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Full text of "Revista de interpretación bíblica latinoamericana : RIBLA."

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UBRARY  OF  PRtNCETON 


DEC  5 2003 


THEOLOGICAL  SEMINARY 


PER  BT83 .57  .R485 

Revista  de  interpretaci sn 
b/nblica  latinoamericana  : 
RIELA. 


Digitized  by  the  Internet  Archive 
in  2016 


https://archive.org/details/revistadeinterpr31depa 


LA  CARTA 
DE  SANTIAGO 


CRISTINA  CONTI 
JOSÉ  SEVERINO  CROATTO 
FRANCISCO  REYES  A. 
FRANK  PIMENTEL 
NÉSTOR  O.  MÍGUEZ 
PAULO  NOGUEIRA 
GABRIEL  CORNELLI 
PEDRO  LIMA  VASCONCELLOS 
JOSÉ  ADRIANO  FILKO 


RIELA 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN 
BÍBLICA  LATINOAMERICANA 


Consejo  de  redacción  1996 

Alicia  Winters  (Colombia), 

Carlos  Mesters  (Brasil), 

Carlos  A.  Dreher  (Brasil), 
Dagoberto  Ramírez  (Chile), 

Elsa  Tamez  (Costa  Rica), 

Gilberto  Corgulho  (Brasil), 
Gustavo  Gutiérrez  (Perú), 

Javier  Saravia  (México), 

Jorge  Pixley  (Nicaragua), 

José  Cárdenas  Pallares  (México), 
José  Comblin  (Brasil), 

José  Severino  Croatto  (Argentina) 


Marcelo  Barros  de  Souza  (Brasil), 

Marcos  Villamán  (República  Dominicana), 
Milton  Schwantes  (Brasil), 

Néstor  Míguez  (Argentina), 

Pablo  Richard  (Costa  Rica), 

Paulo  Lockmann  (Brasil), 

René  Castellanos  (Cuba), 

Sandro  Gallazzi  (Brasil), 

Sebastiáo  Gameleira  Soares  (Brasil), 
Tércio  Machado  Siqueira  (Brasil), 

Tereza  Calvalcanti  (Brasil). 


Coordinador 

Milton  Schwantes,  rúa  Paria  de  Lemos  84, 07094-200  Guarulhos/SP,  Brasil,  tel.  e fax 
(011)  6468.0169 

Coordinadora  de  este  número 

Paulo  Nogueira,  Rúa  do  Sacramento  230,  Sao  Bernardo  do  Campo  - SP,  09735-460, 
Brasil 

Esta  revista  se  edita  en  español  y portugués,  3 veces  al  año 

En  español:  Editorial  DEI,  Apartado  390-2070,  Sabanilla,  San  José,  Costa  Rica. 

RECU:  Apdo.  17-03-252,  Quito,  Ecuador. 

(Con  el  apoyo  del  Consejo  Mundial  de  Iglesias) 

En  portugués:  Editora  Vozes,  Caixa  Postal  90023,  25689-000  Petrópolis-RJ,  Brasil. 

Editora  Sinodal,  Caixa  Postal  1 1,93010-000  Sao  Leopoldo-RS,  Brasil. 


Precio  de  suscripción 

América  Latina: 

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24 

(3  números  al  año) 

Otros  países: 

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36 

Costa  Rica; 

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3.450 

Ejemplares  sueltos 

América  Latina: 

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9,5 

Otros  países: 

u$ 

14,5 

Costa  Rica: 

é. 

1.380 

LOS  DERECHOS  DE  AUTOR  SON  DEL  CONSEJO  DE  REDACCIÓN 


RIELA 

"REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN 
BÍBLICA  LATINOAMERICANA 

N°31 


La  Carta  de  Santiago 

LIBRARY  OF  PRINCETON 

NOV  3 0 i999 

THEOLOGICAL  SEMINARY 

SAN  JOSÉ,  COSTA  RICA 
1998 


Corrección  y traducción  del  portugués:  DEI 
Diagramación:  Consejo  Latinoamericano  de  Iglesias 


© Consejo  de  Redacción  de  RIELA 
© Departamento  Ecuménico  de  Investigaciones,  1998 
© RECU 

ISSN  1390-0374 


Impreso  en  Ecuador  • Printed  in  Ecuador 


Prohibida  su  reproducción  total  o parcial 


PARA  PEDIDOS  O INFORMACION  ESCRIBIR  A 

EDITORIAL  DEI 
Departamento  Ecuménico 
de  Investigaciones 
Apartado  Postal  390-2070  Sabanilla 
San  José,  Costa  Rica 
Teléfonos  253-02-29  y 253-91-24 
Telefax  (506)  253-1541 


CONTENIDO 


PAULO  NOGUEIRA.  Presentación  5 

CRISTINA  CONTI.  Propuesta  de  estructuración  de  la  Carta  de  Santiago...  1 

JOSÉ  SEVERINO  CROATTO.  La  Carta  de  Santiago  como  escrito  sapiencial  24 

FRANCISCO  REYES  A.  La  ley  del  Reino:  una  exigencia  de  vida  plena. 

Una  aproximación  antropológica  y simbólica  de  la  Carta  de  Santiago 43 

FRANK  PIMENTEL.  Codicia,  resistencia  y proyecto  alternativo. 

Un  acercamiento  socio-lingüístico  y actualizante  a la  Carta  de  Santiago  ...  68 

NÉSTOR  MÍGUEZ.  Ricos  y pobres:  relaciones  clientelares  en  la 

Carta  de  Santiago 86 

PAULO  NOGUEIRA.  La  dignidad  del  pobre  en  una  sinagoga  cristiana 
de  la  diáspora.  Un  ejemplo  de  seguimiento  de  la  Tora 

en  el  cristianismo  primitivo 99 

LEIF  VAAGE.  Cuídate  la  boca:  la  palabra  indicada,  una  subjetividad 

alternativa  y la  formación  social  de  los  primeros  cristianos  según 

Santiago  3,1-4,17  110 

GABRIEL  CORNELLI.  Los  pies  de  la  esperanza.  El  poder  mágico 

de  la  oración  en  Santiago  5,13-18  122 

PEDRO  LIMA  VASCONCELLOS.  Los  pobres  y el  reino: 

Santiago  y la  recreación  de  las  sentencias  de  Jesús  136 

JOSÉ  ADRIANO  FILMO.  El  pobre  y el  rico  en  Santiago  y en  el 

Pastor  de  Hermas 144 


ComM.'ck!f^  y tikfucckte  dd  portugudt*^  DPI  ^ i 

Dta;iramact6nt  Consejo  Ij^wxmañauM  de  Iftecu*  ,, 

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Q Cpnjopjí»  de  Redacddn  de  RIBIA 

$ .rmoD  AHIT2W: 

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¡ Impreso  en  Ecundor  * PrintcJ  in  Ecundor 

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de  Investigaciones 

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... ...  j.. .^PTÍf  ... ...  ?.nimsH  sbtotro* 

253-02-25»  y 253-91-24 

' ' Telefax  (506)  2^- 1541' * ' ^ ^ 


PRESENTACION 


Presentamos  a los  lectores  latinoamericanos  el  número  31  de  RIELA  dedica- 
do al  estudio  de  la  carta  de  Santiago.  La  idea  de  dedicar  un  número  exclusivamente 
a esta  carta  surgió  en  el  Encuentro  Latinoamericano  de  Biblistas  que  se  realizo  a fi- 
nales de  mayo  de  1996,  en  Ñaña,  en  la  periferia  de  Lima.  En  aquella  ocasión  desti- 
namos una  semana  entera  al  estudio  de  la  carta  de  Santiago.  El  debate  fue  enrique- 
cido por  la  combinación  de  contribuciones  exegéticas  de  rigor  académico  con  pre- 
guntas y desafíos  de  líderes  comunitarios  preocupados  con  la  situación  de  empobre- 
cimiento y de  opresión  de  las  comunidades  latinoamericanas,  en  especial,  en  aquel 
caso,  peruanas.  Creo  que  esta  combinación  de  abordajes  también  puede  ser  encon- 
trada en  este  número  de  RIELA. 

Abrimos  el  número  con  textos  que  nos  ofrecen,  aunque  de  diferentes  mane- 
ras, introducciones  o panoramas  de  contenidos  de  toda  la  carta.  Cristina  Conti  nos 
presenta  una  propuesta  de  estructuración  de  la  carta  de  Santiago  y de  la  organiza- 
ción de  los  temas  en  ella.  En  seguida,  José  Severino  Croatto  nos  introduce  al  mun- 
do de  Santiago  exponiendo  su  carácter  e influencias  sapienciales.  Una  aproximación 
antropológica  y simbólica  a la  carta  de  Santiago  nos  ofrece  Erancisco  Reyes  A. 
Mientras  que  Erank  Pimentel  privilegia  el  carácter  hermenéutico  en  su  lectura  que 
aborda  los  principales  temas  de  la  carta. 

El  bloque  siguiente  de  artículos  nos  permite  entrar  de  una  forma  más  directa 
en  el  mundo  social  de  la  carta  de  Santiago,  sea  por  la  exposición  de  las  relaciones 
sociales  del  Mundo  Mediterráneo,  como  hace  Néstor  Míguez  al  analizar  las  relacio- 
nes de  clientelismo,  sea  por  la  exégesis  de  textos  y aspectos  específicos,  como  es  el 
caso  de  Leif  Vaage  quien  analiza  el  bloque  de  3,1-4,17  y de  Paulo  Nogueira  quien 
estudia  el  sentido  de  la  ley  en  Santiago.  Finalmente,  tenemos  en  el  artículo  de  Ga- 
briel Comelli  un  estudio  sobre  Santiago  5,13-18  que  relaciona  la  espiritualidad  del 
círculo  de  lectores  a los  cuales  es  dirigida  Santiago  con  prácticas  mágico-carismáti- 
cas  del  mundo  religioso  de  entonces. 

El  último  y tercer  bloque  nos  trae  estudios  acerca  de  Santiago  en  su  relación 
con  otros  textos  y conjuntos  de  tradición.  Pedro  Lima  Vasconcelos  estudia  el  uso  y 
recreación  de  sentencias  de  Jesús  en  la  carta,  en  tanto  que  José  Adriano  Filho  exa- 
mina los  temas  comunes  y las  diferencias  de  enfoque  entre  Santiago  y el  Pastor  de 
Hermas  en  tomo  del  tema,  central  en  ambos  escritos,  de  la  relación  entre  el  pobre  y 
el  rico  en  la  comunidad. 


6 


Presentación 


Se  trata  de  un  número  colorido  en  abordajes  y metodologías,  el  cual  se  sirve 
de  la  antropología  cultural  y hasta  del  estructuralismo,  presenta  desde  ensayos  her- 
mcnéuticos  hasta  desarrollos  exegéticos  y tiene  igualmente  una  rica  diversidad  en 
sus  autores.  Pero  estos  textos  tienen  como  tema  y pasión  comunes  comprender  me- 
jor esta  pequeña  carta  que,  además  de  contar  con  un  lugar  en  la  historia  de  la  teolo- 
gía latinoamericana,  aún  origina  sentido  en  nuestras  comunidades. 


Paulo  Nogueira 

Coordinador 


CRISTINA  CONTI 


PROPUESTA  DE  ESTRUCTURACION 
DE  LA  CARTA  DE  SANTIAGO 


Resumen 

El  texto  de  la  carta  de  Santiago  no  parece  tener,  a simple  vista,  una  estructura  orga- 
nizada. Luce  más  bien  como  un  conjunto  de  temas  expuestos  de  forma  libre,  a veces 
con  repeticiones.  Es  posible,  sin  embargo,  descubrir  una  estructura  retórica,  y no  so- 
lo la  clásica  del  mundo  griego  -que  el  autor  realmente  conoce  con  exactitud-  sino 
también  la  hebrea,  expresada  de  modo  te.xtual  como  un  quiasmo  extendido  o estruc- 
tura concéntrica.  En  la  primera  parte  de  este  artículo  se  propone  una  escructura  ma- 
nifesta  mayor  que  abarca  toda  la  carta  y que  ordena  su  centro,  el  cual,  a su  vez,  tie- 
ne su  propia  estructura  concéntrica.  La  segunda  parte  estudia  este  centro  (2,1-13)  a 
partir  de  su  forma  retórica  estructurada. 

Abstrae! 

Atfirst  sight,  the  epistle  of  James  does  not  seem  to  have  an  organized  structure.  It  rat- 
her  looks  like  a set  offreely  expounded,  and  often  repeated,  themes.  It  is  possible,  ho- 
wever,  to  discover  a rhetorical  structure,  and  not  only  the  classical  Greek  one  -which 
the  author  indeed  knows  with  precisión-  but  also  the  typical  Hebrew  one,  e.xpressed 
in  an  extended  chiasmus  or  concentric  structure.  The  first  part  of  this  article  propo- 
ses a major  manifest  structure  that  covers  the  whole  epistle  and  discloses  its  center, 
which  in  turn  has  its  own  concentric  strucure.  The  second  part  analyses  this  center 
(2,1-13)  starting  f rom  its  structured  rhetorical  form. 


Encontrar  una  estructura  manifiesta  de  toda  la  carta  de  Santiago  no  resulta  en 
principio  una  tarea  fácil.  A primera  vista  parece  un  escrito  algo  desordenado,  pero 
en  realidad  responde  a un  esquema  preciso:  el  autor  presenta  los  temas  en  la  prime- 
ra parte  para  exponerlos  luego  en  el  resto  del  escrito.  Más  aún,  en  general  los  temas 
están  desarrollados  en  sentido  inverso  a como  fueron  presentados  en  la  primera  par- 
te. E.sto  nos  permite  hallar  una  estructura  concéntrica  que,  si  bien  no  toma  en  cuen- 
ta todos  y cada  uno  de  los  detalles,  por  lo  menos  da  cuenta  del  tenor  general  del  es- 
crito. 

Debemos  ser  conscientes,  sin  embargo,  de  que  el  autor  vuelve,  en  varias  opor- 
tunidades, a mencionar  o tratar  determinados  temas  en  una  forma  que  escapa  a la  es- 
tructura que  vamos  a presentar.  De  todos  modos,  las  estructuras  manifestas  nunca 
tienen  una  precisión  matemática  y dependen  en  gran  medida  de  la  selección  de  los 
datos  y del  criterio  de  quienes  las  elaboran.  Esta  estructura  de  la  carta  de  Santiago 
está,  por  lo  tanto,  sujeta  a revisión;  es  más,  apreciaría  mucho  las  sugerencias  y co- 


8 


CRISTINA  CONTI,  Propuesta  de  estructuración  de  la  Carta  de  Santiago 


rrecciones  que  deseen  hacer  los/las  que  ya  hayan  trabajado  con  este  método  de  apro- 
ximación a los  textos. 

En  todos  los  casos  en  que  se  citan  textos  o partes  de  ellos,  se  trata  de  mi  pro- 
pia traducción.  Para  trabajar  con  estructuras  es  indispensable  respetar  el  orden  de  las 
palabras,  los  términos  derivados  de  una  misma  raíz  y la  forma  de  expresión  de  los 
autores  bíblicos,  cosas  que  las  traducciones  de  que  disponemos  generalmente  no  tie- 
nen en  cuenta.  Esto  implica  a veces  forzar  la  sintaxis  de  nuestro  propio  idioma,  no 
obstante  eso  es  un  mal  necesario  en  este  tipo  de  trabajo. 

Veremos  en  primer  lugar  la  estructura  general  de  toda  la  carta  y luego  anali- 
zaremos de  manera  más  detallada  el  pasaje  central.  Este  centro  tiene  su  propia  es- 
tructura, también  concéntrica,  lo  cual  no  es  casualidad.  Las  estructuras  concéntricas 
dan  cuenta  de  una  forma  de  expresión  característica  de  los  pueblos  del  Medio  Orien- 
te, que  se  encuentra  especialmente  en  la  literatura  hebrea.  Lo  más  importante,  lo  que 
se  quiere  transmitir,  está  en  el  medio  —en  el  centro — y el  pensamiento  vuelve  lue- 
go “hacia  atrás”  al  punto  de  partida'.  Los  griegos  — y por  extensión  nuestra  cultura 
occidental,  de  raíces  griegas — desarrollan  su  pensamiento  “hacia  adelante”,  hasta 
llegar  a una  conclusión  que,  como  su  nombre  lo  indica,  se  halla  al  final.  En  cambio, 
en  esta  forma  de  expresión  oriental,  la  “conclusión”  está  en  el  medio. 


].  Estructura  general  de  la  carta  de  Santiago 


\ a gozo  en  las  pruebas  (v.  2)  (jcirá)  (-I-) 

\ (peirasmdis)  (-) 

\ b perseverancia  (vv.  3-4)  (hupomoné) 

\ c pida  en  fe  (v.  6a)  (aitéito  en  pístei) 

A \ d el  que  duda  (v.  6b) 

(1,2-8)  \ e no  recibirá  nada  (v.  7) 

\ f varón  de  doble  alma  {anér  dípsyjos)  a 
\ inestable  (akatástatos)  1 
\ en  todos  sus  caminos  (v.  8)  (hodóis  autoii)  2 ¡5 

(los  caminos  del  rico) 


\ a jáctese  (vv.  9-10)  (kaujástho)  exaltación  (v.  9)  a 

\ humillación  (v.  10)  ¡3 

B \b  (comparación)  flor  de  la  hierba  (vv.  10-1  Ib)  (anthogjó^ou) 
(1,9-11  )\  (joríóncMÍios) 

\ c viajes  del  rico  (v.  11b)  (poréiais) 


* Nils  W.  Lund,  Chiasmus  in  the  New  Testament  (C*'..pel  Hill,  1942),  págs.  143;  229-231.  Roland 
Meynet,  Qiielle  est  done  ceíte  Parole?  (París,  Cerf,  lv/9),  págs.  109-128;  L’analyse  rhétorique  (Pa- 
rís, Cerf,  1989),  págs.  94-105. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


problemas  por  la  concupiscencia 
b pecado  (v.  15b)  (luumirtía) 


(vv.  14- 15a)  (epithiimfa) 


a don  perfecto  (v.  17) 

b de  lo  alto  (ánothen)  (v.  17) 

\ ^ toda  inmundicia  y abundancia  de  mal  (v.  21a) 
d con  dulzura  (v.  21b)  {en  praúteti) 
e obrar  (vv.  22-25) 


(1,16-25) 


p]  \ a refrenar  (Jalinagogón) 
(1  26)  líi  lengua  (glóssa) 


F 

(1,27) 


religión  en  obras 

atender  a los  necesitados  (v.  27b) 
“huérfanos  y viudas”  (m  4-  f) 


hacer  acepción  entre  ricos  y pobres 
(=  transgredir  la  ley) 


fe  en  obras 

atender  a los  necesitados  (vv.  15-16) 
“hermano  o hermana”  (m  -f  f) 


E’ 

(3,1-12) 


a refrenar 
b’ 


la  lengua 


(v.2)  (jalinagogesai) 
(vv.  5-12)  (glossa) 


e’  obras  (v.  13b) 

d’  con  la  dulzura  (v.  13c)  (en  praúteti) 
c’  toda  acción  mala  (vv.  14-16) 
b’  de  lo  alto  (v.  17a)  (ánothen) 
sabiduría  (descripta  como  don  perfecto)  (vv.  17-18) 


C’ 

(4,1-12) 


problemas  por  la  concupiscencia  (vv.  1-3)  (epitimnua) 
b’  consecuencias  del  pecado  (vv.  4-10) 
pecadores  (v.  8)  (hamartolói) 


lü 


CRISTINA  CONTI,  Propuesta  de  estructuración  de  la  Carta  de  Santiago 


(los  caminos  del  rico) 


c’  viajaremos  {poreusómetha) 

negociaremos  (4,13)  {emporeiisómetha) 
b’  (comparación)  vapor  (4,14)  (atmís) 
jactancia  (4,15-5,6)  (káiijesis)  fanfarronería  (4,15-17) 

humillación  (5,1-6)  P' 


a 


paciencia  en  el  sufrimiento  (vv.  7-lla)  (kakopathéia)  (-) 

(makrotiniinía)  (-I-) 

b’  perseverancia  de  Job  (v.  Ilb)  (hiipomoné) 
c’  oración  de  fe  (v.  15)  (eujé  tes  písteos) 
d’  Elias  no  dudó  al  orar  (v.  17a) 
e’  Elias  recibió  (vv.  I7b-I8) 
r el  que  convierte  al  pecador 
del  desvío  (planes)  I 
de  su  camino  (liodoCi  mitoii)  2 P' 
salvará  su  alma  (vv.  19-20)  (sósei  psyjén)  a' 


2.  Análisis  de  la  estructura  general 

El  centro  estructural  de  la  carta  de  Santiago  es  el  pasaje  de  2,1-13  que  trata  el 
tema  de  la  acepción  o discriminación  entre  ricos  y pobres  dentro  de  la  iglesia.  Más 
adelante  estudiaremos  este  pasaje  por  separado.  Por  ahora  veremos  cómo  los  temas 
van  siendo  expue.stos  en  determinado  orden  hasta  llegar  a dicho  centro  y cómo  van 
apareciendo  de  forma  inversa  desde  allí  hasta  el  final. 

Puede  parecer  algo  extraño  que  el  centro  estructural  de  una  carta  de  cinco  ca- 
pítulos se  encuentre  ya  al  principio  del  segundo,  es  decir,  que  la  primera  parte  abar- 
que únicamente  un  capítulo  y la  segunda  parte,  después  del  centro,  tres  capítulos  y 
medio.  Pero  esto  obedece  a la  intención  del  autor  de  desarrollar  en  la  segunda  parte 
los  temas  esbozados  en  la  primera.  Veremos  también  cómo  el  desarrollo  de  ciertas 
cuestiones  se  da  en  el  mismo  orden  en  que  aparecen  en  la  primera  parte  (por  ejem- 
plo: en  E y E’  el  tema  de  refrenar  la  lengua),  mientras  que  otras  cuestiones  son  de- 
sarrolladas en  sentido  inverso  (por  ejemplo:  en  B y B’  el  tema  de  los  ricos),  lo  que 
da  lugar  incluso  a interesantes  quiasmos  y paralelismos  a distancia. 

Analicemos  entonces  las  diferentes  divisiones  de  esta  macroestructura^: 

En  A ( 1,2-8)  y A’  (5,7-20)  hallamos  el  tema  de  la  perseverancia  en  las  prue- 
bas o el  sufrimiento,  expuesto  en  A’  con  más  detalle  y con  varios  ejemplos  o mode- 
los: los  profetas,  Job  y Elias.  Ya  en  las  subdivisiones  a y a’  encontramos  un  quias- 
mo  a distancia  entre  términos  con  connotaciones  positivas  y negativas:  en  a (1,2) 
aparece  /ara  (gozo)  seguido  por  peirosmóis  (pruebas),  mientras  que  en  a’  (específi- 
camente en  5,10)  tenemos  en  el  ejemplo  de  los  profetas  primero  el  término  negati- 


El  análisis  detallado  de  1.2-18,  con  sus  microestructuras  y en  su  relación  literaria  con  el  libro  de  la 
Sabiduría,  es  hecho  en  este  mismo  número  por  J.  Severino  Croatto,  “La  carta  de  Santiago  como  escri- 
to sapiencial”.  Las  macrocstructuras,  como  la  que  estamos  estudiando,  no  necesariamente  retoman  los 
mismos  elementos  de  las  estructuras  pequeñas. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA.  No.  31 


vo  kakopathéia  (MilVimiento)  y luego  makroihumía  (paciencia).  Por  su  parte,  b’,  c’, 
d’  y e’  desarrollan  los  temas  de  sus  respectivas  contrapartes  en  A por  medio  de  ejem- 
plos o modelos:  Job  (5,11)  como  modelo  de  perseverancia;  los  presbíteros  de  la  igle- 
sia (5,14-16)  como  ejemplos  de  oración  con  fe;  Elias  (5,17-18)  como  modelo  del 
que  pide  sin  dudar  y recibe  lo  que  ha  pedido.  Por  último,  en  f y f’  hallamos  otro 
quiasmo  a distancia  con  dos  elementos  paralelos  en  (i  y ¡i"  '. 

a varón  de  doble  alma  (dípsyjos) 

/i  inestable  1 

en  todos  sus  caminos  (hodóis  autoü)  2 (1,8) 

ft'  del  desvío  1 ’ 

de  su  camino  (hodoil  antoCi)  T 
a'  salvan!  su  alma  (psyjén)  (5,20) 


En  B y B'  encontramos  un  tema  similar  al  del  centro  de  la  estructura,  una  crí- 
tica a los  ricos,  y no  a los  ricos  en  general  sino  principalmente  a los  ricos  de  la  igle- 
sia, a los  cristianos  ricos.  Esto  es  muy  claro  en  1,9-10,  donde  el  autor  se  dirige  al 
hermano  humilde  y luego  al  rico  (de  modo  implícito  también  un  hermano),  a quien 
insta  a jactarse  “en  su  humillación”;  al  igual  que  en  4,13-17,  donde  se  dirige  a los 
ricos  jactanciosos  en  segunda  persona  del  plural  (huméis).  Aunque  se  pudiera  decir 
que  este  “vosotros”  es  un  recurso  retórico  usual  del  género  parenético,  la  exhorta- 
ción de  4, 15  a que  los  ricos  digan  “Si  el  Señor  quiere...”  sería  irrelevante  si  fuera 
hecha  a los  que  no  son  cristianos.  Las  únicas  excepciones  parecen  ser  los  ricos  de 
los  que  se  habla  en  2,6-7,  que  oprimen  a los  destinatarios  de  la  carta  y blasfeman 
el  nombre  de  Cristo  y,  tal  vez,  los  de  5,1-6.  Pero  trataremos  esta  cuestión  más  ade- 
lante. 

Los  temas  aparecen  en  B’  en  sentido  inverso.  La  jactancia  está  expuesta  en  a 
y en  a’  mediante  un  desarrollo  en  paralelo  de  la  cuestión  de  la  exaltación  (a)  (fanfa- 
rronería de  los  ricos  en  a')  y la  humillación  (¡3  y ^’).  En  b el  rico  es  comparado  a la 
llor  de  la  hierba  y la  frase  está  elaborada  en  forma  de  quiasmo: 

a como  flor  (anthos) 

[i  de  la  hierba  pasará,  (jórtou) 

X Salió  pues  el  sol  con  calor  abrasador 
/i’  y secó  la  hierba  (joríon) 
a'  y su  flor  cayó  (anthos) 

En  b’  los  ricos  son  comparados  con  otro  elemento  efímero;  el  vapor  “que  por 
un  momento  aparece  y luego  desaparece”. 

A los  viajes  (de  negocios)  (poréiais)  del  rico  (c)  corresponden  (en  c’)  dos 
verbos  de  la  misma  raíz  en  primera  persona  del  plural;  poreusómetha  (de  porénomai 
- viajar,  marcharse)  y emporeusómetha  (de  emporéuomai  = negociar,  comerciar;  de 
donde  proviene  nuestra  palabra  “emporio”). 

En  C’  el  autor  expone  de  manera  descarnada  los  problemas,  apenas  esboza- 
dos en  C,  ocasionados  por  la  concupiscencia  y el  pecado.  Dentro  del  desarrollo  de 
b’  volvemos  a encontrar  algunos  temas  del  primer  capítulo  y del  centro  de  la  estruc- 


12 


CRISTINA  CÜNTI,  Propuesta  de  estructuración  de  la  Carta  de  Santiago 


tura;  la  amistad  con  el  mundo  (4,4-5),  que  era  menciontida  al  final  de  1,27;  la  humil- 
dad y la  exaltación  (4,6.10),  que  ya  habíamos  visto  en  1,9-10;  la  extraña  expresión 
dípsyjos  (literalmente  “de  doble  alma”),  usada  solo  por  Santiago  — y solo  en  1,8  y 
en  4,8 — y la  cuestión  de  la  ley  y el  juicio  (4,1 1-12),  que  ya  había  aparecido  en  2,10- 
13. 

Los  temas  de  D están  presentados  a la  inversa  en  D’,  desde  e’  hasta  volver  a 
a’.  La  sabiduría  está  descripta  en  3,1 7 como  un  don  perfecto  por  medio  de  siete  des- 
criptores (u  ocho,  si  contamos  como  dos  la  frase  “llena  de  compasión  y buenos  fru- 
tos”). Más  aún,  “Toda  dádiva  buena  y todo  don  perfecto  (a)  de  lo  alto  es  (b)”  (1,17a) 
corresponde  en  forma  de  quiasmo  a “Mas  la  de  lo  alto  (b’)  sabiduría  (a’)”  (he  de 
ánothen  sophía)  (3,17a).  Este  es  uno  de  los  casos  en  los  que  se  hace  necesario  for- 
zar la  sintaxis  castellana  para  respetar  el  orden  del  texto  griego.  Por  supuesto  que  a 
nadie  se  le  ocurriría  traducir  esta  última  frase  de  una  forma  tan  enrevesada;  este  ti- 
po de  sintaxis  forzada  solamente  vale  para  el  análisis  estructural. 

“Toda  inmundicia  y abundancia  de  mal”  (c)  está  desarrollado  en  c’  (3,14-16) 
de  forma  concéntrica,  con  elementos  en  paralelo  antes  y después  del  centro: 

a Pero  si  tenéis  envidia  amarga  (zelos) 

P y rivalidad  (erithéia) 
y en  vuestro  corazón, 

3 no  os  jactéis  ni  mintáis  contra  la  verdad. 

X No  es  ésa  la  sabiduría  bajada  de  lo  alto,  (x) 

sino  terrenal,  natural,  demoniaca;  (de  abajo)  (x’) 

a'  pues  donde  [hay]  envidia  (zelos) 

P'  y rivalidad,  (erithéia) 
y allí 

3'  confusión  y toda  acción  mala. 

“Con  dulzura”  (en  praúteti)  es  la  expresión  que  aparece  en  d y d’.  Por  su  par- 
te, en  e y e’  el  tema  es  el  obrar  y la  conducta.  Esta  es  la  única  vez  que  un  tema  está 
más  desarrollado  en  la  primera  parte  (1,22-25)  que  en  la  segunda  (3,13b). 

En  E ( 1 ,26)  se  insinúa  apenas  el  tema  de  refrenar  la  lengua,  que  luego  es  de- 
sarrollado ampliamente,  y en  el  mismo  orden,  en  E’  (3,1-12). 

Por  último,  en  E y F’  vemos  que  la  verdadera  fe  o religión  se  muestra  en  las 
buenas  obras,  como  la  atención  a los  necesitados:  los  paradigmáticos  huérfanos  y 
viudas  de  1,27.  Su  contraparte,  en  2,15-16  habla  de  “hermano  o hermana”,  lo  cual 
produce  un  paralelismo  masculino/femenino  que  no  puede  sino  ser  intencional  en  un 
escrito  que  no  se  caracteriza  precisamente  por  su  lenguaje  inclusivo. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


13 


3.  Estructura  de  2,1-13 

El  centro  de  la  estructura  merece,  justamente  por  la  importancia  de  su  centra- 
lidad,  ser  tratado  de  manera  detallada.  Comenzaremos  por  la  estructura  propia  de  es- 
te pasaje  de  2, 1-13\  En  este  caso  se  ofrece  el  texto  completo  del  pasaje,  ya  que  la 
longitud  del  mismo  lo  hace  posible. 

Hermanos  míos, 

A no  tengáis  con  acepciones  de  personas  (prosopolempsíais) 

(v.  1 ) la  fe  de  nuestro  Señor  Jesucristo  de  la  gloria 

(entra  un  rico)  a 

B a Pues  si  entrara  en  vuestra  reunión 

(v.  2a)  b un  varón  de  anillo  de  oro 

c en  vestido  resplandeciente,  (en  esthéti  lamprá) 

(entra  un  pobre)  b 

a’  pero  entrara  también 
b’  un  pobre 

c’  en  sucio  vestido,  (en  rnpara  esthéti) 
(se  favorece  al  rico)  a’ 

a entonces  miraríais  con  atención  sobre  (epihlépsete  de  epí) 
el  que  lleva  el  vestido  resplandeciente 
b y diríais, 

c Tú  siéntate  aquí  bien,  (hade) 

D 

(v.  3)  (se  relega  al  pobre)  b’ 

a’  y al  pobre 
b’  diríais 

c’  Tú  quédate  de  pie  o siéntate  allá  (ekéi) 
debajo  de  mi  escabel,  (hiipó  to  hupopódion) 

X ¿no  hicisteis  distinciones  dentro  de  vosotros  mismos 

(v.  4)  y llegasteis  a ser  jueces  de  razonamientos  malos? 


C 

(V.  2b) 


Oíd,  hermanos  míos  amados, 

D'  ¿no  eligió  Dios  a los  pobres  para  el  mundo  b” 

(v.  5)  [como]  ricos  en  fe  a” 

y herederos  del  reino  que  prometió  a los  que  le  aman? 


Para  un  análisis  del  esquema  retórico  clásico  seguido  por  el  autor  de  la  carta  en  2,1-13,  ver  el  inte- 
resante artículo  de  Duane  F.  Watson,  “James  2 in  the  Light  ol'the  Greco-Román  Scheme  of  Areumen- 
tation”,  en  NTS  39  (1993),  págs.  94-121  (cf.  págs.  102-108). 


14 


CRISTINA  CONTI,  Pri)piicst:i  de  estructuración  de  la  Carta  de  Santiago 


C’  Pero  vosotros  despreciasteis  al  pobre,  (v.  6a)  b’” 


¿Aca.so  los  ricos  no  os  oprimen,  a’” 

R’  y os  arra.stran  a los  tribunales? 

(vv.  6b-7)  ¿No  blasfeman  ellos  el  buen  nombre  invocado  sobre  vosotros? 


(acepción  de  personas  = transgresión  de  la  ley) 


a Si  empero  lleváis  a la  perfección  la  ley  regia  (nomon  teleite) 
según  la  Escritura,  “Amarás  a tu  prójimo  como  a ti  mismo”, 
b bien  hacéis; 


(vv.  8-9) 


X pero  si  hacéis  acepciones,  (prosopolcmpteite) 


A’ 


II 

(vv.  10- 


I 


b’  pecado  obráis, 

a’  declarados  por  la  ley  como  transgresores. 

(nómoK  has  parabátai) 

a Pues  cualquiera  que  toda  la  ley  guardara,  \ / 

b pero  cayera  en  una,  \ / 

c llegaría  a ser  (gégonen)  \ / 

d de  todas  culpable,  (páníon  enojos)  \ 

a’  Porque  el  que  dijo,  “No  adulterarás”,  / \ 

dijo  también  “No  matarás”;  / \ 

b’  ahora  bien,  si  no  adulteras,  pero  matas,  / \ 

c’  llegaste  a ser  (gégonas)  / \ 

d’  transgresor  de  la  ley.  (parahates  nómoii) 


Así  hablad  y así  haced  como  que 

por  una  ley  de  libertad  (día  nómon  eleutherías) 

vais  a ser  juzgados,  (v.  12)  (méllontes  knnesthai) 


A Pues  el  juicio  (krisis) 
conclusión  B sin  misericordia  (anéleos) 

(vv.  12-13) 

X para  el  que  no  hizo  misericordia;  (áteos) 


B’  se  gloría  la  misericordia  (áteos) 
A’  sobre  el  juicio,  (v.  13)  (kríseos) 


4.  Análisis  de  la  estructura  de  2,1-13 

Como  vemos,  la  estructura  del  centro  estructural  de  la  carta  es  también  con- 
céntrica. Por  si  eso  fuera  poco,  el  autor  ap'-ca  igualmente  aquí  el  recurso  de  desa- 
rrollar su  argumentación  en  la  segunda  parte. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA.  No.  .11 


15 


En  A’  se  presentan  el  significado  y las  consecuencias  de  la  acepción  de  perso- 
nas iprosopoleinpsía),  que  en  A aparece  en  plural,  como  una  conducta  habitual  que 
el  autor  quiere  mostrar  en  toda  su  dimensión.  La  acepción  de  personas  es  una  trans- 
gresión de  la  ley  del  amor.  El  autor  la  llama  “la  ley  regia”,  esto  es,  la  ley  del  Remo, 
dada  primero  a los  judíos  (Lv.  19,18),  pero  tan  enfatizada  para  los  cristianos  por  el 
Rey  de  reye.s’'.  Esta  ley  está  citada  en  la  primera  parte  de  A:  “Amarás  a tu  prójimo 
como  a ti  mismo”.  Notemos  que  el  autor  no  dice  simplemente  que  hay  que  guardar 
o cumplir  (íeréo)  la  ley  regia,  sino  que  hay  que  llevarla  a la  perfección  (telcióo),  lo 
cual  es  mucho  más  profundo. 

El  desarrollo  del  tema  en  A’  consta  de  dos  partes:  I (vv.  8-9)  y II  (vv.  10-1 1). 
Luego  viene  una  conclusión  (vv.  12-13)  que  no  forma  parte  de  la  estructura  anterior, 
en  cuyo  versículo  final  (v.  13)  encontramos  una  microestructura  concéntrica. 

El  tema  de  A’  es  que  la  acepción  de  personas  es  un  pecado  y,  por  consiguien- 
te, una  transgresión  de  la  ley,  de  manera  específica  de  la  ley  regia,  la  ley  del  amor. 
Esto  está  expuesto  en  la  parte  1 en  una  estructura  concéntrica,  en  cuyo  centro  apare- 
ce precisamente  el  verbo  prosopulemptéo.  La  acción  de  hacer  acepción  de  personas 
está  en  contraposición  a la  acción  de  llevar  a la  perfección  la  ley  del  amor  (a)  y su 
consecuencia  es  ser  declarado  por  la  ley  como  transgresor  (a’). 

En  b y b'  el  resultado  de  ambas  acciones  se  muestra  en  paralelo; 

b a bien  (kalós) 

(5  hacéis  (poiéite) 

b’  a pecado  (hamartían) 

(5'  obráis  (ergázesthe) 

Este  paralelismo  se  presenta  con  una  variación  en  los  verbos  empleados,  el  úl- 
timo de  los  cuales,  obrar  (ergázoniai),  conecta  con  el  pasaje  siguiente  (2,14-26)  so- 
bre la  fe  y las  obras  ipistis  y crgaY. 

La  parte  II  de  A (vv.  10-11 ),  está  trabajada  en  paralelo.  La  primera  parte  (a- 
d)  trae  el  principio  general,  la  segunda  parte  (a’-  d’),  un  ejemplo  de  cómo  el  incum- 
plimento de  una  norma  convierte  a la  persona  en  transgresora  de  toda  la  ley.  El  uso 
en  ambos  casos  (c  y c’)  del  aoristo  del  verbo  gínomai  refuerza  el  paralelismo. 

Al  final  de  la  parte  I (v.  9)  y al  final  de  la  parte  II  (v.  11)  hallamos  frases  que 
hablan  de  la  transgresión  de  la  ley,  no  obstante  las  palabras  aparecen  de  manera  in- 
versa, de  tal  modo  que  forman  un  quiasmo  a distancia; 

a declarados  por  la  ley  (nómou) 

[5  como  Iransgresores.  (parahátai)  (v.  9) 

P'  llegaste  a ser  transgresor  (parahates) 

a'  de  la  ley.  (nómou)  (v.  II) 

Pasamos  a comentar  aquí  la  conclusión  (vv.  12-13),  a pesar  de  que  no  forma 
parte  de  la  estructura  propiamente  dicha  porque  es  la  continuación  de  la  línea  de 


Me.  12.28-34  y par.;  Jn.  15,9-17;  etc. 

^ La  estructura  y la  teología  de  este  pasaje  han  sido  trabajadas  por  J.  Severino  Croatlo,  en  un  ensayo 
de  próxima  aparición. 


16 


CRISTINA  CONTI.  Propuesta  de  estructuración  de  la  Carta  de  Santiago 


pensamiento  que  veníamos  viendo.  Si  la  dejáramos  para  el  final,  quedaría  como  des- 
colgada. 

La  conclusión  está  trabajada  en  dos  partes:  una  exhortación  (v.  12)  y una  afir- 
mación (v.  13)'’.  La  exhortación  remite  a 1,25,  donde  se  mencionaba  la  “ley  perfec- 
ta, la  de  la  libertad”  {nomon  téleion  ton  tes  eleutherías)  y se  instaba  a su  cumpli- 
miento. Aquí  (2,12)  se  dice  a los  destinatarios  que  van  a ser  juzgados  precisamente 
por  esa  ley,  “una  ley  de  libertad”  (nómoit  eleutherías).  En  toda  la  carta  éstas  son  las 
dos  únicas  veces  en  que  aparece  esta  expresión.  Si,  como  todo  parece  indicar,  la  ley 
de  la  libertad  y la  ley  regia  son  expresiones  equivalentes,  entonces  la  ley  de  la  liber- 
tad es  la  ley  del  amor.  Esto  explicaría  la  enigmática  frase  final:  “se  gloría  la  mi.seri- 
cordia  sobre  el  juicio”,  que  surge,  sin  ningún  conector  gramatical,  después  de  la  afir- 
mación de  1 3a.  Si  van  a ser  juzgados  por  la  ley  del  amor,  la  miserieordia  va  a ser  el 
factor  determinante  en  el  juicio.  Pero  este  mismo  hecho  los  obliga  a obrar  con  mi- 
.sericordia  hacia  los  demás,  llevando  a la  perfección  la  ley  del  amor. 

En  la  segunda  parte  de  la  conclusión  (v.  1 3)  tenemos  una  microestructura  con- 
céntrica (A  B X B’  A’)  que  juega  con  las  palabras  juicio  (krisis)  y misericordia 
(éleos).  En  B lo  que  aparece  es  la  palabra  anéleos  (literalmente  “inmi.sericorde”), 
formada  por  la  palabra  misericordia  (éleos)  y el  prefijo  privativo  a (/?).  El  centro  de 
esa  estructura  es  la  frase  “para  el  que  no  hizo  mi.sericordia”,  o .sea,  para  el  que  no  ac- 
tuó de  acuerdo  con  la  ley  del  amor.  Y esto  nos  remite  a otros  dos  centros  estructura- 
les en  los  que  se  muestran  acciones  contrarias  a la  ley  del  amor:  x,  el  centro  de  A’  I 
(v.  9a)  y X,  el  centro  de  2, 1-1 1 (v.  4).  En  el  primero  (v.  9a)  tenemos  la  acción  de  ha- 
cer acepción  de  personas,  algo  que  seguidamente  se  calibea  como  pecado  contra  la 
ley  del  amor,  y está  en  paralelo  con  A (v.  1 ).  En  el  centro  estructural  de  todo  el  pa- 
saje (v.  4)  hallamos  la  acción  de  hacer  distinciones  y así  llegar  a ser  malos  jueces,  lo 
cual  también  es  contrario  a la  ley  del  amor.  Así,  el  centro  de  la  estructura,  ambos  ex- 
tremos y la  conclusión  constituyen  una  unidad  temática. 


5.  Ricos  y pobres 

Podemos  ver  que  hay  en  toda  esta  parte  media  de  la  estructura  un  interesante 
juego  entre  los  conceptos  de  rico  y pobre.  Esta  alternancia  constituye  a su  vez  una 
estructura  concéntrica: 

a entrara  un  varón  de  anillo  de  oro  (v.  2a) 

P y entrara  también  un  pobre  (v.  2b) 
a'  al  que  lleva  el  vestido  resplandeciente...  Tú  siéntate  aquí  (v.  3a) 

P'  y al  pobre...  Tú  quédate  de  pie  o siéntate  allí  debajo  (v.  3b) 

P"  ¿no  eligió  Dios  a los  pobres  para  el  mundo  (v.  5b) 
a” como  ricos  en  fe...?  (v.  5c) 

P'"  vosotros  despreciasteis  al  pobre  (v.  6a) 
a’”  ¿acaso  los  ricos  no  os  oprimen...?  (v.  6b) 


También  desde  el  punto  de  vista  de  la  retórica  clásica  los  vv.  12-13  constituyen  una  conclusión  (com- 
ple.xio);  ver  D.  F.  Watson,  op.  cii.,  pág.  107. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


17 


Es  notable  que  si  bien  de  las  ocho  partes  de  esta  estructura,  cuatro  se  refieren 
a los  ricos  y cuatro  a los  pobres,  el  término  “pobre”  aparece  cuatro  veces,  en  cambio 
el  término  “rico”  solo  dos  veces,  y una  de  ellas  se  refiere  a una  característica  de  los 
pobres:  “como  ricos  en  fe”.  De  hecho,  los  ricos  son  mencionados  como  tales  única- 
mente una  vez  (en  a”’)  y,  como  veremos,  el  término  no  alude  a la  misma  gente  de  la 
que  se  hablaba  antes.  En  las  dos  ocasiones  restantes  (vv.  2-3)  el  autor  recurre  a giros 
y descripciones  para  referirse  a los  ricos.  El  hipotético  rico  que  entra  a la  reunión  es 
mencionado  como  el  “varón  de  anillo  de  oro”  o “el  que  lleva  el  vestido  resplande- 
ciente”. Nótese  el  énfasis  en  la  cualidad  visual  de  lo  brillante,  tanto  del  oro  del  ani- 
llo, como  de  la  ropa  del  rico.  Hay  que  advertir  asimismo  el  uso  del  adjetivo  nomina- 
tivo “anillo  de  oro”  que  califica  a “varón”  (onér  jnisodaktúlios).  El  anillo  aquí  no  es 
simplemente  algo  que  este  rico  lleva  puesto,  sino  algo  que  lo  caracteriza  como  una 
clase  de  rico  muy  especial.  Sophie  Laws  afirma  que  tales  anillos  formaban  parte  de 
la  investidura  de  los  oficiales  de  la  aristocracia  romana  '.  De  modo  que  éste  no  sería 
un  rico  cualquiera,  sino  un  miembro  de  la  élite  de  los  más  poderosos. 

El  término  usado  por  el  autor  como  contraparte  de  rico  no  es  sencillamente 
“pobre”,  aunque  así  tengamos  que  traducirlo.  El  griego  tiene  dos  palabras  diferen- 
tes para  “pobre”:  penes  y ptojós.  El  primero  se  refiere  a la  persona  que  tiene  que  tra- 
bajar para  vivir,  pero  está  por  encima  del  nivel  de  subsistencia.  Puede  incluso  poseer 
alguna  propiedad  reducida  y hasta  algo  de  dinero  ahorrado,  sin  embargo  está  obli- 
gado a trabajar  para  ganarse  la  vida^  En  cambio,  el  ptojós  no  tiene  trabajo  ni  medios 
de  vida;  está  obligado  a mendigar  para  subsistir'.  De  esta  cla.se  de  pobres  hablaba 
siempre  Jesús,  y dijo  que  eran  bienaventurados  porque  de  ellos  era  el  Reino  de 
Dios"’.  Adviértase  la  similitud  con  Santiago  2,5  donde  se  proclama  a éstos,  que  pa- 
ra el  mundo  son  ptojós,  como  “ricos  en  fe  y herederos  del  reino”. 

Observamos  una  relación  de  oposición  entre  lo  que  podríamos  llamar  la  op- 
ción de  Dios,  quien  elige  a los  que  son  pobres  para  el  mundo  (v.  5),  y la  opción  de 
los  destinatarios,  que,  como  si  fueran  parte  del  mundo,  los  desprecian  (vv.  3b  y 6a). 
Esto  nos  remite  al  final  de  1,27,  donde  encontramos  que  la  religión  pura  e inmacu- 
lada ante  Dios  consiste  en  ayudar  a ios  necesitados  y “conservarse  sin  mancha  del 
mundo”.  También  nos  lleva  a 4,4  que  afirma  “la  amistad  del  mundo  es  enemistad  de 
Dios”.  Duane  F.  Watson  dice  que  la  pregunta  retórica  de  2,5  está  enmarcada,  por  me- 
dio de  la  antítesis,  entre  la  percepción  que  el  mundo  tiene  del  ptojós  y su  posición 
real  ante  Dios,  como  rico  y heredero”.  Por  su  parte,  en  la  acusación  que  sigue  (v. 
6a),  el  pronombre  huméis  (vosotros)  es  enfático  para  marcar  el  contaste  entre  la  ac- 
titud de  los  destinatarios  para  con  los  pobres  y la  de  Díos'a 

Queda  pendiente  todavía  la  cuestión  de  por  qué  se  alude  al  rico  de  forma  in- 
directa, en  tanto  que  al  pobre  se  lo  menciona  dos  veces  como  tal  en  2,2-3.  Creemos 


^ Citada  por  ELsa  Tamez.  Sanliago.  Lectura  laiinoamericana  ele  la  epístola  (.San  Jo.se.  DEL  1 985).  pág. 
45. 

Ü 

J.  D.  Crossan,  E!  Jesús  histórico.  La  vida  de  iitt  campesino  judío  del  Mediterráneo  (Buenos  Aires. 
Planeta,  1994),  págs,  290s. 

Ibid.,  págs.  290-292;  Friedrich  Hauek  “ptojús",  en  TWNT,  VI,  págs.  886s. 

Le.  6,20b.  Maleo  agrega  el  califieativo  “de  espíritu"  y eambia  “Reino  de  Dios”  por  "Reino  de  los 
cielos"  por  motivos  teológicos. 

' ' D.  F.  Watson.  op.  cit.,  pág.  104. 

Ihid.,  pág.  105. 


18 


CRISTINA  CONTI,  Propuesta  ile  estructuración  de  la  Caila  de  Santiago 


que  el  autor  busca  enfatizar  que  para  los  destinatarios  lo  que  en  realidad  importa  es 
lo  exterior;  ellos  se  quedan  deslumbrados  con  la  apariencia  del  rico.  Además,  este 
recurso  retórico  no  solamente  sirve  para  destacar  al  pobre  — nombrado  como  tal — 
sino  que  también  permite  que  la  primera  vez  que  aparece  en  el  pasaje  la  palabra  “ri- 
co” (ploúsios)  sea  precisamente  para  referirse  a los  pobres  “como  ricos  en  fe”  (v. 
.'Se).  El  efecto  está  enfatizado  por  lo  que  sigue:  “herederos  del  reino”.  Más  aún,  la 
segunda  vez  que  se  usa  el  término  “rico”  (vv.  6b-7)  no  se  está  hablando  de  la  mis- 
ma cla.se  de  rico  que  en  ios  versículos  2 y 3.  Los  que  oprimen  a los  destinatarios  y 
los  arrastran  a los  tribunales  no  pueden  ser  los  mismos  que  entran  y se  sientan  en  la 
reunión  cristiana,  porque  los  ricos  opresores  blasfeman  el  nombre  de  Cristo,  “el 
buen  nombre  invocado  sobre  vosotros”  (v.  7),  algo  que  ningún  cristiano,  o incluso 
un  mero  simpatizante,  haría. 

Elsa  Tamez  opina  que  los  ricos  de  la  epístola  “no  pertenecen  a la  comunidad 
cristiana,  o por  lo  menos  el  autor  no  cree  que  deben  pertenecer”'^  La  razón  sería  que 
cuando  se  los  nombra  explícitamente  (1,10-11;  2,6;  5,1-6)  .se  habla  de  ellos  de  ma- 
nera condenatoria.  Los  dos  últimos  textos  los  pre.sentan  como  opresores  y el  prime- 
ro los  condena  al  fracaso.  “Habría  que  entender  que  su  sentencia  es  debida  a su  opre- 
sión”'''. No  obstante,  es  muy  evidente  que  el  rico  de  1,10-11  es  un  hermano  en  la  fe 
tanto  como  el  humilde  de  1,9.  El  paralelismo  antitético  es  clarísimo; 

a .láctese  el  hermano  humilde 
b en  su  exaltación,  (v.  9) 

a’  pero  el  rico 

b’  en  su  humillación,  (v.  10) 

No  es  necesario  que  en  a’  aparezca  explícitamente  la  palabra  “hermano”;  de 
hecho  sería  una  redundancia,  y un  escritor  tan  hábil  en  el  manejo  del  idioma  como 
el  autor  de  esta  carta  no  se  permitiría  tal  cosa. 

Nótese  que  el  autor  no  se  refiere  al  hermano  del  versículo  9 con  el  término 
“pobre”  (ni  piojos  ni  penes)  sino  “humilde”  (tapeinós).  El  tema  del  pasaje  de  1,9-11 
tiene  que  ver  con  una  condición  espiritual  más  bien  que  socioeconómica'^  El  uso  de 
los  conceptos  de  exaltación  (hiipsos)  y humillación  (tapéiiwsis)  nos  lleva  hacia  ade- 
lante, a un  texto  paralelo  (4,10)  que  dice;  “humillaos  ante  el  Señor  y os  exaltará”. 
Todo  el  pa.saje  al  que  pertenece  este  versículo  (4,1-10)  habla  de  que  los  pecadores 
se  vuelvan  a Dios  en  arrepentimiento.  Incluso  se  da  un  quiasmo  a distancia  entre 
1,9-10  y 4,10; 

a el  hermano  humilde  en  su  exaltación 
/i  el  rico  en  su  humillación  (1,9- 10a) 

P'  humillaos  ante  el  Señor 

a'  y os  exaltará  (4,10) 


Elsa  Tamez,  o¡>.  cit..  pág.  49. 

'4  L()c\  cit.  La  autora  no  toma  en  cuenta  aquí  la  mención  de  los  ricos  en  el  v.  10  y únicamente  cita  el 
V.  1 1 como  uno  de  los  tres  ejemplos,  pero  sí  cita  el  v.  10  en  la  pág.  43. 

Para  una  visión  de  este  pasaje  a la  luz  de  la  literatura  sapiencial,  ver  en  este  mismo  número  la  sec- 
ción 1.1.3.  dcl  artículo  de  J.  .Severino  Croado. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA.  No.  .11 


19 


Este  qiiiasmo  a distancia  es  solamente  una  muestra  más  de  que  el  tema  de  am- 
bos pasajes  es  similar 

Tamez,  por  el  contrario,  cree  que  la  antítesis  entre  el  hermano  humilde  y el 
rico  indica  que 

...no  se  puede  ver  en  la  humildad  del  hermano  una  característica  moral  o espiritual. 

Se  trata  de  un  hermano  pobre  económicamente,  y es  humilde  en  tanto  es  pobre'*. 

Aunque  esto  fuera  así,  la  humildad  de  ese  pobre  seguiría  siendo,  de  cualquier 
manera,  una  condición  mortil  o espiritual.  Y si  ese  hermano  es  humilde  y pobre,  ¿por 
qué  no  usa  el  autor  los  términos  ptojós  o penes  en  lugar  de,  o Jitnto  con,  tapeinósl 
Por  lo  demás,  los  términos  “humillación”  (tapéinosis),  “exaltación”  (luipsos),  y sus 
respectivos  verbos  (que  aparecen  en  4,10),  no  pertenecen  a una  isotopía  socioeco- 
nómica sino  espiritual.  El  autor  ciertamente  trata  el  tema  de  los  pobres  y ricos  des- 
de una  perspectiva  socioeconómica  en  otras  partes  de  la  carta,  pero  no  en  1 ,9-1 1 . 

Con  respecto  al  pasaje  de  5,1-6,  parece  ser  que  no  se  refiere  a los  mismos  ri- 
cos de  4,13-17  por  varias  razones.  Ambos  pasajes  comienzan  con  la  misma  expre- 
sión; “ahora  bien”  (age  luin),  lo  cual  parece  indicar  que  se  trata  de  dos  grupos  dife- 
rentes. En  caso  contrario  no  tendría  objeto  repetir  la  expresión.  Además,  los  peca- 
dos de  ambos  grupos  son  distintos.  Los  ricos  de  4,13-17  son  jactanciosos  y autosu- 
ficientes.  El  autor  los  critica  por  su  fanfarronería  y los  exhorta  a tener  en  cuenta  a 
Dios.  En  cambio,  los  ricos  — mencionados  como  tales — de  5,1  -6  son  opresores,  ex- 
plotadores y avaros.  Quizá  hasta  sean  asesinos  (v.  6),  aunque  ese  texto  está  tomado 
del  pasaje  de  Sabiduría  1 , 1 6 — 2,20  y podría  tratarse  de  una  metáfora  sapiencial '7  El 
autor  les  predice  a estos  ricos  un  castigo  ejemplar  que  vendrá  del  propio  Dios,  quien 
ha  oído  el  clamor  de  los  pobres  que  ellos  explotan  (en  este  caso  se  trataría  de  péne- 
tes,  puesto  que  tienen  trabajo,  no  de  ptojói).  Por  el  tono  de  las  invectivas,  las  cosas 
de  las  que  se  los  acusa,  el  castigo  que  se  les  predice  y,  sobre  todo,  la  referencia  sa- 
piencial que  los  colocaría  entre  los  impíos  (Sabiduría  1,16),  es  muy  poco  probable 
que  se  esté  hablando  de  cristianos.  El  uso  de  la  segunda  persona  del  plural  puede  ex- 
plicarse como  un  recurso  retórico  del  género  parenético.  Otra  posibilidad  es  que  el 
autor  esté  exhortando  a los  ricos  de  la  comunidad  cristiana  a que  no  se  comporten 
como  los  ricos  del  mundo.  De  todas  maneras,  los  ricos  descriptos  en  el  pasaje  segu- 
ramente no  son  cristianos. 

De  modo  que,  de  todos  los  ricos  de  la  epístola,  algunos  sí  pertenecen  a la  co- 
munidad cristiana  (1,10-11;  2,2-3;  4,1 3-1 7)  — aunque  únicamente  sea  como  hipoté- 
ticos simpatizantes  (2,2-3) — y otros  no  pertenecen  a ella  (2,6b-7;  5,1-6). 

Sigamos  ahora  con  el  análisis  de  la  estructura  de  2,1-13. 

En  los  versículos  2 y 3 el  autor  presenta  un  ejemplo  de  la  habitual  acepción 
de  personas  en  que  incurren  los  destinatarios.  El  varón  de  anillo  de  oro  y el  pobre 
representan  a los  muchos  ricos  y pobres  con  los  que  se  ha  actuado  con  parcialidad. 
Esa  es  la  razón  de  que  el  término  prosopoleinpsía  aparezca  en  plural  en  el  versícu- 
lo precedente. 

Tanto  B como  B’  hablan  de  ricos,  pero  como  hemos  visto,  no  se  trata  de  los 
mismos.  El  rico  de  B sería  alguien  que  entra  por  primera  vez  a la  reunión  del  grupo 


E.  Tamez,  op.  cil.,  págs.  60s. 

^ Ver  al  artículo  de  J.  S.  Croallo  antes  citado. 


20 


CRISTINA  CONTI,  Propuesta  de  eslrucluradón  de  la  Cana  de  Santiagoii 


cristiano  a¡  que  pertenecen  los  destinatarios.  Puede  tratarse  de  un  simpatizíinte  o de 
un  cristiano  que  viene  de  visita.  En  cambio,  los  ricos  de  B’  no  son  cristianos  ni  sim- 
patizantes del  cristianismo,  no  solo  por  ser  opresores,  sino  principalmente  por  sei 
blasfemos. 

En  C y C’  sí  se  trata  de  los  mismos  pobres  (ptojói),  quienes  tantas  veces  han¡l 
sido  despreciados.  El  verbo  usado  aquí  (v.  6a)  es  atiimizo,  que  significa  lo  contrarioll 
de  timdo  (honrar,  respetar).  La  acción  es  una  afrenta  a la  dignidad  del  pobre  como* 
ser  humano  y,  como  ya  hemos  visto,  contrasta  tajantemente  con  la  actitud  de  Diosl' 
hacia  esas  mismas  personas  (v.  5). 

Al  hacer  la  descripción  de  la  ropa  de  los  dos  personajes  (v.  2),  el  autor  invier-li 
te  el  orden  de  los  sustantivos  y adjetivos  y forma  un  quiasmo:  | 

a vestido 

[i  resplandeciente 
[i  ' sucio 

a'  vestido  ' 

l‘ 

Este  recurso  le  permite  enfatizar  el  adjetivo  “sucio”  que  califica  al  vestido  del  ji 
pobre  y mostrar  la  diferencia  con  el  vestido  resplandeciente  del  rico.  Lo  que  es  más,  |t 
al  repetir  en  el  versículo  siguiente  la  descripción  del  vestido  del  rico  se  forma  unaji 
microestructura  concéntrica,  lo  cual  enfatiza  más  todavía  la  diferencia: 

a vestido  resplandeciente  (ab)  ! 

X sucio  vestido  (ba)  ¡ 

a’  vestido  resplandeciente  (ab) 

Es  muy  sugestivo  que  las  descripciones  del  pobre  y del  rico  (en  2,2-3)  se  que-  I 
den  en  el  aspecto  exterior  de  ambos,  esto  es,  en  lo  que  llevan  puesto;  el  anillo  de  oro  I 
y el  vestido  reluciente  del  rico  y el  vestido  sucio  del  pobre.  Nada  se  nos  dice  acerca  ) 
de  la  interioridad  del  pobre  y del  rico,  por  la  sencilla  razón  de  que  la  discriminación 
y el  favoritismo  se  basan  justamente  en  lo  exterior. 

El  contraste  entre  la  opción  de  los  destinatarios  y la  de  Dios  está  mostrado  | 
descarnadamente  en  D y D’.  Los  destinatarios  favorecen  al  rico  y relegan  al  pobre,  i 
mientras  que  Dios  elige  a estos  últimos  como  ricos  y herederos,  pero  no  de  propie- 
dades materiales,  sino  de  bendiciones  incorruptibles.  Además,  si  los  pobres  son  los 
herederos  del  Reino  que  Dios  prometió  a los  que  le  aman,  se  sigue  que  los  pobres 
son  los  que  aman  a Dios,  al  menos  desde  la  perspectiva  del  autor'^ 

Podemos  observar  varias  cosas  interesantes  en  D (v.  3): 

En  primer  lugar,  el  verbo  epihlepo  (mirar  con  atención,  literalmente;  sobremi- 
rar) seguido  por  la  preposición  epí  (sobre),  que  es  la  misma  que  aparece  como  pre- 
fijo del  verbo.  Esta  repetición  solo  se  usa  cuando  se  quiere  enfatizar  el  efecto  de  la 
preposición.  El  autor  está  resaltando  el  hecho  de  que  los  destinatarios  prestan  aten- 
ción, clavan  su  mirada  sobre  “el  que  lleva  el  vestido  resplandeciente”.  La  aparien- 
cia exterior  del  rico  suscita  la  atención  — y las  atenciones — de  los  destinatarios. 

Estos  invitan  al  rico  a .sentarse  “aquí”  (hade),  es  decir,  cerca  de  ellos,  en  un 


Ver  la  misma  expresión  (lois  agapósin  anión)  al  final  eJe  1,12,  también  en  un  contexto  de  prome- 
sas y bendiciones  eternas,  aunque  no  referido  a algún  grupo  social  en  particular. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


21 


buen  lugar  (como  lo  indica  el  adverbio  kalñs).  En  cambio,  al  pobre  le  dicen  que  se 
quede  de  pie  o que  se  siente  “allá”  (ekéi),  lejos. 

Lo  que  sigue  es  sorprendente,  no  solamente  por  el  lugar  donde  se  le  dice  al 
pobre  que  .se  siente  y lo  que  eso  implica,  sino  también  por  el  juego  de  palabras  uti- 
lizado por  el  autor  y las  microestructuras  que  se  forman.  Para  empezar,  tal  como  al 
principio  del  versículo  se  enfatizaba  la  preposición  epí  (sobre),  al  final  se  enfatiza 
hupó,  que  significa  justo  lo  contrario  (debajo).  Al  pobre  se  le  dice  que  se  siente  de- 
bajo de  un  escabel,  o sea,  debajo  de  un  banquito  donde  se  apoyan  los  pies.  La  ex- 
presión literal  es  “debajo  del  debajo-de-pies  mío”  (hupó  to  hupopódion  mou).  No 
puede  haber  posición  más  baja  que  ésa...  inclusive  por  debajo  de  lo  que  se  pisa.  La 
expresión  implica  una  degradación  del  pobre  en  su  dignidad  humana. 

El  juego  de  preposiciones  y palabras  compuestas  constituye  una  microestruc- 
tura  en  quiasmo,  que,  lamentablemente,  solo  es  discernible  en  griego: 

a epiblépsete 
P epí  (sobre) 

P’  upó  (debajo) 
a'  upopódion 

El  contraste  entre  lo  elevado  y lo  bajo  — -sería  mejor  decir  entre  lo  sobrevalo- 
rado y lo  subvalorado — queda  así  bien  en  evidencia,  especialmente  porque  esta  es- 
tructura se  forma  entre  los  dos  extremos  del  versículo. 

Encontramos  otra  microestructura  en  las  respectivas  invitaciones  a sentarse  o 
quedarse  de  pie,  y dónde: 

siéntate  (kdthou}  a 

a aquí  (hade)  P 
bien  (kalós)  y 

X quédate  de  pie  (stethi) 

siéntate  (kdthou)  a' 

a’  allá  (ekei)  P’ 

debajo  de  mi  escabel  / 

El  contraste  entre  ¡3  y [3  se  da  con  respecto  a la  distancia.  Entre  y y y se  da 
en  cuanto  al  buen  lugar  y el  peor  lugar  posible.  Este  es  un  ejemplo  contundente  de 
la  parcialidad  de  los  destinatarios. 

Llegamos  ahora  al  centro  de  la  estructura  (v.  4)  y hallamos  aquí  la  conclusión 
del  ejemplo  precedente,  expresada  como  una  pregunta  retórica.  Esa  pregunta  es  en 
sí  misma  una  acusación  a los  destinatarios.  Se  vuelve  al  tema  de  la  acepción  de  per- 
sonas de  A y A’,  no  obstante  no  se  usa  la  misma  expresión.  El  verbo  aquí  es  diakri- 
no  (juzgar,  separar,  hacer  distinción)  en  aoristo  pasivo,  que  por  lo  general  ha  sido 
traducido  como  voz  activa:  “hicisteis  distinciones”.  El  verbo  (con  su  raíz  krin-)  ele- 
gido por  el  autor  está  en  paralelo  en  el  mismo  versículo  con  kritdi  (jueces),  y ambos 
remiten  a la  conclusión,  con  su  arreglo  de  palabras  de  la  misma  raíz:  krínesthai  (v. 
12)  y krisis  (v.  13).  Esta  conexión  del  centro  de  la  estructura  con  la  conclusión  no 
puede  sino  ser  intencional.  El  uso  del  verbo  diakrino  tiene  el  propósito  de  estable- 


22 


CRISTINA  CÜNTI,  Propuesta  de  cslruciuración  de  la  Carta  de  Santiago 


cer  esa  conexión.  Los  destinatarios  se  erigen  en  jueces  al  hacer  acepción  de  perso- 
nas (cf.  4,1 1-12),  y además  son  jueces  que  emplean  razonamientos  malos.  El  autor 
les  dice,  en  la  conclusión,  que  van  a ser  juzgados  por  la  ley  del  amor  (v.  12)  y que 
tendrán  un  juicio  sin  misericordia,  si  no  actúan  con  misericordia  (v.  13a).  Sin  em- 
bargo, deja  abierta  la  puerta  para  la  esperanza  (y  el  arrepentimiento)  al  terminar  di- 
ciendo que  la  misericordia  es  superior  al  juicio. 

Habría  que  comentar  ahora  el  uso  de  la  expresión  en  heaiitóis.  Generalmente 
se  la  traduce  como  “entre  vosotros”,  pero  tal  traducción  es  bastante  discutible.  El 
pronombre  reflexivo  apunta  hacia  la  interioridad,  no  hacia  algo  exterior,  como  sería 
“entre  vosotros”  (significando  “en  vuestro  grupo”),  que  es  el  sentido  que  se  le  sue- 
le dar  en  Santiago  2,4.  Como  ejemplo  podemos  citar  otros  tres  textos  en  ios  que  apa-  1 
rece  este  pronombre  reflexivo  precedido  por  la  preposición  griega  en.  Esos  textos 
son  Mateo  3,9,  Marcos  5,30  y Lucas  7,39.  Podríamos  citar  varios  otros,  no  obstan- 
te tres  testigos  son  suficientes  (cf.  Deuteronomio  19,15).  Veremos  en  estos  ejemplos 
que  el  criterio  de  traducción  — y por  ende  de  interpretación — es  diferente.  En  Ma- 
teo 3,9  encontramos  légein  en  heautóis,  que  la  Biblia  de  Jeriisalén  (BJ)  traduce  co- 
mo “decir  en  vuestro  interior”.  Marcos  5,30  dice  que  Jesús  epignóus  en  heautó,  lo 
cual  es  traducido  como  “dándo.se  cuenta”  por  la  BJ.  Por  su  parte,  Lucas  7,39  trae  éi- 
pen  en  lieauto,  según  la  BJ,  “se  decía  para  sí”.  ¿Por  qué  entonces  a diekríthete  en 
heautóis  (Santiago  2,4)  se  lo  traduce  como  “hacer  distinciones  entre  vosotros”?  Tal 
traducción  no  hace  justicia  al  sentido  de  un  pronombre  reflexivo.  Un  autor  que  usa 
un  griego  tan  cuidado  como  el  que  hallamos  en  esta  carta  no  usaría  un  pronombre 
por  otro.  Si  hubiera  querido  decir  “entre  ustedes”,  habría  usado  en  humin  y no  en 
heautóis.  Creemos,  por  tanto,  que  es  mejor  traducir  esa  parte  del  texto  como:  “¿No 
hicisteis  distinciones  dentro  de  vosotros  mismos?”  El  autor  está  acusando  a los  des- 
tinatarios de  un  pecado  que  comienza  en  la  interioridad.  El  uso  de  los  verbos  epible- 
po  y diakrino,  y del  sustantivo  dialogisiuós,  también  apunta  en  esa  dirección.  Los 
destinatarios  primero  miran  con  atención,  luego,  dentro  de  su  mente  — o de  su  co- 
razón— hacen  la  distinción  (o  separan)  entre  ricos  y pobres,  para  terminar  haciendo 
acepción  de  personas  (prosopolempsía),  que  es  la  exteriorización  en  acciones  (en 
obras)  de  la  separación  que  han  hecho  en  su  interior.  Por  todo  este  proceso  se  con- 
vierten a sí  mismos  en  jueces  (kritái)  que  se  rigen  por  razonamientos  (dialogismói) 
malvados. 

Los  extremos  (A  y A’)  y el  centro  (X)  de  la  estructura  de  2,1-13,  entonces, 
muestran  la  acepción  de  personas  como  un  pecado  que  empieza  dentro  del  sujeto  y 
que  al  exteriorizarse  se  transforma  en  una  transgresión  de  la  ley  del  amor.  Esto  está 
en  consonancia  con  1,13-15,  de  la  misma  manera  que  el  tema  de  erigir.se  en  jueces 
está  desarrollado  en  4, 1 1 - 1 2.  Y no  es  casualidad  que  estos  dos  pasajes  se  encuentren 
en  C y C’  en  la  estructura  general.  Una  muestra  más  del  cuidado  con  que  está  redac- 
tada esta  epístola. 

Como  hemos  visto,  la  carta  de  Santiago,  lejos  ser  un  escrito  desordenado, 
obedece  a un  plan  cuidadoso  en  el  que  los  temas  mencionados  en  la  primera  parte 
(capítulo  1 ) son  desarrollados  en  la  segunda  (capítulos  2 al  5),  y de  forma  inversa. 

El  centro  estructural  de  toda  la  carta  (2,1-13)  tiene  asimismo  una  estructura  concén- 
trica, al  igual  que  el  escrito  en  su  totalidad,  y en  este  centro  también  la  argumenta- 
ción aparece  desarrollada  en  la  segunda  parte  de  la  estructura  (vv.  5-13).  Finalmen- 
te, la  conclusión  del  pasaje  central  (vv.  12-13)  remite  al  tema  de  .ser  jueces,  que  apa- 


[REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


23 


recía  mencionado  en  el  centro  estructural  del  pasaje.  Todo  esto  evidencia  un  prolijo 
trabajo  de  redacción. 

Esperamos  que  este  análisis  de  algunas  de  las  estructuras  manifiestas  y de 
unas  pocas  de  las  microestructuras  de  la  carta  de  Santiago  pueda  ser  útil  para  ulte- 
riores investigaciones,  y que  además  haya  sido  una  muestra  de  las  posibilidades  de 
este  método  de  aproximación  a los  textos  bíblicos. 


Cristina  Conti 

Camaciiá  252 
1406  Buenos  Aires 
Argentina 


J.  SEVERINO  CROATTO 


LA  CARTA  DE  SANTIAGO 
COMO  ESCRITO  SAPIENCIAL 


Resumen 

Si  bien  se  ha  relacionado  la  epístola  de  Santiago  con  escritos  sapienciales  del  Anti- 
guo Testamento  (Sirac,  por  ejemplo)  o con  pasajes  del  Nuevo  (especialmente  Mateo), 
todavía  no  se  ha  explorado  la  dependencia  literaria  y sobre  todo  conceptual  respec- 
to del  libro  de  la  Sabiduría,  tanto  en  su  primera  sección  ( 1-5:  temas  de  la  prueba  en 
el  sufrimiento,  del  destino  del  rico  o del  pobre,  de  la  caducidad  de  los  impíos)  como 
en  la  segunda  (6-9:  petición  de  la  sabiduría,  don  de  lo  alto:  propiedades  de  ésta).  En 
este  artículo  se  estudian,  a la  luz  del  libro  de  la  Sabiduría,  algunos  aspectos  sapien- 
ciales de  la  introducción  temática  ( 1,2-18),  con  sus  dos  unidades  literarias  (vv.  2-12 
y ¡3-18),  las  que  son  analizadas  también  como  estructuras  retóricas.  Se  sugiere  que 
la  carta  de  Santiago  es,  en  el  Nuevo  Testamento,  el  escrito  sapiencial  representativo. 

Abstrae! 

Although  the  epistie  of  .James  has  been  correlated  to  OT  wisdoin  writings  (Sirac,  for 
instance)  or  NT passages  (especially  from  the  Cospel  of  Mathew),  the  literary  depen- 
dente on  the  Book  of  Wisdom  has  not  yet  been  explored.  By  way  of  illustration,  we 
might  mention  such  thenies  as  the  triol  in  suffering,  the  f ate  of  the  rich  and  the  poor, 
the  caducity  of  the  wicked  (in  the  first  section  of  the  book,  chapters  1-5),  or  the  sup- 
plication  for  wisdom  as  a gift  from  above,  the  characteristics  of  wisdom  (in  the  se- 
cond  section,  chapters  6-9).  This  article  deais  with  some  wisdom  aspects  in  the  the- 
matic  introduction  of  the  epistle  of  James  ( 1,2-18),  whose  two  literary  units  fvi'.  2-12 
and  13-18)  are  also  analyzed  as  rhetorical  structures.  Uí'  suggest  that  James  is  the 
specific  wisdon  writing  in  the  NT. 


Una  lectura  atenta  de  la  epístola  de  Santiago,  dirigida  a la  “diáspora”  cristia- 
na de  fines  del  siglo  1 o inicios  del  II,  muestra  que  este  texto  se  ubica  en  tres  dimen- 
siones superpuestas,  o en  forma  de  embudo'.  Tales  dimensiones  son  la  haláquica,  la 
sapiencial  y la  profética.  La  primera  se  refiere  a la  ética  y a las  normas  de  la  comu- 
nidad; la  segunda  al  comportamiento  sabio,  dentro  óp  la  experiencia  cristiana,  que 


' Es  el  caso,  por  ejemplo,  de  las  tres  septenas  de  sellos,  trompetas  y copas  en  el  Apocalipsis:  el  con- 
tenido del  sétimo  sello  son  las  siete  trompetas,  pero  el  de  la  sétima  trompeta  son  las  siete  copas,  la  sé- 
tima de  las  cuales  contiene  el  destino  de  Babilonia,  objeto  por  excelencia  de  la  ira  de  Dios.  Dicho  de 
otro  modo,  las  siete  fíalas  o copas  están  dentro  de  las  trompetas,  y éstas  dentro  de  los  sellos.  Para  la 
estructura,  cf.  .1.  Lambrccht,  "A  Structuration  of  Revclation  4,1 — 22,5",  en  J.  Lambreclit  (ed.),  L'Apo- 
ccüypsc  Johanniquc...  (Gcmbloux,  Duciilot,  1980),  págs.  77-104. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


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conduce  a la  salvación  (equivalente  al  “éxito  en  la  vida”  en  la  literatura  sapiencial); 
la  tercera,  toma  como  modelos  personas  y un  lenguaje  proféticos  que  sirven  para  en- 
fatizar el  tono  del  querigma. 

Se  ha  escrito  sobre  uno  u otro  de  estos  aspectos,  a veces  con  la  pretensión  de 
presentarlo  como  el  exclusivo  o dominante^  Mejor  sería  entender  que  se  trata  de  én- 
fasis diferentes,  cada  uno  con  su  propia  función  no  solamente  literaria  sino  también 
querigmática. 

Esta  impostación  temática  y literaria  es  diferente  a la  cuestión  del  “género  li- 
terario” de  nuestro  texto:  ¿es  una  verdadera  “carta”,  a pesar  de  la  falta  de  los  salu- 
dos finales’?  ¿Es  un  “testamento”,  que  imitaría  el  de  Jacob  a sus  hijos  en  Génesis 
49,  como  lo  hicieran  los  conocidos  Testamentos  de  los  XII  Patriarcas''?  ¿O  es  una  di- 
dajé  en  estilo  parenético,  una  especie  de  catecismo  o enquiridion  práctico’? 

En  cuanto  a los  elementos  sapienciales  de  la  carta  se  han  observado  múlti- 
ples contactos  con  Sirac  (Eclesiástico)’,  pero  pocos  con  el  libro  griego  de  la  Sabidu- 
nV. Acerca  de  este  punto  queremos  hacer  algunas  observaciones:  primero  sobre  la 
unidad  mayor  de  l,2-18^  constmida  por  pequeños  dichos  (vv.  2-12  [2-4. 5-8.9- 


^ Sobre  la  halaká  en  Santiago,  cf.  L.  Rivera,  “La  epístola  de  Santiago,  modelo  de  Halaká  cristiana”, 
en  Varios,  Mito  y hermenéutica  (Buenos  Aires,  El  E.scudo,  1973),  págs.  145-169;  R Sigal,  “The  Hala- 
kah  of  James”,  en  D.  Y.  Hadidian  (ed.),  Integerrinii  Parietis  Septvm  (Eph.  2:14)  (Pittsburgh,  Pickwick 
Press,  1981),  págs.  337-353. 

Sobre  lo  profético,  ver  E.  Hernando,  “La  carta  de  Santiago,  actualización  del  mensaje  profético”,  en 
Burgiiense  28  (1987),  págs.  9-28;  K.  Warrington,  “The  Significance  of  Elijah  in  James  5:13-18”,  en 
Evangelische  Quartalschrift  54  (1994),  págs.  57-71.  “Un  escrito  profético  en  forma  de  carta”  la  llama 
Fr.  Mussner,  “Rückbesinnung  der  Kirchen  auf  das  Jüdische.  Impulse  aus  dem  Jakobusbrief’,  en  Cat- 
holica  1 (1998),  págs.  67-78  (pág.  68). 

En  cuanto  al  uso  de  clichés  sapienciales,  cf.  E.  Baasland,  “Der  Jakobusbrief  ais  neutestamentliche 
Weisheitsschrift",  en  Stuclia  Theologica  36  (1982),  págs.  1 19-139  (ignora  totalmente  el  libro  de  la  Sa- 
biduría); W.  Bindemann,  “Weisheit  versus  Weisheit:  Der  Jakobusbrief  ais  innerkirchlicher  Diskurs”, 
en  Zeitschrift  der  Neutestamentliche  Wissenschaft  86,  Nos.  3-4  (1995),  págs.  189-217  (solo  referen- 
cias esporádicas  al  libro  de  la  Sabiduría,  más  bien  acerca  del  mito  de  la  Sabiduría  creadora,  en  rela- 
ción con  Santiago  1,17-18);  D.  E.  Gowan,  “Wi.sdom  and  Endurance  in  James",  en  Horizons  in  Bibli- 
cal  Theology  15,  No.  2 (1993),  págs.  145-53;  J.  A.  Kirk,  “The  Meaning  of  Wisdom  in  James:  Exami- 
nation  of  a Hypothesis”,  en  NTS  16  (1969-70),  págs.  24-38. 

^ Cf.  últimamente  las  reflexiones  de  S.  R.  Lleweiyn,  “The  Prescript  of  James”,  en  Novum  Testamen- 
tum  39  (1997),  págs.  385-393  (1,1  habría  sido  añadido  tardíamente  a una  compilación  preexistente  de 
dichos). 

^ Cf.  F.  Marin,  “Revisionismo  necesario.  Puntualización  de  textos  bíblicos”,  en  Carthaginensia  4 
(1988),  págs.  223-233  (pág.  232).  Esta  es  una  pista  importante,  no  obstante  depende  de  si  1,1  es  ori- 
ginal en  el  escrito  (ver  nota  anterior). 

^ Ver  Ph.  Vielhauer,  Historia  de  la  literatura  cristiana  primitiva  (Salamanca,  Sígueme,  1991),  pág. 
593.  W.  Bindemann  opina  que  es  “un  escrito  sapiencial  cristiano  orientado  parenéticamente”  (art.  cit., 
pág.  190). 

” Para  Sirac,  ver  Nuria  Calduch,  “Ben  Sira  2 y el  Nuevo  Testamento”,  en  Estudios  Bíblicos  53 
(1995),  págs.  305-316  (págs.  313-5:  Santiago  1,2-18  y 4,1-10);  H.  Frankemólle,  “Zum  Thema  des  Ja- 
kobusbriefes  im  Kontext  der  Rezeption  von  Sir  2: 1-18  und  15: 1 1-20",  en  Biblische  Notizen  48  (1989), 
págs.  21-49.  Este  mismo  autor  llama  a la  carta  “una  relectura  de  Jesús  Sirac”  (Der  Brief  des  Jakobus 
[Würzburg,  Gülersloh,  1994],  pág.  85).  Véanse  los  contactos  sumamente  interesantes  de  3,17;  4.8b 
(acerca  del  obrar  con  dulzura)  con  Santiago  1,20-21  y 3,1 3b.  Esta  comparación  favorece  la  puntuación 
tradicional  del  v.  21  (la  coma  después  de  en  praúteti:  ver,  en  cambio,  la  BJ). 

^ Cf.,  por  ejemplo,  E.  M.  Sidebottom,  James,  Jude,  2 Peter  (The  New  Century  Bible  Commentary; 
Grand  Rapids,  Eerdmans,  1982),  pág.  34  (donde  relaciona  correctamente  el  adjetivo  émfutos  de  1,21 
con  Sabiduría  12,10);  apenas  una  referencia  de  paso  a Sabiduría  9,6  en  Fr.  Mu.ssner,  art.  cit.,  pág.  76. 


26 


SEVERINO  CROATO,  La  Caila  de  Santiago  como  escrito  sapiencial 


11.12]  y 13-18  1 13-15.16-18]),  y luego  sobre  el  texto  total  de  la  carta.  Este  conjun- 
to forma  precisamente  una  “unidad”  más  grande  en  la  medida  en  que  retoma  temas 
y motivos  del  libro  de  la  Sabiduría. 


1.  Motivos  literarios  y temas  teológicos  de  Sabiduría  en  Santia- 
go 1,2-18 

1.1.  La  fe  probada  en  el  sufrimiento  (1,2-12) 


Podemos  empezar  diagramando  estructuralmente  el  texto  en  el  nivel  de  la  ma- 
nifestación: 


^ Considerad  como  un  gran  gozo,  hermanos  míos. 


