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Full text of "Revista del Museo de La Plata"

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HARVARD    UNIVERSITY. 


IvIBRARY 

OF  THE 


MUSEUM  OF  COMPARATIVE  ZOÓLOGY. 


t^cJvQyiiOjL, 


CluOu^  &S',    JCjf^Q 


UNIVERSIDAD  NACIONAL  DE  LA  PLATA 
MUSEO 

DIRECTOR    DE    PUBLICACIONES  :    FÉLIX    F.    OÜTES 


REVISTA 


DEL 


MUSEO  DE  LA  PLATA 


DIRECTOR 


SAMUEL  A.  LAFONE  QUEVEDO,  M.  A.   (Cantab.) 


TOMO  XV 

(segunda   serie,  tomo  II) 


BUENOS  AIRES 

IMPRENTA  DB  CONI  HERMANOS 
684,  PERÚ,  684 

1908 


PUBLICACIONES  DEL  MUSEO  DE  LA  PLATA 


SEGUNDA   SEEIE 


La  segunda  serie  de  las  publicaciones  del  Museo  de  La  Plata,  com- 
prende los  siguientes  grupos : 


ANALES 

En  entregas  en  4"  mayor,  y  en  las  cuales  se  publican  las  memorias  ori- 
ginales del  personal  científico  del  Museo,  que,  á  causa  de  las  planchas 
de  gran  formato  que  las  acompañan,  no  pueden  incluirse  en  la  Eevista. 


EEYISTA 

Volúmenes  en  8°  menor  de  20  pliegos  por  lo  menos,  y  en  los  cuales  se 
publican,  también,  las  memorias  originales  del  personal  científico  del 
Museo  y  las  de  los  colaboradores  tanto  del  país  como  del  extranjero. 


BIBLIOTECA 

Volúmenes  en  8"  mayor  de  25  pliegos  por  lo  menos,  que  contienen  tra- 
ducciones de  obras  y  estudios  publicados  en  el  extranjero,  relacionados 
con  asuntos  que  sean  tema  de  investigaciones  en  el  Museo ;  lo  mismo 
que  series  de  artículos  de  vulgarización  científica. 


CATÁLOGOS 

En  volúmenes  en  8°  menor,  en  los  que  se  incluyen  los  inventarios  ra- 
zonados ó  simplemente  enumerativos  de  las  diversas  colecciones  del  esta- 
blecimiento. 


UNIVERSIDAD  NACIONAL  DE  LA  PLATA 


REVISTA 


MUSEO    DE    LA    PLATA 


^ 


MUSEO   DE   LA   PLATA 


CONSEJO  ACADÉMICO 

Presidente :  señor  Samuel  A.  Lafone  Quevedo,  M.  A.  (Cantal). 
Consejero  :  doctor  Enrique  Herrero  Ducloux. 

—  doctor  Roberto  Lehmann-Nitsclie. 

—  señor  Gruillermo  Salom. 
doctor  Santiago  Rotli. 

—  doctor  Francisco  Porro  de  Somenzi. 

—  ingeniero  Gunardo  Lange. 
Secretario  :  señor  Félix  F.  Outes. 


ACADÉMICOS  HONORARIOS 
Y  CORRESPONDIENTES  NACIONALES 

ESCUELA  DE  CIENCIAS  NATURALES 

Académico  hoQorario,  doctor  Ángel  Gallardo  (Buenos  Aires). 

—  correspondiente,  señor  Juan  B.  Ambrosetti  (Buenos  Aires). 

—  —  doctor  Miguel  Lillo  (Tucumán). 

ESCUELA  DE  CIENCIAS  QUÍMICAS 
Académico  honorario,  doctor  Juan  J.  J.  Kyle  (Buenos  Aires). 

ESCUELA  DE  CIENCIAS  GEOGRÁFICAS 

Académico  correspondiente,  ingeniero  Francisco  Seguí  (Buenos  Aires), 

—  —  doctor  Francisco  Latzina  (Buenos  Aires). 


MUSEO   DE   LA   PLATA 


ACADÉMICOS  HONORAllIOS 
Y  C0RRESP0NDIE2ÍTES  EXTRANJEROS 

ESCUELA  DE  CIENCIAS  NATURALES 

Académico  honorario,  profesor  Eduarcl  Suess  (Austria-Hungría). 

—  —  doctor  Théodore  Jules  Ernest  Hamy  (Francia) . 

—  —  doctor  Ernest  Haekel  (Alemania) . 

—  —  doctor  Eligen  Bülow  Warming  (Dinamarca). 

—  —  doctor  Albert  Gaudry  (Francia) . 

—  —  profesor  William  H.  Holmes  (Estados  Unidos). 

—  —  doctor  Santiago  Ram<3n  y  Cajal  (España). 

—  correspondiente,  doctor  Hermann  vou  lUering  (Brasil). 

—  —  doctor  Richard  Lydekker  (Inglaterra) . 

—  —  doctor  Yoshikiyo  Koganei  (Japón) . 

—  — -  doctor  Abx'aham  Lissauer  (Alemania) . 

—  —  doctor  Giuseppe  Sergi  (Italia) . 

—  —  doctor  Albert  Auguste  de  Lapparent  (Francia)  f . 

—  —  doctor  Gustav  Steinmann  (Alemania) . 

—  —  doctor  Henry  Fairfield  Osborn  (Estados  Unidos) . 

—  —  doctor  José  R.  Carracido  (España) . 


ESCUELA  DE  CIENCIAS  QUÍMICAS 

Académico  honorario,  profesor  Wilhem  Ostwald  (Alemania). 

—  correspondiente,  profesor  Harvey  W.  Wiley  (Estados  Unidos). 

—  —  profesor  Armand  Gautier  (Francia) . 


ESCUELA  DE  CIENCIAS  GEOGRÁFICAS 

Académico  honorario,  doctor  Otto  Nordenskjold  (Suecia). 

—  correspondiente,  doctor  Paul  Vidal  de  la  Blache  (Francia) . 

—  —  profesor  J.  Wardlaw  Redway  (Estados  Unidos), 


MUSEO  DE  LA  PLATA 

PEESONAL    DIRECTIVO    Y    CIENTÍFICO 


SEÑOR  SAMUEL  A.  LAFONE  QUEVEDÜ,  M.  A.  (Cautab.) 


BOCTOK  ENRIQUE  HERRERO   DUCLOUX 

Vicedireclor 

SEÑOR  FÉLIX  F.  OUTES 

Secretario,  hibliotecarío  y  director  de  pubHcacÍon«s 

SEÑOR    P.    ABEL    SÁNCHEZ    DÍAZ 

Prosecrelaiio 


ESCUELA  DE  CIENCIAS  NATURALES 


DOCTOR     SANTIAGO    ROTH 

.lefe  de  sección  y  profesor  de  Geología 

DOCTOR  GUALTERIO  SCHILLElí 

.lefe  de  sección  y  profesor  de  Mineralogía 

DOCTOR  CARLOS  SPEGAZZINI 

Jefe  de  sección  y  profesor  de  Bolauica 

DOCTOR  EMILIO  P.  MEINECKE 

Profesor  suplente  de  Botánica 

SEÑOR  AUGUSTO  SCALA 


Profesa 


vudaníe    de   Bola 


SEÑOR  CARLOS  BRUCH 

Jefe  de  sección  v  profesor  de  Zoología 


DOCTOR   MIGUEL   FERNANDEZ 

l'rofesor    adjm.lo  de  Zoología  y  de  Analomia  compararla 

SEÑOR  HORACIO  ARDITI 

Profesor  sóplenle   de    Zoolog-.a 

SEÑOR  SAMUEL  A.  LAFONE  QUE  VEDO 

Profesor  de  Lingüistica 

DOCTOR  ROBERTO  LEHMANN-NITSCHE 

Jefe  de  «'•ccion  y  profe&or  de  Antropología 

SEÑOR  FÉLIX  F.  OUTES 

Profesor  adjunlo  de  Elnografia 

SEÑOR  LUIS  MARÍA  TORRES 

[•rofejor  adjnnlo  de  Aiíineologia 


SEÑOR  DESIDERIO  S.  AGUIAR 

Profesor  adjunlo  de  Antropología 


ESCUELA   DE    CIENCIAS    GEOGRÁFICAS 

Y  ACADEMIA  ANEXA  DE  DIBUJO 


DOCTOR  FRANCISCO  PORRO  DE   SOMENZI 

Director  y  profesor  de  Geografía   física 

SEÑOR  VALENTÍN  BERRONDO 


Profesor  de  Ge 


afia  politii 


INGENIERO  GUNARDO  LANGE 

Profesor  de  Cartografía 

SEÑOR  E.  COUTARET 


l'rofesor  de  Dibujo  geon 


y  de  perspe. 


SEÑOR  A.  BOUCHONVILLE 

Profesor  de  Dibujo  cartográBco  y  de  relie\e 

SEÑOR  M.  ROSSO 

Profesor  de  Dibujo    natural 

SEÑOR  M.  MALHARRO 

Profesor  de  Dibujo  de  arte  y  pintura 

SEÑOR  R.  BERGHMANS 

Profesor  de  Caligrafía 


DOCTOR  TEÓFILO  WECHSLER 


ESCUELA  DE   CIENCIAS    QUÍMICAS 


DOCTOR  ENRIQUE  HERRERO  DUCLOUX 

Director  y  profesor  titular  de  Química    analítica 

DOCTOR  FEDERICO  LANDOLPH 

Profesor  de  Química  orgánica 

DOCTOR  ENRIQUE  J.  POUSSART 


•  de   Qu„ 


SEÑOR  GUILLERMO  SALOM 

Profesor  de  Farmacología  y  Farmacia  practica 

SEÑOR  EDELMIRO  CALVO 


■  adjunto  da  Quir 


farmaccutit 


INGENIERO    ALEJANDRO  BOTTO 

Profesor  adjunto  de  Quimlca  analítica  cualitativa  general 

DOCTOR  JUAN  C.  DELFINO 


Profes, 


SCHAEFER 


DOCTOR  GUILLERMO  F. 

Profesor  de  Química  analítica  especial 

SEÑOR  LEOPOLDO  HERRERO  DUCLOUX 

Profesor  suplente  de  Química  analítica  cuantitativa 

DOCTOR  PEDRO  T.  VIGNAU 

Profesor  suplente  de  química  analítica 


UNIVERSIDAD  NACIONAL  DE  LA  PLATA 
MUSEO 

DIRECTOR    DE    PUBLICACIONES  :    FÉLIX    F.    OUTES 


REVISTA 


DEL 


MUSEO  ÜE  LA  PLATA 


DIRECTOR 


SAMUEL  A.  LAFONE  QUEVEDO,  M.  A.   (Cantab.) 


TOMO  XV 

(segunda  serie,  tomo  ii) 


BUENOS  AIRES 

IMPRENTA  DE  CONI  HERMANOS 

684,  PEKÚ,  684 

1908 


FUNGÍ  ALIOUOT  PATU.ISTAM 


GARLO    SPEGAZZINI 


Quiim  Ataulfus  Usteriiis,  Scholae  Polytechnicae  Paulistanae  magister 
praeclarus,  de  morbis  nounullivS  plantariim  earum  regionum  me  consuleret 
et  specimina  sat  numerosa  mitteret,  mycetes  plurimos  magna  pro  parte 
adhuc  indescriptos  multosque  mirabiles  inveni  atque  eos  publici  juri 
faceré  utile  censeo. 

Detector!  sedula  gratiüor  et  collectiones  ampliores  spero. 

La  Plata,  20  Julii  1906. 


1.  CoRTiciUM  COMEDENS  (jSTees)  Fr.  =  Sacc,  Syll.  Fung.  VP,  p.  628. 
Hab.  Ad  ramiilos  langnentes  arbusculae  cujusdam  Maceira,  C  ampi 

ñas,  Mart.  1905  (A.  Hempel). 

2.  Hypochnus  Michelianus  Cald.  r=  Sacc,  Syll.  Fung.  VI°,  p.  661. 
Hab.  Ad  ramulos  lánguidos  Gitri  aurantii,  Campiñas,  Mart.  1905  (A. 

Hempel)  et  in  Horto  Botánico  Sao  Paulo  1906  (A.Usteri). 

3.  TJromyces  Usterii  Speg.  (n.  sp.) 

Biag.  Acer^nlli  hypopliylli  pulvinulati  albidi  v.  aurantiaci  minuti 
(0,3-0,9  mm  diam.)  irregulariter  sparsi  v.  hinc  inde  glomerati ; 
acervuli  uredosporici  pulverulenti,  uredosporis  subglobosis  (20-25 
[j.  diam.)  episporio  crassissimo  i)raecipue  superne  atque  grosse  pa- 
pilloso  hyalino,  endoplasmate  aurantio  guttulato ;  acervuli  teleu- 
tosporici  compactiusculi  hemisphaerici  roseo-aurantii,  teleutosporis 
ovatis  V.  obovatis  (30-40  ¡x  =  24-30  ¡x),  episporio  hyalino  superne 
crassissimo,  longitudinaliter  spiraliterque  5-10-sulcato-striato,  striis 


—  8 


minute  denseqiie  denticulatis,  endo- 
plasmate  grosse  gnttulato  ftiscoau- 
rantiaco,pedicellis  (20-40  ;a=  5-6  ¡j.) 
liyalinis  fragillimis  suífultis. 

Hab.  Ad  folia  viva  Rubi  urticifolii  iii 
dumetis  Avenida  Paulista. 

Obs.  Species  pulcherrima  Uromyceti 
Fittieriani  P.  Hnn.  atque  Z7.  ruM 
T>.  et  H.  cognata  tamen  longissime 
recedens,  teleutosporis  iusigniter 
striatis  praedistincta. 

4.  PUCCINIA  BIGNONIACEARUM  Speg.  = 

Speg.,  Fung.  Guar.  11°,  n.  28. 
ffal).  Ad  folia  et  petiolos  Bignoniaeeae 
cujusdam  prope  Ipiranga  Cam-bucy. 

5.  PUCCINIA     HETBROPTERIDIS     Thum. 

=:  Sacc,  Syll.  VIP,  p.  724. 
Sab.  Ad  folia  Heteropteridis  ?  cujus- 
dam. Moga  perto  de  Sao  Paulo. 

6.  PUCCINIA  RUBIGO-VERA  (D.  X  C)  Wnt.  =  Sacc,  Syll.  Fung.  VIP, 

p.  624. 
Hab.  Ad  folia  culmosque  Hordei  vulgaris  prope  Sao  Paulo. 

7.  Uredo  baccharidis  Speg.  =:  Speg.,  Fung.  Guar.  I",  n.  136. 

Rab.  Ad  folia  viva  Baccharidü-  cujusdam  in  Horto  botánico  Pauli- 
stano. 

8.  Uredo  cannae  Wint.  =  Sacc,  Syll.  Fung.  VII°,  p.  843. 
Hab.  Ad  folia  Cannae  cujusdam  in  liortis  Sao  Paulo. 

9.  Uredo  fici  Cast.  r=  Sacc,  Syll.  Fung.  VIP,  p.  847. 

Hab.  Ad  folia  lánguida  Fici  caricae  in  hortis  circa  Sao  Paulo. 

10.  Uredo  flavidula  Wint.  =  Sacc,  Syll.  Fung.  VIP,  p.  848. 
Hab.  Vulgata  in  foliis  Myrtacearum  prope  Ipiranga,  Moga,  Cambucy 

et  Pirrassununga. 

11.  Uredo  agnostoica  Speg.  (n.  sp.) 

I)iag.  Acervuli  bypophylli  laxe  gregarii,  maculis  fuscescentibus 
indeterminatis  insidentes,  erumpentes,  compactiusculi  rubiginosi ; 
uredosporae  e  globoso  obovatae  verruculosae  crassiuscule  tuni- 
catae. 


—  })  — 

Hiib.  A(l  folia  coriácea  arbusculae  (Sapotaceae  f)  prope  Ipiraiiga. 

Obs.  Acervuli  minuti  oi^ideniiide  din  tecti,  promiinili  (100-250  \x 
diain.) ;  urcdosporae  scssilcs  (;>0-40  y,  :=  25-28  y,)  ('[»i,sp(U'io  fidvello 
\('iti('e  saoi)iiis  iiiciassato,  cndoidasiiiatc nubiloso grosse  guttulato. 

12.  Uredo  oxalidts  Lev.  =  Sacc,  Syll.  Fiing.  Vil",  p.  855. 

Hah.  Ad  folia  Oxalidis  cujusdain  in  IToito  Scliolae  rolyteclinicae, 
Sao  Paulo. 

13.  Uredo  palltdiuscula  Speg.  (ii.  sp.) 

Diag.  Acervuli  hypophylli  sparsi  pulverulenti  luinuti  ])allide  ferru- 
ginei ;  uredosporae  globosae  verruculosae  melleae. 

H<th.  Ad  folia  viva  Labiatae  (Goleus  f)  cujusdaiii  in  liortis,  Sao  Paulo. 

Obn.  ]\[aoulae  nullae ;  acervuli  (120-200  \j.  diam.)  mox  pulverulenti ; 
uredosporae  (24-28  y,  diam.)  episporio  tenui  minute  laxeque  pa- 
puloso subhyalino,  endoplasmate  pallide  ferrugineo  saepius  grosse 
uni-nucleato. 

14.  Uredo  persioae  Speg.  (n.  sp.) ! 

Diag.  Aí'ervuli  liypopliylli  minuti  rubiginosi  pulverulenti,  maculis 
nullis  V.  pallide  tlavis  indeterminatis  ijisidentes  ;  uredosj)orae  obo- 
vatae  pallide  fuligineae  ambitu  parapliysatae. 

Hah.  Vulgata  autumnali  tempore  circa  Sao  Paulo. 

Obs.  Species  vulgatissima  cosmopolyta  sed  adhuc  semper  male  deü- 
nita  et  quandoque  cum  Puccinia  pruni  Prs,  quandoque  cum  Ure- 
dine  prnni  Cast.  confusa  sed  certe  ab  utraque  distinctissima  et  no- 
mine novo  recensenda  digna.  Maculae  nunc  nullae  nunc  parvae 
ampliigenae  angulosae  fiavidae ;  acervuli  semper  hypophylli  erum- 
penti-pulverulenti  (75-150  y,  diam.)  fulvi ;  paraphyses  marginales 
plus  minusve  numerosae  clavuliformes,  capite  subhemisijhae- 
rico  laevi  ferrugineo  crasse  tunicato  majuscule  nucleato  (10-18 
y.  =  8-14  \j)  deorsum  abrupte  in  pedicello  triplo  longiore  palli- 
diore  producto ;  uredosporae  obovatae  clavatae  sessiles  v.  bre- 
vissime  i^edicellatae  episporio  fulvello  superne  saei^ius  acute  ro- 
tmidato  crassissimo  laevi,  deorsum  minute  denseque  x)apilluloso, 
endoplasmate  nubiloso  saepius  grosse  nucleato  donatae. 

15.  Uredo  ?  faroosa  P.  Heun.  =  Sacc,  Syll.  Fung.  XIV°,  p.  400. 
Hah.  Ad  pericarpium  Lauraceae  cujusdam  in  Horto  botánico  Pauli- 

stano. 
Obn.  Pulvinuli  totam  matricem  obtegentes  primo  cuticula  tecti  dein 
nudi  pulverulenti  candidi ;  sporae  ?  hyalinae  solitariae  geminatae 
ternatae  saepeque  subcatenulatae  parvae  (10-12  ¡x  =  5-6-7  \j)  sae- 
l)ius  obovatae  rarius  panduriformes  laevissimae,  episporio  semjier 


—   10   — 

crassiuscnlo  vestitae ;  non  raro  cnm  sporis  adsunt  corpuscula  glo- 
bosa (7-15  [}.  diam.)  byalina,  in  pedicello  concolori  gracillimo  prae- 
longo  producta,  commixta. 

Species  veré  dubiosa  certe  Drepanoconi  larvíformí  cognata  et 
facile  ab  nredineis  separanda. 

16.  Uredo  ?  paulistaka  Speg.  (n.   sp.) 

Biag.  Macnlae  unllae  v.  epipbyllae  fusco-pallescentes ;  acervnli  laxe 
gregarii  luinuti  sordide  flavescentes ;  uredosporae  e  globoso  cu- 
boideae  verrnculosae. 

Hab.  Ad  folia  viva  Acalypliae  f  cnjusdaní  prope  Sao  Paulo. 

Obs.  Maculae  indeterminatae  centro  fuscae  ambitn  flavescente ;  acer- 
vnli ernmpenti-prnminnli  (80-120  ¡x  diam.)  compactiuscnli ;  uredo- 
sporae? catennlatae  ?  globosaebemisphaericae  v.cubicae  (20  [j.  diam.) 
pallide  fulvae,  episporio  crassiuscnlo  minute  denseque  verruculoso, 
endoplasmate  grosse  uni-nucleato. 

17.  Aegidium  Usterianum  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculae  saepius  nullae  ;  aecidia  liypopbylla  fere  semper  ner- 
visequa  erumpentia  albido-flavescentia  párvula;  aecidiosporae  sub- 
globosae  laeves  hyalinae. 

HaJj.  Ad  folia  viva  Meni^permaceaef  cujusdam  in  Horto  botánico 
Paulistano. 

Ohs.  Maculae,  quum  adsint,  ampbigenae  pallescentes  indeterminatae ; 
aecidia  x)rimo  subglobosa  clausa  epidermide  tecta,  serius  erumpen- 
tia cylindraceo-poculiformia  (200-400  ;x  alt  z=  150-250  ;j,  diam.) 
albida,  cortice  tenui  e  cellulis  ovatis  v.  rbomboideis  (25-35  ¡a  = 
20-30  [))  crassissime  tunicatis  grosse  denseque  verrucosis  efiformato 
donata ;  uredosporis  globosis  (20-24  y,  diam.)  v.  e  mutua  pressione 
obsolete  angulosis,  episporio  tenui  liyalino  laevi,  endoplasmate 
nubiloso  V.  guttulato  aurantio. 

18.  EuROTTUM  HERBARiORUM  (Wigg.)  Lk.  =  Sacc,  Syll.  Fung.  1% 

p.  26. 
Hah.  Ad  folia  uda  in  herbario,  Sao  Paulo. 


DiMEROSPORiELLA  Speg.  (u.  gen. 


Clmr.  Peritbecia  minuta  ostiolata  anhysta  subliyalina,  tliallo  muce- 
dineo  insidentia,  polyasca ;  asci  subcylindracei  octospori  parapby- 
satis;  i)orae  didymae  hyalinae. 


—  il  — 


Est  J>iiii<'ro,sporiiiiii  tlmllo  ot  peritlieciis 
anliystis  ostiolntis  doiiatuní,  iiiter  En- 
GLEKULEAS  adsciibeiuluiu. 


?^f:^ 


11).     DlMEKOÍíPOUlELLA     PAULlSrANA     iSpOii. 

(11.  sp.) 
J)ia(f.  Peritliecia  liiiic  inde  gregaria  siiperü- 

cialia  pusilla  fiiscidida  glabra;  asei  cllip- 

tico-cyüiidiacci   aiiticc  (>])tiise  rotuiidati, 

basi  brevissiiiie  iKxbdosequé  pedicellati; 

sporae   mimitae  laeves,   ad   septniíi   vix 

constrictae. 
Hab.  Ad  folia  lauguidíi  Buddleiae  ciijusdaní, 

Mo§a  Ipiranga. 
06,s\  Macnlae  millae   v.   vix   pallescentes ; 

peritliecia  (80  [j.  =  00  ;j.)  uiuboiiato-ostio-  "  k 

lata,  6-12-ascii;  asci  (50  [x  =  10  [x)  parapliysibiis  paiicis  longioribus 

fllifoniiibus  obvallati;   sporae  (14-16  ;j.  =  4  ;;,)  disticliae,  lociüis 

aecpiiloiigis,  supero  obtuso,  infero  conoideo  acuto  donatae. 


Hyalotheles  Speg.  (u.  gen.) 


Char.  Peritbecia  pusilla  sparsa  subglobosa  astoina  anhysta  thallo 
mucedineo  insidentia  ;  asci  clavati 
aparapliysati  octospori;  sporae  didy- 
mae,  loculis  globosis  niox  secedentibus 
coloratis.  Geims  pulcliellum  inter  En- 
GLERULEAS  etiaui  luilitaiis. 

20.  Hyalotheles  dimerosperma  Speg. 

(n.  sp.) 
J>iag.  Maculis  uullis ;  peritheciis  bypo- 

Xjhyllis   sparsis  fuscis  glabris,  túnica 

tenuissima;  ascis  e  nodulo  basali  peri- 

tbeciorum  fiísciculatis  crassissime  tu- 

nicatis;  sporis  polystichis,  lóculo  supero 

parum  majore. 
Sal).  Ad  folia  viva  BuMurticifolii  ^ro])e  5 

Casa  do  Lsolamento,  Sao  Paulo.  c   .  .  .  - 

Ohs.  Peritbecia  oculo  nudo   bene  perspicua,  glándulas  minúsculas 

referentia,  superne  rotundata  inferné  coarctato-applanata  (50-80  ¡j. 

diam.)  substipitata,  thallo  vix  evoluto  insidentia;  asci  15-30  inquo- 


—   12   — 

que  perithecio  aiitice  late  rotiindati  postice  cuiieati  breviter  eras- 
seque  peclicellati  (20-30  [j.  ■-=  14-18  ¡x);  sporae  e  cbloiino  fuscae 

(12  [j.  =  O  ;;.)  laeves. 

21.  Hyáloderma  imperspicuum  Speg.  =  Speg.,  Fung.  Guar.  I",  n.  171. 
Jlab.  In  subiculo  Áster inae  cujusdam  Myrtaceam  incolentis  in  Cemi- 

terio,  Sao  Paulo. 

22.  DlMEROSPOEIUM  BACCHARIDIPHILU3I  Speg.  (u.  Sp.) 

Biag.  Saepius  epiphyllum  pusillum,  liinc  inde  laxe  gregarium,  subi- 
culo destitutum,  glabruní  ostiolatum  ;  asci  obclavulati  paraphy sati ; 
sporae  clavulatae  isomerae. 

Hab.  Ad  folia  viva  Baccharidis  cujusdam  prope  Sao  Paulo. 

Obs.  Perithecia  erurapenti-superficitilia  subglobosa  (80-90  ¡j.  diam.) 
niembranaceo-coriacella,  coutextu  miuute  parencliymatico  oliváceo  ; 
asci  sursum  crasse  tunicati  deorsum  breviter  crasseque  pedicellati 
(-tO-oO  [j.  =  15-20  ;x),  paraphysibus  paucis  filiformibus  obvallati, 
octospori ;  sporae  disticbae  liyalinae  luedio  uni-septatae  constrictu- 
lae  (11  [j.  =  1  [j.)  lóculo  supero  obtusiusculo  infero  graciliore  acu- 
tí nsculo. 

A  IJimerio  baccharidicolo  P,  Henn.  certe  diversum  et  cum  Dime- 
rosporio  baccharidis  Sacc.  et  i>.  punctiformi  P.  Heuu.  non  com- 
parandum. 

2;>.  DiMEROSPORiUM  SOLARE  Speg.  =  Speg.,  Fung.  Puig.  I'',  n.  218. 
Hab.  Ad  folia  viva  Bignoniaceae  cujusdam  Cambucy,  Ipiranga. 

21.  DoiEROSPORiUM  PtiLVEEACEUM  Speg.  =  Speg.,  Fung.  Puig.  I", 
n.  211). 
Hab.  In  mycelio  Mcliolac  cujusdam  ad  folia  viva  Caseariae,  Cambucy, 
Ipiranga. 

25.  DIMEROSPORIUM  TROPICALE  Speg.  =  Speg.,  Fung.  Guar.  I*^,  n.  168. 
Hah.  In  subiculo  Asterinae  cujusdam  ad  folia  viva  ignota.  Villa  Leo- 
l>oldina  até  Lapa. 


DiMERiELLA  Speg.  (u.  gen.) 

Char.  Genus  e  Dimerosporio  excerptum,  species  peritlieciis  subglobo- 
sis  astomis  setulosis  sporis  liyalinis  donatas  sistens. 

Dimerosporia  plurima  descripta  huc  ducenda,  e.  gr. :  Dimeriella 
dubiosa  (Speg.),  D.  asterinarum  (Speg.),  B.  guarapiensis  (Speg.),  B. 
solanicola  (B.  &  C.)^  B.  Ulliotii  (A.  L.  Smith),  B.  coronata  (Speg.), 
B.  Meyeri-Hermanni  (P.  Henn.). 


18  — 


^í. 


Geiiiiis  iiltcnmi  statuciuliim  censeo  cuín  Dimerosporiis  astomin 
setulosis  sporis  coloiatis  piaoditis,  (piod  PiiAEODiMKiíiELLA  Speg'. 
iiimcui)aii(lum ;  liiic  pertiiient  i'A.  Unglcriuita  {L*.  llena.),  Ph.  ha- 
mata  (Pnz.  &  Saec),  Ph.  cetotricha  (Pat.  &  Har.),  Ph.  tasmanica 
(Massee),  Ph.  occtifta  (Kac),  etc. 

26.  DiMERIELLA  HIUTULA    SpCg".    (ll.  sp.) 

/)/(///.    Perithecia  superftcialia  perijusilla  sublieniisphaerica,  subiculo 

pai'cissinio    iiisidcntia,  iiijiTa,    pilis 

paucis  erectis  hirsuta;  asci  apara- 

pliysati;    sporae    hyalinae    loculis 

isoniacris. 
Hab.  Ad  folia  \iva  Ba^charidis  cujUvS- 

daní,  Ipiranga  até  Mo^a. 
Obn.  Maculae  nullae  sed  matrix  tota 

plus  luiíiusve  ftiscescens;  i)eritliecia 

laxe  gregaria.  (60-90  [jl  diaiii.)  super- 

ne  liemispliaerica  inferné  applanata, 

subiculo    parcissimo    adfixa,    9-12 

setulis  1-2  cellularibus  acutis  rigi- 

dulis  (20-30  ;;,  :=  4-5  ¡x)  adspersa, 

membranácea,  con  textu  parencliy- 

matico   fuligineo   parum  distincto; 

asci   obovati  (35-40  ¡7,  =  15-18  \j) 

octospori  subsessiles ;  sporae  disti- 

cliae  V.  subconglobatae  medio  uniseptatae  (14  [j. 

conoideis  acutiusculis. 

Species  DimeroHporio  jmnctiformi  P.  Henn.  certe  peraflfiniS;,  satis 

tamen  distincta  videtur. 

27.  DiMERIUM   INCRUSTANS    Speg.   (u.  Sp.) 

Diag.  Subiculum  tenuissimum  flbrosum  hinc  inde  noduloso-parencliy- 
maticum  olivaceum,  hyphas  Meliolarum  v.  Asterinarum  arete  in- 
crustans,  perithecia  sparsa  minuta  astoma  glabra;  asci  cylindracei 
paraphysati;  sporae  elliptico-subclavulatae  primo  hyalinae  dein 
fuligineae. 

Hab.  In  subiculo  Asterhiae  cujusdam  prope  Ipiranga. 

Obs.  Perithecia  pusilla  globosa  (30-20  [x  diam.)  membranácea,  contextu 
parenchymatico  subopace  fuligineo  donata,  subiculo  ex  hyphis  oli- 
vaceis  tenuibus  (3-4  [j,  erss.)  repentibus  ad  hyphopodia  parenchyma- 
tico-nodulosis  insidentia ;  asci  non  v.  vix  obclavulati  (60  [x  =  14  ¡jl) 
brevissime  noduloseque  pedicellati  ápice  obtusi,  octospori,  para- 
physibus  paucis  filiformibus  longioribus  immixtis  ;  sj)orae  subcla- 
Yulatae  (13-14  ¡x  =^  5-6  ;;,)  medio  septatae  non  v.  vix  constrictae, 


5  [j.)  loculis 


—   14  — 

lóculo  supero  obtuso  infero  conoideo  subacutiore,  primo  hyalinae 
dein  fuligineae. 

28.  DiMERIUM    LEPTOSPORUM    Speg.    (ll.  Sp.) 

Diag.  Subiculum  submucedineum  parum  manifestum ;  perithecia  glo- 
bosa astoma  glabra ;  asci  e  cylindraceo  obclavulati  aparaphysati ; 
sporae  clavulatae  fuligineae. 

Hah.  In  subiculo  Asterinarum  epiphyllarum  ad  folia  coriácea  circa 
Sao  Paulo. 

Obs.  Peritbecia  olivácea  (80-100  ¡j.)  parce  gregaria  membranácea,  con- 
textu  parencliymatico  oliváceo;  asci  basi  brevissime  pedicellati 
(40-50  y,  =  12-15  [a),  octospori;  sporae  distichae  clavulatae  (15-20  ¡j, 
=  4-5  ;j.)  ad  septum  leniter  excentricum  vix  constrictae,  lóculo 
infero  acutiore. 

29.  ZUKALIA  USTERI   Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Perithecia  hyijopliylla,  villo  occulta,  globosa  glabra  astoma 
minuta;  asci  cylindracei  paraphysati;  sporae  subclavulatae  3-sep- 
tatae  ad  septum  médium  tantum  constrictae  hyalinae. 

Rab.  Ad  folia  coriácea  dorso  albo-tomentosa  jirope  Ipiranga. 

Obs.  Subiculum  non  inventum ;  perithecia  nigra  sparsa  (100-120  ;j, 
diam.)  membranácea,  contextu  parenchymatico  minuto  densoque 
olivaceo-fuligineo ;  asci  ápice  subtruncato-rotundati,  basi  breviter 
cuneato-pedicellati  (70-80  ;x  =10  ¡j.)  parce  paraphysati ;  s^jorae  rec- 
tae  V.  leniter  curvulae,  lóculo  supremo  obtusiore  Ínfimo  acutiore 
(16-18  ;a  =  4  ;x). 

30.  ZUKALIA  VAGANS    Speg.  (u.  Sp.) 

Diag.  Subiculum  tenuissimum  subparenchymaticum,  hyphis  2Ieliola- 
rum  Asterinarumque  incrustans,  olivaceum;  peritheciis  miuutis  os- 
tiolatis  glabris ;  ascis  obclavulatis  paraphysatis ;  sporis  ellipticis 
3-septatis,  hyalinis. 

Sab.  In  subiculo  MclioJarum  et  Asterinarum  ad  folia  viva  Eleagni  re- 
fiexi  et  aliarum  arbuscularum  in  Horto  botánico  paulistano. 

Obs.  Perithecia  hinc  inde  laxe  gregaria,  ovata  v.  ovato-depressa,  per 
aetatem  non  colla])sa,  medio  plus  minusve  umbonata,  ostiolata, 
membranácea,  contextu  parenchymatico  minuto  parum  distincto 
donata,  subiculo  membranaceo-submucoso  tenuissimo  late  matricem 
incrustante  oliváceo  insidentia  :  asci  ápice  subtruncati  basi  brevis- 
sime cuneato-pedicellati  (05-70  \j.  =  10-14  ¡j.),  octospori ;  sporae 
subellipticae  utrinque  acutiuscule  rotundatae  3-septatae,  ad  septa 
leniter  constrictae  (16-18  \j.  =  6-7  ¡j.)  rectae  v.  vix  inaequilaterales. 

31.  ZuKALiA  VAGANS  Speg.  var.  bracJiycarj[>aSpeg. 


—  15  — 

Hah.  In  subiculo  Mcliolae  cujusdaní  ad  folia  Coffeae  arabicae  nec  non 
Spireae  cantoniensis,  in  Ilorto  botánico  paulistano. 

Ohs.  Yarietas  a  typo  recedens  peritlicciis  non  umboiiatis  obsoleteque 
ostiolatis  (an  quandoqne  astomis  í)  per  aetatcm  (^dlabescentibus, 
aséis  enii)tie(»-subelavnlatis  (•40-00  \j.  =  14-UO  ;;.),  sporis  vix  mino- 
ribus  (14-18  (aaepius  10)  [j.  =  4-0  ¡x). 

32.  Meliola  Puiggarii  Speg.  =  Spe¿;-.,  Fimg.  Puigg.  P,  n.  228. 
JTaft.  Ad  folia  viva  Ruhi  urticifolii  prope  Casa  do  Isolamento,  Sao 

Paulo. 

33.  Meliola  arachnoidea  Speg.  ^  Speg.,  Fung.  Puigg.  1",  n.  237. 
Hah.  Ad   folia  viva  Bignoniaceae  eujnsdam  ])rope  Isolamento,  Sao 

Paulo  et  Cambucy  Ipiranga. 

34.  Meliola  acamptinga  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Subiculum  laxe  arachnoideum  niatrici  arctiuscule  adnatum, 
bypliopodiis  crebris  ampulluliformibus  v.  clavulatis  oppositis  orna- 
tum,  pilis  paucis  rigidissimis  rectis  ápice  integris  acutis  armatum  ; 
perithecia  mediocria  glabra  collabescentia ;  asci  bispori ;  sporae 
4-septatae  mediocres  fuligineae  e  latere  leniter  compressae. 

Hah.  Ad  folia  coriácea  viva  arboris  ignotae,  Morca  perto  de  Sao 
Paulo. 

Ohs.  Subiculum  plagulas  bypopbyllas  irregulariter  orbiculari-angu- 
losas  laxissime  reticulatas  efficiens,  hyphis  subopacis  crassis  (6-8 
;jL  crass.)  rectis  opposite  ramosis  dense  liyphopodiatis,  hypliopodiis 
circa  perithecia  auipulluli-v.  spini-formibus  (20-25  \j.  =  0-V  ¡x),  am- 
bitu  saepius  clavulatis  obtusis  (20  [j.  =  9  ¡j.)  atris,  setulis  paucis, 
circa  perithecia  tantum  evolutis,  (500-1500  ¡j.  =  10  ¡x)  opacis,  basi 
leniter  incrassatulis  ornatum ;  perithecia  (200-250  [x)  subverrucu- 
losa  astoma,  membranácea  grosse  celluloso-parenchymatica,  nuda  ; 
asci  elliptici  (60  ¡x  =  30  y.)  brevissime  pedicellati,  mox  diffluentes ; 
sporae  subcylindraceae,  utrimque  obtuse  rotundatae,  5-localares, 
ad  septa  leniter  constrictae,  laeves,  subopace  fuligineae  (45-50  ;a  = 
18  ¡j.  =  14  ¡j.). 

35.  Meliola  glabriuscula  Speg.  (n.  sp.) 

Biag.  Subiculum  setulis  fere  omnino  destitutmn,  tenuissimum  sub- 
arachnoideum  arctiuscule  matrici  adnatum,  hyphopodiis  crebrius- 
culis  ampulliformibus  v.  clavulatis  oppositis  ornatum ;  i^erithecia 
mediocria  glabra  non  v.  vix  subcollabescentia,  setulis  brevibus 
paucis  rectis  ápice  integris  cincta  ;  asci  bispori ;  sporae  4-septatae 
minores  fuligineae,  e  latere  sat  compressae. 

Hab.  Ad  folia  valde  coriácea  nitidissima  (PJiotiniae  f)  viva,  Agua 
branca,  Isolamento  prope  Sao  Paulo. 


—  Ifi  — 

Obs.  Subicnlnm  tenuissimum  plagiilas  saepius  confluentes  ac  fere 
totiim  epipbyllum  obtegentes  efflciens,  liypliis  snbopacis  crassis 
(6-8  [j.  crass.)  rectis  saepius  opposite  ramosis,  hyphopodiis  oppositis 
ampulluliformibns  et  pyriforiiiibus  magis  uumerosis  commixtis 
nigris  fere  opacis,  setulis  pancis  circa  singiila  peritliecia  radiantibus 
molliiisculis  ápice  integris  (50-150  ;x  =  [;,  G)  pellucidis  ;  peritliecia 
snbverrncosa  astoma  nigra  (150-250  ;j.  diam.)  glaberrima  seniper ; 
asci  elliptici  (45-60  ¡j.  =  20-30  ¡j.),  2-4-spori,  breviter  crasseque 
j)edicellati ;  sporae  subcylindraceae  utrinque  obtuse  rotundatae, 
5-loculares,  ad  sei)ta  leniter  coiistrictae,  laeves,  siibopace  fuligineae, 
rectae  v.  leniter  subcurvulae  (35-40  ¡j.  =  16-17  ;x  =  12  ;/). 

Species  Meliolae  hrasiliensi  Si)eg".  peraíiinis  sed  glabritie,  hypo- 
tliallis  microthyriiformibus  deficientia  setulisque  mycelialibiis  sat 
distiucta. 

36.  Meliola  bidentata  Cke  =  Speg.,  Fung-.  guar.  11°,  n.  54. 

HaJ).  Vulgata  ad  folia  Bignoniacearmn ,  Cambucy,  Ipiranga  et  Moga. 

37.  Meliola  laxa  Gaill.  :^  Gaill.,  Bull.  Soc.  myc.  1892,  p.  179. 
Hah.  Ad  folia  coriácea  viva  arbusculae  cujusdam,  Moga  Ipiranga. 

38.  Meliola  polytricha  Klkb.  &  Cke  var.  Jlexuosiseta  Speg. 
Hah.  Ad  folia  viva  Schini  cujusdam  in  Horto  botánico  paulistano. 
Obs.  Specimina  quae  adsunt  a  tyiñcis  recedunt  subiculo  sat  villoso, 

setulis  dense  flexnoso-subcircinatis  aterrimis  opacis  basin  et  apicem 
versus  attenuatis.  Sporae  subcylindraceae  (45  ¡x  =  18  ¡j.  =  12  ¡j.), 
4-septatae. 

39.  LiMACiNiA  melioloides  (Pat.)  Sacc.  var.  eugenücola  Speg. 

Diag.  Subiculum  submembranaceum  fuscum  gíabrum  j  perithecia  liinc 
inde  glomerata  ovata  ellipsoidea  v.  obclavata  sessilia  v.  breviter 
pedicellata.obscure  ostiolata ;  asci  cylindracei  aparapliysati;  sporae 
elliptico-subclavulatae  triseptatae,  saepe  lóculo  medio  supero  septo 
verticali  diviso,  primo  byalinae  dein  olivaceae. 

Hah.  Ad  folia  viva  Eugeniae  cujusdam,  Ipiranga  Moga. 

Obs.  Subiculum  saepius  epipbyllum  tenue  matrice  arctiuscule  adna- 
tum  late  diffusum,  ex  bypbis  torulosis,  articulis  fere  semper  cylin- 
draceo-ellipsoideis  medioque  leniter  coarctatulis  obscure  olivaceis 
(10-16  ij,=  7-8  {})  grosse  biguttulatis  effbrmatis  ;  peritbecia  plagulas 
oliváceas  subvelutinas  constituentia,  pusilla  dense  constipata 
(60-120  \j.  =  50-80  [})  ápice  i^imo  clausa  astoma,  serius  minute 
stellatim  debiscentia,  glabra,  contextu  grosse  parencbymatico  pel- 
lucido  oliváceo ;  asci  aj)ice  obtnsissime  rotundati  basi  brevissime 
l)edicellati  (60  ;j.  =  14  ;j.)  octospori:  sporae  oblique  disticbae  rectae 


—   17  — 

V.  leniter  cuivulae  iitiinque  obtusae  saepius  triseptatae,  rarius 
4-r)-st>ptata(>,a(l  septum  modiiim  validius  constrictac  (17-20  ij.=z7-S  ¡j.) 
frequeiiter  lóculo  intermedio,  larissimc  etiam  vsuitiemo,  verticaliter 
diviso. 

Species,  ut  videtur,  in  tropicis  late  diftusa  et  pluiiCwS  descripta ; 
liinc  duceiida  Apiosjjorium  hrasiliense  Noack,  Capnodium  brasilienHe 
Puttm.,  Limacinia  aurantii  P.  neuu.  etc. 

40.  Capnodium  chaetomorphum  Speg.  =  Speg.,  Fung-.  Guar  I",  u.  345. 
Ral).  Ad  folia  viva  Melastomaceae  cujusdain,  Ipiranga  ate  Mo9a  et 

Cambucy. 

41.  Capnodium!  hirtum  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Subiculum  tenuiter  subcrustaceum  membranaceum  dense  ve- 
lutino-hirsutum  nigrum ;  perithecia  dense  constipata  x^olymorplia 
cylindraceae  v.  obclavata  Simplicia  v.  ramosa  ubique  hyphis  bre- 
vibus  patiilis  laxe  adspersa ;  ascis  sporisque  desideratis. 

Hah.  Ad  folia  viva  Myrtaceae  cujusdam,  Ipiranga,  Cambucy. 

Ohs.  Subiculum  latissime  effusum,  totam  matricem  vestiens,  veluti- 
num,  liinc  inde  frustulatim  deciduum ;  perithecia  erecta  (1 50-500  ¡x  = 
50-70  \})  opace  fuliginea,  cylindracea  chivata  v.  obclavata,  Simplicia 
V.  inferné  prolifera  v.  superne  biloba  aut  furcata,  ápice  acuta  v. 
plus  minusve  obtusata,  hyphis  luisillis  (5-25  \j.  =  3-5  ¡x)  divaricatis 
rectis  V.  flexuosulis  hórrida,  contextu  breviter  prosenchymatico 
oliváceo  fusco. 

Species  sterilis,  quae  mihi,  ob  perithecia  hirtula,  bene  distincta 
videtur. 

42.  Ophiomeliola  Usteri  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Perithecia  subiculo  tenui  membranáceo  iusidentia,  laxe  grega- 
ria, lageniformia,  glabra  atra;  asci  ellipsoidei  aparaphysati ;  sporae 
lineari-subfusoideae,  14-16-septatae,  utrimque  acutae  olivaceae. 

Hab.  Ad  folia  viva  Ijugeniae  cujusdam,  Ipiranga  Mo^a. 

Ohs.  Subiculum  amphygenum  cum  illo  Limaciniae  meUoloidis  (Pat.) 
Sacc.  commixtum  subcrustaceum  fragiliusculum  atrum ;  perithecia 
hinc  inde  densiuscule  gregaria  erecta,  basi  ovato-giobosa  (100-120  ¡;, 
diam.  et  alt.)  superne  in  ostiolum  crassiusculum  subcylindraceum 
(40-50  [X  zj=  35-45  ;j,)  ápice  subattenuatum  denticulato-ostiolatum 
producta,  membranácea,  contextu  deorsum  parenchymatico  sursum 
prosenchymatico  donata  ;  asci  utrinque  attenuati,  ápice  rotundati, 
basi  crasse  brevissimeque  stipitati  (100-125  [j.  --^  25-30  ¡x)  octo- 
spori ;  siíorae  rectae  v.  leniter  sigmoideae,  ad  septa  validiuscule 
constrictae  (70-80  ¡x  =  8-10  ¡x),  loculis  minute  uniguttulatis. 
Species  ab  O.  Lindmani  Starb.,  ut  videtur,  distinctissima. 

REV.   MUSEO  LA  PLATA.  --  T.   II.    (II,  4,  1908.)  2 


—  18  — 

43.  Laestadia  rosae  Auersw.  =  Sacc,  Syll.  I",  p.  420. 

Hah.  Ad  folia  putrescentia  Rosae  laevigatae  in  hortis  Sao  Paulo. 

Obü.  Peritliecia  ampliigena,  sparsa  v.  laxe  gregaria,  siibliemisphae- 
rica  (150  ¡a  diam.)  coriacella,  contextu  minute  parencliymatico  fere 
indistincto  atro ;  asci  aparaphysati  e  cylindraceo  obclavulati,  ápice 
obtusiuscnle  rotundati,  basi  subcuneati  brevissime  crasseque  pedi- 
cellati  (60  ¡x  =  4  ¡x)  octospori ;  sporae  elliptico-oblanceolatae  leniter 
iuaeqiiilaterales,  deorsum  acutiores  (15-10  ¡x  =  5-0  ¡;,),  continuae 
liyalinae. 

44.  Physalospora  melastomicola  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculae  amphigeuae,  primo  jjallescentes,  dein  cinereo-are- 
sceiites,  limitatae,  areola  fuscescenti-rubescente  plus  minusve  lata 
cinctae ;  peritliecia  saepius  epiíjhylla,  laxe  gregaria  minuta ;  asci 
subcylindracei  parce  parapliysati ;  sporae  subaciculares,  continuae, 
liyalinae. 

Hah.  Ad  folia  lánguida  Melastomaceae  cujusdam,  Ipiranga,  Cambucy. 

Ohs.  Maculae  suborbiculares  v.  repando-angulosae  (2-4  mm  diam.) 
primo  pallescentes  dein  inferné  subtestaceae,  superne  griseae, 
eximie  limitatae,  areola  purpurascente  cinctae ;  peritbecia  e  glo- 
boso lenticularia  (80-100  ¡x  diam.)  glabra  coriacella  atra,  contextu 
parenchymatico  parum  distincto  fuligineo ;  asci  aj)ice  obtuse  ro- 
tundati  v.  subtruncati,  deorsum  leniter  cimeato-attennati,  brevissi- 
me  crasseque  pedicellati  (00  ¡a  =  8-9  \})  octospori,  i^arapliysibus 
paucis  flliformibus  obvallati ;  sporae  lineares  leniter  inaequilate- 
rales  utrimque  subacutiuscule  rotundatae  (16-25  [j.  ^=  3-4  ;j.)  hyali- 
nae  continuae,  rarius  diblastes  v.  quadriguttulatae. 

45.  Ceeatostoma*?  Usterianum  Speg".  (n.  sp.) 

Diag.  Subiculum  nullum  ;  peritliecia  liypopliylla  pusilla  sparsa  nigra 
globoso-depressa  longissime  ostiolata  ;  asci  fusoideo-clavulati  apa- 
raphysati ;  sporae  elliptico-cymbaeformes  continuae  fuligineae. 

Hab.  Ad  folia  coriácea  arboris  speciei  ignotae  (Myrtaceae  f)  cujusdam,. 
Pinbeiros  perto  de  Sao  Paulo  et  Ipiranga,  Cambucy.  \ 

Ohs.  Peritbecia  superflcialia  arete  matrici  adnata,  subiculo  fumagi- 
neo  destituta,  sed  bypliis  paucis  radiantibus  repentibusque  liyalinis 
ramulosis  septulatis  (50-150  [j.  =  2-3  ;/)  radicata,  sparsa,  vix  per- 
spicua globoso-depressa  (80-100  [j.  diam.)  glabra,  coriacella,  contextu 
indistincto,  antice  in  ostiolo  recto  v.  leniter  arcuato  cylindraceo 
praelongo  (150-400  ¡x  =  30-35  ¡j.)  opaco,  ápice,  non  v.  vix  subiníiato, 
e  truncato  penicillato-ostiolato  producta;  asci  í^isciculati  antice 
obtusi  postice  cuneato-attenuati  longiusculeque  pedicellati  (p.  sp.. 
38-50  [j.  =  8-10  ;x  —  i)ed.  20-30  ;j.  =  2-3  ¡x),  octospori ;  sporae  ellip- 


—   15)      - 

ticae   V.  cynibaeloiinos    moiio-v.   di-sticluic  uti'iiique  acutiiisculae 
(11-13  \).  =  4-5,5  ;j.),  plus  luinusve  pallide  t'uli^ineae. 

Bpocies  luirabilis  cuín  Capiiodiopsidc  mirubUi  V.  TTcuu.  non  c.oni- 
paranda,  a  y,onere  vita  biopliila  recedeiis  et  ía<ñle  uovi  gcneris 
typum  sistens. 

40.    ilYrOXYLON    PAULISTANUM   Speg'.   (u.  sp.) 

D'uKj.  Clitoxylou  ;  stromata  eruinpeuti-suporticialia  subparva  pulvi- 
nulata  iuai\üiue  obtusa,  prinu>  laevia  pallide  lateritiai  deiu  tusca 
squarrulosa  puiictulata  ;  peritliecia  inunersa  constipata  globoso- 
angulata  non  v.  vix  proniiuula ;  asci  cylindracei  parce  pseudopara- 
pbysati ;  sporae  elliptico-cymbiformes  inonosticbae  opace  fuligi- 
iieae  mediocres. 

Huh.  Ad  ramulos  emortuos  adhuc  péndulos  proj)e  Sao  Paulo. 

Ohs.  Stromata  convexo-planiuscula  (1,5-5  mm  diauí.  =  0,5-0,7  mm) 
sparsa  v.  bine  inde  gregaria  v.  subcontiuentia,  margine  rotundata  non 
V.  vix  repandula,  primo  laevia,  serius  squarruloso-reticulata,  testacea, 
intus  fusco-lateritia ;  peritbecia  subglobosa  (120-150  ij.)  coriacella 
contextu  indistincto  initio  omnino  stromati  immersa,  postremo, 
cortice  stromatis  frustulatim  delapso,  ostiolo  prominula;  asci  ápice 
obtuse  rotundati  basi  cuneati  breviterque  stipitati  (85-100  ¡j.  r=  14  ¡j.) 
octospori ;  sporae  utrimque  obtusiusculae  (20  ¡x  =  10  \j)  laeves. 

Species  Hypoxylo  fusco  (Pers.)  Fr.  perafflnis,  ascis  aparapbysatis 
sporisque  majoribus  distincta. 

47.  Sphaerella  frenumbensis  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculae  arescentes  indeterminatae  amphigenae ;  peritbecia 
erumpentia  sparsa  v.  laxe  gregaria  minuta ;  asci  elliptici  v.  sub- 
ovati,  aijarapbysati;  sjjorae  subclavulatae  congiobatae  v.  disticbae 
parvae,  ad  septum  non  constrictae  hyalinae. 

Hah.  Ad  folia  lánguida  Palmae  pinnatifidae  (Cocoes  f)  cujusdam 
proj)e  Freuumbé. 

Obs.  Maculae  primo  ellipticae  parvae  sordide  fusco-testaceae  sub- 
determinatae,  serius  i>allidiores  efí'usae  indeterminatae,  i^ostremo 
centro  late  arescenti-cinerascentes  (5-25  mm) ;  peritbecia  saepius 
epipbylla  bine  inde  gregatim  erumpentia  e  globoso  lenticularia 
(75-100  \j.  diam.),  minute  ostiolata,  atra  glabra,  contextu  parencby- 
matico  minuto  denso  fusco-ftiligineo ;  asci  constipati,  antice  atte- 
nuato-rotundati  crassissime  tunicati  postice  niinute  brevissimeque 
noduloso-pedicellati  (30-40  ¡a  =  8-10  ;x),  octospori;  sporae  loculis 
aequilongis  donatae  (10-12  ¡x  =  2,5-3  ¡x)  polo  supero  obtusiusculo 
infero  acutiore. 

Species  Sph.  Gastonis  Sacc.  perafünis  sed  biophila  et  sporis. 
nonnihil  majoribus  distincta. 


—   20   — 

48.  Sphaerella  mutisiicola  Speg'.  (n.  sp.) 

Biag.  Maculae  epipliyllae  cinerascentes  siibcallosae  subdeflnitae  : 
perithecia  pauca  erumpenti-prominula  piisilla  atra;  asci  obclavulati 
aparapliysati ;  sporae  clavulatae  subexentrice  septulatae  liyalinae. 

Hab.  Ad  folia  lánguida  Mutimae  cujiisdam  prope  Sao  Paulo. 

Ohs.  Maculae  sparsae  repandae  (2-10  mm.)  convexulo-callosae  marg-iue 
subindeflnitae  subrufescentes,  centro  sordide  cinerascentes ;  peri- 
tliecia  centro  macularum  solitaria  y.  pauci-gregaria  erumpentia 
lenticularia  (80-90  ¡x  diam.),  minute  ostiolata,  glaberrima  coriacella, 
contextu  minute  denseque  parenchymatico  subindistincto  atro- 
fuligineo ;  asci  antice  obtuse  rotundati  crasseque  tunicati,  postice 
rotundato-cuneati  minute  stipitulati  (50-60  \}.  =  10-14  [j,),  octospori ; 
sporae  oblique  disticliae  v.  polysticliae  clavulatae  rectae  v.  leniter  cur- 
vulae,  parum  supra  médium  septatae,  lóculo  sui^ero  elliptico  ovato, 
infero  cylindraceo-conoideo  acutiore  (18-20  ;x  =  4  ¡j.),  hyalinae. 

49.  Sphaerella  Usteeiana  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculae  nullae;  perithecia  seriata  ampbigena  erumpentia perpusi- 
Ua;  asci  ovati  crassissime  tunicati;  sporae  pusillae  didymae  liyalinae. 

Hah.  Ad  folia  árida  OHzae  sativac  prope  Sao  Paulo. 

Ohs.  Perithecia  sparsa  v.  seriatim  constipata  et  erumpentia,  hemi- 
sphaerico-lenticularia  (50-75  ¡x  diam.),  atra  glabra,  minute  ostiolata, 
membranácea,  contextu  parenchymatico  fuligineo ;  asci  subfascicu- 
lati,  antice  attenuato-obtusati  crassissimeque  pedicellati  (26-28  ¡j. 
=  13-14  ¡i),  aparaphysati,  octospori ;  sporae  couglobatae  elliptico- 
subovatae  (10-12  ;x  =  3  ;;,),  medio  uniseptatae  leniter  constrictae 
utrimque  obtusiusculae. 

Species  a  caeteris  in   eadem  matrice   vigentibus  satis  riteque 
distincta. 

50.  Venturia  Hariotiana  Speg.  (n.  sp.) 

Biag.  Maculae  orbiculares  determinatae  arescenti-fuscae  ;  perithecia 
densiuscule  gregaria  amphigena  erumpentia  minuta  setulosa  ;  asci 
subcylindracei  aparaphysati ;  sporae  cylindraceo-ellipticae,  medio 
uniseptato-constrictae,  hyalinae. 

Hab.  Ad  folia  árida  subputrescentia  Oncidü  cujusdam,lpiranga  Mo^a. 

Ohs.  Maculae  amphigenae  majusculae  impressae  (5-15  mm  diam.)  mar- 
gine acute  elevato  calloso  fuscescente  eximie  limitatae,  primo 
sordide  pallideque  fulvellae,  serius  albido-cinerascentes  ;  perithecia 
saepe  circinantia  numerosa  párvula  (100-120  [j.  diam.)  globoso- 
depressa  subastoma  v.  minute  fimbriato-ostiolata,  setulis  patulis 
minutis  (20-30  ¡x  =-  4-5  ;x)  fuligineis  uni-cellularibus  densiu- 
scule vestita,  basi  hyphis  repentibus  radiantibusque  concoloribus 
(50-100  ¡j,  =  6  [j.)  septulatis  cinta,  coriacella,  contextu  indistincto  -, 


—   21    — 

asci  e  cylindnu'iM»  siibt'iisoidí'i  ((ÍO  [j.  =  10  y,),  anticc  subtniíuíuto- 
rotniulati,  postice  brovissiine  iiodiiloseque  stipitati,  ai)aiaphysati, 
octospori ;  sporae  obliqíie  «listicliíie  utriiique  ucutiusculae  (15-lG  ;x 
=  3-4  [j.),  ad  so])tum  constrictulae  loculis  iniuutc  bi^iittulatis. 

Species  Trichosphacrlae  Hariotianoe  Karst,  valde  afíinis  ;  aii 
ejusdem  íorina  juveiiilis  ? 

51.  Venti^iíia  IJsTEitiANA  Speg'.  (n.  sp.) 

I)iag.  Maculae  amphigenae  indeteriiiiuatae  pallescentes ;  perithecia 
hyi)()ldiylla  saoi)ius  doiisiuscule  eruinpeiitia-i;'re.i;ana,  setulosa  pii- 
¡silla  afra  ;  asci  subcyüiiíh-acei,  parce  pseud<)paraphysati ;  si)orac 
elliptico-elongatae  diblastes  liyalinae. 

Hab.  Ad  folia  viva  Si/iutnthcraceae  i'nii\í^(\i\\n  \u  Horto  botánico  ])au- 
listaiio. 

Ohs.  Perithecia  liiiic  iiide  gregatini  eruiiipeiitia  saepius  hypophylla, 
areola  diífusa  centro  fuscescente  ambitii  snbcinerascente  indeter- 
minata  v.  obsolete  determinata  cinta,  nda  globosa,  sicca  corrngato- 
collapsa  (00-100  [j.  diam.)  astoma  ?,  menibranaceo-coriacella,  con- 
textu  dense  minuteque  parencbymatico  fuligineo  donata,  setulis 
divaricatis  simplicibus  2-o-cellularibus  acutis  rectis  (20-40  ;;,=r  4-5  ¡j.) 
funiosis  adspersa ;  asci  e  fusoideo  cylindracei,  antice  subtruncato- 
rotundati  postice  breviter  cnneati,  pedicello  brevissimo  crassoque 
suífalti  (50-60  [j.  =  7-9  ¡a),  pseudoparapliysibus  paucis  circumdati ; 
vsporae  octonae  obliqíie  distichae  i^arvulae  (14-15  [j.  =  3-3,5  ¡x), 
ápice  supero  obtuso  infero  subacutiore,  medio  non  constrictae. 

Cuní  iieritlieciis  ascophoris  adsunt  i)eritliecia  nonnulla  simillima 
sporuligera,  sporulis  perpusillis  ellipticis  utrinque  subacutiusculis 
(3-5  [j.  =  1,5  [j.)  minute  biguttulatis  liyalinis  farcta. 

52.  DiDYMELLA  GLUMICOLA  SpCg.  (u.  Sp.) 

Biag.  Maculae  effusae  indeterminatae  albescentes  ;  perithecia  erum- 
pentia  perpusilla  glabra  atra ;  asci  e  cylindraceo  obclavulati  para- 
physati ;  sporae  ex  elliptico  subobovatae  primo  continuae,  dein 
medio  septatae,  hyalinae. 

Ilah.  Ad  glumellas  submaturas  Oryzae  sativae  circa  Sao  Paulo. 

Obs.  Perithecia  laxe  gregaria  areola  diftusa  albescente  cincta,  epi- 
dermidem  diu  obtegentem  perforantia,  hemisphaerico-lenticularia 
(80-100  [j.)  minute  ostiolata  membranácea,  contextu  eximie  jiaren- 
chymatico  fuscescente ;  asci  antice  obtusissime  rotundati  crassiu- 
sculeque  tunicati,  postice  breviter  cuneati  modicissime  pedicellati 
(55-60  ¡j.  =  10  ¡j.),  octospori,  paraphysibus  filiformibus  parum  lon- 
gioribus  commixti ;  sporae  rectae  v.  leniter  inaequilaterales,  superne 
obtusiusculae,  inferné  acutiusculae  (10-12  y,  ==  2-2,5  ;/),  ad  septum 
non  constrictae. 


22   — 


53.  SphaekultNiV  paulistana  Speg-.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculae  maxiinae  repando-siimosae,  linea  callosa  fuscescente 
limitatae,  amphigenae,  ciiiereo-albescentes  perithecia  sj)arsa  leii- 
ticularia  ernrapentia,  atra;  asci  obclavulati  aparapliysati  octospori : 
sporae  elliptico-elongatae,  3-septatae,  liyalinae. 

Hab.  Ad  folia  lánguida  Dracenae  cujnsdaní  in  liortis  Sao  Paulo. 

Ohn.  Maculae  saepe  fere  totuní  foliuin  ambientes  ampbigenae  linea 
fusca  callosa  limitatae,  lineis  pallidioribus  subcircinantibus  nota- 
tae,  primo  sordide  pallideque  testaceae  dein  arescentes  albido- 
cinerascentes  ;  perithecia  saepius  epiphylla  laxissime  gregaria, 
inordinata,  epidermide  tecta,  ostiolo  papillulato  pertuso  perforata 
(120-150  \j.  diam.),  membranácea,  contextu  parencLymatico  fusco- 
fuligineo ;  asci  antice  longiuscule  attenuati  acute  rotundati  cras- 
siusculeque  tunicati,  postice  subrotundati  brevissime  crasseque 
pedicellati  (55-60  ;j,  ^  12  y,) ;  sporae  leniter  inaequilaterales  utrim- 
que  acutiuscule  rotundatae  (20  ;;.  =  4  ¡/),  ad  septa  non  constrictae, 
oblique  di-v.  tri-sticliae. 


EUDARLUCA   8peg.  (n.  gen. 


Chai-.  Peritliecia  e  globoso  lenti- 
cularia  i)arenchymatica  ,  glabra 
ostiolata;  asci  cylindracei  para- 
pliysati  octospori;  sporae  cylin- 
draceo-fusoideae  liyalinae  v.  fu- 
mosae,  2-septatae. 

Genus  i)ulcliellum  in  Uredmi- 
hvs  (an  semper  f)  parasiticum, 
statum  ascophorum  JJarlucarum 
proferens. 

54.     EUDARLUOA     AUSTEALIS     Speg. 

(n.  sp.) 

Diüff.  Cbaracteribus  generis  in-ae- 
dita;  contextu  i)eritheciorum  fus- 
co fuligineo. 

Hab.  In  Urcdiiie  cannae  Yint.  ad 
folia  viva  Cannae  cujusdam  in 
hortis  Sao  Paulo. 

Ohs.  Perithecia  o-5-gregaria  erum- 
pentia  nigra  glabra  (80-100  ;x 
diam.)  impresso-ostiolata,  coria- 
cella,  contextu  circa  ostiolum  atro 


—  23  — 

opaco  ambitii  ]k>11u('Í(1o  minute  (1<mis(miiu'  ]>ai'«'ii(*liyiiiatico  fnli<>ineo 
(iioiicyaneo!);  asci  anticeobtiiserotuiidati  ciassiiisctiihMiiU'  tunicati, 
postice  breviter  cuiieati  in  pedicello  brevissimo  crassiusculoque 
producti,  paraphysibiis  tiliformibus  longioribus  obvallati  ((50  ¡a  = 
10  ;x),  octos])ori ;  sporae  obliquo  distichac  (10-20  =  4  y.)  ad  scpta 
lenissimc  coiistrii'tulac,  lóculo  medio  8aei)ius  leniter  tumidiore, 
juimo  liyalinae  serius  t'umosae,  utrimiue  acutiusi-ule  rotuudatae 
rectae  v.  leuissime  iuaequilaterales. 

.").").  :Mktasimiakkia  pai^li8TAna  Speii.  ("•  sj).) 

J)i(((l.  ^Maeulae  i)arvulae  determiuatae  suboibiculares,  ad  liyi)ophyl- 
lum  saepius  epidermide  vestitae,  ad  e])ipliyllum  epidermide  orba- 
tae  pei'itliecia  liyjxtpliylla  subeiumi)eiitia  pusilla  coriacella ;  asci 
ñisoideo-clavulati  ])araphysati ;  sporae  bacillares  primo  l-blastae 
dein  triseptatae  liyalinae. 

Hah.  Ad  folia  lauíiuida  coriácea  ignota  Agua  branca,  Isolamento, 
Sao  Paulo. 

Obs.  Maculae  numerosae  suborbiculares  (3-1  mm  diam.),  ambitu  repan- 
do-determinatae,  venulis  calloso-incrassatulis  limitatae,  per  aetateni 
saepe  fnistulatim  deciduae  ac  folium  eroso-perforatiTm  relinquentes, 
fusco-testaceae ;  peritbecia  pauca  in  quaque  macula,  hypophylla 
e  globoso  hemispLaerica  (120-150  [j.  diam.)  papillulato-ostiolata, 
contextu  indistincto  oliváceo ;  asci  antice  attenuato-rotundati  sub- 
crassiuscule  tunicati,  postice  cuneati  sensim  in  pedicello  gracili 
atteniiati  (GO  [j.  =  6-7  ¡z),  parapbysibus  consijicue  longioribus  gra- 
cillimis  densiuscule  obvallati ;  sporae  rectae  v.  oblique  disticbae 
non  V.  lenissime  curvulae,  polo  supero  obtiisiore  infero  acutiore 
(10-12  [j.  =  2-2,5  ¡j,),  ad  septa  non  constrictae. 

56.  Metasphaeria  Usteri  Speg.  (n.  sp.) 

Biag.  Maculae  elongatae  arescentes,  areola  purpurascente  cintae; 
peritbecia  erumpenti-superticialia  pusilla ;  asci  subcylindracei  dense 
parapbysati ;  sporae  5-septatae  fusoideae  liyalinae. 

Ral).  Ad  folia  lánguida  Sacchari  officinarum  in  cultis,  Ercila. 

Obs.  Maculae  anipbigenae  primo  totae  obscure  sanguineae  parvae, dein 
longiusculae  (10-30  mm  =  2-4  mm)  pallidiores  subindeterminatae, 
centro  arescenti-pallescentes ;  peritbecia  ampbigena  in  centro  ma- 
cularum  sjiarsa^  primo  epidermide  tecta,  dein  erumpentia,  subglo- 
bosa  (90-120  ¡j.  diam.)  ostiolo  minuto  vix  papillato  perforata,  tenui- 
membranacea,  contextu  dense  minuteque  jiarencbymatico  fuligineo ; 
asci  e  cylindraceo  lenissime  obclavulati  (60  [j.  =  12  ;x),  ápice  obtuse 
rotundati  crasseque  tunicati,  basi  brevissime  noduloseque  pedicel- 
lati,  parapbysibus  tenuibus  longioribus  densiusculis  obvallati  ; 
sporae  oblique  disticbae  subfusiformes,  primo  subtorulosae  grosse 


—  24  — 

6-guttiilatae,  deiii  5-septatae,  ad  septum  medinin  taiituní  coii.stric- 
tae,  ntrimque  acutiiiscnlae  (20  ¡x  =  4  ¡x),  hyalinae. 

57.  Phyllachora  apiculata   Speg.  =  Speg.,  Fung-.  Arg.  n.  v.  cr., 
11.  057. 

Hab.  Ad  folia  viva  Panici  cujiisdaiii  pi'ope  Sao  Paulo. 

58.  Phyllachora  guavira  Speg.  =:  Speg.,  Fuiíg.  Guar.  11°,  n.  103. 
Hab.  Ad  folia  coriácea  arbusculae  ignotae  in  hortis  Sao  Paulo   et 

Ipiraiiga. 

59.  Phyllachora  ipirangae  Speg.  (ii.  sp.) 

Biag.  Maculaenullae;  stromata  innata  minuta  ampliigena  orbicularia 
opaca  nigra  laevia,  loculis  epipliyllis  immersis  minutis  :  asci  sub- 
cyliiidracei  paraphysati ;  sporae  ellipticae  continuae  hyalinae. 

Hab.  Ad  folia  lánguida  Uugeniae  cujusdam,  Ipiranga  Mo^a. 

Obs.  Stromata  planissima  (1  mm  diam.)  ntrimque  vix  prominula  eximie 
determinata  intus  extusque  nigra,  maculis  nullis ;  loculi  pusilli 
(100-120  ¡j.  diam.),  albo-nucleati  poro  minutissimo  ad  epiphyllum 
perforati ;  asci  ápice  subtruncato-rotundati  crassiusculeque  tunicati 
medio,  v.  parum  iiifra,  subincrassati,  basim  versus  cuneato-atte- 
miati,  inpedicello  brevi  producti  (80-90  ;x^=  10-12  ¡a),  parapliysibus 
filiformibus  longioribus  obvallati ;  sporae  mono-v.  di-stichae  ntrim- 
que subacutiuscule  rotundatae  (15-16  [j.  t=z  8  ¡j,),  primo  grosse 
1-2-guttulatae  dein  continuae. 

Species  a  caeteris  in  MyrtaceÍH  vigentibus,milii  cognitis,  distinc- 
tissima. 

60.  Phyllachora  párvula  Speg.  (n.  sp.) 

Biag.  Stromata  innata  amphigena  minuta  angulosa,  ad  hypopliyllum 
1-4-bullosa,  nigra  subopaca ;  loculi  globosi  constipati ;  asci  sub- 
cylindracei  paraphysati ;  sporae  elongato-ellipsoideae  biguttulatae, 
hyalinae. 

Hab.  Ad  folia  viva  v.  lánguida  Lanraceae  f  cujusdam  Morca  perto  de 
Sao  Paulo. 

Obs.  Maculae  nullae  ;  stromata  parenchymate  innata  polygono-angu- 
losa  (0,5-1,5  mm  diam.),  sparsa  rarius  hinc  inde  gregaria,  rarissime 
3-4-contluentia,  utrimque  manifesta,  sed  melius  ad  hypophyllum 
ubi  1-4-bullosa,  nitidula  ;  loculi  astomi  hypophylli  iiapuloso-prorai- 
nuli  globoso-sublenticulares  (120-150  \}.  diam.),  núcleo  albo  farcti ; 
asci  ápice  truncato-rotundati  deorsum  leniter  incrassatuli,  basi 
cuneati  brevissime  pedicellati  (85-100  ¡j,  =  10-14  ¡a),  plus  minusve 
paraphysati;  sporae  utrimque  acutiuscule  rotundatae  rectae  (16-18  \j. 
=  5-6  ¡jl),  laevissimae. 


25  — 


Specios  Ph.  soda   V.  lleini.  aftinis  sed  corto  distincta  maculis 
(leftoioiitiii  piaooipuo. 

01.  Phyllaciioka  VERiiíEBiTYENSis  Spog.  =  Spog.,  Fuiífi.  (luar.  I", 
n.  274. 
ITab.  A(l  folia  lánguida  Miconiae  oiijn.sdain  i)rope  Sao  Paulo. 

(>2.  Phyllachora  peribebuyensis  Spog.  rar.  bmchycarpa  Speg. 
Hah.  Ad  folia  lánguida  ^^('Ja,stom(lce((e  cujusdam  ])ropo  Sao  Paulo. 
Obíi.  Stronuita  i»ulviuulato-8uporrtcialia  medio  .substii)itato-a(lfixa  ut 
in   Coccoidea  P.  Henn.;  specimina  quae  adsunt   a  tipo  recedunt 
sporis  nonnilül  brevioribus  (10-14  ;^,  =  5-7  ;x). 

03.  Phyllachora  peribebuyensis  Speg.  var.  hullosa  (Wntr). 

Hab.  Ad  folia  et  ramulos  vivos  Melastomaceae  eujusdaní  Ipiranga, 

Ca  ni  buey  ot  Mo(;a. 
Ohs.  Specios  certe  a  praecedente  nullomodo  separanda  etsi  babitu 

distinctissinia  ;  banc  ob  caussam  genus  Coccoidea  P.  Henn.  a  Pliyl- 

lachora  non  liniitatuni. 

04.  Phyllachora  tropicalis  Speg.  =  Speg.,  Fung.  Arg.  IIF,  n.  07. 
Hal).  Yulgatissinia  ad  folia  viva  Myriacearum  circa  Sao  Paulo. 

Ohs.  Pseudophacidium  myrtacearum 
Eebm  facillime  huc  ducendmn, 
sed  ego  semper  lóculos,  saepe 
magnos,  sed  numquam  ascomata  ,^  ^ 

inveni ! 

05.  Phyllachora  Usteriana  Speg. 

(n.  sp.) 
Biag.    Maculae    nullae;    stromata 

epiphylla  innata  pusilla  gregaria 

1-locularia;  asci  fusoidei  apara- 

physati;  sporae  fusoideae  utrim- 

que  subglobose  rotundatae. 

Hah.  Ad  folia   coriácea  arboris 

ignotae  cujusdam  propio  Ipiranga. 
Ohs.  Species  a  genere  stromatum 

fabrica  praecipue  recedens.  Stro- 
mata parenchymate  innata  ejii- 

dermide  adnato-tecta,  vix  promi- 

nula,  densiuscule  subcircinantia 

pusilla  (150-250  [x  diam.),  num- 
quam confluentia;  loculiin  quoque 

stromate     solitarii,     subglobosi 


26 


(80-100  [X  diam.),  núcleo  albo  farcti;  asci  ntrimqiie  atteiiuati,  ápice 
acntiuscule  rotiindati  aparapbysati  v.  parce  pseurtoparapliysati, 
pedicello  brevi  suft'ulti  (00  [}.  =  12-15  ;j-),octospori ;  sporae  fusoideae 
rectae  v.  leniter  inaequilaterales,  utrimqne  nodulo  subgloboso 
ornatae  (2G-30  [j.^=  5-C  ;j.),  continuae  v.  obsolete  diblastes,  byalinae. 

00.  Phyllachoea  vernicosa  Speg.  (n.  sp.) 

])ia(j.  Stroniata  innata  deterniinata  lepando-an^ulosa  extus  nigra,  ad 
epipbyllum  praecipue  nitidissinia,  intus  albida  ;  loculi  nuraerosi 
mimiti  inimersi ;  asci  subfusoidei  aparapbysati ;  sporae  ellipticae 
parvae  byalinae. 

Hah.  Ad  folia  viva  coriácea  arboris  ignotae  cujusdain  (Luumceae  f) 
Villa  Leopoldina,  Lapa. 

Obs.  Stromata  majuscula  (3-10  mm  diaiii.)  ad  epipbyllum  planissima 
nitentissima  ad  bypopbylluní  conca^iuscula  nervuloso-reticulata 
minus  vernicosa,  anibitu  eximie  a  nervulis  anoulose  liniitata;  loculi 
stromate  intus  albido  immeisi,  ad  bypopbylluní  minute  ostiolato- 
pertusi,  globosi  (120-150  \j.  diam.);  asci  e  fusoideo  subclavulati, 
ápice  obtuse  rotundati,  deorsum  cuneati  atque  in  pedicello  breviu- 
sculo  attenuati  (00-70  ¡x  =  12-14  ;x),  parapbysibus  filiíbrmibus  sat 
numerosis  circumdati ;  sporae  recte  \.  oblique  mono-v.  di-stichae 
ellipsoideae  (10-12  ■).  =  5-0  •/),  grosse  biguttulatae  v.  diblastes. 

07.  Phyllachoea  vernicosa  Speg-.  xnr.  pa^mlosa  Speg. 

Hah.  Ad  folia  viva  coriácea  arboris  ignotae  (Lauraccae  ?)  cujusdam 

in  Horto  botánico  paulistano. 
Ohs.  Varietas  a  typo  recedit  stro- 
matibus  minus  vernicosis  et  ad 
bypopbyllum,  ob  lóculos  promi- 
nulos,  minute  papulosis.  Ascis 
(50-00  ;a  =  10  ;j.)  et  sporis  (12-13 
[X  =  8-9  [/)  fere  ut  in  tyi)o. 

08.     OXYDOTIS     INSIGNIA      SpCg.      (u. 

sp.) 
Dia(j.  Maculae  fuscescentes  su- 
bindeterminatae  ampbigenae  ; 
stromata  ampbigena  utrimque 
convexula  atra  opaca  subsclero- 
tiacea ;  loculi  minuti  ad  bypo- 
pbyllum  ostiolati;  asci  elliptico- 
fusoidei  parapbysati  ;  sporae 
fusoideae  sublunatae  v.  sigmoi- 
deae  4-guttulatae. 


—   27   — 

Mah.   A(l  toliii  ¡'Jiif/tiiitír  ciijnsdimí  jtvo])»'  I]»ir!iii<iii  M(M'íi. 

Obii.  8tvoin;it;i  [>aiviicliymato  iimata  lepaiKlo-suborbiciiIaria  (1-1*,")  iiiiu 
(liam.)  «luiiuscula  subcarbonacea  iiitus  oxtiisiiuc  iii^cnima  ad  epi- 
pliylluiii  vi\  promiuula  saepius  <)bs()lcte  (niu'rascA'nti-sípiarrulosa 
punctnlata  \.  coiicaviiuscula,  ad  bypophylhiin  pulvinulata  non  v. 
vix  bullosa,  senqx'i'  macula  sórdido  íuvsco-í'crniuiíu'a  latinscula  sub- 
deteriniíiata  ciiicta  :  locidi  ^lobosi  v.  c  iimliía  prcssioiu^  aii^^ulati 
(125-1 7.")  ;xdiaiii.)  núcleo  allxt  farcti  ad  liy]»oi»liy]luni  a(li>rcssi,ostiolo 
minuto  ]>crfoiati :  asci  anticc  obtusi  cnissiusculcíiuc  tunicati  jxtsticc 
cuneati  brcviusculc  pcdiccllati  (KKMlM»  ;;,  ^=  l.")-LM)  ;;,)  i)arapliysil)us 
filiformibus  subloni^ioiibus  obvallati ;  si)orac  disticliae  v.  conglo- 
batac  utiimquc  acutissimac  4-blastae  (¿"io-ííO  ;j,  =  8  y,),  «erins  forsan 
didymae  (40  ;x  =  S  ;;,)  utrimque  appcndicc  clon<;ato-conoidea 
(10-12  /)  auctac.  sciujk't  tauu'n  liyalinae. 

09.  Ploweightia  Hieronymi  (Speg.)  Speg.  =  Si)eg.,  Fung.  Arg.  IV", 
n.  180  (Sub  DofhideUa). 
Hah.  Ad  raniulos  ílHccharidiH  cnjusdam  in  Horto  botánico  paulistano 

et  iirope  Ipiíanga. 
Ohs.  Eamnli  infecti  abortivi  sclerotiacei  subglobosi  (2-3  mm  diam.) 
nigri  laeves  carbonacei  ;  locnli  constipati  periphaerici  niinuti 
(90-100  \j.  diam.)  núcleo  albo  farcti;  asci  e  cylindraceo  obclavnlati 
(80  [}.  =  18  ¡x)  aparapliysati ;  sporae  disticliae  ellipsoideo-cylindra- 
ceae  utriuiqne  obtnsinsculae  (22-26  [x  =  G-7  [j.)  medio  nniseptatae 
non  Y.  tíx  constrictae  Lyalinae. 

70.  MoNTAGiVELLA   OPUNTIAIIUM   Speg".  ==   Speg.,   Fnng.    Gnar.   IF, 
n.  117. 

Hab.  Ad  cladodia  lánguida  Opuntiae  cnjusdam  proi)e  Sao  Paulo. 

71.  ASTERINA  DISPAR  Speg.  var.  paraphysata  Speg. 

Hah.  Ad  folia  viva  Myrtaceae  cujusdam  in  liortis  Sao  Paulo. 

Obü.  Specimina  brasiliensia  a  typicis  vix  recedunt  ascis  obovatis 
(60-80  [j.  =  30-40  ¡x)  parapliysibus  submucosis  obvallatis,  sporarum 
lóculo  supero  spliaerico  (16  ¡x  =  16  ;;,)  infero  conoideo  (12  ¡x  =  10  [x) 
acutiusculo,  adhuc  hyalinis  visis. 

72.  ASTERINA"?   MEGALOSPERMA  Speg.    (u.   sp.) 

Biaf/.  Maculae  nullae ;  i^erithecia  bine  inde  laxe  gregaria  astoma, 
subiculo  nullo  v.  parcissimo  cincta ;  asci  late  obovati  pseudopara- 
Ijhysibus  subparenchy matice  coalescentibus  commixti ;  sporae 
majusculae  elliptico-cylindraceae,  loculis  serius  secedentibus, 
liyalinae. 

Hah.  Ad  folia  coriácea  Myrtacearum  quarnmdam  circa  Ipiranga. 


—  28  — 

Obs.  Perithecia  submajiiscula  (250  y,  diam.)  scntata  centro  radiato- 
fimbriata  dehiscentia,  contextu  siibiiidistincto  brevissime  pro- 
senchymatico,  ambitn  repaudulo-deiiticulata  subiculo  parcissimo  e 
fibris  rectiiisculis  oijposite  ramosis  hypliopodiis  destitiitis,  ciiicta ; 
asci  pauci  substantia  mucoso-parenchymatica  hyalina  comitati, 
antice  obtusissime  rotiindati  postice  breviter  cuiieati,  pedicello 
par\riilo  iiodulosoque  siift'ulti  ((50-70  [j.  =  40-50  y,),  crasse  tunicati 
octospori ;  sporae  coiíglobatae  rectae  v.  curvulae  utrimque  subacu- 
tato-rotimdatae  (35-4:0  ;j,  =:  11-15  [x)  laeves,  lociilis  facillime  sece- 
dentibus,  byalinae  (an  demum  fu]ií>ineae  "?). 

73.  ASTERINA  VIRESCENS    Speg.  (ll.  Sp.) 

Diag.  Maciilae  nullae ;  peritliecia  scntata  atia  hypotliallo  submuce- 
dineo  parenchymatico-radiante  subhyalino  iiisidentia ;  ascis  sub- 
cylindracei  paraphysati ;  sporae  siibcyliiidraceae  medio  1-septato- 
constrictae,  loculis  diblastis,  byalinae. 

Hah.  Ad  folia  viva  Bignoniaceae  cnjnsdam  Ipiranga  Cambucy. 

Obs.  Peritliecia  epipliylla  astoma  radiatiin  deliiscentia  margine  vix 
repandula  (200-220  ¡k  diam.)  contextu  miniitissime  parenchymatico 
radiante  oliváceo  subopaco,  areola  liypotballina  latiuscula  ocnlo 
mido  sordide  albescente,  siib  lente  e  celliilis  cuboideis  seriatim 
radiantibiis  grosse  l-gnttulatis  constituta,  cincta ;  asci  subcylin- 
dracei  antice  obtusissime  rotundati,  pariim  médium  infra  leniter 
incrassatuli,  postice  cuneati  breviuscule  pedicellati  (80  ;x  X  10  [x), 
parapliysibus  filiformibus  vix  longioribus  ápice  minute  incrassa- 
tuli obvallati  octospori,  jodi  ope  milla ;  sporae  oblique  disticbae 
utrimque  obtusiusculae  (16-20  ¡j.  =  1  ;x). 

Species  sat  dubiosa  liypotliallo  liclienino  sed  gonidiis  non  visis. 

74.  AsTERELLA  Balansae  (Speg.)  var.  macrocarpa  Speg. 

Hab.  Ad  folia  coriácea  Myrtaceae  cujusdam,  Villa  Leopoldina  Lapa. 

Obs.  Specimina  brasiliensia  a  typo  recediint  ascis  majoribus  angustio- 
ribusque  (50-60  ix  =  20-25  v.);  sporae  elliptico-obovatae  (20  [;,--=  10;/), 
loculis  subaequilongis  sujiero  ovato  obtuso  infero  conoideo  acuto, 
primo  byalinae  dein  plus  minusve  intense  fuligineae. 

75.  ASTERELLA  MELASTOMATIS    (Lév.)  Speg. 

Hab.  Ad  folia  Melastomaceac  cujusdam  i)rope  Ipiranga. 

7 6.  AsTERELLA  PuiGGARii (Spcg.)  Spcg.  =  Speg.,  Fung. Arg.  IV, n.  144. 
Sab.  Ad  folia  coriácea  arbuscnlarum  ignotaruin  circa  Sao  Paulo  et 

Ipiranga. 

77.  ASTERELLA  VAGANS  (Speg.)  Speg.  =  Speg.,  Fung.  Guar.  II,  n.  127. 
Hah.  Ad  folia  viva  Lantanae  cujusdam  in  liortis  Sao  Paulo. 


—  29  — 

78.  ASTERELLA   VALIDA   SpCJi.    (ll.  f^l».) 

Diag.  Subiculnm  epinliylhmi  atium,  i»eiitli('cia  laxe  cüii>stii)ata  astoma 
sustinoiis,  liyphis  dousiuscule  iiitertextis  eft'ürmatum ;  asci  obovati 
aparapLysati  e  núcleo  proligero  olivascente  exsurgentes ;  sporae 
ellipticae  1-septato-constrictae,  majores,  primo  hyalinae  dein  fuli- 
ginoao. 

Mal).  A(l  lolia  coriácea  arbusculae  ignotae  cujusdam  Ipirauga  até 
Mo^a. 

OhrS.  Plagulaesiibiculi  <»rbiciilares(3-Smiii  diauí.)  araclinoideaematrice 
arctiuscule  adiiatae  atro-fumosae,  ex  liyphis  (5-7  ¡xcrass.)  septiilatis 
flexuosis,  hypliopodiis  destitutis,  efformatae ;  perithecia  in  centro 
plagularuiu  plus  minusve  gregaria;,  dimidiata  (150-220  ¡x  diam.), 
stellatii)>  deliiscentia  margine  ñmbriatula  membranácea  contextu 
dense  i)arenchymatico  radiante  subpellucido  donata ;  asci  antice 
obtusissimi  crasseque  tunicati  postice  rotundato-cuneati  brevissime 
minuteque  pedicellati  e  nodulo  centrali  subparencbymatico  chlorino 
exsnrgentes  (70  [j,  =  50  ¡j.)  octospori,  túnica  i^er  aetatem  fuscescen- 
te ;  sporae  conglobatae  medio  validiuscule  constrictae  utrimque 
obtusiusculae  (28-o0  ¡x  =  12  ;x)  loculis  subisomorphis. 

79.  Seynesia  brasiliensis  Speg.  (n.  sp.) 

Biag.  Perithecia  submajuscula  plagulis  nubilosis  subiculi,  bypliis 
septulatis  hypliopodiis  destitutis,  conflati  insidentia ;  asci  ellipsoi- 
dei  dense  parapliysati ;  sporae  elliptico-obov^atae  medio  uniseptato- 
constrictae. 

Hah.  Ad  folia  coriácea  arboris  ignotae  cujusdam  Ipiranga  até  Cam- 
bucy. 

Ohs.  Subiculnm  epipliyllum  quandoque  vix  evolutum  araclinoideum 
quandoque  membranaceum  arete  matrici  adhaerens  i^lagulas  sub- 
orbiculares  (2-5  mm  diam.)  saepe  confluentes  eíformans,  hyphis 
reticulato-  intertextis  septulatis  (5-6  ¡x  crass.)  constitutum  -,  peri- 
thecia laxe  gregaria  vix  convexula  (250  [/  diam.)  ostiolo  majusculo 
(25-30  [j.  diam.)  pertusa,  coriacella  opaca,  contextu  indistincto 
ambitu  vix  creniúato-fimbriata ;  asci  antice  subtruncato-rotundati 
crasseque  tunicati  postice  cuneati  breviter  crasseque  stipitati 
(80-100  [j.  =  20-25  [j.),  paraphysibus  filiformibus  vix  longioribus 
densiuscule  obvallati ;  sporae  oblique  distichae  medio  validiuscule 
constrictae  (24-25  ¡j.  =  12  [x),  loculis  subaequilongis^  supero  ovato 
obtusiore  infero  subconoideo  acutiore,  diu  hyalinae,  postremo 
fuligineae. 

80.  ASTERIDIUM  PAULISTANUM    Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Perithecia  epiphylla  laxe  gregaria  subiculo  destituta  párvula 
ambitu  flmbriato-reticulata    astoma,   stellatim  dehiscentia  ;    asci 


30 


obovati  aparapliysati ;  sporae  elongato-subclavulatao  5-9-septatae 
ad  septum  médium  tantum  constrictae  hyalinae. 

Hab.  Ad  folia  coriácea  Myrtacearum  prope  Ipiranga. 

Ohs.  Peritliecia  larissime  Lypophylla  matrice  arctiuscule  adnata 
dimidiato-scutata  centro  prosenchymatica  ambitu  subanhysta  pal- 
uda, margine  reticulatim  fimbriolata  (150-200  ;j,  diam.);  asci  antice 
obtuse  rotundati  crasseque  tunicati  postice  cuneati  brevissime  eras- 
seque  iiedicellati  (00-70  [j.  =  25-30  [x)  octospori ;  sporae  conglobatae 
rectae  v.  lenissime  curvulae  utrimque  acutiuscule  rotundatae 
(32  36  ¡j,  =  6-7  [/)  primo  5-,  dein  7-,  postremo  9-septulatae,  liyalinae. 
Species  vulgata  sed  fere  semper  sterilis.  Micropeltis  membranácea 
Speg.,  Fiing.  Puig'.  n.  366,  peritheciis  astomis  donata  ad  lioc  genus 
pertinet  et  Asteridium  memhranacenm  Speg.  vocanda. 

81.  Saccakdinula  Usteeiana  Speg.  (n.  sp.) 

Biag.  Subiculum  nullum  v.  vix  manifestum;  peritliecia  sparsa  dimidia- 

ta  convexula  pusilla  astoma 
stellatim  dehiscentia;  asci 
obovati  aparapliysati^  sporae 
mediocres,  o-7-muraliter  sep- 
tatae,  primo  túnica  mucosa 
ampia  vestitae. 
Hah.  Ad  folia  coriácea  Coffeae 
et  Myrtacearum  in  Horto 
botánico  i)aulistano. 
0//.S'.  Peritliecia  saepius  liypo- 
l)liylla  sparsa  v.  liinc  inde 
laxe  gregaria  liemisi)liaerico- 
peltata  (100-120  ;j.  diam.) 
convexula  coriacella  contextu 
indistiiicto,  centro  per  aeta- 
tem  stellatim  deliiscentia,. 
margine  fimbriatula  atque 
subiculo  tenuissimo  parcissi- 
moque  toruloso-celluloso  cinc- 
ta  asci  antice  obtusissime 
rotundati  crassiusculeque  tu- 
H  nicati   postice  subrotundato- 

cuneati  brevissime  crasseque  pedicellati  (50-60  \i  =  20-10  ;j.)  apara- 
lihysati  octospori ;  sporae  conglobatae  elliptico-fusoideae  utrimque 
obtusiusculae  primo  dense  cribroso-guttulatae  (35  ;x  r=  10-12  ¡x), 
túnica  crassissima  (5  [j.  crass.)  mucosa  liyalina  vestitae  dein  trans- 
verse  7-septatae,  ad  septa  constrictae,  praecipue  ad  médium,  loculis 


—  31  — 

septis  alteris  long-  itudinnlibiis  1  v.  L*  «livisis,  imdií  v.  foro  soinper 
(25  28  ij.  =  S-10  y.),  liy:iliii:i. 

Spocies  Yiiljiata  videtur,  sporis  iiiucoso-vestitis  niox  digiiosceiula. 

82.  MiriíopiiYMA  PuiGGAiíii  Speg-.  ==  Sp^í».,  Fuiíj^-.  Piiij^'.  n.  332. 
Hnh.  Ad  folia  viva  Spircac  cantouicnsis  in  llorto  botánico  paiilistano. 

83.  COOKELLA  PAULISTANA   SpCfi'.   (ll.   Sp.) 

I)i(((j.  Stroiiiata  leiiticiilaiiapiisillaatra glabra;  asci  obovati  deorsiim 
iiinboiiati  octospori ;  sporae  ellipticae  triseptatae,  loculis  septo 
altero  longitudinal  i  divisis,  liyalinae. 

Hab.  Ad  folia  viva  Bt'yiioniaceae  cujusdaní  in  dumetis  Ipiranga  até 
Cambucy. 

Obs.  Subiculum  et  maculae  nullae  ;  stromata  amphigena  superflcialiar 
(150-200  ;j,  diam.)  atra  coriacella  intns  pulposo-albida ;  asci  palpa 
immersi  nnmerosi  subpyriformes  (40  ¡j.  =  30  ¡x)  antice  obtnsi  eras- 
seque  tunicati  postice  umbonati ;  sporae  conglobatae  utrimque 
obtusae  (18-20  \j.  =  9-10  y.)  ad  septum  médium  constrictae.  In  iisdem 
stromatibus  adsunt  loculi  pusilli  (50  ;x  x  30  ¡j.)  penicillum  sterig- 
matum  flliformium  (30  [i  X  1  [j)  hyalinorum  gerentes  atque  sporulis 
ellipsoideis  continuis  utrimque  acutiusculis  (4-5  ;x  =  1,5  y.)  cblo- 
rinulis  farcti. 

81.  Lecanidium  paulistanum  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Ascomata  erumpenti-saperficialia  i^arva  sessilia  margine  acuta 
integra,  disco  fusco-nigrescentia,  intus  alba ;  asci  cylindracei  con- 
stipati  parapliysati ;  sporae  triseptatae  liyalinae. 

Hab.  Ad  ramulos  emortuos  arbusculae  ignotae  cujusdam  Ipiranga. 

Obs.  Maculae  nullae ;  ascomata  i^atellaria  sessilia  dorso  convexula 
nigTa,  disco  planiusculo  imijressa,  margine  augusto  acutiusculo 
calloso  cincta,  intus  alba,  coriácea  (0,5-1,5  mm.  z=:  0,25-0,75  mm); 
asci  e  cylindraceo  subclavulati  ápice  subtruncato-rotundati,  postice 
attennati  atque  in  pedicello  breviuscnlo  producti  (90-100  \j.  = 
12-14  ¡j.),  jodi  ope  leniter  coerulescentes,  paraphysibus  filiformibus 
parum  longioribus  ápice  fusco-coalescentibus  densis  obvallati  ; 
sporae  rectae  v.  leniter  curvulae  utrimque  obtuse  acutatae  (1 G-20  i). 
=  4-6  y.)  ad  septa  constrictulae,  loculis  grosse  uui-guttulatis. 

85.  Phytophthoka  infestans  (Mntgu.)  DBy 

Hah.  Ad  folia  lánguida  Lycopersici  esciilenti  in  liortis  Sao  Paulo. 

86.  Plasmopaea  vitícola  (Berk.  et  O.)  Berl.  et  De  Toni 

Hah.  Ad  folia  lánguida  Vitis  viniferae  in  Escola  Polyteclinica,  Sao- 
Paulo. 


—   32   — 

87.  Phyllosticta  adeloica  Speg.  (n.  sp.) 

Bia.  Maculis  ampliigenis  irregularibus  eximie  limitatis  cinereo-are- 
scentibus ;  peritlieciis  saepiíis  epiphyllis  piisillis  latissime  ostiola- 
tis ;  sporulis  cylinclraceo-ellipticis  minutis. 

Hdb.  Ad  folia  coriácea  arbusculae  ignotae  cujiisdam  Cambucy  Ipi- 
ranga. 

Ohs.  Maculae  repando-orbicnlares  v.  angulosae  (2-8  mm  diam.),  am- 
bitu  linea  angiistissiiua,  inferné  incrassatulo-callosa  concolore, 
superne  plana  fuscescenle  cinctae,  sordide  cinereae;  perithecia 
erumpenti-snperficialia  laxe  gregaria  (60-90  ;x  diam.)  ostiolo  late 
aperto  (20-30  mm  diam.)  iimbilicato-perforata,  tenui  membranácea 
contextu  minute  denseque  parencliymatico  fuligineo  ;  sporulae 
rectae  v.  leniter  inaequilaterales  utrimque  subacutiuscule  rotun- 
datae  (4-6  ¡j.  =  2  \j)  liyalinae. 

88.  Phyllosticta  agnostoica  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculis  amphigenis  suborbicularibus  fusco-determinatis  ;  peri- 
tlieciis epiphyllis  laxe  gregariis  lenticularibus  astomis  %  nigris 
glabris ;  sporulis  ellipsoideis  minutis  biguttulatis. 

Hah.  Ad  folia  viva  Cedrelae  f  cujusdam  prope  Cambucy  Ipiranga. 

Obs.  Maculae  non  v.  parce  repandulae  (2-5  mm  diam.)  ad  liypophyl- 
lum  ferrugineae  ambitu  obscuriores,  ad  epipbyllum  plus  minusve 
sordide  cinerascentes  nitidulae  ambitu  zona  stricta  testacea  eximie 
limitatae ;  perithecia  centro  macularu^i  1-5-laxe  aggregata,  primo 
tecta  dein  erumpentia,  lenticularia  (80-100  [x  diam.)  coriacella, 
contextu  indistincto  opaco  fusco-atro  ;  sporulae  saepius  rectae 
utrimque  subacutiusculae  (5-6  ¡j,  =  1,5-2  ¡x)  hyalinae. 

89.  Phyllostiota  aporoica  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculis  repandis  amphigenis  fusco-limitatis  sordide  cinera- 
scentibus,  arescentibus  ;  peritheciis  pusillis  erumpentibus  minute 
ostiolatis  glabris  nigris ;  sporulis  subcylindraceis  grosse  bigut- 
tulatis. 

Hah.  Ad  folia  arboris  ignotae  cujusdam  in  Horto  botánico  paulistano. 

Ohs.  Maculae  amphigenae  repandulo-angulosae,  linea  non  callosa 
saepius  augusta  sordide  ftisco-testacea  cinctae  (3-10  mm  diam.) 
inferné  fere  semper  pallide  lateritiae  et,  quandoque  Coccis  tectae, 
superne  primo  fusco-cinerascentes  dein  albescentes ;  perithecia  laxa 
sparsa  lenticularia  (60-80  ;j.  diam.)  poro  minuto  pertusa,  contextu 
minute  denseque  parenchymatico  fuligineo ;  sporulae  rectae  v.  in- 
aequilaterales utrimque  obtusiuscule  rotundatae  (4-6  ¡j,  =  1,5-2  ¡x) 
hyalinae  sterigmatibus  parum  longioribus  tenuissimis  concoloribus 
suffultae. 


—  33  — 

90.  Phyllosticta  Cakicae-papayae  Alk'scli.  =  Sacc,  Syll.  Fung. 

XP,  p.  475. 
Hab.  Ad  folia  viva  Caricae  papa  yac  iii  Iloito  botánico  Sao  Paulo. 

91.  Phyllosticta  eriobotryae  Tluiein.  =  Sacc,  Syll.   Fiing-  111°, 

p.  5. 
Sah.  Ad  folia  lánguida  Eriobotryae  japonicae,  Ipiranga  Moí^a. 

92.  Phyxlosticta  heterospora  Speg.  (n.  sp.) 

Biag.  Maculis  ami>higenis  indeteiininatis  i)allescentibus ;  peritheciis 
epiphyllis  laxe  gregariis  late  ostiolatis ;  sporulis  ellipticis  v.  obo- 
vatis  medio  tumidulis  aut  eoarctatis  continuis  v.  rarius  1-septatis. 

Hah.  Ad  folia  lánguida  plantac  cujusdam  in  Horto  Escola  Polythec- 
nica  Sao  Paulo. 

Ohs.  Maculae  suborbiculares  (5-10  mm  diam.)  centro  biülosae  circi- 
natim  rugulosae,  ambitu  indeflnitae  fuscescentes ;  peritliecia  minuta 
(60-80  \j.  diam.)  tecto-prominula  epiphylla  glabra  olivácea,  ostiolo 
majusculo  (20  ;x  diam.)  perforata,  tenui  membranácea,  contextu  oli- 
váceo dense  minuteque  parenchymatico  donata  :  sporulae  rectae  v. 
inaequilaterales  utrimque  obtusiusculae  (8-11  [j.  ==  4-5  [j)  hyalinae. 

93.  Phy^llosticta  humerispora  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculis  saepius  epiphyllis  minutis  callosis  pulvinulatis  sub- 
determinatis  ;  peritheciis  paucis  pusillis  ostiolatis ;  sporulis  bacil- 
laribus  utrimque  rotundato-incrassatulis  majusculis. 

Hab.  Ad  folia  lánguida  arbusculae  cujusdam  (Cestrum  f)  in  Horto 
botánico  paulistano. 

Obs.  Maculae  repando-orbiculares  (0,5-2  mm  diam.)  convexo-promi- 
nulae  areola  angustissima  fusco-viol aséente  sublimitatae  cinereae 
saepe  confluentes  ;  perithecia  lenticularia  (90-120  ¡x  diam.)  innato- 
prominula  solitaria  v.  pauci-gregaria,  glabra,  ostiolo  minuto,  oliva- 
cea;  sporulae  saepius  rectiusculae  (14-16  [).  =  1,5-2  [x)  non  v.  grosse 
guttulatae  hyalinae. 

Species  a  Ph.  ulnispora  Speg.  (Ph.  osteospora  Speg.  (non  Sacc.) 
Fung.  Puigg.  n.  408)  longissime  recedens  ñeque  comparanda. 

94.  Phyllosticta?  leptosperma  Speg.  (u.  sp.) 

Diag.  Maculis  nullis  v.  obsoletis ;  peritheciis  numerosis  gregariis 
erumpentibus  glabris  ;  sporulis  suballantoideis  hyalinis. 

Sab.  Ad  folia  coriácea  arboris  cujusdam  ignotae,  Ipiranga  Mo9a. 

Obs.  Perithecia  epiphylla  epidermide  tecta  dense  gregaria  plagulas 
nubilosas  subcinerascentes  v.  confluendo  difformes  efficentia,  e 
globoso  lenticularia  astoma  !  ferruginea  glabra  membranaceo-car- 
nosula,  contextu  teataceo  minuto  denso  subimperspicuo ;  sporulae 

REV.    MUSEO   LA  PLATA.  —  T.   II.    (II,  4,  1908.)  3 


—  34  — 

cylindraceae  rectae  v.  leniter  ciirvulae  utrimque  obtusiuscule  ro- 
tundatae  (4-5  \}.  =  1  \j.)  eguttulatae. 

95.  Phyllosticta  Usteri  Speg.  (ii.  sp.) 

Diag.  Maciiüs  irregularibus  amphigenis  inferné  testaceis  superne  ci- 
ñereis stricte  calloseque  limitatis  ;  peritheciis  epiphyllis  ostiolatis 
glabris  parum  numerosis ;  sporulis  ellipsoideis  miniitis  liyalinis. 

Hab.  Ad  folia  lánguida  Coffeae  arahicae  in  Horto  Escola  Polytechnica 
Sao  Paulo. 

Obs.  Maculae  jjrimo  orbiculares  (3-5  mm  diam.)  dein  confluendo  dif- 
formes  ac  saepe  totum  folium  occupantes,  ad  bypoi^hyllum  laeves 
nitidulae  sordide  testaceae  ad  epipliyllum  centro  sordide  cinera- 
scentes  ambitu  pallidiores  v.  subpurpurascentes,  non  v.  vix  circi- 
natim  rugulosae,  linea  angustissima  callosa,  ad  liypoi^hyllum  prae- 
cipue  elevata,  abrupte  limitatae;  perithecia  epiphylla  sparsa  v. 
laxe  gregaria  epidermide  tecta  prominula  depressa  (50-90  ¡j.  diam.) 
membranácea  contextu  parum  distincto  parenchymatico  fuligineo ; 
sporulae  rectae  v.  leniter  inaequilaterales  utrimque  acutiuscule 
rotundatae  (4-6  ¡i  =  1,5-2  ¡a)  eguttulatae. 

96.  Macrophoma  paulistana  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculis  nullis ;  peritheciis  sparsis  erumpentibus  minutis  gla- 
bris ;  sporulis  cylindraceis  majusculis. 

Hab.  Ad  ramulos  vivos  et  lánguidos  Melastomaceae  cujusdam  Cam- 
bucy  Ipiranga. 

Obs.  Perithecia  lenticularia  (80-100  [a  diam.)  epidermide  velata  vix 
prominula  ostiolo  mediocri  perforata,  membranaceo-coriacella,  con- 
textu fusco  fuligineo  dense  minuteque  i^arenchymatico ;  sporulae 
rectae,  rarissime  medio  leniter  subattenuatae,  utrimque  rotundatae 
(24-26  [j,  =  6  [j,),  primo  2-4-guttulatae  dein  eguttulatae,  hyalinae. 

97.  Chaetophoma  incrustans  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Peritheciis  subiculo  stati  ascophori  insidentibus  pusillis  glabris 
ostiolatis  ;  sporulis  elliptico-obovatis  biguttulatis  hyalinis. 

Hab.  In  subiculo  Dimerii  incrustantis  ad  folia  ignota  Ipiranga. 

Obs.  Perithecia  hinc  inde  laxe  gregaria  subglobosa  (50-80  [x  diam.) 
minute  ostiolato-pertusa  atra  tenui  membranácea,  contextu  mi- 
nute parenchymatico  oliváceo  ;  sporulae  rectae  v.  inaequilaterales 
(4-6  [j.  =  2  ¡x). 

98.  Chaetophoma  meliolicola  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Peritheciis  ostiolatis  hemisphaericis  glabris  nigris  pusillis 
subiculo  stati  ascophori  insidentibus ;  sporulis  subcylindraceia 
utrimque  obtusissimis  i^arvis. 


—   35  — 

Hab.  Aíl  subiculuin  IHmerosporii  meliolicoli  ad  folia  Gaseariae  cujus- 
dam  Ipiranga  até  Cambucy. 

Obn.  Perithecia  liiiic  iiide  laxe  pauci-gregaria  (75-90  [j.  diam.)  ostiolo 
umbouato  portbrata  membranácea  contextu  pareiichymatico  mi- 
nuto fuligintío ;  sporulae  rectae  utrimque  obtusissime  rotundatae 
(8-10  ;j.  =  3-3,5  ¡x)  biguttulatae  liyalinae. 

99.  Chaetophoma  microspora  Speg-.  (n.  sp.) 

Diag.  Peritlieeiis  in  subiculo  steiili  parasitantibus  subiculo  proprio 
submembranaceo  i)aiencbymatico  insidentibu.s  subglobosis  umbo- 
natis  glabris  nigris ;  sporulis  pusillis  elliptico-ovatis. 

Hab.  Ad  folia  viva  Spireae  cmitoniensü  in  Ilorto  botánico  paiilistano. 

Obs.  Perithecia  bine  inde  laxe  gregaria,  snbiculo  tenuissimo  paren- 
cbymatico  liyphas  Asterinae  f  cujusdam  sterilis  bypophyllae  in- 
crustante suñulta,  e  globoso  pyriformia  v.  sublageniformia  (30-50  jx 
diam.),  ostiolo-perforata,  pellucida,  contextu  dense  minuteque  pa- 
renchymatico  oliváceo ;  sporulae  rectae,  utrimque  obtusiusculae 
(2-2,5  ;j,  =  1-1;25  ¡x)  eguttulatae,  hyalinae. 

100.  Chaetophoma  paulistana   Speg.  (n.  sp.) 

Didg.  Peritheciis  in  subiculo  fumagineo  quodam,  epiphyllis,  astomis 
globoso-depressis  glabris  ;  sporulis  ex  elliptico  ovatis  minutis. 

Hab.  Ad  folia  coriácea  arboris  cujusdam  ignotae,  Cambucy  Ii^iranga. 

Obs.  Perithecia  sparsa  v.  hinc  inde  pauci-gregaria  pusilla  (50-100  ¡^. 
diam.),  subiculo  heterogéneo  ?  oliváceo  superflcialia,  membranácea, 
contextu  dense  minuteque  parenchymatico  fuligineo ;  sporulae 
ellipticae  ovatae  v.  subnaviculares  utrimque  obtusae  (4-6  ¡x  =  2  ¡x) 
saepe  medio  leniter  coarctatulae  minute  biguttulatae  hyalinae. 

101.  Ypsilonia  vagans  Speg.  (n.  sp.) 

Biag.  Peritheciis  hemisphaerico-depressis  glabris  astomis  subiculo 
stati  ascophori  insidentibus;  sporulis  continuis  setulis  tribus  triplo 
longioribus  coronatis. 

Hab.  In  subiculo  Zulmliae  vagantis  ad  folia  arbuscularum  in  Horto 
botánico  paulistano. 

Obs.  Perithecia  pusilla  (75-90  ¡j.  diam.)  nigra  membranácea,  contextu 
minuto  denso  subimperspicuo,  sparsa  v.  laxe  gregaria  (an  inferné 
aperta  ac  dimidiato-scutata!);  sporulae  e  sterigmatibus  mox  dif- 
fluentibus  ipsas  aequantibus  ternatim  exsurgentes,  lineares  (10-15  ¡x 
=  1-1,25  ¡x)  continuae  hyalinae  ápice  setulis  tribus  rectis  acutis 
(30-50  [j.  =  1  ¡x)  concoloribus  coronatae. 

In  foliis  Spireae  cantoníensis  adest  forma  altera  (an  siaeciesf) 
cujus  sporulae  setulis  duobus  triplo  longioribus  altera  ipsas  tantum 
aequante  coronatae. 


—  36  — 

102.  CiciNNOBOLUS  Cesatii  DBy  =  Sacc,  Syll.  Fimg.  IIP,  p.  216. 
Hab.  Ad  folia  lánguida  cujusdam  in  Horto  Escola  Polytechnica  Sao 

Paulo. 

103.  AcTiNONEMA  ROSAE  (Lib.)  Fr.  =  Sacc,  Syll.  Fimg.  III",  p.  408. 
Hab.  Viilgatum  ad   folia   viva   v.  lánguida   Rosarum  in  hortis  Sao 

Paulo. 

104.  Phoma  glumicola  Speg-.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculis  cinerascentibus  subdeteiminatis;  peritheciis  erumpen- 
ti-innatis  ostiolatis;  sporulivS  parvulis  elliptico-avatis. 

Hab.  Ad  glumas  Oryzae  sativas  in  horto  Escola  Polytechnica  Sao 
Paulo. 

Obs.  Maculae  parum  manifestae  saepe  totam  matricem  occupantes  ; 
perithecia  laxe  gregaria  lenticularia  (75-100  \).  diam.)  glabra  atra 
ostiolo  latiusculo  perforata  tenui-membranacea,  contextu  grosse 
parenchymatico,  fuligineo ;  sporulae  rectae  v.  leniter  inaequilate- 
rales,  utrimque  obtusiusculae  (4-.5  [;.  =  2  ¡x)  eguttulatae. 
Status  sporuliferus  Phomae  ghimiculae  Speg  ! 

105.  Phoma  Usteriana  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculis  nullis ;  peritheciis  pusillis  seriatis  glabris  ostiolatis ; 

sporulis  subcylindraceis  hyalinis. 
Hab.  Ad  folia  árida  Orizae  sativae  in  horto  Escola  Polytechnica  Sao 

Paulo. 
Obs.  Perithecia  dense  seriatim  constipata,  primo  epidermide  velata, 

dein   erumpenti-prominula,   ex   hemisphaerico   depressa   (75-90   [j. 

diam.),  ostiolo  latiusculo  perforata,  membranácea,  contextu  parum 

distincto  oliváceo ;  sporulae  rectae  v.  leniter   curvulae   utrimque 

obtusiusculae  (6-8  ;x  =  2  ;/)  eguttulatae. 

Facillime   statum   sporuligerum    SphaereUae    Usterianae  Speg. 

sistens. 

106.  CoNiOTHYRiUM  Hariotianum  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculis  orbicularibus  amphigenis  arescentibus  cinerascentibus 
margine  elevato  acuto  limitatis ;  peritheciis  subglobosis  erumpen- 
tibus  subpuberulis  obsolete  ostiolatis  ;  sporulis  late  ellipticis 
hyalinis, 

Hab.  Ad  folia  lánguida  Oncidii  cujusdam,  Ipiranga  Mo5a. 

Obs.  Maculae  sparsae  orbiculares  (5-10  mm  diam.)  centro  cinera- 
scentes  v.  albescentes,  margine  fuscae  ;  perithecia  epidermide 
velata  vix  prominula  dense  gregaria,  circinantia  (60-80  ¡j.  diam.), 
coriacella,  contextu  indistincto  atro,  obsolete  puberula  et  ostiolata; 
sporulae  non  v.  vix  inaequilaterales  utrimque  obtusae  (6-8  [j.  =  4  \j.) 
minute  biguttulatae  olivaceo-fuligineae. 


—   37  — 

Species    statum    stylositoriciim     Vcnturiac   Hariotianae    Speg. 
sistens. 

lOO^K    DAKLUCA  AU8TUALIS  SpOji.  =  S]H'Ji-.,  Fuil^.  J>nai'.   11,  II.    KM». 

Hah.  Iii  UredinibKN  pliiribus  in  liortis  vnlgata,  Sao  Taulo. 

LONCHOSPERMELLA  Spoj»".  (ll.  JiCll.) 
Cha)'.  Poritliecia   subiilobosa  aiiticc  umlxmato-ostiolata  aiiliista,  po- 
stice  sessilia,  pareiichyíiuitica  ;   sponilae  laiiceolatae  iii  sterigma- 
tibus  subglobosis  quaternatim   acrogeiíae  coutinuae  v.  diblastes 
hyalinae. 

Gemís  Hyalodennatum  statum  stylosporicnm  sisteiis. 

107.  LONCIIOSPEllMELLA  TETRASPüRA    SpOg.    (ll.  !Sp.) 

Diag.  Peritlieciis  pusillis  sparsis  in  siibiciilo  Melíolae  parasitantibus 

glabris ;    sporulis   basi   abraj^te    obtuseque    coarctato-umbonatis, 

saopius  (liblastivS. 
Hah.  A(l  folia  coriácea  plantae  igiiotae  ciijiisclaní,  siibiciilo  líeliolae 

laxae  insidens,  Ipiranga  Moga. 
Obs.  Perithecia  atra  (100  \}.  alt.  =  <S0  ¡x  fliani.);  sporulae  aiitice  acu- 

tissimae  (30  ;a  =  7-8  \j)  erectae,  sterigmate  e  globoso  subobovato 

(5-6  \}.  diam.)  concolori  insititiae. 

108.  Septoria  baccharidicola  Speg.  (ii.  sp.) 

Diag.  Maciilis  ampliigenis  determinatis  fiiscis  parvis  ;  peritheciis 
epiphyllis  iiinatis  ostiolatis ;  sporulis  bacillaribus,  obsolete  trisep- 
tatis,  liyalinis. 

Háb.  Ad  folia  Baccharídis  speciei  ciijasdam  prope  Sao  Paulo. 

Obs.  Maculae  orbiculari-repandulae  parvae  (1-5  min  diam.)  linea  callosa 
atra  limitatae,  centro  sordide  subtestaceae  ;  perithecia  lenticularia 
(75-80  ;j.  diam.)  innato-erumpentia  membranácea,  glabra  iiigra,  primo 
epiderinide  tecta  dein  eriimpentia,  ostiolo  latiusculo  perforata, 
contextu  minute  <lenseque  parenchymatico  fuligineo ;  sporulae  e 
cylindraceo  lenissime  siibclavulatae,  superne  obtusiusculae  inferné 
acutiusculae  (30-35  [j.  =:  3  [j),  rectae  v.  sigmoideae. 
Species  cum  ^ept.  pingreae  Speg.  non  comparanda. 

109.  Septoria  drymidicola  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculis  amphigenis  callosis  determinatis  fuscis  ;  peritlieciis 
perpusillis  epipliyllis  ostiolatis  ;  sporulis  capillaribus  flexuosis 
continuis  hyalinis. 

Hab.  Ad  folia  lánguida  Drymidis  cuiusdam  in  liortis  Sao  Paulo. 

Obs.  Maculae  irregulariter  orbiculares  pulvinulato-prominulae  sub- 
orbiculares  (3-5  mm  diam.)  eximie  determinatae  fuscescentes ;  pe- 
rithecia centro  macularum  laxe  gregaria  innata  lenticularia  (65-80  [x 
diam.)  tenui   membranácea,   contextu  denso   subimjierspicuo   oli- 


—  38  — 

vaceo ;   sporulae  arciiatae    v.   sigmoideae  utrimqiie   acutíusculae 

(25  ;x  =  1  [J.). 

110.  Septokia  eugeniicola  Speg.  =  Speg.,  Fiing-.  Guar.  n.  v.   cr., 
n.  138. 

Hab.  Ad  folia  lánguida  Myrtacearum  in  lioitis  circa  Sao  Paulo. 

111.  Septoria  iiydbocotylicola  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculis  ampliigenis  determinatis  testaceis  areola  latiuscula 
atro-violascente  cinctis ;  peritheciis  saepius  epipliyllis  iiinatis  pu- 
sillis  ostiolatis  ;  sporulis  filiformibus  pluiiseptulatis  byalinis. 

Hah.  Ad  folia  lánguida  Hydrocotylis  cujusdam  circa  Sao  Paulo. 

Obs.  Maculae  repando-orbiculares  (0,5-4  mm  diam.)  nitidulae  saepe 
confluentes,  areola  pro  ratione  latissima  ad  epiphylluní  praecipue 
ornatae ;  peritliecia  lenticularia  (60-70  ;j,  diam.)  membranácea  con- 
textu  j)arencliymatico  fuligineo  sporulae  rectae  v.  flexuosulae 
utrimque  acutiusculae  (10-50  ;j.  =  1  [j.)  obsolete  3-septatae. 

Se2)t.  Spegazzinii  Sacc.  aftinis  sed  maculis  areola  latissima  atro- 
violascente  cinctis  distincta. 

112.  Septoria  Ipiranciae  Speg.  (n.  sp.) 

Biag.  Maculis  amphigenis  subt)rbicularibus  determinatis  arescenti- 
pellucidis ;  peritbeciis  epiphyllis  innatis  minimis  ostiolatis ;  spo- 
rulis arcuatis  v.  uncinatis  continuis  byalinis. 

Eah.  Ad  folia  lánguida  Bignoniaceae  cujusdam  Cambucy  Ipiranga. 

Obs.  Maculae  luce  transversa  inspectae  translucidae,  areola  discolori 
destitutae,  eximie  determinatae  (2-5  mm  diam.);  perithecia  depresso- 
lenticularia  (60-80  ]j.  diam.)  nervulis  insidentia  latiuscule  perforato- 
ostiolata,  tenui  membranácea,  contextu  parenchymatico  oliváceo ; 
sporulae  utrimque  acutiusculae  (30  ¡j,  =  1  ;x). 

113.  Septoria  oryzae  Catt.  var.  brmiliensi.s  Speg. 

Hab.  Ad  glumas  lánguidas    Oryzae  sativae  in  Escola  Polychtenica 

Sao  Paulo. 
Obs.  Specimina  brasiliensia  a  typo  recedunt,  sporulis  2-5-septulatis, 

subcrassioribus  (20-30  ¡x  =  3  ;j,),  leniter  chlorinulis. 

114.  Septoria  rosarum  West.  var.  leptosperma  Speg. 
Hal).  Ad  folia  Eosarum  in  liortis  Quedas  Sao  Paulo. 

Obs.  Maculae  parvulae  sabindeterminatae  candidae  areola  atro-vio- 
lascente cinctae;  perithecia  epidermide  nigrificata  tecta  adnataque 
(60-90  [j.  diam.)  núcleo  byalino  farcta ;  sporulae  curvulae  v.  flexuo- 
sulae continuae  utrimque  acutiusculae  (30-50  ¡j.  z=z  1  ¡j.),  hyalinae. 

115.  Septoria  tomates  Speg.  (n.  sp.) 

Biag.  Maculis  parvis  bullosis  sordide  subtestaceis  ;  peritlieciis  bypo- 


—  39  — 

phylliis  iiiiiato-promiiiulis  ostiolatis  luinutissiiiiis;  sponilis  filifor- 
mibus  (►bsolete  Hoptiilatis. 

Hah.  Ad  folia  lánguida  Lycopersíci  eaculenti  in  liortis  Silo  Paulo. 

Ohs.  ]Ma(*ulao  suborbiculaios  (l-.'>  muí  diauí.)  sao])e  couílucudo  totuui 
foliuui  obtejieutes,  subiudeteiiuiuatac,  ad  ('i)i[)liyHuui  coudaviuHcu- 
lae,  e  fusco  sordide  subtestaceae ;  perithecia  solitaria  v.  laxissime 
pauci-<;rej>aria  liyi)<)pliyHa,  innata leuticulaiia  (00-1)0  ;xdiani.),  tenui 
membranácea  contextu  paienchymatieo  fuligineo ;  sporulae  arcua- 
tulae  V.  subsigmoideae  (.50-50  [).  =  1  ¡j.)  liyalinae. 
A  Sept.  Lycoperdci  Speg.  toto  coció  rccedens. 

Phaeoseptoria  Speg\  (n.  gen.) 
Ghar.  Est  Septoria  sporulis  olivaceis  distincta. 

116.  Phaeoseptoria  papayae  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculis  niinutis  candidis  anguloso-suborbicularibus  determi- 
natis ;  peritheciis  epiphyllis  pusillis  atris  glabris  ostiolatis ;  spo- 
rulis bacillaribus  arcuatulis  olivaceis. 

Hah.  Ad  folia  lánguida  Caricae  papayae  in  Horto  botánico  panlistano. 

Obs.  Maculae  angulato-snborbiculares  (0,5-3  mm  diam.)  calloso-con- 
vexulae  candidae  determinatae,  areola  destitutae,  saepe  conflu- 
entes ;  perithecia  laxe  gregaria  innato-superficialia  lenticularia 
(60-90  [).  diam.)  membranácea,  contextu  minute  parenchymatico 
oliváceo ;  sporulae  lenissime  fusoideae  v.  obsoletissime  clavulatae 
continuae  v.  1-3-septatae,  utrimque  acutiuscule  rotundatae  (30  [x 
=  3  -x). 

117.  Leptothyrium  microstomum  Speg.  (u.  sp.) 

Diag.  Peritheciis  epi-v.-hypo-phyllis  saepius  hinc  inde  densiuscule 
aggregatis  perpusillis  nigris  glabris ;  sporulis  ovatis  minutis  hya- 
linis. 

Hah.  Ad  folia  Lauraceae  cujusdam  Ipiranga  Moga. 

Obs.  Maculae  nullae ;  perithecia  dimidiato-scutata  (70-80  [x  diam.) 
subiculo  destitnta,  ostiolo  párvulo  (5-8  [x  diam.)  perforata,  margine 
vix  fimbriata,  membranácea,  contextu  ijarechymatico  radiante  fuli- 
gineo ;  sporulae  utrimque  obtusissimae  (6-8  ¡x  =  4  ¡x)  eguttulatae. 

118.  ACTINOTHECIUM   CALLICOLA    Speg.   (n.  Sp.) 

Diag.  Maculis  epiphyllis  orbicularibus  subdeterminatis  pallidis  cras- 
se  callosis;  peritheciis  centro  macularum  confertis  astomis  stellatim 
dehiscentibus  subiculo  destitutis  pusillis ;  sporulis  subcylindraceis 
hyalinis. 

Hab.  Ad  folia  viva  Eugeniarum  in  hortis  Ipiranga. 

Obs.  Maculae  eximie  orbiculares  (1-3  mm  diam.)  ad  epiphyllum  con- 
vexulae  pallescentes  bene  determinatae,  ad  hypophyllum  non  ma- 


—   40  — 

nifestae  sed  bulloso-coiicaviiisculae ;  peritliecia  dimidiato-scutata 
(80- 120  ;j.  diain.),  matrici  arete  adnata,  membranácea,  contextu 
prosenchymatico  radiante  fuligineo,  ambitu  subintegerrima  ;  sporu- 
lae  rectae  iitrimque  acutiuscule  rotundatae  (10-14  [}.  =  2-2,5  ¡j) 
coutiniiae  non  v.  obsolete  guttnlatae. 

119.  ACTINOTHYRIUM  CALLICOLA    Speg.  (n.   Sp.) 

Diag.  Maculis  epipliyllis  callosis  determinatis  subicnlo  nullo ;  peri- 
theciis  perpusillis  astomis  nigris ;  spornlis  filiformibus  non  v. 
1-septatis  hyalinis. 

Hab.  Ad  folia  lánguida  Uugeniarum  socio  Actinothecio  callicola, 
Ipiranga. 

Ohs.  An  status  leptospermigerus  praecedentis,  cum  quo  eodem  tem- 
pore  viget !  Maculae  ut  in  priore  ;  perithecia  dimidiato-  scutata 
(30-60  [A  diam.)  membranácea,  contextu  parenchymatico  radiante 
fuligineo,  ambitu  \^ix  denticulata;  sporulae  arcuatulae  utrimque 
acutae  (10-25  ¡x  =  1  \j). 

120.  Gloeosporium  apiosporum  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculis  testaceis  amphigenis  determinatis  i^arvis ;  acervulis 
fuscis  pusillis  ;  conidiis  ex  elliptico  subpyriformibus  hyalinis. 

Hab.  Ad  folia  lánguida  Coffeae  cujusdam  in  Horto  botánico  pauli- 
stano. 

Ohs.  Maculae  repando-orbiculares  (1-4  mm  diam.)  sordide  testaceae, 
ad  epiphyllum  areola  purpurascente  cinctae,  ad  liypoi)liyllum  areola 
destitutae ;  acervuli  sparsi  erumpentes  (60-80  \j.  diam.)  epidermide 
infuscata  din  tecti ;  conidia  utrimque  obtusa  (14-16  ¡j.  =  7  \j)  con- 
tinua V.  obsolete  diblasta  in  sterigmatibus  conicis  (10-15  \}.  r=  5  ¡x) 
concoloribus  solitarie  acrogena. 

121.  Gloeosporium  bignoniaceabum  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculis  orbicularibus  amphigenis  cinereo-albicantibus  deter- 
minatis, areola  atro-cyanescente  lata  cinctis  ;  acervulis  epiphyllis 
sparsis  minutis  ;  conidiis  subcylindraceis  mediocribus  biguttulatis 
hyalinis. 

Hab.  Ad  folia  viva  Bignoniaceae  cujusdam,  Ipiranga  Cambucy. 

Ohs.  Acer\aili  lenticulares  (75-100  ¡j,  diam.)  epiphylli  sparsi  maculis 
parvis  (1-5  mm  diam.)  albescenti-cinerascentibus  insidentes ;  coni- 
dia recta  v.  inaequilateralia  saepe  medio  coarctatula  utrimque 
rotundata  (12-14  y.  =  5-6  ¡x)  in  sterigmatibus  subconoideis  (10  p,  = 
4-5  \).)  e  strato  proligero  fuscidulo  exsurgentibus  solitarie  acrogena. 

122.  Gloeosporium  paulistanum  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculis  determinatis  pallide  testaceis  amphigenis;  acervulis 
circinantibus  fuscis  parvis;  conidiis  ellipticis  minutis. 


—  41   — 

Uah.  A(l  folia  plantac  ciijusílam  ¡«íiiotao  in  llorto  botánico  ])aulistano. 

Ohs.  Maciilae  sparsac'  niajusculae  (5-10  nim  diain.)  repandulo-siibor- 
biculares,  areola  angusta  lateritia  callosula  cinctae,  centro  sordide 
testaceae,  ainbitn  pallescentos  per  aetatem  secedentes  ac  folium 
perforatum  relinquentes ;  acervuli  lenticulares  (75-100  [j.  diam.) 
dense  gregarii  epiphylli,  saepe  subcircinantes  ;  conidia  recta  v. 
inaequilateralia  ntrimque  acutiuscule  rotundata  (4-6  ¡a  =  1,5-2  ¡x) 
efi'uttulata. 

123.  Gloeosporium  phyllachokicolum  Speg.  (n.  sp.) 

Dia(i.  Acervulis  subepidermicis  epipliyllis  e  dorso  stroniatum  Fhyl- 
lachorae  cujnsdam  eruinpentibus  pusillis  ;  conidiis  ellipticis  v. 
obovatis  liyalinis. 

Hab.  Ad  folia  coriácea  lánguida  arbusculae  cujusdain  Ipiranga. 

Obs.  Acervuli  lenticulares  (50-80  ;x  diam.)  ej)idermide  tecti  serius 
erumpentes ;  conidia  utrimque  obtusa  (12-14  ;j,  =  7-8  ;;,)  in  sterig- 
raatibus  gracilioribus  (8-10  [x  =  2-2.5  ;x)  e  strato  proligero  fuscidulo 
oriundis  acrogene  insidentia. 

An  Phyllachorae  statura  conidicum  sistens  I  An  in  PhyllacTiora 
parasitans  f 

124.  Gloeosporium  sordiditm  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculis  amphigenis  pallescentibus  subindeterminatis ;  acer- 
vulis epipbyllis  sparsis  pusillis  fuscis ;  conidiis  majusculis  subcy- 
lindraceis  liyalinis. 

Hab.  Ad  folia  subcoriacea  ignota  (Menispermaceae  f),  Ipiranga  Cam- 
bucy. 

Obs.  Maculae  irregulares  repandulae  (5-25  mm  diam.),  ad  eijipbyllum 
saepius  subdeterminatae,  areola  angustissima  lateritia  cinctae,  ad 
hypopliyllum  evanescentes ;  conidia  utrimque  obtusissima  (15-16  ¡x 
=  5-6  ;j,),  saepe  medio  leniter  coarctatula  saepius  eguttulata. 

125.  Gloeosporium  triviale  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculis  obsoletis  sordide  i^allescentibus ;  acervulis  amphygenis 
laxe  gregariis ;  conidiis  ellipsoideis  non  v.  grosse  2-3-guttulatis 
hyalinis. 

Máb.  Ad  folia  lánguida  Amaryllidaceae  cujusdam,  Quedas  perto  de 
Campiñas. 

Obs.  Maculae  subellipticae  (5-15  mm  long.)  diffusae  indeterminatae 
centro  subarescentes  ambitu  pallescentes ;  acervuli  subcircinantes 
lenticulares  (75-100  ;x  diam.)  fusciduli  prominuli-erumpentes  ;  coni- 
dia utrimque  acutiuscule  rotundata  (14-1 6  ;x  =  5-5,5  ¡x)  recta  v. 
leniter  inaequilateralia. 


—  42  — 

126.  Gloeosporium  Usterii  Speg-.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculis  pallescentibus  irreg:alaribus  indeteiminatis ;  acei vulis 
epijibyllis  laxe  gregariis  mediocribus  ;  conidiis  e  cylindraceo  ellip- 
soideis  siibmajusciilis  byalinis. 

Sal).  Ad  folia  siibcarnosa  lánguida  plantae  ignotae  cujusdam  in 
Horto  botauico  paiilistano. 

Obs.  Maculae  primo  suborbiculares  deiu  confluendo  difformes  pal- 
lidescentes  obsoletae  ;  acervuli  iimato-enmipentes  lenticulares 
(100-200  [xdiam.);  conidia  recta  v.  leniter  inaequilateralia  utrimque 
obtusa  (14-20  ¡x  =  5-6  [j.)  non  v.  grosse  1-guttulata  steriguiatibus 
brevissimis  papilliformibus  e  strato  proligero  fuscidulo  oriundis 
acrogena. 

127.  Septogloeum  hirudinisporum  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculis  amphigenis  superne  callosis  riniulosis  cinerascentibus 
areola  atro-cyanescente  cinctis,  inferné  sanguineis  subindetermi- 
natis  ;  acervulis  epiphyllis  parvis  fuscis  ;  conidiis  clavulatis  flexuo- 
sis  polyblastis  byalinis. 

Hab.  Ad  folia  lánguida  Eugenias  cujusdam,  Ipiranga  Cambucy. 

Obs.  Maculae  orbiculares  (1-5  mm  diam.)  ad  epipbyllum  calloso- 
pulvinulatae,  ad  bypopbyllum  concavae  acervuli  primo  epidermi- 
de  tecti  dein  denudati  sublenticulares  (50-200  y,  diam.)  fusciduli ; 
conidia  ápice  obtuse  rotundata  i^ostice  attenuato-acutata  liirudini- 
formia  7-9-pseudo-sex)tata  (20-35  ¡x  =  5-6  [/). 

128.  CoRYNEUM  Beyerinckii  Oud.  =  Sacc,  Syll.  Fung.  III",  p.  774. 
Hab.  Ad  folia  lánguida  Persicae  vulgarís  in  Horto  botánico  paulistano. 

129.  Pestalozzia  versicolor  Speg.  var.  vagans  Speg. 

Hab.  Ad  folia  lánguida   arborum   arbuscularumque  plurimarum   in 

hortis  Sao  Paulo. 
Obs.  Conidia  fusoideo-clavulata  (20-30  ¡a  =:  8-10  ;;,)  4-septata  non  v. 

vix  constricta,  loculis  3  internis  fuligineis  (intimo  obscuriore)  2 

extimis  byalinis,  pedicello  brevissimo   (3-10  [x)  suífulta,  setulis  3 

divaricatis  (20  ¡x  =  1  ;/)  byalinis  coronata. 

130.  Cryptosporium  Ipirangae  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculis  sordide  testaceis  ampliigenis  minutis  determinatis 
fusco-areolatis;  acervulis  epipbyllis  laxe  gregariis  pusillis;  conidiis 
flliformibus  triseptatis  byalinis. 

Hab.  Ad  folia  coriácea  arboris  cujusdam  ignotae  in  bortis,  Ipiranga 
Cambucy. 

Obs.  Maculae  suborbiculares  (1-4  mm  diam.)  nitidulae  limitatae, 
areola  infuscata  ojjaca  cinctae  ;  acervuli  in  centro  macularum 
pauci,  primo  lenticulares  fusciduli  epidermide  tecti,  dein  scutellati 


—  43  — 

(50-80  \¡.  «liam.),  strüto  proliiicn»  fnsc(>-]>;ir('ii('liyin¡iti('()  donati ;  coni- 
dia recta  v.  arciiata  utriiiKiuc  a<nitiuscule  rotuiuhita  (1*0-2.")  ;a=  1  ¡a). 

131.  GEOTRicnuM  corrorniLT^r  Spcíi-,  (n.  sp.) 

Diajf.  Candiduin    jivumoso-pnlvcrulciituin,    coiiidiis    brcvibus    dense 

ramulose  catenulatis  liyalinis. 
Hah.  Ad  Caceos  eniortuos  in  foliis  Ciivadin  rerohitac  in  TTorto  botánico 

paulistano. 
Obs.  Pulvinuli  hemiiSpbacrici  teneirimi  tactu  niox  fatiscentes  (1-5  mm 

diam.  =  0,5-1,5   crass.) ;   conidia   cylindracea   iitriinque  truncata 

(5-10  [j.  =  2,5  ;j.)  ojíiittulata  hievia. 

Species  forinae  pliyto«ienae    G.  candidi  Lnk  simillima,  conidiis 

tamen  majoribus  distincta. 

132.  OiDiUM  LEUCOCONiUM  Desm.  =  Sacc,  Syll.  Fiuijj;.  IV,  p.  41. 
Hah.  Vulgatuní  ad  folia  viva  Bosarum  cultarum  in  hortis  Sao  Paulo. 

133.  ACROSTALAGMUS  CINNABARINXJS  Cda  =  Sacc,  Syll.  Fimg.  IV, 
p.  163. 

Hal).  Ad  folia  delai)sa  Goffeae  cujusdam  in  hortis  Sao  Panlo. 

134.  Trichothecium  roseum  (Pers.)  Lnk  ^:  Sacc,  Syll.  Fung\  IV", 
p.  178. 

Hah.  Ad  folia  putrescentia  Cannae  et  LaMatae  quarumdam  in  hortis 
Sao  Paulo. 

135.  Drepanoconis  larviformis  (Speg.)  Speg. 

Hal).  Ad  fructus  áridos  adhuc  péndulos  Lauraceae  cujusdam  in  hortis 
Sao  Paulo. 

136.  CoNiospoRiUM   CRUSTACEUM  Speg.  =  Speg.,    Fung.   Arg.   IF, 
p.  150. 

Hah.  Ad  culmos  putrescentes  Bambusaceae  cujusdam  in  hortis  Sao 
Paulo. 

137.  FtTMAGO  OOSPERMA   Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Tennis  membranácea  atra  ex  hyphis  torulosis  monostichis, 
articulis  grosse  biguttulatis,  effbrmata;  conidiis  ellipticis  fuligineis 
laevibus  continuis. 

Hah.  Ad  folia  coriácea  cujusdam  in  hortis  Sao  Paulo. 

Obs.  Latissime  diffusa  laxeque  matrice  adnata  saepius  epiphylla 
glabra ;  articuli  hypharum  quandoque  subparenchymatice  connexi 
angulato-subglobosi  grosse  1-2-guttulatis,  quandoque  subliberi, 
catenulati  ellipsoidei  (5-20  y,  =  5-10  ¡j.)  grosse  1-2-guttulati  medio 
plus  minusve  coarctati  fuliginei  laeves;  conidia  hinc  inde  glome- 


—     4:4:     — 

riilata  perithecia  rudimentaria  simulaiitia  utrimqiie  obtusiuscula 
(12-16  [j.  =  6-8  [j.)  subopace  fnliginea. 

In  eodem  mycelio  adsuiit  saepe  conidia  altera  sparsa  bacillari- 
fusoidea  utrimque  attennato-acutata  (20-30  [j.  =  o  ;j,)  3-septata,  ad 
septum  mediun  leniter  constricta  liyalina. 

138.  Cladosporium  hekbarum  (Pers.)  Lnk  ■=  Sacc,  Syll.  Fung.  IV°, 
p.  350. 

Rab.  Ad  folia  lánguida  arescentia  plantae  cujusdam  in  Horto  botá- 
nico paulistano. 

139.  Xapicladium  Ravenelii  (B.  &  C.)  Speg.  =  Speg.,  Fung.  Guar. 
11°,  n.    193. 

Hah.  Ad  spicas  vivas  jSpoi'oholonim,  Tilla  Leopoldina  Lapa. 

140.  Napicladium  rufescens  Speg.  (n.  sp.) 

Biag.  Hypophyllum  orbiculare  velutinum  fusco-rufescens,  liyphis 
erectiusculis  denticulatis,  conidiis  vermicularibus  obsolete  clavu- 
latis  multiseptatis  rufescentibus  laevibus. 

Hab.  Ad  folia  viva  Eugeniae  cujusdam  in  bortis  Ipiranga. 

Ohs.  Plagnlae  arete  matrici  adnatae  (1-5  mm  diam.),  macnlis  nullis, 
ambitu  fimbriatTÜo-evanescentes ;  byphae  rectae  v.  angulato-geni- 
culatae  (50-100  ;x  =  O  ;x)  1-5-septulatae  ferrugineae ;  conidia  acro- 
pleuro-gena  recta  v.  flexuosula  (30-150  ¡j.  =  5  ¡x),  primo  multigut- 
tulata  dein  i)lurisei)tata,  ápice  altero  leniter  incrassata  obtusa, 
altero  attenuata  acutiuscula. 

Species  Napicladio  myrtacearum  Sjieg.  sat  afíinis  sed  bene  di- 
stincta,  ad  Gercosporam  nonnihil  vergens. 

141.  Napicladium  testaceum  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Hypophyllum  orbiculare  subpannosum  saepe  granulosum  atro- 
testaceum,  hyphis,  thallo  submembranaceo  suffultis,  erectis  mono- 
spermis ;  conidiis  ellipticis  v.  subclavulatis  elongatis  saepius  2-sep- 
tatis  lateritiis,  laevibus. 

Háb.  Ad  folia  coriácea  arbusculae  cujusdam  ignotae  in  hortis  circa 
Sao  Paulo. 

Obs.  Plagulae  arctiuscule  matrici  adnatae  subcrassiusculae  (2-10  mm 
diam.)  subvelutinae  ambitu  repandulae  v.  confluendo  difformes; 
thallo  tenuissime  membranáceo  submucoso  obscure  parenchymatico 
flavidulo ;  hyphae  rectiusculae  v.  flexuosae  ferrugineae  (150-400  \}. 
=  6-8  ;x)  laeves  pluriseptatae;  conidia  recta,  ápice  altero  rotundata 
altero  attenuata  minuteque  subtruncata  (50-60  ¡j.  =  15  [j,),  ad  septa 
non  constricta. 

ínter  hyphas  adsunt  saepe  sclerotia  (perithecia  immatura?)  nu- 


—  45  — 

merosa  globosa   (80-l.")(>  y.  diam,)  foiTiigiiiea  glabra  carnoso-paren- 
chymatiea. 

142.  Cercospoka  actNostoica  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculae  ampliigenae  subindetermiuatae  pallcsceiites  ;  acervuli 
laxe  gregarii  saepius  hypopliylli,  Lypliís  mediocribus  erectis  sur- 
siim  deiiticulatis  fumosis ;  conidiis  lineari-clavulatis  3-5-septulatis 
hyalinis. 

Hab.  Ad  folia  lánguida  (Symphyti  aHperrimi  f)  iu  Horto  botanice 
paulistano. 

Obs.  Maculae  suborbiculares  (1-10  niui  diam.)  pallide  tabacinae,  cen- 
tro non  V.  vix  cinerascentes,  obKsolete  determinatae,  saepe  totum 
folium  ocupantes ;  acervuli  penicilliformes  pusilli,  hypbis  rectiu- 
sculis  V.  subflexuosulis  (40-50  ¡j,  =  5-6  ¡j.)  continuis  v.  1-2-septatis 
a  basi  liberis  pallide  olivascentibus  eftbrmati ;  conidia  rectiuscula 
clavulata  (60-75  ¡j.  =  5  [x),  ápice  altero  obtusulo  altero  longe  atte- 
nuato  acutiusculo. 

143.  Cercospora  asparagi  Sacc.  =  Sacc,  Syll.  Fung.  Vr,  p.  477. 
Sab.  Ad  cladodia  et  ramulos  Asparagi   officinalis  in  hortis  Escola 

Polyteclinica  Sao  Paulo. 
Obs.  Specimina  brasiliensia  formam  inter  G.  asparagi  Sacc.  et  O.  cau- 
licolam  Wnt.  mediain  sistunt ;  liypbae  rectae  v.  geniculato-flexuosae 
(60-80  ¡x  =  5-6  [x)  olivaceae ;  conidia  vermiculariá  (50-80  ¡x  =  4  ¡x) 
lenissime  clavulata  byalina. 

144.  Cercospora  1   cordylinbs  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculae  amphi.j^enae  ellipticae  confluendo  lineares,  centro 
albescentes ;  acervuli  bypophylli  subglobosi,  hy^ibis  radiantibus 
deorsum  coalescentibus  sursum  liberis  eñbrmati ;  conidia  vermi- 
culariá fumosa  pluriseptata  laevia. 

Sab.  Ad  folia  lánguida  Gordylines  dracaenoidis  in  Horto  botánico 
paulistano. 

Obs.  Maculae  primo  parvae  centro  nigricantes,  ambitu  areola  palle- 
scenti  ciuctae,  serius  lineares  v.  confluendo  difformes,  plagulam 
centralem  albidam  irregularem  ostendentes ;  acervuli  subi)erithe- 
ciformes  superficiales  (75-125  [x  diam.)  olivacei  velutini,  e  núcleo 
carnosulo,  hypbis  brevibus  septulatis  guttulatis  vestito  eíformati ; 
conidia  recta  v.  curvula  non  v.  vix  clavulata  (20-75  ¡x  =  5  [x), 
3-9-septulata,  acrogena. 

Species  etiam  in  Argentina  vulgata. 

145.  Cercospora  ?   caricae   Speg.  =  Speg.,  Fung.  Guar.  P,  n.  409. 
Hab.  Vulgata  ad  folia  lánguida  Caricae  papayae  in  Quedas  perto  de 

Sao  Paulo. 


—  46  — 

146.  Cercospoea  circumscissa  Sacc.  =  Sacc,  Syll.  Fung.  IV,  p.  460. 
Hah.  Ad  folia  lánguida  Persicae  vulgar is  saepe  socio  Coryneo  Beye- 

rincki  Oud.  in  liortis  prope  Sao  Paulo. 

147.  Cercospora  Gay-Lussaci  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculae  repando-angulatae  fuscae  mediocres ;  acervuli  nodulo 
subsclerotiaceo  radicati  subpenicilliformes  olivacei;  conidia  bacil- 
lari-subclavulata  1-3-septata  hyalina. 

Hah.  Ad  folia  lánguida  Gaylussaciae  cujusdam,  Ii3iranga  Cambucy. 

Obs.  Maculae  ej)ii)liyllae  laxe  gregariae  subdeterminatae  ex  orbiculari 
angulatae  primo  minutas  dein  confluendo  majores  (1-5  mm  diam.); 
acervuli  minuti  laxe  gregarii  ex  hyphis  rectiusculis  1-3-septatis 
ápice  denticulatis  flO-50  [/  =  4-6  ¡j.)  olivaceis  e  nodulo  grosse  pa- 
rencliymatico  exsurgentibus  eftbrmati ;  conidia  recta  v.  leniter  cur- 
vula  sursum  obtusiuscula  deorsum  acutiuscula  (20-40  ¡^,  =  4  [j.)  ad 
septa  non  constricta. 

148.  Cercospora  ricinella  Sacc.  et  Berl.  =  Sacc,  Syll.  Pung.  IV% 
p.  456. 

Hah.  Ad  folia  lánguida  Riciní  communift  in  hortis  Sao  Paulo. 

149.  Cercospora  smilacina  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculae  amphigenae  determinatae  pallescentes  ftisco-areolatae; 
acervuli  densiuscule  gregarii,  epipliyllis  minus  numerosis  liyi^his 
conidiisque  brevioribus  hypoi^hyllis  liyphis  conidiisque  majoribus 
ómnibus  e  clilorino  olivaceis. 

Hah.  Ad  folia  viva  Smilacis  cujusdam  projDe  Sao  Paulo. 

Ohs.  Maculae  parvae  (1-3  mm  diam.)  pallidae  praecipue  ad  epiphyllum 
ubi  saepe  albescentes  areola  fusco-atra  saepius  latiuscula  cinctae  ; 
acervuli  subdimorplii  olivacei  erumpenti-superflciales ;  ej)ipliylli 
pauci  subcentrales  subcircinantes  ex  liypbis  dense  constipatis  con- 
tinuis  (45-55  ;a  =  5-7  ¡ji,)  v.  1-3-septatis  olivaceis  efformati,  conidiis 
claviüatis  (40-50  ;x  =  3-4  ;x)  curvulis  e  hyalino  cblorinis  ornati ; 
acervuli  liypoi)liylli  sat  numerosi  totam  fere  maculam  obtegentes 
ex  hypliis  elongatis  simplicibus  rarius  ramulosis  rectiusculis  multi- 
septatis  (75-120  ¡a  =  5-6  ;x)  olivaceis  efformati,  conidiis  lineari- 
clavulatis  3-5-septatis  (75-100  ;j,  =  4  ¡j.)  fumoso-chlorinis  donati. 
Species  C.  nnhüosae  Eli.  et  Ev.  aflinis  sed  sat  distincta  videtur» 

150.  Cercospora  sphaeroidea  Speg.  =  Speg.,  Fung.  Arg.  11°,  n.  148. 
Hah.  Ad  folia  lánguida  Cassiae  cujusdam  in  Horto  Escola  Polytech- 

nica  Sao  Paulo. 

151.  Cercospora  Usteriana  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculae  obsoletae  fuscescentes  indeterminatae  amphigenae; 


—  47  — 

acerviüi  hypopliylli,  villo  foliorum  absconditi,  penicilliformes  oliva- 

cei  i)arvi ;  coiiidin  Aoniiicularia  fniuosa. 
Hab.  Ad  folia  laiiiiuida  Myrtuccae  cujusdam  in  lloito  botánico  pau- 

listaiio. 
Ohs.  Folia  infecta  superue  subcinerascentia  inferné  diffuse  vageve 

olivascentia  ;  acervuli    penicilliformes   ex  hypliis    subfasciciilatis 

(40-80  \j.  =  4-5  \>)  subtorulosis  1-3-septatis  eftbrmati  olivascentes ; 

conidia  curviila  v.  sigmoidea  (30-100  ¡j,  r=  5-0  ;j.)  8-5-septata  ad 

septa  non  constricta  laevia.  An  catenulata  í. 

152.  Cercospora  vitícola   (Ces.)   Sacc.  =  Sacc,   Syll.   Fung.   IV% 
p.  458. 

Hah.  Ad  folia  viva  v.  lánguida   Yitis  viniferae  in  hortis  Sao  Paulo. 

153.  Cercospora  Volkameriae  Speg.  (n.  sp.) 

Diag.  Maculae  epiphyllae  arescentes  difformes  determinatae;  acervuli 
minuti,  liypbis  liberis  parce  septatis  olivaceis  constituti ;  conidia 
vermiculari-clavulata  byalina. 

Hab.  Ad  folia  viva  Volkameriae  fragrantis  in  Horto  botánico  pau- 
listano. 

