Google
This is a digital copy of a book that was prcscrvod for gcncrations on library shclvcs bcforc it was carcfully scannod by Google as pan of a projcct
to make the world's books discoverablc onlinc.
It has survived long enough for the copyright to expire and the book to enter the public domain. A public domain book is one that was never subject
to copyright or whose legal copyright term has expired. Whether a book is in the public domain may vary country to country. Public domain books
are our gateways to the past, representing a wealth of history, culture and knowledge that's often difficult to discover.
Marks, notations and other maiginalia present in the original volume will appear in this file - a reminder of this book's long journcy from the
publisher to a library and finally to you.
Usage guidelines
Google is proud to partner with libraries to digitize public domain materials and make them widely accessible. Public domain books belong to the
public and we are merely their custodians. Nevertheless, this work is expensive, so in order to keep providing this resource, we have taken steps to
prcvcnt abuse by commcrcial parties, including placing technical restrictions on automatcd qucrying.
We also ask that you:
+ Make non-commercial use of the files We designed Google Book Search for use by individuáis, and we request that you use these files for
personal, non-commercial purposes.
+ Refrainfivm automated querying Do nol send aulomated queries of any sort to Google's system: If you are conducting research on machine
translation, optical character recognition or other áreas where access to a laige amount of text is helpful, picase contact us. We encouragc the
use of public domain materials for these purposes and may be able to help.
+ A/íJí/iííJí/i íJíírí&Hííon The Google "watermark" you see on each file is essential for informingpcoplcabout this projcct andhclping them find
additional materials through Google Book Search. Please do not remove it.
+ Keep it legal Whatever your use, remember that you are lesponsible for ensuring that what you are doing is legal. Do not assume that just
because we believe a book is in the public domain for users in the United States, that the work is also in the public domain for users in other
countries. Whether a book is still in copyright varies from country to country, and we can'l offer guidance on whether any speciflc use of
any speciflc book is allowed. Please do not assume that a book's appearance in Google Book Search means it can be used in any manner
anywhere in the world. Copyright infringement liabili^ can be quite seveie.
About Google Book Search
Google's mission is to organizc the world's information and to make it univcrsally accessible and uscful. Google Book Search hclps rcadcrs
discover the world's books while helping authors and publishers reach new audiences. You can search through the full icxi of this book on the web
atjhttp : //books . google . com/|
Google
Acerca de este libro
Esta es una copia digital de un libro que, durante generaciones, se ha conservado en las estanterías de una biblioteca, hasta que Google ha decidido
cscancarlo como parte de un proyecto que pretende que sea posible descubrir en línea libros de todo el mundo.
Ha sobrevivido tantos años como para que los derechos de autor hayan expirado y el libro pase a ser de dominio público. El que un libro sea de
dominio público significa que nunca ha estado protegido por derechos de autor, o bien que el período legal de estos derechos ya ha expirado. Es
posible que una misma obra sea de dominio público en unos países y, sin embaigo, no lo sea en otros. Los libros de dominio público son nuestras
puertas hacia el pasado, suponen un patrimonio histórico, cultural y de conocimientos que, a menudo, resulta difícil de descubrir
Todas las anotaciones, marcas y otras señales en los márgenes que estén presentes en el volumen original aparecerán también en este archivo como
tesdmonio del laigo viaje que el libro ha recorrido desde el editor hasta la biblioteca y, finalmente, hasta usted.
Normas de uso
Google se enorgullece de poder colaborar con distintas bibliotecas para digitalizar los materiales de dominio público a fin de hacerlos accesibles
a todo el mundo. Los libros de dominio público son patrimonio de todos, nosotros somos sus humildes guardianes. No obstante, se trata de un
trabajo caro. Por este motivo, y para poder ofrecer este recurso, hemos tomado medidas para evitar que se produzca un abuso por parte de terceros
con fines comerciales, y hemos incluido restricciones técnicas sobre las solicitudes automatizadas.
Asimismo, le pedimos que:
+ Haga un uso exclusivamente no comercial de estos archivos Hemos diseñado la Búsqueda de libros de Google para el uso de particulares;
como tal, le pedimos que utilice estos archivos con fines personales, y no comerciales.
+ No envíe solicitudes automatizadas Por favor, no envíe solicitudes automatizadas de ningún tipo al sistema de Google. Si está llevando a
cabo una investigación sobre traducción automática, reconocimiento óptico de caracteres u otros campos para los que resulte útil disfrutar
de acceso a una gran cantidad de texto, por favor, envíenos un mensaje. Fomentamos el uso de materiales de dominio público con estos
propósitos y seguro que podremos ayudarle.
+ Conserve la atribución La filigrana de Google que verá en todos los archivos es fundamental para informar a los usuarios sobre este proyecto
y ayudarles a encontrar materiales adicionales en la Búsqueda de libros de Google. Por favor, no la elimine.
+ Manténgase siempre dentro de la legalidad Sea cual sea el uso que haga de estos materiales, recuerde que es responsable de asegurarse de
que todo lo que hace es legal. No dé por sentado que, por el hecho de que una obra se considere de dominio público para los usuarios de
los Estados Unidos, lo será también para los usuarios de otros países. La l^islación sobre derechos de autor varía de un país a otro, y no
podemos facilitar información sobre si está permitido un uso específico de algún libro. Por favor, no suponga que la aparición de un libro en
nuestro programa significa que se puede utilizar de igual manera en todo el mundo. La responsabilidad ante la infracción de los derechos de
autor puede ser muy grave.
Acerca de la Búsqueda de libros de Google
El objetivo de Google consiste en organizar información procedente de todo el mundo y hacerla accesible y útil de forma universal. El programa de
Búsqueda de libros de Google ayuda a los lectores a descubrir los libros de todo el mundo a la vez que ayuda a autores y editores a llegar a nuevas
audiencias. Podrá realizar búsquedas en el texto completo de este libro en la web, en la página|http://books .google .comí
EL AVARO DE SO AMOR.
UBRERIADl CUESTA
CARRETAS 3 WABRIO
x^ ^ ^^'¿^ -^ f/=>^ -pf/f/,^
EL AVARO DE Sü AMOR,
DRAMA EN DOS ACTOS T EN VERSO,
D. ■AIDEL ROHBRO DB AgOIlO.
Eslreoado con extnordinarío éxito en al Teatro Marün, «n la noche del 4
de NoTiambre de 1873.
G. G.
M.
MADRID.
mKttSNTÁ DE JOSÉ R0DBI6UEZ, CALVARIO; U.
1S7«.
PERSONAJES. ACTORES.
CELIA Srta. Torrecilla.
DON JULIÁN Sres. Rodríguez (D. Franc.)^
DON JUAN • . RoDRiGüEz(D. Alberto).
DIEGO.. Rciz Cámara.
DON LUIS Fraile.
clarín CalvaCho.
CEBOLLEDO... Galé.
LILO . . Masfbrrer.
La escenar £11. I¿s cercanías de la Corte. Siglo XYL
• ' * Reinado de Carlos V.
EsUobrft es propiedad de D. Carlos CftWacho, y nadie podrá,
sin BU permiso, reimprimirla * ni representarla en Espafia,
sus posesiones de ultramar, ni en los paiset eon los cuales
haya celebrados ó se celebren en adelante tratados internacio-
nales de propiedad literaria.
El editor se reserva el derecho de tradueeion.
Los comisionados de la Galería Dramitiea y Lírica, titulada
el Teatro, de DON AIX)NSO GULLON, son loa exelnsWamente
enearg^ados del cobro de los derechos de representación y de la
venta de ejemplares.
Queda hecho el<depósitoqne márcala ley.
I
^!r^
EXGMO. SEÑOR DON \NT0NIO HDRTiVDO.
Acoji 08ted bem^M, nú ((oerido maestro, «ste primer
eosayo dramático, que coa todo corazoD le dedica
of olaAo
Y*.
\
■s
^ >
>i
(i . •;
ACTO PRIMEKO.
Sala en casa de D. Jalian; en el fondo iaqaterda paerta de/
entrada; ¿ la dereeha un gran balcón ó ^palería que se
snppne dar al huerto; en el centro an g^ran retrato de
mujer; paertas lateraTet; la de la izquierda, habitación de
D. Jalian; ala derecha otras dos; la primera, habitación
de Celia; la seg^nnda deberá ser ana reija. Grupos de ar-
mas en las paredes; en primer término una mesa, al
lado an sillón; otro sillón i la derecha; maebles al estilo
del si^lo XVI-
Al levantarse el telón sale Ctftrih de la habitación de .
Celia y se diriges sigilosftmente al fondo, desde donde hace
señas llamando á D. Jaan.
RSGENA PRIMERA.
D. JDAN, CLARin.
CuRiN. Nadie dos ha visto entrar;
ahuyentad vanos recelos.
Juan. Has visto á Celia?
Clarín. Más bella
la vi há poco que un lucero.
JcAN. Y al verte?...
Clarín. Debió cegar.
Juan. Cómo?
Clarín. Pensó que era un sueño,
un fantasma, ó un... .
— 8 —
JüAw. ¡Qué dices?
No quiero qoe Toelvas... necio...
Clabin. Clarín soy I...
iuAN. A tos locuras
ni gracias.
Glaiiiii. Ya estoy más seno
que fué Taliente Roldan
y fué galán Gerineldos.
Juan. Dudó al Terte^ no te espantes^
que así como suele el sueño
parecer verdad, á veces,
Glarin^ realidades vemos *"
que sueños se nos figuran;
y así no te espantes viendo
sueños como realidades, ^
realidades como sueños!...
Clarín. Cierto que no usaba en Flandes
tan bellísimos concetos.
Juan. Dijo (|ue vendré?
Clarín. / Volando. j
Juan. Viste á Diego?
Clarín. He visto á Diego. i
Juan. Y él t» vio?
Clarín. Pues si me viera...
Juan. Bien dices.
Clarín. Adiós misterio.
JcjAN. Y mi padre?
Clarín. Ohl vuestro padre...
Juan. Aguarda, Clarín.
CuRiN. Qué es ello?,
Juan. Celia Uegt.
C4AR1N. ó (&1 vez otro... ¡
JVAN. No; si no estuviera cierto
de que ella viene á este sitio
(!oQde impaciente la espero,
me lo anunciaran bien claro ¿
los latidos do mi pecho!...
— 9 -
ESCENA II.
1
iUAN.
Ceua,
Juan.
Celia
ÍL'AN.
Ceua.
JUA^
DICHOS, CELIA.
Celia!
Don Joan!
Vida mía!
Ah! que no es, hazme ver,
quimera tanto placer,
ni sueño tanta alegría.
Tú que luz prestas al día,
hazme escuchar tu suspiro:
pienso al verte que deliro,
7 antes que el pesar me venza,
haz, por Dios, que me convenza
de que te escucho y te miro!...
Un año lejos de aquí!!..
un año sin decir nada!...
Un año que mi menguada
estrella lejos de tí
ine ha tenido! Un año, sí...
(Aún tiemblo cuando me acuerdo.)
pasé en loco desacuerdo
siempre esperando la muerte,
sin mayor mal que no vfirte,
ni más bien que tu recuerdo!
(Clarín en tonto va de an lado á otro de la esce-
na Tigilando como quien teme te aeerque il(;rui«n . )
Un año que hasta las flores
del huerto tristes estaban;
mustias^ porque las regaban
los llantos de mis amores!
Año de pena y dolores
por el temor de perderte,
año que en misera suerte
las horas se han sucedido,
temiendo en unas tu olvido,
llorando en otras tu muerte!
Olvidarte^ vida mia!
Puí3s si la vida olvidara,
entonces qué reoordárai
^
'^ 10 _
Celia, ¿qué recordaría?
Tú eres toda mi alegría,
y si es mi vida adorarle
¿cómo pudiefa olvidarte?
Muy mala elección tuviera
si de no amarte muriera,
pudiendo morir de amarte;
Cuando m¡ suerte tirana
me tuvo lejos de lí^
no vistes un ave, di,
que al despuntar la mañaoa
se posaba en Ju ventana?
Yo te enviaba al cantor
para calmar tu dolor
y aminorar tus quebrantos,
y eran sus sonoros cantos
mis juramenlos de amor.
Celia. Ah!
^üAN. ¿Por qué iiulde inhumana,
des que tuve. que dejarte^
no corriste al levantarte
anhelosa á tu ventana?
el aura de la mañana
te aguardaba allí impaciente,
pues traía dulcemente
entre sus revueltos giros,
á tu oido mis suspiros
y mis besos á tu frente!...
¿Cómo poderte olvidar?
cómo olvidarte, bien mío,,
si sólo en el mundo ansio
el bien de poderte amar?
sí muero al dulce pesar,
vida mía, de adorarte,
1 más muriera de olvidarte;
y mala elección tuviera/
si de no amarte muriera,
pudiendo morir de amarte.
Cema. El cielo te hizo venir
para calmar mis dolores!.,.
Clarín. Sí, pero basta de amores, ^
que si os aciertan á oír...
— ií ^
ivKJi, (Á ciarin.) Nada tienes que decir,
qué me ocaltás? (A Ceiia.)
Celia. Nada!
Juan. No?
tendré qae rlecirte yo
lo que iiá un ano me dijiste?
Celia. No acierto!...
Juan. ¿No me escribí
an pliego?
Celia. Sí!...
Juan. ' A mi llegó,
y aquí está. (Saeáadole.)
Clarín. Bien le guardaste.
Juan. Calla.
Claihn. Gallo.
Juan. (Leyendo.)' «A. mí dou Juau.'
»gaarda de que dos Julián
nsepa que no me olvidaste;
>que si hasta É^landes llegaste
»y él partir te permitió,
>fué porque no supe yo
•ocultar cuánto me amabas.»
(Hablado.)
Ya ves que sí roe ocultabas,
ya ves que olvidabas.*.
Celia. Oh!
qué extraño sí se mt olvida,
al pesar acostumbrada,
por el bien de tu llegada
el dolor de tu partida?
Juan. ¿Celia, acaso mí venida
calma nuestro padfecer?
Celia. ¿Viste á padre?
Juan. No; hasta ver
4^mo acallar suis rigores!...
, Celia. Qué intentas?
' Juan. Cuando tus flore,
riegues al anochecer,
Celia, sí tu amor es cierto,
en ello has de consentir...
Clarín. Señor^ que van á venir.
JUASf. Vive Díosf (Eeha mano á la espada.) '
— 42 —
Clarw. Dóime por maerto,
pero vamos.
Juan. (á Ella.) En el huerto ,
tengo de hablarte!
Celia. (Sorprendida.) Don Juao!...
Juan. Tan sólo así á naestro afao
poner remedio podremos...
Celia. Mas...
Juan. Qaé dadas?
Clarín. Acabemos,
mirad, señor, qu^ vendrán.
Juan. Estarás?
Celia. Allí estaré!...
Juan. ' Qué tienes?
Celia. No sé qué siento,
no sé qué presentimiento,
qué temores, no sé qué.
Clarín. No sabes? yo sí lo sé;
que se acercan, ¡vive Dios!
y aquí os cogen á los dos
^ y se nos agua la fiesta.
Juan. {'Llevando á Celia hasta gu habitaeiou.)
Que estarás fué tu respuesta.
Celia. Allí estaré.
Juan. Adiós!
Celia. Adiós!
(Salen D. Joan y Ciarlo por el fondo.)
ESCENA III.
*
' D. JULIÁN.
Sala por la iiqnierda con un pliega en ha mano.
Julia:i. (Leyendo.) cY ya quo os digo quién soy
i y conocéis la pasión
»que abrasa á mi corazón
»)por ella, á pediros voy
»por esposa á vuestra hija,
»no dudo que á ello se avenga...»
(Tirando sobre la mesa el pliegt>.)
No hay dolor que yo no tenga
- 13 -
ni pena que no rae aflija.
(Mirando el retrato.)
Caro me cuesta el amor
que á ta hija prometí;
no tendrás queja de mí,
desventurada Leonor!
Si donde quiera qye estés
gozando de Dios, liermana,
miras mi suerte tirana
y mi sentimiento ves;
si ves mi pena prolija
y que con mí tierno afán
al amor de mi don Juan
antepuse el de tu hija, *
ruega al cielo desde ahí
dé más paz á mí existencia,
que siento que mi conciencia
se revela contra mí!...
Ruega, hermana, tantos son
tan grandes, que mis enojos '
roe hacen verter por los ojos
gota á gota el corazón!!...
(Viendo y tomando el pliego.)
Me pide á Celia!... ay de mí!
Cierto, cielos, que pequé...
roas cielos! tanto no fué
para castigarme así...
Necio, he vivido engañado
buscando á mi mal consuelo
')K)rque le ha neglado el cielo
tanto bien al desgraciado!
Que del amor y el dolor 4
bajo la fuerte cadena,
gozarse de la misma pena
es el consuelo mayor!!...
(Apoya la cabera sobre las manos. Aparece Diego
en el fondo y se aproxima lentamente á ¿1.) ^
ESCENA IV.
D. JULIÁN, DIEGO.
DlE<H). (bespmes de nna pansa.)
Julián.
Diego.
Julián.
Diego.
Julián.
Diego.
Julián.
Diego.
— U —
Cóipo os encontráis, señor!...
Yft lo ves!... no puedo más!!...
Don Julián!
¿Qué me dirás
que mitigue mí dolor?
Quién sabe...
Diego, estoy cierto,
cierto que don Juan no vive;
quien en un año, no escribe
á su padre es porque ha muerto.
Perdida veis vuestra calma
por negaros á escuchar. .
Diego! ¿vienes á irritar
las heridas de mi alma?
Si don Juan partió á la guerra
con isu obligación cumplió;
él quiso partir... y yo...
que abandonase esta tierra!
Si en vez dé glorias allí
4on Juan encontró la muerte^
culpa á su menguada suerte ^
mas no me culpes á mi:
á mí que voy con afán .
tristes las horas contando,
y van pasando... pasando
sin noticias de don Juan.
Servir á la patria es ley,
y aunque dejar de existir,
no es tanta muerte morir
por su patria y por su rey I ...
.La patria... el rey... vive Dios!
perdonad mí juramento;
pero no sé lo que siento ^
cuando tal síeuto de vos.
Palabras que algunos locos
no ven... en el mal no duchos,
que son perjuicio de muclios
en prt)vech() de unos pocos.
Mientras en estrecha ley
tantos valientes perecen
por conquistar .. lo que ofrecen
á la codicia del rey;
Diego.
Julián.
Diego.
iüUAN.
Diego.
Julián.
Diego.
Julián.
Diego.
— i» -
mientras que con sobrehumano
esfuerzo allí combatiendo,
van con su sangre tíñendo
los dominios del tirano;
latiendo sus peohos fieles
al clamor de los clarines,
derrochan aquí en fejBtines^
el precio de sus laureles;
y á aquel que tanto merece
por su fe y por su valor,
ni el rey le premia, señor,
ni la patria le agradece!
Calla!
También necio fui!
mis buenos tiempos pasé
en guerra, y lo que logré
á vos sólo lo debí!
En verdad, Diego, en verdad
que escuchándote estoy viendo
que á la postre vas perdiendo' ^.
tu má^ bella caalidadl
Ciego atropellw. por tadov
y miro cuando te eseucho,
que piensas que sabes mucho
y lo ignoras, DiegOjí todo!
No he de hablar sí estoy deshecho!..
tan valiente!..; tan galán!!..,
I^lego! hablando de don Juan
me estás desgarrando el pecho!
(Despaes de ana ¡psiua.)
Y... Celia!
La desgraciada
siempre en su dolor sumida.
Sí!!...
Flor apenas nacida
ya por el dolor ajada!...
Celia y don Juan...
(Leyantáadote irritado.) No liables más
de ese amor ¿o|yes? ni en chanza!
si quieres mi confianza
tener siempre, Diego; estás?.-.
Seguro de que os inquiete.
-16- ,
podeijs estar!
iuLiAN. Eso quiero;
díle á Celia qae la espero.
Diego. Mandáis más?
Julián. Nada más: vete.
ESCENA V.
b. JULIÁN, pensativo.
Sí; me importa conocer
si Celia dijo á ese hombre...
y si no... juro á mi nombre
que... sé lo que debo hacer.
ESCENA VI.
CELIA, D. JULIÁN.
Celia. Llamáis, señor?
Julián. * Sí por Dios:
y ya que juntos nos vemos,
ocasión es de que hablemos
muy seriamente los dos.
Y mal podremos hablar
sí antes no enjugas tu llanto...
Celia! ¿por qué lloras tanto?
¿qué adelantas con llorar?
Ten al viejo compasión,
porque aumenta mis enojos
vef siempre el llanto en tus ojos
y el luto en tu corazón!
Verte llorar es morir;
no llores pues, hija mía.
Celia. Si este llanto es de alegría...
(Ap.) (Cielos! ¿qué iba yo á decir?)
Julián. (Con extraúeza.)
Alegre estás? (Ap.) (Ahora muda!
(Pensativo.) Sí será Verdad... qué es estdf
preciso es saberlo presto,
porque me mata la duda.)
D¡^ por aquí tiene amores
17 —
cierto hidalgo...
Celia. Yo... no creo...
Julián. Todaslas tardes le veo
por estos alrededores;
con prudencia tan escasa
y tan continuo mirar,
que he llegado á sospechar
que se dirige á esta casa.
Tú... no le conoces?
Celia. No!
JuuAN. No le has visto nunca?...
Celia. Ahí aif;
le he visto una tarde... ahí!...
JtJLi AN. D<^nde suelo verle yó,
verdad, Celia?
Gelja. Aquella tarde
estaba yo en mi ventana.
JuuuN. Alguna frase galana
dijo acaso?
Cblia. (Con discrosto.) Haciendo alarde
de su figura!
Jdlun. y qué hiciste?
Celia". . Cerré y vine aquí!
Jdlun. Bien hecho!
Cblu. No hay otra sombra en mi pecho
que la de don Juan!
JüLiAN. ¿Dijiste
esa sola?
Celia. No por Dios,
y si tal dije mentí,
que siento otra sombra aquí,
y esa sombra es la de vos.
Vos mí padre, él mí galán;
ingrata y perjura fuera
si mi amor no repartiera*
entre vos y entre don Juan!
JuLUN. Amas á don Juan!...
Celia. Señor,
casi desde que nací;
me cupo la suerte á mí
de ser su primer amor!...
Crecimos juntos; hermanos
- 48 —
DOS llamaban, lo creímos,
y nuestras vidas ánimos
al enlazar nuestras manos.
Del campo naestra alegría
gozábamos la frescura,
y del bosque en la espesura,
con su dulce melodía,
cantaban los ruiseñores;
y tanto y tanto cantaron,
que al cabo nos enseñaron
á entender en mal de amores!
Pasaron sin más enojos
los años, ni más sucesos,
hasta una vez que sus besos
me hicieron bajar los ojos!
Qué sentí entonces? no sé;
más luz, más aire, más vida,
no sé qué desconocida
delicia experimenté;
yo indiferente miraba
la flor, las fuentes, las aves;
las frescas auras suaves
indiferente aspiraba;
más ay! que llegó aquel dia
y eché de méoos mi calma,
y sentí dentro del alma
tan dulcísima armonía,
tan nunca sentido encanto,
que ya no vi indiferente
ni el murmurar de la fuente,
ni del aye el dulce canto,
ni el dulcísimo lamento
de las perfumadas flores
cuando vierten sus olores
que airado les roba el viento;
todo dulcemente hablaba;
todo murmuraba amor:
el ave, el aura, la flor,
la fuente', cuánto miraba!
De entonces en loco afán
fueron las horas pasando;
él en su Celia pensando.
Celia.
Julián.
— 19 —
yo soñando en mí doo Joao!'
Pintaros nuestra pasión
fuera inútil intentarlo;
que ni sé cómo explicarlo,
ni encuentro comparación:
nunca os la podré hacer ver,
que en esto las fuerzas ceden ^.
todo cnanto amarse puede»
un hombre y una mujer!!...
JuLIAIf . (Detpves de aoft pansa.)
De amor vencida en h lucha •
te he visto, Ceha, soy viejo...
y quiero darte un consejo...
Decid...
(Le toma una mano.)
Seré breve; escucha. .
Una rosa se mecía
sobre su tallo galana,
y el aroma que esparcía^
u&na la recogía
el aura de la mañana.
Poco más lejos se mece
una alalia entre otras flores,,
como de aroma carece
esa belleza que ofrece,
debe sólo á sus colores.
Es la mujer una flor,
rosa, y dalia puede ser;
es su aroma su candor,
más ¡ay! íelíal qué dolor
cuando lo llega á perder!... .
Y qué me queréis decir
con esa comparación!
Que dando con tu sentir
tanta vida al corazón
pudfera el alma morir.
Qué flores son tus amores;
é inocente no imaginas,
que andando siempre entre ñutes,
pudieran en sus espinas
enredarse tus candores!...
Celia, don Juan... estoy cierto
Celia.
Julia ü.
— 20 —
I
casi... valiente y altivo...
quién sabe!...
Celia, (con reaoiacion.) Gaando yo vivo!...
señal es de que él no ha muerto?...
JüLUN. Yo también tuve ilusiones,
más con tan negral fortuna,
que fui perdiendo una á una
las más gratas. Corazones
que acariciando un engaño
dulce, os miro dormitar,
triste será eJ despertar,
si os despierta el desengaño!...
Celia. Desengaño! tal dolor
no pudiera resistir.
Julián. (Por qué le dejé partir?
hijos del alma!!...)
ESCENA VII.
DICHOS, DIEGO.
Diego. (Desde el fondo.) Soñor!
Julia?!. Qué buscas, buen Diego aqui?
Diego. Llama á la puerta un hidalgo,
que quiere deciros algo
que mucho interesa.
Ji^LiAN. Á mí?
. quién es?
Diego. No dijo su nombre:
es un hidalgo que viene
muchas tardes...
Julián. ¿Y qué tiene
que decirme á mi ese hombre?
(Ap.) (Ahü será... ¿cómo olvidé?
dile que pase al momento...
retírate á tu aposento...
sí, Celia, retírate!...
(Sale Celia por la derecha. )
ESCENA VIH.
D. JULIÁN, Xaégo D. LUIS.
Necio me pide ese hidalgo
el bien qae negué á mi hijo...
^ Celia á ese hidalgo aborrece
y así me allana el camino!...
Luis. (Entrando.) Díos OS gaarde.
4UL1AN. Guárdeos Dios,
hidalgo, y muy bieq venido.
Dicen que queréis tratar,
no sé qué asunto conmigo...
Luis. Cómo!! (Sorprendido.)
Julián. (Sentándose.) Sentaos; ya os escucho.
Luis. Me conocéis?
Julián. Os he visto
algunas tardes rondando
por estos cercanos sitios;
más siendo, como vos sois,
galán y de porte altivo,
presumí que os habría hecho
esclavo de sus hechizos
alguna dama...
Luis. Es un ángel
la due&a de mí albedrío!...
JuLiA!i. Tal supuse y no pensé
que 08 fuera nunca preciso;
pero venís á buscarme
y que os escucho repito.
Lvw. Si me veis todas las tardes
rondando por estos sitios;
. si pensasteis q\ie era esclavo,
esclavo de los hechizos
de una mujer, ¿no pensasteis
qué mujer pudo haber sido?
Julián. (Ap.) (No se descuida el hidalgo.)
Luis. Soy capitán* noble y rico;
Luís de Aguilar es mí nombre,
honrado y esclarecido...
— 22 —
Julián.
Luis}
JULUÜ.
Luis.
JüLlAN.
Luis.
Julián.
Lvis.
J0LIA!<.
Luis.
Julián.
Luis.
Julián.
A Dombre honrado yo os juro,
que no le va en zaga el mió!
Tengo favor en la corte,
la corte de Carlos quinto;
amo con toda mi alma
á un ángel, ángel divino, '
que presta amor al amor
y delirios al delirio!...
ella es el bien de mi vida..,
•vivir sin ella es lo mismo
que sufrir eternamente
el más horrible suplicio.
Celia, en fin.
(Levaatindose como el qae no paede resistir más.)
Celia? ¿mi vida?...
' (Conteniéndose.)
perdonad... sentaos... ha sido...
yo no sé... no sé.
(¿Qué es esto?)
Sabéis si de su cariño
sois el duefto?...
(Desconcertado.) No lo sé...
yo por esposa os la pido,
mas...
Nunca! (sin contenerse.)
¿Qué decís?
Nunaa!
no lo digo, ya lo he dicho.
Olvidad eso, don Luis:
que ó me engaña á mi el oido,
ó pretendéis imposibles...
al cielo y á vos suplico...
(interrampiéndole.)
Expücaos... Ó por el cielo!
que roe haréis perder el juicio!...
Don Luis, dad nuestra vivienda
y vuestro amor al olvido.
Juro á Dios!!
Yo también juro,
mas ya que hablar es preciso,
escuchad: era una noche
negra como un hondo abismo;
- Í23 —
soplaba irritado el cierzo, '
y al estrellarse en los riscos
de esos montes, al tronchar
de] bosque los carcomidos ]
troncos, que rodando bajan
desde la cumbre al camino,
sintiera miedo, os \o juro,
el corazón más aUivo
al escuchar solitario
de la ráfaga el ahullido.
« En esa cercana estancia
mientras tanto, sus quejidos
unió al quejido del viento
una mujer; no es preciso
decir quién, ni á ros importa,
mas podéis tener por fijo
que era claro su linaje
y era noble su apellido.
Aún me parece escucharla!...
(Ap.) (jPobre hermana!) guarda, dijo,
Julián, un ángel que el cielo «
bendice cual yo bendigo:
al mismo tiempo escuchaba
el débil llanto de un niño,
que en ansia de darle vida
su madre, el postrer suspiro
dióle. Diez y siete anos
han pasado y he vivido
viviendo y amando á mi Celia. •.
L.UIS. Celia?
JüLiAii. Ella es; con prolijos
afanes, con mis cuidados
la vida le ha «onreido^
y cual tierna florecilla
crecer y crecer la he visto,
meciendo sélo su tallo
las auras de mí cariño!
Luis. Mas no es razón...
ULiAif. Escuchad,
hidalgo, no he concluido,
tenéisme que agradecer
si es que os digo lo que os digo;
- 24 -
Luis.
Julián.
Luis.
iULIAN.
Luis.
JUUAN.
Luis.
JUL141f.
Lois.
JULlAlf.
Luis.
Julián.
ni me afengo á dar razones»
ni á ser demasiado explícito
acostumbro, pero importa
que sepáis...
(Ap.) (Mal lo resisto!)
Jamás anubla el pesar
mi existencia, ni un motivo
tave de queja, basta el dia
en que tí á Celia perdido
su color, tristes sus ojos,
con los que bien claro dijo
que amaba á un hombre; miré
que me robaba el cariño
de mi Celia, y ver no pude
que aquel hombre era mi hijo...
Mirad...
¿Qué Tais á decir?...
harto negro es el castigo
que por mi pecado sufro...
Nada me babets respondido...
(interrumpiéiidole.)
Nunca un miserable avaro
de su riqueza habéis TÍsto?
¿No habéis tísIo relumbrar
sus ojos, mirando el brillo
de su dinero y contar,
y embriagarse en el sonido
del oro á aquel miserable;
decid, don Luis, lo habéis Tísto?
Oh!! (irritado.)
Yo también soy avaro,
ciego del tesoro mío,
de mí Celia, y mientras viva
Celia vivirá conmigo...
Gracias dad á vuestras canas
si con paciencia os he oído,
que á ser otro el que...
Yo basto,
á sostener cuanto he dicho!
Tenga prudencia el anciano.
Tenga el mozo mayor tino,
y cuente que está en mi casa.
— 25 —
y en mi casa no resisto
qae nadie insulte mig canas
ni levante nadie el gnlo.
Lois. (BarU.) Qttisíera Ter como hacéis
de qníen tab iiaga el castigo.
ioLiAR. Pensad que no tienen hma.
de cobaMesloe Carrillos.
Luis. Carrillo? tenéis en Flandes
acaso en la gaerra an hijo?
Lois,
JoUAff.
Luis.
JCLUM.
Sí.
Luis.
JULUII.
Luis.
JuiiAN.
Luis.
Julián.
Luis.
Juman.
Luis.
Don Juan es su nombre.
Don Joan?...
(Con ansiedad.) Le bábeis conocido?
decid, don Luis, decid pronto
Ib que sepáis de mi hijo!...
ha muerto tal vez?...
Quién sabe!
es hace un año cautiTo...
bien lo sentí!...
Lo sentisteis?...
Sí que lo sentí; por Cristo...
que tuvo en cierta ocasión
que entendérselas conmigo.
Con vos, don Luis!
Tuvo suerte...
Venció don Juan?...
Sólo ansio
el dia en que le devuelva
la ofensa que entonces me hizo.
(Con satisfacción. )
Bien, don Juan!! pues no temáis
que.no está todo perdido:
no habri tan fuertes cadenas,
ni habrá tan pesados grillos,
ni habrá muros que no estén
lo -bastante quebradizos
para dar paso á un don Juan
hijo de Julián Carrillo.
Gracias, don Luis!
No olvidéis
que aborrezeo á los Carrillos. ^
— 126 -
Velad por vuestro tesoro
que pienso que está en peligro.
Julián. Sí sólo le atacáis vos,
don Luis, puedo estar tranquilo.
Luis. Cuenta que ei tesoro vuestro
hace tiempo que codicio.
Julián. Cuenta que está bien guardado
por ser Celia y por ser mió!
Luis. (Desde el fondo.)
Vive Cristo, lo veremos...
Julián. Lo veremos, vive Cristo!
ESCENA IX.
D. JULIÁN.
(Llamando.) Hólal Diego... Por pequeño
que pareica el enemigo,
es bien estar preparado
y bueno estar prevenidos.
ESCENA X.
D. JULIÁN.
Diego. Qué se os ofrece, señor!
Julián. Diego, vigila la casa;
y si algún hombre se acerca
ó intenta saltar las tapias
del jardín...
Diego. Qué debo hacer?
Julián. Como á ladrones los tratas;
quien por tales puertas entra
mirar debe como salga.
No olvides nada, que hay cosas
que no son pfBira olvidadas;
me amenazó y es preciso
castigar sus amenazas.
Diego. DescBÍdad; ah^ si estuviese
hoy don Juan...
Julián. Basta de plática.
— 27 —
Celia.
Julián.
Gblia.
Julián.
Cbua.
Julia FT.
ESCENA XL
D. JULIÁN, CELIA.
(Saliendo.)
La Doche se acerca...
Celia,
si vas á caidar tas plantas
antes que de la oración
se oiga el toque en la cercana
eórte, retírate, Celia,
á mi estancia 6 á ta estancia.
Vino el hidalgo á pedirte,
y al mirar que te negaba,
rae amenazó con robarme
mi tesoro!
Dios le yalga!
no temáis, señor, por mí,
que pienso que las palabras
de ese hidalgo, fueron bijas
de sus mal nacidas ansias!...
No olvides lo que te he dicho;
no tardes, hija del alma!
Y vos, señor?
No daré
hoy mi vuelta acostumbrada,
que tengo^ intranquilo el pecho
y quiero velar mi casa. (Saie isquUrda.)
ESCENA Xlí.
CELIA.
Qué es esto. Dios mío,
que siento en el alma?
no sé si son dichas!
no sé si son ansias!
Las luces del dia
de la tarde en alas
se alejan; las sombras
que tanto anhelaba,
- 28 —
cobijan la tierra...
don Jaan ya me aguarda...
mas ay! que no acierto
qué siento en el alma;
no sé si son dichas!
ni sé si son ansias!
Qué temo?... qué espero?...
si há un instante ansiaba
volar á sus brazos?...
por qué esta mudanza?..,
qué temo? desdichas!
qué espero? desgracias!
y á un tiempo me brindan
amor y esperanza!...
Decidme, Dios santo,
qué siento en el alma^
si son dulces dichas
6 son tristes ansias!
(Yendo hada el fondo.)
Dos voces escucho;
dos voces contrarias,
una dice— espera!
otra grita— anda!
(Con resolueíon.)
SÍ, voy á SU lado,
qué mal me amenaza?
no sé por qué temo...
vacila mí planta...
recele... ¿qué dudo?
don Juan ya me aguarda,
y con sus amores,
con su dulce plática,
colmará mis dichas,
calmará mis ansias!.!. (Se va.)
(Quedo lo eeeeno un instante desierta: entran laeei.)
' ESCENA Xni.
