Carlos Arniches y Juan G. Renovales
SERAFÍN EL PINTURERO
o
Contra el perer no hay razones
saínete lírico
en dos actos, divididos en cuatro cuadros, en prosa, original
música de los maestros
FOGLIETTI Y ROIG
SEGUNDA EDICIÓN
Copyright, by C. Arniches y J. G. Renovales, 1916
MADRID
SOCIEDAD DE AUTORES ESPAÑOLES
Galle del Prado, núm. 24.
1922
Serafín el Pinturero o Contra el perer no My razones
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SERAFÍN EL PINTURERO
O
Contra el querer no bay razones
Saínete lírico
EN DOS ACTOS, DIVIDIDOS EN CUATRO CUADROS, EN PROSA
ORIGINAL DE
Carlos ÁnicliBs y Juan G. Renovales
música de los maestros
FOGLIETTI y ROIG
Estrenado en el TEATRO DE APOLO
el día 13 de Mayo de 1916
SEGUNDA EDICIÓN
MADRID
«MPRENTA DE La CORRESPONDENCIA MlLITAR
Pasaje de la Alhambra, 1.
TELÉFONO 18-40
1922
Ji Casimiro Orias ChijoJ,
uno de ios mejores comediantes coU"
temporáneos,
£os Mtores
REPARTO
PERSONAJES ACTORES
JESUSA Srta. Leonís (R.).
DOROTEA ... Sra. Mavondía.
GUADALUPE Argota.
LA SEÑA MARCIALA Srta. Moreu.
LA PATRO Sra. Sobejano.
BLASA Srta. Montes.
VECINA 1.^ Nava.
ídem 2.a Cortés (P.).
ídem 3.a Carceller.
ídem 4.a Gavilán (P.).
UNA MUJER Gavilán (M.).
INVITADA 1.a Cortés (T.).
UNA VIEJA Carceller.
UNA NIÑA Niña Alcántara.
SEÑOR SILVINO Sr. Ortas (h.).
SEÑOR LEONCIO Moncayo.
SEÑOR LUCIO EL CANENE Rufart.
serafín el PINTURERO S. del Pino.
PRIMITIVO Fischer.
EL CARRACA Román.
UN CURA Viñuela.
SEÑOR PACO EL MERENGUE... Ortas (p.).
ANTOLIN López.
BAUTISTA García Valero^
NICOMEDES Ibarrola.
UN AGENTE DE O. P Llayna.
UN JOVEN Pitarch.
CHICO 1.° Niño Grjniez.
ídem 2.0 Alonso.
UN MOZO Llayna.
Vecinos, Vecinas, Invitados, Invitadas, Chicos, Vendedo-
ras de flores. Mendigos, Monaguillos y Coro general.
La acción en Madrid. — Época actual
Para esta obra ha pintado cuatro^ decoraciones el afa-
mado escenógrafo D. Luis Murieí.
El director de escena D. Vicente Carrión la dirigió con
su peculiar acierto.
.A-Gto p)rimero
Patio de una casa de vecinos. Las viviendas son todas
de planta baja; tienen puerta, señalada con una letra y
una ventanita al lado. Al foro derecha, una puerta gran-
de de dos hojas, con soportal que da a una calle de los
barrios bajos extremos de Madrid. En este portal, en su
parte derecha, una puerta practicable, y al entrar en es-
cena, a su izquierda, una fuente de vecindad. Son ade-
más practicables, las puertas de los cuartos: A, que es-
tará en segundo térniino derecha; B, segundo izquierda;
C, primero derecha, y D, primero izquierda. A la puerta
del cuarto señalado con la letra C, varias jaulas de jil-
guero colgadas en la pared. En el foro izquierda, patio
grande que sirve de paso para otras viviendas. Del es-
quinazo del portal hacia la izquierda, y sostenida en me-
dio por un larguero, una cuerda, en la que hay tendida
una sábana con un roto en el centro bastante grande y
alguna otra ropa pobre y remendada. Dicha sábana se
quita a su tiempo. Detalles, a juicio del pintor.
Es de dia.
(Durante la sinfonia, y en el sitio indicado en
la partitura, se oye detrás del telón la si-
guiente copla.)
«No te oceques, pajarero,
mira que hasta los gorriones
saben, que si es verdadero
contra el querer no hay razones.»
(Termina, la música.) fiO'77^>n
— I —
ESCENA PRIMEBA
SEÑOR SILVINO y ANTOUN
Al levantarse el telón aparece ANTOLIN en el portal mi-
rando con mucho interés hacia el fondo derecha. Va y
viene risueño y afanoso de la puerta, para hablar con al-
guien que se supone oculto detrás de la sábana. Se aso-
ma a hablarle por el roto.
Antolín Aguarde usté que me cerciore. (Mira con in-
terés.) Sí, señor; es ella. Es la Guadalupe.
Ahora han torcido de la Glorieta. Viene ha-
blando con la Jesusa, la del pajarero. (Se
acerca.) Traen mucha cachaza. No se le ve
a usté naa ; no, señor. Usté, de que pase y se
quede sola, saca usté la cabeza por el roto
y le dice usté el tercer piropo de este librito.
(Se lo da.) Sí, el tercero; lo tengo esperimen-
tao. Es un piropo, que al principio las asusta,
pero luego, es el que las hace más de reir.
(Va a la puerta.) Ya están cerca. ¡iVIi ma-
dre!, ¡qué señora! ¡Viene que atufa de gua-
pa! Y too es por usté, so lila. (AmagándxDle
un golpe por encima de la sábana.) ¡Vaya
una hembraza! ¡Ni que diera usté arrope!
(Siivino saca la mano por el roto y le dice por
señas que se vaya.) Ya me voy, ya. Aquí la
tie usté. ¡Duro y a ver una faenita de fenó-
meno! (Siivino saca por el roto las dos ma-
nos y con un pañuelo de hierbas simula, co-
mo pueda, unos lances de capa.) ¡Ole! (A
cada lance.) ¡Ole! (Aplaudiendo ante el úl-
timo recorte.) ¡Bravo-, bravo! (Siivino le ha-
ce manos.) ¡Ja, ja, ja!, ¡qué tío este! (Vase
por la puerta habitación que hay dentro del
portal.)
— 9 —
ESCENA n
JESUSA y GUADALUPE
Dos mozas de rumbo, limpias, bien vestidas, repeinadas,
con sus mantoncitos de crespón. Vienen fondo d^recha^
hablando animadamente y a^i entran en el patio.
Guad.
Jesusa
Guad.
Jesusa
Guad.
Jesusa
Guad.
Jesusa
Guad.
Jesusa
Guad.
Jesusa
Guad.
Jesusa
jPero hija!, ¿qué me dices?
Sí; mira^ Guadalupe, la verdad: t^i he traído
aquí aposta.
¡Amos, hay que ver! ¡Eres uix rato largo de
fresca, hija! ¡Sacar-me del ohradoír!
¿Y a quién va una a volveirser? No tengo a
nadiei, ya, lo sahes; tú eres como mi herma-
na y como voy a entrar por la pueirta de mi
casa y se van a tirar todos, contra mí como
fieras, pues no he tenío valor pa venir sola,
la verdá.
Nos hija, si m'aJegro, porque no te iha yo a
dejar en mx apuro así, pero vamos...
Ya sahes cómoi están conmigo mi padre y mi
madre por lo de Serafín.
Y con ((muchisma» razón, que eso es aparte,
que yo no sé que t'ha cegao de ese golfo,
que eso no tié el demonio por donde le coja:
vago, juerguista, postinoso', que no quié
arrimo de nadie, que se va con la primera
que sei presenta y no esitá más que a lo
suyo...
Todo eso lo sé, Guadalupe^ pero yo le quie-
ro, que quiés que te diga; le quiero a cegar.
Es como una. locura que me ha entrao' y ni
golpes ni razones, valen contra este querer.
Pos hija, allá penas; que si tú sabes lo que
es ese hombre y no te importa, a ver qué
va a hacer una.
Figúrate si lo comprendo.
Bueno; y lo de hoy...
Pues lo de hoy, es, que ya. sabes que el se-
ñor Lucio, «el Canene», está conmigo que no
vive y ayer les habló a mis padres.
Pero... ¿cosa formal?
Pa casa,rtee por la posta. Y quedó en que me
lo dijesen a mí y en que yo lo pein.sase y que
hoy vendría él por la contestación.
10 —
Guad. ¿Y tus padres?...
Jesusa ¡Carcúlate! Como es un tío con guita larga,
locos de contentos. La «custión» es vivir sin
hacer naa y una qup se esgarre si quiere.
Pero a mí, ni que lo piensen. Mal u bien,
quiero querer a un hombre que me guste,
que pa eso tengo veinte años, que a mí el
dinero no me tira y 3-0 me moriré de vieja,
sin que me haya llamao rica nadia, más que
el hombre de mi gusto: mi marido.
Guad. Haces bien, chica, en oso e-res honra; di que
sí...
Jesusa Pues bueno; me están esperando ahí dentro
pa saber mi parecer. ¡Carcúlate, de que yo
entre y les dé el desengaño!
Guad. Te van a poner negra.
Jesusa Déjalo. Un escándalo es una hora, un carde-
nal una semana, pero un marido que no te
guste, es pa toa la vida.
Guad. Chica, ánimo; una mujer como tú de noble,
pues Dios no la abandona; déjate.
Jesusa Tú esperas ahí, en tu casa y de que sientas
el jaleo, vienes.
Guad. (Acompañándola hasta la primera derecha.)
Descuida.
Jesusa Y si me echan, me llevas contigo a casa de
tu maestra.
Guad. ¡No será pa tanto! Anda; llama.
Jesusa (Después de llamar.) Miá qué temblor tengo.
Guad. Tú, con sosiego.
Jesusa Estoy a todo. (La abren y entra.)
Guad. ¡Amos., que esta pobre chica, hay que ver!
¡Qué asco de mundo! Pero esto no tié go^
iDiemo. Desde que debutaron Adán y Eva con
lo de la manzanita, que este jaleo de hom-
bres y mujeres no hay quien lo apañe.
(Inicia el mutis hacia la primera izquierda.)
ESCENA ni
GUADALUPE ij SILVINO
Silvino (Sacando la cabeza por el rolo de la sábana )
Permita Dios que se muera usté...
Guad. (Deteniéndose y haciendo un movimiento de
asombro.) ¡Mi madi^e!
Silvino De vieja.
— 11 —
Guad. (Riendo,) ¡Hijo, por Dios, qué susto!
Silvino Es un piropo con sorpresa. Asusta, pero lue-
go hace de reir : el número tres.
Guad. ¡Amos, miá que es humor! Peim, ¿qué hace
usté ahí, homhre de Dios?
SilviiM) (Aludiendo al de la sábana.) Que me he mu-
dao al siete.
Guad. ¡Ja,, ja! ¡Y menudo! ¡Amos, miá que encon-
trarle a usté entre sábanas!
Silvino ¡Qué lástima que no haya sido al revés!, ¿eh?
Guad. (Avanzando hacia su casa.) Bueno; tanto
gusto, que me llaman.
Silvino (Saliendo.) ¡Chist!... Guadalupe.
Guad. ¿Qué s© le ofrece a usté?
Silvino (Cogiéndola de una mano cariñosamente y
traijéndola al centro de la escena.) A ver si
me quería usté hacer el osequio, usté que la
tiene, de facilitarme un poquito de sal, pa. ver
si me resultan sabrosas las cuatro necedades
de esta existencia.
Guad. ¿La encuentra usté dulce?
Silvino So.sa. Pero si usté me deja que pellizque y
espolvoree, (Uniendo la acción a la palabra.)
va usté a ver un farolero salao.
Guad. ¡Qué tíO' tonto!
Silvino Guadalupe : me tié usté el corazón que el día
que hace aire me salen llamas.
Guad. ¡Jesús, qué miedo! ¿Y por dónde ha empe-
zao el incendio?
Silvino Por una colilla, ya ve usté. Y yo no sé si se
habr-á usté fijao que hace quince días que
me saco la raya. (Se descubre.) Véase la
clase.
Guad. ¡Qué bonita!
Silvino No me sale muy derecha, porque me la saco
a dedo, pero ya verá usté cuandoi tenga un
peine. Las) uñas, me las corto^ cbn punta.
(Se las mira y luego esconde las manos.) No
se las enseño a usté, porque no quiero dis-
cusiones.
Guad. Que las habría.
Silvino Y además, he tomao áoQ números en una
rifa pa ver si me toca una pastilla "de jabón.
Guad. ¡Caramba!
Silvino Y tóO', por gustarle a usté.
Guad. ¿De veras?
Silvino A más tengo un oficio de ((muchismo» luci-
miento.
— II
Guad. Eso es verdad.
Silvixio Una cartilla ded Monte, de menos lucimien-
to, porque es de deciocho pesetas naa más,
pero por algo se empieza y un carázter, que
soy un coladero. Vivo en la leitra B, conque
no le digo a usté más. Pos güeno: too esto,
anesionao a un corazón, que es un volquete
(leseando de transporta r a ese cuerpo deci-
ocho toneladas de caricias, es lo- que pone a
su grata, disposición, este muy suyo que lo
es, afectísimo seguro sei'vidoír', y no digo
que beso sus pies, porque yo no beso las al-
mendras : me las como. (Adopta al terminar
una postura ¡acarandosa.) Respuesta pa-
gada.
Guad. Pues ahí va la respuesta. Agradecida buena
volunta. Imposible aceder. Dada palabra ca-
samiento señor Pepe;, aguacil Juzgao Inclu-
sa, Guadalupe.
Silviuo No firmo el recibo.
Guad. ¿Por qué?
Silvino iVmos, por Dios, señora. ¡Usté casada con
uno del Juzgao! Pero, ¿usté sabe lo que es
pasarse toda la vida «sub-judice»?
Guad. ¡A ratos tié usté gracia, hijo! Pero en fin;
¿va en serio?
Silvino Venga.
Guad. Pues que pa una mujer formal, como yo, tié
usté dos cosas, que ni de balde.
Silvino Enuméremelas.
Guad. Primerita, que es usté más desastrao que la
cama de un galgo.
Silvino Pero', señora, con catorce reales diarios, ¿en
qué O'jal quié usté que me ponga yo violetas?
Guad. Y segunda., que pimpla usté, que es usté un
borracho y francamente, hijo, no quiero un
marido a «tajadas)).
Silvino ¡A ((tajadas»! ¡Qué exageraciones! ¡Que soy de-
sastrao! Pero si no tengo más cuido que el
de una hija de deciseis años, bastante otusa
la pobre. Y respetive a que bebo, pues car-
cúlese usté; un. hombre viudos voy a mi casa
poir la nochel y ¡claro!, estoy más aburrío'
que un perro atao. ¿Y qué hacer? A la ta-
berna. Y allí... pos no me voy a poner a pin-
tar abanicos;; bebos ^]qué remedio! Pero, si
viera usté el daño que me hace a, mi el
vino...
18 —
Guad.
Silvino
Guad.
SUvino
Guad.
Silvino
Guad.
SilVind
Guad.
Sihrino
¿Qué siente usté cuando bebe?
Que me s'acabe. (Riendo.)
¡Maldita sea! ¡Qué tío fresco! Bueno, pa ha-
blar con usté, hay que ponerse ropa de
((iviémo'».
Pa hablar conmigo, no le hace a usté falta
ropa ninguna,; una mijita de cariño bastaría.
¡Qué tío e^te! ¡Si no se emborrachara!...
(Acercándose muy cariñoso.) ¿Me querría
usté?
¡Hombre!...
¡Ay, si usté me quisiera, Guadalupita!
¿Qu;é iba a pasar?
¡Mi madre!
ESCENA IV
DICHOS y DOROTEA
Dorotea (Llamando desde dentro.) ¡Padre!
Silvino ¡Mi niña! (Se separa hacia la derecha.)
Dorotea (Saliendo del cuarto segunda izquierda o sea
letra B. Es una chica como de diez y seis
afios, desastrada. Va sin peinar, con la ropa
mal sujeta. Saca unos pantolones de hombre
en la mano.) ¡Amos, hombre, por Dios! ¡Pero
hijjo!... ¡Pero padre!... ¡Tambá'éii tfé ustá
cachaza, caray! Aquí de palique, perdiendo
el tiempo, y una esgarra a trabajar. «¡Ta»
bonito !
Silvino Oye, niña, saluda.
Dorotea No tengo tiempo. ¡Miste ahora el hombre
este! ¡Saluda, saluda!
Guad. ¡Qué fina!
Silvino Es un higo chumbo.
Dorotea Seré lo que sea, pero no voy a dengún lao a
dar conversación a los hombres como hacen
otras desahogas, eso es. ¡Vaya, hO'mbre!-¡Mal-
dita sea!
Guad. Oye, niña: eso a tu padree, que me ha llamao
al pasar.
Dorotea ¡Sí, pasar, pasar!... Que no sabremos aquí lo
que es pasar, cuando se quié pasar. Diga
usté que una... Bueno: y usté, cuando quie-
ra usté, 3^a pué entrar, que ya le he hecho a
usté la comida.
Silvino ¿Y qué me has hecho, rica?
— u
Dorotea
Silvino
Dorotea
Guad.
Silvino
Guad.
Silvino
Guad.
Silvino
Guad.
Dorotea
Guad.
Dorotea
Guad.
Silvino
Dorotea
Guad.
Silvino
Pan y uvas.
No, que como ahora está subiendo el carbón,
la chica., pa no gastar...
Y también le he pues tu a usté los cuchillos
al pantalón, que ya pué usté mudarse; no
se le vayan a usté a caer esos, que los lleva
usté sin botones.
¡Mi madre! No sabe una los peligros que
corre.
¡Calla, mujer, no me pongas en ridículo!
(A Guadalupe.) No s'asuste usté, que los lle-
vo sujetos con una cuerda. (Mostrando la que
lleva atada a la cintura.)
Bueno; pero si se soltara...
No hay cuidao. Son ocho vueiltas; tieii cuer-
da pa veinticuatro horas. (Coge los pantalo-
nes.)
¡El pantalón sin botones. Dios mío! ¿Y lle-
vará usté el chaleco?...
(Mostrándolo.) Sin un botón; pero eso desde
que he nacido. (Enseñándole el pantalón.)
Es mañosa la chica. ¿Qué le paecen a usté
los cuchillos? (Que son grandes y de otro
color.)
Por él tamaño-, no son cucliillos de postre,
la verdá.
(Algo enfadada.) Bueno; pero el sitio en que
caen, tampoco es pa que se lo mire con ge-
melos, conque qué más da. Una esgarrándo-
se a trabajar pa que luego vengan de fuera
a creticarla a una. ¡Maldita sea!... Por su-
puesto, que la culpa...
