

Francisco  Reyes  escribe:  “el  campesino  cuando  escarba  la  tierra  entra  en  un 
diálogo  de  profundo  respeto  con  ella;  a través  de  sus  manos  el  campesino  transmite 
(entrar)  sus  sentimientos,  sus  sueños,  sus  pensamientos,  sus  preocupaciones;  con  la 
ilusión  de  poder  sacar  (salir)  los  frutos  necesarios  para  alimentarse”7.  Así  mismo, 
por  la  vía  de  los  sentimientos,  el  texto  entra  en  el  corazón  del  campesino  (a)  y sale 
transformado  afectivamente. 

2.2.  Eje  de  lo  simbólico  campesino 

El  símbolo  representa  uno  de  los  principales  pilares  de  la  Hermenéutica  Cam- 
pesina, pues  es  portador  de  las  más  ricas  y profundas  experiencias  de  vida  (huma- 
nas y religiosas)  de  nuestro  mundo  campesino.  Desde  el  amanecer  hasta  el  anoche- 
cer nuestra  vida  es  como  una  sinfonía  simbólica  en  el  campo.  Estamos  rodeados  (as) 
de  símbolos  desde  la  niñez  hasta  la  ancianidad.  Siendo  las  personas  también  símbo- 
los entre  los  símbolos. 

En  la  carta  a Filemón,  el  nombre  es  símbolo.  En  el  campo  todo  tiene  nombre 
hasta  lo  más  pequeñito  (personas,  plantas,  animales,  lugares,  herramientas,  utensi- 
lios, ríos,  montañas,  caminos,  etc.). 

Es  símbolo  la  mujer  porque  es  reconocida  en  términos  de  igualdad  frente  a las 
estructuras  patriarcales  misioneras  de  la  época,  donde  los  hombres  no  las  considera- 
ban dignas  de  ser  nombradas  en  los  encabezamientos  de  las  cartas  como  protagonis- 
tas de  la  revolución  eclesial  femenina  y feminista  en  el  corazón  de  las  Iglesias.  La 
hermana  Apia  de  este  texto  bíblico  es  símbolo  de  las  incontables  Apias  campesinas 
que  trascienden  aquella  condición  social  de  ser  esposas  encerradas  en  su  hogar,  so- 


^ Francisco  Reyes.  Hagamos  vida  la  Palabra,  aportes  para  una  lectura  comunitaria  de  la  Biblia.  Bo- 
gotá: CEDEBI,  1997,  p.25. 


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metidas  por  sus  compañeros  machistas  a trabajos  domésticos,  de  ser  hijas  y herma- 
nas de  padres  y hermanos  que  les  niegan  la  posibilidad  y el  derecho  de  ser  ellas  mis- 
mas, de  realizarse  como  personas  comprometidas  con  causas  mayores. 

Es  símbolo  la  casa  ( oikos ) campesina  como  expresión  de  vida  de  la  familia  y 
la  comunidad,  de  todas  las  formas  de  vida,  de  ecología  decimos  hoy,  ante  la  brutal 
y demencial  destrucción  ecológica  que  vivimos  en  los  campos  y ciudades  latinoa- 
mericanas. 

Es  símbolo  la  comunidad  de  hermanos  y hermanas,  en  reunión  ecuménica  por 
la  gracia  de  Dios  y del  Señor  Jesucristo. 

Son  símbolos  los  cuerpos  de  los/las  encarcelados(as),  de  las  mujeres,  de  los/las 
luchadores(as),  de  los/las  esclavos(as),  de  los/las  ancianos(as),  de  los/las  niños(as),  de 
los/las  endeudados(as),  de  los/las  desplazados(as)  hoy... 

Es  símbolo  la  cama,  el  alojamiento,  el  hospedaje,  la  comida  y la  acogida  en 
el  campo,  cuando  llegan  personas  de  lejos  o forasteras. 

Es  símbolo  la  oración  y la  contemplación  de  Dios  que  bendice  y derrama  su 
gracia  en  la  tierra,  la  familia  y la  comunidad. 

2.3.  Eje  del  valor  de  lo  pequeño  y la  contemplación 

Tanto  la  exégesis  como  la  hermenéutica  campesina  precisan  de  ser  abordadas 
desde  esta  perspectiva.  Valorar  lo  pequeño  supone  una  actitud  de  vida,  de  mucha 
contemplación  de  Dios  en  la  Creación.  Así,  la  carta  de  San  Pablo  a Filemón,  es  sen- 
tida como  la  más  pequeña  de  las  cartas,  pero  de  un  contenido  y una  síntesis  sorpren- 
dentemente viva  y esperanzadora. 

2.4.  Eje  de  la  relacionalidad 

Desde  las  cosmovisiones  campesinas,  la  carta  en  mención,  apunta  a tejidos 
(telarañas)  de  relaciones,  a constelaciones  de  símbolos  y lenguaje,  como  cuando  yo 
contemplaba  los  conjuntos  de  estrellas  en  el  firmamento  cuando  estaba  niño.  En  el 
campo  todo  está  relacionado  entre  sí.  También  la  carta  apunta  para  una  relacionali- 
dad (transversal idad)  de  las  diversas  hermenéuticas. 

2.5.  Eje  de  los  valores  campesinos 

Sin  duda  alguna,  por  acá  hay  una  llave  fabulosa  de  lectura  para  que  como 
campesinos  podamos  interpretar  esta  carta.  Valores  campesinos  precisan  ser  fortale- 
cidos, recuperados  y alimentados  por  el  mensaje  de  vida  y esperanza  que  encontra- 
mos en  la  carta  de  San  Pablo  a Filemón.  Nos  corresponde,  desde  dentro,  como  Co- 
munidades Campesinas  Cristianas  y organizaciones  campesinas  fortalecer  lo  nues- 
tro, lo  propio,  lo  cultural  que  tenemos. 

2.6.  Eje  teológico  campesino 

Vivimos  en  estos  fines  de  siglo  y de  cercanía  al  Tercer  Milenio  una  crisis  ra- 
dical en  el  campo  rural  latinoamericano:  “La  encrucijada  de  la  humanidad”  -nos  de- 
cía recientemente  un  economista  del  campo-  porque  el  capitalismo  está  pasando  por 


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ANIBAL  CAÑAVERAL  OROZCO,  Pablos,  Filemones,  Apias  y Onésimos... 


una  etapa  de  sobreproducción  de  todo.  La  mercancía  corre  y llega  hasta  el  más  últi- 
mo rincón  del  mundo.  Hay  hambre  y es  contradictorio  que  haya  abundancia,  pero  la 
producción  se  pierde  y se  pudre  en  las  bodegas  del  sistema.  Entonces  este  sistema 
neoliberal  transporta  su  Dios  y su  religión  a todas  partes.  Y ambos  penetran  en  la 
conciencia  del  pueblo  hasta  los  tuétanos,  haciéndonos  soñar  y suspirar  por  un  mo- 
delo de  sociedad  consumista  y destructora  de  la  vida. 

Entonces  nos  preguntamos:  ¿Dónde  está  Dios?  ¿Dónde  está  el  Dios  de  Jesús? 
¿Dónde  está  el  Dios  que  experimentaba  Pablo  y la  comunidad  que  se  reunía  en  la 
casa  de  Filemón?.  Desde  la  perspectiva  campesina,  la  carta  nos  revela  un  Dios  Pa- 
dre y Madre,  comunitario,  familiar,  femenino,  vivo,  compañero,  solidario,  alegre, 
campesino,  hospitalario,  ecuménico,  consolador,  denunciador  de  las  deudas  y afec- 
tivo. “En  la  carta  todas  las  cosas  hablan  de  Dios  y están  referidas  en  última  instan- 
cia a Él”.  De  igual  manera,  en  el  campo  todo  nos  habla  de  Dios  y lo  sentimos  pre- 
sente en  toda  la  Creación,  en  la  oikos  campesina,  tan  amenazada  y destruida. 

Dios  está  en  nuestros  pequeños  esfuerzos  por  resistir,  por  organizamos,  por 
formar  comunidades  cristianas,  por  generar  alternativas  económicas,  por  desarrollar 
prácticas  agroecológicas,  por  oponernos  a la  contaminación  y al  envenenamiento  de 
nuestra  madre  tierra  con  los  químicos,  por  construir  vida  desde  nuestros  pequeños 
trabajos,  por  engendrar  nuevas  relaciones  de  hermandad.  Sentimos  que  Dios  nos 
acompaña  y nos  fortalece  en  esta  construcción  de  nuestra  Casa  (oikos)  Campesina. 


Aníbal  Cañaveral  Orozco 

Apartado  Aéreo  66625 
Medellín,  Antioquia 
Colombia 


FRANCISCO  REYES  ARCHILLA 


IMAGINACION  Y EXEGESIS 
A propósito  de  una  relectura  de  la 
Carta  a Filemón  desde  lo  infantil 


Resumen 

Queremos  reconocer  y proponer  la  imaginación  como  una  mediación  fundamental  e 
imprescindible  en  la  relectura  de  los  textos  bíblicos.  Esta  facultad,  ausente  y negada 
en  la  exégesis  racionalista  que  tradicionalmente  ha  caracterizado  nuestra  manera  de 
comprender  la  Biblia,  se  torna  en  un  acto  y un  desafío  político,  ético,  espiritual,  pe- 
dagógico y estético  que  condiciona  tanto  la  interpretación  de  los  textos  bíblicos,  co- 
mo la  reconstrucción  de  nuestra  identidad  como  pueblos,  como  culturas  y como  per- 
sonas (situadas  en  la  telaraña  de  las  relaciones  sociales  basadas  en  las  diferencias 
de  género,  edad,  pertenencia  a un  grupo  étnico,  etc.).  Nos  proponemos,  con  un  inte- 
rés heurístico,  hacer  una  pequeña  reflexión  sobre  la  imaginación  y su  relación  con 
los  textos  bíblicos.  En  la  última  parte  del  artículo  queremos  compartir  un  ejercicio 
práctico  de  imaginación  a propósito  de  la  carta  a Filemón  con  el  interés  de  hacerlos 
visibles  a los  niños  y a las  niñas  en  este  texto. 

Abstract 

We  seek  to  recognize  and  propose  the  imagination  as  a fundamental  and  unavoidable 
mediation  in  the  rereading  of  biblical  texis.  This  faculty  is  absent  and  denieal  in  the 
rational  exegesis  which  has  traditionally  characterized  own  manner  of  comprehen- 
ding  the  Bible,  it  become  a political,  ethical,  spiritual,  pedagogical  and  esthetic  ac- 
tion  and  challenge  which  condition  both  the  interpretation  of  biblical  texts  and  also 
the  reconstruction  of  our  identity  as  peoples,  as  cultures  and  as  persons  (situated  in 
a network  of  social  relation  based  on  differences  of  gender,  age,  ethnic  group,  etc.). 
We  propose,  for  investigative  purposes,  a brief  reflection  on  the  imagination  and  its 
relation  the  biblical  texts.  In  the  last  part  of  the  árdele  we  shaw  a practical  exercise 
ofthe  imagination  in  the  letter  to  Philemon  in  order  to  make  visible  the  children  pre- 
sent  in  the  text. 


¡Hijo  soy  de  mi  hijo! 
¡El  me  rehace  ! 
(José  Martí,  De  Ismaelillo) 


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FRANCISCO  REYES  ARCHILLA,  Imaginación  y Exégesis 


Indudablemente,  uno  de  los  desafíos  de  la  hermenéutica  infantil  de  la  Biblia 
es  el  de  analizar  textos  bíblicos  donde  no  aparecen  visibles  los  niños.  Aunque  no  sea 
su  único  propósito,  es  necesario  asumir  el  desafío  de  hacerlos  presentes.  ¿Pero. ..es 
posible  hacerlo?  ¿es  pertinente?  Creemos  que  sí,  por  eso  queremos  hacer  el  intento 
de  leer  esa  ausencia  presente  o esa  presencia  invisible  de  los  niños  detrás  del  texto, 
con  el  fin  de  escuchar  sus  voces,  sentir  sus  abrazos,  dejarnos  contagiar  por  sus  risas, 
sus  llantos,  sus  juegos,  sus  sueños  y por  sus  fantasías.  Pero  también  tenemos  que  res- 
ponder al  cómo.  Creo  que  los  niños  nos  dan  la  misma  respuesta:  esto  es  posible  gra- 
cias a la  imaginación. 

Estas  consideraciones  que  queremos  presentar  no  son  más  que  el  esbozo  de 
pequeñas  intuiciones  que  han  germinado  de  la  experiencia  de  trabajo  bíblico  con  los 
niños  y niñas,  de  la  situación  familiar  y,  finalmente,  como  resultado  del  esfuerzo  por 
encontrar  nuevos  paradigmas  que  nos  ayuden  a leer  el  texto  bíblico  desde  los  gru- 
pos sociales  excluidos. 

Tenemos  que  considerar  y reconocer  que  uno  de  los  aportes  fundamentales  de 
la  lectura  infantil  de  la  Biblia  ha  sido  precisamente  la  recuperación  de  la  imagina- 
ción y del  imaginario  en  la  compresión  de  los  textos  y de  la  vida  misma.  Vamos  a 
valernos  de  esta  llave  para  intentar  entrar  en  el  mundo  que  esconde,  tras  sus  pala- 
bras, la  carta  a Filemón. 

Sabemos  que  no  es  una  tarea  fácil,  debido  entre  otras  razones  al  carácter  ce- 
rrado, reduccionista,  dualista  y excluyente  de  los  paradigmas  racionalistas1,  espe- 
cialmente frente  a otras  maneras  de  comprender  el  mundo  (el  símbolo,  los  mitos,  la 
imaginación,  el  juego,  los  sentimientos,  etc.),  asociadas  normalmente  a la  sinrazón, 
a la  locura,  a lo  subjetivo  o a lo  supuestamente  “infantil”,  es  decir  (en  términos  adul- 
tocéntricos)  al  mundo  de  lo  que  no  es  todavía,  del  engaño,  del  error,  de  lo  inútil  y 
de  la  fantasía.  Es  necesario  y urgente,  por  tanto,  controlar  lo  “infantil”  de  la  sinra- 
zón. No  es  por  acaso  que  la  razón  y la  racionalidad  sean  consideradas  en  occidente 
como  propias  y constitutivas  del  mundo  adulto.  Es  en  nombre  de  esta  razón  adulta 
que  se  define,  controla,  niega  o se  rechaza  lo  que  tiene  que  ver  con  el  mundo  infan- 
til. Y la  exégesis  bíblica  no  ha  estado  exenta  de  esa  realidad,  en  cuanto  que  ella  ha 
bebido  de  estos  paradigmas. 

Nos  ayuda  mucho  la  definición  que  Joan  H.  Scott2  hace  de  género:  “el  géne- 
ro es  un  elemento  constitutivo  de  las  relaciones  sociales  basadas  en  las  diferencias 
que  distinguen  los  sexos  y el  género  es  una  forma  primaria  de  la  relaciones  signifi- 
cantes de  poder.  Los  cambios  en  la  organización  de  las  relaciones  sociales  corres- 
ponden siempre  a cambios  en  las  representaciones  del  poder,  pero  la  dirección  del 
cambio  no  es  necesariamente  en  un  sólo  sentido”.  Esto  vale  también  para  las  rela- 


^ Sobre  la  crítica  a los  paradigmas  racionales  que  han  caracterizado  el  pensamiento  occidental  y que 
de  alguna  manera  han  afectado  la  manera  como  hacemos  exégesis,  ver  por  ejemplo,  desde  la  perspec- 
tiva filosófica:  Pedro  José  Román.  “Lo  imaginario  como  umbral  epistemológico”.  En:  Cuadernos  de 
Filosofía  Latinoamericana.  Bogotá:  Universidad  Santo  Tomás,  no.  62/63  (1995),  p.  133-150;  Guiller- 
mo Hoyos  Vásquez.  “Apuntes  filosóficos  para  motivar  la  paz  en  Colombia”.  En:  Artesanos  de  la  paz. 
- Seminario  interdisciplinario  sobre  violencia  y paz  en  Colombia/Programa  por  la  Paz,  Bogotá,  1991, 
p.  19-37.  Desde  la  perspectiva  bíblica  ver:  Alberto  Ramírez  Z.  “La  hermenéutica  bíblica  más  allá  de 
los  métodos  histórico-criticos”.  En:  “La  Palabra  Hoy:  órgano  de  la  FEBIC-LA/  Federación  Bíblica  Ca- 
tólica, v.XXII.  no. 83,  1997,  Bogotá:  FEBIC.  p. 32-45;  Francisco  Reyes  A.  “Hagamos  vida  la  Palabra: 
método  le  lectura  bíblica”.  Bogotá:  CEDEB1,  1997,  p.  117-123. 

2 Joan  W.  Scott.  Género:  Urna  categoría  útil  para  análise  histórica.  Recife/Brasil:  S.O.S.  Corpo,  1991. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


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ciones  sociales  basadas  en  las  diferencias  que  distinguen  las  personas  por  edades  o 
por  “etapas  evolutivas”  del  desarrollo  humano  (niñez,  juventud,  adultez,  vejez).  Las 
relaciones  adultos-niños/niñas  son  también  una  fonna  en  que  se  fijan  simbólica- 
mente las  relaciones  de  poder. 

Lo  que  está  en  juego  en  el  fondo,  cuando  hablamos  de  la  negación  que  la  ra- 
cionalidad occidental  hace  de  la  imaginación  y del  lenguaje  simbólico  como  una  for- 
ma verdadera  de  apropiarnos  del  mundo  que  nos  rodea,  son  las  relaciones  de  poder. 
Representadas  en  las  diferencias  que  social  y simbólicamente  establece  la  sociedad 
entre  el  adulto-varón-padre  y el  niño/niña-  mujer-  hijo/hija,  entre  la  razón  adulta  y la 
sinrazón  de  lo  infantil.  Es  clara  la  relación  entre  el  poder  de  la  racionalidad  occiden- 
tal (razón-sin  razón),  la  dominación  intergeneracional  (adulto-niño,  adulto-joven)  y 
la  dominación  de  género  (varón-mujer).  La  dominación  es  así  global3.  Las  transfor- 
maciones al  interior  de  algunas  de  estas  relaciones,  van  a determinar  cambios  en  la 
globalidad  de  las  relaciones  de  dominación.  La  liberación  parcial  es  al  mismo  tiem- 
po global.  No  es  posible  la  liberación  femenina  sin  relación  a la  liberación  de  los  ni- 
ños y viceversa.  Es  necesaria  entonces  la  solidaridad  de  todos  y todas,  los  y las  que 
por  diferentes  razones,  son  negados  en  la  dinámica  de  las  relaciones  sociales. 

La  reivindicación  de  los  niños,  de  su  mundo,  de  sus  lenguajes,  de  sus  valores, 
de  sus  imaginarios,  es  al  mismo  tiempo  una  demanda  de  tipo  político,  de  género  y 
étnica,  en  la  medida  en  que  estas  dimensiones  se  entrecruzan  en  la  cotidianidad  y en 
la  medida  en  que  comparten  una  situación  análoga  en  el  juego  de  las  relaciones  so- 
ciales. Es  pues  un  desafío  y un  imperativo  político,  cultural  y espiritual,  emprender 
un  trabajo  que  nos  ayude  a recuperar  y a recrear  el  mundo  de  lo  “infantil”. 

1.  Hablemos  un  poco  de  la  imaginación4 

A la  capacidad  y a la  fuerza  de  crear,  recrear  y re-presentar  imágenes  y,  por 
tanto,  significaciones,  es  a lo  que  llamamos  imaginación.  Pero  para  que  ella  sea  pro- 
vechosa es  necesario  tener  mucha  sensibilidad  y docilidad  para  dejarnos  “tocar”  pro- 
fundamente por  estas  imágenes.  Hay,  pues,  una  relación  muy  estrecha  entre  símbo- 
lo, sensación  e imagen.  La  imaginación  es  la  que  hace  posible  el  símbolo,  es  la  que 
nos  ayuda  a captar  la  afinidad  entre  el  significado  (experiencias  humanas)  y el  sig- 
nificante. Es  la  que  nos  posibilita  la  configuración  de  nuevas  imágenes,  y con  ellas 
nuevas  significaciones  (símbolos,  mitos,  etc.)5. 

Es  necesario  reconocer  que  la  imaginación  es  una  facultad  creativa  e innata 
al  ser  humano,  es  inevitable,  imprescindible,  está  presente  en  cualquier  actividad 
humana,  aunque  muchas  veces  de  forma  inconsciente:  en  la  manera  como  nos  apro- 
piamos del  mundo,  como  reconstruimos  la  historia  y las  utopías,  como  elaboramos 
un  relato  o lo  leemos,  etc.  La  imaginación  es,  por  consiguiente,  una  dimensión  cons- 
titutiva del  ser  humano  presente  en  todos  los  momentos  de  la  vida  (y  no  sólo  en  la 
infancia). 



^ Pablo  Richard.  “Interpretación  bíblica  desde  las  culturas  indígenas".  En:  RIBLA.  no. 26,  Quito:  RE- 
CU, 1997,  p. 46-50. 

^ Queremos  profundizar  aún  más  en  la  reflexión  sobre  la  imaginación  iniciada  en:  Hagamos  vida  la 
Palabra,  op.  cit..,  p.  129-131. 

^ Juan  José  Sánchez.  “Símbolo”.  En:  Conceptos  fundamentales  del  cristianismo  (Casiano  Floristán  y 
Juan  José  Tamayo  - editores),  Madrid:  Trotta,  1993,  p.  1 299. 


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FRANCISCO  REYES  ARCHILLA,  Imaginación  y Exégesis 


“No  podemos  abordar  y enfrentar  la  realidad  directamente.  Sólo  podemos  al- 
canzarla por  la  mediación  y el  conducto  de  la  imaginación.  No  podemos  prescindir 
de  tal  mediación.”6  La  imaginación  es  pues  la  manera  como  nos  apropiamos  de  lo 
que  nos  rodea.  Está  presente  como  una  fuerza  dinámica  y creadora  que  nos  permi- 
te enfrentar  el  mundo  ( especialmente  las  situaciones  límites,  dramáticas,  de  caos 
social,  etc.)  dándole  sentido  y esperanza  a la  existencia  (personal y social).  “El  ima- 
ginario es”,  como  muestra  convincentemente  G.  Durand,  “una  función  primordial 
del  ser  humano  que  quiere  ser  contra  la  amenaza  y la  violencia  de  su  situación  alie- 
nada”7, es  la  facultad  de  liberamos  de  ciertas  imágenes  estereotipadas  que  niegan  la 
posibilidad  de  que  el  ser  humano  pueda  realizarse  personal  y socialmente.  En  este 
sentido,  puede  ser  un  instrumento  que  ayude  a deconstruir  y reconstruir  las  identi- 
dades culturales  de  los  pueblos,  o de  los  grupos  sociales  negados  por  su  condición 
de  género,  raza,  edad,  etc.  “Lo  imaginario  resulta  ser,  entonces,  la  función  creadora 
del  hombre,  por  la  que  el  sujeto  vuelve  sobre  sí  mismo,  para  recrearse,  para  recrear 
la  cultura,  el  orden  de  lo  simbólico,  superando  la  condición  animal  de  la  predestina- 
ción y haciéndose  divino,  cocreador,  hombre  hecho  a imagen  y semejanza  de  la  di- 
vinidad creadora.”6 

El  objetivismo  de  los  paradigmas  racionalistas,  el  logocentrismo  y adultocen- 
trismo,  han  condenado  la  imaginación  a un  segundo  lugar,  a una  facultad  “inferior” 
y limitada,  como  la  maestra  del  error  y la  falsedad,  o como  una  experiencia  que  se  re- 
duce a una  primera  etapa  de  la  vida,  que  hay  que  superar  y,  en  muchos  casos,  repri- 
mir en  nombre  de  una  supuesta  objetividad  y madurez  de  la  verdad  pretendida  por  las 
ciencias.  Cuando  se  habla  de  la  imaginación  generalmente  se  hace  de  forma  dualis- 
ta, oponiéndola  a lo  real  y a lo  tangible  (a  lo  demostrable  y a lo  objetivo,  etc.).  Cree- 
mos, sin  embargo,  que  esta  dicotomía  es  por  lo  menos  dudosa,  cuando  no,  falsa. 

Esta  idea  de  la  imaginación  corresponde  a un  paradigma  antropológico  dua- 
lista, donde  el  ideal  es  re-presentado  por  el  varón-adulto-racional,  esto  implica,  en 
consecuencia,  romper  con  la  infancia.  La  imaginación,  los  sueños,  los  juegos,  los 
sentimientos,  la  fantasía,  la  ternura  y la  inocencia  son  negados  y desterrados  como 
cualidades  genuinas  que  nos  pueden  ayudar  a crear  un  ambiente  social  más  humano 
y encantador. 

El  dilema  no  está  tanto  en  si  tenemos  en  cuenta  la  imaginación  o no.  Simple- 
mente no  podemos  prescindir  de  ella.  Está  presente  desde  el  momento  en  que  nace- 
mos. El  dilema  está  más  en  el  uso  que  hacemos  de  ella.  ¿Cuáles  son  los  intereses, 
los  valores  que  están  en  juego  cuando  ejercitamos  la  imaginación?.  No  se  trata  de 
negarla  o de  renunciar  a ella.  En  la  práctica  esto  es  imposible.  Se  trata,  por  el  con- 
trario, de  potenciarla  y recrearla,  de  saber  usarla  como  un  instrumento  que  nos 
puede  ayudar  a construir  un  mundo  mejor  y unas  relaciones  sociales  donde  no  se 
dé  ningún  tipo  de  dominación. 

No  hay,  ni  puede  haber,  una  correspondencia  exacta  o precisa  entre  los  hechos 
históricos  y la  narración  de  los  mismos.  Narrar  la  historia  supone  una  actividad  lite- 
raria creadora  que  la  “ordena”  de  acuerdo  a una  experiencia  y a unos  intereses  so- 


^ Frangoise  Dolto.  El  evangelio  ante  el  psicoanálisis.  Madrid:  Cristiandad,  1979,  p.74. 
^ Juan  José  Sánchez,  op.  cit. , p.1304. 

^ Pedro  José  Román,  op.  cit.,  p.  145 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA 


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cíales  y personales9,  en  la  que  la  realidad  (puede  ser  la  realidad  del  texto)  se  consti- 
tuye fundamentalmente  como  un  mundo  con  sentido  (universo  simbólico).  En  esa 
actividad  creadora  juega  un  papel  importante  y determinante  la  imaginación.  Al  re- 
construir “la  historia”  la  estamos  “imaginando”  (lo  que  a criterio  del  historiador,  es 
“histórico”).  Como  afirma  García  Márquez:  “Si  los  historiadores  han  hecho  ficción, 
pues  me  parece  lógico  que  los  autores  de  ficción  hagamos  historia”'0.  Esto  vale  aún 
más  para  los  textos  literarios  como  para  los  bíblicos.  La  imaginación  es  la  condición 
necesaria  para  la  formación  del  verdadero  espíritu  científico".  “Visto  así,  lo  imagi- 
nario se  nos  ha  insinuado  como  un  umbral  epistemológico  posible  en  la  construc- 
ción científica  del  orden  de  lo  real.”12  Esto  que  hemos  dicho  hasta  ahora  vale  tam- 
bién para  la  exégesis  de  los  textos  bíblicos. 


2.  Imaginación  y exégesis,  un  acercamiento  posible  y necesario 


Si  tomamos  como  punto  de  referencia  el  mundo  del  texto,  tenemos  que  reco- 
nocer que  tanto  en  el  acto  de  escribir  como  en  el  de  leer  hay  una  actividad  creadora 
de  sentido  y,  al  mismo  tiempo,  una  re-presentación  de  la  realidad  (del  texto  y del  lec- 
tor), esto  sólo  es  posible  a través  de  la  imaginación  productiva  (innovación  semán- 
tica o ficción)13. 

En  el  mismo  proceso  de  producción  de  los  textos  bíblicos  hay  una  actividad 
creadora  que  busca  dar  sentido  a las  experiencias  de  un  pueblo  enmarcadas  dentro 
de  su  historia  y en  las  relaciones  con  su  Dios.  Esto  exige  a los  autores  y a las  comu- 
nidades o grupos  sociales  que  guardaron  y recrearon  la  memoria  recibida  un  traba- 
jo de  imaginación.  Basta  sólo  con  recordar  los  relatos  de  la  creación  para  compren- 
der lo  que  queremos  decir.  Ahora,  si  hay  que  leer  la  Biblia  con  el  mismo  espíritu  con 
que  fue  escrita,  es  necesario  entonces  hacerlo  tomando  en  serio  la  imaginación  co- 
mo una  mediación  hermenéutica  posible  e imprescindible. 

La  imaginación  se  comienza  a esbozar  como  una  mediación  hermenéutica 
fundamental,  no  sólo  en  la  lectura  infantil  de  la  Biblia,  sino  como  una  realidad  ine- 
ludible que  condiciona,  querámoslo  o no,  la  labor  exegética  misma.  Aunque  no  es 
fácil  reconocer  esto,  por  todo  el  racionalismo  que  ha  caracterizado  a los  métodos  tra- 
dicionales de  hacer  exégesis.  Cuando  leemos  un  texto  no  podemos  dejar  de  lado  la 
imaginación.  Ella  irrumpe  con  su  mágica  carga  de  imágenes,  estímulos  y deseos.  El 
escenario  irremediablemente  se  recrea  en  nuestra  mente,  los  personajes  cobran  vida, 
los  paisajes  se  llenan  de  colores  y olores,  el  tiempo  se  evapora  en  el  azar  del  presen- 
te. Lo  inaudible  se  comienza  a escuchar,  lo  invisible  se  torna  visible,  lo  impercepti- 


^ Lo  que  Jaime  Rubio  citando  a Paul  Ricoeur  llama  mimesis , actividad  creadora  mediante  la  cual  nos 
apropiamos  del  sentido  del  mundo  tes  una  metáfora  de  la  realidad):  “El  trabajo  del  símbolo”.  En:  La 
hermenéutica:  una  aproximación  necesaria  desde  la  educación/Revista  Aportes,  no. 37  (abril  1993), 
p.31-50,  Santa  Fe  de  Bogotá:  Dimensión  Educativa,  1993,  p. 39-47.  Pedro  José  Román  se  refiere  a es- 
ta realidad  como  el  mundo  de  lo  real,  esto  es,  el  universo  de  sentido  - creado  por  el  hombre  - en  el  que 
habitamos  (op.  cit.,  p.  1 44). 

0 Entrevista  con  Gabriel  García  Márquez.  “Gabo:  revela  sus  secretos  de  escritor”.  En:  Revista  Cro- 
mos. Bogotá,  n°  3985  (julio  13,  1994),  p.84. 


Pedro  José  Román,  op.  cit.,  p.146. 

Ibid,  p.146. 

Sobre  este  tema  ver:  Jaime  Rubio  Ángulo,  op.  cit,  p.31-50. 


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FRANCISCO  REYES  ARCHILLA.  Imaginación  y Exégesis 


ble  se  puede  palpar.  La  imaginación  forma  parte  de  nosotros.  Consiguientemente, 
con  ella  debemos  abordar  la  lectura  de  los  textos  bíblicos14. 

La  imaginación  nos  permite  subrayar  precisamente  lo  no  formulado  en  lo  que 
se  dice  como  en  lo  que  no  se  dice,  y al  mismo  tiempo  comprender  su  significado 
subjetivo.  Nos  ayuda  a leer  lo  implícito,  el  significado  de  lo  que  aparece  a nivel  de 
la  superficie  gramatical  del  texto.  Es  la  posibilidad  de  preguntarnos  por  los  senti- 
mientos, deseos,  esperanzas,  sueños,  necesidades  de  los  personajes  presentes  en  el 
texto.  Esta  es  una  condición  imprescindible  para  una  verdadera  escucha15. 

La  imaginación  también  nos  permite  leer  los  textos  como  si  estuviéramos  ahí, 
presentes  en  la  escena;  nos  involucra  en  la  trama10  del  relato  envolviendo  nuestros 
sentimientos,  ideas,  deseos,  cuerpos,  experiencias;  integrando  nuestra  condición  de 
género,  intereses,  valores,  etc.  A través  de  la  imaginación  es  posible  recrear  o “ re- 
construir” los  textos  bíblicos  y las  situaciones  que  nos  narran,  produciendo  un  nue- 
vo sentido.  Buscado  ser  fiel,  no  tanto  a la  letra,  sino  al  espíritu.  Es  posible  damos 
las  manos  con  los  personajes  del  relato,  presentes  o ausentes,  meternos  en  sus  pro- 
pios zapatos,  caminar  por  sus  propias  sendas,  sentir  y ver  el  mundo  con  sus  propios 
ojos.  Nos  permite  crear  solidaridades  y aversiones,  simpatías  y antipatías.  Esto  pue- 
de ocurrir  con  el  mismo  autor  bíblico17.  Es  dejarnos  llevar,  en  últimas,  por  la  trama 
del  texto.  Ya  no  somos  expectadores,  sino  actores  metidos  en  el  artificio  creado  por 
las  palabras.  No  es  posible  ser  neutro  frente  al  texto.  Éste  no  es  pasado,  es  presente. 

A diferencia  de  una  hermenéutica  excesivamente  racionalista  (que  entiende  el 
mundo  del  texto  como  una  realidad  objetiva  en  sí  misma  y separada  de  cualquier 
contacto  con  la  subjetividad  del  lector),  la  hermenéutica  simbólica  (que  toma  en  “se- 
rio” la  imaginación  como  una  mediación  necesaria  para  poder  comprender  la  reali- 
dad), hace  posible  aquello  de  que  “e/  mundo  del  texto  es  una  transcendencia  en  la 
inmanencia  ”18.  “Es  por  la  lectura  que  el  mundo  del  texto  y la  experiencia  ficticia  que 
de  allí  sale,  entran  en  intersección  con  el  mundo  efectivo  del  lector,  el  mundo  de  mi 
hacer  y de  mi  padecer  efectivos.  La  significación  de  la  obra  (en  sentido  fuerte)  sólo 
es  completa  en  el  reencuentro  más  o menos  conflictual  entre  el  mundo  del  texto  y el 
mundo  del  lector.”19 

La  imaginación,  por  último,  nos  ayuda  a recuperar,  a reconstruir  y a expresar 
la  identidad  perdida,  traicionada  o negada,  ya  sea  como  pueblos  o como  sujetos  que 
sufrimos  el  peso  de  las  identidades  impuestas  por  los  órdenes  simbólicos  y sociales 
dominantes  (especialmente  las  mujeres,  los  niños,  los  pueblos  indígenas,  las  comuni- 
dades negras,  etc.)20.  La  imaginación  precede  siempre  las  grandes  conquistas. 

^ Fran^oise  Dolto.  op.  cit.,  p.74. 

15  Eugen  Drewermann.  “Exégesis  y psicología  profunda”.  En:  Selecciones  de  Teología,  no.  24  (1996) 
(oct.-fic.  1985),  p.300. 

1°  Jaime  Rubio  nos  habla  de  intriga,  como  síntesis  de  lo  heterogéneo  (diríamos  de  los  conflictos)  con 
una  intencionalidad  pedagógica  (op.  cit.,  p. 36-38).  Por  eso,  comprender  la  intriga  del  relato,  es  hacer 
surgir  pedagógicamente  esos  conflictos. 

^Eugenio  Green.  “Reflexiones  personales  sobre  la  exégesis  del  Nuevo  Testamento”.  En:  Boletín  Teo- 
lógico, op.  cit.,  p. 39-40. 

'“Jaime  Rubio,  op.  cit.,  p.44. 

Jbid,  p.44. 

Sobre  la  importancia  de  la  imaginación  en  la  reconstrucción  de  las  identidades  narrativas,  vista  des- 
de la  realidad  de  A.L.  ver  Jaime  Rubio,  op.  cit.,  p. 47-50.  Vale  también  esta  intuición  para  el  esfuerzo 
que  se  está  haciendo  en  la  línea  de  la  reconstrucción  de  las  identidades  de  género,  generacionales  o ét- 
nicas, que  aparecen  como  nuevos  desafíos  en  la  hermenéutica  bíblica  en  A.L.  y el  Caribe. 


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Imaginar  es  pues  una  condición  ineludible  si  querernos  abrir  caminos  nuevos, 
modos  diferentes  de  leer  e interpretar  el  texto.  Es  la  manera  de  evocar  lo  ausente, 
poder  expresar  lo  que  la  tradición  (el  autor  bíblico,  la  tradición  eclesial  o exegética) 
ha  callado,  dejar  hablar  a los  “silenciados”  por  los  textos  (niños,  jóvenes,  ancianos 
y ancianas,  mujeres,  esclavos  y esclavas),  revelar  aspectos  de  la  realidad  (del  texto 
o del  lector)  que  otros  lenguajes  más  racionales  no  pueden  expresar.  Nos  puede  lle- 
var, por  tanto,  a una  mejor  compresión  del  mundo  del  relato  bíblico  en  su  sentido 
histórico,  social  y teológico.  Pero  lo  que  nos  parece  más  importante  y vital,  es  el  he- 
cho de  que  la  lectura  nos  involucra  en  la  interpretación  del  texto  y que,  por  lo  tan- 
to, nos  ofrece  los  elementos  para  una  actualización  del  mismo. 

La  imaginación  hace  parte  esencial  del  quehacer  exegético.  No  es  algo  pre- 
vio o precientífico;  aunque  reconocemos  que  por  sí  sola  es  insuficiente  para  resca- 
tar toda  la  riqueza  que  entraña  la  Palabra  de  Dios.  Reconocemos  también  que  ella 
está  condicionada  y limitada  por  las  circunstancias  históricas  que  rodean  la  existen- 
cia de  la  persona  o grupo  social,  por  las  situaciones  que  se  dan  en  el  conjunto  de  las 
relaciones  sociales,  por  los  intereses  que  están  en  juego,  por  las  maneras  de  ver  y 
sentir  el  mundo  (especialmente  por  el  inconsciente).  Por  eso  es  necesario: 

Primero , explicitar  los  condicionamientos,  los  presupuestos  y los  criterios 
hermenéuticos,  éticos,  estéticos  (artísticos)  y pedagógicos  que  orientan  este  ejerci- 
cio de  la  imaginación.  Corremos  el  riesgo,  ciertamente  inevitable,  de  hacer  decir  al 
texto  lo  que  nosotros  queramos.  La  perspectiva  de  una  hermenéutica  comunitaria  de 
la  Biblia,  especialmente  desde  los  sujetos  específicos,  nos  ofrece  los  criterios  y va- 
lores que  nos  sirven  para  “encausar”  y “orientar”  la  imaginación. 

Desde  la  perspectiva  infantil  nos  interesa  resaltar,  entre  otros  y a modo  de 
ejemplo,  los  siguientes  criterios: 

• Afirmar  la  presencia  activa  y protagónica  de  los  niños  y las  niñas; 

• Descubrir  nuevas  maneras  de  ver  y sentir  a los  niños  y a las  niñas;  esto  sig- 
nifica la  creación  de  nuevos  paradigmas  que  nos  ayuden  a profundizar  de  una  ma- 
nera más  justa  en  la  identidad  de  la  niñez; 

• Romper  con  los  estereotipos,  valores,  estructuras  y órdenes  simbólicos  que 
colocan  a los  niños  y a las  niñas  en  un  estado  de  inferioridad  e indefensión  en  rela- 
ción a los  adultos; 

• Crear  una  solidaridad  con  los  diferentes  grupos  sociales  igualmente  nega- 
dos: mujeres,  negros/negras,  indígenas,  campesinos,  homosexuales,  etc.; 

• Ayudar  a crear  relaciones  sociales  donde  no  haya  ningún  tipo  de  domina- 
ción ni  violencia; 

• Reiterar  la  igualdad  fundamental  de  los  seres  humanos,  respetando  al  mis- 
mo tiempo  la  diversidad  y especificidad  de  los  diferentes  sujetos  sociales; 

• Manifestar  la  posibilidad  real  de  una  comunidad  de  hermanos  y hermanas 
donde  sea  posible  la  realización  plena  de  cada  uno/  una  y de  todas  las  personas; 

• Recuperar  los  valores  de  cada  grupos  social,  en  la  construcción  de  un  mun- 
do más  justo  y humano; 

• Valorar  la  pluralidad  de  lenguajes,  como  formas  válidas  a la  hora  de  com- 
prender los  textos  y la  realidad  que  nos  rodea; 

Segundo,  es  necesaria  la  mediación  de  los  métodos  exegéticos.  Es  una  mane- 
ra de  confrontar,  enriquecer  y fundamentar  la  labor  imaginativa.  En  esta  confronta- 


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FRANCISCO  REYES  ARCHILLA,  Imaginación  y Exégesis 


ción  del  ejercicio  metódico  de  los  demás  pasos  de  la  exégesis  con  la  imaginación  y 
viceversa,  se  nos  ofrecen  las  imágenes  o expresiones  simbólicas  que  nos  van  a ser- 
vir como  ejes  de  sentido  y de  profundización  del  texto.  La  exégesis  nos  ayuda  a dar- 
le un  fundamento  sólido  al  ejercicio  de  la  imaginación.  Si  nos  dejamos  “tocar”  dó- 
cilmente por  los  símbolos,  estos  mismos  nos  orientarán  seguramente  hacia  una  in- 
terpretación fiel  y coherente  con  el  sentido  “original”  del  relato. 

Es  importante  recalcar  que  la  referencia  a la  imaginación  no  implica  modifi- 
car al  texto  al  capricho  cada  vez  que  lo  leemos,  ¡No!,  él  se  constituye  en  el  punto  de 
referencia  (y  canalizador)  necesario  e indispensable  que  permite  a nuestra  imagina- 
ción proyectarse21. 