A 


a el  estar  rodeados  por  toda  clase  de  pruebas, 
b ’ sabiendo  que  lo  calificado  de  vuestra  fe 


B produce  el  aguante; 


a 


C (perfección) 


c 


pero  el  aguante 
ha  de  tener  una  obra  perfecta 
para  que  seáis  perfectos 
e íntegros,  de  nada  faltando. 


’ Si  a alguno  de  vosotros  le  falta  sabiduría. 


a 


D (dar) 


a’ 


que  la  pida 

b del  Dios  que  da  a lodos 

X sencillamente  y sin  echarles  en  cara, 
b’  y le  será  dada. 

Que  pida  empero  con  fe, 
sin  vacilar; 


I I porque  el  que  vacila  (a) 

¡a  i se  parece  al  oleaje  del  mar  movido  por  el  viento 

¡ j y llevado  de  una  a otra  parte  (p). 


D’  (recibir) 


X 


Que  no  piense  ese  hombre  que  recibirá 
cosa  alguna  del  Señor, 


a’  **  un  hombre  irresoluto  (a’), 

L_  inconstante  en  lodos  sus  caminos  (P’). 


^ Esta  unidad,  estructurada  en  el  plano  de  la  manifestación  textual,  como  veremos,  resume  los  te- 
mas de  la  carta  mediante  palabras  clave  y motivos  literarios  que  reaparecerán  en  el  resto  de  la  carta. 
Cf.  H.  von  Lips,  Weisheitliche  Traditionen  ini  Neuen  Testameni  (Neukirchen,  1990),  págs.  412-424. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


27 


9 

r.  P 

(introd.) 

b 


Que  se  gloríe  empero 
el  hermano  humilde  (a) 

b en  su  exaltación  ((3); 
a’  y el  rico  ((3’), 
en  su  humillación  (a), 


C’  (caducidad 
del  rico) 


a porque  como  yjor 
b de  hierba  pasará: 

X " salió  en  efecto  el  sol  con  fuerza  y secó 
b’  la  hierba 
a’  y su  flor  cayó 

y la  apariencia  de  su  aspecto  se  perdió; 


II  así  también  el  rico 

(concl.)  en  sus  caminos  se  marchitará. 


B’  ¡Feliz  el  hombre  que 


r a’  la  prueba! 

A’  ¡ 

Lb'  Porque  una  vez  calificado, 
recibirá  la  corona  de  la  vida 
que  ha  prometido  a los  que  le  aman. 


Resultan  claras  las  dos  oposiciones  centrales,  1°)  entre  el  “dar”  Dios  la  sabi- 
duría a quien  se  la  pida  con  fe  y el  “no  recibir”  ninguna  cosa  quien  vacila  (D  y D’), 
y 2°)  entre  la  llegada  a término  {teleiosidad  o perfección)  que  es  posible  lograr  en  la 
constancia  o aguante  en  medio  de  los  sufrimientos  y la  caducidad  del  rico.  La  im- 
portancia dada  a éste  en  un  largo  desarrollo  en  código  sapiencial  (vv.  9-11)  indica 
uno  de  los  temas  mayores  de  la  carta. 

La  estructura  manifiesta  señala  que  hay  una  inclusión  entre  los  vv.  2 y 12"’. 
Si  es  así,  el  tema  de  las  pruebas  es  fundamental  en  toda  esta  sección.  Ahora  bien,  el 
comprenderla  a la  luz  del  libro  de  la  Sabiduría  clarifica  la  secuencia  de  reflexiones 
y muestra  que  no  es  una  compilación  desordenada  de  dichos  y exhortaciones  inde- 
pendientes. 

Desde  la  primera  unidad  literaria  (1,2-1 3),  que  por  ser  tal  introduce  temas  im- 
portantes para  el  desarrollo  de  la  epístola,  se  plantea  positivamente  el  valor  de  la  ex- 
periencia del  sufrimiento  (figurado  como  “prueba”),  soportado  con  constancia  (hu- 
pomoné)  y que  por  eso  permite  llegar  al  telos  de  la  fe  perfecta  (1,2-4).  Todo  esto  en 
una  atmósfera  de  “gozo”  (v.  2a). 


^ Las  equivalencias  estructurales  dentro  de  los  vv.  6b-8  ÍD')  ayudan  a entender  el  tan  eontrovertido 
calificativo  de  clipsujo.s  (lit.  “de  doble  alma”).  Por  el  contexto,  “irre.soluto”  (mejor  que,  por  ejemplo, 
“doble”)  es  una  buena  opción. 

Este,  por  lo  tanto,  cierra  la  unidad  de  1,2-11  y no  pertenece  a la  .siguiente  (13-15  o 13-18). 


28 


SEVERINO  CROATO,  La  Carta  de  Santiago  como  escrito  sapiencial 


1.1.1.  Desde  las  pruebas  hasta  la  obra  perfecta  (1,2-4) 

El  motivo  del  sufrimiento,  expresado  en  Santiago  1,3.12a  con  el  término  hu- 
poinoné,  es  equivalente  al  de  la  thlipsis  (“tribulación”)  ocasionada  por  los  impíos  se- 
gún Sabiduría  5,1b.  En  Santiago  no  se  explicita  de  dónde  viene  el  sufrimiento  que 
los  destinatarios  deben  soportar  con  constancia.  Pero  en  Sabiduría  2,19  los  impíos 
se  exhortan  a sí  mismos  diciendo: 

Con  desmesura  y tormento  probémoslo 
para  que  conozcamos  su  aptitud 
y probemos  (dokimásomen)  su  aguante  del  mal. 

Este  último  verbo,  usado  en  el  contexto  del  sufrimiento  de  los  justos,  tiene 
su  equivalente  en  Santiago  1,3  (to  dokímion  tés  písteos)  y 1,12  (dókimos  genóme- 
nos).  Véase  también  Sabiduría  3,6  (en  referencia  a los  justos)  y 11,10,  en  el  midrás 
sobre  el  éxodo". 

1.1.2.  La  petición  de  la  sabiduría  (1,5-8) 

La  relación,  en  la  carta  de  Santiago,  entre  la  cualidad  de  télelos,  en  la  que  no 
“falta”  nada  (en  medení  leipómenoi,  1 ,4b),  lleva  sin  concatenación  visible  al  tema 
de  la  petición  de  la  sabiduría  (v.  5). 

El  autor  pasa  sin  transición  aparente  a hablar  de  la  sabiduría  (1,5-8).  Pero 
ni  siquiera  se  propone  tratar  de  la  sabiduría  como  tal,  sino  únicamente  de  la  pe- 
tición de  ella,  que  por  lo  tanto  aparece  como  “don”  de  lo  alto.  Se  puede  ver  la  di- 
ferencia con  el  prólogo  de  Proverbios  (1,1-7),  donde  se  hace  una  presentación  de 
la  utilidad  de  la  sabiduría  antes  de  pasar  a las  exhortaciones  acerca  de  su  adqui- 
sición. 

Se  supone  que  la  sabiduría  es  algo  necesario,  ya  que  puede  faltar  en  alguno, 
que  por  ello  tiene  que  pedirla.  Esto  indica  que  para  el  autor  es  importante  poseer  la 
sabiduría  para  realizar  el  programa  que  se  propone  desarrollar  y que  ya  fue  “abier- 
to” en  1,2-4. 

Ahora  bien:  la  relación  no  explicada  entre  el  pedido  de  la  sabiduría  y ésta  co- 
mo “don”  de  Dios,  tiene  su  fuente  de  inspiración  en  el  libro  de  la  Sabiduría  8 y 9, 
donde  se  articula  una  relectura  midrásica  de  1 Reyes  3,4-15  (el  sueño  de  Salomón 
en  el  santuario  de  Gabaón).  Salomón  pide  la  sabiduría,  no  riquezas  ni  larga  vida  ni 
venganza  contra  los  enemigos. 

La  fuente  que  usa  Santiago  1,5-7  no  es  el  texto  de  1 Reyes  sino  el  de  Sabidu- 
ría, en  cuya  primera  parte  (1-5)  hay  una  larga  reflexión  sobre  los  justos  perseguidos 
y despreciados,  y en  cuya  segunda  parte  (6-9)  Salomón  es  el  personaje  clave  que 


^ * Las  muchas  semejanzas  del  comienzo  de  la  carta  de  Santiago  con  la  la.  de  Pedro  se  refuerzan  por 
la  doble  recurrencia  de  este  vocablo  en  1,7  donde,  por  lo  demás,  se  hace  una  contraposición  de  la  fe 
probada  con  el  oro  “perecedero”.  La  diferencia  sustancial  está  en  la  cristología  explícita  de  la  argu- 
mentación de  la  la.  carta  de  Pedro,  apenas  tenida  en  cuenta  “a  distancia”  en  la  de  Santiago,  al  menos 
a la  luz  de  la  inscripción  ( 1,1 ),  sea  o no  original.  Sobre  ésta,  cf.  la  nota  3 Que  la  epístola  petrina  se 
haya  inspirado  también  en  el  libro  de  la  Sabiduría  lo  sugiere  otro  paralelo  muy  interesante:  cuando  en 
1,7  el  autor  se  refiere  al  oro  “probado  por  el  fuego”  (dia  puros  dokiniazoménou)  nos  recuerda  la  ex- 
presión de  Sabiduría  3,6,  donde  Dios  es  descrito  como  probador  del  Justo  por  las  pruebas  como  el  oro 
es  acrisolado  en  el  fuego  (hos  jrusón...  edokímasen  aiitoús). 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


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exalta  la  sabiduría  y se  extiende  acerca  de  su  búsqueda  (6, 12b.  16a),  su  naturaleza 
(6,22-25;  7,22-8,1)  y el  episodio  de  la  petición  de  ésta  que  él  dirige  a Dios  (7,7; 
8,2.21). 

El  texto  de  8,21  es  particularmente  apropiado  para  entender  la  recomendación 
de  Santiago  1 ,5-8: 

Pero  al  comprender  que  no  podría  poseer  la  sabiduría  si  Dios  no  me  la  daba  (eán  mé 
ha  Titeos  dñ),  y ya  que  era  de  la  prudencia  saber  de  quién  era  esta  gracia,  me  dirigí 
(enétujon)  al  Señor  y le  pedí  (edeéthen  autoú)  y dije  con  todo  mi  corazón... 

Esta  afirmación  cierra  la  alocución  de  Salomón  e introduce  su  propia  oración 
para  pedir  la  sabiduría  (9,1-18).  En  esta  admirable  oración  construida  en  forma  de 
estructura  concéntrica  (abcde-edcba)'^  b y b’  (vv.  4 y 17b),  por  un  lado,  e y e’  (9  y 
10,  el  centro  estructural),  por  el  otro,  se  corresponden  en  remarcar  el  don  de  la  sabi- 
duría e insisten  en  el  pedido  a Dios: 

Envíala  (exapósteilon)  de  los  cielos  santos/mándala  (pémpson  autén)  de  tu  trono  de 
gloria  para  que  a mi  lado  participe  en  mis  trabajos  (v.  10a). 

Este  es  el  contexto  clave  para  interpretar  no  solamente  el  tenor  sino  también 
la  función  del  pedido  de  la  sabiduría  en  Santiago  1,5-8.  Esta  es  un  don  divino,  no 
escatimado  por  Dios  (v.  5b).  Y así  como  al  Salomón  del  midrás  del  libro  de  la  Sabi- 
duría le  era  útil  la  sabiduría  para  todas  sus  obras,  y a los  judíos  alejandrinos  les  ha- 
cía “comprender”  sus  sufrimientos  (cf.  la  reflexión  de  5,1:  “entonces  se  mantendrá 
en  pie  el  justo  con  mucha  seguridad  frente  a quienes  lo  atribulan  y desprecian  sus 
sufrimiento.s//7d/to/<5”;  3,15  pónoi),  de  la  misma  manera,  ahora,  a los  destinatarios  de 
la  carta  el  don  de  la  sabiduría  pedida  con  fe  les  servirá  para  tener  constancia  en  las 
pruebas  (vv.  2-4). 

Por  otra  parte,  la  misma  relación  señalada  al  comienzo  de  este  parágrafo  en- 
tre el  ser  télelos  (cf.  también  3,2)  y el  poseer  la  sabiduría  es  comentada,  solo  que  en 
un  contexto  más  lógico,  en  Sabiduría  9,6  cuando  Salomón,  en  su  oración,  expresa 
que 

...aunque  alguno  sea  perfecto  (télelos)  entre  los  humanos, 

si  esta  ausente  la  sabiduría  que  (viene)  de  ti,  en  nada  será  considerado. 

Demás  está  decir  que  la  ausencia  de  la  sabiduría,  que  procede  de  Dios,  es  lle- 
nada por  él  si  le  es  solicitada.  Es  el  tema  de  toda  la  oración  de  Salomón  en  Sabidu- 
ría 9,  al  igual  que  del  v.  5 de  este  primer  capítulo  de  la  carta  de  Santiago. 

Por  último,  en  Santiago  1 ,3  están  asociados  los  calificativos  de  téleioi  y de  ho- 
lókleroi  (“íntegros”).  En  Sabiduría  15,3  se  afirma  que  el  conocer  a Dios  es  la  “ínte- 
gra justicia”  (holókleros  dikaiosúne),  expresión  que  probablemente  traduce  la  no- 
ción semítica  véterotestamentaria  de  sedaqa  selemá  o intervención  salvífica  de  Ya- 
vé  que  proporciona  la  plenitud.  Si  el  término  es  raro,  no  es  desconocido  por  el  au- 
tor del  libro  de  la  Sabiduría. 


12  Cf.  especialmente  M.  Gilbert,  “La  structure  de  la  priére  de  Salomón  (Sg  9)”,  en  Bíblica  51  (1970), 
pcágs.  301-331 . 


30 


SEVERINO  CROATO,  La  Carta  de  Santiago  como  escrito  sapiencial 


1.1.3.  El  destino  del  rico  y del  sufriente  (1,9-11 ) 

Y hay  más  aún.  El  trasfondo  del  libro  de  la  Sabiduría  podría  explicar  también 
la  siguiente  conexión  del  texto,  aparentemente  no  visible.  ¿Por  qué  el  autor  de  la  car- 
ta sigue  hablando  de  otro  tema,  nuevo  y tal  vez  inesperado,  en  los  vv.  9-11?  La  con- 
traposición, expresada  en  términos  “sapienciales”,  entre  el  rico  y el  humilde,  retoma 
otro  desarrollo  del  libro  de  la  Sabiduría  precisamente  en  las  secciones  antes  aludi- 
das. He  aquí  algunas  muestras; 

Salomón  dice: 

La  preferí  a cetros  y tronos,  en  nada  tuve  a la  riqueza  en  comparación  de  ella  (7,8  y 
cf.  vv.  8-12). 

Todos  los  bienes  me  vinieron  con  ella...  (7,1 1-12). 

Es  para  los  humanos  un  tesoro  inagotable  (7,14). 

Yo  la  amé  [...]  y llegué  a ser  un  amante  de  su  belleza  (8,2). 

Por  eso  el  Señor  de  todas  las  cosas  la  amó  (8,3). 

¿Qué  cosa  más  rica  que  la  sabiduría...?  (8,5). 

Decidí  tomarla  por  compañera  de  mi  vida  (8,9). 

Por  ella  conseguiré  la  inmortalidad  (8,13  y cf.  17b). 

Los  impíos,  necios,  reconocen  sus  errores,  diciendo: 

¿De  qué  nos  sirvió  la  riqueza  y la  jactancia?  (5,8b). 

Todo  aquello  pasó  como  una  sombra,  como  noticia  que  va  corriendo...  (5,9ss.)  y es 
pura  caducidad  (v.  13  final). 

Y el  autor  concluye: 

En  efecto,  la  esperanza  del  impío  es  como  una  brizna  llevada  por  el  viento,  como  es- 
carcha ligera  arrebatada  por  el  huracán  (5,14). 

El  tema  de  la  caducidad,  expresado  en  forma  sapiencial,  es  esencial  en  la  se- 
gunda parte  de  esta  sección  de  la  carta  de  Santiago  (vv.  9-1 1 ) y se  contrapone  clara- 
mente a la  teleiosidad  (la  capacidad  de  llegar  a término)  del  que  soporta  con  cons- 
tancia las  pruebas  (v.  4).  El  rico  “pasará”,  “se  marchitará”  en  sus  viajes  de  negocios 
(poréiais,  v.  1 Ib);  fracasará  en  todo’’.  La  constancia  del  justo,  en  cambio,  produce 
una  “obra  perfecta”  (v.  4);  él  llega  a la  meta  y además  llega  íntegro,  sin  faltarle  na- 
da. Nótense  los  dos  aspectos  de  la  perfección,  temporal  (téleioi),  por  una  parte,  y 
personal  (holókleroi),  por  la  otra. 

Esta  incompatibilidad  entre  dos  formas  de  ser  y de  terminar  se  encuentra  asi- 
mismo en  el  libro  de  la  Sabiduría,  justamente  en  la  sección  primera,  donde  se  des- 
legitima la  pretensión  de  los  “impíos”  que  se  burlan  de  los  justos  argumentando  des- 
de la  caducidad  de  la  existencia  (2,lb-20).  En  la  reflexión  del  autor  (2,21 — 5,3),  sus 
hijos  no  llegarán  a ninguna  meta  [tékna...  atélesta,  3,! 6a). 

Esta  caducidad  es  comentada  en  4,3-5  con  imágenes  inspiradas  en  la  vegeta- 
ción, como  en  Santiago  l,10b-l  1 ).  Llama  la  atención  la  imagen  de  las  ramas  que  no 


Nótese  el  cuidado  con  que  el  autor  expresa  su  pensamiento:  los  verbos  de  la  comparación  están  en 
aoristo  (acción  pasada  puntual,  objeto  de  experiencia,  v.  1 lab),  mientras  que  los  que  se  refieren  al  ri- 
co están  todos  en  futuro  (vv.  lOb.l  le).  Lo  que  ya  ha  sucedido  tantas  veces  en  las  hierbas  y llores  su- 
cederá al  rico.  Este  matiz  de  sentido  no  suele  ser  reflejado  en  las  versiones. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


31 


llegan  a la  sazón  o perfección  (klones  atélestoi).  En  4,4,  por  lo  demás,  se  habla  del 
árbol  sacudido  por  el  viento,  lo  que  recuerda  la  comparación  de  la  ola  del  mar  lle- 
vada por  el  viento  en  Santiago  1,6b.  En  el  segundo  discurso  de  los  impíos,  en  el  que 
reconocen  su  error  fundamental  (5,5-13),  el  tema  de  la  caducidad  está  desarrollado 
en  una  secuencia  de  hermosas  imágenes  (5,9-12:  sombra/correo  que  pasa/la  estela 
de  una  nave/las  huellas  del  vuelo  de  un  pájaro/o  las  de  una  Hecha). 

Estas  consideraciones  son  asumidas  por  los  propios  impíos-necios,  quienes  se 
autodescriben  como  orgullosos,  ricos  y jactanciosos  (5,8); 

¿De  qué  nos  sirvió  nuestro  orgullo  (huperefanía)l 

¿De  qué  la  riqueza  y la  jactancia? 

En  Santiago  1,9  se  exhorta  al  rico  a gloriarse  en  su  humillación.  ¿Por  qué  es- 
ta súbita  aparición  del  rico,  en  una  contraposición  con  el  humilde  puramente  sapien- 
cial, antes  de  su  referencia  real  y sociológica  en  2,2? 

La  reflexión  sapiencial  acerca  de  la  caducidad  de  la  riqueza  en  Santiago 
l,10b-l  1 parece  genérica,  pero  si  se  la  mide  a la  luz  de  Sabiduría  2 — 5 tiene  otro 
sentido:  los  impíos-necios  son  los  que  se  jactan  de  su  riqueza  y se  burlan  y explotan 
al  justo-humilde  o humillado,  creyéndose  superiores  (primer  discurso,  2,lb-20). 
Ellos  mismos,  sin  embargo,  reconocen  su  error  y confiesan  su  humillación  (segun- 
do discurso,  5,5-13).  ¿No  será  éste  el  trasfondo  de  la  enigmática  frase  de  Santiago: 

Jáctese  empero  el  hermano  humilde  en  su  exaltación:  pero  el  rico  en  su  humillación 

(1,9-lOa)? 

En  este  tramo  de  la  carta  no  hay  base  para  entender  tal  exhortación  de  una 
equiparación  de  pobres  y ricos  por  la  renuncia  de  éstos  a sus  riquezas  (esquema  tu- 
cano de  los  Hechos  de  los  Apóstoles).  ¿No  será  más  bien  que  el  tema  “de  origen” 
esté  aludiendo  a quienes,  habiendo  sido  ricos  y humilladores  de  otros,  se  convirtie- 
ron luego,  o recapacitaron  (según  Sabiduría),  reconociendo  que  en  realidad  ellos 
mismos  fueron  humillados?  De  otra  manera  no  se  comprende  este  pasaje,  que  no  es 
de  crítica  al  rico  sino  de  alabanza  de  su  nueva  situación. 

Santiago  1,9,  así  leído,  coincide  con  su  paralelo  de  4,10:  “Humillaos  delante 
del  Señor,  y os  exaltará”. 

Desde  el  comienzo  del  capítulo  4 el  autor  de  la  carta  se  dirige  con  energía  a 
un  grupo  que  recibe  diversos  calificativos  muy  fuertes  (“prostitutas”,  v.  4;  “peca- 
dores”, V.  8a;  “irresolutos”  (dípsujoi),  v.  8b),  pero  una  cita  de  Proverbios  3,34  LXX 
(¡otro  texto  sapiencial !)  los  señala  como  orgullosos  y superexaltados.  A ellos,  aque- 
llos mismos  dípsujoi  que  habíamos  encontrado  en  1 ,8,  los  exhorta  a humillarse  de- 
lante de  Dios,  pues  él  da  su  gracia  (Proverbios  3,34)  o exalta  (Santiago  4,10)  a los 
humildes  (tapeinói).  El  paralelo  sugerido  por  algunos  con  Sirac  2,17b  nos  lleva  a 
un  contexto  que  no  es  el  de  Santiago.  Mejor  es  quedarse  en  el  contexto  de  Sabidu- 
ría 1-5  antes  comentado:  solamente  se  puede  llegar  a la  exaltación  por  Dios  pasan- 
do por  la  humillación.  Valía  para  el  rico  en  1 ,9,  vale  en  4,1-9  para  los  reñidores,  cri- 
minales, amadores  del  mundo,  impuros  de  manos  y de  corazón,  dobles,  desprecia- 
dores. 

Interesante  resulta  que  esta  lista  de  ofensas  termina  en  el  v.  9 con  una  alu- 
sión a la  “risa”  (gélos)  que  debe  convertirse  en  llanto.  La  risa  es  precisamente  una 


32 


SEVERINO  CROATO,  La  Carta  de  Santiago  como  escrito  sapiencial 


de  las  tantas  expresiones  del  desprecio  de  los  impíos  hacia  los  justos  en  Sabidu- 
ría 1-5: 

Este  es  aquel  a quien  hicimos  entonces  objeto  de  risa  (eis  gélota) 
y a quien  dirigíamos,  insensatos,  nuestros  desprecios  (oneidismoú)  ('5,4). 

Los  defectos  de  la  comunidad  de  Santiago  son  criticados  y sus  poseedores  ex- 
hortados a cambiar,  mediante  el  recurso  a una  tipología  sapiencial  inspirada  en  el  li- 
bro de  la  Sabiduría. 

Conclusión:  Una  lectura  atenta  de  la  primera  parte  del  libro  de  la  Sabiduría 
(1-9),  en  sus  dos  bloques  de  1-5  y 6-9,  sugiere  que  el  autor  de  la  carta  de  Santiago 
se  inspira  en  ella  para  dar  un  enfoque  sapiencial  a los  temas  por  él  desarrollados.  En 
especial,  la  secuencia  de  1,2-4  (sobre  la  constancia  en  las  pruebas)  y 1,5-8  (sobre  la 
petición  de  la  Sabiduría  de  lo  alto)  se  nutren  de  ricos  temas  de  Sabiduría  1-5  y 6-9, 
respectivamente.  Mientras  que  1,9-11  (la  comparación  ‘sapiencial’ entre  humildes  y 
ricos)  toma  de  las  dos  secciones  del  libro  de  los  LXX. 

Por  otro  lado,  mientras  Santiago  1,2  describe  la  situación  (los  peirasmoi)  que 
engendra  el  discurso-respuesta  del  autor,  el  v.  12  hace  de  conclusión  de  la  unidad 
mayor  de  1,2-12  mediante  la  figura  literaria  de  la  inclusión. 

1.1.4.  La  bienaventuranza  de  la  corona  de  la  vida  (1,12) 

El  V.  12  empieza  en  estilo  sapiencial  (“bienaventurado  el  varón  que...’’)  para 
retomar  los  temas  de  1 ,2-4.  Este  macarismo''*,  por  lo  demás,  se  corresponde  con  la 
afirmación  del  gozo  con  que  comenzaba  la  unidad  en  el  v.  2a.  Y se  repiten  las  pala- 
bras clave  de  los  vv.  2-4.  No  obstante  hay  dos  avances  significativos: 

1 ) En  1 ,3  la  secuencia  era  de  “lo  probado  de  la  fe”,  — ^pasando  por  la  “constan- 
cia”), — >hasta  la  “obra  perfecta”;  en  1,12  el  varón  “probado”  <r-es  el  que  aguanta  la 
tentación  o prueba  (¡se  invierte  el  orden  de  causa-efecto!),  y el  resultado  final  no  es  ya 
lo  “perfecto  e íntegro”  (un  estado)  sino  la  “recepción”  de  la  corona  de  la  vida.  El  mo- 
tivo de  la  “recepción”  remite,  por  un  lado,  al  tema  de  la  Sabiduría  que  es  recibida  de 
Dios  (v.  5)  pero  que  no  es  recibida  por  el  que  duda  (v.  7)  y,  por  el  otro,  al  contexto  so- 
cial de  los  juegos  atléticos.  Allí,  el  “recibir”  la  corona  es  un  momento  público  de  fes- 
tejo y reconocimiento.  El  macarismo,  en  este  marco,  aparece  como  el  equivalente  de 
los  aplausos.  La  corona  ahora,  sin  embargo,  no  es  de  laureles  sino  de  la  vida. 

También  este  motivo  se  encuentra  en  Sabiduría,  y por  ello  es  más  llamativo. 
Al  cerrar  las  oposiciones  entre  los  destinos  de  los  impíos  perseguidores  y los  justos 
oprimidos,  el  texto  afirma  hermosamente: 

Los  justos,  en  cambio,  viven  eternamente'^ 
en  el  Señor  está  su  recompensa, 
y su  cuidado  a cargo  del  Altísimo. 

Recibirán  (lémpsontai)  por  eso  de  mano  del  Señor 

la  corona  real  (tó  basíleion)  del  esplendor  y la  diadema  de  la  hermosura"'  (5,15-16a). 


Hay  otro  en  ei  v.  25.  Se  repite,  en  otra  forma,  en  5,1 1 . donde  se  retoman  los  temas  de  1,2-4. 

' ^ Sobre  la  oposición  muerte-vida  eterna  en  el  libro  de  la  Sabiduría,  cf.  las  agudas  observaciones  de 
S.  Gallazzi,  “A  Justina  é imortal  (Sb  1,5)”,  en  Esludos  Bíblicos  No.  56  (1998),  págs.  26-39. 

Se  percibe  el  semitismo  de  las  expresiones,  que  equivalen  a “esplendorosa  corona  real”  y “hermo- 
sa diadema”. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


33 


Para  empezar,  tenemos  otra  oposición  con  lo  que  precede;  al  desvanecimien- 
to del  esplendor  y encanto  de  la  flor  = riqueza  (Santiago  1,11)  se  contrapone  la  co- 
rona (le  la  vida  ( v.  1 2b).  La  corona  que  “recibirá”'^  el  justo  de  Sabiduría  5, 1 5- 1 6 tie- 
ne vida  y tiene  cncanto/esplendor  (el  vocablo  euprépeia,  relativamente  poco  fre- 
cuente, aparece  en  los  dos  textos)'^  Hay  que  tener  en  cuenta  igualmente  el  pasaje  de 
Sabiduría  4,2.  donde  la  corona  está  asociada  a la  victoria  de  los  Juegos  atléticos  y al 
“paseo”  triunfante  del  vencedor;  los  premios  allí  son  calificados  de  incorruptibles. 

2)  La  corona  recibida  corresponde  a una  promesa  divina.  El  texto  no  lo  explí- 
cita, no  obstante  el  contexto  permite  atribuirla  a Dios  (mencionado  solo  indirecta- 
mente en  el  \'.  5).  Tampoco  se  dice  dónde  está  relatada  tal  promesa.  El  tenor  del  tex- 
to hace  pensar  en  las  promesas  “al  vencedor”  dentro  de  las  siete  cartas  de  Apocalip- 
sis 2-3.  La  corona  es  mencionada  allí  en  3,1  Ib,  pero  el  contexto  más  parecido  es  el 
de  2,10  (mensaje  a la  iglesia  de  Esmirna),  tanto  por  la  expresión  “corona  de  la  vida” 
como  por  ser  ésta  prometida  al  que  sufre  y es  probado  por  la  persecución. 

En  Santiago  1,12b  se  entiende  que  la  corona  de  la  vida  es  el  premio  del  que 
sufre;  es  la  conexión  explícita  que  hace  el  v.  12a.  Sin  embargo,  la  conclusión  la  in- 
terpreta de  otra  manera;  dicha  corona  fue  prometida  “a  los  que  lo  aman  a él”  (en  2,5 
la  promesa  es  la  herencia  del  reino).  Todo  hace  pensar  que  el  autor  se  desliza  a un 
“a  él”  (Dios)  que  no  está  anunciado  gramaticalmente,  porque  está  tomando  un  tema 
descrito  con  extensión  en  el  libro  de  la  Sabiduría  y que  se  refiere  precisamente  al 
amor  a la  Sabiduría.  Si  bien  en  Sirac  4,12  se  afirma  que  “el  que  la  ama,  ama  la  vi- 
da” y que  Dios  ama  “a  quienes  la  aman”,  el  tema  con  lodo  es  más  frecuente  en  la 
sección  “salomónica”  de  Sabiduría: 

Fácilmente  es  contemplada  por  los  c/iie  la  aman 

y es  encontrada  por  los  que  la  buscan  (6,12;  y cf.  el  v,  17). 

La  amé  más  que  a la  salud  y a la  hermosura, 

y preferí  lenerla  a ella  más  que  a la  luz  (7,10). 

A ésta  quise  (efílesa)  y la  pretendí  desde  mi  juventud; 

busqué  llevármela  como  novia 

y me  enardecí  (erastés  egcnómen]  por  su  belleza  (8,2). 

El  amor  a la  Sabiduría  es  un  tema  característico  en  la  literatura  sapiencial,  no 
obstante  tiene  un  relieve  mayor  en  el  marco  de  la  tradición  salomónica  ( 1 Reyes  3) 
comentada  derásicamente'''  por  el  autor  de  Sabiduría  6-9.  En  Santiago  1 ,5  se  la  pre- 
senta como  “don”  para  quien  la  solicita;  en  1,1 2b  se  añade  el  motivo  del  amor  (ti  El 
= a ella).  La  Sabiduría  es  más  valiosa  que  todas  las  ricpiezas,  afirmaba  el  Salomón 
de  Sabiduría...  Y Santiago  1,12  alude  a su  amor  inmediatamente  después  de  haber 
elaborado  el  motivo  de  la  caducidad  de  las  ricpiezas  del  rico  (vv.  lOb-l  1). 


1 7 Este  verbo  es  recurrente  y significativo  en  Santiago,  cf.  1 ,7a. 

18  Se  lo  encuentra  en  otros  textos,  como  Sirac  47,10;  Lamentaciones  1 ,6;  Salmos  de  Salomón  2,20; 
17,42,  etc. 

Nunca  aparece  en  el  Pentateuco  ni  en  Isaías  o Jeremías  LXX.  pero  en  Ezequiel  16.14  está  en  un  con- 
texto interesante,  y en  paralelo  con  ''hermosura",  como  en  Sabiduría  5.16.  Ver  también  2 Samuel 
15.25;  Job  36.1 1;  Salmos  25,8  y 49,2;  Proverbios  31.26. 

El  derás  es  el  método  de  exégesis  rabímea  que  "explora"  un  sentido  profundo  en  el  texto  bíblico; 
un  texto  dcrásico  convertido  en  obra  literaria  constittiye  un  midrás. 


34 


SEVERINO  CROATO,  La  Carla  de  Santiago  como  escrito  sapiencial 


La  conexión  literaria  y temática  con  el  libro  de  la  Sabiduría,  como  se  obser- 
va, es  transparente. 


* H:  H:  +• 

Una  üb.servación  más.  Algunos  exégetas  han  señalado  líneas  comunes  entre 
Santiago  y el  primer  evangelio  (Mateo)-".  Pensamos  que  lo  trabajado  hasta  aquí  nos 
permite  establecer  otro  paralelo,  esta  vez  entre  Santiago  1 ,2-4  + 1 , 1 2 y la  última  bie- 
naventuranza de  Mateo  5 sobre  los  perseguidos  (v.  10).  En  la  ampliación  (vv.  11-12) 
el  macarismo  se  refiere  a los  desprecios,  persecuciones  y maledicencia  que  reciben 
los  discípulos  de  Jesús;  la  exhortación  es  al  gozo  y a la  alegría  (cf  Santiago  1,2a). 

Uno  puede  preguntarse  si  no  es  que  tanto  Santiago  como  Mateo  están  miran- 
do al  libro  de  la  Sabiduría-',  en  cuya  primera  parte  se  desarrolla  el  tema  del  despre- 
cio, de  las  vejaciones  y del  decir  todo  lo  malo  posible  de  los  justos-' (cf.  2,10-16.19- 
20;  3, 10;  5, 1 y 5,4)”.  Este  maltrato  a los  di.scípulos  de  Jesús  es  “por  él”  (v.  1 1 );  aho- 
ra bien,  en  Mateo  Jesús  es  comparado  con  la  Sabiduría  divina,  en  1 1 ,19b  y en  12,42 
(la  reina  de  Saba  vino  de  los  confines  de  la  tierra  “a  oír  la  Sabiduría  de  Salomón,  y 
aquí  hay  algo  más  que  Salomón”);  comp.  también  1 3,54”. 

Por  último,  y quizás  sea  esto  lo  más  interesante,  en  el  macarismo  de  Mateo 
5,10  a los  perseguidos  “por  la  Justicia”  se  promete  el  reino  (hasiléia)  de  los  cielos. 
Ahora  bien,  equivalente  es  la  promesa  que  Sabiduría  5,16  reserva  a los  perseguidos 
y que  ya  hemos  comentado  en  relación  con  Santiago  1,12  (arriba,  bajo  2. 1 .4.)  y que 
tiene  su  paralelo  en  nuestra  epístola: 

Escuchad,  hermanos  míos  queridos,  ¿acaso  Dios  no  ha  elegido  a los  pobres  para  el 
mundo  como  ricos  en  fe  y herederos  del  reino  (tés  basdéias)  que  prometió  a los  que 
lo  aman?  (2,5). 

Acerca  de  la  correlación  entre  el  amor  a Dios  en  Santiago  y el  amor  a la  Sa- 
biduría en  el  libro  de  la  Sabiduría,  ver  arriba  en  este  mismo  parágrafo,  sobre  1,12b. 


20  Yg,.  p j “Cali  to  Be  Perfccl  ihrough  Siitícring  (James  1 ,2-4).  The  Coneepl  ot  Perfeclioii  in 

Ihe  Epistie  oí  James  and  ihe  Sermón  on  the  Mount”,  en  Bihiiea  77  (1996),  págs.  477-492. 

O que  dependen  de  un  mismo  “enlomo"  sapiencial,  una  de  cuyas  expresiones  es  el  libro  de  la  Sa- 
biduría. 

Cr.  Mateo  5,10a:  “a  causa  tle  la  justicia"  (no  se  trata  de  la  Justicia  social  sino  del  programa  etico 
de  Jesús,  que  es  más  global). 

En  5,4  aparece  el  sustantivo  oneultsmós,  que  se  puede  cotejar  con  el  verbo  oneidizo  de  Mateo 
5,11a. 

P.  J.  Harlin  (pág.  489)  compara  Maleo  1 1 .28-30  únicamente  con  Sirac  5 1 ,26-27  (el  yugo  de  la  Sa- 
biduría). no  con  los  textos  del  libro  de  la  Sabiduría  que  hemos  trabajado  arriba;  y relaciona  dicho  pa- 
saje tan  solo  con  Santiago  3,13-18  (pág.  490),  no  con  1 ,5  ni  con  1,16.  que  anteceden  y son  mejores  pa- 
ralelos con  Sabiduría  8 y 9. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BÍBLICA  LATINOAMERICANA.  No.  31 


35 


1.2.  Lo  que  procede  del  deseo  y lo  que  de  Dios  (1,13-18) 

Como  .se  hizo  anteriormente,  anticipamos  la  estructura  manifiesta  del  texto: 


1,13-18 


\ a ''  Ninguno,  al  .ser  probado,  diga:  “Por  Dios  soy  probado”; 

\ b Dios  en  efecto  no  puede  ser  probado  por  los  males, 
\ ni  él  mismo,  por  otra  parte,  prueba  a nadie. 

\ (dos  negaciones,  una  lexical  y la  otra  gramatical)-’ 

A \ 

\ c .Sino  que  cada  uno  es  probado, 

\ por  su  propio  deseo  arrastrado  y seducido. 

\ (impulso  del  deseo) 

\ d ” Después  el  deseo,  habiendo  concebido, 

' da  a luz  el  pecado; 

y el  pecado,  llegado  a su  perfección^, 
engendra  la  muerte. 

(generación  del  pecado  y de  la  muerte) 


X 


No  os  engañéis,  hermanos  míos  queridos: 


A’ 


a’  todo  don  bueno  y todo  regalo  perfecto  es  de  lo  alto, 
descendiendo  del  Padre  de  las  luces, 

\ b’  en  quien  no  hay  cambio 

\ ni  sombra  de  rotación. 

\ (dos  negaciones  gramaticales) 

\ c’  Voluntariamente  nos  engendró  con  palabra  de  verdad, 

\ (generación  voluntaria) 

\ d’  para  que  fuésemos  como  las  primicias  de  sus  criaturas. 
\ (nueva  creación). 


Lexical  c.s  la  negación  contenida  en  el  Icxema  apéirasio.s  ("que  no  puede  ser  probado”);  la  frase, 
empero,  es  afirmativa.  La  negación  gramatical,  en  cambio,  es  una  oración  negativa. 

En  el  sentido  de  "haber  llegado  al  final/haber  realizado  su  poder/haberse  consumado”.  La  traduc- 
ción "llegado  a su  perfección"  es  para  mantener  el  Icxema  tel-,  tan  característico  de  este  escrito:  té- 
leios  (1.17.25;  3.2),  (apo)teléo  (1,15;  2.8),  teleióo  (2,22). 


36 


SEVERINO  CKOATO,  La  Carta  de  .Santiago  como  escrito  sapiencial 


1.2.1.  El  deseo  engendra  la  muerte  (1,13-15) 

El  motivo  del  Dios  que  lienta  parece  inspirado  en  Sabiduría  3,5,  aunque  su 
significado  es  iinertido.  En  la  obra  alejandrina  .se  desarrolla  el  tema  sapiencial  del 
sufrimiento  de  los  Justos  como  prueba  transitoria  de  parte  de  Dios,  recompensada 
por  largos  beneficios  (v.  5a).  Se  afirma  de  inmediato  que  “Dios  los  sometió  a prue- 
ba (epéirasen  atiíoús)  “(v.  5b). 

En  Santiago  1,1 3b  se  nos  dice  que  Dios  no  prueba  a nadie.  El  tema  del  “pro- 
bar” es  significativo  aquí,  ya  que  nada  más  que  en  los  vv.  13- 14a  aparece  cinco  ve- 
ces, y siete  veces  desde  el  comienzo  de  la  carta  (con  la  inclusión  de  los  vv.  2 y 1 2). 

La  literatura  sapiencial,  y otros  e.scritos  judíos  de  la  época  intertestamentaria, 
han  tocado  repetidas  veces  este  tema  de  la  prueba  que  viene  de  Dios”.  A diferencia 
de  la  tradición  histórica  (Génesis  22,1-18,  cf.  v.  1 ; o Jueces  2,22),  donde  Dios  tien- 
ta para  probar  la  obediencia  desde  la  fe-\  ahora  la  prueba  es,  además  de  una  demos- 
tración (dokúnion)  de  la  fe,  un  refinamiento  (como  cuando  se  acrisola  el  oro  en  el 
fuego)  que  hace  valiosa  a la  persona  (cf.  I Pedro  1 ,7);  o si  no,  un  logro  que  hace  per- 
fecto o hace  merecer  la  corona  (Santiago  1 ,2-4;  1 , 1 2;  y ver  1 Pedro  4, 1 2- 1 3 con  5,4). 

Por  otro  lado,  sin  embargo,  para  Santiago  1,14  cada  uno  es  tentado  por  su  pro- 
pio deseo  o epitininiia,  que  arrastra  y engaña.  La  epitlwmía  es  comparada  de  inme- 
diato con  una  mujer  que  está  embarazada  y que  da  a luz  al  pecado.  También  éste, 
que  en  griego  es  un  sustantivo  femenino  (luinuirtía),  engendra  su  propio  producto, 
la  muerte  (v.  15).  Hay,  por  consiguiente,  un  itinerario  letal  de.sde  el  de.seo/apetito 
hasta  la  muerte  misma.  Este  motivo  de  la  epitiuimía  es  conocido  por  el  autor  del  li- 
bro de  la  Sabiduría,  donde  es  usado  cinco  veces  (4,12;  6,17.20;  16,2;  19,1 1)”.  Ins- 
pirado en  la  tradición  del  Enoc  trasladado  al  cielo,  explica  la  desaparición  prematu- 
ra del  justo  (4,7-14)  para  ser  preservado,  pues 

...la  fascinación  de  la  maldad  empaña  el  bien 

y los  vaivenes  del  deseo  (epitliiunías)  corrompen  la  inteligencia  sin  mal  (4,12). 

Hay  que  destacar  la  afirmación  sobre  la  muerte  como  el  engendro  del  pecado 
y sobre  su  origen  último  en  el  deseo.  El  tema  de  la  muerte,  en  oposición  a la  inmor- 
talidad y a la  incorrupción,  es  central  en  Sabiduría  1-5.  Para  señalar  los  extremos, 
en  forma  de  inclusión  literaria,  cf.  1,12-15  y 5,15,  pasando  por  el  texto  clave  de 
2,23-24.  Esta  insistencia  en  que  Dios  no  hizo  la  muerte  sino  que  creó  al  ser  huma- 
no para  la  incorrupción^"  es  muy  significativa,  también  para  la  comparación  con  la 
carta  de  Santiago. 


Cf.  P J.  Hanin.  ari.  cit.,  págs.  478s. 

En  Jueces  3.1-2  se  añade  una  razón  diferente  de  la  tentación,  a saber,  probar  la  capacidad  de  adies- 
tramiento para  la  guerra  de  Israel. 

29  En  16.2  y 19.1 1 la  epillnimia  es  el  deseo  de  los  israelitas  en  el  episodio  de  las  codornices  (Exodo 
16,9-13;  Números  1 1.10-32),  mientras  que  en  6,17.20  se  refiere  al  de.seo  de  la  instrucción  (v.  17)  y de 
la  Sabiduría  (v.  20). 

En  el  libro  de  la  Sabiduría  es  más  frecuente  el  término  “incorrupción”  (afiharsía)  que  el  de  “in- 
mortalidad” iathanasía).  lo  que  es  importante  por  marcar  una  resistencia  a la  antropología  griega  de 
la  .separación  del  alma:  la  idea  de  "incorrupción”  reclama  la  preservación  (o  la  resurrección)  del  cuer- 
po. Cf.  Larcher.  Euules  .sur  le  livre  de  ¡a  Sagesse  (Paris,  Gabalda.  1969)  y R.  J.  Taylor,  "The  Eschato- 
logica!  Meaning  of  Ufe  and  Dcath  in  the  Book  of  Wisdom”,  en  Ephemcrule.s  Tlicologicae  Lovemien- 
.vc¡-42  (1966),  págs.  72-137. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No,  31 


37 


En  este  contexto,  cabe  señalar  la  sutileza  del  autor  de  la  carta  de  Santiíigo 
cuando  dice  del  pecado  que,  al  ser  consumado  o al  haber  llegado  a su  “perfección” 
(1,15  apotelestheisa)  engendra  la  muerte.  Hay  una  clara  contraposición  entre  dos  te- 
las o “finales”:  el  de  la  liiipomoné  (v.  4)  y el  del  pecado.  El  primero  termina  en  ple- 
nitud, el  segundo  en  la  muerte. 

Esto  nos  conduce  al  pasaje  de  1,16-18. 

1.2.2.  Exhortación  a no  errar  (1,16) 

En  el  centro  de  la  estructura  manifiesta  hallamos  una  exhortación  a no  “errar” 
o extraviarse.  El  verbo  es  usado  igualmente  en  5,19.  Se  puede  referir  a lo  anterior 
como  también  a lo  que  sigue.  Es  curioso  que  el  verbo  (planao)  es  usado  con  bastan- 
te frecuencia  en  el  libro  de  la  Sabiduría,  con  el  mismo  .sentido  de  errar,  equivocar- 
,se,  extraviarse,  en  un  sentido  moral  o teológico  (cf.  1,12;  2,21;  5,6;  11,15;  12,24; 
13,6;  14,22;  15,4;  17,1).  El  paralelo  más  sorprendente  se  da  entre  Santiago  5,19  y 
Sabiduría  5,6,  pasajes  que  tran.scribimos  a continuación: 

Hermano.s  míos: 

a si  alguno  de  entre  vosotros  yerra  (planethé)  de  la  verdad 
(apó  tés  alethéias), 
b y alguien  lo  hace  volver... 
b’  Sabéis  que  el  que  hace  volver 

a’  a un  pecador  del  yerro  (ek  planes)  de  su  camino...  (Santiago  5,  l9-20a). 

Entonces  erramos  (eplanéthernen)  del  camino  de  la  verdad  (apd  hodoú  alethéias) 

(Sabiduría  5,6). 

El  pasaje  de  Santiago  5, 1 9-20a  nos  remonta  a la  exhortación  de  1 , 1 6.  No  obs- 
tante conviene  dejar  constancia  de  que  su  colocación  sobre  el  cierre  de  la  epístola  le 
da  un  valor  especial.  El  tema  debe  ser  sentido  como  relevante.  Tal  vez  porque  cie- 
rra las  oposiciones  que  permean  todo  el  texto,  como  en  el  libro  de  la  Sabiduría.  Y de 
la  manera  como  en  Sabiduría  1-5  los  impíos  cambian  su  parecer  (segundo  discurso: 
5,4-13),  así  también  hay  un  espacio  para  la  conversión  en  Santiago  5,19-20.  El  ver- 
bo “hacer  volver”,  por  otra  parte,  es  usado  en  Sabiduría  (13,7;  16,3.7),  pero  perte- 
nece al  vocabulario  común. 

En  la  advertencia  de  1 ,16  se  percibe  la  delicadeza  del  autor,  al  llamar  “herma- 
no.s míos  amados”  a sus  destinatarios. 


1.2.3.  Dios  nos  engendra  como  primicias  de  la  nueva  creación  (1,17-18) 

Hecha  en  1,131a  aclaración  de  que  “de  parte  de  Dios”  no  proviene  la  tentación,  cu- 
yo origen  en  cambio  está  en  el  propio  deseo  o concupiscencia,  se  señala  en  el  v.  17  qué 
es  lo  que  sí  viene  realmente  de  él.  Y aquí  volvemos  nuevamente  al  midrás  de  Sabiduría 
8-9,  que  ya  había  sido  explotado  en  el  v.  5.  La  idea  está  textualizada  con  términos  distin- 
tos, enfatizándose  la  “totalidad”  de  los  dones  (dos  vocablos  para  indicar  a é.stos). 

Lo  que  en  el  v.  5 era  solamente  la  Sabiduría,  ahora  se  amplía  a todo  don,  aun- 
que cualificado  como  “bueno”  y “perfecto”.  Con  téleion  recuperamos  el  léxico  de 


38 


SEVERINO  CROATO,  La  Carta  de  Santiago  como  escrito  sapiencial 


1 ,4,  aplicado  empero  a lo  que  viene  de  arriba  y no  ya  a la  obra  de  la  fe  en  el  sufri- 
miento. Encerrada  entre  1,5  y 3, 1 5. 1 7 la  referencia  a lo  que  viene  “de  arriba/del  Pa- 
dre de  las  luces”,  no  .se  puede  sino  concluir  que  es  primordial  mente  la  sabiduría.  La 
ampliación  bu.scada  por  el  tenor  del  texto  apunta  a “la  palabra  de  (la)  verdad”  (logo 
alcthéias).  que  de  nuevo  nos  remite  al  lenguaje  sobre  la  Sabiduría  en  el  texto  de  los 
LXX  pero  que  en  nuestra  carta  puede  entenderse  también  de  la  doctrina  cristiana. 

Es  importante  destacar  que  tanto  la  referencia  al  origen  “de  arriba”  de  todo 
don,  cuanto  la  indicación  de  su  procedencia  “del  Padre  de  las  luces”,  nos  acercan  al 
pasaje  de  3,13-18.  Hay  que  observar  algunas  cosas.  La  sabiduría  es  identificada  con 
la  “verdad”  (3,14b),  se  la  distingue  (con  tres  adjetivos)  de  otra  sabiduría  que  “/¡o 
desciende  de  lo  ídto"  (v.  1 5a).  La  que  viene  “de  arriba”  (v.  1 6a)  es  caracterizada  con 
siete  adjetivos  (7x  1 ),  lo  que  recuerda  su  descripción  en  el  libro  de  la  Sabiduría  don- 
de (en  7,22-23)  se  le  otorgan  veintiún  adjetivos  seguidos  (¡7x3!).  ¿Será  únicamente 
una  coincidencia  numérica? 

Es  de  notar,  además,  que  la  Sabiduría  de  Santiago  3,13-18  origina  la  paz  (v. 
18;  “pacífica”  es  uno  de  los  calificativos  que  la  definen,  v.  17).  En  Sabiduría  3,3  se 
dice  que  los  justos,  considerados  como  muertos  por  los  impíos,  en  realidad  “están 
en  paz”,  en  el  sentido  bíblico  de  “estar  en  plenitud”,  plenificados.  Sin  embargo  es 
más  notable  el  hecho  de  que  esta  asociación  entre  sabiduría  y paz/plenitud  en  San- 
tiago 3,17-18  tenga  que  ver  de  alguna  manera  con  “el  fruto  de  la  justicUr;  ahora 
bien,  el  libro  de  la  Sabiduría  se  abre  con  una  exhortación  a amar  Vdjnsticia  (1,1). 

Otra  cosa  que  hay  que  observar  es  la  caracterización  de  Dios  como  “Padre  de 
las  luces”  (Santiago  1,1 7ab).  En  Sabiduría  7,26  es  la  propia  sabiduría  la  que  es  el 
“reflejo  de  la  /wz  eterna”;  un  poco  más  adelante  se  la  llama  “más  esplendorosa  {eu- 
prepespera,  de  la  misma  raíz  que  la  euprépeia  vista  en  Santiago  1,1 1 y Sabiduría 
5,16)  que  el  sol”,  superior  a los  astros  y no  comparable  con  ninguna  luz  (7,29). 

Estas  asociaciones  son  indicadoras  de  una  dependencia  literaria,  o al  menos 
temática,  del  ¿nitor  de  la  carta  de  Santiago  respecto  del  libro  de  la  Sabiduría. 

Por  último.  Dios  nos  engendra  (el  mismo  verbo  que  en  el  v.  15  explicaba  el 
origen  de  la  muerte)  con  la  palabra  de  (la)  verdad  (la  Sabiduría)  para  ser  la  primicia 
de  su  nueva  creación  (ktismaton,  v.  18).  En  el  libro  de  la  Sabiduría  hay  muchas  aso- 
ciaciones entre  la  Sabiduría  de  Dios  y la  vida,  la  creación,  la  incorruptibilidad  y la 
eternidad.  En  1,14a  se  afirma  que  Dios  todo  lo  creó  (éktisen)  para  que  existiera  y no 
para  la  muerte.  Tal  es  su  proyecto  creacional.  Son  los  impíos  los  que  se  asocian  a la 
muerte,  a la  que  hasta  pertenecen  (2,24b). 


2.  Estructura  de  1,2-18 

Se  puede  pensar  que  el  conjunto  de  1,2-18,  que  hemos  analizado  en  dos  par- 
tes (vv.  2-12  y 13-18)  y por  pequeñas  unidades  de  sentido  pero  concatenadas  entre 
sí,  forma  una  cierta  unidad  global,  con  la  siguiente  disposición  de  los  temas: 

I a ( 1,2-4)  gozo/pruebas/constancia/lo  probado/obra  perfecta 
A 

b (1,5-8)  Sabiduría/dar/pedir  a Dios 
( 

X (1,9-11)  caducidad  del  rico/de  la  riqueza 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  M 


39 


A’ 


a’ 

b’ 


(1,12-15)  constancia/pruebas/lü  probado 

(1,16-18)  dádivíi/don  perfecto/de  lo  Alto 


Esta  es  otra  forma  de  agrupar  los  lexemas  recurrentes  que  destacan  las  líneas 
principales  del  texto.  El  tema  de  la  caducidad  del  rico  y de  la  riqueza  (ambas  cosas 
son  textualizadas  en  l,10b-l  1)  queda  en  el  centro  total,  contraponiéndose  a la  Sabi- 
duría que  viene  de  arriba  y que  es  más  estimable  que  todas  las  riquezas,  como  co- 
menta el  libro  de  la  Sabiduría  (ver  arriba,  bajo  1 . 1 .3.).  En  la  primera  estructuración 
(1,2-12),  el  mismo  tema  de  la  caducidad  .se  oponía  a la  teleiosidcu!  o perfección/lo- 
gro de  la  fe  probada  en  el  sufrimiento  por  las  pruebas.  Es  coherente  tener  en  cuenta 
ambos  juegos  de  lenguaje,  puesto  que  el  propio  texto  nos  da  la  pista  para  ello. 

Con  esto,  una  lectura  de  conjunto,  estructurada  y de  corrido,  percibe  los  ma- 
tices de  sentido  que  muchas  veces  se  pierden  cuando  el  texto  es  leído  analíticamen- 
te, por  partes  discretas. 


3.  Léxico  sapiencial  (libro  de  la  Sabiduría)  en  el  resto 
de  la  carta 

Lo  que  fue  estudiado  muestra  la  importancia  de  los  contactos  de  Santiago  con 
la  literatura  sapiencial,  sobre  todo  con  el  libro  de  la  Sabiduría.  Hemos  optado  por  li- 
mitar este  ensayo  a la  sección  ya  considerada  de  1 ,2- 1 8.  El  resto  merece  un  análisis 
igualmente  pormenorizado.  En  la  esperanza  de  que  alguien  lo  acometa  de  forma 
fructífera,  solo  indicamos  algunas  pistas  para  que  el  lector  tenga  una  imagen  más 
completa  de  esta  dimensión  sapiencial  de  toda  la  carta,  y no  exclusivamente  de  1,2- 
18. 


3.1.  Las  comparaciones 

Al  igual  que  las  comparaciones  de  1 ,6b-7  y 1 ,l()b-l  1 , también  otras  ayudan  a 
comprender  algunos  temas:  el  mirarse  en  el  espejo  (1,23-25),  el  freno  de  los  caba- 
llos (3,3)  o el  timón  de  una  nave  (3,4),  para  hablar  de  la  lengua.  El  uso  de  esta  cla- 
se de  comparaciones  sobresale  también  en  el  libro  de  la  Sabiduría.  Los  autores  de 
ambos  textos,  en  efecto,  son  motivados  para  ello  por  el  estilo  discursivo  que  utili- 
zan. En  cambio,  el  estilo  de  paralelos  poéticos  de  Proverbios  y Sirac  no  permite  des- 
plegar el  recurso  a la  comparación  desarrollada. 

En  Sabiduría  abundan  las  comparaciones.  Aparte  de  las  ya  anotadas  respecto 
de  la  sección  “salomónica”  (ver  bajo  1.1.3.  sobre  7,8-12;  8,14),  cf.  2,2-5  (la  caduci- 
dad de  la  vida  es  parangonada  con  el  humo  o el  latido  del  corazón,  el  rastro  de  una 
nube  o la  niebla  disipada  por  el  sol,  o finalmente  la  sombra);  5,9-12  (de  nuevo,  la 
vida  y la  riqueza,  como  sombra  o noticia,  como  la  huella  de  una  nave,  del  vuelo  de 
un  pájaro  o de  una  flecha).  La  esperanza  del  impío  es  como  brizna  llevada  por  el 
viento,  como  la  escarcha  arrebatada  por  el  huracán,  como  humo  disipado  por  el 
viento,  como  el  recuerdo  del  huésped  de  un  día  (5,14). 

En  el  midrás  del  éxodo  (capítulos  10 — 19),  notamos  comparaciones  en  1 1,22 
(el  mundo  es  como  la  pesa  de  una  balanza  o como  gota  de  rocío),  1 6,29  (la  esperan- 


40 


SEVERINO  CROATO,  La  Carta  de  Santiago  como  escrito  sapiencial 


za  del  ingrato  se  deshace  como  escarcha  invernal  y corre  como  agua  inútil),  19,9  (en 
el  paso  del  mar,  como  caballos  se  apacentaban,  como  corderos  retozaban). 

Sabiduría  en  el  Primer  Testamento,  Santiago  en  el  Segundo,  son  los  libros  que 
más  desarrollan  la  comparación  como  recurso  retórico. 

3.2.  La  lengua  y otras  cosas 

El  tema  de  la  lengua  en  sus  diferentes  usos  (Santiago  1,26;  3,5)  puede  cote- 
jarse con  Sabiduría  1,6.10-1 1 (sobre  la  lengua  maldiciente). 

El  tema  de  la  acepción  de  personas  (Santiago  2,1.9)  aparece  en  Sabiduría 
6,7  (cf.  asimismo  Sirac  35, 12)^'.  Los  (malos)  pensamientos  (clialogismoi)  de  Santia- 
go 2,4  pueden  equipararse  a los  que  son  atribuidos  a los  impíos  en  Sabiduría  2,1 .21 . 


3.3.  Las  propiedades  de  la  Sabiduría  que  viene  de  arriba 

Ya  se  comentó  en  1 .2.3.  que  uno  de  los  paralelos  más  interesantes  es  el  que  .se 
observa  entre  Santiago  3,17  y Sabiduría  7,22-8,1.  Tenemos  en  la  obra  alejandrina 
una  larga  descripción,  con  lenguaje  a veces  estoico,  de  la  Sabiduría  divina. 

Dado  que  el  texto  de  Santiago  3,13-18  retoma  el  tema  del  origen  de  la  autén- 
tica Sabiduría,  concluimos  con  un  breve  comentario  sobre  la  unidad.  Ella  está  es- 
tructurada de  la  manera  siguiente; 

A ¿Quién  es  sabio  o conocedor  entre  vosotros? 

Que  muestre  por  su  buena  conducta  sus  obras  (hechas) 
con  la  dulzura  de  la  sabiduría. 

a Pero  si  tenéis  amarga  envidia 

b y contienda  en  vuestro  corazón, 

B 

c (-1-  negado)  no  os  ydciéh  n\  núntá'ia  contra  la  verdad. 

+ negado  Esta  Sabiduría  no  ha  descendido  de  lo  alto, 

X 

- afirmado  sino  que  es  terrena,  natural,  demoniaca. 

a’  Pues  donde  hay  envidia 

b’  y contienda, 

B’ 

c’  (-  afirmado)  allí  hay  desconcierto  y toda  acción  mala. 

A’  En  cambio  la  sabiduría  de  lo  alto  es, 

en  primer  lugar,  pura. 


31 


W.  Bindemann  remite  solamente  al  pasaje  de  Sirae  (art.  cil.  en  la  nota  3,  pág.  205). 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


41 


después,  pacífica,  complaciente,  dócil, 
llena  de  compasión  y de  buenos  frutos, 
imparcial,  sin  hipocresía. 

I 8 Fruto  de  justicia  se  siembra  en  la  paz  para  los  que  hacen  la  paz. 

Esta  redacción  del  texto  merece  un  breve  comentario.  Nótese  que  en  B y B’, 
+ la  segunda  parte  de  X,  se  describe  el  fruto  de  la  mala  Sabiduría,  mientras  que  en 
A y A’,  + la  primera  parte  de  X,  se  habla  de  la  Sabiduría  de  arriba  y de  sus  buenos 
frutos.  La  oposición  se  hace  así  literaria  y estructuralmente  simétrica^^ 

El  que  cree  tener  Sabiduría,  debe  tenerla  de  lo  alto-^^  (X)  y,  si  ésta  es  un  don, 
debe  producir  obras/frutos  en  mansedumbre  (A  y A’).  ¿Cómo  puede  allí  caber  la  jac- 
tancia? (v.  14b).  Una  pretendida  Sabiduría  que  es  jactanciosa  y mentirosa  respecto 
de  la  verdad  solamente  puede  ser  terrestre,  ¡y  algo  más!  (v.  15b),  y sus  frutos  serán 
la  envidia  y la  contienda  (B  y B’).  Por  eso,  entre  las  siete  propiedades  de  la  Sabidu- 
ría está  la  de  ser  “pacífica”  (v.  17),  y al  principio  se  decía  que  las  obras  del  verda- 
dero sabio  provienen  de  la  mansedumbre  de  la  Sabiduría  (v.  1 3b). 

De  ahí  que  en  la  conclusión  de  esta  unidad  (v.  18)  se  diga  que  el  “fruto  de  la 
justicia”  es  previamente  “sembrado”  en  la  paz  por  aquellos  que  hacen  la  paz'’’.  Es 
notable  el  hecho  de  que  e!  inicio  mismo  del  libro  de  la  Sabiduría  sea  una  recomen- 
dación a amar  la  “justicia”  y que  a los  pocos  versos  se  esté  hablando  de  labios,  len- 
gua y palabras  de  los  impíos  (vv.  6.9.1 1). 


3.4.  El  modelo  de  Job  (Santiago  5,11) 

La  manera  como  Job  es  mencionado  en  Santiago  5,1 1 resume  todo  el  libro  de 
Job.  En  esta  totalidad  la  figura  de  Job  es  interpretada  comectamente,  coincidiendo 
con  la  lectura  que  Sabiduría  1-5  hace  de  la  suerte  de  los  justos  que  sufren  y son  des- 
preciados. En  efecto,  el  Job  de  Santiago  5,1 1 no  es  el  “paciente”  de  la  leyenda  de 
Job  1-2  sino  el  ''' impaciente",  perseverante,  contestatario  de  Job  3-31. 

La  traducción  de  Santiago  5,1 1 “habéis  escuchado  la  paciencia  de  Job”  es 
incorrecta.  En  efecto,  hupomoné  no  es  “paciencia”  sino  “constancia/aguante- 
/perseverancia”  bajo  el  sufrimiento,  con  el  objetivo  de  llegar  a una  meta.  Job  la 
logra,  cuando  Yavé  finalmente  lo  restablece  (42,5.10)”.  Al  llamar  la  atención 
acerca  de  la  “constancia  de  Job”,  el  autor  de  la  carta  señala  asimismo  el  final  {to 
telos)  de  esa  historia,  apelando  a la  misericordia  del  Señor  afirmada  en  citas  bí- 
blicas. 


La  oposición  simétrica  entre  15a  y 15b  t'ue  sugerida  por  J.  J.  Barreda,  estudiante  de  doctorado  en 
el  ISEDET,  Buenos  Aires,  en  el  seminario  sobre  Santiago  del  primer  semestre  de  1998. 

Nótese  la  alternancia  quiásmica.  imposible  de  verter  al  castellano,  entre  “Sabiduría  de  arriba”  en 
15a  y “la  de  arriba  Sabiduría”  en  17a. 

El  tema  de  las  obras  de  la  Sabiduría  está  en  los  extremos,  como  reclamo  al  que  se  dice  sabio  (en 
el  V.  13b)  y como  fruto  de  la  Sabiduría  de  lo  alto  (v.  18). 

- Importantes  en  esta  línea  son  las  observaciones  de  Chr.  R.  Scitz,  “The  Patience  of  Job  in  the 
Epistie  of  James",  en  R.  Bartelmus,  Th.  Krügcr  y H.  Utzschneider  (eds.),  Conseqiiente  Traditions- 
gcschichte.  Festschr.  Klaus  Baltzer  zum  65.  Gebertstag  (Gotinga,  Vandenhoeck  & Ruprecht.  1993), 
págs.  373-382. 


42 


SEVERINO  CROATO,  La  Carta  de  Santiago  corno  escrito  sapiencial 


Esta  aproximación  a la  historia  de  Job  es  paralela  a la  que  Sabiduría  1-5  ha- 
ce del  sufrimiento  de  los  justos.  Esta  mención,  por  otra  parte,  sirve  de  inclusión  con 
1,2-4  y 1,12. 

4.  Conclusiones 

Respecto  de  la  inspiración  de  algunos  temas  y motivos  de  Santiago  en  el  li- 
bro griego  de  la  Sabiduría,  se  puede  concluir  lo  siguiente: 

1 ) El  conjunto  de  indicios  es  impresionante.  Tales  indicios  son  tanto  lexemá- 
ticos  cuanto  temáticos. 

2)  No  hay  citas  directas  del  libro  de  la  Sabiduría,  no  obstante  hay  una  imita- 
tio  continua  que  resulta  evidente.  Se  trata  de  una  “apropiación”  hermenéutica  suge- 
rida por  situaciones  equivalentes,  no  iguales. 

3)  Tal  vez  esta  fuerte  relación  literaria  y temática  con  Sabiduría  explica  la  in- 
troducción ipraescriptum)  de  1,1,  con  la  mención  de  la  “diáspora”.  Los  cristianos 
del  mundo  grecorromano  son  comunidades  dispersas  al  modo  de  las  judías  de  la 
diáspora,  y sufren  padecimientos  y conflictos  internos  paralelos.  De  esta  manera, 
Santiago  tiene  una  buena  cuota  de  relectura  de  Sabiduría. 

4)  Santiago  no  es  únicamente  una  carta  haláquica,  sapiencial  y profética. 
Desde  el  inicio,  contiene  un  mensaje  a los  que  sufren  y son  despreciados  o pobres. 
Lo  sapiencial  es  usado  por  primera  vez  en  el  libro  de  la  Sabiduría  para  tratar  el  te- 
ma del  sufrimiento  de  los  justos  de  una  forma  totalmente  diversa  a la  del  libro  de 
Job. 

5)  Santiago  es,  por  todo  esto,  un  texto  religioso,  teológico  y querigmático  al 
mismo  tiempo. 

6)  Son  mayores  los  contactos  “sapienciales”  de  la  carta  de  Santiago  con  la  li- 
teratura judía  precristiana  que  con  la  neotestamentaria’^ 

7)  Si  se  puede  demostrar,  y creemos  haberlo  hecho,  que  el  enfoque  sapiencial 
de  la  carta  de  Santiago  es  el  más  relevante  y el  que  conduce  la  lectura  del  texto  (por 
encima  del  haláquico),  queda  la  conclusión  de  que  Santiago  es  el  escrito  sapiencial 
representativo,  y único,  en  el  Nuevo  Testamento. 


J.  Severino  Croatto 

Camaciiá  252 
1406  Buenos  Aires 
Argentina 


36 


Cr.  Fr.  Mu.ssner.  art.  cil.  (nota  3),  pág.  67. 


FRANCISCO  REYES  ARCHILA 


LA  LEY  DEL  REINO: 

UNA  EXIGENCIA  DE  VIDA  PLENA 
Una  aproximación  antropológica  y simbólica 
a la  carta  de  Santiago 


Resumen 

El  acercamiento  que  hacemos  al  texto  tienen  dos  momentos.  En  el  primero,  más  sin- 
crónico, queremos  ofrecer  una  visión  de  conjunto  de  los  principales  temas  o unida- 
des mínimas  de  significación  alrededor  de  los  cuales  se  estructura  la  carta,  dándole 
sentido,  independientemente  de  la  diversidad  y heterogeneidad  de  sus  partes;  en  con- 
tra de  la  idea  de  que  la  carta  carece  de  una  organización  coherente.  El  segundo,  más 
“diacrónico”,  busca  destacar,  recuperar  y desarrollar  algunos  hilos  o ejes  de  senti- 
do que  atraviesan  y le  dan  una  mayor  coherencia  a la  carta  (desarrollamos  las  cla- 
ves antropológica,  económica  y simbólica);  a diferencia  de  los  comentarios  "tradi- 
cionales" que  buscan  estudiarla  de  forma  consecutiva  por  capítulos  o secciones. 
Santiago  propone  una  inversión  de  los  órdenes  simbólicos  y sociales  dominantes  que 
amenazan  la  vida  humana  (psiqué)  en  concreto,  la  vida  de  los  hermanos  y de  las 
hermanas  más  pobres.  Esta  inversión  se  expresa  en  un  lenguaje  antropológico  como 
una  crítica  a las  prácticas  y concepciones  dualistas  que  han  comenzado  a permear 
la  vida  de  la  comunidad,  y que  tienen  su  raíz  en  las  estructuras  económicas  y simbó- 
licas del  Imperio  Romano.  En  este  contexto,  los  huérfanos  v las  viudas  son  propues- 
tos como  el  criterio  ético  >’  teológico  que  fundamenta  la  re-creación  de  los  órdenes 
simbólicos  y las  prácticas  (la  fe  que  obra  por  el  amor)  presentes  en  la  misma  expe- 
riencia originaria  del  cristianismo. 


1.  Introducción 

Quisiéramos  enunciar  brevemente  algunos  presupuestos  metodológicos  que 
nos  orientaron  en  el  estudio  de  esta  carta.  El  primero  que  queremos  subrayar  es  la 
importancia,  como  mediación  hermenéutica,  que  tiene  nuestra  propia  experiencia 
histórica  (hablamos  de  la  cultura,  de  la  práctica,  de  los  imaginarios  sociales,  de  la  fe 
y la  realidad  histórica,  factores  que  determinan  nuestra  existencia  como  personas  y 
como  grupos).  La  lectura  de  la  carta  de  Santiago  nos  llevó,  casi  que  de  manera  ine- 
vitable, a pensar  en  nuestra  experiencia  eclesial,  en  especial  en  el  modo  como  se  ha 
comprendido  y vivido  el  poder,  en  sus  diferentes  sentidos.  Al  leer  la  carta  no  podía- 


44 


FRANCISCO  REYES  ARCHILA,  La  ley  del  reino:  una  exigencia  de  vida  píen; 


mos  dejar  de  evocar  las  divisiones,  las  tensiones  y los  conflictos  internos  engendra- 
dos por  el  manejo  de  los  recursos  económicos,  por  la  toma  de  posiciones  políticas  o 
por  planteamientos  ideológicos  (algunos  de  ellos  teológicos).  O constatar  la  exclu- 
sión de  los  más  pobres  y,  en  particular,  de  los  niños  y las  mujeres,  sobre  todo,  de  los 
espacios  de  control  y de  poder,  mientras  algunos  líderes  usufructúan  el  poder  para 
beneficio  propio  o de  los  más  cercanos,  dejándose  llevar  por  la  fascinación  del  lujo, 
de  la  riqueza  o del  prestigio  social.  O recordar  el  manejo  que  le  hemos  dado  a la  di- 
mensión afectiva  y sexual  (y  todo  lo  que  implica  la  corporalidad)  con  las  consecuen- 
cias que  tiene  en  la  vida  concreta  de  las  personas  y en  el  manejo  del  poder  dentro  de 
las  iglesias.  Es  importante  aludir  también  a nuestra  actitud,  como  cristianos  y como 
iglesias,  frente  a las  con.secuencias  nefastas  que  la  imposición  de  un  modelo  econó- 
mico neoliberal  ha  traído  sobre  la  mayoría  de  la  población  de  nuestros  países. 

Pudiéramos  ampliar  la  lista  o profundizaren  algunas  de  ellas,  cuestión  que  se- 
ría interminable  y algo  que  no  nos  conesponde  hacer  en  estas  páginas.  Sin  embar- 
go, es  importante  explicitar  las  causas  de  este  malestar.  En  este  sentido,  hay  que  de- 
cir que  lo  que  nos  preocupa,  precisamente,  es  la  dificultad  de  comprender  las  razo- 
nes últimas,  en  especial  cuando  hablamos  de  “conciencia”  o de  “fe”,  que  mueven  a 
tantos  hermanos  y hermanas  a obrar  de  esta  manera.  Lo  más  grave  es  que  no  tene- 
mos una  respuesta  clara  que  nos  lleve  a comprender  esta  situación.  La  carta  de  San- 
tiago enfrenta  una  realidad  muy  semejante'  y,  por  tanto,  nos  puede  ofrecer  algunas 
pistas  que  nos  ayuden  a comprender  la  raíz  de  tantos  problemas  (y  a buscar  alterna- 
tivas). Es  hora  de  recuperar  su  dimensión  intraeclesial  y profética. 

El  segundo  presupuesto  que  quisiéramos  resaltar  es  la  riqueza  del  contacto  di- 
recto con  el  texto.  En  nuestra  experiencia  esta  relación  ha  comenzado  a ser  un  nue- 
vo principio  pedagógico  y hermenéutico  de  autoridad  que  fundamenta  y orienta  la 
exégesis  y la  hermenéutica  bíblica  que  e.stamos  haciendo.  Reconocemos,  no  obstan- 
te, tanto  la  iníluencia  de  la  hermenéutica  y la  exégesis  elaborada  en  otros  ambientes 
(su  influjo  en  nuestra  formación),  como  la  importancia  y la  riqueza  de  esta  rica  tra- 
dición en  nuestra  tarea  de  leer  e interpretar  el  texto.  No  podemos  dejar  de  lado  este 
acervo  teórico.  Sin  embargo,  intentamos  recrearlo  a partir  de  la  vida  y en  diálogo 
con  el  texto.  El  fruto:  el  florecimiento  de  una  nueva  sensibilidad  que  nos  permite 
descubrir  la  riqueza  presente  en  los  relatos,  inimaginable  desde  otros  acercamientos. 
Como  consecuencia,  .se  da  una  transformación,  muchas  veces  radical,  de  la  interpre- 
tación que  la  “tradición”  ha  hecho  del  texto.  Queremos  depender  más  de  nuestra  pro- 
pia creatividad  que  de  los  comentarios  de  los  grandes  exégetas.  Lo  fundamental  es 
la  fidelidad  a la  vida  (y  al  texto),  desde  ahí  se  recrean  las  diferentes  mediaciones  teó- 
ricas, metodológicas,  así  como  prácticas. 

El  tercer  presupuesto  tiene  que  ver  con  la  perspectiva  socio  simbólica^  desde 
donde  queremos  acercarnos  a la  carta.  Queriendo  ser  coherentes  con  esta  propuesta 
metodológica  y,  al  mismo  tiempo,  ser  fieles  con  el  texto,  nos  dimos  a la  tarea  de  de- 


' Esta  puede  ser  otra  de  las  razones  por  las  cuales  la  carta  fue  despreciada  y marginada  a lo  largo  de 
toda  la  tradición  cristiana. 

^ La  propuesta  metodológica  está  desarrollada  en  mi  libro:  Hagamos  vida  ¡a  Palabra;  método  de 
lectura  bíblica.  Bogotá,  Cedebi,  1997. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


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tectar  las  expresiones  simbólicas^  que  más  se  repiten  en  la  carta  y/o  que  pudieran  te- 
ner una  carga  de  significación  importante  y organizarías  alrededor  de  algunos  nú- 
cleos o ejes  de  sentido.  El  carácter  polisémico  de  las  expresiones  simbólicas  puso  en 
evidencia  la  interrelación  que  existe  entre  los  diferentes  núcleos  y la  dificultad  de 
considerar  cada  uno  por  separado^.  Es  evidente  que  cualquiera  de  estos  núcleos  da- 
ría para  hacer  una  estudio  de  la  carta^  y que,  esencialmente,  la  reflexión  sobre  uno 
de  ellos  nos  llevaría  a considerar  los  otros.  Conscientes  de  estas  limitaciones,  quisi- 
mos resaltar  algunos  ejes  de  sentido  (otros  énfasis  para  ser  más  justos)  que  han  sido 
poco  desarrollados  en  los  comentarios  que  tuve  a la  mano'’.  Optamos  por  trabajar 
fundamentalmente  el  eje  antropológico.  Al  final,  la  pregunta  por  la  significación  nos 
fue  llevando  a profundizar  en  este  eje  a partir  de  otros  dos:  el  económico  y el  sim- 
bólico (con  esto  último  hacemos  referencia  a los  sistemas  simbólicos  sociales  o a los 
imaginarios  colectivos). 

Este  trabajo  nos  fue  llevando,  al  mismo  tiempo,  a replantear  la  estructura  de 
la  carta,  necesaria  para  ver  la  manera  como  estaban  articuladas  las  diferentes  expre- 
siones o núcleos  simbólicos,  encontrando,  para  sorpresa  nuestra,  una  coherencia  in- 
terna bastante  fuerte  y clara. 


2.  Una  propuesta  de  organización  o estructura 

Queremos  compartir  una  propuesta  de  estructura  de  la  carta,  como  resultado  de 
un  trabajo  detallado  de  lectura  y relectura.  Desde  el  comienzo  quisimos  poner  aten- 
ción especial  a las  relaciones  internas,  a las  conexiones  entre  las  diferentes  secciones 
o partes  y a los  ejes  de  sentido  que  atraviesan  la  carta.  Tuvimos  en  cuenta  asimismo 
las  diferentes  propuestas  de  organización  y los  criterios  formales  para  determinarla; 
partimos  de  ahí  con  el  propósito  de  agrupar  aún  más  las  secuencias  o las  partes  alre- 
dedor de  temas  o palabras  claves.  Al  final  de  este  trabajo  se  logró  poner  de  manifies- 
to una  estructura  con  una  coherencia  y una  unidad  interna  de  sentido,  que  nos  ayuda  a 


^ El  símbolo  no  es  solamente  un  signo  o una  realidad  sensible  que  nos  remite  a una  experiencia  vi- 
tal o a otra  realidad  di.stinta;  es  una  tercera,  la  significación  o el  sentido  que  permite  que  el  signo  re- 
mita a una  realidad  o experiencia  diferente.  Por  eso  preferimos  hablar  de  "expresiones  simbólicas”  y 
no  de  símbolo  para  referirnos  a los  “signos”  o a los  significantes. 

Como  texto  literario,  la  carta  tiene  su  propia  trama  y como  tal  no  podemos  hablar  estrictamente  de 
varios  núcleos  de  sentido,  sino  de  un  único  núcleo  de  sentido  que  es  el  texto  en  sí  mismo. 

^ Elsa  Tamez,  en  su  excelente  comentario  titulado:  A carta  ele  Tiago:  nimia  leitura  latino-america- 
na. Sao  Bernardo  do  Campo,  Imprensa  Metodista,  1985  (original  castellano:  Santiago.  Lectura  lati- 
noamericana de  la  epústola.  San  José,  DEI,  1985),  nos  propone  tres  ejes  o ángulos  desde  donde  pode- 
mos abordar  su  comprensión,  ellos  son:  el  ángulo  de  la  opresión-sufrimiento,  el  ángulo  de  la  esperan- 
za y el  ángulo  de  la  praxis.  Sin  duda  que  estos  ángulos  siguen  teniendo  hoy  mayor  vigencia.  Carmina 
Navia,  La  carta  de  Santiago.  Un  camino  de  espiritualidad.  Bogotá,  Indo-American  Press  Service, 
1989  (Colección  Iglesia  Nueva  No.  90),  nos  propone  como  clave  de  lectura  “lo  que  tiene  que  ver  la 
verdadera  práctica  religiosa  bíblico-cristiana  (espiritualidad)".  Como  éstos,  habrán  con  seguridad  otros 
ángulos  de  comprensión  igualmente  válidos  y necesarios,  los  cuales  aparecerán  en  el  presente  núme- 
ro de  la  RIBLA.  La  perspectiva  en  nuestro  artículo  supone  los  anteriores  e intenta  abordar  el  estudio 
desde  otros  ángulos  complementarios. 

^ Además  de  los  citados  a pie  de  página  menciono  los  siguientes:  Thornas  W.  Leahy,  “Epístola  a 
Santiago”,  en  Comentario  Bíblico  San  Jerónimo.  Madrid,  Cristiandad,  1972,  tomo  IV,  págs.  291-31 2. 
Knoch  Otto.  Carta  de.  Santiago.  Barcelona,  Herder,  1976. 


46 


FRANCISCO  REYES  ARCHIl^A,  La  ley  del  reino:  una  exigencia  de  vida  plena 


comprender  mejor  la  intencionalidad  del  autor  y la  misma  realidad  de  la  comunidad  o 
comunidades  a las  que  se  dirige.  Los  temas,  que  en  apariencia  aparecen  aislados  y sin 
relación,  adquieren  una  relacionalidad  significativa.  Tenemos  la  .seguridad  de  que  e.s- 
ta  estructura  nos  puede  ayudar  a comprender  las  condiciones  internas  que  posibilitan 
la  emergencia  del  sentido  (y  los  mismos  sentidos).  Estamos  también  convencidos  de 
que  esta  e.structura  en  sí  misma  no  es  lo  más  primordial,  ella  es  relativa;  en  este  senti- 
do puede  ser  modificada,  enriquecida  o relegada.  El  lector  podrá  juzgar  su  importan- 
cia y validez  a la  hora  de  ayudar  a comprender  el  texto.  Veamos  la  propuesta^: 


A 1,1-18.  DICHOSO  EL  VARON  QUE  SOPORTA  LA  PRUEBA 

(AMBICION) 


aa  1 ,2-8 
a.b.  1,9-11 
aa’  1,12-18 


Ser  perfectos  en  la  prueba. ..y  el  varón  de  doble  vida 

Sobre  el  hermano  humillado  y el  rico 

El  varón  que  soporta  la  prueba  y el  don  perfecto 


B 1,19-27  “SER  DE  LA  PALABRA... 

LA  CUAL  PUEDE  SALVAR”... 

Y LA  LEY  PERFECTA,  LA  DE  LA  LIBERTAD 


ba  1,19-21  Sea  (dé)  todo  hombre  veloz  para  oír,  lento  para  hablar 
y la  justicia  de  Dios... 

bb  1 ,22-24  (dé)  Pero  llegad  a ser  hacedores  de  la  Palabra 
y no  solo  oidores 

ba’  1 ,25-27  (dé)  Mas  el  que  mira  fijamente  a la  ley... 

y la  religión  pura  y sin  tacha  ante  Dios 

C 2,1-26  “NO  TENGAIS  ACEPCION  DE  PERSONAS 
EN  LA  FE”  Y LA  LEY  DE  LA  LIBERTAD 


ca  2,1-7  No  tener  acepción  de  personas  en  la  fe. 

cb  2,8- 13  Si  en  verdad  cumplís  la  ley  regia:  amarás  a tu  prójimo 
como  a ti  mismo,  bien  hacéis... 

ca’  2,14-26  La  fe  sin  obras  e.stá  muerta...  ¿podrá  la  fe  salvar? 
B’.  3, 1-5,6  LO  QUE  NO  HAY  QUE  HACER  PARA  PODER 

SALVAR  LA  VIDA...  “NO  ERES  HACEDOR 
DE  LA  LEr 

b’.a.  3, 1-4,6  Lo  que  no  (Mé)  hay  que  hacer...  entre  los  hermanos 
(en  umín,  3,1 3;  4,1 ) 

b’.b.  4,7-10  Lo  que  hay  que  hacer:. ..humillarse... 

b’  .a’  .4,11  -5,6  Lo  que  no  (Mé)  hay  que  hacer  en  relación  al  mundo 


^ Subrayamo.s  los  temas  y las  palabras  que  nos  sirven  para  ver  las  relaciones  internas  tanto  a nivel 
de  las  unidades  mayores  como  de  las  subunidades. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No,  31 


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A’.  5,7-20  DICHOSOS  LOS  QUE  PERSEVERARON... 