Mujer, yo no he dichO'...
¡Yo no he dicho, yo- no he dicho! ¡Maldita
sea! Ya quisiá yo ver su casa de usté por
dentro, eso es; que habrá que verla.
¡Ay, pero hijo, esta chica se pone que muerde!
¡Cállate, Doroi!
Sí, cállate. Doro, cállate Doro. Gomo que a
eso vienen, a quitarle a usté la volunta que
le tenga usté a una y na más. ¡Que no cr'ea
usté que me chupo el dedo, no, señora!
Haces bien, hija. Vaya, déla ust-é pa chufj^
a la niña^ que se lo ha ganao. Es una mona-
da. ¡De verano! (Entra en su casa, primera
izquierda. Dorotea va casi siguiéndol-a hasta
la puerta.)
(En un arranque llega hasta Dorotea y la da
— 15
un azotazo.) ¡Maldita sea! ¿Loi estás viendo?
¿Es esa la educación que yo te he dao?
Dorotea (Casi llorando,.) No, señor; la que usté m'ha
dao la tengo en el baúl, porque con esta se-
ñora la iba a perder. Pero ni que me diga
usté, ni que no me- diga, madrastitas no
quiero, «que coste». Que esa lagartona ya
sé yo a lo que tira, pero no se lleva el lo-
gro; ¡por éstas!
Silvino Bueno»; tú te callas, que no eres quién pa
mandar en tu padre.
Dorotea Pero, ¿pa qué nesecita usté a ninguna mu-
jer, diga usté? ¿Pa qué las nesecita usté, diga
usté?
Silvino ffía6io50.j No quiero decir nada. -uM
Dorotea ¿No le llevo yo a usté como el oro?
Silvino Déjalo en estaño.
Dorotea ¿Se le para a usté una mosca encima?
Silvino Porque no las dejo, pero todas hacen el
ánimo.
Dorotea Pues entonces, ¿a qué va usté a enguirlotar-
se con una chulona que no le quiere a usté
pa na güeno?
Silvino Tú qué sabes.
Dorotea ¡Maldita sea! ¿Pero cómo le va a usté a que-
rer, si es usté más feo- que estarnudar en la
mesa?
Silvino ¿Yo feo? ¡Ten cuidadito con lo que dices, que
estás hablando con tu papá!
Dorotea Si tié usté una dentadura que es un domi-
nó, hombree.
Silvino ¿Un dominó?
Dorotea Gomo que cuando junta usté los dientes paece
que cicirra usté a blancas.
Silvino ¿A blancas? ¡Hija, pódriga!... ¡Descasta!... ¡So
gurrumina! ¡Me llama feo a mí y eso es un
rábano soliviantao!
16 —
ESCENA V
VICHOS, JESUSA, MARCIALA, LEONCIO, GUADALU-
PE, BLASA, BAUTISTA, NICOMEDES, PRIMITIVO,
ANTOLIN, VECINOS y VECINAS
Múiica
(En casa del señor- Leoncio el Pajarero em-
pieza a oirse el rumor creciente de una dispu-
ta violenta.)
JjSsiTc. (Dentro.)
¡Gandula! ¡Bríbona!
Jesusa (ídem.)
¡Le quiero y le quiero!
Leoncio (ídem.)
¡Por Dios!
Marc. ¡Mala hija!
¡Te voy á matar!
Let>ncio Déjala, Marciala,
Jesusa Es inútil, madre.
Marc. El pellejo a tiras
te voy a arrancar.
Dorotea ¡Repeine, qué bronca!
Silvino Oye con cuidao.
Dorotea Vaya una garata.
Guad. (Saliendo de su casa.)
¡Ay, que ya se ha arma o!
(Van saliendo todos los indicados al principio
de la escena: Antolin con una Vecina de su
casa. Bautista de la segunda derecha; Nico-
medes, seña Blasa ij Vecinos de ambos se-
xos, fondo izquierda, o sea de las viviendas
que se suponen después del segundo patio;
otros vienen de la calle. Todos son gente de
la clase obrera; unos visten de blusa, otros
en mangas de camisa, algunas con el pelo
colgando, como si se estuvieran peinando,
etcétera, etc.)
Nicom. ¿Dónde es la trifulca?
Dorotea Donde el pajarero.
Blasa ¡Es con la Jesusa!
Dorotea ¡La van a mondar!
Guad. Que ella está chalada
por el «Pinturero»,
17
y ellos con un viejo
la quieren casar.
Bautista (A Nicomedes.)
Llama tú.
Nicom. Yo no me meló.
Blasa ¡Sabe Dios qué pasará!
Silvino Voy a ver si los arreglo.
Dorotea (Cogiéndole de la blusa y deteniéndole.)
Usté no se m,eta en náa.
Blasa jPor Dios, silencio, que salen!
Guad. Que salen, callarse ya.
Jesusa
Marc.
Leoncio
Primitivo
Guad.
Maro.
Lucio
(Se abre violentamente la jmerta del cubrió
de Jesusa y sale ésta huyendo, llorosa y des-
compuesta, pasando a la izquierda, donde
queda ¡orniando grupo con Guadalupe y Sil-
vino, que la amparan. Detrás, y como per-
siguiéndola, sale la seña Marciala, desgre-
ñada, lívida, hecha una furia. Antolín, Blasa
y algunos Vecinos la sujetan, formando gru-
po en el centro. Tras ella, y tirándola de la
falda, el señor Leoncio, en cuerpo de can li-
sa, con los tirantes colgando, la cabeza y la
cara aún mofadas y una toalla liada al cuello.
Este, con Bautista y Nicomedes, forman gru-
po a la derecha. Al fin sale Primitivo llor-an-
se coloca al lado de su madre.)
¡Socorro!
¡La mato!
jMarciala!
;Ay, que ver!
¡Cogerla!
¡Soltarme!
¡Calmarse,
re diez!
do y
Jesusa
Marc.
Ni que me peguen
y me maltraten,
ni que me maten,
logran de mí
que olvide al hombre
que yo prefiero;
que cuando quiero
yo soy así.
Ni que me llores,
ni que te mueras,
ni que le quieras.
— la-
se terminó.
Yo to lo mando,
pa eso 3oy madre;
porque tu padre,
como si no.
Blasa
Guad.
Silvino
Dorotea
Blasa
Leoncio
Jesusa
Marc.
Jesusa
Marc.
Silvino
Dorotea
Ma reíala, no seas así.
Jesusa, no digas náa.
Y hay que hacerme caso a mí.
(Como antes.)
Usté no se meta en náa.
(A Guadalupe, por Jesusa.)
Métela en tu cuarto;
corta la custión.
Y a ésta darla tila
pa la excitación;
y a mí pa esta angustia
un poco de ron.
Ni que me peguen, etc.
Ni que me llores, etc.
(Blasa y algunas Vecinas se llevan a Marcia^
la y Primitivo por el segundo patio; Guadalu-
pe con Silvino, que las acompaña hasta la
puerta, entra en su casa con Jesusa; los de-
más hacen mutis por donde salieron, excep-
to Bautista y Nicomedes.)
Yo nunca le olvidaré.
¡Bribona! ¡So descasta!
Seóiora, cálmese usté.
Usté no se meta en náa.
(Entra en su casa )
ESCENA VI
SILVINO, LEONCIO, BAUTISTA y NICOMEDES
Hablado
Leoncio (Desesperado, lloroso.) Sí, hombre, sí; lle-
varse a esa hija dé mi vista. Llevársela,
porque si no la despedazo. (Mordiendo la
toalla.) ¡Maldita sea!
Niccm. Por Dios, Leoncio; cálmate, que te comes el
fleco.
Leoncio Si no puedo más, Nicomedes. ¡Darme estos
disgustos, sabiendo que padezco de ((blonqni-
tis» pulmonal!
— 19 —
Bautista Bueaio: ¿y por qué ha sío la custión?
lieoncio ¿Por qué va a ser? Esa mala hija que se nos
ha encaprichao con ese chulo do Serafín el
«Pinturero», que yo no sé qué l'ha dao pa
tenerla enguirlotada. Un homhre que no
rhace caso, que la está refrendando la mar de
mujeres por los hocicos, que no dispone de
una linda... ¡Un hombre que le tiene que
pagar ella hasta el tranvía, y que encima se
incomoda si no le dan capicúa!...
SiFvino Que hará ((coleción».
Leoncio Bueno: pues figurarse que ese cacho de pri-
ma de hija, que lo único que tiejne me lo
debe a mí, que es que ha sallo guapa, ha
ido y ha encontrao' un hombre rico, foirmal
y decente: el seólor Lucio el «Canene», abas-
tecedor de carnes de la (¡Ceba)), con la mar de
ganao en Navalcar^nero y medio pueblo suyo.
Sí, que es hombre rico; pero es que ustés no
han reparao que la dobla la edaz.
¿Y qué tié que ver eso? En cambio nos ha
pedio a la chica pa casarse en serio. ¡En se-
rio!... Lo que no se estila. ¡Tú figúrate nue'S-
tra alegría!... ¡Un yerno adinerao! ¡Pasarnos
la vida sin hacer náa, que es el ideal de la
gente ti^abaj adora ! ¿Qué más podíamos de-
sear? Bueno; pues esa desgi^aciá, en vez de
volverse loca y ser ella feliz y mirar por sus
respetable-s padres, va y dice que ella no se
sacrifica por nadie; que si queremos comer,
que ti^abajemo'S. ¿Sei'á mala hija? ¡Que tra-
baje yo! ¡¡Su ipadi^eü
SilVino ¡Qué descastada!
Leoncio (Llorando.) ¡Y me lo dice a los cincuenta
años! ¡La edad del descanso!
¡Qué infamia!
No t'aflijas, hombre.
Pero, anda, que la muy arrastra, en eso ha
salió a su madre, que de recién casaos no
callaba. «Trabaja, Leoncia Trabaja, Leon-
cio.» ¡Y me lo decía a los veinticinco afios!
¡La edad de las pasiones!
Silvino Bueno, pero ¡caray! ¿A ustez qué edaz le
paece la más a propósito pa trabajar?
Leoncio La edad viril, sino que me se pasó inazver-
tida.
Silvino Que no pué Uno estar en todo.
Leoncio ¡Garó, hijo!
í^) —
Nicom. Pues créeme n nií; coge a esa ¿joifa y dalcf
pal pelo.
Bautista U que le haga los cargos primero, señor.
Leoncio ¿I^s cargos? Pero si se lo tengo» dicho hasta
en ((berebere» que el s^ñor Lucio cíí nuestra
felicidad! Y ella, que no; empen-á en que no
lo gustii. Y va y me salta con la tontería de
que ella lo que quiere es quei'er al hombre
con quien se case. ¡Querer al nutrido! ¡Amos,
serla cursi! Pero, ¿dónde sei estila eso ya?
¡Que pregunte a. su madre! ¡Que; vaya de casa
eoi casa, a ver dónde encuentra una mujer
que quiera, al marido!...
Que son jóvenes y no reflexionan.
Ni están al tanto de las modas.
A más, de que es lo que yoi Tiirgumento, se-
ñor. Con casarte enamom de un hombre^
¿qué ganas? Pues aperr^eflite la existencia y
ná más.
¡A ver!
Conque si tarda por Í(ís noclies, conque si
no viene a. comer, conque si no viene a ce-
nar, conque si ha mirao a ést/i, conque si le
ha dicho a la otra... ¡Un atosigo! Mientras
que si se casa con un hombre ya de peso,
como no le importa mayormente, pues se ve
en tiodo una formalidaz, que puó hacer lo
que le dé la gana y nadie se mete con ella.
¿Estoy errao?
Silvino Debía usté estarlo, pero no, señor; le está
usté poniendo una greca al Evangelio.
Leoncio ¿No tengo razón?
Nicom. A sacos.
Leoncio Pues, por Dios, Silvino, tú qn(3 eres hombrer
de hu-es, coge a esa chica y habíala al alma ;
a ti te hace caso.
Silvino
Nicom.
Leoncio
Nicom.
Leoncio
ESCENA Vn
DICHOS, MARCIALX y PRJMl, que vuclcen a salir mo-
mentos antes y se acercan llorosos.
Marc. Sí, señor Silvino; hágalo usté por una ma-
dre. Hágala usté los cargos, porque ese gol-
fo de Serafín no quié más que quitarla de
su bien. Y una, señor Silvino, no lo va a
hacer por el interés, porque una es madre í
Silvino
Marc.
X»eoncio
Silvino
Jjeoncio
Silviuo
JMlarc.
— 21 —
pero es que el señoi^ Lucio nos ha ofreció
ponemos una tablajería en San Miguel el
día que se case. ¿Y va una a tirar el bien-
Bstar^^
Descuiden ustés, que yo riiaré las reflexio-
nes a la Jesusa. .
Dentro de media hora va a venir ese hom-
i,re a saber las resultas. ¡Por Dios que le
diga que sí, que son muchas onzas las que
tiene! Que despida, de una vez a ese golfo,
ladrón, que ¿qué la va a dar? Golpes y dis-
nT Veñá Marciala, déjenme ustedes con eUa,
qu¿ poco he de poder u la vuelvo como un
calcetín.
¡Dios se lo pagara a usté, hijo!
Si haces eso, Silvino, cuenta con un par de
botas... de Valdepeñas, qUe< ya sé del pie que
cojeas.
A casa y tranquilidaz.
¡Que Dios te ilumine, farolero!
La convenzo; descansen ustés.
I Ojalá! (Entran en su casa Leoncio, Marcxa-
la V Primi; Bautista en la suya, y Nicome-
des vase por el segundo patio. Silvino acom^
paña a los primeros. Apenas queda solo, sa-
len corriendo Guadalupe y Jesusa, de casa
de la primera.)
ESCENA Vlli
SILVINO, GUADALUPE y JESUSA
Cíuad.
Silvino
Guad.
Silvino
Jesusa
Silvino
Guad.
5ilvÍR0
Pero venga usté acá, tío gasista.
(¡Arrea, me han oído!)
Pero ¿usté, a qué se pone de parte de nadie?
Guadalupe, yo trato de que una familia
honra y una chica decente como la Jesusa..,
Me case con el hombre que no quiero, pa
que vivan bien en mi casa., ¿verdá? ¿Y es
eso lo decente?
Mujer, yo no digo que eso, pero-... vamos...
Lo que tié usté que hacer, si quié usté que
yo le mii^e a la cara, es ayudamos en todo y
por todo y ponerse de parte de ésta,
Pero, Guadalupe, que yo había quedao...
— 22 —
Guad. Cuando un hombre queda en hacer una ton-
tería, no queda en na,
Silvino Guadalupe, que tengo mi palabra en el aire..
Guad. Pues recójala usté.
Silvino ¿Que la recoja? Bueno, pues... (Medita un
instante y rápidamente hace como si reco-
giera de un manotazo una cosa del aire y se
La guarda en el bolsillo.) Recogida; hale.
Guad. Así me gusta.
Silvino Estoy viendo que usté me pasea a mí por
Recoletos con una cadenita y un palo en la
boca con dos farolitos. ¿Qué hay que hacer?
Jesusa Pues que vaya usté al tupi de la Glorieta, y
le diga usté a Serafín que venga antes que
llegue el señor Lucio, que quiero saber lo
que piensa hacer con mi vida. Dígalo usté
la paliza que m'han dao.
Silvino Descuida; te tr'aigo a ese mal ángel, en un
vuelo. (Al iniciar el mutis, suena dentro el
* schotis (iSerafin el Pinturero)) de ^^El amigo
Melquiades)), ciecutado por un piano de ma-
nubrio.)
Guad. Callar.
Jesusa El organillo del ((Canela»; lo conozco por lo
que toca.
Guad. Vendrá Serafín con él. ¡Como son tan ami-
gotes! . . .
Jesusa De seguro. Voy a ver. (Se asoma por el por-
talón y mira hacia la derecha.) Sí; ahí en la
esquina están de ((posta». ¡Gracins a Dios!
Guad. (Haciendo mutis hacia su casa.) Habíale cla-
rito.
Jesusa Descuida.
Silvino (Dirigiéndose hacia su casa, a Jesusa.) Yo
ahueco. Si quiés algo, toca el timbre de esta
forma. (Da dos puntapiés a la puerta de su
casa y hace mutis.)
Guad. (Indicando a Jesusa que se esconda con ella.)
Déjale que entre.
Jesusa Sí, calla. (Entran en casa de Guadalupe.)
Berafin
ESCENA IX
SERAFÍN y JESUSA
(Mientras sigue sonando el organillo, entra
por la derecha al portalón, se asoma al patio
y mira. Trae en la mano un manojo de ro-
— 23-
Jesusa
Serafín
Jesusa
Serafín
Jesusa
Serafín
Jesusa
Serafín
Jesusa
Serafín
Jesusa
Serafín
Jesusa
Serafín
Jesusa
Serafín
Jesusa
Serafín
sos.) ¡Aiida diez!... ¡Y no está! Debía estar-
me esperando; quedé en venir la semana pa-
sa. ¡Que se cansan de todo! (Entra. Es un
chulillo, elegantemente vestido; lleva gorra
inglesa y unas cuAintas alhajas.) ¡Jesusa!
(Llamando siempre en voz baja.) ¡Jesusa*
(Cesa la música en el organillo en el momen-
to en que aparece Jesusa en la puerta de la
casa.)
Me habían diciio que tenías poca lacha, pero
poca es algu.
Mujer, si es que ha sido que...
¡Hay que ver, hijo! ¡Ocho días sin ocuparte
de una, sabiendo lo que me pasa con el se-
ñor Lucio, con mis padres, con too!
Uno también tiene sus quehaceres.
¿T'han estao esaminaiido pa Correos, por un
casual?
Bueno, déjate de banderillas, que han cam-
biao la suerte. (Enseñándole las rosas.) ¿Y
esto que te traigo, porque sé que te gustan,
vale poquito?
Diez céntimos.
¿Y la volunta?
Si la tuvieses buena y pa mí sola, un mun-
do valdría, pero sí, sí.
(Poniéndole ante la cara el manojo.) ¡Rositas
de olor!... ¡Más bonitas que tú! ¿Qué hago?
¿Las tiro?
Trae, trae, arrastrao. (Se las prende en el
pecho.) Pero soy una tonta. ¡A que me can-
so! Serafín, tú no me quieres.
Amos, calla, chata.
¿Y por qué te vas con otras?
Otras, son otras; pero aquí dentrito no man-
da nadie más que usté, joven.
Sí, usté y compañía, que no te conoceré yo.