Tercero,  rescatar  la  dimensión  práxica  del  símbolo.  Esto  nos  permite  contra- 
rrestar la  tendencia  del  imaginario  de  volver  a los  orígenes,  de  remitirse  a lo  utópi- 
co o de  poner  las  cosas  “fuera  de  lugar”;  es  decir,  de  proyectar  una  realidad  imagi- 
naria para  suprimir  la  distancia,  la  brecha  insalvable  que  limita  al  ser  humano22. 

Comprendida  así  la  imaginación , ella  es  también  un  acto  y,  a la  vez,  un  desa- 
fío político,  ético  y espiritual.  Tenemos,  por  consiguiente,  el  imperativo  histórico  y 
teológico  de  valorarla  y potencializarla  aún  más,  como  una  mediación  fundamental 
a la  hora  de  reconstruir  nuestras  utopías,  nuestros  proyectos  históricos,  nuestras 
identidades  culturales,  nuestras  identidades  como  varones  o como  mujeres,  etc.  Pa- 
ra hacerlo  tendremos  que  aprender  mucho  de  los  niños  y las  niñas.  Volver  a la  niñez 
es  la  mejor  manera  y la  más  encantadora  de  recuperar  la  imaginación  y,  a la  vez, 
muchas  de  las  riquezas  escondidas  en  el  texto  bíblico. 

3.  Un  ejercicio  de  imaginación  desde  la  perspectiva  infantil  a 
propósito  de  la  carta  a Filemón23 

Asumimos  el  riesgo  fascinante  de  intentar  volar  en  las  alas  de  la  imaginación 
para  ayudar  a reconstruir  una  comprensión  de  la  carta  a Filemón.  Al  leer  esta  peque- 
ña carta  no  pudimos  dejar  de  sentir  la  presencia  invisible  (como  tantos  personajes  de 
nuestros  cuentos)  de  niños  y niñas.  Cada  letra,  cada  palabra,  cada  párrafo,  cada  es- 
pacio en  blanco  fueron  delineando  el  paisaje  del  texto:  montañas,  valles,  ríos,  ciu- 
dades, barrios,  pequeñas  casas;  también  habían  prisiones,  caminos,  soldados.  Ha- 
bían muchos  niños  y niñas  maltratados,  violentados,  hambrientos,  sufriendo,  mu- 
riendo. 

Llegamos  a un  barrio  como  muchos  otros  que  componían  cualquiera  de  las 
ciudades  de  Asia  Menor.  Tenía  unas  calles  muy  estrechas,  casi  no  se  podía  caminar 
por  la  cantidad  de  gente:  vendedores,  esporádicos  compradores,  enfermos  y limos- 
neros tirados  en  las  calles,  mujeres  y muchos  niños  y niñas  corriendo  de  acá  para 


Frangoise  Dolto.  op.  cit.,  p.77. 

Juan  José  Sánchez,  op.  cit.,  p.  1304. 

--1  Queremos  compartir  este  escrito  como  resultado  del  trabajo  de  imaginación  realizado  durante  al- 
gunos talleres  bíblicos,  en  el  grupo  de  “Experiencias  Bíblicas  de  Bogotá”,  a propósito  de  la  exégesis 
de  la  carta  a Filemón.  Hay  un  trabajo  de  exégesis  comunitaria  del  texto,  que  aunque  no  se  explícita, 
fundamenta  lo  que  estamos  escribiendo.  Además,  otros  artículos  de  este  número  hacen  una  mención 
explícita  a esta  labor  exegética. 


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allá,  como  un  ejército  de  mariposas  jugando  con  el  viento,  llenando  con  colores  y 
carcajadas  aquellas  calles  que  de  por  sí  daban  mucha  tristeza. 

Como  llevados  por  el  aroma  del  buen  vino,  de  las  risas  de  los  niños  y las  ni- 
ñas, y por  un  sentimiento  de  amor  que  impregnaba  el  ambiente  como  el  olor  de  las 
flores,  llegamos  a una  casa  pequeña,  muy  sencilla.  En  el  piso  de  abajo  había  un  ta- 
ller donde  se  hacían  y se  arreglaban  sandalias;  en  la  parte  superior,  se  podía  ver  una 
pequeña  maceta  con  muchas  flores  de  muchos  colores  como  el  arco  iris. 

Al  tocar  la  puerta  nos  recibió  una  señora  que  irradiaba,  como  aquella  mañana, 
rayos  de  bondad  por  todos  sus  poros.  A través  de  sus  palabras,  de  su  mirada,  de  sus 
gestos  se  podía  reconocer  la  ternura  de  una  mujer  que  aunque  había  sufrido  mucho, 
había  aprendido  a ser  feliz,  especialmente  al  asumir  la  responsabilidad  de  animar  la 
comunidad  cristiana.  Nos  invitó  a seguir,  trajo  agua  y nos  lavó  los  pies  como  símbo- 
lo de  acogida,  mientras  nos  contaba  con  una  gran  vitalidad  un  gesto  similar  realiza- 
do por  un  tal  Jesús  de  Nazaret  con  sus  discípulos.  Me  acuerdo  que  se  llamaba  Apia. 

Al  instante  vinieron  a recibirnos  algunos  hermanos  y hermanas  que  estaban 
reunidos  en  aquella  casa  para  compartir  la  cena,  leer  las  escrituras  sagradas  y hacer 
memoria  de  un  tal  Jesús,  un  profeta  y maestro  que  había  pasado  haciendo  el  bien  a 
los  pobres.  Nos  brindaron  comida  y hospedaje.  ¡Que  bueno!  porque  teníamos  mu- 
cha hambre  y estábamos  muy  cansados.  En  la  cena  recordaban  algunos  gestos,  ac- 
ciones y palabras  de  su  maestro,  cantaban  y oraban  con  mucha  alegría;  ¡eso  sí!  sin 
hacer  mucha  bulla,  pues  todavía  tenían  un  poco  de  miedo  a las  autoridades  judías  y 
romanas. 

Me  llamó  especialmente  la  atención  la  presencia  de  varios  niños  y niñas.  Des- 
pués supe  que  muchos  de  ellos,  habían  perdido  a sus  padres  y madres.  La  comuni- 
dad, a pesar  de  su  pobreza  y de  la  situación  constante  de  persecución,  los  había  aco- 
gido con  mucho  cariño.  Ese  era  su  hogar.  Entre  ellos  recuerdo  especialmente  a una 
niñita  pequeñita,  muy  inquieta  por  cierto,  llamada  Evodia  y un  niño  un  poco  mayor 
llamado  Clemente.  Los  dos  tenían  una  sonrisa  de  oreja  a oreja,  eran  hijos  de  un  es- 
clavo llamado  Onésimo,  un  esclavo  que  había  escapado  de  su  antiguo  amo,  llama- 
do Filemón. 

¡Ah!  Filemón  era  un  hombre  muy  serio,  de  barba  abultada  y de  una  voz  grue- 
sa. Parecía  un  patriarca  o un  doctor  de  la  ley,  pero  sus  ojos  dejaban  escapar  algunos 
chispazos  de  bondad  (especialmente  cuando  hablaba  con  Apfia).  Había  enviudado 
siendo  todavía  muy  joven.  No  había  tenido  hijos.  Parecía  ser  un  hombre  muy  solo. 
El  había  alquilado  aquella  casa  para  montar  un  pequeño  taller  de  zapatería.  Por  lo 
que  pude  averiguar,  él  había  tenido  algunos  esclavos  que  trabajaban  en  el  taller.  An- 
tes de  haber  oído  hablar  de  Jesús,  era  un  hombre  muy  autoritario  y severo  con  sus 
trabajadores.  Por  esa  razón  escapó  Onésimo.  Parece  ser  que  después  de  haber  oído 
de  Jesús,  su  vida  comenzó  a cambiar,  empezó  a participar  de  la  vida  de  la  comuni- 
dad, y desde  ese  momento  se  caracterizó  por  ser  un  hombre  muy  bondadoso,  que  se 
preocupaba  mucho  de  acoger  a las  hermanas  y los  hermanos  cristianos  que  eran  per- 
seguidos. 

Volviendo  a los  niños,  me  acuerdo  que  lo  que  más  me  cautivó  de  ellos  era  su 
sonrisa.  Pronto  me  les  acerqué  y les  hice  una  mueca  para  buscarles  el  juego.  Ella  y 
él  un  poco  asustados  y tímidos,  al  principio,  se  agarraron  de  las  piernas  de  Apfia  y 
de  Filemón,  como  si  se  aferraran  a la  vida  misma,  sin  quitarme  su  mirada  curiosa, 
tierna  y dulce  como  un  rico  postre  de  brevas  con  arequipe. 


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FRANCISCO  REYES  ARCHILLA,  Imaginación  y Exégesis 


Poco  a poco  fueron  perdiendo  su  timidez.  Curiosos  al  inicio,  sólo  me  tocaban 
las  manos  para  verme  de  frente;  creo  que  extrañaban  el  acento  de  mi  voz,  al  fin  y al 
cabo  era  un  total  extraño  para  ellos.  Recuerdo  las  primeras  expresiones  y preguntas 
de  Evodia: 

- ¡Qué  barba  tan  rara!  ¿por  qué  no  te  crece  la  barba  como  a mi  papá?  ¿de  dón- 
de vienes? 

Yo  no  atinaba  qué  responderles,  sólo  se  me  ocurrió  decirles  que  venía  de  un 
lugar  muy  lejano  donde  los  hombres  teníamos  unas  barbas  muy  raras.  Ella  se  sonrió 
y dejó  escapar  un  pequeño  suspiro. 

Después  de  un  buen  rato,  Evodia  me  miró  como  si  hubiéramos  sido  amigos 
desde  siempre,  se  me  acercó  al  oído  y me  dijo: 

Señor,  vamos  a jugar  a las  escondidas  con  mis  amigos,  ¿quiere  venir? 

Nunca  supe  si  me  habían  hablado  con  sus  bocas  o con  sus  ojos. 

Por  un  buen  momento  jugamos,  escondiéndonos  por  cuanto  rincón  encontrá- 
bamos (que  no  eran  muchos,  pues  la  casa  era  pequeña  y muy  sencilla).  Así  fue  que 
tuve  la  oportunidad  de  conocer  el  pequeño  taller  donde  trabajaba  Filemón,  Apfia  y 
otros  dos  hermanos.  Había  también  un  cuarto  pequeño  donde  dormía  Filemón  y al 
lado  había  uno  un  poco  más  grande,  en  donde  dormían  los  dos  hermanos  que  traba- 
jan en  el  taller.  En  la  parte  superior  había  un  sala  que  ocupaba  el  tamaño  de  toda  la 
casa,  esta  servía  para  las  celebraciones  de  la  comunidad  y para  hospedar  a las  visi- 
tas. En  la  casa  apenas  había  lugar  para  un  baño  y una  pequeña  cocina.  Apfia  vivía 
en  arriendo  en  un  pequeño  cuarto  en  la  casa  de  al  lado. 

El  salón  no  tenía  mucho  donde  escondernos,  tenía  unas  pocas  sillas,  algunos 
cojines  y una  mesita  de  madera  muy  sencilla.  En  las  paredes  algunos  signos  labra- 
dos, parecían  ser  figuras  de  panes,  peces  y uno  que  otro  nombre  de  algún  hermano 
o hermana.  Un  poco  cansado  me  senté  en  un  cojín.  Evodia  y Clemente  todavía  te- 
nían energías,  continuaron  jugando  un  buen  rato.  Aquel  salón  se  llenó  de  tanta  ale- 
gría y esperanza,  que  hasta  las  flores  mecidas  por  el  viento  parecían  danzar  al  ritmo 
de  las  carcajadas. 

Recuerdo  muy  bien  una  de  las  reuniones  de  la  comunidad.  Además  de  cantar, 
orar,  compartir  el  pan  y el  vino,  participaban  de  la  enseñanza.  Ese  día,  Apfia  dirigió 
la  enseñanza.  Comenzó  recordando  las  siguientes  palabras  de  Jesús:  “Dejen  que  los 
niños  vengan  a mí,  y no  se  lo  impidan;  porque  de  los  que  son  como  ellos  es  el  rei- 
no de  Dios.  De  cierto  les  digo,  que  el  que  no  acoja  el  reino  de  Dios  como  un  niño 
pequeñito,  no  entrará  en  él”.  Inmediatamente  después  llamó  a los  niños  y a las  ni- 
ñas para  que  pasaran  adelante,  tomó  en  sus  brazos  a la  niña  más  pequeñita  y comen- 
zó a reflexionar  con  la  comunidad  sobre  el  significado  de  aquellas  palabras  pronun- 
ciadas por  el  maestro  de  Nazaret.  Los  niños  y las  niñas  más  grandecitos  participa- 
ban contando  sus  experiencias,  compartiendo  sus  sentimientos  y sus  sueños.  Los 
más  pequeños  corrían  de  lado  a lado,  otros  se  metían  por  debajo  de  las  mesas,  uno 
que  otro  lloraba  para  que  les  dieran  de  mamar.  Todos,  pequeños  y grandes,  canta- 
ban, oraban,  servían  las  mesas.  Para  ellos  la  celebración  era  una  verdadera  fiesta. 
Nunca  había  tomado  en  serio  esas  palabras,  aunque  muchas  veces  las  había  leído, 
fue  a partir  de  ese  momento  que  comencé  a comprender  su  significado  tan  profun- 
do. Ahora,  ya  sabía  por  qué  los  niños  y las  niñas  eran  tan  importantes  para  la  comu- 
nidad. Ellas  y ellos  eran  vistos  como  modelos  de  lo  que  debería  ser  un  buen  discí- 
pulo de  Jesús. 


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Unos  días  después,  mientras  tomábamos  el  desayuno,  vi  a los  dos  niños  sen- 
tados al  frente  de  la  puerta,  abrazados.  Evodia  lloraba  mucho  mientras  llamaba  a su 
papá  y a su  mamá.  Clemente  con  una  voz  entrecruzada  trataba  de  consolarla.  Eso 
me  conmovió  mucho,  me  hicieron  llorar.  No  aguanté  las  ganas,  me  acerqué  a él  y a 
ella,  los  abracé.  Después  de  un  buen  rato,  ellos  comenzaron  a contarme  algunas  de 
historias  sobre  Jesús,  que  habían  oído  en  las  reuniones  de  la  comunidad. 

Ese  mismo  día,  mientras  lavábamos  los  platos  de  la  cena,  Evodia  y Clemen- 
te comenzaron  a hablar  de  su  padre  y de  su  madre.  Cuando  terminamos  de  hacer  los 
oficios  ellos  me  llevaron  al  balcón  de  la  casa.  Nos  sentamos  en  el  piso  y ellos  co- 
menzaron a preguntarme  sobre  las  estrellas,  la  luna  y otras  tantas  cosas.  Les  conté 
lo  que  yo  había  leído  en  un  libro  de  cuentos  infantiles,  que  ellas  eran  como  los  es- 
píritus de  nuestros  antepasados,  que  estaban  ahí  para  acompañarnos,  para  que  no  nos 
sintiéramos  solos.  Fue  en  ese  momento  cuando  Clemente  se  decidió  a contarme  la 
historia  de  sus  padres.  Evodia  me  jalaba  la  barba,  quería  seguir  jugando.  Me  contó 
que  su  padre  y su  madre  vivían  en  el  campo,  en  una  región  llamada  Galilea,  tenían 
una  pequeña  propiedad  familiar,  se  dedicaban  al  cultivo  de  algunos  cereales,  apro- 
vechando el  terreno  para  cuidar  ovejas,  pues  no  era  muy  fértil.  Evodia  interrumpía 
para  hablarme  de  las  ovejitas,  especialmente  de  una  que  se  la  pasaba  comiendo  a to- 
da hora,  era  negra  y muy  gordita.  Me  acuerdo  que  su  rostro  se  puso  muy  triste  al 
contar  esas  cosas.  Al  final  se  quedó  quieta,  cansada,  recostada  en  mi  canto,  con  los 
ojos  enlagunados,  balbuceando  algunas  palabras,  seguramente  conversaba  con  la 
ovejita  negra. 

Clemente  continuó  contándome  la  historia.  Un  día  su  padre  tuvo  que  prestar 
unos  denarios  para  poder  comprar  un  vaquita  que  les  diera  leche  para  poder  alimen- 
tar a sus  hijos  y,  además,  para  pagar  los  diezmos  al  templo  y los  impuestos  a lo  ro- 
manos. Como  no  pudo  pagar,  tuvo  que  vender  su  finca  y por  último,  sin  tierra,  tuvo 
que  venderse  a sí  mismo  junto  con  su  mujer  y los  niños  como  esclavos,  además  de 
las  pocas  ovejitas  que  le  quedaban.  La  madre,  que  se  llamaba  María,  fue  vendida  a 
una  familia  de  un  militar  romano,  muy  rico,  de  Cesaréa  y dueño  de  bastantes  tierras. 
Después  de  un  tiempo  ella  murió  a causa  del  maltrato  a que  la  sometían  sus  patro- 
nes, o tal  vez,  de  la  tristeza  por  la  separación  de  sus  hijos  y de  su  esposo.  Evodia,  al 
escuchar  hablar  de  su  madre  sonrió  y me  contó  como  en  una  noche,  mientras  mira- 
ba las  estrellas  y la  luna,  la  había  visto  y había  conversado  con  ella.  Ella  soñaba  con 
volver  a ver  a su  papá  y a su  mamá.  Eso  la  llenaba  de  una  paz  muy  profunda. 

Mientras  Evodia  interrumpía  de  nuevo  mostrándome  el  gatito  negro  que  Ap- 
fia  le  había  regalado,  me  decía  que  era  igual  de  comilón  que  su  ovejita  negra.  Cle- 
mente mientras  tanto,  continuaba  con  su  historia.  Su  padre  Onésimo  había  sido  com- 
prado por  Filemón;  como  estaba  un  poco  enfermo  el  precio  había  sido  más  bajo  de 
lo  acostumbrado,  de  lo  contrario,  Filemón  no  lo  hubiera  podido  adquirir.  Los  hijos 
se  fueron  con  su  padre.  Mientras  Clemente  hablaba  yo  me  imaginaba  a Onésimo  su- 
mido en  una  tristeza  muy  profunda,  que  ni  la  hondura  del  mar  hubiera  podido  dar 
cabida;  me  imaginaba  un  hombre  desgastado  por  el  trabajo  duro,  melancólico,  segu- 
ramente que  extrañaba  a María,  a sus  hijos,  a su  derrita,  a la  ovejita  negra  y a la  úni- 
ca vaquita,  a la  que  le  había  puesto  el  nombre  de  Margarita.  La  gotita  de  alegría  era 
saber  que  sus  hijos  estaban  bien  cuidados  en  la  casa  de  Filemón. 

Clemente  me  contaba  como,  al  principio,  Filemón  no  trataba  bien  a su  papá, 
lo  andaba  regañando  porque  supuestamente  no  hacía  bien  el  trabajo  o porque  se  sen- 


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FRANCISCO  REYES  ARCHILLA,  Imaginación  y Exégesis 


taba  a descansar  un  poco.  Cansado  del  maltrato  y la  tristeza  pensó  muchas  veces  en 
escapar;  pero  el  miedo  a ser  agarrado  y seguramente  matado,  no  lo  dejaba  realizar 
lo  que  quería.  Hasta  tal  punto  había  llegado  la  animadversión  de  Filemón  contra 
Onésimo  que  en  cierta  ocasión,  cuando  Onésimo  no  pudo  pagarle  una  deuda,  deci- 
dió enviarlo  a la  cárcel24. 

Paradójicamente  Filemón  había  comenzado  a cambiar  después  de  ese  mo- 
mento. Estaba  arrepentido  de  lo  que  había  hecho,  pues  había  llegado  a tener  un  afec- 
to especial  por  Onésimo,  aunque  le  costaba  reconocerlo.  Además,  el  taller  no  fun- 
cionaba de  igual  manera.  Definitivamente  hacía  falta  Onésimo.  Los  años  pasaban  y 
Filemón  no  lograba  ser  feliz.  Había  puesto  sus  sueños  en  llegar  a ser  un  hombre 
próspero,  dueño  de  un  gran  taller,  con  muchos  esclavos  a su  servicio.  Pero  era  im- 
posible lograr  ese  sueño,  los  impuestos  a Roma,  los  diezmos  al  templo  de  Jerusalén, 
el  alto  costo  de  los  alimentos  le  impedían  prosperar.  Fue  la  época  en  que  conoció  la 
comunidad  cristiana,  dirigida  por  la  hermana  Apfia.  Para  él  no  fue  fácil  comenzar  a 
cambiar,  pero  poco  a poco  fue  conociendo  la  comunidad  y el  mensaje  que  el  tal  Je- 
sús había  legado  a las  comunidades.  Sus  sueños  comenzaron  a cambiar.  Compren- 
dió que  lo  más  importante  en  la  vida  era  servir  a sus  semejantes,  era  ahí  donde  se 
encontraba  el  secreto  de  la  felicidad.  Por  estas  razones  Filemón,  después  de  unos 
años,  decidió  perdonarle  la  deuda  a Onésimo,  él  podría  regresar  a casa. 

Cierto  día  cuando  comenzaba  la  primavera  y las  primeras  flores  se  abrían  en 
toda  su  belleza  y color,  me  di  cuenta  que  del  rostro  de  Evodia  y Clemente  brotaba 
una  gran  sonrisa,  sus  ojos  destellaban  una  luz,  que  como  el  sol,  irradiaba  de  ternura 
y ansiedad  toda  la  casa.  Apfia  les  había  contado  que  su  padre  iba  a regresar.  Un  se- 
ñor llamado  Pablo  había  logrado  convencer  a Filemón  de  que  recibiera  a Onésimo, 
no  ya  como  un  esclavo  sino  como  un  hermano  en  el  Señor  y en  la  sangre.  Onésimo 
conoció  en  la  cárcel  a Pablo,  se  habían  hecho  muy  amigos,  por  eso  Pablo  lo  consi- 
deraba como  un  hijo.  Onésimo,  incluso,  se  había  convertido  en  colaborador  de  Pa- 
blo en  el  ministerio  del  anuncio  del  Evangelio  y,  al  mismo  tiempo,  le  había  servido 
de  consuelo  en  los  momentos  más  difíciles  de  su  prisión25. 

Ante  la  noticia,  Evodia  y Clemente  sólo  atinaban  a preguntar: 

- ¿Cuándo  va  venir  mi  papito? 

En  dos  días  posiblemente.  Les  contestó  Apfia. 

- ¡Mi  papito  va  a venir!  ¡mi  papito  va  a venir!  salió  gritando  Evodia  mientras 
saltaba  de  sus  brazos  el  gato  negro. 

Ese  día  la  alegría  contagiaba  no  sólo  la  casa,  sino  todo  el  cosmos.  El  sol  bri- 
llaba más  fuerte,  los  pájaros  cantaban  a coro  mientras  las  flores  perfumaban  de  poe- 
sía el  ambiente.  ¡Qué  paz  y ternura  tan  profunda  sentía  al  ver  a Evodia  y a Clemen- 
te tan  alegres!  Yo  sabía  que  Onésimo  iba  a ser  tratado  como  uno  más  de  la  familia 
y que  la  vida  de  sus  hijos  iba  a cambiar.  Tenían  ahora  una  familia  muy  grande:  la  co- 
munidad que  se  reunía  en  la  casa. 

Sobre  las  posibilidades  de  un  esclavo  ir  a prisión  por  deudas,  ver  Mt  18,  23ss;  Fm  18. 

Sobre  la  práctiva  evangelizadora  en  la  cárcel,  ver  Hch  16,23ss.  No  es  extraño  que  Onésimo  hu- 
biese participado  de  este  proceso  convirtiéndose  en  colaborador  y ministro  de  Pablo  en  la  prisión 
(Fm  12). 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


65 


Así  que  al  regresar,  cada  vez  que  veo  una  ovejita  o un  gato  negro,  me  acuer- 
do de  Evodia  y Clemente,  de  los  demás  niños  y niñas,  de  Onésimo  y María,  de  Ap- 
fia  y Filemón,  de  todos  los  hermanos  y de  todas  las  hermanas  de  la  comunidad.  Oja- 
lá que  todos  aprendiéramos  a vivir  realmente  como  hermanos  y hermanas.  En  Evo- 
dia y Clemente  tenemos  un  espejo  que  podemos  imitar.  Aprendamos  pues  de  ellos  y 
de  tantos  niños  y niñas,  a ser  tiernos  y compasivos,  a recuperar  la  imaginación  y los 
sueños,  allí  puede  estar  la  respuesta  para  que  todos  podamos  vivir  realmente  como 
hermanos  y hermanas,  sin  necesidad  de  esclavizarnos  unos  a otros. 


Francisco  Reyes  Archila 

Apartado  Aéreo  077  183 
Santa  Fe  de  Bogotá  D.  C.  2 
Colombia 


IV0N1 RICHTER  REIMER 


LA  EFICACIA  DE  LA  FE  EN  LA 
SUPERACIÓN  DE  DESIGUALDADES 
Estudio  exegético  sobre  la  carta  de  Pablo 
a Filemón , Apia  y Arquipo 


Resumen 

El  presente  artículo  introduce  comentarios  generales  a la  carta  de  Pablo  y Timoteo 
a Filemón,  Apia  y Arquipo  y hace  un  estudio  profundio  del  texto.  Lo  analiza  dentro 
de  su  contexto  literario-social.  Apunta  hacia  problemas  interpretativos.  Rescata  la 
centralidad  de  la  carta , afirmando  la  superación  de  la  dominación  en  la  relación  de 
amor-solidaridad  y en  la  práctica  de  la  comunión.  Esa  vivencia  del  Evangelio  de  Je- 
sucristo es  la  realización  de  la  voluntad  de  Dios:  No  vivamos  como  esclavos/escla- 
vas y señores/señoras,  sino  como  hermanas  y hermanos  amados  en  todos  los  niveles. 

Abstract 

The  present  article  brings  general  comments  on  the  letter  of  Paul  and  Timothy  to  Phi- 
lemon,  Apphia  and  Archippus  and  makes  a ca  reful  study  of  the  text.  The  text  is  analy- 
zed  in  its  socio-literary  context.  Problems  of  interpretation  are  pointed  out.  The  cen- 
tralit y of  this  letter  is  reclaimed,  affirming  the  overcoming  of  domination  in  a rela- 
tionship  of  love-solidarity  and  in  the  practice  of  communion.  This  living-out  of  the 
Gospel  of  Jesús  Christ  is  the  realization  of  the  will  ofGod:  Let  us  not  live  as  slaves 
and  masters  but  as  sisters  and  brothers  who  are  beloved  in  every  way. 


1.  Introducción 

Son  muchas  las  razones  que  nos  llevan  a estudiar  un  escrito  bíblico.  Históri- 
camente, la  carta  de  Pablo  a Timoteo  y Filemón,  Apia  y Arquipo  ha  merecido  la 
atención  y adquirido  relevancia  principalmente  en  tiempos  de  conflicto,  marcados 
por  la  lucha  de  liberación  de  la  esclavitud.  Hoy,  los  intereses  se  concentran  tanto  en 
los  posibles  abordajes  hermenéuticos  cuanto  en  su  significado  eclesial,  cuando  se 
trata  de  construir  comunión  entre  personas  diferentes.  El  estudio  exegético  podrá 
ayudar  en  este  camino,  trayendo  a la  luz  algunas  pistas  que  tal  vez  han  sido  opaca- 
das por  la  historia  interpretativa  y por  sus  presupuestos  para  con  este  texto.  Prime- 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


67 


ro,  hago  una  introducción  general  a la  carta,  haciendo  también  algunas  observacio- 
nes sobre  su  historia  interpretativa.  Después  hago  el  estudio  detallado  del  texto,  y 
concluyo  el  trabajo  con  algunos  apuntes  que  considero  centrales. 

1.1.  Los  remitentes  y las  personas  de  destino 

Esta  carta,  normalmente  llamada  la  Carta  a Filemón,  es  la  carta  paulina  más 
pequeña.  Fue  escrita  por  Pablo  y Timoteo.  Tiene  un  sello  marcadamente  personal, 
pero  no  es  una  carta  personal,  pues  está  dirigida  a tres  personas  mencionadas  por  su 
nombre:  Filemón,  Apia  y Arquipo,  y a la  iglesia  que  se  reúne  en  casa  de  Filemón. 
Con  eso  está  señalando  que  el  asunto  que  va  a tratar  no  es  meramente  particular,  si- 
no que  tiene  referencia  a un  grupo  mayor  y a líderes  relacionados  con  la  iglesia  cris- 
tiana. La  carta,  por  lo  tanto  y al  menos,  se  debería  llamar  Carta  de  Pablo  y Timoteo 
a Filemón,  Apia  y Arquipo. 

1.2.  Lugar  y fecha 

Cuando  se  escribió  la  carta,  Pablo  y Timoteo  se  encontraban  en  Asia  Menor, 
probablemente  en  Éfeso,  en  los  años  53-55'.  Pablo  estaba  preso.  Por  eso,  esta  y otras 
cartas  paulinas  y deutero-paulinas  (Filipenses,  Colosenses  y Efesios)  se  las  llaman 
“Cartas  de  la  Cautividad”.  A propósito,  Filemón  tiene  una  grande  semejanza  con  la 
carta  a los  Colosenses.  La  mayoría  de  las  personas  mencionadas  son  las  mismas:  Pa- 
blo, Timoteo,  Onésimo,  Aristarco,  Marcos,  Epafras,  Lucas,  Demas  y Arquipo.2  Ese 
es  un  factor  marcante  para  localizar  la  iglesia  que  se  reúne  en  la  casa  de  Filemón  en 
Colosas  (o  en  los  alrededores),  una  ciudad  en  la  región  de  Frigia,  en  Asia  Menor  y 
no  muy  distante  de  Efeso. 

1.3.  Motivación,  situacióp  histórica  e historia  interpretativa 

Tradicionalmente3,  la  exégesis  ha  afirmado  que  Pablo  escribe  la  carta  con  el 
objetivo  de  interceder  ante  Filemón,  a fin  de  que  él  reciba  de  regreso  en  su  casa  a su 
esclavo  fugitivo  Onésimo.  Se  buscan  argumentos  para  esa  afirmación:  en  v.  15,  se 
dice  que  Onésimo  se  separó  temporalmente  de  Filemón;  en  el  hecho  de  que  Pablo 
diga  que  lo  manda  de  vuelta  (v.  1 2);  en  los  repetidos  pedidos  personales  y emotivos 
de  Pablo  para  que  Filemón  acepte  al  fugitivo  de  regreso  en  su  casa  (v.  16-17);  en  el 
hecho  de  que  Pablo  esté  dispuesto  a reparar  los  daños  y la  deuda  causados  por  mo- 
tivo de  la  fuga  (v.  1 8- 1 9),  interpretados  tanto  como  trabajo  no  realizado  y pérdida  de 
propiedad  cuanto  como  un  robo  hecho  por  Onésimo  antes  de  su  huida  o por  causa 
de  la  misma. 

Esa  lectura  de  la  carta  en  la  óptica  dominante  acerca  de  un  esclavo  fugitivo  se 
basa  en  estudios  sobre  el  sistema  esclavista  en  el  Imperio  Romano.  En  la  antigüe- 


* Con  detalles  argumentativos  y bibliografía,  ver  Peter  Stuhlmacher,  p.  21;  igualmente  Ivoni  Richter 
Reimer,  A fé  ilegitima  a escravidáo,  p.  6. 

- Por  la  mención  de  Arquipo  en  las  dos  cartas,  ya  hubo  quien  afirmó  que  el  “tú”  de  nuestra  carta  no 
se  refiere  a Filemón,  sino  a Arquipo.  John  Knox,  Philemon  among  the  Letters  of  Paul,  New  York, 
Abingdon,  1935,  también  se  refiere  a él  Martin  Dibelius  y Sara  C.  Winter. 

^ Exposición  detallada  de  la  historia  interpretativa  desde  el  siglo  4,  en  Peter  Stuhlmacher,  p.  58-66. 


68 


IVONI  RICHTER  REIMER,  La  eficacia  de  la  fe  en  la  superación  de  desigualdades 


dad,  la  huida  de  esclavos  y esclavas  era  castigada,  por  ejemplo  con  la  tortura.  Ade- 
más, en  caso  de  captura,  se  dificultaba  la  posibilidad  de  algún  proceso  jurídico  con 
el  objetivo  de  liberar  al  fugitivo.  El  estado  ayudaba  a los  propietarios  en  la  captura, 
colocando  su  aparato  a su  disposición. 

Pero  tanto  el  estado,  los  propietarios  cuanto  los  fugitivos  y fugitivas  también 
sabían  que  había  lugares,  donde  nadie  tenía  el  derecho  de  capturarlos.  Se  trataba  prin- 
cipalmente de  lugares  sagrados  (como  templos  y sinagogas),  usados  como  locales  de 
asilo  y abrigo.  También  sabían  que  los  fugitivos  y las  fugitivas  podían  alcanzar  cle- 
mencia e incluso  libertad  junto  a sus  señores,  si  conseguían  que  algún  amigo  impor- 
tante del  señor  o de  la  señora  interceda  en  su  favor.  Se  conoce  que  si  alguien  no  au- 
torizado ofrecía  asilo  a algún  fugitivo  y/o  a una  fugitiva  (lo  que  significa  retención 
ilegal  e ilícita  de  propiedad  ajena),  esa  persona  tenía  que  pagar  al  propietario  o a la 
propietaria  el  precio  contractual  del  asilado  o de  la  asilada,  o recibiría,  cuando  fuera 
descubierto,  el  mismo  castigo  aplicado  al  esclavo  fugitivo  o a la  esclava  fugitiva4. 

La  carta  se  interpreta  a partir  de  este  aspecto  específico  del  sistema  esclavis- 
ta (huida  o reparación).  Esa  interpretación  no  solo  ha  tenido  repercusiones,  sino  im- 
plicaciones negativas  para  las  mujeres,  los  niños  y hombres  que  se  encontraban  en 
régimen  de  esclavitud  y también  para  la  propia  credibilidad  de  la  iglesia  cristiana. 
Una  de  las  consecuencias  anti libertarias  más  drásticas  de  esa  historia  interpretativa 
es  que  la  carta  se  ha  usado  — principalmente  cuando  estaban  en  auge  movimientos 
de  liberación  de  la  esclavitud  en  diversos  lugares — como  prueba  de  que  la  huida  de 
esclavos  y esclavos,  su  lucha  y su  reivindicación  por  la  libertad  no  son  actitudes  y 
enseñanzas  cristianas.  A fin  de  cuentas  — así  concluyen — Onésimo,  después  de  su 
conversión,  había  reconocido  su  irresponsable  locura  y voluntariamente  volvió  a la 
casa  de  su  señor5.  En  esta  historia  interpretativa,  por  su  carácter  discriminatorio,  es 
igualmente  problemático  el  hecho  de  que  ella,  junto  con  todos  sus  representantes, 
tomó  partido  y defendió  el  interés  de  los  señores,  incluso  descalificando  a Onésimo 
moralmente  y concretamente  criminalizándolo. 

En  la  carta,  al  contrario,  como  veremos  más  adelante,  no  hay  palabras  que  ca- 
ractericen a Onésimo  como  un  esclavo  fugitivo.  Además,  no  se  dice  en  forma  clara 
que  él  sea  esclavo  de  Filemón,  ni  que  Pablo  le  pida  a Filemón  que  lo  reciba  de  re- 
greso en  su  casa.. 

Por  causa  de  observaciones  semejantes,  Sara  C.  Winter6  comenzó  a defender 
la  tesis  de  que  Onésimo  no  es  un  esclavo-fugitivo  de  Filemón,  sino  un  esclavo-en- 
viado por  Filemón.  Cuando  está  con  Pablo,  se  encuentra,  por  tanto,  al  servicio  de  Fi- 
lemón para  aliviarle  el  sufrimiento  en  la  prisión.  Pablo,  entonces,  lo  envió  de  regre- 
so, con  el  deseo  de  que  Filemón  lo  acoja  como  hermano  amado  — ya  que  se  había 
convertido — y que  lo  libere  para  la  diaconía  y el  trabajo  misionero  junto  a Pablo. 

Las  dos  propuestas  interpretativas  funcionan  como  hipótesis  que  tratan  de  en- 
tender una  situación  complicada  y delicada.  Ambas  lo  consiguen  solamente  en  par- 
te. La  carta  no  formula  ninguna  reivindicación  clara  y precisa,  a no  ser  que  Filemón 


4 Sobre  la  esclavitud  en  el  imperio  romano,  vea.  en  este  número  de  RIBLA,  el  artículo  de  Néstor  Mí- 
guez,  como  también  el  de  Ivoni  Richter  Reimer,  A fé  ilegitima  a escravidáo,  con  el  material  bibliográ- 
fico. 

5 Comentario  sobre  la  historia  interpretativa  y sus  abusos  en  Sara  C.  Winter.  p.  302,  ejemplificando 
con  las  luchas  libertarias  en  los  EEUU.;  vea  también  Sabine  Bieberstein,  p.  3-4. 

^ Sara  C.  Winter,  Philemon,  p.  302ss. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


69 


acoja  a Onésimo  “no  más  como  esclavo,  sino  por  encima  de  esclavo,  como  herma- 
no amado  tanto  en  la  carne  como  en  el  Señor”  (v.  16).  Tanto  una  como  la  otra  hipó- 
tesis pueden  ser  probables.  En  todos  los  casos,  Pablo  continúa  moviéndose  dentro  del 
sistema  esclavista  y de  sus  leyes.  Él,  por  ejemplo,  no  toca  la  autoridad  y el  poder  que 
Filemón  tiene  para  disponer  sobre  su  propiedad  (rascosa)  llamada  esclavo  Onési- 
mo. Pablo  necesita  de  su  consentimiento  para  cualquiera  que  sea  su  intención  en  re- 
lación a Onésimo.  Sin  eso,  Onésimo  continúa  sin  oportunidad  ni  voz.  Continúa  sien- 
do res,  no  persona  que  opta  por  su  camino.  Por  eso,  Pablo  centra  su  pedido  en  “tan- 
to en  la  carne  como  en  el  Señor”.  Ambos  niveles  son  igualmente  importantes  en  la 
relación  entre  personas  iguales,  entre  personas  hermanas.  Aquí  se  pide  la  concretiza- 
ción,  a nivel  práctico,  de  la  declaración  teológico-bautismal  de  Ga  3,26-28. 

1.4.  Estructura  de  la  carta 

Hay  distintas  maneras  de  clasificar  la  carta  en  cuanto  a su  estructura,  pero  to- 
das ellas  confirman  que  también  formalmente  la  carta  respira  autenticidad  paulina. 

Tradicionalmente,  se  estructura  de  la  siguiente  manera: 

Saludos  1-3 

Acción  de  gracias  e intercesión  4-7 

Parte  central  8-20 

Epílogo  21-22 

Saludos  finales  y bendición  23-25 

A continuación,  presento  una  estructura  que  se  diferencia  de  la  anterior,  por 
estar  planteada  en  forma  de  quiasmo,  lo  cual  hace  visible  la  afirmación  central  de  la 
carta7: 

— 1-3  Saludos  iniciales 

— 4-7  testimonios  de  amor  y fe 


• oraciones 

• aliviar  las  entrañas 


8-14  Pablo  intercede,  por  causa  del  amor, 


en  favor  de  Onésimo 


pedidos  y 
consentimiento 


15-17  Acogida  de  Onésimo 


como  hermano  amado, 
en  la  carne  y en  el  Señor 


— 18-19  Pablo  responde  económica  y 


legalmente  en  favor  de  Onésimo 


20-22  llamada  al  testimonio 


imperativos  y 
obediencia 


• oraciones 

• aliviar  las  entrañas 


23-25  Saludos  finales 


n 

Baso  esta  estructura  en  Aníbal  Cañaveral,  Carta  a Filemón.  Una  Respuesta  a las  Ansias  de  Liber- 
tad, p.  32. 


70 


IVONI  RICHTER  REIMER,  La  eficacia  de  la  fe  en  la  superación  de  desigualdades 


Estos  breves  apuntes  sobre  la  Carta  a Filemón,  Apia  y Arquipo  nos  ayudan  a 
percibir  tanto  la  importancia  de  la  propia  carta,  como  también  el  contenido  práctico 
que  ella  fue  adquiriendo  en  el  transcurrir  del  tiempo.  Durante  una  larga  época  se  la 
valoró  teológicamente  como  superflua  e irrelevante.  Veremos,  en  el  estudio  de  la 
carta,  en  qué  consiste  su  relevancia  y su  desafío.  En  este  estudio,  seguiremos  la  es- 
tructura tradicional  de  la  carta. 

2.  Análisis  del  texto 

Esa  carta  no  fue  escrita  en  vano.  Tiene,  como  todas,  su  objetivo.  Sale  al  en- 
cuentro de  preguntas,  dudas,  aspiraciones  de  las  personas  y de  las  comunidades. 
Cuestiona,  exhorta  y desafía  a la  vivencia  y a la  práctica  del  evangelio  de  Jesucris- 
to, de  la  voluntad  de  Dios.  Cuando  la  leemos,  generalmente  lo  hacemos  con  nues- 
tros presupuestos  adquiridos  de  otras  lecturas.  Procuro  hacer  una  lectura  y un  estu- 
dio del  texto  como  texto,  haciendo  análisis  de  palabras  y de  situaciones,  en  el  ritmo 
de  la  carta,  respetando  su  estructura,  sin  atropellar  su  flujo  argumentativo.  Esto  ayu- 
da a evitar  una  lectura  viciada  y llena  de  prejuicios. 