Obs.  Maculae  primo  minutae  callosulae  dein  coníluendo  difformes 
majusculae  (1-20  mm  diam.)  determinatae  sordide  cinerascentes 
angulosae;  acervuli  subheraisphaerici  (80-150  ¡x  diam.)  epipbylli 
sparsi  V.  bine  inde  circinantes  ;  bypbae  erectae  non  v.  vix  flexuo- 
sulae  ápice  denticulatae  (50-75  ;x=:  6;x)  continuae  v.  1-2-septatae; 
conidia  flexuosa  deorsum  incrassatula  sursum  longissime  attenuata 
primo  pluriguttulata  dein  multiseptata  (70-120  y.  =  5  ¡x). 

154.  Alternaría  tenuis  Xees  =  Sacc,  Syll.  Fung.  IV,  p.  545. 
Hab.  Ad  folia  árida  adbuc  péndula  arbusculae  cujusdam  in  Horto 

botánico  paulistano. 


EXPLICATIO   ABUMBEATIONUM 


A.     Uromyces  Usteri  Speg. 

1  Frustulum  folii  1  =  2  Frustulum  folii  f- 

3  Teleutosporae    e    latere  inspectae   ~  =  4    Teleutospora  ápice 

visa  ^ 
5  Uredosporae  —- 


B.     Doierosporiella  paulistana  Speg. 
1  Peritliecium  -—■  =  2  asci  -^  =  3  sporae 


400 
I 


—  48  — 

C.  Hyalotheles  dimerospeema  Speg. 

1  Peritliecium  ^"  =  2  Perithecium  sui3erne  inspectuin  ^-  e  latere 
visnm. 

3  Ascus  ^  ==  4  Sporae  ^  °=  5  Articiüi  sporarum  soluti  ~ 

D.  DiMERIELLA  HIRTULA    Speg. 

1  Folium  infectum  7  =  2  Perithecium  cuín  subiculo  ^ 
3  Contextus  peritliecii  ~  =  4  Setulae  peritliecii  ~ 
5  Asci  '-P  =  6  Sporae  ^ 

U.      EüDARLUCA  AUSTRALIS  Speg. 

1  Frustulum  folii  infecti  1  =  2  Frustulum  folii  -p 

3  Perithecia  -~  ^  4  Contextus  perithecii  '~-^- 

4  Ascus  ^'^  =  5  Sporae  ^ 

F.  Phyllachora  TJsteriana  Speg. 

1  Folium  infectum  |  =  2  Frustulum  folii  secti  lóculos  ostendens  ^ 
=  3  Asci  ^  =  4  Sporae  '|^ 

G.  OxYDOTis  iNSiGNis  Speg. 

1  Folium  infectum  ]  =  '2  Frustulum  folii  secti  lóculos  ostendens  f| 
=  3  Asci  ^p  =  4  Sporae  ^ 

H.     Saccardinula  Usteriana  Speg. 

1  Peritliecium  superne  visum  ^^  =  2  Peritliecium  sectum  ^- 
3  Contextus  marginalis  peritliecii  —^  =  4  Asci  -~ 

5  Sporae  maturitate  varia  — ^. 


NOTA 


SOBRE    LA. 


CENIZA  DEL  VOLCAN  RININAHUE 


PoH  EL  nocTou  ENRIQUE  HERRERO  DUCLOUX 

Profesor  de  Quíniii'í»  analítica  en  las  Universidades  nacionales  do  La  Plata  y  Buenos  Aires 


Por  intermedio  del  profesor  doctor  Santiago  Rotli,  llegó  á  mis 
manos  nna  muestra  de  la  ceniza  arrojada  por  un  cráter  del  valle  Eiui- 
naliue,  en  su  erupción  del  mes  de  mayo  del  corriente  año ;  y  como  los 
datos  químicos  son  de  especial  importancia  para  el  reconocimiento  y  cla- 
sificación de  los  materiales  volcánicos,  poseyendo  mayor  valor  que  los 
datos  mineralógicos,  según  la  autorizada  opinión  de  Lévy,  estudié  cuida- 
dosamente la  ceniza  que  se  me  proporcionó,  recogida  en  la  primera  quin- 
cena de  mayo  á  bordo  del  vapor  Cóndor,  sobre  el  lago  Xaliuel  Hnapí. 

El  nuevo  volcán  se  produjo  por  explosión  en  el  valle  Rininahue  situa- 
do entre  el  volcán  Puyeliue  y  Casa  Blanca,  habiéndose  atribuido  á  este 
último  la  erupción,  en  noticias  transmitidas  á  Santiago  de  Cliile  y  á 
Buenos  Aires ;  se  encuentra  en  territorio  chileno,  muy  cerca  de  la  fron- 
tera argentino-chilena,  entre  los  40  y  41^  de  latitud  sur  y  á  poca  dis- 
tancia del  meridiano  72"^  al  oeste  del  meridiano  deGreenwich;  hallán- 
dose al  nornoroeste  del  lago  Nahuel  Huapí  y  á  una  distancia  aproximada 
de  la  orilla  septentrional  de  dicho  lago,  de  treinta  kilómetros. 

Se  encuentra  rodeado  de  una  vasta  extensiíSn  de  territorio  inexplorado 
sobre  todo  del  lado  chileno,  debiendo  atribuirse  á  la  violencia  de  la 
erui)ción  el  hecho  de  no  haber  j>asado  desapercibido  el  fenómeno  ;  sin 
embargo,  es  de  lamentar  que  no  jioseamos  muestras  de  ceniza  de  las 
distintas  fases  de  la  erupción. 

La  ceniza  analizada  era  de  color  gris  claro,  muy  homogénea  y  de  grano 
muy  ñno;  su  densidad  es  2,077  referida  al  agua  á  4°  C.  y  su  reacción  es 
neutra. 

Á  continuación  se  expresan  los  datos  analíticos  directos  obtenidos  y 
los  datos  moleculares  calculados,  facilitando  comparaciones. 

KEV.   MUSEO  LA  PLATA.  —  T.    II.    (V,  15,  1908.)  4 


50 


Directos  Moleculares 

Sílice  SiO, 60 .  720  1.012 

Óxido  de  títaQo  TiO^ 0.570  0.007 

—  de  aluminio  Al.,03 22.170  0.217 

—  férrico  Fe^O, 1 .  560  0 .  009 

—  ferroso  FeO 2.789  0.038 

—  maguésico  MgO 3.384  0.084 

—  calcico  CaO 5 .  045  0 .  090 

—  sódico  Na.jO 2.030  0.032 

—  potásico  KjO 0 .  910  0 .  009 

Anhídrido  fosfórico  PjO^ no  dosable  » 

AgnaállO  -  120"  0.251  )            ^^^^^  ^^^^  ^ ^^^ 

—  al  rojo  0.626  ) 

Anhídrido  sulfiirico  SO3 0.035  » 

Oxido  de  manganeso  MnO 0 .  005  » 


Si  tomando  como  base  los  datos  analíticos  directos,  tratamos  de  re 
presentar  la^  composición  mineralógica  virtual  de  la  ceniza,  dentro  de  las 
convenciones  establecidas  por  los  petrógrafos  norteamericanos,  es  decir, 
admitiendo  la  existencia  de  un  cierto  número  de  especies  mineralógicas 
(standard  minerals),  resulta  del  cálculo  un  cuadro  mucho  más  elocuente 
que  el  anterior;  pues  no  sólo  permite  conocer  el  origen  probable  déla 
ceniza,  sino  que  se  ijresta  á  comi)araciones  instructivas  como  veremos 
después. 

He  aquí  el  cuadro  de  la  composición  mineralógica  virtual  de  la  ceniza 
que  estudiamos : 


Cuarzo 27 .  265 

Ortosa  .  .     5 .  381  V 

Feldespatos      Albita...  17.155  '     47.579      >  83.512 

'  Anortita.  25.043  )  ] 

Alúmina 8 .  668      / 

/  CaSiOj —      \ 

Piíoxenos  J  MgSi03 8.460  f      11.376     \ 

f  FeSiO, 2.916  )  j 

i  Magnetita..  2.262  j        ^  „^        ,14.704 
Minerales      ,,         •  ,    ^.  .  3.328      I 

I  Ilmenita  ...   1 .  066  N  ] 

Apatita no  dosable 

Agua 0.877 


Recorriendo  los  análisis  que  M.  Pisaui  liizo  sobre  rocas  volcánicas 
para  la  notable  obra  de  A.  Lacroix  ^  he  encontrado  los  datos  de  un 
enclave  synmorfo  de  andesita-cordierita  de  San  N^icente,  que  coinciden 
notablemente  con  mis  datos  del  volcán  Itininaliue,  como  puede  verse  : 

^  A.  Lackoix,  La  moiüaync  Pelee  et  sen  éntpiions,  1904. 


—  51  — 


.i)t<lr>ii((t-cor<l¡rrita  de  ISaii  Vicente 

Diri'CtoH  Moleculares 

Sílice.  Sio, üO.:n  1.005 

óxido  do  titano  TiO, 1.18  0.015 

—  do  aluiniuio  A1,0., 23.20  0.227 

—  férrico  Fe.O, 0 .  89  0 .  006 

—  ferroso  FeO 4.20  0.058 

—  de  magnesio  MoO 3.42  0 . 085 

—  de  calcio  CaO 5.58  0.100 

—  de  sodio  Na,0 2.12  0.034 

—  de  potasio  KjO 0.62  0.006 

Auhidrido  fosfórico  P^O;   0.12  0.001 

Agua  H,0 0.12                      » 

(latos  analíticos  que  corresponden  á  la  composición  mineralógica  virtual, 
siguiente  : 

Cuarzo 26.94 

/   Ortosa...     3.34  ^ 

Feldespatos  \  Albita...  17.82  '      48.13       ]  84.25 

(  Auortita.  26.97  ^ 

Alúmina 9 .  18 

/  CaSi03       —  \ 

Piroxenos  J  MgSiOj 8.50  [     13.38 

V  FeSiO., 4.88  ) 

^  Magnetita..  1.39  i       ^  ^,       }  17.39 
Minerales    •  ^,         .  „  „„  3.67       i 

(  Ilmenita  ...  2 .  28  j 

Apatita 0 .  34 

Agua 0.12 


Tanto  una  como  otra,  j)oseen  estas  rocas  un  magma  alcalinoterroso 
con  exceso  de  alúmina,  es  decir,  que  puede  considerarse  como  granito 
tonalítico  '  dentro  de  la  clasiücación  de  Lévy  ". 

La  analogía  es  más  notable  comparando  los  parámetros  magmáticos  " 
calculados  sobre  los  datos  analíticos  directos : 


Kininaliue  San  Vicente 

C , O  O 

X 14.704  17.390 

* 3.93  4.09 

•¿ 1.28  1.48 

r 0.44  0.29 


1  Bull.  Soc.  (jvol.  Frailee,  XXV,  1897. 

=  liull.  Carie  géol.  France,  XIV  y  XV,  1902-1904. 


52   — 


de  los  cuales  C '   = 


CaO  de  Piroxenos 


X 


rales  (elementos  ferromagnesianos) ;  <I> 


FeO  4-  Fe.Oo 
M¡^0         ' 


K,0 

Na,0" 


X  =  7o  Piroxenos  y  mine- 
SiOj  de  elementos  blancos 
2K,0  +  3Ka,0  ' 


+DC 


+JC 


Calculando  los  índices  que  Cross,  Iddings,  Pirsson  y  Wasliington  uti- 
lizan para  su  clasiflcación  de  rocas  ígneas,  i^artiendo  de  los  datos  mole- 

Q 

culares,  la  ceniza  analizada  corresponde  al  tipo  handosa^  pues  —  =  0.57, 


CaO 


Ka.O 


—  53 


Los  diagramas  qne  liemos  tia/.ado  i>aia  representar  la  composición  de 
estos  dos  productos  volcánicos  dan  una  idea  muy  clara  de  su  naturaleza 
mineralógica  y  evitan  niayíues  i-omentarios.  El  trij'ingnlo /;»rf,  ferromag- 
iiésico  y  el  triángulo  ciik  alcalinoterroso  c(ui  sus  proporciimes  relativas 
bastan  para  determinar  por  sí  solas  la  naturaleza  de  las  dos  rocas. 

Sólo  agregaré  que  s<'  lia  dado  á  cada  unidad  p<u-  ciento,  cinco  milí- 
metros en  el  trazado  '. 

Musco  i\e  L:i  Pinta.. julio  1907. 


*  MicUKL  LÉVY,  Bnll.  Soc.  géol.  France,  XXV,  1897.  Los  valores  de  los  paráme- 
tros en  estos  dibujos  son  los  siguientes  :  k,  K^O  que  se  une  á  la  ahímina  como  AIK  ; 
n,  Na,0  feldespática  según  AlNa  ;  c,  CaO  feldespática  como  Al^Ca  ;  m,  óxido  de  mag- 
nesio ; /,  óxidos  de  hierro  (FeO-|-FejOJ ;  a,  AL^O^  en  exceso. 


NUEVO  MÉTODO 


PARA   LA 


FIJACIÓN  Y  CONSEPiVACIÓIN  DE  PROTOZOARIOS 

Por    augusto    C.     SCALA 

De  las  Universidades  nacionales  de  Buenos  Aires  v  La  Plata 


«  Hemos  comenzado  por  (^studiar  lo  que  se  rela- 
ciona á  nuestra  especie  considerada  como  una 
entidad  independiente  y  ahora  nos  ocupamos  en 
general  de  todas  las  especies  y  de  todo  lo  qvie 
vive.  Más  tarde,  pensaremos  de  preferencia  en 
todo  lo  qne  el  universo  contiene,  en  todo  lo  que  se 
mueve,  mundos,  protozoarios  y  átomos.  »  (Xotions 
genérales  de  biologie,  etc.,  1906.  Trad.  de  A.  L. 
Herrera.) 


El  estudio  de  los  protozoarios  es  uno  de  los  temas  que  lia  despertado 
en  estos  últimos  tiempos  un  interés  bien  manifiesto  por  parte  de  todos 
los  biólogos,  quienes  al  ver  en  ellos  los  primeros  representantes  de  los 
seres  vivos  formados  sobre  la  superficie  terrestre  merced  á  las  infinitas 
reacciones  de  los  elementos  inorgánicos,  esperan  poder  realizar  en  un 
porvenir  cercano  la  síntesis  de  la  materia  viva.  Xo  nos  cabe  la  menor 
duda  sobre  la  resolución  de  este  problema,  cuando  sepamos  repetir  la 
reacción  por  medio  de  la  cual,  el  CO"  actuando  sobre  las  infinitas  combi- 
naciones de  sales  inorgánicas  en  solución,  dio  origen  á  ese  cuerpo  tan 
extremadamente  sensible  que  llamamos  protoplasma. 

De  aquí  que  la  observación  minuciosa  de  esos  pequeños  seres  baya 
tenido  siempre  un  interés  creciente  y  así  se  explica  el  empeño  y  dedica- 
ción especiales  con  que  se  lian  ideado  una  serie  interminable  de  proce- 
dimientos teóricos  y  prácticos  con  el  objeto  de  facilitar  el  estudio  de  esos 
interesantes  animales. 

Haremos  una  rápida  reseña  de  las  substancias  usadas  y  su  crítica 
segfm  los  resultados  obtenidos  por  los  diversos  autores  y  los  nuestros, 
para  citar  seguidamente  la  técnica  que  liemos  ideado  y  nos  ha  dado  el 
éxito  más  lisonjero. 

Después  de  una  larga  serie  de  tanteos,  el  ácido  ósmico  en  solución  al 


0,5- 1  i)or  ciento  quedó  eonsiijiTado  por  el  uso  como  el  uiejor  tijador  de 
]nx)tozoarios,  pero  si  bien  es  cierto  que  su  acción  es  eminentemente  tija- 
dora  tiene  defectos  tan  notables  en  la  práctica,  como  para  tener  que 
lamentar  su  uso. 

Ya  ^[ojsisovics  en  1881  (liace  2(5  años),  trataba  el  tema  en  su  libro 
Zooiomiv,  lauu'ntand(>  la  falta  de  un  verdadero  tijador  para  los  proto- 
zoarios  y  dice  refiriéndose  á  ello  y  al  ácido  ósuiico  :  «  Por  desgracia  no 
se  conoce  aún  método  scíi'uro  para  conservar  á  no  ser  las  duras  cás<!aras 
de  los  protozoarios  (se  retiere  á  los  tecamebianos,  foraminííeros,  radio- 
larios) ;  algunos  infusorios  es  cierto,  conservan  i)oco  más  ó  menos  su 
forma  primitiva  cuando  se  les  agrega  gradualmente  ácido  ósmico;  pero 
el  encogimiento  que  se  contimia  en  la  glicerina  es  ordinariamente  tan 
considerable,  que  pasado  cierto  tiempo  apenas  iiuede  aun  determinarse 
con  exactitud  la  especie  del  animal  ».  Á  pesar  de  lo  cual  el  ácido  ósmico 
se  usa  todavía  y  se  le  cree  irrecnq^lazable. 

M.  Certes  recomienda  un  procedimiento  de  preparación  y  conserva- 
ción de  infusorios  que  consiste  en  fijarlos  en  sus  formas  por  el  ácido 
ósmico,  en  colorearlos  y  conservarlos  en  glicerina. 

A.  Garbini  (Mannale  per  la  técnica  moderna  del  microscopio ,  Milán, 
1897)  fija  con  ácido  picro-sulfúrico,  luego  alcohol  á  35  y  70  grados. 
Colorea,  y  deshidrata  con  los  alcoholes  á  90  y  100  grados.  Diafaniza 
con  esencia  de  clavo  y  monta  en  bálsamo  de  Canadá. 

Utiliza  también  el  ácido  ósmico  al  1  por  ciento ;  y  el  bicloruro  mercú- 
ric(>  al  2  por  mil. 

Respecto  á  este  último  fijador  debemos  decir  que  sn  uso  en  la  propor- 
ción indicada  por  los  diversos  autores  no  conduce  jamás  á  resultados 
seguros.  Los  protozoarios  se  desorganizan  en  el  99  por  ciento  de  los 
casos;  y  esto  se  debe,  como  hemos  podido  comprobarlo  á  la  fuerte  pro- 
Ijorción  usada  (2  "/oo)'  El  bicloruro  mercúrico  es  un  notable  fijador  de 
protozoarios  siempre  que  se  trate  de  i^reparaciones  transitorias,  es  decir 
hechas  para  una  observación  de  i^ocas  horas  en  cuyo  caso  recomendamos 
su  solución  al  0,50  por  mil  de  la  cual  se  agregará  una  pequeña  gota  á  la- 
que contiene  los  protozoarios. 

Insistimos  en  el  error  que  cometen  los  autores  usando  soluciones  muy 
concentradas  para  este  fin;  la  delicada  extructura  de  esos  seres  requiere 
líquidos  diluidos,  pues  el  desequilibrio  originado  es  tan  grande,  que  basta 
l^ara  explicar  los  insucesos. 

La  mayor  luirte  de  los  autores,  entre  otros  G.  Du  Plessis,  D.  Carazzi, 
C.  Vogt  y  E.  Jung,  una  vez  hecha  la  fijación  con  el  bicloruro  al  2  por 
mil  dejan  secar  la  preparación  espontáneamente,  pero  esta  práctica 
inveterada  da  por  resultado  una  completa  deformación  que  desfigura  en 
absoluto  el  primitivo  asjíccto  del  animal. 

C.  Vogt  y  E.  Jung  (Anafomie  comparée prat'ique)  dan  mucha  importan- 


—  56  — 

cia  también  al  ácido  ósmico  y  al  bicloruro  inerciirico  pero  reconocen  sus 
inconvenientes. 

Entre  los  autores  que  se  ocupan  del  estudio  de  protozoarios  citaremos 
á  Louis  Leger,  quien  en  el  libro  Zoologie  descriptive^  tomo  I,  liace  una 
pequeña  monografía  de  la  Amceha  proteus  (Leidy)  y  Amoeha  terrícola 
(Greef),  pero  sin  dar  ni  citar  técnicas  especiales. 

Fabre-Domerque,  en  el  libro  que  acabamos  de  citar,  se  ocupa  de  los 
flagelados  y  ciliados,  tomando  como  tipo  de  los  primeros  el  ChilomonoH 
Paramcvcium  (Ehr)  y  el  Paranuvcium  Aurelia  (O.  F.  Müller)  de  los  segun- 
dos. Sigue  en  ambos  casos  la  misma  técnica :  mata  con  ácido  crómico  al 

1  por  ciento  para  poner  en  evidencia  la  cutícula  (método  que  recomen- 
damos) y  hace  el  estudio  del  macro  y  micronúcleo  comprimiendo  al  ani- 
mal, lo  mata  fijándole  al  mismo  tiempo  con  ácido  ósmico  en  solución 
saturada  (!),  colorea  por  último  con  el  verde  de  metilo  acético. 

Agrega  dicho  autor  (y  en  esto  está  de  acuerdo  con  los  otros)  que  el 
ácido  ósmico  tiene  el  inconveniente  de  ennegrecer  mucho  los  infusorios 
que  al  cabo  de  poco  tiempo  se  vuelven  completamente  opacos.  Para  evi- 
tarlo, hace  pasar  por  la  preparación  una  corriente  de  agua  amoniacal 
(amoníaco,  una  gota;  agua  destilada,  20  ce.)  consiguiendo  disminuir  la 
opacidad  con  estos  lavajes. 

La  técnica  es  larga  y  comi^licada,  el  resultado  dudoso.  Segtín  Fol,  los 
fijadores  usados  hasta  aquí  no  dan  los  resultados  del  percloruro  férrico 
(A.  Garbini,  Mamiale  per  la  técnica  moderna  del  microscopio)^  tintura 
alcohólica  de  i^ercloruro  férrico  á  la  que  se  agrega  de  5  á  10  veces 
su  volumen  de  alcohol  á  70  grados  (Vulpian)  en  seguida  los  pasa  al  alco- 
hol acidulado,  alcohol  á  100  grados,  luego  en  una  solución  al  1  por  ciento 
de  ácido  gálico  jiara  obtener  coloración  pardusca,  deshidrata,  diafaniza 
y  monta  en  bálsamo  del  Canadá. 

La  técnica  es  larguísima,  el  percloruro  en  la  proporción  indicada  actúa 
contrayendo  al  cabo  de  un  tiempo. 

La  serie  de  líquidos  recomendados  i^ara  el  estudio  de  protozoarios  no 
termina  aquí : 

Se  utiliza  también  el  líquido  de  Lugol  (iodo,  1  gramo;  ioduro  potásico, 

2  gramos;  agua,  300). 

El  líquido  de  Merkel,  modificado  especialmente  para  esta  técnica,  com- 
puesto por  tetracloruro  platínico,  1  gramo;  ácido  crómico,  1  gramo;  ácido 
acético,  1  gramo;  agua  400-1000. 

El  ácido  oxálico  en  solución  saturada  ha  sido  preconizado  como  fijador 
instantáneo  y  como  conservador  de  las  cillas,  pero  siempre  que  se  trate 
de  preparaciones  transitorias,  pues  el  ácido  oxálico  en  solución  saturada, 
tiene  los  inconvenientes  de  todas  las  soluciones  fijadoras  concentradas; 
altera,  descompone  y  desfigura. 

León  Jammes  (Zoologie  prati que  hasée  síir  la  dissection)  se  ocupa  de 


—  57  — 

aljiuiios  protozoarios  lu-ro  sin  dar  tt'ciiicas  osix'cialcs  ididiciido  decirse' 
lo  iiiisino  del  libro  Tcoiiqui'  iHÍcroscopiíjitc  de  Jiíiliin  y  OpiK'l,  (]UÍon('S 
indican  el  ácido  osniico  en  las  ])roi>orcioncs  conocidas. 

El  doctor  don  Anycl  (íallardo  i)rofcsor  de  /.oolojiía  de  las  facultades 
«le  ]\redic¡na  y  Ciencias  >í atúrales,  nos  ])r(4)orcionó  varias  técnicas  siendo 
las  luincipales  al  ácido  osniico  al  1  i)or  ciento;  fornnd  al  lü  jtor  ciento, 
y  bicloruro  mercúrico  (bicloruro  nuncúrico,  10  «iranios;  aj»ua  destilada, 
M)  uranios;  amoníaco  10  <irainos;  agrégiiese  poco  á  jioco  y  renuévese  el 
agua  (lue  se  evajiora). 

Las  dos  i»rinieras  tienen  los  inconvenientes  apuntados;  la  última  deter- 
mina el  encogimiento  paulatino  y  la  disgregación  final,  como  tuvimos 
ambos  oportunidad  de  comprobarlo  con  algunos  vorticelidos  preparados 
el  ano  anterior. 

Tememos  cansar  á  nuestros  lectores  al  citar  tantos  procedimientos, 
mas  lo  hacemos  para  jíoder  sentar  una  conclusión  :  La  técnica  protisto- 
lógica  no  posee  aún  en  su  arsenal  un  verdadero  fijador  simple  ó  com- 
jiuesto  que  posea  la  doble  ]>ropiedad  siguiente  :  Fijar  conservando  la 
forma  primitiva  del  protozoario  y  determinar  la  aparición  de  las  ciliasó 
jiestaña  s  vibrátiles. 

El  hecho  sobradamente  comprobado,  nos  animó  á  buscar  un  líquido 
qiie  poseyese  mejores  condiciones  que  los  usados  y  creyendo  haber  re- 
suelto en  i)arte  el  problema  lo  proponemos  al  estudioso,  puesto  que  á 
nosotros  nos  ha  facilitado  la  tarea  á  veces  complicada. 

jSTos  llegan  de  Europa  preparaciones  llamadas  de  j)rotozoarios,  pero 
estamos  en  presencia  de  un  dilema :  ó  nos  mandan  lo  peor  que  tienen,  ó 
no  poseen  métodos  definitivos  de  preparación,  el  hecho  es  que  para  ])oder 
decir :  se  trata  de  tal  ó  cual  protozoario  se  necesita  una  fuerza  de  volun- 
tad demasiado  altruista  y  que  por  tanto  no  condice  ni  cabe  admitir  en 
cuestiones  de  índole  científica. 

El  líquido  que  proponemos  deb(^  su  poder  conservador  y  fijador  á  la 
acción  combinada  de  tres  substancias  en  proporciones  mínimas  :  el  for- 
mol,  la  glicerina  y  un  alcaloide;  la  atropina,  disueltos  en  agua. 

En  el  estudio  délos  protozoarios  nunca  se  ha  utilizado  alcaloide  algu- 
no y  si  bien  es  cierto  que  se  han  usado  varios  alcaloides  para  otros  gru- 
pos, no  tenemos  noticia  que  se  hayan  propuesto  para  éste. 

La  estricnina,  la  nicotina,  la  cocaína,  se  usan  en  la  preparación  tran- 
sitoria de  celenterados,  gusanos,  moluscos;  la  atropina  nunca  se  usó. 

Después  de  una  serie  de  tanteos  é  insucesos  hemos  logrado  obtener 
una  fórmula  que  es  la  que  proponemos: 

Agua 50  centigramos 

Formol X   gotas 

Gliceiiua 10  gramos 

Atropina 0 .  002  miligramos 


—  58  — 

Disuélvase  la  atropina  en  el  agua  á  calor  suave,  <léjese  enfriar  y  agre- 
gúese la  glicerina,  en  seguida  el  formol;  fíltrese  y  consérvese  en  frasco 
de  tapa  esmerilada. 

Para  fijar  con  esta  solución  hacemos  uso  de  pequeñas  i»ipetas  que  nos- 
otros mismos  preparamos  afilando  un  tubo  cuyo  calibre  puede  variar  de 
O^OOo  á  0'"008.  La  parte  afilada  se  corta  luego  de  modo  que  su  poro 
final  sea  de  ()"0005;  en  tal  forma  se  consiguen  gotas  uniformes  pequeñas 
y  suficientes  para  el  caso. 

La  gota  que  contiene  los  protozoarios  la  colocamos  en  un  tubo  tand)ién 
afilado  cuyo  calibre  su^jerior  es  de  0™008  y  el  inferior  O'"002  tapado  por 
un  pequeño  tapón  de  goma.  Largo  del  tubo  de  0'"0G0  á  0"0S0. 

Técnica.  —  Los  protozoarios  se  colocan  en  el  tubo  de  preparación  y 
en  seguida  se  vierte  una  gota  pequeña  con  la  pipeta  descripta  más  arriba. 

Fijación.  —  La  acción  es  inmediata;  déjese  ai)osar  (5-10'),  después 
de  lo  cual  se  retira  el  exceso  de  líquido  por  medio  de  pequeñas  tiras  de 
papel  de  filtro,  ayudando  la  absorción  con  la  inclinación  moderada  del 
tubo. 

Si  se  quieren  observar  sin  colorear,  se  tapa  con  un  dedo  la  abertura 
grande  del  tubo  x)reparador  se  quita  suavemente  el  tapón  y  se  depositan 
los  protozoarios  sobre  el  portaobjeto,  tocándole  con  la  gota  que  pende 
del  tubo. 

Preparaciones  transitoria.s.  —  Si  se  quiere  hacer  la  observación  du- 
rante algún  tiemi^o  se  pone  una  gota  de  glicerina  sobre  la  preparación  y 
se  recubre  suavemente  con  el  cubreobjetos. 

Preparaciones  coloreadas  definitivas.  —  Procédase  como  indicamos  en 
los  párrafos  Técnica  y  fijación  pero  absorbiendo  tan  sólo  en  parte  el  fija- 
dor, hecho  esto,  con  iiequeñas  pipetas  preparadas  como  la  que  indicamos 
anteriormente,  se  agrega  una  gota  del  colorante  que  se  use,  se  deja 
actuar  unos  2  á  5  minutos  según  los  casos,  se  retira  el  colorante  excesivo 
en  la  misma  forma  indicada  para  el  fijador  y  se  lava  agregando  agua  que 
luego  se  retira;  se  reemjilaza  el  agua  por  alcohol  diluido  á  30  grados  al 
que  se  haya  agregado  5  por  ciento  de  glicerina,  se  continúa  con  los  demás 
alcoholes  hasta  llegar  al  xilol.  La  operación  está  terminada  con  gran 
rapidez  y  en  menos  tiempo  del  que  se  necesita  para  describirla. 

Una  vez  que  los  protozoarios  están  en  el  xilol  pueden  depositarse 
sobre  el  portaobjetos,  se  pone  una  gota  de  bálsamo  diluido  en  el  xilol 
(3  partes  del  primero  por  1  parte  del  segundo)  y  se  monta  recubriendo 
con  el  cubreobjeto  (de  0™'"18  diámetro). 

La  prei)aración  queda  así  asegurada  indefinidamente. 

En  cuanto  al  colorante  hemos  obtenido  espléndido  resultado  usando 
la  doble  coloración  Bruno  de  Bismarck  —  verde  de  iodf»  —  en  la  dilu- 
ción siguiente : 


—  59  — 

(¡ramos 

2"  líriino  «lo  Bismarck 0.10 

A-íuu  «U'stiliulM 100.00 

1"  VcnU'  (U-   i.xb) 0.10 

Agua   dostil.ida 100.00 

Las  postauasy  cilia."^  vibrátiU's  se  líoncii  de  manifiesto  (les(l(M'l  ])rinior 
iiioinento  con  el  solo  tijador. 

Temíamos  que  los  voitieelidos  ])orel  lieeliode  poseer  el  lilaiiiento  con- 
tráctil no  pudiesen  ser  incluidos  en  la  lista,  pero  hemos  ])odido  compro- 
bar que  conservan  su  forma  esférica  y  nuiestran  la  corona  vibrátil  con 
toda  claridad. 

Las  vorticelas  nos  fueron  proporcionadas  por  el  director  del  gabinete 
de  historia  natural  (Colegio  Nacional  central),  señor  Juan  ííielsen,  quien 
l^udo  observar  el  hecho,  aprovechando  esta  oportunidacl  para  agrade- 
cerle las  finas  deferencias  que  como  amigo  sincero,  nos  brinda  en  todo 
momento. 

Xo  me  corresjionde  hacer  la  crítica  del  método  pero  diré  solamente  las 
ventajas  que  de  su  uso  pude  obtener : 

1°  El  fijador  es  incoloro,  por  tanto  no  disimula  la  estructura  del  pro- 
tozoario; 

2'^  Su  manejo  es  fácil,  así  como  su  preparación  y  conservación; 

3°  Su  costo  es  mínimo; 

4°  Eeune  la  doble  calidad  de  fijar  y  conservar  que  deben  atribuirse  en 
primer  lugar  al  uso  moderado  del  formol  mezclado  á  la  glicerina. 

La  atropina  mantiene  el  estado  primitivo  del  jirotozoario  ejerciendo 
su  acción  sobre  la  cutícula  y  las  cilias  que  extiende  sin  violentar  en  lo 
más  mínimo  la  forma. 

Hubiera  deseado  tratar  de  los  diversos  colorantes  utilizados  entre  los 
cuales  citaré  la  safranina,  el  picrocarmín,  la  eosina,  el  bruno  de  Bis- 
marck, el  verde  de  iodo  y  de  metilo,  la  hematoxilina,  la  nigrosina,  el  azul 
de  genciana,  pero  continuamos  su  estudio  en  detalle  y  por  ahora  nos  limi- 
tamos á  aconsejar  el  uso  del  verde  de  iodo  y  bruno  de  Bismarck;  más 
adelante  daremos  á  conocer  los  resultados. 

Termino  recomendando  el  método  de  fijación  que  propongo  y  espero 
gustoso  las  críticas,  pues  contribuirán  á  perfeccionar  la  técnica  hasta 
hoy  usada. 

Bueno-s  Aires,  jnuio  19  de  1907. 


60 


bibliografía 


G.  VoGT  y  E.  JuNG,  Anatomie  comparée  pratique. 

Louis  Leger,  Eu  Zoologie  descñptive,  tomo  I. 

Fabre-Domergue,  En  Zoologie  descripfice,  tomo  I. 

BcíNH  y  Oppel,  Tecnique  microscopique. 

Mojsisovics,  Zootomie. 

A.  Garbini,  Manuale  per  la  técnica  moderna  del  microscopio. 

D.  Carrazi,  Técnica  di  anatomía  microscópica. 

L.  Jammes,  Zoologie  pratique  hasée  sur  la  dissection. 

A.  L.  Herrera,  Notions  genérales  de  biologie,  etc. 

L.  BouTAN,  Dissections  et  manijjulations  de  zoologie. 


PSÉLAPHIDES   DE  LA   RÉPUBLIQUE    AKGENTINE 


DESCRirTIOX    DES    ESPECES    NOUVELLES 


Pau  a.   RAFFRAY 


Jusqii'a  ce  jour  oii  ne  connaissait  que  quatre  espéces  de  Psélapliides 
proveuant  des  Pampas;  MM.  Carlos  Brucli  et  Eicliter,  de  La  Plata,  sont 
^eniis  combler  cette  lacune  et  ont  bien  voulii  me  communiquer  iiue  tres 
intéressante  serie  de  Psélapbides  qu'ils  ont  recueillie  dans  la  provtnce 
de  Buenos  Aires.  Ce  n'est  évidemment  qu'un  debut,  et  la  liépublique 
Argentine  doit  en  nourrir  bien  d'autres-  espéces,  mais  des  aujourd'liui 
on  peut  présumer  que  la  faune  de  cette  región  se  rattacliera  intimement 
á  celle  du  bassin  deFAmazone,  avec  cependant  quelques  types  spéciaux. 
Les  Euplectini  qui  sont  fort  rares  dans  les  zónes  tropicales  deviennent 
plus  nombreux  a  Buenos  Aires  oíi  ils  sont  representes  ])'AV  six  espéces 
d'un  genre  si)écial  (Lioplectiis). 

Le  nouveau  genre  PselaphelluH,  confondu  jusqu'a  ce  jour  avec  les  Pae- 
laphiis,  avait  été  découvert  primitivement  dans  l'Amazone;  il  remonte  au 
iíord  jusqu'au  Guatemala,  mais  son  centre  parait  étre  la  Képublique 
Argentine.  Le  nouveau  genre  Raxyhis  n'est  qu'une  légére  modiflcation 
des  Bryaxina  qui  sont  essentiellement  brésiliens. 

Les  autres  formes  sont  répandues  dans  tout  le  Nouveau  Monde. 

Je  veux  aussi  remercier  MM.  Carlos  Bruch  et  Eichter  qui  ont  été 
assez  généreux  i^our  m'autoriser  á  conserver  les  types  des  espéces  nou- 
velles. 

LISTE  DES  ESPÉCES 

1.  Pselapliomorplms  Bruchiy  n.  sp. 

2.  JubuH'i  (Gamba)  elongata  Scliaufuss.  Pampas. 

3.  —  rugicolUs        —  —       \ 

4.  Bhynoscepsis  Richteri,  n.  sp. 

^  Les  espüces  números  2  et  3  ap])artiennent  tres  probablement  au  genre  Pselaph(h- 
worphiis. 


62 


5.  Lioplectus  nitidits  Eaífray.  Pampas. 

6.  —         longnlus,  n.  sp. 

7.  —         lenticornisy  n.  sj). 

8.  —        simplex,  n.  sp. 

9.  —        hicolor,  n.  sp. 

10.  —        capitatus,  n.  sp. 

11.  Enrhexms  Putzeisi  Scliaufuss.  Montevideo,  La  Plata. 

12.  —  ruhripenniH,  n.  sp. 

13.  Artkmius  (Syrhatua)  hifurcatm,  n.  sp. 
11.       —        Bruclú,  11.  sp. 

15.  Raxyhis,  n.  g'.  iiodosa,  ii.  sp. 
10.       —        frontalis,  n.  sp. 

17.  EeicJienhacliia  festina,  ii.  sp. 

18.  —  Itttea,  11.  sp. 

10.  —  (jriseojmhescens^  ii.  sp. 

20.  —  argentina^  ii.  sp. 

21.  Decarthron  hinodoHum ,  ii.  sp. 

22.  —  simplex,  ii.  sp. 

23.  —  MrsuUim^  ii.  sp. 

24.  —  rnhripenne ,  ii.  sp. 

25.  Pselapliellus,  n.  g'.  convexiis,  ii.  sp. 
20.         —  vestituH,  11.  sp. 

27.  —  paUipeH,  ii.  sp. 

28.  Ctenisisfasciculata,  ii.  sp. 

29.  —       gracilis,  ii.  sp. 

30.  Neotyrus  vestitus,  ii.  sp. 

31.  Hamotns  argentimiH,  ii.  sp. 

32.  Arhytodes  Brnchi,  n.  sj). 

33.  Fustiger  elegans,  ii.  sp. 


I*scla|»hoinorphus  ISruehi,  u.  sp. 

Elongatm,  antice  posticeque  attenuatus,  totns  rufiiH^  sat  dense  hreviter 
ct  subiente  puhescens.  Gaput  elongatnm,  triangulare,  convexum,  teni- 
poribus  rotundatis,  vértice  ínter  ocnlos  transversim  profunde  impres- 
so,  fronte  quadrato-clongata^  elcvata,  suleata.  OcuU  mediocres,  medio 
siti.  Antennoi  sat  clongatw,  ad  apicem  vix  incrassatw,  clava  milla, 
articuUs  ómnibus  cylindricis,  2  qnadraio,  o-5  latitudine  stia  dimidio 
longioribus,  6  paulo  breviore,  7-10  latitudine  sua  duplo  longioribus, 
11  triplo  longiore,  acuminato.  Frothorax  ovatus,  ante  basin  sulco  trans- 
verso lateribus  incisus,  sulcis  duobus  lateralibus.  Elytra  latitudine  sua 
longiora,  ad  basin  attenuata,  humeris  rotundatis,  basi  vix  perspicuo 


—   63  — 

tfioisccruiíii  varinutd,  hiforcdtd,  striii  sididudi  integra^  dorsali  milla. 
Ahdomcn  cli/iris  jxado  loiifíins,  l<(fcn'hi(s  hifc  iin(r(ii>i<ttinny  leviter  ro- 
tuHdattnn.up'tcc  HtlcnHutniíi,  scfintotto  dorsaU primo  magno,  2  magno, 
iiy  4,  ¿j  Ínter  se  a'(iii<(lihiis,  (>  fcrc  f  riangiilari.  Metasternum  medio  con- 
re.vnm  ct  sidcaiidii.  ¡'ctlcs  gráciles,  ralde  elongati.  9- 

Cette  espocc  diftere  de  toutes  les  aiitres  i)ar  les  élytres  plus  longs,  ti 
IH'iue  visiblenient  carenes  a  la  base,  avec  les  épanlesiiiutiques.  Le  front 
tonne  une  sorte  de  tubercule  en  carré  lonf>-,  linuté  en  arriere  par  une  ])ro- 
londe  dépression  transversale,  et  constitueainsi  un  nuiseauun  peu  sur- 
élevé  uiais  nioins  étran.ulé  sur  les  eótés. 

Cette  espece,  quoique  iiitinuMuent  liée  a  ses  conj>éneres,  forme  un 
petit  .uToupe  a  i)art  et  je  \w  serais  ])as  surpris  que  les  Gamba  elongataet 
riigicolli.s  de  Schaul'uss,  (pii  ])r<»vieiinent  des  Pampas  et  queje  ne  connais 
l)as,  appartinssent  a  ce  <>rou])e  des  Pxelapltomorphus.  Dans  mon  catalogue 
je  les  avais  rangés  avec  doute  jiarmi  les  Jnbns. 


Rhynoscepsis  Rieliteri,  u.  sp. 


Ohlongus, parum  convexus,  ohncure  rufus,  sat  dense,  hrevissime,  pallide 
puheHcens.  Caput  lafifiidine  sua  longius,  suhtriangnlare,  antice  valde 
angustatum  et  productum,  tubérculo  antennario  ovato  fere  totiim  et 
antice  profundius  sulcatum,  utrinque  ínter 
oculos  late  nec  profunde  foveatum,  temporihus 
magnis,  fere  qnadrafis.  Ocnlí  paululnm  pone 
médium  siti.  Antennw  validw,  articulis  1  ma- 
gno, cylindrico,  2  ovato,  3-8  multo  minoribus 
et  moniliformihus,  9-10  leviter  creHcentibus  et 
transvemis,  11  fere  cónico,  leviter  turbinato. 
Protliorax  longitudine  sua  et  capite  latior, 
angulis  anticis  valde  notatis,  obtusis,  multo 
ante  médium  sitís,  inde  ad  basin  lateribus 
obli([uis,  vix  perspicue  sinuatis,fere  totus  lon- 
gitudinaliter  sulcatus,f ovéis  tribus  liberis  et 
basi  ipsa  utrinque  impressa.  Elytra  latitudine 
sua  paululnm  longiora,  lateribus  leviter  rotun- 
datis,  Jiumeris  notatis  et  obtuse  dentatis,  basi 
biimpressa,  stría  dorsali  médium  superante. 
Abdojnen  pernio  longius,  segmentis  dorsedibus  (cqualibus.  Pedes  vedidi, 
anticorum  femoribus  incrassatis,  tibiis  valde  incrassatis,  infra  beisi 
emarginatis,  intermediorum  etposticorum femoribus  minus  incrassatis, 
tibiis  leviter  arcuatis  et  ad  apieem  crassioribus.  cr'.  Long.  1,50  mm. 


líhynoscepsis  liichteri  Raffr. 


64   — 


Cette  espéce  se  rapproclie  de  ^ubescens  Raffr.,  des  Ainazones,  par  sa 
pubescense  blanchátre,  courte  et  serrée,  et  par  la  forme  dii  protliorax 
dont  les  anglesantérieurs  sont  tres  marqués,  mais  la  forme  genérale  est 
plus  allongée,  les  antenues  sont  plus  longues,  et  les  cótés  du  protliorax 
ne  sont  pas  sensiblement  sinués  á  la  liauteur  de  la  fossette  latérale,  L'é- 
paisseur  des  tibias  antérieurs  est  tres  caractéristique. 

Je  suls  heureux  de  dédier  cet  insecte  á  M.  Ricbter  qui  Pa  découvert 
et  á  la  générosité  duquel  j'en  suis  redevable. 


GENRE  nOPLECTUS  Raffuay,  Rcv.  d'Ent.,  1898,  p.  160 

Ce  genre,  dont  il  n'existait  qu'une  espéce  provenant  des  Pampas,  sem- 
ble devoir  étre  plus  largement  representé  dans  l'Amérique  du  Sud;  M. 
C.  Bruch  et  M.  Eicbter  en  ont  découvert  cinq  autres  espéces  dans  la 
province  de  Buenos  Aires. 

Le  tablean  suivant  aidera  á  les  reconnaitre  : 


A,  Corps  tres  aplati,  tres  paralléle,  allongé. 

B,  Abdomen  plus  long-  que  les  élytres  qui  sont 

carrés.  Tete  plus  longue  que  large.  Antennes 
relativement  peu  épaisses,  articles  4-8  mo- 
niliformes,  í)  transversal,  10  pas  x)lus  large 
mais  moiiis  transversal. 
B ',  Abdomen  á  peine  plus  long  que  les  élytres 
qui  sont  plus  longs  que  larges.  Tete  pas 
plus  longue  que  large.  Corjis  un  peu  moins 
allongé. 

C,  Antennes  peu  épaisses,  articles  4-7  monili- 

formes,  8  pas  plus  large  mais  un  iieu  trans- 
versal, 9  semblable  mais  un  i^eu  plus  gros, 
10  fortement  transversal,  presque  concave 
contre  la  base  du  ll°'^ 

C,  Antennes  plus  épaisses,  articles  4-7  monili- 
formes  mais  de  plus  en  plus  transversaux, 
8  pas  plus  gros  mais  bien  plus  transversal, 
9-10  tres  transversaux  presque  lenticulaires 

A',  Corps  allongé,  paralléle,  mais  plus  convexe 

A",  Corps  beaucoup  plus  convexe,  moins  allon- 
gé et  moins  i)aralléle. 

B,  Tete  nórmale,  avec  un  simple  sillón  parabo- 
lique,  front  non  excavé. 


NiTiDUS,  Raffr. 


LONGULUS,  n.  sp. 


LENTICOE>^IS,  n.  sp. 
SIMPLEX,  n.  sp. 


BICOLOR,  n.  sp. 


—  65  — 

B',  Tete  ii  sculpturc  un  pon  anormale  et  plus 
C()nipli(pu''e,  plus  aplatie,  front  uu  peu 
creusé  en  a\'ant  au  inilieii,  (»('('i]>ut  traus- 
versalement  deprime.  CAPiTATUS,n.sp. 

Ces  deux  dernieres  especes  difterent  un  peu  par  leur  forme  plus  épais- 
se,  plus  couvexe,  mais  les  caracteres  essentiels  sont  ideiitiques. 

rjioplectus  long'ulus,  i>.  sp. 

Elongatus,  auhparaUelus,  deplanatm,  nitidtis,  ruhrocastanenn,  abdomine 
ohficuriore,  anteiiin's  pedihusquc  fiihun ;  iniíiiifissime  et  vix  jjersjiicíie 
pubcsvois.  Capul  lütitudine  sud  fvqitilom/um,  latcn'bns  ohliquis,  ante- 
rius  attenuatum,  temporibm  rotundatix;  occipite  postice  sinuato ; 
vértice  foveis  duabus  et  sulco  parabólico  impresso.  Oculi  mediocrcH. 
Antennm  mediocres,  articulis  1  majore,  2  ovato,  3  subobcoaicoy  4-7 
moniliformihus,  8  leviter  transverso,  9  paulo  majore,  leviter  trans- 
verso, 10  multo  latiore,  valde  transverso,  fere  lenticulari  et  concavo, 
11  ovato,  basi  truncato.  Prothorax  cordatus,  lateribus  post  médium 
obsolete  bisinuatis,  foveis  lateralibiis  magnis,  mediana  paulo  minore, 
sulco  transverso  vix  perspicuo.  Elytra  elongato-quadrata,  humeris  den- 
tatis,  basi  obsolete  trifoveata,  stria  sutnrali  integra,  dorsali  nulla. 
Abdomen  elytris  vix  longius,  scgmentis  dorsalibus  1,  2,  3  aequaUbus,  4 
paulo  minore;  ventralibus  2,  3,  4  paulo  decrescentibus,  5  minore,  6 
magno,  subtr  i  angular  e.  Pedes  mediocres,  parum  incrassati.  9-  Long. 
1,80  mm. 

Ijioplectus  lenticornis,  n.  sp. 

Prwcedenti  forma  et  colore  valde  affinis  sed  paulo  crassior  etmajor.  Caput 
latitudine  sua,  wquilongum,  anterius  attemiatum,  lateribus  obliquis, 
temporibus  rotundatis  ;  fronte  valde  et  profunde  impressa,  foveis  dua- 
bus  sulco  obsoleto  cum  impressione  frontali  junctis,  occipite  breviter 
sulcato  et  postice  leviter  sinuato.  Antenncv  sat  crassce,  articulis  1  ma- 
jore  subcylindrico ,  2  ovato,  3  paulo  minore,  obconico,  4-7  moniUfor mi- 
bus,  sed  magis  ac  magis  transversis,  8  paulo  minore,  transverso,  9-10 
prcecedente  multo  majoribus  et  valde  transversis,  11  fere  cónico.  Pro- 
thorax capite  paulo  latior,  cordatus,  lateribus  ante  basin  perparum 
sinuatis,fovea  laterali  máxima,  mediana  minuta,  sulco  transverso  vix 
perspicuo.  Elytra  elongato  quadrata,  humeris  dentatis,  basi  trifoveata, 
stria  dorsali  nulla.  Abdomen  elytris  vix  longius,  segmentis  dorsalibus 
cequalibus,  ventralibus  2,  3,  4  longitudine  paululum  decrescentibus, 
5  brevissimum,  6  magnum,  ápice  septimum  includente,  opérenlo  ovali. 

REV.   MUSEO  LA  PLATA.  —  T.   II.    (V,  16,  1908.)  5 


—   66  — 

Pedes   vaUdi,  tihiis  intermediis  ápice  intus  minutissime  calcaratis. 
cf .  Long.  1,90  mm. 

Lioplectus  simplex,  u.  sp. 

Elongatus,  suhiMrallelus,  convexus,  nitidissimus,  rubro  ferrugineus.  Caput 
leviter  transversum  anterius  attenuatum,  lateribus  leviter  intus  arcua- 
tis,  temporihus  rotundatis,  sicut  in  pracedente  imjjressum.  Antennce 
sicut  in  L.  loíigulo,  sed  crassiores,  articiiUs  9-10  minus  transversis, 
10  simplice.  Frothorax  suhcordatus,  lateribus  ante  médium  magis 
rotundatis  et  postice  liaud  sinuatis,  sulco  transverso  vix  perspicuo. 
Mytra  latitudine  sua  longiora,  lateribus  perparum  rotiindatis,  liume- 
ris  valde  obliquis,  minute  et  acute  dentatis,  basi  indistincte  trifoveata 
f ovéis  suturali  et  externa  magnis  sed  intermedia  obsoleta.  Abdomen 
elytris  vix  longius,  segmentis  dorsalibus  subcequalibus,  ventralibus  2-5 
paululum  decrescentibus,  6  majore,  transversim  subtriangulari.  Pedes 
mediocres,  tibiis  anticis  ad  apicem  incrassatis.  9.  Long.  1,80  mm. 

Cette  espéce  ressemble  beaucoup  á  L.  longulus,  mais  elle  est  bien  plus 
convexe,  la  tete  est  plus  courte  avec  les  cotes  arques  en  dedans,  le  pro- 
thorax  est  plus  arrondi,  les  antennes  sont  plus  épaisses  avec  le  10"® 
article  simple. 

Lioplectus  bicolor,  u.  sp. 

Minus  elongatus  et  parallelus,  parum  deplanatus;  piceus,  capite  casta- 
neo,  elytris  ruhro-castaneis,  antennis  pedibusque  fulvis,  parce  pubes- 
cens.  Caput  longitudine  sua  fere  latius,  antice  attenuatum,  f ovéis  du- 
abus  et  sulco  parabólico;  fronte  utrinque  supra  antennas  paululum 
nodosa.  Antennw  sat  elongatw,  arti culis  1  majore,  2  ovato,  3  obconico, 
4-8  moniliformibus,  9-10  paulo  majoribus,  leviter  transversis,  11  ovato, 
basi  vix  trúncalo.  Prothorax  cordatus,  lateribus  pone  médium  obliquis, 
Jiaud  sinuatis,  f  ovéis  lateralibus  validis,  mediana  paulo  minore,  sulco 
transverso  vix  perspicuo.  Elytra  latitudine  sua  paulo  longiora,  late- 
ribus leviter  rotundata,  humeris  subelevatis,  vix  perspicue  dentatis, 
basi  trifoveata,  stria  dorsali  milla.  Abdomen  elytris  subcequale,  seg- 
mentis 1-4  leviter  decrescentibus,  ventralibus  2,  3,  4  leviter  decrescen- 
tibus, 5  augusto,  6  plus  quam  duplo  majore,  septimum  includente, 
opérenlo  longitudinaliter  triangulari.  Pedes  validi,  femoribus  pra¡- 
sertim  anticis  paululum  inflatis.  (f.  Long.  1,75  mm. 

La  forme  est  bien  idIus  convexe,  ijlus  épaisse ;  la  tete  plus  courte ;  le 
10"®  article  des  antennes  bien  moins  transversal;  le  prothorax  moins 
brusquement  atténué  en  avant. 


67 


I^ioploelus  oapilntus,   n.  sp. 

Sat  clonnatus,  sKbparalIrliis^  xcd  paululion  convcxun  ;  ohscnre  castaneus, 
elytri.s  rubro-ecifitaneis^  autennis  et  7ííy///>íí.s'  rufo  fernigineis;  breviter 
i't  pa}'cc  jmbcNcens.  Caput  sai  ma<inum, 
subdcplanuium,  UnK/itiidinr  siia  paulo  la- 
íius,  auticc  (ütcnuatum,  fronte  medio  rulde 
depressa,  utriu(¡ue  supra  antenna,^  subno- 
dosa,  isto  modo  bipartita;  vértice,  ínter 
oculos ,  f ovéis  duabus  ¡uagnifs,  subtransver- 
siSf  sulco  parabólico  rot mulato,^  occipite 
prope  collnm  impresao,  declivi  et  medio 
carinato ;  temporibuH  validi,s,au(/uJum  sub- 
quadratum,  summo  rotundatum,  formanti- 
bus.  Antenna}  mediocres,  articulis  1  majore, 
2  ovato,  3  obconico,  4-7  moniUformibus, 
S-10  transcersis,  9-10  vix  majoribus,  11 
ovato,  basi  latetruncato,  ápice  turbinato. 
Prothorax  cordatus,f ovéis  lateralibus  mag- 
nis,  mediana  parva,  sulco  transverso  obso- 
letissiiuo;  basi  utrinque  convexa.  Elytra 
latitudine  sua  longiora,  lateribus  leviter 
rotundata,  humeris  obliquis,  dentatis,  basi 
trifoveata,  stria  dorsali  nidia.  Abdomen 
elytris  subwquale,  segmentis  dorsalihus  1-4 
leviter  decrescentibus ;  ventralihus  2-4  de- 
crescentibus,  5  minuto,  6  quarto  subwquali, 
septimum  includente,  operado  triangidari- 

ter  asymet^'ico.  Pedes  robusti,  femoribus  leviter  incrassatis.  cf.  Long 
2,20  mm. 


l.LipopectuscapitatusRflr. 

2.  —        nitidus  Rftr.  antenne 

3.  —        tenticoruis        — 
i.  —        longulus  — 


Cette  espéce  se  distingue  par  sa  taille  plus  grande,  sa  tete  aplatie,  á 
sculpture  plus  compliquée  et  dont  les  tempes  grandes  forment  unangle 
carré  dont  le  sommet  est  arrondi;  la  massue  des  antennes  est  tres  j^eu 
sensible. 

Eurhexius  rubripenuis,  n.  sp. 


Nigropiceus,  elytris  rubris,  antennis  pedibusque  rufis,  sat  longe  et  obs- 
cure  pubescens.  Caput  valde  transversum,  anterius  attenuatum,  lateri- 
bus obliquis,  fronte  transversim  tota  sidcata,  lateribus  incisa  et  supra 
antennas  nodosa,  temporibus  magnis,  leviter  prominulis,  angido postico 
externo  rotundato,  in  vértice  f  ovéis  duabus  sulco  parabólico  cum  sulco 
transverso  frontali  junctis,  occipite  medio  sulcato.  Antenncefere  geni- 


—  68  — 


culatee,  articulis  1  elongato,  cylinñrico,  2  quadmio,  3-10  leviter  trans- 
nersis,  9-10  majoribiis,  11  ovato.  Prothorax  disperse  punctatus,  capite 
latior,  latitud  i  >ie  wquilonfjus,  antice  sat  ahrvpte  attenuatns,  postice 
leviter  sinuatus  et  valde  attenuatus,  fortiter  sexdcntatus,  dentihus  a 
basi  ad  apicem  decrescentihus,  utrinque  fovea  laterali  valida,  sulco 
transverso  leviter  arcuato,  longitudinali  integro.  Elytra  latitudine  sua 
perpariim  longiora,  rubra,  basi,  sutura  et  ápice  obscuriora,  liumeris  ro- 
tundatis,basi  quadrifoveata,striÍs  dorsalibus  duabus  obsoletis,  interna 
fere  ad  médium  extensa,  externa  breviore.  Abdomen  elytris paulo  majus, 
segmentis  dorsalibus  subwqnalibus.  Pedes  mediocres,  femoribns  parum 
incrassatis,  tibiis  subrectis,extus  vix  crassioribus.  9-  Long.  2,20  mm. 

Cette  espéce  se  distingue  de  toiTtes  les  autres  par  son  systéme  de 
coloratiou.  Comme  formes  elle  ressemble  aii  Pntzeisi  Schfs.,  de  la  méme 
región,  maiwS  elle  est  un  peu  plus  allongée,  la  denticulation  du  prothorax 
est  plus  forte  et  les  antennes  sont  plus  courtes. 

ArÜiinius  (Syrbatus)  bifureatus,  n.  sp. 

Oblongo-ovatus,  antiee plus  attenuatus,  nitidus,  kvvis,  rubro  reí  rufo-cas- 
taneus,plus  minusre  dilutior;  disperse  sed  sai  longe  fiaro pubescens. 
Caput  magnum,  valde  transversum,  lateribus  rectis,  inter  oculos  bifo- 
veatum,  caierum  in  utroque  sexu  diversum.  Antcnnw  elongatee,  arti- 
culis r  majore,  in  utroque  sexu  diverso,  3-7  latitudine  sua  duplo  lon- 
giorihus,  8  fere  quadrato,  9-10  subquadratis,  paulo  majoribus,  11 
oblongo-ovato,  basi  truncato.  Prothorax  cordatus,  disco  longitudinali- 
ter  convexus,  utrinque  sulcatus.  Ehjtra  magna,  ovala.  Abdomen  eli/tris 
brevius,  postice  obtusum.  Pedes  elongati. 

cf.  Colore prcesertim  in  elytris  multo  dilutiore.  Caput  deplanatum,  late- 
ribus alte  carinalum,  fronte  medio  cmarginata;  epistomate  longe  pro- 
ducto ápice  attenuato  et  bijido,  basi  juxta  frontem,  cava  magna  fundo 
minute  carinata  et  antrorsum  tubérculo  magno  limitata.  Antennarum 
articulo  1  majore,  intns  injiato,  supratuberculato.  Elytrorum  liumeris 
obliquis  et  leviter  prominulis.  Metastcrno  obsolete  sulcato.  Segmento 
ultimo  ventrali profunde  quadratim  impresso.  Pedium  intermediorum 
trocJianteribus  scopula  glandulosa,  flava  pwrditis,  tibiis  ápice  valde 
et  acute  calcaratis,  tibiis  jjosticis  ápice  breviter  et  obtuse  calcaratis. 

9.  Colore  toto  castaneo.  Capul  minus  deplanatum,  lateribus  obtusis,  et 
a  temporihus  rotundatis;  fronte  medio  ixirum  profunde  emarginata; 
epistomate  rotundatim  parum  producto,  convexo,  basi  juxta  frontem 
bifoveato.  Antennarum  articulo  1  simplice.  Elytrorum  humeris  nullis, 
rotundalis.  Segmento  dorsali  ultimo  sal  longe  et  acule  producto.  Long. 
2,20  mm. 


—   (5!)  — 

Cette  espéce  ost  trí's  |\(»isiii('  <k'  iihsiiíkx  lícitr.,  iii;i¡s  clu'z  v.i'tto  Cer- 
niere répistome  est  Itcaucou]»  iiioiiis  ]>r(»('miiK'iit  et  n'est  p¡is  bifide  en 
avaiit. 

Ai'thiniíis  Hi*u<*Iii,  i>.  sp. 

(fhloiif/iis,  N<(t  eotircrius,  totiis  ni/us,  .s<(t  loniie  sed  (lifiiK'rf<c  jjuhcsccns^ 
Ciipiít  qnadratum,  leviter  trauHverHnm,  aupra  antennax  ntrinquc  rotun. 
flato  cf  panlulum  eleimto;  fronte  medio  deplanata  et  carinula  hrevi, 
tcHuiss'niut,  lou<j¡fi(d'nmJ¡  pradíta ;  vértice  ante  oculos  tnaisrernim  et 
leriter  ((reuatint  tofo  iiiiprc-sso;  posteriux^  ínter  oeuloH,  forcis  dnahus 
ínter  se  multo  plnn  qiiam  ab  ocidis  diatantihus ;  occipite  leviter  convexo, 
ocal  i  magni.  Antenna'  ximplieea  et  mediocres,  articidis  3-7  latitud  ine 
sua  paulo  longioribns,  8  minore,  quadrato,  9-10 paulo  crescentihus, 
latitud  ine  sua  wquilongis,  11  ovato,  acuminato.  Prothorax  cordatiis, 
convexus.  JElytra  latitud  ine  sua  longiora,  basi  attenuata.  Abdomen  ely- 
tris  f ere  brevius,  pnstice  attenuafum.  Pedes  elongati,  femoribus  anticis 
et  intermediis  incrassatis,  metasternum  leviter  sulcatum. 

cT.  Capitis  impressione  transversa  profuiidiore.  Elytrorum  humeris 
leviter  elevatis  et  angulatis,  colore  paululum  rubescente  et  dilutiore. 
Segmento  ultimo  ventrali profunde  transversim  excavato.  Tibiis  inter- 
mediis ápice  calcaratis. 

9.  Elytrorum  humeris  nullis.  Long.  1,80  mm. 

Cette  espéce  est  voisine  de  Sus  Scbfs.  et  carinatus  Schfs.,  mais  la  tete 
est  un  peii  différemment  sculptée,  le  front  étant  deprime  et  declive  au 
milieii  an  lien  d'étre  plus  ou  raoins  bossué  comme  dans  ees  deux  espéces. 
Je  suis  beureux  de  la  dédier  á  M.  Carlos  Bruch  qui  l'a  découverte. 


GENRE  RAXYB18,  uov.  gen. 

Robusta.  Caputsuhquadratum,  bifoveatum,  fronte  plus  minusve  d^  medio 
prominula  tuberculata  et  fasciculata,  9  obtuse  angulata;  epistomate 
sat  prominulo,  arcuatim  car inato  et  ínter dum  cf  armato;  pagina  infe- 
riore  medio  late  et  utrinque  anguste  et  sinuose  carinata.  Oculi  magni, 
pauJo  pone  médium  siti.  Palpi  articulis  2  gradatim  clavato,  3  sub- 
globoso,  rix  triangulari,  4  fusiformi,  basi  vix  truncato.  Antemue  sat 
crassce,  articulis  duobus  primis  multo  majoribus,  clava  triarticulata. 
Prothorax  subtransversus,  anticc  plus  quam  postice  attenuatus,  lateri- 
bus  plus  minusve  rotundatim  angulatus ;  f ovéis  tribus  mediocrious 
quarum  mediana  minore.  Elytra  sat  magna;  basi  bifoveata,  stria  dor- 
sali  ante  apicem  abbreviata.  Abdomen  elytris  brevius,  segmento  primo 
dorsalí  majore,  basi  biplicato;  seg mentís  ventralibus  2"  (1°  conspicuo) 


—   70 


magno^  3,  4,  7  hrevissimis,  6  majore^  transverso.  Proccssus  mesoster- 
nalis  Ínter  coxas  intermedias  paululum  distantes  conspictms^deplanatus 
et  ápice  truncatus.  Coxw  posticcv  distantes  et  inter  cas  metasterno 
truncato.  Pedes  validi,  sat  crassi;  tarsis  ralidis^  infraciUatis,  antico- 
runí  articulo  secundo  in  utroque  sexu  crassiore,  infra  sat  dense  et 
longe  ciliato. 

Ce  nouveau  genre  est  tres  voisin  de  Bryaxina  Eaftr.  et  Braxyda  Baffr. ; 
mais  il  diífére  des  deux  d'abord  par  le  2™®  article  des  tarses  antérienrs 
simplement  plus  épais  et  cilié  en  dessons  dans  les  deux  sexes,  au  lien 
d'étre  dilaté,  aplati  et  spongieux  cliez  les  o^,  ensuite  par  les  deux  pre- 
miers  articles  des  antennes  qui  sont  notablemeut  i)lus  gros  aussi  bien 
chez  les  9  Q.ue  cbez  les  (f  •  II  présente  certaines  analogies  avec  AcMlUa 
Eeitt.,  mais  la  tete  est  autrement  conformée,  le  dernier  article  des  palpes 
est  plus  long  et  réguliérement  fusiforme. 


Raxybis  nodosa,  n.  sp. 


Robusta,  sat  elongata;  tota  castanea,  nitida,  parce  sed  sat  longe puhes- 
cens.   Caput  quadratum  sat  magnum,  lateribus  juxta  oculos  magnos 

sinuatis;  ángulo  externo  antico  supra 
antennas  máxime  rotundato  et  intus  minute 
impresso ;  fronte  medio  impressa,  margine 
anteriore  medio  angulata,  prominula  et 
ohtuse  cornuta,  fasciculata;  epistomate 
magno,  anterius  arcuatim  talde  carinato, 
ista  carina  medio  ohtuse  cornuta ;  in 
vértice,  inter  oculos, f ovéis  duábus  profun- 
dis,  inter  se  fere  duplo  magis  quam  ah 
oculis  distantihus ;  temporibus  magnis  qua- 
drato-rotundatis.  Oculi  magni.  Antenno} 
crassw,  articuUs  1  quadrato,  2  longiore, 
ápice  iniuspauluhim  ampUato ctrotundato , 
3-8  moniliformihus, perparum  transversis, 
9-10  majoribus,  crescentibus,  transversis, 
11  magno,  ovato,basi  truncato.  Prothorax 
capite  paulo  latior,  subtransversus,  antice 
plus  quam  postice  attenuatus,  lateribus 
medio  rotundatim  angulatus,  f ovéis  late- 
ralibus  mediana  duplo  majoribus.  Elytra 
latitudine  sua  paíilo  longiora,  humeris  obtusis,  subnodosis,  siria 
dorsali  leviter  incurva,  tertia  parte  posteriore  abbreviata.  Segmenti 


Eaxibis  noilosa  (j    Katfr. 


—  71  — 

2)rii)ii  (lor,s((lis  cariinilis  Icriter  divergentihus,  iñx  tertiam  partem 
disci  includenfibns  et  attingentihus.  Segmentum  iiltinmm  ventrale  basi 
iniprcssiim,  ápice  medio  fnnicafion  et  Kfrinqiie  leriter  .siuiiafnm.  Metas- 
ternuin  ii)i2)ressiii)i.  I\'des  cn(s,si,  breves ^  femorihus  parum  incrassatin, 
tibiis  intermedüs  viedio  intits  acnte  dentatis,  posticia  leviter  sinuatis 
et  intvs  eiliatis.  o",  ¡jom/.  2,40  »i»i. 


üaxyhis  fpontalis,  n.  sp. 

Minus  elongata,  caManea,  pnrce  sat  longe  pubeacens.  Caput  leviter  trans- 
versum,  lateribua  rectisy  antice  juxta  angulum  anticum  leviter  incisis, 
isto  ángulo  obtuso,  h<()(d  elerato;  inter  oculos  i)iinctis  dnobns  ínter  se 
duplo  inagis  quam  aboculis  distantibm,  temporibus  subquadratis.  An- 
tennw  minus  crassw^  articulis  1  et  2  majoribus,  latitudine  sua  paulo 
longioribus,  subcylindricis,  3-8  moniliformibus ,  haud  transversis,  9 
paulo  majore,  quadrato,  10  majore,  rix  transverso,  11  magno,  ovato, 
basi  truncato.  Protliorax  capite  latior,  suhtransversus,  lateribns  rotun- 
datis,  fovea  mediana,  latcralibns  mediocribus  minore.  Elytra  latitu- 
dine sua  paululum  longiora,  humeris  vix  elevatis,  stria  dorsal  i  parum 
incurra,  médium  perparum  superante.  Segmentiprimi  dorsales  carinu- 
lis  vix  tertiam  partem  disci  includentibus  et  attingentibus.  Metaster- 
num  deplanatum.  Pedes  sat  crassi,  tihiis  posticis  intus  eiliatis. 

cf.  Elytris  dilutioribus.  Fronte  medio  truncata,fasciculata  et  triangula- 
tim  tuberculata ;  epistomate  valde  carinato.  Segmento  ultimo  ventrali 
basi  profunde  transversim  impresso.  Antennarum  articulo  2'^  primo 
wquale. 

9.  Fronte  deplanata,  obtuse  angulata;  epistomate  minus  carinato.  Anten- 
narum articulo  2'^  primo  paulo  angustiore.  Long.  1,80  mm. 

Cette  espéce  est  ¡jlns  petite  que  la  precedente;  les  angles  antérieurs 
delátete  au-dessus  des  antennes  sont  a  peine  marqués;  le  front  est  tron- 
qué au  milieu  avec  un  petit  tubercule  au-dessous  de  cette  troncature. 


Reiehenbachia  festina,  n.  sp. 

Parum  convexa;  rufo-castanea,  elytris  paulo  dilutioribus  et  rufescenti- 
bus,  sat  longe  disperse  pubescens.  Caput  latitudine  sua  patilo  longius; 
antrorsum  vix  attenuatum ,  fronte  paulo  angustiore,  utrinque  vix  con- 
vexa, medio  sat  late  sed  j^arum  profunde  impressa,  inter  oculos  f ovéis 
duabiis  punctiformibus,  inter  se  plus  quam  ab  oculis  distantibus.  Oculi 
magni.  Antennw  sat  crassfv,  articulis  1  et  2  majoribus,  cylindricis,  3 


—   72   — 

ohconico,  latitudine  sua  lomjiore,  4-7  ([uadratis,  8  leviter  tranHrerm, 
9  paulo  majore,  subobconico-truncato^  latitudine  sua  Kquilongo,  10 
magno,  prtvcedente  f ere  duplo  majore,  latittidine  sua  ccquilongo,fere 
subobconico-truncato,  10  magno,  ovato,  basi  truncato.  Frothorax  bre- 
viter  cordatus,  fovea  mediana  lateraUbus  tantummodo  paulo  minore, 
lateralibus  mediocribus  latera  f ere  tangentibtis.  Elytra  latitudine  sua 
paulo  longiora,  adbasin  attennata,humerisobliquis,  notatis ,basi  bifo- 
veata,  stria  dorsali  vix  sinuata  fere  integra.  Segmento  ^j rimo  dorsali 
disco  basi  deplanato,  carinulis  duabus  brevibus,  leviter  divergentibus, 
tertiam  partem  disci  inchidentibus.  Metasternum  deplanatum.  Segmento 
ultimo  ventrali  simplice.  Pedes  pariim  incrassati,  tibiis  iwsticis  leviter 
incurvis.  cT .  Long,  1,80  mm. 

Cette  espéce  qni  lentre  dans  le  groupe  XVIII  est  voisine  de  Chevrieri 
Aubé;  la  fossette  frontale  est  plus  diffuse,  plus  large  et  moins  profonde, 
les  fossettes  laterales  dvi  prothorax  sont  plus  petites,  jilas  tangentes  au 
bord,  et  la  médiane  n'est  pas  beaucoup  plus  petite  qu'elles ;  la  strie  dor- 
sale  n'atteint  pas  tout  á  fait  l'extrémité,  elle  est  presque  droite.  Enfin, 
elle  se  distingue  de  toutes  les  espéces  du  méme  groupe  par  la  grosseur 
des  deux  derniers  articles  des  antennes. 

Reichenbacliia  lútea,  u.  sp. 

Suboblongo-ovata,  convexa;  tota  rufo  testacea,  dense  sed  breviter  et 
temiissime  puhescens.  Caput  latitudine  sua  paulo  longius,  antrorsum 
paululum  attenuatum,  lateribus  juxta  oculos  magnos  leviter  sinuatis; 
temporibus  rotundatis,  ángulo  externo  antico  supra  antennas  rotun- 
dato,  subdeplanato ;  f ovéis  tribus  subaqualibus,  duabus  in  vértice 
Ínter  se  et  ab  ocuUs  subwquaUter  distantibus.  Antennw  sat  gráciles, 
articuUs  duobus  primis  majoribus,  1-5  latitudine  sua  fere  duplo  lon- 
gioribus,  6-7  fere  quadratis,  8-9  quadratis,  9  paululum  majore,  10 
subquadrato,  proecedente  dimidio  majore,  11  magno,  breviter  ovato, 
basi  liaud  truncato,  ápice  acuminato.  Prothorax  latitudine  cequílon- 
gus,  lateribus  rotundatus,  f ovéis  lateralibus  validis,  latere  approxima- 
tis,  mediana  minuta  et  obsoleta.  Elytra  sat  elongata,  ad  basin  leviter 
attenuata,  humeris  fere  nullis,  basi  bifoveata;  stria  dorsali  recta,  ter- 
tiam partem  posticam  disci  attingente.  Segmenti  primi  dorsales  cari- 
nulis subparellelis  fere  tertiam  partem  disci  includentibus  et  medianí 
attingentibus ;  pygidio  impressione  angulata  prcedito.  Pedes  simplices, 
tibiis  posticis  arcuatis  et  ad  apicem  incrassatis.  ^.  Long.  1,80  mm. 

Cette  espéce  appartient  au  groupe  XX  et  est  tres  voisine  CúEsteba- 
nensis  Eaffr.j  du  Venezuela;  la  tete  est  un  peu  idIus  courte;  les  articles  des 


—  73  — 

aiitemu's  1-5  i)lns  lonjas,  (í-10  ;ni  ('(mtiiiiic  plus  (•(unís.  vi  11  i>liis  gros, 
hi  strie  dorsale  i)lu8  dioite,  iiioiii.síirquée.  Daiis  Estchaiiciisin  le  py<;i(liniii 
est  un  peu  mucroiié  daiis  les  denx  sexes,  daiis  /íí/cí/  il  porte  une  inipies- 
sion  en  forme  d'accent  cireontiexe. 


Roichciihaeliia  g:rise<»pubescens,  n.  sp. 

Mi  ñus  eJongata,  ^;o.s'f/(V'  lafti,  jjíí  >•?<>/?  conrcxn,  ohscure  brnnnea,  elytris 
ih'xco  paulo  dilut¡oribu.s,  ruhcscenübus ;  antemÜH  pedibusque  rufo 
castaneis,  palpis  tarffisque  testaceis,  breviter,  parum  dense  gríseo  pu- 
hescem.  Caput  latitudine  sita  multo  longius,  antice  attenuaUím,  lateri- 
Ims  recfis.  fronte  medio  leviter  deplanata;  temporibus  obliquis,  f ovéis 
tribus  a'qualibus^  quurum  j^osticis  ínter  perparum  plus  qtiam  ab  oculis 
distantibus.  Oculi  niagni.  Antennw  gráciles,  articulis  1  et  2  multo  ma- 
joribus,  ]  cylindrico,  2ornto,  .'í-7  latitudine  suaf ere  duplo  longiorihus, 
leviter  decrescentibus,  8  quadrato,  9  majore,  obconico-truncato,  latitu- 
dine ccquilongo,  10  proecedenti  símili  sed  duplo  majore,  11  magno, 
ovato,  basi  vix  truncato,  ápice  acuminato.  ProtJiorax  suhcordatus,  la- 
terihus  ante  médium  rotundatis,  f ovéis  lateralibus  magnis,  latera  tan- 
gentibus,  mediana  minutissima  et  obsoleta.  Elytra  latitudine  sua  vix 
longiora,  basi  attenuata,  lateribus  et  humeris  rotundatis,  istis  vixpro- 
minulis,  basi  bifoveata,  stria  dorsali  recta,  medio  abbreviata.  Abdo- 
men breve,  segmentis  priniis  dorsalibus  carinulis  subparallelis,  tertiam 
partem  disci  includentibus  et  attingentibus.  Metasternum  deplanatum. 
Segmento  ultimo  ventrali  fovea  magna  ovata  transversali  munito. 
Pedes  parum  incrassati;  intermediorum  trochanteribus  dente  obtuso 
compresso  proeditis,  tibiis  ápice  intus  calcare  longo,  cylindrico,  obli- 
quo  armatis;  tibiis posticis  incurvis,  ad  apicem  incrassatis,  intus  dense 
ciliatis.  cT.  Long.  1,60  mm. 

Cette  espéce  qui  appartient  au  groupe  XXI  qui  semblait  jusqu'á  pré- 
seut  confiné  dans  I'Amérique  équatoriale,  diftere  de  toutes  les  autres  du 
méme  groupe  par  sa  coloration  foucée  sur  laquelle  trauclie  sa  pubes- 
cence  d'un  gris  blanchátre. 


Reiehenbaehia  arífentina,  n.  sp. 

Cette  espéce  appartient  au  méme  groupe  que  la  iirécédente  á  laquelle 
elle  ressemble  beaucoup  et  dont  elle  diftere  seulement  sur  les  points  sui- 
vants :  Taille  un  peu  plus  grande,  d'un  fauve  rougeátre  un  peu  plus  clair 
sur  les  pieds,  pubescense  d'un  gris  un  peu  argenté;  antennes  notable- 


—      7-1:      — 

ment  plus  épaisses,  avec  la  massiie  iiioins  accentuée,  les  articles  9  et  10 
étant  relativement  moins  gros,  le  9°'''  est  presque  semblable  aii  S*""  qiii 
est  carré,  le  11'"''  est  plus  briévement  ovoide;  le  prothorax  est  un  peu 
moins  cordiforme  étant  moins  rétréci  en  arriére;  les  cotes  des  élytres 
sont  moins  arrondis,  les  épaules  plus  obligues  et  plus  saillantes;  l'épe- 
ron  des  tibias  intermédiaires  est  bien  différent ;  dans  grheopuhescens 
c'est  une  épine  cylindrique,  longue  obtuse,  insérée  obliquement  á  l'ex- 
trémité  interne  du  tibia;  dans  argentina  c'est  une  dent  conique  robuste 
mais  courte  et  pointue;  les  tibias  postérieurs  sont  moins  arques.  Long. 
1,70  mm. 

Decarthron  biuoclosuin,  u.  sp. 

Totum  rufo-castanenm,  sat  longe  rufo  puhescem.  Caput  quadratum,  an- 
gulis  anticis,  supra  antennas,  oblique  truncatí.s  posterius  transversim 
impressiSf  anterius  obtuse  nodosi.s,  fronte  anteriuH  rotundata  sed  trun- 
cata,  epistomate  simpUce,  in  linea  antica  ociiloruní  f ovéis  duabus  mag- 
nis  a  lateribus  parum  remotis,  occipite  convexo.  Antennw  sat  crassce 
articulis  1,  2  multo  majoribus,  suhcylindricis  subelongatis,  3  obconico 
latitudine  sua  longiore,  4,  5,  6  fere  quadratis,  7-8  leviter  transversis, 
9  duplo  majore,  quadrato,  10  (ultimo)  ovato,  basi  late  truncato.  Pro- 
thorax latitudine  sua  paulo  longior,  subovatus,  ante  médium  paulo 
latior ,  f ovéis  tribus,  lateralibus  supra  visibilibus.  Elytra  magna,  sub- 
quadrata,  ad  basin  attenuata,  humeris  rotundatis,  vix prominulis ,  basi 
bifoveata,  stria  dorsali  profunda,  médium  paulo  superante.  Segmenti 
primi  dorsalis  carinulis  brevibus,  plus  quaní  tertiam  partem  disci 
includentibus,  ínter  eas  basi  flavociliata.  Metasternum  sulcatum.  Scg- 
mentís  ventralibus  simplicibus.  Pedes  sat  elongati,  femoribíis  leviter 
incrassatís,  tíbiís  ómnibus  ante  apicem  íntus  paululum  emarginatis  et 
dense  ciliatís,  anticis  et  intermediis,  minutissime  ápice  calcaratis ; 
trochanferibus  intermediis  leviter  et  rotundatim  dilatatis.  Long. 
1,10  mm. 

Dans  le  genre  Becarthron  les  segments  ventraux  ne  donnent  pas  géné- 
ralement  des  indications  útiles  pour  la  distinction  des  sexes. 

L'epistome  est  mutique  ce  qui,  dans  ce  groupe,  indiquerait  une  9» 
mais  les  trochanters  dilates  et  les  tibias  éperonnés  sont  l'apanage  des  cf . 

Cette  espéce  appartient  au  groupe  I  et  est  voisine  de  corpulentum, 
Scbfs.  dont  elle  différe  par  la  taille  plus  petite,  les  antennes  á  articles 
beaucoup  iilus  courts,  les  angles  antérieurs  de  la  tete,  au-dessus  des 
antennes  tronques  obliqnement  tandis  qu'ils  forment  un  angle  droit  tres 
net  dans  corpulentum,  enftn  les  carénules  du  premier  segment  dorsal 
beaucoup  plus  courtes. 


Deearthron  siinplex,  n.  sp. 

Ficeum,  eli/tris  ruhris,  (oifoini.s  pcdihiiníitic  nijis,  brciñ.siiime  (jrÍHC0-pu- 
hescens.  Cajmt  leritcr  trdiisnrsinn,  unt yovsnm  mx  attenuatum , plamim, 
anpuJis  (oiticifi  rotundatis,  fronte  xHhn'cte  truncaia,  ínter  oeulos  nxu/- 
nos  2>i(nct¡s  tluobus  ínter  se  f ere  duplo  plus  qiiam  ub  oculis  di.stantibus ; 
e2)istomate  anterius  rotundato-carinato,  mutico.  Antennce  breves,  arti- 
culia  1  et  2  majoribuH,  ftiibciflindricift,  lafitudine  sua  longiorihuft,  3-7 
decrcscentihuii,  S  lafitudine  sun  jmnlo  longiore,  7  Hubtransverso,  8  pan- 
luluní  majore,  transverso,  9  dimidio  majore,  transverso,  lOovato,  basi 
truncato.  Prothorax  leviter  transversus,  antice  plus  quam  postice  atte- 
nuafus,  fere  medio  paulo  angulatim  rotundatas;  f ovéis  tribus  svbo'- 
qualibus,  lateralibus  supra  visibilibus.  Elytra  magna,  suhquadrata, 
basi  paululum  attenuata,  Immeris  leviter  prominulis ;  basi  bifoveata, 
stria dorsali medio  abbreviata.  Segmenti primi  dorsalis  carimilis paulo 
plus  quam  tertiam  partem  disci  includentibus  et  mediam  attingentibus. 
3l€tasternu)n  sulcatum.  Pedes  mediocres,  tibiis  antieis  et  intermediis 
medio  extus  paululum  ampliatis,  posticis  incurvis,  ad  apicem  incras- 
satis.  9-  I^<>ng.  1,50  mm. 

Par  son  front  tronqué,  cette  espéce  appartient  au  gronpe  I  et  il  est 
tres  probable  que  le  cf  qui  est  inconnu  doit  avoir  Fépistoine  plus  ou 
moins  armé.  Par  sa  coloration  elle  se  rapprocbe  de  bicolor  Eaftr.;  cei^en- 
dant  les  élytres  sont  d'un  rouge  foncé  tandis  qu'ils  sont  rouge  tres  clair 
tirant  sur  le  jaune  dans  bicolor,  en  outre  cbez  ce  dernier  le  front  est  im- 
pressionné  en  avant  au  milieu,  les  antennes  plus  courtes  et  plus  gréles. 


Decarthroii  liirsutuiii,  n.  sp. 

Totum  rufo  castaneum,  pedibus  rufis,  sat  dense,  breviter  Mrsutum.  Caput 
latitudine  sua  paululum  longius,  anterius  leviter  attenuatum,  fronte 
antice  declinata,  subtriangulata,  basi  sulco  tenui  transverso,  angiilis 
antieis  externis  fere  nullis,  ínter  oeulos  magnos,  punctis  duobus  validis 
Ínter  se  duplo  magis  quam  ab  octilis  distantibus ;  epistomate  simplice. 
Antenufe  sat  crassce,  articulis  1  subeylindrico  et  subquadrato,  2  vali- 
do, irregulariter  subgloboso  et  intus  ápice  leviter  rotundatim  producto, 
3  breviter  obconico,  4-7  moniliformibus,  8  latíore,  transverso,  9  multo 
majore,  transverso,  intus  perparum  producto,  10  (ultimo)  ovato,  basi 
late  trimcato.  Prothorax  latitudine  cequilongus,  subcordatus,  foveis 
tribus  mediocribus,  cequalibus,  lateralibus  supra  visibilihus.  Elytra 
latitudine  sua  paululum  longiora,  basi  attenuata,  Immeris  subobUquis 


76  — 


et  leviter  prominulis,  hasi  hifoveata,  siria  dorsali  mimis  notata,  ante 
médium  ahhreviata.  Segmento  primo  dorsali  magno,  obsolete  punctato 
carinulis  duabus  2)lus  qnam  tertiam  partem  disci  includentibns  ef  attin. 
gentibus.  Metastcrnum  obsolete  sulcafum.  Pedes  sat  gráciles,  tibiis  in- 
termediis  ápice  calcare  minutissimo  prceditis,  posticis  minus  inciirms, 
ad  apicem  intus  dense  ciliatis.  cf .  Long.  1,40  mm. 

Cette  espéce  qiii  par  son  front  declive  appartient  au  groupe  II  et  vieiit 
a  cóté  de  coclilearifer  Schfs.  efc  dimissioms  Sclifs.  se  rapproche  davautage 
de  cette  derniére,  mais  elle  diífére  des  deiix  par  ses  aiitennes  plus  cour- 
tes,  dout  le  2™®  article  parait  un  peu  oblique  étant  légérement  plus  gros 
au  sommet  interne. 


Deearthrou  rubripenne,  n.  sp. 


Sat  elongatum ;  nigrum,  elytris  ruhris,  antennis  pedibusque  rufis,  brevi- 
ter  sat  dense  Jiirsutum.  Gaput  latitudine  sua  paulo  longius,  fronte 
anterius  leviter  decUnata  et  triangulari,  angulis  externis  anticis  valde 

obtusis,  Ínter  ociilos  magnos  f ovéis  duabus 
Ínter  se  et  ab  ocnlis  fere  oequaliter  distan- 
tibus.  Antcnnw  validce,  crassoe,  articuUs 
1  brevi,  2-5  suhquadraiis,  ínter  se  suboequa- 
libus,  6-7  paululum  minoribus,  8  majore, 
transverso,  9  multo  majore,  leviter  trans- 
verso, 10  (ultimo)   ovato,  basi   truncato. 
Prothorax  cordatus  medio,  ante  basin,  sat 
valide    uuifoveatus.   Elytra    disperse    et 
irregulariter  sat  grosse  punctata;  latitu- 
dine sua  paulo  longiora,  ad  basin  leviter 
attenuata,  lateribus  paululum  rotuiidatis 
et  humeris  vix  prominulis,  basi  bifoveata, 
stria  dorsali  valida,  ad  médium  abbreviata. 
Segmento  primo  dorsali  magno  disperse 
punctato,  carinulis  paulo  plus  quam  ter- 
tiam partem  disci  includentibus  et  quartam 
vix  superantibus.  Metastermim  convexum 
sulcatum.  Pedes  validi;  anteriorum  femo- 
ribus  supra  leviter  angulatim  incrassatis,  a 
medio  ad  apicem  leviter  emarginatis,  tibiis  suhrectis,  crassis;  interme- 
diorum  femoribus  supra  ad  médium  máxime  angulatim  dilatatis  et 
summo  anguli  sinuose  valde  spinosis,  dein  ante  apicem  profunde  exca- 
vatis,  tibiis  crassis  subrectis,  intus  pone  médium  spina  tenui  obliqua 


Decartliron  lubiipeDiie,  líaffr. 

1 .  Pied  iiitermédiaire. 

2.  Cuisse  antérleure.         ^ 

3.  SjTbatus    bifurcatus  (j  •  Raffr.  Tét 


onuatis :  posticonnii  J'onorihiis  sinipIicihK.s  rt  vix  incrassatis,  tihiis 
crasnis,  nubrcctis,  <i<l  upivcni  iiicr((ssofis  ct  intiis  dense  ciliatis.  o'. 
Long.  J,70  mni. 

Cette  especo  ¡ii)i)nrtient  au  uroiipe  VTTT  «lont  tous  les  o^  ont  les  enis- 
ses  intermedia ires  i)liis  oii  inuins  uiiiiées;  elle  est  voisiiie  de  externcdcnH 
Reitt.,  rnais  la  dilatation  et  l'épine  des  ciiisses  intermédiaires  sont  bien 
plus  fortes,  la  coloration  et  la  petite  épine  oblique  au  cóté  interne  des 
tibias  intermédiaires  l'en  distin*inent  encoré. 

GENRE   PSELAPHELLIJS,  n.   sen. 

Antice  valdc  attcnuatus  et  postice  amplkdus.  Caput  loiujum  lateribits 
suhparalleluniy  deplanatiim,  haud  sulcatum^  tantummodo  ínter  oculos 
et  fronte  impressum.  Falpi  sicut  in  gen.  Pselaplio^  ^«ííío  minus  alta- 
men  elongati.  Antennoe  rohnstce  articulo  P  cyJindrico,  raldc  elongato, 
clava  iiniarticídata,  articulo  vltiiuo  magno  tantummodo  constante. 
Prothorax  hreritcr  oratus.  Elytra  magna,  triangularia,  convexa,  pos- 
terins  valdc  ampliata,  has  i  augusta,  humeris  leviter  ^>row/«?í//.s*,  ohli- 
quis,  hasi  hipunctata,  stria  suturali  valida,  dorsali  nidia.  Abdomen 
elytris  hrevius^  late  marginatum,  segmento  1°  dorsali  sequente  vix  duplo 
majore;  segmentis  ventrulihus  1  occulto,  2  duohns  sequentihus  simul 
snmjítis  vix  acqnali,  5  medio  occulto,  laterihus  tantummodo  visihili, 
6  magno,  transverso.  Pedes  validi,  crassi. 

Ce  genre  nouv^eau  est  tres  voisin  des  vrais  Pselaplms  avec  lesquels  il 
a  été  confondu  jusqu'á  ce  jour  mais  dont  il  est  réellement  distinct.  Deux 
nouvelles  espéces  découvertes  par  M.  C.  Brucli  dans  la  province  de  Bue- 
nos Aires  accentuent  les  différences  en  démontrant  leur  constance. 

La  forme  genérale  du  corps  est  plus  courte,  plus  épaisse,  beaucoup 
plus  élargie  en  arriére;  la  tete  n'a  pas  l'occiput  renflé  et  le  large  sillón 
antérieur  qui  ne  manque  jamáis  chez  les  Pselaplms  ;  le  premier  article 
des  antennes  est  proijortionnellement  beaucoup  plus  long,  la  massue 
toujours  triarticiüée  cbez  les  Pselaplius  u'est  composée  dans  ce  nouveau 
genre  que  du  dernier  article;  les  élytres  sont  bien  plus  triangulaires  et 
bien  iilus  dilates  en  arriére;  l'abdomen  généralement  si  grand  cliez  les 
Pselaplius  est  toujours  plus  court  que  les  élytres,  et  le  i)remier  segment 
dorsal  est  a  peine  aussi  grand  que  les  deux  suivants  réunis ;  les  palpes 
et  les  ijieds  sont  un  peu  plus  courts  et  plus  épais. 

En  Amérique,  les  Pselaplms,  peu  nombreux  d'ailleurs  aux  États-Unis, 
ne  dépassent  pas  au  Sud  la  Louisiane;  ils  sont  remplaces  á  partir  du 
Guatemala  x>ar  ce  nouveau  genre  qui  ne  comprend  encoré  que  peu  d'es- 
péces. 


78  — 


Pselaphellus  convexus,  u.  sp. 


Totus  ruhro-castaneus,  breviter  et  suhsquamose  parce  puhescens.  Caput 
valde  elongatiim,  lateribus  parallelum,  suhdeplanatuniy  fronte  utrinque 
juxta  antennas  obsolete  nodoso  et  medio  impressa,  'vértice  inter  oculos 
impressione  magna  obsolete  geminata.  Oculi  magni, 
medio    siti.    Palpi    testacei,   validi    trientes    dúos 
antennarum  tequantes,  articulo  ultimo  basi  pedun- 
cnlato,  clava  oblonga  crassa,  mediam  partem  for- 
mante, ápice  et  extus  tota  sulcata.  Antenmv  validce, 
elongatcv,  articulis  r  tres  scquentes  simul  sumptis 
longitudine  superante,  leviter  sinuato,  2-8  latitudine 
sua  paulo   longioribus,  sed  gradatim  longitudine 
decreseentibus,  9  quadrato,  10  transverso,  11  magno, 
suhcylindrico,    quatuor  praxedentibus    a;quilongo, 
basi  trúncalo,  ápice  obtuso.  Protliorax  latitudine 
(vquilongus,  convexas,  breviter  ovatus,  basi  medio 
obsolete  foveatus.   Elytra,   convexa,   triangularia, 
ápice  fere   quintuplo  latiora  quam  basi,  liumeris 
obliquis,  convexis,   basi   bifoveata,  stria  suturali 
profunde  impressa,  sutura  concava.  Abdomen  elytris 
multo  brevius,  late  marginatum,  ista  margine  ápice  extus  paululum 
divaricata  et  valde  acuta;  segmento  primo  dorsali  cceteris  cunctis  vix 
majore.  Pedes  validi,  tibiis  subrectis.  Long.  2,40  mm. 


Pselapliellus  couvexus,  Kafli-. 


Oette  espéce  est  tres  voisine  de  opacus  Sclifs.,  des  Amazoues;  dans 
cette  deriiiére  les  anteniies  sont  un  peu  plus  lougues,  aucun  des  articles 
n'étant  transversal,  les  élytres  aussi  sont  tres  notablement  plus  longs ; 
la  pubescence  est  plus  serrée. 


Pselaphellus  vestitus,  u.  sp. 


Cinnamomeus,  pedihus  rufo-testaceis,  puhescentia  vix  squamulosa,  bre- 
vissima,  sal  dense  vestitus.  Capul  elongatum,  parallelum,  subdeplana- 
tum,  fronte  utrinque,  juxta  antennas,  obsolete  nodosa  et  medio  impres- 
sa, vértice  inter  oculos  bipunctato.  Palpi  testacei,  gráciles,  trientes  dúos 
antennarum  a'quantcs,  articulo  ultimo  basi  pedunculato,  clava  fusi- 
formi,  graciliore,  sulcata.  Antemuc  valida',  elongatce,  articulis  1 
quatuor  sequentes  longitudine  a'quante,  leviter  sinuato,  2-6  latitudine 
.sua  longioribus,  decrescentibus,  7-9  quadratis,  10  leviter  transverso, 
11  oblongo-ovato.  Prothorax  latitudine  paulo  longior  et  perparum  cor- 


—  79  — 

(laius,  ahftque  Jm'colifi.  EJyira  xubconrcxa^  IriíWfjiilaria ,  ajrice  qvddru- 
plo  latioraquam  haai,  hioncris  leviter  ohUqnin ct prominnUn,  Ixinihifo- 
Tcata,  stria  sutural  i  ct  sutura  minus  iiuprcssis.  Abdomen  elytris  fere 
(vqnilongum,  margine  lateraU  lata,  ápice  haud  divaricata,  neo  acuta, 
segmento  r  dorsali  sequente  tantummodo  jniulo  majorc.  Pedes  magis- 
elongati  et  graciliores.  Long.  2,00  mm. 

Cette  espéce  est  plus  petite  que  la  précédeuto,  de  coloratiou  plus  clai- 
re,  ápubesceuse simple  et  plus  denso;  la  forme  est  moins  convexe,  moins 
élargieen  arriére,  avec  l'abdomen  beaucoup  moins  court;  les  palpes  sont 
plus  gréles,  la  massue  du  dernier  article  beaucoup  i^lus  allongée  et  fusi- 
forme. 

Pselaphellus  pallipes,  n.  sp. 

Rufescens,  antennis  testaceis,  palpis  pedibtisque  pallidis,  brevissime  et 
nmmtissime  griseo  pubescens.  Gapiit  sictit  in  prcecedente.  Palpi  gráci- 
les, mediam  partem  antennarum  oequantes,  articulo  tiltimo  basi  longe 
pedunculato,  clava  valde  fusiformi,  gracili,  sulcata.  Antennw  elonga- 
tce,  gráciles,  artictilis  1° paulo  plus  quam  tribus  sequentibus  simul  sum- 
ptis  longiore,  leviter  sinuato,  2  cyUndrico,  sequente  crassiore  et  paulo 
longiore,  3-10  latitudine  sua  longioribus,  longitudine  gradatim  decres- 
centibus,  11  magno,  oblongo-ovafo.  Prothorax  latitudine  sua  longior, 
subovatus  et  convexus,  basi  medio  vix  perspicue  foveatus.  Elytra  sub- 
convexa,  triangularia,  ápice  triplo  latiora  quam  basi,  humeris  obliquis 
et  obtuse prominuUs,basibifoveata,  stria  suturali  profunda,  dorsali 
brevi  et  minus  profunda.  Abdomen  elytris  paulo  brevius,  margine  late- 
rali  lata,  ápice  haud  divaricata  nec  acuta,  segmento  primo  dorsali 
majore.  Mctasternum  late  nec  profunde  impressum.  Pedes  magis  elon- 
gati et  gráciles.  Long.  1,60  mm. 

Cette  espéce  ressemble  beaucoup  á  vestitus  mais  elle  est  plus  petite, 
es  pieds,  les  antennes  et  les  paljies  sont  plus  longs  et  plus  gréles,  le 
Ijrotliorax  est  presque  réguliérement  ovoide,  enfin  la  coloration  est  plus 
claire. 

Ctenisis  fasciculata,  n.  sp. 

Oblonga,  convexa,  rufotestacea,  sat  dense,  albido  squamoso-pubescens. 
Caput  elongatum,  triangulare,  tubérculo  antennario  cordato,  toto  sul- 
cato,  fronte  anterius  minute  foveata,  vértice  in  linea  mediana  oculo- 
rum  maximorum  foveis  duabus  mediocribus,  occipite  transversim 
convexo  ;   spina   Í7ifraoculari   valida,    recurva.   Antenwv    elongatce, 


—  80  — 

elytronim  apicem  fere  attingcntes,  puhescentia  mfascicuUs  disposita, 
articuUs  2  quadrato^  3-7  leviter  transversis,  daca  máxima,  articulis 
8-10  cylindrieis,  11  clongato  ad  apicem  leviter  iucrassato,  ápice 
rotimdato.  Prothorax  leviter  transversus,  valde  convexus  et  laterihus 
rotundatus,  angiilis  externis  etforea  mediana  antebasali  dense  albido 
et  {ilanduloso  HetOHÍH.  Ehjtra  prothorace  .sesqtii  longiora,  hasi  leviter 
attenuata,  laterihus  leviter  rotiindatis^  hHnteri.s  parnm  notatin,  ntria 
dorsali  leviter  arcuata,  ápice  dense  albido  et  glanduloso  setosa.  Abdo- 
men elytris  brevius,  segmento  primo  dorsali  sequente  tantummodo 
paulo  minore.  Metasternum  late  et  profunde  sulcatum.  Pedes  parum 
crassi,  tihiis  anticis  leviter  arcuatis  et  medio  extv.s  incrassatis ;  ecete- 
ris  rectis.  cT .  Long.  1,70  mm. 

Cette  espéce  est  voisine  de  angustata  Eafíi*.  qui  provient  des  Pampas, 
mais  cette  derniére  espéce  est  plus  iietite,  plus  étroite,  la  xDubescense  est 
plus  fine,  plus  clairsemee  et  simple  sur  les  antennes  tandis  que  dans/Vts- 
ciculata  elle  est  agglomérée  i)ar  petits  pinceaux  disposés  eux-mémes  en 
series. 

Dans  ce  genre,  comme  cliez  les  Ctenisis  et  autres  genres  voisins,  les 
liroportions  relatives  des  articles  des  antennes  ont  i^our  la  détermina- 
tion  des  espéces  une  grande  importance  et  ce  qu'il  y  a  de  mieux  c'est  de 
comi)arer  leurs  mensnrations  micrométriques ;  je  donne  done  ci-dessous 
ees  proportions  pour  les  deux  espéces  de  la  méme  región  : 

angustata  líatt'r.  fascimlata  n.  sp. 

Articles  1-2 7  10 

—  3-7 12  15 

—  8 13  20 

—  9 10  12 

—  10... 11  16 

—  11 15  18 

Lonsueur  totale  de  l'auteune 68  91 


Ctenisis  g^racilis,  n.  sp. 

Elongatus,  rufus,  parce  sqnamoso-pubescens.  Caput  elongatum,  trifovea- 
tum,  tubérculo  antennario  elongato-cordato ;  spina  infraoculari  longa, 
tenui,  leviter  arcuata,  temporibus  fasciculatis.  Ocnli  maximi.  Antennce 
elongatae,  elytrorum  apicem  fere  attingcntes,  articulis  1  cylindrico,  2 
quadraio,  .3-7  minoribus,  transversis,  moniliformibus,  8-lOcylindricis, 
8  sex  artículos  básales  longitudine  aeqiíante,  9  pr  accedente  fere  dimidio 
breviore,  10  nono  longiore,  11  octavo  paulo  breviore,  ápice  leviter 
incrassato,  obtuse  acuminato.  Prothorax  latitudine  sua  paulo  longior. 


—  81   — 

antice  pofiticeqne  atteniiatioi,  a)u/uli,s  2)0fitici}t  fasciculatisyfovea  media 
hasali  sulciformi.  Eli/fra  saf  clonfiata,  hnsi  Ici'itcr  ntiemiata,  humerin 
rotiouhdis,  stria  ilorsoli  hiftr/nt,  Icrifcr  arcunta.  Abdomen  hrcn'ns, 
fii'¡/))tf)iti>  2  dorsdli  primo  ¡xoilo  loiif/iorr,  po.sticc  medio  lerifer  fjilthofio 
ct  mavtiine  postiea  ohfitse  (ou/iilafíí.  Metasteniinn  ))roJ'onde  .siileation. 
Tibiifi  anticis  leeiter  c(rci(((tis  et  medio  extiis  crasNiorihus^  posticia 
elongafin,  graciVtbnx,  ¡eriter  .siniiafis  et  ad  upicem  incrassatift.  cf 
Long.  1,80  mm. 

Les  proportions  des  ¡iiticlcs  dos  imteiiiies  qiii  <mt  niie  <;Tínide  inijx)!'- 
taiK'o  s])('{'itique  daiis  la  tribu  des  Ctenistini  peut  étre  établie  comiiie 
suit :  Aiticles  1  á  7  =  IC,  8  =  14,  9  =  8,  10  r==  11,  H  =  13.  Cette 
noiivelle  espece  est  tres  voisine  de  angmtata  Raft'r.,  des  Pamiias,  mais  les 
antennes  sont  notablement  plus  courtes;  dans  angustata  les  proportions 
sont  les  suivantes :  1  á  7  =  15,  8  ==  8,  9  =  G,  10  =  7,  11  =  11.  Les 
anteunes  sont  presque  aussi  longues,  niais  beancoup  plus  gréles  que 
dans  fascicnlafa,  bien  que  les  articles  aient  á  ])eu  prés  les  mémes  pro- 
portions relatives ;  gracilis  s'éloi<>ne  encoré  de  angustata  et  de  fascicu- 
lata  par  le  tleuxiénie  segment  dorsal  un  peu  tuméfié  au  milieu,  sur  la 
marge  postérieure  qui  est  légérement  et  obtusément  anguleuse. 


IVeotyrus  vestitus,  n.  sp. 

ObJongo-oratu.s,  antice  plus  attennatns,  totifs  castaneus,  pubescentia  vaVi- 
da,  depn'HHa,  flava,  totus  vestitiiK,  palpix  rufla.  Capiit  subdeplanatum, 
elongatum,  anterius  perparum  attemiatum ,  fronte  medio  anterius  bre- 
vissime  sulcata;  vértice  inter  ocuJos  minute  bifoveatum.  Oculi  magni, 
medio  siti.  Palpi  magni,  articiúia  2  elongato,  ápice  sat  abrupte  cla- 
vato,  3  paulo  breviore,  ovato-oblongo,  bam  teñid  et  pedunculato,  4  va- 
lido, primo  longiore,fmiformi,  ápice  mi mitissime  truncato.  Antennod 
valid(F,articulis  cyUndricis,  1  paulo  majore,  2  fere  quadrato,  3  latitu- 
dine  suafere  di  ¡nidio  longiore,3-7  gradatim  longitudine  decrescentibus, 
7  quadrato,  8  transverso,  .9  paulo  crassiore,  tertio  longiore,  10  qua- 
drato, 11  magno,  ovato,  basi  leriter  truncato,  ápice  obtuso.  Prothorax 
subovatus,  antice  paulo  plus  attenucLtus,  disco  co7ivexo  ante  basin  re- 
trorsum  et  acute  tuberculato,  inter  istum  tuberculum  et  basin  imprcs- 
sione  arcuata  et sulciformi,  iitrinque pone  médium  fovea  laterali.  Ely- 
tra  latitud ine  sua  longiora,  basi  leviter  attenuata,  humeris  fere  nullis, 
basi  bifoveata,  stria,  dorsali  valida  ad  médium  abbreviata.  Abdomen 
elytris  paululum  brevius,  segmento  primo  dorsali  máximo.  Metaster- 
nnm  sulcatum.  Pedes  validi,  parum  incrassati,  tibüs  anticis  et  inter- 
mediis  ante  apicem  leviter  incurvis,  posticis  subrectis. 

KEV.   MUSEO  LA  PLATA.  --  T.   II.    (V.  18,  1908.)  6 


—  82  — 

Cette  espéce  est  excessivement  voisine  de  gihhicoUis  Sclifs.,  des  Aina- 
zones;  elle  s'en  distingue  par  sa  forme  notablement  plus  allongée,  moins 
élargie  en  arriére,  par  sa  pubescence  rude,  coucliée  et  serrée;  les  auteu- 
nes  soiit  un  peu  plus  épaisses,  les  articles  S  plus  transversal  et  au  con- 
traire  9  plus  long-  et  10  plus  carré. 


Haiiiotus  arg-entinus,  n.  sp. 

Ferrurjineus,  cJijirln  üilutiovibuH,  brunneo  hirtu.s.  Caput  latitudhíe  sna 
multo  Jonghis,  antron^um  aiu/Kstatiou,  ttihcrculo  antennario  s-at  elon- 
gato^vahle  si(lcafO;,f<)rci,s  duahm  ínter  ne  pluH  quam  a  latere  di>it<(nti- 
hun  et  ante  Jineam  mediam  ocnlorum  sitis^  temporihns  rotnndatis. 
Falpl  magni,  articulo  4  Kuhcylindrico,  hasl  apiceque  attenuato,  tota 
silicato.  Antennoe  vaVidoe  elomjatoe,  articuli.s  2-5  latitudine  sua  pau- 
luluní  longioribus,  6-8  quadratis,  9  crasHwre,  orato,  10  quadrato, 
11  tres  praecedentes  hmgitudine  aequanie,  cxtus  rotundato,  ápice 
obtuse  acuniinato.  Prothorax  latitudine  sna  paulo  longior,  suhovaius, 
foveis  tribus  aeqnalibus,  rotundatis.  Elytra  latitudine  sna  paulo 
longiora,  basi  leviter  attenuata,  liumeris  oblique  rotundatis,  sulco 
dorsali  valido^  paulo  ante  médium  abbreriato.  Abdomen  elytris  paulo 
latius  et  longitudine  suhaequale,  segmento  1°  secundo  paulo  longiore. 
Metasternum  convexum.  Pedes  sat  elongati,  simplices,  tibiis  posticis 
ahsque  calcare  apicali.  Long.  3.30  mm. 

Cette  grande  et  belle  espece  est  tres  voisine  de  gracilicornis  Keitt.,  du 
Brésil,  les  articles  3-10  des  antennes  sont  un  peu  plus  courts,  la  tete 
est  bien  plus  longue,  le  tubercule  anteiinaire  plus  étroit,  le  quatriéme 
article  des  palpes  est  moins  gros,  moins  ovoide,  plus  allongé,  jdus 
cylindrique  et  moins  acuminé  au  sommet,  les  élytres  S(mt  plus  clairs, 
le  metasternum  convexe  au  lieu  d'étre  largementsillonué. 


Ai'Iiyfodes  ISruelii,  n.  sp. 

Oblongus,  leviter  eonve.rusy  rubro-castaneus,  elytris  disco  paulo  dilutiori- 
bus,  sat  dense  et  regulariter  oeliraceo  squamosus.  Caput  deplanatum , 
latitudine  sua  vix  dimidio  longius,  fronte  medio  impressa,  sulcis  duo- 
bus  valde  obUquis,  postice  ante  colhon  anguhdim  connexis^  iinpressio- 
ne  frontali  et  sulcis  densius  albido-grisco  restitis.  Antennoe  corpus 
longitudine  f ere  aequantes,  articulis  ómnibus  cylindricis,  1  magno,  2 
quadrato,  3,  4,  5,  7  latitudine  sua  dimidio,  6  duplo  longioribus,  8  sexto 
tix  longiore,  9  et  10  inter  se  cequalibus,  oeto  dimidio  longioribus,  11 


octo  Itdiid  loiujiorv,  IcrUcr  ordfo,  ap'ive  IcrUcr  acuminato.  Prothorax 
¡(ttiintlinc  ,sii<(  (rqi(iloii¡iiis,  (tntcf'iitx  ((HctnKÜHs,  laterihus  pone  médium 
leriter  .siiuiofiis,  tlisvo  antrcvxs,  khIco  inaisrcrso  medio  wíhks  <tu(inla- 
tUH,  paulo  di'Hn'nts  (dhido-f/risco  irstito.  Elyira  maijna,  ¡((iiiiidiiic  sua 
longiora,  hmi  panitu  (ittcuuatti.  liKnuris  Icviter  ohUquiíi  et prominnUíi, 
hasi  hifoccafa,  inter.stitio  et  Hulcinfcre  nnllis;  foirin  et  margine  apicali 
demiiist  albido-griaeo  re,stiti,s.  Abdomen  elytris  multo  hrcciux,  ¡tegmen- 
tis  ápice  medio  tantummodo  leviter  convexis,  margine  apicali  utrinque 
et  vix  medio  denfiius  albido-grisco  resfita.  Peden  validi  sat  clongati; 
feniorihKÑ  anticis  medio  infra  carinatin.  ^íetanternutH  ]>roíiinde  kuI- 
C((ti(m.  o^.  Long.  2,20  mm. 

Cette  ospéce  est  la  plus  petite  du  lienro  qni,  aatrefois  ;\  peine  eonmi, 
semble  devoir  devenir  assez  nonibrenx  dans  l'Aniérique  niéridionale. 
Elle  din  ere  de  toutes  celles  qni  sont  connues  jnsqu'á  ce  jour  par  son 
prótliorax  (pii  n'est  nullement  carené  niais  simplement  un  peu  convexe 
longitudinalement;  les  élytres  sont  bien  nioins  rétrécis  á  la  base;  les 
squamules  qui  remplissent  les  fossettes  et  les  sillons  on  couvrent  les  su- 
tures sont  d'unblane  sale; la  strie  dorsale  fait  défaut.  En  cutre  comparé 
á  vestitus  qui  a  les  antennes  plus  longues  que  le  corps,  celles  de  Bruclii 
sont  relativement  plus  courtes,  la  tete  est  plus  rectangulaire  sans  rétré- 
cissement  en  avant  des  yenx. 

Fustiger  eleg-ans,  n.  sp. 

Ohlongus,  gracilis,  totus  rufas  nitidissimus  et  laevis,  satlonge  fiavo  seto- 
sus.  Caput  elongatum,  cylindricum,  antice  nonniliil  ampliatum,  recte 
truncatum.  OcuU  medio  siti.  Antennae  elongatae,  tertiam  partem  pos- 
tieam  prothoracis  attingentes,  gráciles,  rectae,  ápice  sat  ahrupte  clava- 
tae,  triíHcatae.  Prótliorax  latitudine  sua  paulo  longior,  ad  hasin  leriter 
attenuatnsy  laterihus  subohliquis,  hasi  leviter  angulatus  et  medio  ohso- 
lete  punctatus.  JElytra  elongata,  hasi  attenuata,  laterihus  et  liumeris 
ohliquis,  sutura  leviter  depressa,  margine  apicali  leviter  sinuata.  Ah- 
domen  elytris  paulo  longius,  laterihus  suhrectum ,  postice  rotundatum; 
hasi  máxime  transversim  excavatam,  fundo  mi  ñute  hituhcrculato,  late- 
rihus margine  intus  rotundatim  ampliatum  et  fasciculatum,  posterius 
convexum.  Pedes  sat  elongati ;  femorihus  inflatis,  tihiis  omnihus  rectis, 
ad  apicem  gradatim,  satfortiter  clavatis.  O.  Long.  1,90  mm. 

Cette  jolie  espéce  différe  de  toutes  les  autres  par  sa  forme  beaucoui:» 
plus  allongée,  les  antennes  beaucoui)  plus  longues,  brusquement  et  for- 
tement  épaissies  au  sommet;  les  tégnments  sans  aucune  sculpture,  et  la 
pubescense  longue  assez  dense  et  setiforme. 


EL  HIERRO  METEÓRICO  DE  LA  PUERTA  DE  ARAUCO 

Por  el  doctor  ENRIQUE  HERRERO  DUCLOUX 

Profesor  (le  Química  analítica  en  las  Universidades  nacionales  de  La  Plata  y  Buenos  Aires 


El  hierro  ineteórico,  cuya  descripción  y  análisis  químico  motivan  es- 
tas páginas,  cayó  en  la  Puerta  de  Arauco  (i)roviiicia  de  la  Eioja)  en  el 
camino  del  Carrizal  á  Tinogasta,  á  mediados  del  año  1904. 

El  incendio  que  al  caer  produjo  en  un  pajonal,  llamó  la  atención  de 
unos  arrieros  que  por  el  lugar  pasaban;  y  como  habían  presenciado  el 
meteoro  acompañado  de  una  luz  vivísima  y  de  un  fuerte  ruido,  no  tarda- 
ron en  orientarse  en  el  campo,  recogiéndolo  y  transportándolo  á  Mazan, 
donde  lo  entregaron  al  ingeniero  B.  Daniel  Babot.  Este  lo  regaló  al  doc- 
tor Schmidt  quien  con  un  desinterés  digno  del  mayor  elogio  lo  donó  al 
Museo  de  La  Plata  por  intermedio  del  profesor  Carlos  Bruch,  cuando  este 
último  realizó  una  expedición  de  estudio  á  la  provincia  de  Catamarca  en 
abril  del  corriente  año. 

Descripción.  —  El  hierro  meteórico  de  Puerta  de  Arauco  tiene  la  forma 
de  un  tetraedro  irregular,  deformado  jior  el  choque  que  parece  haberse 
efectuado  sobre  una  de  las  aristas  y  contra  rocas  irregulares  de  gran 
tenacidad. 

Es  de  color  gris  obscuro  metálico  en  las  partes  lisas,  y  i>resenta  en  dis- 
tintos puntos  costras  delgadas  de  color  pardo  que  dan  un  polvo  rojizo; 
además,  en  una  de  estas  manchas  de  óxidos  se  ven  laminillas  de  mica 
fuertemente  adheridas. 

Su  superficie  es  bastante  lisa  en  tres  de  las  caras  del  supuesto  tetrae- 
dro, presentando  algunas  cavidades  junto  á  la  superficie  formada  por  el 
choque,  y  numerosas  grietas  poco  i)rofundas  producidas  sin  duda  por  el 
golpe. 

Mide  en  su  eje  mayor  9'""5,  teniendo  C'^S  de  ancho  y  C^'o  también  de 
altura. 

Su  peso  es  de  1533  gramos.  Su  densidad,  relacionada  al  agua  á  4°C. 


—  85  — 

liK-  (IctcnuiíiMila  ]»(>r  l;i  l);il;in/.;i  liidrosfiit  ica  sobi'c  la  masa  total  del  iiic- 
tooiito  dando  como  resultado  <¡=  7. (>.")();  dctí'rminai'ioiics  hedías  cou  el 
piciiometi'o  S(d)re  trajiíiientos  de  alj;uiios  i;ramos  de  peso  dieron  como 
valor  de  (1=  7.071. 

Este  hierro  nieteórico  cede  fíicilniente  á  la  lima  y  es  susceptible  de 
íidquirir  uu  hermoso  imlimento. 

Ustnicfura.  —  l*ai'a  conocer  hiesíructura  de  esta  si<lerita,  me  serví 
de  phicas  ])re])aradas  especialmente  que  se  sometieren  ¡i  la  acci<'»n  del 
áci<lo  Tu'trico  diluido,  y  taiid)ién  a  la  tintura  de  iodo,  al  aj^ua  de  bromo  y 
al  sulfato  ci'quico  en  solucií'ui  concentra<la. 


Fig.  1.  —  Secciúu  parak'la  á  111 


Los  resultados  del  ataque  cou  ácido  nítrico  fueron  concluyentes  :  his 
superftcies  bruñidas  dejaron  ver  un  tejido  compacto,  fino  y  bastante  ho- 
mogéneo, formado  por  los  haces  paralelos  de  Icamacita  y  de  taenita  per- 
fectamente distintas,  encerrando  á  la  jjlessita  en  zonas  cuadrangulares 
desiguales;  presentando  en  unas,  finas  granulaciones  y  en  otras,  agre- 
gados de  laminillas  muy  delgadas  de  taenita. 

Distribuidas  irregularmente  se  notaban  algunas  inclusiones  ó  condros 
redondeados  de  color  bronce  pálido  que  me  hicieron  sospechar  de  la 
existencia  de  schreibersíta  (Fe^Ni^P)  y  de  troillita  [(FeXi)7Sj  en  este 
hierro  meteórico. 

Las  íi guras  que  acompañan  á  estas  páginas,  son  reproducciones  de 


86   — 


las  fotografías  que  debo  ú  la  amabilidad  del  i»rofes(n-  Carlos  Briicli  y 
cuya  riqueza  de  detalles  hace  ijiútil  una  descripción  minuciosa. 

En  la  figura  1  se  ye  representada  una  sección  que  obtuve  sobre  una 
de  las  caras  del  supuesto  tetraedro,  al  cual  refiero  la  forma  de  la  sideri- 
ta: los  ángulos  que  forman  entre  sí  las  líneas  de  Icamacita  corresponden 
efectivamente  á  una  sección  paralela  á  la  cara  del  tetraedro  (111). 

En  la  figura  2,  la  zona  central  limitada  -[tov  lüessita,  que  rellénalas  lí- 
neas de  fractura,  muestra  las  laminillas  de  Icamacita  cortándose  á  90°, 
como  si  se  tratase  de  una  sección  jjaralela  á  las  caras  del  cubo  (100). 

En  la  figura  3,  que  como  la  anterior  representa  un  aumento  de  cinco 


Fi-i. 


Sectióu  i)aialfla  á  lUO 


diámetros  respecto  del  original,  la  parte  central  corresponde  á  una  sec- 
ción paralela  á  las  caras  del  dodecaedro  romboidal  (110). 

En  la  figura  4,  pueden  apreciarse  mejor  los  detalles  de  estructura, 
aunque  sólo  se  trata  de  un  aumento  de  10  diámetros.  La  parte  repre- 
sentada comprende  secciones  diferentes  separadas  por  líneas  de  fractura 
irregulares ;  los  condros  aparecen  huecos,  siendo  su  diámetro  real  de 
0,4  á0,8  milímetros;  las  zonas  de  ple.ssita  ó  hierro  de  relleno,  se  presentan 
en  la  izarte  izquierda  de  la  figura  formando  cuadriláteros  de  bastante 
extensión  con  granulaciones  bien  visibles  en  los  mayores  y  con  finas  lí- 
neas de  taenita  en  los  menores. 

Las  líneas  de  fractura  que  miden  0,4  á  0,8  milímetros  de  ancho,  demues- 
tran claramente  la  profunda    deformación  de  esta  ])arte  del  meteorito 


—  87  — 

por  la  violencia  de  la  caída,  (IctonnacicMi  que  se  lia  visto  íavorecida  por 
la  alta  temperatura  de  la  masa  en  el  moiiieiito  del  clicxpie. 

('¡((sificdcióii.  —  Los  datos  ol»teiiidt)s  en  el  estiulio  de  la  í'structui'a  de 
esto  hierro  meteórico  me  inducen  á  colocarlo  en  el  tijio  Caillitita  de  Sta- 
nilas  .Meunier  ',  decimoctavo  término  de  la  serie  de  tipos  litolójiieos 
que  este  eminente  <;eólo<¡:o  admite  para  los  hierros  meteóricos  ó  sideri- 
tas. Aunque  las  dimensiones  de  las  barras  de  hamacita  y  de  taenita  en 
hi  siderita  de  Puerta  de  Arauco,  no  son  comparables  á  las  que  tienen 
los  mismos  elementos  en  el  hierro  meteórico  de  Caille.  Ambos  me- 
teoritos son  una  mezcla  de  kamacita,  taenita  y  plessita,  con  una  densi- 
dad \ecina  (le  7,.");  en  las  figuras  de  Widmanstiitten  obtenidas  con  ácido 
nítrico  diluido,  los  dos  meteoritos  muestran  la  kamacita  en  barritas  re- 
gulares limitadas  p(U' laminillas  de  taenita  y  reunidas  por  plessita. 

Dentro  de  la  clasiticación  liose-Tschermak-ijrezina  modificada  por 
Cohén  -  la  siderita  de  Puerta  de  Arauco  debe  colocarse  en  el  grupo  de 
las  octaedritas,  subgrupo  de  las  octaedrifas  brechadas  (Brecciated  Octa- 
hedrites).  Pertenecería  sin  duda  al  tipo  de  Prambanan  entre  las  octae- 
dritas  normales  finas  por  el  espesor  de  las  laminillas  de  kamacita 
(0,2  á  0,3  mm.),  pero  la  figura  4  basta  para  demostrar  con  las  distintas 
direcciones  en  que  aparecen  las  líneas  de  kama(;ita  y  taenita,  que  esta 
siderita  parece  estar  formada  por  individuos  diferentes  soldados  entre 
sí;  y  aunque  esta  constitución  no  sea  sino  aparente,  proviniendo  esa  di- 
vergencia observada  de  la  dislocación  y  torsión  producidas  en  la  caída, 
creo  justo  aceptar  la  clasificación  enunciada. 

Análisis  químico.  —  La  separación  y  caracterización  de  las  esj)ecies 
mineralógicas  y  délas  aleaciones  definidas  que  constituían  este  meteori- 
to, me  sirvió  de  introducción  en  el  análisis  químico. 

La  kamacita  y  la  taenita  no  ofrecieron  dificultad  alguna,  siguiendo  el 
modo  operatorio  descripto  por  Fletcher  ^  al  estudiar  el  hierro  meteórico 
de  Eío  Senguerr  hallado  por  el  doctor  Francisco  P.  Moreno.  La  troillita 
y  la  schreibersita  fueron  separadas  y  caracterizadas  de  acuerdo  con  los 
l^rocedimientos  ideados  por  Stanilas  Meunier  ^  siguiendo  á  este  eminen- 
te especialista  en  la  investigación  del  carbono,  tan  interesante  de  suyo, 
aunque  con  resultado  negativo. 

El  ataque  realizado,  en  frío,  con  ácido  clorhídrico  diluido  (1:10)  sobre 
un  fragmento  de  la  siderita,  me  proporcionó  un  residuo  constituido  ]}0V 

^  Guido  dans  la  collection  de  Métóorites  avec  le  catalogue  des  chutes  représentées  au 
Museum,  Paris,  1898, 

*  O.  CuMMixGs  Fariíixgtox,  Analyscs  of  Iron  Meteorites  compiJed  and  classified, 
Chicago,  1907. 

'  Mineralogical  Magazine,  vul.  XII,  ntíniero  56. 

*  Chemical  News,  vol.  XIX,  18G9. 


—  88  — 

sclireibersita  y  por  cristales  microscópicos  rpie  fueron  separados  de  aque- 
lla. En  estos  distinguí  dos  especies :  unos  opacos,  de  color  gris  obscuro^ 
de  lustre  metálico  muy  fuerte  y  de  forma  octaédrica  bastante  perfecta  ;  y 
otros  transparentes,  incoloros,  de  lustre  vitreo  y  de  formas  irregulares^ 
aunque  parecen  acercarse  á  las  del  sistema  rómbico. 

Los  cristales  opacos  miden  O""""!!  á  0"'™18  de  diámetro  y  no  son  mag- 
néticos; los  ácidos  concentrados  y  el  agua  regia  no  tienen  acción  alguna 
sobre  ellos;  funden  difícilmente  á  la  temperatura  del  soplete  de  gas; 
el  pirosulfato  de  potasio  fundido  los  disgrega  completamente,  habiéndose 
caracterizado  en  el  producto  el  liierro  y  el  cromo  por  reacciones  micro- 


Fig.  3.  —  Sección  paralela  á  110 

químicas,  de  donde  deduje  que  se  trataba  de  cristales  de  liierro  cro- 
mado. 

Los  cristales  transparentes  ofrecieron  mayores  dificultades  para  su 
caracterización  por  las  reacciones,  en  cierto  modo  contradictorias,  que 
obtuve.  Miden  de  0"""09  á  0™"'19  de  diámetro,  son  insolubles  en  los  ácidos 
concentrados  y  en  agua  regia ;  resisten  bastante  al  ácido  fluorhídrico; 
funden  fácilmente  algunos  en  la  llama  del  soplete  de  gas  mientras  otros 
no  funden  á  esta  temperatura;  y  se  colorean  en  amarillo  y  en  rosa  pálido 
por  la  acción  ijrolongada  del  calor.  El  examen  óptico  que  realicé  de  estos 
cristales  con  el  profesor  doctor  Schiller  nos  llevó  á  clasificarlos  como  de 
olivina,  opinión  que  compartió  el  doctor  Percy  D.  Quesnel,  después  de 
una  observación  cuidadosa  efectuada  en  el  Museo. 


—  89 


Lii  dc'íi'iiiiiii;i('u'm  ciuiiit  itativii  de  los  clciiu'iitos  (((iiiuiics  ([lU'  lii  side- 
rita contenía  se  liizo  sobre  ninestias  d(»hles,  i»aia  cada  método  ensayado 


f"' 


lij;.  4.  —  SfccioufS  iiaialelas  á  distiutas  caras,  separadas  por  liuuas  de  fractura 


y  las  cifras  que  figuran  en  este  estudio  representan  las  medias  obteni- 
das en  cada  caso. 

El  hierro  fué  separado  por  precipitaciones  sucesivas  como  acetato 
básico  y  finalmente   como  Lidrato,  correspondiendo  la  primera  cifra  á 


—   90  — 

la  sepaiaeión  efectuada  por  cineo  precii)itacioiies  con  amoníaco  en  pre- 
sencia de  cloruro  amónico  '. 

El  níquel  y  el  cobalto  fueron  determinados  al  estado  metálico  y  sepa- 
rados por  el  método  de  Fisclier  modificado  -.  El  azufre  se  determino  inn- 
el  método  Eg-gertz  ^  y  para  el  fósforo  seguí  el  procedimiento  descripto 
por  John  S.  Unger  K 

Los  resultados  obtenidos  pueden  expresarse  así: 

Hierro  Fe 91 .  869  93 .  0S5 

Níquel  Ni 6 .  009  5 .  995 

Cobalto  Co 0 . 404  0 . 335 

Azufres 0.131  0  143 

Fósforo  F ■     0 .  648  0 .  743 

Ees.  msoluble  -    *     ...  0.040  0.037 

99.701  100.288 

Por  su  porcentaje  en  liierro,  níquel  y  co1)alto  se  asemeja  á  la  siderita 
«  Albert  Iron  »  que  Farrington  clasifica  como  octaedrita  media  y  que 
C.  V.  Shepard  estudió  en  ISTd,  atribuyéndole  la  comi)osición  siguiente  : 

Densidad 7 .  539 

Fe 92 .  92 

•     í^' 6.07 

Co 0.54 

P-lí'e.Ni 0c56 

Museo  de  La  Plata,  1907. 


1  Caiu.  Friedhkim,  Prccis  d'anah/ae  clümtíiuc  quanfitativc,  1906. 

R.  Fkkskxius,  Traite  (V analysc  chimique  qiianiitafivc,  6«  édition. 
'  J.  PosT,  Traite  complot  (Vanahjse  chimique. 
^  Methocls  for  the  anah/sis  of  ores,  pi(j  iron  and  sfeel. 


líELEVAMlENTO  ANTROPOLÓGICO 


UNA     lADlA     (ilIAYAQUl 


Poi!   KL  Di!,  lí.  LEHMANN-NITSCHE 


Al  doctor  Alejandro  Korn 

Director  del  Hospicio  de  JSIelchor  liovtero 

en  testimonio  de  agradecimiento 


El  tomo  II  de  los  Anai.es  sección  Antropología,  serie  primera  de  las 
publicaciones  del  Museo  de  La  Plata,  contiene  la  primera  investigación 
científica  sobre  la  somatología  y  ergología  de  los  indios  Guayaquíes  cono- 
cidos hasta  aquella  época  casi  sólo  por  el  nombre,  y  con  los  citados  es- 
tudios de  los  señores  ten  Kate  y  de  la  Hitte  se  inician  una  serie  de  in- 
vestigaciones posteriores,  por  las  cuales,  entre  otros  resultados,  quedó 
al  fin  comprobada  la  posición  lingüística  de  la  interesante  tribu;  pertene- 
ce al  grupo  Tupí  Oriental,  como  ya  lo  indicaba  en  1745  el  padre  Lozano. 

Si  vuelvo  á  ocultarme  de  ellos  es  debido  á  una  circunstancia  especia- 
lísima.  Algunos  de  los  lectores  de  estas  líneas  quizá  recordarán  que  los 
habitantes  de  un  rancho  conocido  bajo  el  nombre  de  Sandoa  y  situado  en 
el  Potrero  Itería,  á  más  ó  menos  tres  leguas  de  Villa  Encarnación,  lleva- 
ron á  cabo  un  asalto  contra  un  grupo  de  indios  Guayaquíes,  dieron  muer- 
te á  tres  de  ellos  y  se  llevaron  consigo  ilesa  á  una  niña  á  la  que  llamaron 
Damiana  según  el  día  del  santo  en  que  se  efectuó  la  matanza,  líeprodu- 
cimos  á  continuación  íntegra  la  descripción  de  la  lamentable  tragedia 
como  la  refiere  el  señor  de  la  Hitte  (1,  c,  p.  17) : 

«Le  25  septembre  1896,  un  des  colous  de  Sandoa  trouvait  á  la  lisiére 
des  bois  les  restes  d'un  de  ses  chevaux  qui,  á  n'en  pas  douter,  venait 
tout  récemment  d'étre  tué  et  dépecé  par  les  Guayaquíes.  Kous  avons  deja 
dit  combien  l'on  est  impitoyable  pour  eux  en  pareil  cas;  la  vengeance 
décidée  sur  le  cliamp  fut  remise  au  lendemain  á  cause  de  l'heure  avan- 
cée.  Le  2G,  le  colon,  accompagué  de  ees  trois  fils,  avait  battu  inutilement 
la  foret;  les  traces  capricieuses  laissées  parles  Guayaquíes  se  perdaient 


—   92   — 

(lans  toutes  les  directioiis.  Le  dimanclie  27,  an  lever  du  jour,  une  légere 
colonné  de  famée  revela  la  direction  probable  du  campement  des  indiens- 
sous  une  pluie  battante  qui  aniortissait  le  brnit  de  leurs  pas,  les  expédi- 
tionnaires  se  dirige rent  vers  ce  point  en  rampant  dansles  fourrés.  C'est 
ainsi  qu'ils  purent  arriver  sans  étre  découverts  a  une  vingtaine  de  pas 
seulement  de  l'endroit  ou  les  indiens,  au  nombre  de  17  á  18,  étaient 
réunis  autoiir  du  feu  sous  un  sommaire  abri  en  feuilles  de  2}indó  (voy. 
pl.  II,  fig.  G).  lis  étaient  occupés  tranquillement  á  leur  repas  dont  le  che- 
val  faisait  les  frais.  On  les  entendait  parler  avec  animation,  bruyamment 
méme,  muis  parfois  le  silence  se  faisait  tout  á  coup;  les  indiens  frap- 
paient  alors  le  sol  tous  enserable,  et  les  conversations  reprenaient  aus- 
sitdt.  Deux  coups  de  fusil  tires  presqu'á  bout  portant  vinrent,  conime  la 
foudre  jeter  1  epouvante  en  méme  temps  que  tombait  la  preiniére  vic- 
time. Sans  méme  songer  á  ce  servir  de  leurs  ares,  ni  á  opposer  la  moin- 
dre  défense,  les  Guayaquíes  se  dispersérent  en  désordre  abandonnant 
leurs  armes  et  leurs  ustensiles.  Un  autre  indien  était  tombé  au  second 
coup  de  feu,  en  fin  une  femme  est  blessée;  elle  tombe  á  son  tour,  ees 
meurtriers  s'acliarnent  sur  elle,  Fachévent  á  coups  de  machete,  a  coups 
de  couteaux.  Cette  victime  est  une  vieille  femme  et  c'est  son  cadavre 
abandonné  sans  sépulture  dans  la  forét  que  nous  avons  retrouvé  trois 
mois  aprés  et  dont  provient  le  squelette  décrit  et  étudié  par  le  docteur 
ten  Kate.  Quant  aux  deux  autres  victimes,  les  indiens  étaient  venus 
sans  doute  chercher  leurs  corps,  car  tous  nos  efforts  pour  les  retrouver 
ont  été  infructueux. 

«  La  petite  Damiana,  abandonnée  au  cours  de  cette  scéne  de  carnage, 
ñit  cependant  épargnée  et  conduite  á  Sandoa  oü  l'élévent  aujourd'hui 
les  meurtriers  des  siens.  » 

El  doctor  ten  Kate  aprovechó  la  oportunidad  de  retratar  á  la  peque- 
ña Damiana  (véase  la  reproducción  de  la  fotografía.  Anales,  pl.  11,  n°  4) 
y  de  hacer  algunas  observaciones  antropológicas  de  que  nos  vamos  á 
ocupar  en  el  lugar  debido. 

Al  fin  del  año  1898,  la  indiecita  fué  llevada  desde  Villa  Encarnación 
á  San  Vicente,  provincia  de  Buenos  Aires,  á  la  casa  de  la  señora  madre 
del  doctor  Alejandro  Korn,  director  del  hospicio  Melchor  Romero; 
en  San  Vicente  hizo  servicio  de  mucama  y  sirviente  y  se  desarrolló  nor- 
malmente. En  cuanto  á  su  vida,  no  hay  nada  especial  que  mencionar 
hasta  que  la  entrada  á  la  pubertad  cambió  la  situación.  La  libido  sexual 
se  manifestó  de  una  manera  tan  alarmante  que  toda  educación  y  todo 
amonestamiento  por  parte  de  la  familia,  resultó  ineficaz.  Ausentábase 
la  india  de  la  casa  con  frecuencia,  á  veces  hasta  tres  díaS;,  en  com- 
pañía de  un  galán  y  llegó  á  envenenar  á  un  perro  que  cuidaba  la  habita- 
ción, para  hacer  entrar  al  hombre.  Consideraba  los  actos  sexuales  como 
la  cosa  más  natural  del  mando  y  se  entregaba  á  satisfacer  sus  deseos. 


—   93  — 

<_'oii  la  i'sj)()ntauei(la(l  iustiiiti\'a  de  un  ser  injíénuo.  La  lainilia  (loiuU' 
vivía  ya  no  pudo  aguantar  semejantes  cosas  y  envió  á  la  iiundiaclia  á 
Melchor  Eoniero  á  disposición  del  doctor  Korn  quien,  provisoriamente, 
la  dejó  al  cuidado  de  las  enfermeras  del  establecimiento  bajo  su  direc- 
ción, para  entregarla  oportunamente  ¡í  una  casa  de  corrección  de  Buenos 
xVires.  Fué  en  esta  éi)oca  y  en  el  nu's  de  mayo  de  1907  cuando  gracias 
á  la  galantería  del  doctor  Korn,  i)ude  tinuar  la  fotografía  <iue  a('omj)aria 
estas  líneas,  y  hacer  las  observaciones  antropológicas;  é  hice  bien  en 
apurarme;  dos  meses  y  medio  después  murió  la  desdichada  iiulia  de  una 
tisis  galopante  cuyos  principios  no  se  manifestaban  todavía  cuando  hice 
mis  estudios.  Bien  se  cumplía  el  pronóstico  del  doctor  ten  Kate  quien 
en  1897,  de  la  pequeña  Damiana  había  escrito  lo  siguiente  (1.  c,  p.  35) : 
«Cette  enfant  avait  Tair  maladif  et  triste.  L'aspect  general,  les  taches 
symétriques  sur  les  incisives  supérieures  nu)yennes  et  le  ventre  tres 
proéminent  indiquaient  une  diathése  scrofuleuse.  » 

La  traté  dos  veces  y  ambas  veces  la  encontré  reservada,  esquiva  y 
desconfiada ;  se  ve  esto  también  en  la  curiosa  expresión  de  su  mirada 
(véase  nuestra  fotografía.)  Hízome  honda  imi^resión  el  oiría  hablar  en 
alemán,  idioma  que  había  aprendido  en  San  Vicente  y  que  dominaba 
bastante  bien,  aunque  aplicando  ciertos  modismos  y  cierta  pronuncia- 
ción de  origen  castellano  el  que,  como  es  muy  natural,  hablaba  como  idio- 
ma principal  y  corrientemente. 

Los  datos  antropométricos  que  he  tomado  y  que  se  hallan  reunidos  en 
un  cuadro  especial,  y  los  datos  antroposcópicos  los  considero  como  materia 
prima  para  futuros  estudios  comparativos,  sobre  los  caracteres  físicos 
de  los  indígenas  sudamericanos,  y  creo  que  la  gran  rareza  de  observa- 
ciones sobre  indios  Guayaquíes  justifica  la  i)ublicación  especial  de  un 
caso  aislado.  Por  las  mismas  razones  me  limito  á  levantar  solamente  los 
caracteres  físicos  más  princii^ales  de  la  malograda  india  Guayaquí. 

La  edad  de  la  india  en  1907,  al  morir,  era  de  catorce  á  quince  años; 
en  enero  de  1897,  el  señor  de  la  Hitte  le  daba  más  ó  menos  dos  años, 
el  señor  ten  Kate  tres  á  cuatro  años  {Anales,  1.  c,  p.  17  y  35)  y  la  foto- 
grafía bien  parece  representar  una  niña  de  la  edad  indicada  por  nosotros. 

El  cuerpo  es  relativamente  bien  desarrollado  y  no  parece  haber  alcan- 
zado su  máximum;  la  talla  (141,5  cm.)  no  difiere  de  la  cifra  correspon- 
diente de  niñas  europeas  de  la  misma  edad,  que  ya  conocemos  de  dife- 
rentes regiones  y  de  diferentes  capas  sociales  é  intelectuales  por  las 
amplias  investigaciones  de  la  antropología  escolar. 

Las  mamas  son  típicamente  areoladas;  la  aréola  con  la  papila  se  le- 
vanta en  forma  de  cono  sobre  la  masa  de  la  glándula  lactear.  Esta  últi- 
ma tam^ioco  no  ha  alcanzado  su  máximum  de  desarrollo  aunque  se  mues- 
tra marchita  y  íiácida,  lo  que  no  debe  extrañarnos  si  recordamos  la  vida 
sexual  de  la  india. 


India  Guayaquí  de  14  á  15  anos, 


III  t.n, .-ralla   ñr\    Ur.  I,.ii,iia  im-Xitsclie 


—  95  — 

Las  nrticuliX'ioiios  tViiioio  tibiales  ostáii  (lirij;i(las  liacia  adontio;  por 
consiiiuieiito,  los  bordes  internos  de  los  jMes  est;ui  coiiipletaiiieiite  para- 
lelos cuando  la  inucliaclia  se  para  de  una  manera  natural  y  descuidada 
y  cuando  no  se  lija  en  la  ]»(»sici(>n  de  sus  pies;  en  i'stas  mismas  circuns- 
tancias, los  maléolos  internos  no  se  tocan;  las  extremidades  })osteri(»res 
representan,  por  consii>uiente  en  algo,  la  forma  de  la  letra  X. 

Es  interesante  también  que  en  los  retratos  de  los  indios  Guayaípiíes  re- 
l)rüdueidos  por  ten  Kate  y  de  la  Hitte  y  el  padre  F.Vogt,  se  nota  que  los 
ejes  longitudinales  de  los  pies  se  han  quedado  casi  paralelos  y  no  di\-er- 
gen  hacia  a<lelante,  carácter  somático  bastante  ])rimitivo. 

La  altura  de  la  cabeza  (23,8  vm.)  es  un  K!,.")  por  ciento  de  la  talla,  ó 
en  otras  i»alabras,  la  talla  e(pii\ale  á  0,07  de  alturas  de  cabeza.  La  ca- 
beza parece,  pues,  relativanu'nte,  muy  grande,  pcíro  conviene  recordar 
que  el  tamaño  de  ésta  no  (íorresponde  en  unai  i)roporción  invariable  á  la 
talla  del  cuerpo,  sino  que  esta  proporción  varía  con  la  talla.  Stratz  *  ha 
calculado  al  respecto  para  la  raza  europea  el  cuadro  siguiente  (1.  c, 
p.  205) : 

Alturas  de  cabeza 
A  una  talla  de  140  ceutí metros  corrcspouiTen 6    » 

—  ir>o         —  —  6  V, 

—  160  —  —  7    » 

—  170  -  -  7  V. 

—  180  —  —  8    » 

En  el  presente  caso,  la  altura  relativa  de  la  cabeza  (0,07)  correspon- 
de bastante  bien  á  la  talla  respectiva  y  i)oca  es  la  desproporción  en  fa- 
vor del  tamaño  de  la  cabeza. 

La  largura  relativa  de  la  extremidad  superior  es  de  43,3  por  ciento, 
la  de  la  extremidad  inferior  50,5  por  ciento.  Dada  la  gran  variabilidad 
en  las  proporciones  del  cuerpo  humano  no  vamos  á  entrar  en  amplias 
comi^araciones;  reproducimos  sólo  el  cuadro  de  las  proporciones  ideales 
de  la  raza  blanca,  confeccionado  por  Stratz  (1.  c,  p,  203) : 

Centímetros  Por  ciento 

Talla 180.0  100.0 

Altura  (le  cabeza 22 . 5  12.5 

Largara  de  la  extremidad  superior 80 . 0  44 . 4 

Largura  de  la  extremidad  inferior 100.0  55.5 

Largura  del  tronco 70 . 0  38 . 9 

Tomando  este  cuadro  como  base  de  comparación  resulta  que  en  nues- 
tro caso,  ambas  extremidades  no  alcanzan  la  largura  exigida,  quedando 
atrás,  ante  totlo,  la  extremidad  posterior;  i^ero  estas  diferencias  son  in- 

^  Stratz,  Xaturgeschichte  des  Mensclicn,  Stuttgart,  1904. 


—   96  — 

significantes  ya  qne  las  proporciones  del  cuerpo  de  la  mujer  se  asemejan 
al  tipo  infantil. 

Antes  de  ocuparnos  de  los  rasgos  típicos  de  la  cabeza  vamos  á  trans- 
cribir la  siguiente  caracterización  que  el  doctor  ten  Kate  ha  dado  de  la 
pequeña  Damiana  recién  capturada  cuando  tenía  más  ó  menos  tres  años. 
Dice  lo  siguiente  (1.  c,  p.  35)  : 

«  Cette  enfant  avait  Pair  maladif  et  triste.  L'aspect  general,  les  ta- 
ches symétriques  sur  les  incisives  vsupérieures  moyennes  et  le  ventre 
tres  proéminent  indiquaient  une  diathése  scrofuleuse. 

«  La  región  j)ariétale  de  la  tete  était  tres  développée  ;  le  point  bombé. 
Le  nez,  vu  de  profil,  concave  et  un  peu  retroussé.  Le  lobule  de  l'o- 
reille  sessile  de  deux  cótés.  La  lévre  supérieure  foncée.  La  couleur  de  la 
peau  était  d'une  jaune  terne  clair». 

Siguen  después  las  cifras  para  el  diámetro  anteroposterior  de  la  ca- 
beza (100  mm.),  para  el  diámetro  transversal  máximo  (138  mm.),  el  diá- 
metro bizigomático  (9S  mm),  y  para  la  distancia  entre  las  comisuras  in- 
ternas de  los  ojos  (32  mm.),  como  también  la  cifra  para  el  correspondien- 
te índice  cefálico  (80,3)  reunidas  todas  éstas  en  un  cuadro  con  otras  me- 
didas más  amplias  tomadas  en  dos  mozos  Gruayaquíes.  Y  al  fin  de  ese 
cuadro  se  lee  el  texto  que  sigue  : 

«Les  faits  xjrincipaux  qui  se  dégagent  de  cette  description  sont  tout 
d'abord  la  grande  homogénéité  de  type,  caractérisée  surtout  par  leur 
physionomie  i^lus  ou  moins  mongoloide,  la  sous  brachycéphalie,  la  pla- 
tyrrhinie  á  la  limite  de  la  mésorrhinie,  la  morphologie  genérale  du  cráne, 
le  prognathisme  moderé,  la  largeur  entre  les  yeux.  Les  vivants  présen- 
tent  done  une  uniformité  aussi  grande  de  type-  que  les  cránes. 

«  Quant  á  la  petite  Damiana,  il  n'est  pas  superflu  en  faire  observer 
que  sa  brachycéphalie  plus  prononcée  est  due  au  développement  exces- 
sif  de  la  región  pariétale  causé  probablement  par  son  état  moitié  rachi- 
tique  moitié  scrofuleux  ». 

Comparemos  esta  descripción  y  el  retrato  de  la  chiquilina  reproducido 
en  los  Anales,  plancha  II,  figura  I,  con  las  observaciones  nuestras  y 
con  el  retrato  tomado  por  nosotros. 

Ni  la  región  parietal  ni  la  frente  ya  no  son  salientes  en  un  grado  no- 
table. La  nariz,  por  lo  contrario,  apenas  ha  cambiado  en  su  forma,  ha- 
biéndose naturalmente  levantado,  durante  el  crecimiento  normal,  algo 
en  la  base  y  en  el  dorso ;  dado  la  gran  distancia  entre  las  comisuras  in- 
ternas de  los  ojos,  la  nariz  aparece  muy  ancha.  P^l  labio  superior  ya  no 
es  tan  trompudo  como  era  hace  diez  años  atrás.  La  pigmentación  del 
cabello,  del  cutis  y  del  iris  ha  aumentado  de  un  grado  poco  notable  en 
los  años  del  crecimiento,  como  era  de  suponer.  Yo  mismo,  en  1907,  ob- 
servé lo  siguiente : 

El  cabello  no  es  muy  largo  y  cae  hasta  la  mitad  de  los  omóplatos.  Es 


—  07  — 

iilg"<)  lívido  y  (It'l  conocido  color  marrón  obscuro  ([uc  tira  hacia  el  iiegTO 
<le  tantas  otras  indias  sudamericanas.  El  vello  del  s(»l)aco  y  de  la  re^ióu 
púbica  ya  está  desarridlado  sin  ])resentar  notabilidad  alguna. 

El  color  del  cutis  no  «'staba  representado  en  el  cuadro  crómico  del  se- 
ñor F.  von  Luselian:  era  un  amarillento  gris,  bastíinte  claro. 

El  color  del  iris  tand)ién  era  muy  claro  y  correspondía  á  la  escala  4 
á  5  del  cuadro  cr<)mi<'(»  del  sefutr  ]Martin. 

Las  demás  ]»articularidades  de  Damiana  ([ue  be  observado  en  1907, 
son  las  siiiuientes  : 

La  dentadura  era  buena  y  ortoi^iiata  y  los  dientes  de  la  mandíbula  su- 
perior sobrepasaban  un  jioco  los  de  la  inferior. 

El  cráneo  cerebral,  naturalmente,  había  crecido  en  el  espacio  de  los 
diez  años  y  especialmente  en  íjivor  del  diámetro  ánteroposterior.  Mien- 
tras que  en  1897,  el  diámetro  sagital  era  de  160  y  el  transversal  de  138 
milímetros,  en  1907,  las  respectivas  cifras  s(ni  de  182  y  de  148  milíme- 
tros. El  índice  cefálico,  por  consiguiente  ha  disminuido  desde  8G,3  á 
81,3;  el  doctor  ten  Kate  creyó  en  aquella  época  (\\\e  la  alta  braquice- 
falía  de  la  pequeña  Damiana  era  debida  á  su  estado  medio  raquítico, 
medio  escrofuloso,  pero  por  las  recientes  investigaciones  de  Koese  ^  y 
otros,  sabemos  que  una  braquicefalía  muy  marcada  es  característica  para 
los  años  de  la  niñez  y  que  tal  braquicefalía  disminuye  proporcionalmen- 
te  con  los  años  del  crecimiento,  lo  que  es  debido  al  desarrolló  especial 
fie  la  parte  anterior  ó  frontal  del  cráneo.  Reproducimos  para  facilitar  la 
comparación,  un  cuadro  de  Koese  construido  según  las  medidas  medias 
tomadas  en  20.947  niñas  germánicas  y  al  que  agregamos  las  cifras  res- 
pectivas de  Damiana : 


3 

6 

7 

8 

9 
10 
11 
12 
13 
14 
14 

Faltan  en  este  cuadro,  desgraciadamente,  las  niñas  de  unoá  cinco  años 
l^ero  i>rolongado  la  rúbrica  del  índice  cefálico  hacia  arriba  se  puede  su- 

'  Koese,  JJeitn'úje  zur  europaischen  Rmseukinide  nnd  die  Bc-ieliungen   ziciscken    Hassc 
ttnd  Zahnverderbnis.  Arehiv.  für  Rassen-und  GeseUscJiaftabiolofjic,  111,1905,  st'p.  p.  18. 

REV.    MUSEO  LA  PLATA.  —  T.   II.    (VII,  11,  1908.)  7 


1 

ribii 

Larg.  luáx. 
de  la  cabeza 

Anch.  máx. 
de  la  cabeza 

íudice 
cefálico 

Dainiauíi 

1897 

160.0 

138.0 

86.3 

lolOuiña.sgeruuíuiciis.  .  . 