D. JVUAlf.
Me tiene intranquilo ese hombre
con sus rudas amenazas:
— 29 ^
¿querrá robarme á mí Celia!
sí á tanto llega la audacia
de ese hombre, con cíen vidas,
con mil Tídas no me pagal
(Se oye nn tiro: rumoret dentro.)
Cielos ¿qué es esto? Dios santo!
(Descolgrendo «laft espada.)
Celia! Celia!!!
(Al ir á salir por el fondo trgpifsa con Clarín, que
entra preeipitadamente.)
ESCENA Xiy.
D. JULIAlf, clarín.
Clar^. (Entrando*) Um me Taiga!
Julián. Cielos! Clarín!
Clarín. Don Julián!
JuuAN. Y mí bqo? y don Juan? habla...
habla, Clarín...
Clarín. (Todo may Tiro«) Sí no puedo!
sí hasta me falum palabras;
si tengo un nudo en el pecho
y un pesar en la garganta*..
si se me saltan los ojos ^
porque el llanto me los salta.
JuLUN. Mira por lo que en el mundo
quieras más! deja esa calma;
me atormenta tu silencio...
cuenta mi pena!
Clarín. Escuchadla.
Ansiottd por Vet á Celia,
más que cabalgáis volaba
don Juan, á encontrar el término
de sus amorosas ansiad!. ..
J uLi AN . No te detengas.
Clarín. Llegamos,
y al conocer que llegaba
á las horas que acostumbra
á regar Celia sus plantas...
Julián. No resphresü
Clarín. Anhelante
— 30 —
después de auseacia tan larga...
Julián. Sigue!...
Clarín. Acerca so caballo,
sabe en él, monta en la tapia,
le imito yo, pero apenas
sí la cabeza asomaba,
cuando un tiro...
Julián. (Cayendo en el sillón.) Dios me asísta!...
parricida!?
(Entran Die§po y. otros criados, que traen sin sentid»
á D. Juan.) '
ESCENA XV.
DICHOS, DIEGO, CRIADOS.
Diego. (Entrando.) Y uo me matan!
Mil rayos! maldito sea
quien es de este mal la causa!
Julián. Hijo! Don Juan ¿no contestas?
no me escuchas?
Diego. (Con Ustima.) Dios le valga!
Julián. Aquí está Celia! hija mia!...
tal Vez tu voz...
(Todos buscan con los Cjjos i Celia.)
Cbboll. (Dentro.) Perro! Á rastras
te he de llevar...
Julián. Diego y Celia?
ESCENA ULTIMA.
DICHOS, CBBOLLEDO y LILO.
JuLUN. Celia!
Cbboll. Vamos!
LlLO. (Temblando.) VírgeU SRUta!
Julián. Celia!!
Ceboll. Razón has de dar
ó be de aplastarte!
Julián. Qué?
Cbboll. Nada;
abierto está el portalón
— 31 -.
por donde saco mis vacas...
sombras h« visto que huían...
Juliana Y Celia?
Ceboll. Es vano buscarlal...
LiLO. Yo juro, señor!... (Cme de rodiUM.)
Diego. Mil rayos!...
JULIAIf. (Cayendo desmayado en el sillón.)
Dol Juan! Celia! Hijos del alma!!!
(Cae el telón.)
FIN DBL ACTO PRIMERO.
ACTO SEGUNDO.
La miima decoración. Datante el acto ya aclarando el dia.
ESCENA PRIMERA^
CBBOLLSDO, ULO, detria de la reija.
LiLO. Pastor!
Ceboll. Otra vez!
LiLO. Pastor!
no me escuchas?...
í^EBOLi-. De hablar cesa;
que tiene en menos la boca
quien tiene en más la vergüenza!..
f «II.O. Escucha lo qu'; es del caso
y Tanas razones deja...
CEBOI.L. Vanas razones!...
IsMLo. Di á tu amo
don Julián, que bien pudiera
la libertad otorgarme
en premio de mis respuestas:
díle que pues por mi puede
ver á la triste doncella,
vil traición que me arrancaron
más que el temer, sus promesas;
dile, que ya que á don Juan
respetó la suerte, y fuera
5
— 34 -^
la causa de su desmayo
el cansando y la sorpresa,
mejor que la leve herida
que recibió, en la que entra
en mucho más su ignorancia,
que entrara la culpa nuestra;
. di que si ligero anduvo,
no es bien que su ligereza
pague yo, y así, que rompa,
que ya es tiempo, las cadenas
con que sin razón me oprime.
Haz lo que té digo y cuenta
que de no hacerlo, te juro
qué es de buen temple mi negra,
y he de hacer yo porque tú hagas
conocimiento con ella.
Ceboll. Si por tus respuestas son
mal esperas recompensas,
jque harto trabajo costaron
y harto tiempo tus respuestas!...
Si por desdicha se agrava
de don Juan el «nal, si aumentan
dolores que hn despreciado .
por salvar á doña Celia,
si acaso llegaron tarde,
tus esperanzas deshecha:
espera sólo un castigo
menor que la infamia vuestra,
que nunca el castigo es grande
cuando es tan grande la afrenta!...
Deshecha tus amenazas
que por ser tuyas son necias,
que 8i de espadas no entiendo
hondas tengo y sobran piedras!...
LiLO. Por Dios que en el huerto anoche
no hablabas de esa manera!...
Ceboll. En donde mandan traiciones
callan honradas defensas!...
LiLO. Haz lo qne te dije...
Ceboll. Calla.
LiLO. Oye!...
Ceboll. Don Julián se acerca! . . .
— 36 -
(Ap.) (Y por Dios que estoy temblando
y me espanta su presencia!...)
(Sale D. Julián y se dirige á U galería, tin Ter al
pastor, que te retira al foado izquierda.)
ESCENA II
D. IDLlArV, CEBOLLEDO^
luLiAN. Cuan lentas pasan las horas?:
cuánto tardan >. ya comienza
de la aurora- á clarear '
la debí] luz, y se alejan
las tinieblas de la noche
y &o se alejan mis penas,
que son tan negras, tan grandes,
como esas mismas tinieblas.
(Vini<!ndo al proseenio.)
Conque era ilusión mi amor,,
y mi cariño quimera?
Conque no es Celia mi vida
puesto que vivo sin ella?
Conque tengo el corazón *
tan doro como las piedras,
que dicen que el dolor mata
y no me mata su ausencia...
Ah! le plugo airado al cielo
que el desgraciado no tenga,
ni aun el mísero placer
de que le mate su pena.
CeBOLL. (Suspirando.)
Ay! Dios!
Julián. Qué! quién está ahí?
qué buscas?
Ceboll. Ay! Dios!
-íuLiAN. Qué rezas?
¿Han muerto acaso á don Juan?
Murió de mi amor la esencia?
Murió Diego? Se ha incendiado
y hecho cenizas mi hacienda?
Habla^ dilo: qué te espanta?
No ves que me sobran fuerzas
y que tengo el corazón
tan duro como las piedras!!
¿No ves que su ausencia sufro
sin que me mate su ausencia!!
Aún callas? habla.
Crboll. Mi llanto,
señor, á llanto os mueva;
ni me separe» de vos
ni TOS me separéis de ellas.
JüLUN. No comprendo.
Ceboll. De mis vacas,
es su establo mi vivienda,
entre ellas nací, señor,
y me he criado entre ellas...
El ladrón vino á engañarme.
JüLiAN. Qué!! sigue... no te detengas.
Ckboll. Que viendo inútil su ruego
é inútiles sus riquezas, '■
puso una daga en mi pecho
y vi la muerte tan cerca. . .
que al verme allí sin amparo
temblé de espanto, y la prenda
dile que pidió...
Julián. ¿Qué dices
infeliz, qué prenda es esa?...
Ceboll. Pidióme y dile... la llave
del portalón...
JüLiA?r. Dios me tenga
de su mano; tú, tú fuiste,
y vienes y me lo cuentas,
y yo te escucho insensato
sin arrancarte la lengua,
y siendo cómplice vives...
vas á escuchar tu sentencia...
(Amartillando un pistolete: Cebolledo cae de ro-
dillas.)
Ceboll. Oh!... señor!!...
Julián. (Apuntando.) Yo soy tu juez...
— 04
ESCENA líl.
DICHOS, CELIA y DIBGO.
Celia. (Corriendo i ponerse delante de CebolUdo.)
Mas no su verdugo!!...
JCLIAN. (Tirando el pistolete y tendiéndole lot braxos.)
> Celia!!...
Celia. ¿Qaé ibais á hacer?
Diego. (A Ceboiiedo.) Alza y vete, (vásc.)
ESCENA IV.
D. JULIÁN, CELIA, DIEGO.
JfjLiA!^. Loco me tuvo tu ausencia!...
me mata, Celia, el placer,
y no me mató la pena!
Celia. Yo soy, miradme, yo, libre
de las horribles finezas
de aquel hombre!
Ju«.ufi. Si te escucho
y pienso que el alma sueña,
si entre mis brazos te miro
y basta dudo que tú seas!...
BrEGO. No en balde alienta don Juas '
aunque de milagro alienta,
que á la cabeza apuntaba
y hubiérale en la cabeza,
puesto el tiro; mas no en balde
pasan los años, las fuerzas
se agotan, su vigor pierden
los ojos, los brazos tiemblan;
bendito aquel que dispuso
del tiempo, si así no fuera
muerto estuviera don Juan,
y vos loco, y loca Celia...
cieguen mil veces mis ojos
antes que tal dolor vean!
JuLiAif. Bien dices, Diego, bien dices,
ha diez años no se hubiera
— 38 —
contentado tu arcabuz
con rasgar un brazo apenas...
pero y tú... por qué asi callas? (Á CeUa. )
Diego. Cierto...
Julián. ¿Por qué no nos cuentas..»
CsLiA. Valiera mas olvidarlo!
JuLfAif. Me mata la duda: piensa
que ausente toda la noche
estuviste, Celia, cuenta
que en poder de ese malvado
pasaste la noche entera,
y que puso el miserable
(Tómeselo Diosas cuenta.)
una cadena á tu honor,
un dogal á la honra nuestra:
no te olvides que murmura
la gente^ y cuando lo sepan
diTáxk al verte en la calle...
Celia. Dios lo quiso!...
JuLiAif. Es esa... es esa...
esa es... y maliciosos
sonreirán, y la doncella
pierde con cada sonrisa
su más delicada esencia!
que es la materia de honras
tan delicada materia,
que es mucho más que una daga
terrible una mala lengua!...
Habla, pues, Celia, no tardes!
Cbll\. Escuchad. (Dios me dé fuerzas!)
Pediros debo un perdón;
ayer por la vez primera
guardé para vos secretos,
esperaba á don Juan!
JvLiA!t. Celia!!...
Celia. Mi padre á nuestros amores
se resiste, antes que sepa
que torne de Flandes quiero,
porque á nuestro bien es Tuerza,
reparar nuestros afanes
y vencer su resistencia!...
Juman. Ah!
~ 39 —
Celia. Te espero á la oración
en el huerto...
Diego. ¡Quién pudiera
pensar que don Juan...
Celia. Y triste
y al mismo tiempo contenta
de verle esperé la noche;
tocó la oración, y llena
de esperanzas bajé al huerto;
al poco sentí muy cerca
un tiro, luego mil tocos,
después... nada, creíme muerta!. .
Qué fué de mi? no lo sé;
pero después, no supiera
decir si tarde, mis ojos
ojalá nunca se abrieran,
al sentirme acariciada
de la noche por las frescas
auras, se abrieron llorosos;
luz buscaban, luz quisieran,
tinieblas sólo encontraron,
por todas partes tinieblas!...
Fui recobrando el sentido,
y cual sí alguna centella
me arrostrase, así sentíme
con una infernal violencia
trasportada.—Don Juan — dije,
— á dónde vamos! qué intentas?—
y escuché luego una voz
entre amorosa y severa
que dijo: — Ten esperanzas
y los recuerdos deshecha,
que entre esperanza y recuerdos
la esperanza es más risueña!
No era su voz!! gritar quise
y aliento faltóme y fuerza!...
¿asas pensé descubrir
y calles, y estuve cierta
cuando vf la santa imagen
de la Virgen, de una puerta
sobre el arco, y á la débil
luz que la alumbraba viera
- 40 -
distintivamente una calle
larga, solitaria, negra!...
Estábamos en la corte;
paró al poco la litera
de otra calle ante una casa
de miserable apariencia;
—Baja -me dijo, y bajé,
entré donde dijo — entra,
y en una estancia sombría,
entre bruja y entre dueña,
me recibió una mujer,
que al verme exclamó conténta:
— No temáis, que de esta casa
sois desde luego la reina-
añadiendo por lo bajo:
— Por Dios que es linda pareja!-
No sé cuánto tiempo estuve
con aquel hombre, sujeta
por mi martirio, á escuchar
sus miserables finezas...
Diego. Pobre Celia!
JuLuN. Sigue.
Celia. Luego
entró en la estancia la dueña...
entregó un pliego y don Luis
leyó— urgente— en la cubierta.
Duda, da un paso, vacila,
vuelve á vacilar con muestras
de pesar, y al cabo exclama:
— Si Carlos quinto lo ordena,
quién resiste? y dirigiéndose
i mí: — Niña— nada temas
me dijo,-- me llama el rey
y estaré pronto de vuelta.
Salió y la dueña siguióle
cerrando tras sí la puerta.
Vime sola, una ventana
vi y respiré!... mas sus rejas
QO ablandaron ni mis ayes,
ni mi llanto, ni mi queja!
Lentas pasaron las horas!
Julián. Lentas pasaron!...
-41 ~
Celia. ' Muy léalas!...
pidiendo á la santa Madre
la Virgen de la Almudena
amparo; pasé una noche
como mis pesares negra!...
Nunca apartaba los ojos
de aquella terrible puerta,
temblando al ?erla cerrada,
temblando de que se abriera!
Julián. Y... se... abrió?... (Con interés creciente.)
c^BLiA. Guando la aurora
blanca á clarear comienza;
cuando respiran las flores
engalanadas con perlas. . .
cuando deja el nido el ave
y á cantar el alba empieza,
se abrió...
JuuAfi . Y entonces. . . ,
Celia. (May tívo.) Entonces
como una ilusión risueña
YÍ que no en vano pasara
^la noche ae pena muerta,
pidiendo amparo á la Virgen,
la Virgen de la Almádena!
Entró don Juan agitado,
del dolor la dura bueUa
marcada en el rostro; y casi ,
á un tiempo, como la fiera
que le arrebatan sus hijos,
ó que le roban su presa,
entró don Luís, y don Juan
dijo: — Partidas como ésta,
á no ser entre leales
compañeros, merecieran
mucha sangre; y añadió:
—Habéis ganado la apuesta —
y dirigiéndose á roí,
—Vé con Diego y nada temas,
que don Luis es muy mi amigo
y fué una locura nuestra
cuanto pasó. Dijo — Cierto*-
don Luís, más de una manera...
— 42 -
Julián.
Diego.
Celia.
JULIAIV.
Diego.
Julián.
Celia.
Julián.
Diego.
Julián.
-Diego.
Julián.
Diego.
Julián.
que no sé qué triste duda...
Pero y don Juan.
(Dudando.) Allá quoda. . .
Hablando alegre á don Luís.
(Ap.) (Alegrías como esta
pueden trocarse en desdichas...)
(Ap.) (Á estas horas ya no alienta
uno de los dos...)
(Ap.) (Ya tarda!...)
¿Qué nuevo mal nos aqueja?...
Nada!... Diego!...
Señor.
(Ap. á él.) Oye:
á estas horas nuestra afrenta
se habrá lavado con sangre.
Tal pienso!
Mas por si fuera
esa sangre de don Juan,
no son tan pobres mis fuerzas,
ni tan grande de una espada
el peso, que yo no pueda
•manejarla como un hombre;
la tuya á tu cinto cuelga,
que ir á la corte al momento
nos precisa.
Al punto. (Sale Pietro.)
Vuela.
ESCENA \.
CBLIA, D. JULIÁN.
Julián. Vé á tu estancia, que ya es hora
de que algún reposo tengas.
Celia. Vais á salir?...
Julián. Á la corte.
Celia. Vos... á la corte?
Julián. Me espera...
un grande amigo... .
Celia. Á estas horas?
Julián. Pronto vuelvo. *
Celia. Señor!...
-. 4S —
JoLuw. Deja,
que he de ir; nada receles. ..
vuelvo pronto.
Celia. Pero.,.
JvLiAN. Celia!
no repliques...
Crlia. Obedezco?...
(Vise á sa habitación.)
Jdliau. Ahora, que Dios me proteja.
(Sale por la ixquierda. Queda la eNena an inttant»
desierta.)
ESCENA VI.
D. JOAN.
Cíelos!... me mata el dolor!...
adiós patria, adiós hogar, .
cuna de tan dulce amar,
sepultura de mí amor!...
Casa que nos rió nacer...
y por mí suerte tirana,
miras tan triste elmañana
como dichosa el ayer!...
Fuentes, cuyas aguas puras
pintaron su imagen bella,
avecillas, ay! que de ella
cantaron las donosuras!...
Campos que yo despojé
de tantas hermosas flores
para ornar con sus calores
á la que tanto adoré!
Dichas, sueños, alegrías,
esperanzas é ilusiones,
que á dos tiernos corazones
disteis tan dichosos días! ...
Adiós todos! mí amargura
mayor que mí bien ha sido;
ya será siempre el olvido
cárcel de tanta ventura!...
— 44 -
Diego*
Juan.
Diego.
Juan.
ESCENA Vil.
D. JUAN, DIEGb.
Diego, (ai verle.) Dod Juan!...
Juan. Diego!...
DiEfco. Vos aquí!
(Llamando.) Celia! Señor!...
Juan. Calla, Diego!
Diego. Vuelvo al puoto! (Queriendo salir.)
Juan. (Deteniéndole.) Yo te ruego
que no te muevas de ahí.
(Después de ana pausa.)
Tiraste tüü...
(Triste.) Yo... tífé...
Mucho erraste!...
Y por la suerte
de 00 haberos dado muerte
alemas gracias daró. (Señaifwdo ai eieío.)
Perdiste mucho; no en vano
pasa el tiempo, son despojos
hoy ya la luz en tus ojos
7 el pulso, Diego, en tu mano!...
Mal tiro diste!...
Diego. Don Juan,
muévaos á piedad mí pena!...
Juan. Déjasme una vida llena
de amarguras y de afán!...
DiE«o. Si hubiera querido el cielo,
eontra nosotros airado,
que os Iiubíera contemplado
muerto, don Juan, en el suelo,
y mi mente al recordar
vuestra existencia de niño,
siendo el único cariño
que supe siempre guardar,
sin vida os viera á mis pies,
fuera tal mi desventura,
que loco... es poco Ipcura;
sí, don Juan, poco después
entre rabia y aflicción,
— 45 —
rompiera al alma los lazos
y arrojara hecho pedazos
á UD perro mi corazón!!
Si hasta vuestra leve herida
roe causa tanto pesarl...
Juan. Más te debiera causar
verme un instante con vidal...
ffo más, Diego, ¿quién pensara
cuando amé por vez primera,
que un amor vida me diera
y el mismo amor me matara!...
¿Te acuerdas, Diego?... era niña,
y la vimos tan hermosa
que daba envidia á la rosa
más pura de la campiña!...
¿Dónde están aquellos dias!
DiBGo. Celia os ama.*.
JuAü . Qué se hicieron? . . .
voy á partir cual partieron,
Diego, aquellas alegrías!...
DO más.
Diego. Partir?!...
JuAx. Sí; mi suerte
me separa d^ esta tierra,
hay guerra y amo la guerra
porque en ella está la muerte!...
Pero... no los quiero ver,
que si sus palabras siento,
perderé el último aliento
que me resta que perder.
Diego. Mas...
JtiAN. Si viera, Diego, aquí
del pobre anciano el quebranto;
sí viera de GeHa el llanto
no sé qué fuera de mí!...
él, mi padre, y sus dolores
no podré con calma ver!...
ella la dulce mujer
ensueño de mis amores!...
Diego. T vais á partir, señor!
Juan. Sí, y te juro por mi vida
que llevo el alma transida
— 46 —
de un insondable dolor!
Diseo. Les ?a á matar el pesar:
si algo valiera mí ruego,
no partáis.
Juan. Escucha, Diego:
si aciertan á preguntar,
ni acertaran á decir
por qué tat suerte nos cupo,
dices que Celia no supo
antes que ceder, morir!...
que su merecido, fuerte
castigo, tuvo el malvado
don Luis; mas que lo ha jurado
y nadie miente en la muerte!...
Diego. Qué dices?...
Juan. Más su aflicción,
Diego, para no aumentar,
si aciertan á preguntar
cómo llevo el corazón,
niegas todo sentimiento,
dices que partir me has visto
contento...
Diego. No; vive Cristo!
JuAif. Oyes? que parto contento;
di que no miren mi huella
que será huella de híel,
que llevo odios para él
y desprecios para ella...
AiBGO. Cómo mentir tanto?
antes me arranco la lengua!
Juan. Ah! ¿no ves que así se amengua
por el odio su quebranto...
(Mirando retpeetivament^ 4 las habitaeionct da Ce-
lia y don Jalian.^
Adiós! (Á Die^o.) que parto con calma
adiós! (id.) casi con placer!... ^
(Apoyándose en el mareo de la pverta del fondo.)
más cómo partir sin ver.
esos pedazos de mi alma?!!...
— 47 —
ESCENA VIH.
DICHOS, D. JDLIAN.
Juan. (Sia ver 4 D. Jaliao.)
Para siempre adiós!
Julián. Don Juan!
JuATf. Ah!... (Sorprendido.)
Diego. (Bien!) (con satisfacción.)
Julián. Partir de esa suerte!
Dónde vas?
Juan. Donde la muerte
. ponga término á mí afán!
Julián. Qué?!
Juan. Donde no pueda ver
esa encantada llanura
testigo de mi ventura,
de mis delicias de ayer;
donde pueda suspirar
sin que me regale ei viento
á cada paso un tormento,
ni me pueda recordar
una ilusión cada flor,
cada fuente una sonrisa,
cada átomo de la brisa
un juramento de amor!...
Donde na pueda mirar
sitios que me han sonreido,
adonde pueda el olvido
tanta pena mitigar!...
adonde. ..
Julián. Cesa^ loco un día
permití que te alejaras,
temiendo que me robaras
con Celia la vida mia!
Harto mis penas después
mi pecado castigaron;
' / harto náis ojos lloraron,
harto lloran!... ya lo ves!..«
Mucho ha sido su rigor.
— 48 —
mas sabe el cíelo bendito
que filé mi único delito
ser avaro de su amor! . . .
Loco y ciego do encontraba
depósito digno de ella;
loco y ciego hasta á mi estrella
por ella desafiaba!
Ah! luego vi sus enojos;
luego raí amolr desoyendo
cuando triste viví viendo
continuo el llanto en sus ojos,
busqué con afán prolijo
un depósito á su amor... ,
Loco estuve; ¿cuál mejor
que los brazos de mi hijo!...
JUA?(. ¡Cielos! (Aterrado.)
Diego, (w.) Ah!...
Julián. No partirás;
todos nos perdonaremos
y felices viviremos
sin separarnos jamás!...
Gallas?...
Diego. (Ap. á D. Jaan.) (Don Juan, compasión,
le va á matar su agonía!...)
Juan. (Ap.) (Su faz angustiada y fría
me desgarra el corazón!...)
Julián. Aún callas?... Tan mal te hallas
aquí... á mi lado...
Juan. Señor!...
Julián. Era mentido tu amor!!
Juan. Padre!...
Julián. Entonces por qué callas?...
Hijo, tú no habrás dejado
sin castigo nuestra afrenta...
Juan. Padre! siempre tuve en cuenta
el nombre que me habéis dado!...
Julián. Habrá pagado bien cara
su infamia.
JtAN. Sólo quisiera
que muchas vidas tuviera,
q«e otras tantas le arrancara! : . .
Julián. Entonces cuál es tu afán?
-. 49 —
Hoy que vengo á Celia á darte,
per qué en lugar de alegrarte
sufres y callas, don Juan?
Juan. Ahí porque no quiere el cielo,
que de pesares me llena,
que tenga alivio mi pena,.
Di tenga mi mal consuelo!
porque es mi estrella sufrir,,
vivir muriendo...
í""^*»' - Qué di<5es?...
. Juan. Porque así como hay felices
que nacen para vivir
y con ellos va el placer,
hay también mil desgraciados
que viven, desheredados,
muriendo desde el nacer!...
Porque es muy negro el afán»
en que mi vida se anega...
porque Celia...
• Diego. (interromptóndoJie.) Celia llega...
, (Ap áD. Jatn.).
(Es vuesto padre, don Juan!)
JüAK. Verla otra vez .. ay de mí!..,
Joman. (Ap.) (¿Que me ocultan?...)
i^"^' ^, Padre... Diego...
Julián. Oí... ^
Juan. Que me dejéis os ruego
con Celia...
JüUAN. (Ap.) (Qué pasa aquí?)
Diego. (Ap.) (De fijo su vida acorta
tal dolor!)
^^^^- Sólo un momento.
Julián, (ai «Mr.) La causa de su tormento
mucho conocer me importa!...
(Sale D. Jalian por la izquierda y $e queda al pafio.
DieflTO por el fondo.)
ESCENA IX.
GBUA, D. JUAN.
Juan. Dadme, cielos, valor; porque al mirarla
-50- .
tan imposible al verla,
DO sé si aborrecerla ó adorarla,
no sé si amarla más é aborrecerlaí..*
Celia. Don Juan!... (Coa alexia.)
JUAIf. (Apartándola.) Celia!
Celia. (May sorprendida.) Qué tíenes?
no te causa ya verme una alegría!...
Juan. (Cielos! ¿t[ué dice?...)
Celia. Callas!...
por qué no me hablas ya, como aquel día
que amante en la pradera
me jurabas tu amor por vez primera!...
Juan. Cesa, Celia, que siento
un martirio cruel al escucharte,
y aumenta mi agonía
mucho más que mí mal tu fingimiento,
masque el pecado, más^ tu hipocresía!...
Celia. (Atardida.) Don Juan! . . .
Juan. A qué cansarte
recordando aquel tiempo venturoso,
por nuestro mal pasado!...
tiempo feliz en que me vi dichoso /
siempre cerca de tí, siempre á tu lado
gozando tus amores,
ilusiones perdidas,
marchitas ya como las pobres ñores
del sol al rayo ardiente sometidas!...
Y si perdidas ves tan dulces horas,
por qué guardas el llanto,
y en vez de recordarlas no las lloras!...
Celia. Ni tus quejas entiendo,
ni entiendo la razón de tu quebranto!...
qué ha sido de tu amor! ¿qué sueño horrible
es este? ó qué maldito
genio infernal contra nosotros Io(¡f)a!
ahí dímelo, don Juan, ¿c6mo es posible
que un amor que jurabas infinito,
se apague, por mi mal, tan prontol...
Juan. Escucha.
Saliste, Celia, á la pradera un dia
y embalsamaste el aura con tu aliento!...
murmuraron los campos su contento,
-si-
tes fuentes su alegría!...
las encantadas flores exhalaron
sus alientos suaves
cuando cerca pasabas, y dejaron
su pobre nido ¡as canoras aves,
y creyéndote el alba te cantaron!...
€n el bosque los tiernos ruiseñores
cantaron tu hermosura:
dióte el bosque su encanto
la flor su donosura,
el sol hermoso su dorado manto,
sus alientos las flores,
y el cielo mismo su dosel da amores!...
Y yo que lo veía,
sin poderme explicar lo que sentía
dentro del corazón, lo preguntafba,
á aquellos mismos seres, anhelante,
mi pobre pecho amante
logró sólo saber... que te adoraba!
—Dulce el tiempo pasaba, hasta que un día
pensé que no bastaba
nuestro infantil placer, nuestra alegría,
que. era poco adorarte,
y que ya el tiempo huyera
áe recorrer gozosos la pradera,
y con ^us flores, Celia, coronarte;
quiso ofrecerte el hombre
fuego en su corazón, gloría en su nombre!
Dejé mi amada tierra,
guerra en Flandes había, y deseando
laureles para tí, partí á la guerra!
En alas de mi amor y mi esperanza,
hasta Flandes llegué, «Celia» diciendo,
siempre tu nombre amado repitiendo!...
De abril era una tard«,
del sol hermoso los templados rayos,
próximos á partir se reflejaban
en los limpios aceros;
contraria á nuestras armas horrorosa
la lidia comenzó, y allí espiraban
valientes peleando
con español valor, cíen caballeros, .
— 62 —
su Dios, sa amor, sa patria recordando!
Nuestras fuerzas cedían
al cofitemplar contraria nuestra estrella;
ah! me acordé de tí! atodo por ella»
me gritó el corazón, y vfme luego
por cuarenta contrarios rodeado
sembrando moerte y respirando fuego.
Por tu recuerdo amado
entonces luché altivo,
era «Celia» mí ensena, tú mí guía;
y luego al ver mi sangre que corría
y en infelice suerte.
tend«r los brazos hacia mí la muerte.
«¡jGeliaü» dije otra Tez en mí agonía,
que tuyo el pensamiento,
tu nombre dije mientras tuve aliento!!...
Un año de amargura
pasé después muñéndome de pena,
pendiente á mi cintura
en l4]gar de una espada, una cadena!...
Sus negros eslabones
rae entretuve en contar; ¿qué me importaba
cautivo el cuerpo, sí tu faz querida
amante al recordar me regalaba
de ventura y de amor toda una vida! I
Mil veces contemplando
el pálido destello de la luna,
que dolido tal vez de mi fortuna
entraba en mi prisión, víme forjando
mil sueños de placer y bienandanza;
del desgraciado es siempre
el único consuelo la esperanza!...
La mía se cumplió: manos amigas
me dieron libertad; vuelo á tus brazos,
llego cerca de tí y haces pedazos
mi corazón; y encuentro en vez de aquellas
dichas que imaginé dulces y bellas,
encuentro en vez de mi soñada calma,
otro martirio más para mi vida!
un desengaño más para mi alma!...
una esperanza m¿s. . . desvanecida! ! ! . . ,
Perdóname si loco
^ 55 -
el recuerdo feliz de aquellas horas
en estas de «ian llenas
última \etf por nuestro mal, evoco:
causa al feliz placer^
Celia, el recuerdo de pasadas penas
como causa placer ardesgracíado
dulce el r^uerdo de su bien pasado!..
Vuelvo, Celia, á partir; los halagüeños
ensueños de ventura que forjaba
eran al cabo ensueños.
sueños tan sólo han sido,
que al despertar cual todos, han huido!...
Fuerte debiste ser, y débil fuiste;
tu honor viste asaltado,
y ni guardarlo ni morir supiste;
y ya que te he vengado,
vengo á decirte de amargura lleno,
que no creeré jamás que el desgraciado
que da su propio honor guarde el ajeno!...
Celia. ■ (Teniendo para no caer que apoyatM en el aíIIoo.)
Cíelos!*.. (Después de uqa pausa.)
Partid, don Juan, partid y sea
mayor vuestra ventura
que mi horrible tormento y mí amarc;ufa!...
También pensabais como yo que era
la tierra toda esa extensión florida,
que era toda la tierra
esa pradera que á lo lejos cieña
enhiesto Guadarrama; esa querida
pradera en que crecimos
y tantas veces juntos recorrimosl...
Tierras visteis después; y ya aquel día,
al comparar, don Juan, os pareciera
mísero estéril campo la pradera
que entonces deliciosa os parecía.
Visteis después la corte,
> visteis aquellas damas
de rostro hermoso, de arrogante porte;
conoparada coj^ ellas,
Celia, aquella que amabas otros días,
por doncella tal vez de sus doncellas
aóaso la tendrías!...
— 54-
qaizá más merecieran
porque al hacer, don Juan, comparaciones
tocábame perderl ah! sí podieran
compararse tamlneo los corazones!!... '
Engañado vivías,
quisiste deshacer tan torpe engaño
y no encontrabas modo, no sabías
cómo causará Celia tanto daño!...
Una ocasión buscabas
y con don Luis acaso concertabas
esa misma ocasión...
Juan. (indt^nftdo.) ¿Cómo pensaste
tan negra infamia en mí?...
Celia. Yate la ha dado
con su horrible calumnia ese malvado!...
Joan. No se míente al morir!...
Celia. (Con fae^o y altivez.) Verme pensabas
suplicante á tus pies, ah! te engañabas!
dudando delia á la virtud se ofende,
la virtud es altiva-,
sí, la virtud don Juan, no se defiende!!...
Juan. Cielos, qué horrible duda!...
Celia. Qué tormento!
Juan. Qué miserable vida!...
Celia . Qué triste amor tan mal correspondido! . . .
Juan. Cuánta ilusión perdida!
Cflia. Cuánto sueño de amor desvanecido!...
Juan. Adiós!...
Celia. (Cielos!) Partid,' y si en el mundo
otra infeliz halláis que os ame tanto...
como os amaba yo, que no taladre
su pecho este quebranto...
(Cada Tez más angastiada.)
que horrible... siento... aquí... en el alma...
(Corriendo hicia D. Jodian, que aparece por la iz-
quierda.)
Ay! padre!!...
— «8 —
ESCENA X.
DICHOS, O. JULIÁN.
Julián. (AbruándoU.)
Hija, alivia tu aflicción,
las lágrimas jugo son
del alma, llora tú agora,
que la mujer que no llora
tiene seco el corazón!
Celia . Lloro otro* llanto . más fuerte ,
crudo llanto; y es de suerte
que ofrece aparente calma
y seca sólo la muerte,
padre, es el llanto del alma!...
JvAíi. Habrá tormento mayor!
habrá más grande dolor
que odiar á nn tiempo y querer
y tener que aborrecer
cuando se muere de amor!...
JoLiAfi. Mientras tan dichosa has sido
amada, Celia, te vi;
hoy eres árbol caido,
y hasta el mismo que ha vivido
por tí, se aparta de tí!...
Mira al padre vencedor
en ese ataque traidor .
que nos da, siempre eneihigo,
con su amistad el amigo
y el amante con su amor!
Mas tú siempre gozarás
mis paternales abraios...
y al estrecharte sabrás
cuáles son, Celia, ios brazos
que no se cierran jamás!...
Tal vez la amistad te aliente,
quizá alivie tu castigo...
porque mil consuelos miente;
roas recuerda que el amigo
consuela, pero no siente!...
El amante en su agonía
* —so-
por no perdonar pregona
que primero mortríel-...
porque el aman te, hija mía,
siente pero no perdona!...
Hija siempre, aunque taladre
su pecho un pesar ardiente
'y arrugue el dolor su frente,
Celiu, el padre, só)o el padre
consuela, perdona y siente!..
ESCENA ULTIMA.
DICHOS, clarín, luégro D1F.G0.
Clarín. (Entrando.) Aquí está Clarin que viene
con un recado de un muerto.
Juan. Qué dices?
Clarín. Lo que es muy cierto,
mí señor!
Juan. Muy mal se aviene
con mi dolor el descaro
de tu locura sin fin.
Clarín. £s cierto que soy Clarín
y que suelo mentir claro;
pero esta vez ¡vive Dios!...
que no miento, y es lo cierto>
(;pie se le ha metido al muerto
que tiene que hablar con vos!
Juan. Calla, necio!...
Clarín. Eso os espanta?...
Juan. (irritado.) Consentirte más es mengua!...
Clarín. (Sacando OQ pliego que entrega á D. Juan.)
Voy á buscarle la lengua
al diñinto» pliego canta.
Juan. Bs...
Clarín. De don Luis; y concibo
que ya desto se colige
el cómo un muerto dirige
cuatro palabras á an vivo.
Juan MuríÓ!... (Abriendo el plieco*)
Clarín. Llególe sa día,
y ao alivió sos dolores
— 57 -
tener allí más dolores
que santos la letanía!
Morirá! con gran dolor
ano tras otro dijeron,
si otra eosa no aprendieron
debiera yo ser dotor.
r.ELu. Dios le perdone!. ..
Jluan. Escachar
me agrada tu compasión!
. May dulce satisfacion
de la vida es perdonar.
JuaX. (Q«e en Unto ha leido el pliego.)
Ah! de confusión me llena,
porque añade su letura
más dolor á mi amargura
y mayor pena á mi pena!...
JüLiAH. Qué dices?
Juan. Tomad y ved ,
sí encuentra á mi mal razón!...
JcLiAN.' Que calme nuestra aflicion,
¿qué podrá decir?...