2.1.  Prefacio  (v.  1-3)  y final  (v.  23-25) 

Comunión  y gracia  como  marco  y sostén  del  argumento 

El  inicio  y el  final  de  la  carta  son  importantes,  porque  le  dan  una  unidad  mar- 
cada por  la  comunión  entre  las  mujeres  y los  hombres  mencionados  y porque  las  pa- 
labras de  gracia  y paz  se  dirigen  a toda  la  comunidad.  Ese  marco  referencial  eviden- 
cia que  la  carta  no  trata  de  un  asunto  meramente  individual  y particular,  ni  se  dirige 
solamente  a una  persona.  La  carta  se  refiere  a toda  una  estructura  de  relaciones  per- 
sonales y comunitarias.  Veamos: 

A pesar  de  que  toda  la  carta  está  escrita  en  primera  persona  del  singular  “yo”, 
el  v.  1 menciona  a Timoteo  como  co-remitente\  lo  cual  le  da  un  sentido  más  comu- 
nitario al  contenido  de  la  carta.  Dirigida  a tres  personas  citadas  por  su  nombre  (Fi- 
lemón, Apia  y Arquipo)  y a una  comunidad  de  la  casa,  por  un  lado;  y apoyada  por 
saludos  de  una  lista  de  personas  explícitamente  nombradas,  por  otro  lado,  la  carta 
abraza  a una  colectividad  que  se  coloca  al  lado  del  “tú”  a quien  se  dirige  la  carta  (Fi- 
lemón). Esa  colectividad  forma  una  instancia  crítica,  frente  a la  cual  Filemón  tendrá 
que  confrontar  su  actuar  en  relación  a Onésimo.  Simultáneamente,  también  se  la 
puede  entender  a ella  como  ejemplo  de  una  nueva  comunidad,  que  ya  vive  de  ma- 
nera cualitativamente  diferente  dentro  de  su  contexto.  Esto  está  atestiguado  por  las 
caracterizaciones  igualitarias  usadas  para  describir  a las  personas  involucradas:  “co- 
laborador”, “cooperador”,  “compañero  de  luchas”,  “compañero  de  prisión”.  Hacia 
ese  nuevo  modelo  relacional  entre  personas  apuntan  con  mayor  claridad  las  palabras 
“hermano”  y “hermana”,  dirigidas  al  inicio  para  Timoteo  y para  Apia,  y también  re- 
feridas a Filemón  (v.  7 y 20)  y a Onésimo  (v.  16). 

Todos  los  personajes  (Pablo,  Timoteo,  Filemón,  Apia,  Arquipo,  Epafras,  Mar- 
cos, Aristarco,  Demas,  Lucas)  vienen  caracterizados  con  adjetivos  que  indican  tan- 


^ Esto,  a propósito,  es  característico  de  las  cartas  auténticas  de  Pablo,  excepto  en  la  Carta  a los  Roma- 
nos. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


71 


to  las  condiciones  vivenciales  del  momento  cuanto  las  funciones  y los  status  ecle- 
siales.  Esto  es  lo  que  veremos  a continuación: 

En  lo  que  se  refiere  a la  situación  de  prisión,  Pablo  se  autoidentifica  como 
désmios  “prisionero”  de  Jesucristo.  Ese  término  que  aparece  nuevamente  en  el  v.  9, 
apunta  hacia  la  situación  real  de  prisión  que  ciertamente  sucedió  por  causa  del  tra- 
bajo misionero  que  Pablo  realizaba  como  apóstol  de  Jesucristo.  El  deja  traslucir 
también  una  serie  de  otras  implicaciones  que  sucedieron  en  esa  prisión  (v. 
9,10,13,23).  Aunque  en  esa  carta  Pablo  no  se  identifique  como  “apóstol”9,  la  digni- 
dad con  la  que  enfrenta  la  prisión,  y la  autoridad  que  aquí  trasluce  (principalmente 
en  v.  8 y 21),  son  claramente  apostólicas.  En  la  lista  de  saludos,  Epafras  está  men- 
cionado como  synaichmalotós  “co-prisionero”  de  Pablo,  en  el  sentido  de  estar  vi- 
viendo en  cautiverio  probablemente  por  haber  sido  su  compañero  de  lucha.  Pablo  re- 
salta esto,  diciendo  que,  así  como  él,  también  Epafras  está  preso  por  causa  de  Cris- 
to Jesús,  y en  él  permanece. 

Todas  las  demás  designaciones  se  refieren  a funciones  y status  eclesiales.  Ti- 
moteo es  identificado  como  adelfós  “hermano”.  Apia  se  la  identifica  como  adelfé 
“hermana”111.  Para  una  exégesis  y hermenéutica  feministas  de  liberación,  es  impor- 
tante observar  que,  en  la  mayoría  de  los  comentarios  y artículos  sobre  Filemón,  Apia 
es  transformada  en  su  “esposa”* 11,  no  es  siquiera  mencionada12,  o está  de  alguna  for- 
ma descalificada13,  invisibilizándose,  así,  su  presencia  y actuación  en  aquella  comu- 
nidad. También  Filemón  (v.  7 y 20)  y Onésimo  (v.  16)  son  designados  como  “her- 
manos”. Esa  identificación  de  los  miembros  de  la  iglesia  de  Jesucristo  como  herma- 
nos y hermanas  apunta  hacia  estructuras  igualitarias  en  las  relaciones  programática- 
mente formuladas  independiente  de  la  clase,  del  género  y de  la  raza  (Ga  3,28).  La 
propia  carta  muestra  que  esas  estructuras  no  son  vivenciadas  automáticamente.  Es 
necesario  luchar  y argumentar  para  que  ellas  entren  en  vigor.  Aquí,  Pablo  y Timoteo 
luchan  para  que,  en  esa  comunidad  de  personas  igualadas  por  Cristo,  se  acepte  al  es- 
clavo Onésimo,  que  se  convirtió  a Cristo,  como  “hermano  amado”  (v.  16). 

Filemón  está  caracterizado  como  agapetós 14  kai  synergós  hemon  “amado  y 
cooperador  nuestro”.  Arquipo  recibe  la  identificación  de  systratiótes  “compañero  de 

^ En  la  crítica  textual  se  evidencia  que  algunos  manuscrito  tienen  la  necesidad  de  afirmar  que  Pablo 
es  “apóstol”  (mayúscula  D y minúscula  629)  y “siervo”  (por  ejemplo  las  minúsculas  323,945),  subli- 
mando así  su  autoridad  apostólica. 

*0  En  la  transmisión  de  los  manuscritos,  se  percibe  la  importancia  de  resaltar  que,  igual  a Filemón, 
Apia  también  se  caracteriza  como  la  “ amada ” (mayúscula  D,  Códice  Laurense,  texto  mayoritario  y al- 
gunas traducciones  siríacas  y saídicas),  o la  “ amada  hermana”  (minúscula  629,  algunas  traducciones 
latinas  y siríacas,  bien  como  el  Padre  de  la  Iglesia  Ambrosiaster  (siglo  4). 

1 1 Eso  sucede  desde  la  antigüedad,  a través  del  comentario  de  Teodoro  de  Mopsuestia  (352-428)  has- 
ta los  días  de  hoy:  Martin  Weingaertner  y Arzemiro  Hoffmann,  p.  70  (“tal  vez  sea  su  esposa”);  S.  Lé- 
gasse,  p.  66  coloca  que  Apia  y Arquipo  “pueden  ser  respectivamente  la  esposa  y el  hijo”  de  Filemón. 

Eso  hace  parte  del  proceso  de  invisibilización  de  las  mujeres  a través  de  la  historia  interpretativa 
de  los  textos  que  mencionan  explícitamente  a mujeres.  Así,  por  ejemplo,  José  Comblin,  p.  62. 

' ^ Son  misógenos  los  comentarios  en  forma  de  romance,  donde  Apia  aparece  como  la  esposa  avarien- 
ta, mezquina  y empecinada  para  acoger  a Onésimo  como  hermano:  R.  Baesler,  en  Martin  Weingaert- 
ner y Arzemiro  Hoffmann,  p.  91ss  y todo  el  romance  de  J.  F.  Spiegel.  Un  estudio  detallado  de  esa  si- 
tuación, motivación  y consecuencias  está  hecho  por  Martin  Leutzsch,  p.  76-78,  resaltando,  en  tales 
afirmaciones  nada  exegéticas,  la  importancia  de  la  “fantasía  de  los  hombres”  acerca  de  las  mujeres  que 
les  están  sumisas  en  todos  los  niveles. 

La  mayúscula  D,  algunas  traducciones  latinas  y el  Padre  de  la  Iglesia  Ambrosiaster  hacen  un  aña- 
dido, diciendo  que  Filemón  es  “hermano  amado”. 


72 


IVONI  RICHTER  REIMER,  La  eficacia  de  la  fe  en  la  superación  de  desigualdades 


luchas”.  Los  demás  mencionados  son  Marcos,  Aristarco,  Demas  y Lucas,  caracteri- 
zados, igual  que  Filemón,  como  synergoi  “colaboradores”,  “cooperadores”  de  Pablo 
en  el  trabajo  misionero.  Los  términos  que  aquí  aparecen  se  refieren  al  trabajo  misio- 
nero realizado  junto  con  Pablo,  sea  a nivel  local  o translocal,  como  es  el  caso  tam- 
bién de  otras  mujeres  y hombres,  mencionados  por  Pablo  en  Rm  16  . 

Todas  las  personas  nominalmente  mencionadas  por  su  nombre  e identificadas 
con  funciones  o status  eclesiales  implicadas  y mencionadas  arriba  son  líderes  pasto- 
rales, misioneros  actuando  en  comunidades,  como  la  que  se  reúne  en  casa  de  File- 
món. Se  trata  de  una  pequeña  célula  eclesial,  en  la  cual  Filemón  es  el  líder  princi- 
pal. Las  cartas  de  Pablo  y los  Hechos  de  los  Apóstoles  mencionan  muchas  de  estas 
iglesias  de  casa.  Algunas  veces  son  mujeres,  otras  veces  hombres  que  asumen  la  res- 
ponsabilidad en  todo  tipo  de  vivencia,  enseñanza,  celebración  y comunión  (cf.  Col 
4,15;  Rm  16,5;  1 Co  16, 19)lñ.  Pablo  siempre  es  muy  específico  en  esas  declaracio- 
nes. Aquí  él  dice  expresamente  “la  iglesia  que  se  reúne  en  tu  casa”.  Si  Apia  fuese  es- 
posa de  Filemón  (ver  arriba),  él  ciertamente  diría  “la  iglesia  que  se  reúne  en  vuestra 
casa”,  como  lo  hace  en  Rm  16,5;  I Co  16,19. 

Otro  detalle  muy  importante  a observar  es  que  se  menciona  solamente  a una 
mujer,  Apia.  Ella,  a propósito,  también  es  la  única  mujer  que  aparece  por  su  nombre 
entre  las  personas  a quienes  se  dirigen  las  cartas  del  Nuevo  Testamento,  lo  cual 
constituye  un  testimonio  a favor  de  su  protagonismo  en  la  historia  de  la  misión  cris- 
tiana. 

La  gracia  de  Dios  en  Cristo  Jesús  sustenta  la  comunión  de  las  personas  y de 
la  comunidad  mencionadas  y permite  que  se  viva  en  una  estructura  de  relaciones 
cualitativamente  nuevas,  las  cuales  hacen  visible  la  paz  de  Cristo.  Esa  gracia  y paz 
darán  sustento  a los  argumentos  que  Pablo  usa  en  el  cuerpo  de  la  carta.  Todo  el  con- 
tenido y toda  la  decisión  están  fundamentados  y relacionados  por  esa  acción  prime- 
ra de  Dios.  Gracia  y paz  funcionan  como  inclusión,  esto  es,  abren  y cierran  la  carta, 
sellando  su  contenido. 

2.2.  Proemio.  Acción  de  gracias  e intercesión  por  Filemón  (v.  4-7) 

La  oración  de  Pablo  por  Filemón  es  simultáneamente  acción  de  gracias  e interce- 
sión, y en  ella  se  transparenta  la  reputación  pública  de  Filemón  en  la  comunidad  cristia- 
na. Ella  expresa  tanto  la  convicción  de  Pablo  respecto  de  la  fe  y del  amor  de  Filemón  en 
su  relación  con  Dios  y con  los  prójimos  (santos)  cuanto  el  pedido  para  que  la  comunión 
de  fe  se  vuelva  eficaz  en  el  conocimiento  de  todo  el  bien  que  hay  en  nosotros  con  Cristo. 

Los  v.  4 y 7 inician  con  palabras  de  una  misma  raíz  griega:  eucharisteo  “agra- 
dezco”, “doy  gracias”;  charán  écho  “tengo  alegría”.  El  motivo  del  agradecimiento  y de 
la  alegría  de  Pablo  está  en  la  manifestación  concreta  de  la  fe  en  Jesucristo,  expresada  y 
vivida  en  el  amor  ( agápe ) de  Filemón  que  alivia  y reanima  “las  entrañas”  ( splánchna ) 
de  los  “santos”,  esto  es,  de  las  personas  que  participan  de  la  comunidad  cristiana17.  Ese 
concepto  antropológico/biológico  tiene  relevancia  para  la  práctica  de  la  fe.  Se  transfor- 

Sobre  el  trabajo  conjunto  en  la  misión,  vea  Ivoni  Richter  Reimer,  Vida,  principalmente  p.  89-97. 

16  Mayores  detalles  en  Ivoni  Richter  Reimer,  Vida,  principalmente  p.  63-97,  con  literatura. 

17  La  palabra  “santos”  designa  a las  personas  cristianas:  Hch  9,13.32.41;  26,10;  Rm  1,7;  1 Co  1,2  y 
muchos  otros. 


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73 


ma  en  símbolo  que  expresa  la  necesidad  y la  satisfacción  material,  sicológico-afecti- 
va  y emotiva  de  las  personas.  Esas  personas  testimonian  respecto  de  la  fe  y del  amor 
de  Filemón,  y Pablo  dice  que  “oyó”  el  testimonio,  tal  vez  a través  de  Onésimo.  La  fe 
y el  amor  son  la  base  de  la  comunión  ( koinonía ).  Pablo  intercede,  por  lo  tanto,  para 
que  esa  comunión  se  vuelva  eficaz.  La  comunión  abarca  todos  los  niveles  de  la  vida, 
tanto  espiritual  cuanto  material:  oración,  celebración,  compartir  de  la  Palabra  y del 
pan.  La  comunión  tiene  sus  reflejos  en  la  vida  personal  y eclesial-social.  El  amor  y 
la  comunión  son  manifestaciones  profundas  de  la  solidaridad  que  impregna  y trans- 
forma las  relaciones. 

Los  v.  4-7  forman  un  bloque  maravillosamente  acabado,  pero  que  impulsan  la 
historia  hacia  adelante.  Es  un  proemio  bien  reflexionado  y estructurado,  lingüística- 
mente bien  articulado.  Expone  los  temas  centrales  que  se  retomarán  en  la  argumen- 
tación de  los  próximos  bloques.  Así,  las  oraciones  de  Pablo  (v.  4)  encuentran  su  re- 
ciprocidad en  las  oraciones  de  la  comunidad  (v.  22);  el  amor  testimoniado  por  los 
“santos”  (v.  7)  está  desafiado  a mostrarse  eficaz  en  la  relación  con  Onésimo  (v.  9-10 
y v.  16);  la  eficacia  de  la  comunión -koinonia  de  la  fe  (v.  6)  es  exigida  a concretizar- 
se  en  la  acogida  de  Onésimo  como  koinonon  “compañero”  (v.  17);  así  como  las  en- 
trañas “de  los  santos”  fueron  aliviadas  y reanimadas  (v.  7),  así  Pablo  pide  que  File- 
món alivie  y reanime  sus  propias  entrañas  (v.  20). 

La  oración  de  acción  de  gracias  y de  intercesión  de  Pablo  deja  transparentar 
que  la  reputación  público-comunitaria  de  Filemón  es  buena.  Los  hilos  argumentati- 
vos que  están  tejidos  en  ese  bloque,  sin  embargo,  van  a comprometer  la  reputación 
de  Filemón,  creándose  una  expectativa  en  el  sentido  de  que  Filemón  corresponda 
positivamente  a los  desafíos  y a la  propia  imagen  que  se  ha  ido  creando  de  él. 

2.3.  La  parte  central  de  la  carta:  La  intercesión  por  Onésimo  (v.  8-20) 

Ese  es  el  corazón,  las  entrañas  de  la  carta.  Aquí  Pablo  procura  formular  su  pe- 
dido, profundizando  y radicalizando  lo  que  ya  había  expuesto  en  los  versículos  an- 
teriores. Aquí  todo  se  concretiza  y todo  quiere  realizarse.  La  koinonia  late  fuerte  en 
cada  palabra.  Y el  desafío  está  en  establecer  y crear  koinonia  entre  diferentes.  Pablo 
lo  intenta  paso  a paso,  usando  cada  palabra  para  conseguir  el  lugar  y el  efecto  cer- 
tero. Ya  no  conseguiremos  percibir  y saber  muchas  cosas.  Pero  quien  recibió  la  car- 
ta, y la  comunidad  presente,  sabían  ciertamente  de  lo  que  se  trataba. 

La  primera  conjunción  de  la  carta  — dio  “por  eso” — nos  guía  hacia  el  conte- 
nido central,  profundizando  y detallando  lo  que  ya  se  abordó  anteriormente.  Esa  par- 
te central  se  la  puede  subdividir  en  dos  subunidades: 

2.3.1.  El  juego  de  los  opuestos  permeado  por  la  emoción  (v.  8-14) 

La  contraposición  de  realidades,  de  deseos  y de  situaciones  caracteriza  esos 
versículos.  Pablo  introduce  su  petición,  pero  de  tal  manera  que  no  la  explica  clara- 
mente. Él  hace  una  solicitud  en  favor  de  Onésimo  (v.  10).  ¿Pero  qué  es  lo  que  el 
quiere?  Lo  envía  a Filemón  (v.  12),  confesando  que  quisiera  permanecer  con  él  en 
la  prisión  (v.  13). 

En  el  inicio  y en  el  final  de  esta  parte  se  colocan  dos  conceptos  orientadores 
y fuertes.  Se  trata  de  la  contraposición  entre  la  parresía  “libertad”  (v.  8)  y la  anán- 
que  “obligación”  (v.  14).  En  ese  campo  es  en  el  que  se  da  el  dilema.  Pablo  tiene  con- 


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IVONI  RICHTER  REIMER,  La  eficacia  de  la  fe  en  la  superación  de  desigualdades 


ciencia  de  su  autoridad  apostólica  para,  en  Cristo,  ordenar  lo  que  conviene.  Tal  ar- 
gumento y postura,  sin  embargo,  tendrían  como  resultado  que  Filemón  obedeciera 
por  obligación.  El  apóstol  se  siente  inhibido.  El  quiere  el  consentimiento  de  File- 
món. Por  eso,  él  abdica  de  su  autoridad  apostólica  y prefiere,  por  causa  del  amor, 
hacerle  un  pedido.  El  v.  10  introduce  el  motivo  del  dilema  inhibidor:  Onésimo.  A 
partir  de  ahora,  Onésimo  es  el  centro.  En  él  se  definirá  la  cualidad  del  amor -agápe 
y de  la  comunión  de  fe,  de  todo  bien  que  hay  entre  nosotros  a través  de  Cristo.  ¿Pe- 
ro quién  es  Onésimo  a fin  de  cuentas? 

Pablo  califica  a Onésimo,  presentándolo  a Filemón.  Antes,  inclusive,  de  men- 
cionarlo con  el  nombre,  lo  llama  “mi  hijo,  a quien  yo  engendré  en  las  prisiones”.  El 
término  téknon  “niño”  “hi  jo/a”  hace  parte  del  vocabulario  teológico  de  Pablo.  Él  de- 
muestra hacer  uso  de  la  tradición  judaica,  en  la  cual  el  rabino  o el  maestro  llama  a 
sus  discípulos  as,lx.  Pablo  no  lo  hace  solamente  en  relación  a Onésimo,  sino  también 
con  las  personas  cristianas  de  Corinto  (1  Co  4, 1 4)  y con  Timoteo  (1  Co  4, 1 7).  Si  por 
detrás  de  esto  se  refleja  también  la  situación  de  que  esas  personas  fueron  bautizadas 
por  él,  como  lo  presentan  algunos  estudiosos19,  no  lo  sabemos  (cf.  1 Co  1,12-17).  La 
primera  relación,  por  lo  tanto,  que  aparece  entre  Pablo  y Onésimo,  es  la  de  padre- 
hijo. 

En  el  v.  11,  Pablo  relaciona  primeramente  a Onésimo  con  Filemón  y,  enton- 
ces, con  Filemón  y consigo  mismo.  Se  refiere  al  valor  del  uso  de  Onésimo,  subver- 
tiéndolo: “antes  él  era  inútil  para  ti;  ahora  es  útil  para  ti  y para  mí”.  En  ese  juego  de 
palabras,  común  en  la  transacción  de  esclavos,  conocido  también  en  el  mundo  ju- 
dío211, se  subvierte  el  valor  del  uso  de  Onésimo.  El  tiempo  pasado  está  superado.  Es 
ahí,  cuando,  Pablo  llega  al  punto  culmen  de  su  trayectoria:  “el  cual  te  envié,  él,  es- 
to es,  mis  entrañas”  (v.  1 2).  La  novedad  está  tanto  en  la  afirmación  del  envío  cuan- 
to en  la  identificación  de  Onésimo  con  los  órganos  vitales  de  Pablo.  El  verbo  cina- 
pémpo  significa  “enviar”  (Le  23,7;  Hch  25,21),  también  puede  ser  usado  con  el  sen- 
tido de  “enviar  de  vuelta”,  pero  ahí  se  refiere  siempre  a alguien  que  fue  anteriormen- 
te enviado  por  quien  ahora  lo/a  recibe  de  regreso  (Le  23,11.15;  Flm  12;  1 Clemente 
a los  Corintios  65, 1 )21.  Significaría  que  Filemón  había  enviado  a su  esclavo  a Pablo, 
a fin  de  mandarle  algo  o por  mantener  contacto,  como  sucedía  en  otras  situaciones, 
en  las  cuales  Pablo  u otras  personas  salen  aliviados  ( anapáuo )22.  La  constatación  del 


Strack/Billerbeck,  v.  3,  p.  341. 

Así.  por  ejemplo,  Sara  C.  Winter,  p.  308. 

20  Strack/Billerbeck,  v.  3,  p.  341. 

21  La  exégesis  tradicional  traduce  e interpreta  ese  verbo  en  el  sentido  de  que  Pablo  estaría  mandando 
a Onésimo  de  regreso  para  la  casa  de  su  señor.  El  texto  no  es  tan  claro.  Strack/Billerbeck,  v.  3,  p.  668- 
670,  buscan  argumentos  en  textos  talmúdicos,  y en  su  abordaje  queda  claro  el  peligro  de  la  especula- 
ción. También  ellos  trabajan  con  la  hipótesis  del  esclavo  fugitivo.  En  el  estudio,  viene  a tono  toda  una 
tradición  judaica  que  se  remonta  a la  Tora  (Dt  23,15-16),  donde  se  prohíbe  mandar  de  vuelta  para  su 
señor  a un  esclavo,  y se  exhorta  que  se  dé  asilo,  abrigo  y que  se  le  enseñe  la  Torá.  Contra  toda  esa  se- 
rie de  testimonios  rabínicos  por  ellos  marginados,  especulan,  a partir  de  un  único  texto,  que  Pablo  es- 
taría usando  la  misma  Halaka  del  rabino  Chisna  (siglo  4),  de  quien  había  huido  un  esclavo  de  Babilo- 
nia para  la  tierra  de  los  samaritanos,  y él  lo  requería  de  vuelta,  alegando  que  Dt  23,16  apenas  vale  pa- 
ra los  esclavos  fugitivos  en  Israel.  Onésimo  habría  huido  del  exterior  (¿Colosas?)  para  el  exterior  (Ce- 
sárea o Roma)  de  Israel  y que,  por  eso,  Pablo  tendría  que  mandarlo  de  regreso  a Filemón. 

-2  Ver  1 Co  16,17-18  y la  Primera  Carta  de  Clemente  a los  Corintios  65,1.  Mayores  detalles  en  Sara 
C.  Winter,  p.  304-306. 


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envío  de  alguien  que  se  volvió  vital  para  Pablo  es  seguido  inmediatamente  con  el 
pedido  implícito  y la  insinuación  de  que  Filemón  está  en  deuda  con  él:  “Yo  quería 
conservarlo  conmigo,  para  que  en  tu  lugar  me  sirviese  en  las  prisiones  (a  causa)  del 
evangelio”  (v.  13).  Sutilmente,  Pablo  equipara  a Filemón  con  Onésimo  en  la  cues- 
tión de  la  diaconía,  que  en  la  sociedad  romana  es  un  servicio  prestado  por  personas 
esclavas. 

El  final  retoma  el  inicio,  reafirmando  que  a Pablo  le  gustaría  tener  el  consen- 
timiento de  Filemón  para  conservar  a Onésimo  consigo,  consentimiento  que  presu- 
pone un  conocimiento  de  causa  ( gnóme-ginósko ).  Ese  sería  el  bien  que  Filemón  po- 
dría hacer  a Pablo.  El  deseo  de  Pablo  es  que  ese  bien  se  haga  libremente,  y no  por 
obligación. 

Directamente,  Pablo  todavía  no  identificó  la  relación  entre  Filemón  y Onési- 
mo. Ciertamente  es  de  subordinación,  visto  que  Pablo  necesita  del  consentimiento 
de  Filemón.  La  segunda  parte  profundizará  esta  cuestión  de  las  relaciones. 

2.3.2.  Compromiso  en  la  solidaridad  y radicalidad  en  la  comunión  ( v . 15-20) 

Este  es  el  punto  alto  del  texto.  Muy  bien  formulado,  compacto,  complejo,  car- 
gado de  sentido.  El  texto  se  fue  intensificando  para,  finalmente,  iluminar  cuestiones 
que  todavía  no  quedaron  claras:  ¿Quién  es  Onésimo  a fin  de  cuentas?  ¿Cuál  es  su 
situación?  ¿Qué  es  lo  que  quiere  Pablo? 

En  el  v.  15  trata  de  dar  una  justificación  al  hecho  de  que  Onésimo  “fue  sepa- 
rado” ( chorídso ) temporalmente  de  Filemón.  No  hay  seguridad,  sino  apenas  posibi- 
lidad, expresada  por  el  adverbio  “tal  vez”.  Pablo  quiere  comprender  y mostrar  a Fi- 
lemón que  esa  separación  debe  haber  tenido  una  finalidad.  Él  la  interpreta  en  un  pre- 
sente escatológico:  “a  fin  de  que  lo  recibas  para  siempre”  ( aiónion  “eternamente”). 
Hasta  aquí,  todavía  no  está  claro  lo  que  pasó  entre  Onésimo  y Filemón,  entre  Pablo 
y Onésimo.  En  la  relación  entre  personas,  el  verbo  chorídso  comúnmente  es  usado 
para  caracterizar  separaciones  entre  esposa  y esposo  (Mt  1 9,6;  1 Co  7, 1 0. 1 1 . 1 5),  en- 
tre sacerdotes  y pecadores  (Hb  7,26)  y,  en  este  caso,  entre  Filemón  y Onésimo.  Ex- 
presa simplemente  una  separación  espacio-corporal.  Nada  se  dice  sobre  cómo  suce- 
dió la  separación,  ni  sobre  su  motivo.  Nada  indica  una  situación  de  fuga.  Solamen- 
te sabemos  que  Onésimo  se  separó  por  un  tiempo,  estuvo  con  Pablo  en  la  prisión,  y 
Pablo  lo  envió  a Filemón. 

A partir  del  v.  16  se  presentan  algunas  novedades  importantes: 

* solamente  ahora  está  expresamente  dicho  que  Onésimo  es  un  doulos  “escla- 
vo” ( dos  veces  en  el  v.  16); 

* en  el  corazón  del  texto,  Pablo  usa  la  conjunción  condicional  “ si ” (v.  17,18); 

* echa  mano  de  imperativos  (v.  17:  proslahu  autón  “¡recíbelo!”;  18:  élloga 

“¡pon  en  la  cuenta!”;  20:  anapausón  “¡alivia!”,  “¡reanima!”). 

Por  lo  tanto,  solamente  ahora  sabemos  que  Onésimo  es  esclavo.  No  se  dice 
expresamente  que  él  es  esclavo  de  Filemón.  Esa  relación  de  señor  y esclavo,  sin  em- 
bargo, puede  deducirse  principalmente  de  los  v.  13-14  y 17-18.  Pablo  articula  un 
texto  a partir  de  la  prisión,  hacia  la  realidad  del  sistema  esclavista  romano.  El  texto 
es  penoso  como  lo  es  la  propia  situación,  pero  consigue  formularlo  con  tal  claridad 


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IVONI  RICHTER  REIMER,  La  eficacia  de  la  fe  en  la  superación  de  desigualdade: 


que  supera  y derrumba  todos  los  obstáculos,  pues  al  final  Pablo  puede  exteriorizar 
aquello  que  retuerce  sus  entrañas:  “ que  lo  recibas  para  siempre,  ya  no  como  escla- 
vo, sino  muy  por  encima  de  esclavo,  como  hermano  amado,  especialmente  de  mí, 
pero  mucho  más  de  ti,  tanto  en  la  carne  como  en  el  Señor”.  Ese  es  el  deseo  de  Pa- 
blo, expresado  en  esa  escatología  presente.  Está  declarada  la  superación  del  sistema 
esclavista  a través  del  amor  y de  la  fe  en  Jesucristo.  La  acogida  de  Onésimo  debe 
suceder  en  la  integralidad  de  la  koinonia,  tanto  a nivel  socio-material,  cuanto  espi- 
ritual. Filemón  debe  recibir  a Onésimo  como  hermano  amado,  y no  como  a esclavo. 
Siendo  hermano,  no  es  posible  continuar  como  esclavo.  Las  categorías  esclavo-her- 
mano son  incompatibles. 

Pablo  va  a profundizar  y concretizar  su  pedido  a través  de  argumentos  condi- 
cionales, ligados  a través  de  frases  imperativas:  “¡Si  me  tienes  como  koinonón/' com- 
pañero, acógelo  como  a mí!”  (v.  17).  El  verbo  proslambáno  tiene  el  sentido  de  “aco- 
jo”, “acepto”  también  en  otros  textos  de  Pablo  y sobre  Pablo  (Rm  14,1;  15,7;  Hch 
28,2).  En  primer  lugar,  Pablo  cuestiona  su  propia  relación  con  Filemón.  Antes  de  ac- 
tuar con  Onésimo,  Filemón  tendrá  que  confirmar  o no  su  comunión  con  Pablo.  Si  su 
respuesta  es  positiva,  deberá  acoger  a Onésimo  igualmente  como  koinonón.  En  ca- 
so contrario,  prácticamente  estará  negando  su  comunión  con  Pablo.  No  hay  térmi- 
nos medios.  Onésimo  es  el  garante  de  la  comunión,  de  la  relación  entre  Pablo  y Fi- 
lemón. En  él  se  mostrará  la  eficacia  de  la  koinonia  (v.  6),  de  esa  relación  religioso- 
social  que  no  hace  distinción  de  personas. 

La  próxima  frase  condicional  refuerza  el  pedido,  entrando  con  argumentos 
que  tratan  de  reparar  eventuales  pérdidas  y daños  económicos.  Aquí  no  se  dice  que 
Onésimo  perjudicó/causó  daño  a Filemón,  ni  que  él  deba  alguna  cosa.  Pablo  cues- 
tiona o acepta  esa  posibilidad,  intentando  prevenirse  también  en  ese  sentido.  “¡Si 
él  te  causó  algún  daño  o deuda,  echa  eso  en  mi  cuenta!”  (v.  18).  El  uso  del  verbo 
adikéo  “perjudicó”,  “causó  dañó”  tiene  connotaciones  sociales  y se  usa  varias  ve- 
ces en  el  Nuevo  Testamento,  también  lo  usa  Pablo,  para  indicar  la  práctica  de  la  in- 
justicia que  lesiona  también  el  derecho  vigente  a través  de  daño  o de  ofensa  (Le 
10,19;  Hch  7,26-27;  25,10;  1 Co  6,8;  2 Co  7,2;  Ga  4,12;  Col  3,25).  Fuera  del  Nue- 
vo Testamento,  también  en  el  uso  de  la  LXX,  el  verbo  remite  siempre  hacia  el  sen- 
tido de  actuar  contra  el  derecho  o la  costumbre,  tiene  connotaciones  religioso-so- 
ciales de  pecado,  también  cuando  se  trata  de  ofensa  personal.  Los  intentos  de  vi- 
sualizar el  como  Onésimo  podría  haber  perjudicado  a Filemón  muestran  el  esfuer- 
zo especulativo,  que  tiene  por  consecuencia  también  la  minimización,  ridiculiza- 
ción  y maledicencia  del  esclavo23.  Eso  se  agrava  cuando  se  aborda  y concretiza  el 
verbo  ofe  i lo  “debo”,  en  el  cual  se  afirma  que  Onésimo,  antes  de  huir,  robó  dinero 
de  Filemón,  haciéndose  deudor  de  Filemón24.  Los  textos  que  usan  ese  verbo,  no  tie- 
nen esa  connotación,  sino  se  refieren  siempre  a deudas  adquiridas,  nunca  a través 
de  robo  (por  ejemplo:  Mt  6,12;  Le  11,4;  Mt  18,23-35;  Le  7,41;  Rm  15,27).  Tam- 
bién aquí,  después  del  condicional,  Pablo  continúa  con  un  imperativo.  El  ordena 
que  Filemón  ponga  eventuales  perjuicios  y deudas  en  su  propia  cuenta.  En  el  len- 

23  Schrenk,  art.  adikós,  p.  161,  nota  14  menciona  los  principales  motivos  marginados,  repetidos  por 
comentarios  y exégesis:  Onésimo  causó  perjuicio  a Filemón  “a  través  de  robo,  perjuicio  o no-realiza- 
ción del  trabajo”. 

24  Ver.  por  ejemplo  Peter  Stuhlmacher.  p.  49;  Martin  Dibelius.  p.  106;  Spielgel,  en  varios  momentos 
del  romance. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA 


77 


guaje  profano  del  mundo  del  Nuevo  Testamento,  el  verbo  elloguein  “echo  en  la 
cuenta”,  “pongo  a débito”  es  un  término  técnico  usado  en  transacciones  comercia- 
les, lo  que  Pablo  aplica  en  la  relación  Onésimo-Pablo.25  Ese  imperativo  es  testifica- 
do, como  en  la  forma  contractual,  con  las  palabras:  “Yo,  Pablo,  escribí  con  mi  ma- 
no, yo  pagaré”.  Es  la  firma  y el  compromiso  de  deuda  asumida.  “Pagar”  ( apotí - 
nein),  que  aparece  una  sola  vez  (Flm  19)  en  el  Nuevo  Testamento,  se  toma  como 
término  técnico-jurídico  para  el  pago  de  multas  o de  indemnizaciones26.  El  tono  se- 
rio y legal  de  la  primera  parte  del  versículo  agrava  todavía  más  la  segunda  parte: 
“. . .para  que  yo  no  te  diga  que  tú  también  me  debes  a ti  mismo”.  El  verbo  prosofei- 
lo  “debo  (más)”  también  es  un  hapaxlegomenon;  solo  aparece  aquí  en  el  Nuevo 
Testamento.  Con  eso,  Pablo  aclara  que  Filemón  tiene  una  deuda  anterior  con  él. 
También  ese  término  es  legal,  técnico- financiero,  pero  trasciende  esa  realidad27:  Si 
Filemón,  hoy,  es  todo  aquello  que  sobre  él  se  testimonia  (proemio),  eso  él  se  lo  de- 
be a Pablo.  Fue,  así  como  Onésimo,  convertido  a la  fe  cristiana  a través  de  la  mi- 
sión de  Pablo.  Él  también  es  un  “niño/hijo”  de  Pablo,  así  como  Onésimo.  Pablo  lo 
engendró,  le  dio  un  nuevo  valor,  nueva  cualidad  de  ser,  a través  del  Evangelio  de 
la  gracia  y de  la  paz  de  Jesucristo.  En  eso  reside  la  deuda  de  Filemón  para  con  Pa- 
blo. La  apropiación  de  la  deuda  compromete  la  propia  vida  de  Filemón.  Él  es  el 
deudor  de  sí  mismo. 

El  v.  20  encierra  esa  parte  principal.  Introduciendo  la  frase  con  la  partícula 
afirmativa  “sí”  y llamando  a Filemón  “hermano”,  Pablo  una  vez  más  formula  un 
pedido:  “que  a través  de  ti  yo  pueda  recibir  un  beneficio  en  el  Señor”28.  En,  el  v.20b 
aparece  nuevamente  un  imperativo:  “alivia/reanima  mis  entrañas  en  Cristo”.  Aquí, 
se  repiten  las  palabras  centrales  del  v.  7.  El  beneficiado  es  el  propio  Pablo.  En  el  v. 
20,  Pablo  pide  algo  para  sí.  En  el  momento  en  que  lo  hace,  radicaliza  la  intercesión 
en  favor  de  Onésimo,  aludiendo  no  solo  a los  v.  16-17,  sino  también  a los  v.  13-14 
y al  propio  hecho  que  había  caracterizado  a Onésimo  como  “sus  entrañas”  (v.  12). 
El  mayor  beneficio  que  Pablo  podría  recibir  es  que  Onésimo  pudiese  continuar  su 
diaconía  junto  a él.  Es  relevante  observar  el  hecho  de  que,  solamente  aquí,  Pablo 
vincula  alguna  referencia  cristológica  a su  pedido,  a su  orden.  La  decisión  de  fe  y 
la  opción  de  Filemón  será  una  acción  realizada  “en  el  Señor”  y “en  Cristo”,  la  cual 
se  manifiesta  en  lo  concreto,  en  lo  cotidiano  y en  la  vida  de  las  personas.  Así,  la  co- 
munión de  la  fe  se  hace  eficaz  y concreta.  Para  Onésimo  eso  significa  que  ya  no 
volverá  a ser  mas  un  esclavo  sino  hermano  amado  en  todos  los  sentidos;  para  Pa- 
blo eso  significa,  que  tendrá  un  colaborador  más  en  su  trabajo  misionero,  volvién- 


25  Para  la  exégesis  tradicional,  con  el  uso  de  ese  verbo  Pablo  estaría  proponiendo  una  “reparación  del 
perjuicio”  causado  por  Onésimo  a través  de  su  huida  acompañada  de  robo.  Ejemplarmente  Peter  Stuhl- 
macher,  p.  49-50,  seguido  por  muchos. 

26  Peter  Stuhlmacher,  p.  50;  Eduard  Lohse,  p.  204;  Martin  Dibelius,  p.  107.  Infelizmente  los  comen- 
tarios no  aportan  ningún  ejemplo  en  el  mundo  jurídico  contractual. 

22  Existen  papiros  que  usan  prosofeilo  siempre  en  el  sentido  técnico-legal  financiero,  así  Peter  Stuhl- 
macher, p.  50,  nota  125.  En  la  observación  de  la  crítica  textual,  la  mayúscula  D coloca  el  añadido  de 
que  Filemón  debe  “en  Cristo”  así  mismo  a Pablo. 

2°  Onáime/onínemi  “recibir  alegría,  beneficio”  está  en  el  origen  del  nombre  Onésimo;  como  verbo,  es 
un  término  único  en  el  Nuevo  Testamento,  pero  usado  varias  veces  por  Ignacio  de  Antioquía:  Carta  a 
los  Efesios  2,2:  su  compañero  y diácona  de  la  iglesia,  Burro,  ha  dado  beneficio/conforto  a él  en  todas 
las  cosas;  Carta  a los  Magnesios  2,12,  cuando  estaba  preso  y esperaba  beneficio;  Carta  a los  Romanos 
5,2;  Carta  a Policarpo  1,1  y 6,2. 


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IVONI  RICHTER  REIMER,  La  eficacia  de  la  fe  en  la  superación  de  desigualdades 


dose  Onésimo  compañero  de  Pablo,  de  Filemón  y de  tantas  mujeres  y hombres.  Fi- 
lemón  no  pierde,  sino  que  él  y toda  la  iglesia  obtienen  beneficio  de  esa  situación 
cualitativamente  nueva. 

Toda  la  terminología  jurídico-económica  de  ese  texto  no  permite  espirituali- 
zar y relativizar  los  pedidos  y las  expectativas  personales-comunitarias  dirigidas  a 
Filemón,  sino  que  remite  concretamente  al  ámbito  económico  de  las  relaciones  so- 
ciales. El  enganche  cristológico  pretende  que  la  vivencia  de  la  fe  no  sea  esotérica, 
sino  que  esté  aterrizada  en  nuestra  tierra,  sea  un  beneficio  real  y esté  enraizado  en 
la  vida  de  quien  sufre  la  prisión  de  la  cárcel  y de  la  esclavitud. 