167.0 

143.0 

85 . 6 

2851 

— 

169.1 

143.2 

84.7 

2816 

— 

170.2 

143.9 

84.5 

2752 

— 

171.4 

144.4 

84.2 

2811 

— 

172.7 

145.0 

84.0 

2662 

— 

173.8 

145.9 

83.9 

2549 

— 

174.8 

146.8 

84.0 

2100 

— 

176.2 

147.6 

83.8 

896 

— 

177.2 

148.2 

83.6 

Daiuiaiiii 

1907 

182.0 

148.0 

81.3 

—   98   — 

poner  que  la  braquicefíilía  aumenta  en  proporción  inversa  con  los  años 
(le  la  vida  infantil,  siendo  así  el  recién  nacido  el  más  braquicéfalo.  El 
índice  cefálico  80,3  como  lo  i)resenta  Damiana  en  1897,  no  es  x>ues  nna 
anomalía  ])atológica;  por  lo  contrario,  se  halla  completamente  dentro  del 
desarrollo  normal  del  cráneo  infantil.  Y  en  cuanto  á  las  medidas  absolu- 
tas de  la  cabeza  y  al  índice  cefálico  de  Damiana,  tomados  en  1907,  se 
ve  también  que  el  diámetro  transversal  (148  mm.)  corresponde  exacta- 
mente al  término  medio  de  890  niñas  f^ermánioas  de  la  misma  edad 
(148,3  mm.)  mientras  que  el  diámetro  ántero  posterior  en  algo  lo  sujjera 
(182  y  177.2  mm.  respectivamente);  el  desarrollo  de  la  región  frontal, 
sitio  de  la  inteligencia,  se  lia  producido  i)ues  de  una  manera  muy  hala- 
güeña en  la  indiecita.  Compai ando  ahoia  el  índice  cefálico  «  deñnitivo  » 
de  Damiana  (SI, 3)  coíi  los  índices  ceíalicos  de  los  dos  mozos  Giiayaquíes 
estudiados  por  ten  Kate  y  que  son  82,4  y  81,1  respectivamente,  resiilta 
la  gran  homogeneidad  del  tipo  Guayaquí  en  cuanto  á  este  índice  que  es 
considerado  de  tanta  importancia. 

El  índice  facial  es  de  89,2,  por  consiguiente  mesoprósoiio  según  la 
última  nomenclatura,  la  de  Róese,  quien  divide  de  la  manera  siguiente 
(1.  c,  p.  139) :  braquiprósopos  X-8r),0;  mesoprósopos  85,0-89,0;  dolico- 
prósopos  90,0-X.  Como  el  índice  facial,  según  los  resultados  de  Iloese 
(1.  c,  p.  143),  es  mucho  más  variable  que  el  cefálico  y  relativamente 
poco  constante,  no  entramos  en  comparaciones. 

La  cabeza  de  la  indiecita,  con  su  cerebro,  fué  mandado  al  profesor  Juan 
Virchow,  de  Berlín,  para  el  estudio  de  la  musculatura  facial,  del  cerebro, 
etc.  El  cráneo  ha  sido  abierto  en  mi  ausencia  y  el  corte  del  serrucho 
llegó  demasiado  bajo.  Aunque,  por  este  motivo,  la  preparación  de  la  mus- 
culatura de  la  órbita  no  será  posible,  lo  que  quería  hacer  el  profesor 
Virchow,  el  cerebro  se  ha  conservado  de  una  maiuu-a  admirable.  La  ca- 
beza ya  fué  presentada  á  la  Sociedad  Antropológica  de  Berlín  (véase 
el  artículo  del  señor  Virchow)  y  pronto  vamos  á  disponer  de  publicacio- 
nes más  amplias. 

Para  terminar,  desearía  que  los  presentes  datos  constituyan  un  ladri- 
llo para  una  futura  obra  que,  en  un  porvenir  aun  lejano,  reasuma,  nues- 
tros conocimientos  sobre  las  tribus  indígenas  de  la  América  del  Sur. 


—  99  - 


\AI.OKHS   OUTKMDO 


I  Mi  rpi 


Altitrax 

^'él•ticl'. 

Base  de  la  uaiiz  .  .  . 

Mentón 

Borde  superior  del 
esternón. 

Hombro 

Articnlaoituí  del  co- 
do.   

Proceso  estiloide...  . 

Punta  del  tercer  de- 
do.  

Trocánter  

Articulaciihi  de  la 
rodilla 

Maléolo  interno .... 

Larguras   y  anchuras 
de  mano  y  pie 

Mano,  largura 

Mano,  aiicliura. .... 

Pie,  largura 

Pie,  anchura. 

Anchuras 

Envergadura  ...... 

Hombros 

Caderas 

Circunferencias 

T(')rax. 

Abdomen 

Pantorilla 


ini 

144 

5 

132 

0 

120 

7 

118 

0 

117 

•' 

00 

7 

G9 

5 

55 

0 

73 

0 

40 

0 

5 

9 

15 

9 

7 

5 

22 

5 

•J 

0 

147 

5 

31 

5 

25 

5 

— 

Parte  cereliral 

Largura  máxima  . . 
Altura  máxima. ... 
Altura  frontal  míni 

nía 

Altura  ;iuricular  .  . 
Circunferencia  hor. 

Parte  facial 

Altura  fisiognóniica 
Altura  anatómica  . 
Altura  cara  inedia . 
Anchura  liizigomáti 

ca 

Anchura  bigoníaca 

Nari: 

Altura 

Anchura,  base  .... 
Anchura,  alas 

Boca 

Altura  

Anchura 

Oreja 

Largura. 

Anchura 

índices 

índice  cefálico 

índice  facial. 


182 

148 


102 


175 

116 

67 

130 
92 


49 
39 
36 


20 
43 


32 


81.32 
89.23 


V.VI.OUKS   CAI.CLLíVnoS 


f'iicrix) 

[Talla] 

Cabeza,  altura  total. 

Cabeza,  altura  supe- 
rior.   

Cabeza,  altuia  infe- 
rior.   

Cuello,  largura  .  .  .  . 

Tronco,  largura .... 

Extremidad  su]>.,  lar- 
gura total 

Extrenddadsup.,  lar- 
gura del  brazo.  .  . 

Extremidad  sup.,  lar- 
gura del  antebra- 
zo   

Extremidad  inferior, 
largura  total. .... 

Extremidad  inferior, 
largura  del  muslo. 

Extrcmi(la<l  inferioi', 
largura  de  la  pan- 
torilla   


IN 

.5 

23 

8 

12 

r, 

11 

3 

2 

7 

■15 

0 

62 

5 

26 

8 

21 

2 

73 

0 

i3 

0 

44.1 


—   100 


BIBLIOGRAFÍA  GUAYAQUI 


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[Edición  en  forma  de  libro  del  trabajo  anterior  é  idéntica  á  éste]. 
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—   101   — 

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1905.  Obligado,  P.,  La  afjonia  del  Gitayaqui.  (!apítulo  de  Tradiciones  Ar- 
(jentinas,  VI  serie.  Buenos  Aires,  1905,  p.  79-80. 

1906.  V.  Fischek-Treuexfeld,  R.,  Paraf/ua¡/  in  Wort  uiid  Pild.  Eine  Stiidie 
iiber  den  wirtschaftlichcn  Fortschritt  des  Ijandes.  2°  Aufl.  Berlin,  1906,  p. 
79-80. 

1906.  Giuffkida-Ruggeri,  V.,  Forame  sottotrasversariu  delV  atlante.  Moni- 
tore  Zoológico  Italiano,  XVII,  1906,  p.  88-90. 

1906.  Giuffrida-Ruggeri,  V.,  Un  cranio  Gnaiiaclñ,  nn  cranio  (incompleto) 
Ciamacoco  e  un  cranio  Fuegino.  Atti  della  Societd  Bomana  di  Antropología, 'Sil, 
1906,  sep.,p.  5. 

1907.  Lehmaxn-Nitsche,  R.,  Llallas  du  tertiaire  de  Monte  Hermoso,  Bépu- 
blique  Argentine.  Perista  del  Museo  de  La  Plata,  XIV  (=  2,  I),  1907,  p.  387, 
406,  408. 

1908.  ViRCHOW,  H.,  Kopf  cines  Guajaki-Miidchens.  Zeitschrift  fiir  Ethnolo- 
gie,  XL,  1908,  p.  117-120. 

1908.  Lehmann-Nitsche,  R.,  Beleramiento  antropológico  de  nna  india  Gua- 
yaquí.  Perista  del  Museo  de  La  Plata,  XV  (=  2,  II),  1908,  p.  91-101. 


LAS    REGIONES    FÍSICAS 

DE  LA  EEPÚBLICA  AEGEXTINA 


Por  ENRIQUE  A.  S.  DELACHAUX 

DiiX'otor  de  la  Escuela  de  Ciencias  Geográficas  del  Museo  de  La  Plata 


Al  empezar  la  descripción  de  aii  país  y  iiara  simi^lificar  la  tarea,  es  de 
regla  subdividirlo  previamente  en  regiones  natnrales,  basadas  princi- 
palmente en  las  particularidades  del  snelo,  condiciones  climatéricas,  etc. 
Sucede  lo  mismo  con  el  texto  de  una  obra,  j)recedido  ó  seguido,  de  una 
enumeración  breve  y  sistemática  de  las  materias  tratadas.  La  subdivi- 
sión en  regiones  naturales  es,  para  la  geografía  física  y  aun  política  lo 
que  el  índice  para  un  libro. 

Los  autores  que  se  lian  ocu])ado  de  la  descripción  física  de  nuestro 
país  se  lian  ceñido,  pues,  á  esa  costumbre,  habiendo  tratado  de  redu- 
cirla á  cierto  número  de  tipos  caracterizados  por  uno  ó  más  factores 
naturales. 

Para  realizar  su  objeto,  tuvieron  los  primeros  pionners  eientíñcos  que 
reconocer  de  visu  la  mayor  extensión  posible  del  territorio  por  describir, 
valiéndose,  para  las  partes  no  recorridas  personalmente,  de  las  descrip- 
ciones de  los  viajeros,  aventureros  y  conquistadores  que  les  habían  pre- 
cedido. Constituían  esos  relatos,  por  lo  general,  una  documentación  bas- 
tante deficiente,  lo  que  exj)lica  los  errores  en  que  han  incurrido  dichos 
escritores.  Además,  no  tenían  á  su  disposición,  ni  aun  para  las  regiones 
personalmente  exploradas,  sino  una  mínima  parte  de  los  datos  que  hoy 
poseemos,  gracias  á  los  grandes  estudios  metódicos  emprendidos  en  casi 
todo  el  territorio,  y  que  nos  permiten  determinar,  con  relativa  preci- 
sión, la  ubicación  y  líneas  de  separación  de  las  zonas  naturales  de  la 
repiiblica. 

Los  geógrafos  ó  naturalistas  que  vinieron  después,  esbozadas  ó  esta- 
blecidas ya  las  primeras  clasificaciones,  se  contentaron  generalmente 
con  reproducirlas,  con  poca  ó  ninguna  modificación,  sin  reparar  en  que 
los  datos  geográficos  publicados  ulteriormente  obligaban  á  un  examen 


—   IOS   — 

mu'vo  y  severo  dr  las  juiniit  i\as  divisiones  físicas  y,  ;i  la  luz  de  los  coiio- 
cimientos  actuales,  de  las  bases  en  (¡ne  descansaban. 

l^]n  los  reiiiilones  siüuientes,  exaininaienios  ali;nnas  de  las  tentativas 
hechas  i)ara  subdividir  nuestro  suelo  en  «grandes  rejiiones  naturales, 
exponiendo  luc^o  las  ra/.ones  (¡ue,  á  nuestro  juicio. Justifican  la  clasiíica- 
cion  <|ue  ])r(»|)onenios  m;ís  adelante  y  ([wv  hace  el  objeto  de  estas  líneas. 

Entre  la  lista  muy  extensa  de  los  exploradores  (pie,  por  un  motivo  ó 
por  otro  se  dedicaron,  antes  y  después  de  la  Independencia  —  después 
sobre  todo  —  al  reconocimiento  y  á  la  descri])ción  de  nuestro  ]>aís,  des- 
cuellan, hasta  ])rincii)ios  del  si<ilo  último,  cuatro  noud>res  gloriosos  en 
los  anales  de  las  ciencias  naturales  : 

Azara,  el  insi une  .ueó,uralb  espafud,  encar<>'ado  —  por  parte  de  Es])a ña  — 
de  la  delimitación  de  sus  posesiones  con  las  de  Portugal  y  que  tantos  años 
dedicó  al  estudio  de  la  región  oriental  del  virreinato  del  Kío  de  la  Plata. 

Bonpland,  ilustre  botánico  francés  que,  durante  casi  medio  siglo  á 
contar  desde  la  caída  del  imperio  napoleónico,  consagró  su  existencia  á 
la  clasiücación  de  la  Hora  de  la  misnm  región, 

D'Orbigny,  el  gran  naturalista,  francés  también^  y  el  que,  á  pesar  de 
una  estadía  demasiado  corta  en  nuestro  país,  hizo  una  magistral  descrip- 
ción de  las  regiones  recorridas  (siempre  el  litoral),  acompañando  su  obra 
con  hermosos  mapas  construidos  en  vista  de  sus  observaciones  persona- 
les, de  las  de  Azara,  Villarino,  de  la  Cruz,  Parcliappe  y,  muy  principal- 
mente del  mapa  catastral  de  nuestro  compatriota  M.  Arenales.  En  su 
monumental  obra  sobre  la  América  del  Sur,  esboza  ese  autor  una  divi- 
sión etnográftca  que  merece  ser  recordada  en  homenaje  á  la  memoria  del 
eximio  sabio,  pero  que  no  i)odr¡i  servirnos  de  base  i)ara  establecer  las 
divisiones  físicas  del  país  —  siquiera  desde  el  único  punto  de  vista  etno- 
gráfico —  itor  no  responder  á  la  distribución  real  de  dichas  razas  segTin 
las  investigaciones  actuales  (base  lingüística).  Otra  clasificación  inten- 
tada por  el  mismo  autor,  es  la  subdivisión  de  este  continente  en  regiones 
zoo-geográficas  ^  destinadas  á  poner  de  manifiesto  la  diminución  pro- 
gresiva de  los  representantes  del  reino  animal  desde  el  ecuador  hasta  el 
polo,  ó  desde  el  llano  liasta  las  altas  cumbres  coronadas  de  eterna  dia- 
dema nivea,  tomando  poco  apoco  la  fauna  déla  meseta  central  i)osesión 
de  todo  el  territorio  argentino  á  contar  desde  el  río  de  la  Plata  (influen- 
cia combinada  de  la  latitud  y  de  la  altitud),  fenómeno  observado  tam- 
bién en  la  distribución  de  la  flora. 

Darwin,  en  fin,  el  genio  más  potente  del  siglo  anterior  y  que,  después 
de  atravesar  toda  la  ]»rovincia  de  Buenos  Aires  (hazaña  no  del  todo 

'  A.  D'Orbigxy,  Foyage  dans  V Améñque  Méridionale.  Paris,  1835-4^7,  touie  VII, 
Les  Molusques. 


—   104   — 

exenta  de  peligros  en  la  época  en  que  fué  realizada  —  IS'ó'ó  —  y  á  pesar 
de  la  débil  escolta  á  las  órdenes  del  joven  sabio  inglés),  dirigió  sus  inves- 
tigaciones hacia  los  territorios  australes,  debiendo  considerarse  como  su 
primer  explorador  verdaderamente  cientíñco. 

Pero  tanto  Darwin  como  D'Orbigny,  Bonpland  ó  Azara,  no  recorrie- 
ron ni  se  ocuparon  sino  de  una  parte  reducida  de  nuestro  país;  es  por 
consiguiente  necesario,  para  encontrar  un  autor  que  haya  hecho  de  él  nn 
estudio  comjileto  y  haya  tratado  de  establecer  nna  chisiflcación  de  sus 
grandes  regiones  naturales,  llegar  á  Woodbine  Parisli,  cónsul  general 
británico  en  Buenos  Aires  desde  el  año  1824. 

Fué  éste  el  i^riuiero  que  publicó,  conjuntamente  con  su  libro  ^  un  mapa 
general  de  la  república  ",  notable  para  la  época  y  que,  en  más  de  un 
IHinto,  sirvió  más  tarde  de  valiosa  base  para  la  construcción  del  famoso 
Atlas  de  la  República  Argentina  de  Martín  de  Moussy.  La  obra  de  Parish 
representa,  pues,  la  primera  y  brillante  tentiva  de  una  descripción  de 
conjunto  de  nuestro  país,  si  bien  referida  con  jireferencia  á  la  provincia 
de  Buenos  Aires  y,  por  este  hecho,  su  autor  merece  colocarse  al  lado  de 
los  Monssy,  Burmeister  y  Napp. 

Woodbine  Parish  divide  las  provincias  argentinas  de  la  manera  si- 
guiente : 

1"  Provincias  litorales,  á  ambos  lados  del  Paraná,  v.  gr. :  Buenos  Ai- 
res, Santa  Fe,  Corrientes  y  Entre  Ríos. 

2°  Provincias  arribeñas,  á  lo  largo  del  camino  del  litoral  al  Peni,  v.  gr. : 
Córdoba,  Santiago  del  Estero,  Tucumán,  Salta  y  Jujuy,  á  las  cuales  pue- 
den agregarse  Catamarca  y  La  Rioja. 

30  Provincias  de  Cuyo,  en  la  base  de  la  cordillera  de  los  Andes,  v.  gr. : 
San  Jnan,  Mendoza  y  San  Luis,  grupo  que  constituía  anteriormente 
una  dependencia  de  la  capitanía  general  de  Chile  \ 

Esta  distribución  de  nuestras  provincias  en  tres  grupos  principales 
no  responde,  con  excepción  de  la  región  del  litoral,  á  las  condiciones 
físicas  del  territorio,  habiendo  obedecido  el  señor  Woodbine  Parish  en 
su  clasificación  á  consideraciones  de  orden  administrativas  é  históricas. 

Esta  circunstancia  no  disminuye  naturalmente  el  gran  y  positivo 
mérito  que  tuvo  aquel  distinguido  cónsul  general  británico  en  la  difícil 
época  de  Rosas,  al  condensar  lo  más  fielmente  posible  en  su  obra  todo 
cuanto  se  sabía  entonces  sobre  nuestro  ])aís,  emi)ezando,  con  motivo  de 

^  WoODUiNE  Paiu.sii,  Bueiios  Aires  and  thc  Rio  de  ¡a  Plata,  P  y  2'^  editiou,  1839- 
1852,  Loudou. 

*  Construido  por  Arrowsmitli. 

■■'  Mr.  Parish  no  hace  mención,  en  su  chisiticación  (p.  80)  de  los  territorios  del 
norte,  que  considera  como  parte  integrante  de  las  provincias  correspondientes.  En 
cuanto  :í  la  Patagonia,  no  pertenece,  segiíu  él,  ala  república,  i)ues  hace  coincidir  su 
frontera  en  el  sur,  con  el  paralelo  46°  ! 


—   105  — 

su  publicación,  á  reparar  la  atención  del  nuindo  (ln<>laterra  en  primera 
línea)  en  las  ventajas  notables  que  l)riii(laba  esta  tierra  á  las  iniciativas 
(le  todas  elasos. 

Cuatro  fueron  las  ro.uiones  naturales  con  quo  Martín  de  M<nissy,  aliiiui 
tiempo  después,  subdividió  nuestro  país,  pero  esta  vez  estas  subdivisio- 
nes correspondían  á  rasgos  de  carácter  enteramente  físicos. 

No  es  este  el  lugar  de  recordar  la  simpática  personalidad  del  sabio 
francés  llamado  por  Urquiza  i)ara  hacer  conocer  en  el  exterior  nuestro 
país  bajo  sus  aspectos  físico,  social  y  económico,  determinando  así  una 
corriente  inmigratoria  justamente  considerada  como  el  factor  primordial 
de  su  progreso  y  de  su  i)orvenir. 

La  obra  de  de  Moussj'  se  halla  presente  en  la  mente  de  todos  los  inte- 
lectuales de  la  República,  y  los  tres  tomos  acompañados  con  un  atlas  de 
que  se  compone  no  pueden  faltar  en  la  biblioteca  del  que  se  dedique, 
aun  dentro  de  un  radio  limitado,  al  estudio  de  su  territorio.  No  es  que 
sea  perfecta;  tiene  los  defectos  inherentes  á  las  obras  similares  construi- 
das con  datos  de  valor  necesariamente  muy  distinto;  además,  desde  la 
época  en  que  apareció  hasta  el  momento  presente,  las  exploraciones  y 
los  levantamientos  metódicos  han  renovado  casi  por  completo  nuestros 
conocimientos  acerca  de  la  configuración  del  suelo  nacional.  En  el  orden 
económico,  el  cambio  ha  sido  aim  mucho  mayor,  pero  á  i^esar  de  esas 
deficiencias  inevitables,  aquella  labor  enorme  constituye,  aun  hoy, 
una  obra  verdaderamente  monumental;  con  estricta  justicia  puede 
decirse,  con  el  señor  Latzina,  que  7iadie  antes  ele  él  ni  después  de  él  ha 
tratado  el  tema  con  tanta  ampUtíid. 

La  subdivisión  del  país  en  cuatro  grandes  regiones  naturales  ideada 
por  Martín  de  Moussy  era  bastante  lógica  en  la  época  en  que  se  hizo,  y 
aun  ahora,  se  encuentra,  con  iiocas  variantes,  en  casi  todas  las  clasifica- 
ciones modernas;  esas  subdivisiones  sirvieron,  asimismo,  de  base  á  las 
que  se  adoptaron  más  tarde  en  la  obra  del  señor  Ricardo  Napp. 

M.  de  Moussy  toma  como  base  de  su  clasificación  el  factor  geográ- 
fico, es  decir,  el  aspecto  topográfico  del  suelo,  prescindiendo  en  absoluto 
de  los  elementos  político  é  histórico. 

Partiendo  de  esta  base,  y  habiendo  observado  que  las  diferencias  físi- 
cas son  más  acentuadas  desde  el  este  hasta  el  oeste  que  desde  el  norte 
hasta  el  sur,  es  decir,  en  el  sentido  de  la  longitud  que  en  el  sentido  de 
la  latitud,  el  distinguido  hombre  de  ciencia  divide  el  territorio  de  la 
manera  siguiente : 

1°  Sección  andina,  al  norte,  comprendiendo  toda  la  región  cordillerana. 

2"  Sección  pampásica,  en  el  centro,  correspondiente  á  la  región  com- 
prendida entre  la  anterior,  el  paralelo  22°,  el  Paraguay,  Paraná,  río  de 
la  Plata  y  océano  Atlántico  hasta  el  río  Negro;  por  últinu),  este  río 


—  106  — 

liasta  el  encuentro  con  el  límite,  no  bien  definido,  de  la  sección  occi 
dental. 

3°  Sección  mesopotámica  ú  oriental,  comprendiendo  la  región,  geográfi- 
camente muy  bien  deslindada  que  circundan  los  ríos  Paraná,  Uruguay, 
I-Cruazii  y  arroyos-límites  misioneros. 

4°  Sección  patagónica  ii  austral,  situada  al  sur  déla  central,  siendo  por 
consiguiente  su  límite  septentrional  señalado  por  el  río  iíegro. 

AI  mencionar  el  límite  norte  de  la  estepa  patagónica  (que  llama  también 
erróneamente  llanura),  dice  3Iartín  de  Moussy  que  está  constituida  por  el 
río  ISTegro  y  que  aquélla  se  extiende  desde  el  42"  latitud  hasta  el  5o°,l() 
que,  como  se  comprende,  implica  una  incompatibilidad.  Existe  efectiva- 
mente una  contradicción  éntrelos  límites  que  señala  por  paralelos  y  me- 
ridianos (long.  W.  de  París)  y  los  que  corresponden  á  las  provincias  y 
territorios  comprendidos  dentro  de  cada  ñiriíiión  natural.  Esta  última 
interpretación  (zonas  naturales)  es,  á  nuestro  parecer,  la  que  debe  i)reva- 
lecer  y  la  que  luí  servido  de  base  al  mapa  número  VIL 

Los  resultados  de  esa  confusión  pueden  constatarse  aun  lioy  en  las 
obras  didácticas,  inspiradas   casi  todas  en  la  obra  del  geógrafo  francés. 

Á  estas  divisiones  físicas  podría  reprocliárselas  su  suma  sencillez, 
particularmente  en  lo  que  á  la  parte  central  se  refiere.  Pero  Martín  de 
Moussy  pareció  haber  querido  contestar  de  antemano  esta  objeción,  ha- 
cieiulo  observar  que  uno  de  los  caracteres  marcados  del  suelo  argentino 
es  « la  extraordinaria  extensión  de  sus  diferentes  aspectos  y,  por  con- 
siguiente, la  poca  variedad  que  presenta  relativamente  una  tan  gran 
])orción  del  continente  ». 

Una  llanura  que  se  extiende  desde  más  allá  del  Trópico  hasta  más 
allá  del  río  ÍÑTegro,  desde  los  22°  latitud  hasta  los  42°  latitud  próxima- 
mente ó  sean  veinte  grados  de  latitud,  debe  forzosamente  presentar  no- 
tables diferencias  en  sus  comliciones  climatéricas,  particularmente  en  la 
temperatura  así  como  en  la  amplitud  de  la  variación  anual  de  todos  los 
otros  factores  concurrentes  {Y.  mapa  III):  lo  mismo  sucede  en  las  saba- 
nas inmensas  de  Xorte  América,  tendidas  sin  candjios  apreciables  en  la 
fisonomía  general  del  suelo,  desde  el  océano  Glacial  hasta  el  golfo  de 
México,  y  en  las  cuales  ha  sido  necesario,  por  razones  térmicas,  intro- 
du(;ir  subdivisiones  latitudinales. 

Y  á  estas  diferencias  térmicas,  higrométricas,  etc.,  deben  necesaria- 
mente corresponder  modificaciones  en  la  fisiografía  del  terreno.  Estas 
]nodificaciones  existen,  hallándose  aún  subrayadas,  como  lo  veremos  más 
adelante,  por  diferencias  notables  en  la  antropogeografía,  ó  sea  en  la 
densidad  de  la  población  (V.  mapa  VI)  y  repartición  étnica  de  las  razas 
indígenas  (V.  mapa  V). 

Así,  pues,  la  olyeción  principal  que  puede  hacerse  á  la  clasificación 
de  Martín  de  Moussy  es,  además  de  adolecer  de  cierta  confusión  en  los 


Rev.  Museo  de  La  Plata,  t.  xv  (ser.  ii. 


E,  Jc^bí^aBaauBt 


MAPA 
ORO-HIDROGRÁFICO 

DE   LA 

REPÚBLICA  MGENTIM 


Escala   hipsome'trica 

CI]     LZJ     L^ 

o  a  200       2003100     ma'sdeloo" 

Escala  batlme'trica 

CZI!   CD    C^   CJ 

0a2oo    Sooalooo  loooeAooo  mas(fe4otio'' 


—   107  — 

límites  iiatiuali's.  en  ii<»  liabcr  csrablccido  subdivisiones  hit  itudiiuiles; 
pero  en  la  paite  oceidental  del  territorio.  ree(»uoce  (pie  la  región  tan 
caraeterístiea  de  las  Salinas  y  la  dejncsion  ((ne  es  sn  i>ro]on.iiaeion  liaeia 
el  snr,  eonstitnyen  una  part  icnlaiidad  notable  (pie  jnstilicaiía  allí  la 
creación  de  una  subre<iion:  esa  lia  sido  admitida  i>osterioiniente,  con 
pocas  modificaciones,  ]Mn-  todos  los  antores  (jue  se  lian  dedicado  á  estos 
estudios. 

Alpinos  años  después  de  la  pnblicación  de  la  Description  géofjraphiqi(e 
ct  fifafi.'itiqHc  (Iv  la  Cont'i'dvrid'ion  Ar(/cnti)ic,  que  liace  época  en  la  ficoorafía 
nacional,  y  casi  simnlt;ineamente  (lS7(í)  aiiarecieron  dos  otias  obras  de 
i.ü'ual  ind(de.  del)idas  también  ambas  á  la  plnma  de  sabios  de  gran  valía. 
Son  :  la  Dcscription  jilii/sique  de  la  Rrpubliqíie  Arf/ciifiíie  ))or  (lermán  J>ur- 
meister  (-4  volúmenes  en  alemán  y  en  francés)  y  La  Jícpública  Argentina 
por  Ricardo  Napp. 

Esta  líltima,  publicada  en  español,  alemán,  francés  é  inglés,  es  el 
resultado  de  la  colaboración  de  los  catedráticos  de  la  Universidad  de 
Córdoba  de  aquella  época  y  fué  escrita  expresamente  por  encargo  del 
comité  central  argentino  i)ara  la  exposición  de  Filadelfla. 

El  nombre  de  Germán  Burmeister  encierra  toda  una  tradición;  su 
actuación  entre  nosotros,  tan  larga  y  no  obstante  tan  breve,  lia  dejado 
en  pos  de  sí,  cual  luminosa  estela  que  aun  perdura,  una  enseñanza  fecun- 
da por  las  proyecciones  que  ulteriormente  tuvo  aquí  en  el  estudio  délas 
ciencias  naturales. 

Este  sabio  se  ocujx')  también  con  especial  interés,  del  reconocimiento 
geográfico  de  nuestro  territorio,  cubriéndolo  con  una  serie  de  itinerarios 
en  sus  regiones  interior  y  occidental. 

Es  sobre  la  base  de  las  observaciones  recogidas  durante  esos  viajes, 
los  datos  suministrados  por  algunos  de  los  universitarios  cordobeses  y 
los  trabajos  anteriores,  que  ya  habían  despeja(h)  ampliamente  el  camino, 
que  Burmeister  escribió  su  IJescnption physique.  Haciendo  aun  lado 
algunas  críticas  que  con  frecuencia  vuelven  bajo  su  pluma  al  referirse 
á  la  obra  y,  sobre  todo,  al  atlas  publicado  por  su  predecesor,  Martín  de 
Moussy,  críticas  no  siempre  rigurosamente  justificadas,  la  obra  del  gran 
naturalista  argentino  (pues  por  su  larga  é  ininterrumpida  actuación  en 
nuestro  ambiente  merece  ser  considerado  á  la  par  de  otros,  como  entera- 
mente incorj^orado  á  nuestra  nacionalidad)  es  también  una  de  aquellas 
contribuciones  fnndamentales  que  deben  ocupar  un  lugar  preferente  en 
toda  biblioteca  argentina  aun  de  mediana  importancia. 

La  división  del  territorio  en  regiones  naturales  adoptadas  ])or  Bur- 
meister no  difiere  mucho  de  la  de  M.  de  Moussy  y,  en  sus  grandes  ras- 
gos, se  inspira  por  una  buena  parte  en  ella. 

Atendiéndose,  en  primer  lugar,  al  aspecto  topográfico  del  suelo,  aquel 
naturalista  establece  las  dos  grandes  divisiones  siguientes : 


—   108   — 

1°  Región  cordillerana^  de  norte  á  sur,  coDipiendiendo  toda  la  zona 
montañosa  del  oeste  y  cordones  ramiflcados. 

2"  Región  de  las  llanuras,  abarcando  todo  el  resto  del  territorio,  pero 
con  alííiinas  subdivisiones. 

El  doctor  Burmeister  subdivide  luego  la  vastísima  región  de  las  lla- 
nuras en  dos  partes  :  la  boreal,  situada  entre  la  altiplanicie  boliviana  y 
el  sistema  orográfico  central  (sierras  de  Córdoba  y  San  Luis)  y  la  aus- 
tral, desde  dicho  sistema  hasta  la  Tierra  del  Fuego.  Según  esta  clasifi- 
cación, la  Patagonia  haría,  á  igual  título  que  la  región  pampeana,  parte 
integrante  de  la  llanura  argentina,  asimilación  que,  á  la  luz  de  los  co- 
nocimientos actuales,  resulta  evidentemente  errónea  ^  Sin  embargo,  en 
otra  parte  de  su  obra,  el  sabio  naturalista  admite  una  subdivisión  para 
las  planicies  patagónicas,  que  describe  sin  haberlas  visto,  tomando  como 
base  principal  de  su  descripción  un  estudio  de  Heusser  y  Claraz,  publi- 
cado en  ]  862  -. 

Desarrollando  su  clasificación,  el  autor  secciona  á  su  vez  la  región  su- 
perior norte  en  dos  subregiones  distintas  :  una  oriental  y  otra  occidental, 
exponiendo  de  la  manera  siguiente  las  razones  que  para  ello  tuvo  en 
vista : 

La  región  occidentale  (ó  subregión)  représente  une  longue  dépression 
dirigée  du  nord-est  au  sud-ouest,  située  entre  les  Cordilléres,  les  montagnes 
centrales  et  les  ramifications  de  la  Bolivie  antérieure  (subdivisión  de  las 
Salinas  y  depresión  interior  de  de  Moussy).  La  plaine  argentine  y  atteint 
son  plus  grand  ahaissement  et  y  renferme  un  anden  hassin  lacustre  des- 
séclié,  dont  le  centre  le  plus  has  ne  dépasse  guére  450  pieds  au-dessus  du 
niveau  de  la  mer  (Totoralejos  175°").  Cette  dépression  s'étend  au  nord 
comme  au  sud,  avec  les  mémes  salines  primitives,  jusqu'aíi  pied  des  mon- 
tagnes, sous  Vaspect  d'une  steppe  deserte  a  peii  prés  sans  végétation.  Elle 
penetre  au  sudjusque  dans  le  territoire  de  San  Luis  et  va  se  relier  avec  les 
steppes  de  la  Patagonie  par  la  forte  dépression  de  la  contrée  environnant  la 
laguna  Bevedero  et  ses  déversoirs  au  sud. 

La  región  oriéntale  est  limitée  a  l'ouest  par  le  rio  Salado,  d'oii  elle 
s'étend  jusqu'au  rio  Paraná.  Elle  constitue  le  Gran  Chaco,  vaste  plaine 
hoisée  avec  inclinaison  uniforme  du  nord-ouest  au  sud-este,  ainsi  que  lefait 
voir  le  cours  des  vivieres  Bermejo  et  Pilcomayo,  qui  la  traversent. 

En  cuanto  á  la  parte  meridional  inferior  de  la  llanura  baja  argentina, 
el  doctor  Burmeister  describe  en  los  siguientes  términos  sus  princi- 
pales rasgos  topográficos : 

'   Deseription  physique  de  la  Eépublique  Argentine,  édition  frangaise,  tomo  I,  pág.  153. 

'  Heusser,  J.  C,  &  G.  Claraz,  Beitrage  zur  geognostischen  und  physikalischen 
Kenntniss  der  Pj'ov.  Buenos  Aires.  —  Denkschriften  der  Schiveitzerischen  naturforschenden 
f/eselUchaft.  T.  XXI.  Züricb,  1864. 


Eev.  Museo  de  I.a  Vi.ata.  t.  xv  (ser.  n.  t.  ii). 


nj  cj  l:i 

3  I4oo      á  I600    +del6oo'"'" 

.„  Isolirtnas  anuales 


—  109  — 

I.((  jxoiic  Duridioiíalc  iiijcririírr  de  hi  pJuinc  Ixissc  ((ríjcntiin'  coninicnce 
(í  Vextrcmitc  dn  aiftiteinc  de  moHtdfiiics  cnitral.  Elle  est  d'abord  assez  élevée, 
benuconp  plus  que  celle  du  uord-oucst  ',  fJlle  x'étend  dunü  na  región 
supcrieure  arce  uu  af)(i,ssement  gradutl  de  >tire<(u.  (d>éi.s.sant  ainsi  a  une 
iiirliiiaisou  ¡/éiu'rale  diriffée  au  .sud-esf  rcrs  roerán  Atl(iiit¡<¡ue  et  les  sieppes 
de  la  Pata<ionie,  aree  lesquelles  eette pto'tie  se  eoutiuue  saus  diseonUnuité. 
Oh  peut  done  <(ussi  ht  dieiser  en  deu.r  réf/ioHs.  La prem'tere,  située  au  uoed, 
la  jdiis  ('fciidite.  enihrasse  ¡usqu\(u  39"  def/ré  de  latitude  snd  les  pa)ii¡)(is 
fértiles;  la  seeonde  au  eontraire,  loufiuement  allongée  an  sud,  renferme 
le  platean  des  steppes  patagones  et  s'etend  jusqu'au  dctroit  de  Magellan  ". 

En  otro  capítulo  de  su  obra,  el  doctor  Buruioister  señala  otros  Innites 
á  la  región  de  Vm^  p<(inp((s  jYrt  i  les  {\nc  separa,  al  norte  del  ."50°  latitud,  de 
h\ü  p(()n2>as  estériles,  por  el  uieridiaiio  (!8°  W.  de  París,  es  decir  una  línea 
(lue  prolongara,  hacia  el  sur,  la  sierra  de  Córdoba  hasta  la  dcsíMuboca- 
dnra  del  Chadilenfu  en  el  río  Colorado.  Los  caracteres  con  los  cuales 
ditereiKiia  las  pampas  fértiles  de  las  estériles  consisten,  en  primer  lugar, 
en  la  presencia  de  gramíneas  y  ausencia  de  toda  especie  de  detritos  y 
rodados  en  la  primera,  y  las  condiciones  diametralmente  opuestas  en  la 
segunda.  Como  caracteres  secundarios,  cita  las  eflorescencias  salinas  en 
las  pampas  estériles  y  la  presencia,  en  las  pampas  fértiles,  de  un  sin- 
núuiero  de  lagunas  ausentes  en  las  otras,  debido  á  la  rápida  diminu- 
ción de  las  precipitaciones  atmosféricas  en  el  interior  y  frontera  oeste 
<lel  país  (carácter  á  nuestro  entender  de  capital  importancia  en  la  cla- 
sificación de  las  regiones  natnrales). 

Bnrmeister  establece  también,  como  su  predecesor  Martín  de  Monssy, 
la  división  ó  subdivisión  mesopotámica  caracterizada  por  sus  leves  ondu- 
laciones y  la  riqueza  extraordinaria  de  su  red  fluvial  ramificada  hasta  el 
infinito. 

En  resumen,  el  gran  naturalista  que,  por  iniciativa  de  Sarmiento, 
reorganizó  el  Museo  de  Historia  natural  de  Buenos  Aires,  dándole  la 
justa  tama  que  tiene  y  que  fué  siempre  acrecentándose  hasta  hoy,  di- 
vide el  territorio  de  la  Eejmblica  en  dos  grandes  regiones:  la  Cordillera 
al  oeste  y  la  Llanura  al  centro  y  al  este,  con  sus  correspondientes  sub- 
divisiones, y  tomando  como  base  de  su  clasificación  la  configuración 
topográfica  del  suelo. 

Sería  tarea  difícil  rejíresentar  los  límites  de  las  regiones  designadas 
en  la  obra  sobre  un  mapa,  por  las  contradicciones  manifiestas  existentes 


^  Esto  será  exiicto  solamente  para  una  parte  de  la  sección  occidental,  debido  á 
la  prolongacióu  hacia  el  sud  de  los  basamentos  del  sistema  orográñco  jíuntano  ;  en 
cvianto  á  las  estepaa  de  la  Patagonia,  su  altura  general  es  muy  superior  á  la  de  las 
regiones  septentrionales. 

■^  Gkhmax  Burmeister,  obra  citada,  p.  ir)3  y  154  (trad.  francesa). 


—  lio  — 

en  su  designación.  Ya  nos  hemos  referido  al  límite  dudoso  entre  las 
IximpaH  fértiJeH  y  Va^  immims  estériles.  La  misma  confusión  existe  acerca 
de  la  línea  demarcadora  entre  la  llanura  del  norte  y  la  llanura  del  sur 
determinada,  según  el  autor  ^,  por  el  macizo  central  de  Córdoba,  pero 
también,  según  se  desprende  de  su  descripción  detallada  (llanura  norte 
occidental  y  norte  oriental)  -  por  el  río  Salado  del  norte  y  la  gran  de- 
presión occidental. 

La  misma  vaguedad  en  la  delimitación  de  que  adolece  la  clasificación 
de  Burmeister  la  liemos  encontrado  también  en  la  obra  de  Moussy,  y 
tanto  en  la  una  como  en  la  otra  reconoce  idéntica  causa :  deficiencia 
de  las  fuentes  documentales  adonde  acudieron  sus  autores.  Por  otra 
parte,  la  línea  demarcadora  entre  una  y  otra  zona  no  se  halla  siempre 
tan  claramente  señalada  como  en  la  región  mesopotániica,  por  cuya 
razón  los  límites  regionales  i)ropuestos  en  este  estudio  y  descriptos  más 
adelante,  no  deben  en  manera  alguna  considerarse  como  absolutos, 

Mu>'  poco  tiem[)o  después  de  la  JJescription  jihi/siqxCj  del  doctor  Bur- 
meister, apareció  la  ya  mencionada  obra.  La  liepúhJica  Arf/ciitina,  de- 
bida á  la  pluma  del  publicista  Eicardo  Xapi),  acompañado  por  un  grupo 
de  distinguidos  colaboradores,  catedráticos  en  su  mayor  parte  de  la 
Universidad  de  Córdoba  \ 

Esta  nueva  é  importante  contribución  al  conocimiento  geográfico  de 
nuestro  país  fué  realizada  —  ya  lo  hemos  visto  —  con  motivo  de  la  ex- 
posición universal  de  Filadelfia,  en  ISTf),  y  presenta,  en  algunas  par- 
tes, detalles  que  no  se  encuentran  en  la  de  Burmeister  por  ser  su  i)u- 
blicación  un  poco  posterior.  Pero  la  diferencia  es  de  x>oca  importancia, 
y  es  evidente  que,  desde  Martin  de  Moussy,  no  se  ha  modificado  casi 
nada  en  la  clasificación  de  las  regiones  naturales  del  país. 

El  colaborador  del  señor  oSTapp,  encargado  de  la  i)arte  geológica  de  la 
obra,  doctor  Stelzner,  dice  que  los  elementos  característicos  de  la  configu- 
ración del  territorio  son  :  las  Uanuras,  las  montañas  aisladas  y  las  cordi- 
lleras. Pero  teniendo  también  presente  la  descripción  que  en  el  capítulo  V 
de  la  misma  obra  ^  se  hace  de  las  llanuras  argentinas  y  sus  divisiones, 
obtenemos  en  esta  nueva  clasificación  siete  grandes  regiones  físicas : 

1"  La  Andina^  correspondiente  más  ó  menos  á  la  misma  zona  serrana 
de  los  autores  anteriores. 


^   Gi'.HMÁx  Burmeister,  oln-a  citada,  p.  153. 

'  Germán  Burmeister,  ohra  citada,  p.  153  y  151. 

*  La  BejmbUca  Arnentina,  obra  escrita  en  alemán  (traducción  castellana),  por 
Ricardo  Napp,  Buenos  Aires,  1876. 

*  Eicardo  Xapp,  obra  citada,  ji.  50.  Según  datos  entresacados  de  escritos  del 
doctor  Burmeister,  pero  presentados  en  forma  un  poco  distinta  de  la  Descripiioii 
pliyaiquc. 


i;i:v.  MrsEO  de  La  Plata,  t.  xv  (seh.  ii.  t.  ii). 


Plancha  III 


lamocana      delMonte  mesopotatmci 

■wje]     ¡w;eí     !        I 

isionera  bosquesanl"  S  tropical 

:ZJ  lD  □ 

;r,aqueria  paragónica  delapufta 


—  111  — 

2"'  El  VaíU' tic  .Vorr.s/r.  liinit;i<l()  iil  iioidcst  c  i><)r  el  sistcinn  del  I  )('s- 
l)(»l)l;i<l»»  (alt iplanií-io  andina)  y  el  de  la  sierra  de  AcoiKinija,  al  (teste  y 
suddcsre  ])(>r  la  sierra  de  (.'(h'doba  y  sus  apéndices  meridionales  hasta  la 
latitud  de  8anta  Fe:  sus  límites  orientales  lo  constituyen  los  ríos  l'ara- 
,uuay  y  Paraná,  mientras  i)or  el  norte  ó  noreste,  su  límite  con\-enciojial 
es  el  señalado  \Mn-  los  tratados  (río  Pilcomayo).  Es  la  lía  mi  ni  oriniful  de 
liurmeister. 

3"  La  L'i'f/ióii  Siiliiilii,  así  dcuoiiiinada  por  eiu-errar  la  mayor  ¡(arte  de 
la  «i'ran  salina  dentro  de  sus  limites,  constituulos  «  por  la  pro\incia  de 
Catamarca  (en  totalidad  {'.))  la  ])orción  noroeste  de  la  de  ('órdol)a.  y  la 
mitad  oriental  de  la  IJioJa  hasta  la  sieira  de  r'amatiiui,  continuando  al 
sudeste  al  través  de  la  provincia  de  t^an  Luis  y  dirigiéndose  al  sur,  atra- 
\  iesa  la  Pampa  y  sigue  en  la  misma  dirección  »  ^ 

La  descripción  de  los  límites  de  esta  región  física  es  en  extrenu)  con- 
tusa. Se  trata  de  una  subdivisión  de  las  llanuras,  cuya  característica  es 
su  régimen  completamente  xerófllo.  Xo  se  comprende,  jxir  consiguiente, 
cómo  una  llanura  puede  abarcar  toda  la  provincia  de  Catamarca,  mon- 
tañosa en  su  mayor  parte  ;  no  se  com]irende  tampoco  cómo  puede  prolon- 
garse esta  región  á  través  de  la  provincia  de  San  Luis  y  de  la  Pampa, 
desde  que  lo  impiden  las  otras  dos  subdivisiones  meridionales  mencio- 
nadas á  continuación. 

4°  El  Valle  del  Oeste  (pampa  estéril)^  situado  entre  la  cordillera  de  los 
Andes  al  oeste,  el  Famatina,  las  sierras  del  Gigante,  de  las  Palomas  y 
del  Alto  Pencoso  al  este  ;  del  mismo  lado,  pero  más  abajo,  la  laguna  de 
Bebedero  y  una  línea  rumbeando  al  sur  hasta  la  latitud  de  la  sierra  de 
la  Ventana  y  de  Bahía  Blanca,  cuya  profunda  ensenada  señala  su  límite 
meridional. 

La  característica  de  esta  zona  es  su  general  avidez,  aunque  no  en  grado 
tan  alto  como  la  anterior,  «  siendo  más  propia  jiara  la  agricultura  por  la 
facilidad  para  establecer  un  riego  artiñcial.  La  vegetación  es  pobre  y 
consiste  en  plantas  duras  con  largas  espinas;  falta  completamente  el  hos- 
que^  por  cuya  razón  tiene  menor  importancia  que  la  primera  llanura 
(valle  ZS^E.)  y  la  siguiente  (Pampa  fértil)  », 

5"  «  La  Pampa  fértil  (porción  SE.  de  la  anterior  (?) )  es  —  dice  el  autor 
—  continuación  de  la  cuenca  del  Paraná  que  se  une  á  ella  en  el  32° 
latitud,  extendiéndose  desde  este  grado  hasta  la  sierra  de  la  Ventana  y 
Bahía  Blanca.  Esta  región  es  una  verdadera  llanura  casi  sin  interrup- 
ción, generalmente  alfombrada  con  las  pajas  comjiactas  de  algunas  gra- 
míneas que  constituyen,  particularmente  en  la  provincia  de  Buenos 
Aires,  verdaderas  praderas  muy  i)ro[)ias  jtara  la  cría  del  ganado.  En 
estas  llanuras  falian  por  completo  Ion  árboles^  y  sólo  en  las  orillas  de  los 

'   P.  51,   obra  citíida. 


—   112   — 

arroyos  y  de  los  ríos  mayores  se  encuentran  agrupaciones  de  una  espe 
cié  de  sauce  indígena  (SaJi.r  HumhoUltiana  Wild.)  »  \ 

Los  límites  de  estas  dos  últimas  regiones  físicas  no  son,  en  su  mayor 
parte,  mejor  definidas  que  en  los  casos  precedentes.  Así,  por  ejemplo, 
la  región  del  Valle  Occidental  (pampa  estéril)  parece  limitada  al  este  por 
una  línea  dirigida  desde  la  laguna  del  Bebedero  hacia  el  sur,  liasta  la 
latitud  de  la  Ventana  lo  que  corresponde  jiróximamente  al  curso  del 
río  Desaguadero  y  río  Salado,  no  siendo  designado  en  la  obra  su  límite 
austral. 

En  cuanto  á  los  límites  señalados  á  la  «pampa  fértil  »  no  habría  nada 
que  objetar  si  no  tuvieran  i)recisa mente  que  colindar  al  oeste  con  los  an- 
teriores, es  decir  el  río  Salado.  Los  diversos  aspectos  físicos  del  suelo  así 
como  los  principales  factores  meteorológicos  se  modifican  demasiado, 
desde  el  litoral  atlántico  bonaerense  hasta  aquella  lánguida  arteria  inte- 
rior (Salado,  Chadileufú,  Curacó),  para  que  sea  admisible  esa  línea  de- 
marcadora. El  carácter  fitogeográfico,  entre  otros,  sufre  una  transforma- 
ción radical  en  aquel  trecho  de  diez  grados  de  longitud,  pasando  sucesi- 
vamente de  la  formación  })ampeana  (pastos  duros  y  pastos  tiernos)  á  la 
formación  del  Monte  de  Lorentz  (oriental  y  occidental)  vale  decir  de  una 
región  herbácea  á  una  región  arborescente  y  arbustecente,  de  la  que  no 
se  halla  mención  en  la  descripción  referida.  Por  lo  que  toca  al  relieve 
del  suelo,  se  pasa,  á  unos  60  kilómetros  al  oeste  de  General  Acha,  de  la 
zona  de  la  pamixi  alta  á  la  pampa  baja  ó  depresión  interior,  existiendo 
allí  un  dirortinut  aquaruiii  entre  las  aguas  de  dicha  depresión  y  las  que 
pertenecen  á  la  cuenca  del  Plata.  Este  carácter  no  puesto  en  evidencia 
hasta  ahora  nos  parece  decisivo  x>íii"i  la  determinación  de  la  línea  de 
separación  de  las  regiones  fértiles  del  interior. 

El  límite  norte  de  hi  «pampa  fértil»,  es  decir  el  paralelo  32°  ó  si  se 
prefiere,  una  línea  llevada  desde  Santa  Fe  á  Córdoba,  parece  coincidir 
con  la  zona  de  transición  entre  los  bosques  chaqueños  y  las  pampas  pro- 
diamente  dichas,  aunque  ello  no  se  desprenda  claramente  de  la  descri])- 
ción;  corresponde  á  la  división  admitida  por  Bnrmeister  y  puede  ser 
aceptada,  si  bien  con  ciertas  reservas,  pues  es  el  resultado  de  un  com- 
promiso^ de  un  término  medio  entre  varios  factores  que  empiezan  á  mo- 
dificarse por  aquellas  latitudes  y  aquellas  longitudes  (2  á  3  grados). 

G"  Al  sur  de  la  «  pampa  fértil »  y  de  la  «  pampa  estéril  »  y  como  su 
l)rolongación  ubica  el  autoría  llanura  patagónica.  Como  el  límite  austral 
de  las  regiones  físicas  anteriores  deja  libre  la  interpelación,  tampoco  es 
posible  señalar  aquí  un  límite  determinado  á  esta  nueva  división  que, 
erróneiimente  también,  llama  llanura;  parece,  sin  embargo,  por  las 
indicaciones  de  carácter  geológico  de  otras  secciones  de  la  obra  que 

^  KiCAüDo  Xati',  olirii  citiitla,  j).  52. 


—   113     - 

el  límite  entre  las  dos  iVi;ioiies  estaría  constituido  por  el   río  Colorado. 

El  autor  es  por  demás  parco  en  la  descripción  de  los  caracteres  de  la. 
llanura  patagónica,  por  carencia,  de  datos,  refiriendo  al  lector,  ])ara  ma- 
yores detalles,  á  su  descripción  íito.i:eogrártca  hecha  por  el  doctor  Lo- 
rentz. 

7''  La  íiltiuia  de  las  grandes  divisiones  físicas  de  la.  obra,  de  Iviíiardo 
Xapp  es  la  McsojHitáiniat  absolutanu'nte  idéntica  ala  de  los  autores  pre- 
cedentes (Martín  de  Moussy,  Burmeister). 

Aunipie  no  presente  la  importancia  de  los  estuilios  anteriores,  convie- 
ne mencionar  también,  por  el  carácter  oficial  de  la  obra,  la  división  en 
regiones  naturales  que  figura  en  el  censo  de  1805. 

Xo  se  trata  aquí  de  una  obra  ueográfica  fundamental,  pues  la  premura 
de  tiempo,  la  rapidez  con  que  fué  realizada,  no  permitió  á  su  autor  asig- 
narle la  extensión  que  hubiera  sido  de  desear.  Desde  el  primer  momento 
nótase  en  esa  clasificación  de  las  regiones  naturales  de  nuestro  territo- 
rio, una  contradicción  en  el  texto  y  en  su  representación  gráfica  ^ 

Esta  última,  mejor  que  el  texto  rcvsponde  á  las  condiciones  naturales 
del  país,  pero  asimismo  opinamos  que  no  existen  razones  suficientes 
para  justificar  la  creación  de  la  región  norte  ó  boreal,  comprendiendo  las 
provincias  de  Salta,  Jujuy  y  Tucmnán  así  como  las  gobernaciones  de 
Formosa,  Chaco  y  Misiones,  pues  tanto  aquí  como  en  el  resto  de  la  Re- 
pública, los  contrastes  físicos  son  mucho  más  acentuados  en  el  sentido 
de  la  longitud  que  en  el  de  la  latitud. 

Por  último  y  antes  de  princiijiar  la  descripción  de  las  regiones  físicas 
del  país  de  acuerdo  con  la  clasificación  propuesta,  creemos  justo  men- 
cionar las  tres  grandes  divisiones  regionales  adoptadas  por  la  Oficina 
meteorológica  nacional  por  la  importancia  que,  en  la  geografía  física, 
tienen  los  factores  que  les  sirvieron  de  base,  la  temperatura  y  la  lluvia. 
Son  estas : 

1"  La  Litoral^  comprendiendo  las  gobernaciones  de  Formosa,  Chaco  y 
Misiones  así  como  las  provincias  de  Corrientes,  Entre  Eíos,  Santa  Fe  y 
Buenos  Aires. 

2"  La  Mediterránea^  que  comprende  la  parte  central  de  la  república, 
desde  las  fronteras  con  Bolivia,  por  el  norte,  hasta  la  extremidad  austral 
del  continente,  así  como  la  región  limítrofe  de  la  costa  atlántica  al  sur 
de  la  provincia  de  Buenos  Aires. 

3"  La  Andina,  que  abarca  la  zona  al  oeste  de  la  mediterránea  y  que 
tiene  los  mismos  límites  norte  y  sur,  incluyendo  las  faldas  orientales 
de  las  cordilleras. 


1  Segundo  ccnao  de  la  liepúbUca    Argentina,  Buenos    Aires,   1895,    tomo  I.    Véase  el 
mapa  enfrente  <le  la  página  18. 

REV.    MUSEO   LA   PLATA.  —  T.   U.    (Vil,  13,  1908.)  8 


—  111  — 

Cada  una  de  estas  tres  divisiones  puede  subdividirse  en  tres  seccio- 
nes :  norte,  central  y  sur,  cuyas  diferencias  climatéricas  dependen  prin- 
cipalmente de  la  altitud  y  situación  latitudinal  ', 

Esta  clasificación  tiene  sólo  por  objeto  definir  las  zonas  climatéricas 
de  la  Eepiiblica,  pero  coincide,  en  general,  con  las  grandes  divisiones 
físicas,  desde  que  los  isotermas  é  isoyetas  deben  de  constituir,  á  nues- 
tro entender  y  conjuntamente  con  el  factor  topográfico,  los  elementos 
principales  que  sirven  á  su  determinación. 


LAS  CUATRO  GRANDES  REGIONES  NATURALES 
DE  LA  REPÚBLICA  ARGENTINA  Y  SUS  SUBDIVISIONES 

Los  dos  aspectos  físicos  fundamentales  de  nuestro  territorio  son  las 
llanurm  y  las  cordilleras.  Todas  las  clasificaciones  anteriores  descansan 
en  estos  dos  grandes  rasgos. 

Sus  autores,  con  las  reservas  del  caso  en  cuanto  á  Parisli  que  era 
agente  diplomático  y  no  naturalista,  coinciden  en  la  ubicación  y  los  lí- 
mites de  la  región  serrana ;  pero  las  divergencias  aparecen  cuando  bajan 
de  las  cordilleras  á  las  llanuras,  es  decir  á  la  parte  más  importante  del 
país.  Para  los  unos,  llanura  lo  es  todo  el  territorio  argentino  (con  excep- 
ción de  la  banda  montañosa  occidental)  desde  las  planicies  abrasadas  del 
paralelo  23°  hasta  las  aguas  casi  polares  del  canal  de  Beagle;  para  los 
otros,  no  debe  aplicarse  este  término  sino  á  ciertas  partes  de  la  región 
del  litoral,  particularmente  las  pampas  orientales  y  el  Chaco. 

Ante  todo,  es  necesario  excluir  de  la  llanura  argentina  su  llamada 
anexa  austral  -  —  la  Patagonia  —  pues  ya  no  es  posible  sostener  hoy  que 
nuestros  territorios  del  sur  pueden  ser  asimilados  á  la  pampa.  ]S'o  sola- 
mente su  carácter  petrográfico  es  bien  diferente  sino  que  su  aspecto  fí- 
sico general,  su  orografía  especialmente,  son  enteramente  distintos.  Si 
el  rasgo  topográfico  dominante  de  las  pampas  es  representado  por  pla- 
nicies bajas  más  ó  menos  onduladas,  más  ó  menos  deprimidas,  el  rasgo 
más  notable  de  la  Patagonia  es  constituido  por  umi  inmensa  meseta,  una 
verdadera  altiplanicie  de  emersión  relativamente  reciente  y  realizada  por 
etapas  sucesivas,  como  lo  demuestran  las  gradas  escaloneadas  de  sus 
hondas  quebradas,  meseta  que  va  elevándose  poco  á  poco  desde  el  este 
hasta  el  oeste  hasta  alcanzar,  en  las  regiones  de  la  cordillera,  alturas  de 
1000  y  aun  1500  metros. 

^  Gualterio  Da  vis,  CUma  de  Ja  Eejníblica  Argentina,  publicado  por   el   Ministerio 
de  Agricultura,  en  español  é  inglés,  Buenos  Aires,  1892.  Véase  pág.  2  y  3. 
-  Clasificación  de  Biiruieistei-, 


Eev.  Museo  de  La  Plata,  t.  xv  (ser.  ii,  t.  ii). 


E.deMmíaUm» 


PRINCIPALES 
DIVISIONES  ETNOGRÁFICAS 

^M^^'A   Araucanos 

\ (    (waycwiji'n y otrofi 

/'llclrlw.s 

Tehllrlches 

<l¡iaritni<'s 

ímnran  izados  (megdmlos 

conTapiiyns) 

I !    n¡arrúaii  f/tune'i 

Tribus  inag:illanir¿i!i 


—  115  — 

Así,  pues.  i>i'('S('iii(li('ii(l()  ]H)v  i'l  iiHHiiciito  de  l;i  P;it;i,ii(»iii;i.  el  territo- 
rio ariiviitino  se  nos  i)i"c'seiita  dividido  en  dos  grandes  legiones  : 

1"  La  l\('(i¡óu  ¡Serrana  o  de  la  cordillera,  limitada  al  oeste  ]tor  la  fron- 
tera con  Chile,  al  norte  jtor  la  frontera  con  r>oli\"ia,  al  sur  i>or  el  río 
Liniay  y  al  este  por  la  base  de  los  últimos  contrafuertes  andinos. 

2"  La  Ec(jión  Baja  ó  déla  llanura  ',  comprendida  entre  el  límite  ante- 
rior al  oeste,  nn  corto  trecho  del  paralelo  22°  al  norte  y  nn  extenso 
litoral  tiuvio  marítimo  al  este,  noroeste  y  sur:  río  Pilcomayo,  río  Para- 
fiíiay,  río  Paranií,  río  l.uuazú,  ríos  ítsmicos  misioneros,  río  Uruguay, 
río  de  la  Plata,  costa  atlántica  y  río  ]üí^eiiro. 

Esta  región  merece  verdaderamente  llamarse  ütoraJ,  ])ero  como  es 
vasta,  como  su  aspecto  topo.üráñco,  su  carácter  ñtoi»eoí»ráñco  y  sus  ele- 
mentos meteorológicos  sufren  moditicaciones  tan  notables  desde  el  este 
hasta  el  oeste,  es  i)reciso  introducir  otra  división,  intermedia  entre  el 
litoral  propiamente  diclio  y  la  montaña  :  es  la  Región  Mediterránea. 

Llegamos  por  consiguientes  á  establecer,  como  la  mayor  parte  de  los 
autores  mencionados,  tres  regiónos  primordiaU'H  cuya  mayor  elongación 
no  es  de  este  á  oeste  como  lógicamente  debería  suceder,  sino  de  norte  á 
sur  en  vista  de  (pie  el  elemento  altitud  tiene  preeminencia  sobre  el  ele- 
mento generalmente  más  fundamental  de  las  grandes  zonas  naturales 
latitud. 

Pero  si  esta  clasificación  coincide,  en  sus  grandes  lineamientos,  con 
las  otras,  no  coincide  en  los  límites  de  las  regiones  físicas;  además,  he- 
mos creído  conveniente,  para  mayor  claridad,  introducir  en  estas  tres 
divisiones  primitivas  algunas  subdivisiones  determinadas,  como  aque- 
llas, por  la  diferenciación  de  uno  ó  varios  de  sus  factores  característicos 
pero  que,  de  una  manera  general,  se  distribuyen  esta  vez  de  acuerdo 
con  la  latitud. 

REGIÓN  LITORAL 

Principiaremos  la  descripción  de  las  regiones  naturales  por  la  parte 
oriental,  generalmente  denominada  litoral.  Sus  límites  coinciden:  al  oeste 
con  los  contrafuertes  andinos  hasta  el  Juramento  ó  Salado;  este  río  hasta 
su  codo  en  Matará;  desde  allí  hacia  el  sur  faldeando  la  sierra  de  Córdo- 

^  El  origen  de  la  formaciún  de  las  llanuras  argentinas  con  sus  inmensas  capas  de 
loess  ha  sido  tema  de  muchas  discusiones  sin  que  haya  i)odido  todavía  unifornnxrse 
las  opiniones  á  su  respecto.  No  siendo  la  íudole  de  este  estudio  de  orden  geológico 
no  entraremos  en  la  discusión  de  las  teorías  i)ropue8tas,  refiriendo  los  interesados  iX 
las  ol)ras  especiales  y  limitándonos  á  citar  la  opinión  de  Doering,  concluyendo  en 
que  «  un  gran  mar,  cubriendo  toda  la  planicie,  ha  ocasionado,  por  sus  uniformes 
golpes  de  ola,  la  formación  de  la  pampa  ».  Es  probable,  sin  embargo,  que  otros  fac- 
tores, como  el  arroyamiento  iutenso  de  las  épocas  anteriores  y  la  acción  eoliaua 
hayan  contribuido  también  á  la  constitución  de  las  llanuras  arffcntinas . 


—  lltí  - 

ba  á  inclinándose  poco  ;i  poco  al  este  hasta  llegar  al  antiguo  estuíiiio  de 
Bahía  Blanca.  Al  norte,  al  este  y  al  sur,  el  límite  de  esta  región  se  iden- 
tifica con  la  frontera  de  la  República  (Y.  mapa  n^  VIH), 

Los  caracteres  físicos  generales  de  esta  extensa  zona,  la  más  fértil  y 
la  más  importante  de  la  República  son  :  la  gran  uniformidad  de  su  suelo 
excepción  hecha  de  las  serranías  bonaerenses  y  de  las  pequeñas  cordi- 
lleras basálticas  de  Misiones  y  su  pendiente  casi  insensible  dirigida  de 
noroeste  á  sudeste  en  la  parte  norte,  convergente  hacia  el  Plata  en  la 
])arte  central  é  inclinada  hacia^  el  Atlántico  en  la  parte  sur.  La  compo- 
sición del  suelo  es  netamente  arcillo-arenosa,  i)ero  con  una  diminución 
gradual  de  la  arcilla  y  un  aumento  correspondiente  de  la  arena  á  me- 
dida que  se  adelanta  hacia  el  oeste,  sobre  todo  en  la  parte  sur. 

Las  condiciones  meteorológicas  de  la  región  del  litoral  son  modera- 
das, no  siendo  conocidos  allí  los  fríos  excesivos  ni  los  calores  exagerados : 
sólo  en  la  región  chaqueña  boreal  la  temi)eratui'a  alcanza  un  término 
medio  anual  bastante  elevado,  pero  aun  así  la  diferencia  extrema  entre 
el  norte  (22"^  lat.)  y  el  sur  (39°  lat.)  no  ])asa  de  unos  nnvce  f/rado.s  centí- 
grados^ ó  sea  un  aumento  de  un  grado  centígrado  por  dos  grados  de  lati- 
tud (Bahía  Blanca,  15°  C.  anuales).  La  amplitud  de  la  variación  anual 
de  la  temperatura  es  débil,  no  pasando  de  diez  á  trece  grados,  según  los 
puntos.  En  cuanto  á  las  i)r.eci])itaciones  atmosféricas,  son  abundantes, 
no  bajando  de  (}()()  milímetros  anuales  sino  en  una  pequeña  sección  cuyo 
vértice  sur  ocupa  Bahía  Blanca;  en  la  ])arte  sur  de  Misiones,  la  cantidad 
total  es  su])erior  á  l^AH)  millímetros  por  año.  La  isoyeta  de  üOO  milíme- 
tros coincide  generalmente  con  el  límite  oeste  de  CvSta  región. 

Á  pesar  de  poseer  esta  gran  zona  natural  algunos  caracteres  físicos 
comunes,  existe  entre  sus  varias  partes  diferencias  significativas  que 
motivan  la  creación  de  las  subdivisiones  siguientes  : 

Subregión  Litoral  Norte  (A). 

—  Sur  (B). 

—  Este  (C). 


Sxhrefiión  Litoral  Este 

Esta  última  subdivisión  corresponde  estrictamente  á  la  de  los  autores 
de  que  nos  hemos  ocupado;  es  la  región  mesopotámica  de  M.  de  Moussy 
así  denominada  por  el  sabio  francés  por  su  analogía  hidrográfica  con  la 
Mesoi>otamia  babilónica.  Se  halla  perfectamente  desliiulada  en  su  casi 
totalidad  por  los  grandes  ríos  que  bañan  sus  bordes,  circunstancia  que 
bastaría  i)()r  sí  sola  para  justificar  su  particularización.  Pero  el  aspecto 
topográfico  del  suelo,  con  sus  suaves  ondulaciones  entrerrianas  y  corren- 
tinas,  sns  inmensos  «  esteros  »  y  lagunas  del  centro,  restos  de  antiguos 


XV  (SKn.  11.  r.  II). 


—   117  — 

í'iuu'os  del  P;ii';m¡i,  sus  scrvaiiiiis  del  noroeste  con  cxlmbcniíito  vogeta- 
eióii  troi>ic;il,  constitityc  iiii  1;ictor  (|iic  (lilVri'iicia  esta  siibrc^ioii  litoral 
este  (le  las  dos  otras  siibrejiioiies  del  oeste,  aiiiKiue  no  tanto  como  de  los 
países  vecinos  el  Uruiiuay  y  el  lirasil. 

Eteetivaniente,  desde  el  i)unto  de  ^•ista  lilo,i;-eo,i:ráHco,  la  subre,üióii 
iiiesoi)otánHca  se  asemeja  más  á  las  i)rovincias  de  Santa  Fe  y  líuenos 
Aires  que  á  aquellos  dos  países  limítrofes :  el  vio  Uruj;uay  no  es  única- 
mente una  frontera  política  como  lo  es  el  río  rilcomayo  sino  que  cons- 
tituye también  un  verdadero  límite  natural  entre  nuestro  país  y  la 
l>anda  Oriental. 

Las  diferencias  observadas  entre  la  llora  entreiriana  y  correntina  y  la 
de  las  otras  rei^iones  lian  inducido  á  Lorentz  á  incluir  en  su  clasificación 
ñto«ieo¡iráfica  la  formnvión  iiicsopotáiuiea.  \  la  verdad,  la  extraordi- 
naria riqueza  tlel  sistema  lii(lroi>ráfico,  las  inmensas  superficies  i)eriódi- 
camente  inundadas  de  la  zona  deltaica  en  el  sur  así  como  los  bañados 
del  Ibera  en  el  norte  lian  determinado  en  el  perímetro  de  esta  subregión 
una  vegetaci()n  peculiar  del  ti\w  paranense  y  nayadeo  (Spegazzini)  pero 
la  Hora  del  interior  (con  la  excepción  de  Misiones)  no  difiere  notable- 
mente ni  aun  en  el  célebre  bosque  de  Montiel,  de  la  que  constituye  las 
formaciones  chatjueña,  del  monte  y  de  la  pampa j  característica  de  las  pro- 
vincias al  oeste  del  Paraná. 

Por  lo  que  se  refiere  á  la  estreclia  faja  de  terreno  correspondiente  al 
itsmo  misionero,  si  bien  sus  caracteres  ñtogeográflcos  justifican  una  nue- 
va provincia  botánica,  no  existe  desde  el  punto  de  vista  geofísico  las 
mismas  razones  i)ara  crear  allí  una  nueva  subregión,  pues,  topográñ- 
camente  hablando,  aquella  parte  es  la  continuación  natural  del  territorio 
correntino.  Además,  no  debe  olvidarse  que  la  simplificación  es  condición 
esencial  para  una  taxonomía  de  la  naturaleza;  si  se  multiplican  dema- 
siado las  divisiones  y  subdivisiones,  los  caracteres  generales  acaban  por 
l)erderse  de  vista,  con  lo  cual  desaparece  el  objeto  i)rincipal  de  la  clasi- 
íicación. 

Subregión  Litoral  Korte 

Al  considerar  el  mapa,  podría  parecer  á  primera  vista,  que  el  término 
de  región  litoral  es  por  demás  extensivo  ai)licado  á.  aquella  excéntrica 
zona  del  territorio,  sobre  todo  en  las  partes  situadas  en  las  cercanías  del 
trópico.  Sin  embargo,  á  pesar  del  aumento  paulatino  de  temperatura  de- 
bido á  la  latitud  y  del  cambio  correspondiente  en  la  vegetación,  las  con- 
diciones generales  de  esta  subdivisión  del  litoral  no  presentan  variaciones 
suficientemente  importantes  para  motivar  su  incorporación  á  la  región 
central  ó  mediterránea,  siendo   la  configuración  topográfica  del  suelo 


—  lis  — 

idéntica  á  la  del  litoral  austral  (prov.  de  Buenos  Aires,  Santa  Fe  y  Cór- 
doba sur). 

La  amplitud  de  la  variación  anual  de  la  temperatura  es  moderada  y 
no  responde  avin  al  tipo  continental;  las  lluvias,  bastante  uniformes  y  re- 
lativamente abundantes,  permiten  en  unión  con  la  temperatura  favora- 
ble, el  desarrollo  de  la  vegetación  arborescente  característica  denomina- 
da/orwmc/dn  cJiaqucña  con  sus  hermosos  palmares  y  otras  esencias  tro- 
laicales  y  representada  no  precisamente  por  inmensas  extensiones  bos- 
cosas sino  por  agrupaciones  de  árboles  en  sus  depresiones  y  las  márgenes 
de  sus  pocos  ríos. 

Estos  se  deslizan,  perezosos,  en  una  planicie  insensiblemente  inclinada 
de  noroeste  á  sudeste,  siendo  este  declive  insignificante  una  de  las  cau- 
sas del  carácter  indeciso  de  toda  la  red  fluvial  y  lacustre  de  la  región : 
el  curso  de  los  ríos  se  modifica  rápidamente;  cambian  estos  de  álveo, 
desaparecen  ó  se  metamorfosean  en  bañados,  en  esteros.  Las  lagunas 
son  numerosas  pero  sus  condiciones  de  existencia  precarias  y  estre- 
chamente relacionadas  con  las  aguas  meteóricas. 

Tales  son  los  caracteres  generales  de  esta  subregión  litoral,  pero  en 
su  parte  austral,  van  confundiéndose  poco  á  poco  con  los  que  son  iiecu- 
liares  á  la  subregión  sur  ó  pampeana  propiamente  dicha.  El  límite  entre 
ambas  puede  ser  representado  por  una  línea  extendida  entre  Santa  Fe 
y  Córdoba,  y  coincidiendo  en  parte  con  el  rio  Segundo 

Es  en  aquellas  latitudes  (próximamente  32°)  en  donde  se  oi)era  la 
transición  entre  \í{  formación  chaqueña  al  norte  y  Vd  formación  pampeana 
(bot.)  al  sur.  El  límite  de  la  formación  del  monte  toca  también  este  punto 
de  intersección  ó  de  dispersión  fitogeográfico  (Santa  Fe),  i^ero  más  al 
oeste  es  cortada  por  la  línea  divisoria  propuesta. 

Parece  que  el  cambio  en  la  fisonomía  de  la  flora  ha  repercutido  hon- 
damente en  la  antropogeografía  de  la  región,  pues  no  solamente  el  lí- 
mite referido  seiíala  la  línea  divisoria  entre  las  tribus  chaco-i)ampeanas 
al  norte  y  las  tribus  pami^eanas  al  sur,  sino  que  es  allí  mismo,  avanzando 
hacia  el  Paraná  conjuntamente  con  las  Prosopis  (formación  del  monte) 
adonde  lograron  filtrarse  hasta  el  litoral  paranense  las  poblaciones  de 
alta  civilización  de  las  mesetas  andinas  ^  Hoy  mismo  la  zona  interme- 
dia entre  Santa  Fe  y  Córdoba  representa  el  eje  de  la  colonización  de  la 
comarca  y  al  avanzar  unas  pocas  leguas  liacia  el  norte  se  pasa  brusca- 
mente de  una  región  de  población  relativamente  densa  á  otra  casi  de- 
sierta ". 

El  límite  occidental  de  esta  subregión  se  halla  también  determinado 

^  Véase  el  mapa  etnográfico,  uiimero  V. 

^  E.  Delachaux,  La  pohlación  de  la  Eepúhlica  Argentina.  líev.  de  la  Universidad  de 
Buenos  Aires,  tomo  III,  1905.  Véase  el  mapa  número  VI,  Densidad  de  la  poilación. 


KKV.    Ml'SHÜ   I)H   l.A    I'l 


—  119  — 

por  consideracioiu's  ;iii!Íl(),u;is,  Dt'sdo  la  (Voiitcva  con  Solivia  (juntas  del 
Eermojo  y  dol  Tarija)  s¡,üue  [)()v  los  coiitrafuertcs  andinos  (soiranías  de 
íSanta  Bárbara  y  del  ]\laíz  Ciordo)  hasta  ci  río  Pasaje  ó  Juramento.  Des- 
de este  punto  sigue  el  curso  del  río  —  aliora  Salado  —  hasta  Matará 
jiróxi  mámente  y  de  allí  por  los  contra  fiierres  de  las  serranías  de  Córdoba 
hasta  la  ciudad  de  este  nombre. 

En  todo  este  recorrido  de  unos  ocho  <j,rados  de  latitud,  el  límite  seña- 
lado separa  la  uran  llanura  chaqueíja  de  la  región  serrana  del  oeste  y  del 
centro  así  conu»  de  la  depresión  interior,  caracterizada  en  afiuella  parte 
por  la  presencia  de  las  salinas;  éstas  son  las  diferencias  topográticas 
pero  ese  límite  que  (H)nstituye,  en  su  mayor  parte,  la  línea  divisoria 
entre  la  provincia  botánica  del  Chaco  y  la  formación  subtropical  y  la  del 
monte,  sirve  también  de  demarcación  etnográfica  entre  las  tribus  de  las 
llanuras  (chaco-pampeanas)  y  las  de  la  altiplanicie. 

Así,  pues,  los  caracteres  que  sirven  á  diferenciar  la  subregión  litoral 
norte  de  las  otras  son  de  orden  topográfico,  meteorológico,  fltogeográfico 
y  etnográfico;  no  sería  difícil  encontrar  también  caracteres  distintivos 
entre  su  launa  indígena  y  la  de  las  regiones  circundantes  ^,  todo  lo  cual 
justifica  ampliamente  la  razón  de  ser  de  su  existencia.  Es,  además,  en 
la  actualidad,  una  inmensa  i)lanicie  casi  desierta  (excepción  hecha  del 
sur),  con  menos  de  un  habitante  por  kilómetro  cuadrado,  aglomerándose 
la  población  en  su  perímetro,  como  ya  sucedía  en  la  época  del  descubri- 
miento y  de  la  conquista.  En  la  geografía  física,  el  elemento  humano  se 
halla  en  una  dependencia  tan  estrecha  con  resi)ecto  al  medio  físico  que 
sus  relaciones  recíprocas  no  llegan  á  alterarse  á  través  de  las  edades 
sino  con  suma  lentitud. 

¿Subregión  Litoral  Sur 

Los  límites  de  esta  subdivisión  de  la  gran  región  oriental  ó  del  litoral 
son,  como  ya  lo  hemos  visto,  el  río  Paraná  desde  Santa  Fe,  el  río  de  la 
Plata  y  costa  oceánica  hasta  Bahía  Blanca  al  este  y  al  sur ;  la  línea  arri- 
ba citada  entre  Santa  Fe  y  Córdoba  y  desde  este  imnto  basta  Baliía 
Blanca,  otra  línea  un  i)oco  arqueada,  convexa  liacia  el  oeste. 

Comiírende  esta  subregión  casi  toda  la  provincia  de  Buenos  Aires  y 
la  parte  sur  de  las  x^rovincias  de  Córdoba  y  de  Santa  Fe.  Es  la  zona 
más  característica  de  la  Eepública  y  dentro  de  su  i^erímetro  se  concen- 
tran las  tres  cuartas  partes  de  su  población. 

Su  aspecto  topográfico  es  bien  conocido  :  dilatadas  llanuras,  herbáceas 
en  su  mayor  izarte,  limitadas  al  este  y  al  sur  por  las  aguas  oceánicas  y 

^  Dr.  F.  Lahille,  Ensayo  sobre  la  distribución  geográfica  de  los  mamíferos  en  la  Ile- 
piíilica  Argentina,  Buenos  Aires,  1900. 


—  120  — 

Ijaraiiáplatenses,  y  solamente  inteiTuiiipidas  inn-  los  pequefios  sistemas 
orográficos  de  la  Ventana  (Curámalal,  Pillaliuinco,  Las  Tnnas,  etc.)  y  de 
OlavaiTÍa-Cabo  Corrientes:  suelo  en  su  casi  totalidad  de  una  fertilidad 
asombrosa,  clima  benigno,  temperatura  correspondiente  ú  la  de  los  países 
mejor  ubicados  y  más  adelantados  de  la  tierra,  variación  dél)il  entre  las 
estaciones  extremas,  lluvias  laoderadas  casi  uniformenuuite  repartidlas 
durante  todo  el  año,  es  iiuludablemente  este  uno  de  los  territorios  más 
privilegiados  de  este  continente. 

Su  suelo  se  presta  admirablemente  para  la  agricultura,  y  aun  prescin- 
diendo de  ventajas  económicas  no  superadas  en  otras  i)artes  y  que  le 
confiere  su  ubicación  vsobre  las  márgenes  del  Plata  y  el  notable  desarrollo 
de  su  costa  marítima  basta  el  gran  estuario  báldense,  compréndese  bien 
que  el  conjunto  de  las  condiciones  físicas  propias  de  la  subregión  litoral 
sur  la  predestinaba  al  papel  preponderante  que  ha  desempeñado  y  sigue 
desempeñando  en  los  destinos  de  la  República. 

Tantas  veces  se  ña  descripto  la  Pampa  —  ó  las  pampas  —  y  ])or  \ún- 
mas  singularmente  autorizadas,  ya  sea  desde  el  punto  de  vista  científico 
ó  simplemente  literario,  que  presentaría  escaso  interés  insistir  nueva- 
mente en  ello. 

Xos  limitaremos  á-  decir  que  esta  región  del  litoral  sur  corresponde 
á  las  subfornmciones  fitogeográficas  de  los  pa.sto.s  tiernos  y  de  los  ^>((,sío-v 
dnroSy  caracterizados  estos  últimos  por  gramíneas  pertenecientes  á  los 
géneros  Stipa,  Festuca,  Mélica,  Gijnerium,  Faspahim,  etc.,  de  tipo  xeró- 
filo,  mientras  los  i)rimeros  corresponden  á  los  géneros  exóticos,  cuya 
marcha  invasora  hacia  el  oeste  ha  corrido  suerte  pareja  con  el  avance  de 
la  población  inmigratoria  en  dicha  dirección.  El  tipo  de  esta  vegetación, 
que  ocupa  la  parte  oriental,  por  consiguiente  la  mejor  regada,  es  neta- 
mente hidrófilo,  peculiaridad  de  la  flora  que  corresponde  á  diferencias 
<'n  la  composición  del  suelo  (más  arenoso  al  oeste)  y  en  las  condiciones 
higroinétricas  del  aire.  Ensni)arte  occidental  encontramos  la  formación 
del  Monte  arborescente  ó  de  las  Prosopis. 

Hemos  expuesto  ya  las  razones  en  que  nos  basamos  para  establecer 
la  línea-  de  dennircación  entre  esta  subdivisión  y  la  del  norte.  En  cuanto 
á  su  líndte  oeste  á  más  de  coincidir  generalmente  con  la  isoyeta  de  000 
milímetros  y,  á  la  altura  de  las  sierras  centrales  de  Córdoba,  con  el  pie  de 
las  faldas  orientales  de  la  Sierra  Chica,  corre,  más  al  sud  sobre  el  borde 
([e  \íi^  pampas  altas  ((>  pampas  propiamente  dichas)  en  la  línea  algo  in- 
decisa del  dii'ortinm  aquarum  interior  ya  mencionado  el  que  coincide 
con  un  cambio  notable,  no  solamente  en  la  topografía  del  suelo  ([)ampas 
altas  con  grandes  cañadones  al  este  y  depresión  al  oeste),  sino  que  tam- 
bién en  la  flora  (monte  arborescente  al  este  y  arborescente  al  oeste)  y 
en  las  condiciones  higrométricas  del  aire.  El  carácter  topográfico  es  el 
que  debe  primar  en  el  establecimiento  de  las  grandes  divisio]u\s  natu- 


—   121    -  - 

ralos,  tanto  más  cuanto  ([uc  los  dciuiis   lactori'S  físicos  se  ajustan  casi 
sienijuH'  ii  el . 

En  el  surde  la  proviiicia  de  Únenos  Aires  el  limito  i)olítieo  (5°  morid, 
ooste  de  línenos  Aires  liasta  el  río  Ne,u)())no  coincide  con  el  límite  natu- 
ral, claramenre  sefialado  por  el  cauce  aun  no  bien  determinado  d<'l  anti- 
¿iuo  río  cuyo  dosaiiiie  era  el  estuario  l)aliienso;  entro  Jíaliía  IJlanca  y 
Carnion  do  Pata.uones,  todo  se  modilica  :  el  asi)octo  del  suelo  y  su  com- 
posición, (jue  lo  hace  partici})ar  ya  de  las  tornmciones  terciarias  y  cua- 
ternarias patagónicas  (arenisca  gris,  rodados),  el  régimen  meteoroló- 
gico, c(m  variaciones  bruscas  y  amplitud  notable  de  las  misnuis,  la  tiora 
(transición  entre  la  Pampa  y  el  monto  arbustocente)  y  la  fauna  (límite 
entre  la  t)rovincia  zoobigica  siibinnUnn  y  ]i\  paraná-indiipcaiKi).  VA  mismo 
paso  repentino  entre  una  región  densamente  i)oblada  y  otra  desértica 
ya  observado  en  el  límite  norte  (Santa  Fe  y  Córdoba)  so  reproduce  aquí, 
pues  al  sur  de  Buenos  Aires,  la  comarca  es  casi  un  desierto  \ 

TÍECilÓN   ^lEDITEIÍRÁKEA 

La  segunda  gran  división  natural  de  la  rei)ública,  la  rcf/iói)  coitral  ó 
meflitcrráina  ofrece  en  su  mayor  parte  el  rasgo  topográfico  fundanu*ntal 
de  una  gran  depresión,  extendida  de  norte  á  sur,  desde  las  Salinas  de  la 
margen  oeste  del  río  Juramento  basta  el  río  Colorado.  En  la  ¡¡arte  orien- 
tal encontramos  el  sistema  orográfico  central,  es  decir,  las  sierras  de  Cór- 
doba y  San  Luis  mientras  que  en  la  parte  occidental  boreal  se  extienden 
las  Salinas  Grandes.  Los  límites  por  el  este  ban  sido  descriptos  en  el 
capítulo  anterior,  siendo  sus  límites  occidentales,  desde  el  río  Pasaje 
hasta  el  río  Xegro  representados  por  los  cordones  destacados  y  los 
contrafuertes  de  la  cordillera  andina. 

Su  situación  mediterránea  y  sus  condiciones  de  región  deprimida  y 
sometida  además  á  la  influencia  de  la  banda  de  altas  presiones  austra- 
les, han  determinado  allí  la  existencia  de  un  régimen  xerófllo  pronun- 
ciado y,  por  consiguiente,  precipitaciones  meteóricas  reducidas  (de  200 
á  COO  mm.  anuales). 

Xos  hallamos,  pues,  en  la  zona  de  transición  entre  las  tierras  en  donde 
es  posible  la  agricultura  y  las  tierras  en  donde  no  puede  prosperar,  pues 
una  caída  anual  de  agua  pluvial  de  200,  oOO  y  aun  400  milímetros  no 
permite  obtener  buenos  rendimientos.  Esta  importante  línea  de  se])ara- 
ción  es  señalada  más  ó  menos  por  el  curso  del  río  Salado  ó  Chadileuvú, 

'  Cuando  las  obras  de  riego  por  derivación  del  río  Negro  y  del  río  Colorado  de 
toda  aquella  región  árida  estén  concluidas,  este  estado  de  cosas  se  modificará  como 
por  encanto,  pues  allí  como  en  el  Egipto,  el  problema  vital  por  excelencia  es  el  pro- 
blema hidrográfico  :  donde  brota  el  agua  ai)arece  la  vida. 


—   122   — 

pero  aun  en  este  caso,  puede  esperarse  muclio  del  aprovecbamiento  de 
las  aguas  de  la  napa  subterránea  y,  más  directa  y  prácticamente  aun, 
del  embalse  de  los  ríos  de  la  cordillera  de  las  sierras  pampeanas.  Sin 
embargo,  en  medio  de  la  región  «íentral  seca  existen  ciertas  partes  pri- 
vilegiadas por  sus  condiciones  hidrográficas,  como  el  delta  del  Chadileuw 
y  del  Atuel,  favorecido  éste  por  las  inundaciones  periódicas  del  último 
de  los  ríos  citados. 

Las  tierras  sedientes  situadas  al  oeste  del  Chadileuvú  ofrecen  liermosos^ 
problemas  de  ingeniería  liidráulica  al  hombre  de  ciencia,  y  de  su  solu- 
ción dependen  su  desenvolvimiento  ó  su  paralización.  Entretanto,  los^ 
médanos  ó  dunas,  tan  característicos  de  la  región  mediterránea  central 
y  austral,  y  que  se  presentan,  ora  bajo  la  forma  de  extensos  cordones^ 
orientados  según  un  rumbo  determinado  x)or  los  vientos  dominantes,  ora 
en  grupos  aislados  algo  cóncavos  hacia  su  centro  comim,  pueden  llegar 
á  constituir  —  y  así  sucede  en  muchas  partes  —  un  recurso  precioso  y 
antes  no  sospechado  i)ara  las  industrias  agropecuarias,  juies  las  aguas 
filtradas  y  conservadas  en  su  parte  inferior,  ya  sea  procedan  de  las  llu- 
vias ó  de  las  napas  subterráneas,  permiten  á  ciertas  gramíneas  de  raíces 
muy  desarrolladas,  como  la  alfalfa,  buscar  en  las  profundidades  del  suelo 
el  elemento  acuoso  indispensable  á  su  crecimiento. 

La  temperatura  media  anual  de  la  región  mediterránea  varía  en  ocho 
grados  centígrados  de  norte  á  sur,  ó  sea  de  23°  á  15°.  Las  diferencias 
térmicas  de  un  día  para  otro  y  de  una  estación  á  la  otra  son  mucho  más 
acentuadas  que  en  la  región  litoral  y  mayor  también  su  amplitud  anual. 
Esta  última  es,  en  San  Luis,  punto  central  de  la  zona,  de  10°,  y  su  hu- 
medad relativa  tan  sólo  de  55  por  ciento,  mientras  en  el  litoral  platense 
alcanza  hasta  SO  por  ciento. 

La  formación  del  Monte  (antes  denominado  del  Chañar  por  Griese- 
bach)  que  caracteriza  esta  región  natural,  se  subdivide  según  Lorenz  y 
otros  botánicos,  en  subformación  oriental  (ó  de  las  FroHopis)  '  y  subfor- 
macióu  occidental  (ó  de  la  jarilla),  pero  según  otros  naturalistas  (entre 
ellos  el  doctor  Spegazzini)  dicha  subdivisión  fitogeográfica  no  tiene 
razón  de  ser  por  hallarse  mezcladas  las  mismas  esencias  arbustecentes 
y  arborescentes  tanto  al  este  como  al  oeste,  si  bien  en  número  mucho 
menor  en  esta  última  parte. 

Existe  cierta  diferencia  entre  la  parte  norte  de  esta  división  física, 
ocupada  al  este,  como  se  ha  visto,  i^or  el  sistema  montañoso  puntano-cor- 
dobés,  y  al  oeste  por  la  deijresión  de  las  Salinas  Grandes,  y  su  parte  sur, 
continuación  de  dicha  depresión,  y  en  cuya  parte  central  corre  el  Salado 


'  Corresponde  casi  enterameute  á  la  Siibregión  Litoral  Sur.  El  niapita  fitogeográ- 
íico  ([ue  acompaña  este  estudio  ha  sido  reducido  del  de  Loreutz,  con  las  modifica- 
ciones resultantes  de  los  trabajos  ulteriores. 


—  123  — 

ó  ChiulikMnú,  (le  iiiaiicra  ((iic.  si  se  ((uisicsc,  ])(>(ln;i  cst ;il)U'<'erse,  cn  la 
región  mediterránen,  una  suIkIín  isiou  hoical  y  otra  austral.  Sin  embargo, 
y  á  pesar  do  que  algunos  autores  lo  han  ([uorido  hacer  así,  no  lo  creemos 
indispensable,  pues,  adeimis  de  la  necesidad  ya  aludida  de  no  exagerar 
las  divisiones  y  subdivisioiu's.  no  es  la  existencia  de  las  salinas  —  (jue 
tand)ién  se  encuentran,  aunipie  más  reducidas,  en  otras  partes  —  sino^ 
la  depresión  eouu'in  ¡i  toda  la  zona,  su  rasgo  domiiumte. 

Las  Salinas  Grandes  tienen  una  longitud  mayor  de  trescientos  kihhne- 
tros  y  se  extienden  entre  las  sierras  centrales  de  C(')r(loba  y  la  seiiaiiías 
catannirqneñas  destacadas  del  gran  sistema  andino. 

En  la  depresión  en  cuyo  fondo  espejean  existe  un  pequeño  declive 
desde  las  alturas  divisorias  que  unen  las  serranías  de  San  Luis  con  las 
ramilicaciones  riojanas  —  sierras  de  L'lapes,  del  Portezuelo,  de  los  Lla- 
nos, etc. —  hasta  el  río  Saladillo  y  en  donde  la  altitud  baja  hasta  175 
metros  sobre  el  nivel  oceánico  (Totoralejos).  Pasadas  estas  alturas  divi- 
sorias, se  llega  á  la  depresión  i)untana,  en  conexión  con  la  Salina  grande 
de  La  Rioja,  depresión  que  se  i^rosigue  probablemente  hasta  el  río  Co- 
lorado. 

Esta  última  hondonada  es,  pues,  tributaria  déla  hoya  hidrográfica  del 
Atlántico,  mientras  las  Salinas  Grandes  pertenecen  á  la  cuenca  cerrada 
de  Córdoba;  sin  embargo,  por  las  razones  expuestas,  no  admitimos  una 
subdivisión  entre  la  zona  deprimida  norte  y  la  zona  deprimida  sur. 

La  delgada  costra  cristalina  de  las  salinas  consiste  principalmente  en 
cloruro  sódico  —  qne  se  explota  —  en  sulfato  de  magnesio  y  sulfato  de 
cal.  La  sola  vegetación  posible  consiste  en  una  mezcla  de  xerófltas  y 
halófitas  (sobre  todo  jumes,  arbustos  muy  ricos  en  sales  de  potasa  y 
soda  y  con  cuyas  cenizas  se  obtiene  un  buen  jabón). 

Para  explicar  el  origen  de  las  salinas,  se  ha  echado  mano  de  varias  hi- 
pótesis. Segvín  algunos  autores,  representan  los  residuos  de  lagos  salados 
que,  durante  el  período  de  alHviírn^  han  cubierto  las  depresiones  pampea- 
nas; según  otros,  serían  los  productos  de  los  depósitos  de  sal  gema  que  se 
encuentran  en  las  formaciones  sedimentarias  de  las  sierras  pampea- 
nas ^  y  que  poco  á  poco  han  sido  arrastrados  hasta  las  salinas  por  los 
ríos  cuyas  nacientes  se  hallan  en  esas  montañas. 

Á  este  resi)ecto,  dice  Stelzner  que  como  la  mayor  parte  de  los  ríos  son 
muy  salados,  y  que  como  por  otra  parte  se  encuentran  también  salinas 
en  las  montañas,  aun  en  las  altiplanicies  de  las  cordilleras  y,  por  consi- 
guiente á  un  nivel  á  donde  no  llegaron  seguramente  las  aguas  marinas, 


^  Segriu  Brackebiisch,  serían  estas  las  areniscas  coloradas,  tan  abundantes  en 
las  partes  elevadas  del  país,  aunque,  para  una  parte  de  las  salinas,  admite  tam- 
bién la  hipótesis  de  un  origen  volcánico,  opinión  confirmada  por  el  doctor  Schicke- 
dantz. 


—   124  — 

la  segunda  hipótesis  es  la  más  probable,  á  lo  menos  iiiira  la  mayor  i)arte 
(le  las  salinas  '. 

Al  sur  de  las  Salinas  Grandes  y  como  continuación  déla  de]»resión  del 
norte,  se  extiende  la  larga  depresión  puntano-mend()cino-i)ampeana,  en 
cuyo  thalweg  se  encuentran  la  laguna  Bebedero,  y  los  ríos  Desaguadero, 
Salado,  Chadileuvú  y  Curacó,  estos  últimos  secciones  varias  de  un  mismo 
río  bautizado  con  nombres  distintos  y  que  son  los  débiles  vestigios  del 
gran  río,  desagüe  general  de  la  cordillera  que,  en  otra  época,  desaguaba 
en  el  Atlántico  probablemente  p<u'  el  liincón  de  Bahía  Blanca. 

El  territorio  nacional  de  la  Pampa  es,  con  el  de  Misiones,  una  de  las 
l)rimeras  gobernaciones  que  sei'án  elevadas  á  la  categoría  de  provincia. 
Casi  todas  sus  condiciones  naturales,  al  este  del  Chadileuvú,  son  pareci- 
das á  las  de  la  provincia  de  Buenos  Aires;  las  prósperas  colonias  agríco- 
las que  transforman  el  suelo  de  ésta,  se  extienden  insensiblemente  hasta 
la  Pampa  Central,  ayudadas  por  las  numerosas  vías  férreas  que  cruzan 
dicha  gobernación,  de  manera  que  viene  á  ser  como  la  prol(»ngación  na- 
tural de  la  gran  provincia  argentina. 

Sin  embargo,  á  ])esar  de  todas  estas  condiciones  ventajosas  y  de  las 
facilidades  de  comunicación  y  traslación,  la  verdadera  fisonomía  del 
suelo  no  está  aun  bien  conocida,  y  poseemos  datos  mucho  mejores  sobre 
las  comarcas  más  apartadas  de  la  Patagonia  andina  que  sobre  la  región 
situada  á  i)0cas  leguas  al  oeste  de  Bahía  Blanca,  á  14  horas  de  Buenos 
Aires ! 

Esta  anomalía  proviene,  como  se  sabe,  de  que  nuestro  litigio  fronte- 
rizo con  Chile  nos  obligó  á  un  reconocimiento  topográfico  minucioso  de 
toda  la  zona  contestada,  mientras  la  mayor  parte  de  la  documentación 
cartográfica  referente  á  la  Pampa  Central  data  de  más  de  25  años,  advir- 
tiéndose que  no  fué  reunida  con  un  fin  puramente  científico  sino  con  el 
solo  objeto  de  la  medición  de  los  lotes  de  tierra. 

Los  levantamientos  que  en  la  actualidad  se  efectúan  allí  bajo  la  direc- 
ción del  Departamento  de  Tierras  y  Colonias  son  indudablemente  opera- 
ciones ejecutadas  con  todo  el  esmero  requerido,  pero  como  la  obligación 
legal  de  los  agrimensores  es  levantar  solamente  /o.s*  linderos  de  cada  pro- 
piedad, se  comprende  que  no  es  posible  esperar  en  estas  condiciones  que 
los  planos  generales  del  territorio  ejecutados  sobre  esas  únicas  bases 
sean  la  fiel  reproducción  de  los  accidentes  del  suelo. 

Según  observaciones  personales  creemos  que  el  lecho  casi  desapare- 
cido del  gran  río  interior  es  el  que  señalan  hoy,  á  contar  desde  Bahía 
Blanca  hacia  el  noroeste,  el  .salitral  de  la  Vidriera,  la  hujuna  Chasieó, 
la  laffuna  Larga,  la  lai/iiiut  Colorada  Grande.  Desde  este  punto  (siempre 
aguas  arriba)  el  antiguo  río  \mi\o  haber  pasado  por  las  depresiones  se- 


'  R.  Nait,  La  ricpúhlica  Arficnt'uia.  ohiíi  cit.,  p.  76  (ed.  española). 


Ebv.  Mcseo  bE  La  Plata,  t.  xv  (seh.  ii,  r.  ii). 


Plancha  VII 


—   125  — 

n;il;i<l;is  \u)v  l;i  sciii'  de  salitrales  y  lamiiiifas  situadas  al  este  y  sudeste 
del  sistema  oroj^váfieo  de  Lilnu-  Calel  liasta  la  ¡^lau  eueiica.  lacustre  del 
Ui'relau(][uen.  Xo  ereeinos  »iue  dielio  no  se  haya  eonexioiuido  aiitei'iov- 
ineiite  eoii  el  Salado  de  liueiios  Aires,  eoiiu»  lo  lian  pensado  alj;uiios 
autores,  por  las  diferencias  lii])soiiiet  ricas  existentes  entre  la  .uran  de- 
]ires¡(')n  interior  y  las  i»aiiipas  al  oeste  de  (leiieral  Acluí   '. 


KKCION   SEKIJA^-A 

La  tercera  gran  divisichi  física  de  nuestro  territorio  corresjíonde  á  su 
parte  occidental  y  comprende,  en  su  totalidad,  la  cordillera  de  los  Andes 
con  sus  cordones  laterales  y  sus  contrafuertes  hasta,  el  Xahuel  Huapí 
y  Liinay.  Aunque  existan  tambií'U  serranías  en  otras  ])artes  del  ])aís,  es 
con  justicia  (pie  á  esta  regiiui  se  la  i»uede  aplicar  este  término,  pues  el 
desarrollo  y  la  pre])onderaiU'ia  que  allí  revisten  los  accidentes  (u'ográ- 
ficos  no  se  encuentran  en  proporci(3n  semejante  en  ninguna  otra  parte. 

Xo  haj'  necesidad  de  determinar  sus  límites,  pues  estos  lo  son  ya  Lspo 
facto  desde  que  coinciden  al  norte  y  al  oeste  con  las  fronteras  políticas  y 
por  el  este  y  el  sur  con  la  región  anterior  y  el  río  Limay.  Es  una  zona 
mucho  mejor  deñnida  que  la  mediterránea  y  la  del  litoral  y  las  clasifica- 
ciones de  los  geógrafos  no  divergen  á  su  respecto. 

Sus  caracteres  físicos  son  conocidos  :  se  trata  de  una  región  cuya  alti- 
tud varía  desde  el  este  hasta  el  oeste  de  300  á  (>000  metros  (y  aun  7000 
metros),  disminuyendo  progresivamente  de  norte  á  sur  la  altura  general 
del  macizo  á  la  par  de  su  anclmra. 

Al  norte,  es  una  altiplanicie  de  unos  3500  metros  de  altura,  un  poco 
inclinada  hacia  el  sur  y  en  gran  parte  sin  desagüe;  está  flanqueada,  al 
este,  por  varios  cordones  destacados  de  la  meseta  por  la  erosi()n  activí- 
sima de  los  afluentes  del  río  Bermejo  y  río  Salado;  más  al  sur,  el  macizo 
se  estrecha  progresivamente,  desapareciendo  la  altiplanicie  para  ser 
reemplazada  por  una  serie  de  cadenas  más  ó  menos  i)aralelas  á  la  prin- 
cipal y  cuyo  número  no  es  inferior  en  ciertos  casos,  á  unos  quince  plie- 
gues (exp.  Wehrli  y  Burckhart  del  Museo  de  La  Plata).  Inmediatamente 
al  este  del  encadenamiento  principal  y  confundiéndose  á  veces  (;on  él,  se 
escalonan  una  serie  de  macizos  importantes,  recortados  también  por  el 
trabajo  de  las  aguas  corrientes,  y  cuya  altura  en  muchos  puntos  supera 
á  la  de  la  cadena  mayor  hoy  divisora  de  las  aguas. 

Son  los  restos  del  encadenamiento  i»rincii)al  anterior  al  actual  y  á  él 
pertenecen,  entre  otras,  las  cordilleras  de  San  Guillermino,  de  Colangüil, 

'  Sobre  esta  interesante  cuestión,  ]inl)]icareni(ts  en  breve  un  estudio  detalliido, 
resultado  «le  una  t?x(  ursión  ;í  las  sierras  de  Liliné  Calel,  en  el  mes  de  lel»rero  de  1908. 


—   126  — 

de   Olivaren^  de  la  Totoya^  del  Tif/rCj,  del  Tiqningato^  de  las  dioicas,  etc. 

Salvo  el  borde  oriental  de  la  parte  norte  de  este  sistema  geográfico  — 
desde  Yaciiiba  hasta  Tucumán  —  beneficiado  con  las  lluvias  de  relieve 
procedentes  de  los  vapores  del  Atlántico  y  nna  estreclia  banda  occidental 
en  su  parte  sur  —  la  zona  lacustre  del  Penquen,  la  Suiza  Andina,  — 
toda  la  región  serrana  ú  occidental  tiene  un  clima  extraordinariamente 
seco,  con  una  precipitación  atmosférica  inferior  á  2(»0  milímetros  en  el 
sur  y  centro  y  á  100  milímetros  en  el  norte.  El  éxito  de  los  cultivos  de  la 
región  depende  pues  exclusivamente,  ó  i)oco  falta,  del  derrite  de  las  nieves 
y  del  mayor  aprovechamiento  de  las  vertientes  y  ríos  que  se  alimentan 
en  las  faldas  y  altas  cumbres  andinas;  estas  circunstancias  hacen  que  el 
porvenir  de  esta  parte  del  nuevo  territorio  dependa  ante  todo  de  la  ex- 
plotación de  sus  riquezas  minerales,  que  son  numerosas  y  no  de  la  agri- 
cultura, de  condiciones  siempre  precarias  (exceptuando  ciertas  regiones 
reducidas)  por  el  estado  higroraétrico  del  aire.  Aquí  como  en  la  región 
mediterránea  oriental,  las  obras  de  ingeniería  hidráulica  podrán  i)roducir 
milagros  con  la  construcción  de  represas  y  diques  de  embalse  '. 

La  temperatura  media  anual  reducida  como  en  los  casos  precedentes, 
al  nivel  del  mar,  aumenta  desde  el  sur  hasta  el  norte  de  +  13°  centígra- 
dos hasta  4-  -J:°  centígrados:  pero  la  altitud  creciente  de  todo  el  siste- 
ma andino  hacia  el  norte  hace  que  ese  aumento  de  temperatura  no  sea 
tan  notable,  y  aun  que  la  influencia  de  la  altitud  llegue  á  neutralizar  la 
de  la  latitud,  fenómeno  también  puesto  de  manifiesto  en  la  distribución, 
de  norte  á  sur,  de  la  flora  y  de  la  fauna  -. 

Por  lo  que  se  refiere  á  la  variación  anual  de  la  temperatura,  es  en  esta 
región  en  donde  adquiere  su  mayor  amplitud.  De  17°  Celsius  en  Chos- 
Malal,  Mendoza  y  San  Juan,  llega  á  18°  5  en  Pilciao,  pasando  probable- 
mente de  20°  en  las  altas  mesetas,  donde  no  existen  todavía  estaciones 
meteorológicas.  Es  decir  que  el  clima,  basado  aquí  ante  todo  en  el  factor 
temperatura,  presenta  en  toda  la  Eona  i^ero  principalmente  al  norte,  un 
carácter  continental  ó  extremo  aun  más  pronunciado  que  en  la  región 
central. 

La  vegetación  pertenece,  como  es  de  suponer,  á  un  tiiio  xerófilo  muy 
pronunciado  ^,  entre  cuyos  representantes  resinosos  y  espinosos  las  tunas 

^  Se  ha  diulo  ya  principio  ¡í  la  coustrucción  de  esas  obras  cu  algunos  puntos. 

^  Si  se  quisiei-a  toniai-  la  distribución  de  la  temperatura  coiuo  factor  exclusivo  ó 
preponderante  de  las  regiones  físicas,  sería  indispensable  substituir  á  las  isotermas 
reducidas  á  O'"  nivel  oceánico  las  isotermas  reales,  es  decir,  las  que  señalan  la  tem- 
peratura efectiva  de  los  puntos  por  donde  pasan. 

^  Con  excepción  de  las  dos  estrechas  zonas  de  mayor  precipitación  atmosférica  del 
nordeste  y  sudoeste,  Salta-Tucumáu,  con  su  formación  subtropical,  y  el  Neuquen, 
con  su  formación  antartica  de  carácter  también  casi  tropical,  y  en  donde  predominan 
.las  magníficas  Araucaria  imhricata. 


—   127  — 

y  otras  cácteas  ocupan  un  luiiar  jti'cixuKlcrantc;  como  ya  lo  lial)ía  cons- 
tatado Danviii  hace  más  de  sesenta  y  seis  años,  la  Hora  de  ésta  zona  se 
desvía  poco  á  jioco  hacia  el  este  y  acaba  por  invadir  toda  la  meseta  ])a- 
tagónica  (intluencia  combinada  de  la  altitud  y  de  la  latitud). 

Hemos  introducido  en  esta  rei;i('>n  serrana,  cuya  descrijK'ión  termina 
íiquí,  Tina  subdivisión  (pie  da  así  luj^ar  á  la  formacic'tn  de  dos  subrcgio- 
nes :  la  del  norte  y  la  del  sur,  cuya  línea  de  sepaiacictn  corresi)onde  ge- 
neralmente al  (lirorfixiH  ((([Uiirunt  de  los  ríos  i)ertenec¡entes  á  la  cuenca 
liidrográtíca  del  río  Salado,  Cliadileuvíi,  ( 'Uracó,  Colorad<>  por  una  parte 
y,  por  la  otra,  al  límite  austral  de  la  altiplanicie  andina,  privada  en  su 
mayor  extensión  de  desagüe  hacia  el  exterior.  Es,  por  consiguiente,  un 
«arácter  de  índole  enteramente  topográfico  el  que  determina  esta  sub- 
•división,  pero  asimismo  las  condiciones  meteorológicas  extremas  de  la 
meseta,  y  quizá  también  su  vegetación  peculiar,  extraordinariamente 
pobre  y  aun  mal  estudiada,  son  otras  causas  que  la  justifican. 


REGIÓN    PATAGÓNICA 


Esta  cuarta  y  última  gran  división  natural  de  la  Eepública  tiene,  des- 
de el  río  Negro  hasta  el  canal  de  Beagle,  una  extensión  latitudinal  de 
16°.  Sus  límites,  geográficamente  muy  fáciles  de  determinar,  son,  al 
norte,  el  río  Xegro,  Limay,  al  oeste  y  sur,  la  frontera  internacional,  al 
■este  el  litoral  atlántico  y,  en  la  Tierra  del  Fuego,  la  sección  oriental  de 
•esta  isla  que  por  los  tratados  nos  corresponde. 

Á  pesar  de  medir  una  distancia  de  1780  kilómetros  de  un  extremo  al 
otro  de  esta  región  austral,  punto  terminal  de  la  Repiiblica  y  de  todo  el 
continente,  sus  condiciones  naturales  generales  no  se  diferencian  sufi- 
cientemente para  justificar  la  creación  de  subdivisiones :  desde  el  norte 
basta  el  sur  y  desde  el  este  hasta  el  oeste,  la  Patagonia  ofrece  un  con- 
junto de  caracteres  físicos  comunes  que  hacen  de  ella  una  entidad  geo- 
gráfica perfectamente  definida. 

Podrá  objetarse  que  convendría  conservar  hasta  la  extremidad  sur 
del  continente  las  divisiones  fundamentales  de  región  serrana  y  región 
baja,  pero  á  esto  haremos  observar  que  el  fallo  arbitral  de  1902,  que  de- 
terminó definitivamente  la  ubicación  de  la  línea  fronteriza  al  oeste  no 
dejó  comprendida  dentro  del  territorio  argentino  sino  uiia  mínima  parte 
de  la  zona  cordillerana,  coincidiendo  frecuentemente  la  línea  demarca- 
dora con  el  dirortinni  aquarum  interoceánico,  es  decir,  con  las  planicies 
patagónicas. 

Así,  pues,  con  excepción  de  una  pequeña  banda  montañosa  situada 
Sl\  oeste  y  en  la  que  muchas  veces  las  sierras  no  presentan  el  carácter  de 


—   128   — 

talos  sino  á  consecuencia  de  la  a('ci<3n  erosiva  de  las  a^^iias  en  las  mese- 
tas (t(ifclgehirge)  la  Patagonia  ofrece,  en  conjunto,  el  aspecto  de  una^ 
meseta  '  cubierta  en  su  mayor  parte  por  grandes  mantos  basálticos  y  en 
su  totalidad  (excepción  lieclia  de  los  valles,  cañadones  y  demás  depre- 
siones) con  una  inmensa  (;apa  de  guijarros,  los  rodados tehuelches,  defor- 
mación probablemente  marina  y  productos  de  las  portentosas  cadenas 
que  en  otras  épocas  ocupaban  el  centro  y  el  oeste  del  territorio  pata- 
gónico. 

La  constitución  y  la  configuración  del  suelo  no  varían  bruscamente  al 
traspasar  el  río  ííegro :  si  se  hubiera  tenido  en  cuenta  ese  solo  rasgo  fí- 
sico, es  decir,  la  separación  de  las  formaciones  ])ampeana  y  ])atagónica 
(geol.),  el  límite  hubiera  sido  rei)ortado  más  al  norte,  siendo  en  este  caso 
más  indicado  el  río  Colorado  que  el  río  Xegro.  Pero  teniendo  en  cuenta 
los  otros  factores  que  sirven  á  caracterizar  una  regiíui,  no  puede  haber 
duda  de  que  el  río  Negro  es  el  límite  más  C(mveniente  y  más  natural,  para 
separar  la  región  patagónica  de  las  regiones  pampeana  y  serrana  al 
norte. 

El  río  líegro  es  la  arteria  íiuvial  más  importante  de  la  liepública  des- 
pués del  sistema  platense  ;  atraviesa  su  territorio  de  un  extremo  al  otro, 
y  si  no  representa  la  línea  divisoria  de  dos  formaciones  geológicas,  esta- 
blece en  cambio,  al  oeste,  la  transición  entre  la  poderosa  cordillera  del 
norte,  con  su  hermoso  rosario  lacustre  de  la  Suiza  andina,  y  las  serranías, 
precordilleras  y  mesetas  que  el  laudo  nos  ha  atribuido  ó  dejado  al  sur  -. 
Existen,  además,  consideraciones  de  orden  meteorológico,  zoológico  y 
etnográfico  que  abogan  en  favor  del  río  Negro  como  límite  septentrional 
de  esta  cuarta  gran  región  física. 

La  meseta  patagónica  está  atravesada,  generalmente  de  este  á  oeste 
por  grandes  valles  en  cuyo  fondo  corren  ríos  permanentes  ó  treclieros,  va- 
lles que,  en  éi)ocas  anteriores,  mantenían  quizá  una  comunicación  entre 
el  océano  Atlántico  y  el  océano  Pacífico  como  hoy  sucede  con  el  estrecho 
de  Magallanes  ;  estos  valles  transversales  se  hallan  á  su  vez  subdivididos 
por  un  gran  niimero  de  cañadones  longitudinales  que  dan  al  conjunto, 
sobre  todo  en  ciertas  i)a.rtes  al  norte  y  al  sud,  una  fisonomía  caracterís- 
tica de  ddiitier.   Todo,  en  el  relieve  <le  la  Patagonia,  en  los  restos  de 


^  L:i  TieiTii  del  FiK^go  no  debe  separarse  de  esta  regiim  física  ni  motivar  uua  sub- 
división, pues,  ií  pesar  de  la  irrupción  de  las  aguas,  el  oaüañóii  ó  fjord  de  Magallanes 
no  constituye  un  límite  físico  distinto  del  que  presentan  los  cañadones  de  los  ríos 
Gallegos,  8anta  Cruz  ú  otros  unís  al  norte. 

"  Se  encuentran  también,  más  al  sud,  las  cuencas  lacustres  de  barrera,  típicas  dft 
las  regiones  anteriormente  sometidas  ;í  la  glaciación  y  correspondientes  á  los  fjords 
de  la  otra  vertiente,  pero  aunque  la  superficie  de  algunas  sea  mayor,  su  número  no 
es  tan  considerable  y,  sobre  todo,  no  presentan  la  hermosura  y  el  encanto  de  los  es- 
pejos de  cristalinas  aguas  en  donde  se  reflejan  las  cumbres  andinas  did  Neuquen. 


—  129    — 

sus  cordilleras  contralos  arrasadiis,  en  sus  numerosas  y  profundas  bre- 
chas, en  sus  capas  sedinu^itarias,  coiu'urre  á  atestijiunr  la  iioderosísima 
erosión  ;i  que  fué  sometida  antes,  cuaiulo  condiciones  meteorológicas 
muy  diferentes  de  las  actuales  reinaban  en  la  rc.üicMi. 

Fuera  del  litoral,  su  clima  es,  en  í>enerai,  severo  ])ero  sano.  La  tempe- 
ratura media  anual  (de  -\-  (5°  á  -j-  1'^°  Cels.)  corres])ondeá  la  de  los  Es- 
tados Unidos  septentrionales  y  á  la  Europa  central  y  norte.  La  amplitud 
<le  la  variación  media  anual  no  es  considerable,  dada  la  latitud  y  oscila 
entre  7°  y  15°  centííirados;  estas  condiciones  son  las  que  se  observan  en 
el  sur  de  la  Uni(>n  norteamericana  y  en  el  litoral  occidental  <le  Eurojja. 
Sin  embargo,  se  registran  á  veces  allí,  durante  el  verano  y  bajo  la  in- 
tluencia  délas  áreas  de  alta  ]nesión  del  Pacífico,  temi»eratnras  rigurosas 
—  35°  C,  año  1907)  i)ero  son  de  muy  corta  <luración. 

Esta  benignidad  relativa  del  clima  ])atagónico  corai>arado  con  el  que 
íí  latitudes  iguales  existe  en  el  hemisferio  boreal,  en  la  América  del 
norte  y  en  Eurasia  (variación  anual  de  30°  á  40°  C.)  debe  ser  atribuida 
al  adelgazamiento  progresivo  de  la  gran  península  austral  al  penetraren 
la  zona  de  las  altas  latitudes.  La  proximidad  de  los  dos  océanos,  la  fá- 
cil penetración  de  sus  va]iores  acuosos  hasta  el  centro  de  la  comarca 
(sur  de  Santa  Cruz)  neutralizan  las  condiciones  climatéricas  extremas 
que  la  latitud  autorizaría  á  suponer. 

El  régimen  de  las  lluvias  presenta  grandes  diferencias  segfm  se  con- 
sidera el  este  ó  el  oeste  de  la  región.  Al  este  y  también  en  el  interior,  la 
media  anual  de  precipitaciones  atmosféricas,  casi  igual  á  la  que  corres- 
l)onde  á  la  región  serrana  anteriormente  estudiada,  es  rany  débil  (de 
2()0mm  ^  3QQmm^  gg  (|(ic|j.  q||p^  fucra  de  los  valles,  márgenes  de  lagunas, 
hondonadas,  etc.,  las  condiciones  no  son  favorables  para  el  desarrollo  de 
la  agricultura.  Pero  al  oeste  y  al  sur,  esa  cantidad  aumenta  rápidamente, 
hasta  llegar  á  ser  perjudicial  ])or  su  excesiva  abundancia  en  las  costas 
chilenas  del  Pacífico. 

La  causa  de  aquella  gran  precipitación  en  la  zona  occidental  reside 
en  la  existencia  de  los  violentos  vendavales  del  tercer  y  del  cuarto  cua- 
drante, vientos  constantes  en  dichas  latitudes  durante  todo  el  año  y  ori- 
ginados por  el  contralisio  desviado  hacia  el  este  por  el  movimiento  de 
rotación  de  la  tierra.  Debido  á  esta  circunstancia,  los  ríos  tributarios 
del  océano  Pacífico  han  podido  penetrar  poco  á  poco,  gracias  al  mayor 
caudal  de  sus  aguas  y  á  su  fuerte  declive,  á  través  de  la  cadena  andina 
hasta  las  planicies  patagónicas.  Es  en  esta  forma  que  se  ha  constituido 
paulatinamente  un  divortium  aquarum  al  este  y  fuera  del  encadenamiento 
principal  de  la  cordillera,  y  es  alrededor  de  este  curioso  fenómeno  hidro- 
gráfico, que  representa  uno  de  los  rasgos  topográficos  característicos  de 
la  cuarta  región  natural  argentina,  que  ha  girado  toda  la  larga  y  ardua 
cuestión  de  límites  con  la  república  vecina. 

REV.   MUSEO  LA  PLATA.  —  T.   II.    (VIII,  29,  1908.)  9 


—   130  — 

Lluvias  insuficientes  al  este  y  precipitaciones  excesivas  al  oeste,  es  por 
consiguiente  la  región  intermedia  ó  sea  la  del  divortium  aquarum  la  que 
debía  reunir  las  condiciones  meteorológicas  más  favorables  para  su 
aprovechamiento.  Allí  es,  efectivamente,  donde  se  lia  desarrollado  en 
mayor  escala  la  colonización,  y  estas  circunstancias  explican  en  parte 
la  lucha  porfiada  que  la  soberanía  de  las  mejores  tierras  de  la  Patagonia 
occidental  ha  originado. 

Al  ocuparnos  de  las  regiones  anteriores,  hemos  visto  que  no  existe  un 
tipo  fitogeográfico  esencialmente  distinto  entre  las  regiones  serrana  y 
mediterránea  y  la  patagónica^  si  bien  se  constata  una  diminución  gra- 
dual en  el  número  de  las  esencias.  Sin  embargo,  los  citados  vientos  del 
océano  Pacífico  que,  atravesando  los  Andes  por  aquellos  boquetes,  lle- 
gan hasta  las  planicies  patagónicas  azotándolas  durante  casi  todo  el 
año,  imiJÍden  allí  de  una  manera  general  y  salvo  en  los  cañadones  y 
valles  bien  abrigados,  la  vegetación  arborescente  y  arbustecente  de  las 
latitudes  más  bajas  sometidas  á  otro  régimen  meteorológico. 

Pero  su  estrecha  sección  occidental  beneficiada  por  los  vapores  del 
Pacífico  así  como  el  sur  de  la  Tierra  del  Fuego  presentan,  debido  á  ese 
factor  tan  esencial  en  el  reino  vegetal  (humedad  y  lluvias)  un  carácter 
enteramente  diferente  y  pertenecen  á  la  llamada  formación  de  los  bos- 
ques antarticos  ó  del  Pacífico  austral,  particularizados  por  sus  inmensos 
bosques  de  hayas,  sus  cipreses,  sus  araucarias  y,  en  ciertas  partes,  sus 
magníficos  heléchos. 

Después  de  estas  particularidades  de  la  flora  patagónica,  deben  men- 
cionarse también  las  que  se  observan  en  su  fauna,  comparada  con  la  de 
las  regiones  septentrionales  :  en  el  proyecto  de  provincias  zoológicas 
ideadas  por  el  doctor  Fernando  Lahille  \  el  río  Negro  representa  la 
zona  de  separación  (el  límite  es  reportado  un  ijoco  al  sur)  entre  las  pro- 
vincias zoológicas  preandinas,  caracterizadas  por  los  Clamydophoridae, 
los  Tolypeutidae,  y  la  provincia  patagónica^  caracterizada  por  los  Bei- 
throdon  cunicíiloides,  Gavia  austraUs,  etc. 

Como  ocurre  para  la  flora,  el  número  de  los  representantes  de  su 
fauna  va  disminuyendo  proporcionalmente  al  aumento  de  latitud,  de 
de  manera  á  no  llegar  á  contener  ya,  de  océano  á  océano,  sino  las  espe- 
cies que,  más  al  norte,  quedan  confinadas  en  la  estrecha  zona  cordillera- 
na de  grandes  altitudes. 

Y  si  pasamos  ahora  al  representante  más  elevado  del  mundo  animal 
—  el  hombre  —  constatamos  que  el  río  Negro  forma  el  límite  bien  defi- 
nido entre  los  Tehuelches  al  sur  y  las  varias  tribus  indígenas  pamjDási- 
cas  al  norte,  y  será  este  argumento,  de  orden  etnográfico,  el  último  que 


^  Fernando  Lahille,  obra  citada.  Clasificación  basada  en  la  distribución  de  los. 
mamíferos. 


l'I.ANÜHA   Vm 


REPXJBt  ARGENTINA.. 


RtLACIÓN  DE  LOS  LIMITES  POLÍTICOS  CON  LAS  DIVISIONES  FÍSICAS 

mu      I    "1      I B 1^  i      r 


lej  i. ion 


Bíjpirajo. 


—  181   — 


inoiu'ioiiiiioinos  pava  jiustiticMr  h>  croacióu  «le  esta  cuarta  gran  división 

natural. 

Al  terminar,  damos  á  contiiuuición  un  cuadro  representativo  de  las 
agrupaciones  de  jirovincias  y  territorios  en  relación  con  sus  límites  po- 
líticos. 

Las  fronteras  administrativas,  en  gran  parte  convencionales,  no  pue- 
den coincidir  estreclianu^ite  con  las  fronteras  naturales,  de  manera  que, 
en  los  casos  dudosos,  benu)s  incorporado  las  provincias  ó  territorios  co- 
rrespondientes al  grupo  natural  con  el  cual  sus  caracteres  generales 
])resentaban  mayor  afinidad  ^ 

(  Gobernación  de  Formosa. 
I  ^«*''^^^'^"  «  í  -  del  Chaco. 

V  /  Gobernación  de  Misiones. 

Kegión  Litoral  li  Oriental '  Sección  b  \  Provincia  de  Corrientes. 


Sección  c 


Región  Mediterránea  ó  Central. 


Región  Serrana  ú  Occidental  . 


Región  Patagónica  ó   Austral 


Sección  a 


Sección  b 


I  Gobernaciói 


V  —  Entre  Ríos. 

^  Provincia  de  Santa  Fe. 
(  —  Buenos  Aires. 

Provincia  de  Santiago  del  Estero. 

—  Córdoba. 

—  San  Luis. 
Gobernación  de  La  Pampa. 

Provincia  de  Jujuy. 
\  —  Salta. 

i  —  Tucumán. 

'  Gobernación  de  los  Andes. 
,  Provincia  de  Catamarca. 
I  —  La  Rioja. 

)  —  San  Juan. 

—  Mendoza. 

Gobernación  del  Neuquen. 
ón  del  Río  Negro, 
del  Chubut. 

—  de  Santa  Cruz. 

—  de  la  Tierra  del  Fuego, 


Véase  mapa  número  IX. 


ENRIQUE  A.  S.  DELACHAUX 


f    10    DE    AUIÍIL    DE    1908 


Una  complicación  inesi)erada,  sobrevenida  en  el  curso  de  la  grave  en- 
fermedad que  le  tenía  xjostrado  y  que  ya  parecía  evolucionar  hacia  la 
mejoría  tantas  veces  deseada,  lia  producido  el  fallecimiento  del  señor  don 
Enrique  A.  S.  Delachaux ;  i^érdida  altamente  sensible,  casi  irreparable, 
no  sólo  imvn  el  Museo  de  La  Plata  al  cual  se  hallaba  estrechamente  vin- 
culado como  director  de  la  Escuela  de  Geografía  y  Dibujo  y  consejero 
académico,  sino  para  la  Universidad  nueva  que  podía  contarle  como 
uno  de  sus  mejores  elementos  por  su  reconocida  ecuanimidad  y  prepa- 
ración indiscutible. 

El  señor  Delachaux,  aunque  nacido  en  Is'euchatel  (Suiza),  el  18  de  abril 
de  1864,  era  ciudadano  argentino  desde  su  llegada  al  país  el  año  1888. 

Realizó  sus  primeros  estudios  en  el  colegio  Pestalozzi  en  Iverdom, 
€omi)lementándolos  en  la  Escuela  de  Dibujo  y  Matemáticas  de  la  misma 
«iudad;  y,  luego  más  tarde,  frecuentó  diversos  cursos  de  la  Sorbonne  y  del 
Museo  de  Historia  Xatural  de  París. 

Durante  su  permanencia  en  Francia,  formó  parte  del  Burean  Géogra- 
pMque  fundado  por  Vivien  de  Saint-Martín,  y  allí  pudo  colaborar  en  di- 
versas obras  geográficas  y  cartográficas,  especialmente  en  las  publicacio- 
nes y  atlases  históricos  y  modernos  de  aquel  conocido  geógrafo,  de  Log- 
non,  de  Schrader,  etc. 


—  i:?;-!  -- 

Llegado  al  i)aís,  y  <lesi)m's  úv  una  bievi'  rstadía  en  el  Departamento 
(lo  injivnioros  do  la  i»r()vin»'ia  de  líiienos  Aires,  el  «loctor  FraiKÜsco  P. 
Moreno  le  llevo  al  ^Nluseo  de  La  IMata  para  hacerse  cargo  de  una  nueva 
sección  de  geografía,  que  se  organizaba  por  aquel  entonces.  Allí,  su  labor 
de  gabinete  fué  continua,  pues  se  deseaba  comenzar  á  la  brevedad  posi- 
ble la  publicación  <le  un  gran  atlas  de  la  Reimblica  Argentina,  para  lo 
cual  se  bacía  lu'cesario  reunir  materiales  y  organizar  los  ya  existentes. 

Esta  tarea  fué  interruiniiida  en  1S!M¡:  el  doctor  Moreno  acababa  de  ser 
nombrado  perito  en  nuestro  secular  pbñto  de  fronteras  con  Cliile  y,  des- 
de entonces,  Delacliaux  dirigió  la  sección  cartográfica  y  ocupó  basta  1ÍJ()3 
la  secretaría  de  la  comisión  demarcadora,  aportando  á  la  labor  común  de 
sus  miembros,  tan  poco  divulgada  y  peor  recompensada,  toda  su  activi- 
dad y  conocimientos  especiales. 

Terminado  el  viejo  litigio,  cdu  la  (leuiarcación  del  arbitro  sobre  el  te- 
rreno, el  señor  Delachaux  fué  designado  en  190 i,  catedráti(;o  de  Geo- 
grafía física  en  la  Facultad  de  Filosofía  y  Letras  de  la  Universidad  Na- 
cional de  Buenos  Aires,  y  jefe  de  la  sección  cartográfica  del  Instituto 
Militar  del  Gran  Estado  Mayor. 

Por  último,  en  1005,  cuando  el  doctor  Joaquín  V.  González  esbozaba 
los  grandes  lincamientos  de  la  Universidad  platense,  quizo  ofrecer  á 
Delacbaux  un  puesto  de  confianza  y  de  trabajo ;  el  año  siguiente,  era 
nombrado  director  de  la  Escuela  de  Geografía  y  de  Dibujo  de  nuestro 
instituto,  y  en  ella  lia  desempeñado,  también,  la  cátedra  de  Geografía 
física;  siendo,  además,  consejero  académico  del  Museo  y  delegado  ante 
el  Consejo  Superior. 

Y  en  los  nuevos  cargos,  confirmó  una  vez  más  sus  antecedentes  de  la- 
boriosidad honrada  y  jíroficua.  Su  gestión  en  la  Escuela  de  Geografía  y 
Dibujo,  debe  señalarse  especialmente:  realizó  un  caso  de  verdadera  iden- 
tificación ;  en  los  últimos  tiempos,  puede  decirse  que  el  señor  Delachaux 
había  dedicado  todas  sus  energías  al  servicio  de  esa  sección,  que  se  per- 
feccionaba y  crecía  día  por  día  por  las  mejoras  diversas  que  le  sugería 
su  larga  práctica. 

La  índole  especial  de  los  cargos  desemx)eñadospor  el  señor  Delachaux, 
que  le  obligaban  á  un  trabajo  diario  continuo  y  nervioso,  no  le  ha 
permitido  dejar  una  bibliografía  coiiiosa.  La  mayoría  de  sus  artículos 
son  de  combate,  en  pro  de  la  teoría  argentina  en  la  cuestión  de  límites 
con  Chile,  y  vieron  la  luz  pública  en  diversos  diarios  políticos  de  Buenos 
Aires.  Sin  embargo,  debemos  mencionar  en  este  grupo  de  sus  ijublicacio- 
ues,  al  concienzudo  examen  crítico  del  estudio  del  señor  Juan  Steffens, 
que  publicó  en  1899,  en  la  Revista  del  Museo  de  La  Plata  ^ 

'  Límites  occidentales  de  la  República  Argentina.  El  articulo  del  doctor  Juan  Steffens  : 
La  cuestión  de  límite  chileno-argentina  con  especial  consideración  de  la  Patagonia.  Exa- 


—  134  — 

También  entre  sus  mejores  producciones  se  cuentan  :  la  conferencia 
inaugural  del  curso  de  geografía  en  la  Facultad  de  Filosofía  y  Letras  ' ; 
y  las  memorias  sobre  las  tierras  australes  -,  la  población  de  la  República 
Argentina  ^  y  los  problemas  geográficos  que  ofrece  nuestro  territorio  \ 

Entre  sus  trabajos  cartográficos,  que  suman  decenas  y  se  hallan  dis- 
persos en  multitud  de  publicaciones  desde  la  Argentine  Evidence  hasta 
el  artículo  de  diario,  mencionaremos  el  Atlas  meteorológico  de  la  Repú- 
blica Argentina  ■',  que  deja  inconcluso,  y  el  gran  mapa  mural  de  nuestro 
país  publicado  en  1906. 

Su  estudio  postumo,  que  no  tuvo  tiempo  de  ver  impreso,  se  inserta  en 
esta  Revista,  y  en  él  se  ocupa  de  la  división  del  territorio  argentino 
en  regiones  físicas. 

El  seíjor  Delachaux  era  también  un  conferencista  ameno,  un  divulga- 
dor amable  ;  y  puede  citarse,  como  una  de  las  mejores,  su  conferencia  en 
la  serie  de  las  dadas  en  1907  en  la  biblioteca  de  la  IJniversidad  de  La 
Plata. 

El  fallecimiento  del  señor  Delachaux,  iH'odujo  en  los  círculos  universi- 
tarios de  La  Plata  y  Buenos  Aires  una  sensación  de  pesar  intenso.  Ente- 
rado de  la  desgracia,  el  señor  i>residente  de  nuestra  Universidad  envió 
el  siguiente  telegrama : 

Chilecito,  10  de  abril  de  1908. 

Seilor  director  del  Museo  de  La  Plata. 

Recibo  con  intensa  pena  la  noticia  del  fallecimiento  del  eminente  y  querido 
profesor  Delachaux,  una  de  las  piedras  angulares  de  la  Univ^ersidad  y  sabio  ser- 
vidor del  país  en  momentos  más  difíciles.  Ruégole  transmita  al  Consejo  Acadé- 
mico y  á  la  familia  mi  pésame  más  doloroso.  Salúdalo. 

Joaquín  V.  González. 

men  crítico,  en  Revista  del  Museo  de  La  Plata,  IX,  3-78,  con  2  planchas  y  una  figura 
en  el  texto.  La  Plata,  1899. 

'  La  geogi-afía  física  moderna,  en  Revista  de  la  Universidad  de  Buenos  Aires,  II,  123- 
136.  Buenos  Aires,  1904. 

■^  Antártida,  en  Boletín  del  Instituto  Geográfico  Argentino,  XXII,  144-160,  con  un 
mapa.  Buenos  Aires,  1904. 

'  La  población  de  la  Re2)úbUca  Argentina.  Su  repartición,  densidad  y  ley  de  crecimiento, 
en  Revista  de  la  Universidad  de  Buenos  Aires,  III,  18-38,  cou  2  mapas.  Buenos  Aires, 
1905. 

*  Los  problemas  geográficos  del  territorio  argentino,  en  Revista  de  la  Universidad  de 
Buenos  Aires,  V,  130-144  y  201-227,  con  2  planchas  y  2  figuras  en  el  texto.  Buenos 
Aires,  1906. 

'  Atlas  meteorológico  de  la  República  Argentina.  Primera  parte.  Provincia  de  Buenos 
Aires,  23  páginas  y  24  mapas.  Buenos  Aires,  1901. 


—   130  — 

Por  otra  parte,  la  Facultad  de  Filosofía  y  Lotras  de  Buenos  Aires  sus- 
jieiidio  sus  clases  como  manifestación  de  duelo,  y  otro  tanto  se  hl/o  en 
todos  los  institutos  de  la  Universidad  de  La  Plata.  En  el  acto  del  sepe- 
lio, hicieron  uso  de  la  palabra  <'l  scfior  director  del  Museo  profesor  don 
Samuel  A.  Lalone  (Juevedo;  el  doctor  E.  Herrero  Ducloux,  en  nombre 
del  Consejo  Superior  de  la  Universidad  y  del  Consejo  Académico  del 
Museo;  y  los  señores  J.  M.  Rey,  A.  C.  Herrera  y  S.  Debenedetti,  en  re- 
presentación de  los  alumnos  de  las  escuelas  de  Dibujo  y  Geografía  y 
de  la  Facultad  de  Filosofía  y  Letras. 

He  aquí  el  discurso  del  doctor  Herrero  Ducloux: 


Señores  : 

En  nonibie  del  Consejo  Superior  de  la  Universidad  y  del  Consejo  Académico 
del  Museo,  vengo  á  rendir  el  homenaje  de  afecto  y  de  respeto  que  merece  la 
memoria  del  profesor  Enriípie  A.  S.  Delachaux. 

Al  aceptar  tan  doloroso  encargo,  no  lie  pensado  en  traeros  la  palabra  de  con- 
suelo que  necesita  vuestro  espíritu  ;  ante  el  amigo  perdido,  ante  el  maestro 
ausente  no  he  creído  que  debía  sujetarme  á  simples  formulismos  y  trazar  aquí 
la  vida  interna  de  trabajo  afanador,  que  ha  vivido  nuestro  compañero  de  ayer  : 
el  grano  de  arena  que  es  la  carga  de  la  hormiga  es  la  obra  del  hombre,  ante  la 
grandeza  de  la  ninerte. 

Yo  querría  haceros  sentir  intensa,  profundamente,  la  impresión  de  estupor 
que  me  produjo  la  noticia  del  desenlace  que  creíamos  tan  lejos,  y  las  amargas 
reflexiones  en  qae  me  sumergió  esta  cruel  ironía  de  la  suerte,  mientras  sona- 
ban en  mi  oído  aquellas  palabras  del  Libro  de  mi  amigo  «las  personas  queridas 
no  deberían  morirse  ». 

Y  recibido  el  golpe,  sacudido  aiín  por  el  choque,  bajo  el  bosque  que  el  viento 
hacía  vibrar  como  un  arpa  inmensa,  me  sentí  envuelto,  rodeado  de  los  espíri- 
tus que  en  sus  libros  me  han  hablado  del  doloroso  trance,  como  acuden  los 
amigos  cerca  del  caído,  unos  con  la  palabra  que  levanta  cariñosa  y  cálida,  otros 
con  la  risa  burlona,  con  la  ironía  fría,  con  la  palabra  de  duda  que  atenacea  el 
ánimo  y  lleva  á  la  desesperación  y  al  desaliento. 

Ha  muerto,  ha  huido  hacia  esa  región  del  silencio  y  del  olvido,  á  ese  país 
de  sombra  y  de  misterio  de  donde  jamás  se  vuelve  :  ha  abandonado  el  yimque 
en  la  mitad  del  día,  vencido  tras  cruenta  lucha  y  sin  volver  el  rostro  se  aleja 
cada  vez  más  en  el  tiempo  que  incesante  pasa.  Es  como  el  cadáver  del  marino 
lanzado  al  océano,  que  se  hunde  en  el  abismo  azul  de  capa  en  capa,  sin  tocar 
jamás  el  fondo  ó  las  orillas,  y  se  pierde  en  la  semiobscuridad  verdosa  hasta  que 
al  fin  se  disgrega  y  desmenuza,  volviendo  al  torbellino  de  la  vida. 

La  razón  se  resiste  á  aceptar  sin  protesta  esta  rapacidad  ciega  de  la  muerte  : 
llamad  eu  vuestro  auxilio  todos  los  dogmas  y  todas  las  creencias  y  los  credos 
más  consoladores  no  alcanzarán  á  sofocar  el  amargo  sollozo  que  oprime  la  gar- 
ganta, la  impresión  penosa  del  derrumbe.  ¡Cuánto  dice  en  su  silencio  trágico 


—   136  — 

la  boca  de  la  tumba!  Algunos  creeu  que  aquí  todo  coucluye,  otros  sostienen 
que  todo  empieza  :  todos  se  engañan,  porque  el  misterio  de  la  vida  y  de  la 
muerte  no  se  sondea  con  la  lógica  del  sentimiento.  Quizá  fué  en  el  borde 
de  un  sepulcro,  donde  el  esjjíritu  taciturno  de  La  Rocliefoucaiild  dijo  que  la 
filosofía  triunfa  del  pasado  y  del  i>orvenir,  jjero  es  vencida  por  el  presente,  y 
este  momento  adquiere  un  poder  desconocido  en  esta  mansión  del  sueño  que 
no  acaba. 

La  invisible  fuerza  que  cuaja  el  cristal  de  hielo  en  el  estanque,  es  la  misnuí 
que  madura  el  grano  en  el  fondo  de  la  flor  marchita  ;  la  euergía  que  multiplica 
los  infusorios  en  la  infecta  ciénaga,  es  la  que  hace  palpitar  el  huevo  bajo  el 
ala  del  pájaro  en  el  nido  :  la  potencia  que  disgrega  la  montaña  y  pulveriza  los 
organismos  muertos  es  la  que  rige  la  resijiración  suave  del  niño  dormido  en  la 
cuna.  Perjietua  renovación,  cambio  incesante,  evoluciíju  sin  tregua  que  á  nues- 
tros ojos  pasa,  y  de  nosotros  mismos  se  apodera  con  indiferencia  glacial :  es  el 
ángel  de  la  muerte  que  concibió  Wallin  el  poeta  escandinavo,  la  intrusa  que 
Maeterlink  soñó  en  j^avoroso  drama,  la  compañera  que  Lucrecio  enloquecido 
buscó  sin  encontrarla. 

Formamos  parte  de  ese  sistema  (j[ue  comienza  en  el  electr<m,  fracción  de  áto- 
mo, ijara  terminar  en  el  infinito  ;  somos  gotas  de  agua  de  ese  gran  río  que 
constituye  la  humanidad  tan  lleno  de  miserias  y  de  dolores,  de  ironías  y  de 
injusticias  ;  y  menos  aún,  somos  coljós  livianos  de  seda  que  en  el  capítulo  seco 
de  los  cardos  viene  á  arrancar  el  viento  en  las  llanuras,  jjara  arrastrarlos  en 
sus  torbellinos  ó  abandonarlos  en  el  fango,  felices  si  logramos  antes  de  perder- 
nos, deiiositar  la  semilla  en  el  repliegue  del  surco,  asegurando  para  el  mañana 
las  flores  violadas  que  decoran  la  desnudez  de  las  pampas. 

Los  hombres  superiores  como  Delachaux,  los  espíritus  de  cultura  profunda 
como  el  compañero  <|uerido  que  hemos  perdido,  no  necesitan  creer  en  recom- 
pensas de  ultratumba  para  llegar  á  la  abnegación  y  al  sacrificio  :  su  tarea  de 
sembradores  de  ideas  les  enseña  que  no  hay  nada  tan  noble  como  pagar  á  los 
que  han  de  sucedemos  la  deuda  contraída  con  los  que  nos  precedieron  ;  que  los 
más  puros  placeres  son  los  (jue  proporciona  el  culto  de  la  verdad  en  la  natura- 
leza ;  y  que  la  muerte  debe  ser  mirada  como  el  necesario  término  de  la  vida, 
porque  una  vida  sin  muerte  sería  como  un  fruto  maduro  que  no  se  desjjrende 
de  la  rama  que  vio  florecer  la  Primavera.  Pero  lo  desconsolador  es  que  este  fin 
prematuro  no  jjuede  justificarse,  no  satisface  á  la  razón,  y  el  desaliento  asoma 
y  se  insinúa  en  el  ánimo  ante  la  injusta  suerte,  de  aquel  que  trabajó  mucho 
sobre  la  tierra,  en  la  patria  de  su  adojjción  y  de  sus  afecciones,  en  su  campo 
de  estudios  ijoco  cultivado  hasta  hoy  y  donde  llegó  á  ser  maestro  eximio. 

El  consuelo  que  podemos  tener  es  pensar  que  la  ley  universal  con  él  también 
ha  de  cumplirse  :  el  viento  se  ha  ai)agado  sobre  el  mar  sin  límites  y,  sin  embar- 
go, la  ola  engendrada  corre  sobre  el  agua  como  escalofrío  gigantesco  y  va  á 
sonar  en  la  playa  desierta,  coronada  de  espuma.  El  sembrador  desaparece,  mas 
no  importa  :  ya  asomarán  las  yemas  buscando  el  sol,  y  luego  cuando  el  campo 
sea  como  una  inmensa  ola  de  oro,  las  bandas  de  los  pájaros  piratas  harán  oir 
el  himno  de  los  trigos,  el  eterno  canto  de  la  vida  triunfadora  de  la  muerte. 

ün  maestro  que  deja  discíjiulos  no  muere  nunca,  y  sois  vosotros  promesas 
de  saber  y  de  virtud,  quienes  ijerpetuaréis  mejor  que  la  lápida,  coronas  ó  him- 


—   187   — 

nos,  la  ineiuoiia  dt'l  lioiiilnc  do  rii-iu-ia  (\\n'  v\  IMusoo   conliiltü  conio  una  de  sus 
fohminas  más  tiu'vtes. 

Para  todo  hombre  joven  tiiu'  sij;a  la  (.'scoiidida  si-iida  de  ([iif  Ii;il»I<>  el  ixicIm. 
Delacliaux  es  ejemplo  diiíiio  y  raro,  tan  digno  de  imitar  como  difícil  de  igna- 
lar,  i)ndiendo  decirse  de  él  (|ue  reali/aba  el  tijío  ideal  del  sabio  alejado  del  ca- 
mino estrecho  de  la  ambici(')n  sin  fruto,  lepartiendo  su  tieni[M»  entre  la  ciencia 
de  su  predilección  y  su  lioi;;ir  t;iu  risuefio  ayer  y  destruido  hoy. 

Y  aluna  debemos  si'pararnos. 

Este  nu)uu>nto  solemne  va  ;i  huir  de  nosotros  en  el  rodar  [terpetuo  del  tiem- 
po, y  bien  pronto  no  seni  sino  un  ti'iste  recuerdo,  confundido  con  las  melancó- 
licas añoranzas  de  nuestra  niñez,  con  las  despedidas  hechas  en  la  puerta  del 
hogar,  en  lejana  provincia  cuando  abandonábamos  el  nido  caliente  todavía 
para  buscar  en  la  gran  capital  el  porvenir  tan  lleno  de  promesas. 

El  torbellino  de  la  vida  que  vivimos,  el  vertiginoso  movimiento  (jue  nos 
empuja,  sujetos  á  obligaciones  ineludibles  y  á  graves  responsabilidades,  dis- 
traerá nuestra  mente  de  tristes  preocupaciones  ;  pero  si  como  la  cuna  vacía 
ó  el  juguete  olvidado  hacen  revivir  el  recuerdo  del  pequeño  hijo  muerto, 
las  huellas  que  ha  dejado  en  el  Museo  de  La  Plata,  su  obra  personal  en  la 
Universidad  renovarán  su  imagen  ante  nuestros  ojos  y  creeremos  honrar  su 
memoria  respetando  los  rumbos  por  él  soñados,  en  esta  gran  obra  que  debe 
sobrevivimos,  en  este  organismo  gigante,  del  cual  somos  simples  rodajes, 
menos  aun,  dientes  de  rueda. 

¡Compañero  de  labor,  amigo  leal  cuya  pérdida  consideramos  irreijarable,  si 
me  escuchases  desde  el  seno  de  Dios  donde  reposas,  yo  te  pediría  como  Renán 
á  su  hermana  muerta,  que  nos  iniciases  en  los  secretos  qxie  dominan  la  muerte, 
que  nos  impiden  temerla  y  que  casi  nos  la  hacen  amar! 

Y  tus  palabras  como  aroma  de  invisible  incensario,  nos  harían  más  llevadera 
la  pesada  carga  á  través  del  camino  de  la  vida  hasta  que  el  ala  de  la  muerte  nos 
llevase  á  la  isla  del  ensueño,  donde  quizá  no  existe  ni  el  j)lacer  ni  el  dolor. 

He  dicho 


ESTUDIO 


SUPUESTAS    ESCORIAS    Y    TIERRAS  COCIDAS 

DE    LA   SERIE    PAMPEANA    DE    LA    REPÚBLICA    ARGENTINA 

Por  Félix  F.  OUTES,  doctor  ENRIQUE  HERRERO  DUCLOUX 
Y  DOCTOR   H.    BÜCKING 


INTRODUCCIÚíí^ 

Con  el  propósito  de  contribuir  al  conocimiento  del  verdadero  origen 
délas  «escorias  »  y  « tierras  cocidas»,  que  tanto  abundan  en  la  serie  pam- 
peana, liemos  emprendido  el  estudio  de  esos  materiales,  reuniendo  todos 
los  elementos  que  podían  ilustrar  el  criterio  del  geólogo  y  del  antropó- 
logo, en  la  interesante  cuestión  tan  debatida  desde  hace  muclios  años. 

La  primera  parte  de  esta  memoria,  comprende  una  breve  reseña  histó- 
rica délos  diversos  hallazgos  hechos  del  material  discutido,  complemen- 
tada con  una  revisión  de  las  muestras  conservadas  en  el  Museo  de  La 
Plata  y  por  las  observaciones  personales  que  uno  de  nosotros  ha  reali- 
zado en  el  terreno;  además,  se  ha  agregado  un  resumen  de  las  diversas 
opiniones  emitidas  para  explicar  el  origen  probable  délas  «escorias»  y 
« tierras  cocidas  ». 

El  estudio  químico  forma  la  segunda  parte,  y  en  el  cual,  para  mejor 
inteligencia  de  los  datos  analíticos  obtenidos,  se  han  separado  los 
materiales  estudiados  en  cuatro  grupos  diferentes.  En  el  primero  se  han 
considerado  distintas  muestras  de  loess,  en  las  cuales  se  hallan  incrusta- 
das las  «escorias»  y  «tierras  cocidas»;  en  el  segundo,  se  examinan  estos 
materiales  discutidos,  habiendo  elegido  muestras  tipos  para  su  aná- 
lisis completo  ;  en  el  tercero,  figuran  todos  los  elementos  de  comparación, 
numerosos  y  heterogéneos,  que  se  ha  podido  conseguir,  así  como  tam- 
bién los  ensayos  practicados  para  producir  «  escorias  »  y  « tierras  coci- 
das »  ;  y,  en  el  cuarto  grupo,  se  han  reunido  varias  « toscas  »  como  com- 
plemento del  estudio. 


—   139   — 

En  el  curso  de  nuestras  iuvestiiiacioiu's  pudimos  darnos  cncuta 
de  que  era  imprescindible  el  examen  microscópico  de  al{>unas  mues- 
tras típicas  del  uuiterial  discutido.  Con  tal  nu)tivo  solicitamos,  me- 
diante l(>s  buenos  oficios  del  doctor  Gualterio  Schiller,  la  colaboracáón 
del  distinguido  petrógrafo  doctor  H.  Backing,  director  del  Instituto 
Mineralógico  y  retrográfico  de  la  Universidad  de  Estrasl)urgo,  (|uien 
se  dignó  aceptar  nuestro  pedido.  liemos  enviado  al  doctor  IMicking,  no 
sólo  íragnientos  de  «  escorias  »  y  « tierras  cocidas  »  separados  de  las 
nniestras  más  típicas  y  mejor  documentadas,  sino  los  cortes  microscó- 
picos de  los  mismos,  preparados  con  toda  prolijidad  por  la  conocida  casa 
F.  Krantz,  de  Bonn.  Los  resultados  obtenidos  ]>or  nuestro  distinguido 
colaborador,  forman  la  tercera  parte  de  esta  memoria. 

Por  líltimo,  en  una  cuarta  parte,  nuo  de  nosotros  analiza  las  hipótesis 
diversas  con  que  se  ha  tratado  de  exi)licar  el  origen  de  los  materiales 
discutidos,  y  se  establecen  las  conclusiones  generales. 

Una  omisión  involuntaria,  pero  que  no  afectará  en  lo  más  mínimo  las 
conclusiones  á  que  se  arriba  en  esta  memoria,  no  ha  iiermitido  al  doctor 
Bücking-  examinar  muestras  del  loess,  como  tampoco  de  las  «  escorias  » 
y  « tierras  cocidas  »  obtenidas  en  el  laboratorio.  Oportunamente  se  salvó 
este  pequeño  inconveniente,  y  quizá  al  terminar  la  impresión  de  nuestro 
estudio,  recibamos  dichas  observaciones  comx)lementarias. 

Dr.  Enrique  Herrero  Ducloux.  Félix  F.  Outes. 

Eu  el  Museo  de  La  Plata,  juulo  26  de  1908. 