J.ATv. Leed!...
iuuAN. (Leyendo.) «Quicu OS hizo tal afrenta
«nunca supo perdonar;
»mas siente tan cerca el dar
«delta al cielo estrecha cuenta;
«que implora ruestro perdón;
•y delante de Dios jura
«que es Celia inocente y pura...»
Celia. (Cayendo de radillat.)
Madre de mi corazón!...
escuchaste, madre mía
sin duda mi ruego triste!
Julián. (A D. Juan.) Que no calmaba, dijiste,
este pliego tu agonia!...
JtA.N. Aumentan más el rigor
de su castigo los ciedlos,
que si al partir con mis celos
me asesinaba el dolor!
¿cómo recobrar mi calma
si en lugar de mi despecho ,
llevo su amor en el pecho
- 58 —
y su retrato en el alma!...
Diego. (Ap.) (Diego, oculta tu torpeza
y de dudar te arrepiente,
la mujer lleva en su frente
el sello de su pureza!...)
Juan. Á pesar de mi aflicíon
estar más aquí no debo
que ni á implorarlo me atrevo
ni merezco sa perdón!...
Celia. Ah!...
Julián. Lloras!... y tú... Don Juan...
sufres! . . . acércate á mi. . .
acércate, Celia. . . así. . .
tiempo es ya de que el afán
cese y que cese el castigo
de nuestra suerte enemiga...
hijos! que Dios os bendiga
lo mismo que yo os bendigo!...
JüAi>f. Celia!...
Celia. Donjuán!...
Juan. Me mataba
de abandonarte el pesar...
Celia. Muriendo estaba al pensar
que de tí me separaba!... ^
Juan. Ah! (Tomándole una mano.)
Celia. Castigo merecieras...
Juan. Leve porque fui celoso,
pero sufriré dichoso
el castigo que tú quieras!...
Julián. Gracias, cielos, porque veo
su felicidad cumplida...
Diego. Cumplido está de mi vida
el más ardiente deseo!...
Clarín. Amor, locura del cuerdo;
aunque á veces el afán
cesa de dama á galán
y ái te vi no rae acuerdo:
pero hay otras que el demonio
toma parte, y el amor
es peor, mucho peor,
porque^ acaba en matrimonio!...
Julián. Don Juan, sí ya los enojos
r
— 59 -
quieres calmar de este viejo,
mírate en el dulce espejo
de sas clarísimos ojos!
que será mi bien mayor
poder mirar complacido
que eres tú, como yo he sido
Él avaro de sü aHor.
(Cae el telón.)
riN D£L DRAMA.
» <%
X
CATÁLOGO DB LAS ORRAS
propiedad del Sr. Galvacho, administrada$ por los señores
Gullon é Hidalgo.
ACTOS.
títulos.
AUTORES.
Precios .
i Al pie del precipicio
4 Consuelo
i Cantones domiésticos
2 El nido de la cigüeña...
i El hijo de D. Damián. ....
3 El collar de es^meraldas.
i El festih de Baltasar.. . .
2 El avaro de su amor. . . .
1 La cruz roja en Alicante.
1 La tea de la discordia.. . .
i La novia ó la vida
i Llegar k tíempo
1 La criada respondona....
i Por un descuido
I Pía t Flora '
3 Tapas t medias suélaos... .
i Un lance de carnaval...
i Una tostada
C. Calvacbo 4rs.
J. Alba. 4
J. Alba 4
J. Bergaño .' 6
P. EscamJlIa 4
J. Aranaz 8
J. Bergaño 4
M. Romero de AquÍDO. 6
J. Albd
C. Calvacbo
C. Calvacbo
E. Navarro y Gouzalvo.
C. Calvacbo
E. Navarro y Gonzalvo.
J. Bergaño
C. Calvacbo
J. Bergaño
C. Calvacbo
LA AVENTURA DEL COCHE
Eite obra es propiedad de bus aatoies, y nadie po-
drá, iln lu permiso, reimprimirla ni representarla en
Sspafia ni en los países oon los onales se hayan oéle-
brado, ó se celebren en adelante, tratados Intemaolo
nales de p^pledad literaria.
Los sQtorea se reservan el derecho de tradnodón.
Los comisionados y representantes de la SoeMUa cb
ÁutoTÉ» EtpaiioUt son los encargados exdnslTamenta
de iBonceder ó negar el permiso de repiesentadón y
del cobro de los derechos de propiedad.
Diolts de representatlon, de tradnotlon et de repro
dnotlon réservós ponr toas les pays, y eomprls la Sné*
de, la Noryége et la HOllande.
Qneda hecho el depósito qne marca la ley.
U AVENTURA OEL COCHE
COMEDIA EN TRES ACTOS
OmiOniAL DK
ALFREDO TESTONI
adaptada a la tacana aapaAola por
ANTONIO F. LEPINA y ENRIQUE TEOESCHi
teitrenada en el TEATRO CERVANTES el 28 de Noviembre
de 19iT •
■^
MADBID
t, V«lASM«lmpraaor, Marquóa da Santa Ana, 11, üup.
TBLáVOMO, M^MBXO S$t
tOl7
'Ti
■r
REPARTO
PERSONAJES ACTORES
JlLIOIA, duquesa de San Marcos . . . . , Sba. Plana. - iJ t&- y^u^i^y^
DOÑA ANG£LITA^ Radre dO. . ... ABSIKE8.
^ARÍ A TEBESA y • Banqueb (M.)
NATI , ..*••..* BanqubbCO.)
OONCHÁ» esposa de Fernández Boio.
^EPITA CORTEJAEENA Obtiz. -
^EMEDIOS^ espesa de Beltrán Tobbbs.
ilISS BROWN Valls.
AMTOiii A, doncella Sbta. Pabdo.
AMALIA REPULLÉS 8ba. Valls.
ABFONSO ABANA • • . • 8b. Natabbo.
EUSEBIO GUTIÉRREZ ^ Sánchez Bobt. . j j| / j
Bti'ÁB FteRNÁNDEZ, alcalde Rausell. - m. iW^ / i
LOBENZO RIVASi arquitecto Villabbeal. ^
EMILIO BELTRÁN gobernador. ... Agüibbb.
JPRDANA, periodista Llano (M.)
ÜRNESTO BENÍTE¿ Tobbbcilla.
GASPAR SÁNCHEZ PabIs.
^N CRIADO Febbé.
Criados, invitados
La aooiÓH en ia capital de una provincia castellana
P(0 X A.
«afinMMAiwMMi
Se ruega encarecidamente a los directoYes
de escena que no hagan ningún corte ni su-^
presión en el diálogo de esta comedia y que
cuiden extraordinariamente su ensayo^ pues,
la mayor parte de su éxito en Madrid fué debi-
do a la prodigiosa interpretación que obtuvo^
a
ACTO PRIMERO
m»m»m0^fmma0m^>0»
Cd» lalA eu casa de la familia de Qutiérres. Si mobiliario ea moder-
no 7 decentito, pero de b^iar. Lai señoras de la casa han acnma-
lado en la habitación toda clase de adornos para darle cierto to99
•legante.
Una puerta al foro, qae es la que más directamente oomanlCMi
con la entrada de la casa, y dos laterales. La de la derecha da
aceeao a la sala, y la de la isqoierda a las habitaciones interiores,
por la tarde.
Amalia
▲ng.
Amalia
M. Ter.
Amalia
»ATI
Amalia
(▲parecen en escena MARÍA TERRSA, que es ana se*
ñora Joven; DOÑA ANOELITA, sn madre, señora de
cierta edad, pero con pretensiones aún; Na TI, hija
también de doña Aogellta, mnchachita muy Joven y
vivaracha; AMALIA, modista provinciana, y ANTO-
NIA, doncella de la casa, vestida de negro, con delan
tal, guantes y cofia. Las señoras visten trajes lujosos»
pero algo más propios para calle qne para cata. Ro-
dean a la modista, escuchándola con religiosa atenciÓD.)
Bl baile ya a ser un acontecimiento.
¿Y la de Cortejarena, la esposa del fiscal?
Beda liberty coloi palo de rosa con adornos
de oro viejo, (interrumpiéndose.) (PerO pOT
Dios, no me comprometan ustedes!
Mo; diga, diga. ¿Y la gobernadora?
(con tono burlón.) |0h, esa no pnede encargar
el traje a una modista provinciana!... Le ha
mandado traer de Madrid... Me han asega*
rado que es de lance.
¿Qué se ha encargado Concha?
¿La señora del alcalde?
— a —
V'
f , ■ • •
Amalia
Ang.
Amalia
Amg.
Amalia
Ant.
Nati
Ano.
Amalia
Nati
Ano.
.Nati
Ano. •
Amalia
AMGr
Amalia
Ang.
^Ya ve usted, es Intima de casa y no ha
querido decirao8,el traje que Va áUeivar. /^
Ya saben ustedes que la viste la Catalana.
I Asi saldrá ellol Yo preguntaré a las oficialas.
Por Dios y por todos los santos, Amalia, no
descuide usted el de mi hija. Es el primer
baile a que asiste después de casada; la
gente sabe que ha pasado seis años en Ma-
drid codeándose con lo mejor... Se han de
fijar mucho en ella.
Descuide usted, doña Angelita, resultará de
lai^ más elegante?.
Conviene que tenga cierta originalidad. No
hay que olvidar que la duquesa es una yan-
que, y estas mujeres se desviven por lo ex-
céntrico.
La idea de dar un baile por la noche y en
el jardín ya es algo raro.
Pero también están adornando los salones
del Palacio.
Yo sí que voy a hacer el ridículo con pal
trajecito blanco de la primera comunión.
¡Quién va a conocerle, tontinal
Se va a quedar monísimo con las fiores de
seda rosa y un pequeño escote bordeado de
hojitas.
No, no; yo le quiero muy escotado, muy es-
cotado.
{Niña, niñal
Yo no quiero que la duquesa se ría de mi
y me tome por una paleta.
Más que a el traje ha de fijarse en tu edu-
cación, en que la hables en correcto inglés.
¿Ha aprendido usted inglés, señorita Nati?
En cuanto supe que se iba a dar esta fiesta
le compré un manual de conversación, y
lo está estudiando. Seguramente será la úni.
ca de las invitadas que hable en inglés a la
duquesa.
[Cuidado que ha armado revuelo la recep-
ción! No se habla de otra cosa» Por lo visto
' han repartido muchas invitaciones.
No tantas, no tantas... Sólo estamos invita-
das las familias distinguidas de la capital...
. Con nosotras tuvo la duquesa una amabili-
dad extraordinaria, invitándonos el mismo
día que le fuimos presentadas en casa del
alcalde, .
^ 9 ^
M. T£R¿
• *
Ant.
M. Ter.
Ang.
M. Ter.
Amalia
M. Ter.
Ant.
Amg.
Ant.
Amalia
Ang.
Amalia
Sus.
Amalia
Amalia
£us.
¿Ma.
Y no faS ieso dolo; tíos preguntó qué día ]?e-
oibiamos para venir a visitarnos.
Le dijimos que los miércoles, y hoy vendrá.
¡También ba sido capricbo elegir el día de
plancha! , ^ - . v .
(Seria,) Antonia, ¿no tiene usted nada que
hacer en la cocina? (Antonia haoe. mati> por u
Isqaierda mnrmnrando,) * * ^
í4o tiene n^tia de extraño que la duquesa
las visite. Como su yerno...
(Con una mneqüiui de «negra desdefidsa.) Por. esó^
no... Mi yerno, al*fín y al cabo, no es más
que un modesto médico,
(picada.) 8iñ embargo, es un especialista en
las enfermedades de los niños,, que gozaba
de gran fama en Madrid y que ha sido lla-
mado dos veces al palacio del duquesa per-
sar de haber tan famosos médicos en la ca-
pital.
Pero, ¿tienen niños los duques?
No; le llamaron para asistir al duque, que
es un viejo muy delicado... Si le llamasen
de nuevo, Alfonso tiene decidido variar de
especialidad.
(con una cesta de dores.) fistas flores acaban dé
traer.
Las he encargado yo.
También han venido dos caballeros a infor
marse de la salud del señorito.
¿Está malo don Alfonso?
(Qué ha de estar! Se habrán enterado del
pequeño percance que le ocurrió ayer. Se
hizo una cortadura, sin importancia, . con
un cristal... Nati, María Teresa, a ver los
jarrones para las flores.
Con el permiso de ustedes me retiro.
(Sniri^ BU8EBI0 por el foro. Es un hombre de unos
sesenta años, pero fuerte y sanóte.)
Buenas tardes.
Muy buenas, señor coronel, y enhorabuena.
¿Por?... •
Por la presidencia, del Tiro Nacional. :
)fiah! Yo no hago caso de esas cosas; peque-
ñas vanidades de las que soy enemigo, (a bu
mujer.) Oye, al entrar me ha parecido ver en
el recibimiento al criado de Lorenzo Rivas.
^Tratando de variar de conrersaclón.) Sí... BuenO,
Amalia, en usted confiamos» .^
— le ^
Amalia
Ano.
£us.
Ang.
:eu0.
M. TsR.
Ano,
Bus.
Ang.
£us.
Ang.
M. Ter.
Gaspar
Alf.
No tiene usted riada que decirme. Buenaa
tardes. (V«ie par el foro, despedida haita el umbral
de la paerta por Nati y Eugeoia. Antonia haee mntia
acompañándola-)
Podías guardar las preguntas para mejor
ocasiáii. f
¿Qué?
Lo del criado... Sí, es Gaspar* Lorenzo, taii
amable como siempre, nos lo ba cedido por
unas boras,
]Ab, ya!,.. Para cuando venga la duqueaa;
No me gustan«las vanidades; pero es buena
idea. (Mirando en derredor y riendo.) {Qué gracia
tienel El aspecto de esta habitación haoáidr
biado por completo. ¿Y la mesa de despa-
cho y la librería de Alfonso?
Fué una idea que se le ocurrió a mamá»
Como la gobernadora tiene varios salones
para recibir y la de Cortejarena tres, por loa
que hace atravesar invariablemente a todas
las visitas ..
No tener más que una sala es una ridícu.
lez. (con énfasie.) Nosótras boy tendremos
dos.
No me gustan esas cosas, pero reconozco
que es una buena idea. (Deseurnelve nn paqnete
de cuadros que trajo eoTueltos en un periódico y dej6
al entrar RObre una silla.) No Creais, que yo ten-
go también las mías, a pesar de mi natural
modestia.
(con vivo interés.) A ver, a ver, ¿qué has com*
prado?
No he comprado nada; he mandado poner
marco a mis diplomas y .a mis títulos... No
es vanidad, es sencillamente por alegrar un
poco las paredes... Los pondremos aquí,
(indignsda.) Pcro, ¿estás loco, EuscbioV?
¡Pero, papá, en un salón de recibir!
(De frac, aparece en el foro. Es viejo y tiene an gran
tipo; es un ciiado decorativo. Precede a Alfonso, al
que recoge el bastón y el sombrero.)
(Eb un hombre que ha pasado de los treinta y cineo
añoa, buen mozo, algo enterado de ello; simpitico,
alegre y naturalmente elegante, pues viste con senci-
lies. Mira con curiosidad a Gaspar, que hace usa re-
verenda y desaparece.) ( Ah, pero SÍ es Gaspar, el
ayuda de cámara del arquitecto!... ¿Clné
significa?...
-^ II —
Amo. ' (téittrftrikd«.) Nada... Ha venido para ayudar
á Aatonia.
M, Tbr. ¿Qómb t» encuentras, Alfonso?
ALr« rerfectamente; fué un arañazo sin impor>
tanda. (Mirando a sa alrededor.) PerO, ¿qUé pasa.
aquí? (con extráñese.) ¿Una mudanza?
M» Ter* No, hombre... como va a venir la duquesa..^
Ano, Me parecía de muy mal gusto hacerla atra^
veear un despacho pam pasar ala sala.
Alf, Pero ¿y mi mesa?
Ano* En la< cocina.
Air. ¡En lai ..
Amo . Está cubierta de periódioos.
AlFj. ¿y si viene un enfermo?
Ano* /|Ya seria casualidad!
Al7. ¿y mis papeles, mis libros, el carnet de la»
visHas?...
Ano [Para lo que te sirvel...
Alf. ¿BId que tengo yo culpa de que en esta po«
blación los niños se crien sanos y fuertes?
M. Tkr. Hemos hecho esta modificación para recibir
con más decoro a esa gran señora que nos
honra con su visita. .
AiF . Yo creo que lo mejor era recibirla con toda
Bencillez; la sinceridad ante todo.
Eus. Este es de los mios. La modestia tambiéa
tiene su buen tono.
M. Tbr. Es una señora muy amable; dinos si e&
cierto, tú que la conoces mepr.
Alf. Sumamente amable y muy linda. Llena de^
vida y de alegría, con un carácter tan origi
nal como atrayenta.. Ha causado una ver
dadera revolución en esta vetusta ciudad^
Apuesto a que ya vosotras habéis empezada
ha pensar en los trajes para la recepción.
M, Tbr. ¡Ya verás, ya verás qué elegante va tu mu-
í'ercita!
At-Fé - {cómica ioTooaoito.) jDios mío, haz que caigáis
í^' ' muchos ciien test
IfrTáii. (Riendo) Hombre, por humanidad pídele
también que te ayude a salvarlosi
Alf. Bueno, que caigan muchos aunque se levan^
ten pronto.
Ano. Haces bien en pedir milagros, porque de^
otro modo dudo de que conozcan tu letra
en las farmaoias.
AtF, • Greo conocerme, y sé muy bien que no soy
una emiiiencia, pero tampoco una nulidad.
-* lá «»
Lucho con el anónimo, cosa horrible en oA
carrera... pero paciencia, con conHtancia y
trabajo irán aomentando los pocos cü^fit^s
de ahora.i. O un golpe de suerte me los á^xék
• de una vez.
Elus. ]Eso, esol ¡Si tuvieses la suerte de que le
ocurriese una gran desgracii^ a un todero es-
tando tú de serviciol
Nati" ' {Papá, por Dios! (Rten.)
Sus. ¡No os riai£>! Es que confio en ^ue Alfonsot
haría una cura maravillosa» y los periódicos
le pondrían por las nubep. ¿Uixé enferneiQ
podía interesar en España más que ua tOr
rero? . '
Alw, Hay otro medio de alcanzar lo popula^dad
y de acreditarme como médico: dedicándo-
me a la política. ¡Así que no tendría yo fama
si hubiese. sido ministro! . *
Ang. ¿Es por e&o acaso por lo. que te metes en
empresas periodísticas?
Alf; (Riendo.) ¡Tal VfcZl
Ant . (Entra con ona bandeja.) Bl COrrCO.
M. Ter. . A ver, trae. (Antonia deja la correspondencia y
vase.) {Cuántas cartas tienes hoy! loma, El
Eco liberal,
Ang. Dámele, que Jeo el folletín.
Eus. Hombre, parece mentira que teniendo tú
acciones de ese periódico no baya dado la
noticia de lo del Tiro Nacional... Y no es
' que me gusten a mí esas cosas...
M. Ter. (a AIÍomo, que abrió v^rUs carta«.) ¿CÓmO rCCibeS
hoy tanta correspondencia?
Alf. (Riendo.) Todas nuestras amistades que se
interesan por mi salud, deseando que no
tonga importancia la herida. ¡No sé cómo
ha podido enterarse toda la población, de
esta tontería!
Eus. ¿Ves? Un arañazo sin importancia b^t^ta
para que la gence se ocupe de ti. ¡Si viniese
el suceso extraordinario conquistab^usciá^ Qé4
lebridadl.
Oasp «r (Anunciando.) La señorA de Fernández.
Eus ¡La mujer del alcalde!
M. Ter. ¡Concbal (sale a bu encuentro.)
Concha- C joven j guapa. LoJoBo traje de visita. Trata en vano
de disimular su excitación uexviota.) No Se molcS*
ten ustedes por mí. He venido demasiado
temprano, ¿verdad?
» j
^n-^
M. Ter.
Alf.
CONCHA
Ano.
Eus.
Concha
Alf.
Concha
Alf.
Concha
Alf.^
Concha
Alf.
Concha
Alf.
(Beiáósoia.) T<^nta, tú no eree una visita; eres
cosa de la familia:
(saludándola) ¿Y Duestro amigo el alcalde?
Está muy atareado estos dias a causa del
duque. El Ayuntamiento tiene que hacer
los honores a tan ilustre huésped.
(Mirando al reloj.) {Las cuatrol jVamos, hijas^
acabemos de arreglar esto. Vamos a colocar
las flores y a ordenar la sala. Tú, (a Bnaebio.)
el papel de Armenia, (oa a Euebio una* ^uaa y»r
papel de Armenia, que éste enciende.)
Ño me tienes que decir Dada, (vaae» agiund<h
el aahomerlo.)
(Dofia Augelita, Marta Tereaa y Nati vanee por la de^
recita, llerAndose las floree y despnée de haber repar-
tido un buen puñado de ellas en los búcaros y Jarro-
nes de los muebles.)
(Tan pronto como desaparecen los precitadop perso*
najes se deja caer en ana bntaca.) ¡EstamOS per-
didos! .
(volviéndose sobresaltado.) ¿Qué di^e USted?
(Que estamos perdidos! (con desesperación.)'
{Por qué se nos ocurriría ayer tomar el mal
dito coche!... Mi marido¿..
(Dando un brinco.) ¿Lo ha deSCUMcrtO?
No... aun oo... Pero al volver a casa lo pri-
mero que ha hecho ha sido comunicarpáe la
noticia de su herida.
(sorprendido.) Pero, ¿lo ha sahido tamhién él?^
¿Quién no lo sabe a estas horas? jLo ha pu-
blieado el periódico!
¿El Eco Liberalf .(MtLTtañáiMitño,) ¡Ahora me^
explico el por qué de todas esas cartas y
tarjetas!... {Por vida de!..é Nunca lee nadie
el periódico y justamente hoy... (Bascando).
{Vaya, le ha cogido mi suegra] Pero,.¿qué-
dice?
'Aquí traigo yo un número^ (saca ei pei^dieo-
del bolso.)
( Desdoblé odole nerviosamente.) ¿Dónde e£^? (Le-
yendo.) c Accidente desgraciado.; Ayer, en la
ronda de San Antonio, fuera' de las mura-
llas, por haber resbalado el caballo volpó up
coche de alquiler en que paseaba el doctor
don Alfonso Arana y su distinguida espo-
sa... El famoso especialista en enfernciec^-
des de la infancia se causó una ligera herida,
en la mano derecha a consecuencia de la.
— u -
; ■ j :
Concha
-Alk.
OONCHA
Alf.
ÜONCHA
•Gaspar
^LF.
Alf^
XOR.
Concha
fyOlt.
-Alf.
rotura de xxn cristal y sU señora tuvo, la 9Qdr^
te de salir indemne... Éq censurable que por
ei mal estado de los paseos de las afueras
ocurran estos accidentes... Debe el señot
alcalde dar un paeeito por las rondas...»
(Desplomándote en una silla.) ¡Qué atrocidad!...
|Mi mojerl... ¡Si lo leen estamos perdi^psl...
Vaya usted allá dentro y con cualquier pre-
texto quíteles el periódico.
]Ay, por Dios, no me comprometa usted!
Cuando yo le decía que me daba el cora-
zón...
;A usted? ¡A mi sí que me lo daba! Siempre
be tenido un sagrado temor a los cocbefl
para las aventuras amorosas. [Abj si m^
hubiese becbo usted caso! ¿Por qué no qui-
so usted ir al sitio que le indicaba?
|No me reproche usted, Alfonso; era lo úni-
co que me faltaba^ después de haber caldo
en sus brazos! . ^
|Qué más podía pedir yo!... Hasta la fecha
el único que cayó fué el caballo.
Cierto que nada serio tengo qite reprochar-
me; pero... ¡Cuidado, que viene Lorenzo!
(Lérantando el corUnóu y anao ciando eoD lolemnida^}
Pase usted... Mi señorito.
(Hombre madoro; pero de baen ver, elegante y sim-
pático.) No hace falta anunciarme, hombre,
ya me conocen. (Riendo, da una palmadita en el
hombro a Gaspar y éste desaparece.) |Señoral... (a
Alfonso.) Celebro verte. ¿Qué tal la herida?
Acabo de leer...
Perfectamente^ (Levantando la vos ) [Perfecta-
mente! (con Ira.) ¡Me he curado ya! [No ten-
go nada! {Nadal
(Sorprendido.) Más Vale así; pero tu mujer se
habrá asustado.
(cada vez más molesto.) {.Qué se ha de asustárl
Enhorabuena.
Justamente, también yo estaba felicitando
al doctor. Con su permiso, voy a saludar a
las señoras. (Vase por la derecha.)
Generalmente, leo el periódico cuando Voy
a cenar; pero hoy me encontré al repartidor
en la eecalera... (Snseéa no ejemplar.)
(QaitAodoseío.) Muy bien; pero no veo la nece-
sidad de que vayas ondeándole como si
fuese una bandera.
\
16 —
Ex>R. Pero, ¿ee pnéde saber lo que te pasa? Estás
de un humor iosoportable.
Alf, ¿a mi? ¡Nada en absolutol... |A1 oontraripl
(Momento do indeeiiión.) Bueno... plies SÍ, ami.
: go del alma... Me ha ocurrida un percance
muy lamentable. Necesito el consejo de un
hombre como tú.
JLoR. Habla, habla.
Aur. Necesito hacerte esta oonfídeada. (seoáadoie
el fodor.) Li dama que ha volcado conmigo
no era mi mujer.
LtOR. I Ah!... Bntonces, ¿cómo se explica la noticia
de este periódico?
Al^. Ahí está el punto grave. Al ocurrir el vaelco
acudió gente de la que tomaba ^1 sol por las
muriillas, y yo, como puedes suponer; me di
mucha prisa para dejar la posición tan incó-
moda en que me encontraba y me corté la
mano al romper el cristal del lado opuesto
para que mi compañera de infortunio pu-
diera salir en seguida del coche, ateiándoee
a escape mientras yo, a unos conocíaos que
se habían aproximado, les decia que iba a
dar un paseo por el campo en compañía de
mi mujer.
LiOR. iClaro, siempre que quiere uno meterse a
dar explicaciones en casos tan comprometi-
dos, dice una tontería!
• Aur« (preooapedo.) Y el castigo no se ha hecho es-
perar. Al volver a casa dije que me había
cortado con un frasquito y nadie dio impor-
tancia al arañazo; pero he ahí que el dicho-
so periódico se apresura a publicar esa es-
tupidez*
LiOR* Es lógico, hombre, eres accionista, se inte-
reHa por ti, te hace el reclama de la especia-
lidad... y aprovecha la ocasión para comba-
tir al alcalde como enemigo político.
Alp. (aeioeito ) Mandaré recoger la edición.
LoR. ¿Pero estás loco? jA buena hora! En. todo
caso, di que la mformación está equivo-
cada.
Alp. Es que subsiste el hecho; tampoco puedo
negar lo evidente.
LoR. Pero, dispensa, ¿cómo se te ocurrió ir en un
coche de punto?
Alp. ¡Eso es lo que me pregunto yo también!...
Pero timic» ella, un poco cohibido yo por-
que esto no es Madrid. Ella me dio yeniíi
para que le expresara mi amor, siempre
£0D la coDdición de que había de ser plató-
nico...
LoR. Y a ti se te ocurrió que para expresársele
bastaba un coche de punto.
Alp. Si, era el tercer paseo que dábamos.
LoR. iHombre, eso ya es mucho!
Alf. Eso mismo pensaba yo... y ya yes, al tercer
paseo, cuando iba ganando terreno...
LoR. . I Le faltó al vehículo!
Alv. ¿Qué hago ahora?
LoR. En efecto; la situación es comprometida,
especialmente en lo que se refiere a tu mu-
ier.
Alf. No es solo ella la que me preocupa... La fa-
milia es la que me da miedo,
LoR. Sin contar con 1 >•" complicaciones y conque
tendrás que preocuparte <le la que ha vol-
cado contigu.*
Alf. |Ah, desde luego! Ella no puede resultar
comprometida en lo más mínimo. Su nom.
bre permanecerá en el misterio.
LoR* A mí no tienes que decirme quién es.
Alf. (Exaltado.) ¡Ah, eso jaociás!
LoR. Porque ya lo sé... Pero, vamos, anímate, es
tan imbécil...
Alf. ¿Quién?
XoR. El marido, el alcalde. Por ese lado na^a tíe*
nes que temer.
Alf. ¡Es que no hemos cometido ningún de-
ütol *
LoR» Hombre, esos paseos tan espirituales...
Alf. Pero no le hemos engañ^dc^. Lo único que
engañábamos era el tiempo.
Ant. Señorito, un caballero pregunta por usted.
Alf. ¡Otro que vendrá a interesarsieí por mi sa-
lud!
Ant. Dice que es un redactor de M Eco Lih^al,
Alf. (Se leyanta de golpe y corre hacia ui;i eztremQ de la
habitadóo.) [Dile que dé gracias a mi suegra
por haberse llevado de aq^i la mesa donde
guardo el revólveíl
JcR. (Presentándose.) Perdone usted, doctor, soy yo
que deseaba saber...
Alf. ¡Señor mío!... (a Antonia.) Puedes retirarte.
(Vase la doncella.)
JoR . Veo que está usted: bien y me alegro infini-
it-.
Alf.
Loie.
JOR.
Ale.
LOR.
Alp
JOR.
LoR.
Alp.
JOR.
Alf. .
LfOR.
Gaspak
Blas
Gaspar
Blas
Qaspar
to; asi en el número de manatiá podremod
decir...
|Que me he levantado la tapa de los sesosl
Ya puede usted ir haciendo la información,
le daré datos...
No haga usted caso, joven. Lo que hace
falta es que no vuelvan ustedes a hablar del
accidente, y si no hubiesen publicado la
noticia...
¿Es que no está usted contento de la forma
cariñosa, del pequeño reclamo que le hace-
mos y del puyacito al alcalde? 14o debe ha-
ber leído bien. (Saoa an ejemplar del periódico.)
|Hágame usted el favor de no sacar más
ejemplares! (se le quita y le esconde.) ¡Parece
mentira que la tirada sea tan grande y que
nos siga costando dinero la publicación!
La noticia que han publicado ustedes no
era exacta.
¿No?... |Ah, pues rectificaremos!
(indignado.) ¿Rectificar? (a Lorenzo.) Pero, no
oyes? ¡Rectificar ahora! ík jordana.) Pero, ¿me
hace usted el favor de decirme^ por qué se
mete en lo que no le importa?
Doctor, yo creo...
(procarando tranquilizar a Alfonso.) No hables tan
alto.
(Con la misma indignación, pero con voz reconcentra-
da.) Deje usted que los caballos se caigan
cuando les plazca y que las carreteras estén
convertidas en lodazales.
(cada yes máfl confuso.) ¿ComO copropietario
del periódico me aconseja usted que despre-
cie los sucesos y desaproveche las ocasiones
de combatir a los enemigos políticos?
Lo que deseo es que nadie se ocupe de mis
percances personales.
Procura que no te oigan, hombre; vente a
esta habitación. (Oe mala gana se lleva a Alfonso
por la izquierda. Jordaua se queda asombradisimo en
el centro de la habitación.)
Pase usted, señor alcalde.
(a Qaspar, extrañado.) Caramba, ¿está usted
aquí hoy?
81, señor; por una tarde.
¿Cómo por una tarde?
Como estuve la semana pasada en casa de
usted. Voy a avisar a las señoras.
-18^
i^LAS ^o, espera, no vajas; yo hó hago visitas
nunca. Solo quiero ver al doctor.
Gaspar ¡Ah, entonces!...
Sedio mutit.)
ola, Jordana. Quería saber cómo sigue el
doctor. ¿Es grave la herida?
Gaspar (DeteniéDdose.) ¿Qué, está herido?
JoR. ¡Ab^ no lo sel... Si be tratase del mordisco de
un perro, había para creer que el doctor es-
taba ya hidrófobo.
Blas Dispense; pero, no entiendo.
JoR . . Figúrese usted que me ha armado un es-
cándalo porque hemos dicho que deseamos
que cure pronto! (saca otro número del 'Eco».)
Lea usted y dígame si el suelto puede ser
mas amistoso.
Blas A propósito; bueno me pondrán ustedes
mañana con motivo del nuevo presupuesto.
¿Ha estado usted en la sesión?
JoR. Si, señor; y diré que es usted el alcalde mo-
délo, el hacendista más grande que han co-
nocido los tiempos.
Blas ¿De veras?
Jok • {Usted lo leerá!
Ant. (por el foro» con mis cartas.) Todas estas Car-
tas.. • (Se detiene.)
Blas (sacando otro ejemplar de «El Eco Liberal.») Voy a
ver qué dice usted de la herida del doc-
tor.
Ant. Ustedes perdonen. ¿Dice el periódico que el
señorito está herido?
Gaspar (con gran interés.) ¿Lo pone el papel?
Ant. Hace usted el favor de enseñármelo?
JoR. Aquí lo tiene usted. (Entregándole el periódico.)
Fué un vuelco sin importancia, cuando pa-
seaba ayer en coche con su esposa.
Ant. ¿Con quiéu? ¿Con la señorita María Teresa?
Ese es un error. La señorita no salió ayer de
casa en todo el día.
Blas ¿No salió?... En ese caso...
Ant. (Picarescamente.) Tal vez f uesc Otra...
JoR. ¡Una incógnita!
Blas {Encerrada en un coche con él! ¡Qué suerte
tienen algunos hombres!
Ant. ¡Una aventura!
Blas ¡Así ee explica su ira!
JoR. ' Y el temor a que se lea el periódico.
Ant. ¡Quién podía figurarse!... Un señorito tan
^ 16 --
tormalM que ni conmigo se ha atrevi<ío
nanea.
Blas Pues es preciso salvar a mi amigo a toda
costa. Una cosa es la política y otra la amis-
tad personal.
JoR» Claro, pobre doctor.
Ant» Hay que evitar que las señoritas conozcan
el hecho.
Gaspar Eso, porque si no menudo zipizape se ar-
maría.
Blas A ver, ustedes^ Antonia, Gaspar, ustedes
pueden ayudarle mucho.
Ant. No tenga usted cuidado.
Blas Que no lean el periódico.
Ant. Descuide usted. (Va«e por el foro.)
Gaspar Yo estaré con cien ojos. Cuidado que aquí
vienen, (vate.)
JoR. Yo no sé si escurrirme...
Blvs Quedamos en que tratará usted muy bien
con motivo del presupuesto...
JoR. ¿Está usted loco? Pedimos la destitución.
Blas ¿Pero no decía usted?...
(ALFONSO entra por la Izquierda, pero al Ter a Jor*
daña se precipita iracondo hacia él. En aegoida se re-
prime 7 hasta finge una sonrisa.)
AiF. ¡Caramba, Jordana, usted por aquí... Ven-
drá por las pruebas de aquel articulito mío
¿verdad? Ya se las mandaré, no quiero en-
tretenerle. (Le acompaña hacia el foro y le obliga a
hacer mutis.)
Jott. Lo sé todo, doctor. (Moyimiento de sorpresa' de
Alfonso.) {Animo! (Mutis.)
(doña ANGBLITA, MARÍA TERESA, NATI 7 des-
pués EUSEBIO han ido saliendo por la derecha,)
Ang. (Aparte a Lorenzo.) Muchas gracias por haber-
nos enviado a Gaspar.
LoR. No vale la pena.
M. Ter. Hola, señor alcalde, cuanto bueno...
Eus. Su esposa acaba de marcharse.
Ant • (Saliendo por el loro.) Preguntan por usted, se-
ñorito.
Alf. (Preocupado viendo que doña Angelita tiene el perió-
dico en la mano) ¿Han dicho lo que desean?
Ant. Saber como sigue usted.
Alf. .{^^^ poder reprimir un moyimiento de impaciencia.)
¿Y qué les importa? ¡Estoy perfectamente,
que me dejen en pazi
M. Tbr. No sé por qué te molestas.
^ áó ^
Alj^. ¡Voy a despacharlos porque no digan liste-
des! (Mutis por el íorp.)
Ang. No te entretengas qae va a venir la du-
quesa.
Blas Ayer, en mi calidad de alcalde, tuve el ho-
nor de ir a presentar mis respetos al emba-
jador.