2.4,  El  epílogo:  confianza,  obediencia  y supervisión  (v.  21-22) 

El  v.  21  comienza  en  un  tono  nuevo.  Pablo  dice  que  escribió  esta  carta  por- 
que tiene  confianza  (2  Co  1,15;  Flp  2,24;  Ga  5,10),  está  seguro  de  la  “obediencia” 
(hvpacoé)  de  Filemón.  Mientras  que  en  v.  8-9,  Pablo  desiste  de  la  libertad/autoridad 
apostólica  de  ordenar,  aquí,  él  presupone  obediencia  para  todo  lo  que  él  escribió. 
“Obediencia”,  “obedecer”  es  usado  por  el  apóstol  (Rm  10,16;  16,19;  Flp  2,12;  2 Ts 
1,8;  3,14)  y siempre  expresa  obediencia  a la  voluntad  de  Dios,  al  evangelio  de  Cris- 
to, expuesto  y manifestado,  a través  del  apóstol,  en  forma  de  exhortaciones,  pedidos 
y doctrina.  Es  obediencia  de  fe  (Rm  1,5),  que  se  expresa  concretamente.  Quien  no 
obedece  a Dios,  obedece  a las  pasiones  de  la  carne  (Rm  6,12),  sirviendo  al  pecado. 
No  es  posible  obedecer  a dos  ámbitos,  a dos  señores  (Rm  6,16-18).  Filemón  está 
constringido  a obedecer  al  Señor,  a realizar  aquello  que  fue  expuesto  por  Pablo:  aco- 
ger a Onésimo  como  hermano  amado;  romper  lazos  de  esclavitud;  completar  la  co- 
munión de  la  fe. 

En  el  v.  21b  Pablo  expresa  otra  seguridad:  “sabiendo  que  también  harás  toda- 
vía más  de  aquello  que  digo”.  ¿No  solamente  aceptación,  sino  liberación  de  Onési- 
mo? ¿Acción  no  por  obligación?  ¿Cesión  de  Onésimo  para  el  servicio  misionero? 
Todo  eso  está  implícito  en  las  solicitudes  de  Pablo,  y que  puede  estar  expreso,  aho- 
ra, en  ese  “más”29.  Existe  una  evidencia  de  que  la  carta  de  Pablo  surtió  efecto.  Esta 
se  encuentra  en  Col  4,7-9,  escrita  más  tarde,  donde  Onésimo  aparece  exactamente 
en  ese  trabajo  misionero.  También  el  obispo  de  Efeso  Onésimo,  mencionado  por  Ig- 
nacio de  Antioquía  (Carta  a los  Efesios  1,3;  2,1;  6,2),  se  ve  como  el  mismo  Onési- 
mo de  Filemón. 

Pablo  no  espera  menos.  Además  de  presuponer  obediencia,  y con  eso,  recor- 
dar el  compromiso  evangélico  de  cumplir  la  voluntad  de  Dios,  Pablo  ordena  (impe- 
rativo) que  simultáneamente  a la  realización  de  lo  expuesto,  Filemón  le  prepare  un 
cuarto  de  huéspedes.  Pablo  espera  salir  de  la  prisión  en  poco  tiempo.  Recuerda  las 
oraciones  por  su  libertad.  Ahora,  el  pedido  de  hospedaje,  por  visita  apostólica,  sola- 
mente refuerza  el  pedido  por  la  realización  de  lo  expuesto  en  la  carta.  Pablo  quiere 
ver  personalmente  cual  fue  la  decisión  y la  reacción  de  Filemón  en  relación  con 
Onésimo.  Pablo  quiere  testimoniar  la  eficacia  de  la  fe  y la  comunión  del  amor -agá- 
p^-solidaridad. 


Con  el  apoyo  de  la  mayoría  de  los  exégetas,  como  lo  demuestra  Peter  Stuhlmacher,  p.  53,  con  bi- 
bliografía. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


79 


3.  Algunas  reflexiones  para  dar  continuidad 

Es  común  afirmar  que  Pablo,  en  esta  carta,  desiste  de  usar  su  autoridad  apos- 
tólica para  interceder  por  Onésimo.  Él  opta  por  pedir,  en  vez  de  mandar  y ordenar. 
Eso,  ciertamente,  se  basa  en  los  v.  8-10.  No  es  toda  la  carta  la  que  tiene  ese  tono. 
Nosotros  vimos  en  la  parte  decisiva  de  la  carta  el  uso  de  los  imperativos  y la  men- 
ción explícita  a la  obediencia  esperada. 

Sabine  Bieberstein  y Norman  R.  Petersen  tejen  algunas  consideraciones  im- 
portantes sobre  la  cuestión  argumentativa  y las  estructuras  jerárquicas  de  la  autori- 
dad. Sabine  Bieberstein  llama  la  atención  sobre  el  hecho  de  que  el  argumento  que 
permea  la  carta  es  emotivo/emocional.  Nos  hace  recordar  que  la  presión  emocional 
es  un  arma  poderosa  de  dominación,  usada  mayormente  contra  los  niños,  las  muje- 
res y en  las  relaciones  conyugales  de  dominación.  Ella  dice  que,  en  la  carta,  “la  ter- 
minología de  dominación,  la  construcción  con  presión  emocional  y la  creación  de 
un  público  crítico  es  todo,  menos  ‘libertad’...  Para  la  nueva  relación  (entre  Filemón 
y Onésimo),  Pablo  no  pone  ningún  argumento  objetivo,  teológico  o cristológico,  co- 
mo en  Ga  3,26-29  o 1 Co  12,12-13.  En  vez  de  ello,  trabaja  fuertemente  en  un  nivel 
emocional:  menciona  su  edad  y su  prisión  (3  veces  en  v.  8-16),  lo  que  hace  difícil 
negarse  a su  pedido.  Compara  a Onésimo  con  su  propia  persona,  caracterizándolo 
como  su  propio  ‘corazón’,  su  niño...”30. 

Norman  R.  Petersen  nos  recuerda  que  Pablo  se  mueve  dentro  de  estructuras 
sociales  y legales  de  esclavitud.  Por  un  lado,  la  reivindicación  de  Pablo  en  el  v.  16 
elimina  tanto  la  función  del  señor  y como  la  función  de  esclavo  en  la  relación  entre 
ambos,  pero  la  relación  de  Pablo  para  con  ambos  revela  una  jerarquía  estructural  pa- 
terna (Onésimo)  y apostólica  (Filemón).  Toda  la  carta  revela  una  dialéctica  entre  es- 
tructura y anti-estructura  tanto  a nivel  social  cuanto  eclesial31. 

Se  debe  continuar  reflexionando  a partir  de  esos  aspectos.  Eso,  a pesar  de  to- 
do, no  debe  ofuscar  la  centralidad  de  la  carta  en  relación  a la  comunión  plenamente 
afectiva  y efectiva  entre  todos  los  miembros,  no  solo  de  una  “iglesia  doméstica”,  si- 
no de  toda  la  iglesia  de  Jesucristo.  Las  relaciones  de  dominación  son  incompatibles 
con  la  relación  de  solidaridad-agápe.  Expresar  eso  no  debe  haber  sido  fácil  para  Pa- 
blo, dentro  de  sus  enmarañados  socio-afectivos.  Debe  haber  sido  mucho  más  difícil 
para  Filemón,  que  no  solo  abdicaría  de  su  dominio  sobre  Onésimo,  sino  que  cam- 
biaría toda  su  ideología  en  relación  a los  sistemas  de  dominación,  y a los  de  escla- 
vitud. 

Eso  continúa  siendo  un  llamado,  un  desafío  y una  exigencia  evangélica  para 
nosotros.  En  la  carta,  el  pedido  se  refiere  a un  hombre  respecto  de  otro  hombre.  Ese 
pedido,  sin  embargo,  puede  y se  debe  ampliar  para  todas  las  personas,  niños,  muje- 
res y hombres  que  viven  bajo  cualquier  presión  y sistemas  que  los  transforman  en 
res  “cosa”,  robándoles  la  dignidad  de  criaturas,  imagen  y semejanza  de  Dios. 

Apia,  Arquipo  y toda  la  “iglesia  de  casa”  eran  testigos,  abogados  y abogadas 
en  defensa  de  Onésimo.  ¡Que  podamos  ser  como  ellos  y ellas,  junto  a tantos  Onési- 
mos  y Onésimas  de  hoy!. 


30 

31 


Sabine  Bieberstein,  p.  1 y 6. 

Norman  R.  Petersen,  especialmente  p.  94-97,  104,  152ss. 


80 


IVONI  RICHTER  REIMER,  La  eficacia  de  la  fe  en  la  superación  de  desigualdades 


Bibliografía  seleccionada 


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Ivoni  Richter  Reimer 

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COMUNIDAD  Y AUTORIDAD  EN  FILEMÓN 


Resumen 

El  artículo  parte  de  la  constatación  de  que  Pablo  poseía,  como  apóstol,  una  fuerte 
autoridad  en  relación  a los/las  fieles  (v.  8).  En  Filemón,  sin  embargo,  él  abdica  de 
esa  autoridad  y prefiere  solicitar  la  liberación  de  Onésimo  “en  nombre  del  amor  ” (v. 
8).  El  artículo  entiende  que  esa  opción  de  Pablo  no  es  mero  discurso  táctico  para 
condicionar  mejor  a Filemón  a la  obediencia  (v.  21),  sino  que  tiene  relación  con  la 
naturaleza  propia  del  amor  generado  en  la  fe:  la  fraternidad  cristiana  es  contraria  a 
las  relaciones  construidas  en  la  superioridad  o en  la  sumisión  entre  las  personas. 

Abstract 

The  article  starts  with  the  understanding  that  Paul  had,  as  an  apostle,  a strong  aut- 
hority  in  relation  to  the  faithful  (v.8).  In  Philemon  he,  however,  abdicates  from  this 
authority  and prefers  to  ask  the  freedom  of  Onesimus  “in  the  ñame  oflove”  (v.8).  The 
article  understands  that  this  option  of  Paul  is  not  a mere  tactical  measure  to  condi- 
tion  Philemon  to  obedience  (v.21),  but  that  it  has  to  do  with  the  own  nature  of  love 
that  is  generated  byfaith:  the  Chistian  fraternity  is  contrary  to  all  relationships  that 
are  build  upon  the  superiority  or  submission  among  persons. 


Caracterizar  las  relaciones  de  autoridad  en  la  carta  a Filemón  es  tarea  que  ne- 
cesita hacerse  con  un  cierto  grado  de  inseguridades,  sobre  todo  porque  no  conoce- 
mos exactamente  las  condiciones  vigentes  dentro  de  “la  iglesia”  existente  en  la  ca- 
sa de  Filemón  (v.  2).  Se  trata,  seguramente,  de  una  “iglesia  doméstica”.  Algunas  de 
sus  características  se  pueden  deducir  a partir  de  otras  comunidades  paulinas.  A pe- 
sar de  ello,  no  es  posible  presentar  un  perfil  más  exacto  de  esta  comunidad  en  la  ca- 
sa de  Filemón,  simplemente  por  la  falta  de  datos  más  concretos. 

1.  La  autoridad  apostólica  que  posee  Pablo 

En  la  carta,  Pablo  no  emplea  el  título  “apóstol”.  Sin  embargo  hay  dentro  de 
ella  evidencias  de  que  Pablo  actuaba  como  apóstol,  es  decir,  como  alguien  vocacio- 
nado  personalmente  (Ga  1,1.11-12;  1 Co  1 , 1 ; 2 Co  1 , 1 ) y enviado  por  el  Señor  (Rm 
1,5;  2 Co  5,20),  Pablo  tenía  una  cierta  autoridad  que  ejercía  en  relación  a las  comu- 


82 


UWE  WEGNER,  Comunidad  y autoridad  en  Filemón 


nidades  y que  también  podía  ejercer  en  relación  a Filemón.  De  esto  da  prueba  sobre 
todo  el  v.  8 e,  indirectamente,  también  la  introducción  en  el  v.  1 . 

En  el  v.  8 Pablo  afirma  que  posee  plena  libertad  en  Cristo  para  ordenar  a Fi- 
lemón lo  que  conviene.  El  tipo  de  autoridad  contenida  en  este  verbo  ordenar  (en 
griego:  epitásso)  queda  clara  cuando  consideramos  el  verbo  que  le  corresponde  en 
el  versículo  inmediatamente  posterior,  o sea  solicitar:  “prefiero,  sin  embargo,  soli- 
citar en  nombre  del  amor...  en  favor  de  mi  hijo  Onésimo”  (v.  9-10).  Una  solicitud 
busca  tener  en  cuenta  la  libertad  de  la  persona  a quien  solicita  algo;  la  ordenación 
apostólica,  al  contrario,  parece  estar  totalmente  comprometida  con  la  persona  en 
nombre  de  quien  se  ordena  o solicita,  a saber,  el  Señor  de  la  Iglesia,  Jesús.  La  orde- 
nación apostólica  se  orienta,  por  tanto,  más  por  su  origen,  que  por  su  destinatario/a. 
De  ahí  su  carácter  fuertemente  imperativo  y parcialmente  impositivo.  Es  curioso  que 
Pablo  no  emplee  ese  verbo  en  ninguna  otra  parte  de  sus  escritos.  También  el  sustan- 
tivo correspondiente,  orden  (en  griego:  epitage),  solo  es  usado  por  Pablo  en  rela- 
ción con  Jesús,  no  consigo  mismo  (1  Co  7,6.25;  2 Co  8,8)'.  De  esto  se  deduce  que 
Pablo  entiende  su  autoridad  para  ordenar  como  si  fuera,  en  verdad,  la  autoridad  de 
Cristo,  de  quien  es  el  embajador  (2  Co  5,20). 

Pasajes  como  2 Co  10,8  y 13,10  muestran  que  este  tipo  de  autoridad  apostó- 
lica está  íntimamente  relacionada  con  la  tarea  de  la  edificación  de  las  comunidades, 
contrapuesta  a su  destrucción.  En  función  de  esta  edificación  del  cuerpo  de  Cristo 
en  las  varias  células  eclesiales,  Pablo  tiene  la  autoridad  para  exigir  la  obediencia  de 
los  fieles.  Es  justamente  en  este  sentido,  en  el  que  debemos  entender  su  propósito  de 
llevar  a los  gentiles  a “la  obediencia  de  la  fe”  (Rm  1,5;  6,16-17;  15,18;  16,19.26), 
como  de  “llevar  cautivo  el  pensamiento  a la  obediencia  de  Cristo”  (2  Co  10,5).  Pa- 
blo podía  y sabía  ser  bastante  áspero  cuando  el  Evangelio  de  la  fe  y del  amor  de 
Cristo  predicado  por  él  corría  el  peligro  de  ser  adulterado  o desconsiderado  en  las 
comunidades:  cf.  1 Co  16,22;  2 Co  10,10-12;  13,10;  Ga  1,8-9;  4,20  etc.  Esa  aspere- 
za hizo  que  muchos  de  sus  intérpretes  lo  caracterizasen  como  fuertemente  “autori- 
tario” o con  serias  tendencias  hacia  la  “intransigencia”* 2.  Es  necesario  darse  cuenta, 
por  lo  tanto,  que  cuando  el  apóstol  interviene  en  situaciones  comunitarias,  con  fir- 
meza, vigor  y rigor  (cf.  2 Co  10,10-12;  13,10),  él,  en  verdad,  no  está  defendiendo  su 
autoridad  personal,  sino  la  validez  del  Evangelio  de  Cristo.  El  Evangelio  era,  en  la 
perspectiva  de  Pablo,  algo  demasiado  precioso  para  que  se  lo  menospreciase  o se  lo 
adulterase.  Ese  matiz  de  la  autoridad  apostólica  preservó  el  Evangelio  de  Jesús  de 
ser  simplemente  diluido  como  un  plato  entre  otros  más  o menos  iguales  del  merca- 
do religioso  de  su  época.  El  ejercicio  de  la  autoridad  apostólica,  en  esos  casos,  nos 
parece  muy  semejante  al  ejercicio  de  la  autoridad  de  los  profetas  del  Antiguo  Testa- 
mento. Para  ambos,  la  riqueza  de  la  fe  y del  amor  es  demasiado  sagrada  para  que- 
dar a merced  de  la  indiferencia  o del  irrespeto.  No  se  dan  las  cosas  santas  a los  pe- 
rros, ni  se  echa  las  perlas  a los  puercos,  decía  Jesús  (Mt  7,6).  El  aspecto  impositivo 
de  la  autoridad  apostólica  nos  parece  que  quiere  preservar  justamente  el  carácter  sa- 
grado del  amor,  de  la  fe  y de  la  verdad  en  un  mundo  de  indiferencia,  desamor,  men- 
tira y corrupción.  Esto  explica  también  sus  palabras  empleadas  en  relación  a File- 


* En  las  deutero-paulinas  diatage  aparece  dos  veces  como  “orden  de  Dios”  (1  Tm  1,1  y Tt  1,3)  y una 
vez  como  recomendación  de  Pablo  y Timoteo:  “exhorta  y reprende  con  toda  la  autoridad’. 

2 Cf.  sobre  el  asunto  Wolfgang  HARNISCH,  “‘Toleranz’  im  Denken  des  Paulus?”,  p.  64-82. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


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món  en  el  v.  21 : “te  escribí,  ya  que  estoy  convencido  de  tu  obediencia”.  En  este  ver- 
sículo, la  obediencia  de  Filemón  no  se  refiere  primariamente  a aquella  que  él  le  de- 
be al  propio  Pablo,  sino  la  que  él  debe  a su  fe  en  Cristo  Jesús  y al  amor  que  resulta 
de  ahí  (cf.  v.  5-7). 

La  segunda  evidencia  de  que  Pablo  escribe  como  “apóstol”  de  Jesús,  es  la  for- 
ma de  su  presentación  en  el  v.  1,  que  reaparece  todavía  en  el  v.  9:  Pablo  se  define 
como  prisionero  de  Cristo  Jesús.  Este  título  quiere  indicar  que  se  encuentra  en  la 
prisión  por  causa  de  su  predicación  del  Evangelio  de  Cristo.  El  hecho  le  da  una  au- 
toridad singular,  puesto  que,  a semejanza  del  propio  Cristo  crucificado,  participa  de 
la  autoridad  apostólica  en  la  calidad  de  un  débil.  El  mismo  lo  explica  en  2 Co  1 2, 1 0: 
“por  lo  que  siento  placer,  en  las  debilidades,  en  las  necesidades,  en  las  persecucio- 
nes, en  las  angustias  por  amor  de  Cristo.  Porque  cuando  soy  débil,  entonces  soy 
fuerte”.  Pablo  no  se  presenta  casualmente  con  el  título  de  “prisionero  de  Cristo  Je- 
sús”. Recuerda  sus  debilidades  (cf.  Col  4, 1 8)  para  dar  mayor  autoridad  a su  petición, 
ya  que  lo  identifica  a él  como  un  enviado  fiel  y comprometido  con  el  Evangelio. 


2.  Pablo  tiene  autoridad  apostólica,  pero  renuncia  a ella. 

Después  que  subrayó  que,  como  apóstol,  tendría  la  autoridad  para  ordenar 
a Filemón  cosas  en  relación  a Onésimo  (v.  8),  Pablo  afirma  que  antes  sería  de  su 
deseo  y agrado  pedir  o solicitarle  (en  griego,  el  verbo  es:  parakalo ) (v.  9).  Pablo, 
aparentemente,  es  de  la  opinión  de  que  no  conviene  “dar  órdenes”  a Filemón.  Tal 
vez  sea  esta  la  razón  para  haber  omitido  el  título  “apóstol”  en  la  introducción  a 
la  carta,  diferente  de  lo  que  hace  en  Rm  1,1  o Ga  1,1,  por  ejemplo.  La  pregunta 
que  se  nos  presenta  es:  ¿Por  qué  el  apóstol  prefiere  solicitar  que  ordenar  en  este 
caso? 

Una  primera  respuesta  sería  en  el  sentido  de  suponer  que  la  “solicitud”  del 
apóstol  es  solo  un  recurso  táctico.  Con  una  “solicitud”  él  valoriza  más  a Filemón  y 
lo  predispone  mejor  para  que  acepte  lo  que  Pablo  desea.  En  verdad,  a pesar,  de  ello, 
la  solicitud  no  dejaría  de  ser  una  orden,  lo  que  se  comprueba  por  el  recurso  a la  obe- 
diencia de  Filemón  en  el  v.  21  (“te  escribí,  porque  estoy  seguro  de  tu  obediencia"). 
Esta  hipótesis  depende  mucho  de  como  se  interpreta  el  término  “obediencia”  del  v. 
21 . Si  se  presupone  la  obediencia  al  apóstol,  realmente  la  solicitud  a Filemón  podría 
ser  mero  recurso  táctico.  Pero,  como  ya  indicamos  arriba,  se  puede  entender  tam- 
bién la  obediencia  del  v.  21  como  referida  a “obediencia  de  fe”  y ligarla,  directamen- 
te, al  amor  o a Cristo  (cf.  Rm  1,5;  16,19;  2 Co  7,15;  9,13;  10,5,  etc). 

La  probabilidad  mayor  está  en  una  segunda  hipótesis.  Y ésta  parte  de  la  rela- 
ción existente  entre  Pablo  y Filemón.  Pablo  caracteriza  a Filemón  como  un  “herma- 
no” (v.  7.20),  una  persona  “amada”  (v.  1),  un  “cooperador”  (v.  1 ),  y “compañero”  (v. 
17)  en  la  difusión  del  Evangelio.  Además,  en  los  v.  5-7,  Pablo  da  un  testimonio  muy 
claro  sobre  lo  útil  que  representa  el  amor  y la  fe  de  Filemón  para  todos  los/as  fieles 
de  la  comunidad.  Todo  esto  indica:  la  relación  fraterna  y amorosa  entre  el  apóstol  y 
Filemón  es  el  principal  factor  que  inhibe  a un  tipo  de  ejercicio  de  la  autoridad  im- 
positiva entre  ambos.  Pablo  no  exige,  sino  solicita,  porque  esta  es  la  forma  de  tra- 
tarse y relacionarse  que  conviene  a las  personas  que  se  dicen  y consideran  herma- 
nas unas  de  otras  y que,  por  este  hecho,  viven  en  un  régimen  de  amor.  Por  eso  él  pi- 
de, exactamente,  “en  nombre  del  amor”  (v.  9).  La  autoridad  impositiva  es  contraria 


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UWE  WEGNER,  Comunidad  y autoridad  en  Filemón 


a las  relaciones  solidarias.  No  se  puede  amar  “por  obligación”  (v.  14).  La  imposi- 
ción de  la  solidaridad  consigue  generar  más  justicia,  pero  no  conseguirá  evitar  nun- 
ca un  aumento  cruel  de  la  frialdad  y de  la  apatía  entre  las  personas3. 

Actuando  de  la  manera  como  lo  hizo,  Pablo  ofrece  a cada  creyente  un  espa- 
cio de  libertad  en  su  actuación  ética.  Esa  libertad  para  una  decisión  autónoma  hace 
parte  de  la  naturaleza  de  la  fe4.  El  apóstol  no  puede  ser  el  señor  sobre  la  fe  de  las 
personas  (2  Co  1 ,24),  sino  únicamente  el  Espíritu.  Y,  como  “donde  está  el  Espíritu, 
hay  libertad”  (2  Co  3,17),  ¡no  cabe  que  el  apóstol  decida  por  Filemón!  Pablo,  a pro- 
pósito, testimonia  en  prácticamente  todas  sus  cartas  ese  respeto  por  la  libertad  a un 
juicio  ético  autónomo  de  los/as  cristianos/as  (cf.  Rm  12,2;  14,21-23;  1 Co  11,28-29; 
2 Co  13,5;  Ga  6,4;  Flp  1,9-10;  1 Ts  5,21-22)5. 

3.  Relaciones  de  autoridad  entre  Filemón  y Onésimo 

En  Ga  3,28  Pablo  había  declarado  que  en  Jesús  son  abolidas  las  barreras  so- 
cio-económicas entre  señores  y esclavos:  “ya  no  hay  más  diferencia  entre...  escla- 
vo y hombre  libre...”  La  justificación  que  se  da  es  que,  por  la  fe,  todos  somos  jus- 
tificados en  Jesús  y aceptados  por  un  mismo  Padre,  lo  que  nos  hace  a todos/as  her- 
manos y hermanas  (Ga  3,26).  La  fraternidad  deroga  el  régimen  de  la  esclavitud. 

En  Filemón  se  nota  que  Pablo  está  interesado  en  dejar  claro  que  las  viejas  re- 
laciones autoritarias  existentes  entre  Filemón  y su  antiguo  esclavo  Onésimo  han  si- 
do cambiadas  radicalmente,  una  vez  asumida  la  fe  cristiana.  Los  indicadores  presen- 
tados por  la  carta  en  esa  dirección  son  los  siguientes6: 

a)  Así  como  Pablo  no  usa  en  Flm  el  título  de  “apóstol”  para  sí,  él  tampoco  em- 
plea ni  una  vez  el  título  “señor”  en  relación  a Filemón.  Dentro  de  la  lógica  de  la  épo- 
ca, Filemón  era  el  “señor”  de  su  esclavo  Onésimo.  En  la  lógica  de  la  carta,  hay  un 
solo  “Señor  de  todos”  y éste  es  Jesús  (v.  3.5.16.20.25). 

b)  La  vieja  autoridad  de  señor  sobre  un  esclavo  que  poseía  Filemón  sobre 
Onésimo,  se  elimina  por  la  fraternidad  generada  a través  de  la  fe.  Pablo  había  con- 
vertido a Onésimo  para  el  cristianismo  en  la  prisión  (v.  10)  y se  consideraba  como 
su  padre/madre  en  la  fe.  Una  vez  convertido  a la  fe  en  Cristo,  Onésimo  se  transfor- 
maba en  hermano  de  todos/as  cristianos,  incluso  de  Pablo  y del  propio  Filemón  (v. 
16).  Para  el  apóstol  eso  significaba  que  Onésimo  ya  no  podría  regresar  como  el  mis- 
mo para  la  casa  de  su  antiguo  señor.  En  calidad  de  cristiano,  él  ya  no  podría  volver 
como  esclavo  y sí,  “muy  por  encima  de  esclavo,  como  hermano  queridísimo,  espe- 
cialmente por  mí,  y con  mayor  razón,  por  ti...”  (v.  16).  Cristo  hermana  a desigua- 
les; la  fraternidad  elimina  las  relaciones  de  autoritarismo  entre  las  personas. 

c)  La  radicalidad  de  la  transformación  en  las  relaciones  entre  Filemón  y su  an- 
tiguo esclavo  aparece  al  final  del  v.  16.  En  éste,  el  apóstol  espera  que  Filemón  pue- 
da recibir  a Onésimo  como  hermano,  “en  el  Señor  y en  la  carne".  Recibirlo  como 
hermano  en  el  Señor  implica  que,  dentro  de  la  esfera  eclesial,  las  relaciones  pasen 
de  superioridad  (Filemón)  e inferioridad  (Onésimo)  hacia  la  igualdad  fraterna.  Si 


3 Cf.  José  COMBLIN,  Epístola  aos  Colossenses  e epístola  a Filémon,  p.  101  ss. 

^ Cf.  a ese  respecto  José  COMBLIN,  Epístola  aos  Colossenses  e epístola  a Filémon,  p.  88-90. 

^ Cf.  José  María  CASTILLO,  O discernimento  cristao,  p.  105-143. 

^ Cf.  para  lo  que  sigue  Norman  R.  PETERSEN,  Rediscovering  Paul,  p.  93ss. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA 


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Pablo  desea  que  Onésimo  sea  recibido  también  como  “hermano  en  la  carne ”,  él  es 
más  pretensioso.  Espera  que  esa  igualdad  en  la  fe  pueda  hacerse  realidad  también  en 
la  vida  social  y pública,  o sea,  espera  que  Onésimo  sea  liberado  de  su  condición  ju- 
rídica de  esclavo* * * 7. 

Cuan  implosivo  según  Pablo  es  el  régimen  de  solidaridad  provocado  por  la  fe 
contra  las  estructuras  de  autoridad  seculares,  trasciende  también  del  v.  21b,  en  que  el 
apóstol  manifiesta  su  seguridad  de  que  Filemón,  como  hermano  de  Pablo  y,  sobre  to- 
do, de  Onésimo,  hará  todavía  más  de  lo  que  él  le  está  solicitando.  El  apóstol  se  mues- 
tra audaz  en  nombre  del  amor.  Pero,  no  sin  razón.  Pues  la  sola  liberación  jurídica  de 
un  esclavo,  cuando  no  era  acompañado  de  un  oferta  de  condiciones  para  sobrevivir 
como  liberto,  podría  fácilmente  colocarlo  en  situación  peor  que  la  anterior.  Esto  equi- 
vale a dar  tierra  a los  agricultores  que  no  la  poseen,  pero  sin  ofrecerles  simultánea- 
mente una  estructura  viaria  para  el  transporte  y venta  de  los  productos,  los  subsidios 
agrícolas  para  la  plantación,  recogida  y almacenamiento.  Expresando  su  confianza  de 
que  Filemón  realice  más  de  lo  que  le  pidió,  Pablo  apela  para  que  su  solidaridad  sea 
creativa  dentro  de  la  nueva  relación  de  igualdad  generada  a partir  de  la  fe. 

En  un  sentido  semejante  creemos  poder  interpretar  también  la  preocupación 
de  Pablo  en  quitar  la  deuda  que  Onésimo  tiene  con  Filemón  (v.  18-19).  Pablo  intu- 
ye muy  bien  que  la  lógica  de  la  deuda  es  la  lógica  de  la  dependencia  y que  esta  úl- 
tima es  el  camino  más  usado  por  el  autoritarismo.  El  endeudamiento  cercena  la  li- 
bertad sea  de  personas,  sea  de  pueblos  o continentes.  Una  relación  igualitaria  entre 
Filemón  y Onésimo  presupone  que  se  quite  la  deuda  de  Onésimo.  Sin  quitar  la  deu- 
da, la  relación  de  autoridad  no  será  recíproca  entre  hermanos  (cf.  Rm  1,11-1 2)8. 

4.  Comunidad  y autoridad 

El  asunto  de  la  carta  es  un  asunto  personal.  El  interés  en  el  asunto,  sin  embar- 
go es  comunitario.  Pablo,  por  lo  menos,  lo  entiende  así.  Es  por  eso  que  él  no  dirige 
su  carta  únicamente  a Filemón,  y sí,  también  a Apia,  Arquipo  y a tocia  la  iglesia  que 
se  reúne  en  la  casa  de  Filemón.  Procediendo  así,  Pablo  consigue  implicar  a la  colec- 
tividad en  la  cuestión  particular  entre  Onésimo  y su  señor  Filemón;  él  da  al  asunto, 
por  así  decirlo,  una  dimensión  de  publicidad.  De  esta  forma,  se  invita  a la  comuni- 
dad para  juzgar  junto  a Filemón  la  propuesta  y solicitud  del  apóstol.  Esto  da  a la  co- 
munidad una  madurez  y autoridad  que,  algunas  veces,  se  obstina  en  restringir  a in- 
dividuos y a personas  aisladas.  Este  hecho  es  tanto  más  importante,  cuanto  más  se 
percibe  que  Filemón,  como  persona,  seguramente  provocaba  mucho  respeto  en  los 
fieles  de  la  comunidad  de  su  casa,  sobre  todo,  en  función  del  gran  amor  y servicio 
prestado  a los  santos  del  lugar  (v.  5-7).  Su  autoridad  le  venía  de  su  fidelidad  y de  su 
abnegación.  Es  posible  que,  como  dueño  de  la  casa  anfitriona,  ejerciese  también  par- 
cialmente un  liderazgo  natural  sobre  los  demás  cristianos9.  En  calidad  de  “coopera- 

1 Cf.  José  COMBLIN,  op.  cit.,  p.  99.  Ralph  P.  MARTIN  muestra  inseguridad  en  cuanto  a esta  inter- 

pretación: “nao  é certo  se  a manumissao  e a liberdade  de  Onésimo  sao  subentendidas  nesta  assevera- 

5áo”  “No  es  seguro  si  la  manumisión  y la  libertad  de  Onésimo  se  subentienden  en  esta  aseveración” 

(Colossenses  e Filemón , p.  1 72). 

8 Cf.  Aníbal  CAÑAVERAL,  Carta  a Filemón,  p.  49-50,  67,  76-77. 

^ Cf.  Vicent  BRANICK.  A igreja  doméstica  nos  escritos  de  Paulo,  p.  19-20,  74-75,  91-93. 


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UWE  WEGNER,  Comunidad  y autondad  en  Filemón 


dor”  de  Pablo  y Timoteo  y de  “compañero”  de  Pablo  (v.  1.17)  podemos  presuponer 
que  Filemón  tenía,  inclusive,  tareas  de  evangelización  en  su  localidad  o en  su  región. 
A pesar  de  todo  eso,  Pablo  no  restringe  su  carta  a esa  persona,  sino  la  destina  al  co- 
lectivo eclesial.  La  comunidad  no  es  ignorada  para  el  apóstol.  Por  estar  animada  por 
el  Espíritu  Santo  ( 1 Co  2,6- 1 6),  ella  tiene,  en  principio,  el  mismo  poder  de  juzgar  y 
de  evaluar  — o sea,  la  misma  autoridad — que  Filemón. 

Merece  destacarse  la  referencia  a la  hermana  Apia  en  la  introducción  de  esta 
carta.  En  otras  cartas  suyas,  el  apóstol  se  refiere  a mujeres  en  la  mitad  o en  el  final 
de  lo  que  escribe.  La  citación  por  nombre  de  una  mujer  en  el  prefacio  y saludo  ini- 
cial de  una  carta,  es  algo  inédito  en  Pablo.  Ello  difícilmente  se  explica  solo  porque 
Apia  eventualmente  fuese  la  esposa  de  Filemón,  lo  que  de  cualquier  forma  no  es  se- 
guro. La  mención  de  Apia  se  debe  probablemente  al  hecho  de  que  ella,  como  mujer, 
desempeña,  al  lado  de  Filemón  y de  Arquipo,  un  papel  destacado  en  la  comunidad10. 
J.  Bortolini  constata  el  gran  cambio  que  se  estableció  para  la  participación  de  las 
mujeres  con  el  desplazamiento  de  las  celebraciones  de  las  sinagogas  hacia  las  igle- 
sias domésticas:  “en  las  sinagogas,  ellas  no  poseían  ninguna  fuerza  o liderazgo.  De 
hecho,  para  constituir  una  comunidad  sinagogal,  era  necesario  un  número  determi- 
nado de  hombres.  Las  mujeres,  por  más  numerosas  que  fuesen,  no  llegaban  a repre- 
sentar a un  hombre.  En  las  casas  las  cosas  eran  diferentes:  las  mujeres  asumían  un 
papel  decisivo  en  el  liderazgo  de  la  comunidad”11.  De  forma  semejante  se  manifies- 
ta Cañaveral:  “Apia  es  aquí  el  símbolo  de  la  igualdad  y la  presencia  de  las  mujeres 
en  las  asambleas  cristianas,  en  relación  de  hermana  y compañera;  con  nombre,  dig- 
nidad e identidad  propias.  Ella  está  presente  en  el  mismo  lugar  de  los  grandes  mi- 
sioneros y testigos  de  Cristo  Jesús”12. 

5.  Autoridad  compartida:  Pablo  y sus  cooperadores/as  en  el 
Evangelio 

Un  último  aspecto,  sobre  el  cual  nos  gustaría  llamar  la  atención,  se  refiere  al 
gran  número  de  cooperadores  citados  en  Filemón.  Pablo  no  es  el  autor  exclusivo  de 
la  misiva:  Timoteo  es  su  segundo  autor.  De  la  misma  forma,  el  apóstol  tampoco  es 
el  único  que  envía  sus  saludos  al  final  de  la  carta.  Se  mencionan  como  cooperado- 
res suyos  a Epafras,  Marcos,  Aristarco,  Demas  y Lucas. 

La  mención  de  este  gran  número  de  cooperadores/as  en  el  Evangelio  mues- 
tra que  el  apóstol  no  tiene  ningún  interés  en  centralizar  el  poder  y la  autoridad  que 
le  confiere  Jesús  como  ministro  y embajador  de  su  Evangelio.  El  poder  del  Evange- 
lio quiere  ser,  a su  entender,  un  poder  compartido  y dividido  entre  varios/as  herma- 
nos/as. Esto  viene  de  su  seguridad  de  que,  a pesar  de  que  muchos/as  puedan  plantar 
y regar,  el  crecimiento  viene  únicamente  de  Dios  (1  Co  3,6-7).  Respecto  a esto,  es- 
cribe Bortolini:  “Como  se  puede  ver,  Pablo  es  un  agente  de  pastoral  que  sabe  traba- 
jar en  equipo.  Esto  se  comprueba  por  el  hecho  de  que  Pablo  quiere  comprometer  in- 
mediatamente a Onésimo  con  el  grupo  de  acción  pastoral,  y por  los  nombres  de  los 
colaboradores  que  mandan  y reciben  saludos  en  sus  cartas.  Además  de  eso,  los  nom- 


10  Cf.  Vicent  BRANICK,  op.  cit.,  p.  20. 

' ' Cf.  José  BORTOLINI.  A carta  a Filemón,  p.  10. 

' 2 Cf.  Aníbal  CAÑAVERAL,  Carta  a Filemón,  p.  44. 


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bres  de  sus  colaboradores  revelan  que  su  equipo  no  tiene  fronteras:  algunos  son  ju- 
díos, otros  son  paganos.  Un  equipo  internacional”,  pero  fraterno  y solidario15. 


Bibliografía 


BORTOLINI,  José.  A carta  a Filemon  - Em  Cristo  todos  sao  irmáos.  Sao  Paulo,  Paulus, 
1995 

BRANICK,  Vincent.  A igreja  doméstica  nos  escritos  de  Paulo.  Sao  Paulo,  Paulus,  1994 

CASTILLO,  José  Maria.  O discernimento  cristáo.  Em  busca  de  urna  consciencia  crítica.  Sao 
Paulo,  Paulinas,  1989 

CAÑAVERAL,  Aníbal.  Carta  a Filemón.  Bogotá,  CEDEBI,  1995 

COMBLIN,  José.  Epístola  aos  Colossenses  e Epístola  a Filemon.  Petrópolis/Sáo  Bernardo 
do  Campo/Sáo  Leopoldo,  Vozes/Metodista/Sinodal,  1986 

HAINZ,  Josef.  Ekklesia.  Strukturen  paulinischer  Gemeinde-Theologie  und  Gemeinde-Ord- 
nung.  Regensburg,  Friedrich  Pustet,  1972 

HARNISCH,  Wolfgang.  “‘Toleranz’  im  Denken  des  Paulus?”.  In:  Evangelische  Theologie, 
Gütersloh,  1996,  p.64-82 

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PETERSEN,  Norman  R.  Rediscovering  Paul.  Philemon  and  the  Sociology  of  Paul’s  Narra- 
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STUHLMACHER,  Peter.  Der  Brief  an  Philemon.  Neukirchen,  Neukirchener  Verlag,  1975 


Uwe  Wegner 

Caixa  Postal  14 
Sao  Leopoldo  - RS 
93001-970 
Brasil 


13 


Cf.  José  BORTOLINI,  op.  cit.,  p.  39. 


NÉSTOR  O.  MÍGUEZ 


ESCLAVOS  DEL  IMPERIO  ROMANO: 
El  caso  de  Onésimo 


Resumen 

Estudio  de  la  situación  general  de  los  esclavos  en  el  temprano  Imperio  Romano,  su 
incidencia  económica  y formas  de  esclavitud.  Ubicamos  especialmente  a los  esclavos 
domésticos  y artesanos  urbanos,  con  la  hipótesis  de  que  Onésimo  entraría  en  esta  ca- 
tegoría. Se  examinan  algunos  elementos  de  la  Carta  para  ver  la  particular  relación 
Onésimo-Filemón. 

Abstract 

A survey  on  the  general  conditions  of  slaves  in  the  Early  Román  Empire,  its  econo- 
mic  importance  and  diferent  forms  of  slavery.  Our  concern  points  specially  to  domes- 
tic  slaves  and  urban  artisans,  for  we  consider  Onesimus  might  fall  under  this  cate- 
gory.  Certain  aspects  of  the  letter  are  studied  to  understand  the  particular  relations- 
hip  between  Philemon  and  Onesimus. 


Para  poder  ubicar  la  carta  de  Pablo  a Filemón  en  su  contexto  real  conviene  te- 
ner una  visión  general  de  la  esclavitud  en  el  temprano  Imperio  Romano  (el  Princi- 
pado, 31  aC  al  150  dC).  La  abyecta  institución  de  la  esclavitud  tenía  una  incidencia 
decisiva  en  la  economía  del  Imperio,  y se  puede  decir  sin  dudar  que  la  explotación 
inmisericorde  de  los  esclavos  constituye  la  línea  de  base  de  todo  el  sistema,  tanto  en 
lo  económico  como  en  lo  político,  social  y cultural.  Se  calcula  que  cerca  de  un  trein- 
ta por  ciento  de  los  habitantes  del  Imperio  estaban  sometidos  a distintas  formas  de 
esclavitud.  Si  bien  algunos  autores  modernos  manifiestan  la  tendencia  a suavizar  el 
sentido  de  la  esclavitud  y buscar  algunas  excepciones  de  esclavos  bien  tratados  o 
que  incluso  llegan  a acumular  poder  (los  de  la  Casa  del  César)  y aún  cierta  riqueza 
cuando  quedaban  como  libertos,  la  esclavitud  era  la  más  baja  situación  posible,  ya 
que  se  niega  la  misma  condición  humana  del  esclavo  (es  apenas  la  “herramienta  par- 
lante” de  la  que  habla  Aristóteles).  Los  osarios  que  conservan  los  restos  de  los  es- 
clavos urbanos  mejor  tratados  muestran  en  muchos  casos,  aún  veinte  siglos  después, 
las  marcas  de  sus  condiciones  de  vida:  restricciones  alimentarias,  deformaciones  la- 
borales, muertes  prematuras,  etc.  Para  la  inmensa  mayoría  de  los  esclavos,  la  vida 
fue  una  pesada  carga  y maldición.  Los  mismos  restos  muestran  que  excepcional- 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


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mente  superaban  los  35  años  de  vida.  Tampoco  era  fácil  la  vida  para  una  significa- 
tiva cantidad  de  hombres  y mujeres  libres,  pero  sumidos  en  la  mayor  pobreza.  Se 
calcula  que  la  mayoría  de  la  población  del  Imperio  vivía  en  una  línea  de  mera  sub- 
sistencia, frente  a los  legendarios  derroches  de  los  aristócratas  romanos  y sus  alia- 
dos de  las  provincias. 

