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Full text of "Sacrificios humanos y sociedad occidental: Lucifer y la bestia"

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in  2016  with  funding  from 
Princeton  Theological  Seminary  Library 


https://archive.org/details/sacrificioshumanOOhink 


4 FRANZ  J.  HINKELAMMERT 


HUMANOS 
Y SOCIEDAD 


«*/ 


SACRIFICIOS  HUMANOS 
Y SOCIEDAD  OCCIDENTAL: 
lucifer  y la  bestia 


Colección  TEOLOGIA  LATINOAMERICANA 


D.E.I. 


Departamento  Ecuménico  de  Investigaciones 

CONSEJO  EDITORIAL 

Franz  J.  Ilinkclammcrt 
Pablo  Richard 
Carmelo  Alvarcz 
Jorge  David  Aruj 

EQUIPO  DE  INVESTIGADORES 

Elsa  Tamcz 
Maiysc  Brisson 
Amoldo  Mora 
Raquel  Rodríguez 
Helio  Gallardo 


FRANZ  J.  HINKELA 

j FEB  22  1992 

X^icalse»*!Í'/ 

SACRIFICIOST 

HUMANOS 
Y SOCIEDAD 
OCCIDENTAL: 


lucifer  y la  bestia 


/ 


EDICION  GRAFICA:  Jorge  David  Aruj 
PORTADA:  Carlos  Aguilar  Quirós 
(Con  base  a detalle  del  Tríptico  "el  jardín  de  las  delicias" 
de  el  artista  holandés  El  Bosco) 

CORRECCION:  Guillermo  Meléndez 


291 

U663s  inhkclammcrt,  Franz  J. 

Sacrificios  humanos  y sociedad  occidental: 

Lucifer  y la  bestia/  Franz  J.  Ilinkclammcrt 

— la.cd. — San  José,  Costa  Rica,  DEI,  1991 

198  p.;  21  cm.  — (Colección  teología  latinoamericana) 

ISBN  9977-83-050-9 

1.  Biblia  — Historia. 

2.  Teología. 

I.  Título. 

II.  Serie. 


Hecho  el  depósito  de  ley 


Reservados  todos  los  derechos 


Prohibida  la  reproducción  total  o parcial  del  contenido  de  este  libro 


ISBN  9977-83-050-9 


©Editorial  Departamento  Ecuménico  de  Investigaciones  (DEI),  San  José,  Costa  Rica,  1991. 
Para  la  presente  edición 

© Franz  J.  Ilinkelammcrt,  1991 

Impreso  en  Costa  Rica  • Printed  in  Costa  Rica 


PARA  PEDIDOS  O INTOR.\L\CION  DIRIGIRSE  A: 
EDITORIAL  DEI 

Departamento  Ecuménico  de  Investigaciones 
Apartado  390-2070 
SABANILLA 

SAN  JOSE  — COSTA  RICA 
Teléfonos  53-02-29  y 53-91-24 
Télex  3472  ADEI  CR 
Fax  (506)  53-15-41 


Contenido 


La  Ifigenia  del  Occidente:  el  circuito  sacrificial 

en  la  legitimación  de  la  dominación  occidental 9 

I.  La  Ifigenia  griega 12 

II.  El  Cristo  de  la  ortodoxia  medieval 20 

III.  La  Itlgenia  burguesa 29 

1.  La  secularización  del  ciclo  mítico  de  la  Edad  Media 29 

2.  La  crisis  y el  colapso  de  la  legitimidad 37 

3.  Sacrificio  humano  y eficiencia 

en  el  Occidente  moderno 42 

4.  La  Ifigenia  iluminada 49 

5.  El  sacrificio  y el  pacto  con  el  diablo 53 


¿Es  lícito  pagar  la  deuda?La  deuda 

en  la  teología  cristiana 55 

I.  La  deuda  en  la  teología 58 

II.  La  deuda  en  el  mensaje  cristiano 58 

III.  El  pecado  y la  deuda 61 

IV.  La  deuda  en  la  teología  de  San  Anselmo 69 

V.  La  enseñanza  de  San  Anselmo 72 

VI.  La  teología  ortodoxa-conscrvadora  de  la  deuda 86 

VII.  Dos  teologías  de  la  deuda  en  pugna 90 


La  legitimación  de  la  dominación  en  la  sociedad 
occidental:  Lucifer  y la  Bestia 95 

I.  El  espacio  mítico  del  Apocalipsis  y su  inversión 98 

1.  La  rebelión  y la  soberbia  (hibris) 98 

2.  El  ¿quién  como  Dios?  del  Imperio 102 


3.  El  ¿quien  como  Dios?  en  el  cristianismo  temprano 106 

3.1.  La  Bestia  en  contra  de  la  Mujer 108 

3.2.  Del  ¡seréis  como  Dios!  de  la  serpiente 

hasta  el  ¿quién  como  Dios?  de  la  Bestia 110 

4.  La  destrucción  de  Babilonia  y las  dos  batallas 

del  Mesías 116 

5.  La  inversión  del  universo  mítico  del  Apocalipsis 122 

II.  ¿Es  culpable  la  víctima? 125 

1 . La  voz  de  Lucifer 128 

2.  La  Ley  de  Dios  de  la  Edad  Media  cristiana 132 

3.  La  inversión  antilucifcrica  y la  creación  del  monstruo  .137 

3.1.  La  liberación  de  los  sentidos 139 

3.2.  La  protección  de  la  naturaleza 140 

3.3.  El  pacifismo  como  crimen 141 

3.4.  Antisocialismo  y antisemitismo 143 

4.  Para  combatir  al  monstruo,  hay  que  hacerse 

monstruo  también.  La  actuación  por  el  espejismo 150 

5.  El  imperio  de  la  ley  y el  reino  de  Dios 153 

5.1.  La  guerra  justa  en  nombre 

del  imperio  de  la  ley 154 

5.2.  El  imperio  de  la  ley  y los  derechos  humanos: 
la  Corle  Internacional  de  la  Haya 

sobre  Nicaragua 156 

5.3.  La  guerra  justa  y la  moral 157 

6.  La  inversión  antilucifcrica,  la  polílica  como  técnica 

y el  paso  al  nihilismo 161 

6.1 . La  ética  del  mercado  y la  política  como  técnica  . 162 

6.2.  El  paso  al  nihilismo  y el  cristianismo  nihilista ....  166 

III.  El  paso  de  Lucifer  por  la  historia 173 

1.  Lucifer  y el  pecado  contra  el  Espíritu  Santo 173 

2.  El  lugar  de  Lucifer 178 

IV.  Nunca  más 186 


¿Dónde  está  el  monstruo?  La  revelación 
del  monstruo  y la  liberación 


191 


La  Ifigenia  del  Occidente:  el  circuito 
sacrificial  en  la  legitimación  de  la 
dominación  occidental 


En  la  tradición  del  Edipo  occidental,  el  mito  del  Edipo  solamente 
juega  un  papel  de  poca  importancia.  Fue  Freud  quien  le  dio  un 
significado,  lo  que  nadie  antes  de  el  había  hecho.  Sin  embargo,  el 
problema  del  cual  se  trata  está  presente  en  todas  partes,  aunque 
únicamente  se  lo  descubrirá  partiendo  del  hecho  de  que  el  mito  de 
Edipo  es  circular.  Edipo  mata  a su  padre,  el  cual  había  matado  a Edipo. 

Partiendo  de  esta  tesis  se  descubre  el  hecho  de  que,  en  la  tradición 
occidental,  el  Edipo  discute  sus  problemas  a partir  del  mito  de  Ifigcnia. 
Este  es  el  mito  del  asesinato  del  hijo  (a),  el  cual  es  cometido  por  la 
autoridad  que  es  a la  vez  rey  griego  y padre  de  Ifigcnia.  El  mito  de 
Ifigcnia  (y  otros  mitos  parclclos)  aparece  en  toda  la  tradición  de  la 
Iluminación  y corresponde  a lo  que  es  la  sociedad  burguesa  en  los 
siglos  XVIII  y XIX. 

Muy  diferente  es  el  mito  de  Edipo,  que  pone  el  asesinato  del  padre 
en  primer  plano.  Corresponde  a un  período  histórico  en  el  cual  la 
sociedad  burguesa  se  confronta  a movimientos  revolucionarios  y supo- 
ne, por  supuesto,  que  ellos  son  asesinos  del  padre.  Entre  el  siglo  XVIII 
y el  final  del  XIX,  ocurre  un  desarrollo  análogo  a aquel  que  conduce 
en  la  Grecia  antigua  de  Eurípides  hasta  Sófocles.  El  iluminista  Eurípides 
escribe  Ifigcnia  y el  anti-iluminista  conservador,  Sófocles,  escribe  el 
Edipo.  Eurípides  escribe  sobre  el  asesinato  del  hijo  (a)  y Sófocles  sobre 
el  asesinato  del  padre.  En  esta  tradición,  Racine,  Schillcr  y Goethe  se 
inspiran  en  la  Ifigcnia  y Freud  en  el  Edipo.  Frente  a la  revolución  en 
contra  de  la  sociedad  burguesa,  el  Edipo  vuelve  a actualizarse,  en  tanto 
que  antes  estaba  casi  olvidado. 

Durante  el  tiempo  en  el  cual  la  burguesía  hace  ella  misma 
revoluciones,  sin  confrontarse  a ningún  movimiento  revolucionario,  el 
Edipo  no  le  dice  mucho.  Cuando  Eurípides  ataca  el  levantamiento 
dionísico-dcstructor,  no  lo  hace  en  nombre  de  Edipo.  Lo  hace,  en  su 
tragedia  Los  Baccus,  en  nombre  de  Dionisio.  Se  trata  de  aquello  que 
conocemos  en  la  sociedad  burguesa  como  el  temor  al  caos.  Aparece 
una  madre  que  en  su  euforia  bacanal  mata  a su  hijo,  que  a la  vez  es  el 
rey.  Ella  asesina,  si  se  quiere,  a su  padre  en  la  figura  de  su  propio  hijo. 
Se  trata  de  la  destrucción  de  la  autoridad  en  la  euforia  de  una  orgía 
desenfrenada.  En  su  euforia,  ni  siquiera  sabe  que  en  la  figura  de  su 
padre -rey  mata  a su  hijo.  Esta  tragedia  podría  interpretar,  posiblemente, 
la  rebelión  estudiantil  de  los  años  sesenta  de  este  siglo,  pero  no  los 


11 


movimientos  socialistas  que  aparecen  a partir  de  la  segunda  mitad  del 
siglo  XIX. 

El  estrecho  parentesco  entre  la  sociedad  burguesa  y el  mito  de 
Ifigcnia,  no  se  basa  en  el  hecho  de  que  se  reproche  algún  asesinato  del 
hijo  a la  autoridad  en  contra  de  la  cual  se  dirige  la  revolución  burguesa. 
Eso  también  existe,  y a veces  tiene  importancia.  Se  puede  ver  eso  en 
el  drama  Guillermo  Tel/  de  Schillcr.  GcBlcr,  como  padre  despótico  de 
la  patria,  exige  de  Tcll  disparar  sobre  su  hijo.  Por  supuesto  que  espera 
que  Tcll  matará  a su  hijo  con  el  disparo.  Por  eso,  precisamente  GcBlcr, 
el  representante  del  tirano,  parece  ser  el  asesino  del  hijo  y no  Tcll.  Por 
un  disparo  feliz,  Tell  salva  la  vida  de  su  hijo.  Posteriormente,  Tcll  mata 
en  GcBlcr  al  padre  de  la  patria,  en  cuanto  este  no  cesa  en  la  persecución 
de  Tcll.  Sin  embargo,  Tcll  no  se  considera  asesino  del  padre,  por  el 
hecho  de  que  el  está  luchando  por  un  nuevo  padre-autoridad,  es  decir 
la  sociedad  burguesa,  que  ya  no  tiene  nada  que  ver  con  gente  como 
GcBlcr. 

Schillcr  tiene  una  conciencia  clara  de  este  contexto.  Por  tanto  deja 
aparecer,  al  final  de  su  drama,  la  figura  del  “parricida”.  Este  parricida 
busca  solidaridad  de  parte  de  Tcll,  argumentando  que  también  el  mismo 
Tcll  ya  había  matado,  con  el  asesinato  de  GcBlcr,  a su  propio  padre.  No 
obstante,  Tcll  lo  expulsa  de  su  casa  y lo  acusa  del  peor  crimen  que 
existe:  el  asesinato  del  padre.  En  GcBlcr  se  transforma  la  autoridad 
arbitraria  en  contra  de  la  cual  se  dirige  la  revolución  burguesa,  en  la 
figura  de  un  asesino  del  hijo. 

Sin  embargo,  esta  visión  no  representa  la  importancia  del  mito  de 
la  Ifigcnia  para  la  autoconcicncia  de  la  sociedad  burguesa.  Se  usa  este 
mito  de  una  manera  muy  diferente.  De  hecho,  se  efectúa  en  él  la  secula- 
rización de  la  imagen  del  Cristo  de  la  ortodoxia  medieval,  bajo  el 
nombre  de  la  Ifigcnia.  En  este  proceso  se  conservan  sus  rasgos  esencia- 
les, a pesar  de  que  pierde  ahora  su  carácter  religioso.  Posiblemente,  esta 
imagen  medieval  de  Cristo  en  realidad  es  ya  una  imitación  de  Ifigcnia, 
o por  lo  menos  está  influenciada  por  ella,  y vuelve  ahora  a acercarse  de 
nuevo  a su  figura  original. 


I.  La  Iflgenia  griega 

La  situación  fundamental  del  sacrificio  de  Ifigcnia  es  la  siguiente: 
Ifigcnia  es  hija  de  Agamenón,  rey  griego,  y de  su  esposa  Clitcmncstra. 
Agamenón  es  comandante  en  jefe  del  ejército  griego  que  se  ha  reunido 
en  Aulidc  para  salir  hacia  la  conquista  de  Troya.  No  obstante,  se  pro- 
duce una  calma  del  viento  de  tal  manera  que  el  ejército  no  puede  partir. 
Preguntando  a los  dioses  por  la  razón,  la  diosa  Minerva  (o  Diana) 
comunica  que  solamente  el  sacrificio  de  Ifigcnia,  la  hija  de  Agamenón, 
puede  apaciguar  su  furia.  El  ejército  exige  hacer  este  sacrificio.  En 
consecuencia,  Agamenón  trae  a Ifigcnia  a Aulide,  defraudando  a 


12 


Clitemncstra  para  que  la  entregue.  Llegada  a Aulide,  el  sacrifica  a su 
hija,  la  primogénita  de  sus  hijos,  a la  diosa  Minerva.  Realizado  el 
sacrificio,  el  viento  vuelve,  el  ejercito  parte,  conquista  Troya  y la  des- 
truye. 

En  la  tradición  de  este  sacrificio  aparece  una  larga  historia  en  la 
cual  se  busca  el  sentido  de  este  sacrificio  de  Ifigcnia.  Ella  se  transforma 
en  una  figura  central  de  la  tragedia  griega  c impregna  profundamente 
toda  la  tradición  greco-romana.  En  una  forma  igualmente  central,  la 
figura  de  Ifigcnia  vuelve  a aparecer  en  el  tiempo  de  la  Iluminación  y, 
hasta  hoy,  no  ha  vuelto  a desaparecer  de  la  cultura  de  Occidente.  Por 
lo  menos  en  el  campo  de  la  cultura,  la  figura  de  Ifigcnia  resulta  mucho 
más  importante  que  la  de  Edipo.  El  mito  de  Ifigcnia  interpreta  el  lugar 
que  ocupa  el  sacrificio  humano  en  la  tradición  greco-romana  y en  toda 
la  cultura  occidental. 

En  “Agamenón”,  de  La  Orcstíada  de  Esquilo,  la  más  antigua  de  las 
tragedias  sobre  Ifigcnia,  este  sacrificio  todavía  es  presentado  como  un 
asesinato  violento  que  se  comete  en  nombre  de  la  diosa  en  contra  de 
Ifigcnia.  Esta  grita  como  un  animal  que  es  conducido  al  matadero: 

Invocándose  a los  dioses,/  y el  padre  mismo  a los  ministros  manda/ 
que,  en  su  túnica  envuelta,  sobre  el  ara,/  como  una  cabritilla,  a la 
doncella/  desfallecida  de  terror,  levanten,/  y que  en  los  bellos  labios 
de  la  virgen/  con  la  fuerte  prisión  de  una  mordaza/  la  maldición  que 
va  a lanzar  detengan.../  Mas,  ella  en  tierra  el  purpurino  velo/  deja  caer, 
y de  sus  ojos  hierve/  dardo  de  compasión  a sus  verdugos  '. 

Esquilo  hace  presente  todo  el  salvajismo  de  esta  escena.  Los 
sacrificadorcs  son  carniceros  y verdugos  c Ifigcnia  es  un  ser  humano 
salvaje  que  rechaza  su  muerte.  Resulta  una  escena  brutal.  Pero  Esquilo 
también  interpreta  la  situación  de  Agamenón  como  el  destino  trágico  de 
un  padre  que  tiene  que  sacrificar  a su  hijo,  sin  tener  ninguna  otra  salida. 
Tampoco  para  Esquilo,  Agamenón  es  un  criminal,  sino  un  héroe  trágico 
que  no  tiene  otra  salida  que  transformarse  en  carnicero  y verdugo. 
Ifigcnia,  en  realidad  la  única  persona  sensata  y razonable  en  esta  escena 
de  euforia  sacrificial,  es  presentada  como  su  participante  salvaje  y menos 
civilizada.  Siendo  ella  tan  incivilizada,  forzosamente  Agamenón  tiene 
que  transformarse  en  carnicero. 

En  todo  el  desarrollo  posterior  de  la  visión  del  sacrificio  de  Ifigcnia, 
Agamenón  sigue  siendo  esta  figura  trágica  que  por  fuerza  tenía  que 
sacrificarla.  No  he  encontrado  a ningún  autor  que  no  tuviera  la  com- 
prensión más  profunda  para  este  destino  de  Agamenón.  El  desarrollo 
del  mito,  por  tanto,  no  ocurre  del  lado  de  Agamenón,  sino  del  lado  de 
Ifigcnia.  Paso  a paso,  Ifigcnia,  razonable,  salvaje  y furiosa,  que  en  el 
drama  de  Esquilo  todavía  maldice  a sus  verdugos,  va  siendo  civilizada. 
Cada  vez  más  ella  toma  una  posición  positiva  en  relación  a su  muerte 

1 Esquilo,  La  Oresliada.  Espasa.  Buenos  Aires,  México,  1951,  págs.  15-16. 


13 


sacrificial,  hasta  que  ya  en  la  Ifígenia  de  Goethe,  se  ha  transformado  en 
una  redentora  del  mundo,  una  verdadera  Cristo-Ifigcnia. 

Sin  embargo,  obviamente  la  situación  de  Agamenón  en  Aulide,  es 
parecida  a la  situación  de  Abraham  cuando  se  enfrenta  a su  hijo  Isaac 
para  sacrificarlo.  Además,  ambos  mitos  provienen  seguramente  de  un 
mismo  tiempo  prehistórico.  Llama  la  atención  que  en  el  desarrollo  del 
mito  de  Ifígenia,  jamás  aparece  aquella  fe  de  Abraham  que  consiste  en 
no  matar  a su  hijo.  Esto  vale  tanto  para  la  literatura  griega,  como  para 
la  cristiana  y aún  la  iluminista  y liberal.  Pareciera  que  Abraham  jamás 
ha  existido.  Pareciera  completamente  obvio  que  el  padre  que  sacrifi- 
ca a su  hija,  está  sometido  a un  destino  trágico  al  cual  tiene  que  obede- 
cer 2. 

Se  trata  de  la  situación  en  Aulide.  Los  griegos  quieren  conquistar 
Troya  y Agamenón  es  su  comandante  en  jefe:  ¿deben  renunciar  a la 
conquista  y la  destrucción  de  Troya  solamente  por  no  sacrificar  a 
Ifígenia?  ¿No  está  el  bien  común  por  encima  del  bien  propio?  Si  los 
hombres  se  sacrifican  en  el  campo  de  batalla  para  ganar  la  guerra,  ¿por 
qué  no  sacrificar  a una  mujer  en  el  altar?  Estos  son  los  argumentos  que 
aduce  el  ejercito  en  la  tragedia  de  Eurípides,  para  convencer  a Agamenón 
de  que  es  su  obligación  sacrificar  a su  hija. 

Ni  en  este  caso,  ni  en  ningún  caso  posterior,  aparece  el  argumento 
de  que  Agamenón  se  habría  liberado  en  el  caso  de  no  haber  sacrificado 
a Ifígenia.  ¿No  se  liberaron  los  griegos  por  el  hecho  de  que  conquistaron 
y destruyeron  Troya?  ¿No  fue  precisamente  el  sacrificio  de  su  hija 
Ifigcnia  de  parte  del  comandante  Agamenón,  lo  que  hizo  posible  la 
libertad  de  Grecia?  Es  cierto:  Abraham,  quien  por  fe  no  sacrifica  a su 
hijo  Isaac,  jamás  puede  conquistar  y destruir  Troya.  Si  Agamenón  hubiera 
sido  un  Abraham  y los  griegos  hubieran  aceptado  esta  fe,  ellos  no 
habrían  conquistado  Troya.  ¿Valía  la  pena?  Toda  la  tradición  griega, 
cristiana  y occidental,  está  firmemente  convencida  de  que  no  había 
ninguna  alternativa  ni  para  Agamenón  ni  para  los  griegos.  Esta 
convicción  atestigua  solamente  que  la  propia  tradición  occidental,  en  su 
situación  actual,  tampoco  acepta  ninguna  alternativa  para  este  tipo  de 
sacrificio  humano.  Además,  la  historia  judía  es  una  prueba:  los  judíos, 
al  tener  la  fe  de  Abraham,  apenas  pueden  sostener  la  tierra  prometida 
y jamás  son  capaces  de  ganar  ninguna  guerra  de  conquista. 

Si  Agamenón  se  hubiera  transformado  en  un  Abraham,  él  habría 
sido  una  amenaza  para  Grecia  y para  todo  el  Occidente.  Tendría  que 
haberse  fugado  como  Abraham,  para  buscar  un  Berscba.  A pesar  de 
toda  la  pretendida  tradición  judeo-cristiana,  no  he  podido  encontrar  ni 
un  solo  autor  que  hubiera  propuesto  esta  solución  a Agamenón.  Todos 
los  siglos,  hasta  hoy,  le  gritan  a Agamenón  lemas  para  aguantar. 
Agamenón  no  debe  ablandarse. 

2 Ver:  Hinkelammert,  Franz  J.,  La fe  de  Abraham  y el  Edipo  Occidental.  Edil.  DEI,  San  José, 
1989. 


14 


En  el  caso  de  Ifigcnia,  la  situación  es  muy  diferente.  Nadie  está 
contento  con  ella  tal  como  Esquilo  la  presenta.  Por  tanto,  a través  de 
los  siglos  ella  es  cambiada  y cada  vez  más  civilizada  y occidcntalizada. 
Esta  mujer  salvaje,  furiosa,  gritona,  que  maldice  a sus  verdugos,  es 
transformada  en  una  sacerdotisa  redentora  que  acepta  voluntariamente 
su  muerte  sacrificial,  y que  se  convierte  al  final  en  la  Cristo-lfigcnia  de 
Goethe. 

Ello  comienza  con  el  gran  iluminista  griego,  Eurípides.  En  su 
tragedia  “Ifigcnia  en  Aulidc”,  cuando  la  madre  de  Ifigcnia,  Clitcmncstra, 
se  enfrenta  con  Agamenón  porque  jamás  está  dispuesta  a aceptar  el 
sacrificio  de  su  hija,  la  misma  Ifigcnia  se  le  pone  en  el  camino: 

Madre,  escúchame:  veo  que  te  indignas  en  vano  contra  tu  esposo- 
pero  tú  debes  evitar  las  acusaciones  del  ejercito...  resuelta  está  mi 
muerte,  y quiero  que  sea  gloriosa,  despojándome  de  toda  innoble 
flaqueza...  la  Grecia  entera  tiene  puestos  en  mí  sus  ojos,  y en  mi 
mano  está  que  naveguen  las  naves  y sea  destruida  la  ciudad  de  los 
frigios...  Todo  lo  remediará  mi  muerte,  y mi  gloria  será  inmaculada, 
por  haber  libertado  a la  Grecia.  Ni  debo  amar  demasiado  la  vida,  que 
me  diste  para  bien  de  todos,  no  sólo  para  el  tuyo.  Muchos  armados 
de  escudos,  muchos  remeros  vengadores  de  la  ofensa  hecha  a su 
patria,  acometerán  memorables  hazañas  contra  sus  enemigos,  y morirán 
por  ella.  ¿Y  yo  sola  he  de  oponerme?  ¿Es  acaso  justo?  ¿Podremos 
resistirlo?  Un  solo  hombre  es  más  digno  de  ver  la  luz  que  infinitas 
mujeres.  Y si  Diana  pide  mi  vida,  ¿me  opondré,  simple  mortal,  a los 
deseos  de  una  diosa?  No  puede  ser.  Doy,  pues,  mi  vida  en  aras  de 
la  Grecia.  Matadme,  pues;  devastad  a Troya,  lie  aquí  el  monumento 
que  me  recordará  largo  tiempo,  esos  mis  hijos,  esas  mis  bodas,  esa 
toda  mi  gloria.  Madre,  los  griegos  han  de  dominar  a los  bárbaros,  no 
los  bárbaros  a los  griegos,  que  esclavos  son  unos,  libres  los  otros 

En  Eurípides,  Clitcmncstra  es  la  mujer  salvaje,  rabiosa  y gritona, 
que  maldice  a los  carniceros.  La  Clitcmncstra  de  Eurípides  es  la  Ifigcnia 
de  Esquilo.  E Ifigcnia,  civilizada  y domada,  se  levanta  en  contra  de 
Clitcmncstra,  su  madre.  Ahora  Ifigcnia  quiere  ser  sacrificada  y se  enfrenta 
a la  madre  que  quiere  impedirlo.  Por  tanto,  la  madre  es  su  enemiga,  no 
su  padre.  De  hecho,  la  madre  es  la  única  persona  razonable  en  esta 
euforia  sacrificial.  Sin  embargo,  Eurípides  la  ve  como  una  loca,  impo- 
sibilitada de  darse  cuenta  del  sentido  del  sacrificio,  por  lo  que  no  está 
a la  altura  de  su  tiempo.  Aparece  como  una  egoísta  y como  una  mujer 
viciosa.  Después  del  regreso  de  Agamenón,  de  Troya,  ella  lo  mata  para 
tomar  venganza  por  la  muerte  de  su  hija.  Ella  misma  sostiene  que  ha 
tomado  a un  amante,  Egisto,  para  poder  vengarse  de  Agamenón.  No 
obstante,  toda  la  literatura  posterior  lo  interpreta  al  revés  y sostiene  que 
ella  mató  a Agamenón,  para  poder  seguir  viviendo  con  su  amante, 
Egisto. 

Eurípides,  “Ifigenia  en  Aulide".  En:  Obras  dramáticas  de  Eurípides.  Librería  de  los  Sucesores 
de  Hernando,  Madrid,  1909,  págs.  276-277  (énfasis  del  autor). 


15 


En  realidad,  esta  nueva  Ifigenia,  que  se  sacrifica  a sí  misma  por 
amor  a su  patria,  lleva  a un  salvajismo  nuevo  que  es  precisamente  el 
salvajismo  de  la  civilización  occidental  que  se  legitima  por  ella.  Ya  no 
se  trata  de  la  furia  de  una  niña  adolescente  que  se  resiste  a ser  sacrificada. 
En  el  lugar  de  esta  niña,  que  de  por  sí  tiene  razón,  ha  aparecido  una 
dragona,  que  en  nombre  de  su  autosacrificio,  está  dispuesta  a someter 
al  mundo  entero  y destruirlo.  La  disposición  al  sacrificio  por  amor  a su 
pueblo,  se  ha  transformado  en  agresión  en  contra  de  todos  los  que  no 
pertenecen  a este  pueblo,  y por  tanto,  en  contra  de  todos  los  que  no 
tienen  la  más  mínima  responsabilidad  en  el  hecho  de  que  ella  sea 
sacrificada.  Al  civilizarse  Ifigenia  y al  aceptar  ser  sacrificada,  ella  se 
toma  agresiva  en  contra  de  todo  el  mundo  y se  transforma  en  el  motor 
de  aquella  agresión  que  su  padre  conduce  como  comandante  en  jefe: 

Un  solo  hombre  es  más  digno  de  ver  la  luz  que  infinitas  mujeres... 

¿me  opondré,  simple  mortal,  a los  deseos  de  una  diosa?...  Matadme, 

pues;  devastad  a Troya...  que  esclavos  son  unos,  libres  los  otros. 

Ahora,  como  la  Ifigenia  civilizada,  ella  desarrolla  el  programa 
agresivo  del  Occidente.  Además,  tiene  una  clara  idea  de  lo  que  es  la 
soberbia  frente  a los  dioses.  Si  rechazara  su  sacrificio,  cometería  un 
acto  de  sobcrbia.orgullo  e hybrcs:  un  intento  de  ser  como  Dios.  Se  trata 
de  aquello  que  por  siglos  se  pronunciará:  ¿quien  es  como  Dios?  ¿Quien 
tiene  la  razón  de  rechazar  un  sacrificio  humano  que  el  mismo  Dios 
exige?  Ifigenia  habla,  sin  conocer  el  nombre,  como  el  Angel  Miguel: 
“¿quien  es  como  Dios?”.  Ella  dice:  “¿me  opondré,  simple  mortal,  a los 
deseos  de  una  diosa?...”  4. 

4 Los  primeros  cristianos  reaccionaron  en  contra  de  esta  visión  de  Dios,  y la  denunciaron 
como  Bestia: 

“Y  vi  surgir  del  mar  una  Bestia  que  tenía  diez  cuernos  y siete  cabezas,  y en  sus  cuernos  diez 
diademas,  y en  sus  cabezas  ü'tulos  blasfemos.  La  Bestia  que  vi  se  parecía  aun  leopardo,  con 
las  patas  como  de  oso,  y las  fauces  como  fauces  de  león;  y el  Dragón  le  dio  su  poder  y su  trono 
y gran  poderío.  Una  de  sus  cabezas  parecía  herida  de  muerte,  pero  la  llaga  mortal  se  le  curó; 
entonces  la  tierra  entera  siguió  maravillada  a la  Bestia.  Y se  postraron  ante  el  Dragón,  porque 
había  dado  el  poderío  a la  Bestia,  y se  postraron  ante  la  Bestia  diciendo:  ‘¿Quien  como  la 
Bestia?  ¿Y  quien  puede  luchar  contra  ella?’”  (Ap.  13,  1-4). 

Por  supuesto,  no  dijeron:  “¿Quien  como  la  Bestia?”.  El  autor  no  quiere  repetir  la  blasfemia. 
Lo  que  dijeron  era:  ¿Quién  como  Dios?,  porque  tenían  a la  Bestia  como  su  Dios.  El  autor 
piadoso,  en  cambio,  les  imputa,  lo  que  dicen  en  el  fondo:  ¿Quien  como  la  Bestia? 

En  ningún  texto  del  Nuevo  Testamento  se  encuentra  aquel  Angel  Miguel,  quien  grita  el: 
¿Quien  como  Dios?  Es  un  invento  de  la  Edad  Media,  la  recuperación  de  la  hibris  griega  en 
contra  de  la  tradición  judeo-cristiana.  La  dominación  y la  autoridad  gritan  el:  ¿Quién  como 
Dios?  El  Angel  Miguel,  dice  lo  siguiente: 

“Miguel  y sus  ángeles  combatieron  contra  el  Monstruo.  El  Monstruo  se  defendía  apoyado  por 
sus  ángeles,  pero  no  pudieron  resistir,  y ya  no  hubo  lugar  para  ellos  en  el  cielo.  Echaron,  pues, 
al  enorme  Monstruo,  a la  Serpiente  antigua,  al  Diablo  o Satanás,  como  lo  llaman,  al  seductor 
del  mundo  entero,  lo  echaron  a la  tierra  y a sus  ángeles  con  él...  Fue  arrojado  el  que  acusaba 
a nuestros  hermanos,  el  que  día  y noche  los  acusaba  ante  nuestro  Dios...  ¡ Ay  de  ustedes,  tierras 
y mares ! Porque  el  diablo  ha  bajado  a ustedes  temblando  de  furor,  al  saber  que  sus  días  están 
contados”  (Ap.  12,7-12). 

16 


Esta  Ifigenia  ni  siquiera  puede  entender  la  fe  de  Abraham,  que 
consiste  en  no  matar  a su  hijo.  Desde  el  punto  de  vista  de  ella,  la  fe  de 
Abraham  es  un  acto  de  soberbia  y de  hybres,  y junto  con  el  Angel 
Miguel,  le  va  a gritar  a Abraham  su:  ¿quien  como  Dios?  Si  hoy  un 
hombre  como  Topisch  publica  un  libro  con  el  título:  Ser  como  Dios  por 
la  revolución,  todavía  nos  llega  la  voz  de  la  Ifigenia  de  Eurípides  que 
manda  a su  madre,  furiosa  y gritona,  Clitcmncstra,  al  infierno:  “Matadme, 
pues;  devastad  a Troya...  que  esclavos  son  unos,  libres  los  otros”,  y, 
¿no  es  un  solo  hombre  más  digno  de  ver  la  luz  que  infinitas  mujeres? 
La  libertad  consiste  en  transformar  a los  otros  en  esclavos;  un  asunto 
de  señores.  Libertad  no  significa  que  nadie  sea  esclavo.  Libertad  significa 
poder  hacer  esclavos,  y vencer. 

Resulta  un  circuito  sacrificial  que  comprende  la  sociedad  entera. 
Para  conquistar  Troya,  Agamenón  sacrifica  a su  hija  Ifigenia,  cuyo 
sacrificio  lo  exige  la  diosa  Minerva  y el  ejercito.  Agamenón  se  ha 
transformado  en  un  héroe  trágico,  que  tuvo  que  entregar  a su  hija  para 
poder  obedecer  a su  destino  de  conquistar  Troya.  Una  vez  sacrificada 
su  hija,  ya  no  tiene  ninguna  posibilidad  de  dar  marcha  atrás.  Tiene  que 
conquistar  Troya  o morir.  Si  regresara  derrotado,  el  sería  un  simple 
asesino  de  niños.  El  sacrificio  de  Ifigenia  habría  sido  en  balde.  Ella 
habría  sido  asesinada  sin  ningún  sentido.  El  profeta  que  comunicó  que 
la  diosa  Minerva  exigía  este  sacrificio  de  Ifigenia  como  premio,  habría 
sido  un  estafador  y Minerva  una  diosa  sin  ningún  poder.  El  ciclo  de  los 
dioses  de  Grecia  se  habría  derrumbado.  Sacrificada  su  hija  Ifigenia, 
Agamenón  debía  vencer  sobre  Troya  para  que  el  sacrificio  se  mostrara 
en  su  fertilidad.  Si  no  vencía,  el  sacrificio  habría  sido  en  balde  y toda 
la  vida  de  Grecia  perdería  su  sentido.  Ahora  Agamenón  no  luchaba 
solamente  por  Troya,  sino  por  el  sentido  del  sacrificio  de  su  hija.  El 
mata  a Ifigenia,  pero  no  se  considera  un  asesino,  sino  que  sostiene  que 
la  ha  sacrificado.  Por  tanto,  tiene  que  asesinar  a Troya  para  no  ser  un 
asesino.  Si  eso  no  le  resultara,  el  sacrificio  de  Ifigenia  no  tendría  sentido 
y Agamenón  no  sería  más  que  un  simple  asesino.  Tendría  que  morir 
como  asesino. 


El  Angel  Miguel,  por  tanto,  grita:  “Fue  arrojado  el  que  acusaba  a nuestros  hermanos,  el  que 
día  y noche  los  acusaba  ante  nuestro  Dios”.  ¿De  qué  acusó  este  Dragón  a los  cristianos? 
Evidentemente,  los  acusó  de  querer  ser  como  Dios.  Sin  embargo,  desde  la  Edad  Media  toda 
la  ortodoxia  cristiana  grita  con  el  Dragón  y con  la  tradición  greco-romana:  ¿Quien  como 
Dios?  Pareciera  que  el  Angel  Miguel  perdió  esta  batalla.  Tendrá  que  salir  de  nuevo  a pelear. 
Cuando  en  Eurípides,  dicen  sus  actores:  “...¿me  opondré,  simple  mortal,  a los  deseos  de  una 
diosa?  ¿Quién  se  atreverá  a pelear  con  tan  poderosa  deidad?”,  ¿no  parecen  ser  cristianos 
quienes  hablan?  Pero,  según  el  Apocalipsis  por  lo  menos,  habla  la  Bestia. 

También  aquí  es  notable  la  inversión  completa  que  ha  ocurrido  con  el  cristianismo.  Algo 
parecido  ha  ocurrido  con  el  nombre  Lucifer,  que  fue  originalmente  un  nombre  de  Cristo,  y 
ha  sido  transformado  en  el  nombre  central  del  diablo.  Ver  Hinkclammcrt,  Franz  J.,  Las  armas 
ideológicas  de  la  muerte.  Edit  DEI,  1981,  págs.  225-226.  El  cristianismo  ha  expulsado  sus 
orígenes,  los  interpreta  como  si  fueran  el  infierno  y lucha  en  contra  de  ellos,  viendo  en  ellos 
al  diablo. 


17 


Una  vez  sacrificada  su  hija,  él  ha  quemado  todos  los  puentes  tras 
de  sí.  Ha  transformado  la  guenra  de  conquista  en  un  problema  de  sentido, 
en  un  problema  existencial  de  su  propia  cultura,  la  suya  y la  de  todos 
los  griegos.  A través  del  sacrificio  de  su  hija,  resulta  una  situación  en 
la  cual  el  mundo  entero  perdería  su  sentido  si  Troya  no  fuera  conquistada 
y destruida.  El  sacrificio  de  Ifigenia  es  el  centro  de  la  guerra  de  conquista; 
la  victoria  demuestra  que  su  muerte  fue  efectivamente  un  sacrificio  y 
no  un  asesinato,  que  el  profeta  es  verdaderamente  un  profeta  y que  el 
Olimpo  griego  y la  diosa  Minerva  realmente  existen.  El  sacrificio  pone 
todo  en  una  sola  carta.  Si  Agamenón  no  hubiera  vencido,  Ifigenia  ha- 
bría muerto  en  balde.  Agamenón  tenía  que  vencer  para  que  Ifigenia  no 
muriese  sin  sentido.  Por  eso,  en  la  tragedia  de  Eurípides,  Ifigenia  tenía 
que  consentir  en  ser  sacrificada  para  llevar  esa  pregunta  hasta  su  ex- 
tremo. Por  tamo,  ella  misma  hace  la  pregunta  por  el  sentido  cuando 
dice;  “Matadme,  pues;  devastad  a Troya...  que  esclavos  son  unos,  libres 
los  otros”.  Ella  afirma  su  sacrificio  como  un  auto- sacrificio,  no  obstante, 
hace  de  la  conquista  de  Troya  la  condición  de  su  legitimidad. 
Posteriormente,  como  sacerdotisa  con  los  tauros,  siempre  va  a hacer 
primero  esta  pregunta:  ¿cayó  Troya?  Si  cayó,  su  muerte  fue  un  sacrifi- 
cio y no  murió  en  balde. 

Una  vez  hecho  el  sacrificio,  la  destrucción  de  Troya;  es  la  única 
prueba  posible  de  que  se  ha  tratado  efectivamente  de  un  sacrificio 
legítimo.  El  sacrificio  se  hace  fértil  por  la  destrucción  de  Troya;  sin  esta 
destrucción,  Ifigenia  habría  muerto  en  balde.  Por  eso  la  denuncia  unánime 
en  contra  de  Clitcmncstra.  Esta  niega  el  sentido  del  sacrificio  de  Ifigenia, 
pero  con  ello  niega  todo  el  sentido  de  Grecia.  Sin  embargo,  si  Agamenón 
hubiera  perdido  la  guerra  en  contra  de  Troya,  Clitcmncstra  habría  tenido 
toda  la  razón  al  matarlo  5. 

Eurípides  termina  su  tragedia  “Ifigenia  en  Aulidc”,  con  una 
suposición.  Agamenón  sacrifica  a Ifigenia,  no  obstante.  Minerva 
secuestra  a Ifigenia  sin  que  Agamenón  lo  note  y pone  en  su  lugar  un 
animal  de  sacrificio.  Para  Minerva  era  suficiente  la  disposición  de  Ifigenia 
a sacrificarse  y,  por  tanto,  la  historia  de  Ifigenia  prosigue  más  allá  de 
su  sacrificio.  Minerva  lleva  a Ifigenia  a una  isla  salvaje  de  los  tauros 
(hoy  la  Península  del  Krim).  Allí  llega  a ser  la  sacerdotisa  de  Minerva 
en  la  corte  de  Thoante,  el  rey  de  los  tauros.  En  esta  su  función,  ella 
realiza  un  antiguo  rito  de  los  tauros  que  consiste  en  sacrificar  a Minerva 
todos  los  extranjeros,  y especialmente  los  griegos,  que  naufragan  en  las 
costas  del  país.  Ahora  ella,  que  fue  sacrificada  a Minerva,  es  la 
sacerdotisa  que  sacrifica  a otros  a la  misma  diosa. 

Sirí  embargo,  ahora  ella  aparece  como  una  mujer  que  acusa  a su 
padre  y a todos  los  griegos: 

5 En  cuanto  a esta  situación,  René  Girard  habla  de  la  “crisis  sacrificial”.  Ver:  Girard,  Rcné, 
La  violencia  y lo  sagrado.  Anagrama,  Barcelona,  1983.  Del  mismo  autor:  El  chivo  expiatorio. 
Anagrama,  Barcelona,  1986. 


18 


Bien  lo  supe  yo  cuando  mi  padre,  víctima  de  su  destino,  acercó  a mi 
cerviz  la  espada  6. 

¡Indigno,  sí,  indigno  de  un  padre  fue  ese  atentado!  Pero  los  males  se 
suceden  unos  a otros  7. 

Sobre  los  griegos,  dice:  “Como  quien  detesta  a toda  la  Grecia,  que 
me  perdió”  8 9 * 11. 

Parece  que  ya  no  recuerda  el  hecho  de  que  en  Aulide,  ella  había 
consentido  gustosamente  a su  sacrificio  por  la  mano  de  su  padre, 
Agamenón.  Explica  ahora  el  hecho  de  que  sacrifica  a griegos  por  la  ley 
de  los  tauros: 

...no  era  homicida  mi  mano,  sino  que  (el  sacrificado)  moría  en  virtud 
de  una  ley  justa  en  concepto  de  la  diosa?  9. 

Oblígame  la  necesidad,  numen  incontrastable  10. 

Ifigcnia  se  ha  transformado  en  una  furia,  que  se  esconde  detrás  de 
una  ley.  Ahora  sacrifica  a los  griegos,  que  la  han  sacrificado  a ella. 

Finalmente  naufraga  su  hermano  Orcstcs,  junto  con  su  amigo 
Pilados,  en  la  costa  de  Taurcs.  Orcstcs  asesinó  a su  madre  Clitcmncstra 
para  vengar  a su  padre,  quien  había  sido  matado  por  Clitcmncstra. 
Perseguido  por  las  Eumcnidas,  busca  redención.  Minerva  le  había 
prometido  la  redención  en  caso  de  que  trajera  a Atenas,  la  imagen  de 
Minerva  a la  cual  se  sacrifica  en  Taurcs  a los  griegos. 

Después  de  que  los  hermanos  se  reconocen,  Orcstcs  le  pide  ayuda 
a Ifigcnia.  Otra  vez  ella  declara  su  disposición  de  sacrificarse  a sí 
misma: 

Pero  nada  rehuiré  por  salvarte,  ni  aun  la  muerte.  Mucha  falta  hace  a 
la  familia  el  hombre  que  se  mucre;  pero  la  mujer  vale  poco  H. 

Junto  con  Orcstcs  y con  la  imagen  de  Minerva  se  fuga  al  barco  de 
este,  pero  una  tormenta  impide  su  salida.  El  rey  Thoantc  los  espera  en 
la  costa  para  capturarlos  y sacrificarlos.  De  nuevo,  Ifigcnia  está  frente 
a un  rey  que  la  quiere  sacrificar.  Otra  vez  interviene  Minerva  para 
salvarla  del  sacrificio.  Minerva  obliga  a Thoantc  a dejar  partir  a Ifigcnia. 
Thoantc  se  somete  a su  voluntad:  “¿Quién  se  atreverá  a pelear  con  tan 
poderosa  deidad?”  12  Sin  embargo,  tampoco  renuncia  a los  sacrificios, 
y tampoco  descubre  ninguna  libertad  que  consistiera  en  no  sacrificar  a 

6 Eurípides,  “Ifigenia  en  Táuridc”.  En:  Obras  dramáticas  de  Eurípides.  Librería  de  los 
.Sucesores  de  Hernando,  Madrid,  1909,  pág.  327. 

2 Ibid.,  pág.  328. 

8 Ibid.,  pág.  343. 

9 Ibid.,  pág.  314. 

^ Ibid.,  pág.  315. 

1 1 Ibid.,  pág.  333. 

12  Ibid.,  pág.  355. 


19 


ningún  hombre.  Se  encuentra  frente  a otra  ley  de  Minerva  que  esta  vez 
le  prohíbe  el  sacrificio,  y se  somete  también  a esta  ley.  En  nombre  de 
esta  nueva  ley.  Minerva  se  pronuncia  en  contra  de  todos  los  sacrificios 
humanos: 

Que  sea  ley  en  el  pueblo,  al  solemnizar  el  aniversario  de  tu  salvación, 
acercar  la  cuchilla  a la  cerviz  de  alguno,  y que  derramen  alguna 
sangre;  así  tributaréis  a la  diosa  religioso  homenaje  y no  carecerá  de 
los  honores  debidos  13. 

El  sacrificio  humano  sigue  siendo  legítimo,  sólo  que  ahora  está 
prohibido.  No  aparece  la  perspectiva  de  una  libertad  que  consista  en  no 
sacrificar  seres  humanos. 

Ifigcnia  ha  salvado  de  las  Eumcnidas,  apoyada  por  Minerva,  a su 
hermano  Orcstcs.  De  esta  manera,  ha  perdonado  a su  padre  por  haberla 
sacrificado  y condenado  a su  madre  que  vengó  su  muerte  sacrificial.  Ha 
entrado  completamente  en  el  circuito  del  sacrificio  humano,  que  ahora 
pierde  su  ropaje  religioso.  En  su  forma  religiosa,  el  sacrificio  humano 
es  ahora  simbolizado,  mientras  que  en  su  forma  real,  es  secularizado. 
Sin  embargo,  sigue  ocurriendo  igual  que  antes.  La  ley  de  Minerva  que 
prohíbe  los  sacrificios  humanos  religiosos,  prohíbe  exclusivamente  es- 
tos. En  su  forma  no  religiosa,  el  sacrificio  humano  se  mantiene  porque 
no  ha  aparecido  ninguna  libertad  que  consista  en  no  sacrificar  hombres. 
La  muerte  de  Sócrates  es  un  sacrificio  humano  secularizado,  pues  no 
tiene  ya  ninguna  forma  religiosa.  La  polis  lo  condena  en  nombre  de  la 
ley,  y el  consiente  ser  sacrificado.  El  mismo  lleva  a cabo  el  sacrificio, 
como  un  auto-sacrificio,  y toma  voluntariamente  el  veneno  que  lo  mata. 
Su  muerte,  no  obstante,  sigue  siendo  un  sacrificio  humano. 


II.  El  Cristo  de  la  ortodoxia  medieval 

En  este  mito  griego  de  Ifigcnia,  hay  obviamente  elementos  esenciales 
de  la  imagen  medieval  de  Cristo.  Cuanto  más  se  desarrolló  esta  imagen 
de  Cristo,  tanto  más  tenía  que  aparecer  a los  cristianos  la  tradición 
griega  como  una  anima  natur alila  cristiana.  Si  se  pone  al  Dios  padre 
en  el  lugar  de  Agamenón  y a Cristo  en  el  lugar  de  Ifigcnia,  resulta  una 
relación  que  se  acerca  mucho  a la  imaginación  medieval.  Ciertamente, 
en  ésta  se  trata  de  un  padre  que  necesita  este  sacrificio  de  su  hijo  para 
que  la  humanidad  pueda  ser  conciliada  con  él.  El  Dios  que  exige  el 
sacrificio  se  ha  transformado  en  el  padre,  y el  sacrificio  que  exige  es 
ahora  su  propio  hijo.  Eso  ocurre  para  la  redención  de  la  humanidad  de 
la  justa  ira  del  padre  — de  la  ira  por  el  hecho  de  que  los  hombres  han 
violado  la  ley  de  Dios — , quien  necesita  una  satisfacción  suficientemente 


13  Idem. 


20 


grande  que  solamente  le  puede  dar  la  muerte  de  su  propio  hijo.  Por 
tanto,  este  se  ofrece  como  cordero  sacrificial.  La  propia  justicia  del 
padre  le  impide  perdonar  a los  hombres,  sin  una  satisfacción  tal. 

En  este  caso,  el  sacrificio  puede  tener  lugar  sin  que  haya  un  cambio 
parecido  al  que  hizo  Minerva  con  Ifigenia.  En  el  último  momento, 
Minerva  sustituyó  a Ifigenia  por  un  animal  de  sacrificio  para  que  ella 
le  pudiera  seguir  sirviendo  en  Taurcs  como  sacerdotisa.  Ahora  el  hijo 
es  efectivamente  sacrificado  y muerto,  pero  vive  su  resurrección.  Toda 
la  relación  sacrificial  llegó  a ser  trascendente.  La  sacerdotisa  Ifigenia  en 
el  país  de  los  tauros,  se  ha  transformado  en  el  Cristo  resucitado  que 
también  es  sacerdote.  Sin  embargo,  ahora  se  administra  a sí  mismo 
como  su  propio  sacrificio.  Cristo  es  ahora  el  sacerdote  que  no  sacrificó 
algún  animal  o algún  otro  hombre,  sino  a sí  mismo.  Siendo  Dios,  este 
sacrificio  tiene  un  valor  infinito.  Una  vez  realizado,  este  sacrificio,  en 
el  cual  Cristo  se  ha  hecho  a sí  mismo  el  cordero  sacrificial,  ya  no  puede 
haber  otro  sacrificio.  Ningún  otro  sacrificio  podría  ser  comparado  con 
el  suyo.  Dios  padre  lo  aceptó  y ahora  todos  los  hombres  pueden  ser 
conciliados  con  él.  Del  sacrificio  de  Cristo  se  sigue  con  necesidad 
implícita  que  solamente  puede  ser  el  último  sacrificio  de  todos.  Ningún 
otro  podría  ser  aceptado  por  Dios,  porque  éste  ha  recibido  la  satisfacción 
que  le  corresponde. 

No  se  trata  de  la  abolición  del  sacrificio,  sino  al  contrario,  de  su 
exaltación.  Tiene  la  misma  calidad  que  todos  los  sacrificios  anteriores, 
pero  a diferencia  de  ellos,  posee  un  valor  infinito.  Aplasta  a todos  los 
otros  sacrificios  porque  es  tan  grande,  que  ya  ningún  otro  tiene  lugar 
al  lado  de  él.  Y este  sacrificio  ha  sido  aceptado  por  Dios.  Esta  es  la 
teología  medieval  del  sacrificio,  la  cual  encontramos  ya  dibujada  en  la 
epístola  más  tardía  del  Nuevo  Testamento,  la  Epístola  a los  Hebreos, 
que  por  mucho  tiempo  se  ha  imputado  falsamente  a San  Pablo.  En  esta 
se  presenta  un  sacrificio  que  tiene  un  valor  infinito,  el  cual  reemplaza 
a lodos  los  sacrificios  pcnsables  y que  redime  a la  humanidad.  Por 
tanto,  ya  la  epístola  sostiene  que  después  del  sacrificio  de  Cristo,  no 
puede  haber  ningún  sacrificio  más.  No  obstante,  esta  imposibilidad  de 
nuevos  sacrificios  es  precisamente  una  consecuencia  sacrificial.  De 
hecho,  no  aparece  la  imaginación  de  un  mundo  sin  sacrificios,  sino  de 
un  mundo  que  ha  sido  llenado  de  un  solo  sacrificio  de  un  valor  infinito. 
Surge  un  mundo  en  el  cual  ya  no  queda  ni  un  solo  lugar  que  no  sea 
sometido  a este  sacrificio.  Sin  embargo,  surge  la  apariencia  de  un  mundo 
en  el  cual  había  sacrificios,  pero  ya  no  los  hay. 

Se  trata  de  un  mundo  sin  sacrificios  que  se  ha  hecho  real  como 
consecuencia  de  la  fertilidad  infinita  de  un  solo  sacrificio:  ese  es  el 
horizonte  de  la  Edad  Media.  La  fertilidad  esencial  de  un  sacrificio 
humano,  en  el  cual  el  ser  humano  sacrificado  es  Dios,  sigue  siendo  la 
base  de  esta  imaginación  de  un  mundo  sin  sacrificios.  De  esto  se  sacaba 
la  consecuencia:  nunca  más  debe  haber  otro  sacrificio.  Cada  nuevo 
sacrificio  sería  una  nueva  crucifixión  de  Cristo.  Así  surge  la  imaginación 


21 


de  enemigos  de  Cristo  y de  Dios,  que  desprecian  el  sacrificio  infinito 
de  Cristo,  que  ensucian  su  sangre  y que  vuelven  a crucificarlo,  a Cristo 
porque  no  se  someten  al  sacrificio  de  Cristo  y no  lo  hacen  fructífero 
para  su  propia  vida. 

De  esta  manera,  la  imaginación  de  una  humanidad  sin  sacrificios 
se  invierte  y se  transforma  en  una  agresión  en  contra  de  aquellos  que 
siguen  haciendo  otros  sacrificios  o que,  de  otra  manera,  desprecian  la 
sangre  de  Cristo  y que  por  tanto  vuelven  a crucificarlo.  Ahora  se  trata 
de  someter  a estos  enemigos  de  Cristo  para  crear  una  humanidad  que 
no  vuelva  a crucificarlo,  sustituyendo  su  sacrificio  infinito  por  sacrificios 
nuevos  y finitos.  Cristo  es  transformado  en  el  Señor  de  la  historia,  al 
cual  pertenece  todo,  porque  ha  redimido  todo: 

Y,  ciertamente,  todo  sacerdote  (precristiano)  está  en  pie,  día  tTas  día, 
oficiando  y ofreciendo  reiteradamente  los  mismos  sacrificios,  que 
nunca  pueden  borrar  pecados.  El  (Cristo  como  Sumo  Sacerdote),  por 
el  contrario,  habiendo  ofrecido  por  los  pecados  un  solo  sacrificio,  se 
sentó  a la  diestra  de  Dios  para  siempre,  esperando  desde  entonces 
hasta  que  sus  enemigos  sean  puestos  por  escabel  de  sus  pies.  En 
efecto,  mediante  una  sola  oblación  ha  llevado  a la  perfección  para 
siempre  a los  santificados.  También  el  Espíritu  Santo  nos  da  testimonio 
de  ello.  Porque,  después  de  haber  dicho:  ‘Esta  es  la  Alianza  que 
pactaré  con  ellos  después  de  aquellos  días,  dice  el  Señor:  pondré  mis 
leyes  en  sus  corazones  y en  su  mente  las  grabaré’,  añade:  ‘y  de  sus 
pecados  e iniquidades  no  me  acordaré  ya’.  Ahora  bien,  donde  hay 
remisión  de  estas  cosas,  ya  no  hay  oblación  por  el  pecado  (Hcb. 
10,11-18). 

Pero,  ¿que  están  haciendo  aquellos  que  vuelven  a hacer  sacrificios 
pre-cristianos? 

Porque  es  imposible  que  cuantos  fueron  una  vez  iluminados,  gustaron 
el  don  celestial  y fueron  hechos  partícipes  del  Espíritu  Santo...  y a 
pesar  de  todo  cayeron,  se  renueven  otra  vez  mediante  la  penitencia, 
pues  crucifican  por  su  parte  de  nuevo  al  Hijo  de  Dios  y le  exponen 
a pública  infamia  (Hcb.  6,  4-6). 

La  idea  de  que  aquellos  que  crucifican  a Cristo,  lo  abandonan,  no 
creen  en  el,  recibe  de  esta  manera  un  trasfondo  extremamente  agresivo. 
Nunca  más  Cristo  debe  ser  crucificado.  No  obstante,  ellos  lo  vuelven 
a crucificar.  Por  lo  tanto,  se  convierten  en  enemigos  de  Dios  a los 
cuales  se  reprocha  que  están  golpeando,  latigando  y ofendiendo  a Cristo. 
No  debe  haber  otro  sacrificio,  sin  embargo  ellos  sacrifican  de  nuevo  a 
Cristo.  Precisamente,  si  realizan  sacrificios  de  tipo  prc-cristiano,  eso  se 
considera  una  nueva  crucifixión  de  Cristo: 

Porque  si  voluntariamente  pecamos  después  de  haber  recibido  el  pleno 
conocimiento  de  la  verdad,  ya  no  queda  sacrificio  por  los  pecados. 


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sino  la  terrible  espera  del  juicio  y la  furia  del  fuego  pronto  a devorar 
a los  rebeldes.  Si  alguno  viola  la  ley  de  Moisés  es  condenado  a 
muerte  sin  compasión,  por  la  declaración  de  dos  o tres  testigos.  ¿Cuánto 
más  grave  castigo  pensáis  que  merecerá  el  que  pisoteó  al  Hijo  de 
Dios,  y tuvo  como  profana  la  sangre  de  la  Alianza  que  le  santificó, 
y ultrajó  al  Espíritu  de  la  gracia?  Pues  conocemos  al  que  dijo:  ‘Mía 
es  la  venganza,  yo  daré  lo  merecido’.  Y también:  ‘El  Señor  juzgará 
a su  pueblo’  ¡Es  tremendo  caer  en  las  manos  del  Dios  vivo!  (Hcb.  10, 
26-31). 

En  realidad,  es  tremendo  que  sea  tremendo  caer  en  las  manos  del 
Dios  vivo.  Lo  que  se  anuncia  aquí  es  la  crucifixión  de  los  cruci Picadores, 
el  instrumento  central  de  dominación  del  imperio  cristiano.  Esta  Epístola 
a los  Hebreos,  interpreta  en  forma  extrema  la  fe  de  Abraham  como 
disposición  a matar  a su  hijo  Isaac.  Se  trata  de  la  misma  epístola  en  la 
cual,  entre  los  ejemplos  de  fe  viva,  es  destacado  Jcftc  (Hcb.  11,  32-34), 
quien  sacrifica  a su  hija  en  gratitud  por  una  victoria  en  la  guerra.  Esta 
historia  de  Jefté  pareciera  una  replica  del  sacrificio  de  Ifigcnia  por 
Agamenón. 

Ciertamente,  la  Epístola  a los  Hebreos  se  escribe  cuando  el 
cristianismo  todavía  no  es  religión  imperial,  sino  que  es  perseguido  por 
el  imperio.  Por  eso  se  dirige  sobre  todo  en  contra  de  los  desertores. 
Pero  a medida  que  el  imperio  se  cristianiza,  este  asume  precisamente 
estas  ideas  para  interpretarlas  desde  su  punto  de  vista.  Además,  es 
probable  que  el  imperio  se  cristianiza  justamente  por  el  hecho  de  que 
puede  asumir  estas  ideas  y convertirlas  en  una  ideología  imperial.  De 
esta  forma,  el  cristianismo  permite  una  legitimación  completamente 
nueva  del  poder  imperial. 

Ahora  el  imperio  lucha  en  contra  de  todos  los  que  se  le  resisten, 
en  cuanto  cruci Picadores  de  Cristo.  Todo  lo  que  no  está  sometido  al 
poder  del  imperio,  es  transformado  en  crucificador  de  Cristo  para  ser 
crucificado  como  crucificador.  La  crucifixión  de  los  crucificadorcs  da 
una  legitimación  insospechada  a la  agresividad  imperial,  con  la  cual  no 
contaba  el  imperio  romano  y que  transforma  al  cristianismo  en  un 
instrumento  tan  apreciablc  para  el  poder  imperial.  Ahora,  el  mismo 
imperio  lucha  por  un  mundo  en  el  cual  ya  no  hay  sacrificios.  Aquellos 
en  contra  de  los  cuales  lucha,  siguen  haciendo  sacrificios,  y por  tanto, 
desprecian  la  sangre  de  Cristo.  Después  de  declarar  tremendo  caer  en 
las  manos  del  Dios  vivo,  resultó  mas  tremendo  aún  caer  en  las  manos 
de  sus  vicarios  en  la  tierra,  en  las  manos  del  imperio  cristiano. 

Por  tanto,  retoman  en  la  Edad  Media  los  sacrificios  humanos, 
precisamente  para  que  no  haya  más  sacrificios  humanos.  Todos  los 
enemigos  son  considerados  crucificadorcs  que  realizan  sacrificios  hu- 
manos. Consecuentemente,  tienen  que  morir  para  que  no  haya  tales 
sacrificios.  Aparecen  las  hogueras,  en  las  cuales  se  quema  a aquellos 
que  siguen  crucificando  a Cristo  y siguen  haciendo  otros  sacrificios.  Se 
trata  de  hogueras  que  se  hacen  delante  de  las  catedrales,  y cuando  sube 


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la  llama,  los  creyentes  cantan  el  Te  Dcum.  Ni  siquiera  notan  que  están 
realizando  sacrificios  humanos,  sin  ninguna  secularización  y en  forma 
religiosa.  No  obstante,  creen  estar  realizando  un  mundo  sin  sacrificios 
humanos.  Los  ejércitos  del  imperio  cristiano  estaban  todo  el  tiempo 
dedicados  a crucificar  crucificadorcs  y,  de  esta  manera,  aumentar  el 
imperio.  Cuando  descubrieron  America,  constataron  que  en  aquellas 
culturas  se  realizaban  sacrificios  humanos.  Por  consiguiente,  se  fueron 
a impedirlos  sacrificando  frente  a sus  catedrales  a aquellos  que  cometían 
sacrificios  humanos,  cantando  el  Te  Deum.  De  nuevo,  a pocos  se  les 
ocurrió  que  se  estaban  realizando  sacrificios  humanos  para  que  no  hubiera 
más  sacrificios  humanos  14. 

En  la  conciencia  de  los  ejércitos  cristianos,  se  trataba  justamente 
de  la  lucha  final  en  contra  de  los  sacrificios  humanos,  en  contra  de 
aquellos  que  vuelven  a crucificar  a Cristo.  Se  trataba  de  una  lucha  para 
no  perder  la  fertilidad  del  sacrificio  infinitamente  valioso  de  Cristo. 
Para  que  el  sacrificio  de  Cristo  no  perdiera  su  valor  infinito  de  asegurar 
que  nunca  más  hubiera  sacrificios  humanos,  se  pasaba  al  sacrificio 
humano  15. 

Nuevamente  se  cierra  el  circuito  sacrificial,  aunque  sea  en  una 
perspectiva  trascendente.  Se  ha  realizado  un  sacrificio,  y éste  no  debe 
haber  sido  en  balde.  El  sacrificado  murió  por  la  salud  del  mundo  entero. 
Murió  en  balde  en  el  caso  de  que  no  traiga  la  salud  al  mundo  entero. 
Aquellos  que  desprecian  la  sangre  de  este  sacrificio  infinito,  quieren 
que  su  sacrificio  sea  en  balde.  Pero,  si  murió  sin  sentido,  entonces  todo 
es  una  gran  mentira.  El  hecho  del  sacrificio  hace  que  no  haya  vuelta 
atrás,  y que  todos  los  puentes  estén  quemados.  Ya  no  se  trata  solamente 
de  Troya:  ahora  hay  que  conquistar  el  mundo  entero,  para  que  Cristo 
no  haya  muerto  sin  sentido.  Si  hubiera  muerto  sin  sentido,  no  habría 
Dios;  él  resultaría  ser  un  gran  fraude  porque  ya  no  podemos  saber  para 
que  vivimos.  Los  que  no  creen  en  Dios  quieren  que  este  sacrificio 

Ver  Gutiérrez,  Gustavo,  Dios  o el  oro  en  ¡as  Indias.  CEP,  Lima,  19S9.  Gutiérrez  es  uno 
de  los  pocos  que  ha  elaborado  el  papel  que  esta  antisacrificialidad  sacrificial  ha  jugado  en  la 
conquista  de  América.  Lo  demuestra  especialmente  en  el  enfrentamiento  de  García  de  Toledo 
con  Bartolomé  de  las  Casas.  Según  García  de  Toledo: 

“El  éxito  de  la  campaña  lascasita  — en  la  que  se  embarcaban  engañados  ‘todos  los 
teólogos’ — habría  significado  el  regreso  al  primer  engaño,  a la  idolatría.  Comenta 
escandalizado  el  autor:  ‘miren  qué  treta  tan  delicada  oara  tomar  a echar  las  tcnicblas  de  la 
infidelidad  y idolatría  y sacrificios  de  hombres,  y comer  carne  humana  y vivir  con  bestias.’” 
(pág.  66).  Según  Gutiérrez,  Sarmiento  de  Gamboa  insiste  todavía  mucho  más  en  eso.  Como 
resultado,  la  idolotría  del  oro  de  los  conquistadores  surge  a la  sombra  de  esta  su  aparente  anti- 
idolatría.  Son  los  conquistadores  quienes  realizan  sacrificios  humanos.  Sin  embargo,  los 
interpretan  y los  viven  como  si  fueran  acciones  en  contra  de  la  idolatría  y de  los  sacrificios 
humanos. 

*5  Creo  que  Rcné  Girard  nove  esta  inversión  del  sacrificio  humano,  lo  que  lo  lleva  a creer 
que  con  el  cristianismo,  efectivamente  empezó  un  sociedad  sin  sacrificios.  Ciertamente,  eso 
está  en  su  origen.  No  obstante,  la  inversión  reconstituyó  el  sacrificio.  Es  un  sacrificio  en  el 
cual  el  “chivo  expiatorio”  pierde  el  carácter  de  sagrado  y es  transformado  en  pura  negación, 
mientras  el  sacrificio  se  hace  invisible  para  los  propios  sacrificadorcs. 


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infinito  sea  en  balde,  y que  Dios  sea  un  simple  asesino  de  su  hijo.  Hay 
que  conquistar  el  mundo  entero  para  demostrar  que  Dios  existe.  Para 
que  el  sacrificio  tenga  sentido,  hace  falta  comprobar  que  lo  tiene.  La 
conquista  del  mundo  entero  es  la  prueba  de  que  el  sacrificio  ha  tenido 
sentido.  Así  también,  de  la  boca  de  este  Cristo  de  la  ortodoxia  medi- 
eval, grita  la  Ifigcnia  cristianizada:  “Matadme,  pues;  devastad  a Troya... 
que  esclavos  son  unos,  libres  los  otros”. 

Sin  embargo,  la  fe  de  Abraham  no  era  la  fe  en  un  sacrificio  original 
con  una  fertilidad  tal  que  aplasta  a todos  los  otros  sacrificios,  sino  un 
mundo  sin  sacrificio,  y por  tanto,  sin  sacrificio  original  también.  En  la 
Edad  Media  pareciera  no  existir  esta  fe  de  Abraham.  No  obstante,  sigue 
existiendo;  sólo  que  se  la  ha  trasladado  al  infierno  bajo  el  nombre  de 
Lucifer.  En  realidad,  la  Edad  Media  lucha  en  contra  de  esta  fe  de 
Abraham,  que  es  a la  vez  la  fe  de  Jesús.  Se  la  considera  una  fe  judía, 
y la  lucha  en  contra  de  ella,  lleva  al  odio  a los  judíos.  Sobre  esto  dice 
Fricdrich  Hccr: 

El  odio  asesino  a los  judíos  de  parte  de  los  cristianos  desde  el  siglo 
IV  al  siglo  XX,  se  dirige  en  su  dimensión  más  profunda  en  contra  del 
judío  Jesús,  del  cual  los  cristianos  desesperan,  al  cual  odian,  al  cual 
responsabilizan  — junto  con  el  diablo  y los  judíos — por  la  carga 
pesada  de  la  historia.  En  miles  de  imágenes  el  judío  Jesús  es 
mortificado:  el  Kirios,  el  Truchtin...  el  emperador  celestial  y el  rey 
celestial  Cristo,  tienen  rasgos  imperiales,  papales,  reales  y de  Júpiter. 

Eso  vale  todavía  para  Miguel  Angel.  El  judío  Jesús  tiene  la  culpa... 

Un  análisis  de  psicología  profunda  de  teólogos  y legos  cristianos  y de 
conductores  de  la  iglesia,  muchas  veces  daría  la  visión  de  este  abismo 
en  la  profundidad  del  alma  donde  se  oye  al  judío  Jesús.  El  judío  Jesús 
que  es  sustituido  por  la  segunda  persona  divina,  el  emperador  celestial, 
el  Kirios,  el  Dios  Jesucristo  16. 

Este  judío  Jesús  es  precisamente  el  Jesús  con  la  fe  de  Abraham,  es 
el  verdadero  adversario  del  cristiano  que  lucha  en  contra  de  él  en  su 
propio  mundo.  Todos  aquellos  que  el  imperio  crucifica  como 
crucificadorcs  de  Cristo,  son  justamente  aquellos  en  cuyo  nombre  Jesús 
actuó.  La  agresividad  y actividad  desarrollada  por  el  imperio  cristiano 
es  la  consecuencia  del  hecho  de  que  lucha  en  contra  de  esta  fe,  diaboli- 
zándola.  Por  esta  razón,  la  fe  de  Abraham  no  está  ausente.  Las  fuerzas 
del  imperio  aparecen  solamente  porque  están  luchando  en  contra  de 
esta  fe. 

La  población  judía  no  encuentra  ninguna  respuesta.  Es  encerrada 
en  el  ghetto,  y en  el  ghetto  se  encierra  a sí  misma.  Aparece  una  mística 
del  sufrimiento  que  no  permite  ninguna  salida,  excepto  una  muy  alejada 
esperanza  de  una  venganza  de  Dios,  que  ni  es  anunciada  firmemente  ni 


1 6 Uecr,  Friedrich,  Goltes  erste  Liebe.  Die  Juden  imSpannungsfeld der  Geschichte.  Ullstcin 
Sachbuch,  Frankfurt/Berlin  1986,  S.  548. 


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anticipada  de  ninguna  forma.  Aparece  una  perspectiva  infinita  del  sufri- 
miento que,  por  su  parte,  produce  un  sentido  de  culpa  que  se  dirige  más 
bien  en  contra  de  sí  mismos. 

Micha  Josef  bin  Gorion,  en  sus  leyendas  judías  bíblicas  describe 
un  cuento  legendario  del  sacrificio  de  Isaac,  que  representa  esta  situación 
17.  No  dice  de  que  tiempo  es  esta  leyenda,  pero  hay  pocas  dudas  de  que 
provenga  de  la  Edad  Media. 

Muestra  a Abraham  con  Isaac,  al  subir  al  monte  Moriah.  Ellos 
encuentran  a Satanás,  que  los  trata  de  seducir  con  las  siguientes  pala- 
bras: 

Jamás  Dios  ofenderá  a un  hombre  de  una  manera  tal  que  le  diga:  anda 
y mata  a tu  hijo. 

Como  se  ve,  la  tentación  de  Satanás  es  lo  contrario  de  lo  que  es  la 
tentación  de  Abraham,  según  la  Biblia.  En  esta  la  tentación  de  Abraham 
es  el  peligro  de  creer  que  la  exigencia  del  sacrificio  de  su  hijo  podría 
venir  de  Dios.  Ahora  sin  embargo,  la  tentación  es  tener  la  fe  de  Abraham 
y creer  que  la  exigencia  de  sacrificar  a su  hijo,  pueda  ser  una  exigencia 
de  Dios.  En  la  leyenda,  Abraham  resiste  a la  tentación  de  rechazar  el 
sacrificio  de  su  hijo. 

Se  puede  entender  la  razón:  está  en  juego  el  sentido  del  sufrimiento 
de  estos  judíos.  Viven  de  un  pogrom  al  otro,  no  obstante,  creen  a la  vez 
ser  los  hijos  de  Dios  y de  Abraham.  Por  tanto,  su  sufrimiento  no  puede 
ser  sino  la  voluntad  de  Dios.  Dios  sacrifica  a sus  hijos,  Abraham  sacri- 
fica a su  hijo.Pero  lo  único  que  tienen  es  la  fe  en  el  Dios  de  Abraham. 
Por  consiguiente,  sacan  la  conclusión:  la  tentación  es  creer  que  Dios  no 
pueda  hacer  eso.  Sin  embargo,  eso  significa  que  la  tentación  de  Abraham 
sea  creer  que  Dios  no  pueda  exigir  el  sacrificio  de  Isaac.  Ellos  insisten 
en  que  su  sufrimiento  viene  de  Dios. 

Se  puede  entender  esto,  si  bien  nos  lleva  a la  renuncia  a cualquier 
resistencia  que  habría  resultado  de  la  fe  de  Abraham.  De  hecho,  renuncian 
a la  fe  de  Abraham  que  consistía  en  no  matar  a su  hijo.  Parecen  arrolla- 
dos en  su  alma  por  el  cristianismo  medieval,  con  el  resultado  de  que  ya 
ni  siquiera  pueden  pensar  su  propia  libertad.  Consecuentemente,  asu- 
men una  interpretación  del  sacrificio  de  Isaac  que  viene  precisamente 
del  cristianismo,  y que  es  la  dominante  en  la  Edad  Media  cristiana. 
La  leyenda  cuenta  la  historia  del  sacrificio  desde  esta  perspectiva: 

Al  tercer  día  Abraham  levantó  sus  ojos  y vio  desde  lejos  el  lugar  que 
Dios  le  había  señalado;  por  encima  había  una  columna  de  fuego  que 
llegaba  de  la  tierra  hasta  el  ciclo  y una  nube  que  estaba  sobre  el  cerro 
encubrió  la  magnificencia  de  Dios...  Abraham  se  dio  cuenta  de  que 
a Dios  le  agradaba  su  hijo  Isaac  como  holocausto. 

^ 7 Micha  Josef  bin  Gorion,  Sagender  Juden  zur  Dibel.  Insel,  Frankfurt  /M,  1980.  “Von  der 
Opfcrung  Isaaks”  (S.l  13-121). 


26 


Cuando  Isaac  pregunta  dónde  está  el  animal  para  el  sacrificio, 
Abraham  le  contesta: 

Mi  hijo,  el  Señor  te  ha  escogido  para  que  tú  seas  el  sacrificio  inocente 
en  lugar  del  cordero.  Isaac  dijo:  ‘todo  lo  que  el  Señor  ordenó  lo  voy 
a hacer  con  alegría  y valentía’.  Y Abraham  siguió  diciendo:  ‘mi  hijo, 
confiesa  abiertamente  si  no  hay  en  tu  corazón  algún  pensamiento  en 
contra  de  esta  orden  y si  tú  no  tratas  de  encontrar  alguna  salida’.  Isaac 
contestó  a su  padre  Abraham  y dijo:  ‘por  el  Dios  vivo...  ninguna 
pierna  de  mis  piernas,  ninguna  parte  de  mi  carne  tiembla  delante  de 
esta  palabra,  no  tengo  ningún  mal  pensamiento,  mi  corazón  es  alegre 
y valiente  y quisiera  decir:  alabado  el  Señor  que  hoy  me  escogió  a mí 
como  holocausto’. 

Abraham  se  alegraba  mucho  de  estas  palabras  de  Isaac...  Isaac  dijo  a 
su  padre:  ‘Amárrame  firmemente,  padre,  y encadéname  y después 
ponme  en  el  altar  para  que  no  me  mueva  y no  me  safe  cuando  el 
cuchillo  entre  en  mi  carne  y para  que  no  blasfeme  al  altar  del 
holocausto...  rápido,  padre,  apúrate  y realiza  en  mí  la  voluntad  del 
Señor,  nuestro  Dios’.  Los  corazones  de  Abraham  c Isaac  se  alegraban: 
el  ojo  lloraba  amargamente,  pero  el  corazón  estaba  alegre. 

Después  que  Dios  había  impedido  el  sacrificio  y Abraham  había 
sacrificado  a un  animal  en  lugar  de  su  hijo,  regó  “el  altar  con  la  sangre 
del  cordero  y dijo:  ‘eso  por  mi  hijo,  esta  sangre  sea  aceptada  por  el 
Señor  como  si  fuera  la  sangre  de  mi  hijo’”. 

Lo  que  aquí  se  dice  sobre  Isaac,  es  la  idea  de  perfección  de  estos 
judíos  enfrentados  al  estallido  del  pogrom.  No  quieren  dudar  de  su 
Dios.  Por  eso  no  ven  ninguna  otra  salida,  sino  mirar  esta  muerte  como 
si  viniera  de  la  mano  de  Dios.  Por  tanto,  la  ven  como  un  castigo  de  sus 
pecados,  aunque  ni  ellos  mismos  tienen  la  más  mínima  idea  de  qué 
pecados  se  podría  tratar. 

Poliakov  cita  un  texto  que  viene  de  este  tiempo  de  la  Edad  Media, 
y que  expresa  esta  resignación: 

Ningún  profeta,  ningún  sabio  y ningún  científico  puede  entender  por 
qué  los  pecados  de  la  comunidad  (judía)  fueron  considerados  tan 
graves  como  si  hubieran  derramado  sangre,  así  que  solamente  la  muerte 
podría  dar  la  satisfacción.  Sin  embargo,  ¡él  es  verdaderamente  un 
juez  justo  y la  culpa  la  tenemos  nosotros!  Nuestros  pecados  hicieron 
posible  el  triunfo  del  enemigo;  la  mano  pesada  del  Señor  está  sobre 
su  pueblo  18. 

Esto  precisamente  lleva  a la  aceptación  de  la  interpretación  del 
sacrificio  de  Isaac  de  la  Edad  Media  cristiana,  que  mueve  la  persecución 
cristiana  a la  cual  se  ven  enfrentados.  Una  oración  judía  de  este  tiempo, 
igualmente  citada  por  Poliakov,  puede  demostrar  eso. 

1 8 Poliakov,  Léon,  Geschichte  des  Aniisemitismus.  Worms,  1979, 1.  Von  der  Antike  bis  zu 
den  Kreuzzügen.  I.S.81. 


27 


La  sangre  de  los  justos  sea  nuestro  mérito  y nuestra  satisfacción,  para 
nosotros,  para  nuestros  hijos  y para  nuestros  nietos  por  toda  la 
eternidad,  como  el  sacrificio  de  Abraham,  quien  encadenó  a su  hijo 
Isaac  al  altar  para  el  sacrificio.  Que  los  puros,  estos  perfectos  y justos, 
sean  nuestros  intercesores  delante  del  Dios  eterno  y que  nos  libere 
pronto  de  nuestro  cautiverio...  Amén 

Esta  oración  tiene  el  mismo  sentido  de  la  leyenda  citada 
anteriormente.  Abraham  sacrifica  a Isaac  e Isaac  se  sacrifica  a sí  mismo, 
en  cuanto  que  asume  este  sacrificio  en  su  propia  voluntad.  Al  hacer  eso, 
surge  una  lógica  del  sacrificio.  Obviamente,  este  Isaac  es  visiblemente 
parecido  a la  Ifigcnia  en  Aulide  de  Eurípides  y al  Cristo  medieval.  No 
tiene  ninguna  relación  con  el  sacrificio  abrahámico  de  Isaac.  Lo  que  era 
la  libertad  de  Abraham,  ni  siquiera  para  los  judíos  sigue  siendo  algo 
posible  dentro  de  su  conciencia. 

Sin  embargo,  los  judíos  no  orientan  su  mística  sacrificial 
agresivamente  hacia  afuera,  como  ocurre  en  el  cristianismo.  Este,  al 
interpretar  la  muerte  sacrificial  de  Cristo  como  redención  de  la 
humanidad,  crea  la  necesidad  de  hacer  fértil  esa  muerte  sacrificial  para 
todos  los  hombres.  En  consecuencia,  se  dirige  en  contra  de  todos  aquellos 
que  desprecian  la  sangre  de  Jesús  en  esta  su  muerte  sacrificial.  Como 
denominador  común  para  todos  estos  enemigos,  que  siguen  crucificando 
a Cristo,  se  elige  a los  judíos,  con  el  resultado  de  que  esta  agresividad 
se  dirige  primariamente  en  contra  de  ellos.  Los  judíos  no  crean  una 
agresividad  contraria,  sino  que  dirigen  la  agresividad  resultante  del 
sacrificio  en  contra  de  sí  mismos. 

La  leyenda  citada  con  la  situación  de  Isaac,  en  la  cual  este  espera 
alegremente  el  cuchillo  del  padre,  interpreta  la  autodcstrucción  frente  a 
una  amenaza  en  relación  a la  cual  no  se  saben  comportar.  Toda  esta 
situación  sacrificial,  no  obstante,  ya  implica  aquella  actuación  en  la 
cual  comunidades  judías  enteras  cometen  suicidio  colectivo  frente  al 
estallido  del  pogrom,  matándose  mutuamente,  inclusive  a sus  hijos. 
Mutuamente  se  comportan  a la  vez  como  Abraham  e Isaac. 

Poliakov  describe  esta  situación  de  la  manera  siguiente: 

Especialmente  el  sacrificio  de  niños  que  fueron  matados  por  sus  propios 
padres,  es  comparado  con  el  sacrificio  ofrecido  por  Abraham;  la  historia 
del  patriarca  y de  su  hijo  se  trasforma,  bajo  el  nombre  de  la  Akcda 
(sacrificio  de  Isaac),  en  el  símbolo  del  martirio  judío.  En  uno  de  los 
lugares  más  trágicos  de  la  crónica  de  Salomo-Bar-Simcon  se  cuenta 
como  Isaac  el  Pío  de  Worms,  fue  bautizado  forzosamente.  En  la 
noche  lleva  a sus  dos  hijos  a la  sinagoga,  los  degolla  en  el  altar, 
vuelve  a la  casa  para  prenderle  fuego,  después  regresa  a la  sinagoga, 
la  incendia  y muere  él  mismo  en  las  llamas 20. 

1 9 Idem. 

20  Ib'ui.,  S.82. 


28 


Se  trata  de  una  destrucción  interior  que  sigue  la  única  respuesta  a 
la  agresividad  cristiana  orientada  hacia  afuera.  El  mismo  sacrificio  que 
el  cristianismo  dirige  agresivamente  en  contra  de  los  judíos,  éstos  lo 
dirigen  en  contra  de  sí  mismos,  internalizándolo.  Se  trata  de  una 
destrucción  interna,  que  paraliza  y que  añade  al  ghetto  impuesto  desde 
el  exterior,  un  ghetto  autoimpucsto.  Cuando  el  cristianismo  es  traído 
por  la  fuerza  a América,  provoca  en  la  población  aborigen  una 
paralización  interna  análoga. 

De  esta  forma,  la  Ifigcnia  de  Eurípides  es  cristianizada  y traducida 
al  lenguaje  religioso  de  la  Edad  Media.  Ya  no  se  trata  de  la  Ifigcnia  que 
en  el  país  de  los  lauros  sacrifica  a los  griegos  por  odio  en  contra  de 
Grecia.  Ella  se  ha  transformado  en  el  Cristo,  en  cuyo  nombre  se  sacrifica 
a los  seres  humanos  por  amor,  mientras  el  imperio  cristiano  lucha  por 
un  mundo  sin  sacrificios  humanos.  Ambos  realizan  sacrificios  huma- 
nos, pero  su  sentido  se  ha  invertido.  Eso  explica  el  que  la  Ifigcnia 
cristiana  no  tenga  ni  la  más  mínima  conciencia  del  hecho  de  que  realiza 
sacrificios  humanos.  Por  consiguiente,  su  conciencia  no  reacciona  en 
contra.  Su  conciencia  la  empuja  más  bien  a la  realización  de  estos 
sacrificios  humanos.  Aparece  así  un  cristianismo  que  por  razones  de 
conciencia,  no  puede  renunciar  al  sacrificio  humano.  Se  ha  creado 
verdaderamente  una  Cristo-Ifigcnia. 


XIX.  La  Ifigenia  burguesa 

El  imperio  cristiano  encuentra  su  lógica  en  la  expansión  por  la 
crucifixión  de  crucificadorcs,  que  es  llamada  cruzada.  Desde  el  siglo 
XVI  en  adelante,  esta  lógica  es  reemplazada  cada  vez  más  por  la  lógica 
de  la  sociedad  burguesa,  que  la  burguesía  de  los  siglos  XVI  y XVII 
vive  c interpreta  como  ley  de  Dios  en  el  sentido  del  “pondré  mis  leyes 
en  sus  corazones  y en  sus  mentes  las  grabaré,  y de  sus  pecados  c 
iniquidades  no  me  acordaré  ya”.  Se  trata  de  la  ley  del  mercado,  que  por 
lo  menos  a partir  de  John  Lokc,  es  asumido  a la  vez  como  una  ley  de 
Dios  en  este  sentido  y como  ley  natural.  El  imperio  es  ahora  burgués 
y llega  a ser  el  representante  de  esta  ley  natural.  Ya  no  le  es 
imprescindible  el  manto  cristiano  y se  puede  secularizar  a partir  de  esta 
ley  natural. 


1.  La  secularización  del  cielo  mítico 
de  la  Edad  Media 

Los  pensadores  burgueses  de  este  tiempo  dicen  que  el  mismo  Dios 
escribió  esta  ley  en  el  corazón  del  hombre.  La  secularización  burguesa 
del  cielo  mítico  de  la  Edad  Media  por  la  Iluminación  continuará  con 


29 


estos  mitos,  dándoles  una  forma  secularizada  y organ izándolos  alrededor 
de  la  ley  natural.  La  secularización  da  al  mundo  mítico  medieval  una 
forma  tal,  que  este  pierde  su  carácter  religioso  y parece  ser  el  resultado 
de  la  razón  misma.  En  esta  forma,  sin  embargo,  se  mantiene  y se 
universaliza  más  allá  de  las  fronteras  de  la  vigencia  de  la  religión 
cristiana.  La  colonización  portuguesa  y española  es  cristiana;  la  inglesa 
y todas  las  posteriores  ya  no  lo  son,  y no  necesitan  serlo.  Dándole  al 
mundo  mítico  una  forma  secular,  y vinculándolo  con  la  ley  natural 
burguesa,  la  forma  religiosa  sobra,  aunque  se  la  use  complementa- 
riamente y se  la  pueda  usar. 

En  lugar  del  Lucifer-Satanás  aparece  el  caos,  y la  ley  natural,  que 
no  es  más  que  la  ley  del  mercado,  lucha  en  contra  de  este  caos.  El  caos 
tiene  todas  las  características  de  este  Lucifer-Satanás,  y algunas  más 
aún.  La  ley  natural  salva  del  caos,  que  muchas  veces  sigue  llevando  el 
nombre  de  Lucifer.  Hoy  todo  el  mundo  sabe  que  Lucifer  es  el  caos,  y 
que  el  caos  se  llama  Lucifer.  Lo  que  todo  el  mundo  no  sabe,  es  que 
Lucifer  es  uno  de  los  nombres  más  primitivos  de  Jesús.  No  se  lo  quiere 
saber  tampoco,  porque  no  se  quiere  saber  que  el  mismo  Jesús  de  Nazarcth 
ha  sido  sumergido  en  este  caos,  aquel  Jesús  al  cual  Fricdrich  Hccr 
llamaba  el  judío  Jesús.  Sigue  en  el  infierno,  a pesar  de  que  este  ha  sido 
secularizado  como  caos. 

La  ley  natural,  como  ley  del  mercado,  mantiene  en  jaque  al  caos. 
En  todas  partes  donde  se  ve  amenazada,  se  ve  la  amenaza  de  este  caos, 
y con  eso  la  amenza  de  la  despotía.  El  caos  lleva  a la  despotía,  que  no 
es  más  que  un  caos  ordenado.  No  obstante,  despotía  es  cualquier  resis- 
tencia en  contra  de  las  leyes  del  mercado  o cualquier  intento  de  intervenir 
en  ellas.  Aparece  una  nueva  ley  de  Dios,  secularizada  como  ley  natu- 
ral, que  sustituye  la  ley  religiosa  del  imperio  cristiano  medieval.  Ahora, 
talos  aquellos  que  no  viven  bajo  la  ley  del  mercado  o que  ejercen 
resistencia  en  contra  de  ella,  son  considerados  como  enemigos  de  la 
humanidad  — Locke  dice  sobre  todo:  enemigos  de  la  especie  huma- 
na— , como  lo  eran  en  la  Edad  Media  los  que  despreciaban  la  sangre 
de  Cristo.  Mientras  en  la  Edad  Media  se  crucificaba  a los  hombres  que 
resistían  al  poder  dominante  por  ser  crucificadorcs,  se  dice  ahora: 
despotía  para  los  que  quieren  la  despotía,  esclavitud  para  aquellos  que 
nos  quieren  hacer  esclavos,  muerte  para  aquellos  que  nos  quieren  matar. 
John  Locke  fue  el  primero  que  formuló  esta  inversión,  y sigue  siendo 
el  clásico  de  esta  secularización;  después  lo  dice  San  Justo:  ninguna 
libertad  para  los  enemigos  de  la  libertad.  También  Popper  lo  dice: 
ninguna  tolerancia  para  los  intolerantes.  Y siempre  son  aquellos  que  no 
quieren  vivir  bajo  la  ley  del  mercado,  o resisten  a ella,  los  que  quieren 
instaurar  la  despotía,  los  que  nos  quieren  hacer  esclavos,  los  que  nos 
quieren  matar,  los  que  son  intolerantes.  Por  tanto,  se  concluye  que  hay 
que  someterlos  a ellos  precisamente  a la  despotía,  hacerlos  esclavos, 
matarlos,  quitarles  la  libertad  y ser  intolerantes.  John  Locke  conoce  tres 
poderes  legítimos:  el  poder  patriarcal  en  la  familia,  el  poder  político  en 


30 


el  Estado  y el  poder  despótico  frente  a todos  los  que  no  tienen  propiedad, 
especialmente  los  esclavos  21. 

La  despotía  es  todo  lo  que  no  se  somete  a las  leyes  del  mercado, 
todas  las  sociedades  que  no  son  repúblicas  del  mercado.  El  poder 
despótico  legítimo  es  un  poder  absoluto  y sin  leyes,  necesario  para 
poner  en  jaque  esta  otra  despotía.  Para  John  Locke  y Adam  Smith, 
prácticamente  lodos  los  países  del  mundo,  excepto  Inglaterra,  son  países 
despóticos.  Los  indios  de  America  del  Norte,  los  africanos  de  toda 
Africa,  todas  las  sociedades  asiáticas,  son  despotías  ilegítimas.  El  poder 
despótico  de  los  países  libres,  es  un  poder  legítimo  frente  a ellos.  Una 
contra-dcspotía  que  destruirá  todas  las  despotías  22.  Adam  Smith  no  tiene 
ni  una  duda  de  que  el  poder  despótico  ejercido  por  la  burguesía,  es 
incluso  más  despótico  que  las  despotías  que  el  quiere  superar.  Sin 
embargo,  siendo  la  despotía  de  la  libertad,  es  una  despotía  preferible. 
En  consecuencia,  puede  decir: 

Por  poca  que  sea  la  protección  que  las  leyes  dispensen  a los  esclavos 
contra  la  violencia  de  sus  señores,  mucho  más  fácil  ha  de  ser  la 
ejecución  de  aquella  ley  favorable  en  donde  el  gobierno  se  maneja  de 
un  modo  monárquico,  que  donde  se  aproxima  más  al  estado 
republicano.  En  cualquier  parte  en  que  se  halle  establecida  la  inhumana 
ley  de  esclavitud,  el  magistrado  a cuyo  cargo  está  la  protección  de  los 
siervos  viene  a mezclarse  de  un  modo  indirecto  en  el  manejo 
económico  de  las  haciendas  del  señor  de  ellos;  y en  un  país  libre,  en 
que  este  amo  es  miembro  de  la  Asamblea,  o uno  de  los  electores  de 
tales  miembros,  el  magistrado  no  se  atreve  a proteger  al  esclavo  sino 
con  mucha  timidez  y precaución,  determinando  estos  respetos  que 
suele  verse  obligado  a guard;ir,  que  aquella  protección  sea  tibia  y a 
veces  absolutamente  desatendida  22. 