EN  EL  SUFRIMIENTO 

a’ .a.  5,7-1 1 Tened  paciencia  hermanos...  en  la  aflicción, 

el  ejemplo  de  los  profetas  y Job. 
a’. b.  5,12  No  juréis... 

a’,  a’.  5,13-20  La  oración  en  la  aflicción,  el  ejemplo  de  Elias... 


Las  secciones  A y A’  giran  alrededor  de  un  mismo  tema;  la  perseverancia  en 
las  pruebas  y en  los  sufrimientos.  Aparece  como  común  la  referencia  al  pecado  que 
lleva  a la  muerte,  la  mención  de  la  oración  y del  alma  (psique)  viviente  o principio 
vital  y el  dilema  entre  la  muerte  y la  salvación.  La  psiqiié  está  en  peligro  de  muerte 
por  causa  del  pecado.  Ambas  secciones  están  dirigidas  al  mismo  sujeto:  los  “herma- 
nos míos”.  El  tono  es  muy  semejante.  Encontramos  otras  palabras  que  aparecen 
esencialmente  en  estas  secciones,  como  camino,  fe,  error  (extraviarse),  verdad  y los 
verbos  conocer  y dar.  Un  análisis  más  detallado  también  nos  permite  ver  la  diferen- 
cia de  acentos  o énfasis  en  cada  una  de  ellas. 

La  sección  A se  presenta  a la  vez  de  una  forma  quiástica  y con  un  claro  inte- 
rés de  situar  el  dilema  fundamental  que  vive  la  comunidad  y lo  presenta  en  forma 
antagónica:  se  es  un  aner  íntegro  o perfecto  (teléios),  capaz  de  soportar/perseverar 
en  las  pruebas/tentaciones,  o se  es  un  aner  vacilante  y de  alma  dividida  (este  es  el 
sentido  de  a. a.).  Mientras  el  primero  tiene  como  premio  la  vida  (zoé,  con  el  sentido 
de  plenitud),  el  segundo,  por  el  contrario,  es  llevado  al  final  a la  muerte  (es  el  sen- 
tido a. a’.).  Es  claro  que  lo  que  tienta  o lo  que  pone  a prueba**  al  aner  son  las  epiti- 
mias  (1,14),  normalmente  traducida  por  deseo  y asociado  a lo  sexual  (los  deseos  de 
la  carne);  no  obstante,  el  sentido  en  esta  sección  está  relacionado  con  la  riqueza  o 
con  el  deseo  de  tener  un  estilo  de  vida  como  el  de  los  ricos  (este  es  el  sentido  de  los 
vv  9-11). 

La  sección  A’  está  construida  de  forma  paralela  con  A.;  aparece  prácticamen- 
te el  mismo  tema,  aunque  con  un  énfasis  diferente.  Predomina  el  verbo  makrotiineo 
y su  respectivo  sustantivo  makrotiinía  (aparecen  cinco  veces);  el  énfasis  es  diferen- 
te a upomone  (que  aparece  en  A).  Ambas  expresiones  tienen  el  sentido  de  soportar, 
pero  con  énfasis  particulares.  Upomone  tiene  un  sentido  más  activo  y puede  tradu- 
cirse mejor  por  perseverar  o resistir,  mientras  que  macrotimia  tiene  el  sentido  más 
“pasivo”  de  esperar.  Sin  embargo  las  dos  pueden  hacer  parte  de  una  misma  actitud, 
algo  así  como  paciencia  histórica,  con  el  significado  de  esperar  y,  al  mismo  de  tiem- 
po, de  perseverar.  A diferencia  de  A.,  lo  que  pone  a prueba  a la  comunidad  es  el  su- 
frimiento y la  enfermedad. 

En  esta  sección,  5,7-20,  encontramos  al  comienzo  y al  final  la  expresión  “llu- 
via” (5,7.18)  que  funciona  como  una  inclusio  que  le  va  a dar  mayor  unidad.  La  pri- 
mera parte,  5,7-11  (a’.a.),  nos  habla  de  la  macrotimia  como  la  actitud  fundamental 
que  se  le  exige  a una  comunidad  que  sufre  (por  causa  de  la  opresión  de  los  ricos  o 


Q 

” El  verbo  peirázw  aparece  cuatro  veces  en  la  carta;  mientras  que  el  sustantivo  peirasmós  dos  ve- 
ces, únicamente  en  esta  sección.  E.so  indica  la  importancia  que  tiene  para  el  autor  la  prueba/tentación; 
probar/tcntar. 


48 


FRANCISCO  REYES  ARCHILA,  La  ley  del  reino:  una  exigencia  de  vida  plena 


por  las  persecuciones,  ver  2,6-7).  Esta  actitud  tiene  tres  características:  la  primera, 
aguardar/aguantar  el  precioso  fruto  hasta  recibir...;  la  segunda,  fortalecer  los  corazo- 
nes; la  tercero,  perseverar  en  los  sufrimientos,  con  la  confianza  en  la  venida  del  Se- 
ñor, en  su  misericordia  y compasión.  En  el  fondo  es  una  sola  actitud  de  fe,  de  con- 
fianza en  la  venida  del  Señor  que  cambiará  o invertirá  la  situación  de  sufrimiento. 
El  ejemplo  de  Job  ilumina  bien  esta  situación: 

Job  se  “revuelve”  contra  su  destino  y acusa  a Dios,  pero  resiste.  Resiste  al  sufrimien- 
to, resiste  a la  traición  y resiste  a su  propia  tentación  de  abandonar  la  fe.  Y por  su  ca- 
pacidad de  aguante:  permanece  y en  esa  permanencia  vence,  como  los  pueblos,  que 
vencen  por  lo  heroico  de  su  resistencia'*. 

La  tercera  parte  (a’. a’.)  propone  la  oración  de  la  fe  como  la  pedagogía  comu- 
nitaria que  puede  salvar  (.sanar  al  enfermo,  levantarlo  de  su  condición,  perdonarlo  de 
sus  pecados),  ayudar  a soportar  y a resistir  en  medio  de  los  sufrimientos  y de  la  en- 
fermedad, a ejemplo  de  Elias.  En  la  segunda  parte  (a’.b.)  es  claro  que  los  juramen- 
tos (una  manera  de  vacilar)  no  ayudan  a la  comunidad  a resistir  en  medio  de  los  su- 
frimientos. Son  la  espera  y la  resistencia  apoyadas  por  la  oración  de  fe  de  la  comu- 
nidad, y no  la  denuncia  de  los  hermanos  ante  los  tribunales  civiles,  las  que  pueden 
salvar  a la  comunidad.  Esta  situación  se  comprende  mucho  mejor  en  el  conjunto  de 
la  carta. 

En  el  comienzo  de  las  secciones  B y B’  aparece  el  verbo  conocer  o saber  (oí- 
da), ambos  en  perfecto  (el  primero  en  indicativo,  el  segundo  en  participio),  lo  que 
indica  que  las  dos  secciones  se  ubican  en  el  plano  del  conocimiento  (ver  4,4;  4,17), 
que  en  el  conjunto  de  esta  sección  y de  la  carta  es  de  tipo  práctico.  En  ambas  sec- 
ciones es  central  el  “hacer”  (ser  hacedores/hacer).  En  B .se  insiste  en  ser  hacedores 
de  la  palabra/obra  (prácticamente  sinónimo  de  cumplir  la  ley  perfecta),  concluyen- 
do con  una  bienaventuranza:  “...este  es  feliz  en  el  hacer”.  En  B’  se  habla  del  mismo 
tema,  pero  para  mostrar  las  actitudes,  los  deseos  y las  prácticas  (ofensas  verbales, 
mentiras,  celos,  rivalidades,  pleitos,  codicia,  etc.)  como  contrarias  a la  ley  (la  de  la 
libertad);  aquí  concluye  prácticamente  que  aquel  que  juzga  al  hermano  “no  es  hace- 
dor de  la  ley”  (el  criterio  de  justicia  de  la  ley  es  el  hermano,  ver  4, 1 1 ) o que  “sabien- 
do hacer  el  bien,  no  la  hace”  (4, 1 7);  incluso,  en  la  perícopa  de  4, 1 3- 1 7,  aparece  otras 
dos  veces  el  verbo  hacer.  Al  comienzo  de  esta  sección  también  aparece  el  hacer  (“no 
os  hagáis  muchos  maestros”). 

Estas  secciones  están  construidas  en  esencial  a partir  de  varios  imperativos 
(afirmativos  o negativos);  lo  que  les  da  un  tono  semejante.  Aparece  además  un  len- 
guaje común  a las  dos  .secciones,  lo  que  nos  ayuda  a confirmar  su  paralelismo  quiás- 
tico:  hablar  (1,19;  4,11;  4,13),  palabra  ( 1 ,21-23;  3,2),  lengua  (1 ,26;  3,5-1 1 ),  hacer 
(1,22-25;  3,1;  4,11.13.15.17),  obra  (1,25;  3,13),  ley  (1,25;  4,11-12),  corazón  (1,26; 
3,14;  4,8),  oposición  mundo  y Dios  (1,27;  4,8;  3,l4ss.),  mansedumbre  (1,21;  3,13), 
justicia-injusticia  ( 1 ,20;  3,6. 1 8),  puro-pureza  ( 1 ,27;  4,8),  Dios  ( 1 ,20;  4,8),  humillar- 
se en  relación  con  visitar  a los  huérfanos  y a las  viudas  ( 1 ,27;  4,10).  En  B.  predomi- 
na un  lenguaje  positivo,  lo  que  hay  que  hacer  para  salvar  la  vida.  En  B’.  se  desarro- 


9 


Carmiña  Navia.  Op.  cit.,  pág.  46. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


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lian  ampliamente  los  temas  planteados  en  B.,  pero  con  un  lenguaje  negativo,  lo  que 
no  hay  que  hacer  (para  ser  varón  perfecto,  ver  3,2),  tanto  dentro  de  los  hermanos 
(“entre  vosotros”)  como  en  relación  a la  sabiduría  del  mundo. 

La  sección  B está  estructurada  por  la  conjunción  adversativa  de;  aunque  mu- 
chas veces  no  se  traduzca,  implica  de  cualquier  manera  un  énfasis  que  hay  que  con- 
siderar. La  primera  y la  tercera  parte  (b.a.  1,19-21;  b.a’.  1,25-27)  están  centradas  en 
el  “oír”.  La  primera  para  insistir  en  la  preferencia  de  oír  frente  al  hablar;  la  segunda 
para  supeditar  el  oír  al  hacer.  El  hablar,  relacionado  con  la  ira,  no  produce  justicia 
de  Dios;  el  hecho  de  no  poner  freno  a la  lengua  conlleva  a una  religión  vana  y muer- 
ta. Estructuralmente  se  relaciona  la  justicia  de  Dios  con  la  verdadera  religión.  La 
paite  central  (b.b.  1 ,22-24)  plantea  el  desafío  fundamental,  lo  que  hay  que  hacer  pa- 
ra salvar  el  alma  viviente:  “ser  hacedores  de  la  palabra”  y eso  se  concreta  en  el  im- 
perativo fundamental  de  visitar  a los  huérfanos  y a las  viudas  en  su  sufrimiento/o- 
presión. 

La  sección  B’  es  un  poco  más  difícil  de  estructurar.  Lo  común  es  el  lenguaje 
que  gira  alrededor  de  la  palabra  (maestros,  palabra,  lengua,  mentir,  hablar  mal,  juz- 
gar, los  que  dicen)  y el  dualismo  creado  con  el  hacer  (3,13;  4,11;  4,17).  La  primera 
parte  y la  tercera  (b’.a.  3, 1-4,6;  b’.a’.  4,1 1-5,6)  están  impregnadas  de  un  lenguaje  ne- 
gativo, introducidas  con  el  adverbio  de  negación  me  (no)  seguidos  de  una  serie  de 
imperativos  (no  hagáis...  no  habléis  mal).  En  la  primera  parte  aparece  la  referencia 
a la  segunda  persona  plural  (entre  vosotros,  haciendo  referencia  a la  comunidad  y 
siempre  en  el  contexto  de  una  pregunta.  En  la  tercera  parte  encontramos  tres  sujetos 
en  forma  impersonal  (“el  que  habla  mal"  en  4,1 1,  “los  que  dicen"  en  4,13  y “los  ri- 
cos" en  5, 1 ).  El  lenguaje  impersonal  de  esta  tercera  parte,  de  forma  diferente  a la  pri- 
mera parte,  está  a favor  de  la  tesis  de  que  estos  personajes  no  hacen  parte  de  la  co- 
munidad. En  el  centro  de  esta  sección  (b’b  4,7-10)  encontramos  un  lenguaje  positi- 
vo, lo  que  se  debe  hacer  (la  necesidad  de  la  conversión),  resumiendo  en  nueve  im- 
perativos. 

En  la  sección  C.,  el  centro  de  nuestra  carta,  hallamos  la  exigencia:  “No  ten- 
gáis acepción  de  personas  en  la  fe”.  Todo  el  capítulo  2 gira  sobre  varios  temas  rela- 
cionados con  la  fe/creer  (expresión  que  aparece  en  esta  sección  dieciséis  de  las  die- 
ciocho veces  que  aparece  en  la  carta)  y las  obras/obrar.  La  cantidad  de  veces  que 
aparecen  estas  expresiones  deja  entrever  el  carácter  de  las  discusiones  dentro  de  las 
comunidades  cristianas:  ¿Puede  la  sola  fe  salvar?  (2,14).  Aparecen  temas  como:  la 
justificación  por  la  fe  (2,21-26),  la  relación  de  la  fe  con  las  obras  (2,14-20)  y la  re- 
lación de  la  fe  con  la  ley,  y de  modo  especial  con  la  ley  regia  o del  reino  (el  amor  al 
prójimo,  2,8-13).  Encontramos  tres  razones  o argumentos  prácticos,  teológicos  y le- 
gales esgrimidos  por  Santiago  para  fundamentar  el  imperativo  de  2,1 , que  es,  en  de- 
finitiva, lo  que  puede  salvar  al  ser  humano  de  la  muerte.  Si  las  secciones  A y A’  es- 
tán relacionadas  con  el  soportar  (esperar  y resistir  en...)  las  pruebas,  y las  secciones 
B y B’  con  el  hablar/hacer,  la  sección  C tiene  que  ver  más  con  la  fe  que  obra  por  el 
amor  (la  ley  del  reino  o de  la  libertad)  y la  relación  de  la  fe  con  las  obras. 

En  el  centro  y el  corazón  de  esta  sección  y de  toda  la  carta  encontramos  2,8- 
1 3,  donde  aparece  el  tema  de  la  ley  regia  o la  ley  del  reino:  amarás  a tu  prójimo  co- 
mo a ti  mismo,  que  es  la  misma  ley  de  la  libertad.  Detallemos  un  poco  más  la  estruc- 
tura de  esta  parte: 


50 


FRANCISCO  REYES  ARCHILA,  La  ley  del  reino:  una  exigencia  de  vida  plena 


a 2,8a  Si  en  verdad  la  ley  del  reino  cumplís;  amarás  a tu  prójimo 
como  a ti  mismo... 
b 2,8b  bien  hacéis... 

c 2,9  pero  si  hacéis  privilegio  de  personas  pecado  obráis, 
siendo  expuestos  por  la  ley  como  transgresores... 
d 2,10  porque  el  que  toda  la  ley  guarda,  mas 

ofende  (tropieza)  en  algún  punto,  se  hace 
culpable  de  todos. 

c’  2,1 1 Porque  el  que  dijo;  no  cometerás  adulterio, 
dijo  también;  no  matarás;  sin  embargo,  si  no 
cometes  adulterio,  pero  matas  te  has  hecho 
transgresor  de  la  ley. 
b’  2,1 2a  Así  hablad  y así  haced 
a’  2,12b  que  mediante  una  ley  de  la  libertad  vais  a ser  juzgados. 

Es  evidente  que  la  estructura  está  construida  de  forma  quiástica,  como  lo 
muestran  las  palabras  subrayadas.  Esto  nos  permite  ver  algunas  relaciones  implíci- 
tas. La  ley  del  reino  (a)  se  identifica  con  la  ley  de  la  libertad  (a’);  el  hacer  privile- 
gios de  personas  (c)  se  identifica  como  un  asesinato  (c’),  en  este  caso  se  está  trans- 
grediendo la  misma  ley.  Quien  cumple  esta  ley  bien  hace  (b  y b’).  Ahora,  c y c’  pue- 
den estar  denunciando  la  falsa  moral  de  la  comunidad,  que  se  preocupa  por  no  co- 
meter adulterio,  al  mismo  tiempo  que  privilegia  personas  dentro  de  la  comunidad 
(2,1-3);  tal  vez  por  esta  razón  Santiago  va  a insistir  en  que  el  que  ofende  o tropieza 
en  un  solo  punto  de  la  ley  se  hace  culpable  de  todos  (puede  hacer  referencia  a todos 
los  puntos  de  la  ley).  Si  comprendemos  aquí  la  ley  como  la  del  reino  o de  la  liber- 
tad (amor  al  prójimo  como  a sí  mismo),  es  claro  que  ésta  debe  vivirse  en  todas  las 
cosas,  de  lo  contrario,  no  se  podría  hablar  de  amor  al  prójimo  (éste  podría  ser  el  sen- 
tido de  d).  En  esta  parte,  como  en  otras,  Santiago  pretende  recuperar  el  verdadero 
sentido  de  la  ley  frente  a algunos  legalistas  de  la  comunidad  que  dicen  “guardarla”. 
La  ley  que  está  hecha  para  el  ser  humano  y no  al  contrario.  La  persona  está  por  en- 
cima de  ella  y,  por  consiguiente,  es  la  ley  perfecta  a la  que  somete  el  resto  de  la  ley. 

Hemos  logrado  percibir  las  relaciones  entre  las  secciones  de  la  carta,  lo  que 
nos  ayuda  a confirmar  el  carácter  quiástico  de  la  estructura  literaria.  Es  importante 
dejar  lo  más  claro  posible  la  relación  entre  las  diferentes  secciones.  Hallamos  algu- 
nas palabras  que  hacen  de  puente  (enlaces  verbales)  entre  las  diferentes  secciones, 
dándole  una  articulación  a los  diferentes  temas  tratados  en  la  carta.  Entre  A y B en- 
contramos las  siguientes  expresiones;  Padre  (1,17;  1,27),  perfecto  (1,4.17;  1,25), 
palabra  (1,18;  1,21.22),  todo/toda  (1,17;  1,19),  varón  (1,8;  1,20.23).  Entre  B y C; 
libertad  (1,25;  2,12),  hacer  (1,22.23.25;  2,8.10.13.19),  ley  (1,25;  2,8.10.11.12), 
mundo  (1,27;  2,5),  inmundicia/inmundo  (1,21,  2,2).  Entre  C y B’;  adulterio/adúlte- 
ros (2,11;  4,11),  homicidio  (2,1 1;  5,6),  misericordia  (2,13;  3,17),  paz  (2,23;  3,18), 
obra  (2,9.14.17.18.20.22;  3,13.  4,4),  hacer  (2,8.10.13,19;  4,11.13.17),  tropezar/o- 
fender (2,10;  3,2).  Entre  B’  y A’;  saber/sabiendo  (3, 1.4,4.  14.17;  5,20),  además  de 
la  connotación  de  tiempo  relacionado  con  la  parusía  {el  ahora  de  4, 1 3. 1 6;5, 1 con  pa- 
rusía  de  5,7.8),  justo  (5,6;  5,16)  y la  expresión  “entre  vosotros”  y “algunos  entre  vo- 
sotros” (3,13.  4,1;  5,13.14.19). 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


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Es  posible  encontrar  además  algunas  expresiones  a lo  largo  de  toda  la  carta  y 
que  le  dan  una  mayor  cohesión  y unidad  a ésta,  como:  salvar  (1,21;  2,14;  4,12; 
5,20),  Dios  (1,1.5.12.20.27;  2,5.23;  3,9;  4,4.6.7.8),  Señor  (1,1.7;  2,1;  3,9;  4,10.15; 
5,4. 7. 8. 10. 1 1 .14. 1 5),  la  expresión  “si  algunos  de  vosotros”  o semejantes  (1 ,5.23.26; 
3,2.13;  4,1 .17;  5,20),  expresiones  que  tienen  que  ver  con  juicio  {juez,  juicio,  tribu- 
nal, justo,  justicia,  justificado,  ver:  2,4.6.12.13.21.23.24.25;  3,1.6.18;  4,11.12.13: 
5,6.9.12)  y lev  (1,25;  2.8.10.11.12;  4,11.12),  hacer/hacedor  (1,22.23.25; 
2,8.1013.19;  3,1.12;  4,11.13.15.17),  ohra/ohrar  (1,4.20.25; 

2,9.14.17.18.20.22.24.25.26:  3,14:  4,4),  corazón  (1,26;  3,14;  4,8;  5,5.8),  varón 
i 1 ,8.20.23;  2,2;  3, 1 ),  antropos  (1,7.1 9;  2,20;  3,7.8.9),  perfecto  ( 1 ,4. 1 7;  1 ,1 5;  2,8.22; 
3,2).  Podemos,  incluso,  agrupar  algunas  de  estas  expresiones,  junto  con  otras,  alre- 
dedor de  algunos  núcleos  de  sentido:  teológico  (Dios,  salvar.  Señor),  antropológico 
(Antropos,  varón,  corazón,  hacer,  obrar,  etc.),  legal  (ley,  juez,  juicio,  tribunal,  justo, 
justicia,  etc.),  económico,  militar,  eclesial  o político. 

Viéndola  así  en  su  conjunto,  la  carta  tiene  una  coherencia  interna.  El  aparen- 
te “desorden”  no  es  tal,  aún  más  si  tenemos  en  cuenta  que  el  autor  era  un  cristiano 
de  origen  judío,  inmerso  y familiarizado  por  consiguiente  con  sus  raíces  culturales 
semitas.  A pesar  de  la  influencia  de  la  cultura  helenista,  que  salta  a la  vista,  se  refle- 
jan mucho  más  en  su  forma  de  escribir  las  estructuras  de  “pensamiento  circular”  que 
lineal,  esto  explica  las  repeticiones,  los  aparentes  desórdenes. 


3.  Los  ejes  de  sentido 

Como  hemos  podido  constatar  en  el  comentario  a la  estructura,  hay  a lo  largo 
(transversalidad)  varios  hilos  conductores  o núcleos  de  sentido  que  conforman  el  te- 
jido o la  trama  de  la  carta.  Nos  parece  que  un  eje  de  sentido  fundamental  es  el  tema 
de  la  salvación  de  la  psiqué  del  aner  (1 ,9.14;  1 ,21 ; 2,14;  4,14;  5,15;  5,20),  que  está 
en  peligro  de  muerte  por  causa  de  la  codicia  o del  sufrimiento.  Este  tema  nos  colo- 
ca necesariamente  en  una  perspectiva  antropológica  y,  a la  vez,  teológica.  Con  im- 
plicaciones claramente  económicas,  políticas  y simbólicas.  Lo  que  está  en  juego  es 
la  salvación  del  ser  humano.  Esta  perspectiva  es  al  mismo  tiempo  teológica,  pues  en 
el  fondo  existe  un  problema  alrededor  de  qué  es  lo  que  salva  (¿la  palabra,  ¿la  fe?, 
¿la  ley?,  ¿las  obras?,  ¿la  oración?)  y quién  es  el  que  salva.  El  autor  responde  que  la 
Palabra  hecha  obra  es  la  única  que  puede  salvar.  Pablo  plantea  el  mismo  tema,  solo 
que  en  términos  de  justificación,  su  pregunta  es:  ¿qué  es  lo  que  nos  hace  justos,  la 
ley  o la  fe? 

Santiago  escribe  su  carta  en  un  contexto  eclesial  diferente  al  de  Pablo,  donde 
la  experiencia  religiosa  ha  disociado  la  fe  de  las  obras  (comprendidas  como  el  amor 
solidario  con  el  prójimo  que  está  necesitado  en  su  cuerpo,  especialmente  con  las  viu- 
das, los  huérfanos,  los  enfermos,  los  que  sufren,  los  extranjeros)  por  causa  de  la  co- 
dicia y las  ansias  de  poder  que  arrastran  y seducen  a los  miembros  de  la  comunidad. 
Como  consecuencia:  la  exclusión  y la  opresión  de  los  más  pobres.  Santiago  lee  es- 
ta situación  como  pecado  que,  tras  ser  consumado,  da  a luz  la  muerte  (1,15).  Por  es- 
ta razón  va  a plantear,  en  el  cuerpo  de  la  carta,  lo  que  hay  que  hacer  y no  hacer  pa- 
ra salvar  el  alma  del  peligro  de  la  muerte. 


52 


FRANCISCO  REYES  ARCHILA,  La  ley  del  reino:  una  exigencia  de  vida  plena 


3.1.  El  eje  de  sentido  antropológico 

En  nuestra  experiencia  de  acercamiento  al  texto  desde  las  culturas  populares 
ha  sido  muy  importante  la  clave  o la  llave  antropológica'"  o ántropo-simhólica,  pa- 
ra ser  más  justos.  Nuestro  punto  de  partida  es  el  presupuesto  según  el  cual  en  el  cris- 
tianismo de  finales  del  siglo  I d.  C.  predomina  la  cosmovisión  semita-hebrea,  releí- 
da a partir  de  la  experiencia  de  Jesús,  pero  en  conflicto  con  el  pensamiento  y el  es- 
tilo de  vida  helenistas,  influenciados  a su  vez  por  la  filosofía  platónica,  caracteriza- 
da por  un  marcado  dualismo  antropológico  que  desprecia  el  cuerpo.  La  (s)  comuni- 
dad (es)  a la  (s)  que  se  dirige  la  carta  de  Santiago  comienza  (n)  a vivir  en  su  cotidia- 
nidad ese  condicto,  representado  en  el  desprecio  de  los  hermanos  más  pobres,  de  las 
viudas  y los  huérí'anos.  Santiago  escribe  para  contrarrestar  esta  influencia  expresa- 
da en  el  pensamiento  y en  la  vida  cotidiana  de  algunos  de  los  miembros  de  la  comu- 
nidad; para  hacerlo  recurre  al  lenguaje  propio  de  la  antropología  semita-cristiana, 
caracterizada  por  una  visión  unitaria  del  ser  humano. 

Santiago  presenta  la  concepción  semita-hebrea  de  los  seres  humanos  como 
“hechos  a semejanza  de  Dios”  (3,9)  para  contrarrestar  la  influencia  del  dualismo  an- 
tropológico griego.  La  expresión  indica  primaria  y fundamentalmente  que  el  ser  hu- 
mano es  la  representación  simbólica  de  Dios  y que  únicamente  es  posible  compren- 
derlo en  relación  a Dios.  No  es  posible  separar  lo  repre.sentado  (Dios)  del  represen- 
tante (el  ser  humano),  la  negación  de  uno  es  la  negación  del  otro.  El  fundamento  úl- 
timo de  esta  antropología  es  una  teología.  Así  como  “es”  y actúa  Dios,  así  debe  “ser” 
y actuar  el  ser  humano;  de  esta  manera  él  participa  del  “ser”  y del  actuar  de  Dios. 
No  obstante  queda  la  pregunta:  ¿pero  en  qué  sentido  el  ser  humano  es  “semejanza” 
de  Dios? 

En  la  cultura  .semita-hebrea  Dios  es  vida  {nefesh  en  hebreo;  psique  tn  griego) 
y creador  de  ella;  el  ser  humano  participa  por  la  creación  de  esa  vida,  por  ende,  él 
también  es  vida  y creador  de  ella.  Aquí  se  establece  de  modo  radical  la  semejanza 
con  Dios  y el  fundamento  de  una  antropología  unitaria  que  valora  positivamente  lo 
corporal.  En  este  .sentido,  la  negación  de  la  vida  del  ser  humano  es  la  negación  de  la 
misma  vida  de  Dios.  La  influencia  del  dualismo  griego  en  el  cristianismo  distorsio- 
na esta  comprensión  y .separa  lo  humano  de  lo  divino;  justificando  de  esta  manera  el 
desprecio  de  los  hermanos  como  corporalidades  necesitadas. 

En  este  horizonte  de  compresión  del  ser  humano  se  ubica  la  carta  de  Santia- 
go. Dando  un  paso  adelante  en  esta  reflexión,  es  necesario  ver  la  manera  como  este 
horizonte  se  desarrolla  a través  de  la  carta;  para  hacerlo  es  importante  mencionar  y 
profundizar  las  expresiones  que  hacen  referencia  al  ser  humano.  En  la  carta  encon- 
tramos: antropos  (en  el  .sentido  genérico  del  ser  humano,  que  incluye  tanto  mujeres 
como  varones),  aner  (en  el  sentido  más  específico  de  varón).  Tropezamos  con  el 
aner  vacilante  de  doble  vida  (psique)  o de  alma  dividida  y con  el  aner  perfecto  (té- 
leios);  así  como  la  referencia  a los  huérfanos  y las  viudas  (en  1,15  se  habla  de  las 


* ^ Algunos  textos  que  nos  sirvieron  de  base:  Francisco  Reyes  Archila.  La  antropología,  una  clave  pa- 
ra interpretar  el  Nuevo  Testamento.  Apuntes  para  el  curso  de  Introducción  a la  Palabra.  Bogotá,  Ce- 
debi,  1998  (hojas  policopiadas);  Enrique  Dusscl.  El  dualismo  en  la  antropología  de  la  cristiandad. 
Buenos  Aires.  Guadalupe,  1974;  Fierre  Mourlon  Beernacrt.  E!  hombre  en  el  lenguaje  bíblico.  Estella. 
Verbo  Divino.  1987  (2a.  cd.);  Itans  Waltcr  WoHT.  Antropología  del  Antiguo  Testamento.  Salamanca, 
Sígueme,  1975;  Georges  Pidoux.  El  hombre  en  el  Antiguo  Testamento.  Buenos  Aires,  Lohlé,  1969. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA.  No.  31 


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hermanas  y los  hermanos  que  están  desnudas/os  y que  no  tienen  el  sustento  diario; 
son  los  únicos  lugares  donde  explícitamente  se  habla  de  las  mujeres  y los  niños;  aun- 
que no  de  todas  ellas  y de  todos  ellos).  Hallamos  asimismo  psiqué  y zoé  con  refe- 
rencia a la  vida  del  .ser  humano  (con  matices  de  .sentido  diferentes)  en  contraposi- 
ción con  muerte  (tanatos).  Con  la  misma  importancia  aparece  corazón,  lengua,  cuer- 
po (soma).  Por  último  aparecen  las  acciones  ligadas  al  cuerpo  como  oír,  hablar,  ha- 
cer; y estados  o sentimientos  propios  de  la  psiqué  como  alegrarse,  llorar,  sufrir,  la- 
mentarse, orar,  airarse;  al  igual  que  las  necesidades  manifiestas  del  cuerpo  (epite- 
dc'ia  ton  somatas,  St  2,16):  calentarse,  saciarse,  vestirse,  recibir  el  salario  Justo,  sa- 
lud, etc. 

Es  importante  constatar,  en  este  primer  momento,  la  presencia  significativa 
del  lenguaje  antropológico  dentro  de  la  carta.  Pero  tal  vez  lo  esencial  es  la  impor- 
tancia de  este  lenguaje  para  poder  comprender  la  visión  del  ser  humano  que  tienen 
el  autor  y la  comunidad  y,  además,  para  poder  entender  los  conflictos  internos  que 
vive  la  comunidad. 


3.1.1.  El  alma  como  principio  vital  de  unidad 

La  expresión  central  o el  núcleo  de  sentido  fundamental  a partir  del  cual  se 
comprende  la  antropología  de  la  carta  es  psiqué".  La  lectura  tradicional,  influencia- 
da por  un  paradigma  dualista,  la  ha  traducido  normalmente  por  alma  contraponién- 
dole a cuerpo,  precisamente  desde  un  dualismo  que  el  autor  critica  con  bastante  fuer- 
za. Desde  esa  lógica  se  ha  leído  la  carta'^  Es  importante  destacar,  sin  embargo,  que 
psiqué  se  refiere  al  principio  vital  que  hace  que  la  persona,  como  unidad,  tenga  vi- 
da (con  el  sentido  de  persona).  Psiqué  no  se  contrapone  a cuerpo;  al  contrario,  en 
ciertos  textos  bíblicos  puede  designar  al  cuerpo.  Tanto  cuerpo  como  psiqué  están  en 
contraposición  a muerte.  Así  lo  presenta  Santiago.  Esta  visión  es  propia  de  una  an- 
tropología semita.  La  salvación,  por  tanto,  es  al  mismo  tiempo  corporal  y psíquica. 
Pasa  por  la  satisfacción  de  las  necesidades  del  cuerpo  (2,16)  y por  el  rescate  de  la 
psiqué  del  peligro  de  la  muerte  (St.  1,21;  5,20).  Es  indudable  que  cuerpo  y psiqué 
están  relacionados  de  manera  indisoluble.  No  los  podemos  separar,  confirmando  la 
idea  de  que  el  ser  humano  en  la  Biblia  es  un  todo  del  que  puede  afirmarse  que  ni  si- 


’ ’ Psique  hace  relercncia  a la  vida  en  sentido  físico  o a!  principio  que  hace  que  la  persona  como  uni- 
dad tenga  vida  (Rm.  11,3;  16,4;  Flp.  2,30;  1 Tes.  2.8;  Mt,  2,20;  Hch.  15,26;  20,10.24;  27.10).  Por  lo 
regular,  la  traducción  por  alma  no  hace  justicia  a la  riqueza  de  significado  de  esta  expresión.  Práctica- 
mente es  sinónimo  de  persona  (Rm.  13,1;  Hch.  2,41 .43.).  Se  puede  hablar  tanto  de  \s  psiqué  de  la  per- 
sona como  del  ser  humano  como  psiqué.  La  persona  no  tiene  psiqué  (o  alma,  como  normalmente  se 
ha  entendido),  sino  que  es  psiqué.  Por  último,  psiqué  hace  referencia  al  ser  humano  en  cuanto  necesi- 
tado de  vida  y,  por  ende,  de  alimento  y vestido  que  le  permitan  vivir. 

Tal  vez  hoy  no  sostengamos  la  existencia,  hablando  de  manera  estricta,  de  este  dualismo  platóni- 
co entre  cuerpo  y alma;  no  obstante,  hallamos  otras  formas  más  sutiles  de  expresar  este  dualismo,  las 
cuales  afectan  la  experiencia  de  fe  como  cristianos  y que  se  expresan,  por  ejemplo,  en  la  .separación 
que  hacemos  de  lo  sagrado  y lo  profano,  de  lo  objetivo  y lo  subjetivo,  de  lo  interior  y lo  exterior,  de 
la  ciencia  y el  arte,  casi  siempre  con  una  carga  de  desprecio  hacia  lo  que  tiene  que  ver  con  el  cuerpo 
(la  sexualidad  por  ejemplo). 


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FRANCISCO  REYES  ARCHILA,  La  ley  del  reino:  una  exigencia  de  vida  plena 


quiera  la  muerte  lo  puede  dividir'\  Siendo  así,  la  salvación  de  la  psiqué  o del  alma 
solo  es  posible  mediante  la  salvación  del  cuerpo  y viceversa.  Lo  importante  no  es 
solo  tener  o ser  alma,  sino  llegar  a tener  una  vida  plena  (en  el  sentido  de  zoé),  lo 
que  implica  la  satisfacción  de  las  necesidades  fundamentales  del  cuerpo.  Esta  es  la 
promesa  que  aparece  en  1,12. 

Para  comprender  mejor  el  significado  de  psiqué  es  indispensable  relacionarla 
con  otras  expresiones  semejantes  o análogas;  al  mismo  tiempo,  esta  expresión  es 
esencial  en  la  compresión  de  otras  expresiones  antropológicas  que  aparecen  en  la 
carta. 

La  primera  expresión  .semejante  es  dipsikos,  que  se  puede  traducir  como  ''psi- 
que dividida”  o “de  doble  psiqué".  En  el  contexto  de  la  carta,  esta  expresión  adquie- 
re un  sentido  de  ruptura  de  la  unidad  original  como  persona  (como  psiqué).  Este  sig- 
nificado queda  más  claro  si  consideramos  el  interés  de  Santiago  por  contraponerla 
con  teleios,  que  tiene  el  sentido  de  completo  o perfecto  (como  unidad).  En  una  an- 
tropología unitaria  como  la  semita,  la  unidad  o la  ruptura  supera  el  mero  plano  indi- 
vidual (división  interior  entre  cuerpo  y alma),  va  más  allá  e implica  la  ruptura  con 
“el  otro/la  otra/los  otros/las  otras”  a nivel  de  la  comunidad  y a nivel  social,  con  Dios 
y con  el  cosmos'^.  Es  una  antropología  con  claras  implicaciones  sociales,  teológicas 
y ecológicas.  Es  una  ruptura  total  que  Santiago  identifica  como  pecado,  que  tras  ser 
consumado  lleva  a la  muerte  (1,15). 

La  ruptura  de  la  unidad  original  .se  expresa  en  términos  colectivos  o comuni- 
tarios. En  los  Hechos  de  los  Apóstoles  se  utiliza  la  expresión  “un  solo  corazón  y una 
sola  psique”  para  indicar  la  vida  en  común  y la  unidad  propia  de  la  comunidad  (Hch. 
4,3  Iss.).  La  carta  de  Santiago  está  llena  de  imágenes  que  expresan  una  realidad  con- 
traria. No  tenemos  la  seguridad  de  encontrar  una  división  entre  ricos  y pobres  en  la 
comunidad;  lo  que  sí  encontramos  son  las  divisiones  internas  originadas  por  el  de- 
seo (epiíimías)  de  algunos  de  enriquecerse  o de  tener  el  poder.  Santiago  lo  define  co- 
mo jactancia  y soberbia  (4,13-17);  son  aquellos  que  codician  (el  verbo  está  en  pre- 
sente) y no  tienen  (4,2),  son  los  que  piensan  ir  a la  ciudad,  comerciar  y ganar'f  El 
resultado  son  los  celos  amargos,  las  envidias  (zelos  pikrov),  las  divisiones  internas, 
las  ambiciones  egoístas  o rivalidades  (eriteia)'’'  (3,14.16),  el  desorden  de  la  comuni- 
dad (el  sentido  en  3,16  es  de  disturbio,  tomado  de  la  vida  política),  las  guerras  y las 
luchas  internas  (es  un  lenguaje  tomado  de  la  vida  militar)  (4,1),  se  juzga  y se  habla 
mal  del  hermano  (4,1 1),  se  llega  incluso  al  hecho  de  matar  (4,2:  5,6).  La  carta  va  a 
poner  un  énfasis  muy  fuerte  en  esta  dimensión  comunitaria. 


Fierre  Mourlon  Beernaert.  Op.  cit.,  pág.  5. 

Preferimos  la  expresión  intrasubjetividad  para  referirnos  a la  unidad  fundamental  que  orienta  esta 
antropología,  en  la  que  el  cosmos.  Dios,  la  colectividad  y la  persona  forman  parle  de  una  sola  totali- 
dad. La  alteridad  y la  transcendencia  únicamente  son  posibles  dentro  de  esta  unidad  original  y origi- 
naria. 

* ^ Estos  verbos  están  en  futuro,  mientras  que  jactarse,  v 1 6,  está  en  presente  reforzado  por  nun,  “aho- 
ra”. Lo  que  indica  que  el  problema  de  la  comunidad  es  la  arrogancia  de  algunos  que  piensan  en  co- 
merciar y ganar  dinero  y que  pudiendo  hacer  el  bien,  no  lo  hacen.  El  sujeto  del  que  habla  4,13-17  no 
necesariamente  es  el  rico,  puede  ser  un  miembro  de  la  comunidad  que  desea  ser  rico,  pero  no  puede 
serlo  (ver  4.2). 

Santiago  califica  a esto  también,  al  igual  que  en  4,  13-17,  de  jactancia  y mentira  contra  la  verdad 
(3,14).  El  verbo  kaiakaucaomai  (jactarse)  tiene  el  sentido  de  vanagloriarse,  de  engrandecerse,  con  un 
sentido  de  desprecio. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


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Esta  situación  se  expresa  también  como  una  ruptura  en  la  relación  con  Dios. 
Una  persona  desintegrada  y una  comunidad  dividida,  solamente  pueden  llevar  a una 
relación  parcial  con  Dios.  Esta  relación  se  reduce  a una  fe  sin  obras  (2,14-25).  Es  in- 
dudable que  aparece  acá  la  existencia  de  un  dualismo.  Es  una  fe  que  no  tiene  impli- 
caciones corporales  y sociales.  Se  dice  creer  en  un  único  Dios  y,  sin  embargo,  no  se 
satisfacen  las  necesidades  de  los  hermanos.  Por  esta  razón  Santiago  tiene  que  recor- 
dar que  una  fe  sin  obras  está  muerta  (2, 1 7.26)  y que  Dios  e.scogió  a los  pobres  de  es- 
te mundo  para  ser  ricos  en  la  fe  (2,5).  Hallamos  eco  de  este  dualismo  en  3,9; 

...con  ella  (la  lengua)  bendecimos  al  Señor  y Padre,  y con  ella  maldecimos  a los  se- 
res humanos,  los  que  han  sido  creados  a semejanza  de  Dios. 

Esa  ruptura  con  la  unidad  originaria  Implica  incluso,  aunque  no  sea  una  preo- 
cupación muy  explícita  para  la  época,  una  ruptura  con  el  cosmos  o con  la  naturale- 
za. Este  dualismo  tiene  sus  implicaciones,  que  el  autor  de  la  carta  no  duda  en  criti- 
car. 

¿No  expresa  esta  ruptura  con  la  unidad  original  un  dualismo  cuerpo-alma, 
como  lo  entiende  la  filosofía  platónica,  que  tiende  a despreciar  el  cuerpo  en  función 
del  alma?  ¿No  se  justifica  de  esta  manera  el  menosprecio  de  los  hermanos  y herma- 
nas más  pobres  y la  predilección  por  los  más  ricos?  Este  dualismo  que  se  respira  por 
detrás  de  toda  esa  situación  que  el  autor  denuncia  con  vehemencia,  nos  daría  pistas 
para  hablar  de  que  la  carta  se  escribe  en  un  momento  donde  la  comunidad  ha  comen- 
zado a inlroyectar  en  su  vida  cotidiana  este  dualismo  y,  desde  él,  leer  la  experiencia 
de  fe.  No  es  tanto  el  autor,  ni  el  texto,  sino  la  práctica  de  algunos  dentro  de  la  comu- 
nidad que  consideran  que  la  fe  puede  existir  sin  obras,  lo  que 

...evoca  la  concepción  griega  del  ser  humano,  que  lo  considera  como  un  espíritu  pri- 
sionero de  una  corteza  carnal  y perecedera,  sin  considerar  como  plenamente  humano 
más  que  lo  que  pertenece  al  terreno  de  la  interioridad'^ 

Hablamos  entonces  de  una  comunidad  que  está  más  influida  y determinada  en 
su  práctica  cotidiana  y en  su  forma  de  comprender  la  fe  y la  vida  por  el  dualismo 
propio  de  la  filosofía  griega'*,  que  por  el  mensaje  originario  de  Jesús  de  Nazaret.  Es- 
to explica  la  insistencia  de  Santiago  de  recordar  muchas  de  las  palabras  de  Jesús. 

En  la  antropología  semita  encontramos  otra  expresión  con  un  significado  aná- 
logo, .se  trata  de  corazón.  Psique  y corazón  están  íntimamente  relacionados,  hacen 
parte  de  una  unidad  indivisible  (ver  de  modo  especial  4,8).  La  primera  expresión  va 
a significar  la  persona  misma  o el  principio  vital  que  hace  que  el  cuerpo  tenga  vida. 

Gilíes  Bcequet,  ct  al.  La  caria  de  Santiago.  Una  lectura  socio-lingüística.  Estella  (España),  Verbo 
Divino,  1989,  pág.  35  (en  Cuadernos  Bíblicos  No.  61).  A diferencia  de  los  autores,  creemos  que  esta 
concepción  no  hay  que  atribuirla  al  texto  (o  al  autor)  sino  a la  comunidad  cristiana  a la  cual  va  dirigi- 
da el  texto.  Este  combate  encarnizadamente  este  concepción.  El  sentido  de  perfecto  o completo  rela- 
cionada con  el  .ser  humano,  con  la  ley  o con  la  fe  es  contrario  al  dualismo  introducido  en  la  prácticas 
y en  el  pensamiento  de  algunos  dentro  de  la  comunidad. 

Nuestra  hipótesis  es  que  no  hay  que  esperar  hasta  el  siglo  II  d.  C.  y tampoco  hay  que  referirse  a 
los  autores  cristianos  (en  los  diálogos  con  la  filosofía  griega),  entre  ellos  los  apologistas  (120-180  d. 
C.),  para  sentir  la  influencia  y las  consecuencias  del  dualismo  platónico  en  la  vida  cotidiana  de  las  co- 
munidades, ya  en  el  siglo  I d,  C.  La  carta  de  Santiago  refleja  esta  situación.  Acerca  de  la  historia  del 
dualismo  antropológico  en  la  cristiandad,  ver  Enrique  Dussel.  Op.  cit. 


F-'KANCISCO  REYES  ARCHILA,  La  ley  del  reino:  una  exigencia  de  vida  plena 


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H1  corazón  expresa  más  el  sentido  dinámico  de  psique,  o sea,  la  personalidad:  los 
pensamientos,  los  deseos,  los  sentimientos,  las  actitudes,  las  creencias  y en  general 
todas  las  manifestaciones  interiores  del  ser  humano,  es  decir,  la  subjetividad  en  su 
totalidad.  En  la  carta,  los  sentidos  de  estas  dos  expresiones  están  entrelazados.  Pu- 
diéramos decir  que  la  psiqiié  se  manifiesta  por  medio  del  corazón.  Por  eso,  un  cora- 
zón que  da  lugar  a los  celos,  a las  rivalidades,  a la  mentira  y todo  pensamiento,  de- 
seo o sentimiento  que  divide,  en  este  caso,  a la  comunidad,  está  manifestando  una 
psique  dividida.  Un  corazón  engordado''^  (5,5)  manifiesta  una  psique  prácticamente 
desintegrada  por  una  vida  llena  de  lujos  y placeres  fruto  de  la  injusticia,  del  jornal 
retenido  de  los  trabajadores  y de  la  práctica  de  acumulación  y de  enriquecimiento 
(5,3).  Por  esta  razón  es  necesario  para  la  persona  de  psique  dividida  limpiar  las  ma- 
nos y purificar  el  corazón. 

Otra  expresión  análoga  con  psique  es  cuerpo  (soma).  Esta  representa  la  per- 
sona misma,  en  el  sentido  más  material  (si  se  quiere  utilizar  esa  expresión)  o exter- 
no, en  relación  a sus  necesidades  básicas  (comer,  vestir,  etc.).  El  cuerpo  es  más  que 
la  apariencia  física,  es  la  persona  vista  a partir  de  sus  necesidades.  En  la  cultura  se- 
mita el  ser  humano  no  es  solo  corporal  (soma  con  el  sentido  de  “individualidad”,  lo 
que  permite  distinguirme  de  lo  demás)  sino  como  viviente  (sería  el  sentido  de  psi- 
que y zoé,  que  es  lo  que  nos  permite  una  comunión  intrasubjetiva  con  las  otras  per- 
sonas, con  Dios  y con  el  cosmos).  El  ser  humano  es  una  corporalidad  viviente,  es 
persona  en  comunión.  Es  interesante  que  la  vida  no  se  comprenda  únicamente  como 
posibilidad  de  exi.stencia  o como  simple  sobrevivencia  física,  corporal  biológica  o 
somática,  es  planteada  en  términos  de  plenitud,  esto  es,  como  una  vida  que  abarca 
todas  las  dimensiones  profundas  de  existencia. 

La  muerte  y la  salvación  no  pueden  comprenderse  sin  referencia  a psique; 
igual  ocurre  con  las  expresiones  aner  dividido  (dipsikos)  y el  aner  completo  (te- 
leios), palabra  y lengua.  Vamos  a ver  algunas  de  ellas  a continuación. 


3.1.2.  La  muerte  y la  salvación,  ruptura  y recreación 
de  la  unidad  originaria 

La  concepción  dualista  que  divide  al  ser  humano  (dipsikos)  en  alma  y cuerpo, 
con  un  desprecio  profundo  por  la  corporalidad,  influye  necesariamente  en  la  com- 
prensión de  la  muerte  y de  la  salvación.  La  muerte,  en  esta  visión,  es  comprendida 
como  un  simple  pasaje  del  mundo  de  aquí  abajo,  donde  el  alma  estaba  encarcelada 


La  imagen  es  la  de  un  corazón  reciibierto  de  grasa  (ver  asimismo  Mt.  13,15;  19,8;  Me.  6.52;  Hch. 
28,27).  Con  esta  expresión  se  quiere  poner  de  manifiesto,  por  un  lado,  la  insensibilidad  frente  a las  ne- 
cesidades del  “otro"  y,  por  otro  lado,  el  peligro  de  muerte  que  core  la  persona.  La  imagen  está  unida 
a una  vida  de  derroche  propia  de  los  ricos  (solo  es  cuestión  de  imaginarse  los  grandes  banquetes  para 
darnos  cuenta  de  la  fuerza  que  tiene  esta  imagen).  Por  la  referencia  al  día  de  la  matanza,  é.sta  es  evi- 
dentemente una  imagen  sacrificial.  Ahí  reside  su  fuerza.  Esta  práctica  de  enriquecimiento  exige  el  sa- 
crificio del  pobre,  quien  es  condenado  a muerte  por  las  políticas  de  acumulación  (5.6);  pero  al  mis- 
mo tiempo  exige  el  sacrificio  del  rico.  Es  interesante  que  el  corazón  en  los  niños,  en  el  sentido  bioló- 
gico, por  lo  común  no  está  cubierto  por  grasa,  esto  es,  es  un  corazón  limpio  y como  tal  puede  sentir  y 
latir  con  todo  su  vigor.  Hablando  de  manera  simbólica  o figurada,  el  corazón  de  los  creyentes  debe  ser 
como  el  de  los  niños. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No  31 


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en  el  cuerpo,  hacia  el  mundo  de  arriba,  donde  el  alma  sería  liberada^".  De  esta  for- 
ma se  justifica  e idealiza  la  muerte  como  el  acto  radical  de  liberación. 

En  la  visión  cristiana,  al  contrario,  la  muerte  es  comprendida  como  la  ruptu- 
ra definitiva  de  la  unidad  originaria  (psique),  como  fruto  del  pecado;  así  se  expresa 
en  la  carta  de  Santiago.  Se  habla  entonces  de  la  muerte  de  la  psique  o de  la  persona 
como  unidad  (5,20;  ver;  1,15;  4, 14;  5,3.5),  de  una  fe  muerta  (2,17.26)  y de  la  muer- 
te física  (4,2;  5,6).  Hemos  dicho  que  muerte  se  contrapone  a zoé  o vida  plena.  En 
e.se  sentido,  todo  aquello  que  niega  la  posibilidad  de  una  vida  plena  es  considerado 
como  muerte  (no  necesariamente  la  muerte  biológica).  Se  puede  hablar  de  un  esta- 
do de  muerte  donde  la  psiqué,  por  diferentes  razones,  se  “agota”  o se  “descarga”.  Es 
interesante  percibir  que,  en  el  caso  de  la  carta  de  Santiago,  la  muerte  es  causada  tan- 
to por  las  epirimías  (los  deseos,  en  el  conjunto  de  la  carta  pesa  mucho  la  ambición 
por  las  riquezas)  y por  los  placeres  (edonía)  relacionados  sobre  todo  con  la  ambi- 
ción de  poder,  como  por  la  insatisfacción  de  las  necesidades  básicas,  en  el  caso  de 
los  pobres.  De  forma  analógica  se  contrapone  vida  y muerte,  necesidad  (epitédeia) 
y deseo^'  (epitimías  y edonías).  En  esta  oposición  se  juega  la  vida  o la  muerte  de  los 
seres  humanos.  Por  eso,  para  Santiago  es  indispensable  satisfacer  las  necesidades 
del  cuerpo  (el  alimento,  el  vestido,  el  jornal,  etc.)  y,  al  mismo  tiempo,  soportar  (no 
dejarse  atraer  ni  seducir)  la  prueba  provocada  por  los  deseos  de  riqueza  y poder. 

Lo  paradójico  es  que  las  epitimías  y las  edonías  causan  la  muerte  tanto  del 
pobre  (aquel  que  es  despojado  de  las  posibilidades  de  tener  una  vida  plena)  como  de 
aquel  que  se  deja  arrastrar  o seducir  por  ellas.  En  5,3  hay  una  imagen  que  simboli- 
za muy  bien  lo  que  queremos  expresar;  hablando  al  rico,  Santiago  dice; 

...el  oro  y la  plata  se  han  oxidado;  y su  veneno  testificará  contra  ustedes  y devorará 

como  fuego  vuestras  carnes. 

Por  eso,  solamente  a los  que  perseveran  en  las  pruebas  (a  la  tentación  causa- 
da por  los  deseos  de  riqueza,  de  una  vida  llena  de  lujos  y placeres,  de  poder  y de  fal- 
so prestigio)  se  les  promete  la  corona  de  la  vida  plena  (1,12). 

En  la  experiencia  de  lo  que  llamamos  muerte  la  psiqué  no  se  pierde  por 
completo,  más  bien  se  descarga  hasta  el  máximo.  Esta  comprensión  es  lo  que  per- 
mite hablar  de  resurrección,  como  una  reactivación  del  principio  vital  (Hch.  20,10). 
Indudablemente  no  se  reduce  a la  muerte  biológica  como  la  comprendemos  en  la 
cultura  occidental  moderna,  aunque  la  incluye. 

El  tema  de  la  muerte  esta  relacionado  con  el  tema  de  la  salvación.  Esta  últi- 
ma es  comprendida  como  una  liberación  de  la  muerte  (5,20)  y tiene  que  ser  plantea- 
da como  la  “reactivación”  de  la  psiqué,  no  en  el  sentido  como  se  ha  comprendido 


Ver  Enrique  Dussel.  0¡k  cil.,  pág.  52. 

Aquí  la  palabra  epitimía.  traducida  por  concupiscencia,  con  toda  una  carga  de  negatividad.  na- 
da tiene  que  ver  con  la  sensualidad,  el  erotismo  o con  las  necesidades  corporales,  como  lo  entendió 
la  tradición  posterior.  Quizá  por  esta  razón  ni  deseo  ni  concupiscencia  sean  las  mejores  formas  de 
traducir  epitinna,  porque  llevan  a menospreciar  y a reprimir  los  deseos,  necesarios  y justos,  relacio- 
nados con  el  cuerpo  (incluida  la  sexualidad).  Epitimia  hace  referencia  totalmente  a lo  opuesto,  es 
decir,  a los  deseos  que  niegan  la  corporalidad  concreta  de  los  seres  humanos.  Para  Santiago,  es  cla- 
ro que  la  ambición  (la  riqueza  y el  poder)  trae  como  consecuencia  la  negación  de  las  necesidades 
vitales  de  los  más  pobres;  es  por  esta  razón  que  la  condena  y llama  a la  comunidad  a no  dejarse 
arrastrar  ni  .seducir. 


58 


f'RANCISCO  REYES  ARCHILA,  La  ley  del  reino:  una  exigencia  de  vida  plena 


hasta  ahora,  o sea,  como  la  salvación  del  alma  separada  del  cuerpo.  No  se  trata  de 
sal\  ar/liberar  el  alma  del  cuerpo  y,  en  particular,  de  los  deseos  de  la  carne.  Al  con- 
trario, salvar  la  psique  es  la  posibilidad  de  reconstruir  o reactivar  la  unidad  vital 
que  nos  permite  ser  personas  y comunidad  (en  armonía  con  Dios  y el  cosmos);  eso 
supone  la  satisfacción  de  las  necesidades  vitales  de  todos  los  seres  humanos.  Por  es- 
ta razón  es  que  la  salvación  definitiva  se  comprende  como  una  vida  sin  muerte  (re- 
surrección). 

Para  los  que  han  “engordado”  sus  corazones  por  causa  de  las  ambiciones,  la 
salvación  implica  necesariamente  “limpiar  las  manos”  (una  referencia  implícita  al 
derramamiento  de  sangre  de  los  hermanos  y hermanos)  y “purificar  los  corazones” 
(4,8);  para  los  que  han  sufrido  las  consecuencias  (los  hermanos  y las  hermanas  po- 
bres, los  huérfanos  y las  viudas,  los  trabajadores,  los  enfermos)  implica  una  satisfac- 
ción de  sus  necesidades  (5,15).  La  salvación  implica  la  reconstrucción  de  la  intra- 
subjetividad  originaria  como  personas  y como  comunidad  (de  preferencia  con  los 
más  necesitados),  en  la  relación  con  Dios  y con  el  cosmos.  La  salvación  en  este  sen- 
tido es  completa,  no  se  limita  a una  salvación  personal.  En  otras  palabras,  la  salva- 
ción pasa  por  la  reconstrucción  de  la  intrasubjetividad. 

Para  el  “autor”  de  la  carta,  lo  que  puede  salvar  la  psique  (de  la  muerte,  ver 
5,20)  es  la  Palabra  acogida  con  apacibilidad  o mansedumbre  y llevada  a la  práctica 
(es  la  exigencia  de  ser  hacedores  de  la  Palabra,  ver  1,21-22),  y que  se  expresa  en  el 
hecho  de  visitar  (el  verbo  tiene  el  significado  de  visitar  con  el  propósito  de  traer  sal- 
vación, ver  Le  1,68;  7,16)  a los  huérfanos  y las  viudas  en  su  sufrimiento  (1,27).  Es 
la  solidaridad  o la  misericordia  con  los  que  sufren  por  donde  pasa,  por  último,  la  sal- 
vación. Contrario  a la  idea  de  que  la  fe  sin  obras  puede  salvar  (paradójicamente  la 
fe  sin  obras  está  muerta  y no  puede,  en  consecuencia,  salvar). 


3.1,3.  El  aner  dividido  y el  aner  perfecto 

Es  evidente  que,  en  el  conjunto  de  la  carta,  uno  de  sus  interlocutores  sea  el  va- 
rón de  psique  dividida  o dupla  (aner  dipsikos).  En  el  contexto  de  1,5-8  el  aner  dip- 
sikos  hace  referencia  a alguno  de  la  comunidad  que  no  tiene  la  fe  suficiente,  que  du- 
da o vacila  frente  a las  pruebas  (contrario  a upomone,  perseverancia  o firmeza).  En 
el  conjunto  de  la  sección  A hay  que  entender  la  prueba  como  la  atracción  y seduc- 
ción que  suscitan  las  epitimias  (en  el  sentido  de  codicia).  En  4,8  supone  que  aque- 
llos de  psique  vacilante  (dipsikos)  son  los  que  no  tienen  el  corazón  puro,  que  en  el 
contexto  se  identifican  como  aquellos  que  tienen  amistad  con  el  “mundo”  (igual  a 
tener  enemistad  con  Dios);  son  los  que  han  engordado  su  corazón  (5,5)  por  causa  de 
una  vida  lujuriosa  que,  a la  vez,  es  posible  porque  se  retiene  el  jornal  de  los  trabaja- 
dores. Para  el  aner  dipsikos  la  única  ley  válida  y absoluta  es  la  “amistad  con  el  mun- 
do”, es  decir,  la  codicia.  Elsa  Tamez  hace  un  buen  retrato  de  este  aner  de  alma  divi- 
dida, al  decir  que; 

Santiago  rechaza  al  hombre  dispsijos,  o .sea,  el  hombre  que  presenta  dos  caras,  dos 
corazones.  Aquel  que  actúa  en  disonancia  con  lo  que  cree  y dice;  que  conociendo  la 
ley  de  la  libertad  no  la  practica,  que  bendice  a Dios  y maldice  a los  hombres,  que  per- 
teneciendo a la  comunidad  de  fe  hace  acepción  de  personas  en  detrimento  del  pobre, 
que  debiendo  pagar  el  salario  del  trabajador  no  lo  hace,  antes  lo  retiene,  que  habla  del 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


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hermano  a espaldas,  que  viendo  al  hermano  en  dificultades  no  se  solidariza  con  él 
económicamente". 

El  aner  dipsikos  es  aquel  en  el  cual  se  ha  producido  la  ruptura  de  la  unidad 
original  como  persona  (como  psique).  La  carta  no  hace  otra  cosa  que  mostrarnos  las 
consecuencias  de  esta  realidad. 

Contrasta  con  el  aner  dividido,  el  aner  completo  (éste  sería  el  mejor  sentido 
de  teleios),  íntegro  o perfecto.  Este  contraste  aparece  muy  claro  en  1,1-18  y en 
3,lss.,  ayudándonos  a percibir  su  sentido,  primero,  de  una  manera  negativa.  El  va- 
rón perfecto  sería  aquel  que  no  está  dividido  (que  no  separa  el  cuerpo  del  alma,  ni 
las  necesidades  y deseos  del  cuerpo  de  la  fe),  el  que  no  vacila  en  sus  caminos  por 
causa  de  las  ambiciones  (1,8),  el  que  no  se  deja  seducir  y arrastrar  por  la  codicia 
( 1 , 1 4),  o no  tropieza  por  causa  de  sus  palabras  (3,2) 

El  aner  íntegro  o perfecto,  al  contrario,  es  aquel  que  mantiene  intacta  la  psi- 
qué  o la  unidad  intrasubjetiva  originaria  como  persona  y como  comunidad.  Por 
consiguiente,  la  corporalidad  (las  necesidades  del  cuerpo)  se  manifiesta  como  el 
ámbito  y el  criterio  en  el  que  su  fe  y sus  obras  se  juegan  su  credibilidad.  Por  eso  es 
capaz  de  soportar-resistir  las  pruebas  (los  deseos  despertados  por  la  codicia  o el  de 
llevar  una  vida  como  la  que  tienen  los  ricos)  y de  identificarse  de  modo  radical  y 
solidario  con  la  corporalidad  necesitada,  violentada,  abandonada  y despreciada  de 
sus  hermanos  los  más  pobres.  Es  aquel  al  que  no  le  hace  falta  nada,  que  es  íntegro 
y consecuente  con  lo  que  dice-\  Esta  concepción  es  contraria  al  modelo  de  perfec- 
ción del  hombre  en  la  cultura  grecorromana  (el  ideal  de  perfección  estaría  dado  por 
el  estilo  de  vida  de  los  ricos,  ver  1 , II).  Santiago  critica  el  deseo  de  algunos  de  la 
comunidad  de  ser  perfectos  según  la  antropología  griega  (aquellos  que  no  depen- 
den de  nadie  o que  no  les  hace  falta  nada-"*,  con  toda  la  carga  de  individualismo  que 
esto  conlleva).  La  perfección  que  propone  Santiago  va  en  una  perspectiva  total- 
mente contraria. 

El  ideal  de  ser  humano  perfecto  está  en  la  actitud  solidaria  con  los  más  ex- 
cluidos. 

Aquella  (actitud)  que  hace  posible  subjetividades  vulnerables  al  amor  y al  dolor,  por 
lo  mismo,  indispensables  para  alcanzar  “vida  eterna”  en  la  lógica  del  evangelio...  La 
pedagogía  samaritana  gesta  una  nueva  proximidad  (projimidad)  acariciante  produc- 
tora de  tejidos  y relaciones  solidarias  entre  las  personas  (fraternura)  y con  la  natura- 
leza (ecoternura)  a partir  de  la  corporalidad  necesitada  y deseante'^ 

Este  sentido  de  perfección  se  aplica,  en  Santiago,  también  a la  ley  y a la  fe; 
en  esta  perspectiva  la  perfección,  tanto  de  la  una  como  la  otra,  reside  en  su  subordi- 
nación a la  satisfacción  de  las  necesidades  fundamentales  de  los  más  pobres  (como 
se  entiende  el  amor  al  prójimo). 


Elsa  Tamez.  Op.  cit.,  pág.  90. 

Una  rellexión  un  poco  más  completa  sobre  el  aner  perlecto  la  hallamos  en  el  libro  de  Elsa  Tamez. 
On.  cit..  págs.  95-101 . 

Gilíes  Becquel.  et  al.  Op.  cit..  págs.  17s.  39. 

Fernando  Torres  M.  "Con.strucción  de  la  subjetividad  social  como  proceso”,  en  Cuadernos  de  Es- 
tudio (Curitiba  (Brasil),  CELADEC)  No.  34,  pág.  90. 


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FRANCISCO  REYES  ARCHILA,  La  ley  del  reino:  una  exigencia  de  vida  plena 


3.1.4.  La  palabra  y la  lengua 

En  la  carta  hallamos  varias  expresiones  relacionadas  con  el  sema  del  lengua- 
je: maestros,  palabra,  lengua,  mentir,  hablar  mal,  Juzgar,  “los  que  dicen”.  Antropo- 
lógicamente esta  situación  se  simboliza  en  la  lengua.  De  ésta  se  dice  que  es  la  cau- 
sa de  todas  las  divisiones,  del  desorden  de  la  comunidad  y de  la  injusticia  (3,6).  Lo 
que  nos  lleva  a pensar  que  la  lengua  va  a simbolizar  el  poder  mortal  de  la  palabra 
(3,8).  Se  trata  de  la  apropiación  de  la  palabra  por  parte  de  los  maestros  como  una 
manera  de  ejercer  un  poder,  que  en  la  carta,  es  la  causa  de  todas  las  divisiones  e in- 
justicias. Es,  la  lengua,  un  mal  irrefrenable,  llena  de  un  veneno  mortífero  (aquí  es 
interesante  la  comparación  con  el  oro  y la  plata,  ver  5,3;  la  lengua  como  el  oro  y la 
plata  es  un  veneno  que  puede  llevar  a la  muerte).  Esta  situación  evoca  las  palabras 
de  Jesús  en  el  evangelio  de  Mateo: 

Las  cosas  que  salen  de  la  boca,  vienen  del  corazón  y esto  es  lo  que  contamina  al  ser 
humano.  Poique  del  corazón  provienen  los  pensamientos  malvados,  los  homicidios, 
el  adulterio,  fornicación,  robos,  falsos  testimonios,  difamaciones.  Estas  cosas  son  las 
que  contaminan  al  ser  humano  (Mt.  15,18-20). 

Lengua  está  estrechamente  relacionada  con  psiqué,  corazón  y cuerpo,  confir- 
mando el  carácter  unitario  del  ser  humano.  Si  el  corazón  es  el  lugar  de  los  celos 
amargos  y la  rivalidad  (3,13),  si  éste  se  ha  tornado  insensible  (se  ha  engordado  o en- 
durecido por  la  codicia  y el  deseo  de  poder),  es  porque  la  psiqué  está  dividida;  pero 
éstos  se  expresan  por  medio  de  la  lengua.  Por  eso,  para  Santiago,  la  lengua,  como 
manifestación  del  corazón,  es  lo  que  contamina  al  cuerpo.  La  actitud  interior  y pro- 
funda del  corazón  es  la  más  importante  en  la  perspectiva  bíblica.  No  obstante  el  co- 
razón se  sustrae  de  todas  las  miradas  y queda  hundido  en  el  pecho.  Luego,  la  mane- 
ra bíblica  de  hablar  le  buscará  una  correspondencia  exterior,  que  en  el  caso  de  San- 
tiago será  la  lengua.  A través  de  ella  se  puede  conocer  la  profundidad  del  corazón^f 
Existe  una  relación  muy  profunda  entre  la  lengua  y el  corazón.  La  lengua  expresa  la 
vida  interior  (sentimientos,  pensamientos,  fe  y de.seos  propios  del  corazón).  De  “la 
abundancia  del  corazón  habla  la  boca”,  nos  recuerda  el  evangelio  de  Mateo  (Mt. 

1 2,34).  Cuando  el  dualismo  cuerpo-alma  ha  sido  introyectado  y divide  la  psiqué  hu- 
mana es  de  esperar  que  la  lengua  lo  exprese,  pues 

...con  ella  bendecimos  al  Señor  y Padre  y con  ella  maldecimos  a los  seres  humanos, 
los  que  han  sido  hechos  a imagen  y semejanza  de  Dios  (3,9). 

La  lengua  también  puede  expresar  lo  totalmente  contrario  a la  vida  interior; 
aparece  entonces  el  sentido  de  mentira,  la  hipocresía  y falsedad  (3,14). 

Cuando  hablamos  de  la  lengua  por  lo  general  nos  quedamos  cortos,  limitan- 
do su  poder  al  daño  que  se  puede  hacer  con  ella  en  el  ámbito  de  las  relaciones  intra- 
personales  (el  chisme,  la  calumnia,  etc.).  Sin  embargo,  ella  puede  simbolizar,  en  el 
lenguaje  sapiencial,  el  poder  de  las  ideologías  o de  los  órdenes  y estructuras  simbó- 
licas dominantes.  Esto  queda  claro  en  la  carta  cuando  se  a.socia  la  lengua  a los  maes- 
tros, a los  sabios  y entendidos,  al  igual  que  a la  sabiduría  de  abajo  (demoniaca).  La 


26 


Fierre  Mourlon  Bcernacrt.  Op.  cit.,  pág.  16. 


UEVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


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sabidurí¿i  de  ab¿tjo  puede  hacer,  históricamente  hablando,  referencia  a la  ideología 
del  imperio  (identificado  como  mundo).  Los  maestros  no  serían  más  que  aquellos 
que  sirven  como  medios  para  hacer  “publicidad”  de  una  ideología  que  justifica  una 
sociedad  dividida,  así  como  una  persona  desintegrada. 

En  términos  negativos  Santiago  insiste  en  que  no  se  hagan  muchos  maestros 
(lo  que  va  a identificar  como  sabiduría  terrenal  y demoniaca);  en  términos  positivos 
insiste  en  que  todo  hombre  debe  ser  veloz  para  oír  y lento  para  hablar  (1,19,  que  es 
la  sabiduría  que  proviene  de  arriba).  Si  la  sabiduría  terrenal  lleva  a la  rivalidad  y a 
la  ruptura  de  la  comunidad,  a las  prácticas  injustas,  la  sabiduría  de  arriba  produce 
frutos  de  justicia  (comprendida  como  una  práctica  adecuada  a las  necesidades  del 
prójimo).  Aquí  es  donde  queda  más  clara  la  idea  de  que  solamente  la  Palabra  im- 
plantada (en  el  sentido  de  sembrada)  y llevada  a la  práctica  es  lo  que  puede  salvar 
la  psiqué. 

En  pocas  palabras,  es  posible  encontrar  como  raíz  de  muchos  de  los  proble- 
mas y prácticas  que  se  viven  dentro  de  la  comunidad,  la  innuencia  de  una  antropo- 
logía dualista  (donde  el  cuerpo  es  la  cárcel  del  alma)  que  abarca  la  vida  personal,  la 
vida  de  la  comunidad,  lo  social,  lo  cósmico  y las  relaciones  con  Dios.  Esto  explica 
en  gran  medida  la  actitud  de  algunos  miembros  de  la  comunidad  frente  a las  nece- 
sidades corporales  de  las  hermanas  y los  hermanos,  o la  actitud  del  rico  que  se  nie- 
ga a pagar  el  jornal  a los  trabajadores.  Aquí  el  problema  no  es  únicamente  el  tener 
“mala  conciencia”  (se  puede,  incluso,  tener  buena  conciencia  y explotar  al  prójimo), 
sino  las  concepciones  profundas  (imaginarios  colectivos  como  los  vamos  a llamar) 
que  justifican  como  algo  normal  y natural  las  divisiones  sociales,  la  discriminación 
y el  desprecio  de  las  personas  más  pobres,  la  in.sensibilidad  frente  a las  necesidades 
de  los  más  pobres  o la  posibilidad  de  llevar  una  vida  llena  de  lujos.  Santiago  entra 
en  conflicto,  no  con  la  conciencia  de  los  hermanos,  sino  con  estas  concepciones  dua- 
listas (y  con  las  prácticas  que  ellas  originan  dentro  de  la  comunidad)  desde  un  hori- 
zonte antropológico  semita  mucho  más  unitario. 

3.2.  El  eje  de  sentido  económico 

Este  eje  de  sentido  antropológico  nos  remite  de  manera  obligatoria  a otro  nú- 
cleo de  significación  determinado  por  la  isotopía  económica.  Aquí  estamos  en  un 
punto  crucial  y decisivo  en  el  análisis  de  los  textos.  No  se  trata  de  hacer  meramen- 
te un  análisis  antropológico  de.sconcctado  de  las  relaciones  de  producción  y repro- 
ducción de  la  vida  humana  (de  la  psique).  Creemos,  al  contrario,  que  existe  una  re- 
lación profunda  y dialéctica  entre  la  concepción  del  ser  humano  que  .se  forja  dentro 
de  una  cultura  y las  bases  materiales  o económicas.  En  este  caso,  existe  una  relación 
estrecha  entre  una  concepción  duali.sta  que  considera  el  cuerpo  como  la  cárcel  del 
alma  y el  modo  de  producción  económico  basado  en  la  explotación  de  la  mano  de 
obra  esclava. 

No  se  trata,  como  propósito  de  la  clave  económica,  de  determinar  si  en  la  co- 
munidad a la  que  va  dirigida  la  carta  hay  ricos  o no.  Esto  nos  desviaría  la  atención 
de  aspectos  mucho  más  profundos.  No  podemos  tener  una  certeza  absoluta  o relati- 
vamente cierta  sobre  el  particular.  Lo  que  sí  queda  claro  es  el  peligro  que  conllevan 
la  riqueza  y el  deseo  de  enriquecerse  (codicia),  visto  en  especial  desde  los  pobres  y, 
de  forma  específica,  de.sde  las  viudas  y los  huérfanos. 


62 


FRANCISCO  REYES  ARCMILA,  La  ley  del  reino:  una  exigencia  de  vida  plena 


La  carta  está  cargada  de  expresiones  simbólicas  tomadas  de  la  vida  económi- 
ca. Pese  a que  el  “autor”  de  la  carta  hace  en  determinados  momentos  una  lectura  me- 
tafórica de  algunas  expresiones  (por  ejemplo:  ricos  en  la  fe  y herederos  del  reino,  o 
ricos  en  su  pequenez),  éstas  no  pierden  su  referencia  original  (no  hay  cómo  funda- 
mentar una  ruptura  de  sentido  y negar  la  significación  económica  original).  Son  po- 
bres económicamente  hablando,  que  se  hacen  ricos  en  la  fe.  No  es  posible  hacer  una 
lectura  metafórica  de  la  carta  negando  el  sentido  económico  originario,  llevándolo 
al  plano  moral.  Con  relación  a este  eje  encontramos  una  contradicción  fundamental 
que  atraviesa  toda  la  carta;  pobres  (ptokoi)  y ricos  (plousios).  El  primero  se  consi- 
dera humilde,  o mejor  dicho  humillado  (o  lapeinos),  en  relación  al  rico,  que  es  con- 
siderado socialmente  como  soberbio  y arrogante  (ver  St.  1,9-1 1;  4,6;  5,1-6). 

La  carta  tiene  igualmente  como  referente  al  pobre,  aquel  que  es  humillado  en 
su  cuerpo  (como  en  su  psiepté),  que  es  oprimido  por  los  ricos  y arrastrado  a los  tri- 
bunales (2,6),  que  sufre  en  su  cuerpo  las  consecuencias  de  un  sistema  económico  (en 
ese  caso  el  esclavista),  que  sufre  la  falta  del  alimento  diario  para  subsistir,  de  vesti- 
do (2,16)  y de  un  jornal  justo,  o que  es  despreciado  en  las  asambleas,  etc. 

El  plano  económico  se  complementa  con  una  serie  de  expresiones  relaciona- 
das con  el  estilo  de  vida  de  los  ricos  (este  es  el  sentido  de  poreiais,  ver  1,1 1 )■  Se  ha- 
bla de  comerciar  y hacer  ganancia,  de  atesorar,  retener  el  jornal  del  campesino,  la 
seducción  de  las  riquezas  y de  los  privilegios  que  ello  conlleva  (de  lujos  y desenfre- 
nos); se  habla  también  de  la  manera  esplendorosa  con  que  los  ricos  viven. 

Es  imprescindible  ubicar  este  lenguaje  como  expresión  de  las  estructuras  y re- 
laciones económicas  propias  del  modo  de  producción  esclavista  dominante  en  el  Im- 
perio Romano.  La  pobreza  existe  porque  hay  una  práctica  de  acumulación  del  exce- 
dente por  parte  de  una  clase  dominante  (terrateniente  principalmente)  originada  por 
la  explotación  de  la  mano  de  obra  esclava  y de  los  campesinos  libres.  Este  es  el  pi- 
lar fundamental  que  sostiene  la  economía  esclavista.  El  otro  pilar  que  ayuda  a man- 
tener este  sistema  económico  es  el  mercado  y el  lucro  que  se  obtiene  de  esta  prácti- 
ca. No  hay  que  exprimir  mucho  el  texto  para  darnos  cuenta  de  que  la  práctica  de  los 
ricos  y de  algunos  de  la  comunidad  que  aspiran  a serlo,  se  inscribe  dentro  de  la  di- 
námica económica  propia  del  sistema  esclavista. 

Simbólicamente,  este  sistema  regido  por  la  ley  del  mercado  y por  la  acumu- 
lación de  excedente  a partir  del  trabajo  forzado,  es  considerado  por  Santiago,  al 
igual  que  en  otros  textos  del  Nuevo  Testamento,  como  mundo  (kosmos).  Ley  y mun- 
do se  hacen  sinónimos.  Por  eso  habla  de  pobres  según  el  mundo  (2,5),  esto  es,  de  se- 
res humanos  que  se  han  empobrecido  como  consecuencia  de  la  imposición  de  un  sis- 
tema económico.  Dentro  de  la  estructura  económica  son  pobres  y considerados  co- 
mo tales.  La  vida  de  los  ricos  {poreiais},  o el  simple  deseo  (epitimías  y edoníus)  de 
tenerla,  es  considerada  por  Santiago  como  amistad  {filia  o amor)  con  el  mundo 
(identificado  con  la  ley)  y,  al  mismo  tiempo,  como  enemistad  con  Dios  (4,4).  Hay 
que  entender  este  versículo  como  una  crítica  teológica  a la  ley. 

Es  indudable  que  no  podemos  reducir  el  significado  de  mundo  a una  sistema 
económico  históricamente  determinado;  pero  tampoco  negarlo.  Históricamente,  las  co- 
munidades cristianas  del  primer  siglo  tenían  como  referencia  este  sistema  económico. 
Lo  consideran  contrario  a la  voluntad  y al  proyecto  de  Dios.  El  sistema  económico  es- 
clavista rompe  con  este  proyecto  al  crear  una  sociedad  dividida  e invertida,  donde  hay 
terratenientes  que  llevan  una  vida  de  lujos  y pri\  ilegios  y pobres  a quienes  se  les  ha  ne- 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


63 


gado  la  posibilidad  de  satisfacer  sus  necesidades  fundamentales;  engendrando  personas 
con  la  psique  dividida  o reduciendo  la  relación  con  Dios  a una  fe  sin  obras. 

La  carta  desenmascara  este  sistema  económico,  considerado  dentro  de  la  so- 
ciedad greco  romana  como  natural,  deseado  e idealizado,  porque  niega  la  posibili- 
dad de  una  vida  plena  a los  pobres.  Lo  paradójico  es  la  inversión  que  el  autor  de  la 
carta  hace  de  esta  realidad  ya  invertida,  o por  lo  menos  injusta,  a partir  de  la  corpo- 
ralidad necesitada.  El  cuerpo  como  unidad  (como  psique  y como  soma)  se  convier- 
te (se  recupera)  en  la  verdadera  ley  que  debe  estar  por  encima  de  cualquier  otra,  in- 
cluida de  manera  clara  la  lógica  del  mercado.  Esto  queda  en  evidencia  cuando  San- 
tiago habla  de  los  pobres  como  ricos  en  la  fe,  herederos  del  reino,  privilegiados  por 
Dios,  él  les  da  alegría  o gozo  (4,6);  el  rico  por  el  contrario,  es  considerado  paradó- 
jicamente en  su  pequenez  ( 1,10),  Dios  los  enfrenta  (4,6),  sus  planes  y estilo  de  vida 
(poreiais)  se  marchitan  (1,11),  sus  riquezas  se  pudren  y sus  ropas  se  apolillan.  Es  di- 
fícil comprender  esta  inversión  como  un  hecho  históricamente  dado;  habría  que  en- 
tenderla más  en  el  plano  de  la  esperanza  y,  por  tanto,  de  lo  utópico.  Esto  precisamen- 
te nos  lleva  a plantear  otro  eje  de  sentido  fundamental  para  comprender  la  carta:  lo 
simbólico. 


3,3,  El  eje  de  sentido  simbólico 

La  inversión  que  la  carta  propone  se  da  en  el  plano  simbólico,  ante  la  impo- 
tencia de  cambiar  las  estructuras  sociales.  Esta  es  la  hipótesis  que  motiva  nuestra  re- 
flexión. Cuando  hablamos  de  lo  simbólico  no  lo  ubicamos  tanto  en  el  campo  de  la 
conciencia  personal,  sino  en  el  mundo  de  lo  imaginario  social  o de  los  órdenes  sim- 
bólicos y,  por  consiguiente,  implica  los  sistemas  de  significación  como  la  práctica 
en  la  que  se  expresan  esas  significaciones.  Esto  significa  que  la  inversión  que  pro- 
pone Santiago  se  plantea,  primeramente,  a nivel  de  los  órdenes  simbólicos  que  fun- 
damentan la  sociedad  esclavista;  sin  embargo  esta  inversión  debe  expresarse  en  las 
prácticas  y en  las  situaciones  concretas  que  está  viviendo  la  comunidad.  Por  esta  ra- 
zón es  que  queremos  destacar  el  carácter  simbólico  de  las  estructuras  sociales. 

Partimos  del  presupuesto  de  que  las  estructuras  sociales  en  su  conjunto  pro- 
ducen sus  propios  sistemas  de  significación  u ordenes  simbólicos.  Así  vista,  la  so- 
ciedad es,  a la  vez,  un  sistema  funcional  para  satisfacer  necesidades  básicas  (dimen- 
sión económica),  como  un  sistema  de  símbolos  para  sati.sfacer  la  necesidad  de  sen- 
tido o de  significación.  El  primero  permite  sobrevivir,  el  segundo  darse  cohesión  e 
identidad  como  sociedad.  En  la  práctica  es  difícil  diferenciar  estas  dos  dimensiones. 
Creemos,  incluso,  que  las  transformaciones  o cambios  que  se  originen  en  uno  de  los 
dos  sistemas  afecta  el  otro. 