Sin  embargo,  el  fenómeno  de  la  esclavitud  no  es  uniforme,  y la  gran  variedad 
de  condiciones  y prácticas  de  la  explotación  esclavista  puede  introducir  importantes 
variantes  de  lectura  a la  hora  de  interpretar  esta  carta.  Con  decir  que  Onésimo  era 
esclavo  y Filemón  dueño  de  un  esclavo  no  se  definen  la  posición  social,  el  grado  de 
riqueza  o las  prácticas  de  vida  de  uno  y otro.  Como  veremos,  podía  haber  esclavos 
que  manejaran  con  cierta  independencia  significativas  fortunas,  con  decisivo  poder 
sobre  otros  esclavos  (véase  la  parábola  de  Mt  24,45-51),  así  como  patrones  artesa- 
nos que  apenas  podrían  distinguirse,  en  cuanto  a la  calidad  de  vida,  de  sus  esclavos 
ayudantes,  a no  ser  por  el  status  jurídico. 

A efectos  de  poder  presentar  una  visión  de  conjunto,  examinaremos  en  primer 
lugar  el  sistema  esclavista  romano  como  totalidad,  para  luego  estudiar  el  caso  espe- 
cífico al  que  se  refiere  la  carta  de  Pablo. 

1.  El  modo  de  producción  esclavista 

El  modo  de  producción  del  Imperio  Romano  estaba  asentado  sobre  un  siste- 
ma de  explotación  esclavista.  Tanto  en  el  ámbito  rural  como  en  el  urbano,  el  traba- 
jo de  los  distintos  tipos  de  esclavos  generaban  el  excedente  económico  del  que  se 
apropiaban  los  sectores  poderosos.  En  el  caso  de  la  sociedad  mediterránea  domina- 
da por  Roma,  tanto  en  las  postrimerías  de  la  República  como  durante  el  Principado, 
la  explotación  del  trabajo  cautivo  constituía  la  mayor  fuente  del  excedente  económi- 
co que  mantenía  el  sistema.  Este  sistema  se  impone  en  todo  el  Imperio,  tanto  en  la 
Italia  originaria  como  en  las  tierras  conquistadas,  lo  que  no  significa  que  las  carac- 
terísticas específicas  en  toda  la  extensión  del  mismo  sean  idénticas.  Junto  con  la  pro- 
ducción, en  algunos  momentos  fueron  significativos  los  botines  de  guerra,  una  par- 
te sustancial  de  los  cuales  era,  justamente,  la  provisión  de  esclavos.  “Si  bien  no  po- 
demos saber  con  exactitud  el  tamaño  de  la  población  esclava  en  Italia,  ni  tampoco 
acerca  de  la  proporción  entre  el  trabajo  esclavo  y el  trabajo  de  los  libertos  en  deter- 
minados sectores  de  la  producción,  es  evidente  que  el  primero  adquirió  importancia 
particularmente  en  los  tipos  de  economía  nuevos  y más  adelantados.  La  tenencia  de 
esclavos  desplazó  a otras  formas  de  rendimiento  y fue  introducida  tanto  en  la  pro- 
ducción como  en  los  ámbitos  improductivos  de  la  vida”'. 

La  producción  de  los  esclavos  era  importante  en  todos  los  campos  de  la  eco- 
nomía. Estos  eran  la  principal  fuerza  de  trabajo  en  los  establecimientos  agrícolas  de 
mediana  y gran  envergadura  y proveían  gran  parte  de  la  mano  de  obra  de  los  talle- 
res artesanales.  Los  había  médicos,  músicos,  arquitectos,  artistas  y constructores.  No 
faltaban  los  que  estaban  a cargo  de  otros  esclavos,  como  los  mayordomos  tanto  de 
las  fincas  rurales  como  de  las  urbanas,  o los  que  conducían  negocios  para  sus  patro- 
nes. En  ocasiones  eran  alquilados  por  sus  patrones  como  trabajadores  contratados. 


' Staerman,  E.  M.  Die  Blütezeit  der  Sklavenwirtschaft  in  der  Romischen  Republik , Franz  Steiner 
Verlag,  Wiesbaden,  1969,  p.278. 


90 


NÉSTOR  O.  MÍGUEZ,  Esclavos  en  el  Imperio  Romano:  el  caso  de  Onésimo 


Si  bien  no  puede  subestimarse  la  existencia  del  trabajo  contratado  o asalariado 
por  parte  de  hombres  libres,  cabe  afirmar  que  “la  clase  propietaria  [...]  extrae  la  ma- 
yor parte  del  plusvalor  de  la  población  laboral  por  medio  del  trabajo  cautivo.  Esto  es 
muy  diferente  a tratar  de  demostrar  que  en  la  antigüedad  griega  (o  romana)  el  grue- 
so de  la  producción  era  realizado  por  esclavos,  o aún  (al  menos  hasta  el  Bajo  Impe- 
rio Romano)  por  esclavos,  siervos  y todas  las  otras  formas  de  trabajadores  cautivos 
en  conjunto.”2  G.  de  Sainte  Croix  indica  que  el  producto  combinado  de  los  campesi- 
nos y artesanos  libres  debe  haber  excedido  al  de  los  trabajadores  cautivos.  Pero  los 
trabajadores  libres  no  propietarios,  o aquellos  cuya  propiedad  fuera  explotada  fami- 
liarmente, estaban  agobiados  por  otras  formas  de  explotación,  como  los  servicios 
compulsivos,  los  impuestos  y contribuciones,  la  conscripción  militaren  el  caso  de  los 
ciudadanos  romanos  etc.  El  trabajo  libre  probablemente  sólo  permitía,  en  la  mayoría 
de  los  casos,  sólo  el  mantenimiento  del  nivel  de  subsistencia.  Así  nos  lo  mostrarían, 
entre  otros  muchos  posibles  ejemplos,  dos  textos  neotestamentarios:  la  parábola  de 
los  obreros  contratados  para  la  viña  (Mt  20,1-15),  tomada  del  ámbito  rural,  donde 
aparecen  claros  los  fenómenos  de  la  desocupación  y del  salario  pagado  como  un  sa- 
lario mínimo,  de  subsistencia;  y del  ámbito  urbano  (1  Ts  2,9)  donde  Pablo  indica  que 
para  poder  vivir  sin  ser  carga  para  otros  hubo  de  trabajar  “día  y noche”. 

La  existencia  de  un  excedente  acumulado  disponible  para  la  clase  propietaria 
debido  al  uso  del  trabajo  cautivo  caracteriza  y condiciona  a toda  la  formación  social. 
Resulta  un  factor  estructural  de  la  economía  y de  la  sociedad  en  su  conjunto.  No 
afecta  solamente  a la  producción  de  los  esclavos  y su  apropiación  por  parte  de  la  cla- 
se fundamental  (grandes  propietarios  rurales),  sino  que  determina  también  la  inser- 
ción y articulación  de  otras  formas  productivas  existentes  y del  conjunto  de  las  re- 
laciones sociales.  Sin  embargo,  sería  una  simplificación  reducir  a esta  contradicción 
fundamental  todo  el  conjunto  de  las  relaciones  sociales.  Para  la  tardía  República  y 
comienzo  del  Principado  nos  encontramos  con  una  compleja  situación  de  relaciones 
de  clase. 

Tanto  en  la  producción  agraria  como  en  la  urbana  se  trabajaba  con  esclavos. 
La  distinción  que  a veces  se  hace  entre  el  siervo  rural  feudal  ( adherido  a la  tierra)  y 
el  esclavo  urbano  doméstico  (más  directamente  sometido  al  patrón)  no  resulta  deci- 
siva para  el  Imperio  Romano.  En  el  caso  romano  (así  como  en  el  griego)  los  escla- 
vos son  propiedad  privada  del  patrón.  En  el  feudalismo  asiático  y en  el  tributarismo, 
el  estado  (o  la  ciudad-estado)  es  el  gran  poseedor  de  esclavos  para  la  obras  públicas 
o la  explotación  de  las  tierras  del  Señor  (el  Rey  o la  nobleza),  salvo,  quizás,  unos 
pocos  esclavos  domésticos  y eunucos  destinados  al  servicio  de  la  aristocracia.  En 
cambio,  en  el  sistema  griego,  y luego  especialmente  en  el  romano,  el  comercio  de 
esclavos  en  manos  privadas  se  hace  decisivo.  Para  ver  esta  diferencia  en  el  caso  bí- 
blico, basta  pensar  en  la  situación  de  esclavitud  de  Israel  en  Egipto,  donde  si  bien 
los  hebreos  están  sometidos  a trabajos  forzados  a favor  del  estado,  se  conforman  co- 
mo familias,  mantienen  una  agrupación  básica  como  nación  esclava.  Excepcional- 
mente José  era  un  esclavo  doméstico  en  casa  de  un  funcionario  real.  En  cambio,  pa- 
ra Roma,  cuando  un  pueblo  era  esclavizado,  no  lo  era  como  nación,  sino  que  se  ven- 
dían particularmente  los  individuos  como  esclavos  en  el  mercado  de  esclavos. 


- De  Sainte  Croix,  G.  The  Class  Struggle  in  the  Ancient  Greek  World.  Comell  University  Press, 
New  York,  1981,  p.  133. 


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Las  formas  de  tenencia  de  la  tierra  y la  organización  “republicana”  de  Roma 
privatiza  la  explotación,  y con  ella  la  administración,  de  las  fuerzas  de  trabajo  cau- 
tivo. En  la  sociedad  esclavista  el  propietario  tiene  un  dominio  real  sobre  el  esclavo 
como  ser  humano.  Ejerce  un  dominio  prácticamente  irrestricto  sobre  el  cuerpo  del 
esclavo.  Este  dominio  es  lo  que  le  permite  obtener  un  excedente  del  trabajo  del  es- 
clavo. Al  ser  incorporado  a la  producción  como  una  herramienta,  todo  el  trabajo  del 
esclavo  aparece  como  trabajo  gratuito,  aunque  consume  parte  de  lo  que  produce  pa- 
ra su  propia  subsistencia.  Por  la  misma  razón,  en  la  medida  en  que  disminuye  el  do- 
minio físico  (por  el  relajamiento  de  la  vigilancia,  o por  la  naturaleza  del  trabajo  que 
realiza  el  esclavo,  pedagogos,  mayordomos,  etc.)  disminuye  la  capacidad  de  explo- 
tación, como  ocurría  a veces  en  los  grandes  latifundios  romanos.  Por  eso  a veces  se 
estimulaba  a ciertos  esclavos  administradores  con  una  compensación  económica  ex- 
tra. Así,  algunos  esclavos  privilegiados  podían,  por  su  tarea,  reunir  un  peculium  (re- 
serva de  dinero)  suficiente  como  para  comprar  su  propia  libertad. 

En  las  minas  y canteras  pedreras  (o  de  yeso  u otros  productos  de  similar  ori- 
gen) una  porción  significativa  de  mano  de  obra  era  cautiva.  En  este  caso  no  sólo  es 
necesario  mencionar  a los  esclavos,  sino  también  a otras  formas  de  trabajo  forzado, 
ya  que  la  condena  al  trabajo  en  minas  y canteras  era  uno  de  los  castigos  severos  que 
solían  imponerse,  especialmente  a disidentes  políticos  de  menor  rango  social,  pre- 
sos por  deudas  y criminales  de  las  clases  bajas,  esclavos  evadidos  y recapturados,  o 
que  hubieran  defraudado  a sus  patrones.  Sabemos  que  también  durante  las  persecu- 
ciones al  cristianismo  muchos  fueron  condenados  a trabajos  forzados  en  las  minas 
de  cobre  o en  las  canteras. 

Dentro  de  este  marco,  el  modo  de  producción  esclavista,  consideramos  ahora 
algunos  aspectos  más  específicos,  que  pueden  ayudarnos  a ver  el  caso  concreto  de 
Filemón  y Onésimo. 

2.  Los  esclavos  urbanos  y las  artesanías 

Había  una  producción  artesanal  que  se  realizaba  en  el  ámbito  agrario,  pero  se- 
guramente ésta  era  marginal  y pocas  veces  superaría  el  objetivo  del  autoabasteci- 
miento.  El  grueso  de  la  producción  industrial  se  realizaba  en  el  medio  urbano,  y más 
precisamente  en  las  grandes  y medianas  ciudades,  capaces  de  ofrecer  un  mercado 
propio  para  estos  productos,  o de  participar  del  comercio  con  otros  centros  poblados 
donde  estos  bienes  serían  apreciados.  Esto  se  realizaba  de  dos  maneras.  Por  un  lado 
estaban  los  grandes  talleres  que  utilizaban  una  cantidad  apreciable  de  mano  de  obra 
cautiva  (como  los  talleres  del  Emperador,  destinados,  p.  ej.,  a la  producción  de  ar- 
mamento para  el  Ejército).  Por  el  otro,  estaban  los  talleres  domésticos,  de  mediana 
o pequeña  dimensión,  dirigidos  por  el  propio  maestro  artesano,  que  incluía  segura- 
mente un  reducido  grupo  de  esclavos  propios  y quizás  algún  otro  artesano  libre  co- 
mo asalariado,  además  de  algunos  aprendices.  No  es  difícil  que  ésta  sea  la  situación 
de  Onésimo. 

En  ambos  casos  el  lugar  de  los  esclavos  seguramente  era  decisivo  desde  el 
punto  de  vista  económico.  A veces  los  mismos  maestros  artesanos  en  la  producción 
de  cerámica  itálica  eran  esclavos.  Y si  bien  los  testimonios  señalan  una  significati- 
va cantidad  de  libertos  entre  los  artesanos,  esto  no  hace  sino  avalar  la  hipótesis  de 
que  los  talleres  contaban  con  gran  cantidad  de  esclavos,  ya  que  seguramente  estos 


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NÉSTOR  O.  MÍGUEZ,  Esclavos  en  el  Imperio  Romano:  el  caso  de  Onésimo 


libertos  habían  aprendido  su  oficio  mientras  eran  esclavos,  sobre  todo  si  tenemos  en 
cuenta  que  la  manumisión,  durante  el  Principado,  estaba  prohibida  para  los  esclavos 
menores  de  20  ó 25  años,  según  variantes  legales.  Aún  liberado,  el  vínculo  de  suje- 
ción se  mantenía  a través  de  la  relación  patrón-cliente  (un  liberto  quedaba  obligado 
como  cliente  de  su  antiguo  dueño).  Es  posible  suponer  que  un  liberto  en  estas  con- 
diciones siguiera  trabajando  en  el  mismo  taller,  con  un  régimen  diferenciado,  pero  a 
cargo  de  otros  esclavos  de  su  mismo  patrón  (u  otros  que  él  adquiriera)  que  estarían 
en  calidad  de  asistentes  o aprendices.  Un  liberto  debía  rendir  cuentas  a su  patrón  y 
asegurarle  un  cierto  reconocimiento  tanto  social  como  económico. 

Es  cierto  que  en  ocasiones  se  encontraban  esclavos  artesanos  que  ejercían  su 
labor  a cambio  de  un  reducido  sueldo,  o que  podían  disponer  de  algunos  de  sus  pro- 
ductos, lo  que  les  permitía  integrar  su  propio  peculium.  Pero  hay  también  evidencias 
de  personas  que  vivían  de  la  posesión  de  un  esclavo  artesano,  de  quien  extraían  un 
rédito  por  alquilarlo  para  ciertas  tareas.  A veces  un  esclavo-artesano  estaba  a cargo 
de  un  taller,  con  posibilidad  de  ejercer  una  actividad  autónoma  (institor),  lo  cual  es 
motivo  de  una  compleja  legislación  para  poder  establecer  la  responsabilidad  de  los 
actos  comerciales  realizados  por  el  esclavo  en  tal  situación  y el  grado  de  compromi- 
so que  comportaban  para  su  propietario.  Esta  misma  complejidad  legislativa  y el 
empeño  de  los  juristas  romanos  en  la  clarificación  de  tales  casos  es  otra  prueba  de 
los  modos  de  explotación  de  los  esclavos  que  tenían  un  oficio  redituable  y de  su  im- 
portancia en  el  aparato  productivo  y en  la  generación  de  riqueza. 

Las  actividades  que  hoy  conocemos  como  servicios  también  eran  realizadas, 
en  muchos  casos,  por  esclavos.  Ya  hemos  señalado  su  participación  en  el  servicio 
doméstico,  como  administradores,  secretarios,  músicos  y también  los  podemos  en- 
contrar como  médicos,  maestros  y pedagogos,  etc.  Los  que  tenían  responsabilida- 
des domésticas  formaban  parte  de  las  faniilicie  urbanas,  al  menos  en  Italia  y en  las 
regiones  latinizadas.  Hay  casos  en  los  cuales  se  mencionan  cien,  doscientos  y has- 
ta cuatrocientos  siervos  de  la  familia  urbana  en  Roma  (los  columbario  — cemente- 
rio de  nichos — de  Pompeya,  por  ejemplo,  indican  una  cantidad  apreciable  de  ser- 
vi  familiae).  Los  testimonios  muestran  una  disminución  posterior  del  número  de  es- 
clavos domésticos.  Esta  disminución  del  número  de  esclavos  domésticos  probable- 
mente se  deba  principalmente  a factores  económicos,  es  decir,  al  costo  del  mante- 
nimiento de  tan  alto  número  de  servidores  domésticos,  no  asimilados  directamente 
a la  producción. 

Los  puestos  administrativos  (villicus,  institores  etc.)  generalmente  eran  ocu- 
pados por  esclavos  de  confianza  del  patrón  y con  capacidad  contable  — aunque  no 
siempre  es  el  caso  en  los  establecimientos  agrarios — . No  era  imposible,  aunque 
tampoco  frecuente,  que  estos  esclavos  administradores  en  algunos  casos  lograran 
formar  un  peculium  cuantioso  (con  buenas  o con  malas  artes:  cf.  Le  16,1-10),  y que 
se  transformaran  en  libertos  o incluso  en  herederos  de  sus  patrones;  los  cargos  ad- 
ministrativos conformaban,  entonces,  la  élite  de  los  círculos  de  esclavos  y libertos, 
especialmente  si  sus  funciones  se  ejercían  en  el  palacio  del  César,  lo  que  les  facili- 
taba (para  algunos,  siempre  una  escueta  minoría  del  total)  un  acceso  al  poder  que 
con  el  tiempo  se  fue  haciendo  una  verdadera  carrera  política.  El  ser  esclavo  o liber- 
to del  César,  o hijo  de  un  liberto  cesáreo,  y por  lo  tanto  un  cliente  del  princeps  y 
eventualmente  un  amicus  del  César,  comportaba  el  acceso  a ciertos  privilegios,  in- 
cluso de  naturaleza  económica.  Lo  mismo  ocurría,  en  una  medida  mucho  menor,  con 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


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los  esclavos  administradores  de  los  municipios  de  las  ciudades,  como  debe  leerse  en 
muchos  casos  el  título  de  tesorero  de  lo  ciudad , que  puede  ser  un  esclavo. 

Las  habilidades  y conocimientos  para  estos  servicios  (especialmente  los  mé- 
dicos, maestros,  comediantes  etc.)  debían  asegurar  a su  poseedor  un  modus  vivendi 
más  o menos  digno,  aunque  aquí  establecía  diferencias  la  condición  legal.  Un  hom- 
bre libre  en  un  medio  urbano  desarrollado,  como  Roma,  Alejandría,  Antioquía,  po- 
dría hacer  carrera  como  médico,  o como  instructor,  especialmente  si  era  contratado, 
p.  ej.,  como  médico  público.  Pero  si  era  esclavo  bien  podía  ser  cedido  por  su  patrón 
temporalmente  a cambio  de  una  retribución  económica  por  parte  del  contratante,  en 
usufructo,  como  ocurría  con  los  esclavos  artesanos.  De  esa  manera  también  los  pa- 
trones de  estos  esclavos  de  servicio  podían,  bajo  ciertas  condiciones,  extraer  ganan- 
cia de  su  trabajo,  especialmente  si  el  esclavo  era  un  médico  reconocido  o un  cam- 
peón de  gladiadores.  Esta  obligación  alcanza  también  a un  liberto,  que  debe  ofrecer 
sus  servicios  gratuitamente  a su  patrón  y a los  amigos  de  su  patrón. 

3.  La  condición  (in)humana  de  los  esclavos 

Habiendo  considerado  los  aspectos  económicos  que  hacen  a la  condición  del 
j esclavo,  especialmente  de  los  esclavos  urbanos,  nos  detendremos  en  las  condiciones 
legales  y sociales.  La  primera  observación  a tener  en  cuenta  es  que,  desde  un  punto 
de  vista  legal,  el  esclavo  es  una  no-persona,  y por  lo  tanto  no  es  sujeto  de  derecho 
alguno.  Esto  no  quiere  decir  que  no  existían  algunas  leyes  concernientes  a la  escla- 
vitud, pero  que  afectaban  a los  patrones  de  esclavos.  Sin  pretender  hacer  aquí  un  es- 
tudio exhaustivo,  podemos  señalar  algunas  de  estas  condiciones  legales  y prácticas 
concernientes  a la  esclavitud,  especialmente  aquellas  que  puedan  resultar  significa- 
tivas para  la  interpretación  de  la  Carta  de  Pablo  a Filemón  u otros  escritos  neo-tes- 
tamentarios que  hablan  sobre  el  tema. 

Si  bien  el  esclavo  es  una  cosa  y como  tal  totalmente  sujeta  a la  voluntad  de  su 
patrón,  no  todos  los  autores  de  la  época  coinciden  en  su  apreciación  sobre  esta  ins- 
titución. Ya  algunos  siglos  antes,  Aristóteles  había  señalado  que  el  esclavo  era  una 
herramienta  que  habla  y que  sólo  sería  posible  prescindir  de  la  esclavitud  si  se  in- 
ventaran máquinas  que  pudieran  hacer  el  trabajo  humano.  La  esclavitud  era  consi- 
derada, por  tanto,  como  una  necesidad  económica.  Pero  no  sólo  eso:  define  la  sub- 
humanidad de  los  esclavos  en  virtud  de  su  origen  bárbaro,  no  griego.  Esta  es  la  con- 
cepción predominante  entre  las  clases  altas  y sus  filósofos.  Sin  embargo,  en  algunos 
aparecen  visiones  más  moderadas.  Expresiones  invitando  a tener  consideración  es- 
pecial de  los  esclavos  y a evitar  los  abusos  se  encuentran  en  Musonio  Rufo  y algu- 
i nos  otros  filósofos  de  la  época  del  surgimiento  del  cristianismo,  especialmente  en- 
: tre  los  estoicos.  Pero  no  necesariamente  la  mayoría  acompañaba  esta  sensibilidad,  y 
las  sátiras  de  la  época  presentan  a filósofos  que  dictan  a su  escriba  frases  llenas  de 
. recomendaciones  acerca  del  buen  trato  a los  esclavos  mientras,  al  mismo  tiempo, 

- azotaban  a algún  esclavo  que  los  había  irritado  por  un  error  menor. 

: La  vida  de  los  esclavos  no  se  ahorraba  ni  en  los  trabajos  más  agotadores  ni  en 

los  juegos  gladiatoriales,  aunque  en  algún  momento  hubo  leyes  que  prohibían  a un 
y patrón  matar  a su  esclavo  sin  justificación  alguna,  o abandonarlo  al  hambre  en  la  vía 
: pública  cuando  ya  no  le  era  útil.  Se  podía  decir  que,  entre  las  clases  altas  de  Roma, 
n tener  a la  servidumbre  bien  vestida  y cuidada  (al  menos  a los  que  se  veían  en  la  ca- 


94 


NÉSTOR  O.  MIGUEZ,  Esclavos  en  el  Imperio  Romano:  el  caso  de  Onésimo 


sa  de  la  ciudad)  era  señal  de  distinción  y poder.  Pero  fuera  de  esta  representación  pa- 
ra el  público  las  consideraciones  eran  otras.  En  ocasiones  se  recomendaba  dar  cier- 
tos trabajos  riesgosos,  o el  cultivo  en  zonas  áridas  y/o  insalubres,  a hombres  libres, 
y no  a esclavos,  para  no  “arriesgar  el  capital  propio”.  Si  el  hombre  libre  enfermaba, 
o el  rendimiento  del  campo  arrendado  era  insuficiente,  el  propietario  no  quedaba 
con  ninguna  responsabilidad.  En  cambio,  un  esclavo  costaba,  no  sólo  su  precio,  si- 
no su  alimentación,  vestido  y cuidado,  su  entrenamiento  y la  vigilancia  para  que  no 
escapara.  En  ese  sentido,  un  esclavo  era  una  inversión  y había  que  cuidarla.  Pero  una 
vez  que  había  rendido  su  utilidad,  bajaba  su  precio  y consideración  notablemente.  A 
tal  punto  que  era  frecuente  que  los  esclavos  fueran  liberados  al  término  de  su  vida 
útil,  normalmente  después  de  los  25  o 30  años.  Como  ya  indicamos,  raramente  vi- 
vían más  allá  de  los  treinta  y cinco  años.  Las  leyes  obligaban,  con  todo,  al  patrón  a 
proveer  ciertos  servicios  a sus  libertos,  especialmente  en  las  ciudades,  con  el  fin  de 
evitar  la  acumulación  de  mendigos  o ladrones  entre  los  libertos. 

El  abuso  sexual  de  mujeres  y niños  esclavos  no  tenía  restricción  alguna,  y el 
abandono  de  niños  era  práctica  normal.  Esto  último  lo  recomendaban  los  tratadistas 
en  momentos  en  que  salía  más  barato  comprar  un  esclavo  adolescente  (listo  para 
rendir  frutos  laborales)  que  invertir  en  criar  a los  hijos  de  esclavas  (aunque  fueran 
engendrados  por  patrones)  desde  niños  hasta  que  alcanzaran  una  edad  productiva. 
Más  aún  porque  no  se  podía  saber  si  después  iban  a resultar  saludables  y aptos  pa- 
ra la  tarea.  En  cambio,  traídos  como  cautivos  de  guerra,  o vendidos  en  pago  de  deu- 
das propias  o de  sus  padres  (cf.  Mt  18,25),  se  podían  adquirir  esclavos  ya  formados 
a bajo  precio.  Hubo  momentos  en  el  Imperio,  especialmente  a principios  del  mismo 
y durante  el  siglo  I en  que  el  precio  de  los  esclavos  cayó  significativamente  por  la 
abundancia  que  había. 

Un  esclavo,  mientras  lo  fuera,  no  podía  ejercer  ningún  derecho.  No  tenían  de- 
recho a formar  familia,  a decidir  sobre  la  suerte  de  sus  hijos,  a trasladarse,  etc.  No 
había  día  de  descanso,  ni  jornada  (cf.  Le  17,7-9).  Excepción  la  tuvieron  los  esclavos 
judíos,  a quienes  se  les  reconocía  el  derecho  a su  propia  religión,  a guardar  el  sába- 
do, a mantener  sus  reglas  alimenticias  y de  pureza.  Estas  excepciones,  más  el  orgu- 
llo de  origen  que  los  caracterizaba,  había  llevado  a formar  el  refrán  “quien  compra 
un  esclavo  judío  se  compra  un  patrón”. 

Por  otro  lado  también  hay  casos,  aunque  muy  excepcionales,  en  que  se  esta- 
bleció una  relación  de  confianza  entre  un  patrón  y algún  esclavo  destacado.  Hay 
ejemplos  de  un  patrón  que  disponía,  por  vía  testamentaria,  la  libertad  y una  dote  de 
la  herencia  a algunos  de  sus  siervos.  Incluso  hay  algunos  casos  en  los  cuales  un  pa- 
trón sin  hijos  propios  adoptaba  a algún  esclavo  para  hacerlo  su  heredero.  De  esto  se 
vale  Pablo  en  Rm  8,15-17  para  hablar  del  sentido  liberador  del  Espíritu  de  Dios.  Sin 
embargo,  justamente  esto  marca  el  contraste  con  lo  que  era  la  práctica  habitual:  el 
maltrato  y desprecio  del  esclavo.  Especialmente  si  el  esclavo  se  manifestaba  como 
indócil,  amante  de  la  libertad,  o demasiado  ingenioso.  Los  castigos  a los  esclavos  re- 
beldes eran  inmisericordes:  azotes,  torturas,  amputaciones,  muerte.  El  único  mo- 
mento en  que  el  estado  intervenía  entre  un  esclavo  y su  patrón  era  cuando  el  escla- 
vo debía  ser  condenado  por  intento  de  fuga,  participación  en  sedición  o actos  de  vio- 
lencia. Allí,  la  condena  a muerte  o a trabajos  forzados  era  inescapable.  No  solo  pa- 
ra quien  lo  hiciera,  sino  que  el  castigo  era  colectivo  para  todo  el  conjunto.  En  Ro- 
ma, por  ejemplo,  se  registra  el  caso  en  que  un  esclavo  mató  accidentalmente  en  la 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA 


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casa  a su  patrón,  Secundus.  El  castigo  se  aplicó  a los  cuatrocientos  esclavos  domés- 
ticos de  Secundus.  Todos,  incluso  los  niños  pequeños,  fueron  crucificados.  Fue  tan 
desgarrante  el  espectáculo  que  aún  el  Senado  romano  examinó  el  caso,  y aunque 
aplicó  estrictamente  la  ley,  a posteriori  suavizó  las  condenas  para  casos  similares. 

4.  El  caso  de  Onésimo 

Cuando  examinamos  la  situación  de  Onésimo,  tendremos  en  cuenta  las  si- 
guientes cosas. 

1)  Es  evidente  que  Onésimo  es  un  esclavo  doméstico  de  ámbito  urbano.  File- 
món  aparece  citado  como  jefe  de  una  casa  que  hospeda  una  comunidad  creyente. 
Probablemente  Apia  sea  la  esposa  de  Filemón  y Arquipo  presida  esa  comunidad.  Pa- 
blo y Timoteo,  al  dirigir  la  carta  y los  saludos  finales  a todos,  y no  solo  a Filemón, 
hacen  a la  comunidad  testigo  y corresponsable  de  la  situación  de  Onésimo.  Al  indi- 
vidualizar a Filemón  luego,  utilizando  el  singular  en  el  resto  de  la  epístola,  pone  el 
peso  sobre  Filemón,  señalando  a éste  como  el  dueño  del  esclavo  Onésimo,  y por  lo 
tanto,  quien  debe  ser  el  agente  de  la  modificación  del  status  de  Onésimo. 

2)  Siendo  Filemón  el  propietario  de  una  casa  urbana,  que  cuenta  con  (al  me- 
nos) un  esclavo,  podemos  imaginar  para  él  alguna  de  estas  situaciones: 

- Que  sea  un  ciudadano  eminente  de  la  ciudad  (¿Colosas?),  propietario  ausen- 
te de  grandes  tierras  y muchos  esclavos,  que  vive  en  una  casa  urbana.  En  ese  caso 
Onésimo  sería  uno  de  tantos  esclavos;  tanto  podría  ser  un  esclavo  del  área  rural,  eva- 
dido, como  un  servidor  doméstico  con  funciones  específicas.  Por  razones  que  vere- 
mos más  adelante  difícilmente  puede  considerarse  a Onésimo  un  esclavo  evadido, 
menos  aún  de  una  finca  rural.  Esta  hipótesis  de  Filemón  como  un  rico  destacado  pa- 
rece poco  probable,  tanto  porque  el  temprano  cristianismo  difícilmente  llegara  a 
esos  círculos,  como  por  el  tono  de  la  carta,  que  no  muestra  otras  dimensiones  de  la 
problemática  que  esta  situación  acarrearía. 

- Que  fuera  un  comerciante  más  o menos  acaudalado.  En  ese  caso,  habría  en- 
viado a Onésimo  para  ciertas  gestiones  a Éfeso  (probable  lugar  de  composición  de 
la  carta).  El  hecho  de  que  Onésimo  se  encuentre  relativamente  lejos  de  Colosas  in- 
dicaría que  Filemón  tiene  un  círculo  comercial  extendido,  que  supera  el  orden  local. 
Esta  hipótesis  es  más  verosímil.  Por  cierto  que  los  comerciantes  eran  ciudadanos  de 
segunda  — aunque  poseyeran  buenas  cuentas — pues  sólo  era  considerada  noble  la 
riqueza  hecha  a partir  de  la  explotación  agraria. 

- Que  fuera  un  artesano  con  taller  propio  (Colosas  era  conocida  por  su  pro- 
ducción textil,  especialmente  lanas),  dedicado  a la  confección  textil,  o al  teñido  de 
lanas,  u otra  tarea  afín.  No  sería  difícil,  ya  que  Pablo,  siendo  de  un  oficio  del  mis- 
mo gremio  — cosedor  toldero — se  vinculaba  con  gente  del  ramo  (Priscila  y Aquila, 
por  ejemplo,  con  quienes  comparte  su  ministerio  en  Éfeso,  Hch  18).  En  ese  caso 
Onésimo  podría  ser  un  joven  esclavo  aprendiz,  como  solían  tener  los  artesanos.  La 
ekklesía  funcionaría  en  el  mismo  taller  artesanal,  ya  que  los  artesanos  solían  tener 
un  gran  salón  como  taller,  con  algunas  habitaciones  sencillas  como  vivienda  al  fon- 
do o en  la  terraza  del  mismo.  Por  su  similitud  con  otras  situaciones  de  las  nacientes 
comunidades  paulinas,  me  parece  ésta  ser  la  más  probable. 


96 


NÉSTOR  O MIGUEZ,  Esclavos  en  el  Imperio  Romano:  el  caso  de  Onésimo 


3)  Onésimo,  contrariamente  a lo  que  han  pensado  la  mayoría  de  los  comenta- 
ristas, no  puede  considerarse  como  esclavo  fugitivo.  Onésimo  nc  está  en  la  cárcel 
como  prisionero,  ya  que  Pablo  puede  “enviarlo  nuevamente”  (v.  1 2)  a Filemón.  ¿Có- 
mo podría  Pablo,  prisionero,  disponer  de  otro  prisionero  y decidir  enviarlo?  Menos 
aún  si  era  un  esclavo  fugitivo,  para  quienes  no  había  clemencia.  Esto  descarta  la  po- 
sibilidad de  que  fuera  un  esclavo  rural  evadido  de  una  hacienda.  Por  otro  lado,  un 
esclavo  fugitivo,  cómo  y por  qué  se  aventuraría  a acercarse  a una  cárcel,  sabiendo 
que  era  exponerse  a su  captura  y muerte  segura.  Es  claro  que  Onésimo  debe  ser  un 
esclavo  con  cierta  libertad  de  movimientos,  portador  de  un  salvoconducto  de  su  pa- 
trón para  encontrarse  lejos  de  su  lugar  de  residencia,  deambulando  tan  libremente 
como  para  acercarse  a un  amigo  encarcelado  de  su  patrón.  Esto  obliga  a pensar  en 
un  esclavo  urbano  con  ciertas  responsabilidades  o en  un  aprendiz  fuera  de  su  ámbi- 
to, o en  una  combinación  de  ambos. 

4)  Esto  nos  lleva  a pensar  en  Onésimo  como: 

- Un  administrador  de  Filemón  comerciante.  Enviado  a Éfeso  para  realizar 
ciertas  gestiones  para  su  patrón,  realizó  mal  sus  negocios  y ha  perdido  su  dinero.  No 
quiere  evadirse  pues  teme  ser  encontrado  y condenado.  Sus  plazos  se  vencen  y de- 
be volver  a Colosas.  Retrasa  lo  que  puede  su  regreso.  Temeroso  de  las  posibles  re- 
presalias de  su  dueño,  recurre  a Pablo,  a quien  sabe  amigo  de  Filemón,  para  que  in- 
terceda por  él.  Allí  la  palabra  de  Pablo  le  revela  a Cristo,  y le  pide  quedarse  para  ayu- 
darlo. Pero  Pablo  prefiere  “blanquear”  la  situación  —por  otro  lado  los  salvoconduc- 
tos tenían  plazos  limitados — y remitirlo  a Colosas  con  esta  carta. 

- Un  aprendiz  de  Filemón  artesano.  Pero  Onésimo  ha  resultado  ser  flojo  y po- 
co apto  para  el  oficio,  un  inútil  (v.l  1)  que  le  ha  ocasionado  pérdidas  y desprestigio 
en  el  gremio  (v.  18).  Filemón  decide  dejarlo  libre  a su  suerte,  darle  un  salvoconduc- 
to (si  es  que  por  su  juventud  no  puede  manumitirlo)^  que  se  vaya  a tentar  suerte  a 
otro  lado.  Fracasado  y con  hambre,  deambulando  en  Efeso,  se  encuentra  con  el  equi- 
po misionero  de  Pablo  y pide  su  ayuda.  La  conversación  con  Pablo  en  la  cárcel  le 
hace  rever  su  actitud,  y comienza  a mostrarse  servicial,  atento,  diligente.  Pablo  de- 
cide que  Onésimo  merece  una  nueva  oportunidad,  incluso  la  posibilidad  de  quedar 
asociado  a Filemón,  tanto  en  el  trabajo  de  la  Iglesia  como  en  el  oficio  (v.l 6).  Así,  in- 
vita a Filemón  a recuperar  a Onésimo  no  sólo  como  esclavo  sino  como  hermano. 

Cualquiera  de  estas  opciones  (o  una  posible  combinación  de  elementos  de 
ambas)  significará  matices  en  la  lectura  e interpretación  de  la  carta.  El  objeto  de  es- 
te artículo  no  es  entrar  en  esto,  que  otros  autores  en  esta  misma  publicación  hacen. 
Lo  que  sí  es  necesario  es  ver  que  en  la  carta  está  en  juego  no  solo  el  tema  de  la  es- 
clavitud, sino  toda  consideración  por  el  prójimo  en  necesidad,  sometido,  y la  posi- 
bilidad de  su  plena  recuperación  como  hermano. 


Néstor  O.  Míguez 

Camacuá  252 
1406  Buenos  Aires 
Argentina 


JOSÉ  COMBLIN 


FE  Y LIBERTAD  EN  LA  CARTA  A FILEMÓN 


Resumen 

Ante  el  hecho  de  la  esclavitud,  los  países  modernos  proclaman  la  abolición  y,  des- 
pués, dejan  que  los  esclavos  liberados  se  mueran  de  hambre  o de  enfermedad.  Pablo 
no  propone  una  solución  formal  o jurídica  pues  no  habría  tenido  ninguna  consecuen- 
cia en  su  tiempo.  No  define  leyes;  no  impone  al  cristiano  su  conducta;  sugiere,  pide. 
Propone  algo  concreto  y posible:  que  se  reciba  a su  esclavo  como  hermano.  Más  que 
la  libertad,  el  esclavo,  alejado  de  su  patria  y su  familia  de  origen,  desea  una  familia. 


Abstract 

Faced  with  the  fací  of  slavery,  moderns  have  proclaimed  abolition  and  thereafter 
abandoned  the  freed  slaves  to  die  ofhunger  or  sickness.  Paul  is  not  proposing  a for- 
mal or  jurídica l solution,  which  would  had  no  effect  in  his  time.  He  does  not  define 
laws;  he  does  not  impose  his  own  conduct  on  another  Christian;  he  suggests,  he  asks. 
He  proposes  something  which  is  concrete  and  possible:  that  one  receives  his  slave  as 
a brother.  More  than  freedom,  the  slave  who  is  alienated ' f rom  his  country  andfamily 
oforigin  wants  afamily. 


El  hecho  de  la  esclavitud  constituye  el  eje  central  de  toda  la  revelación  bíbli- 
ca. El  éxodo,  la  esclavitud  en  Babilonia,  la  permanencia  de  la  esclavitud  en  los  im- 
perios que  dominaron  al  pueblo  de  Israel  son  los  hechos  que  ilumina  la  Palabra  de 
Dios. 

El  Nuevo  Testamento  es  una  respuesta  a la  afirmación  de  las  autoridades  ju- 
daicas: “Nosotros  somos  la  raza  de  Abraham  y nunca  hemos  sido  esclavos  de  nadie” 
(Jn  8,33).  Las  autoridades  judaicas  invocan  la  ley:  la  ley  los  salvó  de  la  esclavitud. 
El  que  se  somete  a la  ley  ya  no  es  esclavo  de  nadie. 

Está  claro  que  la  discusión  de  Pablo  con  el  judaismo  se  refiere  a esa  preten- 
sión del  sector  que  en  aquel  tiempo  se  proclama  representativo  del  pueblo  de  Israel. 
Para  Pablo  lo  que  libera  de  la  esclavitud  es  la  fe  en  Cristo  y no  la  ley  de  Moisés. 

Sin  duda  Pablo  profundiza  la  experiencia  de  la  esclavitud.  Revela  una  escla- 
vitud básica  que  es  una  esclavitud  dentro  del  mismo  ser  humano  (Rm  6-7).  Si  el  su- 
jeto humano  no  se  libera  de  su  esclavitud  interna,  que  Pablo  designa  por  la  palabra 
pecado,  todo  lo  demás  es  inútil.  Nunca  será  realmente  libre. 