Ano. ¿Si? Supongo que El Eco hará el relato de la
VÍ&ita. (Dispóuese a desdoblar el periódico. Gran tur-
bación por parte de Blas y Lorenzo. Antonia y Gas-
par discuten visiblemente detrás de una cortina.)
Gaspar (Entiando muy resuelto.) Señora. .
Ano. ¿Qué? ¿La duquesa?
Gaspar Vengo a decir a la señora que no ha llega-
do todavia. (Xodos se miran extrañados.)
Ano. Bueno, muchas gracias, puede usted reti-
rarse.
Eus. Le acogerían a usted muy bien.
Blas] Sí, con mucha amabilidad.
M. Ter. ¿y qué le dijo a Ubted el duque?
Blas Nada... no me dijo nada.
Eus. Vamos, usted es demasiado modesto, segu-
ramente elogiaría las reformas de la pobla.
ción. A ver, Angelita, trae el periódico.
Ano • Toma. (bi mismo movimiento de antes por parte de
los demás.)
Ant. ¿Ha llamado usted, señorita?
Ang. (Oon sorpresa.) Yo nO.
Ant. Me pareció... Usted perdone.
LoR. (impidiendo a Ensebio desdoblar el periódico.) Es
hombre de pocas palabras el duque.
M. Ter. Pero la duquesa, porque ella estaría pre-
sente...
Blas Sí, pero tampoco me dijo nada.
M. Ter. A ver, papá, que no lees ni dejas leer.
LOR. (Arrancanda casi el periódico de manos de Busebio,)
El Eco Liberal no tratará del asunto por no
dedicar elogios a Fernandez.
Ano. ¿Pero esa dama es realmente inglesa?
Blas Norteamericana, yanque hasta la punta de
los pies.
Eus. Creo que es fabulosamente rica.
Blas Enormemente Me dijeron que estuvo a
punto de pasarse con un príncipe real.
M. Ter. Y ha acabado por casarse con un viejo.
Blas Pero archimillonario.
LoR. Creo que su vida en América era bastante
original. Amiga de aventuras..^
- 21 —
AsG . . Nati, vé a ver si Antonia ha preparado el té.-
(Vate Nftti oon gesto de mal humor.)
Blas Yo también he oído contar que allá en su
tierra era ana mujer un tanto libre.
Eus. Vamos, que es una aventurera en toda regla.
Todos ¡Tanto como aventurera!...
Nati Aquí está Ernesto.
Ang. ¡Mi Bobrino!
Nati (Aparte a Loreoio.) Gon que dígame usted, ¿es
una aventurera?
LoR. ¿Quién?
Nati La duquesa mamá; me ha mandado salir
justamente para preguntarlo.
LoR, ¡Vamos, chiquilla!
(ERNESTO lallendo por el foro. Es el Petronlo de la
pobl&ción.)
Ern. Buenas tardes, (con mucho interés a Maria Tere
sa.) ¿Saliste realmente ilesa, indemne, como
dice el periódico?
M. Ter. ¿Indemne?
Ern. Si, mujer, del percance de ayer. Lo refiere
El Eco LiberaL (Le entrega un ejemplar del perió*
dico.)
Ant. (Sale 7 se adelanta corriendo.) ¿Ha llamado la
señora?
Ang* [No hemos Hamado! ¡Qué manía!
Blas ¿Me permite usted que eche una mirada
por el periódico?
M. Ter. Pero vamos a ver, ¿qué pasa aquí? Parece
que hay una conspiración para evitar que
se sepa...
Ang. Es verdad, ya había notado yo algo... Lee,
lee, vamos a ver...
Brn. Aquí lo tienen ustedes. (Leyendo.) cAccíden-
te desgraciado. Ayer, fuera de las murallas
por haber resbalado el caballo, volcó un co^
che de alquiler en que paseaba el doctor don
Alfonso Arana y su distinguida esposa.,.»
Nati J
Ang. [ Pero ¿diceeso?
M. Ter. (Le quita el periódico y sigue leyendo.) cEl famoso
especialista en enfermedades de la infancia
se causó una ligera herida en la mano dere-
cha a consecuencia de la rotura de un cris-
, tal y su señora tuvo la suerte de salir in-
demne...»
Bus. (a Maria Teresa.) De manera ¿que has volcado?
— 22 ^
M. ÍER. ¡Yo, no!
LoR. Por lo visto 68 que han conf andido a Alfon-
' so con otro.
Nati ¡Pero si Alfonso está realmente herido en la
manol '
Ern. ¿Que está herido?
Akg . ror lo que a él se refiere el relato del perió-
dico es exacto.
M. Ter. También puede que sea exacto lo demás...
solo que la distinguida esposa no era yo...
Nati , \8\x amante de fijo!
Ang. ¡a ver si te callas, Nati!
Bus. Nati, vé a ver si Antonia ha preparado el té.
Nati jY dale con el té!... Debieran ustedes haber*
me mandado salir antes, porque ya me he
enterado de que mi cuñado tiene una aman-
te. (Vase.)
LoR. A mí me parece que este suelto es un solem-
ne infundio.
Ang . Usted perdone, Lorenzo, pero ya es inútil
que intenten ustedes burlarse de nosotras. *
M. Ter. (con energía.) {De manera que mi marido se
pasea en coche con una mujer mientras a
mí me hace creer que está dedicado a su
profesión! ¡Muy bien!
Ern. (Escandaiiíado.) \Es indigno!
LoR. Usted perdone, María Teresa, pero a mi me
parece...
M. Ter. ¡Tenía una amante!... Pues bien, que la dis-
frute a sus anchas, pero lo que es nosotros
. no hemos de permanecer en esta casa ni un
día más.
Eus. ¿lyiarcharnos nosotros? No, hija mía, nos.
otros somos cuatro y él... él es solo, por lo
tanto él es quién se debe marchar.
Ern. ¡Muy bien dicho!
Blas No precipitemos las cosas, caballeros.
LoR. Lo primero es enterarse de lo ocurrido por
el propio Alfonso.
M. Ter. Lo que más me indigna es que haya inten-
tado hacer creer a la gente que la mujerzue*
la que le acompañaba era yo.
Ang« Sí, eso es indecente
M. Ter. ¡Ah, pero yo me enteraré de quién eral
Ern. ¡Vaya si la descubriremos, no faltaba másl
Ang. a ver'si por el suelto del periódico podemos
deducir algo. (S^len a relucir todos los ejemplares
de «El Eoo.)
— 28 —
(ALFONSO entra apresoradamente y ie dispone a '
hablar, pero se qneda callado al obseryar la actl-
tnd d« loi personajes y mira angustiosamente a Lo.
renco.)
LoR. (Encogiéndose de hombros.) ¡CbicOÍ...
Ang. Por nuestra actitud ya puede usted figurar-
se que lo sabemos todo, caballero.
Eus. Su conducta no puede ser mes censurable.
Nati (Una amante!
Ang. (secamente.) Nati, vé a ver si...
Nati Si está listo el té... |Ya me lo figuraba yol
(Mntis.)
Alf. No comprendo...
M. Ter. (Agitando el periódico lo mismo que los restantes per-
sonajes.) Acabamos de leer el periódico que
con tanto empeño nos ocultabas.
Alf. ¿Quién ha sido el que?...
Eus. Nuestro sobrino Ernesto fué el que inocen-
temente nos abrió los ojos.
Alf. jEl tenia que haber sido!
Ang. ¡Comprometerse en una aventura ridicula,
propia de Madrid, no de una población mo-
ral como estal
Alf. (Recobrando sn aplomo.) Al fin y al cabo con la
única persona con quien tengo que diecuL
parme es con mi mujer, pues con ella me
he casado y no con ustedes. Ante ella me
explicaré.
£u?. Si, inventando alguna mentira.
Ano . Por Dios, no levantéis tanto la voz que están
a punto de llegar las visitas.
Al F. Tiene usted razón. Ya hablaremos de esto.
Yo ahora me marcho.
Eus. A visitar a tus niños ¿no es eso?
Alp. A veces- mejor se puede tratar con niños que
con personas mayores. (Mutis,)
Brk, Eso lo ha dicho por ti, tio.
Eus. . (indignado.) ¿No ha sido por ti?
Ang. ]Es la primera vez que se ha atrevido a le-
vantarnos el gallo!
M. Ter. jQué modo de sincerarse!
Ang. (viendo entrar a Gaspar.) Gallad por Dios que
viene alguien . (a María Teresa.) Cuidado con
perder la serenidad y que se te conozca el
disgusto. Lo que hay que hacer es tratar de
adivinar quién era la del coche. A lo mejor
es una amiga intima
Gaspar (Anunciando.) La señora de Cortejarena.
- 24 —
Ano. (saliendo r su encuentro.) Paseustod, Pepita.
(cambio de oumpUdos.)
(PBPITA, señora joven y goapai admirablemente yea-
tida, sale por el foro.)
P£P. Siento no poder estar con ustedes más qne
unos minutos.
Ano. ¿Tiene usted muchas visitas que hdcer?
Pep. No, es que el médico me tiene ordenado el
ejercicio, el aire del campo. (Todos hacen un
gesto muy signiflcatiyo y cambian miradas como dicién-
dose: *¿Será esta? IColdado, exploremos! > Todo esto ha
de ser muy marcado.)
Eüs. Ya, ya... ¿Con que paseitos por el campo, eh?
Pep. a diario.
Ano. Por las murallas, seguramente.
Pep. Sí, es lo más pintoresco.
Eüs. Pero tenga usted cuidado, señora, es muy
peligroso.
M. Ter. (Fijando con insistencia la mirada en Pepita.) Ayer,
al dar un paseo en coche volqué yo, yo
misma.
Ano. Sí, señora, volcó ella.
Pep. ¿De veras? ¡Cuanto lo siento! No sabía nada.
A mi no me gusta el coche, aparte de que
lo que me ha recomendado el médico es
andar mucho. Por eso siempre voy a pie.
(Angelita, María Teresa, Busebio, Ernesto y Blas se
miran mutuamente meneando la cabesa y como dicien-
do: *lNo es ellal>)
Qaspar (Anunciando.) La scñora gobernadora.
Ano. ¡Remedios!
(sale REMEDIOS por el foro. Joven también y muy
elegante.)
Rem. Hola, amigas mías. (Besos y saludos.) He teni-
do noticia del peicance que le ha ocurrido.
Ang • ¿ Por el periódico?
Rem. No, por mi marido, ya pueden ustedes fígu.
rarse, como él está en todo...
Eüs. Es de suponer.
Ern. Para eso es la primera autoridad.
Rem. ¿Realmente fué usted la que volcó?
M. Ter. §í, yo misma.
Rkm. ;Ah!
Ang. ¿Por qué decía usted eeo?
Rem. Nada... es decir, si ha sido usted lá que
ha volcado no hay indiscreción al decirles
que en el gobierno se creía que no era usted
la que iba con su marido.
-* 25 —
ToDOfl
RlM.
Eüs.
Ano.
M. Ter.
Rem.
Em.
Ptp.
Ang.
Pep.
Ant^
Ang.
Eus.
Nati
Ang.
Gaspar
Eus.
Ano.
Nati
(Se levatitan de golpe y pregustan a una.) ¿Quiéo
era?
¿Pero?...
Diga, diga...
Estamos en el secreto.
Sólo nos falta averiguar el nombre de la
individua.
Paea eso es lo que tampoco se sabe en el
gobierno. La policía no lo pudo averiguar.
jLo de siempre!
(Todos se sientan con desilusión.)
¿De modo que no fué usted la que volcó?
No, Pepita, no fué ella,, y lo que tratamos es
de averiguar...
(Entre ofendida y asombrada.) {{Ahll...
(Entra precipitadamente seguida de Mati.) Ha para-
do un automóvil en la puerta.
La duquesa, seguramente.
(Este anuncio despierta gran- interés en todos los
reunidos. Los dueños de la casa se muestran inquietos
y echan una última ojeada a la habitación. Las otras
señoras componen los detalles de sus tocados.)
(a Nati.) No olvides el saludo en inglés.
(Aparte también.) DeSCUÍda.
(a Maria Teresa.) Sal a SU encuentro, hija mía.
(Enojada.) Pero risueña^ do con esa cara de
duelo. No es de buen tono.
(María Teresa se dirige hacia el foro.)
(Aparece en el umbral levantando la cortina y dice
con su acento más solemue.) La Señora duquesa
de San Marcos. (Todos se ponen en pie. Aparece la
DUQUESA ALICIA; es una mujer Joven, muy bella,
muy elegante. Su traje es del último modelo, original
y atrevido, pero no extravagante. Es la dama qce se
siente muy por encima de cuantos la rodean, pero no
se aprovecha de ello. Se divierte al notar las preocupa,
dones que suscita y observa en los demás hasta el
gesto más insignificante, pero es sumamente afable,
extremadamente atenta. En faersa de amabilidades
quiere hacerse perdonar su superioridad. Al entrar se
detiene, examinando con gran curiosidad a Gaspar, en
seguida avanza decidida hacia los que la. esperan.)
Señora...
(rodos hacen una pxofanda reverencia.)
Les ruego que no se molesten por mí.
Es un honor muy grande el que usted nos
dispensa al visitar esta casa.
(pronunciando trabajosamente.) Madam, I have
— 26 -.
LiaA
M. Tbr.
Eus.
.«««Alicia
M.Tbr.
lLICIA
Ano.
LICIA
Bem.
LICIA
Pep.
Alicia
Blas
«Alicia
Blas
LICIA
Eus.
UCIA
I
tbe bocour (o wish you gcod day. (pront&PdeM:
Mádam, ai jav si óner tu uich gud de.)
Thank you, dearl girl .(pronúnciefle: Itasank
yu.) (Sonriendo.) Muy bien; basta en inglés.
La felicito a usted, señorita. (La beta.)
(PresentAndo.) Mi padre.
Duquesa, permita usted que bese su mano.
Caballero...
Mi primo...
Mucho gusto. ¿Y el doctor? (Se lienta y todoi
la imitan.)
Bailó para visitar a unos enfermos, pero su-
pongo que no ba de tardar.
Celebraré mucho verle; eomos muy ami-
gos... ¡Es tan simpático el doctorl... lOb, la
señora gobernadora, no me babia fijado...
Perdóneme.
(Pronandando trabajosamente. It is realiy not
wot tbe trouble. You thanks. (It is riali not
uerz si treubl. Ttzank yu.)
(Angelita y Ensebio hacen nn gesto de sorpresa.)
¿Usted también, señora de Cortejarena? (sa.
luda con eíasión a Pepita.)
¿How do you do? (¿Au du yu du?)
(Asombrada.) ¿Very wel; tbank you, madam,
And bow areyou? (Veri uel, ttzank yu má-
dam. And au ar yu?)
(Pepita qniere contestar, pero no acierta.)
(Aranzando con solemnidad.) Excelentísima Se-
ñora...
|0h, nuestro caro alcalde! (se levanu y todos in
imitan.) Se ha reunido en esta casa lo mejor*
cito de la población.
Yo no hablo inglés, pero...
No hace falta, no se apure¿ según puede
ver, ahora en España^ prefiero el castellano.
(se han sentado.)
Y lo babla usted con rara perfección.
No tiene gran mérito^ Mi facilidad parftiofi^
idiomas es ^rande;jtlS*tj^uéñítá \\xv& una/
doncella fiepañortT' y luJgo^ al/casarnoe, me/
pareció aue el mejor bcpienajf para mi noíaV
ridó era pablarle en su jídiomgf. Y ahora, ,ÚU
tiinamente no /he que/ido vyinir a/Españá
basta Uablar M castellano ¿ la i^rfe9CÍÓB.
Jlizguéf que esta era ]¿, mej<¿ pru^a <^ sitp.
ratia due poaia dar á los españoIes,,parJtMi —
[ue t^go muchas.
— 27 -
Lov.
Eus.
LlCIi
Ang.
-> 1 éltl.'l Mlllt^. ^.«
UC'A
Bu0.
Nati
LICIA
LOM.
LICIA
Nati
Pep.
RvM.
ÁNG.
Ang.
LICIA
Amg.
LOR.
LICIA
^^reMDtftDdo.) Don Lorenzo Rivae, arquitecto.
(Alargándole u mano.) ¿Pariente de ustedee?
Uomo 8i lo fuera, duquesa; intimo de toda
la familia. (lodlctodo la puerta de la itla.) 8i
quiere usted tener la bondad de pasar a la
§ala...
(Acomodándole.) Muohas gracias.
(L0s gefioras de la casa se mueitran un Unto oon>
trariadai.)
Acaso se encontrase usted más a gusto...
Aquí tenemos otra salita...
Me encuentro aquí muy bien, y quien se
encuentra bien que no se mueva, según
reza un antiguo refrán.
¿Americano?
x^o, español. En América se diría tal vez:
Quien se encuentre bien que siga movién*
doee a ver si se encuentra mejor.
(a on tiempo.) |It is lovelyl (fe quedan algo cor-
tadas.)
Si nos hiciera usted^el honor, querida du*
quesa, de aceptar una taza de té. .
Con muchísimo gusto.
(Angelita toca el timbre y aparece Qaspar.)
El té.
(Gaspar bace nna reverenda y desaparece. )
(saludando a Gaspar con nna sonrisa.) |Ah, ya de-
cía yol
¿Qué?
¿No lo saben ustedes? Soy una admiradora
suya. Me llamó la atención la primera vez
que le vi. E& Wagner, la misma fisonomía;
un poco más joven que en los retratos que
vulgarmente se conocen. Wagner redivivo.
(Azorada y respondiendo en seguida.) Es raro, noS*
otros le tenemos a nuestro servicio desde
hace algún tiempo y no nos habíamos
fijado.
(Disimula una sonrisa e interviene en la conversación
para rarUria.) Le parecerá a usted muy mo-
nótona la vida de esta vetusta población.
Al contrario, me encantan estas poblaciones
antiguas y tranquilas; al mismo tiempo yo
hago una vidar muy activa, como habrán
Eodido observar. Doy largos paseos a caba-
os hago excursiones en auto, sola muchas
•.28 —
M. Ter.
LICIA
Naii
Pbp.
Rkm.
Nati
Ano.
Todos
M. Tkr.
LICIA
Rbm.
LICIA
M. Ter.
Rrm.
Ano.
-Alicia
(
veces, porque como mi marido se pasa la
vida encerrado en sus habitaciones cuidan-
do achaques imaginarios... Ayer, sin ir más
lejos, di un largni6Ímo paseo en coche.
I Ahí ¿Usted iambiéu pasea en coche?
Oh^ me gusta mucho; es más tranquilo que
el automóvil, se goza más del paisaje.
(Cada ana con ana tasa se diepatan el honor de ofre-
. cérsela a la duquesa, diciéndole:) If you plcaSC.
\ (Pronuncíese: If yU plis.)
(Angellta, qae ha coRldo ana tasa, troplesa con la
qoe lle^a Nati y sobre la falda del yestido de Alicia
caen anas gotas. Consternación general.)
¡Ay, Dios mío; qué contrariedad más grandel
\Y precisamente en la faldal
(Rodean a la duqaesa lamentando el percance con las
frases: |Qué penal ¡Qué lástimal ¡Qué contra-
riedad!)
(Riendo de mny buena gana.) {Pero por DioS, nO
se preocupen ustedesl
Be va a quedar la mancha. A ver, trae en-
seguida un vaso de agua.
Nada, no ee apuren ustedes por tan poca
cosa. Volveré a mi casa con una mancha,
¡qué más da! No será la primera ni tampoco
la última.
Pero si es que tiene usted que hacer más
visitas...
Pues las haré con el traje manchado. Miren
ustedes, ayer mÍ8i»o, tal vez se lo hayan
contado, tuve que ir a visitar a la señora
de... de... no recuerdo el nombre en este
momento... A la señora del Rector del Semi
nario.
Usted perdone, el Rector del Seminario es
el padfe Ranero...
(Riendo.) jNo, no; tiene usted razónl La se.
ñora del director del Instituto... Bueno,
pues llevaba en la falda un desgarrón de lo
menos una cuarta de largo, aquí precisa*
mente... {Figúrensel
¿De veras?
¿Es posible?
¿Y cómo fué eso, si no es indiscreción?
(Divirtiéndose al ver el interés qae ha despertado sn
relato.) ¿Quién sabe? Tal vez al apearme de-
prisa del coche... ¡Qué sé yol Lo cierto es
que me encontré con un desgarrón tremen-
Bus.
LICIA
LICIA
M. Ter.
.LICIA
lLICIA
LOR*
\
do cuando aún tenia qué hacer fuera de
casa.
|Qué raro!
fiso mismo dijo nú marido al verme entrar:
[Qué raro! naturalmente, le contesté con
una carcajada. (Ríe.)
(Se miran nnos a otros j ríen también.)
Y tal vez el duque se enojase...
iNo! Rió conmigo.
NO ee dice en vano que son ustedes un ma-
trimonio modelo, una pareja feliz.
Asi es en efecto; nos forjamoH la ilusión de
[ue nos hacemos felices el uno al otro,
imo que se hacen la Hüsió'fíf""
laro; en este mundo para ser dichoso basta
creer que lo somos en realidad... Tal vez sea
la única forma de serlo... (Riendo.) Pero, por
DioSj no vayamos a hacer filosofía alrededor
del roto de una falda^ (Peapnég de echar nnyy
ijeada la habitaci6n.\^U¿nto me gUStan estOS
hogares provincianos! Me parece que asi han
de vivir más cerca los unos de los otros, que
han de sentirse más unidos... ¿Ustedes viven
juntos suegros y yerno?
Y muy felices.
No me cuesta trabajo creerlo. De fijo que
el doctor es un yerno modelo.
(subrayando un poco la frase.) GomO yomo.
¿Y como marido no? (a María Teresa.) ¿Cdlosa
pues? ¿De veras tierieueted celos? Pero, ^idg
quién ni de qué...jfinb más algún aefi^a-
ISTJOfreSBnSncias. ^
(Riendo.) Eso es: algún desgarr^ur.T. copio el
de usted ayer. ^' '
(Riendo también.) Eso es.^^xfoien alguna que
' tra manchita sobre^^fe jur^a, como mi ^^
lanchita de hoy. y^"^ ^ ""' \
Angelita mira a Lafeazo* £aseblb mira a Blas. María
yinsí!» uHUii vn
£1 caso es...
A mi me parece que al fin y al cabo debe
ser uu motivo de satisfación para su amor
propio tener por un marido un hombre que
les gusta también a las demás mujeres.
(Nuevas miradas entre los personajes.) ¡No puedo
yo decir tanto!
Tiene usted una lógica encantadora, du-
quesa.
LICIA
m^
Eus.
LiaA
Rbm.
IICU
Pep.
Rem.
Pep.
--«Alkia
Blas
Amo.
LOR.
Amg.
LoR.
Amg.
LoR.
Amg.
Nada, que en el fondo esos célod fion üná
BatíafacciÓD, Y que este es an bogar feliz
ibe dudajija felicidad parece que flota en
las habitaciones. Un detalle, un adorno pa-
rece decimos algo de la dicha de la dueña
de la casa y en esta habitación todo es ale-
Tenemos también otra salita... ^
Sí, ya me lo dijeron ustedes antes.
(LeTantándose.) Duquesa, he tenido un verda-
dero placer.
¿Se retira usted ya?
I vo también.
I nave the honour to wish you good day.
(Pronuncíese: ai jav SÍ ÓDcr tu uich yu gud de.)
I have the honour to wish you good day.
(Saludando amablemente a las dos señoras.) Hasta
el miércoles próximo si es que no tengo el
^usto de ver a ustedes antes.
Yo también me retiro con la venia de
usted.
(Peplta, Remedios y Blas, salen por el foro, j Ensebio
Inulta a Mida a pasar a la salita. Ella lo hace aeom-
panada de María Teresa, Ensebio, Ernesto y Matt. Do*
fia A ngellta vnelve de acompañar a Pepita y Remedios
y llama a Lorenzo, que se dispone a pasar también a
la sala.)
Lorenzo.
¿Qué desea usted, doña Angelita?
(Animada.) Hay que ir a buscar á Alfonso a
escape, no hay más remedio; se ve clara-
mente que la duquesa está prolongando la
visita por verle.
¿Lo cree usted asi?
8e ve a la legua. (Animándose a cada palabra.)
jQué mujer más encantadora! Qué distin-
ción, qué elegante desenfado... Y demuestra
tener un interés vivísimo por Alfonso... Por
otra parte, todas esas cosas raras que le han
suceoido ayer, su manera de pensar... Creo
que también lo ha notado el alcalde...^ y has-
ta mi marido, que no es ningún lince, me
ha mirado dos veces como diciéndome...
(Que ha escuchado con mucho Interés.) De modo
3ue en concepto de usted... aquella mujer
e ayer, la del coche... puede que fuera ella...
(sin poder contener su satis&ción.) ¿A USted.tam*
bien se le ocurre suponerlo? ¿Lo ve usted?
una duquesa... una embajadora.. De set
así... ¿No le parece a usted?... De ser así la
cosa variaba bastante... Y Alfonso, hay que
reconocerlo, obraba perfectamente, dejando
adivinar que se trataba de su mujer... Reco-
nozco que siempre ha sido un caballero.
I<OR. iQué duda tienel
Ang . Por Dios, Lorenzo, no deje usted de buscar
en seguida a Alfonso. Yo np puedo faltar
más tiempo. (Vase por la derecha.)
£iOR. (Sigoe con la mirada a Angelita hasta qoe deiaparece
mostrando primero sorpresa y después satisfacción, Qoe
se dibnja en nna sonrisa, y cuando Ta a dirigirse hacia
el loro ve entrar a ALFONSO, serio y preocupado. Se
dirige a sn encuentro con cara alegre.) AlfonSO,
hijo mío, voy a salvarte.
Alf. ¿Qué dices?
LoR. Elige. ^Prefieres la lucha terrible a todas
horas, las escenas de celos, el espionaje y
por último la t)omba final con el descubrí,
miento de la verdadera dama del coche, o
quieres que todo se acabe pacificamente?
Alp. * ¿Se puede saber qué quieres decir con eso?
LoR. Por el pronto len presente que lo malo de
tu aventura estriba en que todos nosotros
suponemos que se trata de un cualquiera,
quiero decir, de una mujer de nuestra clase,
de la esposa de...
Alf. (Fuerte.) ¡Lorcnzo, por Diosl...
LoR* Por eso juzgamos el escándalo con un ente*
rio natural desde el punto de vista de nues-
tro medio ambiente; pero una vez que tu
aventura se salga de lo normal, que la veamos
rodeada de una aureola de conquista, de or-
gullo casi para la población, entonces la
opinión de todos nosotros, personas todas de
una moralidad intachable, se modifica con
arreglo al interés moral y hasta material que
tu aventura pueda proporcionarnos, (oraye y
resuelta) Pues bien, para que lo sepas, la mu-
jet que ayer se hallaba contigo en el coche
era ni más ni menos que la duquesa de San
Marcos.
Alf. (Dando un brinco.) ¿Bstás loCO? (Riendo.) ¿Y tú
te figura-^?. . ¿De ese modo vas a salvarmef...
iGracias, hombre, no sabes cuánto te lo agra-
dezco! (Se dispone a marcharse.)
LiOR. Ten cuidado, que aquí está la Duquesa.
LICIA
Alf.
Ang.
LOR.
Alf,
..ALICIA
Eus.
LICIA
Alf.
— Alicia
(sabiendo.) Caando lee digo qae les envidio sd
nido... (Viendo a Alfonso.) {Ah, querido doctor,
he preguntado por usted no sé cuántas ve«
cesl
(Antonia y Qaipar recogen el Juego de té y ordenan
las sillas con lentitnd para enterarse de la conversa-
ción. Angellta observa atentamente a la Duquesa*)
(Alorado, al ver que Lorenso no deja de mirarle» besa
la mano a la Duquesa.) £n CUantO he sabido que
estaba usted aquí me he apresurado a venir.
Anda siempre tan atareado el pobre con eus
enfermos.
Ya me lo ñguro. Sin embargo^ espero que
aproveche un ratito para visitarnos a nos-
otros. ^No saben ustedes que el doctor ha
conquistado por completo a mi marido?
Esta mañana me confió un proyecto que
acariciaba desde que vino a su ciudad natal.
Quería dejar una fundación, un recuerdo
que le sobreviviese, y como ha perdido ya
toda esperanza de tener sucesión ha decidí-
do construir un hospital para los niños de
los demás. Hospital y asilo, algo que sea
útil. ¿Qué les parece a ustedes la idea?
{Oh, no puede ser más noblel
Como de un hombre como el Duque.
No tengo palabras para...
(a Alfonso.) Excuso declr que el . Director del
hospital ha de ser usted. Nadie más indica-
do. Mi esposo quiere también que usted se
encargue de la construcción para que sea
con arreglo a las exigencias de la ciencia,
asi es que buscaremos el arquitecto que crea
más conveniente...
(indicando a Lorenso.) Justamente tcncmos
aquí al mejor arquitecto de la capital.
|Ab, muy bienl Por mi parte, como yo no he
de residir aquí, dejaré nombrada una junta
protectora y para ello cuento desda luego
con las damas aquí presentes.
(Las señoras a excepción de Haria Teresa, dan las gra-
cias efusivamente.)
Iré a dar las gracias al Duque en nombre de
mis pobres enfermitos.
Si, aprovechemos esta simpatía que tiene
por usted él siempre tan enemigo de los mé-
dicos, para qUe usted vele por su salud sin
que él se aperciba. Créame que me preoou-
— 83 —
Ano,
JLiOR.
XICIA
AlF.
LICIA
Ang.
Amo.
Nati
Ano.
Éü5.
ANG.
Eus
LOR.
pa mucho sa estado y justamente deseaba
saber su opinión... Con el permiso de uste-
des.
No faltaba más, señora, (se aleja de eiios.)
No, no es ningún secreto.
Bien; pero ios médicos son algo asi como los
confesores.
(Lo8 perflonajes crasan expresivas miradas ) '
(Qae forma grupo con Alfonso lejos de loa demás.)
¿Me da usted su palabra de que no ha men-
tido piadosamente al decirme que los acha-
ques de mi marido son más imaginarios que
reales?
Mi palabra. Pura aprensión; y se comprende
Jue se preocupe tanto un hombre que al
nal de su vida ha reunido todas las felici-
dades.
Es usted muy galante. (Le da la mano.) Y un
millón de gracias por la tranquilidad que
me da. (volviéndose hacia los demás.) Señores,
ya es hora de que dé por terminada mi
visita.
Duquesa, por nuestro gusto la retendríamos
aún muchas horas.
Hemos tenido un verdadero honor...
Amigos míes, nada de cumplidos; no lo
consiento.
Alfonso la acompañará hasta el automóvil.
(Adelantándose.) Adieu for the presen t. (Prooún.
eiese: Adiú for SÍ piéscnt.)
Thank yOU. (Por Gaspar que esperu en el ambral.)
Aquí está nuestro estupendo Wagner.
I am quite at your service. (Pronúnoiese: Ai
am coátit at yuc ¿rervis.)
¿También él habla inglés? ¡Muy bien» hom*
brel
(Todos hacen grandes reverencias a la D&qvesa y esta
sale por el foro acompafiada de Alfonso.)
(Con entusiasmo.) Es lo que se díce una gran
dama.
Parecía que era amiga nuestra de toda la
vida.
Y el recibimiento nos ha salido divinamen-
te, ¿verdad?
Lástima que por abusar tanto del inglés
haya comprendido que todas las frases las
han aprendido en el mismo manual,
(con mucho tacto.) Pero ella las ha agradecido
-.Sa-
lo mismo y tengo la seguridad de que ba de
repetir la visita.
Eu8. Nos ha demositrado tanta simpatía...
Nati Particularmente a Alfonso.
■ (Todos asienten.)
M. TttR . Precisamente.
Ang . (Mirando a Lorenzo.) Nati, siempre hás de decir
inconveniencias... La simpatía se explica
perfectamente... Como ha salvado a su ma-
rido...
LoR. Claro, ella siente un impulso de gratitud...
M. Ter. y no ha podido demostrárselo mejor que
yéndose a pasear con él en coche...
Ang. ¿Tú crees que ha sido ella?
Ern. ¡No lo ha de creer!... Me parece que la cosa-
no puede estar más clara. (Mirando con lástima '
a María Teresa.) ¡Engañada u na Criatura como
tú por ese tipo!... ¡Debes vengartel
Ang . ¿Quieres callarte?
Eüs. Oye, Nati; vé a ver si...
Nati El té ya se ha servido.
Ano. Bueno, pues retírate un momento.
Nati (Entre dientes al hacer mutis.) En CUanto UUa
conversación comienza a ser interesante...
Ang, ¿Sabes, María Teresa, que me parece que tus
celos dan a Jas cosas unas proporciones
exageradas?
M.Ter. Todo lo que ustedes quieran, pero por lo
pronto todos ustedes han sospechado como
yo... Ayer precieamenle paseaba en coche...
liOR. (Con*uiaña y como si no se diese cuenta de tus pala-
bras.) Y el desgarrón...
M. Ter. ¡Eso es, y el desgarrón del vestido!
LoR. En efecto, todas -las circunstancias...
M. Ter . Y sus excentridades, sus originales ideas
sobre la fidelidad conyugal, ese constante
mirar a Alfonso...
Ern. ¡Hasta quiere hacerle un hospital!
LoR. No precipitemos las cosas... Aun admitien-
do que la dama que iba en el coche con Al-
fonso fuese ella...
M. TfiR. ¡Que lo era!
Lok. ... No por eso se puede afirmar que sea sa
amante.
M. Ter, ;Sea como sea; yo no voy a la recepeión!
Ang. ¿Cómo que no? ¡Después de que te has man-
dado hacer expresamente un traje!...
M. Ter . Y vosotras tampoco debéis ir.
- 86 —
Ang . Dispeoea, hija, pero estas son ridiculeces
propias de una provinciana.
Sus. Sin contar que tendrás que hacer lo que te
mande tu oiarido.
Ang. Que es un hombre lleno de buen sentido.
£us . Que sabe perfectamente lo que 9^ hace.
Alf. (Entrando.) La Duquesa me encarga que reite-
re a ustedes pus afectos.
(Todof , «nenos María Teresa y Brneato, dicen moj sa-
üafeohos: Gracias.)
M. Ter . Por mi parte no los acepto.
J£kn. Muy bien dicho.
Alf. (Despaéi de haber interrogado a Lorenao con la mira-
da.) ¿Qué pasa ahora? ¿Qué les has dejado
. suponer?
LOR. (Sanriendo.) PerO 8Í yO nO... •
Ang . (Afable.) No te enojes, Alfonso, ya hemos jus-
tifícado tu proceder.
Bus. (Bn el mismo tono.) Alfonso, por Dios, ¿croes
que no somos unas personas de mundo que
saben hacerse cargo de las cosas?
Alf. (Detpaés de mirar con eztra&eza^a Lorenio.) En fin,
quiero que me digas...
LiOR. ¿Qné he de decirte? Nadie me impide supo-
ner que la dama que iba ayer contigo no
fuese la Duquesa.
Alf. (con nn arranque de evidente sinceridad.) (Eso 68
mentira!
Ang . iQué dignidadl
Kus. ¡Cómo se ve la nobleza del caballero!
Alf. (a Lorenzo, enojadísimo.) (Tú no puedes houia*
damente acusar a esa mujer!
L«OR. (Dominando la toz de Alfonso.) ¿Qué CS eSO de
acusar? ¿Quién iia de atreverse a suponer
que ella hubiese ido en busca de una aven-
tura vulgar como una mujer cualquiera?
No, no es eso, tal vez al ir de paseo encuen.
tra a Alfonso, por el que abriga una simpa-
ti& vivísima, irresistible... «.
M. Ter . ¿Están ustedes oyendo?
L*oR. Pero inocentísima .. Manda subir al doctor
en su coche... (Alfonso, poco a poco, acaba por
compartir las ideas de Lorenzo a qnien signe con la
mirada 7 remeda con el gesto repitiendo con el moví-
miento de los labios las pslabras y acalorándose cada
▼es más al Ter el gran efecto que en los presentes pro-
duce el discurso.) ¿Quiere usted acompañarme?
— ¿De veras no molesto?— Al contrario. — Y
— 86 -
entonces Alfonso no se niega a complacerla.
Alfonso vive en una familia donde foseaba*
Ueros son nobles, y una negativa por su
parte, tras no ser galante, podia parecer algo
asi como una cobardía.
Bus. ¡Muy bienl
LoR. En América un paseo en coche representa
el medio más cómodo para hablar entre
amigos. Poro en España los coches de alqui.