Nos  interesa  hablar  un  poco  de  los  órdenes  o sistemas  simbólicos  que  carac- 
terizaron a la  sociedad  greco  romana  en  el  siglo  I d.  C.,  tal  como  se  reflejan  en  la  vi- 
da de  la  comunidad. 

Podemos  hallar  una  simbólica  de  la  jerarqitización  y de  la  organización  a tra- 
vés de  la  cual  .se  define  y se  reproduce  el  poder"  en  esta  época,  y que  se  expresa  fun- 


Hablamos  de  poder  en  un  sentido  amplio  y,  a la  vez,  específico.  Incluye  tanto  las  relaciones  tradi- 
cionalmcnte  consideradas  políticas,  como  las  engendradas  por  la  situación  de  genero,  edad,  pertenen- 
cia a un  grupo  étnico,  etc. 


64 


FRANCISCO  REYES  ARCHILA,  La  ley  cicl  reino:  una  exigencia  de  vida  plena 


(Jamenlalmenle  en  las  relaciones  de  verticalidad  “arrihci”  y "ahajo",  "alio"  y "ba- 
jo”, “grande”  y "pequeño".  Este  orden  simbólico  regula  el  acceso/ascenso  al  poder 
social,  económico,  político  y religioso  ( jerarquías),  basado  sobre  todo  en  la  estruc- 
tura patriarcal  del  oikos.  En  la  carta  podemos  encontrar  expresiones  que  reflejan  es- 
ta simbólica.  Por  un  lado,  aparecen  aquellas  que  tienen  que  ver  con  grandeza;  glo- 
riarse ( 1,9),  jactancia  (3,5;  3,14;  4,16),  soberbia  (4,6),  exaltar  (4,10).  Por  otro  lado, 
encontramos  las  cpie  se  relacionan  con  pequeñez:  humilde  (1,9;  4,6),  humillarse 
(4,10),  pequeño  (3,5),  abajo  (2,3).  Hay  una  expresión  muy  gráfica  de  lo  que  quere- 
mos decir  en  2,3:  mientras  el  rico  se  sienta  en  la  mesa,  el  pobre  es  obligado  a sen- 
tarse abajo  (upo),  en  el  estrado  de  los  pies  del  que  está  .sentado.  Estas  “posiciones” 
en  relación  a la  verticalidad,  tienen  un  carácter  simbólico  que  sirve  para  reforzar  y 
justificar  una  sociedad  dividida  en  clases,  en  las  que  se  identifica  al  pobre  con  lo 
“bajo”  y al  rico  con  lo  “alto”. 

La  calla  busca  contrarrestar  esta  situación;  es  por  eso  que  recrea  otro  orden 
simbólico  alternativo  (que  está  en  el  origen  mismo  de  la  práctica  de  Jesús).  Pode- 
mos hablar  de  una  simbólica  de  la  inversión  del  poder  o una  simbólica  de  la  justi- 
cia. Son  los  humillados  o los  que  se  humillan  los  que  son  glorificados.  Los  pobres, 
socialmente  humillados,  son  considerados  ricos  en  la  fe  y herederos  del  reino  (2,5), 
a ellos  Dios  les  da  alegría  (4,6),  levanta  a los  enfermos  (5,15).  Al  contrario,  los  ri- 
cos, socialmente  glorificados,  son  humillados.  Dios  los  enfrenta  (4,6);  sus  riquezas 
se  pudren,  sus  vestidos  se  apoli  lian,  el  oro  y la  plata  se  oxidan  y su  veneno  los  ter- 
minará matando  (5,2-3). 

Esta  inversión  del  orden  simbólico  se  concreta  en  nuevas  actitudes  y prácti- 
cas que  la  comunidad  debe  vivir  si  quiere  ser  fiel  a las  exigencias  de  la  fe  que  obra 
por  el  amor  al  prójimo.  La  solidaridad  con  los  más  pobres  y,  de  modo  especial  con 
las  viudas  y huérfanos^^  se  convierte  en  el  criterio  donde  se  verifica  la  fe  y se  con- 
creta la  inversión  de  los  órdenes  simbólicos.  Esta  exigencia  se  expresa  en  la  actitud 
de  “humillarse”.  La  expresión  humilde  tiene  una  primera  dimensión  sociológica, 
con  el  sentido  pasivo  de  humillado;  no  hay  duda  de  que  los  píokoi  son  socialmente 
humillados  (1,9).  Humillarse  conserva  la  dimensión  sociológica,  pero  en  un  sentido 
activo  es  aquel  que  .se  humilla  por  solidaridad  con  los  más  pobres.  Se  hace  pobre  con 
los  pobres.  Humilde/humillado/humillarse  tiene  a diferencia  de  ptokoi  un  sentido 
más  simbólico,  puesto  que  contiene  una  carga  de  significación  social  y ética.  Ser  po- 
bre significa  ser  y estar  humillado;  casi  condenado  y “endemonizado”  por  su  condi- 
ción económica,  de  género,  por  la  edad  o por  su  condición  étnica  (que  es  lo  que  su- 
giere la  palabra  diáspora  en  1,1)-  Humillarse  se  transforma  en  la  negación  radical  del 
ideal  propuesto  por  una  simbólica  patriarcal. 

Dentro  de  la.s  c.sirucuiras  simbólicas  y sociales  de  tipo  patriarcal,  tanto  las  mujeres  como  los  niños 
son  ciuiencs  hacen  parle  de  esta  categoría  de  humillados,  de  los  que  están  abajo.  La  situación  de  "agra- 
va" en  el  caso  de  las  viudas  y los  huérlanos.  Por  no  tener  rclcrenfia  legal  con  un  varón  adtilto.  tanto 
ellas  como  ellos  quedan  no  solamente  abajo,  sino  por  lucra  de  las  estructuras  palriarcales.  Visitar  (e/^/.s- 
kéj’tesio)  tendría  el  significado  de  abajtirse  de  manera  solidaria  y radical  a la  condición  de  los  más  hu- 
millados, de  humillarse  solidariamente  en  la  aflicción  del  "otro'Vde  la  "otra”,  con  el  propcisito  de  salir 
conjuntamente  reditnidos.  Visitar  tiene,  primero,  ese  sentido  de  hacerse  pequeño,  como  uno  más  de  los 
que  sufren  (ver  Mt.  25,36);  esta  exigencia  implica  ver  con  el  corazón  las  necesidades  de  los  huérfanos 
y la.s  viudas  en  su  sufrimiento  y solidarizarse  (este  el  sentido  de  2,16).  Pero  para  eso  hay  que  tener  un 
corazón  puro  como  el  de  los  niños  y las  manos  limpias  (4.8:  ver  Mt.  5,8);  este  es  el  sentido  de  com- 
pasión. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


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Podemos  hallar  también  una  simbólica  del  “peligro”  o del  tabú,  mediante 
el  cual  los  grupos  humanos  buscan  mantener  sus  propios  límites  frente  a la  “ame- 
naza” que  viene  de  afuera.  Se  expresa  de  modo  simbólico  en  las  relaciones  “den- 
tro”  y “fuera”;  "inclusión"  y “exclusión” . Lo  que  está  en  juego  son  las  posibili- 
dades de  acceso  al  orden  social,  en  este  caso,  la  incorporación  a la  comunidad  y 
el  problema  de  la  unidad  e identidad  de  un  grupo.  En  el  capítulo  2 de  la  carta  po- 
demos encontrar  algunas  expresiones  que  hacen  alusión  a esta  simbólica,  las  cua- 
les tienen  que  ver  con  la  discriminación  y exclusión  de  personas  dentro  de  la  pro- 
pia comunidad.  Hallamos  la  acepción  o predilección  de  personas  dentro  de  la  co- 
munidad, en  2,2-4  se  nos  presenta  un  ejemplo,  entre  un  aner  que  lleva  un  anillo 
de  oro  y un  ropaje  espléndido  y el  pobre  con  ropaje  andrajoso;  en  ese  caso  se  ha- 
ce acepción  cuando  se  fija  en  el  que  lleva  el  ropaje  espléndido  y se  rechaza  al  po- 
bre. La  forma  de  vestir  se  convierte  en  una  forma  o un  código  colectivo  en  el  que 
se  configura  esta  simbólica  de  la  exclusión.  En  2,15  expresamente  se  habla  de  la 
falta  de  vestido  como  una  de  las  necesidades  que  tienen  algunos  hermanos  y her- 
manas dentro  de  la  comunidad. 

Podemos  encontrar  igualmente  en  la  carta  otra  lógica  que  podemos  denomi- 
nar como  la  simbólica  de  la  inclusión  y pertenencia.  El  capítulo  2 empieza  con  un 
imperativo  claro:  “Hermanos  míos  no  tengáis  acepción  de  personas  en  la  fe  del 
nuestro  Señor  Jesucristo  glorioso”;  después  viene  el  e jemplo  de  las  dos  personas  que 
llegan  a la  asamblea,  finalmente  vienen  tres  argumentos  teológicos,  jurídicos  y prác- 
ticos que  fundamentan  este  imperativo  y crean  las  bases  para  la  configuración  de  un 
nuevo  orden  simbólico  incluyente.  Podemos  resumir  el  argumento  en  uno  solo:  la  fe 
en  el  Dios  que  ha  elegido  a los  pobres  para  .ser  ricos  en  la  fe  y herederos  del  Reino, 
para  que  en  realidad  pueda  salvar  tiene  que  llevarse  a la  práctica  en  el  cumplimien- 
to de  la  ley  del  reino  de  Dios:  el  amor  al  prójimo;  y éste  se  concreta  en  la  satisfac- 
ción de  las  necesidades  fundamentales  (vestido  y alimento)  de  los  hermanos  y las 
hermanas  (justicia).  En  otras  palabras,  solo  la  fe  que  obra  por  el  amor,  como  la  ley 
del  reino  de  Dios,  puede  engendrar  \ ida  plena  y hacer  justa  a la  persona  (hacedores 
de  justicia). 

Hallamos  por  último  la  simbólica  del  "contagio” , por  medio  de  la  cual  se 
busca  ordenar  y dar  sentido  social  al  universo  de  las  cosas  materiales  (mante- 
ner el  propio  orden,  frente  al  “caos”  que  viene  de  afuera),  mediante  la  relación 
"orden”-”caos” . La  forma  de  configuración  social  que  expresa  esta  simbólica, 
y que  aparece  con  mucha  fuerza  en  esta  carta,  es  la  ley,  comprendida  en  un  sen- 
tido amplio.  Esta  es  la  que  determina  y regula  las  prácticas  sociales  con  miras 
a mantener  el  “orden”  social  y evitar,  por  otro  lado,  la  amenaza  del  “caos”  ex- 
terno. 

En  la  carta  encontramos  eco  de  esta  simbólica:  “¿No  los  ricos  os  oprimen  y 
os  arrastran  ante  los  tribunales?”  (2,6;  ver  4,11-12).  La  comunidad  vive  en  carne 
propia  todo  el  peso  de  la  ley  (ya  sea  la  judía  o el  derecho  romano).  Aquí  Santiago 
hace  referencia  al  tipo  de  ley  que  al  ser  cumplida  de  forma  legalista,  destruye  al  ser 
humano  y que  tiene  que  imponerse  de  forma  violenta  para  poder  asegurar  la  posibi- 
lidad del  cumplimiento  destructor  de  la  vida  humana-'?  Prácticamente  aquí  el  orden 


7 c) 

Franz  J.  Hinkelammert.  El  ;;riío  del  .sujeto.  Del  tealro-nutiulo  del  evcuif’etio  de  ./itan  al  ¡térro  iniai- 
do  de  la  (¡lohalización.  San  José,  DEL  1998.  pág.  38. 


66 


FRANCISCO  REYES  ARCHILA,  La  ley  del  reino:  una  exigencia  de  vida  plena 


social  y simbólico  dominante  es  sinónimo  de  ley.  Es  entonces,  en  nombre  del  orden 
dominante,  comprendido  como  un  fundamento  ley,  que  se  destruye  al  ser  humano, 
al  excluido,  de  cualquier  posibilidad  de  tener  una  vida  plena. 

En  la  carta  de  Santiago  hallamos  otra  compresión  de  la  ley  y,  por  ende,  una 
propuesta  de  inversión  del  orden  simbólico  del  contagio.  Para  verlo  citemos  los  si- 
guientes versículos. 

No  habléis  mal  unos  de  otros,  hermanos,  el  que  habla  mal  de  un  hermano  o juzga  a 
su  hermano  habla  mal  de  la  ley  y juzga  a la  ley;  mas  si  a la  ley  juzgas,  no  eres  hace- 
dor de  la  ley  sino  juez.  Uno  es  el  legislador  y juez,  el  que  puede  salvar  o destruir; 
¿mas  tú  quién  eres,  el  que  juzga  al  prójimo?  (4,1 1-12). 

El  punto  de  referencia  no  es  el  cumplimiento  legalista  de  la  ley  que  destruye 
al  ser  humano,  sino  el  prójimo,  el  hermano.  El  hermano  es  la  ley.  Lo  que  se  hace 
contra  el  hermano  o se  deja  de  hacer,  se  hace  o se  deja  de  hacer  con  la  ley.  Esta  es- 
tá aquí  al  servicio  del  ser  humano.  Por  eso,  quien  juzga  al  hermano  no  es  hacedor  de 
la  ley  sino  juez  (aquel  que  la  cumple  “legalmente”),  y en  nombre  de  ella  se  niega  la 
posibilidad  de  que  el  ser  humano  tenga  vida  plena.  La  ley  tiene  un  sentido  más  am- 
plio que  la  obliga  a rebasar  este  marco  legalista 

En  otro  lugar  Santiago  habla  de  la  ley  perfecta  de  la  libertad; 

El  que  mira  fijamente  a la  ley  perfecta,  la  de  la  libertad  y permanece,  no  hecho  oidor 
olvidadizo,  sino  hacedor  de  obra,  éste  será  feliz  en  su  obrar  ( 1,25;  ver  2, 12;  Gl.  5,1 3). 

La  ley  de  la  libertad  tiene  tres  criterios  o referentes  esenciales.  El  primero,  el 
prójimo,  al  identificar  la  ley  como  la  ley  del  reino.  El  segundo;  “no  matar”;  al  ma- 
tar se  transgrede  la  ley  (2,1 1 ).  El  tercero,  hacer  o cumplir  con  la  ley  del  reino;  “amar 
a tu  prójimo  como  a ti  mismo”  (2,8,  ver  1,25;  2,12).  Es  según  esta  ley,  la  de  la  liber- 
tad, que  serán  juzgados  los  hermanos  de  la  comunidad  (2,12).  La  ley  tiene  otra  mo- 
tivación fundamental;  la  misericordia  (2,13;  3,17). 


A modo  de  conclusión 

La  inversión  que  propone  Santiago  en  el  plano  de  los  sistemas  simbóli- 
cos se  puede  sintetizar  finalmente  en  una  nueva  concepción  antropológica  (la 
salvación  del  ser  humano).  Es  la  persona  vista  como  teleios,  o sea,  como  un  ser 
completo  o integral  (alma  y cuerpo;  individuo  y comunidad;  inmanencia  y 
transcendencia),  con  necesidades  corporales  (vestido,  alimento,  salario,  salud, 
reconocimiento,  dignidad),  el  centro  de  la  ley  y,  por  consiguiente,  la  instancia 
última  ética,  social  y teológicamente  hablando  donde  se  verifica  la  fe.  Para  que 
esto  sea  posible  es  necesario  un  nuevo  orden  social  y simbólico  realmente  in- 
cluyente y justo. 

Al  igual  que  en  la  carta  de  Santiago,  hoy  también  se  nos  propone  una  inver- 
sión de  los  órdenes  sociales  y simbólicos  dominantes  que  amenazan  la  vida  huma- 
na (psique).  En  este  contexto,  la  reivindicación  (como  exigencia  y práctica)  de  una 
vida  plena  (en  el  sentido  de  zoé)  y,  por  tanto,  la  exigencia  de  satisfacer  las  necesida- 
des de  los  cuerpos  concretos,  de  modo  especial  de  los  más  amenazados  por  la  estra- 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA.  No.  31 


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tegia  de  globalización  neoliberal,  se  torna  en  el  criterio  donde  se  juega  la  credibili- 
dad de  nuestra  fe  y en  la  condición  sin  la  cual  no  es  posible  recrear  los  órdenes  so- 
ciales-simbólicos  y las  prácticas  (la  fe  que  obra  por  el  amor)  que  nos  dieron  origi- 
nariamente nuestra  identidad  como  seguidores  de  Jesús.  Como  iglesias  y como  cris- 
tianos estamos  enfrentados  a este  desafío.  Estamos  seguros  que  cuando  la  persona 
vuelva  a ser  el  centro  de  nuestras  comunidades,  muchos  de  los  problemas  y prácti- 
cas eclesiales  tendrán  que  cambiar  en  favor  de  unas  relaciones  humanas  más  justas. 
Para  hacerlo,  es  necesario  recrear  una  nueva  antropología  donde  la  persona  sea  vi.s- 
ta  como  una  unidad  intrasubjetiva,  relacionada  de  manera  indisoluble  con  sus  her- 
manos y hermanas,  con  la  naturaleza  y con  Dios. 


Francisco  Reyes  Archila 

Calle  61  No.  75  A-45 
Santafé  de  Bogotá  (9)  D.  C. 
Colombia 


FRANK  PIMENTEL 


CODICIA,  RESISTENCIA  Y 
PROYECTO  ALTERNATIVO 
Un  acercamiento  socio-ligüístico  y actualizante 
a la  carta  de  Santiago 


Resumen 

El  presente  artículo  es  un  acercamiento  a los  temas  de  la  codicia  y la  resistencia  en 
la  carta  de  Santiago,  cjue  tiene  como  base  la  reflexión  hecha  por  una  comunidad  cris- 
tiana de  República  Dominicana.  El  autor  ha  puesto  por  escrito  las  reflexiones  que 
han  salido  de  una  comunidad  cristiana  que  tiene  los  ojos  y los  oídos  abiertos  para 
ver,  con  ojos  creyentes  y compasivos,  la  realidad  de  su  pueblo  y escuchar  los  gritos 
de  su  gente  oprimida. 

Después  de  un  análisis  exegético  del  texto  de  la  carta  de  Santiago  nos  fijamos  en  el 
ambiente  .socio-político  en  el  que  surgió  la  carta  (pre- texto).  A continuación  estudia- 
mos el  con  texto  comunitario  de  la  comunidad  de  Santiago.  Al  comparar  la  realidad 
de  ayer  con  la  de  hoy,  y al  comparar  las  convicciones  y valores  que  refleja  la  comu- 
nidad que  está  detrás  del  texto  con  los  de  nuestra  comunidad,  encontramos  luz  V 
orientaciones  para  nuestra  praxis  creyente  de  hoy,  que  busca  globalizar  la  cultura  de 
la  solidaridad  en  medio  del  sistema  neoliberal  excluyente. 

Abstract 

The  presení  anide  is  an  analysis  ofthe  greed  and  resistance  in  the  letter  of  St.  James 
which  is  based  on  the  rejlection  made  by  a christian  community  in  the  Dominican  Re- 
piiblic.  The  autor  has  written  down  the  reflections  froni  a community  which  has  its 
eyes  and  ears  open  in  order  to  see  with  the  reality  offaith  and  compassion,  the  situa- 
tion  oflheir  people  and  to  hear  the  cries  oftheir  opressed  people. 

After  an  exegetical  analysis  of  the  text  of  St.  James  letter,  we  loocked  at  the  social- 
political  environment  froni  which  the  letter  aróse.  Then  we  studied  the  coinmunitarian 
context  of  the  community  of  St.  James.  Comparing  the  reality  of  y este  rday  with  that 
of  today,  and  comparing  the  convictions  and  valúes  which  are  behind  the  text,  with 
those  ofoiir  community,  wefind  enlightenment  and  orientation  for  oiir  faith  practico 
of  today,  which  seeks  to  globalize  the  culture  of  solidarity,  in  the  midst  of  the  exclu- 
sive neoliberal  system. 


Como  miembro  de  una  comunidad  cristiana  dominicana  y caribeña  me  acer- 
co al  texto  bíblico  para  buscar  una  luz  para  la  praxis  pastoral  y creyente.  En  mi  con- 
dición de  pastor  de  una  pequeña  porción  del  Pueblo  de  Dios  peregrino,  comunidad 
de  hombres  y mujeres  marginados/as,  que  sufren  el  peso  de  una  sociedad  institucio- 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


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nalmente  injusta  y de  un  sistema  neo-liberal  que  lo.s/as  excluye,  me  pongo  junto  con 
ellos/as  a la  escucha  de  la  Palabra  salvadora  y liberadora  del  Dios  que  camina  con 
su  pueblo. 

Quiero  seguir  caminando  con  estas  mujeres  y estos  hombres  margmados/as. 
En  nuestro  camino  ocupan  un  lugar  prioritario  la  meditación  y la  actualización  de  la 
Palabra  de  Dios.  Por  eso  juntos,  y guiados/as  por  el  Espíritu  de  Dios,  hemos  leído  la 
carta  de  Santiago.  Nuestro  análisis  se  ha  convertido  en  un  artículo  que  hemos  escri- 
to con  la  intención  de  compartir  nuestra  reflexión  y nuestras  vivencias  de  fe  con 
otras  comunidades  cristianas  de  Latinoamérica  y el  Caribe. 

Como  comunidad  de  fe  queremos  tener  un  oído  abierto  para  escuchar  lo  que 
Dios  nos  dice  por  medio  de  la  realidad  que  vivimos  y el  otro  para  escuchar  la  Pala- 
bra de  Dios  a través  del  texto  bíblico. 

La  Palabra  de  Dios  leída  desde  la  vida  de  nuestra  comunidad,  se  convierte  en 
una  brújula  que  .señala  el  camino  y en  fuente  de  resistencia  que  nos  ayuda  a sopor- 
tar la  dureza  de  la  vida,  a no  perder  la  alegría  y a atrevernos  a soñar  en  la  necesidad 
y en  la  posibilidad  de  ir  colaborando,  desde  nuestra  praxis  liberadora  y solidaria,  con 
la  construcción  de  un  proyecto  alternativo  de  sociedad,  como  expresión  de  nuestro 
compromiso  con  el  Proyecto  de  Dios.  Creemos  en  la  posibilidad  de  ir  construyendo 
“los  cielos  nuevos  y la  tierra  nueva  en  los  que  habite  la  justicia”  (2  Pe.  3,13). 

Seguiremos  el  método  preferido  usado  en  nuestro  acercamiento  a la  Palabra 
de  Dios.  Desde  nuestra  realidad  de  marginación  nos  acercamos  al  texto  de  la  carta 
de  Santiago  trayendo  nuestra  realidad  vital  y teniendo  en  cuenta  tres  palabras  signi- 
ficativas; codicia,  resistencia  y proyecto  (alternativo).  Luego  intentaremos  acercar- 
nos a la  realidad  socio-política  y cultural  que  refleja  la  carta;  analizaremos,  además, 
las  características  comunitarias  y las  convicciones  profundas  de  la  comunidad  que 
escribe.  Einalmente,  intentaremos  actualizar  el  mensaje  para  el  día  de  hoy'. 


1.  Un  acercamiento  al  texto  de  la  carta  de  Santiago 

Nos  acercamos  al  texto  haciendo  énfasis  en  el  análisis  socio-lingüístico^  Des- 
tacaremos aquellos  temas  que  están  directamente  relacionadas  con  nuestras  palabras 
claves:  codicia,  resistencia  y proyectos  alternativos. 


1.1.  Resistir  en  medio  de  las  pruebas 

La  carta  comienza  invitando  a vivir  con  alegría,  aun  en  medio  de  las  pruebas 
ipeisrasmoi)  (1,2).  El/la  creyente,  por  tanto,  debe  tomar  conciencia  de  que  las  difi- 
cultades asumidas  por  la  causa  del  Proyecto  alternativo  de  Dios  nos  ofrecen  la  po- 
sibilidad de  fortalecer  nuestra  fe. 

El/la  profeta,  en  su  condición  de  persona  comprometida  con  la  causa  de  Dios 
y de  los/s  hermanos/íis  más  empobrecido.s/as  y débiles  debe  vivir  con  alegría  aun  en 
medio  de  las  pruebas  y las  persecuciones.  Así  lo  había  querido  Jesús,  cuando  propu- 
so un  estilo  de  vida  diferente  a sus  discípulos/as  (cf.  Mt.  5,12).  Esa  alegría,  mostra- 


1 Cf.  Elsa  Tamez,  Santiago.  Lectura  latinoamericana  de  la  epístola.  San  Jo.sc,  DEL  1983. 

^ Cf.  La  Carta  de  Santiago.  Lectura  socio-lingüística.  E.stella.  Ed.  Verbo  Divino,  1989. 


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FRANK  PIMENTEL.  Codicia,  rc.sistencia  y proyecto  alternativo 


da  por  los/as  .seguidore.s/a.s  del  carpintero  de  Nazaret,  se  convertirá  en  un  testimonio 
creíble  para  tantas  personas  que,  por  miedo  al  conflicto  y a las  dificultades,  no  asu- 
men un  compromi.so  con  la  causa  de  los/as  más  débiles. 

Santiago,  y su  comunidad  de  fe,  desafían  la  opinión  tradicional  según  la  cual 
Dios  probaba  a sus  fieles,  y en  ocasiones  los  metía  en  la  tentación\  para  asegurar  si 
en  verdad  querían  permanecer  como  discípulos/as  suyos.  Santiago  parece  compartir 
la  opinión  de  Pablo,  conforme  a la  cual  las  pruebas  y tentaciones  que  nos  vienen  no 
son  superiores  a nuestras  fuerzas,  simplemente  porque  Dios  no  lo  permite.  Su  pre- 
sencia en  medio  de  nuestro  camino  de  fe  y solidaridad  nos  da  la  certeza  de  que  po- 
dremos superar  las  pruebas,  porque  “con  la  tentación  nos  dará  el  modo  de  poder  re- 
sistir con  éxito”  (1  Co.  10,13). 

Una  fe  probada  en  el  sufrimiento  produce  la  paciencia  (1,3).  Sin  embargo,  no 
se  trata  de  asumir  una  actitud  pasiva  o estoica;  más  bien  se  trata  de  la  actitud  funda- 
mental que  necesita  el/la  creyente  para  vivir  con  coherencia  y dignidad.  Por  otro  la- 
do. en  medio  de  la  resistencia  es  necesario  realizar  acciones  concretas  que  expresen 
nuestro  compromiso  con  la  causa  de  la  justicia.  De  nada  valdría  la  resistencia,  la  pa- 
ciencia en  el  sufrimiento,  si  no  es  para  producir  los  frutos  del  amor  solidario  que  van 
gestando  una  sociedad  alternativa  y que  van  haciendo  la  realización  del  Proyecto  de 
Dios  en  medio  de  la  sociedad  en  la  que  se  vive. 

El/la  creyente  debe  conocer  el  origen  de  la  prueba  y la  tentación.  Es  de  dentro 
de  nosotros/as  mismos/as  de  donde  nace  la  codicia  y el  de.seo  de  dominar  a los/as  her- 
mano.s/as.  Eormamos  parte  de  una  humanidad  herida  por  el  pecado.  Por  eso,  cuando 
no  se  vive  en  actitud  de  continua  resistencia  nos  dejamos  llevar  por  nuestras  propias 
pasiones;  pero  eso  solamente  nos  conduce  a la  muerte  y a la  vida  sin  sentido. 


1.2.  El  compromiso  con  el  proyecto  de  vida 

A lo  largo  de  toda  la  carta  de  Santiago  está  presente  la  necesidad  de  construir 
el  Proyecto  de  Dios  como  Proyecto  de  vida.  Los/as  que  sepan  resistir  recibirán  co- 
mo recompensa  la  “corona  de  la  vida”  que  Dios  ha  prometido  a los  que  lo  aman” 
(1,12).  Unicamente  una  vida  vivida  en  el  amor  a Dios  y a lo.s/as  hermanos/as,  reci- 
birá el  premio  de  la  vida  eterna. 

Quienes  son  discípulos/as  tienen  que  librar  una  batalla  contra  el  pecado  y el 
egoísmo  que  está  dentro  de  cada  uno/a  y también  contra  la  injusticia  institucionali- 
zada de  la  sociedad  neo-liberal.  Es  el  único  camino  para  vencer  el  pecado  que  trae 
la  muerte  y convertirnos  en  defensore.s/as  comprometido.s/as  con  la  vida. 


^ Tengase  en  cuenta  la  frase  del  Padrenuestro  que  hace  referencia  a la  prueba,  a la  tentación.  De  he- 
cho. cuando  rezamos  la  oración  que  Jesús  enseñó  a sus  discípulos/as  decimos  en  nuestra  lengua:  “no 
nos  dejes  caer  en  la  tentación”.  No  obstante,  en  el  texto  griego  original,  transmitido  por  Maleo  (6,13) 
y l.ucas  ( 1 1 .4)  se  dice:  “no  comiences  a llevarnos  a la  tentación”  {kai  me  eisenegkes  ciñas  eis  peiras- 
mnn).  El  verbo  utilizado  — cisphero — está  en  la  forma  verbal  griega  del  aoristo  ingresivo  y significa 
comenzar  a llevar,  introducir.  Esto  quiere  decir  que.  según  la  mentalidad  de  los  que  escribieron  la  fuen- 
te Q,  original  que  utilizarían  Mtiteo  y Lucas,  Dios  no  solamente  probaba  a sus  seguidorc.s/as,  sino  que 
los  llevaba  a la  tentación  para  comprobar  su  fidelidad.  Naturalmente,  creemos  que  la  postura  de  Jesús 
de  Nazaret  con  relación  a este  tema  estaría  mejor  cxP''.,sada  en  la  afirmación  de  Santiago,  de  acuerdo 
con  la  cual  Dios  no  prueba  a nadie,  sino  que  cada  uiiu/a  es  probado/a  por  el  mal  que  lleva  dentro  (St. 
1,13). 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  M 


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El  ejercicio  cotidiano  por  resistir  al  mal,  debe  ir  acompañado  de  la  escucha 
dócil  de  la  Palabra  de  Dios,  que  es  como  una  semilla  que  se  siembra  en  nuestros  co- 
razones y que  está  llamada  a producir  frutos  de  amor,  frutos  de  vida  para  vivir  de 
acuerdo  con  la  “ley  de  la  libertad”  que  .se  concretiza  en  la  vivencia  cotidiana  del 
mandamiento  nuevo  del  amor  a Dios  y a lo.s/as  hermanos/as  (2,8). 

La  vida  feliz,  la  que  tiene  un  verdadero  sentido,  es  aquella  en  la  que  la  Pala- 
bra de  Dios  ha  encontrado  una  acogida  adecuada  y se  ha  convertido  en  motor  gene- 
rador de  proyectos  de  solidaridad  en  defensa  de  los/as  débiles  y los/as  humildes 
(1,25). 

Es  significativo  que  cuando  Santiago  se  refiere  a los  mandamientos  de  Dios 
haga  referencia  explícita  a aquellos  que  prohíben  el  adulterio  y el  asesinato  (2,1 1 ). 
En  definitiva  el  adulterio  puede  contribuir  a romper  la  relación  de  amor  entre  dos 
personas  que  se  han  jurado  mutuo  amor.  Es  una  forma  de  matar  al/a  la  otro/a  poco 
a poco.  Defender  la  vida  es  entonces  comprometerse  a mantener  una  relación  perso- 
nal de  amor  y respeto  con  la  mujer  amada  o con  el  hombre  amado. 

El  pecado  que  está  en  nuestro  interior,  y en  la  sociedad  en  que  vivimos,  se 
convierte  en  fuente  de  muerte  y de  atropello  hacia  lo.s/as  más  débiles.  Al  denunciar 
la  actitud  de  aquellos/as  que  se  hacen  pa.sar  como  cristianos/as  pero  que  realmente 
no  lo  son,  Santiago  les  acusa  de  imitar  las  actitudes  de  los/as  ricos  de  la  sociedad, 
los  que  manifiestan  una  codicia  desmedida,  envidia  y un  deseo  ilimitado  de  conse- 
guir bienes  para  derrocharlos  en  placeres.  Y para  lograr  sus  objetivos  llegan  incluso 
a quitarle  la  vida  a los  hermanos  y hermanas  (4,3). 

El  compromiso  con  el  Proyecto  de  vida  exige,  por  un  lado,  resistir  a la  ten- 
dencia a juzgar  a los/as  hermano.s/as,  por  el  simple  hecho  de  que  el  único  que  pue- 
de juzgar  es  Dios  (4, 1 2),  y por  otro  lado,  el  ayudar  a los/as  hermano.s/as  a convertir- 
se, a volver  al  camino  de  Dios;  de  esta  manera  ayuda  al/a  la  hermano/a  desviado/a, 
salva  su  alma  de  la  muerte  y del  pecado  (5,20). 

El/la  creyente  debe  estar  consciente  que  su  lucha  es  contra  el  diablo  y sus  se- 
guidores/as,  contra  el  egoísmo  y la  injusticia  mantenida  por  la  mayor  parte  de  lo.s/as 
que  tienen  poder  en  este  mundo  (Ef.  6, 1 0- 1 3).  Por  eso  se  le  pide  saber  resistir  al  dia- 
blo y acercarse  a Dios  que  es  quien  da  las  fuerzas  para  mantener  la  actitud  de  resis- 
tencia activa  (4,7). 


1.3.  La  necesidad  de  controlar  la  lengua 

Santiago,  en  su  carta,  muestra  su  convicción  de  que  la  actitud  de  resistencia 
no  solamente  ha  de  mantenerse  con  relación  a situaciones  y a factores  externos  a la 
persona,  sino,  y sobre  todo,  a aquello  que  está  en  el  interior.  Por  eso  habla  de  con- 
trolar las  propias  pasiones  (edonai)  (4,2)“'. 

Siendo  consciente  de  la  importancia  de  controlar  la  lengua  (glossa)  y el  deseo 
de  juzgar  a los/as  demás,  el  autor  invita  a sus  lectores/as  a que  “cada  uno/a  sea  dili- 
gente para  e.scuchar,  tardo  para  hablar  y tardo  para  la  ira”  ( 1 , 1 9).  Y la  razón  que  fun- 
damenta tal  afirmación  es  que  la  “ira  del  hombre  — y de  la  mujer — no  hacen  reali- 
dad la  justicia  (dikaiosyne)  de  Dios”  ( 1 ,20). 


Jesús  había  dicho  que  es  de  dentro  del  corazón  de  donde  sale  la  maldad,  la  miuslicia  y la  opresión 
(cL  Me.  7,20-23). 


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FRANK  PIMENTEL,  Codicia,  resistencia  y proyecto  alternativo 


Una  de  las  exigencias  fundamentales  que  debe  ponerse  la  persona  que  se  crea 
religiosa  es  poner  freno  a su  lengua;  de  otra  manera  puede  hablar  más  de  lo  necesa- 
rio y expresar  cosas  que  realmente  no  han  sido  pensadas  ni  valoradas  de  forma  ade- 
cuada. Y como  dice  Santiago,  “puede  engañar  su  propio  corazón”  (1,26)^  De  hecho, 
la  persona  que  no  frena  su  lengua  y se  deja  llevar  por  ella  ofende  a los/as  demás  y 
puede  crear  conllictos  innecesarios. 

Santiago  retoma  un  tema  clásico  entre  los  moralistas  griegos,  aquel  de  con- 
trolar el  cuerpo,  lo  que  significaba  controlar  las  propias  pasiones.  Pues  bien,  para  el 
autor  de  la  carta  que  comentamos  el  control  del  cuerpo  exige  necesariamente  el  con- 
trol de  la  lengua.  Para  ilustrar  sus  afirmaciones  el  autor  usa  el  ejemplo  de  los  caba- 
llos que  se  dominan  con  el  freno  que  se  pone  en  la  boca  o aquel  de  los  barcos  que 
son  manejados  por  el  piloto  con  un  pequeño  timón  (3,3-4). 

La  lengua  es  como  un  fuego  que  puede  encender  y desencadenar  toda  cla.se 
de  males;  de  hecho  “está  llena  de  veneno  mortífero”  (3,8).  Con  ella,  en  ocasiones, 
maldecimos  a kis  personas  hechas  a imagen  de  Dios  (3,9). 

Podemos  afirmar  que  Santiago  exagera  un  poco  el  papel  desempeñado  por  la 
lengua  y lo  considera,  en  general,  de  forma  negativa,  aunque  admite  que  en  ocasio- 
nes sirve  para  bendecir  a Dios  (3,9-10).  No  obstante,  su  preocupación  ha  de  enten- 
derse en  la  línea  de  la  llamada  a la  perfección  y a dar  los  frutos  que  debemos  dar.  De 
hecho,  el  Maestro  Jesús  había  dicho  que  por  nuestros  frutos  nos  conocerían  (Mt. 
7,16). 

Haciendo  la  pregunta  de  si  de  una  misma  fuente  puede  salir  agua  dulce  y 
amarga,  o si  la  higuera  puede  producir  aceitunas  — en  nuestra  cultura  nos  pregunta- 
ríamos si  la  planta  de  naranjas  puede  producir  mangos — el  autor  hace  un  llamado  a 
ser  coherentes  y a dar  los  frutos  de  amor  y justicia  que  Dios  y los/as  hermanos/as  es- 
peran de  nosotros/as. 

Debemos  resistirnos  a la  tendencia  de  hablar  mal  de  los/as  hermanos/as  y a 
considerarnos  con  el  derecho  de  convertirnos  en  legisladores  y jueces  de  los/as  de- 
más (cf.  Mt.  7,1-2),  y es  que  hay  un  solo  legislador.  Dios,  que  es  el  único  que  juzga 
con  total  equidad  y justicia. 


2.  La  situación  socio-cultural  que  refleja  la  carta  de  Santiago 

Desde  el  inicio  de  su  carta  el  autor  habla  de  pobres  (ptojois)  y ricos  {plousios). 
Al  humilde  (tapcinos)  se  le  llama  hermano/a  (1,9)  y es  invitado  a gloriarse.  Del  ri- 
co se  dice  que  será  como  hierba  del  campo,  que  se  marchita  y pasa  (1,10-11).  Lo- 
■s/as  enriquecidos/as,  cegados/as  por  el  deseo  de  adquirir  cada  vez  más  bienes,  no  to- 
man conciencia  de  lo  pasajera  que  es  la  vida.  De  éstos/as,  además,  se  destaca  su 
arrogancia:  “Ustedes  hacen  alarde  de  sus  proyectos;  esa  confianza  orgullosa  es  ma- 
la” (4,16). 

Los  ricos  son  definidos  como  opresores  y como  gente  que  manipula  la  justi- 
cia para  ponerla  al  servicio  de  sus  intereses,  y esto  perjudica  a los/as  más  pobres 
(2,6).  Los  ricos  llegan  al  extremo  de  condenar  a muerte  a los  justos  (5,6).  De  esta 


^ Téngase  en  cuenta  que  en  la  concepción  antropológica  del  judaismo,  el  corazón  es  el  lugar  del  pen- 
samiento. de  la  razón. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


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manera,  cuando  se  oprime  al  pobre,  se  blasfema  el  Nombre  de  Jesús,  porque  él  se 
identifica  con  la  causa  del  más  desvalido/a  y pisoleado/a  (Mt.  25,40.45). 

Sabemos  que  en  el  tiempo  en  el  que  se  escribió  la  carta  de  Santiago  el  poder 
judicial  estaba  en  manos  de  los  que  ocupaban  un  alto  rango  en  la  escala  social.  Lo 
normal  era  que.  en  las  provincias  del  Imperio  Romano,  el  gobernador  fuese  el  Juez 
supremo.  Su  nombramiento  lo  hacía  el  emperador.  Todos  los  años  debía  recorrer  la 
provincia  y tenía  una  corte  de  justicia  en  las  ciudades  importantes.  Podían  sustituir- 
lo algunos  jueces  delegados. 

Los  magistrados  locales  que  administran  la  justicia  tienen  en  cada  sitio  un  de- 
recho de  jurisdicción  ilimitada,  según  las  tradiciones  y costumbres  de  cada  munici- 
pio. En  muchos  casos,  el  poder  judicial  era  usurpado  por  un  rico  propietario  que  se 
apropiaba  del  derecho  de  inspección  en  las  situaciones  conflictivas  de  la  ciudad,  es- 
pecialmente en  las  que  estaban  envueltos  sus  intereses  personales.  Así  ocurría  con 
los  campesinos  endeudados,  quienes  eran  condenados  con  facilidad  y sometidos  a 
procesos  no  debidamente  regulados.  Encontramos  un  ejemplo  de  este  tipo  en  la  pa- 
rábola del  esclavo  insolvente  de  Mt.  18,23-25. 

Los  ricos  centran  su  interés  en  los  negocios  y en  las  ganancias  que  éstos  de- 
jan. Su  dios  es  el  dinero  y el  “libre”  comercio,  sin  tener  en  cuenta  al  Dios  verdade- 
ro (4,15).  Ellos,  por  lo  general,  conocen  la  necesidad  de  ser  solidarios  y hacer  el 
bien,  pero  no  lo  hacen.  Por  esto  son  definidos  como  pecadores  (4,17). 

Los  ricos  se  dedican  a acumular  riquezas  (3,4);  de  hecho,  hasta  el  oro  y la  pla- 
ta que  han  acumulado  están  llenos  de  moho  por  falta  de  uso.  Viven  una  vida  llena 
de  placeres  (5,5)  y mientras  acumulan  el  dinero  no  pagan  el  salario  a los  obreros  que 
trabajan  en  el  campo  (5,4)'’.  Mientras  unos/as  acumulan,  otros/as  no  tienen  lo  nece- 
sario para  subsistir,  porque  ni  siquiera  reciben  el  injusto  salario  que  el  patrón  tendría 
que  pagar  en  el  tiempo  debido. 


3.  El  con-texto  comunitario  de  la  carta  de  Santiago 

Nos  detenemos  ahora  a analizar  el  contexto  comunitario  en  el  que  se  escribió 
la  carta  de  Santiago  y sus  destinatarios  concretos.  Hacemos  diferencia  entre  la  co- 
munidad que  escribe  — la  de  Santiago — y las  comunidades  a las  cuales  se  escribi- 
ría la  carta. 

La  carta  de  Santiago  tiene  unos  destinatarios  explícitos  y otros  implícitos.  De 
hecho  él  se  dirige  a “las  doce  tribus  de  la  Dispersión”  (1,1)-  Sin  embargo  la  carta  no 
estaría  dirigida  a todos  los  judíos  que  vivían  en  la  diáspora,  sino  más  bien  a los/as 
cristianos/as  de  origen  judío  dispersos  en  el  mundo  greco-romano. 

El  texto  de  la  carta  que  comentamos  evoca  masivamente  las  diferencias  entre 
ricos  y pobres.  No  obstante  no  se  dice  de  modo  explícito  si  este  desnivel  afecta  o no 
a la  comunidad  — o a las  comunidades — destinataria  del  escrito.  En  2,1-4  se  habla 
de  las  diferentes  formas  de  tratar  a un  pobre  y a un  rico  que  entrarían  en  la  asam- 
blea. En  2,6  se  habla  del  conjunto  de  los/as  destinatario.s/as,  en  bloque,  a la  vez  del 
lado  de  los  que  privan  al  pobre  de  su  dignidad  y como  oprimidos  por  los  ricos. 


Cf.  Paulo  Nogucira,  “O  grito  do  salario.  Conflilo  no  mundo  do  trabalho  cm  Tiago  4,13 — 5,6",  en 
Esntdos  Bíldicos  No.  44  (1994),  págs.  77-86. 


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FRANK  PIMENTEL,  Codicia,  resislcncia  y proyecto  alternativo 


La.s  preocupaciones  que  aparecen  expresadas  en  el  texto  no  parece  que  sean 
más  que  una  confesión  disimulada:  dentro  de  la.s  mismas  comunidades  cristianas  es- 
tas tensiones  sociales  crean  conflictos  tan  vivos  que  resultan  inconfesables,  hasta 
llegar  a la  ruptura.  Dentro  de  las  mismas  comunidades  están  aquellas  personas  que 
privan  al  pobre  de  su  dignidad  y también  los/as  que  son  oprimidos/as  por  los  ricos. 

Nos  iiarece  importante  analizar  ahora  las  principales  convicciones  que  expre- 
sa en  su  carta  la  comunidad  de  Santiago,  así  como  también  el  mensaje  que  quiso  le- 
gar a las  comunidades  cristianas  destinatarias  de  su  escrito  y a todos/as  lo.s/as  cris- 
tianos/as que  posteriormente  leerían  dicho  mensaje. 


3.1.  El  Dios  firme  que  escucha  el  clamor  de  los/as  oprimidos/as 

El  Dios  en  el  que  cree  la  comunidad  de  Santiago  es  el  Yavé  del  Exodo,  el  que 
escucha  el  clamor  (hoe)  del  pueblo  que  \ ive  en  medio  de  la  opresión  (Ex.  3,7).  Por 
eso  el  autor  indica  que  el  grito  de  los  obreros,  a los  que  ni  siquiera  se  les  paga  a tiem- 
po el  salario  de  miseria  que  los  patrones  de  la  sociedad  han  querido  determinar,  ha 
llegado  hasta  los  oídos  de  Dios  (5,4). 

El  Dios  atento  al  grito  de  los  obreros  tiene  un  proyecto  de  salvación  y man- 
tiene su  Palabra,  porque  en  El  “No  hay  cambio  ni  sombra  de  rotación”  (1,17).  Es  un 
Dios  que  se  mantiene  firme  en  sus  decisiones;  que  no  comparte  la  postura  de  aque- 
llo.s/as  que  son  como  las  olas  del  mar.  que  son  movidas  por  el  viento  y llevadas  de 
una  parte  a la  otra  (1,6). 

Los  ricos,  que  en  la  actualidad  se  convierten  en  los  protagonistas  de  la  histo- 
ria, deberán  pagar  por  la  injusticia  que  cometen  en  contra  de  los/as  humildes,  de  lo- 
s/as asalariado.s/as.  Los  que  ahora  son  prepotentes,  los  que  ahora  ríen,  llorarán  amar- 
gamente por  las  desgracias  que  se  les  vienen  encima  (5,1).  El  Dios  comprometido 
con  un  proyecto  alternativo  de  sociedad,  en  el  que  los/as  humildes  y oprimido.s/as 
son  al  mismo  tiempo  destinatarios/as  y protagonistas,  no  se  quedará  de  brazos  cru- 
zados. Tarde  o temprano  hará  justicia  y lo.s/as  que  hoy  se  dedican  a acumular  rique- 
zas, mientras  tantos/as  hermanos/as  viven  en  la  miseria,  tendrán  que  oír  su  voz  de 
juez  acusador;  el  único  que  en  verdad  puede  dictar  sentencia  de  vida  eterna  o de  con- 
denación perpetua  (4,12). 


3.2.  Comunidad  que  une  fe  y vida,  palabra  y praxis 

Si  aceptamos  la  hipótesis’  de  que  la  carta  de  Santiago  es  un  escrito  tardío,  pos- 
terior a la  destrucción  de  Jerusalén,  cuando  se  produce  la  ruptura  definitiva  entre  ju- 
díos y cristianos,  cuando  el  conílicto  entre  la  comunidad  de  lo.s/as  seguidores  de  Je- 
sús y los/as  seguidores  de  los  fariseos  se  hace  más  intenso\  podemos  entender  la  in- 
sistencia de  la  carta  en  la  necesidad  de  vivir  una  vida  realmente  religiosa  que  .sepa 
unir  fe  y vida,  convicción  creyente  y praxis  de  solidaridad. 

La  verdadera  religión  se  define  por  la  actitud  que  se  tiene  frente  a los/as  huér- 
fanos/as y a las  viudas;  es  decir,  respecto  a los/as  últimos/as  de  la  sociedad,  los/as  que 

*7  7"^ 

Ci.  La  carta  de  Sanliaf’o...,  o¡>.  cii..  pág.  6. 

^ Cf.  Sandro  Galla/i.  Por  una  tierra  sin  mar,  sin  templo,  sin  lágrimas.  Introducción  a una  lectura 
militante  de  la  liihlia.  Córdoba,  1996,  págs.  127-132. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


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no  suelen  contar  de  cara  a los/as  que  tienen  poder  y dinero  ( 1 ,27).  Conservarse  incon- 
taminado del  mundo  significa,  para  Santiago,  renunciar  a vivir  conforme  al  estilo  de 
vida  de  aquellos/as  que  acumulan  riquezas  (5,3)  a costa  de  oprimir  a los/as  obrero 
.s/as,  cuando  ni  siquiera  les  pagan  el  reducido  salario  por  el  duro  trabajo  realizado. 

La  comunidad  de  los/as  seguidores/as  de  Jesús  debe  renunciar  a vivir  según 
los  criterios  de  una  sociedad  que  valora  a las  personas  de  acuerdo  con  las  riquezas 
que  posean.  Por  eso  no  debe  discriminar  al  pobre,  privilegiando  al  rico  (2,1-6). 
Cuando  esto  ocurre  se  renuncia  a vivir  en  conformidad  con  los  criterios  del  Dios 
identificado  con  los  humildes;  de  hecho.  Dios  ha  escogido  a los  pobres/as,  con  arre- 
glo a los  criterios  mundanos,  para  hacerlos  ricos  en  la  fe,  protagonistas  y herederos 
de  su  proyecto  de  vida  alternativa  (2,5). 

Santiago  denuncia  la  actitud  de  aquellos/as  que  se  llaman  creyentes,  pero  me- 
nosprecian a los/as  pobres  (2,6).  Y ésta  es  una  gran  contradicción,  porque  solo  aque- 
llos^s  que  son  guiados/as  por  la  ley  de  libertad,  por  el  mandamiento  del  amor  solida- 
rio, solo  aquellos/as  cjue  tienen  compasión,  los/as  misericordioso.s/as  (los/as  que  sien- 
ten en  el  corazón  la  situación  de  los/as  míseros/as  de  la  tierra)  pueden  mostrarse  co- 
mo verdaderos/as  seguidores/as  del  Jesús  compasivo  que  demostró  tener  un  corazón 
solidario  de  cara  a los/as  empobrecido,s/as,  los/as  humildes  y oprimidos/as  sociales. 

En  medio  de  una  polémica  sobre  lo  que  significa  en  realidad  tener  fe,  la  co- 
munidad de  Santiago  opta  por  identificarse  con  aquellas  personas  que  creen  que  la 
fe  (pistis)  sin  obras  (erga)  está  muerta;  pues  solamente  se  puede  demostrar  la  fe  que 
uno  tiene  con  acciones  concretas  de  amor  solidario. 

La  comunidad  de  Santiago  entiende  la  fe  como  experiencia  comprometida 
con  la  defensa  de  la  vida.  De  tal  modo  que  la  fe  que  no  produce  frutos  de  amor.  Jus- 
ticia y solidaridad,  no  existe,  no  es  fe;  está  muerta  (2,17-26).  Y es  que  el  Proyecto 
de  Dios  exige  un  compromiso  vital  cimentado  en  unos  determinados  valores:  “Fru- 
tos de  justicia  .se  siembra  en  la  paz  para  los  que  procuran  la  paz”  (3,1 8). 

El  error  fundamental  que  puede  cometer  un/a  cristiano/a  es  no  hacer  lo  que 
debe  por  dejadez,  miedo  o cobardía.  Quizás  no  haya  pecado  más  grave  ante  Dios 
que  los  llamados  pecados  de  omisión.  Lo  que  se  deja  de  hacer  colabora  con  el  man- 
tenimiento de  una  sociedad  injusta,  que  condena  a la  muerte  prematura  a millones 
de  niños/as  inocentes  y de  personas  explotadas  en  el  mundo  del  “libre  comercio” 
que  promueve  el  sistema  neo-liberal. 

La  fe  es  don  y compromiso  que  envuelve  la  fe  del/de  la  creyente.  Solo  se  pue- 
de demostrar  que  se  ha  acogido  el  don  de  la  fe  cuando  se  convierte  en  compromiso 
solidario  con  los/as  hermano.s/as  más  empobrecidos/as.  Por  eso  el  autor  afirma  de 
manera  explícita;  “El  hombre  — y la  mujer — es  justificado  por  las  obras  y no  por  la 
fe  solamente”  (2,24)^ 

La  comunidad  de  di.scípulo.s/as  tiene  el  desafío  de  escuchar  la  Palabra  de  Dios 
con  docilidad,  desde  las  exigencias  de  su  realidad,  y convertirla  en  proyectos  de  so- 
lidaridad como  el  único  camino  para  encontrar  sentido  a la  vida,  para  encontrar  la 
verdadera  felicidad  ( 1 ,22-25).  Y las  obras  tienen  que  ver  con  la  comida  y con  el  ves- 
tido de  los/as  débiles;  o sea,  con  las  necesidades  fundamentales  de  los/as  más  em- 
pobrecidos/as. 


La  postura  de  Santiago  con  referencia  a la  relación  entre  la  fe  y las  obras  no  es  inconciliable  con 
la  que  sostiene  Pablo  en  Rm.  3.19-31;  9.30-33;  Gal.  2.15-16;  3,1-5. 


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FKANK  PIMENTEL,  Codicia,  re.si.slencia  y proyecto  alternativo 


3.3.  La  oración  como  elemento  que  refuerza  la  resistencia'" 

Para  poder  \ ivir  de  una  forma  adecuada,  el/la  creyente  debe  distinguirse  por 
su  sabiduría,  por  su  capacidad  de  discernir  en  cada  momento  de  la  existencia  lo  que 
Dios  pide.  Y como  la  sabiduría  es  un  don  de  Dios,  es  necesario  saber  pedirla  a El 
(1,5)  y hacerlo  con  fe,  sin  vacilar  (cf.  1 Re.  3,9-1 1 ). 

La  oración  debe  estar  en  conexión  con  la  voluntad  de  Dios  y con  su  proyecto 
de  vida  plena  para  todos/as.  Por  eso  Dios  no  escucha  la  oración  de  aquello.s/as  que 
se  llaman  creyentes  y únicamente  le  piden  que  les  conceda  riquezas  y propiedades 
con  la  intención  de  malgastarlas  para  satisfacer  las  propias  pasiones  (edonai)  (4.3). 

Cuando  se  quiere  vivir  con  fidelidad  al  Proyecto  de  Dios  entonces  vienen  las 
dificultades,  los  conflictos  y el  sufrimiento.  En  la  hora  del  sufrimiento  la  oración  se 
conviene  en  una  fuerza  que  nos  ayuda  a mantenernos  firmes,  tal  como  lo  hizo  Jesús, 
el  Maestro,  en  el  huerto  de  Getsemaní,  en  uno  de  los  momentos  más  difíciles  de  su 
vida  (cf.  Me.  14,34-36). 

La  oración  del/de  la  creyente  debe  ser  asidua,  debe  acompañar  cada  momen- 
to, cada  situación  vital.  Por  ello,  cuando  en  el  corazón  hay  júbilo  es  necesario  can- 
tar salmos  y cánticos  alegres  (5,13).  Y cuando  se  esté  enfermo  es  necesario  contar 
con  la  oración  de  la  comunidad  cristiana;  oración  solidaria  que  reanima  la  vida,  que 
devuelve  la  esperanza  y es  portadora  de  salvación. 

La  oración  crea  el  clima  necesario  para  hacer  la  intercesión  de  unos/as  por  lo- 
.s/as  otros/as,  para  confesar  mutuamente  los  pecados,  para  perdonar  a los/as  herma- 
no.s/as,  como  condición  necesaria  para  ser  perdonado.s/as  por  Dios. 

La  comunidad  de  Santiago  está  convencida  de  que  la  oración  del  Justo  tiene 
mucho  valor,  como  sucedió  con  los  grandes  profetas  Moisés  y Elias  (cf.  Ex.  32,1 1; 
1 Re.  17,21-24).  Y es  que  la  oración  es  diálogo  confiado  con  el  Dios  liberador  que 
sostienen  aquello.s/as  que  están  comprometidos/as  con  la  causa  de  la  justicia.  Para 
éstos/as,  la  oración  se  convierte  en  fuerza  de  resistencia  creativa  en  la  búsqueda  de 
la  voluntad  de  Dios,  en  la  construcción  de  una  sociedad  alternativa,  partiendo  de  los 
desafíos  de  la  realidad  en  la  que  se  vive. 


4.  Un  intento  de  actualizar  el  mensaje  de  Santiago 

Como  comunidad  de  fe  nos  acercamos  a la  Biblia  para  buscar  luz  para  el  ca- 
minar cotidiano.  La  Palabra,  leída  desde  la  Vida,  se  convierte  en  fuente  de  resisten- 
cia. Esta  resistencia  forma  parte  de  nuestra  espiritualidad  latinoamericana"  y engen- 
dra actitudes  que  promueven  un  proyecto  alternativo  de  sociedad. 

Nos  detenemos  ahora  a considerar  algunos  compromisos  que,  como  comuni- 
dad cristiana,  deberíamos  asumir  y que  ayudarían  a ir  creando  las  bases  sobre  las 
cuales  debe  construirse  una  sociedad  alternativa'^ 


Cf.  Marcelo  de  Barros  Souza.  “La  oración  fuerte  del  lamento  y la  resistencia  del  Pueblo  de  Dio.s"j 
en  RIBLA  No.  13  (1992).  págs.  57-70. 

' ' Cf.  Carmina  Navia  V.,  La  caria  de  Santiago.  Un  camino  de  espiritualidad.  Bogotá.  Ed.  Indo-Ame- 
rican  Press  Service.  1989. 

Cf.  Jordi  Corominas,  “Mundialización  y acción  liberadora",  en  Glohahzación,  neoliheralisnw  v 
resistencia.  Managua,  Ed.  Lascasiana.  1996,  págs.  109-124. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  RÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  3 1 


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4.1.  Perder  el  miedo  al  conflicto 

Para  vivir  con  dignidad,  desde  nuestra  condición  de  excluidos/as  sociales,  te- 
nemos que  tomar  conciencia  de  que  la  creación  de  mejores  condiciones  de  vida  pa- 
sa necesariamente  por  el  conflicto,  por  la  confrontación,  por  la  lucha  por  conseguir 
nuestros  derechos. 

En  muchas  ocasiones  nuestros  hombres  y mujeres  han  sido  reprimidos/as  por 
los  militares  que,  siendo,  en  su  mayoría,  miembros  del  pueblo  empobrecido,  están  al 
servicio  de  los  poderosos  que  defienden,  a cualquier  precio,  el  “libre”  comercio  y su 
proyecto  neo-liberal'\  Por  otra  parte,  somos  amantes  de  las  luchas  solidarias  no  vio- 
lentas. No  queremos  responder  con  la  misma  violencia  con  la  que  nos  tratan  los/as 
defensores  de  los  intereses  de  la  minoría  social  enriquecida.  Ellos/as,  por  lo  general, 
se  imponen  por  la  fuerza  y condenan  a la  muerte  prematura  a millones  de  niños/as. 

Como  existe  una  violencia  estructural,  necesitamos  tomar  conciencia  de  que 
nuestras  luchas  deben  estar  dirigidas  a desarticular  dicha  violencia  y no  solamente  a 
resolver  el  problema  a nivel  local,  o nacional. 

4.2.  Mantener  una  cierta  au.steridad 

Las  personas  que  formamos  parte  de  las  comunidades  cristianas  del  sur  de 
nuestro  país  pertenecemos,  en  su  mayoría,  al  grupo  de  los/as  empobrecidos/as  socia- 
les. Sin  embargo,  corremos  el  riesgo  de  contaminarnos  con  la  forma  de  vivir  de  la 
misma  gente  que  nos  oprime.  De  hecho,  los  dueños  de  los  grandes  negocios  viven 
invitándonos,  estimulándonos,  por  sus  poderosos  medios  de  comunicación  (televi- 
sión, radio)  a que  consumamos  más.  Nos  invitan  a que  nos  endeudemos  para  de  ese 
modo  competir  con  el/la  vecino/a  que  se  compró  tal  electrodoméstico,  aun  cuando 
en  nuestras  casas  haya  necesidades  más  urgentes. 

Rechazamos  las  condiciones  de  vida  que  nos  han  sido  impuestas,  pero  al  mis- 
mo tiempo  creemos  en  la  necesidad  de  una  vida  austera  como  condición  indispen- 
sable para  ser  solidarios/as  y generosos/as,  para  así  poder  compartir  lo  mucho  que 
somos  y lo  poco  que  tenemos;  al  mismo  tiempo  que  denunciamos,  como  comunidad 
de  fe,  que  el  lujo  de  unos  pocos  ,se  convierte  en  un  insulto  a la  miseria  en  la  que  vi- 
ven tantos/as  hermanos/as  nuestros/as. 

4.3.  Hacer  opción  por  el  grupo  solidario,  por  la  comunidad  inserta 
y comprometida 

Los  desafíos  de  la  realidad  en  la  que  tenemos  que  subsistir  .son  muchos  y va- 
riados. Si  intentamos  afrontar  la  realidad  solos/as  difícilmente  lograremos  los  objeti- 
vos que  puedan  crear  mejores  condiciones  de  vida  para  las  mayorías  empobrecidas. 
Por  eso  consideramos  conveniente  y necesario  compartir  la  vida  en  espacios  y colec- 
tivos de  solidaridad,  ya  sean  comunidades  cristianas  de  base,  grupos  populares,  oi^a- 
nizaciones  de  mujeres,  juntas  de  vecinos,  organizaciones  no  gubernamentales... 


1 ^ 

■ CL  Pablo  Richard.  “Crítica  teológica  a la  globalización  neoliberal",  en  Pasas  No.  71  (1997).  págs. 
31-35. 


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FRANK  PIMENTEL,  Codicia,  resislencia  y proyecto  alternativo 


Como  .seguidores/as  de  Jesús  de  Nazaret  valoramos  el  espacio  de  la  comuni- 
dad cristiana  como  un  lugar  privilegiado  para  realizar  un  compromiso  con  la  defen- 
sa de  la  vida.  Al  mismo  tiempo,  nos  convertimos  en  memoria  profética  dentro  de 
nuestras  iglesias  en  la  que  muchos/as  de  sus  miembros  olvidan  poner  en  práctica  el 
mandamiento  del  amor  solidario  y se  comportan  igual  que  aquellos/as  que  en  la  so- 
ciedad solamente  buscan  su  propio  bienestar,  poder  y dinero,  convirtiéndose  en  an- 
titestimonio en  medio  de  las  comunidades  en  las  que  viven. 


4.4.  Descubrir  el  valor  gratuito  de  la  acción 

El  autor  de  la  carta  de  Santiago  ha  afirmado  varias  veces  que  la  fe  sin  obras 
está  muerta.  No  obstante,  así  como  la  fe  es  un  don  gratuito,  así  debemos  tener  en 
cuenta  la  gratmdad  de  las  acciones  solidarias  con  las  que  estamos  comprometi- 
dos/as. 

Muchas  veces  nos  preguntamos:  ¿Estamos  haciendo  algo  realmente  eficaz? 
Nuestras  luchas  y nuestros  esfuerzos,  ¿realmente  sirven  para  algo?  En  ocasiones  te- 
nemos la  impresión  de  que  los  largos  años  de  lucha  por  lograr  mejores  condiciones 
de  vida  no  han  dado  el  resultado  esperado.  A veces  nos  sentimos  frustrados/as. 

¡Cuánto  tiempo  parece  que  se  pierde  por  conseguir  un  poco  de  democracia 
real  en  nuestro  país!  Lo  que  tenemos  es  una  democracia  de  nombre,  formal,  en  don- 
de las  mayorías  empobrecidas  no  tienen  mucha  posibilidad  de  influir  en  las  decisio- 
nes que  podrían  crear  mejores  condiciones  de  vida  para  todos/as. 

Necesitamos  tomar  conciencia  de  que  la  praxis  solidaria  la  hacemos  dentro 
del  contexto  de  nuestro  compromiso  con  el  Proyecto  de  Dios  (Reino  de  Dios).  Este 
está  ya  presente  en  nuestra  historia;  se  está  desarrollando  en  el  esfuerzo  cotidiano 
por  ser  coherentes  con  la  fe  que  profesamos.  Sin  embargo,  es  solamente  Dios  el  que 
hace  producir  lo  que  sembramos  cuando  él  quiera  (cf.  ICo.  3,6). 

La  gratuidad  de  la  acción  nos  pide  la  capacidad  de  trabajar,  de  ser  solidario- 
s/as sin  esperar  ningún  tipo  de  recompensa.  La  gratuidad  de  nuestras  obras  de  amor 
solidario  se  convertirá  en  un  testimonio  creíble,  en  medio  de  una  sociedad  en  la  que 
muchas  personas  únicamente  buscan  el  interés  personal  a cualquier  precio. 

4.5.  Integrar  la  acción  solidaria  con  la  acción  política 

El  compromiso  con  el  Proyecto  de  Dios  nos  exige  tomar  muy  en  serio  la  ne- 
cesidad de  asumir  un  compromiso  socio-político.  En  nuestras  comunidades  cristia- 
nas, como  ocurre  con  muchas  otras  comunidades  del  continente,  desarrollamos  pro- 
yectos de  economía  solidaria,  de  salud  alternativa;  nos  preocupamos  también  por  la 
situación  de  los  servicios  públicos,  puesto  que  vivimos  al  margen  de  la  ciudad  y los 
recursos  del  municipio  local  se  quedan,  por  lo  general,  en  el  centro  donde  vive  la 
gente  que  tiene  más  recursos  económicos.  Y estamos  conscientes  de  que  todo  lo  que 
hacemos  en  este  sentido  es  conveniente  y necesario. 


No  crcemo.s  que  sea  pura  casualidad  que  en  los  bil'  ,^es  de  Estados  Unidos  esté  escrita  la  frase  ¡n 
God  we  trust  ( "En  Dios  confiamos")-  Naturalmente,  p^ra  muchas  personas  de  la  sociedad  estadouni- 
dense y de  nuestras  sociedades  latinoamericanas  y caribeñas,  su  dios  es  el  dinero. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIULICA  LATINOAMERICANA.  No.  31 


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Descubrimos  como  necesario  seguir  trabajando  los  procesos  de  concientiza- 
ción  socio-política,  a fin  de  que  las  personas  tengan  plena  conciencia  de  los  dere- 
chos que  les  corresponden.  La  persona  que,  por  ejemplo,  se  beneficia  de  los  servi- 
cios que  ofrece  nuestro  dispensario  médico  parroquial,  no  debería  desconocer  que 
tiene  derecho  a que  el  Estado  le  ofrezca  un  servicio  adecuado  de  salud,  en  donde  ha- 
ya médicos/as  que  atiendan  a las  personas  como  se  lo  merecen  y en  donde  haya  me- 
dicinas para  curar  las  dolencias  de  las  personas  más  empobrecidas. 

Las  acciones  solidarias  que  desarrollamos  se  convierten  en  testimonio  creíble, 
en  medio  de  una  sociedad  estructuralmente  injusia.  Dichas  acciones  van  acompaña- 
das de  nuestras  luchas  por  participar  en  las  decisiones  que  tienen  que  ver  con  la  vi- 
da de  las  mayorías  excluidas  por  los/as  que  tienen  el  poder  económico-político. 

4.6.  Integrar  la  dimensión  afectiva  en  la  acción  transformadora 

La  lucha  por  la  supervivencia,  por  alimentar  y educar  a nuestro.s/as  hijo.s/as, 
al  igual  que  los  trabajos  comunitarios,  nos  agobian  hasta  perder  en  ocasiones  la  ale- 
gría y la  ilusión  de  vivir.  En  este  sentido  somos  conscientes  de  lo  difícil  que  es  en- 
contrar un  adecuado  equilibrio  entre  la  confianza  en  nosotro.s/as  mismos/as,  la  acep- 
tación misma  de  la  vida  y su  disfrute  con  la  acción  transformadora. 

La  comunidad  necesita  tener  momentos  de  encuentro  y de  celebración  en  los 
que  se  manifieste  la  alegría  de  vivir,  en  los  que  se  comparta  la  amistad  y los  peque- 
ños logros  que  vamos  obteniendo  en  medio  de  la  dureza  del  camino. 

Descubrimos  que  es  necesario  dedicar  tiempo  para  compartir  con  lo.s/as  ami- 
gos/as las  dificultades,  los  problemas,  pero  igualmente  las  ilusiones.  En  este  senti- 
do, las  celebraciones  comunitarias  son  un  momento  adecuado  para  alimentar  el  es- 
píritu y fortalecer  nuestra  “terca”  esperanza. 

Insertos/as  en  la  lucha  diaria  por  la  sobrevivencia  nos  podemos  convertir  en 
máquinas.  Nos  despersonalizamos.  Por  eso  descubrimos  como  necesario  saber  dis- 
frutar los  pequeños  placeres:  compartir  el  alimento  en  familia,  escuchar  una  canción 
que  nos  agrada,  compartir  un  baño  en  el  Mar  Caribe,  dar  un  paseo  por  la  montaña. 

Intentamos  incluir  nuestras  relaciones  afectivas  a nivel  de  pareja  dentro  de 
nuestros  proyectos  de  solidaridad;  estamos  conscientes  de  que  el  amor  que  compar- 
timos con  la  persona  amada  se  convierte  en  fuente  de  felicidad  y de  resistencia  que 
nos  ayuda  a enfrentar  cada  día  la  dureza  de  la  vida. 

4.7.  Conservar  la  memoria  histórica 

Creemos  que  la  resistencia,  como  actitud  vital,  se  hace  muy  difícil  de  mante- 
ner para  aquellas  personas  que  no  tienen  memoria  histórica,  para  quien  no  tiene  una 
identidad  definida  por  no  haber  asumido  conscientemente  la  realidad  en  la  que  vive 
en  su  dimensión  personal  y comunitaria. 

Los/as  que  quieren  globalizar  el  proyecto  neo-liberal  intentan  darnos  anesté- 
sicos por  medio  de  sus  poderosos  medios  de  comunicación,  sobre  todo  la  televisión 
y la  radio;  quieren  imponer  a todos/as  la  forma  estadounidense  de  vivir  y entender 
la  vida  {thc  american  way  oflife).  Para  ello  hacen  todo  lo  posible  por  imponer  la  cul- 
tura dominante  — la  de  los  países  del  Norte — produciéndose  un  choque  cultural  que 
desvaloriza  la  cultura  de  los/as  débiles  y lo.s/as  pequeño.s/as  de  la  tierra. 


80 


FRANK  PIMENTEL.  Codicia,  resistencia  y proyecto  alternativo 


Estamos  convcncicio.s/as  de  que  solo  desde  nuestra  identidad  afro-caribeña  y 
latinoamericana  podemos  enfrentarnos  con  dignidad  ante  aquellos/as  que  quieren 
dominarnos,  precisamente  tentándonos  para  que  abandonemos  nuestros  valores  de 
solidaridiid,  honestidad,  acogida,  fraternidad  y servicio,  para  poner  en  el  centro  de 
nuestros  intereses  al  lucro,  al  dios  dólar'^  y vivir  conforme  a los  valores  de  los  Esta- 
dos Unidos  de  America,  una  sociedad  con  muchos  síntomas  de  enfermedad  social, 
donde  uno  de  los  principales  productos  de  exportación  son  las  armas  para  destruir 
vidas  y uno  de  los  principales  productos  de  importación  son  las  drogas  que  necesi- 
ta para  subsistir  al  menos  el  6%  de  la  población  estadounidense. 

4.8.  Mirar  y analizar  la  realidad  con  ojos  compasivos 

Uno  de  los  elementos  fundamentales  de  nuestra  praxis  comunitaria  es  el  con- 
tinuo análisis  de  la  realidad.  Sin  embargo,  nuestro  acercamiento  a la  realidad  no  es 
como  el  de  los  científicos  sociales  o el  de  los  políticos  partidistas.  Nos  acercamos  a 
ella  con  ojos  creyentes;  que  intentan  ver  lo  que  acontece  con  los  ojos  de  Dios  y que- 
remos tener,  como  El,  un  corazón  compasivo  y misericordioso  (que  esté  atento  a la 
situación  del  iiüser,  del  pobre). 

La  realidad  se  convierte  en  el  lugar  privilegiado  desde  donde  Dios  nos  habla, 
desde  donde  El  nos  compromete  con  la  transformación  de  las  relaciones  humanas, 
para  dar  nuestro  aporte  en  la  construcción  de  una  sociedad  alternativa”. 

Somos  conscientes  de  cómo  los/as  que  tienen  el  poder  económico-político 
quieren  imponernos  su  forma  de  ver  la  realidad;  e incluso  nos  engañan  creyéndo- 
nos niño.s/as  ingenuos/as,  que  no  conocen  a profundidad  lo  que  pasa  alrededor  de 
ellos/as. 

Para  nosotros/as  es  de  vital  importancia  realizar  periódicos  análisis  de  la  rea- 
lidad, para  tomar  conciencia  de  lo  que  sucede,  para  denunciar  la  trama  de  los/as 
opresores/as  y descubrir  los  rayos  de  luces  que  se  hacen  presentes  en  medio  de  tan- 
ta oscuridad. 

Queremos  enfrentarnos  con  responsabilidad  a la  realidad.  No  queremos  ser 
como  aquellas  personas  que  viven  encerradas  en  su  pequeño  mundo,  preocupadas 
únicamente  por  sus  intereses  personales  y/o  los  de  su  familia.  No  queremos  compar- 
tir la  actitud  de  muchas  personas  de  las  comunidades  en  las  que  vivimos  que  ante  la 
dureza  de  la  realidad  se  refugian  en  los  vicios,  en  las  drogas,  en  el  alcohol.  Quere- 
mos, por  el  contrario,  vivir  con  los  ojos  atentos,  con  los  oídos  abiertos,  con  el  cora- 
zón compasivo  y con  una  voluntad  decidida  a caminar  por  los  senderos  de  la  vida 
solidaria. 


4.9.  Luchar  por  construir  la  democracia  participativa  y 
económica  incluyente 

Nuestras  comunidades  cristianas  forman  parte  del  grupo  social  que  ha  sido 
excluido  de  las  principales  decisiones  que  tienen  que  ver  con  su  realidad  vital.  No- 


Cf.  Jo.sé  M.  Vigil.  “Seguir  a Jesús  bajo  el  imperio  neoliberal  en  América  Latina",  en  Glabaliza- 
ción.  ncoUhcruUsmo  y resistencia,  op.  cit.,  págs.  179-199. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA.  No.  31 


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.sotro.s/as  solo  contamos  para  los/as  políticos  partidistas  en  tiempos  de  elecciones, 
cuando  éstos/as  quieren  conseguir  nuestro  voto.  Cuando  pasa  el  período  de  eleccio- 
nes ni  siquiera  se  acercan  por  nuestros  bamios  marginados  y comunidades  rurales 
empobrecidas.  Como  repite  nuestro  amigo,  el  viejo  Antonio,  un  hombre  lleno  de  sa- 
biduría popular: 

Los  políticos  cuentan  con  nosotros/as  los/as  pobres  para  conseguir  el  poder  y con  los 

ricos  y los  guardias  para  mantenerlo. 

No  es  cierto  lo  que  nos  dicen,  que  lo.s/as  pobres  y excluidos/as  sociales  no  es- 
tamos preparado.s/as  para  vivir  la  democracia;  quienes  realmente  no  están  prepara- 
do.s/as  son,  por  lo  general,  nuestros/as  políticos/as  para  permitir  la  participación  de 
la  mayoría  que  ayude  a pasar  de  una  democracia  representativa,  formal,  a otra  de  ti- 
po participativo  y democrático. 

Hasta  ahora  nuestras  élites  han  entendido  la  democracia  como  el  poder  de  deci- 
sión de  unos  pocos,  ligados  a los  intereses  de  los  sectores  más  enriquecidos  de  la  socie- 
dad, para  imponer  sus  reglas  de  juego  a las  mayorías,  haciéndose  indiferentes  a su  si- 
tuación de  pobreza  y de  miseria.  Y creemos  que  mientras  haya  una  miseria  que  contra.s- 
ta  con  la  abundancia  y el  lujo  de  unos  pocos,  no  podemos  hablar  de  real  democracia. 

Como  comunidad  de  fe  comprometida  con  la  defensa  de  la  vida,  creemos  en 
la  democracia  participativa  y económica.  Luchamos  para  que  las  organizaciones  po- 
pulares, las  que  realmente  representan  los  intereses  de  las  mayorías,  tengan  poder  de 
decisión  para  lograr  que  los  recursos  económicos,  que  son  de  todos/as,  estén  distri- 
buidos con  equidad. 

De.sde  nuestras  comunidades  luchamos  por  participar  en  el  gobierno  local, 
donde  se  toman  las  decisiones  que  influyen  en  nuestra  vida  cotidiana.  Al  mismo 
tiempo  que  somos  defensores/as  de  la  descentralización  del  Estado,  con  la  convic- 
ción de  que  lo  que  se  puede  decidir  a nivel  local,  no  debe  ser  llevado  a una  instan- 
cia superior. 

4.10.  Construir  un  bloque  popular  planetario  que  globalice 
la  solidaridad''’ 

En  medio  de  un  mundo  que  globaliza  la  injusticia  y el  “libre”  mercado,  es  ne- 
cesario globalizar  la  esperanza  y la  solidaridad,  como  único  camino  que  permitirá  a 
los/as  excluidos/as  de  nuestras  comunidades  vivir  con  dignidad. 

Creemos  que  mientras  la  organización  injusta  de  la  sociedad  se  siga  globali- 
zando,  es  necesario  pensar  en  la  posibilidad  de  una  alternativa  de  civilización  que 
beneficie  a las  grandes  mayorías  empobrecidas.  Esto  supone  un  bloque  latinoameri- 
cano y transnacional  con  el  poder  de  la  solidaridad  que  rompa  las  fronteras,  como  lo 
hace  el  neo-liberalismo  para  imponer  sus  reglas  de  juego.  Es  lo  que  el  teólogo  G. 
Girardi  ha  llamado  un  frente  popular  planetario  que  tenga  como  eje  a todos/as  los/as 
excluidos/as”. 


Cf.  Giulio  Girardi.  “Para  una  alternativa  a la  globalización  cultural  y educativa”,  en  Globalización. 
neoHberalismo  y resistencia,  op.  cit.,  págs.  145-148. 

Cf.  Giulio  Girardi.  Los  excluidos.  ¿Construirán  la  nueva  historia?  Managua,  Ed.  Nicarao,  1994, 
pág.  128. 


82 


FRANK  PiMENTEL.  Codicia,  resistencia  y proyecto  alternativo 


La  creación  de  este  bloque  transnacional  exige  que  las  personas  de  los  países 
del  Norte  comprometidas  con  la  causa  de  los  pobres  de  la  tierra,  luchen  para  que  en 
sus  tierras  se  priorice  la  ética  sobre  los  intereses  económicos  inmediatos.  Al  mismo 
tiempo,  exige  que  en  el  Sur  se  organicen  formas  alternativas  de  sobrevivencia  entre 
los/as  excluido.s/as. 

En  los  pafses  dcl  Norte  surgen  grupos  de  solidaridad  con  los  países  del  Sur 
que  buscan  concientizar  a su  gente  y que  se  han  convertido  en  críticos  del  sistema 
establecido.  Crece  el  número  de  organizaciones  no  gubernamentales  que  apoyan 
proyectos  de  desarrollo  comunitario  en  los  diferentes  países  del  Sur.  En  el  Sur,  por 
su  parte,  se  están  abriendo  entre  los  excluidos  algunos  proyectos  de  solidaridad  y di- 
ferentes alternativas;  económicas,  ecológicas,  políticas,  jurídicas,  culturales,  organi- 
zaciones continentales  como  el  movimiento  indígena,  negro,  popular,  las  organiza- 
ciones de  mujeres... 

Todos  los  miniproyectos  de  solidaridad"*  que  se  están  dando,  tanto  en  los  paí- 
ses del  Norte  como  en  los  del  Sur,  necesitan  coordinarse,  articularse  y convertirse  en 
un  gran  frente  planetario  que  vaya  haciendo  posible  la  globalización  de  la  solidari- 
dad y la  creación  de  un  mundo  Justo,  hecho  a medida  humana,  aunque  estemos  cons- 
cientes de  que  no  se  trata  de  una  tarea  fácil'". 


4.11.  Integrar  la  utopía^" 

Por  utopía  entendemos  algo  que  no  tiene  lugar  aquí  y ahora.  En  ese  sentido 
muchas  acciones  humanas  tienen  un  ingrediente  utópico,  en  la  medida  que  buscan 
algo  que  no  se  da  en  el  momento  (un  proyecto,  un  amor,  un  viaje...). 

Creemos  en  la  utopía,  en  lo  que  todavía  no  se  ha  alcanzado,  porque  estamos 
conscientes  de  que  el  Proyecto  de  Dios  se  realiza  tarde  o temprano.  Según  la  prome- 
sa de  nuestro  Dios,  “esperamos  cielos  nuevos  y tierra  nueva  donde  habite  la  justi- 
cia” (2  Pe.  3,13). 

Los/as  defensores  del  proyecto  neo-liberal  quieren  convencernos  de  que  no 
hay  otro  camino  que  la  globalización  de  la  búsqueda  individual  del  interés  personal. 
Algunos  de  sus  ideólogos  hablan  de  que  con  el  desarrollo  de  dicho  proyecto  se  es- 
taría dando  el  final  de  la  historia,  para  hacernos  creer  que  no  tenemos  nada  más  que 
buscar.  Por  eso  se  hace  necesario  reafirmar  nuestra  fe  en  la  utopía.  Como  afirma  R. 
H.  Lugo; 

Es  tarea  importante  y urgente  no  dejar  de  alimentar  el  sueño  de  una  sociedad  nueva, 
donde  Injusticia  y la  igualdad  campeen,  donde  todos  tengamos  derecho  a ser  felices 
y la  oportunidad  de  ser  hermanos.  Negar  esta  utopía  es  matar  toda  posibilidad  de  re- 
sistencia. Anunciarla  es,  por  el  contrario,  negar  el  fracaso  del  Reino  y acicatear  la  es- 
peranza constructiva  de  los/as  cristianos/as.  La  confianza  en  que  Jesús  es  el  Señor  de 
la  historia  y la  conduce  hacia  la  comunión  final  del  Reino  en  plenitud,  puede  ayudar- 


Cf.  Aquiles  Montoya,  “Globalización  y nueva  economía  popular",  en  Glohalizaciún,  iwnliberalis- 
mo  y resistencia,  op.  cit..  págs.  25-41. 

Cf.  Alois  Móllcr,  “Angustia  y c.spcran/a.  Hacia  un  modelo  alternativo  de  desarrollo”,  en  Pasos  No. 
73  (1997),  págs.  1 1-25. 

Cf.  Frei  Betlo,  “Neoliberalismo.  Nueva  cara  dcl  capitalismo",  en  C labal itación,  neoliberalismo  y 
resistencia,  ap.  cit..  págs.  18s. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No  31 


83 


nos  a superar  las  crisis  que  se  derivan  de  esta  nueva  avanzada  de  la  ideología  conser- 
vadora y su  aparente  triunfo''. 

Creemos  firmemente  que  no  es  imposible  que  se  pueda  erradicar  la  miseria  y 
el  hambre  en  el  mundo.  La  dificultad  radica  en  la  ausencia  de  una  fuerza  social  so- 
lidaria unida  que  obligue  a los  potentes  de  la  tierra  a compartir  con  los/as  miserables 
parte  de  los  bienes  que  de  modo  injusto  han  conseguido. 