Da  un  ejemplo  impresionante: 

Habiendo  mandado  Vedio  Pollion,  en  presencia  de  Augusto,  que 
hiciesen  pedazos  a un  esclavo  suyo  por  una  leve  falta  que  había 

L 1 “Tenemos  pues,  que  la  Naturaleza  otorga  el  primero  de  estos  poderes , el  paternal,  al  padre 
y a la  madre,  en  beneficio  de  sus  hijos,  durante  la  minoría  de  edad  de  estos,  a fin  de  que  esos 
padres  suplan  la  falta  de  habilidad  y de  inteligencia  para  disponer  de  sus  propiedades.  (Aquí, 
como  en  otros  lugares,  debe  tenerse  presente  queyome  rcficroa  la propiedadque  los  hombres 
tienen  sobre  sus  personas  y sobre  sus  bienes).  Un  acuerdo  mutuo  otorga  el  segundo  poder, 
el  poder  político,  a los  gobernantes,  en  beneficio  de  sus  súbditos,  para  conseguirles  la 
seguridad  en  la  posesión  y el  disfrute  de  sus  propiedades.  Por  último,  el  secuestro  o pérdida 
de  la  libertad  otorga  el  tercero,  el  poder  despótico,  a los  amos,  para  su  propio  beneficio  sobre 
aquellos  que  secncuentran  privados  de  toda  propiedad.”  John  Locke,  Ensayo  sobre  elgobiermo 
civil.  Aguilar,  Madrid,  1969,  §173. 

22  Ver  Gallardo,  Helio,  “La  Revolución  Francesa  y el  pensamiento  político”,  en:  Pasos 
(DEI).Nr.  26, 1989. 

22  Smith,  Adam,  La  riqueza  de  las  naciones.  Editorial  Bosch,  Barcelona,  1983.  Reproducida 
por  UACA,  San  José,  Costa  Rica,  1986.  Tomo  H,  págs.  361-362. 


O 1 

jl 


cometido,  y le  arrojasen  a un  estanque  para  que  fuese  pasto  de  los 
peces,  le  mandó  aquel  Emperador,  lleno  de  indignación,  que 
inmediatamente  emancipase  no  sólo  a aquel  esclavo,  sino  a cuantos 
tuviese  bajo  su  dominio.  En  tiempo  de  la  República  nunca  hubo 
magistrado  con  bastante  autoridad  para  proteger  a un  siervo  contra  las 
iras  de  su  señor,  y mucho  menos  para  castigar  a éste  por  semejantes 
violencias  24. 

Se  necesita  el  argumento  del  progreso  para  poder  presentar  a la 
sociedad  libre  como  la  mejor.  Smith  se  siente  tan  seguro  del  efecto  de 
este  progreso,  que  ni  siquiera  le  inquieta  el  hecho,  subrayado  por  el 
mismo,  de  que  la  contra-dcspotía  del  país  libre  sea  más  despótica  que 
el  despotismo  al  cual  se  trata  de  superar.  En  la  perspectiva  de  este 
progreso,  no  habrá  ya  ningún  despotismo. 

La  ley  absoluta  del  mercado  en  su  confrontación  con  el  caos,  por 
tanto,  lleva  a la  idea  de  la  armonía,  y a través  de  esta,  al  progreso.  En 
conjunto,  las  ideas  de  la  armonía  del  mercado  y del  progreso,  secularizan 
el  ciclo  de  la  Edad  Media.  Se  transforman  en  el  contra-peso  de  los 
sacrificios  humanos,  que  el  poder  despótico  de  la  ley  natural  del  mercado 
exige  para  poder  suprimir  el  caos. 

Adam  Smith  nos  introduce  en  este  circuito: 

En  una  sociedad  civil,  sólo  entre  las  gentes  de  inferior  clase  del 
pueblo  puede  la  escasez  de  alimentos  poner  límite  a la  multiplicación 
de  la  especie  humana,  y esto  no  puede  verificarse  de  otro  modo  que 
destruyendo  aquella  escasez  una  gran  parte  de  los  hijos  que  producen 
sus  fecundos  matrimonios...  Así  es  como  la  escasez  de  hombres,  al 
modo  que  las  mercaderías,  regula  necesariamente  la  producción  de  la 
especie  humana:  la  aviva  cuando  va  lenta  y la  contiene  cuando  se 
aviva  demasiado.  Esta  misma  demanda  de  hombres,  o solicitud  y 
busca  de  manos  trabajadoras  que  hacen  falta  para  el  trabajo,  es  la  que 
regula  y determina  el  estado  de  propagación,  en  el  orden  civil,  en 
todos  los  países  del  mundo:  en  la  América  Septentrional,  en  la  Europa 
y en  la  China  2;>. 

Describe  los  sacrificios  humanos  que  la  sociedad  burguesa  tiene 
que  realizar  para  superar  aquella  despotía,  a la  cual  la  sociedad  burguesa 
considera  como  tiranía  que  realiza  sacrificios  humanos.  Sus  propios 
sacrificios  los  ve  como  anti-sacrificios,  esto  es,  como  sacrificios  que 
aseguran  que  finalmente  ya  no  habrá  más  sacrificios.  A la  vez,  se  trata 
de  sacrificios  que  aseguran  el  progreso  y se  justifican  mediante  él. 
Hayck  expone  abiertamente  este  caso  de  sacrificio: 

Una  sociedad  libre  requiere  de  ciertas  morales  que  en  última  instancia 
se  reducen  a la  mantención  de  vidas:  no  a la  mantención  de  todas  las 

2 4 Ibid.,  pág.  362. 

25  ¡bid.,  Tomo  I,  pág.  124.  (Libro  I,  Cap. VIH:  De  los  salarios  del  trabajo.  Sección  II: 
págs.l  18-133). 


32 


vidas,  porque  podría  ser  necesario  sacrificar  vidas  individuales  para 
preservar  un  número  mayor  de  oirás  vidas.  Por  lo  tanto,  las  únicas 
reglas  morales  son  las  que  llevan  al  ‘cálculo  de  vidas’:  la  propiedad 
y el  contrato 

Este  pensamiento  sacrificial  es  muy  general  en  la  sociedad  burguesa. 
El  mismo  Nictzsche  lo  expone: 

¿Consistirá  para  nosotros  la  esencia  de  lo  verdaderamente  moral  en 
considerar  las  consecuencias  próximas  e inmediatas  que  pueden  tener 
nuestros  actos  para  los  demás  hombres  y decidir  nuestra  conducta  con 
arreglo  a estas  consecuencias?  ...Esta  es  una  moral  estrecha  y burguesa; 
pero  todavía  es  una  moral.  Me  parece  que  respondería  a una  idea 
superior  y más  perspicaz,  el  mirar  más  allá  de  esas  consecuencias 
inmediatas  para  el  prójimo,  a fin  de  alentar  designios  de  mayor  alcance, 
a riesgo  de  hacer  padecer  a los  demás,  verbigracia  ...Admitiendo  que 
tengamos  para  con  nosotros  mismos  espíritu  de  sacrificio,  ¿qué  Tazón 
ha  de  impedimos  sacrificar  al  prójimo  con  nosotros  mismos,  cómo 
han  hecho  hasta  ahora  los  Estados  y los  monarcas,  sacrificando  al 
ciudadano,  ‘por  el  interés  general’,  como  solía  decirse?  Nosotros 
tenemos  también  intereses  generales,  y acaso  son  los  intereses  más 
generales. ¿Por  qué  no  ha  de  haber  derecho  a sacrificar  algunos 
individuos  de  la  generación  presente  en  utilidad  de  las  generaciones 
futuras,  si  sus  penas,  sus  inquietudes,  sus  desesperaciones,  sus 
vacilaciones  y sus  errores  fuesen  necesarios  para  que  una  nueva  reja 
de  arado  abriese  surcos  en  el  suelo  y le  tomara  fecundo  para  todos? 
...Con  el  sacrificio  — en  el  cual  nos  incluimos  todos,  lo  mismo  nosotros 
que  el  prójimo — fortaleceríamos  y elevaríamos  el  sentimiento  del 
poder  humano,  aun  suponiendo  que  no  lográsemos  más.  Esto  sería  ya 
un  aumento  positivo  de  la  dicha  . 

La  imagen  de  progreso  subyacente,  la  describió  ya  John  Lockc. 
Dice  sobre  las  obras  del  progreso  técnico  y económico: 

Estoy  de  acuerdo  en  que  la  observación  de  estas  obras  nos  da  la 
ocasión  de  admirar,  reverenciar  y glorificar  a su  Autor:  y,  dirigidas 
adecuadamente,  podrían  ser  de  mayor  beneficio  para  la  humanidad 
que  los  monumentos  de  caridad  ejemplar  que  con  tanto  esfuerzo  han 
sido  levantados  por  los  fundadores  de  hospitales  y asilos.  Aquél  que 
inventó  por  primera  vez  la  imprenta,  descubrió  la  brújula,  o hizo 
público  la  virtud  y el  uso  correcto  de  la  quinina,  hizo  más  por  la 


El  Mercurio,  19-4-81,  Santiago  de  Chile.  Entrevista.  Ilayek  concede  esta  entrevista  con 
ocasión  de  su  visita  a Chile  para  participar  en  un  congreso  de  la  sociedad  de  Moni  Pcllcrin. 
2?  Nictzsche,  Friedrich,  Obras  inmortales.  Visión  Libros,  Teorema,  Barcelona,  1985,  Tomo 
IT,  págs.  712-713.  Nictzsche  no  critica  aquel  progreso,  que  precisamente  habría  que  criticar. 
El  progreso,  como  lo  conciben  Locke  y Smith,  es  sostenido  también  por  Nictzsche.  Lo  que 
este  critica,  es  exclusivamente  la  orientación  del  progreso  con  referencia  al  universalismo 
ético. 


33 


propagación  del  conocimiento,  por  la  oferta  y el  crecimiento  de  bienes 

de  uso  y salvó  más  gente  de  la  tumba,  que  aquellos  que  construyeron 

colegios,  casas  de  trabajo  u hospitales  2^. 

De  esta  manera,  el  sacrificio  humano  que  realiza  la  sociedad 
burguesa  recibe  dos  referencias.  Por  un  lado,  se  trata  de  un  anti-sacrificio, 
a través  del  cual  los  sacrificios  que  produce  el  despotismo  se  hacen 
fértiles  para  la  sociedad  burguesa.  Por  otro  lado,  se  trata  de  sacrificios 
necesarios  para  hacer  posible  un  progreso,  cuya  consecuencia  sería  que 
la  vida  humana  será  siempre  más  respetada.  Todos  estos  sacrificios  son 
presentados  como  sacrificios,  mediante  los  cuales  surgirá  una  sociedad 
sin  sacrificios.  Por  esta  razón,  Hayck  puede  decir  que  la  sociedad  bur- 
guesa exige  unos  “poderes  absolutos  que  deberían  usarse  justamente, 
para  evitar  y limitar  todo  poder  absoluto  en  el  futuro”29. 

Esto  lleva  al  circuito  sacrificial  en  su  forma  burguesa.  Las  sociedad 
burguesa  obedece  a un  sacrificio  original  realizado  por  talas  las  despo- 
tías  de  la  historia,  considerando  a todas  las  sociedades  no  burguesas 
como  despotías.  Se  trata  de  un  sacrificio  original,  no  realizado  por  la 
sociedad  burguesa,  sino  por  las  sociedades  en  contra  de  las  cuales  aquélla 
lucha  y a las  cuales  considera  despotías.  Sigue  al  mito  medieval  de  un 
sacrificio  original  de  la  crucifixión  de  Jesús,  que  es  un  sacrificio  cris- 
tiano, pero  que  no  ha  sido  realizado  por  los  cristianos,  sino  por  aquellos 
que  rechazaron  a Cristo.  La  sociedad  burguesa  se  ofrece  como  la  sociedad 
que  potcncialmcnte,  por  medio  del  mercado,  es  una  sociedad  sin 
sacrificios.  Todos  los  sacrificios  de  la  historia  han  sido  realizados  para 
recibir  su  sentido  de  la  sociedad  burguesa.  En  cuanto  haya  amenaza  de 
vuelta  de  la  despotía,  también  la  sociedad  burguesa  es  despótica,  sólo 
que  en  forma  de  un  poder  despótico  que  lucha  de  manera  despótica  en 
contra  de  la  despotía.  Después  de  su  victoria  definitiva,  no  habrá  ya 
ninguna  despotía.  Por  ende,  realiza  sacrificios  que  son  necesarios  para 
que  finalmente  ya  no  haya  sacrificios.  Se  trata  de  sacrificios  que,  en 
última  instancia,  se  derivan  del  hecho  de  que  ha  habido  despotía,  y que 
todavía  amenaza  la  despotía. 

Por  consiguiente,  si  la  sociedad  burguesa  efectúa  una  crítica  de 
violaciones  de  los  derechos  humanos,  la  realiza  siempre  en  contra  de 
estas  pretendidas  despotías,  para  comprobar  que  sus  propias  violaciones 
de  los  derechos  humanos  son  necesarias  como  consecuencia  de  su  lucha 
en  contra  de  las  violaciones  de  por  sí  cometidas  por  los  otros.  Desde 
esta  perspectiva,  las  violaciones  burguesas  de  los  derechos  humanos 
pierden  toda  importancia,  y la  sociedad  burguesa  llega  a ser  una  sociedad 
sin  ninguna  conciencia  moral  frente  a sus  propias  violaciones  de  esos 
derechos. 


John  Locke,  An  Essay  concerning  Human  Understanding.  2 volumes,  Dover,  New  York, 
1959,  Tomo  U,  pág.  352.  Traducción  del  autor. 

29  Entrevista  citada. 


34 


Este  circuito  sacrificial  corresponde  al  de  la  Edad  Media,  siendo  su 
secularización.  En  el  medioevo,  la  inversión  del  sacrificio  apareció  a 
partir  de  la  imagen  de  Cristo  de  la  teología  ortodoxa  cristiana.  En  la 
sociedad  burguesa  este  conjunto  es  secularizado,  y tiene  ahora  vigencia 
en  su  forma  secularizada.  No  hay  ninguna  duda  de  que  este  mismo 
circuito  sacrificial  subyacc  incluso  al  socialismo  stalinista.  Solamente 
que  no  se  realiza  la  inversión  a partir  de  la  propiedad  privada  como  ley 
natural  del  mercado,  sino  a partir  de  la  propiedad  estatal  y de  la  pla- 
nificación. En  este  caso,  la  sociedad  futura  prometida  sin  más  sacrificios 
humanos,  ya  no  es  la  armonía  del  mercado,  sino  que  se  llama  ahora 
comunismo.  El  stalinismo  aparece  como  aplicación  a la  sociedad  so- 
cialista de  los  esquemas  analizados  de  John  Lockc  y de  Adan  Smith.  En 
los  discursos  de  acusación  del  fiscal  general  de  los  juicios  de  Moscú  de 
los  años  treinta,  A.  J.  Vishinski,  uno  puede  encontrar  lodo  este  circuito 
sacrificial.  El  sacrificio  original  en  cuyo  nombre  son  cristalizados  talos 
los  sacrificados  de  la  historia  mundial,  es  Kirov,  el  Secretario  General 
del  Partido  Comunista  de  Lcningrado,  quien  murió  en  1934  por  un 
atentado  (que  probablemente  fue  organizado  por  Stalin  mismo).  A 
aquellos  que  acusa  Vishinski,  los  llama  perros  rabiosos  y bestias,  nom- 
bres que  ya  John  Lockc  usaba  para  tales  enemigos,  y que  también  el 
actual  presidente  de  EE.UU.,  Bush,  utilizara  para  Kadafy,  cuando  estaba 
preparando  ideológicamente  el  ataque  aereo  de  EE.UU.  sobre  Libia. 
Hoy  se  han  añadido  palabras  nuevas,  como  es  la  palabra  “cáncer”.  John 
Lockc  no  la  conoce  todavía,  ni  tampoco  Vishinski.  Sin  embargo,  en  la 
Edad  Media  ya  la  usaba  la  Inquisición  para  referirse  a los  herejes, 
llamándolos  “pestes”.  Ya  mucho  antes.  Cicerón  usaba  la  palabra  “basura” 
para  los  levantados  de  Catilina.  En  los  años  veinte,  la  palabra  basura 
vuelve  a ser  usada  en  la  Unión  Soviética  para  los  enemigos.  Hasta  en 
Costa  Rica  se  hacía  en  1985-1986  la  campaña  en  contra  del  narcotráfico 
en  nombre  de  la  basura:  “Los  narcotraficantcs  son  busura  humana, 
¡denuncíalos!”.  Desde  la  basura  de  Cicerón,  la  peste  de  la  Edad  Media, 
las  bestias  salvajes  y los  perros  rabiosos  de  Lockc,  los  lacayos  del 
capitalismo  monopólico  de  Stalin,  los  parásitos  del  nazismo,  hasta  el 
cáncer  de  las  dictaduras  de  seguridad  nacional  y del  gobierno  de  EE.UU., 
aparece  el  abanico  de  palabras  que  se  refieren  a los  enemigos  de  la 
república  romana,  a los  cruci Picadores  de  Cristo,  y a los  enemigos  de 
la  humanidad  de  la  sociedad  moderna  occidental.  El  stalinismo  legitima 
el  trabajo  forzoso  de  los  campos  de  concentración,  con  los  mismos 
argumentos  con  los  cuales  John  Lockc  legitima  el  trabajo  forzoso  por 
la  esclavitud;  y este  mismo  stalinismo,  interpreta  la  abolición  del  trabajo 
forzoso  con  los  mismo  argumentos  que  ya  han  usado  Adam  Smith  o 
Tocqucvillc  en  cuanto  a la  esclavitud  de  su  tiempo.  No  existe  ninguna 
diferencia  esencial 30. 

30  En  los  discursos  del  fiscal  general  de  los  procesos  de  Moscú,  Vishinski,  no  aparecen  ni 
llegcl  ni  Marx,  sino  la  tradición  liberal,  que  se  aplica  sustituyendo  la  propiedad  privada  por 


35 


Una  vez  cerrado  este  circuito  sacrificial,  no  hay  nada  que  no  sea 
lícito.  Cualquier  sacrificio  humano,  cualquier  violación  de  los  derechos 
humanos  se  justifica,  y ninguna  conciencia  moral  del  mundo  puede 
legítimamente  intervenir.  Aunque  aparezca  una  conciencia  de  culpa, 
esta  se  transforma  en  un  objeto  del  psiquiatra  y ya  no  está  conectada 
con  las  razones  reales  de  esta  culpa. 

El  sacrificio  humano  se  transforma  incluso  en  obligación  moral. 
Eso  ocurre  hoy  con  el  cobro  de  la  deuda  externa  del  Tercer  Mundo,  que 
ha  llegado  a ser  un  verdadero  genocidio  que  cuesta  siempre  más 
sacrificios  humanos  y que  destruye  aún  más  la  naturaleza  31.  Si  hoy  se 
argumenta  en  los  países  acreedores  en  contra  de  este  genocidio,  uno  se 
encuentra  diariamente  con  una  pregunta  espantosa.  Esta  pregunta  es: 
¿es  moralmcnte  lícito  suspender  este  genocidio?  La  pregunta  no  es:  ¿es 
lícito?  La  pregunta  es:  ¿se  debe  intervenir  para  pararlo?  ¿Es  lícito  no 
cobrar  estas  deudas?  ¿No  tenemos  que  asegurar  la  moral  de  pago?  ¿Que 
ocurrirá  si  de  repente  ya  no  hay  que  pagar  las  deudas?  ¿No  tenemos  que 
preocupamos  del  orden  internacional?  ¿Dónde  queda  la  moral,  si  no  se 
puede  efectuar  genocidios  de  este  tipo? 

Detrás  de  estas  preguntas  soberbias  está  la  conciencia  mísera  de  los 
acreedores,  quienes  saben  muy  bien  que  estas  deudas  son  en  realidad 
el  resultado  de  un  fraude  gigantesco.  Pero  esta  conciencia  no  habla.  La 
conciencia  de  Occidente  solamente  habla  cuando  se  le  exige  renunciar 
al  genocidio.  Lo  declara  imposible  por  razones  de  conciencia.  Se  comete 
el  genocidio  precisamente  por  tener  conciencia  moral.  Tenemos  una 
moral  que  exige  sacrificios  humanos,  y el  Occidente  no  tiene  intenciones 
de  violar  esta  su  moral.  Comete  genocidio  por  razones  morales,  obligado 
por  el  deber.  ¿Es  moralmcnte  lícito  no  cometer  un  genocidio?  Esa  es 
la  pregunta  del  Occidente.  La  moral  del  Occidente  exige  más  sacrificios 
humanos  que  cualquier  sociedad  anterior.  Para  el  Occidente,  la  fe  de 
Abraham  es  insoportable.  ¿Es  lícito  que  Abraham  rechace  sacrificar  a 
Isaac  cuando  le  habla  el  ángel?  ¿No  será  la  voz  del  diablo?  La  voz  de 
su  fe  que  lo  hace  rechazar  el  sacrificio,  ¿no  será  la  voz  de  una  conciencia 
mal  orientada?  ¿No  será  la  voz  de  la  utopía?  Así  piensa  el  Occidente. 

Aquellos  que  imponen  esta  moral  de  Occidente  se  sienten  como 
verdaderos  Agamenones,  héroes  trágicos  determinados  por  el  destino  a 
imponer  la  ley,  sin  preocuparse  de  las  consecuencias.  Pueden  admirar 
la  moral  de  aquellos  que  son  capaces  de  realizar  el  genocidio,  sin  que 
les  tiemble  la  mano.  Y en  verdad,  ¿no  se  sacrifican  a sí  mismos  al 
cumplir  con  el  deber  trágico  de  sacrificar  a otros?  ¿No  es  en  verdad 


la  propiedad  estatal.  Vishinski  no  dice  ni  una  palabra  que  pudiera  recordara  Ucgcl.  Pero  dice 
muchas  palabras  que  recuerdan  a John  Lockc  y a Adam  Smilh.  Pirkcr,  Theo,  Die  Moskauer 
Schauprozesse  1936-1938.  dtv,  Münchcn,  1963. 

31  Cuando  el  candidato  a la  presidencia  de  Brasil,  del  Partido  de  los  Trabajadores,  hablaba 
en  el  año  1989  de  un  viaje  a Europa,  contó  que  fue  presionado  para  no  destruir  el  Amazonas 
porque  era  el  pulmón  del  mundo.  El  respondió  que  la  deuda  externa  era  su  broncopulmonía. 


36 


Agamenón  el  que  se  sacrifica  cuando  sacrifica  a su  hija  querida?  ¿No 
sería  mejor  hablar  del  sacrificio  de  Agamenón  en  lugar  del  sacrificio  de 
Ifigcnia?  El  que  pierde  a su  hija  más  querida,  ¿no  realiza  el  sacrificio 
de  renunciar  a ella  cuando  la  mala?  ¿No  será  este  sacrificio  de 
Agamenón,  un  sacrificio  mucho  mayor  que  el  realizado  por  Ifigcnia? 
La  Ifigcnia  de  Goethe  dice  de  la  diosa  Diana:  “Ella  escogió  mi  asilo; 
ella  me  guarda  aquí  tal  vez  para  que  sea  consuelo  en  la  vejez,  de  un 
padre  castigado  asaz,  por  la  apariencia  de  las  cosas”  32.  Ifigcnia  se  ofrece 
para  consolar  a su  padre,  por  el  sacrificio  realizado  al  sacrificarla  a ella. 

Nuestros  bancos,  ¿no  realizan  también  ellos  este  sacrificio  trágico 
cuando  cobran  la  deuda  externa  del  Tercer  Mundo,  y aceptan  ser 
acusados  y no  encontrar  ninguna  comprensión  para  la  necesidad  moral 
que  obliga  a ellos  a cometer  el  genocidio?  Son  ellos  los  que  tienen  el 
drama  trágico  del  alma,  no  aquellos  que  tienen  que  morir  en 
conscncucncia.  El  verdugo  que  sacrifica  es  verdaderamente  el  sacrificado. 
Se  sacrifica  a sí  mismo  al  sacrificar  a los  otros. 

Cuando  tocan  las  trompetas  terribles  del  Mesías  de  Handel,  y cuando 
el  coro  canta  triunfalmcntc:  “Están  temblando  los  paganos...”,  tendríamos 
que  temblar  por  la  suerte  de  los  paganos.  Después  de  que  este  Mesías 
fue  cantado  en  Londres  por  primera  vez,  salieron  las  tropas  para 
conquistar  la  India,  donde  los  paganos  estaban  temblando  desde  ya. 
Vino  el  Mesías  para  poner  su  bota  encima  de  la  India.  Jesús  también 
estaba  en  la  India,  sin  embargo  no  estaba  al  lado  de  este  Mesías.  Tam- 
bién él  tenía  la  bota  encima.  Hoy  en  día,  lodos  los  países  que  han  caído 
alguna  vez  bajo  esta  bota  tienen  que  pagar  una  pretendida  ayuda  para 
desarrollo,  de  aquellos  países  que  los  colonizaron  ya  antes  en  nombre 
de  alguna  deuda  externa.  Para  pagar  esta  pretendida  ayuda  tenían  que 
detener  o retroceder  en  su  desarrollo,  ya  de  por  sí  precario.  Por  el 
pillaje  fueron  endeudados  y en  nombre  del  pago  de  la  deuda,  caen  de 
nuevo  bajo  el  pillaje.  No  obstante,  para  el  Occidente  se  trataba  en  talos 
los  casos  de  cumplir  con  la  moral  de  alguna  ley.  Acompañado  por  las 
trompetas  del  Mesías,  que  ha  hecho  todo  eso,  sigue  cantando  el  coro: 
“Están  temblando  los  paganos”.  ¿No  habría  al  fin  que  correr  en  su 
ayuda? 


2.  La  crisis  y el  colapso  de  la  legitimidad 

El  Occidente  tiene  que  seguir  asesinando  para  no  ser  asesino.  El  es 
como  Agamenón  después  del  sacrificio  de  su  hija.  Para  no  ser  asesino, 
Agamenón  tenía  que  conquistar  Troya.  Si  no  conquistaba  Troya,  el 
sacrificio  de  Ifigcnia  no  sería  ningún  sacrificio  sino  un  asesinato.  El 


32  “Ifigcnia  en  Táuride”.  Goethe,  Teatro  selecto.  Argonauta,  Buenos  Aires,  pág.  249 
(Primer,  acto,  3a.  escena). 


cielo  de  Grecia  se  hubiera  derrumbado  encima  de  él.  Tenía  que  asesinar 
para  no  ser  asesino.  El  Occidente  destruyó  continentes,  culturas  y pueb- 
los enteros.  Realizó  sacrificios  humanos  gigantescos  que  en  su  visión 
eran  sacrificios  necesarios  para  destruir  la  dcspou'a  y para  traer,  mediante 
el  mercado,  la  libertad. 

Todos  estos  sacrificios  gigantescos  son  sacrificios  solamente  si  el 
mercado  es  lo  que  el  Occidente  sostiene,  es  decir,  la  superación  de  la 
despotía  en  todas  sus  formas.  Unicamente  de  esta  manera  puede  el 
sostener,  con  apariencia  de  razón,  que  se  trata  de  sacrificios  humanos 
y de  violaciones  de  los  derechos  humanos  necesarios  para  ir  más  allá 
y superar  los  sacrificios  humanos  y las  violaciones  de  los  derechos 
humanos  de  las  despotías  en  contra  de  las  cuales  pretende  luchar.  En 
este  caso  se  trataría  de  sacrificios  en  el  altar  de  la  humanidad,  que  en 
realidad  son  antisacrificios  que  llevan  a un  futuro  humano  en  el  cual  ya 
no  existe  sacrificio  alguno. 

Sin  embargo,  el  Occidente  tiene  que  seguir  sacrificando  para  que 
llegue  este  futuro,  porque  hasta  ahora  no  ha  acontecido.  En  el  caso  de 
no  proseguir,  todos  estos  sacrificios  anteriores  cometidos  en  nombre  de 
una  sociedad  sin  sacrificios,  no  habrían  sido  realizados  en  el  altar  de  la 
humanidad,  sino  de  la  deshumanización.  Y no  serían  ningún  sacrificio, 
sino  asesinatos  y crímenes.  Por  eso  tiene  que  seguir  adelante,  para  no 
ser  un  criminal.  Tiene  que  asesinar  para  no  ser  un  asesino.  Si  no  lo 
hiciera,  su  propio  cielo  se  derrumbaría  sobre  el  Occidente. 

Si  la  ley  natural  del  mercado,  en  cuyo  nombre  se  ha  hecho  todo 
esto,  fuera  ella  misma  la  despotía  de  los  sacrificios  humanos  y de  las 
violaciones  de  los  derechos  humanos,  entonces  la  colonización  del  mundo 
no  ha  sido  un  acto  de  civilización  ni  la  “carga  del  hombre  blanco”,  sino 
una  guerra  de  agresión  en  contra  de  continentes  enteros.  No  una  guerra 
de  defensa,  sino  una  guerra  que  ha  pisoteado  a toda  la  humanidad.  En 
este  caso,  la  transformación  de  Africa  en  un  campo  de  caza  de  esclavos, 
y de  America  en  una  sola  casa  de  esclavos,  fue  simplemente  un  gran 
crimen.  Entonces,  el  Occidente  estaría  frente  a los  escombros  de  lo  que 
cree  que  es  su  cultura.  El  Occidente  realizó  sacrificios,  sigue  reali- 
zándolos y tiene  que  proseguir,  para  que  los  sacrificios  pasados 
mantengan  su  sentido.  Esto  lleva  a una  expansión  frenética  del  mercado 
como  una  esfera  pretendida  de  la  humanidad.  Cuanto  más  el  mercado 
viola  los  derechos  humanos,  tanto  más  hay  que  expandir  este  mercado 
para  que  las  violaciones  resultantes  de  los  derechos  humanos,  sigan 
apareciendo  como  pasos  necesarios  en  el  camino  hacia  la  humanización 
por  medio  del  mercado. 

Expandir  el  mercado  significa  también,  acusar  a todos  los  países 
que  no  se  someten  a este  frenesí  del  mercado  de  constantes  violaciones 
de  los  derechos  humanos,  para  que  las  propias  violaciones  de  estos 
derechos  sean  comprensibles  como  condición  para  no  caer  en  la  despotía 
de  aquellos.  Por  eso  los  países  socialistas  deben  aparecer  como  despotías, 
para  que  las  propias  violaciones  de  los  derechos  humanos  aparezcan 


38 


como  pasos  necesarios  para  impedir  tales  despotías  y,  por  tanto,  como 
sacrificios  sobre  el  altar  de  la  humanización.La  condición  sigue  siendo 
la  tesis  de  que  la  expansión  del  mercado,  es  necesariamente  la  expansión 
de  la  esfera  de  la  humanización,  para  poder  sostener  todo  este  proceso 
como  promesa  utópica. 

Todo  este  circuito  sacrificial,  y por  consiguiente  la  legitimidad  de 
la  sociedad  burguesa,  se  derrumba  en  el  caso  de  que  haga  falta  detener 
esta  expansión  del  mercado,  por  el  hecho  de  que  su  lógica  lleve  a la 
destrucción  del  hombre  y de  la  naturaleza.  Un  derrumbe  de  este  tipo 
exigiría  una  reconstitución  de  la  sociedad.  No  se  trataría  de  una  adap- 
tación pragmática,  sino,  efectivamente,  de  la  dcsoccidcntalización  de  la 
sociedad. 

Conocemos  crisis  de  legitimidad  de  este  tipo.  En  el  año  1975,  el 
ejercito  de  Victnam  del  Sur  colapso  en  el  lapso  de  pocos  días  a pesar 
de  que  bajo  el  punto  de  vista  militar  podía  seguir  funcionando.  Este 
derrumbe  no  era  solamente  la  consecuencia  de  la  derrota  militar,  sino 
también  de  un  colapso  de  legitimidad.  La  guerra  de  EE.UU.  había  sido 
declarada  como  una  guerra  justa,  en  la  cual  los  soldados  estadouni- 
denses en  Victnam  eran  los  defensores  y los  vietnamitas,  que  defendieron 
en  Victnam  a su  propio  país,  eran  los  agresores.  Idiológicamcntc 
hablando,  la  guerra  de  Victnam  fue  tratada  igual  que  todas  las  guerras 
coloniales  anteriores,  es  decir,  como  guerras  justas  del  poder  colonial 
en  contra  de  los  pueblos  colonizados,  que  se  consideraban  los  agresores. 
Por  tanto,  la  guerra  de  Victnam  era  vista  como  parte  del  circuito 
sacrificial  de  la  sociedad  burguesa 

Cuando  se  perdió,  se  perdió  esta  justificación  también.  Lo  que 
antes  parecían  sacrificios  humanos  necesarios  para  impedir  la  despolía 
y para  ampliar  la  esfera  de  la  utopía  humana  del  mercado,  se  transformó 
en  un  sacrificio  sin  sentido  y,  por  ende,  en  un  crimen.  Eso  llevó  hasta 
una  crisis  de  legitimidad  en  los  propios  EE.UU.  que  se  llamó  el  síndrome 
de  Victnam.  En  los  EE.UU.  se  luchó  en  contra  de  este  síndrome  por 
una  agresividad  forzada,  que  efectivamente  logró  impedir  una 
confrontación  con  este  pasado.  En  Victnam  del  Sur,  en  cambio,  se 
produjo  el  colapso  de  la  legitimidad  al  no  ser  posible  eso. 

Con  el  mismo  fenómeno  nos  encontramos  en  Nicaragua  en  1979. 
El  19  de  julio  el  aparato  militar  de  Somoza  se  derrumbó  en  un  solo  día, 
a pesar  de  que  en  sentido  militar  podría  haber  seguido  actuando.  También 
esto  se  conecta  con  un  colapso  de  legitimidad,  mediante  el  cual  Somoza 
fue  transformado  de  un  garante  de  la  libertad  apoyado  por  EE.UU.  en 
un  simple  criminal. 

Algo  muy  parecido  ocurrió  en  Alemania  en  1945,  con  el  derrumbe 
del  imperio  nazi.  El  sistema  se  derrumbó  en  pocos  días  pese  a que 
había  sido  apoyado  hasta  el  final  por  una  gran  mayoría  del  pueblo 
alemán.  De  nuevo  se  produjo  un  colapso  de  legitimidad  tal,  que  estos 
mismos  alemanes  ya  no  podían  entender  por  qué  habían  apoyado  un 
sistema  de  este  tipo.  Todo  lo  que  antes  del  final  de  la  guerra  parecía  un 


39 


sacrificio  humano  necesario,  ahora  apareció  como  lo  que  realmente  era: 
asesinato  y crimen. 

De  una  manera  mucho  más  dramática,  hoy  aparece  una  crisis  de 
legitimidad  en  la  Unión  Soviética  y en  los  otros  países  socialistas.  Se 
trata,  posiblemente,  de  un  ejemplo  de  aquello  que  está  esperando  al 
Occidente  burgués  en  el  momento  en  el  cual  salga  a la  luz  su  propia 
crisis  de  legitimidad,  que  aún  hoy  logra  ocultar.  Se  trata  de  la  crisis  de 
un  circuito  sacrificial,  como  lo  constituyó  la  sociedad  staliniana.  Se 
trata  de  un  circuito  sacrificial  completamente  occidental  que  tiene  su 
centro  en  la  propiedad  estatal  y la  planificación,  a diferencia  del  circuito 
burgués  que  se  basa  en  la  propiedad  privada  y el  mercado.  Si  hacemos 
abstracción  de  esta  diferencia,  resulta  idéntico  con  el  circuito  sacrificial 
burgués.  En  lugar  de  los  sacrificios  humanos  de  las  despotías  de  la 
imaginación  burguesa,  se  ponen  aquí  los  sacrificios  humanos  del 
capitalismo,  el  cual  se  pretende  superar  introduciendo  la  planificación 
económica  como  esfera  de  la  humanización,  que  en  su  sentido  utópico 
promete  también  una  sociedad  sin  sacrificios  que  llaman  comunismo. 
Las  violaciones  de  los  derechos  humanos  en  el  socialismo,  también 
aparecen  como  sacrificios  necesarios  sin  los  cuales  no  se  puede  garantizar 
este  futuro  utópico.  Una  vez  entrado  en  este  circuito  sacrificial,  hay  que 
asesinar  para  no  ser  asesino. 

Cuanto  más  la  planificación,  en  la  forma  como  la  Unión  Soviética 
la  realizó,  resultaba  ineficiente,  este  circuito  sacrificial  entró  en  crisis. 
Los  sacrificios  realizados  ya  no  parecen  ser  sacrificios  con  sentido,  y 
el  futuro  que  pretendidamente  aseguraban  ya  no  parece  ser  un  futuro 
tan  glorioso.  En  consecuencia,  se  convierten  en  crímenes.  Lo  que  antes, 
en  la  visión  staliniana,  parecían  sacrificios  necesarios  en  el  altar  de  un 
futuro  aún  más  humano,  ahora  resulta  ser  un  crimen.  Por  tanto,  se 
empieza  a hablar  de  los  crímenes  de  Stalin.  Una  vez  entrada  la  legitimi- 
dad en  esta  crisis,  no  se  la  puede  recuperar,  a no  ser  que  se  la  reemplace 
con  una  agresividad  aún  mayor,  como  se  hizo  en  el  caso  de  los  EE.UU. 
en  respuesta  al  síndrome  de  Victnam.  Pareciera  que  la  Unión  Soviética 
no  tiene  el  potencial  de  poder  necesario  para  eso,  pero  posiblemente 
también  se  ha  conservado  un  grado  de  humanidad  que  impide  esta 
solución.En  consecuencia,  solamente  queda  la  constitución  de  una  nueva 
sociedad  que  descanse  en  otra  legitimidad.  Unicamente  de  esta  manera 
se  puede  evitar  un  colapso  definitivo  de  legitimidad. 

Analizando  este  caso  de  la  Unión  Soviética,  se  puede  prever  a qué 
consecuencias  puede  llegar  la  sociedad  burguesa  en  el  caso  de  que 
hubiera  que  hacer  un  juicio  sobre  el  mercado,  como  hoy  se  hace  en  la 
Unión  Soviética  sobre  la  planificación.  Sin  embargo,  estamos  hoy  delante 
de  esta  necesidad.  Son  falsos  los  himnos  de  la  eficiencia  del  mercado 
que  hoy  se  cantan  en  todas  partes.  Aquellos  que  cantan  estos  himnos 
saben  eso,  por  eso  cantan  con  un  volumen  tan  estrepitoso.  Están  opacando 
y postergando  la  crisis  de  legitimidad  del  mercado,  que  amenaza.  Se 
realiza  una  política  desenfrenada  de  expansión  del  mercado,  para  opacar 


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el  hecho  de  que  esta  política  está  llevando  a la  destrucción  del  hombre 
y de  la  naturaleza.  Para  opacar  esta  conciencia,  se  realiza  la  política  del 
mercado  total;  se  asesina  para  no  ser  asesino. 

Ninguna  década  desde  los  años  cuarenta  de  este  siglo,  ha  sido  tan 
destructiva  como  la  década  de  los  ochenta.  Al  final  de  los  años  setenta 
surgió  una  creciente  conciencia  sobre  el  hecho  de  que  era  necesaria  una 
adaptación  del  sistema  económico  a las  necesidades  de  asegurar  la  vida 
de  los  hombres  y de  la  naturaleza.  Desde  los  “Límites  del  crecimiento” 
del  Club  de  Roma,  era  claro  que  solamente  un  equilibrio  razonable  de 
mercado  y planificación,  orientado  por  estas  metas,  podía  solucionar  el 
problema. 

No  obstante,  si  se  necesita  un  equilibrio  tal,  aparece  entonces  no 
sólo  una  crisis  de  legitimidad  de  la  sociedad  socialista,  unilatcralmcntc 
orientada  por  la  planificación  central,  sino  también  una  crisis  de 
legitimidad  de  la  sociedad  burguesa,  unilatcralmcntc  orientada  por 
criterios  mercantiles.  Los  países  socialistas  empezaron  con  una  política 
de  solucionar  esta  crisis  por  una  nueva  relación  entre  mercado  y 
planificación,  y empezaron  con  la  reestructuración  de  todas  sus  formas 
de  vida.  Los  países  capitalistas,  en  cambio,  se  lanzaron  a una  carrera 
mortal:  a los  problemas  del  mercado  contestaron  con  más  mercado  aún, 
con  el  mercado  total.  Cuando  los  países  socialistas  empezaron  a buscar 
soluciones  racionales,  los  países  capitalistas  se  volvieron  irracionales  y 
entraron  en  una  ideología  pura  del  sistema  mercantil.  De  esta  manera 
opacaron  la  crisis  de  legitimidad  que  estaba  surgiendo,  y la  cambiaron 
por  una  destrucción  ilimitada  del  hombre  y de  la  naturaleza.  Por  esta 
política  del  mercado  total  que  empujó  el  gobierno  de  Rcgan,  los  años 
ochenta  de  este  siglo  se  transformaron  en  una  década  de  genocidio  en 
el  Tercer  Mundo,  por  el  cobro  de  la  deuda  externa,  y en  un  holocausto 
de  la  naturaleza. 

Lo  que  hace  falta  es  un  equilibrio  de  mercado  y planificación,  que 
canalice  el  mercado  de  una  manera  tal  que  se  asegure  la  vida  de  los 
hombres  y de  la  naturaleza.  Eso  implica  la  disolución  de  la  utopía 
mercantil  del  mercado  como  una  esfera  de  humanización,  que  se  realiza 
automáticamente  por  la  lógica  del  mercado.  Se  trata  simplemente  del 
otro  lado  de  una  política  que  creía  poder  realizar  automáticamente  el 
comunismo  en  los  países  socialistas,  como  esfera  de  humanización  por 
la  lógica  de  la  planificación.  La  crisis  de  legitimidad  es  precisamente 
el  resultado  de  un  conocimiento  que  da  cuenta  que  ni  el  plan  ni  la 
planificación,  ni  la  lógica  mercantil,  contienen  un  automatismo 
humanizante  de  por  sí.  Hace  falta  aceptar  esta  crisis  para  poder  hacer 
una  sociedad  nueva.  Sin  embargo,  precisamente  el  Occidente  burgués 
no  muestra  la  más  mínima  disposición  hacia  eso.  Por  su  política  del 
mercado  total,  se  transforma  en  el  “wild  west”  del  mundo  de  hoy. 

En  una  crisis  de  legitimidad  de  este  tipo,  no  obstante,  los  sacrificios 
humanos,  que  fueron  considerados  como  un  paso  necesario  hacia  la 
realización  de  la  utopía  del  mercado,  se  transforman  en  crímenes.  Los 


41 


sacrificados  que  son  mantenidos  en  jaque  por  la  conciencia  de  limpieza 
que  el  Occidente  tiene  de  sí  mismo,  retoman  para  transformarse  en 
Eumcnidas.  En  vez  de  poder  cobrar  deudas  del  Tercer  Mundo,  en  este 
caso  el  Occidente  se  encuentra  frente  a su  propia  culpa,  frente  a una 
deuda  que  jamás  podrá  pagar.  Frente  a la  culpa  de  haber  destruido  cruel 
y brutalmente  todo  un  mundo  en  un  proceso  que  ha  durado  siglos.  Sin 
embargo,  sin  esta  confesión  de  culpa,  el  Occidente  no  puede  cambiar 
y no  puede  desarrollar  una  relación  razonable  con  el  propio  mercado. 

En  vez  de  aceptar  eso,  el  Occidente  reprimió  la  conciencia  creciente 
de  culpabilidad  por  la  política  agresiva  del  mercado  total.  La  utopía  del 
mercado  de  la  burguesía  floreció,  mientras  el  mercado  realizaba  su  obra 
de  destrucción.  Una  forma  de  reprimir  esta  conciencia  de  culpabilidad 
fue  la  insistencia  en  el  problema  del  abono.  Aquí  se  hablaba  de  un 
holocausto,  en  tanto  que  el  holocausto  real  se  estaba  realizando  con  la 
población  del  Tercer  Mundo  y con  la  naturaleza. 

El  Occidente  burgués  entró  en  una  carrera  de  muerte  en  contra  de 
su  propia  culpa.  Asesina  para  no  ser  asesino.  Quiere  seguir  este  camino 
hasta  el  amargo  final.  Ningún  discurso  secreto  de  Kruschcv  está  a la 
vista.  Ningún  Gorbachov  se  atreve  a aparecer.  Puede  ser  que  la  culpa 
ya  sea  demasiado  grande  como  para  poder  ser  confesada.  El  Occidente 
es  incapaz  de  confesar  su  culpa.  Es  tan  incapaz  como  la  propia  iglesia 
católica,  que  todo  el  tiempo  exige  de  todo  el  mundo  sus  correspondientes 
confesiones  de  culpa,  pero  que  sobre  la  inquisición  y la  quema  de 
brujas  nunca  ha  podido  decir  más  que  considerarlos  como  un  error.  Lo 
que  ha  sido  un  crimen,  se  ha  transformado  en  un  error.  ¿Fue  un  error 
la  transformación  de  Africa  en  un  campo  de  caza  de  esclavos?  ¿Fue  un 
error  la  colonización  de  la  India?  ¿Fue  un  error  el  imperio  de  esclavos, 
cristiano  primero,  y liberal  depues,  en  America  y que  ha  durado  siglos? 
Cuando  Hochhuth  cscribióEl  Vicario,  se  contestó  solamente  con  una 
propaganda  de  limpieza  que  posteriormente  desembocó  en  una 
continuación  agresiva  de  lo  que  se  estaba  haciendo.  En  este  contexto, 
la  Unión  Soviética  parece  ser  una  excepción  única. 

En  Ccntroamcrica  se  hace  una  propaganda  turística  que  llega  de 
Nueva  Orlcáns  (EE.UU.),  y que  invita  a hacer  una  visita  al  siguiente 
restaurante  de  lujo  bajo  el  título  “Descubra  Nueva  Orlcáns  con  Lacsa”: 

Siguiendo  las  huellas  del  pasado,  es  obligación  una  visita  a las  viejas 
plantaciones  de  algodón.  Una  de  las  más  famosas  es  Houmcs  Housc, 
en  Bumsidc,  como  a una  hora  de  New  Orlcáns.  Si  va  a ese  lugar,  no 
deje  de  comer  en  uno  de  los  mejores  restaurantes  de  la  región,  The 
Cabin.  Este  está  ubicado  en  la  que  hace  muchos  años  fue  una  cabaña 
de  esclavos.  La  comida  es  deliciosa  y en  temporada  ofrece  carne  de 
lagarto.  ¿Le  gustaría  probarlo?  33. 


33  Ver  La  Nación,  San  José,  8.12.87. 


42 


Con  seguridad  ahí  atienden  hombres  negros,  hijos  de  los  que  han 
sido  los  esclavos  en  este  lugar.  Así  se  reprime  la  culpa.  ¿Vamos  a abrir 
también  un  restaurante  de  lujo  en  una  de  las  barracas  de  Bcrgcn-Bclscn, 
ofreciendo  jabalí  para  el  paladar?  ¿Quizás  también  en  Workuta? 

El  problema  es  que  los  sacrificios  no  se  deben  transformar  en 
crímenes.  Por  eso  hay  que  seguir  y destruir  al  fin  al  mundo  cntcro.Ahora 
grita  el  Occidente  burgués  el  grito  de  Ifigcnia,  que  es  el  grito  de  todos 
los  sacrificados,  en  cuanto  que  puedan  ser  mantenidos  en  jaque  y su 
muerte  abusada  por  sus  verdugos  sacrificadorcs:  “Matadme,  pues; 
devastad  a Troya...  que  esclavos  son  unos,  libres  los  otros”. 


3.  Sacrificio  humano  y eficiencia  en  el  Occidente  moderno 


El  Occidente  moderno  tiene  su  manera  propia  de  tratar  aquellos 
sacrificios  humanos  que  él  mismo  provoca  y realiza.  La  manera  de 
justificarlos  aparece  más  bien  en  contextos  en  los  cuales  denuncia  los 
sacrificios  humanos  de  otros.  Hay  muchos  textos  que  permiten  ver  el 
procedimiento.  Sin  embargo,  todos  coinciden  en  la  legitimación  de  estos 
sacrificios  por  la  eficiencia  de  sus  resultados.  Ciertamente,  se  esconde 
estos  sacrificios  lo  más  que  se  puede.  No  obstante,  al  denunciar  los 
sacrificios  de  los  otros,  hay  que  justificar  esta  denuncia.  Esta  justificación 
jamás  se  buscará  por  la  exigencia  de  que  no  debe  haber  sacrificios 
humanos.  La  crítica  del  Occidente  moderno  nunca  exigirá  eso.  Pero,  sí 
denuncia  los  sacrificios  humanos  de  los  otros,  reprochándoles  que  no 
son  eficientes  y no  llevan  a la  modernización  adecuada.  De  esta  manera, 
el  Occidente  moderno  se  presenta  como  la  única  sociedad  que  realiza 
sacrificios  humanos  justificados.  Puede  condenar,  por  tanto,  los 
sacrificios  de  todos  los  otros,  sin  cuestionarse  a sí  mismo. 

Quiero  mostrar  este  procedimiento  mediante  un  breve  análisis  de 
algunas  afirmaciones,  que  hace  Marshall  Berman  en  su  libro  sobre  la 
modernidad:  Todo  lo  sólido  se  desvanece  en  el  aire.  La  experiencia  de 
la  modernidad  34  Este  se  refiere  a los  sacrificios  humanos  que  costaron 
los  diversos  intentos  de  modernización,  primero  de  Rusia,  y 
posteriormente  de  la  Unión  Soviética. 

Hablando  del  primer  intento  de  modernización  realizado  por  el  Zar 
Pedro  I,  el  Grande  (1682-1725),  Berman  se  refiere  a la  fundación  violenta 
de  San  Petersburgo  en  el  año  1703,  y a los  grandes  sacrificios  humanos 
involucrados  en  su  construcción. 

Ningún  gobernante  de  Occidente  tenía  poder  para  construir  a tan 
gran  escala.  Al  cabo  de  una  década  había  35.000  edificios  en  medio 

34 11:  Todo  lo  sólido  se  desvanece  en  el  aire.  La  experiencia  de  la  modernidad.  Siglo  XXI, 
México,  1989.  (AIl  thal  is  solid  mells  inlo  air.  The  experience  of  rnodernity.  New  York, 
1982). 


43 


de  los  pantanos;  al  cabo  de  dos  décadas  había  alrededor  de  100.000 
personas  y San  Pctersburgo  se  había  convertido,  prácticamente  de  la 
noche  a la  mañana,  en  una  de  las  grandes  metrópolis  de 
Europa...Finalmcnte,  en  una  sociedad  de  siervos,  donde  la  gran  mayoría 
de  las  personas  eran  propiedad  de  terratenientes  nobles  o del  Estado, 
Pedro  tenía  poder  absoluto  sobre  una  fuerza  de  trabajo  prácticamente 
infinita.  Obligó  a esos  cautivos  a trabajar  sin  respiro  para  abrirse  paso 
a través  de  la  vegetación,  desecar  los  pantanos,  dragar  el  río,  excavar 
canales,  levantar  diques  y presas  de  tierra,  entenar  pilotes  en  el  suelo 
blando  y construir  la  ciudad  a una  velocidad  vertiginosa.  Los  sacrificios 
humanos  fueron  inmensos:  en  tres  años  la  nueva  ciudad  había  devorado 
un  ejército  de  unos  150.000  trabajadores  — destrozados  físicamente  o 
muertos — y el  Estado  hubo  de  acudir  constantemente  al  interior  de 
Rusia  en  busca  de  más  hombres.  Por  su  determinación  y poderío  para 
destruir  a sus  súbditos  masivamente  en  aras  de  la  construcción,  Pedro 
estaba  más  cerca  de  los  déspotas  orientales  de  la  Antigüedad  — por 
ejemplo  los  faraones,  con  sus  pirámides — que  de  los  otros  monarcas 
absolutos  de  Occidente.  Los  terroríficos  costes  humanos  de  San 
Pctersburgo,  los  huesos  de  los  muertos  entremezclados  en  sus 
monumentos  más  grandiosos,  ocuparon  de  inmediato  un  lugar  central 
en  el  folklore  y la  mitología  de  la  ciudad,  incluso  para  quienes  más 
la  querían  35. 

Bcrman  contrapone  a los  otros  monarcas  absolutos  de  Occidente  y 
a la  monarquía  zarista.  A esta  le  imputa  un  “poder  absoluto  sobre  una 
fuerza  de  trabajo  prácticamente  infinita”,  mientras  afirma  que  “ningún 
gobernante  de  Occidente  tenía  poder  para  construir  a tan  gran  escala”. 
La  monarquía  zarista  producía  “sacrificios  humanos...  inmensos”,  con 
el  resultado  de  que  “el  Estado  hubo  de  acudir  constantemente  al  interior 
de  Rusia  en  busca  de  más  hombres”,  que  también  serían  sacrificados. 
Por  consiguiente,  la  monarquía  zarista,  por  los  “terroríficos  costes 
humanos”  que  provoca,  constituye  un  mundo  despótico  completamente 
distante  de  las  monarquías  occidentales  restantes.  Se  lo  puede  comparar 
únicamente  con  “los  déspotas  orientales  de  la  Antigüedad  — por  ejemplo 
los  faraones,  con  sus  pirámides — ”,  pero  no  con  “los  otros  monarcas 
absolutos  de  Occidente”. 

Esta  misma  imagen,  la  da  Berman  de  Nicolás  I (1825-1855): 

Pero  el  problema  no  era  únicamente  que  el  gobierno  de  Nicolás  fuera 
cruelmente  represivo:  que  aplastara  a los  siervos  (cerca  de  las  cuatro 
quintas  partes  de  la  población)  y frustrara  cualquier  esperanza  de 
emancipación,  reprimiéndolos  con  espantosa  brutalidad  (durante  el 
reinado  de  Nicolás  hubo  más  de  seiscientos  levantamientos 
campesinos;  uno  de  sus  triunfos  fue  mantener  en  secreto  casi  todos 
ellos,  y su  represión,  para  el  conjunto  del  país);  que  condenara  a muerte 
a miles  de  personas  después  de  juicios  secretos,  sin  siquiera  una 


35  Berman  op.cit.,  págs.  179s  (énfasis  nuestros). 


44 


fachada  de  procesos  legalmcnte  en  regla...  llenara  colegios  y 
universidades  de  confidentes,  que  finalmente  paralizara  lodo  el  sistema 


Aplasta  a los  siervos,  condena  a muerte,  sin  juicio,  a miles  de 
personas  y paraliza  el  sistema  educativo.  Todo  eso  aparece  de  nuevo 
con  el  trasfondo  de  las  sociedades  occidentales,  que  rápidamente 
desarrollan  el  respeto  por  el  hombre  y la  democracia  en  sus  relaciones 
políticas.  Una  vez  más  estamos  frente  a la  imagen  de  un  poder  despótico, 
que  solamente  se  puede  comparar  con  “los  déspotas  orientales  de  la 
Antigüedad  — por  ejemplo  los  faraones,  con  sus  pirámides — ”. 

Esto  coincide  con  lo  que  es  la  manera  occidental  de  escribir  su 
propia  historia.  La  sociedad  occidental  ve  a las  otras  sociedades 
amenazantes  y monstruosas,  frente  a las  cuales  se  hace  lucir  a sí  misma. 

Sin  embargo,  estas  sociedades  occidentales  no  son  lo  que  aquí 
aparecen.  El  “poder  absoluto  sobre  una  fuerza  de  trabajo  prácticamente 
infinita”  no  lo  tiene  Pedro  el  Grande,  como  sostiene  Bcrman.  Lo  tienen 
precisamente  las  monarquías  absolutas  occidentales.  Lo  tienen  a escalas 
tan  grandes,  que  pueden  disponer  de  continentes  enteros.  Eran  sus 
Estados  los  que  tenían  que  “acudir  constantemente  ...en  busca  de  más 
hombres”,  igual  que  Pedro  el  Grande.  Probablemente,  los  “sacrificios 
humanos...  inmensos”  y los  “terroríficos  costes  humanos”  de  Pedro  el 
Grande  quedaron  muy  atrás  de  los  que  en  esc  momento  estaban  haciendo 
estas  monarquías  absolutas,  y los  que  hicieron  las  democracias  que  les 
siguieron  en  el  siglo  posterior.  Posiblemente  también,  “los  déspotas 
orientales  de  la  Antigüedad  — por  ejemplo  los  faraones,  con  sus 
pirámides — ”,  se  quedaron  muy  cortos  en  comparación  con  lo  que  el 
Occidente  estaba  haciendo  en  el  mundo. 

En  1703  no  ocurre  solamente  la  fundación  de  San  Pctcrsburgo.  En 
este  mismo  año  Inglaterra  efectúa  un  contrato  comercial  con  Portugal, 
que  le  concede  a Inglaterra  una  gran  parte  del  comercio  de  esclavos 
entre  Africa  y América.  En  la  paz  de  Utrccht  (1713),  Inglaterra  consigue 
el  monopolio  mundial  del  comercio  de  esclavos,  el  cual  mantiene  por 
más  de  cien  años.  En  este  comercio  mundial  de  esclavos  participan 
talas  las  monarquías  occidentales  del  siglo  XVIII,  compitiendo  entre  sí 
por  la  parte  de  león  que  en  éste  consigue  Inglaterra.  La  única  monarquía 
absoluta  que  no  participa  es  precisamente  Rusia.  Y Rusia  no  participa 
porque  no  puede,  pero  también  porque  su  sistema  de  servidumbre  le 
proporciona  suficiente  trabajo  forzado  como  para  no  tener  que  recurrir 
a otros  continentes. 

Estas  monarquías  absolutas  tienen  acceso  a mucho  más  trabajo 
forzado  que  Pedro  el  Grande  y Rusia,  y saben  aprovecharlo. 


36  Ibid., 


pág.  192  (énfasis  nuestros). 


45 


En  los  once  años  comprendidos  entre  1783  y 1793,  Liverpool  destinó 
a la  trata  878  buques  y embarcó  303.737  negros  desde  Africa  por  un 
valor  de  15.186.850  libras  37. 

En  realidad,  el  ingreso  anual  percibido  en  este  concepto  se  propagó 
por  toda  la  ciudad  y contribuyó  al  sosten  de  la  mayor  parte  de  sus 
habitantes.  Se  sabe  muy  bien  que  muchos  de  los  buques  pequeños 
que  importaban  alrededor  de  un  centenar  de  esclavos  eran  financiados 
por  abogados,  tapiceros,  almaceneros,  fabricantes  de  velas,  banqueros, 
sastres,  etc.  3^. 

La  trata  de  esclavos  no  sólo  era  provechosa  por  sí  misma,  sino  que, 
asimismo,  dio  nacimiento  a muchas  industrias  en  Gran  Britania  y 
otros  países  que  debían  proporcionar  las  mercaderías  requiridas  por  el 
trueque  3^. 

Un  estudio  reciente  puso  de  manifiesto  la  importancia  que  tuvo  la 
trata  de  esclavos  para  el  desarrollo  de  ciudades  británicas  como 
Liverpool  y para  reunir  el  capital  inicial  que  desencadenó  la  Revolución 
Industrial  en -Inglaterra  4^. 

Este  “poder  absoluto  sobre  una  fuerza  de  trabajo  prácticamente 
infinita”,  que  Berman  imputa  al  Zar  Pedro  el  Grande,  está  aquí,  en  las 
otras  monarquías  absolutas,  no  en  Rusia: 

La  trata  de  esclavos,  por  otra  parte,  perduró  por  más  de  cuatro  siglos, 
englobó,  en  cierta  medida,  a todas  las  naciones  de  Europa  y a muchas 
de  este  hemisferio  y entre  sus  víctimas  se  contaron  quizá  veinte 
millones  de  seres  humanos  41. 

En  su  mayor  parte  los  negros  eran  jóvenes,  y sus  edades  oscilaban 
entre  los  16  y los  30  años  42. 

Todas  las  cifras  son  estimaciones  aproximadas,  pero  se  ha  afirmado 
que  alrededor  de  una  tercera  parte  de  los  negros  arrebatados  a sus 
hogares  morían  en  el  viaje  hacia  la  costa  y en  los  puertos  de  embarque, 
y que  otra  tercera  parte  perecía  durante  la  travesía  del  océano  y el 
proceso  de  aclimatación,  de  modo  tal  que  sólo  una  tercera  parte 
sobrevivía  para  constituir,  por  fin,  los  trabajadores  y colonizadores 
del  Nuevo  Mundo  43 . 

37  Tannenbaum,  Frank:  El  negro  en  las  Américas.  Esclavo  y ciudadano.  Paidós.  Buenos 
Aires,  1968,  pág.  29. 

3^  Ibid.,  pág.  30. 

39  /bid.,  págs.  30-31. 

40  Ibid.,  pág.  31  Se  refiere  al  libro:  Williams,  Eric:  Capitalismo  y esclavitud.  Editorial 
de  Ciencias  Sociales,  La  Habana,  1975. 

41  Ibid.,  pág.  32. 

42  Ibid.,  págs.  32-33. 

43  Ibid.,  pág.  38. 


46 


Díccse  que  la  vida  del  trabajador  negro  de  las  plantaciones  de  las 
Indias  Occidentales  alcanzaba  un  promedio  de  siete  años  y que  la 
sustitución  del  personal  se  daba  según  una  tasa  de  un  séptimo  o un 
octavo  por  año  44. 

En  1776  había  en  EEUU  alrededor  de  500.000  esclavos,  que 
representaban  el  20%  de  la  población  total 45.  Esto  es  en  el  mismo  siglo 
en  el  cual  Pedro  el  Grande  construye,  con  su  respectivo  trabajo  forzado, 
a San  Pctcrsburgo.  Este  trabajo  forzado  por  esclavitud  perdura  hasta 
después  de  la  abolición  de  la  servidumbre  en  Rusia.  Todavía  entre  1831 
y 1850,  solamente  Brasil  importa  alrededor  de  500.000  esclavos  africa- 
nos 46. 

Bcrman,  para  hacer  ver  lo  horroroso  que  es  el  trabajo  forzado  de 
Pedro  el  Grande,  lo  compara  con  “los  déspotas  orientales  de  la 
Antigüedad  — por  ejemplo  los  faraones,  con  sus  pirámides — Tenemos 
descripciones  de  esta  esclavitud  egipcia  en  la  Biblia,  en  la  cual  son  los 
israelitas  quienes  la  cuentan.  Comparada  con  lo  que  informa  Tanncnbaum 
sobre  la  esclavitud  occidental,  ésta  era  mucho  más  inhumana  de  lo  que 
puede  haber  sido  el  tratamiento  por  aquellos  “déspotas  orientales”. 
También  la  persecución  de  los  esclavos  que  trataron  de  escapar,  era 
horrorosa.  A partir  de  la  esclavitud  occidental,  ni  Dios,  con  todo  su 
poder  sobre  el  Mar  Rojo,  habría  podido  hacer  posible  un  éxodo. 

Lo  que  refiere  Bcrman,  no  tiene  ninguna  originalidad.  Es  lo  que 
toda  la  historia  occidental  escrita  dice.  Escribe  una  historia  orwclliana 
y falsifica  sin  ningún  pudor. 

Tanto  San  Pctcrsburgo  como  Liverpool  — y muchas  ciudades 
occidentales  más — están  construidas  sobre  hecatombes  de  víctimas 
innocentes  sacrificadas  en  función  de  su  levantamiento.  ¿Cómo  es  posible 
que  los  historiadores  hablen  sólo  de  San  Pctcrsburgo,  y no  de  Liverpool? 

La  respuesta  es  indirecta,  aunque  clara.  Los  sacrificios  humanos  de 
San  Pctcrsburgo  no  fueron  eficientes  y no  llevaron  a Rusia  a ser  una 
sociedad  moderna.  Los  de  Liverpool,  en  cambio,  sí  lo  fueron.  Eso  es 
todo.  Bcrman  nos  hace  bien  presente  esta  respuesta,  cuando  habla  tic  la 
construcción  del  canal  del  Mar  Blanco,  que  efectuara  Stalin  en  los  años 
treinta: 

El  primer  proyecto  de  Stalin  de  cara  a la  galería,  el  canal  del  Mar 
Blanco  (1931-1933),  sacrificó  cientos  de  miles  de  obreros,  más  que 
suficientes  para  dejar  atrás  cualquier  proyecto  capitalista 
contemporáneo  4^. 

Así,  trabajadores  e ingenieros  nunca  dispusieron  del  tiempo,  el  dinero 
o el  equipo  necesarios  para  la  construcción  de  un  canal  lo  sufi- 

44  Ibid.,  pág.  44. 

4-^  PLOETZ:  Croase  Weltgeschichte.  Darmstadt,  1986,  pág.  1168. 

46  Ibid.,  pág.  1210. 

4^  Bcrman,  op.cit.  pág.  69  (énfasis  nuestro). 


47 


cicntemente  profundo  y seguro  como  para  transportar  los  cargueros 
del  siglo  XX;  en  consecuencia,  el  canal  nunca  ha  desempeñado  un 
papel  significativo  en  el  comercio  o la  industria  soviéticos...  pero  si 
se  hubiera  dedicado  a la  obra  misma  la  mitad  de  la  atención  prestada 
a la  campaña  de  relaciones  públicas  habría  habido  muchas  menos 
víctimas,  y el  desarrollo  habría  sido  mucho  más  real  y el  proyecto 
habría  sido  una  auténtica  tragedia  en  vez  de  una  farsa  brutal  en  la 
que  personas  reales  murieron  por  seudoacontecimientos  48. 

No  es  cierto  que  los  obreros  sacrificados  del  canal  del  Mar  Blanco 
fueran  en  número  “más  que  suficientes  para  dejar  atrás  cualquier  proyecto 
capitalista  contemporáneo”.  Frente  a San  Pctcrsburgo  se  le  olvidó 
Liverpool,  y frente  al  canal  del  Mar  Blanco  se  le  olvida  el  Canal  de 
Panamá,  que  se  construye  entre  1904-1914  y que  es,  para  efectos  de  la 
historia  moderna,  completamente  contemporáneo.  El  Canal  de  Panamá 
fue  igualmente  construido  por  trabajo  forzado  (de  jamaiquinos-africanos, 
cuyo  régimen  de  trabajo  estaba  completamente  militarizado),  que 
murieron  en  cantidades  parecidas  a los  muertos  del  canal  del  Mar  Blanco. 
A esta  construcción  del  Canal  de  Panamá  antecedieron  la  construcción 
del  ferrocarril  transístmico  de  Colón  a Panamá,  a mediados  del  siglo 
XIX,  y los  fracasados  intentos  franceses  de  construir  el  canal  hacia 
finales  del  siglo  XIX.  La  historia  de  todas  estas  construcciones  es  una 
historia  de  horror. 

Bcrman  nos  dice  que  la  construcción  del  canal  del  Mar  Blanco  ha 
sido  una  “farsa  brutal  en  la  que  personas  reales  murieron  por 
seudoacontecimientos”.  No  dudo  que  haya  sido  una  farsa  brutal.  Pero 
no  por  el  argumento  que  da  Bcrman.  Lo  que  su  principal  crítica  le 
reprocha  a los  constructores  del  canal  del  Mar  Blanco,  es  que  no  lograron 
una  obra  eficiente.  Por  eso  es  un  “scudoacontccimicnto”.  Si  hubiera 
sido  eficiente,  habría  incluso  costado  menos  víctimas.  Pero  la  eficiencia 
es  el  argumento  clave.  Si  hubiera  sido  eficiente,  los  sacrificios  humanos 
del  canal  habrían  sido  una  “autentica  tragedia”  y no  una  “farsa  brutal”. 
No  hay  duda  de  que  para  Bcrman  las  víctimas  del  Canal  de  Panamá  son 
una  “autentica  tragedia”,  no  una  “farsa  brutal”.  El  Canal  de  Panamá  es 
eficiente. 

Bcrman  extiende  este  argumento  sobre  el  canal  del  Mar  Blanco  a 
todo  el  Tercer  Mundo: 

Millones  de  personas  han  sido  víctimas  de  desastrosas  políticas  de 
desarrollo  concebidas  megalomaníacamcnte  y ejecutadas  sin 
sensibilidad  ni  eficacia,  que  a la  postre  han  desarrollado  poco  más 
que  los  poderes  y la  fortuna  personal  de  los  gobernantes  49. 

Según  Bcrman,  todos  estos  sacrificios  son  sacrificios  sin  sentido; 
únicamente  el  Occidente  sabe  sacrificar  de  una  manera  tal  que  el 

48  Ibid.,  págs.  69-70. 

49  Jbid.,  pág.  70. 

48 


sacrificio  tenga  sentido.  Porque  solamente  el  Occidente  es  eficaz.  Los 
otros  son  asesinos.  Lo  son,  porque  no  son  eficaces.  El  Occidente  no  lo 
es. 

El  verdadero  proyecto  mcgalomaníaco  en  el  mundo  de  los  países 
subdcsarrollados,  es  el  proyecto  del  Occidente  en  curso  desde  hace  diez 
años.  Está  en  camino  y dejará  probablemente  atrás  a todos  los  exterminios 
de  este  siglo  XX,  tan  abundante  en  exterminios.  Se  trata  del  cobro  de 
la  deuda  externa  del  Tercer  Mundo,  y del  ajuste  estructural  impuesto 
por  el  Occidente  al  Tercer  Mundo  entero.  Es  el  primer  proyecto  que 
tiene  esta  capacidad  mundial,  y frente  al  cual  todos  los  países  del  Tercer 
Mundo  están  sometidos  como  soldados  en  un  cuartel.  En  nombre  de 
este  proyecto  está  en  curso  un  genocidio  sin  precedentes.  No  obstante, 
es  eficiente.  Lo  es  desde  el  punto  de  vista  de  los  países  occidentales, 
que  es  el  único  punto  de  vista  que  cuenta.  Siendo  eficiente,  será  una 
“autentica  tragedia”  y no  una  “farsa  brutal”. 

Esta  relación  entre  sacrificio  y eficiencia  en  la  sociedad  occidental, 
puede  explicar  por  que  el  Occidente,  desde  el  siglo  XVIII  hasta  hoy, 
sigue  con  tanto  entusiasmo  al  sacrificio  de  Ifigcnia  por  su  padre 
Agamenón.  Ifigcnia  entre  los  tauros,  después  de  haber  pasado  por  su 
sacrificio  en  Aulide,  pregunta:  “¿Cayó  Troya?”  Era  la  pregunta  por  la 
eficacia  del  sacrificio.  Cuando  escuchó:  “¡Cayó!”,  supo  que  su  sacrificio 
había  sido  eficaz.  Por  tanto,  tenía  sentido,  era  una  “autentica  tragedia”. 
Si  Troya  no  hubiese  caído,  habría  sido  una  “farsa  brutal”.  Eso  escucha 
la  burguesía  occidental,  segura  de  que  eso  es  la  confirmación  de  lo  que 
ella  está  haciendo  30.  Jamás  dudará  de  que  la  razón  la  tiene  Agamenón. 
El  no  es  un  asesino,  sino  un  héroe,  igual  que  la  burguesía  piensa  de  sí 
misma.  Juntos  tienen  que  seguir  asesinando,  para  no  ser  asesinos. 


4.  La  Itlgenia  iluminada 


Una  vez  secularizado  el  circuito  sacrificial  de  la  Edad  Media, 
también  el  Cristo  medieval  puede  aparecer  en  forma  secularizada.  Lo 
hace  en  el  tiempo  de  la  Iluminación,  bajo  el  nombre  original  de  Ifigcnia. 
Racinc,  Schillcr,  Goethe  y muchos  otros  escritores,  desarrollan  una 
nueva  Ifigcnia  que  está  ahora  al  nivel  de  la  sociedad  burguesa. 

La  Ifigcnia  en  Aulide  de  Eurípides,  sobrevive  a este  proceso  casi 
sin  ningún  cambio,  igual  que  ha  sobrevivido  a la  Edad  Media.  Un  padre 
sacrifica  a su  hija  (o  hijo)  y ésla(c)  se  une  en  su  muerte  con  la  voluntad 

50  Sobre  la  guerra  de  Irak,  se  dijo  después  del  retiro  de  las  tropas  iraquís  de  Kuweit: 
“La  lógica  militar  y la  lógica  de  la  paz  se  conjugan,  por  lo  tanto,  en  el  mandato  de  la 
ONU  y ambas  dimensiones  exigen,  por  lo  tanto,  la  rendición  total  de  llusscin.  De  lo 
contrario,  -vano  sería  este  holocausto"  ( La  Nación,  San  José,  27.2.91,  énfasis  nuestro). 
Para  que  este  holocausto  — segundo  de  este  siglo — no  sea  en  vano,  hace  falta  completarlo 
y,  después,  seguir  con  él  en  otras  partes.  La  lógica  sacrificial  es  el  exterminio,  al  cual 
sigue  el  suicidio  del  victimario. 


49 


del  padre,  aceptando  este  sacrificio,  afirmándolo  y entregándose  a sí 
misma(o).  Por  tanto,  cuando  Schillcr  escribe  una  Ifigenia  en  AuliJe, 
ésta  resulta  ser  simplemente  una  traducción  libre  de  la  Ifigcnia  de  Eurí- 
pides. Pero  el  mismo  tema  aparece  también  con  otros  nombres.  Así,  El 
príncipe  de  Homburg  de  Klcist,  es  también  una  Ifigenia  en  Aulide,  sólo 
que  prusiana  y militar.  Se  procede  al  sacrificio.  Sin  embargo,  en  el 
último  momento  llega  a caballo  un  mensajero  del  rey,  que  lo  inte- 
rrumpe, porque  el  rey  considera  suficiente  la  buena  voluntad  tanto  del 
sacrificador  como  del  sacrificado. 

El  problema  sigue  siendo  “Ifigenia  entre  los  tauros”,  como  la 
presenta  Eurípides,  es  decir,  la  pregunta:  cómo  se  ve  Grecia  una  vez 
realizado  el  sacrificio  de  Ifigenia.  La  respuesta  de  Eurípides,  ahora  ya 
no  es  ninguna  solución.  Mientras  Schillcr  escribe  una  Ifigenia  en  Aulide, 
que  puede  ser  una  traducción  libre  del  original  de  Eurípides,  la  “Ifigenia 
entre  los  tauros”  de  Goethe  se  inspira  en  Eurípides,  no  obstante,  resulta 
un  drama  completamente  cambiado. 

Goethe  presenta  el  mundo  como  se  ve  después  del  sacrificio  de 
Ifigenia.  Su  respuesta  es:  un  mundo  sin  sacrificios  humanos.  El  sacrificio 
deja  de  existir,  ya  no  hace  falta  sacrificar  a nadie.  La  Ifigenia  en  Táuridc 
de  Eurípides,  se  transforma  en  una  sacerdotisa  que  realiza  sacrificios 
humanos,  los  cuales  posteriormente  son  prohibidos  por  la  diosa  Minerva 
y sustituidos  por  un  simple  acto  simbólico.  En  cambio,  la  Ifigenia  en 
Táuride  de  Goethe,  como  “diosa  sacerdotisa”,  libra  ella  misma  del 
sacrificio,  realizando  la  consecuencia  de  que  ya  nunca  más  debe  haber 
sacrificios.  En  este  sentido,  ella  es  ahora  completamente  cristiana  y 
medieval.  Goethe  la  cristianizó,  para  secularizarla  en  el  mismo  acto. 

La  Ifigenia  en  Táuride  de  Goethe,  transforma  como  diosa  sacerdotisa 
a Táuride  en  un  paraíso  sin  sacrificios  humanos  y,  al  final,  extenderá 
este  paraíso  a toda  Grecia.  El  mensajero  de  Thoantc,  rey  de  los  tauros, 
le  dice: 

¿Quien  difirió  con  dulces  persuasiones  de  un  año  a otro,  la  costumbre 
horrenda  de  ofrecer  en  sangriento  sacrificio  a Diana  en  su  altar,  todo 
extranjero,  volviendo  así  a su  patria  prisioneros  a irremisible  muerte 
condenados?  Y al  carecer  de  las  antiguas  víctimas  la  diosa,  en  vez  de 
airarse,  ¿no  se  rinde  en  gran  medida  a tus  suaves  ruegos?  ¿No  cierne 
la  victoria  sus  alegres  alas  sobre  el  ejército? 

Goethe  le  da  a la  diosa,  que  en  Eurípides  se  llama  Minerva,  el 
nombre  de  Diana.  Esta  diosa  Diana,  que  dio  a los  griegos  la  victoria 
sobre  Troya  por  haber  sacrificado  a Ifigenia,  ahora  les  da  la  victoria 
porque  Ifigenia  ha  eliminado  los  sacrificios.  Pero  sigue  dando  victorias. 

Sin  embargo,  el  rey  Thoantc  se  decide  a volver  a introducir  los 
sacrificios  humanos  para  la  diosa  Diana,  después  de  que  Ifigenia  rechaza 

Pág.  241  (Primer  acto,  2a.  escena). 


50 


su  oferta  de  matrimonio.  Quiere  en  seguida  volver  a empezar  con  dos 
griegos  extranjeros  que  han  sido  capturados,  y de  los  cuales  resultará 
que  se  trata  de  Orcstcs,  el  hermano  de  Ifigcnia,  y de  su  amigo  Pilados. 

Como  sacerdotisa,  Ifigcnia  habla  con  ellos  sin  conocerlos  todavía. 
Su  pregunta  central  cs:”¿Cayó  Troya?  Asegúramelo,  amigo”.  Pilados 
contesta:  “¡Cayó!”54.  Ifigcnia  se  siente  aliviada.  Su  sacrificio  ha  sido 
un  sacrificio  con  sentido.  Por  lo  tanto,  también  las  conclusiones  que 
sacó  de  el,  es  decir,  constituir  un  mundo  sin  sacrificio.  Cuando  reco- 
noce a Orcstcs,  y este  le  confiesa  haber  matado  a su  madre  Clitcmncstra, 
ella  se  va  a esforzar  para  buscar  satisfacción  para  él.  Como  Troya  cayó, 
el  sacrificio  de  Agamenón  no  fue  un  asesinato,  y por  consiguiente,  sí 
fue  asesinato  haber  matado  a Agamenón.  Por  ende,  Ifigcnia  se  vuelve 
a oponer  a su  madre  Clitcmncstra,  la  madre  que  se  había  vengado  por 
el  sacrificio  de  Ifigcnia  matando  a Agamenón.  Ifigcnia  defiende  el 
derecho  de  Agamenón  de  sacrificarla,  y rechaza  el  derecho  de 
Clitcmncstra  de  vengarse  de  Agamenón  por  la  muerte  de  su  hija  Ifigcnia. 
En  consecuencia,  Ifigcnia  se  pone  del  lado  de  Orcstcs,  que  había  matado 
a Clitcmncstra. 

Su  propia  salvación,  que  la  diosa  realizó  sustituyéndola  por  un 
animal  de  sacrificio,  la  interpreta  como  resultado  de  su  propio  sacrificio: 

Engañando  a mi  madre  nos  llevaron;  fui  al  ara  conducida,  y mi  cabeza 
a la  diosa  ofrecieron.  Aplacada,  no  queriendo  mi  sangre,  en  una  nube 
me  envolvió  para  salvarme,  y de  la  muerte  en  este  templo  renací  a la 
vida  55. 

A partir  de  aquí,  explica  su  renuncia  al  sacrificio  humano: 

Yo  también  he  temblado  junto  al  ara  de  hinojos,  y la  muerte  prematura 
solemne  me  cercaba.  Iba  el  cuchillo  a traspasar  mi  pecho  palpitante. 

De  interno  espanto  poseyóme  el  vértigo.  Perdí  la  vista  y...  me  encontré 
salvada.  ¿No  se  debe,  al  que  sufre,  las  mercedes  devolver,  que  los 
dioses  nos  hicieron?  34. 

Ifigcnia,  Orcstcs  y Píladcs  preparan  su  fuga,  la  cual  quieren  realizar 
engañando  al  rey  Thoantc.  Sin  embargo,  en  el  momento  culminante  de 
la  fuga,  Ifigcnia  visita  a Thoantc  y le  confiesa  todo,  porque  quiere  ser 
limpia  y sin  mentira.  Thoantc  se  deja  convencer  y renuncia  al  sacrificio 
a la  diosa  Diana  de  Orcstcs  y Píladcs,  y los  deja  salir  en  paz. 

No  efectuar  sacrificios  convence  a todos,  y crea  la  paz  para  todos. 
El  sacrificio  original  obró  la  conciliación,  de  la  cual  resulta  un  mundo 
sin  sacrificios.  Una  solución  parecida,  sin  mencionar  la  relación  con 


5~  Pag.  261  (Segundo  acto,  2a.  escena). 
55  Pag.  249  (Primer  acto,  3a.  escena). 
34  Pag.  291  (Quinto  acto,  3a.  escena). 


51 


Ifigcnia,  da  Schillcr  en  su  Guillermo  Tell  para  el  mismo  problema.  Tell 
sacrifica  a su  hijo,  también  sin  matarlo,  y del  sacrificio  resulta  el  jura- 
mento del  Rütli,  que  igualmente  constituye  una  sociedad  sin  sacrificios. 

La  Ifigcnia  en  Táuride  de  Goethe,  muestra  un  mundo 
maravillosamente  armónico  en  el  cual  el  sacrificio  humano  se  ha  disuclto 
por  su  propia  lógica.  Se  trata  de  un  mundo  sin  enemigos,  y por  ello,  tan 
armónico.  Todos  se  someten  voluntariamente  a la  influencia  divina  que 
Ifigcnia  ejerce  sobre  ellos.  Troya  está  destruida,  y el  mundo  no  tiene 
más  razones  de  conflicto.  El  sacrificio  efectuó  dos  cosas  a la  vez:  la 
destrucción  de  Troya  y el  surgimiento  de  un  mundo  armónico  sin 
sacrificios.  Se  trata  de  la  ideología  de  la  burguesía:  la  destrucción  y 
colonización  del  mundo  entero  crean  la  condición  para  una  armonía  sin 
límites,  con  una  fuerza  de  convicción  tal,  que  todos  se  le  someterán. 
Todos  los  sacrificios  de  la  historia  resultan  fructíferos,  que  han  sido 
realizados  por  las  diversas  despotías  en  su  lucha  en  contra  de  la  sociedad 
burguesa. 

El  drama  de  Goethe  es  panflctario,  superficial  y nada  más  que 
apologético.  En  los  años  treinta  del  presente  siglo  podría  haber  sido 
presentado  en  los  teatros  de  Moscú,  con  la  misma  utilidad  para  los 
stalinistas  como  cuando  fue  presentado  en  el  siglo  XIX  para  uso  de  la 
burguesía.  La  problemática  que  el  drama  esconde,  solamente  se  puede 
demostrar  si  uno  supone  que  hubiera  tenido  otro  final. 

El  final  armónico  depende  completamente  del  hecho  de  que  Thoante, 
el  rey  de  los  tauros,  se  deja  convencer  por  Ifigcnia  de  no  realizar  más 
sacrificios  y de  dejarla  salir  con  su  hermano.  Supongamos  que  no  se 
hubiera  convencido.  En  este  caso,  él  hubiera  tomado  a Ifigcnia  y la 
habría  sacrificado  a ella.  Orcstcs  y Pilados  se  habrían  escapado,  y habrían 
hecho  la  guerra  a Táuride.  Habría  sido  una  guerra  en  contra  de  los 
sacrificios  humanos  y por  la  armonía  de  un  nuevo  mundo  sin  estos 
sacrificios.  Capturado  Thoante,  lo  habrían  quemado  en  una  hoguera 
frente  al  templo,  demostrando  que  ahora  efectivamente  los  sacrificios 
humanos  se  terminaron.  Como  resultado,  Grecia,  por  una  guerra  justa 
en  defensa  de  la  humanidad  y de  la  humanización,  habría  conquistado 
una  nueva  colonia. 

Habría  sido  una  de  esas  guerras  de  las  que  la  burguesía  ha  hecho 
centenares,  y que  todavía  sigue  haciendo,  mediante  las  cuales  defiende 
a la  humanidad  para  recibir  como  premio  la  dominación  sobre  el  mundo 
entero.  La  guerra  que  condujo  EE.UU.  contra  Nicaragua,  fue  legitimada 
de  esta  manera.  Lo  mismo  vale  para  la  guerra  en  contra  de  Panamá,  a 
fines  de  1989,  que  como  regalo  de  navidad  para  la  población  panameña, 
transformó  a este  país  nuevamente  en  una  colonia  de  EE.UU.  Con  la 
misma  justificación  fue  conquistada  América  del  Norte,  eliminando 
casi  toda  la  población  autóctona.  Los  colonizadores  realizaron  sola- 
mente guerras  justas  de  defensa  en  contra  de  la  población  de  los  países 
colonizados,  defendieron  la  humanidad  y la  humanización,  y como 
premio  recibieron  el  país  entero.  En  cualquier  película  del  “wild  west” 


52 


podemos  ver  eso  todavía  hoy.  Los  conquistadores  burgueses  nunca  han 
hecho  ni  una  sola  guerra  injusta.  Claro,  si  Goethe  hubiera  escogido  un 
final  de  este  tipo,  su  drama  revelaría  mucho  más  de  lo  que  ahora  se  ve. 
Pero  con  seguridad  no  se  habría  mejorado.  Solamente  se  hubiera  trans- 
formado en  el  libreto  de  una  película  del  “wild  west”. 


5.  El  sacrificio  y el  pacto  con  el  diablo 

Posteriormente,  Goethe  buscó  la  solución  de  una  manera  completa- 
mente distinta.  También  en  su  Fausto  está  en  el  centro  el  asesinato  de 
un  niño.  Margarita  (Grctchcn)  mata  a su  hijo,  quien  es  también  el  hijo 
de  Fausto.  Sin  embargo,  esta  vez  este  sacrificio  de  un  niño  no  responde 
a la  exigencia  o intriga  de  una  diosa.  Ahora  el  sacrificio  del  niño  resulta 
de  un  pacto  con  el  diablo,  no  con  los  dioses.  No  resulta  tener  la  más 
mínima  fertilidad,  sino  que  es  solamente  una  catástrofe  producida  por 
el  pacto  con  el  diablo.  Aunque  no  sea  todavía  el  descubrimiento  de  la 
libertad,  no  obstante,  Goethe  ahora  vislumbra  el  camino  hacia  ella.  En 
el  comienzo  de  la  libertad  está  un  hombre  — Abraham — , quien  rechaza 
el  sacrificio,  y un  dios  que  reconoce  este  rechazo  y lo  acepta  como  fe. 
De  esta  fe  resulta  que  cualquier  sacrificio  es  una  catástrofe.  Es  resultado 
de  un  pacto  con  el  diablo  y jamás  una  fuente  de  fertilidad.  Esto  es 
válido  también  en  el  caso  de  que  el  pacto  con  el  diablo  fuera  inevitable. 

Fausto  sigue  queriendo  crear  un  paraíso  en  la  tierra,  pero  él  sabe 
ahora  que  tiene  que  engañar  al  diablo  para  alcanzarlo.  Tiene  que 
engañarlo,  porque  no  puede  salirse  del  pacto  con  él.  Con  eso  Goethe, 
el  dios  olímpico,  baja  por  fin  del  Olimpo  y crea  quizás  la  imagen  más 
realista  que  tenemos  de  este  problema.  El  viejo  Goethe  lo  resume  de  la 
siguiente  manera:  Nemo  contra  deum,  nisi  deas  ipse  55. 


“Nadie  en  contra  de  Dios,  sino  Dios  mismo”.  Dichtung  und  Wahrheit,  al  comienzo  del 
capítulo  4. 


53 


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¿Es  lícito  pagar  la  deuda? 
La  deuda  en  la  teología  cristiana 


La  deuda  externa  del  Tercer  Mundo  y su  cobro  despiadado  desde 
1982,  volvieron  a obligar  a reflexionar  sobre  el  problema  de  la  relación 
entre  prestamistas  y deudores  l.  Se  trata  de  un  problema  antiguo,  que 
ha  acompañado  toda  la  historia  humana  desde  que  existen  relaciones 
mercantiles  y el  uso  de  dinero.  Aunque  los  términos  de  la  reflexión 
hayan  cambiado  muchas  veces  desde  el  surgimiento  de  la  sociedad 
burguesa,  siempre  de  nuevo  han  aparecido  también  las  reflexiones  que 
una  tradición  mucho  más  antigua  había  elaborado. 

Como  los  problemas  vinculados  con  el  endeudamiento  y el  pago  de 
las  deudas  son  evidentemente  problemas  éticos  también,  esta  reflexión 
sobre  la  deuda  pasa  siempre  a los  planos  de  la  reflexión  ética  y teológica. 
Lo  mismo  ocurre  hoy  frente  a la  deuda  externa  del  Tercer  Mundo.  Más 
allá  de  las  discusiones  acerca  de  las  dimensiones  económicas  de  la 
deuda,  aparecen  las  reflexiones  sobre  su  dimensión  ética  y también 
teológica.  Si  bien  estos  planos  están  mezclados,  es  posible  distinguirlos 
hasta  cierto  grado.  Especialmente  aparecen  mezcladas  las  dimensiones 
éticas  y teológicas  de  estas  reflexiones.  Hay  una  larga  tradición  de 
vincular  la  justificación  ética  o la  condena  del  pago  de  la  deuda  con  las 
reflexiones  teológicas.  El  juicio  ético  aparece  entonces  unido  al  juicio 
sobre  lo  que  es  o puede  ser  la  voluntad  de  Dios  respecto  al  pago  de  la 
deuda.  Se  trata  de  un  nivel  de  reflexión  teológica  que  es  sobre  todo  de 
teología  moral. 

Ya  la  tradición  del  Antiguo  Testamento  abunda  en  referencias 
teológicas  de  este  tipo.  Existe  allí  una  profunda  desconfianza  frente  a 
las  relaciones  crediticias  y una  constante  condena  no  solamente  ética, 
sino  también  teológica.  Se  declara  años  de  gracia  o años  de  jubileo  para 
contrarrestar  los  efectos  nefastos  que  las  relaciones  crediticias  pueden 
tener  sobre  las  relaciones  sociales  en  general.  La  deuda  es  tratada  como 
algo  que  subvierte  todas  las  relaciones  entre  los  hombres,  y frente  a la 
cual  se  justifican  medidas  especiales. 

Sin  embargo,  tradiciones  parecidas  las  encontramos  en  otras  culturas 
también.  La  deuda  corroe  la  sociedad.  La  propia  teología  cristiana  muchas 

1 Ver  ITinkelammert,  Franz  J.:  La  deuda  exlerna  de  América  Latina.  El  automatismo  de 
la  deuda.  Edit.  DEI,  San  José,  Costa  Rica,  19S8. 


57 


veces  se  ha  hecho  eco  de  estas  tradiciones  antiguas.  Aparecen  en  el 
Nuevo  Testamento,  en  la  patrística,  en  el  tomismo,  son  recibidas  muy 
fuertemente  por  Lutcro  y se  hacen  notar  asimismo  hoy,  cuando  el  cobro 
de  la  deuda  del  Tercer  Mundo  está  subvirtiendo  la  vida  de  tres  continentes 
con  su  secuela  de  miseria  y destrucción.  Actualmente  se  suelen  vincular 
con  el  derecho  de  todos  los  hombres  al  uso  de  la  tierra  que  pronunció 
la  patrística,  y que  fue  posteriormente  vinculado  con  la  tradición 
aristotclica-tomista  del  derecho  natural. 


I»  La  deuda  en  la  teología 

No  obstante,  en  la  tradición  cristiana  apareció  una  reflexión  muy 
distinta  de  la  deuda,  que  no  se  vincula  directamente  con  la  teología 
moral  y con  la  etica,  la  cual  penetra  el  propio  centro  de  la  teología.  Se 
interpreta  entonces  toda  la  relación  entre  Dios  y el  hombre,  la  propia 
redención  del  hombre  y su  reconciliación  con  Dios,  en  términos  de  una 
relación  entre  deudor  y acreedor.  Nuestro  interés  consiste  más  bien  en 
discutir  este  tipo  de  teología  de  la  deuda. 