Y ni que te lo pida una de rodillas, que no
tienes tanto así de vergüenza^ que ya qui-
siera yo que hubieras dao con otra y vería-
mos. Te iban a ti a rifar con lazos el día
Pascua..
¡Y un jamón!
¡Pa que no! Di tú que una es tonta de naci-
miento y Silbes' que te quiero y de eso te
vales.
Oye, rica; que ca entrevista salgo de aq[HÍ
pa poner una latonería.
24
Jesusa
Serafín
Jesusa
Serafín
Jesusa
Serafín
Jesusa
Serafín
Jesusa
Seirafín
Jesusa
Serafín
Jesusa
Serafín
Jesusa
Serafín
Sí, sí; chacha rramaiichas. Bueno, y a too
esto, ¿qué hago yo con el señor Lucio?
Siéntale en un poyo y que masque suela*
Yo lo haría, pero dame tú siquiera una prue-
ba de caí 'i ño.
¿Una prueba? Basta; s'acabao. El domingo,
a las tres, vengo por ti.
¿Pa qué?
Te llevo al «Juncal», ese baile quie ha pues-
to en la Manigua Paco el «Ghalana», repar-
to invitaciones' y delante de todas, agarradi-
tos comoi la muestra, nos bailamos too ed
programa encima del mismo ladrillo, pa que
se enteren de quien es mi negra,. ¿Te hace?
Peur'o, Seirafín, si lo que yo quiero es que
dejes esta vida de juergas, que trabajes, que
seia,s honrao.
Despacito, que el que cor're, se cae.
Y 9i al menos supiera yo que no tienes otras
mujeres-...
Eso grítalo'.
Júrame que no quieres a otra y hago lo qu'e
te dé la gana. ¿A que no?
Jurao.
¿Cómo lo has jurao?
de ((nen»; con cruz y todo: mira:
¿De veras?
(Abrazándola muy meloso.) Si eres como el
aire pa mis pulmones, chata. Ven acá, ne-
graza de mi alma. Si me ties colmo hipotecao;
si yo...
ESCENA X
DICHOS y PATRO, que ha entrado por el portalón y
queda parada al verlos abrazados. Es una chula de rom-
pe y rasga, bien puesta, que habla con mucho retintín.
Patro Agarrarse, que volcamos.
Jesusa (Asustada.) ¿Quién?
Serafín (Aterrado, se separa.) (¡La Patro!... ¡ Arreal)
Patro (Entrando un poco más.) Santos y apretaos.
Jesusa ¡La del marmolista!
Patro Buen provechitoi, hijo.
Serafín (Con cierta rabia.) ¿Me has seguido, verdá?
Patro ¡A ver! Y decías que habías regañao con
ella, ¿eh? Pa quien te cr'ea^ ladrón.
— 25
Seiraíin
Patro
Serafín
Patro
Serafín
Patro
Serafín
Pairo
Jesusa
Patro
Jesusa
Patro
(Siempre a distancia.) Ya estás trotando de
aquí.
Di tú que no me conviene a mí dar un es-
cándalo. Eso te vale, que si no, a esa niña
la decía yo un colmo y a ti te iba a partir
el corazón o como se llame esa piltrafa que
tendrás, so arrastrao.
Que te vayas.
¡Reiste de mí! ¡Bueno! ¡Pero que te dejo
al fresco, sin esa ropita que llevas, que me
ha costao mis sudores y sin esas alhajitas de
mi propiedaz, eso, hazte un nudo pa que no
te se olvide.
Márchate', Patro.
Ya va^ rico; ya me voy. Y yo me buscaré
quien te pida lo mío, descuida. Esta es la
segunda parte de la Gonsuelito, que estabais
a matar: ¡A matar! Y esta mañana te estaba
comprando en el estanco una cajetilla de
((Muratis». (A Jesusa.) Porque los fuma «egi-
cios», no se los vaya usté a comprar de
ochenta, que le dan ((faringlitis».
Pero, ¿quies irte?
Ya va, ya. Y que aproveche el poUoi Aun-
que va usté a tocar a poco, hija, porque eso
está más repartió que un décimo e Navidaz.
Adiós, parienta.
(Con ira,) No soy parienta de nadie.
Pa mí que sí. Somos dos primas, hija^
Lo siento.
Y yo lo dejo en pie. Agarrarse, que me voy.
Y lo dicho: agua pa los sustos. De verano
(Vase precipitadamente por donde vino.)
ESCENA XI
JESUSA, serafín, GUADALUPE y SILVINO
Serafín (Tratando de sincerarse.) Bueno, Jesusa, ya
habrás visto que esa tía...
Jesusa (Llorosa y con rabia.) No te molestes, Sera-
fín ; aquella es la puerta.
Serafín Miá que es una mujer despecha.
Jesusa Aquella es la puerta. (Se dirige a la puerta
de Guadalupe.)
Serafín Pero, ¿qué vas a hacer?
26
Jesusa Lo que me conviene. (Llamando.) GuadaJu-
pe : llama a mi padre.
Silvino (Que asomado recatadamente a su puerta
ha oído algo del diálogo anterior.) Hombre,
Serafín, que tenga un sujeto la cabeza a pá-
jaros, bueno; pero a palomas torcuaces,
¡ hombre !
Guad. (Ídem.) Hay que ver, hijo; ¡tirar por los sue-
los un cariño como el de esta criatura!
Jesusa Déjate; llama a mi padre,
Serafín Bueno, pero a mí lo que me da rabia es que
no me se quiera oir ni me se quiera...
Jesusa ¿Oir? ¿Y quieres que oiga más? Márchate,
márchate; vete de aquí, golfo, granuja. ¡Mal-
dita sea! ¿Por qué me tien que pisar a mí el
corazón, por qué? (Llorando.) ¿Es que yo
soy mala, señor Silvino?
Silvino ¡Qué vas a ser tú mala, mecachis hasta en!...
(Amenazando a Sera¡in.) ¡No sé cómo no te
doy!
Serafín ¡Por Dios, señor Silvino, dígale usté!...
Silvino ¡Quite usté di'ahí! ¿Qué quieis que la diga:
que te compre un reloj de pulsera? •
Serafín Que no haga caso de una cosa como esa.
Silvino ¡Pueis si no hiciera caso de una cosa como
esa, era pa que la convidaran a algarrobas!
Jesusa Márchate, Serafín.
Serafín Pero, ¿qué vas a hacer?
Jesusa (Pasa resueltamente y llama en su casa.) A
llamar a mi padre.
Guad. Haces bien^ Mira pa tu egoísmo, no seas
burra.
Jesusa Vete.
Serafín No me voy.
Jesusa Haz lo que quieras. (Llamando.) ¡Padre!
¡ Padre !
Silvino Oye, tú, rediez.
Jesusa ¡ Padre !
Leoncio (Dentro.) ¡Voy!... ¡Allá voy!
Guad. (A Serafín.) ¡Por Dios, qué compromiso!
Silvino ¡Pronto, que sale! ¡Aquí! (Le oculta detrás
de la sábana. Guadalupe se oculta en el se-
gundo patio.)
- 27
ESCENA Xn
JESUSA, SILVINO, SERAFÍN, LEONCIO, MARCIALA
y PRIMITIVO
Leoncio (Saliendo.) ¿Qué es? ¿Qué pasa, hija?
Silvino (¡Qué le irá a decir!)
Jesiisa (Emocionada.) Pues naa... que m'hablao aquí
el señor Silvino, y quería decirle a usté las
resultas de la conversación.
Leoncio (Aiihelante.) Tú dirás, hija. Pero sosiégate,
que parece que estás...
Jesusa No es naa. Pues... que por lo que me han di-
cho y por lo que he visto... sé lo que me con-
viene, padre ; lo he pensao bien y ya he de-
termina o.
Leoncio ¿Y qué has determinao, hija mía?
Jesusa Pues que cuando venga el señor Lucio le di-
gan ustés que sí, que bueno^ que me casaré
con él.
Leoncio ¡Hija de mi alma! ¿Qué dices?... ¿Pero qué
dices?
Jesusa (Llorosa.) Sí, padre, sí; lo que usté oye.
Leoncio (Pasando.) \ Ay, Silvino de mi vida ! Pero,
¿qué le has dao a esta chica?
Silvino Yo no le he dao náa.
Leoncio ¡Déjate que te abrace! ¡Deja que te bese!
(Lo abraza y lo besa.)
Silvino Hombre, no, caray; es ella que. ha ((retmcionao
espontaniamente».
Leoncio (Volviendo a Jesusa.) ¿Pero es de veras lo
que has dicho, cielo mío?
Jesusa Sí, padre, sí.
Leoncio (Abrazándola emocionado.) ¡Marciala! (Lla-
mando a voces.) ¡Primi! ¡Marciala! ¡Salir!
Marc. (Saliendo asustada.) ¿Qué es?... ¿Qué pasa?
Leoncio Abraza a este tesoro de hija, que no te lo
mereces. (A Primitivo.) Abraza a tu her-
mana.
Marc. Pero, ¿por qué?
Leoncio ¡Que ya tenemos tablajería! ¡Que por fin
«acede»! ¡Que se casa con el señor Lucio!
Marc. ¿Pero es de veras eso, hija mía?
Jesusa Sí, madre: es de veras.
Marc. (La abraza llorando.) ¡Hija de mi vida! ¡Co-
28 -
Leoncio
filare.
Leoncio
Silvino
Primitivo
filare.
Jesusa
filiare.
Leoncio
filiare.
Silvino
Leoncio
Silvino
filiare.
Jesusa
filare.
Leoncio
razón de tu madre! ¡Por fin! ¡¡Por fin!!
(Primitivo la abraza también.)
(Por Silvino.) ¡Este hombre Tha traído al
buen camino, éste! ¡Abrázalo! ¡Bésalo! (Lm
empu-ia hacia él.)
¡Ay, Silvino! (Lo abraza.)
Tú también, hijo mío; l)ésalc. (Pasa Primi.)
¡Rechufla! (Esquivándose.) ¡Que no, Iiom-
bre!
(Queriendo abrazarle.) ¡Señor Silvino!
(Abrazando a Jesusa.) No sabes la alegría
que me das, ni el bien que te haces a ti
misma.
(Con dolor.) Sí, señora, sí; lo sé.
Que ya lo sabe Dios que lo de menos e.-; el
dinero que pueda tener e'l señor Lucio.
Lo principa] e,s quitarte de ese chuloi inde-
cente üe Serafín, de ese ladr'ón.
De ese golfo asqueroso, que no quisiá yo más
que ocharle las uñas.
(Yendo hacia la sábana.) ¡Mi madre!
Has estao ciega, hija mía, que eso es un ca-
nalla prcigonao. que el día que yo le coja, le
tiro una ventaja que lo llevan danzando pa
la Casa de Socorro; ¡por éstas!
Con permiso, yo voy a entrar la ropa, no sea
que la ensuciemos. (Coge a Serafín envuelto
en la misma sábana, tras la que se oculta^ y
lo mete en su casa, volviendo el a salir.)
De modo, hija mía, que podremos decirle al
señor Lucio...
Yo le diré lo que haga faltti, madre. (Entra en
su casa.)
¡Bendita seas!
¡Dios te bendiga!
ESCENA Xm
MARCIALA, SILVINO, LEONCIO, PRIMITIVO y por el
foro derecha al portalón, LUCIO y el CARRACA, tipos
apaletados; el primero bien vestido y alhajado; el segun-
do, más modesto. Es patizambo.
Lucio (Desde el portal.) ¡Señores!
fi^re. (Al verle.) ¡Señor Lucio!
Leoncio ¡Digo! ¡Ni avisao', pero que ni avisao!
Lucio Salú pa todos.
— 2'J
I*eoiicio
Lucio
Carraca
Lucio
Leoncio
Lucio
Leoncio
Sílvino
Lucio
Lecncio
Lucio
Carraca
Silvino
Lucio
Marc.
Lucio
Leoncio
Lucio
Marc.
Lucio
Carraca
Lucio
Carraca
Lucio
Lecncio
Lucio
Carraca
Marc.
Adelante.
Pasa, Carraca. (Sale S'Uvino y queda en su
misma puerta.)
Servidor.
¿Llegamos a buena hora, por lo visto?
A la mejor de su vida, seaior Lucio.
¿Y eso?
(Señalando a Silvino.) Bese usté a ese hom-
bre.
¡Re diez!
¿Dónde?
A elegir.
Bésale tú, Carraca.
Voy. (Hace ademán de ir.)
¡Rechufla! (Se mete en su casa y cierra.)
Pero, hablando en serio: ¿a qué es esta ale-
gría? ¿A qué viene esto? ¿Es que hay güeñas
noticias?
Too arreglao, señor Lucio, pero tóc^.
¡Cómo!... ¿Es que la Jesusa?...
La chica está por usté. ¡Le quiere a usté! Nos
lo ha dicho.
(Emocionado.) Pei^o... ¿en serio? Pero... ¿es
de veras eso?
Ahora entraremos ahí dentro y lo va usté a
oir de su mismita, boca.
(A Carraca.) Pero, ¿tú no oyes esto?
Güeno está.
¿Qué te parece, Carraca?
(Con indilerencia cínica.) Efertivo metálico.
Pues sí que tengo mucha alegría, caray, la
verdá. Quiero yo a la Jesusa; que sí, vaya.
Y mucho que la quiero, sí, señor; que uno
tiene su aquél pa vivir y se ha hecho uno
lao en su negocio, pero me faltaba a mí así
como la ilusión de una mujer; amos, ese
poco de cosa, esa miaja de naa, que es la
vida y esta chiquilla me traía a mí a mal
traer.
Pues sí, señor; la chica le quiere a usté y se
casarca con usté. Nosotros estamos locos, pe-
ro locos de alegría, señor Lucio.
(A Carraca.) ¿Oyes esto?
Efertivo metálico.
Y luego que puede usté estar satisfecho de
que es por su persona, porque a ella no la
ciega el interés.
— 30
Leoncio
Lucio
Carraca
Lucio
Carraca
Lucio
Leoncio
Lucio
Carraca
Lucio
Leoncio
Lucio
Maro.
Leoncio
Lucio
Marc.
Leoncio
Marc.
Lucio
Leoncio
Ni a nosotros.
Pues náa, a celebrar la cosa, que lo vale.
Oye, Carraca.
Manda.
Hoy es día grande para mí. '«-^
Güeno está.
Arrea y tráete ciiatr<o docenas do farolitos-
verbeneros pa ador-nar el patio.
No hace falta, que los tengo yo en casa.
Entonces, arquílate un manubrio, cómprate
cinco kilos de pastas ((varías», seis docenas-
de pasteles y encarga un pellejo de vino d'en
((ca» Cipriano. Le dices que lo mande del blan-
co ajerezao, que es el que me gusta.
(Tendiendo la mano.) Efertivo metálico.
(Sacando un billete de su cartera.) Ahí van
diez duros.
(Mirando con codicia la cartera.) ¡Vaya una
de «papiros»! ¡Qué tío más simpático!
(Lucio entrega el billete a Carraca, el ciml
saca una cartera algo estropeada, atada con
muchas vueltas de cinta, que desenvuelve;
guarda el billete en ella y vuelve a atarla,
guardándosela luego.)
(A M árdala.) Y usté convida a los vecinos y
a sus amistades, que tengo yo gusto en ello.
A más, que sé 3^0 que algunos bocones de
este patio s'han dejao decir de que si viejo,
de que si paleto, y quiero que vean que pa
toos nacen las rositas frescas en estos (¡ma-
driles». Y va a ser la «garata» en meta, del
patio.
Y diga usté que sí, que se van a enterar
hasta los cortos de vista.
(Cogiendo un dedo a Lucio. A Marciala. ) Oye :
fíjate en este sortijón.
(Indiferente.) Naa.
¡Qué hennosura!
¡Menuda juerga armamos! (Abrazándole.)
¡Pero qué simpatía la de este hombre!...
¡Qué templao!
Y 'ahora pa dentro, que va usté a oir a la
chica.
Amos allá, que eso es lo principal.
(Abrazando a Lucio y entrando en casa se-
guido de Marciala y Primitivo.) ¡Tenemos
una alegría, señor Lucio! ¡Qué alegría tene-
mos! (Mutis.)
31
Carraca (Después de dirigirles una mirada desprecia-
tiva ) Efertivo metájico. (Vase precipitada-
mente foro derecha.)
ESCENA XIV
GUADALUPE, del segundo patio. SERAFÍN y SILVINO,
de casa de éste.
Serafín
Silvino
Serafín
Guad.
Serafín
Silvino
SerafíQ
Guad.
Serafín
Guad.
Serafín
Silvino
Serafín
(Sale desesperado.) ¡Maldita sea! (Ante la
puerta de Jesiisa.) Yo te juro, por éstas, que
me las pagas. (Medio mutis foro.)
(Deteniéndole.) Pero, ¿dónde vas, locoi?
¡Hacerme de menos a mi con un viejo! ¿De
dónde?
¿Y a ti qué te importa?
Que me imiporte u que no me impor-te, se
iban a reir de mí hasta las piedras. Y eso no;
que se la quite de la cabeza.
Pero si tú la haces cada «perra»...
Yo la quiero.
¡Mentira!
A mi manera, pero la quiero. Y no se casa
con ese tío; es custión de amor propio. Esa
es pa mí.
Limpíate.
Lo veremos. Y la juerga de esta noche se la
estropea un servidoir.
Te guardarás muy mucho.
Si no vengo ahora mismo con dos amigos y
armo un broncazo', me pisa usté el corazón.
Jurao. (Vase precipitadamente foro derecha.)
ESCENA XV
SILVINO y GUADALUPE. Luego DOROTEA. Al final,
PRIMITIVO, cada uno de su casa.
Guad. ¡Y sei^á capaz! ¡Y too por puntillo! Cuando
la tenía pa él solo, ni verla; y ahora que se
la disputan, se engalla. ¡Amos, pero está
usté viendo qué asco de hombres!
Süvino Guadalupe, que todos...
Guad. Un asco, sí, señor.
Silvino Señora, compra usté una carga de pimien-
tos y unos pican y otros no pican.
32 -
Guad. Pei-o es que en custión de hombres, el que
no pica escueca
Silvino También los hay dulces y pa comer cíoidos.
Sei'vidor, sin ir más lejos, si usté me quisiá
honrar con un bocao, vería uj&té que soy
como comerse un coco... (yenici de').
Guad. Usté es peor que todos.
Silvino ¿Yo?
Guad. A ese le ha dao por las mujeres y a usté
por e:l vino: ¿qué más da?