Permitir  la  muerte  de  la  utopía,  sería  renunciar  a vivir  en  conformidad  con  la 
“ley  perfecta  de  la  libertad”  de  la  que  nos  ha  hablado  Santiago  en  su  carta^l  Sería 
renunciar  a buscar  el  sentido  de  la  vida  en  el  amor  solidario,  para  convencernos,  co- 
mo lo  defienden  los  propulsores  del  neoliberalismo,  de  que  no  tenemos  posibilidad 
de  organizar  la  sociedad  de  otra  manera. 


A modo  de  conclusión 

La  consigna  fundamental  para  la  hora  histórica  que  vivimos  es  la  resistencia 
ante  nuestras  propias  pasiones  que  nos  impulsan  a establecer  relaciones  de  dominio 
con  lo.s/as  hermanos/as  y ante  el  desarrollo  del  proyecto  neo-liberal  que  impone  su 
dictadura  económica  a los  países  del  Sur  empobrecido,  provocando  la  muerte  pre- 
matura de  millones  de  personas.  La  resistencia  se  convierte  así  en  un  rasgo  funda- 
mental de  nuestra  espiritualidad  latinoamericana  y caribeña.  No  tenemos  otra  for- 
ma digna  de  vivir,  sino  es  desde  la  resistencia  ante  la  codicia  y asumiendo  el  com- 
promiso con  la  creación  de  un  proyecto  alternativo  de  sociedad  en  donde  los/as  ex- 
cluido.s/as  sociales  puedan  vivir  como  seres  humanos. 

Esa  resistencia  cotidiana  es  encarnada  sobre  todo  por  las  mujeres  de  nuestras 
comunidades-’.  Ellas  como  nadie  tienen  que  sufrir  el  peso  de  una  sociedad  estructu- 
ralmente injusta.  Ellas  están  más  en  contacto  con  sus  hijos  e hijas  y son  originado- 
ras  de  proyectos  de  solidaridad.  Mientras  la  mayor  parte  de  los  hombres  únicamen- 
te se  preocupan  por  su  propio  bienestar  y el  de  sus  familias,  ellas  saben  crear  espa- 
cios alternativos  de  solidaridad  y miniproyectos  para  la  sobrevivencia. 

Se  nos  pide  ser  fieles  en  el  día  a día-"*.  Con  la  fidelidad  diaria  vamos  alimen- 
tando nuestra  utopía.  Nos  convertimos  en  personas  que,  con  el  testimonio,  cuestio- 
nan la  forma  injusta  de  la  organización  de  la  sociedad  en  la  que  vivimos  y,  al  mis- 
mo tiempo,  en  referencia  para  aquellas  personas  que  han  perdido  la  esperanza  de  que 
existe  la  posibilidad  de  una  vida  alternativa,  en  justicia  y solidaridad. 


1 

Raúl  H.  l.ugo  R.,  "La  parénesis  en  las  cartas  no  paulinas”,  en  RIBLA  No.  13  (1992),  p<ágs.  54s. 
Cf.  Elsa  Tamez.  “Cuando  los  hijos  e hijas  de  la  ‘libre’  nacen  esclavos",  en  Pasos  No.  74  (1997), 
págs.  1-6. 

Cf.  Nancy  Caldoso  Pereira,  “La  profecía  y lo  cotidiano”,  en  RIBLA  No.  14  (1993).  págs.  7-21;  cf. 
también  Adriana  Méndez  Péñate,  “¿Una  espiritualidad  para  la  mujer?”,  en  RIBLA  No.  13  (1992),  págs. 
87-103. 

24.  Cf.  Pedro  Casaldáliga  y .losé  M.  Vigil.  Espiritualidad  de  la  liberación.  Santo  Domingo,  Ed.  MSC, 
1993,  págs.  269-273. 


84 


FRANK  PIMENTEL,  Codicia,  resistencia  y proyecto  alternativo 


Bibliografía 


Sobre  Santiago 

Casaldáliga,  P.  y Vigil,  J.  M.  Espirituolidad  de  la  liberación.  Santo  Domingo,  Ed. 
MSC,  1993. 

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tura militante  de  la  Biblia.  Córdoba,  1996. 

Giguere,  P.  A.  ¿La  fe  sin  obras?  Epístola  de  Santiago.  Iquito.s,  Ed.  CETA,  1992. 

Knock,  O.  Carta  de  Santiago.  Barcelona,  Ed.  Herder,  1969. 

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Sobre  los  contextos 

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ralismo  y resistencia.  Managua,  Ed.  Lascasiana,  1996,  págs.  18s. 

Corominas,  J.  “Mundialización  y acción  liberadora”,  en  Globalización,  neolibera- 
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Ezcurra,  A.  M.,  “Globalización,  neoliberalismo  y sociedad  civil”,  en  Pasos  No.  71 
(1997),  págs.  17-30. 

Girardi,  G.  “Para  una  alternativa  a la  globalización  cultural  y educativa”,  en  Globa- 
lización, neoliberalismo  y resistencia.  Managua,  Ed.  Lascasiana,  1996,  págs. 
145-148. 


F<EVISTA  DE  INTERPRETACION  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


85 


Girardi,  G.  Los  excluidos  /construirán  la  nueva  historia?  Managua,  Ed.  Nicarao, 
1994. 

Gómez,  R.  J.  “Neoliberalismo  y ética  humanista”,  en  Pasos  No.  75  (1998),  págs.  24- 
30. 

Méndez,  A.  “¿Una  espiritualidad  para  la  mujer?”,  en  RIBLA  No.  13  (1992),  págs. 
87-103. 

Moller,  A.  “Angustia  y esperanza.  Hacia  un  modelo  alternativo  de  desarrollo”,  en 
Pasos  No.  73  (1997),  págs.  1 1-25. 

Richard,  R “Crítica  teológica  a la  globalización  neoliberal”,  en  Pasos  No.  71  ( 1997), 
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Vigil,  J.  M.  “Seguir  a Jesús  bajo  el  imperio  neoliberal”,  en  Globalización,  neolibe- 
ralisino  y resistencia.  Managua,  Ed.  Lascasiana,  1996,  págs.  179-199. 


Frank  Pimentel 

Apartado  Postal  3 A 
Baní 

República  Dominicana 


NÉSTOR  O.  MÍGUEZ 


RICOS  Y POBRES: 
RELACIONES  CLIENTELARES 
EN  LA  CARTA  DE  SANTIAGO 


Resumen 

Este  artículo  presenta  un  estudio  de  las  características  más  salientes  de  las  formas 
de  relación  patrón/cliente  en  la  cuenca  mediterránea  del  siglo  I,  así  como  su  articu- 
lación con  el  sistema  valorativo  honor/vergüenza.  Aplica  estos  conceptos  como  ayu- 
das para  comprender  la  manera  en  que  Santiago  entiende  las  relaciones  sociales  y 
comunitarias,  especialmente  las  relaciones  entre  ricos  >■  pobres.  La  interpretación 
propuesta  concluye  que  Santiago  realiza  una  crítica  a todo  el  sistema,  por  su  función 
de  encubrir  y perpetuar  las  injusticias,  y muestra  su  poder  destructivo  para  la  comu- 
nidad y el  testimonio  cristiano.  Se  sugiere  que  esta  crítica  mantiene  actualidad  para 
nuestra  propia  situación  en  América  Latina. 

Abstrae! 

This  article  presents  some  of  ihe  most  important  features  of  the  patron/client  rela- 
tionship  in  the  First  Centuiy  CE  in  the  Mediterranean  hasin,  as  well  as  its  connec- 
tion  wilh  the  honor/shame  valué  system.  These  concepts  are  applied  to  perceive  how 
James  understands  communal  relationships,  especially  the  relations  between  the  rich 
and  the  poor.  The  proposed  interpretation  leads  to  the  conclusión  that  James  critici- 
zes  the  System  as  a whole,  because  of  its  function  concealing  and  perpetuating  injus- 
tice,  and  points  to  its  destructive  powerfor  the  Christian  cominunit}'  and  witness.  The 
suggestion  is  made  that  this  critique  is  valid  todayfor  the  Latin  American  situation. 


1.  Notas  introductorias 

Sin  duda  la  relación  entre  los  ricos  y pobres  y las  fuertes  expresiones  de  San- 
tiago en  torno  de  este  tema  conforman  uno  de  los  asuntos  más  estudiados  de  esta 
carta.  Algunos,  principalmente  exégetas  de  los  países  nordatlánticos,  lo  hacen  con  el 
objeto  de  suavizar  sus  fuertes  expresiones  e interpretan  a “los  ricos”  como  los  ricos 
injustos  o avaros  (suponiendo  otros  ricos  justos)  y a los  pobres  como  los  “piadosos 
que  aman  a Dios”,  llegando  a la  conclusión  de  que  hay  ricos  “pobres”  -es  decir,  pia- 
dosos- y pobres  “ricos”,  esto  es,  avaros  y ambiciosos.  De  esta  manera,  estas  expre- 
siones pierden  su  sentido  económico  y social  y se  vuelven  factores  de  la  subjetivi- 
dad culturalmente  situada.  Otros,  en  cambio,  como  ocurre  con  la  mayoría  de  los  co- 
mentarios provenientes  del  Tercer  Mundo  -aunque  también  es  justo  reconocer  algu- 
nos del  Primer  Mundo-,  señalan  la  dimensión  profética  de  este  escrito,  que  ha  sido 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  HÍBLICA  LATINOAMERICANA,  Nü.  31 


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considerado  como  “el  Amos  del  Nuevo  Testamento”,  por  su  fuerte  crítica  social  y su 
énfasis  en  una  religión  práctica  que  hace  de  la  justicia  y del  servicio  a los/las  pobres 
y débiles  el  eje  de  acción  de  la  fe. 

En  su  mayoría,  los  comentarios  sobre  el  texto  de  Santiago  trabajan  en  un  ho- 
rizonte que  biLsca  definir  el  ambiente  literario  del  texto,  su  sentido  interno  y su  ubi- 
cación dentro  de  la  tradición  bíblica,  en  algunos  casos  con  referencias  generales  a la 
situación  de  los  pobres  en  las  comunidades  cristianas  del  primer  siglo.  Algunos  de 
estos  comentarios  realmente  nos  abren  el  texto  para  poder  entender  sus  múltiples  di- 
mensiones. Es  el  caso,  por  ejemplo,  del  hermoso  comentario  de  Elsa  Tamez,  el  cual 
nos  ayuda  a mirar  el  texto  de  Santiago  desde  la  mirada  de  la  opresión,  pero  también 
desde  el  ángulo  de  la  esperanza  y desde  la  práctica  de  la  fe'.  Nuestra  intención  en 
este  artículo  es  integrar  al  análisis  algunos  datos  más  acerca  de  las  formas  en  que 
funcionaba  el  sistema  económico  y social  romano  y su  sistema  valorativo,  para  po- 
der meternos  más  íntimamente  en  la  vida  cotidiana  de  nuestros  hermanos  de  aque- 
llas primeras  comunidades  cristianas,  y hacer  de  sus  experiencias  y enseñanzas 
orientaciones  para  nuestro  propio  compromiso  de  fe. 

¿Cómo  se  inserta  la  Carta  de  Santiago  en  las  condiciones  sociales  y cultura- 
les reales  de  las  comunidades  a las  que  se  dirige?  ¿Qué  elementos  y factores  de  ese 
entorno  deben  ser  destacados  para  una  mejor  comprensión  de  su  .sentido  y mensaje? 
Para  responder  a estas  preguntas  nos  remontamos  a la  historia  social  del  Imperio  Ro- 
mano. Las  investigaciones  que,  en  tiempos  recientes,  han  recurrido  a la  antropolo- 
gía cultural  para  indagar  la  vida  social  de  entonces,  han  puesto  de  relieve  la  impor- 
tancia que  tuvieron  en  la  estructura  político-social  y económica  del  imperio  las  re- 
laciones patrón-cliente.  Si  bien  toda  el  área  mediterránea  compartía  algún  tipo  de  or- 
ganización social  basada  en  tales  relaciones,  este  esquema  alcanzó  mayor  desarro- 
llo durante  la  época  de  la  dominación  romana.  Esta  forma  de  ordenar  la  vida  social 
ha  influido  notablemente  en  todas  las  culturas  latinas  posteriores,  y hasta  hoy  es  po- 
sible percibir  en  los  campos  económico,  político  y social  de  nuestra  actualidad  có- 
mo se  siguen  manifestando  las  prácticas  clientelistas  importadas  en  el  proceso  de  co- 
lonización y en  las  sucesivas  oleadas  migratorias  de  los  países  latinos. 

En  el  plano  axiológico,  este  esquema  estaba  atado  al  sistema  de  valores  que 
se  organiza  en  torno  de  la  tensión  honor/vergüenza.  Según  la  mayoría  de  los  antro- 
pólogos y sociólogos  que  se  han  dedicado  al  estudio  de  la  cultura  de  la  cuenca  me- 
diterránea es  imposible  comprender  el  funcionamiento  de  las  sociedades  de  esta  re- 
gión, tanto  de  antaño  como  actuales  — con  sus  debidas  variantes — si  no  se  toma  en 
cuenta  cómo  este  sistema  valorativo  afecta  las  conductas  sociales  e individuales.  Por 
otro  lado,  la  forma  de  recibir  el  correspondiente  honor  o de  ser  avergonzado  no  es 
uniforme,  sino  que  depende  del  género,  de  la  ubicación  en  la  estructura  económica, 
el  status  social  y familiar  de  cada  persona.  Efectivamente,  para  la  mentalidad  común 
dominante  no  es  lo  mismo  .ser  un  rico  honorable  que  “pobre,  pero  honrado”  (dando 
a entender,  de  modo  sutil,  que  uno  no  puede  esperar  esto  de  un  pobre).  En  esta  men- 
talidad, el  lugar  del  varón  es  la  calle  y el  de  la  mujer,  su  casa:  una  cosa  es  un  hom- 
bre honorable  (un  Hombre  público)  y otra  una  mujer  honorable  (una  señora  de  su  ca- 
sa); para  honrar  al  padre  es  necesario  ser  un  hijo  honrado,  haciendo  depender  la  hon- 


E Tamez,  Saunavo.  Leclum  latinoamericana  de  la  ein'stola.  San  José,  DEI,  '.98fi. 


88 


NESTOR  O.  MIGUEZ,  Ricos  y pobres:  relaciones  clieniclarcs  de  la  Carta  de  Santiago 


ra  de  uno  de  las  conductas  del  otro.  Pero  para  avergonzar  a cada  una  de  estas  per- 
sonas basta  con  cambiarla  de  categoría:  para  enojar  a un  rico,  basta  tratarlo  como  a 
un  pobre.  Un  “hombre  muy  casero”  es  considerado  un  mojigato,  mientras  que  ser 
“una  mujer  pública”  es  insultante.  Y un  hijo  díscolo  o una  hija  independiente  es  “la 
deshonra  de  la  familia”  y avergüenza  a su  padre  y a su  madre,  por  más  honestos  que 
sean.  Esta  mentalidad,  que  subsiste  en  nuestros  países  en  las  ideologías  conservado- 
ras y aun  en  los  sectores  populares  más  influidos  por  la  cultura  latina,  con  sus  ras- 
gos de  autoritarismo  y machismo,  era  la  ideología  dominante  y el  sentido  común  con 
que  se  medían  las  conductas  en  la  cuenca  mediterránea  del  siglo  I. 


2.  El  sistema  romano  de  patronazgo 

El  sistema  de  patronazgo  fue,  en  realidad,  el  verdadero  factor  estructurante  de 
la  vida  social  que  permitía  mantener  cierta  coherencia  en  un  imperio  tan  extenso  y 
que  contenía  diversas  realidades  sociales  y económicas.  Más  allá  de  la  organización 
jurídica,  el  sistema  impositivo  y la  función  represiva  y policial  del  Ejército,  los  sis- 
temas de  control  social  del  Imperio  se  afirmaban  sobre  la  red  relacional  organizada 
a partir  del  patronazgo.  Este  podía  ser  un  patronazgo  personal,  como  el  de  ciertos 
poderosos  patrones  sobre  sus  clientes  más  pobres,  o el  patronazgo  institucional  (be- 
nefactores) mediante  el  cual  las  organizaciones  sociales,  gremiales  o asociaciones 
religiosas,  entre  otras,  quedaban  bajo  la  influencia  de  un  patrón  que  las  protegía  ju- 
rídicamente y ayudaba  a su  sostén  económico.  El  patronazgo  también  abarcaba  las 
instituciones  políticas,  e incluso  estados  y naciones  subalternos  quedaban  vincula- 
dos al  poder  de  funcionarios  de  mayor  nivel  o del  Emperador  por  este  tipo  de  rela- 
ciones. 

Básicamente  el  sistema  de  patronazgo  aparece  como  una  forma  de  intercam- 
bio. Un  intercambio  basado  en  la  desigualdad  de  las  partes.  El  polo  más  poderoso 
de  esta  relación,  el  patrón/benefactor,  recibe  del  otro  polo,  sus  clientes,  distintos  ti- 
pos de  bienes,  tanto  materiales  como  simbólicos:  los  clientes  apoyarán  a su  patrón 
en  todos  los  hechos  políticos  y sociales,  lo  saludarán  con  reverencia  y lo  adularán 
cada  vez  que  lo  encuentren,  formarán  su  séquito  cada  vez  que  haga  apariciones  pú- 
blicas importantes  y le  dedicarán  todas  las  formas  posibles  de  honra.  En  muchos  ca- 
sos, en  las  relaciones  personales,  esto  incluye  obligaciones  económicas:  darle  parti- 
cipación en  los  beneficios  de  sus  negocios,  parte  de  sus  cosechas,  servirle  de  forma 
gratuita  en  su  oficio,  según  la  condición  del  cliente.  Esto  era  especialmente  cierto  en 
el  caso  de  esclavos  liberados  por  sus  dueños,  que  seguían,  sin  embargo,  sujetos  de 
manera  obligatoria  a éstos  en  condición  de  clientes.  Debían  presentarse  con  regula- 
ridad ante  sus  patrones  (las  llamadas  salutatio  matinales)  para  informarles  de  sus  ac- 
tividades, darles  participación  en  eventuales  beneficios,  ser  obsequiosos  y mostrar 
su  disposición  y reconocimiento.  Y la  misma  relación  establecía,  por  ejemplo,  en- 
tre un  gremio  de  artesanos  y un  patricio  al  que  convocaban  como  patrón  o benefac- 
tor (euerí’etesj,  al  que  dedicaban  una  placa  con  una  inscripción  o incluso  una  esta- 
tua pública,  por  ejemplo,  para  destacarlo  ante  la  opinión  ciudadana.  El  prestigio  so- 
cial y aun  la  carrera  política  se  aseguraban  por  medio  de  una  clientela  numerosa  que 
publicaba  los  “beneficios”  de  su  patrón  y que  mostraba  ruidosamente  su  apoyo  a la 
hora  de  distribuir  los  cargos  públicos. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  .SI 


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¿Cuál  era,  por  su  parte,  la  contraprestación  que  habría  de  brindar  el  patrón? 
E.stos  patrones  eran  llamados  “benefactores”.  Uno  de  los  beneficios  ciertos  que  traía 
un  patrón  importante  era  la  protección  política  y jurídica.  Un  hombre  pobre,  libre  o 
liberto,  difícilmente  obtenía  una  sentencia  favorable  en  cualquier  tipo  de  litigio  si  no 
estaba  protegido  por  un  poderoso  patrón.  Se  esperaba,  también,  que  el  patrón  ofre- 
ciera ciertas  dádivas,  como  por  ejemplo  reunir  a sus  clientes  en  una  cena  fastuosa  en 
la  fecha  de  su  cumpleaños,  o una  fiesta  dedicada  a celebrar  la  deidad  protectora  en 
el  caso  de  un  gremio,  mostrando  así  su  riqueza  y generosidad.  El  patrón  podría  do- 
nar, asimismo,  alguna  estatua  o templete  de  su  dios  a alguna  asociación  religiosa,  o 
facilitarle  un  lugar  de  reunión.  Muchas  asociaciones  buscaban  este  tipo  de  patronaz- 
gos para  asegurarse  protección  legal,  proyección  social  o un  confortable  lugar  de 
reunión.  En  el  caso  de  los  patronazgos  cívicos,  éstos  correspondían  a altos  funcio- 
narios del  Imperio  (o  de  la  ciudad,  según  el  caso)  que  usaban  estos  padrinazgos  co- 
mo parte  de  su  estrategia  de  poder.  En  estos  casos  los  beneficios  patronales  podían 
ser  una  obra  pública,  como  el  empedrado  de  una  calle,  o un  reparto  de  alimentos  en- 
tre los  pobres,  o juegos  gladiatoriales  gratuitos  (pan  y circo).  Estas  grandes  donacio- 
nes cívicas  tenían  por  lo  general  por  objeto  asegurarse  honras  especiales  cada  vez 
que  el  patrón/benefactor  visitara  la  ciudad,  aclamaciones  e inscripciones  que  desta- 
caran su  obra,  bustos  y estatuas  dedicados  a su  persona.  Y,  como  es  obvio,  respaldo 
irrestricto  a la  hora  de  los  comicios  mediante  los  cuales  se  hacía  el  reparto  de  los  car- 
gos públicos. 

La  sociedad  quedaba  así  claramente  organizada  según  una  estructura  jerárqui- 
ca. La  forma  más  visible  de  esta  jerarquía  se  configuraba  en  los  órdenes  (senatorial, 
ecuestre,  decurional)  que  implicaban  cierta  fortuna  en  tierras  cultivables,  carrera  mi- 
litar o política,  prestigio  público.  Solo  quienes  pertenecían  a e.stos  órdenes  podían 
ocupar  magistraturas  públicas  imperiales  (senadores,  caballeros)  o de  una  ciudad 
(decuriones).  Aun  entre  quienes  carecían  de  los  atributos  para  integrar  alguno  de  los 
órdenes  se  establecían  relaciones  jerárquicas  de  subordinación  basadas  en  riquezas, 
trayectoria,  lugar  social  y hasta  posición  laboral  (el  patrón  del  taller  frente  a sus 
aprendices,  un  maestro  frente  a sus  alumnos).  Se  esperaba  que  los  subalternos  res- 
pondieran a sus  patrones  con  los  honores  correspondientes  en  todos  los  casos.  Tam- 
bién la  oposición  urbano/rural  .se  acentuaba  por  esta  práctica,  dado  que  los  patrones 
por  lo  normal  se  establecían  en  el  ámbito  urbano,  desde  donde  dominaban  y contro- 
laban a sus  clientes  rurales.  El  esquema  patrón/cliente  se  reproducía  en  todas  las  ins- 
tancias de  la  vida  social.  Incluso  en  las  comunidades  judías  de  la  diáspora  se  com- 
prueba cómo  se  busca  algún  miembro  especialmente  prominente  en  cuanto  a su  fi- 
guración social  o riqueza  para  nombrarlo  presidente  de  la  sinagoga  local.  Este,  por 
su  parte,  donaba  ornamentos,  portales  y a veces  el  mismo  edificio  de  reunión  en  su 
condición  de  “benefactor”.  En  ocasiones  el  patrón  de  una  sinagoga  judía  podía  ser 
un  gentil  que  por  algún  motivo  buscaba  congraciarse  con  la  comunidad  judía.  El  re- 
lato del  Evangelio  mue.stra  esta  práctica  en  la  propia  Galilea:  un  centurión  dona  el 
edificio  de  la  sinagoga  de  Cafernaún,  por  lo  cual  los  ancianos  de  esa  localidad  se 
sienten  obligados  a pedirle  a Jesús  que  lo  trate  con  especial  consideración  y lo  “hon- 
re” con  un  milagro  de  sanación  sobre  un  siervo  suyo  (Le  7,3-5). 

Las  asociaciones  religiosas  {thiasos,  en  griego,  collegia  en  latín)  reproducían 
en  su  interior  este  esquema:  una  cuidada  jerarquía  de  sacerdocios,  distribución  de 
puestos  en  las  reuniones,  formas  de  participación  en  los  rituales,  mostraba  en  el  or- 


90 


NESTOR  O.  MIGUEZ,  Ricos  y pobres:  relaciones  clientelares  de  la  Caita  de  Santiago 


den  simbólico  una  estructura  jerárquica  similar  a las  que  tenían  las  entidades  políti- 
cas y las  relaciones  económicas.  Con  ello  se  reforzaba  ideológicamente  este  esque- 
ma y se  fortalecía  la  hegemonía  de  los  sectores  dominantes.  Este  ordenamiento  je- 
rárquico y el  intercambio  de  favores  y reconocimiento  que  se  establecía  engendraba 
relaciones  firmes,  en  algunos  casos  incluso  formales.  Así,  la  práctica  clientelar  se 
encontraba  inscripta  en  un  sistema  valorativo  que  le  daba  vigencia  y sentido  más  allá 
de  las  obligaciones  legales  o impuestas.  Una  persona  poderosa  era  una  persona  hon- 
rada. Su  honor  se  basaba,  justamente,  en  su  prestigio  público.  El  reconocimiento  ex- 
terno establecía  su  lugar  social.  Por  eso,  situación  económica  y carrera  política,  ori- 
gen aristocrático  y prestigio  social,  iban  de  la  mano.  La  polaridad  valorativa  honor- 
vergüenza  exige  que  la  preservación  del  propio  honor  sea  la  motivación  fundamen- 
tal en  la  regulación  de  las  conductas  sociales.  Este  honor  es  medido  en  términos  de 
figuración  y poder.  No  era  tanto  una  virtud  subjetiva  como  la  actitud  con  la  cual  se 
afrontaba  la  relación  social.  Una  persona  es  tanto  más  honorable  (lo  que  también 
significa  “honrada”)  cuanto  mayor  es  su  consideración  a los  ojos  de  los  demás, 
cuando  logra  cierto  reconocimiento  por  otros  de  su  mismo  nivel  social  y cuanto  ma- 
yor es  la  asimetría  que  establece  con  sus  subordinados  (poder).  Esto  conformaba  el 
“sentido  común”  de  la  cultura  dominante  y ayudaba  a reforzar  el  ordenamiento  je- 
rárquico. 

Por  el  contrario,  una  persona  era  “deshonrada”  cuando  era  tratada  como  si 
fuera  de  rango  inferior.  En  ese  caso  se  ponía  en  cuestión  su  honor,  su  prestigio,  y era 
equivalente  a un  desafío  que  no  podía  quedar  sin  responder.  La  persona  ofendida  tra- 
taría de  demostrar  su  poder  como  respuesta,  para  reparar  el  daño  hecho  a su  honor. 
La  vida  social,  de  modo  especial  en  las  clases  y estratos  más  altos,  o en  aquellos  que 
creían  tener  posibilidades  de  acceder  a los  mismos,  era  una  constante  lucha  por  fi- 
gurar, por  mostrarse  por  encima  de  los  demás  en  términos  de  prestigio,  poder,  rique- 
za, es  decir,  honor.  Según  el  dicho  latino  (no  por  casualidad  tiene  ese  origen)  la  mu- 
jer honesta  (como  el  hombre  rico-poderoso,  prestigioso)  no  solamente  debe  serlo  si- 
no parecerlo.  La  apariencia  es  lo  que  en  verdad  cuenta  y lo  que  constituye  a un 
“hombre  público”.  Y ese  reconocimiento  debe  ser  exigido  y defendido  como  parte 
del  honor  mismo.  Ceder  en  ese  punto  equivale  a admitir  la  propia  deshonra.  En  cam- 
bio, quien  quiere  recibir  más  honras  que  las  que  le  corresponden  se  ubica  a sí  mis- 
mo por  encima  del  nivel  de  reconocimiento  que  le  dan  los  demás  y se  vuelve  vulne- 
rable. Cuando  no  puede  responder  a las  exigencias  o desafíos  del  lugar  que  preten- 
de, queda  desairado  y,  por  consiguiente,  sufre  deshonra  y merma  en  su  ubicación  so- 
cial. La  crítica  de  Jesús  a los  fariseos  (Mt.  23,5-12),  o los  consejos  de  no  bu.scar  los 
primeros  lugares  en  los  banquetes  o ser  compensados  por  las  dádivas  (Le.  14,7-14), 
tienen  también  este  trasfondo. 


3.  La  cuestión  del  patronazgo  en  la  relación  ricos/pobres  en 
Santiago 

Mucho  se  ha  discutido  y .se  sigue  discutiendo  acerca  de  la  ubicación  geográ- 
fica, la  fecha,  el  autor  y la  comunidad  de  referencia  de  la  Carta  de  Santiago.  No  pre- 
tenderemos aquí  entrar  en  todas  las  argumentaciones  sobre  estos  temas.  Creo,  sí,  que 
el  marco  general  de  la  cultura  y el  sistema  impuestos  en  todo  el  espacio  del  Imperio 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATIN(MMER!CANA,  No.  31 


91 


tenía  suficientes  elementos  comunes  como  para  que  estas  observaciones  resulten 
pertinentes  más  allá  de  los  detalles  particulares  que  puedan  ubicar  la  carta  algunos 
años  más  temprano  o más  tarde,  en  un  sitio  u otro  del  Imperio.  En  efecto,  inclusive 
si  optáramos  por  la  hipótesis  que  ubica  a Santiago  como  un  texto  temprano  (circa 
60)  en  .ludea  y/o  Galilea,  se  debe  considerar  que  las  prácticas  clientelares  estaban 
suficientemente  arraigadas  también  en  ese  ámbito,  después  de  cuatrocientos  años  de 
presencia  helenista  y más  de  cien  de  gobierno  romano.  Esto  es  todavía  más  marca- 
do si  ubicamos  la  carta  en  un  período  más  tardío  y en  las  comunidades  de  la  diáspo- 
ra.  Aun  las  comunidades  que  pretendían  mantener  cierta  pureza  judaica  no  podían 
evitar  el  contacto  y las  presiones  de  una  sociedad  envolvente  dominada  política  y ju- 
rídicamente en  su  totalidad  por  las  prácticas  romanas.  Más  aún  si  consideramos  que 
estas  comunidades  se  encuentran  en  la  dispersión  (1,1),  esto  es,  tratando  de  mante- 
ner sus  prácticas  de  fe  en  un  medio  que  se  reconoce  ajeno  y quizás  hasta  hostil. 

Si  bien  toda  la  Carta  de  Santiago  muestra  las  señales  de  este  trasfondo,  sin  du- 
da el  lugar  específico  donde  podemos  percibir  la  significación  que  tiene  para  la  com- 
prensión de  su  mensaje  es  el  comienzo  del  capítulo  2.  Al  examinar  la  situación  des- 
cripta en  los  versos  iniciales,  podremos  ver  cómo  otros  pasajes  de  la  epístola  son  ilu- 
minados por  la  problemática  que  allí  se  plantea.  Y ésta  tiene  que  ver,  justamente,  con 
la  tensión  con  una  tendencia  adaptativa  a la  sociedad  circundante,  y en  esta  especial- 
mente hacia  la  práctica  clientelar.  El  texto  invita,  en  su  primer  versículo,  a evitar  es- 
tablecer distinciones  entre  personas  (nuestras  biblias  traducen  “hacer  distinción  o 
acepción  de  personas”),  sobre  todo  a no  dejarse  guiar  por  la  apariencia,  y mostrar 
así  la  actitud  propia  de  la  fe  en  Cristo  Jesús.  La  palabra  usada  por  Santiago  (proso- 
polempsia)  significa  en  una  traducción  textual  “tomar  por  la  máscara  — el  rostro”,  o 
sea,  considerar  a una  persona  según  su  apariencia.  Luego  plantea  una  situación  que 
aparece,  si  no  real,  al  menos  como  muy  posible,  en  los  vv.  2-4: 

Porque  si  en  su  sinagoga  entra  un  hombre  con  anillo  de  oro  y ropa  brillante,  y tam- 
bién entra  un  pobre  con  vestido  gastado,  y solo  tratan  con  respeto  al  que  lleva  ropa 
brillante  y le  dicen;  “Siéntese  aquí  en  buen  lugar”;  y al  pobre  le  dicen:  “Quédate  allí 
de  pie”  o “Siéntate  aquí,  bajo  mi  estrado”,  ¿no  hacen  discriminación  entre  ustedes,  y 
vienen  a ser  jueces  con  malos  argumentos? 

Muchos  ven  en  esto  la  descripción  de  una  situación  que  .se  dio  en  las  congre- 
gaciones cuando  comenzaron  a integrarse  creyentes  con  cierta  riqueza.  El  rico  que 
viene  es  un  potencial  converso,  o un  cristiano  reciente  que  proviene  de  los  estratos 
superiores  de  la  sociedad  y que  por  lo  tanto  es  tratado  con  especial  deferencia.  El  pa- 
saje coincidiría  con  la  crítica  a los  ricos  que  recorre  todo  el  texto  epistolar  y señala 
la  dificultad  de  ser  a la  vez  rico  y cri.stiano. 

Sin  embargo,  un  examen  cuidadoso  nos  lleva  a apreciar  otros  detalles  que  ma- 
tizan esta  interpretación  más  corriente.  La  palabra  “rico”  no  aparece  en  este  pasaje 
en  el  texto.  Lo  condenable  no  es  la  presencia  de  alguien  con  muestras  visibles  de  ri- 
queza, ni  siquiera  su  expresa  ostentación  — lo  que  sí  aparecerá  en  otros  momentos 
en  el  discurso  de  Santiago — , sino  una  eventual  actitud  discriminatoria  por  parte  de 
la  congregación  reunida;  o más  precisamente  por  sus  dirigentes,  ya  que  al  pobre  se 
lo  invita  a sentarse  “bajo  mi  estrado”,  indicando  de  manera  indirecta  que  quien  ha- 
bla es  quien  preside  desde  la  tarima  o desde  un  asiento  elevado.  Uno  tiende  a leer  la 
oposición  “rico/pobre”  por  el  señalamiento  que  se  hace  del  que  tiene  vestido  andra- 


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NESTOR  O.  MIGUEZ.  Ricos  y pobres:  relaciones  clientelares  de  la  Cniia  de  Sanliago 


joso  como  “pobre”,  más  estrictamente  aún,  menesteroso.  Pero  me  parece  que  el  tex- 
to apunta  en  otra  dirección. 

Es  interesante  que  la  palabra  para  designar  a la  comunidad  reunida  aquí  es  si- 
nagoge,  lo  que  ha  dado  pie  a pensar  en  un  judeo  cristianismo,  o que  Santiago  escri- 
be a cristianos  que  todavía  se  siguen  reuniendo  en  la  sinagoga  judía  en  la  diáspora. 
Algunos  comentaristas  consideran  que  la  reunión  aludida  tiene  una  función  judicial 
y que  se  trataría  de  resolver  una  demanda  presentada  por  un  judío  adinerado  que  re- 
clama deudas  a otro  judío  pobre,  por  lo  cual  pide  la  intervención  de  la  sinagoga,  no 
como  reunión  cultual  sino  como  autoridad  de  la  comunidad.  Aunque  si  no  resultara 
efectivo  este  mecanismo,  lo  confrontará  en  el  tribunal  romano  (v.  6)1  En  ese  caso  el 
trato  discriminatorio  estaría  anticipando  una  sentencia  en  la  línea  de  los  poderes  pa- 
tronales. Si  bien  no  creo  que  tengamos  que  pensar  necesariamente  en  un  escenario 
de  la  sinagoga  convertida  en  asamblea  judicial,  sí  se  pueden  apreciar  otros  elemen- 
tos que  traen  a la  mente  esta  metáfora. 

Si  bien  el  problema  judicial  está  en  el  trasfondo,  como  lo  muestra  el  v.  6,  creo 
que  se  trata  de  otra  cuestión.  En  efecto,  la  descripción  del  que  entra  con  “anillo  de 
oro  y vestido  brillante  (o  fino)”  no  es  sin  más  la  de  alguien  rico.  Parece,  más  bien, 
designar  a un  magistrado  de  rango  decurional  o ecuestre.  Estos  eran  los  que  lleva- 
ban anillo  de  oro  (el  sello  para  los  documentos  oficiales)  y la  toga  blanca  que  dis- 
tinguía su  jerarquía.  No  se  trata  simplemente  de  que  aparece  un  rico,  sino  que  entra 
alguien  que  viene  desde  una  posición  de  poder  político.  ¿Por  qué  se  acercaría  a la 
reunión  de  un  grupo  judeocristiano,  integrado  por  gente  humilde,  un  magistrado  cí- 
vico, representante  del  poder  romano?  Es  posible  que  fuera  atraído  por  el  mensaje, 
no  obstante  ésta  no  es  necesariamente  la  única  posibilidad,  ni  la  más  obvia.  Más  aún 
en  la  diáspora,  si  junto  a la  sinagoga  reconocida  de  los  judíos  comienza  a aparecer 
otra  reunión,  de  un  grupo  disidente,  compue.sto  en  su  mayor  parte  por  pobres.  Un 
grupo  sospechoso  y expuesto.  Este  magistrado  puede  estar  buscando  clientes  para 
engrosar  su  prestigio,  o mejor  aún,  averiguando  de  qué  se  trata  esta  reunión,  con  al- 
go más  que  simple  curiosidad  religiosa. 

Siendo  este  el  caso,  es  posible  pensar  que  a algunos  dirigentes  se  les  ocurre  la 
posibilidad  de  aventar  las  sospechas  y al  mismo  tiempo  con.seguir  una  protección  ju- 
rídica y legal  por  medio  de  un  patronazgo.  Ya  han  experimentado  lo  que  es  ser  arras- 
trado a juicio  sin  la  debida  protección.  Ya  han  experimentado  lo  que  es  ser  maltra- 
tado sin  tener  quién  reclame  en  su  nombre.  Ahora  aparece  este  funcionario  a ver  de 
qué  .se  trata.  ¡Bien!  Es  la  oportunidad  de  conseguir,  si  no  un  buen  creyente,  al  me- 
nos un  buen  “benefactor”,  como  lo  tienen  las  otras  sinagogas,  las  sinagogas  oficia- 
les judías.  Esta  reacción  parece  más  sensata  al  explicar  por  qué  se  honra  al  que  en- 
tra exhibiendo  los  atributos  del  poder. 

Pero  no  solo  esto,  sino  que  la  conducta  opuesta  resultaría  lesiva  para  la  comu- 
nidad: ¿qué  pasaría  si  cuando  entra  un  magistrado  no  se  le  da  el  trato  y honor  co- 
rrespondiente a su  jerarquía?  Sin  duda  éste  se  sentiría  afectado  en  su  honra  y procu- 
raría mostrar  con  rigor  su  poder.  Tratarlo  igual  que  al  pobre  .sería  deshonrarlo  públi- 
camente, exponerlo  y desafiarlo  a que  responda  con  todas  las  armas  de  su  investidu- 


9 

'■  Todas  las  diversas  posibilidades  son  analizadas  por  R.  Wall.  The  Coiniuunity  of  lite  Wise.  Trinity 
Press,  1998.  No  nos  detendremos  aquí  a estudiar  cada  una  de  ellas.  La  interpretación  que  ofrezco  re- 
coge algunas  de  estas  propuestas,  pero  propone  otra  aproximación  al  texto. 


REVISTA  DE  INTERl'RETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA.  No.  31 


93 


ra.  Quien  preside  es  consciente  de  esto,  dándole  al  magistrado  el  asiento  preferen- 
cia! que  le  corresponde,  asegurándole  el  reconocimiento  público  ante  la  exhibición 
de  sus  atributos  (el  anillo  de  oro,  la  toga  blanca)  y ubicando  luego  al  pobre  dentro 
de  la  reunión  en  el  lugar  que  le  corresponde  (bajo  su  tarima,  exhibiendo  su  subordi- 
nación). De  este  modo  muestra  al  visitante  que  esta  comunidad  no  ignora  las  reglas 
de  la  sociedad  en  que  vive  y las  cumple  acabadamente.  Sin  embargo,  el  autor  cues- 
tiona esta  respuesta  “lógica  y normal’’  para  su  entorno.  Este  argumento  (también  cál- 
culo o cavilación,  dialogismos)  es  malo  e introduce  criterios  que  los  hacen  discrimi- 
nar de  manera  errónea  entre  ellos. 

El  verso  siguiente  va  a recordarles  un  dato  todavía  más  importante:  el  verda- 
dero patrón  de  los  que  en  este  mundo  son  pobres,  el  verdadero  protector  y benefac- 
tor de  los  humildes,  es  Dios,  quien  tidemás  los  ha  declarado  sus  herederos.  Quien 
deshonra  a los  pobres  desafía  al  protector  y patrón  de  los  pobres.  Y en  esta  concu- 
rrencia de  poderes,  ciertamente  el  de  Dios  es  mayor.  Pues  el  poder  de  los  ricos  es 
efímero  y su  apariencia  pasa  rápidamente  (1,10-1 1).  El  poder  de  Dios,  en  cambio, 
quien  sabe  dar  los  mejores  regalos  y las  dádivas  perfectas  a los  suyos  (1,16)  no  su- 
frirá merma  alguna. 

Estos  mismos  magistrados  a los  que  ahora  honran  son  los  que,  en  su  condi- 
ción de  ricos,  someten  a los  miembros  de  la  comunidad  a la  inequidad  de  los  tribu- 
nales cívicos.  Estos  tribunales,  que  por  otro  lado  funcionan  bajo  la  advocación  de 
las  deidades  cívicas,  constituyen,  por  lo  mismo,  una  blasfemia  ante  el  único  Dios 
verdadero.  No  solamente  por  la  presencia  de  las  estatuas  de  los  dioses  paganos,  si- 
no porque  al  desconocer  los  derechos  del  pobre  se  muestran  enemigos  del  Dios  que 
los  protege.  Incluso  puede  pensarse  que  hay  una  referencia  a la  maldición  de  Cristo 
que  requería  la  sinagoga  — y luego  los  tribunales  romanos — como  prueba  de  fide- 
lidad. 

Es  interesante  notar  la  estrecha  relación  entre  estos  versículos  del  capítulo  2 
con  la  condena  a los  ricos  en  el  capítulo  5.  Se  retoma  el  lenguaje  basado  en  la  me- 
táfora judicial.  Allí,  junto  a la  advertencia  a los  ricos,  se  anticipa  la  imagen  del  jui- 
cio divino  en  un  tono  teñido  de  expectativa  apocalíptica.  Esta  idea  queda  expresada 
por  la  presencia  de  testigos  que  presentan  sus  pruebas  contra  los  ricos.  Este  texto  re- 
sulta significativo  y llamativo  en  vanos  sentidos.  En  primer  lugar,  de  nuevo  apare- 
cen los  mismos  símbolos  de  la  riqueza  que  en  el  capítulo  2:  el  oro  y el  vestido.  Se 
trata  de  las  mismas  personas.  Pero  además,  ante  la  corte  celestial  estas  riquezas  apa- 
recen como  testigos.  Curiosamente,  los  primeros  testigos  en  contra  de  los  ricos  son 
sus  propias  riquezas.  El  moho  que  corrompe  su  oro  y plata,  la  podredumbre  de  sus 
vestidos,  actuará  como  testigo  y verdugo.  Pero  además  testificará  el  jornal  impago 
de  los  peones  que  han  cosechado  sus  tierras.  Y este  clamor  llega  ante  el  tribunal  di- 
vino. La  alusión  no  es  casual.  Como  hemos  indicado,  para  ¿icceder  a las  magistratu- 
ras era  necesario  po.seer  abundantes  tierras  laborables.  Unicamente  los  terratenien- 
tes podían  ser  magistrados.  Ahora  se  señala  que  estos  terratenientes  que  se  sientan 
en  los  tribunales  cívicos  son  los  mismos  que  no  cumplen  sus  obligaciones  hacia  sus 
propios  trabajadores.  Como  la  sangre  de  Abel  clamó  a Dios  desde  la  tierra  (Gn. 
4,10),  los  jornales  impagos  también  claman,  porque  el  jornal  impago  del  obrero  es 
su  sangre  derramada  en  tierra  (aquí  Santiago  se  acerca  a la  tradición  sapiencial  del 
Eclesiástico  — Sir.  34,22  en  la  LXX;  34,26  en  las  traducciones — ).  La  alusión  al  pe- 
cado del  jornal  impago  corresponde  a Deuteronomio  24,14-15; 


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NESTOR  O.  MIGUEZ,  Ricos  y pobres:  relaciones  clientelares  de  la  Carta  de  Santiago 


No  explotes  al  jornalero  pobre  y necesitado,  tanto  de  entre  tus  hermanos  como  de  en- 
tre los  forasteros  que  están  en  tu  tierra,  en  tus  ciudades.  En  su  día  le  darás  su  Jornal. 
No  se  ponga  el  sol  antes  de  que  se  lo  des,  pues  él  es  pobre  y lo  espera  para  poder  vi- 
vir. No  sea  que  él  clame  a Jehovah  contra  ti,  y en  ti  .sea  hallado  pecado. 

Similares  la  ley  en  Levítico  19,13: 

No  oprimirás  a tu  prójimo,  ni  le  robarás.  El  salario  del  jornalero  no  será  retenido  con- 
tigo en  tu  casa  hasta  la  mañana  siguiente. 

Es  notable  que  la  contintiación  del  mismo  texto  es  el  que  ha  iluminado  la  po- 
sición del  capítulo  2,  puesto  que  el  texto  de  Levítico  continúa  en  los  vv.  14-15: 

No  maldecirás  al  sordo,  ni  pondrás  tropiezo  delante  del  ciego;  sino  que  tendrás  temor 
de  tu  Dios.  Yo,  el  Señor.  No  harás  injusticia  en  el  juicio.  No  discriminarás  al  pobre, 
ni  tratarás  con  deferencia  al  poderoso.  Juzgarás  a tu  prójimo  con  justicia. 

La  referencia  nos  acerca  asimismo  al  relato  del  Exodo,  cuando  Dios  actúa  a 
partir  de  escuchar  el  clamor  de  su  pueblo  oprimido  al  ver  como  son  explotados  por 
sus  patrones  (Ex.  3,9). 

Estas  referencias  a la  tradición  bíblica,  no  obstante,  deben  considerarse  en  el 
nuevo  contexto  social  que  establecía  el  Imperio.  Santiago  hace  una  verdadera  her- 
menéutica actual izadora  que  aúna  las  tradiciones  legal,  sapiencial  y profética  de  Is- 
rael. Estas  tradiciones  tienen  ahora  que  responder  a una  situación  que  ha  sido  modi- 
ficada no  solo  por  la  dominación  romana,  sino  también  por  el  hecho  de  Cristo.  Esta 
ley  es  leída  ahora  como  Ley  de  la  libertad  (1,25;  2,12),  centrada  en  el  amor  al  pró- 
jimo (2,8,  correspondiente  a la  misma  tradición  levítica,  Lv.  19,18)  y ejemplificada 
en  el  justo  que  ha  sido  muerto  sin  que  ofreciera  resistencia  (5,6).  Los  ricos  viven  en 
sus  placeres  (5,5),  placeres  que  han  logrado  despojando  a los  pobres  de  sus  tierras. 
La  presencia  romana  estaba  produciendo  una  concentración  de  la  tierra  productiva 
en  pocas  manos.  La  práctica  de  la  explotación  esclavista  del  latifundio,  en  manos  de 
colonos  romanos  o de  aliados  locales  del  poder  imperial,  se  había  instalado  en  todo 
el  Imperio.  Lo  mismo  ocurría  en  Galilea,  profundizando  las  contradicciones  que  ya 
se  habían  planteado  sobre  el  final  del  periodo  hasmoneo,  y en  el  sur  de  Siria,  sitios 
posibles  de  esta  carta\  Más  aún  si  pensamos  su  localización  en  el  Asia  Menor  o en 
tierras  europeas.  Esta  práctica  había  resultado  del  despojo  de  las  tierras  campesinas, 
sea  por  la  conquista  y apropiación  por  vía  militar,  por  los  préstamos  hipotecarios  con 
intereses  usureros  o por  el  mecanismo  del  endeudamiento  tributario.  De  esta  forma, 
propietarios  ausentes,  residentes  en  la  ciudad,  han  hecho  del  comercio  del  producto 
rural  un  mecanismo  para  su  buen  vivir  (4,13),  habiendo  privado  a los  campesinos  de 
sus  tierras.  Cuando  éstos  se  ven  obligados  a emplearse  a sus  nuevos  patrones,  los 
privan  también  de  su  salario.  El  obrero  no  tiene  cómo  ofrecer  resistencia.  Los  mis- 
mos terratenientes  que  le  retienen  el  jornal  se  sentarán  después  en  el  ágora  como 
magistrados  para  juzgar.  Ha  sido  condenado  y muerto  de  antemano.  Esta  condena  a 
los  ricos  del  final  del  libro  no  puede  separarse,  como  lo  hacen  algunos  autores,  de  la 


- C.  Frceman  SIeeper,  James.  Abingdon  New  Tcstamcnt  Commentarics.  Nashville,  Abingdon  Press, 
1998,  págs.  I25s. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


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crítica  al  mecanismo  patronal  que  hallamos  en  el  capítulo  2^  Los  mismos  que  tie- 
nen el  anillo  de  oro  y el  vestido  brillante  que  los  muestra  como  magistrados  del  Im- 
perio, son  los  que  acumulan  riquezas  injustas  (oro  que  se  enmohece,  ropas  que  se 
pudren),  que  condenan  a muerte  a los  justos.  La  referencia  a los  ricos  que  arrastran 
a los  hermanos  a los  tribunales,  en  2,6,  y los  ricos  que  hacen  injusticia  y dan  muer- 
te al  justo  en  5,6,  son  dos  maneras  de  marcar  el  mismo  pecado.  Aquellos  poderosos 
magistrados  que  algunos  en  la  comunidad  quisieran  recibir  como  patrones,  han  de- 
mostrado su  injusticia  básica,  su  incapacidad  de  entender  la  fe  en  Jesucristo,  la  iden- 
tidad del  Mesías  con  los  justos  injusticiados,  desconocen  la  formulación  básica  de 
la  ley  de  la  libertad  y no  temen  la  presencia  del  Dios  protector  de  los  pobres. 

De  esa  manera,  la  carta  de  Santiago  se  afirma  en  una  posición  que  confronta 
el  sistema  clientelar  como  uno  de  los  mecanismos  que  producen  y sostienen  la  in- 
justicia que  se  identifica  con  la  falta  de  fe.  La  acepción  de  personas  que  amenaza  la 
unidad  de  la  comunidad  y los  modos  en  que  los  ricos  hacen  acopio  de  los  bienes  que 
ostentan  en  su  soberbia,  son  básicamente  lo  mismo.  Las  relaciones  clientelares  no 
hacen  sino  prolongar  y propagar  este  pecado.  Quien  acepta  e incorpora  en  sus  prác- 
ticas comunitarias  las  relaciones  de  patronazgo  o piensa  asegurarse  las  ventajas  de 
un  benefactor  poderoso,  mina  la  fe  que  sostiene  a la  comunidad.  Donde  se  estable- 
cen relaciones  clientelares  naufraga  la  ley  de  la  libertad  y el  justo  indefenso  es  con- 
denado y muerto. 


4.  Observaciones  complementarias 

No  podemos  prolongamos  aquí  en  un  análisis  pormenorizado  de  toda  la  epís- 
tola, sin  embargo  señalaremos,  a modo  de  inventario,  algunas  de  las  otras  cuestio- 
nes en  ella  que  pueden  ser  iluminadas  por  esta  crítica  a las  relaciones  clientelares. 
Entendemos  que  los  textos  examinados  previamente  se  refieren  de  modo  especial  a 
las  relaciones  hacia  afuera  de  la  comunidad  y que  la  exhortación  de  Santiago  apun- 
ta a evitar  quedar  sometidos  a extraños  por  medio  de  esta  práctica  patronal,  que  en 
sí  misma  es  portadora  de  injusticia.  Algunos  comentaristas  piensan  que  ya  hay  ricos 
y poderosos  insertos  en  la  comunidad  y que  el  problema  es  interno.  Pero  sea  de  una 
manera  u otra,  la  preocupación  de  Santiago  muestra  que  el  problema  amenaza  tanto 
el  testimonio  externo  de  la  comunidad  como  la  convivencia  interna  e incluso  la  in- 
tegridad de  su  fe.  Pues  no  cabe  duda  de  que  la  tendencia  a establecer  relaciones  je- 
rárquicas está  pre,sente  no  solamente  por  la  eventual  discriminación  en  lo  que  hace 
a los  bienes  materiales.  La  exhortación  de  3,1  está  marcada  por  la  misma  preocupa- 
ción. Hay  quienes  buscan  ser  reconocidos  como  “maestros”  y de  esa  forma  ponerse 
por  encima  de  ios  demás  hermanos.  Santiago  abunda  sobre  la  peligrosidad  del  chis- 
me como  elemento  que  de.struye  la  comunidad  — el  hablar  de  los  demás,  que  es  juz- 


Así  por  ejemplo,  Nancy  J.  Vyhmeister,  “The  Rich  Man  in  James  2:  Does  Aiicient  Patronage  Illu- 
mine  Ihe  Te,xt?”,  en  Andrews  University  Seminary  Sindies,  Vol.  33,  No.  2 (1995),  págs.  265-283.  Si 
hien  este  estudio  destaca  el  papel  que  desempeñan  las  relaciones  patrón/cliente  en  la  carta,  entiende 
que  este  pasaje  tiene  el  único  objeto  de  evitar  el  favoritismo  por  el  rico,  pero  que  no  supone  su  conde- 
na. Nuestro  argumento  apunta  a demostrar  que  no  puede  separarse,  justamente  por  la  existencia  del 
mecanismo  del  patronazgo,  una  cosa  de  la  otra. 


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NESTOR  O.  MIGUEZ.  Ricos  y pobres:  relaciones  clienlelares  de  la  Carta  de  Santiago 


gar  por  la  apariencia"' — . La  lengua,  usada  en  hablar  mal  del  hermano  para  poder  des- 
plazarlo del  reconocimiento  de  los  otros,  se  transforma  en  arma  mortal. 

Por  ello  vuelve  sobre  el  tema  de  la  búsqueda  de  figuración  y prestigio.  Esta 
competencia  por  el  poder,  por  el  prestigio,  sea  que  se  dé  en  el  campo  de  los  bienes 
materiales,  o en  el  ámbito  de  la  sabiduría,  aleja  de  la  verdad  (3,14).  Las  confronta- 
ciones en  torno  de  quién  posee  la  verdadera  fe,  por  ello,  no  se  miden  en  términos  de 
la  figuración  sino  por  quién  toma  en  serio  al  hermano  y a la  hermana  necesitados. 
La  diatriba'’  que  figura  en  2.14-26  se  malentiende  cuando  se  desprende  de  este  mar- 
co. No  se  trata  de  una  polémica  fe-obras  en  el  plano  doctrinal.  Se  trata,  a mi  pare- 
cer, fundamentalmente,  de  una  discusión  por  la  forma  en  que  se  crea  comunidad.  Por 
eso  se  inserta,  en  el  conjunto  de  la  epístola,  entre  el  texto  que  muestra  cómo  una  de- 
pendencia de  quienes  exhiben  fortuna  material  resulta  tan  dañina  como  la  de  quie- 
nes pretenden  aglutinar  alrededor  de  su  saber.  Esto  igualmente  explica  por  qué  se 
elige  la  forma  de  la  diatriba,  distribuyendo  los  argumentos  en  una  polémica  (figura- 
da o real)  entre  miembros  de  la  comunidad  (2,18).  Hay  quienes  pretenden  ganar 
prestigio  por  su  locuacidad  y exhibir  su  fe,  y por  lo  mismo  recibir  un  trato  honorífi- 
co en  la  comunidad,  sin  responder  a la  necesidad  concreta  del  hermano  o la  herma- 
na hambrienta  o con  frío  (2,15-16).  Sin  embargo  la  comunidad  no  es  edificada  con 
esta  respuesta.  Es  un  cuerpo  sin  espíritu,  porque  la  fe  que  constituye  el  cuerpo,  si  no 
es  sostenida  por  el  gesto  solidario,  la  obra  del  amor,  que  es  su  espíritu,  termina  muer- 
ta (2,26). 

Serán  his  acciones  concretas  dirigidas  al  hermano  o hermana  más  desprotegi- 
dos  las  que  construyen  el  cuerpo  de  la  comunidad  de  fe,  la  verdadera  religión  que  se 
diferencia  de  las  prácticas  mundanas  ( 1 ,26-27).  No  es  la  cortesía  brindada  al  rico,  ni 
la  admiración  que  despierta  el  maestro  locuaz,  lo  que  permite  brindar  testimonio. 
Por  el  contrario,  la  verdadera  honra  se  encuentra  en  el  pobre,  en  el  humilde.  Contra 
la  práctica  clientelista  que  honra  al  patrón,  la  fe  verdadera  se  muestra  en  quien  hon- 
ra al  hermano  más  pobre,  a la  hermana  más  débil,  al  huérfano  indefenso.  No  será  el 
prestigio  de  quien  exhibe  los  elaborados  frutos  de  una  sabiduría  letrada  lo  que  bene- 
ficia a la  comunidad,  sino  quien  humildemente  ofrece  el  fruto  de  justicia  sembrado 
para  la  paz  (3, 1 7-18).  Por  el  contrario,  la  soberbia  produce  una  lucha  por  un  puesto 
honorífico  que  desencadena  la  discordia  en  la  comunidad  y la  hace  vulnerable  a las 
pasiones. 

Por  eso,  hacerse  amigo  del  mundo  es  hacerse  enemigo  de  Dios  (4,4).  No  es 
una  actitud  sectaria  que  reclama  un  lugar  privilegiado  para  los  salvados  lo  que  mue- 
ve a Santiago  a manifestar  repetidamente  esta  actitud  de  “enemistad  con  el  mundo”. 
Lo  que  así  se  rechaza  es  la  actitud  del  mundo  dominante  con  sus  prácticas  patrona- 
les y búsquedas  de  prestigio,  que  reclama  un  lugar  privilegiado  para  los  ricos  y po- 
derosos, que  hace  halagos  de  la  sabiduría  vacía  de  amor.  En  la  medida  en  que  la  co- 
munidad remeda  esas  prácticas  se  originan  ios  pleitos  que  la  transforman,  no  ya  en 
espacio  de  la  celebración  al  Dios  de  justicia  y del  muiuo  sostén  y consuelo  fraterno, 
sino  en  corte  judicial  donde  cada  uno  se  cree  juez  de  los  demás  (4,1 1-12). 


^ La  cultura  popular  cxprc.sa  esto  en  la  copla;  “En  el  arte  de  alacranear  no  hace  falta  otra  herramien- 
ta que  tener  la  jeta  .suelta  y ocuparla  en  los  demás”.  José  Larralde,  ¡lerenda  pai  im  hijo  gaucho. 

Para  las  formas  de  aigumentación  en  Santiago,  ver  Duane  F.  Watson.  "James  2 in  light  of  Greco- 
román  shcmes  of  argumentation",  en  New  Testainent  Stiidies  39  (1993),  págs.  93-121. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


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Por  el  contrario,  el  verdadero  juez  ya  está  a las  puertas  (5,9).  Lo  que  corres- 
ponde, entonces,  es  construir  la  comunidad  sobre  bases  solidarias  que  muestren  la 
justicia  del  Dios  que  viene.  Los  párrafos  finales  de  la  carta,  que  muchos  toman  co- 
mo una  simple  acumulación  de  “consejos  útiles”,  tienen  un  elemento  en  común:  des- 
tacan el  vínculo  solidario  para  con  el  enfermo,  el  afligido,  el  ofendido,  el  sentido 
consolador  y contenedor,  y aun  redentor,  de  la  relación  comunitaria  (5,19-20).  En  la 
vida  cotidiana  de  la  comunidad,  inserta  en  un  mundo  gobernado  por  relaciones 
clientelistas  y por  luchas  por  el  prestigio,  debe  valorarse  el  gesto  solidario,  la  ora- 
ción mutua,  el  perdón  consolador.  No  mejorarán  su  situación  en  el  mundo,  ni  asegu- 
rarán los  lazos  comunitarios  aplicando  las  normas  y esquemas  que  consagran  la  in- 
justicia. El  Dios  en  el  que  han  confiado  ha  elegido  a los  pobres,  el  amor  al  necesita- 
do ha  sido  elevado  a la  categoría  de  ley  de  la  libertad.  Y ese  debe  mantenerse  como 
el  eje  de  su  fe  en  Cristo  Jesús.  No  es  confrontando  al  hermano,  sino  sosteniendo  al 
que  sufre  donde  se  muestra  la  bienaventuranza.  No  será  fácil,  y así  se  pone  a prue- 
ba la  perseverancia  profética  de  los  humildes  (5,7-1 1). 


5.  El  cuestionamiento  al  sistema  clientelar 

La  visión  de  Santiago  no  es  ingenua  o maniquea,  como  se  ha  dicho,  o de  un 
resentimiento  social  contra  los  ricos.  No  es  tampoco  un  activista  desmedido  que  des- 
confía del  valor  de  la  fe  declarada  o de  la  sabiduría  rellexiva.  Es  injusto  asimismo 
limitarlo  a la  imagen  de  un  “hombre  pragmático”  que  solo  atiende  a los  hechos.  San- 
tiago refleja,  en  la  .sencillez  y forma  directa  de  su  argumento,  una  percepción  más 
profunda  de  la  verdadera  naturaleza  de  la  vivencia  de  la  fe  en  Cristo  Jesús:  es  una 
fe  que  no  hace  acepción  de  personas,  que  no  se  guía  por  las  apariencias,  que  no  to- 
ma a la  gente  por  su  rostro,  no  se  engaña  con  las  máscaras.  Y por  ello  aparece  no 
únicamente  como  una  crítica  del  rico,  sino  como  una  crítica  al  sistema  que  justifica 
y sostiene  ideológicamente  los  modos  en  que  el  rico  se  enriquece  y abusa  del  pobre. 
Santiago  desarma  el  sustento  mismo  de  la  estructura  clientelar  y las  formas  de  en- 
tender el  honor  y la  vergüenza  en  su  sociedad.  Muestra  cómo  la  continuidad  de  las 
relaciones  patronales/clientelares  o de  las  subordinaciones  basadas  en  el  prestigio, 
no  hacen  sino  propagar  y prolongar  las  formas  del  sometimiento  y la  injusticia,  que 
matan  al  justo  sin  que  pueda  resistirlo.  Hay  que  sospechar  de  la  riqueza  del  rico  an- 
tes que  de  la  honradez  del  pobre.  Hay  que  resistir  el  temor  a la  venganza  del  magis- 
trado al  que  uno  no  halaga  con  una  cortesía  aduladora.  Hay  que  mostrar  la  sabidu- 
ría en  la  capacidad  de  resolver  el  hambre  y el  frío  del  hermano  o hermana  necesita- 
dos. De  esto  se  trata  la  perseverancia  profética. 

Con  las  variaciones  inevitables  de  los  tiempos  y lugares,  las  prácticas  cliente- 
listas  y la  búsqueda  de  prestigio,  hoy  leídas  como  “imagen  pública”,  siguen  nutrien- 
do la  política  y economía  de  nuestro  mundo,  principalmente  en  el  ámbito  de  nues- 
tra América  Latina.  El  texto  de  Santiago  nos  ayuda  a comprender  los  modos  de  per- 
petuación de  las  injusticias  en  lo  que  es  publicitado  como  un  camino  de  repararlas: 
la  generosidad  de  los  políticos  en  campaña,  las  dádivas  de  los  que  han  acumulado 
más  allá  de  toda  posibilidad  de  consumo,  los  cálculos  fríos  de  los  que  comercian  con 
el  alimento  del  pueblo,  ofrecidos  como  recetas  estabilizadoras,  lejos  de  aligerar  los 


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NESTOR  O.  MIGUEZ.  Ricos  y pobres:  relaciones  clientelares  de  la  Carta  de  Santiago 


sufrimientos  del  pobre  o proyectar  un  futuro  mejor,  no  hacen  sino  asegurar  la  conti- 
nuidad de  un  sistema  que  ha  extremado  las  diferencias  entre  ricos  y pobres. 

Desgraciadamente,  contra  la  exhortación  de  Santiago,  las  iglesias  cristianas 
han  incorporado  esos  mismos  elementos  de  clientelismo  social,  búsqueda  de  presti- 
gio, locuacidad  vacía,  en  su  propia  vida.  Y en  la  medida  en  que  las  prácticas  clien- 
telares y las  actitudes  discriminatorias  se  instalan  en  la  comunidad  de  fe  y organizan 
su  vida,  ésta  pierde  su  valor  testimonial,  no  importa  qué  declare  de  labios  para  afue- 
ra. Ello  ha  acallado  su  capacidad  profética,  su  fuerza  para  transmitir  el  mensaje  de 
una  fe  en  Cristo  sin  distinción  de  personas.  Esto,  lejos  de  opacar  el  mensaje  de  este 
texto,  lo  hace  más  pertinente.  Por  que  nos  obliga  a examinar  nuestras  prácticas,  tan- 
to sociales  como  eclesiales,  para  descubrir  el  núcleo  de  discriminación  subyacente, 
discriminación  que  termina  justificando  los  prejuicios,  las  injusticias,  la  muerte  del 
inocente.  Antes  bien,  la  existencia  de  una  comunidad  solidaria,  que  honra  al  pobre 
antes  que  al  rico,  que  sostiene  a la  viuda  y al  huérfano,  que  acompaña  al  enfermo  y 
consuela  al  que  sufre,  refleja  la  elección  de  Dios  y anuncia  su  Reino,  entroniza  la 
perfecta  ley  de  la  libertad. 


Néstor  O,  Míguez 

Camaciiá  252 
1406  Buenos  Aires 
Argentina 


PAULO  NOGUEIRA 


LA  DIGNIDAD  DEL  POBRE  EN  UNA 
SINAGOGA  CRISTIANA  DE  LA  DIASPORA 
Un  ejemplo  de  seguimiento  de  la  Torá 
en  el  cristianismo  primitivo 


Resumen 

La  comunidad  de  Santiago  sufría  ataques  contra  su  dignidad  en  una  sociedad  que  os- 
tentaba riqueza  v estatus  social.  Esta  forma  de  sentir  la  opresión  se  concretizaba  en 
el  juicio  de  los  tribunales,  siempre  desfavorables  a la  comunidad.  Frente  a esta  si- 
tuación de  humillación  e injusticia  la  comunidad  redescubre  en  las  tradiciones  bíbli- 
cas, principalmente  en  la  Torá,  el  elemento  que  protege  a sus  miembros  y los  distin- 
gue de  la  sociedad. 

Abstract 

The  community  of  James  was  suffering  attacks  on  its  dignity’  in  a society  which  made 
a conspicuous  display  ofwealth  and  social  status.  This  way  of  experiencing  oppres- 
sion  becanie  concrete  in  the  veredicts  ofthe  courts,  which  were  regula rly  unjavora- 
ble  to  the  community.  Faced  with  this  sitiiation  of  humiliation  and  injustice  the  com- 
munity rediscovers  in  Biblical  traditions,  especially  those  of  the  Torah,  that  which 
protects  them  and  distinguishes  themfrom  the  larger  society. 


La  investigación  exegética  moderna  trabajó  con  una  caracterización  prematu- 
ra y nada  flexible  de  la  comunidad  cristiana  de  los  orígenes.  Se  creyó,  y todavía  se 
cree,  que  los  primitivos  cristianbs  formaban  un  grupo  tan  cohesionado  y delimitadle 
en  sus  expresiones  y prácticas  religiosas,  que  la  relación  de  dependencia  y de  inter- 
cambio con  su  telón  de  fondo  histórico-cultural  era  tan  frágil  que  este  grupo  podía 
casi  que  ser  cirúrgicamente  cortado  de  estas  relaciones  de  un  dado  momento  hacia 
adelante.  Se  presupuso  que  los  cristianos  podían  ser  comprendidos  de  forma  separa- 
da de  su  grupo  de  referencia:  la  sinagoga  judaica.  Esta  afirmación  es  hecha  a pesar 
del  hecho  de  que  buena  parte,  si  no,  hasta  cierto  período,  la  mayoría  de  los  cristia- 
nos, fueron  judíos  o “temerosos  de  Dios”  y de  que,  con  independencia  de  la  relación 
étnica  con  el  judaismo,  era  de  éste  que  derivaban  los  símbolos  con  los  cuales  cons- 
truirían su  nueva  comprensión  del  mundo.  También  se  considera  poco  el  hecho  de 
que  la  organización  social  y simbólica  de  los  primeros  cristianos  estaba  ligada  de 
manera  íntima  con  modelos  de  la  sinagoga  judaica.  A esta  inconsecuencia  metodo- 
lógica la  siguen  posturas  históricas  inadmisibles  como  la  de  afirmar  que  ya  en  los 
años  setenta,  cristianos  y judíos  estuviesen  muy  avanzados  en  el  proceso  de  delimi- 


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PAULO  NOGUEIRA,  La  dignidad  del  pobre  en  una  sinagoga  cnstiana  de  la  diáspora 


tación  institucional  que  habría  cortado  casi  que  definitivamente  los  lazos  con  la  si- 
nagoga. Esta  afirmación  es  hecha  sin  tener  en  consideración,  o valorando  mal,  usos 
de  tradiciones  escatológicas,  sapienciales  y parenéticas  judías,  formas  literarias, 
aparte  de  otros  usos  lingüísticos  más  comunes,  sin  contar  los  cruzamientos  en  lo  co- 
tidiano. 

La  posición  que  hemos  caracterizado  no  solo  dificulta  la  comprensión  de  los 
orígenes  cristianos  frente  a su  contexto  judío,  sino  que  dificulta  asimismo  la  com- 
prensión de  los  escritos  neotestamentarios  que  más  se  asemejan  a éste.  Un  buen 
ejemplo  es  la  incomodidad  de  buena  parte  de  la  ciencia  exegética  frente  a la  Carta 
de  Santiago.  Sus  características  nítidamente  judías  la  transformaron  en  una  especie 
de  cuerpo  extraño  del  cristianismo  primitivo.  Ella  carecería  de  una  forma  literaria 
definida,  de  piedad  profunda  (por  faltarle  los  elementos  “clásicos”  de  la  cristología) 
y de  organización  semántica  estructural,  además  de  parecer  un  escrito  bastante  pres- 
cindible, de  aquellos  sobre  los  cuales  se  pregunta  qué  hacen  en  el  Nuevo  Testamen- 
to. Como  SI  fuese  incomprensible  que  un  escrito  con  tantos  elementos  familiares  de 
la  cultura  bíblica  intertestamentaria,  característicos  de  un  escrito  de  la  diáspora, 
aparte  de  llamativas  semejanzas  con  el  Evangelio  de  Mateo  y con  el  Pastor  de  Her- 
mas, tuviese  un  mínimo  de  aceptación.  Incluso  los  contrastes  con  la  literatura  pau- 
lina — que  de  modo  alguno  queremos  enmascarar  en  este  ensayo — nos  permiten  vi- 
sualizar una  comunidad  (y  su  autor  o autora)  que  debatía  cuestiones  centrales  de  la 
teología  de  la  diáspora  y del  cristianismo  emergente. 

En  este  artículo  nos  gustaría  hacer  un  breve  ejercicio  en  el  sentido  de  insertar 
la  Carta  de  Santiago  en  la  historia  del  cristianismo  primitivo,  y éste  vinculado  de 
modo  estrecho  a la  historia  de  la  diáspora  judía,  discutiendo  su  uso  de  la  ley.  Nues- 
tra hipótesis  es  que  el  uso  de  la  ley  por  parte  de  Santiago  es  profundamente  conven- 
cional, o sea,  que  la  Torá  mencionada  diversas  veces  en  Santiago  es  la  Torá  judía,  la 
tan  temida  “ley”,  nada  más  y nada  menos.  Queremos  mostrar  una  comunidad  cris- 
tiana profundamente  apegada  a la  Torá.  En  seguida  nos  gustaría  ilustrar  la  función 
de  la  Torá  en  esta  comunidad  específica  de  la  diáspora. 


1.  La  práctica  de  la  ley  perfecta,  la  ley  de  la  libertad 

La  Carta  de  Santiago  aparece  como  un  escrito  de  la  diáspora.  Ya  en  el  pri- 
mer verso  el  autor,  quien  se  presenta  como  ¡ákobos,  o “siervo  de  Dios  y del  Señor 
Jesucristo”,  destina  su  escrito  a las  “doce  tribus  que  se  encuentran  en  la  disper- 
sión” (diáspora).  Es  posible  que  con  el  nombre  pseudoepigráfico  del  autor  de  la 
carta  ya  tengamos  una  referencia  a la  Torá,  esto  si  consideramos  que  Santiago,  el 
hermano  del  Señor,  autoridad  de  referencia  en  Jerusalén,  era  un  “teólogo  de  la  To- 
rá”. Asimismo  podemos  considerar  el  nombre  Santiago  como  un  juego  “de  escri- 
ba” en  el  cual  Santiago  (Icíkohos)  refería  a Jacob,  el  patriarca  de  las  “doce  tribus” 
mencionadas  en  el  primer  versículo.  En  este  sentido,  el  autor  estaría  indicando  de 
forma  “enigmática”  la  comprensión  de  este  grupo  como  comunidad  inserta  en  el 
Israel  de  las  doce  tribus,  en  diáspora'. 


* Cf.  Frankcnmoelle,  H.  Der  Brief  des  Jacohits.  Kapitel  1 (OcThK  17/1).  Guetcrsioh,  Guctersioher 
Verlagshaus,  1994,  pág.  I3I. 


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El  elemento  de  la  diáspora  no  es  nuevo.  Otras  comunidades  cristianas  del 
mundo  greco-romano  también  se  auto-comprendían  como  comunidades  de  la  diás- 
pora, en  analogía  a las  comunidades  judías  en  el  extranjero.  Este  es  el  dato  socio- 
histórico  concreto.  Así  eran  las  comunidades  paulinas,  por  ejemplo.  No  obstante,  lo 
interesante  no  es  apenas  observar  que  se  trataba  de  cristianos  residentes  fuera  de  Pa- 
lestina con  modelos  de  organización  comunitaria  de  la  diáspora  judía.  Vale  consta- 
tar que  comunidades  enteras  hacían  de  esta  forma  judía  de  organización  los  símbo- 
los teológicos  con  los  cuales  buscaban  construir  identidad.  Este  es  el  caso  de  la  Car- 
ta a los  Efesios,  escrito  postpaulino  de  los  años  noventa,  donde  cristianos  reconoci- 
damente extranjeros  (Ef.  2,19)  son  considerados  “conciudadanos”  (sumpolitai).  Es- 
ta terminología  indica  que  estarían  adoptando  y adaptando  el  modelo  de  los  politeiu- 
niata  judíos  de  la  diáspora,  los  cuales  formaban  micro-sociedades  semi-indepen- 
dientes,  regidos  por  leyes  propias. 

El  mismo  modelo  de  comunidad  de  diáspora,  y de  ficción  de  autoría,  halla- 
mos en  la  Primera  Carta  de  Pedro.  En  el  primer  verso,  Pedro,  aquel  que  se  encuen- 
tra en  “Babilonia”  (5,13),  saluda  a los  cristianos  que  son  forasteros  (parepideinoi,  en 
2,1 1 : paroikoi  kai  parepideinoi,  “extranjeros  y forasteros”)  de  la  dispersión  (diáspo- 
ra) de  todas  las  provincias  romanas  de  Asia  Menor.  La  juntura  de  la  situación  de 
diáspora  con  la  localización  ficticia  del  autor  en  “Babilonia”,  muestra  que  estos  cris- 
tianos usaban  el  imaginario  de  comunidad  judía  dispersa  para  entender  la  suya  pro- 
pia de  personas  extranjeras  y peregrinas^.  En  combinación  con  el  tema  del  “ser  ex- 
tranjero” estos  textos  tienen  en  común  la  parénesis  de  soportar  sufrimientos.  Este 
paralelo  es  fácil  de  observar  en  1 Pedro  y en  Santiago.  En  la  secuencia  de  la  intro- 
ducción de  la  carta  leemos:  “hermanos  míos,  tened  por  motivo  de  toda  alegría  el  pa- 
sar por  varias  pruebas...”  (St.  1,2).  Este  pasaje  de  la  evocación  de  la  diáspora  para 
una  situación  de  sufrimiento  conduce  a la  primera  sección  de  la  Carta  de  Santiago, 
que  creo  se  constituye  en  una  guía  de  lectura  de  toda  la  carta.  Parece  que  en  este  pri- 
mer párrafo  (1,1-21)  los  temas  centrales  de  la  carta  ya  son  mencionados  de  manera 
telegráfica: 

a)  paciencia  en  las  pruebas; 

b)  la  búsqueda  de  la  sabiduríar 

c)  la  necesidad  de  ser  íntegro  (no  titubeante  = no  ser  dipsicbos)\ 

d)  el  contraste  entre  el  rico  y el  humilde; 

e)  la  famosa  relación  entre  oír  y practicar  la  palabra  (y  sus  variantes). 

Esta  ligazón  entre  la  situación  de  la  comunidad,  que  parece  ser  indicada  con 
la  referencia  a la  diáspora  y a la  situación  de  prueba,  y el  resto  del  argumento  de  la 
carta  que  construye  un  ethos  de  sufrimiento  de  diáspora  con  elementos  bastante  “ex- 
traños” y no  tan  directamente  derivables  de  la  situación  social  — como  “alegría  en 
las  pruebas”,  “no  ser  de  corazón  doble”  y el  conflicto  entre  el  simple  oír  y el  prac- 
ticar— , muestran  la  interacción  dinámica  entre  la  realidad  y el  elhos  social.  La  rea- 


^ Más  sobre  el  estatus  y la  autocomprensión  de  los  cristianos  como  extranjeros  en  Elliott.  J.  H.  Un 
¡ar  para  quem  nao  tein  casa,  ¡nterpretagao  sociológica  da  primeira  carta  de  Pedro.  Sao  Paulo,  Pau- 
linas, 1985.  Además  de  las  expresiones  relativas  a la  diáspora,  judíos  y cristianos  usaban  para  definir 
identidad  de  grupos  metáforas  relativas  al  Templo  (“sacerdotes  reales”),  al  ámbito  familiar  (“familia 
de  Dios”)  y al  cuerpo  (en  analogía  a la  ideología  romana  del  imperio  como  un  cuerpo). 


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PAULO  NOGUEIRA,  La  dignidad  del  pobre  en  una  sinagoga  ciistiana  de  la  diáspora 


lidacl  es  penclracia  por  un  complejo  simbólico  relativamente  autónomo  y creativo  en 
relación  a ésta,  mientras  que,  al  mismo  tiempo,  sus  temas  y motivaciones  parecen 
marcados  en  profundidad  por  la  primera.  La  prueba  es  la  realidad  cotidiana,  pero  en 
la  religión  ella  se  transforma  en  otra  cosa,  en  algo  con  que  alegrarse.  Explicar  esta 
frase  como  mera  forma  de  resistencia  no  ayuda  mucho.  Es  necesario  entrar  en  la  ló- 
gica simbólica  de  este  texto,  en  sus  redes  de  significados  hasta  llegar  a percibir,  des- 
de el  punto  de  vista  del  texto,  cuan  exótica  es  nuestra  postura  de  desesperación  fren- 
te a la  prueba.  ¿Cómo  llevar  a cabo  esta  tarea?  ¿Es  posible  “traducir”  el  mundo  de 
Santiago?’. 

Llegamos  de  esta  forma  al  gran  bloque  donde  la  ley  es  mencionada  varias  ve- 
ces. Este  bloque  .se  extiende  de  1,22  a 2,26  y sus  subunidades  trabajan  los  siguien- 
tes temas: 

a)  el  contraste  entre  el  oír  y practicar  la  palabra; 

b)  la  “religión  pura”; 

c)  la  distinción  de  personas  en  la  sinagoga; 

d)  la  unidad  entre  hablar  y hacer; 

e)  el  contraste  entre  la  fe  y las  obras. 

Se  trata  de  un  párrafo  marcado  por  contrastes,  estilo  polémico  y que  tiene, 
tanto  en  el  argumento  como  en  los  ejemplos  tratados,  el  objetivo  de  conducir  a una 
acción  correcta,  la  acción  adecuada  para  tiempos  de  diáspora.  En  un  párrafo  donde 
la  acción  adecuada  es  tema  central,  la  ley  no  podría  dejar  de  estar  presente. 

Su  primera  aparición  ocurre  en  1,25.  El  contexto  del  argumento  es  la  oposi- 
ción propuesta  por  el  autor  entre  el  practicar  la  palabra  y el  oírla  (1,22-24).  El  asun- 
to que  motivó  esta  discusión  fue  la  exhortación  contra  la  ira  (1,19-20).  Luego  viene 
la  promesa  de  bendición  para  el  que  practica  la  palabra,  y en  seguida  la  palabra  es 
sustituida  por  “ley  perfecta,  ley  de  la  libertad”: 

Pero  aquel  que  considera  atentamente  la  ley  perfecta  (nomon  teleion),  ley  de  la  liber- 
tad (ton  tes  eleiitherias)  y en  ella  persevera,  no  siendo  oyente  negligente  sino  pode- 
roso practicante,  éste  será  bienaventurado  en  lo  que  realice  (1,25). 

En  la  secuencia  el  texto  propone,  como  contraste  a los  males  de  la  lengua  y 
a las  contaminaciones  del  mundo,  la  práctica  de  la  religión  pura  (tlireskeia  katlia- 
rd)  que,  en  la  lógica  propuesta  por  el  texto,  adquiere  también  un  contorno  bien  de- 
finido: 

...visitar  a los  huérfanos  y a las  viudas  en  sus  tribulaciones  [aquí  el  autor  sagazmen- 
te retorna  al  tema  inicial  de  las  “pruebas”,  variando  el  término  por  “tribulacione.s”]  y 
conservarse  a sí  mismo  incontaminado  del  mundo. 

De  este  modo  tenemos  un  contexto  de  discusión  sobre  la  práctica  de  la  “pala- 
bra” o de  la  “religión  pura”  que  nos  conduce  al  tema  de  la  ley. 


Uso  el  término  “traducir”  tal  como  es  sugerido  por  Geertz.  C.  O saber  local.  Novas  ensaios  et^i  an- 
iropologia  interpretativa.  Petrópolis,  Vozes,  1999  (2a.  ed.).  pág.  20:  “...no  significa  simplemente  re- 
modelar la  forma  que  otras  personas  tienen  de  expresa'", e en  términos  de  nuestras  formas  de  expresión 
(éste  es  el  tipo  de  ejercicio  en  el  que  las  cosas  se  pieruen).  pero  sí  mostrar  la  lógica  de  sus  formas  de 
expresión  con  nuestra  fraseología". 


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Me  gustaría  citar  un  comentario  acerca  del  significado  de  la  ley  en  este  con- 
texto: 

Como  es  evidente  en  el  contexto,  y también  de  una  comparación  con  2,8,  la  “ley”  aquí 
se  refiere  al  evangelio  o a la  palabra  de  salvación  a la  cual  el  autor  se  refirió  repeti- 
damente en  el  pasaje  anterior  (vv.  18-24).  El  hecho  de  que  el  evangelio  es  llamado 
“ley”  no  envuelve  ninguna  tentativa  de  observancias  externas,  sino  que  es  movido  por 
el  deseo  de  superar  el  celo  nacionalístico  judío  por  la  ley  y presentar  el  evangelio  de 
amor  como  la  ley  verdadera". 