98 


JOSÉ  COMBLIN,  Fe  y libertad  en  la  carta  a Filemón 


Esta  esclavitud  interna  de  la  persona,  que  le  impide  ser  ella  misma  y hacer  lo 
que  realmente  quiere,  no  se  puede  separar  de  la  forma  social  de  esclavitud.  Pablo  usa 
las  mismas  palabras  esclavitud-libertad  para  la  esclavitud  interna  y la  esclavitud  so- 
cial porque  en  su  manera  de  entender  son  dos  expresiones  de  una  sola  realidad.  La 
esclavitud  resulta  de  la  situación  de  pecado  en  la  que  vive  la  humanidad.  La  libera- 
ción de  la  esclavitud  social  no  haría  a la  persona  libre,  si  ésta  no  fuera  liberada  en 
su  intimidad  personal. 

La  esclavitud  no  está  fuera  de  la  perspectiva  de  Pablo,  la  experimentaba  to- 
dos los  días  y a cada  momento  pues  el  mundo  estaba  lleno  de  esclavos.  Pablo  está 
muy  consciente  de  que  su  evangelio  de  liberación  se  dirige  en  primer  lugar  a los  es- 
clavos. Es  un  evangelio  para  los  esclavos.  La  liberación  de  Cristo  cambia  radical- 
mente la  condición  de  esclavos. 

Por  eso,  la  carta  a Filemón,  tan  pequeña,  no  es  solamente  una  respuesta  a un 
caso  que  sucedió  en  la  vida  de  Pablo.  Es  una  parte  esencial  de  su  mensaje.  El  hecho 
específico  de  Onésimo  con  Filemón  le  dio  la  oportunidad  de  explicitar  mejor  el  al- 
cance de  su  Evangelio. 

El  Evangelio  cristiano  no  es  una  “doctrina”  que  propone  la  adhesión  intelec- 
tual. Lo  que  Pablo  pide  no  es  que  se  esté  de  acuerdo  con  él  en  su  doctrina,  sino  que 
se  haga  vida  su  mensaje.  De  allí,  la  importancia  de  la  práctica.  Aquí,  Pablo  tenía  la 
posibilidad  de  mostrar  en  la  práctica  lo  que  significa  el  evangelio. 

Todos  los  cristianos  saben  que  la  fe  no  es  sencillamente  el  acto  de  aceptación 
intelectual  de  una  doctrina.  Tampoco  es  un  acto  global  de  entrega  de  sí  a Cristo  en 
general,  sea  de  modo  abstracto  o como  si  fuera  un  movimiento  afectivo  de  adhesión 
a la  persona  de  Cristo.  La  fe  es  el  acto  vivido  en  la  vida  de  cada  día,  en  el  encuen- 
tro con  el  otro.  Es  un  cambio  de  actitud,  una  relación  nueva  con  el  otro.  La  fe  es  de- 
jar que  Cristo  actúe  en  mí  o que  yo  esté  transformado  en  Cristo. 

Por  eso,  la  fe  no  será  hacer  un  discurso  sobre  la  liberación  de  los  esclavos  — 
esto  lo  hacen  las  sociedades  actuales — , sino  actuar  de  modo  nuevo  en  el  encuentro 
con  el  esclavo,  de  un  esclavo  determinado,  por  ejemplo  Onésimo. 

Por  eso,  la  carta  a Filemón  no  es  una  sencilla  consulta  moral.  Ella  se  dirige  a 
la  “fe”  de  Filemón  (v.5  y 6).  Frente  a Onésimo,  Filemón  va  a tener  que  hacer  un  ac- 
to de  fe.  Onésimo  representa  para  Filemón  la  llegada  de  Cristo  y por  lo  tanto  una  in- 
vitación a la  fe. 

El  evangelio  de  Pablo  proclama:  “ya  no  hay  ni  griego,  ni  esclavo  ni  libre,  ni 
hombre  ni  mujer”  (Ga  3,28).  No  basta  con  publicar  esto  en  una  “Declaración  de  los 
derechos  humanos”;  también  los  criminales  firman  esta  declaración.  Se  trata  de  vi- 
virlo en  la  vida  de  cada  día,  en  los  casos  particulares  de  la  vida. 

En  el  pasado,  muchas  veces,  se  interpretó  el  evangelio  de  Pablo  en  un  senti- 
do espiritualista.  Se  decía  que  lo  que  Pablo  anunciaba  era  un  cambio  puramente  in- 
terior de  actitud,  una  fe  puramente  espiritual.  De  esa  manera,  se  atribuía  a Pablo  una 
teología  burguesa.  El  hecho  de  pertenecer  a la  tradición  judaica  impedía  que  Pablo 
pensara  así. 

Ni  los  judíos  ni  los  primeros  cristianos  separan  alma  y cuerpo  como  hicieron 
los  filósofos  griegos  después  de  Platón.  Todo  es  corporal  y todo  el  cuerpo  es  espiri- 
tual. Por  lo  tanto,  lo  que  sucede  con  la  venida  de  Cristo  es  un  cambio  en  la  actitud 
corporal:  prácticamente  en  la  relación  corporal  entre  señor  y esclavo  como  entre 
hombre  y mujer  o judío  y griego. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


99 


En  este  momento,  llegamos  a la  gran  paradoja  cristiana:  se  anuncia  el  reino  de 
Dios,  pero  solo  existe  en  forma  de  semilla  en  medio  de  un  mundo  injusto.  El  reino  de 
la  justicia  solo  llegará  al  final  de  los  tiempos.  ¿Cómo  ser  justo  en  un  mundo  injusto? 
¿Cómo  ser  justo  en  medio  de  estructuras  injustas?  ¿Cómo  liberar  al  esclavo  en  un 
mundo  basado  en  la  esclavitud?  Este  es  el  desafío  permanente  en  el  que  viven  todos 
los  cristianos  desde  el  comienzo  y vivirán  hasta  la  consumación  de  los  siglos. 

Que  no  se  diga:  ¡hagamos  un  mundo  justo!  ¡cambiemos  las  estructuras  para 
poder  actuar  en  un  mundo  estructuralmente  justo!  En  este  caso  ya  no  habría  ningu- 
na necesidad  de  conversión  para  practicar  la  justicia.  La  justicia  sería  espontánea. 
Todos  practicarían  la  justicia  unánimemente. 

La  escatología  cristiana  es  tal  que  no  proclama  el  advenimiento  inmediato  de 
un  mundo  justo.  Desmiente  previamente  todo  anuncio  de  una  era  del  Acuario,  todo 
mesianismo  terrestre  e histórico. 

Los  modernos  creyeron  y anunciaron  que  por  el  triunfo  de  la  razón  podrían 
establecer  en  este  mundo  el  reino  de  la  justicia.  De  hecho  la  colocaron  en  sus  cons- 
tituciones, sus  proclamaciones,  sus  declaraciones,  sus  ideologías.  Pero,  no  salió  de 
allá.  Quedó  en  el  papel. 

El  desafío  es:  ¿Cómo  vivir  en  un  mundo  injusto  o pecador  tal  y como  nos  lo 
ha  dicho  Pablo? 

Y no  se  trata  de  dar  una  respuesta  abstracta,  general,  inaplicable  en  la  prácti- 
ca. Se  podría  pensar:  ¿por  qué  Pablo  no  proclamó  la  supresión  de  la  esclavitud?  Pe- 
ro ante  tal  llamado,  nadie  se  habría  sentido  interpelado.  Los  no  cristianos,  que  eran 
el  99%,  no  habrían  oído  nada.  Los  cristianos  no  sabrían  que  hacer.  Todos  podrían 
decir:  lo  que  mi  vecino  no  hace:  ¿por  qué  lo  haría  yo?  Entonces  esa  proclamación 
habría  sido  inútil.  A lo  mejor,  le  habría  dado  a Pablo  buena  conciencia.  Lo  que  bus- 
can tantos  revolucionarios  de  palabras:  quieren  tranquilizar  su  conciencia  y creen 
que  las  declaraciones  solucionan  ese  problema.  Esto  es  una  huida  ante  la  realidad. 

Pablo  propone  una  solución  aplicable  y que  penetra  en  lo  esencial.  Le  pide  a 
Filemón  que  reciba  a Onésimo  como  hermano  y no  como  esclavo.  La  relación  hu- 
mana vivida  todos  los  días  habrá  cambiado. 

Dar  la  libertad  al  esclavo  puede  ser  bueno  o no,  dependiendo  de  lo  que  pasa 
después.  Había  amos  que  liberaban  a sus  esclavos  viejos  para  no  tener  que  darles  ali- 
mento y la  libertad  les  permitía  morirse  de  hambre  en  una  vida  de  mendigos.  Había 
en  Roma  miles  de  mendigos  que  eran  libertos  o esclavos  que  habían  huido  y vivían 
escondidos,  pidiendo  pan  para  no  morirse  de  hambre. 

Los  esclavos  venían  de  países  apartados,  muy  distantes.  ¿Regresar  a su  país? 
¿Cómo  saber  si  alguien  los  recibiría?  ¿Qué  harían  en  su  país  de  origen  para  subsis- 
tir? ¿Su  familia  todavía  los  reconocería?  Lo  que  más  le  hace  falta  a un  esclavo  es 
una  familia.  La  libertad  nunca  la  habían  conocido  en  su  país  de  origen.  Vivían  en  la 
dependencia  de  una  familia  y su  clan,  y esta  dependencia  les  daba  seguridad  y tran- 
quilidad. Lo  más  importante  es  encontrar  de  nuevo  una  familia.  Es  lo  que  Pablo  su- 
giere. Más  importante  que  una  libertad  formal  que  puede  ser  la  pobreza  total,  és  una 
familia  acogedora. 

Pablo  propone  lo  posible,  que  es  también  lo  esencial:  tratar  al  prójimo  como 
hermano.  En  esa  forma  desaparece  la  realidad  de  la  esclavitud.  Pablo  sabe  que  esto 
puede  ser  imitado  por  los  cristianos.  No  propone  una  regla  general,  pero  sí  algo  que 
puede  ser  asumido  por  muchos. 


100 


JOSÉ  COMBLIN,  Fe  y libertad  en  la  carta  a Filemón 


Siguiendo  esta  sugerencia  de  Pablo,  Filemón  daría  muestras  de  que  es  posi- 
ble practicar  la  justicia  en  una  sociedad  injusta.  No  le  era  posible  cambiar  la  socie- 
dad, pero  sí  cambiar  el  contenido  humano,  cambiar  las  relaciones  humanas  concre- 
tas: vivir  como  hermanos  en  una  sociedad  de  lobos.  Esta  es  la  paradoja  de  la  vida 
cristiana.  Al  final,  las  estructuras  acaban  cambiando.  Pero  no  cambian  por  decreto, 
si  las  personas  humanas  no  lo  hacen. 

El  Evangelio  cristiano  es  realista  porque  es  popular.  No  huye  hacia  los  con- 
ceptos y los  discursos,  como  lo  hacen  los  grandes  para  ocultar  su  práctica  en  la  vi- 
da diaria.  Es  exigente  porque  cambia  las  condiciones  concretas  de  la  vida.  Tratar  a 
Onésimo  como  hermano  es  dejar  de  darle  órdenes,  es  dialogar  con  él  sobre  la  vida 
de  la  familia,  estar  con  él  todo  el  tiempo  y tomar  en  cuenta  sus  opiniones,  así  como 
se  hace  entre  hermanos.  No  se  trata  de  una  declaración  teórica  de  hermandad. 

Llama  la  atención  que  Pablo  no  ordena  (v.9  y 10).  Pablo  anuncia  el  fin  de  la 
ley.  No  puede  inventar  leyes  nuevas.  Si  Filemón  lo  hace  por  obediencia,  no  será  obra 
de  fe,  será  una  nueva  forma  de  esclavitud.  Pablo  haría  de  Filemón  su  esclavo.  En 
adelante  nadie  debe  imponer  su  voluntad  a otro.  Ni  el  Apóstol  se  atreve  a imponer  a 
todos  una  ley  nueva.  La  fe  de  Filemón  se  manifestará  en  acoger  espontáneamente  a 
Onésimo  como  hermano.  Si  Onésimo  supiera  que  Filemón  lo  hace  por  obediencia, 
tampoco  se  sentiría  acogido  como  hermano. 

¿La  solución  propuesta  por  Pablo  vale  en  otras  circunstancias?  El  mismo  no 
lo  sabe.  No  quiere  hacer  de  su  carta  una  ley.  No  quiere  dar  una  norma  para  todos  en 
todos  los  tiempos.  Sería  lo  contrario  de  su  evangelio.  La  misma  prudencia  literaria 
que  usa  muestra  claramente  que  no  quiere  crear  una  norma.  Sabe  que  su  prestigio  es 
tal  que  habrá  una  tendencia  espontánea  por  hacer  de  sus  palabras  leyes  nuevas.  Es 
exactamente  lo  que  quiere  evitar. 

Lo  que  nos  enseña  esta  carta  es  justamente  eso:  no  crear  leyes,  buscar  la  me- 
jor expresión  de  la  fe  en  cada  situación  humana.  Al  mismo  tiempo  asumir  los  desa- 
fíos de  la  vida.  No  dejar  pasar  la  oportunidad  de  anunciar  el  Evangelio  en  su  aspec- 
to práctico.  ¡Nos  dio  una  extraordinaria  lección  de  evangelización! 


José  Comblin 

Ruci  Rosinaldo  Santana  900 
Alto  da  Boa  Vista 
Bayeux  - PB 
58308-650 
Brasil 


ELSA  TAMEZ 


LA  CARTA  A FILEMÓN  EN  EL 
CONJUNTO  DE  LAS  CARTAS  PAULINAS 


Resumen 

El  artículo  ubica  la  carta  a Filemón  en  el  itinerario  de  Pablo  y la  relaciona  con  su 
producción  literaria.  Considera  el  caso  de  Onésimo  como  la  puesta  a prueba  de  la 
teología  paulina  del  pecado  y la  justificación  por  la  gracia.  La  carta  a Filemón  es 
considerada  como  un  desafío  a Filemón,  al  mismo  Pablo,  y a los  cristianos  de  hoy. 

Abstract 

This  article  locates  the  letter  to  Philemon  in  the  scheme  of  Paul’s  missionary  journeys 
and  relates  it  to  the  rest  of  his  literary  production.  It  considers  the  case  of  Onesimus 
as  the  test  case  for  the  Pauline  theology  of  sin  and  justificatikon  by  grace.  The  letter 
to  Philemon  is  considered  as  a challenge  to  Philemon,  to  Paul  himself  and  to  chris- 
tians  in  our  own  time. 


Debido  a la  manía  tradicional  de  desligar  el  contexto  histórico  de  la  teología 
y de  privilegiar  esta  última  frente  a la  ética,  la  carta  a Filemón  ha  sido  poco  estudia- 
da y no  se  le  ha  dado  la  importancia  que  se  merece.  Algunos  sin  duda  se  habrán  pre- 
guntado por  qué  se  incluyó  en  el  canon  una  carta  que  no  desarrolla  conceptos  teoló- 
gicos como  acontece  en  las  otras  cartas  de  Pablo. 

Sin  embargo,  la  carta  a Filemón  podríamos  considerarla  como  el  desafío  cru- 
cial del  Evangelio  o más  específicamente  de  la  teología  paulina,  tomando  en  consi- 
deración, por  supuesto,  las  limitaciones  contextúales  obvias.  Una  teología  que  no 
transforma  corazones,  mentes  y praxis  de  las  personas  y comunidades  no  sirve  para 
nada,  por  más  bien  construida  que  esté.  En  este  sentido,  el  caso  del  esclavo  Onési- 
mo pone  a prueba  la  teología  de  Pablo. 

En  este  breve  artículo  intentaré  ubicar  la  carta  a Filemón  en  el  contexto  de  las 
cartas  paulinas.  Abordaré  someramente  dos  puntos,  1)  la  ubicación  de  la  carta  en  el 
itinerario  de  Pablo  y en  relación  con  su  producción  literaria;  y 2)  el  desafío  de  Oné- 
simo a algunas  propuestas  teológicas  de  Pablo. 


102 


ELSA  TAMEZ,  La  carta  de  Filemón  en  el  conjunto  de  las  cartas  paulinas 


Filemón  en  el  itinerario  de  Pablo 

“Tomó  aliento  y recobró  las  fuerzas”  dice  el  narrador  de  Hechos  en  9,19,  des- 
pués de  que  Ananías  le  impuso  las  manos  para  que  recobrase  la  vista,  pues  había 
quedado  ciego  en  el  encuentro  con  el  Señor  en  Damasco.  Y así  fue;  el  tremendo  di- 
namismo de  Pablo,  incansable  en  su  misión  de  llevar  el  Evangelio  a los  gentiles,  se 
deja  ver  en  los  relatos  de  Lucas  en  Hechos  y en  las  propias  cartas  paulinas. 

El  autor  de  la  carta  a Filemón  fue  fundador  de  no  pocas  comunidades  cristia- 
nas en  los  centros  urbanos  en  Asia  Menor,  Macedonia  y Grecia,  dedicó  su  vida  en- 
tera a llevar  la  Buena  Noticia  de  una  nueva  manera  de  ser  y vivir  en  comunidad  en 
el  contexto  del  Imperio  Romano.  Visitó  sus  comunidades,  les  escribió  cartas,  apa- 
sionadamente les  enseñaba  dimensiones  del  misterio  de  Dios  y también  se  peleaba 
con  ellas  y sus  líderes.  Lo  sabemos  por  sus  cartas.  Gálatas  refleja  el  dolor  y enojo 
de  una  madre  que  piensa  que  sus  hijos,  por  engaño,  echarán  por  la  borda  sus  ense- 
ñanzas. 2 Co  10-13,  llamada  la  carta  de  las  lágrimas  y 2 Co  1 , 1 -2. 1 3;  7,5- 1 6,  llama- 
da la  carta  de  la  reconciliación,  muestran  la  pasión  y confianza  en  las  relaciones  que 
tuvo  con  las  comunidades  fundadas  por  él.  En  las  cartas  a las  comunidades  de  Co- 
rinto  hay  una  combinación  de  consejos  coyunturales  y propuestas  fundantes.  En  al- 
gunas partes  de  Filipenses  escuchamos  la  voz  de  un  preso  que  está  a punto  de  ser 
condenado  a muerte  ( 1 ,20).  Todo  por  un  proyecto:  el  del  Evangelio  de  la  fe,  que  Pa- 
blo cree  que  es  la  salida  de  un  sistema  económico-político  injusto.  Ya  en  su  prime- 
ra carta  había  predicho  la  ruina  del  imperio1  (1  Ts  5,3).  Romanos  explica  conceptual- 
mente ese  evangelio;  Filemón  no  es  más  que  un  acto  de  coherencia  de  la  propuesta 
del  Evangelio:  “Para  ser  libres  nos  liberó  Cristo”  (Ga  5,1)  “En  Cristo  no  hay  amo  ni 
esclavo”  (Ga  3,28). 

La  carta  a Filemón  fue  escrita  muy  probablemente  a finales  del  53  o princi- 
pios del  542  desde  la  prisión  en  Efeso  y enviada  a Colosas3.  Para  esas  fechas  Pablo 
ya  había  fundado  comunidades  cristianas  en  Galacia,  Filipos,  Tesalónica,  Corinto  y 
seguramente  en  Éfeso,  ciudad  en  la  cual  permaneció  dos  años  y tres  meses.  Fue  de 
este  mismo  lugar  que  escribió  la  carta  a los  Gálatas  y 1 y 2 Corintios.  En  Efeso,  es- 
tuvo preso  durante  unos  tres  meses  y,  desde  allí,  escribió  Filemón  y parte  de  Filipen- 
ses. De  allí,  partió  para  Macedonia  y después  para  Corinto,  en  Corinto,  escribió  la 
carta  a las  comunidades  de  Roma. 

La  diferencia  de  Filemón  con  respecto  a las  otras  cartas  paulinas  es  marcada, 
no  solo  por  la  brevedad,  sino  por  el  tono  — muy  personal  de  una  carta  a un  amigo — 
y el  estilo.  La  carta  a Filemón  trata  un  solo  asunto:  la  intercesión  de  Pablo  para  que 
Filemón  perdone  al  esclavo  Onésimo,  quien  huyó.  Entre  líneas,  Pablo  le  pide  que  lo 
libere,  le  perdone  lo  que  haya  hecho  (¿robo,  deuda?)  y lo  trate  como  a un  hermano 
al  servicio  de  la  fe  cristiana.  Su  tono  es  suave,  indirecto  pero  muy  preciso  en  lo  que 
busca:  un  trato  igualitario  interhumano.  Esto  responde  a su  concepción  teológica. 


* Cf.  Néstor  Míguez,  “Pablo,  el  compromiso  de  la  fe’’,  R1BLA , n.20,  1995,  p.  1 3. 

^ Cf.  Senén  Vidal.  Las  cartas  originales  de  Pablo.  Madrid:  Trotta,  1996. 

Algunos  proponen  que  la  carta  a Filemón,  así  como  la  de  Filipenses,  escrita  también  desde  la  prisión 
de  Efeso,  fue  escrita  desde  las  prisiones  de  Roma.  Sin  embargo,  quienes  están  a favor  de  Éfeso  argu- 
yen y con  razón,  que  la  distancia  entre  Roma  y Colosas  es  muy  grande  como  para  responder  rápido  a 
cuestiones  que  necesitan  respuesta  urgente,  como  lo  es  el  contenido  de  Filipenses  y Filemón. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


103 


En  Filemón  no  desarrolla  conceptos  teológicos  como  lo  hace  en  otras  cartas. 
Sin  embargo,  no  se  puede  afirmar  que  su  obra  epistolar  consiste  en  desarrollar  con- 
ceptos teológicos.  De  hecho,  en  casi  todas  las  cartas,  su  teología  es  fragmentada. 
Esto  es  porque,  en  todas  las  demás  cartas  paulinas,  Pablo  desarrolla  conceptos  teo- 
lógicos a partir  de  problemáticas  muy  concretas.  Así,  por  ejemplo,  desarrolla  la 
cristología  de  la  comunidad  como  cuerpo  de  Cristo  a partir  de  la  situación  conflic- 
tiva que  atraviesa  la  comunidad  de  Corinto.  La  Cristología,  en  Filipenses  2,1-11, 
refleja  no  solo  la  necesidad  de  la  unión  dentro  de  la  comunidad,  sino  la  vida  de  al- 
guien que  ha  dado  su  vida  por  los  demás;  Pablo  escribe  esa  parte  desde  la  prisión, 
posiblemente  espera  la  condena  a muerte  (Flp  1,20).  En  Gálatas  y Romanos,  desa- 
rrolla ampliamente  conceptos  de  libertad  y esclavitud  a partir  del  problema  muy 
concreto  de  sometimiento  a la  ley  y circuncisión,  o a tradiciones  deterministas  es- 
clavizantes (Ga  4,3).  Y si  utiliza  los  términos  de  esclavitud  y libertad  es  porque  el 
sistema  esclavista  de  ese  tiempo  es  impresionante.  Una  reflexión  profunda  del  pe- 
cado desarrollada  en  Romanos,  tiene  como  base  el  sistema  económico,  político,  so- 
cial y cultural  del  Imperio  Romano  y su  experiencia  con  la  lógica  de  la  ley  contra- 
puesta a la  de  la  gracia. 

Pablo  se  presenta  en  Filemón  como  prisionero  (por  causa  de  Jesucristo).  Es  la 
única  vez  que  se  presenta  de  esa  forma.  El  detalle  es  importante,  pues  refleja  senti- 
do con  respecto  al  contenido  de  sus  cartas.  Con  Filemón  no  quiere  imponer  su  auto- 
ridad de  apóstol,  aunque  se  la  hace  ver  (cf.  Flm  1 .8);  se  trata  de  un  prisionero  inter- 
cediendo por  otro  de  situación  similar:  un  esclavo.  Apela  a la  conciencia  del  conver- 
tido Filemón.  En  la  carta  a los  Filipenses  se  presenta  como  siervo,  aunque  hablará 
de  la  prisión  (1,13),  prefiere  el  título  de  siervo,  pues  escribirá  sobre  el  Cristo  que  to- 
ma forma  de  siervo  (Flp  2,7);  En  1 Ts  se  presentará  sencillamente  por  su  nombre, 
Pablo,  como  un  hermano  más  de  la  comunidad  pobre  y sufriente  de  Tesalónica.  Pe- 
ro en  Gálatas  y en  1 y 2 de  Corintios  apela  al  título  de  Apóstol.  En  estas  cartas,  por 
la  situación  conflictiva,  Pablo  busca  que  se  le  reconozca  su  autoridad.  En  Romanos 
combina  siervo  y Apóstol.  Para  él  es  importante  que  se  reconozca  que  hay  autoridad 
en  su  propuesta  revolucionaria  teológica,  pero  también  que  él,  Pablo,  como  todos  los 
dirigentes  eclesiales  son  siervos  de  Cristo  y de  la  comunidad. 

Los  saludos  y la  bendición  final  son  similares,  con  pequeñas  variantes,  a las 
otras  cartas  paulinas. 

Onésimo  frente  a la  teología  paulina 

Según  José  María  González  Ruiz,  Filemón,  el  patrón  del  esclavo  Onésimo, 
era  un  rico  hacendado  de  Colosas,  que  se  convirtió  al  cristianismo  por  medio  de  Pa- 
blo durante  su  permanencia  en  Efeso;  en  Colosas  fue  un  predicador  del  Evangelio  y 
hasta  su  propia  casa  la  ofreció  para  la  reunión  de  la  comunidad4.  La  mayoría  de  los 
comentarios  piensan  de  esa  manera.  Pero  como  dice  Néstor  Míguez,  no  necesaria- 
mente hay  que  suponer  que  Filemón  era  un  hombre  rico,  pues  había  pequeños  arte- 
sanos que  contaban  con  unos  pocos  esclavos  en  sus  talleres,  de  acuerdo  a Míguez, 
eran  más  baratos  que  contar  con  la  mano  de  obra  de  jornaleros  libres5.  De  todas  ma- 


^ En  el  Evangelio  de  Pablo,  Madrid:  Morova.  1977,  p.  214. 

5 RIBLA  n.20,  1996,  p.24. 


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ELSA  TAMEZ.  La  carta  de  Fileinón  en  el  conjunto  de  las  cartas  paulinas 


ñeras,  sea  rico  o no  lo  sea,  el  hecho  que  nos  interesa  es  la  existencia  de  una  marca- 
da diferencia  entre  ser  esclavo  y ser  amo. 

Cuando  Pablo  escribió  la  carta  a Filemón  ya  tenía  bastante  clara  su  perspec- 
tiva con  respecto  a la  novedad  que  aporta  el  Evangelio  en  la  vida  de  la  sociedad  y 
de  las  personas.  Ya  había  sufrido  enfrentamientos  con  autoridades  políticas  y reli- 
giosas. Había  padecido  persecuciones,  azotes,  cárceles  y humillaciones.  También  se 
había  enfrentado  con  grupos  adversarios  a sus  ideas.  Como  artesano,  Pablo  debió 
haber  conocido  bastantes  esclavos,  pues  era  una  labor  común  de  ellos.  Ya  que  pasó 
tantos  meses  viajando  por  barco,  seguramente  vio  a cientos  de  esclavos  llevados  pa- 
ra la  venta  en  los  grandes  mercados  de  Delfos,  Galacia  u otras  ciudades;  quizás  du- 
rante sus  viajes  entraba  en  contacto  con  otros  viajeros  esclavos  artesanos,  comer- 
ciantes que  trabajaban  para  sus  amos,  o con  prisioneros  de  guerra  que  muy  pronto 
serían  esclavos.  Pablo  pudo  entender  perfectamente  a Onésimo,  el  esclavo  fugitivo. 
Pablo  lo  acogió  como  a un  hijo,  y vio  en  él  un  futuro  agente  del  Evangelio6.  Onési- 
mo seguramente  había  escuchado  sobre  el  mensaje  de  Pablo,  pues  la  casa  de  su  amo 
era  una  casa  de  reunión  de  cristianos  (Flm  1 .2).  A Onésimo  le  interesa  ese  mensaje 
que  le  eleva  por  gracia  al  status  de  persona  libre. 

No  se  sabe  exactamente  por  qué  Onésimo  huyó  de  la  casa  de  Filemón.  La  ma- 
yoría piensa  que  el  esclavo  hizo  algo  que  podría  haberle  acarreado  castigo.  Basán- 
dose en  el  v.  1 8,  algunos  piensan  que  se  trata  de  un  robo,  o algún  daño  material  que 
le  causó  a su  dueño  Filemón  y que  Pablo  está  dispuesto  a reponer  (v.  19).  Podría  ser. 
Sin  embargo,  Onésimo  seguramente  conocía  la  dureza  de  la  ley  romana  para  con  los 
esclavos  fugitivos.  Probablemente  eran  peor  las  consecuencias  de  la  huida.  Por  otro 
lado,  la  vida  de  un  fugitivo,  aunque  no  se  le  encuentre,  estaba  llena  de  insegurida- 
des, temores  e incertidumbres.  El  daño  material  puede  haber  sido  causado  también 
por  la  huida  y no  necesariamente  por  un  robo.  La  pregunta  sigue  en  pie  ¿Por  qué  hu- 
yó Onésimo?  Una  posible  respuesta  que  nadie  se  hace  es  que  quizás  era  maltratado 
por  su  patrón;  Onésimo  era  muy  infeliz  en  casa  de  sus  amos,  como  Agar  lo  era  en 
casa  de  Abraham  y Sara.  Curiosamente  a nadie  se  le  ocurre  esa  respuesta,  pues  se 
supone  que  Filemón,  al  ser  cristiano  y ofrecer  su  casa  como  “iglesia”,  no  podía  mal- 
tratar a sus  subalternos,  aún  cuando  fuesen  esclavos.  Por  eso,  se  cree  que  Onésimo 
tuvo  que  haber  cometido  el  robo  o el  daño.  Lo  mismo  podríamos  decir  con  respec- 
to al  relato  de  Génesis  16,  nadie  pensaría  que  Sara  maltrató  violentamente  a su  es- 
clava Agar,  pero  el  texto  en  Gn  16,6  es  claro.  Agar  huye  porque  era  agredida  con 
violencia7.  No  es  disparatado  pensar  que  en  el  caso  de  Filemón  acontece  lo  mismo. 
Tal  vez  Filemón  aún  no  ha  comprendido  que  el  Evangelio  es  una  propuesta  de  vida, 
de  cambio  radical  y no  solamente  de  religión.  En  ese  caso  Pablo,  quien  seguramen- 
te sabe  las  causas  exactas  de  la  huida  de  Onésimo,  le  presenta  el  desafío  sorprenden- 
te de  tratar  a Onésimo  como  a un  hermano. 

Aquí  entra  en  juego  toda  la  teología  paulina  sobre  el  pecado  estructural  y la 
justificación  por  la  fe  y no  por  las  obras  de  la  ley.  En  cierto  sentido,  Onésimo  desa- 
fía la  predicación  paulina  y a su  propio  amo  Filemón.  En  otras  palabras,  Onésimo 
pone  a prueba  a Pablo.  Lo  que  le  escriba  en  su  carta  a Filemón  dejará  ver  si  Pablo 
es  coherente  con  su  postura  frente  a la  gracia,  la  ley  y el  pecado.  Y Pablo  pone  a 


^ En  Colosenses  se  habla  de  un  líder  llamado  Onésimo  que  bien  podría  ser  el  mismo  esclavo  (C1  4,9). 
^ El  verbo  hebreo  oprimir  aquí  incluye  violencia. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA 


105 


prueba  a Filemón,  con  la  intercesión  que  hace  por  Onésimo,  dejando  a Filemón  que 
decida  por  sí  mismo.  Con  esto  se  sabrá  si  Filemón  es  un  verdadero  seguidor  del 
evangelio  de  Pablo,  y si  Pablo  es  coherente  consigo  mismo. 

La  teología  paulina  podríamos  resumirla  como  la  propuesta  de  una  nueva 
creación,  que  se  basa  en  las  relaciones  de  gracia  y no  en  relaciones  utilitaristas  ni 
por  mérito.  Su  anuncio  de  la  revelación  de  la  justicia  de  Dios  en  la  vida  de  fe  de  Je- 
sús de  Nazaret  se  contrapone  con  la  situación  de  injusticia  estructural  y de  insensi- 
bilidad social.  Una  inversión  de  la  realidad  a tal  grado,  que  se  hace  difícil  encontrar 
la  verdad.  A Filemón  le  es  difícil  ubicarse  en  la  nueva  creación  en  Cristo  si  sigue  la 
lógica  del  sistema  esclavista.  Pablo  llama  pecado  a ese  poder  que  somete  y esclavi- 
za sin  excepción,  y que  utiliza  la  ley  para  poder  funcionar.  Onésimo  sabe  lo  que  es 
ser  esclavo.  Es  un  objeto  que  pertenece  a otro,  no  se  tiene  conciencia  de  humano  ni 
se  le  permite  tenerla,  solo  se  cumple  lo  que  se  le  pide,  y si  se  sale  de  la  ley  se  le  cas- 
tiga. Pero  no  solo  los  esclavos  tienen  esa  experiencia,  Filemón  y todos  los  seres  hu- 
manos que  se  dejan  conducir  ciegamente  por  la  ley,  el  sistema,  la  tradición  o las  cos- 
tumbres, viven  una  especie  de  esclavitud,  pues  no  actúan  de  acuerdo  a la  conciencia 
o a las  necesidades  que  la  situación  exige  sino  de  acuerdo  a lo  ya  dado. 

Cuando  Pablo  afirma  que  con  Jesucristo  de  Nazaret  la  justicia  de  Dios  se  ha 
revelado,  ésta  es  buena  nueva  no  solo  para  Onésimo,  sino  también  para  Filemón, 
puesto  que  propone  una  salida.  Se  tiene  la  posibilidad  de  vivir  una  realidad  diferen- 
te en  la  cual  no  sea  el  cumplimiento  de  las  leyes  o normas  la  lógica  que  permea  esa 
salida,  sino  la  fe  y la  gracia,  una  manera  de  vivir  abierta  a todo  aquello  que  huma- 
nice y realice  a las  personas. 

Para  un  esclavo  es  una  gran  noticia  saber  que  por  fe  se  es  justificado.  Onési- 
mo no  tiene  que  pagarle  nada  a nadie  para  ser  persona  y libre.  No  se  necesitan  mé- 
ritos para  ser  acogidos  por  Dios.  En  la  sociedad  grecorromana,  tener  méritos  de  no- 
bleza, dinero  y poder  era  fundamental  para  ser  alguien.  Los  esclavos  escucharían  en 
Gálatas  y Romanos  que  la  gracia  de  Dios  no  hace  acepción  de  personas,  que  todos 
son  iguales  y que  no  necesitan  tener  méritos  para  ser  personas  dignas.  Todos  lo  son 
por  ser  creaturas  e hijas  de  Dios.  Si  Onésimo  escuchó  a Pablo  decir  que  en  Cristo  no 
hay  esclavo  ni  amo,  tuvo  que  haber  vibrado.  Más  aún,  si  escuchó  la  parte  de  la  Car- 
ta a los  Gálatas  que  dice:  “Para  ser  libres  nos  libertó  Cristo.  Manteneos,  pues,  fir- 
mes y no  os  dejéis  oprimir  nuevamente  bajo  el  yugo  de  la  esclavitud”  (Ga  5,1). 

Pablo  en  su  carta  a Filemón  trata  a Onésimo  como  a un  hermano,  un  hijo  que- 
rido (v.10);  igualmente  a Filemón  lo  trata  con  cariño,  como  un  amado  colaborador 
(v.  1).  Pablo  no  es  radical  exigiendo,  con  la  autoridad  de  un  apóstol,  la  liberación  del 
esclavo  Onésimo.  Pudo  haberlo  hecho  y pudo  Filemón  haberlo  dejado  ir.  Sin  embar- 
go, si  ese  hubiera  sido  el  caso,  no  hubiera  cambiado  en  nada  la  relación  entre  amo  y 
esclavo.  La  radicalidad  es  mayor,  pues  Pablo  le  suplica  que  lo  trate  no  solo  como  a 
un  igual,  libre,  sino  que  lo  reciba  como  hermano,  más  aún,  como  el  mismo  Pablo 
(v.  1 2).  Ese  es  el  verdadero  Evangelio  de  Jesucristo.  La  radicalidad  está  en  que  todos 
son  libres,  se  respetan  y estiman  mutuamente.  Queda  en  manos  de  Filemón  la  deci- 
sión. Si  lo  hace,  realmente  es  un  verdadero  convertido  del  Evangelio. 

Hoy  día  la  carta  a Filemón  sigue  desafiando  a los  cristianos,  pues  si  bien  no 
hay  esclavos  como  en  ese  tiempo,  muchas  empleadas  domésticas  son  tratadas  co- 
mo tales.  Como  dice  Comblin,  “Pablo  no  podía  pedir  a Filemón  que  no  tuviese  em- 
pleado doméstico,  si  nosotros  mismos  no  condenamos  la  existencia  de  este  tipo  de 


106 


ELSA  TAMEZ,  La  carta  de  Filemón  en  el  conjunto  de  las  cartas  paulinas 


empleo  hoy  en  día,  si  hasta  obispos,  sacerdotes,  religiosos  e inclusive  religiosos 
que  hacen  votos  de  pobreza,  tienen  empleadas  domésticas  sin  tratarlas  como  her- 
manas. San  Pablo  exigió  mucho  más  de  lo  que  nosotros  nos  exigimos  a nosotros 
mismos”*. 


Elsa  Tamez 

Apartado  901 
1000  San  José 
Costa  Rica 


^ José  Comblin,  Epístola  aos  Colossenses  e epístola  a Filemon.  Petrópolis:  Vozes,  1986,  p.107. 


RESENAS 


Aníbal  Cañaveral.  Carta  a Filemón  - Una  respuesta  a las  an- 
sias de  libertad.  Bogotá,  CEDEBI,  1995  (Colección  Tierra  y 
Cántaro,  n°  1) 

En  la  experiencia  cercana  con  el  trabajo  bíblico  de  Aníbal  desde  1992,  cuan- 
do realizamos  en  Colombia  el  Curso  Intensivo  de  Biblia,  he  podido  confirmar  la  ca- 
lidad de  su  labor  como  biblista,  sus  intuiciones  muy  ricas  y profundas  por  cierto, 
como  su  pasión  por  la  lectura  de  la  Biblia  desde  el  mundo  campesino.  Esta  calidad 
y particularidad  se  refleja  plenamente  en  este  comentario  a la  carta  a Filemón,  es- 
pecialmente se  deja  entrever  en  las  primeras  páginas  donde  nos  comparte  su  expe- 
riencia personal,  sus  motivaciones  y la  importancia  de  la  práctica,  estudio  y la  in- 
terpretación bíblica  en  la  experiencia  de  las  CCC  (Comunidades  Campesinas  Cris- 
tianas). 

Aníbal  compara  el  trabajo  de  exégesis  bíblica  con  la  labor  del  campesino 
cuando  escarba  la  tierra  para  buscar  el  alimento  de  cada  día.  El  trabajo  del  biblista 
se  perfila  de  una  manera  distinta,  este  es  y debe  ser  el  de  escarbar  en  el  texto  para 
percibir  y comprender  los  dinamismos  de  vida  y esperanza  que  se  encuentran  sumer- 
gidos dentro  de  las  palabras.  Esta  es  la  mejor  imagen  para  poder  hablar  de  este  in- 
teresante libro  que  Aníbal  nos  regala  y para  expresar  la  nueva  manera  como  se  está 
leyendo  la  Biblia  en  nuestras  comunidades,  especialmente  las  campesinas. 

Pido  prestada  esa  imagen  para  presentar  el  paso  campesino  por  las  páginas  de 
este  libro.  Las  manos,  en  ese  contacto  material  y profundamente  espiritual  con  la 
madre  tierra,  simbolizan  el  gran  esfuerzo  realizado  por  Aníbal  para  encontrarse  vi- 
talmente con  el  texto  y para  poder  “ desenredar  la  telaraña”  de  sus  sentidos  y signi- 
ficados de  vida  que  brotan  de  ese  contacto  con  la  dura  realidad  que  viven  nuestros 
campesinos  y campesinas.  El  campesino  cuando  escarba  la  tierra  entra  en  un  diálo- 
go de  profundo  respeto  con  ella;  a través  de  sus  manos  el  campesino  le  transmite 
(entrar)  sus  sentimientos,  sus  sueños,  sus  pensamientos,  sus  preocupaciones;  con  la 
ilusión  de  poder  sacar  (salir)  los  frutos  necesarios  para  alimentarse.  Esto  es  lo  que 
encontramos  en  este  comentario. 

La  opción  por  la  carta  a Filemón  deja  entrever  la  importancia  que  lo  subjeti- 
vo, lo  pequeño,  lo  afectivo  y lo  simbólico  tienen  para  comprender  los  textos  bíbli- 
cos y para  involucrar  aspectos  de  la  vida  cotidiana  de  las  comunidades  cristianas  y 
sus  animadores  desatendidos  hasta  ahora.  La  intuición,  los  sueños,  la  sospecha,  la 
imaginación,  facultades  muy  presentes  en  nuestras  culturas  populares,  son  las  herra- 
mientas privilegiadas  en  la  elaboración  de  este  comentario.  Ellas  nos  están  mostran- 


108 


Reseñas 


do  la  posibilidad  real  de  poder  construir  otro  paradigma  u otra  manera  de  leer  los 
textos  bíblicos,  especialmente  cuando  se  toma  en  serio  la  dimensión  cultural.  Pero 
así  como  el  campesino  se  vale  de  otras  herramientas,  diferentes  a sus  manos,  Aníbal 
en  este  comentario  se  vale  de  manera  sencilla  y práctica  de  varias  de  las  herramien- 
tas de  los  métodos  tradicionales  de  hacer  exégesis  y los  utiliza  de  acuerdo  a su  ob- 
jetivo. 