1er vuelcan con una frecuencia aterradora»
Alfonso, que se hace cargo de las cosas, al
ver acudir gente, recuerda que no está en
América, que aquí no se concibe que dos
amigos den un inocente paseo por el campo^
y como es un caballero, no puede entregar a
una dkma a las bastardas maledicencias de
la muchedumbre. Y es justamente en aquel
momento supremo cuando su corazón le
sugiere el nombre más puro, el más amado^
y dice para disipar toda sospecha malévola:
¡Es mi esposa! .. Y aute esa palabra sagrada
la muchedumbre le deja paso respetuosa-»
mente; y la dama, temblorosa, sí, pero ho-
nesta, dirige sus pasos hacia el hogar do»
méstico con las ropas destrozadas, pero con
la frente alta y serena.
(Alfonso, al terminar Lorenzo Ba diecarso, se limpia e)
sudor de la frente. Está tan fatigado como si háblese
hablado él, mismo. Angelita se ha conmovido hasta la.
grimear. Ensebio y Katl estAo entusiasmados, y Anto>
nia y Gaspar asoman las cabezas por el foro y signen
el relato sin parpadear. Maria Teresa y Ernesto apare-
cen algo desorientados y sin saber qué decir.)
Eüs. En su caso no hubiese yo obrado de otro
. modo.
Ang. Alfonso, tu conducta es magnánima.
Nati Parece cosa de una novela.
Alf. (Perplejo.) Bien; pero echemos un velo sobre
todo l<a^ ocurrido y que no se hable más del
asunto... En cuanto a ti, Maria Teresa...
M. Tkr. No; vamos por partes. Los demás se haa
conformado con unas palabras, muy elo-
cuentes por cierto, pero yo, en cambio, exijo
pruebas... y aun asi... {quién sabe! (oigna, se
▼a por la isquierda )
Ern. Bien dicho; pruebas, pruebas, fehacientes»
(Vase.)
Ang. (Amable a Alfonio, que se ha quedado muy mortiflca*
^ «7 —
do.) No te preocupeB, hijo mfo... yo me hago
cargo de las cosas... No tiones tú la calpa de
tener esa finara... ese atractivo tan especial...
(MtttlB por la l£4alerdft.)
Sus. No te preocupes, hombre; aquí estamos nos-
otros que no somos unos suegros de saínete.
jAcimo, don Juan!... Oye, si la duquesa te
nabla de la administración del asilo, díle
que yo estoy dispuesto a ayudarle en sa
obra. (Matff.)
Nati (muj lafaotiimeate.) |Adiós, conquístadorl (mu.
ti8.)
(Atontado.) |Pero en qué enredo me has meti-
do, df Bgraciadol
(satiifecho ) {Si te he salvado!... | Animo, con-
quistador! (Vaie por el foro. Alfonio le tienta abro-
mado. Telón.)
riN DKL ACTO PRniERO
ACTO SEGUNDO
'0m0mám0^^m0*^»^mmm0^
Uu elegantísimo salón en el palacio de loa Daques de 8an Marcos.
Al foro, nna serré con machas plantas, sillones de mimbre, ve-
lad orcitos, etc. Por los cristales del fondo se verá el Jardín pro*
lasamente iluminado.
Eb el salón, paertas en los laterales. Las de la derecha comn-
nicau con otros salones; las de la izquierda con las habitaciones
del Duque.
Muebles suntuosos, cuadros, tapices, etc., etc. El mobiliario y el
decorado del salón han de dar idea de la gran fortuna del Daque
j del buen gusto de la Duquesa.
Luz eléctrica en un aparato central y en otros laterales.
S2rN. . (Estrenando su primer frac, muy elegante, muy rela-
mido, entra por la serré dando el brazo a sn prima
NATI, que viste de blanco.) AqUÍ 86 piiede fu-
mar.
Nati Y yo podré admirar despacio toda tu elegan-
cia. Hijo, no te falta detalle.
Ern Sin chanzas, ¿no estoy bien? ¿no resulto
elegante?
Nati No, porque se ve que te empeñas en apare-
cerlo. Todo tan nueveciio, tan a propósito...
Alfonso es el verdadero elegante; parece que
no se cuida de su aliño, y, sin embargo,
siempre está bien. A su lado me pareces un
alcalde de pueblo en día de gran fiesta.
£rn. £resla única que me dices eso... La Duque,
sa, ya has visto, se ha apresurado a llamar-
me y me ha encargado que haga bailar a las
muchachas.
« 40 •-
Nati No es para ufanarse. Con el mismo fin hn
hecho venir al pianista.
Ekn • Caramba, Nati, vienes esta noche muy mor-
daz.
Nati Es que boy luzco el primer escote y he de»
cidido dejar de ser ingenua.
Ern. a mí se me figura que tienes ya demasiada
experiencia, primita.
Nati Figúrate; como que desde hace cuatro años
me hacen retirar a otra habitación siempre
que se va a hablar de algún lance escabroso.
Ern, Razón de más...
Nati Era la forma de indicarme lo que debía es-
cuchar detrás de las puertas... Según vues-
tras ideas, las muchachas no comenzamos a
ser listas ha&ta después^e casadaí>; así que,
siquiera por amor propio, no tenemos má^
remedio que procurar enterarnos de algo un
poco antes.
(Durante el anterior diálogo se toa estado oyendo den-
tro noft orquesta que interpreta un Tais. Momentos
después de cesar la múnica van entrando en esoena
por la serré, y por la derecha, DOÑA ANOELITA,
EÜSEBIO y LOKEKZO. For la sene ercsará, sin en-
trar en escena, alguna pareja. Todos loa caballeroa
visten de frac y las señoras han procurado riYaUsar en
■el lujo de sns «toilettes».)
Ano. Nati, ¿no ha venido aún María Teresa?
Eus. (Que luce un buen golpe de condecoraciones.) Tam*
poco he visto a Alfonso.
Ern. Ni yo; y ya falta poco para media noche.
LoR. Algunos invitados han iniciado el desfile.
Ang. Ernesto, echa una mirada por ahí fuera a
ver si han llegado.
Ern. Con mucho gusto, (vsse.)
Ang. El Duque me ha preguntado por él.
Eus. Y a mí me ha preguntado la duquesa.
Lok. No deja de preocuparme este retraso.
Ern. Seguramente es culpa de la modista; se em-
peñó en ir a vestirla para corregir los defec-
tillos, y cuando nosotros nos vinimos ya se
le habla enviado el segundo recado... Me da
mucha rabia también por la gobernadora...
I Se da unos aires la muy tonta con su traje
mandado traer de Madrid!... Si no viene a
tiempo María Teresa, seguirá pasando por
la mejor vestida.
Ern. (Entra corriendo.) Aquí viene Alfonso.
— 41 -»
Ano. ¡Alabado sea Dice!
(Todos le dirigen bada el foro.)
Eüs. (A Alfonso.) ¿Y María Teresa?
A» F. No ha venido.
Ang. ¿Qq© no ha venido?
Todos ¿Cómo es eso? ¿Por qué?
Alf. (De maihnmor.) Cuando ustedes Balieron de
casa, María Teresa aun no babia empezado
a vestirse.
Ang. Por culpa de la dichosa modista. Sigue.
Alf. Yo fui a ponerme el frac y después volví
para rogarle que procurase despachar pron-
to. ]N«nca lo hubiese hecho! Comenzó por
decirme que me consumía la impaciencia
por venir aquí... En fin, la consabida escena
de celos que con tanto éxito venimos repre-
sentando hace unos días... Por último, se
echó a llorar desconsoladamente, y cuando
Dios quiso que mis juramentos y mis pala-
bras consiguiesen tranquilizarla, tenía ios
ojos rojos e hinchados y el vestido empapa-
do en lágrimas. Nueva desesperación, más
llanto y más' manchas .. Y he tenido que
venir yo solo para que no estuviesen ustedes
con cuidado, pues no conseguí convencerla
para que saliese de su tocador.
Ang. ¡Has hecho bienl
Bus. ¿Y qué van a decir los duques?
Ang. ¡B^a hija mía es tonta de capirote!
Nati Cuidado, que aquí viene la Duquesa.
LICIA (May elegante y con Taliosas albnjaa.) iHola, que-
rido doctor! ¡Dichosos los ojos! Usted llega
cuando los demás se marchan.
Alf. (Besándole la mano.) Duquesa, me ha sido im-
posible venir antes a tan encantadora fiesta.
LICIA ¿Y su esposa?
Alf. Me ha encargado que le pida a usted mil
perdones... Desde hace algunos días se halla
algo indispuesta, y esta noche, cuando ya iba
a salir...
Ang. Se agravó.
Bus, Intentó sobreponerse a su malestar, pero...
Alf. No me atreví a traerla con harto sentimien-
to de los dos.
Alici\ (Con Interés.) |Lo lamento mucho! Pero supon-
go que no será nada de cuidado, ¿verdad? .
Alf. No tiene importancia. Le agradecemos a us-
ted mucho su interés.
— 42 -«
\ ICIA
Brown
ICIA
AlF.
LICIA
LOR.
LICIA
Alf.
Alf.
Rem.
Alf.
Bem.
Me tranquiliza usted. Espero que mañana
cuando venga u^ted a visitar al Duque mt^
dirá que está por completo restablecida.
¿Acaso el Duque no ee siente bien?
Sí^ muy bien; pero esta noche.se fatigó algo
y se ha retirado a sus habitaciones, (a mii»
Brown, mujer de tipo marcadlslmamente inglés, qn»
salió an momento antes.) ^¿^^^¿n^gggggi^JJn^g^f
r fortuna está de un humor encantador y
hasta le encuentro menos aprensivo que de
ordinario. (Alegre.) De seguir a^i las cosas^
querido doctor, el día que nos vayamos us-
ted recibirá el beso de ritual.
¿El beso de ritual? ¿Qué es ello, Duquesa?
(Todos escuchan con interés el relato que hace Alicia
jovialmente.)
{Ah! ¿No saben ustedes? En algunas locali-
dades de mi país natal, el médico no recibe
honorario alguno; su profesión se cons^ldera
como «un sacerdocio, como una misión cari-
tativa, y al terminar la curación del enfer^
mo, el médico recibe por toda recompensa
un beso.
¿Del enfermo?
Y de toda la familia...jComprend^ri üsISh";
paiij,d*<!Sr está mu-/
chas vQ0é^Oiii pilcada cobt^SscuIos muy^fu/
Decididamente, América es el país del pro»
greso.
Y de la economía.
Perdonen ustedes, me olvidaba de mis de-
beres de dueña de la casa. (Va hacia el foro para
despedir a algnnaa personas. Loa demás charlan etk
grupos y desaparecen.)
^Bntra BBMEDI08 por el foro, elegantísima; no debe
olvidarse que bu «toilette» ha llamado la atención de
todos. Al Terla Alfonso se dirige mny solicito a eUa j
la besa la mano.)
Señora gobernadora...
¡Por fín se le vel ¡Qué tarde ha venido ustedL
(solos.)
k& cierto, demasiado tarde para el deseo que
tenia de admirarla. Hasta las señoras me
habían ponderado su toilette,
¿Y la impaciencia era solo por admirar mi
vestido?
— 4» •
Alf.
Rhm.
Aí.F.
Rem.
Alf.
Rem.
Alf.
Rem«
Alf.
Rem.
Alf.
R'íM
Alf.
Rem.
Alf.
R&M.
Alf.
Rem.
Alf.
Rem.
Alf.
Concha
Emilio
Bem.
Por admirarle en usted.
¿Y María Teresa?
No ha venido; se halla indispuesta.
Comprendo. (*^e sosrie mallciosameDté.)
¿Qué comprende usted?
(con iotención.) Querl^ decir que a usted le
agradará más venir solo a esta casa... según
acostumbra.
Eq efecto, señora; vengo mío, pero en mi
calidad de médico.
Del Duque, claro, (siempre sonriendo.) Enho-
rabueua, querido doctor.
¿Por qué motivo?
Vamos, no se haga usted de nuevas. La Du-^
qutisa no perdona ocasión para alabar su
ciencia.
No deja de ser un buen reclamo.
Tanto, que yo tengo decidido llamarle a us-
ted en cuanto me ponga enferma... si me lo
permite mi marido. ¿No sabe que tiene ce-
los de usted?
Es muy lísongero para mí, pero supongo
que no tendrá celos como médico; asi es qu&
me permito rogar a usted que tenga la bon-
dad de ponerse enferma muy pronto, y de
e{>e modo tendríamos ocasión por fía de co-
nocernos un poco más de cerca.
{Como si no me conociera usted bastante a
estas horas!
\ho todo lo que yo quipieral. . Sólo a la ca-
becera de un enfernQO es donde un médico
puede formar su cabal juicio...
|0 perderlel... Usted tiene ya muchas enfer-
mas a que asistir.
Usted seria la que más me preocupase.
Iré estudiando una enfermedad interesante,
un padecimiento chic.
¿No siente u^ted a'guna opresión en el pe-
cho? Será preciso reconocerle.
jPcr Dios, eso es demadadol ¿No le asombra
ría a usted encontrarme de pronto tan malaf
A mi me parecería usted muy buena.
(Por el foro, del braco de EMILIO BELTRAN ) Aqui
tiene u?ted a su esposa, señor gobernador.
(Hablando a Remedios, peio sin dejar de mirar a Alfon-
•o.) Hace un rato que te estoy buscando por
el jardín.
Hacia demasiado fresco.
- 44
Emilio
Rfm.
£miuo
Rem.
Emilio
Concha
Rem.
Emilio
Rem.
Concha
Alf.
CJONCHA
AlF.
OONCHA
Alf.
Concha
Alf.
Concha
Alf.
Concha
AlF.
Concha
£q cambio aquí hace demasiado calor, (saia.
dando a Alfonso.) Buenas nocheS, doctor. (a Re-
mcdiot.) Ya te indiqué que deseaba retirarme
teúQprano. Vé a disculparte con la Duquesa.
Diré que estoy algo indispuesta.
(Én segaida.) No; tú estás perfectamente. Di
que yo soy el enfermo.
Vamos cuando gustes.
(a Concha.^ ¿Me da usted permiso, señora?
¡No ful taba más!
(Se saludan todos.)
Adiós, Concha.
Buenas noches. (Sd dirigen hada el foro. Reme-
dios tose con faersa.) ¿Toses?
Me parece que rae he enfriado en el jardin.
(Mntis.)
V(0 que no pierde usted el tiempo, doctor.
Acaba de llegar y ya le sorprendo muy en-
tretenido con la gobernadora.... Tenga cui-
dado; es usted la preocupación de los ma-
ridos y éste no es tan ciego como otros. (Pau.
sa.) ¿Y María Teresa?
Se ha quedado en casa. Hemos tenido una
escena de celos.
(como si lo lamentase.) Pero no por mi... me figu-
ro.
No; por fortuna, no ha hecho ni la más pe-
queña alusión a usted.
iClarol
I Y pepear que sospecha en cambio de una
dama qne no tiene le menor culpa!... Le doy
a usted mi palabra de que tengo un gran
cargo de conciencia. {Hasta pena me da!
Si he de ser Fincera... le confieso que a mí
también me da pena.
¿A usted?
Eso de oir decir a cada instante y a todo el
mundo que es usted el amante de la Du-
quesa... {me causa hasta rabia!
Eso sí que no lo creo.
Cierto que no se ve envuelto mi nombre en
el escándalo, pero no es tampoco nada ha-
lagüeño verse postergada por otra.
Que no existe.
Pero todo el mundo lo cree asi... Hasta mi
marido dice que el amor de la Duquesa le
ha trastornado en otro hombre^ le ha hecho
más aristocí ático, le ha puesto de moda...
-- 46 -
Alf
Concha
Alf
CONCHA
Alf.
CONCH V
Alf.
Concha
Alf.
Blas
Alf.
Blas
Alk.
Bi AS
Alf.
Blas
Alf.
LoB.
Alf.
Es humillante para mi. ¡Mi. marido y yo
siempre acabamos riñendo por estas oosas!
jPor Dio^», para inspirarle sospechas!
A veces hasta lo preferiria a esta situación..
Bien sabe usted que todo es una mentira^
inuy lamentable, peí o muy nece¿aria para
salvar su reputación.
De todos modos, se le envidia a usted por
ella, cuando yo sola...
jUuánto de amor propio hay en el amor d&
todas las mujeres!
Parece que me rehuye usted.
Hay que tener prudencia; parece que todo
el mundo no tiene otra cosa que hacer que
vigilar mis pasos...
Cuando el hombre es prudente es que ha
dejado de querer.
jQué injusta es usted, Concha!
(Sntra oon LOkENZO j se para detrás de Alfonso.^
jHola, Alfonso!
(un tanto cohibido.) {Holu!... Estaba charlando
con su señora.
¡Mujer! ¿A. qué le haces perJer el tiempo
despuéa de que ha venido tan tarde? La
DuíjUeea desea verle. Va} a usted; con nos-
otros está cumplido.
{Y a mi qu6 me importa la Duquesa!
¿No?... Puede que le necesite para pregun-
tarle algo urgente con referencia a la salud
de BU marido.
jNo tolero ciertas bromas!
Hombre, entre nosotros... Ande, ande; como
alcalde, pe lo ruego en nombre de los inte-
reses de la población. (Dando el brazo a Con-
cha ) Vamos.
(Se van por el loro.)
(Que está a punto de entregarse a nn ataque de cóle-^
ra ) ¿Estás viendo lo que ocurre?... jY pen-
sar que todo te lo debo a ti, estúpido!
Pero ¿de qué te quejas, dichoso mortal?
Eres el hombre del día; ya debías haberlo
comprendido.
Lo único que comprendo es que cuanto má»
hago para destruir tu burda patraña más y
txiás se creen las gentes que soy yo su pre-
ferido... |Y pensar que jamás me he permi-
tido dirigirle una sola palabra que no haya
sido respetuosa!
* 45 -^
Lop. Efo lo creo sin que te eefuercep.
Alf. Cada vez que me encuentro ante ella, tiem-
blo pensando que haya podido llegar a sus
oídos algún rumor.
LoR. No, eso no es fácil. El mundo en que vive
ella está demasiado lejos del nue^^tro... Y
por otra parte, a ti te ha proporcionado, en
cambio, unas ventajas nada despreciables...
;Te atreves a negarlo, granuja?
Alv. (sonriendo a pesar suyo.) H' >mbre... SÍ... en efec-
to, parece que el escándalo me ha abierto
las puertas del éxito. En unos días he an-
dado más camino...
ÍjOr. Que la famosa tarde del coche.
Alf. Verdad es que caro me cuesta. Mi mujer no
me deja vivir con sos celos...
LoR. Pero tu suegra, en cambio, es olra.
Alf. Sí, un raro fenómeno. Ahora le ha dado por
admirarme... Mi suegro me envidia, mi cu-
ñadita me abruma a cuidador... Y para la
doncella soy una especie de don Juan Te-
norio.
LoK. En cnanto a la dama del coche, también
parece que ha cambiado... y muy favorable-
mente.
Alf. iCalla, por Diot!
Liou, Por otra parte, tn posición también ha cam-
biado, idijío! Te has puesto de moda, se te
llama a las casas para admirarte, para co-
nccer de cerca tus extraordinarias dotes de
seducción. '1 ú soñabas con ser el médico de
los niños; pero a ente paso se te conocerá
por el médico de las damas... (subrayando.)
O por ambas cosas.
Alf, Sí, ya es una popularidad que abochorna.
¿I ara qué negarlo? Debido a tu calumnia
contra esa pobre doña Alicia marcho viento
en popa pi.r todos conceptos, y hasta creo
que soy dichoso. ¡Ese es mi remordimien-
to!...
LoR. Tranquilízate. Der.tro de un mes, todo lo
más, los duques se habrán marchado, y
aquí paz y después gloria.
Alf (En un suspiro.) ¡8í (^uc OS un consuelol
Lop. Sí; de^de luego pierdes el mejor de tus
clientes y momios como el asilo...
Alf. y el encanto de ver a todas horas una de las
mujeres más bonitas y sugestivas del mundo.
— 47 -
LOR.
AlF.
LoR.
Alf.
Ang.
LOR.
Eüs.
Alf.
Ang.
Nati
Ang,
Nati
Ang.
Alf.
Ang
Alf.
Ang.
LiOR.
JOR.
Alf.
Cuidado, chico; según dicen, en América
hubo un caballero que perdió el juicio por
ella.
Pues me parece que en España está ocu-
rriendo algo peor todavía; aquí toda una
población ee ha vuelto loco por esa mujer.
Tampoco es nuevo el caso. Sabes que nos
han dicho personas del mayor crédito que
también sublevó un pueblo durante una
propaganda electoral.
Verdades y mentiras, son ya tantas las co-
sas extraordinarias que nos han contado de
esta mujer tan encantadora, que a mi me
parece una heroína de exótica película he-
cha carne y hueso para trastornar el juicio
a unos pobres provincianos...
(seguida de KUSEBIO, NATI y ERNESTO.) No te
encontrábamos. Mira, nosotros nos vamos.
¿Tan pronto?
£étá desfilando todo el mundo.
Yo no me he despedido aún de la Duquesa
ni he podido cumplimentarla por esta fies>
laaa.
Pues quédate, si quieres.
Podíamos quedarnos también nosotras otro
ratito.
¿Para qué? ¿Para seguir admirando la toi-
lette de la gobernadora?
(Poeo a poco van entrando en escena REMEDIOS,
PEPITA, CONCHA y BELTRAN. Rennidos en grapoi,
charlan.)
Ahí está.
Miren ustedes qué pisto se da. (Resaeitamen.
le.) Oye, Alfonso, es absolutamente preciso
que hagas que trasladen a este gobernador.
¿Yo?
{Si quieres lo puedes hacerl
(Abnrrido.) ¡Por Uios, mamá, déjeme usted
enpazl _,^— ■— — • -
v4d--LaM»«T:)-jNo8lSompaña us^ed?
\ Con mucho gusto.
\ (Angélita, Nati, Lorenzo y finarlo se >rán por el
y /
a >ifoino) ja^íganofifí* doctor, ¿es
su señora.^stá e^erma?
, es verdad; csJ^éTmála, muy mala;
ojo o6n puolic/rlo en ej pe rió-
iforo.^
uDetenie^
teierto qi
j Furioso.)
)eTO mucJ
iico. ^Vase.)
/
^ 48 *
JOR.
Emilio
Pep.
Blas
Bem.
£milio
Pep.
Emilio j
JoR. I
Blas
Concha
JOR.
Blas
Pep.
Blas
PíP.
Blas
Concha
XICIA
Bf.AS
Alf.
^^ LICIA
Alf.
. .ALICIA
,' (mISS BBOWN croza desp2tvttrp5r el escenario inspec-
' donando ) ^
; ¿P^ro se puede saber qué tiene el/doctor
Arana para estar tan furioso? /
I ¿Qué ha de tener? Que pretendíaytraer a su
mujer a la fiesta, y como no lo ba consegui-
do está furioso.) /
¡Qué descOTO, ponerla frentona la otra!..
María TerepV es la única que/xiene vergüen-
za de todos lo^sde la casa.
(poniéndose en el Ventro del grupo y con mucha so
lemnidad.) jPor EWos, scfioreg; hablen bajo!
(suspirando.) |Pobre víctim
¡Hay cosas que clmiau al /cielo!
¿Pero la mujer sábalo dy Alicia?
jNolo ha de saber!
{Después del lance dVl /coche, figúrese us
ted! Y
En casa debe haber tejido un jaleo gorJa.f
Cállense ustedes. Anda por ahí la mise.
No entiende una sola /palabra de españo
Antes -le pregunté var|as coleas y sólo ohtnv
unos cuantos «yes».
Aquí mismo, ¿se h^njfijado \6tedes? Tod
resulta muy raro.
El mismo dueño de ^ casa...
Ha dado una vuelta por los salones y po
el parque y se ha retirado a sus habitLcio-j
nes. ,
(Hiendo.) Es que ella le ha mandado a acos-
tar.
Un diplomático tiene que ser discreto.
¡Que está aquí la Duquesa^ ^_
Tod&B 86 V útil V BU y HHleiTa^i eucnentro.)
Pero ¿de veras quieren ustedes marcharse?
SI, Duquesa; es muy tarde y ya hemos abu-
sado de tan amable hospitalidad.
(Todos se van despidiendo muy ceiemoniosamente de
la Duquesa.)
(Que acaba de entrar ) Con SU Venia, Alicia, yO
me retiro también.
(Desabridamente.) No, usted, doctor, hágame el
favor de quedarse un momento. (Miradas entre
los que escuchan.) El Duque no se Siente bien
del todo. Luego le llevarán a usted a casa en
el auto.
(Rxtiañado.) Como usted dispouga.
Es cuestión de poco tiempo, ^a mis Brown.)
)S-
y
^40 —
Brown
Alf.
Brown
Alf.
LICIA
Alf.
LICIA
Alf.
.LICIA
MÍ8B BrowD, tenga la bondad de llevar al
doctor al cuarto del señor Duque.
(mIbi Brown indica a Alfonso el camino por la la*
qntorda y vate acompafiindole. Todof han «egiiido
con interés la escena, y van saliendo por el foro des*
pnés de hacer una última reVerencia a la Duquesa.
Bale un criado que ya apagando sueesiTamente todaa
las luces, a excepción de alguna lateral. La ilumiaaoión
del parque también ha desaparecido, Bstá iluminado
por la luna, que entra por la cristalería de la serré
hasta el centro de la escena. Alicia se para en el «en-
tro de la escena, después abre los cristales de la ierre
para que entre de Heno la lus de la luna y por último
con los bracos crosados espera ante la puerta por
la que salló Alfonso.)
(Precediendo a ALFONSO.) Por aqUÍ, doctor.
ÍAcento inglés.)
¡Estamos donde antesl
Exactamente.
Pues no comprendo este paseo a través de
los salones.
Yo se lo he ordenado. Mies Brown, puede
usted retirarse.
(mIss se Ta por la derecha.)
(viendo entonces a la Duquesa.) Usted perdone;
me he permitido hacer esta observación;
como se me dijo que vier^ al Duque...
El Duque está perfectamente y descan-
sando.
La celebro infinito.
Soy yo la qne necesita de usted.
¿Usted?... Estoy a su disposición.
Tengo que decirle una cosa muy sencilla.
(Se le aproxima muy tranquila, pero seria, y le mira
fijamente.) ¿Uis cierto que soy amante de us-
ted?
(La mira un momento como atontado y después se
desploma en una silla ) ¡Duquesal... ]Señora Du-
quesa!...
Por lo menos todo el mundo está convenci-
do de ello. Miss Brown acaba de referirme
lo que se ha dicho en este salón hace pocos
instantes.
Duquesa... señora...
¿Qué? ¿Acaso no ha oido usted nunca nin-
guna alusión?
Escúcheme usted; yo...
¿Qué piensa usted de ello? Para que seme-
— 50 -
jante ramor haya circulado hasta el punto
de ser ya el tema de todas las conversacio-
nes, es preciso que tenga algún fundanaen-
to... ¿Quizás sus visitas a mi marido?
Alf. (un poco animado.) Eso es; quizás mis visitas.
iciA Sin embargo, siempre he recibido en mi
casa a médicos de todos los países, jóvenes
y viejos, sabios y necios, y nadie, que yo
pepa, ha sido mi amante... ¿Tal vez mi afa-
bilidad para con su familia?...
Álf. Eso es; tal vez su afabilidad...
LICIA Pero entonces tenia yo que ser la amante
del alcalde, del gobernador, del juez... por-
que a todos traté como a ustedes... ¿O bien
porque soy una mujer un tanto excéntrica?
Eso es... sus excentricidades...
¡No, señor mío! Es usted un caballero... de-
masiado como hay tantos para una mujer
tan excéntrica como yo..| ¿<^fciü üSUBllMIia*^'
AlF. (^^^ ^®' ^^ confuso.^ ^|B#WBll (Rectifleándose.)
LICIA MíhsQ Brown me ha indicado algo de cierto
lance...
Alf. (Mirándola como pidiendo compasión.) No sé... No
podría decirle a usted...
LICIA De cierto vuelco de un coche,. , Y en efecto,
me acuerdo de haber leído hace días en un
periódico... Sí, y hasta envié a preguntar
por su herida en una mano; ahora recuerdo
perfectamente... ¿De manera que en el co-
che aquel quieü iba con usted era yo? ¿No?
Óigame usted, señora Duquesa...
(Reprimiéndose con trabajo) ¿i ha sido USted el
que ha hecho creer ebo?
Alf. (con evidente sinceridad.) jEsO SÍ qUC no!
LICIA iTambién embustero!
Alf. Le repito a usted que yo no he sido, que yo
no he dicho eso... jNoI (secándose la frente y ain
atreyerse a mirarla.) Lo máS, quizáS... lo habré
dejado creer asi...
LICIA (Con impeto, dejando desbordar su indignación.)
¡Eso es sencillamente inaudito!... ¿^ ha pa-
dido hacerlo un hombre que, a juzgar por
su aspecto parece un hombre como los de-
>Qtfó w haga parecer un ienóme"no? Leioftii*^
-S\lf,
.LICIA
AUF.
XICIA
)f un hombre que tiene unos modales digj
'nos, unoj
Y, sin embargo, ha continuado
viniendo a mi casa tMUcaA^MÍlivtefrfMmio,
ta&«att|yUfip- Ha seguido asistiendo a mi
mando... Y ^— ^ymrttSMJote oibui» iiiigndo,
dera obligado a desaparecer bajo tierra en el
momento en que yo descubro la verdad y
le juzgo merecedor de todo mi desprecio.
(Radiante.) [Ah, muchas gracias, señora; le
doy a usted las gracias con toda mi alma! ..
No sabe usted bien la dicha que me pro-
porciona al cubrirme de insultos. ] Ay, seño-
ra Duquesa, permítame usted que bendiga
una y mil veces este instante tan afortuna-
do para mí, que respire a mis anchas!...
Por fín me veo libre de una pesadilla que
me torturaba, de un peso abrumador para
mi conciencia. Cada calificativo que usted
me arroja al lostro tiene en ,mi alma un
eco dulcísimo. ; No sabe usted que siempre
que me encuentro solo no hago más que
dirigirme toda clase de injurias para ded.
cargar mi conciencial
;,AGaso se forja usted la ilusión de que asi
va a quitarse de encima toda responéabili.
dad y a librarse!* de toda culpa? Franca-
mente, cuanto más le miro a usted, más y
más me asombro, sin saber exactamente
cómo he de juzgarle. Cuando le vi entrar en
esta sala, de haber obedecido al primer
impulso ie hubiera echado, prohibiéndole
hasta despegar los labios.
(aiÍodso 86 dirige lentamente hacia la pcerta y Alicia
00 ae vuelve a mirarle. Corto silencio.)
Tenia usted perfectisimo derecho para ha-
cerlo así y me retiro sin intentar siquiera
justificar mi conducta.
[Y aún pretendía justificarse!
No, no, señora; no es eso, al contrario. Lo
que yo quería era acusarme más duramente
aún para ver si de ese modo dábamos entre
usted y yo con el medio, para que la verdad
resplandeciese.*
Pero, ¿cómo va a ser eso posible desde el
momento en que usted mismo ha consenti-
do que se suponga?
- 63 —
Air.
LICIA
Alf.
LICIA
Air.
LICIA
Al»»
LICIA
Alf.
• «
LICIA
Alf.
.. AlIClA
(con deae^peracióD.) ¡EsO 68 lo giave, en eSO
estriba mi culpa i. • Arrastrado por las cir--
cunstaücias, con mi maldito carácter falto
de voluDiad me dejo arrastrar a veces por-
uñas ideas... ¿Ve usted? Yo dije para mi.
que de habernos encontrado usted y yo en
un coche nadie hubiera podido sospechar ni
remotamente, que se tratase de una aven-
tura... Usted me 'encuentra y me invita a
subir. —¿Sube usted, doctor?*— ¿De veras no
molesto? — Wada de eso... Y luego el coche
vuelca, no pasa nada y yo recobro la paz .
doméstica y salvaba a una dama culpable a
medias y a la vez evitaba toda sospecha a
un marido sospechado también a medias...
Ha sido una locura, ahora lo comprendo;L.
pero cuando comencé a darme cuenta de
ello era demasiado tarde. Todo cuanto in-
tentaba hacer me comprometía más y:
más.
¿Comprometerle a usted?
A los dos... Para mayor desgracia, el Duque
me honraba con su simpatía...
{Bien empleada, por cierto!
[So encontrando palabras para replicar, suipira.) ¡EjI^n
verdadl (y se dirige otra vez hacia la puerta.)
¿Y qué va usted a hacer ahora?
Como ya no «é de qué manera replicar a^
sus justas observaciones... sigo retirándome.,
(casi para si.) (Meterme a mí en una aventura
de lo más curei y vulgar! .. ¡En un coche!...
En un coche de punto si a mano viene...
(cabizbajo y avergonzado.) No poseyendo nin*
guno mío...
Y cerrado... Vamos, dígalo usted todo, ce-,
rrado, ¿verdad?
(Resuelto.) Sí, voy a contárselo todo; más vale*
que no le oculte nada, así mi remordimien--
to será más hondo...
¿Y uated dejó adivinar que yo iba dentro >
de aquél coche?
Sí; pero sin ninguna mala intención... Ya lo.
he dicho. Nos encontramos casualmente.—
Suba, doctor. — ¿De veras no molesto, du-
quesa?...— ¡La cosa no podía ser más ino-
cente! ¿fíay una distancia tan grande entren
usted y yol
Pero bien podía suponer que había de acor--
^ 5S ^
AUF.
LICIA
Alf.
UCIA
tarse bastante en un coche cerrado... y tal
vez con las cortinillas echadas.
También eso es verdad.
Y de fijo que se ha dado usted cuenta de
ello... con la otra.
Bn efecto, resultaban muy peligrosas las
entrevistas en coche.
|No han de resultar para un conquistador
de la categoría de ustedl... No sé cómo no
alquila una gargonniere para esas aventu-
ra>.
(ingenaamente.) Ya lo he hecho,
¡Era de suponerl
)fa ve usted que no le oculto nada.
¡Gracias pDr el favor! ¿Y era a ese pisito al
que acudía yo? (Sabe Dios las veces que nos
habrán visto salir juntosl ¿No es eso?
No, eso no; le doy mi palabra.
Pero eso es lo que supone la gente. ¡Claro!
Toda vez que me he prendado de usted, la
cosa no podía ser más lógica... Porque yo
estoy loca perdida por usted, así lo han
creído todos en seguida... Pero yo quisiera
baber qué atractivos tan excepcionales, qué
encantos tan seductores, qué dotes tan pri-
vilegiadas posee usted para que a todo el
mundo le parezca tan natural y tan sencilla
esta supuesta conquista de usted... ¿Sabe
usted que tengo una gran curiosidad por
averiguarlo?
I ^h! También la tengo yo... Pero no encuen-
tro medio de satisfacerla.
¿Atractivos físicos acaso?.. No creo que sea
usted ningún Adonie^ fcaisimfcj: it ihel
~^as, porque ya eítá usted lejos de ser ej
lezperto adolescente que cautiva por stj
^nuidad ..
¿Encantos morales?... Tampoco. 1l»dMÉB|]2£e
iiiiN iiiii II !n i|mi nsffíi hn Ijfifljinnnnmii "
n
lo...
¿MM entonces?...
(Con triitezA.) ¡Vaya usted a saberl
Porque también ese aire de timidez y azora.
miento de que hace usted alarde, no puede
por menos de ser en realidad algo asi como
un lazo más para cazar a las esposas de las
ÁLF.
IICIA
Alf.
LICIA
Criado
LICIA
LICIA
Alf.
; BrOWN
^^^^^^ LICIA
' Brown
LlciX*
Alf.
autoridadeB del pueblo... Pues me figuro qu^«
a estas horas ya las habrá usted paseado a;
todas en su coche.
¡Señora, yo!...
Pero si eso se ve claro por el ensañatnient j^
con que se apresuran a propalar el rumor
de su supuesta conquista... ¡Están celosas-
las pobrecillas!..^Las pone furiosas que hayiL
venido yo a alterar su monótono trote... de
caballo de alquiler... Dígales de mi parte
que .se tranquilicen. Yo mis paseos los doy
en automóvil... No deje de decírselo, {vniatt^
un timbre.)
(Resignado.) Se lo diré, descuide. Todo lo que-
me mande usted hacer, haré.