He  escogido  este  ejemplo,  no  por  formar  parte  de  los  más  actuales  comenta- 
rios a Santiago  -en  verdad  es  de  la  década  de  los  sesenta-,  sino  solamente  por  ser,  tal 
vez,  el  que  en  este  párrafo  mejor  representa  la  postura  que  intenta  hacer  perder  las 
características  de  la  ley.  El  autor  presupone  que  detrás  de  la  palabra  “ley”  tenernos 
el  evangelio.  El  deriva  su  comprensión  de  ley  como  evangelio  del  hecho  de  que 
“ley”  en  el  texto  equivale  a “palabra  de  salvación”,  como  dice  el  propio  texto  en 
1,21:  “palabra  sembrada  en  vosotros,  la  cual  es  poderosa  para  salvar  vuestras  al- 
mas”. La  “palabra  de  Dios”  es  una  expresión  en  el  cristianismo  primitivo  que  equi- 
vale a la  predicación  (ver  por  ejemplo  Hch.  8,12;  Gál.  6,6).  Santiago  1,18  también 
refleja  este  uso  al  decir  que:  “según  su  querer,  él  nos  engendró  por  la  palabra  de  ver- 
dad, para  que  fuésemos  como  las  primicias  de  sus  criaturas”. 

Pero  el  hecho  de  que  “palabra”  pueda  ser  en  Santiago  una  expresión  para 
“predicación”  o “anuncio  de  salvación”  y de  asociarla  claramente  a “ley  perfecta”  y 
“ley  de  libertad”,  es  un  dato  de  especial  valor  para  la  comprensión  de  los  términos, 
que  no  puede  conducir  a conclusiones  apresuradas  y afirmar  que  se  trata  del  “evan- 
gelio de  amor  como  ley  verdadera”.  El  texto  no  permite  esta  conclusión  de  manera 
tan  automática.  Mucho  menos  legítima  es  la  tentativa  del  autor  arriba  citado  de  re- 
futar lo  que  él  llama  “el  celo  nacionalístico  judío  por  la  ley”.  Como  si  ésta  fuera  la 
intención  del  texto  de  Santiago. 

El  primer  paso  del  intérprete  bíblico  es  preguntarse  qué  significa  la  reunión 
de  “ley”  y “palabra”  en  este  contexto.  Puede  ser  que  él  esté  proponiendo  la  práctica 
de  la  palabra  como  parte  o equivalente  á la  práctica  de  la  ley.  O que  su  predicación 
de  la  salvación  esté  incluyendo  también  la  práctica  de  la  Torá,  que  es  camino  de  vi- 
da en  el  judaismo.  La  referencia  “a  las  viudas  y a los  huérfanos”  apunta  en  esta  di- 
rección. No  podemos  presuponer  que  la  ley  sea  incompatible  con  la  salvación  para 
todos  los  cristianos,  como  si  ella  fuese  un  instrumento  de  opresión.  Pablo  parece 
quedar  superdimensionado.  Si  para  él  la  ley  era  un  obstáculo  para  la  convivencia  en- 
tre cristianos  gentiles  y cristianos  judíos  en  algunas  comunidades,  esto  no  significa 
que  para  los  demás  cristianos  la  ley  y la  salvación  fueran  cosas  excluyentes,  lo  que 
tampoco  parece  haber  sido  siempre  el  caso  en  Pablo. 

Un  manuscrito  de  Qumrán  publicado  en  los  últimos  años,  la  llamada  Carta 
Haláquica  (4QMMT),  muestra  un  concepto  de  ley  muy  interesante.  Se  trata  de  una 
carta  con  instrucciones  haláquicas  sobre  cuestiones  de  pureza.  Al  final  el  autor  anun- 
cia tiempos  de  bendiciones  y maldiciones  futuras  y exhorta  a que  los  lectores  com- 
prendan “el  libro  de  Moisés  [y  las  palabras  de  los  projfetas  y de  David...  [y  las  cró- 


^ Reicke,  Bo.  T/ie  Episiles  of  James,  Peter  and  Jude.  (Anchor  Biblc).  New  York,  Doubleday,  1964, 
pág.  23.  La  traducción  es  mía. 


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PAULO  NOGLIEIRA.  La  dignidad  del  pobre  en  una  sinagoga  cristiana  de  la  diáspora 


nicas)  |de  caci|a  generación”  (95).  Hl  texto  prosigue  recordando  momentos  en  la  his- 
toria de  Israel  y ejemplos  de  seguimiento  de  la  Tora  y del  perdón  de  Dios  a aquellos 
cjue  lo  suplican.  La  Tora  es  explícitamente  relacionada  con  la  salvación: 

...recordad  a los  reyes  de  Israel  y considerad  sus  obras,  cómo  aquel  que  dentro  de 
ellos  respetó  (la  Tora]  fue  librado  de  sus  angustias;  los  que  buscaron  la  Tora  [les  fue- 
ron perdonados]  sus  pecados.  Recordad  a David,  uno  de  los  piadosos,  y también  él 
fue  librado  de  sus  muchas  angustias  y fue  perdonado.  Y también  nosotros  te  e.scribi- 
mos  algunos  de  los  preceptos  de  la  Tora  c|ue  pensamos  buenos  para  ti  y para  tu  pue- 
blo. Considerad  todas  estas  cosas  y busca  delante  de  él  que  él  confirme  tu  consejo  y 
aparte  de  ti  la  maquinación  malvada  y el  consejo  de  Belial,  de  manera  que  puedas  ale- 
grarte en  el  final  del  tiempo  del  descubrimiento  de  que  algunas  de  nuestras  palabras 
son  verdaderas.  Y te  será  contado  en  justicia  cuando  hicieres  lo  que  es  recto  y bueno 
delante  de  él,  para  tu  bien  y para  Israel  (4QMMT  I09-1 18)\ 

En  este  texto  nos  es  presentada  una  comprensión  de  la  Tora  que  trae  salvación 
y perdón.  Quien  observó  la  Tora  fue  liberado  de  sus  angustias,  sus  pecados  fueron 
perdonados.  La  práctica  de  la  Justicia  relacionada  con  la  Tora  es  “contada  como  jus- 
ticia” (este  campo  semántico  recuerda  a Pablo)^  No  se  trata  de  obras  meritorias.  Lo 
que,  además,  parece  ser  una  concepción  extraña  al  Judaismo  (probablemente  es  una 
concepción  tardía  cristiana).  Lo  que  nos  desconcierta  en  este  pasaje  es  el  hecho  que 
él  sigue  a una  descripción  detallada  de  instrucciones  haláquicas  en  relación  con  las 
ofrendas  para  el  sacrificio  en  el  Templo,  acerca  de  los  relacionamientos  con  extran- 
jeros, la  pureza  de  los  líquidos,  etc.,  en  fin,  acerca  de  cómo  mantener  la  pureza  de 
Jerusalén  y del  Templo.  Las  temidas  prácticas  rituales  y los  elementos  que  diferen- 
cian la  cultura  judía  de  las  culturas  extranjeras  están  allí,  junto  a la  Torá  como  cami- 
no de  salvación. 

No  soy  de  la  opinión  de  que  exactamente  este  concepto  de  Torá  haya  sido  cul- 
tivado en  la  Carta  de  Santiago.  En  Santiago  faltan  elementos  haláquicos  más  espe- 
cíficos, aparte  de  que  la  preocupación  por  la  pureza  del  Templo  no  tenía  ya  más  sen- 
tido después  del  70  d.  C.  Sin  embargo  es  un  ejemplo  de  cómo  la  Torá  era  interpre- 
tada de  forma  salvífica  por  judíos  contemporáneos  a los  inicios  del  cristianismo’.  Es 
posible  que  grupos  cristianos  enteros  cultivaran  una  piedad  de  la  Torá  semejante.  En 
verdad,  la  posición  de  Pablo,  por  lo  menos  en  un  primer  momento,  es  que  ella  des- 
viante. 


5 García  Martínez,  F.  Textos  de  Qumran.  Edigño  fiel  e completa  dos  Documentos  do  Mar  Morto.  Pe- 
trópolis,  Vozes,  1995,  pág.  122.  Compárese  con  Eisenman,  R.  & Wise,  M.  A descoberta  dos  Manus- 
critos do  Mar  Morto.  Trimeira  tradugao  e interpretagdo  completa  de  cinquenta  documentos-chave 
vuardados  lid  mais  de  35  anos.  Rio  de  Janeiro.  Ediouro,  1994.  pág.  208. 

” Véase  más  en  Berger,  K.  Qumran  e Jesús.  Urna  verdade  c.scondida?  Pelrópolis,  Vozes,  1994,  págs. 
106-111. 

^ Cf.  la  interesante  nota  de  la  colección  “Biblia  Passo  a Passo”:  “Para  nuestra  mentalidad,  ¡ley  no 
rima  con  ‘libertad'!  Pero  para  los  israelitas,  la  Ley  fue  el  gran  don  de  Dios  con  vistas  a la  liberación: 
los  enseñó  a vivir  como  gente  y como  hermanos,  a ser  un  pueblo  (Dt,  4,5-8).  Era  sabiduría  ( 1.19).  En- 
señaba a caminar  en  el  camino  del  Señor,  siendo  luz  para  los  pasos  (Sal.  1 19).  Observemos,  por  otra 
parte,  que  nuestro  término  ‘ley’  traduce  muy  mal  la  paLora  hebrea  torá,  que  significa  enseñanza,  ins- 
trucción y orientación”,  Konings,  J.  & Krull.  W.  Cartas  de  Tiago,  Pedro  e Judas.  Sao  Paulo,  Loyola, 
1995,  pág.  15. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BIBLICA  LATINOAMERICANA.  No.  31 


105 


Si  nuestra  propuesta  es  coiTecta,  Santiago  no  es  el  único  en  considerar  la  To- 
ra judía  de  modo  positiva.  Su  semejanza  con  Mateo,  y en  especial  con  el  Sermón  del 
Monte,  es  notoria.  Esta  cercanía  de  Santiago  con  el  Evangelio  de  Mateo  llevó  a con- 
jeturar que  la  “ley  perfecta,  de  la  libertad”,  fuese  el  propio  Sermón  de  la  Montaña\ 
También  hallamos  vestigios  de  grupos  cristianos  apegados  a la  ley  en  círculos  post- 
paulinos, como  es  el  caso  de  los  grupos  excluidos  de  las  Epístolas  Pastorales  (Tt. 
3,9:  “disputas  sobre  la  ley”)  y de  la  Carta  a los  Colosenses  (Cl.  2,16-23).  No  obstan- 
te, la  proximidad  de  Santiago  con  el  Sermón  del  Monte  debe,  en  verdad,  conducir- 
nos a otra  conclusión:  que,  al  igual  que  Mateo,  Santiago  tiene  a la  Torá  en  alta  esti- 
ma. La  carta  la  interpreta  para  su  tiempo,  pero  también  la  considera  obligatoria  pa- 
ra los  cristianos. 


2.  Observar  la  Torá  en  tiempos  de  opresión  en  Santiago  2,1-13 

En  este  texto  podremos  visualizar  el  uso  de  la  Torá  y su  función  en  la  auto- 
comprensión  de  este  grupo  en  la  sociedad.  El  relaciona  la  Torá  y su  práctica  con  un 
caso  concreto  que  es  clave  para  que  comprendamos  cl  mundo  social  en  que  los  lec- 
tores de  la  Carta  de  Santiago  estaban  insertos. 

Antes  de  iniciar  esta  discusión,  hagamos  algunas  observaciones  de  forma  y de 
.semántica  sobre  el  texto.  Trataremos  la  forma  del  texto  en  sus  dos  partes. 

Su  primera  parte  (2,1-7)  es  estructurada  de  la  siguiente  manera: 

— ”Mis  hermanos”  + imperativo,  v.  1. 

— Narración  de  un  caso,  vv.  2-3. 

—Pregunta  1,  v.  4. 

— "Mis  amados  hermanos”,  v.  5a. 

— Pregunta  2,  v.  5b. 

— Afirmación  central:  “vosotros  deshonráis  al  pobre”,  v.  6a. 

— Pregunta  3,  v.  6b. 

— Pregunta  4,  v.  7. 

La  introducción  de  las  unidades  con  “mis  hermanos”  es  parte  de  la  estrategia 
comunicativa  de  la  carta.  Ella  intenta  crear  una  relación  de  apertura  respecto  al  tex- 
to. Puede  asimismo  ser  señal  de  intimidad  y de  autoridad  del  autor  (o  autora)  para 
con  la  comunidad.  La  versión  aumentada  “mis  amados  hermanos”  (2,5)  tiene  por 
objetivo  despertar  nuevamente  la  atención  del  lector  y dar  relevancia  a lo  que  sigue. 
Contamos  un  total  de  trece  expresiones  “mis  hermanos”  y sus  variantes  en  la  carta. 

El  texto  comienza  con  un  imperativo:  “No  tengáis  la  fe  en  Jesucristo  de  la 
honra  [¿que  atribuye  honra?]  en  diferenciación  de  personas”.  Este  es  seguido  por 
una  narración  ficticia,  casi  caricaturesca  (véase  cómo  es  caracterizada  la  vestimen- 
ta de  cada  personaje  y lo  que  es  dicho  a cada  uno  de  ellos).  La  narrativa  es  antitéti- 
camente paralela.  Los  casos  son  narrados  con  la  misma  secuencia:  la  persona  entra, 
es  descrita  su  vestimenta,  le  es  dado  el  lugar  que  le  corresponde. 


8 


Fraiikenmopllc'.  on.  ril..  náe.  3.SI.  citando  la  oninion  de  O Boerher 


106 


PAULO  NOGUEIÍ^A,  l.a  dignidad  del  pobre  en  una  sinagoga  cnstiana  de  la  diáspora 


Seguidamente  son  hechas  cuatro  preguntas;  todas  tienen  carácter  retórico,  o 
sea,  sus  respuestas  son  obvias.  Esto  resalta  el  contenido  provocador  del  texto.  Entre 
las  dos  primeras  preguntas  y las  dos  últimas  viene,  por  tanto  en  lugar  destacado,  la 
acusación:  “vosotros  sin  embargo  deshonráis  al  pobre”  (v.  6a).  Esta  es  la  conclusión 
de  la  historia  narrada.  La  historia  es  ficticia,  pero  también  es  paradigmática.  Por  de- 
trás de  esta  acusación  directa,  el  imperativo  que  abre  la  perícopa  gana  en  fuerza. 

La  segunda  parte  del  texto  (2,8-13)  tiene  una  estructura  menos  transparente, 
no  obstante  podría  ser  descrita  de  la  siguiente  manera: 

— Primera  alternativa:  “si  ob.scrváis  la  ley  regia”  + cita  de  la  Escritura,  v.  8. 

— Segunda  alternativa:  “si  hacéis  acepción...”,  v.  9. 

— Máxima:  “tropieza  en  un  punto...  es  culpado  de  todos”  + dos  citas  de  la  Es- 
critura (del  Decálogo),  vv.  10-11. 

— Imperativo:  unidad  de  hablar  y obrar  bajo  la  ley  de  la  libertad,  v.  12. 

— Juicio  X misericordia,  v.  13. 

El  texto  prosigue  la  temática  de  la  primera  parte  que  es  la  “distinción  de  per- 
sonas”, en  este  caso,  entre  pobre  y rico.  Su  estrategia  es  la  polarización.  Lv.  19,18, 
“amarás  a tu  prójimo  como  a ti  mismo”,  considerado  uno  de  los  más  importantes 
mandamientos  de  la  ley  en  el  tiempo  del  Nuevo  Testamento'*,  es  contrapue.sto  al  “ha- 
cer distinción  de  personas”.  No  hay  término  medio.  Los  primeros  observan  la  “ley 
regia”,  ios  segundos  transgreden  la  ley. 

En  la  secuencia  viene  la  máxima,  de  difícil  comprensión  para  nosotros  e ima- 
gino que  sea  exótica  para  los  sistemas  Jurídicos  occidentales,  de  que  transgredir  un 
mandamiento  equivale  a transgredir  la  totalidad.  Hay  una  concepción  orgánica  de  la 
ley,  no  son  meras  reglas  de  las  cuales  se  observa  algunas  y otras  no.  Es  interesante 
notar  que  la  misma  lógica  es  adoptada  por  Pablo  (Gál.  5,3:  “todo  hombre  que  se  de- 
ja circuncidar...  está  obligado  a guardar  toda  la  ley”)  y por  el  Evangelio  de  Mateo 
(Mt.  5,19,  la  prohibición  de  “violar  el  menor  de  los  mandamientos”).  Si  Pablo  usa 
este  argumento  para  eximir  a sus  lectores  de  la  observancia  de  la  ley,  Mateo  y San- 
tiago permanecen  unidos  en  su  concepción  de  la  observancia  integral  de  la  ley.  Qui- 
zá el  objetivo  de  esta  máxima  sea  relacionar  la  “distinción  de  personas”  con  el  “ma- 
tar” (plwnein),  pero  sagazmente  el  autor  relaciona  la  prohibición  del  adulterio  con 
la  del  asesinato.  Juntando  los  dos  mandamientos  del  Decálogo.  Se  trata  de  una  inter- 
pretación radicalizante  de  la  ley.  Del  mismo  modo  que  en  el  Sermón  de  la  Montaña 
Jesús  amplía  el  .sentido  de  “cometer  adulterio”  (5,27-32,  ampliado  en  el  deseo)  o de 
“matar”  (5,21-26,  ampliado  en  la  ira),  Santiago  amplía  el  “matar”  con  la  discrimi- 
nación del  pobre. 

Einalmente,  el  texto  presenta  el  imperativo  de  “hablar  y hacer”  en  la  perspec- 
tiva de  quien  es  Juzgado  por  la  ley  de  la  libertad.  El  tema  hablar/hacer  se  liga  con 
toda  la  temática  anterior  (con  su  variación  “oír  x hacer”)  y con  la  que  seguirá  en  los 
versos  14-26,  la  tan  famosa  oposición  “fe  x obras”.  El  texto,  que  empieza  radicali- 
zando entre  observadores  y transgresores  de  la  ley,  concluye  presentando  dos  pers- 


^ Véase  también  Mt.  2239,  allá  es  el  “segundo  mandamiento  más  importante".  La  escogencia  de 
mandamientos  más  importantes  dentro  de  la  Torá  (de  “regla  de  oro")  es  común  en  la  interpretación  ju- 
día del  período.  No  se  trata  de  cuestionar  el  valor  de  la  ley  como  un  todo,  sino  de  encontrar  un  eje  in- 
terpretativo para  su  práctica. 


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pectivas  de  juicio;  para  los  que  ejercieran  misericordia  y los  que  no  lo  hicieran.  El 
final  de  la  perícopa  es  optimista.  La  misericordia  triunfa  sobre  el  juicio.  Este  pare- 
ce ser  el  principio  que  regirá  el  juicio;  la  coherencia  entre  la  práctica  y el  destino  de 
cada  cual. 

Me  gustaría  llamar  la  atención  sobre  dos  campos  de  palabras  destacados  en  el 
texto,  entre  tantos  otros  importantes.  El  primero  tiene  que  ver  con  elementos  relati- 
vos a honra,  dignidad,  demostradores  de  estatus  social.  Jesús  es  “Jesucristo  de  la 
honra”  (opto  por  traducir  doksa  de  esta  forma),  en  tanto  que  el  pobre,  el  que  es  dig- 
nificado por  Jesús,  es  deshonrado  (atiindzo)  en  la  sinagoga.  La  narrativa  acerca  del 
rico  y el  pobre  recibidos  en  la  sinagoga  es  detallada  en  la  descripción  de  las  ropas 
lujosas  del  rico,  en  contraste  con  las  ropas  sucias  del  pobre.  El  tratamiento  que  se 
dispensa  al  rico  es  extremadamente  honroso  (lugar  de  realce),  mientras  que  el  pobre 
no  solamente  recibe  un  lugar  ordinario,  sino  que  es  deshonrado.  El  mundo  medite- 
rráneo era  especialmente  sensible  a estas  cuestiones.  Véase,  por  ejemplo,  la  narra- 
ción de  Le.  14,7-14.  Allí  Jesús  acon.seja  no  sentarse  en  el  “primer  lugar”  en  un  ca- 
samiento para  que 

...no  suceda  que,  habiendo  un  convidado  más  digno  (enümóteros)  que  tú,  viniendo 
aquel  que  te  convidó  y también  él,  te  diga:  “Da  el  lugar  a éste”.  Entonces  irás,  aver- 
gonzado, a ocupar  el  último  lugar.  Por  el  contrario,  cuando  seas  convidado,  vete  a to- 
mar el  último  lugar;  para  que,  cuando  venga  el  que  te  convidó,  te  diga:  “Amigo,  sién- 
tate más  arriba”.  Esto  será  una  honra  (doksa)  para  ti  delante  de  todos  los  demás  con- 
vidados. 

En  este  texto  está  en  juego  no  únicamente  el  lugar  a ocupar  en  una  fiesta,  si- 
no también  la  honra  {doksa)  y la  dignidad  (time)  que  esto  representa.  Este  campo  de 
palabras  domina  la  primera  parte  del  texto  (2,1-7),  aunque  no  de  forma  exclusiva. 

El  contraste  entre  el  pobre  y el  rico  es  dominante  igualmente  en  toda  la  carta. 
Lo  que  se  resalta  en  esta  oposición  entre  ambos  no  es  solo  el  factor  económico  con- 
creto. La  oposición  es  sentida  según  sensibilidades  mediterráneas,  en  las  cuales  los 
sentimientos  de  “honrad’  y “vergüenza”  eran  amplificados.  Por  esto,  en  la  primera 
oposición  entre  ambos  grupos  en  1,9-11  es  planteada  la  exigencia,  de  nuevo  exótica, 
de  que  el  “hermano  humilde”  (topeinós)  se  gloríe  en  su  exaltación.  Ya  el  rico  (nóte- 
se que  no  es  el  “hermano  rico”,  se  trata  de  una  exigencia  figurada  dirigida  hacia  los 
de  fuera)  debe  “gloriarse”  en  su  “humildad”  (topeinosis).  En  seguida  es  descrita  me- 
tafóricamente la  hermosura  y la  apariencia  del  rico:  su  forma  externa  desaparece. 

Otro  texto  que  contrasta  el  rico  y el  pobre  es  4,13 — 5,6.  Allí  el  rico  es  conde- 
nado por  oprimir  al  pobre,  por  retener  su  salario  y por  su  postura  arrogante.  También 
en  este  texto  la  apariencia  y los  demostradores  de  estatus  son  destacados.  El  rico  se 
gloría  (kauchaomai)  de  su  riqueza  y de  las  ganancias  que  planea  alcanzar.  En  su  des- 
trucción los  bienes  que  lo  distinguen  en  la  sociedad  (ropas,  oro,  plata,  tesoros)  y 
muestran  que  se  trata  de  una  persona  honrada,  son  destinados  a la  destrucción.  La 
forma  como  la  experiencia  de  opresión  es  sentida  es  la  humillación  del  pobre  (ver 
que  1,9  no  contrasta  al  rico  y al  pobre,  sino  al  rico  y al  humilde).  La  demostración 
ostentosa  de  estatus  social  del  rico  (muy  al  gusto  de  las  aristocracias  del  mundo  gre- 
co-romano) ofende  profundamente  al  pobre.  Ya  su  humillación  pública,  que  de  al- 
gún modo  debe  haber  ocurrido,  como  veremos  en  lo  que  sigue,  hace  que  él  clame  a 
los  cielos  por  justicia.  En  el  pasaje  que  estamos  analizando,  también  la  opresión  es 


108 


l'AULO  NOGUEIRA,  La  dignidad  del  pobre  en  una  sinagoga  cristiana  de  la  diáspora 


sentida  así.  La  historia  de  2,2-3,  contada  de  manera  un  poco  caricaturesca,  muestra 
bien  este  sentimiento  de  deshonra  del  pobre  en  la  sociedad  greco-romana,  aunque  de 
forma  aún  más  aguda  puesto  que  esto  habría  acontecido  “en  vuestra  sinagoga”  (si- 
mi}’ogen  luiinov).  En  el  Imperio,  los  pobres  tenían  sus  asociaciones  donde  organizar- 
,se  y cultivar  identidad.  En  el  caso  de  la  diáspora  judía,  y de  comunidades  cristianas 
próximas  a ella,  este  espacio  era  la  sinagoga.  Por  consiguiente,  era  inaceptable  que 
la  dignidad  del  humilde  fuese  despreciada  en  este  espacio. 

Habíamos  hecho  referencia  a situaciones  probables  de  humillación  pública  a 
las  que  habrían  sido  sometidos  los  destinatarios  de  la  carta.  Esto  nos  conduce  a otro 
campo  de  palabras  importante  en  este  texto  (sobre  todo  en  la  segunda  parte),  al  igual 
que  en  el  resto  de  la  carta.  Este  .se  refiere  al  juzgar,  al  tribunal  y,  en  este  contexto,  a 
la  ley.  El  texto  parece  sugerir  que  los  ricos  (no  tenemos  ninguna  pista  de  quiénes  ha- 
yan sido  ellos  en  concreto),  probablemente  las  clases  dominantes  locales,  los  con- 
ducían con  cierta  frecuencia  a tribunales.  Así,  en  el  v.  6:  “...¿no  son  los  ricos  los  que 
os  arrastran  {helkousin)  a los  tribunales?”.  En  el  v.  7 hay  una  referencia  a la  “blas- 
femia” contra  “el  buen  nombre  que  sobre  vosotros  ha  sido  invocado”.  El  juicio  es  el 
ápice  de  las  opresiones  a que  son  sometidos  estos  judíos  cristianos,  él  es  sentido  con- 
creta y subjetivamente  en  el  desfile  de  honores  y arrogancias  de  los  ricos  y en  el  re- 
conocimiento de  que  los  tribunales  que  los  juzgan  son  tribunales  de  los  ricos,  de  que 
los  representan.  No  sabemos  por  el  texto  a qué  tipo  de  juicio  eran  sometidos  los  cris- 
tianos de  esta  comunidad.  No  creo  que  fuera  persecución  predominantemente  reli- 
giosa, como  en  el  caso  del  Apocalipsis  de  Juan  o en  I Pedro.  La  carta  parece  indi- 
car un  cierto  conflicto  en  el  mundo  del  trabajo  (ver  5,4).  No  obstante  pudiera  ser  que 
en  los  tribunales  la  condición  de  extranjeros  (e  imaginamos  que  se  trataba  de  extran- 
jeros muy  reivindicadores),  y más  todavía  de  extranjeros  adoradores  de  una  nueva 
divinidad  oriental,  cuyo  nombre  era  blasfemado  en  los  tribunales  (2,7,  en  este  caso, 
el  Cristo),  ios  colocara  en  una  situación  de  desventaja  aún  mayor. 

La  distinción  de  personas  en  la  Carta  de  Santiago  no  se  refiere,  en  todo  caso, 
a una  experiencia  sentimentaloide  de  sentirse  despreciado  o poco  amado,  sino  a una 
experiencia  social  en  la  cual  un  grupo  social  reconoce  y sufre  bajo  las  apariencias, 
el  peso  y la  violencia  del  estatus  social  de  otro.  Este  juicio,  ámbito  de  poder  de  los 
ricos  en  el  que  oprimen  a los  pobres  de  la  sinagoga,  es  contrapuesto  a otro  juicio. 
Un  juicio  fundamentado  en  otra  ley,  no  la  de  la  distinción  de  personas,  de  beneficia- 
ción  de  los  que  en  la  sociedad  reciben  honores,  sino  de  la  Tora,  la  ley  de  los  pobres, 
minoría  en  diáspora.  Esta  ley,  lejos  de  ser  un  peso,  es  un  espacio  de  liberación  y,  en 
la  perspectiva  que  proponemos  aquí,  un  moti\  o de  orgullo  y de  dignidad  de  este  gru- 
po extranjero. 

¿Cómo  es  presentada  la  Torá?  ¿Después  de  citar  el  Decálogo  y de  decir  que 
transgredir  un  mandamiento  hace  culpable  de  todos,  él  pre.senta  la  “ley  de  la  liber- 
tad” como  alternativa?  ¿La  “ley  regia”  o “ley  de  la  libertad”  es  el  evangelio  sin  la 
ley?  ¿La  “ley  de  la  libertad”  no  es  la  Torá?  No  parece  .ser  ésta  la  perspectiva  del  tex- 
to, pues  a final  de  cuentas  su  propuesta  es  de  práctica,  de  coherencia  entre  el  hablar 
y el  hacer,  esto  es,  de  interpretación  orgánica  de  la  Torá.  Además,  la  Torá  sería  un 
peso  para  el  que  tiene  en  sus  mandamientos  acusaciones  contra  sí  mismo.  ¡No  es  el 
caso  de  esta  comunidad!  Ella  se  siente  protegida  y confortada  con  la  ley  que  prohí- 
be matar,  y su  versión  actual,  practicar  acepción  de  personas,  inclusive  en  los  tribu- 
nales. La  ley  los  protege,  ya  que  es  el  mandamiento  de  Dios  para  amparar  a las  viu- 


REVISTA  ÜE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


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das  y a los  huérfanos.  En  el  contexto  social  de  estas  personas,  extranjeros  discrimi- 
nados por  una  aristocracia  local  poderosa  y poco  tolerante,  la  Tora  es  “ley  perfecta”, 
es  “ley  de  libertad”. 

El  espacio  que  torna  a la  Tora  un  sustituto  imaginario  de  las  leyes  impuestas 
sobre  ellos  es  el  tribunal.  La  Tora  es  el  parámetro  de  acción  de  la  comunidad  frente  a 
una  sociedad  en  la  cual  son  traídos  a los  tribunales  con  relativa  frecuencia.  A estos 
tribunales  y sus  respectivas  leyes,  con  su  favorecimiento  de  personas  distintas,  estos 
judíos  cristianos  confrontan  la  Tora  judía,  la  ley  que  protege  a “huérfanos  y viudas”"’, 
aquella  que  tiene  que  ser  cumplida  en  todos  los  puntos,  para  la  cual  no  existe  media 
justicia  y que,  tal  como  es  interpretada  por  el  grupo,  condena  la  “distinción  de  perso- 
nas” (aquí  el  punto  en  el  cual  la  situación  opresiva  se  expresa),  comparando  la  “dis- 
tinción de  personas”  con  el  asesinato.  Esta  comunidad  refleja  una  sociedad  en  crisis 
de  legalidad,  con  un  sistema  jurídico  que  no  funcionaba,  con  relaciones  de  clientelis- 
mo  que  no  toleraban  el  irrespeto  a sus  reglas  implícitas  e injustas.  En  este  mundo  sin 
ley.  Dios  es  visto  como  el  único  “legislador  y juez”  (nomothétes  kaí  krites,  St.  4,12), 
quien  por  medio  de  su  Tora  juzga  a su  pueblo  con  justicia.  Para  esta  comunidad,  es- 
tar bajo  la  ley,  bajo  la  Tora  sagrada,  es  un  privilegio,  es  señal  de  vida. 


Paulo  Nogueira 

Rúa  do  Sacramento  230 

09735-460  Sao  Bernardo  do  Campo  — SP 

Brasil 


Parece  que  el  autor  del  texto  de  Santiago  tiene  frente  a lo.s  ojos  Dt.  10.  17-18:  “el  Señor  vuestro 
Dios  es  el  Dios  de  los  dioses...  que  no  hace  acepción  de  personas,  ni  acepta  soborno,  que  hace  justicia 
al  huérfano  y a la  viuda  y ama  al  extranjero,  dándole  pan  y vestidos”. 


LEJF  E.  VAAGE 


CUIDATE  LA  BOCA 
La  palabra  indicada,  una  subjetividad 
alternativa  y la  formación  social  de  los 
primeros  cristianos  según  Santiago  (3,1-4,17) 


Una  noche  de  incertidumbre  en  que  Pilar  Ternera  cantaba  en  el  patio 
con  la  tropa,  él  pidió  que  le  leyera  el  porvenir  en  las  barajas.  “Cuídate 
la  boca  — fue  todo  lo  que  sacó  en  claro  Pilar  Ternera  después  de  exten- 
der y recoger  los  naipes  tres  veces — . No  sé  lo  que  quiere  decir,  pero  la 
señal  es  muy  clara:  cuídate  la  boca”. 

Gabriel  García  Márquez,  Cien  años  de  soledad' 


Resumen 

En  Santiago  3, 1 — 4,17  existe  una  estrecha  relación  entre  el  uso  de  la  palabra  (no)  in- 
dicada y la  identidad  de  la  primera  comunidad  cristiana  como  “amigos  de  Dios” 
frente  a la  “amistad  con  el  mundo".  Los  conflictos  que  surgían  en  la  primera  comu- 
nidad cristiana  cobraban  expresión,  a la  vez  que  esperaban  ser  resueltos,  mediante 
el  aprendizaje,  entre  otras  cosas,  de  una  forma  de  hablar  (y  por  ende  de  actuar)  di- 
ferente y en  concordancia  con  “la  sabiduría  que  viene  de  arriba”.  El  énfasis  en  el 
habla  adecuada  apunta  a promover  la  formación  de  una  subjetividad  “ética"  alter- 
nativa. Para  Santiago,  la  liberación  abarca  también  los  detalles  de  la  vida  cotidia- 
na, incluido  el  comportamiento  personal.  Esto  sirve  de  apoyo  a una  polémica  mayor 
y global  que  en  la  epístola  se  entabla  con  un  trato  especial  hacia  los  ricos  y la  fe  pa- 
gada de  sí  misma. 

Abstract 

¡n  James  3,1 — 4,17,  a cióse  relationship  exists  benveen  the  practice  of  (im)proper 
speech  and  the  early  Christian  community's  identity  as  “friend  of  God”  versus  the 
“friendship  of  the  world.”  Evident  conflicts  in  the  early  Christian  community  both 
come  to  expression,  and  stand  to  be  resolved,  by  learning,  among  other  things,  how 
to  speak  (and  therewith  to  act)  dijferently  in  accordance  with  “the  wisdom  from  abo- 
ve. ” The  f ocus  on  proper  speech  is  meant  to  promote  the  f o rmation  of  an  altérnate 
“ethical”  subjectivity.  For  James,  liberation  entails  also  the  details  of  daily  Ufe,  in- 
cluding  personal  behaviour.  This  undergirds  the  larger  encompassing  polemic  of  the 
epistle  against  special  consideration  for  the  wealthy,  and  snuig  faith. 


I 


Véase  Gabriel  García  Márquez,  Cien  años  de  soledad  (Madrid,  Espasa-Calpc,  1985),  pág.  185. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


111 


1.  Introducción 

En  el  núcleo  de  la  Epístola  de  Santiago  se  marca  un  contraste  nítido  entre 
quienes  serían  sabios  y con  entendimiento,  pues  se  basan  en  la  sabiduría  superior  de 
Dios  “que  viene  de  arriba”,  y aquellos  que  siguen  siendo  “amigo[s|  del  mundo”  de- 
bido a los  “deseos  que  libran  una  guerra  en  sus  miembros”  (4,1).  Si  bien  esta  opo- 
sición entre  lo  que  viene  “de  arriba”  y lo  que  es  “terrestre,  una  cuestión  del  alma, 
endemoniado”  (3, 1 5),  y entre  lo  que  es  “del  mundo”  y lo  que  es  “de  Dios”  (4,4),  jun- 
to con  otras  apreciaciones  similares,  parece  otorgarle  a este  escrito  una  tonalidad  pa- 
recida a la  del  dualismo  neoplatónico  que  tanto  ha  caracterizado  a la  posterior  pie- 
dad cristiana  “del  más  allá”,  es  importante  no  pasar  por  alto  la  manera  en  que  este 
lenguaje,  en  la  Epístola  de  Santiago,  da  soporte,  sin  embargo,  al  esfuerzo  por  articu- 
lar otro  modo  de  ser,  o estar,  en  este  mundo^ 

A este  respecto,  cabe  destacar  cómo  el  contraste  cosmológico  en  el  núcleo  de 
la  epístola  es  circunscrito  por  una  discusión  reiterada  del(os)  uso(s)  (in)apropiado(s) 
de  la  lengua.  En  otras  palabras,  el  habla  adecuada,  en  la  Epístola  de  Santiago,  se 
convierte  en  la  señal  inmediata  de  amistad  con  Dios  y la  instrucción  celestial  que, 
según  Santiago,  deberá  marcar  a la  comunidad  cristiana.  A la  inversa,  el  habla  ina- 
decuada se  toma  como  señal  de  una  lealtad  contraria. 

La  di.scusión  en  tomo  al  habla  ocupa  un  lugar  de  privilegio  en  Santiago  debido 
a que,  según  se  emplee  la  lengua,  se  estará  ya  sea  apoyando  a la  primera  comunidad 
cristiana  o contribuyendo  a socavarla.  Esto  no  significa  que  sea  únicamente  el  habla, 
para  Santiago,  la  que  da  sustento  o resquebraja  la  cohesión  comunitaria  de  los  prime- 
ros cristianos.  Su  atención  es  obvio  que  también  está  puesta,  por  ejemplo,  en  la  dinámi- 
ca de  la  riqueza  y el  prestigio  social  para  la  construcción,  o destrucción,  de  dicha  co- 
munidad. Sin  embargo,  como  se  expresa  en  la  siguiente  visión  de  la  estructura  literaria 
de  la  epístola,  es  el  habla,  para  Santiago,  no  de  manera  única  pero  sí  por  excelencia,  la 
que  sirve  tanto  para  reinscribir  como  para  subvertir  las  crudas  realidades  de  la  riqueza 
y el  prestigio  social.  De  qué  forma  uno  habla,  en  consecuencia,  establece  de  modo  efec- 
tivo, para  Santiago,  el  hecho  de  si  uno  está  vinculado  con  “el  mundo”  o con  “Dios”. 

Es  importante  la  manera  en  que  hablamos;  conforme  a Santiago,  debido  al  pa- 
pel instrumental  que  desempeñan  las  diferentes  modalidades  de  la  lengua  en  la  crea- 
ción del  espacio  social  particular  en  que  habitamos.  Una  vez  más,  no  estoy  sugirien- 
do que,  para  Santiago,  sea  el  discurso  en  sí  el  responsable  de  la  construcción  de  es- 
te espacio  social.  Santiago  no  estaría  de  acuerdo  en  señalar  que  la  realidad  social  sea 
en  última  instancia  o simplemente  aquello  que  nosotros  señalamos  que  es.  El  dine- 
ro y el  poder  sin  lugar  a dudas  son  factores  fundamentales. 

No  obstante,  en  vez  de  sostener  exclusivamente  que  el  dinero  y el  poder  por 
sí  solos  constituyen  las  claves  de  lectura  para  el  análisis  social,  la  Epístola  de  San- 
tiago también  enfoca  el  modo  en  que  hablamos  unos  con  otros  como  otro  compo- 
nente importante.  El  habla  (in)apropiada,  pues,  es  identificada,  en  la  Epístola  de 
Santiago,  como  un  elemento  primordial  de  mediación  en  la  lucha  por  construir  una 
u otra  clase  de  comunidad. 


^ Así,  por  ejemplo,  leemos:  “Si  alguien  se  cree  sabio  y con  enlenciimiento,  que  demuestre,  de  su 
buen  comportamiento,  sus  obras,  en  gentil  sabiduría”  (3,13).  Esto  también  sería  válido,  no  obstante, 
para  otras  relecturas  ncoplatónicas  de  la  realidad  social  antigua.  Véa.se  David  Dawson,  Allegorical 
Remiel s and  Cultural  Revisión  in  Ancient  Alexandria  (Berkeley,  University  oí  California  Press.  1992). 


LEIF  E.  VAAGE,  Cuulate  la  boca 


1 12 

2.  La  estructura  literaria  de  Santiago 

En  las  anotaciones  precedentes,  parto  de  una  visión  particular  sobre  la  estruc- 
tura literaria  de  la  Epístola  de  ^Santiago.  Una  visión  tal,  por  supuesto,  difícilmente 
resultará  incontrovertible,  tan  solo  si  consideramos  que  no  son  pocos  los  biblistas 
para  quienes  la  Epístola  de  Santiago  no  posee  estructura  literaria  alguna:  se  trataría 
“simplemente”  de  un  acopio  indefinido  de  diferentes  dichos.  Este  no  es  mi  propio 
punto  de  vi.sta,  pero  tampoco  pienso  que  el  documento  esté  organizado  de  manera 
rigurosa. 

iNo  todo  el  mundo,  sin  embargo,  ha  pensado  que  la  Epístola  de  Santiago  carezca 
de  una  estructura  literaria  cualquiera.  Cada  vez  en  mayor  medida,  por  ejemplo,  se  ha 
vuelto  un  lugar  común  pensar  que  el  capítulo  inicial,  o gran  parte  del  mismo,  podría  ser- 
vir a manera  de  índice  de  contenido  o resumen  introductorio  — epítome — para  el  res- 
to del  documento;  el  cual,  entonces,  procedería  a retomar,  más  o menos  en  el  mismo  or- 
den, cada  uno  de  los  temas  anunciado.s\  Así,  por  ejemplo,  en  un  reciente  comentario 
sobre  Santiago,  Luke  Timothy  Johnson  observa  las  siguientes  correspondencias; 


1,1 

5,19-20 

1,2-4  + 12 

5,7 

1,5-7 

5,13-18 

1,9-10 

2,1-7  + 4,13  5,6 

1,12-18 

3,13^,10 

1,19-20 

3,1-12 

1,22-27 

2,14-26 

A Johnson  le  preocupa  que  el  texto  sea  “forzado  a calzar  en  un  lecho  de  Pro- 
custo estructural  que  predetermine  cada  lectura”.  Basado  en  este  pretexto,  entonces, 
Johnson  sencillamente  desiste  de  cualquier  análisis  mayor  en  este  sentido.  A mi  mo- 
do de  ver,  en  cambio,  es  más  lo  que  puede  y debe  decirse  acerca  de  la  estructura  li- 
teraria del  documento. 

Especial  atención  merece,  por  ejemplo,  no  solo  el  hecho  de  que  cierto  núme- 
ro de  temas  sean  tratados  más  de  una  vez  en  la  Epístola  de  Santiago,  sino  igualmen- 
te que  esta  repetición  ocurra  de  manera  un  tanto  recíproca.  Los  distintos  bloques  dis- 
cursivos o “ensayos”  discretos,  como  Johnson  los  denomina,  están  arreglados  si- 
guiendo un  patrón  concéntrico  — ”quiástico”,  si  se  desea,  o “anular” — , sobre  todo 
en  2,1 — 5,6.  Propongo,  pues,  las  siguientes  divisiones  textuales  para  definir  la  es- 
tructura literaria  global  del  documento^ 

1,1-27 Introducción 

2, 1 -26 En  cuanto  a la  riqueza  (I) 

3,1-12 Acerca  de  la  lengua  (I) 

3,13 — 4,10 Sabiduría/amistad  divina^ 


^ Véase,  por  ejemplo,  Luke  Timothy  Johnson,  The  Letler  of  James:  A New  Translation  with  Intro- 
(luclion  and  Cominentaiy,  The  Anchor  Bible  (Nueva  York,  Doubleday,  1995),  págs.  14s. 

4 Algunas  de  estas  divisiones  igualmente  admitirían  "..a  mayor  subdivisión. 

^ Concuerdo  con  Johnson  en  considerar  que  Santia£,o  3,13 — 4,10  es  una  sola  unidad  literaria.  Es 
evidente  que  para  mí  representa  el  “corazón”  de  la  epístola. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


1 13 

4,11-17 Acerca  de  la  lengua  (II) 

5,1-6 En  cuanto  a la  riqueza  (II) 

5,7-20 Conclusión 

De  nuevo,  no  estoy  sugiriendo  que  esta  disposición  concéntrica  del  conteni- 
do de  la  Epístola  de  Santiago  sea  estrecha  o minuciosa  en  exceso.  Cada  uno  de  los 
distintos  bloques  discursivos  (con  excepción  de  1,1-27)  desarrolla  “libremente”  una 
exposición  más  o menos  completa  de  su  tema  particular.  “Libremente”  también  sig- 
nifica que  la  referida  elaboración  con  dificultad  podría  tildarse  de  rigurosamente  ló- 
gica. No  pienso,  por  lo  tanto,  que  la  Epístola  de  Santiago  represente  una  pieza  de  re- 
tórica tejida  de  forma  fina;  la  trama  es  decididamente  gruesa,  y el  patrón  retórico  “se 
disuelve”  toda  vez  que  uno  se  ubica  “demasiado  próximo”  al  tapiz  discursivo  del  do- 
cumento. Al  mismo  tiempo,  allí  queda  la  distribución  gruesa^ 

Me  parece  importante  no  perder  de  vista  esta  estructura  literaria  global  cuan- 
do empecemos  a interpretar  una  sección  particular  de  la  Epístola  de  Santiago.  Ya  que 
de  ese  modo  la  situación  social,  para  la  cual  todas  las  partes  del  documento  regis- 
tran una  respuesta,  permanecería  en  mente.  El  problema  concreto,  para  cuya  solu- 
ción los  elementos  claves  serían  la  buena  habla  y la  sabiduría  divina,  sigue  siendo 
la  condición  privilegiada  de  los  ricos  y la  discriminación  recíproca  contra  los  más 
pobres.  Bajo  discusión  en  3,1 — 4,17  están  la  buena  habla  y la  sabiduría  divina,  no 
(solamente)  en  razón  de  que  se  trata  de  temas  “corrientes”  en  la  antigüedad,  sino 
(también  y principalmente)  debido  a que  su  desatención  por  parte  de  aquellos  a quie- 
nes está  dirigida  la  Epístola  de  Santiago  era,  en  opinión  del  escritor,  el  núcleo  del 
problema  mayor  que  está  presente  a lo  largo  de  este  escrito"'. 


3.  La  palabra  indicada  y la  formación  social  de  la  primera 
comunidad  cristiana  en  Santiago  3,1 — 4,17 

El  hecho  de  que  a Santiago  le  preocupe  la  palabra  apropiada,  y que  vea  en  la 
lengua  un  instrumento  de  gran  poder  social  y con  un  potencial  para  ocasionar  daño, 
difícilmente  distingue  la  epístola  de  muchos  otros  escritos  del  mundo  mediterráneo 


^ Este  no  es  el  mejor  lugar  para  elegir  la  mejor  manera  de  describir  ya  sea  la  relación  entre  Santia- 
go 1 ,1-27  y el  resto  de  la  epístola  o la  naturaleza  precisa  de  la  correspondencia  propuesta  entre  la  in- 
troducción en  1,1-27  y la  conclusión  en  5,7-20.  Nótense,  sm  embargo,  las  marcadas  correspondencias 
ya  observadas  por  Johnson  (véase  arriba)  entre  la  primera  mitad  del  capítulo  uno  (1,2-7.12)  y la  se- 
gunda parte  del  capítulo  cinco  (5,7-18). 

' Este  problema  es,  una  vez  más,  la  falsa  exaltación  de  los  ricos  y su  corolario,  la  fe  ostentosa.  Al 
mismo  tiempo,  Santiago  sostiene  que  hay  otros  factores  detrás  — o adentro,  junto  con  y debajo — del 
desequilibrio  económico  y la  discriminación  social,  incluida  la  “fe”  sin  “obras”,  algo  que  también  de- 
be abordarse.  En  realidad,  estos  otros  factores  en  última  instancia  son  claves  para  rectificar,  en  la  prác- 
tica cotidiana,  las  injusticias  derivadas  del  desequilibrio  económico  y la  discriminación  social.  Parte 
del  desafío  de  Santiago,  me  parece,  es  justo  esta  insistencia  en  que  sin  una  moral  o ética  de  la  libera- 
ción, a saber,  sabiduría  divina  y habla  adeeuada,  no  será  posible  llevar  a cabo  los  proyectos  sociales  y 
políticos  que  de  otro  modo  serían  los  vehículos  de  un  cambio  global. 


LEIF  E.  VAAGE,  Cuídate  la  boca 


I 14 


antiguo,  incluyendo  a Israel.  En  cada  caso,  la  sensibilidad  hacia  el  habla  era  muy 
marcada  y la  gente  creía  que  las  palabras  debían  ser  tratadas  con  cuidado,  aunque 
solo  fuera  para  esgrimirlas  con  más  eficacia  como  armas  de  conflicto  sociaE. 

De  allí,  por  ejemplo,  la  importancia  de  la  retórica  en  la  educación  antigua.  La 
elocuencia  era  una  de  las  características  distintivas  de  la  persona  que  era  bien  for- 
mada, y poderosa.  El  alarde  o la  habilidad  para  perorar  los  propios  logros,  no  sola- 
mente era  un  derecho,  o algo  que  a uno  le  estuviera  permitido,  sino  también  un  im- 
perativo, porque  de  este  modo  cobraba  eficacia  social  todo  lo  que  uno  pudiera  ha- 
ber hecho  o sido. 

En  Santiago  3,1-12,  luego  de  su  consabido  debate  acerca  de  la  necesaria  rela- 
ción entre  la  fe  y las  obras  en  2,14-26,  el  autor  de  la  epístola  vuelca  su  atención  de 
inmediato  hacia  el  habla  adecuada,  es  decir,  el  u.so  apropiado  de  la  lengua,  tomando 
como  punto  de  partida  la  poco  envidiable  tarea  de  impartir  instrucción.  El  problema 
principal  es  la  naturaleza  indomable  de  la  lengua:  aunque  en  sí  es  solo  algo  peque- 
ño, no  obstante  “se  Jacta  mucho”  (3,5a).  Si  bien  Johnson  afirma  que  “Santiago  no 
denuncia  dicho  alarde  [en  3,5a|  ya  que,  en  realidad,  las  afirmaciones  de  la  lengua 
son  correctas”''*,  ¡la  verdad  es  exactamente  lo  contrario! 

A diferencia  de  lo  que  ocurre  con  el  caballo  y el  barco  a los  que  se  alude  en 
los  versículos  anteriores  (3,3-4),  el  jactarse  mucho  {megala  uujei)  de  la  lengua  que 
,se  señala  en  3,5a.  si  bien  podría  ser  similarmente  desproporcionado  en  tamaño  con 
respecto  al  instrumento  o artefacto  específico  que  primero  lo  trajo  a colación",  sin 
embargo  y de  inmediato,  esta  jactancia  supera  a la  lengua,  o a quien  la  esté  usando, 
y con  prontitud  crea  una  situación  que  escapa  al  control  de  cualquiera.  Por  esta  ra- 
zón, Santiago  advierte  a sus  lectores,  en  3,1,  que  no  se  conviertan  en  maestros,  esto 
es,  en  profesionales  del  habla,  pues  de  manera  casi  inevitable  la  elección  de  una  ocu- 
pación tal  solo  estará  destinada  al  fracaso,  algo  de  lo  cual,  no  obstante,  se  tendrá  la 
responsabilidad  (3,2). 

Este  es  un  libreto  que  resulta  muy  conocido  cuando  se  refiere  a los  conducto- 
res de  autobuses  en  toda  América  Latina.  No  solamente  los  caminos  de  ordinario  son 
escabrosos  y con  frecuencia  peligrosos,  debido  al  vandalismo  ya  sea  de  los  habitua- 
les asaltantes  o de  los  grupos  paramilitares,  de  la  policía  o las  fuerzas  insurreccio- 
nales. Los  pasajeros  están,  por  lo  general,  de.scontentos  con  el  servicio  y hacen  re- 
clamos. Los  horarios  son  demasiado  largos  y la  paga,  irregular  y e.scasa.  El  ómnibus 
en  sí  ofrece  pocas  garantías,  y menos  aún  cuando  se  requiere  que  responda  ante  una 
emergencia. 

^ Cf.  Johnson,  op.  cit.,  pág.  256:  “existía  un  con.senso  bastante  difundido  en  las  enseñanzas  morales 
helenísticas  en  el  sentido  de  que  el  discurso  era  peligroso  y que.  para  evitar  errores,  era  preferible  op- 
tar por  el  silencio  o la  concisión  (véase  Diogenes  Laertius,  Uves  of  Einminent  Philosophers  Vil,  27; 
Apolonio  de  Tiana,  Letters;  Plutarco,  On  the  Educatian  of  Children  14  [Mor  lOF];  On  Hearing  Lee- 
tures  4 [Mor  39C];  On  Garndousness  23  [Mor  5 1 5A],  una  visión  sesgada  que  también  formaba  parte 
de  la  sabiduría  judía  (Pv  12:13;  13:3;  21:23;  Sirl4:l;  19:6;  20:18;  22:27;  25:8;  28:12-16;  Piulo, 
Elight  and  Einding  136)”  (traducción  mía). 

Recuérdese  la  importancia  de  los  nombres  propios,  así  como  la  de  bendecir  y maldecir,  en  la  Bi- 
blia Hebrea  y otros  escritos  judíos  de  este  período. 

Véase  Johnson,  op.  cit.,  pág.  258.  En  respaldo  de  su  afirmación,  Johnson  cita  a F.  J.  A.  Hort,  The 
Epistle  of  Si.  James  (Londres,  Macmillan.  1909).  pág.  70;  J.  B.  Mayor,  The  Epistle  of  St.  James  (Lon- 
dres, Macmillan,  1910.  3a.  ed.),  pág.  112. 

* * Al  igual  que  el  freno  del  caballo  o el  timón  del  barco,  la  lengua  es  asimismo  pequeña  en  relación 
con  el  cuerpo  que  la  alberga. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


115 


La  lengua,  dice  Santiago,  es  como  el  timón  de  dicho  autobús.  Una  vez  que  el 
vehículo  empieza  a rodar,  aun  cuando  inicialmente  parezca  estar  bajo  la  dirección 
del  conductor,  con  demasiada  rapidez  se  ve  que  no  hay  nadie  que  en  realidad  con- 
trole el  viaje.  En  con.secuencia,  dice  Santiago: 

...que  no  sean  muchos  los  maestros  [o  sea,  los  conductores  del  autobús  del  habla]  en- 
tre ustedes;  sepan  que  los  maestros  seremos  juzgados  con  más  severidad  y no  olviden 
que,  como  todos,  cometemos  errores  [desviándonos  del  camino  de  la  verdad]  (3,1-2, 
con  ligeras  modificaciones). 

Si,  en  teoría,  es  posible  imaginar  a un  conductor  perfecto  — y,  sin  duda,  una 
de  las  razones  principales  por  las  que  ocurren  muchos  accidentes  de  ómnibus  es  por- 
que un  determinado  chofer  se  cree  el  prototipo  de  tal  perfección — ; si,  idealmente, 
es  posible  que  alguien  aprenda  a hablar  sin  fallar  y sea  capaz  de  “dominar  todo  su 
cuerpo”  (3,2),  el  primer  error  sin  embargo  es  el  que  se  comete  — de  manera  implí- 
cita, irónica,  metafórica,  pero  no  con  menor  grado  de  culpabilidad — en  3,5a,  cuan- 
do se  dice  que  la  lengua  “se  jacta  mucho”  (niégala  anjei).  Ya  ha  ocurrido,  entonces, 
que  el  hombre  putativamente  perfecto  se  ha  tropezado  con  el  habla  inapropiada,  ha- 
ciendo en  3,5a  precisamente  lo  que  se  había  dejado  condicionalmente  en  suspenso 
hace  poco  en  3,3  (ei  tis  en  logo  oii  ptaiei). 

De  inmediato  se  subraya  en  3,5bss.  la  naturaleza  indomable  de  la  lengua.  Con 
la  lengua,  dice  Santiago,  se  está  jugando  literalmente  con  fuego  — podríamos  decir 
hoy;  con  una  reacción  nuclear,  o con  una  infección  viral — y,  por  consiguiente,  son 
muchas  las  probabilidades  de  resultar  quemado.  Un  versículo  clave  al  respecto  es  el 
3,6.  pero  no  simplemente  porque  sirva  para  aclarar  cuán  inmanejable,  según  la  apre- 
ciación de  Santiago,  es  la  lengua  en  verdad. 

Aún  más  significativo  es  el  anticipo  en  3,6  de  la  posterior  división  cosmoló- 
gica en  3,15  entre  la  sabiduría  que  “viene  de  arriba”  frente  a la  sabiduría  “terrestre, 
una  cuestión  del  alma,  endemoniada”,  y el  lenguaje  en  4,  Iss.  que  se  refiere  a la  gue- 
rra de  los  deseos  que  “se  pelean  en  sus  miembros”.  Precisamente  a causa  de  sus  pro- 
pias propensiones  díscolas  y virulentas,  la  lengua  sería  el  lugar,  de  acuerdo  con  San- 
tiago, en  donde  las  identidades  y los  proyectos  sociales  que  se  contraponen  en 
3,13 — 4,10  se  estarían  negociando  de  modo  más  directo  y concreto'-. 

Sin  duda,  dice  Santiago,  si  no  se  cambian  algunos  hábitos  arraigados  del  ha- 
bla — por  ejemplo,  el  hecho  de  que 

...con  [la  lengua]  bendecimos  a Dios  Padre  y con  [la  misma  lengua]  maldecimos  a los 
hombres  y mujeres  hechos  a la  imagen  de  Dios.  De  la  misma  boca  salen  la  bendición 
y la  maldición  (3,9-10) — , 

la  construcción  de  un  espacio  social  alternativo  — la  primera  comunidad  cris- 
tiana— está  predestinada  al  fracaso; 

Porque  donde  hay  envidia  (zelos)  y ambiciones  egoístas  (eritheia),  habrá  desorden 
(akotastasia)  y acciones  malas  de  toda  clase  (pan  faiilon  pragma)  (3,16). 


19 

¡Dichas  identidades  y proyectos  no  son  sencillamente  cuestiones  del  habla!  Aquel  que  sea  en  ver- 
dad sabio  y con  entendimiento  en  consecuencia  “que  demuestre,  de  su  buen  comportamiento,  sus 
obras,  en  gentil  sabiduría"  (3,13).  No  obstante,  el  hablar  bien,  o de  forma  sabia,  o de  modo  apropia- 
do, para  Santiago,  sigue  siendo  algo  de  crucial  consideración. 


LEIF  E.  VAAGE,  Cuídate  la  boca 


I 16 


De  igual  manera,  las  “guerras”  y “peleas”  más  la  insatisfacción,  cuando  “us- 
tedes matan”,  así  como  las  pugnas  “entre  ustedes”,  son  todas,  conforme  a Santiago, 
ocasionadas  porque  “no  piden”  de  la  manera  correcta,  esto  es,  “piden  mal”  (4,2d-3). 
Y la  incapacidad  para  “pedir”  bien  es  lo  que,  a su  vez,  proporciona  a “los  deseos  que 
libran  una  guerra  en  sus  miembros”  (4,1.3)  el  campo  de  batalla  que  buscan  y nece- 
sitan para  imponer  su  reino  de  descontento  y discordia. 

Lo  anterior  me  recuerda  algo  que  sucedió  hace  un  tiempo,  cuando  hacíamos 
la  evaluación  final  de  un  grupo  de  estudio  bíblico  que  me  tocó  conducir  con  un  gru- 
po de  mujeres,  todas  ellas  integrantes  de  un  comedor  vecinal  en  un  “pueblo  joven” 
(baiTio  marginal)  al  norte  de  Lima,  en  Perú.  Cuando  hubo  que  nombrar  lo  más  im- 
portante que  cada  una  de  las  participantes  había  aprendido  en  el  estudio,  para  mi  sor- 
presa y desazón  y mi  propio  aprendizaje,  lo  que  se  dijo  nada  tenía  que  ver  con  las 
lecciones  semanales  que  con  tanta  diligencia  había  preparado,  o con  los  objetivos 
generales  que  tenía  en  mente.  Antes  bien,  las  mujeres  dijeron  que  lo  más  importan- 
te para  ellas  había  sido  un  simple  consejo  absolutamente  convencional  — y hasta  ba- 
nal, en  mi  opinión,  al  punto  de  resultar  ridículo  o impertinente — que  les  di  un  día. 
sin  saber  qué  más  decir,  cuando  discutíamos  cómo  abordar  los  conflictos  cotidianos 
que  surgían  entre  ellas  a propósito  del  funcionamiento  del  comedor  vecinal.  Cuan- 
do ocurriera  algo  así,  les  sugerí  que  lo  mejor  sería  quedarse  calladas  y contar  hasta 
diez  antes  de  responder  a cualquier  cosa  que  alguien  dijera,  dándole  así  a ambas  par- 
tes la  oportunidad  de  no  embrollarse,  una  vez  más,  en  las  usuales  y desgastantes 
controversias.  En  otras  palabras,  lo  que  les  recomendé  fue  que  no  dijeran  lo  prime- 
ro que  les  viniera  a la  mente.  Que  controlaran  su  lengua.  Ya  que,  en  este  caso,  había 
sido  precisamente  el  habla  destemplada  de  las  mujeres,  y sus  consecuencias  prede- 
cibles, lo  que  con  mayor  frecuencia  amenazaba  con  menoscabar  sus  esfuerzos  orga- 
nizados para  hacer  frente  a las  dificultades  que  compartían. 

La  pugna  por  la  “buena”  habla  en  Santiago  3,1-12  es  también  una  primera 
manifestación  de  la  contienda  librada  en  2,1-13  con  la  discriminación  habitual  con- 
tra los  pobres,  y en  2, 14-26  con  la  fe  carente  de  obras.  Los  problemas  sociales  de  la 
parcialidad  y de  la  fe  inactiva  son  mediados,  según  Santiago,  prestando  atención  a 
un  mejor  manejo  de  la  lengua  intransigente'\ 

Por  esta  corrección  en  el  habla,  como  lo  explico  más  adelante,  Santiago  se  re- 
fiere, en  efecto,  a la  formación  de  una  subjetividad  ética  alternativa.  Si  bien  se  com- 
promete en  la  epístola  con  una  “ortopraxis”  frente  a la  “ortodoxia”  o enseñanza  “hi- 
giénica” que  tanto  preocupa  a las  Epístolas  Pastorales,  por  ejemplo,  en  el  Nuevo 
Testamento,  la  ortopraxis  a la  que  se  refiere  Santiago  comprende  una  enseñanza  so- 
bre cómo  hablar  con  propiedad. 


Una  razón  para  denotar  tal  énfasis  es  el  hecho  de  que  la  discriminación  social  y la  complacencia 
piadosa  siempre  (pero  no  únicamente)  se  expresan  — y en  consecuencia  se  vuelven  tanto  efectivas  co- 
mo difusas — por  medio  del  habla  (véase,  además,  Santiago  2,3.7.12.14-16.18).  No  sea  que  se  me  mal 
interprete;  no  estoy  sugiriendo  que  la  preocupación  principal  en  la  Epístola  de  Santiago  sea  cómo  ha- 
blamos unos  con  otros.  Al  nivel  de  las  preocupaciones  primarias,  es  evidente  que  existen  otros  asun- 
tos de  urgencia  que  la  epístola  busca  confrontar,  entre  los  cuales  no  son  los  menos  importantes  los  de 
la  opresión  económica  y la  complacida  conformidad.  Sobre  estos  asuntos,  véase  Elsa  Tamez,  Santia- 
go: lectura  latinoamericana  ele  la  epístola  (San  José.  DEl,  1985). 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA.  No.  31 


1 17 

Por  todas  estas  razones,  no  me  parece  posible  decir  que  “Santiago  no  denun- 
cia dicho  alarde”,  refiriéndose  al  “jactarse  mucho”  en  3,5a.  Sin  duda,  la  propensión 
de  ia  lengua  a alardear  reside  precisamente  en  el  núcleo  de  todo  aquello  que  está 
equivocado,  de  acuerdo  con  Santiago,  con  el  orden  usual  de  las  cosas.  Puesto  que 
“jactarse  mucho”  en  el  mundo  mediterráneo  antiguo  era  la  manera  en  que  normal- 
mente se  denotaba  y defendía,  y en  lo  posible  se  buscaba  elevar,  la  propia  condición 
social. 

El  problema  con  “jactarse  mucho”  no  es  su  falta  de  modestia,  como  si  la  con- 
fianza en  uno  mismo  o la  autoestima  fueran  pecaminosas  y se  opusieran  a la  prácti- 
ca de  una  vida  devota.  Santiago  no  concuerda  con  la  posterior  convicción  protestan- 
te (luterana)  de  que  la  fe  cristiana  empieza  allí  donde  los  esfuerzos  humanos  por  re- 
solver nuestros  propios  problemas  acaban  en  el  agotamiento'''.  Más  bien,  el  proble- 
ma con  “jactarse  mucho”,  para  Santiago,  reside  en  el  sistema  social  que  dicha  prác- 
tica ha  servido  para  apoyar  y articular:  la  exaltación  del  dominio,  o de  “ganar”  de 
cualquier  forma. 

Así,  en  4,7-10,  en  contraposición  a otras  señales  de  amistad  con  “el  mundo”, 
los  lectores  de  la  Epístola  de  Santiago  son  exhortados  a “someterse  a Dios”,  un  lla- 
mado que  es  reiterado  de  inmediato  con  una  serie  de  diversas  afirmaciones;  “resis- 
tan al  diablo...  acérquense  a Dios...  purifiquen  sus  manos...  lloren...  humíllense  de- 
lante del  Señor...”".  Ninguno  de  estos  enunciados,  sin  embargo,  quiere  decir  algo 
más  que  “someterse  a Dios”;  lo  que  significa,  a su  vez,  “ser  (o  volverse)  amigo  (y 
no  enemigo)  de  Dios”  (cf.  4,4). 

Ser  amigo  de  Dios  significa,  para  Santiago,  pensar  y actuar  en  concordancia 
con  la  sabiduría  divina  que  “viene  de  arriba”,  cuyas  características  más  saltantes  ya 
fueron  enumeradas  en  3,1 7.  De  hecho,  existe  una  cierta  inclusión,  o armazón  circun- 
dante, constituida  por  la  discusión  acerca  de  la  sumisión  a Dios  en  4,7-10  y la  des- 
cripción en  3,13-18  de  la  persona  que  verdaderamente  posee  “sabiduría  y entendi- 
miento”. Lo  que  está  en  disputa  es  la  identidad  social  particular  que,  según  Santia- 
go, debía  marcar  a la  primera  comunidad  cristiana. 

Antes  de  examinar  esta  sección  (3,13 — 4,10)  con  más  detalle,  deseo  subrayar 
el  hecho  de  que  en  4, 1 1 - 1 2. 1 3- 1 7,  la  primera  señal  o consecuencia  de  carácter  “prác- 
tico” de  someterse  a Dios  es,  una  vez  más,  un  cambio  en  los  patrones  del  habla.  Pa- 
ra ejemplificar  cómo  la  identidad  .social  particular  que  se  esboza  en  3,1 3 — 4,10  va  a 
cobrar  cuerpo  o ser  “activada”,  se  pone  énfasis  nuevamente  en  estos  versículos 
(4,1 1-17)  en  la  palabra  apropiada.  Si  uno  se  ha  sometido  a Dios,  deberá  entonces  de- 
jar de  incriminar,  o denunciar,  o juzgar  a los  demás  miembros  de  la  comunidad  cris- 
tiana. Pues  el  enjuiciamiento  no  es  sino  el  lado  petulante  del  alarde,  ya  criticado,  en 
favor  de  la  propia  condición  social"’. 

La  mención  que  se  hace  en  4,1 1 del  acto  de  denunciar,  y juzgar,  al  herma- 
no, recuerda  asimismo  la  exhortación  en  3,1  a limitar  el  número  de  los  que  se  con- 
viertan en  maestros,  a sabiendas  de  que  “nosotros”  los  que  enseñamos  seremos  en 


Esto  contradice  lo  señalado,  por  ejemplo,  en  Rudolf  Bultmann,  Thcology  of  ihe  New  Teatanient. 
traducción  de  Kendrick  Grobcl  (New  York.  Charles  Scribner’s.  1951-52).  passiin. 

Los  enunciados  que  se  hacen  en  Santiago  4.9.  si  se  leen  al  margen  del  llamado  reiterado  a some- 
terse a Dios  en  4.7-10.  terminan  convirtiéndose  en  una  expresión  de  la  peor  clase  de  masoquismo  pia- 
doso. 

Vca.se  igualmente  Santiago  2.13;  3.14. 


118 


LEIF  E.  VAAGE,  Cuídale  la  boca 


Última  instancia  objeto  de  un  juicio  más  severo.  Esta  no  es,  evidentemente,  la  per- 
cepción típica  de  quienes  controlan,  y de  quienes  no  controlan,  la  palabra,  tanto  en 
el  aula  como  en  otros  ámbitos.  De  esta  forma,  Santiago  insiste  en  señalar;  “Pero  uno 
solo  [Dios]  hizo  la  ley  y a la  vez  puede  juzgar;  el  que  es  capaz  de  salvar  o de  con- 
denar” (4,12). 

El  asunto  es  que  nadie  debería  presumir,  bajo  cualquier  pretexto,  de  ocupar 
obviamente  una  posición  o gozar  el  derecho  a emitir  un  juicio  sobre  un  “hermano” 
o un  “vecino”.  A pesar  de  que  esta  práctica  es  la  que  caracteriza  e históricamente 
constituye  la  base  del  llamado  “orden”  social. 

En  4,13,  el  ejemplo  de  los  antiguos  “empresarios”  que  planificaban  sus  (lego- 
cios  claramente  anticipa  la  advertencia  a los  ricos  en  5,1-6;  lo  cual,  a su  vez,  nos  re- 
cuerda el  debate  sobre  la  parcialidad  en  2,1-13  (cf.  asimismo  2,15-16)  y también  el 
contraste  entre  los  pobres  y los  ricos  en  1,9-1 1.  No  obstante,  llama  la  atención  que 
en  4, 13-17  sigan  siendo  ciertos  hábitos  del  habla  el  enfoque  principal.  Los  negocian- 
tes hacen  ahora  precisamente  lo  que  la  lengua  hizo  en  3,5a;  ellos  también  se  jactan 
mucho.  El  argumento  previo,  en  3,1-11,  queda  así  resumido,  pero  esta  vez  con  agu- 
deza aún  mayor. 

Lo  erróneo  en  el  discurso  citado  de  los  empresarios  en  4,1 3-17  es  su  presun- 
ción de  que  el  futuro  les  permitirá  hacer  negocios  como  siempre,  sin  hablar  del  aca- 
paramiento de  los  bienes;  “Hoy  o mañana,  dicen,  partiremos  a tal  ciudad  y allí  pa- 
saremos el  año;  haremos  buenos  negocios  y sacaremos  ganancias”  (4,13).  Como 
ocurre  hoy,  trátese  del  mercado  internacional  de  valores  y cambio  monetario  o de  la 
manufactura  de  mercancías,  no  se  hace  tampoco  en  este  caso  una  “inversión”  a lar- 
go plazo  ni  en  el  lugar  ni  en  las  personas  en  donde  los  empresarios  procuran  cose- 
char sus  recompensas.  Sin  embargo,  su  arrogancia  económica  queda  revelada,  para 
Santiago,  de  manera  más  patente  en  su  discurso  cortoplacista  o “miope”,  el  que  ha- 
bla como  si  pudieran  saber  “lo  que  pasará  mañana”  (4,14)'f 

Santiago  responde  de  plano  a esto  con  la  siguiente  afirmación;  “Y  su  vida, 
¿qué  es?  Un  humo  [o  vapor]  que  aparece  por  un  instante  y luego  se  disipa”  (4,14). 
Al  igual  que  la  niebla  de  la  ostentación,  una  presunción  infundada  como  tal  no  pue- 
de hallar  sustento.  Cuando  menos,  no  logra  perdurar  ante  el  examen  penetrante  de 
la  sabiduría  divina,  la  cual,  como  ocurre  con  los  rayos  del  sol,  “viene  de  arriba”'^ 

En  Santiago  3, 1 3,  el  alegato  de  que  aquel  que  es  en  verdad  sabio  y con  enten- 
dimiento debe  demostrar  tal  condición  mediante  actos  de  “buen  comportamiento” 
impregnados  de  una  “gentil  sabiduría”,  recuerda  el  debate  en  2,14-26  donde  se  in- 
siste en  que  la  fe  requiere  de  obras  para  comprobarse'^.  El  mismo  pasaje  (3,13)  tam- 
bién amplía  la  recelosa  evaluación  inmediatamente  anterior  acerca  del  poder  de  la 
lengua  en  3,1-12.  En  ambos  casos,  el  vínculo  se  construye  al  colocar  la  expresión  de 
la  sabiduría  más  elevada  no  en  pronunciar  un  discurso  grandioso  (imponente)  o inin- 
terrumpido (contencioso),  sino  en  una  cierta  praxis  social  (3,17-18). 

No  siempre  es  teniendo  la  respuesta  correcta  o formulando  mejor  las  cosas, 
más  fluidamente  o en  mejor  estilo  que  los  demás,  que  se  podrá  evidenciar  el  cono- 
cimiento superior  que  se  posea,  según  Santiago,  sino  comportándose  de  forma  tal 


Cf.  la  parábola  del  rico  tonto  en  Lucas  12,16-21. 

Algo  que  para  Santiago  tampoco  debe  olvidarse  es  el  juicio  divino  que  vendrá;  véase  5,7-9. 
Cf.  el  uso  del  mismo  verbo,  deiknymi,  en  Santiago  2,18. 


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1 19 

que  se  amplíen  al  máximo  las  oportunidades  para  que  otros  también  tengan  acceso 
a la  palabra  y puedan  todos  tener  un  lugar.  Este  es  el  significado  de: 

...la  sabiduría  que  viene  de  arriba  es  rectitud,  paz,  tolerancia  y entendimiento.  Está 
llena  de  compasión  y produce  buenas  obras”  (3,17). 

Cualidades  como  las  anteriores  son  contrastadas,  en  4,1-6,  con  otro  estado  de 
cosas  que  parece  haber  predominado,  o cuando  menos  haber  estado  muy  presente, 
en  la  primera  comunidad  cristiana  con  la  que  estuvo  relacionada  la  Epístola  de  San- 
tiago. No  eran  la  paz  y la  gentileza  y las  demás  señales  de  la  sabiduría  que  “viene 
de  arriba”,  sino  las  “guerras”  y las  “peleas”  así  como  las  querellas  que  normalmen- 
te caracterizan  la  vida  del  “mundo”  lo  que  estaba  en  el  orden  del  día.  En  la  raíz  del 
problema,  sostiene  Santiago,  yace  el  deseo  que  no  se  apunta  bien,  o sea  de  manera 
ineficaz: 

¿No  salen  [estos  contlictos]  de  los  deseos  que  libran  una  guerra  en  sus  miembros?  Us- 
tedes anhelan  (epithymeite),  pero  no  consiguen  (4, lb-2a). 

El  síntoma  más  notable,  y la  causa  instrumental,  de  esta  situación  es  otro 
problema  del  habla: 

CITA  En  realidad,  ustedes  no  reciben  [lo  que  desean)  porque  no  piden.  [O,  más  bien:J 
Piden  y no  consiguen,  porque  piden  mal,  para  quedar  derrochados  (dapanesete)  en  sus 
deseos  (hedonais)  (4,3)“ 

Es  la  ausencia  de  foco,  o de  criterios,  por  medio  de  los  cuales  se  podría  diri- 
gir el  deseo,  lo  que  da  cuenta  de  por  qué  “sus  deseos”  siguen  “librando  una  guerra 
[entre  sí]  en  sus  miembros”  (4,1). 

La  oposición  ideológica  que  se  traza  en  Santiago  (4,4)  entre  la  amistad  con 
“el  mundo”  y con  “Dios”,  y entre  la  sabiduría  que  es  “terrestre,  una  cuestión  del  al- 
ma, endemoniada”,  y la  que  “viene  de  arriba”  (3,15),  no  significa  que  se  esté  pro- 
moviendo una  existencia  extraterrenal.  Más  bien,  como  ya  se  ha  señalado,  dicho  len- 
guaje en  la  Epístola  de  Santiago  sirve  para  denotar  dos  modos  distintos  de  ser,  o es- 
tar, en  este  mundo-'.  La  comunidad  cristiana  que  como  tal  se  identifica,  para  Santia- 
go, con  “Dios”  y la  sabiduría  que  “viene  de  arriba”  está  así  proclamando  su  no  acep- 
tación, o su  no  admisión  como  una  constante  realidad,  de  las  cosas  tal  como  son  ac- 
tualmente. Tampoco  se  quiere  “más”  de  lo  mismo  — sin  negar  lo  necesario  e indis- 
putable que  sea  el  derecho  de  recibir  lo  suficiente  para  vivir,  por  ejemplo,  de  alimen- 
tos y vestidura — . Una  “solución”  como  la  anterior,  que  responde  a las  demandas  del 
deseo  humano  simplemente  poniendo  “más”  de  todo,  solo  atiza  el  fuego. 

Al  no  abordar  la  raíz  del  problema  — la  naturaleza  “distraída”  de  “los  deseos 
que  libran  una  guerra  en  sus  miembros” — , el  aprieto  del  sitiado  inevitablemente 
empeora.  La  supuesta  solución  de  dar  “más,  más  y aún  más”  solo  produce  precisa- 
mente lo  que  en  3,14-16  se  dice  que  la  sabiduría  “terrestre,  una  cuestión  del  alma. 


Véase  también  más  adelante. 

Una  vez.  más.  el  problema  no  es  la  naturaleza  física  del  cuerpo  humano  — la  realidad  de  ciertos 
impulsos  sexuales  y anhelos  materialc.s — , sino  cuan  bien  se  logra  satisfacer  el  sentido  dilatado  de  la 
vida  humana  como  algo  todavía  insatisfecho,  o inacabado,  debido  a las  frustraciones  de  este  mundo. 


120 


LEIF  E.  VAAGE.  Cuídale  la  boca 


endemoniada”,  alberga,  o sea,  celos  amargos  (zelos  pikros),  ambición  egoísta  (erit- 
lieia),  solevantamiento  (akatastasiu)  y acciones  viles  de  toda  índole  (faulon  prcif^- 
ina).  El  estar  enlodado  de  modo  permanente  en  tal  insatisfacción  programática  es  ser 
en  realidad  “amigo  del  mundo”. 

Para  Santiago,  la  satisfacción  perdurable  del  deseo  humano  proviene  de  otra 
clase  de  sabiduría,  debe  practicar  otro  tipo  de  amistad,  corresponde  a una  formación 
social  distinta,  que  el  autor  de  la  epístola  evidentemente  equipara  con  el  trabajo  pro- 
pio, o razón  de  ser,  de  la  primera  comunidad  cristiana.  A grandes  rasgos,  como  ya  se 
vio,  esta  formación  social  diferente  se  constituye,  en  4,7-10,  a través  de  la  sumisión 
a Dios-^  De  manera  concreta,  como  ya  se  dijo,  Santiago  destaca  la  importancia  de 
pedir  bien. 

Pedir  en  la  forma  indicada  no  significa  hacerlo  siempre  con  cortesía  o subor- 
dinadamente. En  4,2d-3,  no  obstante,  solo  se  dice  que  aquellos  a quienes  está  diri- 
gida la  Epístola  de  Santiago  han  estado  pidiendo  “mal”  (kcikos).  En  4,6,  sin  embar- 
go, se  señala,  citando  a Pv.  3,34  (LXX),  que  “Dios  se  opone  a los  orgullosos  y con- 
cede sus  favores  |o  beneficios]  a los  humildes  (tapeinois)".  Este  enunciado  luego  es 
elaborado  en  4,7-10  como  una  nueva  exhortación  a somcter.se  a Dios,  concluyendo 
con  el  mandato  final:  “Humíllense  (tapeinothete)  delante  del  Señor  y él  los  levanta- 
rá”. A diferencia  del  lenguaje  arrogante  y presuntuoso  que  después  es  empleado,  en 
4,1 1-12.13-17,  por  los  jueces  falsos  y los  empresarios  miopes,  los  “humildes”  con- 
seguirán lo  que  su  deseo  quiere  porque  han  aprendido  a pedir  “correctamente”,  bus- 
cando una  satisfacción  que  surge  de  su  necesidad  más  honda  en  solidaridad  con  los 
demás". 


4.  Conclusión:  una  subjetividad  “ética”  alternativa 

Quizás  resulte  sorprendente  constatar  cómo  en  la  Epístola  de  Santiago  se  da 
tanta  importancia,  en  la  sección  central  (3,1 — 4,17),  a la  persistente  lucha  con  la  len- 
gua en  la  primera  comunidad  cristiana.  El  discurso  apropiado  aparece  como  una  im- 
probable línea  frontal  en  la  lucha  con  las  costumbres  típicas  del  “mundo”,  entre  las 
cuales  Santiago  denuncia  de  modo  especial  la  muestra  de  parcialidad  hacia  los  ricos 
y la  discriminación  contra  los  más  pobres  (2,lss.),  así  como  el  hecho  de  hablar  pia- 
do.samente,  actuando  con  cinismo  (2,14ss.).  Pero,  ¿por  qué  se  presta  tanta  atención 
(3,1—4, 1 7)  al  tema  de  la  palabra  indicada? 

El  énfasis  en  el  lenguaje  adecuado  está  orientado  a promover  una  subjetivi- 
dad “ética”  alternativa.  Por  ética  entiendo  los  hábitos  que  definen  o caracterizan  a 
una  persona  en  relación  con  “el  mundo”  que  la  rodea:  lo  cual  incluye,  para  Santia- 
go, a la  sociedad  cívica  local  y la  primera  comunidad  cristiana.  Por  subjetividad,  sin 
embargo,  me  refiero  no  a la  experiencia  individual,  sino  a la(s)  formacióníes)  socia- 
l(es)  colectiva(s)  dentro  de  la(s)  cual(es)  cada  persona  siempre  existe,  y que  cada 
quien  de  diverso  modo  engloba.  Para  Santiago,  éstas  incluyen,  aunque  no  exclusi- 


Véase  también  arriba. 

La  manera  de  pedir,  o de  rezar,  adecuadamente  se  trata  asimismo  en  .Santiago  1,5-8;  5,13-18.  Si 
bien  cabe  señalar  que,  en  4,2d-3,  el  hecho  de  pedir  bien  no  es  necesaria  o exclusivamente  un  asunto 
de  implorar  a Dios, 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


121 


vamente,  la(s)  cultiira(s)  imperial(es)  del  mundo  mediterráneo  antiguo  (cf.  1,1:  la 
epístola  se  dirige  a “las  doce  tribus  dispersas  entre  las  naciones”). 

La  Epístola  de  Santiago  promueve  llanamente  la  lucha  de  los  pobres  por  al- 
canzar reconocimiento  y se  opone  a cualquier  modo  de  ver  la  fe  cristiana  que  exclu- 
ya, o reste  importancia,  a las  preocupaciones  “materialistas”  (véase,  por  ejemplo, 
2,15-16)  en  el  proyecto  cristiano.  Más  aún,  Santiago  da  por  sentado  que  un  progra- 
ma de  “ajuste  estructural”,  o sea,  de  relectura  global,  está  en  juego  en  su  parénesis; 
de  allí  el  uso  del  lenguaje  cosmológico  en  3,15.17;  4,4. 

No  obstante  Santiago  asimismo  denota,  e insiste,  al  aferrarse  de  continuo  al 
tema  de  la  palabra  indicada,  que  la  formación  de  una  subjetividad  ética  alternati- 
va es  clave  para  la  realización  concreta  de  estas  aspiraciones;  la  omisión  de  la  cual 
inevitablemente  socavará  y acabará  por  anular  todos  los  esfuerzos  destinados  a 
disfrutar  de  dicho  cambio.  Resulta  interesante,  y desafiante,  leer  la  Epístola  de 
Santiago  no  solo  como  una  crítica  a los  consuelos  dogmáticos  falsos  y las  prácti- 
cas injustas  subsistentes,  sino  también  como  una  propuesta  para  modificar  la  ma- 
nera como  en  realidad  nos  comportamos  en  relación  con  los  demás,  incluida  nues- 
tra forma  de  hablar. 

La  liberación,  según  Santiago,  entraña  igualmente  los  detalles  de  la  vida  co- 
tidiana. Por  esta  razón,  Santiago  (3,1 — 4,17)  se  odupa  tanto,  y con  tanto  empeño,  de 
algo  tan  pequeño  como  la  lengua. 