La  vinculación  de  culpa  y deuda  es  mucho  más  antigua  que  el 
cristianismo.  Las  mismas  palabras  perdonar  y absolver  vienen  del 
lenguaje  de  la  deuda,  para  ser  vinculadas  con  la  relación  del  pecador 
con  Dios.  En  muchos  idiomas,  para  culpa  y deuda  existe  solamente  una 
palabra  (por  ejemplo  en  castellano,  deber  y deuda,  pero  también  en 
aleman:  schuld y schulden).  Siempre  se  establece  una  relación  del  hombre 
tanto  con  Dios  como  con  los  otros  hombres  y con  la  naturaleza,  que 
pasa  por  la  analogía  de  la  deuda  y del  do  ut  des.  A Dios  se  le  debe  algo, 
y a los  hombres  también.  En  la  tradición  prc-cristiana,  este  deber  a Dios 
se  vincula  con  los  sacrificios  que  se  le  deben  a él.  Dios  los  recibe  como 
pago  por  una  deficiencia.  En  la  tradición  judaica,  ellos  se  vinculan  con 
la  ley.  El  hombre  debe  a Dios  el  cumplimiento  de  la  ley,  un  cumplimiento 
que  siempre  es  imperfecto  y que  revela  por  tanto  una  profunda  cul- 
pabilidad, a la  cual  corresponde  el  sacrificio  que  contrarresta  esta 
culpabilidad  más  allá  del  cumplimiento,  necesariamente  imperfecto  y a 
pesar  de  eso  culpable,  de  la  ley.  Es  decir,  se  debe  a Dios  el  cumplimiento 
de  la  ley,  que  ordena  las  relaciones  con  los  otros  hombres,  y con  eso 
se  paga  una  deuda  con  Dios,  que  es  completada  por  los  sacrificios. 
Mediante  estos  sacrificios,  el  hombre  adquiere  la  buena  conciencia  para 
actuar  eficazmente. 


¡L  La  deuda  en  el  mensaje  cristiano 

El  mensaje  cristiano  se  inscribe  en  esta  tradición,  pero  la  cambia 
profundamente.  Se  mantiene  la  analogía  de  la  relación  del  hombre  con 
Dios  en  términos  de  una  deuda,  sin  embargo  esta  deja  de  ser  una  deuda 


58 


que  se  paga  a Dios.  Dios  deja  de  cobrar  la  deuda,  si  bien  se  mantiene 
la  analogía  con  la  deuda.  Hay  un  texto  central  que  permite  entender  el 
cambio  y que  viene  del  propio  Padre  Nuestro.  Según  Mateo,  dice: 
“Perdónanos  nuestras  deudas,  como  nosotros  perdonamos  a nuestros 
deudores”  (Mat  6.12).  Según  Lucas  es  distinto,  aunque  parecido: 
“Perdónanos  nuestros  pecados,  como  nosotros  perdonamos  a nuestros 
deudores”  (Luc  11.4).  Una  traducción  más  exacta  de  la  segunda  parte 
de  esta  oración,  sería:  “como  nosotros  hemos  perdonado  a nuestros 
deudores”.  Se  trata  de  deudas  impagables.  La  deuda  pagable,  obviamente 
no  encierra  este  problema.  Cuando  la  deuda  es  entre  iguales,  pagar  la 
deuda  es  el  comportamiento  que  corresponde.  Jesús  explica  este  carácter 
de  la  deuda  en  una  parábola: 

Por  esto  el  Reino  de  los  Cielos  es  semejante  a un  rey  que  resolvió 
arreglar  cuentas  con  sus  empleados.  Cuando  estaba  empezando  a 
hacerlo,  le  trajeron  a uno  que  debía  diez  millones  de  monedas  de  oro. 
Como  el  hombre  no  tenía  para  pagar,  el  rey  dispuso  que  fuera  vendido 
como  esclavo,  junto  con  su  mujer  y sus  hijos  y todas  sus  cosas  para 
pagarse  de  la  deuda. 

El  empleado  se  arrojó  a los  pies  del  rey,  suplicándole:  ‘Ten  paciencia 
conmigo  y yo  te  pagare  todo”.  El  rey  se  compadeció,  y no  sólo  lo 
dejó  libre,  sino  que  además  le  perdonó  la  deuda. 

Pero  apenas  salió  el  empleado  de  la  presencia  del  rey,  se  encontró 
con  uno  de  sus  compañeros  que  le  debía  cien  monedas;  lo  agarró  del 
cuello  y casi  lo  ahogaba,  gritándole:  “Paga  lo  que  me  debes”.  El 
compañero  se  echó  a sus  pies  y le  rogaba:  “Ten  un  poco  de  paciencia 
conmigo  y yo  te  pagaré  todo”.  Pero  el  otro  no  lo  aceptó.  Al  contrario, 
lo  mandó  a la  cárcel  hasta  que  le  pagara  toda  la  deuda. 

Los  compañeros,  testigos  de  esta  escena,  quedaron  muy  molestos  y 
fueron  a contarle  todo  a su  patrón.  Entonces,  el  patrón  lo  hizo  llamar 
y le  dijo:  “Siervo  malo,  todo  lo  que  me  debías  te  lo  perdone  en  cuanto 
me  lo  suplicaste.  ¿No  debías  haberte  compadecido  de  tu  compañero 
como  yo  me  compadecí  de  ti?”  Y estaba  tan  enojado  el  patrón  que  lo 
entregó  a la  justicia  hasta  que  pagara  toda  su  deuda  (Mat  18.23-34). 

Para  Jesús,  el  perdón  de  las  deudas  es  uno  de  los  ejes  de  su  mensaje. 
Cuando  se  hace  presente  la  primera  vez  en  la  vía  pública,  anuncia  “un 
año  de  gracia  del  Señor”  (Luc  4.19).  El  año  de  gracia  es,  en  la  tradición 
judía,  el  año  en  el  cual  se  perdonan  las  deudas. 

La  impagabilidad  de  la  deuda  está  en  el  centro.  Su  carácter 
impagable  se  deriva  del  hecho  de  que  el  acreedor  puede  amenazar  al 
deudor  con  llevarlo  a la  cárcel,  de  venderlo  a él  y a su  familia  en  la 
esclavitud,  de  vender  todas  su  propiedades,  de  condenarlo  a la  miseria, 
etc.  Esta  situación  corresponde  a lo  que  solía  ser  en  aquel  tiempo  toda 
deuda.  Ella  tendía  normalmente  a ser  impagable  y a desembocar  en 
catástrofes  sociales. 

Jesús  sigue  con  la  analogía  del  pecado  con  la  deuda,  sólo  que  esta 
es  invertida.  La  deuda  del  hombre  con  Dios  — sus  pecados — , es  ahora 


59 


cobrar  las  deudas  que  el  hombre  tiene  con  el  otro.  Que  el  hombre  tenga 
deudores,  es  la  deuda  que  tiene  con  Dios.  Por  tanto,  el  hombre  no 
puede  pagar  su  deuda  con  Dios,  ni  éste  puede  cobrarla.  Para  que  el 
hombre  no  tenga  deuda  con  Dios,  tiene  que  perdonar  las  deudas  que 
otros  hombres  tienen  con  él.  La  deuda  con  Dios  es  una  anti-deuda.  No 
se  paga,  sino  que  se  da  satisfacción  por  ella.  Esta  satisfacción  resulta 
del  perdón  de  las  deudas  que  otros  tienen  con  nosotros.  Dios  perdona 
las  deudas  que  el  hombre  tiene  con  él,  si  el  hombre  perdona  las  deudas 
que  otros  hombres  tienen  con  él.  Cuando  el  pecador  pide  de  Dios  el 
perdón  de  su  deuda,  le  pide  a Dios  la  declaración  de  un  año  de  gracia 
frente  a él.  Dios  concede  eso,  si  también  el  pecador  declara  a sus 
respectivos  deudores  este  mismo  año  de  gracia,  el  perdón  de  las  deudas 
que  los  otros  tienen  con  él. 

Por  consiguiente.  Dios  no  cobra  la  deuda  positivamente,  y no  podría 
hacerlo.  La  deuda  que  el  hombre  tiene  con  Dios,  está  en  el  hecho  de 
que  el  hombre  tenga  deudores,  cuya  deuda  él  no  perdona.  Al  no  perdonar 
las  deudas  que  otros  tienen  con  él,  mantiene  su  deuda  con  Dios.  Al 
perdonar  las  deudas  que  otros  tienen  con  él,  Dios  le  perdona  las  suyas. 
Luego,  Dios  no  cobra  la  deuda  que  el  hombre  tiene  con  él,  sino  que 
pide  satisfacción  por  ella.  Esta  consiste  en  perdonar  el  hombre  las  deudas 
que  otros  hombres  tienen  con  él.  Directamente,  en  términos  de  pago,  el 
hombre  no  debe  nada  a Dios.  Tampoco  debe  nada  a otros  hombres  en 
sentido  de  cumplimiento  alguno.  No  debe  amarrar  a otros,  no  les  debe 
cobrar  deudas,  para  que  Dios  no  lo  amarre  y no  le  cobre  tampoco.  En 
ambos  casos  se  trata  de  deudas  impagables.  La  deuda  del  hombre  con 
Dios  es  impagable,  y las  deudas  que  otros  hombres  tienen  con  él,  son 
igualmente  impagables  (también  en  este  mensaje  de  Jesús,  las  deudas 
pagables  se  pagan).  El  hombre  tiene  que  dar  libertad,  para  que  Dios  se 
la  dé  también.  Dios  deja  libre  al  hombre,  si  el  hombre  deja  libre  a los 
otros  hombres.  Si  el  hombre  hace  al  otro  dependiente  de  sí,  él  a su  vez 
pierde  su  libertad  frente  a Dios. 

Por  eso,  para  Jesús  ya  no  puede  haber  sacrificios.  Los  sacrificios 
pagan  a Dios  algo  que  el  hombre  le  debe.  No  obstante,  el  Dios  de  Jesús 
no  cobra  ninguna  deuda,  sino  que  deja  libre.  Pero  puede  dejar  libre 
únicamente  si  el  hombre  deja  libre  a los  otros.  Por  eso,  al  perdonar  las 
deudas  que  otros  tienen  con  él,  el  hombre  deja  de  tener  deuda  con  Dios, 
porque  Dios  se  la  perdona.  Dios  es  un  Dios  de  la  libertad,  no  de  la  ley. 
La  libertad  se  pierde  cuando  se  cobra  alguna  deuda.  No  solamente  el 
deudor  pierde  la  libertad  cuando  se  le  cobra  la  deuda  impagable.  También 
el  acreedor  la  pierde.  Por  ello,  Dios  mismo  pierde  su  libertad  cuando 
el  hombre  está  en  deuda  con  él.  Por  eso,  ni  el  hombre  ni  Dios  cobran 
las  deudas.  Para  ser  libres,  perdonan  las  deudas  (impagables,  es  decir, 
las  deudas  que  esclavizan).  Por  eso,  en  esta  teología  la  reconciliación 
del  hombre  con  Dios  es  a la  vez  una  reconciliación  de  Dios  consigo 
mismo.  Dios  vuelve  a tener  una  libertad  perdida,  cuando  el  hombre 
vuelve  a ser  libre.  Libertad  y cobro  de  deudas,  libertad  y ley,  libertad 


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y dinero,  libertad  y Mammón,  se  contradicen.  Este  es  el  mensaje  de 
libertad  de  Jesús.  Lo  cristiano  es  perdonar  las  deudas.  Lo  cristiano  es 
ser  libre.  Y Dios  es  un  cristiano. 

Desde  el  punto  de  vista  de  la  autoridad  y de  la  ley,  ese  es  un 
mensaje  sumamente  molesto,  y toda  la  tradición  cristiana  lo  ha  sentido 
así.  Es  a la  vez  el  origen  y el  más  allá  de  todas  las  utopías  modernas, 
desde  la  liberal  hasta  la  anarquista.  Rclativiza  cualquier  orden 
institucional,  porque  cualquier  orden  institucional  se  basa  en  el  cobro 
de  la  deuda  y en  la  exigencia  del  cumplimiento.  El  cobro  de  la  deuda 
es  injusto;  lo  justo  es  perdonar  la  deuda.  Es  injusto  porque,  en  cuanto 
la  deuda  resulta  impagable,  crea  dependencias  entre  los  hombres  de  las 
cuales  ya  no  hay  salida.  La  deuda  impagable  destruye  la  vida  del  deudor. 
Trae  la  muerte.  Por  eso  es  injusto.  Sin  embargo,  por  eso  mismo  también 
es  injusto  pagar  la  deuda. 

El  texto  original  se  refiere  sin  ninguna  duda  a las  deudas.  Pero 
desde  la  crisis  de  la  deuda  externa  del  Tercer  Mundo,  que  empieza  en 
los  años  sesenta,  se  ha  cambiado  la  letra.  En  casi  todos  los  países  de 
habla  castellana  o portuguesa  se  reza  ahora:  “Perdónanos  nuestras 
ofensas,  como  nosotros  perdonamos  a los  que  nos  ofenden”.  En  los 
textos  bíblicos  se  mantiene  todavía  la  traducción  correcta,  aunque  allí 
también  se  empieza  cambiar.  Las  traducciones  de  las  Sociedades  Bíblicas 
ya  cambiaron  en  prácticamente  todos  los  idiomas.  Del  sola  scripiura  se 
ha  pasado  a la  falsificación  de  las  escrituras,  para  imponerles  el  contenido 
deseado.  De  estas  escrituras  falsificadas,  según  los  intereses  de  nuestra 
burguesía,  se  reclama  el  sola  scripiura.  El  sola  scripiura  se  ha  cambiado 
en  un  jamás  la  escritura,  en  un  sólo  lo  que  se  nos  antoja.  Fabricamos 
nuestra  escritura,  para  dirigimos  posteriormente  por  ella.  Además,  es 
mucho  más  barato  cambiar  la  traducción  de  un  texto,  que  perdonar  las 
deudas.  Estos  buenos  cristianos  saben  ser  racionales  y calculan  bien  2. 


IIL  El  pecado  y la  deuda 

Hay  un  evidente  problema  precisamente  con  esta  oración  del  Padre 
Nuestro.  Aparece  un  concepto  de  pecado  que  es  intolerable  para  un 
cristianismo  que  está  en  el  poder,  y que  habla  desde  el  poder. 

La  oración  referida  pide  el  perdón  de  las  deudas  que  otros  tienen 
con  nosotros,  como  condición  del  perdón  de  nuestras  propias  deudas 
(los  pecados)  con  Dios.  De  eso  se  sigue  que  el  pecado  consiste  en  no 
haber  perdonado  las  deudas.  Seguramente  se  trata  de  las  deudas 


2 El  Ministro  de  Hacienda  de  la  República  Federal  de  Alemania,  Waigel,  católico 
practicante,  decía,  cuando  le  preguntaron  por  el  perdón  de  la  deuda  en  el  mundo  actual: 
“No  se  puede  anular  así  no  más  las  deudas,  de  la  manera  como  se  perdona  en  el 
confesionario  los  pecados”.  Süddeulsche  Zeitung.  Interview.  2-4.  6.1990. 


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impagables,  pero  no  solamente  de  las  deudas  financieras.  A través  de 
las  deudas,  el  pecado  se  refiere  a cualquier  obligación  que  otros  tengan 
con  uno.  En  cuanto  su  cumplimiento  los  destruye,  el  pecado  consiste  en 
insistir  en  su  cumplimiento.  Por  tanto,  cualquier  tipo  de  explotación  del 
otro  resulta  ser  pecado. ' 

Ahora  bien,  pagar  una  deuda  es  una  obligación  legal.  Cobrar  una 
deuda  es  un  derecho  legal.  La  ley  lo  impone.  Si  es  pecado  con  Dios  no 
perdonar  las  deudas  de  los  otros,  entonces  el  pecado  se  comete 
cumpliendo  la  ley.  El  que  no  puede  pagar  una  deuda,  viola  la  ley.  El 
que  cobra  esta  deuda  cumple  la  ley  y tiene,  consiguientemente,  la  ley 
de  su  lado.  El  puede  ir  a a los  tribunales  para  que  le  den  la  razón,  y 
cualquier  tribunal  se  la  dará.  No  obstante,  sostiene  la  oración  del  Padre 
Nuestro,  todo  eso  es  injusto.  El  que  cobra  una  deuda  impagable,  comete 
una  injusticia;  los  tribunales  que  lo  confirman,  son  tribunales  injustos. 
El  Estado  que  insiste  en  el  pago  de  la  deuda  y que  sostiene  la  ley  según 
la  cual  se  la  cobra,  es  un  Estado  injusto.  Evidentemente,  la  oración 
referida  ataca  todo  el  orden  legal. 

Según  el  orden  legal  de  cualquier  sistema  de  dominación,  el  pecado 
es  una  violación  o una  transgresión  de  la  ley.  Cumplir  la  ley  es  el  deber 
de  todos  los  ciudadanos.  Todas  las  obligaciones  legales  hay  que 
cumplirlas;  no  cumplirlas  es  pecado,  es  falta  al  deber,  es  culpa.  Todo 
sistema  legal  declarará:  justo  es  el  hombre  que  paga  las  deudas.  Sin 
embargo,  la  oración  del  Padre  Nuestro  sostiene  que  el  problema  del 
pecado  no  es  la  violación  de  ninguna  ley,  sino  que  está  en  su 
cumplimiento.  El  pecado  se  comete  cumpliendo  la  ley.  No  dice  que  la 
violación  de  la  ley  no  sea  ningún  pecado,  o que  sea  irrelevante.  Pero 
sí  dice  que  el  pecado,  que  decide  sobre  la  relación  con  Dios  y el  perdón 
del  pecado,  se  comete  cumpliendo  la  ley.  Si  se  vive  en  este  pecado,  no 
hay  perdón  de  los  pecados.  Por  consiguiente,  sostiene:  justo  es  el  hombre 
que  perdona  las  deudas.  Esto  es  un  cuestionamicnto  de  la  dominación, 
precisamente  si  esta  procede  por  leyes  cumpliéndolas.  No  es  justa,  por 
ser  dominación  a través  de  leyes  que  se  cumplen.  La  obra  de  la  ley  no 
justifica. 

Lo  que  dice  la  oración  del  Padre  Nuestro,  Jesús  lo  dice  en  otros 
contextos:  “el  hombre  no  es  para  el  sábado,  sino  el  sábado  es  para  el 
hombre”.  Se  trata  de  lo  mismo.  El  sábado  es  la  ley,  no  obstante,  cum- 
pliendo esta  ley,  y por  su  cumplimiento,  se  comete  el  pecado  siempre 
y cuando  el  hombre  llegue  a ser  “para  el  sábado”.  La  ley  no  es  úni- 
camente norma  que  protege,  sino  a la  vez  norma  que  amenaza.  El 
mismo  Jesús  constantemente  trata  a los  pecados  que  se  cometen  violando 
las  leyes,  como  secundarios,  como,  por  ejemplo,  en  el  caso  de  la  adúltera: 
“quien  esté  libre  de  pecados,  que  tire  la  primera  piedra”.  Es  el  otro 
pecado  el  que  importa,  y que  se  comete  cumpliendo  la  ley. 

La  ley  no  es  alguna  ley  específica,  como  por  ejemplo  la  ley  mosaica. 
Es  cualquier  ley  que  sea  expresada  por  normas  legales,  y cuyo 


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cumplimiento  se  exige  en  nombre  de  la  justicia  3.  Si  el  Padre  Nuestro 
es  un  texto  clave,  entonces  es  de  importancia  clave  la  ley  a la  cual 
cuestiona.  No  menciona  siquiera  la  ley  mosaica.  La  ley  mosaica  también 
apoya  al  deudor  que  tiene  una  deuda  impagable,  frente  al  acreedor.  En 
el  tiempo  de  Jesús,  la  obligación  del  pago  indiscriminado  de  la  deuda 
existe  solamente  en  la  ley  romana.  Esta  es  la  primera  legalidad  que 
transforma  en  normas  formales  la  ley  del  valor.  El  Padre  Nuestro  se 
refiere  exclusivamente  a esta  ley  del  valor,  independientemente  que  sea 
legalizada  por  la  autoridad  (de  la  ley  romana)  o no.  Sin  embargo,  por 
eso  dirige  su  crítica  de  la  ley  precisamente  en  contra  de  la  ley  romana, 
y define  de  esta  manera  lo  que  es  el  Mamón,  al  cual  no  se  puede  servir 
si  se  quiere  servir  al  Señor.  Si  el  Padre  Nuestro,  en  vez  de  hablar  de  la 
ley  del  valor,  hablara  de  la  ley  mosaica,  sería  un  texto  particularista,  un 
asunto  interno  del  pueblo  judío,  sin  mayor  relevancia  para  nosotros.  La 
referencia  a la  ley  del  valor  le  da  su  sentido  universalista. 

También  en  la  lectura  de  la  teología  de  la  ley  de  San  Pablo  es 
importante  tener  presente  esta  dimensión  universal  de  la  crítica  de  la 
ley,  aunque  Pablo  habla  más  directamente  de  la  ley  mosaica  que  Jesús. 
La  razón  es  circunstancial,  pues  en  la  vida  de  las  comunidades  cristianas 
primitivas  existe  una  discusión  sobre  la  vigencia  de  la  ley  mosaica, 
mientras  la  crítica  a la  ley  del  valor  y su  formalización  por  la  ley 
romana,  que  Jesús  había  formulado,  estaba  fuera  de  cuestión. 

Otra  razón  consiste  en  el  hecho  de  que  San  Pablo  tiene  un  pasado 
fariseo,  y Jesús  no.  El  ascetismo  fariseo  ha  sido  un  ideal  de  exigencia 
de  perfección  por  ley  único  en  su  tiempo.  Por  eso,  Pablo  puede  hablar 
a partir  de  esta  experiencia  en  la  cual  descubre  el  efecto  destructor  que 
esta  perfección,  que  tiene  un  lado  sumamente  admirable,  produce  en  el 
sujeto  humano.  Se  trata  de  una  dimensión  de  la  ley  a la  cual  Jesús  no 
se  refiere,  y parecería  que  eso  ocurre  por  el  hecho  que  no  la  ha 
experimentado  en  su  propia  vida  interior. 

Un  fenómeno  muy  parecido  a este  fariseísmo  del  tiempo  de  Jesús, 
ocurre  con  el  ascetismo  puritano  del  ncocalvinismo  inglés  del  siglo 
XVIII.  Pero  también  esta  dimensión  del  ascetismo  aparece  en  la  tradición 
paulina  del  primer  siglo,  en  la  cual  la  crítica  de  la  ley  del  valor  es 
asumida  desde  el  punto  de  vista  del  ascetismo  del  dinero  que  produce. 
En  1 Timoteo  se  dice: 

En  cambio,  los  que  quieren  ser  ricos,  caen  en  tentaciones  y trampas, 
una  multitud  de  ambiciones  locas  y dañinas  los  hunde  en  la  ruina 
hasta  perderlos.  En  realidad,  la  raíz  de  todos  los  males  es  el  amor  al 
dinero.  Por  entregarse  a él,  algunos  se  han  extraviado  lejos  de  la  fe 
y se  han  torturado  a sí  mismos  con  un  sinnúmero  de  torturas  (1  Tim 
6.  9-10). 

3 Ver:  Tamez,  Elsa:  Contra  toda  condena.  La  justificación  por  la  fe  desde  los  excluidos. 
Edit.  DEI,  San  José,  1991. 


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Aquí  tenemos  la  crítica  de  la  ley  del  valor,  que  Jesús  hace  en 
nombre  del  cobro  de  la  deuda  impagable,  en  términos  paulinos  como 
crítica  del  ascetismo  del  dinero.  Esto  ya  no  es  fariseísmo,  en  el  cual 
Pablo  ve  la  destrucción  del  sujeto  por  el  ascetismo  extremo  en  nombre 
de  la  ley  mosaica.  Ahora,  esta  misma  destrucción  del  sujeto  es  vista  por 
el  ascetismo  del  dinero.  Se  vislumbra  ya  la  crítica  del  puritanismo  del 
siglo  XVIII,  como  la  han  hecho  Carlos  Marx  y Max  Wcbcr.  Eso 
demuestra  precisamente  que  la  crítica  paulina  del  ascetismo  fariseo 
tiene  igualmente  una  perspectiva  universal  de  crítica  de  la  ley  del  valor, 
y no  sólo  la  dimensión  particularista  de  la  crítica  de  un  ascetismo 
extremo  presente  en  el  pueblo  judío  de  su  tiempo. 

Lo  que  esta  crítica  enfrenta  es  cualquier  actitud  que  busque  la 
justicia  mediante  el  cumplimiento  de  una  ley.  Al  buscarla  en  la  ley,  se 
transforma  a esta  en  un  arma  mortal  que  se  dirige  en  contra  del  hombre 
en  el  momento  en  el  cual  su  cumplimiento  sea  imposible  y,  por  tanto, 
lleve  a la  muerte.  Aparece  el  deber  de  pagar  una  deuda  impagable,  cuya 
consecuencia  es  la  muerte  y destrucción  del  deudor.  La  ley,  que  en 
otras  circunstancias  puede  ser  la  expresión  de  una  exigencia  justa,  se 
transforma  en  portadora  de  la  injusticia  y de  la  muerte.  Eso  ocurre  tanto 
con  la  ley  dada  por  Dios  (en  el  Sinaí),  como  con  cualquier  ley  humana. 
Al  tener  forma  de  ley,  tiene  en  determinadas  circunstancias  estas 
consecuencias.  La  ley  sacrifica  al  hombre,  comete  sacrificios  humanos, 
destruye. 

La  oración  del  Padre  Nuestro  pide  el  perdón  de  la  deuda,  es  decir 
del  cumplimiento  de  la  ley,  siempre  y cuando  la  ley  mate  al  hombre. 
La  ley  es  interpelada  por  la  vida  humana,  por  la  vida  del  deudor.  Ninguna 
ley  vale  de  por  sí,  por  la  simple  razón  de  haber  sido  pronunciada  como 
ley.  Nunca  se  debe  buscar  la  justicia  cumpliendo  una  ley,  porque  no 
hay,  y no  puede  haber,  una  ley  cuyo  cumplimiento  garantice  la  justicia. 
El  valor  de  la  ley  es  siempre  relativo,  su  legitimidad  no  está  en  la  fuente 
y el  procedimiento  para  pronunciarla,  sino  en  el  efecto  que  tiene  sobre 
los  hombres.  Este  efecto  es  concreto,  y jamás  se  lo  puede  deducir  de 
la  ley.  Luego,  no  hay  ninguna  ley,  independientemente  de  su  fuente  y 
de  su  procedimiento,  que  garantice  la  justicia  por  su  simple 
cumplimiento.  Si  se  cumple  la  ley  o no,  es  una  cuestión  del  efecto  que 
tiene  el  cumplimiento  sobre  la  vida  del  deudor,  es  decir  de  aquel  quien 
tiene  la  obligación  de  cumplirla. 

Aparece  entonces  una  nueva  libertad:  la  libertad  cristiana  consistente 
en  la  soberanía  del  sujeto  frente  a la  ley  y su  cumplimiento.  Esta  libertad 
no  puede  ser  formulada  como  ley.  Vale  frente  a la  ley,  y somete  a esta 
a la  posibilidad  de  vivir  de  aquel  de  quien  se  exige  el  cumplimiento, 
esto  es,  del  deudor.  El  deudor,  al  no  poder  pagar  la  deuda,  decide  sobre 
la  validez  de  la  deuda,  no  el  acreedor.  Su  vida  tiene  un  valor  por 
encima  de  la  ley.  El  deudor  enfrentado  a una  deuda  impagable  es  víctima, 
y la  vida  de  la  víctima  es  el  criterio  de  discernimiento  de  la  ley.  Esa  es 
la  importancia  del  amor  al  prójimo.  En  el  cumplimiento  de  la  ley  se 


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viola  el  amor  al  prójimo,  pero  éste  está  por  encima  de  la  ley.  Es  el 
criterio  de  discernimiento  de  la  ley,  que  pone  la  validez  de  toda  ley 
constantemente  entre  paréntesis.  A la  ley  se  la  debe  cumplir  siempre  y 
cuando  no  viole  el  amor  al  prójimo,  y éste  es  violado  al  cobrar  una 
deuda  impagable.  El  no  puede  ser  una  ley,  porque  entonces  frente  a esta 
nueva  ley  el  propio  amor  al  prójimo  sería  criterio  de  discernimiento.  En 
este  sentido,  el  amor  al  prójimo,  tal  como  Jesús  lo  predica,  no  es  otra 
ley,  no  es  un  sábado,  aunque  se  use  a veces  esta  expresión  como 
mandamiento,  o como  ley  de  Dios.  Sin  embargo,  no  es  sino  la  referencia 
a partir  de  la  cual  se  interpela  a las  leyes.  La  fuente  de  esta  interpelación 
de  la  ley  por  el  amor  al  prójimo,  es  la  fe.  Es  ella  la  que  justifica,  o sea 
la  que  hace  justo,  y no  la  obra  de  la  ley,  es  decir  su  cumplimiento. 

Este  mensaje  constituye  un  sujeto  orgulloso  y libre.  No  obstante, 
es  casi  imposible  que  alguna  dominación  lo  acepte.  La  dominación  da 
la  leyes  y se  dirige  por  éstas  (aunque  muchas  veces  viola  las  propias 
leyes  que  ella  ha  dado,  si  bien  inclusive  esta  violación  la  justifica  en 
nombre  de  la  ley  que  es  violada).  La  dominación  considera  la  justicia 
como  resultado  del  cumplimiento  de  las  leyes  que  ha  impuesto.  Es 
completamente  irrclcvantc  cómo  legitima  estas  leyes,  sea  por  alguna 
ley  natural,  sea  por  un  procedimiento  formal  en  la  formulación  de  las 
leyes,  sea  por  un  procedimiento  de  consenso  democrático.  La  dominación 
ve  la  justicia  en  el  cumplimiento,  y el  pecado  en  la  violación  de  sus 
leyes.  Por  eso  su  moral  es  siempre  moral  privada,  porque  ésta  considera 
la  violación  de  la  ley  como  el  único  pecado.  Cuanto  más  se  logra 
privatizar  la  moral,  más  se  asegura  la  legitimidad  de  la  ley  como  justicia 
por  cumplimiento.  Cuanto  menos  violaciones  uno  comete,  más 
irresponsable  se  siente  al  cumplir  y hacer  cumplir  la  ley. 

Por  tanto,  se  entiende  perfectamente  quc.cl  poder  jamás  acepte  el: 
“Perdónanos  nuestras  deudas,  como  nosotros  perdonamos  a nuestros 
deudores”.  Desde  el  punto  de  vista  de  la  dominación,  este  es  el  mensaje 
del  caos.  Es  un  mensaje  demoníaco. 

Sin  embargo,  para  el  cristianismo  temprano  es  un  mensaje  de 
liberación.  Permite  enfrentarse  al  imperio,  distanciarse  de  sus  leyes  y 
acusarlo  como  fuente  de  los  pecados.  El  imperio  lo  es,  aunque  cumpla 
las  leyes,  porque  este  pecado  principal  se  comete  cumpliéndolas.  Es  lo 
que  hoy  se  llama  “pecado  estructural”,  pecado  institucionalizado. 

En  este  sentido  se  entiende  por  qué  en  los  evangelios  se  insiste, 
después  de  la  muerte  de  Jesús,  que  él  fue  matado  “cumpliendo  la  ley”. 
El  es  matado  por  el  pecado  que  siempre  había  denunciado,  por  el  pecado 
que  se  comete  cumpliendo  la  ley.  El  pecado  lo  mató  porque  él  lo  había 
denunciado,  y lo  hace  cumpliendo  la  ley.  Jesús  mucre  por  el  pecado 
que  se  comete  cumpliendo  la  ley,  y es  matado  porque  denunció  este 
pecado.  Pero,  al  denunciar  este  pecado  que  se  comete  cumpliendo  la 
ley,  Jesús  cumple  la  ley:  porque  la  ley  es  dada  para  la  vida  y no  para 
la  muerte.  No  obstante,  esa  es  la  contradicción  de  la  ley:  en  cumplimiento 
de  ella  se  mata  a aquél  que  la  cumple  insistiendo  en  la  vida  humana 


65 


frente  a la  ley.  Porque  la  ley  se  destruye  a sí  misma,  en  cuanto  busca 
la  justicia  en  su  cumplimiento  legal.  Puede  subsistir  únicamente  si  es 
relativizada  por  el  amor  al  prójimo,  pero  se  resiste  a sus  propias 
condiciones  de  subsistencia. 

Al  resistirse  la  autoridad  a esta  relativización  de  su  ley  por  el  amor 
al  prójimo,  se  revela  como  el  origen  de  la  violencia.  La  violencia  viene 
de  aquella  justicia  que  se  busca  cumpliendo  la  ley. 

Esta  crítica  de  la  ley  como  forma,  cuyo  cumplimiento  produce  en 
determinado  momento  la  injusticia,  la  formula  también  San  Pablo  en  su 
teología  de  la  ley.  Para  San  Pablo,  la  Ley  en  un  sentido  es  un  poder 
hostil.  Por  un  lado,  es  “santo,  íntegro  y bueno”;  por  otro  lado,  “el 
aguijón  de  la  muerte  es  el  pecado,  y el  poder  del  pecado  es  la  Ley”  (1 
Cor.  15.56),  y “pesa  una  maldición  sobre  los  que  quieren  practicar  la 
Ley”  (Gal.  3.10)  4. 

A través  de  la  ley  actúa  el  pecado,  por  el  cumplimiento  de  la  ley 
aparece  la  injusticia.  El  pecado  es  el  “aguijón  de  la  muerte”,  y a través 
del  pecado  actúa  el  demonio.  Se  juntan  la  búsqueda  de  la  justicia  por 
el  cumplimiento  de  la  ley,  el  pecado,  la  muerte  y el  demonio,  en  una 
sola  ecuación.  Por  la  ley  el  demonio  tiene  poder.  Puede  engañar  mediante 
ese  espejo  de  la  justicia  que  es  el  cumplimiento  de  la  ley.  La  ley 
impone  obligaciones,  en  cuyo  cumplimiento  se  entremezcla  el  demonio 
para  inducir  al  pecado.  El  pecado  es  cometido  en  cuanto  se  da  muerte 
al  hombre  en  nombre  del  cumplimiento  de  la  ley,  esto  es,  en  nombre 
de  la  justicia.  El  pecado  se  comete  creyendo  o sosteniendo  que  se  está 
realizando  la  justicia.  El  demonio  parece  ser  ángel  de  la  luz,  al  inducir 
al  hombre  a buscar  la  justicia  por  el  cumplimiento  de  la  ley.  Esta 
reflexión  paulina  encaja  directamente  con  la  enseñanza  de  Jesús  sobre 
la  deuda.  Cobrando  la  deuda  se  da  muerte  al  deudor  que  no  puede 
pagar.  Se  lo  mata,  cometiendo  un  pecado  que  tiene  el  aspecto  de  realizar 
la  justicia.  Sin  embargo,  es  pecado  porque  se  busca  la  justicia  no  en  la 
vida  del  deudor,  sino  en  su  muerte.  Buscar  la  justicia  en  el  cumplimiento 
de  la  ley  es  un  acto  de  servicio  al  demonio. 

Este  poder  del  demonio  ejercido  mediante  el  cumplimiento  de  la 
ley,  es  lo  que  lleva  a San  Pablo  a una  interpretación  sacrificial  de  la 
relación  con  la  ley.  El  demonio,  al  impulsar  la  búsqueda  de  la  justicia 
por  el  cumplimiento  de  la  ley,  lleva  al  sacrificio  humano  y lo  exige.  Al 
buscar  la  justicia  por  el  cumplimiento  de  la  ley,  ella  mata.  Estas  muertes 
son  el  sacrificio  humano  exigido  por  la  ley  en  su  altar,  que  es  el  altar 
del  demonio.  A partir  de  esto,  San  Pablo  interpreta  la  muerte  de  Jesús 
como  un  sacrificio  exigido  por  el  demonio.  La  sangre  de  Jesús  es  el 
precio  pagado  al  demonio  para  liberar  al  hombre  frente  a la  ley.  Es  un 
rescate  frente  a un  poder  que  tiene  secuestrado  al  hombre.  Y este  demonio 
no  perdona  la  deuda.  Hay  que  pagársela,  y Jesús  la  paga.  El  cobro  es 

4 Ver  Aulén,  Gustaf:  Chirstus  Víctor.  An  historical  sludy  of  ihe  three  main  types  of  the 
idea  of  the  atonemenl.  New  York,  1961,  pág.  68. 


66 


injusto  no  obstante  el  demonio  tiene  el  poder  para  cobrar.  Ahora  bien, 
Jesús  paga,  pero  una  vez  pagado,  el  demonio  pierde  su  poder.  El  hombre 
es  libre  frente  a la  ley,  y la  puede  someter  a las  exigencias  de  su  vida, 
al  amor  al  prójimo.  Ahora  puede  perdonar  las  deudas,  porque  es  libre. 
El  poder  del  demonio  está  quebrado.  En  consecuencia,  el  hombre  puede 
dar  a Dios  lo  que  este  le  pide:  el  perdón  de  las  deudas,  la  soberanía  del 
hombre  frente  a la  ley,  el  sojuzgamicnto  de  la  ley  a la  vida  humana,  su 
sometimiento  al  reino  de  la  vida  y de  la  gracia. 

Esta  es  la  teología  de  San  Pablo.  La  muerte  de  Jesús  es  interpretada 
como  un  sacrificio  que  libera  de  los  sacrificios,  porque  libera  al  hombre 
de  la  búsqueda  de  la  justicia  por  el  cumplimiento  de  la  ley. 

Esta  interpretación  de  la  muerte  de  Jesús  como  un  sacrificio  continúa 
durante  la  patrística,  aunque  paulatinamente  se  pierde  la  vinculación 
del  sacrificio  con  la  teología  de  la  ley  de  San  Pablo.  Cuanto  más  se 
pierde  esa  vinculación,  más  se  pasa  a una  interpretación  del  sacrificio 
en  términos  de  una  fertilidad  sacrificial  de  por  sí.  En  San  Pablo  no 
existe  eso.  El  sacrificio  de  Jesús  revela  lo  que  es  la  ley,  y el  demonio 
tiene  el  poder  para  cobrar  la  sangre  de  Jesús  como  rescate  por  esta 
revelación.  Pero  cuando  se  pierde  la  teología  de  la  ley,  queda  solamente 
el  sacrificio. 

Sin  embargo,  sigue  siendo  un  sacrificio  realizado  al  demonio: 

La  imagen  del  precio  del  rescate  se  relaciona  naturalmente  con  los 
poderes  del  mal,  porque  a ellos  hay  que  pagar  el  rescate.  Así  que 
encontramos  de  vez  en  cuando  una  negativa  para  afirmar  esto,  y hasta 
de  vez  en  cuando  se  dice  que  el  rescate  es  pagado  a Dios...  La 
liberación  de  los  poderes  del  mal,  de  la  muerte  y del  demonio,  es  al 
mismo  tiempo  liberación  del  juicio  de  Dios  sobre  los  pecados  A 

No  obstante,  el  que  recibe  el  rescate  es  el  demonio,  pues  a Dios 
sólo  se  puede  deber  la  libertad  que  implica  el  pago  del  rescate  que  el 
demonio  exige.  Por  ende,  a Dios  se  le  debe  el  pago  del  rescate  al 
demonio,  pero  nunca  es  la  instancia  que  lo  cobra.  Al  fin,  únicamente 
Dios  puede  pagar  este  rescate. 

Esto  implica  una  idea  del  pecado  como  una  fuerza  que  oprime  al 
hombre.  Aulcn  ve  esta  teología  presente  especialmente,  en  Ircnco: 

(El  pecado)  es  desde  un  punto  de  vista  un  poder  objetivo,  bajo  el  cual 
los  hombres  están  en  servidumbre,  no  son  capaces  de  liberarse  por 
ellos  mismos;  pero  desde  otro  punto  de  vista  es  algo  voluntario  y 
aceptado,  lo  cual  hace  que  los  hombres  sean  deudores  en  relación  con 
Dios 


Ibid.,  pág.  56. 
6 Ibid.,  pág.  23. 


67 


De  esta  manera  la  humanidad  es  culpable  a la  vista  de  Dios,  y ha 
perdido  su  compañerismo  con  Dios  '. 

...desobediencia  para  con  Dios  es  esencialmente  muerte 

...la  idea  de  que  Cristo  se  dio  a sí  mismo  como  pago  del  recate  al 
demonio  para  la  liberación  del  hombre.  Ircnco  se  refrena  ante  la 
afirmación  que  hacen  algunos  de  los  Padres  posteriores  cuando 
sostienen  que  el  demonio  ganó  en  última  instancia  ciertos  derechos 
actuales  sobre  el  hombre.  Su  sentido  de  la  importancia  de  sostener 
frente  a los  gnósticos  que  el  demonio  es  un  ladrón  y un  usurpador, 
lo  refrena.  Aún  la  idea  subyacente  está  presente:  la  “apostasía”  de  la 
humanidad  implica  culpa  y el  hombre  merece  estar  bajo  el  poder  del 
demonio...  Dios  trata  con  el  demonio  de  una  manera  ordenada  9. 

El  rescate  es  considerado  siempre  como  un  pago  a los  poderes  del 
mal,  de  la  muerte  y del  demonio;  a través  de  el  son  superados  y su 
poder  sobre  los  hombres  llega  a su  final  *0. 

Aulcn  sostiene  que  esta  misma  teología  de  la  patrística  es  la  que 
subyace  a los  autores  del  Nuevo  Testamento.  De  San  Pablo  dice: 

Pablo  considera  que  los  hombres  están  en  servidumbre  bajo  los  poderes 
objetivos  del  mal;  primcramcntc.’la  carne’,  el  pecado,  la  Ley  y la 
muerte.  Estas  no  son  solamente  expresiones  abstractas  o metafóricas, 
sino  Wesenheiten,  realidades,  fuerzas  activas.  En  segundo  lugar,  Pablo 
habla  de  otro  orden  del  mal,  de  los  demonios,  principalidades,  poderes, 
los  cuales  gobiernan  en  este  mundo.  Dios  les  ha  permitido  dominar 
por  un  tiempo.  Satanás  va  a la  cabeza  de  los  poderes  demoníacos.  El 
objeto  de  la  llegada  de  Cristo  es  liberar  a los  hombres  de  los  poderes 
del  mal.  El  baja  del  ciclo  y es  sometido  a los  poderes  de  este  mundo 
a los  cuales  supera  por  medio  de  su  muerte  y resurrección.  Los  pode- 
res demoníacos  ‘crucifican  al  Señor  de  la  Gloria’  — de  esta  manera 
Wrcde  interpreta  1 Cor.  2.6 — pero  por  medio  de  este  mismo  acto 
ellos  son  derrotados,  y en  la  Resurrección,  Cristo  pasa  a la  nueva 
vida.  La  obra  de  Cristo  avala  a todos;  como  “uno  murió  por  todos, 
por  tanto  todos  murieron”,  así,  por  su  triunfo,  todos  son  liberados  del 
poder  del  mal  1 *. 

En  este  contexto  era  inconcebible  la  idea  de  que  Dios  fuera  un 
acreedor  que  cobra  una  deuda  impagable.  Hay  apenas  contadas 
excepciones  de  esta  regla,  entre  las  cuales  Aulcn  menciona  a Tertuliano. 
Sin  embargo,  de  lejos  es  dominante  la  consideración  de  que,  por  su 

^ Ibid.,  pág.  24. 

® Ibid.,  pág.  25. 

9 Ibid.,  pág.  28. 

Ibid.,  pág.  30. 

1 1 Ibid.,  págs.  65-66. 


68 


muerte,  Jesús  paga  un  rescate  al  demonio.  El  demonio  cobra  un  rescate, 
sin  el  cual  no  dejaría  libre  al  hombre,  y Jesús  lo  paga.  El  hombre  tiene 
una  deuda  con  Dios  sólo  en  el  sentido  de  que  le  debe  su  libertad 
perdida,  por  la  cual  el  demonio  cobra  un  rescate.  El  hombre  tiene  que 
pagar  este  rescate  al  demonio  para  estar  de  nuevo  libre  en  su  relación 
con  Dios.  Pero  a Dios  no  hay  que  pagarle. 

“Orígenes  discute  a quien  se  paga  el  precio  del  rescate  y niega 
directamente  que  este  pueda  ser  pagado  a Dios”12.  En  Crisóstomo,  “el 
demonio  es  comparado  al  acreedor,  quien  mete  a la  cárcel  a aquellos 
que  están  en  deuda  con  el”  13.  Es  el  demonio  aquel  que  no  perdona  la 
deuda. 

Con  Anselmo  de  Cantcrbury  aparece  un  Dios  que  cobra  la  deuda 
sin  misericordia.  Hay  un  juego  de  inversiones  entre  la  visión  patrística 
y la  visión  de  Anselmo.  En  la  patrística,  el  pago  lo  recibe  el  demonio; 
en  Anselmo,  lo  recibe  Dios.  En  la  patrística,  el  hombre  está  amarrado 
con  una  deuda  al  demonio;  en  Anselmo,  está  amarrado  con  una  deuda 
con  Dios.  Dios  y el  demonio  cambian  de  lugar  y se  invierten.  Dios, 
según  Anselmo,  ejerce  el  poder,  y el  demonio  compite  por  este  poder 
de  Dios.  El  pecado  del  hombre  es  haberle  quitado  el  poder  legítimo  a 
Dios.  En  la  patrística,  en  cambio,  el  hombre  está  bajo  el  poder  del 
demonio  y Dios  no  exige  este  poder,  sino  la  liberación  del  hombre,  para 
que  ya  no  este  bajo  ningún  poder.  Dios  no  es  instancia  del  poder,  sino 
que  libera  del  poder,  mientras  que  en  Anselmo  se  transforma  en  la 
instancia  superior  del  poder.  Dios  y el  demonio  cambian  de  lugar  en  el 
mismo  momento.  Efectivamente,  Dios  y el  demonio  se  invierten.  El 
que  cobraba,  en  el  primer  milenio  del  cristianismo,  se  llamaba  demonio. 
En  el  segundo,  se  llama  Dios.  En  el  primero  se  habla  del  cobro  de  un 
rescate,  que  sería  algo  ilegítimo,  en  tanto  que  en  el  segundo  se  habla 
de  una  deuda,  de  la  que  se  deriva  un  pago  legítimo. 


IV.  La  deuda  en  la  teología  de  San  Anselmo 

Este  análisis  puede  mostrar  la  dificultad  que  tiene  el  cristianismo 
para  aceptar  la  teología  de  la  ley,  contenida  en  las  enseñanzas  de  Jesús 
y en  la  teología  de  San  Pablo.  La  teología  de  la  deuda  es  la  pieza  clave 
de  esta  teología  de  la  ley,  si  bien  no  la  agota.  Se  trata  de  un 
cucstionamicnto  de  todas  las  fuentes  del  poder  de  dominación,  y de  una 
rclativización  de  toda  autoridad  en  nombre  de  la  libertad  cristiana.  Con 
esta  teología  difícilmente  se  puede  ejercer  el  poder  del  imperio,  ni 
constituir  siquiera  un  imperio  cristiano. 

Se  explica,  por  tanto,  por  que  el  cristianismo  abandona  esta  teología 
de  la  deuda  en  el  momento  en  el  cual  sube  o aspira  al  poder.  No  se 


12  Jbid.,  pág.  49. 

13  Ib  id.,  pág.  51. 


69 


puede  ejercer  el  poder  con  la  teología  de  la  deuda  del  Padre  Nuestro  y 
de  la  tradición  bíblica  del  Nuevo  Testamento.  Ella  es  la  negación  del 
poder,  tanto  de  Dios  como  de  los  hombres.  El  ejercicio  del  poder  es 
cobro  de  la  deuda.  Por  eso,  Jesús  no  podía  aspirar  al  poder  ni  ejercerlo. 
Era  un  hombre  sin  pecado,  y a un  hombre  así  el  poder  lo  mata. 

La  interpretación  de  la  muerte  de  Jesús  como  sacrificio,  que  empieza 
ya  con  San  Pablo,  proporciona  el  puente  de  tránsito.  Separada  de  la 
teología  de  la  ley,  constituye  un  drama  entre  Dios  y el  demonio,  el  cual 
deja  de  interferir  en  los  asuntos  humanos  del  dominio  sobre  el  hombre. 
Mantiene  esquemas  anteriores,  pero  los  vacía.  La  teología  de  la  ley  — 
que  es  teología  de  la  deuda — , desaparece.  Lo  que  se  instaura  es  una 
sacrificialidad  pura,  aunque  todavía  poco  agresiva.  Como  el  sacrificio 
se  realiza  en  el  altar  del  demonio,  y el  pago  de  sangre  va  hacia  un 
rescate  al  demonio,  Dios  sigue  siendo  un  Dios  que  no  quiere  sacrificios, 
y que  no  los  acepta.  El  poder  sacrificial  del  imperio  sigue  siendo  un 
poder  demoníaco,  sólo  que  ahora  todo  se  desvincula  de  la  ley  como  el 
campo  del  poder  del  demonio. 

El  cambio  radical  ocurre  en  cuanto  se  disuelve  este  esquema 
sacrificial  y se  lo  sustituye  por  un  sacrificio  que  Jesús  asume  exigido 
por  el  Padre,  quien  resulta  el  Dios  que  busca  la  justicia  en  el 
cumplimiento  de  la  ley. 

Este  cambio  del  cristianismo  empieza  temprano  — ya  en  Tertuliano 
se  anuncia — , no  obstante  recién  en  la  Edad  Media  logra  su  formulación 
coherente.  Esto  es  obra  de  San  Anselmo.  A partir  de  el  ya  no  es  justo 
perdonar  la  deuda.  Ahora  se  declara  justo  pagar  lo  que  se  debe.  La 
deuda  hay  que  cobrarla,  y lo  justo  es  pagar  todas  las  deudas.  Lo  cristiano 
es  pagar  todas  las  cuentas.  Ahora,  definitivamente  el  cristiano  puede 
aspirar  al  poder  y ejercerlo.  Por  ende,  retoma  el  sacrificio  que  paga  a 
Dios  las  deudas. 

La  teología  que  resulta  es  la  dominante  hasta  ahora  y,  aunque 
invertida  de  nuevo,  sigue  siendo  una  teología  de  la  deuda.  La  teología 
cristiana  es  teología  de  la  deuda;  no  hace  falla  inventar  una  teología  de 
la  deuda  aparte.  Para  tener  una  teología  de  la  deuda,  hay  que  tomar 
conciencia  de  lo  que  es  la  teología  cristiana,  nada  más. 

En  la  teología  de  Anselmo  se  formula  una  teología  de  la  deuda  que 
es  contraria  a la  teología  de  la  deuda  del  mensaje  cristiano,  y parece  ser 
más  bien  su  inversión. 

El  propio  pecado  es  considerado  como  la  constitución  de  una  deuda 
del  hombre  con  Dios,  que  aquel  tiene  que  pagar.  La  relación  deudor- 
acreedor  se  transforma  en  el  corazón  mismo  de  la  relación  del  hombre 
con  Dios,  por  lo  que  el  hombre  aparece  como  un  deudor  frente  a Dios, 
y este  como  un  acreedor  frente  al  hombre.  Dios,  al  condenar  al  hombre, 
lo  hace  en  nombre  del  cobro  de  una  deuda,  y el  hombre,  al  lograr  la 
gracia  de  Dios,  lo  hace  en  nombre  del  pago  de  una  deuda.  Esta 
interpretación  de  la  relación  Dios-hombre  no  tiene  de  ninguna  manera 
el  carácter  de  una  simple  analogía,  sino  que  aparece  como  una  condición 


70 


original,  en  relación  a la  cual  la  deuda  terrestre  entre  los  hombres 
parece  tener  el  carácter  de  una  analogía.  Es  decir,  originalmente  la 
deuda  lo  es  del  hombre  con  Dios,  y por  analogía  existe  la  deuda  de  un 
hombre  con  otro,  que  es  símbolo  de  aquella  deuda  del  hombre  con 
Dios.  En  el  contexto  de  esta  teología,  la  reflexión  teológica  de  la  deuda 
deja  de  ser  un  problema  de  teología  moral,  para  transformarse  en  teología 
sin  más. 

Hay  un  Dios  con  el  cual  el  hombre,  por  su  pecado,  tiene  una  deuda, 
y este  Dios  la  cobra.  El  hombre  tiene  que  pagarla,  pues  sin  hacerlo  no 
puede  tener  ninguna  reconciliación  con  Dios.  Si  el  hombre  no  la  paga, 
está  condenado  para  toda  la  eternidad.  Dios,  a pesar  de  ser 
misericordioso,  no  puede  perdonar  sin  pago  previo.  El  perdón  se  lo 
impide  su  justicia. 

Sin  embargo,  la  deuda  es  impagable.  Aquí,  en  el  siglo  XI,  empieza 
la  discusión  sobre  las  deudas  impagables  y su  pago.  La  tesis  de  la 
deuda  impagable,  que  Fidel  Castro  lanza  en  1985,  es  obviamente  muy 
posterior.  Anselmo  es  el  primero  que  la  discute  explícitamente,  aunque 
sea  en  términos  teológicos.  Anselmo  insiste  constantemente  en  que  la 
deuda  es  impagable.  Por  tanto,  se  enfrenta  a la  escolástica  de  su  tiempo 
que  tiene  un  principio  fundante  de  toda  su  etica.  Este  principio  dice:  lo 
que  no  se  puede,  tampoco  se  debe  (Ad  imposibili  nemo  tenelur).  De  esto 
se  seguiría:  si  una  deuda  es  impagable,  no  se  la  debe  pagar  tampoco, 
porque  lo  que  no  se  puede,  no  se  debe.  Es  la  misma  respuesta  que  hoy 
es  muy  comúnmente  aceptada  en  America  Latina.  Anselmo,  en  cambio, 
se  enfrenta  al  problema  de  la  deuda  impagable  exactamente  como  hen 
la  actualidad  lo  hace  el  Fondo  Monetario.  Insiste  en  que  la  deuda  sí  es 
impagable,  si  bien  el  hecho  de  que  lo  sea  es  culpabilidad  del  hombre 
deudor.  El  hombre,  quien  no  puede  pagar  su  deuda  con  Dios,  es  cul- 
pable de  este  hecho.  Luego,  por  más  que  sea  imposible  el  pago,  el 
hombre  sigue  debiendo. 

Ahora  bien,  ¿cómo  se  paga  una  deuda  que  es  impagable?  Si  es 
impagable,  no  se  puede  pagar.  Por  consiguiente,  ¿por  que  insistir  en  la 
culpabilidad  por  la  imposibilidad  de  pagarla?  También  aquí  la  respuesta 
de  Anselmo  es  como  la  del  FMI.  Hay  que  pagarla  con  sangre,  y esta 
sangre  es  redentora.  Para  Anselmo,  es  la  sangre  de  Jesús  la  que  la  paga. 
A la  imposibilidad  culpable  del  pago,  corresponde  el  pago,  con  sangre. 
Y cuando  se  trata  de  una  deuda  impagable  con  Dios,  solamente  la 
sangre  de  Dios  puede  pagar  esa  deuda  impagable.  Ha  de  tener  lugar  un 
sacrificio  equivalente  al  no-pago,  para  que  la  justicia  sea  respetada.  La 
propia  justicia  reclama  el  sacrificio;  la  norma  se  impone,  sacrificando 
sangre.  Esta  sangre  se  considera  redentora. 

Resulta,  entonces,  el  esquema  general.  Dios  cobra  una  deuda 
impagable  al  hombre,  porque  el  hombre  es  culpable  del  hecho  de  que 
la  deuda  sea  impagable.  La  justicia  pide  que  sea  cobrada,  pese  a que  no 
sea  pagable.  Si  no  hay  medio  de  pagar,  haya  que  pagarla  con  sangre. 
Si  no  hay  una  sangre  adecuada,  la  sangre  del  hombre  tiene  que  correr 


71 


eternamente,  en  esta  vida  y en  la  vida  post  mortem  del  infierno.  Por 
tratarse  de  una  deuda  con  Dios,  ninguna  sangre  humana  la  puede  pagar 
definitivamente.  Sin  embargo,  por  tratarse  de  una  deuda  del  hombre 
con  Dios,  la  tiene  que  pagar  sangre  humana.  Anselmo  soluciona  esta 
contradicción  por  la  referencia  a Jesús  como  hombre  y Dios  a la  vez. 
Su  sangre  puede  pagar  la  deuda,  porque  es  a la  vez  sangre  humana  y 
sangre  divina.  Al  ser  sacrificado,  la  justicia  de  Dios  queda  satisfecha  y 
el  hombre  puede  salir  de  la  impagabilidad  de  su  deuda.  Sólo  que  sale 
pagándola. 


V.  La  enseñanza  de  San  Anselmo 

La  teología  de  San  Anselmo  es  lo  contrario  de  lo  que  había  sido 
la  teología  de  la  ley  en  el  mensaje  cristiano.  Todas  las  referencias  se 
invierten.  Vuelve  con  una  fuerza  nunca  vista  el  principio  en  contra  del 
cual  todo  el  mensaje  cristiano  se  había  levantado:  el  principio  de  buscar 
Injusticia  en  el  cumplimiento  de  la  ley.  Para  San  Anselmo,  en  cambio, 
existe  una  ley  que  se  cumple  sin  consideraciones,  y que  jamás  debe  ser 
puesta  en  paréntesis.  Es  ley  de  Dios  sin  vacilación,  sin  excepción.  Es 
ley,  cuyo  cumplimiento  salva. 

Expresado  en  el  lenguaje  de  la  deuda,  es  una  ley  que  establece 
deudas  que  hay  que  pagar  en  cualquier  cricunstancia.  Aparecen  deudas 
que  jamás  deben  ser  perdonadas,  y cuyo  perdón  sería  la  mayor  injusticia. 
Aparece  un  Dios  que  por  justicia  no  puede  perdonar  las  deudas,  porque 
ello  sería  una  violación  de  la  ley,  que  es  justa. 

Mientras  en  el  mensaje  cristiano  el  hombre  justo  es  aquel  que 
perdona  las  deudas,  ahora  en  Anselmo  el  hombre  justo  es  aquel  que 
paga  todas  sus  deudas.  Por  ende,  el  hombre  justo  también  es  aquél  que 
cobra  todas  las  deudas,  sin  ninguna  capacidad  de  perdonarlas.  Pagar  lo 
que  se  debe,  cobrar  lo  que  se  adeuda,  es  ahora  la  justicia: 

...injusto  es  el  hombre  que  no  da  a otro  hombre  lo  que  le  debe,  con 

mucha  más  razón  el  que  no  da  a Dios  lo  que  le  debe  *4. 

Injusto  es  el  hombre  que  no  da  a Dios  lo  que  le  debe 

El  cambio  es  obvio.  Anteriormente,  el  hombre  era  justo  si  perdonaba 
las  deudas  que  los  otros  le  debían  a él.  Esta  perspectiva  la  corta  Anselmo. 
¿Es  conveniente  que  Dios  perdone  la  deuda?  El  se  pregunta  precisamente 
por  aquello  que  el  Padre  Nuestro  anuncia:  “si  conviene  que  Dios  perdone 


I4  Anselmo:  “Cur  deus  homo?”  (¿Por  qué  Dios  se  hizo  hombre?)  Obras  completas  de 
San  Anselmo.  BAC,  Madrid,  1952,  2 tomos.  Libro  Primero.  I,  pág.  S17,  Cap.  XXIV. 
^ Ibid.,  Libro  Primero.  I,  pág.  819,  Cap.  XXIV. 


72 


los  pecados  sin  la  restitución  del  honor  quitado,  por  su  sola  misericor- 
dia” 16,  o “Si  conviene  que  Dios  por  pura  misericordia  perdone  los 
pecados  sin  pago  de  la  deuda”  17. 

Rechaza  tal  posibilidad,  en  nombre  de  la  justicia  por  cumplimiento 
de  la  ley:  “si  el  pecado  no  es  satisfecho  ni  castigado,  no  está  sometido 
a la  ley”  18. 

Lo  injusto  sería  que  no  se  cumpliera  la  ley.  Sería  premiada  la 
injusticia,  porque  el  justo  que  pagó,  no  ganaría  nada,  en  tanto  que  el 
injusto  que  tiene  que  pagar,  se  llevaría  un  premio: 

Entonces  mas  a gusto  está  la  injusticia,  que  se  perdona  con  la  sola 
misericordia,  que  la  justicia,  lo  que  parece  inconveniente.  Con  este 
agravante,  que  hace  semejante  a Dios  a la  injusticia,  porque,  así  como 
Dios  no  está  sujeto  a ninguna  ley,  así  tampoco  la  injusticia 

Eso  lo  repite,  porque  es  una  preocupación  central  de  su  teología: 
“Que  es  un  abuso  intolerable  en  el  orden  de  la  creación,  el  que  la 
criatura  no  de  el  honor  debido  al  Creador  y no  pague  lo  que  debe”  20. 
Dios  “nada  puede  hacer  más  justo  que  conservar  el  honor  de  su  digni- 
dad” 21 . 

Ley,  orden  y dignidad  y el  cumplimiento  de  exigencias  normativas, 
son  las  referencias.  En  nombre  de  la  ley  y el  orden  se  excluye  el  perdón 
de  la  deuda  sin  pago  ...sin  satisfacción,  es  decir,  sin  espontánea  paga  de 
la  deuda,  ni  Dios  puede  dejar  el  pecado  impune  ni  el  pecador  llegar  a 
la  bienaventuranza”  22 

Esta  es  una  mística  del  cumplimiento  de  la  ley,  en  la  cual  la  justicia 
impide  el  perdón  de  la  deuda,  esto  es  de  las  obligaciones.  La  oración 
del  Padre  Nuestro,  referida  al  perdón  de  las  deudas,  se  transforma  en 
un  llamado  a la  injusticia,  sea  del  hombre,  sea  de  Dios.  Hay  una 
referencia  implícita  evidente  a la  parábola  de  los  trabajadores  de  la 
viña,  y se  rechaza  la  solución  que  Jesús  da  a este  mismo  problema, 
como  un  llamado  a la  injusticia.  Anselmo  habla  el  lenguaje  del  poder, 
del  imperio  cristiano  que  está  constituyéndose.  El  mensaje  de  Jesús  y 
la  teología  de  la  ley  de  San  Pablo,  pasan  a tomar  un  lugar  demoníaco. 

Sin  embargo,  al  exigir  la  justicia  por  el  cumplimiento  de  la  ley, 
tiene  que  chocar  con  el  problema  de  la  impagabilidad  de  la  deuda.  Si 
exige  que  la  ley  se  cumpla,  tiene  que  exigir  que  se  cumpla  la  condena 
de  la  ley  para  aquel  que  no  puede  pagar  la  deuda.  Jesús,  en  el  Padre 
Nuestro,  pide  el  perdón  de  la  deuda  justamente  en  este  caso  de  la 

16  [bul.,  Libro  Primero.  I,  pág.  777,  Cap.  XII. 

17  Idem. 

1 8 Idem. 

19  Idem. 

Ibid.,  Libro  Primero.  I.  pág.  781,  Cap.  XIII. 

2 1 Idem. 

22  Ibid.,  Libro  Primero.  I.  pág.  805,  Cap.  XIX. 


73 


impagabilidad.  Anselmo  rechaza  el  perdón,  y tiene  que  decimos  cómo 
es  la  condena:  “¿qué  es  lo  que  das  a Dios  que  no  lo  debas,  a quien 
debes,  cuando  manda,  todo  lo  que  eres,  y lo  que  tienes,  y lo  que 
puedes?”23  El  hombre  es  incapaz  de  pagar  por  el  pecado  , porque:  “Si 
aún  cuando  no  peco,  y,  so  pena  del  pecado,  le  debo  todo  a El,  yo  mismo 
y lo  que  poseo,  no  me  queda  nada  con  que  satisfacerle  por  el  pe- 
cado” 24. 

Anselmo  describe  la  deuda  como  una  deuda  radicalmente  impagable. 
Pero  sin  pago,  nadie  puede  conceder  perdón.  Esa  es  la  “justicia 
estricta”25.  No  hay  perdón,  “mientras  él  no  devuelva  a Dios  lo  que  le 
quitó,  para  que,  así  como  Dios  perdió  por  él,  así  también  por  él  se  le 
restituya...”26. 

La  deuda  no  es  el  resultado  de  un  préstamo,  sino  de  un  robo  o de 
una  guerra  del  hombre  contra  Dios,  que  exige  restitución  y reparación. 
Si  es  de  un  préstamo,  lo  es  a partir  del  momento  en  el  cual  resulta  que 
el  hombre  no  puede  pagar,  aunque  debe  pagar. 

Injusticia  es  no  pagar  lo  que  se  debe.  Justicia  es  pagar  lo  que  se 
debe,  es  decir,  pagar  todas  las  deudas.  Por  tanto,  Anselmo  se  pregunta 
por  el  significado  ético  del  pago  de  algo,  que  es  imposible  pagar:  “Si 
puede  y no  paga,  es  realmente  injusto;  pero  si  no  puede,  ¿cómo  es 
injusto?”27. 

Este  es  un  problema  muy  presente  en  la  moral  medieval,  que  dice: 
Lo  que  no  se  puede,  no  se  debe.  De  nuevo  Anselmo  invierte  la  relación: 

Si  no  existe  en  él  ninguna  causa  de  impotencia,  en  cierto  modo  se  le 
puede  excusar;  pero  en  él  la  impotencia  es  culpable,  y como  no 
disminuye  el  pecado,  tampoco  excusa  al  que  no  paga  lo  debido  2S. 

...el  hombre,  que  se  obligó  espontáneamente  a aquella  deuda  que  no 
puede  pagar,  y por  su  culpa  se  creó  esa  impotencia,  de  suerte  que  ya 
ni  puede  pagar  lo  que  debía  antes  del  pecado,  es  decir,  el  no  pecar, 
ni  lo  que  debe  por  el  pecado,  siendo  por  tanto,  inexcusable.  Así  esa 
misma  impotencia  es  culpable,  porque  no  debe  tenerla,  mejor  dicho, 
debe  no  tenerla;  pues  así  como  es  culpa  el  no  tener  lo  que  debe  tener, 
así  también  es  culpa  el  tener  lo  que  no  debe  no  tener  2^. 

En  consecuencia,  es  justo  el  hombre  que  paga  lo  que  debe,  y que 
puede  pagar  lo  que  debe.  Parte  de  lo  justo  es  poder  dar  lo  que  se  debe. 
Es  justo  no  sólo  porque  paga  lo  que  debe,  sino  también,  y sobre  todo, 
porque  puede  pagar  lo  que  debe.  No  poder  pagar  lo  que  se  debe,  es 

23  Ibid.,  Libro  Primero.  I.  pág.  809,  Cap.  XX. 

24  Idem. 

25  Ibid.,  Libro  Primero.  I.  pág.  815,  Cap.XXIEL 

26  Ibid.,  Libro  Primero.  I.  pág.  817,  Cap.  XXHL 

27  Ibid.,  Libro  Primero.  I.  pág.  817,  Cap.  XXIV. 

23  Idem. 

29  Ibid.,  Libro  Primero.  L pág.  819,  Cap.  XXTV. 


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culpa.  El  pobre  es  el  culpable,  no  el  predilecto.  Ni  la  impagabilidad 
permite  el  perdón  de  las  deudas.  Anselmo  compromete  las  mismas 
bienaventuranzas  en  esta  su  negación  del  perdón  de  las  deudas:  lo  justo 
es  pagar  lo  que  se  debe,  lo  injusto  es  no  pagarlo: 

Y ningún  injusto  es  admitido  a la  bienaventuranza,  porque  como  la 
felicidad  es  una  plenitud  en  que  no  cabe  indigencia  alguna,  así,  por 
lo  mismo,  no  conviene  a aquél  en  el  que  no  hay  una  pureza  absoluta 
y completa,  de  suerte  que  no  haya  en  el  ninguna  injusticia  30. 

Las  bienaventuranzas  se  refieren  ahora  a los  ricos,  que  son  justos 
al  poder  pagar  las  deudas,  y no  a los  pobres,  que  son  injustos  al  no 
poder  pagarlas.  Dios  no  puede  perdonar  la  deuda  sin  pago,  pues  el  es 
el  Dios  de  la  ley  y el  orden.  Ahora  bien,  siendo  un  Dios  de  amor  y no 
únicamente  de  justicia,  ¿cómo  puede  solucionar  esta  situación?  ¿Cómo 
es  posible  el  perdón? 

Pero  si  perdona  lo  que  espontáneamente  el  hombre  debe  darle,  porque 
no  puede  pagar,  ¿qué  significa  sino  que  Dios  perdona  porque  no 
puede  por  menos?  Ahora  bien,  es  irrisorio  el  atribuir  a Dios  tal 
misericordia.  Y si  perdona  lo  que  contra  su  voluntad  había  de  perdonar 
a causa  de  la  impotencia  de  pagar  lo  que  espontáneamente  debía 
pagarse,  perdona  Dios  una  pena  y hace  feliz  al  hombre  a causa  del 
pecado,  porque  tiene  lo  que  debía  no  tener,  ya  que  no  debía  tener  esa 
impotencia,  y,  por  lo  mismo,  mientras  la  tiene  y no  satisface,  peca; 
pero  esta  misericordia  de  Dios  es  demasiado  contraria  a su  justicia, 
que  no  permite  más  que  el  perdón  de  la  pena  debida  al  pecado  (y  no 
de  la  deuda,  F.J.H.) 

Dios,  por  justicia,  no  puede  perdonar  el  pago  de  la  deuda.  No 
obstante,  por  amor  quisiera  perdonar  al  hombre  “la  pena  debida  al 
pecado”.  Aunque  se  pague  la  deuda,  se  mantiene  esta  pena  referente  al 
pecado,  que  consiste  en  haber  caído  en  la  deuda.  Sin  pago  no  puede 
tampoco  perdonar  esta  pena.  Sin  embargo,  pagada  la  deuda.  Dios  puede, 
por  amor,  perdonar  la  pena.  ¿Es  Dios  impotente  frente  a esta 
encrucijada?:  “Si  quisiera  y no  puede,  habría  que  decir  que  es  impoten- 
te” 32. 

Pero  Dios  es  tan  grande  que  no  puede  ser  impotente: 

¿Cómo  pues  se  salvará  el  hombre  si  no  satisface  lo  que  debe  o con 
que  cara  nos  atrevemos  a afirmar  que  Dios,  cuya  misericordia  sobrepuja 
toda  inteligencia  humana,  no  puede  ejercitar  esta  misericordia?  33. 


30  Idem. 

31  Ibid.,  Libro  Primero.  I.  pág.  821,  Cap.  XXIV. 

32  Idem. 

33  Idem. 


75 


Anselmo  plantea  su  disyuntiva  de  la  manera  siguiente: 

1.  ...el  hombre  debía  a Dios  por  el  pecado  lo  que  no  podía  pagar,  y 
que,  si  no  lo  paga,  no  puede  salvarse... 

2.  ...cómo  Dios  en  su  misericordia  salva  al  hombre,  siendo  así  que  no 
le  perdona  el  pecado  mientras  no  pague  lo  que  por  él  debe  34. 

Dios  es  misericordioso,  sólo  que  en  el  marco  de  la  ley  y del  orden. 
Un  cristianismo  de  los  pobres  y postergados  se  transforma  en  un 
cristianismo  de  los  que  tienen.  Es  un  cristianismo  del  hombre  en  el 
poder.  La  ley  y el  orden  exigen  cumplimiento,  por  consiguiente,  una 
etica  de  cumplimiento.  Ellos  no  conocen  el  perdón,  sino  la  imposición. 
Frente  a ellos,  el  hombre  no  es  nada.  Si  se  reivindica  a sí  mismo,  es 
egoísta.  La  misericordia  es  la  fuerza  para  poder  cumplir,  no  la 
superación  de  la  ley  de  cumplimiento. 

La  solución  de  Anselmo  consiste  en  sostener  que  Dios  recibe  el 
pago  correspondiente  de  la  deuda  de  parte  de  Cristo,  al  morir  este.  El 
sacrificio  de  Cristo  paga  la  deuda  con  sangre.  Cristo  es  un  hombre  sin 
pecado  y Dios  a la  vez. 

Piensas  que  tan  gran  bien  y tan  amable  puede  bastar  para  pagar  lo  que 
se  debe  por  los  pecados  de  todo  el  mundo?  Es  suficiente 
sobreabundantemente  y hasta  lo  infinito...  Sí,  pues,  dar  su  vida  es 
recibir  la  muerte,  así  como  la  entrega  de  esta  vida  vale  más  que  to- 
dos los  pecados  de  los  hombres,  así  también  la  aceptación  de  la 
muerte  35, 

Cristo,  por  ser  hombre  y Dios  a la  vez,  puede  pagar  algo  que  para 
cualquier  otro  hombre  es  impagable.  Sin  embargo,  no  puede  pagar  sino 
con  su  muerte,  con  su  sangre.  La  deuda  impagable  se  paga  con  sangre. 
Dios  mismo  exige  esta  sangre  para  que  su  justicia  sea  satisfecha. 

Cictamcnte,  viene  ahora  la  pregunta:  ¿cómo  puede  la  muerte  de 
Cristo  satisfacer  la  justicia,  si  esta  muerte  es  injusta?  Anselmo  introduce 
la  importancia  de  la  muerte  de  Cristo,  contemplando  la  gravedad  del 
pecado  que  significa  matarlo.  ¿Cómo  el  malar  a Cristo  puede  significar 
la  redención,  si  es  el  mayor  pecado  concebible? 

Porque  el  pecado  que  se  comete  contra  El  personalmente,  supera 
incomparablemente  a todos  aquellos  que  pueden  pensarse  fuera  de  su 
persona  36. 

Cuán  bueno  no  te  parece  que  será  El,  cuando  su  muerte  es  tan  crimi- 
nal 3?. 


34  Ibid.,  Libro  Primero.  I.  pág.  825,  Cap.  XXV. 

35  ¡bid.,  Libro  Segundo,  I,  pág.  857,  Cap.  XIV. 

36  ¡dem. 

37  ¡dem. 


76 


Pero  ahora  queda  otra  cuestión.  Porque  si  tan  criminal  es  matarle, 
cuanto  es  preciosa  su  vida,  ¿cómo  puede  su  muerte  vencer  y borrar 
los  pecados  de  aquellos  que  lo  mataron?  38. 

Y responde: 

Ningún  hombre  podría  querer  matar  a Dios,  por  lo  menos  a sabiendas, 
y por  eso  los  que  le  quitaron  la  vida  por  ignorancia  no  cayeron  en  ese 
pecado  infinito,  con  el  cual  no  se  puede  comparar  ningún  otro  39. 

...los  verdugos  de  Cristo  pueden  alcanzar  el  perdón  de  su  pecado  40. 

Puede  ahora  presentar  a Cristo  como  el  hombre-Dios,  que  viene  al 
mundo  para  morir  sacrificado  por  la  deuda  impagable  que  los  hombres 
tienen  con  su  Dios-Padre.  Desaparece  completamente  la  vida  de  Jesús 
y sus  enseñanzas.  Jesús  no  vino  al  mundo  para  vivir,  sino  para  morir. 
Su  muerte  es  el  único  sentido  de  su  vida.  Dios-Padre,  en  su  amor,  no 
podía  redimir  a la  humanidad  sino  cobrando  la  deuda  impagable  que  los 
hombres  tienen  con  el.  Su  hijo,  como  hombre-Dios,  tiene  que  pagarla 
con  su  sangre,  porque  las  deudas  impagables  se  pagan  con  sangre.  El 
Dios-Padre  lo  manda  para  morir,  abriendo  así  el  paso  para  el  perdón  de 
las  penas  de  los  pecados  del  hombre. 

Cristo  viene  voluntariamente.  El  “...se  ofreció  a hacerse  hombre 
para  morir...”41.  La  redención  del  genero  humano 

...no  era  posible  más  que  pagando  el  hombre  lo  que  debía  por  el 
pecado,  deuda  tan  grande,  que,  no  debiéndola  pagar  más  que  el  hombre 
como  culpable,  no  podía  hacerlo  más  que  Dios,  de  suerte  que  el 
Rendentor  tenía  que  ser  hombre  y Dios  al  mismo  tiempo,  y,  por  lo 
mismo,  era  necesario  que  Dios  asumiese  la  naturaleza  humana  en  la 
unidad  de  su  persona,  y así,  el  que  en  su  mera  naturaleza  debía,  pero 
no  podía  pagar,  subsistiese  en  una  persona  que  tuviere  poder  4A 

El  sentido  de  la  vida  de  Jesús  es  morir  para  pagar  una  deuda: 

...no  pudo  no  morir  porque  había  de  morir  realmente,  y había  de 
morir  realmente  porque  lo  quiso  espontánea  c inmutablemente,  síguese 
que  no  pudo  no  morir  por  la  simple  razón  de  que  quiso  morir  con  una 
voluntad  inmutable  43. 

Ahora,  Cristo  pagó.  Sin  embargo,  es  un  pago  que  constituye  un 
tesoro  en  el  ciclo.  Esc  pago  no  elimina  automáticamente  la  deuda  que 

¡bid.,  Libro  Segundo,  I,  pág.  859,  Cap.  XV. 

39  Idem. 

4 *3  Idem. 

4 3 ¡bid.,  Libro  Segundo.  I.  pág.  869,  Cap.  XVI. 

42  ¡bid.,  Libro  Segundo.  I.  pág.  879,  Cap.  XVHL 

43  ¡bid.,  Libro  Segundo.  I.  pág.  871,  Cap.  XVII. 


77 


los  hombres  tienen  con  Dios.  Ellos  tienen  que  pagar  recurriendo  a este 
tesoro.  Pero  son  ellos  quienes  pagan  para  redimirse  de  su  deuda.  Cristo 
pone  a disposición  de  los  hombres  este  tesoro,  adquirido  por  su  sangre, 
que  puede  efectivamente  servir  como  medio  eficaz  de  pago.  Cristo  no 
paga,  sino  que  pone  el  tesoro  a la  disposición.  Es  decir,  después  de  la 
muerte  de  Cristo  los  hombres  siguen  con  la  deuda,  sólo  que  esta  ya  no 
es  impagable.  La  pueden  pagar. 

Pero  tienen  que  hacerlo.  Si  no  lo  hacen,  seguirán  con  la  pena  por 
no  haber  pagado.  Y esta  pena  es  eterna.  El  hombre,  en  cambio,  se  salva 
si  recurre  a este  pago  hecho  por  Cristo  para  solventar  la  deuda  que 
tiene.  No  obstante,  para  tener  a su  disposición  la  capacidad  de  pago  de 
Cristo,  tiene  que  hacer  méritos.  Cristo  no  regala  tampoco.  Sin  embargo, 
ahora  los  méritos  humanos  valen  frente  a Dios,  porque  al  hacer  participar 
al  hombre  en  el  tesoro  adquirido  por  Jesús  mediante  su  sangre,  aquel 
tiene  un  medio  de  pago  de  valor  infinito  que  puede  satisfacer  a Dios. 
Este  mérito  que  el  hombre  tiene  que  hacer  frente  a Cristo,  es  seguirle. 
Es  la  imitado  Christi. 

¿Y  qué  cosa  más  conveniente  que  diera  ese  fruto  y recompensa  de  su 
muerte  a aquellos  por  cuya  salvación  se  hizo  hombre,  como 
demostramos  con  toda  verdad,  y a los  cuales  dio  con  su  muerte,  como 
dijimos,  un  gTan  ejemplo  como  se  muere  por  la  justicia,  pues  en  vano 
serán  sus  imitadores  si  no  son  participantes  de  sus  méritos?  ¿Y  a 
quiénes  con  más  justicia  hará  herederos  de  su  Crédito,  del  cual  El  no 
necesita,  y de  la  abundancia  de  su  plenitud,  sino  a sus  parientes  y 
hermanos,  a los  que  ve  caídos  en  lo  profundo  de  la  miseria  y 
consumirse  en  la  carencia  y necesidad  de  todo,  para  que  se  les  perdone 
lo  que  deban  por  sus  pecados  y se  les  dé  aquello  de  que  carecen  a 
causa  de  sus  culpas?  44. 

Ese  es  el  lugar  del  esfuerzo  propio.  Antes  de  la  muerte  de  Cristo 
era  en  vano.  Pero  ahora  tiene  el  apoyo  de  Cristo,  así  que  vale  frente  a 
Dios: 

Y cómo  haya  de  acercarse  para  la  participación  de  tan  gran  gracia  y 
cómo  se  ha  de  vivir  con  ella,  nos  lo  enseña  por  doquiera  la  Sagrada 
Escritura...  4;>. 

Porque  ¿qué  puede  pensarse  de  más  misericordioso  que  a un  pecador 
condenado  a los  tormentos  eternos,  y sin  tener  con  que  redimirse, 

Dios  Padre  le  diga:”Recibe  a mi  Unigénito  y ofrécele  por  ti”,  y el 
Hijo  a su  vez: 'Tómame  y redímete”?  Esto  vienen  a decimos  cuando 
nos  llaman  a la  fe  cristiana  y nos  traen  a ella.  ¡Y  qué  cosa  más  justa 
que  perdone  toda  deuda  aquel  a quien  se  da  un  precio  mayor  que  toda 
deuda,  si  se  da  con  el  afecto  debido! 

^ Ibid.,  Libro  Segundo.  I.  pág.  885,  Cap.  XXIX. 

Ibid.,  Libro  Segundo.  I.  pág.  887,  Cap.  XIX. 

46  ¡bid.,  Libro  Segundo.  I.  pág.  887,  Cap.  XX. 


78 


Dios  recibe  el  pago  y perdona  la  culpa.  Cristo  abre  este  crédito  a 
aquellos  que  lo  imitan,  es  decir,  a los  justos  que  pagan  lo  que  deben. 
Hay  que  seguir  a Cristo:  imitalio  Christi.  Cristo  pagó,  nosotros  también 
pagamos.  Cristo  cumplió,  nosotros  cumplimos.  El  perdón  de  la  deuda 
ya  no  cabe.  Todo  se  paga,  o en  esta  vida,  o en  la  otra.  Las  deudas  se 
pagan,  y después  de  pagarlas,  se  perdona  el  pecado  de  haber  caído  en 
la  impagabilidad  de  una  deuda. 

Sin  embargo,  esta  gracia  hay  que  ganarla.  Al  rechazarla,  el  hombre 
pierde  con  justicia  todo: 

Por  consiguiente,  el  que  quiera  prestar  atención  a lo  que  vengo 

exponiendo,  no  dudará  de  que  son  justamente  reprendidos  aquellos 

que,  por  causa  de  su  falta,  no  pueden  recibir  la  palabra  de  Dios  ^ . 

Esta  es  la  contrapartida  de  la  imposibilidad  de  pagar,  que  es  el  ser 
culpable.  Ahora,  lo  culpable  es  la  imposibilidad  de  recibir  la  gracia  de 
Dios.  No  tiene  redención,  porque  la  deuda  se  paga  por  el  hecho  de 
haber  escuchado  la  palabra  de  Dios  y seguido  a Cristo.  El  que  no 
escucha,  de  una  manera  nueva  es  culpable  del  hecho  de  que  no  puede 
pagar  su  deuda  con  Dios. 

Frente  a esta  visión  de  Dios  y de  la  justicia,  el  pecado  ya  no  puede 
ser  sino  violación  de  la  ley.  Tcx.la  violación  de  la  ley  es  pecado;  la 
justicia  no  puede  jamás  exigir  la  suspensión  de  la  ley.  No  puede  haber 
ningún  pecado  que  se  cometa  cumpliendo  la  ley.  Como  Dios  es  la  ley 
y la  ley  emana  de  él,  el  pecado  por  cumplimiento  de  la  ley  sería  el 
pecado  de  Dios,  por  tanto,  sostener  su  posibilidad  sería  una  blasfemia. 
Toda  moral  es  ahora  una  moral  privada,  y se  reduce  a una  relación 
entre  el  individuo  y Dios,  entre  el  individuo  y la  ley.  El  cumplimiento 
y la  defensa  de  la  ley  son  la  perfección  humana.  Observar  la  ley  es  el 
camino  de  Jesús. 

Desde  este  punto  de  vista,  la  teología  de  la  ley  de  San  Pablo  y la 
prédica  de  Jesús  mismo,  son  una  blasfemia.  Ella  exigen  un  sujeto  que 
en  nombre  de  su  vida,  sea  soberano  frente  a la  ley  para  enjuiciar.  Hacer 
eso  se  transforma  en  el  pecado  máximo.  Hay  pecados  que  son  violación 
de  la  ley.  No  obstante,  hay  un  pecado  máximo,  que  es  el  pecado  que 
consiste  en  que  el  sujeto  se  ponga  por  encima  de  la  ley.  En  la  teología 
de  Jesús  y de  San  Pablo,  existen  también  los  pecados  por  violación  de 
la  ley  y un  pecado  máximo.  Este  pecado  máximo  es  el  que  se  comete 
al  pretender  la  justicia  por  el  cumplimiento  de  la  ley.  La  teología  de 
Anselmo  establece  como  su  pecado  máximo,  considerar  al  sujeto  como 
soberano  frente  a la  ley,  y por  tanto,  el  ver  el  pecado  máximo  como  un 
pecado  cometido  cumpliendo  la  ley.  Las  posiciones  se  han  invenido 

47  Anselmo:  “De  concordia  pracscicntiae,  et  praedestinationis,  ct  gratiae  dei  cum  libero 
arbitrio”  (De  la  concordia,  de  la  presencia,  de  la  predestinación  y la  gracia  divina  con  el 
libre  albedrío).  Obras  completas  II,  263,  Cap.  VII. 


79 


completamente.  Lo  que  en  una  tradición  es  el  pecado  máximo,  en  la 
otra  es  la  máxima  exigencia  de  Dios. 

Anselmo  considera  el  pecado  del  orgullo  precisamente  como  la 
exigencia  de  libertad  frente  a la  ley.  El  se  preocupa  sumamente  de  eso 
y dedica  todo  un  estudio  a la  caída  del  ángel  malo:  “De  casu  diaboli” 
(De  la  caída  del  demonio)”.  Allí  desarrolla  este  concepto  de  la  soberbia. 
La  soberbia  del  ángel  caído  consiste  en  la  violación  de  la  ley,  al  querer 
ser  como  Dios  48. 

Si  hubiese  observado  la  justicia  hasta  el  fin,  ni  hubiera  pecado  ni  sido 
desgraciado. 

Pero  nadie  observa  la  justicia  si  no  es  queriendo  lo  que  debe,  ni  la 
abandona  si  no  es  queriendo  lo  que  no  debe. 

Queriendo,  pues,  lo  que  entonces  no  debía,  abandonó  la  justicia,  y así 
pecó 

...como  Eva  quiso  ser  semejante  a Dios  antes  de  que  Dios  quisiera 
eso  50. 

El  ángel  caído  violó  la  ley,  y celebraba  esta  violación.  Quería 
violar  la  ley.  Ahora  se  reprocha  la  violación  de  la  ley  como  tal.  Anselmo 
no  distingue.  En  la  teología  del  disccmimcnto  de  la  ley,  el  hombre 
tampoco  tiene  un  derecho  arbitrario  a violar  la  ley.  Ocurre  un 
discernimiento  que  determina  en  que  caso  hay  que  violarla.  Es  el  caso 
en  el  cual  la  ley  mata  y hace  imposible  la  vida  del  sujeto.  La  vida 
concreta  del  hombre  discierne  la  ley.  Anselmo  borra  eso.  El  trata 
indistintamente  cualquier  violación  de  la  ley  como  crimen.  Ni  en  nombre 
de  la  vida  se  puede  violar  la  ley.  La  ley  es  un  señor  sobre  vida  y 
muerte.  El  hombre  es  para  el  sábado,  y no  el  sábado  para  el  hombre. 

Por  ende,  el  ángel  caído  es  un  violador  de  la  ley,  que  sostiene  esta 
violación  como  un  bien.  Luego,  querría  ser  indebidamente  como  Dios: 

...quiso  ser  desordenadamente  semejante  a Dios,  porque  quiso  algo 
por  su  propia  voluntad,  sin  someterse  a nadie.  Porque  el  querer  algo 
con  propia  voluntad,  de  suerte  que  no  tenga  que  seguir  una  voluntad 
superior,  es  propio  de  solo  Dios  51. 

Contraponía  a la  ley  de  Dios  su  “propia  voluntad”,  no  quería 
“someterse”.  Eso  es  algo  que  solamente  Dios  debe.  Pero  ni  Dios  lo 

48  Especialmente  en  el  Capítulo  IV:  "Cómo  pecó  y quiso  ser  semejante  a Dios”.  “De 
casu  diaboli”  (De  la  caída  del  demonio).  Obras  completas  de  San  Anselmo,  op.  cit.,  págs. 
607-611. 

4^  Ibid.,  pág.  607. 

50  Ibid.,  pág.  609. 

51  Ibid.,  pág.  611. 


80 


puede,  violando  la  justicia,  que  es  él  mismo.  Sin  embargo,  en  Dios,  ley 
y voluntad  propia,  justicia  por  la  ley  y felicidad,  coinciden.  En  la  criatura 
creada,  en  cambio,  difieren.  Al  querer  seguir  su  voluntad  propia,  la 
criatura  se  levanta  en  contra  de  Dios,  queriendo  ser  como  este.  De 
hecho,  incluso  quiere  ser  mayor  que  Dios,  porque  quiere  estar  por 
encima  de  la  ley,  que  es  Dios  y emana  de  él: 

No  solamente  quiso  ser  igual  a Dios  por  presumir  tener  voluntad 
propia,  sino  que  también  quiso  ser  mayor,  queriendo  lo  que  Dios  no 
querría  que  quisiese  y poniendo  así  su  propia  voluntad  por  encima  de 
la  voluntad  de  Dios  5A 

La  ley  es  soberana,  no  el  sujeto.  La  ley  devora  al  sujeto.  Bernardo 
de  Claraval  sigue  esta  línea  de  Anselmo: 

¿Qué  otra  cosa  es  la  soberbia  sino,  como  la  define  un  santo,  el  amor 
al  propio  prestigio?  (¡se  refiere  a Augustín!,  FJH.)  Moviéndonos  en 
el  polo  opuesto,  podemos  afirmar  que  la  humildad  es  el  desprecio  del 
propio  prestigio  5^. 

Bernardo  introduce  para  este  ángel  caído  un  nombre  que  antes  sólo 
marginalmcnte  recibía,  y que  Anselmo  todavía  no  usa.  Lo  llama  Lucifer: 
“¡Oh  Lucifer!,  que  despuntabas  como  el  alba.  Ahora  ya  no  eres  lucífero; 
eres  noctífero  y mortífero”  54. 

Ahora  el  ángel  de  la  luz  es  Lucifer.  San  Augustín  tampoco  se  atrevió 
a decir  eso.  El  indica:  “...algunas  veces  Satanás,  según  leemos  (2  Cor 
11.14),  ‘se  transfigura  en  el  ángel  de  la  luz’”55. 

Así,  desde  Anselmo  en  adelante  el  discernimiento  de  la  ley  es 
considerado  simplemente  su  violación,  máximo  pecado,  soberbia, 
rebelión  en  contra  de  Dios  y algo  demoníaco.  Pero  con  eso,  las 
enseñanzas  de  Jesús  y San  Pablo  terminan  en  el  infierno.  El  cristianismo 
imperial  que  surge  lucha  en  contra  del  mensaje  cristiano,  al  cual  ha 
diabolizado. 

Hay  un  efecto  traicionero  que  revela  la  conexión  que  se  establece. 
Está  en  el  hecho  de  que  el  nombre  Lucifer  era  un  nombre  de  referencia 
clave  para  Jesús  en  los  primeros  siglos.  Al  pasar  este  nombre  de  Jesús 
a ser  un  nombre  del  diablo,  se  revela  — míticamente — el  hecho  de  que 
el  propio  Jesús  ha  sido  demonizado. 

Es  evidente  que,  con  esta  teología  en  la  mano,  ya  no  se  puede 
aceptar  la  oración  del  Padre  Nuestro,  referida  al  perdón  de  la  deuda.  En 

52  Idem. 

5 3 Bernardo  de  Claraval:  “Líber  de  gradibus  humilitalis  et  superbiae”  (Tratado  sobre  los 
grados  de  humildad  y soberbia).  Obras  completas  de  San  Bernardo.  BAC,  Madrid,  1983, 
2 tomos.  I,  No.  15,  pág.  193. 

54  Ibid.,  págs.  221-223. 

55  San  Augustín:  La  ciudad  de  Dios.  México,  1970,  pág.  478. 


81 


ella,  no  perdonar  la  deuda  es  pecado;  la  justicia  exige  perdonarla.  La 
justicia  exige,  por  tanto,  violar  la  ley  para  que  la  vida  sea  respetada. 