—   140 


PRIMERA  PARTE 


ANTECEDENTES  Y  OBSERVACIONES  PERSONALES 


Por  Félix  f.  outes 

Secretario  del  Museo  y  profesor  en  la  Universidad  naeional  de  La  Plata  ;  adscrijito  honorario  :'i  la  sección 
de  Arqueología  del  Museo  nacional  de  Buenos  Aires 


RESEÑA  HISTÓRICA 

Por  primera  vez,  el  año  de  18G5,  los  señores  Hensser  y  Claraz  descri- 
bieron con  algún  detalle,  en  nno  de  sns  siempre  interesantes  estndios 
sobre  la  geología  de  los  llanos  bonaerenses,  el  hallazgo  verificado  por 
ellos  en  niveles  inferiores  de  la  serie  pampeana,  de  ciertas  rocas  de 
aparente  naturaleza  volcánica,  fragmentadas  y  á  lo  sumo  del  tamaño  de 
un  puño,  de  un  material  que,  cuando  no  estaba  del  todo  descompuesto 
ofrecía  una  textura  francamente  celular  K  Y,  curiosa  coincidencia,  las 
«  escorias  »  á  que  acabo  de  referirme,  fueron  recogidas  en  la  Barranca 
de  los  Lobos,  la  misma  localidad  próxima  á  Mar  del  Plata  (partido  de 
General  Pueyrredóu,  en  la  provincia  de  Buenos  Aires)  donde  muchos 
años  después,  había  de  realizar  idénticas  observaciones. 

Desde  aquella  fecha,  transcurri(5  largo  espacio  de  tiempo  sin  que  vol- 
vieran á  hacerse  hallazgos  parecidos.  Recién  en  1887,  el  doctor  Floren- 
tino Ameghino  volvió  á  encontrar,  esta  vez  en  Monte  Hermoso  (partido 
de  Bahía  Blanca,  provincia  de  Buenos  Aires),  numerosas  muestras,  que 
extrajo  de  diferentes  niveles  - :  y,  el  año  siguiente,  los  viajeros  del  Museo 
de  La  Plata  reunían  en  el  clásico  yacimiento  nombrado,  una  copiosa  se- 

•  J.  C.  Heusser  et  G.  Claraz,  Essai  pour  servir  á  une  descriptiou  physique  et 
géognostique  de  la  province  argentine  de  Buenos  Aires,  en  Neuc  Denkschriften  (Nouveaux 
Mémoires)  der  Allgemeine  Schiveizeriche  Gesellscliaft,  XXI,  27.  Zürich,  1865.  Las  ae- 
ries  (le  las  Nene  Denkschriften,  se  ilivicleu  en  décadas  y  cada  estudio  tiene  foliación 
separada. 

^  Florentino  Ameghino,  Monte  Hermoso,  artículo  publicado  en  La  Nación  de 
Buenos  Aires  del  día  10  de  marzo  de  1887  ;  reimpreso  en  folleto  el  mismo  año.  Me 
referiré,  siempre,  á  este  último.  Véase,  en  el  caso,  la  página  5  y  siguiente. 


—   Ul   — 

rio  ',  al  juttpio  tiriiq»»  *\\H'  el  si'futr  (\irl<ts  Ainciiliino.  chníimIo  por  su 
hcnuaiio,  realizaba  otro  tanto  '. 

Luejio,  más  tarde,  el  doctor  AiiK\uhiiio  obtuvo  en  los  alrede<lores  de 
La  Plata,  eapital  de  la  provineiade  Buenos  Aires,  en  un  yacimiento  que 
no  describe  jtero  (pie  asiuua  al  piso  ensenadense  de  sus  clasificaciones 
estratiii'ráficas,  nuevas  uuu'stras  de  «  escorias  »,  semejantes  á  las  que  pi'o- 
cedían  déla  Barranca  de  los  Lobos  y  de  Monte  Hermoso  '. 

Por  último,  en  los  comienzos  de  1;M)4,  el  conocido  üe(')lo.i;<) doctor  Gus- 
tavo Steinmann  ])udo  visitar  acompañado  de  los  doctores  lloberto  Leli- 
mann-Xitsche  y  Santiago  Kotli,  los  interesantes  acantilados  de  la  costa 
comprendida  entre  el  cabo  Corrientes  y  la  desembocadura  del  arroyo  Oha- 
padmalal  y  en  los  cuales  se  halla  la  Barranca  de  los  Lobos,  á  que  me  he 
referido  anteriormente*.  Los  resultados  obtenidos  fueron  altamente  sa- 
tisfactorios, y  el  doctor  Lehmann-Xitsclie  manifiesta  en  uno  de  sus  últi- 
mos estudios  que  los  fragmentos  de  «escorias»,  no  sólo  se  retiraron  de 
los  niveles  más  inferiores  (hauicur  fVhomme),  sino  que  formaban  en  la 
barranca  capas  bien  definidas  (6'<>  <S  métres  (Vextomon  et  d'une  épa¡.s,seur 
jusqii'a  de  lo  centimétres)  ^.  Sin  embargo,  los  ejemplares  que  pudieron 
rennirse  fueron  siempre  de  pequeño  tamaño,  no  alcanzando  á  lo  sumo  el 
volumen  de  una  nuez,  aunque  siempre  de  estructura  celular. 

Los  antecedentes  que  se  refieren  á  la  «tierra  cocida»  son,  indudable- 
mente, mucho  más  numerosos. 

El  mes  de  enero  de  1874,  el  señor  Juan  Amegliino  encontró  los  pri- 
meros fragmentos;  poco  voluminosos,  excepcicmalmente  mayores  que 
una  avellana  y  de  un  color,  según  la  expresión  del  doctor  Ameghino, 
«igual  al  délos  ladrillos»  empleados  en  las  construcciones  de  Buenos 

'  Fkaxcisco  P.  Mojiíi'SO,  Musco  La  Flaia.  Informe  prdiminav  de  los  progresos  del 
Museo  La  Plata,  durante  el  2}rimer  semestre  de  1888,  7.  Buenos  Aires,  1888  ;  F.  P. 
MOREXO,  Museo  La  Plata,  Breve  reseña  de  los  progresos  del  Musco  La  Plata,  durante 
el  segundo  semestre  de  1888,    27.  Buenos  Aires,   1889. 

*  Florentino  Ameghino,  Lista  de  las  especies  de  mamíferos  fósiles  del  mioceno  su- 
perior  de  Monte  Hermoso,  hasta  ahora  conocidas,  4.  Buenos  Aires,  1888. 

'  Florentino  Ameghino,  Contribución  al  conocimiento  de  los  mamíferos  fósiles  de 
la  República  Argentina,  en  Actas  de  la  Academia  Nacional  de  Ciencias  en  Córdoba,  VI, 
899  y  siguiente.  Buenos  Aires,  1889. 

*  R.  Lehmann-Nitsciie,  Nouvelles  recherches  sur  la  formation  pampcenne  et  l'homme 
fossile  de  la  République  Argentine,  en  Revista  del  Museo  de  La  Plata,  XIV  (segunda 
serie,  I),  459  y  siguiente,  figuras  78  y  79.  Buenos  Aires,  1907. 

*  Lehmaxx-Nitsche,  Ibid,  459.  He  interrogado  al  doctor  Roth,  con  el  objeto  de 
obtener  mayores  detalles  sobre  los  estratos  á  que  me  he  referido  en  el  testo  y  me 
ha  manifestado  que  no  recuerda  haberlos  visto.  Por  mi  parte,  tampoco  he  hallado 
nada  semejante  lí  pesar  de  conocer  minuciosamente  aquella  región  de  la  costa  atlán- 
tica bonaerense.  Quizá  se  trate  de  una  disculpable  interj)retación  equivocada  del 
distinguido  antropólogo. 


—   142   — 

Aires  ^  Procedían  de  dos  capas  de  tosquilla  rodada  que  ofrece  el  depó- 
sito lacustre  que  se  extiende  desde  el  pueblo  de  Lujan  hasta  la  propiedad 
rural  conocida  con  el  nombre  de  quinta  de  Azpeitia  -.  Desde  entonces,  los 
hallazgos  se  sucedieron,  y  el  sabio  paleontólogo  que  por  aquella  época 
comenzaba  sus  investigaciones  sistemáticas  en  el  terreno,  pudo  retirarlos 
por  centenares  de  la  mayoría  de  los  yacimientos  que  excavó  en  la  cuenca 
del  río  de  Lujan,  desde  el  pueblo  de  ese  nombre  hasta  la  ciudad  de  Mercedes 
(partido  del  mismo  nombre,  en  la  provincia  de  Buenos  Aires),  como  tam- 
bién del  situado  en  la  margen  izquierda  del  arroyo  de  Frías ;  Kultur  lager 
que  aparecen  designados  en  sus  publicaciones  con  los  números  2,  3,  4  '', 
7  ''  y  1  ■',  respectivamente.  Los  fragmentos  reunidos  en  el  yacimiento 
número  2,  proceden,  sin  duda  alguna,  de  un  depósito  lacustre;  los  de 
los  números  3,  4  y  7  de  capas  que  sería  hoy  por  hoy  dudoso  clasiñcar, 
dado  los  motivos  que  expondré  en  otra  parte  de  esta  memoria;  y  por 
último,  los  del  número  1  del  loesH  pampeano. 

Algunos  años  después  los  señores  Santiago  Roth  y  Carlos  Ameghino 
obtuvieron  muestras  semejantes;  el  uno  del  Joess  y  de  un  Pfahlbau 
Ahlüfienm//,  en  las  proximidades  de  Ramallo  (partido  del  mismo  nombre, 
en  la  provincia  de  Buenos  Aires)  '',  y  el  otro  de  las  «  toscas  »  que 
formaban  entonces  la  ribera  del  río,  frente  mismo  á  la  capital  argen- 
tina ^. 

En  1884,  el  doctor  Ameghino  realizó  una  proficua  excursión  á  los  i)ar- 
tidos  de  Lobos  y  Lujan  y  obtuvo  en  este  último,  en  el  lugar  llamado 
Paso  de  la  Virgen  lo  mismo  que  en  un  arroyo  próximo  á  la  ciudad, 
numerosos  fragmentos  de  «  tierra  cocida  »,  retirados  todos  de  depó- 

'  Florentino  Ameghino,  La  antUiüedad  del  hombre  en  el  Plata,  II,  476.  Paris 
y  Buenos  Aires,  1881. 

*  Para  darse  cuenta  de  las  condiciones  estratigráficas  del  yacimiento,  conviene 
revisarla  parte  pertinente  del  libro  del  doctor  Ameghino  (Ameghino,  Antujiiedad,  etc., 
II,  459  y  siguiente,  plancha  XVII,  figura  527),  y  un  artículo  mío  publicado  en  1905 
(FÉLIX  F.  OuTEs,  Sobre  un  instrumento  paleolítico  de  Lujan,  en  Anales  del  Museo  Na- 
cional de  Buenos  Aires,  XIII,  170  y  siguientes,  figura  1.  Buenos   Aires,  1906). 

"  Florentino  Ameghino,  L'hommc  préhistorique  dans  la  Plata,  en  Bevue  d'Anthro- 
pologie,  VIII,  242  y  siguientes.  Paris,  1879  ;  F.  Ameghino,  La  plus  haute  antiqui- 
té  de  l'homme  dans  le  Nouveau  Monde,  en  Comjres  International  des  Américanistes,  comp- 
te-rendu  de  la  troisiéme  session,  Bruxelles,  1879,  II,  221  y  siguientes;  Brnxelles- 
Leipzig,  1879  ;  Ameghino,  Antigüedad,  etc.,  II,  451,  456,  461,  476  y  siguientes  ; 
Ameghino,  Mamíferos,  etc.,  56,  61,  62. 

*  Ameghino,  Mamíferos,  etc.,  61. 

^  Ameghino,  L'homme,  etc.,  245  ;  Ameghino,  La  plus  haute  antiquité,  etc.,  226; 
Ameghino,  Antigüedad,  etc.,  II,  489  ;  Ameghino,  Mamíferos,  etc.,  65. 

*  Santiago  Roth,  Ueber  den  Schadel  von  Pontimelo  (richtiger  Fontisuelas),  en  ^í- 
theilungen  aus  dem  anatomischen  Instituí  in  Vesalianum  zu  Basel,    8. 

■^  Ameghino,  Mamíferos,  etc.,  70. 


—    US  — 

sitos  que  sejixín  mi  distinguitlo  maestro,  serían  de  orijieii  lacustre  '. 

Poco  tiempo  (U'spués,  eueamiiiadas  sus  investi.uaeioues  liaeia  La  Pla- 
ta, volvió  á  encontrar  ^^ tierra  etteida»,  no  sok»  en  las  barrancas  (pie  do- 
minan la  grau  depresión  palustre  conocida  con  el  nombre  de  Bañados  de 
la  Ensenada,  y  en  los  estratos  de  arena  y  conchilla-  de  origen  marino  que 
caracterizan  esa  localidad  (piso  platense  de  sus  clasiñcaciones  estrati- 
gráficas)  -,  sino  también  en  las  capas  ijrofuudas  del  piso  euseuadense 
(Amegbino),  puestas  á  descubierto  durante  las  grandes  excavaciones  lie- 
cliasi>ara  la  construcción  del  puerto  de  La  Plata.  La  muestra  extraída 
«le  este  último  yacimiento,  era  «  un  grueso  fragmento»  y,  agrega  el  doc- 
tor Amegliiuo,  que  resultaba  «parecido  á  un  trozo  de  ladrillo  »  '. 

Otros  hallazgos  aislados  fueron  veriticados  en  diversas  oportunidades 
y,  lo  más  de  las  veces,  ocasionalmente.  Así,  en  1889  el  señor  Enrique  M. 
Landen  encontraba  en  Melincué  (provincia  de  Santa  Fe),  á  8™50  de 
profundidad,  pequeños  fragmentos  de  «tierra  cocida»  d'ime  couleur  hri- 
que  parfois  un  peu  foncée  * ;  el  doctor  Ameghino,  verificaba  la  existen- 
cia de  material  idéntico,  pero  rodado,  en  canias  de  tosquilla  intercaladas 
en  «  depósitos  lacustres  »  que  atribuye  al  piso  belgranense  de  sus  clasi- 
ficaciones °  y,  por  último,  en  1891,  el  doctor  Roth  encontraba  en  Puerto 
Gómez  (provincia  de  Santa  Fe),  al  pie  del  acantilado  que  domina  el  río 
Paraná  en  aquel  jiaraje,  une  piéce  hémisphérique  de  terre  cuite  y  de  la  gros- 
,seur  de  la  moitié  d'une  pomme,  d'une  couleur  rouge-noirátre  irréguUére  ; 
elle  était  enveloppée  de  loess  verddtre  recoiivert  a  son  tour  d'une  épaisse  con- 
crétion  calcairc  ^ 

Todos  estos  antecedentes  y  hallazgos,  en  verdad  sugerentes,  induje- 
ron en  1899  al  doctor  Lehmann-iíitsche  á  realizar  una  detenida  enquéte 
en  el  mismo  terreno,  que  llevó  á  cabo  acompañado  del  doctor  Carlos 
Burckhardt  y  del  señor  Roth.  En  el  curso  de  este  viaje,  obtuvieron  nu- 
merosos datos  y  materiales,  reimidos  los  unos  en  arroyo  Ramallo  donde  la 
« tierra  cocida »  en  fragmentos  rojos  de  5  á  15  milímetros  de  diámetro, 
se  encontraba  con  abundancia  en  mames  argileuses  verddtres  ou  grises ^ 
contenant  des  fragments  de  plantes,  des  restes  charbonneux...;  los  otros  en 
Saladillo,  cerca  del  Rosario,  en  la  i)rovincia  de  Santa  Fe,  igualmen- 
te rojos,  pero  extraídos  de  un  yacimiento  menos  típico,  y,  por  fin,  los 

'  Florentino  Ameghino,  Excursiones  (¡eológicas  y  paleontolóf/icas  en  la  provincia  de 
Buenos  Aires,  eu  Boletín  de  la  Academia  Nacional  de  Ciencias  en  Córdoba,  VI,  187,  195 
y  siguientes.  Buenos  Aires,  1884. 

*  Ameghino,  Mamíferos,  etc.,  .58. 
■'  Amí:ghino,  Mamíferos,  etc.,  72. 
'  Lehmann-Nitsche,  IMd,  445. 
'Ameghino,  Mamíferos,  etc.,  69. 

*  Lehmann-Nitsche,  Ihid,  451. 


—   144   — 

interesantes  por  más  de  un  concepto,  procedentes  de  un  gran  banco  de 
«arcilla  cocida  »  (d' argüe  cuite,  ex  Lehmann-Nitsche)  de  casi  tres  metros 
de  largo  por  30  centímetros  de  potencia  \  Este  curioso  depósito  se  halla 
situado  en  Alvear,  en  la  región  meridional  de  Santa  Fe,  en  la  margen 
de  un  arroyo  que  desemboca  en  el  río  Paraná;  incluido  en  el  pampeano 
entre  un  banco  de  «margas  verdosas»,  según  Burckliardt  y  cubierto 
l)or  un  espeso  manto  de  loess  pardo,  cólico,  con  numerosas  « toscas » 
ramificadas. 

Sobre  los  últimos  hallazgos  verificados  en  La  Plata  (1903)  y  en  las 
proximidades  de  Toay,  en  la  gobernación  de  la  Pampa  (1904),  se  tienen 
brevísimas  referencias.  Eespecto  del  primero,  se  sabe  que  el  fragmento 
de  «tierra  cocida  »,  fué  extraído  de  ocho  metros  de  profundidad  y  que  es 
rojo-amarillento  é  incrustado  de  « tosca  »  -;  en  cuanto  al  segundo,  el  doc- 
tor Ameghino  sólo  ha  dicho  que  se  trata  de  un  yacimiento  encontrado  á 
cincuenta  y  un  metros  de  profundidad,  al  construir  un  pozo  ^. 

De  la  anterior  reseña,  he  excluido  el  hallazgo  hecho  por  Carlos  Ame- 
ghino en  el  yacimiento  del  Paso  de  la  Virgen,  á  que  me  he  referido  en  los 
párrafos  precedentes,  de  los  restos  de  un  «fogón»  constituidos  por  «una 
gran  cantidad  de  tierra  cocida,  carbón  vegetal  y  algunos  huesos  carboni- 
zados y  reducidos  á  pequeñas  astillas,  todo  mezclado  y  formando  una  masa 
sumamente  dura  »  ''.  Tampoco  he  mencionado  las  investigaciones  realiza- 
das en  Córdoba  conjuntamente  por  los  doctores  Florentino  Ameghino  y 
Adolfo  Doering  y  que  dieron  por  resultado  materiales  importantes,  como 
ser  :  en  los  Altos  de  la  Universidad,  un  «fogón»  el  que  «parece  abrasar 
una  extensión  (;onsiderable  con  huesos  de  megatéridos,  toxodontes,  glyp- 
todontes y  rumiantes  carbonizados»,  según  dice  el  sabio  x)aleontólogo ;  y 
en  el  corte  del  ferrocarril  á  Malagüeño,  un  depósito  idéntico,  también 
«con  numerosos  fragmentos  de  carbón,  tierra  quemada  y  huesos  de  Toxo- 
don,  Mylodon,  Gliiptodon,  Tolypeutes,  EutaHis,  etc.,  unos  quemados  y  los 
otros  pisados  y  machacados  de  modo  que  están  reducidos  á  pequeños 


'  E.  Lehmaxx-Nit8Che,  L'homme  fossile  de  la  formation  pampéenne  (com-nninication 
préliminaire),  en  Conr/rés  International  (V Anthropologie  et  d' Arche'ologie  préliistorique . 
Compte-rendu,  de  la  dousiémc  sension.  Paris  1900,  145.  Paris,  1902  ;  R.  Lehmann- 
NiTSCHE,  Ueier  den  fossilen  men.ichen  der  Pampaformation,  en  Correspondenz-Blatt  der 
detitschen  Gesellschaft  für  Anthropologie,  EtTinologie  und  Urgeschichte,  XXXI,  108.  Mün- 
chen,  1901;  Lehmann-Nitsche,  Nonvelles,  etc.,  452;  Carl  Burckhardt,  La  for- 
mation  pampéenne  de  Buenos  Aires  et  Santa  Fé,  en  Lehmann-Nitsche,  Nouvelles,  etc. 
162  y  siguientes,  plancha  III,  perfiles  II  y  III. 

*  Lehmann-Nitsche,  Nouvelles,    etc.,  445. 

^  F.  AmeGhixo,  Paleontología  Argentina,  en  Puhlicaciones  de  la  Universidad  de  La 
Plata,  Facultad  de  Ciencias,  Físico- Matemáticas,  número  2,  77.  La  Plata,  1904. 

*  Amegiiixo,  Escursiones,  etc.,  195  nota;  véase  igualmente  :  Ameghixo,  Mamífe- 
ros, etc.,  65. 


—  145  — 

fragmentos»  '.  Kii  todos  ostos  casos,  loscrvo  por  completo  mi  opinión. 
Debo  hacer  notar,  antes  de  terminar  este  parágrafo,  que  tanto  las 
«escorias»  como  las  «tierras  cocidas»  i)roceden,  en  su  mayoría,  de 
<.'apas  profundas  de  la  serie  pampeana.  Excepcionalmente  se  han  hecho 
hallazgos  en  depósitos  rclativanu'jite  modernos  y,  conviene  llamarla 
atención,  también,  sobre  la  estrecha  relación  (pie  existe  entre  el  material 
referido  y  los  su[>uestos  depósitos  lacustres  intercalados  en  el  locss. 


^  11 


EL  MATERIAL  CONSERVADO  EN  EL  MUSEO  DE  LA  PLATA 

Como  un  complemento  <lel  parágrafo  anterior,  doy  á  continuación  una 
nómina  detallada  del  material  conservado  en  el  Museo  de  La  Plata,  en 
el  que  figuran  muestras  que  no  han  sido  descriptas  hasta  ahora.  Me  ocu- 
paré primero  de  las  «  escorias  »  y  luego  de  las  «tierras  cocidas»,  si- 
guiendo el  orden  cronológico  de  los  descubrimientos. 

a)  «  Escorias  »  de  INIonte  Hermoso,  traídas  por  las  expediciones  del 
Museo,  aunque  sin  otra  indicación  de  detalle.  Una  veintena  de  fragmen- 
tos de  tamaños  diversos,  algunos  figurados  en  la  última  obra  del  doctor 
LehmannOs^itsche  -.  Casi  todos  son  del  volumen  de  un  huevo  de  gallina, 
pero  los  hay  que  llegan  á  110  ><  100  milímetros.  De  color  gris,  en 
las  partes  más  conservadas  ;  ó  amarillo,  violáceo  y  rojo  en  las  superficies 
que  han  permanecido  á  la  intemperie.  La  estructura  siempre  es  franca- 
mente celular,  aunque  las  celdillas  resultan  muy  irregulares,  tanto  por 
su  forma  como  por  el  tamaño.  Sin  embargo,  en  un  fragmento  rodado,  son 
aquéllas  muy  semejantes,  casi  siempre  de  medio  milímetro  de  diámetro. 
En  muchos  casos,  las  cavidades  luencionadas  conservan  en  su  interior  el 
brillo  vitreo  primitivo.  Cuando  las  «  escorias  »  están  bien  conservadas. 


^  Véase  eu  primer  término  :  F.  Ameghixo,  Informe  sobre  el  museo  aniropolóíjico  y 
paleontológico  de  la  Universidad  Nacional  de  Córdoba  durante  el  ario  1885,  en  Boletín 
de  la  Academia  Nacional  de  Ciencias  en  Córdoba,  VIII,  353 ;  Buenos  Aires,  1885 ;  como 
complemento,  revísense:  Ameghixo,  Mamíferos,  etc.,  68  y  siguientes,  y  Lehmann- 
'N ir acuE,  Noiivelles,  etc.,  435;  Adolphe  Doerii^G,  La  formation  jjampécnne  de  Córdo- 
ba, en  Lehmanx-Nitsche,  Nouvelles,  etc.,  177,  179  y  185.  Eu  el  Museo  de  La  Plata 
existe  parte  del  «  fogón  »  de  Malagüeño,  traído  por  el  doctor  Ameghino  y  que  mi 
distinguido  colega  el  doctor  R.  Lehmann-Nitsclie  ha  considerado  en  su  último  libro 
{Nouvelles,  etc.,  435  y  siguiente),  quizá  mal  informado,  como  procedente  de  los  Altos 
.de  Córdoba  (Observatorio  astronómico), 

^  Lehmann-Nitsche,  Nouvelles,  etc.,  80  á  82. 

EEV.   MUSEO   LA  PLATA.   —  T.   II.    (VHI,    31,    1908.)  10 


—  146  — 

son  resistentes ;  es  difícil  quebrarlas  con  los  dedos  pero  se  rayan  con 
una  punta  de  acero.  Las  partes  descompuestas  son  muy  friables.  El  loess 
que  envuelve  todavía  algunos  pedazos,  es  jMrdo  claro  y  sumamente  are- 
noso. En  ningún  caso  he  encontrado  incluidos  en  las  muestras,  restos 
animales  ó  vegetales  '.  En  este  grupo  de  fragmentos,  llama  la  atención 
uno  bastante  bien  conservado,  voluminoso,  que  actualmente  pesa  192 
gramos,  de  color  gris  obscuro  y  con  celdillas  siempre  esferoidales.  Lo 
considero  como  el  más  típico  recogido  en  Monte  Hermoso  y  fué  por  ello 
que  se  envió  una  parcela  del  mismo  al  profesor  doctor  Bücking,  para  el 
examen  microscópico  -. 

h)  «  Escorias  »  de  la  Barranca  de  los  Lobos,  obtenidas  durante  el  via- 
je de  los  doctores  Steinmann,  Roth  y  Lebmann-aSritscbe  y  divulgadas,  al- 
gunas, en  la  obra  de  este  último  especialista  ''.  Fueron  recogidas  en  la 
base  del  acantilado  y  se  hallan  envueltas  en  loess  pardo  claro,  compac- 
to, duro  y  muy  poco  arenoso.  Por  lo  demás,  las  muestras  presentan  los 
mismos  caracteres  que  las  de  Monte  Hermoso  pero  son,  en  cambio,  de 
pequeíjo  tamaño,  á  lo  sumo  del  volumen  de  una  nuez.  En  tres  ejemplares 
sueltos  he  obtenido  10, 11  y  11  gramos,  respectivamente  de  peso.  No  pre- 
sentan trazas  de  haber  sido  rodadas,  y  no  contienen  el  menor  resto  ani- 
mal ó  vegetal. 

c)  «  Tierras  cocidas  »  de  la  cuenca  del  río  de  Lujan  pertenecientes  á  la 
antigua  colección  Ameghino,  aunque  sin  otros  detalles.  Alrededor  de  40 
fragmentos  de  diversos  tamaños  ;  los  menos,  como  un  huevo  de  gallina, 
los  más,  del  volumen  de  una  avellana.  Pesan  los  mayores  103,  11  y  25 
gramos  y  los  chicos  8,  6  y  5  gramos.  Todos  muy  rodados,  tienen  la 
superficie  externa  amarillenta  ó  rosa  pálido;  seccionados  resultan 
generalmente  poco  homogéneos,  pues  la  masa,  en  su  mayor  i)arte,  está 
constituida  por  un  material  verdoso,  de  coloración  parecida  á  la  de  los 
supuestos  sedimentos  lacustres  pampeanos,  y  en  la  cual  se  notan,  con  la 
ayuda  del  lente,  pequeños  agregados  color  rosa  é  infiltraciones  negras  ó 
parduzcas.  En  otros  casos  se  trata  de  una  verdadera  brecha,  cimentada 
en  el  material  verdoso  á  que  me  he  referido  y  formada  por  fragmentos 
rodados  muy  pequeños  pero  que  conservan  aún  sus  ángulos,  y  á  los  que 
se  han  agregado,  por  excepción,  pedazos  de  mayor  tamaño. 

d)  «  Tierras  cocidas  »  del  yacimiento  del  Paso  de  la  Virgen,  pertene- 
cientes á  la  antigua  colección  Ameghino.  Se  trata  de  dos  fragmentos  de 
gran  tamaño,  que  presentan  al  exterior  un  color  pardo  amarillento  y 
cierta  pátina  curiosa,  cuyo  origen  no  me  explico.  No  están  rodados,  pero 

•  Para  el  examen  lie  empleado  lentes  de  Leitz-Wetzler,  desde  20  á  40  diámetros  de 
aumento. 

^  Muestra  III,  x^ágina  185  de  este  memoria. 

'  Lehmann-Nitsche,  Nouvelles,  etc.,  figuras  78  j  79. 


—  U7  — 

sí  pulimentaílos  en  piívto  i»u'  el  viento,  i iit ripiado  por  el  aspecto  de  estas 
muestras  las  seccioné,  y  me  encontré,  con  verdadera  sorpresa,  en  presen- 
cia de  una  masa  lioiuojiénea,  lii»erainente  verdosa,  tal  cual  los  sii])uestos 
depósitos  lacustres  pampeanos,  y  con  abundantes  impresiones  de  vege- 
tales y  de  Littorimda  Amegliinoi  (Doe.),  y  aun  restos  mal  conservados 
de  este  gasterópodo.  En  cambio,  no  he  notado  el  men(»r  rastro  de  la 
supuesta  acción  del  fuego,  etc. 

e)  «  Tierras  cocidas  y>  de  Melincué  remitidas  al  Museo  por  el  señor  En- 
rique N.  Landen  \  Estas  muestras  presentan  el  aspecto  de  las  similares 
encontradas  á  diferentes  niveles  de  la  serie  pampeana;  i)ero,  no  admito  en 
manera  alguna,  su  isocronismo  con  los  fragmentos  de  carbón  vegetal  que 
las  acompañan,  pues,  estos  últimos,  se  hallan  exageradamente  bien  con- 
servados y  no  presentan  adherencias  de  «  tosca  »,  como  las  «  tierras  coci- 
das »,  ni  el  loesH  se  ha  depositado  entre  las  fibras  ó  infiltrado  al  interior. 

/)  «  Tierra  cocida  »  de  Puerto  Gómez,  recogida  por  el  doctor  Eoth  en 
1891  -. 

g)  «Tierra  cocida»  de  Saladillo,  encontrada  por  el  doctor  Eoth  en  1891. 
Se  trata  de  un  fragmento  achatado,  cuya  forma  corresponde  á  la  mitad 
(le  una  elipse,  pero  no  tengo  ambajes  en  considerarlo  como  un  ladrillo 
moderno,  dado  los  detalles  característicos  que  x)resenta  su  interior. 

h)  «  Tierras  cocidas  »  del  yacimiento  de  Alvear,  traídas  en  1891  por 
el  doctor  Roth.  Estas  muestras  no  se  presentan  uniformemente  rojas, 
sino  se  trata,  más  bien,  de  multitud  de  pequeños  fragmentos  del  mate- 
rial discutido,  cimentados  en  Joess  jiardo.  El  color  de  aquéllos  es  rojo  vi- 
vo y  se  disgregan  fácilmente  de  la  masa  arcillosa  en  que  se  encuentran. 

i)  «  Tierras  cocidas»,  sacadas  de  un  pozo  antiguo  (4™50  de  profundi- 
dad) existente  en  la  estancia  Santa  Eita  (partido  de  la  Magdalena,  pro- 
vincia de  Buenos  Aires),  y  traídas  al  Museo  en  1894  por  el  doctor  Fer- 
nando Lahille  y  el  preparador  Emilio  Beauflls.  Varios  fragmentos  de  pe- 
queño tamaño,  de  forma  irregular  y  de  coloración  rojo  vivo.  !íío  abrigo 
duda  alguna  de  que  se  trata,  en  el  caso,  de  ladrillos  modernos,  quizá  los 
mismos  que  se  emplearon  en  la  construcción  del  muro  que  debió  rodear 
la  boca  de  la  excavación. 

j)  «Tierra  cocida»  de  Chapadmalal,  recogida  en  1890  por  el  doctor 
Eoth.  Un  gran  fragmento,  cuya  forma  es  imposible  describir  pues  se 
halla  incrustado  en  « tosca  »  durísima,  de  un  aspecto,  esta  última,  muy 
semejante  al  que  presenta  el  material  que  constituye  el  gran  banco 
IV,  rejjresentado  en  el  esquema  2  de  la  plancha  I  de  este  memoria. 
En  su  interior,  la  masa  se  presenta  compacta,  rojo-violácea  y  con 
infiltraciones  de  una  substancia  negra,  ligeramente  azulada.  De  esta 

'  Vt'ase  la  píígina  143  de  esta  memoria. 
-  Véase  la  página  143  de  estai  memoria. 


—    U8  — 

« tierra  cocida  »  se  envió  un  fragmento  al  profesor  doctor  Bücking  \ 
li)  «  Tierras  cocidas  »  de  la  Barranca  de  los  Lobos,  reunidas  en  189C 
por  el  doctor  liotli.  Pequeños  fragmentos  de  forma  irregular,  de  color 
rojo  vivo,  cuyos  pesos  son  O,  8,  G,  G  y  C  gramos  y  envueltos  en  loess  par- 
do claro. 

I)  «  Tierras  cocidas  >>  de  Eamallo,  recogidas  en  1890  por  los  doctores 
Lelimann-Nitscbe,  Eotli  y  Burckliardt  ■. 

II)  «Tierra  cocida»  de  La  Plata,  encontrada  en  1903,  y  donada  al  Mu- 
seo por  el  doctor  Lelimann-Xitsclie  ^. 

m.)  «  Tierra  cocida  »  de  la  Barranca  de  los  Lobos,  recogida  en  líX)!  por 
los  doctores  Lelimann-Nitscbe,  Steinmann  y  Eotb  *.  La  etiqueta  que 
acompaña  esta  muestra,  dice  fué  encontrada  á  S'^oO  debajo  de  la  capa 
superior  de  «  escorias  »  ^.  Se  trata  de  un  fragmento  poco  voluminoso, 
acbatado,  de  color  rojo  pardo  y  con  la  superficie  pulimentada  como  si 
bubiese  sido  rodado  por  las  aguas.  Pesa  actualmente  G8  gramos  y  se 
raya  con  la  uña  con  toda  facilidad. 

7i)  «  Tierra  cocida  »  de  los  acantilados  situados  al  nordeste  de  Mar  del 
Plata  (partido  de  General  Pueyrredón,  provincia  de  Buenos  Aires),  re- 
cogida por  los  doctores  Steinmann,  Lebmann-ísitscbe  y  IJotb,  en  1904. 
Fragmento  de  forma  irregular,  color  rojo  sucio,  mejor  dicbo  borra  de  vi- 
no, liviano  para  su  tamaño  —  pesa  8  gramos  —  y  con  restos  adberidos 
de  loess  pardo  claro.  Esta  muestra  es  sumamente  áspera  al  tacto  y  se  ra- 
ya con  la  uña. 

ñ)  «  Tierra  cocida  »  de  la  laguna  Brava  (partido  de  Balcarce,  i)rovin- 
«ia  de  Buenos  Aires).  Fué  encontrada  por  el  doctor  Gualterio  Scbiller  y 
por  mí,  el  2G  de  mayo  de  1907,  incluida  en  un  depósito  verdoso,  de  apa- 
riencia lacustre,  situado  en  la  costa  sudoeste  de  la  laguna.  Es  un  peque- 
ñísimo fragmento  color  rojo  vivo,  de  1  milímetros  de  diámetro  y  que  se 
liallaba  á  P^SO  de  altura  con  respecto  al  plano  de  la  playa. 


III 


OBSERVACIONES    PERSONALES 

La  costa  atlántica  bonaerense,  después  de  alcanzar  quizá  su  mayor 
altura  en  cabo  Corrientes,  donde  las  últimas  estribaciones  de  las  sierras 

'  Muestra  XIX,  págiua  186  de  esta  memoria. 

^  Véase  la  págiua  143  de  esta  memoria. 

^  Véase  la  página  144  de  esta  memoria. 

^  Véase  la  página  141  de  esta  memoria. 

^  Véase  la  página  141  de  esta  memoria  y  la  nota  5. 


lÍEV.  Museo  de  La  Plat 


Fig.  1.  —  Vista  general  de  la  Barranca  do  los  Lobos  y  do  la  bajada  de  Martínez  de  Ho 


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;.  2.  —  I,  tierra  ve^utal ;  II,  depósito  de  apariencia  laeiistie  :  III,  locss  ile  la  división  superio 
rV",  gran  manto  de  « tosca » ;  V,  loess  de  la  división  inferior.  Para  el  detalle  de  loa  haUazg 
indicados  con  números  arábigos,  véanse  las  páginas  150  &  152  de  esta  meinoi-ia. 


—   149  — 

piileozoicas  del  sistema  oroüráfico  central  «le  Im  i>r<>\  iiici;i  de  Buenos 
Aires  se  internan  en  el  Hi;ir.  connenza  á  descender  pMulatiiiainente;  ter- 
minando, ])or  lo  jienernl,  las  t-olinas  del  interior  en  un  ])lano  incliuiulo 
poco  violento  {\uo  uniere  en  l;i  playa,  suavizado  aun  más  en  sus  denive- 
les notables  por  l;i  ;iren;i  de  los  médanos  (pu'  allí  existen,  y  (\no  s(')lo  lle- 
ga á  ser  interrumpido,  en  determinados  lugares,  jxir  a  tioramientos  aisla- 
dos de  cuarcita. 

Cuatro  kilómetros'  al  sudoeste  de  punta  Mogotes,  la  meseta  (conti- 
nental avanza  bruscamente  hasta  el  mar,  dejando  muy  limitados  espa- 
cios de  idaya  libres  á  los  que  es  de  todo  punto  imi)osible  llegar,  pues 
el  nivel  ordinario  de  Jas  aguas  coincide  con  la  base  del  acantilado,  el 
(pie  alcanza  ;i  tener  20  á  25  metros  de  altura  y  es  cortado  á  pico  ".  Sin 
embarg(>,  más  al  sudoeste,  á  25  kilómetros  de  ]\Iar  del  Plata,  existe  una 
cómoda  bajada  construida  por  orden  del  señor  don  Miguel  Alfredo 
^Martínez  de  Hoz,  uno  de  los  hacendados  argentinos  más  i^rogresistas. 
En  ese  lugar  que  es,  precisamente,  la  verdadera  Barranca  de  los  Lobos 
ó  La  Lobería  como  suelen  llamarlo  algunos,  el  espacio  de  playa  ó  zócalo 
existente  resulta  también  limitado,  pues  á  lo  sumo  alcanza  á  tener  150 
metros  de  longitud  por  25  metros  de  ancho  máximo.  En  adelante,  la 
costa  continria  inaccesible  pero  los  acantilados  no  son  tan  elevados  y 
comienzan  á  notarse  espacios  de  playa  más  amplios,  á  los  que  puede 
descenderse,  con  cierta  dificultad,  por  una  estrecha  torrentera  que  existe 
á  4:  kilómetros  de  la  bajada  de  Martínez  de  Hoz. 

De  cualquier  modo,  la  región  á  que  acabo  de  referirme,  no  obstante  los 
inconvenientes  para  el  acceso,  ofrece  uno  de  los  cortes  más  interesantes 
de  la  serie  pampeana,  por  lo  menos  uno  de  los  más  nítidos,  pues  allí  no 
existe  vegetación  alguna  y  el  inmenso  acantilado  sólo  está  i)erforado 
por  millares  de  cuevas  de  Cyanolyseus  patagonicus  (Vieill.). 

Aprovechando  breves  períodos  de  descanso  que  he  pasado  en  Mar  del 
Plata,  visité  en  más  de  una  ocasión  la  Barranca  de  los  Lobos.  Por  lo 
general,  mis  hallazgos  fueron  limitadísimos ;  pero  en  1907,  quizá  debi- 
do á  que  ese  año  los  agentes  erosivos  habían  actuado  más  poderosa- 
mente, pude  obtener  mejores  resultados.  Fué  por  ello  que  me  dicidí  á  pu- 
blicar estas  observaciones,  y  que  solicítela  colaboración  del  señor  vice- 
director  del  Museo,  doctor  Enrique  Herrero  Ducloux,  para  realizar  un 
estudio  conjunto  que  comprendiese  el  examen  químico  de  las  diversas 
muestras  de  rocas,  «  escorias  »,  etc.,  recogidas.  Además,  á  mediados  del 


'  Las  distancias  son,  siempre,  aproximadas. 

'  Los  señores  Heusser  y  Claraz,  estimaron  en  70  á  80  pies  la  altura  de  los  acan- 
tilados de  la  Barranca  de  los  Lobos  (Ibid,  96),  casi  la  misma  indicada  en  los  derro- 
teros más  conocidos  (véase,  por  ejemplo,  The  South  America  Pilot,  I,  244.  Londou, 
1885). 


—    150    — 

aiio  pasado,  realizó  con  los  doctores  Herrero  Bucloux  y  Gualterio  Scliil- 
1er,  jefe  de  la  sección  mineralógica  del  Museo,  una  excursión  comple- 
mentaria á  la  localidad  que  me  ocupa  y  que  ampliamos  basta  cuatro  ki- 
lómetros al  sudoeste  de  la  bajada  nombrada. 

Bien  pues;  los  resultados  obtenidos  en  mis  excursiones  particulares 
y  en  labecba  por  cuenta  del  Instituto  á  que  pertenezco,  son  los  que  re- 
sumo á  continuación. 

La  serie  pampeana  en  La  Lobería  ó  bajada  de  Martínez  de  Hoz,  se 
presenta  relativamente  uniforme  y  no  ofrece  los  detalles  tan  variados  y 
sugerentes  que  se  observan  más  al  sudoeste  y,  aun  mismo,  en  los  acanti- 
lados que  se  extienden  desde  Mar  del  Plata  al  nordeste  hasta  llegar  á 
las  proximidades  de  la  laguna  Mar  Chiquita  (partido  del  mismo  nombre, 
en  la  provincia  de  Buenos  Aires). 

En  el  nivel  más  superior,  inmediatamente  después  de  la  capa  de  hu- 
muSy  que  allí  alcanza  á  tener  60  á  50  centímetros  de  potencia,  existe  un 
depósito  margoso  de  color  verde  amarillento  y  cuya  extensión  visible 
alcanza  á  unos  30  metros,  pues  desaparece  bajo  el  plano  inclinado  que 
sirve  para  llegar  á  la  playa  y  á  que  me  he  referido  en  párrafos  anterio- 
res (véase  pl.  I,  fig.  2,  II).  Se  nota,  allí,  una  estratificación  marcada  en 
sinclinal,  como  también  capas  de  tosquilla  rodada. 

En  ese  depósito  he  encontrado  en  el  lugar  1  (pl.  I,  flg.  2)  : 
Scelidothet'ium   sp.    :   un   fragmento    de    costilla,   un    fragmento   de 
tibia. 

El  loess  sobre  el  cual  descansan  las  margas  es  de  color  pardo  claro  ; 
subestratiflcado  en  parte — notándose  mejor  este  detalle  desde  cierta 
distancia —  con  limitadísima  cantidad  de  arena;  muy  pobre  en  «tos- 
ca »,  indistintamente  disgregable  ó  resistente  según  los  sitios;  y  for- 
mando unafuerte  capa  de  14  metros  de  potencia  (pl.  I,  fig.  2,  III).  Á  pesar 
de  haber  revisado  con  cuidado  repetidas  veces  esta  parte  del  corte,  no 
he  hallado  fósiles  ni  restos  de  otra  especie. 

Inmediatamente  después  (pl.  I,  flg.  2,  IV),  existe  un  banco  de  « tosca  » 
de  color  pardo-grisáceo,  compacta,  durísima  y  con  pequeños  canalículos 
ó  cavidades  cuyo  interior  es  ligeramente  negruzco.  Este  banco  tiene 
un  espesor  casi  constante  de  1"50;  no  es  del  todo  horizontal  sino  se 
inclina  casi  3°  hacia  el  sudoeste,  sigue  en  esa  dirección  hasta  perderse 
de  vista  á  la  distancia,  pero  me  ha  sido  imposible  verificar  si  continila 
al  nordeste,  pues  su  color  es  tan  parecido  al  del  loess^  que  la  confusión 
resulta  inevitable.  Sin  embargo,  he  marcado  en  el  esquema  de  la  plancha 
III  (pl.  III,  fig.  2,  1\)  el  lugar  hasta  donde  he  podido  seguirlo  con 
relativa  seguridad. 

Luego  reaparece  el  loess  ;  de  color  pardo,  ligeramente  más  obscuro 
que  el  del  nivel  superior;  con  estratificación  definida,  aunque  en  muchos 
lugares  reducida  á  pequeñas  cavidades  aisladas;   con  muy  i^oca  arena; 


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con  evstratos  ('((iitinuiídos  de  <.<  toscii  »  de  cslructuní  liiiniíuii,  ó  minie- 
rosas  ¡.ocsnhindl  rauíitu-atlas  y  oii  piona  tbiiiuición,  ó  glandes  masas  ic- 
nitonues  de  «tosca»  que,  fracturadas,  ofrecen  drusas  colmadas  de 
cristales  de  calcita  (pl.  I,  ñg.  2,  V,  >  pl.  II,  íig-.  1  y  2).  La  playa  y  las 
rocas  que  emeruen  de  entre  las  anuas  están  formadas  ])or  este  mismo 
/()('.s'.v,  en  aiiarieneia  mucho  más  obscuro  pero  que,  deshidratado,  toma  el 
mismo  color  ¡i  que  me  he  referido  más  arriba.  La  cajia  de  loess  basal 
alcanza  a  tener,  desde  el  nivel  del  mai-  hasta  el  límite  inferioi-  del  j^ran 
banco  de  « tosca  »,  unos  11  metros  de  ])otencia.  lie  tenido  la  fortuna 
de  realizar  en  ella  numerosos  hallaz<i()s. 

En  el  lugar  2  (pl.  II,  tíg-,  2),  he  en<;ontrado  un  fragmento  bastante 
voluminoso  de  « tierra  cocida  »  puCvS  alcanza  á  65  X,  50  milímetros ;  de 
f(a-ma  irregular;  con  un  peso  de  64,5  gramos;  coloreado  de  rojo-ocráseo 
en  muy  limitada  extensión  de  su  superficie  y  el  resto  fuertemente  infil- 
trado de  loc.ss.  Seccionado,  su  interior  se  presenta  compacto,  aunque 
con  algunas  cavidades  circulares  de  1  á  0,5  milímetro  de  diámetro  ó 
ligeramente  alargadas;  y  coloreado  de  gris,  salvo  una  pequeñísima  zona 
de  10  milímetros  de  espesor  que  es  pardo-rojiza  y  que  corresponde  á  la 
superficie  á  que  me  lie  referido  anteriormente.  Este  fragmento  estaba 
aislado,  bajo  una  Loesslcindl. 

Del  lugar  3  (pl.  II,  fig.  2)  retiré  dos  placas  de  las  bandas  movibles  de 
nna  especie  de  Mocrocuphractus,  que  me  ha  sido  imposible  identificar 
con  las  descriptas  hasta  ahora. 

Á  25  centímetros  del  fósil  á  que  acabo  de  referirme  y  al  mismo  nivel 
existía  un  estrato  horizontal  de  «  escorias  »  sumamente  descompuestas; 
amarillentas  ó  verdosas;  como  infiltradas  en  el  loess;  y  que  ocupaban  una 
extensión  de  40  centímetros  de  longitud  por  3  centímetros  de  espesor. 
Eemoví  este  depósito  y  pude  verificar  que  se  perdía  insensiblemente  en 
el  interior  del  terreno  (pl.  II,  fig.  2,  lugar  4). 

Próximo  á  la  capa  á  que  acabo  de  referirme,  en  el  lugar  5  (pl.  II,  fig. 
2),  encontré  un  fragmento  lenticular  de  « tierra  cocida  »  de  12  milíme- 
tros de  diámetro,  y  de  color  rojo  vivo. 

Hacia  el  noroeste  de  la  barranca,  en  el  lugar  7  (pl.  I,  fig.  2),  volví 
á  hallar  placas  aisladas  de  las  secciones  fijas,  de  las  bandas  movibles  y 
del  casco  cefálico  del  edentado  á  que  me  he  referido  anteriormente;  y, 
exactamente  al  mismo  nivel  (pl.  I,  fig.  2,  lugar  8),  y  á  l'^SO  de  distancia, 
un  fragmento  aislado  de  tierra  cocida,  de  color  rojo  vivo,  de  15  milíme- 
tros de  diámetro  máximo,  y  que  he  conservado  incrustado  en  un  bloque 
de  loess,  pues  la  considero  como  la  muestra  más  típica  y  característica 
que  he  recogido  en  aquella  localidad. 

En  el  basamento  del  acantilado,  que  forma  un  zócalo  sui  generis^ 
realicé  aún  mayor  número  de  hallazgos. 

En  el  lugar  10  (pl.  I,  fig.  2),  encontré : 


—  152   — 

PachyrucHS  ictm  Amgh.  '  :  una  rama,  izquierda  del  maxilar  inferior. 

Un  bloque  de  loess  que  extraje  del  lugar  11  (pl.  I,  ñg.  2)  lia  propor- 
cionado : 

Pachyyucus  sp. :  un  fragmento  de  cráneo,  un  carjio,  una  falange,  nn 
fragmento  de  tibia,  una  vértebra  lumbar,  un  fragmento  de  cubito,  un 
húmero,  un  fémur  izquierdo  completo,  dos  fémures  izquierdos  fragmen- 
tados, nn  fémur  derecho  (los  cuatro  últimos  son  de  una  esi)ecie  de 
pequeña  talla). 

Pachynicus  ti/pici(.s  Amgh.  :  un  cráneo  incompleto,  dos  calcáneos. 

Bicoelophonin  latidens  (H.  Gerv.  et  Amgh.)  Amgh. :  un  cráneo  incom- 
X)leto. 

Dicoelophorus  celsus  Amgh.  :  un  premaxilar  incompleto,  un  molar 
aislado. 

Todos  estos  restos  se  hallaban  aglomerados  y  envueltos  en  loesti  pardo- 
claro,  muy  fino — posiblemente  cólico —  y  que  se  destacaba  como  una 
mancha  en  el  material  algo  más  obscuro  que  forma  la  «  playa  ». 

Algo  más  distante,  en  el  lugar  12  (pl.  I,  fig.  2),  encontré : 

Dicoelophorus  sp. :  dos  fémures  incompletos. 

Al  lado  de  estos  fósiles,  en  el  lugar  13  (pl.  I,  fig.  2),  había: 

Dicoelophorus  latidem  (H.  Gerv.  et  Amgh.)  Amgh.  :  un  fragmento  de 
maxilar  superior. 

En  el  extremo  sudoeste  de  la  «  playa  »  volví  á  encontrar  en  el  lugar 
11  (pl.  I,  fig.  2): 

Dicoelophorus  latidens  (H.  Gerv.  et  Amgh.)  :  un  fragmento  de  maxi- 
lar superior. 

Pachyrucus  sp. :  una  falange. 

Y  en  el  lugar  15  (pl.  I,  fig.  2): 

Pachyrucus  sp. :  un  radio. 


•  He  tropezado  cou  muchas  dificultades  al  clasificar  los  restos  de  Fachyrucus.  Eu 
la  mayoría  de  los  casos,  los  caracteres  distintivos  de  cada  especie  descripta  por  el 
doctor  Ameghiuo  los  encontraba,  en  los  ejemplares  que  estudiaba,  solamente  en  el 
sistema  dentario  pero,  en  cambio,  la  forma  general  de  la  mandíbula,  el  desarrollo  de 
la  misma,  la  dirección  de  la  sínfisis,  etc.,  no  coincidían  en  lo  más  mínimo  y  co- 
rrespondían, ya,  á  otra  especie.  Por  ello,  pues ;  mis  determinaciones  se  basan  prin- 
cipalmente en  las  particularidades  del  sistema  dentario,  y  prefiero,  desde  luego, 
dejar  que  los  especialistas  solucionen  el  punto  de  si  se  trata  de  especies  nuevas  ó 
de  simples  variaciones  sexuales  ó  individuales.  Lydekker  (R.  Lydekker,  A  stiidy  of 
the  extinct  nngiilates  of  Argentina,  en  Anales  del  Museo  de  La  Plata,  Paleontología,  II.  La 
Plata,  1893),  al  ocuparse  de  este  grupo  de  ungulados  deja  entrever  la  duda  de  que 
puedan  no  ser  buenas  las  varias  especies  de  Pachyrucus  fundadas  por  Ameghino, 
pues  ha  tenido  en  cuenta,  eu  muchos  casos,  pequeñas  variaciones  de  tamaño.  Haré 
notar,  á  simple  título  informativo,  que  tengo  á  la  vista  dos  fémures  de  individuos 
adultos  perfectamente  desarrollados,  cuya  longitud  alcanza  á  72  y  59  milímetros 
respectivamente.  No  son,  pues,  tan  insignificantes  las  variaciones. 


—  153  — 

En  un  sitio  que,  i)or  lo  .ücncial,  ll('.nnn  ú  cubrir  las  a^uas  (pl.TlI,  fio-, 
2,  lugar  1),  eiu'ontri'  un  fragnu'iito  destrozado  de  «tierra  eocida»,  de 
pequefu»  tamaño,  ckIoi'  rojo  ]);dido,  tanto  exterior  conu»  interiormente, 
que  pesa  en  la  actualidad  S  gramos. 

Por  último,  en  el  veril  de  la  playa  sudoeste,  hice  los  sij^uientes  lia- 
llazji'os,  todos  indicados  en  el  esquema  2,  iuclnído  en  la  ])lanclui   III. 

Lujiar  2 : 

Dicoí'lo2)hortiN  latidcnn  (II.  (íerv.  et  Am.üli.)  Am.nli  :  una  rama  iz- 
quierda de  mandíbula  inferior. 

Lugar  3 : 

Dicoelophorxs  lafidciis  (H.  (rerv.  et  Amgli.)  Amgli.  :  un  crjiíieo  muy 
incompleto. 

Lugar  4  : 

DicoeloplioniH  hitidens  (H.  Gerv.  et  Amgli.)  Amgli.  :  un  premaxilar, 
una  escápula  derecha. 

Lugar  5  : 

DicoeloplioniH  sp. :  un  cubito,  un  fragmento  de  radio,  un  fragmento  de 
costilla. 

Lugar  G  : 

Dicoelophonis  sp. :  una  tibia. 

Hasta  aquí  mis  observaciones  particulares,  realizadas  en  los  meses 
de  abril  de  1906  y  marzo  de  1907. 

En  la  excursión  que,  como  lo  tengo  dicho,  verifiqué  con  los  doctores 
Herrero  Ducloux  y  Schiller  el  mes  de  mayo  de  1907,  recorrí  la  por- 
ción de  costa  comprendida  entre  Andrés  Head  *  al  sudoeste  y  otra  jiun- 
ta  situada  más  ó  menos  á  tres  kilómetros  al  nordeste  de  aquélla. 

Fué  una  visita  rápida  que  apenas  duró  horas,  durante  la  cual  recogí 
la  impresión  de  que  en  aquel  paraje,  que  llamaré  Chapadmalal  -,  para 
facilitar  la  descripción,  la  serie  pampeana  era  aún  más  interesante  que 
en  la  bajada  de  Martínez  de  Hoz. 

Al  nordeste  de  la  pequeña  torrentera  por  la  cual  se  desciende  á  la 
playa;  allí  amplia,  cubierta  de  arena  y  en  forma  de  anfiteatro,  el  acan- 
tilado es  muy  elevado  y  lo  es  cada  vez  más  á  medida  que  se  aproxima 
á  los  lugares  descriptos  con  anterioridad. 

En  cambio,  al  sudoeste  desciende  notablemente  y  sólo  ofrece  un  relieve 
más  pronunciado  en  la  misma  Andrés  Head  (véase  pl.  IV,  fig.  1). 

La  disposición  estratigráfica  de  la  parte  de  barranca  hacia  el  sudoeste  '^ 


•  Véase  la  carta  inglesa  número  1324. 

^  Chapadmalal  se  llama  un  arroyo  que  desemboca  5  kilómetros  más  al  sudoeste 
de  Andrés  Head,  y  también  se  llama  así  la  estancia  del  señor  Martínez  de  Hoz, 

^  Téngase  eu  cuenta  que  mi  punto  de  referencia,  es  siempre  la  pequeña  torrentera 
ó  bajada. 


—    154   — 

es  semejante  á  la  de  La  Lobería;  existe,  eoiiio  en  aquella,  nna  división 
superior  y  otra  inferior  separadas  también  por  un  banco  de  «tosca» 
que,  en  la  punta  más  nordeste  alcanzada  por  nosotros  se  halla  algo 
más  bajo  que  el  de  la  bajada  de  Martínez  de  Hoz,  pero  que  debido  á  la 
marcada  inclinación  que  tiene,  unos  4%  va  á  perderse  bajo  el  nivel  de  la 
playa  algo  después  de  la  torrentera  á  que  me  lie  referido  repetidas  veces. 

El  loess  de  la  división  sui^erior  presenta  numerosos  detalles  intere- 
santes ;  depósitos  aparentemente  lacustres,  estratos,  quizá  de  ceniza 
volcánica,  etc.;  todo  ello  pude  constatarlo  en  rápido  coiip-d'oeil. 

En  la  división  inferior,  el  loess  es,  como  en  la  bajada  de  Martínez  de 
Hoz,  ligeramente  más  obscuro;  estratificado  en  muchos  lugares;  con 
« tosca  »  laminar  en  lechos  y  LoessMndl  aisladas.  Es,  también,  rico  en 
fósiles  pues  durante  el  rápido  pasaje  recogimos  : 

Dicoelophorus  celsus  Amgh.  :  dos  ramas  aisladas  del  maxilar  inferior. 

JDicoelopliorus  latidens  (H.  Gerv.  et  Amgh.)  Amgh.  :  tres  ramas  aisla- 
das del  maxilar  inferior. 

Facliyrucus  idus  Amgh.  :  un  maxilar  inferior. 

Pachyrucus  sp. :  un  paladar  de  una  especie  de  pequeña  talla. 

Ploliophorus  cuneiformis  Amgh. :  fragmentos  de  un  tubo  caudal. 

Los  restos  de  este  último,  se  hallaban  á  cinco  metros  de  altura  aproxi- 
madamente y  piulimos  extraerlos  gracias  á  las  gradas  que  presenta 
el  acantilado  en  ese  paraje;  el  material  restante  procede  de  niveles  ba- 
jos, por  lo  general  de  la  altura  de  un  hombre.  Debo  hacer  notar  que  en 
diferentes  sitios  había  fragmentos  más  ó  menos  voluminosos  de  « tierra 
cocida  »  rojo  vivo,  que  no  recogimos. 

Pudimos  recorrer  con  más  detención  los  300  metros  de  acantilado 
que  se  extienden  hacia  el  sur,  hasta  llegar  á  Andrés  Head.  Ofrecen, 
grosso  modo,  la  misma]  estratigrafía  que  las  localidades  citadas  en  los 
párrafos  precedentes ;  pero,  considero  imprescindible  un  nuevo  viaje, 
algo  más  detenido,  para  fijar  numerosos  detalles  de  importancia.  Sin  em- 
bargo, he  observado  allí,  que  en  la  división  más  inferior  se  encuentran 
muchísimas  « toscas  »  de  formas  curiosas,  quizá  con  más  abundancia  que 
en  La  Lobería. 

Casi  en  la  misma  punta  (pl.  IV,  fig.  2,  lugar  1),  pude  notar  á  cinco 
metros  de  altura  una  aglomeración  de  cuatro  á  cinco  fragmentos  de 
«escoria»,  bastante  voluminosos. 

Á  un  nivel  mucho  más  inferior,  en  el  lugar  2  (pl.  IV,  fig.  2),  existe  la 
coraza  casi  completa  de  un  Sclerocalii)tus  sp.  de  la  que  extrajimos  dos 
placas. 

Del  lugar  3  (pl.  IV,  fig-.  2),  el  doctor  Herrero  Ducloux  retiró  un  bloque 
de  loess,  que  contenía  : 

Pachyrucus  sp.  :  un  fragmento  de  rama  del  maxilar  inferior,  un  frag- 
mento de  radio,  un  húmero,  un  cubito. 


niiv.  Museo  de  La  Plata,  t.  xv  (sEn.  ii,  t.  n). 


ri.ASCHA  III 


''li^  N.,--^ 


l-'i".  :.  -  I, 


vt-getal;  II,  depósito  de  aparieucia  lacustre;  IIT,  loes»  de  la  divisiúu  Mupelíor;  IV, 
"  tosca  » :  V,  loeas  de  la  divisióu  inferior.  Para  el  detalle  de  lus  hallazgos  iudicados 
ábigos,  ví-ase  la  págiua  153  de  esta  uieiuoria. 


—  lá.l  — 

I)icoeJo2)h(>n(s  lafiiifiis  (\\.  {'li'vv.  vt  Aiiiüli.)  Ainuli.  :  un  cúltito  í'\:\<x- 
mentado. 

Y  tambit'ii  eiR-()iiti(t  al.uo  mas  (listante  {]ú.  IV,  tiy,-.  2,  lM,uar  i),  un  crá- 
ueo  casi  ooinpleto  (U'  Orthoiiii/cfcni  rinciis  Aniji'Ii. 

Un  bloquéele  locsn  que  separé  del  escalón  (|ue  forma  la  base  del  acan- 
tilado (pl.  IV,  tijí'.  2,  lugar  5),  lia  ])roporcionado: 

r<(c]iifrHC)fs  ttfpicus  Am.uli.  :  un  cráneo,  una  pelvis,  dos  liúmeros,  un 
frajiíncnt»)  de  paladar,  una  rama  del  maxilar  interior,  un  astriiualo,  oelio 
falanges. 

Di('ocIo¡>ltonis  liitidcHs  (H.  Gerv.  et  Amgh.)  Am.nli.  :  dos  ramas  del 
maxilar  interior. 

Por  último  en  el  lujiar  O  (pl.  IV,  ñg.  2),  hallamos  : 

Dicoelophorua  cclsus  Am<íh.  :  Dos  ramas  del  maxilar  interior. 

Bicoelopkorus  latidens  (H.  Gerv.  et  Amgli.)  :  un  fraf^inento  de  cráneo. 

Microcavia  prona  Amgli. :  una  rama  del  maxilar  inferior. 

Del  material  que  constituye  el  leit  motiv  de  esta  memoria,  encontra- 
mos, igualmente,  un  buen  conjunto  de  muestras,  algunas  sumamente  tí- 
picas. 

En  el  lugar  7  (pl.  IV,  fig.  2),  había  un  fragmento  nniy  irregular  que 
presenta  caracteres  comunes  de  «tierra  cocida»  y  «  escoria  »,pues  la 
parte  que  se  liallaba  aflorando  del  terreno  es  de  color  rojo  sucio  y  com- 
pacta, mientras  que  el  resto  fuertemente  descomimesto,  muestra  celdillas 
irregulares  y  tiene  el  color  verde  amarillento  de  que  ya  he  hablado  en 
otro  ijarágrafo. 

Casi  al  lado  y  al  mismo  nivel  (pl.  IV,  flg.  2,  lugar  8)  encontré  una 
muestra  de  «  escoria  »  bastante  voluminosa  —  76  niilimetros  de  longi- 
tud por  73  milímetros  de  ancho  máxima  —  y  que  pesaba  G8  gramos.  Su 
exterior  está  descompuesto,  es  de  color  amarillento  A'^erdoso  y  se  pre- 
senta muy  infiltrado  de  loess ;  sin  embargo,  seccionada  ofrece  la  zona 
central  muy  bien  conservada,  con  celdillas  de  tamaños  diferentes  pero, 
por  lo  general,  esferoidales,  revestidas  de  una  capa  vitrea  brillante,  y  de 
coloración  francamente  gris. 

Pero,  la  muestra  más  interesante  recogida  en  nuestra  excursión,  y  que 
considero  la  más  típica  de  todas  las  que  figuran  en  las  colecciones  hechas 
hasta  ahora,  la  obtuvo  el  doctor  Schiller  de  un  lugar  situado  al  mismo 
nivel  del  número  8,  pero  que  ha  quedado  fuera  de  la  fotografía.  Es  un 
fragmento  rectangular  —  52  milímetros  de  longitud  por  43  milímetros 
de  ancho  —  que  pesaba  35,95  gramos.  La  mitad  que  afloraba  del  terre- 
no es  roja,  compacta  y  áspera  al  tacto ',  el  resto  ofrece  los  caracteres  que 
han  correspondido  hasta  ahora  únicamente  á  las  «  escorias  »  ;  es  decir, 
estructura  celular  bien  definida  que,  en  el  caso,  ofrece  coloraciones  di- 
versas :  al  exterior  amarillo  verdoso,  el  interior  de  las  celdillas  gris,  vio- 
láceo y  rojo  obscuro.  En  la  sección  se  presenta  admirablemente  clara  la 


—  156   — 

transición  de  la  parte  celular  á  la  compacta;  las  celdillas  van  disminu- 
yendo de  tamaño  hasta  perderse  por  completo  y  el  color  varía  de  ni(ance 
por  grados,  desde  el  ligeramente  rojizo  ó  violáceo  de  la  mitad  semejan- 
te á  «  escoria»,  liasta  el  rojo  vivo  de  la  <'  tierra  cocida». 

Además  de  estas  muestras,  se  recogieron  en  diversos  sitios  próximos 
á  los  anteriores  y  casi  siempre  al  mismo  nivel,  otros  tres  pedazos  de 
«  escorias  »,  sumamente  descompuestas  y  que  parecen  estuvieran  infil- 
tradas en  el  loess,  y  cuyo  aspecto  y  caracteres  especiales  corresponden 
á  las  encontradas  en  Monte  Hermoso. 

Para  comiíletar  estas  breves  observaciones,  doy  á  continuación  la  lis- 
ta de  otros  hallazgos  de  fósiles  hechos  en  la  misma  barranca  de  que  me 
ocupo,  por  lo  general  á  la  altura  de  un  hombre  y  en  sitios  algo  más  al 
nordeste  del  número  8  (pl.  IV,  ñg.  2). 

PacJiyrucus  sp. :  un  atlas,  un  axis,  seis  vértebras  (dorsales,  cervicales 
y  lumbares),  un  esternón,  un  fragmento  de  hvimero,  una  rótula,  una  tibia 
y  un  peroné,  un  premaxilar  fragmentado. 

Neuryurus  sp. :  una  placa  de  la  coraza. 

El  Corpus  de  las  observaciones  contenidas  en  este  parágrafo,  no  es  lo 
suficientemente  ami:>lio  para  autorizarme  á  formular  una  opinión,  sobre 
la  edad  probable  de  las  diferentes  capas  que  ofrecen  los  acantilados  de 
la  costa  atlántica  bonaerense,  en  la  bajada  de  Martínez  de  Hoz 
y  Chapadmalal  y,  mucho  menos,  para  establecer  sincronismo  ó  parale- 
lismo alguno  respecto  á  otros  yacimientos  mej<n'  estudiados,  si  cabe,  de  la 
serie  pampeana.  Para  ello  juzgo  impresciiulible,  el  estudio  minucioso  del 
segmento  de  costa  comprendido  entre  Mar  Chiquita  al  nordeste  y  la  des- 
embocadura del  río  Quequén  al  sudoeste,  región,  que  ofrece  multitud  de 
interesantes  particularidades  geológicas  y  estratigráftcas,  como  he  podi- 
do verificarlo  personalmente  en  muchas  localidades.  Por  otra  parte,  no 
he  encontrado  ni  en  Chapadmalal  ni  en  la  bajada  de  ^Martínez  de  Hoz, 
depósitos  de  moluscos  marinos,  de  aspecto  antiguo,  como  los  hay  inter- 
calados en  el  loesH  al  sudoeste  de  punta  Mogotes,  ó  depositados  directa- 
mente sobre  los  mantos  de  cuarcita  y  cubiertos  por  el  pampeano,  en  pun- 
ta Porvenir  ;  formados,  todos  ellos,  por  aglomeraciones  de  valvas  sueltas, 
bastante  descompuestas  de  Glycimeris  lonfjiorSow.  Tampoco  he  constata- 
do el  menor  rastro  de  la  transgresión  marina,  en  apariencia  más  reciente, 
tal  cual  existe  en  la  playa  comprendida  entre  el  arroyo  del  Barco,  cerca 
de  Mar  del  Plata,  y  punta  Porvenir  y  representada  por  un  conglomerado 
brechiforme,  fuertemente  cimentado,  de  valvas  enteras,  pero  casi  siem- 
pre fragmentadas,  del  lamelibranquio  nombrado.  Estos  importantes  ele- 
mentos de  criterio  faltan,  pues,  por  completo. 

Los  estratos  verdosos  señalados  en  el  nivel  más  superior  de  la  bajada 
de  Martínez  de  Hoz,  tienen  el  aspecto  de  la  arcilla  seladonítica,  que  hu- 
biera resultado  de  la  descomposición  de  un  depósito  cinerítico  preexis- 


Fig.  1.  —  Vista  de  la  i'; 


Paiii  el  detalle  de  los  hallazgos  iudicados  i 
las  pAginas  154  y  155  de  esta  ] 


—    157  — 

tentó.  Se  íiii]m)1i(1ii;i,  en  el  casd,  el  cxíiincii  iiiicioscopicí»  del  iiiütciiül,  pues 
t'l  estudio  <|uíinieo  s(>l(t  li;i  evidenciado  un  ])n)ceso  de  oxidaeión  muy 
avanzado ;  bien  explicable,  pin-  cierto,  si  se  toman  en  cuenta  las  condi- 
ciones climatéricas  de  la  provincia  de  liuenos  Aires.  'So  debe  extrañar- 
se, i)or  otra  jtarte,  la  posible  preseiuia  de  ceniza  N'olcánica  tan  próxima 
á  la  superíicie :  nu'  bastará  recordar  (pie  en  épocas  no  uuiy  lejanas,  alj^jo 
más  de  un  centenar  di'  afios,  el  Jesuíta  Falkner  ]»iido  obser\ar  aún  el 
fenómeno  de  una  lln\  la  de  esa  clase  ',  (pie  cubrió  las  campiñas  bonae- 
renses. 

En  cuanto  al  liran  banco  de  <,<  tosca  »  que  existe  en  la  bajada  de  Mar- 
tínez de  Hoz  y  Cliapadmalal,  me  inclino  á  considerarlo  como  una  gruesa 
capa  de  ceniza  volcánica  transformada  ".  La  horizontalidad  del  referido 
estrato,  su  potencia  bien  mantenida,  los  elementos  mineralógicos  y  lito- 
l(')gicos  (pie  lo  constituyen  y  la  ausencia  de  restos  zoogeiios,  autorizan  mi 
hipótesis.  Si  se  tratase  de  una  formación  lacustre,  se  hubieran  encontra- 
do restos  más  ó  menos  destrozados  de  infusorios, etc.,  ó  elementos  extra- 
ños aportados  por  las  aguas  y,  desde  luego,  el  porcentaie  de  carbonato 
de  calcio  sería  mucho  mayor  en  el  análisis  químico,  dado  la  descomposi- 
ción de  los  esqueletos  silíceos  de  aquellos  organismos. 

Las  «toscas»  mamelonares  ó  reniformes  que  se  encuentran  en  la  capa 
inferior  de  loess^  subyacente  al  banco  de  que  me  he  ocupado,  tienen  un 
aspecto  muy  antiguo,  como  lo  demuestran  las  agrupaciones  microcris- 
talinas  que  cimtieuen,  las  que  indican  una  paramórfosis  avanzada. 

Es  de  lamentar  que  no  haya  sido  posible  obtener  mayor  cantidad  de 
fósiles  de  los  niveles  superiores  pues,  con  ellos,  podría  haberse  fijado  una 
cronología  relativa. 

La  fauna  que  ajiarece  en  la  base  del  acantilaih)  tiene  muchas  seme- 
janzas con  la  de  Monte  Hermoso,  pero,  he  notado  al  propio  tiempo,  cier- 
tas particularidades  que  me  inducen  á  considerarla  como  correspondien- 
te á  un  horizonte  de  transición  entre  la  que  caracteriza  aquella  localidad 
y  la  que  se  encuentra  en  los  niveles  más  recientes  del  i)ampea]io. 

Vuelvo  á  recalcar  la  observación,  ya  registrada  en  otro  párrafo  de  esta 


'  Thomas  Falkxer,  a  description  of  Pataf/onia  and  the  adjoining  partíi  of  South 
America,  51.  Hereforcl,  1774.  Transcribo  á  continuación,  por  creerlo  ile  interés,  el 
párrafo  pertinente.  Being  in  the  Vmdcan,  heloiv  Cape  St.  Anthony,  I  ¡vas  witness  to  a 
vast  cloud  of  ashes  heing  carried  iy  the  ic'nids,  and  darkening  the  whole  sky.  It  spread  over 
great  paii  of  the  jurisdiction  of  Buenos  Ay res,  passed  the  Birer  of  Plata,  andseatteredit's 
contents  on  both  sides  of  the  river,  in  so  much  that  the  grasa  was  eovered  with  ashes. 

*  Sobre  la  trausformaci(ju,  en  algunos  casos,  de  la  ceniza  volcánica,  véanse  espe- 
cialmente los  estudios  de  Adolfo  üoering  :  Las  toscas  calcáreas  y  su  aplicación  para  la 
fabricación  de  cemento  y  cales  hidráulicas,  en  Boletín  de  la  Academia  nacional  de  ciencias 
en  Córdoba,  XII,  213  y  siguientes.  Buenos  Aires,  1890  y  el  artículo  ya  mencionado, 
La  formation  pampéenne,  etc.,  173,  187. 


—   158  — 

memoria,  referente  á  la  gran  abundancia  del  material  discutido  en  niveles 
inferiores  de  la  serie  x»ampeana.  He  recorrido  buena  parte  de  la  provincia 
de  Buenos  Aires  revisando  con  cuidado  las  barrancas  de  multitud  de 
sus  ríos,  arroyos  y  lagunas  en  busca  de  estaciones  permanentes  ó  tem- 
porarias de  los  primitivos  habitantes,  y  jamás  he  encontrado  en  esos 
cortes  naturales  limitados  y  en  que  sólo  aparece,  por  lo  general,  el  loess 
de  la  división  que  se  ha  dado  en  llamar  pampeano  superior,  el  menor  frag- 
mento de  las  «  escorias  »  ó  « tierras  cocidas  ».  Otro  tanto  he  observado  en 
La  Lobería,  en  los  acantilados  que  se  extienden  al  nordeste  de  Mar  del 
Plata,  en  la  costa  del  partido  de  Necochea,  etc.  En  cambio,  los  estratos 
inferiores  de  la  serie  pampeana  tanto  en  la  bajada  de  Martínez  de  Hoz, 
coDio  en  Chapadmalal  y  Monte  Hermoso  contienen  infinidad  de  mues- 
tras. 


IV 


OPINIONES  DIVEKSAS   SOBRE  EL  ORIGEN  DE  LAS  «  ESCORIAS  » 
Y    «  TIERRAS  COCIDAS  » 

Es  indudable  que  los  señores  Heusser  y  Claraz,  consideraron  á  las 
«  escorias  *  de  la  Barranca  délos  Lobos,  como  de  origen  volcánico.  Nous 
avons  rencontré  dans  la  falaise  —  dicen —  des  cailloux  de  nature  volcani- 
(jue ;  y,  agregan:  ils  se  montrérent  facilement fusibles au  cliidtimeau et pro- 
dtiisirent  un  verre  dhm  vert  tres  f  once,  qui  se  dissout  dans  la  perle  de  horaxe 
en  laissant  un  squelette  de  silice  \  Por  otra  parte,  los  concienzudos  ob- 
servadores suizos  no  dudaron  un  sólo  instante  de  que  las  muestras 
estuvieran  in  sitn  ;  pero,  Burmeister,  al  comentar  el  asunto,  expresa 
la  opinión  de  que  esas  rocas  quizá  proviniesen  de  las  costas  uru- 
guayas ". 

Ameghino  consideró  en  un  principio  á  los  materiales  de  textura  ce- 
lular que  recogió  en  Monte  Hermoso,  como  restos  de  fogones  milena- 
rios, utilizados  por  el  hombre  ó  su  precursor  en  aquellas  lejanas  épocas 
geológicas,  y  en  los  cuales  « la  tierra  con  una  notable  cantidad  de  are- 
na», se  habría  vitrificado  debido  ala  gran  intensidad  del  foco  de  calor  '\ 


'  Heussek  y  Clauaz,  Ibid.,  27. 

■  H.  BUKMEISTEK,  De>icription  phystqtic  de  la  liépuhlique  Aryentine,  II,  178;  espe- 
ciuliueiite  387,  nótalo.  París,  1876. 

*  Ameghino,  Monte  Hermoso,  6  y  10 ;  Ameghino,  Lista,  etc.,  4;  F.  Ameghino, 
Sinopsis  (i6oló(jico-paleontoló(iica,  en  Segundo  censo  de  la  liepiíhliea  Argentina,  mayo  10 
de  1895,  I,  110  y  149.  Buenos  Aires,  1898. 


—    15!t    — 

Sin  embaijio,  últimamente  ha  imnlitieado  por  completo  su  mauerii  de 
ver  en  el  asunto  y,  por  ello,  juzp»  de  interés  transcribir  in  extenao  el 
escrito  del  sabio  paleontólogo.  «  Los  i)ajonales  —  dice  —  <'onstituídos 
sc.ii'únlas  reiiiones  ])or  diferentes  especies  de  cortaderas,  pero  sobre  todo 
los  que  están  formados  por  la  hermosa  especie  conocida  vulgarmente 
con  el  nombre  de  Penacho  Blanco,  Grynerium  (Cortaderia)  argenteum 
Nees.,  sirven  de  refu¿>io  á  un  sinnúmero  de  pequeíjos  nuimíferos,  espe- 
cialmente roedores.  Con  el  objeto  de  hacerlos  salir  y  darles  caza,  los  in- 
dios acostumbran  incendiar  los  pajonales.  Cuando  la  cortadera  se  en- 
cuentra en  terrenos  bastante  arenosos  y  relativamente  secos,  la  parte 
superior  se  qiiema  rápidamente,  pero  la  parte  inferior  que  penetra  en  el 
suelo  y  constituye  las  raíces,  continúa  ardiendo  lentamente,  durante 
dos  ó  tres  días  y  á  veces  aun  más.  Durante  esta  combustión  lenta,  los 
huecos  que  dejan  las  raíces  se  transforman  en  un  crisol  natural.  El  calor 
bastante  intenso  que  se  desarrolla  dentro  del  suelo  en  el  crisol  así  for- 
mado i)roduce  la  fusión  de  una  parte  del  material  arenoso,  favorecida 
l)or  la  cantidad  de  substancias  alcalinas  que  contienen  las  raíces,  dando 
por  resultado  la  formación  de  una  especie  de  escoria  muy  porosa  y  muy 
li\iana,  que  á  primera  vista  presenta  un  aspecto  parecido  al  de  lava 
volcánica,  y  es  idéntica  á  la  que  se  encuentra  en  las  capas  miocenas  de 
Monte  Hermoso,  ya  en  fragmentos  pequeños  y  rodados,  como  los  ha 
observado  Steinmann,  ya  en  grandes  masas  in  situ,  que  pasan  gradual- 
mente al  terreno  normal.  En  el  interior  de  trozos  de  esa  escoria  de 
Monte  Hermoso  considerada  por  Steinmann  como  lava,  he  encontrado 
pequeños  fragmentos  de  paja  no  quemada  ó  que  lo  está  de  un  modo  in- 
completo, y  granos  de  arena  silícea  que  la  materia  en  fusión  los  envol- 
vió sin  alcanzar  á  fundirlos.  De  ésto  se  desprende  que  ya  en  esa  lejana 
época  el  precursor  del  hombre  incendiaba  los  pajonales  para  dar  caza  á 
los  Pachynicos^  Tremacyllm,  Palaeocaiña,  Dicoelojjhorus,  Fithtmothomys^ 
etc.,  que  en  ellos  se  albergaban  »  \ 

El  doctor  Roth  -  aceptó  sin  mayores  reticencias,  la  opinión  primera 
de  Ameghino;  j^ero  en  cambio,  el  doctor  Francisco  P.  Moreno,  desde 
que  pudo  examinar  las  muestras  extraídas  en  1887  délos  acantilados  de 
Monte  Hermoso,  hasta  que  ilustró  mejor  su  criterio  con  mayor  cantidad 
de  ejemplares,  no  titubeó  un  solo  ijistante  en  considerar  á  las  «  escorias  » 
en  cuestión  como  lavas  volcánicas  ^,  precisamente  la  misma  tesis  que, 
muchos  años    después,  había  de  sostener  el   geólogo  Gustavo  Stein- 

'  F.  Ameghixo,  Notas  irreUminares  sobre  el  Tetraprothomo  argentinus,  un  precursor 
del  hombre  del  mioceno  superior  de  Monte  Hermoso,  en  Anales  del  Museo  Nacional  de 
Buenos  Aires,  XVI,  106,  nota  5.   Buenos  Aires,  1908. 

'  Ruth,  Ibid,  9. 

'  Moreno,  Informe,  etc.,  7;  Mokeno,  Breve  reseña,  etc.,  27. 


—   160   — 

maiin  ';  y,  aun  más,  el  profesor  de  la  Universidad  de  Bonn  no  sólo  con- 
sidera como  niateriales  de  deyección  á  los  fragmentos  de  «  escorias  » 
negros  y  pizarras,  sino  también  á  los  rojos,  vale  decir  alas  « tierras  co- 
cidas »  que,  en  el  caso,  serían  lavas  compactas  de  carácter  andesítico  '-. 

Por  iiltimo,  Lehmann-jSíitsclie,  si  bien  no  acepta  la  intervención  del 
liombre  en  la  formación  délas  «escorias»,  cree  como  Amegliino,  que  se 
trata  de  grandes  incendios  de  pajonales  propios  de  terrenos  pantanosos, 
y  constituidos  por  especies  de  gramináceas,  etc.,  de  gran  tamaño  y  ricas 
en  silicatos  que,  luego  de  quemarse,  dejaban  sendas  capas  del  discutido 
material  poroso  ^. 

En  cuanto  á  los  fragmentos  de  «tierra  cocida»,  inoficioso  me  parece  de- 
<;ir  que,  desde  el  primer  momento,  el  doctor  Amegbino  los  ba  considerado 
como  una  prueba  indiscutible  de  actividad  bumana.  Y  como  tales  divulga- 
dos en  periódicos  políticos  del  país  y  en  revistas  científicas  del  extranje- 
ro * ;  agregados  á  las  colecciones  de  supuestos  instrumentos  y  armas 
l)aleolíticos  que  figuraron  en  la  Exposición  de  París  del  ano  1878  ^,  y 
mencionados,  especialmente,  en  la  comunicación  que  leyó  el  descubridor 
íinte  el  Congreso  de  los  Americanistas,  reunido  en  Bruselas  en  1879  ^'. 

Sería  tarea  inútil  mencionar  sus  publicaciones  posteriores  pues  en 
todas,  sin  excepción  alguna,  ha  mantenido  la  referida  opinión'';  que  han 
compartido  los  doctores  Eotli  y  Lehmann-Nitsche.  Para  el  doctor  Ame- 
gbino, los  fragmentos  de  «tierra  cocida»  retirados  de  diferentes  nive- 
les de  la  serie  pampeana,  serían  restos  de  antiguos  fogones  **;  lo  mismo 
piensa  Lehmann-Nitsche  ^ ;  y  Roth  "*  va  aún  más  lejos,  pues  los  consi- 
dera como  verdaderas  alfarerías  (Topjjsclierhen). 

'  G.  Steinmaxn,  TJher  ñlhtrlum  in  Süd  AmcrUca,  en  Monaif<berichten  der  Deutschen 
(reolo(i¡schen  GeselUchaft,  jaliríj.  1906,  225.  Berliu,  1906. 

*  G.  Steixmaxn,  Sur  les  scories  infcrcaJées  dan-s  la  formation  jximpéenne  iiifért€vre,en 
Lehsiaxx-Nit.sche,  Xouvelles,  etc.,   461. 

^  Lehmaxx-Nitsche,  Xouvelles,  etc.,  461,   464. 

*  La  Lihertad  (Bneuos  Aires),  28  de  marzo  de  1877 ;  P.  Gekvais,  en  Journal  de 
Zoologie,  ex  AntUjüedad,  etc.,  II,  391  ;  F.  Ameghino,  The  man  of  the  Pampean 
formation,  en  The  American  Katuralist,  XII,  828.  Philadelphia,  1878  ;  AmeGhixo, 
L'homme,  etc.,  239,  etc. 

^  F.  Ameghixo,  Catalogue  sjiécial  de  la  section  Anthropologiqne  et  Paléontologique  de 
la  Bépuhlique  Argentine,  4  y  10.  Paris  [1878]. 

^  Ameghixo,  La  plus  haute  antiquité,  etc.,  216. 

■^  Como  lo  dije  en  el  texto,  me  parece  inoficioso  mencionar  nuevamente  las  publica- 
ciones del  doctor  Ameghino.  Las  personas  que  se  interesen  en  más  detalles,  encontrarán 
los  datos  necesarios  en  las  notas  bibliográficas  agregadas  al  texto  del  parágrafo  I. 

^  Ameghixo,  Antigüedad,  etc.,  II,  428  y  passim. 

^  Lehmann-Nitsche,  Xouvelles,  etc.,  452, 

'"  Roth,  Ibid,  9. 


161  — 


§  V 


CONCLUSIONES   ESPECIALES 

El  análisis  que  he  hecho  de  las  investigaciones  realizadas  por  otros 
especialistas,  la  revisión  del  material  conservado  y  mis  observaciones 
personales  en  el  terreno,  me  conducen  á  formular  las  siguientes  conclu- 
siones : 

1^  Las  «  escorias»  y  «tierras  cocidas»  representan  diversos  tipos 
de  transformación  de  ciertos  productos  cuyo  origen  es  semejante. 

2"  Su  presencia  en  las  capas  de  la  serie  x)ampeana  obedece  á  un  fenó- 
meno extensivo  á  una  gran  parte  de  la  misma,  pero  que  se  ha  verifica- 
do intensivamente  en  la  época  de  la  deiiosición  del  loess  de  los  niveles 
inferiores. 

3^  No  abrigo  duda  alguna  de  que  el  material  discutido  sea  isócrono 
con  las  capas  geológicas  en  que  se  le  encuentra. 

En  el  Museo  de  La  Plata,  junio  1"  de  1^08. 


REV.   MUSEO  LA  PLATA.  —  T.   II.    (IX,  1»,  1908.)  11 


—  162  — 


SEGUNDA  PARTE 

ESTUDIO   QUÍMICO   DE   LAS  «  ESCORIAS  »   Y   «  TIERRAS  COCIDAS  » 

Por  el  doctor  ENRIQUE  HERRERO  DUCLOTJX 
Profesor  de  Química  aualitica  «a  las  Universidades  de  La  Plata  y  Bueuos  Aires 


§    I 


LOESS 


Las  muestras  de  loess  analizadas,  aunque  distintas  en  sus  caracteres 
suj)erficiales,  presentan  una  composición  química  constante,  que  se  hace 
más  manifiesta  cuando  se  comparan  entre  sí  las  cifras  que  figuran  en  el 
cuadro  de  la  composición  mineralógica  virtual. 

Todas  las  muestras  pueden  compararse  con  arcillas  del  tipo  que  pre- 
senta el  doctor  Doering  con  el  nombre  de 

Arcilla  aluvial  del  arroyo  de  Bustos  ' 

Sílice  SiO, 61 .  75 

Oxido  de  aluminio  Al^O^ 14 .  90 

—  de  hierro  Fe^O, 6 .  30 

—  de  calcio  CaO 2 .  49 

—  de  magnesio  MgO 1 .  85 

—  de  potasio  K^O 1.16 

—  de  sodio  NajO 0 .  78 

Acido  sulfúrico  SO3 0. 03 

—  fosfórico  P.Oj 0.21 

Pérdida  al  rojo 10 .  99 

y  al  mismo  tiempo,  presentan  analogías  estrechas  con  cenizas  volcáni- 
cas analizadas  por  mí  -,  i)rovenientes  del  volcán  Rininahue  (Chile)  y  de 

'  Adolfo  Doerixg,  Las  toscas  calcáreas  y  su  ajjlicacióii,  en  Boletín  de  la  Academia 
Nacional  de  Ciencias  en  Córdoba,  XII,  224,  Córdoba,  1891. 

*  E.  Hkrrero  Ducloux,  Nota  sobre  la  ceniza  del  volcán  Bininahue,  en  Revista  del 
Museo  de  La  Plata,  XV.  La  Plata,  1908. 


—   163  — 

la  Barbada  (Antillas),  y  con  otras  analizadas  por  Pisani,  i)rocodt'ntes  de 
San  Vicente  (Antillas).  Estas  analogías  jnstiñcan  la,  oi)inión  del  emi- 
nente profesor  Steinmann  \  cnando  dice  qne  las  cenizas  volcánicas  han 
contribuido  á  formar  las  capas  inferiores  del  pampeano,  muy  probable- 
mente. 

Como  las  cenizas  volcánicas  citadas,  poseen  las  muestras  de  loess  ana- 
lizadas un  magma  alcalinoterroso  con  exceso  de  aRímina,  es  decir,  gra- 


Fig.  1.  —  Loess  (máximo) 


nito-tonalítico  ' ;  la  iinica  diferencia  es  el  estado  de  oxidación  del  hierro 
que  contienen,  pero  bien  exj)licable  por  el  estado  de  agregación  del  loess 
y  su  más  probable  origen.  Los  diagramas  que  he  trazado  tomando  el 
máximo  y  el  mínimo  de  todas  las  cifras,  hacen  más  evidente  la  se- 


'  G.  Steinmann,  Le  diluvium  üans  V Amérique  du  Sitd,  en  Bevue  genérale  des  Sciences 
purés  et  appliquées,  18,  626.  Paris,  1907. 

'^  C .  MiCHEL  LÉVY,  Note  sur  la  classification  des  magmas  des  roches  éruptives,  en  Bu- 
lletin  de  la  Société  Géologique  de  France,  XXV,  326.  Paris,  1897. 


2 

3 

21 

22 

23 

47.851 

55 . 125 

61.013 

44.897 

46.332 

5 .  721 

7 .  452 

11.525 

9.036 

12.105 

10.706 

3.491 

7.014 

6 .  958 

8.640 

23.778 

16.791 

4.959 

20 . 965 

21.370 

12.600 

13.473 

16.306 

18.044 

11.965 

—   164  — 

mejanza  apuntada;  y  como  este  estudio,  por  su  carácter,  debe  facilitar 
las  comparaciones  entre  los  distintos  materiales  que  se  consideran,  he 
trazado  también  diagramas  de  los  discutidos  y  de  los  que  sirvieron  de 
contralor  con  el  nombre  de  arcillas  diversas. 

El  análisis  mecánico  de  los  loess  dio  los  resultados  que  figuran  en  el 
cuadro  siguiente: 

Análisis  mecánico  de  las  mmestrus  de  loess 

Fracciones  1 

a 66.517 

b 7.073 

c 6.780 

(1 6.429 

H,0  y  pérdida..  14.973 

La  diferencia  de  las  cifras  que  representan  las  fracciones  obtenidas 
por  levigación  con  un  aparato  de  Schiilze,  en  condiciones  idénticas,  dan 
mayor  valora  la  analogía  estrecha  de  composición  química;  pues  es  evi- 
dente que  se  trata  de  arcillas  que  han  sufrido  muy  distintamente  la  ac- 
ción del  agua  y  del  viento,  aunque  poseyendo  todas  probablemente  un 
mismo  origen. 


§  n 


«ESCORIAS»    Y    «  TIERRAS  COCIDAS» 

Estas  muestras  estaban  constituidas  por  fragmentos  desiguales,  reco- 
gidos en  el  loess^  cuya  descrij)ción  omito  por  haberla  hecho  el  profesor 
Félix  F.  Outes,  en  la  primera  parte  de  este  estudio. 

Lo  que  he  dicho  de  la  composición  química  de  los  loess  es  aplicable 
en  todas  sus  partes  á  estos  materiales;  debiendo  advertir  que  no  hay 
diferencia  alguna  entre  los  datos  analíticos  correspondientes  á  las  «  es- 
corias» (muestras  01  y  03)  y  los  que  pertenecen  á  las  «tierras  cocidas» 
(muestras  00  y  04),  confirmándose  así  la  opinión  de  Steinmann  ^  quien 
considera  á  las  «  escorias  »  y  á  las  «  tierras  cocidas  »  como  una  misma 
cosa. 

Pero  lo  más  interesante  en  este  caso  es  la  analogía  estrecha  que  exis- 
te en  la  composición  química  de  los  loess  analizados  y  de  los  materiales 

»  Steinmann,  Ibid,  631. 


—   165  — 

en  discusión  :  si  se  calculan  los  datos  analíticos  obtenidos,  con  unos  y 
otros,  para  lui  mismo  porcentaje  en  agua  total,  la  semejanza  no  puede 
ser  más  visible ;  y  aun  se  acentúa,  al  comparar  los  cuadros  de  compo- 
sición mineralógica  virtual  y  los  diagramas  de  constitución,  confirmán- 
dose aquí  la  opinión  de  Zirkel  al  estudiar  los  materiales  de  Ramallo  y  de 
Alvear  '. 

Como  consecuencia  de  estas  analogías   puede  admitirse  un  origen  co- 


^ 


—<x: 


"^ 


-hcz: 


Fig.  2. 


Loess  (minimo) 


mún  para  las  «  escorias  »  y  las  « tierras  cocidas  »,  y  para  estos  materia- 
les y  los  loess  analizados ;  pero  como  en  el  párrafo  siguiente  hemos  de 
plantear  la  cuestión,  con  los  elementos  de  comparación  á  la  vista,  no 
hago  esta  afirmación  sino  porque  surge  inmediatamente  del  estudio  de 
los  datos  analíticos. 


'  F.  Zirkel,  Examen  microscopiqíie  des  spéciniens  de  Bamallo  et  Alvear,  en  R.  Leh- 
MAiíN-NiTSCHE,  Nouvelles  recherches  sur  la  formation  pampéenne  et  Vhomme  fossile  de  la 
Bépublique  Argentine,  en  Revista  del  Museo  de  La  Plata,  XIV,   454.  La  Plata,  1907. 


166 


§  III 


ELEMENTOS  DE    COMPARACIÓN 

Concluido  el  estudio  de  los  materiales  en  discusión,  con  los  resulta- 
dos apuntados,  pedí  al  profesor  doctor  Santiago  Eotli,  que  me  propor- 
cionase elementos  de  comijaración  de  origen  conocido :  las  muestras 
cuyo  análisis  figuran  en  los  cuadros  bajo  el  título  de  arcillas  diversas 
son  los  materiales  que  debo  al  profesor  citado. 

Desgraciadamente,  las  tres  arcillas  primeras  no  corresi)onden  al  tipo 
de  los  materiales  en  discusión  pues  su  i^orcentaje  en  sílice  y  en  alúmina 
las  coloca  en  categoría  muy  diferente ;  sin  embargo,  nos  servirán  para 
interi)retar  la  composición  de  la  muestra  15,  proveniente  de  restos  de 
bosques  incendiados  como  veremos  después.  La  muestra  14,  corresponde 
en  cierto  modo  al  tipo  considerado  y  tiene  valor  porque  representa  una 
transformación  natural  de  arcilla  bajo  la  influencia  del  calor  de  lavas  que 
lian  venido  á  cubrirla,  segim  opina  el  doctor  Eotli,  para  explicar  su  co- 
lor rojo  ladrillo. 

Además,  estudié  las  cenizas  de  plantas  indígenas  de  la  llanura,  pas- 
tos fuertes  que  crecen  esiíontáneamente en  grandes  extensiones  de  terre- 
no, semejantes  sino  idénticos  á  los  que  el  profesor  doctor  Florentino 
Ameghino  supone  que  el  Tetraprotliomo  argentinus  incendiaba  para  dar 
caza  á  los  Pachynicos^  Tremacyllus,  Palaeocavia,  Bicoelophorus,  etc., 
que  entre  ellos  se  guarecían  ^ 

Las  especies  examinadas,  cuya  clasificación  botánica  debo  á  la  ama- 
bilidad del  profesor  doctor  Carlos  Spegazzini,  son  las  siguientes: 

a)  Pasto  fuerte  de  estación  Corral  de  Bustos  (F.  C.  C.  A.),  provincia 
de  Córdoba. 

h)  Paja  brava  (Mellica  7» acra)  de  colonia  Progreso,  provincia  de  Cór- 
doba. 

c)  Paja  brava  (Mellica  macra)  de  Cañada  de  Gómez,  provincia  de 
Santa  Fe. 

d)  Pasto  fuerte  (Andropogon  lepto^tacMa)  de  río  Carcarauá,  provin- 
cia de  Santa  Fe. 

e)  Pasto  fuerte  (Stipa  bracMchaeta)  de  Tanti  Nuevo,  provincia  de 
Córdoba. 

f)  Paja  serrucho  (Scirpus  asper)  de  la  Ensenada,  provincia  de  Bue- 
nos Aires. 

'  F.  Ameghixo,  Notas  preliminares  sobre  el  Tetraprotliomo  argentinus,  en  Anales  del 
Museo  Nacional  de  Buenos  Aires,  XVI,  107.  Buenos  Aires,   1907. 


—   167  — 

Los  enndros  iimostran  los  resnltiidos  ¡nialíticos,  soparniulo  las  ceni- 
zas de  las  hojas  y  de  las  raíces,  para  facilitar  la  interpretación  de  las 
cifras. 

Ahora  bien,  el  examen  msís  snperficial  de  los  cuadros  de  análisis 
basta  para  demostrar  que  no  hay  semejanza  alguna  entre  estas  cenizas 
y  las  «escorias».  El  porcentaje  en  sílice  es  mucho  mayor  en  las  cenizas, 
así  conui  también  el  ácido  fosfórico,  el  ácido  carbónico,  el  ácido  sulfúri- 


-hOH. 


Fig.  3.  —  «  Escorias  »  y  «  tierras  cocidas  »  (máximo^ 

co  y  el  cloro ;  pero  donde  la  diferencia  es  más  notable  es  en  el  porcentaje 
de  la  alúmina,  como  podía  suponerse. 

En  efecto,  este  elemento  que  es  raro  en  cenizas  vegetales  y  que  se  ha 
llegado  á  negar  en  la  planta,  tiene  en  este  caso  una  importancia  espe- 
cial y  por  tal  razón  se  hizo  su  determinación  cuantitativa,  de  acuerdo 
con  el  método  seguido  por  Berthelot  y  André  en  sus  originales  investi- 
gaciones ^ 


'  M.  Berthelot,  Chimie  végétale  et  agricole,  III,  60.  Paria,  1899. 


—  168  — 

Descartada  la  hipótesis  de  que  las  «  escorias  »  sean  cenizas  de  vege- 
tales semejantes  á  las  analizadas,  como  pretenden  algunos  investigado- 
res (Lehmann-Nitsclie,  entre  otros)  queda  en  pie  la  hipótesis  formulada 
por  el  profesor  doctor  Ameghino  en  sus  Wotas  preliminares  sobre  el 
Tetraprothomo  argentinus  ya  citadas.  Según  el  eminente  profesor,  de  los 
pastos  incendiados  «  en  terrenos  bastante  arenosos  y  relativamente  se- 
cos, la  parte  superior  se  quema  rápidamente,  pero  la  parte  inferior  que  pe- 


-h^ 


Fig.  4.  —  «  Escorias  »  y  «  tierras  cocidas  »  (minimo) 


netra  en  el  suelo  y  constituye  las  raíces,  continúa  ardiendo  lentamente, 
durante  dos  ó  tres  días  y  á  veces  aun  más.  Durante  esta  combustión 
lenta,  los  huecos  que  dejan  las  raíces  se  transforman  en  un  crisol  natu- 
ral. El  calor  bastante  intenso  que  se  desarrolla  dentro  del  suelo  en  el 
crisol  así  formado  produce  la  fusión  de  una  parte  del  material  arenoso, 
favorecida  por  la  cantidad  de  substancias  alcalinas  que  contienen  las 
raíces,  dando  por  resultado  la  formación  de  una  especie  de  escoria  muy 
porosa  y  muy  liviana,  que  á  primera  vista  tiene  un  aspecto  parecido  al 
de  lava  volcánica... » 


—   169  — 

La  hipótesis  es  ingeniosa,  pero  no  puede  admitirse  sin  observación. 
En  primer  lugar,  la  combustión  de  las  raíces  dentro  de  la  tierra  no  es 
fácil  de  explicar,  fuera  del  contacto  del  aire,  bajo  una  capa  de  cenizas  y 
sin  más  fuente  de  calor  que  el  producido  por  ellas  mismas  al  arder ;  pero 
aunque  así  fuese,  la  fusión  del  material  arenoso  que  se  pretende,  favo- 
recida por  la  presencia  de  substancias  alcalinas  de  las  cenizas,  sería  im- 
posible con  los  pastos  analizados,   excepción  hecha  de  la  paja  serrucho 


Fig.  5.  —  Arcillas  diversas  (máximo) 

(Scirpus  asper),  pues  se  trata  de  cenizas  muy  acidas  cuyo  punto  de  fu- 
sión sería  aproximadamente  1000°  C.  ^ 

Suponiendo  que  el  pretendido  fenómeno  se  hubiese  operado  á  pesar 
de  todas  las  dificultades  apuntadas,  es  evidente  que  las  escorias  así  for- 
madas tendrían  una  composición  química  que  revelaría  la  mezcla,  es  de- 
cir, que  el  porcentaje  de  todos  sus  elementos  podría  servir  para  fijar 
aproximadamente  las  proporciones  en  que  habían   intervenido  las  ceni- 


'  A.  Carnot, Traite  d'analysede  suhstances  minerales,  II,  212.  Paris,  1904. 


—  170  — 

zas  de  las  raíces  y  el  « terreno  bastante  arenoso  »  que  las  envolvía.  Sin 
embargo  nada  de  esto  ocurre  con  las  muestras  analizadas,  aun  admitien- 
do que  se  tratase  de  paja  serrucho  (Scir])m  mper)  incendiada  en  loess 
como  los  estudiados  ;  suposición  que  bago  para  colocar  la  cuestión  en  las 
condiciones  más  favorables  al  modo  de  opinar  del  doctor  Ameghino, 
pues  si  se  toma  cualquiera  de  los  pastos  indígenas  de  los  cuadros  y  un 


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Arcillas  diversas  (mínimo) 


«terreno  bastante  arenoso»,  es  decir,  más  rico  en  sílice  y  más  pobre 
en  alúmina  que  los  loess,  toda  discusión  sería  inútil. 

Se  podrá  objetar  que  estas  «  escorias  »  no  pueden  tener  actualmente 
la  composición  que  tuvieron  en  la  época  de  su  formación,  pues  han  sufrido 
la  acción  del  agua  y  de  los  agentes  atmosféricos  durante  un  espacio  de 
tiempo  muy  largo ;  pero  si  esto  es  suficiente  para  explicar  las  escasas 
proporciones  de  cloruros,  sulfatos,  carbonatos  y  fosfatos  en  las  «  esco- 
rias »,  sería  motivo  de  contradicción  profunda  al  querer  explicar  el  por- 
centaje de  la  alúmina  igual  en  los  loess  y  en  las  «  escorias.»  En  efecto, 
en  la  supuesta  fusión  de  los  silicatos  en  j^resencia  de  los  álcalis,  se  for- 


—  171   — 

marón  silicatos  alcalinos  solnblos  y  aluminatos  alcalinos  también  solu- 
bles, como  en  la  ecuación 

K,0,  AUO,,  6  8iO,  +  6  Na.CO,  =  6  Na^SiO,  +  2  (KO)AIO  +     6  CO, 

,,  .  Carbonato  Silicato  Aluminato  Anliidrido 

ditosa  -t-  *-  -  ,  ,    . 

siKlii'o  souíl'O  potusiio  (.•ailumico 

y  auíbos  comjmestos  debieron  ser  arrastrados  por  las  a^uas  vmi  los 
cloruros,  sulfatos,  fosfatos,  y  carbonatos,  aunque  fuese  parcialiuente, 
por  la  ulterior  descomposición  posible  de  los  aluminatos  bajo  la  acción 
del  anhídrido  carbónico  disuelto  en  el  agua. 

Si  esto  hubiese  sucedido,  las  «  escorias  »  tendrían  nniy  pequeñas  pro- 
porciones de  alúuiina  y  nunca  16  por  ciento,  salvo  el  caso  de  que  el  te- 
rreno tuviese  la  composición  de  las  arcillas  que  en  los  cuadros  figuran 
con  losmimeros  11,  12  y  13. 

La  misma  muestra  15  que  según  el  doctor  Eotli,  proviene  del  incendio 
reciente  de  un  bosque,  no  puede  admitirse  químicamente  como  ceniza  de 
vegetales  arbóreos,  ni  como  mezcla  de  ceniza  de  árbol  y  de  una  arcilla 
semejante  á  los  locss  estudiados  ó  á  las  muestras  11, 13  y  13.  Suponiendo 
que  los  árboles  incendiados  tuviesen  cenizas  de  composición  igual  á  la 
composición  media  de  las  quince  esencias  distintas  estudiadas  por 
Malagiitti  y  DurocLer  ^  esta  ceniza  estaría  constituida  así  : 

Sílice  en  SiO, 4.03 

Acido  sulfúrico  en  SO, 2.50 

—  clorhídrico  eu  Cl 0.50 

—  fosfórico  en  P5O5 9.44 

Oxido  de  aluminio,  hierro  y  manganeso  AljOgFCjO^MnO.  2.08 

—  de  calcio  CaO 56.73 

—  de  magnesio  MgO. 7.50 

—  de  potasio  K^O 14.22 

—  de  sodio  Na,0 2.59 

y  fácilmente  se  comi^rende  que  los  datos  analíticos  de  la  muestra  15  nada 
tienen  de  común  con  estas  cifras,  por  lo  cual  me  inclino  á  creer  que  se 
trata  de  una  arcilla  aglomerada  y  semifundida  por  la  simple  acción  del 
calor  x)roducido  por  el  incendio  del  bosque,  como  en  las  experiencias 
que  en  seguida  describiré. 

Y  lo  mismo  podría  decirse,  si  admitiésemos  para  las  cenizas  de  los 
árboles  incendiados  la  comjjosición  media  que  resulta  de  los  análisis  del 
profesor  doctor  A.  Doering  ^  sobre  esencias  de  la  Eepública  : 


'  A.  M.  ViLLON.  Dictionnaire  de  cMmie  industrielle,  I,  art.  Cendres.   Paris. 
^  Adolfo  Doering,    Los   constituyentes  inorgánicos   de  algunos   árboles  y  arbustos 
argentinos,  en  Boletín  de  la  Academia  Nacional  de  Ciencias  en  Córdoba,  II,  65.  Córdoba, 

1878. 


—   172  — 

Por  ciento 

Acido  silícico  en  SiOj 9 .  31 

—  fosfórico  en  PjO^ 6.72 

—  clorliídi'ico  en  Cl 1 .  28 

—  sulfúrico  en  SO3 1 .  88 

Óxido  de  hierro  en  Fe^Oj 1 .  28 

—  de  calcio  en  CaO 47 .  25 

—  de  magnesio  en  MgO 8 .  25 

—  de  potasio  en  K^O 19.55 

—  de  sodio  en  NajO 4 .  07 

Por  otra  parte,  el  doctor  Amegliino  me  proporcionó  cenizas  y  escoria 
de  un  fogón  encontrado  por  el  profesor  Luis  M.  Torres,  sobre  la  costa 
del  río  Uruguay,  entre  el  Ñancái  y  Puerto  Landa,  cuyo  análisis  vino  á 
comprobar  mis  suposiciones.  Las  cenizas  conservaban  el  aspecto  de  ta- 
les, sin  señal  alguna  de  fusión  -,  y  la  escoria,  que  correspondía  al  fondo 
del  fogón,  era  una  masa  compacta,  algo  porosa  y  presentaba  señales  cla- 
ras de  un  principio  de  fusión. 

He  aquí  los  datos  analíticos  que  obtuve  : 

Cenizas  Escoria 

Color  del  ijolvo gris  amarillento  claro       rojo  pardo  de  hígado 

—  al  rojo sin  variación  sin  variación 

Por  ciento  Por  ciento 

Pérdida  al  rojo 7.900  6.091 

Sílice  en  SiO, 11.890  32.600 

Acido  carbónico  en  CO^     ...  6.446  — 

—  fosfórico  en  P.O^ 16 .  655  3 .  044 

Óxido  de  hierro  en  Fe^Oj  ...  7 .  260  47 .  530 

—  de  aluminio  en  Al^O,.  1.150  6.200 

—  de  calcio  en  CaO 40 .  078  1  -  570 

—  de  magnesio  en  MgO  .  5.560  — 

La  ceniza  no  ofrece  nada  de  extraordinario  en  su  composición,  pero 
la  escoria  muestra  como  la  simjüe  acción  del  calor  puede  dar  á  una  arci- 
lla muy  ferruginosa  el  aspecto  de  una  escoria  volcánica,  aunque  sus  ele- 
mentos no  correspondan  á  esta  clase  de  materiales. 

Además,  el  mismo  doctor  Ameghino  me  entregó  una  muestra  de  es- 
coria hallada  por  él  en  Tolosa  (La  Plata),  proveniente  de  un  fogón  olvi- 
dado, que  también  confirma  mis  opiniones  respecto  délos  materiales  en 
discusión. 

He  aquí  los  datos  analíticos: 

Escoria  de  Tolosa 

Color  del  polvo gris  muy  claro 

—  al  rojo .sin  variación 


—    17.S  — 

Pérdida  al  rojo 0.950 

SiO. ()1.290 

SO," 0.095 

CO, 3.212 

Cl 0.340 

P.0, 2.853 

AljO, 8.327 

Fe^Oj 5.032 

CaO 9.110 

MgO 2.480 

Y  en  el  misino  sentido  me  favorecen  los  resultados  que  me  proporcionó 
una  «  escoria  »  recogida  i>or  el  doctor  Amegliino  en  la  playa,  bajo  la  ba- 
rranca de  Lobería,  abandonada  allí  por  las  olas,  sin  alteración  aparente  : 

Pérdida  al  rojo 1 .  146 

SiO, 60.250 

SO3 V 

CO, O 

Cl V 

P.0, 

Al.O, 25.890 

Fe^O, 7.660 

CaO 1.000 

MgO 1.198 

Color  del  polvo gris  obscuro  algo  verdoso 

Tratando  de  conocer  la  acción  de  las  altas  temperaturas  sobre  las 
muestras  de  loess,  de  «escorias»  y  «  tierras  cocidas»  que  había  anali- 
zado, dispuse  una  serie  de  ensayos  en  un  horno  de  mufla  calentado  con 
gas  de  alumbrado,  midiendo  las  temperaturas  alcanzadas  con  relojes 
fusibles  de  Séger. 

Los  resultados  que  se  consignan  en  el  cuadro  correspondiente  muestran 
que  los  loess  funden  por  encima  de  1000°  C.  y  que  i^ueden  dar  escorias 
porosas,  de  distintos  colores,  semejantes  por  su  aspecto  á  escorias  volcar 
nicas,  siéndolo  también  por  su  composición  química.  Además,  muestran 
que  las  «escorias»  y  «tierras  cocidas»  tienen  un  j)unto  de  fusión  algo 
inferior  y  que  i^ulverizadas  y  sometidas  á  temperaturas  que  producen 
su  completa  fusión,  no  adquieren  de  nuevo  su  aspecto  primitivo. 

Respecto  de  la  coloración  rojiza  que  caracteriza  á  las  « tierras  coci- 
das »  hice  también  ensayos  con  las  muestras  de  loess,  que  no  figuran 
sino  en  parte  en  el  cuadro.  La  acción  continuada  del  calor,  á  tempera- 
ras vecinas  del  rojo  sombra,  da  á  los  loess  tintes  que  recuerdan  el  color 
del  ladrillo;  y  humedeciendo  las  muestras,  el  tinte  se  hace  más  no- 
table. 

No  me  parece  inoportuno  recordar  aquí,  que  en  una  muestra  de  «  esco- 


—   174   — 

lia  »  recogida  en  la  barranca  de  Chapadmalal,  estancia  de  Martínez  de 
Hoz  (provincia  de  Buenos  Aires),  observamos  el  doctor  Schiller,  el  pro- 
fesor Ontes  y  yo,  una  parte  roja  que  correspondía  á  la  superficie  ex- 
puesta á  los  agentes  atmosféricos,  donde  la  acción  del  calor  no  podía 
sospecharse;  y  esta  misma  coloración  roja  la  he  observado  en  la  super- 
ficie de  una  escoria  volcánica  negra  del  volcán  Osorno  que  recogió  el 
jjrofesor  Outes  en  su  viaje  á  Chile,  sin  que  haya  intervenido  en  este 
cambio  el  calor.  El  fenómeno  se  explica  tratándose  de  materiales  que 
contienen  óxido  ferroso,  haciendo  actuar  el  oxígeno,  el  anhídrido  carbó- 
nico y  el  vapor  de  agua  de  la  atmósfera,  como  lo  demuestran  las  ecua- 
ciones siguientes  : 


FeO 

+ 

CO,       + 

H,0 

=       FeCO,,       + 

H,0 

Oxido 
ferroso 

4- 

Anhidritlo 
carbónico 

Agua 

Carbonato 
ferroso 

Agua 

FeC03 

+ 

CO,       + 

H,0 

=     Fe(HC03), 

Bicarbonato  ferroso 

este  bicarbonato  es  soluble,  y  se  reparte  en  toda  la  masa,  y  después  al 
aire  húmedo  se  transforma  así 

2Fe(HC03),  -1-  H,0  +  O  =  2Fe(OH)3  +  4  CO, 

Hidrato 
férrico 

2Fe(H0),  =  Fe,0,  +  3H,0 

Oxido 
férrico 

Óxido  de  color  rojo  que  tiue  toda  la  roca. 


§  IV 


«  TOSCAS  » 


Las  tres  muestras  que  figuran  en  el  cuadro  representan  tres  tipos  de 
distinta  pureza  que  recogimos  en  la  barranca  de  Lobería,  sobre  el  mar, 
en  la  estancia  de  Martínez  de  Hoz  (provincia  de  Buenos  Aires),  en  el 
viaje  que  realicé  en  mayo  de  1907  en  compañía  de  los  profesores  doc- 
tor Gualterio  Schiller  y  señor  Félix  E.  Outes. 

Tratándose  de  un  estudio  de  rocas  y  materiales  de  la  serie  i)ampeana, 
me  pareció  conveniente  incluir  en  él  estas  «toscas  »,  de  las  cuales  la  prime- 
ra y  tercera  corresponden  á  grandes  masas  concrecionadas,  de  superficie 


—   175  — 

mamelouar  en  partes  y  reniforme  eu  otras,  de  fractura  lisa  y  estructura 
heterogénea,  presentando  cavidades  repletas  de  pequeños  cristales. 

La  segunda  corresponde  á  un  enorme  banco  de  gran  potencia  que  se 
encuentra  á  mitad  de  la  altura  de  la  barranca.  Esta  «tosca»  presenta 
analogía  bastante  manifiesta  con  una  «tosca»  de  Córdoba  analizada  por 
mí  en  1903  y  cuya  composición  es  : 

Tosca  de  Córdoba 

Densidad 2.715 

Agua  H,0 2.068  «/o 

Sílice    SiOj 39.650 

Acido  carbónico  COj. 16.290 

Óxido  de  aluminio  Al^O, 13.000 

—  de  hierro   Fe^Og 3.460 

—  de  manganeso   MnO v. 

—  de  calcio  CaO 20.842 

—  de  magnesio  MgO 1.540 


de  potasio  K^O) 
de  sodio    Na^O^ 


2.808 


§  y 


CONCLUSIONES 

Eesumiendo  las  observaciones  que  me  han  sugerido  los  resultados 
analíticos  obtenidos,  mis  conclusiones  pueden  expresarse  así: 

a)  Las  muestras  de  loess  analizadas  poseen  una  composición  casi  idén- 
tica á  la  de  cenizas  volcánicas  modernas  (Rininahue,  San  Vicente  y 
Barbada). 

b)  Las  «  escorias  »  y  « tierras  cocidas  »  analizadas  tienen  una  misma 
comxjosición  química. 

cj  Las  «escorias»  y  «tierras  cocidas»  analizadas  tienen  una  compo- 
sición idéntica  á  la  de  los  loess  examinados. 

d)  La  simple  acción  del  calor  (temperaturas  comprendidas  entre  1300 
y  1350  °  C.)  basta  para  dar  á  los  loess  estudiados  el  aspecto  de  escorias 
volcánicas. 

e)  Las  «escorias  »  no  son  cenizas  de  vegetales,  ni  herbáceos  ni  arbó- 
reos. 

/)  Las  «  escorias  »  no  son  el  resultado  de  una  mezcla  de  cenizas  vege- 
tales y  de  loess. 

Museo  de  La  Plata,  mayo  27  de  1908. 


—  176  — 


COMPOSICIÓN  QUÍMICA   DE   LOESS 


1 

2 

3 

21 

22 

23 

Humedad  á  110'..  . 

10.667 

8.440 

8.631 

9.653 

7.844 

7.700 

Pérdida  al  rojo.  .  .  . 

2.306 

4.160 

4.842 

4.6.53 

4.200 

4.265 

12.973 


12.600 


13.473 


14.306 


12.044 


11.965 


SiOj 56.820 

SO,.... V. 

C0„ — 

Cl 0.680 

Al.Oj 15.756 

FeO 0.185 

Fe.Og. 5.309 

MnO 0.017 

Tío, 0.217 

CaO 3.304 

MgO 1.578 

K,0.... 0.841 

Na,0 2.410 

PjOj. 0.160 

Color pardo  claro 

TI       1        •  (      pardo 

Id.    al   rojo. 

habana 


57.360         55.400         57.060 


58.200         57.090 

V.  V. 


1.100  1.012  0.306  0.697  0.731 

15.260  15.863  15.350  16.330  15.607 

0.190  0.120  0.155  0.055  0.195 

5.875  4.997  4.866  4.995  5.256 

0.018  0.014  0.017  0.021  0.032 

0.180  0.306  0.275  0.330  0.325 

3.472  3.471           2.695  3.456  3.160 

1.131  1.890  0.860  0.993  0.890 

0.788  0.763           0.701  0.823  0.779 

1.905  2.157           3.208  2.450  3.179 

0.268  0.439           0.460  0.089  0.332 

l>ardo  pardo  pardo            gris  pardo 

rosáceo  muy  claro  habana  pardo  claro 

pardo  pardo           pardo  gris  pardo      gris 

habana  habana  gris  claro  obscuro  obscuro 


'  Loess  de  la  base  de  la  barranca  de  Lobería.  (Plancha  I,  figura  2,  lugar  10.) 

^  Loess  de  junto  al  pedazo  de  « tierra  cocida  »  mencionado  por  el  profesor  Outes 
(l)ág.  151  de  esta  memoria.) 

*  Loess  del  pequeño  estrato  de  «  tierra  cocida  »  y  «  escoria  »  á  que  hace  referencia 
el  profesor  Outes  (pág.  151  de  esta  memoria.) 

*^  Loess  del  pampeano  superior  ;  barranca  de  Lobería  (provincia  de  Buenos 
Aires). 

*^  Loess  del  pampeano  superior  ;  barranca  de  Lobería  (provincia  de  Buenos 
Aires). 

''  Loess  del  pampeano,  formación  lacustre,  del  mismo  punto. 


s^  -?■ 


177 


00     ÍO     >0     rH 

<M   eo   t~   to 

(M     o     --<    o 


00    O    O    iM 
^    i-l    iC     CO 


C^     O    ■^     O 


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■*     O     Tjl     O 


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BEV.   MUSEO   LA  PLATA. 


eo   O   ^   O 


fe       -í       ;:, 

T.  II.  (IX,  2,  1908.) 


178 


«  ESCORIAS  »    Y    «  TIERRAS  COCIDAS  »    DEL    PAMPEANO 

00  01  03  04 

Humedad  á  110°  C.            0.651  0.789  0.442  0.176 

Pérdida  al  rojo. 2.71.5  3.370  4.906  3.701 

3.366  4.159  5.348  3.877 

SiO^, 66.600  65.950  63.220  68.550 

SO3 V.  V.  0.050  V. 

CO^. _  _  _  _ 

Cl 0.340  0.034  0.578  0.340 

Al, O, 16.350  16.010  16.011  15.260 

FeO 0.330  0.410  0.310  0.560 

Fe.O, 5.030  4.750  5.090  4.640 

MnO. 0.019  0.021  0.017  0.022 

Tío,. 0.180  0.160  0.320  0.550 

CaO 3.880  4.872  5.180  3.208 

MgO.... 1.422  1.872  2.246  1.350 

K,0. 0.325  0.488  0.391  0.300 

Na,0. 1.947  1.224  0.493  0.778 

PjOj 0.211  0.062  0.746  0.265 

^  ,        ,                            ,         ..  ^  sris  verdoso  pardo  pardo  gris 

Color  del  polvo pardo  rojizo  ,           ,  ,            •   ^ 

r         claro  claro  grisáceo        obscuro 

i  roio  ladrillo  pardo  gris  ,  rojo  ladrillo 

Id.  al  rojo. ,  i)ardo  ''     , 

(        claro  obscuro  claro 


""  «  Tierra  cocida  »  de  Chapadmalal  (provincia  de  Buenos  Aires). 

"'  «  Escoria»  de  Chapadmalal  (Plancha  lY,  figura  2,  lugar  7). 

°^  «  Escoria  »  de  Chapadmalal. 

"^  «Tierra  cocida»   de  la  bajada  de  Martínez  de  Hoz    (Plancha   II,    figura  2,    lu- 

rar  2.) 


—  17»  — 


t-   !N    t-   eo 

ce  o   05  O 


eo    iH   ec   iH 


C^l  ,H 


O    lO    O    O 

CD     iO     iXi     o 


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t^    -TI    íM    o 

ce   t^   -*   co 


'*    o    -rí<    o 


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o   ;o   >íi   -ti 
m   íft   cD   co 


tO    o    --i<    o 


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O  ^  S^  ^  ;z| 


o       ií 


i  o 


180  — 


coMPOsiciüx  química  de  arcillas  diversas 


Humed.állO°  C. 
Pérdida  al  rojo.  . 


11 
1.133 
5.256 

6.389 


SiO, 42.900 

SO3 — 

CO, - 

Cl  ...... 0.034 

Al,03. 29.490 

FeO 0.800 

Fe^Og 2.680 

MnO 0.033 

Tío., 0.240 

CaO... 8.904 

MgO 6.300 

K,0 0.535 

Na^O 2.261 

"N"  O  — 

P.O^ 0.071 

Color. gris  verdoso 

Id.  al  rojo. .  .  .  pardo  obsc. 


12 

13 

14 

15 

0.251 

2.500 

6.258 

7.178 

1.570 

1.720 

5.137 

5.499 

1.821 

4.220 

11.395 

12.677 

46.860 

48.880 

60.370 

60.180 

— 

— 

<0.010 

0.053 

0.034 

0.034 

0.136 

0.544 

26.170 

26.140 

18.310 

16.350 

1.940 

2.930 

2.120 

0.850 

2.070 

2.190 

2.260 

1.950 

0.029 

0.015 

0.021 

0.021 

0.750 

0.140 

0.170 

0.400 

9.548 

9.293 

1.920 

4.054 

6.910 

3.350 

1.500 

1.640 

0.390 

0.486 

0.348 

0.685 

2,997 

2.770 

2.102 

1.943 

0.084 


0.128 


pardogris 


0.003 


(  rojo  ladrillo 


(         claro 
i     gris  con  pardo        pardo  rojizo 

(  tinte  pardo     de  hígado  claro 


amarillo 
grisáceo 

pardo 

claro 


y  '^  Arcillas  tobáceas  de  Appeleg,  precordillera  (Chubut). 

y  ^*  Arcillas  tobáceas  de  Capitán  Villegas  (río  Chubut). 

Restos  de  bosque  incendiado  (?)  de  Tintina  (Santiago  del  Estero). 


181  — 


ce  7-1 


C5  tH 


ce     CO     M     O 


CO  1-H 


C^    CO    <M    O 

1-1  in  CO   ^ 


t^     ce      rH 


O    <     < 


l.O     iH     C<l     O 


O   O   o 

O    S    ÍM 


íí         X 


182   — 


RESULTADOS   DK   LOS   ENSAYOS   PIHOGNÓSTICOS 


Color  del  polvo 
á  1330-1350°C. 


Aspecto 
á  1330-1350°C. 


fkdor 

1330-1350°C. 


Aspecto 

á  !)50-lU00°C. 


Color 
á  050-lOOOoC. 


Color 

(le  la  muestra 

en  polvo 


Loess  de  Lobería 


Pardo 


Pardo  lig. 
violáceo 

Pardo  lig. 
violáceo 


/Escoria  poro- 
,  sa  superficie 


vitrea 


/Escoria  poro- 

.  sa  superficie 

vitrea 


Gris  verdoso  \ 
osbcuro;maii-/ 
chas  rojizas  ' 


Ligeramente 
aglomerado 


I 

(Pardo  habana 


Pardo  hígado , 
manchas  ro-  [   Casi  suelto 
j  izas  / 


(  Escoria  poco  \  i 

>  ^Pardo  hígado/    ^,     . 

{porosa, super-'     ,.  ..        \    Casi  suelto 

(   «„í.  ^.'.„.„    )    lig-  rojizo 


ficie  vitrea 


(Escoria  poro-\ 


Pardo  osbc.   >  sa,  superficie /Pardo  hígado 


22 


23 


Pardo 
muy  obscuro 

Pardo 
lig.  violáceo 


vitrea 


Escoria  poco 


Ligeramente 
aglomerado 


■"i 


y  porosa,  siqier-/ Pardo  hígado 
ficie  vitrea    ' 


Ligeramente 
/  aglomerado 


Escoria  muy 

porosa,  sup. 

vitrea 


^Pardo  hígado 
\    lig.  rojizo 


Pardo  habana 


Pardo  habana) 


Pardo  habana 


Pardo  rosáceo 


Pardo 
muy  claro 


Ligeramente  i 
aglomerado   \ 


Pardo 
gris  claro 

Gris 
pardo  obscuro 


Gris  obscuro 


f  Pardo  habana 


Gris  pardo 


Pardo  claro 


«  Escorlfííi  »  y  «  Tierras  cocidas  » 

Escoria  no     ,  ' 

)        Pardo 


„  Pardo        \  .       ^        Pardo  ^,     .        ,,  Rojo         ,„     , 

"^       1     ,  ,      1  porosa  sm  ,     ..      ,  Casi  suelto      ,    ,  .,.      ,  Pardo  rojizo 

f    de  hígado    {       ^        -^        \    ^^  hígado  ladrillo  claro  '' 


01 


02 


04  \ 


¡Escoria  poro- 
sa, superficie 
vitrea 

.         ...        /Escoria  poco 
Amarillo     \ 

( 
I 
Rojo         ^ 


lig.  verdoso 


porosa,  super- 
ficie vitrea 

Escoria  no 
porosa,   sin 


Gris  verdoso  ^ 

i  Fuertemente 
obscuro;  man-' 
.  ..        i  aglomerado 

chas  rojizas  ) 

Gris  verde    \ 
con  manchas  f  Aglomerado 


rojas 
/        Pardo 


(ipardo  hígadoí  -  '  \    de  hígado 

I  I  costra  vitrea 


Ligeramente 
aglomerado 


Pardo 
gris  obscuro 


Pardo 


Rojo 
ladrillo   claro 


Gris 
verdoso  claro 

Pardo 
claro  grisáceo 

Pardo 
gris  obscuro 


—  183  — 

CKXIZAS   DE   Scirpnx  aupcr  (taja  sickkuciio) 

Hojas  Raíces  Tallos 

Humedad 65.260  89.425  8í).960 

Cenizas 4.340  1.414  1.360 

Color gris  obscuro  gri.s  claro            gris  aniarilknto 

Reacción ligera  alcalina  alcalina  alcalina 

SiO, 51.450  39.280  15.140 

SO, 1.460  3.540  4.600 

CO, 3.064  10.825  16.305 

Cl 2.982  2.124  3.584 

AljO, V.  3.480                          V. 

^^^ '  4. .520  10.000  8.568 

Fe^O,, ) 

MnO. . 0.021  0.035  0.014 

TiOj. —  —  — 

CaO 3.720  2.190  1.420 

MgO 3.502  3.427  3.116 

KjO 1.101  1.005  0.798 

Na^O 24.882  21.294  44.380 

PjOj. 3.298  2.800  2.075 

Nota.  —  El  carbón  de  las  cenizas  no  figura  en  el  cuadro  por  el  fin  especial  que  se 
perseguía  con  estos  análisis.  Por  la  misma  razón  se  determinó  sílice  total,  sin  hacer 
distinción  entre  sílice  y  arena.  La  riqueza  en  alúmina  de  las  raíces  por  ser  excep- 
cional fué  determinada  en  tres  ensayos ;  pero  no  creo  corresponda  en  su  totalidad  á 
alúmina  absorbida  por  la  raíz,  sino  más  bien  á  adherencias  ó  inclusiones  en  los 
tejidos  superficiales. 

CENIZAS  DE  PLANTAS  INDÍGENAS  (HOJAS) 


a  h 

Cenizas 11.216  7.002 

Color. gris  obscuro  gris  obscuro 

^  fuerte 

Reacción alcalina    ,  ,     ,. 

(  alcalina 

SiOj 82.040  74.060 

SO3 —  — 

CO5 2.640  2.948 

Cl 0.870  2.720 

AljO, no  dosable  no  dosable 

*'®^" f          5.800  4.690 

FCjO^ \ 

MnO 0.018  0.014 

Tío, —  — 

CaO. 1.792  1.506 

MgO 0.777  0.824 

^'^" '          3.277  9.864 

Na,0 S 

PO^ 2.786  3.374 


c 

d 

e 

10.500 

12.810 

5.181 

gris  claro 

gris  obscuro 

gris  obscuro 

fuerte 

fuerte 

fuerte 

alcalina 

alcalina 

alcalina 

81.640 

72.313 

77.710 

2.398 

4.114 

4.202 

1.260 

0.920 

0.200 

no  dosable 

no  dosable 

no  dosable 

5.300 

4.540 

6.030 

0.020 

0.018 

0.017 

1.624 

2.329 

3.024 

0.820 

1.173 

0.790 

3.772 

10.893 

4.874 

3.166 

3.700 

3.153 

—   1<S4 


CENIZAS  DE  PLANTAS  INDÍGENAS   (KAÍCES) 


Cenizas 24.555 

i    ííris  pardo 

Color. "      / 

r         claro 

„         . ,  i'  mny  ligera 

Keacciou. ° 

>     alcalina 

8ÍO5. 87.010 

SO3 V. 

CO, 2.926 

Cl. 0.790 

Al.Og... •.  .  0.450 

f^^- i  4.428 

MnO 0.020 

TiOj — 

CaO. 1.060 

MgO 0.870 

^:::::::::\  -- 

P.O, 1.246 


b 

c 

d 

c 

.3.870 

6.340 

13.440 

16.600 

gris  pardo  '\ 
claro        ) 

pardo  claro  < 

\  gris  pardo 
'       claro 

(pardo  claro 

muy  ligera) 
alcalina    \ 

alcalina 

alcalina 

alcalina 

68.410 

70.080 

78.740 

84.359 

V. 

V. 

V. 

V. 

4.860 

4.5.50 

3.376 

3.080 

1.820 

1.075 

0.768 

0.315 

0.460 

0.410 

0.190 

0.100 

4.. 360 

5.370 

3.840 

6.424 

0.030 

0.032 

0.018 

0.038 

1.110 

0.998 

1.876 

2.000 

0.962 

0.977 

1.335 

0.761 

14.222 

12.598 

7.979 

1.582 

4.166 

3.910 

1.878 

1.341 

COMPOSICIÓN  QUÍMICA  DE   «  TOSCAS  » 


i  5  24 

Humed.  áll0°C.                0.979  2.605  0.7.52 

Pérdida  al  rojo...                0.862  1.195  1.700 

1.841  3.800  2.452 

SiO, 7.620  44.180  2.660 

SO3.... <0.010  <0.010  0.238 

CO2 37.379  16.390  40.109 

Cl. 0.104  1.2.52  0.110 

AI2O3 3.435  6.453  2.456 

FeO V.  0.195  v. 

Fe^Oj. 0.175  0.307  0.144 

MnO. O  V.  — 

TiOj V.  0.035  — 

CaO 46.904  20.080  50.770 

MgO. 0.734  0.884  0.330 

KjO.... 0.098  0..533  v. 

Na^O. 1.060  4.685  v. 

PjO,. <0.030  0.090  <0.020 

Color blanco  gris  claro  blanco 

Id.  al  rojo..  .  .  .             blanco  gris  oscuro  blanco 

*  Calcáreo  de  la  base  de  la  barranca  de  Lobería  (provincia  de  Buenos  Aires). 

^  Calcáreo  que  forma  un  banco  en  la  mitad  de  altura  de  la  barranca,  sobre  el  mar. 

'*  Calcáreo  de  la  base  de  la  misma  barranca,  sobre  el  mar. 


—   1S5 


Ti]n(:i:i{A  ivvutk 

ESTUDIO  MICROSCÓPICO  DP:  LAS  «ESCORIAS»  Y  «TIERRAS  COCIDAS» 

Por  el  nocroii  H.  BÜCKING 
Director  (U'l  Instituto  Miiirralii^ieo  y  l'ctrofiTi'ifioo  de  la  Univcrsidail  de  Strasslnirg 


«  ESCORIAS  »    Y    «  TIERRAS    COCIDAS  » 

a)  «  Escoria  »  de  Monte  Hermoso  (muestra  y  corte  111)  '.  Lava  gris, 
esponjosa,  con  numerosos  huecos,  casi  todos  esféricos  y  hasta  de  un  cen- 
tímetro de  tamaño.  Corresponde  á  una  andesita  con  pLagiochisas  visibles 
que  forman,  á  veces,  cristales  cortos  y  gruesos  conteniendo  vidrio,  ó 
largos  microlitos  en  forma  de  agujas.  Estos  últimos  se  presentan,  casi 
siempre,  asociados  en  forma  de  complejos  radioestria<los  los  que  llenan  el 
magma  que  es  de  color  obscuro,  y  pardo  semitransparente  sólo  en  muy 
escasos  puntos.  Además,  existen  productos  esferolíticos  de  devitrifica- 
ción. 

h)  «Escoria»  de  Monte  Hermoso  (corte IV). Lava  esponjosa, andesítica. 
Algunos  de  sus  espacios  llenos  de  calcita.  Estructura  algo  más  grosera 
que  en  a.  En  un  magma  pardo  se  encuentran  numerosos  plagioclasas 
cortos,  en  forma  de  listones,  y  ordenados  evidentemente  en  forma  fluida. 
Además,  cristales  de  magnetita,  unos  pequeños  y  otros  más  grandes.  El 
magma  es  menos  aparente  con  respecto  á  las  formaciones  cristalinas  y, 
desde  luego,  menos  notable  que  en  a. 

c)  «  Escoria  »  de  Monte  Hermoso  (muestra  y  corte  V).  Lava  andesiti- 
co-augitifera,  esponjosa  y  hasta  espumosa.  Muchos  de  los  espacios  hue- 
cos, especialmente  en  la  superficie  del  fragmento,  están  revestidos  de 
calcita  que  llena  por  completo  los  más  pequeños.  Estructura  aun  más 
grosera;  mayor  abundancia  de  formaciones  cristalinas  que  en  &.  Losi^la- 
gioclasas  tienen  hasta  un  cuarto  milímetro  de  largo  por  un  octavo  milí- 
metro de  ancho.  Se  notan,  también,  magnetita  y  algunos   cristales  de 

'  Las  indiciicioues  contenidas  entre  paréntesis,  correspouclen  á  la  numeración  de 
los  cortes  y  muestras  enviados  por  la  sección  mineralógica  del  Museo. 


—    1S6    — 

jiiijita,  cortos  y  gruesos  y  de  color,  uno  que  otro,  pardo-verdoso.  Pare- 
cida, por  otra  parte,  á  la  muestra  h.  Por  lo  general,  el  magma  es  menos 
notable  que  en  h.  Poco  transparente,  debido  al  gran  número  de  peque- 
ños cristales  de  magnetita  que  contiene. 

d)  «Tierra  cocida  »  de  Chapadnudal  (muestra  y  corte  Vil).  Roca  po- 
rosa, blanda,  color  pardo  rojizo  basta  rojo  de  ladrillo.  Estructura  clásti- 
ca, pelitica.  Contiene  en  un  cemento  ferruginoso,  compacto,  pardo  rojizo 
(bidróxido  de  bierro  é  bidróxido  de  aluminio,  ó  bien  arcilla),  algunos  gra- 
nitos basta  del  tamaíio  de  un  quinto  milímetro»,  especialmente  de  cuarzo 
y  plagioclasa ;  quizá  también  de  sanidina,  pero  con  seguridad  de  mag- 
netita, anjita,  más  raramente  anfibol  y,  además,  pequeños  lapilU  de  an- 
desita,  como  los  anteriores  basta  de  un  quinto  milímetro  de  grosor,  que 
contienen  plagioclasas  depositados  en  magma  obscuro  ó  pardo. 

Debe  clasificarse,  pues,  como  una  toba  ó  como  una  roca  pelitica  muy 
rica  en  material  ^^olcánico  (quizá  en  ceniza).  Sólo  podría  averiguarse 
mediante  una  investigaeión  prolija,  si  los  granitos  considerados  como 
cuarzo  son  realmente  cuarzo  ó  si  son,  jtarcial  ó  totalmente,  feldespato. 

e)  «Tierra  cocida»  de  Cbapadmalal  (muestra  y  corte XIX). Esta  roca 
produce  al  tacto  la  impresión  de  arena  fina.  Friable  y  de  color  rojo  de 
ladrillo.  Totalmente  idéntica  á  d  en  su  composición ;  sólo  que  el  cemen- 
to retrocede  más  y  consta,  al  parecer,  en  gran  parte  de  limonita. 

/)  «Tierra  cocida  »  de  Alvear  (muestra  y  corte  XVIII).  Especie  de  la- 
terita, rojo  de  ladrillo,  nuiy  compacta.  Es  rica  en  limonita ;  y  existen  en 
algunos  puntos  productos  de  descomposicicui  de  fibras  finas  parecidas  á 
la  calcedonia,  las  que  revisten,  en  forma  de  cortezas  delgadas,  los  espa- 
cios buecos  y  las  grietas.  Puede  ser  una  roca  natural,  lo  mismo  que  un 
material  amasado  artificialmente.  En  todo  caso,  no  fué  queuuido  basta 
el  punto  de  que  se  formaran  productos  vidriosos. 


11 


ELEMENTOS  DE    C'OMPARACIUN 

a)  Ladrillo  reciente  de  La  Plata.  Pelita  con  cemento  ferruginoso.  En 
el  corte  no  es  i)Osible  obser\'ar  fenómeno  alguno  de  cocción,  quizá  por 
no  ser  bastante  delgado.  Por  desgracia,  no  tengo  á  la  vista  muestra 
alguna  del  material  usado  en  la  fabricación  del  ladrillo ;  ])ero,  podría  ser 
muy  bien  igual  al  de  la  roca  ^,  descripta  en  el  parágrafo  1  de  esta  parte. 

h)  Escoria  de  marlo  de  maíz  (muestra  y  corte  XXll).  Escoria  espumo- 
sa de  constitución  puramente  vidriosa  y  sin  formaciones  cristalinas  de 


—   187 


tamaño  notable.  No  jhhmU'  (;(Hiii»aiarse  con  las  rocas   volcánicas  a,  b  y  c, 
(Icscriptas  en  el  i)ará¿>rato  I  de  esta  parte. 


§  III 


«  TOSCAS  » 

a)  «  Tosca  »  de  la  base  de  la  bajada  de  Martínez  de  Hoz  ó  La  Lobería 
(muestra  y  corte  XY)  ^  Esta  «tosca»  no  debe  confundirse  con  las  tobas 
de  piedra  p<>inez  de  Tenerife  llamadas,  igualmente,  «toscas».  Es  una 
caliza  compacta,  basta  de  grano  fino,  que  contiene  en  cantidad  bastante 
considerable,  pequeñas  partículas  clásticas  de  origen  volcánico;  por  ejem- 
plo, plagioclasas,  augita,  anñbol,  fragmentos  de  andesita;  estas  imrtícu- 
las  tienen  un  grosor  hasta  de  un  quinto  de  milímetro  y  sus  bordes  son 
casi  siempre  semiredondeados,  desde  luego,  sus  aristas  no  son  vivas 
sino  obtusas. 

h)  «  Tosca  »  del  gran  manto  de  la  bajada  de  Martínez  de  Hoz  ó  La 
Lobería  (muestra  y  corte  XVI)  -.  Como  la  anterior  es  una  caliza  compacta 
pero,  al  contrario  de  a  es  muy  rica  en  material  volcánico,  como  ser, 
pedacitos  de  plagioclasa,  aujita,  anfibol,  andesita,  piedra  pómez,  etc. 
Presenta  el  aspecto  de  una  caliza  en  cuyo  foco  de  formación  (lago)  se 
hubiera  depositado,  por  efecto  del  viento  ó  de  una  corriente  de  agua, 
ceniza  volcánica.  Me  parece  más  probable  por  efecto  del  viento  que  por 
el  agua,  porque  en  este  viltimo  caso  i)redominaría  tal  vez  el  cuarzo 
(arena)  notablemente  sobre  el  material  volcánico.  Esta  roca  ijodría, 
también,  tener  un  origen  semejante  al  de  las  concresiones  calcáreas  del 
loess  (loesshindJ)  y  entonces  contendría  muchísimos  elementos  constitu- 
tivos, igualmente  repartidos,  de  la  roca  matriz. 

«Strassburg  i.  E.,  abril  20  tle  1908. 

'  Extraída  del  lugar  16  (pl.  I,  ftg.  2). 
*  Extraída  del  lugar  1  (pl.  II,  fig.  2). 


—   188 


CUAKTA  PARTE 


OBSERVACIONES  Y  CONCLUSIONES  GENERALES 


Por  FÉLIX  F.  OUTES 

Secretario  del  Museo  y  profesor  en  la  Universidad  nacional  de  La  Plata  :  adscripto  honorario 
á  la  sección  de  Arqueología  del  Museo  nacional  de  Buenos  Aires 


§1 


UBSERVACIONES    GENERALES 

Sólo  me  resta  analizar  con  brevedad  las  diversas  hipótesis  formula- 
das para  explicar  la  naturaleza,  origen  y  por  qué  de  la  presencia  de 
las  «escorias»  y  «tierras  cocidas»  en  las  capas  de  la  serie  pampeana. 

1.  —  «  EscofiüH  » 

a)  El  material  dificntido  corresponde  á  restos  de  antiguos  fogones,  en  los 
cuales  2)or  efecto  del  calor,  la  arcilla  se  ha  fundido  (Amegliino,  Rotli  y 
Lehmann-Nitsclie). 

Como  el  doctor  Herrero  Ducloux  lie  refutado,  valiéndose  de  los  da- 
tos analíticos  obtenidos,  los  fundamentos  de  esta  suposición,  agregaré, 
simplemente,  algunos  argumentos  complementarios. 

Supóngase  teóricamente,  ya  que  en  la  práctica  pasaría  siempre  1<) 
contrario,  que  el  fuego  de  un  fogón  ubicado  en  el  loess,  hubiese  fundido 
el  material  arcilloso  que  lo  rodeaba,  compuesto  de  los  mismos  elementos 
mineralógicos  encontrados  por  el  profesor  Biicking,  pero  sin  mezclarlos 
con  los  restos  del  combustible  vegetal  utilizado.  Los  fenómenos  produ- 
cidos poi  estí-  caso  de  metamorfismo  calorífico  se  habrían  evidenciado  en 
las  prepaiaciones  microscoi^icas  ;  no  existiría  la  disposición  fluidal,  se  no- 
tarían crista.es  romos  o  imperfectamente  fundidos  debido  á  las  diversas 
intensidades  del  foco  deficiente  de  calor,  los  habría  también  sin  forma 
geométrica  definida  y,  en  general,  los  elementos  neogenos  de  la  recris- 
talización corresponderían  á  formaciones  nucrocristalinas,  y  aun  se 
trataría  de  cristalitas.  Por  otra  parte,  para  llegar  al  mencionado 
resultado,  teórico  como  lo  he  dicho,  habría  sido  menester  un  fuerte  y 
mantenido  foco  de  calor.  El  doctor  Herrero  Ducloux  en  sus  ensayos 
pirognósticos,  ha  constatado  que  un  loess  del  tipo  de  los  recogidos  en 


—  189  — 

^Monte  Hermoso  y  ('1ií1]);u1iii;i1íi1,  iiiiidc  por  ciiciiuii  de  1000°  C.  y  se 
rriUistoriiKi  en  oscoriii  entre  loOO  y  l.'JóO^  C  en  un  liorno  de  niiill;i,  vale 
decir,  en  eondieiones  Irancainente  favorables.  Inoficioso  me  ]>ai'ece  decir 
que  un  fop>n  primiriNo  al  aire  libre,  en  el  sui)uesto  de  haber  existido, 
muy  rara  vez  habría  alcanzado  á  si'mejante  tem])eratura  que,  en  el  caso 
improbable  de  producirse  quedaría  reducida  á  i)equeños  puntos  al  rojo 
blanco,  los  que  nunca  darían  la  inmensa  cantidad  de  «  escorias»,  que  se 
encuentran  en  ciertos  yacimientos. 

Las  muestras  de  los  antiguos  fogones  de  Tolosa  y  de  la  región  com- 
prendida entre  el  Xancai  y  Puerto  Lauda  (provincia  de  Entre  Ríos), 
constituyen  un  caso  especial,  nunca  una  i)rueba  positiva,  pues  se  trata 
de  arcillas  muy  ferruginosas,  fácilmente  fundibles. 

Además,  es  sabido  que  el  material  discutido  procede  de  depósitos  geo- 
lógicos antiguos,  á  veces  antiquísimos  como  Monte  Hermoso,  en  los 
cuales  no  se  luí  constatado  la  existencia  de  un  ser  suficientemente  inte- 
ligente á  quien  atribuirlos  supuestos  fogones. 

h)  JEl  material  di.svutido  es  el  resultado  de  incendios  de  bosques^  durante 
los  cuales  el  fuego  ha  fundido  la  arcilla  del  terreno  (Eotli). 

Á  los  argumentos  aducidos  en  contra  de  esta  tesis  por  el  doctor  Herrero 
Ducloux,  y  á  algunos  de  los  que  acabo  de  enunciar  y  que  podría  repetir 
en  el  caso,  agregaré  una  observación  que  he  recogido  durante  mi  último 
viaje  á  Chile.  En  las  provincias  de  Bio-Bio,  Malleco,  Cautín,  Valdivia  y 
Llanquihue,  lie  tenido  ocasión  de  ver  grandes  incendios  de  bosques  ó  luga- 
res donde  se  habían  producido  anteriormente  y,  á  pesar  de  ser  las  selvas 
déla  Araucania  densas  en  grado  sumo,  el  fuego  cundía  y  pasaba  rápida- 
mente, respetando,  casi  siempre,  la  base  de  los  grandes  troncos.  He 
examinado  en  diversas  localidades  con  especial  cuidado,  el  estado  del 
terreno  después  del  incendio  y,  francamente,  no  he  notado  particulari- 
dad alguna  digna  de  mencionarse. 

c)  El  material  discutido  es  el  resultado  de  incendios  ocasionales  de 
(iramináceas,  ricas  en  silicatos  que,  al  fundirse,  han  dejado  en  lugares 
pantanosos  una  capa  ó  estrato  (Lehmann-Nitsche). 

El  análisis  químico  ha  probado  todo  lo  contrario. 

Es  sabido,  además,  que  el  material  discutido  se  encuentra  indistinta- 
mente envuelto  en  loess  cólico  ó  en  sedimentos  de  origen  palustre  ó  la- 
custre. Aunque  el  doctor  Herrero  Ducloux  no  se  hubiese  pronunciado  en 
este  caso,  me  bastaría  hacer  notar  que  si  se  tratase  de  quemazones  de  pa- 
jonales ó  cañaverales,  el  fenómeno  se  reproduciría  hasta  ahora,  y  las 
nuiestras  se  las  encontraría,  con  abundancia,  en  todos  los  niveles  y  en 
todas  las  localidades. 

d)  El  material  discutido  es  el  resultado  de  incendios  intencionales  de 
gramináceas,  cuyas  raices  al  quemarse  en  el  interior  de  un  terreno  arenoso, 
han  producido  la  fusión  (Ameghino). 


—   190  — 

El  sabio  paleontólogo  Acei^ta  a  jyosteri orí  la  intervención  del  Tetra- 
prothamo  argentimis  en  la  i^roducción  de  los  referidos  incendios  pero, 
debo  preguntar  i  la  mentalidad  de  ese  nuevo  representante  de  la  familia 
de  los  HominidaCj  aun  imperfectamente  conocido  y  todavía  discutido, 
estaría  desarrollada  lo  suficiente  para  producir  un  acto  deliberado  y  que 
implica  un  razonamiento  perfecto  I  De  la  lectura  de  la  memoria  publi- 
bada  por  el  doctor  Ameghino  sobre  el  interesante  descubrimiento,  sólo 
obtengo  una  respuesta  negativa,  dado  la  posición  zoológica  asignada  al 
nuevo  género  ^ ;  fuera  de  que  razoiies  de  simple  buena  lógica  indicarían, 
también,  lo  contrario. 

Igualmente  admite,  sin  previo  análisis,  la  existencia  en  una  éjioca 
geológica  remotísima  (Monte  Hermoso)  de  una  graminácea  (Gynerium) 
que  vive  en  la  actualidad,  en  un  medio  físico  que,  necesariamente,  tie- 
ne que  ofrecer  variantes  i^rofundas. 

Por  otra  parte^  el  doctor  Herrero  Ducloux  trae  á  colación  otros  ele- 
mentos de  prueba  que  juzgo  innecesario  repetir. 

é)  El  material  discutido  debe  considerarse  como  fragmentos  de  lavas  vol- 
cánicas (Heusser,  Claraz,  Moreno  y  Steinmann). 

Entiendo  que  esta  interpretación  de  los  señores  Heusser,  Claraz, 
Moreno  y  Steinmann,  se  ha  basado  principalmente  en  el  aspecto  exte- 
rior del  material  discutido,  ya  que  el  análisis  empírico  realizado  por  los 
dos  primeros  invCvStigadores,  no  aportaba  prueba  alguna. 