Silvino ¿Yo vinoi? Amos, ¿quié usté jugarse esa pa-
tilla anzuelina contra un puit). do a quince
escogido a que si usté me quiere no K^uelvo
a oler el ((arcob) en lo que me resta de per^
manencia mundial?
Guad. ¿A que sí?
Silvino ¿A que no?
Guad. Un trato.
Silvino Venga.
Guad. El último farol de su carrera de usté está
frente por frente del oi)rador donde yo
plancho.
Silvino Clavao.
Guad. Bueno, pues si quié usté que volvamos jun-
tos esta noche., como yo sé que cuando está'
usté a mediO'S pelos no pué pr'onunciar las
eriles, pa que yo vea que está usté limpio y
salga, tié usté que arrimarse a la puerta y
decirme de corrido esta copla:
((La institutriz mistres Tros
trepr') dando tres traspiés
al tranvía treinta y dos
eu lugar del treinta y tres.»
Silvino ¡Rediez! ¡Oiga usté, que eso no lo dice bien;
ni im gramófono!
Guad. Pues si no, no salgo.
Silvino I-^ istitutriz tris, tros, trus... Bueno; eso es
pedirme que desenrede una madeja con la
lengua.
Guad. Si prefiere usté me silba un cuplé, que tam-
bién sé qne bebido no pué usté silbar.
Silvino ¡Maldita sea! ¡Pero qué mala intención!
Guad. Usté verá, si no» no hay riosquillas.. Hasta
Inego', farolero. (Inicia el mutis a la calle.)
Silvino ( Siguiéndola hasta la fuente.) Dos farolitos
me faltan a mí por encender en esta barriada.
Guad. ¿Ciiálos?
— 33
Los farolitos negros de esa cara rechulona.
¿D© veras?
El día. que yo los vea encendidos, pero en-
cendidos por mí, es el día que yo voy a can-
tar, (Cantando.)
((Soy el farolero
de la Puer-ta el Sol,
cojo la escalera
y enciendo el farol.))
Vaya usté de ahí, so golfo. (Vase riendo foro
derecha.)
(Queda al lado del portalón y de espaldas a
su casa cantando con alegría.)
((Dos y dos, son cuatro;
cuatro y dos, son seis...»
(Que un momento antes ha salido de su casa
con dos o tres platos y un paño, al ver la es-
cena se pone furiosa, y dejando lo que saca
en el suelo, agarra a su padre por la blusa y
canta en el mismo tono.)
((Y con esa chula
no se casa usté.))
(Mete en la casa a Silvino a empellones^
echando luego la llave por fuera.)
(Protestando.) ¡Pero, Doro!... ¡Pero, chica!...
¡Oye! ¡Pero escucha!...
Adentro. Alií encerrao. ¡Maldita sea! ¡Que
no le puedo dejar solo ni un momento,
hombre! ¡Y emperrao con esa mujer! Y que
no sii'ven consejos ni sirve na., que a mí me
mata este padre. ¡Sacrificar-me por él y que
me lo pague de esta forma! ¿No es pa esga-
rrarse a llorar lo que a mi me pasa, hombre?
¡Granuja, golfo! (Llorando se pone a fregar
Jos- platos en la fuente.)
(Saliendo.) Pero, ¿qué l'ocurre a usté, Doroi?
¿Qué quió usté que m'ocurra., hombre? ¿Este
padre que m'ha salíO' un golfo; que no sirve
la educación que le doy, ni los ejemplos que
está viendo en una, ni sirve na.
(Yendo a su lado y sentándose como cUoa en
el suelo mientras friega y seca los platos.)
¡Sí que la. está a usté dando una vidita!...
¡Qué sabe nadie lo que yo paso! ¡Si como
eso no lo hay! Los sábados para cogerle una
ÓA —
Primitivo
Dorotea
Primitivo
Dorotea
Primitivo
Dorotea
Primitivo
Dorotea
Primitivo
Dorotea
Primitivo
Dorotea
Primitivo
Dorotea
Primitivo
Dorotea
peseta le tengo que poner una tram^pa en el
balsillo. Luego me agarra ca violinav, que yo
ya no s-é qué hacer pa que nO' beba. Ayer,
sin ir más lejos, pa ver si le asustaba, le
pinté en la botella del aguardiente una cala-
vera con dos huesos y puse encima : Ve-
neno.
¿Y qué hizo?
Pues que puso él debajo R. I. P. y se lo be-
bió de un trago.
¡ Qué me va usté a decir, si anoche me lo en-
contré yo en la calle de los Tres Peces con
una merluza tremenda!
Entonces <(Cuatro peces».
Yo, al verlo que se tambaliaba de un lao a
otro, fui y le dije: ¿Qué le pasa a usté, se-
ñor Silvino? — Y me dijo: Que no sé qué
acera me gusta más y titubeo; no t'alarmes.
¡Un horror, hijo! (Terminada su faena, avan-
zan al proscenio.) Pues en otra clase de cus-
tiones no digamos. La semana pasa, si no
saeo la cara por él, le rompe las narices el
señor Pepe el frutero.
¿Pues qué pasó?
No lo sé de seguro, pero cuando yo allegué,
el señor Pepe estaba hecho una fiera y gri-
tando : Eso de gordas y dulces no se lo vuel-
ve usté a decir a mi señora. — Y decía mi pa-
dre : Pues que no venda naranjas. — Amos,
no tié usté idea del broncazo. Le tuve que
acompañar dos noches a encender los faro-
les pa que no me le pegasen.
¿Y por qué no lo mete usté en un corre-
cional?
Pero, ¿usté cree que habrá correcionales pa
padres?
Yo me enteraré, pero debía de haberlos. Y,
últimamente, Doro; el día que usté se canse
de sufrir me manda usté un recao.
¿Pa qué?
Pa poner a la disposición de usté too lo que
poseo.
Pero, ¿usté qué es?
Pajarero; por hoy no digo más. (Mutis a su
casa.)
Es simpático este chico. ¡Pero es tan flaco!
Porque, ¿qué hago yo con un cuarto kilo ba-
calao pa toa la vida? (Entra en su casa.)
- 35
ESCENA XVI
JESUSA y el SEÑOR LUCIO
.Sale Jesusa con un cántaro y lo coloca en la ¡uente. De-
trás aparece el señor Lucio, que queda parado a pocos
pasos de la puerta.
Lucio Mira, Jesusa; he salió detrás de ti, porque
mientras llenas el cántaro quiero yo mayor-
mente que hablemos a solas.
Jesusa (Acercándose.) Usté dirá, señor Lucio.
Lucio Que tú me gustas, lo sabes ya de tiempo
atjrás. Yo me venía caUaíido, porque veía
mayormente que el corazón no te tiraba pa
mí, la verdá ; pero m'arregosté a lo que
m'arregosté, porque... amos... -porque veía
que no tenías güen pago, y hoy me dicen tus
padres que acedes a casarte conmigo y tú
no lo niegas. ¿Quiés decirme qué mudanza
ha sío ésta?
Jesusa ¡Qué sé yo! Que las mujeres vemos las cosas
y canibiamos. A más de que yo siempre le
he apreciao a usté, señor Lucio.
Lucio Güeno, Jesusa ; pero pa lo de hoy no basta
el aprecio; son tratos mu serios. Yo quió ca-
sarme cO'Utigo y hay que poner las cosas a
su yerdá, que yo vengo con un sentir honra o
y pamplinas ni redículos no quiero.
Jesusa Ni una servidora.
Lucio Y máxime — y fíjate en esto^— que me se hi-
ciese a mí de menos con un chulito de estos
de Madrid ; que eso no estaría ni medio bien
pa un hombre de mi carácter.
Jesusa Ni yo tampoco le había a usté de poner en
una co'sa semejante; que honrada, vamos,
está feo que una lo diga, pero yo con la pa-
labra que le dé a un hombre, cuando se la
dé, con esa me muero.
Lucio Basta. Pos a eso te digo yo, Jesusa, que si
sigues' en las mismas como m'han dicho tus
padres, el mundo va a ser poco pa nosotros
y tendrás lo que quieras.
Jesusa Sé que usté es bueno.
Lucio Y ande otra mujer haga raya de lujo y fan-
tesía, tú más alto, porque lo tengo yo pa ti.
36
Y no te digo el querer loco de un joven, por-
que eso ya no pué ser, pero el corazón y el
apoyo de un hombre de bien, eso lo tendrás
conmigo hasta ande vivamos en este mundo.
Jesusa Gracias, señor Lucio.
Lucio Giacias las de tu persona. ¿Estás contenta?
Jesusa Sí, señor.
Lucio Pues... dame esa rosita que llevas ahí..
Jesusa ¿Esta?... Esta no, deje usté; ya le daré otra
" mejor que tengo en un vaso.
Lucio Como quieras, reina. (Vase satis¡eclio a la
casa.)
ESCENA XVII
JESUSA
(Música en la orquesta. Se escucha el motiva
del scliotis i^Seralin el Pinturero)), pianísimo^
para que no interrumpa el diálogo.) ¡No!...
¡Esta rosa no! Esta es comp mi querer; está
Uena de espinas, que se clavan, pero no se
quié ir de junto a mi pecho. ¡Qué voy a ha-
cer, Dios míO', qué voy a hacer! Porque Se-
rafín no me quiere, ya lo he visto; ¿pero qué
culpa tiene este hombre pa que yo le engañe?
No, yo no hago eso; no sería honrao. ¿Ten-
go penas? Pues me muero con ellas, pero no
engaño a nadie. ¿Tengo un mal querer me-
tió en el corazón? Pues a sufrirlo hasta que
me muera. Na más. Eso es lo que manda
Dios. Después de to es por mi gusto. Sí, yo
me voy de mi casa; me voy pa siempre. Yo
no entro más ahí. Me marcho' a correr mi
suerte. Voy a buscar a la Guadalupe. Ya ve-
remos qué es de mí. (Mutis foro derecha. Aca-
ba la orquesta.)
ESCENA XVIII
DOIWTEA y SILVINO dentro de la casa. Va anochecien-
do lentamente.
Dorotea (Sale de su casa con una botella y un capaci-
to pequeño. Cierra con llave al salir, dejando
la llave puesta.) Ahí quietecilo hasta que yo
vuelva, que voy por aceite.
17
Silvino
Dorotea
Silvino
Dorotea
Silvino
(Asomándose a la ventana, que tiene reía.)
Pero oye, rica; ábreme, por lo que más quie-
ras, que es la hora de encender.
No; que si le dejo a usté me se va con la
primera que pase.
Pero, mujer, no comprendes...
Eso es lo que trae ser un padre calaverota.
¡Miá que un hombre tan íeo y no poderlo
dejar suelto! (Vase {oro izquierda.)
¡Amos, Doro, abre! ¡Pero, Doro, no te va-
yas. (Gritando.) ¡Doroooo! Sí, sí. ¡Maldita
sea! (Se retira.)
ESCENA XIX
LEONCIO, PRIMITIVO, CARRACA, MARCIALA
y LUCIO
I^eoncio (Sale de su casa con una ristra de farolitos
de colores. Primitivo le sigue con una escale-
ra de mano.) Bueno, hijo, ayúdame a poner
los faroles.
Primitivo Los pondremos igualito que la noche de la
verbena, ¿quié usté?
Leoncio Mejor será. Arrímate la escalera que aquí
está el clavo. (Se sube y coloca dos hileras
que, vartiendo del esquinazo de la'fuente, una
va a parar a casa de Silvino y otra a su casa.
Los faroles apagados.)
Carraca (Entra foro derecha con dos paquetes enor-
mes. Le siguen un chico con una bota de vino
de regular tamaño y otros dos con un piano
de manubrio que colocan en segundo térmi-
no derecha.) Ya ha Uegao el ordinario.
X»eoncio Alante con too, Carraca.
Carraca Traigo '^musiquería, dulcei^'a, vinatiería)) y
demás.
Leoncio Muy bien. Llama que salgan, Primi.
Primitivo (Acercándose a su casa.) ¡Madre!... ¡Señor
Lucio! Que ya está aquí todo.
Carraca (A Leoncio.) ¿Quiés un mostachón, pajarero?
Leoncio Gracias, hombre.
Marc. (Saliendo con una mesa estrecha y larga; a
su marido, por el señor Lucio.) ^Miá quién
me ayuda a sacar la mesa !
Lucio Y con mil amores.
Leoncio ¡Hombre, haberme avisao y hubiera ido yo!
— 38 —
Lucio Qué más da. (Colocan la mesa entre primero-
y segundo término derecha, paralela al late-
ral, y van poniendo en ella pastas, pasteleSr
vasos y algunos platos y cuchillos.)
Primitivo ¿Le doy dos vueltas al manubrio pa que va-
yan saliendo los vecinos?
Lucio Duro, que es tarde.
(Primitivo empieza a tocar.)
Marc. (Mientras acaba de arreglar la mesa.) Y a
too esto-, ¿dónde está la Jesusa?
Lucio Aquí la dejé yo llenando.
Leoncio (Por la fuente.) Y ahí tié el cántaro entavía.
Marc. S'habrá ido al otro patio a avisar a la En-
carna y a la Estefana, qué son sus amigotcis.
Leoncio De seguro'. Llámala.
BAarc. (Yéndose por fondo izquierda al otro patio.)
¡Jesusa! (Gritando.) ¡Jesusa!
ESCENA XX
DICHOS, 'ANTOLIN, NICOMEDES, BAUTISTA, SEÑA
BLASA, VECINAS 1% 2.% 3.^ y >f.%- VECINOS 1.^ y 2.V
VECINOS y VECINAS (Coro general). Van saliendo de
sus casas y el resto por distintos sitios, incluso de la
calle. Luego, SILVINO. Al final, MARCIALA.
Bautista
Antolín
Nicom.
Leoncio
Vec. 1.*
Lucio
Antolín
Bautista
Leoncio
Nicom.
Leoncio
Antolín
Lucio
Vec. 2.*
Lucio
¿Qué pasa aquí?
¿Hay ((abretura» de algo?
¿Pero ahora salimos con una garata?
Y naa más ; las cosas cambean, Nicomedes..
Pero, ¿a qué viene esto?
Pues viene, sencillamente, porque tengo el
gusto de osequiar a los vecinos con una pas-
tita y un trago y decirles, pa su sastifación,
que el mes que viene habrá boda y también
se convidará, más en grande.
¿Boda?
¡ Arrea !
De mi Jesusa con aquí; naa más.
¡Atiza! ¿De modo que por fin?...
¡Por fin! Tomar lo que queráis.
Hombre, pues que sea enhoragüena, señor
Lucio.
Gracias, Antolín.
¡Amos, que se lleva usté la mejor mocita de
too el barrio!
Sé lo que me llevo, y pa que toos lo sepan
39
Vec. 1.»
Bautista
Silvino
Antolín
Silvino
Vec. l.«
Vec. 3.^
Antolin
Vec. 1.°
Antolin
es este guateque ; conque comer y beber, que
si se acaba, hay pa más.
¡Viva el rumbo!
Sí que vale un trago la cosa.
(Beben. Cesa el piano.)
(Asomándose.) ¿Hay vino?
Sí.
Hombre, hacer el favor de aJji-irme, que ten-
go sed. (Risas, le abren y corriendo va hacia
la mesa y bebe.)
Tú, Primi: tócate un ((fos-Uote)). ¿Queréis
que lo bailemos, ((ninchas))?
Hale ya.
Amos a bailarlo a lo pollo líquido.
Organizarse en parejas.
Gira el manubrio, Primi.
(Se forman parejas y bailan.)
Música.
Los que bailan
El baile del «fox-trote»,
es así, como una danza
que a nuestro ((chótis» clásico
le «tié» gran semejanza.
Todos Pues duro y al ((fox-trote)),
((trote-trote», bien ((marcao»».
Los que bailan
Y dispensar si es que nos sale
un poquitín achulaO'.
(Bailan hasta el final)
Todos Se ve que sudan betún.
Mejor están en ((Verdún».
Parecen monos
del pim-pam-pum,.
¡Ay, qué dulce balanceo
le van dando al bailoteo!
Pon más cuidao,
que eso va muy pegao.
, Miau !
¡Bien va!
I Ya está!
Los que bailan
El movimiento rotativo
es mucho más festivo
Todos
— 40
y más «salao».
Ya rha ((dao»!
Ellas
EUos
Todos
Todos
Vec. !.•
Leoncio
Marc.
Leoncio
Lucio
Bdarc.
Leoncio
Marc.
Bailáis el ((fox-trote»
mejor que ((Merlín».
Le dais una salsa ,
que no tiene fin.
<(Sus» veo en el ((Palas»
haciendo furor,
porque lo «bailáis»,
y lo ((perfiláis»,
y ((Cuasi bordáis»
((mu chismo» mejor.
Hablado
¡Muy bien, muy bien!
Y a too esto, ¿ande está la agraciada?
Habrá ido a avisar a alguna amiga.
(Que vuelve a salir.) ¡Ay, Leoncio!
¿Qué pasa?
¿Qué O'curre?
Ese demonio de chica, que no la encuentro
viva ni muerta.
Llámala, mujer.
¡Pero si me estoy esgarrando y no contes-
ta! (Volviendo a llamar.) ¡Jesusa! ¡Jesusa!
Dorotea
Leoncio
Marc.
Dorotea
Lucio
Marc.
ESCENA ULTIMA
DICHOS ij DOROTEA, de la calle.
Música
(Entra jadeante, acongoiadal con una cesta,
un capazo de carbón y una botella.)
¡Señor Leoncio!
¡Seña Marciala!
¡Yo vengo muerta!
¡Yo estoy muy mala!
Pero, ¿qué ocurre?
¿Qué t'ha pasao?
Pues la Jesusa
que s'ha escapao.
PerO', ¿qué dices?
¡Tú lo has soñao!
-- 41
Doirotea
¡Ay, no, señora,
que s'ha escapao!
Todos
(Rodeándola.)
¿Que s'ha escapao?
Dorotea
• Que s'ha escapao.
Lucio
Pero, habla, explícate,
cuenta, mujer.
Leoncio
Dínoslo todo.
si es que pué ser.
Dorotea
Me iba. yo casa
con la. seña Blasa
a comprar la cena
pa la Nicolasa,
cuando voy y siento
tirar de mi blusa;
me vuelvo al momento
y era. la Jesusa.
¿Qué tienes?— la digo
al verla llorando.—
Me dice temblando:
((Sigúeme.)) La sigo.
y aJ rato de ir juntas,
ella muy callada.
y yo, mareada
de hacerla preguntas,
entra en el estanco
del señor Antero,
pide papel blanco,
y pluma y tintero.,
escribe, me entrega
dO'blao este papel.
• y luego me ruega
que venga com él. (Mostrándolo.)
Leoncio
Venga. (Se lo quita a Dorotea.)