Esto  también  se  encuentra  en  la  teología  de  San  Pablo.  La  ley 
según  Pablo  es  sin  duda  no  únicamente  la  ley  mosaica,  sino  cualquier 
legalidad  normativa.  Por  consiguiente,  también  el  derecho  romano  y 
cualquier  derecho.  Según  Pablo,  mediante  la  ley  el  demonio  mantiene 
al  hombre  en  su  poder,  no  importa  que  la  ley  sea  una  ley  de  Dios. 
Estando  el  hombre  bajo  el  poder  del  demonio  y del  pecado,  la  ley  que 
Dios  da  no  libera,  sino  que  se  transforma  en  un  instrumento  del  poder 
demoníaco.  Aunque  Pablo  no  hable  de  manera  especial  de  la  deuda  y 
su  pago,  resulta  evidente  que  el  pago  de  la  deuda  es  una  consecuencia 
de  la  ley.  Luego,  la  ley  impone  obligaciones  que  el  demonio  ejerce 
como  su  poder.  Si  la  ley  es  el  poder  del  pecado  y del  demonio,  el  pago 
de  la  deuda  lo  es  igualmente,  porque  ese  pago  es  la  otra  cara  de  la  ley. 

La  teología  de  Anselmo,  al  presentar  a Dios  como  aquél  que  cobra 
al  hombre  una  deuda  impagable,  afirma  a la  vez  la  ley  y la  legalidad 
como  algo  que  Dios  impone  y exige.  Transforma  la  legalidad  en  la 
esencia  de  Dios.  Dios,  por  tanto,  puede  estar  por  encima  de  cualquier 
ley,  pero  no  de  la  legalidad  misma.  Dios  es  legalidad,  y en  consecuencia 
es  cobro  de  la  deuda,  aunque  éste  sea  impagable.  Nuevamente  notamos 
el  cambio  y la  inversión.  Para  Pablo,  inclusive  la  ley  dada  por  Dios  es 
un  instrumento  del  poder  diabólico,  de  la  muerte  y del  pecado.  El 
demonio  ejerce  su  poder  mediante  la  ley  y la  legalidad.  En  Anselmo, 
en  cambio,  la  legalidad  se  transforma  en  un  atributo  esencial  de  Dios, 
y el  demonio  está  en  la  ilegalidad.  Para  Anselmo,  un  más  allá  de  la  ley 
no  tiene  sentido  y puede  ser  sólo  una  forma  de  ilegalidad  demoníaca. 
Para  Pablo,  y en  esto  sigue  el  sentido  de  los  evangelios.  Dios  y su 
justicia  están  más  allá  de  la  ley,  no  en  el  cumplimiento  de  las  normas 
legales.  Por  tanto,  están  más  allá  del  pago  de  la  deuda,  en  el  perdón  de 
ella,  y no  en  el  cumplimiento  del  pago  como  lo  quiere  la  legalidad  de 
Anselmo. 

Por  ello,  Anselmo  prcgunta;”¿por  qué  decimos  a Dios:  perdónanos 
nuestras  deudas  (Mt.6.12)?”56,  y contesta: 

El  que  no  paga,  dice  inútilmente:  perdóname;  pero  el  que  satisface 
suplica,  porque  esto  mismo  entra  en  el  perdón,  porque  Dios  a nadie 
debe  nada,  sino  que  todas  las  criaturas  le  deben  a El,  y por  eso  no 
conviene  que  se  hallen  con  Dios  como  un  igual  con  otro  igual  57. 

La  justicia  de  Dios  “no  permite  más  que  el  perdón  de  la  pena 
debida  al  pecado”58,  no  puede  perdonar  el  pago  de  la  deuda.  Pagada  la 
deuda,  se  pide  a Dios  el  perdón  de  la  pena  por  el  pecado. 

-6  Anselmo:  op.  cit.,  Libro  Primero.  I,  pág.  805,  Cap.  XIX. 

57  Ibid.,  Libro  Primero.  I.  pág.  807,  Cap.  XIX. 

58  Ibid.,  Libro  Primero.  I.  pág.  821,  Cap.  XXIV. 


82 


Anselmo  no  cita  la  segunda  parte  de  la  oración  del  Padre  Nuestro 
referida  a la  deuda.  No  obstante,  la  rechaza  al  decir:  “no  conviene  que 
se  hallen  con  Dios  como  un  igual  con  otro  igual”.  Eso  precisamente  es 
lo  que  hace  el  Padre  Nuestro,  y Anselmo  no  lo  puede  aceptar.  Por  el 
contrario,  dice  de  Dios:  “¡Y  que  cosa  más  justa  que  perdone  toda  deuda 
aquel  a quien  se  da  un  precio  mayor  que  toda  deuda,  si  se  da  con  el 
afecto  debido!”59.  Dios  perdona  las  deudas  si  el  hombre  le  paga.  La 
relación  con  los  otros  hombres  ya  no  importa.  Se  establece  una  relación 
del  hombre-individuo  con  Dios,  que  no  pasa  por  la  relación  con  los 
otros  hombres.  En  el  Padre  Nuestro,  Dios  perdona  los  pecados  si  el 
hombre  libera  a los  otros  hombres,  es  decir,  si  este  perdona  las  deudas 
que  otros  hombres  tienen  con  él.  Esta  relación  ya  no  existe,  sino  que 
el  hombre  tiene  una  relación  directa  y primaria  con  Dios,  de  la  cual  se 
deriva  la  relación  con  los  otros. 

Aquí  nace  el  individuo  burgués,  si  bien  todavía  en  una  forma  muy 
alejada  de  la  realidad  inmediata  60.  Es  un  individuo  que  se  dirige  vía 
Dios  a los  otros.  El  sujeto  cristiano,  en  cambio,  se  dirige  vía  los  otros 
a Dios.  Es  un  sujeto  en  comunidad.  Sin  embargo,  desde  Anselmo  en 
adelante  la  comunidad  está  rota  y sustituida  por  el  individuo.  Eso  abre 
el  camino  del  cristianismo  al  poder  y sella  una  línea  que  empezó  con 
la  era  constantiniana.  Se  trata  del  verdadero  nacimiento  de  la  sociedad 
burguesa,  que  es  una  sociedad  sin  referencia  comunitaria. 

Otro  tanto  hace  Bernardo  de  Claraval,  quien  ya  introduce  la 
traducción  falsificada  del  Padre  Nuestro,  que  en  la  actualidad  se  está 
imponiendo  a toda  la  cristiandad.  El  dice: 

Perdona  a los  que  te  han  ofendido,  y se  te  perdonarán  tus  propios 
pecados.  De  este  modo  podrás  orar  confiado  al  Padre  y decir: 
Perdónanos  nuestros  pecados  como  nosotros  perdonamos  a nuestros 
deudores  6L 

No  puede  cambiar,  como  se  hace  hoy,  la  traducción  misma,  porque 
él  escribe  en  latín  y usa  la  traducción  intocable  de  la  Vulgata.  Pero, 
evidentemente,  ganas  no  le  fallan.  Por  ello,  insinúa  por  lo  menos  que 
el  contenido  es  otro  del  que  la  letra  dice:  “Perdona  a los  que  te  han 
ofendido,  y se  te  perdonarán  tus  propios  pecados”.  Lo  que  molesta  es 
el  perdón  de  las  deudas.  Quieren  un  Dios  que  no  perdona  las  deudas, 
porque  van  hacia  un  mundo  en  el  cual  las  deudas  no  se  perdonan. 


59  Ibid.,  Libro  Segundo.  I,  pág.  887,  Cap.  XX. 

60  El  mismo  Anselmo,  en  su  actuación  práctica,  sigue  siendo  un  hombre  medieval. 
Sigue  asimilando  la  usura  al  robo.  No  obstante,  el  Dios  que  el  crea,  es  otro.  Va  a 
revolucionar  a esta  tierra.  Ver:  Le  Goff,  Jacques:  La  bolsa  y la  vida.  Economía  y religión 
en  la  Edad  Media.  Gcdisa,  Barcelona,  1987,  pág.  35. 

San  Bernardo,  “Ad  clericos  de  convcrsionc”  (Sermón  a los  clérigos  sobre  la  conversión). 
No.  29,  I,  pág.  407. 


83 


Bernardo  describe  terminantemente  el  mundo  que  surge  ahora.  Lo 
describe  en  términos  de  la  “ciudad  que  brilla  en  las  colinas”,  y de 
aquellos  que  esta  ciudad  ha  expulsado  y condenado: 

En  aquella  ciudad  no  hay  tampoco  lágrimas  ni  lamentos  por  los 
condenados  al  fuego  eterno  con  el  diablo  y sus  ángeles...  Porque  en 
las  tiendas  se  disfruta  el  triunfo  de  la  victoria,  pero  también  se  siente 
el  fragor  de  la  lucha  y el  peligro  de  la  muerte.  En  aquella  patria  no 
hay  lugar  para  el  dolor  y la  tristeza,  y así  lo  cantamos:  “Están  llenos 
de  gozo  todos  los  que  habitan  en  ti”.  Y en  otra  parte:  “Su  alegría  será 
eterna”.  Imposible  recordar  la  misericordia  donde  sólo  reina  la 
justicia.  Por  eso,  si  ya  no  existe  la  miseria  ni  el  tiempo  de  la 
misericordia,  tampoco  se  dará  el  sentimiento  de  compasión  62. 

No  se  trata  apenas  de  un  cielo  y un  infierno  en  algún  más  allá,  lo 
que  Bernardo  describe,  sino  del  mundo  que  ahora  viene  y cómo  la  tierra 
será  tratada  una  vez  sometida  a esta  concepción  de  la  ley.  Lo  describe 
en  términos  de  ciclo  e infierno,  pero  su  contenido  es  completamente 
terrestre.  Es  un  mundo  en  el  cual  reina  una  “justicia”  sin  ninguna 
misericordia  o compasión,  y los  que  dominan  este  mundo  “disfrutan  el 
triunfo  de  la  victoria”.  Los  condenados  de  este  mundo,  sin  embargo,  no 
pueden  inquietar  la  alegría  eterna  de  los  que  lo  dominan.  “Tampoco  se 
dará  el  sentimiento  de  compasión”. 

Este  es  el  esquema  del  poder  de  la  modernidad.  Anselmo  de 
Cantcrbury  lo  concibe,  y Bernardo  de  Claraval,  Santo  y Bestia,  lo 
transforma  en  ideología  imperial  del  Imperio  Cristiano  de  la  Edad  Media. 
Por  simple  secularización  se  transforma  en  modernidad  burguesa  y llega 
a dominar  todavía  completamente  nuestro  siglo  XX.  Todos  los 
totalitarismos  de  este  siglo,  con  sus  leyes  metafísicas  de  la  historia,  se 
sostienen  por  este  mismo  esquema  básico  de  poder.  Sea  esta  ley  de  la 
historia  la  ley  de  la  guerra  total,  como  en  el  nazismo,  la  ley  de  la 
planificación  total  como  en  el  cstalinismo,  o la  ley  del  mercado  total 


62  “Liber  de  deligendo  Dco”  (Libro  sobre  el  amor  a Dios),  op.cit.  Nr.  40.  I,  pág.  359 
(énfasis  nuestros).  Bernardo  se  atreve  a llamar  esta  ley,  que  no  tiene  ni  misericordia  ni 
compasión,  la  ley  de  la  caridad:  “Por  tanto,  la  ley  inmaculada  del  Señor  es  la  caridad,  que 
no  busca  su  propio  provecho,  sino  el  de  los  demás.  Se  llama  ley  del  Señor,  porque  él 
mismo  vive  de  ella,  o porque  nadie  la  posee  si  no  la  recibe  gratuitamente  de  él.  No  es 
absurdo  decir  que  Dios  también  vive  según  una  ley,  ya  que  esta  ley  es  la  caridad...  Ley 
es,  en  efecto,  y ley  del  Señor  la  caridad,  porque  mantiene  a la  Trinidad  en  la  unidad,  y 
la  enlaza  con  el  vínculo  de  la  paz...  Esta  es  la  ley  eterna,  que  lodo  lo  crea  y gobierna. 
Ella  hace  todo  con  peso,  número  y medida.  Nada  está  libre  de  la  ley,  ni  siquiera  el  que 
es  la  ley  de  todos.  Y esa  ley  es  esencialmente  ley,  que  no  tiene  poder  creador,  pero  que 
se  rige  a sí  misma”  (No.  35,  I,  pág.  351). 

“Buena,  pues,  y dulce  es  la  ley  de  la  caridad.  No  sólo  es  agradable  y ligera,  sino  que 
además  hace  ligeras  y fáciles  las  leyes  de  los  siervos  y asalariados.  No  las  suprime,  es 
cierto,  pero  ayuda  a cumplirlas,  como  dice  el  Señor  No  he  venido  a abrogar  la  ley,  sino 
a cumplirla.  Modera  la  de  unos,  ordena  la  de  otros  y suaviza  la  de  todos”  (No.  38, 1,  pág. 
355). 


84 


como  en  la  actual  ideología  de  la  Seguridad  Nacional  de  las  democracias 
occidentales,  siempre  existe  esta  ley,  cuya  validez  sin  misericordia  es 
impuesta  por  un  terrorismo  de  Estado,  que  es  el  disfrute  del  triunfo  de 
la  victoria. 

Por  todo  ello,  el  cambio  que  trae  la  teología  de  Anselmo,  es 
realmente  un  cambio  profundo.  En  efecto,  la  revolución  burguesa 
comienza  con  esta  teología,  que  abre  el  espacio  ideológico  que 
posteriormente  es  llenado  por  la  ideología  burguesa  propiamente  dicha. 
La  teología  de  Anselmo  ya  es  ideología  burguesa  proyectada  en  el 
ciclo.  Lo  que  Anselmo  hace  en  el  ciclo,  Adam  Smith  lo  hace  en  la  tierra 
con  su  teología  de  la  mano  invisible.  Lo  que  se  había  proyectado  en  el 
ciclo,  desde  allí  se  vuelve  a proyectar  en  la  tierra.  La  ideología  burguesa 
trae  la  teología  de  Anselmo  a la  tierra,  y conquista  esta  apoyada  en  su 
poder.  Esta  es  la  razón  por  la  cual  el  lenguaje  de  Anselmo  respecto  al 
cobro  de  la  deuda  impagable,  puede  ser  tan  cercano  a lo  que  en  la 
actualidad  es  el  lenguaje  del  Fondo  Monetario  Internacional  sobre  este 
tipo  de  deuda  63. 

Esta  teología  de  Anselmo  constituye  efectivamente  un  corte  en  la 
tradición  del  pensamiento  teológico  de  entonces.  Eso  se  debe  a la 
concepción  del  pecado  exclusivamente  como  violación  de  una  ley  dada 
por  Dios.  De  la  justicia  que  se  busca  por  el  cumplimiento  de  la  ley, 
surge  una  deuda  del  hombre  con  Dios  que  es  necesario  pagar,  pero  que 
el  hombre  no  puede  pagar.  La  justicia  ya  no  puede  ser  enfrentada  con 
la  ley. 

Del  pecado  que  se  comete  cumpliendo  la  ley,  se  pasa  al  pecado  que 
se  comete  al  querer  rclativizar  la  ley,  según  las  posibilidades  de  vida 
del  hombre.  De  la  justicia  que  consiste  en  perdonar  la  deuda,  se  pasa 
a la  justicia  que  consiste  en  pagar  todo  lo  que  se  debe.  De  un  demonio 
que  cobra  un  rescate  ilegítimo,  se  pasa  a un  Dios  que  cobra  una  deuda 
legítima.  De  una  soberbia  que  consiste  en  exigir  el  cumplimiento  de  la 

63  Sin  embargo,  ya  es  el  lenguaje  del  Imperio  Romano,  una  vez  desarrollado  el  derecho 
romano  al  nivel  de  una  fonnalización  de  la  ley  del  valor.  Se  ve  esto  en  Cicerón,  cuando 
se  enfrenta  a la  rebelión  calilinaria.  Se  trata  de  una  rebelión,  cuya  fuerza  proviene  de  los 
grupos  desplazados  del  agro  italiano  por  la  usura  de  los  hacendados.  Se  les  crea  una 
deuda  impagable,  para  expropiarlos  después  en  nombre  del  pago  de  esta  misma  deuda. 
Cicerón  dice  sobre  estos  campesinos  endeudados:  “No  piensan  en  otra  cosa  que  en 
muertes,  incendios  y rapiñas;  han  dilapidado  su  patrimonio,  han  hipotecado  su  hacienda, 
y cuando  la  fortuna  empezó  a faltarles  — de  esto  hace  tiempo — les  quedó  el  crédito...  Sin 
embargo,  siguen  practicando  en  la  escasez  aquel  desenfreno  de  la  abundancia”  (Cicerón, 
“Discursos  contra  Catilina”,  de:  Cicerón,  EDAF,  Madrid,  1973,  pág.  399). 

Los  declara  culpables,  para  matarlos  en  el  caso  de  que  se  defiendan.  No  obstante,  lograda 
la  victoria,  se  terminó  la  república  romana  que  se  derrumbó  unas  décadas  después.  Fue 
Cicerón  quien  la  destruyó  por  la  derrota  de  los  campesinos.  Pero  él  acompañó  esta  su 
guerra  con  sus  frases  republicanas  vacías,  que  gustan  tanto  a todos,  y que  hoy  nuevamente 
están  destruyendo  a las  sociedades  humanas  por  su  avaricia  mentirosa.  Fue  una  victoria 
de  Pirro,  como  lo  es  actualmente  la  victoria  de  los  países  del  Primer  Mundo,  que  destruyen 
a los  países  deudores  del  Tercer  Mundo  en  nombre  de  las  viejas  y siempre  repetidas 
mentiras,  que  ya  Cicerón  utilizó. 


85 


ley  sin  misericordia,  se  pasa  a una  soberbia  que  consiste  en  exigir  el 
sometimiento  de  la  ley  a las  necesidades  de  vivir.  De  un  cristianismo 
que  estaba  al  lado  de  los  dominados  y explotados,  se  pasa  a un 
cristianismo  que  constituye  la  ideología  de  un  imperio,  en  nombre  del 
cual  se  explota  y se  domina. 


VL  La  teología  ortodoxa-conservadora  de  la  deuda 

Una  vez  establecida  la  relación  del  hombre  con  Dios  como  una 
deuda,  cuyo  pago  Dios  exige,  esta  comprensión  de  la  deuda  puede  ser 
aplicada  a las  deudas  que  unos  hombres  tienen  con  otros.  Ocurre  ahora 
la  misma  inversión  que  Anselmo  ya  había  hecho  con  la  deuda  del 
hombre  con  Dios.  La  justicia  es  pagar  lo  que  se  debe.  El  hombre  justo 
paga  lo  que  debe.  La  injusticia,  por  ende,  es  no  pagar  lo  que  se  debe. 
Quien  no  puede  pagar  lo  que  debe,  es  culpable  por  no  poder  hacerlo. 
Su  imposibilidad  lo  hace  culpable.  De  la  predilección  por  los  pobres, 
se  ha  pasado  a la  predilección  por  los  poderosos  y los  propietarios. 

Para  San  Anselmo,  ya  no  existe  el  perdón  de  la  deuda  mencionado 
en  el  Padre  Nuestro.  De  esto  se  sigue  que,  como  a Dios  hay  que  pagarle 
la  deuda,  así  también  hay  que  pagarla  a los  otros  hombres.  Y como 
Dios  cobra  la  deuda,  así  también  es  justo  que  el  hombre  cobre  las 
deudas.  La  construcción  de  la  deuda  con  Dios  que  Anselmo  realiza, 
retoma  a la  tierra  para  reconsiderar  las  deudas  entre  los  hombres,  deudas 
terrestres  y muy  reales.  La  construcción  de  la  justicia  divina  se  transforma 
en  construcción  de  la  justicia  humana.  Desde  Anselmo  hasta  las 
ideologías  burguesas  de  nuestro  tiempo,  cada  vez  más  nuestra  concepción 
de  la  justicia  es  determinada  por  el  concepto  central  desarrollado  por 
Anselmo  en  el  campo  de  su  teología  de  la  reconciliación.  Lo  justo  es 
pagar  lo  que  se  debe.  Esto  sustituye  ahora  toda  la  tradición  anterior, 
tanto  la  cristiana  como  la  precristiana.  No  hay  ya  más  años  de  gracia 
ni  de  jubileo,  porque  son  una  injusticia  64 . En  esta  visión  la  tradición 

^ Desde  el  punto  de  vista  de  la  teología  conservadora,  el  llamado  al  año  de  jubileo  es 
algo  demoníaco.  Es  necesario  hacerlo  hoy  más  que  nunca,  pero  será  ineficaz  si  no  se 
vincula  con  una  crítica  constante  de  esta  teología.  La  teología  conservadora  opera  frente 
a todos  estos  intentos,  como  siempre  operó  frente  al  marxismo  y al  judaismo.  Se  puede 
ver  eso  en  la  siguiente  cita  del  Cardenal  Hóífner:  “La  doctrina  marxista  del  tiempo  final 
es  una  promesa  de  salvación  ultramundana.  Karl  Marx  secularizó  el  destino  del  pueblo 
judío  — la  servidumbre  en  Egipto  y el  éxodo  a la  tierra  prometida — como  la  esperanza 
de  la  salvación  mesiánica  del  Antiguo  Testamento  para  transpasarlas  a nuestro  tiempo, 
el  tiempo  después  de  Jesucristo  — una  reducción  perturbadora  y una  imitación  (nachajjung: 
actuar  como  mono)  de  la  salvación  que  en  Jesucristo  fue  regalada  a toda  la  humanidad. 
El  marxismo  es  un  anti-evangelio”.  Hóffner,  Josef:  Chrislliche  Gesellschajlslehre,  Kevclacr, 
1975,  págs.  171-172  (traducción  del  autor). 

Interpretar  hoy  los  conceptos  de  la  tradición  judía  en  términos  concretos,  para  un 
conservador  es  el  “anti-evangelio",  es  ser  “judío”,  con  todo  lo  que  eso  implica  en  la 
tradición  conservadora. 


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es  injusta,  porque  la  justicia  exige  pagar  la  deuda,  y no  perdonarla.  La 
justicia  exige  no  perdonar  la  deuda;  y con  ello  retoma  la  sangre.  Quien 
no  puede  pagar  su  deuda  con  otro,  es  culpable  de  esta  impagabilidad. 
Por  lo  tanto,  no  se  lo  exime  del  pago.  El  “lo  que  no  se  puede,  no  se 
debe”,  no  vale  para  él.  Si  no  puede  pagar,  que  pague  con  sangre.  La 
justicia  lo  exige. 

Así  como  Jesús  pagó  con  su  sangre  la  deuda  del  hombre  con  Dios, 
el  hombre,  identificándose  con  Jesús  en  la  cruz,  tiene  que  pagar  con  su 
sangre  la  deuda  impagable,  de  cuya  impagabilidad  es  culpable.  Al 
identificarse  con  la  sangre  de  Jesús,  la  sangre  con  la  cual  el  deudor 
paga  su  deuda  es  también  sangre  redentora,  como  lo  es  la  sangre  de 
Jesús.  Pagando  el  deudor  en  esta  vida  con  su  sangre,  la  sangre  de  Jesús 
lo  salvará  en  la  otra.  Al  igual  que  Jesús  se  sacrificó,  que  se  sacrifique 
el  deudor  también.  Así  se  salva.  El  cobro  de  la  deuda  es  visto  como  un 
sacrificio  humano  legítimo,  del  mismo  modo  que  la  muerte  de  Jesús  es 
vista  como  un  sacrificio  humano  legítimo  para  pagar  la  deuda  del  hombre 
con  Dios.  El  pecado  sería  perdonar  la  deuda  sin  pago  previo. 

De  aquí  se  deriva  rápidamente  la  culpabilidad  de  la  pobreza.  La 
pobreza  es  también  una  forma  de  impagabilidad,  la  del  sustento  de  la 
vida.  Es  culpable,  y por  tanto  justa.  El  pobre  no  puede  reclamar  derechos, 
y más  bien  tiene  que  pagar  con  sangre  esta  su  impagabilidad  culpable. 
Que  esto  sea  así  es  bueno  para  lodos,  incluso  para  el  pobre.  Luego,  la 
predilección  por  el  pobre  exige  no  hacer  nada  por  él,  sino  cobrarle  su 
impagabilidad  culpable  hasta  con  sangre. 

La  sociedad  burguesa  ha  encontrado  justificaciones  fantásticas  para 
esta  crueldad  infinita.  La  pobreza  es  producto  de  la  pereza,  por  tanto  es 
culpable.  Si  uno  entra  en  la  discusión  sobre  si  la  razón  es  la  pereza  o 
no,  está  ya  aceptando  este  criterio  brutal.  Pero,  aunque  la  razón  fuera 
la  pereza,  no  habría  derecho  de  castigarla  con  la  pena  capital,  tal  como 
lo  pretende  la  sociedad  burguesa.  Lo  mismo  sucede  en  el  caso  de  la 
deuda.  Se  quiere  discutir  si  la  deuda  es  legítima  o no.  Sin  embargo,  si 
lo  es,  no  tiene  nada  que  ver.  Una  deuda  cuyo  cobro  mata,  es  ilegítima 
de  por  sí.  La  discusión  es  macabra.  Insinúa  que  en  el  caso  de  la 
legitimidad  de  la  deuda,  también  es  legítimo  malar  a pueblos  enteros 
para  pagarla.  ¿Acaso  la  impagabilidad  de  una  deuda  “legítima”  merece 
la  pena  capital? 

De  esta  manera,  al  pobre  — y aquel  que  tiene  que  pagar  una  deuda 
impagable,  es  un  pobre — ya  no  le  queda  ninguna  salida  frente  a su 
dominador  o acreedor.  Toda  la  tradición  anterior  mantenía  el  recurso 
del  pobre  a Dios  o a los  dioses.  Frente  a Dios,  su  suerte  era  una  injusticia; 
frente  a Dios,  lo  era  también  el  cobro  de  una  deuda  impagable.  Porque 
Dios  lo  protegía,  frente  a la  prepotencia  del  poderoso.  Dios  estaba  a su 
lado.  Aunque  esta  referencia  muchas  veces  haya  sido  ilusoria  o 
inoperante,  seguía  siendo  un  consuelo  para  el  pobre.  No  obstante,  con 
la  teología  de  Anselmo,  Dios  mismo  llegó  a ser  un  representante  del 
rico  y del  dominador,  su  esencia  reproducía  lo  que  ellos  eran.  Aquel  al 


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cual  le  están  cobrando  una  deuda  impagable  con  sangre,  no  puede 
recurrir  a un  Dios  que  igualmente  cobra  deudas  impagables  con  sangre. 
Ahora,  Dios  es  lo  mismo  que  el  dominador:  su  reproducción 
trascendcntalizada,  y nada  más.  Lo  que  el  dominador  no  acepta,  este 
Dios  no  lo  aceptará  tampoco.  Frente  al  usurero  no  se  puede  implorar 
clemencia  recurriendo  a un  Dios  que  es  el  Dios  de  los  usureros,  y que 
el  mismo  es  un  usurero.  Así  pues,  al  pobre  se  le  cierra  el  ciclo  cuando 
la  impagabilidad  se  hace  culpable.  Está  completamente  solo,  no  tiene 
ningún  Dios  a su  lado.  Más  bien.  Dios  está  ahora  en  contra  de  él.  Y al 
cerrarse  el  cielo  para  el  pobre,  la  tierra  se  le  cierra  también.  El  pobre 
deja  de  tener  derechos,  tanto  en  el  ciclo  como  en  la  tierra. 

Esto  deja  un  espacio  para  la  sociedad  más  desconsiderada  frente  al 
pobre  que  jamás  ha  existido:  la  sociedad  burguesa.  El  pobre  es  su 
condenado,  al  cual  ni  siquiera  Dios  le  tiene  consideración.  Su  pobreza, 
su  imposibilidad  de  pagar  lo  que  debe,  es  una  culpa  que  tiene  que  pagar 
con  sangre.  La  sangre  de  Jesús  para  su  culpa  frente  a Dios;  su  propia 
sangre  para  su  culpa  — su  deuda — frente  a los  otros,  encontrando  la 
fuerza  para  hacerlo  en  la  identificación  con  la  sangre  de  Jesús.  No  le 
queda  más  salida  que  esta  mística  del  dolor:  si  paga  con  su  sangre  sus 
deudas  impagables,  tendrá  su  redención  en  la  otra  vida.  El  elegido,  ya 
desde  esta  vida,  es  aquél  que  paga  lo  que  debe,  y que  puede  pagarlo. 
Como  la  impagabilidad  de  la  deuda  es  una  culpa,  la  capacidad  de  pagarla 
es  gracia  de  Dios.  Es  decir,  quien  puede  pagar  sus  deudas  es  un  elegido 
de  Dios;  el  pobre  no  lo  es. 

Con  Anselmo,  surge  una  teología  sin  transcendencia.  Una  teología 
del  poder  de  este  mundo,  que  no  trasciende  este  mundo,  sino  que  sim- 
plemente lo  proyecta  al  infinito.  Los  poderes  de  este  mundo  son 
divinizados,  y a esta  divinización  se  la  llama  trascendencia.  Es  una 
teología  de  este  mundo,  un  mundo  del  cual  Jesús  dijo:  “Yo  no  soy  de 
este  mundo”.  La  trascendencia  cristiana  trasciende  este  mundo.  El  poder 
trasccndcntalizado,  en  cambio,  diviniza  el  poder  de  este  mundo.  La 
teología  de  Anselmo  es  la  primera  teología  cristiana  coherentemente 
elaborada,  que  diviniza  el  poder  de  este  mundo  en  vez  de  trascenderlo. 

Este  hecho  está  en  la  base  del  actual  conflicto  con  la  teología  de 
la  liberación.  Esta  representa  una  vuelta  a una  teología  que  trasciende 
el  poder  de  este  mundo  y choca,  por  tanto,  con  la  divinización  teológica 
del  poder.  Recién  un  mundo  en  el  cual  el  hombre  es  libre  porque  todas 
las  deudas  se  han  perdonado,  es  un  mundo  trascendente,  más  allá  de 
este  mundo.  Y Jesús  pertenece  al  mundo  de  la  libertad,  no  al  de  la  ley. 
Aunque  la  acción  humana  instrumental  no  pueda  realizar  esta 
trascendencia  — por  eso  es  trascendente — la  puede  anticipar.  Pero  esta 
anticipación  implica  rclativizar  el  poder  de  este  mundo. 

La  teología  conservadora,  en  cambio,  sigue  siendo  teología  del 
poder  de  este  mundo.  En  América  Latina  aparece  hoy  con  el  nombre 
de  teología  de  la  reconciliación  o teología  del  diálogo.  Ella  no  es  más 
que  divinización  del  poder.  Por  eso  sus  reuniones  giran  alrededor  del 


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problema  de  establecer  con  quienes  se  puede  dialogar,  y con  quienes 
no;  con  quienes  hay  reconciliación,  y con  quienes  no.  Una  curiosa 
concepción  de  la  reconciliación  y del  diálogo  que,  sin  embargo,  tiene 
ya  una  tradición  de  mil  años  que  arranca  con  la  Inquisición.  Por  supuesto, 
sí  hay  reconciliación  con  el  poder  de  este  mundo,  no  importa  que  sea 
el  de  los  Estados  totalitarios  de  Seguridad  Nacional,  el  de  los  torturadores 
y los  genocidas  del  continente.  Pero  no  la  hay  con  los  perseguidos,  y 
sobre  todo,  no  la  hay  con  los  marxistas.  Se  tiene  miedo  de  la 
trascendencia,  miedo  del  Dios  bíblico  y cristiano,  miedo  de  la  vuelta  a 
la  libertad  del  hombre  vivo.  ¿O  acaso  Dios  será  un  Pinochct  o un 
Reagan,  proyectados  al  infinito?  ¿Un  Pinochct  omnisciente  que  tortura 
solamente  a los  marxistas,  sin  equivocarse  jamás?  Un  Dios  así,  ¿será 
trascendente?  ¿Que  otro  Dios  nos  ofrece  esta  teología  de  la 
reconciliación? 

Esta  teología  conservadora  sin  trascendencia,  está  en  la  base  de 
toda  la  crítica  moderna  de  la  religión,  y también  del  ateísmo.  ¿Por  qué 
un  Dios,  si  este  no  es  más  que  la  divinización  del  poder  de  este  mundo? 
La  fe  en  Dios  no  tiene  sentido  sino  en  el  caso  de  que  sea  fe  en  un  Dios 
trascendente,  o sea,  un  Dios  que  trasciende  el  poder  de  este  mundo.  La 
teología  conservadora  no  tiene  un  Dios  con  sentido,  por  más  que  pruebe 
mil  veces  la  existencia  de  Dios.  O Dios  es  realmente  trascendente,  o 
nadie  cree  en  el,  con  o sin  pruebas  de  su  existencia.  El  pago  de  la  deuda 
es  una  cuestión  de  fe,  un  status  confessiones. 

Ciertamente,  Anselmo  no  se  percata  todavía  de  todas  las 
consecuencias  de  su  teología.  Para  eso  será  necesario  un  proceso  de 
siglos,  hasta  que  la  sociedad  burguesa  las  asuma  todas,  y todas  entren 
en  la  ortodoxia  teológica.  No  obstante,  es  igualmente  cierto  que  todo 
eso  ya  está  implicado  en  la  teología  de  Anselmo.  Este  cierra  el  ciclo, 
la  burguesía  cierra  la  tierra.  Una  vez  hecho  esto,  la  referencia  teológica 
se  vuelve  insignificante.  El  ciclo  es  ahora  una  simple  duplicación  de  los 
poderes  de  la  tierra,  y se  puede  vivir  sin  el.  La  lógica  de  la  teología  de 
Anselmo,  es  renunciar  posteriormente  a toda  teología.  Usarla  o no,  no 
hace  diferencia  alguna.  Ella  lleva,  por  lógica  propia,  al  ateísmo. 

Si  Dios  deja  de  ser  la  instancia  de  la  ayuda  frente  al  usurero  y al 
capital,  frente  a esta  ley  sin  misericordia,  ¿por  que  recurrir  a el?  Si  Dios 
mismo  es  usurero,  capitalista  y el  más  alto  poder,  ¿quien  puede  proteger 
frente  a la  usura,  el  capital,  y el  poder?  Dios  representa  ahora  todo 
aquello  frente  a lo  cual  el  hombre  necesita  protección.  Si  el  mismo  Dios 
es  un  cobrador  de  deudas,  y las  cobra  con  sangre,  ¿a  quien  recurrirá  el 
deudor  al  que  se  le  cobra  una  deuda  con  su  sangre?  Obviamente,  a este 
Dios  ya  no  puede  recurrir.  La  única  que  puede  recurrir  a el  es  la  burguesía 
usurera,  pues  de  el  recibe  la  confirmación  y potencialización  de  su 
propia  agresividad,  sin  ningún  límite.  Pero  ello  no  lo  necesita  para  sí, 
sino  para  los  otros,  hacia  los  que  dirige  su  agresividad.  La  sacrificialidad 
de  la  sociedad  pagana  limitaba  la  agresividad.  La  sacrificialidad  de  esta 


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teología  cristiana  potencia  la  agresividad,  y le  quita  todos  los  límites 
naturales.  Arrasa  con  todo:  con  el  hombre  y con  la  tierra. 

A pesar  de  toda  la  secularización,  este  esquema  se  mantiene  en  pie. 
Cuando  se  cobra  la  deuda  impagable  del  Tercer  Mundo,  toda  la 
argumentación  se  concentra  en  el  argumento  de  que  la  impagabilidad 
del  Tercer  Mundo  es  su  culpa,  y por  tanto  no  constituye  una  razón  para 
no  pagar.  Por  eso  se  hace  tanto  hincapié  en  sostener  que  la  razón  de  la 
deuda  está  en  la  corrupción  de  los  deudores,  en  su  irracionalidad,  en  su 
insensatez,  en  la  compra  irracional  de  armas,  etc.  Esto  es,  la 
impagabilidad  es  su  culpa,  y tiene  que  pagar  con  sangre.  La  sangre  que 
corre  al  pagar  esta  deuda  es  redentora.  Luego,  no  debe  perdonarse.  Es 
bueno  para  los  propios  deudores  el  pagar,  aunque  sea  con  su  sangre.  A 
la  larga  la  ventaja  será  también  para  ellos,  pues  la  mano  invisible  del 
mercado  arregla  eso.  El  mercado  funciona  en  beneficio  de  todos, 
consecuentemente  hay  que  imponerlo.  La  sangre  que  corre  es  redentora, 
porque  produce  por  un  automatismo  del  mercado  una  situación  que  es 
de  interés  general.  El  sacrificio  humano  implicado  es  legítimo,  y nadie 
debe  evitarlo.  Hace  falta  asumirlo,  para  que  a todos  les  vaya  bien.  La 
justicia  y el  interés  general  lo  exigen. 

En  una  postura  de  este  tipo  no  existe  clemencia.  Al  contrario,  se 
destruye  el  propio  concepto  de  clemencia  y se  lo  invierte.  El  acreedor 
que  perdona  la  deuda  es  injusto,  no  debe  hacer  eso.  Debe  cobrarla, 
aunque  sea  con  sangre.  Y lo  debe  hacer  precisamente  por  clemencia, 
porque  para  ambos,  acreedor  y deudor,  eso  es  bueno.  El  perdonar  es 
una  falsa  clemencia.  La  clemencia  es  no  tener  clemencia;  el  apostolado 
es  un  apostolado  del  no  dar  (que  tanto  le  gusta  al  Opus  Dci).  Así  pues, 
amar  al  otro  es  cobrarle  la  deuda  a sangre  y fuego,  porque  eso  es  bueno 
para  el  deudor  mismo.  Hay  que  hacerlo  por  amor  y por  respeto  hacia 
él.  La  teología  del  sacrificio,  por  tanto,  desemboca  en  la  celebración  de 
la  brutalidad  humana  como  amor  al  prójimo.  Resulta  así  el  nihilismo 
completo.  Las  abstracciones  arrasan  con  la  vida  concreta.  Es  el 
imperativo  categórico  del  odio. 


VIL  Dos  teologías  de  la  deuda  en  pugna 

Tenemos  dos  teologías  contrarias  de  la  deuda.  Una,  la  primera,  es 
de  la  vida  concreta;  en  ella  el  perdón  de  la  deuda  elimina  la  deuda  con 
Dios,  y libera  a Dios  y al  hombre.  En  la  otra,  la  deuda  se  cobra  y se 
paga,  tanto  a Dios  como  a los  hombres^y  las  deudas  impagables  se 
pagan  legítimamente  con  sangre,  la  cual  es  redentora.  A eso  responden 
diferentes  juicios  sobre  la  factibilidad.  En  la  primera,  no  se  debe  lo  que 
no  se  puede.  En  la  otra,  se  acepta  la  muerte  como  desenlace  de  un  deber 
imposible.  La  primera  es  realista,  la  segunda  ilusoria.  Sin  embargo,  la 
primera  es  utópica  y realista  a la  vez  por  tener  una  utopía  de  la  libertad, 
mientras  la  segunda  es  ilusoria  y necrófila,  y por  eso  es  utopista  y 


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destructora.  La  primera  somete  la  sociedad  a las  exigencias  concretas 
de  la  vida  humana,  la  segunda  destruye  esa  vida  en  nombre  de 
abstracciones  vacías.  La  primera  es  pacífica,  la  segunda  es  terrorista. 

Ultimamente,  en  Europa  Occidental  se  ha  hecho  una  campaña  en 
contra  del  cobro  de  la  deuda  impagable  del  Tercer  Mundo,  usando  el 
lema:  Stop  ihe  blecding  (Terminen  con  la  sangría).  Este  lema,  a la  luz 
del  análisis  teológico  realizado,  resulta  ser  ambiguo.  Su  significado 
depende,  completamente,  del  marco  teológico  c ideológico  dentro  del 
cual  se  interpreta  el  pago  de  la  deuda.  En  el  marco  de  la  primera 
teología,  su  significado  es  obvio  y,  además,  legítimo.  No  se  debp 
sacrificar  a los  hombres;  verter  sangre  humana  es  idolatría.  Las  deudas 
no  se  pagan  con  sangre,  y las  deudas  impagables  no  se  deben  pagar,  por 
el  hecho  de  que  no  se  dete  lo  que  no  se  puede.  En  el  marco  de  la 
segunda  teología,  talo  es  al  reves.  La  sangre  es  redentora,  el  sacrificio 
humano  es  la  contrapartida  de  una  deuda  impagable,  y el  hecho  de  que 
una  deuda  sea  impagable,  no  litera  de  su  pago.  El  lema,  en  consecuencia, 
desde  este  punto  de  vista  es  impropio,  y por  ello  se  lo  acusa  de  llevar 
a la  rebelión  en  contra  de  la  condición  humana. 

Así  pues,  las  dos  teologías  de  la  deuda  son  cxcluycntcs,  y una  es 
lo  contrario  de  la  otra.  Dentro  de  esta  contradicción  mutua  en  que  se 
encuentran,  la  segunda  es  la  inversión  de  la  primera.  La  primera  juzga 
sobre  la  base  de  la  vida  concreta,  mientras  la  segunda  sustituye  esta 
vida  concreta  por  una  abstracción  — sea  esta  un  Dios  sometido  a la 
legalidad  o,  en  su  forma  sccuralizada,  un  interés  general — para  sojuzgar 
esta  vida  concreta  en  pos  de  esas  abstracciones. 

En  su  forma  excluyeme,  ambas  teologías  elaboran  casos  extremos. 
La  primera,  la  de  Jesús,  da  más  nítidamente  la  idea  de  la  libertad 
cristiana  como  una  libertad  más  allá  de  cualquier  ley  de  cumplimiento, 
y por  tanto,  más  allá  de  cualquier  pago  de  deudas  y de  cumplimiento 
de  deberes  normativos.  Representa  efectivamente  la  nueva  libertad  que 
Jesús  predica,  y por  la  cual  murió.  Es,  a la  vez,  la  utopía  del  reino  que 
radicaliza  extremadamente  la  esperanza  judía  del  reino  mcsiánico.  Pero, 
al  estar  más  allá  de  la  ley  del  cumplimiento  de  normas,  en  su  radicalidad 
está  también  más  allá  de  la  factibilidad.  No  obstante,  es  esta  gran 
esperanza  de  libertad  la  que  da  el  empuje  irresistible  al  mensaje  cristiano. 

La  segunda  teología  invierte  esta  esperanza  y,  de  hecho,  la  aniquila. 
Sustituye  al  hombre  concreto  por  el  alma  metafísica  abstracta. 
Transforma  la  esperanza  de  la  nueva  tierra  en  un  concepto  abstracto  de 
normas  y cumplimientos  de  deberes,  que  tienen  ahora  una  vigencia 
absoluta  sin  ninguna  consideración  de  las  consecuencias  que  pueden 
tener  sobre  la  vida  concreta.  La  ley,  el  cumplimiento  y,  por  ende,  el 
pago  de  las  deudas,  ya  no  se  someten  a limitaciones.  Toda  limitación 
tradicional  de  las  leyes,  en  nombre  de  la  vida  humana  concreta,  es 
borrada.  La  ley  llega  a tener  una  vigencia  absolutizada,  como  jamás 
había  tenido  en  ninguna  sociedad  anterior.  La  misma  esencia  de  Dios 
llega  a ser  la  legalidad,  y no  hay  ningún  más  allá  de  la  ley.  Esta,  y su 


91 


cumplimiento,  lo  es  todo,  y la  muerte  del  hombre  es  un  sacrificio  que 
alimenta  la  vigencia  absoluta  de  la  ley.  El  reino  es  considerado  como 
la  vigencia  irrestricta  de  la  ley,  y ya  no  está  más  allá  de  ella. 

El  carácter  extremo  de  estas  teologías  de  la  deuda  sale  a la  luz,  si 
preguntamos  por  el  tipo  de  deuda  al  cual  se  refieren.  La  primera,  si  se 
la  interpreta  en  términos  estrictamente  formales,  pide  el  perdón  de  las 
deudas  sin  más,  y por  ello  de  todas  las  deudas.  Apunta  a una  vida  más 
allá  de  deudas,  leyes  y cumplimientos  de  normas.  No  distingue 
expresamente  entre  deudas  pagables  y deudas  impagables.  La  deuda 
como  tal  es  lo  que  hay  que  superar.  Eso  es  llamativo,  si  bien  es  cierto 
que  en  la  sociedad  precapitalista  en  la  cual  esta  teología  aparece,  toda 
deuda  tiende  a ser  impagable.  Por  tanto,  de  hecho  se  habla  de  deudas 
impagables.  Sin  embargo,  la  referencia  central  de  esta  teología  es  un 
estado  de  cosas  más  allá  de  la  factibilidad.  Se  trata  del  reino  que  ninguna 
razón  instrumental  puede  realizar  jamás. 

La  segunda  teología  de  la  deuda,  en  cambio,  no  se  refiere  a cualquier 
deuda.  Se  refiere  solamente  a la  deuda  impagable,  el  caso  más  extremo 
de  la  deuda.  Al  sostener  que  la  misma  deuda  impagable  debe  ser  pagada, 
aunque  sea  con  la  sangre  del  deudor,  afirma  la  tesis  de  que  cualquier 
deuda  debe  ser  pagada  y que  la  voluntad  de  Dios  es  que  sea  así.  Si 
hasta  la  deuda  impagable  tiene  que  ser  pagada,  toda  deuda  hay  que 
pagarla.  El  pago  de  la  deuda  se  transforma  en  algo  santo,  que  no  admite 
excepciones  ni  consideraciones.  No  puede  ni  debe  haber  años  de  gracia 
ni  de  jubileo,  pues  son  injustos.  Si  las  deudas  impagables  no  se  deben 
pagar,  y las  pagables  sí,  entonces  todas  las  deudas  están  constantemente 
en  cuestión  y el  pago  de  la  deuda  no  se  puede  transformar  en  principio 
sacrosanto.  La  ley  queda  condicionada,  como  lo  ha  sido  en  toda  sociedad 
preburguesa  anterior.  Si  se  quiere  una  ley  incondicionada,  la  deuda 
impagable  tiene  que  ser  cobrada,  no  importa  que  sea  con  el  sacrificio 
de  la  vida  humana.  Por  consiguiente,  esta  teología  se  fija  en  el  pago  de 
la  deuda  impagable.  De  la  predica  del  reino  más  allá  de  la  ley  y más 
allá  del  pago  de  las  deudas,  se  ha  pasado  a la  predica  de  un  reino  de 
horror  en  el  que  las  deudas  se  pagan  sin  considerar  las  consecuencias. 
La  negativa  al  pago  de  todas  las  deudas  las  iguala,  y la  afirmación  del 
pago  de  la  deuda,  también.  Del  reino  sin  deudas  se  ha  pasado  a aquel 
infierno  que  paga  las  deudas,  incluso  con  la  sangre  del  deudor.  La 
utopía  liberadora  se  ha  transformado  en  un  utopismo  destructor,  que 
posteriormente  llega  a ser  la  raíz  de  la  propia  sociedad  burguesa. 

Por  eso  es  imposible  volver  sin  más  a la  primera  teología  de  la 
deuda.  Su  perspectiva  utópica  está  en  la  raíz  de  la  transformación  e 
inversión  en  perspectiva  anti-utópica,  que  ha  sufrido  en  la  historia  del 
cristianismo.  La  propia  contradicción  entre  las  dos  teologías  hay  que 
enfocarla  y superarla  por  una  síntesis,  estableciendo  una  relación  entre 
ellas.  Esta  relación  no  puede  consistir  sino  en  una  supeditación  y 
relativización  constante  de  la  segunda  teología  por  la  primera,  esto  es, 
su  constante  puesta  en  paréntesis.  Desde  el  punto  de  vista  de  la  primera 


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teología,  se  trata  de  una  especie  de  pacto  con  el  diablo,  indeseable  sí, 
pero  inevitable  en  cuanto  que  únicamente  se  puede  amarrar  a la  bestia, 
no  destruirla.  La  segunda  teología,  por  su  parte,  es  una  teología  de  la 
bestia,  producto  de  la  propia  estructura  social,  que  no  desaparecerá  si 
esta  estructura  no  desaparece.  Como  no  es  posible  aboliría  como  tal, 
tampoco  es  posible  hacer  desaparecer  dicha  teología.  Hay  que  vivir  con 
ella,  como  hay  que  vivir  con  las  estructuras  de  las  relaciones  mercantiles 
y del  Estado,  es  decir,  con  las  estructuras  de  poder  y las  autoridades. 
Estos  poderes  son  inhumanos,  y por  ende,  su  teología  lo  es  también. 

Siendo  el  poder  la  admistración  de  la  muerte,  su  teología  es  teología 
de  la  muerte,  mística  del  dolor  y de  Ja  sangre  redentora.  No  obstante, 
hay  que  vivir  con  él,  como  hay  que  vivir  con  la  bomba  atómica.  No 
podemos  vivir  sin  una  administración  de  la  muerte,  pero  tampoco 
podemos  vivir  celebrando  la  muerte.  La  segunda  teología  es  una  simple 
celebración  de  la  muerte,  como  lo  tiende  a ser  toda  ideología  del  poder. 
Por  eso  hay  que  supeditar  el  poder  a las  necesidades  de  la  vida  humana, 
y por  tanto,  hay  que  supeditar  la  teología  del  poder  y de  la  muerte  a la 
teología  viviente  del  ser  humano.  La  relación  con  esta  segunda  teología 
es  la  relación  que  Goethe  veía  con  todo  lo  demoníaco:  Nenio  contra 
Deum,  nisi  Dcus  ipse  (Nadie  en  contra  de  Dios,  a no  ser  Dios  mismo). 
Goethe  es  precisamente  el  primero  que  ve  esta  necesidad  del  pacto  con 
el  diablo.  La  reconciliación  del  hombre  con  Dios,  es  a la  vez  la 
reconciliación  de  Dios  consigo  mismo.  Recién  en  una  reconciliación 
definitiva,  puede  haber  un  Dios  para  el  cual  vale:  Nano  contra  Deum, 
ne  Dcus  quidem  (Nadie  en  contra  de  Dios,  ni  siquiera  Dios  mismo). 


93 


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La  legitimación  de  la  dominación 
en  la  sociedad  occidental:  Lucifer 

y la  Bestia 


Toda  la  historia  de  Occidente  se  puede  resumir  en  un  lema:  la 
víctima  tiene  la  culpa,  el  victimario  es  inocente.  El  Occidente  es  el 
victimario  de  un  mundo  entero,  un  mundo  entero  es  su  víctima.  Pero, 
para  el  Occidente,  el  mundo  entero  tiene  la  culpa;  el  Occidente,  al 
perseguir  esta  culpa,  es  un  victimario  heroico  c inocente. 

La  sangre  que  el  Occidente  produce  no  deja  manchas.  Vertiendo 
esta  sangre,  se  tienen  las  manos  limpias.  La  historia  del  Occidente  pasa 
de  un  genocidio  al  otro.  Colonialismo,  racismo,  trabajo  forzado  en  todas 
sus  formas,  inclusive  por  esclavitud,  aniquilamiento  de  pueblos  y países 
enteros,  destrucción  de  culturas,  exterminios,  torturas  y desapare- 
cimientos en  masa,  están  omnipresentes  en  la  historia  del  Occidente. 
Sin  embargo,  el  Occidente  tiene  las  manos  limpias,  ninguna  mancha  de 
sangre  se  ve.  Al  cocntrario:  el  Occidente  acusa  y denuncia  a todo  el 
mundo,  vigilando  por  el  respeto  a los  derechos  humanos. 

En  la  reciente  guerra  de  Irak,  Husscin  resulta  con  las  manos  llenas 
de  sangre.  No  obstante,  el  Presidente  Bush,  el  general  Schwarzkopf  y 
el  general  Powell,  también  el  Primer  Ministro  Major  y el  Presidente 
Mittcrand,  todos  tienen  las  manos  limpias.  No  se  nota  ni  una  mancha 
de  sangre.  Probablemente  vertieron  más  sangre  que  el  propio  Husscin, 
pero  produjeron  una  sangre,  que  no  deja  ni  una  mancha.  Están  limpios. 

Asistí  una  vez  en  los  años  sesenta  en  Chile,  a una  conversación 
entre  algunos  actores  de  teatro,  sobre  la  sangre  que  necesitan  muchas 
veces  en  las  funciones  de  teatro.  Uno  afirmaba  al  otro:  la  mejor  sangre 
la  producen  en  Hamburgo,  en  Alemania.  Se  lava  simplemente  con  agua, 
y no  queda  mancha  alguna. 

Toda  la  sangre  que  el  Occidente  produce,  es  de  este  tipo.  Muchas 
veces  ni  siquiera  hace  falta  lavarla  con  agua.  Sencillamente  no  se  ve. 

La  historia  del  Occidente  es  una  larga  secuencia  de  sacrificios 
humanos,  que  parecen  ser  lo  contrario  de  lo  que  son.  Parecen  ser  castigos 
merecidos  por  el  irrespeto  a los  derechos  humanos  de  parte  de  todos  los 
otros.  El  Occidente  tiene  una  torre  alta,  desde  la  cual  mira  todo  el 
mundo  para  intervenir  ahí  donde  se  violen  los  derechos  humanos. 
Interviene  con  fuerza,  con  crueldad  infinita,  en  contra  de  talos  aquellos 
que  los  violan.  En  las  intervenciones  que  el  Occidente  hace  desde  esta 


97 


torre,  se  violan  los  derechos  humanos  como  jamás  han  sido  violados. 
Se  hacen  guerras-  que  jamás  se  han  hecho;  se  usan  armas  que  no  se 
conocía.  El  resultado  de  estas  intervenciones  es  siempre,  y sin  variación, 
la  apropiación  de  las  riquezas  y los  bienes,  lo  mismo  que  de  la  fuerza 
de  trabajo,  de  los  pueblos  intervenidos.  El  Occidente  conquistó  el  mundo 
y lo  está  destruyendo.  Sin  embargo,  según  la  imagen  que  tiene  de  sí 
mismo,  todo  lo  que  ha  hecho  es  intervenir  en  contra  de  los  muchos 
violadores  de  los  derechos  humanos  en  el  mundo  entero.  La  apropiación 
de  los  bienes  de  éstos  no  es  más  que  la  recompensa  bien  merecida  por 
esta  gran  obra,  la  reparación  de  los  daños  que  estos  violadores  habían 
ocasionado  L 

Esta  torre  de  vigilancia  que  el  Occidente  construyó,  y que  es  más 
alta  que  cualquier  torre  jamás  construida,  llega  hoy  hasta  los  ciclos. 
Desde  esta  torre  se  escucha  el  grito  que  hace  temblar  al  mundo:  la 
víctima  tiene  la  culpa,  el  victimario  es  inocente. 

I.  El  espacio  mítico  del  Apocalipsis  y su  inversión 

1.  La  rebelión  y la  soberbia  (hibris) 

Existe  un  mito  clave  del  Occidente  que  legitima  esta  condena  de 
la  víctima.  Es  un  mito  con  una  constancia  de  más  de  mil  años,  y que 

1 Actualmente  parece  que  las  víctimas  ni  existen.  Se  esfuman.  Después  de  la  guerra  de 
aniquilamiento  en  contra  del  pueblo  de  Irak,  lo  que  existe  es  la  persecución  de  los  curdos 
por  parte  de  Irak  y unos  EUA  que  los  protege,  siendo  ahora  el  dueño  absoluto  del 
petróleo  del  Medio  Oriente.  Merecidamente,  al  haber  protegido  los  derechos  humanos 
con  tanta  dedicación.  Durante  la  guerra  había  víctimas,  aunque  fueran  declaradas  culpables. 
Después,  esas  víctimas  de  la  guerra  han  dejado  de  existir.  Nuestros  medios  de  comunicación 
ni  las  recuerdan;  la  censura  se  las  ha  tragado.  Dice  Baudrillard:  “No  son  los  medios  en 
los  cuales  se  esfuma  la  guerra:  la  misma  guerra  no  es  real”  Baudrillard,  Jean:  “Der  Fcind 
ist  verschwundcn.  Sprége/Tnterview  mit  dem  Pariser  Kulturphilosophcn  Jean  Baudrillard 
übcr  die  Wahmehmbarkeil  des  Kriegs”  (Se  esfumó  el  enemigo.  Entrevista  del  Der  Spiegel 
con  el  filósofo  parisiense  de  la  cultura  Jean  Baudrillard,  sobre  la  posibilidad  de  percibir 
la  guerra).  Der  Spiegel,  6/1991.  Baudrillard  dice  de  sí  mismo  que  es  “administrador  de 
la  nada  teórica”.  Por  supuesto,  para  la  víctima  la  guerra  es  real.  Pero  no  para  el  victimario. 
Este  tiene  las  manos  limpias.  ¿Hay  víctima  cuando  se  mata  a un  piojo? 

Dice  un  comentarista  después  de  la  guerra  de  Irak:  “Sin  duda,  Bush  querría  evitar  pérdidas 
innecesarias  de  vidas  humanas.  Alrededor  de  un  centenar  de  muertos  en  las  fuerzas 
aliadas  arrojaba  un  excelente  balance  frente  a los  150.000  iraquíes  fallecidos”  {La  Nación, 
San  José,  30.IV.91).  El  balance  de  esta  fábrica  de  muerte  indica  una  lasa  de  ganancia 
realmente  fabulosa:  se  trata  de  la  relación  de  1:1.500  entre  los  muertos  puestos  por  las 
fuerzas  aliadas  como  capital,  y los  muertos  producidos  como  el  producto.  Cuantos  más 
iraquíes  “fallecen”,  más  vidas  humanas  se  salvan. 

Es  de  suponer  que  JIussein,  en  su  guerra  contra  los  curdos,  tiene  un  balance  igualmente 
satisfactorio.  ¿No  demuestra  esto  también  que,  igual  que  Bush,  quiere  “evitar  pérdidas 
innecesarias  de  vidas  humanas”?  ¿Todos  unidos  para  respetar  los  derechos  humanos? 
Bush,  negando  ayuda  militar  a los  rebeldes  opositores  en  el  Irak,  sostuvo  “que  la  sangre 
de  los  estadounidenses  es  demasiado  valiosa  como  para  derrocharla  en  la  guerra  civil 
iraquí”  ( La  Nación,  San  José,  6.IV.1991). 


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a través  de  todas  las  secularizaciones  de  la  sociedad  moderna  se  ha 
mantenido.  Es  la  contrapartida  de  los  mitos  sacrificiales,  necesaria  para 
afirmarlos.  Se  trata  el  mito  del  ángel  Miguel  que  lucha  en  contra  del 
dragón,  y que  lo  vence  con  el  grito:  ¿quién  como  Dios? 

En  su  forma  moderna  aparece  en  el  siglo  XI,  y acompaña  la  historia 
de  todos  los  imperios  occidentales.  Es  uno  de  los  centros  del  imperio 
cristiano  de  la  Edad  Media,  de  la  sociedad  liberal,  de  la  colonialización 
del  mundo  y de  la  esclavización  de  Africa  y América,  y está  igualmente 
en  el  centro  del  nazismo  del  siglo  XX  y del  Mundo  Libre  actual.  De 
manera  indirecta,  es  también  un  mito  que  sirve  a la  sociedad  cstaliniana. 
Si  bien  recibe  su  forma  moderna  desde  el  siglo  XI,  ya  aparece  en  la 
antigua  Grecia  y en  el  Imperio  Romano  de  la  antigüedad. 

Todos  los  imperios  occidentales  luchan  bajo  la  bandera  de  este 
ángel  Miguel  2.  Como  dragón  se  considera,  siempre  e infaliblemente, 
a la  víctima  de  la  dominación  en  cuanto  que  se  rebela.  La  víctima  es 
el  dragón,  no  el  victimario.  Y como  todos  los  imperios  occidentales  se 
establecen  como  imperios  de  la  ley,  el  dragón  siempre  es  el  rebelde  en 
contra  de  la  ley,  defendida  por  los  imperios  en  nombre  del  ángel  Miguel. 
El  dragón,  eso  son  los  explotados,  los  dominados,  los  maltratados,  los 
torturados,  los  desaparecidos,  los  hambrientos,  los  pobres.  Siempre  son 
el  dragón.  Cuando  hay  rebelión,  el  dragón  despierta,  y junto  con  Dios, 
hay  que  derribarlo  como  hizo  el  ángel  Miguel.  El  dragón  es  el  ángel  de 
la  luz,  quien  en  su  primera  rebelión  en  contra  de  Dios,  quería  ser  como 
Dios.  Es  el  ángel  caído,  cuya  caída  la  lleva  a cabo  el  ángel  Miguel  con 
sus  huestes.  El  ángel  de  la  luz  es  el  ángel  de  la  víctima  que  se  rebela, 
pero  potcncialmcnte  también  cuando  no  se  rebela.  La  víctima  es  una 
amenaza  y su  ángel  es  el  ángel  de  la  luz,  derribado  por  el  ángel  Miguel. 

El  mito  del  ángel  Miguel  recibió  su  forma  por  la  formulación  que 
le  dio  la  tradición  cristiana.  Como  tal,  no  es  nada  específicamente 
cristiano.  Ya  antes  se  tiene  algo  muy  parecido  en  Grecia  y Roma.  Sin 
embargo,  esta  tradición  de  condena  de  la  soberbia  o hibris  en  Roma  y 
Grecia,  recibe  en  el  mito  del  ángel  Miguel  una  rcintcrprctación  que  le 
da  una  eficacia  completamente  nueva.  Aparece  entonces  como  parte  de 
una  mitología  universal  que  se  vincula  con  los  mitos  del  origen  de  la 
humanidad,  del  paraíso,  de  la  caída,  del  árbol  prohibido,  de  la  expulsión 
del  paraíso,  pero  también  del  futuro  de  la  humanidad  a través  de  la 
lucha  en  contra  del  dragón,  la  Bestia,  a la  que  hay  que  derrocar  para 
pasar  al  milenio  de  la  “ciudad  que  brilla  en  las  colinas”3  y del  ciclo 


2 Cuando  la  contrarrevolución  hacía  su  guerra  en  contra  de  la  Nicaragua  sandinista,  el 
cardenal  Miguel  Obando  y Bravo,  quien  colaboró  con  la  contrarrevolución,  aprovechó  el 
hecho  de  su  nombre,  Miguel,  para  desencadenar  esta  vinculación  con  el  mito  clásico  de 
los  imperios  accidentales:  la  víctima  tiene  la  culpa,  el  ángel  Miguel  lucha  en  contra  de 
ella. 

3 Uso  esta  formulación  de  la  “ciudad  que  brilla  en  las  colinas”,  porque  fue  la  preferida 
del  Presidente  Reagan  al  anunciar  el  milenio  de  la  dominación  del  imperio  actual. 


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posterior.  El  Imperio  occidental  lucha  en  este  universo  mítico  en  contra 
del  Mal,  que  originó  la  caída  del  hombre  y su  expulsión  del  paraíso, 
para  que  después  de  derrocar  al  dragón  vuelva  al  paraíso,  perdido  por 
culpa  del  dragón.  Toda  esta  mitología  es  de  una  polarización  absoluta. 
Por  un  lado,  el  Imperio  que  lucha  por  la  institución  perfecta,  por  la 
“ciudad  que  brilla  en  las  colinas”,  en  nombre  de  Dios  con  el  grito: 
¿quien  como  Dios?  Lucha  en  contra  del  dragón,  que  provocó  la  caída 
y la  expulsión  del  paraíso  con  la  promesa:  ¡seréis  como  Dios! 

El  ángel  Miguel  lucha  en  contra  de  Lucifer.  El  grita:  ¿quién  como 
Dios?,  en  contra  de  Lucifer  que  grita:  ¡seréis  como  Dios!  Lucifer  es  el 
ángel  de  la  víctima,  el  que  le  da  la  razón  a ésta,  y declara  culpable  al 
victimario.  El  ángel  Miguel,  en  cambio,  es  el  ángel  del  victimario,  el 
que  declara  culpable  a la  víctima. 

Este  es  el  universo  mítico  del  Imperio  occidental.  El  liberalismo, 
el  nazismo  y hasta  el  estalinismo  se  mueven  dentro  de  este  universo, 
adaptándolo  a sus  situaciones  específicas. 

Este  universo  mítico  del  Imperio  Occidental  es  una  simple  inversión 
de  un  universo  mítico  contrario,  como  fue  el  desarrollado  por  el  cristia- 
nismo del  primer  siglo,  en  el  cual  el  victimario  es  el  que  tiene  la  culpa, 
y la  víctima  la  razón  y la  inocencia.  El  mito  del  ángel  Miguel  luchando 
con  el  dragón  para  vencerlo,  viene  del  libro  del  Apocalipsis.  Sin  em- 
bargo, en  el  texto  bíblico  aparece  con  el  sentido  contrario: 

Miguel  y sus  ángeles  combatieron  contra  el  Monstruo.  El  Monstruo  se 
defendía  apoyado  por  sus  ángeles,  pero  no  pud  icron  resistir,  y y a no  hubo 
lugar  para  ellos  en  el  ciclo.  Echaron,  pues,  al  enorme  Monstruo,  a la 
Serpiente  antigua,  al  Diablo  o Sátanas,  como  lo  llaman,  al  seductor  del 
mundo  entero,  lo  echaron  ala  tierra  y a sus  ángeles  con  el...  Fue  arrojado 
el  que  acusaba  a nuestros  hermanos,  el  que  día  y noche  los  acusaba  ante 
nuestro  Dios...  ¡Ay  de  ustedes,  tierras  y mares!  Porque  el  diablo  ha 
bajado  a ustedes  temblando  de  furor,  al  saber  que  sus  días  están  contados 
(Ap  12,7-12). 

El  monstruo  es  el  dragón,  la  serpiente,  el  diablo  y satanás.  En 
contra  de  él  lucha  Miguel.  Cuando  se  habla  de  la  serpiente  significa  que 
se  establece  un  puente  con  el  Génesis,  en  el  cual  la  serpiente  seduce  a 
los  sres  humanos  — Adán  y Eva — a la  caída  con  la  subsiguiente 
expulsión  del  paraíso.  Este  monstruo  es  la  Bestia  apocalíptica,  que  se 
describe  inmediatamente  después: 


Y vi  surgir  del  mar  una  Bestia  que  tenía  diez  cuernos  y siete  cabezas,  y 
en  sus  cuernos  diez  diademas,  y en  sus  cabezas  títulos  blasfemos.  La 
Bestia  que  vi  se  parecía  a un  leopardo,  con  las  patas  como  de  oso,  y las 
fauces  como  fauces  de  león;  y el  Dragón  le  dio  su  poder  y su  trono  y gran 
poderío.  Una  de  sus  cabezas  parecía  herida  de  muerte,  pero  la  llaga 
mortal  se  le  curó;  entonces  la  tierra  entera  siguió  maravillada  a la  Bestia. 


100 


Y se  postraron  ante  el  Dragón,  porque  había  dado  el  poderío  a la  Bestia, 
y se  postraron  ante  la  Bestia  diciendo:  “¿quien  como  la  Bestia?  ¿Y  quién 
puede  luchar  contra  ella?”  (Ap.  13.1-4). 

La  Bestia  es  mandada  por  el  dragón.  Es  el  Imperio,  si  bien  no 
solamente  el  Imperio  romano.  Leopardo,  oso  y león,  se  refieren  a los 
imperios  anteriores  que  habían  incidido  en  la  historia  judía.  Reciben  la 
misma  simbolización  que  en  el  profeta  Daniel.  La  Bestia  es  divinizada, 
por  eso  sus  seguidores  se  postran  delante  del  dragón  y de  la  Bestia.  No 
obstante,  las  palabras  que  pronuncian  al  adorarla  y divinizarla,  son  la 
clave  de  todo  el  mito.  Dicen:  ¿quien  como  la  Bestia?  ¿Y  quien  puede 
luchar  contra  ella? 

¿Quien  como  la  Bestia?  es  el  grito  de  sus  adoradores,  y por  tanto, 
de  los  adoradores  del  poder  imperial  de  todos  los  tiempos.  El  ángel 
Miguel  del  Apocalipsis  lucha  en  contra  de  una  Bestia,  en  defensa  de  la 
cual  se  grita:  ¿quien  como  la  Bestia? 

Por  supuesto,  los  adoradores  de  la  Bestia  han  gritado  otro  grito.  El 
autor  del  Apocalipsis  es  incapaz  de  repetir  textualmente  la  blasfemia 
que  pronunciaron.  Los  adoradores  de  la  Bestia  la  divinizaron  a ella.  En 
consecuencia,  su  grito  efectivamente  pronunciado  fue:  ¿quien  como 
Dios?  El  autor  no  es  capaz  de  repetirlo,  y por  ello  nos  presenta  lo  que 
en  verdad  dijeron  — ¿quien  como  Dios? — , como  ¿quien  como  la  Bestia? 
Pero  a la  Bestia  la  llamaron  Dios,  porque  era  su  Dios.  Lo  que  sostiene 
el  Apocalipsis  es  que  es  la  Bestia  la  que  grita:  ¿quien  como  Dios?4. 

El  ángel  Miguel  derrota  al  dragón,  quien  manda  a la  Bestia. 
Derrotado  el  dragón,  la  suerte  de  la  Bestia  está  decidida.  Sin  embargo, 
la  derrota  del  dragón  significa  su  destierro  a la  tierra,  donde  sigue 
actuando  a través  de  la  Bestia.  Por  eso,  el  ángel  Miguel  no  dice:  ¿quien 
como  Dios?  No  puede  decirlo,  pues  sería  repetir  el  grito  de  la  Bestia. 
Derrotado  el  dragón,  el  ángel  Miguel  expresa:  “Fue  arrojado  el  que 
acusaba  a nuestros  hermanos,  el  que  día  y noche  los  acusaba  ante 
nuestro  Dios”. 

Hay  todavía  un  resto  de  la  antigua  convicción  judía  según  la  cual 
Satanás  es  el  fiscal  en  la  corte  de  Dios,  a quien  correspondía  hacer  la 
acusación.  Pero  ahora  es  desterrado  de  la  corte  de  Dios,  y ya  no  puede 
acusar  a los  hombres.  ¿De  que  los  acusó?  En  el  contexto  parece  claro 
que  los  acusó  de  querer  ser  como  Dios.  Satanás  los  acusó  frente  a Dios 
de  querer  ser  como  Dios.  El  ángel  Miguel  se  levantó  en  contra  de  esta 
acusación  para  derrotarlo,  y con  el  a todos  sus  adoradores,  que  siguen 
con  esta  misma  acusación  en  contra  de  la  víctima:  ¿quien  como  Dios? 

El  ángel  Miguel  nunca  dice:  ¿quien  como  Dios?  No  obstante,  su 
nombre  significa  eso.  ¿Quien  como  Dios?  Con  este  nombre  se  enfrenta 
a una  Bestia  que  grita  precisamente:  ¿quien  como  Dios?  El  nombre  de 

4 Debo  a Pablo  Richard  haberme  llamado  la  atención  sobre  este  significado  de  las 
palabras  de  la  Bestia  en  el  Apocalipsis  13.4. 


101 


Miguel  no  es  sólo  una  pregunta,  sino  también  la  respuesta  a la  Bestia 
que  se  diviniza  gritando:  ¿quién  como  Dios?  Y esta  respuesta  es:  el 
hombre  es  como  Dios,  el  Imperio  no  lo  es.  El  grito  de  la  soberbia  del 
Imperio  es:  ¿quién  como  Dios? 

En  el  Apocalipsis  esta  visión  del  Imperio  como  la  Bestia  se  vincula 
con  una  segunda  Bestia,  que  es  un  falso  profeta,  hace  milagros  y pro- 
duce una  imagen  de  la  Bestia  que  es  adorada  por  sus  seguidores, 
exterminando  a aquellos  que  no  adoran  esta  imagen.  Esta  segunda  Bestia 
introduce  una  tal  generalización  de  las  relaciones  mercantiles,  que 
solamente  con  la  marca  de  la  Bestia  se  puede  ya  comprar  y vender: 

Vi  luego  otra  Bestia  que  surgía  de  la  tierra  y tenía  dos  cuernos  como  de 
cordero,  pero  hablaba  como  una  serpiente.  Ejerce  todo  el  poder  de  la 
primera  Bestia,  cuya  herida  mortal  había  sido  curada.  Realiza  grandes 
señales,  hasta  hacer  bajar  ante  la  gente  fuego  del  cielo  a la  tierra,  y seduce 
a los  habitantes  de  la  ticrTa  con  las  señales  que  se  le  ha  sido  concedido 
obrar  al  servicio  de  la  Bestia,  diciendo  a los  habitantes  de  la  tierra  que 
hagan  una  imagen  en  honor  de  la  Bestia  que,  teniendo  la  herida  de  la 
espada,  revivió.  Se  le  concedió  infundir  el  aliento  a la  imagen  de  la 
Bestia,  de  suerte  que  pudiera  incluso  hablar  la  imagen  de  la  Bestia,  y 
hacer  que  fueran  exterminados  cuantos  no  adoraran  la  imagen  de  la 
Bestia.  Y hace  que  todos,  pequeños  y grandes,  ricos  y pobres,  libres  y 
esclavos,  se  hagan  una  marca  en  la  mano  derecha  o en  la  frente,  y que 
nadie  pueda  comprar  nada  ni  vender,  sino  el  que  lleve  la  marca  con  el 
nombre  de  la  Bestia  o con  la  cifra  de  su  nombre. 

¡Aquí  está  la  sabiduría!  Que  el  inteligente  calcule  la  cifra  de  la  Bestia; 
pues  es  la  cifra  de  un  hombre.  Su  cifra  es  666  (Ap.  13.11-18)  (énfasis 
nuestros). 

El  mercado  y el  Estado  se  han  desarrollado  hasta  formar  una  unidad. 
El  ángel  caído  es  la  Bestia,  es  decir,  autoridad  y dinero  a la  vez.  El 
Imperio  es  la  Bestia  y el  dinero  su  falso  profeta.  Por  tanto,  forman  una 
unidad. 


2.  El  ¿quién  como  Dios?  del  Imperio 

¿Quién  como  Dios?  o ¿quién  como  los  dioses?  es  la  ideología  del 
Imperio  Romano  en  el  tiempo  de  Jesús,  y después.  Ya  aparece  en  la 
tradición  griega  con  el  mismo  sentido.  Querer  ser  como  los  dioses,  es 
hibris  griega  y soberbia  romana.  Lo  que  dicen  efectivamente  los 
adoradores  de  la  Bestia,  según  el  Apocalipsis,  es:  ¿Quien  como  Dios? 
¿Y  quien  puede  luchar  contra  él? 

Exactamente  esta  misma  expresión  se  encuentra  ya  en  los  dramas 
de  Eurípides  sobre  Ifigcnia:  “¿Me  opondré,  simple  mortal,  a los  deseos 
de  una  diosa?”  “¿Quién  se  atreverá  a pelear  con  tan  poderosa  deidad?” 
La  primera  parte  de  la  expresión  la  dice  Ifigcnia  cuando  está  ya 
destinada  a ser  sacrificada  por  su  padre  Agamenón,  en  contra  de 

102 


Klytcmncstra,  quien  se  opone  a Agamenón  para  salvarla.  Ifigcnia 
condena  a su  madre,  para  entregarse  voluntariamente  al  sacrificio  pedido 
por  la  Diosa:  “¿Me  opondré,  simple  mortal,  a los  deseos  de  una  diosa?”. 
La  segunda  parte  la  pronuncia  el  rey  de  Tauris,  cuando  la  diosa  le  exige 
el  libre  paso  de  Ifigcnia  y su  hermano  Orcstes.  El  está  listo  para  luchar, 
pero  después  recapitula:  “¿Quién  se  atreverá  a pelear  con  tan  poderosa 
deidad?”. 

Las  palabras  de  la  Bestia  según  el  Apocalipsis,  parecen  una  simple 
copia  de  estas  palabras  de  Eurípides.  A eso  se  refiere  el  Apocalipsis 
cuando  acusa  a la  Bestia.  No  es  necesario  que  efectivamente  se  trate  de 
una  cita.  Lo  que  comprueba  la  coincidencia,  es  que  la  misma  cultura 
romana  del  siglo  I está  compenetrada  por  esta  manera  de  pensar.  Es  la 
cultura  del  Imperio  la  que  piensa  así. 

Roma  se  basa  en  la  cultura  griega.  No  obstante,  tiene  sus  propias 
tradiciones  al  respecto.  Se  trata  de  la  tradición  de  la  soberbia.  Sobre 
esto  dice  Fricdrich  Hccr: 

Vcrgil,  el  teólogo  de  la  corte  del  imperio  augustiniano,  el  cantor  de  lapax 
romana  como  la  gran  paz  del  emperador  Augusto,  volvió  a la  antigua 
máximadcRoma:  parcere subieelis el  debellare  superbos.  Los  soberbios 
(nos  recordamos  de  la  soberbia  diabólica  del  diablo  y de  los  hombres 
caídos  en  Augustín)  son  todos  aquellos  que  hacen  resistencia  activa  en 
contra  de  Roma  y que  hay  que  derrotar  como  rebeldes  3. 

Esto  se  vincula  en  esc  tiempo  cada  vez  más  con  el  ¿quién  como 
Dios?  del  Imperio.  El  Emperador  se  constituye  él  mismo  en  Dios,  con 
el  título  “Hijo  de  Dios”.  El:  ¿me  opondré,  simple  mortal,  a los  deseos 
de  una  diosa?,  se  liga  más  estrechamente  con  el  Imperio  y el  Emperador. 
El  reproche  romano  de  soberbia  significa  ahora:  ¿quién  como  Dios?  No 
hay  duda  que  eso  significa:  ¿quién  como  el  Imperio?  ¿Quién  como  el 
Emperador?  El  Apocalipsis  lo  transforma  en:  ¿quién  como  la  Bestia? 

Lo  que  es  esta  legitimación  imperial,  se  puede  ver  en  un  libro  de 
Flavio  Joscfo  sobre  la  guerra  judía,  que  fue  escrito  a fines  del  siglo  I. 
Flavio  Joscfo  era  un  judío  romanizado,  que  se  opuso  al  levantamiento 
judío  del  año  66  que  terminó  con  la  destrucción  del  templo  en  el  año 
70.  Flavio  Joscfo  transmite  un  discurso  de  Agripa,  quien  advierte  a los 
judíos,  antes  del  levantamiento,  sobre  las  consecuencias  que  la  guerra 
con  Roma  tendría. 

Insiste  en  que  la  guerra  es  imposible:  “Pues  que  todos  los  que 
viven  debajo  del  cielo  temen  y honran  las  armas  de  los  romanos,  ¿queréis 
vosotros  solos  hacerles  la  guerra?”5 6. 


5 Heer,  Fricdrich:  Cotíes  erste  Liebe.  Die  Juden  im  Spannungsfeld  der  Geschichte.  Ullstein 
Sachbuch.  Frankfurt-Bcrlin,  1986.  pág.  75  (traducción  del  autor). 

6 Flavio  Joscfo:  Las  guerras  de  los  judíos.  Tomo  I.  Libros  CL1E,  Barcolona,  1988,  pág. 


258. 


103 


En  consecuencia,  les  avisa  que  la  guerra  es  un  levantamiento  en 
contra  de  Dios,  quien  está  del  lado  de  los  romanos.  Al  estar  en  contra 
de  Dios,  la  propia  religión  judía  perecerá: 

¿Pues  a quiénes  tomaréis  por  compañeros  para  la  guerra?  Todos  los  que 
viven  en  el  mundo  habitable  son  romanos,  o a ellos  sujetos...  Pues  no  hay 
otra  ayuda  ni  socorro  sino  el  de  Dios;  mas  a éste  también  le  tienen  los 
romanos,  porque  sin  ayuda  particular  suya,  imposible  sería  que  imperio 
tal  y tan  grande  permaneciese  y se  conservase  '. 

Considerad  también  cuán  difícil  cosa  será  en  la  guerra  guardar  bien 
vuestra  religión,  a que  tanta  afición  tenéis,  aunque  tuvieseis  guerra  con 
hombres  de  mucho  menos  poder  que  vosotros,  y que  traspasándola 
ofendéis  a Dios,  pensando  que  por  ello  os  ha  de  ayudar... 7  8 9 10. 

Luego,  merecen  ser  reprimidos: 

Lo  menos  que  ganaréis,  si  ponéis  por  obra  tal  locura,  será  la  afrenta  y 
daño  que  suele  suceder  a los  vencidos...  porque  los  que  caen  en  males  sin 
pensarlos  y sin  proveerse  para  ello,  parecen  dignos  algún  tanto  que  de 
ellos  se  tenga  lástima  y compasión;  pero  los  que  se  echan  en  peligros 
manifiestos,  dignos  son  de  toda  represión  e injuria  9. 

Después  de  la  guerra  ni  siquiera  tendrán  donde  ir,  porque  el  Imperio 
es  el  mundo,  y no  hay  dónde  buscar  asilo: 

...y  los  que  quedaréis  vivos  después  de  esta  guerra,  no  tendréis  algún 
lugar  adonde  recogeros  teniendo  ya  los  romanos  a todas  las  naciones  y 
gentes  sujetas  a su  imperio,  o teniendo  todas  las  demás  miedo  muy 
grande  de  quedarles  sujetas 

El:  ¿quién  como  Dios?  es  pronunciado  en  nombre  del  Imperio,  y 
nadie  debe  resistir,  porque  nadie  debe  reclamar  ser  como  Dios.  Querer 
ser  como  Dios,  es  querer  ser  como  el  Imperio  o el  emperador. 

Sin  embargo  el  Imperio  y el  Emperador  son  ahora  más  que  el 
poder  político.  El  Imperio  ha  desarrollado  relaciones  mercantiles  que  lo 
unen  tanto  como  lo  hace  el  poder  militar.  Es  la  primera  vez  en  la 
historia  occidental  que  se  hayan  generalizado  los  mercados  y el  uso  del 
dinero,  a un  nivel  que  no  excluye  ya  ninguna  región  y que  va  más  allá 
de  los  límites  estrictos  del  Imperio.  Sobre  todo  el  cobro  de  impuestos 
de  parte  del  Estado  y el  sistema  de  abastecimiento  del  aparato  militar, 
han  contribuido  a esta  mcrcantilización.  Hasta  entonces,  los  ejércitos  se 

7 Ibid.,  págs.  259-260. 

8 Ibid.,  pág.  260. 

9 Idem. 

10  Ibid.,  pág.  261. 


104 


habían  sostenido  por  el  pillaje  de  las  regiones  a través  de  las  cuales 
pasaban  o donde  estaban  estacionados.  El  desarrollo  del  Imperio  no 
permitía  proseguir  así,  excepto  en  los  teritorios  enemigos.  Tampoco  era 
ya  posible  que  los  ejércitos  llevaran  su  aprovisionamiento  directamente 
en  productos  naturales.  Por  tanto,  necesitaban  dinero  para  poder 
aprovisionarse  regularmente  mediante  la  compra  de  productos.  Eso 
imponía  a todo  el  Imperio  el  uso  del  dinero  y el  desarrollo  de  los 
mercados. 

Este  desarrollo  mercantil  comienza  ya  bajo  el  Emperador  Augusto. 
Cada  vez  más  se  vive  la  destructividad  del  dinero.  Aparece  entonces 
una  reacción  en  contra  del  dinero  como  enemigo  de  lo  humano,  que 
pasa  por  todo  el  Imperio  Romano  hasta  su  fin  H.  Hay  una  mística  del 
dinero,  frente  a la  cual  hay  una  denuncia  igualmente  fuerte  en  su  contra. 
Ya  Jesús  dice:  “No  se  puede  servir  a la  vez  a Dios  y a Mamón”.  Con 
Nerón  viene  la  codicia  de  los  emperadores  que,  para  financiar  su  nivel 
de  vida,  necesitan  siempre  mayores  fondos.  Nerón  llega  incluso  a cobrar 
por  entrar  a los  urinarios  públicos  de  Roma  12.  La  gente  dicía:  “Olct” 
(El  dinero  huele  mal).  Según  una  anécdota,  le  contaron  eso  a Nerón. 
Este  sacó  entonces  de  su  bolsillo  una  moneda  de  oro,  la  puso  debajo  de 
las  narices  de  sus  visitantes,  y dijo:  “¿Olct?”  Y él  mismo  contestó: 
“¡Non  olct!”  (¡No  huele  mal!)  13. 

El  dinero  se  transformó  a los  ojos  del  autor  del  Apocalipsis  y de 
los  cristianos  en  la  marca  de  la  Bestia,  en  imagen  de  ella  y en  la  razón 
de  la  exterminación  de  los  que  no  adoraran  esta  imagen.  Esta  imagen 
es  viva,  actuante  y destructora.  Todos  por  igual  tienen  que  adorarla, 
porque  nadie  puede  ya  vivir  sin  comprar  y vender.  Esc  es  el  falso 
profeta,  que  parece  un  cordero  y habla  como  la  serpiente.  Evidentemente, 
como  serpiente  dice:  ¿quién  como  Dios? 

La  cifra  666  dice  las  dos  cosas  a la  vez.  Por  un  lado,  calculando 
el  valor  numérico  de  las  letras  de  Nerón  Emperador,  se  llega  a este 
número.  Pero  en  la  esotérica  de  los  números  tiene  otro  significado  más. 
Siendo  el  7 el  número  de  la  perfección,  el  666  es  el  número  del 
pretendido  acercamiento  a la  perfección,  que  nunca  se  llega  a alcanzar. 
Es  mala  infinitud.  Es  el  cordero  que  habla  como  serpiente.  Si  el  nombre 
de  Nerón  no  hubiera  llegado  a una  cifra  esotérica  como  ésta,  jamás  se 
habría  podido  usar  el  número  de  su  nombre  para  designar  a la  Bestia. 

11  San  Agustín  sigue  la  línea  de  esta  crítica.  Hay  textos  suyos  que  coinciden  casi 
completamente  con  los  Manuscritos  económicos  de  1 S44  de  Carlos  Marx. 

12  Antes  de  la  revolución  sandinista  de  1979  en  Nicaragua,  el  dictador  Anastasio  Somoza 
había  cercado  el  depósito  de  basura  de  Managua,  para  cobrar  una  entrada  de  un  dólar  a 
la  gente  pobre  que  iba  allí  a buscar  cosas  que  se  pudieran  revender  o aprovechar. 

Preguntado  acerca  de  lo  que  la  sociedad  socialista  iba  a hacer  con  el  oro  cuando 
hubiera  abolido  el  dinero,  decía  Lcnin  que  lo  iban  a usar  para  material  para  los  urinarios 
públicos.  Esa  es  la  inversión  de  la  anécdota  de  Nerón.  El  Apocalipsis  habla  en  el  mismo 
sentido:  las  calles  en  la  Nueva  Tierra  serán  asfaltadas  con  oro”.. .y  la  plaza  de  la  ciudad 
es  de  oro  puro,  transparente  como  un  cristal”  (Ap.  21.21).  Por  ello,  se  la  va  a pisar  con 
los  pies.  Se  trata  también  de  un  signo  del  desprecio. 


105 


3.  El  ¿quién  como  Dios?  en  el  cristianismo  temprano 

Lo  que  en  el  Apocalipsis  es  la  Bestia,  en  los  otros  escritos  del 
mensaje  cristiano  es  el  mundo.  Cuando  Jesús  dice:  “Mi  reino  no  es  de 
este  mundo”,  se  refiere  a eso.  No  es  el  reino  que  el  Imperio  realiza. 
Jesús  anuncia  otro  reino,  que  es  el  reino  de  Dios  o reino  de  los  Ciclos, 
frente  al  reino  de  la  Bestia.  Este  reino  ya  ha  llegado,  aunque  hace  falta 
agarrarlo:  “...el  Reino  de  Dios  ya  está  entre  vosotros”  (Le.  17,21). 

Pero  hay  que  tomarlo  y hacerlo:  “Desde  los  días  de  Juan  el  Bautista 
hasta  ahora  el  Reino  de  los  Ciclos  sufre  violencia,  y los  violentos  lo 
arrebatan”  (Mat  11,12). 

Por  consiguiente,  al  ¿quien  como  Dios?  de  la  Bestia,  Jesús  opone 
el:  todos  ustedes  son  dioses.  Y eso  constituye  el  choque  con  los  fariseos: 

Los  judíos  le  respondieron:  “No  te  apedreamos  por  algún  bien  que  hayas 
hecho,  sino  porque,  siendo  hombre,  insultas  a Dios  haciéndote  pasar  por 
Dios”.  Jesús  les  contestó:  “¿Acaso  no  está  escrito  en  la  Ley  de  ustedes: 

Yo  lo  digo:  ustedes  son  dioses?^  No  se  puede  dudar  de  la  Escritura.  Sin 
embargo,  la  Escritura  llama  dioses  a los  que  Dios  dirige  su  Palabra. 
Entonces  yo,  a quien  el  Padre  ha  llenado  de  su  propia  santidad  y enviado 
a este  mundo,  ¿no puedo  decir  que  soy  Hijo  de  Dios  sin  ofender  a Dios?” 

(Juan  10,33-36)  (énfasis  nuestros). 

Jesús  no  contesta  lo  que  según  la  ortodoxia  cristiana  debería  haber 
contestado.  Tendría  que  haber  dicho:  yo  soy  Dios,  pero  Ustedes  no. 
Para  denunciar  ahora  a ellos:  ¿quien  como  Dios?  Eso  habría  significado: 
¿quien  como  yo?  No  obstante  la  respuesta  es  otra.  Dice  que  todos  los 
hombres  son  dioses,  inclusive  los  que  le  hacen  la  pregunta.  Por  tanto, 
el,  Jesús,  también  lo  es.  Al  insistir  Jesús  en  ser  Dios,  lo  hace  remar- 
cando que  todos  lo  son,  y no  que  sólo  el  lo  es.  A los  que  dicen:  ¿quién 
como  Dios?,  les  viene  la  respuesta:  todos  ustedes  son  dioses,  ¿quién 
como  Dios?,  ¡Todos!  Frente  a una  pregunta  que  quiere  poner  a Dios  en 
contra  de  los  hombres,  Jesús  responde  poniendo  a Dios  del  lado  de  los 
hombres,  en  contra  de  aquél  que  grita  el  ¿quién  como  Dios?  Jesús  da 
la  misma  respuesta  que  el  ángel  Miguel,  en  el  Apocalipsis,  da  a la 
Bestia  que  habla  en  nombre  de  un  Dios  en  pugna  con  el  hombre, 
exigiendo  su  sometimiento.  El  reino  de  Dios,  en  cambio,  es  un  reino  en 
el  cual  los  hombres  son  dioses,  es  decir,  en  pie  de  igualdad  con  Dios. 
Por  consiguiente,  el  ser  humano  — según  la  teología  de  la  ley  de  San 
Pablo — tiene  el  poder  de  transgredir  las  leyes,  en  cuanto  que  en  su 
lógica  lo  condenan  a la  muerte  15. 


14  Se  refiere  al  Salmo  82,6,  que  dice:  “Todos  ustedes  son  dioses,  les  dije,  y son  también 
los  hijos  del  Excelso”. 

15  Tamez,  Elsa:  Contra  toda  condena.  La  justificación  por  la  fe  desde  los  excluidos. 
DEI,  San  José,  1991. 


106 


También  en  la  tradición  judía  se  ha  mantenido  esta  tradición.  Fromm 
cuenta  la  siguiente  historia: 

En  Ucrania  había  una  gran  hambruna,  y los  pobres  no  podían 
comprar  pan.  Se  unieron  diez  rabinos,  para  escuchar  la  denuncia  de  uno 
de  ellos  y hacer  el  juicio  sobre  Dios.  El  acusador  dijo: 

Tengo  que  presentar  una  acusación  en  contra  del  Señor.  Según  el 
derecho  rabínico,  el  amo  que  compra  por  un  determinado  período  a un 
siervo  (por  6 años  o hasta  el  año  del  jubileo)  tiene  que  alimentarlo  a el 
y a su  familia.  Ahora  bien,  el  Señor  nos  ha  comprado  como  siervos  en 
Egipto,  porque  dice:  “Los  hijos  de  Israel  son  siervos  míos”  (Lev  25,42)... 

Por  eso,  oh  Señor,  te  pido  cumplir  con  tu  ley  y alimentar  a tus  siervos  y 
sus  familias  1(\ 

Los  jueces  dieron  su  juicio  en  favor  del  acusador,  condenando  a 
Dios.  Después  de  algunos  días  llegó  un  suministro  grande  de  trigo  de 
Siberia,  y los  pobres  podían  comprar  el  pan  que  necesitaban. 

La  ley  que  aquí  se  reclama,  es  precisamente  el  cucstionamicnto  de 
la  ley-autoridad  que  condena  a la  muerte. 

Frente  a estas  reclamaciones  de  los  hombres,  la  respuesta  de  Dios 
es:  “El  se  reía  de  alegría  y decía:  ‘Mis  hijos  me  vencieron,  mis  hijos 
me  vencieron’”17.  Elic  Wicscl  transformó  este  juicio  en  una  pieza  teatral, 
que  implica  toda  una  teodicea:  “El  Tribunal  de  Chamgorod  (tal  como 
se  llevó  a cabo  el  día  25  de  febrero  de  1649)”18. 