Perfectamente.
¿Ha llamado la señora?
Diga al mecánico que tenga preparado el
auto, y antes avise a mies Hrown para que
haga el favor de venir.
(bi criado se inclina, se ya por la derecha y Uego pasa^
y sale por el foro.)
Ya ha visto usted que nada le he pedido ni
nada tampoco le he aconsejado para que re-
medie la mala acción que conmigo ha co-
metido, lo único que deseaba era poder^'
decirle lodo lo que le he dicho.
Crea usted. Duquesa, «^ue por reparar el mal,,
yo daba hasta mi sangre.
IB <mu>bi¿u ahuiai.:. ino se prfeocí
)\ ya ha vertido la de su mano derecha...]
de la izquieji
lilady...
»rÍDg me thóusand francs an envelope.
^^ well, milady. (Vase por la derecha.) í
:síque iilJtlS llHtü el aatc»i>ptteéhg' ütíltiO mar»
charse. (irónica ) Si se entretiene aquí más.
tiempo. Dios sabe cuánto arraigo tomarían
las sospechas... Como no sea que usted,
mismo se dé maña para fomentarlas todavía^
más...
(Que ha observado noa actitud humilde» pror rompe-
con Tioienda.) |Eso SÍ que no se lo autorizo).,.
Bastante me ha dicho usted ya, Duquipsa;.
esto es demasiado... Ya habrá usted visto^
que he tolerado que me pusiese a la altura
de un bandido, de un apache, sin defender-
me siquiera con una palabra; pero eso da
\e:
ror
^ 56 -^
que usted sospeche que le preparo una ce-
lada, (eso no lo tolero!... ¿Para qué iba yo^
después de todo, a tenderle a usted una
celada, vamos a ver? ¿Para aspirar, acaso, a
subir al auto de usted?... [Ah, ligero sí; pero
tonto no... Le juro a usted que para mi ha
estado usted colocada siempre tan arriba
que apenas si me he atrevido a mirarla... Y
por lo mismo, al reflexionar sobre lo ocurri-
do, no conseguía acallar mis remordimien*
tos... Y ya ^ue me obliga usted a confesar-
lo .. (si supiera usted!.. Desde hace algún
tiempo es usted mi pensamiento fijo. ¡No
puede usted figurarse que de horas pasamos
juntos al cabo del día usted y yol En lo
Intimo de mi pensamiento, ¡claro estát... [Y
qué de veces he invocado su perdón de' ro-
dillas! (Qué de ruegos le he dirigido a us-
ted, temblando de emoción!... Y por espacio
de días enteros he estado oyéndola a usted
resignado, coino acabo de oiría ahora aqui,
cuando me hablaba con tanta severidad y
me estremecía de júbilo sin poder pronun-
ciar ni una palabra cuando decía usted que
me perdonaba.
LICI A (ai principio le ha esouchado con afre de gran fiereza
7 luego con atención creciente j muy seria; pero def
puéa sn mirada ya perdiendo paulatioattiente ana des-
telloa de deadéo y observa con gran aorpreaa al que la
habla con tanto calor.) ¡Oh, qué imaginación
tan viva tiene usted, amigo mío! Bien se ve
que es usted un meridional.
Air. Es una prueba que da Dios a los mortales
de su bondad infinita. Si no tenemos una
felicidad, nos queda el recurso de forjarnos
cuantas ilusiones queramos.
LICIA ^Y usted se forjaba la ilusión de que yo
iba a ser tan buena que le perdonase a
usted pasando por encima de todo? ¡No,
hijo mío, mi bondad no llega hasta ese
puntol
I Yo soy entonces mejor que usted!
¿De veras? (Sna palabraa y ana miradaa han dejado
de aer dnraa.)
Alf. Porque yo la hubiese perdonado a usted...
(Ah, si yo pudiese verla aunque no fuese
más que un instante compasiva y risueña
para conmigo!... ^La vida!... No; porque
-¿ 66 •<-
ICIA
Alf.
LICIA
Alf.
LICIA
Alf.
.LICIA
Alf.
^^LICIA
Alf.
Alicia
Alf.
Alicia
Alf.
después ya no la vería... Y como ya se han
matado otros por usted, tampoco le conmo-
vería el sacrificio!
(con iaterési) ¡ Ab! ¿Le han contado ^ usted?*»^
tíé todo lo que a usted se refiere..} ¡Y ahora
revolu-
uonar multitudes/como haya habido gente
jue haya preferido no tener vida a tenerla
»n usted, y que no hayan faltado millona*
[ríos que errujasen a su paso puñados de
jifidrafl pteojosas.
¿Y despuésaó 6816 tto me tiene usted
miedo?
¿Miedo? Por amor se han hecho las mayo,
res heroicidades...
Sin embargo, debo ser mala, no olvide que
se dice que he combatido como uua Juana
de Arco.
Pero ya se ha puesto a Juana de Arco en
los altares.
Que he destrozado la fortuna de algunos
millonarios...
También ante las santas se quema in-
cienso.
Que si a mano viene engaño a mi mari-
do...
América es el país de las libertades... (ponien-
•do naeyo fuego eo sus palabras.) Y ahora que me
hago la ilusión d^ que su voz se ha tornado
más dulce, hago un llamamiento a mi valor
para preguntarle qué debo hacer para que
todo el mundo sepa que usted me ha escar-
necido, me ha injuriado, me ha humillado
y que no le iospiro a usted más que horror
y desprecio.jQ^ué puedo hacer? jPodía hao^
[dT05aBerá*que*Tñenst3f pre con otr^
iujer que se pareciera a usted!... ¡Pepo
[uién se puede parecer a usted!... Para mi-
[varia no sé^ quién me resigoaba a (X)¿te&-
tar... {Por J>(os, señora, déme ust^ una
mujerl
La única de (^ puedo disponer les miss
Brown. ¿Le convine? y
Seria dif icil enteiniecse con Qlla... I a dife-
rencia de idioma no\8 fácil de salvj r.
Le daré a usted un Manual^e ingle .
Ya le tenemos en casa. Do/bemos co nprado
por usted, y yo también í%^ aprendido cua-
— 57 —
/ f!tr-palahta6L inglesas... que no sé de(»r más
f r^ que en castelládo y gtrerejHto todos los días
/ cuando me hallo a s^olas con i^sted.
Alicia i £n el célebre pisito/..
Alf. i |No1... Allí na ha |dntrado' uÉted ni en mi-
ear lady.i (como está es-
imaginación. Mí
crito.)
Alicia ¿^i^'^
Alf. Eso lo digo con v
^oiga. usted la m
Alicia \ (CorU paass. Sila le
\ nio, al ñn y al c
Alf.
AiiciA
AlF.
AUCIA
Alf.
iUCl\
Alf.
XlClk
lUCia
muy qufda para que no
ira.
ra atentao^Bte.) |Qué demo-
o no encpentro tan difícil
\ que obligue a rendirse a ijis fortalezas loca-
\ les! (sonrie.)
\ ¡Dios de bondadjf ¡Ella mfe sonriel (He con-
seguido hacerla lonreirl... {Bq estos momen-
tos yo me sienp millonario también para
arrojar a sus plantas puñados de dicha.
|Ah, también ppeta y origtnali
i Es mi única fortuna.
{ No la derroch(
I Es manantial \ue no se agdta. Mientras baya
/ una mujer habrá amor y mientras haya
amor habrá poesía. (Altela acentúa la Boorlaa.)
|Ay, cuánto se hubiese perdido si Colóu ng
-^l«^''^*''Y Arnt^rir"' - -^ ■
¡Uh, despacito, amigo míol... Se está atre-
viendo demasiado.
Perdóneme usted... ¿Me perdona?... Diga que
sí.
(lo mira prolocfadamente y «e aparta de él eo el mo-
mento de aparecer mli« Brown» qae entrega a la Da-
qoesa no iobre cerrado y hace mutis.)
Gracias. (iCira el fobra y deipnéa de ana pansa le
deja sobre un velador.) ¿Cooque?...
¿Qné?
Bb preciso que se vaya usted.
Es cierto; me había olvidado... ¿Ya no vol-
veré a verla?
(Reooge el aobre y le desdobla y dobla nerylosam en-
te.) Es indispensable... Aquí tenía prepara-
do...
¿El qué?
8us honorarios por las visitas.,*,
(ooa sincero pesar.) ¡Una despedida en toda re-
gla!
El Duque se ha curado...
|Y le he curado yo mismo!
f
\
/
*''
— 6$ -^
LICIA
Alf.
LICI\
Alf.
LICIA
LICI\
AlF.
«
LICIA
Alf.
.Alicia
(Majr afftbie.) Por \o tanto/ya no es precisa su.
presencia en esta casa.
Lo comprendo... Está bien. Pero ya qua
quiere usted bumillarme hasta ese panto^
estoy esperando...
Mis honorarios.
(con sorpresa.) ¿De veras?... ¿Y usted?... (Tor-
náodoee fria.) Pues aquí los tiene usted. Tpme^
(Con un gesto de repugnancia y sentimiento le alargik
• el sobre )
No, esto no... Usted es americana... Estoja
esperando el beso de ritual.
(Muy sorprendida ) ¡Ahí ¿Conque usted, despuéa
de lo ocurrido?...
Pero ¿me ha perdonado usted o no?
¡De ninguna manera!
Pues entonces justo es que me haga la ofen-^
sa de pagarme.
¡Ahí Fero ¿usted tomaba mi beso como una
ofensa?
No sé cómo le tomaría..» pero le tomarla
porque se me debe.
(Su mirada brille, toda ella aparece turbada y demos*
trando una gran agiUción.) ¡No puede Ser má&
estrambótico lo que aquí pasal Yo que he
empezado insultándole había de acabar abo.
ra dándole un beso... (Riéndose nerviosamente.)
Y usted por su parte, con su astuta senci-
llez, con su fingida cortedad, habría acabado
por vencerme hasta el punto de obligarme
a confesarle, supongamos, que me es usted
simpático y quién sabe si tal vez me lo ha
sido usted desde el primer día... |Ba, basta
ya! Que cada uno de los dos vuelva a ocu-
par su sitio y no se bable más del asunto....
(con afectuosa insistencia.) VamOS, SCa UStcd
como debe y márchese,
(con emoción.) Yo vuelvo a pedir lo que me
pertenece.
Pero ¿otra vez?... ¿De verdad?... (En un repen-
tino e inyencible arranque.^ ¡PueS tome! (Le coge^
la cabeza con ambas manos y le besa. Después se se*
' para rápidamente de él y llama al timbre. Corta pansa.
Aparece un Criado en el foro. Sin mirar a Alfonso.)^
Acompañe al señor doctor.
(Alfonso, dichoso, radiante, se dirige hacia el foro sin.
dejar de mirar a la puerta por donde desapareció AU-^
eüu Al YoWene fe enenéntra eai« a cara oon el Gris»
do. Inteota oonltar su Júbilo, pero uo lo oomigae t
YMe eonfoio y aaorado. AJicia m queda en el foro»
baikada por la lana, mirando hacia el tltio por dond»
desapareció Alfonso, conmorida y tntbada. Paaaa cor*
ta. Telón rápido.)
HN DEL ACl'O SEGUNDO
ACTO TERCERO
SBtodlo o cuarto de trabajo en cata del arquitecto LoreoEo Riraa.
Una puerta en la derecha, Tentanal en la izquierda y en el foro>
una amplia pneíta de criitalea que da al reatibulo de la casa que
•8 amplio. Sn el fondo un mirador o ventanal.
La habitación tiene mocha luz y mucha alegria«
Cerca de la ventana de la izquierda, nna meaa de trabajo y so^
bre ella, extendidos y sujetos, unos planos y objetos de dibujo.
Riras es algu artista y tieue arreglado el estudio con mucho»
objetos de arte, cuadros, esculturas, armas y tapices.
ün taburete alto Junto a la mesa de trabajo; otra mesita, anti*
gua y artística, en el centro; sillones de cuero repujado, escabe»
les, un dirán y ninguna silla moderna.
Gaspar
LOR,
Gaspar
LiOR.
Qastaú
(loRBKZO aparece dibujando, sentado sobre el tabu-
rete alto. GASPAR entra por el foro.)
¿Aun no ha tomado el desayuno el seño*
rito?
í^o puedo perder un minuto. Va a venir la
Duquesa y autes necesito haber terminada
estos planos. Luego van a venir las demás
señoras. ¿Está todo listo ahí dentro?
Descuide; todo está arreglado y en el co-
medor los refrescos, los fiambres y los vi-
nos.
(Timbre dentro.)
Vé a ver quién es; pero no olvides que na
estoy para nadie extraño.
(Oaspar Tase por el foro y Lorenzo prosigue su tra-
bajo.)
Fase usted.
(Entra DOÑA ANGELITA muy preocupada y Gaipár
■e retira )
LOR. (Bajando del taburete.) ¿Usted?
Ang. No le habíamos visto en dos días y estába-
mos preocupados.
LoR. Ya Sube usted que hoy es el día fijado para
someter a la aprobaciÓD de los Duques y de
las autoridades los planos del hospital de
niños.
Ang. Ya, ya lo sé; luego vendremos todos.
LoR. Comprenderá ustod mi prisa. Quiero que la
Duquesa lo vea todo terminado antes de
marchflrse, no haga el diablo que luego se
arrepienta.
Ang. Pero ¿es cierto que se marcha?... )Menos
malí
LoR. ¿Cómo que menos imal?
Ang. (f esueita.) Lorenzo.,. he venido precisamente
para contárselo todo y pedirle un consejo...
Fuera de la familia, usted es el mejor ami<
go que tenemos... y como hombre de mundo
sabrá...
LoR. Dígam^sted, dígame usted. ¿Qué pasa?
Ang. Esta mañana, María Teresa ha llegado ha
tener pruebas de que su marido la engaña.
LoR. ¿Cómo? ¿Qué es eso?
Ang. Alfonso ha alquilado un pisito de soltero
para reunirse con su amante. Ya lo hemos
descubierto, en la calle de San Carlos, nú-
mero 2. Esta mañana le han visto salir de
allí.
LoR. ¿Quién lo Jia dicho?
Ang. Ernesto.
LoR. Las intromisiones de ese inxbécíl son ya in-
soportables.
Ang. Lo considera como un deber; al ñn y al cabo
es palíente y, además, va a casarse con Nati.
LoR. Pero bien, ¿dónde está la prueba que us-
ted dice? Porque Alfonso es fácil que saliese
de visitar a un enfermo.
Ang. Parece que ese pisito tiene ya historia, y en
la casa no vive más que un dentista con una
salud excelente.
LoR. ¿Y por qué no puede ir Alfonso a casa del
dentista?
Ang. Hoique es el candidato que derrotaron en
las últimas elecciones, y comprenderá us-
ted que no se pone uno indefenso en ma*
— «f —
nos de un dentista al que se ha jugado una
trastada.
iLiOR. 81.». sí... puede usted tener razón... ¿Y María
Teresa?...
Ang. Ya puede usted imaginarse. Llantos, desee-
peraciones... Ha esperado inútilmente a que
Alfonso volviese a casa, y ahora tiene deci-
dido venir aquí para cantarle les verda-
des...
LiOR. ¿A quién?
Ang. ¡Toma, a la Duquesa!
LiOR. ¡Pero qué locura! ¿Qué tiene que ver con
esto la Duquesa?
Ang. ¿Cómo que?... Pero si usted mismo...
LiOR. jNo haga usted caso!... Por lo visto, lo que
María Teresa quiere es dar un escándalo.
¡Seria el colmo!... ¡La única forma para que
se fuese definitivamente a paseo lo del hos-
pital!
Ang. Eso le dije yo también... Es una locura eno<*
jar a esa señora tan poderosa... que puede
ser el porvenir de esta población... y el de
todos nosotros... Si ha tenido la desgracia
de enamorarse de él, la debilidad de ..
f^OR. ¡No es eso, no es eso!... Ahí está el equívoco.
En fiín, doña Angelita, escúcheme unted...
Ha llegado la hora de poner las cosas en
claro... Usted que es una mujer inteligente
tiene que ayudarme a salvar a Alfonso.
Ang. Pero ¿quién le acusa?... Se encuentra en una
población donde nadie podía apreciar sus
méiitos de hombre mundano, su gran edu-
cación... Llega una mujer guapa, rica, po-
derosa, superior a todo lo que le rodea, se
enamora de él locamente por su figura y
por su talento... Me pongo en todo^ no iba a
ser tan tonto que escapase abandonando su
capa como el casto José.
iLoR. Perfectamente... ¿De modo que usted cree
que un desliz de Alfonso tiene disculpa?
Ang. Mucha.
XiOR. Muy bien; pero hay en todo esto una peque-
ña variación.
Ang. ¿Variación?
Li9R. Que la Duquesa no tiene nada que ver en
este asunto.
ABro. Expliqúese usted.
CiOR. Que la supuesta aventura entre la Duquesa
•» «4 ^
y Alíonfio sólo ha existido en mi fantasía, y
lo demás... lo que han inventado las mala»
lenguas, que son para estas cosas lo que el
viento para un incendio.
Akg. Pero ¿qué está usted diciendo?
LoR. í^a verdad. . lo que puede que sea ahora la.
verdad sospechosa... Créame usted, la Du-
quesa es una virtud... por lo menos en Es^
paña.
Ang. (Dewocantada.) Pero ¿y el vuelco del coche?....
LoR. Ocurrió en efecto.,, pero no fué la Duquesa
la que volcó aquella vez.
Ano. ¿Quién era?
LoR. ¡Ahí Quiere usted saber demasiado... La da-
ma del coche no estaba tan alto que enaK
tezca tanto verla tan bajo... El escándalo
dejaría de ser el hecho que se comenta a
Imrtariillas y con fruición para convertirse
en el escándalo... que escandaliza... Pero»
usted lo decía antes, Alfonso no iba a ser tan
tonto que dejase su capa... llene motivoa
sobrados para que se le disculpe.
Ang. Vamos por partee...
LoR» ¿Vamos por partes o vamos por clases?...
¿Va usted a variar de parecer tan pronto?
Ang. No... pero...
LoR. Déjeme usted a mi que lo arreglaré todo.
Por el momento vaya a tranquilizar a María
Teresa y dígale la verdad para que desista
de BUS propósitos...
Alf. (Preaentándose por el fojro.) Ya me había dícho
Gaspar que estaba usted aquí, suegra feim-
paticona.
Ang. Me he querido adelantar a los demás para
ver los planos.
Alf. Yo también tengo curiosidad por conocer^
los.
Ang. (Acentuando el desabrimieoto.) Esta níañana he
estado esperándote en casa.
Alf. Ya sabéis que con lo3 enfermos me falta el
tiempo.
(LoreniOy con dnlsara, ae llera a Angellta hada el
foro.)
Ano. ¿Tienes alguno grave?
Alf. Varios.
Ang. £1 de la calle de San Garlos, dos, debe ser
de mucho cuidado, ¿verdad? *
Alf. ¿Cómo?
- 66 —>
LoR. (ueYánáo^e a Angeiita.) Vaya usted a buscar a
las demás señoras, que el tiempo corre.
(OeíaiMireeeDO •
Alf. (a Lorenzo, que Tnelye en seguida.) '¿HaS oldo lo
qoe ha dióho? ¿Qué significa esto?
LoR. Pnes sencillamente, que en tu casa se ha
sabido que tienes un pisito de soltero en la
calle de San Carlos. Parece que te han visto
salir de allí esta mañana.
Alf. ¿Quién me ha visto?
LoR. iBruesto!
Alf. Qué imbécil!... ¿y la han visto también a
eUa?
LiOR» No.
Alf. |Menos mal!... (aeiueito.) Yo lo negaré todo.
Además, de aquella casa no volverán a ver-
me salir.
LoR. ¿No?
Alf. fira una cosa que no podía continuar. Ella
tan cautelosa antes, se había vuelto tan exi-
gente, que hubiese acabado por coju prome-
terme. Hoy accedí a verla por última vez...
Nos pueden sorprender cualquier día, y de
esta no se sale tan fácilmente como del
vuelco del coche. Así se lo he dicho rotun« •
damente.
LoR. ¿Y ella?
Alf . Ua gritado, se ha d^ sesperado... llegó a ame-
nazarme... Pero yo la hice comprender que
podíamos comprometer a su marido... que
mi remordimiento se acentúa más cada
día...
LoR. Ya, ya comprendo... El remordimiento por
ei marido no empieza uno a sentirle hasta
que se ha cansado de la mujer... ¡Qué gran,
de es el corazón humano!... Pero bien, ¿en
definitiva^...
Alf. Que he terminado para siempre. (Alegre.)
¡Que ya estoy por fin libre! ;Que ya puedo
respirar a mis anchas!
LoR. Ahora te aconsejo que procures arreglar
pronto ese asueto con tu familia, pues en tu
casa daa por seguro que la dama a la que
recibes en el pisito es la Duqueí»a.
Alf. ¿Es posible?
liOR. Pero yo acabo de jurar a tu suegra que la
aventura con la Duquesa fué una invención
mía y que ella es por completo inocente.
6
— 66 -
Alf. (con alegría.) ¿Le has dicho 680? jNo sabes
cuánto te lo agradezco! (Tomándoae serio.) Pero
ella se lo ha creído?.
LoR. Se ha marchado convencida.
Alf. (Alegre de Buevo.) Por lo menos asi la Duquesa
no seguirá resultando comprometida. ¡Gra-
cias, Lorenzo! (Le abraza.)
LoR. ¡No hay de quél
Alf. ^ Supongo que tú también te harás cargo de
todo. Era de todo punto necesario desvane-
cer aquella malhadada Invención. Yo Í0 te-
nía dada mi palabra...
LoR. ¿A quién?
Alf. ... a mí mismo.
LoR. Ah, ya, a ti mismo; pues no quiero ni dudar
de que a sus oídos haya llegado ni el menor
rumor.
Alf. (cada vez más animado.) *^sí lo espero yo tam-
bién.
LoR. Te hubiese juzgado un embustero, un indig-
no calumniador.
Alf, Es claro... mientras que mi deber es procla-
mar ante todo el muncio y en primer lugar
ante ti, que yo...
LoR. Que tú no has pensado nunca en ella y me-
nos ella en ti.
Alf . ¡Eso, eso es! (vuelve a abrazarle.) |Gracias, Lo-
renzol
LoR. Porque es la pura verdad.
Alf. ;Y tan verdad I Tú eres el primero que debe
creerlo así ¿Verdad que estás convencido de
ello?
LoR. ¡Qué duda tiene!
Alf. jAy^ qué satisf ación tan grande me das!
Gracias de todo corazón, querido Lorenzo.
(vuelve a abrazarle.)
LoR. (Mirándole un poco extrañado ) Hombre» ya SOn
muchas gracias. Yo no he hecho nada más
que cumplir con mi deber disipando toda
sospecha sobre esa dama; era justo, y más
ahora que va a marcharse...
Alf. (Serlo.) ¿Que se va a marchar?
LoR. 8í, se dispone a dejarnos... Por lo menos asi
se anuncia.
Alf. ¿Quién lo anuncia?
LoR. El periódico de esta mañana.
Alf. f Serenándose.) i a h, ya! M Eco, Será una filfa
de Jordana.
-* 6? -^
]LiOR. No creo, es un telegrama de Madrid.
Alf. (con ímpem.) ¿Y a dónde van?
XiOR. A los Bstados Unidos, según parece.
Alf. Pues a mí nadie me ha dicho nada de eso.
(Refrenándose.) Ni el Duquo mismo, al que vi
ayer, me hizo mención de semejante propó-
sito.
IjOR. (TrabajAndo.) Ya se sabía que qo habían de
estar aquí mucho tiempo... Antes creí yo.«.
Alf* Sí... está bien... ¡pero tan de repente! (Bnoja.
do.) Ya comprenderás que especialmente
para una mujer irse a los Eetados-Unidos
no es irse ahí... a seis leguas...
LoR. ¡Puede que se vaya él sdío por ahora, ve tú
a saber!
-Alf. (Serenándose.) jAh, eso SÍ puede ser!... Tiene
un cargo oficial.,, el Gobierno puede necesi-
tar sus oficios... Que se vaya, eso me parece
bien...
LoR. (Suftpeudiendo el trabajo.) Mi qUCrido doctor, tÚ
pasas de la alegría a la cólera de un modo
asombroso.
Alf. No... es que razono; deduzco la posibilidad
de que sea él solo el que se marche.
LoR. Nada, hijo, nada; lo que tú haces es revelar
claramente el temor de que se marche ella.
Alf. ¡No digas tonterías!
XoR. Bien sabes que sé leer muy hondo en los es-
píritus, y tu acaloramiento...
Alf. ¿Acaso mi actitud te deja soapechar?... No,
no lo creas así.
JLíOR. Es una cosa muy explicable; a fuerza de vi-
sitar al Duque, a fuerza de oir decir que era
tu amante has acabado por prendartede ella.
Alf . (Con menos acaloramiento.) ¡No eS verdad!
JLoR. ¡Y qué manera de prendarse por lo visto!
(paseándose.) Ahora me explico todo lo de-
más... Las entrevistas de ruptura de esta
mañana, el remordimiento por el amigü en-
gañado... Espero que no hayas hecho la ton-
tería de dejar adivinar a la Duquesa tu exal-
tación.
Alf. Pero, ¿qué exaltación ni qué...?
JvOR. Mejor dicho, tu furioso enamoramiento. Lo
consideraría una falta de respeto, llegaría
poco a poco a enterarse de toda la historia...
y te pondría de patitas en la calle. Y no se-
rlas tú solo el perjudicado...
^ 68 —
Alf..
LOR.
Alf.
LOR.
Alf.
LOR.
Alf.
LOR.
Alf.
LOK.
Alf.
LoR.
LOR.
LICIA
LoR.
...-*— Alicia
LoR.
.Alicia
LOR.
Si, el proyecto del hospital... ya me hago*
cargo.
¿Qué tiene que ver el hospital con esto? Yo-
hablo aei por tu bien, por evitar que haga»
el ridiculo. ¿Qué esperanza puedes tú tenesr
respecto a ella, di?
¡Pero si te estoy dando la razón hace ua
ríito!
Pero eres tan impulsivo que te creo capaz d&
venderte con un gesto, con una palabra.
(Descuida, eso no ocurrirál
Pues que asi sea. Ahora coge tu sombrero y
lárgate. Ella va a venir de un momento a
otro. (Fijándose en Alfonso.) ¡PerO SOy tontol TÚ
has venido por encontrarla aqui.
¡Ni soñarlól... Es que tenía deseo de ver loa
planos...
(Escuchando.) ¡Uú automóvil!... |ClaroI
(Asomándose a la ventana y muy contento.) ¡Ella est
¡Vete, vete en seguida!
Me vería salir y sería peor.
Bueno, quédate; pero dame tu palabra de
que tendrás con ella una actitud respetuosa
y correcta, que no has de tener ni un gesto
que dé motivo á que ella sospeche... Eres uc^
caballero, ¿eh?
(La DUQUESA aparece tras las vidrieras del foro y s«*
luda con la mano. Gaspar se precipita a abrir de par
en par la puerta.)
La señora duquesa de San Marcos.
(Lorenzo sale a su encuentro.) ^
¿Qué tal, amigo Rivap? (Mirando a Gaspaf.) Peral
[quíUUüuetitro ft mi Wfigfaer? ¿Es
[ue este hombre tiene el don de la ubicui-
iad? (I
)omo a usted le agrada tanto verle... yo le I'
^he alquilado. y
>-BQ-Uy amable, (na. la. jaa»».>^>^tf5nso.) '
Hola, doctor.
Acaba de entrar por casualidad.
De fijo que ha querido ser el primero en ad-
mirar su proyecto.
¿Y la salud del Duque?
Muy bien... El también vendrá algún día^
aunque me ha dado a mi plenos poderes.
(Riendo.) Ahora comprendo por qué nuestras
relaciones con América marchan tan admi*
rablemente.
— 69 —
.UCIA
ÍX>R.
cía
LiOR.
LICIA
LOR.
LICIA
Xqr.
LICIA
Alf.
LICIA
Alf.
LICIA
Por Dios, Rivas, no me haga usted cumpli-
it]
lujeres ios casóte oefi% serum cosal
tica^*^ diploma- ñ
que podía haber^
iticos.
lEatonces seria ¿has f^il l^LJ^tenie^í^k^aaif.
mesft de'tfabaj'o.) Pé», ¿qué 68 eStO?
Tenga la bondad de explicármelo, porque
de dibujos de esta índole entiendo muy
poco, (se fieota en el taburete alto tomando ona
eoqnetona poatura.)
Esta es la planta del edificio... Piso bajo a la
derecha... este el principal ..
Pero, bien, ¿y el boceto completo del edifi-
cio? ¿No ha hecho usted un modelo corpó-
reo?
Claro, sí, señora. Le tengo en e^ta parte que
dedico a taller.
81, ya veo que es usted artista y que esto pa-
rece más bien el estudio de un pintor... Lo
celebro, porque si en el arquitecto no hay
un artista, sus edificios tienen una vulgari-
dad abrumadora.
Con su permiso voy a ver si el proyecto está
preparado y a traerle Unos dibujos de la la-
chada.
Vaya usted. (Vase Lorenso por la derecha, y tan
pronto como ha desaparecido, Alicia, de an brioco» se
sienta en la mesa para acariciar mejor la cabeza de
Alfonso que está de pie a sa Itdo.) ¡Darlingi ¡Dar-
lingl He sido puntual, ¿verdad? Pero, ¿qué
tienes?... |Di!
(con amargara.) ¿Por qué no me dijiste anoche
que te marchas?
(inste.) ¿Ya lo sabes?
(Con gran pesar acercándose a ella.) ¿LuegO eS
cierto?... ¿Por qué me lo ocultaste?
El telegrama llegó ayer mismo... Y te vi
tan dichoso que me faltó el valor para
decírtelo, (lorenzo entra precipitadamente cou un
papel en la mano. A la Dnqaesa no le da tiempo para
bajarse de la mesa y toma una actltnd de disimulo e
inclinando la cabeza finge mirar el plano. Alfonso se
Inclina también y señala un punto del dibujo.) Ve
usted, aqui está.
Si, este es el muro.
(
70 —
LICIA
Alf.
uaA
LOR.
«
, ^. ^UCIA
LOR.
Alf.
LoR.
LoR.
. Alicia
LoR.
Alic ia
LoR.
, Alf.
Alicia
Alf.
AuciA
Alf.
LOR.
Alicia
. Avf.
. Alicia
(Lorenzo le para de golpe, no sabe qaé pensar ni qu4
actitnd tomar. Mira a los dos, que sigaen disimolando^
y laego se aproxima a la mesa.)
£1 muro de la fachada, claro.
Estos entrantes son las ventanas.
Y aquí el tejado.
(con tacto.) No, perdone, Daquesa... todavía
no estamos ni en los cimientoSc
Es que nosotros subimos mucho con la ima^
ginación.
(Mirando el asiento de Alióla.) Ya lo Veo.
Hacemos castillos en el aire.
Y a veces se convierten de mamposteria.
Yo quisiera saber...
¿Qué?
Deseaba que fuese usted tan amable que me
explicase el dibujo, porque no lo entiendo.
(Alorado.) Le diré a usted... como está usted
ocupando toda el ala derecha del edificio..*.
(Desciende riendo.) |Tiene usted razón 1 Dispen>
se, lo desalojo en el acto... Empecemos por
el vestíbulo... Vamos, ¿cuándo calcula usted
que podremos inaugurarlo?
Yo creo que dentro de un par de años.
(Apesadumbrado.) ¡Un par de años! ¡Algo asi
como medio siglo!
De usted depende que se terminen antes.
Los medios materiales no han de faltarle.
El Duque lo ha dejado todo dispuesto ea
vista de nuestra marcha.
Pero, ¿es completamente cierto?
No hay más remedio.
¡No hay más remediol Comprendo que diga
eso el Duque, el Gobierno puede necesitarle.
(Levantando un poco la voz.) PerO lo que nO VCO
es la necesidad de que...
(Levantando la vos basta dominar la de Alfonso.)
Ocn que decíamos que esta es la puerta
principal y este el chaflán de esquina, (indi-
ca en el plano.) En él pondremos los busioe^
de los generosos donantes y la lápida con-
memorativa, Iputa aq44l4SJUtiu que debti "¿leí
^ararse^ ceremonia de la inauguración^
81, nos reuniremos ^otlos epesta wííondaj
'Í)e no olvidársele a ustediafecha:
fcon duisura.) ¿Por qué se me ^de olvidar!
ias fechas en que lyí de pQcedernos alg(
[radable nó se olvkfan nunca.
Alf.
Aucu
LOR.
LICIA
Alf.
ICIA
Alf.
LoR.
LICIA
Alf.
LOR.
Au.
LiOR.
Alf.
LoR.
Alf.
LiOR.
Alf.
;Qué gé-yolLleva^ustéthuna'vWgtao agita» •
ida ea América; fiestas a todas horss, gran-
Ides acontecimientos...
KApationada.) Precisamente en esos momen-
^tos de agitación y ballicio es cuanda tñás,
se acuerda PBa~de-,la8 pcjaonflo amables y
cuando con más nostalgia, j^paigmaia letér:
(Cha que ha disf rutado.*. JUa dulce trai^quili-
idad, los días de invierno que nos parecieron
/
imi
Desde aquí entramos a la enfermería prin-
cipal...
(Reponiéndose.) En la que los enfermitos esta-
rán tan bien asistidos por nuestro doctor.
(En nn arranque.) {De ninguna maneral
¿Cómo? ¿No querrá usted asistirlos a los po-
brecitos?
(Serenándote.) Para cutonces... ¡vaja usted a
saber si habrá todavía niños!
(Qué ocurrencia, Alfonso!
(Riendo.) ¿Es que van a nacer hombres he-
chos y derechos?
No... es... No estoy diciendo niás qne tonte'
rías...|¿Veu üéléüwi' IJlii B«IB üiómBülujfün
ni puertas ni ventanas ni escaleras... ¡
Me hace el efecto de que no hay nada en su i
sitio y (le>gue todo va a huddirse, a desplo- i
marse, a convertirse en ruinas... \
jDispensa, hrjo, pero como arquitecto no
puedo por menos de protestar enérgica- ;
mente! \ j
)Es que me da una tristeza tah grande este *
proyecto! \ / ?
Caramba, ni que fuera el proyecto de un j
cementerio! * '
¡Quién sabel... ¡Después de todo!... í
Cotno médico- director tienes unos propósi- .
tos muy poco tranquilizadores para tus fu- :
uros enfermos. \
ú comienzas porllenat el edificio de bus- ;
08 y lápidas... Nq tenen\os tan mal corazón
ue necesstemos «de lápidas ni bustos para
ecordar siempre a nuestros bienhechores.
Mira, Alfonso...
(Se serena nn instante y en se^t^ida vuelve al toao .
)ae dejó ) Hablo en nombre de la población, •
se comprende... Hablo en nombre de todos 1
nosotros, que no necesitamos mármoles \
LOR.
Alf,
Alicia
Alf.
Alicia
LoR.
Alicia
LoR/
Alicia
LoR.
ucia
LOR.
Alicia
Alf.
^^•-AUCÍA
o está!
ueetísL horri-
ayatn dejado
i
para acordarnos de aquellos a quienes te.
niamos la gratisioaa coBtumbre de ver a dia<
rio, de los que nos babiamos forjado la ilu-
sión de que^'y^ formaban parte d^ nuestra
vida y que para, nuestra vida resultaban ne.
cesarlos como eKaire... En ñn, es algo asi
como una'|)rotestá^..
;En nomb^ del veK^indario, el
Naturalmente... Y)¡)iensa en
ble tristeza ^1 día en\que no
aquí tan soAos, tan solos...
(Qae ya do 8o|irie.') Pero\con /a esf^eranza de
que han dejvolver... \
(Lorenzo miralsuceslyamenteV ilíonBofy Alicia e in-
dina laego la ¿abeza sobre el mido. C^rta pausa.)
(como sigoienpo con la menm^ ud ireDsamiento pro-
rrumpe.) ¡O ie rebela y lo €^har todo a rodar!
(LoreDzo levaáta la cabeza /od sorp/esa.)
(Hace un gestp enérgico /mira aN^lfooso con severi-
dad.) ¿Y qu4 conseg/^a uste^^^on eso?
¡Figúrese!
(sereoa.) Si yb hablase a s^Ias ^n la pobla-
ción le aconsejaría que se/serena^e, que re*
fiexionara copo es debido^..