Lucio
(Ídem a Leoncio.) Traiga.
Marc.
(ídem a Lucio.) Déme.
Lucio
(ídem a Marcela.)
A ver.
Leoncio
(ídem a Lucio.) ¡Que yo vea!...
Marc.
¿Qué dirá esta hija?
Leoncio
Deja que lo lea.
(Leyendo.)
«Queridos padres : perdón espero
por el disgusto que voy a darles.
Al señor Lucio, yo no le quiero;
— 42 —
no tengo cara para engañarles.
Me voy de casa, desesperada.
Sé que mi falta no tiene excusa.
Corro mi suerte tan desgraciada.
Perdón pa su hija, que lo es, Jesusa.
Blarc.
Ha sío el canalla
del ((Pinturero».
Leoncio
Venga una estaca.
Lucio
Venga una faca.
Carraca
Te han hecho burla.
Maro.
¡Chulo faldero!
Lucio
Con su piel me hago
yo una petaca.
Silvino
¡Calma, señores!
Leoncio
¡Ay, farolero! (Le abraza.)
Sigue la música en la orquesta
Lucio
Carraca
Marc.
Leoncio
Lucio
Carraca
Silvino
Primitivo
Silvino
¡ Maldita sea ! ¡ No ; esto no lo aguanta el hi-
jo de mi madre!
¡Lucio, que t'han hollao el pundonor!
¡Esa perra!... ¡Esa mala hija!
Tráeme la estaca y vamos a buscarla, que
la quito el brillo; por éstas.
(Entra Marciala en su casa y Silvino en la
suya, volviendo a salir con el palo de encen-
der faroles encendido. Sistema moderno.)
¡Maldita sea! Y yo mato a uno. (Cogiendo la
estaca.) Y fuera farolitos y fuera too, que no
soy yo baraja pa que se juegue con mi per-
sona.
Y que han querío hacer contigo las diez de
últimas.
(A palos y patadas lo echan todo a rodar. Do-
rotea y Primitivo recogen ávidamente paste-
les y pastas del suelo y se, los comen con vo-
racidad. Los Vecinos de ambos sexos van re-
tirándose, formando grupos en el fondo^ ate-
morizados.)
(Aprieta la pera de la vara de encender y le
salen llamaradas por el farolillo.) ¡Por Dios,
no se pongan ustés así!
(Sin parar de coger pasteles y comérselos.)
¡Ay, qué disgustos, madre mía!
¡ Calmarse !
(Todos gritan.)
43 —
Dorotea (Tirando a su padre de la blusa.) ¡Padre,
por Dios ; usté no se meta en na, que le sa-
len llamaradas.
Silvino Déjame, que es que me he puesto nervioso
y me s'iiiflama la gasolina.
Marc. (Saliendo con un mantón de crespón y entre-
gando a Leoncio gorra y cayada.) ¡Vamos a
buscar a esa ladrona! ¡Vamos, que me la
como-!
Leoncio ¡Ay, como yo encuentre a ese chulo!... ¡Lo
torpedeo! (Vanse foro.)
Lucio Señores : he sío burlao, pero con sangre me
las pagan: ¡por éstas! Amos, Carraca.
Carraca La primerita vez que ha fallao el efertivo.
(Vanse foro.)
Primitivo ¡Ay, qué disgusto. Doro! (Come.)
Dorotea Deje usté ; no llore.
Primitivo (Con la boca llena.) ¡Si es que no puedo más,
no puedo más!
Dorotea Ya me lo figuro. ¡Hasta en la barbilla tié
usté chantilly! ¡Ay, padre; quién iba a de-
cir que una chica como la. Jesusa!... (Busca
entre los pasteles.)
Silvino (Al lado de la mesa, bebiendo un vaso de
vino.) ¡Qué quieres, hija!
Dorotea Uno de ((clema)).
Silvino Si digo, que qué vamos a hacer; el mundo
es así. (Bebe.)
Nicom. ¡Y usté, siempre mirando pa arriba!
Silvino ¡Pa lo que hay que ver aquí abajo!... (Vuel-
ve a beber. Fuerte en la orquesta. Telón rd-
pído.)
FIN DEL ACTO PRLMERO
.A-oto segTjLncio
CUADRO PRIMERO
Calle de los barrios bajos, con árboles, algo así como
el paseo de las Acacias. En el centro de la escena un la-
rol corpóreo que ha de encenderse, y a su derecha un
banco de paseo con asiento a ambos lados practicables.
En la izquierda, haciendo un poco de rinconada, una casa
que ocupa dos términos, en cuya planta baja se verá un
obrador de plancha. En segundo término puerta vidriera
practicable, cerrada. En primero, ventana. Dentro luz.
Está anocheciendo. Es la hora de encender los faroles.
ESCENA PRIMERA
Al levantarse el telón, las Planchadoras, dentro del obra-
dor, cantan y trabajan. JESUSA viene por la primera de-
recha. Llega a la puerta del taller y se detiene indecisa y
nerviosa. Luego, GUADALUPE.
Jesusa ¡Ay, Virgen!... ¡Tengo una angustia que
m'al^ogo! Como ya se va haciendo noclie me
da miedo de ir rodando soJa de calle en ca-
lle, sin saber ande meterme. Y luego, en mí
casa, ya habrán notao mi falta y me anda-
rán buscando. ¡No quiero pensar en la pali-
za si me encuentran! ¡Yo voy a llamar a la
Guadalupe y a decirla lo que he hecho!
(Abre la puerta del obrador.) Guadalupe : sal
un moanento.
Guad. (Dentro.) ¡Chica, tú!... Pasa, mujer.
Jesusa No; sal, haz el favbr.
Guad. (Saliendo.) ¿Tú otra vez?
Jesusa Que me he ido de mi casa sin decir náa.
— 46
Guad. ¿Pero cómo?
Jesusa Que me he escapao, vaya.
Guad. iVirgen!
Jesusa Lo que oyes.
Guad. ¡Pero hija! Pero por Dios, pero ¿qué has he-
cho?
Jesusa ¡Qué sé yo!
Guad. Tú estás mochales, niña.
Jesusa Yo no sé lo que estoy, Guadalupe^ pero yo
quiero a Serafín. Ni que se porte como se
porte:, le qu'ier-o;^ no la puedo remediar. Y
como ciega por lo de -la seña Patro he dicho
a mis padres que sí en lo del señor Lucio,
luego, cuando me he visto' ce;rca de ese hom-
bre y me ha hablao, me ha dao' vergüenza
de mí misma... y... amos, que no^; que no
tengo yo palabras pa engañáis, ni mala san-
gre pa meter a nadie en mis locuras.. ¡Y figú-
rate la paliza si entro en mi casa y me des-
digo! Y asustada, me he quitao de enmedio.
Eso ha sido.
Guad. ¿Y qué vas a hacer, criatura?
Jesusa Dile a tu maestrea si me quié tener hasta que
yo vea...
Guad. Mujer, es que hay que mirar...
Jesusa ¡Yo soy mayor de edad!
Guad. Bueno; se lo diremos. ¿Y no has ido a bus-
car a Serafín?
Jesusa He pasao por el Bar y estaba, allí con otros
amigois y dos o tres mujeres de mala pinta.
Guad. ¡Qué golfo de hombre!
Jesusa ¡Y no he querío decirle náa!
Guad. Pueis hay que avisarle.
Jesusa Déjalo; ¿pa qué?
Guad, ¿Cómo que pa qué? ¡Amos, mujer; paeces
prima! ¿Te vas de con tus padres por* causa
suya y dices que pa qué? Pues pa que sepa
lo que has hecho y que vea él lo que hace.
A mí me ha dicho que te quieire a su mane-
ra. ¡Pues a ver qué manera es esa!
Jesusa (Llorando.) Chica, yo siento...
Guad. Bueno, bueno; déjate de llorar ahora.
Jesusa Perdona, Guadalupe.
Guad. No te apures, tonta; ya abrirá Dios puertas
de claridá. Y hala pa dentro. Yo me pongo
el mantón y yoy a buscar a Serafín. (Miran-
do hacia la derecha.) Y si no... calla... por
allí viene encendiendo el señor Silvino ; co-
- 4? —
mo éste es el último farol, le mandaremos a
él...
Jestisa Como quieras.
Guad. (Fijándose.) Digo, ¡le mandaremos a él! Le
mandaremos si pué ir, porque viene de una
forma, que me parece que trae una merluza
fresquita; recién cogida. ¡Maldita sea! ¡Y
decía que no lo iba a catar! ¡Qué tíos de
hombres! Hija, te digo... En fin, pasa. (En-
tra Jesusa.) ¡Hay que ver los «tra^pieses» !
(Entra y cierra.)
ESCENA n
SEÑOR SILVINO. Después un CHICO. Al final un CURA
Süvino (Por la primera derecha, con la vara encen-
dida. Trata inútilmente de disimular una bo-
rrachera miiij decentita.) «La estristrustriz
mis tras truz»... ¡Ay, que no lo digo! «La
trus, trus, troz»... ¡Me se hacen hebras!
¡Maldita sea! Y too ha sío la última copa de
Chinchón que m'han dao en esa taberna que
se titula ((El chaflán». ;(La tros, tros, tris,.
tris, trus, traz))... ¡Ay, que no me sale!
¡Bueno, es que soy muy desgraciao! Tengo
una carrerita de pronóstico. No hay farol
que no caiga delante de una taberna ; y ¡ cla-
ro!, simpatías que tié uno, afición que no fal-
ta, ((mananimidaz)) y (donganizanimidaz» en
los dueños, pues chico aquí, chico allí, chico
en el otro lao, cuando UegO' a estas alturas
vengo de chicos, que traigo el estómago que
es una escuela de párvulos y no sé ni lo que
me enciendOL ¡Me se tuerce hasta la vara!
Pero este farolito es mi pesadilla. Encender
este farolito me cuesta a mí más trabajo que
juntar dos duros. Si le atinara de primeras
por un casual... Voy a ver. (Apunta.) A una,
a dos, a tres. (Va a encenderlo vara en ris-
tre y se desvia.) ¡Me ha fallao por un pelo!
¡Pero por un pelo de esos del anuncio del
((Petrólio Gal». A ver desde aquí. ¡Duro!
(Tampoco atina.) ¡Qué lástima! ¡Lo he pa-
sao rozando! Nada, que no atino. Estos últi-
mos farolitos los debía, yo encender con fal-
silla. ¡Qué haría yo. Dios mío! Calla, ya sé;
— 4S —
me apaicinco al farol, sujeto la vara y la su-
bo poquito a poquito. (Va haciendo todo lo
que dice.) ¡Ay, que sí!... ¡Anda, que es tu-
yo, Sil vino! ¡Arriba! ¡Arza! (Al ¡in lo en-
ciende.) ¡Ole! (Adoptando artística postura.)
Encendido por puntería particular. ¡Ele! (Se
sienta en el banco, se limpia el sudor y apa-
ga el ¡arolillo de la vara.) ¡Pero me ha eos-
tao lo niío, rediez ! ¡ Bueno, esto es una mala
vergüenza, vaya! Yo no vuelvo a beber en
toa mi vida. Aquí tengo un cascO'. (Se levan-
ta la blusa y saca una botella de un bolsillo.)
Lo voy a tirar, hale; no quiero más cascos
que los míos. (Lo va a tirar y se detiene.)
¡Aguarda, Silvino, que esto suena! (Zaran-
dea la botella.) ¡Aquí queda una meaja! (La
mfra al trasluz.) Dos dedos cúbicos. Bueno,
yo no tiro esto, no vaya a ensuciar la calle
y me pongan multa. Haré el último sacrifi-
cio. (Bebe y se relame.) ¡PerO' qué raro es
esto de la bebida, hombre! Cuidao que pa
que no me se note que bebo*, he hecho co-
sas con el vino. ¡Pues coono si no! En fin,
ha habido una temporada que pa que no me
notasen que estaba alegre, de que bebía em-
pezaba a sollozar. BuenO', pues en cuanto
me encontrciba a un amigo y me echaba en
sus brazos llorando, me decía : t(Tú te has
alegrao»,— y no había forma. A más, tengo
la desgracia de que a mí, cada vino, me da
por una cosa. Bebo tintillo de «Rjeda», y too
me da vueltas ; pruebo «Jerez Misa», y a la
segunda copa ya me estoy persignando; cato
«Tres Palos Cortaos», y me lío a estacazos
con mi sombra. En fin, un día me dieron una
copa de ((Champagne» de la (tViuda», y quise
ir a darla el pésame, conque no digo más.
Bueno, y lo del farolito lo he salvao, pero
¿cómo quedo yo con la Guadalupe, que es el
bello ideal de mi esistencia? Porque, que yo
no digo lo de la «estritrutiz», eso ((descon-
trao». No me queda más recurso que silbar.
(Se levanta^ prueba y no puede.) ¡Ay, que
no! (Vuelve.) ¡Ay, que tampoco puedo! Si
pasase alguno que supiese silbar, silbaba y
me salvaba. (Mirando segundo derecha.)
¡Calle, un chico; voy a ver! (Llama.) Oye,
galán ; haz el favor.
— 43
Chico
Silvino
Chico
Silvino
Chico
Silvino
Chico
Silvino
Chico
Silvino
Cuira
Silvino
Gura
Silvino
Cura
Silvino
Cura
Silvino
Cura
Silvino
Gura
Silvino
(Acercándose.) ¿Qué quiere usté?
¿Tú sabes silbar, rico?
Yo, no, señora.
¿No sabes silbar pa dentro?
No, señor.
¿Ni pa fuera?
No, señor.
¡Qué raro! ¿Pues tú que eres?
Soy de la «clá» de Barbieri.
Hombre, haberlo dicho. Clarn, un chico de
la clá, ¿cómo va a saber silbar? Pues te hu-
biese dao treinta céntimos, no creas. (El Chi-
co, después de mchayarlen, hace mutis por
la izquierda.) Aguarda, Silvino; por aUí vie-
ne... No, pero es un sacerdote, ¿y cómo le
digo yo a un «cleguiro»?... Ahora que paece
muy güeña persona, y como no pasa nadie,
quizás que el hombre... (Sale un Cura por
primera derecha.) Padre : usté disimule.
(Deteniéndose.) Diga, Irüjo.
(Le besa la mano y después con la manga de
la blusa se la limpia.) Yo deseaba una coF^a,
pero no me atrevo porque...
Diga, hijo mío; diga lo que quiera.
(Afligido.) Estoy en un apuro muy grande,
padre.
¿Qué le pasa?
Usté, por un casual de esos raros de la vida,
¿sabka silbar, padre?
(Mirándole con gran extrañeza.) ¿Silbar yo.
¿Dice usted que silbar?
Sí, padre; silbar.
Silbar, no; pero tome usted, hijo mío, tome
usted. fLe da una moneda.)
(Mirándola.) ¡Diez céntimos! ¿Pa un pito?
Para amoníaco. Muy buenas. (Saluda y ha-
ce mutis por la izquierda.)
¡M'ha cepillao!
Guad.
Silvino
ESCENA m
SILVINO y GUADALUPE
(Saliendo y quedando en la misma puerta.)
¡Muy bonito!
(¡Arrea!) (Muy depnsa.) «La tristris, tris-
tris, tristros... al tranvía treinta y dos»...
— 50
Guad.
Silvino
Guad.
Silvino
Guad.
Silvino
Guad.
Silvino
Guad.
Silvino
Guad.
Silvino
Guad.
Silvino
Guad.
Silvino
Guad.
Silvino
Guad.
Silvino
Guad.
Silvino
Guad.
Silvino
Guad.
Silvino
No se moleste ustó, que se le ven las agallas.
¿A quién?
A liL «merluza».
¡Puos antes me ha salido como una seda!
Los he visto golfos, perb como usté...
Por Dios, Guadalupita, no so enfade usté.
Pos qué quiere usté, ¿que encima le baile el
agua?
¡Agua, no! No siendo el agua, baíleme usté
lo que quiera. Pero que ((COste» que borracho
no estoy.
Bueno, ya hablaremos de eso; ahora vamos
a lo importante.
No siendo deprisa, vamos donde a usté le dé
la gana.
¿Está usté pa hacerme un favor?
De cabeza. (Coge la vara.)
Sabrá usté que la Jesusa se ha escapao de
su casa.
Lo he sabido cuando salía a encender. ¡Me-
nudo trago mé han dao!
Bueno; pues Cistá aquí.
¿Aquí?
En casa mi maestra. Y hace falta que vaya
usté a buscar a Ser'afín y que lo traiga, a es-
cape, que hay que» tratar lo que hacemos con
esa chica.
¿Y dóndei lo encontraré?
En el Bar; donde siempre.
Voy en un vuelo.
¡Por Dios, que lo traiga usté!
Lo traigo. (Sale dando traspiés.)
¡ Dios mío ! ¡ Hay que ver las eses que va usté
haciendo!
Que yo lo traiga y usté no se fije on la letra,
¡Se mata! (Entra en el obrador.)
¡No creo que haga falta ir a buscar a los
amigos con tiralíneas! (Vase primera dere-
cha, cantando.)
((Soy el farolero, etc.»
51 —
ESCENA IV
LUCIO t( CARRACA, por la izquierda.
¿Lo has oído todo, Carraca?
Hasta las comas.
Ya me se hacía a mí que la Jesusa daría
con sus huesos! ande su amigota. ¿Qué te
dije? Ahí la tienes. (Señalando al obrador.)
¿Y has visto el farolerito en su papel de «ca-
cahué»?
A ese encendedorl m,ecánico le estropeo yo
el muelle; por mi salú.
Ha ido a buscarles el pollo.
Pues se lo encuentran trinchao de que sal-
'gan. Lo vas a ver.
Cálmate, Lucio.
No me calmo, Carraca. Me arde el corazón
de rabia, que 3*0 le he hablao a esa mujer
como hablan los hombres de bien y me se
ha puesto delante de too eil mundo( en. un
redículo, que s'han reío de mí hasta los ado-
quines. Que to lo de hoy ha sío una coba
que m'ha suministrao esa niña pa darle
achares al Pinturerito y atraérselo a mi cos-
ta, y eso no, Carraca.; el que se columpia
conmigo, se cae y se rompe los dientes.
Náa más.
¿Y qué croquis es el tuyo?
Mu sencillo. Coger a ese pollo de que venga
y decirle que he determinao que renuncie a
esa mujer pa siempre, y si contr^aviene mis
orlienanzas, que se compre un aparato pa
sonarse, porque las narices no le van a ha-
cer servicio.
¡Almirable! Te voy a declarar de texto. No
quiero pedirte en la refriega, si la hubiese,
más que una partícula.