A la  pregunta  de  la  Bestia:  ¿quién  como  Dios?,  ésta  espera  la 
respuesta:  ¡nadie!  Sólo  Dios  es  Dios,  los  otros  no  son  nada  en  relación 
a él.  Resulta  así  un  hombre  sin  derechos  frente  a Dios,  pero  tampoco 
frente  a aquellos  que  representan  a Dios  en  este  mundo.  Si  nadie  es 
como  Dios,  la  autoridad  es  como  Dios,  y con  la  autoridad,  la  ley.  Habla 
la  soberbia  de  la  autoridad,  de  la  ley,  del  mercado,  del  dinero.  En 
cambio,  cuando  la  respuesta  es:  ¡todos!,  la  autoridad  es  rclativizada  y 
transformada  en  un  servicio  para  todos,  que  solamente  es  legítimo  si 
efectivamente  sirve  a todos  19. 

El  Apocalipsis  construye  alrededor  de  esta  convicción  de  que  todos 
los  hombres  son  como  Dios,  y por  ende  por  encima  de  la  autoridad  del 

'6  Fromm,  Erich:  You  shall  be  as  Gods  (Seréis  como  dioses.  Una  interpretación  radical 
del  Antiguo  Testamento  y de  su  lradición),1966.  Capítulo  “La  imagen  del  hombre”. 

17  Talmud,  Baba  Metzia  59b.  Citado  según  Fromm,  op.cit. 

18  Wiescl,  Elie,  Der  Prozefi  von  Schamgorod,  Freiburg,  1987.  Ver:  Sollc,  Dorothee:  Cotíes 
Schtnerz  und  unsere  Schmerzen:  Das  Problem  der  Theodizee  aus  der  Sicht  der  Armen  in 
Latein-Amerika  (El  dolor  de  Dios  y nuestros  dolores:  el  problema  de  la  teodicea  visto 
desde  la  perspectiva  de  los  pobres  de  América  Latina).  Archivo  di  filosofía.  CEDAM, 
1988,  No.  1-3. 

19  Por  ejemplo:  “Como  ustedes  saben,  los  que  son  considerados  como  jefes  de  las 
naciones,  las  gobiernan  como  si  fueran  sus  dueños;  y los  poderosos  las  oprimen  con  su 
poder.  Pero  entre  ustedes  no  ha  de  ser  así.  Al  contrario,  el  que  quiera  llegar  a ser  el  más 
importante  entre  ustedes,  que  se  haga  el  servidor  de  lodos..”  (Me  10,42-43). 


107 


dinero  y del  Estado,  todo  un  universo  mítico.  Efectivamente,  tanto  la 
interpretación  de  los  orígenes,  esto  es  el  mito  del  Génesis  sobre  la 
creación,  de  la  tentación  por  la  serpiente,  de  la  caída  y expulsión  del 
paraíso,  como  del  futuro  con  su  milenio,  primero,  y la  Nueva  Tierra, 
después,  reciben  en  el  Apocalipsis  una  interpretación  que  es,  míticamente 
hablando,  sumamente  coherente.  La  historia  del  paraíso  es  ahora  la 
aparición  de  la  Bestia,  y el  futuro,  su  desaparición.  La  lucha  del  ángel 
Miguel  con  la  vieja  serpiente  es  la  victoria  en  los  ciclos,  a la  cual 
necesariamente  tiene  que  seguir  la  victoria  en  la  tierra.  “La  Bestia  que 
has  visto,  era  y ya  no  es:  y va  a subir  del  Abismo,  pero  camina  hacia 
su  destrucción”  (Ap.  17.8).  Derrotada  la  Bestia,  se  revela  su  nombre: 
“era  y ya  no  es”.  Es  el  nombre  contrario  del  nombre  de  Dios,  que  éste 
reveló  a Moisés:  “Yo  soy  el  que  soy  (y  seré)”  (Exodo,  3.14)20. 


3.1.  La  Bestia  en  contra  de  la  Mujer 

En  el  Apocalipsis,  la  lucha  del  ángel  Miguel  es  precedida  por  la 
llegada  del  hijo  de  la  Mujer.  Es  la  Mujer  perseguida  por  el  dragón,  el 
cual  quiere  devorar  al  hijo  apenas  nazca  y destruir  a la  Mujer: 

Una  gran  señal  apareció  en  el  cielo:  una  Mujer,  vestida  del  sol,  con  la 
luna  bajo  sus  pies,  y una  corona  de  doce  estrellas  sobre  su  cabeza;  está 
encinta,  y grita  con  los  dolores  del  parto  y con  el  tormento  de  dar  a luz. 

Y apareció  otra  señal  en  el  ciclo:  un  gran  Dragón  rojo,  con  siete  cabezas 
y diez  cuernos,  y sobre  sus  cabezas  siete  diademas.  Su  cola  arrastra  la 
tercera  parte  de  las  estrellas  del  ciclo  y las  precipita  sobre  la  tierra.  El 
Dragón  se  detuvo  delante  de  la  Mujer  que  iba  a dar  a luz,  para  devorar 
a su  Hijo  en  cuanto  lo  diera  a luz.  La  Mujer  dio  a luz  un  Hijo  varón,  el 
que  ha  de  regir  a todas  las  naciones  con  cetro  de  hierro;  y su  hijo  fue 
arrebatado  hasta  Dios  y hasta  su  trono.  Y la  mujer  huyó  al  desierto,  donde 
tiene  un  lugar  preparado  por  Dios  para  ser  allí  alimentada  mil  doscientos 
sesenta  días  (Ap.  12.1-6). 

Su  hijo  es  arrebatado  hasta  el  trono  de  Dios,  para  volver  para  “regir 
a todas  las  naciones  con  cetro  de  hierro”.  Es  el  hijo,  que  va  a regir 
durante  el  milenio.  Arrebatado  el  hijo  de  la  Mujer  al  trono  de  Dios,  en 
el  ciclo  revienta  el  conflicto  entre  Miguel  y la  vieja  serpiente,  el  dragón, 
el  acusador  de  los  hombres  frente  a Dios,  que  es  Satanás.  Derrotada  la 
vieja  serpiente,  la  Mujer  es  salvada: 

Cuando  el  Dragón  vio  que  había  sido  arrojado  a la  tierra,  persiguió  a la 
Mujer  que  había  dado  a luz  al  Hijo  varón.  Pero  se  le  dieron  a la  Mujer  las 


20  para  ]a  inserción  del  Apocalipsis  en  la  tradición  apocalíptica  anterior,  ver:  Richard, 
Pablo:  “El  pueblo  de  Dios  contra  el  imperio  (Daniel  7 en  su  contexto  literario  e histórico), 
en:  Apocalíptica:  esperanza  de  los  pobres.  Ribla,  No.  7.  DEI,  San  José,  Costa  Rica,  1990. 


108 


dos  alas  del  águila  grande  para  volar  al  desierto,  a su  lugar,  lejos  del 
Dragón,  donde  tiene  que  ser  alimentada  un  tiempo  y tiempo  y medio 
tiempo.  Entonces  el  Dragón  vomitó  de  sus  fauces  como  un  río  de  agua, 
detrás  de  la  Mujer,  para  arrstrarla  con  su  corriente.  Pero  la  tierra  vino  en 
auxilio  de  la  Mujer:  abrió  la  tierra  su  boca  y tragó  el  río  vomitado  de  las 
fauces  del  Dragón.  Entonces  despechado  contra  la  Mujer,  se  fue  a hacer 
la  guerra  al  resto  de  sus  hijos,  los  que  guardan  los  mandamientos  de  Dios 
y mantienen  el  testimonio  de  Jesús  (Ap.12.13-17). 

Es  la  Mujer,  que  está  en  alianza  con  la  tierra.  El  dragón  la  quiere 
ahogar  en  un  río  de  agua:  “Pero  la  tierra  vino  en  auxilio  de  la  Mujer: 
abrió  la  tierra  su  boca  y tragó  el  río  vomitado  de  las  fauces  del  Dragón”. 

Después  de  la  expulsión  de  Satanás  del  ciclo  y del  surgimiento  de 
la  Bestia,  aparece  otra  mujer.  Es  la  encamación  de  la  Bestia  en  el 
Imperio  de  la  Babilonia,  que  es  Roma.  Es  una  mujer  sangrienta,  ramera, 
en  alianza  con  la  Bestia: 

Entonces  vino  uno  de  los  siete  Angeles  que  llevaban  las  siete  copas  y me 
habló:  “Ven,  voy  a mostrarte  el  juicio  de  la  famosa  prostituta  establecida 
al  borde  de  las  grandes  aguas.  Con  ella  pecaron  los  reyes  de  la  tierra  y 
con  el  vino  de  su  idolatría  se  emborracharon  los  habitantes  de  la  tierra. 
Dicho  esto,  me  llevó  al  desierto:  era  una  nueva  visión.  Ahí  una  mujer 
estaba  montada  en  una  Bestia  de  color  rojo.  La  Bestia  estaba  cubierta  de 
títulos  y frases  que  insultaban  a Dios  y tenía  siete  cabezas  y diez  cuernos. 

En  cuanto  a la  mujer,  vestía  ropas  de  púrpura  y rojo  escarlata  y brillaba 
con  el  oro,  las  piedras  preciosas  y las  perlas.  Tenía  en  la  mano  una  copa 
de  oro  llena  de  repugnantes  impurezas  de  su  prostitución.  En  su  frente 
uno  leía  su  nombre,  escrito  en  forma  misteriosa:  Babilonia  la  Grande, 
madre  de  las  prostitutas  y de  los  abominables  ídolos  de  todo  el  mundo. 

Yo  observé  que  esa  mujer  estaba  ebria  con  la  sangre  de  los  santos  y de 
los  mártires  de  Jesús  (Ap.  17,1-6). 

Sin  embargo,  cuando  es  destruida  Babilonia  ella  también  es 
destruida,  porque  el  dragón  se  vuelca  en  su  contra: 

Entonces  vino  uno  de  los  siete  Angeles  que  llevaban  las  siete  copas  y me 
habló:  “Ven,  que  te  voy  a mostrar  el  juicio  de  la  celebre  Ramera,  que  se 
sienta  sobre  las  grandes  aguas.  Cbn  ella  fornicaron  los  reyes  de  la  tierra 
y los  habitantes  de  la  tierra  se  embriagaron  con  el  vino  de  su  prostitución”. 

Me  trasladó  en  espíritu  al  desierto.  Y vi  una  mujer,  sentada  sobre  una 
Bestia  de  color  escarlata,  cubierta  de  títulos  blasfemos;  la  Bestia  tenía 
siete  cabezas  y diez  cuernos.  La  mujer  estaba  vestida  de  púrpura  y 
escalata,  resplandecía  de  oro,  piedras  preciosas  y perlas;  llevaba  en  su 
mano  una  copa  de  oro  llena  de  abominaciones,  y también  las  impurezas 
de  su  prostitución,  y en  su  frente  un  nombre  escrito  — un  misterio — : “La 
Gran  Babilonia,  la  madre  de  las  rameras  y de  las  abominaciones  de  la 
tierra”.  Y vi  que  la  mujer  se  embriagaba  con  la  sangre  de  los  santos  y con 
la  sangre  de  los  mártires  de  Jesús  (Ap.  17.1-6). 


109 


Esta  mujer  no  está  en  alianza  con  la  tierra,  sino  llena  de 
“abominaciones  de  la  tierra”.  Por  tanto,  cuando  la  Bestia  se  vuelca  en 
contra  de  ella,  la  tierra  no  le  ayuda  y perece: 

Me  dijo  además:  “Las  aguas  que  has  visto,  donde  está  sentada  la  Ramera, 
son  pueblos,  muchedumbres,  naciones  y lenguas.  En  cuanto  a los  diez 
cuernos,  y a la  misma  Bestia,  cobrarán  odio  a la  prostituta;  la  arruinarán 
hasta  dejarla  desnuda;  comerán  sus  carnes  y la  consumirán  por  el  fuego. 

Dios  se  vale  de  ellos  para  lograr  lo  que  él  quiere;  con  esta  intención  les 
ha  inspirado  que  pongan  sus  fuerzas  al  servicio  de  la  Bestia,  hasta  que 
se  cumplan  las  palabras  de  Dios.  Esa  mujer  que  has  visto,  es  la  Ciudad 
Grande,  la  que  reina  sobre  los  reyes  del  mundo  entero”  (A.  17. 15-18). 

La  Bestia  persigue  a todas  las  mujeres,  estén  en  contra  de  ella  o en 
alianza  con  ella.  Es  enemiga  de  las  mujeres  como  tales.  En  el  Apocalipsis 
aparecen  estas  dos  mujeres.  Una  mujer  se  salva;  es  la  mujer  que  da  luz 
al  hijo  que  es  arrebatado  al  trono  de  Dios,  para  regir  “con  cetro  de 
hierro”.  La  otra  mujer,  que  entra  en  alianza  con  la  Bestia  transformándose 
en  la  encarnación  de  ella  (Roma),  es  destruida  por  la  Bestia. 

La  Bestia,  al  gritar:  ¿quién  como  Dios?,  es  enemiga  de  la  mujer  en 
cuanto  mujer,  sin  consideración  del  lado  en  el  cual  esta  se  encuentre 
Eso  implica  de  nuevo,  una  referencia  al  Génesis.  Al  expulsar  Dios  a la 
primera  pareja  humana  del  paraíso,  le  dice  a la  mujer: 

Enemistad  pondré  entre  ti  y la  mujer,  y entre  tu  linaje  y su  linaje:  él  te 
pisará  la  cabeza  mientras  acechas  tú  su  calcañar  (Gn.  3.15). 

En  el  Apocalipsis,  se  trata  ahora  de  dos  mujeres:  una,  a la  cual  la 
Bestia  le  pisa  la  cabeza;  otra,  que  le  acecha  su  calcañar.  La  maldición 
del  Génesis  es  vista  no  como  condena  de  parte  de  Dios,  sino  como 
criterio  de  discernimiento  de  la  presencia  de  la  serpiente.  Donde  se 
persigue  a la  mujer,  está  la  serpiente.  Esta  impone  una  maldición  a la 
mujer. 


3.2.  Del  ¡seréis  como  Dios!  de  la  serpiente 
hasta  el  ¿quién  como  Dios?  de  la  Bestia 

Hay  una  segunda  referencia  del  Apocalipsis  al  Génesis,  que  está 
directamente  vinculada  con  el  hombre  como  ser  como  Dios.  Es  la  visión 
del  enlace  feliz  de  la  historia  humana  con  su  perspectiva  de  la  Nueva 
Tierra.  Este  desenlace  feliz  no  es  el  milenio.  El  milenio  es  un  período 
intermedio  después  de  la  destrucción  de  Babilonia,  en  el  cual  el  Mesías 
reina  con  el  “cetro  de  hierro”  y la  Bestia  es  amarrada.  Este  milenio  se 
derrumbará  también  y surgirá  la  Nueva  Tierra,  que  presupone  la 
destrucción  definitiva  del  dragón  y de  la  Bestia. 


110 


La  Nueva  Tierra  está  al  final  de  la  Biblia,  en  su  forma  cristiana,  así 
como  el  paraíso  está  a su  comienzo.  Toda  la  historia  es  vista  como  el 
paso  del  paraíso  a la  Nueva  Tierra,  siendo  el  tiempo  de  la  Bestia  la 
historia  que  estamos  viviendo. 

La  Nueva  Tierra  no  es  la  vuelta  al  paraíso.  En  el  Apocalipsis  hay 
incluso  una  visión  despectiva  del  paraíso.  La  Nueva  Tierra  es  la  tierra 
cuya  ciudad  es  la  Nueva  Jcrusalcn,  que  baja  de  los  ciclos  a la  tierra.  Es 
la  unión  de  ciclo  y tierra.  Es  la  tierra  de  la  libertad.  Esta  libertad  es 
realmente  infinita: 

Luego  vi  un  ciclo  nuevo  y una  tierra  nueva  — porque  el  primer  ciclo  y 
la  primera  tierra  desaparecieron,  y el  mar  no  existe  ya.  Y vi  la  Ciudad 
Santa,  la  nueva  Jcrusalcn,  que  bajaba  del  ciclo,  de  junto  a Dios, 
engalanada  como  una  novia  ataviada  para  su  esposo.  Y oí  una  fuerte  voz 
que  decía  desde  el  trono:  “Esta  es  la  morada  de  Dios  con  los  hombres. 
Pondrá  su  morada  entre  ellos  y ellos  serán  su  pueblo  y el,  Dios-con-cllos, 
será  su  Dios.  Y enjugará  toda  lágrima  de  sus  ojos,  y no  habrá  muerte  ni 
habrá  llanto,  ni  gritos  ni  fatigas,  porque  el  mundo  viejo  ha  pasado”. 
Entonces  dijo  el  que  está  sentado  en  el  trono:  “Mira  que  hago  un  mundo 
nuevo”  (Ap.  21.1-5). 

Es  una  tierra  sin  autoridad.  Dios  es  “Dios-con-cllos”.  El  mismo 
Dios  deja  de  ser  autoridad,  es  “lodo  en  todo”.  Por  eso,  la  Tierra  Nueva 
es  tierra  sin  templo: 

Pero  no  vi  Santuario  alguno  en  ella;  porque  el  Señor,  el  Dios 
Todopoderoso,  y el  Cordero,  es  su  Santuario  (Ap.  21.22). 

Es  tierra  de  abundancia: 

Enjugará  toda  lágrima  de  sus  ojos,  y ya  no  existirá  la  muerte,  ni  duelo, 
ni  gemidos,  ni  penas,  porque  todo  lo  anterior  ha  pasado  (Ap.  21,4). 

No  hay  más  Babilonia  que  esté  “ebria  con  la  sangre”  ni  “vino  de 
la  indignación  de  Dios”: 

Al  que  tenga  sed  yo  le  daré  del  manantial  del  agua  de  la  vida  gratis  (Ap. 

21,6). 

Todo  es  gratis,  no  hay  dinero,  donde  no  hay  autoridad.  De  la  ciudad 
se  dice: 

...la  ciudad  es  de  oro  puro  semejante  al  vidrio  puro  (Ap.  21.18). 

...y  la  plaza  de  la  ciudad  es  de  oro  puro,  transparente  como  el  cristal  (Ap. 
21.21). 

Donde  todo  es  de  oro,  el  oro  deja  de  ser  dinero.  Todo  está  a 
disposición: 


111 


Luego  me  mostró  el  río  de  agua  de  Vida,  brillante  como  el  cristal,  que 
brotaba  del  trono  de  Dios  y del  Cordero.  En  medio  de  la  plaza,  a una  y 
otra  margen  del  río,  hay  árboles  de  Vida,  que  dan  frutos  doce  veces,  una 
vez  cada  mes;  y sus  hojas  sirven  de  medicina  para  los  gentiles.  Y no  habrá 
ya  maldición  alguna  (Ap.  22.2-3). 

El  agua  brota  como  el  cristal,  y es  agua  de  la  vida.  En  el  caso  de 
la  Mujer,  que  se  escondió  en  el  desierto,  el  dragón  escupió  un  río  de 
agua  para  ahogarla.  Era  agua  de  muerte.  Pero  ahora  hay  pura  agua  de 
vida. 

Por  todos  lados  hay  árboles  de  la  vida,  porque  ahora  todos  los 
árboles  lo  son;  “Y  no  habrá  ya  maldición  alguna”.  No  hay  más  árboles 
prohibidos;  de  todos  los  árboles  se  puede  comer.  Dios  ya  no  prohíbe, 
por  lo  tanto,  dejó  de  ser  autoridad.  El  paraíso  era  un  jardín  con  árbol 
prohibido;  la  Nueva  Tierra  es  el  paraíso  sin  árbol  prohibido. 

Esta  libertad  imaginada  no  tiene  ningún  límite,  ni  el  de  la  exogamia. 
La  Nueva  Tierra  se  inaugura  por  una  gran  boda: 

“Alegrémonos  y regocijémonos  y démosle  gloria,  porque  han  llegado 
las  bodas  del  Cordero  y su  Esposa  se  ha  engalanado  y se  le  ha  concedido 
vestirse  de  lino  deslumbrante  de  blancura  — el  lino  son  las  buenas 
acciones  de  los  santos”.  Luego  me  dijo:  “Escribe:  dichosos  los  invitados 
al  banquete  de  bodas  del  Cordero”.  Me  dijo  además:  “Estas  son  palabras 
verdaderas  de  Dios”  (Ap.  19.7-9). 

¿Quien  es  la  esposa? 

Entonces  vino  uno  de  los  siete  Angeles  que  tenían  las  siete  copas  llenas 
de  las  siete  últimas  plagas,  y me  habló  diciendo:  “Ven,  que  te  voy  a 
enseñar  a la  Novia,  a la  Esposa  del  Cordero”.  Me  trasladó  en  espíritu  a 
un  monte  grande  y alto  y me  mostró  la  Ciudad  Santa  de  Jcrusalén,  que 
bajaba  del  cielo,  de  junto  a Dios  (Ap.  21.9-10). 

La  esposa  es  la  ciudad  santa,  que  baja  del  ciclo.  Sobre  la  ramera, 
encarnación  de  la  Bestia  y Babilonia,  había  dicho:  “Esa  mujer  que  has 
visto,  es  la  Ciudad  Grande,  la  que  reina  sobre  los  reyes  del  mundo 
entero”  (Ap.  17,18).  Ahora,  como  esposa  del  Cordero,  aparece  la  novia, 
que  es  la  ciudad  santa,  la  que  sustituye  a la  Babilonia  de  la  Bestia.  No 
obstante,  la  contrapartida  de  la  ramera  es  la  mujer  que  dio  a luz  a un 
hijo,  el  cual  fue  arrebatado  al  trono  de  Dios,  y que  es  el  cordero. 
Resulta  entonces  que  la  boda  que  inicia  la  Nueva  Tierra  es  la  boda  entre 
la  madre  y su  hijo.  La  Nueva  Tierra  es  libertad  sin  árbol  prohibido.  Se 
puede  decirlo  así:  es  vida  humana  sin  “super-yo”,  en  la  cual  el 
subconsciente  es  asumido  por  el  yo. 

Toda  la  historia  es  vista  ahora  como  un  paso  del  paraíso  con  árbol 
prohibido  al  paraíso  sin  árbol  prohibido,  del  Dios-autoridad  al  Dios- 
hermano,  del  hombre  sujeto  a la  tentación  al  hombre  que  no  puede  ser 


112 


tentado,  por  cuanto  ya  no  tiene  nada  prohibido.  La  Nueva  Tierra  es  la 
tierra  más  allá  de  la  ley,  en  la  cual  todas  las  deudas  están  perdonadas 
y no  se  puede  contraer  otras  nuevas.  El  oro  está  en  las  calles  de  la 
ciudad,  no  en  los  bolsillos. 

El  paraíso  era  distinto.  Dios  era  una  autoridad  benevolente,  que 
había  establecido  una  ley  que  los  hombres  tenían  que  observar. 
Observando  la  ley,  permanecían  en  el  paraíso.  Era  una  ley  cuyo 
cumplimiento  aseguraba  la  justicia.  En  este  paraíso  había  dos  árboles 
centrales.  Uno  era  el  árbol  de  la  ciencia  del  bien  y del  mal,  y el  otro 
era  el  árbol  de  la  vida.  La  primera  pareja  humana  podía  comer  del  árbol 
de  la  vida  y no  morir,  en  cuanto  cumpliera  la  ley  de  no  comer  del  árbol 
de  la  ciencia.  No  lodos  los  árboles  eran  árboles  de  la  vida,  solamente 
uno.  Y se  accedía  a él,  respetando  la  prohibición  de  la  ley  en  cuanto  al 
árbol  de  la  ciencia. 

A la  luz  de  la  teología  de  la  ley  de  Jesús  y de  San  Pablo,  que  está 
presente  en  el  cristianismo  del  siglo  I,  en  el  paraíso  se  vive  una  situación 
intolerable.  Esta  teología  sostiene  que  el  producto  de  la  obcrscrvancia 
de  la  ley  es  la  muerte.  El  paraíso  resulta  contradictorio.  La  observancia 
de  la  ley  da  allí  acceso  al  árbol  de  la  vida.  Esa  es  la  ideología  del 
Imperio,  al  cual  los  cristianos  están  enfrentados.  En  consecuencia,  le 
contraponen  su  paraíso,  que  es  la  Nueva  Tierra,  un  paraíso  sin  árbol 
prohibido.  Aparece,  pues,  la  idea  de  la  caída  como  felix  culpa,  culpa  feliz. 
Es  una  culpa  el  haber  caído,  pero  es  culpa  feliz.  Todavía  San  Agustín 
mantiene  esta  posición.  Ella  retoma  con  la  iluminación,  y Hcgcl  dice: 
el  paraíso  es  un  jardín  en  el  cual  únicamente  los  animales  podían 
quedarse. 

En  el  Apocalipsis  no  aparece  más  el  árbol  de  la  ciencia  del  bien  y 
del  mal,  probablemente  porque  también  ahora  es  árbol  de  la  vida.  Deja 
de  haber  la  contraposición  entre  conocimiento  y vida. 

Esta  no  es  una  simple  imposición  al  texto  del  Génesis. 
Probablemente  este  texto  fue  escrito  en  el  tiempo  del  rey  Salomón.  Se 
trata  de  un  reino  represivo  y explotador.  Salomón  vuelve  incluso  al 
sacrificio  humano  de  niños  a Moloc.  El  autor  es  obviamente  un  crítico 
de  Salomón,  quien  con  su  historia  de  la  construcción  de  la  torre  de 
Babilonia  se  refiere  a la  vez  a las  construcciones  que  Salomón  está 
realizando  en  Jcrusalén.  Al  oponerse  a Salomón  escribe  el  Génesis,  que 
analiza  la  razón  por  la  cual  se  ha  llegado  a este  tipo  de  dominación.  Su 
paraíso  puede  muy  bien  ser  la  descripción  del  mito  de  la  dominación, 
que  siempre  presentará  la  observancia  de  la  ley  como  camino  al  árbol 
de  la  vida.  Se  requiere  romper  este  mito  para  ser  libre. 

Esto  puede  explicar  la  ambigüedad  de  las  palabras  de  la  serpiente, 
y la  respuesta  que  da  Dios.  La  serpiente  seduce  con  estas  palabras: 
seréis  como  Dios.  Esto  puede  tener  un  doble  sentido.  Ser  Dios  negando 
a los  otros  ser  como  Dios,  o ser  Dios  junto  con  todos  los  otros.  En  los 
dos  sentidos,  a ello  se  llega  solamente  violando  la  ley  y comiendo  del 
árbol  de  la  ciencia  del  bien  y del  mal.  Sin  embargo,  la  respuesta  de 


113 


Dios  a esta  tentación,  después  de  haber  sucumbido  Adán  y Eva,  es 
unívoca: 

He  aquí  que  el  hombre  ha  venido  a ser  como  uno  de  nosotros,  pues  se  hizo 
juez  de  lo  que  es  bueno  y malo.  No  vaya  ahora  a alargar  su  mano  y tome 
también  del  Arbol  de  la  Vida.  Pues  al  comer  de  este  árbol  vivirá  para 
siempre  (Gn.  3.22). 

Aquí  aparece  por  primera  vez  en  la  Biblia  la  afirmación  de  que  el 
hombre  es  como  Dios,  legitimándolo  así  para  juzgar  sobre  la  ley.  Es  el 
mismo  Dios  el  que  lo  acepta.  La  caída  es,  a la  vez,  una  subida  y un 
cambio  de  Dios.  Dios  mismo  acepta  ahora  que  el  hombre  puede  tratar 
con  El  en  pie  de  igualdad  y juzgar  la  ley,  aunque  sea  de  Dios,  según 
su  propia  vida.  Con  eso  el  autor  del  Génesis  dice  algo  sobre  el  rey 
Salomón  y sus  construcciones,  que  pretenden  ir  hasta  el  ciclo.  Quiere 
ser  Dios,  negando  a los  otros  el  serlo  y despreciándolos.  Según  el  autor 
del  Génesis,  la  palabra  de  Dios  es  otra:  “He  aquí  que  el  hombre  ha 
venido  a ser  como  uno  de  nosotros,  pues  se  hizo  juez  de  lo  que  es 
bueno  y malo”  21 . 

Pero  Dios  es  todavía  un  Dios  de  la  envidia:  “No  vaya  ahora  a 
alargar  su  mano  y tome  también  del  Arbol  de  la  Vida.  Pues  al  comer 
de  este  árbol  vivirá  para  siempre”.  Dios  expulsa  a la  primera  pareja 
humana  del  paraíso,  para  que  no  vivan  para  siempre.  Los  expulsa  a la 
muerte.  No  destruye  el  paraíso,  sino  que  pone  cuidadores  en  su  entrada: 

Y habiendo  expulsado  al  hombre,  puso  delante  del  jardín  de  Edén 
querubines,  y la  llama  de  espada  vibrante,  para  guardar  el  camino  del 
árbol  de  la  vida”  Gn.  3.24. 

Son  dos  cuidadores:  los  querubines  y la  llama  de  espada  vibrante. 
Sin  embargo,  hecho  eso  el  hombre  va  por  el  camino  de  la 
constitución  de  las  ciudades  imperiales,  donde  uno  es  Dios  y los  otros 
no,  donde  se  sacrifica  la  divinidad  del  hombre  en  pos  de  la  construcción 
de  la  torre  que  alcance  el  ciclo,  colocando  la  autoridad  encima  de  él. 
Se  hace  Dios  a ella,  para  que  los  otros  no  lo  sean. 

No  obstante,  frente  a eso  viene  la  promesa  de  Dios.  En  la  promesa 
Dios  deja  de  ser  el  Dios  envidioso  que  era,  y promete  al  hombre  que 
en  el  futuro  va  a encontrar  de  nuevo  el  árbol  de  la  vida.  Las  promesas 
a Abraham  no  son  sino  eso.  El  Dios  que  prohibió  el  árbol  y que  cerró 
la  entrada  del  paraíso  para  que  el  hombre  no  pueda  comer  más  del  árbol 
de  la  vida,  deja  de  ser  este  Dios-autoridad,  este  Dios  enfrentado  a los 

21  Esta  afirmación  de  Dios  me  parece  la  clave  de  toda  esta  historia  del  paraíso,  si  la 
leemos  a la  luz  de  los  evangelios,  de  San  Pablo  y del  propio  Apocalipsis.  Si  se  la  suprime, 
se  llega  a conclusiones  contrarias,  como,  por  ejemplo,  Drcwcrmann,  Eugcn:  Slrukiwen 
des  Bosen.  Schóningh,  Padcrbom  ect,  1988,  3 tomos.  Se  trata  de  una  lectura  a partir  de 
la  ideología  burguesa  actual. 


114 


hombres,  y se  transforma  en  el  Dios  que  acompaña  al  hombre  al  insistir 
en  su  divinidad  y en  la  vuelta  al  árbol  de  la  vida.  Es  el  Dios  de  la 
promesa. 

Si  se  toma  el  Génesis  en  su  contexto  desde  la  creación  hasta  las 
promesas  a Abraham  y su  descendencia,  se  puede  muy  bien  sostener 
que  esta  era  la  posición  del  propio  autor  del  libro,  enfrentado  a la 
dcspotía  del  rey  Salomón.  Del  Dios  del  paraíso  — Dios  autoridad  y 
envidioso,  que  establece  el  árbol  prohibido — , Dios  va  cambiando  hacia 
el  Dios  de  la  promesa,  que  promete  estar  al  lado  del  hombre  en  su 
camino  hacia  una  tierra  sin  árbol  prohibido,  donde  el  hombre  comerá 
del  árbol  de  la  vida. 

Pero,  sin  duda,  esta  es  la  posición  del  autor  del  Apocalipsis,  cuya 
visión  de  la  Nueva  Tierra  no  puede  ser  entendida  sin  suponer  esta 
opinión  sobre  el  paraíso  y la  caída.  En  el  Apocalipsis,  sin  embargo, 
también  hay  un  desarrollo  hasta  llegar  a la  Nueva  Tierra.  La  Babilonia 
de  la  Bestia,  es  decir  el  Imperio  Romano,  no  es  una  simple  réplica  de 
la  torre  de  Babel  que  se  quiere  construir  para  que  llegue  hasta  el  cielo. 
El  ¿quién  como  Dios?  de  la  Bestia,  llega  a ser  un  camuflaje  de  esta 
torre.  No  obstante,  según  el  Apocalipsis,  al  ciclo  se  puede  llegar 
únicamente  reconociendo  a todos  su  divinidad,  su  ser  como  Dios.  Luego, 
la  serpiente,  después  de  la  caída,  ya  no  promete  seréis  como  Dios. 
Después  de  la  caída,  es  Dios  quien  dice  eso.  La  serpiente  ha  cambiado 
también.  Dice  ahora:  ¿quién  como  Dios?  Es  su  manera  de  evitar  que  se 
cumpla  su  propia  promesa  del  paraíso:  seréis  como  Dios.  Sólo  así  puede 
seguir  enfrentándose  a Dios.  Ahora  expresa,  después  de  la  expulsión 
del  paraíso,  lo  contrario  de  lo  que  dijo  antes. 

Ahora  se  construye  una  torre  para  vigilar  que  nadie  vuelva  a 
construir  otra  torre  de  Babel.  Esta  torre  tiene  que  ser  más  alta  que  todas 
las  otras  torres,  para  vigilar  que  no  alcancen  nunca  el  ciclo.  De  esta 
torre  viene  el  grito:  ¿quién  como  Dios?  Esta  torre  es  la  torre  de  Babel 
de  la  Bestia  del  Apocalipsis  22 

Así  pues,  antes  de  la  caída  es  prohibido  comer  del  árbol  de  la 
ciencia  del  bien  y del  mal.  Pero  después  eso  es  lo  que  el  hombre  debe 
hacer.  Esta  es  ahora  la  condición  para  que  se  cumpla  la  promesa  de 
Dios  23.  No  existe  ya  ninguna  pretcnsión  de  una  ley  cuyo  cumplimiento 

22  Después  del  colapso  del  socialismo  histórico  en  Europa  Oriental,  en  un  viaje  a 
Checoslovaquia  el  Papa  Juan  Pablo  II  celebraba  esta  caída  de  “una  torre  de  Babel”.  No 
advenía  lo  que  realmente  había  pasado.  La  Bestia  se  había  curado  de  una  herida  mortal. 
Por  fin  estaba  suelta  para  construir  esta  torre  única,  que  vigila  toda  la  tierra.  El  guardián 
encima  de  la  torre  está  gritando:  ¿quien  como  Dios? 

23  Una  de  las  maldiciones,  que  Jesús  pronuncia  en  contra  de  los  fariseos,  dice:  “¡Ay  de 
vosostros,  que  os  habéis  llevado  la  llave  de  la  ciencia!  No  entrasteis  vosotros,  y a los  que 
están  entrando  se  lo  habéis  impedido”  (Luc.  1 1.52).  La  ciencia  a la  cual  Jesús  se  refiere 
es  la  ciencia  del  bien  y del  mal,  es  decir,  el  fruto  del  árbol  prohibido  en  el  paraíso.  Jesús 
no  toma  esta  ciencia  como  prohibida,  sino  como  obligada.  Maldice  a aquellos  que  la 
niegan.  Tampoco  Jesús  promete  volver  al  paraíso;  debe  ser  también  para  él  un  lugar 
dudoso,  en  el  cual  solamente  los  animales  pueden  quedarse. 


115 


Heve  al  árbol  de  la  vida.  Hay  que  discernir.  Todas  las  leyes  son  paraísos 
en  los  cuales  sólo  los  animales  pueden  quedarse. 

Este  conjunto  mítico  forma  el  universo  mítico  del  Apocalipsis,  que 
es  concordante  con  la  teología  de  la  ley  de  Jesús  y de  San  Pablo.  Se 
deriva  de  ella. 


4.  La  destrucción  de  Babilonia  y las  dos  batallas  del  Mesías 

En  los  capítulos  17  y 18  del  Apocalipsis  se  describe  la  destrucción 
de  Babilonia  y su  reemplazo  por  una  nueva  sociedad  — el  milenio — 
que  todavía  no  es  la  Nueva  Tierra.  En  la  visión  del  autor  del  Apocalipsis 
se  trata  de  varias  etapas  del  futuro.  Primero  vendrá  la  destrucción  de 
Babilonia,  a la  que  sigue  la  venida  de  una  sociedad  milenaria  en  la  cual 
la  Bestia  está  atada,  y a la  que  recién  sigue  la  venida  de  la  Nueva 
Tierra.  Se  trata  de  dos  etapas  inmanentes  y una  etapa  trascendente  del 
futuro.  Por  tanto,  se  dan  una  serie  de  conflictos.  La  destrucción  de 
Babilonia  es  el  primero,  que  según  el  Apocalipsis  resulta  de  un  conflicto 
interno  de  Babilonia.  A este  primer  conflicto  sigue  un  segundo,  que 
sería  la  primera  batalla  del  Mesías  y del  cual  resulta  la  nueva  sociedad 
del  milenio,  que  no  es  la  Nueva  Tierra,  sino  una  sociedad  con  la  Bestia 
atada.  Recién  a esta  sociedad  milenaria  le  sigue  la  venida  de  la  Nueva 
Tierra  mediante  la  segunda  batalla  del  Mesías. 

El  milenio,  etapa  intermedia  entre  Babilonia  y la  Nueva  Tierra,  es 
completamente  distinto  a la  Nueva  Tierra.  Es  el  reino  mcsiánico,  el 
reino  en  el  cual  la  autoridad  no  es  Bestia,  si  bien  sigue  siendo  autoridad. 
Es  como  la  vuelta  del  paraíso  con  su  árbol  prohibido,  ejerciéndose  esta 
autoridad  por  el  Mesías  justo,  pero  también  implacable.  Gobierna  con 
“cetro  de  hierro”.  No  obstante,  como  el  paraíso,  igualmente  el  milenio 
termina  porque  la  ley,  aunque  Dios  mismo  la  imponga,  no  puede  asegu- 
rar la  vida.  El  milenio  es  una  ley  de  Dios,  que  también  da  muerte. 

Lo  llamativo  es  que  según  el  Apocalipsis,  los  cristianos  no  tienen 
la  iniciativa  en  ninguna  de  estas  etapas. 

Pelearán  contra  el  Cordero,  y el  Cordero  los  vencerá  porque  es  Señor  de 

señores  y rey  de  los  reyes;  yjunto  a el  vencerán  los  suyos...  (Ap.  17. 14). 

En  los  tres  conflictos  mencionados  se  repite  este  esquema,  aunque 
el  primer  conflicto  por  la  destrucción  de  Babilonia  es  visto  de  manera 
diferente  que  los  otros  dos.  Este  primer  conflicto  es  descrito  como  un 


La  conferencia  de  Hayek,  en  la  cual  él  acepta  el  Premio  Nobel,  lleva  el  título:  “la 
pretcnsión  del  conocimiento”.  Es  una  referencia  intencional,  pero  indirecta,  al  árbol 
prohibido  de  la  ciencia  del  bien  y del  mal.  Ilayck  desemboca  en  el  juramento  de  nunca 
más  querer  comer  de  este  árbol.  Es  el  desenlace  nihilista  de  la  iluminación,  que  se 
disuelve  a sí  misma. 


116 


conflicto  de  clases,  y los  otros  dos  como  un  conflicto  entre  el  Cordero 
con  los  suyos  y todos  los  otros. 

El  conflicto  que  resulta  en  la  destrucción  de  Babilonia,  es  un 
conflicto  de  clases  que  deriva  de  una  confrontación  interna  entre  la 
autoridad  y las  clases  dominantes: 

En  cuanto  a los  diez  cuernos,  y a la  misma  Bestia,  cobrarán  odio  a la 
prostituta;  la  arruinarán  hasta  dejarla  desnuda;  comerán  sus  carnes  y la 
consumirán  por  el  fuego.  Dios  se  vale  de  ellos  para  lograr  lo  que  el 
quiere;  con  esta  intención  les  ha  inspirado  que  pongan  sus  fuerzas  al 
servicio  de  la  Bestia,  hasta  que  se  cumplan  las  palabras  de  Dios.  Esa 
mujer  que  has  visto,  es  la  Ciudad  Grande,  la  que  reina  sobre  los  reyes  del 
mundo  entero  (Ap.  17.  15-18). 

Es  la  misma  Bestia,  que  dispone  de  la  autoridad  de  los  reyes,  que 
se  dirige  en  contra  de  Babilonia,  el  imperio  de  todos  los  reyes.  Sin 
embargo,  lo  que  hacen  fue  inspirado  por  Dios,  si  bien  Dios  no  actúa 
directamente.  Pese  a que  se  trata  de  un  conflicto  de  clases,  no  se  origina 
de  ninguna  manera  en  una  lucha  de  clases.  Se  origina  dentro  de  la  clase 
dominada,  y Dios  inspira  su  surgimiento. 

La  destrucción  de  Babilonia  termina  en  la  tristeza  y el  llanto  de  los 
dominadores.  Primero  lloran  los  reyes: 

Llorarán  y gemirán  sobre  ella  los  reyes  de  la  tierra  que  pecaron  con  ella 
y participaron  en  su  lujo...  (Ap.  18.9). 

También  llorarán  los  comerciantes: 

Llorarán  y gemirán  sobre  ella  los  comerciantes  de  la  tierra;  porque  ahora 
nadie  les  compra  las  mercaderías  que  traen  en  sus  barcos;  oro,  plata, 
piedras  preciosas  y perlas,  telas  de  hilo  y de  púrpura,  de  seda  y escarlata; 
maderas  perfumadas,  objetos  de  marfil  y de  maderas  preciosas,  bronce, 
hierro,  mármol;  canela,  perfumes,  mirra  e incienso,  vino  y aceite,  harina 
y trigo,  vacunos  y corderos,  caballos,  carros  y esclavos,  mercadería 
humana  (Ap.  18.11-13). 

También  llorará  todo  un  grupo  que  se  aprovechó  de  la  situa- 
ción: 


Los  pilotos,  los  navegantes  y todos  aquellos  que  trabajan  en  el  mar  se 
detuvieron  a distancia... 

Decían:  “¡Pobre,  pobre!  Ciudad  grande,  su  lujoso  vivir  enriquecía  a 
todos  los  que  tenían  barcos  en  los  mares,  y en  unahoraha  sido  devastada” 

(Ap.  18.  17-19). 

Sin  embargo,  esta  destrucción  no  es  exclusivamente  el  producto 
del  conflicto  interno  de  los  dominadores.  Una  vez  surgido  el  conflicto, 
aparece  otra  acción  destructora.  Y así  como  Dios  había  inspirado  el 


117 


conflicto  interno  de  los  dominadores,  también  aparece  como  el  gran 
inspirador  de  esta  acción  destructora: 

Después  vino  del  ciclo  esta  profecía:  “Pueblo  mío,  sal  de  ella,  aléjate,  no 
sea  que  te  hagas  cómplice  de  sus  pecados,  y tengas  que  sufrir  sus 
castigos.  Porque  sus  pecados  se  han  amontonado  hasta  el  ciclo  y Dios  se 
ha  acordado  de  sus  maldades.  ¡Páguenle  con  la  misma  moneda! 
Caslíguerda  doblemente  por  sus  crímenes,  denle  a beber  el  doble  de  lo 
que  preparó  para  otros.  Qué  sufra  tantos  tormentos  y desdichas  como 
fueron  su  prepotencia  y su  lujo,  porque  decía  para  sí:  ‘Domino  como 
reina,  y no  soy  viuda,  no  conoceré  jamás  el  luto’.  Por  eso,  en  un  solo  día, 
caerán  sobre  ella  sus  plagas:  Muerte,  duelo  y hambre.  Al  fin  será 
quemada,  porque  poderoso  es  el  Señor  Dios  que  la  ha  condenado”  (Ap. 
18.4-8,  énfasis  nuestro). 

Babilonia  recibe  de  vuelta  todas  sus  plagas,  que  se  resumen  en  una 
sola:  muerte: 

Es  que  tus  comerciantes  eran  los  magnates  de  la  tierra  y sus  brujerías  han 
seducido  a las  naciones.  Miren  que  en  esta  ciudad  se  encontró  sangre  de 
profetas  y de  santos;  sí,  la  sangre  de  todos  los  que  fueron  muertos  en  la 
tierra  (Ap.  18.  23-24). 

Y por  encima  de  esta  gran  destrucción,  se  describe  el  canto  en  el 
ciclo. 

¡Aleluya! ...  Sus  juicios  son  verdaderos  y justos.  Así  condenó  a la  famosa 
prostituta  que  corrompía  la  tierra  con  su  inmoralidad,  y le  hizo  pagar  la 
sangre  de  sus  servidores.  Y volvieron  a clamar:  Aleluya.  De  ella  sube 
humo  por  los  siglos  de  los  siglos  (Ap.  19.2-3). 

La  protesta  legítima  en  contra  de  Babilonia  se  ha  transformado  en 
el  odio  más  ciego  frente  a ella.  Todos  los  pasajes  sobre  la  destrucción 
de  Babilonia  reflejan  este  odio  destructor  y absolutamente  irresponsable, 
que  además  es  presentado  como  resultado  del  llamado  de  Dios.  Se  trata 
probablemente  del  primer  llamado  en  nombre  de  la  trasccndcntalidad  a 
la  violencia  sin  frenos,  que  existe  en  la  historia  humana.  La  destrucción 
pura  es  ahora  la  pura  voluntad  de  Dios,  y los  ángeles  en  el  ciclo  se  ríen 
a carcajadas  frente  al  desastre. 

Esta  ceguera  frente  a la  violencia  y el  abierto  llamado  a ella,  prosigue 
en  la  descripción  de  los  conflictos  posteriores  a la  destrucción  de 
Babilonia.  Se  trata  de  las  dos  batallas  del  Mesías,  que  no  se  perciben 
como  enfrentamientos  de  clase,  sino  como  enfrentamientos  entre  el 
Cordero  con  los  suyos  y todos  los  otros. 

En  la  primera  batalla  del  Mesías,  de  la  cual  resulta  el  milenio,  es 
el  Cordero  el  que  conduce  personalmente  el  enfrentamiento.  Este  no 
estalla  insinuado  por  Dios,  sino  directamente  liderado  por  el  Cordero, 
o el  Verbo  de  Dios.  A través  de  este  enfrentamiento  se  invita  a “las 
bodas  del  Cordero  y su  esposa  ya  está  lista”  (Ap.  19.7),  siendo  el 

118 


Cordero  el  Verbo  de  Dios,  “que  en  el  lagar  exprime  el  vino  de  la 
ardiente  cólera  de  Dios,  Señor  del  Universo”  (Ap.  19.15).  Al  lado  del 
Cordero  están  “las  almas  de  aquellos  a quienes  les  cortaron  la  cabeza 
por  haber  sostenido  las  enseñanzas  de  Jesús,  y a causa  de  la  Palabra  de 
Dios  (Ap.  20.  4). 

Derrotada  “la  Bestia  junto  a los  reyes  de  la  tierra  y sus  ejcrcitos”(Ap. 
19.19),  aparece  de  nuevo  el  grito  vengativo  de  una  violencia  ilimitada: 

También  vi  un  ángel  que  estaba  de  pie  en  el  sol.  Gritó  con  voz  potente 
a todas  las  aves  de  rapiña  que  vuelan  en  el  ciclo:  “Vengan  acá,  al 
banquete  que  les  ofrece  Dios.  Vengan  a devorar  carne  de  reyes  y de 
generales  y de  valientes;  vengan  a devorar  al  soldado  y a su  caballo,  a 
hombres  libres  y esclavos,  a pequeños  y grandes”  (Ap.  19.17-18). 

Como  resultado  de  esta  batalla  la  Bestia  es  encadenada  y atada, 
dando  lugar  a la  sociedad  milenaria  a la  cual  el  Apocalipsis  describe 
como  “primera  resurrección”  (Ap.  20.6).  Pero  como  ya  dijimos,  no  es 
todavía  la  Nueva  Tierra  que  resulta  de  la  segunda  resurrección  y es 
efectivamente  la  tierra  transformada. 

La  Nueva  Tierra  es  concebida  como  superación  de  la  propia  sociedad 
milenaria,  que  ata  a la  Bestia  sin  destruirla.  La  Bestia  logra  escapar  y 
se  enfrenta  nuevamente  con  el  Cordero  para  la  última  gran  guerra,  que 
es  la  segunda  batalla  del  Mesías.  Esta  desemboca,  una  vez  más,  tanto 
en  la  venganza  trascendental  como  en  la  solución  paradisíaca. 

Esta  vez  la  Bestia  no  es  atada,  sino  desterrada: 

Entonces  el  diablo,  el  seductor,  fue  arrojado  al  lago  de  fuego  de  azufre, 
donde  ya  estaban  la  Bestia  y el  falso  profeta.  Su  tormento  durará,  día  y 
noche,  por  los  siglos  de  los  siglos  (Ap.  20.10)  24. 

24  La  imaginación  de  un  tormento  eterno  viene  de  la  tradición  romana,  toda  vez  que 
la  tradición  judía  no  la  conoce.  Por  ejemplo,  Cicerón  la  usa  en  sus  discursos  anticatilinarios: 
“Y  tú,  Júpiter  Optimo  Máximo...  a quien  llamamos  protector  de  nuestro  Imperio,  aleja  a 
este  malvado  y a sus  aliados  de  tu  templo  y de  los  demás,  aléjale  de  los  techos  y las 
paredes  de  la  ciudad,  de  la  vida  y las  haciendas  de  todos  los  ciudadanos;  castiga  a los 
enemigos  de  los  buenos,  a los  adversarios  de  la  patria,  a los  saqueadores  de  Italia, 
conjuradas  por  un  pacto  desangre  y una  alianza  infame;  castígalos,  vivos  y muertos,  con 
los  suplicios  eternos ” (Cicerón,  “Discursos  contra  Calilina”,  en:  Cicerón,  EDAF,  Madrid, 
1973,  pág.  394,  énfasis  nuestro). 

“Así  es  que,  para  que  algún  temor  exista  en  esta  vida  para  los  malos,  la  sabiduría  de 
nuestros  antepasados  quiso  dar  a entender  que  se  hallaban  preparados  en  los  infiernos 
suplicios  semejantes  para  castigar  a los  impíos ” ( Ibid .,  pág.  427,  énfasis  nuestro) 

En  el  Apocalipsis  hay  dos  versiones.  En  Ap.  20.10  se  habla  de  un  tormento  eterno, 
mientras  en  Ap.  20.14  el  lago  de  fuego  es  el  lugar  al  cual  es  arrojada  la  misma  muerte. 
En  este  caso  es  desaparición  sin  dejar  rastro,  y no  una  vida  eterna  de  suplicios.  Lo 
segundo  corresponde  también  a lo  que  imagina  San  Pablo.  Lo  primero  es  una  fórmula 
que  ya  aparece  en  Daniel,  y que  probablemente  significa  lo  mismo.  Ver:  Richard,  Pablo: 
“El  pueblo  de  Dios  contra  el  imperio  (Daniel  7 en  su  contexto  literario  e histórico)”,  en: 
Apocalíptica:  esperanza  de  los  pobres.  RIBLA,  No.  7.  DEI,  San  José,  Costa  Rica,  1990. 
No  obstante,  esto  se  presta  para  pasar  a la  concepción  del  infierno  eterno,  tal  como  existía 
en  la  tradición  romana  y como  surge  de  manera  aplastante  en  la  Edad  Media  europea. 


119 


Con  el  diablo  y la  Bestia  van  todos  sus  seguidores: 

La  Muerte  y el  Hades  fueron  arrojados  al  lago  de  fuego  — este  lago  de 
fuego  es  la  muerte  segunda — y el  que  no  se  halló  inscrito  en  el  libro  de 
la  vida  fue  arrojado  al  lago  de  fuego  (Ap.  20.15). 

Pero  a los  cobardes,  a los  renegados,  corrompidos,  asesinos,  impuros, 
hechiceros  e idólatras,  en  una  palabra,  a todos  los  embusteros,  la 
herencia  que  les  corresponde  es  el  lago  de  fuego  y de  azufre,  o sea,  la 
segunda  muerte  (Ap.  21.8). 

Sin  embargo,  los  que  están  inscritos  en  el  Libro  de  la  Vida  entran 
en  la  Nueva  Tierra,  que  es  esta  tierra  sin  la  muerte.  Es  un  punto  de 
llegada  definitivo  del  futuro,  más  allá  tanto  de  Babilonia  como  de  la 
primera  superación  de  Babilonia  por  el  milenio.  Es  Nueva  Tierra  y 
Nuevo  Ciclo  a la  vez. 

Las  imágenes  vistas  del  Apocalipsis,  demuestran  tanto  una  gran 
esperanza  como  una  gran  frustración  de  los  primeros  cristianos.  La 
esperanza  en  la  Nueva  Tierra  la  contraponen  a la  vivencia  desesperada 
de  su  presente,  y se  aferran  a ella.  Pero  a la  vez  no  se  deciden  — y 
probablemente  otra  actitud  no  les  era  históricamente  posible — a ninguna 
praxis  de  cambio.  El  Apocalipsis  refleja  una  total  pasividad  en  relación 
a la  sociedad  que  ellos  sufren,  aunque  elaboran  ya  un  ordenamiento 
especulativo  del  futuro  en  el  cual  una  praxis  podría  tener  lugar,  y que 
es  efectivamente  el  ordenamiento  que  cualquier  praxis  tiene  que  producir: 
la  construcción  de  una  sociedad  milenaria  que  sea  superación  de  la 
Babilonia  de  opresión  que  se  vive,  sin  poder  ser  aún  la  Nueva  Tierra, 
que  solamente  por  un  acto  trascendental  de  Dios  podrá  venir.  A pesar 
de  tener  este  ordenamiento  del  futuro,  no  llegan  a pronunciar  tal  praxis 
de  superación.  La  sustituyen  por  el  espíritu  de  la  venganza  y de  la 
destrucción,  una  especie  de  mística  de  la  muerte  que  es  trascendcntalizada 
en  sus  imágenes  del  infierno  perpetuo,  en  el  cual  la  muerte  vive 
eternamente  de  la  muerte  eterna  de  los  condenados. 

Como  en  su  mayoría  son  esclavos,  dirigen  esta  agresividad  ciega 
tanto  en  contra  de  la  opresión  de  Babilonia  como  de  los  perseguidores 
de  los  cristianos.  No  obstante,  la  agresividad  es  ciega  en  estas  dos 
líneas  y no  llega  a hacerse  efectiva  sino  cuando  el  cristianismo  sube  al 
poder  con  el  emperador  Constantino.  Sin  embargo,  opera  ya  en  los 
primeros  siglos,  en  los  cuales  el  Apocalipsis  es  considerado  la  parte 
central  del  Nuevo  Testamento,  sin  poder  estallar.  Y cuando  poste- 
riormente estalla,  no  lo  hace  en  nombre  de  los  oprimidos  y de  los 
esclavos,  sino  ahora  en  nombre  de  una  nueva  dominación  — que  al  final 
de  la  Edad  Media  llega  a fundar  un  imperio  esclavista  en  America, 
mayor  aún  que  el  imperio  romano — en  contra  de  nuevos  dominados. 
Las  cruzadas  y la  inquisición  llegan  a ser  los  ámbitos  de  esta  agresividad 
cristiana. 


120 


Las  visiones  del  Apocalipsis  sobre  Babilonia  tienen  un  cierto 
paralelo  con  la  percepción  de  la  autoridad  por  parte  de  San  Pablo,  que 
puede  servir  para  arrojar  más  luz  sobre  esta  problemática  de  la 
agresividad  y la  violencia  en  nombre  del  cristianismo.  La  autoridad, 
según  Pablo,  viene  de  Dios  y asegura  el  orden  establecido  de  Dios, 
mientras  en  el  Apocalipsis  esta  misma  autoridad  de  los  reyes  de  la 
tierra  sirve  a la  Bestia,  y actúa  por  tanto  en  contra  del  hombre.  Pero  las 
dos  dimensiones  de  la  autoridad  — asegurar  el  orden  de  Dios  y servir 
a la  Bestia — no  son  incompatibles,  y aparecen  ya  en  el  mismo  Pablo 
cuando  habla  de  las  “fuerzas  sobrenaturales  del  mal”  (Ef.  6.12)  que 
actúan  a la  espalda  de  la  autoridad,  aunque  Pablo  destaque  todavía  más 
bien  la  función  de  la  autoridad  al  asegurar  el  orden. 

Tenemos  por  tanto  en  el  Apocalipsis  una  elaboración  mucho  más 
detallada  de  lo  que  en  Pablo  aparece  como  “fuerzas  sobrenaturales  del 
mal”.  De  hecho,  es  notable  el  gran  paralelismo  entre  la  teología  del 
pecado  de  Pablo  y la  percepción  de  la  Bestia  en  el  Apocalipsis.  La 
Bestia  aparece  como  expresión  social  de  lo  que  es  el  pecado  como 
expresión  subjetiva.  En  Pablo  el  pecado  promueve  la  satisfacción 
destructiva  de  los  impulsos  de  la  carne,  orientándolos  hacia  la  muerte. 
De  manera  parecida  aparece  la  Bestia  en  el  Apocalipsis.  La  autoridad 
está  al  servicio  de  la  Bestia,  que  la  lleva  a promover  la  Babilonia. 
Babilonia,  como  resultado  de  la  autoridad  al  servicio  de  la  Bestia,  vive 
de  la  muerte  y se  emborracha  con  la  sangre.  Su  vino  es  sangre  c idolatría, 
y Dios  le  prepara  el  vino  de  su  cólera  y de  su  indignación.  La  muerte, 
de  la  cual  Babilonia  vive,  son  sus  plagas:  “muerte,  duelo  y hambre”, 
que  caen  sobre  los  oprimidos  de  Babilonia.  Provocando  muerte  y hambre 
a los  oprimidos,  Babilonia  vive. 

En  relación  a la  teología  de  la  ley  de  Pablo,  se  corresponden  varios 
elementos:  pecado  y Bestia,  orientación  de  los  impulsos  de  la  carne 
hacia  la  muerte  y las  plagas  de  Babilonia;  que  son:  “muerte,  duelo  y 
hambre”.  Por  el  lado  del  sujeto,  aparecen  en  una  línea  el  pecado  y la 
orientación  de  los  impulsos  de  la  carne  hacia  la  muerte.  Por  el  lado  de 
la  sociedad,  les  corresponden  la  Bestia  y las  plagas  de  Babilonia.  En  los 
dos  casos  la  muerte  es  vivida.  Por  el  lado  del  sujeto,  el  pecado  vive  por 
la  muerte  del  sujeto.  Por  el  lado  de  la  sociedad,  la  Bestia  vive  de  la 
“muerte,  duelo  y hambre”  de  los  habitantes  de  la  tierra. 

Pero  hay  también  una  diferencia  decisiva.  Como  Pablo  piensa  a 
partir  del  sujeto,  él  no  puede  pensar  en  la  salvación  como  castigo  de 
otros.  La  salvación,  a través  de  la  crucifixión  y la  resurrección,  es  para 
Pablo  la  salida  del  reino  de  la  muerte  y del  pecado,  que  con  la  salvación 
definitiva,  en  la  Nueva  Tierra,  simplemente  desaparecen.  Por  esta  razón, 
Pablo  no  puede  concebir,  y no  concibe,  ningún  infierno  ni  ningún  cas- 
tigo eterno  de  nadie.  En  su  teología  de  la  ley  no  cabe  esto.  El  infierno 
supone  una  vida  eterna  de  la  muerte,  y por  consiguiente  no  habría 
muerto  la  muerte.  Sin  embargo,  todo  el  pensamiento  de  Pablo  gira 
alrededor  de  la  muerte  de  la  muerte.  Para  Pablo,  el  pecado  y la  muerte 


121 


son  fetiches  con  vida  propia,  sacada  de  la  muerte  humana.  Una  vez 
asegurada  la  vida  humana  ya  no  pueden  vivir  en  ella,  y en  consecuencia 
mueren. 

No  obstante,  esto  cambia  en  el  Apocalipsis.  Babilonia  vive  de  la 
muerte  de  los  habitantes  de  la  tierra.  Los  sujetos  en  los  cuales  vive  son 
los  reyes,  los  comerciantes  y los  navegantes.  Sin  embargo,  la  destrucción 
de  Babilonia  no  es  la  liberación  de  estos  sujetos  de  la  Bestia,  sino  la 
destrucción  de  ellos  mismos  con  ella.  Esto  se  repite  en  las  dos  batallas 
del  Mesías.  Aquellos  que  conforman  el  ejercito  de  la  Bestia  no  son 
liberados  de  la  Bestia,  sino  destruidos  con  ella  y entregados  a la  muerte 
eterna.  La  muerte  de  la  Bestia  no  implica  la  vida  de  los  hombres  que 
estaban  dominados  por  ella,  sino  la  muerte  de  esos  hombres  que  ahora 
mueren  eternamente  con  la  Bestia. 

De  hecho,  el  Apocalipsis  no  logra  concebir  la  liberación  de  los 
hombres  de  la  Bestia,  en  un  sentido  análogo  a la  concepción  paulina  de 
una  liberación  del  sujeto  del  pecado  y de  la  muerte.  Más  bien  los 
hombres  se  transforman  en  la  sustancia  de  la  Bestia,  con  el  destino  de 
ser  destruidos  con  ella.  La  Bestia  del  Apocalipsis  desde  un  solo  aspecto 
es  fetiche,  esto  es,  en  cuanto  que  tiene  su  vida  en  la  orientación  de  la 
autoridad  hacia  la  muerte.  Pero,  por  otro  lado,  aparece  como  sustancia 
encamada  en  los  hombres,  con  el  resultado  de  que  la  destrucción  de  la 
Bestia  es  precisamente  la  destrucción  de  los  hombres  que  viven  de  ella. 
Como  la  Bestia  no  tiene  salvación,  estos  hombres  tampoco  la  tienen,  y 
de  la  muerte  eterna  de  ellos,  la  Bestia  obtiene  a la  vez  su  vida  eterna. 

No  obstante,  esto  es  nuevamente  resultado  de  la  falta  de  un  concepto 
de  praxis.  Unicamente  una  praxis  podría  concebir  la  destrucción  de 
Babilonia  en  el  sentido  de  una  reorganización  tal,  que  sea  imposible 
que  la  vida  de  unos  hombres  sea  sólo  posible  por  la  muerte  de  otros. 
Unicamente  tal  praxis  podría  “atar  la  Bestia”  en  el  sentido  de  liberar  a 
tollos  los  hombres  de  esta  dominación.  Pero  esto  presupone  que  la 
Bestia  no  sea  considerada  como  una  sustancia  humana,  cuya  destrucción 
implique  la  destrucción  de  los  hombres  a través  de  los  cuales  la  Bestia 
actúa.  Esto  no  implica  necesariamente  cualquier  renuncia  a la  violencia. 
Sin  embargo,  implica  la  renuncia  a la  violencia  celebrada  del  “¡Págucnlc 
con  la  misma  moneda!”  (Ap.  18.8),  y “. . . caerán  sobre  ella  sus  plagas: 
muerte,  duelo  y hambre”  (Ap.  18.8).  No  podría  ser  nunca  considerada 
sino  como  un  medio,  que  en  lo  posible  hay  que  evitar. 


5.  La  inversión  del  universo  mítico  del  Apocalipsis 

Con  la  Nueva  Tierra  en  el  Apocalipsis  aparece  una  libertad  que  va 
más  allá  de  cualquier  utopía  pensada  anteriormente.  El  reino  mcsiánico 
judío  sigue  siendo  un  reino  con  un  buen  rey,  pero  un  rey  al  fin.  Es  una 
simple  vuelta  al  paraíso.  La  Edad  de  Oro  de  Platón  es  evidentemente 
un  tipo  de  dominación  idealizada.  Todas  estas  utopías  se  refieren  a 


122 


algún  paraíso  con  un  árbol  prohibido,  donde  se  come  del  árbol  de  la 
vida  en  cuanto  que  se  respete  no  comer  del  árbol  del  conocimiento  del 
bien  y del  mal.  En  el  Apocalipsis  aparece  una  utopía  que  va  más  allá 
de  cualquier  árbol  prohibido,  un  paraíso  donde  se  puede  comer  de  todos 
los  árboles. 

Hay  una  confrontación  radical  con  la  autoridad.  Ella  es  Bestia  sin 
más,  su  orden  no  vale,  su  Imperio  es  una  ramera  que  bebe  de  copas  de 
oro  llenas  de  sangre.  En  cuanto  confronta  esta  Bestia  con  su  reino  de 
Dios,  lo  hace  de  un  maniqueísmo  igual  que  el  que  se  aplica  a la  autoridad. 
Le  devuelve  todo.  Y esta  venganza  la  ve  como  el  pasaje  a la  libertad 
prometida  de  la  Nueva  Tierra.  Vinculándose  la  nueva  imagen  de  libertad 
con  esta  visión  maniquea,  se  explica  la  imaginación  de  violencia  que 
produce.  Es  una  violencia  que  devuelve  con  creces  la  violencia  sufrida 
de  parte  de  la  Bestia:  “Castígucnla  doblemente  por  sus  crímenes,  denle 
a beber  el  doble  de  lo  que  preparó  para  otros”  (Ap.  18.8). 

La  nueva  libertad,  libertad  más  allá  de  todas  las  leyes,  de  todos  los 
límites,  desemboca  en  la  imaginación  de  una  violencia  también  más 
allá  de  todos  los  límites.  Al  asumir  una  visión  completamente  maniquea 
del  mundo,  quiere  tratar  este  mundo  también  maniqueamente.  En  el 
Apocalipsis  la  autoridad  no  es  más  que  Bestia,  a la  cual  no  se  le  con- 
cede ninguna  función  que  ella  cumpla  en  la  sociedad.  Esto  distingue  al 
Apocalipsis  de  San  Pablo,  quien  siempre  ve  la  autoridad  en  sus  dos 
dimensiones:  ser,  por  un  lado,  el  poder  del  orden,  y por  tanto  instalada 
por  Dios,  y por  el  otro  lado,  ser  canal  de  “las  fuerzas  sobrenaturales  del 
mal”. 

Si  uno  entiende  esta  libertad  cristiana  infinita,  entonces  entiende 
igualmente  que  esta  libertad  no  es  únicamente  una  promesa,  sino  a la 
vez  una  amenaza.  No  es  solamente  promesa  y esperanza,  sino  también 
peligro.  Ni  el  autor  ni  los  lectores  del  Apocalipsis  son  violentos.  Al 
contrario,  son  sumamente  pacíficos.  No  obstante,  producen  esta  violencia 
en  su  fantasía.  Nunca  van  a llegar  a la  posibilidad  de  ejercerla,  porque 
no  tienen  poder  y no  lo  tendrán.  Por  eso  la  imaginan  como  violencia 
del  propio  Imperio  en  su  guerra  interna,  o del  cordero  desde  arriba,  que 
hace  el  juicio  sobre  los  hombres  y aplica  la  misma  violencia  de  la 
Bestia  en  contra  de  ella.  Ellos  no  participan,  a no  ser  indirectamente. 

No  tienen  tampoco  ninguna  posibilidad  de  cristianizar  el  Imperio. 
Lo  pueden  subvertir,  pero  no  pueden  tomar  el  poder  ni  interpretar  el 
poder.  En  este  sentido  su  violencia  es  inocente,  frente  a una  violencia 
actualizada  que  ellos  sufren  de  parte  del  Imperio.  Este  Imperio  se  espanta 
ante  su  mensaje  de  libertad,  que  lo  amenaza  en  su  raíz.  Por  ende,  los 
persigue.  No  existe  ninguna  mediación. 

Sin  embargo,  a partir  de  esta  libertad  cristiana  sin  límite,  uno  puede 
entender  el  hecho  de  que  aparezca  frente  a este  cristianismo  una 
imaginación  del  mal  que  ha  impregnado  toda  la  cultura  occidental  en 
adelante:  el  mal  como  lo  luciférico.  Se  trata  de  una  imaginación  del  mal 
que  recién  en  el  siglo  XI  se  elabora  dentro  de  una  completa  inversión 


123 


del  universo  mítico  del  Apocalipsis2  5.  Ella  aparece  frente  a esta  libertad 
cristiana.  Lucifer  es  presentado  como  la  personificación  de  esta  libertad, 
vista  exclusivamente  desde  su  lado  potencialmente  destructor.  Este 
Lucifer  pasa  a ser  definitivamente  el  diablo  a partir  de  la  Edad  Media, 
si  bien  es  preparado  ya  desde  muy  temprano  en  el  mismo  cristianismo. 
Lucifer  es  el  mismo  Jesús,  transformado  en  amenaza.  Se  explica  entonces 
que  reciba  el  nombre  Lucifer,  que  es  una  temprana  denominación  de 
Jesús. 

El  cristianismo,  que  cristianiza  el  Imperio,  asume  esta  crítica  y se 
transforma  correspondientemente.  Abandona  el  concepto  de  libertad  de 
este  cristianismo  temprano  y se  impcrializa,  precisamente  para  poder 
cristianizar  al  Imperio.  Y es  que  el  cristianismo  solamente  podía 
cristianizar  el  Imperio,  diabolizando  el  nuevo  concepto  de  libertad  que 
había  traído. 

Aquí  tiene  sus  raíces  la  transformación  de  la  crucifixión  de  Jesús 
en  un  sacrificio,  la  perdida  de  la  teología  de  la  ley  de  Jesús  y San  Pablo, 
y la  rcformulación  de  la  lucha  del  ángel  Miguel  en  contra  de  la  Bestia, 
como  la  refiere  el  Apocalipsis.  Se  hace  invisible  a la  Bestia,  y en  su 
lugar  se  pone  a Lucifer.  El  ángel  Miguel  lucha  ahora  en  contra  de 
Lucifer,  y asume  el  grito  de  la  Bestia:  ¿quien  como  Dios?  Lucifer,  que 
es  la  libertad  vivida  como  amenaza,  en  cambio,  declara  al  hombre  en 
pie  de  igualdad  con  Dios,  es  el  rebelde  en  contra  de  la  autoridad.  El 
ángel  Miguel  se  transforma  en  el  ángel  del  Imperio,  que  lucha  en  contra 
de  Lucifer.  La  soberbia  ya  no  es  de  la  autoridad  que  pide  el  cumplimiento 
de  la  ley,  denunciando  a toda  resistencia  como  levantamiento  en  contra 
de  Dios,  sino  que  vuelve  a ser,  como  siempre  lo  fue  en  la  ideología  del 
Imperio  Romano,  asunto  de  los  que  ejercen  resistencia  frente  al  Imperio. 
Ya  no  es  Júpiter  el  dios  que  defiende  al  Imperio,  sino  que  es  el  ángel 
Miguel  quien  lo  hace,  en  nombre  de  Dios.  La  Bestia  vuelve  a hacer 
todo  lo  que  siempre  hizo,  sólo  que  ahora  lo  hace  para  luchar  contra 
Lucifer.  La  soberbia  es  de  nuevo  lo  que  en  Grecia  y en  Roma  siempre 
fue:  el  querer  ser  como  Dios. 

Transformado  el  mito  del  ángel  Miguel,  sigue  una  completa 
inversión  del  universo  mítico  del  Apocalipsis.  La  Bestia  es  sustituida 
por  Lucifer,  y Lucifer  — junto  con  Jesús — grita  a los  hombres:  todos 
ustedes  son  dioses.  Frente  a el  está  el  ángel  Miguel  con  el  Imperio,  que 
grita:  ¿quien  como  Dios?  Llamando  Bestia  a Lucifer,  el  Imperio  lucha 
en  contra  de  la  Bestia.  El  Imperio  es  ahora  “el  bueno”,  y la  libertad 
cristiana  de  Jesús  y San  Pablo  son  “el  malo”.  El  Imperio  levanta  entonces 
a un  Cristo  Pankrcator,  Señor,  que  lucha  en  contra  de  la  libertad  de 
Jesús,  que  pasa  a ser  el  Lucifer-demonio. 

Desaparece  la  Nueva  Tierra,  y se  prefiere  hablar  del  ciclo.  La 
lectura  del  Apocalipsis  se  hace  sumamente  parcial.  Hay  que 


-5  Anselmo:  “De  casu  diaboli”  (De  la  caída  del  demonio),  en:  Obras  completas  de  San 
Anselmo.  BAC,  Madrid,  1952,  2 lomos.  I,  págs.  607-611. 


124 


rcinterpretarla  por  el  hecho  de  que  es  un  libro  canónico,  y ya  no  se 
puede  quitar  del  Nuevo  Testamento  como  mensaje  cristiano.  Por  tanto, 
se  transforma  su  lectura. 

El  cielo  en  lugar  de  la  Nueva  Tierra,  vuelve  a ser  un  paraíso  con 
árbol  prohibido.  El  paraíso  de  todos  los  imperios,  si  es  que  conciben  un 
paraíso,  no  puede  ser  imaginado  de  otra  manera.  No  obstante,  cuanto 
la  esperanza  es  más  la  del  cielo,  es  menos  terrestre.  Aparece  un  profundo 
dualismo  de  alma  y cuerpo,  que  aborrece  el  cuerpo.  Las  expresiones 
terrestres  y corporales  de  la  descripción  de  la  Nueva  Tierra  son 
interpretadas  ahora  de  manera  “espiritual”.  El  árbol  ya  no  es  árbol,  los 
frutos  ya  no  son  frutos,  los  ríos  no  son  ríos,  la  comida  ya  no  es  comida, 
y la  bebida  ya  no  es  bebida.  Todo  es  símbolo  de  algo,  que  se  llama 
“espiritual” 

La  misma  visión  del  Génesis  se  estrecha.  El  pecado  es  ahora  haber 
violado  la  ley.  El  hombre  piadoso  quiere  volver  a este  paraíso,  y promete 
que  esta  vez  no  comerá  del  árbol  prohibido.  Quiere  volver  al  paraíso, 
pero  sabe  que  el  nuevo  paraíso,  a diferencia  del  primero,  será  “espiritual”. 

La  gran  tentación  será  volver  a comer  del  árbol  de  la  ciencia  del 
bien  y del  mal,  y ponerse  por  encima  de  la  ley.  La  ley  es  Dios,  emana 
de  la  esencia  de  Dios.  La  ciencia  del  bien  y del  mal  sería  el 
discernimiento  de  la  ley  por  el  hombre,  que  trata  a Dios  en  pie  de 
igualdad  27.  Sin  embargo,  esto  sería  soberbia,  hibris,  querer  ser  como 
Dios,  el  pecado  de  la  serpiente,  que  es  Lucifer. 

Lo  que  concluye  esta  teología  de  la  Bestia  es  que  hay  que  obrar  la 
maldad,  justamente  para  que  la  maldad  desaparezca  del  mundo,  sin 
ningún  criterio  de  mediación.  La  negación  de  Lucifer,  de  la  anticipación 
del  reino  de  Dios  en  la  tierra,  desemboca  en  la  anticipación  del  infierno 
en  la  tierra.  Es  el:  viva  la  muerte  de  la  esperanza. 

Todos  los  sueños  de  la  humanidad  están  ahora  en  el  infierno,  del 
cual  se  debe  huir  y en  contra  del  cual  se  debe  luchar. 


II.  ¿Es  culpable  la  víctima? 

Hay  una  forma  en  la  que  es  contada  el  sacrificio  de  Isaac  por  parte 
de  Abraham,  en  la  cual  es  plenamente  costituida  la  culpabilidad  de  la 
víctima.  Se  trata  de  una  forma  desarrollada  por  judíos  perseguidos  en 
la  Edad  Media  alemana,  ellos  mismos  víctimas,  que  sobreviven  como 
judíos  precisamente  culpándose. 

Según  esta  leyenda,  Abraham  subió  al  cerro  junto  con  su  hijo 
Isaac,  para  sacrificarlo  conforme  a la  ley  de  Dios,  pasa  por  el  camino 

26  Ver  Lang,  Bcmhard-McDannel,  Colleen:  Der  llimmel.  Eine  Kullurgeschichte  des 
ewigen  Lebens  (El  cielo.  Una  historia  cultural  de  la  vida  eterna).  Suhrkamp,  Frankfurt  a / 
M,  1990. 

27  Anselmo  dice:  “no  conviene  que  se  hayen  con  Dios  como  un  igual  con  otro  igual”. 


125 


el  demonio  y le  dice:  “Jamás  Dios  ofenderá  a un  hombre  de  una  manera 
tal  que  le  diga:  anda  y mala  a tu  hijo”.  Abraham  lo  rechaza. 

Pero  Satanas  volvió  y esta  vez  se  apareció  a Isaac  como  un  adolescente 
bello  de  figura  y de  cara.  Le  dijo:  “Te  habrás  dado  cuenta  que  tu  padre, 
v iejo  e insensato,  te  quiere  matar  hoy  por  nada.  Hijo  mío,  no  le  hagas  caso 
y no  te  sometas,  porque  el  viejo  no  entiende”. 

..Abraham  replicó:  “Cuídate  de  él,  hijo  mío;  el  es  Satanás,  quien  nos 
quiere  alejar  de  los  mandamientos  del  Señor”.  Y Abraham  regañó  a 
Satanás,  y éste  se  corrió. 

“Al  tercer  día  Abraham  levantó  sus  ojos  y vio  desde  lejos  el  lugar  que 
Dios  le  había  señalado;  por  encima  había  una  columna  de  fuego  que 
llegaba  de  la  tierra  hasta  el  ciclo  y una  nube  estaba  que  sobre  el  cerro 
encubrió  la  magnificencia  de  Dios...  Abraham  se  dio  cuenta  de  que  a 
Dios  le  agradaba  su  hijo  Isaac  como  holocausto. 

Cuando  Isaac  pregunta  dónde  está  el  animal  para  el  sacrificio, 
Abraham  le  contesta: 

“Mi  hijo,  el  Señor  te  ha  escogido  para  que  tú  seas  el  sacrificio  inocente 
en  lugar  del  cordero”.  Isaac  expresó:  “lodo  lo  que  el  Señor  ordenó  lo  voy 
a hacer  con  alegría  y valentía”.  Y Abraham  siguió  diciendo:  “mi  hijo, 
confiesa  abiertamente  si  no  hay  en  tu  corazón  algún  pensamiento  en 
contra  de  esta  orden  y si  tú  no  tratas  de  encontrar  alguna  salida”.  Isaac 
contestó  a su  padre  Abraham  y dijo:  “por  el  Dios  vivo...  ninguna  pierna 
de  mis  piernas,  ninguna  parte  de  mi  carne  tiembla  delante  de  esta  palabra, 
no  tengo  ningún  mal  pensamiento,  mi  corazón  es  alegre  y valiente  y 
quisiera  decir:  alabado  el  Señor  que  hoy  me  escogió  a mí  como 
holocausto”. 

Abraham  se  alegró  mucho  de  estas  palabras  de  Isaac...  Isaac  indicó  a su 
padre:  “amárrame  firmemente,  padre,  y encadéname  y después  ponme 
en  el  altar  para  que  no  me  mueva  y no  me  safe  cuando  el  cuchillo  entre 
enmi  carne  y para  que  no  blasfeme  al  altar  del  holocausto...  rápido  padre, 
apúrate  y realiza  en  mí  la  voluntad  del  Señor,  nuestro  Dios”.  Los 
corazones  de  Abraham  c Isaac  se  alegraban:  el  ojo  lloraba  amargamente, 
pero  el  corazón  estaba  alegre... 

Luego  de  que  Dios  impidiera  el  sacrificio  y Abraham  sacrificara  a un 
animal  en  lugar  de  su  hijo,  regó  el  altar  con  la  sangre  del  cordero  y 
manifestó:  “esto  es  por  mi  hijo,  esta  sangre  sea  aceptada  por  el  Señor 
como  si  fuera  la  sangre  de  mi  hijo”  28. 


28  Micha  Josef  bin  Gorion:  Sagen  der  Juden  zur  Bibel  (Leyendas  judías  sobre  la  Biblia). 
Inscl,  Frankfurt  /M,  1980,  págs.  117-121.  Esta  leyenda  ciertamente  no  refleja  toda  la 
tradición  judía.  En  el  Talmud,  en  toda  la  tradición  rabínica  y de  los  maestros  chasidicos, 
hay  una  línea  contraria  de  afirmación  del  hombre  y de  su  libertad  frente  a la  autoridad, 
e incluso  frente  a Dios.  Ver:  Fromm,  Erich:  You  shall  be  as  Gods  (Seréis  como  Dios.  Una 
interpretación  radical  del  Antiguo  Testamento  y de  su  tradición),1966.  La  cercanía  de 
esta  tradición  con  la  teología  de  liberación  en  América  Latina  es  sorprendente. 


126 


Esta  leyenda  de  los  judíos  alemanes  es  probablemente  de  la  Edad 
Media.  Sin  embargo,  de  esta  manera  se  cuenta  la  historia  de  este  sacrificio 
desde  el  tiempo  posterior  a la  derrota  de  la  rebelión  de  los  macabcos 
(Judas  Mababco  cae  en  el  160  a.  C.)  Muchas  veces  se  cuenta  de  forma 
más  extrema  todavía.  En  este  caso  Abraham  efectivamente  sacrifica  a 
Isaac,  y ningún  ángel  intercede  2 9. 

Al  ser  perseguidos,  estos  judíos  se  identifican  con  este  Isaac.  Son 
sacrificados  por  la  voluntad  de  Dios,  y la  razón  es  la  culpa  que  tienen 
frente  a Dios  30,  Por  ende,  se  declaran  víctimas  culpables.  Esto  se 
mantiene  a través  de  todas  la  persecuciones  de  los  imperios  griego, 
romano  y el  cristiano  de  la  Edad  Media,  hasta  la  emancipación  judía  a 
finales  del  siglo  XIX. 

Con  eso  no  dan  la  razón  al  Imperio.  El  Imperio  es  usado  por  la 
mano  de  Dios,  que  los  castiga.  Después  tiene  que  caer.  No  es  un  servidor 
de  Dios,  sino  su  adversario,  que,  luchando  en  contra  de  Dios,  es  castigo 
de  Dios.  Este  lo  usa  para  desecharlo  después. 

Estos  judíos  se  encuentran  en  una  encrucijada.  Si  la  persecución 
del  Imperio  es  injusta,  ¿por  qué  Dios  no  los  proteje?  La  respuesta  es: 
Dios  usa  el  Imperio  con  su  injusticia  para  castigar  su  pecado.  Por  otro 
lado,  el  imperio  es  tan  atroz  y tan  poderoso,  que  perciben  la  imposibilidad 
de  defenderse.  Cuanto  más  lo  intentan,  peor  se  vuelve  su  situación.  De 
eso  deducen  que  Dios  no  quiere  su  liberación  todavía.  No  se  deben 
levantar.  La  experiencia  de  las  rebeliones  judías  de  los  macabcos,  de  la 
guerra  judía  del  69-70  y de  Bar  Kosiba  (Bar  Kochba  = hijo  de  la 
estrella)  132  - 135,  es  esta  imposibilidad. 

Se  enfrentan,  por  una  parte,  con  la  injusticia  del  Imperio,  por  la 
cual  son  castigados  por  Dios.  Por  la  otra,  toman  la  persecución  como 
castigo  justo  de  Dios,  y,  por  tanto,  consideran  cualquier  rebelión  frente 
a este  castigo  como  un  rechazo  de  Dios  y como  un  pecado  en  contra 
de  él.  Están  cercados,  aunque  fue  Dios  quien  los  cercó. 

Así  se  explica  el  hecho  de  que  en  la  historia  del  sacrificio  de  Isaac, 
tal  como  la  hemos  citado,  aparezca  la  tentación  del  demonio.  El  demonio 
le  dice  a Abraham  que  Dios  jamás  daría  la  orden  de  sacrificar  a su 
propio  hijo  Isaac.  A éste  le  dice  que  su  padre  Abraham  es  un  insensato, 
y que  por  ello  tiene  que  resistírsele. 

29  Ver  Zuidcma,  Willem  (Ilg.):  Isaak  wird  wieder  geopfert.  Die  'Dindung  / saaks ' ais 
Symbol  des  Leidens  Israels.  Versuche  einer  Deuiung  (Isaac  es  sacrificado  oirá  vez.  El 
“amarramiento  de  Isaac”  como  símbolo  del  sufrimiento  de  Israel.  Un  intcnlo  de 
interpretación).  Neukirchcncr,  Neukirchen-Vluyn,  1987. 

30  Una  oración  de  la  Edad  Media  lo  refiere  así:  “La  sangre  de  los  justos  sea  nuestro 
mérito  y nuestra  satisfacción,  para  nosotros,  para  nuestros  hijos  y para  nuestros  nietos  en 
toda  la  eternidad,  como  el  sacrificio  de  Abraham,  quien  encadenó  a su  hijo  Isaac  al  altar 
para  el  sacrificio.  Que  los  puros,  estos  perfectos  y justos,  sean  nuestros  intercesores 
delante  del  Dios  eterno  y que  nos  libere  pronto  de  nuestro  cautiverio...  Amén”.  Poliakov, 
Léon:  Geschichle  des  Antisemitismos.  Worms,  1979.  I.  Von  der  Antike  bis  zu  den 
Krcuzzügen.  I,S,81. 


127 


1.  La  voz  de  Lucifer 


A primera  vista  es  completamente  incomprensible  por  qué  razón 
esta  voz  es  la  del  demonio.  Es  la  voz  de  Dios  de  toda  la  historia  judía. 
Es  a la  vez  una  voz  sensata.  ¿Quien  no  diría  eso  a un  padre  que  sale 
a sacrificar  a su  propio  hijo,  o a un  hijo  que  acepta  tal  sacrificio? 

Sin  embargo,  los  judíos  que  cuentan  esta  historia  del  sacrificio  de 
Isaac,  de  ninguna  manera  han  vuelto  a la  sacrificialidad  arcaica. 
Aceptando  el  sacrificio  salvan  su  fe,  y con  ella  su  posibilidad  de 
sobrevivir  como  pueblo.  Su  sentido  de  culpabilidad  los  salva  a pesar  de 
las  persecuciones  feroces.  No  obstante,  transforman  su  fe  en  su  contrario: 
la  voz  de  Dios  de  su  tradición  de  fe  la  transforman  en  voz  del  demonio. 

Esta  voz  de  Dios,  transformada  en  voz  del  demonio,  es  el  Lucifer 
de  la  tradición  judía  ^ 1 . La  fe  no  puede  subsistir  sin  crear  este  Lucifer, 
sólo  que  ahora  es  una  fe  convertida  en  su  contrario.  Por  eso  no  es  una 
vuelta  a la  sacrificialidad  arcaica.  Esta  no  conoce  la  problemática 
lucifcrica.  Tampoco  la  conoce  la  tradición  greco-romana.  Ellas  no  se 
sienten  tentadas  por  la  voz  de  Dios,  porque  no  escuchan  ninguna  voz 
de  Dios.  La  tienen  aplastada.  La  fe  judía  sigue  viviendo  con  este  Lu- 
cifer, y puede  en  cualquier  momento  rctransformarlo  de  su  voz 
demoníaca  en  voz  de  Dios.  Además,  la  tradición  rabínica  lo  hace 
constantemente.  No  desaparece  esta  posibilidad  de  devolver  la  verdad 
a las  manos  de  Lucifer. 

Sin  embargo,  esta  solución  judía  es  diferente  de  la  del  cristianismo 
temprano.  También  este  se  encuentra  frente  a un  Imperio  invencible, 
por  el  cual  es  perseguido.  Pero  no  interpreta  la  ferocidad  del  Imperio 
como  castigo  de  Dios  por  sus  pecados.  Y es  que  este  cristianismo  se 
siente  sin  pecado,  porque  los  pecados  han  sido  perdonados.  Luego,  no 
considera  que  en  la  persecución  actúa  la  mano  de  Dios.  Al  contrario, 
son  las  fuerzas  del  mal  que  todavía  tienen  poder,  pero  que  ya  han 
perdido.  El  ángel  Miguel  del  Apocalipsis  le  dice  al  Imperio:  “¡Cayó 
nuestro  acusador!”  No  existe  ya  más  ningún  pecado  por  castigar.  No 
sienten  que  la  persecución  corresponde  a culpa  alguna,  sino  que  es 
producto  de  un  Imperio  que  es  Bestia.  Esperan  que  Dios  lo  destruya. 
Por  eso,  no  tienen  ningún  Lucifer  que  sea  Dios  y demonio  a la  vez.  Al 
contrario,  para  ellos  Lucifer  es  el  nombre  de  Jesús.  Ellos  son  luciferes, 
y en  la  voz  de  su  Lucifer  solamente  se  halla  la  voz  de  Dios.  Son 
víctimas  que  no  se  consideran  culpables.  Como  sus  pecados  han  sido 
perdonados,  no  tienen  pecado,  y en  consecuencia  no  tienen  la  posibilidad 
de  interpretar  la  persecución  como  castigo.  Son  testigos  de  Dios,  y lo 
son  también  cuando  mueren. 

Si  expresamos  su  fe  en  términos  del  sacrificio  de  Isaac,  su  visión 
es  la  de  Jesús:  “Abraham  no  mató,  ustedes  quieren  matarme”.  Si  contaran 

31  Es  necesario  insistir  en  que  no  usan  jamás  la  palabra  Lucifer  para  describir  el  fenómeno. 
Este  uso  del  nombre  Lucifer  es  muy  posterior. 


128 


la  historia  de  Abraham  e Isaac,  a Abraham,  que  sube  al  cerro  para 
sacrificar  a su  hijo,  no  se  le  aparecería  el  demonio,  sino  el  ángel  de 
Dios  para  decirle  exactamente  lo  mismo  que  en  la  historia  arriba  citada 
dice  el  demonio.  Abraham  e Isaac  escuchan  la  voz  y creen  que  es  de 
Dios.  Descubren  al  Dios  en  cuya  fe  Abraham  no  debe  jamás  sacrificar 
a Isaac,  y por  tanto  vuelven  cantando  juntos  del  cerro.  Se  han  convertido. 
La  figura  ambigua  de  Lucifer  no  aparece,  porque  se  ha  hecho  lo  que 
Lucifer  insinuaría  como  tentación  demoníaca. 

No  puede  haber  duda  de  que  la  historia  citada  arriba,  es  una  inversión 
de  esta  otra.  Como  no  es  posible  pronunciar  esta  fe,  se  la  invierte.  El 
demonio  de  la  primera  historia  demuestra  que  toda  la  historia  es  una 
inversión  de  esta  otra,  en  la  cual  el  ángel  de  Dios  insinúa  la  fe. 

Sin  embargo,  el  cristianismo  tampoco  perseveró  en  esta  fe.  Las 
persecuciones  del  Imperio  no  lo  dejan  emerger  y lo  amenazan  en  su 
existencia.  Además,  el  cristianismo  tiende,  en  el  caso  de  ganar,  a destruir 
el  Imperio  sin  poder  poner  nada  en  su  lugar.  Cuando  la  esperanza  de 
una  pronta  vuelta  de  Jesús  se  desvanece,  eso  le  quita  sentido  a esta  fe. 

El  Imperio  Romano,  en  cambio,  interpreta  al  cristianismo  como 
voz  del  demonio.  Aprende  a creer  en  un  demonio  precisamente  en  su 
persecución  del  cristianismo.  Es  ahora  un  demonio,  que  habla  con  la 
voz  de  Dios  y se  transforma  en  Lucifer.  Aparece  así  un  Lucifer  en  la 
tradición  del  Imperio  Romano  que  lo  persigue.  La  cristianización  del 
Imperio  es  aquel  paso  a través  del  cual,  para  el  propio  cristianismo,  la 
voz  de  Jesús  es  transformada  en  tentación  demoníaca. 

Aparece  entonces  en  la  misma  tradición  cristiana  un  Dios-Padre 
que  sacrifica  a su  hijo  Jesús.  Si  ahora  se  contara  la  historia  de  Abraham, 
también  en  esta  pasaría  el  demonio  frente  al  dios-Abraham  para  decirle: 
tú,  como  Dios  del  amor,  no  puedes  hacer  eso.  Y a Jesús,  1c  diría:  este 
Dios  es  insensato,  no  te  sometas.  Es  la  enseñanza  de  Jesús,  transformada 
en  voz  del  demonio.  No  obstante,  el  cristianismo  crea  un  Dios-Padre 
que  resiste  a la  tentación  de  este  Lucifer.  Este  Dios  sacrifica  a su  hijo. 

En  los  siglos  III  y IV  surge  la  ideología  de  la  fe  cristiana  que  será 
elaborada  y sistematizada  en  los  siglos  XI  y XII  de  la  Edad  Media,  para 
ser  el  cristianismo  ortodoxo  del  último  milenio.  Dios-Padre  sacrifica  a 
su  hijo,  luchando  en  contra  de  Lucifer  que  ahora  es  el  demonio  en  el 
infierno.  Escuchar  a Lucifer,  que  exige  que  no  haya  sacrificios,  es  su 
tentación,  y cuanto  más  radicalmente  resiste,  más  radicalmente  sacrifica. 