Eso es. \ !
Y otras cosillás también le diría yo a la po-
blación cara a cara.
-í^lra ti anabos, y compreodleudo qi;^ ftp pQ ASOT^BimP
cootinuar la conyersación dí aun con alusioDeSi se le-
Tanta y dice con naturalidad.) Entre los primeros
dibujos que tracé debo tener allá dentro una
rotonda diferente... A ver si les gusta a us-
tedes más*
¿Sin lápidas?
Y ein bustos. Voy a buscarla, con el permi-
so de ustedes, (serio y correcto desaparece por la
derecba.)
(Cariñosa.) Von aquí, Alfonso; tus palabras,
aunque llenapde amor y de pasión, han ad-
quirido, ¡qué se yo!, cierto tonillo de repro-
che, de amenaza... ¿Por qué?
(CoD acento respetuoso y tímido que es ao más carac-
terística actitud.) Perdóname, Alicia... ya es-
toy arrepentido de ello .. Perdóname...
No, no; ha sido la primera vez; pero me
temo mucho que no sea la última. Mas vale
que hablemos de esto... ¿Por qué motivo te
quejas de mi? Vamos a ver.
— 78 -
Alf.
UCIA
ÁLF.
UCIA
Alf.
Alf.
r
i
J^LICIA
i
AaciA
'Alfí.
LlflA
LF.
UCIA
í
|i
Loa.
Porque te vas. ¿Te parece poca cosa?
*¿Efi que eso no lo sabías desde on princi-
pio?
Lo que no podía suponer es que las cosas
terminaran como han terminado.
]Muy bien! ¿De modo que aquella noche jo
debí haberte despedido?
¡Tal vez!
Paia que UQUlüHU vüello al día sigutefile.:.
tu sencillez, tu acento de sinceridad me ins.
piraron una confianza tan grande, una fe
tan bonda... /
Creo que no sabía pronunciar iina palabra.
¡Oh! Hablabas de un modo... o/por lo menos
tenías la elocueiicia de la simtíatía.
jTe marchas!... \ /
Vuelvo a coger \el tren (Doicfemente.) después
de haberme detenido en pna estacioncita
del tránsito, mují alegre^ muy {bonita, en
donde te encontrAa ti. /
(sonriendo con tristesaA Yo eétaba en la Sala de
espera de tercera cíflee, i (ú, en caínbio, en
lia de primera. \ /
/y, sin embargo, tú nqf tardaste; en penetrar
/también. Y entonces j|íA me preguntaste de
j dónde venía. / \
Ningún derecho teaia para preguntártelo.
Bntonces, ¿por qué ^horaVne echas en cara
reanude el viaje yarque no\ienee el derecho
adquiera de saber /a dónde ^voy?... ¿Es que
prefieres acaso q^¿e esperemos algún tren
para que nos echemos bajo. sus ruedas?
También podíai^os esperar el tren para su-
bir juntos...
¿E ir a dónde?
(Mortificado.) Ya, ya te comprendo... es diñcil
Mp j^]ptnfl fif>n híllpfPB de diferente clase...
Tonto, tontín... Ño ágotéñao's "él idilio de
una vez... dejemos algo para soñar esperan-
dolo... que las verdaderas felicidades tal vez
están más en lo que se espera que en lo que
se tiene... No nos despidamos ahitos... no
terminemos la novela... pensemos que el ca-í
pítulo mejor es el que no está escrito... ¿T$
crees que los folletines serían lo mismo de '
interesantes si se publicaran de una vez?
(Eatra con un rollo de papelea,, y al yer a la pareja
tan abstraída se para; mira asorado y por flu se decide
^ 74 —
^
UCIA
Alf.
LICIA
Alf.
Alicia
Gaspar
AxG.
LICIA
LoR.
LICIA
M.Ter
• •
••;; . Ang.
• * ; !¿LICIA
M.Ter.
Alicia
a interrumpirlos.]
«^««■^ntC. BlSpBÜSeil UtílüMb. (tase.)
(Dulcemente.) (fAcaso crees que no voy a su-
frir dejándote? Pero me consaelo pensando
en que voy a volver, y entonces me acoge-
rás sonriendo como sonriendo lograste ena-»
morarme.
¡Cuánto más fuerte ereatú que yo!
Máa razonable tal vez..Jpero no soy^una fae-»
roma ni tú eretí 011 ñ'Sroe; somoJoos seres
normales queXno podemos pres<nndir de la
realidad: de laV cosas aunqq^yvivamos de
pasión y'deilu
(Kxaitado.)Vrú puédes discu/W/lán tranquila^
y yo en cambio... Sométeme la prueba que
quieras; aAora qu^h^^obado lo que es
amor am anuo te a t\Xffe siento tan tuyo»
tan tuyo, quB diepueá» estoy a decir a todo
el mundo que te fW\ dispuesto estoy a
rebelarme, a ser nplg, muy malo para con
todos con tal w^ser muy bueno para ti
I ¿Dudas de que sea sincero?
y¡Qué he de dudarlo!^. Pero te quiero bueno,
l| bueno piara todosi. itenexiona, y aigün día
me agraáecerás que no haya secundado tus
locuras.
(Dentro.) Sírvanse ustedes pasar.
(Alfonso y Alicia se separan. Alicia cambia la expresión
de su rostro, y muy risueña sale al encuentro de DOÑA
AÑGELITA. EÜSEBIO y, por ultimó, MARÍA TERESA,
que entra por el foro.)
(Adelantándose.) ¡Mi querida Duquesa!
Tengo que hacer yo Jos honores de la casa.
El señor Rivas ha ido a buscar unos dibu-
jos. (Llamando desde la puerta de la derecha.) |RÍ-
vasl
^Que sale corriendo.) ¡HoIa, qiieridosl (Saluda.)
(Que ya ha saludado a Angelita y Ensebio, da la mana
a María Teresa.) ¿Qué tal, María Teresa? Veo
que ya está usted por completo restablecida.
Lo celebro de veras.
(Mirando con enojo a Alfonso.) TouaVÍa nO CStoy
repuesta del todo.
(interrumpiéndola.) SlgUe Un pOCO delicada.
Justamente estaba pidiendo noticias de us-
ted el doctor...
¡Qué sabe de esol
¿Cómo que no?
^n^
Eüs.
Alf.
M.Ter.
AkG. 'i :•
LOR.
Alicia
M.Ter.
Alf.
M.Ter.
UCIA
M. Ter .
/
Ano.
UCIA
Alf.
^
LICIA
Alf.
LICIA
Alf.
UCIA
M. Te« .
Alf.
LICIA
Ang.
LICIA
Ang.*
(AdeUntánaose.) María TeresR... vamos...
(Azorado.) ¿No? ¿Y quién &i no se ioteresi^
por tu salad?
Tiene usted demasiado con atender a su»
clientes de la calle de San Caries.
(Rápida y enojada ) jA ver, María Teresa!... No
es este el momento...
Si quisiera usted, Duquesa, pasar a mi taller
podría ir viendo el proyecto en yeso...
Con mucho gusto, (sonriendo a María Teresa.)
Por lo visto, la dolencia más aguda que us-
ted padece son los celos.
¿Por qué dice usted eso? ¿Acaso por que hé^
aludido a una casa de la calle de San Car-
los, de donde han visto salir a mi marido
esla mañana?
¿Hay algo de malo en eso? ¡Un médico tie-
ne que ir a donde le llaman!
Claro, y por lo mismo va y vuelve a casa del
dentista.
(interesándose.) ¡Ahí ¿En la casa hay un den-*-
tiata?
En el piso inferior. La estrategia es admira-
ble.
En fio. MarlaTeresa...
Déjela usted que hable, señora, no dice
ninguna cosa...
No dice nada malo; pero todo esto no pue-
de ser más fastidioso y tonto.
Sin embarfi;o, se la puede dispensar tenien-
do en cuenta sus celos, (con intención.)
Pero, ¿celos de quién? [Vamos a veri
Es que si tiene pruebas...
¿Qué pruebas va a tener?
Sin embargo^ parece que sabe perfectamen.
te que a la calle de San Carlos no va usted
como médico...
;Va a ver a su amante!
¡Protesto con toda mi almal
(Con desabrimiento.) ¡Ah, la del COChel
(Todos quedan sorprendidos por esta salida de la Du^
qaesa.)
¿Usted sabe?... i ^ ^
Yo no sé más si no que cierta dama hufccihjl^
de verse muy comprometida a consecueh-' "
cia del vuelco de un coche... Pero, la ver-
dad, ignoro quién era.
Y nosotros también, señora.
LICIA Pero de empeñarge en descubrirlo... ta«
vez...
M. Ter. i Vaya si lo sabré! \Yb. lo creo!
Alf. (Cada vez más aEorado.) Me permito rogar a us-
ted, Duquesa, y a ustedes también, queden
por terminada esta conversación, que no
tiene más fundamento que un lamentable
equivoco, (a Loreozo.) y que tú nos enseñes
ya de una vez tu proyecto,
rerdonen ustedes, yo estaba esperando. .
(viendo entrar a Blas.) ¿Al SCñor alcalde quizá?
Pues aquí le tienes.
(Entrando de prisa.) ;,Me be hecbo esperar? Us-
tedes perdonen, y usted particularmente,
Duquesa...
No, be sido yo la que me he adelantado a
la hora convenida.
Mi esposa ruega a ustedes que la dispensen
por no haber venido. No se encontraba bien.
Lo siento.
Estaba tan contenta con la idea' de esta re-
unión para ver el proyecto del hospital, de
cuya junta tiene el honor de formar parte...
No tendrá importancia su indisposición,
¿verdad?
Tal creo. ¡Seguramente es un ataque ner«
vioso. Esta mañana, sin duda debió experi>
mentar alguna emoción desagradable, al-
gún susto... Lo adiviné en seguida al salir
del Ayuntamiento, y encontrémela muy
agitada al cruzar la calle de San Garlos...
Iba muy sofocada...
(Expectación en los oyentes.)
¿Por la calle de San Carlos?
Sí, Me sorprendió mucho verla en aquél es-
tado y ella me dijo que salía de casa del den-
tista...
(con Ímpetu.) ¿En el número dos?
£1 número no lo sé... La pobre debía sufrir
muchísimo, daba pena verla... Después no
quiso probar bocado,..
Se comprende... le seguiría doliendo mucho
el diente...
O tal vez la impresión, el miedo... (a Alfonso.)
Le ruego a usted que vaya a verla cuando
pueda. Tengo miedo a estas crisis de mi
mujer y hoy está de lo más nerviosa. (Duran-
te la narración de Blas los personajes cambian mlradaí
LOR.
Alf.
Blas
LICiA
Blas
LICIA
Blas
Ang.
Blas .
M.Ter.
Blas
M. Ter,
Blas
vA LICIA
';":B¿As
— 77 —
UCIA
Blas
M. Ter.
Blas
Alf.
M. Ter
Blas
Ang.
LICIA
Ang.
J^LICIA
Ang.
/
UCIA
LOR»
mny sigDiflcatiTas y laoian oportonai exelamaoionef.
£1 alcalde le aorprende y pregunta extrañado.) ¿ Aca>
SO no son ustedes de mi parecer?
(Fijando la mirada en Alfonio y disfrasando con la
dttlcnra de au voz su pensamiento.) TranquiUcesO
usted, señor alcalde; quitando el diente se
quita el dolor.
Pero lo malo es que ella no quiere quitár-
sele.
(con violencia.) 1 Ah, pues se le quitará; vaya
si se le quitarál
Eso depende de Alfonso. Si como médico
logra imponeráe, convencerla...
(Asoradísimo y sin saber qué actitud tomar.) Duque»
ga... María Teresa... Yo...
¿Qué has de decir tú? | Ahora se explica todo
perfectamente!... ;Yyo!... \Y yo!... (aompe a
llorar con desconsuelo)
(Que hablaba con Angeilta y Lorenso se yaelye hacia.
María Tereaa.) Serénese, María Teresa. Lo de
mi mujer no será nada, no tiene importan-
cia alguna. ¿No me ve usted a mí tan tran-
^ilo?^,||»4¿Jg»lgaa^^ Sww p] niiíi.
és que veo le mueve a usted hacia mi mu-
jer me llega al alma...
mea ijuiwe tutcmrmpirle, pero los demás se
lo impiden rodeándola.)
(Con emoción, apaite a la Duquesa ) Por DÍ08, Du-
quesa, sólo usted puede arreglar esto. Por la
Virgen Santísima, a ver si con su prestigio
y su autoridad consigue. . evita...
¿Qué puedo yo hacer?
Con sus palabras amistosas procure usted
convencer a María Teresa de qne no debe
dar tanta importancia... En usted confiamos
todos.
(Después de mirar a Alfonso ) ¿Y por qué no?
Puedo intentarlo.
Dios se lo pague a usted... Mire que también
mi yerno ir a meterse en esas aventuras...
Una aventura de lo más vulgar y cursi ..
jQué le vamos a hacer, señora; hay que re-
signarse! (a lc renco.) Olga usted, amigo Ri-
vas ¿Quiere enseñar a estos señores el pro-
yecto en yeso?
Estoy a la disposición de ustedes... Si quie-
ren hacer el favor de pasar. (Lorenso indica 1»
puerta de la derecha y hacia ella, se dirigen Angelita»
78 —
LICIA
LICIA
Alf.
LICIA
^'
Alf.
M. Ter.
^^UCIA
Alf.
M. Ter.
>AUCIA
Alf.
Alicia
M. Ter.
-Alicia
Ai.f.
M. Ter.
Alicia
Alf.
Blft8, Eaiebio y AlfoiMo, que es objeto de la atencióit
de todoB.)
Doctor, ¿permite usted unas palabras?
(Todos hacen mutis por la derecha y quedan en eicer
na Alicia, Alfonso y María Teresa. Esta se leranta dé
golpe «ecindose los ojos y se ya a dirigir también hacia
la derecha.)
(Con duiíura.) María Teresa, no se vaya usted
tan seria... se lo ruego... No quiero. Lo que
debe usted hacer es exigir una explicación.
Por Dios, Duquesa...
¿Quiere usted justiñcarse ante su esposa?
Es muy justo. Negar ya no es del caso; re-
sultarla pueril.
Por Dios se lo suplico, no me apure más to-
davía.
Hasta ahora no ha dicho más que em-
bustes.
(En tono Irónico.) Ya que sc le había ofrecido
una ocasión favorable para proclamar la
verdad a voz en grito, ¿por qué ha preferido
engañar... a todo el mundo?
¡Tendré siquiera alguna disculpal
¿Es posible que pretendas tener disculpa
cuando has estado esta mañana con esa
mujer?
(con lutendón.) ¿Esta mañana? ¡Pues ya no
cabe duda!
(Decidido.) ¿Y quién lo niega ya? ¿Quieren
ustedes que me asome a esa ventana gri-
tando: Es verdad, señores, soy el autor de
ese escándalo que tanto les preocupa... He
ido a esa casa porque no tenia más remedio
que ir... Esa mujer, que había empezado la
aventura pudiéramos decir que en broma,
iba i!Mr^u¿^<^<>* por un camino demasiado
serio.
¿IbéTtómando et'caminu?;.. ^
ÍYo creo'"q«e^había"tl'egado al finaüj
ja ver Jad *'dTga la verdad sin rodeos.
Decidí darlo todo por terminado. jTodol...
Pero para ello era preciso hablar a solas con
la señora...
Y como es de suponer, escogieron ustedes
para ello el sitio de sus citas amorosas.
Eso, el sitio donde solían verse antes.
Eso es... antes... Fué una locura, una tonte-
ría mejor dicho... yo no pude medir el al.
-. 7» -
canee de mi ligereza... A mi no me interesa-
ba esa mujer, repugnaba a mi conciencia el
engaño...
M^ Xer. ;Y pensar que era una amiga mía!...
Alf. Por eso no podía seguir así. • Cada palabra
afectuosa que yo dirigía a esa mujer parecía
como que quemaba mis labios. Y cuando
me bailaba solo experimentaba toda la ver*
güenza que tiene que experimentar un caba-
llero al verse falto de la fuerza necesaria
para rebelarse a semejante situación y con-
fesarlo todo... a la persona a quien hubiera
tenido yo que confesárselo. A veces pensaba
que diciendo la verdad hubiera conseguido
su perdón, pero otras, en cambio, temía que
me despreciase... Pero ya no podía seguir
por más tiempo fingiendo un afecto que no
sentía, y esta mañana, por fin, le he revela-
do mis verdaderos sentimientos, mi remor-
dimiento constante... He sido duro, tal vez
brutal, pero sincero... Doy a ustedes mi pa-
labra, les juro que quería salir a toda costa
de una situación que se me había hecho in.
tolerable. Necesitaba sentirme tranquilo, re-
cobrar la seguridad de mí mismo... He in-
currido en una falta muy grave, lo sé, pero
no ha sido por maldad, sino por debilidad
de carácter... He tenido la desgracia de que
se descubra cuaodo todo estaba terminado,
pero así y todo, bendito sea este momento
8i consigo finalmente aliviar mi alma del
peso que la agobiaba y si me permite abri-
gar la esperanza de que la persona ofendida
ha de tener para mí, sino una palabra, por lo
menos un pensamiento de perdón. (Alfonso
ha dicho toda la narración anterior pensando en el
perdón de Alicia j dedicándole a ella todas las discal-
pas. María Teresa ha escachado laa palabras de Alfon-
so al principio con mucha leyeridad, pero poco a poco
la calurosa palabra de su marido la va eonyenciendo y
su rostro toma un aspecto más suave. Después se tran .
qoilisa y se convence, y, por último, al terminar de
hablar Alfonso, y precisamente cuando más intención
pone este en llegar el alma de Alicia, so arroja en sus
brazos conmovida.)
]f « Ter. ¡Con tal de que tu arrepentimiento sea sin-
.cero!...
cía (Mira a los esposos y baja la oabesa. Corto silencio.
— 80 —
Después
M. Ter.
Alf.
UCIA
M. Ter.
Alicia
M. Ter.
Alicia
LoR.
Alicia
LoR.
M. Ter.
LoR.
Alf.
^ Alicia
Alf.
.A.LICIA
V ^ >. ^
(En una nator*! ezpansiÓD.) ¡Ay, Duquesa, y ya
que habla llegado a dudar de!...
(seyero.) ¡María Teresal...
Vamos, no emplee usted ese tono tan des-
abrido; por nada lo merece la pobrecilla...
Le quiere a usted mucho y seria una cruel,
dad que le hiciese usted sufrir... Vea cómo
no ha tardado en presentarse la ocasión de
demostrar que no somos ningunos héroes..»
(á María Teresa, con sa energía habitual.) Y USted-
por su parte, si quiere ser dichosa no deje
de vigilar a este caballero que se excita y se
entusiasma con una peligrosa facilidad y no
le consienta usted que pasee en coche, como
no sea en su compañía, y menos que tenga
clientes en la calle de San Carlos.
Descuide usted, señora, que de hoy en ade-
lante viviré con loa ojos muy abiertos y no
dará paso que yo no vigile.
Eso es lo que hace falta... Y no se confíe
usted nunca, nunca...
¡Y cuando ellos sepan ahora que hemos
hecho las pacesl
Se pondrán muy contento?.
(Presentándose.) Perdone Uí^ted, Duquesa; la es-
tamos esperando con impaciencia...
Voy, voy en el acto. ¿Sabe usted, Lorenzo»
que he logrado que estos señores se recon.
cilien?
(Sorprendido.) Pero, ¿es Verdad?
Alfonso ha sido tan sincero con nosotras.. .
¡Enhorabuena! (Estrecha la mano a Maria Teresa
y eon ella se dirige hacia la derecha.)
(Muy triste a Alicia cuando se quedan solos.) [TÚ ya
no me quieres!...
[Al contrario! ¡Muchísimo!
¿Y te marchas tan contenta?
Contenta, no, pero sí tranquila.. Ahora
tengo la seguridad de que no has de enga-
ñarme... Tu mujer se encargará de vigilar-
te... (Se dirigen del brazo hacia la derecha al tiempo
que cae el telón.)
FIN DE LA COMEDIA
Obras de Antonio Fornéniiez Lepina
Esirdla, juguete cómieo en un acto. (Teatro Lara.)
La mvjer de Cartón, humorada en un acto, en colaboración
con Antonio Plafíio], música de los maestros Barrera y
Qulslant. (Teatro de la Zarzuela.)
Hilvanes, entremés, en colaboración con Antonio Plafiiol.
(Teatro de la Princesa )
La fea del ole, saínete en un acto, en colaboración eon Anto-
nio Plafiiol, música del maestro Lleó. (Teatro Cómico.)
Den Gregorio el Emplazado, inocentada, en colaboración con
Antonio Plañiol. (Teatro de la Princesa.)
Chiquita y bonita, entremés, en colaboración con Antonio Pla-
ñiol, música del maestro Losada. (Coliseo del Noviciado.)
Las cuatro trapos, sainetej en colaboración con Antonio Pla-
ñid, música de los maestros Foglietti y Escobar. (Gran
Teatro.)
Suspiros de fraile, opereta bufa, en colaboración con Antonio
Plafiiol, música de los maestros Quislant y Carbonell.
(Teatro Martin )
El mantón de la China, saínete, en colaboración con Antonio
Plafiiol, música del maestro Torregrosa. (Teatro Cómico.)
£a corte de los mtío^ros, zarzuela, en colaboración con Anto-
nio Plafiiol, música del maestro Foglietti. (Teatro Martin.)
Los envidiosos, zarzuela, en colaboración con Antonio Plafiiol,
música del maestro Foglietti. (Teatro de la Zarzuela.)
La sefíora Barba- Azul, humorada, en colaboración con Anto-
nio Plafiiol, música de los maestros Quislant y Escobar.
(Teatro Martín.) (Segunda edición.)
Erhongo de Férez, juguete cómico en tres actos, adaptación
de una obra francesa, en colaboración con Joaquín López
Barbadillo. (Salón Nacional.) (Cuarta edición.)
La loca fortuna, humorada, en colaboración con Antonio
Pls^iol, música del maestro Calleja. (Teatro de Novedades.)
Fathé, Freres, apropósito para varietés, en colaboración con
Antonio Plafiiol, música del maestro Padilla. (Príncipe
Alfonso.)
El jipijapa, juguete cómico en un prólogo y tres actos, escri-
to sobre el pensamiento de una obra francesa, en colabo
ración con Antonio Plafiiol (Teatro Martín )
La perra gorda, juguete cómico en tres actos, adaptación de
una obra extranjera, en colaboración con Joaquín López
Barbadillo. (Teatro Cómico.)
La vocación de Pepito, juguete cómico en tres actos, adap*
tación de i Jean III ó L*irresistible vocation du fíls du Mon-
ducet», de Sacha Guitry, en colaboración con Antonio
Plafiiol* (Teatro Cervantes.)
El nuevo testamento, juguete cómico, en colaboración con
Antonio Plafiiol, música del maestro Calleja. (Teatro de
Apolo.)
El cahallo de Espartero^ juguete cómico en dos actos, dividi-
dos en cinco cuadros y varias películas, adaptación de un
vodevil francés, en colaboración con Antonio PlañioL (Tea-
tro Infanta Isabel )
El servicio doméstico, juguete cómico en dos actos, escrito
sobre episodios de «Le truc d*Arthur>, de Chivot y Duru^
en colaboración con Antonio Plafiiol. (Teatro Lara.)
Las sagradas hay aderas^ humorada^ en colaboración con
Antonio Plañioi, música de los maestros Quislant y Vela.
(Teatro Martín.)
fm chicos de la Calle, juguete cómico en tres actos, en cola-
boración con Enrique García Alvarez y Antonio Plafiiol.
(Teatro Español.)
El señor Duque, juguete cómico en tres actos. (Teatro Eslava.)
(Tercera edición.) (Traducido al italiano y al portugués.)
Una buena muchacha, comedia en tres actos, adaptación de
< La buona fígliola > , de Sabatino López, en colaboración con
Enriq[ue Tedeschi. (Teatro Eslava.)
fea última opereta^ zarzuela, en colaboración con Ricardo
G. del Toro, música del maestro G. Giménez. (Teatro de
Apolo )
La Maja de los Madriles, humorada, en colaboración con
Antonio Plafiiol, música del maestro Calleja, (Teatro de
Novedades.)
Lulú, comedia dramática en tres actos, original de C. Berto
lazzi, adaptada en colaboración con Enrique Tedeschi.
(Teatro de la Zarzuela.)
La Bosario, comedia en tres actos, original de Sabatino Ló-
j>ez, adaptada en colaboración con Enrique Tedeschi. (Tea-
tro de la Zarzuela.)
El valiente capitán, vodevil en tres actos, en colaboración con
Ricardo G. del Toro. (Teatro Cómico.)
Mario y Maria, comedia en tres actos de Sabatino López,
adaptada en colaboración con Enrique Tedeschi (Teatro
Eslava.)
La Eva ideal, fantasía, en colaboración con Ricardo G. del
Toro, música del maestro Giménez. ^Teatro de Novedades.)
La embajadora, zarzuela cómica en tres actos, en colabora-
ción con Ricardo G. del Toro, música del maestro Giménez.
(Teatro de la Zarzuela.)
El palacio de la marquesa, comedia en tres actos de A Testo-
ni, adaptada en colaboración con Enrique Tedeschi. (Teatro
Infanta Isabel.)
La aventura del coche, comedia en tres actos de A. Testoni,
adaptada en colaboración con Enrique Tedeschi. (Teatro
Cervantes.)
LAS AVES DE PASO
*í -
« •
\ ■<■ \ - » • -
••-v.¿.v,¿-,.:'-'í
*-^
LAS AVES DE PASO,
DRAMA EN CUATRO ACTOS Y EN VERSO,
ORieiNlL
DE D. LUIS RIVERA.
Representado por vei primera en el teatro de
novedades el S de noviembre 1858.
Hadrid, 1958.=Imp. de la Revista de caminos de hierro, á cargo
de S. Bai, Arco de Sta. María, 39
PERSONAGES.
ACTORES.
Clementina. ....... Sras. Rodríguez.
Dolores Ramos.
Una pobre Martin (1).
Criada N.
Fernando Sres. Zamora.
D. Pedro. «'alvo.
Luis Albalat.
Principe D'Ansfelst. . . Bermonet.
CoRONEii Herrera. . . . Méndez.
Livio. . ". Cabello.
Caballero 1." Hernández (D.
Caballero 2.** N.
Ramón, criado Mur,
Un mozo. . • N. N.
Mascaras.
E.).
La acción es contemporánea. Los actos primero y coarto se
suponen en Granada; los restantes en Roma.
La propiedad de esta obra pertenece á sa autor, quien per-
seguirá ante la ley al que sin su permiso la reimprima , varié
el título ó represente en cualquiera de los teatros de España y
sus posesiones de Ultramar con arreglo á lo dispuesto en la ley
de propiedad literaria y decreto orgánico de teatros hoy vigente.
Los corresponsales de D. Prudencio de Regoyos, dueño de
la galería dramática El Museo Literario , son los encargados
esclnsivos de su venta y cobro de sus derechos de representación
en dichos puntos.
(1) La seflora Martin se ha encargado de este papel por
obsequio al autor del drama.
A D. ANTONIO ZAMORA.
Me pediste, sin conocerlo , este drama; y la pri-
mera vez que lo leiste, celebraste lo que después el
público ha juzgado.
Nadie hacia caso de mí ni de mi obra, y hasta
consideraba yo como imposible hacer que la escu-
chasen con atención nuestros primeros actores. ¡Su-
cede esto con tanta frecuencia! Me disponía ya á en-
cerrarla en el fondo del baúl ( porque creo que aun
me quedaba baúl), cuando llegó á tu noticia mi des-
gracia. Aquel dia fué mi drama al teatro de Noveda-
des, cuya empresa lo aceptó, á pesar de las contra-
riedades que pudieran surgir de su admisión. Pero
gracias á tus esfuerzos y á los de la primera actriz
señora Rodriguez, se puso en escena cuando menos
lo esperaba yo: el dratnay pues , es mió ; el triunfo
te lo debo.
Después de esta confesión, creerás en la sinceri-
dad de tu amigo
1
ACTO PRIMERO.
Alrededores de Granada. — Una qaintaála iiquierda delaetor con
un pabellón, en primer término, con ventana á la vista del pú-
blico; en segundo término la entrada de la quinta. — En el
fondo, veria.— A la derecha la qniota de Clemdntina, á la
que se snoe por una escalinata. Arboles, asientos, etc. — En
el fondo, detrás de la verja, el camino real.
ESCENA PRIMERA.
D0LORB8 y FsEVAif do; él segundo figura qae está retratando
á Dolores.
Dolores. Ya debe faltar muy poco. (Sentados,)
Fbem. No te impacientes.
Dolores. Cuidado
que, como nunca, te cuesta
mucho sacar mi retrato!
Otras veces tu pincel
volaba sin gran tran trabajo ,
y con cuatro toques
F'ern. Cierto ;
boy tengo torpe la mano.
Dolores. Acaso tu pensamiento
en otra idea ocupado
i
8 LAg AVES DE PASO.
Fern. Otra id«a?
Doloues* Qué se yo !
FcRif. Sí tú me distraes
Dolores. Ya callo;
Pinte V. j punto en boca.
Fern. Lo haré. (Pauia: Fernando pinta,)
{Despueif arrojando loi pinceles,)
Me fatigo en vano!
Dolores. Es verdad: yo bien decía. {Levantándote.)
Fbrn. Dolores: debo estar malo. {ídem.)
Dejemos por hoy
Dolores. {Enojada), Dejemos
(Se sienta á la izquierda y toma la labor,)
Fern. Te enojas?
Dolores. Por qué? No alcanzo
Fern. Dolores, tü no comprendes
que hny momentos tan ingratos
para el artista, que en valde
se afana por . • . . — Bien estamos!
A qué te enfadas conmigo?
Dolores. To engañas, yo no me enfado.
Fbrn. Culpa á tu mucha belleza,
si tan sin fruto me afano:
no hav tintas en mi paleta
que al lienzo den un traslado
del color de tus mejillas,
nr del carmín de tus labios.
Primero robar pudiera
al sol uno de sus rayos,
quo á tus ojos andaluces
el destello soberano.
Mándame pintar la rosa,
mándame copiar el nardo,
el sueño de la inocencia
ó la soledad del claustro;
dime que quieres del cielo
el claro azul en mis cuadros
Yo agotaré una por una
mis inspiraciones, y arbitro
de cielo» luces y flores
tendrás la copia en lus manos.
Dolores, Y quien á tanto se atreve
no |>uede hacer un retrato!
— Tus ojos ya no me miran
como un tiempo me miraron* •• • »
Fern, y quién te dice .. * *?
ACTO 1^ ESCENA ti.
DOLOBES. Quién? Yo
que espío lodos tus pasos,
que con los ojos del alma
te sigo siempre,. Fernando;
que ni un instante siquiera
me separo de tu lado,
j hasta cuando no te veo
mi ilusión te está mirando.
Fern. Ángel mió!
Dolores. Escucha: — Aquí
los deslinos nos juntaron ,
y niños nos conocimos,
y niños nos adoramos.
A la fa!da de esa sierra,
en estos cármenes gratos
que dan á Granada nombre,
7 dan al viajero encanto,
deslizóse nuestra infancia
al arrullo de los pájaros,
al perfume de las flores ,
al resplandor de los astros.
— ((Ama á Dios,»— dijo mi padre;
y á Dios desde entonces amo.
— «Ama á Fernando,» — ^y te amé. —
Ya ves si cumplí el mandato.
Y sí estos dos sentimientos
á mi vi'la se enlazaron,
qué alegría sin tu amor
Íiuedo ambicionar, Fernando?
ün lí los recuerdos lodos
de mi infancia están guardados:
eres mi musa, mi mundo
todo
Dolores. Te creo.
F'eríi. Te amo.
ESCENA II.
Dichos y Luis.
Lüis. Noticia. (Entra por el fondo, muy alegre.)
Ferio. Quién es?
Luis. Yo soy.
Dolores. Luis!
Luis. Él mismo. Estoy cansado
J
40 LAS AYB8 DB PASO.
Caramba! Vengo á galope
Fer^. De Granada aqal haj an paso.
Luis. Ya; pero el calor
Fern. Qné ocurre?
Dolores. Antes descanse Y. un rato.
(Sentdndoie),
Luis. Echando vengo el polmon .....
Tengo que hablarte. {A Femando.)
Dolores. En tal caso . • . . .
les dejo solos
Luis. Por qué?
No es secreto
Dolores. Sin embargo
Luis. Gomo V. quiera
Dolores. Hasta luego
Luis. (Saluda y la sigue con la vista.)
Qué linda! la quiero tanto • • • . !
ESCENA IIL
Fernando y Luis.
Luis. Fernando mírame bien.
Fern. Vamos, ya te estoy mirando.
Ldis. Tengo un proyecto, que hoy mismo...
Fern. Un proyecto...? Cuál? Sepamos.
Luis. Que hoy mismo pongo en... — te acuerdas
de nuestros sueños? De cuanto
hemos forjado en la mente
sobre el porvenir?
Fern. Ya caigo!
Sueños de gloria qne en humo
han de irse, Luis, disipando.
Luis. No tal.
Fern. Cómo!
Luis. Estime atento.
Me faltan no mas dos años
para alcanzar, Dios mediante,
el grado de licenciado
en jurisprudencia.
Fern. Y qué...?
Luis. Cachaza, que pronto acabo.
Yo no he saliao jamás
de este rincón ignorado, .
y me canso de vivir
ICTO I, ES«NA Ut.
«Dlre flores j oartnjos.
Qaiero ver algo del mando...
h L la corte... j qué diablo!
Nace DO tóalo j va i Madrid
E0( decir que ha tÍsIo algo:
6 de ser meóos que nn looto?
Aif, pnes, sin mas preámbulos,
me eché í'los pies oe mi padre...
no sé si lloré, y cod bario
nesar me dio sa licencia.
CoDiiae boy de Graaida salgo,
qoe va se acerca el oloBo,
j i Madrid sin mas reparo...!
alli esladiaré este curso.
Dicboso til!
O me engftfio
ó he de difertirme mocbol
Madrid... Madrid...! grao teatro
donde nn estadiaoie tiie
libre, alegre, j áa dd caarlo.
Si te Tiníeras coomigo...
Yol
Si, 1&: es algQD milagro?
Pero sabes qae no es
Madrid mi sneBo dorado...
Aderais, jo do poseo
Dada, j seria iograto
con Dolores j sn padre,
qae han sido mi único amparo.
Losé.
Sio ellos, qné bnbiera
«do de mi? En suelo estrago
ni padre ha muerto sin dnda
lejos de sn pabia, en Unto
gue mi reftúio esta casa
ha sido por Taraos aSos ;
HL ella he crecido, en ella
dia por dia be guardado
ocnllo bajo la sombra
de la gratiind, el dardo
de 1) ambición que mi pecbo,
t
12 LAS AVES DE PASO.
cojo el pincel con afán,
lo llevo al lienzo... y desmayo.
Oh! Nacer como la rosa
y sin variar de estado
morir en el mismo sitio...
lué destino tan infausto!
^er siempre el mismo horizonte,
teniendo ya de antemano
las horas contadas, es
para morir de marasmo!—
Si á lo menos una vez, '
como esas aves de paso
que mudan con la estación
de clima, tendiera ufano
por mundos desconocidos
de mi mente el vuelo raudo,
quizás templar consiguiera
esta sed en que me abraso.
Has visto la golondrina,
nuevas regiones buscando
asi que viene el invierno?
Viajera de los espacios,
melancólica se aleja,
y alegre vuelve al verano.
Cada vuelo suyo, un dia;
cada estación es un año...
T si un viaje es la vida,
oh Luis! mas 6 menos largo,
infeliz de aquel que nace
y muere en el mismo campo,
pegado siempre ét la tierra
como la piedra y el árbol!
Luis. Y te sobra la razón...
Tú tienes genio... entusiasmo...
quién sabe lo que serias
fuera de aquí?
Ferx. Quizás...
L.Ü1S. Vamos...
no me conformo. . . Te vienesf
Fern. Qué disparate!
Luis. Fernando:
mil realitos mensualmente
me enviará mi padre... y, claro,
si te vienes partiremos.
Fern. Gracias, estrechándole las manos,)
Luis. uon el alma te hablo.
ACTO I, ESCENA IV. 15
Fern. Lo sé: pero yo no debo....