Eué  por  ese  motivo  que  el  doctor  Herrero  Ducloux  y  yo,  considera- 
mos imprescindible  el  estudio  microscópico  de  algunas  de  las  mues- 
tras obtenidas ;  el  resultado  á  que  se  lia  llegado  no  puede  ser  más  satis- 
factorio pues,  se  ha  encontrado  en  algunos  cortes  una  disposición  fran- 
camente fluidal  y,  en  la  mayoría,  especies  mineralógicas  que  caracteri- 
zan á  lavas  andesíticas.  El  doctor  Herrero  Ducloux  ha  constatado, 
también,  una  analogía  estrecha  entre  la  composición  (piímica  de  los  loess 
y  material  discutido  y  las  cenizas  volcánicas  procedentes  del  Rininahue 
(Chile)^  de  la  Barbada  y  de  San  Vicente  (Antillas);  y  la  simple  lectura 
de  la  contribución  del  doctor  Bücking,  me  trajo  el  recuerdo,  no  sólo  del 
examen  microscópico  hecho  por  Póhlmann,  de  la  ceniza  arrojada  por  el 
Calbuco  (Chile)  -  el  año  1893,  sino  también  del  estudio  de  la  lava  del 
volcán  Chillan^  verificado  por  aquél  especialista  ^. 

'  Amicghixo,  Notan  preliminares,  etc.,  206  y  siguiente. 

^  Roberto  Poehlmann,  Estudio  microscópico  de  algunas  cenizas  volcánicas  del  Calbu- 
co, provenientes  de  la  erupción,  del  año  1893,  en  el  artículo  Erupción  del  volcán  Calbu- 
co, publicado  en  los  Anales  de  la  Universidad,  LXXXV,  208  y  siguientes.  Santiago, 
1893. 

■^  R.  PoEHLMANX,  Uhcr  dan  /(ilschlichcr  Weiscr  «  Lrncit  Lava  »  (jenannle  Gestein  des 
Valkans  von  Chillan,  en  Verhandliinf/en  des  IJeuischen  Wissenschaftlichen  Vereines  :it 
Santiago  (Chile),  II,  326  y  siguieuti\  Santiago  de  Cliile,  1893. 


—   líU   — 

Aunque  se  trata  de  al.no  elemental,  insistiré  sobre  la  estreelia  rela- 
ción que  existe  entre  los  jíroduetos  tinos  de  i)royeeeión  de  un  volean  y 
his  lavas. 

Ante  la  ausencia  <le  focos  volcánicos  conocidos  pnixinios  á  las  locali- 
dades que  lian  proporcionado,  hasta  ahora,  muestras  del  material  discu- 
tido, se  ha  buscado  su  (u-ioen  en  los  volcanes  del  lado  oriental  de  los 
Andes  '.  Se  ha  dicho,  sin  embargo,  que  ello  es  imposible  dado  la  enor- 
me distancia  y  no  ha  dejado  de  comentarse  con  cierta  amable  ironía,  la 
suposición  del  profesor  de  la  Universidad  de  Bonn. 

Probaré,  no  obstante,  lo  contrario. 

En  Monte  Hermoso,  Puerto  Belgrano  -,  Bahía  Blanca  ^,  San  Blas  \ 
etc.,  Darwin,  Fitz-lioy,  Eduardo  Aguirre  y  Carlos  Ameghino  han 
recogido  en  la  superficie  del  terreno  numerosos  fragmentos  rodados 
de  piedra  pómez,  lava,  etc.  ¿Cómo  han  llegado  esos  materiales  hasta 
aquellos  sitios!  Á  este  respecto,  conviene  transcribir  el  párrafo  que 
resume  las  observaciones  del  ilustre  Darwin.  Numerotis,  small,  u-ell 
ronnded  pehhles  of  pumices  —  dice  el  genial  inglés  —  lie  scattered,  hofh 
on  tlie  plain  and  sand-hiUocl:s  :  at  Monte  Hermoso,  on  the plat  sunimit  of  a 
cUff,  Ifound  many  of  them  at  a  heiglit  of  120  feet  (angular  measurement) 
(ihove  the  Jevel  of  the  sea.  These pnmice pehMes,  no  douht,  were  originally 
brought  doicn  from  the  cordillera  hy  the  rivers  which  cross  the  continente 
ín  the  same  way  as  the  River  Negro  anciently  brought  down,  and  still 
hrings  doum,  pumice,  and  as  the  River  Chupat  brings  doten  scoriae  :  ivhen 
once  delivered  at  the  mouth  of  a  river  they  icould  naturally  have  travelled 
along  the  coasts,  and,  been  cast  up,  during  the  elevation  of  the  land,  at 
different  heights  ^ 

El  material  volcánico,  á  que  se  refieren  Darwin  y  Fitz-Eoy  y  el 
encontrado  por  Aguirre  ''  y  Carlos  Ameghino,  no  es  necesario  proceda 

'  SteiNiMaxx,  Sur  les  scories,  etc.,  461  ;  Steinmanx,  Uber  diluvium,  etc.,  225.  El 
distinguido  geólogo  no  deja  de  creer  ]josible  el  transporte  por  el  aire  de  los  pe- 
queños fragmentos  pero,  francamente,  debo  sonreirme  en  este  caso. 

^  EOBEKT  FiTZ-RoY,  Proceediiigs  of  the  second  expeditioii,  1831-1836,  en  Narrative  of 
ihe  surveyiiKj  royages  ofhis  magesty's  nhips  Adventure  and  Beaglc,  II,  108.  Loudou  1839. 

'  Eduardo  Aguirre,  Pozos  artesianos  y  provisión  de  agua  en  el  puerto  de  Bahía 
Blanca,  en  Anales  de  la  Sociedad  Cientijica  Argentina,  XXXI,  181.  Buenos  Aires, 
1891  ;  véase,  igualmente,  la  nota  1  de  la  misma  página. 

*  FÉLIX  F.  OUTES,  Arqueología  de  San  Blas  (provincia  de  Buenos  Aires),  en  Anales 
del  Museo  Xacional  de  Buenos  Aires,  XVI,  270.  Buenos  Aires,  1907. 

*  Charles  Darwix,  Geological  observations  on  coral  reefs,  volcanic  islands,  and  on 
South  America,  part  III,  Geological  obscrrations  on  South  America,  i.  London,  1851. 

'''  El  señor  Aguirre  cree  que  los  fragmentos  de  piedra  jiómez  hallados  en  los  alre- 
dedores de  Bahía  Blanca,  son  «  parte  de  aluviones  marinos,  que  tal  vez  han  sido 
arrastrados  desde  la  costa  patagónica  »  (Ibid.  181,  nota  1).  Es  sabido,  sin  embargo, 
que  los  tales  rodados  se  encuentran  en  todo  el  curso  del  río  Negro. 


—   192   — 

absolutamente  todo  de  los  contrafuertes  andinos,  nada  de  eso;  á  50 
kilómetros  al  sudoeste  de  Clioele-Clioel  se  encuentra  —  por  ejemplo  — 
la  sierra  de  Chichinal,  formada  por  inmensos  sedimentos  detríticos  cons- 
tituidos por  piedra  pómez,  en  grandes  y  pequefios  fragmentos,  cenizas, 
etc.  \  Pertenecen  á  la  serie  araucana,  muclio  más  antigua  que  la  pam- 
peana, y  el  río  ISTegro,  desde  tiempo  inmemorial,  destruye  sus  flancos, 
llevándose  consigo  grandes  cantidades  de  aquellos  componentes. 

Desde  luego,  en  las  primeras  épocas  de  la  deposición  del  pampeano  se 
lia  verificado  un  proceso  de  acarreo  idéntico  al  actual. 

Alguien  lia  objetado  que  es  imposible  el  transporte  violento  de  las 
«  escorias  »,  debido  á  su  extrema  fragilidad  -.  Es  cierto  que  el  material 
discutido  se  encuentra,  lo  más  de  las  veces,  muy  friable  pero,  algunos 
tipos  de  «escorias»  cuando  no  están  descompuestos  ofrecen,  general- 
mente, una  gran  tenacidad.  Los  rodados  que  acarrean  los  ríos  en  nues- 
tra época  lo  demuestran,  y  recuerdo  que  los  ejemplares  de  San  Blas  que 
he  tenido  entre  uiis  manos,  eran  durísimos. 

Se  ha  creído,  igualmente,  que  la  presencia  de  restos  vegetales  ó  hue- 
cesillos  imperfectamente  quemados,  dentro  de  las  «  escorias  »  de  Monte 
Hermoso,  demostrarían  hasta  la  evidencia  que  no  se  trata  de  productos 
volcánicos  '\  Para  refutar  este  argumento,  me  bastaría  citar  un  sólo 
ejemplo ;  el  del  trass  que  se  encuentra  con  tanta  abundancia  en  la  margen 
izquierda  del  Rliin,  conglomerado  pumicio  formado  por  cenizas,  frag- 
mentos de  lavas,  etc.,  y  que  aun  conserva-  troncos  de  árboles  carboniza- 
dos. Sin  embargo,  voy  á  presentar  observaciones  aun  más  demostrativas. 
Durante  la  última  erupción  del  Vesuvio  en  abril  de  1906,  las  grandes 
coulées  de  lava  que  llegaron  hasta  Boscotrecase,  atravesaron  espacios 
amplios  de  terrenos  boscosos  é  invadieron  el  interior  de  muchas  habita- 
ciones. En  el  primer  caso,  los  árboles  fueron  apenas  carhonisés  a  lenr 
hase,  au  niveaude  V écorce, proteges ixir  une  crouie  continúe ,  qui  s'était  7^aj)i- 
dementfigée  a  letir  contact  ^  ;  y  en  el  interior  de  las  casas,  la  combustión 
de  los  diferentes  objetos  y  construcciones  de  madera  se  hacía  lentamente 
y  no  con  la  rapidez  que  podría  suponerse  dado  la  incandescencia  de  las 
coiilées.  Desde  luego,  la  presencia  de  pequeños  fragmentos  de  vegeta- 

>  Adolfo  Doering,  Geología,  en  Informe  de  la  comisión  científica  agregada  al  Estado 
Mayor  general  de  la  expedición  al  Río  Negro  (Patagonia),  516  y  siguientes.  Buenos  Aires, 
1881. 

*  Lkhmann-Nitsche,  Nouvelles,  etc.,  464. 

'  Ameghino,  A"o¿«8 preíimííiares,  etc.,  106,  nota  5. 

^  A.  Lachoix,  Ueruptiondu  Véstive  en  avril,  1906,  en  lierue  genérale  de  Sciences  purés 
et  appliquées,  17'^  année,  889.  Paris.  1906.  Para  darse  cuenta  del  efecto  de  las  coulées 
<le  lava  en  los  árboles,  véase,  igualmente  :  Ventukino  Sabatini,  La  dernicre  érup- 
tion  du  Vésuve,  en  Congrés  géologique  International.  Compte-Rendu  de  la  A'"  session, 
México  1906,  II,  1124,  figura  18.  México,  1907. 


—  193  — 

les,  etc.,  imperfectamente  quemados,  eji  el  iiiteiioi-  de  las  «escorias»  de 
Monte  Hermoso,  se  explicaría,  sin  violencia  alguna,  dado  el  fenómeno  á 
que  me  he  referido  anteriormente,  que  tiene  por  causa  la  débil  conduc- 
tibilidad calorífica  de  la  lava,  cuyas  corrientes,  en  los  casos  de  derrames 
muy  fluidos,  ofrecen  la  ])articularidad  que  algunos  especialistas  llaman 
IHocl--SchoncnI((rt(,  es  decir  uiui  su])cr(icie  send)rada  de  fragmentos  de 
«escoria»  formada  durante  el  rápido  enfriamiento  de  aquélla,  que  cons- 
tituye una  capa  aisladora,  y  en  la  cual  pueden  quedar  aprisionados  y 
ligeramente  dafwdos,  no  sólo  pedazos  de  troncos,  cortezas,  etc.,  sino 
también  huesos  de  mamíferos. 

Como  lo  he  dicho  en  párrafos  anteriores,  el  doctor  Bücking  ha  encon- 
trado en  algunas  muestras  una  disposición  evidentemente  fluidal.  Bien, 
l)ues;  este  detalle,  de  suma  importancia,  corresponde  á  un  estado  de  la 
roca  en  el  cual  el  magma  permanecía  aún  fluido  y  los  cristales  ya  exis- 
tían y  se  ordenaban  en  la  dirección  que  seguía  la  coulée.  Podría  objetár- 
seme que  en  otras  preparaciones  no  se  ha  señalado  la  disposición  referi- 
da. Ello  no  importa,  pues  el  estado  físico  del  magma  de  un  mismo  volcán 
puede  ofrecer  variaciones  múltiples  que  dependen,  según  Lacroix,  de  la 
temperatura,  de  la  abundancia  de  productos  volátiles,  de  la  cantidad  de 
materia  derramada,  etc.;  en  una  palabra,  una  emisión  puede  aproximarse 
á  un  tipo  hawaiense  (Friedlander  y  Aguilar)  y  ofrecer  faces  mucho  menos 
fluidas,  que  se  deslizan  lentamente  \ 

En  cuanto  á  la  ligera  coloración  roja  que  ofrecen  algunas  muestras  del 
material  discutido,  el  doctor  Herrero  Ducloux  ha  demostrado  se  trata 
de  un  i^'oceso  de  oxidación  ;  observado  ya  por  Fouqué  en  lavas  de  Balos 
(Santorin),  y  que  el  ilustre  sabio  atribuía  á  una  flna  capa  de  ceniza 
depositada  sobre  la  superficie  aun  viscosa  '■. 

2.  —   «  Tierras  cocidas  » 

a)  El  material  discutido  corresponde  á  restos  de  antiguos  fogones,  en  los 
cuales  por  efecto  del  calor,  la  arcilla  se  ha  cocido  (Ameghino  y  Lehmann- 
ííitsche). 

El  hallazgo  de  muestras  del  material  discutido  que  presentan  la  par- 
ticularidad interesantísima  de  ofrecer  diferentes  faces  de  su  transforma- 
ción, es  decir,  desde  la  estructura  puramente  celular  de  la  «  escoria  » 
grisácea,  hasta  la  compacta  de  la  « tierra  cocida  »  ;  su  composición  quí- 

'  Conviene  enterarse  de  las  recientes  observaciones  de  Lacroix  (Ibid,  881  y  siguien- 
tes), especialmente  su  última  publicación  :  Étuüe  minéralogique  des  produits  silieatés 
de  Véruption  du  Vésuve  (avril  1906),  en  Nouvelles  Archives  dii  Muséum  dUIistoire  Natu- 
relle  (quatriéme  serie),  IX,  16  y  siguientes.  Paris,  1907. 

^  F.  Fouqué,  Santorin  et  ses  éruptivus,  279.  Paris,  1879. 

REV.    MUSEO   LA   PLATA.    —   T.    11.    (IX,    7,    1008.)  13 


—  194  — 

mica  semejante  y  el  examen  microscópico  que  lia  señalado  elementos  mi- 
neralógicos comunes,  indican  nna  estrecha  relación  entre  ambos  produc- 
tos. Además,  se  les  encuentra  juntos  en  los  mismos  yacimientos,  lo  mis- 
mo en  las  capas  más  superiores  como  en  los  niveles  de  Monte  Hermoso, 
y  en  algunas  localidades,  como  en  Alvear,  forma  la  « tierra  cocida  »  un 
gran  banco;  todo  esto,  excluye  la  idea  de  que  pueda  tratarse  de  antiguos 
fogones,  suposición  que  podría  refutar  repitiendo  los  argumentos  que 
he  presentado  al  ocuparme  de  las  «  escorias  »  ó  reproduciendo  los  datos 
referentes  á  las  condiciones  en  que  fueron  hechos  los  hallazgos. 

h)  El  material  discutido  debe  considerarse  como  fra(jmentos  de  alfarería 
(Roth). 

Se  ha  dicho  que  las  « tierras  cocidas  »  halladas  en  la  serie  pampeana 
son  fragmentos  de  alfarería  (Toppsclierhen).  En  obsequio  á  la  brevedad, 
prefiero  no  refutar  esta  suposición  que  no  soporta  el  más  ligero  análisis. 

c)  El  material  discutido  debe  considerarse  como  lavas  compactas  de  ca- 
rácter andesitico  (Steinnmnn). 

La  breve  diagnosis  del  estudio  del  doct(U'  Bücking,  me  obliga  á  dese- 
char la  clasificación  del  doctor  Steinmann.  Se  trata,  en  cambio,  de  rocas 
de  estructura  clástica  y  pelítica  que  no  tengo  ambajes  en  considerar 
como  tobas.  En  el  caso  de  las  muestras  de  Chapadmalal,  quizá  se  trate 
de  tobas  andesíticas;  en  cuanto  al  material  de  Alvear,  son  insuficiente 
los  datos  que  trae  la  contribución  del  distinguido  petrógrafo  de  Estras- 
burgo. Sin  embargo,  considero  interesantísimo  á  ese  yacimiento,  digno 
de  un  estudio  especial  y  de  un  examen  cuidadoso  del  terreno  y  sus  alre- 
dedores, pues  me  han  llamado  mucho  la  atención  las  siguientes  observa- 
ciones de  Adolfo  Doering.  Dice  el  especialista  nombrado  lo  siguiente  : 
La  base  de  la  formation pampéenne  inférieure  tant  a  Córdoba  que  dans  d^au- 
tres  régions  comme  Rosario  et  autres,  est  formée  d'imlit  dur ,  solide  et  assez 
compacte  de  «  tosca »  sous-stratifiée,  produit  de  la  décomposition  dhme 
conche  de  cendre  volcanique  calcaire  d'égale  épaisseur.  Nous  Varons  consi- 
dérée  pour  le  moment  comme  conclie  limitroplie  entre  laformation  pam- 
péenne  et  la  formation  araucanienne  suivante.  Mais  il  reste  ((  savoir  si 
cette  conche  caractéristique  a  réellement  dans  la  región  pampéenne  la  gran- 
de étendue  qii'on  luí  suppose  suivant  des  observations  antérieures,  et  si  elle 
correspond  dans  toutcs  ses  partí  es  au  méme  horizon  synchronique.  Elle  est 
hahituellement  d'une  couleur  jaune  noirátre  ;  mais  dans  la  vallée  du  río 
Primero^  au  bord  de  la  ¡Sierra  de  Córdoba^  sa  couleur  devient  rougeatre, 
par  le  mélange  de  produits  spongieux  chargés  de  latérite  y  prorenant  des 
gres  rouges  du  pied  de  la  montagne.  Les  conches  inférieures  que  Von  peut 
rapporter  en partie  aux  formations  tertiaire  plus  ancienne,  ou  secondaire 
plus  récente,  prennent  en  general  dans  la  direction  de  la plaine  a  la  mon- 
tagne, une  coloration  rouge  de  plus  en  plus  intense,  jusqn'a  ce  qu'enjin 
elles  deviennent  des  argiles,  des  gres  et  des  tufs  mélés  de  latérite  et  d'une 


—    1!).-)    — 

eoiitciir  I>ri(¡i(('  prouonvv,  nu-dvssous  <lvs(¡uc¡>i  on  disiiniiuc  un  eouf/loiiK'ral 
de  conleiir  roiige-bnoi  obsciir,  solidement  silijié,  dans  une  ponitioii  qui  s'e- 
loífliie  rclatircmoit  peu  de  Vhorizontale,  et  cimenté  aux  f/neifis  e.seatyés  dn 
pied  de  Ja  moníayne. 

La  niatiere  colorante  fondamentale  de  ees  conches  rour/es  de  gres  et  de 
mame,  parait  ctre,  comme  je  Vai  deja  dit,  la  ¡atértte,  espéce  d- argüe  ferru- 
gineuse,  hahiiueUemcnt  d'un  rouge  briquc  vif^pour  laforniationde  laqnelle 
on  snppose  avec  r  ai  son  Vexístence  d'un  climat  tropicale.  Mais  si  Fon  admet 
arec  O.  Lenz  ^  que  la  late  rite  tropicale  est  une  forme  de  la  limonite,je  dois 
remarqner  a  cela  que,  suiímnt  mes  anah/ses,  comme  je  le  montrerai  dans 
un  travail postérieur,  la  suhstance  constituante  de  la  latórite  sud-américai- 
ne  est  une  argile  ferrugineuse  hisilicatée,  étendue  d'eati  et  bien  définie ; 
cette  espcce  d' argile  répond  en  general  d  la  formule  de  la  haloisit  et,  comme 
tous  les  seis  basiques  dcfer  est  d'une  couleur  prononcée,  tandis  que  les  argües 
du  loess  et  les  glaises  qui  se  forment,  sous  les  conditions  cUmatériques  ac- 
tuelles  dans  les  couch^s  plus  recentes  de  la  formation  pampéenne  et  dont  la 
couleur  est  presque  toujours  d' autant  plus  claire  que  leur  age  géologique  est 
plus  récent,  répondent  hahituellement  a  un  trisilicate  neutre  étendue  d'eau, 
melé  a  des  combinaisons  de  nature  zéolitMqne,  qui,  généralement  en  leur 
qualité  de  combinaisons  neutres  ou  saturées  d' acides  de  silicium,  sont  d'une 
couleur  claire  souvent  presque  blancJiátre ;  malgré  cela,  leur  eontenu 
d'oxyde  defer  est  aussi  elevé  que  celui  de  la  latérite.  L'étude  de  ees  silica- 
tes  argileux  est  important  pour  la  parallélisation  des  divers  Jiorizons. 

Maintenant,  en  ce  qui  regarde  les  gres  et  conglomérats  rouges  de  le  Sierra 
de  Córdoba,  il  resulte  de  leur  pos ition  dans  la  partie  nord  de  la  Sierra  Chica 
que  leur  élément  constituant  principal  doit  étre  rapporté  aux  masses  lavi- 
ques,  lapillis  et  tufs  primitifs  des  volcans  melaphyriqíies,  et  que,  par 
conséquent,  Vabsence  mystérieusc  de  toute  espece  defossiles  dans  ees  mémes 
conches  n'a  pas  lieu  de  nous  surprendre.  Ces  melaphyres  appartienent 
évidemment  ¿i  une  époque  géologique  beaucoup  plus  récente  que  les 
paléogranits  typiques  primitifs,  comme  Vindiquait  aussi  leur  strueture 
micro-cristalline  comparée  a  la  strueture  absolument  macro-cristalline 
des  paléo-granits.  De  méme  la  strueture  orographique  plus  récente  de 
leurs  cónes  d'éruption,  comparées  aux  formes  arrondies  et  dénudées  des 
anciens  centres  paléo-granitiques,frapp)e  spécialement  Vattention;  de  plus, 
(\  Vappui  de  la  méme  thcse,  rient  encoré  s'ajouter  la  circonstance  en  vertu 
de  laquelle,  au  moins  dans  les  parties  étudiées  de  la  Sierra,  le  mouvement 
ascensionnel  posté rieur,  ou  élévation  d,u  niveau  de  le  montagne  n'a  fait, 
relativement  ¿c  son  étendu  que  des  progres  insignijiants. 

Les  éruptions  des  ces  masses  melaphyriques,que  Vonpeut  attribuer  peut- 

'  O  Lkxz,  Chemischc  analyses  cines  Laterit-Eisensteins  atis  TVestafrika,  en  Verhand- 
Jungen  der  KaiserUch-Konigliclien  geologiseJien  Beichstanstalt ,  1878,  p.  851. 


—   196  — 

étre  a  Fépoque  seco7idaíre^  font  habituellement  saillie  sur  la  couture  ou 
(turface  de  contact  entre  les  paleo-granites  et  les  roches  de  sédiments  cris- 
talUnes  primitives,  et  dans  le  voisinage  des  ees  anciens  volcans,  F  Uritorco, 
par  exemple^  elles  recouvrent  tres  souvent  encoré  aujoiird'hni^  arec  des 
cauches  de  stratijication  presque  horizontales^  les  plus  hautes  élévations  des 
bañes  de  gneiss  presque  perpendiculaires,  restes  des  lits  de  ees  masses  an- 
ciennes  de  tuf  rouge,  semhlahles  a  d'énormes  honnets  phrygiens.  Un  endiir- 
cissement  et  une  silification  intensive,  deja  depuis  longtemps  termines,  les  a 
préservées  de  le  denudatiotí  progressive.  Mais  les  conches  gypseuses  in- 
tercalées  aux  masses  de  tuf  rouge  prouvent  la  gran  analogic  des  éléments 
chimiques  et  minéralogiques  de  ees  éruptions  volcaniques  d'époqnes  géologi- 
ques  antérieures  avec  les  produits  néo-volcaniqíies  de  sédimentation  posté- 
rieures  qui  s'étendent  jusqu'á  la  formation  pampéen7ie  la  plns  récente  ^. 

Considero  de  suina  importancia  á  las  anteriores  observaciones  de 
Doering  y,  por  ello,  no  he  titnbeado  en  transcribirlas  in  extenso.  Quizá 
un  estudio  microscópico  detenido,  un  examen  químico  complementario  y 
una  exjíloración  cuidadosa  del  terreno,  demuestren  que  el  material  que 
constituye  el  banco  de  Alvear  lia  pasado  por  un  proceso  de  transforma 
ción  parecido  al  que  Im  constatado  Doering  en  los  mantos  de  « tosca  » 
del  pampeano  inferior  de  Córdoba  ;  y  que  constituye,  en  la  actualidad, 
los  restos  de  un  extenso  manto  destruido  por  los  agentes  erosivos. 

Por  lo  demás,  la  iiresencia  de  fragmentos  de  tobas  eruptivas  en  la 
serie  liampeana,  se  explica  fácilmente  haciendo  intervenir  los  mismos 
factores  que,  como  lo  he  manifestado,  han  acarreado  las  «  escorias  ».  El 
ejemplo  que  he  dado  del  río  Negro  y  que,  en  este  caso  podría  repetirse 
pues  la  sierra  de  Chichinal,  por  ejemplO;,  está  constituida  también  por 
grandes  mantos  tobáceos  -,  puede  hacerse  extensivo  á  otros  cursos  de 
agua  que  han  arrastrado  materiales  volcánicos  de  diversas  clases,  pro- 
cedentes de  la  cordillera  andina  ó  de  otras  formaciones  locales^  superfi- 
ciales ó  profundas  que  encontraban  á  su  paso.  Indudablemente  deben 
de  haber  intervenido  otros  agentes  naturales ;  las  inundaciones  por 
ejemplo,  que  han  depositado  á  diferentes  niveles  los  materiales  más  li- 
vianos. 


'  DOEKIXG,  La  formation  pampéenne,  etc.,  180  y  siguientes. 

-  Doering,  Geología,  etc.,  516  y  siguiente;  véanse,  igualmente  las  ligeras  obser- 
vaciones contenidas  en  el  estudio  de  S.  Rotli  :  Apuntes  sobre  la  geología  y  la  paleon- 
tología de  los  territorios  del  Río  Negro  y  Neuquen.  en  Eerista  del  Museo  de  La  Plata,  IX, 
148  y  siguiente.  La  Plata,  1899. 


—   197 


§   II 


CONCLUSIONES  GENERALES 


1*^  Los  materiales  escoriáceos  de  estructura  celular,  extraídos  de 
Monte  Hermoso  y  otros  yacimientos,  son  escorias  de  lavas  andesíticas. 

2^  Los  materiales  compactos,  rojos,  pardos  ó  grisáceos  considerados 
hasta  ahora  como  « tierras  cocidas  »  son,  en  su  mayoría,  tobas  erup- 
tivas. 

3^  Por  no  juzgar  suficiente  á  los  elementos  de  criterio  que  i)Oseo,  re- 
servo mi  opinión  sobre  la  clasificación  de  las  muestras  de  Alvear  (pro- 
vincia de  Santa  Fe) ;  pero  no  tengo  ambajes  en  declarar  que,  en  ningún 
caso,  deben  considerarse  como  restos  de  un  antiguo  fogón  atribuíble  al 
hombre  cuaternario,  ni  como  vestigios  dejados  por  el  hombre  actual. 

En  el  Museo  de  La  Plata,  junio  26  de  1908. 


LONGICORNIOS    ARGENTINOS 

NUEVOS    Ó   POCO   CONOCIDOS 
Descriptos  pok  CARLOS  BRUCH 

Jefe  (le  la  sección  de  Zoología  del  Museo  de  La  Plata 


Ocupado  desde  hace  tiempo  con  la  clasificación  de  los  longicornios 
argentinos,  frecuentemente  me  encontré  con  dificultades  originadas 
sobre  todo  por  el  estudio  relativamente  limitado  que  se  ha  hecho  de 
nuestra  fauna  coleopterológica  en  general.  Por  otro  lado,  la  carencia 
del  material  bibliográfico  y  comparativo  me  obligó  á  menudo  á  consultar 
á  mis  colegas  especialistas;  debo  en  primer  lugar  agradecer  al  señor 
E.  Gounelle  i)or  su  amable  ayuda,  al  determinar  buena  i)arte  de  mis 
cerambícidos  y  haber  cooperado  también  con  sus  valiosas  indicaciones 
al  presente  trabajo. 


Geu.  AIVOPLODERMA  Guér. 

Gnérin,  Eevuc  de  Zoolog.  p.  276,  1840. 

Subgen.  MYSTEEIA  (Thoms.) 

Thomson,  Essai  Classif.  Loufjic,  p.  278,  1860;  Lameere,  licris.  Prlonidea,  Ann.  Soc. 

Ent.  Behj.,  p.  209.  1902. 
=  Prioniditim  Burm.  Stett.  Ent.  Zeit.,  p.  159,  1865. 

De  las  cuatro  esj^ecies  que  conocemos  hasta  ahora  del  subg.  Myste- 
ria,  ninguna  había  sido  señalada  de  la  Eepiiblica  Argentina ;  M.  Dar- 
wini  y  Schroderi  Lam.  fueron  citadas  del  Brasil,  üf.  cylmdripenne  Thoms. 
y  Lacordairei  Lam.  de  Montevideo.  Estas  dos  últimas  especies  pertene- 


—   199  — 

cen  también   á    unostia    launa,  á  las  cuales    podemos   a<>Tegar  una  ter- 
cera, aun  no  descripta  y  sin  duda  la  más  curiosa  de  todas. 

Por  sus  iu)tables  caracteres  :  la  forma  de  las  mandíbulas^  de  las  antenas 
sobre  todo,  y  la  estrnctura  de  los  élitros,  creo  que  es  necesario  establecer 
un  subgénero  nuevo,  para  el  cual  propongo  el  nombre  Eumysteria,  que 
se  colocaría  después  del  subg.  Mysteria,  puesto  que  á  éste  corres])onden 
los  demás  caracteres  de  los  ejemplares  que  tengo  á  la  vista. 


A.  (Eumysteria)  flabellifera  u.  sp. 

Magna,  tota  obscure  rnfo-testacea,  nitidula.  3Iandibulae  productae, 

horizontales ;    dente    magno 

triangulari  in  sinu  antero- 

exteriore,    margine    interno 

bidentato.  Palporum  omnium 

articulus  terminal is  snbconi- 

cus ;   maxillarium   articulus 

secundus    sequentium   longi- 
tud i  nem  totam  aequans;  la- 

bialium    articulus  secundus 

quam  tercium  longior. 
Antciinarum    articuli    tertius- 

decimus  jlahello  ornati,  arti- 
culo undécimo  flabelliforme; 

articuli  omnes,  primo  secun- 

doque  exceptis,  opaci,  pori- 

feri. 
Elytra  coriácea, quadricostata; 

superficie   ruguloso  punctu- 

lata. 
Metathorax    atque  episternum 

dense  punctulati,  rufo-puhescenti.   Pedes  inaequales,  posteriores 

quam  anteriores  longiores. 
Long.  30-33  ;  lat.  lium.  S-9  mm. 

Longicornio  del  tamaño  de  M.  Daru-ini  Lam.,  enteramente  de  un  rufo 
testáceo  obscuro,  subnítido. 

Las  mandíbulas  son  prominentes,  horizontales  ;  tienen  en  el  ángulo 
antero-externo  un  diente  fuerte,  triangular,  el  borde  interno  bidentado  ; 
en  su  parte  anterior  son  negras,  lisas,  y  en  la  posterior  por  encima  con- 
vexas, y  llevan  puntos  setígeros. 

Los  palpos  son  largos,  el  artículo  terminal  subcónico ;  artículo  segundo 
de  los  maxilares  tan  largo  como  los  dos  siguientes  juntos,  ligeramente 


(Eumysteria)  fiahellifera  Beuch 


—    200    — 

arqueado;  artículo  segundo  de  los  labiales  la  mitad  más  largo  que  el  ar- 
tículo terminal.  La  cabeza  presenta  todos  los  caracteres  típicos  del  género 
Mysteria  :  el  labro  soldado  con  el  epistoma  avanza  en 
triángulo  agudo,  la  frente  cóncava,  con  puntos  gruesos 
y  línea  mediana  longitudinal,  impresa ;  está  bastante 
encogida  detrás  de  los  ojos,  éstos  son  contiguos  en  la 
cara  inferior,  por  encima  un  poco  inenos  separados 
que  en  M.  cylindripenne. 

Los  artículos  tercero  al  décimo  de  las  antenas  están 

Mandíbula  provistos  dc  uu  flabclo,  siendo  éste  gradualmente  alar- 

de K.  flabelhfera         ^  "  ^ 

gado  hacia  la  extremidad,  el  artículo  undécimo  está 
formado  por  un  solo  flabelo,  que  es  aún  algo  más  largo  que  el  precedente 
y  recortado  en  la  punta.  El  primero  y  segundo  artículo  son  nítidos, 
tienen  algunos  puntos  i)ilíferos;  el  artículo  tercero  es  más  largo  que  los 
siguientes,  y  todos  son,  incluso  los  flabelos,  opacos,  debido  á  su  estruc- 
tura fina,  porífera. 

El  pronoto  es  hexagonal,  como  el  de  M.  cylindripenne^  pero  un  poco 
menos  estrechado  en  los  costados  después  del  ángulo  lateral;  por  encima 
es  irregularmente  puntuado,  transversalmente  impreso  cerca  del  borde 
posterior,  el  cual  es  algo  bi sinuoso  y  como  el  anterior  provisto  de  pelos 
flavescentes  que  se  extienden  desde  aquél,  por  la  región  escutelar.  El 
escudete  es  ligeramente  cóncavo,  puntuado. 

Los  élitros  de  aspecto  coriáceo,  tienen  puntitos  impresos,  disemina- 
dos por  la  superficie  rugulosa.  Además  del  borde  sutural  elevado^  cada 
élitro  tiene  cuatro  costillas  longitudinales,  de  las  cuales  la  interna  y  la 
externa  se  pierden  hacia  el  ápice,  donde  se  juntan  la  segunda  y  tercera 
costillas  y  ésta  á  su  vez  es  convergente  con  la  externa  en  la  región  hu- 
meral. 

El  tórax  es  como  en  las  otras  especies,  pero  más  puntuado  y  cubierto 
sobre  todo  en  el  episterno  del  metatórax  de  pelos  rufos.  El  abdomen  es 
lustroso,  tiene  puntos  pilíferos  diseminados. 

Las  patas  intermedias  son  un  poco  más  y  las  posteriores  mucho  más 
largas  que  las  anteriores.  En  las  patas  anteriores,  el  primer  artículo  tar- 
sal  es  una  cuarta  parte  más  largo  que  el  segundo,  el  tercero  igual  al 
precedente  ;  estos  dos  artículos  están  provistos  en  la  planta  de  un 
cepillo  fino  y  denso,  el  que  existe  también  en  la  extremidad  del  i)rimer 
artículo.  Los  tarsos  de  las  patas  intermedias  y  posteriores  son  iguales 
entre  sí:  el  primer  artículo  es  una  tercera  parte  más  largo  que  el  segun- 
do y  éste  una  cuarta  parte  más  que  el  tercero ;  los  cepillos  de  las  patas 
intermedias  están  surcados  por  una  línea  mediana  glabra,  la  cual  existe 
también  en  las  posteriores,  pero  están  allí  substituidos  por  setas  cortas. 
El  artículo  tercero  de  todos  los  tarsos  es  escotado  adelante,  dejando  el 
artículo  cuarto  bien  descubierto. 


201 


Procede  de  Suiíclio  Colorado,  inoviiuia  de  Santiajío  del  Estero,  marzo 
de  1908,  donde  el  doctor  Santiag'o  Rotli  ha  teiiid<>  la  siicite  de  cajíturar 
tres  ejemplares  atraídos  á  la  luz  de  la  linterna. 

A.  (Mystei'ia)  oyliiirlripeuiK;  (Tiioms.)  Lam. 

Mysteria  cylindripenne   Tlioms.  Essai  Classif.  Longic,  p.  211,  l!t02;    Laiiiceri',    Itevin. 

des  Prionides.  Jim.  Soc.  Eiit.  Belg.,  p.  160,  1902. 
=^  Prionidiitm  mollr  Hiinn.  Stctt.,  Ent.  Zcit.,  p.  160,  1SÜ5. 

Xo  parece  tan  raro  en  las  provincias  del  Xorte;  he  coleccionado  dos 
ejemplares  de  noche  á  la  hiz  en  el  Garrapatal,  cerca  de  San  Pedro  de 

Jujuy  en  septiembre  de  1004.  Mi  amigo, 
señor  A.  Aula,  ha  conseguido  bastantes 
en  la  misma  circunstancia  en  el  Chaco 
santafecino  «La  Gallareta»,  durante  el 
verano  de  1900.  Las  descripciones  que 
dieron  Thomson  y  Burmeister  permi- 
ten  íácil mente  reconocer  esta  especie. 


1  2  3 

Palpos  y  pronotos.  1,  Eum.  flahellifera  ;  2,  M.  cylimlfipenne ;  3,  M.  Lacordairei 

Adjunto  los  contornos  exactos  de  los  palpos  y  pronotos  de  las  tres 
especies  que  conozco,  para  que  puedan  servir  de  comparación. 

A.  (Mysteria)  Lacordairei  Lam.,  1.  c,  p.  212,  1902. 

Mysteria   iiov.  sp.  Lacord.,  gen.,  VIII,  p.    26,  nota,  1869. 
M.  cylindr'qyeiinis  Lacord.  gen.   Atlas,  pl.  81,  fig.  2. 


El  Único  ejemplar  que  poseo  en  mi  colección  y  que  obtuve  de  mi  amigo 
Aula  (La  Gallareta,  1900),  pertenece  sin  duda  á  la  especie  citada.  El  in- 
secto, también  de  15  milímetros  de  largo,  es  en  todas  sus  formas  más 
grueso  que  2Í.  cylindripenne,  de  color  negro  moreno  con  los  apéndices  y 
parte  inferior  del  cuerpo  más  rufos.  Los  palpos  son  espesos,  el  artículo 
terminal  hinchado  en  el  medio.  Las  antenas,  mutiladas  en  el  ejemplar 
tíi^ico,  serían  según  Lacordaire  más  largas,  delgadas  y  menos  dentelladas 
como  en  la  esjiecie  precedente;  en  mi  ejemplar  sucede  todo  lo  contrario  : 


—    202   — 

éstas  son  más  cortas,  más  espesas  y  no  visiblemente  menos  dentelladas ; 
además  el  primer  artículo  es  muy  corto,  grueso,  subovalar  y  no  arqueado. 
La  cabeza  es  groseramente  puntuada,  algo  globosa,  los  ojos  bastante 
distantes  en  la  cara  inferior. 

En  cuanto  al  pronoto,  sus  contornos  son  completamente  iguales  á  los 
de  M.  cylindripenne ;  en  cambio  la  puntuación  es  algo  más  gruesa  y  se 
perciben  dos  líneas  longitudinales  irregulares  de  cicatrices  cerca  de  sus 
costados.  Mi  ejemplar  tiene  también  los  élitros  más  cortos  en  relación 
de  su  anchura.  Las  patas  son  más  espesas ;  en  los  tarsos  no  encuentro 
netamente  una  diferencia  notable  con  ilf.  cylindripenne,  la  planta  en  los 
artículos  primero  y  tercero  es  como  en  las  otras  dos  especies,  provista 
del  ceiíillo  de  pelillos  esponjosos. 


HAI.YCIDOCRIUS  Behg. 

Berg".  Inf.  oficial.  Com.  Cient.  Expd.  Bío  Xe(iro  (Patagouia).  Ins.,  p.   106,   1881. 
Philippii  Berf/,  1.  c,  p.  107,  laiu,  II,  fig.  17. 

var.  Schulzi  u.  var. 


TotHsfiisco-ferrugineuSynih- 
opacus, parte  inferapaUi- 
diora;  elytrorum  parte 
dimidia  postica  nigra. 

Los  tres  ejemplares  encontra- 
dos por  el  señor  F.  Scliulz  cerca 
de  la  ciudad  de  Córdoba,  por  su 
color  uniforme  fusco-ferrugíneo, 
])odemos  considerarlos  como  va- 
riedad bien  definida  del  H. 
Pliilippii  Berg'.  En  vista  del 
dibujo  deficiente  que  había  dado 
este  autor,  y  la  omisión  de 
algunos  caracteres  que  no  podía 
ver  en  el  ejemplar  típico  bas- 
tante mutilado,  creo  oportuno  i)resentar  la  figura  y  algunos  detalles  de 
la  variedad  de  este  interesante  longicornio. 

La  puntuación  sobre  la  cabeza  y  el  proiioto  es  esparcida  apenas  per- 
cei)tible,  un  poco  más  marcada  en  sus  costados  y  sobre  el  mentón.  El 
clipeo  es  excavado,  la  frente  algo  impresa,  con  una  línea  mediana  que 
se  pierde  hacia  el  vértice.  Las  mandíbulas  son  obscuras,  rufas,  tienen 


Halycidocrhis  rinlippHUiíVg  var.  Sclmlz 


—  208 


pocos  puntos  gruesos  inii>iosos.  Los  palpos  maxilares  tienen  los  artícu- 
los subcóuicos,  oblicuamente  truncados;  los  labiales  son  subiguales,  l<»s 
artículos  l)asales  más  cilindricos.  Las  ante- 
nas tienen  también  i)untos  imi)resos,  nuís 
marcados  en  los  artículos  básales,  donde 
su  color  es  más  obscuro  rufo.  Los  tlabe- 
los  están  fornuulos  como  en  el  ejemi»lar 
típico. 

El  pronoto  es  variable  en  los  tres  ejem- 
plares que  pude  examinar;  en  uno  de  ellos,  ^'"''"'" ''"  ^^«'."c¿./oc,«<s 
su  borde  anterior  es  ligeramente  escotado,  paralelo  con  el  posterior  y 
no  tiene  este   último   la   sinuosidad  cpie   se   o))serva 
en  los   otros   ejemplares;    también  los    ángulos    son 
bastante  redondeados,   la   línea    mediana    muy    des- 
vanecida en  los  tres.  Los  élitros  de  estructura  como 
en  H.  Phüippii,  son  negros,  atercioi^elados  en  su  mitad 
posterior. 

Tanto  las  tibias  como  los  tarsos  de  las  patas  pos- 
teriores son  lateralmente  comprimidos,  aquéllas  son 
mucho  más  largas  que  las  patas  anteriores  é  inter- 
medias. 

He  tenido  ocasión  de  ver  tres  ejemplares  más  de 
este  longicornio  (1,  col.  G.  Günther,  Bahía  Blanca; 
2,  col.  Museo  de  Buenos  Aires,  Pampa  Central),  que 
difieren  algo  del  tipo,  por  tener  en  sus  élitros  una 
mancha  negra  apical  algo  extendida  por  la  sutura  y 
por  la  margen  externa;  uno  de  ellos  tiene  las  antenas 
ferrugíneas,  con  los  artículos  básales  obscuros.  En  su 
tamaño  todos  los  ejennilares  son  variables  entre  18  y  27  milímetros  de 
largo. 


Patas  aiit.  y  poster. 
(tarsos) 


ACHKYSOIV  Serv. 
Serville,  Jim.  Soc.  Ent.  France,  p.  572,   1833. 

unicolor  u.  sp. 

Atro-fmcus,  elytrís  minute  punctiilatis^  palUdo-puhescentihus,  ápice 
inermihus. 
Long.  12-15;  lat.  hum.  3-4.  mm. 


Semejante  al  A.  surinam^im  liinn.',  fusco  obscuro  casi  negruzco,  abdo- 
men, antenas  y  patas  ajíenas  más  fulvas ;  todo  cubierto  de  una  pubescencia 


—   204   — 

pálida,  fina  y  apretada;  élitros  inermes  en  el  ápice.  La  cabeza  grosera- 
mente puntuada,  entre  los  ojos  poco  transversalmente  impresa,  el  vértice 
bastante  hinchado.  El  pronoto  es  tan  ancho  como  largo,  más  corto  y  globoso 
en  la  hembra,  distintamente  puntuado,  pubescente;  los  puntos  sobre  el 
disco  son  subruguloso-impresos,  en  los  costados  elevados,  nítidos  y  pilí- 
feros;  el  prosterno  es  transversalmente  estriado.  La  puntuación  sobre 
los  élitros  es  aún  más  fina  que  en  A.  mirinamum,  apenas  más  marcada  en 
la  liarte  anterior,  los  pelillos  son  acostados  y  dispuestos  casi  en  líneas 
regulares.  Parte  inferior  del  cuerpo  más  finamente  puntuada  y  pubes- 
cente. 

Provincia  de  Córdoba,  Chaco  santafecino  y  Misiones. 


CiXOMIDOLOIV  Thoms. 
Thouisou,  Syst.  Ccrarnbyüld.,  p.  219,  1864. 


Brethesi  n.  sp. 

Rufo-ferrugineum,  nitidissimum ,  pronotnm,  marf/ine  antico  excepto^ 
elytrorum  fascia  upicali,  ahdominis  segmentis  primo  secundoque, 

femorihus  posticis,  eorum  basi 
excepta^  nigris;  elytrorum  fm- 
ciajiava  quam  nigra  angunfiore 
nec  non  dHohns  jxoictis  anterio- 
ribua  concoloribus  limitata.  An- 
tennarum  articuU  tertius-sextus 
palide  liirsuti,  carinati,  articuli 
septinms-undecimus  tenuiter  pu- 
hescenti,  earinis  in  articuli s 
terminaUhus  evanidis.  Elytra 
punetulüta,  punctis  suhscriatis, 
anticis  magis  imprc.s.si.s^  sutura 
m arginihusqtie  impressis. 
Long.  7-9  ;  lat.  hum.  1,8  mm. 

Coleóptero  esbelto,  muy  brillante, 
de  color  rubro-ferrugíneo.  El  pronoto, 
excepto  su  margen  anterior,  la  faja 
preapical  de  los  élitros,  el  primero  y  segundo  segmentos  abdominales  y 
los  fémures  exceptuando  su  base,  son  de  un  negro  i)uro ;  la  faja  elitral 
está  limitada  anteriormente  por  otra  estrecha  flava,  delante  de  ésta  hay 
dos  puntos  del  mismo  color. 


Gnoinidolon  lirethesi  Bruch 


—  205  — 

La  fronte  tiene  entre  los  tnbereulosnntenales,  aljíunos  jíruesos  ]»unt(>s 
y  (los  líneas  contiguas  y  longitudinales  impresas;  dos  surcos  débiles, 
divergentes  liaeia  atrás,  llegan  hasta  el  borde  posterior  de  los  ojos.  Por 
encima,  la  cabe/a  es  bastante  convexa,  casi  lisa  .  la  puntuación  más 
gruesa  en  las  mejillas,  donde  tiene  4  á  5  setas  erizadas ;  el  cuello  es 
algo  encogido,  fino,  transversalmente  estriado. 

Las  antenas,  mucho  más  largas  que  el  cuerpo,  tienen  el  jtrimer  artículo 
alargado,  bastante  encorvado  y  como  el  segundo  linanu>nte  i)untua(lo; 
los  artículos  o  á  (>  son  fuertemente  carenados  en  toda  su  circunferencia, 
provistos  en  la  parte  inferior  de  setas  largas,  pálidas,  más  abundantes  en 
los  artículos  anteriores;  los  artículos  7  á  11  con  pubescencia  tenue,  apre- 
tada, sólo  en  la  terminación  de  cada  artejo  unas  cuantas  setas,  las  care- 
nas débiles  y  com])letamente  desvanecidas  en  los  artículos  terminales. 

El  pronoto  es  dos  veces  más  largo  que  ancho,  posteriormente  más 
estrecho,  fuertemente  levantado  hacia  adelante,  en  su  primer  tercio 
inclinado,  en  la  base  fuertemente  estrangulado.  Su  margen  anterior  es 
rufo-ferruginoso,  oblicuamente  ensanchado  hacia  la  parte  inferior;  el 
resto  es  de  un  negro  puro,  muy  lustroso;  hay  algunas  setas  blanquizcas 
aisladas;  los  costados  y  el  prosterno  están  i)untuados. 

El  escudete  es  subcircular,  revestido  de  pelillos  blanquizcos.  Los  éli- 
tros son  la  mitad  más  anchos  que  el  pronoto  y  tres  veces  más  largos  que 
anchos,  en  el  ápice  estrechados  y  escotados,  el  ángTilo  interno  y  la  espi- 
na externa  agudos.  Ellos  sonde  color  ferrugíneo,  más  rubros  en  la  base; 
la  faja  negra  preapical  es  ancha  y  se  extiende  más  ó  menos  en  la  se- 
gunda mitad  de  los  élitros.  Los  puntos  impresos  están  dispuestos  más  ó 
menos  en  hileras  regulares  y  más  pronunciados  en  la  región  basal,  donde 
los  élitros  están  algo  hendidos  á  ambos  lados  de  la  sutura;  se  observan 
también  algunas  series  ralas  de  setas  pálidas. 

El  metasterno  es  rubro-ferrugíneo,  tiene  puntos  disijersos  y  la  pubes- 
cencia cana,  muy  diminuta  en  los  costados.  Abdomen  glabro,  del  mismo 
color,  con  los  dos  primeros  segmentos  negros. 

Las  patas  son  también  ferrugíneas,  largamente  setígeras;  los  fémures 
moderadamente  hinchados,  los  posteriores  aun  algo  más  delgados,  sobre- 
pasan apenas  á  los  élitros,  son  negros,  excepto  su  base,  y  terminan  en  el 
lado  externo  en  una  espina  aguda. 

Provincia  de  Tucumán,  12,  II,  1906 ;  gobernación  del  Chaco,  10,  VIII, 
1895. 

Los  ejemplares  del  Chaco  fueron  coleccionados  por  el  señor  S.  Ventu- 
ri ;  son  más  pequeños,  de  color  más  pálido  que  el  ejemplar  típico  de  Tu- 
cumán, el  cual  me  fué  comunicado  i)or  el  señor  L.  Dinelli. 

Me  es  grato  dedicar  esta  bonita  especie  á  mi  colega  y  amigo,  señor  J. 
Bréthes,  á  quien  la  entomología  argentina  debe  numerosos  trabajos. 


—  206  — 

CYCIVIDOLOiM  TiioMS. 
Thoiiisoii,  Syst.  Ceranihycid.,  p.   217,  1864. 


Govinellei  u.  sp. 

Rtifo-castaneum,  subnitcnH,  totnm  hirsntum,  atqne  elytrorum,  dimidio 
antico  excepto,  dense  temdtcr  a dp res.se  Jiavo-jmhescens. 

Antennarum    articulus   tertins 
priiKO    duplo    Jongior,   hasi 
pednnenlatns,  ín  latere  inter- 
no  carinatus,  parte    infera 
liirsutus ;    articuU    euartus 
scxtusqne  sursuní  et  deorsum 
carinati,  qnam  praecedentcs 
mi  ñus  hispid  i. 
Pronotuiíi  suhci/h'jidraecum, tri- 
tuhercuJatu»!.  Uli/trorum  di- 
midiuní  anticum  suhglahrum, 
nitens,  maculis  dMabns  ma- 
juscuUs  ehnrneis  exornatum  ; 
ángulo  apicali  interno  ohttiso, 
spina  externa  minuta. 
Pedes   crassi,  femorihus   ante- 
rior ihus  et  mediis  sat  tumi- 
disy  posteriorihiis  graciliori- 
hus,   quam   elytras   hreviorihus.   Tihiae  ntrinque  carinataej   ápice 
hispinosae. 
Long".  9;  lat  lium.  1,9  mm. 

De  un  color  rufo-castaüo,  subnítido,  todo  hirsuto,  y  cubierto,  nieuos 
la.  mitad  anterior  de  los  élitros  de  una  pubescencia  flava,  muy  tenue  y 
apretada. 

La  cabeza  es  corta,  subglobosa,  por  encima  muy  finamente  granulada. 
Las  antenas  tienen  los  primeros  artículos  más  obscuros  que  los  siguien- 
tes el  artículo  primero  en  la  base  largamente,  pero  poco  profundamente 
excavado,  atrás  bastante  engrosado  y,  como  el  segundo,  muy  finamente 
puntuado;  el  artículo  tercero  es  doble  más  largo  que  el  primero,  en  la 
base  pedunculado  y  en  el  lado  externo  carenado,  su  parte  inferior 
hirsuta;  artículos  4  á  G  superior  é  inferiormente  carenados,  meiios 
velludos. 

Pronoto  subcilíndrico,  en  ambas  extremidades  anchamente,  pero  poco 


Cyciddolon  Gounellei  Bruch 


—  207   — 

enooo'ido,  por  eiicinuí  (lituln'rciiIiHlo  :  t  iilicrciilos  ('('miícos,  coiit  i^uos,  dis- 
puestos en  línea  transversa,  el  mediano  situado  al^o  más  atrás. 

Escudete  subeircular.  ])ul)es('ente.  Los  élitros  son  en  su  mitad  ante- 
rior siibglabros,  brillantes,  por  encima  plan<>s,  adornados  de  dos  man- 
chas grandes  ebúrneas  redondeadas,  que  se  extienden  por  el  borde  ex- 
terno; ellos  son  convexos  en  la  parte  posterior,  más  claros,  setáceos, 
tienen  imntos  impresos  setígeros,  el  ángulo  ai)ical  interno  redondeado, 
subrectangular,  la  espina  externa  pequeña. 

El  cuerpo  es  por  debajo  impuntuado,  el  abdomen  de  color  castaño,  lus- 
troso y  menos  pubescente. 

Las  patas  son  velludas,  los  fémures  inermes;  los  fémures  anteriores  y 
medianos  fuertemente  hinchados,  en  el  lado  externo  algo  comprimidos; 
los  posteriores  más  delgados,  no  alcanzan  ala  extremidad  de  los  élitros; 
tibias  inferior  y  exteriormente  carenadas,  en  el  ápice  biespinosas. 

Provincia  de  Tucumán,  Tafí  Viejo,  II,  190G. 

El  señor  Dinelli  me  comunicó  un  solo  ejemplar  de  esta  nueva  especie, 
que  se  distingue  de  sus  congénes,  por  las  manchas  grandes  ebúrneas 
de  sus  élitros.  Me  es  grato  dedicarla  á  mi  apreciable  colega  señor  Gou- 
nelle,  quien  me  manifestó  poseer  también  un  ejemplar  de  la  misma  loca- 
lidad, que  coleccionó  don  Pablo  Girard. 


C0MP80CERUS  Serv. 
Serville,  Ann.  Soc.  Ent.  Fraiiee,  pág.  62,  1834:. 

COMPSOCEEIDIUS  n.  subgen. 

Gapiif  breve  snlxilohosum ,  froiiH  ohliqua. 

Feminae  aniennae  corpus  aequanten ;  arficuU  2-5  conici ;  articulus 
6" penicillum pilorum  ostendens  ;  articuli  3,  4,  8  aeipiilotigiy  secun- 
do duplo  loiif/iores^  arficuU  5,  6  et  7  majores. 

Palporum  articuli  terminales  triangulares,  oblique  truncati. 

Pronotum  suhdepressum  anticc  angustatum,  latera  arcuata  tubérculo 
deorsum  versus  elongato  praedita.  Processum  mesosterni  naide  pro- 
ducium,  subquadratum. 

Scuiellum parvum,  suborbieulare.  Elytra  nonniliil  depressa. 

Pedes  validi  ;  femora  ápice  sat  i ncrassata,  postica  elytra  subaequantia. 
Tibiae posticae  anticis  duplo  longiores,  leiiiter  arquatae;  tarsi  con- 
vexi,  posticorum  articulum  básale  secundi  tertiique  longitudinem 
totalem  aequans. 

La  cabeza  es  corta,  algo  más  globosa  que  en  los  Compsocerus;  la  fren- 
te oblicua. 


—  208  — 

Las  antenas  tienen  sobre  todo  una  hechura  particuhir,  que  caracteriza 
este  subgénero;  son  en  los  ejemplares  típicos  (hembras),  tan  largas 
como  el  cuerpo,  las  dimensiones  de  sus  artículos  son  muy  distintas  y  del 
segundo  al  quinto  son  netamente  cónicos,  no  cilindricos  como  en  el  gé- 
nero citado.  El  artículo  segundo  es  más  largo  que  ancho,  los  artículos 
tercero,  cuarto  y  octavo  doble  más  largos  que  éste,  los  tres  terminales 
algo  más  cortos  que  los  precedentes,  los  artículos  quinto,  sexto  y  sépti- 
mo son  mayores;  el  artículo  sexto  está  i)rovisto  de  un  fleco  de  pelos. 

El  pronoto  es  ligeramente  deprimido,  más  ancho  que  largo,  adelante 
más  estrechado,  sus  costados  redondeados  llevan  un  tubérculo  alargado 
lateral,  prebasilar.  El  proceso  mesosternal  es  amplio,  subcuadrado,  en  el 
ápice  escotado. 

Los  élitros  son  algo  deprimidos  y  ensanchados  hacia  su  extremidad. 

Las  patas  son  robustas  ;  los  fémures  bastante  engrosados  hacia  el  ápi- 
ce, los  posteriores  no  llegan  hasta  la  extremidad  de  los  élitros.  Las  ti- 
bias posteriores  son  casi  doble  más  largas  que  las  anteriores,  ligeramen- 
te arqueadas ;  los  tarsos  de  las  x>atas  posteriores,  con  el  artículo  basal 
tan  largo  como  los  dos  siguientes  juntos. 

íiounellei  n.  sp. 

Cumpsoceri  colore  ]t(ibiti(qiic  s¡iiiilli))iHs;froHS  bifoveolatu;  «ntenna- 

rum  articuli  primus  ad 
quintum  usqíie  grosse 
punctatiy  señílis  divari- 
eatis  ornati ;  articulus 
sextus  nigro-penícülatus : 
articu li  septim  u.s-u n deci- 
mus  dense  tenuiter  ad- 
presseque  pubescentes. 
Pronoti  centnim  et  latera 
nec  non  episternnm  dense 
pnnctati.  Scutellum  rii- 
brum,  (jlabrum.  Elytra 
apicibits  simul  rotundati. 
Mctasternnm  leniter  píi- 
bescens.  Abdomen  nitens, 


ComiJSDceridiux  Goiinellei  Bruch 


subglabrum,   segmentis   dnobus   basalibHs  fnscenscentibus. 
Long.  9-11;  lat.  lium.  2,2  mm. 


Especie  de  la  librea  y  aspecto  de  Compsocerus,  pero  más  robusta,  el 
cuerpo  más  corto  y  menos  cilindrico. 

Rufo-ferruginoso,  subopaco,  cubierto  de  pelos  setígeros,  fulvos  sobre 


—   20!)    — 

la  cabeza,  antenas,  pronoto  y  patas,  y  negros  sobre  los  élitros,  los  cuales 
í>on  de  color  verde  ini't;dico. 

La  cabeza  es  lisa  i)or  encima,  o[)aca  de  aspecto  aterciopelado,  en  los 
costados  y  la  «iaroanta  puntna<la,  algo  estriada;  la  frente  tiene  dovS 
lioyitos;  una  débil  línea  mediana  longitudinal.  Los  artículos  uno  á  cinco 
de  las  antenas  son  puntuados  y  llevan  cerdas  esi)arcidas  y  apartadas; 
el  sexto  artículo  cou  el  ñeco  de  pelos  negros,  los  artículos  siete  á  once 
están  cubiertos  de  una  pubescencia  microscópica  y  acostada. 

El  pronoto  es  opaco  como  la  cabeza,  en  el  centro  y  alrededor  de  los 
tubérculos  algo  lustroso  y  puntuado :  el  prosterno  es  bastante  densamente 
puntuado. 

Escudete  rubro  y  glabro.  Los  élitros  son  apenas  escabrosos,  no  pun- 
tuados, llevan  cerdas  negras  erguidas;  en  el  ápice  están  conjuntamente 
redondeados. 

El  cuerpo  debajo  menos  rufo;  metasterno  vagamente  puntuado  como 
€l  mesosterno  ligeramente  pubescente.  Abdomen  lustroso,  los  dos  pri- 
7ueros  segmentos  negruzcos. 

He  encontrado  hace  años  en  La  Plata  los  dos  ejemplares  típicos,  junto 
«on  otros  Compsoceridos;  por  los  caracteres  apuntados  me  veo  obligado 
á  establecer  este  nuevo  subgénero,  y  ai^rovecho  esta  ocasión  de  ocuparme 
con  más  detención  de  este  grupo,  hasta  ahora  poco  estudiado. 

En  cuanto  se  refiere  á  Compsoeenis  cmlieus  Thoms.  y  G.  parviseop^is 
(Burm.),  me  parece  que  la  posición  sistemática  de  estas  dos  esi^ecies  no 
está  bien  definida,  pues,  observamos  que  jioseen  perfectamente  todos 
los  caracteres  proj^ios  al  género  Orthostoma  Serv.,  sólo  con  la  diferencia 
que  llevan  el  lleco  de  pelos  sobre  las  antenas,  y  tienen  los  colores  de 
los  ComiiHoceruH.  íío  me  explico  cómo  el  doctor  Berg  (An.  Soo.  Cient. 
Argent.y  pág.  1236,  188G)  haya  colocado  dichas  especies  en  este  género 
y  dice  luego  del  C.  aulicus  «  que  sus  artículos  tercero  y  cuarto  son 
ligeramente  carenados  »,  cuando  las  carenas  son  bien  marcadas  hasta 
el  octavo  artículo,  y  agrega  del  C.  parviscopus  que  « las  antenas  no  las 
tiene  ni  carenadas  ni  surcadas  »,  cuando  existen  también  las  carenas, 
aunque  no  tan  visibles  como  en  esta  otra  especie.  He  visto  el  ejemplar 
típico  de  Burmeister,  cuyo  fleco  antenífero  está  apenas  indicado  por 
unos  cuantos  pelillos,  los  que  faltan  completamente  en  aquéllos  que 
coleccioné  personalmente  en  la  iirovincia  de  Catamarca  en  1897. 

El  señor  Gounelle  me  manifestó  en  diversas  ocasiones  sus  ideas  pro- 
pias, y  soy  de  su  parecer,  que  podríamos  formar  una  división  para 
estos  insectos,  que  llevan  librea  de  los  Compsocerus  y  el  fleco  de  pelos 
sobre  el  sexto  artículo  de  las  antenas  más  ó  menos  pronunciado  de  ma- 
nera que  propongo  para  C  milicus  y  parviscopus  el  subgén.  Orfhosto- 
midius  Goun.  i.  1. 

Haré  también  presente  que  los  caracteres  genéricos  diferenciales  en- 

IlEV.    MUSEO   LA  PLATA.  —  T.    U.    (IX,  9,  1908.)  14 


—  210  — 

tre  Compsocerus  Serv.  y  Unxia  Thoms.,  son  efectivamente  bien  pocos; 
este  último  podría  figurar  con  más  razón  como  subgénero  del  primero,  y 
tal  vez  convendría  proceder  en  el  mismo  sentido  con  el  género  Ethemon 
Tlioms. 

jSTo  creo  por  demás  presentar  aquí  algunos  dibujos  esquemáticos  y  la 
fórmula  cómo  se  podrían  agrupar  á  nuestros  Compsocéridos. 


Antena,  prouoto  y  proceso  mesosternal.  1,  de 
Orthostomidiíis  anUcus  (Thoms.)  ;  2,  Comp- 
socerus harbicornis  (Fbk.)  ;  3,  Compsoceri- 
dius  Gounellei  Beuch. 


A.  Cabeza  avanzada  casi  horizontalmente,  antenas 
con  el  artículo  primero  cicatrizado  en  la  base, 
artículos  cilindricos,  antenas  y  tibias  carenadas, 
pronoto  lateralmente  redondeado,  ligeramente 
deprimido  arriba,  proceso  mesosternal  ensancba- 
do,  trapezoidal,  fémures  sublineares,  pygidium 


de  las  hembras  normal 


ORTHOSTOMA. 


1j.  Cabeza  más  inclinada,  antenas  con  el  artículo 
primero  en  la  base  no  cicatrizado,  artículo  sexto 
l)rovisto  de  un  lleco  de  pelos,  antenas  y  tibias  no 
carenadas,  pronoto  más  cilindrico,  de  cada  lado 
ligeramente  tuberculado,  proceso  mesosternal 
termina  en  lámina  triangular  aguda,  fénuires 
engrosados  hacia  la  extremidad,  no  sobrepasan 
á  k>s  élitros,  pygidium  de  las  hembras  adornado 
de  una  espesa  faja  de  pelos  sedosos  que  cubren  á 
los  órganos  genitales  (este  carácter  importante 
ha  sido  observado  por  M.  Gounelle)      .     .     .    COMPSOCERUS. 

A ' .  Antenas  más  ó  menos  visiblemente  carenadas, 
artículo  sexto  con,  á  veces  sin  lleco  de  pelos 
negros.  Coloración  de  Compsocerus Orthostomidius. 


—   211    — 

B '.  Alltt'Uiís  íiit  ículo  ([iiiiito  |»i(»vist<>  del  íl('<'(>  do 
pelos,  iV'iinircs  tucitey  mas  hiuscanu'iiti'  liiiiclia- 
dos,  sobrepasan  ú  los  élitros Unxia. 

C.  Cabeza  sub,iilobosa,  antenas  eon  los  artícnlos 
dos  á  cineo  eónieos,  artíenlo  sexto  provisto  del 
lleco  de  pelos,  pronoto  lateralmente  redondeado, 
snbdepriniido  por  arriba,  con  tubérculo  lateral 
prebasilar, proceso  mesosternal  muy  ensanchado, 
cuadrado,  i)atas  robustas,  téniures  nioderada- 
mente  hinchados,  los  posteriores  no  ])asa]i  á  los 
élitros,  pygidiuní  de  las  hembras  de  forma  nor- 
mal      COMPtíOCERIDIUS. 

Me  abstengo  de  considerar  por  el  momento  al  género  Ethemon,  á  pesar 
de  que  éste  tiene  muchos  caracteres  comunes  con  Compsocerus,  como  la 
hechura  de  la  cabeza,  el  proceso  del  mesosterno,  el  pronoto  poco  distinto 
de  este  último,  y  las  patas  y  el  pygidium  formados  como  éste. 

Doy  á  continuación  la  lista  de  nuestras  especies  con  su  sinonimia 
correspondiente  : 


ORTHOSTOMA  Skrv. 

rufiventre  (Germ.) 
CalUchroma  rufiventre  Germar  Ins.  Spec.  Nov.,  p.  494,  1824. 

Misiones. 

ventrale  (Germ.) 

CalUchroma  ventrale  Germar.  Ins.  Spec.  Nov.,  p.  494,   1824. 

Misiones. 

Subg.  ORTHOSTOMIDIUS  Goun.  i.  litt. 

aulicus  (Thoms.) 

Compsocerus  aulictis  Thomson.  Essai  Classlf.  Lonf/ic.,  p.  253,  1860. 

Berg,  An.  Soc.  Cient.  Arr/ent.,  p.  236,  1886. 

Orthostoma  thyrsophora  Burm.  Stett.  Ent.  Zeit.,  p.  169,  1865. 

Buenos  Aires,  Mendoza,  Catamarca,  Misiones. 


—   212   — 

COMPSOCERUS  Sekv. 

barbieornis  (Fbr.) 

Saperda  harhicornis  Fbr.  Ent.  Sysi.,  I,  p.  311,   1792. 
Cosmisoma  equestre  Guér.  Icón.  Régn.  anim.,  III,  p.  231,  1843. 
var.  violáceas  White. 

Buenos  Aires,  Mendoza,  Misiones. 


Subg.  UNXIA  Thoms. 

g'racilior  (Burm.) 

Cosmisoma  gracilior  Burni.  Stett.  Ent.  Zeit.,  p.  171,  186.5. 
Unxia  gracilior  Berg.^».  Soc.  Cient.  Argent.,  p.   237,  1886. 


Buenos  Aires,  Córdoba,  Misiones. 


Buenos  Aires. 


Subg.  COMPSOCEEIDIUS  Bkuch. 
Gounellei  Bruch. 

KTHEMOIV  Thoms. 


básale  (Burm.) 

Cosmisoma  hasale  Burm.  Stett.  Ent.  Zeit.,  p.  170,  1865. 
Paraná,  Salta,  Catamarca,  Tucumán,  Mendoza. 

C  diversipennc  Burm.,  1.  c,  ]).  171,  1865. 

Brasil. 

Ko  me  cabe  duda  que  G.  hasale  Burm.  sea  idéntico  con  C.  diversipenne 
Burm.;  éste  representa  sólo  una  variación  ó  raza  local  del  Brasil,  lo 
mismo  como  los  ejemplares  que  coleccioné  en  abundancia  el  año  pró- 
ximo pasado  en  la  provincia  de  Catamarca;  éstos  tienen  el  color  de  los 
élitros  de  un  lindo  verde  metálico,  en  vez  del  azul  violáceo  subido  que 
se  extiende  á  veces  también  casi  basta  la  base. 

E.  diversipenne  mencionado  por  Burmeister  con  breves  palabras,  di- 
fiere de  G.  básale  solamente  por  el  vientre  negro,  que  me  parece  poca 
cosa  para  considerarlo  como  carácter  específico. 


—  2i;-{  — 

COItK\IIA   Si  Kv. 

Serville,  Anii.  Soc.  Kni.  Fraiicc.  j).  L'L*,    IX'S-Í. 

IVi'i*iiS"¡uea  n.  s]). 

C.  erytliromenio  (iffhíis,  colore  fe rnifj tuca  lamen  flistiucta. 

Cixput,  <nifeitn<(n(tn  (O'ticuli  2:>rh)U(s  et  aecundua,  proHotum,  elijlra^Je- 

monan  apiceqxe  fiUvo-ferruginei,  pubescenUa  densa  üápream,  .teri- 

ceae,  concolori  resfifa.  Antennae,  pedes  atque  abdomen  nigro  picei; 

metastenmm  fuscum.  Pars  corporis  infera  tenniter  flarido  alhes- 

centi-sericea. 
Maris  antennae  corpore  duplo  lone/iores;  feminae   antennae  corpas 

aequantes;  artieuli  fertins  caartus  et  quinfas  utrinque  loní/ifrorsuní 

canaliculati. 
Pronotam  parara  latias  qaam  longius,  anfice  angiistatmn  in  disco  pi- 

Us  nigris  setulis  concolor ibus  nonnulis  immixfio  ser ieni  longitud Í7ia- 

lem  efformantibus  exornatum. 
Fémures,  postici  praecipue^  eximie  clavati ;  tibiae  posticae  surxam  le- 

niter  inmirvatae,  ápice  pilis  setulosis  nigris  (quaní   in   caeteris  spe- 

ciehus  minas  densis)  2)enicillatim  donatae. 
Long.  10  mm. 

Cabeza,  los  (los  primeros  artículos  de  las  antenas,  pronoto,  élitros,  ápice 
(le  los  íemures  ferrugíneos,  cubiertos  por  una  pubescencia  del  mismo  co- 
lor, de  aspecto  sedosa,  muy  densa  y  acostada.  Antenas,  patas  y  abdomen 
negro-píceos, metasterno  fusco; debajo  del  cuerpo  finamente pálido-piloso. 

La  frente  es  transversa,  subrectangular,  ligeramente  bifoveolada,  entre 
los  ojos  apenas  surcada.  La  cabeza  tiene  puntos  impresos,  más  marcados 
y  separados  en  sus  costados;  garganta  y  mejillas  son  transversalmente 
estriados,  el  cuello  i^or  debajo  es  glabro,  vcírtice  densamente  pubescente. 

Antenas  del  macho,  poco  menos  que  el  doble  del  largo  del  cuerpo,  algo 
adelgazadas  hacia  su  extremidad ;  el  artículo  primero  es  subpiriforme, 
como  el  siguiente  puntuado  en  la  base,  por  encima  excavado,  debajo  po- 
co encorvado  y  cubierto  de  i^elillos  ferrugíneos ;  el  segundo  artículo  es 
más  obscuro,  suborbicular,  lleva  además  de  algunos  líelillos,  otros  setíge- 
ros  negros.  Los  tres  artículos  siguientes  son  superior  é  inferiormente  á 
lo  largo  canaliculados ;  el  artículo  tercero  es  la  mitad  más  largo  que  el 
cuarto,  al  cual  corresponden  en  tamaño  los  cuatro  terminales,  siendo  los 
artículos  quinto,  sexto  y  séptimo  un  poco  mayores. 

El  pronoto  es  un  poco  más  ancho  que  largo,  adelante  más  enangosta- 
do, el  tubérculo  lateral  mediano  pronunciado ;  lleva  puntitos  finos  y 
otros  mayores  impresos;  una  línea  mediana  de  pelos  negros,  setígeros  y 


—  214   — 

algunas  cerdas  erguidas.  Escudete  pequeño,  en  el  ápice  redondeado,  re- 
vestido de  pelillos  negruzcos. 

Los  élitros  son  poco  menos  que  tres  veces  más  largos  que  anchos,  des- 
pués del  primer  tercio  visiblemente  estrechados,  en  el  ápice  conjunta- 
mente ovalados;  ellos  son  deprimidos,  gruesa  y  escabrosamente  pun- 
tuados, pero  la  puntuación  aijenas  perceptible,  debido  á  la  pubescencia 
espesa  que  la  cubre. 

Las  patas  son  algo  más  espesas  que  en  las  otras  especies  conocidas, 
de  color  negruzco,  setígeras ;  las  anteriores  cortas,  las  posteriores  alar- 
gadas ;  los  fémures  en  el  ápice  ferrugíneos  y  sobre  todo  los  posteriores 
fuertemente  hinchados  en  maza.  Tibias  posteriores  en  su  extremidad  en- 
corvadas, adornadas  de  un  lleco  de  j)elos  setosos,  más  ralos  y  extendi- 
dos que  en  las  otras  especies.  Los  tarsos  de  las  patas  posteriores  tienen 
€l  artículo  basal  doble  más  largo  que  el  segundo  y  el  tercero  como  dos 
tercios  del  precedente. 

La  hembra  difiere  del  macho  por  tener  las  antenas  mucho  más  cortas, 
(largas  como  el  pronoto  y  élitros  juntos),  el  primer  artículo  más  corto,  el 
tercero  doble  más  largo  que  el  siguiente  y  los  demás  en  la  misma  pro- 
porción que  el  macho. 

Esta  es  la  quinta  especie  que  conocemos  del  género  Coreinia,}ñ  cual 
se  distingue  de  todas  sus  congéneres  por  el  color  ferrugíneo,  por  los 
artículos  tres  á  cinco  de  las  antenas  bicanaliculados,  por  la  extremidad 
de  los  fémures  algo  más  hiiu'hada  y  el  pincel  de  pelos  sobre  las  tibias 
bastante  ralo,  formado  de  i)elos  setígeros. 

Xo  parece  raro  en  la  ])rovin(íia  de  Salta,  donde  el  señor  José  Steinbach 
ha  recogido  muchos  ejemplares. 

DIAMMAPHORA  Chk\  i; 
Chfvrolat,  Arca».  Xat.,  j).  51,  1859. 

auratopiloí^a  u.  sp. 

Obscuro  fusca  velfusco-ferruginca,  snhojjaca. 

Pronotwn  dense  mimiteque  granulosum,   ferrngineum,  parte  dimidia 

postica  atra. 
Elytra  grosse  punctuJata  impressa,pilis  hrevissime  irregulariter  dis- 

positis  adspersa,  ápice  ohlique  truncata. 
Gaputf  pronoti  dimidium  anticum^  elytrorum  hasis   atque  apex  nec 

non  ahdominis  latera  dense  sericeo-riUosa. 
Long.  5;  lat.  lium.  ]  mm. 

Esta  especie  es  fácil  de  distinguir  desús  congéiieres  por  el  vello  dora- 
do de  aspecto  sedoso  que  la  adorna. 


215 


La  cabeza  es  ueiiriizca,  escabrosamente  puntada,  rujiosa  y  más  ferni- 
gínea  en  su  cara  inferior ;  está  cubierta  casi  enteramente  de  pelillos  sedo- 
sos de  un  lindo  amarillo  dorado.  Las  antenas  son  algo  espesas,  obscuras, 
rufas  en  la  extremidad  de  los  artículos;  llevan  puntos  impresos  y  son 
ligeramente  setígeras. 

El  pronoto  es  una  cuarta  parte  más  ancho  que  largo,  ferrugíneo, 
excepto  la  mitad  posterior  de  su  disco  cpu^  es  casi  negra  y  finamente  gra- 
nulada ;  adelante  está  un  poco  encogido,  en  su  medio  engrosado;  se  dis- 
tingue un  pequeño  tubérculo  cerca  de  cada  ángulo  posterior  y  un  surco 
mediano  longitudinal  poco  pronun- 
ciado; la  mitad  anterior  y  los 
costados  del  pronoto  están  ador- 
nados de  pelillos  dorados. 

Los  élitros  están  cubiertos  de 
una  pubescencia  cana,  microscó- 
pica é  irregular;  eji  los  costados 
llevan  algunos  pelillos  setosos  er- 
guidos y  en  ambas  extremidades 
el  mismo  vello  dorado  como  la 
cabeza  y  el  pronoto.  La  región 
escutelar  es  algo  hendida,  el  esx)a- 
cio  entre  la  sutura  y  la  primera 
costilla  plano,  con  gruesos  puntos 
impresos,  dispuestos  en  cuatro  filas 

irregulares ;  el  espacio  siguiente  ofrece  dos  hileras  de  puntos  y  una  simple 
en  el  repliegue  epipleural.  Ápice  de  los  élitros  oblicuamente  truncado. 

El  episterno  del  protórax  tiene  pelillos  canos,  los  costados  del  abdo- 
men tienen  el  vello  dorado. 

Las  patas  son  más  cortas  y  espesas  que  en  las  otras  especies  argenti- 
nas que  conozco.  Extremidad  de  los  fémures  con  pelillos  flavos,  allí 
como  las  tibias  negruzcas,  base  de  los  fémures  y  tarsos  ferrugíneos. 

El  ejemplar  único  y  típico,  lo  encontré  en  la  provincia  de  Cata- 
marca,  en  enero  1897. 

TRACIIY  DERES  Dalm. 
Dalniiin,  Schonh.  Syn.  Ins.,  I,  3,  p.  364,  1817. 


Diammaphora   auratopilosa  Brcch 


Rifliteri  n.  sp. 

Tr.  variegati  Perty  sat  similis;  nigernitens ;  antennis  rufo-ferruginein 
articulis  primo  et  secundo  totaliter,  caeteris  flavidis  apici  tdntum 
nigris ;  elytra  dimidia  antica  rubra. 

Long.  ]8-28;  lat.  hum.  6-10  mm. 


—   216  — 

La  especie  que  constituye  este  tipo  es  una  de  las  más  bellas  del  í;é- 
iiero ;  muy  semejante  al  Tr.  variegatus  Perty,  del  cual  se  distingue  por 
el  color  rojo  de  sus  élitros  y  por  el  pronoto  que  tiene  el  tubérculo 
lateral  más  obtuso,  delante  de  éste  otro  pequeño  oblicuo,  saliente, 
el  que  está  en  la  otra  especie  apenas  indicado  y  situado  más  arriba. 

En  cuanto  á  los  otros  caracteres,  este  longiconiio  es  negro,  relucien- 
te, la  mitad  anterior  de  los  élitros  de  un  liermoso  rojc»  subido.  Las 
antenas  son  rufo-ferrugíneas  en  labase  y  flavas  en  la  extremidad,  excepto 
los  primeros  dos  artículos  que  son  negros,  como  también  el  ápice  de  los 
siguientes. 

La  cabeza  es  groseramente  puntuada,  sobre  todo  en  los  tubérculos 
anteníferos,  donde  los  puntos  llevan  pelillos  microscópicos  y  también 
algunos  pelos  finos  muy  esparcidos.  La  frente  es  profunda  y  transversal- 
mente  surcada,  también  la-  región  postfrontal  basta  el  vértice  hundida; 
entre  las  antenas  hay  dos  carenas  contiguas,  longitudinales,  conAcrgen- 
tes,  formando  una  sola  carena  entre  los  ojos. 

El  pronoto  ofrece  debajo,  sobre  los  costados  y  el  margen  antero-lateral 
gruesos  puntos  impresos  ;  tiene  entre  el  hoyo  mediano  y  en  sus  lados  pe- 
lillos pálidos  dispersos.  Escudete  y  élitros  con  ]nintos  setígeros  aislados 
y  microscópicos ;  ápice  de  los  élitros  truncado.  Pecho  ligeramente  pun- 
tuado y  velludo,  abdomen  subglabro. 

Hembra  como  la  del  Tr.  variegatm  ;  difiere  del  macho  por  las  antenas 
más  cortas,  comprimidas  y  por  tener  el  borde  superior  antero-lateral  del 
pronoto  liso. 

Provincia  de  Catamarca,  Andalgalá,  marzo  19U7,  donde  recogí  bas- 
tantes ejemplares  de  este  precioso  insecto  sobre  los  higos  maduros  de 
las  tunas.  En  algunos  de  ellos  la  base  de  los  élitros  es  también  negra ; 
en  mi  colección  poseo  un  ejemplar  hembra  con  los  élitros  completamente 
negros,  que  el  señor  Venturi  coleccionó  en  Misiones. 

Me  es  grato  dedicar  esta  especie  á  mi  amigo  Eichter,  uno  de  los  pocos 
entomólogos  en  Buenos  Aires. 


arg'entinus  n.  sp. 

Niger,  nitens ;  antennarum  articuU  tertius,  cuartus  et  qnintns  hasi 
Jiavidi;  elytra  nigrafascia  lata  basali  maculisque  orhicularibns  dua- 
hus  apicalihus  Jiavo-hnmneis  donata.  Antemiar um  tubercula  acuta, 
scabriuscula  punctulata  ;  frons  brevis,  tramverse  sulcata  ;  ocnli 
m,t  remoti,  spatio  subplano  carina  valida  longitudinali  praedito  se- 
parati. 

Pronotum  mperne  glahrnm  ut  in  Tr,  succintus  (L.),  sed  tubercula 
luteralia   discreta,   margo   anterior  prosterni  inermis ;  processum 


—  217  — 

pyostentdlr  ('}oii¡i<ttiti)i,  rcctiotffuhn'i',  ^n'oci'.ssnin   nie.sostenii  .suhíni- 

pezoideum  ira ii.s rcrfui m . 
Corj)ori.s  pars  iti/vrior  ri.r  pKnctiihda,  Icnifer  puhoicens.  PcdcN  hrcres 

<(tq>(('  illis  spccicH  2)>'((ct'edentibus  (/raciliorcs. 
Lonii'.  1(5:  lat.  5-8  min. 

Tníchi/dercs  del  «i'niix)  de  los  recién  mencionados,  pero  bastante  dis- 
tinto por  los  caracteres  de  su  cabeza,  el  pronoto  y  la  coloración  de  sus 
antenas  y  élitros. 

Negro,  las  antenas  tienen  los  artículos  tres,  cuatro  y  cinco  solamente 
en  la  base  flavos ;  los  élitros  con  una  ancha  faja  basilar  y  dos  manchas 
orbiculares  apicales  de  un  amarillo  ocre. 

La  cabeza  es  corta,  la  frente  transversa  y  profundamente  surcada ;  los 
tubérculos  anteníferos  gruesos,  agudos  y  lumtuados;  entre  estos  hay  dos 
carenas  contiguas,  (¡ue  forman  una  sola  elevada  entre  los  ojos.  El  espa- 
cio interocular  es  hundido,  subplano  y  opaco,  más  ancho  que  en  las  otras 
esj)ecies,  apenas  escabroso  en  el  vértice ;  mejillas  y  proceso  yugular  sa- 
lientes, el  cuello  es  por  encima  fino  y  transversal  mente  estriado,  estrías 
más  gruesas  en  la  cara  inferior. 

Las  antenas  son  bastante  más  cortas  que  el  cuerpo,  los  artículos  uno 
al  cuatro  nítidos,  dispersamente  puntuados,  puntos  más  gruesos  en  la 
base  del  artículo  primero  ;  los  siguientes  artículos  son  subseratiformes, 
cubiertos  por  una  pubescencia  muy  tenue  y  pálida. 

El  pronoto  es  glabro  por  encima,  puntuado  debajo;  es  semejante  al 
de  Tr.  succinctns  ;  el  tubérculo  lateral  posterior  es  más  agudo  que  el 
anterior,  comprimido,  oblicuo.  El  borde  anterior  del  prosterno  es  comple- 
tamente inerme;  el  proceso  prosternal  bastante  ensanchado^  rectangu- 
lar, no  es  espinoso  adelante;  el  del  mesosterno  substrapezoidal,  trans- 
verso. 

Los  élitros  presentan  una  estructura  coriácea  apenas  perceptible,  la 
puntuación  muy  fina,  bastante  densa ;  la  faja  amarilla  basilar  se  extien- 
de algo  por  el  margen  externo,  pero  deja  tanto  á  éste  como  al  borde  sutu- 
ral negros;  los  élitros  en  el  ápice  no  truncados,  conjuntamente  redon- 
deados. 

El  pecho  y  abdomen  son  en  los  costados  ligeramente  velludos  y  dis- 
persamente puntuados.  Las  patas  son  algo  más  cortas  y  delgadas  que 
en  todas  las  otras  especies  que  conozco. 

El  ejemplar  único  de  esta  especie,  una  hembra  de  16  milímetros  de 
largo,  me  fué  facilitado  por  mi  amigo  señor  Richter,  quien  lo  obtuvo  de 
la  provincia  de  Córdoba. 


-    218   — 

LISSOIVOTUS  Dalm. 
Dalman,  Schonh.  Syn.  Ins.,  I,  3,  p.   364,  1817. 


Lissonotus   andalgalensis   Bruch 


andalgalensis  n.  sp. 

TotuH  nigro-piceus ,   nitens^  sparsim    albido-pilosus.   Maris  antennae 
corpore  sesquüongae  ;  articuU  primus^secundus  ac  tertius  aequilongi, 

caeteri  aensim  elongatl,  sedsepti- 
mus  (id  deeimuü  usquc  aequilon- 
gi;   terminaUs   qnam  qnintum 
duplo  attenuatuH. 
Pronotuní  Intitndine  quarta parta 
longitudinem  superante^  antice 
angustatum,    lateral iter    dense 
pnnctatum  atqne  Tillosum. 
Elytra  punctis  tenuihus  setigeris 
ornata,  antice  Uneolis  duol)us 
impressis  oMiquis,  ex  humero 
suturam  pretentibus  praedita, 
ápice  truncata  inerniia. 
CorpKS  infere  laxe  minnteque  piU- 
fero  punctatum.  Femores  posti- 
ci  elytra  aequantes;  intermedii 
et  postici  latere  infere  patentim  densinscule  setulosi.   Tihine  non 
canaliculatae  subcylindraceae.  ápice  bispinosae. 
Long.  9-12  ;  lat.  Imm.  3-4  mm. 

Enteramente  negro,  reluciente,  dispersamente  pálido  piloso.  La  cabeza 
corta,  entre  las  antenas  ligeramente  cóncava,  con  puntos  impresos  más 
marcados  sobre  la  frente.  Las  antenas  son  como  dos  tercios  más  largas 
que  el  insecto,  fuertemente  dentelladas ;  artículo  primero  tan  largo 
como  el  tercero,  los  siguientes  gradualmente  más  largos,  los  artículos 
siete  á  diez  iguales,  el  terminal  el  doble  del  artículo  quinto.  Los  dos 
primeros  artículos  son  nítidos,  puntuados,  los  siguientes  subopacos,  muy 
finamente  escabroso-puntuados  y  por  encima  cubiertos  de  una  pubescen- 
cia negra  muy  diminuta  y  apretada. 

El  pronoto  es  una  cuarta  parte  más  ancho  que  largo,  adelante  estrecha- 
<lo,  moderadamente  convexo;  por  encima  tiene  algunos  puntitos  aislados, 
los  costados  densamente  puntuados  y  velludos.  El  prosterno  es  ligera- 
mente transverso,  estriado  y  puntuado;  el  i^roceso  prosternal  ensancha- 
do, trai)ezoidal,  los  ángulos  no  redondeados ;  el  proceso  mesosternal 
ancho,  cónico,  con  el  borde  anterior  convexo,  arqueado. 


—   21!)   — 

Los  élitros  son  coiiio  dos  tercios  luiís  larjios  (nie  iinclios,  liacia  el  ¡'ijtice 
estrechados,  allí  tnmcados  en  anuido  recto  con  ol  borde  interno:  ellos 
presentan  puntitos  setíjioros  «le  cerdas  ])álidas  niny  diniinntas  y  otros 
jnayores  ne<iros  en  la  extremidad;  en  la  región  anterior  délos  élitros  hay 
dos  líneas  ligeramente  impresas  oblicnas,  convergentes  desde  el  húmero 
hacia  la  sntnra. 

Cuerpo  debajo  con  pnntitos  pilíferos.  Los  fémures  fuertemente  engrosa- 
dos en  sn  extremidad,  subpedunculados;  los  ])oster¡oresnnis  largos  llegan 
hasta  la  terminación  de  los  élitros;  todos  son  ligeramente  velludos,  los 
intermedios  y  posteriores  en  su  lado  inferior  provistos  de  un  <-eitillo  tu- 
pido de  cerdas  pálidas.  Las  tibias  no  canaliculadas  son  más  bien  cilin- 
dricas, setígeras ;  las  anteriores  son  más  cortas,  en  la  base  algo  en- 
corvadas ;  las  medianas  arqueadas,  las  posteriores  casi  rectas ;  todas 
en  el  ápice  biespinosas.  Los  tarsos  son  noruiales,  los  de  las  i^atas  poste- 
riores algo  más  estrechos  y  más  largos. 

Hembra  de  cuerpo  más  robusto;  las  antenas  tres  cuartos  del  largo  to- 
tal del  coleóptero,  hacia  la  extremidad  bastante  dilatadas  ;  el  pronoto 
es  más  globoso;  el  cepillo  de  cerdas  muy  desvanecido  en  los  fémures 
medianos  y  posteriores. 

Provincia  de  Catamarca.  departamento  de  Andalgalá,  febrero  de 
1908. 

PHOEBE  Serv. 


Serville,  Ann.  Soc.  Ent.  France,  p.  47,  1835. 

Speg-azzinii  n.  sp. 

Bufo-casfanea,  pedihiis  tesfaceis^  an- 

tennarum   articulis  primo   sccun- 

doque  nigro-fuscis^  sparse  hirsuta, 

pubescentia  tenui,  dense  adpressa 

superne  fiavo-ferriiginea,   inferné 

flavescente  praedita ;   capite  toto, 

pronoti   lineis   quatuor   longitudi- 

nalihus,  elytrorumqiie  maculis  ex 

albido  flavescenti-pnherulis. 
Long.  12;  lat.  hum.  3  mm. 

De  un  rufo  castaño  claro,  patas  tes- 
táceas,  los  dos  primeros  artículos  ante- 
nares  negruzcos;  dispersamente  hirsuto 
y  cubierto  de  una  luibescencia  diminuta,  muy  densa  y  apretada,  flavo- 


Phoebe  Spegazzinii  Bruch 


—    220   — 

gris  por  encima,  blanquizca  debajo  del  cuerpo;  toda  la  cabeza  y  la 
ornamentación  del  pronoto  y  de  los  élitros  de  pelitos  blancos. 

La  cabeza  es  cóncava  entre  los  ojos,  delante  de  los  tubérculos  frontales 
ligeramente  convexa,  gruesamente  puntuada.  Antenas  del  maclio  poco 
menos  que  el  doble  de  su  cuerpo,  en  el  lado  inferior  densamente  hirsuto 
hasta  el  sexto  artículo;  artículo  primero  largo,  ligeramente  binchado  y 
arqueado;  artículo  tercero  doble  más  largo  que  el  terminal,  los  siguientes 
gradualmente  más  cortos,  los  últimos  tres  iguales. 

El  pronoto  es  apenas  más  ancho  que  largo,  en  su  región  basal  bas- 
tante encogido,  adornado  con  cuatro  líneas  longitudinales,  adelante 
abreviados.  El  escudete  es  subcuadrado,  en  los  ángulos  posteriores 
redondeado,  revestido  de  pelillos  blanquizcos. 

Los  élitros  son  groseramente  puntuados,  pero  los  puntos  debidos  á  la 
pubescencia  poco  visibles;  ellos  son  desde  el  ángulo  humeral  hasta  cer- 
ca del  ápice  fuertemente  esquinados,  formando  una  costilla  pronunciada 
sobre  el  borde  lateral  que  cae  oblicuamente;  se  distinguen  también  d(»s 
costillas  muy  borradas  en  la  parte  anterior  de  cada  élitro.  El  dibujo 
que  forma  su  ornamentación  es  más  ó  menos  variable  y  se  compone  :  de 
una  manchita  debajo  del  escudete,  la  cual  se  extiende  á  veces  hacia  los 
húmeros  en  forma  de  pequeña  lúnula;  una  mancha  mediana,  alargada, 
subtriangular  en  el  segundo  tercio  y  otra  xireapical,  subtrapezoidal,  la 
que  se  prolonga  hasta  el  ápice  de  los  élitros,  estos  están  allí  separada- 
mente ovalados. 

Patas  sin  particularidades,  tibias  y  tarsos  bastante  hirsutos. 

La  hembra  difiere  del  macho  por  tener  las  antenas  más  cortas,  los 
dos  tubérculos  frontales  apenas  pronunciados. 

He  visto  varios  ejemplares  de  esta  especie,  coleccionados  por  el  señor 
F.  Schulz,  cerca  de  Córdoba. 


LA    TÉCNICA 


DO  BLE  COLOUACK  )>  DIFEUKNCIAL 

en  histología  vegetal 
Por    augusto    C.     SCALA 

De  las  Universidades  nacionales  de  La  Plata  y  Buenos  Aires 


I.  Uu  nuevo  colorante  carmíuico.  Método  de  preparación.  —  II.  Técnica  de  doble 
coloración.  —  III.  Método  abreviado  para  hacer  preparaciones  definitivas.  Nuevo 
conservador  de  montaje. 


Con  el  objeto  de  dar  á  conocer  nn  nuevo  procedimiento  de  técnica 
colorante,  publico  la  presente  nota,  sin  entrar  en  mayores  detalles, 
desde  que  ellos  irán  incluidos  en  la  obrita  que  va  á  imijrimirse  próxi- 
mamente. 

En  el  manejo  diario  de  la  conocida  técnica  utilizada  en  histología 
vegetal  (verde  iodo-carmín-alumbre),  tuve,  como  la  tienen  muchas  otras 
personas,  oportunidad  de  constatar  inflnidad  de  veces,  los  malos  resul- 
tados que  da  el  carmín-alumbre,  cuyo  poder  y  nitidez  de  coloración  son 
más  que  j)roblemáticos,  á  tal  punto,  que  ahora  estimo  oportuna  su  eli- 
minación del  material  técnico,  y  dados  los  resultados  espléndidos  que 
he  obtenido,  su  reemplazo  por  el  carmín  al  ácido  bórico,  cuya  fórmula 
es  la  siguiente : 

Carmín  puro O .  ,50  gr. 

Agua  destilada  caliente 150         cent.  cúb. 

Acido  bórico 3         gr. 

Disuélvase  el  ácido  bórico  en  el  agua  destilada  caliente,  agregúese 
el  carmín  y  continúese  calentando  al  fuego  por  espacio  de  15  minutos 
(es  decir,  más  ó  menos  el  tiempo  necesario  para  que  se  evaporen  unos 
50  centímetros  cúbicos  de  agua).  Agítese  constantemente.  Fíltrese  en 
caliente.  Notaráse  que  el  exceso  de  ácido  bórico  precipita  en  frío ;  sin 
embargo,  no  debe  separársele. 


222 


II 


TÉCNICA    DE    DOBLE    COLORACKJN    UTILIZANDO    EL    CARMÍN    BÓRICO 

(En  general  la  técnica  de  doble  coloración  se  emplea  cuando  tan  sólo 
se  trata  de  estudiar  la  estructura  interna  de  un  vegetal  cualquiera,  su- 
friendo modificaciones  ó  siendo  suprimida  por  completo,  cuando  debe 
estudiarse  el  contenido  celular.) 

Se  harán  los  cortes  como  de  costumbre,  se  pasan  luego  por  el  liipo- 
clorito  sódico,  se  lavan  en  agua,  se  colorean  con  el  verde-iodo  ^  (verde 
iodo,  0,25  gr.;  agua  destilada,  100  gr.);  se  lavan  en  agua,  se  pasan  por 
solución  de  sulfato  alumínico  (1  7oj  acuosa)  durante  5  minutos  para 
quitar  el  exceso  de  verde  y  preparar  la  acción  del  carmín,  en  el  cual  se 
sumergen  los  cortes,  lascados  rápidamente  en  agua,  por  5  á  10  minutos. 
Se  lavan  de  nuevo  en  agua,  y  se  montan  en  glicerina  si  se  trata  de  pre- 
paraciones de  observación  momentánea  (transitorias),  ó  bien,  si  se  quie- 
ren hacer  preparados  definitivos,  después  del  carmín  se  irán  pasando 
sucesivamente  por  los  alcoholes  á  00°,  70°,  80°,  90°,  100°;  por  xilol  y 
se  montarán  en  bálsamo  de  Canadá. 

Para  uniformar  presento  el  cuadrito  siguiente  que  indica  las  suce- 
sivas operaciones  que  el  corte  debe  sufrir: 

'  Coutriu-iameute  :í  lo  que  hacou  hasta  hoy  hjs  difereutes  autoros,  utilizo  el 
verde-iodo  en  la  proporción  que  indico,  en  lugar  de  solución  saturada  acuosa,  pues 
la  experiencia  me  demuestra  la  mayor  nitidez  de  la  coloración. 

Tiempo  de  coloración  :  30  segundos  á  un  minuto. 


228   — 


P;n:i   proparacioiu-s  transitorias 

i 
Ilipoi'lorito   sódico 

I 
Aj^ua  dt'stilada 

I 
Verde-iodo 

i 
Agua  destilada 

I 
Sulfato   alumínico 

I 
Agua  destilada 

I 
Carmín   Lorieo 

I 
Agua  destilada 

Montaje  en  gliceriua. 


l'aia  i)rc])araei(i!ifs  definitivas 

I 
Hipoilorito   sódico 

Agua  destilada 

i 
Verde-iodo 

Agua  destilada 

i 

Sulfato  alumínico 

I 

Agua  destilada 

I 
Carmín  bórico 

I 
Agua  destilada 

I 
Alcohol  á  60° 

I 
Alcohol  á  70° 

I 
Alcohol  á  80° 

Alcohol  á  90° 

Alcohol  á  100° 

I 
Xilol 

Montaje  en  bálsamo  de  Canadá. 


III 


IHETODO    ABREVIADO    PARA   HACER    PREPARACIONES   DEFINITIVAS 

Más  de  una  vez  se  habrá  notado  la  abrumadora  lentitud  que  resulta 
de  preparar  cortes  para  ser  coloreados  y  montados  en  bálsamo  de  Ca- 
nadá, especialmente  el  pasaje  por  los  diferentes  alcoholes,  indispen- 
sable para  la  absoluta  deshidratación  del  iireparado,  sin  cuyo  requisito 
el  bálsamo  se  emulsiona  y  nubla  los  cortes,  al  extremo  de  hacer  difíciles 
y  aun  imposibles  las  observaciones  microscópicas;  por  otra  parte,  llocos 
son  los  cortes  que  resisten  la  acción  continuada  de  tantos  deshidratan- 


—   224   — 

tes  sin  contraerse,  de  donde  resnlta  que  después  de  un  ti\abajo  de  casi 
dos  horas,  los  cortes  no  sirven. 

Este  punto  me  La  preocupado  también  durante  algún  tiempo,  y  des- 
pués de  una  serie  de  tanteos  me  decido  por  el  montaje  de  las  prepara- 
ciones en  un  líquido  conservador,  cuya  fórmula  definitiva  es  la  si- 
guiente : 

Goma  arábiga  pura  de  Erba,  pulverizada  ...  12  gr. 

Agua  alcanforada  ' 25  cent.  ciib. 

Glicerina 2         — 

Sulfato  aluniínieo 0,05  gr. 

Agua  destilada 25  cent.  ciíb. 

Disuélvasela  goma  en  el  agua  alcanforada;  el  sulfato  alumíuico  en 
el  agua  destilada,  agregúese  á  esta  solución  la  glicerina,  moviendo  sua- 
vemente con  una  varilla  de  vidrio;  mézclense  las  dos  soluciones  poco  á 
l>oco.  Fíltrese  por  papel  de  filtro  blanco,  haciendo  que  el  líquido  llegue 
al  fondo  del  frasco  sin  golpear  goteando,  lo  que  se  consigue  usando  un 
embudo  cuyo  tubo  al  sesgo  llegue  hasta  el  fondo  del  recipiente.  El 
frasco  con  tapa  de  esmeril  prolongada  en  varilla  es  el  más  recomen- 
dable para  el  caso  presente. 

Los  cortes  no  deben  pasar  por  los  alcoholes  sino  por  agua  solamente. 
Después  de  coloreados  en  el  carmín  bórico  se  lavan  en  agua  destilada, 
se  colocan  sobre  el  porta-objetos,  se  absorbe  el  agua  que  aún  los  hume- 
dece, se  vierten  dos  ó  tres  gotas  del  líquido  de  montaje,  ya  sea  sobre 
los  mismos  cortes  ó  mejor  aun  sobre  el  cubre-objetos,  el  que  se  inver- 
tirá con  un  movimiento  rápido  y  se  apoyará  suavemente  sobre  los 
cortes. 

Y  la  preparación  definitiva  está  lista.  Se  la  puede  calentar  después 
durante  unos  o  minutos  á  la  estufti  (30° -40°),  ó  sencillamente  á  cierta 
distancia  de  una  llama  cualquiera  de  lámpara  de  alcohol  ó  mechero 
Bunsen,  si  se  la  quiere  secar  rápidamente,  pero  en  general  basta  dejar 
las  prei)araciones  en  posición  horizontal  por  espacio  de  4  á  5  horas  y 
estarán  lo  suficientemente  secas  y  adheridos  los  cubre-objetos  para  que 
puedan  ser  inclinadas  sin  i)eligro  de  deslizamiento. 

El  tiempo  que  dura  la  técnica  completa  queda  reducido  de  15  á  25 
minutos  según  la  práctica  del  operador,  con  la  ventaja  inapreciable  de 
poder  hacer  á  un  mismo  tiempo  una  serie  de  cortes,  sin  temor  de  que 
se  sequen,  contraigan  ó  se  resquebrajen,  debido  á  la  supresión  completa 


^  El  agua  alcanforada  se  prepara  así  :  Agua  destilada,  100  centímetros  ci'ibicos  ; 
alcohol  alcanforado,  5  centímetros  ciíbicos ;  déjese  en  contacto  durante  1-2  días, 
agitando  de  tiemiio  en  tiempo.  Fíltrese  para  separar  el  alcanfor  precipitado.  Frasco 
esmeril. 


225  — 


(le  los  alcoholes,  del  xilol  y  bálsamo  de  Canadá,  técnica  para  cuya  reali- 
zación completa  se  requiere  nunca  menos  de  2  horas. 

Las  personas  que  utilizen  el  nuevo  carmín  al  ácido  b()rico  notarán  la 
finura,  intensidad  y  brillo  de  coloración  que  se  obtienen  con  el  colorante 
que  indico,  y  esa  será  la.  mejor  manera  de  reconocer,  aprobar  y  aun  re- 
comendar su  uso  y  buenas  cualidades. 


Buenos  Airi's,  junio  lí  de  1908. 


REV.   MUSEO  LA  PLATA.  —  T.   H.    (IX,  28,  1908.) 


POLYPODIACEARUM  ARGENTINARUM  CATALOGUS 


CATALOGO  DE  LAS  POLIPODIACEAS  ARGENTINAS 


Por     el     doctor     CRISTÓBAL     M.     HICKEN 


Cuando  Grisebaeh  escribió  eu  1874  su  i)rimera  obra  sobre  la  flora 
argentina,  mencionaba  para  la  familia  de  las  Polipodíáceas  sólo  12  géne- 
ros con  44  especies,  y  más  tarde  cuando  en  1879  publicó  su  Symholae  ad 
Floram  Argentinam  elevó  los  números  anteriores  á  13  para  los  géneros 
y  á  08  para  las  especies.  Después  las  colecciones  lian  ido  aumentando  á 
medida  que  nuestro  país  era  recorrido  por  ex]3ediciones  científicas  y  la 
mayor  parte  del  material  recogido  era  enviado  á  Europa,  donde  se  fué 
acumulando,  basta  que  en  1890  el  profesor  Hieronymus  publi(;ó  en  Un- 
gler  Bot.  Jahrh,^  volumen  XXII,  páginas  359-420,  su  Btitrage zur  Kennt- 
niss  der  Pteridophyten-Flora  der  Argentina  und  einiger  angrenzender  Teile 
von  Uruguay,  Paraguay  und  Bolirien,  en  que  al  hacer  una  revisión  pro- 
lija de  las  especies  citadas  por  Grisebacli,  añadía  las  recogidas  por  Kurtz, 
Scbickendantz,  Lorentz,  Xiederlein,  Galander,  ArecLavaleta,  Balansa, 
etc.,  y  las  que  él  mismo  había  obtenido  durante  su  estadía  en  nuestra 
república. 

Con  este  material  se  venían  á  conocer  20  géneros  y  101  especies,  sin 
contar  las  variedades,  lo  que  representa  ya  un  aumento  bastante  notable. 

Poco  á  poco  fueron  apareciendo  en  diversas  revistas  botánicas  nuevas 
esi^ecies  j)ara  el  territorio  federal,  que  iban  enriqueciendo  i)aulatiua- 
mente  luiestra  flora  pteridológica. 

En  nuestras  frecuentes  excursiones  y  viajes  por  el  interior,  hemos 
tenido  oportunidad  de  recoger  abundantes  elementos  de  estudio  lo  que 
motivó  nuestra  primera  publicación  á  fines  de  1900  (Ohservations  sur 
qiicJ<¡KC.s  fongércH  argenUnes,  etc.,    en   Anales  de  ¡a   Sociedad    Científica 


—  227   — 

Argentina^  vol.  51*,  \n\}x.  1(>1),  en  la  quo  aimiu'ijíbaiiios  .">.')  j;éiu'i'os  ('oii 
11)0  especies,  lo  que  arrojaba  ya  un  aumento  muy  grande  sobre  todas  las 
cifras  anteriores.  Desde  entonci's  basta  ahora,  el  crecimiento  lia  sido 
muy  ])equerio,  y  el  catíllojio  presente  indica  .'50  ^eneros  y  108  esix'cics 
con  40  variedades  y  1 1  formas. 

Así,  i)ues,  desde  la  ]>rimera  publicación  de  (5riseba(;li,  el  número  de 
jiéneros  ha  triplicado,  adentras  (pie  las  especies  han  i>asado  (b*  44  ú  la 
respetable  cifra  de  11)8. 

Creemos  que  las  regiones  del  Naliuel-Huapí,  las  montañas  de  Tucu- 
mán  y  los  bosques  de  Oran  lian  de  contribuir  con  más  formas  que  el 
resto  de  la  república  para  aumentar  todavía^  los  números  anteriores. 

Cristóbal  M.  Hicken. 

Buenos  Aires,  junio  de  1908. 


1.  WOODSIA 

1.  Woodsia  niontevidenííis  (Spuexg.)  Hieron. 

Hieron.  in  E>i</1.  Bot.  Jahrb.,  XXII  (1896),  363. 

Dicksonia  montevidensis,  Spreng.  Syst.,  IV  (1827),  122. 

Woodsia  incisa  Gilí,  iu  Hook.  Grév.  Icón.  Filie.  (1830),  t;ib.  191. 

Área  geográfica :  Perú,  Bolivia,  Chile  septentrional,  Uruguay. 

Argentina  :  Busca  las  montañas.  Jujuy  (Puna),  Salta,  territorio  de 
los  Andes,  Tucumán,  Catamarca,  La  Riqja,  San  Juan,  Mendoza,  Cór- 
doba, San  Luis,  Sierras  pampeanas  (Olavarría,  Azul,  Tandil,  Balcarce, 
Sierra  de  la  Ventana,  Curá-Malal,  Puán). 


2.  CYSTOPTERIS 

1.  Cystopteris  frag-ilís  (L.)  Berxh. 

Beruli.  iu  Schrad.  neu.  Journ.,  V  (1806),  26,  tab.  2,  ñ^-.  9. 
Hook.  Bak.,  .S'.í/no/js.  Filie.  (1867),  103. 
Folypodium  fragüe  L.  iu  L.  spec,  II  (1753),  1091. 

Área  geográfica  :  Casi  cosmopolita. 

Argentina  :  Jujuy,  Salta,  territorio  de  los  Andes,  Catamarca,  Rioja, 
San  Juan,  Mendoza,  Tucumán,  Córdoba,  San  Luis,  islas  del  Tigre,  Capi- 
tal federal,  Sierras  pampeanas,  Xeuquén,  Patagonia  (región  de  los  la- 
gos), Malvinas,  Tierra  del  Fuego. 


—   228 


var.  anthriscifolia  (Hofi-m.)  Koch 

Koch,  Synojis.  ed.,  II  (1843-45),  980. 

Polypodium  anthriscifolium  Hoífm.  in  Ilom.  ct  Ustcri  Macj.,  IX  (1790),  11,  t;il>. 
14,  fig.  C. 

Área  geográfica :  Europa,  Argentina,  Chile. 

Argentina  :  Jujuy,  Rioja,  Patagonia  (región  de  los  lagos).  Tierra  del 
Fuego. 

var.  eanarien««i>4  (Willd.)  Milüe 

Milde,  Fil.  Europ.  ct  Ail.  (1867),  152. 
Aspidhnn  canariense  Willd. 

Área  geográfica  :  Desde  Méjico  hasta  la  Argentina;  además  en  Por- 
tugal, islas  Azores  y  Canarias,  Abisinia. 

Argentina  :  Jujuy,  Salta,  Tucunián,  Córdoba. 


3.  ÍÍ^EPHRODIUM 

1.  IVephrodiuní  pateiis  (Swartz)  Desv. 

Desv.,  Prodr.  (1827),  258. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  262. 

Polypodium  patens  Swartz  Prodr.  Fl.  Ind.  Occ.  (1788),  133. 

Dryopteris  patens  (Swartz),  O.  Ktze  Pun\   Gen.  Pl.,   II  (1891),  813. 

Área  geográfica :  Región  tropical  y  subtropical  de  todo  el  globo. 
Argentina  :  Salta,  Tucunián,  Misiones,  Corrientes,  Gran  Chaco,  Entre 
Ríos,  islas  del  Tigre. 

2.  I\ephrodiuui  stipulare  (Willd.)  Desv. 

Desv.  Prodr.  (1827),  256. 

Asjñdium  stipulare  Willd.  Spec.  Plant.,  Y  (1810),  239. 

Aspidium  macrourum  Kaiilf.  Enum.  Fil.  (1823),  239. 

Nephrodium  macrourum  Bak.  iu  Hook.  Bak.,  1.  c,  262. 

Nephroditím  patens  (Swartz)  Desv.  var.  stipulare  (Willd.).  Bak. 

Baker  in  Mart.,  Fl.  Brasil.  (1870),  470. 

Dryopteris  patens  (Swartz)  O.  Ktze  var.  stipulare  (Willd.).  O.  Ktze. 

Área  geográfica :  Trópicos  americanos.  Méjico,  Antillas,  Venezuela, 
Colombia,  Ecuador,  Perú,  Brasil. 
Argentina :  Misiones,  Gran  Chaco. 


229 


3.  Xe|»hi'»Mliuin  Kiihinar^iiiale  (I.ancsd.  ct  Fisoii.)  Ai,.  Hií.vhn 

Al.   r>r;nin,   Ind.  nctii.  hovt.   ¡icrol.  (18.")7),  2. 

roliipodiniii.  s  ¡ib  m  a  ruina  Ir  L;in<;s(l.  t>t  Fiscli.  Ivon.  Fil.,  XII  (1810),  tal).  H. 

I'olupodium  caripcnsc  WilUl.  Spcc.  riant.,  V  (1810),  202. 

Xephrod'ntm  caripoise  Hook.  in  Hook.  Bak.,  1.  c,  265. 

Dri/optcris  xiihwarfíiiialix  (Langsd.  i-t  Fiseli.)  C.  Christ.  índ.  (1905),  296. 

Área  ¿i;eo,i>Táfica  :  Tróiúcos  americanos,  JMéjico,  América  Central, 
Wnezuela,  Colombia,  Ecuador,  Perú,  Brassil,  Paraj>iiay,  Uruguay, 
Argentina. 

Argentina  :  Misiones,  Corrientes,  Gran  Chaco,  Tucumán. 

1.  !\ephi'otliiiiii  i>Mi'u«luteti'a^'oiiuiii  Hiicron. 

Hieroii.  in  EikjI.  Bof.  Jahrb.,  XXXIV  (1901),  U2. 

.yi'plu'odiiim  tetrngoiiiini  Hook.  iu  Hook.  and    Bak.  St/iiops.  Filio.    (1867),   266. 

Dri/ojítf'ri'i  pseudotetrafiona  Urban  Si/mh.  Jnt.,  IV  (1903),  20. 

Área  geográfica  :  Trópicos  y  sul)tr<3picos  americanos, 
Argentina :  Misiones. 

5.  i\o|>hi>oiliiiiu  opposiluai  (Vahl)  Diels 

Diels  iu  Enfil.  Nat.  Pflanzenf.,  V  (1899),  172. 

Pohjpodiiim  oppositam  Vahl,  Eclof/.  Am.,  III  (1807),  53. 

Xephrodium  conterminum  Desv.  iu  Hook.  aufl  Bak.  Synops.  Filie.   (1867),    268. 

Dnjopteris  opposita  IJrbau,  Symb.  Ant.,  IV  (1903),  11. 

Área  geográfica :  Trópicos  y  subti'ópicos  americanos, 
Argentina :  Salta,  Mendoza,  Misiones,  Corrientes,  Gran  Chaco. 

I).  rV4'|>hro(Iiiiiii  «>I¡<»f><*ai'piiin  (Wii.r.o.)  Desv. 

Desv.  Frodr.  (1827),  256. 

Poh/podiwm  olif/ocarpum.  Willil.  Spcc.  Flant.,  V  (1810),  201. 

Dryopteñs  olifjocarpa  (Willd.)  O.  Ktze,  Eev.  Gen.  Pl.,  III'  (1898),  378. 

Área  geográfica  :  Méjico,  Antillas,  Venezuela,  Colombia,  Ecuador, 
Perú,  Brasil. 

Argentina :  Misiones,  Gran  Chaco. 

var.  crassistipilata  (Hierox).  Hicken 

Hickeu,  Polyp.  Anjent.  Catal.  (1908),  229. 

Asjyidiiim  olirjocarpnm  (Willd.)  Kth.  var.  crasfíistipUata  Hierou.  iu  Fngl.  Bot. 
Jahrb.,  XXII  a896),  367. 


—   230   — 

Asjñdium  coiitermuium  var.  oUf/osonim  Griseb.  pt.  l'l.   Loroitz.,  230,  ct   Sumb. 
544. 

Aríi'entina  :  Tucumáii. 


7.  I\ephrodiiiim  arg-entiniiin  (Hierox.)  Hickkx 

Hicken,   Ohs.  quclq.  Foixj.  Argenf.  (1906),  7. 

Aspidiitm  argentiniiin  Hieron.  iu  Enf/l.  Boi.  Jalirh..  XXII  (1896),  367. 

Argentina  :  Catamarca,  Eioja,  Córdoba,  San  Luis. 


8.  I\ephrodiuni  I^orentzü  (Hiep.ox.)  Hicken 

Hickeu,  Ohs,  qitclq.  Foiif/.  Aryent.  (1906),  7. 

Aspidium  Lorentzil  Hierou.  in  Engl.  Bot.  Jalirh.,  XXII,  368. 

Dryopteris  Lorentzil  (Hieron.)  C.  Christ.,  Ind.  (190.5),  276. 

Argentina :  Córdoba,  Mendoza. 

9.  ¡\ephrotliiiní  íialanderi   (IIierox.)  Hickex 

Hickeu,  Ohs.  quclq.  Fokíj.  Argent.  (1906),  7. 

Aspidium  Galanderi  Hieron.  iu  Engl.  Bot.  Jahrh.,  XXII  (1896),  369. 

Dryopteris  Galanderi  (Hieron.)  C.  Christ.,  Ind.  (1905),  267. 

Argentina :  Jujiiy,  Córdoba,  San  Luis. 

10.  I\epiii'odiuni  afhalense  (Hieron.)  Hicken 

Hicken,  Ohs.  quclq.  Foug.  Argent.  (1906),  7. 

Aspidium  achalense  Hieron.  in  Engl.  Bot.  Jalirh.,  XXII  (1896),  371. 

Dryopteris  aehalensis  (Hieron.)  C.  Christ.,  Ind.  (1905),  250. 

Argentina :  Córdoba. 


11.  I\ephrodiuni  ««iainbonense  (Hieron.)  Hicken 

Hicken,  Obs.  cpielq.  Foug.  Argent.  (1906),  7. 

Aspidium  siamhonense  Hieron.  in  Engl.  Bot.  Jahrh.,  XXII  (1896),  372. 

Dryopteris  siamhonensis  (Hieron.)  C.  Christ.,  Ind.  (1905),  292. 

Argentina :  Tucumán. 


12.  I\ephrodiuni  Eteliichuryi  Hicken 
Hicken,  Notiv.  Contrih.  Foug.  Argent.  (1907),  5. 


—   281    — 

Área  jieo,uiáftcii :  Uiasil,  Parajiuay. 
Aro-eutiiia  :  Misiones. 

13.  IVeplirodiiiiii  i>s(Mi«loiiioiitaniini  (Hikuon.)  Kosknst. 

Eosenst.  in  líedivigm  (1904),  225. 

Aspidium  pseudomontaiium  Hierou.  in  Enyl.  Ilot.  .íukrb..  XXII  (1896),  22."). 

DryojJteris  pseudomontana  (Hierou.)  C.  Christ.  Ind.  (1905),  286. 

Área  geográfica  :  Brasil  austral. 
Argentina  :  Misiones,  Entre  Eíos. 

14.  IVophi'odiiiiii  filixiuatii  (L.)  Iíich. 

Eicli.  in  Marthe,  Cat.  jard.  vicd.,  París  (1801),  129. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  272. 

Polypodimn  Filix-mas  L.  Spec,  Pl.  II  (1753),  1090. 
Dri/opteris  Filix-mas  (L.)  Schott,  Gen.  FU.  ad  (1834),  tab.  9. 

Área  geográfica :  Países  boreales  y  templados.  Europa,  Himalaya,  Si- 
beria.  Java,  Méjico,  Perú,  Brasil. 

Argentina  :  Aun  no  se  lia  señalado  para  el  país. 

v:ir.  paleaceiiin  (Swartz)  Mett. 

Mett.,  Farngatt.,  IV,  Fhegopt.  u.  Áspid.  (1858),  55. 

Aspidium  paleaeeum  Swartz,  Syn.  (1806),  52. 

Aspidium  Filix-mas  Griseb.  Pl.  Lorentz.  (1874),  229  et  Symh.  (1879),  344,  pt. 

Área  geográfica  :  La  del  tipo. 
Argentina  :  Tncumán. 

15.  l\ephrodiiiin  patuliini  (Swartz)  Bak. 

Baker  in  Mart.,  Fl.  Brasil.,  V  (1870),   480. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  276. 

Aspidium  patulmn  Swartz;  Vet.  Ak.  Handl.  (1817),  64. 

Dryopteris  patula  (Swartz)  Und. ;  Otir  nat.  Ferns  ed.,  IV  (1893),  117. 

Área  geográfica :  América  tropical.  Arizona,  Antillas,  Méjico,  Brasil, 
Ecuador. 

Argentina  :  Tucumán. 

16.  I\eplirodiuni  connexuní  (Kaulf.)  Hicken 

Hicken,  Polipod.  Argent.  Catal.  (1908),  231. 
Polypodium  connexum  Kaulf.,  Emim.  (1824),  120. 


—   232   — 

Hook.  Bak.,  1.  c,  312. 

Dryopteris  connexa  (Kaulf)  C.  Christ.,  Ind.  (1905),  258. 

Área  geográfica  :  Bosques  tropicales  y  subtropicales  de  América, 
Guayauas,  Brasil,  Paraguay,  Uruguay. 
Argentina :  Misiones,  Corrientes. 

17.  IMepliroilíuin  L.ílloi  Hicken 
Hickeii,  Obs.  qaelq.  Foug.  Argent.  (1906),  8. 
Argentina :  Tucumán. 

18.  IVeplirudiuiii  villosiini  (L.)  Presl 

Presl  iii  Keliq.  Haenk.,  I  (1825),  38. 

Polypoümm  villosum  L.  S2>€c.,  II  (1753),  1093. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  286. 

Dryopteris  villosa  (L.)  O.  Ktze.,  Eev.  Gen.,  II  (1891),  814:. 

Área  geográfica  :  América  tropical. 
Argentina :  Tucumáu. 

19.  rVeplirodiuní  aiuplisí^iniuní  (Presl)  Hook. 

Hook.,  Spec.  Filie,  IV  (1862),  145. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  502. 

Polystichum  (impUssimum  Presl,  Tent.  Pterid.  (1836),  84. 

Dryopteris  amplissima  (Presl)  O.  Ktze.,  Eev.  Gen.,  II  (1891),  812. 

Área  geográfica  :  Bosques  tropicales  de  Sud   América.    Guayaua, 
Brasil,  Paraguay. 
Argentina :  Misiones. 

20.  IVephrudiuní  effiísmii  (Swartz)  Bak. 

Baker  iu  Hook.  and  Bak.,  Synops.  Filie.  (1867),  287. 
Polypoüium  effmum  Swartz,  Fl.  Ind.  Oce.,  III  (1788),  1690. 
Dryopteris  efiisa  Urb.,  Symb.  Ant.,  IV  (1903),  16. 

Área  geográfica  :  Bosques  tropicales  de  América.  Méjico,  Antillas, 
Venezuela,  Colombia,  Ecuador,  Perú,  Brasil,  Paraguay. 
Argentina :  Misiones. 

var.  tenue  Hicken 

Hicken,  Xom.  Contrib.  Foiuj.  Argent.  (1907),  7. 
Argentina  :  Puerto  Pampa  (Misiones). 


28:^  — 


-1.    rVcpIll'OlIillIll    ;í-OI1<;\  1<»«U'S     (S(  IIKIMIÍ)    Sc'IlOTT 

Schott.,  Gen.  FU.  ad.  (18:vl),  tab.   10. 

Asptdhtm  (¡oni/lofUs  .Schkuhr,  Fil.  (1800),  193,  tab.  35. 

Xcphrodinm  tinitum  (L.)  R.  lir.,  Fiodr.  Fl.  Nov.  Holl.  (1810),  118. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  289. 

Dnjoptcris  qongylodes  (.Schkuhr)  O.  Ktze.,  Itcv.  Gen.  FL,  II  (1891),  811. 

Área  «ieogvática :  En  los  trópicos,  xífrica,  China,  Australia,  Kueva 
Zelandia,  Antillas,  Colombia,  Ecuador,  Perú,  Brasil. 
Ariientiua :  Misiones. 


22.  Xephrodiiini  tetrao^onuní  (Swaiitz)  Keys. 

Keys.,  Fol.  Ct/ath.  Hb.  Ihuuj.  (1873). 

Fohipodhtm  tetrayonitm  Swartz,  Frodr.  (1788),  132. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  317. 

JJri/opter'is  tetríKjona  (Swartz)  Urbau,  Symh.  Ant.,  IV  (1903).  20. 

Área  geográfica :  Trópicos  americanos.  Méjico,  Antillas,  Colombia, 
Ecuador,  Perú,  Brasil. 
Argentina :  Misiones. 


23.  IXephroditiiu  refractum  (Fisch  et  Mey.)  Hook. 

Hook.,  Spec.  Filie,  IV  (1862),  102,  tab.  2.52. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  292. 

Folypodium  refractum  Fisch.  et  Mey.,  Linnaea,  XXIII  (18o0),  321. 

Dryopteris  refracta  (Fisch.  et  Mey.)  O.  Ktze.,  Bev.  Gen.  Fl.,  II  (1891),  813. 

Área  geográfica  :  Brasil,  Paraguay. 

Argentina  :  Misiones,  Concepción  del  Uruguay  (Entre  Ríos),  Eío  San- 
tiago (La  Plata). 


21.  iVephrndiuin  parasitieuní  (L.)  Desv. 

Desv.,  Frodr.  (1827),  260. 

Folypodium  parasiticum  L.  Spec.  Fl.,  II  (1753),  1090. 

Nephrodium  molle  E.  Br.,  Frodr.  Fl.  Xov.  Holl.  (1810),  119. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  293. 

Dryopteris  paralitica  (L.)  O.  Ktze.,  Eev.  Gen.  FL,  II  (1891),  811. 

Área  geográfica :  En  todos  los  tró^jicos  y  subtrój)icos.  Azores,  Madei- 
ra,  Guinea,  Himalaya,  Filipinas,  Jíiieva  Zelandia,  Méjico,  Antillas,  Co- 
lombia, Ecuador,  Perú,  Brasil,  Paraguay,  Bolivia,  Uruguay. 

Argentina  :  Salta,  Tucumán,  Gran  Chaco,  Corrientes,  Misiones. 


—   23-1 


var.  glabrindusiatiini  (Hikron.)  Hickex 

Hicken,  Pohjpod.  Argent.  Cat.  (1908),  234. 

Aspiñium  molle  Sw.  var.  glahrinclusiatitm  Hierou.  iu  Engl.  Bot.  Jahrh.,  XXII 
(1896),  374. 

Argentina  :  Ignazú  (Misiones). 


25.  I\ephi*otliiiin  serratuní  (C.vv.)  Diels 

Diels  in  Engl.  Nat.  Pfianzenf.,  I*  (1889),  179. 
Meniscium  serratum  Cav.  Prael.  (1803),  548. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  392. 
Dryopteris  serrata  (Cav.)  C.  Christ.  Inñ.  (1905),  291. 

Área  geográfica  :  Trópicos  americanos.  Méjico,  Antillas,  Centro  Amé- 
rica, Colombia,  Ecnador,  Bolivia,  Paraguay,  Brasil. 
Argentina :  Misiones. 


^.  DIDYMOCHLAEXA 

1.  Didyniofhlaena  tniin*atula  (Swartz)  J.  Sai. 

J.  Sm.  iu  Journ.  of  Bot.,  lY  (1841),  196. 

Aspidium  truncatulum  Swartz  in  Schrad.  Journ.,  1800^  (1801),  36. 

Didymochlaena  sinuosa  Desv.,  Berl.  Mag.,  V  (1811),  303,  tab.  7,  fig".  6. 

Didymochlaena  lunulata  Desv.,  Prodr.  (1827),  282. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  248. 

Área  geográfica :  En  todos  los  trópicos.  Madagascar,  Xatal,  Antillas, 
Guatemala,  Perú,  Brasil,  Paraguay. 
Argentina :  Misiones. 


5.  ASPIDIUM 

1.  Aspidium  martinicense  Spreng. 

Spreng.,  Anleit.,  III  (1804),  133. 

Aspidium  macrophyllum  EudolpM  (1805). 

Nephrodium  macrophyUum  Bak.  in  Hook.  and  Bak.,  Synops.  Filie.  (1867),  300. 

Área  geográfica :  Trópicos  americanos.  Méjico,  Antillas,  Gnayanas, 
Brasil,  Colombia,  Ecuador,  Peni,  Bolivia,  Paraguay. 
Argentina  :  Iguazú,  Salta,  Oran. 


—  285  — 


0.  rOLYtíTlCIlUM 

1.  l*olysti<*liiini  |»lafy[»liyUiiiii  (Wir.i.D.)  Puesi- 

Prcsl,   Tnif.  Ptcrid.  (If^oU),  SI. 

At:p¡dh(m  platiiplii/llum  Willd.  Spcc,  V  (1810),  2.").". 

Aspidiion   (icitlcatum   Sw.    var.  plaiiiphyUíim  Bak.    iii   Mart.,  Fl.  lirusil.  (1870), 

462,  tal».  32. 
Folypodiitm  jüati/plnillum  lldok.;    Ilodk.   üak.,  1.  c,  lilO. 

Área  geográñca :  Guatenuihi,  Antillas,  Venezuela,  Ci)loiiibia,  Ecua- 
dor, Perú,  Bolivia,  Brasil,  Paraguay,  Uruguay. 

Argentina  :  Jujuy,  Salta,  Oran,  Tucuuián,  Gran  Chaco,  Misiones,  Cór- 
doba, Tandil. 

var.  Kurfziana  Hk'kex 
Hickeu,  Obs.  qiidq.  Foiif/.  An/enf.  (1906),  11. 
Argentina  :  Córdoba  (Sierra  de  Achala). 

var.  Klotz^iiohii  Kosenst. 

Rosenst.  iii  -sclird. 

Polysticlium  plaft/phi/lltim    (Willd.)    Prels.    f.    [/ciiuina   Roseust.    Hedwigia,    46 
(1906),  112. 

Área  geográfica  :  Brasil  austral. 
Argentina  :  Santa  Ana  (Misiones). 

2.  Polysticlium  niontevidense  (Sprexg.)  Eosexst. 

Eosenst.  in  Hedivigia,  46  (1906),  111. 
Polypodhim  montevidensc  Spreiig.  Syst.,  IV  (1827),  59. 

Aspidium  aculeatum  Sw.  var.  platypliyllum  Griseb. ;  Pl.  Lorentz.  229  et  Symb., 
344. 

Área  geográfica:  América  subtropical.  Ecuador,  Perú,  Bolivia,  Bra- 
sil, Paraguay,  Uruguay. 

Argentina :  Misiones,  San  Luis,  Córdoba,  La  Eioja,  Tucumán,  Jujuy, 
Curá-Malal,  Ventana,  Sierra  Peregrina. 

f.  ^eniiina  (Hieron.)  Hicki;x 

Hickeu,  Polypod.  Argent.  Catul.  (1908),  23.5. 

Aspidium  montevidense  f.  ffennina  Hieron.  in  Engl.  Bot.  Jahrb.,  XXII  (1896),  365. 

Argentina  :  En  las  localidades  ya  citadas. 


—  23(5 


f.  isqiíaniulosa  (Hieuon.)  Hicken 

Hickeu,  Folypod.  Arí/cnt.  Catal.  (1908),  236. 

Aspulium  montevideiise  f.  squamulosa  Hieron.  iu  Enf/l.  Bot.  Jahrb.,  XXII  (1896), 
366. 

Área  geográfica :  Uruguay. 
Argentina :  Córdoba. 


f.  inihricata  (Hierox.)  Hickex 

Hicken,  Polypod.  Arf/cnt.  Catal.  (1908),  236. 

Aspidiitm  montevldcnuc  f.  imbricata  Hieron.  iii  Engl.  Bot.  Jahrb..  XXII  (1896),  366. 

Argentina :  Tucumán,  Misiones. 

3.  PoIy<»li('liuin  ohileiise  (Ciikist.)  Diels 

Diels  in  Engl.  Nat.  Fflzenf.,  V  (1899),  192. 

Polystichum  vestitum  Gay.  (uon  Presl) ;  Fl.  Chil.,  VI  (1853),  .516. 

Área  geográfica  :  Eegiones  antarticas  de  Sud  América.  Chile,  Maga- 
llanes. 

Argentina :  Tierra  del  Fuego,  isla  de  los  Estados. 

1.  FolystiehHiu  niohrioides  (Bory)  Prest, 

Presl,  Tent.  Fterid.  (1836),  83. 

Aspidium  mohrioides  Bory,  Mém.  Soc.  Linn.,  París,  IV  (1826),  597. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  252. 

Área  geográfica  :  Regiones  frías  del  lieniisferio  austral.  Georgia  aus- 
tral, islas  Marión,  Amsterdam,  Chile,  Perú,  Ecuador,  California. 

Argentina :  Ushuaia,  Patagonia  (región  de  los  lagos),  Neuquén,  Men- 
doza, Rioja,  Córdoba,  sierra  de  la  Ventana. 

f.  g'enuina  Hickex 
Hickeu,  Obs.  quclq.  Fouf/.  Argent.  (1906),  12. 

Argentina  :  Lugares  arriba  indicados. 

f.  latifolia  Hickex 
Hickon,  Obs.  quclq.  Foiig.  Argent.  (1906),  13. 

Argentina  :  Canal  Beagle,  lí'euquén,  Mendoza,  río  Pico  (Patagonia). 


—  237  — 

5.    Poly«<iti(*liuiii  iiiiiltitidiiiii  (Mktt.)   ¡Mooiti'; 

Mooro,  Ind.,  LXXXIV  (18r)7). 

.ispidinm  mnltifidum  Mett.  iu  Fil.  Lcchl.  Chil.  el  l'cr.  (185ü),  20,  tab.  3. 

llook.  Hak.,  1.  v.,  556. 

l'oliistichinn  l'carcn  rhil.  Linn..  XXXIII  (18G5),  305. 

Área  <>eográftca  :  Eejiióii  andina  dosde  ol  Poní  liasta  Tierra  del  Fuc- 
<io:  Xueva  Zelandia. 

Argentina  :  Uslmaia;  río  Aysen  (Patagonia). 

var.  Autrani  IIickkn 

Iliekeu,  Ob^.  quciq.  Foiuj.  Jrtjcnt.   (1906),  14. 

Argentina :  Chubnt  (región  de  los  lagos). 

(i.  Polystiflmín  orbiculatuin  (Desv.)  Gav 

Gay,  Fl.  Chil.,  VI  (1853),  515. 

As2)idium  orhiculatuin  Desv.  Berl.  Mag.,  Y  (1811),  321. 

Polystichum  oriieulare  Christ,  Arkiv  for  Bot.,  IV' "^  (1905),  3. 

Área  geográfica  :  América  anstral.  Cliile  desde  Valdivia. 
Argentina :  Tierra  del  Fnego,  isla  de  Año  Nuevo,  río  Aysen  (Pata- 
gonia). 

7.  t'olv'íítifhuin  aclianf ¡í'ornit'  (Foust.)  J.  Sm. 

,J.  Sm.,  Hist.  FU.  (1875),  220. 

Polypodium  adiant {forme  Forst.  Prodr.  (1786),   82. 

Aspidium  coriaceiim  Swartz  (1801). 

Aspidium  capense  Willd.  Spcc,  V  (1810),  267. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  254. 

Área  geográfica :  África  austral,  Polinesia,  Australia  occidental,  Nue- 
va Zelandia,  Antillas,  Brasil,  Chile  austral. 

Argentina  :  Usliuaia,  Patagonia,  Nahuel-Huapí,  Sierra  de  la  Ventana, 
Curá-Malal,  Puáu,  Olavarría,  Tandil,  Sierra  Peregrina,  islas  del  Tigre, 
Misiones,  Corrientes. 

7.  SACCOLOMA 

1.  Saceoloma  inaequale  (Kze.)  Mett. 

Mett.  iu  Ann.  Se.  Nat.,  IV,  Ser.,  XV  (1861),  80. 
Bavallia  inaequalis  Kze.,  Linn.,  IX  (1834),  87. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  99. 


288 


Área  geográfica:  Trópicos  americanos.  Antillns,  Perú,  Bnisil, 
Argentina :  Misiones. 


8.  DENNSTAEDTIA 

].  Denn^taedtia  teñera  (Presl)  Mett. 

Mett.  iii  Ann.  Se.  nat..  Y'  (1864),  261. 
Dicksonia  teñera  Presl.  Del.  Fmg.,  I  (1822),  189. 

Área  geográfica :  En  los  bosques  tropicales  de  América,  desde  Méjico 
hasta  Eío  Grande  do  Sul. 

Argentina  :  Tncumán,  Jnjiiy,  Oran,  Gran  Cliaco,  Misiones. 

var.  tienfata  Hierox. 

Hieron.  in  Engl.  Bot.  Jahrh.,  XXII  (1896),  362. 

DavalUa  inaequaUs  Griseb.   (non   Kze.)  in  Plant.  Lorentz.  (1874)  et  iu   Symb, 
ad  Flor.  Arf/ent.  (1879),  341. 


Argentina  :  Tucumán,  Salta  y  Jujuy. 


1).  ATHYEIUM 

1.  Athyí'imn  «leo iirtaliini  (Kze.)  Prest. 

Presl.  Tent.  Pterid.  (1836),  98,  tab.  3,  flg.  3. 
Asplenium  decnrtatiim  Kze.  in  Link.  FU.  Sjyec.  (1841),  94. 
Hoolí.  Bak.,  1.  c,  226. 

Área  geográfica  :  Brasil,  Paraguay,  Uruguay. 

Argentina  :  Misiones,  Corrientes,  Gran  Chaco,  islas  del  Paraná,  Tigre 
y  Tucumán. 

2.  Alliyriuin  filix  foeiiiina  (L.)  Kom 

Roth  in  liom.  Mag..  II,  1  (1799),   106. 

l'olypod'mm  filix  foemina  L.,  Spec,  II  (1753),  1090. 

Asplniiitm  fiHx  foemina  Bernh.  in  Schrad.  Jour.,  I  (1806),  26-48,  tab.  2.  íig.  7, 

Hook.  Bak.,  1.  c,  227. 

.\.rea  geográfica  :  Casi  cosmopolita.  Europa,  África,  Himalaya,  Japón, 
Labrador,  Antillas,  Ecuador,  Perú,  Bolivia,  Paraguay,  Brasil,  Uruguay. 
Argentina:  Misiones,  Corrientes,  Entre  Eíos,  Tandil?  (Spegazzini). 


2.S!)   — 


VIH-.  I>«>iiil»<>yi  (l>Ksv.)  lliiciíoN. 

Hioron.  iu  Ení/I.  Jiot.  .¡uhrh.,  XXXIV  (190-1),  450. 

AthiitiHin  Dombcyi  Dcsv.,  Linn.,  VI  (1827),  2(>6. 

Athi/rhim  Jilix  foemina  (L.)  Roth  var.  inciaa   (Fée)    llicroii.  JCiii/l.   liol.  .Iníirh., 

XXII  (1896),   363. 
Aspidiitm  jUix-maH  S\\'iii-t¿    var.  rcmotniíi  (Jivi>^iúy.  (non  Al.  Braiui)  iu  Symh.   Fl. 

Jni.  (1S7Í)).  3n. 


Área  geognitíca  :  Méjico,  Colombia,  Perú. 
Ariientiiia  :  Tucuinán,  Córdoba. 


10.  DIPLAZIUM 

1.  Uiplaziuin  Shepherdi  (Spiiexg.)  Lixk. 

Link.  iu  Hort.  Berol.,  II  (1833),  70. 

Aspleiiium  Shepherdi  Spreng.  FU.  Mant.  (1821),  231,  tal).  17,  ñg.  .5-6. 

Hook.  Bak.,  I.  c,  233. 

Área  geogTí'iflca  :  Méjico,  Costa  Rica,  Antillas,  Brasil,  Peni,  Paraguay. 
Argentina  :  Misiones,  Gran  Chaco. 

2.  Miplaziiini  slriatuní  (L.)  Pkesl 

Presl  Teni.  Fterid.  (1836),  114. 

Asplenium  striatum  L.  Spec,  II  (1753),  1082. 

Diplaziwm  crcnnJatum  Lielj.  Vid.  Selsk.  Skr.,  V  1  (1849),  254. 

Asplciiiuin  crcniílatiim,  Bak.;  Hook.  Bak.,  1.   c,  236. 

Área  geográfica :  América  tropical  y  subtropical :  Méjico,  Antillas, 
Brasil,  Paraguay,  Uruguay,  Ecuador. 
Argentina :  Misiones  (Iguazú). 


11.  PHYLLITIS 

1.  Phyilitís  brasiliensiíi  (Swartz)  O.  Kt/e. 

O.  Ktze.  Rev.  Gen.  Pl.,  II  (1891),  818. 

Asplenium  brasUicii><c  .Swartz  in  Vet.    Acad.    Handl.    Stock.    (1817),  65,    tab.  3, 

fig.  1. 
Scolopendrium  brasilicnse  Knuze  iu  Linnaea,  XXIII  (1850),  291. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  247. 

Área  geográfica  :  Brasil  austral,  Paraguay. 
Argentina:  Misiones. 


—   240   — 

2.  Phyllitis  tSalansae  (Bak.)  C.  Chkist. 

C.  Christ.  Index  Filie.  (1906),  402. 

Soolojiendrinm  Balansae  Bak.  in  Hook.  Icón.  Pl.  (1886),  tab.  165o. 

Área  geográfica :  Brasil  meridional,  Paraguay. 
Argentina  :  Gran  Chaco. 

3.  Phyllilis  plantag-inea  (Sciirad.)  O.  Ktze. 

O.  Ktze.  Rev.  Gen.  n.,  II  (1891),  818. 

Scolopendrinm  plantüfiineum  Schrad.  Gott.  fiel.  Anz.  (1824),  870. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  247. 

Área  geográfica  :  Brasil  austral,  Paraguay. 
Argentina  :  Misiones. 

12.  ASPLENIUM 

1.  Aspleniíiiu  serratuní  L. 

L.  Spec.  n.,  II  (1753),  1079. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  193. 

Área  geográfica :  América  tropical.  Antillas,  Guatemala,  Perú,  Ecua- 
dor, Galápagos,  Brasil,  Paraguay. 
Argentina :  Misiones. 

2.  Aspleniíini  (íwillie<iiii  Hook. 

Hook.  Exot.  Fl.,  III  (1827),  ad  tab.  208. 

AspUnium  Gilliesianium  Hook.  et  Grév.  Ron.  Filie.  (1829),  tab.  63. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  195. 

Área  geográfica :  Entre  las  rocas  de  la  región  andina.  Ecuador,  Perú, 
B  Olivia. 

Argentina :  Jujuy,  Uspallata,  Córdoba,  La  Eioja,  Tucumán. 

3.  A^pleuiuní  L.oreiitzii  Hieron. 
Hieron.  iu  Em/l.  Bot.  Jahrh.,  XXII  (1896),  375. 

Argentina :  Parte  central  y  montañosa.  Tucumán  y  Salta. 

4.  Aspleniuiu  trichonianes  L. 

L.  iSpec.  PL,  II  (1753),  1080. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  196. 


—  241    - 

Áre;i  .üeo^nítica  :  Casi  cosmoixílita  de  las  n^uioiics  templadas.  Eiiro])a, 
Azores,  Japón,  Himalaya,  Sud  África,  Australia  meridional,  Nueva  Ze- 
landia, Méjieo,  re<>i(')n  andina,  Ecuador,  Perú,  Bolivia. 

Argentina  :  Tueumán,  Entre  Ríos,  sierra  de  la  Ventana. 

var.  aiioeps  (Sor.AM).)  Mii.ue 

Milcli!,  FU.Enrup.  ct  Jtlaiit.  (18G7),  64. 

J.splrnium  anoep.s  Solaud.  in  Ilook.  et  Grév.  Icón.  Filie.  (1831),  tal).  19ri. 

Asploiium  trichomaues  Grisel>.  (nou  L.)  Pl.  Lorentz,  229  et  Symh.,  844. 

Área  geográtíca  :  Idéntica  dispersión  que  la  anterior. 

Argentina:  Prefiérelas  sierras  centrales  y  las  regiones  andinas.  Ju- 
juy.  Salta,  Tueumán,  Córdoba,  San  Luis,  Catamarca,  Mendoza,  Entre 
Eíos,  barrancas  de  San  Isidro,  sierra  de  la  Ventana. 

ó.  Asplcniuní  inonauthes  Ti. 

L.  Munf.   (1767),  130. 

Asplenium  monanthemiim  Mnrr.  Liiiii.  Syst.   Veg.  eil  XIV  (1784),  933. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  197. 

Área  geográfica :  Casi  cosmopolita.  África,  Canarias,  Abisinia,  Colo- 
nia del  Cabo,  Arizona,  Méjico,  Hawai,  Colombia,  Ecuador,  Perú,  Bra- 
sil, Chile. 

Argentina :  Oran,  Salta,  Córdoba,  Tueumán,  Misiones,  sierra  de  la 
Ventana. 

6.  Asplenium  lunulatiiin  Swartz 

Swartz  in  Schrad.  Journ.,  II  (1801),  52. 
Hook.  Bak.,  1.  o.,  202. 

Área  geográfica  :  En  todos  los  trópicos.  Indias,  Ceylan,  Hawai,  Gui- 
nea, Antillas,  Ecuador,  Paraguay,  Uruguay,  Brasil,  Chile,  islas  Juan 
Fernández. 

Argentina:  Misiones,  Tueumán,  Salta,  Catamarca,  San  Luis,  Corrien- 
tes, Entre  Ríos. 

var.  niajiis  Mett. 

Mett.,  Farngatt.  Asplen.  (1859),  121. 

Asplenium  erectum  Bory;  Willd.  Spec,  V  (1810),  328. 

Asplenium  harpeodes  Kze.  Linn.,  XVIII  (1844),  329. 

Área  geográfica  :  Con  el  tipo. 
Argentina  :  Gran  Chaco,  Tueumán. 

líEV.    MUSEO   LA   PLATA.    —   T.   II.    (IX,    •J9,    10Ü8.)  16 


—   242   — 

var.  Sellowiana  Hieron. 

Hieron.  iu  Enf/l.  Bot.  Jahrb.,  XXII  (1896),  377. 

Área  geográfica:  Uruguay,  Brasil  austral. 
Argentina :  Concepción  del  Uruguay. 

\nv.  tenerrinia  Hieron. 
Hierou.  iu  Eiujl.  Bot.  Jahrh.,  XXII  (1896),  377. 

Área  geográfica :  Paraguay,  Uruguay. 

Argentina :  Bosquecillos  de  la  región  mesopotámica,  á  orillas  de  los. 
ríos  Paraná  y  Uruguay.  Islas  del  Tigre,  sierra  de  Curá-Malal;  Misiones^ 

7.  Aspleniuní  Kiinzeaiiiim  Kl. 

Rosenstock  iii  Hedwtijia,  46  (1906),  100. 

Aspleninm  pteropits  Kaulf.  var.  radicans  Mett.  Farng.  AspL,  n"  77  (18.59). 

Área  geográfica :  Brasil  austral. 
Argentina :  Misiones. 

8.  Asplciiiuní  Ilolmln'rjfi  Hickex 

Hickeu,  NoHV.  Contríb.  Foufi.  An/eitf.  (1907),  8. 
Argentina :  Misiones  (San  Ignacio,  Piray,  Iguazú,  Puerto  Pampa). 

0.  Asplcnium  ol>tiisifoliiiiii  L. 

L.  Si)ec.,  II  (1753),  1080. 
Hook.  aud  Bak.,  1.  c,  202. 

Área  geográfica  :  Trópicos  americanos.  Méjico,  Antillas,  Venezuela^. 
Brasil. 

Argentina :  Misiones. 

10.  Aíípleiiiuní  abscissuin  Willd. 

Willd.  Sj)ec.  Pl.,  V  (1810),   321. 
Hook.  aud  Bak.,  1.  c,  203. 

Área  geográfica  :  Bosques  tropicales  y  subtropicales  de  América.  Mé- 
jico, Antillas,  Venezuela,  Colombia,  Ecuador,  Perú,  Brasil,  Paraguay,, 
Uruguay. 

.Vrgentina :  Misiones,  Gran  Chaco,  Salta,  región  mesopotámica. 


—  248 


11.  As|>l<'iiiiiiii  siilcaliiiu  \j\\í. 

Lani.  Kiic,  II  (1786),  308. 

Asplenium  auvitum  Swartz  iii  Sfhrdd.  Jottni.,  II  (1801),  ;?2. 

Hook.  Bak.,  1.  c.  208. 

Áioa  iieoiiníficíi  :  Indias  australes,  Madagascar,  Méjico,  Antillas,  Co- 
lombia, Ecuador,  Peiú,  Brasil,  L^ruguay. 

Argentina :  Tucumán,  Gran  Chaco,  Misiones,  región  niesopotánii(;a. 

var.  reco«»:nittini  (Kze.)  Hicken 

Hickcu,  Poli/pod.  Ar(/ent.  Catal.  (1908),  243. 
Asplenium  auritum  Swartz  var.  recognitum  Kze. 
Asplen'mm  recognitum  Kze.  Linn.,  XXII  (1849),  577. 

Área  geográfica :  La  misma  distribución  que  el  tipo. 
Argentina :  Mezclada  con  el  tipo,  abundando  sobre  todo  en  la  región 
subtropical. 

12.  Asplenium  forinosuní  WirxD. 

Willd.  -S>>c.  /'/.,  V  (1810),  329. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  210. 

Área  geográfica :  Trópicos  americanos  y  además  en  Ceylan  y  Congo. 
Méjico,  Antillas,  Guatemala,  Perú,  Galápagos,  Brasil,  Paraguay. 
Argentina :  Misiones,  Salta,  Tucumán,  Córdoba. 

l.S.  Asplenium  niucronatum  Prksl 

Presl,  Del.  Frag.,  I  (1822),  178. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  212. 

Área  geográfica :  F^pífita  en  la  región  brasileña  y  en  el  Paraguay. 
Argentina :  Misiones. 


14.  Asplenium  ma^elianieuní  Kaulf. 

Kaulf.,  Enmn.  Filie.  (1824),  17-5. 
Hook.  Bak.,  I.  c,  213. 

Área  geográfica :  Chile  desde  Coquimbo  hasta  Magallanes,  islas  Juan 
Fernández. 

Argentina  :  Región  de  la  Cordillera,  desde  el  lago  Nahnel-Huapí  hasta 
Tierra  del  Fuego. 


—    244   — 

15.  Aspleniuin  achalense  IIierox. 
Hieron.  in  Eiujl.  Bot.  Jahrb.,  XXII  (1896),  378. 

Argentina  :  Sierras  de  Córdoba. 

16.  Aspleniuní  praeniorsuní  Swautz 

Swartz  Ffodr.  (1788),  130. 

Asplenium  furcaium  Thiinb.  iu  Hook.  and  Bak.,  1.  c,  214. 

Área  geográflca :  Trópicos  y  subtrópicos  de  ambos  hemisferios.  Aus- 
tralia, China,  Abisinia;,  África  meridional,  Méjico,  Antillas,  Colombia, 
Ecuador,  Perú. 

Argentina  :  Sierras  de  Tucumán  y  Córdoba. 

17.  Asplenium  «liver^cns  Mett. 

Mett.  iii  I5ak.,  Fl.  Brasil.,  I,  2  (1870),  44r>. 
Hook.  and  Bak.,  1.  c,  215. 

Área  geográflca.  Trópicos  americanos.  Brasil,  Ecuador,  Paraguay. 
Argentina :  Misiones. 

18.  Aüipleiiiuní  inic*roplei*oii  Bak. 

Bak.  iu  Hook.  aud  Bak.  cd..  II.  Sipiojis.  Filie.  (1874),  4.SS. 