De  esta  manera,  de  Lucifer  nace  el  Imperio  moderno  y se  mueve 
hasta  hoy  en  sus  categorías.  Dios-Padre  es  el  Dios  del  Imperio,  que 
lleva  a cabo  el  sacrificio  frente  a todo  lo  que  sea  luciférico.  Pero  toda 
resistencia  al  Imperio  es  luciférica.  Por  tanto,  en  Lucifer  persigue 
univcrsalmcnte  toda  resistencia  al  Imperio. 

Esta  solución  cristiana  sigue  siendo  diferente  de  la  judía.  La  solución 
judía  crea  un  Lucifer  que  hace  capaces  á los  judíos  de  sobrevivir  a las 
persecuciones,  por  lo  menos  si  se  supone  que  una  eventual  resistencia 
de  éstos  habría  tenido  consecuencias  todavía  peores.  Sin  embargo,  la 


solución  cristiana  hace  incapaces  a los  cristianos  de  aceptar  posibles 
persecuciones.  Ellos  se  transforman  en  sacrificadorcs.  Resistiendo  a la 
tentación  luciférica,  ellos  sacrifican.  Los  judíos,  en  cambio,  al  resistir 
a la  tentación  lucifcrica  se  dejan  sacrificar.  Los  cristianos,  por 
consiguiente,  sacrifican  a los  judíos  en  nombre  de  evitar  así  caer  en  su 
tentación  lucifcrica,  que  es  una  tentación  nacida  en  la  tradición  judía, 
siendo  Jesús  un  judío.  Se  trata  de  la  tentación  cristiana  de  no  matar  a 
los  judíos,  a la  cual  los  cristianos  resisten  con  éxito.  No  obstante, 
persiguen  a los  judíos  que  logran  sobrevivir  precisamente  porque  temen 
a este  mismo  Lucifer,  es  decir,  que  temen  caer  en  la  tentación  lucifcrica 
de  resistir  a ser  matados.  El  Lucifer  cristiano  habla  con  la  misma  voz 
que  el  Lucifer  judío,  sólo  que  desde  el  lado  contrario. 

Tiene  dos  caras  complementarias.  Por  un  lado,  las  comunidades 
judías  sojuzgadas  desarrollan  una  cultura  de  la  desesperanza  que  llega 
hasta  el  suicidio  colectivo  frente  a situaciones  sin  ninguna  salida.  Los 
judíos  se  interpretan  a sí  mismos  como  el  Isaac  cuyo  sacrificio  Dios 
quiere  para  comprobar  su  fe  o como  castigo  de  sus  pecados.  A esta 
cultura  de  la  desesperanza  el  cristianismo  no  contrapone  una  cultura 
cristiana  de  la  esperanza,  sino  una  cultura  de  la  agresión  y de  la 
dominación.  Los  cristianos  se  sienten  también  como  descendientes  de 
la  fe  de  Abraham,  pero  bajo  una  nueva  ley,  que  es  la  Ley  de  Dios 
llevada  por  Cristo.  Son  soldados  de  Cristo  que  luchan  contra  los 
sublevados  en  contra  de  esta  Ley  de  Dios. 

Según  los  cristianos,  los  judíos,  al  crucificar  a Cristo,  rechazaron 
la  Ley  de  Dios  que  Cristo  traía.  Esta  Ley  de  Dios  es  ahora  una  ley 
absoluta,  cuyo  cumplimiento  salva  y vivifica  mediante  su  simple 
observancia.  En  cuanto  los  judíos  no  se  convierten,  son  sublevados, 
rebeldes,  violadores  de  la  Ley  de  Dios.  Como  tales,  son  perseguidos 
por  los  cristianos.  Y como  Satanás  es  el  violador  por  excelencia  de  la 
ley  y el  pecado  la  violación  de  ésta,  la  sinagoga  es  considerada  sinagoga 
de  Satanás  32.  Ellos  son  tratados  entonces  como  hijos  del  diablo  en 
este  mundo,  como  síntesis  de  todos  los  violadores  de  la  ley.  El  pecado 
judío  se  transforma  en  el  pecado  de  los  pecados.  Toda  sublevación, 
toda  rebelión,  es  considerada  pecado  judío.  Hasta  Calvino  imputa  a los 
campesinos  alemanes  sublevados  del  siglo  XVI  una  “locura  judaica”,  lo 
que  es  precisamente  el  tal  llamado  pecado  de  los  judíos  33.  En  nombre 
de  la  Ley  de  Dios,  que  es  la  ley  fundamental  del  Imperio  Cristiano  de 
la  Edad  Media,  es  legitimada  la  dominación  del  Imperio  frente  a todos 
los  que  no  le  están  sometidos.  Sin  embargo,  el  denominador  común  de 
todos  ellos  son  los  judíos,  crucificadores  de  Cristo  en  razón  de  su 

32  En  un  sentido  que  el  autor  del  Apocalipsis,  que  por  primera  vez  usó  esta  expresión, 
difícilmente  le  puede  haber  dado. 

33  Calvino  sostiene  que  “es  una  locura  judaica  buscar  y encerrar  el  reino  de  Cristo  debajo 
de  los  elementos  de  este  mundo”,  ver:  Calvino,  Juan:  Instilación  de  la  religión  cristiana. 
Según  la  edición  de  Cipriano  de  Valcra  de  1597,  que  traduce  la  edición  de  1559.  Fundación 
Editorial  de  Literatura  Reformada,  Rijswijk,  1967.  Libro  cuarto,  cap.  XX,  11,1168. 


130 


rechazo  de  la  Ley  de  Dios  y de  su  egoísmo  y ansia  de  poder,  que  no 
les  permitieron  reconocer  a Cristo. 

Este  Cristo  es  interpretado  como  Isaac,  sacrificado  por  su  padre 
Dios-Padrc-Abraham.  Era  necesario  sacrificarlo,  porque  los  hombres  se 
sublevaron  en  contra  de  la  Ley  de  Dios  y,  por  tanto,  pecaron.  La 
crucifixión  es  este  crimen  en  su  estado  máximo.  No  obstante,  al  realizar 
Dios  mismo  este  sacrificio,  es  a la  vez  la  salvación  de  este  pecado,  a 
condición  de  que  el  hombre  se  someta  a esta  Ley  de  Dios.  En  este  caso, 
el  sacrificio  del  Isaac-Cristo  es  salvífico,  y el  mismo  Dios-Padrc- 
Abraham  lo  pide.  Sin  embargo,  para  aquel  que  no  se  somete  a la  Ley 
de  Dios  es  la  condenación,  por  cuanto  carga  con  el  crimen  de  haber 
matado  al  Dios  Cristo.  Todos  los  levantados  en  contra  de  la  Ley  de 
Dios  cargan  con  este  crimen,  aunque  los  judíos  en  el  grado  máximo  y 
prototípicamcnte.  Lo  que  es  crimen  para  unos,  es  salvación  para  otros. 

Por  eso,  cuando  los  cristianos  persiguen  a los  judíos  no  consideran 
a estos  como  Isaac,  considerándose  a sí  mismos  como  Abraham. 
Consideran  que  Isaac-Cristo  ya  ha  sido  sacrificado  para  establecer  la 
Ley  de  Dios,  y que  los  judíos  rechazan  reconocerlo.  Luego,  tienen  que 
perseguirlos  para  no  traicionar  a Cristo.  No  perseguirlos,  es  para  ellos 
una  tentación  diabólica.  Por  razones  morales  tienen  que  hacerlo,  y la 
moral  les  prohíbe  no  perseguirlos.  Aparece  de  este  modo  el  genocidio 
por  razones  morales.  Se  trata  del  genocidio  que  no  se  puede  dejar  de 
cometer,  precisamente  por  tener  moral. 

Donde  el  Imperio  encuentre  resistencia,  ejercerá  su  dominación  en 
nombre  de  la  Ley  de  Dios  para  castigar  a aquellos  levantados  en  contra 
de  esta  ley.  Trátese  de  lo  que  se  trate,  los  levantados  cometen  siempre 
el  “pecado  de  los  judíos”,  y con  ellos  son  perseguidos  los  judíos.  Se 
origina  así  un  verdadero  contubernio  de  cristianos  y judíos.  Los  judíos 
se  dejan  sacrificar,  identificándose  con  el  Isaac  sacrificado  por  Abraham. 
Los  cristianos  los  matan,  identificándose  con  el  Isaac-Cristo,  matado  y 
desconocido  por  los  judíos,  a los  cuales  tienen  que  matar  para  que  el 
sacrificio  de  este  Isaac-Cristo  sea  salvífico  para  todos.  Resulta  pues  una 
disposición  judía  infinita  a dejarse  sacrificar,  y una  disposición  cristiana 
igualmente  infinita  a sacrificar  34. 

Con  eso,  el  Imperio  cristiano  tiene  un  mecanismo  infalible  para 
establecer  la  culpa  tic  sus  víctimas  y la  divinidad  c inocencia  de  los 

3*  Esta  situación  perdura  hasta  la  Segunda  Guerra  Mundial  y el  holocausto  de  los  judíos 
por  el  régimen  nazi.  El  levantamiento  del  ghetto  de  Varsovia  es  el  primer  rechazo  consciente 
de  esta  tradición  de  autosacrificio  de  parte  de  la  comunidad  judía.  Con  la  fundación  del 
Estado  de  Israel  viene  la  reivindicación  del  derecho  a no  ser  sacrificados,  en  nombre  del 
empowermenl.  Pero,  aparece  además  el  problema  de  pasar  a la  cultura  de  la  agresión  y 
de  la  dominación,  abandonando  su  tradicional  cultura  de  la  desesperanza.  Esto  es  más 
fácil  por  el  hecho  de  que  la  cultura  cristiana  de  la  agresión  se  ha  secularizado  ya,  y 
sobrevive  ahora  en  esta  forma  secularizada  en  la  sociedad  burguesa  y,  de  hecho,  en  toda 
la  cultura  occidental.  Ver  Eilis,  Marc  II.:  Hacia  una  teología  judía  de  la  liberación.  DEI, 
San  José,  1988. 


131 


victimarios.  Las  víctimas  son  victimadas  porque  han  escuchado  la  voz 
de  Lucifer,  y por  ende  merecen  el  castigo.  Los  perseguidores  se  sienten 
sin  culpa.  Persiguen  a culpables,  y por  perseguirlos,  se  les  perdona 
todas  sus  culpas  a ellos,  los  perseguidores.  La  sangre  de  las  víctimas  es 
sangre  redentora  para  el  victimario.  Es  sangre  de  Dios  que  lava  de 
culpa  de  los  victimarios,  no  de  las  víctimas  55.  El  Imperio  es  la  mano 
de  Dios.  Los  judíos,  en  cambio,  declararon  culpable  a la  víctima,  siendo 
ellos  la  víctima.  Pero  declararon  culpable  al  victimario  también.  Los 
cristianos  declararon  culpable  a la  víctima,  y divinizaron  al  victimario. 
Lo  que  resulta  de  esto  es  una  cultura  de  la  agresión  y de  la  dominación. 

Esto  implica  una  inversión  completa.  En  la  visión  del  cristianismo 
conservador  medieval,  la  víctima  no  es  únicamente  víctima  culpable, 
sino  que  en  verdad  es  el  victimario.  Cuando  el  judío  es  la  víctima,  el 
perseguidor  cristiano  lo  declara  un  victimario  al  cual  hay  que  combatir. 
Por  eso  es  clave  el  reproche  que  se  hace  a los  judíos:  haber  crucificado 
a Cristo,  haber  cometido  el  asesinato  de  Dios.  A la  luz  de  este  reproche, 
quienes  resultan  ser  apenas  aparentemente  víctimas,  son  en  esencia 
victimarios.  Victimarios  de  Cristo,  a los  cuales  combate  la  víctima,  que 
es  el  cristiano  perseguidor.  Es  decir,  el  perseguidor  no  es  simplemente 
el  victimario  divinizado  e inocente,  sino  la  víctima  que  loma  venganza 
en  contra  de  su  victimario.  En  consecuencia,  aparece  una  persecución 
en  la  cual  se  proyecta  en  la  víctima  el  ser  victimario,  y en  el  victimario 
se  proyecta  el  ser  víctima.  La  víctima  real  es  considerada  rebelde,  asesina 
de  Dios  y,  por  tanto,  victimaría,  en  tanto  que  el  victimario  real  es 
considerado  como  la  víctima  o el  defensor  de  la  víctima  en  contra  de 
los  asesinos  de  Dios.  Se  origina  entonces  un  mundo  en  el  cual  todo 
parece  ser  contrario  de  lo  que  es.  La  víctima  pasa  a ser  el  victimario, 
y el  victimario  es  la  víctima.  La  guerra  es  paz,  y la  paz  es  guerra.  El 
amor  es  odio,  y el  odio  es  amor.  La  Bestia  es  Dios,  y Dios  es  la  Bestia. 
El  ciclo  es  el  infierno,  el  infierno  es  el  ciclo. 


2.  La  Ley  de  Dios  de  la  Edad  Media  cristiana 

Esta  Ley  de  Dios  en  nombre  de  la  cual  el  Imperio  Cristiano  legitima 
su  dominación,  no  es  un  conjunto  de  normas  sino  un  principio  para 
derivar  normas.  Es  más  bien  una  inversión  de  la  realidad  inmediata  a 
partir  de  la  cual  lo  real  significa  lo  contrario  de  lo  que  es.  Esto  se  ve 
claramente  en  las  cruzadas  que  se  organizan  para  la  conquista  del 
Cercano  Oriente.  Los  cruzados  que  irrumpen  en  el  Medio  Oriente,  y 


35  “Por  su  parte  el  provicario  castrense  monseñor  Victorio  Bonamín  exaltó  la  dignidad 
humana  en  la  lección  de  Cristo  en  la  cruz  y dijo  que  ‘le  están  dando  nuestros  soldados 
cauce  al  tonente  de  la  sangre  de  Dios  para  que  se  lave  el  odio  de  los  que  detestan  la  paz, 
el  sosiego,  el  progreso  de  esta  nación”.  Excelsior.  San  José,  Costa  Rica,  10.1V.77.  Según 
cable  de  la  Agencia  AP. 


132 


especialmente  en  Palestina,  realizan,  desde  su  óptica,  una  guerra  justa 
de  defensa.  Los  árabes  que  se  defienden,  realizan,  desde  esa  misma 
óptica  cristiana,  una  guerra  de  agresión  que  es  injusta.  Los  cruzados  se 
sienten  como  las  tropas  de  Estados  Unidos  (EÜA)  en  Vietnam.  Los 
invasores  estadounidenses,  según  su  óptica,  hacen  una  guerra  justa  y de 
defensa.  Los  vietnamitas,  que  defienden  a su  país,  hacen,  desde  la 
óptica  estadounidense,  una  guerra  de  agresión  c injusta.  Desde  la 
conquista  de  America,  esta  es  la  visión  de  las  guerras  coloniales  que 
Europa  lleva  a cabo  en  todo  el  mundo.  Conquistan  el  mundo  con  guerra 
justas  de  defensa,  en  contra  de  pueblos  que  se  defienden  mediante 
guerras  de  agresión  injustas. 

El  centro  de  esta  inversión  del  mundo  es  la  negación  del  cuerpo. 
El  cuerpo  humano  es  para  el  hombre  la  fuente  de  todos  su  goces.  Hasta 
el  goce  más  sublime,  es  un  goce  que  se  siente  como  goce  corporal.  En 
la  Edad  Media  se  transforma  al  cuerpo  en  el  lugar  del  demonio,  y las 
reacciones  corporales  se  interpretan  como  la  puerta  al  infierno.  Esta 
transformación  se  realiza  en  nombre  de  la  vida  verdadera  del  alma,  que 
es  la  instancia  que  tiene  que  dominar  al  cuerpo.  Lo  que  el  alma  le  pide 
al  cuerpo,  es  reacción  legítima  del  cuerpo;  lo  que  no  le  pide,  es  pecado. 
El  cuerpo  es  una  Bestia  por  domar. 

Sin  embargo,  el  alma  no  tiene  contenidos.  Estos  solamente  los 
tiene  el  cuerpo,  y todas  sus  reacciones  se  vinculan  con  goces  o 
satisfacciones,  que  responden  a insatisfacciones.  Se  trata  de  las 
necesidades,  inclusive  las  más  sublimes,  que  buscan  satisfacción.  Esta 
nunca  es  posible  sin  los  ingredientes  corporales  de  ella.  Para  poder 
domar  el  alma  a este  cuerpo,  puede  tomar  sus  contenidos  sólo  de  la 
negación  de  las  satisfacciones  corporales.  De  hecho,  así  se  constituye 
la  etica  medieval. 

Se  trata  de  un  dualismo,  aunque  no  del  dualismo  gnóstico  o del 
ncoplatónico.  La  Edad  Media  efectúa  una  guerra  en  contra  de  estos 
dualismos  tradicionales,  que  reaparecen  en  los  movimientos  herejes  de 
los  cátaros.  Este  dualismo  tradicional  también  opone  alma  y cuerpo, 
pero  al  declarar  el  alma  como  la  esfera  de  lo  divino  y el  cuerpo  como 
demoníaco,  la  esfera  corporal  resulta  ser  una  esfera  irrelevante,  de  la 
cual  el  Santo  se  retira  o,  como  también  ocurre,  en  la  que  tiene  una 
licencia  absoluta.  El  dualismo  cristiano  de  la  Edad  Media  es  de 
dominación  sobre  el  cuerpo,  de  subyugación,  de  esclavitud. 

El  clásico  de  este  dualismo  agresivo  es  Bernardo  de  Claraval,  Santo 
y Bestia.  Así  habla: 

He  aquí  el  céntuplo  que  se  nos  ofrece  ya  en  esta  vida  si  despreciamos  al 

mundo  36. 


36  Ad  clcricos  de  conversione  (Sermón  a los  clérigos  sobre  la  conversión),  No.  25, 1,401. 
En:  Obras  completas  de  San  Bernardo,  BAC,  Madrid,  1983,  2 tomos. 


133 


Quien  cifre  su  felicidad  en  esta  vida  padecerá  en  la  otra  37. 

La  muerte  está  al  acecho  de  la  iniquidad,  de  la  esterilidad,  de  la  vanidad, 
e incluso  está  a las  puertas  mismas  del  placer  38. 

La  paga  del  pecado  es  la  muerte;  y el  que  siembra  en  la  carne,  de  la  carne 
cosechará  corrupción  39. 

No  puede  esperar  el  reino  celestial  el  que  todavía  no  reina  sobre  sus 
propios  miembros.  Por  eso  la  vozdice:  Dichosos  los  mansos,  porquevcin 
a heredar  la  tierra.  Es  como  si  dijera:  “sosiega  los  movimientos  que 
escapan  al  control  de  la  voluntad;  amansa  esa  bestia  feroz.  Estás  atado. 
Intenta  evadirte  de  lo  que  no  puedes  romper.  Es  tu  Eva” 

Esta  relación  agresiva  con  el  cuerpo  es  puramente  masculina. 
Bernardo  habla  como  hombre  a hombres,  y las  mujeres  son  un  objeto 
negativo  que  se  rechaza.  En  su  universo  mítico,  el  no  podría  decir  al 
revés  a las  mujeres:  es  tu  Adán.  Las  llamaría  a ofrecerle  la  manzana. 
Por  tanto,  las  niega. 

Pero  no  se  puede  solamente  negar;  hay  que  negar  en  función  de 
algo.  Del  alma  anticorporal  surge  el  pensamiento  de  la  eficiencia  for- 
mal. A nivel  del  Imperio,  esta  eficiencia  se  expresa  en  la  expansión 
imperial.  Respecto  al  sujeto,  en  cambio,  se  vive  a nivel  de  la  negativa 
a la  sexualidad.  Domar  el  cuerpo,  es  domar  la  sexualidad.  En  lo 
antisexual  se  legitima  exclusivamente  aquella  sexualidad  que  asegura  la 
procreación.  El  cuerpo  es  domado  en  cuanto  la  sexualidad  es  orientada 
por  el  servicio  funcional  a la  procreación.  Toda  espontaneidad  corporal 
es  combatida.  Al  goce  de  esta  agresividad  en  contra  del  cuerpo  se  le 
llama  ahora  espiritualidad. 

El  mismo  Bernardo  de  Claraval  lo  describe: 

No  se  te  ocurra  pensar  que  aquí  me  refiero  a un  paraíso  material.  Este 
paraíso  delicioso  es  interior.  No  se  entra  en  él  a pie;  se  entra  con  los 
sentimientos  del  alma.  Aquí  cuenta  la  plantación  agradable  y frondosa 
de  las  virtudes  espirituales  41. 

Bernardo  ve  claramente  la  conexión  entre  este  sometimiento  del 
cuerpo  a la  eficacia  de  la  voluntad  y la  deshumanización: 

Que  nuestro  gozo  sea  su  misma  voluntad  realizada  en  nosotros  y por 
nosotros...  Todos  los  afectos  humanos  se  funden  de  modo  inefable,  y se 


37  No.  21,  1,395. 

38  No.  21, 1,393. 

39  No.  17, 1,389. 
“0  No.  12, 1,383. 
41  No.  25, 1,399. 


134 


confunden  con  la  voluntad  de  Dios.  ¿Sería  Dios  todo  en  todos  si  quedase 

todavía  algo  del  hombre  en  el  hombre? 

Se  trata  también  de  un  goce  corporal,  porque  sólo  corporalmente 
se  siente  un  goce.  No  obstante,  es  el  goce  de  la  destrucción  del  cuerpo 
y de  todo  goce  positivo  de  el  4 3. 

Esta  inversión  del  universo  mítico  del  Apocalipsis  es  míticamente 
vista  tan  coherente,  como  lo  era  este  universo  mismo.  Espiritualizándolo 
todo,  descubre  como  la  amenaza  de  fondo  la  sensualidad,  la  corporeidad, 
la  “concupiscencia”.  El  pecado  original,  cometido  por  la  primera  pareja 
humana  en  el  paraíso,  es  concupiscencia,  voluptuosidad,  sensualidad, 
sexo.  Es  el  goce  de  la  corporeidad,  que  ahora  radica  en  la  soberbia  de 
la  rebelión  del  ángel  caído  44. 

Se  unen  corporeidad,  concupiscencia  y rebelión  en  contra  de  Dios. 
En  conjunto,  son  la  maldad  lucifcrica. 

Así,  el  cristianismo  es  una  religión  adecuada  para  el  Imperio.  Ello 
por  cuanto  todo  lo  que  amenaza  la  dominación  imperial  es  transformado 
en  tentación  del  hombre,  de  la  cual  este  tiene  que  huir.  Cuando  preguntan 
a Agustín  si  los  esclavos  tienen  el  derecho  de  levantarse,  él  contesta 
que  no  lo  tienen,  porque  hacerlo  sería  concupiscencia;  sería  idolatría 
del  cuerpo  45.  Luego,  la  autoridad  es  ahora  completamente  libre  porque 
lucha  con  Dios  en  contra  de  la  concupiscencia  46.  Su  ejercicio  es 
moralizado. 

Esto  da  a la  autoridad  una  nueva  fuerza,  de  la  cual  surge  el 
Occidente.  Todo  lo  que  amenaza  al  Imperio  tiene  ahora  una  sola 
expresión  sintética,  de  trasfondo  mctafísico:  es  Lucifer.  El  Imperio  es 
la  ley  de  su  propio  desenvolvimiento  y,  luchando  contra  Lucifer,  puede 
desarrollar  una  ley  imperial  absoluta,  sin  consideraciones.  Recién  la 
Edad  Media  lo  elabora,  y sus  pensadores  claves  son  Anselmo  de  Can- 
terbury  y Bernardo  de  Claraval.  La  dominación  deja  de  tener  límites 
porque  todos  los  límites  posibles  son  el  demonio,  del  cual  hay  que  huir. 
La  libertad  cristiana  sin  límites  ha  llevado  a la  autoridad  sin  límites  en 
nombre  de  la  ley,  por  cuanto  al  negar  esta  libertad,  la  autoridad  es 
absoluta.  Esa  es  precisamente  la  condición  para  la  mal  llamada 
secularización.  Al  negar  la  libertad  sin  límites,  el  poder  absoluto  ya  no 
puede  aceptar  ningún  límite  para  su  acción.  Todo  le  es  sometido.  Por 
lo  tanto,  toda  imaginación  mágica  del  mundo  es  viculada  con  lo 

42  No.  28, 1,341  (énfasis  nuestro). 

43  Cuando  el  inquisidor  tortura  a la  bruja  desnuda  frente  a él,  tiene  un  goce  sexual  que 
él  interpreta  como  espiritual.  Sólo  que  es  un  goce  derivado  de  la  destrucción  del  objeto 
sexual.  Es  la  inversión  de  la  sexualidad. 

44  Ilccr,  op.cit.  dice  que,  según  Agustín,  “el  pecado  original  consiste  principalmente  en 
la  concupiscencia,  en  la  mala  inclinación  del  sexo,  y radica  en  la  soberbia,  en  la  rebelión 
del  diablo  y de  los  ángeles  caídos”  (pág.  69). 

45  Agustín:  £/  Ubre  albedrío.  Primer  Libro,  No.  9. 

4<>  Nietzsche,  quien  siempre  habla  mal  de  Agustín,  cambia  únicamente  la  palabra.  El 
levantamiento  del  esclavo  no  sería  concupiscencia,  sino  resentimiento.  Eso  es  todo. 

135 


luciférico,  que  hay  que  negar.  La  secularización  empieza  por  la  quema 
de  las  brujas.  La  magia  particular,  uno  de  los  grandes  obstáculos  para 
el  ejercicio  del  poder  en  la  sociedad  premodema,  es  destruida.  Es 
sustituida  por  la  magia  de  la  sociedad  y de  la  naturaleza  como  totalidad. 
Se  trata  de  lo  que  Marx  llama  el  fetichismo.  Esta  “dcsmagización”  y 
posterior  “remagización”  fetichista  del  mundo,  es  la  condición  para  el 
ejercicio  indiscriminado  de  la  racionalidad  formal  de  la  sociedad 
burguesa.  La  quema  de  las  brujas  es  la  revolución  cultural  de  la  cual 
nace  la  sociedad  burguesa. 

Se  trata  de  un  maniqueísmo  extremo  que  se  afirma  por  la  inversión 
a partir  del  maniqueísmo  del  propio  Apocalipsis,  aunque  al  coincidir  el 
Apocalipsis  con  la  teología  de  la  ley  de  Jesús  y de  San  Pablo,  tiene  una 
raíz  en  la  predica  de  ellos.  Esta  predica  es  ahora  desterrada  al  infierno. 
Ciertamente,  toda  dominación  tiende  al  maniqueísmo,  al  dualismo  ex- 
tremo entre  la  ley  de  la  autoridad  y las  necesidades  de  los  dominados. 
Sin  embargo,  recién  la  negación  de  la  teología  de  la  ley  por  el  Imperio 
permite  el  maniqueísmo  absoluto,  con  el  cual  aparece  la  sociedad  occi- 
dental a partir  de  la  Edad  Media.  De  la  crítica  de  la  Bestia  del  Apocalipsis 
no  resultó  el  milenio  del  Cordero,  sino  el  milenio  de  la  Bestia. 

Con  la  Reforma,  la  secularización  y la  revolución  burguesa,  este 
espíritu  de  eficiencia  pasa  al  mercado.  Las  leyes  del  mercado  son 
consideradas  ahora  la  Ley  de  Dios.  El  cuerpo  sigue  siendo  una  Bestia 
por  domar,  sólo  que  ya  no  lo  doma  el  alma  sino  el  cálculo  del  dinero 
en  el  mercado.  Las  satisfacciones  del  cuerpo  adquieren  legitimidad 
solamente  si  se  expresan  en  el  mercado,  mientras  toda  satisfacción 
fuera  del  mercado  y en  contra  de  el  se  diaboliza,  aunque  ahora  en 
términos  seculares,  como  algo  caótico.  De  eso  mismo  la  sociedad 
burguesa  deriva  sus  expansiones  imperiales:  se  legitiman  como  expansión 
del  mercado. 

Esta  ética  burguesa  no  prohíbe  tampoco  la  satisfacción  de  las 
necesidades,  sino  que  le  niega  una  legitimidad  anterior  al  mercado.  Esa 
satisfacción  es  legítima  únicamente  en  el  caso  de  que  cuente  con 
capacidad  de  demanda,  y es  condenable  si  no  la  tiene.  Así  como  en  la 
Edad  Media  la  sexualidad  era  legítima  sólo  si  sirve  a la  procreación, 
siendo  la  sexualidad  el  adomo  de  un  fin  funcional,  ahora  toda  satisfacción 
de  necesidades  humanas  es  legítima  solamente  si  sirve  productivamente 
y redunda  en  un  ingreso  suficiente  que  permita  cubrir  como  demanda 
estas  necesidades.  Fuera  de  este  circuito  de  la  productividad  no  hay 
legitimidad  de  la  vida  corporal. 

Y del  mismo  modo  que  para  la  Edad  Media  no  había  ninguna 
legitimidad  fuera  del  ámbito  de  su  Ley  de  Dios,  sino  pura  esfera 
diabólica,  para  la  sociedad  burguesa  no  habrá  ninguna  legitimidad  fuera 
de  la  ley  del  mercado,  sino  caos,  despotía,  amenaza,  monstruosidad. 
Este  caos  lo  combate,  tanto  a nivel  de  su  aspiración  imperial  como  del 
sujeto,  con  una  estructura  de  ordenamiento  que  es  una  réplica 
secularizada  de  la  estructura  correspondiente  de  la  Edad  Media. 


136 


Con  esta  ideología  la  sociedad  burguesa  se  enfrenta  al  mundo  entero 
para  colonializarlo,  y al  sujeto  para  someterlo.  Con  las  sociedades 
prcburgucsas  tiene  un  juego  fácil  y las  destruye  todas.  Pero  también 
destruye  ahora  al  sujeto,  para  imponerle  las  leyes  del  mercado  como  su 
ética  única.  El  sujeto  es  sacrificado  y transformado  en  el  individuo,  que 
ya  no  conoce  ninguna  salvación  fuera  del  mercado.  Al  no  tener  valor 
el  ser  humano  como  sujeto,  el  ser  humano  no  tiene  derechos  sino  en  y 
a través  del  mercado.  Expulsado  por  éste,  no  tiene  destino.  Cuando  es 
víctima  del  mercado,  es  declarado  culpable.  No  cumplió  con  las 
exigencias  de  la  ética  del  mercado  y,  por  ende,  le  toca  ser  sobrante. 
Tiene  la  culpa  de  serlo  y lo  es  libremente,  de  la  misma  manera  que  en 
la  Edad  Media  se  pecaba  libremente,  teniendo  como  resultado  el  infierno, 
es  decir  lo  que  en  esencia  se  quería.  En  cambio,  todas  las  sociedades 
que  no  eran  todavía  burguesas  fueron  consideradas  sociedades  en  rebeldía 
en  contra  de  la  ley  del  mercado,  que  es  Ley  de  Dios  y de  la  humanidad. 
En  consecuencia,  su  sometimiento  por  la  guerra  — casi  siempre  guerra 
de  colonización — es  una  guerra  justa,  una  guerra  de  defensa  por  parte 
del  país  atacante,  que  era  el  país  colonizador..  Las  víctimas,  que  ahora 
son  en  cnscncia  victimarios,  son  perseguidos  por  victimarios,  que  en 
esencia  son  ahora  considerados  como  víctimas,  y que  llevan  la  carga 
del  hombre  blanco. 

Frente  a este  sometimiento  del  sujeto  aparece  paralelamente  un 
movimiento  de  resistencia,  que  en  la  historia  es  tan  nuevo  como  lo  es 
la  aspiración  burguesa  del  mercado  total,  en  el  cual  la  sociedad  tiene 
una  única  ley  que  es  la  del  mercado.  Se  trata  de  la  reivindicación  de  la 
emancipación  humana.  Emancipación  de  las  mujeres,  de  las  razas,  de 
las  clases  y de  la  propia  naturaleza.  Como  se  trata  de  una  respuesta  al 
sojuzgamicnto  por  el  automatismo  del  mercado  total,  la  sociedad 
burguesa  no  las  puede  tratar  igual  que  las  sociedades  prcburgucsas  o al 
sujeto  que  le  antecede.  Ellas  reivindican  una  sujetividad  que  es  negada 
por  el  mercado.  Se  trata  de  un  sujeto  que  es  anterior  al  mercado  y a 
todas  las  instituciones,  y que  tiene  necesidades  que  son  legítimas  de  por 
sí,  y no  por  la  demanda  que  se  puede  ejercer. 

Aparecido  el  mercado  con  su  aspiración  total,  aparecen  estos 
movimientos  de  resistencia  y de  emancipación  que  acompañan  el 
desarrollo  de  la  sociedad  capitalista,  amenazándola  inclusive.  La  sociedad 
burguesa  los  enfrenta  como  su  peor  enemigo,  y se  lanza  contra  ellos 
creando  un  mecanismo  que  podemos  describir  como  inversión 
antiluciférica,  que  tiene  el  objetivo  de  tratarlos  como  monstruos. 


3.  La  inversión  antiluciférica  y la  creación  del  monstruo 

La  inversión  antiluciférica  proyecta  sobre  los  movimientos  de 
emancipación  humana  la  imagen  del  mal  absoluto,  para  hacerlos  aparecer 
como  monstruos  que  es  necesario  destruir.  Hace  aparecer  la 


137 


emancipación  humana  misma,  y con  ella  al  sujeto  humano  y a todos  los 
valores  humanos  anteriores  al  mercado,  como  caos,  como  demonio, 
como  destrucción  de  la  humanidad.  Los  hace  ver  como  Lucifer,  el 
ángel  caído  que  quería  ser  como  Dios  y fue  convertido  en  demonio.  La 
emancipación  humana  es  tratada  como  este  Lucifer:  quiere  ser  como 
Dios,  y al  quererlo,  se  transforma  a sí  misma  en  un  monstruo  demoníaco. 
Toda  emancipación  humana  es  tildada  de  lucifcrica  ^7. 

En  esta  visión,  la  víctima  ya  no  es  culpable.  Es  un  monstruo  que 
es  necesario  exterminar.  En  la  forma  en  que  la  víctima  es  declarada 
culpable  en  la  Edad  Media  y en  el  liberalismo,  ella  sigue  siendo  un  ser 
humano,  el  cual,  en  principio,  puede  ser  recuperado.  Se  lo  considera 
culpable,  y por  tanto  castigable.  La  persecución  es  un  castigo.  En  cambio, 
en  la  inversión  antiluciférica,  la  víctima  es  transformada  en  un  monstruo. 
Pareciera  que  no  hay  víctima.  En  efecto,  un  monstruo  que  es  extermi- 
nado, no  es  víctima.  Un  piojo  que  se  aplasta,  tampoco  es  víctima. 
Tampoco  el  cáncer  que  se  extirpa  es  una  víctima.  Por  eso  no  es  cul- 
pable tampoco.  Puede  ser  culpable  únicamente  si  es  un  ser  humano,  y 
si  es  culpable,  sería  también  víctima.  Sin  embargo,  cuando  San  Jorge 
mata  al  dragón,  este  no  es  víctima  y no  es  culpable  de  nada.  Simplemente 
es  dañino,  y consecuentemente  hay  que  exterminarlo  48 . 

La  sociedad  burguesa  desarrolla  esta  visión  en  relación  con  toda  la 
emancipación  humana  y con  toda  resistencia  que  encuentra  en  su  ca- 
mino. Ahora  bien,  la  dirección  en  la  cual  se  descubre  lo  demoníaco  es 
la  misma  de  la  ya  vista  en  la  Edad  Media  europea  y en  el  liberalismo. 

Su  centro  lo  sigue  siendo  la  negación  de  la  corporeidad  por  la 
destrucción  corporal  del  otro  y de  la  propia  corporeidad.  Las  reacciones 
del  cuerpo  solamente  son  legítimas  en  los  canales  que  el  alma,  primero, 
y el  mercado,  después,  dejan  abiertos,  funcionalizando  el  cuerpo  para 
los  fines  de  un  rendimiento  calculado  que  desemboca  en  la  destrucción 
creciente  del  propio  mundo  corporal.  Esto  sigue  vigente  incluso  en  la 
celebración  de  la  corporeidad  que  hace  un  Nictzsche.  Se  trata  también 
aquí  de  una  corporeidad  estrictamente  disciplinada  por  la  voluntad  del 
poder,  fuera  de  la  cual  no  hay  derechos  corporales.  Lo  que  Nictzsche 
celebra  es  el  aplastamiento  del  otro,  o sea  el  goce  corporal  de  la 
destrucción  de  su  cuerpo,  y el  aplastamiento  de  toda  espontaneidad  del 
sujeto  mismo  en  función  de  su  rendimiento  en  la  lucha  por  el  poder.  De 
la  espiritualidad  de  Bernardo  de  Claraval  hasta  la  reivindicación  de  la 

47  “El  sueño  de  la  razón  produce  monstruos”  (Goya).  La  producción  de  monstruos  es 
algo  mucho  más  amplio  de  lo  que  discutimos  aquí.  Es  interesante  un  análisis  de  un  tipo 
diferente,  pero  cercano,  que  hace  Herra,  Rafael  Angel:  Lo  monstruoso  y lo  bello.  Ed.  de 
la  Universidad  de  Costa  Rica,  San  José,  1988.  También:  tierra,  Rafael  Angel:  La  guerra 
prodigiosa.  Ed.  Costa  Rica,  San  José, 1986. 

48  llimmler  decía:  “El  antisemitismo  es  exactamente  lo  mismo  que  el  despiojamicnlo. 
Desembarazarse  de  un  piojo  no  es  cuestión  de  ideología.  Es  una  cuestión  de  limpieza”. 
Arcndt,  Hannah:  Los  orígenes  del  totalitarismo.  Taurus,  Madrid,  1974,  pág.  475,  nota 
No.  112.  Ese  es  el  lenguaje  totalitario:  “¡Quemar  la  basura!” 


138 


corporeidad  de  Nietzsche,  sólo  hay  un  paso.  Los  nazis  no  se  equivocaron. 
Contrapusieron  su  propio  “espiritualismo”  al  materialismo  judío  o 
marxista.  En  todos  los  casos,  es  el  goce  de  la  destrucción  de  la 
corporeidad  la  que  es  celebrada  como  espiritualidad  o,  como  en  el  caso 
de  Nietzsche,  como  liberación  corporal. 


3.1.  La  liberación  de  los  sentidos 

La  negación  del  cuerpo  es  una  negación  de  la  espontaneidad  cor- 
poral que  goza  sin  ningún  cálculo  de  la  finalidad  del  goce,  y que 
reivindica  el  derecho  de  tener  acceso  a los  medios  de  vivir  de  cada  ser 
humano  sin  ser  sacrificado  en  pos  de  la  maximización  del  rendimiento. 
Enfrentado  a un  movimiento  de  emancipación  de  este  tipo  en  los  años 
sesenta  de  este  siglo,  una  revista  semanal  alemana,  Rheinischer  Merkur, 
de  línea  conservadora-católica  y subvencionada  por  el  episcopado 
católico  alemán,  escribía  lo  siguiente: 

La  policía  de  Nueva  York  confiscó  una  película  pomo,  que  daba  como 
termino  de  las  escenas  corrientes  el  asesinato  de  una  mujer  y el 
desmembramiento  de  su  cadáver  — no  en  lomas  de  truco,  sino  en  una 
realidad  espantosa. 

Esta  orgía  de  sexo  y sangre  indica  la  relación  fatal  entre  aquel 
“movimiento”  que  promueve,  bajo  el  título  petulante  de  emancipación, 
desenfrenar  totalmente  el  mundo  de  los  instintos  para  terminar  con  un 
orden  social  odiado  (Rheinischer  Merkur,  21.XI.1975). 

La  emancipación  ha  sido  transformada  en  un  monstruo.  Al  buscar 
una  espontaneidad  sensual,  es  considerada  un  desenfreno  total  de  los 
instintos.  Al  desenfrenar  los  instintos,  se  transforma  en  asesinato:  orgía 
de  sexo  y sangre.  El  asesinato  es  monstruoso,  y los  que  lo  cometen  son 
monstruos. 

No  hay,  evidentemente,  ninguna  relación  entre  el  asesinato  y la 
emancipación.  La  revista  la  construye  míticamente,  como  se  construye 
siempre  la  culpabilidad  en  el  caso  de  la  creación  de  monstruos  por 
proyección.  El  ejemplo  clásico  lo  sigue  siendo  la  construcción  del 
cristianismo  conservador,  que  considera  a los  judíos  de  la  Edad  Media 
como  asesinos  de  Cristo.  A todas  luces,  ellos  no  tienen  nada  que  ver. 
Pero  la  construcción  mítica  del  monstruo  procede  así,  y la  humanidad 
acepta  estas  construcciones  en  cuanto  le  convenga  aceptarlas.  Habrá 
víctimas,  y se  quiere  declarar  la  culpabilidad  de  estas  víctimas.  La 
construcción  mítica  lo  permite. 

Se  trata  de  una  inversión  antilucifcrica.  Lo  bueno  — la  libertad  de 
los  sentidos — aparentemente  es  revelado  como  lo  intrínsecamente 
perverso.  El  portador  de  la  luz  resulta  ser  el  demonio.  Se  le  transforma 
en  un  monstruo,  al  cual  se  requiere  exterminar. 


139 


3.2.  La  protección  de  la  naturaleza 

Esta  inversión  de  la  emancipación  humana  en  una  monstruosidad, 
se  extiende  también  a aquellos  que  quieren  proteger  a la  naturaleza. 
Hace  poco  se  realizó  en  Costa  Rica  una  campaña  de  este  tipo. 

En  Costa  Rica  ocurrió  en  enero  de  1991  un  horrendo  asesinato  de 
tres  personas  que  habían  estado  pescando  camarones  en  el  Río  Guacimal, 
y a las  cuales  el  asesino  les  cortó  la  cabeza  después  de  matarlas.  Un 
sospechoso,  Edwin  Aguirre,  confesó  su  culpa  y explicó  que  había 
cometido  el  crimen  para  proteger  la  naturaleza.  Empezó  entonces  una 
intensa  campaña  que  duró  más  de  una  semana,  en  la  cual  se  destacó  sin 
interrupción  este  asesinato  como  producido  por  alguien  que  quería 
proteger  la  naturaleza.  La  campaña  tenía  el  siguiente  tono: 

Edwin  es  el  menor  de  los  hijos  de  esa  numerosa  familia  y quienes  le 
conocen  dicen  que  es  un  fanático  amante  de  la  naturaleza  que  no  fuma 
ni  toma  licor... 

Precisamente  hace  tres  días  dijo  a las  autoridades  que  asesinó  a los  tres 
extraños  (quienes  llegaron  a pescar  camerones)  para  defender  el  río 
junto  al  que  creció. 

Quienes  enfatizan  su  pasión  por  la  naturaleza  recuerdan  que  hace  algún 
tiempo  compró  unos  binóculos  con  los  que,  cada  vez  que  regresaba  a su 
casa,  se  dedicaba  a mirar,  durante  varias  horas,  el  bosque... 

...cuando  Edwin  Aguirre  Varela  se  enteró  de  que  nuevamente  habían 
“envenenado”  el  río  se  puso  furioso  y decidió  caminar  cauce  arriba  en 
busca  de  los  responsables  (La  Nación,  San  José,  7.1.91). 

Agregó  que  entre  él  y las  tres  personas  no  medió  ningún  tipo  de  diálogo 
de  advertencia;  aparentemente,  disparó  con  un  rifle  calibre  22  a poca 
distancia,  contra  dos  de  ellos;  el  tercero  intentó  huir  pero  lo  alcanzó  y le 
dio  muerte  a machetazos,  según  testimonio  dado  por  el  detenido  a la 
policía. 

Una  vez  que  eliminó  a los  tres  hombres,  de  acuerdo  con  lo  dicho  a los 
agentes,  decapitó  sus  cadáveres  como  una  especie  de  escarmiento  para 
todos  aquellos  que  intenten  contaminar  las  aguas  de  los  ríos,  sobre  todo 
en  la  pesca  de  camarones. 

“Usted  que  habla  con  la  prensa,  dígales  que  no  debe  dañarse  la  natrura- 
leza,  que  no  exista  deforestación  ni  envenamicnto  de  los  ríos,  porque  la 
naturaleza  es  la  paz”,  le  dijo  el  sospechoso  al  Lie.  Guillén. 

Aguirre,  de  acuerdo  con  lo  dicho  al  director  del  OIJ  (Organismo  de 
Investigaciones  Judiciales),  es  un  gran  amante  de  la  naturaleza,  y cada 
fin  de  semana  visita  a sus  familiares  que  habitan  cerca  del  río  Guacimal. .. 

“No  se  niega  a hablar,  es  educado,  receptivo  y además  le  pregunta  a uno 
ciertas  cosas”,  mencionó  el  director  policial  ( LaNación , San  José,  6.1.91). 

Sobre  una  de  las  víctimas,  expresó: 

“El  pobrecillo  tenía  mucha  sed,  y pedía  agua”,  dijo  para  agregar:  “Le 
traje  aguadel  río  dos  o tres  veces”,  después  lo  ultimó  de  un  tiro  en  lanuca. 


140 


según  explicó.  Al  preguntarle  por  qué  le  dio  agua  si  lo  iba  a matar, 
aseguró  que  “me  dio  mucha  lástima  y no  resistí  negarle  agua”. 

“Para  asegurarme  de  que  estaban  muertos  y de  que  el  hecho  serviría  de 
escarmiento  para  que  nadie  vuelva  a contaminar  el  río  — explicó  a las 
autoridades  — les  corté  la  cabeza”... 

Al  ser  preguntado  por  qué  decapitó  a sus  víctimas,  dijo:  “Así  se  eliminan 
las  ratas”  (La  Nación,  San  José,  9.1.91). 

“No  soy  sicópata  ni  nada  de  cso...cl  río  es  de  todos  y eso  es  lo  que  traté 
de  defender... 

Díganle  eso  a la  gente:  que  conserven  la  naturaleza.  El  Gobierno  debe 
poner  mayor  atención  a los  ríos,  a las  montañas,  a las  playas.  Creo  que 
tal  vez  lo  que  hice  sirv  ió  para  eso.  No  soy  violento”  (LaN ación,  San  José, 
8.1.91). 

Es  evidente  que  esta  campaña  persigue  la  misma  finalidad  de 
transformar  a la  luz  de  la  opinión  pública  a los  defensores  de  la  naturaleza 
en  luciferes,  para  presentarlos  a partir  de  allí  como  monstruos.  Un 
crimen  horrendo  es  vinculado  con  la  defensa  de  la  naturaleza,  por  tanto, 
una  cosa  aparentemente  buena  se  revela  como  una  maldad  en  su  esencia. 
Pero,  además,  es  vinculada  a la  vez  con  el  pacifismo:  “No  soy  violento”; 
“...no  debe  dañarse  la  naturaleza...  porque  la  naturaleza  es  la  paz”. 
Hasta  la  crucifixión  de  Cristo  es  aludida.  Efectivamente,  el  asesino  da 
agua  al  asesinado,  igual  que  los  crucificadorcs  dieron  agua  con  hiel  al 
Cristo,  cuando  este  estaba  muriendo  en  la  cruz.  Proteger  la  naturaleza 
resulta,  pues,  ser  incluso  una  participación  en  la  crucifixión  de  Cristo. 
El  ángel  de  la  luz  se  revela  como  demonio.  El  crimen  horrendo  no  hace 
más  que  revelar  la  monstruosidad  escondida  detrás  de  la  protección  de 
la  naturaleza. 


3.3.  El  pacifismo  como  crimen 

Sin  embargo,  los  ataques  al  pacifismo  son  más  violentos  aún. 
Durante  las  manifestaciones  pacifistas  en  los  años  ochenta  en  Alemania 
Occidental,  Gcisslcr,  entonces  secretario  general  del  Partido 
Dcmocratacristiano  alemán,  decía:  “Los  pacifistas  son  los  culpables  de 
Anschwitz”.  Es  decir,  los  vinculaba  directamente  con  el  crimen  mayor 
de  este  siglo.  Al  acercarse  desde  fines  de  1990  la  guerra  del  Cercano 
Oriente,  en  Costa  Rica  se  originó  una  campaña  parecida.  Cuando  Bush 
afirmaba  que  Husscin  era  un  nuevo  Hitlcr,  aparecían  comentarios  como 
los  siguientes: 

...la  súbita  romería  a Bagdad  de  supuestos  pacifistas,  trac  a la  memoria 
el  peregrinaje  al  despacho  de  Hitlcr  que  antecedió  a la  Segunda  Guerra 
Mundial  (La  Nación,  San  José,  8.1.91)4^. 

El  asesinato  de  toda  una  comunidad  de  jesuitas  en  El  Salvador,  en  noviembre  de  19S9, 
tiene  su  razón  precisamente  en  el  hecho  de  que  eran  pacifistas.  En  el  conflicto  entre  el 


141 


Los  pacifistas  parecieran  tener  la  culpa  de  Hitlcr,  lo  que  es  constante- 
mente vinculado  con  el  tratado  de  Munich  de  1938.  Este  tratado  suele  ser 
explicado  como  una  obra  de  pacifistas,  quienes  de  esta  manera  dejaron  el 
paso  libre  a la  Segunda.  Guerra  Mundial.  Yaantesen  la  prensa  costariccnse 
eso  aparece  así.  Se  trata  de  un  artículo:  “La  noche  de  los  cristales  rotos” 
(Kristallnacht): 

Las  razones  que  en  un  principio  frenaron  a Hitlcr  de  dar  rienda  suelta  a 
sus  tenebrosos  designios,  se  desvanecieron  en  el  otoño  de  1938,  cuando 
Ncvillc  Chamberlain,  el  Primer  Ministro  británico,  negoció  en  Munich 
la  redención  de  Checoslovaquia  al  Tercer  Reich.  De  espíritu  endeble  y 
vanidoso,  el  político  ingles,  al  aceptar  el  vergonzoso  plan  de  paz  de 
Hitlcr,  antepuso  su  fatuidad  y el  aplauso  de  los  pacifistas  a la  seguridad 
de  su  patria... 

Abram  Sachar,  el  distinguido  historiador  norteamericano,  relata  que  los 
“generales  germanos  tenían  todo  dispuesto  para  derrocar  a Hitlcr,  si 
Chamberlain  se  hubiera  mantenido  firma  en  Munich  y surgía  el  más 
ligero  peligro  de  que  Alemania  se  abocaría  a una  guerra...” 

No  fue,  entonces,  mero  accidente  que  el  proyecto  de  exterminar  al 
pueblo  judío,  entrara  en  plena  acción  pocas  semanas  después  de  los 
acuerdos  de  Munich.  El  9 de  noviembre  de  1938...  las  turbas  nazis  se 
volcaron  a las  calles  a apedrear  y saquear  negocios  y quemar  sinágogas... 
Significativamente,  Chamberlain  se  negó  a interceder  ante  el  gobier- 
no germano  por  la  suerte  de  las  víctimas  (La  Nación,  San  José, 
88.XI.1988). 

Por  supuesto,  empíricamente  visto,  Chamberlain  y la  burguesía 
occidental  no  eran  para  nada  pacifistas.  Eran  simpatisantcs  del  nazismo, 
algo  que  hoy  no  se  quiere  recordar.  El  antisemitismo  entre  ellos  era  de 
sentido  común.  Por  eso  consideraron  a Hitlcr  con  admiración,  porque 
había  metido  a comunistas  y socialdcmócratas  en  los  campos  de 
concentración.  No  veían  ni  una  razón  para  interceder.  Sin  embargo,  una 
vez  que  chocan  con  Hitlcr,  construyen  para  defenderse  de  su  propia 
ceguera  el  mito  de  la  conexión  entre  pacifismo  y Hitlcr,  para  poder 
denunciar  al  pacifismo. 

Mediante  esa  campaña  antipacifista,  se  quiere  golpear  el  rechazo 
de  la  guerra  de  EUA  en  contra  de  Irak: 

Por  ello,  los  primeros  grandes  derrotados  en  esta  crisis  son  los  pacifis- 
tas, quienes,  en  sus  alucinaciones,  consideran  que  se  puede  dialogar  con 
un  monstruo  de  la  naturaleza  sin  enseñar  los  dientes  o a pecho  descu- 
bierto. 


ejercito  y la  guerrilla  no  tomaron  posición  en  favor  de  ninguno  de  ellos,  sino  que  buscaron 
una  mediación.  Eso  implicó  que  dieron  a las  dos  partes,  y por  eso  también  a la  guerrilla, 
un  cierto  grado  de  legitimidad,  y que  rompieron  el  estricto  dualismo  que  sostiene  el 
gobierno  de  El  Salvador.  Esto  Ies  trajo  la  muerte. 


142 


El  articulista  sueña  con  la  “decisión  salvadora:  el  asesinato  de 
Hussein,  el  tiranicidio  en  su  mejor  momento”  (La  Nación,  San  José, 
11.1.91)50. 

Hussein,  el  “monstruo  de  la  naturaleza”,  tiene  a su  lado  a los 
pacifistas  que,  por  tanto,  poseen  una  monstruosidad  parecida.  De  nuevo 
tenemos  la  inversión  antilucifcrica,  por  la  cual  los  buenos  — los 
pacifistas — se  revelan  a sí  mismos  como  los  violentos,  los  culpables  de 
las  guerras  y de  los  genocidios,  como  luciferes  demoníacos.  Detrás  de 
ellos  aparece  el  monstruo  que  hay  que  exterminar  51. 


3.4.  Antisocialismo  y antisemitismo 

El  Occidente  está  lleno  de  ejemplos  de  este  tipo.  El  antisemitismo, 
a partir  de  Nictzschc,  configura  a los  judíos  como  monstruo  dañino, 
usando  las  mismas  técnicas  52.  Este  antisemitismo  es  a la  vez  antiso- 

Cromwell  afirmaba  sobre  los  españoles:  “Porque,  en  verdad,  vuestro  gran  enemigo 
es  el  español.  Es  un  enemigo  natural.  Es  naturalmente  así:  es  así  naturalmente  por  razón 
de  la  hostilidad  que  hay  en  el  contra  todo  lo  que  sea  de  Dios.  Contra  lodo  aquello  de  Dios 
que  esté  en  vosotros  o pueda  estar  en  vosotros”. 

“El  español  es  vuestro  enemigo,  su  enemistad  ha  sido  puesta  en  el  por  Dios;  es  el 
‘enemigo  natural,  el  enemigo  providencial’;  quien  le  tenga  por  enemigo  accidental  no 
conoce  la  escritura  ni  las  cosas  divinas,  porque  Dios  ha  dicho:  ‘quiero  poner  enemistad 
entre  tu  semen  y su  semen’  (Génesis  3.15):  con  Francia  se  puede  hacer  la  paz,  con  España 
no,  que  es  un  estado  papista,  y el  Papa  sólo  guarda  la  paz  hasta  cuando  quiere”.  Edición 
de  Carlyle,  vol.  III,  1902,  pág.  2675.  Schmitt,  Cari:  El  concepto  de  lo  "político" . Folios, 
Buenos  Aires,  1984,  págs.  65-66.  (Der  Degriff  des  Polilischen.  llumblot,  Berlín, 1963,  S.67). 
Este  esquematismo  se  puede  imponer  a quien  se  quiera,  siempre  funciona.  CatóEcos, 
judíos,  comunistas,  Hussein...  También  funcionará  para  América  Latina,  si  un  día  rechaza 
el  pago  de  la  deuda  externa. 

^1  Hace  años  en  EUA  alguna  gente  se  ponía  “t-shirts”,  que  ilevavan  escrito  lo  siguiente: 
“Join  the  army,  mecí  nice  pcople...  and  kill  ihcm”  (Entra  a la  marina  de  guena,  conoce 
gente  Enda...  y mátalos). 

Querer  la  paz,  se  transforma  en  algo  inmoral:  “¿se  pretende  que  desaparezcan  las  guerras 
entre  ellos?  Permítaseme  que  califique  de  frívola,  de  inmoral  semejante  pretcnsión”  (La 
Nación,  San  José,  20.1.91). 

A la  Unión  Soviética  el  Occidente  burgués  le  perdona  muchas  cosas.  Inclusive  le  perdona 
el  Gulag.  No  obstante,  jamás  le  perdonará  sus  propuestas  de  paz  de  febrero  de  1991  en 
la  guerra  con  Irak.  La  Unión  Soviética  lo  tendrá  que  pagar  muy  caro  en  el  futuro. 

Nietzsche  sostiene:  “Roma  veía  en  el  judío  algo  así  como  la  antinaturalcza  misma, 
como  su  monstrum  antipódico,  si  cabe  la  expresión;  en  Roma  se  consideraba  al  judío 
'convicto  de  odio  contra  todo  género  humano’:  con  razón,  en  la  medida  en  que  hay 
derecho  a vincular  la  salvación  y el  futuro  del  género  humano  al  dominio  incondicional 
de  los  valores  aristocráticos,  de  los  valores  romanos...  ¿Quién  de  ellos  ha  vencido  entre 
tanto,  Roma  o Judea?  No  hay,  desde  luego,  la  más  mínima  duda:  considérese  ante  quienes 
se  inclinan  hoy  los  hombres,  en  la  misma  Roma,  como  ante  la  síntesis  de  todos  los 
valores  supremos...  ante  tres  judíos,  como  es  sabido,  y una  judía  (ante  Jesús  de  Nazarct, 
el  pescador  Pedro,  el  tejedor  de  alfombras  Pablo,  y la  madre  del  mencionado  Jesús,  de 
nombre  María)”. 


143 


tialismo,  porque  identifica  lo  judío  con  lo  socialista.  Por  eso,  en  los 
años  veinte  el  Occidente  burgués  consideraba  al  bolchevismo  como 
“bolchevismo  judío”  53.  La  proyección  del  judío  como  monstruo  era  a 
la  vez  parte  de  la  proyección  del  socialismo  como  monstruo,  y el  ex- 
terminio de  los  judíos  era  para  los  nazis  míticamente  el  exterminio  del 
socialismo  en  sus  raíces. 

Esta  identificación  entre  judaismo  y socialismo  se  disuelve  después 
de  la  Segunda  Guerra  Mundial.  La  fundación  del  Estado  de  Israel  es 
contestada  por  un  antisionismo  declarado,  que  muchas  veces  era  la  cara 
externa  de  las  tendencias  antisemitas  que  seguían  vigentes  en  los  países 
del  socialismo  histórico.  El  Occidente  burgués  crea  entonces  una  imagen 
del  socialismo,  que  en  este  sentido  es  contraria  a la  imagen  antigua.  Si 
anteriormente  se  hablaba  del  “bolchevismo  judío”,  ahora  se  hablaba  del 
“bolchevismo  antisemita”.  Para  el  Occidente  no  importaba  que  fuera  lo 

Y,  ¿la  solución?  Ya  tiene  el  sabor  de  la  Endlósung:  “¿Con  esto  ha  acabado  ya  todo? 
¿Quedó  así  relegado  ad  acta  (a  los  archivos)  para  siempre  aquella  antítesis  de  ideales,  la 
más  grande  de  todas?  ¿O  sólo  fue  aplazada,  aplazada  por  largo  tiempo?...  ¿Xo  deberá 
haber  alguna  vez  una  reanimación  del  antiguo  incendio,  mucho  más  terrible  todavía, 
preparada  durante  más  largo  tiempo?  Más  aún:  ¿no  habría  que  desear  precisamente  esto 
con  todas  las  fuerzas?  ¿e  incluso  quererlo?,  ¿e  incluso  favorecerlo?”  Fricdrich  Nictzschc, 
La  genealogía  de  la  moral,  Alianza,  Madrid, 1972,  pág.  559,  la.  parte,  Xo.  16. 

Esta  construcción  del  monstruo  la  repite  Ilitlcr:  “El  judío  es  el  contra-hombre,  el  anti- 
hombre.  El  judío  es  la  creación  de  otro  dios.  El  ario  y el  judío...  si  a uno  lo  llamo  hombre, 
tengo  que  llamar  diferente  al  otro...  Xo  puede  ser  hombre  en  el  sentido  de  la  imagen  de 
Dios.  El  judío  es  la  imagen  del  diablo”.  Ilitlcr,  Mein  Kampf 

También  Ilitlcr  hace  la  transformación  antilucifcrica,  detrás  de  la  cual  se  trasluce  el 
monstruo:  “El  judío  cree  tener  que  someter  a toda  la  humanidad,  para  asegurarle  el 
paraíso  en  la  tierra...  Mientras  el  se  imagina  que  está  levantando  a la  humanidad,  la 
tortura  hasta  la  desesperación,  la  paranoia,  la  perdición.  Si  nadie  lo  para,  la  destruye... 
a pesar  de  que  él  mismo  se  da  oscuramente  cuenta  de  que  se  destruirá  a si  mismo 
también...  Tener  que  destruir  a toda  fuerza,  adivinando  a la  vez  que  eso  lleva 
inevitablemente  también  a la  destrucción  propia,  ese  es  el  punto.  Si  tu  quieres:  es  la 
tragedia  de  Lucifer”.  Cita  de  Hitlcr  según  Eckart,  Dictrich:  “Tischgcspráche” 
(Conversaciones  de  sobremesa)  de  1922-23,  editado  por  primera  vez  bajo  el  título  Der 
Doschewismus  von  Moses  bis  Lenin  - Zwiegesprdche  zwischen  Adolf  Ilitler  urul  mir  (El 
boschcvismo  desde  Moisés  hasta  Lenin  - diálogos  entre  Adolfo  Ilitlcr  y yo),  Hohcnrcichcn- 
Vcrlag,  Münchcn,  1924  (Hccr,  op.  cit.,  pág.  371). 

33  Esta  proyección  de  la  identidad  del  judaismo  y el  bolchevismo,  consideraba  al 
primero  como  la  raíz  principal  del  segundo.  Esto  tuvo  su  efecto  entre  los  propios  judíos. 
Hay  un  caso  famoso,  en  el  cual  el  traductor  al  inglés  de  las  obras  de  Xictzsche,  Oscar 
Levy,  escribe  la  introducción  a un  libro  sobre  el  bolchevismo,  asumiendo  en  nombre  de 
todos  los  judíos  la  “culpa”  de  haberlo  creado:  “Hemos  asumido  la  actitud  de  salvadores 
del  mundo  y nos  jactamos  de  haber  dado  al  mundo  su  ‘salvador’  — hoy  en  día  seguimos 
siendo  solamente  los  seductores  del  mundo,  sus  incendiarios,  sus  verdugos...  Hemos 
prometido  llevaros  un  nuevo  paraíso,  y sólo  hemos  tenido  éxito  en  llevaros  a a un  nuevo 
infiemo”.  Ver  Pitt-Rivers,  Gcorge:  The  World  Signification  of  the  Russian  Revolution, 
London,  1920,  Introducción  del  Doctor  Levy  S.  X-XI,  según  Poliakov,  León:  Geschichte 
des  Antis  emitís  mus.  Am  Vorabend  des  Ilolocaust.  Bd.  VIH.  Alhenáum,  Erankfurt  a/M, 
19S8,  pág.  83. 

Considerar  al  bolchevismo  como  “bolchevismo  judío”,  es  realmente  en  los  años  veinte 
una  opinión  común  del  Occidente  burgués,  que  impacta  a los  propios  judíos. 


144 


uno  o lo  otro;  lo  que  importaba  era  la  transformación  del  socialismo  en 
un  monstruo,  mediante  la  inversión  antiluciférica. 

Un  caso  ejemplar  de  esta  proyección  de  lo  monstruoso  sobre  el 
socialismo,  fue  una  campaña  que  realizaron  los  nazis  durante  la  Segunda 
Guerra  Mundial.  Ella  partió  de  un  terrible  crimen  stalinisla.  Las  tropas 
alemanes  encontraron  en  1943,  en  el  lugar  de  Katyn,  los  restos  de  una 
masacre  cometida  en  1940  con  unos  4000  oficiales  polacos.  A este 
descubrimiento  siguió  la  propaganda  de  Katyn,  que  duró  hasta  el  fin  de 
la  guerra.  Sirvió  para  proyectar  a todos  los  pueblos  de  Europa  Oriental 
— inclusive  los  polacos — como  monstruos  infrahumanos.  Por  un  lado, 
era  antilucifcrica:  los  bolcheviques  querían  asaltar  el  ciclo,  y lo  que 
resultaba  era  el  infierno.  Detrás  de  esto  apareció  la  proyección  del 
monstruo.  Se  establecía  la  siguiente  responsabilidad:  los  stalinistas  son 
rusos,  por  consiguiente  lo  hicieron  los  rusos.  Son  también  eslavos,  por 
lo  tanto  lo  hicieron  los  eslavos.  También  los  polacos  son  eslavos,  luego, 
lo  hicieron  también  los  polacos.  Se  construyó  de  esta  forma  una  simple 
responsabilidad  mítica,  que  hacía  de  toda  Europa  Oriental  un  monstruo 
que  había  que  exterminar. 

La  propaganda  de  Katyn  no  era  ninguna  campaña  en  favor  de  los 
derechos  humanos,  aunque  partió  de  un  caso  de  violación  flagrante  de 
de  ellos.  Desde  el  punto  de  vista  de  los  nazis,  el  crimen  de  Katyn  era 
precisamente  el  resultado  de  la  creencia  en  los  derechos  humanos.  Eso 
es  lo  que  concluyen  en  nombre  de  su  identificación  entre  emancipación 
humana,  judaismo,  derechos  humanos  y bolchevismo,  que  son  el  ciclo 
en  nombre  del  cual  se  edifica  el  infierno  54.  a la  luz  de  su  propaganda 
de  Katyn,  se  sentían  con  legitimidad  para  exterminar  a todos  los  que 
ellos  considerasen  culpables.  Eso,  desde  su  punto  de  vista,  no  constituía 
una  violación  de  los  derechos  humanos,  porque  jamás  reconocieron 
tales  derechos.  Era  el  exterminio  de  un  monstruo  resultado  de  la 
afirmación  de  los  derechos  humanos,  y por  ende  el  exterminio  de  los 
mismos  derechos  humanos,  considerados  el  origen  del  crimen. 

Por  ello,  la  propaganda  de  Katy  era  una  mentira,  aunque  haya 
arrancado  de  un  hecho  empírico  indudable,  es  decir,  de  un  crimen  real. 
Sin  embargo,  da  las  paulas  para  talas  las  campañas  antisocialistas  pos- 
teriores. Podemos  ver  algunos  ejemplos. 

La  propaganda  que  se  hizo  en  Chile  antes  del  golpe  militar  en 
contra  de  la  Unidad  Popular  (UP)  del  Presidente  Salvador  Allende,  se 
basó  enteramente  en  la  inversión  antilucifcrica.  Esto  significa  que  se 
criticaba  a la  UP  por  querer  el  ciclo  en  la  tierra,  lo  que  necesariamente 
tendría  que  producir  el  infierno.  Los  de  la  UP  eran  criticados  como 

54  Hiiler  ya  lo  dijo  mucho  antes:  “El  judío  recorre  su  camino  fatal  — escribía — hasta 
el  día  en  que  otra  fuerza  se  alza  ante  el  y en  descomunal  combate  devuelve  junto  a 
Lucifer  a quien  había  tratado  de  asaltar  el  cielo”  (Mein  Kampf,  pág.  751). 

Lo  que  Hitlcr  aquí  llama  judío,  implica  esta  identificación  de  emancipación  humana, 
judaismo,  derechos  humanos  y bolchevismo.  Quieren  el  cielo,  y les  resulta  el  infierno. 
Por  tanto  los  llama  luciferes. 


145 


Lucifer,  el  ángel  de  la  luz  que  es  señor  del  infierno.  Por  tanto,  tenían 
que  ser  un  monstruo.  Como  el  comportamiento  de  Allende  y de  la  UP 
no  daba  mucho  elemento  empírico  para  crear  la  correspondiente 
proyección  del  monstruo,  la  propaganda  buscaba  los  elementos  en  otras 
partes. 

En  Chile,  antes  del  golpe,  se  utilizó  el  golpe  militar  de  Indonesia 
de  1965.  Allí  ya  se  había  creado  el  monstruo,  que  ahora  fue  trasladado 
a Chile.  De  este  modo,  se  envió  a los  dirigentes  de  la  UP  cartas  anónimas 
que  decían:  “Yakarta  viene”.  Según  lo  que  se  contaba,  el  golpe  militar 
de  Suharto  en  1965  fue  provocado  por  una  masacre  de  parte  de  los 
comunistas  a algunos  generales,  en  un  intento  por  tomar  el  poder.  Lo 
describieron  de  la  manera  siguiente: 

Un  relato  espeluznante  de  la  masacre  de  los  generales  lo  hizo  al  periódico 
ElCorreode  Latar/a  (5 .XI.65)  una  jovcncita  perteneciente  al  movimiento 
comunista  “Gcrwani”:  “Nos  distribuyeron  pequeños  cuchillos  y hojas 
de  afeitar.  Yo  recibí  una  sola  hoja  de  afeitar.  A lo  lejos  vimos  un  hombre 
rechoncho,  en  pijamas,  las  manos  atadas  con  un  trapo  rojo.  El  comandante 
del  pelotón  nos  ordenó  apalear  a este  individuo  y luego  cortarle  los 
genitales.  A las  primeras  que  vimos  ponerse  en  acción  fueron  S.  y la 
señora  Salro,  dirigentes  de  la  sección Tandyung  Priok  de  Gcrwani.  Otras 
camaradas  las  siguieron.  Finalmente,  yo  misma  me  uní  a la  tortura.  Las 
cien  mujeres  hicieron  todas  lo  mismo  y ellas  son  tcstigas...”^3. 

Es  evidente  que  esto  tampoco  es  una  crítica  de  ninguna  violación 
de  los  derechos  humanos,  y es  igualmente  evidente  que  todo  el  cuento 
es  mentira.  No  obstante,  sirve  para  crear  un  monstruo  de  la  UP  si  se 
establece  la  responsabilidad  mítica.  En  Yakarta  lo  hicieron  los 
comunistas;  la  UP  es  comunista,  luego,  el  crimen  de  Yakarta  lo 
cometieron  la  UP  y Allende.  Por  lo  menos,  van  a cometer  uno  igual. 
La  propaganda  de  Yakarta  en  Chile,  sacó  la  siguiente  conclusión: 

Catástrofe  comunista... 

Las  semanas  siguientes  al  golpe  fueron  horrendas...  Se  cuenta  de  ríos 
obstruidos  por  cadáveres,  de  asesinatos  raciales,  de  exterminación  de 
familias  completas...  En  todo  caso,  si  los  comunistas  hubieran  tenido 
éxito  en  su  intento  de  golpe  de  Estado,  sin  ninguna  duda  habría  sido  más 
horrendo  el  salvajismo  de  sus  crueles  brigadas  de  choque  ^6. 

Esto  fue  un  anuncio,  y de  ninguna  manera  un  relato  histórico.  La 
persecución  de  la  UP  después  del  golpe  en  Chile,  se  inspiró  en  lo  que 
se  había  hecho  en  Yakarta  después  del  golpe  de  Suharto.  Después  del 
golpe,  y durante  1974,  se  hizo  en  Chile  con  la  UP  lo  que  esta  propa- 

55  Domic,  Juraj:  Las  Fuerzas  Armadas  y la  Seguridad  Nacional.  Santiago,  1973,  pág. 
281. 

56  ¡bid.,  pág.  286. 


146 


ganda  había  anunciado.  Sin  embargo,  pronto  se  dejó  de  mencionar  a 
Yakarta.  Durante  1974  se  publicó  el  primer  tomo  del  libro  de 
Solshcnitsyn  sobre  el  Gulag.  Ahora  se  partía  de  crímenes  efectivamente 
cometidos  en  la  Unión  Soviética  de  Stalin,  y se  podía  prescindir  de  las 
mentiras  de  Yakarta.  Por  supuesto,  por  responsabilidad  mítica  se  culpó 
a la  UP  y a Allende  de  los  crímenes  de  Stalin.  A fines  de  1974  el 
General  Contrcras,  jefe  de  la  DINA,  la  policía  secreta  chilena,  y el 
mayor  responsable  de  las  torturas  cometidas  por  el  régimen,  envió  al 
diario  La  Segunda  una  carta  de  lector  en  la  cual  afirmaba  que  él  y sus 
colaboradores  estaban  tomando  venganza  en  los  personajes  de  la  UP 
chilena  por  los  crímenes  cometidos  por  Stalin.  Firmaba  desde  su 
residencia  Villa  Grimaldi.  Este  lugar,  por  años,  ha  sido  uno  de  los 
centros  de  tortura  en  Chile.  Lucharon  allí  en  contra  del  monstruo  para 
exterminarlo.  Este  monstruo  es  siempre  Lucifer,  que  quiere  el  ciclo  en 
la  tierra,  pero  produce  el  infierno. 

Esta  inversión  antiluciférica,  con  su  enlace  en  la  proyección  del 
monstruo,  es  igualmente  clara  en  el  siguiente  texto: 

Algunos  filósofos  marxistas,  empapados  de  un  fervor  tan  candoroso 
como  místico,  anunciaban  hace  no  muchos  años  atrás  el  arribo  del 
milenio  socialista  del  siguiente  modo: 

“En  la  nueva  sociedad  ya  no  habrán  policías,  no  habrán  más  prisiones, 
no  habrán  iglesias,  ni  ejércitos,  ni  prostitución  de  ningún  tipo,  no  habrán 
más  crímenes...  Cuando  uno  sabe  que  va  por  este  camino  (del  infalible 
saber  marxista-lcninista,  Arditti),  que  es  científico  y cierto,  uno  siente 
que  está  luchando  por  la  mejor  de  las  causas”. 

Un  caso  reciente,  el  breve  y aterrador  socialismo  camboyano  del  Kmcr 
Rouge,  se  convierte  en  caricatura  trágica  y grotesca  del  milenio  anun- 
ciado por  estos  filósofos  ^ . 

Aquí  lo  antiluciférico  es  obvio.  Anuncian  el  ciclo  en  la  tierra  — el 
milenio — y lo  que  hacen  es  el  infierno  del  Kmcr  Rouge.  El  texto 
mencionado  en  la  cita  es  de  los  años  cuarenta,  en  tanto  que  el  régimen 
del  Kmcr  Rouge  se  da  treinta  años  después,  en  una  región  del  mundo 
completamente  distinta.  Sin  embargo,  estos  filósofos  son  los  culpables 
del  crimen,  por  ende,  son  monstruos.  La  responsabilidad  del  crimen  es 
completamente  mítica  y transforma  cualquier  pensamiento  utópico  en 
una  participación  en  todos  los  crímenes  de  la  humanidad. 

Por  todas  partes  aparece  esta  proyección  de  la  monstruosidad,  no 
ya  simplemente  del  socialismo,  sino  de  los  pueblos  cuyo  régimen  es 
socialista. 


57  Ver  Ardió,  Benjamín:  El  deseo  de  la  libertad  y la  cuestión  del  otro  (Postmodcmidad, 
poder  y sociedad).  Ediciones  Criterio,  Asunción,  1989,  pág.  88.  El  texto  que  se  cita 
proviene  de  los  años  cuarenta,  en  los  cuales  los  nazis  persiguieron  a estos  mismos 
comunistas.  La  lógica  del  Mundo  Libre  es  la  recuperación  del  nazismo. 


147 


Después  de  los  acontecimientos  en  la  Plaza  Tiananmcn  en  Pekín, 
toda  la  propaganda  occidental  volvió  a crear  el  monstruo  chino.  En  la 
revista  semanal  alemana  Der  Spiegel  eso  se  veía  así: 

El  arte  mayor  de  la  tortura  era  la  muerte  de  los  “mil  muertes",  durante  la 
cual  el  criminal,  a veces  durante  meses  y según  criterios  anatómicos 
altamente  sofisticados,  era  pinchado,  cortado,  aplastado,  quemado  y 
trinchado,  mientras  se  le  alimentaba  con  su  propia  carne  ( Der  Spiegel. 

No.  25-1989,  S.  105). 

Pretendidos  ladrones  capturados  — en  verdad  campesinos  arbitraria- 
mente capturados  en  sus  campos — fueron  puestos  en  fila  frente  a toda 
la  corte  y frente  a una  masa  de  gente  que  estaba  riéndose,  y detrás  de  cada 
uno  de  ellos  un  soldado.  Acto  seguido  el  verdugo  pasó  con  su  espada  por 
la  fila  y le  cortó  a cado  uno  el  vientre,  abriéndolo.  El  soldado  que  estaba 
detrás  dio  al  criminal  una  patada  en  la  columna  para  que  salieran  las 
tripas  del  vientre.  Los  cuerpos,  que  estaban  pataleando  y moviéndose, 
murieron  lentamente  por  la  pérdida  de  sangre  ( Ibid . S.  108). 

Der  Spiegel  se  dirigió  a un  especialista  sobre  asuntos  chinos,  quien 
contestó: 

La  “crueldad  de  este  tipo  es  endémica  en  China”,  dijo  decididamente  el 
chinólogo  de  Bochum,  Manfred  Frühauf  (Idem.). 

Una  vez  dicho  todo  esto,  la  revista  pudo  hablar  sobre  la  Plaza 
Tiananmcn  y sobre  la  historia  colonial  de  China.  Era,  evidentemente,  la 
historia  de  un  monstruo. 

Ahora  bien,  a lo  que  se  había  recurrido  era  a la  propaganda  inglesa 
del  siglo  XIX,  con  la  cual  Inglaterra  justificó  sus  guerras  en  contra  de 
China  y la  destrucción  del  país  y de  su  cultura.  A sangre  y fuego 
Inglaterra  impuso  a China  la  libre  importación  de  opio,  el  mayor  cartel 
de  drogas  que  ha  existido  hasta  ahora  en  la  historia  humana.  Hoy, 
cuando  revive  la  avaricia  de  adueñarse  de  China,  revive  también  esta 
propaganda  para  proyectar  la  monstruosidad  sobre  China.  Los  medios 
de  comunicación  empiezan  a preparar  el  terreno  para  otra  “guerra  justa” 
en  contra  de  los  chinos.  ¿No  es  justa  la  guerra  contra  gente  así?  ¿Se 
requiere  más  justificación  que  ésta? 

Esta  misma  propaganda  la  hizo  Inglaterra  para  justificar  la 
colonización  de  la  India.  En  este  caso  se  trató  de  la  costumbre  hindú 
de  quemar  a las  viudas,  cuyo  marido  había  muerto.  El  gcnileman 
colonializador,  mediante  una  guerra  justa,  tenía  que  colonizar  a la  In- 
dia, destruir  su  cultura  y su  economía,  tenía  que  efectuar  un  pillaje  de 
sus  riquezas  y adueñarse  de  las  fuentes  de  éstas  para  que  no  persistiera 
este  crimen.  Después  de  toda  la  destrucción  la  costumbre  de  la  quema 
de  viudas  siguió  igual  que  antes,  sólo  que  el  país  ahora  era  pobre  c 


148 


Inglaterra  se  había  enriquecido.  El  monstruo  que  se  había  proyectado 
en  la  cultura  india,  había  rendido  sus  frutos. 

Probablemente,  si  no  se  hubiese  colonizado  a la  India  en  nombre 
de  unos  derechos  humanos  que  son  transformados  en  máquina  de  matar, 
la  India  sería  hoy  un  país  próspero  en  el  cual  ya  no  se  quemaría  a 
ninguna  viuda. 

Una  película  basada  en  la  novela  de  Julio  Vcme  La  vuelta  al  mundo 
en  ochenta  días,  refleja  a este  gentleman- ladrón.  Cuando  el  personaje 
principal  de  la  película  hace  su  viaje  por  el  mundo,  pasa  también  por 
la  India.  Encuentra  un  lugar  donde  se  está  quemando  a una  viuda. 
Como  buen  gentleman,  la  salva  y sigue  su  camino.  Por  supuesto,  no  se 
dice  nada  del  precio  que  la  India  ha  pagado  para  esta  salvación 
desinteresada. 

Cuando  se  habla  de  la  India,  nunca  falla  esta  viuda  salvada  por  el 
colonizador  generoso.  Ello  es  parte  de  una  constante  propaganda  para 
legitimar  el  genocidio  cometido  en  contra  de  la  India,  crimen  que  no 
tiene  legitimación  alguna.  Se  trata  del  método  occidental  de  encubrir  su 
salvajismo  detrás  de  la  pantalla  de  la  lucha  por  los  derechos  humanos. 

Por  supuesto,  el  mayor  crimen  de  este  siglo,  Ausschwitz,  no  puede 
faltar.  Veamos  cómo  se  lo  presenta: 

Así,  Kristallnacht,  la  noche  de  los  cristales  rotos,  marcó  el  inicio  del  fin, 
el  comienzo  de  la  terrible  historia  del  Holocausto  que  acabaría  con  una 
porción  del  género  humano... 

Esa  perversa  deshumanización  constituye  el  rasgo  esencial  del  totalita- 
rismo, ya  sea  el  nazi  o el  comunista.  Stalin  y Hitlcr  se  hermanaron  en  un 
afán  de  desmembrar  Europa  y,  mucho  antes  que  el  Führcr  emprendiera 
su  sangrienta  ordalía,  el  Koba  ya  masacraba  a millones  de  rusos.  La 
praxis  de  uno  y otro  no  difería,  y su  maldad  corría  pareja... 

La  barbarie  totalitaria,  empero,  no  terminó  con  la  derrota  del  Tercer 
Rcich  ni  la  muerte  de  Stalin.  Se  ha  perpetuado  en  las  prisiones  y 
manicomios  del  sistema  soviético  y en  los  émulos  y cultores  de  esc 
nefasto  orden  político.  Continúa  hoy  en  Cuba,  en  Nicaragua  y Etiopía, 
regímenes  terroristas  y crueles  en  los  que  la  vida  humana  y la  libertad 
perdieron  su  valor  sagrado.  De  ahí  precisamente  el  angst  de  algunos 
filocomunistas  que,  cuando  exaltan  y justifican  a Fidel  Castro  y a Daniel 
Ortega,  en  el  fondo,  cohonestan  a Hitlcr  y a Stalin.  Esta  realidad 
insoslayable  los  agobia  y mortifica,  pero  no  la  pueden  evadir,  ni  mucho 
menos  ocultar  tras  el  manido  estandarte  de  una  falsa  soberanía. 

...una  advertencia  perpetua  acerca  del  ominoso  destino  que  encierran  los 
tratos  conquianes  profesan  la  violencia  {La  Nación,  San  José,  8.XI.  1988, 
énfasis  nuestro). 

¿Quién  cometió  el  crimen  de  Ausschwitz?  Fidel  Castro  y Daniel 
Ortega.  Desde  luego,  ellos  no  vivieron  en  esc  tiempo,  no  obstante  mí- 
ticamente se  construye  su  culpa.  Pero  tampoco  Stalin  cometió  esc  crimen. 
El  cometió  un  sinnúmero  de  crímenes,  aunque  no  el  de  Ausschwitz. 
Nuevamente  aparece  la  construcción  mítica  de  la  responsabilidad.  Hitlcr 


149 


cometió  el  crimen  de  Ausschwitz.  Ahora  sigue  la  derivación  mítica. 
Hitlcr  era  totalitario.  Stalin  también  era  totalitario,  por  lo  tanto,  también 
cometió  el  crimen  de  Ausschwitz.  Además,  Stalin  era  comunista,  Fidel 
Castro  y Daniel  Ortega  también  lo  son,  luego,  también  cometieron  el 
crimen  de  Ausschwitz.  Por  consiguiente,  si  queremos  evitar  un  nuevo 
Ausschwitz,  tenemos  que  exterminar  a Castro  y a Ortega,  pues  ambos 
son  unos  monstruos  junto  a sus  pueblos.  Lo  podemos  hacer  porque 
mantienen  un  “estandarte  de  una  falsa  soberanía”.  Atacarlos,  entonces, 
es  una  guerra  de  defensa. 

Así  se  transformaba  la  guerra  en  contra  de  Nicaragua  en  una  “guerra 
justa”. 

4.  Para  combatir  al  monstruo,  hay  que  hacerse 
monstruo  también.  La  actuación  por  el  espejismo 

Ya  Napoleón  decía:  “II  faut  opérer  en  partisan  partout  oíi  il  y a des 
partisans”.  (Para  combatir  al  partisano,  hay  que  hacerse  partisano 
también)  5$.  Este  es  el  desenlace  de  la  proyección  del  monstruo  59.  Se 
adjudica  al  monstruo  lo  que  se  va  a hacer  para  enfrentarlo.  En  los  males 
que  se  le  adjudican  se  puede  ver  dibujado  lo  que,  en  nombre  de  su 
monstruosidad,  se  va  a hacer  frente  a él. 

Sobre  Irak  se  decía: 

Si...  se  rompiera  relaciones  diplomáticas  con  Irán  y,  sobre  todo,  se 
decretara  un  embargo  sobre  el  petróleo  iraní  de  parte  de  Europa,  Estados 
Unidos  y Japón,  el  mundo  se  libraría  de  esta  tortura  y se  comenzaría  a 
“aterrorizar  a los  terroristas”,  según  la  feliz  expresión  de  un  ex  ministro 
francés,  una  de  las  formas  más  eficaces  de  salvaguardar  la  seguridad  y 
la  paz  (La  Nación,  5.IU.89). 

Para  combatir  a los  terroristas,  hay  que  hacerse  terrorista.  El 
comandante  en  jefe  de  las  fuerzas  aliadas  en  el  golfo.  Norman 
Schwarzkopf,  quien  ya  consideraba  a Hussein  un  monstruo,  prometió 
comportarse  frente  a él  como  un  monstruo: 

Si  vamos  ala  guerra,  no  hay  absolutamente  duda  algunade  que  la  imagen 
que  mostraré  a Saddam  Hussein  y al  enemigo  será  la  de  un  oso 
cascarrabias  (La  Nación,  San  José,  11.1.91). 

A los  iraquíes,  Schwarzkopf  los  llamaba  en  la  televisión  “perros 
rabiosos”,  una  expresión  que  el  Presidente  Bush  ya  había  usado  para 

Se  trata  de  una  orden  de  Napoleón  al  general  Lcfcvre  del  12  de  septiembre  de  1813, 
según  Schmitt,  Cari:  “Teoría  del  partisano.  Notas  complementarios  al  concepto  de  lo 
político”  (1963),  en:  Schmitt,  Cari:  El  concepto  de  lo  político.  Folios,  Buenos  Aires,  1984, 
pág.  122. 

59  Ver:  Fromm,  Erich:  Anatomía  de  la  destructividad  humana.  Siglo  XXI,  México,  1975. 


150 


denunciar  a Khadafi,  algunos  días  antes  del  ataque  aereo  estadounidense 
a Libia.  Por  eso,  Schwarzkopf  pudo  decir  que  en  la  guerra  del  Golfo 
murieron  solamente  120  hombres.  Por  supuesto,  el  no  contó  a los  “perros 
rabiosos”  muertos.  A los  ataques  aéreos  los  llamaba  “operaciones  qui- 
rúrgicas”, una  expresión  que  conocemos  demasiado  bien  de  las  noches 
de  los  cuchillos  largos  que  los  militares  de  la  Seguridad  Nacional  ponen 
en  escena  en  el  Tercer  Mundo,  para  “extirpar  un  cáncer”.  Son  una 
policía  sanitaria  que  trac  la  salud.  Los  nazis  hablaron  del  exterminio  de 
parásitos. 

Cuando  recientemente  se  trataba  de  justificar  la  guerra  en  contra  de 
Irak,  aparece  el  mismo  método.  De  Hussein  se  dice: 

La  organización  Amnistía  Internacional  denunció  ayer  que,  en  una  ola 
de  torturas,  mutilaciones  y asesinatos,  fuerzas  iraquíes  en  Kuwait 
extirparon  ojos  y orejas,  y,  en  algunos  casos,  castraron  a sus  víctimas  ( La 
Nación,  San  José,  19.XÍI.90). 

Tampoco  esto  es  una  denuncia  de  violaciones  de  los  derechos 
humanos,  excepto  probablemente  de  parte  de  Amnistía  Internacional. 
Es  un  llamado  al  exterminio  en  nombre  de  una  proyección  de 
monstruosidad.  Lo  que  realmente  amenaza  por  detrás  es  la  actuación 
por  espejismo:  hacer  a los  iraquíes  algo  equivalente  a lo  que  se  adjudica 
a ellos.  Se  trata  de  un  anuncio  de  algo.  Después  se  verá  de  qué.  Porque: 
quién  quiere  luchar  con  alguien  que  hace  esas  cosas,  tiene  que  hacerlas 
también.  Si  lo  que  se  dice  sobre  estas  violaciones  de  derechos  humanos 
es  verdad  o no,  es  algo  completamente  irrclcvantc. 

Y cuando  Bush  llama  a Hussein  un  Hitlcr,  se  sabe  que  también 
vale:  quien  quiere  combatir  a Hitlcr,  tiene  que  convertirse  a su  vez  en 
un  Hitlcr.  Este  decía  lo  mismo:  para  combatir  a los  sabios  de  Sión,  hay 
que  hacerse  un  sabio  tic  Sión.  Efectivamente,  Hannah  Arendt  demuestra 
que  mucho  de  lo  que  los  nazis  hacían,  se  inspiraba  en  los  propios 
Protocolos  de  los  sabios  de  Sión: 

La  propaganda  nazi,  en  otras  palabras,  descubrió  en  el  “judío  su- 
pranacional  porque  es  intensamente  nacional”  al  precursor  del  alemán 
dueño  del  mundo  y aseguró  a las  masas  que  “las  naciones  que  han  sido 
las  primeras  en  ver  a través  del  judío  y las  primeras  en  combatirle  van  a 
ser  las  primeras  en  ocupar  su  puesto  en  la  dominación  del  mundo”.  El 
espejismo  de  una  dominación  mundial  judía  ya  existente  constituyó  la 
base  para  la  ilusión  de  una  futura  dominación  mundial  alemana 

Por  eso,  no  se  trata  de  entrar  en  una  discusión  acerca  de  si  Hussein 
es  un  Hitlcr  o no.  De  nuevo,  esto  es  completamente  irrclcvantc.  Lo  que 
Bush  nos  dice  es  que  él  mismo  está  en  peligro  de  serlo.  Lo  dice  por 
espejismo,  mediante  la  proyección  del  monstruo. 

Arendt,  Hannah:  Los  orígenes  del  totalitarismo,  Taurus,  Madrid,  1974,  pág.  446. 


151 


Hacerse  monstruo  para  combatir  al  monstruo,  es  la  declaración  de 
que  ya  no  existen  derechos  humanos.  Se  proyecta  el  monstruo  en  el 
otro,  porque  él  que  lo  hace  anuncia  que  se  va  a convertir  en  un  monstruo. 
El  título  del  diario  chileno  La  Tercera  del  15.XI.73,  era:  “O  nos  destruían 
o los  destruíamos”.  Cuando  los  militares  chilenos  decidieron  lanzarse 
contra  su  pueblo,  tuvieron  que  inventar  tantas  maldades  a este  pueblo, 
de  manera  que  la  maldad  que  pensaban  aplicar  fuera  la  respuesta  justa. 

Por  eso  insisten:  si  el  otro  hubiera  ganado,  todo  habría  sido  igual 
o peor.  Por  eso  afirman  en  la  campaña  sobre  Yakarta: 

En  todo  caso,  si  los  comunistas  hubieran  tenido  éxito  en  su  intento  de 
golpe  de  Estado,  sin  ninguna  duda  habría  sido  más  horrendo  el  salvajismo 
de  sus  crueles  brigadas  de  choque  61 . 

Todo  es  espejismo,  no  obstante,  de  ese  espejismo  se  deriva  la 
justificación  de  cualquier  acción  inhumana. 

Incluso  en  las  discusiones  económicas  aparecen  estos  espejismos. 
En  una  entrevista  a Michcl  Camdcssus,  director-gerente  del  FMI,  se  le 
preguntó: 


¿Cual  será  el  costo  social  de  las  medidas  para  poner  en  orden  las  finanzas 
públicas? 

— La  cuestión  es  cuál  sería  para  el  pueblo  de  Costa  Rica  el  costo  de  no 
ajustar  sus  estructuras.  El  costo  podría  ser  la  interrupción  del  financia- 
micnto  externo,  reducción  de  la  inversión,  paralización  de  un  acuerdo  de 
renegociación  de  la  deuda,  interrupción  de  las  importaciones.  El  costo 
sería  la  recesión  {La  Nación,  San  José,  5.in.90). 