Tú dirás.
Que me permitas suministrarle la bencina
al farolero por mi propia mano; es una ((ose-
sión» qiie tengo.
Otorgao.
Te viviré eteniamente agradecido lo que que-
da de semana.
Lucio (Mirando hacia la derecha.) ¡Calla!... ¡Mía-
los!... Por allí vienen.
Carraca Es verdad.
Lucio Recátate ipa hacia aquí.
Carraca jQué sorpresa tan agradable van a tener I
(Se ocultan izquierda.)
ESCENA V
DICHOS, SILVINO ij SERAFÍN, primera derecha.
Silvino (Trayéndolo agarrado de la chaqueta.) Anda
aprisa.
Serafín Pero aguarde usté, hombre. ¿Dice usté que
s'ha escapao?
Silvino S'ha escapao.
Serafín Pero, ¿cómo s'ha escapao de su casa?
Silvino Pues echando a correr debe haber sido.
Serafín Bueno; pero digo yo, ¿que por- qué?
Silvino Pues que te tiés que desengañar, Serafín, la
Jesusa no quíé a nadie más rpíe a ti en este
mundo pamplinero, anda.
Serafín Bueno, y a mí ¿para qué me llaman?
Silvino Pa que te entrevistes con ella y con la maes-
tra de la Guadalupe, que es i)er'sona de ca-
rácter y que arregléis, de una vok lo que tenga
que ser.
S:rs.fín Bueno, ¿y yo aquí, no correré peligro?
Silvino ¡Tú qué vas a correr I A más de que si hu-
biera peligro, no lo correría.s tú solo, des-
cuida.
Serafín Oiga usté: ¿y qué ha hecho la Jesusa con
ese: tío viejo?
(Salen despacio Lucio y Carraca, y se apo-
yan en el farol)
Silvino ¿Con el paleto? ¡Ja, ja!... ¡Lo ha dejao por
puertas!... ¡¡Y con una de hojaldro!!... Porque
el tío se había liao a- convidar. ¡Ja, ja! ¡Si
ves qué chufla,!..*. ¡Nos hemos reídO' los veci-
nos, que ni una película de Charlot! ¡.Ta, ja!
Serafín (Riendo también.) ¿Y qué ha hecho el pobre
anciano?
Silvino Pues carcúlate; ¡a estas horas estará en Na*
valcamero desollinando chimeneas!
Lucio (Sin avanzar.) Jubilosas y saludables.
Silvino (Al verle.) ¡Mi madre! (Se repliegan a la de-
)3 —
Silvino
re conf ur-
que
ver
rei:lia, quedando Seralin en primer término.)
ídem, ídem.
(Aparte a Silvino.) (¡Pue^ no está en Naval-
carnero!)
(jHo marrao el itinerario!)
Beso a ustedes las respectivas,
ídem, ídem.
(Quitándose la gorra.) Plácidas y
tantcs. (¡Nos pondremos finos, a
pasa!)
(Avanzando lentamente, Carraca queda en
segundo término^ formando pendant con Sil-
vino.) A ustedes íes habrá sorprendido, pero
no tengo más remedio que presentarme aquí
de í^olpc y porrazo.
¡Rediez!-
Idom, ídem.
Lo del porrazo y el golpe es una frase hecha;
no alarmarse.
Servidor no s'alarma de nada.
M'alegro, joven; y como principalmente va
con usté el asunto, siempre es mejor que con
una calandria tropezarse con un pollo.
Y que aquí tienes de todo: pollo y gallina.
(Señalando a Serafín y Silvino.)
¿Ha dicho usté gallina?
Gallina.
(Imitándole.) ídem, ídem.
Reanudo. Servidor, soy un viejo, un paleto
que quizás que habré hecho malamente en
dirigirme a una mujer joven y madrileña,
no diré que no; pero yo iba por derecho y a
lo decente y he ai'o ojeto de una burla as-
querosa.
Hombre, tanto como burla...
Usté se ha metió a farolero pa ganarse la
vida, pero nada más.
(Avanzando un poco.) Señor Lucio, el que
uno intermedie pa aplacar...
(Imperativo.) He dicho.
(Soplándole en la cara a Silvino.) Fú-úú. Apa-
ga o. (A Lucio.) Prosigue.
Y vengo aquí — se lo diré clarito y deprisa —
a darle a usté una orden,
¿Orden a un servidor?
Que he decretao, en castigo de esa burla que
me s'ha hecho, que la Jesusa no sea pa mí,
pero pa usté de ninguna manera.
5i —
Sei^íin
Lucio
Silvino
Lucio
Carraca
Lucio
Serafín
Lucio
Silvino
Lucio
Carraca
Silvino
Carraca
Silvino
Serafín
'Silvino
Lucio
Silvino
Lucio
Serafín
Lucio
Silvino
Serafín
¿Quién, lo va a estorbar?
Esto pobrecito anciano.
Hombre, avasallar a la gente...
(Como antes.) Usté se calla. He dicho.
(Ídem.) ¡Fúuuu! Apagao. Prosigue.
Conque se vuelve usté a su casita y mien*
tras yo viva en este mundo — apúnteselo en
el Kcrané» — , a la Jesusa, no la dice usté ni
tanto así.
Pa mí que usté s'alumbra con aceite y no
ve claro, mi amigo.
Gomo con sol; conque largo.
Pop Dios, señor Lucio, que yo creo...
Usté se calla. He dicho.
¡Fúuuu! Apagaa
(Indignado.) ¿A que le enciendo a usté el
pelo, se juega usté algo?
Las cejas,
«Ban))... (Separándose obligado por Serafín.)
((bandido».
Cállese usté un momento, señor Silvino,
que leí voy a poner una posdata a, este suje-
to. (Avanza hasta Lucio.) ¿A ver si me se
ye el babero, señor? No, ¿verdad? Pues me
(parece a mí que a un individuo que no usa
ya la denticina, no se le manda náa; si aca-
so, expresiones y cariñosas. De forma, que
servidor hará con la Jesusa aquellO' que sal-
ga de su corazón y de su gusto. Conque a
dar órdenes a Navalcarnero', qnei creo que
es cabeza de partido. (Vuelve a la derecha,)
(Avanza hasta Lucio.) He dicho. (Volviendo
la cara y soplando a Carraca.) ¡Fúu... úul
Apagao. (Vuelve al lado de Sera¡Ln.)
Está bien. Y a propósito de partido y de ca-
beza.
(Aterrado.) ¡Mi madre!
¿Le daría a us.té miedlo venir a esa. calle
próxima, que está a oscuras, a lomarse doe
pescozones con un servidor?
Y cuarenta mil.
Andandito. (Vase fondo izquierda.)
(Trata de detener a Serafín.) ¡Por Dios, Se-
rafín! ¡Hombre, señor Lucio, que no es pa
tomarlo así!
(Siguiendo a Lucio.) ¡Quite usté, hombre!
Vamos, ya. ¡Avasallarle a uno! Pues ahora
— 55 —
es cuando soy yo capaz hasta de casarme
con ella. (Vase.)
Carraca (Deteniendo a Silvino, que trata de hacer
mutis.) Encendedor, venga usté, que le voy
a echar bencina.
Süvioo ídem, ídem, :quei los de mi puehJiO no se
achican. (Vanse todos.)
ESCENA VI
Una VIEJA. Una NIÑA. TRANSEÚNTES, GUADALUPE,
JESUSA, OFICIALAS, SERAFÍN, SILVINO, MUJER /.»,
HOMBRE i.°. Un CHICO, al final EL CARRACA
Se oyen golpes, voces de pelea, estacazos, gritos, etc. Sale
por la izquierda, despavorida, una Vieja, con una Niña
de la mano. Varios Transeúntes salen por la derecha y
corren al lugar de la acción.
¡Ay!
tan!
¡Socorro! ¡Corre, hija mía, que se ma-
Vieja
Niña ¡Ay, cómo se pegan esos hombres!
Vieja (Mirando aterrada.) ¡Mira, mira! ¡Uy, có-
mo están poniendo a ese pobre farolero! ¡Y
no hay quien los separe! (Gritando.) ¡Guar-
dias ! i Que se matan esos hombres ! ... j Guar-
dias!
Niña ¡Ay!... ¡Vamonos, agüela!
Guad. (Saliendo alarmada del obrador, seguida de
Jesusa y dos oficialas.) ¿Qué pasa?
Jesusa ¿Qué es?
Vieja ¡Unos hombres que se matan! ¡A un farole-
ro que lo están desollando!
Guad. ¡Madre! (Mirando.) ¡Pero si son Serafín y
el señor Silvino!
Jesusa jCómo Serafín! (Corre a mirar.) ¡Es
dad!... ¡Virgen! (Llamando.) ¡Serafín!
Serafín !
Vieja Deje usté, qiíe ya los separ'an.
Guad. PerO', ¿qué habrá sido?
(Silvino sale hecho un desastre, todo roto^
sucio de tierra, con un ojo amoratado y la
nariz sangrando. De vez en cuando se escu-
pe en el pañuelo y mira la saliva. De la vara
de encender le ha quedado un solo trozo. Se-
rafín viene en situación muy semejante, con
una gran contusión en la ¡rente y el panta-
ver-
¡Ay,
— 56 —
Silvino
Jesusa
Serafín
Jesusa
Serafín
Jesusa
Guad.
Silviao
Chico
SilVino
Mujer
SUviuo
Hombre 1.°
Silvino
Mujer
Jesusa
Serafín
Guaa.
Silvino
Guad.
Silvino
Jesusa
Serafín
Jesusa
lón roto por la rodilla y el cuello de la cami-
sa desabrochado. Les sigue un grupo de dos
o tres mu¡cres, cuatro hombres y dos chicos.)
(A los que los rodean.) Nada, señores; mu-
ellísimas gracias, i No ha sido nada lo del
ojo! Nada, nada.
¡Semfín, tú heiridol Pero ¿qiiién le ha pe-
gao?
Deja, no ha sío náa. ¡Ese ladrón! ¡Ese tío!
Pero, ¿qué ha pasao?... PeiN>, ¿con quién?
¡Déjate, náa; no ha síu náal
Vente aquí. (Lo lleva al banco, le mira las
heridas; Serafín se sacude la tierra de la ro-
pa y se compone aquel desastre, en lo posi-
ble. Parte del grupo de transeúntes los ro-
dean.)
(A Silvino.) jAy, por Dios, qué cara! Pero,
¿qué ha ocurrido?
Pues una paliza que nos han... que nos han
ohligao a que les diéramo'S. No siento noás
que, que he perdido la chapa..
La he cogido yo. (Se la da.)
Gracias, rico. Me han torció el número.
Aquí tié usté la gorra. (Se la entrega toda
rota, la visera sólo está sujeta por un lado.)
Gracias, señora; muchísimas gracias.
Y que se arregle eso.
Muchísimas gracia-s. No ha sío náa, no ha
sío náa.
¡Cómo los han puesto a los infelices!
(Vanse todos, cada cual por donde salió, in-
cluso las Oficialas del taller.)
¡Sangre! ¡Aquí tienes sangre, Serafín!
¡Déjate, mejor!
(A Silvino, que se busca nerviosamente en
los bolsillos.) Pero, ¿qué busca usté?
(Hablando con nerviosidad.) Las narices...
que yo tenía... t^nía un poco de aglutinante
pa ponérmelo y no sé... ¿Qué me ha que-
dao? (Le acerca la cara.)
Una señal.
Si ha quedao señal, menos mal.
Entraj en el obrador y te pondré un poco vi-
nagre con agua, anda.
Yo no entro así más que en la cárcel cuan-
do mate a ese tío. ¡Maldita sea su,' alma la-
drona!
Pero, ¿con quién ha sido la pelea?
— 5? —
Serafín Con el s-eñor Lucio, el «Ganeiie)).
Jesusa ¡Ay, Dios mió, que me lo figuraba! ¿Ves,
ves lo que te dije? (A Guad-alupe.) [Yo, yo
tengo la culpa de todo! Yo, yo la tengo.
(Llora.)
Serafín Bueno, tú te callas ahora, que no quió mur-
gas.
Guad. ¿Entonces usté?...
Süvino Mi batalla naval — y digo naval porque lo
h& tinao a una fuente — , ha sido con el Ca-
rraca. Náa., que el tío venía por lana y se ha
llevao media vara. Aquí está el resto. (Mos-
trando el palo.)
Guad. ¿Y eso del ojo?
SilVino Que al ir a daí^le un estacazo, he tropezao.
Guad. Con su puño.
Serafín Sí, señora; que se pone uno ciego y no ve.
¡Pero le he dao mía de golpes!... ¡Mi madre!
Guad. ¿Muchos?
Silvino Que se lo han llevao entre cuatro, no le digo
a usté más, Guadalupe. (Se apoya en la me-
dia vara que le queda, jacarandosamente. )
Carraca (Que ha salido por la izquierda, sigilosamen-
te; con la horquilla de la cachaba le engan-
cha el extremo inferior de la vara, tira de
él y le hace perder el equilibrio.) ¡Embuste^
ro! (Vase rápidamente.)
Süvino (Aterrado.) ¡Recontra! (Rehaciendo al vef
que se va.) ¡Canalla!
Guad. ¡Granuja! ¡Sinvergüenza!
Serafín ¡Golfo! ¡Asqueroso'! Ven aquí, vuelve.
Silvino No, deja; eso no. Ahora verás lo que yo digo.
(Las mujeres tratan de contenerle, pero él se
suelta, llega furioso hasta el fondo y dice gri-
tando hacia el sitio por donde hizo mutis el
Carraca.) I^rgo de aquí. (Vuelve muy sa-
tisfecho.)
Jesusa ¿Y es que el señor Lucio ha venido a bus-
carte?
Serafín (Muy nervioso.) ;Quemáo por lo que Thas
hecho, ha venío náa menos que a prohibirme
a mí que te quiera, y como a mí me sale del
corazón quererte, pues te quiero porque te
quiero y no me pi^ohibe a mí que te quiera
ni ese tío ladrón, ni mi padre que viniese.
Náa más que eso.
Jesusa Pero, ¿es de veras, Serafín? Pero, ¿qué di-
ces? Pero, ¿es que tú me quieres?
— 58 —
Serafín ¡Ni mi padr© que viniese!
Jesusa (Exaltada.) Pues si tú me quieres, Serafín, si
es v&rdá eisoí, ¿quién tendrá poder pa qui-
tamos de este cariño, no siendo Dios? Que
venga ese tío, que venga, y si no le saco loa
ojos, que me arrastren. ¡Que venga!... ¡Qne
vuelv,a! (Se abrazan.)
Silvino (Escamado.) Pero, no chilles, mujer. ¡Pero
qué necesidaz tenéis de hacerlo todo a gritos I
ESCENA VII
JESUSA, GUADALUPE, SILVINO, SERAFÍN, PATRO
y el SEÑOR MANOLO EL MERENGUE, pHmera de-
recha.
El señor Manolo el Merengue es un lio chulo de lo más
cínico \j peor encarado que pueda soñarse. Trae en la
mano una enorme garrota. Lleva sombrero hon^o,
antiguo.
PatiTo (Al verlos abrazados.) ¡Caray!... ¡Que no
os encuentra una que no sea engarzaos!
Silvino ¡Arrea!
Serafín ¡La Patro otra vez! (Se repliegan a la iz^
quierda.)
Patro No le dé a. usté vergüenza^ señor Manolo;
pase usté, que ya han cedido.
Manolo (Cogiéndose el ala del sombrero por la fren-
te y levantándolo nada mus que por delante.)
Tantísimo.
Serafín (Con energía.) ¿Ya qué vienes tú ahora, dilo
ya?
Patro Una futesa. Aquí, mi acompañante, esi el se^
ñor Manolo el ((Merengue».
Serafín (Indiferente.) Muy señor mío.
Manolo (Como antes.) Tantísimo:
Patro Que como yo sola no puedo, viene a ayu-
darte a que te quite® esa ropita, que me la
voy a llevar, ¿sabes-, rico?, y las cuatro alha-
jitas de mi ((usufruto)), que ya te lo' dije. Con-
que, no siendo los. pantalotnes^- que tol los
tolero hasta mañana, andandito, a entregar,
niño.
Serafín (Amenazador.) Pero ¿es que te has propues-
to que yo?...
(Jesusa y Guadalupe le contienen.)
Jj
Patro (Retirándose un poco temerosa.) Señor Ma-
nolo : (Señalando a Sera¡ín.) ((intremedie)».
Manolo Seré «lacónito». (Pasa al centro.) Ese temo,
es propiedaz de la «inflascrita», según fatu-
ra que' exibo, (La manifiesta.) fechada en e»-
ta corte, fecha u supla. Conque, sÍFvase des-
pojarse, pollo.
Serafín Pero, que yo me quite...
Manolo O ropa o chichones; elijan.
Silvino Bueno, este merengue nos amarga la vida.
Serafín ¿De modo, que vienes?...
Patro Por las prendas) gue me pertenecen. Con esa
te basta. (Por Jesusa.)
Jesusa Sí, señora; y le sobra. Diga usté que sí, ea,
que ya me he hartao yo. (Exaltada y nervio-
sa empieza a despojar a Serafín de las pren^
das en litigio.) Trae aquí; ven aquí.
Serafín Pero, ¿qué vas a hacer?
Jesusa (Quitándole la americana.) Trae aquí esa
porquería. (Se la da a Silvino.) Désela usté.
Guad. Pero oye, chica...
Silvino Bien hecho. (Ha cogido la americana y la
tira a los pies de Manolo.) ¡Americana!
Jesusa (Quitándole el chaleco.) Quítate esta ver-
güenza. (Se lo da a Silvino.)
Serafín Pero oye...
Silvino (Tirándole a los pies de Patro.) ¡Chaleco!
(Tirándole la gorra a Manolo.) Gorrón, digo,
gorra.
Jesusa (Suponiendo que va en el chaleco.) Heló, ca-
dena, anillos, ahí va todo.
Patro (Recogiéndolo todo y entregándolo al señor
Manolo.) Esiá bien; me he salido con la
mía.
Jesusa Too pa usté; todo. Y ahora fuera, fueía de
aqm'.
Pata*o Amos, señor Manolo. (Vase derecha.)
Manolo (Como siempre.) Tantísimo. Y no vale la pe-
na disgustarse, señores ; total, me llevo cua-
tro pingajos. (Medio mutis.)
Silvino ¡Cinco! (Al ver que se vuelve, saluda, imi-
tándolo.) ¡Tantísimo!
(Mutis Manolo.)
Serafín Pero, ¿qué hagoi yo ahora así?
Jesusa Señor Silvino, haga usté el favor; déme usté
su blusa. (Quitándosela.)