Área  geográfica  :  Perií,  Paraguay. 
Argentina  :  ]\[isiones,  Tucumán. 

Y:ir.  iiiinor  Hicken 
Hicken,  Ohs.  quelq.  Foug.  Avíjeni.  (190ti),  1."). 

Argentina :  Misiones. 

19.  Asplenitini  tiu'iiiiianeiise  Hieuon. 
Hieron.  in  En<jl.  Bol.  Jahrh.,  XXII  (1896),  380. 
Argentina  :  Bosques  de  Tucumán. 

20.  Aspleniuiu  tripiíylUiin  riiEsi, 

I'resl,  Reliq.  Hacnk.,  1  (1825),  45. 
Hook.  and  Bak.,  1.  c,  219. 


—  24.-)   — 

Área  iieojinífica  :  líoiíióii  moiitañosa  de  l'^.cnador,  Prn'i,  Bolivia. 
Ar.i>eiitina  :  Tucuiiiiíii,  Kiitrc  Ivíos. 


i:j.  BLECHNUM 

1.  Blceliiiiiin  allciiualiiin  iWm.l».)  Mktt. 

Mett.,  FU.  Hort.  Itot.  Lips.  (1856),  (34,  tab.  3,  fi<;.  5-6. 
Lomaría  atteuuata  Wilkl.  Spec,  PL,  V  (1X10),  290. 
Hook.  au»l  Bak.,  1.  <■.,  176. 

Área  geográfica :  Kiegiones  tropicales  y  templadas  de  América  é  islas 
del  Pacífico. 

Argentina :  Bosques  antarticos  desde  Ííahuel-Huapí  hasta  Tierra  del 
Fuego. 

2.  Itlechniini  lanceulatuin  (R.  Br.)  Stuum 

Sturm,  Eiium.  Fl.  Cri/pt.  chilcn.  (1858),  25. 

Steffania  lanceolata  R.  Br.  Frodr.  Fl.  Xov.  Holl.  (1810),  152. 

Lomaría  lanceolata  Spreiig.  Hook.  and  Bak.,  1.  c,  177. 

Área  geográfica :  Regiones  templadas  «leí  hemisferio  austral.  Tasma- 
nia,  Australia,  Nueva  Zelandia,  Polinesia,  Ecuador,  Chile. 
Argentina :  Xahuel-Huapí. 

v:ir.  «itqiianiipes  Hieron. 
Hieroii.  iii  FiifiL  Bot.  Jahrb.,  XXII  (1896),  381. 
Argentina  :  Sierra  de  Achala. 

var.  aehalcn<i«is  Hierox. 

Hieren,  in  Engl.  Bot.  Jahrb.,  XXII  (1896),  381. 

Lomaría  alpina  Grisel).  (non  Spreng.).  Sijmh.  (1872),  343. 


Argentina  :  Sierra  de  Achala,  Xahuel-Huapí. 


3.  Blechnuní  asperum  (Kr>.)  Sturai 

Sturin,  Eiium.  Fl.  Crypt.  Chil.  (1858),   22. 
Lomaría  áspera  Klotzcli,  Linn.,  20  (1858),  22. 
Hook.  and  Bak.,  1.  c,  177. 

Área  geográfica :  Chile  é  islas  del  Pacífico. 

Argentina: En  los  bosques  antarticos  hasta  el  Estrecho  de  Magallanes. 


2-Ki 


4.  Blecliiiuin  polypodioides  (Swaktz)  Klhn 

Kuhu,  FU.  Afr.  (1868),  92. 

Onoclea polypodioides  Swiirtz  (uou  L.)  Fl.  Iiid.  Occ,  III  (1800),  1585. 

Área  geográfica :  Epífita  eu  los  bosques  tropicales  del  hemisferio 
austral.  Méjico,  Antillas,  Ecuador,  Brasil,  islas  de  Juan  Fernández, 
Madagascar,  Polinesia,  Mascarenas,  Comoras. 

Argentina :  Misiones. 

5.  Klechuuní  peiina  marina  (Poir.)  Mett. 

Mett.  iu  Kuhu,  FU.  Afr.  (1868),  92. 

Polypodiwm  penna-marina  Foiv.  Lam.  Encycl.,  \  (1804),  520. 

Lomarla  alpina  tíi^reug.  Hook.  Bak.,  1.  c,  178. 

Área  geográfica :  Eegiones  temjjladas  y  frías  del  hemisferio  austral. 
Magallanes,  Chile,  Nueva  Zelandia,  Tasmania,  Brasil  central,  Tristan 
d'Acunha,  Kerguelen. 

Argentina  :  Bosques  antarticos  desde  ISTahuel-Huapí  hasta  Tierra  del 
Fuego.  Ushuaia,  Malvinas,  isla  de  los  Estados,  sierras  de  Córdoba. 

6.  Bleefinum  capense  (L.)  Schi-kcht. 

Schlecht.,  Adumlr.  FU.  (1825),   34,  tab.  18. 

Osmunda  capensis  L.  Mant.  (1771),  306. 

Lomaría  Gilliesi  Hook.  et  Grév.  Iconc.  Filie.  (1831),  tab.  207. 

Área  geográfica  :  Eegiones  templadas  y  frías  del  hemisferio  austral. 
Méjico,  Antillas,  Australia,  Nueva  Zelandia,  Cabo  de  la  Buena  Espe- 
ranza, islas  Malayas,  Fidji,  Tahiti;  Centro  América,  Guayanas,  Ecua- 
dor, Perú,  Brasil,  Chile,  islas  Juan  Fernández,  Montevideo. 

Argentina:  Mendoza,  Misiones,  sierra  de  la  Ventana,  sierras  de  Cór- 
doba, Nahuel-Huapí. 

7.  Hleehnuní  Sprueei  C.  Cuiust. 

C.  Christ.,  Ind.  Filie.  (1905),  160. 

Lomaría  caudata  Bak.,  Hook.  aud  Bak.,  1.  c,  179. 

Área  geográfica :  Ecuador. 
Argentina :  Tucumán. 

8.  Bli'chniini  tabulare  (Thünb.)  Klhn 

Kuhu,  FU.  Afr.  (1868),  94. 

FferÍK  tabulare  Thuub.  Frodr.  Fl.  cap.  (1800),  171. 


—  247   — 

Lomaría  mafidlaiiica   Dosv.  (1811). 

Lomarla  liorifaiía  Willd.  Hook.  lh\k.,  1.  c,  IHO. 

Avea  geográfica :  Regiones  templadas  y  Irías  del  lieinisferio  austral. 
Madagascar,  Colonia  del  Cabo,  islas  Mascarenas,  Tristan  d'Acunha, 
Juan  Fernández,  Chile,  Uruguay,  Brasil,  Guayanas,  Antillas,  Bolivia, 
INIauritius,  Eeunión. 

Argentina  :  Misiones,  Naliuel-Huapí,  bosques  antarticos,  Usliuaia, 
isla  de  los  Estados,  Malvinas. 

!t.  Bleeliiiuin  lanceola  Swartz 

Swartz  in  K.  Vetensk.  Acad.  Haiidl.  (1817),  72.  tab.  3,  fig.  2. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  183. 

Área  geográfica :  América  tropical.  Bogotá,  Ecuador,  Perú,  Eío  de 
Janeiro,  Paraguay. 
Argentina :  IVIisiones. 

var.  trifoliatuní  (Kaulf.)  Kze. 
BJevlinum  trifoJiatum  Kaulf.  En.  FU.   (1824),  157. 

Área  geográfica :  Mezclada  con  el  tipo. 
Argentina :  Misiones. 

10.  Bleehnuní  blechnoides  (Lag.)  C.  Christ. 

C.  Christ.  Lid.  Filie.  (1905),  151. 

Asplenium  blechnoides  Lag.  in  Swartz  Syn.  Filie.  (1806),  76. 

Blechnum  iinilaterale  Swartz.  Hook.  Bak.,  1.  c,  184. 

Área  geográfica:  Trópicos  y  subtrópicos  sudamericanos.  Méjico,  An- 
tillas, Colombia,  Perú,  Brasil,  Paraguay. 
Argentina :  Misiones. 

11.  Bleehnuní  brasiliense  Des%-. 

Desv.  iu  Berl.  Mag.,  V  (1811),  330. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  184. 

Área  geográfica  :  Trópicos  americanos.  Perú,  Brasil,  Paraguay. 
Argentina :  Misiones. 

12.  Bleehnuní  oeeidentale  L. 

L.  Si)ec.  PL,  II  (1753),  1077. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  185. 


—   24S    — 

Área  geográfica  :  Méjico,  Antillas,  Venezuela,  Ecuador,  Galápagos, 
Perú,  Brasil,  Paraguay,  Chile,  Uruguay,  Bolivia. 

Argentina  :  Misiones,  Salta,  Oran,  Tucumán,  Córdoba,  sierras  del 
Tandil,  Azul,  Olavarría,  Ventana,  Curá-Malal,  Puán,  Mar  del  Plata, 
islas  del  Tigre,  Capital  Federal,  sierras  de  Córdoba,  San  Luis. 

v:ir.  distans  (Presl)  Bak. 

Baker  iu  Mart.,  Fl.  Brasil.,  V  (1870),  425. 
Bleclmiim  distans  Presl.  Tent.  Pterid.  (183G),  103. 

Área  geográfica :  Mezclada  con  el  tipo. 
Argentina :  Misiones. 

v;ir.  ciliatum  (PitESL)  Bak. 

Baker  in  Mart.,  Fl.  Brasil.,  V  (1870). 

Blechnum  ciliatum  Presl.  lieliq.  Haenk.,  I  (182.5),  .50. 

Área  geográfica :  Chile,  Peni. 
Argentina  :  Sierra  de  Achala. 

lo.  Blechnuin  arcuatiini  Kehv 

Fée,  Gen.  (1850-52),  73. 

Gay,  Fl.  Chil.,  VI  (1853),  477. 

Área  geográfica:  Chile  meridional. 
Argentina :  Kahuel-HuaiJÍ. 

14.  Blechnuní  ^landulosuní  Link. 

Liuk.  Eimm.  alt.  hort.  Brol.,  II  (1822),  462. 
Lomaria  campyloüs  Kze.  Linn.,  XVII  (1843),  567. 

Área  geográfica :  Méjico,  Colombia,  Guayanas,  Eío  de  Janeiro,  Bo- 
livia. 

Argentina :  Sierras  de  Córdoba  y  San  Luis. 

15.  Blechnuiu  australe  L. 

L.  Mant.  (1767),  130. 
Hook.  Bak.,  1.  c.,   186. 

Área  geográfica  :  Hemisferio  austral.  Colonia  del  Cabo,  Indias,  Mada- 
gascar,  Tristan  d'Acunha,  Brasil,  Uruguay,  Chile. 


•24!)      " 

Argentina  :  Sierras  (U'l  Tandil,  C'ai)ital  federal,  islas  <l('l  Ti.ure,  sie- 
rras de  Curá-Malal,  Ventana,  Misiones. 

var.  bástala  (Kvri.K.)  llii'.itox. 

Hierou.  iu  Enul.  liot.  Jahbr.,  XXII  (18i>tí),  384. 
Blechnum  hast((tnm  Kaiilf.  Enum.  FU.  (1824),  161. 

Área  geográfica :  Chile,  Perú,  lirasil  anstral,  Uruguay. 

Argentina :  Capital  Federal,  islas  del  Tigre,  (Juilmes,  río  Santiago, 
sierras  del  Tandil,  Olavarría,  Ventana,  Curá-Malal,  sierra  Peregrina, 
Córdoba,  San  Luis. 

vai-.  triloba  (Pke.sl)   IIickhn 

Hicken,  Ohs.  qnelq.  Fonf/.  (1906),  18. 

Blechnum  trilohum  Presl,  Reliq.  Haenk.,  I  (1825),  50,  tab.  9,  fig.  2. 

Área  geográfica :  Mezclada  con  el  tipo.  Perú,  Bolivia,  Montevideo. 
Argentina :  Sierras  de  Córdoba,  Misiones,  San  Luis,  islas  del  Tigre, 
San  Isidro. 

14.  ANOGEAMMA 

1.  Anograniiiia  leptophylla  (L.)  Link. 

Liuk.  Spee.  FU.  (1841),  137. 

Folifpodium  leptophyllum  L.  Speo.,  II  (1753),  1082. 

Gymnogr anime  leptophi/Ua  Desv.  in  Hook.  et  Grév.  Icón.  FUic.  (1829),  tab.  25. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  383. 

Área  geográfica :  Europa  meridional,  Azores,  Abisinia,  Indias,  Per- 
sia,  Sud  África,  Australia,  Tasmania,  Xueva  Zelandia,  Antillas,  Ecua- 
dor, Méjico,  Paraguay,  Montevideo. 

Argentina :  Salta. 

2.  Ano^rniiima  Lorentzi  (Hierox.)  Diels 

Diels  in  Engl.  Nat.  Pflscnf.,  V  (1899),  258. 

Gymnogramme  Lorentzü  Hierou.  Engl.  Bot.  Jahrb.,  XXII  (1896),  317. 

Asplenium  triphyllum  Griseb.  (non  Presl)  Symh.  (1879),  344. 

Área  geográfica :  Montevideo,  Río  Grande  do  Sul. 
Argentina  :  Concex)CÍón  del  Uruguay. 

3.  Anog^raninia  ehacrophjlla  (Desv.)  Link. 

Liuk.  Spec.  FU.  (1841),  137. 

Gymnogramme  chaerophylla  Desv.  Berl.  May.,  V  (1811),  307. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  383. 


250  — 


Área  geográfica  :  Antillas,  Centro  América,  Brasil,  Paraguay,  Mon- 
tevideo. 

Argentina :  Capital  federal.  La  Plata,  Entre  lííos,  Chaco  Santafe. 
ciño,  Sierra  de  Acliala. 


15.  GYMXOGEAMMA 

1.  Q^'iniKtgrainma  niyriupliylln  Sw.viítz 

Swartz  iu  Koiigl.   Vet.  Akad.  Handl.  (1817),  58. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  383. 

Área  geográfica  :  Brasil,  Minas  Geraes,  Uruguay. 
Argentina :  Córdoba. 


16.  NEUEOGEAMMA 

1.  Xeuroo^raninia  rula  (L.)  Lixk. 

Link.  Fil.  Spec.  liort.  Berol.  (1841),  138. 
Acrostichum  riifum  L.  Sjiec.  ed.,  II  (1763),  1525. 
Gymnogramme  rufa  Desv.  Hook.  Bak.,  1.  c,  379. 
Gymnopteris  rufa  Bernh.  Schrad.  Joitru.,  1  (1789),  297. 

Área  geográfica  :  Trópicos  americanos.  Antillas,  Venezuela,  Colom- 
bia, región  amazónica,  Brasil,  Perú,  Bolivia,  Paraguay. 

Argentina :  Misiones,  Gran  Cliaco,  Chaco  Santafecino,  Jujuy. 

2.  ¡Veiirograninia  loniento.sa  (Lam.)  Link. 

Link.  FU.  Spec.  horf.  Berol.  (1841),  139. 
Aspleninm  tomeiitosum  Lara.  Ene,  II  (1786),  308. 
Gymnogramme  tomentosa  Desv.  Hook.  Bak.,  1.  c,  380. 
Gymnopteris  tomentosa  Und.  Bull.  Torr.  Cl.,  XXIX  (1902),  627. 

Área  geográfica  :  América  tropical.  Perú,  región  amazónica,  Bolivia. 
Argentina :  Misiones. 

17.  CEEOPTEKIS 

1.  Ceropteris  calomelanos  (L.)  Uni>. 

Uud.  in  Bull.  Torr.  Cl..  29  (1902),  632. 

Xeurogramme  calomelanos  (L.)  Diels  iu  Engl.  Xat.   Pflzcnf.,  V  (1899).  264. 

Jcrostichum  calomelanos  L.  Spec,  II  (1753),  1072. 

Gymnogramme  calomelanos  Kaulf.  Hook.  Bak.,  1.  c,  385. 


Área  geojíTíífiea :  Aiiiérica  tioiMral.  Antillas,  JMéjico,  rananiá,  Colom- 
bia, Paraguay,  Ecuador,  Fcruando  Po,  Sanioa. 
Argentina:  Misiones  (Tiiuazú),  .lujuy,  Covriontcs. 

viir.  rlii-vsoplivlla  (Swautz)   Link. 

CeropterlH  cl\rii>tophiilUt  l.iuk.  FU.  Spec.  (1841),  li'ii. 

Gymnofimmmc  clirynophyUa  Kaulf.  Eunm.  FU.  (1821),  74. 

Acrostiehum  chn/.sophiillitm   Swiutz  (ISOl).  in   Srhntí!.  .loin-».  1800'   (1801),  14. 

Área  geográfica : 

Argentina  :  Córdoba  (Sierra  de  Adíala),  Oran. 


18.  TRISMEEIA 

1.  Trisiueria  luii^ipes  (B.vk.)  Diels 

Diels  iu  En<il.  Nat.  Pfizcnf.,  V  (1899),  265. 

Gymnofiramme  longipcs  Bak.  Jour.  of  Bot.  (1878),  u'^  190,  p.  1301. 

Área  geográfica :  Paraguay. 
Argentina :  Misiones. 


2.  Trisincria  trifoliata  (L.)  Dikls 

Diels  in  Encjl.  Nat.  Pflzenf.,  I*  (1899),  265. 
Acrostichum  trifoUatum  L.  Spec.  Pl.  ed.,  I  (1753),  1070. 
Ch/vmogramme  trifoliata  Desv.  Hook.  Bak.,  1.  c,  384. 

Área  geográfica  :  Eegiones  húmedas  de  los  neotrópicos.  Méjico,  Anti- 
llas, Colombia,  Ecuador,  Paraguay. 

Argentina :  Misiones,  Clran  Chaco,  Corrientes,  Oran,  Jujuy,  Córdoba, 
Eío  IV,  Tucumán. 

19.  PELLAEA 

1.  Pellaea  ternifolia  (Cuv.)  Lixk. 

Link.,  FU.  Spec.  hort.  Bot.  Berol.  (1841),  59. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  148. 

Pieria  ternifolia  Cav.  Prael  (1801),  u»  657. 

Área  geográfica :  Región  andina.  Méjico,  Venezuela,  Colombia,  Ecua- 
dor, Perú,  Bolivia,  Brasil,  Chile,  islas  Sandwich. 

Argentina :  Jujuy,  Salta,   Tucumán,  Mendoza,  sierras  de  Córdoba, 


—   252   — 

San  Luis,  Olavarría,  Azul,  Puán,  Cura-Mala],  Ventana,  Tandil,  Gran 
Chaco. 

2.  Pellaea  ilexiiosa  (Kaiilf.)  Lixk. 

Liuk.,  FU.  Spcc,  1.  c.  (1841),  60. 

Ptei'is  _flexitosa  Kaulf.  Lhui.,  V  (1830),  614. 

Área  geográfica:  Eegióu xeróflla  andina,  Méjico,  Antillas,  Venezuela, 
Colombia,  Ecuador,  Perú,  Bolivia. 
Argentina :  Jujuy. 


:í.  Pellaea  nivea  (Poik.)  Pkaxtl 

Prautl  iu  Engl.  Bof.  Jahrb.,  III  (1882),  417. 
Pteris  nivea  Poir.  Lam.  Encycl.  (1804),  178. 
Xothochlaena  nivea  Desv.  Hook.  Bak.,  1.  c,  374. 

Área  geográfica :  Región  andina.  Arizona,  Nuevo  Méjico,  Ecuador, 
Perú,  Bolivia,  Chile. 

Argentina :  Sierras  de  Tucumán,  Jujuy,  Salta,  Córdoba,  San  Luis, 
La  Rioja. 

l'oiuia  teñera  Hierox. 

Hieron.  iu  Engl.  Bot.  Jahrb.,  XXII  (1896),  390. 
Xotholaena  teñera  Gilí.  Hook.  Bak.,  1.  c,  373. 

Área  geográfica :  Bolivia. 

Argentina  :  Córdoba,  Tucumán,  San  Luis,  Catamarca,  Rioja,  Salta. 


forma  tlavens  Hieron. 

Hieron.  iii  Emjl.  Bot.  Jahhr.,  1.  c,  390. 
Xotholaena  flavens  (Kaulf.)  Moore. 
(Ti/mnofiramme  flavens  Kaulf. 

Área  geográfica :  Brasil  (Minas  Geraes). 
Argentina  :  Córdoba,  San  Luis,  Río  IV,  La  Rioja. 

4.  Pellaea  Lilloi  Hickbx 

Hicken,  06s.  rjuelq.  Foiifi.  Argcnt.  (1906),  20 

Argentina  :  Córdoba,  Tucumán. 


258 


L»o.  DoiarTKiíits 

1.  Doi'yo|)tei'i<<  coiic-oloi-  (La\<:si>.  ct  Fiscii.)  KriiN' 

Kuliii  iii   r.  Dcck.  Re¡.s..  III'  ¡hit.  (1?<7Í)),  l!t. 

rteris  coneolor  Laussd.  ot  Fiscli.  Te.  FU.  (1810),  líK  tal).   LM. 

Pcllaca  ¡/eraniifolia  Fée.  llook.  líak.,   1.  c,  14(5. 

Área  geográñca  :  Bosques  tropicales.  Venezuela,  Colombia,  Ecuador, 
Perii,  Tíolivia,  Galápagos,  Brasil,  Uruguay,  l'araguay,  Madagascar,  Co- 
lonia del  Cabo,  Filipinas,  China,  Australia,  Polinesia. 

Argentina :  Misiones,  Corrientes,  Chaco,  Oran,  Jujuy,  Salta,  Tiicu- 
nián,  Córdoba,  isla  del  Vizcaíno  (Baradero). 

2.  Iloryopteris  I..«reiilz¡  (Hikuon.)  Dikls 

Diels  in  Enf/l.  Pranll.  Xat.  Pjizcuf..  V  (1899),  270. 

reUaea  Lovcntzii  Hieron.  A'ií///.  Bot.  .Jahrh.,  XXII  (1896),  392. 

Área  geográfica  :  Brasil  austral. 
Argentina  :  Tucumán,  Chaco,  Córdoba. 

3.   Doi'vopieriís  patilla  Féh 

Fée,  Cyypt.  raxc.  braxU..  II  (1872-73),  30.  tab.  89,  tíg.  2. 

Área  geográfica  :  Bosques  del  Brasil  austral.  Minas  Geraes,  Eio  Gran- 
de do  Sul,  Paraguay. 

Argentina :  Misiones  (Piray). 

4.  Doryopteris  pódala  (L.)  Fék 

Fée,  Gen.  FU.  (18.50-52),  133. 

Pteriii  pedaia  L.  Spec,  II  (1753),  1075. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  167. 

Área  geográfica  :  En  los  trói)icos  americanos  y  en  las  Indias  australes. 
Méjico,  Antillas,  Brasil,  Paraguay. 

Argentina:  Misiones,  Corrientes,  Gran  Chaco,  Oran,  Córdoba. 

var.  palniata  (Wii.ld.)  J.  Sm. 

Pteris  pdlmata 'WiWá.  Spec.  Plaut..  V  (1810),  357. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  166. 


—   25-t   — 

Área  geográfica :  Idéntica  distribución  que  la  anterior. 
Argentina :  Misiones. 

ó.  Doryoptoi'is  nohilis  (Moore)  J.  Sm. 

Hook.  JJak.  Si/nopa.  Filie,  eñ.,  II  (1874),  167. 
Litobrochia  nohilis  Moore  (1862). 
Pteris  elegans  Vell.  Fl.  Fliim.,  11  (1827),  tab.  81. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  167. 

Área  geográfica  :  Brasil  meridional,  Paraguay. 
Argentina :  Misiones. 

21.  ADIANTOPSIS 

1.  Ailíantopsis  radiata  (L.)  Fée 

Fée,  Gen.  FU.  (1850-52),  145. 

Adiantmn  radiatum  L.  Spcc,  II  (1753),  1904. 

Cheilanthes  radiata  R.  Br.  Hook.  Bak,  1.  c,  132. 

Área  geográfica :  América  troiiical.  Méjico,  Antillas,  Colombia,  Ecua- 
dor, Perú,  Brasil,  Paraguay. 

Argentina  :  Misiones,  Corrientes,  Chaco. 

2.  Adíantopsis  pedata  (Hook.)  Moore 

Moore,  Ind.  (1857),   18. 

Hypolepis  pedata  Hook.  Spcc.  FU.,  II  (1852),  73,  tab.  92,  fig.  A. 

Cheilanthes  pedata  A.  Br.  Hook.  Bak.,  1.  c,  132. 

Área  geográfica  :  Antillas,  Perú,  Ecuador. 
Argentina  :  En  los  bosques  de  Misiones. 

H.  Adianiop<«i<«  dic-hotoina  (Cw.)  Moore 

Moore,  Ind.  (1857),  17. 

Pteris  diehotoma  Cav.  iiisc. 

Cheilanthes  diehotoma  Swartz,  Hook.  Bak.,  1.  c.,  133. 

Área  geográfica  :  América  tropical  y  subtropical.   Ecuador,  Brasil, 
Uruguay. 

Argentina  :  Misiones  (San  Ignacio). 

4.  Adiantopsis  chlorophylla  (Swartz)  Fée 

Fée,  den.  FU.  (1850-52),  145. 

Cheilanthes  chlorophylla  Swartz,  Hook.  ]'.ak.,  1.  c.,  133. 


Ái'oa  ji('()_<irúfi('ii  :  Aiiu'iic;!  tioiticnl  y  sul)ti(>[)iciil.  Mójico,  Oolombia, 
Kciuidor,  PiíTii^iiíiy,  Brasil,  lAloiitcvidí'o. 

Ar.m'iitinn  :  ^Misiones,  Con-ioiites,  Entre  Ríos,  Jujiiy,  CIukh)  Santafe- 
ciiio,  Tiicmiiiui,  J>elta  del  Paraná,  Córdoba. 


L'L*.  NOTIIOLAENA 

1.  IVotlioIaiMia  siiiiiata  (La(í.)  K.vulf. 

Kaulf.  Junnti.  FU.  (1824),    135. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  370. 

Acrostichiim  siniiatiou  Lap;.  in  Swartz  Filie.  (1806),  14. 

Área  ¿;eo<iráftca :  Arizona,  Méjico,  Venezuela,  Ecuador,  Perú,  Chile. 
Argentina  :  Tucunián,  Salta,  Catamarca. 

2.  I\<»tlioIa<>na  honarieiisis  (Willu.)  C  Christ. 

C.  Christ.  Iiid.  FU.  (1906),  459. 

Aerostichum  honarieme  Willd.  Spec,  V  (1810),   114. 

Xothochlaena  femifiinea  Desv.  Hook.  ]?ak.,  1.  c,  370. 

Área  geográflca  :  Región  andina.  Texas,  Méjico,  Antillas,  Colombia, 
Ecuador,  Perú,  Bolivia,  Cliile. 

Argentina :  Jujuy,  Salta,  Tucumán,  (Córdoba,  La  Eioja,  Catamarca, 
(3urá-Malal. 

3.  I\ntholaena  F'raseri  (Mett.)  Bak. 

Baker  iu  Hook.  Bak,  1.  c,  514. 

Chcilanthcs  Fraserl  Mett.  Linn..  36  (1868),  83. 

Área  geogrática :  Entre  rocas  y  grietas  de  las  regiones  secas.  Ecua- 
dor, Perú,  Bolivia. 

Argentina :  Tucumán,  Córdoba,  San  Luis,  Curá-Malal,  Sierra  de  la 
Ventana. 

\;ir.  i'«>l>ii»<>ta  HiEROx. 
Hieroii.  iu  /í/íí//.  Ilol.  Jahrh..  XXII  (1896).  400. 

Argentina:  Sierra  de  Adíala,  Tucumán. 

4.  I\uthoIaena  Balansae  Bak. 

Baker  iu  Jonni.  of  Iht.,  u"  190  (1878),  301. 


25(1 


Área  geográfica :  Paraguay. 
Argentina :  Misiones. 


5.  IMotholaeiia  ohdiiela  (Mett.)  Hak. 

Baker  iii  Hook.  Bak.,  1.  <;.,  515. 

Cheilanthcs  ohdncta  Mett.  Linn.,  36  (1S69),  83. 

Área  geográfica:  En  lugares  secos.  Colombia,  Perú,  Bolivia. 
Argentina  :  Jnjuy,  Salta,  Eioja. 

6.  !\olholaena  scarioNa  (Swartz)  Bak. 

Baker  iu  Mart.,  Fl.  Brasil.,  1-  (1870),  540. 

Acrostichum  seariosum  Swartz,  Si/n.  (1806),  16. 

Koihochiaena  sqnamofia  Fée.  Hook.  Bak.,  1.  c,  371. 

Cheilanthcs  aquumom  Gilí.  Hook.  et  Grcv.  Icón  FU.  (1829),  tal».  151. 

Área  geográfica:  Región  andina.  Méjico,  Ecuador,  Perú. 
Argentina  :  Jnjuy,  Salta,  Tncnmán,  La  Eioja,  Cataniarca,  Conlobü, 
San  Luis,  «ierra  de  la  Ventana,  Patíigonia. 

7.   iXof linlaeiia  niollis  Kzic. 

Kze.  iu  Linn.,  IX  (1831),  54. 
Hook.  Bak.,  1.  c.  (1874),  372. 

Área  geográfica:  Guatemala,  América  Central,  Ecuíidor.  Perú,  Chile 
central. 

Argentina  :  Córdoba. 

N 

8.  I\otholaona  livpoloiioa  Kze. 

Kze.  h\  Linn.,  IX  (1834),  54. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  372. 

.írea  geográfica  :  Cliile  central. 

Argentina :  Tucumán,  Córdoba,  sierra  de  la  Ventana. 


23.  CHEILANTHBS 


1.  Cheilanthes  inioropteri»*  Swaktz 

Swartz,  Syn.  FU.  (1806),  126  et  134,  tab.  3,  ñ^x.  5. 
Hook.  Bak.,  1.  c.,  134. 


—  2r)7  — 

Área  geográfica :  Ecuador,  Perú,  Brasil,  Montevideo. 
Argentina :  Misiones,  Entre  Ríos,  sierras  del  Azul,  Tandil,  Ventana, 
Córdoba,  San  Luis,  Rioja,  Catamaroa. 

2.  Clieilantlics  pruínata  Kaulf. 

Kaiilf.  Enum.  FU.  (1824),  210. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  134. 

Área  geográfica  :  Ecuador,  Perú,  Bolivia. 

Argentina :  Jujuy,  Catamarca,  La  Eioja,  Córdoba,  Misiones. 

3.  Cheilanthes  pilosa  Goldm. 

Goklm.  Xov.  Act.,  XIX,  stqipJ.  I  (1843),  455. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  135. 

Área  geográfica  :  Perú,  Bolivia. 
Argentina  :  Córdoba,  San  Luis. 

4.  Cheilanthes  niicrophylla  Swartz 

Swartz,  Syn.  FU.  (1806),  127. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  135. 

Área  geográfica :  Estados  Unidos  austral,  Méjico,  Antillas,  Venezue- 
la, Panamá,  Perú,  Paraguay. 
Argentina :  Misiones. 

5.  Clieilanthes  Tweediana  Hook. 
Hook.  Sjyec.  FU.,  II  (1852),  84,  tab.  96,  fig.  B. 

Área  geográfica  :  Brasil  meridional,  Paraguay. 

Argentina :  Misiones,  Corrientes,  Chaco  Santafecino,  Baradero  (isla 
del  Vizcaíno),  San  Luis,  Córdoba. 

6.  Cheilanthes  nijriophylla  Desv. 

Desv.  Berl.  Mag.,  V  (1811),  328. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  147. 

Área  geográfica :  Méjico,  Ecuador,  Perú,  Bolivia,  Chile. 
Argentina :  Salta,  Córdoba,  San  Luis,  Catamarca,  sierras  del  Tandil, 
Ventana,  Curá-Malal,  Misiones,  Río  IV. 

REV.   MUSEO  LA  PLATA.  —  T.   II.    (IX,  30,  1908.)  17 


—   258  — 

var.  elegans  (Desv.) 

Cheilanthes  elegans  Desv.  Berl.  Maq.,  V  (1811),  328. 

Área  geográfica  :  Idéntica  dispersión  qne  la  anterior. 
Argentina :  Junta  con  la  forma  típica  y  además  en  Tncuraán,  Men- 
doza (río  Diamante). 

7.  dieilantlios  glauca  (Cav.)  Mett. 

Mett.  Cheil.  (18.59),  31,  tab.  3,  flg.  18-19, 

Acrostichíim  glaucum  Cav.  An.  Hist.  Nat.,  I  (1799),  107. 

Pellaea  glauca  J.  Sm.  Hook.  Bak.,  1.  c,  150. 

Área  geográfica  :  Eegiones  templadas  y  frías  de  América  meridional. 
Andes  de  Chile. 

Argentina  :  Nahnel-Hnapí,  Chnbnt,  Bosques  antarticos  patagónicos. 

8.  Cheilanthes  niargínata  H.  B.  et  Kth. 

Ktli.  iu  Humb.  Bompl.  Xov.   Gen.  Spec.  Am.,  1  (1815),  22  et  Vil,  tal).  669. 

Área  geográfica  :   Arizona,  Méjico,  Antillas,  Venezuela,  Colombia 
Ecuador,  Perú. 

Argentina  :  Salta,  Tucumán,  Córdoba,  Tandil,  Sierra  de  la  Ventana. 

var.  gractlis  Hieron. 

Hierou.  in  Engl.  Bot.  Jahrh.,  XXII  (1896),  388. 

Cheilanthes  marginata  Ltz.  et  Nedl.  Inf.  al  Bio  Negro,  Bot.  (1880),  285. 

Área  geográfica :  Uruguay. 

Argentina  :  Sierras  del  Tandil,  Ventana,  Curá-Malal,  Puáu,  Azul. 

var.  breviloha  O.  Ktze. 
O.  Ktze.  Bev.  Gen.,  Ur  (1898),  376. 
Argentina :  Córdoba. 

!>.  Cheilanthes  Poeppigiana  Mett. 

Mett.  in  Linn.,  36  (1869),  84. 

Cheilanthes  cartüaginea  Griseb.  (nou  Presl)  Pl.  Lorentz  (1874),  227. 

Área  geográfica:  Perú,  Bolivia. 
Argentina :  Salta,  Tucumán. 


—  259  — 

10.  Cheilaiitlios  rocurvata  ]>ak. 
Bak«>r  in  Jounu  of  Bot.  (1878),  299. 

Área  jíeográfica :  Paraguay. 
Argentina :  Misiones. 

24.  HYPOLEPIS 

1.  Ilypolcpis  Hauinaii-\Iereki  Hickkn 
Hicken  Obs.  quelq.  Foitfj.  Ayffcnt.  (1900),  22. 
Argentina  :  Sierra  de  la  Ventana  y  Tandil. 

2.  Ilypolepis  repens  (L.)  Prest. 

Presl,  Tent.  Pterid.  (1836),  162. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  129. 

Lonchitis  repens  L.  Spec.,  II  (1753),  1078. 

Área  geográfica  :  América  tropical.  Ecuador. 
Argentina :  Salta. 

25.  ADIAisTUM 

1.  Adiantiini  lunulatum  Burm. 

Biirm.  Fl.  Ind.  (1768),  235. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  114. 

Área  geográfica  :  Trópicos  y  subtrópicos  de  todo  el  orbe.  China,  Hi- 
malaya,  Polinesia,  Australia,  Madagascar,  Guinea,  Méjico,  América 
Central,  Venezuela,  Colombia. 

Argentina  :  Bosques  de  Misiones. 

2.  Adiantum  deflectens  Mart. 

Mart.  Icón.  Fl.  Crypt.  Brasil  (1834),  94,  tab.  2, 

Adiantum  lunulatum  Bak.  Mart.  Fl.  Brasil.,  I*  (1870),  362,  pt. 

Área  geográfica :  Panamá,  Venezuela,  Guayana,  Brasil,  región  ama- 
zónica. 

Argentina :  Misiones. 

var.  trémula  (Kze.)  Hieron. 
Adiantum  tremulum  Kze.  in  Hook.  Bak.,  1.  c,  114. 


—   260   — 

Área  geográfica :  Venezuela,  Guayanas,  Matto  Grosso,  Eío  de  Ja- 
neiro. 

Argentina :  Misiones. 

3.  Adiantuní  delicatuluiu  Marx. 

Mart.  Ic.  Pl.  Crypt.  Brasil  (1834),  93,  tab.  56,  fig.  2. 
A.  filiforme  Gardn.  in  Hook.  Spee.  Filie,  II  (1843),  15. 

Área  geográfica :  Bosques  del  Brasil,  Paraguay. 
Argentina  :  Misiones,  Gran  Chaco. 

4.  Adiantiini  platyphyllum  Swartz 
Swartz  iu  Vetensk.  Acaü.  Handl.  (1817),  74,  tab.  3,  fig.  6. 

Área  geográfica :  América  Central,  Antillas,  Perú,  Bolivia,  Matto 
Grosso. 

Argentina :  Misiones. 

5.  Adiantuní  serrato-dentatum  Willd. 

Willd.  Spec,  V  (1810),  44:). 

Adiantuní  obhisum  Desv.  iu  Hook.  Bak.,  1.  c,  119. 

Área  geográfica :  Antillas,  Guayanas,  Perú,  Brasil,  África  tropical  y 
occidental. 

Argentina :  Misiones. 

6.  Adiantuní  pectinatuní  Kze. 

Kze.  in  Ettingsh.  Farnkr.  (1865),  85,  tab.  45,  fig.  14-16. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  120. 

Adiantum  polyphyllmn  Griseb.  (non  Willd.)  Syvii.  (1879),  342. 

Área  geográfica :  Perú,  Bolivia,  Matto  Grosso,  Eío  de  Janeiro. 
Argentina  :  Bosques  de  Oran. 

7.  Adiantuní  chilense  Kaulf. 

Kaulf.  Emim.  FU.  (1824),  207. 
Gay,  Fl.  Chil.,  VI  (1853),  485. 

Área  geográfica :  California,  Perú,  Chile,  islas  Juan  Fernández. 
Argentina :  Catamarca,  La  Eioja,  Córdoba,  San  Luis,  Sierras  de  la 
Ventana,  Tandil,  Carreu-leofú. 


—  261 


sulpliurca  (Kaulf,)  O.  Ktze. 


O.  Ktze.,  Rcv.  Gen.,  III»  (1898),  376. 

Adiantum  siilphtinim  Kaulf.  lintim.  FU.  (1824),  207. 

Gay,  Fl.  Chil.,  VI  (1853),  -186. 


Área  geognitica  :  Chile  central. 
Argentina :  Patagonia,  Naliuel-Hnapí. 


v:ir.  scabriim  (Kaulf.) 

Adiantum  scábrmn  Kaulf.  Enum.  FU.  (1824),  207. 
Adiantum  glanduUferum  Kze.,  Gay  Fl.  Chil.,  VI  (1853),  484. 

Área  geográflca  :  Chile  central. 
Argentina :  íí^euquén. 

8.  Adiantum  Poireti  Wikstk. 

Wikstr.  in  Vet.  Acad.  Handl.,  1825  (1826),  443. 

Adiantum  crenatum  Poir.  En.  Suppl.,  I  (1810),  137  (non  Willd). 

Adiantum  tenermn  var.  rhomioideum  Griseb.    Pl.  Lorentz  ('1874),    227  et  Syinb. 

(1879),  342. 
Adiantum  chilense  Hierou.  (non  Kaulf.)  iu  Engl.  Bot.  Jahhr.,  XXII  (1896),  396. 

Área  geográfica :  África  tropical  y  subtropical,  Indias  orientales  y 
occidentales,  ííueva  Zelandia,  Méjico,  Brasil,  Colombia,  Ecuador,  Vene- 
zuela, Uruguay. 

Argentina  :  Mendoza,  San  Luis. 

f.  glabra  Hieron. 

Hierou.  in  Engl.  Bot.  Jahrb.,  vol.  34  (1904),  494. 

Adiantum  chilense  Hieron.  f.  glabra  Hierou.  in  Engl.  Bot.  Jahrb.,  XXII  (1896), 
396  pt. 

Área  geográfica :  Uruguay,  Chile,  Brasil,  África  tropical  y  subtropi- 
cal. Indias  orientales. 

Argentina :  Catamarca,  San  Luis,  sierras  de  Córdoba,  Ventana. 

f.  hirsuta  Hieron. 

Hierou.  in  Engl.  Bot.  Jahrb.,  vol.  34  (1904),  494. 

Adiantum   chilense  Hieron.  (non    Kaulf.).  var.  hirsuta  Hieron.   in   Engl.   Bot. 
Jahrb.,  XXII  (1896),  396. 

Argentina  :  La  Eioja,  Córdoba. 


—   262   — 

9.  Adiantuní  colpodes  Mooke 

Moore,  Gard.  Chron.,  1865,  p.  530. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  124. 

Área  geográfica :  Colombia,  Ecuador,  Perú. 
Argentina :  Salta,  Catamarca,  Córdoba. 

10.  Adiantuní  tenernm  Swartz 

Swartz,  Prodr.  (1788),  135. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  124. 

Área  geográfica  :  Regiones  tropicales  y  subtropicales  de  la  América 
central.  Méjico,  Antillas,  Perú,  Brasil,  islas  Juan  Fernández. 
Argentina :  Formación  subtropical. 

11.  Adiantuní  Lorentzi  Hieuon. 

Hieron.  in  Engl.  Bot.  Jahrb.,  XXII  (1896),  393. 

AdianUim  cnneatum    var.   reneris   Griseb.    Pl.    Lorentz.  (1874),    227  et   Syvib. 
(1879),  342,  pt. 

Área  geográfica : 
Argentina :  Tucumán,  Salta. 

12.  Adiantuiu  pseudo-tinctuní  Hieron. 
Hierou.  in  EngJ.  Bot.  Jahrl).,  XXII  (1896),  394. 

Área  geográfica  :  Paraguay,  Brasil  austral. 
Argentina :  Misiones. 

13.  Adiantuní  cuneatuní  Langsd.  et  Fi.scii. 

Laugsd.  et  Fisch.  iu  Ic.  FU.  Brasil  (1810),  23,  tab.  26. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  124.  ^ 

Área  geográfica :  Perú,  Bolivia,  Brasil,  Paraguay,  Uruguay. 

Argentina :  Misiones,  Corrientes,  Chaco,  Jujuy,  Salta,  Tucumán,  Ca- 
tamarca, La  Rioja,  Córdoba,  San  Luis,  región  mesopotámica,  riberas  del 
río  Paraná,  islas  del  Tigre,  Palermo. 

14.  Adiantuní  aeniuluiu  Moore. 
Moore  iu  Cardu.  Chron.  (1877),  584,  tab.  114. 


263  — 


Área  geográficii :  Brasil,  Paiauíuiy. 
Argentina :  Misiones. 

15.  Adiaiitiiui  dig'itatuui  Puksl 

Piesl,  Tent.  Ftcrid.  (183Ü),  159. 
Hook.  liak.,  1.  c,  125. 

Área  geográfica :  Colombia,  Ecuador,  Perú,  Brasil,  Bolivia,  Uruguay. 
Argentina  :  Bosques  de  Jujuy  y  Gran  Chaco. 

16.  Adiantuiu  pedatuin  L. 

L.  Spec.  Plant.,  II  (1753),  1095. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  125. 

Área  geográfica :  Japón,  China,  Himalaya,  Alaska,  América  boreal  y 
templada,  Canadá,  California. 

Argentina  :  Misiones  (leg.  Niederlein). 


26.  CASSEBEEEA 

1.  Cassebeera  triphylla  (Lam.)  Kaülf. 

Kaulf.  Ennm.  FU.  (1824),  216. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  142. 

Adiantum  triphyllum  Lam.  Ene,  (1783),  41. 

Área  geográfica  :  Brasil,  Paraguay,  Uruguay. 

Argentina :  Sierras  del  Tandil,  Olavarría,  Curá-Malal,  Puán,  Cata- 
marca. 

27.  PTERIS 

1.  Pteris  lou^ifolia  L. 

L.  Spec,  II  (1753),  1074. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  153. 

Área  geográfica :  Mediterráneo,  islas  del  Atlántico,  África  austral. 
China,  Japón,  Asia  tropical,  Australia,  Polinesia,  Nueva  Zelandia,  In- 
dias occidentales,  América  Central,  Venezuela,  Brasil. 

Argentina :  Misiones. 


2.  Pteris  crética  L. 


L.  Mant.  (1767),  130. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  154. 


—   264   — 

Área  geográfica :  Siberia  Cáiicaso,  Suiza,  Creta,  Arabia,  Abisinia, 
Persia,  India,  Hiinalaya,  Sumatra,  Filipinas,  Ceylan,  África  austral, 
islas  del  Pacífico,  Estados  Unidos  Unidos  de  ííorte  América,  Méjico, 
Guatemala,  Brasil. 

Argentina :  Misiones,  Corrientes,  Tucumán,  Entre  Eíos,  Capital  fe- 
deral. 

3.  Pteris  quadriaurita  Retz 

Ketz,  Obs.,  VI  (1779-91),  38. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  158. 

Área  geográfica :  En  los  trópicos  de  todo  el  orbe.  África,  Angola,  Na- 
tal, Madagascar,  Hindostán,  Ceylan,  Cliina  austral,  Japón,  Polinesia, 
Antillas,  Méjico,  Brasil,  Perú,  Venezuela. 

Argentina :  Misiones,  Oran. 

4.  Pteris  treiuula  K.  Br. 

R.  Br.,  Prodr.  Fl.  Nov.  Holl.  (1810),  154. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  161. 

Área  geográfica :  Australia,  Tasmania,  Nueva  Zelandia,  África  aus- 
tral. 

Argentina :  Islas  del  Tigre  (aclimatada  !). 

5.  Pteris  deflexa  Link. 

Link  in  Hort.  Berol.,  II  (1833),  30. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  162. 

Área  geográfica :  En  los  trópicos  americanos.  Antillas,  Perú,  Brasil, 
Bolivia,  Venezuela,  Eío  de  Janeiro,  Paraguay,  Uruguay. 
Argentina :  Misiones,  Tucumán. 

6.  Pteris  coriácea  Desv. 

Desv.  Prodr.  (1827),  300. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  162. 

Área  geográfica  :  Trópicos  americanos.  América  Central,  Antillas, 
Venezuela,  Colombia,  Perú,  Brasil. 
Argentina :  Misiones. 

7.  Pteris  spleiidens  Kaulf. 


Kaulf.  Enum.  (1824),  186. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  168. 


265  — 


Áiea  geográfica :  Brasil. 
Argentina :  Misiones. 

8.  Pteris  dentieulata  Swaktz 

Swartz,  Prodr.  (1788),  129. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  169. 

Área  geográfica  :  Antillas,  Brasil,  Paraguay. 
Argentina  :  Misiones,  Gran  Chaco,  Tucumán. 

var.  brasiliensis  (Raddi)  Bak. 

Baker  in  Mart.  Fl.  Brasil.,  I  (1870),  410,  tab.  26,  fig.  3. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  169. 

Pteris  brasilicnsis  Eaddi,  Hook.  Spec.  FU.,  II  (1858),  204. 

Área  geográfica :  Minas  Geraes,  Eío  de  Janeiro,  Río  Grande  do  Siü, 
Paraguay. 

Argentina :  Gran  Cliaco. 

9.  Pteris  decurrens  Presl 

Presl,  Del.  Prag.,  I  (1822),  183. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  171. 

Área  geográfica  :  Brasil  meridional,  Cliile,  Juan  Fernández. 
Argentina :  Misiones. 

28.  PTERIDIUM 

1.  Pteridiuní  aquilinum  (L.)  Kuhn 

Kiilin  in  r.  d.  Deck.  Eeis.,  UV  (1879),  11. 
Pteris  aquilina  L.  Hook.  Bak.,  1.  c,  162. 

Área  geográfica :  Regiones  templadas  y  tropicales  de  todo  el  orbe. 
Argentina  :  no  existe  el  tipo. 

var.  esculenta  (Foest.) 

in  Hook.  Bak.,  1.  c,  163. 

Pteris  esculenta  Forst.  Prodr.  (1786),  79. 

Área  geográfica :  Australia,  Tasmania,  Nueva  Zelandia,  Montevideo, 
Brasil. 


—   266  — 

Argentina :  Misiones,  Córdoba,  Salta,  Tuciimán,  sierras  de  Mar  del 
Plata. 

29.  VITTAEIA 

1.  Vittaria  lineata  (L.)  J.  Sm. 

J.  Sm.  Mém.  Ác.  Jurin,  V  (1793),  421,  tab.  9,  fig.  5. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  396,  pt. 

Área  geográfica  :  Epífita  en  los  trópicos  de  ambos  hemisferios. 
Argentina :  Misiones. 


30.  ANTEOPHYÜM 

1.  Anlropliyuní  lineatum  (Swartz)  Kaut.f. 

Kaulf.  Enum.  FU.  (1824),  199. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  392. 

Remionitis  lineata  Sw.  Frodr.  (1788),  129. 

Área  geográfica :  Epífita  de  los  neotrópicos.  Antillas,  Venezuela,  Co- 
lombia, Ecuador,  Solivia. 
Argentina :  Oran. 

31.  POLYPODITJM 

1.  Polypodiuní  Billardieri  (Willd.)  C.  Christ. 

C.  Christ.  Ind.  FU.  (1906),  513. 

GrammUis  BUlardieri  Willd.  in  Presl.  Tent.  Pterid.  (1836),  209,  tab.  9,  fig.  2. 

Polipodium  australe  Mett.  Hook.  Bak.,  1.  c,  322. 

Área  geográfica :  Eegiones  templadas  y  frías  del  hemisferio  austral. 
Australia,  Kueva  Zelandia,  Perú,  Chile  austral. 

Argentina :  Tierra  del  Fuego,  Ushuaia,  Isla  de  los  Estados. 

var.  nana  (Brach)  C.  Citrist. 

C.  Christ.,  Ind  FU.  (1906),  513. 

GrammUis  nana  Brach.  Expl.  Exp.  XVI  (1854)  1. 

Área  geográfica :  Tierras  magallánicas. 
Argentina  :  Tierra  del  Fuego. 


—   267   — 

2.  Polypotliiiin  Irifiircaliiiii  L. 

L.  Spec,  II  (1753),  1084. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  323. 

Área  geográfica  :  Colombia,  Antillas,  Guatemala,  Ecuador,  Perú, 
Brasil. 

Argentina :  Misiones. 

3.  Polypodiiini  serrulatuin  (Sw.vrtz)  Mi:tt. 

Mett.  FU.  Lips.  (1856),  30. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  323,  pt. 
Acrosiichum  serrulatum  Swartz,  Prodr.  (1788),   128. 

Área  geográfica :  África  central  y  trópicos  americanos.  Méjico,  Anti- 
llas, Colombia,  Ecuador,  Perú,  Bolivia,  Brasil,  islas  Juan  Fernández, 
Sandwicli,  Mauritius,  Madagascar. 

Argentina :  Misiones. 

4.  Polypodiiini  peruvianuin  Desv. 

Desv.  Prodr.  (1827),  231. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  326. 

Área  geográfica  :  Venezuela,  Colombia,  Ecuador,  Perú,  Bolivia, 
Brasil. 

Argentina  :  Sierras  de  la  Ventana,  Córdoba,  San  Luis,  Tucumán, 
Salta. 

5.  Polypodiuní  pycnocarpuní  C.  Christ. 

C.  Christ.  Ind.  FU.  (1905),  326  et  (1906),  557. 

Polypodium  macrocarpum  Presl,  Hook.  Bak.,  1.  c,  330  (non  Bory). 

Área  geográfica  :  Méjico,  Ecuador,  Perú,  Bolivia,  Chile,  islas  de  tJuan 
Fernández. 

Argentina :  Tucumán,  Catamarca,  La  Eioja,  Salta,  Oran,  Córdoba, 
sierra  de  la  Ventana,  Puán,  Curá-Malal,  Mendoza. 

6.  Polypodium  taxifoliiim  L. 

L.  Spec,  11  (1753),  1086. 
¿Hook.  Bak.,  1.  c,  332. 

Área  geográfica:  Antillas,  Colombia,  Ecuador,  Perú,  Brasil. 
Argentina :  Misiones. 


268 


7.  Polypodiuní  plumilla  H.  B.  Ktii. 

Wilkl.  Spee.,  V  (1810),  178. 

Polypodimn  clasücum  Eicli.  Hook.  Bak.,  1.  c,  332. 

Polypodiiim  SchkuliH  Eaddi  iu  Pl.  Brasil.  I  (1825),   19,  tab.  27,  fig.  2. 

Área  geográfica :  América  tropical,  Florida,  Ecuador,  Brasil. 
Argentina :  Misiones. 


8.  Polypodiuní  Filieula  Kaulf. 

Kaulf.,  Enum.  (1824),  275. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  332. 

Área  geográfica  :  América  tropical.  Brasil. 
Argentina  :  Epífita  en  Misiones,  Jnjuy. 

9.  Polypotliuin  recurvatuní  Kaui.k. 

Kaulf.  Enum.  FU.  (1824),  106. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  332. 

Área  geográfica :  Ecuador,  Brasil. 
Argentina :  Misiones. 

10.  Polypodiuní  paraguayense  Bak. 

Baker  in  Journ.  of  Bot.  (1878),  301. 

Área  geográfica :  Paraguay. 
Argentina :  Misiones. 

11.  Polypodiutu  pectinatuní  L. 

L.  S2)ee.,  II  (1753),  1085. 
Hook.  Bak.,  I.  c,  333. 

Área  geográfica :  Méjico,  Florida,  Antillas,  Colombia,  Ecuador,  Perú, 
Brasil,  Paraguay. 

Argentina :  Misiones. 

12.  Polypodiuní  Paradiseae  Langsd.  et  Fisch. 

Langsd.  et  Fisch.  Ic.  FU.  (1810),  11,  tab.  11. 
Hook.  Bak.,  I.  c,  333,  pt. 


—   2()í)   — 


Área  geográfica :  América  tropical. 
Argentina :  Misiones  (Puerto  Pampa). 

13.  Polypodiiiin  cliiioopiíofiini  I\/k. 

Kze.  iu  Flora,  1839,  Beibl.,  I  (1839),  34. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  333. 

Área  geográfica:  Brasil  austral,  Paraguay. 
Argentina :  Gran  Chaco. 

14.  Polypodiuní  platybasís  Bak. 
Baker  iu  Hook.  Bak.,  1.  c,  511. 

Área  geográfica :  Guatemala. 
Argentina :  Salta. 

15.  Polypodiuiu  polypodioides  (L.)  Hitchc. 

Hitchc.  iu  JRep.  Mo.  Bot.  Gard.,  IV  (1893),  156. 
Acrostichum  polypodioides  L.  Spec,  II  (1753),  1068. 
Polypodium  incanum  Swartz,  Hook.  Bak.,  1.  c,  346. 

Área  geográfica :  Estados  Unidos  de  Korte  América,  Méjico,  Ecua- 
dor, Galápagos,  Perú,  Bolivia,  Atacama,  Uruguay,  Brasil  austral,  Cabo 
de  la  Buena  Esperanza,  Katal,  Zambese. 

Argentina :  Misiones,  Gran  Chaco,  Salta,  Tucumán,  Entre  Eíos,  islas 
del  Paraná,  Córdoba,  Chaco  Santafecino. 

var.  squalliduní  Bak. 

Baker  in  Mart.  Fl.  Brasil.,  I  (1870). 

Polypodium  squallidum  VelL,  Fl.  Flum.,  XI  (1827),  tab.  76. 

Área  geográfica  :  Paraguay,  Brasil. 
Argentina :  Misiones. 

16.  Polypodiuní  lepidopteris  (Langsd  et  Fisch.)  Kze. 

Kze.  in  Linn.,  XIII  (1836),  132. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  346. 

Acrostichum  lepidopterís  Langsd.  et  Fisch.  Ic.  FU,  (1810),  5,  tab.  2. 

Área  geográfica :  Méjico,  Antillas,  Ecuador,  Perú,  Colombia,  Vene- 
zuela, Guayanas,  Panamá,  Paraguay. 
Argentina :  Misiones. 


—   270 


17.  I'olvpoilium  vaccinifolium  Langsd.  et  Fiscu. 

Laugsd.  et  Fisch.  Ic.  FU.  (1810),  8,  tab.  7. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  340. 

Área  geográfica  :  Jamaica,  Venezuela,  Brasil,  Paraguay,  Montevideo. 

Argentina :  Epífita  en  los  alrededores  de  Buenos  Aires,  La  Plata,  Ti- 
gre, islas  del  Paraná,  Gran  Chaco,  Misiones,  Corrientes,  Chaco  Santa- 
fecino,  Tucumán. 

18.  Polypodium  piluselloides  L. 

L.  Sjyec,  II  (1753),  1083. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  340. 

Área  geográfica :  Eegiones  tropicales  y  subtropicales  de  América, 
desde  las  Antillas  hasta  el  Uruguay. 

Argentina :  Eegión  mesopotámica  y  á  orillas  del  río  Uruguay. 


19.  Polvpodíuiii  (villiesi  C.  Christ. 

C.  Christ.  Ind.  FU.  (1905),  327  et  (1906),  529. 

Polypodium  pubescens  Gilí.,  in  Hook.  et  Grév.  Icón.  FU.  (1830),  tab.  182. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  342. 

Polypoüium  loriceum  Griseb.  (non  L.)  PI.  Lorentz  (1874),   230  et  Symb.  (1879),. 
344. 

Área,  geográfica  :  Perú,  Bolivia. 

Argentina :  Salta,  Tucumán,  Córdoba,  San  Luis. 


20.  Polypodium  adnatuin  Kze. 

Kze.  in  Linn.,  XX  (1847),  395. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  345. 

Área  geográfica :  Guatemala,  Guayanas,  Ecuador,  Galái)agos,  Brasil» 
Argentina :  Misiones. 


21.  Polypodium  aureum  L. 

L.  Spee.  Pl.,  II  (1753),  1087. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  347. 

Área  geográfica :  Florida,  Méjico,  Ecuador,  Brasil,  Bolivia. 
Argentina :  Oran,  Chaco,  Misiones,  Tucumán. 


271    — 


v:ir.  arcolatiiin  (11.  li.  Km.) 

Ilook.  Bak.,  1.  c,  8i7. 

Polifpodiiim  arcolatum  11.  H.  Ktli.  iii  Willd.  Spec,  V  (1«10),  172. 

Área  i>eo.üniti(,'a  :  ]M('jico,  Ecuador,  Perú,  Jíolivia. 
Argentina  :  Epífita  en  los  bosques  de  Tucunián. 

22.  Pulj'itodiiiiii  ang:ustiioIíiiin  Sw.vitxz 

Swartz,  Prodr.  (1788),  130. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  347. 

Área  geográfica :  Méjico,  Guatemala,  Antillas,  Colombia,  Ecuador, 
Perú,  Brasil. 

Argentina  :  Jujuy,  Tucumán,  Chaco,  Misiones. 

var.  ensifoliuin  (Willd.) 

Poh/podium  ensifoliüm  Willd.  Spec.  Plant.,  V  (1810),  1.52. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  348. 

Área  geográfica  :  Con  el  tipo. 
Argentina  :  Epífita  en  Jujuy,  Misiones. 

2.3.  Polypodiuní  laevigatuní  Cav. 

Cav.  Descr.  (1802),  244. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  348. 

Área  geográfica:  Guatemala,  Antillas,  Colombia,  Ecuador,  Brasil. 
Argentina :  Epífita  ó  entre  peñascos  en  Jujuy,  Misiones. 

24.  Polypodium  rcpcns  Aublet. 

Aiiblet  iu  Hkt.  pl.  Guian.,  II  (1775),  962. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  348. 

Área  geográfica :  Méjico,  Antillas,  Ecuador,  Perú,  Brasil. 
Argentina :  Misiones. 


2.5.  PoIy|)odiuni  Phvilítidis  L 

L.  S2)ec.,  II  (1753),  1083. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  348. 


-   272   — 

Área  geográfica  :  América  tropical.  Florida,  Antillas,  Colombia,  Ecua- 
dor, Brasil,  Paraguay,  Uruguay,  África  occidental. 
Argentina :  Misiones,  Chaco,  Jujuy. 

f.  inajor  Hieron. 
Hierou.  iii  Engl.  Bot.  Jahrh.,  XXII  (1896),  405. 

Argentina :  Misiones. 

f.  niinor  Hieeon. 

Hieron  in  Engl.  Bot.  Jahrh.,  1.  c,  405. 

Argentina :  Misiones. 

26.  Polypodium  lucumanense  Hieron. 

Hieron  in  Engl.  Bot.  Jnhrh.,  XXII  (1896),  405. 

Polypodium  FhylUtidis   var.  repens    Griseb.    (non  Swartz)    Pl.  Lorentz   (1874), 
230  et  Symh.  (1879),  345. 

Argentina :  Tucumán. 

27.  Polypodium  Liorontzi  Hieron. 

Hierou.  in  Engl.  Bot.  Jahrb.,  1.  c,  406. 

rolypodium    laevigatum  Griseb.   (non  Cav.)    Pl.  Lorentz   (1874),   230  et  Syui. 
(1879),  345. 

Argentina  :  Epífita  en  Tucumán. 

28.  Polypodium  squamulosuiu  Kaulf. 

Kaulf.  Enim.  FU.  (1824),  89. 

Polypodium    lycopodioides  Griseb.  (non  L.)  Pl.   Lorentz    (1874),  230   et  Symh. 
(1879),  345. 

Área  geográfica :  Méjico,  Perú,  Paraguay,  Brasil. 

Argentina :  Epífita  en  Misiones,  Chaco,  Tucumán,  Entre  Eíos. 

29.  Polypodium  lycopodioides  L. 

L.  Spec,  II  (1753),  1082. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  357. 

Área  geográfica  :    África  tropical.  Natal,  Java,  Hawai,  Mauritius, 
Méjico,  Antillas,  Perú,  Brasil,  Paraguay. 

Argentina:  Misiones,  Chaco,  Oran;  formación  mesopotámica. 


—  273  — 

30.  Polypodiiiiii  c*raí4SÍfoIiuiu  L. 

L.  Spec,  II  (17Ó3),  1083. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  360. 

Área  geogrática  :  Antillas,  Méjico,  Colombia,  Ecuador,  Perú,  Bolivia, 
I>rasil. 

Argentina :  Misiones. 

31.  Polypodiiiiu  an^ustuní  t^I-  B.  Ktii.)  Likhm. 

Liebiii.  iu  Vid.  Sclsk.  -SAt.,  Y,  I  (1849),  186. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  363. 

Plcopeltis  aiigmíiim  H.  B.  Kth.,  Wilkl.  Spec,  V  (1810),  211. 

Área  geográfica :  Méjico,  Antillas,  Paraguay,  Brasil. 
Argentina  :  Misiones,  Corrientes. 


.'52.  POLYBOTPvYA 
1.  Folybotrya  osiuuudacea  H.  B.  Ktii. 

^yilla.  Spcc,  v  (isio),  99. 

Acrostiohitm  osmiindaceum  Hook.  Spec.  FU.,  V  (1864),  246. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  41.5. 

Área  geográfica  :  Méjico,  Guatemala,  Antillas,  Venezuela,  Colombia, 
Ecuador,  Brasil. 

Argentina :  Misiones. 


33.  LEPTOCHILUS 

1.  Leptochilus  g;uíanensis  (Aubl.)  C.  Ciirist. 

C.  Christ.  in  Bot.  Tidsskr.,  XXVI  (1904),  288,  fig.  1. 
Gymnopterís  scandens  Christ.,  Farnk.  Erd.  (1897),  51. 
Poh/podhím  gniatiensis  Aublet.  Hist.  Guian.  (1775),  962. 
Aeroatichnm  Baddianmn  Kze.  Hook.  Bak.,  1.  c,  423. 

Área  geográfica :  Guayanas,  Brasil. 
Argentina :  Misiones. 

2.  Leptochilus  serratifolius  (Mert.)  C.  Ciinisr. 

C.  Christ.  íq  Bot.  Tidsskr.,  XXVI  (1904),  289,  fig.  3. 
Acrostichum  serratifoliiim  Mert.  iii  Kaulf.  Enum.  FU.  (1824),  iiii. 

líEV.    MUSEO   LA  PLATA.    —   T.    II.    (IX,    30,    1908.) 


—   274   — 

Hook.  Bak.,  1.  c,  423. 

Gymnopteris  serraüfoUa  Diels.  (1899). 

Área  geográfica :  Méjico,  Venezuela,  Perú,  Brasil,  Guayaiías. 
Argentina :  Misiones,  Gran  Chaco. 


34.  ACROSTICHUM 

1.  Aerostiohviin  aureum  L. 

L.  Spec.  Fl.,  II  (17.53),  1069. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  423. 

Área  geográfica :  En  todos  los  trópicos  y  subtrópicos. 
Argentina  :  Misiones,  Chaco  austral. 


35.  ELAPHOGLOSSUM 

1.  Elaphog^Iossuin  Cvayanuní  (Fée)  JIooue 

Moore,  Ind.  (1857),   10. 

Acrofitichum  conforme  Griseb.  (uou  Swartz)  <S;í/m&.  (1879),  343. 
Acrosticlmm  viscosum  Griseb.  pt.  (nou  Swartz)  Si/mb.  (1879),  343. 
Acrostichum  gayanum  Fée,  Acrost.  (184.5),  37,  tab.  19,  fig.  2. 
Hook.  Bak.,  1.  c,  401. 

Área  geográfica :  Venezuela,  Colombia,  Ecuador,  Perú,  Bolivia,  Bra- 
sil, Chile. 

Argentina :  Sierra  de  la  Ventana,  Córdoba,  San  Luis,  Salta. 

2.  Klapho^lut^siini  Balansae  C.  Christ. 

C.  Christ.  Ind.  FU.  (1905),  303. 

Acrostichum  tenermn  Bak.  (non  Fée)  Journ.  of  Fot.  (1878),  302. 

.írea  geográfica :  Paraguay. 
Argentina :  Misiones. 

3.  Elaphog^Iossuní  latifuliuin  (Swartz)  J.  S.m. 

J.  Sui.  in  Load.  Journ.  of  Fot.,  I  (1842),   197. 
Acrostichum  latifolium  Swartz,  Hook.  Bak.,  1.  c,  403. 

Área  geográfica  :  Méjico,  Antillas,  Venezuela,  Colombia,  Ecuador,. 
Perú,  Brasil,  K-ío  Grande  do  Sul. 
Argentina :  Misiones. 


27")    — 


4.  Elaphoj^lossuní  petiolatuní  (Swahtz)  Ukiíax 

Urb.  in  Si/mb.  Anf.,  IV  (1903),  61. 

Acrostichiim  peiiolatum  Swartz;  Fl.  Ind.  Occ,  III  (175)7-1806),  158S. 

Jerostichiim  viseonum  Swartz;  Hook.  Bak.,  1.  c,  406. 

Área  geográfica :  En  todos  los  trópicos.  Asia,  África. 
Argentina  :  Salta,  Jiyuy,  Tucumán. 

5.  Elaphoglossiini  scolopendrifoliuiu  (Kaddi)  J.  Sm. 

J.  Sm.  iu  Bot.  Mag.,  75,  Comp.  (1846),  17. 

Acrostichiim  scolopendrifolium  Raddi;  Hook.  Bak.,  1.  c,  407. 

Área  geográfica  :  América  tropical. 
Argentina :  Tucumán. 

6.  EIaphog:lossuiu  Lorentzi   (Hieron.)  Ciirist. 

H.  Christ.  Moii.  (1899),  121. 

Acrosiichiim  Lorentzi  Hieron.  Engl.  Bot.  Jahrb.,  XXII  (1896),  408. 

Acrostichiini  conforme  Griseb.  (non  Sm.)  Symi.  (1879),  343,  pt. 

Argentina :  Córdoba,  Tucumán. 

7.  Elaphog'lossum  spatliiilatiini  (Bory)  Moore 

Moore,  Ind.  (18.57),   14. 

Acrostichum  spathulatiini  Bory;  Hook.  Bak.,  I.  c,  408. 

Área  geográfica :  Ceylan,  África  austral,  Tristan  d'Acunba,  Méjico, 
Ecuador,  Perú,  Bolivia. 
Argentina  :  Puna  de  Jujuy. 

var.  piloselloides  (Prbsl) 

Acrostichum  piloselloides  Presl,  Eeliq.  Haenk.,  1  (1825),  14,  tab.  2,  fig.  1. 

Área  geográfica :  Región  andina.  Colombia,  Perú,  Bolivia. 
Argentina  :  Puna  de  Jujuy. 

8.  Elaphoglossum  Jamesoni  (Hook.  et  Grév.)  Moore 

Moore,  Ind.  (1857),   10. 

Acrostichum  Jamesoni  Hook.  et  Grév.  Icón.  Filie.  (1829),  tab.  86. 

Acrostichum  piloselloides  Griseb.  (non  Presl)  Syml).  (1879),  343. 


—  276  — 

Área  geográfica  :  Méjico,  Colombia,  Ecuador,  Bolivia. 
Argentina :  Salta,  Tucumán. 

9.  Elaphog'lossuiii  erassípes  (Hieron.)  Diki.s 

Diels  in  Nat.  Fpenf.  V  (1899).  334. 

AcrosticJmm  crass'q)cs  Hieroii.  Enf/l.  Bot.  Jahrh.,  XXII  (1S96),  409. 

Argentina  :  Salta. 

10.  Elapiíoglossuiu  muscosuní  (Swartz  Moouic) 

Moore,  Ind.  (1857),  12. 

Acrostichum  mascosum  Swartz;  Hook.  Btik.,  1.  c,  410. 

.írea  geográfica :  Méjico,  Antillas,  Ecuador,  Perú,  Brasil. 
Argentina :  Misiones. 

11.  Elapho^lossuní  tectum  (H.  li.  Kth.)  Moori; 

Moore,  Ind.  (1857),  15. 

Acrostichum  tectum  H.  B.  Kth.,  iu  Willcl.  Siiec,  Y  (1810),  102. 

Hook.  Bak.,  1.  c,  410. 

Área  geográfica  :  Méjico,  Antillas,  Venezuela,  Colombia,  Ecuador, 
Perú,  Brasil. 

Arsentina  :  IMisiones. 


3C.  TEACHYPTERIS 

1.  Trachypteris  pimiata    (Hook.  f.)  C.  Ciirist. 

C.  Christ.  Inñ.  FU.  (1905),  5  et  (1906),  634. 

Acrofitichiim  aureo-nitens  Hook.  (1854);  Hook.  Bak.,  1.  c,  421. 

Área  geográfica  :  Ecuador,  Galápagos,  Brasil. 
Argentina :  Salta. 


I  N  1)  I  C  |] 


AcroslichiiDi  unrío-tiilcns  Hook 27l! 

Acrosticlium  aureum  L 274 

bonaricnsc  Willd 255 

calomelanos  L 250 

chrysophyUaiti  Sw 251 

conforme  Griseh 274,  275 

crassipes  Hieron 276 

(jayanum  Fée 274 

glaucum   Cav 258 

Jamesoni  Hook.  et  (írkv 275 

latifolium   Sw 274 

lepidopteris  Laxgsd.  et  Fiscii.  .  269 

Lorenlzi  Hieron 275 

iiiuscosutn  Sw 276 

osmundaceum  Hooic 273 

pctiolatum  Sw 275 

pilosclloides  Giíiseij 275 

pilosclloides  Presl 275 

polypodioides  L 269 

raddiantim  Kzi: 273 

rufiim  L 250 

scariosum   S\v 256 

scolopendrifoVtiuit  Kaihji 275 

serraüfolium  Mert 273 

serrulatuní  Sw 267 

sinualum  Lao 255 

spathulalum   Borv 275 

tectutn  H.  B.  Kth 276 

lenerum  Bak 274 

trifoliattim  L. . 251 

iHscosum   Griskií 274 

riscosum   Sw 275 

Adiantopsis     ch.lorophy  lia     i  Sw . ) 

FÉE 254 

dichotoma  (Cav.)  Moork.  .  .  .  254 

pedata  (Hook.)  Moorb 254 

radiata  (L.)   Fée 254 

Adiantum  aemulum  Moork 262 

chilense  Hierox :  261 


chilense  Kaulf 250 

f.  glabra   Hieron 261 

var.  hirsuta  Hieron 261 

vai\  scabrum.   Kaülf 261 

var.  sulphurea  (Kaüli-.)  O. 

Ktze 261 

colpodes  3Ioi)i:k 262 

rreiKilaiii  Poir 261 

cuneatum  Lamísk.  el  Fiscn.  262 

i-Hucalum  var.  veneris  GiRi^YAi. .  262 

deflectens  Marx 25!) 

deflectens var. trémula  (Iv/.i;.) 

Hieron 259 

delicatulum  ^íart 260 

digitatuin   Presl 263 

filiforme  Gardn 260 

(jlanduliferum    KzE 261 

Lorentzi  Hieron 262 

lidiitlatuiii    Bak 259 

lunulatum.  Burm 259 

obtitsuin  Desv 260 

pectinatum  K/.i. 260 

pedatum   L 263 

platyphyllum  Sw 260 

Poireti  WicKSTR 261 

1'.  glabra    Hieron 261 

f.  birsuta    Hieron 261 

pohjphyllum  Griseií 260 

pseudotinctum   Hieron 262 

radiatum  L 254 

scabrum  Kaulf 261 

serrato-dentatum  Wii.i.u. .  .  .  260 

sulpliurcum   Kaulf 261 

tenerum  Sw 262 

tcnerum  var.  rlioinboideum   (iiii- 

SEB 261 

tremulum  Kze 259 

Iri/jliyUíim    La^m 263 

Anogramma  cliaeroph.ylla  (Dksv.) 

LiNK 249 

leptophylla  (L.i   Link 249 


278  — 


Lorentzi  (Hieron.)  Diels...  249 
Antrophyum       lineatum       (S\v.) 

Kaulf 2(i6 

Aspidiuní  achalense  Hieron 230 

nculeatum  Sw.  vav.  platyphylhtin 

Bak 235 

aculeaium  S\v.  var.  jylatyjihyllunt 

Griseb 235 

argcntinnm  Hieron 230 

canariense  Willd 228 

capense  Willd 237 

eonterminum      var.     oUyosornm 

Griseb 230 

coriaceum  Sw 237 

filix  mas  Griseb 231 

filix  mas  var.  remotum  Griseb.  .  239 

Galanderi  Hieron 230 

(jonylodcs  Schkühr 233 

Lorentzi   Hieron 230 

macrophyUnm  Rudl 234 

macronrum  Kaulf 228 

martinicense  Spreng 234 

mohrioidcs  BoRV 236 

molle  var.  glabrindusiatuin  Hie- 
ron    234 

montevidense  Spreng 235 

f.  genuina  Hieron 235 

f.  squamulosa  Hieron 236 

f.  imbricata  Hieron 236 

multifidum  Mett 237 

oligocarpuiii  (Willd.)  Kth.  var. 

crassísfipitata  Hieron 229 

orbiculatum  Desv 237 

paleaceum  Sw 231 

patulnm  Sw 231 

plaiyphyUum    Willd 235 

pseudomontanum  Hieron 231 

siambonense   Hieron 230 

xfipulare  Willd 228 

truncatulnm  Sw 234 

Asplenium  abscissum  Willd 242 

actialense  Hieron 244 

anceps  Sol 241 

anritum  Sw 243 

anriftiin  \aT.  recognition  KzE..  243 

blechnoides   Lag 247 

brasilicnse   Sw 239 

crcnvlatum    Bak 239 

dcoirldttim  Kze 238 

divergens  Mett 244 

erectum  BoRY 241 

filix  foemina  Bernh 238 

formosum  Willd 243 

furcatuDí    ThüNB 244 

GiUiesiannm  Hooic.   et  Grév.  .  240 

Gilliesii  HooK 240 

harpeodes  Kze 241 


Holmbergi  Hicken 242 

Kunzeanum   Kl 242 

Lorentzi  Hieron 240 

lunulatum    Sw 241 

lunulatum  var.  majus  Mett.  241 
lunulatum  var.   Sello-wiana 

Hieron 242 

lunulatum    var.    tenerrima 

Hieron 242 

magellanicum  Kaulf 243 

micropteron    Bak 244 

micropteron  var.  minor  Hic- 
ken   244 

monanthes  L 241 

monanthei)iuin    MuRR 241 

mucronatum  Presl 243 

obtusifolium  L 242 

praemorsum  Sm' 244 

ptcropits   Kaulf.  var.   radicans 

Mett 242 

recogniliiiji  Kze 243 

serratum  L 240 

Sliephcrdi  Spreng 239 

siria  tu  m   Spreng 239 

sulcatum  Laji 243 

sulcatum    var.    recognitum 

(Kze.)  Hicken 243 

tomcntosum   Lam 250 

trichomanes  Griseb 241 

trichomanes  L 240 

trichomanes      var.      anceps 

(Sol.)    Milde 241 

triplnjllum    Griseb 249 

triphyllum  Presl 244 

tucumanense  Hieron 244 

Athyrium      decurtatum       (Kze.) 

Presl 238 

Donibryi  Dksv 239 

fllix  foemina  (L.)  Roth 238 

filix:  foemina  var.  Dombeyi 

(Desv.)  Hieron 239 

filix  foemina    var.    incisa    (Fée) 

Hieron 239 

B 

Blechnum  arcuatum  Remy 248 

asperum  (Kl.)  Sturm 245 

attenuatum  (Willd.)  Mett..  245 

australe  I^ 248 

australe  var.  hastata  (Kaulf.) 

Hieron 249 

australe  var.  triloba  (Presl.) 

Hicken 249 

bleclmoides  (Lag.)  C.  Christ.  247 

brasiliense   Desv 247 


—  279  — 


capense  (L.)  Schlecht 246 

rilialion  Presl 248 

(listiins  Prksi, 248 

glandulosum  Lixk 248 

Jidfihtlinti   K.vuLK 249 

lanceola  S\v 247 

lanceola      var.      trifoliatum 

(Kaüi.f.)    Kzk 247 

lanceolatum  (H.  Bu.)  Sturm.  245 
lanceolatum  var.  achalensis 

HiEROx 245 

lanceolatum  var.  squamipes 

HiEROx 245 

lanceolatum  var.  achalensis 

HiEROx 245 

occidentale   L 247 

occidentaie      var.     ciliatum 

(Presl)  Bak 248 

occidentale      var.       distans 

(Presl)   Bak 248 

penna  marina  (Poiu.)  Mett.  .  246 

polypodioides  (S\v.)  Kiiiix...  246 

Sprucei  C.  Christ 246 

tabulare  (Tiiuxb.)  Kuim 246 

irifoJiaium  Kaulf 247 

trilohum    Presl 249 

unilaterale  Sw 247 


Cassebeera  triphylla  (Lam.)  Kaulf.  263 

Ceropteris  calomelanos  (L.)  Uxd.  .  250 

calomelanos     var.      cliryso- 

pliylla  (Sw.)   Lixk 251 

Ceropteris  chrysophylla  Lixk 251 

Cheilanthcs  curtilaginea  Griseb 258 

chlorophylla  Sw 254 

dichotomu  Sw 254 

elegans  Desv 258 

Fraseri  Mett 255 

glauca  (Cav.)  Mett 258 

marginata  H.  B.  Kth 258 

murfjinuta  Ltz.  et  Ndl 258 

marginata  var.  breviloba  O. 

Ktze 258 

marginata  var.  gracilis  Hie- 

Rox 258 

microphylla  Sw 257 

micropteris  Sw 256 

myriopbylla  Desv 257 

myriophylla     var.     elegans 

Desv 258 

obducta  Mett 256 

pedata  A.  Br 254 

pilosa  GoLDM 257 


Poeppigiana  Mett 258 

pruinata  Kaulf 257 

radia  la    li.  Br 254 

recurvata  Bak 259 

sqitaniosa    (JiLI 256 

T-weediana   Hook 257 

Cystopteris  fragilis  (L.)  Berxh  . . .  227 
var.    antlirisci folia    (IIoffm.) 

Kocu 228 

var.      canariensis      (Willd.) 

iMiLDE 228 


DuvalUa  inuequalis  Griseb 238 

inacqiialis  Kze 237 

Dennstaedtia  teñera  (Presl)  Mett.  238 

var.  dentata  Hieron 238 

Dícksonia  montevidensis    Spreng 227 

teñera   Presl 238 

Didijmochlaena  hinulata   Desv 234 

siiinosa  Desv 234 

truncatula   (Sw.)  J.  S.m 234 

Diplazium  rrentdatum  Liebm 239 

Diplazium     Sh.eplierdi     (Spreng.) 

LiNK 239 

striatum  (L.)  Presl 239 

Doryopteris  concolor   (Langsd.  et 

FiscH.)    KuHX 253 

Lorentzi  (Hieron.)  Diels....  253 

nobilis  (MooRE)  J.  Sm 254 

patula  FÉE 253 

pedata  (L.)  Fée 253 

pedata  var.  palmata  (Willd.) 

J.  Sm 253 

Dryopteris  achalensis   C.  Christ 230 

amplissima    O.  Ktze 232 

conncxa  C.  Christ 232 

effusa  Urb 232 

filix  mas  ScHOTT 231 

Galanderi  C.  Christ 230 

t/ongylodcs  O.  Ktze 233 

Lorentzi  C.  Christ 230 

oUgocarpa   O.  Ktze 229 

opposita    Urb 229 

parasitica  O.  Ktze 233 

patens  O.  Ktze 228 

patens    var.    stipitlarc  (Willd.) 

O.    Ktke 228 

patula  Und 231 

pseiidomontana  C.  Christ 231 

liseudotelragona   Urb 229 

refracta    O.  Ktze 233 

serrata  C.  Christ 234 

siambonensis  C.  Christ 230 


—  280 


mihmtiryindlis    C.  Chuist 229 

tftrngova   Urb 233 

oiUosa  O.  Ktzk 232 


E 


Elaphoglossum  Balansae  C.  Christ  274 

crassipes   (Hieron.)  Diels.    .  276 

Gayanum.  (Fée)  Moore 274 

Jamesoni    (Hook.    et    Grév.) 

Moore 275 

latifolium  (Sw.)  J.  .S.m 274 

Lorentzi  (Hieron.)  Christ...  275 

muscosum  (Sw.)  Moore 276 

petiolatum   (Sw.)  Urb 275 

scolopendrifoliuin  (Raddi)  J. 

Sm 275 

spathulatum  (Bory)  Moore.  275 

v;ir.  piloselloides  Presl 275 

tectum  (H.  B.  Kth.)  Moore..  276 


a 


Grammitis  BilUirdieri    Wili.d 266 

nana  Brack 266 

G  y  mnogr  anima  calomelanos  K.4.ULF...  250 

cJiacrophi/lla    Desv 249 

fhrysophylla  Kaulf 251 

flavcns   Kaulf 252 

lcptoi)lujUa  Desv 249 

lonfjipcs  Bak 251 

Lorentzi   HiEROX 249 

myriopliylla  Sw 250 

rufa  Desv 250 

tomentosa  Desv 250 

trifoliata  Desv 251 

O iimnopteris  rufa  Beriix 250 

scandens  Christ 273 

scrratifoliu  Diels 274 

tomentosa  Und 250 

H 

¡lemionilis  Uneata  Sw 266 

Hypolepis   Hauman-Mercki    Hic- 

KEN 259 

pedata  Hook 254 

repens  (L.)  Presl 259 


Leptochilus  guianensis  (.\ubl.)  C. 

CiiRiST 273 


serratifolius  (ÍIart.)  C.  Christ  273 

Litohroehiu  nobilis  JIoore 254 

Lomaría   alpina  Griseb 245 

alpina  Spreng 246 

áspera  Kl 245 

attennata  Willu 245 

Boryana   Willd 247 

campylotis  Kze 248 

eaudala  Bak 246 

Gilliesi    Hooic.  et  Grév 246 

lanceolata  Spreng 245 

mayellanica  Desv 247 

Lonchitis   repens  L 259 

M 

Meniseiíim  serrutum  Qx\ 234 


N 


Nephrodium  achalense   (Hieron.) 

Hkkex 230 

amplissimum  (Presl)  Hook.  232 
argentinum    (Hieron.)    Hic- 

KEN 230 

earipensc  Hook 229 

connexum  (Kaul.)  Hicken..  231 

conterminuní  Desv 229 

effusum   (Sw.)  Bak 232 

effusum  v:ir.  tenue  Hicken.  232 

Etcliicliuryi    Hicken 230 

filix  mas  (L.)    Rich 231 

filix    mas    viir.     paleaceum 

(Sw.)  Mett 231 

Galanderi  (Hieron.)  Hicken.  230 

goiigylodes(ScHKUHR)  Schott  233 

Lilloi  Hicken 232 

Lorentzi   (Hieron.)  Hicken..  230 

mucrophyllum  Bak 234 

macrourum  Bak 228 

moUe    E.  Br. 233 

oligocarpum  (Willd.)  Desv.  229 
oligocarpum   var.   crassisti- 

pitata  (Hieron.)  Hicken.  229 

oppositum  (Vahl)  Diels 229 

parasiticum  (L.)  Diels 233 

parasiticum  var.  glabrindu- 

siatum  Hieron 234 

patens   (Sw.)  Desv 228 

patens    var.    stÍ2)vl<(re  (Willd.) 

Bak   228 

patulum  (Sw.)  Bak 231 

pseudomontanum  (Hieron.) 

KOSENST 231 

pseudotetragonum   Hieron.  229 


281 


refractum   i^Ikv.i  IIoow 233 

serratum  iCvv.  I  Diki.s •_'31 

siambonense  (Uii^üon-I    IIic- 

KKN- 2;U) 

stipulare  (Wii.i.i>.)   Dioxv 22S 

submarginale     (LANt;si).     n 

Fiscii.)    A.  Hi! 229 

tftt'df/onuiii  lIooK 22!) 

tatragonum  (Sw.i  Kiovs 233 

II  I)  i  I II III   (L.)  1\.    15  it 233 

villosum  (I..)  PiíKsi 232 

Neurogramma  rufa  (L.)  Link 250 

tomentosa    (Lam.)  Lixk 250 

Xi'iiroi/ritiiiiiic  caloiiiildiios  (L.)  Diki.s.  250 

Notholaena  Balansae  Bak 255 

bonariensis  (Willd.)  ('iiiíi.st.  255 

/crni;/ine(i    Desv 255 

Jticrnis  (KAur.F.)  Moork 252 

Fraseri  (Mett.)  Bak   255 

var.  robusta  HiKirox 255 

hypoleuca  Kzk 256 

moLlis   Kzk 256 

nirea   Desv 252 

obducta  (Mett.)    Bak 256 

scariosa  (Sw.)    ]5ak 256 

sinuata    (Lag.)  Kai'm- 255 

nqnamosa    FÉK 256 

teñera  Gilí, 252 


O 


Onoclea  poli/podioidex  Sw 
Oxmniida  rapensis    L.  .  .  . 


246 

246 


Pellaea  flexuosa  (Kaulk.)  Link...  252 

í/eranilfolia    Fée 253 

;il<(iira  J.  S\i .  .    .  . 258 

Lilloi  HiCKEN 252 

Lorentzi  HiKitON 253 

nivea  (Poir.)  Piíantl 252 

nivea  f.  flavens  Hieiíox 252 

nivea  f.  teñera    Hierox 252 

ternifolia  iCav.)    Lixk 251 

Pliyllitis  Balansae    (Bak.)  Christ.  240 

brasiliensis  (Snv.)  ü.  Ktze...  239 

plantaginea  (Schkhr)  O.  Ktze  240 

Phopeltis  anfjiisfiiin  H.  B.  Ktii 273 

Polybotrya    osmundacea     H.     B. 

Ktii 273 

J'oh/pocliinii  adiantif orine   Forsk 237 

adnatum   Kzk 270 

angustifolium  Sw 271 


angustifolium    var.    ensifo- 

lium    Wir.i.i) 271 

angustum  (Ktii.)  IíIkh.m 273 

illll/irisri/oliinil    IIOKKM 228 

iireitliilinn  Ktii 271 

aureum  L 270 

aureum  var.  areolatum  Kth.  271 

iiiislnile    Mett 266 

Billardieri  ( Wii.1,1».)  Ciikist..  26() 
Billardieri        var.       nanum 

(BuACK.)  C.  Crist 266 

ca ripease  Willu 229 

cliaoophoruní  Kzk 269 

eoHiie.finii     Kaulf 231 

crassifolium  L 273 

efiis-inii    Sw 232 

eliinlieiiiii   Uicil 268 

eiisit'i)liinii  WlLEU 271 

ñlicula  Kaulf 268 

,1ilix  foemina  L 238 

filix  mas  L 231 

fnujile    L 227 

Giliiesi    C.  Christ 270 

yuianensis  Aui'.L 273 

ineanum  Sw 269 

laevigatum  Cav 271 

Jaeviíjaliun    Griseij 272 

lepidopteris  (Laxo,  et  Fisch.) 

KzE 269 

h'ptophi/llniíi  1. 249 

Lorentzi    Hierox 272 

loriceiim    Griseh 270 

¡ijeopodioides    Griseh 272 

lycopodioides  L 272 

macroearpiu»  Presl 267 

montcvidensc  Si'RExt; 235 

olif/ocarpinn    Wir.LD 229 

oppositiim  Vahl 229 

Paradiseae  Langsd.  et  Fisch.  268 

paraguay ense  Bak 268 

parasiticinn  L 233 

pafens  Sw 228 

pectinatum  L 268 

pcnua-iiinrina    PoíR 246 

peruvianum   Desv 267 

Phyllitidis  I. 271 

Phyllitidis  t'.  major  Hieron.  272 

Phyllitidis  f.  minor  Hierox.  272 

P/ii/Uilidis  var.  repeiis  Griseb.  .  272 

piloselloides  L 270 

platybasis  Bak 269 

phitijphi/lliim    HoOK 235 

plumula    H.  B.  Kth  .  .    268 

polypodioides  (L.)  Hitchc.  . .  269 
polypodioides   var.    squalli- 

dum  Bak 269 

pnbcsccns  Gini- 270 


—    282 


pycnocarpum    C.  Cnuisr. . . .  267 

recurvatum    Kaulf 268 

rcfrdclKín  Mkv 233 

repens  Aubl 271 

Sc/iLtíhri  IvADUi 268 

serrulatum  (Sw.)  Mett 267 

squalliduní   VeLL 269 

squamulosum  Kaclf 272 

siihiiKtrginuJc  Langsd.  et  Fisch.  229 

taxifolium  L 267 

tetr(i[jo»inn  Sw 233 

trifurcatum    L 267 

tucumanense  IIikkon 271 

vaccinifolium      Langsd.     et 

Fiscii 270 

íyillosum  L 232 

PolystichumadiantiforinelFoRST.) 

J.  Sm 237 

aiiiplissimuin  Pkesl 232 

chilense  (C'hkist.)  Diels 236 

molirioides  (líoiiv)  PiiESL. .  .  236 
mohxioides  f.  genuina   Hic- 

KEX 236 

motirioides  f.   latifolia  Hic- 

KEx 236 

montevidense  (Spiíeng.)  Ro- 

SENST 235 

montevidense     f.      genuina 

(HiERON.)     HiCKEN 235 

montevidense   f.   imbricata 

(IIlEKOX.)     HiCKEX 236 

montevidense  f.  squamulosa 

(HlKlíOX.)    HiCKEN 236 

multiñdum  (Mett.) 237 

multiíidum      var.      Autrani 

HiCKEN 237 

orbiculare  Chuist 237 

orbiculatum  (Desv.)  Gay....  237 

Pcarcei    Phil 237 

platyphyllum  (Wii-LD.)  Pkesl  235 
platyph.yllum     f.     genuina 

RosEx.sT 235 

platyphyllum  var.  Klotzschi 

KosEXST 235 

platypliyllum  var.  Kurtzia- 

na  H iCKEN 235 

vestitton    Gay 236 

Pteridium  aquilinum  (L.)  Kchn..  265 
aquilinum  var.  esculentum 

(FoRST.) 265 

Pteris  )iqt(ili»a    L 265 


br(isilif)isi.s  1\A1)1)1 264 

('O)icolor  Langsu.  et  Fiscn.  ....  253 

coriácea  Desv 264 

crética   L 263 

decurrens   Presl 265 

deflexa   Limc 264 

denticulata  8\v 265 

denticulata  var.  brasiliensis 

(Kaddi)  Bak 265 

üichotoma  Cav 254 

clegans    Vell 254 

esculcnta  Foesk 265 

flcxnosa    Kaulf 252 

longifolia  L 263 

nivea  LiXM 252 

j}alm((t(i  WiLLi) 253 

IJeddta    L 253 

quadriaurita  Ketz 264 

splendens  Kaulf 264 

fdbuhirc   Tiiuxií 246 

IcriüfoJia  C.w 251 

trémula  II.  lin 264 


Saccoloma  inaequale  (Kze.)  Mett.  237 

iScolopendriinn  JJalutisae  Uak 240 

brasiliensc   Kze 23'.» 

plantu(jinciim  Sciirad 240 

Stcf/ania  lanccolata  11.  Un 245 


Trachypteris   pinnata    (Hook.    f.) 

C.  CuRiST 276 

Trismeria  longipes  (Bak.)  Diels.  .  251 

trifoliata  (L.)  Diels 251 

V 

Vittaria  lineata   ( L. )  S.m 266 

w 

Wiiodsiii  incisíi    Gilí 227 

montevidensis  (SrKP:xG.)  Hie- 

líox 227 


l)E«t'KlPTION 


ESPÉCE  NOÜVELLE  DE  CIIAELIOGNATIIÜS  \)[  BlífSIL 


Pak   .t.    bourgeois 


Chaulio&'iiatliiis  Bpuelii  sp 


Elongatus,  subopacuH,  niger,  genis,  mandWuliH,  protlioracis  laterihus 
sai  late  guitaque  ad  apicem  elytrorum  Jlavis ;  jyrotliorace  fere  qua- 
drato,  Jatitiidine  hasali  liaud  vel  iñx  hreviore,  medio  mt  profunde 
longitudinaliter  .sulcato,  angulis  anticis  late  rotundatin,  posticis 
oMíisis,  margine  laterali  flavo  a  nigredine  discoidaU  ante  médium 
interrupto ;  elytris  nigro-f uséis,  ahbreviatis,  prothorace  vix  triplo 
longioribus,  sat  grosse  sed  parum  dense  punctatis;  segmentis  ren- 
tralibns  Jlavo-marginalis. 

Long'.  8-10  mm. 

Brésil :  province  de  Minas  Geraes.  2  ex.  (c/",  ¿)  [C.  Briicli]. 

Je  me  fais  un  plaisir  de  dédier  cette  espéce  íi  M.  Brucli,  qui  l'a 
découverte. 


SOBRE  EL  HALLAZGO 


alfarerías  mexicanas  en  la  provincia  de  II 


Por   Félix    f.    o  u  t  e  s 

Secretario  del  Musco  y  prolVsor  eu  las  Universidades  de  Buenos  Aires  y  La  Plata  ;  adscripto 
honorario  ¡i  la  seecióu  de  Arqueología  del  Museo  uaeioual  de  IJueuos  Aires 


Cuando  me  informé,  hace  ya  largo  tiempo,  de  que  en  un  Kidfur  JiKjvr 
de  los  llanos  bonaerenses  se  habían  encontrado  «  antigüedades  aztecas, 
auténticas  sin  duda  alguna  »  ' ;  y  sobre  cuyo  parecido  con  la  cerámica 
tolteca  de  San  Juan  de  Teotiliuacan,  insistía  el  doctor  Francisco  P.  Mo- 
reno en  una  nota  publicada  con  posterioridad  - ;  supuse,  simplemente, 
(lue  alguna  persona  poco  escrupulosa  había  sorprendido  la  buena  fe  del 
apreciado  viajero. 

Traté,  sin  embargo,  de  examinar  las  referidas  piezas,  lo  que  no  pude 
conseguir,  pues  no  formaban  parte  de  las  colecciones  arqueológicas  del 
Museo  de  La  Plata,  á  pesar  de  lo  manifestado  incidentalmente  por  el 
doctor  Moreno.  Recién  el  4  de  abril  de  1905,  se  agregaron  á  las  series 
de  antigüedades  indígenas  de  la  provincia  de  Buenos  Aires,  donadas, 
según  dice  la  etiqueta,  por  el  director  en  aquel  entonces  del  estable- 
cimiento. 

Algunos  meses  después  me  fué  dado  revisarlas  con  atención  y,  franca- 
mente, pude  con\encerme  entonces  que  en  verdad  se  trataba  de  objetos 
interesantes  é  inconfundibles.  No  obstante,  permanecí  escéptico,  desde 
que  el  único  dato  agregado  á   las  curiosas  figuritas  —  laguna  de  Lobos 

^  Fraxcisco  P.  Moreno,  El  Museo  de  La  Plata.  Bápida  ojeada  sobre  su.  fundación 
¡I  desarrollo,  en  lievista  del  Museo  de  La  Plata,  I,  o\.  La  Plata,  1890-91. 

•  F.  P.  Moreno,  Museo  de  La  Plata.  Exploración  arqueológica  de  la  2>rorincia  de  Ca- 
tamarca.  Primeros  datos  sobre  su  importancia  y  resultados,  on  JiCvista  del  Museo  de  La 
Plata,  1,  209  y  siguientes.  La  Plata,  1890-91. 


—   285   — 

—  resultaba  vajiíiisimo,  aislado  tal  cual  se  i)i'('S('ntaba.  Solicité,  sin  éxito, 
mayores  referencias  y  solo  pude  saber,  después  de  lar<;a  í'iiqiu't<\([\w  las 
pretendidas  alfarerías  mexicanas  formaban  parte  de  un  obseiiuio  ([ue  el 
señor  Carlos  1.  Salas  había  hecho  al  doctor  Moreno.  Una  circunstan(;ia 
imprevista  me  ha  ofrecido  la  ocasión  de  conversar  con  aquel  caballero, 
que  es  un  erudito  americanista,  y  quien  me  ha  ratificado,  ampliamente, 
los  datos  relacionados  con  la  ])rocedencia  originaria  de  las  tres  piezas  que 
voy á  describir:  fueron  eiu'ontradas,  me  dijo,  por  un  modesto  hacendado 
llamado  Isidro  Oieza,  en  la  alta  barranca  que  existe  en  la  laguna  de  Lobos 
(partido  del  nñsmo  nond)re,  en  la  i)ro\incia  de  Buenos  Aires),  muy  pró- 
xima al  lugar  donde  se  inicia  el  arroyo  de  las  Garzas. 

Son  tres  pequeñas  flguritas  de  tierra  cocida;  antropoménficas  dos  de 
ellas  y  zoomórfica  la  tercera. 

La  más  perfecta,  representa  una  cara  humana  de  32  milínu'tros  de 
longitud  por  23  milímetros  de  aiudio;  modelada  in^olijamente  en  pasta 
ñna,  de  color  pardo-amarillento. 

Todos  los  rasgos  ñsonómicos  han  sido  tratados  de  mano  maestra,  tan- 
to, que  la  euritmia  es  casi  completa.  De  la  frente  achatada,  se  destacan 
la  giabela  y  arcadas  superciliares 
bien  pronunciadas  ;  los  ojos  son 
horizontales  y  en  forma  de  almen- 
dra; la  nariz  ancha,  con  el  lóbulo 
deprimido  y  las  alas  exteiulidas; 
los  pómulos  poco  notables;  los 
labios  gruesos  y  algo  i)legados 
sobre  sí  mismos;  y,  por  último,  el 
mentón  apenas  visible,  casi  ñigi- 

TiíX-  1-  —  Laguna  de  Lobos,  provincia  de  Bueno.s 

tivo  (ñg.  1,  a).  De  perhl,  algunos  aíhs  (c.  m.  l.  r.),  \ 

de  los  detalles  morfológicos  enu- 
merados aparecen  más  notables  y  característicos;  así,  el  achatamiento 
de  la  frente  combinado  con  una  evidente  depresión  de  la  nuca,  cons- 
tituye un  caso  de  deformación  fronto-occipital  ergida  (Natchez);  la 
nariz  es  francamente  convexa,  y  los  rasgos  típicos  que  ofrecen  los  labios 
y  el  mentón,  se  manifiestan  con  más  nitidez  (ñg.  1,  h).  Por  lo  demás,  no 
se  han  modelado  las  orejas,  y  del  cuello  tampoco  se  conservan  rastros, 
aunque  la  pequeña  escultura  parece  haberlo  tenido.  Todos  los  detalles 
en  ronde  lotise  se  han  esculpido  <lirectamente  sobre  una  sola  masa  de 
arcilla,  sin  emi^lear  en  lo  más  mínimo  el  pastülage. 

Ya\  el  segundo  ejemplar,  la  cara  humana  es  aun  nuís  pequeña,  pues 
tiene  19  milímetros  de  longitud  por  14  milímetros  de  ancho;  la  pasta  es 
igualmente  fina,  pardo-amarillenta  con  manchas  negruzcas;  pero,  la  eje- 
cución no  es  tan  perfecta  ni  las  proporciones  se  mantienen  con  tanta 
regularidad. 


—   28(i   — 

Los  rasjios  fisoiiómicos  conservados,  coiTespondeii  en  parte  á  los  que 
caracterizan  á  la  figurita  anteriormente  descripta;  sin  embargo,  la  frente 
es  abovedada,  y  los  ojos  algo  recogidos  como  en 
la  mayoría  de  los  indígenas  americanos.  Coro- 
nando la  cabeza,  se  ha  modelado  una  amplia 
diadema  que  termina  sobre  los  grandes  adornos 
auriculares  que  penden  de  las  orejas.  Por  encima 
de  las  arcadas  superciliares,  é  iiuludablemente 
constituyendo  un  detalle  del  peinado,  se  notan 
dos  surcos  curvilíneos  cuyas  extremidades  inte- 
Fig.  2.  -  Laguua  de  Lobos,     nores  sc  rcuneu  sobrc  la  glabela  (flg.  2). 

provincia   «le  Isuenos  Aires  ^  \    o        / 

(C.M.  L.  p.),¡,  La  técnica  operatoria  lia  sido  la  misma  á  que 

me  he  referido  en  párrafos  anteriores. 

La  tercera  pieza  representa  parte  de  la  cabeza  de  un  coyotl  [Canis  ca- 

(jottis  (H.  Smith)]  *,  i)rolijamente  modelada,  como  las  esculturas  antropo- 

mórficas,  en  i^asta  muy  fina,  coloreada  exteriormente  de  x>ardo-amari- 

llento.  En  este  caso,  la  técnica  es  mucho  más  interesante;  los  ojos,  la 

'  Las  descripciones  de  los  viejos  cronistas  de  Indias,  harían  suponer  la  existencia 
de  una  sola  especie  del  lobo  llamado  coyotl  ó  «  coyote  »  por  los  indígenas  y  españo- 
les de  la  antigua  provincia  de  Nueva  España  (véase,  por  ejemplo  :  P.  Bernabé 
Cobo,  Historia  del  Nuevo  Mundo,  II,  336.  Sevilla,  1891).  Sin  embargo,  no  es  así. 
Bernardino  de  Sahagun,  uno  de  los  conocedores  más  profundos  de  las  tierras  centro- 
americanas, describe  someramente  en  su  conocida  obra,  varias  especies  del  Canis  á 
que  me  he  referido  y  á  las  que  los  indígenas  habían  designado  con  nombres  que 
deftnían,  en  cierto  modo,  algunas  de  las  modalidades  ó  caracteres  más  salientes  de 
cada  una  de  ellas;  así,  el  cuitlachcoyotl  se  diferenciaba  por  la  coloración  del  pelaje, 
el  tlalcoyotl  vivía  en  los  llanos,  etc.  (B.  de  Sahagun,  Ristoire  genérale  des  dioses  de 
la  Nowvelle  Espagne,  682  y  siguiente.  Paris,  1880).  Los  estudios  más  modernos,  han 
evidenciado  que  se  trata  de  un  verdadero  conjunto  de  especies  distribuidas  en  amplí- 
sima área  geográfica,  y  á  las  que  en  la  actualidad  se  las  da,  iudistintamente,  el 
nombre  de  «  coyotes  »  (C.  Hakt  Merriam,  Revisión  of  the  coyotes  or  prairie  wolves, 
with  deseriptions  of  neiv  forms,  en  Proceedings  of  the  Biological  Society  of  Washington,  XI, 
19  y  siguientes.  Washington,  1897).  Desde  luego,  resulta  tarea  difícil  poder  identificar 
la  especie  representada  en  una  escultura  de  grosero  naturalismo ;  pero,  como  es  mi 
creencia  y  lo  demostraré  en  el  texto,  que  las  pequeñas  figuritas  objeto  de  esta  nota 
procedeu  de  San  Juan  de  Teotihuacan,  pieuso  se  trata  del  canis  cagottis  (H.  Smith) 
que  vive  en  los  estados  de  México,  Puebla,  etc.  (véase  á  este  respecto  :  D.  Giraud 
Elliot,  The  land  and  sea  mammals  of  middle  America  and  the  West,  Lidies,  en  Piihli- 
cation  of  the  Field  Columpian  Museum.  Zoological  series,  IV,  parte  II,  466.  Chicago, 
1904  ;  Merriam,  Ibid,  27  y  siguiente). 

Lumholtz  incurre  en  un  grave  error  al  considerar  como  Canis  latrans  Say,  al  «  co- 
yote »  que  interviene  en  el  folk-lore  de  los  Tarahumares  de  la  Sierra  Madre  (Carl 
Lumholtz,  El  México  desconocido,  I,  298.  Nueva  York,  1904) ;  el  habitat  de  esa  espe- 
cie es  exclusivo  de  cierta  región  de  los  Estados  Uuidos  y  el  Canadá  (Cfr.  D.  Giraud 
Elliot,  A  check  list  of  mammals  of  the  North  Ame^'ican  continent  the  West  Indies  and 
the  neighboring  seas,  en  PuMication  of  the  Field  Columbian  Museum.  Zoological  series, 
VI,  .S76  y  siguiente.  Chicago,  1905). 


—  287 


Fig.  ;t. —  Laguna  de  Lobos,  provincia 
lU-  Buenos  Aiie«  (C.  M.  L.  P.),  -I 


l)arte  superior  del  emueo  y  ambos  maxilares  lian  sido  liáhilmeide  p((xfi 

llésy   pero    retoeados     liie,i;'o    con     cuidado 

(ttjí.  o).    Esta  tí^urita   mide  actualmente  de 

louiiitnd  .">!)  milimetros.  por  l*."»   milímetros 

de  ancho  máximo. 

Los  objetos  que  acabo  de  describir  some- 
ramente, constituyen  un  hallazgo  esporádico. 

Los  especialistas  que  han  examinado,  con 

más  ó  menos  escrui)ulosidad,  las  estaciones 

])ermanentes  ó  temporarias  de  los  ]»rimitivos 

habitantes  déla  ])roA'incia  de  ]>uenos  Aires, 

jamás  han  encontrado  ni  aun  siípiiera 
una  burda  representación  antropomórti- 
ca;  y  los  restos  de  la  cultura  más  avan- 
zada que  parece  se  desarrolló  en  el 
litoral  bonaerense  y  entrerriano,  sólo  han 
proporcionado  alfarerías  zoomórflcas  de 
un  naturalismo  grosero. 

Por  otra  parte,  los  viejos  coroplastas 
del  noroeste  argentino  no  llegaron  asi- 
mismo á  modelar  figuritas  perfectas 
como  las  que  motivan  esta  nota  y,  salvo 
rarísimas  excepciones,  —  la  de  aquel 
anciano  de  larga  barba  y  en  actitud  de 
eterna     contem]  dación,     descripto     por 

Fig.  4.  -Huasáu.pioviuciadeCataiuar-         Adáu  OuÍrO<>'a    '     el    resto    (1p    miv:    i^vn 

ca  (colección  Lafone  Qnevedo), -J  ^^.vuiii  v¿uin>¡^,i      ,  fl    ICSIO    tie    SUS    piO- 

ducciones  es  de  un  arcaísmo  marcado, 
en  ronde   ho.sse  sumamente  primitiva  ^ó  completados  ciertos  detalles,  lo 
más  de  las  veces,  con  trazos 
profundos  y  groseros  (fig.  4, 
5  y  6)  -. 

En  los  grandes  repertorios 
iconográficos  de  Eeiss,  Stü-        '  ""Zü^ 
l)el,  Uhle,  Koi)pel,  Baessler,      ¿^      ^^"^  m^'» 

'  Adáx  Quiroga,  Antif/iiedades 
Calchaquíes.  La  colección  Zavaleta, 
en  Boletín  del  Instituto  Gcof/ráfico 
Argentino,  XVII,  200.  Buenos  Ai- 
res, 1896 ;  véase,  iguahneute,  Juan  p¡„.  ; 
B.  Ambrosetti,  Xotas  de  arqueo- 
logía Calchaquí,  en  Boletín  del  Ins- 
tituto  Geográfico  Argentino,  XVII,  460,  figura    27.    Bncnos   Aires,    1896 

*  Ambrosetti,  Ibid,  422  á  462,  figuras  1  á  27. 


Rincón  de  Malcosco,  provincia  de  Cataniarca 
(colección  Lafone  Quevelo),? 


—  288  — 


Seler,  etc.,  que  contienen  multitud  de  cerámicas  sudamericanas,  sólo  lie 
encontrado  representaciones  humanas  de  una  técnica  primitiva,  conven- 
cionales en  alto  grado;  y  otro  tanto 
sucede  al  oriente  de  Sud  América, 
con  muclia  más  razón  indudable- 
mente, dado  sus  culturas  primi- 
tivas. 

En  cambio,  en  la  isla  de  La  Pía  - 
ta,  situada  á  pocos  kilómetros  del 
litoral  ecuatoriano,  se  lian  recogido 
restos  sumamente  curiosos;  algunos 
de  ellos  de  un  estrecho  parecido 
con  las  ttguritas  de  barro  cocido 
descriptas  en  párrafos  anteriores. 
Se  trata,  en  ciertos  casos,  de  cara  liumanas  en  las  que  :  are  intercHting 
—  dice  Dorsey  —  on  account 
hotli  of  the  HimpUcity  ofthe  freaf- 
mcnt  and  of  the  great  heatity 
hetrayed  in  the  face  itself{ñg.  7)  ^. 
Aun  más,  otras  piezas,  igual- 
mente [antropomórñcas,  ofrecen 
marcados  surcos  en  la  frente 
como  la  pequeña  escultura  de 
la  laguna  de  Lobos,  represen- 
tada en  la  viñeta  2  de  esta 
noticia  (fig.  8);  y  en  la  ]>lanclia 


Fig.  ti.  —  Caíayate,  piovincia  de  Salta 
(toleciióu  Laí'oiie  Quevedo),  -- 


'*^S^ 


""■^ 


'    GeORGE  a.  DoiiSEY,  AlTluiclof/iCdl 

invriififidtions  on  the  island  of  La  Plata, 
JCcuador,  eu  FieJd  Cohimhian  Mn^cum, 
Antliropolo(i¡cal  series,  II,  270,  flgura 
46  y  planchas  LXXVIII  á  LXXXI. 
Chicago,  1901.  Los  restos  arqueoló- 
gicos reunidos  por  Dorsey  en  la  isla 
de  La  Plata,  pueden  referirse  á  dos 
<'ulturas  ;  una  exclusivamente  incaica, 
i'epresentada  por  sepulturas  que  con- 
tenían en  su  ajuar  funerario  numero- 
sos objetos  de  oro,  plata  y  bronce, 
tal  cual  los  del  Perú,  y  aun  vasos 
ápodos  del  estilo  del  cuzco  (Dorsey, 
Ihid.,  planchas  XL  á  XLII);  la  otra, 
hoy  por  hoy  de  origen  desconocido,  y 

que  dejó  eu  la  isla  tan  sólo  respetables  cantidades  de  minúsculas  imágenes  de  tierra 
cocida,  en  la  actualidad  fragmentadas,  y  millares  de  piedras  grabadas,  perforadas, 
etc.,  de  fonuas  y  dibujos  diversos. 


Fig.  7.   —  Isla  de  La  Plata,   Ecuador 
(DOESEV,  Ibid.i  planclia  LXXIX) 


289  — 


XCIX  de  la  memoria  de  Dorsey,   wo  iiicliiídií  la  cabecita  de  un  animal, 
tratada  en  forma  idéntica  á  la  del  voi/otl  yn  d('S('rii)to  (íIíí.  0). 

Por  otra  parte,  los  eoroplastas  (pie  modelaron  las  figuras  antropo  y 
zoomórficas  encontradas  en  la  isla 
de  La  Plata,  emplearon  casi  siem- 
pre el  pastillage  ^ ;  y  representan,  á 
mi  entender,  en  Sud  América, 
una  tendencia  artística  francamen- 
te centroamericana  -. 

Pienso,  sin  embargo,  que  no 
debe  buscarse  en  el  Ecuador  el 
origen  de  las  interesantes  alfarerías 
recogidas  en  la  provincia  de  Buenos 
Aires.  En  el  islote  de  La  Plata  se 
presentan,  indudablemente,  rastros 
similares  pero  no  piezas  en  todo 
idénticas,  de  un  mismo  tipo  físico 
diré  así,  como  las  encontradas  á  mi- 
llares en  San  Juan  de  Teotiliuacan. 

Las  pequeñas  esculturas  reunidas  en  las  ruinas  de  aquella  vieja  ciu- 
dad, ofrecen  un  polimorfismo  increíble  :  ow  petit  remar quer  —  dice  Cbar- 

nay  —  un  négre  avec  sa 
-  —  ,„„^--'«^  boliche  Uppue,  son  nez  ¿era- 

se^ sa  cJievelure  laineuse; 
on  y  volt  une  tete  chinoise^ 
et  je  possdde  des  types   de 


.^ 


Fig.  8.  —  Isla  (le  La  Plata,    Ecuador 
(Dorsey,  Ihid.,  plancha  LXXXII  í») 


'     Dorsey,    Ilid,    plancha 
LXXXII  y  passim. 

^  Los  restos  arqueológicos  ;í 
(jiie  me  refiero  en  el  texto 
tienen,  en  verdad,  muy  pocas 
semejanzas  con  los  que  se  reti- 
ran de  ordinario  de  los  Kultur 
lager  del  Ecuador  continental 
y  existe,  en  cambio,  como  lo 
tengo  manifestado,  un  marcado 
air  de  famille  con  las  alfarerías 
centroamericanas.  Compáren- 
se, por  ejemplo,  los  objetos 
reproducidos  por  Dorsey  en 
algunas  de  las  planchas  de  su  estudio  (Ibid,  planchas  LXXXIIa,  LXXXV,  LXXXVI 
y  LXXXVII)  con  los  fragmentos  de  pequeñas  esculturas  recogidos  por  Byron  Gordon 
en  Honduras,  en  el  valle  del  Uloa  (George  Byron  Gordon,  Besearches  in  the  JJloa 
valley,  Honduras,  en  Memoirs  of  the  Peabody  Museiim  of  American  Archaeology  and 
Ethnology,  I,  planchas  VIII  y  X.  Cambridge,  1898). 

REV.   MUSEO   LA  PLATA.  —  T.    II.    (X.  17.  1908.)  19 


Fig.  9.  —  Isla  de  La  Plata,  Ecuador 
(DoESEY,  Ibid.,  plancha  XCIX) 


290 


race  Manche  et  de  masques  japonais.  On  y  remarque  —  agrega  —  des  tetes 
tí  front fuyant  comme  les  profils  de  Palenque,  et  d'autres  a  front  droit 
comme  des  profils  grecs.  Les  máchoires  sont  ortJiognathes  et  prog^iathes,  les 
figures  glahres  ou  barbues;  c'est  un  mélmige  extraordinaire  qui  prouve 
combien  des  races  on  dü  se  mélanger  ou  se  succéder  sur  ce  vieux  continent  ^ 
Observaciones  más  amplias  pudo  realizar  al  respecto  mi  amigo,  el 
ilustre  y  malogrado  historiador  mexicano  Alfredo  Cliavero.  «  Se  hallan 
tipos  —  dice  en  su  conocida  obra  —  que  se  distinguen  por  la  falta  de 
pelo,  como  si  aquellos  individuos  acostumbraran  á  rasparse  la  cabeza. 
Con  la  cabeza  también  lisa,  aunque  con  la  frente  ancha,  ofrecen  otros 
una  forma  redonda  y  bien  j)roi)or clonada.  Los  hay  con  la  nariz  abultada 
y  chata  y  los  labios  salientes,  como  ya  hemos  dicho.  Se  encuentran 
varios  rapados,  pero  llevando  tres  adornos  ó  mechones  al  medio  y  á  los 
lados  de  la  frente.  Unos  llevan  el  pelo  con  una  especie  de  bandas,  en 
forma  piramidal,  recogido  en  la  parte  superior  por  un  lazo  que  cuelga 

al  lado  izquierdo.  Del  mismo  género 
hay  otros  en  que  se  exagera  más 
el  tocado.  Obsérvase  á  veces  el  pelo 
dispuesto  en  forma  de  tejado,  con 
un  adorno  sobrepuesto  alrededor, 
y  tiene  de  muy  singular  el  adorno 
sobre  los  ojos,  que  dice  el  señor 
Orozco,  que  si  de  tiempos  modernos 
fuera,  lo  compararía  á  grandes  ga- 
fas; pero  que  no  puede  ser  otra 
cosa  que  distintivo  de  dignidad  ó 
raza.  Tipo  egipcio  parece  el  de  otros  que  tienen  una  banda  sobre  la 
frente  y  dos  especies  de  alas  laterales :  en  ellos  están  bien  marcadas 
las  orejas  redondas  comunes  á  varias  de  estas  figuras.  Distingue  á 
no  pocos,  y  acaso  es  lo  que  llama  más  la  atención,  la  especie  de 
turbante  que  les  ciSe  \a  cabeza  y  los  lienzos  que  bajando  por  las 
mejillas  cierran  debajo  de  la  barba,  recordando  á  algunas  naciones  asiá- 
ticas. Y  se  ven  también  cabecitas  con  una  gran  gorra,  cuyo  labrado 
indica  pieles  y  que  tiene  una  pluma  ó  borla  en  la  parte  superior,  lo  que 
hace  pensar  en  los  tártaros  »  '-. 

En  las  colecciones  del  Museo  de  La  Plata,  también  se  conservan  dos 
deesas  pequeíias  esculturas  (fig.  10  y  11), donadas  en  1893  por  el  doctor 
Estanislao  S.  Zeballos.  Á  pesar  del  laconismo  de  las  etiquetas,  en  las 


^**-. 


k 

X 


rig.  10.  San  Juan  «le  Teotiluiacan  (C.  M.  L.  P.),  í- 


'  DÉsiRÉ  Charnat,  Les  ancietmes  villes  du  Nouveau  Monde.  Voyages  d' exploratioun 
au  Mexiqíie  et  dans  l'Aviérique  Céntrale,  118.  Paris,  1885. 

*  Alfredo  Cha  vero,  Historia  antigua,  en  Vicente  Riva  Palacio,  México  á  tra- 
vés de  los  siglos,  I,  69  y  siguiente.  Barcelona  (sin  fecha). 


—  291  — 

que  sólo  se  registra  el  nombre  de  <<  Méjico  »,  no  abrigo  duda  alguna  sobre 
su  ])roeodencia ;  eorresi)onden  si  los  ti])os  más  comunes  de  Teotihuacan, 
de  los  que  Cliarnay,  Clunevo  y  Soler  rei)r()ducen  en  los  grabados  que 
acompañan  sus  estudios  '  (tig.  IL*). 

La  cabecita  reprodiu-idji  en  la  viñeta  10  de  esta  breve  nota,  se  lia  mo- 
delado en  una  arcilla  idéntica  á  la  empleada  i)ara  fabricar  la  más  her- 
mosa de  las  encontradas  en  la  laguna  de  Lobos;  tiene,  además,  igual 
coloración;  se  lia  observado  la  misma  técnica,  y  sólo  difiere  en  el  tipo 
físico.  Representa  á  un  intlividuo  magro,  con  los  pómulos  i)ronunciados ; 
los  ojos  recogidos ;  la  nariz  larga  y  estreclia ;  labios  poco  gruesos  pero  el 
inferior  muy  caído,  y  mentón  prominente  y  triangiüar.  De  perfil,  la 
frente  es  relativamente  elevada;  el  dorso  de  la  nariz  resulta  rectilíneo, 
y  se  acentúan  grandemente  los  detalles  que  ofrece  la  cara  inferior.  Es 
un  tipo  étnico  que,  no  sólo  se  le  baila  representado  con  nuiclia  frecuen- 
cia en  las  alfarerías  de  Teotihuacan  ^,  sino  también  en  las  máscaras  de 
tierra  cocida  ó  de  piedra,  procedentes 
de  los  cementerios  Tepanecas  de  Azca- 
pozalco  ^ 

En  cuanto  á  la  otra  (fig.  11),  es  de 
aquellas  que  Chavero  consideraba  como 
de  «  tipo  egii)cio  »,  con  «  una  banda 
sobre  la  frente  y  dos  especies  de  alas 
laterales  »  ^. 

La  figurita   humana,   encontrada    en 

_-  -i-T  T  .-_,^,  Fig.  11. — Saij  Juan  dn  Teotihuacan 

Lobos  y  reproducida  en  la  viñeta  1  de  (c.  m.  l.  p.),  ; 

esta  nota,  dado  la  forma  ovalada  de  la 

cara,  su  nariz  ancha  y  deprimida,  el  enhompoínt  marcado  y  la  deformación 

antero-posterior  característica,  se  aproxima  evidentemente  al  tipo  de  los 

•  Charnay,  Ibid,  119;  Chavero,  liid,  figura  iucluída  eu  la  página  243;  Eduard 
Selkr,  Die  arcliüologischen  Ergebnisse  meiner  ersten  mexikanischen  Eeise,  en  E.  Seler, 
Gesammelte  AhJmndlungen  ziir  Amerikanisclien  Spracli-und  Alterthumskimde,  II,  figura 
41  a.  Berliu,  1904.  Esta  comunicación  se  publicó  por  vez  primera  bajo  el  título  de 
Resultáis  arohéologiques  de  son  dernicr  voyage  en  Méxique,  en  Congrés  International  des 
Amóricanistes.  Compte-rendu  de  la  septiéme  session.  Berlín  1888,  116  y  siguientes.  Ber- 
lín, 1890.  Sin  embargo,  prefiero  referirme  á  la  reedición  que  va  acompañada  de 
figuras. 

•^  De  las  treinta  cabecitas  reproducidas  por  Seler  (Ibid,  fig.  41  a),  doce  pertenecen, 
sin  duda  alguna,  al  tipo  étnico  de  que  me  ocupo  en  el  texto. 

^  E.  T.  Hamy,  Galerie  amérieainc  du  Musée  d'  Ethnographie  dii  Trocadéro,  21,  plan- 
cha XI,  figvira  30.  Paris,  1897.  Téngase  en  cuenta  que  Azcapozalco  está  situado  á 
poca  distancia  de  México  y  de  Teotihuacan. 

^  Inoficioso  me  parece  decir  que  se  trata  de  un  tocado  sumamente  común  en  Mé- 
xico y  aun  en  el  Perú,  y  del  cual  se  destacan,  con  mucha  nitidez,  los  grandes  ador- 
nos auriculares. 


—  293  — 

hombros  ro]>restMitii(l()s  en  las  oscuUurasdt'  PalciHiuc  (')  en  los  cxulx'riuitos 
relieves  de  las  \iejas  estelas  del  valle  del  llsuiiiatsiiitla.  lOii  cambio,  de 
la  forma  y  eoii  los  detalles  <le  la  otra  (ti,>;-.  13),  se  lian  hallado  muchos 
ejem])lares  en  el  mismo  Teotihuacaii  (íi<>-.  V2). 

Son,  en  verdad  muy  ikxms,  las  alfarerías  zoomórlieas  mexicanas  publi- 
cadas hasta  ahora.  Ello  se  ex])lica  sin  mayores  violencias:  ha  sucedido 
(Ui  Mí'xico  lo  (pu'  con  otras  «grandes  civilizaciones;  en  los  ju'inu'ros 
tiemi)os,  los  monumentos,  las  construcciones  |)iramidales  con  sus 
sui)erestructuras  extrañas,  los  dinteles  cubiertos  de  abi;4arrados  jevo- 
g'lífleos,  han  monopolizado  por  entero  la  atención  de  los  es])ecialist{is.  La 
«  pequeña  arqueolojiía  »  ha  quedado  olvidada  y,  recién  en  los  últimos 
tiempos,  se  han  comenzado  estudios  realmente  sistemáticos.  Oreo,  no 
obstante,  que  la  cabeza  de  «  coyote  »  reco<>ida  en  la  laguna  de  Lobos, 
l)roeede,  como  las  humanas  que  la  acompañaban,  de  San  Juan  de  Teo- 
tihuacan.  Los  Alejos  mexicanos  creían  que  Tezcatli])0ca,  el  creador  del 
cielo  y  de  la  tierra,  se  transformaba  en  coyotl  para  salir  al  encuentro  del 
caminante  descuiíhulo  * ;  y,  en  la  actualidad,  aquel  lobo  interviene  gran- 
demente en  elfoll^-lore  de  los  habitantes  de  muchos  estados. 

Incurriría  en  teorizacioiies  sin  fundamento  alguno,  si  tratara  de  expli- 
car la  presencia  en  la  provincia  de  Buenos  Aires  de  las  esculturas  mexi- 
canas que  han  moti\ado  esta  breve  noticia.  Hasta  ahora  no  \i:i  logrado 
saberse  á  qué  objeto  se  aplicaban  los  millares  de  figuritas  de  barro  que 
se  encuentran  en  Teotihuacan,  si  eran  destinadas  al  culto,  si  eran  i)iezas 
de  comercio  -.  Esta  falta  de  antecedentes  embrolla  aún  más  el  ])roblema 
que,  ])osiblemente,  permanecerá  por  mucho  tiemi)o  sin  ofrecer  la  de- 
seada explicacicui  discreta. 

Eu  ol  Museo  d.-  La  Piafa,  agosto  18  de  1908. 


'  Saha<íu.\,  Ibid,  oOt). 

*  El  señor  Chavero  reproduce  la  opinión  de  Orozco  y  Berra  de  que  se  destinaban 
«  para  conmemorar  la  raza  de  cada  quien  »  (Ibid,  63).  La  verdad  es  que  Seler  resume 
el  estado  de  la  cuestión  :  Die  Kopfchen  von  Teotihuacan  —  dice  —  deren  Kathsel  viir 
auch  durch  die  neuereii  Arbeiten  dariiber  noch  immer  nicht  gelost  zu  scin  scheint,  sind 
bekannt  (Ibid,  314). 


DESCRIPTION 


NOUVEAU  LAMPYRIDE  ARGEMIN 


Pau  ernest  olivier 


Dodacles  emissus  Erx.  Oliv. 


Elongatus,  Cfqrite  nigro,  antennis  hrevihus ,  nigrís,  duohns  primix  arti- 
culin  aurmitiacis ;  prothorace  aurantiaco,  antice  rotundato^  tenue 
punctato,  in  medio  longitudinaliter  síilcaUdo,  macula  mediana  ni- 
gra;  scutello  ohconico,  nigro,  ápice  testaceo;  elytris  prothorace  vLr 
latioríhus,  elongatis,  paululum  dehiscentihm\,  aurantiaeis,  dimidio 
apicali  nigro ;  pectore  píceo  vel  hminieo-riifo ;  ahdominc  nigro, 
ultimo  ventrall  segmento  cerco ;  pygidio  trilohato,  dnahn.s-  maculis 
cereis  ornato^  femorihvs  et  coxis  anrantiacis,  tibiis  plus  minusTc 
infuscatis. 

Long'.  11  mm. 

Bépublique  Argentine  :  Córdoba  (Brucli). 

Brun,  á  Pexception  des  deiix  premiers  articles  des  aiitennes,  dii  pro- 
thorax,  du  soniinet  de  l'écusson,  de  la  moitié  basilaire  des  élytres,  des 
pattes  antérieures,  des  banclies,  du  dernier  segmeiit  ventral  et  de  denx 
taches  sur  le  pygidium  qui  sont  oraugés.  Le  protborax  est  marqué 
d'une  tache  linéaire  longitudinale  bruñe  qui  n'atteint  par  la  marge 
antérieure. 


TIPOS  DE  ALFAHEIllA 

EN    LA    REGIÓN    DI  AGÜITO -CAL  O  II  AQUÍ 
Por  SAMUEL  A.  LAFONE  QUEVEDO,  M.  A.  (Caxtaií.) 


INTRODUCCIÓN 


El  siguiente  trabajo  tiene  por  principal  objeto  dar  á  conocer  ciertos  y 
determinados  grupos  de  la  cerámica  indígena  en  las  regiones  Diaguito- 
Calchaquí  que  pueden  considerarse  como  típicos  y  proi^ios  de  las  mis- 
mas. El  estudio  de  las  variantes  en  cada  grupo  se  deja  i^ara  más  tarde 
X)orque  el  material  es  abundante,  y  se  espera  que  para  entonces  estarán 
ya  disponibles  las  ricas  colecciones  del  Museo  Nacional  de  Buenos  Ai- 
res en  su  nuevo  local,  las  que  hoy  por  falta  de  lugar  adecuado  para  su 
exposición  se  bailan  depositadas  donde  no  es  fácil  el  acceso  á  los  estu- 
diantes de  la  materia. 

En  nuestro  mismo  Museo  hace  más  de  un  año  que  se  trabaja  con  el 
objeto  de  salvar  las  colecciones  de  los  efectos  del  salitre,  de  acuerdo 
con  el  método  empleado  por  el  profesor  Ambrosetti,  que  resulta  ser  el 
mismo  recomendado  por  Flinders  Petrie  en  Egipto.  Esta  operación  ba 
obligado  á  desarreglarlo  todo,  pero  nos  ha  dado  tal  conocimiento  de 
mucho  de  lo  que  estaba  oculto,  ya  por  su  colocación,  ya  por  la  patina  y 
acreciones  del  tiempo,  que  puede  decirse  que  se  nos  abren  nuevos  hori- 
zontes en  la  arqueología  andina. 

Todo  lo  que  aquí  se  publica  no  pasará  de  ser  una  introducción  á  ese 
eorpus  déla  cerámica  andina  que  más  tarde  esperamos  verá  la  luz,  corpus 
en  que  el  estudiante  del  arte  podrá  encontrar  algo  siquiera  de  lo  que 
precisa  para  establecer  parangones  entre  los  artefactos  precolombinos 
de  las  tres  Américas. 

Hablándose  de  parangones,  y  como  más  hoy  más  mañana  habrá  que 
iniciarlos  en  lo  que  es  entre  el  Perú  y  la  región  Diaguito-Calchaquí, 


—  296  — 

conviene  traer  á  colación  algo  que  dice  el  nunca  bien  poderado  ameri- 
canista, Ximénez  de  la  Espada  en  su  contribución  al  Centenario,  tomo  I, 
página  403,  etc. 

«Uno  de  los  modelos  de  ornamentación  más  repetidos  en  las  prendas 
de  cunipi  ^,  sobre  todo  en  los  uncus  '',  es  el  de  las  zonas  ó  grecas  aje- 
drezadas, llamadas  j9rtfa  ^  entre  Aymaraes  y  Quichuas  ^,  nombre  que  sig- 
nifica escalera  y  gradería,  la  cual,  como  ignorantes  de  los  recursos  de  la 
perspectiva,  representaban  en  sus  dibujos  con  dos,  tres,  cuatro  y  más 
hileras  de  escaques,  etc.,  etc.  ». 

La  cita  es  larga  y  curiosa  :  en  ella  se  liabla  de  LlanTíapata  '"  y  de 
Gollcapata,  sobre  todo  de  ese  famoso  cnnihí  ^,  esas  randas  tejidas,  fajas 
llenas  de  figuras  simbólicas,  que  reunidas  venían  á  formar  sus  preciosas 
telas. 

El  mismo  Ximénez  de  la  Espada,  en  sus  Antigüedades  peruanas,  pági- 
nas 231  y  siguientes,  reproduce  la  relación  del  indígena  «don  Joan  de 
Santa  Cruz  Pacbacuti  Yamqui  Salcamaygua  »,  y  la  acompaña  con  una 
lámina  de  geroglíficos  interi^retados  :  allí  vemos  una  de  estas  Pata, 
cuya  explicación  parece  decir  «  es  cica,  pata  »  ;  si  nos  valemos  emi^ero 
de  la  reproducción  que  nos  i^roporciona  Markliam  en  sus  Rites  and  Latvs 
ofthe  Incas  (Uakluyt  Society),  página  84,  la  leyenda  está  más  com- 
pleta y  bien  clara,  pues  dice  esto  :  «  Collca-pata  y  la  casa  estaba  toda  pa- 
rada con  planchas  de  oro  llamada  cori  cancha  vagi  ».  La  verdad  es  que 
Cólica  dice  «almacén  para  conservar  la  míes,  y  pata  «trono»,  «  esca- 
lón V  ó  «escalera»,  y  más  «  cualquier  desigualdad»  ;  por  otra  parte  cori 
cancha  vagi  (por  uasi)  equivale  al  romance-casa  (nasi)  del  patio  (cancha) 
de  oro  (cori)  ^. 

De  las  observaciones  de  Ximénez  de  la  Espada  y  de  la  curiosísima 
lámina  sacada  á  luz  por  el  mismo  insigne  americanista  deducimos  como 
consecuencia  que  los  jxtta  ó  escaques,  triángulos  ó  escalones,  grecas,  etc., 

'  Ciimpi,  orilla,  rauda  ó  borlas  de  los  vestidos.  S.  Tomás,  Lexicón  in  toce  cum- 
hini. 

'  Pata.  Poyo  para  sentarse.  Ibid.  in  voce  :  escalón,  desigualdad. 

'   Quichua  y  no   Kechtia,  escribe   este  autor. 

*  Llankapata. 

''  Ver  adelante. 

"^   Curnbí. 

'  Genealogía  del  Yamqui  Salcamaygua. 

Tris-Abuelos  :  don  Bernabé  Apohilas  Urcuuipoco  ;  don  Gonzalo  Pizarro  Tintaya  ; 
don  Carlos  Huanco. 

Bis-Abuelos :  don  Gas^iar  Apoquiricauquí  ;  don  Joan  Apoyngamaygua. 

Abuelos:  don  Baltazar  Cacyaquivi;  don  Francisco  Yamquiguanucu. 

Padres  :  don  Diego  Felipe  Condorcauqni  =:  Doña  María  Guayrotazi ;  dou  Joan  de 
Santacruz  Pachacuti  Yamqui  Salcamaygua. 


—  2;t7  — 

todos  tenían  su  valor  simbólico,  de  oii«>en  al  menos;  no  nos  meteremos  á 
desiüiiar  la  época  en  qne  los  tales  símbolos  dejaron  de  tener  si<>nifica- 
ción  en  el  rito  in(lí<>ena,  y  pasaron  ;i  ser  simples  adornos  de  uso  general 
entre  los  artistas  alfareros,  ó  en  metal;  ])ero  una  cosa  se  establece,  que 
este  estilo  de  ornanientación  convencional,  ora.  en  mayor,  ora  en  menor 
escala,  senos  presenta  por  dotiuicra  que  andemos,  y  que  todo  es  de  ten- 
dencia neptúnica  ó  sea  del  Dios  del  Aí>ua,  llámese  él  Hnimcocha,  Co- 
Ati^  ó  cualquiera  de  los  demás  nombres  que  puedan  caberle  en  la  mito- 
logía americana. 

No  obstante  de  ser  éste  un  estudio  de  índole  esencialmente  arqueoló- 
gica, se  ha  creído  conveniente  acompañarlo  con  tres  mapas  históricos  : 
los  dos  que  se  refieren  al  primer  medio  siglo  de  su  conquista,  y  el  terce- 
ro, á  la  distribución  geográfica  de  los  objetos  arqueológicos  de  que  se 
trata  en  este  estudio.  Cada  día  se  hace  más  y  más  necesario  que  todo 
trabajo  de  historia,  de  lingüística,  de  arqueología,  etc.,  lleve  sus  mapas 
más  ó  menos  detallados  que  faciliten  la  relativa  ubicación  de  cuanto  se 
describe;  sobre  todo  en  lo  que  corresponde  al  presente  ensayo  puesto  que 
por  lo  pronto  la  base  de  nuestra  clasificación  para  los  objetos  arqueoló- 
gicos de  la  región  Diaguito-Calchaquí  es  principalmente  geográfica,  y 
por  la  sencilla  razón  de  que  es  la  única  más  segura  y  por  la  que  alguna 
vez  acaso  alcancemos  á  llegar  á  la  cronológica. 

Séame  lícito  aquí  agradecer  al  jefe  de  nuestra  sección  zoológica,  pro- 
fesor Carlos  Bruch,  por  su  amable  ayuda  en  proporcionarme  reproduc- 
ciones fieles  de  muchas  de  las  piezas  que  figuran  como  clichés  :  la  orna- 
mentación de  los  vasos  no  siempre  está  muy  bien  conservada  de  suerte 
que  no  se  produce  ese  contraste  de  colores  que  la  máquina  fotográfica 
requiere;  y  no  es  sólo  ésto,  pues  los  vasos  de  rojo  y  negro  exigen  que  la 
ornamentación  se  prepare  de  antemano  con  perfiles  de  creta,  ú  otro  me- 
dio de  color  blanco;  los  positivos  después  se  repasan  con  tinta  china  y 
se  someten  á  un  baño  que  deja  las  fotografías  aptas  para  ser  converti- 
das en  clichés  :  de  esta  manera  se  consigue  la  exactitud  y  la  nitidez  en 
los  detalles.  Al  profesor  Carlos  Bruch  tengo  que  agradecer  el  procedi- 
miento y  los  resultados  tan  eminentemente  satisfactorios. 


La  República  Argentina,  según  la  vemos  figurar  en  los  mapas,  es  un 
total  político  cuyo  perímetro  geográfico  sería  bastante  simétrico  sino 
fuese  por  esas  desgraciadas  irregularidades  que  le  han  introducido  los 


—  298  — 

desmembramientos,  efecto  de  los  sucesos  posteriores  al  año  1810,  y  de 
los  fallos  de  arbitros  en  las  inuclias  cuestiones  de  límites  posteriores  á 
la  constitución  del  país. 

Acostumbrados  como  estamos  á  creer  que  la  República  Argentina 
siempre  fué  como  ella  se  nos  presenta  en  los  mapas  y  atlas  que  usamos, 
fácilmente  nos  olvidamos  que  no  es  más  que  un  conjunto  excéntrico  que 
heredamos  del  antiguo  virreinato  del  Eío  de  la  Plata,  menoscabado  en 
la  parte  desx>rendida  para  formar  vecinas  repúblicas,  como  ser  la  Orien- 
tal del  Uruguay,  Paraguay  y  Bolivia.  Las  cuestiones  de  líndtes  interna- 
cionales é  interjurisdiccionales  entraron  en  la  lierencia  y  su  solución  lia 
sido  causa  más  de  una  vez  de  graves  modiflcaciones  en  las  líneas  de 
fronteras,  tanto  en  la  República  Argentina  y  las  otras  sus  limítrofes, 
como  entre  las  modernas  provincias  y  territorios  que  boy  constituyen 
el  suelo  argentino. 

El  calificativo  de  «  excéntrico  »,  aplicado  en  esta  ocasión  no  resulta 
ser  rebuscado,  pues  la  República  Argentina,  coino  el  virreinato  del  Río 
de  la  Plata,  consta  de  varias  gobernaciones,  que  antiguamente  tenían 
su  autonomía,  relativa  en  cuanto  á  la  autoridad  central,  absoluta  por  lo 
que  respecta  á  Buenos  Aires,  boy  capital  federal  de  la  nación. 

Hoy  por  boy  la  República  Argentina  se  forma  de  lo  que  antiguamente 
fueron  llamadas  provincias  de  Tucumán,  Cuyo,  Buenos  Aires  ó  Río  de 
la  Plata,  y  lo  que  se  ba  logrado  salvar  de  los  territorios  nacionales.  De 
estas  tres  provincias  la  que  lia  sufrido  más  por  desmembramiento  es  la 
del  Río  de  la  Plata  ó  de  Buenos  Aires. 

La  provincia  colonial  era  muy  distinta  de  la  provincia  moderna,  y 
ello  se  comprende  si  analizamos  lo  que  se  quería  decir  cuando  se  habla- 
ba de  la  provincia  de  Tucumán,  á  la  que  no  liay  que  confundir  con  la 
jurisdicción  de  San  Miguel  de  Tucumán.  Cada  municipio,  ó  ciudad  mu- 
nicipal, tenía  su  territorio  señalado  de  hecho  ó  de  derecho,  y  á  todo  ello 
se  daba  el  título  de  jurisdicción^  sin  perjuicio  de  que  al  tratar  de  ella  se 
hiciese  uso  de  la  palabra  república^  en  el  sentido  de  cosa  pública^  sin  la 
menor  intención  de  caer  en  la  herejía  política  de  un  republicanismo  pre- 
maturo. 

Así,  pues,  cuando  en  1607  el  gobernador  de  Tucumán,  el  famoso  don 
Alonso  de  Rivera,  refundo  la  ciudad  de  Londres  ^,  no  tan  lejos  de  su 
jnúmer  asiento  en  el  valle  de  Quinmivil  -,  se  llegó  al  máximum  de  los 
municii^ios  ó  sea  jurisdicciones  de  la  colonial  provincia  del  Tucumán,  á 
saber  :  1"  Santiago  del  Estero,  capital  de  la  gobernación  '^ ;  2°  San  Mi- 


'  1607. 
-  1558. 

^  1553.  Fundada  i^n-  Francisco  de  Agnirre  y  como  dependencia  de  la  gobernación 
de  Pedro  de  Valdivia. 


_,^   29Í)  — 

ji'iu'l  (le  Tiu'uiuán  ^;  3"  Estoco  -;  4"  Córdoba  •';  5"  Salta  '' ;  (*>"  Rioja  ^; 
7"  Jujuy  ":  8"  Londres  '. 

De  estos  municipios  en  el  <'uis(»  del  si.ülo  xvii  desa]»ai'eciei<>n  dos; 
el  primero  en  1G83,  año  en  ipie  se  dejó  h\  ciudad  de  Londres  en  su  últi- 
ma reíundaeión  en  el  valle  de  Pomán,  pasando  la  jurisdicción  en  heren- 
cia á  la  ciudad  de  Catamarca,  bajo  el  nombre  <le  San  Fernando,  pero 
con  el  mismo  Santo  Patrón  San  duan  Bautista,  no  la  vir<;en  del  Aballe, 
como  muclios  han  creído,  ixto  errí'uieamente. 

Para  formar  esta  nueva  jurisdicciiin  lU'  San  Fernando  del  \alle  de  Ca- 
tamarca se  le  adjudicó  casi  íiiteiiramente  los  términos  (jue  antes  fueran 
de  la  dejada  ciudad  de  San  Juan  de  Londres,  y  más  :  1"  las  sierras  de 
Santiago  del  Estero,  hoy  de  Ancasti  y  del  Alto,  con  sus  llanos  inme- 
diatos ;  2°  los  valles  de  Catamarca,  Paclin,  Singuil,  Valcosna  y  algunos 
otros  anexos,  de  la  jurisdicción  de  San  Miguel  de  Tucumán  y  |3°  el  valle 
de  Capayán  hasta  Chumbicha,  que  antes  [fuera  de  la  Rioja.  Asi,  pues, 
la  moderna  jurisdicción  de  San  Fernando  del  valle  de  Catamarca  se 
formó  de  partes  de  tres  jurisdicciones  agrupadas  en  derredor  del  núcleo 
que  antes  fuera  la  de  Londres;  y  lo  que  es  más  curioso  aún,  la  ciudad 
acabó  por  fundarse  fuera  del  valle  de  Catamarca,  en  una  fVilda  que 
propiamente  corresponde  á  los  empiezos  del  vallé  de  Capayán  ^  antes 
de  la  Eioja. 

El  fin  del  siglo  xvii  presenció  la  mudanza  de  dos  ciudades  :  1°  la  de 
la  última  ciudad  de  Londres  para  volverse  Catamarca,  y  2''  el  Pueblo 
Viejo  de  San  Miguel  de  Tucumán  á  su  asiento  actual,  el  año  1686;  y 
todo  fué  obra  del  gobernador  don  Fernando  de  Mendoza  Mate  de  Luna : 
la  ciudad  de  Esteco  ó  sea  Talavera  de  Madrid  desapareció  en  el  gran 
temblor  de  1692,  y  sus  habitantes  y  territorio  se  repartieron  entre  los 
municipios  de  Salta  y  San  Miguel  de   Tucumán :  sin  saberse  cómo  ni 

'  Eu  1565  por  Diego  de  Villarroel  y  lí  nombre  de  su  tío  el  gobernador  Francisco 
de  Agnirre  (Lozano,  IV,  pág.  227). 

*  El  año  1566  (?)  eu  uua  revuelta  contra  Francisco  Agnirre,  por  Diego  de  Heredia 
y  Juan  de  Berzocana,  sobre  el  salado  en  los  26°  á  26°  30'  do  latitud  sur.  (Lozano, 
t.  IV,  pág.  ¡^33). 

^  En  1573  por  don  Jerónimo  Luis  de  Cabrera.  (Ibid,  pág.  271). 

^  En  1582  por  Felipe  de  Lerma. 

^  En  1591  por  Juan  Kamírez  de  Velasco. 

^  Por  el  mismo  en  1593. 

''  Véase  nota  1. 

'  No  se  confunda  este  valle  con  otro  del  mismo  nombre  en  la  región  de  Famatina 
que  aun  permanece  eu  jurisdicción  déla  Rioja.  La  etimología  de  este  nombre  co- 
rresponde á  la  lengua  de  Cuzco,  ó  Kechua,  como  hoy  la  llaman,  y  es  bien  significa- 
tiva :  Capah  —  «  real  »  y  yan  6  ñan  —  «  camino  »,  —  i.  e.  «  camino  real  »  que  los 
Incas  tenían  para  comunicarse  con  sus  dependencias. 


—   300   — 

cuándo  estas  jurisdicciones  se  incorporaron  el  territorio  que  antes  fuera, 
de  la  difunta  municipalidad  \ 

El  semillero  de  cuestiones  de  límites  interprovinciales  que  ha  queda- 
do es  basta  el  día  de  hoy  interminable,  ]>ero  mucha  luz  se  arrojaría  so- 
bre algunos  de  estos  asuntos  si  se  pusiese  en  evidencia  el  título  con  que 
las  tierras  de  Esteco  ])asaron  á  ser  de  Salta  y  Tucumán  :  allí  sin  duda 
se  hallará  la  explicación  del  por  qué  Tucumán  se  entra  con  un  martillo 
entre  Salta  y  Catamarca :  anomalías  como  éstas  sólo  tienen  explicación 
en  la  historia  política ;  porque  las  exigencias  orográficas  hubiesen  reco- 
mendado otra  distribución.  Á  lo  que  se  desprende  á  primera  vista,  este 
martillo  corresponde  á  la  jurisdicción  de  Esteco,  y  fué  por  allí  que  entró 
don  Alonso  de  Mercado  y  Villacorta  cuando  expatrió  los  famosos  Quil- 
mes  y  Calíanos  á  su  destierro  entre  Buenos  Aires  y  La  Plata. 

Estas  ocho  jurisdicciones  con  los  Chacos  correspondientes  hasta  dar 
con  el  meridiano  que  los  debería  se])arar  (porque  nunca  hubo  fijeza  en 
los  límites  interjurisdiccionales)  de  las  pertenencias  de  Buenos  Aires 
y  Paraguay,  constituían  el  patrimonio  de  la  provincia  colonial  de  Tu- 
cumán. Al  Este  partía  términos  con  el  reino  de  Chile,  Cordillera  por  me- 
dio y  al  sur  colindaba  con  la  provincia  de  Cuyo,  dependencia  de  Chile  y 
que  constaba  de  las  jurisdicciones  de  :  1°  Mendoza,  2"  San  Juan  y  3" 
San  Luis  de  la  Punta. 

Este  curioso  martillo  de  la  provincia  de  Cuyo  enclavado  dentro  de  lo 
que  debiera  de  ser  i)rovincia  de  Tucumán  sólo  se  explica  si  se  tiene  en 
cuenta  las  concesiones  que  se  hicieron  á  los  descubridores  de  nuestra 
parte  del  continente  sudamericano  en  la  primera  mitad  del  siglo  xvi,  de 
que  se  hablará  más  adelante. 


II 


El  cronista  Antonio  de  Herrera  -,  bajo  fecha  de  1529  (Dec.  IV,  lib.  VI, 
pág.  107),  cuenta  que  el  rey  '',  por  capitulación  dio  licencia  á  Francisco 
Pizarro  :  «  para  continuar  el  descubrimiento,  conquista  y  población  de 
la  tierra  del  Perú,  hasta  200  leguas  *  de  tierra,  por  la  misma  costa,  que 
comenzasen  desde  el  pueblo  dicho  de  Temumpala,  hasta  Chincha,  que 
l)odían  ser  las  dichas  200  leguas,  poco  más  ó  menos,  etc.,  etc.  » 

'  Lozano,  tomo  IV,  página  286. 

-  Cronista  mayor  de  Indias  que  publicó  sus  décadas  en  1601. 

'  El  emperador  Carlos  Y,  primero  de  España,  aunque  á  la  sazón  vivía  la  madre 
doña  Juana. 

*  De  17  ','    al  orado. 


—   SOI    — 

El  mismo  autor,  con  tV'clia  cU'  ir).")5,  dice  (pie,  en  re<'om])eiisa  de  todos 
los  tí'soros  y  <inuules  noticias  de  i\\w  era  conductor  Hernando  IMzarro, 
Iiernia7u>  del  famoso  conquistador,  el  rey  concedió  á  éste  un  aumento  de 
70  leguas  en  su  jurisdicción,  «  por  luenjio  de  costa,  por  la  cuenta  del 
meritliano».  (Dee.  V,  lib.  VI,  pág.  150).  En  la  descripción  iiucial  y  pá- 
ü'ina  35,  el  mismo  Herrera  establece  la  jurisdicción  de  Pizarro,  llamada 
«la  Nueva  Castilla»,  como  que  se  extendía  «desde  el  Quito  hasta  el 
Cuzco,  60  leguas  más  ahajo  de  Chineha  », 

En  seguida  de  lo  capitulado  por  Hernando  Pizarro  en  favor  de  su 
hermano  Francisco  entraban  los  derechos  del  mariscal  don  Diego  de  Al- 
magro, que  según  el  mismo  Herrera  constaban  de  lo  siguiente  : 

« (El  rey)  le  hizo  merced  de  la  gobernación  de  toda  i)arte  de  la  tierra 
que  pudiesen  comprender  200  leguas  ^  de  costa,  línea  recta  de  este  á 
oeste  y  norte  sur,  desde  donde  acabasen  los  límites  de  la  Nueva  Castilla, 
que  se  llamaba  la  gobernación  de  don  Francisco  Pizarro,  y  la  mandó 
nombrar  la  Nueva  Toledo  ».  (Dec.  V,  lib.  VI,  pág.  150). 