La  tierra.  “La  palabra  fue  sembrada  en  tierra  buena” . El  comentario  nos  de- 
ja sentir  el  olor  a tierra  fértil  y generosa.  El  texto  bíblico,  como  la  tierra,  es  sentido 
y percibido  con  una  riqueza  muy  profunda;  tal  vez,  mucho  más  de  lo  que  nos  ima- 
ginamos. Esta  riqueza  es  mucho  más  significativa,  si  consideramos  que  la  carta  Fi- 
lemón  es  las  más  “pequeña”  del  corpus  paulino.  Para  muchos  desde  una  visión  muy 
racional,  la  consideran  como  muy  pobre  y sin  importancia,  especialmente  si  quere- 
mos comprender  los  escritos  paulinos  y al  mismo  Pablo.  Creemos,  al  contrario,  co- 
mo José  Comblin1  que  esta  carta  es  la  obra  prima,  tal  vez  la  más  perfecta  de  las  car- 
tas de  Pablo.  Si  se  considera  como  el  último  de  los  escritos  auténticamente  paulinos, 
esta  carta  es  clave  para  poder  comprender  el  mensaje  paulino,  así  como  su  práctica 
pastoral.  En  ella  Pablo  se  revela  en  su  totalidad  y en  toda  su  radicalidad2,  llevando  a 
las  relaciones  cotidianas  las  consecuencias  de  su  mensaje  en  torno  a la  justificación 
por  la  fe,  al  ágape,  de  su  comprensión  en  tomo  a la  autoridad,  al  evangelio,  a la  es- 
clavitud (y  la  libertad).  Aníbal  deja  ver  esta  realidad,  de  una  manera  sencilla  pero 
evidente,  como  una  expresión  más  de  la  sensibilidad  del  mundo  campesino  por  las 
cosas  “pequeñas”. 

Las  palabras  anteriores  hacen  alusión  a la  primera  parte  del  comentario,  del 
capítulo  II  al  VII,  donde  nos  presenta  el  estudio  de  la  carta  desde  el  punto  de  vista 
literario,  sociológico,  simbólico  y teológico.  Vale  la  pena  detenemos  a leer  estas  pá- 
ginas, cargadas  de  la  sabiduría  que  brota  de  la  humildad  de  un  campesino  que  apren- 
dió a amar  y a dialogar  con  la  Biblia  como  lo  hace  con  la  tierra.  El  análisis  exhaus- 
tivo de  las  palabras,  de  la  estructura  de  la  carta,  de  las  relaciones  sociales  que  se  de- 
jan entrever  entre  líneas,  de  los  núcleos  de  sentido,  de  la  teología  de  la  carta,  hacen 
de  este  comentario  algo  digno  de  tenerse  en  cuenta,  a pesar  de  que  el  comentario  no 
se  deja  llevar  por  los  criterios  racionales  que  han  marcado  la  exégesis  y desde  don- 
de se  juzga  el  valor  de  cualquier  análisis.  Tal  vez  en  esto  último,  esté  lo  realmente 
novedoso  de  este  comentario. 

En  la  segunda  parte  del  comentario,  del  capítulo  IX-XIII,  Aníbal  hace  un  gran 
esfuerzo  por  actualizar  la  carta  a partir  de  la  realidad  campesina,  y por  dar  un  apor- 
te a la  construcción  de  una  teología  bíblica  campesina.  Aquí  la  vida  tiene  peso  y es- 
pacio; es  un  referente  explícito,  que  le  da  la  sazón  al  comentario.  En  el  capítulo  IX 
Aníbal  nos  ofrece  una  sugestiva  relectura  de  la  carta  teniendo  como  sujeto  las  co- 
munidades campesinas  cristianas  de  hoy.  En  los  capítulos  siguientes  desarrolla  algu- 
nos criterios  y claves  para  la  actualización  de  la  carta. 

Muchas  veces  leemos  grandes  y complicados  comentarios  y no  le  encontra- 
mos sabor,  son  simples,  fríos,  sin  referencia  a la  vida.  Son  semejantes  al  trabajo  que 
se  realiza  en  las  grandes  plantaciones  industrializadas,  mecanizadas,  que  explotan 


' José  Comblin.  A mensagem  da  epístola  de  S.  Pablo  a Filemón.  3a  edición,  En:  Estudos  Bíblicos. 
no.2.(1987),  Petrópolis:  Vozes,  p.  50. 

2 Ibid.,  p.  50. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


109 


sin  misericordia  la  tierra;  pero  que  paradójicamente,  no  puede  gozar  de  ese  encuen- 
tro con  la  tierra,  ni  establecer  un  diálogo  con  ella;  tampoco  puede  saborear  sus  fru- 
tos con  el  gusto  de  quien  la  sembró,  cuidó  y cultivó. 

"Por  sus  frutos  los  conoceréis’’ , nos  recuerda  el  evangelio  de  Mateo.  Los  fru- 
tos en  este  comentario  son  bien  jugosos,  con  ese  sabor  natural  de  la  vida  y el  gusto 
dulce  de  la  esperanza.  Son  frutos  abundantes,  frescos  y deliciosos;  que  a la  hora  del 
descanso  y después  de  un  largo  esfuerzo,  son  la  mejor  recompensa.  Entre  ellos  des- 
tacamos el  esfuerzo  por  rescatar  los  sueños,  el  florecer  liberador  de  las  mujeres  en 
las  comunidades;  además  de  la  recuperación,  al  lado  de  las  dimensiones  política  y 
económica  de  la  vida  campesina,  de  las  dimensiones  afectiva,  espiritual  y teológica 
de  la  hermenéutica  bíblica  campesina.  Los  frutos  son  los  más  importantes,  porque 
generan  vida,  comunión,  alegría;  porque  reavivan  las  fuerzas  y la  esperanza;  y ha- 
cen más  cercano  y presente  los  horizontes  a nuestros  ojos,  permitiéndonos  imaginar, 
soñar,  confiar  en  una  utopía  donde  las  relaciones  sean  basadas  en  el  verdadero  amor, 
en  la  igualdad,  en  la  solidaridad  y en  el  reconocimiento  mutuo,  tanto  en  nuestras 
iglesias  como  en  la  sociedad. 

Es  un  esfuerzo  encomiable  y digno  de  admiración,  aún  más,  cuando  tiene  que 
hacerse  con  las  uñas  (en  este  caso  uñas  con  color  y olor  a tierra,  lo  que  le  da  espe- 
cificidad al  comentario),  cuando  el  autor  es  un  joven  campesino  “anónimo”  que  ha 
tenido  como  única  escuela  de  formación  el  contacto  con  la  realidad  de  los  campesi- 
nos pobres  y,  en  concreto,  con  la  práctica  de  la  lectura  que  las  comunidades  campe- 
sinas hacen  de  la  Biblia.  Esta  labor  supone  un  método  aprendido  en  la  experiencia 
cotidiana  de  leer  la  Biblia,  empapado  y nutrido  por  su  propia  realidad  como  campe- 
sino, por  su  cosmovisión  y cosmosentimientos  frente  al  mundo  que  lo  rodea. 

Nos  queda  claro,  para  terminar,  que  la  reflexión  no  vale  sólo  para  el  mundo 
campesino,  tiene  la  facultad  de  trascenderlo,  al  aportar  elementos  y valores  muy 
profundos  que  nos  pueden  ayudar  no  sólo  a comprender  mejor  los  textos  bíblicos, 
sino  a buscar  alternativas  profundas  a la  situación  “sin  salida”  a que  nos  ha  llevado 
el  mundo  moderno  de  las  ciudades.  Tenemos  que  tener  una  gran  humildad  para  po- 
der aprovechar  las  grandes  riquezas  que  nos  brinda  el  estudio  que  nos  hace  Aníbal. 
Vale  realmente  la  pena  dedicarle  unas  horas  para  deleitarse  de  sus  frutos  y de  su  tra- 
bajo. 


Francisco  Reyes  Archila 

Apartado  Aéreo  077  183 
Santa  Fe  de  Bogotá  2 
Colombia 


110 


Reseñas 


José  Comblin.  Colosenses  y Filemón , Ediciones  La  Aurora, 
Buenos  Aires,  1989,  120p.  (Comentario  Bíblico  Ecuménico  - 
NT)  [la  Ia  edición  en  portugués  es  de  1986,  Editora  Vozes/E- 
ditora  Sinodal/Imprenta  Metodista,  Petrópolis/Sáo  Leopoldo- 
/Sáo  Bernardo  do  Campo,  108p] 

Destacando  su  experiencia  como  teólogo  de  la  liberación,  así  como  también 
su  experiencia  pastoral  junto  a agricultores  en  el  Nordeste  de  Brasil,  José  Comblin 
nos  presenta  este  breve  comentario  de  la  carta  de  Pablo  a Filemón  de  manera  clara, 
concisa  y simple,  sin  dejar  de  ser  profunda.  (En  esta  reseña  nuestro  interés  será  el 
comentario  a Filemón.  En  la  edición  en  español  el  comentario  a Filemón  ocupa  las 
p. 93-120.) 

Estructura  su  comentario  en  tres  partes:  una  introducción,  un  análisis  del  tex- 
to y finalmente  una  reflexión  en  la  que  presenta  los  puntos  más  relevantes  de  la  car- 
ta incluyendo  las  limitaciones  y desafíos  que  presenta  el  texto. 

Comblin  desde  la  introducción  conduce  a los  y las  lectores  a ver  en  Pablo  una 
persona  preocupada  por  la  esclavitud,  problema  fundamental  de  la  sociedad  romana 
de  su  época.  Señala  que  aunque  sea  una  de  las  cartas  paulinas  más  perfectas  con  re- 
lación a su  estructura,  no  deja  de  ser  problemática  para  su  total  comprensión.  Per- 
mite levantar  muchas  preguntas  pero  sin  muchas  posibilidades  para  responderlas.  A 
partir  de  la  seriedad  con  que  enfoca  su  comentario,  de  una  manera  extraordinaria, 
Comblin  nos  introduce  por  el  mundo  de  la  agápe,  del  Espíritu,  de  la  libertad.  Sus 
afirmaciones  y reflexiones  en  torno  al  tema  nos  envuelven  hasta  el  punto  de  sentir- 
nos desafiadas/os  por  el  texto  tanto  desde  el  punto  de  vista  exegético  como  herme- 
néutico. 

Comblin  contrapone  su  comentario  con  otros  que  señalan  que  Pablo  no  da  im- 
portancia a la  situación  de  esclavitud  que  se  vivía  en  la  época.  El  señala  que  para  Pa- 
blo es  de  suma  importancia  este  tema,  y que  precisamente  está  interesado  en  demos- 
trar cuál  es  la  fuerza  del  Evangelio  en  el  contexto  del  momento.  De  esta  forma  en- 
tra en  juego  la  agápe  cristiana.  La  agápe  no  entendida  como  amor  desde  el  punto  de 
vista  occidental,  definida  como  realidad  subjetiva,  sino  entendida  como  relaciona- 
miento  social  que  indica  solidaridad.  Así  presenta  a Onésimo  como  esclavo  fugitivo 
a quien  Pablo  desde  la  cárcel  decide  mandar  de  regreso  a casa  de  su  amo  Filemón 
quien  debe  acogerlo  no  como  esclavo,  sino  como  hermano. 

Analiza  cómo  Pablo  por  medio  de  esta  carta  realiza  una  crítica  a las  relacio- 
nes sociales  del  momento,  la  sociedad  esclavista.  Contrapone  el  reino  del  Espíritu  y 
el  reino  de  la  Ley  (imposición).  Y propone  una  sociedad  de  iguales  construida  en  la 
agápe  por  la  fuerza  del  Espíritu,  una  sociedad  en  la  que  no  haya  ninguna  forma  de 
dominación,  sino  que  el  servicio  voluntario  sea  el  principio  regulador. 

En  un  segundo  momento  Comblin  hace  un  análisis  del  texto  de  acuerdo  a la 
siguiente  estructura: 

1-3  saludo  inicial:  inicia  el  debate  de  la  agápe  cristiana 
4-7  la  agápe  como  posibilitador  de  la  vida  comunitaria 
(experiencia  de  la  felicidad) 

orden  de  necesidad  (obligación),  sustituido  por  orden  de  libertad 


8-14 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


111 


15-17  relación  de  carne  y koinonía:  destrucción  de  la  esclavitud 
18-19  destrucción  del  valor  de  Onésimo  como  esclavo 
20-22  concretización  futura  del  reino  de  la  agápe 
23-25  saludo  final 

Destaca  las  partes  más  significativas  de  cada  uno  de  los  versículos  para  de- 
mostrar que  la  carta  que  Pablo  envía  a Filemón  viene  a ser  una  prueba  de  cómo  la 
agápe,  entendida  como  solidaridad,  es  la  novedad  capaz  de  destruir  la  esclavitud  y 
crear  nuevas  relaciones  humanas  sin  dominación.  También  pone  de  relieve  que  Pa- 
blo lleva  el  vocabulario  del  trabajo  y de  la  lucha  política  y militar  al  interior  de  una 
relación  cotidiana  concreta,  al  interior  de  una  comunidad  cristiana.  Desde  la  expe- 
riencia de  la  casa  muestra  que  son  posibles  nuevas  relaciones  capaces  de  generar  una 
sociedad  nueva. 

En  su  reflexión  final  Comblin  levanta  las  siguientes  cuestiones: 

- En  la  medida  en  que  la  carta  se  presenta  como  la  solución  a la  esclavitud  es 
insuficiente.  La  agápe  y los  poderes  que  ésta  pueda  tener  en  la  sociedad,  evidente- 
mente no  es  la  solución  de  todo.  Sus  poderes  son  limitados  visto  desde  el  mundo 
concreto  en  que  vivimos  hoy  día. 

- Pablo  no  vio  el  problema  de  la  esclavitud  en  toda  su  amplitud.  Se  refería  a 
esclavos  domésticos  de  la  ciudad  no  a esclavos  rurales  donde  la  vida  era  diferente, 
por  esa  razón  su  análisis  de  esclavitud  no  va  lejos. 

- Pablo  propone  una  total  revolución  de  la  sociedad,  una  revolución  con  ple- 
na libertad  apelando  a la  libertad.  Pero  ¿como  hacer  esto  realidad  en  la  historia  de 
los  hombres  que  realmente  existen?  Pablo  denuncia  la  inutilidad  de  la  ley  en  un  sis- 
tema movido  por  la  agápe. 

- Pero  por  otra  parte  Comblin  señala  que  la  apelación  a la  libertad  difícilmen- 
te resolvería  el  problema  de  la  esclavitud.  La  libertad  se  vuelve  operativa  en  la  me- 
dida que  se  conciba  con  la  necesidad  de  la  ley.  Dentro  de  sus  limites  la  ley  puede 
mejorar  la  situación  en  la  que  viven  los  trabajadores.  Las  leyes  son  necesarias  para 
que  ciertos  cambios  sociales  se  realicen. 

- Conjuntamente  tiene  que  estar  la  ley  como  educadora  que  ayude  a despertar 
la  voluntad  de  crear  colaboración  entre  iguales,  vida  comunitaria  y reciprocidad  en 
los  servicios. 

- Finalmente  Comblin  nos  lanza  el  desafío  de  como  hacer  este  pensamiento 
de  Pablo  realidad  en  el  momento  histórico  concreto  que  viven  las  personas.  Cues- 
tionar la  realidad  del  trabajo  doméstico,  y preguntarnos  por  la  realidad  de  los  obre- 
ros en  las  fábricas. 

En  conclusión  digo  lo  siguiente:  no  hay  dudas  de  que  Comblin  hace  un  aná- 
lisis sumamente  interesante  sobre  esta  carta  paulina.  Desde  el  inicio  plantea  pregun- 
tas que  son  claves  para  entrar  al  texto.  Es  cierto  que  en  muchas  ocasiones  las  lectu- 
ras que  hacemos  del  apóstol  Pablo  nos  llevan  a pensarlo  fuera  de  su  realidad,  lejos 
de  situaciones  concretas  tanto  políticas  como  sociales.  Me  parece  que  Comblin  ha- 
ce un  gran  aporte  a la  lectura  paulina  al  destacar  la  preocupación  que  tiene  Pablo  por 
la  destrucción  de  las  relaciones  sociales  de  dominación. 


1 12 


Reseñas 


Son  muy  buenas  las  razones  que  Comblin  da  para  explicar  cómo  Pablo  esta- 
ba interesado  en  dar  una  respuesta  a la  situación  de  la  sociedad  esclavista  de  su  tiem- 
po. Y más  cuando  plantea  muy  claramente  que  esta  respuesta  es  limitada  desde  el 
punto  de  vista  de  la  situación  real  de  la  persona  histórica  concreta  de  hoy.  Y digo 
“persona”  porque  una  de  las  dificultades  con  las  que  me  encontré  al  leer  el  comen- 
tario de  Comblin  fue  entre  otras  cosas  el  lenguaje  androcéntrico  con  el  que  aborda 
su  reflexión. 

En  otro  orden  me  llama  la  atención  afirmaciones  como:  “una  cosa  queda  cla- 
ra, la  iniciativa  vino  de  Pablo”.  Yo  me  pregunto  ¿Por  qué  vino  de  Pablo  la  iniciati- 
va? ¿No  podría  venir  de  Onésimo?  ¿Por  qué  siempre  tenemos  la  preocupación  de 
hacer  nuestras  lecturas  desde  las  figuras  “importantes”?  La  preocupación  por  expli- 
car las  razones  de  los  personajes  ya  establecidos,  los  que  escriben  textos.  Y de  nin- 
gún modo  tengo  la  intención  de  considerarlo  una  tarea  equivocada,  sólo  me  gusta- 
ría pensar  en  una  lectura  hecha  desde  los  otros  personajes. 

Si  se  parte  de  que  Onésimo  es  un  esclavo  fugitivo  ¿podríamos  pensar  en  que 
cuando  él  se  encuentra  con  Pablo  lo  desafía  a poner  en  práctica  la  agápe,  y éste  por 
su  parte  desafía  a Filemón?  En  verdad  no  sé  si  estas  preguntas  más  que  ayudar  con- 
fundan, pero  lo  que  quiero  es  dejar  más  libre  el  texto,  no  me  gusta  que  quede  tan  ata- 
do; pareciera  que  sólo  podemos  leerlo  en  una  sola  dirección. 

Por  otra  parte,  en  la  introducción  del  comentario,  Comblin  levanta  varias  pre- 
guntas relacionadas  con  Onésimo,  las  cuales  no  pueden  ser  respondidas.  ¿Será  que 
si  se  presta  mayor  atención  a estas  preguntas,  podríamos  seriamente  llegar  a pensar 
en  que  de  verdad  faltan  elementos  que  muestren  que  Onésimo  fue  un  esclavo,  y me- 
nos un  fugitivo?  Es  importante  señalar  que  comentarios  recientes  han  levantando  el 
argumento  de  que  no  hay  cómo  probar  el  que  Onésimo  sea  un  esclavo  fugitivo3. 

El  aporte  de  Comblin  nos  anima  a pensar  en  distintas  realidades.  Estemos  ha- 
blando de  esclavo  fugitivo  o no,  la  importancia  y la  necesidad  de  agápe  entre  las 
personas,  así  como  también  la  libertad  de  éstas  están  bien  acentuadas  en  el  texto,  y 
esto  es  importante  para  situaciones  en  las  que  primen  relaciones  de  dominación. 

Esta  importancia  de  agápe  para  la  construcción  de  relaciones  igualitarias  me 
obliga  a pensar  en  las  relaciones  de  dominación  en  que  viven  inmersos  hombres, 
mujeres,  niños/as,  negros/as  en  nuestra  sociedad,  así  como  también  en  los  precon- 
ceptos sustentados  y sustentadores  de  ese  tipo  de  relaciones  para  los  cuales  no  exis- 
ten leyes  que  puedan  controlarlos.  Sin  embargo,  estas  personas  desde  sus  comuni- 
dades, desde  su  cotidianidad  van  intentando  un  tipo  de  relaciones  diferentes.  En  la 
mayoría  de  los  casos  estas  personas  ni  siquiera  conocen  la  palabra  agápe  pero  la 
construyen  y la  viven  y son  capaces  de  definirla  a través  del  testimonio.  Estoy  de 
acuerdo  con  Comblin  cuando  señala  que  las  leyes  son  necesarias  para  que  se  reali- 
cen ciertos  cambios. 

Este  comentario  me  ha  hecho  pensar  en  las  personas  que  a través  de  la  histo- 
ria han  sido  despreciadas,  maltratadas  ya  sea  por  su  nivel  social,  por  su  raza  o por 
su  sexo.  He  pensado  también  en  la  mayoría  de  las  personas  trabajadoras  de  esta 
América  Latina  en  situaciones  de  pura  esclavitud,  no  sólo  por  el  trato  que  reciben 
de  sus  superiores/as  sino  también  por  el  salario  que  reciben  que  no  les  da  ni  para 


^ Dwight  Callahan,  Alien.  Embassy  of  Onesitnus,  The  Letter  of  Paul  to  Philemon , Trinity  Press  Inter- 
national, Valley  Forge/Pennsilvania,  1997,  96p.  (The  New  Testament  in  Contex). 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


113 


malvivir.  Y al  mismo  tiempo  me  pregunto  ¿cuándo  el  Espíritu  hará  que  los  Filemo- 
nes  dejen  que  su  agápe  se  haga  realidad.  Me  pregunto  entonces  ¿dónde  están  los  Fi- 
lemones  capaces  de  dejar  que  el  agápe  en  ellos  se  haga  realidad  sin  imposición?  ¿o 
será  que  no  basta  con  apelar  a la  libertad,  así  como  piensa  Comblin,  a la  manifesta- 
ción de  agápe,  sino  que  tendremos  que  impulsar  ese  acontecimiento? 

Vale  la  pena  leer  este  comentario  de  Comblin.  Estoy  segura  que  traerá  pers- 
pectivas nuevas  de  lecturas,  capaces  de  dialogar  con  nuestras  realidades. 


María  Cristina  Ventura 

Rua  Valentim  Bitolo  163 
Rudge  Ramos 

Sao  Bernardo  do  Campo  - SP 

09735-240 

Brasil 


Michael  Fricke,  Bibelauslegung  in  Nicaragua:  Jorge  Pixley  im 
Spannungsfeld  von  Befreiungstheologie,  historisch-kritischer 
Exegese  und  baptistischer  Tradition.  Münster,  LIT  Verlag, 
1997,  379p. 

Jorge  Pixley  es  fácilmente  el  teólogo  nicaragüense  más  reconocido  interna- 
cionalmente. A nivel  de  América  Latina  es  uno  de  los  “veteranos”  en  la  promoción 
de  una  lectura  bíblica  liberadora  y goza  de  mucho  prestigio.  Fuera  de  nuestro  conti- 
nente los  escritos  del  doctor  Pixley  también  han  encontrado  un  público,  pero  lamen- 
tablemente bastante  limitado.  En  realidad  no  se  ha  dado  mucho  intercambio  y dis- 
cusión entre  exégetas  del  primer  mundo  y exégetas  latinoamericanos.  Por  todo  esto, 
es  muy  loable  que  Michael  Fricke,  un  exégeta  alemán,  haya  tomado  como  tema  cen- 
tral de  su  tesis  doctoral  el  trabajo  exegético  de  Jorge  Pixley.  Michael  Fricke  fue  ha- 
ce algunos  años  estudiante  de  intercambio  en  el  Seminario  Teológico  Bautista  y tra- 
baja actualmente  como  pastor  en  la  iglesia  luterana  de  Alemania.  En  su  libro  estu- 
dia a fondo  los  escritos  exegéticos  del  doctor  Pixley  relacionando  estos  con  las  di- 
ferentes etapas  de  su  vida  y con  el  contexto  eclesial  nicaragüense.  Su  análisis  dete- 
nido y bastante  exhaustivo  del  pensamiento  de  Jorge  Pixley  tiene  el  objetivo  de  pro- 
mover un  diálogo  más  serio  entre  los  biblistas  “del  norte”  (específicamente  de  Ale- 
mania) y los  exégetas  latinoamericanos4.  En  lo  que  sigue,  primero  se  resumirá  los 
puntos  claves  de  la  tesis  doctoral  de  Michael  Fricke  y después  se  sacará  algunas  bre- 
ves conclusiones.  El  libro  es  muy  amplio  y hasta  ahora  solamente  está  disponible  en 


4 Por  razones  de  comodidad  se  habla  en  este  reseña  siempre  de  “los”  biblistas  y exégetas.  Estamos  sin 
embargo  conscientes  de  que  hay  cada  vez  más  mujeres  que  son  biblistas  destacadas. 


Reseñas 


i 14 


alemán.  Me  parece  que  el  tema  es  de  mucho  interés  para  lectores  latinoamericanos. 
Por  eso  se  dedicará  más  espacio  a la  descripción  del  contenido  del  libro  de  lo  que 
comúnmente  se  hace  en  una  reseña. 

Tres  polos 

La  tesis  doctoral  de  Fricke  se  fundamenta  básicamente  en  dos  fuentes:  los  es- 
critos de  Jorge  Pixley  y un  análisis  de  36  entrevistas  con  personas  relacionadas  con 
Jorge  Pixley.  Se  habló  con  alumnos  y colegas  (sobre  todo  del  STB/Seminario  Teo- 
lógico Bautista  y CIEETS/Centro  Intereclesial  de  Estudios  Teológicos  y Sociales)  y 
con  miembros  de  la  Primera  Iglesia  Bautista  (PIB)  de  Managua.  En  las  entrevistas 
se  busca  descubrir  ¿qué  es  lo  que  la  gente  en  Nicaragua  ha  aprendido  de  Jorge  y có- 
mo evalúa  sus  aportes?  Los  resultados  de  esta  investigación  de  campo  arrojan  luz 
sobre  la  recepción  de  la  exégesis  del  doctor  Pixley  en  el  ambiente  evangélico  nica- 
ragüense. Utilizar  entrevistas  de  manera  tan  amplia  en  una  tesis  doctoral  en  Antiguo 
Testamento,  es  bastante  novedoso.  Esta  opción  metodológica  refleja  el  interés  del 
autor  de  no  evaluar  la  obra  de  Jorge  Pixley  solamente  desde  un  escritorio  en  Alema- 
nia, sino  como  alguien  comprometido  con  la  teología  latinoamericana  tomando  en 
cuenta  las  opiniones  de  los  nicaragüenses  mismos. 

La  investigación  inicia  con  una  descripción  de  la  vida  de  Jorge  Pixley:  hijo  de 
misioneros  bautistas  en  Nicaragua,  estudiante  de  teología  en  los  Estados  Unidos  y 
profesor  de  Biblia  en  Puerto  Rico,  México  y Nicaragua.  Esta  biografía  y un  análisis 
del  contexto  eclesial  nicaragüense  ofrecen  al  autor  el  material  para  situar  a Pixley 
como  exégeta  entre  tres  polos: 

* la  tradición  bautista  de  su  juventud  y su  práctica  eclesial  actual, 

* el  uso  de  los  métodos  histórico-críticos  para  la  exégesis  bíblica  aprendido 
en  sus  estudios  teológicos, 

* la  teología  de  la  liberación  que  llegó  a ser  el  marco  general  para  los  estu- 
dios exegéticos  de  Jorge  Pixley. 

En  la  tesis  doctoral  se  investiga  la  relación  entre  estos  tres  polos:  ¿cómo  in- 
fluye el  uno  al  otro,  dónde  están  las  tensiones  y contradicciones?  En  esta  reseña  tam- 
bién se  enfocarán  las  relaciones  entre  los  tres  elementos  mencionados. 

1.  Jorge  Pixley  como  exégeta  y bautista 

El  autor  señala  que  el  trabajo  exegético  de  Jorge  Pixley  se  basa  en  la  aplica- 
ción de  los  métodos  histórico-críticos  a la  Biblia.  Pixley  considera  que  la  Biblia  es 
un  libro  histórico,  nacido  de  una  situación  histórica  determinada  que  debe  ser  inter- 
pretada con  instrumentos  científicos.  El  uso  de  estos  métodos  exegéticos  es  para 
Pixley  tan  obvio  que  no  ve  mucho  la  necesidad  de  justificarlo.  Con  esto  Pixley  apa- 
rentemente entra  en  conflicto  con  el  ambiente  evangélico  nicaragüense.  Pues,  expli- 
car la  Biblia  con  la  ayuda  de  los  métodos  histórico-críticos  no  es  práctica  común  en 
las  iglesias  evangélicas,  ni  tampoco  en  la  Primera  Iglesia  Bautista  donde  Jorge  Pix- 
ley es  miembro  activo.  Fricke  podía  confirmar  esto  en  las  entrevistas  y un  estudio 
de  materiales  de  la  PIB:  en  las  iglesias  evangélicas  (bautistas)  predomina  una  Ínter- 


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115 


pretación  bíblica  basada  en  la  piedad  personal  y un  cierto  moralismo.  Los  sermones 
y estudios  bíblicos  no  reflejan  mucho  interés  por  el  contexto  histórico  de  la  Biblia. 

Es  interesante,  sin  embargo,  que  en  las  entrevistas  que  hizo  Michael  Fricke, 
la  gran  mayoría  de  los  estudiantes  y colegas  del  doctor  Pixley  evalúan  de  manera 
positiva  una  lectura  histórica  de  la  Biblia.  Les  parece  importante  conocer  el  contex- 
to histórico  de  la  Biblia  y entender  que  el  texto  no  cayó  en  un  día  del  cielo.  En  este 
sentido  hay  una  buena  aceptación  de  los  métodos  histórico-críticos  entre  los  evan- 
gélicos que  están  relacionados  con  el  STB  y el  CIEETS.  Pero  Fricke  señala  que  es- 
ta aceptación  se  limita  generalmente  al  nivel  personal.  Aplicar  el  enfoque  histórico- 
crítico  a la  Biblia  en  el  trabajo  eclesial  es  todavía  otra  cosa.  Algunos  entrevistados 
mencionan  que  este  enfoque  es  a veces  bastante  difícil  y técnico  lo  que  les  limita  en 
utilizarlo  en  la  iglesia  (p.309).  Otros  observan  que  un  análisis  histórico-crítico  al  es- 
tilo de  Jorge  Pixley  sería  “un  escándalo”  en  las  iglesias  (p.310-311). 


2.  Jorge  Pixley  como  exégeta  y teólogo  de  la  liberación 

Pixley  se  define  a si  mismo  claramente  como  un  teólogo  de  la  liberación.  Con 
el  trabajo  exegético  el  hermano  Jorge  Pixley  pretende  servir  a la  teología  de  la  libe- 
ración latinoamericana.  En  el  análisis  de  Fricke  esta  opción  teológica  de  Pixley  es 
el  factor  determinante  en  sus  estudios  exegéticos.  Siguiendo  el  enfoque  de  la  teolo- 
gía de  la  liberación  como  Pixley  lo  concibe,  Pixley  utiliza  generalmente  una  aproxi- 
mación sociológico-histórica  a la  Biblia:  el  objetivo  es  descubrir  las  relaciones  so- 
cio-políticas detrás  del  texto  bíblico  y buscar  la  relación  con  las  condiciones  socia- 
les y políticas  actuales.  Por  un  lado  Fricke  aprecia  mucho  esta  manera  de  hacer  exé- 
gesis  y señala  que  en  Alemania  hay  demasiado  poco  interés  por  cuestiones  sociales 
y políticas  en  la  Biblia.  El  hecho  de  que  Pixley  incluye  en  sus  exégesis  referencias 
al  contexto  actual  de  América  Latina,  lo  evalúa  de  manera  muy  positiva.  Por  otro  la- 
do, sin  embargo,  el  autor  critica  al  doctor  Pixley  señalando  el  peligro  de  una  visión 
limitada  de  la  Biblia:  cuando  el  tema  de  un  texto  bíblico  aparentemente  no  tiene  mu- 
cho que  ver  con  la  política,  el  texto  queda  “mudo  o sin  sentido”  (p.220).  Fricke  pien- 
sa también  que  se  utiliza  de  manera  demasiado  esquemática  los  modelos  de  recons- 
trucción de  la  historia  social-política  de  Israel  (cf.  por  ejemplo  p.  163-1 69).* * 5  Señala 
la  trampa  que  el  modelo  teórico  llega  a tener  prioridad  sobre  el  estudio  exegético  del 
texto  mismo  (p.  1 83).  Los  textos  que  no  corresponden  muy  bien  al  modelo  quedan 
fuera  o hay  que  acomodarlos  de  otra  manera.6 


Con  esto  Fricke  se  refiere  sobre  todo  al  modelo  de  la  producción  asiática  y la  teoría  que  en  el  Israel 

pre-monárquica  existía  un  tipo  de  sociedad  revolucionaria  igualitaria  (cf.  el  libro  de  Jorge  Pixley,  His- 

toria sagrada  - Historia  popular , Managua/San  José,  CIEETS/DEI,  1989). 

6 Fricke  estudia  por  ejemplo  el  comentario  de  Jorge  Pixley  sobre  Exodo  {Exodo,  una  lectura  evangé- 
lica y popular , México,  CUPSA,  1983).  Pixley  dice  en  este  libro  que  no  le  parece  bien  hacer  enmien- 
das o correcciones  al  texto  sino  exegetizar  el  texto  tal  como  está  en  la  Biblia.  Sin  embargo,  cuando  lle- 
ga a Ex  19-40,  introduce  cambios  en  el  orden  del  texto  para  que  corresponda  más  con  la  línea  general 
de  su  interpretación  del  libro  de  Exodo  (cf.  Fricke.  p.  170ss).  Otro  ejemplo,  según  Fricke,  es  la  inter- 
pretación de  Gn  22  donde  Pixley  sigue  la  explicación  de  Franz  Hinkelhammert  que  exige  eliminar  los 
v.  12b  y 16b  como  una  añadidura  posterior  que  distorsiona  el  mensaje  original  (cf.  Fricke,  p 258- 
259,263). 


116 


Reseñas 


3.  Jorge  Pixley  como  teólogo  de  la  liberación  y bautista 

Como  es  bien  sabido,  la  teología  de  la  liberación  en  América  Latina  es  un  fe- 
nómeno más  católico  que  evangélico.  La  mayoría  de  los  teólogos  de  la  liberación,  y 
Jorge  Pixley  no  es  una  excepción,  toman  como  punto  de  referencia  las  Comunida- 
des Eclesiales  de  Base  (CEB’s).  Cuando  hablan  de  “los  pobres”  están  pensando  en 
pobres  conscientes  y comprometidos  luchando  por  una  transformación  social.  Para 
Jorge  es  evidente,  por  ejemplo,  que  el  Espíritu  Santo  está  presente  en  las  lecturas  bí- 
blicas y acciones  de  las  CEB’s.7  Pero  las  iglesias  evangélicas  son  otra  cosa.  Fricke 
observa  que  en  los  escritos  del  hermano  Jorge,  las  iglesias  protestantes  generalmen- 
te figuran  de  manera  negativa  (por  que  no  son  vistos  como  aliados  en  la  lucha  so- 
cio-política). Hay  sólo  unos  pocos  intentos  de  incluir  de  manera  constructiva  las  ex- 
periencias de  fe  en  las  iglesias  evangélicas.8 

De  hecho  la  investigación  de  campo  de  Michael  Fricke  revela  que  la  línea  teo- 
lógica de  Jorge  Pixley  es  mucho  más  controversial  que  su  uso  de  los  métodos  histó- 
rico-críticos.  En  general  los  entrevistados  (casi  todos  ellos  evangélicos)  apoyan  la 
idea  que  es  importante  solidarizarse  con  los  pobres  y luchar  por  una  sociedad  más 
justa,  pero  no  todos  están  conforme  con  la  manera  en  que  el  doctor  Pixley  plantea 
estos  asuntos.  En  la  tesis  doctoral  Fricke  analiza  por  ejemplo  lo  que  piensan  los  en- 
trevistados sobre  “la  opción  por  los  pobres”  como  Pixley  lo  defiende.  ¿Es  Dios  un 
Dios  de  los  pobres?  Gran  parte  de  los  alumnos  y colegas  de  Jorge  están  de  acuerdo, 
pero  también  expresaron  algunas  observaciones  críticas.  Un  buen  grupo  de  entrevis- 
tados expresó  que  la  interpretación  del  doctor  Pixley  (o  por  lo  menos  la  impresión 
que  ellos  tienen  de  las  ideas  de  Jorge  Pixley)  es  demasiado  radical  y política.  Estos 
hermanos  y hermanas  creen  que  Dios  es  un  Dios  de  los  pobres,  pero  no  de  manera 
exclusiva;  no  es  solamente  un  Dios  de  los  pobres  (p.23 1-232,336-337). 


Conclusiones 

Michael  Fricke  ha  hecho  un  esfuerzo  importante  para  dar  a conocer  más  la 
exégesis  latinoamericana  — y especialmente  de  Jorge  Pixley — en  el  mundo  cientí- 
fico alemán.  Es  importante  esta  contribución,  porque  me  da  la  impresión  que  el  in- 
terés en  trabajos  exegéticos  latinoamericanos  ha  sido  muy  limitado.  El  análisis  de 
los  escritos  de  Jorge  Pixley  lleva  a Michael  Fricke  a criticar  la  práctica  de  exégetas 
del  Antiguo  Testamento  en  Alemania:  el  estudio  de  la  Biblia  en  Alemania  se  limita 
al  ámbito  científico  y no  toma  en  cuenta  para  nada  el  contexto  social,  eclesial  o po- 
lítico. Según  Fricke,  los  exégetas  alemanes  dan  la  impresión  de  estar  trabajando  en 
una  isla,  alejada  de  los  problemas  concretos  de  la  gente.  Hay  demasiado  interés  en 
estudiar  preguntas  históricas  de  la  Biblia  y se  olvida  reflexionar  sobre  el  significa- 
do para  el  día  de  hoy  (cf.  p. 350-352).  Por  eso  Fricke  desafía  a los  exégetas  alema- 


^ Aquí  Fricke  se  base  entre  otras  cosas  en  un  análisis  del  libro  Vida  en  el  espíritu , Managua,  CIEETS, 
1993  (cf.  p.  245-246  de  Fricke). 

^ Analizando  el  libro  Vida  en  el  espíritu , Fricke  observa  que  Jorge  Pixley  incluye  por  ejemplo  algu- 
nos párrafos  sobre  la  importancia  de  la  oración  y la  vida  devocional.  Pero  fenómenos  más  pentecosta- 
les  como  éxtasis  o hablar  en  lenguas  no  son  discutidos  fuera  del  contexto  de  un  estudio  histórico-exe- 
gético  (cf.  p.  245-246). 


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nes  de  aprender  de  la  lectura  bíblica  latinoamericana  y buscar  maneras  de  integrar 
preguntas  contextúales  en  sus  estudios  exegéticos. 

Tomando  como  ejemplo  el  trabajo  exegético  de  Pixley,  la  tesis  doctoral  nos 
estimula  también  a nosotros  en  América  Latina  a reflexionar  sobre  algunas  inquie- 
tudes poco  discutidas.  Se  puede  mencionar  por  ejemplo: 

- Si  se  pretende  ofrecer  una  lectura  contextual,  ¿cómo  se  analiza  el  contexto? 
¿Se  toma  en  cuenta  elementos  del  contexto  que  no  entran  en  nuestros  esquemas 
ideológicos/políticos? 

- Relacionado  con  el  punto  anterior:  ¿A  base  de  qué  experiencias  concretas  es- 
tamos exegetizando  o teologizando?  ¿Estamos  realmente  partiendo  de  las  inquietu- 
des de  “los  pobres”?  ¿Y  cómo  sabemos  cuáles  son  estas  inquietudes? 

- ¿Cómo  vemos  a la  Biblia?  ¿Es  en  primer  lugar  un  libro  que  nos  ayuda  a en- 
tender preguntas  sociales  y políticas  de  nuestro  tiempo?  ¿Qué  importancia  damos  a 
otras  inquietudes  y ansiedades  más  existenciales? 

- ¿Cómo  podemos  garantizar  una  relación  más  fluida  entre  “los  especialistas 
de  la  Biblia”  y la  gente  en  las  iglesias?  Y a nivel  educativo:  ¿Cómo  podemos  desa- 
rrollar métodos  de  enseñanza  bíblica  que  contribuya  a que  la  gente  sea  sujeto  de  la 
lectura  bíblica  y no  solamente  receptora?  ¿Cómo  ayudar  a los  y las  estudiantes  de 
teología  a que  integren  un  estudio  serio  de  la  Biblia  en  la  práctica  eclesial? 

Por  todas  estas  preguntas  tenemos  que  agradecer  a Michael  Fricke.  En  la  te- 
sis doctoral  se  puede  ver  que  un  verdadero  diálogo  entre  el  “norte”  y América  Lati- 
na no  será  nada  fácil.  Aunque  la  mayoría  de  los  biblistas  latinoamericanos  utiliza  (de 
manera  ecléctica)  los  resultados  de  la  exégesis  europea  y norteamericana,  son  dos 
mundos  diferentes.  En  la  exégesis  nor-atlántica  se  nota  cada  vez  más  una  tendencia 
a especializar  y limitarse  a preguntas  netamente  académicas.  Hay  dinero  todavía  pa- 
ra publicar  cada  año  un  mar  infinito  de  libros  y artículos.  Es  imposible  desde  Amé- 
rica Latina  tener  conocimiento  de  todo  aquello.  El  contexto  nuestro  es  diferente  y 
los  biblistas  latinoamericanos  están  conscientes  de  esto.  América  Latina  está  enfren- 
tando una  coyuntura  económica  y social  muy  difícil  que  condena  gran  parte  de  nues- 
tra gente  a una  vida  de  pobreza  y miseria.  Interpretar  la  Palabra  de  Dios  en  una  si- 
tuación así  exige  un  buen  trabajo  exegético.  La  tesis  doctoral  de  Michael  Fricke 
muestra  que,  a pesar  de  algunas  discusiones  necesarias,  el  hermano  Jorge  Pixley  es 
un  buen  aliado  en  este  caminar. 