Silvino Pero, ¿te has vuelto loca?
Jesusa Pronto, ven^a esa blusa..
co
Silvino Oye, tú ; que pellizcas. (Queda con una cha-
queta negra que lleva bajo la blusa.)
Jesusa Toma, póntela; ven que te la ponga. (Sera-
fín se pone la blusa.) Y ahora, Serafín, así,
t'on esa blusa, con esa blusa que es ropa de
trabajo y de honradez, me paeces otro hom-
bre. Me paeces, eso, ¡un hombre!, no lo que
eras antes : un chulo de mal arate. Conque,
estamos en nuestro momento : o así toda la
vida, o déjame para siempre; escoge.
Serafín (Vacilando.) Bueno, es que yo, con tanta
cosa, estoy que no sé qué me pasa... ¡Yo no
sé qué hacer!
Sifvino Pues cuando a un hombre le entr'a el titu-
beo, se agarra a lo que tiene más cerca.
Serafín (Vacilante.) ¿Dice usté que se agarra?...
i Abrazándola.) ¡Jesusa!
Jesusa ¡Serafín de mi alma!
Silvino (Afectado, casi llorando.) Sí; se agarra a lo
que lié más cerca... (Abrazándola.) ¡Guada-
lupe !
Gxiad. (Picchazándole de un empellón.) \Chiis\ ¡Que
lo más cerca es el farol!
Silvino Nio mo( había fijao. Una cosa te pido náa
más, Serafín: ¡que me honres la blusa!
Guad. Hónrasela, pero cuando pases por una ta-
berna, te la atas; si no, te se va sola., ya lo
verás.
ESCENA ULTIMA
JESUSA, GUADALUPE, SILVINO, SERAFÍN, LEON-
CIO, MARCIALA, un AGENTE DE VIGILANCIA, DO-
ROTEA, PRIMITIVO y VARIOS TRANSEÚNTES. Dos
GUARDIAS DE SEGURIDAD
Leoncio (Saliendo primera derecha y señalando a Je-
susa.) Esos ; esos son. Esa es mi hija.
Silvino ¡Rediez!
Jesusa ¡Mis padres!
(Se repliegan a la izquierda. Los transeún-
tes que salen por distintos lados, quedan pa-
rados, presenciando la escena.)
Maro. (Por Serafín.) Y ese es el canalla, el ladrón,
que nos la ha robao.
Leoncio S'ha vestío de blusa pa que no le conocié-
ramoa
— 61 —
Marc. Deténgala usté.
Ag. Vig. (A Jesusa.) ¿Es usté hija de estos señores?
Leoncio De la señora y de un servidor, náa más.
Jesusa Sí, señor; lo soy.
Ag. Vig- Soy Agente de Vigilancia y tiene usté que
venir a la Comisaría.
Leoncio Detenida.
Jesusa ¡Yo! ¿Por qu,é?
Ag. Vig. La reiclaman sus padres.
Jesusa Soy mayor de edad.
Leoncio Le faltan dos meses.
Ag. Vig. Eso se verá en el Juzgado; yo cumplo con
lo que se me manda. A la Comisaría.
Jesusa Bueno, no importa; vamos donde sea.
Serafín ¡Jesusa!
Jesiisa Déjalo, Serafín; de donde vaya, he de vol-
ver, que mi cariño es pa ti y el cariño es
como unas alas, y con ellas del fin del
mundo se vuelve cuando se quiere. Vamos.
(Vanse por la izquierda Jesusa, Agente, cu-
riosos y Guardias, quedándose uno muy re-
zagado.)
Marc. (Siguiéndolos.) Pero, ¿no la estás oyendo?
¡Mala hija!
Leoncio Ahora se lo dirán a ella. ¡Perra! ¡Más que
perra! (Vanse tras el grupo.)
Silvino ¿Está usté viendo, Guadalupe?
Guad. ¡Pobre chica!... ¡Pobre Jesusa!
Dorotea (Apareciendo por la derecha.) Y usté, a la
Comisaría también, hale. Guardia, detenga
usté a mi padre, que no puedo hacer carre-
ra de él. Deténgalo usté.
(Se aproxima el Guardia.)
Silvino ¡Pem, Doro!
Primitivo Sí, señor; deténgalo usté, que la mata a des-
gustos.
Silvino (Dándole un pescozón.) ¿Y a ti quién te mete,
so gorrión?
(Primitivo sale corriendo; Silvino tras él, y
detrás el Guardia, tratando de contenerle.)
Dorotea (Chillando.) Guardia; deténgalo usté, que le
pega a mi novio. ¡Guardias! ¡Guardias!
(Mucha animación. Música en la orquesta y
telón rápido de cuadro.)
Intermedio musical
MUTACIÓN
— 62 —
CUADRO SEGUNDO
Telón corto. Fachada de la iglesia de San Lorenzo, con
jertas practicables. Es de día.
ESCENA PRIMERA
Al levantarse el telón, algunos grupos de Hombres, Mu-
jeres del barrio, Comadres, Verduleras, Albañiles, Ven-
dedores, Chicos, Mendigos y Mendigas, algún Monagui-
llo, revestido; Vendedoras de rosas. Toda esta abigarrada
multitud en grupos, comentan algún suceso importante a
la puerta de_la iglesia. Es un día radiante, primaveral.
Huele a ¡lores y a incienso. Las campanas repican en lo
alto alegremente.
Música.
Todos ¿Qué pasa en la parroquia
de San Lorenzo,
que suenan las campanas
y huelle a incienso?
¿Qué pasa en la. parroquia
de mis amores,
que suenan las campanas
y huele a flores?
Ellas Que hoy se casa la chica
del pajarero,
con Serafín Menéndez
el «Pinturero».
Por querer con constancia
se lo han ganao,
después de los disgustos
que les han dao.
(Algunos entran en la iglesia; otros quedan
formando grupos.)
— 6o —
ESCENA II
MARCIALA, SENA BLASA, DOROTEA, LEONCIO, NI-
COMEDES, BAUTISTA y PRIMITIVO. Por la derecha.
Blasa
Marc.
Leoncio
Bautista
Leoncio
Nicom.
Leoncio
Nicom.
Bautista
Marc.
Leoncio
Blasa
Leoncio
Dorotea
l*rimitivo
Dorotea
Hablado
¡ Por Dios, Marciala ; no llores de esa forma,
que haces charco ande te paras, mujer!
¡Cómo no voy a llorar, si esa mala hija se
está ca.sando ahí dentro y se ha hecho des-
gracia pa siempre y nos ha arruinao a to^
dos!
Nos ha arruinao, sí, pero déjala; yo te juro
que la alegría de hoy se la, amargo.
¡Por Dios, Leoncio!
Ella, se ha casao sin mi consientimienlo,
pero la maldición solemne d'un padre va a
caer sobro esa desgracia en la misma puer-
ta de la iglesia. (Muerde la gorra.)
No- te afeztes, Leoncio.
¡Ay, qué amargo e» esto, Nicomedes!
¡Pero si es que te estás comiendo la visera!
Hombre, Leoncio, yo cr'eo que la debéis
pervionar, porque la cosa ya no tié remedio
y dar un escándalo aquí...
No, no la perdonamos.
¡Nunca! No la perdono, Bautista; no la per-
dono. ¡Decirme que trabaje!... ¡A mil A un
hombre viejo, aestronzao, que ¿qué me es-
pera ya en este mundo? Morirma Que Dios
se acuerde de mí y pasar a peor vida.
Se dice pasar a mejor vida, señor Leoncio.
Sí, señora, se dice a mejoii, pero como nadie
quiere pasar, yo ya me voy escamando.
(Que se ha quedado aparte con Primitivo.)
Pues ustés tienen un desgusto gordo, sí, se-
ñor, lo comprendo', pero, ¿y el mío? ¿Y ese
padre, que me lo ha encismao esa chulona
de la Guadalupe y se ha metió a padrino con
ella, sin hacer caso de mis consejos. (Llora.)
No llores, vida, que mañana te deposito.
Y no es eso lo peor, sino cinco reales que
yo tenía ahorraos pa una peineta de esas
de moda con encnjstaciones, y va y me los
qu\itdi y se compra una ciorbata colora pa
— &i —
ponerse majo. Yo que guardaba los cinco
reales, con la ilusión de la peineta, y voy al
cajón ¡y qué cinco reales ni qué peineta!
¡Alií habían estaol
(Se cyye rumoi' y se observa niovimiento de
gente.)
Blasa Ya salen, ya salen: callarse.
Leoncio ¡Ahora venéis si les amargo la ñesta!
Nicom. ¡Leoncio!
Blasa ¡ Qué guapa sale ! . . . ¡Da gloria !
Maro. No; no la quiero ver. (Se ocultan por el late-
ral derecha.)
ESCENA ra
DICHOS Salen de la iglesia JESUSA de novia, SERA-
FIN, SILVINO, GUADALUPE y acompañamiento. INVI-
TADOS, INVITADAS. Ellas, con mantones de Manila y
flores; ellos, de fiesta. Rumbo y majeza en todos. Les si-
guen curiosos, chicos, mcmaguillos, etc. Mucha anima-
ción y alegría. El señor Silvino arroja puñados de cwar-
tos. Le dan vivas, voces, aclamaciones. Al final, LUCIO
y el CARRACA.
Música
Acomp. ¡Viva la novia y el novio
y el cura que los casó,
el padrino y la madrina,
los convidados y yo.
Guad. (A Jesusa.)
Tienes un hermoso día,
tienes juventud y amor,
camipanitas, alegría,
nardos y rosas de olor...
¿qué puedes pedir, Jesusa?
Jesusa Una cosa pediría:
que Serafín me quisiera
Serafín Pues ya te ha oído el Señor.
Silvino ¡Ole lo sentimental
- y que viva el yo t'adoro!
Vamos a cantar a cono.
Venga la marcha nupcial.
(Se forman por parejas; mucha animación.)
— Gü —
Todos Vamos, vamos, vamos
a comer a la Bombilla,
del bracero así ios...
(Se dirigen hacia la derecha, los novios a la
cabeza, y en el momento de llegar al lateral^
sale el señor Lucio, seguido de los suyos. To-
dos retroceden. Sigue la música piano.)
Hablado
Leosicio Hija deseas td da
que huyes de mi lao.
¡Maldita la hora
en que te has casao!
(Ayes, exclcumacianes, llanto, agitaci'ón en
todos. Unos rodean al padre, otros a la ma-
dre, otros a los novios, etc. Colocación de de-
recha a izquierda: Blasa, Marciala, Nicome-
des, Bautista, Leoncio, Siivino, Jesusa, Se-
rafín, Guadalupe, Dorotea y Primitivo.)
Sihrino ¡Por Dios, señor Leoncio!
Jesusa ¡Padre!
Guad. ¡Cállese usté!
Leoncio ¡Sí; yo te maldigo, hija «espuria))! ¡Hija «in-
legítima»!
Bilarc. ¡Y yo! ¡Y tu madre también; descasta!...
¡Mala hija, que vas a sei' mi muerte! ¡Ay,
que yo me muero! ¡Ay, qué disgusto!... ,Ay,
qué nudlo! ¡Agua!. ¡Dar-me agua;, que me
ahogo! (Blasa y dos o tres mujeres la auxi-
lian.)
Jesusa ¡Madre, jior Dios!
Serafín ¡Hay que ver la mala sangre! ¡Darnos este
escándalo! (Confusión general.)
Siivino Señores, calma ; callarse y oirme un mo-
mento.
Guad. Callarse y oir al señor Siivino. (Silencio.)
Siivino Señor Leoncio, yo creo que lo que debía usté
hacer, antes que vengan los guardias al es-
cándalo y s'arme aquí una trifulca, es venir-
se con nosotros a la Bombilla.
Leoncio ¿Yo a la Bombilla? (Coa indignación.)
I Nunca !
Siivino Tenemos paella, merluza con mayonesa, cor-
dero asao, frutas y queso con gusanos y too.
Usté viene, comemos, bebemos y luego, de
sobremesa, se acuerda lo que sea : la perdo-
5
m
na usté u no la perdona. (Aparte a los otros.)
(El, que conici, que ya veréis.)
Leoncio (Enterneciéndose poco a poco.) ¿Y dices que
paella?
Silvino Catorce pollos, seis kilos de lomo, treinta
docenas de almejas...
Leoncio ¿Treinta?
Silvino ¡Las habré contao yo!
Leoncio Vamos a tratar lo que sea. (Acercándose a
Marciala.) ¿Quiés que vayamos, Marciala?
Esto ya no tié remedio. Y como se ven tan-
tas cosas raras en el mundo, figúrate que a
este chico le da ahora por ser honrao ; pues
podía ayudarnos. El caso es que yo no tra-
baje. ¿Quiés que vayamos?
Guad. (Acercándose a los novios.) ¿Pues no ha de
querer?
Blasa Sí, señora, usté viene; ya lo creo que viene.
Guad. La llevamos entre toos a la fuerza, si no quie-
re de otra farma.
Jesusa Amos, madre ; déme usté esa alegría.
Leoncio Anda, reanímate, que hay mayonesa.
Marc. Llevarme donde queráis ; yo no sé lo que me
pasa.
Todos (Con alegría.) ¡Eso, eso!
Silvino ¡Así! ¡Too arreglao! ¡Venga alegría por
todo el cuerpo y a la Bombilla! ¡Eii marcha!
Música
Todos Vamos, vamos, vamos
a comer a la Bombilla,
del bracero así los dos.
Vamos, vamos, vamos
con la novia a la costilla,
porque así lo manda Dios.
Vamonos.
(Van haciendo mutis por la derecha; cuando
la comitiva casi desaparece, salen por la iz-
quierda el señor Lucio y el Carraca y se que-
dan mirando a los que se aleian.)
Lucio Andar con Dios, que a la Bombilla os lleva-
mos nosotros el postre.
Carraca Galletas, tortas y mojicones; a elegir.
(Les siguen. Fuerte en la orquesta. Telón de
cuadro. Sigue la música.)
MUTACIÓN
- 8T
CUADRO TERCERO
Exterior de un merendero de la Bombilla^ circundado
poruña empalizada con puerta al foro. Esta puerta da a la
carretera. A la izquierda, la casa, con puerta practicable
también. Es de día. Mucha luz.
ESCENA PRIMERA
Al hacerse la mutación aparecen dos grupos; uno de gen-
te ¡oven bailando al son de un organillo. Otro, de gente
ya madura, sentada en diferentes mesas tomando vino y
aceitunas. En la del primer término derecha, NICOME-
DES y BAUTISTA. La SEÑA BLASA sale del merendero.
DOROTEA y PRIMITIVO bailan.
Mcom. (Al ver salir a Blasa.) Qué: ¿cómo anda la
paella?
Blasa Con una olorcita, que está diciendo comerme.
Inv. 1.* ¡Pero que no tarde mucho!
Blasa Un cuarto de hora. (Se mezcla con la concu-
rrencia.)
Bautista (A Nicomedes.) Buen día les hace a los no-
vios.
Nicom. Hermoso de verdá. Y pa colmo, Leoncio y la
Marciala los han perdonao.
Bautista ¡Como tenía que ser!
Nicom. Lo malo es que al remate venga quien se lo
estropee.
Bautista ¿Crees tú?
Nicom. Lo digo, porque juraría, y quisiá haberme
engañao, que el señor Lucio el Canene y el
Carraca, no andan lejos.
Bautista ¡Mi madre! ¿De verdá?
Nicom. Antes, cuando he salió a la carretera, tengo
la idea de que los he visto paraos con un
vendedor, comprando quisquillas.
Bautista ¡Quisquillas! ¡Malo!
JNicom. Calla, que vienen ; no alarmemos sin moüvo.
C¿^ —
ESCENA n
DICHOS, LEONCIO, JESUSA, SILVINO, GUADALUPE^
MARCIALA, serafín y algunos INVITADOS e INVI-
TADAS. Todos de la casa. Luego LUCIO y el CARRACA.
Después un MOZO del merendero. Cesa el baile.
Leoncio
Jesusa
Todos
Siivino
Marc.
Serafín
Leoncio
Serafín
Leoncio
Inv. 1.*
Dorotea
Inv. 1.»
Todos
Marc.
Dorotea
(Trayendo abrazada a Jesusa.) Sí, hija mía,
sí. Ven a mis brazos paternos. Puesto que ha
sido tu gusto, yo te perdono; bien casada
estás.
Gracias, padre; no sabe usté la alegría que-
me da. i Ahora es cuando soy feliz ! (Se abra-
zan.)
(Aplaudiendo.) ; Bravo, bravo!
Y fijarse en este cuadrito a la ((aguarela» que
viene detrás : «El abrazo suegril».
(Besándole repetidamente.) Házmela feliz, hi-
jo mío; házmela feliz, por lo que más quie-
ras.
No me bese usté más y se lo juro, seña Mar-
ciala.
(Guadalupe, Dorotea y Primitivo, forman un
grupo a la izquierda con varias muchachas.
Los novios con sus padres y Silvino, a la de-
recha.)
Ahora, que vosotros no sabéis el vacío qne
le queda a un padre, cuando se le va una
hija. Di que me sirvan unas magras de ja-
món, que estoy desfallecido, Silvino. Y ya
que estamos en una cosa tan familiar, yo-
quisiera pedirte un favor, Serafín.
Pida usté lo que quiera.
Que si a ti te va bien en el taller y ésta se
apaña en su trabajo, a ver si me podéis qui-
tar entre todos de este aperreo de vida, hom-
bre, que me paece que ya es hora que yo
descanse, hijo mío. ¡Treinta y dos años a
pájaros!
(A Dorotea.) ¡Que tiés que cantar, que tú sa-
bes !
Que no, mujer; pero si no sé.
Que cante la Doro.
Que sí, que sí.
Anda, hija, no t'hagas de rogar.
Pero si no sé más que un cuplé que me en-
señó una cupletera que v:víd en el segundo
patio de casa; una muy delgadita que le de-
cían la «Bella Tallarín».
Silvino ¡Ahí sí; aquella chica soltera que se quedó
viuda hará dos meses!
Dorotea Justo^ la Rufina; y no sé si me acordaré.
Guad. Pues anda, a ver si te recuerdas-
Dorotea Bueno; veremos a ver lo que sale.
Música
J>orotea (Imitando en todo a una cupleHsta.)
Sofía
tenía la manía
de que la tocaría
el gordo de la lotería,
y Antero,
un gordo, que es lotero,
con un billete entero
dijo que la obsequiaría.
La regaló el billete
y en el barrio se contó,
que el «gordO)) de la (dote»
a Sofía la tocó. • .