No  se  necesitaba  ser  filibustero  en  las  Indias  Americanas  para  enta- 
blar cuestiones  de  jurisdicción  á  raíz  de  límites  tan  vagos,  y  sobre  todo 
cuando  diez  leguas  más  ó  menos  podían  dar  ó  quitar  derecho  á  los  te- 
soros del  Cuzco  ;  y  así  vemos  que  tanto  Pizarro  como  Almagro  murieron 
de  muerte  violenta,  y  ellos  y  sus  herederos  malograron  los  beneficios  de 
vsus  inicuas  conquistas,  ]iorque  no  se  pudieron  avenir  los  dos  adelan- 
tados. 

Entregadas  las  470  leguas  que  les  cupieron  por  capitulación  á  Pizarro 
y  á  Almagro,  debían  empezar  las  200  leguas  -  que  se  habían  concedido 
á  don  Pedro  de  Mendoza,  i^rimer  adelantado  del  Río  de  la  Plata.  Acerca 
de  esta  capitulación  Herrera  se  expresa  así : 

«  Desde  que  Sebastián  Gaboto  volvió  del  río  de  Solís,  que  llaman  de 
la  Plata,  no  se  había  enviado  á  nadie  que  poblase  aquellas  grandes  pro- 
vincias, y  ijareciendo  al  rey  que  no  convenía  tenerlas  más  de  aquella 
manera,  habiéndose  ofrecido  de  ir  á  ellas  don  Pedro  de  Mendoza,  caba- 
llero de  Guadix,  criado  del  rey,  y  gentilhombre  de  su  casa,  le  dio  aque- 
lla gobernación,  con  que  entrase  por  la  tierra,  hasta  llegar  á  la  Mar  del 
Sur  y  y  se  obligase  de  llevar  mil  hombres  en  dos  viajes,  con  manteni- 
mientos para  un  año,  y  cien  caballos  y  yeguas  ^...  con  las  armas  que  fuesen 
menester,  con  que  descubriesen  todas  las  islas,  en  el  paraje  de  aquel  río, 
que  cayesen  en  los  límites  de  su  gobernación  de  la  Mar  del  Sur,  en  lo  que 

'  Siempre  de  17  '/g  Por  grado.  Véase  el  mapa  del  caso  al  fin. 

-  Las  200  leguas  serían  unos  11  ^/-  ó  sean  12  grados  más  ó  menos.  La  jurisdic- 
ción de  Mendoza  arrancaba,  pues,  más  ó  menos  en  la  altura  de  la  Asunción. 

^  Como  se  ve,  no  se  hablaba  de  vacunos,  ni  hay  noticia  de  ellos  antes  de  la  se- 
gunda fundación  de  Buenos  Aires  :  porcinos  había  muchos,  como  lo  dice  Irala. 


—   302   — 

tocase  á  la  demarcación  de  la  corona  de  Castilla  '...  por  cuanto  le  daba  fa- 
cultad, en  el  nombre  real  y  de  la  corona,  para  entrar  por  este  río,  y  tener 
200  leguas  de  costa  de  gobernación,  hacia  el  Estrecho  de  Magallanes, 
y  para  conquistar  y  poblar  las  provincias,  que  hubiesen  en  las  dichas 
tierras...  Diósele  título  de  Adelantado  en  aquella  gobernación,  en  la  cual 
había  de  fabricar  tres  fortalezas  ',  etc.,  etc.  »  (Dec.  V,  lib.  IX,  pág.  219). 

Todos  conocemos  el  desastroso  fin  que  tuvo  el  malhadado  primer  ade- 
tado  del  Río  de  la  Plata,  mas  no  todos  se  han  enterado  de  las  amargas 
quejas  que  consignó  en  sus  iiltimas  disposiciones  dejadas  iiara  Ayolas, 
su  sucesor  en  el  adelantazgo,  contra  Diego  de  Almagro,  quien  usurpán- 
dose derechos  que  no  tenía,  y  violando  las  disposiciones  de  su  concesión, 
se  había  metido  en  el  reino  de  Chile,  que  íntegramente  se  comprendía 
dentro  de  los  términos  de  las  200  leguas  dadas  en  merced  á  Mendoza. 
La  línea  divisoria  entre  la  jurisdicción  de  Almagro  y  la  de  Mendoza  pa- 
saba más  ó  menos  cerca  del  Paraguay  ^  y  alcanzaba  á  36° 57 '09"  al 
sur  de  Buenos  Aires  ^. 

Las  rencillas  entre  Pizarro  y  Almagro  y  la  desaparición  de  los  ade- 
lantados del  Río  de  la  Plata  en  sus  dos  vidas,  dejaron  al  rey  las  manos 
libres  para  hacer  nueva  repartición  de  los  vastos  territorios  «  descubier- 
tos »,  como  se  decía  por  aquellos  tiempos,  «explorados»,  como  diríamos 
nosotros,  por  los  tres  infortunados  adelantados  de  la  Nueva  Castilla,  de 
la  Nueva  Toleda  y  del  Río  de  la  Plata. 

Muertos  ya  los  nombrados  adelantados  del  Perú,  y  vencido  Gonzalo 
Pizarro  por  el  presidente  La  Gasea,  entró  éste  á  premiar  á  los  capitanes 
que  fieles  al  rey,  le  habían  ayudado  á  desbaratar  y  destruir  á  los  que  se 
habían  alzado  con  la  tierra.  Entre  los  beneméritos  se  contaba  el  capitán 
Pedro  de  Valdivia,  que  á  la  sazón  estaba  al  mando  de  la  conquista  de 
Chile.  Bajo  fecha  de  1548  cuenta  Herrera  á  este  respecto  lo  siguiente : 

«  Primeramente  confirmó  por  gobernador  de  Chile  á  Pedro  de  Valdi- 
via, y  le  dio  título  de  ello  porque  no  lo  tenia  legítimamente ;  y  la  gober- 
nación se  limitó  desde  el  valle  de  Copiapó,  hasta  cuarenta  y  un  grados 
(41°),  norte  sur;  y  este  oeste,  cie»^  leguas  de  tierra  adentro  con  entero 
poder  para  descubrir  ''  poblar  y  repartir  la  tierra,  etc.,  etc. »  (Dec. 
VIII,  lib.  IV,  pág.  91). 

'  Véase  el  mapa  uiiinei'o  I. 

-  Como  se  realizo  :  1°  en  Buenos  Aires,  2"  Bueua  Esperanza  ó  Corpus  Christi  y  3" 
Asunción.  Mendoza  casi  murió  marqués. 

*  Amunátegui  pone  la  línea  austral  de  Almagro  en  25°31'26"  latitud  sur,  siendo 
la  de  Asunción,  25°  17'.  La  cuestión  de  límites  entre  Chile  y  la  Bejníhlica  Argentina, 
tomo  I,  página  60. 

*  Véanse  los  mapas.  Salazar  de  Espinosa  sin  duda  hizo  «  tomar  la  altura  »  antes, 
de  posesionarse  en  Lambaré. 

'  Siempre  de  17  '/g  por  grado,  se  entiende. 


—   303  — 

Al  decir  de  Herrera  {Ihid.,  lib.  Y,  pág-.  108),  Saiitiagío  del  Estero  se 
hallaba  á  120  leguas  de  la  costa  del  Pacífico,  se  comprende  pues  el  nin- 
gún derecho  que  asistía  á  Francisco  de  Aguirre  cuando  por  orden  y 
mandato  de  Pedro  de  Valdivia  se  metió  á  «lesposeer  á  Juan  Núñez  de 
Prado  de  su  gobernación  del  Tucumán,  Juries  y  Diaguitas,  más  al  este 
de  las  100  leguas  que  legalmente  correspondían  en  ¡upiel  entonces  ti  la 
jurisdicción  de  Chile ;  i)ero  los  tiempos  eran  de  usurpación  y  Juan  Núñez 
de  Prado  no  era  quien  parai  Valdivia  y  su  segundo  Francisco  de  Vi- 
llagrán. 

Por  los  años  1549  el  presidente  La  Gasea  designó  á  Juan  iSTúñez  de 
Prado  para  que  entrase  á  la  conquista  del  Tucumán,  sin  fijarse  que  esta 
nueva  concesión  tenía  que  chocar  con  la  anterior  que  dependía  de  Val- 
tlivia.  Las  ciudades  de  Londres  \  Cañete  -,  Córdoba  de  Calchaquí  ^,  y 
ciudad  de  Nieva  *,  fuera  de  las  varias  fundaciones  de  Barco  que  prece- 
tlieron  á  las  anteriores,  cayeron  víctimas  en  estas  cuestiones  de  límites 
que  sólo  cesaron  por  cédula  real  el  año  1563,  y  desde  entonces  el  des- 
linde con  Chile  era  la  división  de  las  agnas  por  la  cordillera  hasta  lle- 
gar á  las  jurisdicciones  de  San  Juan,  Mendoza  y  San  Luis,  ó  sea  la  pro- 
vincia de  Cuyo,  sin  duda  por  aquello  del  uti  possidetis,  porque  allí  se 
habían  fundado  ciudades  ó  municipios  por  los  gobernantes  de  Chile,  sin 
interruijción  de  ningún  género.  Desde  el  año  1563  el  Tucumán,  Juries 
y  Diaguitas,  comprendía  todo  lo  que  se  extendía  desde  las  fronteras  de 
las  Chichas,  hoy  de  Bolivia,  y  desde  los  pueblos  de  Moreta,  Cochinoca, 
Sococha  y  Casabindo,  en  la  Puna  de  Jujuy,  en  el  norte,  hasta  dar  con 
las  jurisdicciones  de  Cuyo  y  Buenos  Aires  por  el  sur;  y  éntrelos  Andes 
por  el  oeste  hasta  confinar  con  los  límites  de  Buenos  Aires  (que  incluía 
Santa  Fe)  y  Paraguay  por  el  Este.  (lUd^  dec.  VIII,  lib.  V,  cap.  viii, 
pág.  106.) 

En  ninguna  parte  había  límites  fijos,  no  siendo  el  de  la  línea  que  se- 
paraba los  derechos  de  las  coronas  de  España  y  Portugal  ^ 


'  Eu  el  valle  de  Quiumivil,  aun  llamada  villa  de  Londres. 

*  Fundada  sobre  el  asiento  de  una  de  las  primitivas  ciudades  del  Barco  en  1558 
por  Juan  Pérez  de  Zurita.  (Lozano,  Historia  del  Tucumán,  t.  IV,  pág.  164).  Según 
yo  creo  fué  fundada  en  Andalagalá  y  refundada  después  (1566)  en  San  Miguel  de 
Tucumán,  en  esos  Llanos. 

"  Entre  Angastaco  y  Tolombón,  en  1558. 

*  En  Jujuy  :  todas  las  cuatro  ciudades  por  el  mismo  Zurita.  (Véase  Lozano), 
°  Véase  el  mapa. 


—   304 


III 


Á  grandes  rasgos  se  ha  bosquejado  la  distribución  política  de  los  terri- 
torios que  en  nuestra  América  se  incluyen  entre  los  grados  22  °  y  41  °  de 
latitud  sur,  la  izarte  que  fué  verdaderamente  ocupada  y  tlisputada  hasta 
el  gran  renacimiento  de  la  conquista  en  la  segunda  mitad  del  siglo  pasa- 
do. Puede  decirse  que  nadie  se  había  fijado  hasta  dónde  había  influido 
la  parte  etnográfica  para  decidir  el  curso  de  la  conquista  política. 

En  el  Río  de  la  Plata  Solis,  Gaboto,  García,  Mendoza  y  sus  suceso- 
res, se  habían  encontrado  con  una  corta  colonia  Guaraní  encerrada  y 
emparapetada  en  el  laberinto  del  Delta  Paranense.  En  torno  de  éstos, 
merodeaban,  ó  estaban  asentados,  los  Mheguá  ó  Charrúa  en  la  costa 
Oriental  del  Uruguay;  con  los  Yaró,  Chana- Mbegud  y  Chana,  en  la  re- 
gión fluvial  de  Entre  Eíos  entre  los  ríos  Uruguay  y  Paraná;  Chana 
Timhú  y  Timhú  en  las  costas  de  Buenos  Aires  y  Santa  Fe,  orlados  éstos 
hacia  la  parte  del  Sur  y  Oeste  por  los  Querandí  ó  Pampa.  Indios  todos 
que  tenían  su  comercio  con  las  naciones  quichuizadas  de  más  al  interior ; 
y  hecho  es  éste  á  que  se  debe  atribuir  ese  nombre  de  Caracará  que  en- 
contramos á  la  par  de  los  Timhú  cerca  del  fortín  de  Sancti  Spiritus,  le- 
vantada por  Gaboto  en  las  juntas  del  Carcarañá  con  un  brazo  menor 
del  gran  río  Paraná.  Caracará  ó  Careará  era  el  nombre  que  los  Guara- 
ní daban  á  los  del  Perú,  así  que  con  razón  decían  los  primeros  descu- 
cubridores  y  sus  cronistas  que  los  indios  en  la  región  del  río  Carcarañá 
eran  de  más  «  policía  »,  es  decir,  más  pulidos  ó  de  mayor  cultura.  Si  se 
atbnite  que  el  tal  apodo  ó  nombre  tenga  el  origen  invocado  haría  muy 
verosímil  esta  otra  etimología,  —  Carcarañá  —  Camino  de  los  Carearás  ; 
porque  ñan  ó  yan  dice  «  camino  »  en  lengua  de  Cuzco,  y  cuando  se  nom- 
bra este  río  siempre  hacen  sonar  una  letra  que  uno  no  sabe  si  es  I  ó  n, 
sonidos  ambos  que  fácilmente  se  intercambian  \ 

Era  pues  el  río  Carcarañá  el  camino  real  de  comunicación  entre  las 
naciones  del  Río  de  la  Plata  (Guaranís,  ó  que  no  lo  eran)  y  el  gran  im- 
perio de  los  Incas,  cuya  lengua  y  cuya  cultura  habían  penetrado  hasta 
Chile  -,  Córdoba  ^,  Santiago  del  Estero  '',   Socotonio  %  Humahuaca  y 

'  Véase  lo  que  se  dijo  más  atrás  á  propósito  de  la  etimología  del  uombre  de  lugar 
Capa-yan. 

"^  Los  objetos  de  arqueología  chilena  se  parecen  mucho  á  los  que  se  encuentran  en 
Calingasta  de  San  Juan,  y  allí  como  en  toda  la  región  cisandina  se  descubren  va- 
sos de  tipo  peruano. 

'  En  Córdoba  de  inferior  calidad  y  cantidad. 

*  En  Santiago  aun  de  menor  importancia. 

*  Socotonio  era  la  provincia  de  los  Tonocoté. 


—  305  — 

todos  los  valles  do  los  Diaguitn  y  CalcliiKim  qnc  se  liallabaii  en  la  ]>arte 
•andina  do  la  provincia  del  Tucuniún. 

Los  Querandí  eran  los  corredores  qno  á  través  do  la  Pampa  iban  y 
venían  de  Córdoba  y  Chile,  mientras  que  los  Tonocotéa  y  Lulea  de 
Socotonio  y  del  Chaco  hacían  otro  tanto  por  osa  parte. 

Debido  á  este  continuo  intercambio  os  que  los  descubridores  y  con- 
quistadores del  Eío  de  la  Plata  encontraron  tantas  noticias  del  Mar  del 
Sur,  del  Roy  Blanco  y  sus  ricpu'zas,  y  lo  que  es  nuls,  tantas  piezas  de 
metal  en  poder  de  los  Indios  del  litoral;  i>orqne  no  todo  ello  puede  atri- 
buirse al  botín  de  Alejo  García.  Piezas  de  cobre  se  hallan  en  los  túmu- 
los del  Delta  del  Paraná,  las  que  seguramente  nada  tendrían  que  ver  con 
gente  que  se  limitaba  á  buscar  oro,  plata  y  piedras  preciosas. 

El  viajo  de  los  Césares,  si  lo  conociésemos  en  todos  sus  detalles,  nos 
uclararía  muchas  dudas;  pero  lo  cierto  es  que  ese  capitán  fué  y  vohió 
hasta  los  confinos  del  Pon'i,  ó  al  menos  á  los  Andes  de  Tucumán,  sin 
mayor  dificultad,  y  sin  duda  transitaría  por  caminos  ya  trillados  por  los 
mismos  indios  que  les  servían  de  baqueanos. 

El  regreso  de  Glaboto  á  España  debió  hacer  comprender  á  lOwS  hom- 
bres de  estado  que  manejaban  la  cosa  pública  en  nombre  de  la  majestad 
cesárea  (Carlos  V),  que  si  lo  más  fácil  era  morirse  de  hambre  en  el  Río 
do  la  Plata,  ello  no  quitaba  que  también  fuese  una  posible  sangradera 
do  las  fabulosas  riquezas  del  <<  Rey  Blanco  »,  como  habían  dado  en  lla- 
mar á  los  royos  Incas  del  Perú. 

El  hambre  y  la  hostilidad  organizada  de  los  Guaraní  de  San  Salvador, 
Sancti  Spiritus  y  Paraguay  habían  frustrado  las  esperanzas  de  Gaboto 
en  aquello  de  anticipar  á  Pizarro  en  su  filibustero  saqueo  de  las  inmen- 
sas riquezas  del  imperio  del  Cuzco ;  pero  los  acontecimientos  ya  habían 
demostrado  que  Gaboto  no  había  cambiado  su  derrota  en  pos  do  una 
quimera;  todo  lo  ocurrido  en  la  jornada  do  Alojo  García  era  una  prueba 
palmaria  de  lo  que  podía  temerse  por  parte  do  las  pretensiones  de  la  co- 
rona de  Portugal;  y  este  peligro  se  hacía  cada  día  mayor  si  la  costa  del 
Atlántico,  aquende  el  meridiano  demarcador,  se  abandonaba  á  la  activi- 
dad incansable  de  la  colonia  brasilionso.  Por  otra  parte,  no  se  podía  sa- 
ber á  ciencia  cierta  si  ese  El  Dorado  del  Cuzco  era  un  punto,  una  pro- 
vincia ó  medio  continente :  si  era  esto  iiltimo  cabían  holgadamente  las 
tros  mercedes  de  Pizarro,  de  Almagro  y  do  Mendoza.  La  mala  estrella 
de  este  último  fué  causa  de  que  Chile,  el  último,  y  no  peor  tercio,  de  El 
Dorado  no  quedase  reunido  en  una  sola  unidad  política  con  vínculos  de 
cuatro  siglos,  que  hubiese  formado  así  la  nación  más  poderosa  de  la 
América  del  Sur  \ 


'  Acaba  de  publicarse  en    Inglaterra    iin  libro    cou  este  título  :  Modern  Argentina, 
ilie  El  Dorado  of  to-day. 

REV.    MUSEO   LA   PLATA.   —    T.   II.    (X,    19,    1908.)  20 


—   306  — 

De  que  el  tiro  era  al  Mar  del  Sur  se  desprende  de  toda  la  documen- 
tación, y  los  hechos  bastarían  para  demostrarlo  sin  lugar  á  la  menor 
duda. 

La  expedición  de  Mendoza  desprecia  los  puertos  del  Atlántico ;  cual- 
quiera de  los  tantos  conocidos  en  la  Banda  Oriental  del  Uruguay  era 
mejor  que  el  de  Buenos  Aires,  pero  por  ninguno  de  ellos  era  camino  á 
esa  «Sierra  de  la  Plata».  De  acuerdo  con  estas  ideas  Mendoza  fundó 
Buenos  Aires  á  principios  de  1536  ^;  Ayolas,  Buena  Esperanza  ó  Corpus 
Christi  el  mismo  año,  al  norte  del  sitio  de  Sancti  Spiritus  - ;  y  Juan  de 
Salazar  de  Espinosa  en  1537  ^,  la  casa  fuerte  de  la  Asunción,  cumplien- 
do así  con  lo  prescripto  en  las  cai^itulaciones  del  caso  :  todo  esto  tenía 
por  objeto  penetrar  i)or  este  lado  hasta  llegar  al  riñon  de  las  mentadas 
riquezas  del  Perú.  Estas  intenciones  se  malograron :  la  muerte  de  los 
caudillos  españoles  Mendoza  y  Ayolas,  el  hambre,  la  hostilidad  de  los 
indios  comarcanos,  todas  estas  cosas  y  otras  más,  obstaculizaron  la  en- 
trada y  obligaron  el  abandono  de  dos  de  las  fundaciones  recientes,  la 
de  Corpus  Christi  en  1538  (?)  ^,  y  la  de  Buenos  Aires  en  1541,  año  en 
que  la  colonia  española  del  Eío  de  la  Plata  quedó  reducido  á  la  «  casa 
fuerte  »  en  la  Asunción. 

Las  desgraciadas  expediciones  de  Alvar  Núñez  cabeza  de  Vaca  y  el 
sublevamiento  contra  éste  demoraron  la  realización  del  viaje  de  descu- 
brimiento al  interior;  y  cuando  Domingo  Martínez  de  Irala  en  1548 
llegó  á  los  confines  del  Perú  sólo  fué  para  encontrar  que  otros  españoles 
ya  lo  habían  anticipado  en  la  conquista  que  meditaba ;  y  mucho  hizo 
con  volverse  á  su  gobernación  sin  que  el  licenciado  la  Gasea  le  tomase 
cuenta  de  las  cosas  del  Paraguay. 

'  Probablemente  el  3  de  febrero,  día  de  San  Blas.  La  expedición  llegó  á  San  Ga- 
briel el  día  de  Eeyes  6  de  enero  de  1536,  según  nos  lo  cuenta  Schmidel  en  su  ma- 
nuscrito autógrafo. 

*  El  mismo  año  como  Buena  Esperanza,  más  tarde  como  Corpus  Christi,  y  fué 
abandonado  en  1.538. 

'  El  19  de  agosto  de  1537  se  fundó  la  «  casa  fuerte  »  de  la  Asunción,  que  después 
fué  la  ciudad  del  mismo  nombre. 

*  El  doctor  Manuel  Domínguez  del  Paraguay  había  fijado  la  fecha  en  el  año  1539, 
pero  un  error  en  el  modo  de  apreciar  la  expresión  año  del  nachnientode  N.  S.  J.  Ch., 
me  obliga  á  rebajar  un  año  en  la  feclia  de  este  hecho.  Véase  el  estudio  magistral  del 
P.  Antonio  Larkouy.  La  jura  de  Corpus  Christi.  Revista  de  la  Universidad  de  Bueno» 
Aires. 


—   307 


IV 


Á  lio  dudiirlo  los  españoles  que  entraron  al  Río  de  la  Plata  se  imagi- 
naron qne  sucedería  aquí  aquello  que  había  facilitado  la  conquista  ó 
más  bien  colonización  de  la  costa  en  el  Brasil :  los  Twpinamhá,  Tupi- 
iiiJcí,  Tupinaó,  Tamoyo  y  otros  indios  de  la  misma  estirpe  Guaraní,  se 
hacían  guerra  de  exterminio  unos  contra  otros,  se  mataban  y  se  comían 
sin  misericordia,  y  eran  amigos  de  todos  los  que  les  ayudaban  á  vencer 
á  sus  contrarios.  Franceses,  holandeses,  portugueses  y  castellanos  bus- 
caban cada  cual  su  nación  de  naturales,  que  empezando  por  ser  aliados 
acababan  por  verse  reducidos  á  la  esclavitud  y  al  exterminio. 

En  el  Río  de  la  Plata  emijero  sucedió  todo  lo  contrario,  y  así  vemos 
á  indios  Querandí,  Guaraní  Chana- Timbú  y  Charrúa  ^,  pocos  meses  des- 
pués de  la  fundación  de  Buenos  Aires  hacer  causa  común  contra  el  ene- 
migo castellano,  atacar  é  incendiar  la  naciente  población  y  algunas  de 
las  naos,  y  por  i)oco  no  salir  vencedores  en  su  empresa. 

En  una  palabra,  los  Indios  del  Río  de  la  Plata  no  habían  sido  prepa- 
rados por  las  influencias  quichuizantes  del  Perú  para  recibir  el  yugo 
español :  aun  se  hallaban  en  la  edad  de  piedra,  y  su  modo  de  pelear  era 
á  bolazos  y  á  macanazos,  aquí  y  allí  con  dardos  y  flechas ;  pero  eran 
grandes  corredores  y  carecían  de  oro  y  plata.  En  tal  estado  las  cosas 
podemos  imaginarnos  con  qué  júbilo  llegarían  los  españoles  de  la  gente 
de  Mendoza  al  Paraguay  con  su  abundancia  Trópico- Guaraní,  y  todo  lo 
que  de  ella  se  desprendía :  verdad  es  que  sólo  habían  pasado  de  la  zona 
de  la  piedra  á  la  del  palo,  y  que  poco  aventajaban  los  Guaraní  á  los  na- 
turales del  bajo  Paraná  y  río  del  Plata  en  cuanto  á  cultura;  pero  sea 
cual  fuere  la  razón  á  que  deba  atribuirse,  el  hecho  es  qne  los  Guaraní 
siempre  han  estado  más  dispuestos  á  incorporarse  á  la  cultura  europea 
que  las  demás  estirpes  de  esta  región  :  tal  vez  por  lo  mismo  que  eran 
antropófagos,  que  tan  lejos  de  ser  necesariamente  un  síntoma  de  salva- 
jismo lo  es  más  bien  de  civilización  incipiente. 

Recogida  toda  la  colonia  española  en  la  Asunción  y  abandonado  el 
estuario  del  Plata  á  su  suerte,  en  razón  de  que  no  había  ni  metales  ni 
piedras  preciosas,  ni  siquiera  (á  lo  que  parecía)  « palo  de  Brasil»,  los 
descubrimientos  se  limitaban  á  poblar  la  tierra  desde  Santa  Catalina 
hasta  dar  con  alguna  otra  frontera  de  españoles   hacia  occidente  ;  pero 


'  Se  ve  que  Schmidel  identifica  á  los  Charrúa  cou  los  Mbeguá  6  Chaná-Mbeguá, 
indios  estos  xiltimos  que  ocupaban  ciertas  islas  del  Delta  y  Tierra  Firme,  tanto  de 
Entre  Ríos  como  tal  vez  de  la  costa  bonaerense  también. 


—   308  — 

los  reyes  de  España  y  sus  encargados  comprendieron  muy  bien  la  im- 
portancia del  Eío  de  la  Plata,  y  así  vemos  que  el  2  de  enero  de  1566  el 
licenciado  Matienzo  desde  La  Plata  (Charcas)  escribía  á  la  C.  E.  M.  en 
estos  términos : 

«  Hase  de  poblar  desde  España,  el  puerto  de  Buenos  Aires,  adonde 
ha  habido  ya  otra  vez  poblazón  (así)  y  hay  hartos  indios  y  buen  temple 
y  buena  tierra.  Los  que  allí  poblaren  serán  ricos  (palabras  proféticas 
que  se  han  cumplido)  jior  la  gran  contratación  que  ha  de  haber  allí  de 
España,  de  Chile  y  del  Eío  de  la  Plata,  y  de  esta  tierra  (alto  Perú  ó 
Charcas).  »  Página  XLV  y  más  abajo  sigue  esto  : 

«  ...  Y  me  i)arece  que  podría  ser  de  esta  manera  :  que  se  enviase  de 
España  un  capitán  con  500  hombres,  que  poblasen  á  San  Francisco,  y 
á  Buenos  Aires,  y  á  este  mismo  se  le  ]»odría  dar  la  gobernación  del  Eío 
de  la  Plata  y  <lel  mismo  puerto;  y  que  de  allí  escribiese  á  la  persona  á 
quien  V.  M.  lo  cometiese  y  enviase  cient  hombres  ó  ciento  é  cincuenta 
para  que  poblase  la  fortaleza  de  Gaboto ;  y  este  puerto  había  de  ser  de 
Tucumán  '  y  su  gobierno,  y  todo  sujeto  á  esta  audiencia  (de  Charcas), 
lo  uno  y  lo  otro.  »  Página  XLYI,  acabando  así  : 

«  Podrá  V.  M.,  siendo  servido,  enviar  para  este  efecto  de  España  qui- 
nientos hombres,  como  tengo  dicho  y  aunque  fuesen  doblados  no  falta- 
ría en  qué  emplearlos  en  qué  todos  ganasen  de  comer  y  fuesen  ricos;  y 
los  más  habían  de  ser  ciudadanos  mercaderes  y  labradores,  pocos  caba- 
lleros, i)orque  éstos  ordinariamente  no  se  quieren  aplicar  á  tratos  ni  á 
labrazas,  sino  andarse  holgando,  y  jugando,  y  paseando  y  haciendo  otras 
cosas  de  jíoco  provecho  y  en  mucho  daño  y  inquietud  de  los  que  están 
sosegados  y  pacíficos,  y  jiiensan  que  es  poco  todo  el  Perií  para  cual- 
quiera de  ellos.  Y  aunque  todavía  son  menester  algunos,  así  :para  la 
guerra  como  para  sustentar  la  tierra  que  poblasen,  han  de  ser  pocos  y 
muy  conocidos.  »  (P.  XLYII,  Reí.  Geog.,  Xiraénez  de  la  Espada,  tomo  II.) 

¿Qué  diría  Matienzo  si  resucitase  y  viese  cómo  se  han  realizado  sus 
pronósticos,  y  qué  ricos  son  los  que  poblaron  esta  tierra  ?  Fué  hombre 
de  buen  criterio,  porque  si  no  se  está  muy  seguro  que  él  fuese  el  autor 
original  de  ese  famoso  itinerario,  por  lo  menos  lo  hizo  suyo,  y  al  patro- 
cinar las  ideas  en  él  vertidas  demostró  su  buen  sentido.  Esas  ideas 
fueron  las  que  prevalecieron,  y  el  recomendado  de  Matienzo,  Juan  Ortiz 
de  Zarate,  obtuvo  el  adelantazgo  del  Eío  de  la  Plata,  y  sus  herederos 
por  sí  ó  por  sus  tenientes  fundaron  Santa  Fe  1573  -  y  más  tarde  Bue- 


'  Era  opinión  lieclia  en  el  Peni  que  el  puerto  de  Gaboto,  debería  entrar  en  la  ju- 
risdicción del  Tucumán,  y  así  lo  pensó  también  Jerónimo  Luis  de  Cabrera,  y  si  no 
hubiese  sido  su  tan  desgraciado  fin  quién  sabe  sino  se  hubiese  realizado  la  idea. 

'  Pero  más  al  norte  de  donde  lioy  se  halla,  es  decir,  en  la  región  de  Cayastá,  cen- 
tro de  los  indios  Quiloaza,  de  estirpe  Timbú. 


Rev.  Museo  dk  La  Plata,  t.  xv  (siík.  u,  t.  ii). 


Plancha  I 


Urna  Quiíoga.  Hamaicha,  entrada  por  el  oeste  á  Tafí  (provincia  de  Tucumán) 


—  ;u)5)  — 

nos  Aires  1580  ':  rcuniíMulosc  cu  Siiiitii  b\'  los  (•oiH|iiist:i(l()ros  de  las 
(los  eoiiquistas,  l:i  de  Tucuiiuiu  y  la  del  l'aia^uay  >  abriéndose  allí  la 
primera  cnestión  de  liiiiitcs  entre  las  jurisdicciones  del  litoral  y  las  de 
Tierra  Adentro  :  en  ella  timiraion  nada  menos  (pie  dos  de  los  litíroes 
fundadores  de  la  coiu[uista,  Juan  de  (laray  y  Jenñiiino  Jjuis  de  Cabrera, 
(|ue  en  el  nñsino  año  fundaron  las  ciudades  de  Santa  F(í  en  su  sitio  de 
Cayastá,  y  de  C(>rdoba  del  Tucuniáii  en  provincia  ¡Sana\'irona.  Ambos 
coiKpiistadores  tuvieron  ñn  desastroso,  Garay  á  mano  de  los  indios 
C^uerandí,  cerca  de  San  Pedro  -,  Cabrera  á  manos  de  su  sucesor  Abren, 
([ue  no  le  ])erdonaba  el  haberle  arrebatado  la  <;loria  de  la  fundación  de 
C('>rdoba. 

En  ese  año  de  157.'),  diez  años  despn('s  que  la,  jurisdiceiíSn  de  Tucu- 
mán  dej()  de  íVu'mar  ])arte  del  reino  de  Chile,  se  lístablecií)  hi  línea  más 
ó  menos  que  debía  separar  las  provincias  del  litoral  de  las  del  inte- 
rior, es  decir,  el  Río  de  la  Plata  y  Parafiuay,  de  Cuyo  y  Tucnmán,  ó  sea, 
la  región  guaranizada  de  la  otra  quichuizada. 

Las  exploraciones  arqueológicas  nos  demuestran  (pie  el  Indio  del  Eío 
de  la  Plata,  ó  sea  de  la  zona  del  atlántico  pertenecía  á  la  sedades  de  pie- 
dra, ya  paleolítica,  ya  neolítica,  y  como  la  estirpe  Guaraní  responde  más 
bien  á  la  zona  del  ])alo,  se  deduce  que  [estos  indios  eran  conquistadores 
intrusos  de  una  éi)oca  muy  i)osterior  á  los  indios  de  los  túmulos  y  de 
los  otros  paraderos  en  que  se  hallan  objetos  líticos  y  cerámicos  con  uno 
que  otro  de  metal.  Es  un  hecho  reconocido  por  los  etnógrafos  que  la  ge- 
neralidad de  una  lengua  aboga  en  favor  de  su  modernidad ;  en  este  ca  so 
parece  que  no  se  desmiente  la  regla,  y  los  indios  Guaraní  deben  consi- 
derarse como  [conquistadores  comparativamente  modernos  que  venían 
arrincoiiand(^  y  C(unit'Mid()se  los  antiguos  poseedores  de  la  tierra.  En  el 
Chaco,  los  indios  de  estirpe  Guüycurú,  en  la  Pampa,  los  famosos  Que- 
randiy  en  la  Mesopotamia  Argentina  y  Banda  Oriental,  los  Chana  m^w- 
sos  y  salvajes,  obstaculizaron  el  avance  de  los  invasores  Guaraní;  mas 
los  españoles  luego  se  convirtieron  en  peores  padrastos  que  los  mismos 
opresores  Caribes;  porque  cuando  faltaron  los  Guaraní  que  encomendar 
se  llenó  el  vacío  con  los  demás  Indios. 

'  Que  es  la  ciudad  (jut'  lia  persistido  hasta  lioy,  para  gloria,  de  la  América  espa- 
ñola y  pi'ovecho  de  la  República  Argentina. 

-  El  señor  F.  F.  Outes  ha  establecido  este  punto  como  el  lugar  de  la  tragedia  del 
famoso  capitán  Juan  de  Garay.  Véase  la  revista  Estudios,  t.  V,  p.  121  y  siguientes. 


310 


V 


Ln  distribución  étnica  de  la  .üran  lioya  del  Eío  de  la  Plata  y  sus 
afluentes  nos  demuestra  que  la  <;obernación  de  Buenos  Aires  se  fundó 
en  tierra  que  no  era  de  los  Guaraní,  sino  parcialmente,  ora  como  arrin- 
conamiento,  ora  como  aproximaraiento,  ó  sea  lo  de  haberse  guaranizado, 
como  por  ejemplo  esos  Tapes  j  ArecJianes  de  que  constaban  las  misiones 
jesuítas;  Indios  eran  estos  de  tipo  más  ó  menos  Guai/and,  y  que  sólo  por 
su  lengua  parecían  emparentar  cojí  los  verdaderos  Tupi-CíHavani.  Ahora 


f '-  .  p-    -  m¡iii  / 


Fiiiymeiito  ili'  vaso  tu  alfaieiía  gris  grabada,  procedente  de  Andalgalá 
(.'(il.  I^afoiie  (Jiievedo 


X)or  lo  que  respecta  á  la  gobernación  del  Paraguay  y  las  demás  jurisdic- 
ciones que  de  ella  se  desprendieron,  «  leste  oeste  »,  todas  ellas  se  i^lan- 
tearon  en  plena  región  guaranítica,  de  los  Cario,  Tupí  y  demás  Indios 
de  estirpe  Guaraní,  y  declarado  antropotagismo;  no  como  los  Tapes  y 
otros  de  la  misma  familia  en  la  zona  cisuruguaya. 

Toda  esta  vastísima  zona  geográfica  había  estach»  en  contacto  con  la 
otra  andina,  en  la  i)arte  guaranítica,  más  ó  menos  por  donde  hicieron  la 
famosa  entrada  á  la  «  Sierra  de  la  Plata  »  Alejo  García  y  sus  compañe- 
ros, los  «traidores»  Gtiarani  ^,  y  en  la  parte  no  guaranítica,  por  los  ríos 

Este  calificativo  se  les  lia  aplicado  á  los  Guarauí  por  los  primeros  descubridores 
á  consecuencia  de  la  tragedia  de  Juan  Díaz  de  Solis,  quien  se  fió  de  ellos,  y  con  el 
resultado  que  conocemos  :  esta  característica  de  los  dichos  indios  es  uua  prueba 
más  que  los  Guaraní  y  no  los  Charrúa,  fueron  los  matadores  de  Solis. 


-    311   — 

Salado,  Carcarañá  y   las  mil  sendas  (\m'  iVecucutaban   los  iiulios  Quc- 
landí  y  sus  aliados. 

De  quo  liubo  tal  contacto  ó  comercio  pruebas  nos  están  saliendo  cada 
día.  El  señor  F.  F.  Outcs  i)iensa  ])ublicar  alijo  á  este  resi)ecto;  en  época 
])asada  ya  se  Ihnnó  la  ateiu'ión  á  ciertos  objetos  arque()ló<;icos  hallados 
en  la  región  Calchaquí  que  se  relacionaban  con  otros  ]tropios   del  Mar 


I 


Anverso 


Pig.  2. 


Olyeto  en  piedra  tallada,  arenisca  rojiza  obscura,  hallada  en  las  barrancas  del  rio  Mocoretá 
Entre  Rios.  Col.  del  doctor  M.  Leguizamón 


Caribe  y  Méjico;  y  ahora  se  ha  encontrado  una  piedra  cuadrilonga  cu- 
bierta de  un  grabado  en  meandros,  procedente  del  río  Mocoretá,  límite 
por  esa  parte  entre  Corrientes  y  Entre  Ríos :  se  comparan  bien  estos 
meandros  con  los  que  cubren  la  superficie  de  varias  alfarerías  propias 
de  la  región  andina.  Ambas  piezas  se  reproducen  en  las  figuras  niime- 
ro  1  y  2. 

Hasta  aquí  poco  ha  preocupado  la  idea  de  que  la  conquista  española, 
en  la  parte  nuestra  de  la  América  del  Sur,  siguió  la  línea  de  los  cami- 


—   312   — 

nos  íibiertos  por  los  reyes  de  las  dinastías  i)eruanas,  ya  para  sns  con- 
quistas, ya  para  ese  inter<;ambio  de  ideas  y  culturas  que  ha  dejado  sus 
rastros  hasta  en  las  mismas  orillas  del  j>-ran  río  de  la  Plata,  y  aun  más 
al  sur.  Donde  pudieron  penetrar  los  Incas  y  sus  generales  allí  se  estable- 
ció la  jurisdicción  española;  donde  los  Iiulios  i)nsieroii  á  raya  el  avance 
de  la  invasión  peruana  allí  también  se  detuvo  la  conquista  de  las  armas 
castellanas. 

Tres  eran  los  grandes  caminos  del  Cuzco  á  Chile  y  Tncumán  :  el  uno 
por  lo  costa  á  través  del  desierto  ^de  Atacama;  otro  ])or  los  Chichas, 
Puna  de  Tncumán,  que  bajando  al  valle  de  Calchaquí  tomaba  por  el 
Campo  de  los  Pozuelos  ^,  Hualfin,  San  Fernando,  Quebrada  de  Villa- 
Vil,  cordillera  de  San  Francisco  y  por  tres  Puntas  á  Copiapó  :  este  fué  el 
derrotero  que  llevó  Almagro  cuando  entró  á  la  conquista  de  Chile,  vio- 
lando los  derechos  de  Mendoza  en  el   adelantazgo  del  líío  de  la  Plata  ■. 

El  tercer  camino  se  separaba  en  los  Chichas  del  anterior,  pasaba  i>or 
Suipacha,  Sococha,  »  Omagóaca  »,  Xuxuí,  Salta,  «  Valle  Calchaquí  »  si 
se  dirigía  á  Chile,  y  por  Esteco,  Santiago  del  Estero  y  fortín  de  Gaboto 
si  había  de  llegar  al  Eío  de  la  Plata.  Véase  el  itinerario  de  Matienzo 
en  las  Relaciones  geográficas  de  Ximénez  de  la  Espada,  tomo  2,  pági- 
nas 46  y  47.  Por  este  camino,  desviándose  en  Tuama  del  río  Dulce  para 
tomar  el  de  los  Comechingones  (Córdoba)  fué  que  entró  á  Chile  el  te- 
niente de  Valdivia  Francisco  de  Villagrán,  después  de  sus  incidentes 
con  Juan  Núñez  de  Prado,  fundador  del  Barco  en  la  provincia  de  Tn- 
cumán (1551). 

Á  no  dudarlo,  de  ese  viaje  resultó  más  tarde  la  fundación  de  las  tres 
ciudades  en  la  provincia  de  Cuyo,  que  [^^aseguraban  la  conquista  de  la 
jurisdicción  de  Chile  por  ese  lado,  á  saber :  Mendoza,  San  Juan  y  San 
Luis.  Esta  superposición  de  jurisdicciones  entre  Chile  y  Tncumán  fué 
funesta  para  esta  última  iwovincia,  pues  le  costó  la  ruina  de  cuatro  ciu- 
dades y  el  atraso  de  la  conquista  por  este  lado,  pues  los  valles  andinos 
se  sublevaron  todos,  y  durante  cien  años  pudieron  hacer  frente  á  las  ar- 
mas españolas  y  á  veces  hasta  con  éxito.  Hubo  un  momento  en  que  el 
residuo  de  la  colonia  española  encerrada  en  la  sola  ciudad  de  Santiago  del 
Estero  estuvieron  fraguando  la  dejación  de  la  conquista  del  Tncumán. 

•  Un  «  Barrial  »  iumeuso,  así  llamado  que  separa  el  Campo  del  Arenal  de  las  ca- 
beceras del  Río  de  Hualfin.  El  piso  es  duro  y  plano  como  una  mesa.  Deriva  su  nom- 
bre de  ciertos  pozuelos  que  supleu  de  agua.  Es  una  «Cordillera  Física»,  altiplani- 
cie helada  y  desamparada,  batida  j)or  los  vientos. 

*  En  la  documentación  de  Chile  publicada  por  don  José  T.  Medina  se  declara  que 
Almagro  pasó  por  el  sitio  donde  más  tarde  se  fundó  la  ciudad  de  Córdoba  de  Cal- 
chaquí y  en  el  itinerario  de  Matienzo  se  habla  del  camino  que  siguió  Almagro  des- 
pués de  la  bifurcación  en  el  valle  de  Santa  María  de  Catamarca.  (Bel.  Geogr.  de  Xi- 
ménez déla  Espada,  t.  II,  Aijéndiees.) 


—  313  — 

Cuando  so  «lesliiularoii  las  jui-isdiccioiu's  de  (/hile  y  Tucuiiián  en  1  ")(!.■) 
el  iiti  postiidctis  por  v\  lado  de  San  Juan  dejó  dentro  de  los  términos  de 
esta  jurisdicción  una  i)arte  (lue  étnica  y  arqueológicamente  correspondía 
á  la  región  Biaffuita  del  Tucumán :  todo  el  valle  de  Jac.lial,  que  incluye 
á  Calingasta,  y  acaso  la  misma  cuenca  del  río  de  San  Juan,  más  ó  uu'- 
nos  siguiéndose  el  paralelo  3U "  hasta  pasar  ])0V  Córdoba  debió  ser  la 
línea  divisoria.  El  mismo  nombre  de  Calingasta,  por  su  raíz  y  por  su 
terminación,  corresponde  á  la  región  Diaguito-Calcha<iuina  :  los  ])recio- 
sos  trabajos  en  cerámica  que  se  adjudican  á  Calingasta,  la  distancian 
de  la  región  menos  culta  de  más  al  sur,  y  en  un  trabajo  preparado  para 
el  curso  de  arqueología  en  la  Facultad  de  filosofía  y  letras  y  leído  en  la 
Junta  de  historia  y  numismática  americana,  se  han  identificado  los  in- 
dios Calingasta  de  San  Juan  con  los  «  Quilmos  y  Calianos  »  del  Valle 
Calcliaquí,  posteriormente  expatriados  (en  parte)  á  Buenos  Aires,  y 
establecidos  en  el  bañado  que  hasta  hoy  conserva  su  nombre^  á  medio 
camino  entre  Buenos  Aires  y  La  Plata. 

Resulta,  pues,  que  la  provincia  étnica  y  arqueológica  de  Tucumán, 
hablando  en  términos  de  actualidad,  consta  de  las  siguientes  provincias 
ó  partes  de  provincias  de  la  República  Argentina  :  Jujuy,  Salta,  Tucu- 
mán, Catamarca,  Santiago  del  Estero,  Córdoba,  Rioja  y  parte  de  San 
Juan.  Los  territorios  entraban  en  aquello  que  se  decía  Juries,  de  los  que 
Oviedo  hace  una  pintura  muy  curiosa  en  su  historia  '. 

Adviértase  que  Córdoba  en  este  sentido  no  debe  confundirse  con  la 
región  Diaguito-Calchaquí,  que  por  el  contrario  incluye  á  Santiago  del 
Estero,  y  aun  á  los  indios  dichos  Tonocoté :  estos  llegaron  hasta  los  Ma- 
tará y  Concepción  del  Bermejo.  Córdoba,  según  parece,  representa  un 
arrinconamiento  de  naciones  ajn'etadas  entre  los  Pampa  del  sur  y  los 
Guaycurú  del  norte.  La  lengua  del  Cuzco,  se  conocía  ya  entre  esos  In- 
dios cuando  entró  el  padre  Barcena  -,  desde  luego  se  ve  que  había  pene- 
trado en  la  región  algo  de  la  cultura  de  los  Incas;  pero  falta  allí  esa 
abundancia  de  restos  arqueológicos  que  caracterizan  la  región  Diaguito- 
Calchaquí.  No  es  imposible  que  exiiloraciones  posteriores  nos  obliguen 
á  modificar  estas  apreciaciones ;  mas  por  ahora  es  un  hecho  que  las  Sa- 
linas Grandes  de  Córdoba  y  su  continuación  hacia  San  Juan  delimita  la 
zona  rica  en  restos  arqueológicos,  y  dentro  de   ella  las  provincias  que 


'  Historia  de  Indias,  libro  XLVII,  capítulo  III.  En  este  capítulo  da  Oviedo  una 
descripción  magistral  de  lo  que  eran  los  ludios  nómades  del  Chaco  y  Pampa,  llama- 
dos «Juñes,  que  quiere  decif  avestruces»:  los líaíacos  los  llamaban  Hiianjloi, 
«  avestruces  ». 

^  XiMÉXEZ  DK  LA  EsPADA,  Relación  (jeoyráfica  de  Indias,  tomo  2,  apéndice  III. 
página  52,  etc.,  uno  de  los  documentos  más  importantes  para  la  etnografía  y  lin- 
güística de  la  historia  argentina  en  su  primera  época  colonial  ó  sea  del  año  1594. 


314  — 


hasta  aliora  más  se  destacan  en  este  sentido  son  :  Jujuy  \  Salta,  Tncu- 
mán,  Catamarca,  Eioja.  (menos  que  las  otras)  "  y  San  Jnan  (en  la  región 
de  Calingasta). 

Establecida  así  la  región  geográftca  que  se  va  ¡i  estudiar  pasaremos 
en  revista  algunos  de  los  tipos  principales  de  los  restos  arqueológicos 
respectivos. 


VI 


Conocido  ya  el  perímetro  de  la  zona  en  la  Argentina  que  incluye  la 
cidtura  más  adelantada  en  nuestra  parte  del  continente,  al  menos,  si 
liemos  de  juzgar  por  sus  restos  arqueológicos,  sólo  nos  queda  que  decir 
algunas  palabras  acerca  de  la  geografía  física  de  la  provincia  de  Cata- 
marca,  que  si  se  quiere,  forma  el  riñon  de  la  región  Diaguito-Calcliaquí. 

Si  tomamos  un  mapa  de  esta  provincia  y  lo  doblamos  por  el  eje  de  las 
cordilleras  de  Aconquija  y  Ambato  en  toda  su  extensión  (más  ó  menos, 
se  entiende)  separaremos  lo  que  fué  jurisdicción  de  Londres,  de  lo  que 
son  las  acreciones  posteriores.  Al  este  de  este  cuadrado  algo  irregular 
se  extiende  una  serie  de  valles  de  norte  á  sur,  que  habiendo  pertenecido 
á  San  Miguel  de  Tucumán  y  á  la  Eioja,  constituyen  hoy  los  dei)arta- 
mentos  del  centro  encerrados  entre  lo  que  fué  Londres  y  lo  que  antes 
era  de  Santiago  del  Estero  y  de  San  Miguel  de  Tucumán ;  es  decir  todo 
lo  que  se  halla  incluido  entre  la  sierra  ó  cordillera  de  Ambato  al  oeste  y 
la  corrida  de  Guayamba  ó  del  Alto  y  Ancasti  al  este.  Por  este  lado  se 
extienden  los  departamentos  con  que  contribuyeron  Santiago  del  Este- 
ro y  San  Miguel  de  Tucumán  al  nuevo  patrimonio  de  la  virgen  del  Valle, 
hoy  provincia  de  Catamarca  ^ 

Así,  pues,  Catamarca  se  divide  fácilmente  en  tres  distritos,  del  cen- 
tro, del  Este  y  del  Oeste. 

Todos  los  grandes  valles  de  esta  vasta  región  tienen  salida  más  ó  me- 
nos cómoda  hacia  la  izarte  del  sur,  y  corren  en  dirección  general  para- 
lela á  la  cordillera  de  los  Andes ;  pero  en  el  valle  propiamente  dicho  de 
Calchaquí  ocurre  una  anomalía  muy  curiosa :  el  río  de  Santa  María, 
después  de  haber  corrido  de  norte  á  sur  por  el  Cajón,  da  vuelta  sobre  su 

'  Qufí  tal  vez  haya  sido  más  quichuizada  que  his  demás  de  la  uiisma  región. 

Muy  posiblemeute  por  haber  sido  menos  explorada. 

Es  un  hecho  curioso  que  la  celebrada  imagen  fué  encontrada  en  jurisdicción, 
que  entonces  era  de  la  Rioja  ;  fué  conducida  más  tarde  á  la  de  San  Miguel  de  Tu- 
cumán y  presidio  ó  Pucará  de  Catamarca  en  el  valle  del  mismo  nombre,  y  finalmen- 
te al  trasladarse  Londres  á  Catamarca,  volvió  á  las  inmediaciones  de  su  primera 
morada,  objeto  central  del  más  afamado  santuario  de  la  República  Argentina. 


—  315  — 

izquierda  en  la  reíiióii  do  la  Punta  de  Balasto  '  y  toma  dirección  hacia 
el  norte;  así  sigue  hasta  juntarse  con  el  río  de  San  ('arlos  ó  de  ( 'alclia- 
quí  y  reunidos  entran  por  el  boquete  de  las  Conchas  y  [»or  (iuachipas 
se  dirigen  descolgándose  hacia  los  Llanos  de  Salta  dond<»  sale  ya  como 
río  del  Pasaje,  del  Juramento,  de  Estoco  ó  Salado. 

Alguna  vez  este  río  debió  desaguarse  por  la  l*uerta  de  líelén,  pero 
levantamientos  del  suelo,  en  épocas  tal  vez  no  tan  remotas,  ocasionaron 
un  desvío  que  tanto  debe  haber  influido  para  trastornar  las  condiciones 
económicas  de  estos  valles,  hoy  tan  escasos  de  agua.  Esa  altiplanicie 
actualmente  figura  con  los  nombres  de  Campo  del  Arenal  y  Campo  de  los 
Pozuelos  y  forman  ese  curioso  estorbo  que  separa  las  dos  cuencas,  del 
río  de  Santa  María  que  desagua  hacia  el  ííorte,  de  Belén  que  lo  hace  en 
dirección  al  Sud. 

En  esta  gran  altiplanicie  parten  términos  los  departamentos  de  Santa 
María  y  el  río  del  Arenal  y  su  línea,  que  corre  de  Este  á  Oeste,  arroyo 
de  poco  caudal  pero  que  luego  se  pierde  en  su  lecho  de  piedra  y  arena. 
Si  se  hubiese  buscado  la  división  natural  ella  se  hubiese  hallado  en  el 
cordón  del  Atajo,  que  desprendiéndose  del  riñon  del  Aconquija  y  co- 
rriendo Oeste  y  Sud  separa  los  Campos  del  Arenal  y  de  los  Pozuelos  de 
los  de  Andalgalá  y  Belén  :  todas  ellas  altiplanicies  que'  varían  entre 
1000  y  2500  metros  de  elevación. 

Las  cordilleras  que  confinan  con  el  Campo  de  los  Pozuelos,  y  la  línea 
de  ellas  separan  los  departamentos  de  Santa  María  y  Belén,  que  ambos 
se  extienden  hacia  el  norte  hasta  dar  con  las  fronteras  de  Bolivia. 

La  Puerta  de  Belén  es  una  estrechura  natural  formada  por  esa  corri- 
da del  cordón  del  Atajo :  por  allí  desagua  toda  esa  inmensa  cuenca  de 
cordillera,  valles  y  campos  que  tiene  atrás;  y  allí  se  divide  en  dos  partes 
como  quien  dice  por  una  garganta  ó  cintura,  el  largo  y  angosto  dei)ar- 
tamento  de  Belén. 

Geográfica  y  arqueológicamente  hablando  en  la  Puerta  de  Belén  real- 
mente acaba  el  valle  de  Calchaquí  en  su  máxima  extensión  :  allí  algún 
día  se  hará  un  dique  que  rivalice  con  el  de  San  Eoque  en  Córdoba :  por 
allí  se  puede  penetrar  en  coche  hasta  los  más  remotos  rincones  de  los 
valles  Calchaquí  :  hasta  allí  parece  que  se  extendía  el  tipo  de  cerámica 
tan  generalizado  en  esta  región. 

Mucho  nos  contraría  el  que  los  misioneros  y  escritores  de  las  prime- 
ras épocas  nada  no  nos  digan  de  estos  inmensos  depósitos  de  tinajas  ó 
vasos  mortuorios  hallados  en  todas  partes  de  la  región  Calchaquí.  En 
balde  es  preguntar  si  estos  objetos  se  hacían  en  talleres  especiales,  ó  si 
cada  china  ó  cada  indio  poseía  el  secreto  de  la  industria  y  sus  símbolos: 
si  queremos  saber  si  las  urnas  se  conservaban  en  depósito  ó  si  se  fabri- 

^  Vulgarmente  llamada  de  Balastro. 


—  316   — 

caban  según  la  ocasión  todo  eilo  se  encierra  en  el  misterio  :  lo  que  se 
ve  es  que  la  forma  era  más  ó  menos  constante  :  y  que  el  simbolismo  es 
uno  y  el  mismo,  y  que  desde  la  Puerta  de  Belén  hasta  encima  de  la  cor- 
dillera, en  la  Puna  de  la  región  Calchaquí  es  general  ese  tipo  de  tinajas 
ó  urnas  á  que  hemos  dado  el  nombre  de  Santa  María,  porque  allí  y  en 
sus  inmediaciones  primero  se  dieron  á  conocer. 

Mucho  hay,  y  mucho  más  habrá,  pero  mucho  también  se  ha  perdido 
en  los  siglos  que  han  precedido  al  nuestro,  y  mucho  se  destruye  por  los 
exploradores  que  hacen  comercio  de  estas  cosas  :  esta  gente  infiere  un 
perjuicio  irreparable  á  la  arqueología  argentina,  y  muy  mal  hace  nues- 
tro congreso  de  fomentar  tal  vandalaje,  ixjrque  no  es  otra  cosa,  al  com- 
prar colecciones  de  hric-a-hrac  reunidas  con  sacrificio  de  la  verdad  his- 
tórica y  científica  de  las  mismas.  Estas  exploraciones  deben  hacerse  con 
ciencia  y  con  conciencia,  como  se  practican  en  Egipto  en  la  Mesopota- 
mia  y  en  todo  el  Levante  del  mar  Mediterráneo  en  general.  Es  doloroso 
ver  como  van  quedando  los  enterratorios  de  Calchaquí;  y  para  poder 
apreciar  la  diferencia  que  cabe  entre  colección  y  colección,  en  su  costo 
y  en  su  valor  arqueológico,  no  hay  más  que  comparar  las  compras  hechas 
por  la  nación  en  estos  últimos  años,  y  lo  que  ha  logrado  hacer  reunir  y 
describir  el  profesor  Ambrosetti  para  el  Museo  de  la  Facultad  de  Filo- 
sofía y  Letras. 


VII 


Durante  las  famosas  guerras  Calchaquí,  más  de  cien  años  (1558-1658)  ^ 
hasta  que  don  Alonso  de  Mercado  y  Villacorta  -  en  su  segundo  gobierno 
de  la  in'ovincia  del  Tncumán  expatrió  los  indios  «  Quilmes  y  Calíanos  » 
á  los  bañados  que  aun  conservan  el  nombre  de  aquéllos  entre  La  Plata  y 
Buenos  Aires.  El  nombre  de  Valle  Calchaquí  se  limitaba  á  la  región  que 
se  extendía  desde  la  Punta  de  Balasto  treinta  leguas  hacia  el  norte, 
abarcando  tierras  que  hoy  son  de  Catamarca,  Tucumán  y  Salta ;  en  los 
l)rimeros  tiempos,  antes  de  1558,  parece  que  se  daba  una  interpretación 
algo  más  lata  al  término  ese  Calchaquí  ^,  pero  de  sosi^echarse  es  que  se 
aplicase  en  general  á  los  dominios  de  Juan  de  Calchaquí.  En  tiempo  de 

•  Destle  .Juan  de  Calchaquí  hasta  Pedro  Bohórquez  el  falso  Inca  (Lozano,  Hist. 
del  Tuc,  tomo  IV,  passim). 

^  Es  á  saber  entre  1664  y  1670.  (Véase  Lozaxo,  Hif<t.  del  Tuc.,  tomo  V,  páginas 
246  y  2.50). 

*  Lozano,  obra  citada,  tomo  IV  y  página  104,  dice  que  el  «  río  de  Escava...  tiene 
su  origen  en  la  tierra  de  dicho  valle  »  (Calchaquí,  se  entiende),  lo  que  á  ser  cierto 
incluiría  al  valle  de  Siuguil  y  altiplanicie  del  Pucará  de  Aconquija   en   dicho  valle. 


—  817  — 

las  entradas  de  Juan  Xi'iñez  de  Prado,  í~y~Á)  ',  y  de  Juan  Pérez  de  Zu- 
rita, 15r)S  -,  el  Titaquin  '\  eaei(iue  i)riiu'ii)al  de  Ioía  Diaguita  y  Calchaqui, 
era  el  mentado  Juan  de  Calchacjuí,  ((uien  expulsó  á  los  españoles  de  la 
Nueva  Inj^laterra  (ir>(»o),  y  dio  su  nombre  á  toda  la  rei^ión  aciuella. 

Este  famoso  valle  de  Caleliaquí  se  dividía  ennuiclias  secciones  y  cada 
una  de  ellas  con  su  designación  especial  las  pequeñas  quebradas  inme- 
diatas daban  entrada  á  las  alturas  que  servían  de  refugio  á  los  habitan- 
tes, si  se  presentaba  algún  enemigo  invasor;  y  senderos  escabrosísimos 
conducían  á  los  pucarm  ^,  y  demás  defensas  que  hasta  el  día  de  hoy  co- 
ronan los  filos  de  esas  faldas  inaccesibles. 

Entrando  por  la  parte  del  sur  se  advierte  que  el  vasto  campo  del  Are- 
nal de  los  Pozuelos  empieza  á  estrecharse,  porque  del  norte  le  cae  el 
inmenso  promontorio  llamado  Punta  de  Balasto,  término  de  una  serra- 
nía formidable  que  separa  el  valle  de  Santa  María  del  otro  llamado  del 
Cajón  :  en  éste  tiene  su  origen  el  río  de  Santa  María  y  por  él  corre  sus 
tantísimas  leguas  hacia  el  sur  para  volverlas  á  recorrer  hacia  el  norte, 
después  de  haber  rodeado  la  jiunta  de  Balasto.  Desde  esta  punta  hasta 
la  frontera  que  divide  Catamarca  de  Tucumán  (en  la  parte  de  Quilines  y 
Galianos)  llamábase  valle  de  Yocavil,  hoy  de  Santa  María,  región  de 
las  más  ricas  en  restos  arqueológicos,  como  resultará  de  lo  que  se  diga 
en  seguida. 

Las  etimologías  siempre  son  tentadoras  y  no  pocas  veces  engañadoras, 
pero  con  ello  y  todo  el  nombre  de  Yocavil  merece  algunas  palabras  en 
este  sentido. 

La  terminación  vil  era  muy  general,  y  aun  lo  es  todavía,  en  toda 
aquella  región  Diaguito-Calchaquí :  la  encontramos  bajo  de  varias  for- 
mas, V.  gr. :  mil,fil  "%  etc. :  sin  aventurarnos  á  i)recisar  demasiado  su 
valor  léxico,  bastará  que  se  diga  que  es  propia  de  nombres  de  lugar. 
Ahora  por  lo  que  respecta  á  Yoca,  es  verosímil  que  se  derive  de  alguna 
^'oz  afín  del  Aymará,  y  en  tal  caso  querría  decir  algo  como  falo,  lo  qne 
convendría  mucho  á  la  formación  geológica  del  valle.  La  raíz  Yoca  es 
bastante  general  en  todas  partes  de  esos  lugares,  y  más  la  sílaba  prime- 
ra yo,  verdadera  raíz  del  tema  yoca,  siempre  con  referencia  á  algo  de 
sentido  sexual. 

'  Lozano,  Historia  de  la  conquista  del  Tucumán,  toiuo  IV,  capítulo  lY,  todo. 

^  Ihiü,  capítulo  VI,  todo. 

^  Ihid,  tomo  V,  págiua  81.  (Véase  Lafone  Quevedo,  Tesoro  de  Catamarqneñismos. 
Voz  Titaquin.) 

*  Fortines,  Voz  del  Cuzco. 

^  líil,  como  en  Huañumil  mil  ^=YÍ\,  nna  de  las  aldehuelas  de  los  «pueblos»  de 
Pomán  ;  FU,  como  en  Fama-y-fil,  antiguo  nombre  de  Belén  (fil  =  vil)  ;  Jil,  como 
en  Saujil,  por  Saufil,  jil=^  fil  ^  vil.  Es  uno  de  los  pueblos  así  llamados  de  Pomán. 
todos  en  Catamarca. 


—  318  — 

El  valle  de  Yocavil  era  pobladísimo  cuando  en  él  entraron  los  con- 
quistadores el  siglo  XVI,  como  lo  prueban  los  abundantísimos  restos  ar- 
queológicos de  todo  género  que  en  él  se  encuentran,  y  no  menos  el  he- 
cho de  que  los  misioneros  de  la  compañía  de  Jesús  lo  eligieron  i^ara  una 
de  sus  dos  residencias  en  Calchaquí :  una  la  colocaron  en  Santa  María, 
dos  leguas  al  sur  de  la  frontera  de  Calíanos  y  Quilmes,  río  arriba;  y 
y  otra  en  San  Carlos,  jurisdicción  de  Salta:  de  esta  última  por  ahora  no 
nos  ocuparemos. 

Santa  María,  pues,  del  valle  de  Yocavil  en  Calchaquí  servirá  de  nú- 
cleo arqueológico  del  cual  como  centro  se  desprenderán  nuestras  inves- 
tigaciones. Unas  ocho  leguas  nacionales,  ó  sean  cuarenta  kilómetros, 
pueden  contarse  desde  la  Punta  de  Balasto  hasta  la  frontera  de  Calíanos 
y  Quilmes,  y  todo  el  valle  entre  estos  dos  i)untos  está  cuajado  de  restos 
de  Indios,  pero  lo  que  más  se  ha  exi>lorado  es  la  mitad  norte,  desde  An- 
dahuala  '  hasta  el  Fuerte  Quemado  '. 

Como  los  accidentes  de  la  geografía  física  local  dejan  ancha  puerta 
para  la  exteriorización  de  la  cultura  Calchaquí,  anchísima  en  sentido 
norte-sur,  no  tanto  leste  oeste,  habrá  necesidad  de  extralimitarnos  algo 
de  las  ocho  leguas  propias  de  Yocavil,  ó  Santa  Marians ;  pero  no  se  pa- 
sará de  Quilmes  y  Tafí  (Tucumán)  por  el  ííorte,  y  del  Cerro  del  Atajo 
])or  el  Sud. 

En  cada  uno  de  los  cinco  departamentos  de  la  antigua  jurisdicción  de 
Londres  en  el  Tucumán  hay  algún  tipo  de  alfarerías  que  es  propio  de 
esa  región,  sin  perjuicio  de  algún  otro  que  se  encuentre  también  en  dos 
ó  más  de  los  cinco;  sin  dejar  de  haber  ejemplares  sueltos  que  á  todas 
luces  respondan  á  una  importación  de  otra  parte,  no  obstante  que  se 
hallan  en  los  distintos  yacimientos. 

De  todos  los  objetos  de  cerámica  que  se  desentierran  en  la  zona  An- 
dina, ningunos  son  más  típicos  ni  más  numerosos  que  esas  conocidas  ti- 
najas mortuorias,  ó  urnas  funerarias,  de  curiosa  forma  y  simbólica  or- 
namentación, de  las  que  una  muy  hermosa  es  la  figurada  en  la  lámina  II. 
Fueron  dos  halladas  como  á  media  legua  al  norte  de  Santa  María  en 
una  «  pampita  »  "*,  y  la  una  de  ellas  contenía  el  cráneo  de  un  párvulo. 
La  segunda  es  la  que  lleva  la  letra  a  en  la  lámina  III,  y  las  dos  juntas 
son  de  un  interés  especial,  porque  en  su  esquema  de  símbolos  represen- 

'  Aldehuel.i  ó  valle  pequeiío  al  Este  de  San  José,  en  el  valle  de  Santa  María  ó  de 
Yocavil. 

*  Lugar  interesantísimo  sobre  la  margen  izquierda  ú  occidental  del  río  de  Santa 
María,  un  poco  antes  de  llegar  á  la  frontera  que  divide  las  provincias  de  Catamarca 
y  Tucumán  por  ese  lado.  Según  se  cree  de  allí  salieron  los  Indios  Calián  ó  Acallan, 
compañeros  de  los  Quilmes. 

'  Todo  lugar  llano  despejado  de  todo  estorbo  suele  llamarse  Pampa,  si  su  tamaño 
así  lo  exige  Pampita. 


—  Slí»  — 

tan  dos  tipos  muy  (Ufereutes,  reproducidos  lul  nauseam,  sin  que  ello 
signifique  réplicas  chinescamente  ^  imitadas  :  tal  vez  jmeda  asegurarse 
que  entre  los  cientos,  acaso  miles,  de  urnas  que  se  conocen  no  hayan  dos 
exactamente  iguales. 

En  cuanto  á  la  factura,  la  generalidad  de  estas  urnas  ó  tinajas  es  me- 
dianamente buena,  su  cocimiento  ha  podido  resistir  la  acción  del  salitre 
durante  los  siglos,  acaso  milenios,  que  han  estado  enterradas;  esto  no 
significa  que  igualen  á  la  alfarería  draconiana  de  la  altiplanicie  de  An- 
dalgalá,  etc.,  ni  en  su  factura,  ni  en  la  simetría  de  sus  formas,  ni  mucho 
menos,  á  lo  que  se  suele  llamar  tipo  de  Calingasta,  cuyo  pintado  casi 
rivaliza  la  perfección  de  un  esmalte.  La  alfarería  Calchaquina  de  esta 
forma  aunque  suave  al  tacto,  carece  de  ese  pulimiento  que  le  da  cierto 
lustre  á  los  otros  objetos  citados. 

La  forma  es  constante,  con  intención  de  simetría  sin  alcanzarla,  como 
tiene  que  resultar  de  un  artefacto  que  no  ha  visto  la  rueda  del  alfarero; 
á  más  de  que  en  sección  horizontal  son  á  veces  del  todo  ó  en  parte  ova- 
ladas las  urnas  éstas,  como  por  ejemplo,  en  el  caso  que  nos  ocupa,  pues 
aunque  el  cuerpo  de  la  tinaja  puede  clasificarse  de  sección  redonda,  el 
gollete  es  ovoide  de  frente  á  frente.  En  las  tres  urnas  empero,  el  labio 
de  los  golletes  medido  de  oreja  á  oreja,  da  un  diámetro  mayor  que  aquel 
de  frente  á  frente.  La  impresión  general  es  que  las  tales  urnas  tienden 
más  bien  á  la  forma  ovala  ú  ovoide. 

Sise  examina  cualquiera  de  las  tres  tinajas  citadas  (lám.  II  y  lám.  III) 
se  observa  que  constan,  en  primer  lugar  de  un  gollete  y  abajo  de  éste, 
del  cuerpo  del  vaso. 

Este  gollete  puede  ser  mayor  ó  menor  en  altitud  que  el  cuerpo  mismo 
y  no  faltan  ejemplos  de  que  tenga  aquél  hasta  casi  dos  veces  el  alto  de 
éste :  el  labio  se  inclina  hacia  afuera,  y  su  circunferencia  por  lo  gene- 
ral excede  la  máxima  tomada  en  la  parte  inferior,  y  desde  allí  baja 
el  gollete  con  poca  inclinación  de  mayor  á  menor  hasta  asentarse  en 
la  especie  de  hombro  que  se  forma  en  el  cuerpo  de  la  olla  para  reci- 
birlo. 

Este  cuerpo  también  disminuye  en  buque  hasta  juntarse  con  el  asien- 
to, que  mide  más  ó  menos  un  tercio  del  diámetro  de  la  boca,  y  como  á 
medio  camino  se  produce  una  depresión  ó  cintura  que  corresponde  á  la 
zona  de  las  asas  ú  orejas,  siempre  bien  ijronunciadas  :  esta  cintura  es 
general,  i)ero  no  universal,  ni  mucho  menos,  y  sin  duda  se  deberá  atri- 
buir á  razones  personales  del  alfarero  ó  de  la  localidad. 

Construida  la  urna  entraba  la  mano  del  artista  que  ejecutaba  el  es- 
quema del  simbolismo  con  que  se  cubren  las  paredes  de  estas  ollas  ó 
tinajas.  Á  la  simple  vista  está  de  manifiesto  que  se  trata  de  un  dibujo 

'  Es  decir  reproducidas  con  igualdad  mecánica,  como  las  cosas  hechas  á  maquina. 


—   320  — 

convencional  aiitropoide,  desde  que   se  advierten  ojos,  cejas,  narices, 
boca,  brazos  (láni.  III,  ftg.  a),  etc. 

La  regla  es  que  se  le  dé  al  vaso  un  ])riinerviso  de  pintura  blanco-le- 
chosa, ó  ante  claro;  ésteba  resistido  la  acción  de  la  tierra  de  una  mane- 
ra admirable;  como  ba  sucesido  también  con  los  demás  colores.  El  viso 
éste  falta  en  algunos  ejemplos,  por  eso  sólo  se  habla  de  lo  que  era  la  regla. 

En  el  ejemplar  que  nos  ocupa  (lám.  II)  el  viso  ha  sido  de  un  tinte 
más  bien  inclinado  á  ante  nmy  claro.  La  parte  interior  del  labio  lleva 
una  franja  negra,  lisa,  como  de  tres  dedos,  que  en  otros  ejemplares  suele 
ser  de  triángulos  con  grecas,  etc. 

Cada  cara  de  la  tinaja  está  limitada  por  el  borde  del  labio  y  dos  espa- 
ci  os  angostos  del  viso  blanco,  qiTe  orlan  las  franjas  negras  de  la  región 
de  las  orejas  ó  asas.  De  estas  franjas  se  dirá  algo  más  á  su  tiempo. 

Inmediatamente  abajo  del  labio,  en  el  exterior,  aparecen  dos  fajas  lis- 
tadas de  tres,  una  blanca  entre  dos  negras,  separadas  la  una  de  la  otra 
])or  una  lista  blanca  del  viso:  la  lista  blanca  de  las  fajas  va  cargada  de 
innumerables  puntos  de  color  negro :  en  la  parte  de  la  frente  baja  un 
triángulo  negro  directamente  de  la  íajíi  inferior,  como  para  formar  nariz 
con  la  prolongación  de  las  cejas,  que  en  relieve,  por  encima  de  los  ojos, 
dan  vuelta  hacia  atrás,  casi  como  si  pretendiesen  acabar  indicando  el 
lugar  de  las  orejas  :  este  triángulo,  y  la  faja  á  que  está  adherida  signe 
rodeando  el  borde  en  relieve,  pero  separado  de  éste  por  una  angosta 
lista  blanca  del  mismo  viso  que  se  deja  entrever. 

El  ftlo  del  borde  está  pintado  de  negro,  más  abajo  del  mismo,  aparece 
una  lista  como  de  un  centímetro,  de  color  rojo  borra  de  vino,  del  mismo 
que  figura  en  los  tatuajes  de  las  mejillas,  cuerpos  de  las  serpientes,  etc. 

Entre  esta  guarda  y  los  tatuajes,  uno  de  cada  lado  y  lugar  correspon- 
<liente,  se  han  pintado  dos  ojos,  con  sus  respectivas  pupilas  en  relieve, 
<1('  color  negro  sobre  el  blanco  del  viso  :  estos  ojos  carecen  de  las  lágri- 
mas ó  chorreras  tan  comunes  en  otros  ejeuiplares,  y  lo  mismo  sucede  con 
la  urna  compañera  ya  citada  (lám.  III,  fig.  a). 

En  la  presente  urna  falta  la  boca,  pero  ella  existe  en  muchos  otros 
ejemplos  del  mismo,  ó  parecido  tipo,  en  este  Museo  de  la  Plata,  de  suer- 
te que  puede  atribuirse  ó  á  descuido,  ó  que  el  artista  la  daba  por  valor 
entendido. 

De  uno  y  otro  lado  cada  cara  sobre  el  viso  fundamental,  se  han  pintado 
triángulos  esferoides,  á  modo  de  tatuaje,  típicos  en  cuanto  á  los  detalles 
que  los  adornan,  pero  que  varían  mucho  en  su  colocación,  segiin  la  ti- 
naja. En  este  caso  los  triángulos  se  dividen  en  dos  partes  casi  iguales 
])(>r  unas  fajas  diagonales  que  bajan  de  la  región  de  las  orejas  á  la  de  la 
boca;  nacen  y  terminan  en  el  marco  negro  que  encierra  todo  el  esquema 
(W\  dibujo,  y  son  idénticas  á  las  otras  que  orlan  la  parte  exteroinferior 
4h'l   labio,  cini  los  mismos  puntos  ó  rendondeles  en  el  fondo  divisorio. 


—  321    — 

Á  uno  y  otro  lado  de  esta  franja  se  levantan  y  se  dejan  caer  dos  trián- 
gulos que  dentro  de  bordes  negros  encierran  un  interior  del  rojo  obscuro 
citado  en  la  orla  de  las  cejas;  de  cada  uno  de  los  vértices  arranca  la 
continuación  del  borde  negro  que  encierra  el  color  rojí»,  y  forma  una 
greca  de  tres  ó  más  vueltas,  ajustada  con  singular  maestría  al  vacío 
que  hay  que  llenar.  Estos  triángulos  con  sus  continuaciones  en  forma 
de  grecas  dejan  vaiííos  también  triangulares  á  uno  y  otro  lado  de  las 
diagonales,  y  estos  espacios  se  ocupan  muy  artísticamente  con  contra- 
triángulos negros  intercalados  entre  cada  dos  de  los  rojos  que  nacen  de 
la  diagonal.  En  el  centro  de  cada  uno  de  estos  triángulos  se  abre  un  es- 
pacio cruciforme  color  del  fondo,  para  colocar  en  él  otra  cruz  de  color 
negro;  y  tanto  el  borde  negro  exterior,  cuanto  el  correspondiente  lado 
de  cada  triángulo  negro,  donde  hacen  frente  á  los  triángulos  rojos  de  la 
diagonal,  corren  orlados  de  ondas  del  mismo  color  del  borde.  De  estas 
cruces  habrá  algo  que  decir  á  su  tiempo  ^ 

El  reverso  del  gollete  no  es  más  que  una  copia  fiel  del  anverso,  así 
que  no  hay  por  qué  gastar  tiempo  y  espacio  en  describirlo. 

La  garganta  del  esquema  ornamental  se  representa  por  un  espacio 
como  de  un  centímetro  del  color  del  fondo  que  corre  hasta  el  mismo  es- 
pacio lateral  divisorio  con  la  franja  negra  de  los  costados,  franja  que 
separa  sólidamente  las  dos  caras  de  la  urna.  Esta  lista  blanca  está  li- 
mitada por  los  bordes  negros,  unos  de  las  caras  del  gollete,  y  otros  de 
las  del  cuerpo  del  vaso,  y  de  estos  nace  el  esquema  de  la  ornamentación 
en  la  parte  inferior. 

En  primer  lugar  y  en  el  centro,  ocupando  algo  más  que  un  sexto  de  la 
semicircunferencia  en  esa  parte,  se  desprende  una  franja  hasta  el  i3ie 
de  la  urna,  sobre  el  fondo  blanco  y  encerrada  por  la  línea  negra  infalta- 
ble,  con  grecas  y  tres  triángulos  en  este  orden:  las  grecas  son  de  tres  y 
cuatro  vueltas,  muy  simétricas;  los  triángulos  nacen  de  las  líneas  ne- 
gras de  los  lados,  pero  la  diagonal  que  los  separa  está  escalonada;  re- 
cursos éstos  muy  usados  por  aquellos  artistas,  sea  cual  fuere  su  valor 
en  el  simbolismo  original  de  esa  cultura. 

En  el  centro  del  primer  triángulo  inferior,  y  colocado  como  en  los 
ejemplos  de  la  cara,  se  ha  pintado  una  de  las  cruces  tan  comunes  en  la 
cerámica  de  esta  región  ■. 

A  cada  lado  de  la  franja  anterior  figura  una  serpiente,  que  como  re- 
lámpago baja  en  zig-zag  hacia  la  greca  que  carga  con  el  triángulo  esca- 
lonado de  la  cruz;  allí  y  en  la  línea  de  la  cintura  dispara  hacia  el  punto 

•  Véase  La  Cruz  en  América  del  doctor  Adán  Quiroga. 

'  Nada  tieoen  que  ver  con  la  cruz  nuestra,  como  símbolo  del  cristianismo  ;  peiu 
sin  perjuicio  de  que  lo  puedan  tener  en  el  ritual  preexistente,  desde  que  la  cruz 
existió  mucho  antes  de  la  era  nuestra. 

REV.    MUSEO   LA  PLATA.  —  T.   II.    (XI,  16,  1908.)  21 


—   322   — 

(le  las  asas  y  vuelve  á  bajar  como  relámpago  en  diagonal  escalonada 
hasta  dar  nuevamente  con  la  franja  central  al  pie  de  la  urna. 

Las  serpientes  en  su  viaje  de  relámpago  dejan  tres  espacios,  que  lla- 
maremos triángulos,  jjero  con  sus  escalones  que  corresponden  á  las  en- 
tradas y  salidas  del  ofidio  acentelleado :  en  esta  forma  los  triángulos 
parecen  más  bien  pirámides  con  escalones,  pero  dimidiadas.  Para  aliviar 
la  pesadez  de  un  gran  espacio  negro,  el  artista  se  ha  valido  del  recurso 
de  calarlo  con  unas  bandas  diagonales  que  dejan  traslucir  el  viso  blanco 
del  fondo  :  corren  de  los  lados  (hombro  y  cintura)  hacia  la  frania  central 
ó  cintura,  según  el  caso,  y  reproducen  el  adorno  del  labio  inferior,  es 
decir,  listas  blancas,  en  este  caso  cuatro,  entre  líneas  ó  espacios  negros, 
y  dos  de  las  listas  con  puntos  ó  redondeles  negros.  El  efecto  general  es 
de  un  relampagueo  general  y  constante. 

Las  serpientes  son  convencionales,  como  todo  lo  demás  del  esQuema 
ornamental,  y  las  cabezas  lo  son  aun  más  todavía  :  se  forman  sobre  una 
línea  vertical  como  de  cuatro  centímetros  por  medio  de  la  prolongación 
de  las  líneas  negras  que  forman  el  cuerjio  de  los  ofidios,  sobre  éstas  se  di- 
bujan dos  triángulos  con  vsus  ojos  como  centro,  y  grecas  como  barbas,  de 
suerte  que  más  bien  parecen  mitras  que  cabezas:  sea  dicho  de  paso  que  la 
mitra  es  muy  conocida  como  uno  de  los  elementos  en  el  simbolismo  andino. 
Puestas  de  costado  todas  las  tinajas  de  esta  forma  y  uso,  de  suerte 
que  el  asa  ú  oreja  quede  al  frente,  se  nota  una  franja  negra  que  corre 
desde  el  labio  hasta  el  asiento,  sin  interrupción,  sirviendo  así  para  se- 
parar el  anverso  del  reverso  de  la  urna.  íío  es  uniforme  en  el  ancho, 
siendo  sus  partes  de  mayor  medida  las  del  labio  y  región  de  las  asas,  y 

las  más  angostas  las  de  la  garganta 
y  base.  En  toda  la  región  calcha- 
quina  es  excepcional  cosa  que  falte 
esta  franja  lateral,  sea  cual  fuere 
el  tipo  del  esquema  ornamental  en 
la  urna  de  que  se  trate. 

Estas  urnas  por  lo  general  tenían 
Fig.  3.  —  sauta  María  por  tapa  uu  p2ico  ^  Ó  taza,  más  ó 

menos  ornamentado.  La  que  corres- 
pondía á  este  vaso  se  ha  mezclado  con  la  vasta  colección  que  hay  en  el 
Museo,  pero  se  encontrará  en  la  figura  3,  uno  que  tiene  más  ó  menos 
el  tipo  del  que  acompañaba  la  tinaja  que  se  describe. 

Dada  la  forma  antropoide  de  los  dibujos  parece  como  si  se  tratase  de 
algo  convencional  á  modo  de  momia  con  sus  envoltorios  y  caretas.  Den- 
tro de  las  urnas  se  suele  hallar  restos  de  párvulos,  que  sabemos  se  sa- 

'  Llámase  puco  en  lengua  de  Cuzco  á  una  especie  de  bol  ó  taza,  que  se  encuentra 
en  gran  abundancia  en  toda  la  región  Diaguito-Calchaquí. 


—   323  — 

criticaban  peiiodicaiueiite  en  U)s  (loniiniosclcl  Inca  ',  y  restos  de  animales 
pequeños,  que  también  es  notorio  se  substituían  por  la  víctima  humana  -. 

En  las  urnas  de  este  tipo  esquemático  los  golletes  varían  mucho,  no 
así  el  cuerpo  de  los  vasos;  i>ero  es  de  observar  que  los  oñdios  acente- 
lleados  no  siempre  tienen  la  cabeza  que  los  declara  verdaderas  serpien- 
tes, y  no  centellas  ó  rayos  :  fué  el  hallazgo  de  unos  cuantos  ejemplares 
así  que  confirmó  la  sospecha  del  profesor  Ambrosetti,  quien  se  inclinaba 
á  creer  que  estos  figurines  no  eran  más  que  la  serpiente  como  símbolo 
del  rayo,  llamador  de  la  lluvia. 

En  elfolk-lore  de  la  región  Diaguito-Calchaquina  la  serpiente  se  con- 
sidera tan  llamativa  del  rayo  que  por  nada  quieren  tenerla  en  sus  casas 
ni  viva  ni  muerta  cuando  amenaza  tormenta.  Es  decir,  inies,  que  la 
serpiente  puede  considerarse  como  un  símbolo  acuático,  y  que  como  tal 
lo  aumentarían  á  la  ornamentación  de  las  urnas  ceremoniales ;  porque 
otro  destino  no  han  podido  tener  estos  vasos  curiosos. 

Á  más  de  las  serpientes  se  observan  los  siguientes  símbolos  de  muy 
frecuente  uso : 

Los  triángulos  con  grecas,  espirales,  orillas  orladas,  ó  sin  nada  de  eso; 
á  veces  están  escalonados ; 

Las  cruces,  colocadas  en  diversos  puntos; 

Las  listas  con  puntos  ó  redondeles. 

Sea  cual  fuere  el  valor  ritualístico  de  estas  varias  figuras,  la  cruz  es 
sin  duda  alguna  de  valor  acuático  y  conocida  como  tal  en  una  y  otra 
América.  Me  limitaré  á  citar  la  obra  del  malogrado  doctor  Adán  Quiroga 
La  Cruz  en  América^  en  que  se  trata  largamente  de  este  asunto  '\ 

Esta  urna  puede  considerarse  como  típica  de  una  larga  serie  y  forma 
parte  de  la  colección  Lafone  Quevedo  depositada  en  este  Museo. 


IX 


La  urna  descripta  en  el  anterior  capítulo  se  halló  en  compañía  de  otra 
que  se  reproduce  en  la  lámina  III,  figura  a  :  es  éste  también  un  precioso 
ejemplar  típico  de  larga  serie,  que  llamaremos  de  los  suris  ^  ó  avestru- 

'  Véase  Los  ojos  de  Imaymana  de  Lafone  Quevedo,  Boletín  del  Instituto  geográfico 
argentino,  tomo  XX,  págioa  462,  etc. 

^  S.  A.  Lafoxe  Quevedo,  Culto  de  Tonapa,  Revista  del  Museo  de  La  Plata,  tomo  III, 
página  320,  etc.,  tiraje,  página  38. 

'  Empezando  del  capítulo  VI.  Muchas  de  las  láminas  se  reproducen  en  este  es- 
tudio. 

^  En  lengua  de  Cuzco,  general  en  la  región  Diaguito-Calchaquí,  sin  perjuicio  de 
la  Cacana,  propia  de  esos  lugares,  el  avestruz  llamábase  y  se  llama  aiín  Suri. 


—   324   — 

ees,  para  distinguirla  de  la  otra  que  sería  de  las  serpientes  ó  hidras  K 
Ambas  tinajas  liroceden  del  mismo  lug:ar,  Santa  María,  y  nos  servirán 
de  base  para  toda  posterior  comparación. 

Las  dimensiones  son  casi  las  mismas  de  la  ya  descripta,  y  se  reduce 
á  un  quinto  del  tamaño  natural.  Ella  ha  sufrido  mucho  con  la  acción 
del  salitre,  pero  por  suerte  al  hallarla  se  hizo  un  dibujo  esquemático  de 
su  ornamentación,  de  suerte  que  ha  sido  fácil  poder  restaurar  el  dibujo. 

La  distribución  general  es  la  misma  :  gollete^  cuerpo,  labio,  garganta, 
cintura,  base  y  orejas. 

El  gollete  se  pinta  con  las  dos  listas  de  una  raya  blanca  con  redonde- 
les entre  dos  negras,  triángulo  negro  fronto-nasal,  lista  del  mismo  coloi 
cilio-nasal,  ojos  con  pupila,  oblicuos  y  con  prolongación  como  de  pesta- 
ña, pero  sin  lágrimas,  boca  con  dientes,  tatuaje  en  las  mejillas  de  tipo 
como  el  del  vaso  anterior,  cuya  mayor  diferencia  consiste  en  que  los 
triángulos  todos  tienen  centro  rojo  borra  de  vino,  y  en  que  sus  grecas 
están  entrelazadas  arriba,  y  en  los  extremos  opuestos  abajo ;  en  uno  y 
otro  caso  las  grecas  arrancan  de  los  vértices  de  los  triángulos,  y  no  li- 
bres de  éstos  con  pie  en  las  rayas  negras  de  los  lados. 

La  garganta  en  este  caso  también  es  un  espacio  blanco  del  fondo  en- 
tre las  rayas  negras  del  gollete  y  del  cuerpo  de  la  olla. 

Es  en  esta  sección  de  la  urna  que  varía  el  esquema  de  los  dibujos 
radicalmente.  En  primer  lugar  la  cintura  la  divide  en  dos  partes  distin- 
tas, una  que  corresponde  al  cuerpo  propiamente  dicho,  y  otra  á  su  base 
que  en  este  caso  forma  una  especie  de  2)uco  ^  ó  taza,  sobre  que  se  levanta 
la  parte  superior. 

Como  en  los  demás  ejemplos  el  fondo  (blanco  en  este  caso)  separa  el 
conjunto  de  las  x)inturas  (anverso  y  reverso)  de  la  franja  negra  costanera 
tan  i)ropia  de  ese  tipo  de  vasos. 

De  la  cÍTitiir:„  «xilba  el  dibUj..  ?s  como  sigue  :  dos  brazos  con  cinco  de- 
cios, de  color  rojo  borra  de  vino,  entre  líneas  negras  se  desprenden  de 
derecha  é  izquierda  del  hombro  de  la  urna  formando  onda  y  vuelven  á 
subir  hasta  casi  tocarse  cerca  de  la  línea  negra  superior  que  separa  de 
la  garganta  en  la  región  de  la  boca.  Los  espacios  que  los  brazos  dejan, 
en  forma  de  escudetes  están  ocupados  por  dos  avestruces  ó  SHris  con- 
vencionales que  se  miran  en  la  postura  que  el  doctor  Quiroga  interpretó 
como  anuncio  de  lluvia  ^  De  los  óvalos  que  forman  el  cuer])o  nacen  co- 


'  Porque  tienen  que  ver  más  con  la  idea  de  agria  que  con  otra  cosa  cualquiera. 
Véase  más  adelante  donde  se  trata  de  la  alfarería  negra  y  de  los  dragones  que  la 
ornamentan . 

'  Véase  la  nota  página  322. 

'  La  Cruz  en  América,  página  147  :  «En  el  folk-lore  Calchaquí  hasta  hoy  el  Suri 
es  el  anunciador  de  la  lluvia.  Cuando  el  tiempo   está   para   cambiar  esta    gran   ave 


—   325  — 

jíote,  cabeza  con  ojo  y  pico  abierto,  alas  de  (üiujo  plumas  ílesplegadas  y 
l)atas  de  tres  dedos ;  dentro  do  los  óvalos  aparecen  dos  triánfíulos  ne- 
jíros  con  jírecas,  los  de  arriba  tienen  su  base  eu  la  izquierda  del  ovalo  y 
de  los  vértices  nacen  las  grecas  liorizoiitalineiite  dos  á  do.s  con  las  de 
abajo,  (jue  á  su  vez,  pero  eu  contrario  sentido,  arracan  de  abajo  y  lado 
derecho  de  los  mismos  óvalos.  Los  espacios  (pie  cpiedan  en  los  dos  es- 
cudetes se  llenan  con  figuras  negras  irregulares,  que  disimulan  el  vacío 
y  que  sin  ellas  hubiese  afeado  el  dibujo. 

Abajo  de  los  brazos  y  más  ó  menos  en  direcciones  concéntricas  se 
pintan  dos  guardas  como  las  de  los  labios,  es  decir,  blancas  con  redon- 
deles negros  entre  líneas  de  este  color,  que  precisamente  tienen  <pie 
acabar  en  i)unta,  y  así  también  termina  la  banda  negra  que  cierra  el 
dibujo  al  llegar  á  la  cintura  en  la  región  de  las  asas,  donde  empieza  la 
ornamentación  propia  de  la  base. 

El  blanco  del  fondo  aquí  como  en  la  garganta  sirve  para  acentuar  es- 
tas divisiones.  El  esquema  del  dibujo  eu  este  caso  es  muy  sencillo  y  pa- 
recido al  de  los  infinitos  pucos  que  se  encuentran  como  tapas  de  estas 
urnas,  es  decir  una  larga  serpiente  que  se  enrosca  en  dos  sentidos  opues- 
tos, formando  así  una  S  :  baja  hacia  la  derecha  y  se  envuelve  hacia  la  iz- 
quierda; la  otra  mitad  sube  hacia  la  izquierda  envolviéndose  hacia  la 
derecha.  Líneas  negras  forman  la  serpiente,  y  series  dobles  ó  sencillas 
de  puntillas  ó  redondeles  negros  se  dibujan  sobre  el  fondo  blanco. 

La  franja  negra  y  las  asas  son  las  de  siempre. 

Aquí  lo  que  más  llama  la  atención  son  esos  escudetes  con  avestruces 
en  la  región  de  los  pechos  de  la  mujer;  porque  siendo  el  suri  ^  en  el  acto 
de  sus  brincos  un  símbolo  acuático,  llamativo  de  la  lluvia  -  es  conve- 
niente identificarlos  (;on  otros  á  que  se  haya  dado  la  misma  significación, 
y  al  mismo  tiempo  alguna  i)rueba  de  cómo  puede  vincularse  el  símbolo 
con  el  sexo  femenino. 

Quiroga  atribuyó  un  significado  acuático,  no  sólo  al  suri  sino  también 
á  la  cruz,  al  sapo,  etc.,  y  en  el  caso  ocurrente  hemos  supuesto  que  el 
triángulo  con  greca  ó  sin  ella  pueda  tener  igual  valor  meteorológico. 

En  la  lámina  III,  figura  a  ^  tenemos  una  urna  muy  parecida  á  la  que 
se  acaba  de  describir.  En  el  gollete  se  ven  varios  símbolos  ya  cono- 
cidos, pero  disi)uestos  en  otro  orden,  pero  en  el  cuerpo  del  vaso  están 
los  avestruces,  esta  vez  con  cruces  en  vez  de  triángulos  con  grecas. 

nerviosa  abre  las  alas  cuyas  plumas  desordeuadas  sacude,  y  corre  al  encuentro  de 
la  primera  ráfaga  htímeda  de  viento  que  llega,  etc.,  etc.  »  He  tenido  la  suerte  de 
poder  verificar  esta  observación  in  sita,  y  la  hallo  exactísima. 

'  El  avestruz,  se  entiende. 

^  Véase  la  descripcióu  que  de  ellos  hace  Quiroga  en  la  nota. 

^  Vaso  de  Santa  María,  Col.  Lafoue. 


—  326 


X 


Comparemos  este  ejemplo  (lám.  IV,  fig.  n)  con  este  otro  (lám.  III,  flg.  a) 
y  veremos  reproducidos  detalle  por  detalle,  los  mismos  símbolos  en  los 
dos  esquemas  con  la  diferencia  que  en  el  primero  los  óvalos  del  cuerpo 

llevan  triángulos  con  grecas,  y 
en  el  segundo,  cruces  dentro  de 
otras  cruces,  en  ambos  casos 
atributos  de  avestruz.  Los  deta- 
lles estos  ocurren  con  frecuencia 
en  urnas  de  este  tipo,  como  por 
ejemplo  en  las  ilustraciones  de 
los  Anales  del  Museo  de  La 
Plata  (tomo  I,  2^  serie,  pág.  40, 
fig.  31  y  plancha  V,  fig.  8  y  9). 
En  la  figura  8  la  combinación 
de  los  esquemas  que  tenemos  en 
los  dos  ejemplos  citados  arriba 
encierra  un  intercambio  de  equi- 
valencias curiosísimas,  porque 
el  gf>llete  figura  a,  de  la  lámina 
IV,  con  el  cuerpo  figura  a^  de  la 
lámina  III,  nos  daría  el  conjunto 
fignra  8  de  la  plancha  V,  en 
el  tomo  de  los  Anales  citado 
(fig.  4). 

En  la  obra  La  Cruz  en  Amé- 
rica;, se  dan  muchas  rejiroduc- 
ciones  de  urnas  en  que  figuran 
avestruces  con  cruces,  colocados 
tal  y  como  en  el  ejemplar  que  se  describe.  Véanse  las  figuras  32  (Quilmes, 
pág.  128),  33  (id.,  pág.  129),  37  (Fuerte  Quemado,  pág  131)  y  38  (Santa 
María,  pág.  132),  39  (Tolombón,  pág.  132)  y  40  (Tolomé,  Molinos,  pág 
132);  los  originales  todos  procedentes  del  valle  Calchaquí  :  figuras  5, 
6,  7,  8,  9  y  10  respectivamente. 

Como  se  ha  hecho  referencia  á  la  posibilidad  que  la  cruz  encierre  un 
símbolo  aplicable  al  pecho  de  la  mujer  estamos  obligados  á  fundar  la 
hipótesis  en  algo  que  sea  verosímil;  y  nada  es  más  adecuado  para  este 
fin  que  la  hermosa  urna  adquirida  por  el  doctor  Adán  Quiroga  en  Amai- 
cha  ó  Hamaicha,  villorrio  y  valle  al  noroeste  de  la  villa  de  Santa  Ma- 


—   327    — 

ría,  por  donde  se  entra  al  valle  de  Tafí,  hoy  jurisdicción  de  Tneiimán, 
departamento  de  C'olalao  del  Valle.  Véase  el  liontispicio  de  La  Cruz  en 
América  y  la  láni.  I  que  encabeza  este  trabajo. 

Nada  más  curioso  existe  hoy  en  la  cerámica  de  Calchaquí  que  esta  urna 
pues  por  su  forma  viene  á  ser  la  única.  La  parte  ventral  de  la  tinaja, 
sigue  uno  de  los  tipos  conocidos  en  su  ornamentación,  más  no  así  la 
parte  superior,  que  de  la  garganta  arriba  se  bifurca,  de  suerte  que  una 
mitad  sube  en  forma  de  gollete,  conu>  en  los  demás  ejemidos,  mientras 
que  de  la  otra  mitad  nace  un  torso  de  mujer  que  se  prepara  á  soi)lar  en 
una  nauta,  semejante  á  otra  descubierta  por  el  profesor  Ambrosetti  en  sus 


Fig.  5.  —  Quilines        Fig.  6.  —  Qnilnu's  (Mus.  Kac.) 


Fig.  7.  —  Fuerte  Quciuado,  Sauta  María 
(Col.  Quiroga) 


exploraciones  recientes  por  aquellas  regiones.  Quien  no  quiera  reconocer 
en  esta  figura  una  representación  de  la  mujer  tendrá  que  admitir  que  por 
lo  menos  las  cruces  se  colocan  en  la  región  de  las  tetillas  del  hombre. 
De  una  obra  de  Jeremías  Curtin  (Creatíon  Myths  of  Primitive  Ame- 
rica) hemos  recogido  algunos  datos  que  nos  pueden  explicar  el  famoso 
vaso  Quiroga  de  Amaicha;  en  la  página  19  de  la  introducción  trata  de 
las  ideas  cosmogónicas  de  los  Indios  en  Norte  América.  Más  tarde 
(pág.  30)  nombra  á  Olelbis,  dios  benéfico  de  los  Wintus  que  todo  lo  go- 
bierna, y  á  dos  abuelas,  sus  asesoras,  hacedoras  de  la  lluvia,  que  se  han 
transformado  en  piedras  porosas;  una  flauta  también  hace  su  papel  para 
las  transformaciones  que  se  efectúan  (pág.  XXXI). 


—   328 


En  la  página  51  empieza  el  mito  de  Olelbis  ^  y  ^lem-Loimis  -  en  Olel- 
panti  ^. 

Lamiijer  Me  m- Lo  i  mis  se  le  presenta  á  OJelbis  y  cohabita  con  él  y 
fué  madre  de  sus  dos  hijos.  Andando  el  tiempo  vino  Kahit  (el  viento), 
se  robó  á  Mem-Loimis  (el  agua)  y  los  de  Olelpantí  se  morían  de  sed  :  ella 
era  la  que  les  había  proporcionado  agua.  Pasaban  los  años  y  seguía 
la  seca.  Llamaban  á  los  hechiceros,  baihiban  y  cantaban,  hacían  sus 

hechicerías,  pero  nada  resultaba  :  no 
se  adivinaba  donde  Mem-Lohnis  podía 
estar  y  la  gente  ya  no  podía  de  sed. 
Al  fin  sale  un  hechicero.  Machi 
como  dirían  los  Araucanos,  y  descubre 
donde  está  Mem-Loimis,  de  los  hori- 
zontes más  allá.  Los  dos  hijos  de 
Olelhis  se  ponen  en  marcha,  y  andando 
se  juntan  con  los  hermanos  hijos  del 
raptor  de  Mem-Loimis  y  reunidos  se  le  presentan  á  la  madre,  quien  les 
dirigió  estas  palabras  : 

«No  les  pude  auxiliar;  pero  ¿qué  hacerle?  Me  robaron,  me  llevaron 
lejos,  al  norte,  y  de  allí  me  escapé  á  este  lugar;  pero  vuestro  padre 


r¡g.  8.  —  Sauta  María  (Musco  Nacional) 


T\¡r.  9.  —  Tolimibóii,  Salta 
(Col.  Inst.  Geog.  Arg.) 


10.  —  Coloiin''.  jSIolino.s.  Salta 
(Col.  Inst.  Geog.  Arg.) 


(Olelhis)  es  mi  marido.  Todo  lo  sabe,  todo  lo  hace,  todo  lo  puede,  todo 
lo  ve;  pero  no  se  dio  cuenta  que  yo  estaba  aquí.  Agua  tendréis,  hijos 
míos  y  agua  en  abundancia  »  (pág.  61). 

«  Arrimó  una  cesta  á  su  pecho  y  de  allí  sacó  agua,  tal  y  como  una 


'  Olelhis.  El  que  está  arriba. 

*  Mem-Loimis.  El  agua. 

'  Olelpantí.  El  país  de  Olelbis. 


—  329  — 

madre  que  dado  mamar  sacaría  Icclu' ;  llenó  la  cesta  y  la  i)as(S  á  los 
iiiilos  aquellos  y  les  dio  de  comer  tiimbiéu  en  abundaiKÚa  ».  (Ihid.) 

Mientras  esto  sucedía  en  Olclpaiili  el  liecliicero  que  hacía  llover  pidió 
que  le  alcanzasen  una  cesta  listada,  ó  sidii  kilo,  muy  ])equena;  y  se  la 
dieron. 

Una  mañana  .1/<'>>í-Lo/;í?/\  dcspaclu)  á  uno  de  sus  dos  hijos  á  llevarle 
agua  á  su  tío  Mcm-Jíni  (|uc  \i\ía  en  el  primer  horizonte  al  Oeste  de 
Olelpaíiti^y  puso  el  ai;ua  eji  una  cesta  que  se  filtraba;  y  como  volaba  de 
naciente  á  Poniente,  al  pasar  por  encima  de  Olelpanti  una  gota  cayó  en 
el  cestillo  del  hechicero  que  la  esperaba  baihmdo  hacía   sesenta  días.  Y 


■'¡u.  n 


la  gente  vino  y  aplacó  la  sed,  y  se  hinchó  bebiendo,  y  la  gota  no  mer- 
maba, y  todos  bebieron,  y  Toco  también  (peje-sol),  y  nunca  más  faltó 
el  agua  en  Olelpanti. 

Y  eso  que  el  niño  cargaba  con  la  cesta  hacia  el  Oeste,  cada  gota  que  caía 
formaba  un  manantial  (pág.  02  á  65).  Hasta  aquí  el  mito  cosmogónico. 

Día  á  día  se  van  descubriendo  eslabones  que  unen  la  cultura  del  Xorte 
con  la  del  Sur,  y  sólo  el  intervalo  geográñco  tan  considerable  puede  ha- 
cer que  nos  parezca  forzada  la  semejanza  que  este  mito  tiene  con  el  sig- 
nificado que  se  le  ha  querido  dar  al  simbolismo  Calchaquí. 

Es  la  mujer  que  hace  llover,  y  de  su  pecho  que  saca  la  lluvia.  La  flauta 
y  las  danzas  son  incidentes  (pie  no  dejan  de  estar  representados. 


—   330  — 

En  esto  de  simbolismo  no  liay  qne  apuiav  demasiado  las  analogías, 
porque  alrededor  de  una  idea  central  pueden  agruparse  muchos  detalles 
locales;  por  ejemplo  el  avestruz  y  el  guanaco  mal  podían  figurar  en  esta 
clase  de  mitos  como  símbolos  del  agua,  por  no  existir  en  tierra  de  Olel- 
l^anti.  Por  otro  lado,  en  la  Améri(ia  septentrional  es  cosa  admitida  que 
la  cruz  es  un  signo  acuático,  desde  luego  nada  de  extraño  tiene  que  aquí 
se  le  asigne  igual  valor  mitológico. 

Eso  de  conducir  agua  en  cesta  llama  la  atención,  porque  en  la  Pampa 
nuestra  era  también  conocida  la  costuiubre  entre  los  Querandí  y  los 
Guarpe  '. 

En  la  obra  ya  citada  La  Cruz  en  América^  y  páginas  118  y  119,  Qui- 
roga  utilizó  una  lámina  del  onceno  informe.  Burean  of  Ethnology,  1889 
y  1890  -,  plancha  XXXV,  que  se  reproduce  aquí,  figura  11,  con  la  ex- 
plicación de  su  simbolismo  al  pie  de  ésta  en  una  nota.  Si  se  compara 
este  «  vaso  ceremonial  para  implorar  la  lluvia  »  en  todos  sus  detalles, 
con  los  de  Calchaquí,  á  que  se  asigna  igual  uso,  veremos  que  tienen 
mucha  semejanza. 

¿Quiénes  fueron  los  inventores  de  este  tipo  de  urnas?  Ellas  son  pro- 
l)ias  del  verdadero  valle  Calchaquí  y  no  parece  que  se  extralimiten  á  los 
otros  valles  qne  lo  rodean,  á  saber  :  tie  Tinoga.sta,  de  Belén,  de  Andal- 
galá.  Pueblos  de  Cataraarca,  ó  de  la  Eioja;  ni  tampoco  á  los  llanos  de 
Tucumán,  Santiago,  etc.  Objetos  de  cerámica  bastante  meritorios  por 
su  factura  artística  en  todos  esos  lugares  suelen  desenterrarse;  pero  las 
urnas  cerenu)niales  ó  funerarias  del  tipo  que  hemos  estado  describiendo 
no  salvan  la  región  encerrada  por  las  cordilleras  de  Ancouquija,  Atajo, 
y  las  qae  se  levantan  hacia  el  poniente  hasta  el  lugar  de  la  Puerta  de 
Belén  :  es  como  para  creer  que  responden  á  una  cultura  anterior  á  la 
de  los  Incas  que  allí  fué  arrinconada  cuando  se  vino  abajo  aquel  primer 
imperio  del  Perú  del  cual  nos  habla  Montesinos  en  sus  memorias. 

'  Oviedo  en  su  Historia  general  y  natural,  de  Indias,  tomo  II,  libro  XXIII,  Cap.  XII, 
páginas  191  y  192,  dice  esto  ;  «  Río  arriba  bay  otra  generación,  que  se  dice  Begúaes... 
Adelante  de  éstos  está  la  gente  de  los  Timiás...  y  á  par  de  éstos  está  una  nación 
que  llaman  Carcaraes,  que  es  gente  alta  de  cuerpo,  y  la  una  y  la  otra  de  lenguas 
diferentes,  que  en  el  trato  i^arece  mejor  que  las  otras  ya  dichas...  Más  adelante 
en  la  tierra  metida  está  otra  generación  que  le  llaman  Quiranys,  y  contractan  con 
ellos...  y  cestas  de  berguitas  tan  tejidas  y  apretadas  que  pueden  tener  agua  en  ellas. 
Véase  también  Ovalle,  Historia  de  Chile. 

-  Trata  de  los  mitos,  ritos  y  ceremonias  entre  los  Sia. 


—   331 


XI 


En  los  capítulos  anteriores  se  lian  estudiado  los  dos  tipos  más  intere- 
santes de  las  urnas  ceremoniales  del  gran  valle  Calcliaquí,  limitándo- 
nos á  ellas  porqne  juntas  se  encontraron  en  el  mismo  lugar  de  Santa 
María,  riñon  ó  gran  centro  de  la  arcpicología  de  toda  aquella  zona. 

Entre  los  ejemplos  que  se  reproducen,  derivados  de  la  obra  de  Qui- 
roga  ^  y  de  las  colecciones  de  nuestro  Museo  -,  i)odemos  escalonar  el 
tipo  desde  Tolombón  ^  en  la  provincjía  de  Salta,  hasta  el  río  del  Arenal  " 
ya  citado  ;  y  para  este  punto  contamos  con  nna  preciosa  urna  (lám.  III, 
fig.  h)  ',  que  por  su  ornamentación  pertenece  al  tipo  de  otra,  lámina  II, 
hasta  en  lo  de  constar  de  tres  colores,  el  blanco  del  viso  ó  fondo,  el 
negro  y  el  rojo  borra  de  vino,  en  los  tatuajes  de  la  cara  y  cuerpos  de 
las  serpientes. 

1^0  es  necesario  entrar  á  describir  los  detalles  del  dibujo  en  el  cuerpo 
de  la  urna,  porque  las  cortas  diferencias  se  explican  solas  á  la  simple 
vista ;  así  que  nos  limitaremos  á  la  parte  del  gollete. 

La  lista  sublabial  es  de  un  solo  orden  de  líneas  (blanca  con  gotas  ó 
redondeles  entre  dos  negras),  del  que  baja  un  triángulo  negro  á  la  raíz 
délo  que  sería  nariz;  una  abertura  cruciforme  en  el  centro  deja  un  espa- 
cio blanco  en  el  que  se  planta  una  cruz  griega  negra,  como  la  del  tatuaje 
frontal  de  las  Indias  abiponas.  Las  cejas  negras  que  bajan  hasta  la  línea 
del  mismo  color,  bajo  de  la  boca,  corren  orladas  con  ese  adorno  de  diente 
de  serrucho  que  es  bastante  común  en  todo  género  de  alfarerías,  sin  li- 
mitación á  las  de  Calchaquí.  Los  ojos  son  los  de  siempre,  sólo  que  en 
este  caso  les  caen  cuatro  lágrimas,  si  es  que  lo  son. 

El  tatuaje  de  las  mejillas  es  una  variante  del  de  las  dos  urnas  ya  des- 
crij)tas :  triángulos  con  cierta  esfericidad  en  la  línea  superior  para  ajus- 

'  La  Cruz  en  América. 

-  Tauto  délas  generales  pertenecientes  al  Museo  por  compra  o  como  resultado  de 
las  expediciones,  cuanto  de  la  de  Lafone  Quevedo  en  él  depositada  desde   años  ha. 

'  Pueblo  de  los  indios  de  este  nombre,  en  el  Talle  Calchaquí  entre  Colalao  del 
Valle  (no  el  otro  de  Trancas)  y  Cafayate.  Pertenece  á  la  j)ro'V'incia  de  Salta,  y  se 
halla  frente  á  la  Puerta  de  las  Conchas,  quebrada  que  conduce  á  Guachipas  y  valle 
de  Lerma. 

*  Cuatro  leguas  al  norte  de  Capillitas,  provincia  de  Catamarca. 

^  Hallada  en  un  panteón  cerca  de  las  poblaciones  de  esa  estancia.  Es  interesante 
porque  es  lo  más  auténtico  que  se  ha  hallado  de  ese  tipo  antes  de  llegar  á  la  divi- 
sión de  las  aguas  en  la  sierra  del  Atajo,  que  separa  los  campos  ó  altiplanicies  del 
Arenal  y  Pozuelos  de  los  de  Andalgalá  y  Belén. 


—   332    — 

tarse  á  los  demás  detalles  del  dibujo.  Desde  la  ])arte  de  la  boca  dos  dia- 
gonales dividen  los  triángulos  en  que  sobre  el  fondo  blanco  se  colocan 
grecas  dispuestas  una  en  cada  espacio  y  en  combinación  con  unas  figuras 
irregulares,  cuyos  bordes  uno  á  cada  lado  de  la  diagonal  son  aserrados  ó 
en  escalones. 

La  boca  es  cuadrada  con  cinco  dientes  arriba  y  cuatro  abajo.  La  franja 
negra  de  los  costados  no  falta. 

Esta  tinaja  se  halla  en  muy  buen  estado,  como  la  figura  a,  que  repre- 
senta un  quinto  del  tamaño  natural.  En  el  labio  inferior  se  ba  pintado 
una  anclia  franja  negra. 

De  admirar  es  la  maestría  con  que  el  artista  decorador  ajusta  su  es- 
quema de  dibujo  á  las  exigencias  de  la  forma  en  el  vaso  :  no  hay  espa- 
cio por  irregular  que  sea  que  le  venga  mal,  para  cada  uno  que  se  le 
presenta  tiene  sti  símbolo  correspondiente,  y  el  resultado  general  á  la 
vista  es  agradable. 

En  la  figura  h  (lám.  IV)  tenemos  una  urna  de  Andahuala  ^,  cerca  de 
San  José,  departauíento  de  Santa  INIaría.  Los  detalles  son  los  de  siem- 
pre ;  pero  ni  la  fornuí  ni  la  factura  son  las  típicas  del  valle. 

En  el  gollete  y  en  la  base  ostenta  los  ofidios  enroscados,  en  forma  de 
S  volcada  y  sin  cabezas.  La  parte  ventral  lleva  un  dibujo  de  rayas  cruza- 
das, y  los  dos  escudetes  en  la  región  i^ectoral  son  ovalados,  dentro  de 
una  lista  con  puntos  sobre  el  fondo  del  vaso,  dentro  del  cual  se  ha  pin- 
tado otro  óvalo  negro,  concéntrico  y  calado  en  forma  de  cruz  para  ence- 
rrar otra  cruz  de  dos  rayas  negras.  Los  marcos  exteriores  de  los  óvalos 
también  son  negros,  y  orlados  abajo  y  á  la  derecha  ". 

Ya  nos  hemos  dado  cuenta  de  una  de  las  formas  más  características 
de  la  cerámica  en  los  valles  Calchaquí,  siendo  la  otra  la  que  figura  en 
la  plancha  VI  de  los  Anales  del  Museo,  tomo  I,  segunda  serie.  En  la  re- 
gión donde  se  encuentran  llevan  el  nombre  de  veleros,  porque  suelen  de- 
dicarlos á  este  uso  doméstico,  es  decir,  el  de  bañar  velas  de  sebo,  únicas 
que  suelen  tener  en  aquellos  valles  remotos. 

El  esquema  de  la  oriiainentación  es  principalmente  de  guardas  con 
sapos  que  suben  hacia  el  labio  del  tinajón,  alternadas  con  otras,  ora  de 
chevrones  directos  ó  invertidos,  ora  de  laberintos  de  triángulos  y  otros 
dibujos,  todo  con  escalones.  Los  colores  son  tres,   el  fondo  blanco,  los 

'  Andahuala,  valle  que  cae  al  de  San  José  ó  Santa  María,  y  que  de  ninguna  ma- 
nera debe  confundirse  con  Andalgalá,  que  es  la  villa  principal  del  departamento 
del  mismo  nombre  :  ésta  líltima  villa  es  conocida  localmente  por  su  nombre  de 
«  Fuerte  » . 

'  Andahuala  se  halla  colocado  en  el  mismo  centro  de  la  región  más  rica  en  objetos 
arqueológicos.  Así  se  ve  que  en  todas  las  colecciones  abundan  los  objetos  traídos  de 
ese  valle  y  sus  alrededores.  Saliendo  de  San  José  para  dirigirse  á  ese  valle  pasa 
uno  por  la  Loma  Rica,  dada  á  conocer  por  el  señor  Liberaui  en  años  atrás. 


—   333   — 

(lilmjos  neiíTos  y  rojos.  Sus  diiuonsiones  varían,  poro  i)or  lo  <>éiieral  mi- 
don  (lo  ol*  á  54  oontiniotros  do  alto  :  la  íiliura  lü  so  lia  ologido  porque 
ostenta  sapos  con  oruz  on  la  jiiiarda  oontral. 

Las  láminas  V  y  YI  representan  las  ouatr(>  caras  de  un  curioso  vaso 
negro  hallado  en  Santa  María,  pero  que  probablemente  corresi)oiide  ;i  la 
alfarería  de  Andalgalá,  tanto  por  el  color  cuanto  por  el  tipo  de  la  orna- 
mentación, es  decir,  hidras  ó  dragones  grabados  (-on  punta  fina  sobre  un 
fondo  negro  como  de  esmalto. 

Á  propósito  de  este  género  do  cerámica  americana  el  señor  Clarence 
B.  Moore  tiene  las  siguientes  observaciones  ^ : 

«  Mucha  parte  de  esta  alfarería,  que  es  shell-tempered  [quema  superfi- 
cial (f)],  por  fuera  tiene  un  aspecto  negro,  lustroso,  á  veces  de  mucha 
belleza.  En  nuestro  anterior  informe  dijimos  que  este  bettín  no  podría 
resultar  del  refogue  de  las  piezas^  iiorque  la  verdad  es  que  la  acción  di- 
recta del  fuego  sobre  el  barro  nunca  pudo  producir  tal  efecto.  Es  de  ])re- 
sumirse  empero,  que  el  tal  betún  so  produjo 
de  la  manera  descripta  por  Holmes,  como 
procedimiento  puesto  en  práctica  por  los 
indios  Cataicba,  es  á  saber,  el  vaso  que  se 
piensa  asar  se  rodea  con  corteza  de  árbol,  se 
le  mete  fuego,  y  se  tapa  con  algún  canjilón 
hasta  que  concluye  la  operación.  La  corteza 
al  consumirse  en  un  espacio  encerrado 
seguramente  produciría  una  considerable 
cantidad  de  alquitrán,  que  se  condensaría 
sobre  la  superficie  del  vaso,  y  por  lo  mismo 
de  hallarse  en  estado  líquido,  penetraría 
por  el  material  lloroso  de  la  vasija,  y  más  tarde  se  carbonizaría  con  el 
fuego  continuado  ». 

La  referencia  del  señor  Moore  es  á  W.  H.  Holmes,  actualmente  di- 
rector del  departamento  de  etnología  en  el  Instituto  Smithsoniauo,  in- 
forme 20,  1898  y  1899,  página  55.  Lo  que  dice  el  erudito  arqueólogo 
norteamericano  forma  parte  en  su  descripción  de  la  manera  cómo  pro- 
ceden las  alfarerías  Catawba,  en  la  reserva  de  esos  indios  y  Carolina 
Austral.  No  es  necesario  aquí  repetir  lo  ya  extractado  acerca  de  estos 
vasos  negros. 

El  vaso  en  sí  es  uno  de  los  más  perfectos  y  curiosos  en  toda  la  colec- 
ción de  cerámica  en  el  Museo  de  La  Plata,  y  á  la  vez  uno  de  tantos, 
aunque  no  muchos,  que  embellecen  la  colección  Lafone  Quevedo  aquí 
depositada.  En  fragmentos  existen  partes  de  varias  piezas  correspon- 
dientes á  este  mismo  tipo  que  indudablemente  pertenecieron  á  vasos  taL 


Fig.  12.  —  Valk-  «le  Sauta  María 
(Col.  Mus.  La  Plata) 


Moundville  Eevisited,  págiua  345. 


—   334   — 

líennosos  como  los  llocos  que  aquí  se  describen.  Su  factura  es  de  lo  más 
lino  y  su  color  negro  sin  duda  se  debe  á  un  procedimiento  análogo  al 
que  describe  el  señor  Moore;  se  suelen  encontrar  piedriecillas  boleadas 
de  cuarzo  ó  silex,  que  por  su  desgaste  han  servido  para  pulimentar  es- 
tos vasos  y  otras  cosas  por  el  estilo. 

Casi  todos  los  cantarillos  de  este  tipo  que  se  conocen  son  de  formas 
excéntricas,  como  si  perteneciesen  á  una  cultura  que  no  era  la  de  las 
urnas  ceremoniales  del  valle  Calchaquí. 


XII 


Pasemos  ahora  á  la  descripción  detallada  de  esta  singular  taza  que 
por  su  simetría  casi  podría  atribuirse  á  la  rueda  del  alfarero ;  pero  CwSto 
por  ahora  no  se  debería  admitir,  y  más  bien  es  para  creer  que  ha  sido 
amoldada  dentro  de  una  tipa  ^  ó  cestilla  de  juncos  y  después  alisada 
con  la  mano,  concha  ó  espátuhi  de  palo  ó  hueso,  porque  á  la  vista  están 
las  estrías  del  instrumento  pulidor:  en  esta  parte  no  pudo  mediar  el 
bruñidor  de  cuarzo.  El  tinte  negro  deja  ver  esas  imperfecciones  á  que  se 
refiere  Holmes,  que  dependen  del  modo  de  conducir  la  quema. 

Sobre  esta  taza  ó  puco  se  levanta  un  borde  como  de  diez  centímetros, 
con  una  inclinación  hacia  adentro,  adornado  con  una  faja  en  dos  seccio- 
nes de  esos  escalones  ó  dientes  de  serrucho,  típicos  y  tan  conocidos  en 
el  simbolismo  de  la  alfarería  local. 

Sobre  este  borde  ó  cintura  se  levanta  la  parte  ventral  del  vaso  divi- 
dida en  cuatro  ampolladuras  por  medio  de  otras  tantas  depresiones,  todo 
inclinado  hacia  adentro  como  para  recibir  un  gollete,  que  no  se  le  imso, 
tal  vez  por  la  dificultad  de  ajustarlo  al  cuerpo  de  la  olla;  sin  embargo, 
en  la  región  aquella  se  conocen  otros  vasos  de  eximia  factura  que  tam- 
bién carecen  de  golletes  (véase  lám.  Vil,  fig.  a).  La  idea  de  la  forma 
parece  derivada  de  una  de  esas  desnaturalizaciones  producidas  en  los 
mates  con  ataduras  de  cuerdas  en  cierta  éj^oca  de  su  crecimiento  ^. 

Cada  una  de  las  cuatro  ampolladuras  ostenta  un  dragón  ó  monstruo, 
á  lo  que  debe  suponerse  de  cuatro  patas,  de  las  que  sólo  dos  están  de 
manifiesto.  Las  cabezas  son  de  un  tipo  conocido,  como  lo  es  también  su 

'  Eu  el  Museo  existe  un  ejemplar  en  que  están  de  manifiesto  las  señales  de  la  cesta 
que  sirviíj  de  molde.  Tipa  se  llama  en  el  Interior  una  cesta  con  la  misma  forma  del 
fondo  de  la  alfarería  Calchaquí  :  ancha  boca,  base  angosta,  y  costados  que  suben 
rectos  de  ésta  á  aquélla. 

'  En  los  mercados  suelen  ofrecerse  mates  y  porongos  así  curiosamente  deformados 
con  ataduras  cu  verde. 


—   335   — 

colocación  en  el  i)unt<)  donde  el  l)iaz()  ])avte  del  cnerpo  del   monstruo. 
(Véase  la  tig.  3ÍÍ,) 

En  los  cuatro  casos  la  boca  es  dislorine  y  cada  una  de  ellas  ostenta 
dos  muelas  y  un  colmillo  arriba,  y  otros  tantos  abajo,  c-on  dos  crestas  en 
frente  en  forma  de  chevrones.  Los  ojos  constan  de  <los  círculos  irregu- 
lares, pero  con  intención  de  ser  concéntricos.  Las  prolongaciones  y  el 
cuerpo  van  admnados  con  triángulos  alternos,  (pie  nacen  de  las  rayas 
formativas  del  dragón. 

Del  punto  de  contacto  con  la  cabeza  nace  el  brazo  que  acaba  en  una 
mano  de  tres  dedos,  y  de  donde  arranca  la  cola  hay  una  prolongación  de 
ésta  que  forma  la  pata  de  cuatro  dedos  figurados  por  rayas.  La  cola  se 
enrosca  sobre  sí  y  termina  en  cabeza  :  dos  de  ellas  con  crestas,  ojos  y 
boca  dentada,  y  dos  triangulares  con  sus  dos  ojos  vistos. 

Los  colmillos,  muelas,  crestas,  dedos  de  las  manos  y  triángulos  de 
adorno  ó  cresta,  todos,  están  cubiertos  de  un  cuadriculado  por  rayas;  es 
de  observar  la  única  excepción  :  uno  de  los  triángulos  (lám.  V,  flg.  a), 
presta  servicio  doble,  como  adorno  del  dragón  y  como  parte  de  la  boca, 
y  jior  lo  tanto  j^ierde  su  cuadriculado. 

La  ornamentación  toda  se  lia  grabado  con  imnta  de  buril  no  muy  afi- 
lada, y  la  parte  del  vaso  que  la  lleva  está  mejor  bruñida  que  la  otra  de 
la  base.  El  estado  de  perfecta  conservación  se  debe  al  modo  de  asar  el 
vaso,  sobre  todo  si  en  realidad  el  procedimiento  ba  sido  aquél  descripto 
j)or  Holmes  y  Moore. 

El  problema  que  hay  que  resolver  es  la  verdadera  procedencia  de  este 
precioso  ejemplar  de  la  alfarería  negra,  excepcional  en  Calchaquí,  bas- 
tante común  en  la  región  de  Andalgalá,  á  cuyo  arte  pertenece  también 
el  tipo  <le  los  dragones. 

Como  á  seis  leguas  al  sur  de  Santa  María,  y  en  la  región  de  la  Punta 
de  Balasto,  donde  antiguamente  vivían  los  indios  Ingamanas,  cuyos  des- 
cendientes hoy  forman  la  población  indígena  de  Choya,  al  oeste  de  An- 
dalgalá, se  encontró  el  hermoso  vaso  antropoide  ^  que  se  rejjroduce  en 
la  lámina  VII,  figura  a  (Yi  del  tam.  nat.).  Su  factura  es  de  la  mejor  que 
se  conoce  i)or  aquellos  lugares,  y  hasta  hace  sospechar  que,  como  en  el 
caso  de  la  olla  negra,  haya  sido  introducida  de  otra  parte.  Ha  perdido 
la  base,  y  nunca  tuvo  gollete,  pero  de  tenerlo  hubiese  seguido  el  esque- 
ma típico  de  la  olla  ó  tinaja  b  en  la  lámina  VII. 

Se  aplica  la  clasificación  de  antropoide  á  este  vaso,  porque  en  el  cen- 
tro de  la  parte  ventral  aparece  una  cara  convencionalmente  tratada,  con 
un  triáng-ulo  frentonarigal,  ojos  oblicuos  de  tres  óvalos  puntiagudos  y 


'  Antropoide  línicamente  eu  el  sentido  de  que  tiene  cara  humana  en  la  ornamen- 
tación. El  solo  río  algo  fuerte  de  esa  zona  da  vuelta  á  la  punta  de  Balasto ;  se 
comprende  pues,  por  qué  abundan  por  allí  los  restos  de  poblaciones  indígenas. 


—  336  — 

cinco  cboiTcras  ó  lágrimas  y  boca  con  cuatro  dientes  arriba  y  siete  abajo. 
En  el  reverso  la  cara  está  borrada.  En  la  frente  se  han  dibujado  dos  órde- 
nes de  pata  de  perdiz ,  como  las  llaman  localmente,  pero  que  más  bien  se- 
rán de  suri  ó  avestruz  ^  De  allí  parte  para  arriba  una  franja  de  tres  listas 
sobre  el  fondo  atabacado  de  la  olla.  Las  listas  son  dos  cuadriculadas  con 
líneas  diagonales  y  una  tercera  en  el  centro  de  triángulos  que  nacen  de 
las  líneas  laterales,  se  unen  por  sus  vértices  en  el  medio,  y  los  atraviesa 
otra  línea  que  partiendo  de  las  patas  de  perdiz  llega  al  borde  de  la  boca. 

Esta  franja  y  la  cara  separan  el  esquema  de  la  ornamentación  en  dos 
cuerpos  que  guardan  cierta  simetría  en  la  disposición  de  sus  detalles. 
Empezando  de  abajo  por  la  izquierda  tenemos  :  1°  una  faja  cuadriculada 
diagonalmente;  2°  dos  triángulos  negros  entre  uno  y  medio  grujios  de 
chevrones  inversos ;  3"  faja  como  la  níímero  1 ;  4"  tres  triángulos  ne- 
gros alternos  dos  y  uno;  5'' lo  mismo  repetido  segunda  vez;  0°  ñija  de 
líneas  diagonales  de  derecha  á  izquierda. 

En  la  derecha  se  evita  la  repetición  inmediata  como  en  4  y  en  5,  y  en 
5  se  alternan  los  2  triángulos  negros  con  otro  de  chevrones   invertidos. 

En  el  reverso  hay  cierta  pequeña  variante  en  la  disposición  de  los  de- 
talles; pero  ella  no  afecta  el  resultado  general  del  esquema  de  orna- 
mentación. 

Los  colores  son  :  negro  del  dibujo,  y  un  color  café  claro  del  fondo.  Las 
orejas  ó  asas  en  factura  y  forma  son  indignas  del  vaso  que  acompañan; 
pero  el  luilimento  y  simetría  de  la  olla  son  admirables.  El  lustre  es  casi 
como  de  esmalte,  y  á  ello  sin  duda  se  debe  el  poco  efecto  del  salitre. 

En  cuanto  á  la  forma  puede  compararse  con  la  otra  olla,  figura  h,  en  la 
misma  lámina  VII,  que,  según  se  asegura,  procede  de  la  región  de  An- 
dalgalá,  uno  de  los  puntos  donde  se  han  encontrado  los  mejores  vasos 
de  este  tipo. 

Visto  así  de  frente  como  en  la  reproducción  parece  que  sólo  se  trata 
de  un  avestruz  pintado  convencionalmente,  lo  que  no  resulta  si  lo  mira- 
mos con  la  supuesta  cabeza  por  delante :  es  ésta  una  figura  que  consta 
de  cinco  círculos  ovoides,  adheridos  á  una  especie  de  cogote  ondulado,  á 
la  derecha  del  cual  y  del  círculo  exterior,  izarte  una  especie  de  pico  con 
sus  dos  pares  de  lágrimas  ó  chorreras,  que  se  comparan  bien  con  la  cara 
de  la  olla  a^  lámina  Vil,  y  al  tener  ya  boca  y  nariz  expresadas  por  otros 
símbolos,  no  combina  una  y  otra  cosa  como  en  el  caso  i^resente.  En  esta 
figura  1)^  la  parte  ovoide  hace  las  veces  de  cabeza  y  ojo,  y  las  chorreras 
las  de  pico  y  lágrimas  :  esta  dualidad  en  el  significado  del  simbolismo  se 
vio  en  la  mandíbula  inferior  del  dragón  (lám.  V,  fig.  a),  así  que  no  debe 


*  Estas  patas  de  suri  6  de  avestruz  ó  de  perdiz  abundan  también  en  los  petrogli- 
fos  que  desparramados  se  encuentran  por  todos  aquellos  lugares  tan  escasos  de  agua. 
Casi  no  hay  piedra  negra  en  el  campo  que  no  las  tenga. 


-  837  — 

cansamos  sorpresa  la  economía  de   los  detalles  en  el  convencionalismo 
ornamental.  (Véase  fiji'.  i;>). 

Las  patas  con  cinco  dedos  tambicn  se  oponen  á  la  teoría  de  qne  sea 
nn  simple  avestrnz,  mientras  qne  los  círcnlos  ovoides  achatados  del 
cnerpo  se  relacionan  más  bien  con  el  hermoso  vaso  hallado  en  la  Cié- 
naga del  río  de  Belén,  entre  Hnalfín  y  La  Puerta,  que  se  reproduce  en  la 
lámina  VIII,  figuras  a  y  h.  Las  chorreras  que  se  desprenden  de  los  di- 
bujos ovoides  en  ambos  casos  parecen  responder  al  mismo  simbolismo. 
La  ornamentación  de  los  golletes  es  la  misma,  y  típica  en  esta  clase  de 
ollas,  cuyo  destino  no  pudo  ser  otro  que  el  de  contener  algún  líquido 
para  beber,  agua,  chicha  ú  otro  cualquiera.  Más  sobre  este  vaso  se  dirá 
en  el  capítulo  siguiente. 

XIII 


Kos  toca  ahora  describir  una  de  las  más  bellas  y  mejor  conservadas 
de  las  tinajas  que  forman  parte  de  la  alfarería  Calchaquí;  por  su  sime- 
tría, factura  y  maestría  en  la  ornamentación 
ocupa  un  lugar  sobresaliente  en  la  cerámica 
argentina  \  Sin  duda  se  han  de  descnbrir 
otras  del  mismo  tipo,  como  que  existe  una 
de  menor  tamaño  en  la  misma  colección 
(véase  lám.  IX,  flg.  13);  pero  por  ahora  es 
de  las  mejores  piezas  que  se  han  hallado  en 
la  provincia  de  la  Xueva  Inglaterra,  cuya 
capital  fué  la  Xueva  Londres  :  más  tarde 
figuró  como  jurisdicción  de  Londres,  refun- 
dida hoy  en  la  de  San  Fernando  de  Cata- 
marca  -. 

En  la  lámina  VIII,  figura  a  y  h,  tenemos 
el  anverso  y  el  costado  de  este  jirecioso 
vaso  :  el  reverso  repite  el  esquema  de  la 
ornamentación. 

La  forma  es  casi  esférica  y  el  gollete  muy  bajo  iraes  no  pasa  de  seis 
centímetros,  siendo  38  el  alto  total  del  vaso.  El  fondo  es  de  color  café 
claro  y  los  dibujos  de  nn  negro  no  tan  puro  :   la  factura  y   el  pulimento 

'  Hallada  en  la  Ciénaga  río  arriba  de  la  puerta  de  Belén . 

'  La  líltima  refundación  de  Londres  tuvo  lugar  el  año  1633  en  el  valle  de  Pomáu 
linas  18  leguas  al  sur  de  Andalgalá,  por  donde  se  entra  para  traslomar  la  cordillera 
de  Anibato  y  pasar  á  Catamarca.  Concluida  la  guerra  de  Calchaquí  esta  plaza  fuerte 
no  tenía  ya  objeto,  y  se  j)uede  decir  que  había  muerto  por  inanición  antes  del  auto 
de  dejación,  cuando  los  lares  j  penates  inuio  con  el  estandarte  real,  los  libros  capi- 
tulares y  el  Cabildo  se  trasladaron  al  valle  de  Catamarca  en  1683. 

REY.   MUSEO   LA  PLATA.    —   T.    II.    (XI,    17,    1908.)  22 


Detalle  el  lám.  VII,  B 


—  338  — 

son  casi  perfectos.  En  cada  frente  (anverso  y  reverso)  el  dibnjo  se  divide 
en  dos  secciones  simétricas  y  parecidas,  separadas  por  dos  espacios  del 
fondo  encerrados  por  líneas  negras.  Cada  sección  forma  nna  especie  de 
cuadro  que  encierra  el  dibujo;  es  decir,  son  cuatro  secciones  en  que  se 
repite  la  misma  ornamentación  :  bastará  con  describir  una  de  ellas,  des- 
de que  todas  son  iguales. 

Del  mismo  medio  de  la  línea  ^  que  divide  con  la  garganta  y  ángulo 
superior  del  triángulo  izquierdo  arranca  una  espiral  de  una  sola  vuelta, 
y  de  ella  se  desprenden  cinco  chorreras  ó  lágrimas,  que  caen  hasta  el 
ángulo  inferior  del  mismo  triángulo  de  donde  nace  otra  espiral  de  una 
vuelta  también,  en  este  caso  con  seis  chorreras  que  siguen  hasta  dar 
con  uno  de  esos  ovoides  negros  tan  conocidos,  en  este  caso,  encerrado 
dentro  de  dos  líneas  del  mismo  color,  con  intención  de  ser  concéntricas, 
pero  que  no  lo  son. 

Á  uno  y  otro  lado  de  las  esj)irales  con  lágrimas,  en  la  parte  superior, 
se  extienden  dos  triángulos,  y  en  continuación  de  éstos  hacia  abajo  dos 
líneas  negras  que  terminan  en  la  figura  ovalada,  y  así  encierran  la  franja 
medial. 

Pasando  ala  izquierda  de  esta  franja  central  está  primero  uno  de  los 
dos  triángulos  ya  citados,  del  que  nacen  las  dos  espirales  ó  vértices,  se- 
parado aquél  de  la  línea  negra  del  cuello  i^or  una  lista  del  fondo,  que 
también  se  interpone  entre  la  otra  línea  negra  que  diagonalmente  cae 
del  ángulo  superior  del  cuadro  negro  en  dirección  á  la  segunda  espiral 
de  la  franja,  desde  donde  baja  con  una  larga  y  artística  lazada,  casi 
hasta  el  fondo  del  dibujo,  en  forma  de  onda  de  todo  el  ancho  de  la  sec- 
ción y  vuelve  á  subir  hacia  la  precitada  espiral,  y  de  allí  como  álos  dos 
centímetros  se  desprende  otra  espiral  que  bajando  de  la  derecha  es  de 
tres  vueltas;  de  ella  caen  trece  chorreras  que  llenan  todo  el  vacío,  y  son 
de  muy  buena  vista  en  el  esquema  de  la  ornamentación. 

Los  espacios  que  quedan,  á  la  izquierda  arriba  y  abajo  en  toda  la  base 
se  enteran,  en  la  parte  superior  con  un  triángulo  negro  escotado,  y  su 
continuación  se  comunica  abajo  con  otra  figura  cuadrilonga,  pero  con 
escotadura  ajustada  á  la  vuelta  de  la  onda,  completando  así  el  dibujo 
por  este  lado. 

Por  la  parte  de  la  derecha  tenemos  el  mismo  diseño,  sólo  que  la  es^n- 
ral  arranca  de  la  derecha  como  la  anterior,  pero  se  desarrolla  subiendo 
para  dar  sus  tres  vueltas.  Las  lágrimas  que  caen  son  quince. 

Las  lágrimas  de  las  espirales  mayores  son:  1°  13  y  15;  2°  14  y  15; 
3»  12  y  15 ;  4°  11  y  11  y  medio  -. 

^  En  la  lámina  está  mal. 

*  No  parece  que  haya  habido  misterio  alguno  en  el  número  de  rayas  ó  lágrimas^ 
ni  en  su  forma  ó  dirección. 


—  339  — 

Las  menores  son  (arriba  y  abajo  rosi^eetivaineute) :  1°  5  y  G;  2"  7  y  O  ; 
;i"  4  y  o;  4"  4 y  5. 

El  gollete  también  se  divide  fácilmente  en  cuatro  secciones  que  co- 
rresponden á  la  distribución  de  la  parte  ventral  del  vaso.  Cuatro  franjas 
negras,  que  responden  á  los  espacios  del  fondo,  separan  cuatro  pares  de 
triángulos  negros,  contrai)uestos,  de  suerte  que  los  claros  de  color  café 
forman  una  figura  de  Z.  El  borde  de  la  parte  inferointerior  demuestra 
que  este  gollete  se  ba  formado  independientemente  y  que  después  se  ha 
adaptado  á  la  boca  del  cuerpo  de  la  olla,  no  habiendo  creído  necesario 
producir  el  alisamiento  exterior  en  la  parte  de  adentro,  lo  que  se  ha 
practicado  en  la  olla  6_,  de  la  lámina  VII :  así  se  explica  que  la  tarea  del 
alfarero  quedó  incompleta  cuando  la  otra  olla  (lám.  VII,  ñg.  a)  pasó  á 
manos  del  pintor  ó  pintora;  porque  las  olleras  ó  alfareras  por  lo  general 
eran  y  son  del  sexo  femenino. 

Las  asas  ú  orejas  en  este  caso,  como  en  los  anteriores,  son  muy  infe- 
riores y  una  de  ellas  falta. 

En  resumen  :  es  éste  uno  de  los  vasos  calchaquinos  de  más  relevan- 
tes méritos  de  todos  cuantos  figuran  en  las  diferentes  colecciones,  tanto 
por  su  factura  y  el  tipo  original  de  su  ornamentación,  cuanto  por  su 
casi  perfecto  estado  de  conservación. 

Hay  otro  hecho  curioso  que  se  relaciona  con  este  objeto  :  en  el  mis- 
mo viaje,  y  en  Londres,  pero  con  procedencia  de  la  región  de  la  Puerta, 
es  decir  Yacutula  ^,  se  dio  con  otra  pequeña  olla  (lám.  VIII,  fig.  a)  cu- 
yas pinturas  son  del  mismo  tipo  de  las  que  acabamos  de  describir,  no 
sólo  en  el  cuerpo  de  la  olla,  sino  también  en  su  gollete.  Allí  están  los 
espirales  con  lágrimas,  los  complementos  negros  para  llenar  los  vacíos, 
y  el  óvalo  terminal  de  la  franja  central,  con  líneas  cortadas  en  la  forma 
que  se  advierte  en  la  figura  b,  de  la  lámina  VIL 

Á  la  derecha  de  la  franja  central  hay  una  variante  curiosa  que  no 
responde  á  los  detalles  de  la  lámina  VIII.  Esta  figura  y  la  espiral  de 
más  abajo  pueden  verse  en  la  lámina  IX,  figura  a.  Debe  haber  habido 
una  gran  serie  de  tinajas  de  este  tipo.  La  que  aquí  se  describe  sirvió  du- 
rante muchos  años  para  contener  arrope  con  cascos  -  y  á  pesar  de  lar- 
gos hervores  no  se  ha  logrado  extirpar  los  últimos  rastros  de  almíbar. 
Por  suerte  la  ha  conservado  de  los  efectos  del  salitre  ^ 

'  Un  valle  bastante  ameno  que  se  interna  hacia  el  oeste  del  río  de  Belén  en  el  punto 
de  la  Puerta.  El  nombre  significa  «  Agua»  (Yaetí)  «  chica  »  (utula)  :  así  suele  decirse 
utulita  por  chiquitito. 

^  Fruta  cortada  en  tajadas  pasadas  en  el  mismo  arrope  y  conservada  para  servir 
de  postre. 

^  La  figura  J),  de  la  lámina  IX,  representa  uno  de  esos  curiosos  vasos  tricoloros 
(rojo,  ante  y  negro),  frecuentes  en  esos  valles,  pero  que  se  sospecha  sean  oriundos 
de  Calingasta. 


—  340  — 

Á  la  inisnia  familia  y  tipo  de  vasos  pertenece  el  que  se  rei^roduce  en 
la  figura  14,  procedente  de  Belén,  aunque  no  sería  extraño  que  selin- 
biese  conducido  del  río  ese  de  las  Granadillas  ó  Estancia,  que  desagua 
en  el  de  la  Puerta;  porque  es  una  región  abundantísima  en  objetos  ar- 
queológicos hasta  de  cobre  ^. 

El  gollete  es  el  usual  descripto  ya  en  la  lámina  VIII,  pero  el  cuerpo 
del  vaso  en  los  dos  frentes  anverso  y  reverso  ostenta  una  cara  dentro 
de  un  óvalo  en  cada  uno,  que  consta  de  frente,  cejas,  nariz,  boca  con 
lengua  y  ojos  oblicuos  con  iiupila,  algo  levantados  hacía  afuera,  de  los 
que  caen  cinco  lágrimas  del  izquierdo  y  seis  del  derecho.  Las  orejas  son 
dos  como  aletas,  que  se  parecen  al  cogote  del  ave  en  la  lámina  YII,  fi- 


Fig.  14.  —  Belén  ó  su  río 

g:ura  hy  hasta  en  las  rayas  paralelas  con  que  se  adornan;  al  terminar  en 
su  parte  inferior  forman  una  espiral  incipiente. 

De  los  complementos  negros  del  óvalo  en  su  base  arrancan  dos  líneas 
negras,  una  de  cada  lado  que  terminan  en  espiral  de  2  y  3  vueltas  hacia 
adentro  en  cada  caso. 

En  el  reverso  falta  la  raya  accidentada  que  en  el  anverso  forma  la 
nariz,  y  las  lágrimas  son  cuatro  á  la  izquierda  y  cinco  á  la  derecha.  Fac- 
tura, pulimento  y  color  del  fondo,  los  de  siempre  en  esta  serie  de  alfa- 
rerías. 

En  esta  pequeña  olla  con  su  rostro  antropoide  tenemos  la  base  del 
simbolismo  más  ampliamente  tratado  en  la  figura  «^  de  la  lámina  YII. 


'  De  este  metal  y  do  esta  región  se  obtuvieron  tres  bellos  objetos   de  cobre  que  fi- 
guran en  el  Museo  de  Kensington  en  Londres  :  son  iina  rodela,  un  cetro  y  un  hacha. 


Kev.  Museo  de  La  Plata,  t.  xv  (ser.  ii.  t.  ii) 


Plancha  V 


Santa  María,  Valle  «le  Cakliiiipü  (^,'7  tain.  nat.) 


—  841    — 


Pasemos  aluu'a  ¡i  la  olla  lijiura  1.")  y  liallaicmos  otro  ti])o  de  dibujo,  en 
este  caso  draconiano  con  cara  aiitroi)oiiiorfa,  y  conibinacbi  con  el  cuerpo 
reptilifornie  tal  y  couk)  vemos  las  cabezas  de  los  dragones  en  las  lámi- 
nas y  y  VI.  Es  un  precioso  vaso,  siiiH'trico,  de  factura  finísinni,  bien 
pulido  y  su  fondo  más  claro  que  los  anteriores  ya  descriptos,  y  el  esqne- 
ma  del  dibujo  novedoso 
en  esa  región  aunque  muy 
común  en  las  altiplanicies 
de  Andalgalá,  etc.,  al  sur 
del  Atajo. 

Un  monstruo  de  cuatro 
patas,  de  las  que  dos  se 
ven,  carga  sobre  el  hombro 
una  cabeza  con  frente,  ce- 
jas, narices,  boca  con  seis 
dientes,  ojos  diagonales 
con  puijilas,  dos  espirales 
en  lugar  de  bigotes,  y  ore- 
jas con  orejeras  en  íbrma  ^,_,,  ^ ,  j,^,,.^, ,  ^,,.  |,^,,,.__ 
de  orlas  con  piquillos.  El 

círculo  irregular  que  encierra  la  cara  consta  de  una  línea  negra  (entre 
dos  rojas  desde  la  parte  de  la  frente),  nariz,  espirales  y  orla  de  piquillos. 
El  cuerpo,  patas  y  cola  son  negros  con  redondeles  abiertos  para  x)intar 


Fig.  IG. 


Asíuada.  LdikUvs.  Ciitíiiiiaroa 


círculos  cuadriculados  alternativamente  negros  y  rojos.  La  mano  es  de 
cuatro,  el  pie  de  tres  espirales  á  ganchos  en  lugar  de  dedos.  La  disposición 
délos  redondeles  es  ingeniosa  en  cuanto  al  color;  porque  al  empezar  por 
cuadriculado  negro  en  la  mano  ha  separado  el  quinto  del  sexto,  ambos 
del  mismo  color,  por  un  círcTilo  pequeño  de  color  rojo  :  el  artista  se 
olvidó,  ó  no  quiso  cuadricular  el  último  redondel  en  la  pata ;  no  así  en 


—   342   — 

el  reverso  que  á  su  ^ez  tiene  tres  ganchos  por  dedos  de  la  mano,  pero 
son  cuatro  los  de  la  imta. 

El  gollete  es  muy  angosto  con  un  adorno  de  líneas  cruzadas  diagonal- 
mente. 

El  vaso  es  de  una  sola  asa,  la  que  se  ve. 

Con  este  objeto  cerramos  la  lista  de  los  tipos  de  cerámica  correspon- 
dientes á  la  región  de  Calcliaquí  y  sus  prolongaciones  Lacia  el  sur  liasta 
el  río  de  Arenal  por  un  lado,  y  puerta  de  Belén  por  el  otro  '. 

Este  iiltimo  vaso  es  curioso,  porque  parece  ser  el  único  de  los  draco- 
nianos que  lia  salido  á  luz  por  esos  lugares,  con  ser  que  deben  haber 
abundado  en  los  alrededores  del  fuerte  de  Andalgalá  y  de  los  pueblos 
de  Catamarca  ^. 

Es  de  observarse  que  si  los  detalles  de  esta  olla  (flg.  15)  se  comparan 
bien  con  otros  que  se  dejan  ver  en  las  láminas  Y  y  VI,  los  de  la  botija 
ó  yuro  ^  (fig.  14)  se  explican  por  algo  que  ocurre  en  el  vaso  negro  de  la 
Aguada  (fig.  IG).  Así  se  van  estableciendo  los  eslabones  que  completan 
la  cadena  de  tipos  de  cerámica  en  la  región  Diaguito-Calchaquina. 


XIX 


Así  como  en  la  región  de  Calcliaquí  la  punta  de  Balasto  es  una  ter- 
minación de  la  serranía  que  separa  el  valle  de  Yocavil  (hoy  de  Santa 
María)  del  otro  del  Cajón,  y  por  su  línea  los  campos  del  Arenal  y  de  los 
Pozuelos,  éste  el  que  conduce  al  valle  de  Hualfín,  y  sus  continuaciones 
hasta  la  puerta  de  Belén,  así  la  «Cuesta  de  Belén»  es  un  desprendi- 
miento de  la  Sierra  del  Atajo,  que  separa  la  región  anterior  de  los  cam- 
pos del  Fuerte  y  de  Belén;  campos  que  i)orel  Este  incluyen  los  llamados 
«  Pueblos  de  Catamarca  »  %  por  el  sur  los  pueblos  de  la  Eioja  '  y  por  el 

'  Así  llamado  el  boquete  por  donde  entra  el  río  de  la  Ciénaga  al  juntarse  con  el  de 
las  Granadillas  ó  Puerta,  para  largarse  al  campo  después  de  pasarlas  dos  leguas  de 
la  quebrada. 

^  Todas  las  faldas  occidentales  del  cordón  del  Ambato  estaban  pobladas  por  par- 
cialidades de  indios  Diaguito-Calcbaquí,  á  que  siempre  se  daba  el  nombre  de  PuehJos 
de  indios  j  como  tales  tenían  sus  privilegios  en  las  leyes  de  Indias. 

'  Yuru  se  llaman  esas  botijuelas  de  cuerpo  globular  y  cuello  largo.  La  voz  es  de 
la  lengua  del  Cuzco  y  muy  en  iiso  por  aquellas  localidades. 

*  Véasa  la  nota.  Son  los  principales  de  éstos,  Andalgalá  (que  incluye  á  Huasanes 
y  HuachascMs  de  la  jirimera  época,  Huacos,  Tucuniangastas,  Mallis  é  lugamanas 
de  la  segunda)  ;  Pipauaco,  Colpes,  Pisapanaco,  Saujil  (por  Saufil  6  Sauhuil)  Siján, 
Pomán,  etc. 

^  Como  por  ejemplo:  Machigasta,  Aymogasta,  etc. 


—  343   — 

costo  la  siorra  quo  divido  con  la  onoiica  dol  vio  <lo  Tinogasta  ó  de 
Abaucán. 

En  ol  lio  de  Belén,  después  de  pasar  i)(>i  las  horcas  do  la  Puerta  y 
una  estrecha  quebrada  de  algo  más  que  una  legua,,  riega  el  valle  de  Be- 
lén y  se  larga  campo  abajo,  en  dirección  al  sureste,  inundando  la  región 
de  Tucumanao  ^,  con  intención  de  desaguar  en  las  Salinas,  que  se  ex- 
tienden desde  Pilciao  casi  hasta  Mazan  '. 