Romniie  Nauta 

Apartado  2555 

Managua 

Nicaragua 


118 


Reseñas 


Eduardo  Hoornaert.  O movimento  de  Jesús.  Petrópolis,  Edito- 
ra Vozes,  1994.  159p.  (Colec^áo:  Urna  Historia  do  Cristianis- 
mo na  Persectiva  do  Pobre,  v.l) 

Esta  es  la  primera  de  una  colección  de  pequeños  tomos,  tres  de  ellos  proyecta- 
dos a ser  escritos  por  el  mismo  Hoornaert,  que  pretenden  dar  una  nueva  perspectiva 
de  la  historia  de  nuestra  religión.  Podemos  percibir  aquí  que  la  intención  es  nada  me- 
nos que  transformar  el  imaginario  de  los  cristianos.  Pues  desde  Lucas  y Eusebio  has- 
ta Von  Harnack  se  ha  escrito  la  historia  del  cristianismo  desde  los  triunfadores  de  la 
estructura  eclesiástica,  los  obispos  y los  teólogos  que  se  llamaron  ortodoxos.  Hoor- 
naert quiere  con  esta  colección  forzar  esta  visión  de  la  historia  cristiana  a ceder  ante 
un  gran  esfuerzo  de  imaginamos  la  historia  de  otro  modo,  un  modo  en  el  cual  los  he- 
rejes no  sean  excluidos  porque  fueran  declarados  tales  por  los  obispos  ni  los  cristianos 
comunes  que  formaron  comunidades  en  lugares  como  África  y Siria  sean  desplazados 
por  las  grandes  figuras  de  las  ciudades  como  Roma  y Alejandría.  Es  un  esfuerzo  loa- 
ble, y Eduardo  Hoornaert  ha  demostrado  que  tiene  la  fuerza  imaginativa  para  hacer 
una  importante  contribución  en  este  sentido. 

El  libro  que  nos  ocupa,  a pesar  de  sus  escasas  159p.,  da  mucho  que  pensar.  Ya 
que  su  autor  está  menos  interesado  en  los  datos  de  la  historia  que  en  transformar  el 
imaginario  de  los  creyentes  sobre  su  pasado,  no  podemos  exigir  que  sea  exhaustivo. 
Para  ello  existen  muchos  libros  con  mayor  caudal  de  información  que  éste  sobre  el  pri- 
mer siglo  del  cristianismo.  La  meta  hacia  la  que  apunta  este  libro  explica  la  presencia 
en  ella  de  una  colección  de  grabados,  pinturas  y estatuas  de  todas  las  épocas  de  la  his- 
toria cristiana.  Aquí  está  la  imaginación  cristiana  acerca  de  Jesús  y sus  discípulos,  jus- 
tamente lo  que  Hoornaert  se  propone  alterar.  No  todos  estos  grabados  son  muy  efica- 
ces, y la  calidad  de  la  reproducciones  no  es  siempre  buena,  pero  la  idea  de  mostrar  vi- 
siones alternas  de  lo  que  es  el  genial.  Les  deseamos  éxito  a los  autores  en  esta  empre- 
sa que  es  sin  duda  valiosa  y que  está  concebida  de  una  forma  novedosa  y creadora. 

Pero,  en  este  tomo  Hoornaert  incursiona  en  nuestro  campo  como  biblistas,  la 
época  en  que  se  compusieron  los  escritos  que  luego  serían  coleccionados  como  un  su- 
plemento a la  Biblia,  el  “Nuevo”  Testamento.  Considerando  el  propósito  de  esta  co- 
lección y de  su  primer  tomo  que  aquí  reseñamos,  no  podemos  esperar  que  incluya  to- 
do lo  importante  ni  que  siempre  refleje  el  consenso  de  nuestro  gremio  de  especialis- 
tas. Sin  embargo,  no  seríamos  responsables  con  nuestra  disciplina  de  biblistas  si  no  hi- 
ciéramos una  lectura  crítica. 

El  primer  capítulo,  de  especial  interés  para  biblistas,  trata  de  “los  textos”.  Co- 
mienza aquí  con  observaciones  obvias  pero  no  siempre  observadas:  Los  evangelios  si- 
nópticos no  pueden  usarse  para  recuperar  las  “ipsissima  verba"  de  Jesús.  El  movi- 
miento de  Jesús  pertenece  al  mundo  judío  (y  no  al  cristiano).  No  debemos  caer  en  el 
bibliocentrismo  ni  olvidar  que  la  religión  cristiana  emergió  en  un  mundo  religioso  y 
no  fue  un  nuevo  comienzo,  un  borrón  y cuenta  nueva.  Al  hablar  del  primer  siglo,  es 
más  acertado  hablar  de  movimiento  que  de  iglesia;  eso  vendría  más  tarde.  ¡Observa- 
ciones importantes! 

Cuando  Hoornaert  discute  las  fuentes  lo  hace  en  una  forma  que  no  satisfará  a la 
mayoría  de  nosotros,  biblistas.  Ni  acepta  el  consenso  de  hace  una  generación  ni  está 
muy  afinado  con  las  corrientes  de  última  hora.  Hace  su  propio  análisis  del  valor  his- 
tórico de  las  fuentes.  Encuentra  solo  dos  testigos  oculares  de  los  eventos  fundadores, 


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el  evangelio  de  Juan,  que  cree  haberse  escrito  por  Juan  hijo  de  Zebedeo  a quien  colo- 
ca en  Efeso  para  fines  de  siglo  cuando  habría  escrito  el  evangelio,  y los  últimos  capí- 
tulos de  Hechos  en  los  cuales  Lucas  fue  participante  de  los  sucesos  narrados.  Se  trata 
de  opciones  posibles,  el  segundo  más  probable  que  el  primero;  opciones  que  merecen 
seria  consideración  pero  que  no  se  imponen. 

Acepta  la  existencia  de  la  fuente  sinóptica  Q aunque  parece  equivocar  su  natu- 
raleza al  hablar  de  “una  lectura  de  la  novedad  cristiana  a partir  de  la  Tora  o Ley  judai- 
ca”. Parece  contradecir  su  aceptación  de  Q cuando  dice  que  Lucas  conoció  y usó  a Ma- 
teo, pues  en  ese  caso  es  imposible  reconstruir  a Q.  La  importancia  que  Hoomaert  le  da 
a los  textos  rabínicos  para  establecer  el  contexto  judío  del  primer  siglo  es  demasiada 
y su  uso  del  hoy  desprestigiado  Joachim  Jeremías  inaceptable.  Pero  son  quizás  peque- 
ñeces  de  expertos  ante  un  extraño  que  incursiona  en  nuestra  cancha  sin  pedir  permiso. 
El  proyecto  no  depende  de  que  todo  esté  en  su  justo  lugar.  Hoornaert  acierta  en  inter- 
pretar a Jesús  y su  movimiento  dentro  del  judaismo  palestino  y en  la  importancia  que 
le  da  a Josefo  y los  escritos  de  Qumran  para  establecer  este  contexto. 

Cuando  Hoomaert  habla  del  “movimiento  de  Jesús”  se  refiere  a mucho  más  de 
lo  que  Theissen,  para  quien  el  término  se  aplica  a los  itinerantes  galileos  y a las  comu- 
nidades aldeanas  de  Galilea  que  los  apoyaron.  Para  Hoornaert  el  término  se  aplica  al 
movimiento  que  comenzó  en  Galilea  y Judea,  pero  también  a su  extensión  en  todo  el 
mundo  mediterráneo.  Y esto  se  presenta  en  tres  sucintos  capítulos;  Una  situación  co- 
lonial, el  movimiento  de  Jesús,  y las  primeras  experiencias.  El  efecto,  muy  importan- 
te dentro  del  proyecto  de  transformar  el  imaginario  cristiano,  es  relativizar  a las  per- 
sonas de  Jesús  y de  Pablo  al  ponerlas  dentro  de  un  contexto  muchísimo  más  amplio. 
Jesús  en  Galilea  es  visto,  correctamente,  como  parte  de  varios  movimientos  de  res- 
puesta a una  situación  militar,  religiosa  y fiscal  impositiva  que  era  insostenible  para  la 
gente  de  Palestina.  Y Pablo  se  introduce  al  final,  después  de  secciones  sobre  Jerusalén 
y Santiago,  Asia  destacando  a Juan,  y Siria  y Egipto.  Así  como  la  epístola  de  Santia- 
go ocupa  el  centro  en  la  presentación  de  Jerusalén  y el  Apocalipsis  y evangelio  de  Juan 
en  Asia,  la  Didajé  y los  escritos  coptos  en  Egipto,  las  epístolas  de  Pablo  lo  hacen  pa- 
ra el  Mediterráneo  Occidental  (Grecia  y Roma). 

El  efecto  es  un  libro  impactante  que  obligará  a pensar  de  nuevo  muchas  cosas 
que  dábamos  por  sabidas.  No  es  una  introducción  a los  inicios  del  cristianismo,  pues 
es  una  presentación  de  una  perspectiva,  y novedosa.  Tampoco  es  un  argumento  cien- 
tífico para  una  nueva  propuesta;  es  una  exposición  demasiado  breve  para  ello.  Tampo- 
co es  la  síntesis  de  una  posición  científica  lograda.  Entonces,  ¿cuál  es  el  público  para 
este  interesante  libro?  Me  parece  que  el  público  puede  ser  doble:  Por  un  lado,  profe- 
sores de  Biblia  y de  historia  eclesiástica  que  necesitan  no  repetir  los  textos  eruditos  eu- 
ropeos con  sus  consensos  que  suponen  cosas  no  seguras  y excluyen  aspectos  muy  im- 
portantes. Para  ellos,  el  libro  de  Hoomaert  les  estimulará  su  imaginación.  Por  el  otro, 
este  es  un  libro  que  se  puede  usar  como  texto  suplementario  a la  par  de  un  texto  intro- 
ductorio de  Nuevo  Testamento  para  ofrecer  perspectivas  sociales,  económicas  y aún 
geográficas  que  esos  textos  no  suelen  presentar. 

Deseamos  éxito  en  la  empresa  de  la  colección  que  se  inicia  con  este  libro.  Es 
un  esfuerzo  intelectual  de  muchísimo  valor. 

Jorge  Pixley 

Apartado  2555 

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Reseñas 


Israel  Knohl.  The  Sanctuary  of  Silence:  The  Priestly  Torah  and 
the  Holiness  School.  Minneapolis,  Fortress  Press,  1995,  246p. 

La  investigación  del  proceso  de  composición  del  Pentateuco  está  en  un  esta- 
do de  flujo.  El  consenso  alrededor  de  la  propuesta  de  GrafAVellhausen  que  duró  un 
siglo  está  hoy  roto.  Se  sugiere  que  J,  o uno  de  los  elementos  de  J,  puede  ser  del  pe- 
ríodo babilonio  o aún  persa.  Y existe  la  fuerte  tendencia  de  cuestionar  el  orden  rela- 
tivo de  D y de  P,  una  de  las  bases  de  la  propuesta  de  Wellhausen.  La  misma  existen- 
cia de  E como  una  fuente  independiente  ha  sido  cuestionada.  Hay  quienes  han  aban- 
donado el  esfuerzo  de  ordenar  el  largo  proceso  de  composición. 

En  este  contexto  entra  el  libro  de  Knohl  para  lanzar  con  un  amplio  examen  de 
las  tradiciones  sacerdotales  una  novedosa  propuesta  sobre  la  composición  de  P y lo 
que  Wellhausen  entendió  como  un  código  asumido  por  P,  el  Código  de  Santidad  (Lv 
17-26  = H).  Con  una  erudición  asombrosa  y una  seguridad  inesperada  para  un  cam- 
po minado  como  éste,  Knohl  lanza  la  hipótesis  básica  de  que  H no  es  un  código  si- 
no una  escuela  (HS  = Holiness  School)  que  hizo  una  revisión  a fondo  de  todos  los 
materiales  de  P,  exceptuados  los  de  Génesis. 

Parte  Knohl  de  un  análisis  de  la  lista  de  fiestas  en  Lv  23  y su  paralelo  en  Nm 
28.  Contrario  a la  teoría  dominante  de  que  se  trata  de  H con  revisiones  de  P,  Knohl 
cree  demostrar  que  se  trata  de  un  núcleo  de  P,  o como  él  prefiere  PT  (Priestly  Torah), 
ampliado  y revisado  por  la  HS.  También  Nm  28-29  es  de  PT,  pero  no  fue  incorpora- 
da en  Lv  1 7-26  porque  trata  de  los  sacrificios  adicionales  a ofrecer  en  ocasión  de  las 
fiestas,  un  asunto  para  los  sacerdotes,  mientras  que  la  lista  de  Lv  23  trata  de  las  fies- 
tas mismas,  un  asunto  para  todo  el  pueblo  que  es  el  destinatario  de  Lv  17-26.  Este 
análisis  permite  establecer  las  características  lingüísticas  e ideológicas  que  distinguen 
a HS  de  PT.  Con  estas  herramientas  Knohl  analiza  todas  las  partes  sacerdotales  de  los 
libros  de  Éxodo,  Levítico  y Números,  y llega  a la  conclusión  que  todos  revelan  un 
original  PT  sometido  a revisión  profunda  por  la  Escuela  de  Santidad. 

En  cambio,  las  narraciones  sacerdotales  de  Génesis  revelan  solamente  reto- 
ques superficiales  de  la  escuela  de  santidad.  Todo  este  esfuerzo  de  análisis  se  sinte- 
tiza en  las  listas  del  materia  PT  y de  las  revisiones  HS  en  los  libros  de  Génesis,  Éxo- 
do, Levítico  y Números,  lista  que  se  encuentra  en  las  p.  104- 106.  Esta  investigación 
seguramente  se  discutirá  por  mucho  tiempo,  pero  el  aval  más  sólido  recibido  hasta 
ahora  es  la  “conversión”  de  Jacob  Milgrom  de  la  idea  clásica  de  que  el  Código  de 
Santidad  (H)  es  anterior  y fue  asumido  en  la  obra  de  la  escuela  sacerdotal  (P)  a la 
idea  de  Knohl.  Milgrom  es  sin  duda  el  máximo  estudioso  en  esta  generación  de  los 
mandamientos  de  culto  sacerdotal.  Dice  Milgrom  en  su  comentario  sobre  Levítico 
1-16  (“The  Anchor  Bible”)  de  1991  que  la  tesis  doctoral  de  Knohl  le  convenció  de 
la  revisión  de  P por  la  Escuela  de  Santidad.  Esto  es  un  testimonio  que  obliga  a to- 
mar muy  en  serio  los  análisis  de  Knohl  e invierte  de  un  solo  golpe  la  probabilidad 
del  desarrollo  de  los  escritos  sacerdotales  del  Pentateuco. 

La  segunda  parte  del  libro  se  dedica  a sacar  las  consecuencias  teológicas  del 
análisis  literario-histórico  de  la  primera  parte.  Si  PT  y HS  están  distribuidas  en  Éxo- 
do, Levítico  y Números  de  la  manera  en  que  Knohl  lo  resume,  ¿qué  significa  esto 
para  la  historia  del  culto  en  Judá?  Es  imposible  resumir  adecuadamente  la  riqueza 
de  los  capítulos  3 a 5 de  este  libro.  Algunas  ideas:  PT  era  la  obra  de  técnicos  del  cul- 


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to  que  trabajaban  de  espaldas  a la  realidad  social.  Su  narración  de  la  Creación  y de 
los  Patriarcas  establece  su  interés  por  la  justicia  en  la  sociedad  y lo  ancla  en  la  épo- 
ca en  que  Dios  (Elohim)  trata  con  toda  la  humanidad.  Pero,  desde  que  Yavé  revela 
su  nombre  a Moisés  todo  su  interés  se  enfoca  en  mantener  la  santidad  del  lugar  ele- 
gido por  Dios  a través  del  cumplimiento  de  los  mandatos  del  culto  que  Yavé  ha  or- 
denado a Aarón  y sus  hijos. 

HS  representa  una  revisión  profunda  del  culto  en  una  época  de  desorden  so- 
cial cuando  ya  no  fue  posible  excluir  el  mundo  de  lo  ético  del  culto.  Además,  los 
profetas  habían  cuestionado  si  Yavé  tenía  interés  en  el  culto  ya  que  su  preocupación 
con  la  injusticia  que  regía  no  parece  tener  nada  que  ver  (y  la  actitud  de  los  sacerdo- 
tes les  confirmaba  la  creencia  de  que  el  culto  era  ajeno  a la  vida).  Entre  las  presio- 
nes de  la  realidad  y la  predicación  de  los  profetas  los  sacerdotes  reaccionaron  con 
una  profunda  revisión  que  incluye  la  afirmación  del  único  lugar  de  culto  (Lv  17,1- 
7)  que  va  dirigido  contra  la  idolatría  de  los  lugares  altos  y propone  la  utopía  del  ju- 
bileo en  las  leyes  de  Lv  25,  además  de  las  muchísimas  revisiones  menores  que  in- 
trodujeron la  vida  cotidiana  en  el  culto. 

Y,  ¿cuándo  pudo  darse  esta  revisión?  Pues  es  más  fácil  poner  una  fecha  a la 
revisión  que  a la  obra  de  PT  que  pretende  ser  eterno  y estar  desvinculado  de  la  rea- 
lidad social.  La  propuesta  de  Knohl  es  que  la  escuela  de  santidad  fueron  los  ideólo- 
gos detrás  de  las  reformas  de  Ezequías  a fines  del  siglo  VIII  aC.  En  este  período  la 
hegemonía  asiria  introdujo  el  culto  de  Moloc  y otras  idolatrías  y,  según  el  testimo- 
nio de  los  profetas  clásicos  hubo  un  brutal  aumento  en  las  injusticias  sociales. 

Así  pues,  si  HS  es  de  finales  del  siglo  VIII,  PT  tiene  que  haber  existido  antes. 
Knohl  reconoce  la  dificultad  de  asignar  una  fecha  pero  sugiere  que  el  aislamiento 
del  culto  se  puede  explicar  mejor  dentro  del  templo  construido  por  Salomón  donde 
el  patrimonio  real  garantizaba  la  vida  tranquila  del  culto  y de  sus  ejecutores  los  sa- 
cerdotes. PT  se  habría  escrito,  pues,  entre  mediados  del  siglo  diez  y mediados  del  si- 
glo ocho  antes  de  la  era  cristiana. 

La  propuesta  de  fechas  para  la  composición  de  PT  y de  HS  puede  separarse 
del  análisis  de  fuentes  que  en  los  capítulos  1 y 2 de  este  libro  establece  que  HS  es 
una  revisión  de  PT.  Es  posible  concebir  otra  fecha  para  HS  (digamos,  la  época  de 
Josías  o la  restauración  de  fines  del  siglo  VI).  Sin  embargo,  la  propuesta  de  Knohl 
es  seria  y amerita  discutirse  por  sus  propios  méritos.  De  aceptarse  una  o las  dos  de 
las  propuestas  tendremos  que  pensar  de  nuevo  todo  lo  que  “sabemos”  del  Pentateu- 
co. Confieso  que  me  resulta  difícil  cuestionar  el  análisis  literario  de  la  primera  par- 
te de  este  libro.  La  propuesta  de  fecha  me  parece  menos  segura,  pero  no  se  puede 
tampoco  descartar. 

Este  libro  es  una  bomba  que  explota  uno  de  los  logros  más  probables  de  Well- 
hausen.  Pero  es  también  una  propuesta  sólida  sobre  la  cual  es  posible  edificar  una 
nueva  visión  de  la  obra  sacerdotal  en  la  composición  de  Pentateuco  y en  la  historia 
de  Israel.  No  es  posible  asegurar  que  Knohl  tendrá  éxito  en  la  revolución  que  pro- 
pone. Pero,  ¡nadie  que  tenga  interés  en  cualquiera  de  estas  áreas  puede  ignorarlo! 

Jorge  Pixley 

Apartado  2555 

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Resenas 


Daniel  Boyarín.  Israel  carnal:  leudo  o sexo  na  cultura  talmúdi- 
ca. Rio  de  Janeiro,  Imago,  1994,  287p.  (original  inglés:  Carnal 
Israel , Berkeley,  1993) 

Este  interesante  libro  propone  un  método  para  leer  textos  de  nuestra  propia 
herencia  cultural,  por  un  lado,  y por  el  otro  propone  una  tesis  sobre  la  cultura  rabí- 
nica.  Las  problemáticas  que  subyacen  al  proyecto  hermenéutico  son  la  dominación 
de  la  mujer  y la  lucha  actual  por  su  liberación  y el  dualismo  que  desprecia  el  cuer- 
po como  una  vestimenta  que  cubre  la  verdadera  esencia  humana,  su  espíritu.  Es  ex- 
plorando lo  que  la  cultura  rabínica  dice  sobre  el  sexo  que  se  busca  decir  algo  sobre 
esta  cultura  y armar  a los  judíos  herederos  de  ella  con  instrumentos  de  lucha  para 
transformar  su  cultura. 

Por  la  brevísima  exposición  del  párrafo  anterior  se  podrá  apreciar  tanto  la  im- 
portancia del  proyecto  como  su  dificultad.  No  pretende  Boyarín  encontrar  una  edad 
de  oro  ya  perdida  que  nos  pudiera  servir  de  norte  en  la  actualidad.  Además,  los  tex- 
tos rabínicos  son  por  su  mismo  género  ambiguos,  pues  son  siempre  la  presentación 
de  voces  diferentes  con  opiniones  que  se  preservan  lado  a lado  sin  resolución.  Ra- 
bino X dijo,  pero  Rabino  Y dijo  y Rabino  Z replicó.  Se  puede  leer  entonces  un  con- 
flicto de  interpretaciones  que  se  preserva  y se  oficializa  en  la  Misna  y los  Talmudim 
(de  Babilonia  y de  Palestina).  El  intérprete  contemporáneo  puede  encontrar  voces 
subordinadas  que  cuestionan  las  dominantes  pero  que  se  han  conservado,  y que  le 
pueden  servir  en  sus  esfuerzos  por  transformar  la  cultura  judía  de  hoy. 

Algunas  afirmaciones  sobre  la  discusión  talmúdica  son  posibles.  Es  una  con- 
versación de  hombres.  Aún  cuando  aparecen  raras  veces  voces  femeninas,  entran  en 
una  conversación  de  hombres  desde  la  perspectiva  de  los  hombres.  Esta  es  una  cul- 
tura androcéntrica  (como  todas  las  que  conocemos).  Pero,  y he  aquí  la  tesis  de  Bo- 
yarín, no  es  una  cultura  que  desprecia  al  cuerpo,  ni  por  ende  a la  mujer.  En  Filón  y 
en  Orígenes  (y  muchos  intérpretes  más),  el  hombre  original,  el  de  Génesis  1 , era  pu- 
ra alma  (o  espíritu  o razón).  Por  razón  del  pecado,  entró  el  segundo  hombre  que  era 
material.  El  original  era  andrógino,  pues  en  su  inmaterialidad  trascendía  la  división 
de  sexos.  El  segundo  Adán  era  separadamente  varón  y hembra  por  efecto  de  la  caí- 
da de  la  esfera  de  las  esencias  al  mundo  de  la  materialidad.  La  tesis  de  Boyarín  es 
que  el  judaismo  de  los  primeros  siglos  estaba  dominado  por  el  helenismo,  bien  re- 
presentado por  Filón,  Josefo  y Pablo  de  Tarso.  La  cultura  rabínica  surge  como  una 
decidida  oposición  a este  otro  judaismo.  Debemos  leer,  pues,  estos  textos  como  la 
construcción  de  una  alternativa  cultural  a un  desprecio  por  el  cuerpo  y el  sexo  que 
los  rabinos  percibían  como  letal  al  pueblo  escogido  de  Dios. 

El  casamiento  y el  sexo  son  mandamientos  de  la  Tora.  El  varón  judío  tiene  dos 
amores,  la  Tora  y su  esposa,  y frecuentemente  entran  en  conflicto  pero  no  le  es  líci- 
to abandonar  ninguna  de  las  dos.  El  rabino  que  deja  pasar  los  años  sin  casarse  es  ob- 
jeto de  la  crítica  de  que  estudia  la  Tora  pero  no  la  practica,  pues  quien  ordenó  poner 
los  mandamientos  entre  los  ojos  y en  las  manos  ordenó  también  fructificar  y multi- 
plicarse. Se  puede  discutir  si  el  joven  debe  casarse  primero  y luego  dedicarse  al  es- 
tudio para  no  ser  distraído  por  pasiones  no  resueltas,  o si  debe  estudiar  primero  pa- 
ra no  distraerse  con  los  quehaceres  del  hogar  y luego  casarse,  pero  la  obligación  de 
ambas  no  se  discute. 


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El  deseo  carnal  es  peligroso  pero  es  bueno.  Es  evidente  la  primacía  jerárqui- 
ca de  hombre  en  el  sexo  y el  matrimonio,  pero  el  varón  tiene  la  obligación  de  satis- 
facer el  deseo  de  la  mujer  y de  no  imponerse  a ella  sin  su  consentimiento,  lo  cual  es 
punido  con  el  nacimiento  de  hijos  defectuosos.  Los  rabinos  discuten  la  frecuencia 
del  sexo,  y se  dan  diversas  opiniones.  También  discuten  la  fuerza  del  deseo  y su  re- 
lación con  la  tenacidad  del  estudio.  Se  discuten  las  dimensiones  del  órgano  de  dife- 
rentes rabinos  y sus  prácticas  sexuales  con  sus  mujeres.  En  general,  todo  es  lícito  en- 
tre la  pareja  si  hay  mutuo  consentimiento. 

La  desigualdad  de  género  se  percibe  claramente  en  la  discusión  negativa  de 
la  participación  de  la  mujer  en  la  práctica  de  mayor  prestigio,  el  estudio  de  la  Tora. 
Pero  esta  discusión  no  llega  a ser  una  prohibición.  Un  rabino,  Ben  Azai,  instruye  al 
rabino  a enseñar  Tora  a su  hija  para  que  se  pueda  defender,  pero  Rabi  Eliézer  dice 
que  quien  enseña  Tora  a su  hija  le  enseña  lascivia.  En  las  opiniones  diversas  sobre 
el  tema,  y en  las  historias  que  se  cuentan  de  Beruria,  hija  de  R.  Hanania  y esposa  de 
R.  Meir,  se  explora  la  rareza  de  la  mujer  que  supera  a los  hombres  en  sus  interpre- 
taciones de  la  ley. 

En  resumen,  el  sexo  y el  matrimonio  son  mandamientos  obligatorios.  La  mu- 
jer y el  cuerpo  están  sujetos  al  estudioso  de  la  Ley  pero  son  necesarios  para  cumplir 
lo  que  Dios  manda.  Esto  está  íntimamente  vinculado,  afirma  Boyarín,  con  el  énfa- 
sis rabínico  en  la  particularidad  del  pueblo  de  Israel  y la  absoluta  obligatoriedad  de 
los  mandamientos  sin  que  tenga  que  mediar  una  comprensión  de  los  mismos.  He 
aquí  una  diferencia  fundamental  con  el  helenismo  y con  el  cristianismo  que  es  una 
especie  de  judaismo  espiritualizado. 

La  cultura  rabínica  pagó  con  su  énfasis  en  el  cuerpo  y lo  particular  el  precio 
de  su  aislamiento  de  las  culturas  dominantes.  Pero  ofrece  recursos  para  judíos  hoy 
(¿y  cristianos,  también?)  que  luchan  contra  el  desprecio  por  el  cuerpo  y,  en  la  lógi- 
ca dominante,  por  la  mujer  como  ser  que  es  esencialmente  corporal  (frente  al  hom- 
bre que  se  caracteriza  por  su  uso  de  la  razón).  He  aquí  algunas  de  las  discusiones  y 
valores  de  este  interesante  libro. 


Jorge  Pixley 

Apartado  2555 

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Nicaragua 


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Reseñas 


Reyes  Archila,  Francisco.  Hagamos  vida  la  Palabra  - Aportes 
para  una  lectura  de  la  Biblia  en  comunidad.  Colección  “Tierra 
y Cántaro”  n°  2,  Bogotá,  CEDEBI,  1997,  196p. 

Con  este  libro  el  biblista  colombiano  Francisco  Reyes  Archila  re-elabora  una 
cartilla  de  educación  bíblica  popular  publicada  7 años  atrás  por  Dimensión  Educa- 
tiva, en  donde  planteó  las  primeras  intuiciones  hermenéuticas  que  luego,  gracias  a 
su  desarrollo,  el  trabajo  con  las  comunidades  y la  investigación  personal  se  plasman 
en  este  libro  sobre  hermenéutica  bíblica  comunitaria. 

El  autor  recoge  en  tres  capítulos  una  propuesta  metodológica,  expresión  de  un 
caminar  eclesial  apasionado  y comprometido  con  la  difícil  y compleja  realidad  so- 
cial colombiana.  En  un  primer  momento  presenta  presupuestos  hermenéuticos  gene- 
rales que  fundamentan  y orientan  la  nueva  lectura  de  la  Biblia  que  se  está  haciendo 
en  las  comunidades  de  creyentes  en  América  Latina,  luego  en  un  segundo  capítulo 
desarrolla  elementos  que  identifican  y caracterizan  “el  método  y la  pedagogía  que 
lo  inspira,  con  el  interés  de  responder  a las  nuevas  circunstancias  históricas”.  Y por 
último  amplía  y profundiza  los  pasos  para  “comprender  los  textos  (exégesis)  a par- 
tir de  la  experiencia  de  lo  simbólico”. 

El  libro  fue  hecho  para  “agentes  de  pastoral”  con  el  fin  de  ayudar  y animar  la 
lectura  bíblica  en  comunidad.  Su  aporte  y la  experiencia  pastoral  de  las/os  posibles 
lectoras/es  podrán  re-crear  y apropiar  un  método  que  responda  a las  preguntas  y de- 
safíos del  presente  latinoamericano  sin  la  pretensión  de  definir  “el  método  ideal”  pa- 
ra ser  reproducido  en  cualquier  tiempo  y lugar. 

Es  de  resaltar  la  originalidad  de  la  hermenéutica  bíblica  que  nos  propone  Re- 
yes y con  la  que,  sin  duda,  contribuye  al  crecimiento  y maduración  de  una  lectura 
bíblica  más  latinoamericana  y más  popular.  Tal  originalidad  es  constituida  por  los 
siguientes  avances: 


1.  Nuevos  sujetos  y lectura  bíblica 

Sin  olvidar  que  “en  su  origen  histórico,  la  novedad  de  la  lectura  bíblica  era,  y 
sigue  siendo,  la  consideración  y la  convicción  de  que  el  lugar  social  desde  donde  se 
hace  es  el  pobre”,  el  autor  tiene  en  cuenta  los  cambios  y novedades  que  hoy  marcan 
el  mundo  del  pobre  y que  exige  “la  ampliación  de  este  lugar”.  La  irrupción  de  los 
nuevos  sujetos  está  haciendo  posible  la  ampliación  del  lugar  tradicional  desde  el 
cual  se  ha  venido  haciendo  la  lectura  bíblica  en  América  Latina. 

Las  mujeres  están  “mirando  la  Biblia  con  nuevos  ojos,  los  de  mujer-mujer  al 
interior  del  proceso  de  liberación  femenina  y de  los  empobrecidos  en  general,  re- 
planteando (deconstruyendo  y reconstruyendo)  la  comprensión  y la  autoridad  ejer- 
cida sobre  la  Biblia”.  Son  los  caminos,  ya  amplios,  de  la  hermenéutica  bíblica  femi- 
nista. 

Los  pueblos  negros  plantean  una  hermenéutica  bíblica  que  los  tome  en  serio 
en  cuanto  sujetos  y “que  ayude  a desenmascarar  y liberar  a la  Biblia  de  interpreta- 
ciones que  justifican  el  racismo  (la  esclavitud  y la  inferioridad  de  los  negros  y las 
negras)  y que  aborde  de  manera  diferente  los  textos  bíblicos”  a partir  de  sus  propias 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


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raíces  culturales  y religiosas.  Es  la  “mirada  ennegrecida”  de  la  Biblia  para  “verla 
más  clara”. 

La  lectura  infantil  de  la  Biblia  busca  que  las/os  niñas/os  puedan  leerla  “desde 
su  propia  situación,  percepción  (sentir)  y comprensión  (pensar)  que  tienen  de  la  reali- 
dad, permitiendo  rescatar  experiencias  y valores  que  están  aún  presentes  en  sus  vidas. 

Desde  el  mundo  simbólico  familiar  y comunitario  del  campesinado  “se  ha  co- 
menzado a destacar  varias  dimensiones  que  de  alguna  manera  han  quedado  por  fue- 
ra de  la  lectura  “tradicional”  de  la  Biblia.  Lo  pequeño,  los  detalles,  lo  familiar,  los 
sueños  y la  imaginación;  los  afectos  y lo  lúdico;  lo  ecológico  y lo  ecuménico;  la  con- 
templación y el  diálogo”.  Es  la  lectura  que  “campesiniza”  la  Biblia  y al  Dios  de  la 
Biblia. 

Las  comunidades  indígenas,  igualmente,  están  planteando  el  desafío  de  una 
lectura  bíblica  desde  sus  diversas  identidades  culturales. 

La  ampliación  del  sujeto  en  la  lectura  comunitaria  de  la  Biblia  introduce  nue- 
vos elementos  en  su  constitución  y perspectivas,  así,  ésta  va  adquiriendo  “un  rostro 
más  femenino,  indio,  negro,  campesino  e infantil”,  los  que  “están  colocando  las  ba- 
ses para  superar  (deconstruir)  los  métodos  racionales  tradicionales,  recreándolos 
muy  profundamente;  y para  plantear  (construir)  nuevas  maneras  de  comprensión  del 
texto”. 


2.  Perspectiva  socio-simbólica 

En  coherencia  con  la  irrupción  de  los  nuevos  sujetos  y los  nuevos  tiempos,  el 
autor  propone  una  perspectiva  socio-simbólica  en  la  hermenéutica  y la  exégesis  la- 
tinoamericana que  los  asuma  en  su  identidad  y diversidad  cultural.  Esta  originalidad 
está  planteando  “nuevas  maneras  de  hacer  exégesis  que  tengan  como  modelo  de 
comprensión  de  la  vida  y los  textos,  un  paradigma  teórico  y práctico  que  haga  jus- 
ticia al  símbolo  y al  pensamiento  simbólico/mítico  que  caracteriza  a las  culturas  po- 
pulares”, y a la  vez  la  necesidad  de  hacer  una  re-lectura  crítica  de  los  métodos  tra- 
dicionales que  usamos  en  los  estudios  bíblicos  académicos. 

Reyes  cree  aportar  a la  construcción  de  una  exégesis  latinoamericana  a partir 
de  un  horizonte  socio-simbólico  que  busca  “recuperar  o rescatar  el  sentido  y el  va- 
lor de  lo  simbólico  (expresiones  simbólicas,  ejes  de  sentido,  relatos  míticos,  etc.)  a 
partir  de  la  tradición  cultural  del  pueblo  de  Israel  y en  confrontación  con  el  contex- 
to cultural,  religioso  e histórico  en  que  se  originaron  y/o  transmitieron  los  textos  bí- 
blicos”. 

Una  exégesis  más  simbólica  obliga  revisar  los  criterios  de  “objetividad”  y 
“autoridad”  que  ha  caracterizado  a la  exégesis  tradicional.  Se  abre  la  puerta  a una 
subjetividad  cultural  en  donde  la  imaginación,  la  sensibilidad,  la  sospecha,  la  intui- 
ción y la  creatividad  son  las  actitudes  orientadoras  fundamentales. 

Los  pasos  hermenéuticos,  herramientas  y claves  constituyen  la  metodología 
de  la  exégesis  socio-simbólica.  El  autor  toma  el  texto  de  Jn  20,1-18  y los  aplica  se- 
cuencialmente:  análisis  literario,  análisis  sociológico  y análisis  teológico. 


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Reseñas 


3.  Articulación  entre  hermenéutica  y exégesis 

Los  cambios  contextúales  y la  irrupción  de  los  nuevos  sujetos  replantean  la 
relación  hermenéutica-exégesis  en  la  lectura  comunitaria  de  la  Biblia.  Los  métodos 
histórico-críticos  y estructurales  se  hallan  demasiado  “cortos”  para  responder  a es- 
tos desafíos.  Su  estructura  racional-conceptual-patriarcal  desconoce  el  mundo  míti- 
co/simbólico de  las  culturas  populares  como  racionalidad  distinta,  “genera  una  vi- 
sión dualista  del  mundo,  de  la  historia,  de  la  humanidad”  estableciendo  una  separa- 
ción entre  lo  sagrado  y lo  profano,  no  admite  “otras  posibilidades  de  comprensión 
del  sentido  del  texto  (simbólico,  mítico  o teológico)  más  allá  del  punto  de  vista  his- 
tórico o formal”,  “escondiendo”  las  dimensiones  genérica,  étnica,  generacional  y 
ecológica  tanto  de  la  realidad  como  de  los  textos  y los  sujetos. 

Pareciera  que  los  avances  hermenéuticos  de  la  caminata  bíblica  latinoameri- 
cana todavía  no  permean  ni  afectan  a la  exégesis.  Las  “hermenéuticas  específicas” 
están  ampliando,  recreando  y profundizando  la  lectura  popular  y comunitaria  de  la 
Biblia,  a la  vez  están  exigiendo  una  decontrucción/reconstrucción  de  la  exégesis  a 
fin  de  que  ésta  descubra  los  nuevos  sentidos  de  los  textos  que  estamos  requiriendo. 

Una  vez  señalados  los  avances  es  bueno  también  constatar  las  limitaciones. 
Podemos  decir  que  la  obra  aún  no  está  madura.  Se  notan  “fisuras”  y “aristas”  que  hu- 
bieran merecido  un  mayor  trabajo  de  “pulimento”.  La  perspectiva  socio-simbólica  es 
muy  rica  y sugerente,  sin  embargo,  el  texto  no  es  suficientemente  coherente  con  la 
opción  tomada,  sobre  todo  en  la  parte  metodológica.  La  relación  pedagogía-herme- 
néutica tan  recurrentemente  mencionada  no  es  desarrollada  como  un  eje  que  funda- 
mente la  nueva  propuesta.  La  “linearidad”  vida-texto-vida  es  muy  rígida  y poco  crea- 
tiva. Creo  que  una  referencia  mayor  a las  prácticas,  vivencias  y expresiones  comuni- 
tarias hubieran  dado  mayor  vitalidad  y profundidad  a las  intuiciones  del  autor. 

Con  todo,  la  obra  nos  abre  nuevos  horizontes  y nos  hace  nuevas  preguntas. 
Aporte  que  nos  llega  desde  una  práctica  bíblica  junto  a comunidades  populares  co- 
lombianas y desde  el  necesario  trabajo  de  la  docencia  y la  investigación  académica 
como  un  espiral  de  ricas  intuiciones  que  nos  desafían  y nos  enriquecen.  Con  ese  sen- 
tido, la  hermenéutica  bíblica  latinoamericana  tiene  hoy  en  el  libro  de  Reyes  una 
oportunidad  para  crecer,  revisar  y re-fundamentar  los  presupuestos  que  la  constitu- 
yen. Como  tal  ya  ha  comenzado  a ser  recibido  en  el  movimiento  bíblico  colombia- 
no y latinoamericano. 


Fernando  Torres  Millán 

Apartado  Aéreo  17574 

Bogotá 

Colombia 


Desde  1988,  fecha  de  su  nacimiento,  hemos  publicado  los  siguientes 
títulos: 

1.  Lectura  Popular  de  la  Biblia  en  América  Latina. 

2.  Violencia.  Poder  y Opresión. 

3.  La  Opción  por  los  Pobres  como  Criterio  de  Interpretación. 

4.  Reconstruyendo  la  Historia. 

5-6.  Perdónanos  nuestras  Deudas. 

7.  Apocalíptica:  Esperanza  de  los  Pobres. 

8.  Militarismo  y Defensa  del  Pueblo. 

9.  Opresión  y Liberación. 

10.  Misericordia  Quiero,  no  Sacrificios. 

11.  Biblia:  500  Años  ¿Conquista  o Evangelización? 

12.  Biblia:  500  Años  ¿Conquista  o Inclusión? 

13.  Espiritualidad  de  la  Resistencia. 

14.  Vida  Cotidiana:  Resistencia  y Esperanza. 

15.  Por  Manos  de  Mujer. 

16.  Urge  la  Solidaridad. 

17.  La  Tradición  del  Discípulo  Amado.  Cuarto  Evangelio  y Cartas 
de  Juan. 

18.  Goel:  Solidaridad  y Redención. 

19.  Mundo  Negro  y Lectura  Bíblica. 

20.  Pablo  de  Tarso.  Militante  de  la  Fe. 

21.  Toda  la  Creación  Gime... 

22.  Cristianismos  Originarios  (30-70  d.C.) 

23.  Pentateuco 

24.  Por  una  tierra  sin  lágrimas. 

25.  ¡Pero  nosotras  decimos! 

26.  La  palabra  se  hizo  india 

27.  La  Iglesia  de  Jesús,  utopía  de  una  Iglesia  nueva. 

28.  Hermenéuticas  y Exégesis  a propósito  de  la  carta  a Filemón. 


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