Leif  E.  Vaage 

75  Qiieen  ’x  Park  Cres.  E 
Toronto,  ON  M5S  1K7 
Canadá 


GABRIEL  CORNELLI 


LOS  PIES  DE  LA  ESPERANZA 
El  poder  mágico  de  la  oración  en  Santiago 

5,13-18 


Resumen 

El  estudio  aborda  el  texto  de  Santiago  5, 13-18  y analiza  las  prácticas  religiosas  y las 
oraciones  en  él  presentes  a partir  de  un  amplio  horizonte  proporcionado  por  la  me- 
todología de  la  antropología  y la  literatura  comparadas. 

La  oración  podero.sa  de  Santiago  5,13-18,  como  también  la  unción  con  el  óleo  y el 
perdón  de  los  pecados,  revelan  la  íntima  pertenencia  de  las  primeras  comunidades 
cristianas  a las  prácticas  mágico- religiosas  de  su  tiempo. 

La  pregunta  que  surge  es  sin  embargo  la  siguiente:  ¿cómo  conciliar  estas  oraciones 
y prácticas  mágicas  con  la  fe  perseverante  lia.sta  el  martirio,  profesada  por  la  Carta 
de  Santiago? 

Abstract 

This  study  approaches  tlie  text  of  James  5,13-18  by  analyzing  the  religious  practices 
and  the  prayers  which  are  contained  in  it,  on  the  basis  ofan  ampie  horizon  provided 
by  the  methodologies  of  anthropology  and  comparative  literature.  The  powerful  pra- 
yer  of  James  5,13-18,  like  the  anointing  with  oil  and  the  forgiveness  ofsins,  reveáis 
an  intimóte  adherence,  on  the  part  of  the  early  Christian  communities,  to  the  magi- 
co-religious  practices  of  the  time.  The  question  which  arises  is  the  following:  how  to 
reconcile  these  prayers  and  these  magical  practices  with  thefaith  that  perseveres  un- 
to martyrdom,  which  is  professed  in  the  Letter  of  James? 


Introducción 

La  propuesta  de  este  estudio  es  abordar  el  texto  de  Santiago  5,13-18,  donde, 
una  mirada  atenta  puede  percibir  memorias  de  prácticas  religiosas  y de  oraciones 
normalmente  no  consideradas  dentro  de  la  exégesis  del  Nuevo  Testamento.  Se  trata 
de  manera  específica  de  prácticas  y oraciones  ligadas  al  mundo  religioso  mágico-ca- 
rismático.  Una  lectura  del  texto,  en  la  línea  de  los  estudios  de  las  religiones  compa- 
radas y de  la  antropología  cultural,  puede  mostrar  cómo  la  matriz  religiosa  de  las  pri- 
meras comunidades  cristianas,  como  nos  es  presentada  en  la  literatura,  canónica  y 
no  canónica,  está  unida  indisolublemente  a las  hermenéuticas  y a las  prácticas  reli- 
giosas del  espacio  en  que  ella  nació  y se  desarrolló. 

No  es  posible  considerar  la  “aventura”  humana  y literaria  del  cristianismo  pri- 
mitivo como  algo  decisivamente  “originario”,  en  el  sentido  de  fundamentalmente 
“separado”  del  resto  de  la  cultura  de  su  tiempo,  en  especial  la  religiosa. 


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Las  primeras  comunidades  cristianas  eran  en  todo  semíticas  y/o  helenísticas, 
bebían  del  mismo  pozo  de  prácticas  religiosas  y de  visiones  místicas:  agentes,  cana- 
les, teología,  reflejando  la  cultura  del  contexto  en  que  el  cristianismo  primitivo  es- 
taba inserto.  Como  no  podía  ser  de  modo  diferente. 

Prácticas  religiosas  que  quizá  puedan  escandalizar  un  poco  a cierta  teología 
ilustrada  hoy,  hacían  parte  en  aquel  tiempo  (como  también  hoy)  del  día  a día  de  la 
religión  del  pueblo.  Ciertas  censuras  teológicas  no  pueden  desviar  nuestras  investi- 
gaciones histórico-exegéticas.  Y no  lo  harán. 

Las  coiTsecuencias  de  esto  en  la  interpretación  de  un  texto  como  Santiago 
5,13-18  las  veremos  a continuación. 


La  estructura  del  texto 

Santiago  5,13-18 

¿Alguien  entre  vosotros  está  mal?  Ore. 

¿Alguien  está  bien?  Alabe. 

¿Alguien  entre  vosotros  está  enfermo?  Llame  a los  ancianos  de  la  iglesia 

para  que  oren  sobre  él 

ungiéndole  con  óleo  en  nombre  del  Señor. 

Y la  oración  de  la  fe  salvará  al  enfermo  y el  Señor  lo  levantará; 

Y si  hubiera  cometido  pecados,  le  serán  perdonados. 

Confesad  por  tanto  unos  a otros  los  pecados  y orad  los  unos  por  los  otros 
para  ser  curados. 

La  oración  performática  poderosa  de  un  justo  tiene  mucho  poder. 

Elias 

era  un  hombre  como  nosotros 

El  oró  con  mucha  fuerza  para  que  no  lloviese, 

Y no  llovió  sobre  la  tierra  durante  tres  años  y seis  meses. 

Y oró  de  nuevo  Y el  cielo  dio  la  lluvia 

Y la  tierra  produjo  su  fruto. 


1.  El  texto 

Vamos  a mirar  el  texto  de  cerca. 

La  perícopa,  de  evidente  estilo  parenético,  en  la  forma  casi  de  un  sermón  vi- 
brante, aparece  como  una  pieza  muy  bien  cosida. 

En  la  estructura  del  texto  podemos  reconocer  dos  costuras  fundamentales:  “Y 
si  hubiera  cometido  pecados...”  (v.  15b)  y “la  oración  performática  poderosa  de  un 
justo...”  (v.  16b).  Los  dos  versículos  son  como  puentes  entre  los  tres  temas  funda- 
mentales de  la  perícopa: 


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GABRIEL  CORNELLl,  Los  pies  de  la  esperanza 


La  curación  de  los  enfermos  por  la  unción  (vv.  13-15). 

La  curación  por  la  confesión  de  los  pecados  (v.  16). 

Elias  y el  poder  de  su  oración  (vv.  17-18). 

Las  costuras  parecen  funcionar  lógicamente  de  la  siguiente  manera;  el  enfer- 
mo es  curado  por  el  óleo  y la  oración  de  los  ancianos,  y sus  pecados  serán  perdona- 
dos. Esta  última  afirmación  viene  a ser  un  puente  para  la  exhortación  a la  mutua  con- 
fesión de  los  pecados  y a la  oración  de  los  unos  por  los  otros;  la  exhortación  es  co- 
rroborada por  la  afirmación  siguiente,  que  es  propuesta  también  como  costura  para 
el  tercer  bloque:  “la  oración  performática  poderosa  de  un  justo  tiene  mucho  poder”. 
He  aquí  entonces,  para  cerrar  la  perícopa,  la  proposición  de  un  ejemplo  de  este  tipo 
de  oración:  Elias  y su  oración  para  cerrar  y abrir  el  cielo. 

Muchos  autores  consideraron  la  Carta  de  Santiago  como  una  yuxtaposición 
de  temas,  una  secuencia  parenética,  un  buen  sermón  construido  por  la  concatenación 
de  temas  prevalentemente  sapienciales,  en  el  estilo:  “Pues  es,  hablando  de  eso,  etc.”. 

Nuestra  perícopa  aparentemente  se  prestaría  muy  bien  para  ejemplificar  ese 
análisis  y teoría  de  la  construcción  del  texto  de  Santiago.  Pero  solo  aparentemente. 
Las  costuras,  la  concatenación  sucesiva  de  los  tres  bloques  no  nos  deben  engañar. 

Existe  un  fino  hilo  encarnado,  un  tema  que  fácilmente  está  escondido  a nues- 
tros ojos,  tan  poco  acostumbrados  a él,  y que  atraviesa  toda  la  perícopa.  Veámoslo 
de  .seguido. 

En  el  primer  bloque  el  enfermo  es  curado  por  la  oración  de  los  ancianos  de  la 
iglesia,  oración  que  se  expresa  en  su  materialidad  en  tanto  unción  con  óleo  e invo- 
cación del  nombre  del  Señor.  Esta  oración,  hecha  con  fe,  salvará  al  enfermo  y lo  le- 
vantará. 

En  el  segundo  bloque  son  propuestas  dos  modalidades  de  oración:  la  confe- 
sión mutua  de  los  pecados  y la  oración  de  los  unos  por  los  otros.  Esta  última  puede 
también  incluir,  en  la  tradición,  algún  gesto,  como  por  ejemplo  la  imposición  de  las 
manos,  aunque  no  necesariamente.  La  finalidad  de  las  dos  modalidades  es  una  sola: 
“para  ser  curados”. 

Fran^ois  Vouga  nota  agudamente  algo  extraño:  el  enfermo  del  primer  bloque 
es  salvo,  mientras  que  el  perdón  de  los  pecados  cura'.  Esperaríamos  quizá  lo  contra- 
rio: una  inversión  lógica,  por  ende,  que  seríamos  llevados  a considerar  un  Juego  es- 
tructural entre  los  dos  bloques,  casi  una  costura  invisible  hecha  en  el  reverso  del  pa- 
ño. Sin  embargo  podría  también  ser  algo  más  que  eso:  ¿la  construcción  del  texto  no 
podría  estar  sugiriendo  que  la  salvación  y la  curación  no  son  en  verdad  sino  las  dos 
caras  de  una  misma  moneda?  Más  aún:  aunque  no  puedan  ser  términos  intercambia- 
bles, la  curación  y la  salvación  son  el  resultado  de  una  misma  actitud,  de  un  cierto 
tipo  de  oración.  Es  lo  que  parece  indicar  la  segunda  costura  del  texto:  “la  oración 
performática  poderosa  de  un  Justo  tiene  mucho  poder”.  Y para  ejemplificar  eso,  he 
aquí  a Elias,  el  hombre  como  nosotros,  pero  que  tiene  una  oración  “muy  poderosa” 
que  hasta  abre  y cierra  el  cielo. 

Parece  existir  por  consiguiente  un  hilo  encarnado,  una  costura  en  parte  es- 
condida: la  de  la  oración.  Los  tres  bloques  están  cimentados  por  ella.  En  orden:  un- 
ción con  óleo,  invocación  del  nombre  del  Señor,  confesión  pública  de  los  pecados. 


1 


Cf.  Vouga,  Fran^ois.  A carta  de  Tiago.  Sao  Paulo,  Ed.  Loyoia,  pág.  157. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


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oración  de  los  unos  por  los  otros,  y la  oración  poderosa  de  Elias  que  cierra  y abre 
el  cielo. 

La  primera  y la  última  incluyen  alguna  materialidad  y una  cierta  ejecución  ex- 
terior por  parte  de  uno  o más  sujetos  definidos:  la  unción  con  óleo  por  parte  de  los 
ancianos,  el  poder  de  hacer  llover  menos  por  parte  de  Elias.  Ambas  son  oraciones 
especiales:  de  hecho,  el  autor  parece  conocer  una  expresión  definida  para  ellas,  ex- 
presión que  hasta  ahora  no  intentamos  explicar:  la  llama  en  la  segunda  costura  del 
texto  la  “oración  performática  poderosa  del  justo”.  Llegó  tal  hora.  Comenzamos  por 
preguntarnos:  ¿Cómo  debemos  entender  esto?  ¿Qué  tipo  de  oración  es  ésta?  ¿Qué 
están  haciendo  aqui  juntos,  bien  cosidos,  la  unción  con  óleo,  el  perdón  en  la  comu- 
nidad y la  oración  poderosa  de  Elias? 

Para  eso,  la  segunda  costura  (v.  16b)  parece  de  nuevo  indicar  una  respuesta: 
“la  oración  performática  poderosa  de  un  justo  tiene  mucho  poder”,  reza  el  v.  16b. 
Pero,  ¿qué  es  esa  dcesis  energoumene,  sentido  genérico  de  trabajar,  de  actuar  en  Gá- 
latas  5,6  donde  se  dice  que  “la  fe  actúa  por  el  amor”?  Su  sentido  más  especifico,  sen- 
tido que  arrojará  una  nueva  luz  sobre  nuestro  texto,  aparece  al  revés  ya  en  Mt.  14,2 
y en  el  paralelo  Me.  6,14,  en  el  contexto  de  la  afirmación  según  la  cual  los  poderes 
de  Juan  Bautista  estarian  obrando  en  Jesús,  después  de  la  muerte  de  aquél.  Una  afir- 
mación que  — de  acuerdo  con  varios  autores — revelarla  una  creencia  popular  rela- 
tivamente difundida  en  la  Palestina  de  ese  tiempo  relativa  a prácticas  de  necroman- 
cial  En  ICor.  12,1 1 es  el  único  Espíritu  el  que  realiza,  obra,  da  energía  (casi  trans- 
literando  energheo)  a todos  los  diferentes  dones  espirituales,  como  curación,  profe- 
cías, milagros,  lenguas,  etc.  En  Gál.  2,8  es  el  propio  Dios  quien  trabaja,  obra  en  Pe- 
dro: es  su  energía.  La  misma  idea  la  encontramos  por  ejemplo  en  Fil.  2,13.  En  Ef. 
2,2  el  término  se  refiere  a la  acción  del  principe  del  poder  del  aire,  el  cual  opera  en 
los  hijos  de  la  desobediencia.  En  la  misma  linea,  2Tes.  2,7:  el  misterio  de  la  iniqui- 
dad ya  trabaja,  ya  actúa.  El  campo  semántico  del  término  energoumene,  en  conse- 
cuencia, parece  estar  unido  a una  acción,  una  energía,  un  poder  sobrenatural  que  ac- 
túa visiblemente  en  un  individuo  o en  más  individuos^  Los  estudios  antropológicos 
conocen  este  fenómeno  religioso  por  el  nombre  de  chamanismo. 

Mircea  Eliade,  uno  de  los  mayores  estudiosos  del  fenómeno,  en  su  obra  Le 
chamanism  reconoce  que: 

Serían  necesarios  diversos  volúmenes  para  estudiar  convenientemente  todos  los  pro- 
blemas relativos  a la  misma  idea  de  “espíritu  y de  sus  posibles  relaciones  con  los  hu- 
manos"*. 

j Aun  así,  una  distinción  básica  puede  contribuir  a aclarar  el  campo  de  las  di- 

! námicas  envueltas  en  el  fenómeno.  Dejamos  al  mismo  Eliade  tal  tarea: 


^ Cf.  Coinelli.  Gabriel.  "E  itin  demonio!" : o Jesús  histórico  e a religido  popular.  Sao  Bernardo  do 
Campo,  1998,  pág.  148. 

^ Tiene  muy  poco  que  ver  con  la  traducción  más  común  de  oración  activa  en  la  mayoría  de  las  edi- 
ciones. En  verdad,  la  misma  traducción  “poderosa"  no  consigue  dar  cuenta  en  su  totalidad  del  .sentido 
del  término  ostraka,  puesto  que  la  oración  propiamente  no  es  “fuerte"  en  cuanto  el  buen  suceso  en  sus 
resultados,  sino  en  cuanto  acción  realizada  por  un  poder  sobrenatural. 

Eliade,  M.  Le  chamanism  el  les  techniques  archaiques  de  l'exíase.  Paris,  Payot,  1951,  pág.  21 . 


126 


GABRIEL  CORNELLI,  Los  pies  de  la  esperanza 


...para  entender  el  chamanismo  es  preciso  situar  la  posición  del  chamán  en  relación 
con  sus  espíritus  auxiliares.  Por  medio  de  un  ejemplo  será  bastante  fácil  ver  lo  que 
distingue  a un  chamán  de  un  “poseso”:  el  chamán  domina  a sus  espíritus,  en  el  senti- 
do que  él,  un  ser  humano,  consigue  comunicarse  con  los  muertos,  los  “demonios”  y 
los  espíritus  de  la  naturaleza,  sin  por  eso  convertirse  en  un  instrumento  de  éstos". 

Esta  es  la  base  antropológica  para  que  podamos  comprender  el  término  ener- 
^oiimene  en  toda  su  riqueza  de  significados  y en  toda  su  fuerza  mágica. 

Podemos  pues  considerar  la  expresión  “oración  poderosa”  como  algo  ligado 
a la  religión  mágica  de  Israel,  un  espacio  y una  tradición  religiosa  siempre  presen- 
tes paralelamente  o Junto  al  espacio  sacramental  oficial.  Es  por  eso  que  en  el  texto 
se  habla  del  “mucho  poder”  de  esta  oración  chamánica,  que  funciona  incorporando 
el  poder  de  la  divinidad  y del  espíritu  de  referencia.  Y nada  mejor  que  el  ejemplo  de 
uno  de  los  grandes  chamanes  de  la  tradición  de  Israel,  profeta  y curandero:  Elias. 

La  tradición  de  Mt.  14,2,  en  la  cual  Jesús  es  presentado  como  poseedor  de  los 
poderes  de  Juan  Bautista,  una  forma  clásica  de  posesión  mediúnica  del  espíritu  de 
un  antepasado  (desde  los  tótemes  de  los  indios  de  América  del  Norte  hasta  la  incor- 
poración del  orixá  en  las  religiones  afro-latinas,  para  no  irnos  muy  lejos),  parece 
mostrar  lo  difundida  que  estaba  la  creencia  en  los  poderes  y en  sus  m.édiums  (los 
chamanes)  en  la  Palestina  del  primer  siglo.  Especialmente  en  el  Norte,  donde  algu- 
nos autores  reconocen  una  tradición  mágico-carismática,  desde  Elias  a Eliseo,  pa- 
sando por  Jesús  y otros  contemporáneos  “menores”,  hasta  figuras  de  la  literatura  del 
judaismo  formativo  como  Honi,  sus  nietos,  y Hanina  ben  Dosa^  De  Honi  hablare- 
mos en  seguida. 

Normalmente  la  acción  mágica  del  chamán,  su  oración  poderosa,  es  acompa- 
ñada de  un  verdadero  “trabajo”  (otra  palabra  bien  conocida  en  el  mundo  de  la  reli- 
gión popular  hoy)  que  envuelve  incluso  el  uso  de  algún  material,  o por  lo  menos  de 
algunas  partes  de!  cuerpo  del  propio  chamán.  Jesús  parece  usar  su  saliva  y lodo,  usa 
las  manos  para  tocar,  pronuncia  algunas  palabras,  manda  a sus  discípulos  ungir  con 
óleo  a los  enfermos  y los  endemoniados,  etc.  Y normalmente  la  oración  muestra  al- 
guna señal  externa  de  haber  sido  acogida:  los  ciegos  ven,  los  sordos  oyen,  la  lluvia 
deja  de  caer,  el  demonio  sale,  etc. 

La  oración  de  la  que  nuestro  texto  está  hablando  puede  ser  por  consiguiente 
una  modalidad  de  esta  oración  poderosa,  la  cual  es  realizada  por  medio  de  una  per- 
formance y muestra  un  suceso  tangible.  Una  oración  que  realmente  “tiene  mucho 
poder”.  Como  la  de  Elias.  Y como  la  de  los  ancianos. 

Un  poco  “pasada  de  moda”  en  los  últimos  siglos,  con  el  florecer  de  las  expe- 
riencias pentecostal  y carismáticas  en  este  final  de  milenio,  la  oración  hecha  por  los 
ancianos  de  la  comunidad,  la  oración  de  los  unos  por  los  otros  y la  unción  con  el 
óleo,  se  han  hecho  prácticas  comunes  en  muchas  comunidades  cristianas.  Nuestro 
texto  es  muchas  veces,  por  varias  razones  y en  forma  diferente,  un  punto  de  referen- 
cia para  esas  prácticas.  Tenemos  con  esto  una  razón  más  para  profundizar  nuestro 
mirar. 


5 

6 


Idem. 

Cf.  Vermes.  Geza.  Jesús,  o judeii.  Sao  Paulo,  Ed.  Loyola,  1990,  pág.  84. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


127 


Prácticas  religiosas  como  las  descritas  aquí  eran  prácticas  comunes  en  el 
mundo  antiguo,  lo  mismo  que  en  el  tiempo  y en  el  espacio  en  que  estaba  naciendo 
aquel  que  se  acordó  en  llamar  cristianismo  primitivo. 

Necesitamos,  sin  embargo,  abrir  la  lente  de  nuestra  exégesis  para  que  ob.ser- 
vemos  más  allá  del  suelo  estrecho  al  cual  algunos  exégetas  e,stán  cómodamente 
acostumbrados.  En  este  sentido,  gusto  siempre  de  citar  una  buena  “Jalada  de  orejas” 
de  Eduardo  Hoornaert  a una  cierta  manera  de  hacer  exégesis; 

Los  así  llamados  “estudios  bíblicos”  no  prestan  mucha  atención  a las  religiones  semi- 
tas en  sí  mismas.  Lo  que  les  interesa  son  las  tradiciones  religiosas  del  judaismo.  Pa- 
radójicamente, los  mismos  estudios  bíblicos  constituyen  de  esta  manera  un  problema 
para  la  interpretación  de  la  historia  del  cristianismo... 

Las  religiones  del  Oriente  Medio  no  son  estudiadas  en  sí  ni  por  sí  mismas,  si- 
no casi  exclusivamente  en  una  perspectiva  bíblica.  Existe  por  detrás  de  esto  una  je- 
rarquización  de  origen  ideológico:  la  religión  bíblica  (o  revelada)  en  el  centro,  las 
demás  religiones  semitas  (los  paganismos)  en  la  periferia.  Es  importante  que  aquí, 
en  nuestro  mundo  colonizado,  percibamos  la  redundancia  de  esa  postura  preconce- 
bida en  nuestro  modo  de  relacionarnos  con  nuestros  “paganismos”’. 

Las  palabras  de  Hoornaert  resumen  bien  aquello  que  se  está  delineando  siem- 
pre más  como  un  punto  hermenéutico  dentro  de  los  estudios  bíblicos,  también  (o  tal 
vez  primeramente)  latinoamericanos;  rescatar  las  historias  de  los  otros,  de  las  cultu- 
ras y de  manera  más  específica  de  las  literaturas  próximas  a las  del  mundo  bíblico, 
para  aprehender,  allá  como  aquí,  una  práctica  más  correcta  en  relación  al  pluralismo 
religioso  y cultural  (a  nuestros  paganismos,  como  dice  Hoornaert). 

Ampliemos  la  lente,  por  tanto.  Procuremos  entender  más  las  diferentes  moda- 
lidades de  oración  poderosa  citadas  en  nuestro  texto,  dentro  del  contexto  religioso 
en  que  éste  está  ubicado,  histórica  y geográficamente.  Vamos  a comenzar  con  la  ora- 
ción-modelo de  Elias. 


2.  Poder  sobre  la  lluvia 

De  Honi  ha-Meaggel  (el  trazador  de  círculos)  tratan  dos  fuentes  del  judaismo 
formativo;  la  Mixná  (Taanit)  y una  memoria  de  Flavio  Josefo\ 

La  fuerza,  la  capacidad  especial  atribuida  a Honi  es  la  de  hacer  llover.  Esta 
capacidad  trae  directamente  a la  memoria  la  figura  de  Elias  y su  oración  poderosa. 
El  de  Horni  es  el  único  milagro  registrado  en  la  Mixná,  el  código  oficial  de  la  ley 
rabínica,  compuesto  en  Palestina  alrededor  del  200  d.  C.  Nunca  habríamos  pensado 
hallar  algo  semejante  allí. 

La  narración  de  la  Mixná  es  la  siguiente: 

A.  Ellos  tocan  (el  sofar)  siempre  que  ocurre  un  desastre  en  la  comunidad,  a no  ser 
cuando  se  trata  de  mucha  lluvia  [pues  eso  podría  demostrar  que  dudaban  de  la  pro- 
mesa de  Dios  de  no  inundar  nuevamente  la  tierra,  hecha  en  Gén.  9,8-17]. 


7 

8 


Hoornaert,  Eduardo.  O moviincnlo  de  Jesús.  Pelrópolis,  Vozes,  1994,  pág.  31. 
Cf.  Anlií’üulades  Judaicas  14.22-24. 


128 


GABRIEL  CORNELLl,  Los  pies  de  la  esperanza 


B.  Una  vez  pidieron  a Honi,  el  Hacedor-de-círeulos;  “Reza  para  que  llueva”. 

C.  El  respondió;  “Pondré  hacia  deniro  los  hornos  de  la  Pascua  para  que  no  se  derri- 
tan”. 

D.  El  rezó,  pero  no  hubo  lluvia. 

E.  Dibujó  un  círculo  y quedó  dentro. 

F.  Y dijo;  “Maestro  del  Universo,  tus  hijos  han  venido  a mí  porque  soy  como  un  hijo 
de  la  casa  delante  de  ti. 

G.  Juro  por  tu  gran  nombre  que  no  saldré  de  aquí  basta  que  tengas  piedad  de  tus  hi- 
jos”. 

JJ.  Comenzó  a lloviznar. 

I.  El  dijo;  “No  pedí  eso;  pedí  lluvias  (en  una  cantidad  suficiente)  para  llenar  las  cis- 
ternas, los  fosos  y las  grutas”. 

J.  Cayó  una  lluvia  torrencial. 

K.  El  dijo;  “No  pedí  eso;  pedí  lluvias  que  son  fruto  de  tu  benevolencia,  de  lu  bendi- 
ción, de  tu  bondad”. 

L.  Llovió  como  él  deseaba. 

M.  Hasta  que  Israel  tuvo  que  salir  de  Jerusalén  e ir  hacia  la  colina  del  templo  por  cau- 
sa de  las  aguas. 

N.  Pidieron  a Honi;  “Así  como  rezaste  para  traer  lluvia,  reza  para  que  ella  pare”. 

Ñ.  El  respondió;  “Id  y ved  si  la  piedra  del  Perdido  y del  Hallado  fue  arrastrada  por  la 
lluvia  (¡solo  con  una  inundación  así  me  atrevería  a rezar  para  que  la  lluvia  pare!]”. 

O.  Simón  b.  Shetáh  le  envió  [un  mensaje]. 

P.  El  dijo  a Honi;  “Mereces  ser  excomulgado,  pero  ¿qué  puedo  hacer  contigo?  Te 
comportaste  con  petulancia  delante  del  Omnipotente,  como  un  hijo  se  comporta  con 
petulancia  delante  del  padre,  quien  incluso  así  le  cumple  los  caprichos”. 

Q.  Y al  respecto,  las  Escrituras  dicen;  “Que  tu  padre  y tu  madre  se  alegren,  y exulte 
aquella  que  te  engendró”  (Pr.  23,25)'*. 

Honi  es  el  paradigma  del  rezador  poderoso  e insistente  que  fuerza  a Dios  a ha- 
cer lo  que  quiere;  no  con  violencia,  sino  como  tin  niño  intenta  forzar  a su  padre  a sa- 
tisfacer sus  deseos  (cf.  estrofa  P).  Forzar  a Dios,  obligar  a Dios,  sin  embargo,  es  una 
de  las  formas  por  las  cuales  se  reconoce  comúnmente  una  acción  mágica.  Y esta  ora- 
ción insistente,  poderosa  —diríamos—  tiene  como  objeto  el  mismo  de  Elias;  hacer 
llover/no  hacer  llover.  Tenemos  aquí,  entonces,  la  figura  interesante  e inédita  de  un 
rabino  que  llamaba  de  manera  extraordinaria  a Dios  de  Padre  (Ahba)"',  comportán- 
dose con  él  como  un  hijo  petulante,  y que  hasta  fundó  una  dinastía  de  rezadores  po- 
derosos, la  cual  llegó  hasta  el  primer  siglo  de  nuestra  era  con  dos  nietos  suyos,  Ab- 
ba  Hilkian  y Hanan  há-Nehba.  Sobre  este  último,  de  modo  especial,  el  Talmud  de 
Babilonia  narra  lo  siguiente; 

Cuando  el  mundo  precisaba  de  lluvia,  los  rabinos  ponían  algunos  niños  detrás 
de  ellos.  Ellos  agarraban  el  dobladillo  de  su  túnica  y pedían:  “Padre,  Padre  [Abba, 
Abba|  danos  lluvia”.  Entonces  imploraba  al  Santísimo,  bendito  sea  |de  la  siguiente 
manera]:  “Maestro  del  Universo,  realiza  el  pedido  de  aquellos  que  no  saben  distin- 
guir entre  el  Padre  [Abba]  que  da  la  lluvia  y el  padre  [abba]  que  no  la  da”". 


Mixná.  Taanit,  3.8. 

Cf.  Talnmde  de  Bahdónia,  Taanit  23a. 
' ' Cf.  Taliintde  de  Bedídónia,  Taanit  23b. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍELICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


129 


Esta  es  la  segunda  y última  vez  en  que  Dios  es  llamado  Padre  (Abba)  en  la  li- 
teratura rabínica.  J.  D.  Crossan,  comenta  al  respecto:  “en  los  dos  casos  estamos  de- 
lante de  milagreros  que  ejercen  un  control  infantil  e imperativo  sobre  el  poder  divi- 
no”'^ 

¿Milagreros? 

¡Pues  sí!:  esta  relación  filial  con  Dios  es  señalada  además  por  diversos  auto- 
res como  una  de  las  características  del  chamán'-’.  La  confirmación  de  esto  es  que  en 
los  textos  mágicos  helenísticos,  el  “hijo  del  Dios  vivo”  era  uno  de  los  títulos  más 
usados  y una  de  las  fuerzas  mágicas  más  poderosas''*.  En  el  caso  de  la  literatura  ca- 
nónica sobre  Jesús,  por  ejemplo,  la  expresión  “hijo  de  Dios”  está  casi  siempre  uni- 
da a sus  milagros. 

Pero,  volviendo  a Honi  y sus  nietos:  ¿qué  es  lo  que  estos  milagreros,  llama- 
dos rabinos,  hacen  en  la  literatura  rabínica?  Tal  vez  lo  mismo  que  Elias  en  los  últi- 
mos versículos  de  la  Carta  de  Santiago'-’.  Y quien  sabe  si  lo  mismo  que  los  ancianos 
de  nuestro  texto,  con  el  óleo  en  sus  manos,  a los  pies  de  la  cama  de  un  enfermo  de 
la  comunidad. 


3.  Poder  de  curar  con  óleo 

La  unción  de  los  enfermos  con  óleo  era  una  de  las  prácticas  religiosas  más  co- 
munes en  el  antiguo  Medio  Oriente'^ 

El  templo  de  E.sculapio,  en  Epidauro,  por  ejemplo,  fue  uno  de  los  centros  de 
curación  más  importantes  del  Mediterráneo.  El  dios  que  curaba  era  Esculapio.  Des- 
de el  tiempo  de  Homero  hasta  el  reino  de  Constantino  — según  Kee — , ésta  fue  la  fi- 
gura preeminente  ligada  a la  curación  en  el  mundo  antiguo'^.  El  aparece  en  la  tradi- 
ción al  mismo  tiempo  como  agente  de  curación  divina  y fundador  de  la  profesión 
médica.  En  aquel  tiempo  no  se  pensaba  mucho  en  las  sutiles  (cuanto  muchas  veces 
dinámicas)  distinciones  de  hoy. 

La  curación  acontecía  a través  de  un  sueño  ritual  en  el  cual  el  dios  curaba  di- 
rectamente al  enfermo,  o indicaba  en  ensueño  los  ingredientes  para  la  preparación 
de  óleos/ungüentos  caseros.  Muchas  veces  la  asesoría  de  los  sacerdotes  se  hacía  ne- 
cesaria, ya  para  la  interpretación  de  los  sueños,  ya  para  la  preparación  de  los  un- 
güentos y remedios. 


Cro.ssan,  .1  D.  O Jesits  histórico.  Rio  de  Janeiro,  Iniago,  1994,  pág.  183 

Cf.  Smiih.  Morlon.  Jesús,  ihe  Malician.  San  Francisco  (EE.  UD.),  flarpcr  & Row.  1978,  págs. 
lOüs.l.SI;  Luck.  Ge.org,  Arcana  Muncli.  Milano,  Mondadori,  pág.  47. 

Cr.  también  el  texto  de  Mt  26,63. 

' ^ De  esta  forma,  no  nos  sorprende  el  hecho  de  que  F.  Vouga  considere  "curiosa"  la  inserción  en  nues- 
tro texto  de  la  figura  de  Elias.  Cf.  op.  cit.,  pág.  155.  Elias  no  parece  tener  nada  que  ver  con  el  texto  tic 
Santiago,  a menos  que  se  entienda  la  relevancia  de  las  prácticas  chamánicas  para  la  comprensión  de 
la  visión  religiosa  subyacente  a el. 

Cf.  el  interesante  trabajo  de  De  Boer,  Sjaak.  The  Sacrament  ofthe  anointing  oj  the  sick  in  the  La- 
tin  American  Conte.xt  of  suffering  causeci  hy  Faverly.  Leuven.  Katholieke  Univeresiteit,  1994. 

Kee,  H.  C.  cf.  Miracle  in  the  Eariy....,  citado  por  Kee,  Howard  C.  Miracle  in  the  Early  Christian 
World:  a Sludv  in  Sociohistorical  Method.  New  Itaven  & London,  Vale  Universiiy  Press.  1983,  pá”. 
78. 


130 


GABR  lEL  CORNELLI,  Los  pies  de  la  esperanza 


Una  serie  de  escritos,  que  reciben  el  nombre  de  Papiros  Mágicos  Griegos 
(PMG),  constituyen  quizá  la  fuente  más  importante  para  el  estudio  de  la  religión  má- 
gica helenística  en  general‘^ 

Los  textos,  datados  entre  el  segundo  y el  quinto  siglo  d.  C.,  bien  posteriores 
por  consiguiente  a la  época  en  que  la  Carta  de  Santiago  fue  probablemente  escrita, 
son  en  realidad  una  colección  de  fórmulas,  rituales  y mágicas  más  antiguas,  y cons- 
tituyen un  testimonio  extremadamente  precioso  de  la  cotidianidad  de  la  religión,  en 
el  mismo  contexto  cultural  en  que  los  primeros  cristianos  se  encontraban’'f 

El  carácter  sincrético  de  los  papiros  es  evidente:  en  ellos  están  contenidas  tra- 
diciones egipcias,  griegas  y hasta  semíticas  y cristianas.  Adivinación,  encantamien- 
tos para  conseguir  apasionar  por  uno  a una  mujer  o un  hombre,  simpatías  para  ligar 
y desligar,  curaciones  y exorcismos  son  las  actividades  de  las  cuales  tratan  los  PMG. 

Según  Mary  E.  Mills,  es  en  el  tópico  de  los  exorcismos  que  se  notan  en  los 
PMG  las  influencias  más  marcantes  de  las  tradiciones  judaico-cristianas^".  Las  co- 
nexiones en  los  papiros  son  explícitas.  Es  el  caso  de  Moisés,  invocado  como  exor- 
cista: 


Yo  soy  Moisés,  tu  profeta...  Y yo  te  llamo,  el  dios  terrible  e invisible,  con  un  espíritu 

vació...  Libera  a N.  N.  del  espíritu  que  lo  atormenta^'. 

Parece  que  el  dios  de  los  Judíos  era  apreciado  de  forma  especial  para  expul- 
sar a los  demonios.  Diversos  testimonios  de  e.so  se  hallan  en  las  inscripciones  de  va- 
sos árameos-^  Es  también  el  caso  de  invocaciones  dirigidas  al  arcángel  Miguel,  al 
dios  Sebaoth  y hasta  de  algunos  trozos  del  Padrenuestro”.  A pesar  de  no  ser  éstas 
necesariamente  fórmulas  usadas  por  los  Judíos  y cristianos  en  los  exorcismos,  sirven 
para  indicar  que,  en  un  mismo  contexto  de  cultura  mágica,  tradiciones  varias  dialo- 
gaban normalmente  entre  sí. 

Podemos  de  este  modo  hallar  aquí  también  una  fórmula  mágica  para  curar  la 
Jaqueca  que  contempla  la  unción  con  óleo.  El  texto  del  papiro  es  el  siguiente; 

PMG  VIL  199-2ÜI  Fórmula  para  la  Jaqueca 

Pase  el  óleo  en  sus  manos  y pronuncie  la  fórmula:  Zeus  sembró  una  semilla 
de  uva:  ella  partió  la  tierra.  El  no  la  siembra;  ella  no  va  a brotar. 


Cf.  .Segal.  A.  F.  Studies  iii  Gnnsticism  & Hellein.siic  Keligions.  Leiden.  Van  der  Brook,  1978,  pág. 
349. 

Tales  papiros  han  llegado  hasta  nosotros  gracias  a la  costumbre  egipcia  de  enterrar  al  mago  falle- 
cido con  sus  libros  de  magia  para  que  pudiera  ejercer  su  profesión  también  en  ultratumba.  Cf.  G.  Luck, 
op  cil.,  pág.  xxiv.  Además  de  los  papiros,  tales  fórmulas  podían  ser  gravadas  en  tiestos  (o-strakaos- 
traka)  de  potes  quebrados.  Los  o-slraka  ostraka  mágicos  son  de  uso  más  popular  e inmediato,  a dife- 
rencia de  los  papiros,  cf.  G.  Luck,  op.  cil.,  pág.  25. 

Cf.  Mills.  Mary  B.  Human  Agenls  ofCosmic  Power  in  Helenistic  Jndaism  and  ihc  Sinoptic  tradi- 
lion.  Shefficld,  Sheffieid  Academic  Press,  1990.  págs.  28.139.  Para  un  estudio  específico  sobre  el  te- 
ma, cf.  Smith,  M.  "Jcwish  Elements  in  the  Magical  Papyri",  en  Studies  in  the  Cidt  oj  Yaliweh.  vol.  II, 
págs.  242-256. 

PMG  5.96-172.  Apud  Mary  E.  Mills,  op.  cit.,  pág.  139.  Cf.  también  G.  Luck,  op.  eit.,  pág.  40. 

““  Cf.  Mary  E.  Mills,  op.  cil.,  pág.  29.  Véase  más  sobre  los  vasos  en  la  parte  reservada  a Salomón. 
23  PMG  83.1-20. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


131 


Estamos  acostumbrados  a pensar  en  la  unción  de  los  enfermos  como  una  ac- 
ción sacramental’^,  un  ritual  institucional  cumplido  por  algunos  sacerdotes  que  fue- 
ron habilitados  para  hacer  eso  por  una  investidura  especial.  Pero  de  esta  forma  apar- 
tamos a la  unción  de  su  uso  y sentido  más  próximos  a la  vida  cotidiana  del  pueblo, 
como  indican  los  dos  ejemplos  anteriores  pertenecientes  a las  experiencias  de  la  re- 
ligión popular  de  aquel  tiempo. 

El  pueblo  usaba  (y  usa)  óleos  y ungüentos,  así  como  el  recurso  a chamanes  y 
“profetas”,  para  responder  a los  sufrimientos  diarios,  en  una  actitud  religiosa  sincré- 
tica a partir  de  sus  necesidades  básicas  (curación,  lluvia,  etc.).  Pese  a que  esa  acti- 
tud siempre  (hasta  hoy)  ha  sido  estigmatizada  como  pagana,  o ignorante,  o supers- 
ticiosa, etc.,  es  quizá  una  de  las  formas  más  nobles  (¿por  inmediata  y humilde?)  de 
sentimiento  religioso.  Una  religión  que  echa  mano  de  lo  sagrado  para  la  solución  de 
lo  cotidiano.  Una  religión  en  la  que  se  instaura  algo  parecido  a una  democracia  di- 
vina (según  la  expresión  de  Morton  Smitir-),  en  que  todas  las  fuerzas,  todas  las  di- 
vinidades, trabajan  juntas  para  mejorar,  aunque  sea  mínimamente,  la  miseria  de  la 
vida  del  pueblo. 

La  unción  con  el  óleo  -es  lo  que  queremos  destacar-  es  primero  una  práctica 
de  la  fe  popular  .semítica  y helenística,  y después,  solo  después,  un  sacramental  ins- 
titucionalizado por  la  jerarquía  de  la  Iglesia.  El  error,  a veces  ingenuo,  muchas  ve- 
ces calculado,  de  remitir  etiológicamente  a los  comienzos  los  modelos  de  las  insti- 
tuciones actuales,  no  nos  permite  comprender  un  gesto  religioso  como  el  de  la  un- 
ción de  los  enfermos  en  toda  su  polivalencia  y riqueza  histórica  y antropológica. 

De  acuerdo  con  Coenen^\  el  verbo  aleipho,  ungir,  tiene  un  sentido  mucho  más 
literal  y concreto  que  su  paralelo  chrio,  que  es  usado  más  comúnmente  en  un  senti- 
do alegórico.  En  el  Nuevo  Testamento  la  acción  de  ungir  es  comprendida  como  cu- 
ración del  cuerpo,  como  señal  de  respeto  para  con  el  huésped  al  igual  que  para  con 
los  muertos,  así  como  práctica  de  exorcismo  de  los  enfermos.  Es  el  caso,  por  ejem- 
plo, de  Me.  6,13;  “y  ellos  expulsaban  demonios  y curaban  (aleipho)  con  óleo  y mu- 
chos enfermos  quedaban  curados”. 

Esta  acepción  del  término  ungir,  vinculada  a una  acción  mágico-litúrgica  de 
curación  por  el  exorcismo,  puede  aclarar  la  dinámica  interna  de  nuestro  texto.  Se- 
ñalamos arriba  una  aparente  inversión  lógica  entre  salvar  al  enfermo  con  óleo  y cu- 
rar al  pecador  con  el  perdón.  A partir  de  la  comprensión  del  verbo  aleipho  queda 
más  evidente  la  costura  que  existe  por  detrás  de  la  aparente  inversión;  si  la  unción 
es  una  acción  de  exorcismo,  el  enfermo  de  que  habla  el  texto  es  tal  por  causa  de 
una  forma  de  posesión  demoniaca.  En  consecuencia,  la  unción  salva  en  la  medida 
en  que  cura.  Y también  vale  lo  contrario  píira  la  curación  por  el  perdón,  como  ve- 
remos en  seguida. 

Vale  notar  c]ue  Coenen  no  consigue  salir  de  la  perspectiva  sacramental  men- 
cionada arriba,  en  relación  a esas  manifestaciones  de  la  religión  mágico-popular  de 


Fran^ois  Vouga.  o/>.  cii.,  pág.  160. 

Morlón  Smith.  l/nw  magic  was  chun^ed...,  op.  cit.,  pág.  210.  R.sla  expresión,  aparentemente  su- 
perlicial.  revela  en  verdad  una  profunda  comprensión  de  la  religión  mágica  popular,  que  se  sirve  de 
las  divinidades  y no  se  deja  usar  por  ellas,  evitando  de  este  modo  que  la  religión  se  convierta  en  un 
agente  de  opresión  más. 

Cl.  Coenen.  L.  et  al.  Dizioucirio  dei  vnncclti  hihiici  del  Nuovo  Testamento.  Bologna.  HDB.  1976 


132 


GABRIEL  CORNELLI,  Los  pies  de  la  esperanza 


aquel  tiempo.  El  habla,  en  el  caso  del  exorcismo  por  el  óleo,  de  un  equívoco  mági- 
co superado  por  el  v.  ES,  según  el  cual  es  Dios  quien  alivia  el  doloE^ 

¿Kquí  voco  el  uso  lúcido  y consciente,  culturalmente  correcto,  por  parte  de  los 
ancianos  de  un  canal,  de  un  ritual  mágico  muy  común? 


4.  Poder  de  perdonar 

El  mismo  problema  histórico  y exegético  antes  anotado  en  relación  a la  un- 
ción, podría  valer  para  la  confesión  pública  del  pecado  y el  perdón  del  v.  16.  Lejos 
de  constituir  una  cuestión  estrictamente  moral  y personal,  el  pecado  era  normalmen- 
te consideiíido  una  cuestión  ritual  y pública.  Y no  era  necesario  estar  en  un  navio 
hundido  -como  en  el  caso  de  Jonás-  para  que  las  personas  se  interrogaran  preocupa- 
das acerca  de  su  reconciliación  con  Dios.  Ya  que  el  pecado  alcanzaba  de  manera  má- 
gica a toda  la  comunidad,  la  expiación  de  éste  era  un  hecho  de  interés  general. 

Originario  de  la  ciudad  griega  de  Tiana,  en  la  Capadocia,  Apolonio  de  Tiana 
fue  prácticamente  contemporáneo  de  Jesús,  falleciendo  -según  Eilostrato-  casi  cen- 
tenario, entre  el  96  y el  98  d.  C.,  durante  el  reinado  de  Nerva.  Gran  chamán  de  su 
tiempo,  se  formó  en  las  mayores  escuelas  de  chamanismo  de  la  época:  India  y Egip- 
to. Con  sus  extraordinarios  poderes,  Apolonio  incluso  perdonaba  pecados,  como  en 
el  caso  de  un  asesino  de  Menfis,  en  Egipto,  quien  había  vagado  suplicante  durante 
siete  meses  confesando  públicamente  su  pecado,  sin  haber  alcanzado  la  redención. 
Apolonio  reprobó  con  dureza  la  falta  de  perdón  de  su  comunidad  y 

...realizó  los  ritos  que  Pitágoras  y Empédoeles  prescribían  para  la  purificación  de  es- 
te tipo  de  ofensas  y le  dijo  que  fuese  para  su  casa,  pues  estaba  libre  de  su  culpa^". 

Una  fórmula  especial,  por  consiguiente,  ligada  a la  tradición  pitagórica,  para 
purificar.  Un  perdón  ritual,  mágico,  mucho  antes  que  moral. 

¿Por  qué  no  ver  en  la  confesión  mutua  de  los  pecados,  lo  mismo  que  en  la  ora- 
ción de  los  unos  por  los  otros,  una  tradición  mucho  más  antigua,  armonizada  con  la 
cultura  religiosa  de  aquel  tiempo  (¿cómo  podría  ser  de  otra  manera?),  unida  a una 
redención  del  pecado  por  medio  de  un  tratamiento  ritual  mágico?  ¿Y  que  tal  vez  pu- 
diera encerrar  una  oración  especialmente  poderosa,  quien  sabe  si  mediante  unas  fór- 
mulas poderosas  en  la  boca  de  algún  justo,  a ejemplo  de  Elias  y muchos  otros  — co- 
mo vimos? 

5.  Alas  y pies 

Y así  intentamos  abrir  la  lente  para  situarnos  en  la  cultura  religiosa  del  tiem- 
po y del  espacio  en  que  la  Carta  de  ^Santiago  nació,  con  el  fin  de  arrojar  una  nueva 
luz  sobre  la  oración  muy  especial  de  la  cual  el  autor  está  hablando.  Resta  ahora  pre- 
guntarse: ¿qué  hace  aquí  esta  perícopa  acerca  de  la  oración  poderosa?  ¿Cuál  es  su 
lugar,  su  función  pragmática  aquí,  muy  al  final  de  la  Carta  de  Santiago? 

Cf.  Idem. 

Philo.slratus.  The  Life  of  ApoUunius  ofTyana,  6,5.  I.ondon,  Harvard  IJniv.  Press  (Loeb  Classical 
Libraiy),  1989  (liad.  F.  C.  Conybeare). 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


133 


Esta  pregunta  parece  envolver  dos  temas  que  están  lejos  de  ser  de  consenso 
entre  los  exégetas  que  abordaron  hasta  ahora  el  texto  de  Santiago: 

a)  el  del  sentido  global,  el  del  mensaje  central,  de  la  carta; 

b)  el  de  la  comunidad  que  estaría  detrás  de  ella,  en  cuanto  destinataria 
y/o  co-autora  de  la  carta. 

La  hermenéutica  hasta  aquí  propuesta  puede  abrir  hacia  una  nueva  compren- 
sión de  los  dos  temas  arriba  relacionados. 

La  primera  parte  de  la  carta  no  parece  dejar  muchas  dudas  sobre  cuál  pueda 
ser  el  tema  central  de  toda  la  parénesis  siguiente;  “Mis  hermanos,  tened  por  motivo 
de  toda  alegría  el  pasar  por  varias  pruebas”  (1,2).  Y aún;  “bienaventurado  el  hom- 
bre que  soporta,  con  perseverancia,  la  prueba”  (1,12). 

Soportar  la  prueba  con  alegría,  pues  a tal  resistencia  corresponderá  un  premio 
final,  plenitud  de  toda  deficiencia  actual  (cf  1,4).  Una  visión  por  tanto  extremada- 
mente militante,  de  resistencia,  casi  de  marcha  forzada,  rumbo  a un  desenlace  apo- 
calíptico esperado. 

De  acuerdo  con  R.  W.  Wali  y U.  Lemcio,  la  eclesiología  de  las  cartas  no  pau- 
linas es  fundamentalmente  aquella  de  una  comunidad  peregrina,  en  continua  rome- 
ría sobre  esta  tierra.  Si  eso  es  evidente  en  Hebreos  y 1 Pedro,  también  en  otras  car- 
tas, como  la  de  Santiago,  la  mística  futurística  (diríamos  utópica)  crea  una  dinámi- 
ca intensa  de  separación  de  la  comunidad  del  resto  de  la  sociedad^''.  Nosotros  aquí, 
los  otros  allá.  Incluso  cuando  el  tema  es  el  de  la  justicia  social  y la  solidaridad;  no- 
sotros pobres  y del  lado  de  los  pobres,  los  otros  no  (cf  2,5). 

La  resistencia  en  las  tribulaciones  y la  separación  parecen  ser  por  ende  las  ca- 
racterísticas de  la  comunidad,  de  la  iglesia,  que  está  por  detrás  de  la  carta.  Ambas 
manteniendo  una  tensión  utópica,  apocalíptica,  muy  fuerte. 

No  cabe  aquí  abordar  las  problemáticas  de  individuación  hislórico-geográfi- 
ca  de  tal  comunidad.  Personalmente  mantengo  como  telón  de  fondo  la  hipótesis  de 
una  probable  fuerte  vinculación  de  tal  comunidad  a grupos  judaico-cristianos  (si  es- 
ta expresión  puede  servir  para  alguna  cosa)  bastante  primitivos. 

Tampoco  es  el  caso  aquí  intentar  enumerar  las  múltiples  pruebas  a las  cuales 
la  comunidad,  o las  comunidades,  estaban  sujetas. 

Lo  que  nos  interesa,  para  los  fines  de  nuestro  artículo,  es  intentar  responder  a 
la  pregunta  arriba  planteada:  en  un  contexto  de  un  llamado  a la  resistencia  y a la  per- 
severancia en  la  militancia  sectaria  de  la  carta,  ¿qué  hace  una  perícopa  como  5,13- 
18?  ¿Cómo  conciliar  en  un  único  discurso  la  alegría  en  los  sufrimientos  y la  cura- 
ción con  óleo?  ¿La  bienaventuranza  de  los  perseverantes  y la  “oración  poderosa”  de 
Elias? 

La  vida  se  encarga,  muchas  veces,  de  conciliar  actitudes  y caracteres  aparen- 
temente opuestos. 

La  alegría  en  las  pruebas  en  cuanto  actitud  de  gran  utopía,  de  profunda  espe- 
ranza apocalíptica,  cual  todavía  hoy  la  encontramos  en  muchos  movimientos  popu- 
lares de  lucha  (entre  ellos  quiero  recordar  con  afecto  el  Ejército  Zapatista  de  Libe- 


Cf.  Wall,  Robert  W.-Lemcio,  Eugene  E.  The  New  Tcstamenl  as  Canon:  a reader  In  Canonical  Cri- 
licisni.  Shcfficld,  JSOT  Pre.s.s,  1992,  pág.  202. 


134 


GABRIEL  CORNELLl,  Los  pies  de  la  esperanza 


ración  Nacional  en  Chiapas  o el  Movimiento  de  los  Sin  Tierra  en  Brasil),  no  choca 
en  absoluto  con  una  actitud  de  oración  que  no  teme  pedir  para  ya  no  el  fin  de  todos 
los  dolores,  pero  sí  un  poco  de  paz  y de  alivio  de  los  sufrimientos  cotidianos. 

La  esperanza  del  pueblo  tiene  alas  apocalípticas  y pies  teúrgicos.  Esto  es:  se 
construye  tanto  en  la  fe  utópica,  muchas  veces  llamada  ingenua,  cuanto  en  la  fe  que 
busca  respuesta  en  lo  cotidiano,  casi  siempre  considerada  creencia  supersticiosa. 
Una  no  excluye  a la  otra,  como  no  sea  en  los  libros  de  teología.  El  pueblo  siempre 
precisó  de  las  dos  para  resistir.  Quien  conoce  la  resistencia  sabe  de  eso. 

La  resistencia  en  las  pruebas  no  excluye  la  práctica  de  la  magia,  la  curación, 
la  oración  poderosa,  pues  ellas  mismas  son  formas  de  resistencia,  en  lo  cotidiano,  a 
la  desesperanza  y la  alienación  de  una  esperanza  sin  pies,  sin  estómago,  sin  sexo, 
etc.  Y si  la  práctica  mágica  y la  oración  poderosa  de  la  religión  popular  son  a veces 
consideradas,  con  mucha  prisa,  alienación,  ¿cómo  no  considerar  alienada  una  apo- 
calíptica que  se  olvida  de  lo  cotidiano  y de  su  necesidad  de  pequeñas  esperanzas  y 
momentáneos  alivios? 

La  alegría  en  los  sufrimientos  como  precio  para  recibir  la  plenitud  escatoló- 
gica  no  impide  la  curación  de  los  enfermos,  por  ejemplo.  Lo  cotidiano  no  excluye  la 
eternidad:  corre  con  ella.  El  verbo  aleipho,  ungir,  tiene  un  doble  sentido  en  el  Nue- 
vo Testamento:  un  sentido  ritual-apocalíptico,  como  en  Lucas  7,38,  cuando  la  mujer 
unge  los  pies  de  .lesi'is  en  un  gesto  profético  inolvidable,  y un  sentido  mágico-tera- 
péutico, coirio  en  el  caso  de  los  exorcismos  y de  la  curación  de  los  enfermos.  La  es- 
peranza tiene  alas  y pies:  los  dos  sentidos  de  la  unción  no  se  excluyen,  sino  que  en- 
riquecen simbólicamente  la  práctica  religiosa.  Alas  y pies,  profecía  y magia,  futuro 
y presente.  No  es  necesario  escoger  entre  los  dos. 

En  la  comunidad  de  Santiago  existía  un  espacio  para  una  firme  esperanza 
apocalíptica,  pero  al  mismo  tiempo  un  espacio  para  que  los  ancianos  y los  justos  pu- 
dieran curar  con  poder  a los  enfermos  y para  que  la  comunidad  celebrara  (ritualmen- 
te) el  perdón  de  los  pecados,  ya,  ahora.  Ambos,  los  profetas  apocalípticos  y los  re- 
zadores poderosos,  parecen  tener  lugar  en  ella. 


Conclusión 

Permítanme  aquí  algunas  consideraciones  a título  de  conclusión,  como  si  la 
Carta  de  Santiago  pudiese  todavía  hoy  despuntar  caminos  y reconocer  rastros. 

¡Cuántas  comunidades  y movimientos  con  muchas  alas  y pocos  pies!  Cuánta 
predicación  sobre  la  necesidad  de  la  resistencia,  cuántas  canciones  sobre  “aquel  día 
que  vendrá”  y cuánta  utopía.  Tanta  esperanza,  buena,  justa,  necesaria.  Sin  embargo, 
<il  mismo  tiempo,  cuánta  ceguera  hacia  las  necesidades  de  lo  cotidiano,  los  anhelos 
pequeños,  los  dioses  menores,  las  pequeñas  esperanzas  engullidas  en  nombre  de  las 
grandes  utopías.  Un  día  las  cosas  van  a cambiar,  un  día  la  salvación  vendrá,  pero... 
¿y  hoy?  Precisamos  también  de  pequeñas  salvaciones,  de  divinos  aperitivos,  ahora, 
para  ya.  Aunque  sea  únicamente  para  continuar  creyendo,  para  no  desanimarse. 

Así  veo,  de  un  lado,  comunidades  y colectivos  vacíos;  de  otro  lado,  gimna- 
sios de  deportes  llenos  de  alabanzas  y calo»'  jivino,  de  esperanza  suspendida  en  las 
manos  poderosas  de  un  rezador.  Pues  mañana  tiene  las  cuentas  que  pagar,  y la  es- 


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cuela  de  los  niños,  y el  desempleo...  y “aquel  día”  no  llega  luego...  si  Dios  quisiera 
va  a llegar,  pero...  ¿y  hasta  entonces?  Hasta  entonces... 

¿Alguien  entre  vosotros  está  mal?...  ¿Alguien  entre  vosotros  está  enfermo?  Llame  a 
los  ancianos  de  la  iglesia  para  que  oren  sobre  él  ungiéndolo  con  óleo  en  nombre  del 
Señor...  Orad  los  unos  por  los  otros  para  ser  curados.  La  oración  poderosa  de  un  jus- 
to tiene  mucho  poder. 

Y que  siempre  tengamos  con  nosotros  a un  Elias  para  que  Dios  mande  la  llu- 
via en  la  hora  precisa...  “y  danos  hoy  el  pan  de  cada  día”. 


Gabriel  Cornelli 

Rúa  Joño  Antonio  Ruggia,  323 
13416-647  Piracicaba  — SP 
Brasil 

Correo  electrónico:  gahriel@imagenet.com.hr 


PEDRO  LIMA  VASCONCELLOS 


LOS  POBRES  Y EL  REINO 
Santiago  y la  re-creación  de  sentencias  de  Jesús 


Resumen 

El  presente  artículo  se  aproxima  a la  carta  de  Santiago  viendo  en  ella  un  ejercicio  de 
recuperación  y recreación  de  las  palabras  de  Jesús.  En  eso  reside  una  de  las  pecu- 
liaridades de  este  escrito  dentro  del  Nuevo  Testamento,  pero  que  le  coloca  en  el  cen- 
tro de  una  vertiente  fundamental  de  los  inicios  del  cristianismo,  a saber,  la  tradición 
que  vincula  a Jesús  por  la  conservación  y transmisión  de  sus  enseñanzas.  El  autor 
propone  la  verificación  en  el  caso  de  la  conexión  entre  los  pobres  y el  Reino,  tema 
central  en  la  predicación  de  Jesús  de  Nazareth. 

Absfract 

The  present  article  approaches  the  letter  of  James  by  seeing  in  it  an  exercise  in  the 
recuperation  and  re-creation  of  Jesús'  words.  In  this  resides  one  of  the  peculiarities 
of  this  book  within  the  New  Testament,  but  which  places  it  at  the  heart  of  a funda- 
mental factor  in  the  beginnings  of  Christianity,  namely,  the  tradition  which  is  con- 
nected  to  Jesús  through  the  conservation  and  transmission  of  his  teachings.  The 
author  proposes  to  verify  this  in  the  case  of  the  connection  between  the  indigent  and 
the  Kingdom,  which  is  central  in  the  preaching  of  Jesús  of  Nazareth. 


La  palabra  es  una  realidad  en  movimiento.  La  oralidad  y la  escritura  son  dos 
versiones  de  esta  trivial  y al  mismo  tiempo  enigmática  forma  del  lenguaje  humano 
y de  los  grupos.  ¿La  vitalidad  de  la  palabra  podrá  ser  reconocida,  más  allá  de  aque- 
lla comunicación  más  cotidiana,  también  en  aquellas  palabras  revestidas  de  autori- 
dad y de  la  solemne  fuerza  proveniente  del  lugar  donde  vinieran?  Y delante  de  tex- 
tos sagrados,  en  tesis  portadores  de  una  autoridad  sobrenatural  y,  por  eso,  sujetos  a 
ser  abordados  de  manera  petrificada  e inflexible,  doctrinaria  y dogmática,  ¿cómo  se- 
rá el  comportamiento  habitual? 

Con  estas  cuestiones  me  aproximo  al  texto  de  la  carta  de  Santiago,  sorpren- 
dente por  varios  aspectos,  lo  que  ciertamente  se  puede  percibir  con  la  lectura  de  los 
diversos  artículos  que  componen  este  número  de  RIBLA.  En  esta  pequeña  comuni- 
cación me  gustaría  apuntar  hacia  dos  aspectos  entrelazados  y que  hacen  de  Santia- 
go un  texto  del  todo  particular  dentro  del  Nuevo  Testamento.  En  primer  lugar,  lla- 
mo la  atención  hacia  el  hecho  de  que  él  es  un  texto  “no  querigmático”,  no  encuadra- 
do en  aquello  que  los  estudiosos  insisten  en  proponer  como  el  anuncio  original  cris- 
tiano, a saber,  la  muerte  y la  resurrección  d-*  jesús.  En  segundo  lugar,  destaco  algu- 
nas aproximaciones  entre  Santiago  y una  vertiente  “sapiencial”  del  cristianismo  na- 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA.  No.  31 


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cíente,  que  tiene  en  el  evangelio  según  Mateo  y en  alguna  de  sus  fuentes  una  expre- 
sión significativa.  Y,  finalmente,  busco  mostrar  cómo  Santiago  se  apropia  de  mane- 
ra creativa  de  una  de  las  más  radicales  palabras  de  Jesús,  aunque  no  mencionándo- 
lo de  modo  explícito,  como  lo  hacen  los  evangelios.  Sin  embargo  no  será  difícil  per- 
cibirlo... 

1.  Santiago  y la  pluralidad  cristiana  originaria 

Ya  hace  mucho  tiempo  se  notó  aquello  que  alguien  llamó  el  carácter  no-cris- 
tiano de  la  carta  de  Santiago.  En  opinión  de  Martín  Lutero,  la  carta  de  Santiago  “no 
posee  cualidades  evangélicas”.  A final  de  cuentas,  si  prescindimos  de  las  menciones 
a Jesucristo  en  1,1  y 2, 1 , absolutamente  dispensables  para  la  fluidez  de  las  respecti- 
vas frases,  no  tenemos  ningún  otro  elemento  que  apunte  hacia  un  necesario  origen 
del  texto  en  el  seno  de  la  trayectoria  de  comunidades  seguidoras  de  Jesús.  Aún  en 
palabras  de  Lutero,  “en  su  larga  doctrina  sobre  el  sufrimiento,  ni  siquiera  una  vez 
menciona  la  Resurrección,  el  Espíritu  de  Cristo”'.  Tampoco  hay  ninguna  alusión  a 
su  vida  y muerte.  Hubo,  debido  a eso,  quien  pensara  en  Santiago  como  un  escrito  ju- 
dío cristianizado  de  forma  superficial’. 

No  obstante,  ¿será  necesario  pensar  como  texto  cristiano  solo  aquel  que  esta- 
bleciera un  vínculo  explícito  con  la  trayectoria  de  Jesús,  en  particular  con  su  muer- 
te y resurrección?  ¿El  modelo  paulino  será  el  único  válido?  Además,  no  es  única- 
mente en  eso  que  Santiago  no  está  de  acuerdo  con  Pablo...  El  es  una  invitación  a 
romper  con  la  concepción  de  un  cristianismo  originario  monolítico,  articulado  a par- 
tir de  un  pretendido  querigma  único  que  estaría  expresado,  por  ejemplo,  en  1 Cor. 
15,3-5. 

La  carta  de  Santiago  es,  en  consecuencia,  testimonio  elocuente  de  que  no  hu- 
bo, a diferencia  de  lo  que  pretenden  John  P.  Meier  y tantos  otros,  “un  mensaje  evan- 
gélico común  [en  la  predicación  cristiana  primitiva]  con  el  cual  todos  concorda- 
ban”\  Por  otro  lado,  Santiago  es  un  texto  que  muestra  cómo  el  cristianismo  nacien- 
te tiene  arraigadas  fuertes  raíces  en  la  sinagoga  (¡véa.se  el  nada  sorprendente  nom- 
bre dado  a la  reunión  de  la  comunidad  en  2,2!).  Con  certeza,  la  carta  respira  profun- 
damente textos  y tradiciones  provenientes  del  judaismo. 


2.  Las  palabras  del  Maestro  resuenan  y se  rehacen 

Por  tanto,  Santiago  se  debe  aproximar  a aquello  que  se  convino  en  llamar  ju- 
deo-cristianismo.  Pero  este  nombre  es  todavía  muy  vago.  A final  de  cuentas,  no  hay 
en  el  escrito  ninguna  indicación  de  que  él  se  preocupe,  por  ejemplo,  por  las  prescrip- 
ciones rituales  que  le  acarrearon  tantos  adversarios  a Pablo.  ¿Dónde  encuadrarlo,  en- 
tonces? Su  contenido  hace  a Helmut  Kósler  situar  a Santiago,  con  razón,  dentro  de 


' Las  citas  de  Lulero  fueron  lomadas  de  Leonhardt  Goppclt.  Teología  do  Novo  Testamento.  Sao  Leo- 
¡roldo-Petrópolis,  Editora  Sinodal-Editora  Vozes,  1982.  vol.  2,  pág.  461. 

Véase  Wcrncr  G.  Kümmel.  Introdii^Tio  ao  Novo  Testamento.  Sao  Paulo,  EdÍ9oes  Paulinas.  1982. 
págs.  531-534. 

John  P.  Mcicr.  Um  jadea  marginal.  Repensando  o Jcsas  histórico.  Rio  de  Janeiro,  Imago  Editora, 
1993  (2a.  cd.),  pág.  1 22. 


138 


PEDRO  LIMA  VASCüNCELLOS,  Los  pobres  y el  reino 


lo  que  él  llama  “la  tradición  del  mensaje  de  Jesús”.  Santiago  es  fruto  de  la  acción 
profética  de  un  judeo-cristianismo  receptor  creativo  de  dichos  de  Jesús.  No  obstan- 
te, a diferencia  de  escritos  como  el  “evangelio  de  los  dichos”  (Q)  en  su  versión  fi- 
nal, que  los  interpreta  en  una  perspectiva  escatológico-apocalíptica,  o del  evangelio 
según  Tomás  y del  Diálogo  del  Salvador,  que  presentan  a Jesús  como  maestro  de  sa- 
biduría, la  carta  de  Santiago  interpreta  el  mensaje  de  Jesús  teniendo  a la  vista  “la 
conducta  personal  y la  organización  de  la  comunidad”.  En  este  sentido  estaría  en  la 
misma  línea  de  la  Didajé,  e incluso  de  Mateo  1 8f 

Como  el  horizonte  de  Santiago  es  al  mismo  tiempo  sapiencial  y ético,  no  exis- 
te la  preocupación  de  hacer  una  reinterpretación  cristológica  de  los  dichos  de  Jesús 
que  recoge.  Esto  exactamente  sorprendió  a Entero  y tantos  otros.  Sin  embargo,  en 
este  aspecto  Santiago  se  aproxima  a Q en  su  primera  versión  y al  evangelio  según 
Tomás.  Lo  significativo  es  notar  que  los  dichos  son  asumidos  y reelaborados  con 
mucha  libertad  en  perspectivas  bastante  nuevas,  son  recreados  teniendo  en  vista 
nuevas  circunstancias  y desafíos.  Esto  se  nota  con  facilidad.  La  lectura  de  Santiago 
trae  de  inmediato  a la  memoria  textos  de  la  tradición  evangélica,  en  especial  dichos 
de  Jesús  leídos  en  “Q”.  Paralelos  han  sido  notados,  también,  con  el  evangelio  según 
Mateo.  No  vamos  a reproducir  aquí  las  listas  con  tales  paralelos^  pero  no  es  difícil 
encontrar  resonancias,  por  ejemplo,  de  contenidos  del  sermón  del  monte  al  leer  la 
carta  de  Santiago.  Es  el  contenido  de  las  enseñanzas  de  Jesús,  no  relatos  de  sus  mi- 
lagros o de  controversias,  lo  que  es  asumido.  El  horizonte  es  común:  .se  trata  de  ob- 
servar la  Ley,  y la  tradición  proveniente  de  Jesús  no  es  incompatible  con  ese  ideal. 

Hay  que  insistir,  con  todo,  en  que  tales  dichos  de  Jesús  van  adquiriendo  las 
formas  convenientes  a los  contextos  en  que  son  ahora  insertados.  Por  otra  parte,  no 
podría  ser  diferente.  Este  proceso  lo  hallamos  ya  en  los  evangelios.  Por  ejemplo,  al 
hablar  de  las  parábolas,  Joachim  Jeremías  dice  que  “antes  de  haber  sido  fijadas  por 
escrito,  ellas  ‘vivieron’  en  la  Iglesia  de  los  orígenes”'^.  Con  eso,  él  se  quiere  referir 
exactamente  al  proceso  multifacético  de  relecturas  que  las  parábolas  sufrieron  en  el 
seno  de  las  comunidades  y grupos  seguidores  de  Jesús.  Pero  en  Santiago  vamos  a 
encontrar  un  elemento  nuevo;  si  es  verdad  que  hay  palabras  de  Jesús  recogidas  y re- 
creadas, ¡ellas  no  son  atribuidas  más  a él!  Las  palabras  de  Jesús  son  asumidas  y 
adaptadas  de  manera  soberana  y tienen  nueva  autoría,  entran  en  una  nueva  dinámi- 
ca. Las  palabras  de  Jesús  ganan  vida,  nuevos  sujetos  las  anuncian  y se  responsabili- 
zan por  ellas.  Ellas  son  ahora  de  la  comunidad. 

Verifiquemos  en  un  ejemplo  cómo  se  dio  ese  proceso  creativo  que  desembo- 
có en  afirmaciones  encontradas  en  la  carta  de  Santiago. 


Helmut  Kósler.  Introducción  cd  Nuevo  Testamento.  Salamanca,  Ediciones  Sígueme,  1988,  pág. 
670. 

^ Véase  a esle  propósito  Elsa  Tamez.  A carta  de  Tiago:  numa  leitura  latino-americana.  Sao  Bernar- 
do do  Campo.  Imprensa  Metodista,  1985,  pág.  27  (original  castellano:  Santiago:  lectura  latinoameri- 
cana de  la  epístola.  San  .losé.  DEl,  1985);  Frangois  Vouga.  A carta  de  Tiago.  Sao  Paulo.  Edi(^oes  Lo- 
yola.  1996.  pág.  30. 

° A.y  parábolas  de  Jesus.  Sao  Paulo,  Edi^oes  Paulinas,  1980  (3a.  cd.),  pág.  17. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA.  No  .M 


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3.  Los  pobres  y el  Reino  en  la  tradición  de  los  dichos  de  Jesús 

No  vamos  a tratar  de  la  problemática  en  el  conjunto  de  la  carta’.  Aquí  nos  in- 
teresará la  perícopa  de  2,1-13,  dedicada  a la  cuestión  dentro  de  la  comunidad,  don- 
de, a una  cierta  altura,  hallamos  la  siguiente  formulación; 

Escuchad,  hermanos  míos  amados:  ¿Acaso  no  ha  escogido  Dios  a los  miserables  se- 
gún el  mundo  para  ser  ricos  en  la  fe  y herederos  del  Reino  que  prometió  a los  que  le 

aman?  (2,5). 

John  D.  Crossan  presenta  nuestro  texto  como  un  testimonio  independiente  de 
la  transmisión  de  la  bienaventuranza  dirigida  a los  pobres,  la  cual  leemos  en  Mt.  5,3 
y Le.  6,20,  e incluso  en  Tomás  54''.  En  cada  uno  de  esos  textos  aparece  la  muy  po- 
co obvia  conexión  entre  miserables  y Reino  (de  Dios).  Sin  embargo,  es  evidente  que 
en  cada  una  de  estas  versiones  la  bienaventuranza  asumió  características  peculiares 
y en  Santiago  dejó  de  ser,  al  menos  formalmente,  bienaventuranza. 

El  texto  de  “Q”,  subyacente  a las  versiones  de  Mateo  y Lucas,  ciertamente 
concordaba  con  este  Liltimo,  excepto  en  el  hecho  de  que  debería  estar  formulado  en 
tercera  persona,  como  leemos  en  Mateo.  Leeríamos  entonces:  “Felices  los  pobres, 
porque  de  ellos  es  el  Reino  de  Dios”.  Ahí  estaba  la  afirmación  categórica  de  una  co- 
munidad de  Galilea,  confrontando  los  valores  establecidos,  los  criterios  de  felicidad, 
y afirmando  esperanzas  y certezas  inusitadas.  Por  la  vinculación  de  esta  bienaven- 
turanza con  otras  dos  (la  de  los  afligidos  y la  de  los  hambrientos),  y por  la  presenta- 
ción de  ellas  como  la  página  inicial  de  las  sentencias  del  Maestro,  el  “evangelio  ra- 
dical de  Galilea”  (la  expresión  es  de  Jorge  Pixley)  indica  un  eje  para  orientar  su  lec- 
tura: el  e.scándalo  mayor  afirmado  y experimentado  por  esta  comunidad  es  el  de  que 
el  Reino  de  Dios  es  de  los  pobres,  o mejor,  de  los  miserables.  En  la  boca  de  Jesús 
esta  bienaventuranza  dirigida  a los  miserables  habría  denotado  el  sentido  de  toda  su 
predicación".  En  el  seno  de  la  comunidad  de  “Q”  ella  ganó  vida  nueva  y avanzó  en 
el  camino.  Lo  que  otrora  fuera  afirmado  por  el  sabio  Jesús,  se  hacía  historia  en  su 
experiencia  de  pobres,  afligidos  y hambrientos  que  descubrían  nuevos  caminos,  ho- 
rizontes y valores. 

Pero  la  historia  prosigue  y las  trayectorias  de  las  comunidades  se  diversifican. 
El  evangelio  “Q”  caló  hondo  en  la  vida  de  grupos  distintos,  todavía  más  abierto  por 
aquellas  atrevidas  bienaventuranzas  que  afirmaban  la  felicidad  de  quien  tenía  el 
abandono  y el  desprecio  por  compañías  inseparables.  Y viajó,  circuló  por  muchas 
otras  comunidades,  hasta  ser  releído  y reescrito  en  las  comunidades  en  que  surgie- 
ron los  evangelios  según  Mateo  y Lucas.  Vamos  a encontrar  allí  algunas  reorienta- 
ciones significativas.  Menor  en  Lucas  (véase  Le.  6,20-23),  que  convierte  las  tres  bie- 


^ Píiulo  Augusto  de  Souza  Nogueira.  “O  grito  do  salario.  Contlito  no  mundo  do  trabalho  cm  Tiago 
4,13 — 5,6”.  en  Estudas  Bíhlicos  (Petrópolis)  No.  44  (1994),  págs.  77-86. 

^ John  D.  Crossan.  ü Jesus  histórico.  A vida  de  itm  campones  jtideu  do  Mediterráneo.  Rio  de  Janei- 
ro, Imago  Editora.  1994.  pág.  307. 

Es  así,  aislada  de  otras  bienaventuranzas,  que  ella  aparece  en  el  evangelio  según  Tomás.  Agrégue- 
sc  una  aclaración  importante  que  hallamos  en  la  obra  arriba  citada  de  Crossan  en  cuanto  al  sentido  de 
los  términos  griegos  relativos  a la  pobreza,  di.stinguiendo  ésta  de  la  mendicidad  y de  la  miseria  (págs. 
307-310).  Para  Santiago,  véase  Elsa  Tamez,  op.  cit.,  págs.  35s.  El  término  griego  usado  tanto  en  los 
evangelios  como  en  Santiago  es  el  que  apunta  hacia  la  mi.seria,  la  indigencia. 


140 


PEDRO  LIMA  VASCONCELLOS,  Los  pobres  y el  reino 


naventuranzas,  ya  seguidas  de  una  cuarta  sobre  la  persecución,  en  un  texto  altamen- 
te polémico  en  la  medida  en  que  inserta,  de  manera  paralela  a cada  una  de  las  bie- 
naventuranzas, un  “ay”  (a  los  ricos,  hartos,  que  ríen  y adulados;  véase  6,24-26).  Y, 
en  coherencia  con  la  perspectiva  general  de  su  obra,  hace  del  texto,  más  que  las  otras 
versiones,  una  convocación  a la  superación  de  tales  situaciones  degradantes  (nótese 
el  “ahora”  en  6,21.25). 

Ya  para  Mateo,  esta  bienaventuranza  de  los  miserables  tiene  una  inflexión  del 
todo  particular.  Ella  abre  una  serie  mayor  de  nueve  bienaventuranzas.  Y los  mi.sera- 
bles  reciben  una  “calificación”  intrigante.  Libros  y más  libros  han  sido  escritos  pa- 
ra explicar  en  qué  consisten  ios  tales  “miserables  en  el  Espíritu”  (Mt.  5,3).  No  es  el 
momento  aquí  de  retomar  la  discusión.  De  cualquier  modo,  y diciéndolo  de  forma 
resumida,  Mateo  está  pensando  en  los  miserables  que  constituyen  su  comunidad  y 
tienen  el  desafío  de  construir  entre  sí  nuevas  relaciones  de  justicia  que  van  más  allá 
de  aquello  que  prevén  los  escribas  y fariseos.  Muy  poco  tiene  el  texto  que  decir  acer- 
ca de  los  “pobres  de  corazón”  o semejantes,  como  las  Biblias  terminan  por  traducir 
y que,  en  rigor,  .son  de  una  oscuridad  a toda  prueba. 


4.  Los  pobres  y la  herencia  del  Reino,  según  Santiago 

Hasta  aquí  la  palabra  de  Jesús  haciendo  historia.  Cuando  llegamos  a Santia- 
go, lo  que  en  fin  intere.sa  aquí,  también  vamos  a notar  una  perspectiva  bastante  pro- 
pia. Si  hasta  ahora  lo  que  teníamos  eran  formulaciones  en  bienaventuranzas,  cada 
cual  con  su  lógica  y relativa  autonomía,  ahora  los  pobres  y el  Reino  aparecen  en  otro 
contexto.  No  se  trata  de  una  proclamación,  sino,  muy  al  gusto  de  Santiago,  de  un 
CLiestionamiento  de  prácticas  concretas.  Tenemos  una  perícopa  en  St.  2,1-13,  que 
problematiza  la  cuestión  de  tas  relaciones  entre  los  pobres  y ricos  dentro  de  la  co- 
munidad y la  manera  de  tratar  a los  unos  y otros.  St.  2,5  se  inserta  en  el  contexto  de 
una  perícopa  argumentativa"’  e inicia  un  segundo  momento,  cumpliendo  ahí  la  fun- 
ción de  contraponer  una  práctica,  conocida  y realizada,  a otra,  que  sería  de.seable.  El 
problema  es  que  la  comunidad  hace  acepción  de  personas,  lo  que  es  intolerable  pa- 
ra quien  tiene  fe  en  Jesucristo,  dice  el  versículo  inicial.  Y,  muy  de  acuerdo  con  el  es- 
tilo práctico  de  la  carta,  Santiago  trata  de  ejemplificar  acerca  de  una  situación  muy 
habitual:  ¡un  rico  y un  miserable  son  recibidos  de  diferente  manera  en  la  reunión  de 
la  comunidad  (vv.  2-3)!  El  v.  4 pre.senta  la  primera  conclusión,  en  forma  de  pregun- 
ta, denunciando  la  diferencia  de  trato  como  algo  inaceptable. 

Pero  ahora  la  argumentación  .se  dirige  hacia  otro  punto.  Nótese  que  el  texto 
retoma  el  vocativo  del  inicio  de  la  perícopa  y convoca  a los  hermanos  a escuchar. 
Prepara  la  censura  de  los  vv.  6-7  recurriendo  a Dios  y a su  obrar.  Y es  ahí  que  la  me- 
moria de  la  palabra  de  Jesús  es  recuperada,  releída  y reescrita.  No  es  más  una  bie- 
naventuranza, sino  una  pregunta  que  contrapone  la  elección  de  Dios  y la  acción  de 
aquellos  que  en  el  ejemplo  dado  anteriormente  discriminan  a los  miserables.  El  con- 
traste queda  retóricamente  aún  más  evidenciado  y agudizado  con  lo  que  viene  en  se- 


Utilizo  aquí  "argumentación"  en  su  sentido  más  general,  sin  entrar  en  los  pormenores  y distincio- 
nes que  hace,  por  ejemplo.  Klaus  Berger  (/t.v  formas  literarias  do  Novo  Testamento.  Sao  Paulo,  Edi- 
tóos Loyola,  1998,  págs.  88-105). 


KEVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BIBLICA  LATINOAMERICANA.  No. 


141 


guida,  en  el  v.  6a:  al  contrario  de  lo  que  Dios  hace,  “¡vosotros  deshonráis  al  mi.sera- 
ble!”.  Y en  los  vv.  6b-7  se  muestra  la  tontería  que  los  miembros  de  la  comunidad  co- 
meten al  adular  a los  ricos;  son  éstos  los  que  oprimen  a aquéllos,  los  arrastran  a los 
tribunales  y los  hostilizan  inclusive  por  causa  de  la  fe. 

En  vez  de  una  bienaventuranza,  el  v.  5 es  una  pregunta  iniciada  por  una  nega- 
ción, lo  que  obviamente  indica  la  expectativa  de  la  concordancia  de  los  oyentes/lec- 
tores. El  texto  habla  de  una  escogencia  de  Dios,  la  cual  recae  sobre  los  miserables 
según  el  mundo.  Las  dificultades  de  orden  textual  y para  traducir  la  expresión  más 
común  en  los  manuscritos  no  impiden  tener  claridad  en  cuanto  a quién  es  el  objeto 
de  esta  elección.  “Miserables  según  el  mundo”  o “a  los  ojos  del  mundo”  no  pueden 
ser  otros  que  aquellas  personas  privadas  al  extremo  de  lo  esencial,  ejemplificadas  en 
aquel  andrajoso  inmundo  de  los  vv.  2-3,  los  destinatarios  de  las  bienaventuranzas 
como  vimos  arriba".  El  énfasis  de  este  versículo  se  realza  todavía  por  el  hecho  de 
que  la  perícopa  pretende  argumentar  contra  la  acepción  de  personas  que  la  comuni- 
dad hace,  apelando,  para  eso,  a la  acepción  de  personas  que  Dios  hace  en  su  elec- 
ción de  los  miserables. 

Quizá  más  incisivo  que  afirmar  la  bienaventuranza  de  los  miserables  sea  ase- 
gurar que  Dios  los  “escogió”.  Este  verbo  tiene  una  larga  historia  en  las  Escrituras,  y 
en  el  Nuevo  Testamento  prácticamente  solo  es  utilizado  en  el  sentido  de  la  elección 
divina,  siempre  sorprendente.  No  es  el  caso  de  rehacer  aquí  tal  historia,  sin  embar- 
go no  se  puede  seguir  adelante  sin  mencionar  1 Cor.  1,27-28,  donde  Pablo  habla  de 
la  escogencia  divina  de  los  ignorantes,  débiles  y despreciables  para  confundir  a los 
sabios,  fuertes  y valerosos,  respectivamente.  El  escogimiento  inusitado  de  Dios  pro- 
voca una  inversión  en  la  suerte  de  los  grupos  humanos.  Santiago  conoce  estas  inver- 
siones, provenientes  de  la  Escritura,  y ya  las  utiliza  en  1,9-11.  No  obstante,  en  nues- 
tro texto,  que  es  el  único  en  el  que  Santiago  usa  este  verbo  de  carga  tan  significati- 
va, la  inversión  tiene  otra  dirección.  Se  trata  de  una  inversión  de  elecciones.  El  ver- 
bo establece  el  contraste  con  la  acción  descrita  en  los  versículos  anteriores:  la  acep- 
ción de  personas  que  humilla  todavía  más  a los  miserables  va  en  contramano  de  la 
escogencia  de  Dios.  Una  e.scogencia  que,  como  fue  dicho,  ¡indica  una  acepción  de 
personas  por  parte  de  Dios!  Pero  la  comunidad,  en  vez  de  reproducir  las  elecciones 
de  Dios,  hace  suyas  las  elecciones  de  la  sociedad  que  la  rodea. 