No sé cuánto la llegó a tocar,
pero el barrio la empezó a cantar.
¡Ay, Sofía!
tú sigue, vida mía.
¡Ay, Sofía!
con la juguetería,
pues si el gordo
no llegas nunca a vislumbrar,
con un chico desde luego
pues contar.
(Baila.)
Todos
¡Ay, Sofía!
etc., etc.
Dorotea Tadeo,
que es chato, bizco y feo,
se tié, por lo que veo,
por más guapo que la Cleo;
a Rosa,
una chica preciosa,
por donde va la acosa,
y la tié de charloteo.
Todos
^70 —
Y todos los vecinos
ya hace tiempo que han noiao,
que el feo de Tadeo
a la Rosa ha enguirlotao.
Y por eso ya hay más de un guasón
que a Tadeo canta esta canción.
jAy, Tadeo,
Jesús, qué mal te veo!
¡Ay, Tadeo,
pues siendo así, tan feo,
si a la Rosa
por fin la logras convencer,
algún feo a la infeliz
la vas a hacer.
(Baila.)
¡Ay, Tadeo!
etc., etc.
(Todos aplauden.)
Éablado
Todos ¡Muy bien, muy bien!
Leoncio ¡Admirable! Esta chica, dentro de poco te-
la ves de cancionetista : la Bella Azafrán,.
(Silverio llora de emoción.)
Bautista Y después de esto, ¿sabéis qué es lo indi-
cao?
Todos ¿Qué?
Bautista Que organicemos una gallina ciega y que se
quede el señor Silvino.
Todos (Con algazara.) ¡Sí, sí!
Silvino Con mucho gusto, sí, señor.
Guad. Eso, eso; a vendarle los ojos.
Nicom. Hale; yo también juego.
Blasa Venga usté. Trae un pañuelo, Socorro.
Inv. 1.* Tome usté. (Le entrega uno blanco.)
Silvino Bueno; pero cuando esté la paelln, me des-
tapáis, ¿eh? (Vendan los ojos a Silvino.)
Guad. Ande ; hacer corro, hacer corro. (Forman un
corro entre invitados, Doro, Primi, Marciaía^
Leoncio, Blasa, Socorro y Nicomédes, dejan-
do en el centro a Silvino, al que entregan
un bastón.)
Inv. !.■ Gallinita ciega, ¿qué te se ha perdido?
Silvino Una aguja y un dedal.
Inv. 1.* Da tres vueltecitas y lo encontrarás. (Le da
tres vueltas y lo suelta, formando en el co-
71 —
Nicom.
Silvino
Inv. 1.*
Todos
Leoncio
Silvino
Leoncio
rro y giran a su alrededor riendo y gesticu-
lando.)
Guad. A dar vueltas y silencio.
Nicom. No reirse, hombre.
Silvino (A su antojo, manda parar, dando un golpe
en el suelo con el bastón.) ¡Alto la rueda!
(Quedan parados y en silencio; Silvino avan-
za hacia Nicomedes, y tocándole con el bas-
tón dice.) Esta señorita. (Le entrega un ex-
tremo del bastón y se coloca el otro al oído,
como si fuera un teléfono.) Pite usted, joyen.
(Desfigurando la voz.) ¡Piiiii!
La Amparo.
¡El señor Nicomedes!
[Hien y alborotan.) ¡Que no!... ¡Que no!
¡Pues sí que tienes oído!
Venga otra vez ; veréis ahora.
Yo no juego más, que esto es muy cansao.
(Va a reunirse al grupo que forman a la de-
recha Jesusa y Serafín. Giran de nuevo. En
este momento aparecen en la puerta del foro
el señor Lucio y el Carraca. Todos, en silen-
cio y como amedrentados, deshacen el corro
y se retiran hacia la derecha.)
Silvino (Se queda tanteando en el aire, tropieza con
el Carraca y le detiene, repitiendo el fuego
anterior.) ¡Alto la rueda! Esta señorita. Pite
usté, joven.
Carraca (Tomándolo a broma.) ¡Piiiii!
Silvino Callarse, que yo conozco este silbato.
Carraca ¡ Piiiii !
Silvino Socorro. Ahora sí que he acertao; Socorro.
Carraca (Le destapa.) Usté verá.
Silvino (Aterrado.) ¡Socorro! (Se une a los demás.)
GaiTa.ca Basiliso Lamolla y Terrones, alias Carraca;
servidor. (Se va a reunir con el señor Lucio.,
que se ha sentado en una mesa, primera iz-
quierda, frente al grupo. Llama y acude ún
Mozo.)
Serafín ¡El señor Lucio aquí!... ¡Viene a armarla!
Jesusa Me l'ha guardao.
Leoncio Era de esperar.
Marc. Estas son las consecuencias.
Seraifín ¡Maldita sea!
Silvino ¿Quién ustés que les diga que si se van les
damos un bocadillo a cada uno y tranvía pa-
gao?
Mozo (En la mesa de Lucio.) ¿Qué desean?
IjUCÍO
Mozo
Lucio
Mozo
Carraca
Mozo
Carraca
Lucio
Seanafin
Jesusa
Silvino
Guad.
Marc.
Jesusa
Marc.
Jesusa
Cerveza u gaseosa; lo que esté más fresco.
La cerv.eza.
Pues media botella del Aguüa.
(A Carraca.) Y usté, ¿qué quiere, cerveza u
Leoncio
Silvino
Guad.
Bautista
Lucio
Carraca
lucio
Me es homogéneo; (Señalando a Lucio.) lo
de a(}uí.
En seguida. (Vase y sirve.)
S'han quedao ((pietrificaos».
También estaba yo lleno de alegría aquella
tarde y acuérdate cómo se rieron de mí, que
aún tengo el amargor en el corazón; pero la
risa va por barrios y ha Uegao la mía. Hoy
me la pagan.
Bueno, esos tíos se traen bronca; está visto.
Yo voy a afrontar el peligro de cara. De-
jarme.
¡No, por Dios, Serafín! (Le detiene.)
Quieto y no lo compliques, haz el favor.
Pero, ¿qué ?hace(mos? Porque esos tíos se
van a estar aquí todo el día.
¿Ij> estás viendo? Estas son las coiisecuen-
cias de engañar a los hombres.
Yo no le engañé, madre.
Le engíiñaslt:.
(Con firmeza.) No le engañé. La que engaña
es la que vende el cariño a un hombre que
no quiere, pa vivir con lujo y sin penas y
encima le pisotea la honra.
(Suenan dos tiros lejos y consecutivamente
se oye rumor de voces, gritos de auxilio^
ay es, maldiciones. ¡Socorro! ¡Guardias! ¡Va
herido! ¡Le ha matao! ¡A ese! ¡A ese! Los
tiros y el escándalo suspenden el ánimo de
cuantas personas haij en escena y hacen de-
ñvar su atención hacia el imprevisto y des-
conocido suceso exterior.)
¿Qué es eso?
¿Qué gritan?
¿Qué pasará?
Vamos a verlo. (Van algunos hacia la
puerta.)
(Se levanta.) ¡Oye! ¡Dos tiros!
¡Atiende!... ¡Y piden socorro!
¿Qué podrá ser?
73 -
ESCaSNA ULTIMA
DICHOS y un JOVEN, despavorido.
De prcmtOf entra descompuesto, lívido, coa el sombrero
lleno de tierra, en la mano, la corbata deshecha, los pelos
en desorden y hablando con un ¡adeo angustioso, un ¡oven
simpático, como de veinticinco años de edad, que al par-
recer viene huyendo y se relugia allí.
Joven
Leoncio
Joven
Guad.
Marc.
Joven
Silvino
Joven
Leoncio
Joven
Guad.
Marc.
¡Socorro! ¡Auxilio! ¡Me ha tirao!... ¡Do9
tiros!... ¡Me sigue! (Todos le rodean, de-
jando solos a la izquierda a Lucio y Carranca.)
Pero, ¿qué le pasa a usté, joven?
¡Ay!... ¡Ha sido horrible!... ¡ Me ha disparaa
a quemari-opa! ¡Misté la americana! ¡Ay,
que viene!
No tenga usté cuidao.
Beba usté un poco de agua. (Se la da.)
(Aterrado.) ¿No viene?
No tenga usté miedo, hombre. Pero, ¿ha sido
desafío, bronca u atentao?
No, señor, ha sido mi desgracia, ¿sabe us-
té? Que yo estaba con una joven aJií, en ese
merendero de al lao, comiendo en un gabi-
nete, y de repente, abren la puerta y entra
el marido. Ella ha dao im grito, el marido
dos tiros, yo un salto por la ventana que no
sé cómo no me he matao, he echao a correr,
se ha armao la bronca padre y no sé si ven-
drá siguiéndome.
Pero, señor, y usté, ¿pa qué se mete en fre-
gaos de esa naturaleza?
Está muy mal hecho, sí, señor, yo lo com-
prendo, pero es que esa mujer y yo nos que-
ríamos a cegar dende chicos, y los padres se
empeñaron en casarla a la fuerza con un tío
Viejo y rico, y ella, lo que pasa, por salir de
la miseria y por el aquél de los padres, se
casó hará cuatro meses ; pero el otro día nos
vimos, hablamos y ¡claro!, como nos que-
remos, pues... ¡Y ahora, qué será de ella,
Dios mío!
¡Po'bre joven!
Ande, ande, cálmese usté.
7i
Bautista Llervarlo ahí dentro, que le hagan una taza
de tila.
Varios (Entre ellos. Doro y Primi.) Sí; vamos, va-
mos!
Joven (Al pasar ¡unto a Lucio.) ¡Y too por un tío
viejo! ¡Maldita sea! (Entran 'e)n el meren-
dero el Joven, Doro y Primi, seguidos de va-
rios invitados. Vuelven a quedar frente a
frente el grupo de Lucio y Cairaca con el de
Serafín y Jesusa. Se miran en silencio un
instante.)
Jesusa (Adelanta hacia Lucio sonriente y tranqui-
la.) Señor Lucio, ya lo ve usté; la misma
vida nos pone las cosas delante de los ojos.
(Lucio calla, la mira y baja la mirada.) ¿No
es más leal lo que hice yo aquel día que lo
que esa desgracia ha hecho hoy? Confiéselo
usté.
Lucio Verdaderamente.
Jesusa Pues entonces, como usté es un hombre bue-
no, un hombre de corazón, déme usté esa
mano, venga usté a esta mesa y bébase un
Taso de vino a la salú de una mujer, que no
ha querío ser rica, porque tenía que dejar de
ser honrada. Venga usté.
Imcie Que sí, señor; tiés razón. (En un rasgo.)
Fuera puntillos y yenganzas. Trae esa copa.
(Serafín se la entrega a Jesusa y ésta a Lu-
cio. Silvino va corriendo por otra, y al ver
que Lucio ya ha cogido la otra, se la bebe
él, no apurándola por impedírselo Guadalu-
pe.) Serafín : tiés que quererla, poique el
cariño de una mujer como esta, too lo hace
grande y too lo hace bueno. Ya ves, yo vine
aquí pa amargaros el día y me voy a mar-
char bebiéndome antes un vaso de vino a
vuestra salú y jurando, con él en alto, que
os deseo too el bien que merece un corazón
tan fuerte, tan honrao y tan leal como el de
]a Jesusa. (Se bebe el vino.) Adiós, señores.
(Medio mutis por el foro, seguido de Ca-
rraca.)
Leoncio ¡Viva el señor Lucio!
Todos ¡Viva!
Silvino Una palabrita.
Lucio (Deteniéndose.) Venga.
Silvino ¿Ouié usté estirar dos deditos más su bondá?
Lucio ¿Cómo?
75 —
Silvino
Guad.
Silvino
Lucio
Carraca
Silvino
Guad.
Dorotea
Primitivo
Dorotea
Silvino
Leoncio
Silvino
¿Quié usté ser el padrino de mi boda?
¿Con quién se casa usté?
Con una tontería de patillas que tiene ahoraS
veinticinco primaveras. Es decir, veintiséis;
las veinticinco suyas y un servidor.
Hecho.
Y servidor, testigo. (Le da la mano.)
Señor Carraca, gracias, y delante de mi, ya
no hay quien le toque a usté, ni en Semana
Santa. (Vanse Lucio y Carraca por el fondo.
Salen del merendero Doro y Primi, y discu-
tiendo, llegan a primer término izquierda.)
Guadalupe, voy a decir a too el mundo que
nos hemos aliao.
Bueno, pero pronuncie usté hien la «a)), nd
vayan a pensarse otra cosa. (Silvino se di-
rige a la izquierda y queda parado al oir la
discusión de su hija.)
Nada, que tiene que ser lo mío.
Lo que tú quieras.
Si es chico, Perico. (Al volver la cara y ver
a su padre, se queda sofocada.)
Sí; porque si es chica, no se lo podéis poi-
ner.
Pero, ¿qué dicen esos?
¡Haciendo cárculos! ¡Hasta los gatos quién
alpargatas! ¡Maldita sea! (Amenazándola
con el palo, que aún conserva en la mano.)
Y que no sirve Uevarles la contraria, porque
ya hemos visto la coplita :
«No te «oceques», pajarero,
mira que hasta los gorriones
saben, que si es verdadero,
contra el querer no hay razones.»
(Cuadro. A la derecha, Jesusa con sus pa-
dres y Serafin; en el centro, Guadalupe y
Silvino, y a la izquierda, Doro y Primi. Los
Invitados, por toda la escena. Mucha ale-
gría. Música en la orquesta. Telón.)
FIN DEL SAÍNETE
Obras de Carlos Arniches
Casa editorial.
La verdad desnuda.
Las manías.
Ortografía.
El fuego de San Telmo.
Panorama nacional.
Sociedad secreta.
Las guardillas.
Candidato independiente.
La leyenda del monje.
Calderón.
Nuestra SeñorsL
Victoria.
Los aparecidos.
Los secuestradores.
Las campanadas.
Vía lil)re.
Los descamisados.
El brazo derecho.
El reclamo.
Los Mostenses.
Los Puritanos.
El pie izquierdo.
Las amapolas.
Tabardillo.
El cabo primero.
El otro mundo.
El príncipe heredero.
El coche correo.
Las malas lenguas.
La banda de trompetas.
Los bandidos.
Los conejos.
Los camarones.
La guardia amarilla.
El santo de la Isidra.
La fiesta de San Antón.
Instantáneas.
El último chulo.
La Cara de Dios.
El escalo.
María de los Angeles.
Sandías y melones.
El tío de Alcalá.
Doloretes.
Los niños llorones.
La muerte de Agripina.
La divisa.
Gazpacho andaluz.
San Juan de Luz.
El puñao de rosas.
Los granujas.
La canción del náufrago.
El terrible Pérez.
Colorín colorao...
Los chicos de la escuela.
Los picaros celos.
El pobre Valbuena.
Las estrellas.
Los guapos.
El perro chico.
La reja de la Dolores.
El iluso Cañizares.
El maldito dinero.
El pollo Tejada.
La pena negra.
El distinguido Sportman.
La noche de Reyes.
La edad de hierro.
La gente seria.
La suerte loca.
Alma de Dios.
La carne flaca.
El hurón.
Felipe segundo.
La alegría del batallón.
El método Górritz.
Mi papá.
La primera conquista.^
78 —
El amo de la calle.
Genio y figura.
El trust üe los Tenorios.
Gente menuda.
El género alegre.
El príncipe Casto.
El fresco de Goya.
El cuarteto Pons.
La pobre niña.
El premio Nobel.
La gentuza.
La corte de Risalia.
El amigo Melquíades.
La sombra del molino.
La sobrma del cura.
Las aventuras de Max y
Mino.
El chico de las Peñuelas.
La casa de Quirós.
La estrella de Olympia.
Café solo.
Serafín el Pmturero.
La señorita de Trevélez.
La venganza de la Petra.
;Que viene mi marido!
El agua del Manzanares.
Las lágrimas de la Trini.
Las grandes Fortunas.
La mujer artiñcial.
El conde de Lavapiés.
La maña de la mañica.
La flor del barrio.
Los caciques.
No te ofendas, Beatriz...
La chica del gato.
La heroica villa.
Mariquita la Pispajo o Nc
hay bien como la ale-
gría.
Es mi hombre.
OBRAS DE JUAN 6. RENOVALES
El sobrino del tutor^ comedia en un acto y en prosa. Es-
trenada en el teatro de la Comedia.
Madrid al día, pasillo-cómico-cinematográfico-callejero, en
prosa y verso. (1) Estrenado en el teatro de la Comedia.
Cosas de la tierra, pasillo cómioo de costumbres andalu-
zas. Estrenado en el teatro Zorrilla.
El día gordo, comedia en un acto, en prosa y verso. (1)
Estrenado en el teatro de la Comedia.
Lo eterno, comedia en un acto y en prosa. Estrenada en
el teatro de la Princesa.
El barranco de la muerte, zarzuela en un acto y tres cua-
dros, en prosa y verso. Estrenada en el teatro Barbieri.
La casa del amor, saínete lírico en un acto y en prosa.
Estrenado en el teatro del Noviciado.
Horas dichosas, apunte de comedia en un acto y en pro-
sa. Estrenado en el Salón Nacional.
Amor y Flores, saínete lírico en un acto y un cuadro, en
prosa. Estrenado en el teatro de Novedades.
<Jasa tranquila, saínete lírico en un acto y en prosa. Es-
trenado en el teatro Barbieri.
Epitafio, monólogo en prosa.
San Cerviguillo Mártir, astracanada cómico^lírica en un
acto, verso y prosa. (1) Estrenada en el teatro Martín.
Huéspedes tranquilos, saínete lírico en un acto y en pro-
sa. (2) Estrenado en el teatro Martín.
El tirano, zarzuela en un acto. (2) Estrenada en el teatro
de la Zarzuela.
La poesía de la reja, apunte de saínete en prosa. (2) Es-
trenado en el teatro Eslava.
Amores de aldea, comedia en dos actos y cinco cua-
dros. (2) Estrenada en el teatro de la Zarzuela.
¡¡Aba¡o los solteros!!, fantasía cómico-lírica gubernamen-
tal, en prosa. (2) Estrenada en el teatro de Novedades.
La Giraldina, juguete cómico-lírico en un acto y en pro-
sa. (2) Estrenado en el teatro de Novedades.
Serafín el Pinturero o Contra, el querer no haij razones^
saínete lírico en dos actos, divididos en cuatro cua-
dros, en prosa. (3) Estrenado en el teatro de Apolo.
(1) En colaboración con D. Luis Fació.
(2) ídem con D. Francisco G.^ Pacheco.
(3) ídem con D. Carlos Arniclies.
Precio: 2,50 pesetas