Esta  referencia  al  “costo  de  no  ajustar  sus  estructuras”  es  una  simple 
proyección  de  un  monstruo.  Sin  embargo,  de  este  espejismo  se  deduce 
la  legitimidad  del  ajuste  estructural.  O rcccsión  o ajuste.  O nos  destru- 
yen, o los  destruimos.  O el  caos,  o nosotros.  Por  supuesto,  esto  significa 
que  la  rcccsión  sería  mucho  peor  que  el  ajuste.  Lo  que  el  funcionario 
del  FMI  dice  es:  va  haber  una  rcccsión  por  el  ajuste,  pero  esta  será 
mucho  menor  que  la  rcccsión  que  habría  sin  ajuste. 

Nos  dice,  además,  por  que  habrá  rcccsión  en  el  caso  de  no  hacer 
el  ajuste.  El  propio  FMI  se  encarga  de  provocar  “la  interrupción  del 
financiamicnio  interno,  reducción  de  la  inversión,  paralización  de  un 

6'  Domic,  op.cit.,  pág.  286.  llannah  Arcndt  da  un  ejemplo  de  esta  actuación  por  espejismo: 
“El  más  famoso  ejemplo  es  el  anuncio  de  Ilillcr  al  Rcichslag  alemán  en  enero  de  1939: 
‘Hoy  quiero  hacer  una  vez  más  una  profecía:  en  el  caso  de  que  los  financieros  judíos... 
lograran  de  nuevo  arrastrar  a los  pueblos  a una  guerra  mundial,  el  resultado  será...  el 
aniquilamiento  de  la  raza  judía  en  Europa’.  Traducido  a un  lenguaje  no  totalitario,  esto 
significaba:  ‘Quiero  hacer  la  guerra  y trato  de  matar  a los  judíos  en  Europa’”  ( Op . cit., 
pág.  434). 

Ella  concluye:  “El  único  argumento  válido  en  semejantes  condiciones  consiste  en  correr 
inmediatamente  en  ayuda  de  la  persona  cuya  muerte  ha  sido  prcdicha”  {Ib'ui.,  pág.  435). 


152 


acuerdo  de  rcncgociación  de  la  deuda,  interrupción  de  las  importaciones”. 
No  obstante,  eso  no  es  ningún  castigo: 

Nuestra  posición  no  es  exactamente  la  de  recomendar  ni  imponer 
medidas,  nuestra  posición  es  la  del  diálogo... 

Pero  el  hecho  de  que  las  metas  no  hayan  sido  respetadas  y que  nosotros 
hayamos  suspendido  los  desembolsos,  no  significa  un  castigo,  sino  una 
realidad  a la  cual  se  enfrenta  el  país  adaptando  sus  políticas.  Luego 
nosotros  desembolsaremos  62. 

La  realidad  exige  esta  recesión  en  el  caso  de  que  el  país  no  haga 
el  ajuste.  El  FMI  ejecuta  lo  que  la  realidad  exige.  Es  técnico,  y no 
castiga.  Las  medidas  del  FMI  para  provocar  la  recesión  en  el  caso  de 
que  no  se  acepte  el  ajuste,  son  como  los  terremotos,  de  los  cuales  el 
FMI  no  es  responsable.  Se  trata  de  un  espejismo,  creado  por  el  propio 
Camdcssus,  en  nombre  del  cual  actúa.  En  nombre  de  la  técnica,  se 
orienta  por  este  espejismo  autocrcado. 


5.  El  imperio  de  la  ley  y el  reino  de  Dios 

¡Ay  de  ustedes,  maestros  de  la  Ley  y fariseos 
hipócritas!  Ustedes  pagan  el  diezmo  de  todo,  sin 
olvidar  la  menta,  el  anís  y el  comino,  y,  en 
cambio,  no  cumplen  lo  más  importante  de  la 
Ley:  la  justicia,  la  misericordia  y la  fe.  Estas  son 
las  cosas  que  deberían  observar,  sin  descuidar 
las  otras.  ¡Guías  ciegos!  Cuelan  un  mosquito, 
pero  se  tragan  un  camello  (Mat  23. 23-24). 

Cuanto  mayor  es  la  monstruosidad  que  se  proyecta  en  el  enemigo, 
más  hay  que  divinizar  la  meta  del  conflicto.  Todo  infierno  se  realiza  en 
nombre  de  algún  ciclo.  Reagan  hablaba  de  las  “catedrales  de  la  libertad”, 
de  “la  ciudad  que  brilla  encima  de  la  montaña”.  Bush  habla  de  la  “gran 
idea”  que  está  en  juego  en  la  guerra  del  Golfo  Pérsico,  esto  es: 

® Es  el  diálogo  de  la  capitulación  incondicional.  En  este  diálogo  se  comunica  al  otro 
lo  que  tiene  que  hacer.  Si  cuestiona  algo,  se  le  aplican  medidas  de  fuerza  hasta  que 
acepte.  Este  fue  también  el  diálogo  después  del  alto  al  fuego  al  terminar  la  guerra  contra 
Irak:  “Schwarzkopf  marcó  el  tono  de  las  pláticas.  Apenas  arribó  a la  base  aérea  iraquí 
ocupada,  precisó  que  ‘no  habrá  negociaciones,  he  venido  a decirles  exactamente  lo  que 
deben  hacer’”. 

Terminadas  estas  negociaciones,  dijo:  “‘me  siento  feliz  al  anunciarles  que  concordamos 
en  todos  los  temas’,  declaró  el  comandante  de  las  fuerzas  aliadas  poco  después  de  terminar 
la  reunión  sostenida  en  Safwan,  al  norte  de  la  frontera  entre  Kuwait  c Irak”  (La  Nación, 
San  José,  4.III.91). 

Las  negociaciones  con  el  FMI  son  exactamente  iguales.  Si  no  se  aceptan 
incondicionalmcnte  las  condiciones,  Schwarzkopf  manda  más  bombas;  el  FMI  manda 
una  crisis  económica. 


153 


...un  nuevo  orden  mundial  en  el  que  las  diversas  naciones  caminen  juntas 
con  una  causa  común  para  conseguir  las  aspiraciones  universales  de  la 
humanidad:  la  paz,  la  seguridad,  la  libertad  y el  Imperio  de  la  Ley  {La 
Nación,  San  José,  30.1.91). 

Al  monstruo  se  contrapone  el  “imperio  de  la  ley”,  del  cual  ya  se 
habló  frente  al  cobro  de  la  deuda  externa  de  America  Latina  y durante 
la  intervención  militar  en  Panama  Es  un  ciclo,  en  nombre  del  cual 
se  realiza  un  infierno.  Es  el  ciclo  de  la  institución  perfecta  del  mercado 
total.  La  ley,  en  cuyo  nombre  se  anuncia  el  imperio  de  la  ley,  es  la  ley 
del  mercado,  interpretada  como  ley  metafísica  de  la  historia. 

El  imperio  de  la  ley  tiene  el  mismo  significado  que  el  grito  “law 
and  order”.  No  sostiene  que  se  cumplirá  con  las  leyes,  y menos  el 
acatamiento  de  alguna  etica.  Cuando  aparece  el  imperio  de  la  ley,  se 
suspenden  todas  las  leyes  del  comportamiento  humano  que  se  refieren 
a algunos  derechos  humanos.  El  imperio  de  la  ley  anula  el 
reconocimiento  de  los  principales  derechos  humanos,  y los  sustituye 
por  uno  solo:  la  propiedad  privada  y el  cumplimiento  de  contratos.  El 
mercado,  entendido  como  automatismo,  es  impuesto  sin  ningún  límite 
y arrasa  con  los  derechos  humanos.  Al  reducir  todos  los  derechos  a los 
criterios  del  mercado,  el  imperio  de  la  ley  se  transforma  aparentemente 
en  una  técnica  de  aplicación  de  las  reglas  del  mercado.  Los  derechos 
humanos  son  sustituidos  por  la  libertad  de  empresa.  Todos  los  derechos 
se  reducen  al  derecho  de  comprar  y vender  libremente. 

Hay  ejemplos  clásicos  de  la  sustitución  de  los  derechos  humanos 
por  el  imperio  de  la  ley. 

5.1.  La  guerra  justa  en  nombre  del  imperio  de  la  ley 

Un  ejemplo  son  las  guerras  del  opio  que  Inglaterra  llevó  a cabo  en 
contra  de  la  China  del  siglo  XIX.  Las  guerras  del  opio  fueron  guerras 
en  nombre  del  imperio  de  la  ley. 

A fines  del  siglo  XVIII  y al  comienzo  del  siglo  XIX,  Inglaterra 
importaba  cada  vez  más  té  de  Asia,  siendo  China  un  mercado  importante 
para  esc  abstccimicnto  de  té.  Sin  embargo,  Inglaterra  tenía  una  balanza 
comercial  negativa  con  China.  China  cerró  sus  mercados,  considerando 
que  no  necesitaba  mercancías  inglesas.  Por  lo  tanto,  Inglaterra  tenía  que 
pagar  los  suministros  de  té  con  oro  y plata. 

Había  un  solo  producto  que  efectivamente  podría  tener  un  mercado 
fácil  en  China,  pero  cuya  venta  estaba  prohibida  por  el  Estado  chino. 

La  intervención  en  Panamá  se  llamó  “causa  justa”,  lo  que,  en  la  jerga  del  gobierno 
de  EUA,  es  equivalente  a guerra  justa.  La  guerra  era  justa  porque  el  gobierno  de  Panamá 
se  había  salido  del  “imperio  de  la  ley”.  Este  imperio  es  una  construcción  a partir  de  las 
leyes  del  mercado,  y de  ninguna  manera  una  ley  escrita  o alguna  legalidad  internacional. 
Es  la  ley  metafísica  de  la  historia.  Es  la  “ley  natural”  de  Lockc. 


154 


Se  trataba  del  opio,  el  cual  los  ingleses  producían  en  la  India  para 
exportar  a otros  países,  en  tanto  que  prohibían  su  venta  en  Inglaterra. 

Empezó  entonces  un  gran  contrabando  de  opio  a China,  realizado 
por  la  compañía  de  la  India  Oriental,  que  contó  con  el  apoyo  del  gobierno 
ingles.  Este  negocio  del  opio  invirtió  la  balanza  comercial  de  China, 
que  pasó  a importar  más  en  opio  de  lo  que  exportaba  en  te.  El  oro  y 
la  plata  que  China  había  acumulado  anteriormente  con  base  en  sus 
exportaciones,  retomaron  a Inglaterra. 

El  consumo  de  opio  corrompió  a la  sociedad  china  desde  adentro. 
Además,  los  negociantes  del  opio  amenazaron  al  gobierno  de  China  en 
cuanto  intentó  controlar  esc  consumo. 

Finalmente,  en  1839  el  gobierno  chino  obligó  a los  comerciantes 
ingleses  a destruir  todas  sus  reservas  de  opio  en  Cantón,  centro  de 
intercambio  comercial  con  China.  Inglaterra  reaccionó  con  la  guerra  del 
opio  (1840-1842),  que  definió  como  una  guerra  por  la  libertad  de 
comercio. 

Se  trataba  de  una  guerra  justa  porque  implantaba  el  imperio  de  la 
ley,  que  no  es  otra  cosa  que  la  libertad  de  comercio  más  allá  de  cualquier 
otro  derecho  humano.  Al  haber  ganado  Inglaterra  esta  guerra  justa. 
China  le  tuvo  que  conceder  el  dominio  sobre  Hong  Kong  y pagar  una 
alta  indemnización  por  los  gastos  de  guerra  que  Inglaterra  había  tenido 
64 . A partir  de  este  momento,  Inglaterra  logró  la  completa  libertad  del 
comercio  del  opio  en  China. 

En  las  décadas  posteriores  hubo  intentos  chinos  de  recuperar  su 
soberanía  perdida,  no  obstante  todos  fueron  derrotados  y resultaron  en 
nuevas  indemnizaciones  por  costos  de  guerra,  que  Inglaterra  cobró  por 
el  hecho  de  que  todas  sus  guerras  en  contra  de  China  fueron  guerras 
justas  para  implantar  el  imperio  de  la  ley.  En  1860,  tropas  inglesas 
conquistaron  incluso  el  palacio  de  verano  de  Pekín,  una  de  las  joyas  de 
la  cultura  china,  que  era  a la  vez  el  lugar  donde  se  guardaba  el  tesoro 
del  imperio  chino.  Los  ingleses  saquearon  el  palacio  y se  llevaron  el 
oro,  después  le  prendieron  fuego.  Una  vez  más,  encima  de  la  pérdida 
del  tesoro  robado,  los  chinos  tuvieron  que  pagar  reparaciones  de  guerra 
debido  a que  también  ésta  había  sido  una  guerra  justa  de  parte  de 
Inglaterra.  Después  de  haber  ganado  Inglaterra  tantas  guerras  justas,  la 
China  floreciente  del  siglo  XVIII  se  convirtió  al  comienzo  del  siglo  XX 
en  una  sociedad  destruida  y completamente  dominada  por  los  poderes 
occidentales,  con  una  deuda  externa  impagable. 

Se  trata  del  tipo  de  guerra  justa  que  domina  toda  la  historia  del 
colonialismo  occidental.  Siempre  el  colonizador  occidental  conquista 
mediante  una  guerra  justa  los  territorios  del  mundo  entero,  y siempre 
estos  tienen  que  pagar  con  la  entrega  de  sus  riquezas  los  costos  de  esa 
guerra.  Así  se  colonizó  América,  se  exterminó  la  población  de  América 

64  En  los  enfrentamientos  armados  en  Cantón,  los  invasores  se  jactaron  de  su  alta 
eficacia  al  matar  en  una  batalla  a más  de  500  soldados  chinos,  sin  perder  ellos  a ninguno. 
Fue  un  Bagdad  en  el  siglo  XIX. 


155 


del  Norte,  se  transformó  Africa  en  un  gran  territorio  de  caza  de  esclavos, 
se  conquistó  la  India,  China  y el  Cercano  Oriente.  Siempre  se  trató  de 
imponer  el  imperio  de  la  ley,  y siempre  en  nombre  de  este  imperio  se 
anuló  cualquier  dcfccho  humano  frente  a el.  El  imperio  de  la  ley  resultó 
ser  una  máquina  aplanadora  de  los  derechos  humanos  de  toda  la 
humanidad. 


5.2.  El  imperio  de  la  ley  y los  derechos  humanos: 

La  Corte  Internacional  de  la  Haya  sobre  Nicaragua 

Hay  un  caso  reciente  en  el  que  este  choque  entre  el  imperio  de  la 
ley  y los  derechos  humanos  se  hizo  evidente  para  cualquier  persona  que 
quiera  escuchar.  Se  trata  de  la  guerra  que  EUA  llevó  a cabo  durante  los 
años  ochenta  en  contra  de  Nicaragua.  Después  de  un  minado  de  los 
puertos  nicaragüenses  por  parte  del  gobierno  de  EUA,  Nicaragua  acusó 
a este  ante  la  Corte  Internacional  de  la  Haya  por  este  acto  de  agresión. 
La  Corte  le  dio  la  razón  al  gobierno  de  Nicaragua  y condenó  a EUA 
por  haber  efectuado  un  acto  de  agresión  (26  de  junio  de  1986).  Lo 
condenó  igualmente  a la  reparación  de  los  daños  materiales. 

Pocas  semanas  antes  del  jucio,  cuando  el  gobierno  de  EUA  se  dio 
cuenta  de  que  iba  a perderlo,  abandonó  la  Corte  Internacional,  declaró 
que  ya  no  se  consideraba  miembro  de  ella  y rechazó  su  competencia. 
Sin  embargo,  la  Corte  prosiguió  el  juicio  y declaró  a EUA  en  rebeldía. 

Esto  era  el  fin  de  toda  una  época  del  derecho  internacional,  que 
había  empezado  con  la  declaración  de  los  derechos  humanos  por  parte 
de  la  ONU.  De  una  época  en  que  por  primera  vez  en  la  historia  del 
Occidente,  había  surgido  una  instancia  de  derecho  internacional  no 
sometida  a este  “imperio  de  la  ley”,  sino  a los  derechos  humanos. 
Aunque  EUA  nunca  aceptó  para  sí  la  vigencia  legal  de  la  declaración 
de  derechos  humanos  de  la  ONU  y no  la  ratificó,  se  hizo  miembro  de 
la  Corte  Internacional  de  la  Haya,  que  la  aplicaba.  Ahora,  sin  embargo, 
cuando  existía  el  peligro  de  perder  un  juicio,  se  retiraba,  violando  con 
este  retiro  cualquier  derecho  internacional. 

La  comunidad  internacional  no  reaccionó.  Desde  esc  momento 
prácticamente  dejó  de  existir  la  Corte,  pues  perdió  tala  vigencia  efcciiva. 
Ella  sobrevive  apenas  como  una  sombra  de  otros  tiempos. 

De  este  modo  retornó  el  anterior  derecho  internacional,  que  no  es 
más  que  el  “imperio  de  la  ley”  en  nombre  del  derecho  de  comercio  y 
del  automatismo  del  mercado.  Los  derechos  humanos  dejaron  de  tener 
cualquier  respaldo  jurídico  internacional.  Nuevamente,  el  derecho 
internacional  se  transformó  en  un  instrumento  de  los  poderes  económicos 
que  surgen  dentro  del  automatismo  de  un  mercado  mundial,  frente  al 
cual  no  existe  derecho  humano  alguno. 

El  imperio  de  la  ley  es  una  simple  imposición  del  poder.  Pero  no 
de  cualquier  poder.  Se  trata  de  un  poder  canalizado  por  el  anonimato 

156 


de  un  mercado,  considerado  como  automatismo.  El  poder  que  se  impone 
por  el  imperio  de  la  ley,  es  un  poder  que  lucha  con  otros  poderes  dentro 
de  mercados,  imponiendo  estos  mercados  al  mundo  entero  y usando  el 
poder  del  cual  dispone  en  los  mercados  para  sojuzgar  a otros.  Esta 
lucha  de  poder  se  puede  hacer  en  nombre  de  mercados  y dentro  de 
ellos,  dado  que  la  libertad  de  los  mercados  favorece  siempre  al  que  ha 
logrado  más  poder  en  ellos.  Por  lo  tanto,  en  nombre  de  asegurar  la 
libertad  de  mercados,  puede  sojuzgar  a otros. 

Si  el  mercado  es  la  ley,  la  ley  es  la  del  más  fuerte.  Por  eso  el 
dominio  del  más  fuerte  es  necesariamente  un  dominio  legal,  que  se 
legitimiza  en  nombre  de  la  ley.  Este  más  fuerte  legitimado  por  la  ley 
es  necesariamente  un  poder  burgués,  por  cuanto  en  la  lucha  de  mercados 
no  aparecen  sino  poderes  burgueses  que  luchan  por  el  predominio. 
Cualquier  poder  que  no  sea  burgués  es  un  poder  lucra  de  la  ley,  porque 
es  un  poder  fuera  de  los  mercados. 


5.3.  La  guerra  justa  y la  moral 

El  imperio  de  la  ley,  que  es  la  sociedad  burguesa  transformada  en 
mito,  es  la  instancia  que  hace  guerras  que  no  pueden  ser  sino  justas.  Sus 
guerras  son  justas  por  automatismo.  Sus  guerras  son  guerras  morales; 
guerras  que  se  hacen  como  imperativo  categórico;  guerras  que  la  sociedad 
burguesa  tiene  que  hacer  por  impulso  de  su  ética.  Por  eso,  todas  las 
guerras  de  la  sociedad  burguesa,  siendo  guerras  justas,  son  guerras 
totales.  Son  guerras  de  exterminio  porque  se  conducen  en  contra  de 
otros  que  son  rebeldes  frente  a la  ley. 

El  sujeto  del  imperio  de  la  ley  no  es  el  hombre  con  sus  derechos 
humanos.  Es  la  institución  del  mercado,  cuyos  sujetos  son  empresas 
que  luchan  en  contra  de  otras  empresas.  Los  hombres  no  son  más  que 
los  sostenedores  de  estas  empresas,  y pierden  todos  sus  derechos  en 
cuanto  se  enfrentan  al  mercado  ejerciendo  resistencia.  Aplastar  cualquier 
resistencia,  cualquier  reserva  frente  al  mercado,  es  el  contenido  de  las 
guerras  justas  que  realiza  el  imperio  de  la  ley. 

Lo  que  arrasa  con  los  derechos  humanos  es  una  estructura  que 
asumió  todas  las  legitimidades  para  sí.  El  imperio  de  la  ley  es  el  nombre 
de  esta  estructura  — estructura  del  mercado — que  es  absoluta,  sin  ningún 
límite,  que  aplasta  a todo  lo  que  se  opone  como  obstáculo  en  su  camino. 
Es  una  máquina  aplanadora,  una  máquina  de  matar. 

Esta  estructura  domina  al  Estado,  a la  democracia  y la  libertad  de 
opinión.  Ya  Max  Weber  proclamaba  la  legitimidad  de  la  acción  estatal 
en  términos  de  esta  estructura:  legitimidad  por  legalidad.  Lo  que  legitima 
es  un  procedimiento  formal  y no  algún  contenido  material  de  la  acción. 
Una  acción  estatal  de  este  tipo  es  necesariamente  complementaria  del 
mercado.  La  misma  democracia  se  formula  como  simple  complemento 


157 


de  esta  estructura,  e igualmente  la  libertad  de  opinión  En  todos  los 
casos  se  trata  de  procedimientos  que  legitiman.  Procedimientos  del 
mercado,  de  la  decisión  burocrática  del  Estado,  de  las  elecciones,  de  la 
organización  de  los  medios  de  comunicación.  Los  fines  están  eliminados 
de  la  consideración  sobre  la  acción.  Sin  embargo,  cualquier  resistencia 
se  deriva  de  fines,  en  especial  del  fin  de  la  sobrevivencia  humana. 

En  su  discurso  sobre  el  estado  de  la  nación  y hablando  de  la  guerra 
contra  Irak,  el  Presidente  Bush  afirmó  que  de  todas  las  naciones  del 
mundo  “sólo  Estados  Unidos  tiene  tanto  la  estatura  moral  como  los 
medios”  para  cumplir  la  vieja  aspiración  de  un  nuevo  orden  mundial. 
“Somos  la  única  nación  en  este  planeta  capaz  de  aglutinar  a las  fuerzas 
de  la  paz”.  En  el  nuevo  orden  mundial  “la  brutalidad  no  tendrá 
recompensa  y la  agresión  se  enfrentará  a la  resistencia  colectiva”. 
“Triunfaremos  en  el  Golfo  Pérsico.  Y cuando  lo  hagamos,  la  comunidad 
mundial  habrá  enviado  una  advertencia  duradera  a cualquier  dictador  o 
déspota,  presente  o futuro,  que  sueñe  con  cometer  una  agresión  ilegal”. 
En  la  guerra  está  en  juego  una  gran  idea,  “un  nuevo  orden  mundial  en 
el  que  las  diversas  naciones  caminen  juntas  con  una  causa  común  para 
conseguir  las  aspiraciones  universales  de  la  humanidad:  la  paz,  la 
seguridad,  la  libertad  y el  imperio  de  la  ley”  (La  Nación,  San  José, 
30.1.91). 

Se  trata  de  un  discurso  que  se  repite  en  todas  las  acciones  de  los 
imperios  occidentales.  Es  el  discurso  de  la  guerra  justa  del  imperio  de 
la  ley,  que  es  simplemente  el  imperio  burgués.  Es  el  discurso  de  la 
colonización  del  mundo  entero  y de  la  destrucción  de  sus  pueblos  y 
culturas.  Es  el  discurso  del  mayor  imperio  de  esclavitud  de  la  historia 
humana,  fundado  por  la  sociedad  occidental  en  Africa  y America  desde 
el  siglo  XVI  hasta  el  siglo  XIX.  Es  el  discurso  también  del  exterminio 
de  los  indios  en  América  del  Norte,  de  la  colonización  de  la  India  y de 
la  China.  Se  ha  conquistado  todo  el  mundo,  “pacificándolo”  por  medio 
de  “guerras  justas”. 

Es  un  discurso  despótico,  que  la  despotía  hace  en  nombre  de  la 
lucha  en  contra  de  la  despotía.  Este  discurso  lo  desarrolla  por  primera 
vez  John  Locke,  en  la  forma  moderna  que  todavía  hoy  utiliza  Bush. 
Hay  solamente  una  diferencia.  Locke  lo  presenta  abiertamente  como  el 
discurso  desde  un  poder  despótico,  que  se  legitima  en  nombre  de  la 
lucha  en  contra  de  todas  las  despotías  en  el  mundo: 

Este  ( poder  despótico)  existe  en  real  idad  cuando  un  agresor  se  ha  salido 
de  la  ley  de  la  razón  que  Dios  estableció  como  regla  para  las  relaciones 
entre  los  hombres  y de  los  recursos  pacíficos  que  esa  regla  enseña, 
recurriendo  ala  fuerza  para  imponer  sus  pretcnsiones  injustas  y carentes 


65  Ver  “Democracia  y nueva  derecha  en  América  Latina”,  en:  La  fe  de  Abraham  y el 
Edipo  occidental.  DLI,  San  José,  1991  (2a.  ed.),  págs.  63-80. 


158 


de  derecho;  al  hacerlo,  se  ha  expuesto  a que  su  adversario  acabe  con  él, 
tal  como  lo  haría  con  cualquier  animal  dañino  y violento  que  amenace 
con  quitarle  la  vida  ^6. 

Esto  lleva  a Lockc  a distinguir  en  la  sociedad  burguesa  tres  poderes 
legítimos,  que  son  muy  diferentes  de  los  tres  poderes  de  Montcsquicu: 

Tenemos  pues,  que  la  Naturaleza  otorga  el  primero  de  estos  poderes,  el 
paternal,  al  padre  y a la  madre,  en  beneficio  de  sus  hijos,  durante  la 
minoría  de  edad  de  estos,  a fin  de  que  esos  padres  suplan  la  falta  de 
habilidad  y de  inteligencia  para  disponer  de  sus  propiedades.  (Aquí, 
como  en  otros  lugares,  debe  tenerse  presente  que  yo  me  refiero  a la 
propiedad  que  los  hombres  tienen  sobre  sus  personas  y sobre  sus 
bienes).  Un  acuerdo  mutuo  otorga  el  segundo  poder,  el  poder  político, 
a los  gobernantes,  en  beneficio  de  sus  súbditos,  para  conseguirles  la 
seguridad  en  la  posesión  y el  disfrute  de  sus  propiedades.  Por  último,  el 
secuestro  o pérdida  de  la  libertad  otorga  el  tercero,  el  poder  despótico, 
a los  amos,  para  su  propio  beneficio  sobre  aquellos  que  se  encuentran 
privados  de  toda  propiedad  ^ . 

Montcsquicu  se  refiere  únicamente  al  poder  político  de  Lockc,  y 
sus  tres  poderes  son  subpoderes  de  este  poder  político.  Después  de 
Lockc  el  mundo  burgués  ya  no  habla  de  este  poder  despótico  de  Lockc, 
aunque  siga  ejerciéndolo.  Lockc  lo  concibe  para  legitimar  el 
colonialismo,  en  el  cual  está  entrando  Inglaterra  en  su  tiempo. 

El  discurso  de  Bush  es  este  discurso  del  colonialismo  fundado  por 
Lockc,  y reivindica  el  poder  despótico  de  Lockc  sin  mencionarlo 
explícitamente.  Es  el  discurso  de  la  guerra  justa  en  nombre  del  imperio 
de  la  ley  de  la  sociedad  burguesa.  Bush,  en  la  larga  tradición  del 
imperialismo  occidental,  reivindica  un  poder  despótico  legítimo. 

Solamente  con  este  trasfondo  se  puede  entender  la  reflexión  sobre 
la  moral  que  Bush  hace.  Cuando  él  afirma  que  de  todas  las  naciones  del 
mundo  “sólo  Estados  Unidos  tiene  tanto  la  estatura  moral  como  los 
medios”  para  cumplir  la  vieja  aspiración  de  un  nuevo  orden  mundial, 
está  afirmando  un  concepto  de  moral  que  es  exactamente  lo  contrario 
de  cualquier  moral  de  los  derechos  humanos.  Es  la  moral  que  consiste 
precisamente  en  la  capacidad  de  violar  los  derechos  humanos,  sin  que 
le  tiemble  la  mano.  Esta  moral  describe  la  capacidad  de  exterminar  un 
país  entero  sin  tener  siquiera  escrúpulos.  Es  la  moral  de  los 


Locke,  John:  Ensayo  sobre  el  gobierno  civil.  Aguilar,  Madrid,  1969,  §172  (énfasis 
nuestros).  El  §180,  señala:  “...el  poder  que  un  conquistador  adquiere  sobre  aquellos  a 
quienes  vence  en  una  guerra  justa  es  totalmente  despótico ” (énfasis  nuestro).  Cuando  el 
gobierno  de  EUA  o de  Inglaterra  hablan  de  una  guerra  justa,  tienen  en  mente  este  espíritu 
de  John  Locke.  El  cobro  de  la  deuda  externa  es  igualmente  una  “guerra  justa”,  que  da 
este  mismo  poder  despóüco. 

67  §173  (énfasis  nuestros). 


159 


exícrminadores,  de  las  tropas  de  élite,  la  moral  de  Rambo.  Es  la  moral 
de  los  “pacificadores”  del  Programa  Fénix  en  la  guerra  de  Victnam. 

En  las  siguientes  palabras  del  ex-presidcnte  Nixon,  éste  resume  ya 
antes  el  mismo  discurso  de  Bush: 

Si  nosotros  debemos  entrar  en  la  guerra,  ésta  no  será  apenas  una  guerra 
por  el  petróleo.  T ampoco  será  únicamente  una  guerra  por  la  democracia. 

Será  una  guerra  por  la  paz  — no  solamente  por  la  paz  en  nuestro  tiempo, 
sino  por  la  paz  para  nuestros  hijos  y nietos  en  los  años  venideros...  Por 
eso,  nuestro  compromiso  en  el  Golfo  es  una  empresa  altamente  moral . 

La  lógica  de  la  guerra,  asumida  hasta  el  exterminio  de  un  país,  es 
lo  moral.  Lo  inmoral  sería  no  efectuar  el  genocidio.  El  barbarismo 
resultante  es  presentado  como  el  medio  realista  para  asegurar  la  paz.  El 
militarismo  puro  desemboca  en  la  mística  de  la  última  guerra,  que  es 
la  guerra  en  contra  de  todas  las  guerras  y que  crea  la  paz.  Del  ciclo  de 
una  paz  ilusoria  resulta  el  desenfreno  ilimitado  de  la  guerra. 

Así,  la  guerra  justa  desemboca  en  la  negación  de  lodos  los  derechos 
de  aquellos  en  contra  los  cuales  se  dirige  la  guerra.  Al  descansar  la 
justicia  de  la  guerra  en  el  imperio  de  la  ley,  desemboca  en  la  negación 
de  todos  los  derechos  humanos,  en  cuanto  éstos  se  interponen  como  un 
obstáculo  al  desarrollo  desenfrenado  de  la  lógica  del  automatismo  del 
mercado  y de  la  sociedad  burguesa. 

Cuanto  más  aparecen  las  armas  de  exterminio,  esta  moral  se 
transforma  en  el  principal  medio  de  poder.  Es  la  moral  del  suicidio 
colectivo  de  la  humanidad.  Si  todo  el  mundo  dispone  de  armas  de 
exterminio  — atómicas,  químicas,  biológicas — , el  poder  lo  tiene  aquel 
que  visible  y creíblemente  está  dispuesto  a usarlas.  Quien  tiene  estas 
armas  sin  esta  moral  de  la  muerte  y del  suicidio,  no  puede  derivar  de 
ellas  ningún  poder.  Como  se  destruye  a sí  mismo  al  usarlas  en  contra 
de  los  otros,  no  las  puede  usar  en  ninguna  guerra,  aunque  las  tenga.  Si 
quiere  seguir  viviendo,  tiene  que  renunciar  a su  uso,  aunque  sea 
amenazado  por  ellas.  En  este  mundo,  el  poder  es  de  aquel  que 
visiblemente  está  dispuesto  al  suicidio  colectivo  de  la  humanidad. 

Si  todos  tienen  estas  armas,  sólo  pueden  derivar  poder  de  ellas 
aquellos  que  desarrollan  la  moral  de  la  muerte  y del  suicidio. 
Supcrpotencia,  entonces,  no  es  aquel  que  tiene  armas  de  destrucción 
masiva,  sino  aquel  que  está  decidido  a emplearlas.  Lo  horrendo  de  la 
moral  de  la  muerte  es  que,  efectivamente,  es  la  moral  del  poder  absoluto 
sobre  la  tierra. 

Esta  moral  es  la  moral  del  victimario  que  ha  declarado  culpable  a 
la  víctima,  y asume  la  culpa  de  ésta,  matándola.  Reagan  decía:  “Esto 
vuelve  a demostrar  que  debemos  hacer  algo  para  detener  el  terrorismo 
de  una  vez  por  todas  y conjuntamente”  (El  País,  Madrid,  18. IV. 1986). 

68  Nixon,  Richard:  “Bush  has  it  right:  Amerca’s  commilment  in  the  Gulf  is  moral”. 
Inlernniional  llerald  Tribune,  7.1.1991. 


160 


Por  ende,  declaró  el  contra-terror  porque,  para  combatir  al  terrorista, 
hay  que  hacerse  terrorista.  Un  comentarista  de  la  prensa  conservadora 
celebra  este  “contra-terror”  como  autosacrificio  del  victimario: 

S i se  pretende  ser  la  “cabeza  del  mundo  libre”,  el  centro  de  la  civilización 
occidental  y la  espina  dorsal  de  una  alianza  internacional  de  pueblos  que 
comparten  ideas  y objetivos,  no  queda  más  remedio  que  pagar  el  alto 
precio  que  esas  responsabilidades  conllevan.  Inglaterra,  Francia  y España, 
en  algún  momento  de  su  historia  han  pechado  con  las  consecuencias  del 
liderazgo...  Es  doloroso,  es  terrible,  pagan  justos  por  pecadores,  pero 
esas  parecen  ser  las  leyes  de  la  guerra  terrorista  {LaN ación,  San  Josc.Costa 
Rica,  25.V1I.85). 

El  victimario  tiene  moral,  él  sufre  dolor.  No  sus  víctimas  &<5. 


6.  La  inversión  antiluciférica,  la  política 

como  técnica  y el  paso  al  nihilismo 

La  inversión  antiluciférica  es  solamente  una  de  las  formas  de  la 
proyección  del  monstruo.  Sin  embargo,  es  hoy  la  forma  más  eficaz  y 
más  peligrosa. 

La  inversión  antiluciférica  transforma  todos  los  valores  de  la 
convivencia  humana,  todo  humanismo,  todo  universalismo  ético,  en 
amenaza  monstruosa  en  contra  de  la  cual  hay  que  luchar.  Lo  hace  en 
nombre  de  relaciones  sociales  de  producción  interpretadas  como  sociedad 
perfecta.  A estas  relaciones  de  producción  la  sociedad  burguesa  se  refiere 
con  el  nombre  de  leyes  del  mercado.  Las  leyes  del  mercado  conforman 
una  ética  del  mercado,  la  cual  se  enfrenta  a todos  los  valores  humanos 
distintos  de  ella  para  destruirlos.  Esta  ética  del  mercado  no  es  una  ética 
frente  al  mercado,  sino  la  estructura  del  mercado  elevada  a una  ética, 

69  “La  verdadera  víctima  es  ahora  el  verdugo  que,  como  lo  señalara  Himmlcr  a sus 
hombres,  debe  cumplir  por  amor  a su  causa  una  tarca  desagradable,  echándose  sobre  sí 
mismo  la  angustia  originada  en  su  inevitable  oficio;  pero  sentirse  elegido  por  el  destino 
redime  toda  la  culpa”.  Morandé,  Pedro:  Cultura  y modernización  en  América  Latina. 
Universidad  Católica  de  Chile,  Santiago,  1984,  pág.  71.  Ver:  Himmlcr,  Ilcinrich:  “Rede 
vor  den  Reichs-und  Gauleitem  in  Posen  am  6.X.1943”  (Conferencia  a los  líderes  de  las 
SS  en  Posen,  el  6.X.1943).  En:  Gcheimrcdcn  1933  bis  1945  und  andere  Ansprachen. 
Bradley  F.  Smith  und  Agnes  F.  Peterson  (eds.).  Einführung  von  Joachim  C.  Fest.  Propyláen 
Verlag. 

Himmler  dice:  “Es  muy  fácil,  señores,  pronunciar  con  pocas  palabras  la  frase:  ‘Los  judíos 
deben  ser  extirpados’.  Para  aquel  que  tiene  que  llevar  a cabo  eso,  lo  que  exige  es  lo  más 
difícil  y lo  más  duro  que  existe”  (pág.  169). 

“Yo  creo  que  es  mejor  para  nuestro  pueblo  que  nosotros  — todos — hayamos  cargado  eso, 
hemos  cargado  la  responsabilidad  nosotros  (la  responsabilidad  por  una  acción,  no  por  una 
idea)  y llevamos  con  nosotros  este  secreto  a nuestras  tumbas”  (págs.  170-171).  Himmlcr 
se  refiere  al  holocausto  de  los  judíos.  Sin  embargo,  se  trata  del  discurso  de  toda  la 
tradición  occidental. 


161 


con  sus  normas  de  respeto  a la  propiedad  privada  y del  cumplimiento 
de  contratos.  En  nombre  de  esta  estructura  lucha  en  contra  de  toda  etica 
del  sujeto  humano  y de  sus  derechos  frente  al  mercado.  La  inversión 
antilucifcrica  da  a esta  lucha  su  brillo  y su  imaginación.  Transforma 
toda  etica  universalista  en  una  tentación  diabólica,  proyecta  en  ella  la 
monstruosidad  y se  autojustifíca  por  el  espejismo  del  monstruo,  al  cual 
tiene  que  combatir.  Con  eso  disuelve  todos  los  derechos  humanos. 


6.1.  La  ética  del  mercado  y la  política  como  técnica 

Ya  Max  Webcr  ha  descrito  este  proceso  en  un  manuscrito  famoso: 

La  comunidad  de  mercado,  en  cuanto  tal,  es  la  relación  práctica  de  vida 
(por  tanto,  una  ética  FJH)  más  impersonal  en  la  que  los  hombres  pueden 
entrar.  No  porque  el  mercado  suponga  una  lucha  entre  los  partícipes. 
Toda  relación  humana,  incluso  la  más  íntima,  hasta  la  entrega  personal 
más  incondicionada,  es,  en  algún  sentido,  de  un  carácter  relativo,  y 
puede  significar  una  lucha  con  el  compañero,  quizá  para  la  salvación  de 
su  alma.  Sino  porque  es  específicamente  objetivo,  orientado  ex- 
clusivamente por  el  interés  en  los  bienes  de  cambio.  Cuando  el  mercado 
se  abandona  a su  propia  legalidad,  no  repara  más  que  en  la  cosa,  no  en 
la  persona,  no  conoce  ninguna  obligación  de  fraternidad  ni  de  piedad, 
ninguna  de  las  relaciones  humanas  originarias  portadas  por  las 
comunidades  de  carácter  personal.  Todas  ellas  son  obstáculos  para  el  Ubre 
desarrollo  de  la  mera  comunidad  de  mercado  y los  intereses  específicos 
del  mercado ; en  cambio,  estos  son  las  tentaciones  específicas  para  todas 
ellas.  Intereses  racionales  de  fin  determinan  los  fenómenos  del  mercado 
en  medida  especialmente  alta,  y una  vez,  es  la  cualidad  que  se  espera  del 
copartícipe  en  el  cambio,  y que  constituye  el  contenido  de  la  ética  del 
mercado  que,  en  este  respecto,  inculca  una  concepción  muy  rigurosa:  en 
los  anales  de  la  bolsa  es  casi  inaudito  que  se  rompa  el  convenio  más 
incontrolado  e improbable  cerrado  con  la  firma.  Semejante  objetivación 
— despersonalización — repugna,  como  Sombart  lo  ha  acentuado  a 
menudo  en  forma  brillante,  a todas  las  originarias  formas  de  las  relaciones 
humanas.  El  mercado  “libre”,  esto  es,  el  que  no  está  sujeto  a normas 
éticas,  con  su  explotación  de  la  constelación  de  intereses  y de  las 
situaciones  de  monopolio  y su  regateo,  es  considerado  por  toda  ética 
como  cosa  abyecta  entre  hermanos.  El  mercado,  en  plena  contraposición 
a todas  las  otras  comunidades,  que  siempre  suponen  confratcmización 
personal  y,  casi  siempre,  parentesco  de  sangre,  es,  en  sus  raíces,  extraño 
a toda  confraternización 

Wcbcr  contrapone  una  “ética  del  mercado”  a “toda  ética”,  lo  que 
lo  lleva  a confusiones  constantes.  De  lo  que  se  trata  es  que  la  ética  del 


Max  Weber,  Economía  y sociedad.  México,  Í CE,  1944,  Tomo  I,  pág.  494  (énfasis 
nuestros).  (Weber,  Max:  Wirtschaft  und  Gesellschafl.  Tübingen,  1972.  Die 
Marktvergesellschafiung,  S.382-383 


162 


mercado  es  la  expresión  de  los  valores  institucionalizados  en  el  mercado 
— propiedad  privada  y cumplimiento  de  contratos — , que  se  contraponen 
a toda  ética  de  fraternidad,  de  convivencia,  de  supervivencia,  es  decir, 
a toda  ética  universalista  del  hombre  concreto  y de  su  posibilidad  de 
vivir,  y a toda  vigencia  de  los  derechos  humanos.  La  lógica  del  mercado 
destruye  estos  valores. 

Sin  embargo,  Weber  todavía  vive  el  mundo  mítico  de  la  mano 
invisible  de  Adam  Smith,  a la  cual  afirma  sin  mencionar  siquiera  su 
dimensión  de  sacrificialidad: 

Este  fenómeno:  el  que  una  orientación  por  la  situación  de  intereses 
escuetos,  tanto  propios  como  ajenos,  produzca  efectos  análogos  a los 
que  se  piensa  obtener  coactivamente  — muchas  veces  sin  resultado — 
por  una  ordenación  normativa,  atrajo  mucho  la  atención,  sobre  todo  en 
el  dominio  de  la  economía;  es  más,  fue  precisamente  una  de  las  fuentes 
del  nacimiento  de  la  ciencia  económica  7L 

Llega  a una  dialéctica  completamente  contradictoria.  Sostiene  que 
el  mercado,  mediante  la  destrucción  de  los  valores  de  la  ética  humanista- 
universalista,  realiza  estos  mismos  valores  por  la  inercia  de  sus  estruc- 
turas. Lo  que  esta  ética  “piensa  obtener  coactivamente  — muchas  veces 
sin  resultado — por  una  ordenación  normativa”,  según  Weber  lo  realiza 
la  lógica  inerte  de  la  estructura  del  mercado  de  manera  análoga.  Weber 
mantiene,  por  tanto,  esta  ética  universalista,  sólo  que  ya  la  ha  transfor- 
mado en  la  promesa  de  una  estructura  inerte,  la  cual  es  completamente 
vacía  y de  la  que  ni  siquiera  puede  decir  cómo  se  cumplirá. 

Ya  Weber  transforma  su  argumento  en  una  proyección  de 
monstruosidad  frente  a aquellos  que  siguen  insistiendo  en  sus  derechos 
de  sujeto  humano  frente  al  mercado,  sin  esperarlos  de  su  lógica 
estructural  inerte.  Los  llama  utópicos  que  producen  el  caos  72 . Esto 
produce,  por  espejismo,  una  actuación  que  legítimamente  utiliza  todos 
los  medios,  porque  todo  es  mejor  que  el  caos. 

En  tiempo  de  Weber,  y sobre  todq  posteriormente,  esta  vinculación 
vacía  con  la  ética  universalista  se  deja  de  lado.  Lo  hace  más  expresamente 

71  Weber,  Max:  “Conceptos  sociológicos  fundamentales”,  §4.  En:  Weber,  Max:  Economía 
y sociedad,  op.  cit.,  pág.  24  (énfasis  nuestro). 

77  Por  ejemplo:  “Por  su  lado  los  dominados  no  pueden  prescindir  del  dominio  burocrático 
ya  existente  ni  sustituirlo  por  otro,  pues  es  base  en  una  metódica  síntesis  de  entrenamiento 
especializado,  división  del  trabajo  y dedicación  fija  a un  conjunto  de  funciones  habituales 
diestramente  ejercidas.  Si  el  mecanismo  en  cuestión  suspende  su  labor  o queda  detenido 
por  una  fuerza  poderosa,  la  consecuencia  de  ello  es  un  caos  para  dar  fin  al  cual  difícilmente 
pueden  improvisar  los  dominados  un  organismo  que  lo  sustituya.  Esto  se  refiere  tanto 
a la  esfera  del  gobierno  público  como  a la  de  la  economía  privada.  La  vinculación  del 
destino  material  de  la  masa  al  funcionamiento  correcto  y continuo  de  las  organizaciones 
capitalistas  privadas  organizadas  de  una  manera  cada  vez  más  burocrática  va  siendo  más 
fuerte  a medida  que  pasa  el  tiempo,  y la  idea  de  la  posibilidad  de  su  eliminación  es,  por 
tanto,  cada  vez  más  utópica" . Weber,  Max:  Economía  y sociedad,  op.  cit.,  págs.  741-742. 
(Weber,  Wirtschaft  und  Gesellschaft,  op.cit.  S.570). 


163 


el  neoliberalismo  actual.  El  mercado  es  visto  ahora  como  un  simple 
ámbito  de  lucha,  en  el  cual  vence  aquel  que  mejor  sabe  usar  sus  meca- 
nismos. Con  eso,  la  imagen  de  la  ética  universalista  definitivamente  es 
transformada  en  la  imagen  de  un  monstruo,  al  que  hay  que  exterminar. 
La  posición  de  Weber,  en  cambio,  todavía  mantiene  su  legitimidad, 
aunque  sea  en  términos  reducidos  a la  insignificancia. 

Ahora  recién  la  política  se  puede  transformar  definitivamente  en 
técnica.  Es  la  técnica  de  la  aplicación  sin  consideraciones  de  las 
relaciones  sociales  de  producción,  es  decir,  es  la  sociedad  burguesa  de 
las  leyes  del  mercado  que  se  transforman  en  leyes  metafísicas  de  la 
historia.  Toda  ética  universalista  es  vista  como  un  monstruo  por  combatir, 
por  consiguiente,  toda  política  se  reduce  a la  aplicación  de  las  recetas 
correspondientes  a las  leyes  del  mercado.  No  puede,  y no  debe,  haber 
un  sujeto  que  tenga  existencia  anterior  al  mercado,  para  que  no  haya 
derechos  humanos  frente  al  mercado.  Donde  no  hay  un  sujeto,  no  puede 
haber  derechos  humanos.  El  mercado  es  todo,  mercado  total.  El  individuo 
aplasta  al  sujeto  humano  concreto. 

La  inversión  antiluciférica  resulta  ser  la  otra  cara  de  la  consideración 
de  la  política  como  técnica.  Para  que  sea  técnica,  todos  los  valores  del 
sujeto  humano  tienen  que  ser  vistos  como  valores  demoníacos.  Cuando 
todos  los  valores  del  sujeto  humano  son  vistos  de  esta  manera,  la  polí- 
tica se  transforma  en  técnica. 

Por  supuesto,  nunca  es  realmente  técnica.  No  obstante,  la  política 
se  hace  ahora  bajo  el  escudo  de  la  técnica.  Deja  de  ser  humana,  deja 
de  ser  negociable,  deja  de  haber  compromisos.  Cualquier  alternativa  a 
lo  que  las  leyes  del  mercado,  en  la  visión  de  los  poderes  del  mercado, 
imponen,  es  vista  como  un  monstruo  por  combatir,  es  demoníaca.  Al 
transformarse  la  política  en  técnica,  no  se  transforma  en  algo  calcu- 
lable, sino  en  la  total  arbitrariedad  del  poder  que  interpreta  las  leyes  del 
mercado  a su  antojo.  Unicamente  toda  esta  arbitrariedad  se  esconde 
bajo  el  pretexto  de  ser  técnica. 

Todos  los  totalitarismos  del  siglo  XX  aparecen  en  nombre  de  la 
técnica  y del  imperio  de  la  ley.  Al  totalitarismo  se  llega  afirmando  una 
ley  absoluta  como  ley  inquebrantable.  Así,  Hitlcr  define  el  Estado  total, 
cuando  dice:  “el  Estado  total  no  debe  conocer  diferencia  alguna  entre 
la  ley  y la  ética  “73. 

Esta  ley  no  se  refiere  a las  leyes  dadas  por  el  Estado,  sino  a una 
ley  subyacente  que  rige  sobre  el  Estado,  para,  en  última  instancia, 
abolirlo.  Los  nazis  se  creen  al  servicio  del  cumplimiento  de  una  ley 
férrea: 

73  Según  Arendt,  Hannah:  op.  cií.,  pág.  485.  En  el  mismo  sentido,  dice  Ilayek:  “La 
justicia  no  es,  por  supuesto,  cuestión  de  los  objetivos  de  una  acción  sino  de  su  obediencia 
a las  reglas  a la  que  está  sujeta”.  Hayek,  Friedrich  A.:  “El  ideal  democrático  y la  contención 
del  poder”,  en:  Estudios  Públicos.  No.  1,  diciembre  19S0,  Santiago  de  Chile,  pág.  56.  En 
el  lugar  del  Estado  total  tenemos  el  mercado  total.  Lo  total  consiste  en  rechazar  cualquier 
diferencia  entre  ley  y ética. 


164 


Cuanto  más  cuidadosamente  reconocemos  y observamos  las  leyes  de  la 
naturaleza  y de  la  vida...  tanto  más  nos  conformamos  con  la  voluntad  del 
Todopoderoso.  Cuanto  mejor  sea  nuestra  percepción  de  la  voluntad  del 
Todopoderoso,  mayores  serán  nuestros  éxitos  'L 

Las  leyes  de  la  naturaleza  están  sujetas  a una  inalterable  voluntad  que 
no  puede  ser  influida.  Por  eso  es  necesario  reconocer  estas  leyes  7^. 

Esta  misma  relación  con  una  ley  absoluta  la  encontramos  en  el 
stalinismo,  donde  es  la  ley  de  la  historia.  Pero  igualmente  la  encontramos 
en  el  pensamiento  liberal.  El  director  de  la  transnacional  Ncstlc,  Mauchcr, 
lo  dice  de  esta  manera: 

Nadie  negará  que  la“crcalividad  destructora”  del  mercado  crea  durezas 
extremas...  y con  F.A.  von  Hayck  creo  yo  que  el  concepto  “justicia”  en 
última  instancia,  es  inelevante  para  el  funcionamiento  del  mecanismo 
del  mercado 

Aquí  se  sostiene  que  no  debe  haber  ninguna  diferencia  entre  la  ley 
del  mercado  y la  etica.  Exactamente  en  estos  términos,  Hitlcr  había 
definido  el  Estado  total.  Lo  que  Mauchcr  define  es  el  mercado  total. 
Hayck,  efectivamente,  sostiene  lo  que  Mauchcr  le  imputa: 

La  orientación  básica  del  individualismo  verdadero  consiste  en  la 
humildad  frente  a los  procedimientos  a través  de  los  cuales  la  humanidad 
ha  logrado  objetivos  que  no  fueron  ni  planificados  ni  entendidos  por 
ningún  particular,  y que  en  realidad  son  más  grandes  que  la  razón 
particular.  La  gran  pregunta  de  momento  es  si  va  a admitir  que  la  razón 
humana  siga  creciendo  como  parte  de  este  proceso,  o si  el  espíritu 
humano  se  dejará  encadenar  con  cadenas  que  él  mismo  forjó  77. 

Si,  como  lo  sostiene  Hayck,  no  existe  ninguna  etica  frente  a las 
leyes  del  mercado,  entonces  estas  leyes  son  transformadas  en  leyes 
metafísicas  de  la  historia,  es  decir,  en  leyes  que  constituyen  la  sociedad 
totalitaria. 

Que  esta  ley  total  sea  la  guerra,  o el  plan  o el  mercado,  no  hace  una 
diferencia  esencial.  Sin  embargo,  el  liberalismo  sostendrá  que  su  ley 
metafísica  de  la  historia  es  la  “verdadera”,  mientras  todas  las  otras  son 
“totalitarias”.  No  obstante,  los  otros  totalitarismos  dicen  eso  mismo  de 
su  propia  ley.  De  esto  solamente  resulta  la  lucha  a muerte  entre  ellos, 
en  la  cual  cada  uno  lucha  por  su  respectiva  verdad  absoluta. 

74  Martin  Bormann,  según  Ilannah  Arendt:  op.  cit.,  pág.  430. 

75  Fuente  de  las  SS,  según  II.  Arendt,  pág.  430,  nota  10. 

76  Ver:  Innovado  3-4,  19S8,  citado  según  Widcrspruch.  “Beitrage  zur  sozialistischcn 
Politik”.  Zürich,  llcft  16  - Dcz.  19S8,  pág.  4. 

77  Hayck,  Friedrich  A.:  Individualismus  und  wirlschafiliche  Ordnung.  Zürich,  1952,  pág. 
47. 


165 


Todos,  sin  embargo,  rechazan  la  única  razón  posible,  que  es  que 
jamás  ninguna  ley  tiene  legitimidad  absoluta.  De  esta  legitimidad  absoluta 
se  siguen  el  totalitarismo  y la  guerra  justa  absoluta,  o sea,  la  guerra 
cxlcrm  inadora. 

De  esta  manera  se  desemboca  en  el  mito  de  la  política  como  técnica: 
Summa  lex,  máximo,  iniustitia. 


6.2.  El  paso  ai  nihilismo  y el  cristianismo  nihilista 

La  inversión  antilucifcrica  es  elaborada,  en  la  forma  en  la  cual  hoy 
se  usa,  durante  y después  de  la  Segunda  Guerra  Mundial,  y es  difundida 
en  el  llamado  Mundo  Libre  sobre  todo  por  Karl  Poppcr.  En  La  sociedad 
abierta  y sus  enemigos,  la  expresa  en  la  forma  siguiente: 

Bien  puede  buscarse  el  modelo  de  la  sociedad  divina  en  el  pasado  o en 
el  futuro,  bien  puede  predicarse  “el  retomo  a la  naturaleza”  o el  “avance 
hacia  un  mundo  de  amor  y belleza”;  pero  su  llamado  estará  siempre 
dirigido  a nuestras  emociones  y no  a nuestra  razón.  Aun  inspirados  por 
las  mejores  intenciones  de  traer  el  cielo  a la  tierra,  sólo  conseguiremos 
convertirla  en  un  infierno,  ese  infierno  que  sólo  el  hombre  es  capaz  de 
preparar  para  el  hombre  78, 

En  La  miseria  del  historicismo,  suena  casi  igual: 

La  hibris  que  nos  mueve  a intentar  realizar  el  cielo  en  la  tierra,  nos  seduce 
a transformar  la  tierra  en  un  infierno,  como  solamente  lo  pueden  realizar 
unos  hombres  con  otros  79, 

Si  bien  al  comienzo  Poppcr  no  interpreta  esto  como  una  negativa 
a toda  ética  universalista,  desde  el  principio  incluye  esta  posibilidad 
que  fue  desarrollada  desde  entonces.  Es  evidente  que  esta  formulación 
viene  del  antisemitismo  de  los  años  veinte  y del  nazismo.  En  el  lugar 
en  el  que  el  antisemitismo  pusiera  al  judío,  es  puesto  ahora  el  utopista 
y,  a partir  de  allí,  el  comunista.  Pero  el  argumento  es  el  mismo  ó0. 

78  Poppcr,  Karl:  La  sociedad  abierta  y sus  enemigos.  Paidós  Sludio,  Buenos  Aires,  1981 , 
pág.  199  (Tomo  I,  capítulo  9). 

77  Poppcr,  Karl:  Das  Elend  des  llistorizismus.  Tübingen,  1974,  Vonvort,  pág.  VID. 

80  Sin  embargo,  la  vinculación  entre  mesianismo  y judaismo  vuelve  a aparecer  en  la 
Unión  Soviética,  donde  se  consideraba  a los  disidentes,  mcsiánicos  y judíos.  Sobre  el 
matemático  Pljuschtsch,  un  disidente  por  fin  expulsado,  se  decía  en  un  diario  de  Alemania 
Occidental:  “En  1972  fue  denunciado  por  ‘agitación  antisoviética  y por  propaganda’  y en 
1973  fue  trasladado  a una  clínica  siquiátrica,  porque  sufría  pretendidamente  de 
esquizofrenia  y de  ‘ideas  mesiánicas’...  Pljuschtsch  recibió  su  visa  a Israel,  a pesar  de  que 
ni  él  ni  su  familia  son  judíos.  La  familia  tampoco  tiene  la  intención  de  emigrar  a Israel...” 
(Tagesspiegel,  Berlín  Occidental,  11.1.76). 

La  lógica  es  coherente.  Como  Pljuschtsch  es  disidente,  él  es  mesiánico.  Siendo  mesiánico, 
es  judío,  aunque  no  lo  sea.  Por  tanto,  es  esquizofrénico.  Ser  mesiánico,  no  obstante,  en 


166 


El  argumento  mismo  demuestra  que  el  Occidente  ha  llegado  a un 
punto  en  el  cual  se  dirige  en  contra  de  sus  propias  raíces  y orígenes.  El 
Occidente  surgió  en  nombre  del  universalismo  ético,  no  obstante  ahora 
declara  a este  su  perdición.  Por  eso,  estos  autores  no  piensan  a partir 
de  la  historia.  Es  necesario  eliminar  todo  lo  anterior.  En  Poppcr  no 
sobrevive  ni  uno  de  los  grandes  pensadores  occidentales,  con  la  única 
excepción  de  Kant  a quien  interpreta  en  forma  horrorosamente  falsa.  Y 
unn  autor  como  Topitsch,  ni  siquiera  deja  existir  a Kant.  Si  ven  algo 
razonable  lo  descubren  en  los  prcsocrálicos,  de  los  cuales  casi  nada  se 
sabe.  La  historia  del  Occidente  es  transformada  en  un  gran  basurero. 

Pero  esta  negativa  de  los  orígenes  se  refiere  muy  especialmente  al 
cristianismo.  Esto  se  ve  claramente  en  la  siguiente  formulación  de  la 
inversión  antilucifcrica  por  parte  de  Poppcr: 

Todos  tenemos  la  plena  seguridad  de  que  nadie  sería  desgraciado  en  la 
comunidad  hermosa  y perfecta  de  nuestros  sueños;  y tampoco  cabe 
ninguna  duda  de  que  no  sería  difícil  traer  el  cielo  a la  tierra  si  nos 
amásemos  unos  a otros.  Pero...  la  tentativa  de  llevar  el  cielo  a la  tierra 
produce  como  resultado  invariable  el  infierno.  Ella  engendra  la 
intolerancia,  las  guerras  religiosas  y la  salvación  de  las  almas  mediante 
la  Inquisición  81. 

Así  pues,  el  mismo  amor  al  prójimo  es  transformado  en  un  monstruo 
que  produce  “las  guerras  religiosas  y la  salvación  de  las  almas  mediante 
la  Inquisición”.  Es  transformado  en  una  tentación  demoníaca.  El  demo- 
nio insinúa  el  amor  al  prójimo,  y Poppcr  ofrece  la  democracia  como 
“llave  para  el  control  de  los  demonios”  para  resistir  a la  tentación  §2. 
San  Pablo  había  dicho  que  “la  raíz  de  todos  los  males  es  el  amor  al 
dinero”,  sin  embargo,  a partir  de  esta  inversión  antilucifcrica  se  dice 
que  “la  raíz  de  todos  los  males  es  el  amor  al  prójimo”.  El  Occidente  se 
devora  a sí  mismo  $3. 

Esto  ocurre  por  todos  lados.  Novak,  teólogo  del  American  Enter- 
prise Institutc,  nos  dice: 

...las  sociedades  tradicional  y socialista  ofrecen  una  visión  unitaria. 
Infundcncn  toda  actividad  una  solidaridad  simbólica.  El  corazónhumano 


todo  Occidente,  también  en  el  Occidente  socialista,  es  querer  el  ciclo  en  la  tierra,  lo  que 
pretendidamente  lleva  a producir  el  infierno  en  la  tierra. 

81  Poppcr:  La  sociedad  abierta,  op.cit.  pág.  403  (énfasis  nuestro).  (Tomo  II,  capítulo 
XIV)  (énfasis  nuestro). 

82  Deschncr  escribe  su  “Historia  criminal  del  cristianismo",  que  lleva  a ver  todo  el 
cristianismo  como  un  monstruo.  Ello  no  es  difícil,  porque  realmente  la  historia  del 
cristianismo  también  está  llena  de  crímenes.  Deschncr,  Karlhcinz:  Kr'iminalgeschichle  des 
Christenlurns.  Rowohlt,  Reinbck  bei  Hamburg,  1986. 

8-*  Tiene  su  lógica  el  hecho  de  que  durante  la  guerra  de  Irak,  los  bombardeos  ni  siquiera 
respetaron  la  ciudad  de  Ur,  lugar  natal  de  Abraham.  El  Occidente  destruye  hasta  los 
lugares  en  los  cuales  nació. 


167 


está  hambriento  de  este  pan.  Recuerdos  atávicos  asedian  a todo  hombre 
libre.  El  “páramo”  que  encontramos  en  el  corazón  del  capitalismo 
democrático  es  como  un  campo  de  batalla  sobre  el  cual  los  individuos 
vagan  profusos  en  medio  de  cadáveres  84. 

Y concluye: 

Los  “hijos  de  la  luz”  son  en  muchos  aspectos  un  peligro  mayor  para  la 
fe  bíblica  que  los  “hijos  de  las  tinieblas”8^. 

El  propio  cristianismo  se  vuelca  en  contra  de  sus  raíces.  Esta 
solidaridad  que  Novak  condena  para  cambiarla  por  “un  campo  de  batalla 
sobre  el  cual  los  individuos  vagan  profusos  en  medio  de  cadáveres”,  es 
el  amor  al  prójimo.  Y si  considera  que  los  hijos  de  la  luz  son  más 
peligrosos  que  los  hijos  de  las  tinieblas,  nos  dice  que  son  luciferes. 

Aparece  entonces  un  cristianismo  sin  amor  al  prójimo,  que  combate 
este  como  una  tentación  diabólica.  En  el  campo  protestante  se  trata  del 
fundamcntalismo  de  EUA,  y en  el  campo  católico  sobre  todo  del  Opus 
Dci.  Son  cristianismos  que  condenan  todo  acto  del  amor  al  prójimo 
como  tentación  de  un  mundo  cuyo  señor  es  Satanás.  El  Opus  Dci  ejerce 
el  apostolado  del  no  dar.  Son  hijos  de  las  tinieblas  que  se  consideran 
muy  superiores  a los  hijos  de  la  luz”  56 . 

84  Novak,  Michael:  The  spirit  of  democralic  capitalism.  An  American  Enterprise  In- 
stitutc/Simon  & Schuster  Publication,  New  York,  19S2.  Citamos  según  la  edición  en 
castellano:  Novak,  Michael:  El  espíritu  del  capitalismo  democrático.  Ediciones  Tres 
Tiempos,  Buenos  Aires,  19S3,  págs.  56-57  (énfasis  nuestros). 

*5  ¡bid.,  pág.  71 

86  Esta  misma  temática  aparece  en  Costa  Rica  a partir  de  un  artículo  del  Eco  Católico, 
órgano  oficial  de  la  Conferencia  Episcopal.  En  contra  de  este  artículo  apareció  una  carta 
pública  de  Angel  Nieto,  Presidente  de  la  Cámara  de  Comercio  de  Costa  Rica,  al  Arzobispo 
de  San  José,  Román  Arricta  (La  Nación,  San  José,  10.1.91),  con  el  título:  “‘Eco  Católico’ 
insulta  comercio”. 

La  carta  protesta  contra  el  artículo  del  sacerdote  Armando  Alfaro  sobre  la  Navidad  en 
Costa  Rica  (La  N ación,  San  José,  25.XEL90) , según  el  cual  el  comercio  “ha  caído  en  el 
pecado  gravísimo  ante  Dios,  que  se  llama  idolatría”,  que  tiene  “mucho  de  diabólico”,  es 
“insolente  con  Cristo”,  es  “blasfemo”,  “creador  de  este  ídolo,  ha  obrado  perversamente” 
al  hacer  del  ídolo  un  “amigo  de  los  niños”.  Son  gente  “cuyo  único  Dios  es  su  propio 
estómago”. 

La  carta  incluye  una  amenaza  a Alfaro,  quien  “no  tiene  reparo  en  solicitar  para  el  Eco 
Católico  los  anuncios  comerciales  de  estos  idólatras”,  y agrega:  “No  hace  falta  insistir, 
por  tanto,  en  el  enorme  daño  moral  que  estos  comentarios  le  causan  a una  actividad 
empresarial  honorable  y por  mil  títulos  digna  de  respeto”. 

Alfaro  había  hablado  del  daño  moral  que  causa  en  los  niños  la  comercialización  de  la 
Navidad.  Esto  se  inviene  ahora:  hablar  de  ese  daño  moral,  es  precisamente  el  daño  moral. 
Luego,  para  que  no  haya  tal  daño  moral  Alfaro  tiene  que  callar.  La  moral,  pues,  se 
transforma  en  destrucción  de  los  valores.  Alfaro  es  transformado  en  Lucifer  — tentación 
diabólica  a la  bondad — y resulta  la  Bestia  en  el  poder.  Se  terminan  “los  anuncios 
comerciales  de  estos  idólatras”.  Terminan  en  nombre  de  la  lucha  en  contra  del  daño 
moral,  que  la  moral  de  Alfaro  causa.  Se  trata  de  una  transformación  antiluciférica  por  la 
cual  el  llamado  de  atención  de  Alfaro  es  transformado  en  la  voz  del  mal.  Pocos  días 
después,  el  arzobispo,  en  una  carta  pública  al  mismo  diario,  desautorizó  a Alfaro. 


168 


En  la  revista  semanal  alemana  Die  Zeit,  cuyo  redactor  jefe  es  el  cx- 
cancillcr  Helmut  Schmidt,  se  realiza  un  ataque  satírico  ejemplar  al  amor 
al  prójimo  como  tentación  diabólica,  que  revela  muy  bien  la  inversión 
ocurrida. 

Se  trata  de  un  artículo  sobre  la  fiesta  de  San  Martín,  que  en  muchas 
partes  de  Alemania  es  una  fiesta  muy  popular  que  se  celebra  desde  la 
Edad  Media.  Con  ocasión  de  esta  fiesta,  los  niños  salen  en  la  noche  con 
luces  encendidas  en  procesiones  por  las  parroquias  y cantan  sus 
canciones.  Se  celebra  una  vieja  leyenda  de  San  Martín.  Según  esta,  el 
santo  era  un  legionario  romano.  Una  noche  de  invierno  pasaba  por  el 
campo  y se  encontró  con  un  mendigo  acostado  en  la  nieve,  quien  le 
pidió  ayuda.  Martín  lo  vio,  y sin  pensarlo  mucho  tomó  su  abrigo  y su 
espada,  corló  el  abrigo  en  dos  partes  y dio  una  al  mendigo  para  que  se 
cubriese,  cubriéndose  el  con  la  otra.  Compartiendo,  ambos  se  podían 
proteger  del  frío.  Cuando  San  Martín  se  iba,  el  mendigo  se  transformó 
y Martín  reconoció  en  el  a Cristo. 

El  artículo  se  refiere  a esta  fiesta,  constatando  que  con  la  unificación 
de  Alemania  se  ha  dado  un  nuevo  despertar:  “La  recuperación  de  la 
unidad  alemana  es  en  muchos  sentidos  una  señal  del  despertar”. 
Desde  este  llamado,  enfoca  la  fiesta  y la  leyenda: 

El  núcleo  es  el  cuento  de  un  hombre  joven,  bien  situado,  que  promete 
mucho,  visto  socialmcntc,  que  caminando  en  una  noche  de  invierno 
encuentra  a un  mendigo  acostado  en  la  nieve,  que  le  pide  ayuda  y al  cual 
le  entrega  la  mitad  de  su  abrigo.  Pero  lo  especial  es  que  este  mendigo  no  . 
es  ningún  hombre,  sino  un  ser  transcendental  (Dios,  etc.)  — y por  tanto 
la  acción  de “Martín”cs  elevada  ju¿?.v/7£c/ea£/mi¿7aíisalaca]idadmoral 
mayor. 

El  autor  nos  llama  la  atención: 

¿No  se  encuentra  ya  aquí  el  comienzo  de  aquella  doctrina  de  salvación 
que  llevó  tanto  dolor  a los  hombres,  es  decir,  de  la  socialista?... 
Hablemos  abiertamente:  la  acción  de  “Martín” puede  haber  tenido  cierta 
legitimidad  en  la  Edad  Media,  sin  embargo,  hoy  su  recuerdo  lleva  en  una 
dirección  equivocada.  Porque,  aunque  el  concepto  aquí  propagado  del 
“compartir”  puede  parecer  muy  humano  a unos  u otros,  hoy,  bajo  el 
aspecto  macrosocial,  se  ha  transformado  en  un  anacronismo  sentimen- 
tal, y dentro  de  un  sistema  dinámico-flcxiblc  que  opera  a medio  plazo  y 
que  brinda  un  sustento  social  amplio,  resulta  contraproducente. 
Contraproducente,  y nada  sin  peligro:  porque  la  ex  igcncia  del  “compartir” 
supone  que  hay  pobres,  o incluso  marginados,  en  un  Estado  de  derecho 
del  tipo  de  la  economía  social  de  mercado.  No  nos  dejemos  engañar:  de 


Mientras  tanto,  en  la  Radio  Futes,  radio  católica  del  arzobispado,  se  escucha  la  siguiente 
propaganda  comercial:  “Nuestro  pan  de  .cada  día,  panadería  Schmiu  y Compañía”;  “A 
Importadora  Monge,  le  tengo  fe”.  Así  se  concrctiza  el  mensaje  abstracto  de  la  fe  en  la 
vida  real,  su  “Sitz  im  Leben”.  ¿Quien  hace  “daño  moral”  a quién? 


169 


San  Martín  hasta  San  Marx  hay  solamente  un  pequeño  paso,  de  las 
corridas  de  los  niños  pequeños  con  sus  lampiones  por  las  calles  de  las 
parroquias,  hay  un  camino  directo  a las  manifestaciones  de  masas  en  la 
plaza  Marx-Engcls. 

Transformado  de  este  modo  el  amor  al  prójimo  en  una 
monstruosidad,  el  autor  propone  la  solución: 

Por  eso  tampoco  en  este  caso  se  debe  pasar  por  alto  la  “señal  del 
despertar”,  y tiene  que  ser  llevada  a la  realidad  la  política  de  la  unidad 
alemana  consecuentemente.  Las  exigencias  están  sobre  la  mesa: 

— abolición  de  la  tal  llamada  “fiesta  de  San  Martín”; 

— revelación  completa  e indiscriminada  de  los  caminos  y medios  a 
través  de  los  cuales  hasta  ahora  la  Stasi  (policía  secreta  de  la  RDA),  el 
SED  (partido  comunista  de  la  RDA),  el  PDS  (partido  que  continúa  al 
SED),  los  verdes-alternativos  y partes  de  la  SPD  han  manipulado  con 
manga  larga  la  tal  llamada  “fiesta  de  San  Martín”; 

— y,  sobre  todo:  inmediata  declaración  de  un  Día  de  Ludwig  Erhard...^^. 

Del  día  del  amor  al  prójimo  de  San  Martín,  se  pasa  al  día  del  amor 
al  dinero  de  San  Ludwig  Erhard.  Es  fácil  imaginamos  cómo  se  va  a 
contar  en  el  día  de  San  Ludwig  la  misma  leyenda.  Será  así: 

San  Ludwig  estaba  caminando  en  el  invierno,  y encontró  en  el 
camino  a un  mendigo  que  le  imploró  ayuda.  Pero  San  Ludwig  ni  siquiera 
se  movió,  y menos  se  sacó  su  abrigo.  Le  dijo  al  mendigo:  “¡No!  No  te 
ayudo,  porque  eso  es  lo  mejor  para  ti”.  Y se  fue. 

Sabemos,  lo  que  se  va  a añadir  a esta  leyenda:  el  mendigo  estaba 
tan  impresionado,  que  volvió  a la  ciudad,  abrió  un  pequeño  negocio  y 
vivió  desde  entonces  del  dinero  que  él  mismo  ganaba.  Si  San  Ludwig 
hubiera  compartido  su  abrigo  con  el  mendigo,  le  habría  perjudicado.  El 
mendigo  le  agradeció  toda  la  vida  el  no  haberle  ayudado  88 . 

87  Ludwig  Erhard  es  el  ministro  de  economía  del  primer  gobierno  de  Alemania  Federal 
después  de  la  Segunda  Guerra  Mundial,  y es  considerado  como  el  fundador  de  la  tal 
llamada  “economía  social  de  mercado”. 

^ Este  cuento  de  San  Ludwig  me  hace  pensar  en  el  cuento  infantil  más  corto  y más 
cruel  de  los  hermanos  Grimm.  Dice  lo  siguiente:  “Había  una  vez  un  niño  terco  que  no 
hacía  lo  que  quería  su  madre.  Por  eso  no  le  gustaba  al  buen  Dios,  quien  lo  dejó  enfermarse. 
Ningún  medico  le  podía  ayudar,  y pronto  estaba  en  su  lecho  de  muerte.  Cuando  había 
sido  bajado  a la  tumba  y cubierto  por  tierra,  salió  su  bracito  y se  estiró  hacia  arriba.  De 
nada  servía  que  lo  volvieran  a meter  y lo  cubrieran  con  tierra  fresca.  El  bracito  siempre 
volvía  a salir.  Tuvo  que  ir  13  madre  misma  para  pegar  con  un  latiguito  al  bracito.  Cuando 
lo  hubo  hecho,  se  volvió  para  dentro  y recién  ahora  el  niño  tuvo  su  descanso  bajo  tierra”. 
Brüdcr  Grimm:  Kinder-  und  Ilausmdrchen.  Erslfassung  1812.  Münchcn,  1949,  S.  564. 
Citado  en:  Xegt,  Oskar-Kluge,  Alcxandcn  Ceschichle  und  Eigensinn.  Frankfurt,  1981,  S. 
766. 

¿Será  ese  el  verdadero  amor  de  la  madre?  ¿No  es  eso  el  amor  de  San  Ludwig?  ¿Se  atreve 
alguien  a contar  tales  cuentos  a sus  hijos? 

Según  Bartolomé  de  las  Casas,  Jesús  dirá  en  el  último  juicio  a los  conquistadores  de 
América:  “Estuve  vestido,  y ustedes  me  han  quitado  la  ropa”. 


170 


De  esta  manera,  nuestros  hijos  se  educan  en  términos  mucho  más 
realistas  que  antes. 

La  inversión  antiluciférica  hace  de  la  destrucción  de  todos  los  valores 
un  imperativo  categórico  de  la  humanidad.  Anuncia  la  recuperación  del 
hombre  por  la  destrucción  del  humanismo.  Destruye  todos  los  valores 
de  la  emancipación  humana,  los  valores  del  sujeto  anterior  a las  institu- 
ciones y todos  los  derechos  humanos,  los  valores  del  universalismo  del 
hombre  concreto.  Al  denunciar  todos  estos  valores  como  invento  diabó- 
lico, como  luz  luciférica,  moviliza  la  sociedad  entera,  su  cultura  y sus 
medios  de  comunicación,  en  una  guerra  sin  cuartel  en  contra  de  ellos. 
Al  proyectar  en  estos  valores  la  monstruosidad,  inculca  el  terror  frente 
a ellos.  La  sociedad,  al  luchar  contra  ellos,  se  transforma  en  una  sociedad 
que  ya  no  cuenta  ni  tiene  que  contar  con  ellos.  La  sociedad  misma  y 
tala  la  cultura  occidental  se  transforman  en  una  máquina  de  malar,  en 
una  Bestia  enfrentada  a Lucifer. 

La  moral  cambia  completamente  su  sentido.  Se  transforma  en  la 
disposición  ilimitada  de  matar.  Es  la  moral  de  las  tropas  de  élite. 
“Sígueme,  si  voy  adelante;  apóyame  si  me  quedo  parado;  mátame  si  me 
quedo  atrás”.  Lo  moral  es  que  no  tiemble  la  mano  al  matar. 

Esta  sociedad  expulsa  talos  los  valores  humanos  al  infierno,  para 
luchar  en  contra  del  infierno,  destruyéndolos.  Es  su  lucha  contra  Luci- 
fer. Al  progresar  esta  lucha,  la  sociedad  occidental  se  deshumaniza 
completamente. 

Ciertamente,  este  proceso  no  empieza  con  la  dcmonización  de  la 
emancipación  que  se  realiza  durante  el  siglo  XIX.  Ya  Bernardo  de 
Claraval  ubica  la  entrada  del  hombre  en  la  divinidad  en  la 
deshumanización  del  hombre.  Destruye  así  la  posibilidad  del  humanismo 
concreto.  Pero  lo  hace  en  nombre  de  un  universalismo  anticorporal 
abstracto  y del  alma.  Eso  también  lo  encontramos  en  John  Lockc  y en 
Adam  Smith.  Este  último  destruye  la  posibilidad  del  humanismo 
concreto,  sin  embargo  promete  su  realización  por  medio  de  la  mano 
invisible  y de  la  inercia  de  la  lógica  del  mercado.  De  alguna  manera 
ellos  mantienen  la  referencia  al  universalismo  ético,  aunque  sea  en 
términos  tergiversados.  Los  movimientos  contestatarios  los  pueden 
recuperar  a partir  de  su  propia  tradición. 

La  inversión  antilucifcrica,  en  cambio,  borra  esto.  Celebra  la  lucha 
en  nombre  de  la  nada,  que  se  llama  voluntad  de  poder.  Se  levanta  en 
contra  del  universalismo  ético  como  tal,  en  todas  sus  formas. 

Eso  es  el  nihilismo,  que  será  asumido  por  el  occidente  en  el  curso 
de  los  siglos  XIX  y XX  Es  lo  que  Nictzschc  llama  el  nihilismo 

Cuando  el  ministro  de  trabajo  Norbert  Blüm,  visitó  Polonia  al  comienzo  del  año  88, 
decía:  “Marx  ha  muerto,  Jesús  vive”.  En  1990,  después  de  la  unificación  alemana,  y en 
el  ambiente  más  bien  secularizado  de  Alemania,  transformó  el  lema  en:  “Marx  ha  muerto, 
Ludwig  Erhard  vive”.  En  esencia,  en  ambos  casos  expresó  lo  mismo. 

Durante  la  revolución  francesa,  y especialmente  frente  a los  “iguales”  de  Babcuf, 
empieza  este  enfoque.  En  1797  y 1799  aparece  en  Alemania  un  Ebro  sobre  la  revolución 
francesa,  cuyo  autor  es  un  aristócrata  alemán  con  muchas  simpatías  hacia  esa  revolución 

171 


activo  y prevé  como  desenlace  del  Occidente.  Nictzsche  lo  presenta  a 
la  vez  como  solución  para  el  Occidente,  como  su  redención.  Se  trata  de 
la  utopía  nietzscheana  del  infierno  en  la  tierra.  Una  vez  pasado  a la 
destrucción  consciente  y manifiesta  de  todos  los  valores,  el  Occidente 
resulta  ser  la  promesa  del  infierno  en  la  tierra,  realizado  para  que  el 
sueño  del  ciclo  en  la  tierra  no  transforme  a esta  en  infierno.  La  cultura 
occidental  se  vacía  y entra  con  los  ojos  abiertos  en  el  camino  infinito 
al  infierno. 

Al  desarrollar  este  nihilismo,  la  cultura  occidental  se  desvanece. 
Ella  siempre  ha  sido  sumamente  destructora,  pero  siempre  también  ha 
tenido  mucho  más  que  esta  destructividad.  Al  lado  de  Anselmo  y 
Bernardo,  aparecieron  en  la  Edad  Media  Francisco  de  Asís  y Tomás  de 
Aquino.  Al  lado  del  colonialismo  con  su  ideología  iusnaturalista  hubo 
el  Renacimiento,  que  de  ninguna  manera  se  agota  en  la  afirmación  de 
la  sociedad  burguesa.  Al  lado  de  Adam  Smith  hubo  también  un  Kant, 
un  Hcgcl,  y al  lado  de  ellos,  Marx.  El  nihilismo  acaba  con  eso.  Crea 
un  mundo  monótono,  en  el  cual  cualquier  movimiento  de  afirmación 
del  sujeto  humano  es  perseguido  y denunciado  <5°.  Claro  que  los  valores 
de  la  emancipación  humana  no  desaparecen.  El  camino  de  la  utopía  del 
infierno  en  la  tierra  es  infinito,  como  lo  es  el  camino  de  la  utopía  del 
ciclo  en  la  tierra.  Por  eso,  no  se  llega  nunca  tampoco.  No  obstante,  es 
definitivo  que  el  consenso  del  sentido  común  ha  colocado  todos  los 
valores  de  la  emancipación  humana  en  el  infierno,  contra  el  cual  se 
lucha  ^ l.  Los  valores  de  la  emancipación  humana  ya  no  pueden  ser 


en  cuanto  revolución  burguesa.  Sin  embargo,  comienza  a distinguir  entre  el  contenido 
burgués  de  esta  revolución  y su  contenido  “luciférico”.  Toda  la  dinámica  del  pueblo 
francés  la  ve  en  términos  luciféricos.  El  libro  tiene  el  título  “Lucifer”.  Ver  Oclsner, 
Konrad  Engclbcrt:  Luzi fer  oder  Gereinigte  Beitráge  zur  Geschichte  der  Franzósischen 
Revolulion.  (1797  y 1799)  (Lucifer  o aportes  purificados  a la  historia  de  la  revolución 
francesa)  Fischcr,  Frankurt  a/M,  1988. 

La  obra  habla  de  la  “arbitrariedad  sin  pantalones”  de  los  sansculoltes,  en  cuanto  que  no 
respetan  la  propiedad  (Texto  22).  Para  él  son  “el  monstruo  más  peligroso”;  su  democracia, 
una  “democracia  salvaje”  (Texto  44). 

Poco  después,  Hólderlin  formula  esta  imagen  en  su  Ilipcrion.  Desarrolla  su  humanismo 
como  medio  de  lucha  contra  lo  que  él  llama  la  “asociación  del  Némcsis”  (Bund  der 
Némcsis),  una  forma  esotérica  de  referirse  a la  “asociación  de  los  iguales”  de  Babcuf  en 
la  revolución  francesa.  Luego,  antes  de  existir  siquiera  un  movimiento  socialista,  el 
monstruo  del  socialismo  ya  está  creado. 

9°  Cuando  Lyotard  habla  de  Habermas,  lo  transforma  en  seguida  también  en  un  monstruo. 
La  razón  es  simplemente  que  Habermas  mantiene  los  valores  de  la  emancipación  humana, 
y los  trata  de  fundar  en  un  universalismo  ético  racional.  Lyotard  lo  subsume  por  ende 
bajo  los  rótulos  de  “terrorismo”  y “totalitarismo".  Ver:  Lyotard,  Jcan-Fran9ois:  La  condición 
postmoderna.  Ediciones  Cátedra,  Madrid,  1987,  págs.  116-117  y 188-190. 

91  Para  mostrarlo,  basta  cualquier  análisis.  Por  ejemplo,  el  siguiente:  “En  su  ensayo 
sobre  ‘El  Mito  de  la  Auto-Identidad  Humana’,  Kolakowski  señaló  ‘que  el  sueño  de  una 
comunidad  humana  perfectamente  unificada’,  profundamente  enraizado  en  la  cultura 
europea  y hecho  suyo  por  tantos  pensadores  socialistas,  es  la  fuente  más  profunda  de  las 
utopías  totalitarias,  cuyas  consecuencias  prácticas  son  siempre  destructoras  de  la  libertad. 
Escribió:  ‘No  existe  ninguna  razón  como  para  esperar  que  este  sueño  pueda  alguna  vez 


172 


derivados  de  los  valores  de  la  dominación,  lo  que  en  toda  la  historia 
anterior  del  Occidente  era  posible.  El  nihilismo  constituye  la  tierra 
quemada  de  los  valores. 

De  esta  manera,  el  Occidente  burgués  se  hace  presente  como  la 
única  alternativa  posible.  Efectúa  aquel  “chantaje  con  una  sola 
alternativa”,  que  Kolakowski  había  ya  reprochado  al  stalinismo  de  los 
años  cincuenta  en  Polonia.  Todas  las  alternativas  posibles  tienen  que 
inspirarse  en  aquellos  valores  que  la  inversión  antilucifcrica  diaboliza. 
Cualquier  alternativa  resulta  ser,  a priori,  condenada.  Luchando  contra 
el  monstruo  del  nihilismo,  el  Occidente  desarrolla  el  nihilismo.  Porque 
para  luchar  en  contra  del  nihilismo,  hay  que  hacerse  nihilista  también. 
Asume  el  nihilismo  que  Nictzschc  le  había  recetado,  pero  lo  asume  en 
nombre  de  la  lucha  contra  él  . 


III.  El  paso  de  Lucifer  por  la  historia 


1.  Lucifer  y el  pecado  contra  el  Espíritu  Santo 

“E  incluso  llegará  la  hora  en  que  todo  el  que  os 
mate  piense  que  da  culto  a Dios  “ (Juan,  16.2). 

La  problemática  luciférica  atraviesa  toda  la  tradición  cristiana.  Se 
trata  del  problema  de  que  el  mal  puede  aparecer  en  nombre  del  bien. 
Aparece  por  primera  vez  en  el  Evangelio  de  San  Mateo,  cuando,  en  un 

llegar  a ser  verdad,  salvo  en  una  forma  de  despotismo  cruel;  y el  despotismo  es  una 
desesperada  simulación  del  paraíso’.  Como  es  evidente,  yo  comparto  esta  opinión”. 
Waticki,  Andrzcj:  “Kart  Marx  como  filósofo  de  la  libertad,  en:  Estudios  Públicos.  Santiago. 
No.  36,  1989,  pág.  239. 

Lo  que  VValicki  expresa  es  una  ideología  totalitaria.  Es  nihilismo  puro.  Lo  es  a pesar  del 
hecho  de  que,  efectivamente,  la  utopía  de  una  “comunidad  humana  perfectamente 
unificada”  es  imposible  y potcncialmcnte  destructora,  y en  momentos  determinados  razón 
para  el  totalitarismo.  Sin  embargo,  en  el  grado  en  que  esta  denuncia  se  transforma  en 
denuncia  de  la  utopía  como  tal,  promueve  aquel  totalitarismo  contra  el  cual  pretende 
luchar.  Lo  hace  desde  el  lado  contrario. 

92  Cuanto  más  se  avanza  por  este  camino,  más  el  mercado  destruye  los  valores  que 
sostienen  al  mismo  mercado.  Es  falso  que  los  valores  del  mercado  se  restrinjan  al 
reconocimiento  de  la  propiedad  privada  y el  cumplimiento  de  contratos.  Sin  los  valores 
de  la  solidaridad,  que  son  denunciados  en  nombre  del  mercado  total  y puro,  ni  el  propio 
mercado  puede  funcionar.  Presupone  estos  valores,  aunque  los  participantes  en  el  mercado 
no  tengan  conciencia  de  este  hecho.  Al  reducir  la  política  a la  técnica  se  destruye  estos 
valores,  destruyendo  la  propia  posibilidad  del  mercado.  El  mercado,  al  producir  esta 
tendencia  a la  destrucción  de  los  valores  de  solidaridad,  destruye  su  propio  orden.  En  vez 
de  produdir  un  equilibrio  del  mercado,  produce  un  mercado  con  la  tendencia  a la  anomia. 
Ver:  McPhcrson,  Michacl  S.:  “The  limite  of  self-sccking.  The  role  of  morality  in  Eco- 
nomic  Life”,  en:  Colandcr,  David  (cd.):  Neoclasical  Political  Economy.  The  Análisis  of 
Renl-Seeking  and  DUP  Acliviíies.  Ballingcr. 


173 


enfrentamiento  de  Jesús  con  los  fariseos,  estos  le  reprochan  actuar  por 
el  poder  de  Satanás: 


Le  trajeron  en  ese  momento  un  endemoniado  ciego  y mudo.  Jesús  lo 
sanó,  de  modo  que  pudo  ver  y hablar.  Con  eso,  todo  el  pueblo  quedó 
asombrado  y preguntaban:  “¿No  será  éste  el  hijo  de  David?”  A lo  que 
repondían  los  fariseos:  "Este  echa  los  demonios  por  obra  de  Beelzebú, 
rey  de  los  demonios" . 

Jesús  sabíalo  que  estaban  pensando,  y les  dijo:  ‘Todo  reino  dividido  en 
dos  bandos  cstáperdido,  y toda  ciudad  o familia  dividida  se  viene  abajo. 

Si  realmente  Satanás  echara  fuera  a Satanás  se  haría  la  guerra  a sí 
mismo;  por  lo  tanto,  ¿cómo  podría  durar  su  poder?... 

Pero  si  yo  echo  los  demonios  con  el  soplo  del  Espíritu  de  Dios, 
comprendan  que  el  Reino  de  Dios  ha  llegado  a ustedes. 

¿Cómo  podrá  alguien  entrar  en  la  casa  de  un  hombre  valiente  y robarle 
sus  cosas,  si  primero  no  lo  amarra?  Sólo  entonces  le  podrán  saquear  la 
casa. 

El  que  no  está  conmigo,  está  contra  mí,  y el  que  no  recoge  conmigo, 
desparrama. 

Por  eso  yo  les  digo:  se  perdonará  todo  pecado  y toda  palabra  que  ofenda 
a Dios;  pero  la  palabra  que  ofende  al  Espíritu  Santo  no  se  perdonará" 

(Mat  12.  29-31). 

Lo  que  Jesús  enfrenta  aquí,  es  precisamente  el  reproche  de  que  el 
anuncio  del  Reino  de  Dios  sea  el  producto  del  rey  de  los  demonios.  La 
problemática  luciférica  aparece  expresamente.  Además,  Jesús  llama  al 
reproche  luciférico  el  pecado  contra  el  Espíritu  Santo. 

San  Pablo  interpreta  esto  en  el  sentido  de  un  discernimiento  de  los 
espíritus.  Lo  menciona  de  la  manera  siguiente,  hablando  de  “falsos 
apóstoles,  engañadores  disfrazados  de  apóstoles  de  Cristo”:  “Y  eso  no 
es  maravilla,  pues  el  mismo  Satanás  se  disfraza  de  ángel  de  la  luz”  (2 
Cor  11.14). 

Sigue  con  la  misma  percepción  del  pecado  contra  el  Espíritu  Santo, 
porque  concibe  al  “Espíritu  como  un  anticipo  de  lo  que  tendremos” 
(Rom  8. 23).  Si  eso  es  el  Espíritu,  el  pecado  contra  el  Espíritu  tiene  que 
ser  denunciar  esta  anticipación  como  lo  demoníaco. 

En  el  mismo  sentido  se  expresa  Agustín:  “algunas  veces  Satanás,  según 
leemos  (2  Cor  1 1.14)  ‘se  transfigura  en  el  ángel  de  la  luz’”^L 

Este  sentido  de  discernimiento  desaparece  después  de  Agustín.  En 
el  siglo  XI,  con  San  Anselmo,  aparece  el  problema  luciférico  en  su 
sentido  moderno  antiluciférico  y anticorporal.  Toda  reacción  corporal 
espontánea  es  vista  ahora  como  una  entrada  de  Satanás  al  alma  humana. 
Por  lo  tanto,  la  misma  concepción  corporal  y terrestre  del  Reino  de 


93  San  Agustín:  La  ciudad  de  Dios.  México,  1970,  pág.  478. 

174 


Dios  que  había  tenido  Jesús,  es  vista  como  una  tentación  demoníaca.  Se 
la  considera  “pecado  judío”.  Empieza  el  cambio  que  va  transformando 
la  interpretación  del  mensaje  de  Jesús  en  un  mensaje  luciférico, 
sustituyéndolo  por  un  Reino  de  Dios  de  las  almas  que  luchan  contra  el 
cuerpo.  Esta  visión  se  mantiene  en  forma  secularizada  en  el  liberalismo, 
para  desembocar  durante  el  siglo  XIX  en  la  inversión  antilucifcrica  de 
todos  los  valores  humanos  94 . 