Hidrográficamente  hablando  desde  el  campo  de  los  Pozuelos,  donde 
cae  á  los  nacimientos  de  la  cuenca  del  río  Hualfín,  antes  de  Malfín  ^, 
todo  debería  corresponder  á  la  sección  arqueológica  de  Belén;  pero  se 
ha  creído  más  conveniente  en  este  estudio  incluir  lo  que  se  halla  al  norte 
de  la  Puerta  en  la  región  de  Calchaquí,  dejando  lo  de  la  Puerta  jiara 
abajo  para  descripto  con  Andalgalá  y  los  pueblos  de  Catamarca,  que 
asentados  sobre  las  faldas  occidentales  de  la  sierra  de  Ambato  consti- 
tuyen el  departamento  de  Pomán,  último  asiento  éste  de  la  tantas  veces 
dejada  y  refundada  ciudad  de  Londres  ". 

Como  se  dijo  ya,  el  Titaquín  ^  ó  cacique  principal  Juan  de  Calchaquí 
dominaba  en  todos  esos  valles  y  altiplanicies  desde  las  fronteras  de  los 
Chichas  por  el  norte  hasta  Chumbicha  y  pueblos  de  la  Rioja  por  el  sur, 
y  esta  autoridad  la  ejercía  con  sujeción  á  los  reyes  Incas  del  Perú  ".  Ko 
es  de  extrañar  pues,  que  en  toda  esta  vasta  región  se  hallen  muchas 
piezas  de  alfarería  comunes  en  su  tipo  á  toda  esta  provincia  Diaguito- 
Calchaquí ;  y  también  que  distribuidas  aquí  y  allí  se  nos  presenten  otras 
de  tipo  y  factura  peruana,  introducidas  sin  duda  por  el  tráfico  y  otras 
causas.  ísTo  es  empero  con  lo  general  que  nos  hemos  de  ocupar  sino  con 
los  vasos  cuyo  tipo  es  propio  y  especial  de  cada  una  de  las  secciones  á 
que  se  hace  referencia,  á  saber :  Santa  María,  Belén,  Andalgalá,  Los 
Pueblos,  etc. 

Ya  se  hizo  notar  cuál  es  el  tipo  especialísimo  y  propio  de  los  valles  Cal- 
chaquí, representado  por  los  ejemplos  reproducidos  en  las  láminas  I  á  IV, 

'  Lugar  en  el  centro  de  los  cfimpos  del  Fuerte  que  se  sospecha  sea  el  de  Tucuma- 
nao nombrado  por  Herrera  al  hablar  de  la  entrada  de  Diego  de  Rojas. 

^  Uno  de  los  pueblos  de  la  Rioja,  por  donde  pasa  hoy  el  ferrocarrril  á  Andalgalá 
y  Tinogasta. 

'  Lugar  en  los  nacimientos  del  río  que  más  abajo,  reunido  con  otros  desagües, 
forma  el  río  de  Belén. 

^  Entre  los  años  1627  y  1632  la  ciudad  de  Londres  (refundada  por  Alonso  de  Ri- 
vera en  1607  cerca  de  donde  hoy  se  halla  la  villa  del  mismo  nombre)  fué  abando- 
nada por  Jerónimo  Luis  de  Cabrera,  el  nieto. 

^  Titaquín.  Una  de  las  pocas  palabras  de  origen  Cacan  ó  Calchaquí  que  se  conocen 
con  traducción  dada  por  el  que  la  cita.  (Lozano,  Hist.  de  la  conq.  del  Tiic,  T.  .5, 
Ver  Lafone  Quevedo,  Tesoro  de  catamarqueñinos,  in  voce). 

°  Herrera,  Dec.  VII,  lib.  IV,  cap.  2,  ad  -fin. 


344 


y  ahom  nos  toca  establecer  el  que  puede  invocarse  como  representativo 
(le  Belén  ^  y  sus  alrededores  ó  sea  del  valle  de  Londres  en  toda  su  ex- 
tensión desde  la  corrida  del  Anibato  hasta  el  deslinde  con  Chile  en  la 
cordillera. 

En  primer  lugar  lo  que  está  más  en  evidencia  es  el  hecho  que  las  ur- 
nas ceremoniales  de  tipo  Santa  María  no  se  hallan  en  la  región  de  Belén, 
no  obstante  que  los  nombres  de  lugar  denuncian  un  origen  étnico  corre- 
lacionado :  el  nombre  antiguo  é  indio  de  Belén  era  Fama-y-fil  (por  Vama- 
y-vil  -  ),  y  cerca  de  la  ]umta  de  Balasto  tenemos  Fama-balasto,  cerca  de 
Tafí,  An-Fama,  cerca  de  Tucumán,  Famayá,  y  en  la  Eioja  Famatina, 
que  antiguamente  decíase  Famatina-aguayo  ^. 

nuevamente  debe  hacerse  referencia  al  excelente  trabajo  del  señor 

F.  F.  Outes  en  los  Anales  de  nues- 
tro Museo,  segunda  serie,  página 
32,  lámina  lY,  en  que  se  reproduce 
una  serie  de  urnas  típicas  adquiri- 
das en  la  villa  de  Belén,  cuyos 
detalles  y  procedencias  se  hallan 
estami)adas  en  mis  carteras  de 
viaje  :  seis  son  los  ejemplares  que 
allí  se  reproducen  pero  aquí  sólo  se 
estudiarán  los  números  1,  2,  3  y  4. 
Todas  estas  tinajas  ó  urnas  son 
tripartitas,  y  constan  de  gollete 
cuerpo  y  fondo ;  por  lo  general  son 
tan  boconas  que  la  circunferencia 
del  labio  excede  á  la  mayor  que 
pueda  medirse  en  otra  parte.  La 
factura  y  i)uli mentó  no  se  pueden 
comparar  con  los  de  las  ollas  ya 
descriptas  (lám.  Vil).  El  color  del  viso  es  ocre  rojo  sobre  el  de  la  misma 
urna,  que  como  bien  quemada  lo  tiene  muy  encendido;  sobre  este  viso  se 
han  pintado  los  emblemas  del  simbolismo  en  color  negro  :  en  las  caras 
antro])oides  parece  como  si  se  hubiese  hecho  uso  del  color  blanco. 
En  la  lámina  citada  el  tamaño  del  vaso  mide  un  cuarto  del  natural, 


Fie 


Belén 


'  Fama-y-fil,  nombre  primitivo  de  Belén  por  Fama-y-vil  :  rrtííirt  ó  Fama  es  una  raíz 
muy  conocida  en  la  nomenclatura  local. 

*  Véase  la  nota  anterior  :  compárense  los  nombres  de  lugar  Famabalasto,  cerca  de 
la  punta  de  Balasto ;  Anfama,  camino  de  Tucumán  á  Tafí,  por  la  de  Yerba  Buena  y 
San  Javier  ;  Famayá,  campo  de  la  famosa  batalla  entre  Oribe  y  Lavallc  en  Tucu- 
mán; Famatina,  el  famoso  cerro  de  la  Rioja,  etc. 

'  Así  como  era  Aconcagua,  sería  Famatina-agua.  Yo  ó  yoc  es  un  sufijo  como  el  pre- 
fijo nuestro  «  con  ». 


—   84  5   — 


])ero  liay  que  ailveitir  que  íalta  la  base  del  ioudo  eii  el  ejeuiplar  que  se 
describe  (íi<i-.  17). 

El  iiollete  de  esta  urna  lleva  el  dibujo  usual  de  una  «iuarda  serpentea- 
da <iue   se   adorna   con   un   cuadriculado  más   ó   menos 
diagonal  :  en  los  otras  vasos  del  mismo  se  observa  mayor 
regularidad,  i)ero  en  éste  parece  que  el  capricho  es  la 
norma. 

Una  raya  negra  separa  la  parte  de  arriba  de  lo  ñgurado 
en  lo  de  abajo,  y  aquí  el  esquema  del  dibujo  es  curiosísimo, 
á  saber  una  cara  antropomorfa  entre  dos  medios  lagartos, 
que  pierden  el  cuerpo  al  encontrarse  con  la  raya  negra 
que  encierra  el  conjunto  á  uno  y  otro  lado  :  la  misma 
combinación  se  trata  del  mifcimo  modo  en  el  reverso. 

La  cara  ocupa  un  quinto  de  todo  el  frente  del  vaso  :  las  -p¡^  ^g 

cejas  y  nariz  se  forman  por  un  borde  en  relieve,  y  así 
también  se  modelan  ojos,  que  son  oblicuos  y  levantados  hacia  afuera,  y 
de  cada  uno  de  ellos  se  desprenden 
tres  chorreras  ó  lágrimas  que  llegan 
hasta  la  línea  negra  del  fondo,  ence- 
rrando á  su  paso  las  ventanas  de  la 
nariz  y  la  boca  :  los  bordes  de  las  cejas 
prolongados  en  la  región  de  las  orejas 
tienen  tres  escotaduras  como  de  un 
centímetro  cada  una. 

De  la  raya  negra  á  la  derecha  que 
divide  con  el  asa  y  la  separa,  nace 
una  cabeza  de  reptil,  lagarto  ó  sapo, 
formada  por  dos  triángulos  separados 
I)or  tres  redondeles ;  los  ojos  se  repre- 
sentan por  unas  caladuras  que  dejan 
traslucir  el  rojo  del  fondo  ó  viso; 
de  los  ángulos  del  marco  negro  en 
esta  parte  arrancan  dos  brazos  con 
manos  de  tres  dedos  que  pasan  i»or 
fuera  y  por  encima  de  la  cabeza  y 
se  dirigen  hacia  la  cara  humana  del 
centro. 

Á  la  izquierda  se  repite  esta  mis- 
ma combinación,  sólo  que  faltan  los 
redondeles   entre  los   triángulos   de   la   cabeza. 

En  el  fondo  de  la  raya  negra  que  lo  separa  del  cuerpo  se  dejan  caer 
dos  chorreras  onduladas,  que  llegan  hasta  la  base. 

Del  lado  derecho,  en  la  parte  ventral,  abajo  está  el  asa,  y  arriba  una 


Fig.  19. 


—  346  — 

figura  como  cartera  con  botón;  del  asa  se  desprenden  chorreras  liacia  el 
fondo  que  falta. 

La  variante  de  la  izquierda  es  como  la  figura  18,  con  sus  chorreras  co- 
rrespondientes. 

En  la  colección  Quiroga  había  una  espléndida  urna,  cuyo  esquema  de 
ornamentación  se  conserva  dibujado  en  mis  carteras  de  viaje  ^.  (Véase 
la  figura  19).  El  original  i)rocedía  de  Andahuala  -,  un  valle  que  desagua 
en  el  de  Santa  María  cerca  de  San  José. 

En  el  gollete  á  más  de  los  detalles  antropomorfos  infjiltables,  figiTran 
dos  guerreros  armados  cap  á  pié,  que  ocupan  las  mejillas  una  de  cada 
lado ;  por  el  momento  nada  tenemos  que  hacer  con  estos  portadores  de 
paveses,  sino  sólo  con  el  par  de  reptiles  antropocéfalos  que  se  ostentan 
en  los  dos  escudetes  de  la  parte  ventral,  uno  á  cada  lado  de  la  franja  del 
centro. 

De  los  losanges  en  su  ángulo  superior  nacen  una  cabeza  humana  y  dos 
brazos,  que  por  cierto  no  lo  son.  Á  todas  luces  tenemos  aquí  una  va- 
riante del  detalle  de  la  olla  (fig.  17),  la  mitra  episcopal,  cuya  parte  infe- 
rior se  vuelve  un  rostro  de  hombre,  y  los  dos  brazos  terminados  en  ma- 
nos de  tres  dedos,  que  en  el  presente  caso  se  con^ierten  en  cabezas 
reptílicas  ^. 


XY 


En  ese  rico  repertorio  de  arqueología  Diaguito-Calchaquí,  La  Cruz 
en  America,  del  inolvidable  doctor  Adán  Quiroga,  encontramos  muchos 
ejemplos  de  estos  símbolos  cefalomorfos,  ó  sean  triángulos  animados ; 
por  ejemplo  en  la  página  140,  figura  52,  está  una  representación  de 
urna  ceremonial,  tipo  de  Santa  María  y  procedente  de  San  José  ""^  en 
que  se  hace  derroche  de  este  emblema  de  los  triángulos  con  ojos  (véa- 

'  Muchas  de  las  piezas  de  esta  preciosa  colección  fueron  enviadas  de  regalo  al 
rej  de  Italia  para  uno  de  sus  museos. 

^  Pequeño  valle  con  su  arroyo  que  bajando  del  lado  occidental  del  cordón  de 
Aconquija  desagua  en  el  río  de  Santa  María  cerca  de  San  José.  Es  un  gran  centro 
de  antigüedades. 

'  Parece  como  sí  la  imaginación  de  estos  artistas  alfareros  hubiese  sido  de  una 
fertilidad  inacabable  :  nunca  les  falta  motivo  variado  para  llenar  los  espacios  de  sus 
artefactos,  pero  siempre  con  sujeción  á  una  idea  simbólica  que  en  la  buena  apoca 
los  contenía  dentro  de  lo  lícito. 

^  Este  pueblo,  situado  entre  Santa  María  al  norte  y  la  punta  de  Balasto  al  sur, 
está  en  el  mismo  riñon  de  la  zona  arqueológica  del  valle  Calchaquí.  En  Santa  María 
los  padres  jesuítas  tuvieron  uno  de  esos  establecimientos  del  mismo  valle.  El  otro 
se  hallaba  en  San  Carlos,  provincia  de  Salta. 


—   347  — 

w<io  la  flg'.  20).  y  para  que  no  se  dude  la  interrelación  que  debic)  existir 
entre  el  simbolismo  de  esta  tinaja  ylas  íiguras  aiitiopozoomorfas  de  la 


Fig.  20.  —  Sau  José 


Fig.  21 


Fig.  22  —  San  José  (Exp.  Ambrosetti) 

anterior  citada  (fig.  17  y  19)  allí  están  también  los  brazos  con  manos  de  3 


Fig.  23.  — Santa  María  (Col.  Dr.  ilax  Sclimidt) 


Fig.  24  —  Pucarilla,  Salta 


Ó  4  dedos,  y  otros  con  las  cabezas  de  mitra  con  ojos  :  una  es  de  San  José 
(fig.  20),  la  otra  de  Andabuala  (flg'.  19),  lugares  vecinos,  de  suerte  que 
el  mismo  artista  debió  ser  responsable  de  las  combinaciones  en  el  dibujo. 


—  348  — 

En  la  página  141  y  ligara  53  se  nos  presenta  otra  combinación  de  los 
tales  triángulos  y  esta  vez  ya  en  forma  de  hombre  hecho  y  derecho 
(ftg.  21).  Las  ligaras  00  y  91  de  la  página  225  utilizan  estos  triángulos 
para  cabezas  de  ofidios  y  de  sapos :  la  90  es  de  Santa  María,  la  91  de 
San  José,  por  consiguiente  de  la  misma  región  (ver  üg.  22  y  23). 


Siiii  Carliis.  Salta 


Fi}¡-.  20. 


Cafayate,  Salta 


í5"o  es  posible  cerrar  esta  lista   de  comparaciones^  sin  referencia  á  his 
figuras  92  y  93  (San  Carlos,  Salta)  y  94  (Cafayate,   también   Salta)    qae 

se  reprodacen  en  las  figuras  24,  25 
y  26,  (páginas  230  y  231  respecti- 
vamente). La  combinación  alterna- 
da de  sapos  y  suris  (avestruces) 
con  craz  en  el  primer  ejemplo,  y 
de  sai)OS  con  craz  y  de  triángulos 
con  grecas  en  el  segundo,  es  muy 
Ir/flOP^^^ffl  I  JmO00Q>/jl^fl      significativa.    Agregúese    á    todos 

Xv^SMV  W^wnKSfy^  figura  97,  y  tendremos  ya  escalo- 

nados los  mismos  símbolos  desde 
San  Carlos  ^  al  norte  hasta  Belén 
(Catamarca)  al  sur  (fig.  27). 

Volvamos  á  la  plancha  IV  y 
uúmero  1,  tomo  1  de  los  Anales  ya  citada:  cántaro  muy  hermoso  de  la 
coleccicni  Lafone  Quevedo,  con  32  centímetros  de  alto  por  3S  de  diámetro 


Fis 


Toloiulióii  ((.'ol.  Inst.  Geog.  Arg.) 


'  Véase  la  uota  autorior.  Eutre  San  Carlos  y  Cafayate  debió  estar  situada  la  pri- 
mitiva ciudad  de  Córdoba  de  Calchaquí  :  la  fuudó  Juau  Pérez  de  Zurita,  más  ó  me- 
nos en  1558,  y  fué  destruida  por  .Juan  de  Calchaquí  y  sus  aliados  indios  en  tiempo 
de  Castañeda,  1552  (Lozano,  Hist.  de  la  Conq.  de  Taoumdn,  t.  IV,  piíg.  200). 


Rev.  Museo  he  La  Plata,  t.  xv  (seu.  ii,  t.  n) 


Tl^vucua  VI 


Sauta  María  {^j-  tam.  nat.) 


—  849  — 

011  la  boca.  En  la  lamina  de  litouralía  solo  (ij^ura  el  amcrso,  iniciitra.s 
que  en  el  reverso  el  diltiijo  es  otro  en  la  ^narda  snpeiior  de  la  i)arte 
ventral  (véase  fiíiiiras  ;>  y  -í). 


FÍ!í.  28.  —  Bi'U-n 


El  vaso  este,  como  todos  los  del  mismo  tipo,  consta  de  gollete,  parte 
ventral  y  fondo;  color  del  ocre  rojo  sobre   el  cnal  va  pintado  el  dibnjo 


rig.  29.    -  liflén 


de  la  ornamentación;  la  factura  bastante  buena,  pero  sin  ser  igual  á  la 
de  los  vasos  figura  a  y  b,  lámina  VII  y  VIII  y  otro  tanto  puede  asegu- 
rarse del  pulimento. 


—  350 


El  gollete  exteriormeute  lleva  un  dibujo  jaquelado  de  3  y  de  4,  que  sube 
y  baja  á  escuadra  y  da  la  vuelta  completa.  Por  dentro  se  ve  otra  lista 
que  en  cuatro  lazadas  de  mucho  vuelo  llena  todo  el  espacio  (ñg.  28  y  29). 

En  el  cuerpo,  ó  parte  ventral  tenemos 
dos  guardas  la  de  arriba  el  doble  más 
ancha  que  la  de  abajo  :  una  y  otra  se 
encierran  dentro  de  dos  rayas  negras. 

En  el  frente  de  la  más  ancha,  y  á 
la  izquierda,  se  deja  caer  un  triángulo 
rectángulo,  cuya  hipotenusa  forma  la 
diagonal,  y  cuya  base  ocupa  la  tercera 
parte,  más  ó  menos,  del  esquema ;  del 
ángulo  recto  se  extiende  hacia  la  misma 
mano  la  raya  que  lo  comunica  con  el 
empiezo  de  otro  ángulo  de  la  misma 
especie,  pero  interrumpido  al  fin  por  la  figura  convencional  que  parece 
sube  i)or  el   costado   del   vaso   á   satisfacer  la    sed.   Paralelos   á   las 


Fig.  30 


Fifi.  31.  —  Belén 


diagonales  éstas,  y  de  la  raya  de  abajo  se  levantan  otros  dos  triángulos 
rectángulos;  y  estos  dos  pares  de  triángulos  dejan  un  espacio  cuadri- 
longo como  de  un  sexto  de  la  semicircunferencia,  en  que  se  acomoda 
un  greca  doble  entrelazada  que  nace  de  los  vértices  contrapuestos 
de  los  dos  triángulos.  Hacia  la  derecha  se  sigue  la  misma  disposición 
y  se  interrumpe  el  dibujo  también  con  otra  figurita  como  la  anterior. 


—  351  — 

Eu  la  guarda  iiilevior,  como  es  más  angosta,  las  grecas  alcanzan  li 
tres;  pero  la  disposición  es  la  misma,  si  bien  las  vueltas  de  las  grecas  y 
su  complicaciones  son  menos  en  número.  Eu  la  línea  de  esta  guarda  es- 
tán las  orejas  del  vaso  y  son  horizontales,  como  en  casi  todos  los  casos. 

En  el  reverso  la  franja  ancha  de  arriba  consta  de  este  dibujo  (fig.  30,  a), 
repetido  cuatro  y  media  veces,  empezándose  de  la  izquierda.  En  los  cua- 
dros y  triángidos  donde  se  cruzan  las  rayas  son  éstos  de  negro  sólido. 

Del  cuerpo  á  la  base  del  fondo  parten  en  el  anverso  tres  chorreras 
onduladas,  en  el  reverso  cuatro,  y  de  las  asas  unas  dos,  pero  éstas  se 
hallan  medio  borradas.  Estas  chorreras   son  infaltables  en  los  vasos  de 


BeU'U 


este  tipo,  y  su  presencia  universal,  ó  casi,  obliga  á  creer  que  signifiquen 
que  se  trata  de  un  cántaro  para  contener  agua  ó  para  pedirla. 

Otro  cántaro  muy  interesante  de  la  misma  colección  es  el  que  se  re- 
produce en  la  figura  31  y  32,  procedente  como  el  anterior  de  Belén  :  en 
factura,  forma,  tamaño  y  colores  (rojo  y  negro)  se  parece  al  que  se  acaba 
de  describir,  y  aun  sus  detalles  forman  parte  del  mismo  simbolismo,  di- 
ferentemente dispuestos  sí,  pero  que  conservan  siempre  la  idea  funda- 
mental. Las  franjas  en  este  caso  se  han  pintado  de  arriba  abajo  en  vez 
de  derecha  á  izquierda,  dejando  así  sin  adorno  alguno  los  dos  frentes, 
anverso  y  reverso,  de  suerte  que  los  costados  con  asa  y  figura  zoomorfa 
usual  sirven  de  frente  al  esquema  ornamental. 

En  este  ejemplo  los  triángulos  se  convierten  en  escaleras  contrapues- 
tas, que  terminan  en  grecas  arriba  y  abajo  sin  complicación  de  enlace. 
De  estas  guardas  ó  franjas  perpendiculares  las  tres  son  idénticas,  pero 


—  352   — 

no  así  la  cuarta,  que  es  singularísima  y  de  muy  buen  efecto.  Es  más  an- 
cba  que  las  otras,  casi  el  doble,  partida  en  dos  mitades  iguales  horizon- 
talmente,  y  cada  mitad  dividida  en  cinco  partes  iguales  por  rayas  verti- 
cales :  empezando  por  la  dereclia  á  media  raya  nace  un  triángulo  que  se 
forma  hacia  arriba  y  acaba  en  gancho  y  un  contra  triángulo  que  repro- 
duce todo  lo  anterior,  pero  hacia  abajo  :  este  adorno  se  repite  cinco  ve- 
ces para  llenar  los  cinco  espacios  nombrados  con  toda  simetría  :  en  la 
mitad  de  abajo  se  repite  todo  esto  sin  variar  ningún  detalle. 

Las  asas  llevan  sus  rayas  negras  horizontales,  una  3  y  la  otra  2,  y  pe- 
queñas rayas  también  negras  separan  las  asas  de  los  bultitoszoomorfos. 

El  adorno  del  gollete  es  jaquelado  de  2  y  3  órdenes,  y  del  fondo  en  cada 
frente  se  pintan  cuatro  pares  de  chorreras  onduladas,  de  un  lado  empie- 
zan en  el  medio  del  asa,  del  otro  en  uno  y  otro  extremo  de  la  misma. 

El  labio  interior  del  gollete  lleva  un  adorno  que  reproduce  las  franjas 
del  vaso  anterior  de  triángulos  y  grecas  entrelazadas  (fig.  33)  :  las  hipo- 
tenusas de  aquéllos  son  unas  rectas  y  otras  escalonadas.  Abajo  de  esta 
orla  liay  dos  órdenes  de  pares  de  chorreras  onduladas,  que  siempre  se 


presentan  como  si  fuesen  famoso  símbolo  egipcio  que  dice  agua,  es  decir, 
el  piquillo  corrido  /'\/\/\  cuyo  valor  fonético  es  7iu  ^  (fig.  30,  h). 

En  las  colecciones  del  Museo  y  de  Lafone  Quevedo  "  hay  una  serie 
importante  de  vasos  de  este  tipo,  y  otros  de  nomenor  valor  conservados 
en  las  carteras  del  mismo  coleccionista,  eslabones  éstos  que  como  pro- 
cedentes de  Londres  ^,  Tinogasta  *  y  Copacabana  ^  establecen  una  ca- 
dena de  Belén  al  oeste. 

Desde  Aniyaco,  al  norte  de  Tinogasta  hasta  el  río  Colorado,  al  sur  de 

'  Como  analogía  casual  séame  lícito  hacer  notar  que  en  Egipcio  también  este  signo 
y^\y^\/^\  simboliza  el  agua  y  suena  nu.  En  lengua  de  Cuzco,  umi  dice  «  agua  ». 

'  Depositada  desde  hace  varios  años  en  este  Museo. 

'  Véase  página  303,  nota  1. 

^  Antiguo  valle  ó  río  de  Abaucán,  último  de  alguna  importancia  por  esa  parte  an- 
tes de  llegar  al  cordón  principal  de  los  Andes. 

^  Tinogasta  se  halla  hacia  el  norte  y  Copacabana  hacia  el  sur  :  este  último  lugar 
llamábase  antes  Pituil,  y  so  cambió  el  nombre  por  este  otro  de  Copacabana,  por  ser 
la  virgen  famosa  de  la  Candelaria  devoción  de  iin  Carrizo  Frites,  dueño  que  fué  de 
un  gran  fundo  en  aquel  lugar,  de  que  formaban  parte  las  haciendas  hoy  llamadas 
Casa  Blanca,  Yucucn,  etc. 


353  — 


Copncabana,  podemos  establecer  jalones  de  este  tipo  de  alfarerías,  y  en 
todos  los  vasos  estos,  reaparecen  las   chorreras  que  parten  de  la  raya 
ne^ra  divisora  entre  la  parte  ventral  y  la  del  fondo.  Los  detalles  se  mo- 
ditican  al.ü'o,  pero  el  con- 
vencionalismo es  el  mismo, 
y  sobre  todo  la  intención 
que  se  trasluce. 

Un  ejemplar  muy  curio- 
so nos  queda  que  tomar 
en  cuenta,  perteneciente 
al  valle  de  Andaliuala,  al 
este  de  San  José,  y  región 
de  Santa  María.  El  pro- 
blema á  resolver  sería  si  es 
oriundo  de  allí,  ó  impor- 
tado, como  tantas  veces 
vsucede  con  las  botijas  ápo- 
das del  Perú,  á  que  se 
refiere  el  profesor  Outes 
en  su  trabajo  sobre  alfa- 
rerías tantas  veces  citado 
(figura  z)  ^.  El  cántaro  es 

parecido  en  todo  á  los  ya  descriptos,  como  se  desprende  de  la  figura  .'U; 
desde  que  es  de  dos  franjas  en  el  cuerpo,  corresponde  compararlo  espe- 


Fisr.  34.  —  Aiulalmala 


Fifí.  35,  a  y  b.    —  Londres 


cialmentc  con  el  que  se  reproduce  en  la  figura  35,  a  y  h  En  la  guarda  de 
abajo  liay  diferencia,  porque,  consta  de  una  serie  de  chevrones  de  lado, 
con  los  vértices  que  miran  hacia  la  izquierda  :  estos  chevrones  están 
formados  por  rayas  dobles  paralelas  negras  separadas  por  el  rojo  del 


Por  ser  tan  feliz  la  identificación  se  reproduce  al  final  como  figura  2. 

EEV.    MUSEO   LA  PLATA.  —  T.    II.    (XI,  19,  1908.) 


—  354  — 

fondo  salpicado  con  redondeles  del  negro.  Este  detalle  aparece  también 
en  un  cántaro  del  mismo  tipo  procedente  de  Londres  ^  (fig.  35,  a  y  h)^ 
pero  en  él  las  franjas  se  disponen  de  arriba  abajo,  en  la  región  de  las 
asas  ú  orejas,  como  en  la  figura  5. 

En  la  guarda  de  arriba  los  triángulos  con  grecas  entrelazadas  se  se- 
paran por  unas  bandas  siniestras  negras;  y  la  guarda  es  continua  de 
vuelta  entera.  No  faltan  ni  el  pegote  zoomorfo  que  sube  del  asa,  ni  las 
chorreras  que  bajan  de  la  raya  inferior  divisoria.  En  el  interior  del 
gollete  se  reproduce  el  esquema  de  la  franja  suj)erior. 


XVI 


Nos  queda  que  buscar  en  Andalgalá  algo  que  pueda  eslabonarse  con 
la  hermosa  serie  de  cántaros  á  que  aplicamos  el  nombre  de  tipo  de  Be- 
lén, por  hallarse  en  esa  cuenca 
los  ejemplares  mejores,  y  por 
haberse  descubierto  primero 
allí. 

En  las  colecciones  Lafone 
Quevedo  "  y  del  Museo  se 
halla  una  serie  bastante  com- 
pleta de  estos  cántaros,  infe- 
riores en  todo  sentido  á  los 
ya  citados  ó  descriptos,  pero 
que  á  todas  luces  correspon- 
den al  mismo  tipo  :  forma 
tripartita,  misma  disposición 
del  esquema  de  ornamenta- 
ción; es  decir,  guarda  jaque- 
lada que  sube  y  baja  en  el 
gollete;  adorno  ofidimorfo  en 
la  parte  ventral,  con  el  pegote 
zoomorfo  que  sube  de  las  asas  al  labio  del  cántaro;  chorreras  más  ó 
menos  numerosas  que  bajan  de  la  base  del  cuerjío  al  fondo;  adornos 
varios  en  el  interior  del  gollete.  El  color  de  los  vasos  es  el  propio 


Fig.  :íU.  —  Iluasáii,  Auilalgalit 


'  Véase  la  página  303,  nota  1. 

'  La  serie  es  larga  y  de  vasos  bastante  completos,  reunidos  en  Andalgalá,  Belén, 
Londres,  Tinogasta,  Capacabana,  río  Colorado,  etc.,  etc.  Más  tarde  esperamos  poder- 
hacer  un  estudio  general  tanto  de  estos  vasos  como  de  todos  los  demás  aquí  des- 
criptos ó  á  que  se  lia  hecho  referencia. 


—  355  — 

del  banio  t-ocido,  poro  sin  el  baño  de  oere  rojo  como  en  los  otros  de 
Belén,  etc. 

Una  de  ellas  es  la  qne  se  representa  en  la  figura  36. 

Una  fisura  ofidiinorfa  se  repite  cuatro  veces,  dos  en  cada  cara,  y  de 
tal  modo  que  la  cabeza  que  se  levanta  en  el  medio  hace  frente  en  cada 
una  de  ellas,  con  el  cuerpo  y  la  cola  propios  enroscados  en  greca  hacia 
la  izquierda,  haciéndole  pareja  á  la  derecha  la  cola  y  cuerpo  del  serpen- 
tón  vecino,  cuya  cabeza  se  yergue  en  la  región  del  asa  y  pegote  zooniortb. 

Los  serpentones  son,  á  más  no  poder,  convencionales,  pero  esta  vez 
importantes,  porque  constando  su  ornamentación  de  órdenes  de  jaqueles 
(en  este  caso  de  3),  se  explica  que  el  serpenteo  cuacbiculado  á  jaqueles 
de  los  golletes  no  resulta  ser  más  que  otra  forma  del  convencionalismo 
ofidimorfo. 

La  cabeza  también  es  de  un  interés  singular,  porque  asume  la  forma 
de  la  mitra  episcopal,  dos  triángulos  negros  obtnsangulos  arrimados  por 
sus  bases,  que  dejan  lugar  hacia  las  puntas  para  unos  cuatro  redondeles 
negros,  y  calados  los  triángulos  para  ojos  con  pujiilas .  los  ángulos  infe- 
riores se  pierden  en  el  cuerpo  de  los  monstruos.  Al  empezar  el  fondo,  y 
abajo  de  la  cabeza  se  desprenden  cuatro  chorreras  rectas,  que  en  la  re- 
gión de  las  asas  se  cambian  por  dos  onduladas  entre  dos  rectas. 

En  el  interior  del  gollete  también  se  han  [pintado  cuatro  series  de 
cuatro  chorreras  rectas,  sin  guardar  simetría  con  lo  de  fuera. 

Esta  serie  de  Andalgalá  consta  de  varios  cántaros,  todos  del  mismo 
tipo,  y  en  todos  el  mismo  convencionalismo  ofídico  en  la  parte  ventral 
del  vaso,  y  lo  propio  en  los  demás  detalles;  pero  todos  muy  inferiores 
en  la  factura,  materiales  y  habilidad  artística;  pero  se  ve  que  todos 
ellos  responden  á  una  sola  idea,  á  una  sola  forma  típica  y  aun  simbolismo 
perfectamente  conocido  para  vasos  de  esta  y  otras  formas,  á  que  no  es 
imprudente  asignar  un  significado  acuático  —  lirojiios  todos  de  esa 
Numen  ííeptú-nico  Co-Ati  :  Poderoso  (Ati)  del  Agua  (Co)  \ 

ISo  es  necesario  extendernos  aquí  más  acerca  de  estos  cántaros  ó  ur- 
nas, sin  duda  alguna  ceremoniales;  jiorque  ninguno  de  ellos  tiene  uso, 
no  siendo  ese  más  moderno  del  afortunado  poseedor,  que  ve  en  estos 
hallazgos  «  su  suerte  »,  como  ellos  dicen,  y  pretenden  que  por  alguna 
virtud  sobrenatural  pueden  conservar  la  frescura  del  fagua  que  en  las 
tales  ollas  se  meta,  como  no  lo  harían  otras  de  más  moderna  fabricación. 
Debido  á  estas  «abusiones»  cuesta  á  veces  conseguir  que  los  dueños 


'  La  raiz  co  como  propia  de  la  idea  del  agua  es  muy  general  en  la  América  del 
Sur ;  así  pues  la  conocemos  como  tal  en  la  lengua  de  los  araucanos.  En  la  del  Cuzco 
(Kechua  ó  Quichua)  reaparece  en  Cocha  —  mar,  lago,  Cha  —  que  hace;  Co-agua); 
en  Occo-mojar ;  y  en  una  larga  serie  de  voces  de  la  región  central,  medio  veladas 
por  la  degeneración  de  los  sonidos. 


—   356  — 

quieran  desliacerse  de  prendas  rodeadas  de  tan  misteriosa  potencia  \  y 
así  quedan  en  las  casas  ó  ranchos  liasta  que  en  algún  descuido  les  toca 
la  suerte  de  todo  tiesto  de  barro,  y  entonces  su  destino  es  el  basurero. 
Antes  de  concluir  este  capítulo  se  debe  bacer  mención  de  dos  tazas 
negras  ó  pucos  de  este  color,  bailadas  en  el  lugar  ó  valle  de  la  Aguada, 
cerca  de  Londres,  departamento  de  Belén,  y  camino  de  Tinogasta  por 
la  cuesta  de  Zapata.  Ambas  están  en  perfecto  estado  de  conservación,  y 
por  su  factura  y  tipo  de  ornamentación  pertenecen  al  grupo  de  cerámica 
negra  á  que  ya  se  ba  beclio  referencia  en  los  anteriores  capítulos.  Las 
dos  piezas  forman  parte  de  la  colección  Lafone  ",  especial  ^en  alfarería 
negra  de  la  región  Diaguito-Calcbaquí  (ver  flg.  37  y  14). 


ÜL'k'n  ó  su  ií( 


El  esquema  del  dibujo  consta  de  cuatro  repeticiones  del  mismo  asun- 
to, que  tan  puede  ser  una  representación  antropomorfa,  como  simple- 
mente zoomorfa,  donde  todo  es  en  extremo  convencional. 

Las  orejas  disformes  podrían  ser  de  ratón  ó  de  murciélago  ^  Las  cbo- 


1  Eecuerdo  que  en  Tiuogasta  el  año  1886,  al  proponer  yo  compra  de  algunos  de 
los  vasos  que  dibujaba  en  mis  carteras,  contestóme  la  dueña  de  ellos.  ¿Cómo  quiere 
usted  que  se  los  venda  cuando  son  mi  suerte  ?  Mucha  de  esta  gente  les  da  un  valor 
de  «mascota  »,  y  más  fácil  es  que  se  los  dejen  quitar  por  una  violencia  entre  si  es 
no  es  simulada,  y  no  que  la  enajenen  voluntariamente.  Las  excavacioues  en  los 
panteones  viejos  van  precedidas  con  ceremonias  preliminares  de  desagravio. 

*  Es  curioso  que  no  hayan  salido  más  piezas  negras  de  alguna  importancia  en  las 
otras  colecciones  ;  porque  la  verdad  es  que  las  de  ésta  se  deben  más  bien  á  la  ca- 
sualidad, y  á  regalos,  en  el  caso  de  las  dos  mejores,  uno  de  don  José  Santervás,  y  el 
otro  de  don  Tomás  Tomkinson. 

^  Más  bien  de  éste,  j)orque  el  murciélago  se  presenta  muy  bien  modelado  en  al- 
gunas délas  piezas  de  alfarería  en  esta  regióu. 


Ki:v.  >Ii-sEo  DE  La  Pi.aia,  t.  xv  (skk.  ii,  r.  n) 


Plancha  VII 


b,  Campo  de  Pilciai),  Audalgalá.  Colccuióu  Moreno  ('/^  tani.  uat.) 


a,  Punta  de  Balasto,  Valle  de  Santa  María.  Colección  Lafone  Quevedo  0|^  tam.  nat.) 


357 


vreras  quo  so  dospreiulon  de  lo  <]U('  lince  veces  de  boca  ])()dn'iiii  repre- 
sentar los  dientes  delanteros  de  roedores,  si  fuesen  dos,  pero  ellos  son 
tres  en  dos  de  los  casos  y  cuatro  en  los  otros  dos. 

Las  orejas  se  deben  comparar  con  los  adornos  cefálicos  de  la  figura  14. 

Las  estrías  todas  se  han  gravado  con  nn  estilo  de  cuatro  puntas,  y 
varían  en  ninuero  como  se  realizará  si  se  cuentan  las  que  se  advierten  á 
uno  y  otro  lado  del  rostro  en  lo  figura  oCt;  y  en  las  otras  tres  caras  se 
nota  la  misma  irregularidad  en  las  chorreras  de  á  cuatro.  Todas  ellas 
parten  de  una  especie  de  cintur<3n  liso  que  se])ara  las  superiores  de  las 
inferiores,  sin  que  ellas  se  corres])ondan  ni  en  número  ni  en  dirección. 

Junto  con  esta  taza  se  encontró  una  pequeña  olla  del  mismo  tipo 
(ftg.  38),  cuyas  estrías  han  sido  grabadas  con  el  mismo  instrumento  de 
cuatro  puntas,  pero  en  este  ejemplar  se  notan  algunos  detalles  muy  cu- 


Fiü.  38.  —  Auu!i(l:i.  Umúit 


riosos  que  deñnen  con  algo  más  de  claridad  la  intención  del  artista.  En 
primer  lugar  faltan  esas  orejas,  ó  apéndices,  disformes  que  se  notan  en 
la  taza,  y  las  chorreras,  sin  más  separación  que  la  partitura  arriba  de 
la  cabeza,  tienen  toda  la  apariencia  de  una  cabellera. 

Los  ojos  llevan  dos  chorreras  ó  lágrimas,  y  de  la  boca  caen  otras  tres. 

La  partidura  en  el  anverso  es  de  dos  estrías,  en  el  reverso  de  tres,  y 
las  bocas  también  se  diferencian;  pues  en  el  primer  caso  se  adornan  con 
tres  segmentos  de  círculo,  uno  arriba  y  dos  abajo;  mientras  que  en  el 
segundo  ello  se  hace  con  un  cuadriculado  á  rayas,  como  en  los  rostros 
de  la  taza. 

De  las  bocas  éstas  y  sus  adornos  algo  más  se  dirá  á  su  tiemi)o. 

Estos  dos  vasos  son  curiosísimos,  y  sin  duda  de  aplicación  ceremonial, 
porque  no  tienen  más  uso  que  el  que  les  han  dado  los  que  tuvieron  la 
suerte  de  encontrarlos  :  la  forma  y  su  estado  de  conservación  eran  tenta- 
doras para  hacerlos  servir  de  recipientes  para  grasa. 


—  35S  — 

Llama  la  atención  que  en  estos  dos  casos  tengamos  objetos  de  alfare- 
ría negra  y  que  su  ornamentación  se  aparte  de  la  normal,  es  decir,  los 
dragones,  hidras,  serpentones  y  otros  reptiles  monstruosos  más  ó  menos 
correlacionados  con  el  agua. 

Estas  chorreras  siempre  tienen  que  ser  muy  signiñcativas,  porque  en- 
contramos ciertos  rastros  en  una  y  otra  América,  que  reunidos  en  un 
conjuntónos  permiten  sacar  consecuencias;  pero  primero  habrá  que 
completar  el  ciclo  de  las  alfarerías  draconianas,  tipo  de  Andalgalá,  y  de 
las  negras  con  hidras  i^olicéfalas  de  la  misma  región. 


XVII 


Andalgalá,  oasis  ó  jardín  de  los  llamados  «  Pueblos  de  Catainarca  »  \ 
como  Tucumán  lo  es  de  las  provincias  argentinas  del  norte ;  es  también 
el  centro  de  dos  ó  tres  series  interesantísimas  en  la  alfarería  Diaguito- 
Calchaquina.  Es  en  Andalgalá  y  su  región  donde  se  encuentran  los  lu- 
gares Tucumangasta  -  y  Tucumanao  ^,  los  cuales  nombres  conservan  el 
que  dio  origen  al  general  de  la  provincia  cuando  la  conquistaron  los  es- 
pañoles. 

La  villa  de  Andalgalá  fundóse  á  mediados  del  siglo  pasado  en  el  sitio 
ocupado  en  los  de  más  atrás  por  el  presidio  de  San  Pedro  de  Mercado 
del  valle  de  los  Andalgalas.  Allí  en  el  siglo  xvi,  se  fundaron  las  ciu- 
dades del  Barco  en  1551,  precursora  de  Santiago  del  Estero  (1553),  y 
más  tarde,  en  1558,  de  Cañete,  precursora  de  San  Miguel  del  Tucu- 
mán (1565)  ''. 

El  nombre  se  deriva  de  la  palabra  Tarcalla,  aun  apellido  de  indios  en 
Santa  María,  y  que  sirve  para  designar   un  río  ^  que  baja  del  Ambato 

'  Según  yo  creo,  fué  en  este  sitio  privilegiado  que  se  fundó  la  primera  y  tercera 
ciudad  del  Barco  en  1550  y  1551,  por  Juan  Núñez  de  Prado,  y  la  primera  de  Cañete 
en  1558,  ytox  Juan  Pérez  de  Zurita,  dejada  en  1563  por  Castañeda  en  el  desastre  de 
ese  año,  y  refundada  en  1565  como  San  Miguel  en  Tucumán  por  Villarruel,  sobrino 
de   Francisco   de   Aguirre  (Lozaxo,  Conq.  del  Tac,  t.  IV,  página  227. 

*  TucnmaiKjasta.  Esta  parcialidad  se  había  refugiado  en  el  valle  de  Calchaquí  en 
tiempo  de  esas  famosas  guerras,  y  en  la  expatriación  general  le  cupo  en  suerte  como 
encomienda  al  capitán  Juan  Cristóbal  de  Retamoso,  quien  se  los  llevó  á  Andalgalá 
y  los  colocó  en  el  fundo  á  la  cabecera  de  la  plaza  que  hasta  hoy  conserva  el  nombre 
de  esos  indios.  Allí  se  crió  el  general  La  Madrid. 

^  Tucumanao.  (Véase  la  pág.  343,  nota  1.) 

'  La  ideutiticacióu  se  funda  en  una  cita  muy  curiosa.  (Véanse  las  Relaciones  socio- 
lógicas de  Ximéuez  de  la  Espada.  Apéndices.  Itinerario  del  licenciado  Matienzo. 

"  Como  tantos  de  esa  región  que  sólo  corre  en  tiempo  de  creces. 


—  359  — 

entre  Saujil  y  Pisapanaco  '.  El  tema  Andakfalá  se  descompone  así :  An- 
ihúfia  (por  farca)-la-áo  (do  ó  áa),  y  su  interpretación,  la  siguiente :  do  ó 
da  —  lugar;  —  tarcalla —  del  señor  Tarca  ^;  An  —  del  alto. 

Los  criollos  y  los  do(uimentos  dicen  y  escriben  Andarfjala  y  Andal- 
gaJa;  mientras  que  Anda  por  Anta  y  ah/a  por  ((r¡/<(  equivalen  á  aquellos 
otros  cambios  (conocidos  de  Ande  por  Anti  é  Inga  por  Tnca. 

La  posición  de  la  villa  de  Andalgalá  es  curiosa  y  extraordinariamente 
estratégica,  porque  hallándose  en  el  punto  donde  la  parte  ancha  de  un 
embudo  geográfico  se  enangosta  para  entrar  en  el  cañón  de  desagüe,  en 
este  caso  representado  por  la  quebrada  ó  valle  de  Villavil  ^,  paso  de  Ca- 
rapunco  ^  y  camino  á  Tucumán  por  las  Cañas,  Cnchuña  ^,  etc.,  domina 
toda  esta  región  con  sus  entradas  y  salidas ;  y  no  sólo  esto,  sino  que  del 
Alto,  donde  antiguamente  se  fundara  el  presidio  de  San  Pedro,  se  divisa 
todo  el  campo  hasta  el  paralelo  y  cerro  de  Famatina :  allí  existió  tam- 
bién el  Pucará  "  del  famoso  cacique  Chalemín,  que  tanto  dio  qne  hacer 
á  Jerónimo  Luis  de  Cabrera  (el  nieto),  en  tiempo  del  gran  levantamiento 
de  Diaguitas  y  Calchaquís  (1632),  éjíoca  en  que  se  abandonó  la  ciudad 
de  Londres  por  tercera  vez. 

Andalgalá  recién  perdió  su  importancia  después  que  los  indios  Quil- 
mes  y  Calíanos  fueron  ex^^atriados  á  Buenos  Aires;  en  la  séptima  decena 
del  siglo  XVII,  se  despobló  el  valle  Calchaquí  j^oi  completo :  no  habien- 
do más  indios  alzados,  que  pacificar  (con  el  externinio  y  la  expatriación 
á  las  haciendas  de  los  amos  encomenderos)  en  la  parte  Andina,  las  fron- 
teras de  Indios  se  mudaron  al  río  Salado  y  allí  se  plantearon  los  presi- 
dios de  donde  partían  las  malocas  para  hacerse  de  esclavos  entre  las 
tribus  de  indios  del  Chaco.  Los  papeles  de  familia  están  llenos  de  datos 
sobre  estas  expediciones,  y  las  i)iezas  que  se  ganaban  los  vecinos  feu- 
datarios se  incorporaban  á  los  demás  indios  encomendados  criollos  de 
cada  lugar,  como  se  puede  ver  en  los  empadronamientos  que  abundan 
en  los  archivos,  nacional  y  otros  ^. 

'  Hoy  llamado  San  Miguel.  Los  nombres  se  han  santificado,  ¿y  las  gentes?... 
-  Tarca,  nombre  local  del  Huanaco. 

'  Vil  del  Huilla,  liebre.  Ignórase  el  valor  léxico  de  la  voz  vil,  pero  es  sufijo  muy 
usual  en  los  nombres  de  lugar. 

*  Punco,  puerta ;  cara,  de  cuero,  porque  la  entrada  á  la  estancia  se  aseguraban 
con  una  puerta  de  bastidor  forrada  de  cuero. 

*  Llamado  así  sin  duda  porque  el  río  es  muy  angosto  y  encajonado. 

"  Voz  del  Cuzco  que  significa  fortaleza.  Yo  la  considero  como  jjalabra  introducida 
en  ese  idioma  de  afuera. 

"  Algunos  de  éstos  se  hallan  extractados  en  el  Tesoro  de  Catamarqueñismos  de  Lafone 
Quevedo,  y  entre  otros  el  empadronamiento  de  los  indios  Quilmes  y  Galianos  levanta- 
do en  Buenos  Aires  :  es  éste  un  documento  muy  importante  y  se  ven  allí  enumerados 
indios  con  apellidos  idénticos  á  los  que  aun  existen  en  la  región  Diaguito-Cal chaqui. 


—   360  — 

Es  digno  de  observarse  qne  aun  cuando  los  apellidos  y  nombres  de 
lugar  se  parecen  tanto  en  toda  la  región  Calchaquí,  como  en  todos  los 
demás  valles  y  altiplanicies  de  la  gran  provincia  Diaguito-Calchaquí, 
sin  embargo,  fuera  de  los  valles  Calcbaquinos  faltan  casi  por  completo 
las  urnas  de  tipo  Santa  María  y  se  dice  casi^  porque  suelen  salir  á  luz 
uno  que  otro  ejemplar  en  tal  ó  cual  rancbo ;  pero  lo  probable  es  que  lia- 
yau  sido  importadas  en  tiempos  antiguos  ó  modernos. 

Esta  gran  abundancia  de  vasos  tipos  Santa  María  al  norte  del  Cerro 
del  Atajo,  que  se  generalizaron  antes  bien  en  esa  dirección  no  al  sur  de 
la  punta  de  Balasto,  parece  indicar  una  diferencia  ya  cronológica,  ya 
étnica;  porque  no  se  comprende  cómo,  en  regiones  tan  inmediatas  unas 
á  otras,  sometidas  todas  á  la  dominación  de  los  reyes  Incas,  y  de  sus 
lugartenientes  los  Titaquín  ^  Juan  de  Calcbaquí,  Cbumbicba  y  otros, 
bayan  podido  producir  en  la  urna  esa  enormidad  de  vasos  de  uso  cere- 
monial sin  bacerse  extensivos  á  la  otra. 

La  importancia  de  Andalgalá  por  aquellos  tiempos  era  indiscutible, 
como  lo  comprueba  ese  inmenso  Pucará  de  los  Mallis,  que  se  decía  del 
Inca,  y  que  aun  da  nombre  á  toda  esa  gran  altiplanicie  que  desagua  en 
el  río  de  las  Cañas  y  otros  ríos  de  Tucumán  -.  Todo  ese  campo  y  las  fal- 
das que  lo  encierran  están  llenos  de  ijircas  de  los  indios  y  de  restos  ar- 
queológicos, y  es  de  por  allí  que  se  consiguen  las  mejores  piezas  de  pie- 
dra tallada,  morteros,  ídolos,  etc. 

Como  si  no  fuese  bastante  la  tradición  para  asegurar  que  los  Incas 
del  Perú  eran  los  señores  de  la  provincia  de  Tucumán,  abí  están  los  va- 
sos y  fragmentos  de  vasos  de  arte  peruana  que  se  bailan  por  donde 
quiera  en  la  región  arqueológica.  Porque  los  Incas  eran  los  señores  feuda- 
les del  Tucunuín  es  que  los  españoles  pudieron  entrar  y  establecerse  en 
esta  parte.  En  los  Cliacos  y  en  la  Pampa  donde  los  i)eruanos  no  babían 
planteado  sus  colonias  nunca  pudieron  prosperar  las  poblaciojies  de  los 
conquistadores.  Estos  siguieron  la  liuella  de  los  ejércitos  de  los  reyes 
del  Cuzco,  y  con  tanta  más  razón  desde  que  éstos  solían  dejar  excelen- 
tes caminos  abiertos,  bien  provistos  de  tambos  ^,  yanaconas  *,  víveres, 
y  cuanto  podían  necesitar  los  enviados  del  rey.  Aun  existen  los  cordo- 

'  Véase  Tesoro  de  Catamarqueñismos  por  Lafoue  Quevedo,  in  voce. 

-  Como  ser  el  río  de  Siuguil  que  nace  en  las  faldas  orientales  de  los  cerros  qne 
encierran  á  la  altiplanicie  citada,  y  acaba  por  entrar  á  la  quebrada  de  Escaba  y  sa- 
lir á  los  llanos  como  río  de  Marapa,  etc. ;  porque  los  ríos  en  Tucumán  gozan  de  mu- 
chos nombres  para  confusión  del  qne  ignora  este  hecho. 

'  Casuchas  y  corrales  en  que  se  albergaban  los  enviados  del  Inca  y  los  pasajeros 
en  general.  Más  tarde  se  llamaron  así  los  x>aradores  ó  fondines,  y  me  acuerdo  yo 
del  tambo  de  Jándula  en  Salta,  que  era  el  hotel  en  1860. 

*  Yanaconas.  Literalmente  «  negros  »,  pero  en  realidad,  gente  de  cordel,  changa- 
dores y  aun  esclavos. 


—  -MU    — 

lies  (le  un  cauíiuo  que  corría  entre  los  ( 'ii[)ill¡tas  y  el  Arenal,  y  de  la 
punta  de  Balasto  por  Pajanüiiillo  salía  otro  (^ue  eondueíai  á  Bccubel  ó 
Beeuvil,  Tambo  de  doiule  se  subía  i>ara  trasloniar  la  eiinibre  y  llegar  á 
los  pueblos  abandonados  do  esas  alturas,  i)ero  (pie  sin  duda  sirvieron  de 
líltinio  asilo  á  los  habitantes  de  esos  valles. 

Cuando  los  españoles  entraron,  cuenta  Oviedo  (pie  los  Jarles  del  Cha- 
co invadían  y  destruían  las  poblaciones  de  la  Sierra,  y  así  se  explica 
por  qué  en  to(hxs  partes  se  ven  construcciones  para  la  defensa.  Las  siem- 
bras las  hacían  en  los  bajos,  pero  los  domicilios  permanentes  estaban  en 
las  faldas  inaccesibles. 

Andalgalá  venía  á  ser  un  lu^ar  inmejorable,  poi'que  á  la  vez  (pie  río 
abajo  tenían  un  campo  fértilísimo  para  lograr  en  él  la  abundante  agua 
que  producían  los  deshielos  del  Acompiija,  río  arriba  se  les  ofrecía  una 
angostura  fácil  de  defender,  que  más  allá  se  abría  en  espaciosas  faldas 
y  altiplanicies  con  abundante  caza  de  venados  y  guanacos,  tánicas  ^  y 
tarcas  '. 

Algo  hay  en  todo  esto  que  requiere  exi)licación :  no  todo  era  una  sola 
nación,  una  sola  lengua,  sino  que  estamos  en  presencia  de  diferentes 
elementos  étnicos  arrinconados  en  los  valles,  faldas  y  alturas  andinas, 
donde  los  fué  á  ayudar  el  Inca  del  Cuzco,  como  nos  lo  cuenta  Garcilaso 
de  la  Vega  en  sus  comentarios  ^. 

Los  maestros  que  entraron  al  Tucumán  á  instruir  las  naciones  de 
aquella  provincia  fueron  sin  duda  los  Chichas  de  lo  que  es  hoy  Bolivia; 
y  así  vemos  que  ciertas  voces  que  son  propias  de  estos  indios  se  usan 
también  por  los  «  Cuzqueros  »  *  de  la  región  Diaguito-Calchaquí ;  por 
ejemplo  dicen  —  ntgri  —  «nariz  »,  por  ringri  ó  rincri,  é  inapíin  (le.  ha 
hecho)  por  rnapun,  etc.  Véanse  las  Relaciones  geográficas^  tomo  II,  pá- 
gina 14:8. 

Ko  es  sólo  la  lengua  que  se  nos  presenta  como  intrusa  en  la  región 
Diaguito-Calchaquí,  sino  también  el  arte  de  alñirero,  etc.,  como  se  dirá 
en  el  capítulo  siguiente. 

'  Venados  ó  ciervos.  El  lugar  Taruca-pampa,  se  deriva  de  esta  palabra. 

-  Huauacos.  Existe  un  río  de  Tarcalla,  y  el  nombre  Andalgalá  es  compuesto  con 
la  misma  palabra. 

'  En  tiempo  de  Capac  Inca  Viracocha,  estando  este  rey  en  los  Charcas,  ít  doscien- 
tas leguas  al  noroeste  del  reyno  de  Tucumán.  Comentarios  reales  de  los  Incas  (lib.  V, 
cap.  XXV,  pííg.  164,  ed.  1722,  de  Madrid). 

*  Gente  que  aun  usa  la  lengua  del  Perú  :  en  la  región  andino-argentina  «  lengua 
de  Cuzco  »  y  se  llaman  «  Cuzqueros  »  los  que  la  hablan. 


362   — 


XVIIT 


El  año  1892  se  publicó,  en  el  tomo  III  de  la  Revista  de  este  Museo, 
un  estudio  titulado  Lm  Huacas  de  Chañar-Yaco  ^,  de  importancia  por- 
que se  trataba  de  un  hallazgo  en  sifu  de  unas  24  piezas  de  alfarería, 
y  de  algunos  Iniesos  humanos  contenidos  en  las  urnas  mayores.  Todos 
estos  vasos  son  de  un  tipo  peruano,  desde  luego  deberían  pertenecer  al 
siglo  anterior  á  la  entrada  de  los  españoles,  si  hemos  de  estar  á  lo  que 
nos  cuenta  el  Inca  Garcilaso  de  la  Vega  ". 

Éste  ya  en  sí  sería  un  dato  cronológico  de  alguna  transcendencia,  pero 
mucho  más  lo  es  por  lo  que  allí  falta  y  en  los  alrededores  sobra,  en  cuan- 
to á  tipos  de  cerámica  antigua. 

Chañar- Yaco  es  un  ojo  de  agua  que  se  halla  cerca  de  la  cuesta  de  Be- 
lén, como  á  unas  ocho  ó  diez  leguas  al  oeste  de  Andalgalá,  en  un  lugar 
desierto  hoy,  pero  lleno  de  «  pircas  »  ^  y  restos  de  población  anterior. 
Como  á  medio  camino  entre  Chañar- Yaco  y  Pilciao  está  el  puesto  de  las 
Garrochas,  servido  por  un  pozo  de  balde  á  mediados  del  siglo  pasado, 
bebedero  de  las  pocas  haciendas  que  poblaban  ese  campo.  En  tiempo  de 
las  creces  baja  mucha  agua  de  las  faldas  vecinas  que  baña  los  zanjones 
y  barriales,  haciendo  nacer  y  criarse  un  pasto  anual  de  mucho  engorde 
como  son  por  lo  general  los  que  crecen  en  secano,  si  llegan  á  su  ma- 
durez ^. 

Sea  que  la  misma  agua  los  acarrea  de  más  arriba,  sea  que  los  desen- 
tierre en  el  campo  que  ella  baña,  lo  cierto  es  que  en  toda  esa  región  de 
las  Garrochas  se  encuentran  cacharros  como  los  que  figuran  en  el  tra- 
bajo citado,  á  empezar  desde  la  página  15,  y  que  iiertenecen  á  esa  serie 
de  piezas  de  cerámica  dicha  «  tipo  de  Andalgalá  ». 

La  distancia  que  media  entre  Chañar-Yaco,  y  las  Garrochas  no  pasa 
de  unas  dos  ó  tres  leguas,  así  que  es  doblemente  extraño  que  en  las 
Huacas  aquellas  no  se  haya  incluido  algún  ejemplar  entero  ó  en  frag- 
mentos del  tipo  de  dragón  ó  de  hidra.  La  explicación  más  fácil  y  racio- 
nal sería  aquella  de  que  los  restos  arqueológicos  de  Chañar- Yaco  y  de 

'  Por  Lafone  Qtievedo.  El  lugar  se  halla  al  suroeste  de  Andalgalá,  como  á  unas 
ocho  leguas  de  la  villa  de  este  lado  de  la  llamada  «  Cuesta  de  Belén  ».  El  nomhre 
Chañar- Yaco  quiere  decir  «  Aguada  del  Chañar,  y  lo  es  en  realidad. 

'  Com^  Rea¥,  lib.  V,  cap.  XXV. 

'  Pircas,  paredes  de  piedra  laja  sacada  de  las  faldas  de  los  cerros  :  las  más  son 
levantadas  por  los  indios  precolombinos,  pero  la  costumbre  de  edificar  así  continúa 
hasta  hoy. 

*  Las  lluvias  sou  pocas  y  de  menor  importancia,  j^ero  si  se  repiten  con  oportuni- 
dad alcanzan  para  dejar  los  campos  como  un  jardín,  donde  antes  reinaba  el  desierto. 


;^(jH 


las  (íairoc'lias  pertcuefcn  ;i  tíos  ói)(»c:is  disl  iiitas,  a((iU'II(>s  al  aitc  iiitio- 
ducido  por  los  iiistrnctores  del  Cwm'o,  productos  de  los  alfareros  crio- 
llos, cuya  cultura  era  la  de  los  (pie  couiprciidían  las  ventajas  de  una  ci- 
vilización su])erior  á  la  suya  propia:  sin  que  [)or  ésto  se  dií>a  que  á  la 
entrada  délos  ])eriianos  aun  existían  los  altareros  artistas  cuyos  lindos 
vasos  adornan  los  armarios  de  este  ]Mus(m>. 

Esta  armuuentacioii  de  ninguna  manera  establece  fechas  fijas,  a)tenas 
]»retende  su.m'rirlas  como  relativas;  ]>ero  al<;<)  se  lia  de  adelantar  cuando 
se  traiíian  á  colaci<')n  todos  l(»s  descubrimientos  del  i)rofesor  Ambrosetti 


Fig.  :í9.  —  Huawiii.   Aiuliilsalii 

quien  bace  cuatro  años  que  se  remonta  más  y  más  al  norte  en  la  región 
Calchaquino-Chicba ;  y  si  de  esas  exploraciones  tan  sistemáticas  y  es- 
crupulosamente realizadas  resulta  que  no  existen  en  esa  dirección  ur- 
nas ó  vasos  del  tipo  dragón  ó  hidra,  se  conftrmará  la  sospecha  de  que  se 
trata  de  objetos  de  arte  propios  de  la  región  de  los  .Vndalgalas  ^  y  Pall- 
cij)as  ",  de  los  pueblos  de  Catamarca  y  de  la  Eioja. 


'  Estos  iudios  cu  las  guerras  del  siglo  xvii  fueron  expatriados  al  Huaco  de  la 
Rioja,  pero  á  principios  del  siglo  xviii  emigraron  al  Huaco  de  Andalgalá  y  sus  des- 
cendientes allí  permanecen  ó  se  van  extinguiendo. 

*  Pallcipas,  indios  que  ocupaban  los  campos  centrales  de  la  jurisdicción  de  Lon- 
dres. Estos  como  los  anteriores  eran  de  la  gran  familia  Diaguito-Calchaquí. 


—  364  — 

Anterior  al  año  1890  arando  en  nnos  rastrojos  del  fundo  de  Hiiasán, 
á  tres  kilómetros  al  norte  de  Andalgalá,  la  reja  dio  vuelta  á  nnos  frag- 
mentos de  alfarería  que  lavados  resultaron  ser  parte  de  una  liermosa 
urna  ó  l)otijuela;  rebuseando  más  tarde  en  el  mismo  lugar  se  logró  en- 
contrar otros  pedazos  más,  quedando  así  casi  completo  el  vaso  ;  lo  que 
falta  es  tan  poco  que  la  restauración  sería  facilísima  y  de  resultado :  se 
le  ha  dado  á  esta  tinaja  el  nombre  de  Blamey,  por  ser  este  señor  ^  quien 
la  descubri(')  y  regaló  á  la  colección  Lafone  ",  y  como  es  típica  de  las 
piezas  de  este  estilo  empezaremos  por  ella  la  descripción  de  los  ejempla- 
res con  que  contamos.  (Ver  la  fig.  39.) 

Estos  cántaros  no  son  tripartitos,  como  lasTirnas  del  tipo  Santa  María 
sino  que  constan  :  1'^  de  un  gollete  bajo  (en  este  caso  -/n  rte  todo  el  alto) 
y  no  de  mucha  boca  (5  '/j  <^e  la  circunferencia  máxima ;  y  2"  la  parte 
ventral  de  bastante  vuelo  :  íorma  y  todo  lo  demás  indican  (jue  eran  des- 
tinadas para  contener  agua. 

Estos  vasos  todos  son  de  un  fondo  color  café  con  leche  más  ó  menos 
claro  ú  obscuro,  y  la  ornamentación  á  veces  de  color  negro,  otras  de  ne- 
gro alternado  con  rojo,  en  este  caso  el  rojo  inclinado  á  carmesí. 

La  factura  de  este  vaso  es  S(n'i)rendentemente  simétrico,  para  hecho 
á  mano,  de  una  fíictura  y  puliiuento  admirables,  y  la  materia  prima  de 
una  prei)aración  propia  de  este  tipo  de  cántaros.  El  tinte  natural  de  la 
arcilla  debe  haberse  avivado  con  alguna  otra  materia  colorante,  ó  puede 
resultar  de  la  perfección  con  que  se  ha  brufudo. 

La  pintura  de  negro  y  rojo  ha  sido  ejecutada  por  un  verdadero  artista, 
porque  las  curvas  y  otras  líneas  han  sido  dibujadas  con  toda  la  soltura 
y  maesti'ía  de  un  calígrafo. 

El  cántaro  Blamey  es  una  de  las  mejores  piezas  déla  colección  Lafone 
y  así  conviene  se  describa  en  detalle  como  típica  que  es  de  la  serie  :  la 
rei^roducción  que  de  ella  se  hizo  en  Las  Huacas  de  Chañar-Yaco^  aunque 
no  del  todo  inexacta,  es  insuflciente. 

Todo  el  vaso  tiene  dos  frentes,  cada  uno  ftel  reproducción  del  otro,  al 
menos  se  ve  que  esa  ha  sido  la  mente  del  artista. 

En  el  gollete  el  dibujo  de  cada  cara  se  divide  en  dos  partes,  empe- 
zando i)or  la  izquierda  y  siguiendo  hacia  la  derecha,  un  escalón  y  dos 
piquillos  de  sierra  rojos  que  bajan  contra  un  escalón  y  dos  i^iíinillos  ne- 
gros que  suben :  dos  de  estos  adornos  contrapuestos  llenan  el  anverso  y 
otros  dos  el  reverso;  y  los  dos  grupetes  están  separados  poruim  faja  del 
íbndo  con  dos  orejillas  del  mismo  barro  que  simulan  un  segundo  par  de 

'  Se  le  puso  nombre  para  facilitar  la  referencia  cnaudo  haya  necesidad  de  citarla 
como  típica  qne  es  de  la  región. 

*  Así  también  el  vaso  de  la  lámina  ñgiira  6  se  llama  «  Tinaja  Lafone  »,  como  la  de 
la  lámina  «  Tinaja  Moreno  ». 


—   8()5  — 

asas.  El  jiollete  lia  sido  trabajíido  s(>i)ara(laineiitc  y  después  i)»',i;;id«»   al 
cuerpo  del  vaso. 

En  cada  cara  del  cuerpo  del  cántaro  se  lia  pintado  un  espléndido  dia- 
gón, cuyas  dos  patas  vistas  sugestionan  la  presencia  de  las  otras  dos 
que  faltan.  El  monstruo  éste  es  antropocéfalo,  y  la  cabeza  se  halla  ad- 
herida á  esa  vuelta  que  hace  las  veces  de  cuerpo,  sin  indicación  alguna 
de  cuello  couio  en  los  ejemplos  figuras  15  y  46.  El  perfil  de  la  cabeza,  que 
es  negro,  se  parece  algo  á  un  escudo  vuelto  hacia  abajo,  dentro  del  cual 
asoma  una  cara  bastante  original  y  en  dos  colores.  Las  cejas,  con  la  na- 
riz formada  por  ellas,  los  ojos  con  sus  pupilas  y  la  boca,  se  han  i>intado 
de  negro ;  mientras  que  el  óvalo  interior  de  la  cara  lleva  su  orla  de  rojo 
carmesí,  á  veces  lisa,  á  veces  ondulada,  con  dos  cresjíos  en  la  frente  y 
otros  dos  á  modo  de  bigotes  ó  espirales  que  se  dirigen  de  la  orla  hacia 
el  espacio  entre  la  nariz  y  la  boca;  las  cejas  y  nariz  están  también  orla- 
das de  rojo,  y  esta  faja  las  divide  de  los  ojos,  en  que  un  círculo  rojo  se- 
riara la  pupila  de  los  círculos  negros  que  los  forman. 

Entre  la  nariz  y  la  boca  y  por  debajo  de  la  orla  roja  aparecen  dos  ra- 
yas horizontales  del  mismo  color,  y  otra  nuis  de  las  mismas  separa  los 
dientes  de  arriba  en  la  boca  de  los  de  abajo. 

Las  manos  y  pies  de  estos  monstruos  terminan  en  cinco  garras  por 
dedos.  Si  empezamos  á  contar  desde  la  mano  hallaremos  que  el  cuerpo 
del  dragón  contiene  dieciseis  óvalos,  fuera  de  los  dos  de  las  patas  tra- 
seras, que  alternadas  son  ó  rojas  ó  negras,  empezándose  por  aquel  color. 
Según  parece  las  líneas  todas  se  han  perfilado  primero,  y  recién  después 
se  han  pintado  los  centros  de  rojo  ó  negro  :  las  líneas  varían  entre  tres 
cuartos  y  medio  centímetro.  La  cola  del  dragón  termina  en  punta  por  la 
unión  de  las  dos  líneas. 

Las  dos  orejas  faltan,  pero  están  las  bases  de  una  y  otra. 

La  urna  cuando  nueva  debió  ser  una  pieza  de  tanta  estimación,  que 
habiéndose  quebrado  antes  del  hallazgo  por  el  arador  algún  poseedor 
prehistórico  la  había  hecho  componer  mediante  agujeros  taladrados, 
para  volver  á  juntar  las  partes  separadas. 

En  1905  se  encontró  otro  fragmento  que  á  todas  luces  formó  parte  de 
una  segunda  tinaja  idéntica  á  la  anterior,  y  precisamente  en  el  mismo 
lugar  de  Huasán. 


XIX 


Bello  como  es  el  cántaro  Blamey  no  le  iba  en  zaga  el  otro  represen- 
tado por  la  figura  40  ^,  cuando  salió  de  manos  del  alfarero  artista.  Es  de 

'  A  ésta  se  da  el  nombre  de  «  Tiiinja  Lafoue  ».   En  toda  la  región  de    los  pueblos 


—  866   — 

lamentar  que  se  halle  en  estado  tan  fragmentario,  porque  aunque  se  lia 
restaurado  la  forma  no  ha  sido  posible  hacer  otro  tanto  en  favor  del  es- 
quema del  dibujo  que  lo  adornaba. 

La  historia  del  hallazgo  es  la  siguiente.  En  los  médanos  volantes  de 
Pilciao  '■  quedaron  en  descubierto  los  fragmentos  del  fondo  que  fueron 
conducidos  á  La  Plata  i)ara  ser  colocados  con  las  otras  ])iezas  de  la  co- 
lección Lafone.  Andando  los  años  las  arenas  movedizas  dejaron  á  la 
vista  la  parte  adherida  al  gollete,  y  recogida  por  los  niños  de  la  escuela 
local,  encargados  de  reunir  todo  objeto  de  esa  índole,  fué  entregada  y 


Fig.    10.  —  CaiiiiM.  (le  l'ilriiii).   Auilalgiilá 

reconocida  como  otro  fragmento  de  las  partes  que  faltaban  :  reunido  éste 
con  el  anterior  iludieron  ajustarse  las  flos  mitades  en  una  extensión  co- 
mo de  cinco  centímetros  de  largo,  y  por  consiguiente  se  hizo  posible 
también  la  restauración  intentada,  pero  no  en  la  parte  que  correspondía 
á  la  cabeza  :  ésta,  por  la  colocación  de  los  brazos  y  otros  indicios,  no  de- 
bía parecerse  á  la  que  ligura  en  el  vaso  Blamey,  sino  que  más  bien  hubo 


y  campos  de  Audalgalá  y  Poiuáii,  debió  haber  liabido  <fraii  iiúniero  de  vasos  de  este 
tipo,  y  de  la  mayor  l)elleza  como  artefactos  de  la  cer:íiiiica  local,    tal  es  la  abundan- 
cia de  fragmentos  que  de  ellos  se  encuentra. 
'  Cuatro  leguas  al  sur  de  Audalgalá. 


—  sai  — 

de  tomar  la  l'oiina  de  la  ñgura  41,  por  el  espacio  en  que  debía  colo- 
carse ^. 

Pero  pasemos  á  la  descripción  del  cántaro. 

En  sn  forma  este  vaso  es  más  elegante  que  el  anterior,  porque,  como 
el  mayor  diámetro  de  la  parte  ventral  está  más  cerca  del  gollete,  no  se 
nota  el  acliatamiento  sobre  la  base  que  en  algún  tanto  afea  al  cántaro 
Blamey. 

El  color  del  fondo  es  algo  más  obscuro  en  este  caso,  y  la  ornamenta- 
ción es  solo  bicolor,  laltando  el  rojo.  La  factura,  etc.,  son  más  ó  menos 
las  mismas,  y  la  simetría,  sin  ser  perfecta,  puede  calificarse  de  admi- 
rable. 

En  el  gollete  se  nos  presenta  el  adorno  de  triángulos  alternados  y 


Fi".  41. 


Santa  Maria  (Col.  Museo  ííacioual) 


contrapuestos  de  arriba  y  de  abajo,  entre  franjas  del  mismo  color  negro 
que  separa  cada  par  de  aquéllos. 

En  el  cuerpo  del  cántaro,  y  en  cada  frente,  hubo,  porque  sólo  uno  se 
distingue,  dos  tremebundos  dragones,  cuyos  cuerpos  se  enroscan  en 
torno  de  una  púa  en  la  cola,  desde  donde  nace  y  se  desarrolla  una  doble 
serie  de  óvalos  cuadriculados ;  el  cuerpo  al  envolverse  llena  todo  el  es- 
pacio basta  llegar  al  punto  de  donde  se  desprende  el  brazo,  y  donde  de- 
bió adherírsela  cabeza,  que  en  este  caso  no  lo  fué  arriba,  sino  que  debió 
bailarse  prendida  como  postiza  al  costado  (véase  la  figura  41),  represen- 
tación de  un  vaso  curioso  de  Santa  María,  actualmente  en  la  colección 


*  Esto  se  ve  más  claro  si  se  vuelca  el  vaso  de  suerte  que  se  teuga  el  foudo  de 
frente,  porque  allí  aparece  algo  más  de  la  parte  inferior  de  lo  que  en  el  esquema 
completo  correspondería  á  la  cabeza. 


—  368  — 

del  Museo  Xacional  de  Buenos  Aires  \  Este  ejemplo  nos  explica  imrqué 
no  debemos  extrañar  que  falte  la  pata.  La  parte  adherida  al  gollete  es  la 
que  se  lialla  en  estado  más  completo,  y  allí  no  existe  nada  que  pueda 
identificarse  con  la  mano  de  cinco  garras  del  vaso  Blamey,  y  sí  mucho 
que  se  compara  bien  con  el  de  la  figura  41. 

La  mano  de  cuatro  ganchos  ó  garras  que  asoma  en  la  figura  40  se  ha 
I)erdido  en  el  anverso,  como  final  del  brazo  que  existe;  pero  es  j^recisa- 
mente  en  este  fragmento  del  reverso  donde  se  ve  que  la  forma  de  la  ca- 
beza debió  ser  algo  análogo  á  la  de  ese  monstruo  monóculo  de  la  figu- 
ra 41,  con  su  mano  de  cinco  garras  en  lugar  de  la  nuestra  de  cuatro, 
pero  que  una  y  otra  se  adelantan  de  la  línea  de  la  cara. 

La  ornamentación  por  rayas  en  la  punta  de  la  cola  es  justamente  lo 
que  hallamos  en  las  orejas  de  la  figura  14. 

Es  esta  una  serie  de  cántaros  muy  curiosos,  de  los  que  mucho  hay 


Fis;.  42.  —  Santa  María 

que  decir,  pero  nada  más  al  caso  que  la  referencia  al  jjuco  '  Quiroga  des- 
cripto  por  Ambrosetti  en  sus  ííotas  arqueológicas  el  año  1897.  El  esque- 
ma de  la  ornamentación  en  esta  taza  es  combinado  de  los  dos  que  aca- 
bamos de  describir,  es  decir,  un  cuerpo  draconiano  con  mano  de  cinco 
l)uas,  sin  i^ata,  y  con  cabeza  tijio  vaso  Blamey  (fig.  39).  Los  detalles  del 
rostro  son  los  mismos,  sin  el  embijamiento  parcial  con  el  rojo  carmesí :  el 
contorno  negro  acaba  en  cinco  i)icos  á  modo  de  corona  (véase  la  figura  42). 
Del  tipo  aquél  con  cabeza  monócula  se  podrían  citar  muchos  ejem- 
plos, i^ero  todos  pequeños  y  muy  inferiores  á  los  dos  grandes  de  que  ya 
nos  hemos  ocupado. 

'  La  cita  y  el  dibujo  los  debo  á  la  amabilidad  del  profesor  Ambrosetti  y  de  su  es- 
posa la  señora  María  Eleua  Holmberg. 

^  La  figura  ésta,  fué  reproducida  del  dibujo  esquemático  conservado  en  mis  car- 
teras, por  el  profesor  y  jefe  de  sección  señor  Carlos  Bruch,  que  tanto  me  ha  ayudado 
para  conseguir  la  claridad  y  nitidez  en  los  clicJiés  ;  porque  no  basta  tomar  fotografías 
de  los  objetos,  desde  que,  ya  por  sus  colores,  ya  por  su  estado  de  dilapidación,  no  se 
prestan  á  una  reproducción  así  como  están. 


3(i!) 


El  piiiiuTo  es  una  ollita  *\v  C'oiulorliuasi  \  Yaco-Utula  -,  Puerta  de 
lU'léii  ■'  {ñg.  -í'ó),  como  factura,  color,  maestría  en  el  <libujo,  muy  inferior 
51  las  íiTandes.  La  cabeza  separa  la  parte  delantera  de  la  trasera,  que  pa- 


( 'durtoiluiasi,  Yac-o-Utula,  Belrii 


recen  nacer  en  la  región  del  único  ojo.  El  tipo  de  la  boca,  etc.,  es  el  de 
los  vasos  negros  (lám.  Y  y  VI).  La  mano  en  el  anverso  es  de  cinco  rayas 
ó  dedos,   en    el    reverso   de 
oclio   ó  más,  y  desde  luego 
son  chorreras  y  no  otra  cosa. 

El  segundo  ejemplo  es  una 
pequeña  olla  cuyo  mayor  diá- 
metro es  de  ocho  centímetros 
ftig.  44  y  45)  :  la  cabeza 
monócula  es  casi  idéntica  á 
la  anterior;  pero  con  dos 
triángulos  agudísimos  que 
bajan  de  la  orilla  á  uno  y 
otro  lado  de  la  lengua.  A  la 
derecha,  de  la  mandíbula  esa, 

nacen  dos  crespos  ó  ganchos  que  se  advierten  también  en  la  figura  40, 
y  que  pueden  muy  bien  estar  simbolizadas  en  la  figura  41. 

La  mano  tiene  cuatro  garfios  ])or  dedos,  y  á  juzgar  por  el  espacio  no 


44.  —  Hnasáu,  Audalsalá 


'  Condor-Huasi.  Nido  ó  casa  del  Cóndor,  en  la  estancia  ó  altiplanicie  de  las  Gra- 
nadillas. 

■   Yaeo-Utula,  Agua  chica,  otro  lugar  en  la  misma  región. 

'  Ver  nota  1,  p.  339.  Angostura  por  donde  se  entra  á  la  quebrada  de  Belén,  bajando 
del  norte. 

KEV.   MUSEO    LA  PLATA.   —   T.    II.    (XU,    11,    1908.)  24 


370  - 


tuvo  pata  trasera.  De  este  pequeño  vaso  ó  más  bien  juguete,  queda  sólo 
la  mitad,  con  centro  en  una  de  las  asas ;  así  que  de  las  figuras  constan 
la  parte  delantera  del  anverso,  y  la  trasera  del  reverso.  Fué  encontrada 
hace  años  en  el  fundo  de  Huasán.  Es  de  la  época  de  los  dos  cántaros 
grandes,  factura,  materiales  y  maestría  en  el  dibujo  de  lo  mejor. 

Al  tercero   nos   hemos 
referido  ya  (fig-,  15),  otro 
ejemplo  de  objetos  esx)orá- 
dicos  que  se  hallan  fuera 
de  su  centro  artístico. 

Otro  ejemplo,  que  viene 
á  ser  el  quinto  (lám.  XII, 
ñg.  h)y  es  un  curioso  jarro 
hallado  en  Belén,  de  los 
que  debe  haber  habido 
también  una  larga  serie, 
pues  en  la  colección  La- 

Fig.  45.  —  Huasáu,  (Col.  Laf'oue)  t        n 

fone  Quevedo  hay  de  ellos 
dos  ejemplares.  Su  reproducción  aquí  responde  al  dragón  ó  hidra  que 
le  sirve  de  adorno,  símbolo  tan  general  en  estos  vasos.  La  manera  de 


Fig.  4().  —  Faiuatina.  La  Páoja 


adherirse  la  cabeza  del  cuerpo  del  monstruo  es  la  usual  en  este  género 
de  reptiles;  carecen  de  todo  lo  que  pueda  llamarse  cuello  ó  cogote. 
Los  crespos,  ojo  disforme,  lengua  y  mandíbulas  «  diente  de  serrucho  » 
corresponden  al  tipo  convencional  del  simbolismo. 

La  figura  a,  en  la  lámina,  da  á  conocer  un  curioso   vaso,  adquirido  en 


--  371    — 

el  mismo  Belén,  pero  que  ú  todas  laces,  por  su  factura,  corresponde  ;1 
la  cerámica  de  Calinjíasta  en  San  Juan. 

Hay  un  quinto  {ñg.  40),  dibujado  por  la  señora  María  Elena  Holmberg- 
de  Ambrosetti,  bicolor  como  la  urna  lilaniey  y  que  indudablemente  co- 
rresponde al  tijio  de  la  tij»ura  43;  fué  copiado  de  un  vaso  hallado  en  Fa- 
matina,  la  Eioja,  y  así  jiodemos  colocar  tres  jalones,  uno  en  Santa  María, 
otro  en  Belén  y  un  tercero  en  Famatina,  una  extensión  de  00  á  70  le- 
guas. 

Los  óvalos  cuadriculados  del  cuerj)o  se  alternan  de  negro  y  rojo,  em- 
pezando por  este  color  á  la  derecha.  La  mano  es  de  cuatro  dedos  como 
garfios.  La  cabeza  se  adhiere  directamente  al  hombro  del  monstruo ;  un 
gran  círculo  encierra  el  ojo  con  pupila,  en  que  el  rojo  forma  parte  de  la 
pupila  entre  un  centro  y  círculo  negros.  Las  dos  mandíbulas  suben  con 
dientes  de  serrucho  y  fondo  color  rojo  dentro  de  bordes  negros,  y  la  de 
la  derecha  ostenta  dos  cuernos  ó  crestas  en  forma  de  ganchos,  parecidos 
á  los  que  hacen  las  veces  de  dedos.  Dentro  de  la  boca  la  lengua  se  dife- 
rencia de  las  otras  en  ser  una  línea  de  la  que  nacen  hacia  la  izquierda 
una  greca,  y  á  uno  y  otro  lado  dos  líneas  más  cuya  intención  no  está 
muy  clara. 

El  iiltimo  y  quinto  ejemplo  que  se  citará  es  un  interesante  fragmento 
adquirido  por  el  profesor  Carlos  Bruch  en  su  viaje  el  año  pasado  ^  en 
Musquin  ó  Mutquin  ',  uno  de  los  pueblos  de  Catamarca,  al  este  de 
Siján. 

Los  rasgos  típicos  se  distinguen  bien,  pero  hay  novedad  en  algunos 
de  los  detalles  :  factura,  pulimento,  arte  del  pintor,  simetría,  todo  pa- 
rece ser  de  la  mejor  época,  y  un  fragmento  adquirido  después  del  mismo 
lugar  corresponde  más  bien  á  un  otro  ejemplar,  pues  el  color  del  fondo 
se  parece  al  de  la  urna  Blamey,  mientras  que  el  otro  es  más  obscuro. 

Hacemos  diligencias  por  ver  de  conseguir  algunos  fragmentos  com- 
lilementarios  de  este  precioso  cántaro,  haciendo  arar  de  nuevo  el  ras- 
trojo donde  se  encontró  la  parte  que  se  logró  salvar. 

Los  triángulos,  los  óvalos  y  la  figura  que  se  inicia  á  la  derecha  son 
bicoloros,  mientras  que  en  el  espacio  entre  las  viieltas  del  monstruo 
hay  dos  círculos  con  ganchos  que  encierran  Ojos  Imaymana  ^.  La  pieza 
es  interesantísima,  pero  tan  imi^erfecta  que  basta  con  lo  dicho. 

'  Se  rex^rodiicirá  en  la  relación  del  viaje  que  prepara  el  mismo  Bruch. 
^  Uno  de  los  «  Pueblos  »  de  Pomán  al  este  de   Siján   donde   aun   hoy   se  habla   la 
Lengua  do   Cuzco  ^ot  los  viejos. 
^  Véase  página  323,  nota  1. 


—  372   — 


XX 


Antes  de  entrar  n  dar  cnenta  de  laa  alfarerías  negras,  que  alguna  vez 
debieron  ser  tan  abundantes  en  la  región  de  Andalgalá,  al  menos  si 
liemos  de  juzgar  por  los  muchos  vasos  y  fragmentos  que  por  allí  se 
encuentran,  quiero  llamar  nuevamente  la  atención  al  cántaro  figura  h^ 
de  la  lámina  VII;  porque  bueno  será  comparar  los  óvalos  con  que  están 
liencliidos  los  cuerpos  de  los  dos  pajarracos  aquéllos,  con  los  otros  que 
son  un  atributo  tan  proi)io  de  los  monstruos  en  forma  de  hidras  ó 
dragones  de  los  vasos  de  este  tipo. 

Tanto  el  suri  ó  avestruz,  como  la  serpiente  parece  que  tienen  que  ser 


Andalynl:'!   (Cnl.   LafuiiL-) 


algo  como  símbolos  del  agua,  mientras  que  por  la  forma,  detalles  y  demás, 
los  df>s  cántaros  <le  la  lámina  VII  no  pueden  sino  pertenecer  al  tipo  de 
las  urnas  draconianas  á  que  se  ha  asignado  una  ubicación  céntrica  en 
Andalgalá. 

Pasemos  ahora  á  los  vasos  negros  de  la  misma  región  de  Andalgalá, 
curiosos  por  la  extravagancia  de  su  desarrollo  esquemático  :  hidras  es- 
pantosas, de  más  ó  de  menos  de  siete  cabezas,  y  otras  de  la  cuenta  exacta 
llenan  los  espacios  que  hay  que  ornamentar,  y  todos  grabados  con  i)unta 
más  ó  menos  fina  y,  á  no  dudarlo,  antes  de  someter  los  cacharros  á  la 
({uema  especial  (véase  la  pág.  333,  nota  1). 

En  la  lámina  XI,  a  y  h,  tenemos  un  vaso  caprichoso  en  su  forma,  co- 
mo lo  son  casi  todos  los  de  este  tipo :  es  una  figura  antropomorfa  senta- 
da, que  ha  perdido  la  cabeza,  y  que  carga  á  cuestas  un  gran  cántaro 
para  conducir  agua :  las  dos  partes  del  vaso  se  comunican  interiormente. 

El  dibujo  esquemático  (fig.  48),  da  á  conocer  la  naturaleza  de  la  ho- 


Kev.  Museo  de  La  Plata,  t.  xv  (ser.  ii,  t.  ii) 


l'L^VNCHA  IX 


a,  Londres  ('/s  tam.  nat,) 


h,  Audalgalá.  Colección  Lafone  Qnevedo 


—    -Al-A    — 

rrible  hidra  de  cuatro  cabezas,  más  una  interna,  fuera  del  apéiulice  <le 
dos  cabezas  que  sigue  de  la  cabeza,  rtnal  de  la.  (;ola. 

Los  detalles  son  los  de  sienii>re :  bocas  con  dientes  {\v  scrruclio,  cabe- 
zas crestadas,  ojos  de  á  dos  ó  de  á  uno,  lenguas  y  colas  (]ue  desarrollan 
nuevas  cabezas.  En  este  caso  el  dibujo  es  cuadriculado  y  grabado  sobre 
el  fondo  negro. 

El  centro  del  es(iucnia  parece  casi  como  una  reminiscencia  de  un 
pulpo,  pero  las  dos  patas,  una  de  cuatro  y  otra  de  cinco  dedos  lo  elevan 
á  la  categoría  de  un  yacaré.  La  cabeza  ostenta  dos  ojos,  dos  cuernos,  y 
dos  dientes  (de  serrucho)  en  cada  mandíbula;  la  lengua  se  bifurca  y 
acaba  en  dos  cabezas  monóculas  (por  posición)  del  ndsmo  tipo  que  la 
central,  pero  que  no  se  vuelven  á  abrir.  En  el  cuerpo  asoma  otra  cabeza 
mo]i(')cula  también  por  posicicSn,  con  cuerno,  pero  sin  lengua.  La  cola  es 


Fiíi'.  4S.  —  Aiu-ouqiiija  (Col.   Lafoue) 

larga  y  acaba  en  otra  cabeza,  la  mayor  de  todas,  binócula,  con  dos  cres- 
tas ó  cuernos,  de  un  lado  (el  derecho)  y  una  del  otro. 

Las  dos  cabezas  sueltas,  que  comi)letau  el  dibujo,  ambas  (á  lo  que  pa- 
rece) monóculas,  son  curiosas  :  la  inferior  forma  la  extremidad  de  la  len- 
gua de  la  superior :  tiene  crestas  ó  cuernos,  y  una  como  ventana  de  la 
nariz  i>ero  le  falta  lengua. 

La  pieza  ésta  procede  de  la  misma  villa  de  Andalgalá,  gran  centro  de 
pueblos  de  indios  :  pero  falta  saber  si  ha  sido  ó  no  conducida  de  otra 
parte.  La  factura  y  pulimento  son  como  en  la  generalidad  de  estos  vasos, 
excelentes,  y  hasta  donde  cabe  es  éste  simétrico ;  pero  en  una  figura 
caprichosa,  por  no  decir  burlesca  puede  concederse  alguna  tolerancia  á 
este  respecto. 

El  segundo  vaso  es  una  pequeña  olla  de  Aconqulja,  en  el  mismo 
de])artamento  de  Andalgalá;  la  lámina  XII,  figuras  a,  &  y  c_,  da  una  idea 


—  374  — 

general  de  su  forma  y  ornamentación,  y  la  íigura  49  una  reproducción 
esquemática  del  dibujo. 

La  figura  central  es  una  verdadera  hidra  de  siete  cabezas,  i'i.s-((-ris  de 
otra  de  cuatro. 

En  esta  como  en  la  anterior,  y  en  su  i)arte  ventral,  asoma  una  cabeza 
con  dos  ojos  y  boca  con  tres  dientes  de  serrucho,  con  todos  los  demás 
de  la  pieza.  El  cuerpo  de  la  hidra  en  este  caso  tiene  forma  de  losange,  y 
de  cada  uno  de  los  dos  ángulos  (derecho  é  izquierdo)  parte  una  combi- 
nación tricéfala  bastante  original,  que  consta  de  una  cabeza  propiamen- 
te dicha  y  de  dos  brazos  cuyas  extremidades  terminan  en  cabeza  ':  éstas 


Fig.  49.  —  Allpatama,  Chaquiago,  Andalgalá  (Col.  Methfessel) 

son  bicrestadas  y  monóculas,  pero  sólo  la  central  tiene  lengua:  todas  tres, 
con  tres,  cuatro  ó  seis  dientes  de  serrucho  en  cada  mandíbula.  En  esta 
combinación  los  cuernos  se  dibujan  hacia  arriba,  mas  en  la  correspon- 
diente á  la  izquierda  ellos  están  hacia  abajo,  así  se  comprende  que  se  ha 
invertido  el  orden  :  por  lo  demás  la  nnica  diferencia  resulta  del  número 
de  dientes,  cuya  suma  es  algo  menor  que  la  anterior,  25  contra  27  -. 
Este  primer  monstruo  ó  hidra  se  ha  grabado  como  visto  de  arriba  ;  el 


'  Eli  el  vaso  figura  16,  tipo  de  Santa  María,  tenemos  manos  de  un  reptil  como  la- 
garto cuyas  extremidades  anteriores  son  cefálicas  :  la  idea  es  la  misma  si  bien  su 
desarrollo  es  otro. 

-  Este  lindo  vaso  me  fué  regalado  por  el  señor  José  Santervás,  actual  juez  de  paz 
en  Andalgalá,  quien  lo  consiguiíí  en  uno  de  sus  viajes  á  la  altiplanicie  del  Pucará 
de  Aconqiiija,  gran  centro  arqueológico  del  departamento. 


—   375   — 

segiiudü  se  nos  i)iesL'nta  de  eostailo,  eoii  cabeza  cueiix),  mano,  i)ata  y 
cola,  las  tres  extremidades  éstas  terminadas  en  cabezas  monóculas,  etc., 
como  las  anteriores,  debiendo  suponerse  que  en  este  ])ulpo  ó  monstruo 
existe  otro  inferior  parecido  al  del  vaso  (ñg.  48)  ya  descripto,  y  á  más 
otra  pata  y  otra  mano  que  hagan  pares  con  las  que  se  ven,  ente- 
rándose así  el  número  de  las  siete  cabezas  que  cuenta  el  dragón  prin- 
cipal. 

En  este  ejemplar  la  ornamentación  se  ha  grabado  con  perfiles  dejando 
el  centro  liso  mientras  que  el  campo  se  adorna  con  rayas  de  arriba  abajo ; 
en  el  otro  vaso  (lám.  XI),  es  el  dibujo  que  se  cuadricula,  y  el  campo  que 


Fig.  50.  —  Allpatavica,  Chaquiago,  Audalgalá  (Col.  Mothfessel; 

queda  liso;  es  decir,  que  en  cuanto  á  esta  parte  se  reproducen  las  condi- 
ciones de  la  taza,  reproducida  en  el  Viaje  arqueológico,  1902-1903  de 
Lafone  Quevedo  (Revista  del  Museo  de  la  Plata^  tomo  XII,  lámina  XY. 
En  este  vaso  los  dos  monstruos  tienen  ocho  y  seis  cabezas  respectiva- 
mente. 

La  extravagancia  artística  en  el  simbolismo  dracónico  de  la  alfarería 
negra  parece  que  no  tenía  límites  y  en  prueba  de  ellos  citaremos 
dos  ejemplos,  uno  derivado  del  Allpatauca  ^  en  Chaquiago  de  Aba- 

^  Allpatauca,  luontóu  de  tierra  ó  túmulo,  así  se  llaman  los  Alounds  de  la  región 
Diagnito-Calchaquí.  Estos  allpataucas  son  taii  enormes  que  puede  uno  andarlos 
en  lo  montado.  Dos  de  ellos  se  abrieron  en  Audalgalá,  el  citado  arriba  y  otro  más 
al  norte,  en  Huasán,  pero  sin  hallar  en  ellos  cosa  de  mayor  importancia. 


—  376  — 

jo  ^  y  otro  procedente  del  valle  de  Capayán,  cerca  de   Oatamarca  '. 

El  primero  de  los  dos  corresponde  á  Andalgalá  ^  y  aun  no  pasa  de 
siete  y  medio  centímetros  su  mayor  altura,  es  de  una  complicación  sor- 
prendente :  véanse  las  figuras  50  y  51 ;  á  la  vista  está  que  el  esquema 
del  dibujo  no  tiene  princiiño  ni  ñn,  i)ues  ni  ]ior  un  instante  hay  solución 
de  continuidad;  sino  que  de  todas  partes  nacen  cabezas  que  se  bifurcan 
y  trifurcan  en  otras  más. 

El  segundo  ejemi)lo  es  un  vaso  citada  por  Quiroga  en  La  Cruz  en 
América  (pág.  99  y  100,  tig.  30  y  30  bis).  El  esquema  del  dibujo  está 
tan  claro  que  no  hay  para  qué  hacer  su  descripción  en  detalle,  limitán- 
donos á  llamar  la  atención  sobre  el  antropomorfismo  de  la  cabeza  cen- 
tral (véase  la  figura  52).  En  las  figuras  28  y  29  bis,  de  la  misma  obra 
se  reproducen  adornos  de  otro  fragmento,  también  del  valle  de  Cata- 


Fig.  .">1.  —   Valli'  di'  Cataiiiarcíi   (Vu\.  (,)uir(iga) 

marca,  hoy  en  la  colección  Lafone  Quevedo,  en  que   el  antropomorfismo 
es  aun  más  pronunciado  (véase  la  figura  53)  *. 

En  el  trabajo  ya  citado,  viaje  arqueológico  ^  (lám.  V^  VI  y  IX)  se  re- 

'  El  otro  es  Chaqulaíjo  de  Arrilia,  distrito  en  que  se  ballají  Huasán  y  el  Colegio  : 
es  un  arral)al  de  la  villa  del  Fuerte  de  Andalgalá,  y  se  riega  con  agua  sangrada  del 
mismo  río. 

^  Dos  son  los  valles  de  Capayán,  que  antes  estaban  ambos  en  la  jurisdicción  de  la 
Rioja;  ahora  el  nombrado  arriba  obedece  á  Catannirca  y  el  otro,  en  la  región  de  Fa- 
matina,  á  la  Rioja. 

'  Véase  nota  4  página  342. 

*  Este  objeto  es  curiosísimo,  y  no  está  muy  claro  á  qué  clase  de  vaso  puede  haber 
jiertenecido.  Así  como  se  encuentra  parece  como  si  fuese  un  modelo  de  mate  con  el 
asa  tronchada ;  pero  también  podría  ser  el  mango  de  una  clava  en  que  debiese  en- 
gastarse un  hacha  de  ])iedra,  debiendo  el  todo  haber  formado  parte  de  algún  objeto 
antropomorfo.  Estos  vasos  de  alfarería  negra  son  caprichosísimos  en  sus  formas,  y 
por  lo  tanto  se  sngiere  esta  idea  acerca  de  la  pieza  en  su  totalidad. 

*  V.  A.  en  la  región  de  Andalgalá  en  1902-1903  por  S.  A.  Lafone  Quevedo,  tomo 
XII,  página  73  y  siguientes,  de  la  Eevista  del  Museo  de  La  Plata.  Fiagmentos 
como  estos  dai^  lugar  á  que  se  espere  encontrar  jiiezas    aun  mejores    que  las    que  se 


producen  y  doscriben  iVíijiíncntos  <le  esta  iilfiíroiíii  iicfíTii,  en  (pie  reapa- 
recen mucliüs  detalles  de  los  ya  referidos,  y  algunos  de  aquellos  lian 
formado  parte  de  vasos  tan  bellos  como  los  ya  desciiptos. 

Los  trece  pedazos  son  pruebas  convincentes  deque  existieron  en  la 
localidad  otros  tantos  vasos  demérito  i^^^ual  al  de  los  que  se  lian  conser- 
vado en  nu^jores  condiciones. 

En  resunu'u  estos  vasos  nesí'ros  son  también  ceremoniales:  y  desde 
que  las  ser[)ientes,  hidras  y  otros  reptiles  acuáticos  tienen  que  ver  con 
el  agua  y  su  producción  creemos  acertado  atribuirlos  á  las  ceremonias 
destinadas  á  producir  la  lluvia.  Xo  eran  utensilios  dedicados  á  usos  do- 
mésticos en  vista  de  <xue  todos  ellos,  los  enteros  como  tragmentarios, 
son  nuevos,  como  si  recién  saliesen  de  manos  del  alfarero. 

Nos  falta  ahora  explicar  por  qué  se  ha  clasificado  la  serie  negra  como 
de  la  región  de  Andalgalá,  y  no  de  otro  alguno  de  tantos  en  que  se  han 
encontrado  piezas  esporádicas  del  mismo  tipo. 


Cataiiiai'ca  (Col.  Lal'oni') 


En  Santa  María,  donde  se  han  hecho  excavaciones  en  escala  mayor 
(ton  esperanzas  de  lucro,  una  sola  pieza  de  la  alfarería  negra  ñgura  en 
nuestras  colecciones,  y  así  con  objetos  únicos  podemos  ir  colocando  ja- 
lones hasta  llegar  al  Capayán  de  Catamarca  \  Esto  por  un  lado. 

Ahora  por  el  otro  lado  tenemos  á  Andalgalá,  lugar  en  que  sólo  tres  veces 
se  han  hecho  excavaciones  metódicas  :  dos  de  ellas  ]ior  el  señor  Methfes- 
sel  y  cuenta  del  Museo,  una  tercera  cuando  se  hizo  el  hallazgo  de  Chañar 
Yaco  -,  Las  dos  ])rimeras  se  practi<;aron  en  los  Allpataucas  ''  ó  túmulos 
de  Huasán  y  Chaquiago  de  Abajo  ^,  sin  resultado,  i^orque  estos  montícu- 
los, aunque  artiflciales  no  contenían  restos  de  cerámica;  y  la  tercera  no 


conservan  en  nuestro  Museo;  porque  el  número  6  de  l:i  híuiina  V,  no  se  lia  agotado 
el  derroche  de  excentricidades  en  Ja  delineación  de  los  monstruos  liidras.  (Véase 
también  la  lám.  XI,  niímero  i,  5  y  del  mismo  estudio). 

'  Como  en  la  Rioja  no  se  lian  hecho  colecciones  de  objetos  arqueolóoicos  con  la 
misma  intensidad  que  en  Catamarca,  no  se  puede  asegurar  que  la  alfarería  del  Capa- 
yán de  Catamarca  puede  hacerse  extensiva  al  de  la  Rioja. 

-  Véase  nota  1,  página  362. 

^  «  Montón  de  tierra  »,  túmulo.  «  Mound  ». 

'  Aldchueln  de  Andalgalá. 


—  378  — 

produjo  un  sólo  vaso  de  este  tijio,  ni  de  niuclios  otros  que  aquí  se  hallan 
descrijjtos,  es  decir,  ejemplos  de  la  alfarería  draconiana,  á  que  indudable- 
mente corresponden  los  vasos  negros  por  el  tipo  de  su  ornamentación. 

Faltando,  pues,  las  excavaciones  y  exploraciones  sistemáticas  está 
claro  que  cuanto  se  lia  podido  reunir  resulta  del  acaso  y  de  los  agentes 
naturales,  como  ser  crecientes,  derrumbes  de  barrancas,  roturación  del 
terreno  por  el  arado,  excavaciones  i)ara  foraiar  represas,  sacar  ace- 
quias, etc.,  etc.;  con  ésto  y  todo,  bastantes  son  las  piezas  que  con  más  ó 
menos  perfección  se  conservan  en  nuestras  colecciones. 

Hay  algo  más,  siendo  el  autor  de  este  estudio  quien  primero  descubrió  y 
describió  los  vasos  negros  de  este  tipo,  justo  era  que  le  cupiese  el  derecho 
de  bautizarlos  con  el  nombre  de  «tipo  de  Andalgalá»,  lugar  de  su  residen- 
cia, y  donde  se  ha  descubierto  el  mayor  niimero  de  ellos;  y  se  dice  tipo  de 
Andalgalá^  porque  vasos  negros  hay  en  el  Peni  y  otras  partes  :  pero  hasta 
aquí  no  consta  que  este  tipo  se  haya  hecho  extensivo  á  provincias  fuera  de 
la  región  Diaguito-Calchaquina,  con  su  gran  centro  en  el  llamado  Fuerte 
de  Andalgalá  ^ 


XXI 


Las  espléndidas  publicaciones  del  Smifhsonifoi  InstUution  en  su  Bu- 
rean de  Etnología  nos  han  dado  á  conocer  muchas  de  las  complicadísi- 
mas ceremonias  con  que  los  indios  de  Xorte  América  pretendían  conju- 
rar la  seca  y  hacer  llover.  En  el  tomo  XI,  1889-00,  hay  un  trabajo  de  la 
señorita  Matilde  Coxe  Stevnson  sobre  los  Sía  -  que  merece  ser  estudiado 
en  su  totalidad ;  para  esta  ocasión  empero  nos  bastarán  algunas  citas, 
utilizadas  ya  por  Quiroga  en  su  La  Cruz  en  América  ^  y  que  deben  ser- 
virnos para  fundar  algo  que  se  parezca  á  una  interpretación  del  simbo- 
lismo que  se  usa  para  ornamentar  la  cerámica  y  demás  objetos  de  arte 
en  la  región  Diaguito-Calchaquí. 

La  lámina  aludida  se  repite  aquí  por  segunda  vez  (fig.  54)  ^ :  en  el 
índice  de  i)lanchas  del  tomo  indicado  se  acompaña  una  interpretación 
de  los  símbolos  que  no  se  encuentra  en  el  texto,  pero  que  indudable- 
mente es  de  sumo  interés  é  importancia,  como  se  desprende  de  la  copia 
que  se  da  en  seguida  : 

'  Eu  la  luouograñ'a  del  Beñur  Clarence  li.  Moore  titulada  Mouudv'tllc  Frevisited,  se 
reproducen  ejemplos  curiosos  de  esta  alfarería  negra  adornada  con  grabados  de 
serpientes  aladas,  etc.,  página  371  y  siguientes. 

-  «  Pueblo  cerca  de  la  confluencia  del  río  Salado  con  el  río  Semes,  en  Nuevo  Mé- 
xico. »  La  Cruz  en  América  del  doctor  Adán  Quiroga,  píígina  118. 

^  Obra  citada,  página  119,  la  nota. 

^  Véase  página  329,  íig.  11. 


—   37!)  — 

« XXXV.  Vasos  ceioiuouiales  para  ajina ',  Sóa  (A, una  crnz  onibloniática 
do  la  lluvia  por  los  puntos  cardinales;  B,  caras  do  los  hombros  do  las  nu- 
bes; C,  caras  do  las  ninjoros  do  las  nubes;  D,  nubes  y  lluvia;  E,  vegeta- 
ción; F,  aiiuacilos  ^  sinü)olicos  dol  agua  »  Ilustraciones  (Indi(;e)  i)ágina  8. 

En  estos  vasos  touonios  los  tres  colores  (1)  blanco  dol  fondo,  (2  y  3) 
negro  y  rojizo  do  los  dibnjos;  triángulos  y  segnientos  <le  (n'rcnlos  cruces; 
aguaciles,  que  en  inglés  se  llaman  drar/onjiies  (moscas  dragones);  final- 
mente rayos  y  centellas,  pero  esta  vez  como  talos,  sin  necesidad  de  va- 
lerse de  convencionalismo  alguno. 

Estos  Sia  son  indios  de  los   pueblos  Zuñis  y  otros  de  Norte  América, 


hoy  parte  de  los  Estados  Unidos,   pero  que  antorionnoiite  pertenecían 
á  México. 

He  aquí  una  invocación  por  agua  de  estas  gentes : 

Hén'-na-ti  lie'ash  O'-shats  Ta'-wac  MoV-aitc    ko'hai, 

Blancas  nul)es  volantes,  nubes  cual  llanos,  sol,  luna.        cougar,  oso, 

Tu-o'-pi  ka'kan  Ti'-a'  mi  Mai  tubo         Má-a-se-we  Uyuuyewé 

tejón,        lobo,  águila,  topo,      gueiTero  mayor  (héroe),  iíuerrero  menor(id.), 

Sa'mai-hai-a  Shi'-no-hai-a  Yu'-ma-hai-a 

nombre  de    o-uerrero  del  Norte,    id.  de  guerrero    del  Oeste,     id.  de    guerro    del  Sur, 


'  Libélula. 


—    8S() 


Air-wa-liai-a  Pe'-ah-hai-a  Sa' ra-liai-a 

id.)  de  guerrei'o  del  Este,        (id.)  de  guerero    del    Zenit,  (id.)  de  guerrero  del  Nadir 

Wai-ti-cliaii-ni  Ai-wan-na-tuoii-ñi      Slii-wan-na-wa-tii-iui 

eántaro  de  agua  para  hechizos  ',  taza  de  las  nubes  -,  cántaro  ceremonial  para  agua  % 

Hi-an-ye  Hi'ali-arra         Hi'-a-ino-ñi  Hi-slii-ko- 

camino  de  harina  llago,   el  camino    viejo,  el  camino    antiguo,    vieja   de    las    cuentas 


ya  sas-pa 


Sho'-pok-ti-ii-ma  Süs'-sis-tin-na-ko 


hlancas  de  concha.  lial)itante  del  Poniente,  remolino  (hitaira  muyn),         creadora 
Yaya  Ko'-clii-iia-ko  Mer'-ri-na-ko-  Kur'kan-ñi-na-ko 

madre,  mujer  amarilla  del  Norte,  mujer  azul  del   Oeste,  mujer  roja  del  Sur 

Ka'-slii-iia-ko  Quis-sér-ri-na-ko  Mu-nai-ua-ko 

mujer  liLnicii    del  Este,   mujer    amarillenta    del    Zenit,    mujer    obscura    del    Nadir 

(t.  XT,  pág.  loO)  \ 

Esta  invocación  y  la  lámina 
con  sus  símbolos  ponen  en 
alto  relieve  la  importancia  de 
los  cántaros  ceremoniales  en 
los  ritos  para  hacer  llover, 
y  como  nosotros  atribuímos 
este  mismo  destino  á  las 
urnas  de  la  región  Diaguito- 
Calchaquí,  no  está  de  más 
reproducir  aquí  la  hermosa 
urna,  tipo  Santa  María,  ad- 
(|uirida  por  compra  el  año 
1801  para  las  colecciones  del 
.Aluseo  (fíg.  55)  :  pertenece  á 
la  serie  <le  rayos  en  forma  de 
serpiente  con  cabeza  ó  sin 
ella,  en  este  caso,  como  en 
tantos  otros,  de  tres  colores, 
de  los  que  el  rojo  entre  líneas 
negras  es  el  propio  del  rayo 
ofídico. 

En  este  género  de  urnas  el 

'  Primera  invocacic'in  del  cántaro. 

°  Segunda  vez  que  se  dirigen,  pero  di  puco  ó  taza. 

■'  Tercera  invocación,  como  quien  dice  el  TrisíKjio  nuestro  (Trixlunjio»  griego),  tres 
veces  santo. 

'  Me  permito  llamar  la  atención  al  siguiente  hecho  :  en  los  llamados  Pueblos 
de  Catamarca  hay  dos  cuyos  nombres  indígenas  son  Pipanaco  y  Fisapanaco.  siendo 
(lue  es  tradición  que  en  el  lenguaje  vulgar  panaco  significa  el  sexo  femenino.  Será 
ello  ó  no  una  homofonia  casual,  pero  no  es  para  pasada  por  alto  desde  que  puede 
resultar  uno  de  esos  fósiles  lingüísticos  á  la  pesca  de  las  cuales  andamos. 


«-•■  >'-- ,.. ,., ,.,,,,,, ,,  ^^.  ^^^_^_  __^ ,___  ^_ 


I'I.ANCIIA    X 


a,  üfléii 


*•   ^«'^°-  Golecciói,   La/o„e  Q 


uevedo 


—  :-\H\  — 

pdh'tt'  sitMiipro  t'iH'icrr;!  iiini  ciiiii  ¡iiit  r<>i)(»iii<»r(';i.  la  (|iu'  oji  t'l  picseiite 
í'Jeinplar  no  se  (»1)s(m\  a  sino  (|U('  ocupa  su  lu>iar  una  combinación  nueva 
«le  los  detalles  usuales  cu  la  parte  \-ential :  falta  también  la  franja  central 
con  triánjiulos,  ^lecas,  etc.,  de  suerte  (pu»,  el  caracoleo  serpentino  se 
l)roducesin  solución  de  continuidad  y  en  coíitrapunto  simétrico  á  uno  y 
ofro  lado  de  un  triíiuiiulo  ue.^ro  UMd)ilical  de  i;rande  base,  <pu'  en  lugar 
<le  tent'r  su  vértice  hacia  arriba  lo  tiene  hacia  abajo;  p<»r  la  caladura 
del  mismo  asoma   un  rostro   liumano,  alji'o  macabro,  y  ])or  todas  ])artes 


FÍ!i-.  5l).  —  \'íis(i  ceiviiioiiial  rte  los  iuiciaflns  en  el  rito  de  la  Víbora 

llueven  los  pequeños  redondeles  (jue  tan  propiamente  representarían 
ilotas  de  agua  llovidas  de  las  nubes. 

Compárese  esta  urna  con  cántaros  ceremoniales  de  los  ISia  y  nos  con- 
venceremos que  coexisten  rastros  de  un  idéntico  simbolismo.  El  rayo, 
el  negro  firmamento  de  las  nubes,  y  éste  abierto  en  triángulos  y  escalo- 
nes, que  condigan  con  el  culebreo  de  los  relámpagos,  larga  su  lluvia  de 
gotas  benéficas  que  rieguen  los  campos  y  aplaquen  la  sed  de  todo  ser 
viviente.  Ignoraba  Quiroga  que  entre  las  colecciones  del  ]\Iuseo  de  La 
Plata  existía  una  urna  ceremonial  desde  el  año  1891  que  en  su  orna- 
mentación encerraba  dos  de  estas  nubes  trianguliformes  con  rostro  ^  de 


^  De  la  región  Cakbaqní. 


—  382 


liimiano  ser,  aptas  para  ser  comparadas  con  los  vasos  ceremoniales  de 
los  lieclíiceros  Sia  (ó  Machis  '  de  la  lluvia)  reproducidas  por  él. 

En  la  página  7G  de  la  monografía  de  la  señorita  Coxe  Stevenson  pasa 
ella  á  describir  las  ceremonias  del  colegio  de  iniciados  en  el  rito  de  la 
serpiente  para  hacer  llover  (Rain  Ceremonial  of  the  SnaJce  Society).  Entre 
los  objetos  allí  enumerados  figura  en  primera  línea  i^ara  nosotros  una 
antigua  taza  ritual  (medecine)  hermosamente  adornada  con  dibujos  de 
víboras^  nnhes  y  relámpagos...  y  al  lado  de  ella  se  colocan  dos  azuelas  bien 

pnlidas,  una  de  cada  lado 
y  con  ellas  dos  cuchillos  de 
piedra  (pág.  84). 

Se  hace  mención  tam- 
bién de  una  cruz,  que  en 
este  caso  parece  haber  sido 
regalada  por  un  misionero 
católico,  pero  la  señorita 
Stevenson  advierte  que  el 
uso  de  ella  como  uno  de 
tantos  hechizos  nada  tie- 
ne que  ver  con  el  símbolo 
cristiano. 

En  las  láminas  XIV  y 
XVI  se  reproducen  uno  de 
los  altares  ceremoniales 
de  los  iniciados  en  el  rito 
de  la  serpiente  y  otro  vaso 
en  el  que  se  pintan  la 
serpiente  y  algunas  nubes 
(fig.  oG  y  57). 

Es  en  estos  dibujos  ri- 
tuales ejecutados  en  arena 
donde  se  ven  esas  chorre- 
ras como  dientes  de  peine 
tan  comunes  en  la  alfarería 
de  los  Diaguitas  y  Calchaquí,  de  los  que  uno  de  los  más  bellos  ejemplos 
es  la  figura  58,  reproducción  de  una  olla  tricolor  encontrada  en  las 
estancias  del  Pucará  -,  y  que  por  suerte  se  halla  en  perfecto  estado  de 
conservación  :  el  color  más  claro  indica  que  es  el  rojo. 

Voz  iiTíuicaiia  que  sigiiiñca  hechicei-o  ó  médico,  de  agua,  se  eutiende.  Es  curioso 
que  eutre  los  llamados  «  Pueblos»  (de  ludios)  de  la  Eioja,  uuo  situado  al  sur  de  An- 
dalgalá  s(í  llame  Macliigasta,  lugar  del  famoso  caudillo  Chumbita,  que  tauto  ñguró 
eu  los  uioviiuieutos  reacciouarios  de  1863.  Ma  es  una  raíz  que  dice  «  agua». 

*  Altiplauicie  eu  el  departauíento  de  Andalgalá  eu  que  se  dividen    las    aguas    que 


ara  hacer  llover 


—  388   — 

Si  tenemos  presente  que  en  los  «  Pueblos  »  de  Xoite  América  los  in- 
dios han  conservado  sus  usos  y  costumbres,  y  lo  que  es  más  el  material 
ritualístico  con  que  ejecutaban  sus  abusiones,  mientras  (jue  en  Sud  Amé- 
rica todo  este  material  fué  estudiosamente  destruido  \  no  debe  sori)ren- 
dernos  qne  no  se  hallen  más  puntos  de  contacto  entro  los  Indios  d<?l 
Norte  y  los  del  Sur;  pero  por  la  misma  razón  no  son  para,  despreciados 
os  rastros  que  aquí  se  consionan  y  que  pueden  servir  para  iniciar  la 
interpretación  de  ese  simbolisnu>  mitológico  que  nos  sale  al  encuentro 
en  toda  la  región  andina  de  nuestro  continente,  y  acaso  aun  más  al  Este 
hasta  llegar  á  las  mismas  costas  del  mar  océano. 

Xo  es  necesario  suponer  que  todo  lo  que  se  halla  res]ionda  á  la.  civiliza - 


Fig.  58. 


■  Estancias  del  Pucará,  Andalgalá 
Coleccióu  Lafone 


Fig.  59 


ción  incásica,  otra  y  tal  vez  otras,  la  precedieron  aun  en  la  misma  tierra 
de  Cuzco;  pero  dada  la  persistencia  de  los  ritos  religiosos  en  las  naciones 
del  mundo  entero,  sin  excluir  á  los  mismos  que  hoy  se  dicen  cristianos  de 
las  diferentes  denominaciones,  justo  es  buscar  y  creer  que  se  haya  hallado 
semejanzas  en  el  simbolismo  de  naciones  tan  remotamente  colocadas  en 
el  sentido  geográfico,  como  los  «  Pueblos  »  de  Norte  y  de  Sud  América. 
Entre  los  vasos  de  las  colecciones  del  Museo  se  halla  uno  (fig.  59), 
procedente  de  la  región  Calchaquí,  que  muy  bien  jiuede  compararse  con 
el  vaso  de  la  otra  América  representado  por  la  figura  50. 


forman  los  ríos  de  Escavii  y  de  Medina  (Tuciimanos)  y  de  Villavil,  Chuca,  Molle,  etc. 
(de  Andalgalá).  El  de  Escaba  no  es  más  que  el  desagüe  del  río  de    Singuil,    asi   lla- 
mado en  la  parte  que  pertenece  á  Catamarca. 
•  Sobre  todo  en  la  éj)oca  del  virrey  Toledo. 


384 


COXCLLSIOXES 


Con  lo  dicho  basta  para  probar  que  es  posible  establecer  series  de 
ciertos  tipos  en  la  cerámica  Diaguito-calcliaquí  como  propias  de  tal  ó 


cual  región  en  aquellos  valles ;  lo  que  de  ninguna  manera  equivale  á 
decir  que  no  podrán  citarse  ejemplares  aislados  de  todas  las  series  típi- 
cas en  todos  los  lugares :  pero  éstos,  en  los  más  de  los  casos,  resultan 


385 


FINAL  OBSEKVATIONS 


What  has  boen  said  in  tlieprecedino-  chapters  is  enon<íli  to  ])rove  Miar 
it  it*  possible  to  establish  ceitaiii  typical  series  in  tbe  Diaguito-Calclia- 


qiii  potteiy  as  belonjiing-  to  tbis  or  tbat  región  in  tbe  said  valleys.  Of 
course   I  do  not  mean  tbereby  to  assert  tbat  we  may  uot  be  able  to 


REV.    MUSEO   LA   PLATA.  —  T.    II.    (XII,  1'',  1908.) 


25 


-  386  — 

<le  acaiTeos  de  una.  parte  á  otra,  ])or  cualquier  razón,  como  por  ejemplo, 
el  hallazgo  de  dos  tinajas,  tipo  de  Santa  María  en  Choya,  y  una  en  el 
l)otrero  de  Santa  Lucía ;  en  las  inmediaciones  de  Choya,  es  decir,  en 
Ingamana,  se  colocó  una  de  las  parcialidades  expatriadas  del  Valle  de 
Santa  María  en  la  séptima  decena  del  siglo  xvii,  y  en  Tucumangasta 
la  otra,  siendo  éste  un  vallecito  que  desemboca  en  el  general  del  Fuerte 
de  Andalgalá  é  inmediato  al  otro  de  Santa  Lucía  :  se  explica,  pues, 
fácilmente  la  presencia  de  estos  restos  aislados  fuera  de  sitio,  ya  porque 
los  cautivos  expatriados  pudieran  conducirlos  como  recuerdo  en  el  mo- 
mento de  su  migración,  ya  como  acarreo  posterior  en  el  transcurso  de 
250  anos.   Tengo  pruebas  que  en  la  segunda  mitad  del  siglo  iiasado 


Fi.i;.   (;■_'.   —  liclt'li 

pucos  ó  tazas  tricolores  del  valle  Calchaquí  habían  sido  conducidos  de 
San  José  á  Choya  y  más  acá,  procedentes  de  una  sola  huaea  ó  enterra- 
torio, y  repartidos  entre  aficionados,  pero  que  se  pu<lieron  reunir  otra 
vez  desjjués,  y  figuran  en  la  colección  Lafone  Quevedo. 

Ya  se  ha  dicho  que  en  la  primer  entrega  de  los  J-waíes  del  Museo  de  la 
Plata,  2*  serie, publicóse  un  hermoso  grupo  de  seis  de  los  vasos  tipo  Santa 
María,  de  los  que  era  uno  el  de  las  figuras  60  y  61  \  El  profesor  F.  F. 
Outes  en  su  texto  incluye  los  dos  clichés  nniy  bien  sacados  que  represen- 
tan uno  el  frente  y  otro  el  costado  de  dos  de  las  tinajas ;  éstas  se  reprodu- 
cen aquí  por  su  tamaño  y  i^orque  se  aumenta  el  número  de  ejemplos  sin 

'  Véase  la  Plancha  V  del  tral)ajo  citado. 


—  387  — 

i'ite  solitary  examples  of  eacli  of  these  series  iu  some  oiie  or  more  of  tlie 
«Mitlyiiiji-  places;  bnt  it  will  be  found  tliat  in  inost  eases  tlie  objects  have 
beeii  transportecl  trom  tlie  oiie  spot  to  tlie  otlier,  owiiiji'  to  aiiy  oiie  of 
mauy  reasons.  As  a  case  in  point:  2  vases  oftlie  Santa  Maria  typewere 
obtained  at  Choya,  a  village  sonie  G  miles  NW.  of  Andalfialá,  quite  out 
of  tlie  Calcliaqiii  rejiion,  and  anotlier  at  Santa  Lucia,  mid-way  between 
tlie  2  last  named  places;  but  tlie  fact  is  that  Calcliaqui  tribes  were 
carried  away  captive  from  tlie  Calcbaqui  valley  and  made  to  settle  in 
Ingamana  ajid  Tucumangasta,  places  near  Choya  and  Santa  liucia  res- 
pectively.  This  took  place  somewhere  between   1600  and  1070.  As  the  4 


Fis.  63.  —  B.'lén 


])laces  named  are  simply  outlyino-  hamlets  of  Andalgalá,  we  may  the- 
rcfore  easily  explain  the  presence  of  this  pottery  out  of  its  proper  place. 
It  was  either  carried  by  the  luckless  exiles  as  a  memento  of  their 
native  valleys  in  the  moment  of  their  expatriation,  or  else  conveyed 
there  later  on  during  the  250  years  which  have  elapsed.  I  can  prove 
that  in  the  secoud  half  of  last  century,  mortuary  bowls  in  3  colours 
had  been  carried  away  from  San  José  in  Calchaquí  to  Choya  and  other 
distant  places,  which  could  all  be  traced  back  to  one  single  grave;  these 
the  flnders  had  distributed  among  their  friends  who  had  carried  them 
away  to  their  homes,  whence  I  was  able  to  reunite  them  in  the  collec- 
tion  now  on  view  in  our  Museum. 


—  388   — 


recurrir  á  los  clicliés  ya  utilizarlos  en  mi  trabajo.  Sobre  todo  en  l;i 
figura  6,  se  establece  ana  vez  más  esa  faja  negra  de  arriba  abajo,  que 
corresponde  á  la  línea  vertical  de  las  asas,  y  es  tan  característica  de  la 
alfarería  de  este  tipo  en  la  región  que  le  da  nombre. 

Vista  la  forma  del  vaso,  y,  sobre  todo,  la  faja  lateral,  sabemos  que 
tenemos  que  hacer  con  vasos  del  riñon  de  Calcbaquí.  Los  detalles  po- 
drán variar,  dentro  de  cierto  ciclo  simbólico,  pero  rara  vez  ó  nunca  se 
extralimitan.  En  las  exploraciones  del  profesor  Ambrosetti  en  la  Pampa 
Grande,  Paya,  etc.,  provincias  de  Salta  y  Jujuy,  se  notan  ya  variantes 
tanto  en  la  forma  de  los  vasos  de  este  tipo,  como  en  su  ornamentación  : 
pero  es  el  caso  que  están  ya  fuera  del  riñon  del  propio  valle  Calcbaquí 
ó  de  sus  orillas,  y  se  deja  advertir  por  lo  tanto  olvido  de  convenciona- 
lismos locales,  ó  de  no,  la  influencia  de  otra  tradición  artística. 

Sea  de  ello  lo  que  fuere,  una  regla  muy  sencilla  se  deduce,  que  todo 

vaso  de  tipo  y  detalles  indicados  debe 
atribuirse  al  valle  Calcbaquí,  tip<» 
Santa  María,  a  priorí;  pero  si  falta 
la  faja  negra  lateral  sólo  a  ponteriori 
deberá  aceptarse  tal  clasificación.  Esta 
regla  es  sumamente  útil  por  ser  de 
general  aplicación,  desde  que  nume- 
rosos ejemplares  de  estos  vasos  se 
han  distribuido  en  muchos  de  los 
museos  del  nuevo  y  viejo  mundo.  Las 
publicaciones  empero  del  profesor 
Ambrosetti  obligan  hoy  á  que  se  haga 
un  estudio  comparado  de  los  vasos  de 
esta  misma  forma,  desde  los  ejemplos 
tludosos  de  Choya  y  potrero  de  Santa  Lucía  en  Andalgalá  hasta  los  de 
las  fronteras  de  Bolivia;  y  para  ello  contamos,  á  más  de  las  colecciones 
y  trabajos  ya  citados,  los  objetos  aun  inéditos  obtenidos  por  el  profesor 
Carlos  Bruch  en  sus  dos  viajes  de  exploración  á  los  valles  de  la  región 
Calcbaquí  en  los  años  1907  y  1908. 

El  color  del  fondo  es  por  lo  general  blanco  ó  ante  claro,  con  dibujos 
negros,  y  éstos  á  veces  acentuados  con  algo  de  carmesí  Algunos  ejem- 
plos se  presentan,  pero  pocos,  en  que  el  esquema  de  la  ornamentación 
es  de  negro  sobre  ocre  rojo. 

La  segunda  regla  general  que  se  ha  podido  establecer  es  la  de  los 
cáíitaros  para  agua,  tan  abundantes  en  todo  lo  que  fué  jurisdicción  de 
la  ciudad  de  Londres,  antes  de  ser  absorbida  en  la  de  San  Fernando  de 
Catamarca.  Dentro  de  sus  límites  se  incluyen  las  villas  del  Fuerte 
(Andalgalá),  Belén,  Londres,  Tinogasta,  Copacabana,  Río  Colorado,  en 
una  palabra,  todo  el  río  de  Tinogasta  hasta  perderse  en  el  Colorado. 


Hev.  ^Ivseo  de  La  Tlata.  t.  xv  (skh.  ii,   r.  ii) 


ri.ANíllA    XI 


l(    ('/s    tilín.    Iiilt.; 


Andalgalá.  Colección   Laíoiii'  Qnevcrto  ('/^  tani.  uat.' 


—  385)  — 

Tu  tlio  r^  Xumber  of  tlie  Aunáis  of  tlic  L:i  Plata  INIuseum  2''  series, 
Tlieiv  is  a  Píate  (n"  V)  whicli  reproduces  coloured  (IraAvinjis  of  <>  of  tlie 
Sauta  alaria  type  of  urns,  two  of  whicli  wer  pliotoí^raitlied,  \n  side  and 
front  view,  for  Prof.  F.  F.  Outes'  remarles  on  tluit  collection  of  Piafes  : 
tliese  1  now  utilize  because  tliey  are  typical  exanii)les  of  tli<'  series  and 
all  its  details  of  forui,  symbols,  etc.,  and  very  i)articularly  so  as  rej^ards 
tlie  central  black  band  so  cliaracteristic  of  tbe  Santa  Maria  burial  urus 
(íijí.  60  aud  (>1).  The  relative  proportions  of  the  parts  niay  difter,  also 
the  grouping'  of  the  symbols,  which  also  vary  within  certain  flxed 
limits,  but  the  general  type  is  singularly  uuifcrm,  and  may  be  said  to 
be  peculiar  to  the  great  Calchaquí  Valley  lying  west  of  the  Ancon- 
(¡uija  rauge. 

Variants  of  the  typií-al  forui  uiay  occasionally  be  found  iii 
the    outlving   vallcvs,    but    as    such     thev    are    excluded    froin     the 


(,'al<lia(iul 


Santa  Maria  series;  it  also  may  hapi)en  that  urns  of  the  central 
type  have  been  conveyed  beyond  the  limits  of  the  Calchaquí  zone 
in  all  directions. 

Professor  Ambrosetti  has  been  during  the  last  3  years  exploring  the 
gronnd  just  beyond  the  true  Calchaquí  district  towards  the  líorth,  aud 
when  all  his  work  is  published  we  shall  be  able  to  compare  his  results 
with  ours. 

The  colouring  in  these  vases  or  urus  is  as  fellows  :  Ou  a  white 
or  palé  yellow  slip  the  design  is  painted  in  black,  picked  art  in 
crimson  or  lake  m  some  instances,  oftenest  in  the  bodies  of  the 
serpent  symbol,  aud  iu  the  tattoo,  if  we  may  cali  it  so,  on  the  cou- 
ventional  faces. 

Just  as  tigures  tíO  and  61  represent  the  Santa  Maria  type  of  Pottery, 
so  62  aud  63  are  peculiar  to  the  highland  plains  and  Valleys  of  Audala- 
alá,  Belén,  Tinogosta  aud  the  so  called  «  Pueblos  »  of  Catamarca  aud 
Ilioja,    formerly   part    aud  i)arcel  of  the   Province   of  New-Englaud, 


—   390  — 

Cuesta  creer  que  no  se  deban  incluir  también  los  «  Pueblos  »  de  Cata- 
marca,  que  forman  lioy  el  Departamento  de  Pomán,  mas  como  faltan 
ejemplares  vistos,  sólo  se  liace  saber  que  existe  un  vacío  á  llenar  por 
aquella  i)arte. 

Aquí  también  reproduzco  los  clichés  que  sirvieron  para  ilustrar  el 
trabajo  del  profesor  Outes  ya  citado  (fio-,  62  y  03).  Con  estos  y  los  dems'is 
ejemplares  descriptos  ó  existentes  en  las  colecciones  del  Museo,  y  otras, 
fácilmente  se  advierte  que  son  de  forma  tripartita,  porque  constan  de 
gollete  boquianclio,  cuerpo  levemente  arqueado,  que  se  levanta  de  un 
fondo  cestiforme.  En  el  gollete  corre  un  meandro  jaquelado  que  sube  y 
baja  como  serpenteando,  á  veces  formando  ángulos  más  ó  menos  rectos 
y  á  veces  ondas.  El  cuerpo  ostenta  algunos  de  los  varios  símbolos  con- 


Fií:.  Ot 


vencionales  tan  comunes  en  la  alfarería  de  esa  regicui,  también  las  dos 
asas  sobre  la  línea  que  divide  con  el  fondo,  y  más  arriba  de  éstas  trepa 
hacia  arriba  una  figurita  6  pegote  zoomorfo  (fig.  04).  El  fondo  lleva  cho- 
rreras de  líneas  rectas  ú  onduladas,  verdaderamente  características  de 
este  tipo  de  vasos  ^  Uno  sólo  de  ellos  se  conoce  en  que  en  lugar  de  las 
chorreras,  se  dejan  caer  por  esta  parte  las  patas  de  un  monstruo  cua- 
drúpedo pintado  en  el  cuerpo  de  la  olla.  Cualquier  fragmento  de  este 
tipo  de  cántaros  puede  identificarse  como  perteneciente  al  grupo  por  su 
forma  y  ornamentación.  El  color  del  fondo  es  de  ocre  rojo,  y  el  de  la 
ornamentación,  de  negro. 

Sobre  estas  series  de  cántaros  se  hará   un  trabajo  más  detallado,  y 


'   Tanto  es  así  que  cualquier    fragmento    cou    esta  clase  de  chorreras  se  ideutific; 
instaute. 


—  391  — 

ofwliich  Ncw-Loudoii  was  tho  capital  (1558)  ^  Tlioso  cuts  also  liaví^ 
st'ived  béfore  in  Professor  Oiite's  work  alreiidy  referred  to.  Tliere  must 
llave  boen  a  very  large  nuniber  of  tliese  vases,  as  tliey  are  to  be 
touiid  all  over  tlie  vast  distiict  nained,  wliich  lies  south  and southwest 
of  the  Calcbaquí  región.  Tlieir  fonii  is  as  constant  as  in  the  case 
of  tbe  Santa  Maria  type.  Tlie>-  are  tripartite,  witb  neck.  body  and 
bottoui.  Tbe  neek  carries  a  cbeekered  nieander  wbicb  does  duty  as  a 
conventional  forui  for  a  seri)ent.  Tbe  ventral  part  is  varionsly  adorned, 
see  Píate  IV  of  tbe  Annals  referred  to,  and  tlu^  figures  17,  34,  35,  3íí. 
Tbe  bottom  is  i)retty  nearly  always  adorned  witb  straigbt  or  undnlat- 
ing  lines  in  gronps,  wbieb  seein  to  do  dnty  for  drops  or  rills  of  falling 


rain.  Tbis  last  ornainent  is  so  constant  tbat  a  potsberd  Avitb  it  on  may 
be  at  once  recognized  as  part  of  one  of  tbese  crocks.  Tbe  same  may  be 
said  of  tbe  neck  or  lip,  becanse  a  cbeckered  undnlating  band  can  only 
belong  to  a  vase  of  tbis  type.  Tbe  colonring  is  generally  black  on  a  red 
ocre  slip,  nsually  well  polisbed;  bnt  some  of  tbe  examples,  especially 
among  tbose  from  Andalgalá,  tbe  colour  is  only  tbat  of  tbe  baked  clay 
on  wbicb  tbe  design  is  painted. 

Tbe  La  Plata  Mnsemn  possesses  a  very  good  collection  of  tbese  vases» 
wbicb  sball  be  studied  sonie  otber  time,  suflice  it  now  to  say  tbat  tbese 
and  tbe  Santa  jNIaria  examples  bave  been  selected  to  represent  two  of 
tbe  most  typical  series  of  tbese  valleys,  along  witb  tbe  specimens  of  tbe 


'  Explored  and  colonized   wheu  Mary  Tiulor  of  Eugland  was   wife  ofPhilij)  II  of 
Spain.  The  compliment  was  well  nigh  posthumous. 


—   892  — 

por  él  se  verá  cuanta  razón  hay  para  considerarlos  como  típicos  de  la 
reofión  de  Londres,  así  como  los  otros  de  forma  Santa  Mariana  lo  son 
de  los  valles  Cal  chaqui.  Esto  no  quiere  decir  que  no  hayan  otros  gru- 
pos de  cerámica  especiales  más  generalizados  en  un  lugar  que  en 
otro,  como  por  ejemplo  los  vasos  Moreno,  Blamey  y  Lafone  Quevedo 
(lám.  VII  y  VIII  y  fig.  39  y  10,  etc.)  ó  las  alfarerías  de  color  negro  y 
grabadas  (lám.  XI  y  XII,  etc.),  en  la  misma  región  de  Londres,  ó  los 
llamados  veleros  (fig.  65),  tan  generales  en  los  valles  Calchaquí,  y  los 
2)ucofi  ó  tazas,  universales  en  estos  mismos  valles  y  que  no  faltan  aún 


en  la  parte  de  Londres ;  pero  se  comprende  que  la  facilidad  de  trans- 
porte puede  ser  causa  de  la  presencia  de  éstos  en  mayor  número  fuera 
de  la  zona  aquella  donde  tanto  abundan. 

Xo  era  posible  alargar  más  este  estudio  que  tenía  por  principal  objeto 
pasar  en  revista  algunos  pero  no  todos  los  tipos  de  la  cerámica  Dia- 
guito-Calchaquí.  Más  tarde,  cuando  se  entre  á  hacer  la  descripción  y 
clasificación  general  de  todos  los  grupos,  tiempo  será  de  hacer  refere]i- 
cia  á  cuanto  objeto  figura  en  nuestras  colecciones  ;  pero  basta  lo  dicho 
para  dar  á  conocer  la  importancia  de  la  alfarería  Diaguito-Calchaquí, 
y  para  llamar  la  atención  de  los  que  trabajan  en  las  tres  Américas 


curions  black  pottery  (Platos  XI  and  XII)  wliicli  st'cins  (o  be  iikuo  abnií- 
(laiit  hi  aiul  about  Aiidalgalá,  tliaii  aiiy  wIumc  clsc;  aii<l  tlio  saine  nniy 
be  said  ot'the  fine  vases  figured  in  piales  A^II  aiid  Vil  I  and  in  ents  11, 
.■)9  aml  40.  \Ve  mijíiit  also  nientionthe  bowls,  li^nres  (Kí  and  (m,  wliicli 
occur  so  oenerally  all  over  tlie  Calchaqní  district  and  neiglibonriiií;  val- 
leys  :  no  doubt  their  convenient  size  and  cnrious  designs  ren<lered  their 
conveyance  from  one  place  to  aiiotlier  so  niuch  easier.  Every  Santa 
Maria  funeral  urn  liad  to  be  ca])i)ed  by  its  bowl,  more  or  less  ornameii- 


Fig.  09 


ted  with  tlie  conventioual  symbolical  designs;  but  the  íact  is  that  in 
Andalgalá  we  find  mauy  of  these  bowls,  if  few  or  none  of  tlie  corres- 
ponding  urns:  this  can  only  mean  tliat  as  the  bowl  was  easier  to  earry 
than  the  urn;  tbis  was  left  and  tbe  bowl  taken. 

My  object  in  publisbing  tliis  archaeological  paper  was  mainly  to  cali 
attention  to  certain  types  of  Diaguito-Calchaquí  pottery;  tlie  plates  and 
cuts  will  enable  stndents  to  comisare  our  exam^jles  witb  others  disin- 
terred  in  other  parts  of  the  more  cultured  nations  of  America. 

Eecent  discoveries  in  North,  Central  and  Sonth  America  obl  i  ge  us  to 


—  394  — 

con  el  objeto  de  exhumar  los  restos  arqueológicos  pertenecientes  á  las 
culturas  indígenas  de  la  era  pre-colombina. 

Los  descubrimientos  en  las  Américas  del  ISTorte,  del  centro  y  del  sud 
hacen  cada  día  más  necesario  que  se  conozca  lo  que  contiene  el  suelo 
argentino  como  contribución  al  caudal  arqueológico  de  esta  parte  de 
nuestro  continente ;  y  desde  que  no  es  posible  formar  aún  el  corpus  de 
todo  lo  que  contiene  el  Museo  de  La  Plata  en  este  sentido,  por  lo  menos 
continuaremos  con  otra  más  de  esas  contribuciones  en  que  se  anticipan 
noticias  que  servirán  para  iniciar  parangones. 

En  el  trabajo  general  recién  se  dará  uno  cuenta  de  los  grupos  de 
variantes  curiosísimas  que  existen  en  estas  dos  grandes  series  de  tipos 
de  vasos,  y  entonces  veremos  la  extensión  geográfica  que  deba  asig- 
narse á  cada  uno  de  éstos  (i.  e.  los  tipos) ;  porque  así  se  llegará  á  tener 
una  idea  si  se  trata  de  una  escuela  en  el  arte,  ó  de  algún  centro  de 
donde  viajaron  los  innumerables  ejemplares  que  se  conocen. 

Para  concluir  incluiré  aquí  dos  reproducciones  de  un  precioso 
vaso  de  la  colección  Moreno,  hallado  en  Pilciao  (fig.  68  y  09).  Tiene 
tV)rma  de  garrafa,  ornamentación  negra  sobre  fondo  ocre  rojo  :  en  el 
anverso  ostenta  un  pajarraco  de  dos  cabezas,  y  otras  tantas  tiene  la 
serpiente  del  reverso;  uno  y  otro  encerrados  en  el  medallón  central  de 
una  cruz  griega  bastante  simétrica.  En  su  forma  se  parece  mucho  á 
las  botijas  de  cargar  agua,  tipo  del  Perú,  que  con  tanta  frecuencia  se 
hallan  en  toda  la  región  Diaguito-Calchaquí ;  pero  carece  de  esa  perillita 
tan  característica  de  éstas,  cuyo  uso  se  explica  en  las  dos  láminas  (fig. 
70,  pág.  396)  y  utilizadas  por  el  Profesor  Outes  en  su  trabajo  tantas 
veces  citado  (Anales  del  Museo  de  La  Plata,  tomo  I,  2""  serie,  página  30). 

El  Museo,    La  Plata,  octulire  de  1908. 


—  305  — 

publisli  leproductions  of  sucli  specimens  as  boloiiji  to  <mr  roción,  Cvspe- 
cially  now  tliat  oiir  exploréis  are  befiiniiin^  to  be  more  systeiiiati(-  aii<l 
careñil  iii  tbeir  exeavatious  and  the  (les('iii)tioiis  of  tlieir  linds. 

To  finish  Avitli  1  sliall  only  uientioii  a  eoiiple  of  illustrations  refeiriii.ü- 
to  a  veiy  curious  vase  foimd  in  tlie  district  of  Pikíiao  '.  11  is  a  fine  spe- 
cimen  in  eveiy  sense :  black  design  on  a  red  ocre  slip,  witli  ii  double 
headed  bird  in  one  medallion  and  a  double  lieaded  serpent  or  dragón  in 
the  otlier,  eacli  of  these  enclosed  in  a  very  symmetrical  Greek  cross. 
There  are  several  vases  of  this  form  in  our  colleetions,  and  tliey  are 
evidently  related  to  tlie  Peruvian  water  jars  figured  by  Oiites  in  his 
monograph  on  the  Calchaquí  pottery  - :  see  figures  OS  and  09.  The  fact 
that  Peruvian  water  jars  of  this  type  are  found  broadcast  over  all  this 
región  is  reason  vSufficient  to  suppose  that  the  na  ti  ve  potters  tried  to 
iiuitate  them.  The  last  cuts  were  added  by  Professor  Outes  to  shew  the 
use  of  the  little  knob  which  is  peculiar  to  all  the  Peruvian  vases  of  this 
type.  See  fig.  70,  page  306. 

La  Plata  Museum,  october  1908. 


'  Obtaiued  by  D'"  F.  P.  Moreuo  and  added  to  the  coUection  which  he  presented  to 
the  Museum.  Pilciao  lies  12  miles  south  of  Andalgalá. 

*  Some  very  fine  specimens  of  this  form  of  vase  come  from  Oalingasta  in  the  Pro- 
vince  of  San  Juan,  one  of  which  has  been  added  to  the  Moreno  collection. 


—  ;^í)(i  — 


Ki}..   7(1 


KKV.    :MI-SE0    de    I.A    l'I.ATA.    T.    XV    (SKI!.    U.    T.    II) 


Plancha  XII 


Aiicoiiqni.ja.  Aii.lalíialá.  Colección  Lalone  Quevt'ilo  ('/„  tam.  iiat.) 


Eev.  Museo  de  La  Plata,  t.  xv  (ser.  ii,  t.  ii) 


líEv.  Museo  de  La  Plata,  t.  xv  (sek.  ii.  t.  ii) 


Rev.  Mcseo  de  La  Plata,  t.  xv  (ser.  ir,  t.  ii) 


Regió»  nrqiieológicíi  Diaguito-Cakhaqní 


índice 

I)K  LAS  IMATKK'I AS  CONTENIDAS  EN  EL  TOMO  XV  (SEOINDA  SERIE,  TOMO  II) 


Fungi  aliqnot  Pavilistani,  aiutore  Cario  Spegazzini 7 

Nota  sobre  la  ceniza  del  volcán  Eininaliue,  pt)r  el  doctor    Enrique  Herrero 

Ducloux 49 

Nuevo  método  para  la  ñjacióu  y  conservación  de  Protozoarios,  por  Augusto 

C.  Scala 54 

Psélaphides  de  la  République  Argentiue,  par  A.  Raffray 61 

FA  hierro  meteórico  de  la  Puerta  de  Arauco,  por  el  doctor  Enrique  Herrero 

Ducloux 84 

Relevamiento  antropológico  de  una  india  Guayaquí,    por  el  doctor  R.  Leh- 

mann-Nitsche 91 

Las  regiones  físicas  de  la  Kepiiblica  Argentina,  por  Enrique  A.  S.  Delacha ux  102 

Enrique  A.  S.  Delachaux,  f  10  de  abril  de  1908 132 

Estudio  de  las  supuestas  «  escorias  »  y  «  tierras  cocidas  »  de  la  serie  pampeana 
de  la  Repiiblica  Argentina,  por  Félix  F.  Outes,  doctor  Enrique  Herrero 

Ducloux  y  doctor  H.  Bücking 138 

Introducción 138 

Primera  parte.  —  Antecedentes  y  observaciones  personales,  por  Fémx 

F.  OuTE.s 140 

§  I.   Reseña  histórica 140 

^11.  El  material  conservado  en  el  Museo  de  La  Plata 14.") 

v>  III.  Observaciones  personales 148 

v)  I^^  Opiniones  diversas  sobre  el  origen  de  las  «  escorias  »  y  «  tie- 
rras cocidas  » 158 

<i  Y.  Conclusiones  especiales 161 

Segunda  parte.  —  Estudio  químico  de  las  «  escorias  »  y  «  tierras  coci- 
das ».  por  el  doctor  Exkiquk  Hichhkro  Ducloux 162 

^>  I.  Loess 162 

\Ñ  II.  «  Escorias  »  y  «  tierras  cocidas  » 164 

vS  III.  Elementos  de  comparación 166 

vÑ  IV.  «  Toscas  ». 174 

v\  Y.  Conclusiones 175 

Tercera  parte.  —  Estudio  microscópico  de  las  «  escorias  »    y    «  tierras 

cocidas  »,  por  el  doctor  H.  Bücking 185 


—  398  — 

^  I.  «  Escorias  »  y  «  tierras  cocidas  » 185 

«I  II.  Elementos  de  comparación. 18t> 

§  III.  «  Toscas  » 187 

Cuarta  parte.  —  Observaciones   y   conclusiones  generales,   por   Félix 

F.   OuTES 188 

§  I.  Observaciones  generales. 188 

1.  «  Escorias  »  .  . 188 

2.  «  Tierras  cocidas  » 193 

íi  II.  Conclusiones  generales 197 

Longicornios   argentinos    nuevos    ó    poco    conocidos,    descriptos   por    Carlos 

Bruch 198 

La  técnica  de  doble  coloración  diferencial  eu  histología  vegetal,  por  Augusto 

C.  Scala 221 

Polypodiacearum  Argentiuarum  catalogus.  Catálogo  de  las  Polipodiáceas  ar- 
gentinas, por  el  doctor  Cristóbal  M.  Hicken 226 

Description  d'une  espéce  nouvelle  de  chauliognathus  du  Brésil,  par  J.  Bour- 

geois 283 

Sobre  el  hallazgo  de  alfarerías  mexicanas  en  la  provincia  de  Buenos  Aires, 

jior   Félix  F.  Outes 284 

Description  d'un  nouveau  Lampyride  argentiu.  par  Ernest  Olivier 294 

Tipos  de  alfarería  en  la  región  Diaguito-Calchaquí,  por  Samuel  A.  Lafone 

Quevedo 29.5 


PUBLICACIONES  DEL  MUSEO  DE  LA  PLATA 


PRIMEEA   SEEIE 

Las  diversas  publicaciones  correspondientes  á  la  primera  serie,  se  ha- 
llan de  venta  en  el  Museo  á  los  precios  siguientes : 


ANALES 


SECCIÓN  ZOOLÓGICA 


Primera  pai-te. 
Segunda  parte . 
Tercera  parte.. 


Pesos 
2.00 
6.00 
4.00 


SECCIÓN  DE  HISTORIA  GENERAL 

Primera  parte 6 .  00 

SECCIÓN  DE  ARQUEOLOGÍA 

Primera  parte 2 .  00 

Segunda  y  tercera  parte. ...  3 ,  00 

SECCIÓN  GEOLÓGICA  Y  MINERALÓGICA 

Primera  parte 5 .  00 

Segunda  parte 20 .  00 

Tercera  parte 15.00 


SECCIÓN  DE  HISTORIA  AMERICANA 


Primera  parte. 
Segunda  parte . 
Tercera  parte  . 


Pesos 

3.00 

6.00 

60.00 


SECCIÓN  DE  PALEONTOLOGÍA 

Primera  parte 15.00 

Segunda  parte 35 ,  00 

Tercera  parte 45 .  00 

Cuarta  parte 6 .  00 

Quinta  parte 8 .  00 


SECCIÓN  DE  ANTROPOLOGÍA 


Primera  parte . 
Segunda  parte . 


10.00 
6.00 


SECCIÓN  BOTÁNICA 

Primera  jjarte 10 .  00 


EBVISTA 


(PREC^IO  DE   CADA    TOMO) 


Tomos  I  á  V , 

Tomo  VI 

Tomo  VII  ..  , 


12.50 
15.00 

Tomos  VIII  y  IX 

Tomos  XáXII 

30.00 
12.50 

20.00 

Tomo  XIII 

5.00 

ATLAS  GEOGKÁFICO  DE  LA  EEPtJBLICA    AEGENTIKA 

Entrega  primera,  mapa  de  la  provincia  de  Catamarca,  en  cuatro  hojas.     12.00 


PUBLICACIONES  DEL  MUSEO  DE  LA  PLATA 


SEGUNDA  SEEIE 


Las  diversas  publicaciones  correspondientes  á  la  segunda  serie,  se 
hallan  de  venta  en  el  Museo  á  los  precios  siguientes  : 


ANALES 

Pesos  m/ii 

Tomo  I,  entrega  1 6 .  00 

Tomo  I,  entrega  II 25 .  00 


BIBLIOTECA 

Tomo  1 4  .  00 

Tomo  II 4 .  00 


EEVISTA 

Tomo  XIV  (segunda  serie,  tomo  I) 12 .  00 

Tomo  XV  (segunda  serie,   tomo  II) 12 ,  00 


iiiiiiiiiriiiiiii 


3  2044   106  266  257 


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