El  resto  del  versículo  aclara  las  finalidades  para  las  cuales  Dios  escogió  a los 
miserables;  “para  ser  ricos  en  la  fe  y herederos  del  Reino  que  prometió  a los  que  le 
aman”.  Clasificados  y tratados  desde  su  lugar  de  miserables,  en  verdad  son  ricos  y 
herederos.  Hay  varias  posibilidades  de  entender  la  expresión  “ricos  en  la  fe”,  no  va- 
mos a discutirlas  aquí'l  Destaquemos  apenas  que  la  perícopa  en  que  este  versículo 
se  sitúa  será  seguida  del  célebre  texto  que  habla  de  la  fe  y su  relación  con  las  obras, 
y éstas  son  principalmente  las  de  la  solidaridad  dentro  de  la  comunidad  (véanse  vv. 
15-16).  ¿”Ricos  en  la  fe”  significará  que  estos  miserables  son  capaces  de  vivir  la  so- 
lidaridad efectiva  en  medio  de  tantas  adversidades? 


* ' Elsa  Tamez  alerta  sobre  la  “espiritualización"  que  el  término  ''pobre"  recibió  de  parte  de  la  exége- 
sis  llamada  más  “crítica”  (o/r.  cit.,  págs.  58s.). 

Para  una  visión  rápida,  ver  Fran^ois  Vouga,  op.  cit.,  pág.  82. 


142 


PEDRO  LIMA  VASCONCELLOS,  Los  pobres  y el  reino 


“Herederos  del  Reino”:  esta  expresión,  después  de  lo  que  leimos,  nos  recuer- 
da las  bienaventuranzas  iniciales  de  Mateo.  En  ella  se  hace  efectiva,  por  fin,  la  cone- 
xión entre  los  miserables  y el  Reino  que  veíamos  en  las  bienaventuranzas  y que  cons- 
tituye el  corazón  fundamental  de  la  tradición  proveniente  de  Jesús.  El  término  “here- 
dero” tiene  una  connotación  claramente  socio-económica.  Su  uso  hace  recordar  la 
tradición  de  las  tribus,  donde  las  tierras  eran  asumidas  por  las  generaciones  subsi- 
guientes'\  El  e.scogimiento  inusitado  de  Dios  torna  a los  mi.serables  “herederos  del 
Remo”.  Este,  por  su  parte,  es  prometido  a los  que  le  aman.  Tal  promesa  inserta  el  di- 
cho en  una  perspectiva  escatológica,  que  ya  encontrábamos  en  St.  1,12.  Pero  nos  en- 
gañaríamos si  juzgáramos  que  la  preocupación  del  texto  sea  la  perspectiva  de  una  rea- 
lidad promisoria  para  los  miserables  en  un  futuro  distante.  Lo  e.scatológico  es  invo- 
cado aquí,  de  modo  explícito,  para  la  crítica  de  las  opciones  presentes  y de  las  accio- 
nes habituales  del  mundo  actual.  Es  lo  que  muestran  con  claridad  los  vv.  6-7. 

Los  vv.  8-1 .3  continúan  la  perícopa,  ahora  argumentando  a partir  de  textos  ex- 
traídos de  las  Escrituras.  Nótese,  por  ejemplo,  el  retomar  de  la  cuestión  de  la  acep- 
ción de  personas  en  el  v.  9.  Para  nuestros  propósitos  eso  es  suficiente.  Habrá  sido 
posible  percibir,  si  se  tienen  en  cuenta  los  propósitos  muy  inmediatos  y claros  de  la 
perícopa,  el  sentido  de  la  apropiación  de  una  palabra  de  Jesús  y su  in.serción  creati- 
va en  este  contexto.  No  se  trata  de  hacer  una  proclamación  de  corte  .sapiencial,  co- 
mo habrá  sido  el  tenor  original  de  la  palabra  de  Jesús  y como  fue  conservada,  en  di- 
ferentes formas,  en  “Q”,  Tomás,  Lucas  y Mateo.  La  necesidad  de  la  argumentación 
y de  la  contraposición  de  acciones  recreó  la  palabra,  la  revivificó.  Y ella  ganó  nue- 
va mordacidad,  capacidad  una  vez  más  de  provocar  y desafiar... 


CondiLsión:  cuando  las  palabras  de  la  comunidad  prolongan 
las  de  Jesús 

La  carta  de  Santiago  es,  en  el  Nuevo  Testamento,  el  único  texto,  en  su  con- 
junto, que  no  trata  de  construir  explícitamente  elaboraciones  respecto  a Jesús,  como 
sí  hacen  Pablo,  a partir  del  evento  de  la  crucifixión,  y los  evangelios,  a partir  de  las 
memorias  del  propio  Jesús.  Si  ella,  en  este  sentido,  está  sola  en  el  Nuevo  Testamen- 
to, tiene  con  todo  la  compañía  de  innumerables  textos  que  emergieron  en  el  seno  del 
cristianismo  primitivo,  aunque  también  por  eso  no  hayan  sido  acogidos  en  el  canon. 
Santiago,  junto  con  ellos,  preserva  una  intuición  fundamental  de  una  corriente  ori- 
ginaria del  cristianismo,  olvidada  por  siglos  y recuperada  solamente  hace  poco  tiem- 
po: la  de  que  el  tema  de  la  predicación  y acción  de  Jesús  de  Nazaret  “no  fue  él  mis- 
mo ni  la  Iglesia,  sino  el  Reino  de  Dios”'^.  Y,  en  cuanto  a éste,  los  pobres  están  como 
presencia  incómoda.  Motivan  la  recuperación  y la  re-creación  de  las  memorias  de 
Jesús  en  nuevos  momentos  y realidades.  No  cuesta  recordar  eso  en  un  contexto  co- 
mo el  nuestro,  en  el  que  la  teología  y la  lectura  de  la  Biblia  son  desafiadas  insisten- 


Para  un  estudio  dcl  uso  de  este  término  y correlatos  en  la  parábola  de  los  viñadores,  véa.sc  Pedro 
l.inia  Vasconccilos,  Unui  parábola  rebelde:  textos  c f .¡textos  na  história  da  parábola  dos  vinhatei- 
ros.  Sao  Bernardo  do  Campo.  Instituto  Metodista  de  L.usino  Superior.  1994,  págs.  125-128. 

Leonardo  BolT.  Jesús  Cristo  libertador.  Petrópolis,  Editora  Vozes,  1983  (9a.  cd.),  pág.  76. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


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te,  continua  y conscientemente  a estar  situadas.  Y esto  a pesar  de  tantos  vientos  en 
contra  que  niegan  la  reflexión  que  brota  de  la  vida  cotidiana,  de  los  dramas  y sue- 
ños de  las  mayorías  de  nuestro  continente,  la  autoridad  y la  pertinencia  de  estas  ha- 
blas, ellas  sí,  “teológicas”.  Santiago  y su  re-creación  libre  y responsable  de  palabras 
de  Jesús,  que  apuntan  hacia  la  solidaridad  siempre  nueva  con  los  pobres  y misera- 
bles, pueden  ser  un  buen  aliento  y alerta  oportuna... 


Pedro  Lima  Vasconcellos 

Rúa  das  Acacias  115 
Jardim  Paraíso 
13.273-390  Valinhos  — SP 
Brasil 


JOSÉ  ADRIANO  FILMO 


EL  POBRE  Y EL  RICO  EN  SANTIAGO 
Y EN  EL  PASTOR  DE  HERMAS 


Resumen 

En  la  presentación  que  Santiago  y el  Pastor  ele  Hermas  hacen  de  la  relación  entre  el 
pobre  V el  rico  en  la  comunidad,  los  pobres  son  los  verdaderos  favorecidos  delante 
de  Dios.  No  obstante,  mientras  Santiago  condena  con  vehemencia  a los  ricos  pues 
ellos  son  los  responsables  por  la  desgracia  del  pobre,  en  Hermas  ellos  son  denuncia- 
dos pero  su  condenación  nunca  es  definitiva,  consistiendo  ésta  básicamente  en  una 
invitación  al  arrepentimiento  v en  un  llamamiento  a usar  la  riqueza  en  favor  de  los 
pobres  y necesitados.  Hermas  entiende  la  riqueza  como  una  dádiva  de  Dios  que  de- 
be ser  usada  en  favor  del  pobre. 

Abstrae! 

In  the  presentation  which  James  and  the  Shepherd  of  Hemas  make  of  the  relation  bet- 
ween  rich  and  poor  within  the  comniunity,  the  poor  are  truly  the  ones  favored  befare 
God.  At  the  same  time,  where  James  condemns  the  rich  vehemently  as  those  responsi- 
blefor  the  misfortune  ofthe  poor,  in  Hermas  the  rich  are  denounced  but  with  a condem- 
nation  that  is  never  definitive,  consisting  basically  of  an  invitation  to  repentance  and  an 
encouragement  to  use  their  wealth  in  favor  ofthe  poor  and  those  in  need.  Hermas  un- 
derstands  wealth  as  a gracious  gift  of  God  which  must  he  used  in  favor  of  the  poor. 


Santiago  y el  Pastor  de  Hermas  tienen  como  uno  de  sus  temas  comunes  la  re- 
lación entre  el  rico  y el  pobre  en  la  comunidad.  Sin  embargo,  aun  cuando  el  privile- 
gio de  los  pobres  delante  de  Dios  permanezca  como  un  factor  de  la  teología  social 
de  estos  dos  libros,  ellos  contienen  algunas  diferencias  en  los  respectivos  abordajes 
que  presentan  del  tema.  En  Santiago,  los  pobres,  identificados  con  la  comunidad, 
son  los  verdaderos  favorecidos  que  triunfarán  cuando  Dios  invierta  el  orden  del 
mundo  en  el  juicio  final.  Los  ricos,  en  cambio,  entre  los  cuales  se  encuentran  los  que 
juran  falsamente  (5,12),  oprimen  al  huérfano  y a la  viuda  (1,27)  y no  pagan  el  sala- 
rio de  los  trabajadores  (5,4),  son  condenados  de  manera  vehemente  y no  hay  para 
ellos  oportunidad  de  salvación'. 

1 Santiago  describe  a los  ricos  a partir  de  expresiones  derivadas  de  las  tradiciones  bíblica  e intertes- 
tamentaria. En  el  Antiguo  Testamento,  orgullo,  riqueza  e impiedad  son  características  constantes  de 
los  poderosos.  En  1 Enoc  94-104,  la  opresión  del  justo  por  los  pecadores  es  descrita  a partir  de  una  es- 
tructura social  más  amplia:  los  impíos,  ricos  y poderosos  abusan  del  justo,  con  la  connivencia  de  los 
gobernantes.  Véase  Barton,  J.  The  Orneles  of  God.  London-Darton,  Longman  & Todd,  1986,  págs. 
154-178;  Nickelsburg,  George,  W.  E.  Rcsurreciion,  I 'wrtality  and  Eternal  Life  in  Intertestamental 
.litdaisin.  Cambridge,  Cambridge  University  Press,  1972,  págs.  112-130. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


145 


El  Pastor  de  Hermas,  por  su  parte,  el  cual  tiene  su  origen  en  las  comunidades 
de  Roma  en  la  primera  mitad  del  segundo  siglo  de  la  era  cristiana  (e.  C.),  fuertemen- 
te anclado  en  la  tradición  de  la  profecía  cristiana,  privilegia  a los  pobres,  si  bien  no 
los  identifica  totalmente  con  la  comunidad  cristianad  Presenta  denuncias  contra  los 
ricos  pero  su  juicio  es  condicional,  siendo  en  esencial  una  invitación  al  arrepenti- 
miento y no  una  condenación  a la  destrucción.  Ocurre  un  cambio  de  enfoque  y los 
ricos,  quienes  participan  de  modo  completo  en  la  vida  de  la  comunidad,  reciben  gran 
atención.  Por  un  lado,  el  libro  afirma  la  responsabilidad  del  rico  de  ayudar  al  pobre; 
por  otro,  la  preferencia  tradicional  por  el  pobre  es  confrontada  con  la  convicción  de 
que  no  es  un  mal  ser  rico,  pues  las  riquezas  son  un  medio  importante  de  servir  a 
Dios. 


1.  El  pobre  y el  rico  en  Santiago 

En  Santiago,  el  tema  del  “rico”  y el  “pobre”  es  tratado  en  tres  pasajes:  1,9-11; 
2,1-7;  4,13-5,6  que  tienen  como  contexto  temático  la  inversión  escatológica  que 
ocurrirá  en  el  día  del  juicio  inminente  de  Dios,  un  día  en  el  cual  “los  que  ahora  se 
exaltan  serán  humillados,  mas  los  que  se  humillan  serán  exaltados”. 


1.1.  El  rico  no  permanecerá  para  siempre 

Santiago  1,9-11,  el  primer  texto  que  habla  sobre  el  rico  y el  pobre,  se  locali- 
za en  la  introducción  de  la  carta  donde  ocupa  un  lugar  importante.  La  introducción 
de  Santiago,  1,2-12,  presenta  el  momento  en  que  ocurrirá  la  intervención  escatoló- 
gica de  Dios,  así  como  el  tema  de  la  purificación  de  la  comunidad  y la  manera  en 
que  el  fiel  debe  vivir  en  el  presente  a la  luz  de  este  evento  inminente’.  Ella  contiene 
una  estructura  quiástica,  la  cual  puede  ser  fácilmente  identificada; 


^ Heiling,  J.  Hermas  and  Cliristian  Prnpliecy.  A Sludy  on  tlie  Eleventh  Maiulade.  Leiden,  E.  J.  Brill, 
1973;  Vielhaiier,  Philipp.  Historia  de  la  lileraliira  cristiana  primitiva.  Los  apócrifos  y los  padres  apos- 
tólicos. Salamanca,  Sígueme,  1991,  págs.  529-537. 

^ Como  introducción,  Santiago  1.2-12  proporciona  el  principio  estructurante  para  la  carta,  porque 
indica  los  temas  que  serán  elaborados  en  el  euerpo  principal  de  ella.  Las  conexiones  verbales  y temá- 
lieas  entre  la  introducción  y la  conclusión  de  la  carta  en  4,6-5,12,  como  “perseverancia”  (1,3.4/5.10- 
II),  “perseverar"  (1.12/5,11),  “mente  doble"  (1, 8/4,8),  “ser  humilde”  (1,9-10/4.6.10),  “rico” 
(1,10.11/5,1),  “ser  exaltado”  (1.9/4,10),  “bienaventurado”  (1,12/5,11),  “enorgullecerse”  (1,9/4,16), 
“vida”  (1,8/4.14),  “alegría”  (1, 2/4,9),  así  como  los  temas  “peiseverancia  en  medio  de  la  prueba”  (1,2- 
4.  1 2;  5,7-1 1 ) y “ser  humilde"  y el  rico  ( 1 ,9-1 1 ; 4,6-5, 6),  indican  que  estas  dos  unidades  están  relacio- 
nadas estructuralmcnte  entre  sí.  Santiago  1.2-12  no  solo  presenta  los  temas  y palabras  que  serán  dis- 
cutidos en  el  resto  de  la  carta,  sino  que  sus  conexiones  lingüísticas  y temáticas  con  4.6-5.12  señalan 
que  estas  dos  unidades  forman  una  inclusión  para  el  cuerpo  principal  de  la  carta  y una  referencia  pa- 
ra una  lectura  de  toda  ella.  Santiago  1,2-12  también  presenta  paralelos  en  relación  a los  temas  presen- 
tados en  el  cuerpo  de  la  carta  (1.13-4.5):  “tentación/tentar”  (1.2.12/1.13-14);  “fe/creer” 
(1.3.6/2,1.5.14-26);  “fin/objetivo”  (1,4/1,17.25;  2,8.22;  3.2);  “sabiduría”  (1.5/3.13.15.17);  “dar” 
(1.5/2,16;  4.6;  5,18);  apei  y cognatos  ( 1 .5.6/4,2-3);  “amar”  (1 ,12/2.5);  akatastatos  ( 1 ,8/3.8. 16).  Véase 
Penner,  3bod  C.  The  Epistle  of  James  and  Eschatology.  Sheffield,  Sheffieid  Academic  Press,  1996, 
págs.  133-149. 


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JOSÉ  ADRIANO  FILMO,  El  pobre  y el  rico  en  Saniiago  y en  el  Pastor  de  Hermas 


A - 1,2-4:  La  prueba  del  fiel 
B - 1 ,5-1 1 ; Dos  temas  relacionados  con  el  fiel 
B.  1 : Sabiduría  (1,5-8) 

B.  2:  Inversión  escatológica  (1,9-11) 

A’  - 1 , 1 2:  La  prueba  del  fiel 

Como  podemos  observar,  esta  estructura  se  mueve  en  torno  a las  conexiones 
lingüísticas  y temáticas  entre  A y A’,  que  describen  la  prueba  y la  perseverancia  del 
fiel  y forman  una  inclusión  para  la  sección  B.  Esta,  a su  vez,  se  subclivide  en  dos  par- 
tes. La  primera  de  ellas,  1,5-8,  trata  de  la  sabiduría,  de  la  fe,  de  la  necesidad  de  fir- 
meza al  aproximarse  a Dios.  La  segunda,  1,9-1 1,  se  refiere  a la  inversión  escatoló- 
gica que  ocurrirá  cuando  los  orgullosos  cambiarán  de  lugar  con  aquellos  que  ahora 
han  sido  humillados^ 

Una  observación  atenta  muestra  que  Isaías  40,6-8  es  un  pasaje  importante  en 
el  desarrollo  y en  la  interpretación  de  Santiago  1,9-11.  Los  paralelos  entre  los  dos 
textos  indican  eso\' 

Que  el  hermano  de  condición  modesta  se  ufane  de  su  elevación  y el  rico,  de  su  reba- 
jamiento, porque  él  pasará  como  la  flor  de  los  prados. 

Pues  el  sol  se  levantó  con  el  siroco  y secó  la  hierba,  cuya  tlor  cayó,  y cuya  bella  apa- 
riencia desapareció. 

Así  también  se  marchitará  el  rico  en  sus  empresas  (Santiago  1,9-1 1). 

Una  voz  dice:  “¡Proclama!”,  la  otra  dice:  “¿qué  proclamaré?”. 

“Toda  carne  es  hierba 

y toda  su  constancia  es  como  flor  de  los  campos: 
la  hierba  se  .seca,  la  tlor  se  marchita, 

cuando  el  soplo  del  Señor  viene  sobre  ellas  en  ráfaga.  Sí,  el  pueblo  es  hierba: 
la  hierba  se  seca,  la  tlor  muere,  mas  la  palabra  de  nuestro  Dios  subsistirá  para  siem- 
pre!” (Isaías  40,6-8). 

Santiago  afirma,  a partir  de  las  imágenes  de  Isaías,  que  el  rico  pasará  como  la 
fior  de  la  hierba,  puesto  que 

...el  sol  .se  levantó  con  el  siroco  [“el  calor  ardiente,  pero  también  el  viento  seco  del 
desierto”:  Génesis  31,40]  y secó  la  hierba,  cuya  tlor  cayó,  y cuya  bella  apariencia  de- 
sapareció. 


4 Los  temas  de  la  introducción  pertenecen  al  contexto  de  vindicación  (reivindicación)  y juicio  de 
Dios  en  la  parusía.  que  es  comprendido  como  un  proceso  que  purifica  al  pueblo  de  Dios  y lo  prepara 
para  participar  de  la  comunidad  escatológica.  Por  ejemplo,  “perseverancia”  significa  permanecer  fir- 
me en  las  “pruebas"  que  preceden  el  juicio  de  la  humanidad,  las  cuales  constituyen  no  solamente  un 
preludio  del  fin,  sino  también  parte  de  su  inauguración.  En  este  sentido,  la  ■■perseverancia"  es  resulta- 
do de  la  prueba  que  está  ocurriendo  en  los  “últimos  días”,  cuyo  objetivo  es  probar  que  la  fe  de  alguien 
es  pura  y sm  falta  y que  llevará  a la  salvación  en  el  día  dcl  juicio.  Véase  Penner,  op.  cii.,  págs.  145s.; 
Lamar  Cope,  O.  “To  the  cióse  of  the  age:  The  Role  of  Apocalyptic  Thought  in  the  Cospel  of  Matt- 
hew”,  en  Apocalyptic  and  the  New  Testament.  Marcus,  Joel-Soards,  Marión  L.  (cds.).  -Sheffíeld,  Shef- 
field  Academic  Press,  1989,  págs.  113-124. 

5 Dibelius,  Martin-Grceven,  Heinrich.  James.  Henneneia.  Philadelphia,  Fortress  Press,  1975,  págs. 
86s. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


147 


Es  importante  observar  que  Isaías  40  vincula,  al  igual  que  Santiago,  este  te- 
ma al  rebajamiento.  En  el  contexto  de  Isaías,  el  profeta  anuncia  al  pueblo  de  Israel 
que  su  humillación  llegó  al  fin  y ordena  que  las  montañas  sean  rebajadas  para  pre- 
parar el  camino  para  el  pueblo  del  Señor  (Isaías  40,3-4).  En  las  dos  ocasiones  el  re- 
bajamiento se  relaciona  con  la  intervención  de  Dios  en  la  historia  y la  comparación 
subraya  la  dimensión  escatológica  de  Santiago  1,9-11.  La  comparación  denota  que 
de  la  misma  forma  que  Jerusalén  fue  humillada  en  el  exilio,  el  “hermano  humilde” 
ha  sido  humillado  actualmente,  y del  mismo  modo  que  las  montañas  fueron  aplana- 
das, el  rico  será  aplanado  y el  “hermano  humilde”  exaltado.  Estos  paralelos  no  de- 
jan dudas  de  que  el  texto  contempla  la  inversión  escatológica  inminente,  mostrando 
tanto  el  lugar  del  “hermano  humilde”  cuanto  el  del  rico  cuando  ella  ocurriera^ 

Todo,  en  este  texto,  gira  alrededor  del  humillarse.  El  rico  de  la  comunidad 
probablemente  se  enorgullecía  de  su  condición,  sin  embargo  él  es  derrumbado  por 
Dios,  mientras  que  el  fiel  es  exhortado  a ser  humilde.  Santiago  1,9-11  deja  claro  que 
quien  tiene  derecho  a enorgullecerse  es  el  pobre,  porque  él  es  objeto  de  salvación. 
El  rico  se  puede  enorgullecer,  pero  de  su  humillación.  Existe  una  yuxtaposición  en- 
tre la  exaltación  del  hermano  humilde  y la  humillación  del  rico  y la  expectativa  de 
que  cada  uno  debe  enorgullecerse  de  eso: 

Que  el  hermano  de  condición  modesta  se  ufane  de  su  elevación  y el  rico,  de  su  reba- 
jamiento, porque  él  pasará  como  la  flor  de  los  prados. 

Esta  afirmación,  resultado  de  un  irónico  juego  de  palabras,  es  radical,  “pues 
el  rico  está  siendo  eliminado  de  sus  caminos”.  Santiago  anuncia  el  juicio  sobre  el  ri- 
co y la  salvación  sobre  el  pobre  al  invertir  la  posición  de  ambos’. 

1.2.  “Llorad  y lamentad  por  causa  de  las  miserias  que  vendrán...” 

Santiago  4,13-5,6,  el  segundo  texto  que  abordaremos,  es  una  parénesis  es- 
catológica, estructurada  lógicamente  a partir  de  los  destinos  paralelos  del  tapeinos 
(“humilde”)  y del  plousios/upercfanos  (“rico/orgulloso”)^  El  texto  se  localiza  en 


6 Gmndmann,  Walter.  “Tapeinos  ",  en  Theolugiccil  Diciionaiy  of  the  New  Testcunenl  IH.  págs.  1-26 
(1-5);  Vouga,  Fran^ois.  A Caria  de  Tiago.  Sao  Paulo,  Edi^Ses  Loyola.  1996,  págs.  53-55.  Véase  tam- 
bién Kiiiger,  René.  “La  proclama  de  una  inversión  total.  La  estructuración  de  Lucas  6,20-26  ".  en  R¡- 
BLA  (San  José,  DEI)  No.  8 (1991),  págs.  27-38. 

7 Nogueira.  Paulo,  “O  grito  do  salário.  Cóndilo  no  mundo  do  Irabalho  em  Tiago  4,13-5,6",  en  Es- 
tndos  Bíblicos  No.  44  (1994),  págs.  79s.;  Dibelius-Greeven,  np.  di.,  págs.  84s. 

8 Algunos  elementos  estructurales  demuestran  que  Santiago  4,6 — 5,12  es  la  conclusión  de  la  carta. 
Santiago  4,6  proporciona  la  transición  para  las  imágenes  prol'élicas  que  concluyen  la  carta,  uniéndo- 
las a lo  que  viene  antes  y está  explícitamente  conectado  con  lo  que  sigue.  Presenta  asimismo  varios 
paralelos  con  1 ,2- 1 2:  "humilde’’  (1.9-1 1/4,6);  "humilde"  y "rico”  (1,9-11);  “soberbios”  y “humildes” 
(4,6).  En  1,9-10  el  humilde  es  exaltado  y el  rico  humillado.  De  forma  similar,  en  4,6  los  soberbios  se 
oponen  a Dios,  sin  embargo  ai  humilde  se  le  concede  gracia.  Hay  también  conexiones  entre  4.6  y 5.6: 
los  dos  pasajes  son  paralelos  y marcan  el  comienzo  y el  final  del  discurso  de  advertencia  y juicio.  Fi- 
nalmente, el  uso  de  "por  tanto”  (5.7)  liga  5,7-12  con  5,1-6  y hace  de  5,7-12  no  la  conclusión  de  la  car- 
ta sino  del  argumento  que  se  extiende  de  4,6  a 5.6.  cuyo  tema  es  la  denuncia  escatológica  de  los  ricos. 
La  quiebra  del  pensamiento  que  ocurre  en  5,13  al  cambiar  el  asunto  hacia  el  bienestar  de  los  destina- 
tarios, inicia  la  conclusión  epistolar.  Véase  Penner.  op.  cit..  págs.  149-158;  Alonso  Schókcl,  L.  "James 
5,2  and  4.6”,  en  Bíblica  No.  54  ( 1973),  págs.  73-76. 


148 


JOSÉ  ADRIANO  FILHO,  El  pobre  y el  rico  en  Santiago  y en  el  Pastor  de  Hernias 


la  conclusión  de  la  carta  (4,6-5,12),  la  cual  puede  ser  dividida  de  la  siguiente  ma- 
nera: 

A - 4,6- 1 2:  Exhortaciones  a la  comunidad 
B - 4,13-5,6:  Denuncia  del  rico/orgulloso 

A’  - 5,7-12:  Exhortaciones  a la  comunidad 

Como  podemos  observar,  la  sección  A,  4,7-12,  contiene  un  llamamiento  al 
arrepentimiento  dirigido  a la  comunidad,  basado  en  la  cita  de  Proverbios  3,34:  “Dios 
se  opone  a los  soberbios,  mas  concede  gracia  a los  humildes”.  El  concepto  de  inver- 
sión escatológica,  presente  en  la  cita,  fundamenta  las  varias  unidades  de  la  conclu- 
sión. En  4,9:  “sentid  vuestras  miserias,  lamentad  y llorad;  tórnese  vuestra  risa  en 
llanto  y vuestra  alegría  en  tristeza”,  los  destinatarios  son  exhortados  a “lamentar  y 
llorar”,  ya  que,  a la  luz  de  4,6,  “Dios  se  opone  a los  soberbios”.  En  5,1,  él  se  dirige 
a los  ricos  al  afirmar:  “Llorad  y dad  alaridos  por  las  desgracias  que  os  esperan”.  Ve- 
mos que  la  misma  expresión  usada  para  dirigirse  a la  comunidad  es  ahora  dirigida 
al  rico,  lo  que  hace  que  estas  unidades  estén  conectadas  por  medio  del  tema  de  la  in- 
versión escatológica"^. 

En  este  contexto,  Santiago  4,13-5,6,  la  sección  central  de  la  conclusión,  pre- 
senta, en  sus  dos  partes,  una  denuncia  contra  el  rico/orgulloso.  La  expresión  que  ini- 
cia cada  una  de  las  partes  de  la  sección:  age  nim  (“atended,  ahora”:  4. 1 3;  5,1 ),  tiene 
origen  en  la  disputa  de  los  profetas  con  sus  oponentes'".  En  el  Antiguo  Testamento, 
el  profeta,  frecuentemente  usando  un  lenguaje  irónico,  condena  ai  impío  porque  él 
abandonó  la  alianza  con  Dios.  El  discurso  de  juicio  profético  fundamenta  4,13-5,6: 
el  rico  es  soberbio  y permanece  bajo  el  juicio  de  Dios,  pero  el  humilde  y contrito  de 
espíritu  se  puede  alegrar  porque  la  salvación  se  aproxima. 

Es  interesante  observar,  en  primer  lugar,  la  conexión  entre  “comercio”,  “ri- 
queza” y “jactancia”  en  Santiago  4,13-17.  Los  mercaderes  orgullosos  no  reconocen 
la  soberanía  de  Dios".  En  segundo  lugar,  las  expresiones  “humilde/humillar”,  “ser 
orgulloso”,  “enorgullecerse/vanagloria”,  “vanagloria/riqueza”,  están  agrupadas  en 
torno  del  tema  de  la  inversión  escatológica,  de  donde  emerge  el  siguiente  modelo: 
“los  que  son  ahora  humillados,  serán  exaltados  sobre  los  soberbios  y orgullosos  en 


9 Por  esa  razón,  es  claro  que  en  la  exhortación  a ser  paciente  y esperar  la  venida  del  Señor,  Santia- 
go anticipa  el  juicio  escatológico  inminente.  Dios  espera  que  su  pueblo  esté  preparado  y humilde.  El 
se  opondrá  al  soberbio  y el  fiel  .será  encontrado  humilde  (4,7-12).  La  tentativa  de  usurpar  el  lugar  de 
Dios  es  el  pecado  del  soberbio  y Dios  se  opone  a el  también.  En  este  contexto,  la  exhortación  a la  pu- 
rez.a  consiste  en  un  llamado  a la  salvación  a la  luz  del  juicio  inminente  de  Dios,  en  el  cual  ocurrirá  la 
inversión  del  orden  presente.  Los  heles  deben  garantizar  que  estén  en  el  lugar  exacto  cuando  llegue  el 
día  del  juicio:  alguien,  para  ser  exaltado  en  aquel  día,  debe  ser  hallado  humilde.  Véase  Penner.  op.  cit.. 


vvcsicimann.  Claus.  Bíisic  Forms  of  Pmphetic  Speech.  Philadclphia,  Fortress  Press,  1977,  págs. 
129-198. 

*  *  * El  lenguaje  comercial  de  Santiago  4. 1 3 es  una  reminiscencia  de  Ezequiel  27-28.  un  texto  donde  el 
comercio  está  unido  con  el  orgullo  y la  arrogancia.  Precisamente  por  causa  de  la  riqueza,  el  arrogan- 
te rechaza  cualquier  poder  sobrenatural  sobre  su  vida.  En  Apocalipsis  18.  la  ruina  de  Babilonia  es  re- 
sultado de  su  propio  orgullo,  orgullo  y soberbia  que  nacen  de  saber  que  se  tiene  el  poder  político  y el 
poder  económico  totales,  los  cuales  se  ostentan  sin  reconocer  ningún  tipo  de  poder  superior.  Véase  No- 
gueira.  Paulo.  “La  realización  de  Injusticia  de  Dios  en  la  historia”,  en  RIBLA  (San  José,  DEl)  No.  1 1 
(1992),  págs.  1 13ss.;  Penner,  op.  cit.,  págs.  172-174. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA.  No.  31 


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el  día  del  juicio”.  Inversión,  Jactancia,  humildad,  orgullo,  riqueza  y comercio  están 
juntos  en  la  presentación  del  juicio  esperado  para  el  día  del  Señor  (5,7). 

Santiago  espera  el  momento  en  que  Dios  invertirá  el  orden  presente.  En  este 
día,  los  orgullosos  serán  rebajados  y recibirán  la  debida  recompensa  por  su  actitud 
para  con  Dios.  De  esa  forma,  la  referencia  al  desvanecerse  del  impío;  “No  obstante, 
no  sabéis  qué  sucederá  mañana.  ¿Qué  es  vuestra  vida?  Sois  un  vapor  que  aparece  un 
momento  y luego  se  desvanece”  (4,14),  no  significa  la  brevedad  de  la  vida  en  gene- 
ral, sino  que  en  su  contexto  de  denuncia  señala  la  brevedad  de  la  vida  del  impío  arro- 
gante. Así,  tanto  1 ,9-1 1 , con  sus  metáforas  vegetales,  cuanto  4,1 3-1 7 enfatizan  la  in- 
significancia del  rico  y la  naturaleza  rápida  de  su  desaparecimiento  en  el  día  del  jui- 
cio final'^ 

Santiago  5,1-6,  por  su  parte,  afirma  que  el  rico  ha  sido  ávido  y opresivo.  Por 
tanto,  él  permanece  bajo  juicio.  En  5,1  el  uso  de  las  expresiones:  “gritad”,  “lamen- 
tad” y “miserias”,  derivadas  del  lenguaje  profético,  no  significan  un  lamento  de  arre- 
pentimiento sino  el  de  un  funeral;  el  funeral  del  rico  arrogante'’.  En  5,4  hallamos  la 
mención  del  “grito  de  los  segadores  que  alcanza  los  oídos  del  Señor  de  los  Ejérci- 
tos”. En  5,5  la  referencia  al  día  de  la  matanza,  claramente  una  mención  de  Jeremías 
12,3,  invoca  el  tema  del  juicio,  de  modo  particular  matar  los  becerros  gordos  y lis- 
tos para  ser  inmolados.  El  rico  ha  oprimido  al  pobre,  pero  él  se  hizo  gordo  y su  des- 
trucción ocurrirá”. 

Así  pues,  la  manera  como  Santiago  4,13-5,6  denuncia  a los  ricos  consiste  en 
un  eco  de  la  larga  línea  de  las  denuncias  proféticas  acerca  del  tratamiento  del  pobre 
por  el  rico.  De  forma  clara,  el  texto  presenta  un  contraste  entre  la  arrogancia  de  los 
comerciantes  y los  trabajadores  que  no  pueden  planear  ni  el  día  siguiente  y entre  la 
actitud  del  rico  prepotente  que  ha  oprimido  al  pobre.  Su  primera  denuncia  está  diri- 
gida contra  los  comerciantes  por  causa  de  su  arrogancia,  puesto  que  ellos  pretenden 
dominar  sobre  el  tiempo  de  la  vida  y planean  lucros  y negocios  (4, 1 3- 1 7).  La  segun- 
da, con  su  lenguaje  profético,  denuncia  a los  ricos  arrogantes  por  oprimir  al  justo, 
condenarlo  y asesinarlo,  y proclama  la  inminente  destrucción  de  aquéllos  en  el  día 
del  juicio  que  Dios  realizará'’. 

En  ese  contexto,  Santiago  presenta  un  llamado  a los  destinatarios  en  la  exhor- 
tación final  de  la  conclusión  (5,7-12).  Allí  sustenta  que,  a la  luz  de  la  inversión  es- 
catológica  que  ocurrirá,  los  fieles  deben  esperar  con  paciencia  (5,7-8.10-1 1).  Presen- 
ta tres  ejemplos  de  paciencia  y tres  referencias  a la  venida  del  Señor  (5,7-9)  para  sig- 
nificar que  ella  ocurrirá  dentro  de  poco  tiempo.  Junto  con  esas  referencias,  el  tema 
del  juicio  está  presente  en  dos  versos  (5,9. 1 2).  A la  luz  de  los  temas  paciencia,  retor- 
no y juicio,  se  hace  evidente  que  Santiago  procura  instruir  a los  fieles  para  que  per- 
manezcan firmes  y pacientes,  ya  que  el  retorno  del  Señor  y el  consecuente  juicio 
acontecerán  pronto'’. 

Vouga.  Fran^ois,  A Cc/rtcj  de  Tiago.  Sao  Paulo,  págs.  133-137. 

' ^ Croatto.  Jo.se  Severino,  “El  discurso  de  los  tiranos  en  textos  profélicos  y apocalípticos”,  en  RIBLA 
No.  X (1991).  págs.  39-.S3. 

La  noción  de  un  ilía  de  matanza,  en  el  cual  Dios  vendrá  y festejará  sobre  sus  enemigos,  es  un  te- 
ma profético  común  (Isaías  34.5-8;  Jeremías  50.25-27;  Ezequiel  39.17-20;  1 Enoc  94.8-9;  Apocalip- 
sis 19.17-18).  De  lorma  similar,  Santiago  5.5  se  refiere  al  tiempo  del  juicio  que  ellos  están  preparan- 
do para  sí  mismos.  Véanse  Dibelius-Grecven.  op.  cit.,  págs.  238s.;  Vouga.  op.  cit.,  págs.  142s. 

Nogueira.  “O  grito  do  salario. op.  cit.,  págs.  83s. 

Penner.  op.  cit.,  págs.  175-181;  Vouga,  op.  en.,  págs.  139-144. 


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JOSÉ  ADRIANO  FILMO,  El  pobre  y el  rico  en  Santiago  y en  el  Pastor  de  Hermas 


1.3.  Discriminación  social  en  la  comunidad 

En  los  textos  anteriores  vimos  que  tanto  en  la  yuxtaposición  entre  la  exalta- 
ción del  “hermano  humilde”  y la  humillación  del  rico  y el  hecho  de  que  cada  uno 
debe  enorgullecerse  de  su  posición  (1,9-11),  cuanto  en  la  denuncia  contra  el  rico 
arrogante  en  4,13-5,6,  Santiago  anuncia  el  juicio  sobre  el  rico  y la  salvación  sobre 
el  pobre  al  invertir  la  posición  de  ambos.  Sin  embargo,  en  la  exhortación  de  2,1-7 
encontramos  una  situación  concreta  de  conflicto  entre  ricos  y pobres,  afirmada  a 
partir  de  un  ejemplo  práctico: 

En  efecto,  si  entra  en  vuestra  asamblea  un  hombre  con  anillos  de  oro,  trajeado  magní- 
tlcamente;  si  entra  también  un  pobre  andrajoso:  si  os  interesáis  por  el  hombre  vestido 
de  trajes  magníficos  y le  decís:  “Tú,  siéntate  en  este  lugar  de  realce”;  si  al  pobre  le  de- 
cís: “Tú,  quédate  de  pie”,  o “Siéntate  allí,  al  pie  de  mi  escabel”;  ¿no  harías  discrimi- 
nación entre  vosotros?  ¿No  os  tornaríais  jueces  con  criterios  criminales?  (vv.  2-4). 

Esta  exhortación,  dirigida  a toda  la  comunidad,  muestra  de  forma  muy  mani- 
fiesta la  discriminación  .social  existente  en  ella,  en  vista  de  que  se  refiere  al  hecho 
de  que  una  persona  bien  vestida  es  colocada  en  un  lugar  de  realce  en  ¡a  sinagoga, 
mientras  que  el  pobre  es  colocado  en  una  posición  inferior.  Por  medio  de  contrastes, 
el  lenguaje  utilizado  distingue  al  rico  del  pobre:  “el  rico  tiene  ropa  lujosa,  pero  el 
pobre  trajes  andrajosos”;  y,  en  tanto  el  “pobre  da  el  mejor  lugar  en  la  sinagoga  para 
el  rico,  el  rico  arrastra  al  pobre  a los  tribunales”.  Tenemos  una  contraposición  de  es- 
feras: la  del  rico  es  el  tribunal  que  oprime,  la  del  pobre  es  la  sinagoga,  lugar  de  sal- 
vación. Santiago  es  irónico  con  aquellos  que  favorecen  al  rico  y que,  al  favorecerlo, 
se  vuelven  jueces  de  sentencias  criminales: 

...pero  vosotros,  privasteis  al  pobre  de  su  dignidad.  ¿No  son  los  ricos  los  que  os  opri- 
men? ¿Ellos  también  los  que  os  arrastran  delante  de  los  tribunales?  ¿No  son  ellos  los 
que  difaman  el  bello  nombre  que  se  invoca  sobre  vosotros?  (vv.  6-7). 

De  esa  forma,  en  un  primer  momento  Santiago  muestra  la  división  interna  que 
la  actitud  de  los  cristianos  revela.  En  un  segundo  momento,  al  referir  las  actitudes 
diferentes  que  la  comunidad  ha  tomado  para  con  unos  y otros  en  función  de  su  ori- 
gen social,  denuncia  la  alteración  de  las  relaciones  entre  los  miembros  de  la  comu- 
nidad. Los  cristianos  no  deben  ser  parciales  en  el  juicio  y privilegiar  al  rico,  ya  que 
quien  debe  recibir  consideración  especial  es  el  pobre'f 

La  tradición  de  la  comunidad  de  Santiago  identifica  a los  pobres  con  los  es- 
cogidos de  Dios  y condena  a los  ricos  vehementemente.  La  cita  del  v.  5: 

Escuchad,  hermanos  míos  muy  amados:  ¿No  fue  Dios  quien  escogió  a los  que  son  po- 
bres a los  ojos  del  mundo  para  tornarlos  ricos  en  la  fe  y herederos  del  Reino  que  pro- 
metió a los  que  le  aman?, 

deriva  de  la  tradición  bíblica  del  proscrito  despreciado.  Los  pobres  son  en  ver- 
dad los  favorecidos  que  triunfarán  cuando  Dios  invierta  el  orden  del  mundo  en  el 
juicio  final 'f  En  general,  la  hostilidad  de  la  comunidad  hacia  el  rico  lleva  a la  con- 


17 


Nogueira.  “O  grito  do  salario...”,  np.  cit.,  pág.  85;  Vouga,  op.  cit..  pág.  81. 
Dibelius-Greeven.  op.  cit.,  págs.  39s. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA.  No.  .31 


151 


clusión  de  que  la  comunidad  y los  pobres  escogidos  son  idénticos,  pero  los  ricos  son 
identificados  con  los  opresores  y perseguidores.  La  carta  de  Santiago  fue  dirigida  a 
aquellos  que  se  entienden  a sí  mismos  como  los  pobres  de  Dios,  los  cuales  fueron 
escogidos  para  heredar  el  Reino  de  Dios. 


2.  El  pobre  y el  rico  en  el  Pastor  de  Hernias 

Aunque  el  Pastor  de  Hermas  tenga  como  tema  principal  el  arrepentimiento,  el 
tema  “pobre/pobreza”  y “rico/riqueza”  ocupa  bastante  espacio  en  el  libro'^.  Este,  es- 
crito en  épocas  diferentes,  contiene  cinco  visiones,  doce  mandamientos  y diez  pará- 
bolas, y presenta  dos  agentes  reveladores  que  transmiten  a Hermas,  un  cristiano  de 
Roma,  un  mensaje  divino.  El  primer  agente,  una  figura  femenina  de  la  iglesia,  apare- 
ce en  las  primeras  cuatro  visiones  (las  cuales  contienen  un  lenguaje  apocalíptico  par- 
ticular y presuponen  la  gran  tribulación).  De  la  quinta  visión  hasta  la  décima  parábo- 
la, que  presupone  una  persecución  pasada  que  produjo  apostasía,  encontramos  al  Pas- 
tor como  agente  revelador  de  un  mensaje  que  ocupa  la  mayor  parte  del  libro. 

En  el  libro  se  destacan  varias  palabras  y expresiones  como;  plantos  (“rique- 
za”), plousios  (“rico”)  y plotów  (“ser  rico”:  Visiones  1,1.8;  3, 6. 5-7;  Mandamientos 
8,3;  Parábolas  1,8-10;  8,9.1),  ai  gaiiriwntes  en  tw  ploiitw  (“los  que  se  vanaglorian 
de  la  riqueza”:  Visiones  1,1.8;  3,9.6),  ai  exwntes  (“los  que  tienen”),  en  oposición  a 
ai  usterownenoi  (“los  necesitados”;  Visiones  3,9.4)  y ai  uperexwntes  (“los  que  tie- 
nen mucho”),  en  oposición  a ai  peinwtes  (“los  hambrientos”:  Visiones  3,9.5),  para 
describir  el  rico  y la  riqueza.  Por  su  parte,  el  pobre  y el  necesitado  son  descritos  con 
las  palabras  y expresiones  ptwxos  y penes  (“pobre”:  Parábolas  2),  endees  (“alguien 
económicamente  pobre  o necesitado”;  Mandamientos  8,10)  y piixai  trihoinenoi  (“vi- 
das afligidas,  oprimidos”;  Parábolas  1,8).  Hermas  también  menciona  a las  viudas  y 
huérfanos  y los  vincula  con  el  pobre  y necesitado  o con  la  víctima  de  abuso  (Man- 
damientos 8,10;  Parábolas  1,8;  5,3.7;  9,26.2)^".  De  manera  diferente  a Santiago,  que 
en  general  condena  a los  ricos,  algunos  aspectos  importantes  se  destacan  en  la  des- 
cripción que  Hermas  presenta  de  la  relación  entre  el  rico  y el  pobre. 

2.1.  Denuncias  e invitación  al  arrepentimiento 

Hermas  denuncia  a los  ricos,  no  obstante  también  los  invita  al  arrepentimien- 
to. Una  de  las  razones  para  la  condenación  de  los  ricos  se  debe  al  hecho  de  que  ellos 
se  alegran  con  las  riquezas  terrenas  y no  con  las  cosas  celestiales; 

...aquellos,  sin  embargo,  que  son  malos  en  el  corazón,  solo  atraen  para  sí  la  muerte  y 

la  prisión,  sobre  todo  aquellos  que  se  pasan  la  vida  vanagloriándose  de  sus  riquezas 

y no  .se  interesan  por  ios  bienes  futuros  (Visiones  1,1.8). 


' ^ Heiling,  <>p.  cit..  págs.  21-26;  Osiek,  Carolyn.  Rich  and  Poor  in  tlie  Shepherd  of  Hermas.  An  Exe- 
vetica! -Social  Investigaíion.  The  Catholical  Biblical  Quarterly  Monography  Series,  s.  d,  págs.  6-14. 

Osick.  op.  cil.,  págs.  39-45;  Hauck,  Friedrich-Kasch.  Wilhelm.  “Ploulos,  plousios,  plotew”,  en 
Tlieological  Dicfionary  of  the  New  Testamení  VI,  págs.  330-332. 


152 


JOSÉ  ADRIANO  FILMO.  El  pobre  y el  rico  en  Santiago  y en  el  Pa.stor  de  Herma.s 


Otro  texto  denuncia  su  egoísmo  e insensibilidad  para  con  el  necesitado: 

Ved  el  juicio  que  está  por  venir.  Vosotros  que  tenéis  mucho,  .socorred  a los  que  tienen 
hambre,  mientras  la  torre  no  esté  terminada,  porque,  después  de  terminada,  aunque 
quisieras  hacer  el  bien,  no  tendréis  más  ocasión.  Atención,  por  tanto  vosotros  que  os 
enorgullecéis  de  vuestras  riquezas,  para  que  los  necesitados  no  giman  y su  gemido 
llegue  hasta  el  Señor,  y seáis  excluidos.  Junto  con  vuestros  bienes,  fuera  de  la  puerta 
de  la  torre  (Visiones  3,9. 5-6;  ver  Santiago  5,1-6). 

En  el  contexto  de  este  pasaje,  los  que  se  enorgullecen  de  sus  riquezas  son  ad- 
vertidos de  que  los  gritos  de  los  afligidos  llegan  hasta  Dios  y lo  influencian  para  que 
él  pueda  echar  la  riqueza  fuera  de  la  torre  (en  Hermas,  una  figura  de  la  iglesia)  que 
está  en  construcción. 

Otra  denuncia  ocurre  en  la  asociación  entre  la  riqueza  y los  negocios.  El  con- 
fundirse (o  peilurbar.se)  en  los  negocios  puede  llevar  a la  negación  del  Señor: 

“Señora,  ¿y  quiénes  son  las  piedras  blancas  y redondas  que  no  se  adaptan  a la  cons- 
trucción?”. Ella  me  respondió:  “¿Hasta  cuándo  .serás  ignorante  y sin  buen  sentido? 
f’reguntarás  todo  sin  comprender  nada  por  ti  mismo?  Son  aquellos  que  tienen  fe,  mas 
conservan  las  riquezas  de  este  mundo.  Cuando  llega  la  tribulación,  por  causa  de  sus 
riquezas  y negocios,  ellos  reniegan  de  su  Señor”  (Visiones  3.6.5). 

El  décimo  mandamiento  afirma  que  quienes  creen,  pero  no  procuran  la  com- 
prensión de  las  cosas  divinas  debido  a su  involucramiento  en  negocios,  riquezas,  amis- 
tades paganas  y otras  ocupaciones  de  este  mundo,  no  entienden  las  parábolas  divinas: 

Ella  continuó:  “Escucha.  Los  que  nunca  investigaron  la  verdad,  ni  indagaron  sobre  la 
di\'inidad,  que  se  limitaron  a creer,  quedan  presos  en  sus  negocios,  riquezas,  amista- 
des paganas  y otras  numerosas  ocupaciones  de  este  mundo.  Todos  esos,  que  solo  vi- 
ven para  eso,  son  incapaces  de  comprender  las  parábolas  respecto  de  la  divinidad. 
Quedan  oscurecidos  por  esas  actividades,  se  corrompen  y quedan  áridos”  (Manda- 
mientos lü,  I.4). 

De  acuerdo  con  estos  textos,  algunos  de  los  fieles  son  ricos  y están  envueltos 
en  muchos  negocios.  No  obstante,  ellos  no  son  condenados  definitivamente  como  en 
Santiago,  sino  apenas  considerados  un  tipo  de  personas  problemáticas  en  la  comu- 
nidad-'. 


Véanse  Sirácida  15.1-8;  I Clemente  23,1-5;  Hermas  Visiones  3,3.2;  3.3.4;  3.4.3;  3,10.9;  4,1.4; 
4,2. 4. 6;  Mandamientos  9,10. 1-2;  11,1.13;  Parábolas  6.1.2;  8,9.4;  8,1 1 .3;  9,21 .2;  Didajé  4,4;  Bernabé 
19,5;  1 Clemente  1 1 ,2;  2 Clemente  19,2...  Es  interesante  observar  que  los  pasajes  que  vinculan  las  ri- 
quezas y los  negocios  están  ligados  con  la  preocupación  ética  fundamental  de  Hermas,  dipsykia.  En  el 
contexto  de  Hermas,  dipsykia  parece  significar  la  incapacidad  para  decidir  y obrar  en  un  camino  u otro, 
en  favor  o contra  el  Señor.  Santiago  1,5-8  también  usa  la  exprc.-ión  dipsychos  y afirma  la  necesidad 
de  tener  fe  y no  dudar,  pues  el  que  duda  es  dipsychos.  inestable  en  sus  caminos.  En  Santiago  dipsy- 
chos significa  lo  opuesto  de  ser  perseverante  y fiel  a Dios  en  las  pruebas.  Dipsychos  es  alguien  a quien 
falta  fe  y perscrverancia.  Tal  persona  no  persevera  hasta  el  fin  y,  en  consecuencia,  permanece  bajo  jui- 
cio. Igualmente,  a esta  persona  le  falta  sabiduría,  una  característica  esencial  de  los  que  perseveran,  lo 
que  la  hace  permanecer  en  el  mismo  nivel  del  rico/arroganie.  Véanse  Seitz,  Oscar.  “Relationship  ol 
the  Shepherd  of  Hermas  to  the  Epistle  of  James”,  en  Journal  of  Diblical  Literature  No.  77  (1944), 
págs.  131-140;  Porten  Stanley  E.  "Is  dipsychos  (James  1,8;  4,8)  a ‘Christian  World’”,  en  Bihlica  No. 
71  (1990),  págs.  469-498. 


REVISTA  DE  INTERPRETACION  BIBLICA  LATINOAMERICANA.  No.  31 


153 


Por  su  parte,  la  primera  parábola  afirma  que  es  peligroso  acumular  riqueza, 
en  particular  propiedades.  En  vez  de  eso,  dice  que  la  riqueza  debe  ser  gastada  en  el 
rescate  de  los  afligidos,  de  las  viudas  y los  huérfanos  y de  los  que  están  en  dificul- 
tad: 


En  lugar  de  campos,  rescatad  a los  oprimidos,  conforme  cada  uno  pudiere;  visitad  a 
las  viudas  y a los  huérfanos  y no  los  despreciéis.  Gastad  vuestras  riquezas  y todos 
vuestros  bienes,  que  recibisteis  de  Dios  en  esos  campos  y casas.  De  hecho,  el  Señor 
os  enriqueció  para  que  prestéis  a ellos  tales  servicios...  mejor  adquirir  casas  y cam- 
pos, bienes  y casas,  que  reencontrarás  en  tu  ciudad  cuando  ahí  retornares.  Esa  inver- 
sión es  noble  y alegre,  no  produce  tristeza,  ni  miedo,  sino  alegría.  No  procuréis  la  in- 
versión de  los  paganos,  peligrosa  para  los  siervos  de  Dios.  Haced  vuestras  propias  in- 
versiones, con  las  cuales  podéis  alegraros.  No  cometáis  fraude,  ni  toquéis  los  bienes 
de  otros,  ni  los  deséis,  porque  es  malo  desear  los  bienes  ajenos.  Realiza  tu  tarea  y se- 
réis salvo  (Parábolas  1,8-11). 

Según  este  texto  la  riqueza  puede  ser  útil,  pues  por  medio  de  ella  los  ricos 
pueden  realizar  buenas  obras  en  el  presente.  En  otra  parte,  el  mandamiento  para  ayu- 
nar incluye  la  orientación  de  dar  el  dinero  economizado  con  el  ayuno  a una  viuda, 
un  huérfano  o alguien  en  necesidad: 

Y ayunarás  del  siguiente  modo:  después  de  cumplir  lo  que  fue  escrito,  en  el  día  en 
que  ayunares,  no  tomarás  nada,  a no  ser  pan  y agua.  Calcularás  el  precio  de  los  ali- 
mentos que  podrías  comer  en  ese  día  y lo  pondrás  aparte  para  dar  a una  viuda,  a un 
huérfano  o necesitado  y,  de  ese  modo,  te  tornarás  humilde.  Gracias  a esa  humildad, 
quien  haya  recibido  quedará  saciado  y rogará  al  Señor  por  ti  (Parábolas  5,3.7). 

Sin  embargo,  en  el  contexto  general  de  Hermas  todas  esas  deficiencias  son 
condicionales,  ya  que  a pesar  de  que  algunos  pasajes  sugieren  la  necesidad  de  la  re- 
moción de  la  riqueza  para  que  los  ricos  se  vuelvan  útiles  y que  Visiones  3, 9. 5-6  pre- 
senta alguna  similitud  con  la  condenación  del  rico  de  Santiago  5,1-6,  en  estos  tex- 
tos no  hallamos  la  hostilidad  que  Santiago  presenta  en  relación  a los  ricos.  Estos  son 
llamados  al  arrepentimiento  y animados  a dar  al  pobre  y al  necesitado,  a las  viudas 
y los  huérfanos: 

Sé  reservado.  Con  reserva  no  hay  mal  tropiezo,  sino  que  todo  es  plano  y alegre.  Rea- 
liza el  bien  y,  del  producto  del  trabajo  que  Dios  te  concede,  da  con  simplicidad  a to- 
dos los  necesitados,  sin  preocuparte  a quien  darás  o no.  Da  a todos,  porque  Dios  quie- 
re que  sus  propios  bienes  sean  dados  a todos  (Mandamientos  2A)'~. 


2.2.  “Hacerse  inferior  a todos”  y “no  oprimir  al  endeudado 
o necesitado” 

Un  pasaje  de  gran  importancia  en  el  tratamiento  del  tema  “pobre/rico”  se  en- 
cuentra en  el  octavo  mandamiento.  Este  mandamiento  contiene  dos  catálogos  de  vi- 
cios y dos  de  virtudes  (v.  3.5.9.10),  pero  lo  que  lo  hace  relevante  es  que  en  el  segun- 
do catálogo  de  virtudes  se  destacan  dos  importantes  expresiones:  “hacerse  inferior  a 
todos”  y “no  oprimir  a los  deudores  y necesitados”: 


22 


Osiek,  op.  cit.,  págs.  47-55. 


154 


JOSÉ  ADRIANO  FILMO,  El  pobre  y el  neo  en  Santiago  y en  el  Pa,stor  de  Hermas 


Escucha  ahora  las  ohras  que  siguen  a ésas:  asistir  a las  viudas,  visitar  a los  huérfanos 
y necesitados,  rescatar  de  la  esclavitud  a los  siervos  de  Dios,  ser  hospitalario  (pues  en 
la  hospitalidad  se  encuentra  a veces  la  ocasión  de  hacer  el  bien),  no  crear  obstáculos 
para  nadie,  ser  calmo,  hacerse  inferior  a todos,  honrar  a los  ancianos,  practicar  la  jus- 
ticia, conservar  la  fraternidad,  soportar  la  violencia,  ser  paciente,  no  nutrir  rencor, 
consolar  a los  afligidos  en  el  alma,  no  apartar  de  la  fe  a los  escandalizados  sino  con- 
vertirlos y darles  ánimo,  corregir  a los  pecadores,  no  oprimir  a los  deudores  y nece- 
sitados y otras  acciones  semejantes  (v.  10). 

La  primera  expresión,  “hacerse  inferior  a todos”,  además  de  ser  poco  común 
usa  la  palabra  endees  para  describir  a la  persona  humilde:  endeesteron  ginesthai 
pautan  antnvpon.  En  la  literatura  antigua,  endees  significa  el  necesitado,  aquel  que 
desea  algo  y a quien  falta  alguna  cosa.  Esta  expresión  era  usada  no  solamente  en 
sentido  económico,  sino  también  simbólico.  El  uso  del  comparativo  endeesteros 
(“inferior”),  en  el  sentido  positivo,  ocurre  asimismo  en  el  décimo  primer  manda- 
miento: 

En  primer  lugar,  quien  tiene  el  espíritu  que  viene  de  lo  alto  es  calmo,  sereno  y humil- 
de. El  se  abstiene  de  todo  mal  y de  todo  deseo  vano  de  este  mundo;  él  se  considera 
inferior  a todos  y,  cuando  es  interrogado,  nada  responde  a nadie  y no  habla  en  parti- 
cular. El  Espíritu  Santo  no  habla  cuando  el  hombre  quiere,  sino  cuando  Dios  quiere 
que  él  hable  (Mandamientos  1 1,8). 

En  ese  contexto,  la  expresión  es  usada  de  manera  simbólica  y expresa  la  teo- 
logía del  pobre  piadoso.  Ella  también  refleja  una  de  las  tentativas  bíblicas  de  traba- 
jar teológicamente  con  el  misterio  de  la  flaqueza  e infortunio  de  los  fieles,  lo  que 
ubica  a Hermas  en  la  tradición  cristiana  representada  por  las  bienaventuranzas^’. 

Con  relación  a la  segunda  expresión:  “no  oprimir  al  endeudado  y necesitado”, 
es  interesante  observar  que  el  lenguaje  parenético  y las  imágenes  tradicionales  uti- 
lizadas son  aplicadas  para  la  función  más  específica  de  prestar  dinero  y para  la  rela- 
ción acreedor/deudor”.  Como  parénesis,  este  material  tiene  origen  en  Deuteronomio 
(15,3-4.7-8.10-1 1 ).  No  obstante,  debemos  considerar  que  el  contexto  del  Deutero- 
nomio y el  de  Hermas  son  muy  diferentes.  En  el  Deuteronomio  y en  las  tradiciones 
proféticas  el  “pobre”  es  miembro  de  una  categoría  religiosa,  el  ehyon,  y es  oído  pre- 
cisamente por  causa  de  su  pobreza  y desamparo  en  manos  de  los  opresores.  En  Deu- 
teronomio 1 5 el  deudor  hace  parte  del  grupo  de  los  pobres  de  Dios.  Hermas,  en  cam- 
bio, refleja  el  mundo  financiero  del  Imperio  Romano,  donde  prestar  dinero  era  co- 
mún entre  todas  las  clases  y,  además,  prestar  dinero  con  intereses  era  considerado 
parte  de  las  inversiones. 

Podemos  decir  que  el  octavo  mandamiento  presenta  el  mismo  concepto  reli- 
gioso en  un  contexto  social  y religioso  diferente:  el  pobre,  el  necesitado  y el  deudor 


La  realidad  social  de  la  relación  acreedor/deudor  es  utilizada  para  describir  la  relación  entre  el  ri- 
co y el  necesitado  en  la  comunidad  cristiana.  Véase  Osiek,  op.  cit.,  págs.  65-68.  Véase  también  Keck, 
Leander  C.  “The  poor  among  the  saints  in  the  New  Testament”,  en  Zeitschrift  fiir  die  neutestamentlich 
Wissenschaft  No.  56  (1965),  págs.  100-129. 

Véanse  Mateo  18,23-25;  21,12-13;  25,41-46;  Lucas  16,19-31 ; Didajé  5,2;  Bernabé  20,2. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BÍBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


155 


son  aún  objetos  de  explotación  humana  y,  por  ende,  reciben  cuidado  especial  de  par- 
te de  Dios-\ 

2.3.  La  dependencia  mutua  entre  el  rico  y el  pobre 

Otro  aspecto  importante  acerca  de  la  relación  entre  el  pobre  y el  rico  en  Her- 
mas es  la  dependencia  mutua  entre  ellos.  En  la  segunda  parábola,  la  del  olmo  y de 
la  viña,  leemos: 

Caminaba  yo  hacia  mi  campo  y,  observando  un  olmo  y una  vid,  reílexionaba  sobre 
esos  árboles  y sus  frutos.  Entonces  el  Pastor  se  me  apareció  y dijo;  “¿Qué  piensas  so- 
bre el  olmo  y la  vid?”.  Respondí:  “Señor,  pienso  que  ellos  se  complementan  perfec- 
tamente”. El  dijo:  “Esos  dos  árboles  existen  para  servir  de  modelo  a los  siervos  de 
Dios”.  Yo  pedí:  “Desearía  saber  el  modelo  que  pueden  ofrecer  esos  árboles  de  los  cua- 
les habla”.  El  preguntó:  “¿Ves  el  olmo  y la  vid?”.  Respondí:  “Sí,  señor”  (vv.  1-2). 

En  el  desarrollo  de  la  parábola  percibimos  que  sus  dos  elementos  simbólicos, 
el  olmo  y la  viña,  constituyen  una  referencia  al  rico  y al  pobre  en  la  comunidad: 

El  continuó:  “La  vid  produce  frutos,  pero  el  olmo  es  estéril.  No  obstante,  si  esa  vid  no 
se  prende  al  olmo  queda  extendida  en  el  suelo  y no  producirá  frutos.  Los  frutos  que 
produciría  se  pudrirían  si  ella  no  estuviese  su.spendida  en  el  olmo.  Ves,  por  tanto,  que 
el  olmo  también  da  muchos  frutos,  no  menos  que  la  vid,  y hasta  más”.  Pregunté;  “¿Por 
qué  más.  Señor?”.  El  respondió:  “Porque  la  vid  suspendida  en  el  olmo  da  muchos  fru- 
tos bellos,  en  tanto  que  extendida  en  el  suelo  únicamente  produce  frutos  podridos  y po- 
cos. Esa  parábola  vale  para  los  siervos  de  Dios,  el  pobre  y el  rico”  (vv.  3-4). 

La  aplicación  de  la  parábola  sigue  de  inmediato  con  la  afirmación  de  que  el 
rico  es  pobre  espiritualmente,  pero  que  el  pobre,  sin  recursos  materiales,  es  rico  es- 
piritualmente. Sin  embargo,  según  el  v.  8,  cuando  el  rico,  de  sus  riquezas,  suple  la 
necesidad  material  del  pobre  y el  pobre  ora  en  favor  del  rico,  ambos  realizan  la  obra 
de  Dios: 

Para  los  hombres,  el  olmo  parece  no  producir  fruto.  Ellos  ignoran  y no  comprenden 
que,  si  viniera  la  sequía,  el  olmo,  que  conserva  el  agua,  nutre  la  vid  y ésta,  continua- 
mente provista  de  agua,  produce  el  doble  de  frutos,  para  ella  misma  y para  el  olmo. 
De  la  misma  forma,  los  pobres,  rezando  al  Señor  por  los  ricos,  aseguran  el  pleno  de- 
sarrollo de  las  riquezas  de  éstos.  Por  su  parte,  los  ricos,  atendiendo  las  necesidades  de 
los  pobres,  dan  satisfacción  a su  alma^^ 


9 S 

La  aprehensión  de  los  bienes  y la  esclavización  por  causa  de  deudas  todavía  prevalecía,  en  espe- 
cial para  aquellos  que  se  habían  vuelto  débiles  socialmente.  En  el  contexto  de  Hermas,  la  economía 
era  muy  dependiente  del  flujo  inmediato  de  préstamos  e inversiones  en  todos  los  niveles  de  la  socie- 
dad. De  este  modo.  Hermas  habla  teológicamente  de  su  situación  y retoma  las  Escrituras  Hebreas,  don- 
de halla  un  tema  que  refleja  las  mismas  circunstancias  de  la  comunidad  fiel.  Véase  Osiek,  op.  cit., 
págs.  68-86. 

^ 1 Clemente  38.2;  “El  fuerte  cuide  del  débil  y el  débil  respete  al  fuerte;  el  rico  socorra  al  pobre  y 
el  pobre  agradezca  a Dios  porque  le  dio  alguien  para  suplir  su  indigencia”,  se  asemeja  al  lenguaje  y el 
pensamiento  de  la  segunda  parábola  cuando  habla  de  que  el  rico  debe  ayudar  al  pobre,  sin  embargo  no 
habla  de  la  contribución  recíproca  del  pobre  para  con  el  rico. 


156 


JOSÉ  ADRIANO  FILHO.  El  pobre  y el  rico  en  Santiago  y en  el  Pastor  de  Hermas 


Los  dos  grupos  son  definidos  con  claridad  y considerados  actuales.  Delante 
de  Dios,  el  rico  es  considerado  pobre: 

El  respondió:  “Escucha.  El  rico  tiene  muchos  bienes,  mas  a los  ojos  de  Dios  él  es  po- 
bre, porque  se  distrae  con  sus  riquezas.  La  oración  y la  confesión  al  Señor  no  le  son 
importantes  y,  si  él  las  hace,  son  breves,  débiles  y sin  ningún  poder.  Con  todo,  si  el 
rico  se  vuelve  hacia  el  pobre  y atiende  sus  necesidades,  creyendo  que  el  bien  que  él 
hace  al  pobre  podrá  encontrar  su  retribución  Junto  a Dios  (porque  el  pobre  es  rico  por 
su  oración  y confesión,  y su  oración  tiene  gran  poder  Junto  a Dios),  entonces  el  rico 
atiende  sin  vacilación  las  necesidades  del  pobre  (v.  5). 

El  rico,  no  obstante,  recibió  su  riqueza  del  Señor: 

Y el  rico,  sin  duda,  da  al  pobre  la  riqueza  que  recibió  del  Señor.  Esa  es  una  acción  no- 
ble y bien  acogida  por  Dios,  porque  el  rico  comprendió  perfectamente  el  sentido  de 
su  riqueza  y compartió  con  el  pobre  los  dones  del  Señor,  cumpliendo  así,  convenien- 
temente, su  tarea  (v.  7b). 

Con  la  riqueza,  el  rico  puede  realizar  un  gran  y aceptable  trabajo  y el  pobre 
puede  igualmente  hacerlo,  puesto  que  “él  es  rico  por  su  oración  y confesión,  y su 
oración  tiene  gran  poder  Junto  a Dios”  (v.  5cf\ 

En  ese  sentido,  en  la  segunda  parábola  tenemos  una  presentación  de  la  rela- 
ción de  dependencia  mutua  entre  el  pobre  y el  rico.  Cada  uno  de  estos  grupos  cum- 
ple un  papel  importante  y realiza  su  tarea:  “Por  tanto,  ambos  participan  de  la  acción 
Justa”  (v.  9a).  Este  aspecto  contrasta  con  lo  que  fue  presentado  con  anterioridad  en 
el  libro,  pues  no  es  solamente  el  rico  quien  tiene  obligación  de  ayudar  al  pobre,  si- 
no que  el  pobre  tiene  asimismo  una  obligación  complementaria: 

Así,  el  pobre,  socorrido  por  el  rico,  reza  por  él  y agradece  a Dios  por  su  bienhechor; 
éste,  a su  vez,  redobla  el  celo  para  con  el  pobre,  para  que  no  le  falte  nada  en  la  vida, 
puesto  que  sabe  que  la  oración  del  pobre  es  bien  acogida  Junto  a Dios.  De  ese  modo, 
ambos  cumplen  su  tarea:  el  pobre  lo  hace  mediante  su  oración,  que  es  su  riqueza  re- 
cibida del  Señor.  El  la  devuelve  al  Señor  en  la  intención  de  aquel  que  lo  ayuda.  Por 
consiguiente,  ambos  participan  de  la  acción  Justa.  Quien  obra  así  no  será  abandona- 
do por  Dios,  sino  que  será  inscrito  en  el  libro  de  los  vivientes  (vv.  6-7a.9)’’'. 

En  la  segunda  parábola  no  existe  condenación  de  los  ricos  en  virtud  de  su  con- 
ducta, ni  se  espera  que  ellos  dejen  sus  riquezas,  pero,  sí,  que  las  usen  de  forma  co- 
rrecta. Ella  yuxtapone,  paradójicamente,  la  riqueza  del  pobre  y la  pobreza  del  rico. 
Ambos,  el  pobre  que  ora  bien  y el  rico  que  comparte  su  riqueza,  recibirán  la  prome- 
sa de  bendición:  ellos  no  son  abandonados  por  Dios,  sino  recordados  en  el  libro  de 
la  vida.  El  pobre  tiene  ventaja  espiritual,  sin  embargo  a ambos,  el  pobre  y el  rico,  les 
son  dadas  oportunidades  de  salvación-''.  La  afirmación  decisiva  de  este  punto  ocurre 
en  el  último  verso,  el  cual  pre.senta  una  bienaventuranza  dirigida  a los  ricos  que  en- 
tienden que  su  riqueza  viene  del  Señor,  porque  aquel  que  comprende  eso  será  capaz 
de  realizar  buenas  acciones: 


'*>7 

Osiek,  op.  cit.,  págs.  84s. 
Osiek,  op.  cit.,  págs.  85s. 
Osiek,  op.  cit.,  págs.  87s. 


REVISTA  DE  INTERPRETACIÓN  BIBLICA  LATINOAMERICANA,  No.  31 


157 


Felice.s  los  que  poseen  y comprenden  que  el  Señor  preserva  sus  riquezas,  pues  aquel 
que  lo  comprende  podrá  también  prestar  buenos  servicios  (v.  10). 


3.  Comparación  entre  Santiago  y el  Pastor  de  Hermas 

En  Santiago,  el  lenguaje  “pobre/humilde”,  “rico/orgulloso”,  altamente  estili- 
zado, derivado  de  la  tradición  profética  de  denuncia  del  rico,  afirma  la  enemistad 
tradicional  entre  estos  dos  grupos  y declara  la  inversión  que  ocurrirá  en  el  día  del 
juicio  final.  Este  lenguaje,  que  puede  estar  o no  estar  referido  a los  ricos  que  son 
miembros  de  la  comunidad  y a la  autopercepción  que  la  comunidad  tiene  de  ellos, 
refleja  las  condiciones  sociales  reales  de  la  comunidad  y sus  enemigos.  De  cualquier 
forma,  los  ricos  son  obviamente  los  oponentes  de  la  comunidad  y el  antagonismo 
que  existe  entre  estos  dos  grupos  queda  evidenciado  en  la  presentación  que  la  carta 
hace  de  cada  uno  de  ellos.  La  hostilidad  de  la  comunidad  hacia  los  ricos  lleva  a la 
conclusión  de  que  ésta  y los  pobres  escogidos  son  idénticos,  mientras  que  los  ricos 
son  identificados  con  los  opresores  y perseguidores. 

Santiago  no  dirige  ninguna  invitación  de  arrepentimiento  a los  ricos,  sino  que 
proclama  su  fin  inevitable.  En  la  sección  de  4,13-5,6,  aunque  la  conexión  entre  los 
negocios  y la  riqueza  sea  clara,  tenemos  una  distinción  entre  la  actitud  de  los  comer- 
ciantes y la  de  los  ricos.  Los  comerciantes  son  condenados  por  ser  arrogantes  y no 
tener  conciencia  de  su  contingencia  y dependencia  de  Dios  en  el  día  del  juicio  (4, 1 3- 
17).  Los  ricos  serán  castigados  porque  retienen  el  salario  del  pobre,  viven  en  lujuria 
desordenada,  no  asisten  al  necesitado,  lo  explotan  y asesinan  (5,1-6).  Ya  la  identifi- 
cación de  los  pobres  con  los  escogidos  de  Dios,  la  cual  deriva  de  la  tradición  bíbli- 
ca del  proscrito  despreciado,  indica  que  para  Santiago  los  pobres  son  en  verdad  los 
favorecidos  que  triunfarán  cuando  Dios  invierta  el  orden  del  mundo  en  el  juicio  fi- 
nal. La  carta  es  dirigida  a aquellos  que  se  entienden  a sí  mismos  como  los  pobres  de 
Dios,  que  fueron  escogidos  para  heredar  el  Reino’". 

Ahora  bien,  si  en  Santiago  los  ricos  son  definitivamente  condenados,  esto  no 
ocurre  en  Hermas.  Este  libro  presenta  otra  perspectiva  de  la  relación  de  estos  gru- 
pos en  la  comunidad.  En  general,  los  ricos  son  denunciados,  pero  su  juicio  es  con- 
dicional, siendo  en  esencia  una  invitación  al  arrepentimiento  y no  una  condenación 
o destrucción  como  en  Santiago.  En  un  primer  momento,  el  libro  afirma  que  el  rico 
es  responsable  de  ayudar  al  pobre  y el  necesitado.  Los  pobres  son  protegidos  por 
Dios,  quien  escuchará  sus  gritos.  Las  dos  cláusulas  del  octavo  mandamiento:  “ha- 
cerse inferior  a todos”  y “no  oprimir  al  endeudado  y necesitado”,  importantes  para 
una  investigación  de  la  constitución  de  la  composición  social  de  la  comunidad  de 
Hermas,  explican  no  solo  la  teología  del  pobre  piadoso,  sino  que  reflejan  asimismo 
unas  de  las  tentativas  bíblicas  de  trabajar  teológicamente  con  el  misterio  de  la  debi- 
lidad y el  infortunio  de  los  fieles.  El  uso  simbólico  de  estas  expresiones  en  esta  par- 
te del  libro  muestra  que  para  Hermas,  al  igual  que  para  muchos  otros  autores  cris- 
tianos, los  pobres  son,  en  algún  grado,  sinónimo  de  fieles. 

La  segunda  parábola,  por  su  parte,  sobrepasa  el  deber  tradicional  del  rico  de 
dar  al  pobre  al  presentar  la  dependencia  mutua  entre  ellos.  Los  ricos  tienen  un  papel 


30 


Dibclius-Greeven,  op.  cil.,  págs.  39-44. 


158 


JOSE  ADRIANO  FILMO.  El  pobre  y el  rico  en  .Santiago  y en  el  Pastor  de  Hermas 


relevante  en  la  vida  de  la  comunidad  precisamente  como  neos.  La  preferencia  tradi- 
cional por  el  pobre  es  confrontada  con  la  convicción  de  que  no  es  malo  ser  rico,  ya 
que  las  riquezas  son  un  medio  importante  de  servir  a Dios.  La  tensión  teológica  en- 
tre el  valor  de  ser  rico  y ser  pobre  es  resuelta  por  el  compromiso  que,  en  vez  de  com- 
binar la  debilidad  de  los  dos  lados,  enfatiza  la  fuerza  de  cada  uno  de  ellos.  El  rico, 
pobre  a los  ojos  de  Dios,  no  es  condenado  por  ser  rico  en  vista  de  que  recibió  su  ri- 
queza del  Señor  con  un  objetivo,  y el  pobre,  sin  recursos  materiales,  es  rico  espiri- 
tualmente. No  obstante,  cuando  el  rico,  de  sus  riquezas,  suple  la  necesidad  material 
del  pobre,  y el  pobre  ora  en  favor  del  rico,  ambos  realizan  la  obra  de  Dios:  el  rico 
suple  al  pobre  en  lo  material  y el  pobre  suple  al  rico  intercediendo  de  manera  efec- 
tiva por  él  ante  Dios.  La  riqueza  del  pobre  y la  pobreza  del  rico  están  paradójica- 
mente yuxtapuestas  de  tal  forma  que  ambos  son  esenciales  para  el  trabajo  común  y 
cada  uno  para  el  otro’'. 

Vemos  así  que  el  retrato  presentado  de  la  relación  entre  el  rico  y el  pobre  en 
la  comunidad  en  el  Pastor  de  Hermas  es  radicalmente  diferente  al  de  Santiago.  Este 
identifica  a los  pobres  con  los  que  confían  plenamente  en  Dios,  sujetos  al  abuso  y la 
persecución  de  parte  del  rico  y poderoso,  y a los  ricos  como  los  que  abusan  de  los 
fieles.  Las  razones  teológicas  de  Hermas  se  originan  en  esa  misma  tradición:  la  tra- 
dición del  pobre  piadoso,  en  la  cual  el  pobre  y el  humilde  son  preferidos  y protegi- 
dos por  Dios.  Para  Hermas,  los  pobres  son  preponderantemente  aquellas  personas 
que  los  ricos  deben  ayudar,  sin  embargo  la  segunda  parábola  presenta  una  relación 
de  dependencia  mutua  entre  ellos.  Cada  uno  soporta  al  otro  con  la  fuerza  que  posee, 
sea  ella  económica  o espiritual.  En  general  podemos  afirmar  que  los  datos  presenta- 
dos por  Hermas  no  de.scriben  la  situación  de  toda  la  iglesia  de  Roma  en  el  segundo 
siglo  de  la  era  cristiana.  No  obstante,  la  manera  como  el  libro  presenta  la  relación 
entre  los  pobres  y ricos  en  la  comunidad  representa  uno  de  los  caminos  de  la  iglesia 
antigua  en  la  búsqueda  de  una  existencia  viable  dentro  de  su  contexto  social  propio, 
en  un  momento  en  que  personas  de  grupos  sociales  más  elevados  comenzaban  a par- 
ticipar de  la  iglesia’^ 


José  Adriano  Filho 

Rúa  Paula  Nei  381,  ap.  7 
Scío  Paulo  — SP 
04107-021 
Brasil 


Osiek,  op.  cit.,  pág.s.  88s. 

Osiek,  op.  cit..  págs.  91-13.'i;  Hengcl.  Martin.  Fmperly  and  Riches  in  Early  Cínirches.  Philaciclp- 
hia,  Fortress  Press.  1974. 


Desde  1988,  fecha  de  su  nacimiento,  hemos  publicado  los  siguientes 
títulos: 

7.  Lectura  Popular  de  la  Biblia  en  América  Latina. 

2.  Violencia.  Poder  y Opresión. 

3.  La  Opción  por  los  Pobres  como  Criterio  de  Interpretación. 

4.  Reconstruyendo  la  Historia. 

5-6.  Perdónanos  nuestras  Deudas. 

7.  Apocalíptica:  Esperanza  de  los  Pobres. 

8.  Militarismo  y Defensa  del  Pueblo. 

9.  Opresión  y Liberación. 

10.  Misericordia  Quiero,  no  Sacrificios. 

11.  Biblia:  500  Años  ¿Conquista  o Evangelización? 

12.  Biblia:  500  Años  ¿Conquista  o Inclusión? 

13.  Espiritualidad  de  la  Resistencia. 

14.  Vida  Cotidiana:  Resistencia  y Esperanza. 

15.  Por  Manos  de  Mujer. 

16.  Urge  la  Solidaridad. 

17.  La  Tradición  del  Discípulo  Amado.  Cuarto  Evangelio  y Cartas 
de  Juan. 

18.  Goel:  Solidaridad  y Redención. 

19.  Mundo  Negro  y Lectura  Bíblica. 

20.  Pablo  de  Tarso.  Militante  de  la  Ee. 

21.  Toda  la  Creación  Gime... 

22.  Cristianismos  Originarios  (30-70  d.C.) 

23.  Pentateuco 

24.  Por  una  tierra  sin  lágrimas. 

25.  ¡Pero  nosotras  decimos! 

26.  La  palabra  se  hizo  india 

27.  La  Iglesia  de  Jesús,  utopía  de  una  Iglesia  nueva. 

28.  Hermenéuticas  y Exégesis  a propósito  de  la  carta  a Filemón. 

29.  Cristianismos  Ordinarios  Extrapalestinos  (35-138  d.  C.) 

30.  Economía  y Vida  Plena 

31.  La  carta  de  Santiago 


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¿oí  obeailduq  eonorf  .oJrwinilaBn  m ab  bHmÍ  .889  í steaQ 
fcle\  ame  eit  Ni  vidutie  ia  conamidad  fwocisanieott  como  nootk'  Lo  pref  raahjÉlraii^ 
cion  I por  el  pobre  e&  confroMtaik  la  conviccidn  de  que  no  es  malo  ner  rico, 
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qitó  I del  Sébor  con  un  objetivo,  y df  pobre 
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süpli  al  pobre  ewlo  maleríal  y cJ  pobrc-^^ffll**yilUJ'W^^  . .r-v.  ,^*- 

livo  >or  & iimc  Dios.  La  nquezddcf  pobfd  y h [ii<^'wfniidVVlg di^ÉWhl\fii r b- 
>nen  c yuxtapuestas  de  lal  formfii  que  dOfciúr  y 

¿aUa  uno  para  el  oiro^  'inbbosiWxnnwB  o oJiJüv»i«O  j>ioRKOOL  rúidift  .U 

Verno*  asi  que  d R¿¿fr  m 

la  cc  munidad  en  el  l^uHor  de  Henms  B fé 

i.Jrn  ifid  a I0«  pobre^M  (os  tetó  ^ "* 

peisi  cuctdn  de  parte  del  meo  y pMCfb^,  y a Jos  ^ f is 

fíele  I*  Las  razones  tcpldgldas  de  Hermas  sé  originán^^p  »- 

ákU  n del  £>e^5^ad<»OjCn.Ja tual.ef  OPtnt^ el  ' v míe  ^ 

iU»¿  lOr  pSíswa  tf 

quc‘  os  rico*  deben  a^dar.  sin  embar^  la  iie^da  paidbob  pic'¿ról0‘  ^fei  irhiel  If 
ded  perirfencia mdUiii  cmre  ellos.  Cada 

sea  1 lia  ^ériónitca  o espiritual.  En  gcnefíd^Nftfl»*mMít»ii^  ^V¿sbM  pl^cir  |4 
dus  lOr  HétinaS  ito  describen  lo  >rtuacflí?V<¿  sbiMáa^HiAslaílt'ikroMK^t  i^btun  d' 
sigl<  de  la  era  4^ris(ttina.  No  obstante,  la  manera  jCVMIIS)‘tMÍIw%sD  tüi  tiUdt^  .'V^ci 
^ los  pobres  y rteps  eso  la  coma|rtJÍ.bXy^f^(^^  i|a 

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