El  nombre  de  Lucifer  para  esta  problemática,  aparece  en  la  tradición 
cristiana  recién  en  el  siglo  XI.  Antes,  los  gnósticos  ya  le  habían  dado 
un  sentido  parecido.  En  la  tradición  cristiana  del  primer  milenio,  el 
nombre  Lucifer  es  un  nombre  muy  frecuente  para  el  mismo  Jesús.  Lo 
encontramos  en  la  liturgia  del  Sábado  Santo  con  ocasión  de  la  bendición 
del  cirio  pascual,  aparece  así  en  la  segunda  epístola  de  San  Pedro  y es 
un  nombre  frecuente  entre  los  cristianos.  Por  eso  hay  un  San  Lucifer  de 
Cagliari,  quien  vivió  en  el  siglo  III. 

Desde  el  punto  de  vista  de  la  lógica  del  mito,  es  muy  indicativo  el 
hecho  de  que  en  el  momento  en  el  cual  el  Reino  de  Dios  que  Jesús 
predicaba  es  interpretado  como  una  tentación  demoníaca  y sustituido 
por  un  Reino  de  las  almas,  uno  de  los  nombres  de  Jesús  es  transformado 
en  el  nombre  del  demonio.  La  lógica  del  mito  revela  algo  que 
efectivamente  ocurrió. 

Esto  nos  lleva  de  nuevo  al  mito  del  ángel  Miguel,  que  lucha  con 
la  serpiente.  Cuanto  más  la  serpiente  es  vista  como  Lucifer,  el  ángel 
Miguel  más  resulta  ser  un  luchador  en  contra  de  Lucifer.  No  obstante, 
cuanto  más  Lucifer  es  portador  del  mensaje  de  Jesús,  y por  fin  Jesús 
mismo,  el  ángel  Miguel  se  transforma  en  la  Bestia  que  lucha  contra 
Jesús  95.  Por  consiguiente,  puede  aparecer  todo  un  Occidente  cristiano 
y un  cristianismo  que  luchan  contra  Jesús.  El  Jesús  que  se  identificó 
con  las  víctimas  de  toda  la  historia,  es  ahora  denunciado  junto  con  estas 
víctimas  como  “la  raíz  de  todos  los  males”  9&. 

94  Para  una  historia  del  demonio,  véase:  Russcl,  Jcffrey  Rurton:  The  Prince  of  Darkness. 
Radical  Evil  and  the  Power  of  Good  in  lUslory.  Cometí  Univcrsily  Press,  New  York, 
19S8. 

95  Un  periodista  costarricense  escribe:  “...Cristo  no  era  tan  pacifista  como  lo  pintan  y 
cuando  debió  actuar  enérgicamente  lo  hizo  sin  vacilar,  como  en  la  ocasión  en  que  echó 
del  templo  a los  mercaderes  a punta  de  latigazos  y sin  que  mediara  ningún  diálogo.  La 
única  diferencia  es  que  ahora  el  látigo  son  las  bombas,  los  misiles,  tos  tanques  y las 
ametralladoras.  Y hay  que  usarlos  enérgicamente...  Y nada  me  haría  más  feliz  que  estar 
en  este  momento  en  el  Golfo.  Y con  gusto  enlistaría  a mi  hijo  para  que  vaya  a pelear. 
Lo  despediría  encantado  de  la  vida”  (La  Nación,  San  José,  25.1.1991). 

96  El  historiador  Fricdrich  Ilccr  percibe  este  hecho:  “El  odio  asesino  a los  judíos  de 
parte  de  los  cristianos  desde  el  siglo  IV  al  siglo  XX,  se  dirige  en  su  dimensión  más 
profunda  en  contra  del  judío  Jesús  del  cual  los  cristianos  desesperan,  al  cual  odian,  al  cual 
responsabilizan  — junto  con  el  diablo  y los  judíos — por  la  carga  pesada  de  la  historia. 
En  miles  de  imágenes  el  judío  Jesús  es  mortificado:  el  Kirios,  el  Truchtin...  el  emperador 
celestial  y el  rey  celestial  Cristo,  tienen  rasgos  imperiales,  papales,  reales  y de  Júpiter. 
Eso  vale  todavía  para  Xliguél  Angel.  El  judío  Jesús  tiene  la  culpa... 


175 


Sin  embargo,  seguir  insistiendo  en  que  “la  raíz  de  todos  los  males 
es  el  amor  al  dinero”,  se  ha  transformado  en  el  pecado  de  orgullo. 
¿Quien  como  Dios?,  grita  la  sociedad  occidental,  lo  que  significa:  ¿quien 
como  el  dinero?  ¿Quién  como  la  economía  social  del  mercado?  ¿Quien 
como  el  imperio  de  la  ley?  Cuando  se  hace  el  reproche  antilucifcrico, 
éste  sigue  siendo  el  grito  de  la  Bestia  del  Apocalipsis:  ¿quién  como 
Dios?  Se  dirige  en  contra  de  la  solidaridad,  en  contra  de  la  reivindicación 
del  cuerpo  y sus  derechos,  en  contra  del  pacifismo,  de  la  protección  de 
la  naturaleza,  en  contra  de  la  política  de  desarrollo,  en  contra  del  amor 
al  prójimo,  en  cuanto  amor  al  hombre  concreto.  Se  dirige  en  contra  de 
aquellos  que  piden  una  solución  de  la  deuda  externa  del  Tercer  Mundo 
por  el  perdón  de  las  deudas  y en  contra  de  aquellos  que  exigen  un 
Nuevo  Orden  Mundial,  en  el  cual  el  Tercer  Mundo  sea  tratado  en  pie 
de  igualdad  con  el  Primer  Mundo.  Se  dirige  igualmente  en  contra  de 
todos  los  movimientos  socialistas,  de  los  movimientos  de  cambio  social 
y en  contra  de  toda  búsqueda  de  alternativas  a la  sociedad  occidental 
actual.  De  la  negación  del  cuerpo  y de  sus  derechos,  se  vuelve  al  ¿quién 
como  Dios?  del  cual  se  había  partido. 

En  consecuencia,  la  denuncia  de  la  soberbia  o hibris  en  contra  de 
los  enemigos  del  imperio  es  hoy  tan  usual  como  lo  era  en  el  tiempo  de 
Roma.  El  imperio,  en  cuanto  Bestia  apocalíptica,  no  puede  renunciar  a 
eso.  Para  ver  únicamente  algunos  ejemplos: 

Hay  algo  en  El  Salvador  y en  el  Perú  que  engloba  tanto  a los  dirigentes 
subversivos  informados  como  a su  tropa  dcsinformada:  la  desmesura. 

Si  el  mundo  marcha  en  un  sentido,  es  un  despropósito  querer  marchar  en 
el  sentido  contrario.  Y a sea  guerrillero  o no,  quien  lo  pretende  comete  el 
pecado  de  desmesura. 

Los  griegos,  que  oponían  la  clásica  armonía  de  Apolo  al  frenesí  de 
Dionisios,  también  plasmaron  dos  palabras  en  contraste.  Una, 
“sofrosyne”,  aludía  al  equilibrio  del  sabio.  ¿Quien  es  sabio?  El  que 
reconoce  sus  propios  límites. 

La  otra  palabra  griega,  “hybris”,  se  vincula  en  cambio  con  la  tentación 
que  acompaña  a la  condición  humana:  la  aspiración  de  ser  un  dios. 
“Seréis  como  dioses”,  le  dijo  la  serpiente  a Adán.  El  pecado  original  fue 
un  pecado  de  desmesura...  Somos  mortales.  Estamos  limitados. 

La  limitación  propia  de  los  latinoamericanos  es  que,  por  serlo,  no 
podemos  determinar  la  marcha  del  mundo.  Podemos,  sí,  adaptamos 
ventajosamente... 

Todavíahoy,  quijotes  menos  simpáticos  e inofensivos  que  el  deCcrvantcs 
dispar  anmctrallctas  paracambiar  el  mundo.  “Hybris”  (Visión,  11.  X1I.89, 
pág.  13). 

Un  análisis  de  psicología  profunda  de  teólogos  y legos  cristianos  y de  conductores  de  la 
iglesia,  muchas  veces  daría  la  visión  de  este  abismo  en  la  profundidad  del  alma  donde 
se  oye  al  judío  Jesús.  El  judío  Jesús  que  es  sustituido  por  la  segunda  persona  divina,  el 
emperador  celestial,  el  kirios,  el  Dios  Jesucristo”  (Hccr,  Fricdrich:  Cotíes  erste  Liebe.  Die 
Juden  im  Spannungsfeld  der  Geschichte.  Ullstcin  Sachbuch,  Frankfurt/Bcrlin,  1986,  S. 
548).  Pero  no  le  da  el  peso  que  en  realidad  tiene. 


176 


El  ¿quien  como  Dios”  va  en  contra  de  aquellos  que  no  aceptan  el 
sometimiento  de  America  Latina  a la  marcha  del  Imperio.  ¿Quien  como 
Dios?  se  transforma  en  ¿quien  como  el  Imperio?,  ¿Quien  como  EUA? 
¿Quien  como  el  comandante  en  jefe?  ¿Quien  como  el  mercado?  ¿Quien 
como  el  capital?  En  contra  de  los  sandinistas  constantemente  se  hace 
esta  campaña  antilucifcrica: 

Cometieron  el  peor  de  los  pecados:  se  creyeron  dioses  y actuaron  como 
dioses:  despreciaron  a Dios  y hasta  comulgaron,  se  mofaron  del  Papa,  le 
exigieron  al  pueblo  que  los  adorara  y,  en  su  insania,  pretendieron 
forjarse,  con  la  ayuda  de  curas  renegados,  una  iglesia  propia.  En  el  fondo 
el  totalitarismo  es  eso:  todo  o nada,  es  decir,  la  suplantación  de  Dios... 
Pretendieron  construir  la  nueva  Nicaragua  y hacer  un  hombre  nuevo. 
Como  Dios,  querrían  también  ellos  crear  al  hombre,  pero  solo  lograron 
aniquilar  hombres. 

Los  comandantes  de  ayer  son  hoy  simples  plañideras,  que  ni  siquiera 
podrán  huir  a Cuba,  donde  otro,  su  padre,  igual  que  ellos,  padece  los 
mismos  estertores.  Tampoco  podrán  volar  a Europa  del  Este.  Los 
pueblos  les  cerraron  esas  puertas...  La  URSS  los  repele  con  asco.. .Todos 
deberían  ir  en  derechura  a la  cárcel,  como  Noricga,  pues,  igual  que  este, 
fueron  una  banda  de  forajidos,  pero  el  equilibrio  del  poder  en  Nicaragua, 
impone,  lamentablemente  sus  exigencias... 

Pero,  ellos,  no  quieren  ser  más  seres  humanos.  Quizá  no  puedan  serlo  (La 
Nación,  San  José.  5. 11 1.1990). 

¿Quien  como  Dios?  ¿Quien  como  el  Fondo  Monetario?  ¿Quien 
como  el  Banco  Mundial?  ¿Quien  como  el  Papa?  ¿Quien  como  el 
Occidente?157. 

La  Bestia  quiere  un  mundo  limpio,  sin  basura: 

La  caída  de  los  muros  ideológicos  impone  también  en  Costa  Rica  una 
profunda  y extensa  tarca  de  purificación  en  las  universidades  estatales... 
Algunos  dieron  un  viraje,  y tras  muchos  años  de  engañifas  y adoclrina- 


9?  Al  cápitular  el  ejercito  de  Irak,  el  fin  de  la  guerra  recibió  una  imagen  simbólica,  que 
la  televisión  reproducía  por  el  mundo  entero:  “Cuatro  (soldados  iraquíes  que  se  rindieron) 
se  aproximaron  a un  soldado  norteamericano,  se  arrodillaron  y le  besaron  la  mano"  (La 
Nación,  San  José,  28.11.91).  Reconocieron  que  jamás  serán  como  Dios.  III  soldado 
norteamericano  recibió  con  agrado  esta  muestra  de  realismo.  ¿Quien  como  Dios?  ¿Quién 
puede  luchar  con  él? 

En  las  condiciones  de  la  capitulación  incondicional,  Irak  tenía  que  aceptar  el  pago  de  las 
reparaciones  por  los  daños  de  la  guerra.  Si  les  queda  algún  pan  para  comer,  se  los  van 
a quitar.  El  significado  es  claro:  de  ahora  en  adelante,  Irak  tendrá  una  deuda  externa 
impagable  que  entrega  para  siempre  su  soberanía  a los  países  del  centro,  los  “siete"  que 
dominan  al  F.V1I.  Estará  postrado  frente  a ellos,  como  ya  lo  está  América  Latina  entera. 
Visiblemente,  EUA  está  intentando  llevar  también  a los  otros  países  petroleros  del  Cercano 
Oriente  a la  misma  situación.  Si  lo  logra,  habrá  solucionado  los  problemas  del  déficit  de 
su  balanza  comercial  y de  pagos,  exportando,  como  ahora  lo  llaman,  “seguridad".  Es 
como  el  “protcction  money"  que  cobra  la  mafia.  Lo  que  en  el  siglo  XLX  era  el  opio  frente 
a China,  es  ahora  la  “seguridad”  frente  al  Cercano  Oriente. 


177 


miento,  han  decidido  retomar  al  sendero  del  saber.  Otros,  sin  embargo, 
prosiguen  sus  lecciones  apegados  al  cadavérico  estilo  marxista. 

Urge  un  plan  de  desintoxicación  universitaria  en  ciertas  carreras  y 
cátedras,  de  depuración  bibliográfica  — todavía  se  les  exige  a nuestros 
jóvenes  leer  autores-momias,  saturados  de  verborrea  marxista — de 
renovación  de  contenidos,  de  limpieza  de  lenguaje. No  se  traía  de  encender 
utia  pira  en  ¡as  universidades  para  prenderle  fuego  a la  cultura,  sino 
todo  lo  contrario:  quemar  la  basura  para  que  floresca  pujante  la 
cultura,  es  decir,  la  libertad,  la  excelencia,  el  derecho  inalienable  a 
buscar  la  verdad,  la  bellezay  el  bien,  reprimidos,  durante  tantas  décadas 
— oh  crimen  de  crímenes — por  la  estrategia  del  atontamiento  colectivo, 
orientado  a deshumanizar  al  hombre  y convertirlo  en  robot....  La  luz:  la 
antítesis  de  las  tinieblas  de  la  barbarie  totalitaria  {La  Nación,  San  José. 
16.IU.  1990,  énfasis  nuestro). 

La  libertad  es  la  prohibición  de  todas  las  opiniones  que  no  sean 
libres. 

¿El  hombre  nuevo?  Jamás  un  hombre  nuevo.  La  expresión  viene 
de  San  Pablo.  Querer  el  hombre  nuevo  pasó  también  al  infierno.  ¿Quién 
como  Dios?  Es  luciférico. 

Esto  es  el  fin  del  cristianismo,  que  en  la  vorágine  del  nihilismo 
occidental  marcha  hacia  su  perdición.  Se  transforma  en  una  cáscara  de 
lo  que  debería  haber  sido.  El  Occidente  y su  cristianismo  se  aniquilan 
juntos.  Eso  es  el  fin  del  Occidente,  y la  postmodemidad  no  es  más  que 
esta  misma  modernidad  occidental  in  extremis.  Del  ángel  de  la  luz  el 
Occidente  ha  ido  al  ángel  exterminador,  cuya  cara  espantosa  luce  sobre 
Bagdad. 

Creo  que  descubrir  este  desenlace  del  Occidente,  es  la  condición 
para  encontrar  un  nuevo  punto  de  partida. 


2.  En  lugar  de  Lucifer 

El  problema  luciférico  aparece  tanto  dentro  del  cristianismo  como 
del  Imperio,  porque  la  libertad  cristiana  es  una  libertad  de  transgredir 
la  ley.  Por  ende,  es  una  libertad  de  no  obedecer  a la  autoridad,  sea  esta 
en  algún  sentido  legítima  o no. 

Es  un  enfrentamiento  con  la  ley  y la  autoridad.  No  es  un 
enfrentamiento  con  la  autoridad  porque  no  respeta  la  ley,  sino  que  es 
un  enfrentamiento  con  la  autoridad  que  actúa  en  nombre  de  la  ley  y de 
su  cumplimiento.  La  libertad  cristiana  no  llama  a la  autoridad  a cumplir 
la  ley.  Es  a la  ley  que  mata  por  su  cumplimiento  a la  que  se  enfrenta 
la  libertad  cristiana. 

Si  esto  se  expresa  en  términos  maniqueos,  se  llega  a la  confrontación 
de  la  ley  con  la  vida.  La  vida  anula  a la  ley,  la  ley  anula  a la  vida.  En 
términos  trascendentes:  la  Nueva  Tierra  de  Lucifer  está  más  allá  de  la 
ley,  el  infierno  de  la  Bestia  es  la  muerte  de  las  transgresiones  de  la  ley. 


178 


Lucifer  y la  Bestia.  La  vida  del  orden  espontáneo  sin  necesidad  de  una 
ley,  y la  ley  absoluta  que  no  necesita  transgresiones.  Orden  espontáneo 
e institución  perfecta.  Para  Lucifer,  la  Bestia  es  el  demonio;  para  la 
Bestia,  lo  es  Lucifer. 

Esta  polarización  maniquea  subyace  a la  historia  del  Occidente, 
desde  que  la  crítica  de  la  ley  se  enfrentó  al  primer  imperio  que  ejerció 
su  dominio  en  nombre  de  la  ley,  que  fue  el  Imperio  Romano.  Ella  se 
va  agudizando  a través  de  toda  la  historia  occidental  hasta  hoy.  Enfrenta 
el  Imperio  Cristiano  con  la  brujería  y los  herejes;  la  sociedad  burguesa 
con  lodo  el  mundo  fuera  de  sus  centros.  Enfrenta,  en  la  primera  mitad 
del  siglo  XIX,  anarquismo  y mercado  total;  después  trotzkismo  y cstali- 
nismo,  socialismo  y nazismo.  Se  desemboca  constantemente  en  la  ne- 
gación mutua  entre  Lucifer  y la  Bestia. 

El  Apocalipsis  capta  lo  que  es  la  Bestia  y su  autoridad,  que  en 
nombre  del  cumplimiento  de  la  ley  trac  muerte,  sometimiento, 
explotación  y esclavitud.  Lo  llama  Babilonia,  y se  trata  del  Imperio 
Romano.  No  percibe  la  función  de  la  autoridad,  que  de  todas  maneras 
sigue  existiendo  detrás  de  la  muerte  que  el  imperio  trac.  Al  no 
considerarla,  proyecta  en  el  imperio  la  monstruosidad.  Pero  al  luchar  en 
contra  del  monstruo,  tiene  que  hacerse  a su  vez  monstruo.  En  el  lenguaje 
violento  del  Apocalipsis  en  contra  de  Babilonia,  retorna  la  violencia  de 
Babilonia,  sólo  que  esta  vez  en  la  boca  del  autor  del  libro. 

El  Apocalipsis  no  ve  siquiera  el  problema  lucilcrico,  si  bien  lo 
expresa.  Aparece  en  la  boca  del  autor,  sin  que  éste  se  dé  cuenta  del 
hecho.  Frente  a la  muerte  del  imperio  reivindica  la  vida.  No  obstante, 
enseguida  vuelve  a invertir  esta  exigencia  de  vida  en  la  muerte  de 
aquellos  que  siguen  a la  Bestia:  muerte  para  aquellos  que  traen  la 
muerte,  muerte  para  los  que  siguen  a Babilonia,  muerte  para  los  que  se 
identifican  con  la  autoridad  que  en  nombre  de  la  ley  trac  la  muerte. 
Cuando  se  pone  el  Apocalipsis  al  servicio  de  la  autoridad,  solamente  se 
extiende  esta  cadena:  muerte  para  los  que  quieren  dar  muerte  a los  que 
siguen  a la  autoridad,  que  en  nombre  de  la  ley  dispone  de  la  muerte. 
Ahora  ellos  son  considerados  como  la  Babilonia,  como  los  que  se 
levantan  en  contra  de  Dios,  como  los  soberbios,  como  la  Bestia.  Ahora 
es  la  autoridad  la  que  mata  en  nombre  de  la  ley,  la  que  lucha  en  contra 
de  la  Bestia,  que  son  los  que  resisten  al  imperio. 

Se  borra  la  crítica  de  la  ley  de  Jesús  y de  San  Pablo,  y con  ella  la 
libertad  cristiana,  para  pasar  a constituir  una  ley  absoluta  frente  a la 
cual  toda  transgresión  es  condenada.  El  diablo  vuelve  a ser  aquel  que 
transgrede  la  ley.  Pero  ese  es  el  paso  para  la  creación  de  Lucifer.  La 
libertad  cristiana  es  libertad  frente  a la  ley,  no  la  pretcnsión  de  la 
libertad  por  su  cumplimiento. 

Lucifer  es  la  imagen  monstruosa  de  esta  libertad  cristiana.  Es  la 
monstruosidad  proyectada  en  esta  libertad.  Esta  libertad  cristiana  declara 
el  derecho  de  transgredir  las  leyes,  siempre  y cuando  el  cumplimiento 
de  la  ley  condene  a muerte  a aquel  que  tiene  la  obligación  de  cumplirla: 


179 


no  se  debe  pagar  deudas,  si  el  intento  de  pagarlas  condena  al  deudor  a 
la  muerte.  Esta  libertad  cristiana  no  admite  sacrificios  humanos,  y los 
sacrificios  humanos  se  cometen  precisamente  en  nombre  del  cumpli- 
miento de  la  ley.  En  esta  visión,  la  ley,  que  no  admite  transgresiones, 
es,  de  por  sí  y como  resultado  de  su  lógica  de  cumplimiento,  sacrificio 
humano. 

El  Apocalipsis  lleva  esta  imagen  de  la  libertad  a su  imaginación 
trascendental  de  la  Nueva  Tierra,  en  nombre  de  la  cual  la  autoridad  y 
la  ley  se  desvanecen  y son  percibidas  exclusivamente,  y de  por  sí,  como 
la  Babilonia  de  la  Bestia.  Se  trata  de  una  conclusión  radical  de  la  crítica 
de  la  ley,  aunque  se  han  hecho  otras.  Parece  que  San  Pablo  tiene  más 
conciencia  de  la  problemática,  de  aquí  que  al  poner  en  paréntesis  la 
autoridad  y la  ley,  afirma  a la  vez  su  vigencia.  En  este  caso  la  autoridad 
es  Bestia,  en  cuanto  que  no  admite  la  transgresión  de  la  ley  en  el  caso 
de  que  su  cumplimiento  mate.  Por  consiguiente,  la  autoridad,  para  no 
transformarse  en  Bestia,  tiene  que  discernir  la  ley  en  cada  momento, 
para  anularla  si  mata,  y aplicarla  en  cuanto  su  aplicación  es  necesaria 
para  la  vida  de  todos.  En  cuanto  la  autoridad  se  afirma  como  dominación, 
implanta  la  ley  ciegamente  y este  cumplimiento  ciego  la  transforma  en 
Bestia.  Efectivamente,  el  grito  “law  and  order”,  ley  y orden,  ha  sido 
siempre  el  grito  de  batalla  de  las  noches  de  los  cuchillos  largos. 

Sin  embargo,  la  imagen  de  Lucifer,  visto  desde  la  Bestia,  parte 
precisamente  de  esta  libertad  del  hombre  de  transgredir  la  ley.  Al  negar 
la  autoridad  la  transgresión  condicionada,  ella  establece  la  ley  absoluta 
frente  a la  cual,  indiscriminadamente,  toda  transgresión  es  crimen.  Que 
toda  transgresión  sea  crimen,  es  la  absol utización  de  la  autoridad  en 
nombre  de  la  ley.  En  la  sociedad  burguesa,  eso  se  llama  “legitimidad 
por  legalidad”.  Es  despotismo,  lo  que  el  Apocalipsis  llama  Bestia. 

Cuando  se  declara  crimen  a toda  transgresión,  todas  las 
transgresiones  son  crímenes  por  igual.  No  obstante,  aparece  el  crimen 
máximo:  el  declarar  virtud  a la  transgresión.  Hay  transgresiones  que  no 
cuestionan  la  ley  sino  que  la  violan,  pero  sin  declarar  su  violación  una 
virtud.  Son  crímenes  que  se  cometen  con  conciencia  de  culpa,  o sabiendo 
que  se  transgrede  una  ley  que  no  debe  ser  cuestionada.  Al  Capone  era 
un  criminal  de  este  tipo.  Robaba,  pero  una  vez  enriquecido,  era  un 
ferviente  defensor  de  la  propiedad  privada.  Sabía  que  sus  crímenes  eran 
contradictorios.  Para  disfrutar  sus  frutos,  tenía  que  asegurar  que  otros 
no  los  cometieran. 

Cuando  se  transgrede  la  ley  en  nombre  de  la  libertad,  la  transgresión 
es  una  virtud.  Para  una  autoridad  que  se  ejerce  en  nombre  de  la 
absolutización  de  la  ley,  esa  es  la  máxima  perversión.  No  solamente  se 
comete  la  transgresión  sin  conciencia  de  culpa,  sino  que  se  celebra 
como  una  virtud.  Desde  el  punto  de  vista  de  la  autoridad  absoluta,  se 
trata  del  pecado  en  contra  del  Espíritu  Santo.  Y en  muchos  casos  lo  es. 
Celebrar  el  asesinato  con  un  “¡Viva  la  muerte”!,  es  la  máxima  perversión. 
Pero,  la  transgresión  de  la  ley  en  todos  los  casos  en  los  que  su 


180 


cumplimiento  mata,  es  lo  contrario  del  asesinato.  En  estos  casos  la  ley 
no  puede  ser  puesta  al  servicio  de  la  vida,  sino  transgrediéndola.  Sin 
embargo,  la  autoridad  absoluta  trata  todas  las  transgresiones  por  igual. 
Rechaza  discernir.  De  esa  manera  despeja  el  camino  para  proyectar  la 
monstruosidad  en  la  libertad  frente  a la  ley. 

Si  toda  transgresión  de  la  ley  es  un  crimen,  y si  la  legitimación  de 
toda  transgresión  es  el  crimen  máximo,  entonces  la  libertad  cristiana  es 
esc  crimen  máximo.  Todos  los  crímenes  de  la  humanidad  se  unen  para 
ser  reprochados  a esta  libertad.  Lucifer  es  transformado  en  el  máximo 
criminal.  Se  hace  entonces  la  identificación  de  pacifismo,  terrorismo, 
narcotráfico,  asesinato,  protección  a la  naturaleza,  resistencia  a la 
explotación.  Todo  ello  es  lo  mismo  porque  es,  o implica,  alguna 
transgresión  de  la  ley.  Y cuando  esta  transgresión  se  formula  como  un 
deber,  ocurre  el  crimen  máximo.  Se  une  — por  ser  todas  estas  acciones 
transgresiones  de  la  ley — todo  el  crimen  en  uno  solo,  y se  le  llama 
Lucifer.  Al  combatir  a este  Lucifer,  la  autoridad  se  transforma  en  Bestia. 
Junto  con  los  crímenes,  enfrenta  como  enemigo  mortal  cualquier  acción 
humana  en  pos  de  asegurar  la  vida  humana. 

En  el  caso  en  que  su  cumplimiento  trac  la  muerte,  no  se  puede 
asegurar  la  vida  humana  sin  transgredirla.  Esta  es  la  crítica  a la  ley  que 
realizan  Jesús  y San  Pablo.  No  obstante,  es  una  crítica  que  cualquier 
humanismo  tiene  que  hacer  en  cuanto  se  encuentra  con  una  autoridad 
que  mata  mediante  el  cumplimiento  de  alguna  ley.  Deudas  cuyo  pago 
mala  al  deudor,  no  se  deben  pagar.  Esta  misma  crítica  a la  ley  la  hace 
Marx,  cuando  analiza  la  ley  del  mercado.  Su  conclusión  es  que  la  ley 
del  mercado  produce  explotación,  precisamente  al  ser  cumplida.  La 
explotación  no  es  un  producto  de  ninguna  transgresión  de  la  ley  del 
mercado,  sino  de  su  cumplimiento.  Pagando  los  precios  del  mercado  — 
precio  de  equivalencia  en  la  dicción  de  Marx,  precio  de  equilibrio  en 
la  dicción  burguesa — ocurre  la  explotación,  cuyo  resultado  es  la 
destrucción  del  hombre  y de  la  naturaleza.  La  respuesta  burguesa  a 
Marx  es  tan  furiosa,  como  ha  sido  siempre  la  respuesta  de  la  autoridad 
a la  crítica  a la  ley.  La  teoría  burguesa  no  está  dispuesta  a aceptar  que 
la  explotación  existe  por  el  cumplimiento  de  las  leyes  del  mercado. 
Puede  hablar  de  explotación.  Pero  la  refiere  infaliblemente  a 
transgresiones  de  las  leyes  del  mercado,  tales  como  monopolios, 
intervenciones  del  Estado,  etc.  Su  concepción  del  mercado  como  sociedad 
perfecta  le  impide  eso,  a la  vez  que  le  permite  ejercer  una  dominación 
absoluta,  e incluso  totalitaria,  en  nombre  de  esta  su  ley  metafísica  del 
mercado. 

La  crítica  a la  ley  — que  siempre  es  también  crítica  de  las 
instituciones — somete  la  ley  al  criterio  de  la  vida  humana  y de  sus 
necesidades.  Ninguna  ley  es  legítima  si  exige  la  muerte  de  seres  humanos 
para  ser  cumplida.  Positivamente  no  proscribe  nada.  No  dice  que  lo  que 
hay  que  hacer,  sino  expresa  los  límites  que  toda  acción  humana, 
independientemente  del  contenido  que  tenga,  debe  respetar.  Por  eso,  no 


181 


pretende  saber  cómo  se  hace  feliz  a los  hombres.  Sean  felices  o no,  es 
necesario  respetar  este  límite  para  serlo. 

Al  ejercer  esta  crítica  se  produce  el  enfrentamiento  con  la  autoridad. 
La  forma  en  la  cual  la  autoridad  es  generada  o legitimada,  no  cambia 
el  hecho  de  este  enfrentamiento.  Ningún  acatamiento  de  ninguna 
autoridad  y de  ninguna  ley  puede  evitar  este  enfrentamiento,  porque 
surge  frente  a amenazas  para  la  vida  humana  que  resultan  del 
cumplimiento  de  las  leyes. 

Esta  es  la  resistencia,  y ella  es  tan  legítima  como  es  legítimo  vivir. 
Sin  embargo,  al  enfrentar  las  necesidades  de  la  vida  humana  a la  ley, 
crea  su  propio  horizonte  utópico.  El  horizonte  utópico  de  la  ley  es  la 
sociedad  perfecta;  el  horizonte  utópico  de  la  vida  humana  libre  es,  en 
su  forma  más  radical,  precisamente  la  Nueva  Tierra  del  Apocalipsis  o, 
en  términos  secularizados,  el  orden  espontáneo  de  los  anarquistas.  La 
utopía  de  la  ley  es  el  paraíso  con  árbol  prohibido;  la  utopía  de  la  vida 
libre  es  el  paraíso  sin  árbol  prohibido. 

Al  enfocar  la  autoridad  la  crítica  a la  ley  exclusivamente  como 
Bestia,  sin  capacidad  de  integrarse  en  un  orden  institucional,  dicha 
crítica  se  transforma  efectivamente  en  Lucifer.  Por  eso,  lo  luciférico  es 
un  problema  real,  no  simplemente  un  invento  de  la  “Bestia”.  Es,  en  el 
lenguaje  secularizado,  el  problema  de  lo  utópico.  Tampoco  el  problema 
de  lo  utópico  es  un  simple  invento  de  las  ideologías  del  orden.  Hay  un 
“Lucifer”  que  es  una  amenaza  efectiva,  aunque  la  “Bestia”  sea  el  pro- 
ducto más  nefasto  precisamente  de  la  negación  de  este  “Lucifer”.  Frente 
a la  Bestia  no  se  puede,  sin  más,  reivindicar  a Lucifer. 

Desde  la  aparición  del  cristianismo,  todo  pensamiento  utópico  se 
vincula  con  la  imaginación  de  la  Nueva  Tierra,  tal  como  ella  está  presente 
en  todo  el  mensaje  cristiano  y expresada  en  los  últimos  capítulos  del 
Apocalipsis.  Los  utopismos  del  orden  — utopías  de  la  Bestia — son 
utopías  contraídas  sobre  la  negación  de  la  Nueva  Tierra.  Son  utopía  de 
la  sociedad  perfecta,  sea  de  la  Iglesia,  sea  del  mercado,  sea  de  la  guerra, 
sea  de  la  planificación.  En  nombre  de  la  sociedad  perfecta  se  destruye 
a los  hombres,  considerados  los  imperfectos.  Para  que  la  sociedad  sea 
perfecta,  el  hombre  pierde  sus  derechos.  En  su  visión,  la  Nueva  Tierra 
es  únicamente  la  pantalla  ilusoria  del  infiemo.  Para  negar  la  Nueva 
Tierra,  se  crea  el  cielo  de  la  Edad  Media,  la  armonía  liberal  de  la  mano 
invisible,  la  guerra  total  en  contra  de  la  utopía  del  nazismo,  y,  en  un 
sentido  cambiado,  el  comunismo  de  la  ortodoxia  soviética.  Siempre,  la 
negación  maniquea  de  la  libertad  infinita  de  la  Nueva  Tierra  es  el  motor 
agresivo  con  el  que  los  imperios  correspondientes  proceden.  Ellos  pierden 
completamente  de  vista  el  problema  de  la  factibilidad  de  su  institución 
perfecta  (mercado  perfecto,  guerra  total  perfecta,  planificación  perfecta, 
pero  también  la  iglesia  como  societas  perfecta),  y al  traspasar  los  límites 
de  esa  factibilidad  tienen  que  destruir  al  hombre.  Se  deriva  la  violencia 
del  orden,  el  terrorismo  del  Estado.  Se  trata,  de  lejos,  de  la  peor  forma 
de  violencia  que  se  conoce.  Es  la  violencia  de  la  Bestia. 


182 


Frente  a esto,  aparece  la  afirmación  luciférica  de  esta  libertad  como 
una  libertad  por  realizar  por  asalto  a la  sociedad.  En  esta  línea  surge  el 
anarquismo,  que  es  tan  maniqueo  como  lo  es  la  utopía  del  orden  con 
sus  imaginaciones  de  la  institución  perfecta.  El  anarquismo  cree  factible 
la  transformación  del  mundo  en  un  orden  espontáneo,  y quiere  proceder 
instrumcntalmcnte.  Choca  entonces  con  la  misma  barrera  de  factibilidad 
que  impide  la  constitución  de  la  institución  perfecta.  Lanzándose  en 
contra  del  orden  institucional,  no  lo  puede  eliminar.  Por  lo  tanto,  se 
irracionaliza.  Este  es  el  origen  de  la  violencia  utópica.  Al  tener  que 
reaccionar  en  contra  de  esta  violencia,  el  mismo  Lucifer  se  transforma 
en  Bestia  antiluciférica.  Eso  es  lo  que  ocurre  con  Cromwcll  y la 
disolución  del  Parlamento  de  los  Santos.  No  tiene  otra  salida.  De  esta 
manera.  Lucifer  es  amarrado  y encerrado  en  el  infierno.  Al  asumir  el 
maniqueísmo  del  orden  en  su  rebelión  contra  el  orden,  se  condena  a sí 
mismo  a ser  mandado  de  nuevo  al  infierno.  Surge  el  milenio  de  la 
Bestia,  en  el  cual  Lucifer  es  amarrado,  mientras  lo  que  buscaba  el 
Apocalipsis  era  un  milenio  del  Cordero,  en  el  cual  la  Bestia  fuera 
amarrada.  El  Cordero  quedó  atrapado,  en  tanto  que  la  Bestia  se  desató. 

Esta  confrontación  de  Lucifer  y la  Bestia  empieza  visiblemente  en 
la  Edad  Media,  una  vez  afirmada  en  la  teología  ortodoxa,  y por  ende 
en  la  ideología  del  Estado,  la  identificación  de  Lucifer  y el  demonio. 
Ella  se  da  en  términos  esotéricos,  que  todavía  hoy  siguen  presentes.  Se 
trata  del  lucifcrianismo,  por  un  lado,  y del  satanismo,  por  el  otro. 

El  lucifcrianismo  es  una  forma  que  aparece  en  muchas  rebeliones 
campesinas.  Después  del  levantamiento  de  los  campesinos  de  Steding, 
en  el  norte  de  Alemania,  cerca  de  Bremen,  en  el  siglo  XIII,  el  Papa 
Gregorio  IX  dirige  una  bula  contra  ellos  para  llamar  a una  cruzada.  Les 
reprocha  ser  lucifcrianos,  y lo  hace  en  los  siguientes  términos: 

Además,  estos,  los  más  infelices  de  los  miserables,  dicen  con  sus  labios 
blasfemias  sobre  el  que  gobierna  el  ciclo,  y en  su  locura  sostienen  que 
el  Señor  de  los  ciclos  ha  echado  de  una  manera  violenta,  injusta  y 
maliciosa  a Lucifer  a los  infiernos.  En  el  creen  estos  miserables,  y dicen 
que  el  es  el  creador  de  los  cuerpos  celestes  y que  volverá  a su  gloria 
después  de  la  derrota  del  Señor;  por  el  y con  el,  y no  antes  de  el,  también 
esperan  su  propia  salvación  eterna 

En  el  fondo,  los  campesinos  de  Steding  tenían  razón.  Había  pasado 
lo  que  ellos  decían.  Como  correspondía,  en  la  cruzada  en  su  contra 
todos  fueron  muertos.  En  el  mismo  siglo,  poco  después,  los  fralicelli  de 
la  Bohemia,  quienes  tenían  una  creencia  parecida,  tuvieron  igual  suerte. 
En  lodos  los  casos  este  lucifcrianismo  se  unía  con  la  magia  de  las 
brujas,  que  constituía  un  gran  movimiento  de  resistencia  a la  iglesia 


9*  Según  Ulrich  K.  Drcikandt,  Schwarze  Messen,  DTV,  Münchcn,  1970,  pág.  222 
(traducción  del  autor). 


183 


imperial  y el  imperio.  La  misma  Juana  de  Arco  tiene  creencias  luciféri- 
cas,  que  ella  une  con  la  tradición  mágica  de  la  brujería. 

Con  el  anarquismo  del  siglo  XIX  retoma  este  lucifcrianismo,  ahora 
desconectado  de  la  vinculación  con  la  magia.  Es  expreso  en  Bakunin, 
que  se  ve  en  conexión  con  los  f raticelli.  Bakunin  habla  de  la  rebelión 

...contra  la  autoridad  divina,  rebelión  en  la  que  nosotros  vemos,  por  el 
contrario,  el  germen  fecundo  de  todas  las  emancipaciones  humanas.  Como 
los  Fraticclli  de  la  Bohemia  del  siglo  XIV,  los  socialistas  revolucionarios 
se  reconocen  hoy  día  por  estas  palabras:  En  nombre  de  aquel  a quien  se 
ha  hecho  una  gran  injusticia  99. 

Es  el  lenguaje  de  los  campesinos  de  Steding,  tal  como  la  bula  que 
los  condena  lo  refiere. 

Aparece  después  en  Ricardo  Flores  Magón,  el  gran  anarquista 
mexicano: 

Los  timoratos  y “los  serios”  de  hoy,  que  adoran  a Cristo,  fueron  los 
mismos  que  ayer  lo  condenaron  por  rebelde...  ¡Sumisión!,  es  el  grito  de 
los  viles,  ¡rebeldía!  es  el  grito  de  los  hombres.  Luzbel,  rebelde,  es  más 
digno  que  el  esbirro  Gabriel,  sumiso. 

Vamos  hacia  la  vida...  Desde  su  Olimpo,  fabricado  sobre  las  piedras  de 
Chapultcpcc,  un  Júpiter  de  Zarzuela  pone  precio  a las  cabezas  de  los  que 
luchan:  sus  manos  viejas  firman  sentencias  de  caníbales...  Ha  quitado  la 
vida  a miles  de  hombres  y lucha  a brazo  partido  con  la  muerte  para  no 
perder  la  suya. 

Si  morimos,  moriremos  como  soles:  despidiendo  luz  1®®. 

Todavía  hoy,  los  anarquistas  españoles,  en  la  manifestación  del 
primero  de  mayo,  pasan  por  un  monumento  al  ángel  caído  que  se 
encuentra  en  el  Parque  del  Retiro  en  Madrid.  Allí  celebran  al  ángel 
Lucifer. 

Se  mantienen  dentro  de  un  esquema  tan  maniqueo,  como  lo  es  la 
ideología  del  poder  con  la  cual  se  enfrentan.  Desarrollan,  por 
consiguiente,  toda  la  problemática  del  lucifcrianismo,  que  consiste  en 
la  ceguera  de  una  confrontación  que  nunca  encuentra  una  praxis  que  los 
pueda  guiar.  Cuando  a Pancho  Villa  le  ofrecieron  la  silla  del  presidente 
de  México,  la  apartó  con  una  patada.  Un  anarquista  no  debe  ser 
presidente,  porque  la  anarquía  es  una  sociedad  en  la  cual  ya  no  hay 
Estado.  Poco  después  mataron  a Pancho  Villa.  El  fue  matado 
precisamente  por  el  poder  que  había  rechazado  asumir. 

99  Citado  según  Camus,  Albert:  El  hombre  rebelde.  Losada,  Buenos  Aires,  1975,  pág. 
148. 

100  Flores  Magón,  Ricardo:  Antología.  UNAM,  México,  pág.  8 y pág.  9. 


184 


Frente  al  luciferianismo,  aparece  muy  temprano  el  satanismo.  El 
Marqués  Gil  de  Rais,  amigo  de  Juana  de  Arco,  es  quizás  su  primer 
representante.  En  esta  pareja  se  encuentran  los  dos.  Juana  de  Arco  tiene 
muchos  rasgos  de  las  creencias  luciferianas.  Después  de  su  muerte  en 
la  hoguera  de  la  Inquisición  (en  1431),  el  Marqués  de  Rais  empieza  su 
historial  satanista.  A causa  de  muchos  asesinatos  de  niños,  es  condenado 
y ejecutado  después  (en  1440)  10 f Este  satanismo  aparece  también  en 
la  corte  del  rey  francés  Luis  XIV,  quien  parece  estar  vinculado  con  él. 

El  luciferianismo  venera  en  el  Lucifer-demonio,  aquellos  valores 
humanos  que  la  dominación  imperial  de  la  Edad  Media  está  persiguiendo. 
Se  trata  de  los  valores  de  la  vida  corporal,  sea  del  hombre,  sea  de  la 
naturaleza.  Su  incapacidad  para  el  enfrentamiento  con  posibilidades  de 
éxito,  revela  precisamente  el  hecho  de  que  aceptan  que  Lucifer  sea  el 
demonio.  El  satanismo  es  distinto,  y el  contrario  del  luciferianismo. 

El  satanismo  hace  una  conclusión  muy  simple.  Si  todo  lo  bueno 
está  con  Lucifer  en  el  infierno,  y si  en  nombre  de  Dios  se  hace  todo  lo 
que  se  hace,  entonces  Satanás  es  Dios.  Dios  y Satanás  se  identifican. 
El  Marqués  de  Sade  asume  esta  tradición  con  la  siguiente  formulación 
del  último  juicio.  Satanás,  Dios  verdadero,  dice  a los  condenados: 

Cuando  habéis  visto  que  todo  era  viciosoy  criminal  enla  tierra — les  dirá 
el  Ser  Supremo  en  Maldad — ¿por  qué  os  habéis  extraviado  por  los 
senderos  de  la  virtud...?  ¿Y  cuál  es  pues  el  acto  de  mi  conducta  en  que 
me  habéis  visto  bienhechor?  ¿Al  enviaros  pestes,  guerras  civiles, 
enfermedades,  temblores  de  tierra,  huracanes?  ¿Alsacudirpcrpctuamcnte 
sobre  vuestras  cabezas  las  serpientes  de  la  discordia,  os  persuadía  de  que 
el  bien  es  mi  esencia?  ¡Imbéciles!  ¿Por  qué  no  me  imitabais? 

Y echa  al  infierno  a los  virtuosos.  Dios  manda  a lodos  ellos  al 
fuego  eterno  y sienta  a su  lado  a aquellos  que  colaboraron  con  él.  Del 
Dios  de  la  Cristiandad  hasta  este  Dios-Satanás,  hay  sólo  un  paso. 

De  esta  misma  raíz  proviene  el  pensamiento  liberal  del  siglo  XVIII. 
Cuando  en  ese  siglo  V Mandcvillc  dice:  vicios  privados,  virtudes  públi- 
cas, expresa  solamente  eso:  la  maldad  es  el  camino  a la  bondad,  a 

101  Ver  Bataille,  Gcorges:  Giles  de  Rais  (Vida  y proceso  de  un  asesino  de  niños).  Edilion 
Pauvert,  Paris,  1972. 

Citado  según  Savatcr,  Femando:  Nihilismo  y acción,  Tauras,  Madrid,  1984,  pág.  33. 
“After  us  the  savage  God”.  Así  se  expresa  Keynes  en  un  homenaje  a Mandcvillc,  que  es 
de  hecho  el  fundador  del  pensamiento  de  la  mano  invisible:  “Por  lo  menos  para  cien  años 
todavía,  de  eso  nos  debemos  convencer,  lo  bueno  es  lo  malo  y lo  malo  es  lo  bueno: 
porque  lo  malo  es  útil  y lo  bueno  no  lo  es”.  Según  Dupuy,  Jcan-Pierrc:  Ordres  el  Désordres. 
Enquite  sur  un  nouveau  paradigme.  Scuil,  Paris,  1990,  pág.  67. 

Cuando  los  militares  estadounidenses  dieron  en  la  televisión  sus  noticias  sobre  el  exterminio 
de  Irak,  fueron  los  encargados  del  último  juicio  del  Marques  de  Sade.  No  puede  sorprender 
que  una  quinta  parte  de  las  casas  de  EUA  estén  equipadas  con  los  elementos  para  el  culto 
satánico.  Ver:  Alcxander  Cockbum:  “Noricga  fue  nuestro  compinche,  pero  no  le  vamos 
a tener  misericordia  ahora”  (\Vall  Street  Journal  28.XÜ.1989),  en:  Pasos,  San  José,  Costa 
Rica,  No.  27,  Enero-febrero  1990. 


185 


condición  de  que  se  realice  en  el  marco  del  mercado.  Dios  pide  el  vicio, 
porque  el  vicio  hace  del  mundo  el  mejor  mundo  posible  1 °3.  El  Marques 
de  Sade  no  es  más  que  un  liberal  extremo:  ser  malo,  eso  es  lo  bueno. 
Ser  malo,  eso  merece  el  premio.  Hoy,  cuando  el  neoliberal ismo  lleva 
de  nuevo  al  extremo  esta  posición  liberal,  trae  consigo  una  nueva  ola 
de  satanismo  en  los  países  desarrollados 
Esta  misma  tradición  la  asume  Nictzschc: 

Si  alguien  interpretara  esto  en  el  sentido  de  que  Dios  está  refutado  y el 
diablo  no  lo  está,  sería  cuestión  de  advertirle  que  todo  es  contrario  si  no 
habla  en  términos  vulgares;  pero  que  nadie  está  obligado  a expresarse  en 
términos  propios  de  la  vulgaridad.  Al  diablo  con  eso  *05. 

El  significado  es:  refutando  a Dios,  el  diablo  no  está  refutado. 
Unicamente  que  ya  no  es  el  diablo,  ahora  es  Dios.  Ya  no  hay  Lucifer. 
Para  Nictzschc,  más  allá  del  bien  y del  mal  se  encuentra  el  mal, 
identificado  con  el  bien. 

Donde  luchan  Lucifer  y la  Bestia,  ailá  también  luchan  el 
luciferianismo  y el  satanismo.  Si  Lucifer  pierde,  la  tierra  se  transforma 
en  la  anticipación  del  infierno  106.  Y Lucifer  pierde  necesariamente,  si 
asume  el  maniqueísmo  que  la  Bestia  le  impone.  Se  transforma  apenas 
en  otro  paso  de  la  marcha  de  Bestia  por  la  historia. 


IV,  Nunca  Más... 

Tú,  oh  rey,  has  visto  esta  visión:  una  estatua,  una 
enorme  estatua,  de  extraordinario  brillo,  de  aspecto 
terrible,  se  levantaba  ante  ti.  La  cabeza  de  esta 
estatua  era  de  oro  puro,  su  pecho  y sus  brazos  de 
plata,  su  vientre  y sus  lomos  de  bronce,  sus  piernas 
de  hierro,  sus  pies  parte  de  hierro  y parte  de  arcilla. 


Ver:  Velarde  Fuentes,  Juan:  El  libertino  y el  nacimiento  del  capitalismo.  Pirámide, 
Madrid,  1981. 

104  Ver:  Weinrich,  Michacl:  “Der  Teufel  weicht  nicht  vor  Beclzcbub”,  en:  Junge  Kirche, 
November  19S8,  1 1/88,  S.594-606);  “Dircktcr  Draht  zum  Jensciis”,  en:  Der  Spiegel,\9$1, 
Hcft  42,  70-76;  Carlandcr,  Ingrid:  “Essor  de  la  violcnce  ‘satanique’  aux  Etats-Unis. 
Crimes  rituels  et  gangs  demoniaques”,  en:  Le  Monde  Diplomalique,  Fcvricr  1991,  pág. 
28. 

105  “Más  allá  del  bien  y del  mal.  El  espíritu  libre".  No.  37.  Nictzsche,  Fricdrich:  Obras 
inmortales.  Visión  Libros,  Barcelona,  1985,  Tomo  DI,  pág.  1299. 

106  La  distinción  entre  luciferianismo  y satanismo  la  hace  Riezler,  Sigmund  von: 
Geschichte  der  llexenprozesse  in  Bayern  (Historia  de  los  procesos  por  brujería  en  Bavicra), 
Magnus,  Stuttgart  (sin  año).  Habla  de  “sectas  de  adoradores  de  Satanás,  que  adoran  a 
Satanás  como  el  principio  del  mal,  y no  como  los  lucifcrianos,  como  el  principio  del 
bien”  (pág.  41).  Riezler  se  refiere  a Bois,  Julcs:  Le  Satanisme  et  la  Magie.  Con  una 
introducción  de  Huysmans,  París,  1895.  Sin  embargo,  en  la  literatura  existe  nonnalmcnte 
una  confusión  completa  entre  estas  corrientes  contrarias. 


186 


Tú  estabas  mirando,  cuando  de  pronto  una  piedra  se 
desprendió,  sin  intervención  de  mano  alguna,  vino  a 
dar  a la  estatua  en  sus  pies  de  hierro  y arcilla,  y los 
pulverizó.  Entonces  quedó  pulverizado  todo  a la  vez: 
hierro,  arcilla,  bronce,  plata  y oro...  Y la  piedra  que 
había  golpeado  la  estatua  se  convirtió  en  un  gran 
monte  que  llenó  toda  la  tierra  (Dan,  2.3 1-35) 

El  Nunca  Más  es  un  producto  del  universalismo  etico,  que  enfrenta 
a sus  enemigos.  Aparece  por  primera  vez  por  parte  de  los  cristianos 
frente  a la  crucifixión  de  Cristo.  Nunca  Más  crucifixión  de  Cristo, 
podría  resumir  la  ideología  del  Imperio  Cristiano  de  la  Edad  Media 
europea  108. 

De  este  Nunca  Más  resulta  el  antisemitismo.  De  una  vez  por  todas 
hay  que  asegurar  que  Cristo  no  sea  crucificado  otra  vez.  Pero  no  sólo 
el  antisemitismo.  Las  cruzadas  contra  los  árabes  y los  herejes  internos 
se  entienden  por  este  Nunca  Más.  Es  el  Nunca  Más  por  el  exterminio 
y el  sojuzgamicnto  de  aquellos  que  amenazan  con  repetir  la  crucifixión, 
que  son  los  herederos  de  los  crucificadorcs.  Se  proyecta  en  ellos  la 
monstruosidad  de  ser  crucificadorcs.  Frente  a ellos  se  actúa  por 
espejismo:  crucificar  a los  crucificadorcs.  El  Nunca  Más  crucifixión  se 
transforma  en  la  perpetuación  agresiva  de  la  crucifixión.  Todos  los 
enemigos  del  Imperio  Cristiano,  son  enemigos  de  Cristo;  todos  los 
enemigos  de  Cristo,  son  crucificadorcs  de  Cristo;  a todos  los 
crucificadorcs  de  Cristo  hay  que  crucificarlos  para  que  Nunca  Más 
puedan  crucificarlo. 

Se  trata  de  una  monstruosidad  universalista.  Toda  la  humanidad  es 
dividida  en  dos  grupos:  los  crucificadorcs  de  Cristo  y los  defensores  de 
Cristo.  No  existe  nada  intermedio,  y la  destrucción  de  los  enemigos  de 
Cristo  es  el  camino  hacia  un  mundo  bueno,  en  el  cual  Cristo  ya  no  es 
crucificado. 

Este  Nunca  Más  pasa  al  liberalismo.  Nunca  Más  esclavitud.  Nunca 
Más  despotismo.  No  obstante,  en  nombre  del  Nunca  Más  esclavitud 
surgió  el  imperio  esclavista  más  grande  de  la  historia,  que  cubría  América 

*07  Ver  Richard,  Pablo:  “El  pueblo  de  Dios  contra  el  imperio.  Daniel  7 en  su  contexto 
literario  e histórico”,  en:  Ribla.  No.  7,  DEI,  San  José,  1990. 

Este  análisis  nos  acerca  a las  posiciones  de  Girard,  quien  habla  en  el  mismo  contexto 
de  la  estructura  mimctica  de  la  acción  humana.  Ver:  Girard,  Rene:  La  violencia  y lo 
sagrado.  Anagrama,  Barcelona,  1983;  El  chivo  expiatorio.  Anagrama,  Barcelona,  1986; 
El  misterio  de  nuestro  mundo.  Claves  para  una  interpretación  antropológica.  Diálogos 
con  J.M.Oughouruan  y G.  Lefort.  Sígueme,  Salamanca,  1982. 

Sin  embargo,  Girard  percibe  esta  mimesis  sobre  todo  como  una  mimesis  por  imitación, 
mientras  nosotros  destacamos  más  que  él,  una  mimesis  que  podríamos  llamar  mimesis 
por  negación.  Un  acercamiento  a esta  mimesis  por  negación  se  encuentra  en  Dupuy, 
Jcan-Picrrc:  “Mimésis  et  morphogénése”,  en:  Dupuy,  Jcan-Pierre:  Ordres  el  Désordres. 
Enquéle  sur  un  nouveau  paradigme.  Seuil,  París,  1990. 

Ver:  Ilinkclammert,  Franz  J.:  Las  armas  ideológicas  de  la  muerte.  DEI,  San  José,  1981 
(2a.  ed.).  Capítulo  111,8,3  sobre  la  crucifixión  de  los  crucificadorcs.  ■ 


187 


y Africa  desde  el  siglo  XIV  (empezó  en  las  Islas  Canarias)  hasta  el 
siglo  XIX,  y el  despotismo  colonial,  que  cubría  el  mundo  entero. 

Durante  el  siglo  XIX  aparece  el  pensamiento  en  términos  de  últimas 
batallas.  Por  parte  de  los  socialistas,  la  batalla  final  por  el  derecho 
humano,  de  la  cual  canta  la  Internacional.  Es  la  última  batalla,  después 
de  la  cual  Nunca  Más  habrá  violaciones  del  derecho  humano.  Al 
comienzo  del  siglo  XX,  el  Presidente  estadounidense  Wilson  declara  la 
Primera  Guerra  Mundial,  la  última  guerra  para  que  Nunca  Más  haya 
guerras. 

En  este  mismo  período,  desde  finales  del  siglo  XIX,  aparece  la 
crítica  del  universalismo  ético  y su  tendencia  de  producir  soluciones  de 
una  vez  por  todas,  últimas  batallas,  últimas  guerras,  enemigos  absolutos 
por  exterminar,  etc.  Todo  el  ambiente  prcfascista  y prenazi  está 
empregnado  por  esta  crítica,  que  comienza  con  la  filosofía  de  Nictzschc. 
En  los  años  veinte  del  siglo  XX,  la  pronuncia  Cari  Schmitt.  Todo  este 
Nunca  Más  está  en  cuestión  como  el  origen  del  mal.  Eso  explica  la 
apariencia  tan  humana  que  tiene  la  literatura  fascista  hasta  hoy,  cuando 
se  recupera  a Cari  Schmitt  en  América  Latina:  terminar  con  el 
universalismo  ético  para  que  no  haya  absolutización  de  los  enemigos, 
destruir  el  humanismo  para  recuperar  al  hombre. 

Eso  desemboca  en  el  nuevo  Nunca  Más  del  nazismo:  Nunca  Más 
el  Nunca  Más.  Nunca  más  humanismo.  Nunca  Más  el  universalismo 
ético.  Aparece  la  última  guerra  en  contra  de  aquellos  que  siguen  ha- 
ciendo últimas  guerras.  Ni  liberalismo  ni  comunismo,  porque  ambos 
son  universalismos  éticos  que  desembocan  en  últimas  guerras,  en  la 
creación  de  enemigos  absolutos.  Esta  úliima  guerra,  para  que  no  haya 
más  últimas  guerras,  resulta  la  peor,  porque  se  ha  desembarazado 
completamente  de  cualquier  ética.  Desemboca  en  la  “Endlósung”,  la 
solución  final  del  problema  del  universalismo  ético.  Como  se  identifica 
este  universalismo  ético  con  la  tradición  judía,  desemboca  en  el 
holocausto  de  los  judíos.  El  milenio  de  los  nazis  es  el  sueño  de  un  país 
en  el  cual  ya  no  se  sueña,  donde  no  hay  promesas  de  milenios,  no  hay 
universalismo  ético  de  ninguna  índole,  no  hay  derechos  humanos. 

En  el  llamado  Mundo  Libre  eso  lleva  al:  quien  quiere  el  ciclo  en 
la  tierra,  produce  el  infierno  en  ella.  Nunca  Más  ciclo  en  la  tierra,  y 
como  consecuencia.  Nunca  Más  infierno  en  la  tierra.  El  resultado  es  el 
holocausto  del  Tercer  Mundo,  en  el  cual  existe  hoy  la  amenaza  de  la 
muerte  de  grandes  partes  de  su  población. 

Cuando  se  derrumbó  el  socialismo  en  los  países  del  socialismo 
histórico,  ya  no  había  promesa  del  ciclo  en  la  tierra.  Se  recupera  lo 
humano  por  la  destrucción  del  humanismo.  Los  nazis  perdieron  la 
Segunda  Guerra  Mundial,  pero  el  nazismo  la  ganó. 

Sin  embargo,  no  terminó  el  Nunca  Más.  Se  transformó  en  un  Nunca 
Más  nazismo,  Nunca  Más  Hitlcr.  Esto  precisamente  es  la  vuelta  del 
nazismo.  Ahora  se  dice:  Nunca  Más  nos  van  a matar  a nosotros.  Eso 
fue  la  guerra  contra  Irak.  Se  minimiza  los  muertos  de  parte  de  nosotros. 


188 


de  los  oíros  ni  se  habla.  Tampoco  se  maximiza  sus  muertos.  Se  mata 
a tantos  como  sea  necesario  para  minimizar  las  muertes  nuestras.  Los 
otros  no  existen,  aunque  estén  allí.  El  Occidente  se  despidió  del  univer- 
salismo etico  y de  su  responsabilidad  por  los  otros.  No  tiene  nada  que 
ver  con  ellos.  La  “Rcalpolitik”  decide  cómo  se  los  tratará:  matar,  tortu- 
rar, desaparecer  en  los  hoyos  negros  de  los  servicios  secretos  de  la 
sociedad  moderna.  Lo  que  les  toca  es  resultado  de  un  cálculo  técnico, 
sin  odio.  Como  no  tienen  derechos,  no  se  viola  tampoco  sus  derechos. 
Ya  no  se  produce  infiernos  en  nombre  del  ciclo  en  la  tierra.  El  mismo 
liberalismo  deja  de  prometer  su  respectivo  ciclo  del  interés  general, 
producido  por  la  mano  invisible.  Los  infiernos  hacen  ahora  en  nombre 
del  infierno,  y con  los  ojos  abiertos  se  marcha  hacia  allí.  Se  recupera 
lo  humano  por  la  destrucción  del  humanismo,  y,  como  consecuencia,  el 
Occidente  se  transforma  en  una  máquina  de  matar,  orgulloso  de  su 
eficacia.  En  Auschwitz  se  mataba  umversalmente  al  universalismo  ético, 
en  Bagdad  se  da  la  prueba  universal  de  que  está  muerto  l0<5. 

Murió  Lucifer.  Cuando  ahora  el  padre  sube  al  cerro  para  sacrificar 
a su  hijo,  ya  no  le  pasa  ningún  Lucifer-demonio  por  el  camino  para 
tentarlo  en  nombre  de  Dios  de  no  hacerlo.  No  hay  más  tentaciones  de 
este  tipo.  El  camino  al  cerro  es  limpio,  nada  — nihil — acontece.  El  hijo 
no  es  hijo,  sino  un  piojo.  Y un  piojo  se  mata  1 10. 

109  Sobre  la  legitimidad  de  la  guerra  contra  Irak,  escribió  el  semanario  alemán  Der  Spiegel, 
bajo  el  título  “ Guerra  para  la  paz”:  “...aquí  un  dictador  incalculable  con  un  arsenal 
terrorífico  de  armas  de  destrucción  masivas,  que...  trató  de  extirpar  el  2 de  agosto  de  1990 
un  miembro  soberano  de  la  comunidad  mundial;  allá  una  coalición  de  28  estados  bajo  la 
dirección  de  LUA,  que  ha  logrado  un  mandato  limpio  según  el  derecho  internacional  para 
liberar  el  Kuwait  anexado”.  Der  Spiegel,4/\99\,  pág.  121. 

¿Solamente  Irak  tiene  armas  de  destrucción  masiva?  ¿Es  legítimo  el  exterminio  de  un 
pueblo  o de  un  país,  cuando  la  mayoría  del  Consejo  de  Seguridad  de  la  ONU  lo  decide? 
¿IZs  legítimo,  si  llegara  a ser  compatible  con  algún  derecho  internacional?  ¿Xo  sería 
ilegítimo  este  derecho?  Ilannah  Arendt  ya  previo  este  caso:  “Porque  resulta  completamente 
concebible,  y se  halla  incluso  dentro  del  terreno  de  las  posibilidades  políticas  prácticas, 
que  un  buen  día  una  Humanidad  muy  organizada  y mecanizada  iiegue  a la  conclusión 
totalmente  democrática  — es  decir,  por  una  decisión  mayorilaria — de  que  para  la 
Humanidad  en  conjunto  sería  mejor  proceder  a la  liquidación  de  algunas  de  sus  partes" . 
Arendt,  Ilannah:  Los  orígenes  del  totalitarismo,  op.  cit.,  págs.  377-378  (énfasis  nuestro). 
DO  Erich  Fromm  cita  la  siguente  historia:  “En  esta  hora  (cuando  los  egipcios  estaban 
ahogándose  en  el  Mar  Rojo)  los  ángeles  a su  servicio  querían  entonar  delante  del  Santo 
un  canto  de  gloria,  pero  el  les  prohibió  eso  diciendo:  ‘La  obra  de  mis  manos  (los  egipcios) 
se  ahoga  en  el  agua,  ¿y  ustedes  quieren  cantarme  un  canto?’”  ( Talmud , Sanhedrin  39b, 
pág.  70). 

Este  canto  lo  cantan  nuestros  medios  de  comunicación  sobre  Bagdad:  Abbaddón,  el  ángel 
extenninador.  Un  alto  funcionario  militar  decía  en  Washington  que  los  comandantes  del 
ejército  estadounidense  “parecen  estar  realmente  encantados  con  la  valoración  de  los 
daños  inflingidos  a las  fuerzas  iraquíes”  (La  Nación,  San  José,  22.11.91).  Se  trata  de  fuerzas 
iraquíes  que  ya  habían  aceptado  el  retiro  de  Kuwait. 

En  América  Latina,  hoy  hay  escuadrones  de  la  muerte  que  asesinan  a niños  cuya  presencia 
molesta  (en  Brasil,  Colombia,  Guatemala).  Hablando  en  Brasil  con  un  sacerdote  que 
trabajaba  con  estos  niños,  le  pregunté  por  qué  no  hacía  un  escándalo  en  los  medios  de 
comunicación.  Me  contestó  que  no  se  podía,  porque  la  opinión  pública  y el  sentido 
común  están  en  favor  de  los  asesinatos. 


189 


Dado  el  hecho  de  que  el  Occidente  lucha  en  nombre  de  la  lucha  en 
contra  de  fantasmas,  transformándose  en  el  espejismo  de  ellas,  el 
resultado  es  claro.  Si  vuelve  Hitlcr,  vuelve  en  nombre  de  la  lucha 
despiadada  en  contra  del  fantasma  de  Hitlcr.  Si  vuelve  el  totalitarismo, 
vuelve  en  nombre  de  la  lucha  total  en  contra  del  fantasma  del 
totalitarismo.  Si  vuelve  el  holocausto,  vuelve  como  holocausto  de 
aquellos  que  nos  amenazan  con  un  nuevo  holocausto  1 1 1. 

El  Nunca  Más  es  el  paso  del  nihilismo  por  la  historia  de  Occidente. 

A este  extremismo  del  Occidente  se  escapa  lo  obvio,  que  parece 
ser  lo  más  difícil.  ¿Cómo  se  evita  las  guerras?  No  se  las  evita  haciendo 
la  última  guerra  para  que  no  haya  más  guerras.  Tampoco  por  una  última 
guerra  para  destruir  a aquellos  que  siempre  han  hecho  últimas  guerras. 
Se  las  evita,  evitando  la  próxima  guerra.  Si  siempre  se  evita  la  próxima 
guerra,  no  habrá  más  guerras.  Es  la  única  manera  de  que  nunca  más 
haya  guerras.  Sin  embargo,  esto  es  lo  único  que  el  Occidente  no  puede 
pensar. 

Pero  hay  excepciones,  como  el  Informe  de  la  Comisión  Nacional 
sobre  la  Desaparición  de  Personas,  que  lleva  el  título:  Nunca  Más  1 1 2 . 
Este  informe  de  la  comisión  dirigida  por  Ernesto  Sábato,  hace  presente 
lo  que  fue  el  terrorismo  de  Estado  de  la  dictadura  de  Seguridad  Nacional 
en  Argentina  entre  1976  y 1984.  Este  Nunca  Más  es  un  llamado  a la 
conciencia  y no  a la  agresión  en  contra  de  los  responsables.  No  llama 
a tratarlos  como  ellos  trataron  a sus  perseguidos,  para  extirpar  para 
siempre  este  terrorismo  de  Estado.  Esto  sería  la  tradición  occidental 


Por  eso,  los  asesinados  no  existen,  ni  antes  ni  después  de  su  muerte.  Los  policías  argentinos 
decían  durante  la  dictadura  de  Seguridad  Nacional  a sus  presos-desaparecidos:  “Vos  no 
existís,  no  estás  ni  con  los  vivos  ni  con  los  muertos”  (Simón  Lazara:  Desaparición  forzada 
de  personas,  Doctrina  de  la  Seguridad  Nacional  y la  influencia  de  factores  económico- 
sociales  en  la  desaparición,  crimen  contra  la  humanidad.  Grupo  de  Iniciativa  por  una 
Convención  Internacional  sobre  la  Desaparición  Forzada  de  Personas,  Asamblea 
Permanente  por  los  Derechos  Humanos,  Buenos  Aires,  octubre  1987,  pág.  94). 

1 1 1 Uno  de  los  artículos  más  despiadados  de  toda  la  serie  que  se  escribió  para  proyectar 
en  Ilusscin  el  fantasma  de  Hitlcr,  es  el  de  Enzensbcrgcr,  Hans  Magnus:  “Hitlers 
Wicdergánger”  (El  hombre  en  el  cual  vuelve  Hitlcr),  en:  Der  Spiegel,  6/1991.  Trata  a 
Ilusscin  con  el  estereotipo  de  “enemigo  de  la  humanidad”.  Ilusscin,  que  sin  duda  es  un 
dictador  cruel,  no  por  eso  es  necesariamente  un  Hiller.  No  obstante,  es  transformado  en 
esencia  de  deshumanización  proyectando  en  él  el  fantasma  de  Hitlcr.  Enzensbcrgcr 
termina  anunciando  que  en  el  Tercer  Mundo  van  a volver  muchos  IIusscin-Hitlcr,  y que 
hay  que  tratar  a todos  como  se  hizo  con  Hussein  en  Irak,  es  decir,  exterminándolos. 
Bahro  comenta:  “Enzensberger  hizo  lo  extremo.  Sin  problemas  se  adelanta  a su  ‘enemigo 
de  la  Humanidad’  en  dirección  al  infierno.  Esta  aulojustificación  arrogante  frente  a una 
parte  de  la  Humanidad  humillada  por  el  imperio  del  hombre  blanco  pertenece  a las 
dimensiones  causales  más  profundas  del  fin  del  mundo...  La  lógica  de  Enzensbcrgcr 
desemboca  en  la  tesis  de  que  debemos  estar  preparados  a exterminar  tres  cuartas  partes 
de  la  Humanidad  en  pos  de  nuestra  sobrevivencia,  en  cuanto  llegue  a la  capacidad  de 
devolvemos  lo  hecho  con  los  medios  que  nosotros  mismos  hemos  inventado”  (Rudolf 
Bahro  (Lcscrbricf),  Der  Spiegel,  8/1991). 

1 Nunca  \íás.  Informe  de  la  Comisión  Nacional  sobre  la  Desaparición  de  Personas. 
EUDEBA,  Buenos  Aires,  19S6. 


190 


dominante.  Llama  a no  volver  a hacer  eso  frente  a nadie,  ni  siquiera 
frente  a los  culpables. 

La  introducción  al  informe  cita  al  general  italiano  Dclla  Chicsa, 
quien  respondió  a un  miembro  de  su  servicio  de  seguridad  que  le  propuso 
torturar  a un  sospecho  del  secuestro  de  Aldo  Moro:  “Italia  puede 
permitirse  perder  a Aldo  Moro.  No,  en  cambio,  implantar  la  tortura”. 

Eso  es  el  Nunca  Más  que  pronunciaba  Adorno  frente  a Auschwitz: 
Nunca  Más  Auschwitz  (Nic  wieder  Auschwitz).  No  llamaba  tampoco 
a la  agresión  occidental  de  algún  Auschwitz,  para  los  que  nos  amenazan 
con  otro  Ausschwitz. 

No  obstante,  nos  acercamos  cada  vez  más  a una  situación  en  la 
cual  la  decisión  por  otra  última  guerra,  desemboca  en  el  suicidio  colectivo 
de  la  humanidad.  La  tierra  es  cada  vez  más  redonda  y,  crecientemente, 
en  un  sentido  estrechamente  empírico,  el  asesinato  resulta  ser  un  suicidio. 
Cada  vez  menos  uno  puede  asegurar  su  vida,  matando  a otros.  El  intento 
de  hacerlo  lleva  a la  contradicción:  matar  a otro  para  que  uno  pueda 
vivir,  implica  matarse  a sí  mismo  como  producto  de  las  consecuencias 
que  el  asesinato  del  otro  tiene  sobre  uno.  Esta  situación  se  dio  ya  entre 
muchos  poderes  políticos,  en  cuanto  disponen  de  armas  atómicas.  Se  da 
hoy  igualmente  en  la  relación  que  la  humanidad  tiene  con  la  naturaleza. 
La  mata  para  vivir,  pero,  al  matarla,  prepara  su  propia  muerte. 

Más  y más,  el  respeto  por  la  vida  del  otro  se  transforma  en  la  única 
garantía  posible  para  salvar  la  propia  vida.  No  habrá  arca  de  Noc  para 
algunos.  O todos  caben,  o ninguno  11 3.  Ciertamente,  si  queremos 
sobrevivir  como  humanidad,  tenemos  que  replantear  un  nuevo 
universalismo  humanista  de  raíces  corporales.  Esto  apunta  hacia  la  única 
actitud  humana  compatible  con  la  vida. 


1.  ¿Dónde  está  el  monstruo?  La  revelación 
del  monstruo  y la  liberación 

Ultimamente  ha  aparecido  en  Alemania  una  discusión  sobre  la 
proyección  del  monstruo  en  relación  a los  enemigos,  que  partió 


113  Ver  Williamson,  Rogcr:  Noah's  Ark  & The  Nuclear  inferno.  Life  & Pcacc  Instituto, 
Uppsala,  1990,  y Brison,  Marysc:  “Esperanzas  que  matan”,  en:  Pasos,  San  José,  No.  32. 
Novicmbrc-ducicmbre  1990.  Marysc  Brison  amplía  la  tesis  de  Williamson  hacia  la  amenaza 
de  la  dcstmcción  del  medio  ambiente.  El  mundo  del  hombre  blanco  está  gestando  la  idea 
de  que  puede  salvar  la  naturaleza  para  sí,  llevando  el  holocausto  a las  poblaciones  del 
Tercer  Mundo.  Aparece  cada  vez  más  el  proyecto  de  transformar  la  tierra  en  un  arca  de 
Noc  para  el  hombre  blanco,  dejando  afuera  a todos  los  otros.  El  final  será  el  suicidio  del 
hombre  blanco,  y no  el  nuevo  mundo  feliz  en  el  cual,  en  su  deshumanización  completa, 
está  soñando.  La  guerra  de  Irak  es  uno  de  los  pasos  hacia  este  holocausto  del  Tercer 
Mundo,  como  desde  una  década  ya  lo  es  el  cobro  de  la  deuda  esterna.  El  Primer  Mundo 
— mundo  del  hombre  blanco — celebra  la  fiesta  que  en  la  Edad  Media  se  efectuaba 
después  del  anuncio  de  que  había  estallado  la  peste.  En  esta  fiesta  se  bailaba,  hasta  que 
el  último  caía  muerto. 


191 


precisamente  de  un  anuncio  del  Ejercito  Federal  (Bundcswehr)  alemán 
en  el  cual  se  reproducía  el  cuadro  de  Picasso  “Gucmica”,  reprochándole 
al  pintor  haber  proyectado  sobre  otros  la  imagen  del  monstruo,  y haber 
hecho  con  eso  una  propaganda  “totalitaria”.  G ünter  Grass,  el  conocido 
escritor  alemán,  se  enfrentó  al  Ejército  Federal  y le  reprochó  haber 
ultrajado  el  famoso  cuadro,  haciendo  justamente  lo  que  estaban 
reprochando  a Picasso.  El  escritor  habló  de  “la  monstruosidad  calculada 
de  este  anuncio”.  Grass  argumenta  de  la  manera  siguiente: 

A finales  de  septiembre  de  1990,  varias  revistas  alemanas  (Gong.Slern 
y Der  Spiegel)  difundieron  en  tiradas  enormes  una  reproducción 
técnicamente  impecable  del  cuadro,  acompañado  de  un  texto  publicita- 
rio. Ocurría  eso  pocos  días  antes  del  día  de  la  unidad  alemana.  En  negrita 
gorda  aparecía,  debajo  de  la  parte  derecha  del  cuadro...  el  titular  “Las 
imágenes  hostiles  del  enemigo  son  el  padre  de  la  guerra”.  La  estrecha 
columnadcl  texto...  hacíapublicidaddcl  Bundcswehr  (Ejército  Federal)... 

El  texto  publicitario,  para  el  que  el  Gucmica  de  Picasso  debía  servir 
modélicamente  como  ‘“imagen  hostil  del  enemigo”,  puesto  que  me- 
diante el  titular  — ”Las  imágenes  hostiles  de!  enemigo  son  el  padre  de  la 
guerra” — se  informaba  sobre  causa  y efecto,  afirmaba  en  23  líneas  que 
el  Ejército  Federal  no  trabaja  con  tales  imágenes  hostiles  y que  sola- 
mente los  regímenes  totalitarios  empleaban  tales  “imágenes  hostiles  del 
enemigo”:  “Esos  regímenes  trazan  la  imagendel  malvado  enemigo  para 
poder  justificar  los  sacrificios  que  exigen  permanentemente  al  pueblo...” 

El  Ejército  Federal,  al  profanar  el  Gucmica  de  Picasso,  convierte  un 
texto  que  pretende  sugerir  inofensividad  en  lo  contrario:  el  texto  cons- 
truye una  “imagen  hostil  del  enemigo”  y se  sirve  de  aquellos  procedi- 
mientos que  fueron  praxis  habitual  bajo  la  dominación  fascista  y 
cstalinista  1 14. 

Concluye  que  esa  es  “la  monstruosidad  calculada  de  este  anuncio”. 
Se  nota  las  varias  dimensiones  de  proyección  del  monstruo  y del 
intento  de  revelar  este  mismo  proceso: 

1.  Frente  a los  regímenes  totalitarios  se  dice  que  dibujan  a su 
enemigo  como  monstruo.  Con  eso  legitiman  su  guerra.  Eso  lo  dice 
el  Ejercito  Federal.  Analiza  con  este  argumento  el  cuadro  Gucmica 
de  Picasso,  para  concluir  que  hace  este  tipo  de  propaganda  totalita- 
ria 1 

2.  El  Ejercito  Federal  llama  a aquellos  que  dibujan  a su  enemigo 
como  monstruos,  monstruos.  Por  tanto,  los  monstruos  son  aquellos 
que  presentan  a sus  adversarios  como  monstruos.  Esto  le  reprochan 
al  Gucmica  de  Picasso,  que  muestra  a aquellos  que  efectúan  ataques 

O4  Grass,  Günten  “‘Guemica’  el  cuadro  ultrajado",  en:  Esta  Semana,  San  José,  Costa 
Rica,  19-25  de  abril,  1991,  pág.  16. 

1 Lo  delicado  del  asunto  es,  que  ya  los  nazis  — a través  de  su  ministro  de  propaganda 
Goebbels — , habían  declarado  el  cuadro  como  “arte  degenerado”  (“entartete  Kunst”). 


192 


acrcos  como  los  de  Guemica,  como  monstruos.  Ahora  Picasso  es 
el  monstruo,  junto  con  todos  los  totalitarismos,  porque  llama 
monstruos  a aquellos  que  realizan  ataques  acrcos  como  se  hizo  en 
Gucrnica. 

3.  Grass  llama  a lo  que  hace  el  Ejercito  Federal  una  monstruosidad, 
que  consiste  en  tildar,  como  lo  hace  el  Ejercito  Federal,  de  monstruo 
a aquellos  que  describen  a su  enemigo  como  monstruo. 

Esto  puede  desembocar  en  un  tomillo  sin  fin.  El  monstruo  se 
regenera.  Se  puede  añadir  tantas  vueltas  al  tornillo  como  se  quiera.  En 
nombre  de  la  denuncia  de  la  violencia,  esta  solicita  nueva  violencia.  En 
nombre  de  la  denuncia  de  la  proyección  del  monstruo,  se  vuelve  a 
proyectar  a este. 

Se  trata  del  problema  de  los  derechos  humanos.  Todos  estos 
monstruos  son  desarrollados  y presentados  en  nombre  de  los  derechos 
humanos,  o en  nombre  de  la  lucha  contra  ellos.  Especialmente  revelador 
es  el  anuncio  del  Ejercito  Federal  que  Grass  denuncia:  “Las  imágenes 
hostiles  del  enemigo  son  el  padre  de  la  guerra”.  Eso,  por  un  lado,  es 
cierto.  No  obstante,  pierde  toda  su  legitimidad  cuando  es  usado  para 
crear  una  imagen  hostil  del  enemigo.  Esto,  según  Grass,  es  lo  que  hace 
el  anuncio.  Bajo  la  apariencia  de  la  bondad  y la  serenidad,  hace 
precisamente  lo  que  condena.  La  condena  es  el  medio  para  realizar  lo 
que  se  condena  . No  se  trazan  simplemente  las  imágenes  hostiles  del 
enemigo.  Se  hace  algo  peor.  Se  transforma  la  revelación  de  que  esta 
imagen  hostil  del  enemigo  es  el  padre  de  la  guerra,  en  una  nueva 
creación  de  una  imagen  hostil  del  enemigo.  Se  subvierte  la  revelación. 
Este  es  el  nihilismo  del  anuncio  del  ejercito  alemán,  que  Grass  denuncia. 

La  palabrería  vacía  sobre  el  totalitarismo,  tal  como  aparece  en  el 
anuncio,  esconde  un  hecho  dramático:  la  denuncia  de  la  imagen  hostil 
del  enemigo  como  padre  de  la  guerra,  está  en  el  origen  del  fascismo  y 
del  nazismo.  Nadie  ha  hecho  esta  denuncia  tan  brillantemente  como 
Cari  Schmitt,  escritor  político  alemán  de  los  años  veinte  y jurista  de  la 
corte  (Kronjurist)  en  los  primeros  años  del  régimen  nazi.  Schmitt  lo 
hace  siguiendo  a Nictzschc.  Con  ello  el  nazismo  fabricó  su  imagen  del 
enemigo.  Llamó  a la  guerra  en  contra  de  este  “padre  de  la  guerra”,  para 
liberar  a la  guerra  de  los  extremos  que  producía  esta  idcologización  de 
ella.  En  contra  de  la  idcologización  de  la  guerra,  opusieron  la  guerra 
feliz.  Liberarse,  liberando  a la  guerra  de  estas  imágenes  hostiles  del 
enemigo,  que  siempre  son  el  producto  de  alguna  crítica  de  los  derechos 
humanos.  Schmitt  habla  en  este  sentido  precisamente  de  la  necesidad 
de  no  atacarse  más  como  enemigos  ideológicos,  para  recuperar  una 
relación  humana  en  la  cual  la  enemistad  es  real,  y no  idcologizada  1 1 

Se  trata  del  tipo  de  análisis  que  en  los  años  veinte  efectuó  constantemente  Karl 
Schmitt.  Posiblemente  es  una  cita  textual.  Ver:  Schmitt,  Cari:  El  concepto  de  lo  "político" . 
Folios,  Buenos  Aires,  1984,  págs.  65-66.  ( Der  Begriff  des  Politischen.  llumblot,  Bcr- 


193 


El  anuncio  del  Ejercito  Federal  está  en  continuidad  con  esta  pro- 
paganda, basada  en  este  tipo  de  “humanismo”,  y corresponde 
perfectamente  a lo  que  hace  el  Mundo  Libre  frente  a sus  enemigos: 
ellos  ven  en  sus  enemigos  un  monstruo,  pero  el  monstruo  son  ellos. 
Esto  se  vio  en  el  caso  de  Khomeini,  lo  mismo  que  en  el  de  Husscin. 
Al  hablar  ellos  del  gran  Satanás  en  relación  a EUA,  revelan  que  el 
monstruo  son  ellos.  Por  ende,  en  nombre  de  la  liberación  de  los 
monstruos  hay  que  combatirlos,  porque  son  monstruos. 

Sin  embargo,  precisamente  Grass  muestra  el  único  camino  que 
permite  interrumpir  este  tomillo  sin  fin  de  la  violencia  monstruosa: 

Pero  nada,  ni  una  sola  línea,  explica  al  lector  del  anuncio  por  que  el 
Gucmica  de  Picasso  puede  servir  modélicamente  como  “imagen  hostil 
del  enemigo”.  Se  ocultad  motivo  que  dio  origen  al  cuadro.  Se  ignora  que 
lo  que  se  transformó  en  cuadro  no  fue  enemigo  alguno,  sino  sus  víctimas 
bramantes. 

Son  las  víctimas,  y únicamente  las  víctimas,  las  que  pueden 
interrumpir  esta  violencia  sin  fin.  Por  eso,  según  Grass,  Picasso  pinta 
en  el  Gucrnica  a las  víctimas,  sin  identificar  a los  victimarios.  Se  trata 
de  víctimas  inocentes,  aunque  se  trata,  además,  de  que  no  hay  víctimas 


lin.1963).  Sobre  esto  ver  Fíinkclammcrt,  Franz  J.:  “El  concepto  de  lo  político 

SCgÚn  Cari  Schmitt”,  en  Lcchner,  Norbcrt  (cd.).  Cultura  política  y democratización. 
CLACSO-FLACSO-ICI,  Buenos  Aires,  1987. 

En  este  sentido,  dice  Nictzsche:  “Pues  la  liberación  del  hombre  de  la  venganza  se  me 
antoja  el  puente  tendido  hacia  la  suprema  esperanza  y un  arco  iris  tras  largas  tormentas. 
No  lo  entienden  así,  por  cierto,  las  tarántulas.  ‘Llenar  el  mundo  de  las  tormentas  de 
nuestra  venganza  — dicen — , tal  debe  ser  nuestra  noción  de  la  justicia’. 

‘Nos  vengaremos,  y difamaremos  a todo  el  que  no  sea  como  nosotros’  - así  prometen 
solemnemente  todas  las  tarántulas. 

‘Y  la  virtud  debe  llamarse  en  adelante  voluntad  de  igualdad:  clamaremos  contra  todo  lo 
que  tenga  poder’. 

¡La  locura  tiránica  de  la  impotencia,  predicadores  de  la  igualdad,  clama  en  vosotros  por 
la  ‘igualdad’:  vuestras  más  recónditas  ansias  de  tiranizar  se  disfrazan  así  de  virtud!... 
¡Cuidado  no  confundirme  con  esos  predicadores  de  la  igualdad!  Pues  mi  noción  de  la 
justicia  es  esta:  los  hombres  no  son  iguales. 

¡Y  no  han  de  serlo  tampoco  en  el  futuro!  ¿Qué  sería  mi  amor  al  superhombre  si  yo  no 
hablase  así? 

Sobre  mil  puentes  y pasaderas  han  de  avanzar  los  hombres  en  tropel  hacia  el  porvenir, 
y debe  haber  entre  ellos  cada  vez  más  guerra  y desigualdad  — ¡así  me  impulsa  a hablar 
mi  gran  amor! 

¡Inventores  de  imágenes  y fantasmas  han  de  ser  en  mis  enemistades,  y con  sus  imágenes 
y fantasmas  han  de  librar  la  lucha  suprema!... 

¡Estemos  trabados  también  nosotros,  amigos  míos,  en  divino  y hermoso  duelo!”  Nictzsche, 
Fricdrich:  “Zaratustra.  De  las  Tarántulas”,  en:  Nictzsche,  Fricdrich:  Obras  inmortales. 
Visión  Libros,  Barcelona  1985,  Tomo  JU,  págs.  1530-1533. 

“Crítica  de  la  justicia  y de  la  ‘igualdad  ante  la  ley’:  ¿qué  es  lo  que  debemos  rechazar 

de  este  problema?  La  tensión,  la  enemistad,  el  odio.  Pero  es  equivocado  creer  que  de 
este  modo  se  aumenta  la  felicidad...".  Nietzsche,  Fricdrich:  La  voluntad  de  poderío. 
EDAF,  Madrid,  1981,  pág.  394. 


194 


que  no  sean  inocentes.  Toda  víctima  es  inocente.  Eso  es  lo  que  la 
teología  de  la  liberación  llama  la  opción  prcfcrcncial  por  los  pobres. 

Esto  también  es  una  denuncia.  Es  la  denuncia  de  los  victimarios  y 
de  los  mecanismos  sacrificiales.  Ellos  sacrifican  a inocentes,  porque 
todo  ser  humano  sacrificado  es  inocente.  La  denuncia  desemboca  en 
una  constatación:  lodo  sacrificio  es  una  monstruosidad.  Por  eso,  Grass, 
al  hablar  de  la  monstruosidad  del  anuncio  del  Ejercito  Federal,  no  está 
haciendo  una  proyección  del  monstruo  en  el  otro,  sino  revelando  dónde 
está  el  monstruo.  Según  Grass,  el  monstruo  no  es  el  Ejercito  Federal, 
sino  que  está  en  el  hecho  de  que  haya  víctimas,  y que  este  hecho  sea 
usado  para  crear  nuevas  víctimas.  La  monstruosidad  reside  en  el 
mecanismo  victimario. 

¿Hay  monstruos?  ¡Los  hay!  Probablemente  todos  en  quienes  se 
proyecta  el  monstruo,  también  lo  son.  Desde  Bush  y el  general 
Schwartzkopf,  hasta  Husscin  y Khomcini.  Desde  Hitlcr  y Stalin,  hasta 
Churchill.  Monstruosidades  son  el  colonialismo,  el  imperio  esclavista 
en  Africa  y América,  el  racismo,  el  cobro  de  la  deuda  externa  del 
Tercer  Mundo,  la  guerra  de  Irak.  Monstruosidades  son  las  cámaras  de 
tortura  de  América,  los  campos  de  concentración  y exterminio,  los 
barrios  de  miseria  del  Tercer  Mundo.  Todo  lo  que  crea  y reproduce  la 
pobreza,  todo  lo  que  produce  víctimas,  es  monstruosidad. 

No  obstante,  la  proyección  del  monstruo  es  el  paso  de  la 
monstruosidad  por  la  historia.  Cada  monstruo  aparece  en  nombre  de  la 
lucha  en  contra  de  otro;  luchas  finales  sin  misericordia,  de  las  cuales 
vuelve  a emerger  el  monstruo  siempre  de  nuevo.  Constantemente  la 
bestia  se  cura  de  una  herida  mortal,  para  volver  a resurgir. 

Estos  pasos  del  monstruo  por  la  historia  únicamente  se  pueden 
obstruir  en  nombre  de  la  inocencia  de  las  víctimas.  En  efecto,  el  monstruo 
siempre  pide  nuevas  víctimas,  justamente  para  poder  acabar  con  el 
monstruo.  De  ahí  que  sólo  si  se  resiste  a que  haya  víctimas,  el  monstruo 
puede  ser  amarrado. 

De  esta  resistencia  se  trata.  De  no  admitir  víctimas,  independien- 
temente de  la  razón  en  nombre  de  la  cual  se  las  pide.  La  víctima  es  el 
criterio  de  la  verdad,  la  víctima  revela  al  monstruo.  Donde  no  se  ofrecen 
víctimas  al  monstruo,  éste  se  desinfla. 

Esta  es  la  posición  que  defiende  Grass.  Por  eso,  al  hablar  de  la 
monstruosidad  de  este  mecanismo,  no  está  proyectando  el  monstruo  de 
nuevo,  sino  llamando  a revelarlo  para  hacer  ineficaz  el  mecanismo 
victimario. 

Si  debe  haber  víctimas  o no,  no  es  ningún  objeto  de 
argumentaciones.  El  que  no  haya  víctimas  es  criterio,  no  argumento.  El 
argumento  revela  dónde  hay  víctimas,  y cómo  no  puede  haberlas.  El 
que  no  haya  víctimas  tampoco  es  la  verdad,  sino  su  criterio.  El  que  no 
haya  víctimas,  es  la  vida  humana;  es  cuando  los  hombres  y las  mujeres 
se  hacen  libres. 


195 


1 r.tátt  '■  i 


Impreso  en  los  talleres  de 
Imprenta  y Litografía  VARITEC  S.A. 
San  José,  Costa  Rica 
en  el  mes  de  agosto  de  1991 
su  edición  consta  de  1500  ejemplares. 


Theologicai  Seminary-Speer  Libranr 


1 10 


2 01084  3318 


DATE  DUE 


DEMCO  38-297 


ISBN  9977-83-050-9 


FRANZ  J.  HINKELAMMERT,  doctor  en  Economía  por  la  Universidad  Libre  de 
Berlín,  es  un  nombre  familiar  a los  científicos  sociales  de  América  Latina.  1963-1973: 
profesor  de  la  Universidad  Católica  de  Chile,  miembro  del  CERE.N;  1973-1976:  pro- 
fesor invitadodelaUniversidad  I.ibrede  Berlín;  1978-1982:  director  del  Postgradocn 
Política  Económica  de  la  Universidad  Autónomade  Honduras;  profesor  e investigador 
del  CSUCA,  y actualmente  coordinador  del  área  de  investigaciones  del  DEI,  San  José, 
Costa  Rica.  Entre  sus  publicaciones  figuran  Ideologías  del  desarrollo}'  dialéctica  de  ¡a 
historia  (Buenos  Aires  y Santiago  de  (.'hile  1970),  Dialéctica  del  desarrolle)  desigual 
(Santiago  de  Chile  1970,  Buenos  Aires  1974  y San  José  1983),  Im  radicalización  de 
derecha  de  los  demócrata-cristianos  (en  alem  an.  Berlín  1 976),  Ideología  del  sometimiento 
(DEI.  San  José  1977).  Ims  armas  ideológicas  de  la  muerte  ( DEI,  San  José  1977  y 1981), 
Critica  a la  razón  utópica  (DEI,  San  José,  1984),  Democracia  y totalitarismo  (DEI,  San 
José  1987),  Im  deuda  externa  de  América  Launa  (DEI,  San  José  1988),  y múltiples 
artículos  en  diferentes  publicaciones. 


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