A mas. . . un deber sagrado
me encadena á esta familia.
Lcbís. Amas á Lola... T6 ai cabo
la mereces mas que yo...
Fern. También tú...?
Luis. Qué! no hagas caso...
Yo la amaba sin saberlo,
como amigo...
Ffinif. No lo éslraño.
Es tan bella!
Lois. Y un ingeniol
Con unos ojos v un garbo!
En Madrid la olvidaré...
Sino... mejor traza hallo...
Ya tengo conquista.
Fer3í. Cómo?
jLuis. Esa dama de alto rango...
Clementina... la que vino
á pasar aquí el verano. . . .
F£ii!«. La dueña de esa otra quinta...
Oh! Luisillo, buen bocado!
Luis. Tan bella, tan elegante!
y un talento que es un pasmo..
Hoy mismo deja á Granada.
Ferx. Se marcha? (Conmovido.)
Lüis. Yo la acompaño;
va á Madrid... Hasta después.
Fer:*. Qué es esto? qué le habrá dado?
[Entra en la quinta de Clementina. )
ESCENA IV.
Fernaisdo 80lO .
Se vá! — Bueno Qué se ausente!
Mas, por qué mi corazón
en su viva agitación
diciendo está que lo siente?
— Sentir yo su marcha puedo? —
Vaya en buen hora! — qué afán!
mis ilusiones se van,
sin ilusiones me quedo!
Y es esta la primavera
de la vida?.... Y este amor
k;
LAS AVES DK PASO.
es6 biea superior
' ■ juTCnlnd esper»?
1 pecho allá en aa ceniro
no siente ^bi
dónde eslais, flores del al mi,
basco j ja do os eacoeaUro?
.mbicioDes de amor Ilenasl....
— La gloria el mando mugeres!
— ^Dto sed de otros placeres
annqoe meichdos con ponas;
s;
Feuunih). El CoaONEL. Dolohks. {Fernanáo ha cogida ¡e
pñceleí, y te pone á treiajar.)
CaaoN. (Coa arrea» ie caza .)
(Llamando.)
Lola! hija mia. . .
DoLOKis. {Saliendo .\ Papi . . .
CoBON. Dime el almaerzo... no tardes,
aue traigo na hambre canina. ..
DoLOnES. ¥i! Saltando matorrales
toda la maQana
CoBon. Es fuerza . . .
La caía «s mieneíto...
DoLOKBS. Dale!
JesDS, cómo TÍeoe usted!
CoRon. Hejor!...
DoLOBES. Pnes!...
CoRON. ¡inda, v despáchatel
Dolores, liien... Oué ba cazado V. bo;T tyuelve.)
CoRON. Hoj? Nada. Pero esta tarde...
UoLOHBS. Esta tarde no babri caza...
es nna rida de cafre. . .
correr con el arma al hombro
por montei, cerros j valles;
j para qué, eí el morral
siempre vacio lo traef
aqut quieto... con sns hijos.
Conoir. NiQa, niña!...
DoLOBES. No baif escape.
Y tenga V. bien presente
qoe desde ho; en adelante,
DO siUri sin mi permiso
ACTO I, UCBAA VI.
é c»ar, ea!
Conon. (Ea dq angelí)
Bien; haré lo qae la quieras;
qué te negari la padre,
si por ahorrarte qd disgnslo
terliera toda su saogreT
— Pero... dame de almoraar,
Dolores, que traigo hambre.
ESCENA VI.
Coronel. Ferhakdo.
Coaon. Se trabaja mucho?
VsM. Si;
No fae concluido el retrato. ..
Coaon. Bueno; do pases nal ralo. ..
Fern, Es empeño.
COKOH. Siendo asi.. .
A Tert fallará ja poco, (Se áurea .)
Lo tienes casi acabado!...
pero no es sujio el traslado
de ese lienzo 6 me equivoco..
Finit. De Dolores esl
CoKON. Boba da I
Yo Id miro y no lo creo:
ni es su semblante el aue Teo,
ni se le parece en nada.
FEan. Si V. i negarlo t&...
ella estaba ahi. ..
CoBON. Corriente,
ella eslaria presente;
Ero en el lienzo no esU.
I parece, hablando en plata,
y de ofenderle no trato,
qae un retrato no es retrato
sino cuando nos retraía.
Si en medio de esos colores
no veo su imagen propia,
es. Femando, qoe esa copia
no es la imagen de Dolores.
Y estraño, por Belceb6,
cuando cien Teces al día
16 LAS AVBS DE PASO.
{Se acerca á mirar el retrato.)
Y la cara es peregrina...
lástima que esté tan muda...
mas se parece... no hay duda..,
se parece á Clementina .
Ferii. a Ctementioa!
-CoRON. (Con severidad.) Qué es esto?
Fernando... responde.
Fern. (Turbado.) Yo!.„
€oRO?í. Te comprendo...
Fern. Quién pensó?..,
Casualidad...
CoRoif. Por supuesto!
Qué motivo? ....
Ferh. No lo sé...
Dolores delante estaba...
aquí cerca... y yo pintaba...
henchido de amor y fé.
CoRON. Fernando, es preciso hablar
francamente desde hoy ;
y lo que á decirte voy
no lo debes estfañar. (Se sientan.)
Siéntate. Si amigo fui
de tu padre, tu sostén
fui, como sabes, también,
siendo un padre para tí.
Pobre y huérfano primero
mi casa tu amparo fué...
Como á un hijo te crié,
y como á un hijo te quiero.
Dolores creció á tu lado,
su infancia á la tuya unida,
te amó... te ama, y su herida
, hoy contemplo amedrentado.
Me figuro la ocasión . . .
Fern. Señor...
CoRON. (Interrumpiéndole.)
Qué vas á^decirme?
tu voluntad está firme,
pero no tu corazón.
Guando sin ver adelante,
y sin motivado intento,
el humano pensamiento
va buscando otro semblante,
es que falta la ilusión
del amor que se tenia,
Fern.
CoROIf.
Fbrn.
CORON.
Fern.
CORON.
Fern.
^CTO I, ESCENA VI.
es que doblan la agonía
para un pobre corazón.
Y ese corazón creyente
que en la luz de tu mirada
vio su dicha retratada,
que rie y su mal no siente,
es mi hija, mi Dolores...
pobre flor sin compañera
que muere en su primavera...
Cuan poco viven las flores!
Señor... me esiá usté injuriando...
Yo la adoro...
No lo niego;
pero ese amor no es el Tuego
que sienie por tí, Fernando.
Yo he dispuesto vuestra unión,
y ella creyéndolo está...
Y esa unión se cumplirá,
porque es una obligación.
Y de otros sueños en pos,
no forjarás mil quimeras?
Responde cual si estuvieras
en la presencia de Dios.
Sueños! Locura!
Locura
que acaso infeliz te hará:
tu pensamiento podrá
vivir en esta estrechura?
Si á abrumarte la cadena
de su amor llegase un dia
y ella lo sabe...— hija mia!
se moriría de pena!
Í Levantándose,)
^ues bien, yo he soñado, si,
con la gloria, los laureles,
y maldigo los pinceles
si he de vegetar aquí!
Soñé con la ardiente arena
do se conquistan coronas;
la fama cruzando zonas,
un nombre que el mundo llena.
De la gloria al estandarte,
tender arrogante el vuelo,
y de Italia bajo el cielo
robar el secreto al arte.
Sin dudar en mi camino
17
2
18 LAS AVES DE PASO.
seguir, adorando en ellas,
de Migue] Ángel las huellas^
de Veiazquez, del de Urbino,
Roma! — La blanca paloma
del arle me eslá llamando,
y yo estoy, señor, soñando
desde mi niñez con Romaf
Luchar!— al rayo tecundo
de la gloria alzar la vista,
tener un nombre de artista»
ser conocido en el mundo...
Decir: es mi voluntad!
Í porque á todos asombre,
egar ásu patria un nombre
Svte honre á la humanidad...
sto es caminar en pos
de lo eterno, en santa guerra,
dejando un rayo en la tierra
de la presencia de Hios!
CoRON. Muy bien! Me das un consuela
que te agradezco... no es broma...
irás á estudiar á Roma!
Fkrn. a Roma?
CoRO.x. Sí, vive el cielo!
No soy rice, mas aun pueda
sostenerte allá dos años...
Que aquellos usos estraños
no te aparten...
Fern. Oh! no hay miedo!
CoRON. En cuanto á Dolores... pues,
que espere... sí... y 50 con ella...
JÑo la olvides! es tan bella!
Fern. Posible olvidarla es?
Su hermosura y su virtud
juntas me darán valor.
CoRON. Aunque perdamos su amor, (Aparte,)
salvemos su juventud.
ESCENA VIL
Dichos. Dolores.
Dolores. Papá... (Desde la puerta de la quinfa.)
CoRON. (Áparíe.)
Buscaré un buen medio
1
ACTO If ESCENA IX. {3
de anunciarla...
Dolores. Me parece
que ya se ha olvidado el hambre.
CoRON. Es verdad... — Vamos, Femando?
Esta ausencia... (Entrando.)
Fer!>«. Separarme
de ella... Mis sueños de gloria,
al fin van á realizarse. (Entra,)
ESCENA VIII.
Luis, saliendo de la quinta de Ciernen tina.
Mujer mas encantadora!
Me trastorna la chaveta...
Yo necesito decirla...
Pero me corto, y al verla •
no soy dueño de espHcarme...
Mas de aquí á la corte es ella!
nic declaro en el camino.
Oh, bendita diligencia,
tú servirás de pre testo!
ESCENA IX.
Don Pedro y Luis.
D. Ped. Aquí debe ser las señas {Desde el tonda),
Lüis. Quién será este personage?
D. Ped. Si no sirve de molestia
me dirá usted si aquí habita.. .
Luis. Quién?
D. Ped. El coronel- Herrera.
Luis. Sí, señor; es^ es su quinta.
D. Ped. Gracias.
Luis. Si hablarle desea
D. Ped. Ngl* mas si usted es tan amable,
saber noticias quisiera
de un tal Fernando Yalverde
Luis. Amigo mió ..... una perla!
1
20 LAS AVES DE PASO.
Gran talento! Es un pintor
muy nombrado en esta tierra
Vive con el coronel
D. Ped. En esa quinta?
Luis. Sí. — Aquella
(Señalando á ¡a de Clementina.)
la habita una ¡lustre dama
de la corte. Forastera ,
que viene solo á Granada
por temporadas. Y es bella!
Quiere usté hablar á Fernando ?
I). Ped. Sí.
Lüis. Pues voy con su licencia
á prevenirle (Este hombre )
ESCENA X,
Don Pedro, boIo.
Voy á verle . . . . ! No rae vendas
corazón, y tu alegría
por un instante modera!
ESCENA XI.
FRRKArmo, Don Pedro y Luis.
Lois. Aquel es! — ^Volveré luego. (A Fernando,)
(Sevá.)
D. Ped. Su misma frente serena
(Contemplando á Femando),
su continente su andar
su mirada altiva y fíera. .. .'.
Feriit. Caballero usted me busca?
D. Ped. Vengo de lejanas tierras;
mi nombre es Pedro Arellano
y deseaba una muestra (Titubeando,)
de su talento.... un retrato
Fern. Es mi oficio, y cuando q«iera
D. Ped. Gracias. — Tiene usted familia?
ACTO í, ESGBNA XI. 21
Fesn. No quiso mi mala estrella
concederme ese consuelo
Huérfano y niño, la ageoa
caridad tendió sus alas
y me cobijó con eJIas.
Era mi padre marino,
dio al Tiento un dia sus Telas,
&dé entonces no he sabido....
abrá muerto! (Con inUncion.)
Fer!«. {Con profundo sentimiento).
Tal vez.
D. Ped. Nuevas
no ba tenido usted jamás. ...?
Febn. No.
D. Ped. Como ha de ser paciencia!
(Pausa,) (Queriendo distraer d Femando.)
Y tiene usted afición
á la pintura?
Feríi. Oh! inmensa.
Además, como el trabajo
es mi única riqueza
D. Ped, Y qué porvenir ofrece
ese arte que fama eterna
dio á Murillo y á Velazquez,
y á otros que el mundo celebra?
Fern. El arte es una nación
que hermana todas las lenguas,
y tiene siempre por límites
mil esperanzas risueñas «
envidias que nos combateo ,
ambiciones turbulentas ,
criticas que en su altivez
muy pocos triunfos celebran,
— y á veces un hospital
como término en la tierra.
En esta nación entramos
todos, pintores, poetas
todo el que en vuelo atrevido
levanta su inteligencia
en busca de espacio y luz
con que alumbrar su carrera.
Nuestro enemigo es el mundo
— la lucha entonces comienza!
y el mundo con el artista
traban horrible pelea.
Si sucumbimos olvido;
22 LAS AVES DE PASO.
si triunfamos gloria inmensa!
— Oh! vale bien esta lucha
las mil víctimas que cuesta i
— Tener por contrario el mundo,
sufrir su sarcasmo y mengua
luchar de dia y de noche
y cuando el momento llega
del triunfo, erguida la frente
y la mirada allanera,
al mundo decirle: — Galla!
y póstrate á mi presencia
Soy rey del talento, y tú
pedestal de mi grandeza!
D. Ped. Ese fuego ese entusiasmo...,
Un abrazo en recompensa!
Es en nombre de su padre....!
Fern. Mi padre....!
D. Ped. Murió en América!
Yo fui su mejor amigo ,
y en mis brazos dio á la tierra
* su postrera despedida,
rogándome que viniera
en busca de usted á lüuropa
y le entregara la herencia.
Ferm. Padre mió....!
D. Ped, Sí, Fernando;
siempre su nombre recuerda,
que mas honrado marino
nunca afrontó las tormentas.
Su juventud borrascosa,
su vida de escollos llena ,
no pudieron apartarle,
jamás de la buena senda.
Júrame — dijo al morir, —
que le hallarás! — Mi promesa
cumplo» ofreciéndole á usted
la amistad mas verdadera
{Le estrecha la mano.) .
Fern. Ah!
D. Ped . Llore usted sin temor,
que el llanto de un hijo llega
hasta el sepulcro d^ un padre
y su cadáver refresca.
Sígame usted á Granada
y le entregará la herencia
con las cartas que su padre
1
ACtO h ESCENA XÍII. 25
encargóme que le diera.
Feriv. Enleraré al coronel
primero, y luego...
D. Ped . Pues, ea,
no tarde usted. Allá espero ...
▼oto á..! nada de pobreza!
que su fortuna, Fernando,
hoy por millones se cuenta.
(D. Pedro se vá por el fondo. Fernando entra en la
quinta.)
ESCENA XIL
CtEMENTiríA, sola,
(Después de registrar la escena j se dirige al retrato y le
examina.
Amar! Será un bien ó malf
era su vida tan pura!
— Y labra su desventura
esta belleza fatal.
Sus ojos ?an tras de mi
por donde quiera que voy...
Fernando! segura estoy...
me adora, nne adora, sí.
ESCENA XIII.
Glemeiitina. Luis.
Luis. Vamos^ Glementina?
Glemen. Vamos.
Luis. Llegó el dichoso momento! (Con alegría.)
Glemen. Qué eso. Luís?
Lois. (Con intención amorosa.)
£1 contento;
juntos á Madrid marchamos....
Glemen. Ah ya comprendo.
Luis. También
*' Fernando la ruta toma.
Glemen. A Madrid?
Lvis. No tal: á Roma.
Glemen. A pintar?
L»uis. Justo.
Glemen. Muy bien.
1
24 LAS AVES 0E PASO.
Lms. (Cm inteneion.) Oh I Yiage mas felizí
Glemen» Antes de todo es preciso
que esté usted muy sobreaTise^
DO cometa algún desliz.
Lü^s. Glementlna, no lo espero*
CtEMEif. Soy amiga de su padre
y aun cuando á usted no le cuadre,
desengañarle prefiero.
Juntos vamos á emprender
un viage^ y á su edad
se ama eon facilidad^
mas yo no puedo querer .
Luis. Será verdad lo que escucho?
Glemen. Por esa rar^on la advierto...
este corazón ha muerto
á fuerza de sufrir mucho.
Luis. Pues n^as me intereso ahora . ..
Gleuen. Para convencerle á usté
mi historia le contaré,
que es muy sencilla.
Luis. Señora!
Glemen. Mi alma, de sueños llena,
se despertá de repente
al sol del trópico ardiente
que enciende en llamas la arena.
En sus dichas incesantes
creció mi niñez tan pura,
como el aura que murmura
en los árboles gigantes .
A la sombra de una palma
el mar arrolló mi cuna,^
y alli dejé una por una
las ilusiones del alma.
Un dia nublóse el sol,
el mar agitó su lecho,
y echó ¿ mis playas deshecho
un bergantín español.
Lo trajo la furia insana
de la horrible tempestad,
y fue mi fatalidad
en la orilla americana.
En mi casa el capitán
fida y salud recobró —
me habló de amor — ^y mintió —
era bizarro y galán.
Yo en saz promesas fiaba.
••4
Luis.
<'LEM.
ACTO I, ESCENA XHI.
y el corazón y la mano
á don Pedro de Arellano
loca de amor entregaba.
Iba ya, necia! al altar,
bella en mi traje de boda,
y era mi esperanza toda
ayl ser amada y amar.
Pero en aqnel mismo día,
sin despedirse de mi,
se fué don Pedro, y me yí
¿ solas con mi agonía,
llorando en mi cortos anos
á la par de sus traiciones^
las torpes murmuraciones
de parientes y de estraños.
Que á los rayos de aquel sol
que escuchó su juramento,
sin un adiós! se dio al yiento
el bergantin español.
Memorias de encanto llenas...!
Amor...! — hermosa mentira!
— Solo venganza respira
la sangre que arde en mis venas!
Y no habrá piedad...?
Por cierto!
herida en el corazón,
de quién tuvo compasión
la leona del desierto?
Lloré en mi primera vi\:\á
males que no comprendía,
y ii poder, mrt vengarla
en toda la humanidad.
Por eso no mas mi vida
es solo un viaje eterno,
con la pena del ¡nfi<;rBO
dentro del alma escondida.
Y nunca, desdicha humana!
puedo anudar el placer,
entre una pena de ayer
Íuna dicha de mañana,
i juventud casta y pura
conmigo segura va,
y el mundo trofeos da
¿ mi insolente hermosura!
A ese coro de gemidos
que me sigue á donde voy.
25
■A
26 LAS AVES DE PASO.
tan solo desprecios doy
cuando llega á mis oidos.
Quiero en el lujo vivir !
quiero á todos deslumhrar!
y que me lleguen á amar
para mirarlos morir !
Siga usted, Luis, mis consejos.
mi hermosura en «us enojos
es sol que ahrasa los ojos ,
y hay que mirarla de lejos.
ESCENA XIV.
Clemextina, Luis , Dolores, Fernando , María, Ramón.
Luis. No lo olvidaré supuesto
que ya voy adivinando...
Clem. Vamos ya?
Luis. {Viendo'á Fernando que sale con Dolores,)
Hola , Fernando,
Hasta la vuelta... Qué es esto?
Llora Dolores ? {Habla aparte con ellos.)
Clem. {Llamando á la puerta de la quinta,)
María ! {Mirando á Fernando,)
El es!
{Salen María y Ramón : la primera trae el sombrero y la
sombrilla que dá á CUmentina,)
Todo está arreglado? (A Ramón.)
Ram. Todo, señora.
Gleh. Cuidado.
Ram. y buen viaje , ama mia.
(Se queda á la puerta hasta que haya desaparecido Cíe-
mentinu y María.)
f.uis. Con qaé esas nuevas tenemos? (A Fernando y Dolores.)
Dolores , no que hay llorar.
Cr.EM. (Aun no me ha visto.)
JjUis. Al pasar {A Femando.)
Eor la corte, nos veremos.
lUis... {Luis vuelve á donde está Clementina.)
Fern. {Viendo á Clemetitina.)
Ella... se vá...
Dolores. Fernando,
lo ves como ya no lloro?
te creo porque te adoro...
No me olvidarás?...
Febn. y cuándo?
Cleh.
Luis.
Fern.
DOLOB.
Fern.
ACTO I, ESCENA XV.
Mientras ?¡va mi razón,
y la juventad aliente,
tu imagen siempre presente
llevaré en mi corazón.
(Lo veremos.)
Vamos ya? (A Clemeníina.)
Cómo olvidarte podré?
Eterna será mi fé.
Mi amor eterno será.
27
ESCENA XV.
Dichos. Una pobre.
Pobre. (Dirigiéndote á la izquierda donde están Dolores y Fer-
nando.)
De la caridad en pos
vov siempre con planta incierta,
pijiendo de puerta en puerta
una limosna por Dios.
Nadie — por mi negra estrella —
hoy fíja en mi su mirada,
y he sido feliz y amada,
he sido joven y bella.
Fern. (Dándole una moneda . )
Tome usted. — La senectud
á quien mil penas acosan,
es ia tumba en que reposan
el amor, la juventud.
PoBRi. (Que $e ha alejado de Fernando y dirigido á la derecha ,
donde están Clementina, Luis, María y Ramón.)
De la caridad en pos
voy siempre con planta incierta,
pidiendo de puerta en puerta
una limosna por Dios.
Doble pena mortifica
á quien llora un bien perdido...
—y yo festejada he sido,
noble, y opulenta, y rica!
Cleh. La esperiencia es el consejo
que presta al hombre la edad...
—Descuidada sociedad,
contémplate en ese espejo!
(Ddndoh limosna.)
^
21) LAS AVES DE PASO.
Tome usled.
PoBBE. Gracias. {Se aleja.)
Gl&m. {Aparte con tristeza^ mirando d la pobre.)
Qué horror!
Ni riqnezas, ni hermosura!
Fer.x. (ídem.)
Oh, la juventud no dura!
Dolores. (ídem.)
Ay, no es eterno el amor!
{El Coronel aparece dos versos antes del final, Fernando
le abraza, se arrodilla ante Dolores^ dándole un beso en
la mano y cae el teion.)
Fin del aeto prlmercK
1
ACTO SEGUNDO.
ROMA. — El teatro representa el Café del GrecOy en la calle del
Cor$o, — Decoración dé sala ochavada. — Puerta de entrada á la
derecha del actor. — Halcones con colgaduras de seda encarna-
da en el fondo. — En el primer término de la derecha, nn vela-
dor con una butaca hacia el centro de la escena y ana silla al
otro lado. — A la izquierda otro velador igual con otra butaca y
silla lo mismo. — Sobre este velador una botella de cerveza y
una bandeja con dos vasos ▼ un periódico. — En la misma iz-
quierda, un sofá, y delante de él un velador con servicio db café
para uno. — En las dos ochavas del centro á derecha é izquierda
déla puerta del foro dos divanes, y encima de cada uno un mag-
nifico espejo colgado en la pared. —Una lámpara elegante colgad a
en el centro de la escena. — Todos los muebles de tapicería. —
Alfombra. — Al alzarse el telón se oye música que cesará en se-
guida, y varias máscaras miran por los balcones.
ESCENA PRIMERA.
El pri:vcipe D'Anfelts. El caballero Livio. (D. Pedro bebe
un ponche, prestanúo atención á todo el diálogo.)
LiYio. He perdido mil ducados.
D*Ansf. Si lo decia...
Livio. Y qué hermosa!
yegua de mejor estampa
no he visto jamás en Boma.
D^Ansf. La carrera ha sido buena
5U LAS AVES DE PASO.
Livio. Qué es ver la turba curiosa
siguiendo con ojos ávidos
las apuestas que se doblan!
Allí el árabe corcel,
bañado en su espuma, arroja
su crin que chispea al sol
y en remolinos se agolpa;
aquí la yegua brilánica, '
como un ave se abandona,
y su escape volador
no surca el viento, lo corta.
D^Ansf. Las corridas de caballos
son muy frecuentes en Koma?
Livio. Solo por el carnaval
las tenemos, como ahora.
D'Ansf. y qué animado está el Corso!
Las máscaras afanosas
lo invaden todo, y recuerdan •
de-Italia la antigua pompa.
LiYio. Por eso en pos de sus fiestas
acuden aquí de todas
partes, viajeros ilustres
que el placer con oro compran.
D*Ansf. Gomo yo, como otros muchos...
Livio. Apropósito, la hisoria
de la hermosa viajera... ■
D*Ansf. Ah! Clemenliua!
Livio. Me asombra
ese séquito de amantes
que la cerca á todas horas.
D*Ansf. Ya que estamos en el Greco, (Sentándose á lu derecha,)
tomemos alguna cosa.
Mozo! (Llamando,)
Mozo. Señor!
D*Ansf. Gafe.
Mozo. Al punto.
D*Ansf. Sí, sírvenos sin demora.
Livio. Gonque..
D*Ansf. Quiere usted saber.. ?
Livio. Pues, la comenzada historia...
D'Ansf. Yo la conocí en Madrid
hará dos años ahora.
(£7 mozo les sirve café,)
Llamaba allí la atención
de la corte por hermosa...
Su origen umericano
N
ACTO 11. LSCKNA T.
y su riqueza notoria
unidas á la sltiven
de un cnrácterque ti
me produjeron tan hond»
sensación, que desde entonces
juré y cumplirlo meinnporla
seguir hasta el desenlace
Lmo. Y qué objelo se propuso
el príncipe D'Ansfells!
D'Ansr. Toma!
Asislir como curioso
de esa estrella portentosa
esa garxa que en la atmósfera
del mundo civilizado
que va recorriendo aUica
las capitales de Europa,
dejando en todas recuerdos,
sembrando la muerte en lodus.
LiYio. Raro capriciio!
D'AxsF. No tal.
Ohl lamanomisleriosa
de Kos, sin duda me obliga
i proseguir esla obra.
Soy rico, noble, y no tengo
ocupación que se oponga
á mi propósiio. I*c>r
distracción, en qué oira cosa
roas inocente y honesta,
y también iniís filosóflca,
puedo ocuparme?
Livio. Es vardad;
mas la ocurrencia es diabúlica.
Cab. 1." Has leido la noticia
(Ltyenio un periódico.)
que inserta <;1 Diario de Romát
Cab. 2.* A ver. — Sepamos
C*B. 1.° {Leyeniú.)
tiUn iócen do las mas ilustres familias de Inglaterra,
uLord Kalmantli, se lia arrojado anoche al Tiber. Hace
vpoco mas de un mes que llegó ú Itoma, y se cree que
•su muerte sea ocasionada por ciertos amares des-
32 LAS AVES DE PASO.
D*Ansf. No hay duda;
abrigó UDa pasión loca
fior Glementína.
Don Pedro se levanta después de pagar a) mozo^ y sale).
Livio. Pero elta
no tiene misericordia....?
D*Ansf. Está obligada á querer
á quien de ella se enamora?
Los rayos de su hermosura
al alma consuelo otorgan;
el que se acerca se quema.
— Ésta es su vida y su gloria!
ESCENA II.
Dichos, Glementína que entra del trazo de Luis.
Gleheiv. Descansaremos un rato.
Lois. Gomo usted guste, señora.
(D*Ansfelts y Livio se acercan saludándola,)
Glehen. Hola , mi viejo alemán !
{Dando ¡a mano á D'^Ansfelts).
D'Ansf. Oh, mi sublime criolla....!
Glehen. ' Desafio á que por hoy
me haga usted perder la joya
de mi alegría.
D'Aksf. Veremos.
Glemen. La filosofía es cosa
que me hace dormir. Señores,
este buen principe adora
el análisis do quiera
que puede ponerlo en obra.
Greerán ustedes que viene
siguiéndome con fé heroica,
por gusto de ver un día
sobre mi rostro la mofa
del amor en la primera
arruga que en él asomaf
Ldis. (Vaya un gusto....!)
Glemen. y do me deja
Nada París, Londres, Roma
En todas partes le veo
Pero su intento no logra:
cuando pierda su frescura
mi semblante, sin demora
I
ACTO \, ESCENA 11. 33
iré á esconderme de América
en las selvas mas remotas.
D^Ansf. y aun alii me hallará usted.
Glehen. Principe D^Ansfelts, no importa:
cien negros me guardarán
de sus miradas curiosas.
D*AifSF. Con que es decir
Clemeii . Que ya empieza
á fatigarme esta broma,....
D^A?fSF. No, no es broma: es ]o que haré.
Luis. (Este viejo me encocora. j
D^AivsF. Usted, que vive arrullada
por tanta y tanta lisonja
usted que fuerte resiste
en senda tan escabrosa,
con tranquilo corazón,
con mirada mofadora...
debe usted de estar sublime
cuando la edad envidiosa ,
grabe la primera arruga
en sus mejillas de rosas
Quizá entonces el amor....
— Y qué amor! — envuelto en sombras,
la claridad del crepúsculo,
la vida que ya se Hora....!
— Oh! los últimos momentos
de una hermosura orgullosa,
encierran todo un poema
escrito sobre una hoja....!
Glehen. Pues no se descuide usted;
el tiempo todo lo borra,
y también puede acabar
con tal manía.
D'AiiSF. Señora ,
á mi edad hay pocos cambios.
Yo no soy mas que una sombra
£1 viento en este yo\c2íü {Señalando al corazón.)
cenizas solo amontona.
Clemen. La falsedad de un francés,
el esplin inglés, la loca
presunción italiana,
y la lengua fanfarrona
de un portugués, se toleran
con mas placer, que esa estoica
curiosidad de Alemania
que en análisis se torna.
3
^
54 LAS AY£S DE PASO.
D'AwsF. Píschl — Caprichos de los pueblos.
Pero hablando de olra cosa,
estaremos mucho aquí?
Clehen. Tal vez. La eterna matrona
de los pueblos, me entretiene
con sus tumbas y sus momias.
-^Livio, perdóneme usted.
si mis palabras le enojan.
LiYio. Señora, es usted muy dueña...
Reconozco, aunque lo estorba
el cariño de la patria,
que ya se ha eclipsado Roma.
(Se ope fuera la señal de comenzar las carreras de ca-
ballos,) (Se retiran las mascaras.)
D* A?(SF. Empiezan ya las jcarreras.
Clemen. Me quedo.
D' Ansf. Vamos. (A Líw<?.) Señora . . . (A Clementina.)
(D^ Ansfelts y Livio saludan y salen.)
ESCENA III.
Clementina. Luis.
Luis. (Ya estamos solos.)
Clemen. Ah, Luís . . .
No vá usted?
Lüis. Prefiero á solas
(y cuidado si me gusta)
hablarla de . • . (Se mé corta
en la garganta la lengua .)
Clemejí. Hablarme?
Lois. Sin mas retóricas
Clemen. Ya adivino, de Fernando.
Luis. De Fernando?
Clemen. Sí.
Luis. ÍEsta es otra.)
Fernando es un loco.
Clemen. Loco?
Lüis. Y en ocasiones no pocas
se lo he repetido...
Clemen. Y qué?
Luis. No hace caso: con su sorna
acostumbrada , de mi
se burla. — Pues si me amosca!
Clemen. Y la amistad?
ACTO U, ESCENA III. 55
Lvis. Eso sí:
le quiero como á mi propia
sangre, que por él vertiera
hasta la última gota.
— Sigúeme, me dijo apenas
llegó á Madrid, j tan pronta
como su mandato, estuvo
nuestra marcha... y hasta ahora. .
— Hace de esto ya dos aSos..«
mis estudios se prolongan.
Clemen. Es decir que su carrera.. . .
Lvis. La jurisprudencia? Toma!..«
detenida por las nieblas.
Cleme^i. y su padre de usted?
Ldis. Toda
la culpa es de ese bergante
que á sus gustos me aprisiona.
Maldita herencia! Sin ella
se hubiera venido á Roma
derechito. .. Ya esta hecho...
Paciencia, y ruede la bola!
Clehen. Luis, no sea usted calavera;
por su padre, por su propia
dignidad, es menester. . . .
Luis. Ya! pero quién le abandona?
Luego. . . me fascina, y me...
Cien veces estuve á corta
distancia de abandonarle...
y no pude. .. Me atorlola,
me seduce, é iré con él
aunque sea á California!
Clemen. y cuál es su vida?
Luis. Nada...
la qne nsled vé... Sin lisonja^
es el dandy mas completo,
que pasea por Europa.
Ya no coge los pinceles...
ni siquiera piensa en Lola.
Amor, jugar y gozar..!
Asi su caudal derrocha.
Clehen. y usted es cómplice?
Luis. Yo?
Y puedo hacer otra cosa?
Clehen. Su padre de usted en tanto,
la ausencia de usted deplora..!
liUis. Es verdad. Hoy mismo quiero...
5C
LAS AVES DB PASO.
— Por otra parte, me agovia
con sa lujo; no hay majer
que no le prefiera.
Glemen. Todas?
Lüis. Hasta aquí sin escepcion (Con intención.)
asi fué; mas si mejora
mi suerte... Si una palabra
saliera de cierta boca
que yo me sé...
Clemen. Luis, quisiera
quedarme un instante sola...
Luis. VoWeré á buscarla. (Quiere
meditarlo.. . voy en popa!)
ESCENA IV.
Glementina, sola.
Me ama: pero en rigor,
aunque su amistad es tanta,
ni me alegra, ni me espanta...
— Luis no se muere de amor.
Si me sigue su cariño,
y en servirme se desvela,
es mariposa que vuela,
es el capricho de un niño.
Pasará: — que de esta suerte,
todo el tiempo lo subyuga...
Tras la belleza, la arruga:
tras de la vida, la muerte.
Cenizas solo se ven,
donde ayer ardió un volcan...
— Asi piensa el alemán,
y á fé que piensa muy bien.
— Dos años..! ha sido fiero
el combale! mas qué idea!..
Oh! mi corazón flaquea?
— Ño puede ser... no lo quiero..!
Antes que un leve gemido
lanzar el mundo te viere,
corazón rebelde, muere
dentro del pecho escondido..!
1
ACTO It, ESCENA V.
CtEHENTiHA. Fernando.
Fern. (Aquí está.) (Aparte desieel fondo.)
Clemn. Valor!.. Es él. {VUndott.)
Fern. Cómo Bsf, se B ora mia,
tan retirada?
Clbhen. Quería...
Fbrí. Ah, es usted muj cruel!..
Clueh. Yo erad?
Fehn. Poes Dot..
Clemen. Será
Fern. Si usted se esquiva
á esa juventud altiva,
quién consolarse podrá!
Clemen. No lo dije!..
Fer:i. Antes j ahora,
lo que bien vale se esltoa:
todo lo alegra ; lo anima
su beldad deslumbradora.
Clesen. a que vá usted k caer
Fer.i. De que nsted es el amor,
y sin usted no hay placer?
No son ilufiiones locas,
que lo que yo digo aqui,
en su ardiente frenesí
lo dicen allá mil bocas.
Clemen. La moda!..
Fekn. No, la hermosura.
Kn vano es qne usted lo niegue,
ni que pretestos alegue
cuando el mupdo lo asegura.
Clehen. El mundo..! Sale una estrella,
•¡ admira sus rayos rojos;
mas pronto vuelve los ojos,
; ya no se acuerda <te ella.
Fern. No Taita alguno á quien hiere
con sus fúlgidos destellos,
y herido el parpado en ellos
felii y abrasado moere.
58 LAS AVES DE PASQ.
no ha amado usted?
Ckemen. Tal pregunta!
Ferx. Hoy (|ae el destino nos junta
quiero
Clemett. Id«a peregrina....!
Si el amor es la ventura ,
ignoro lo que es amar;
si el amor es un pesar,
una vez mi inrancia pura
entre sueños vislun^bró
una centella perdida
que del árbol de mi vida
quemó una hoja, y pasó.
Y desde entonces, por cso^
guardado en el santuario
de mi pecho, solitario
mi corazón vive preso.
Las asechanzas son vanas:
de sí mismo guardador,
{Señalando el corazón,)
aquí no Mega el rumor
de las lisonjas mundanas.
Fern. y no puede usted hallar
ese cariño indecible,
grande, inmenso, inestinguible,
como se puede soñar?
Clemen. No existe. Solo uu demente.....
Ferx. Ahí por qué lo niega usted?
Cuando Dios nos da la sed
nos pone al lado la fuente.
En el bien y el mal fecundo,
amor á todos nos ciega
Clemen. Infeliz del que lo entrega
á los sarcasmos del mundo!
Fer7(. Es que el amor es la vida
con sus penas y placeres:
cadena que ata los seres
v está con el cielo unida.
ho es esperanza ilusoria,
que amor, porque mas asombre ,
al niño convierte en hombre,
al hombre lleva á la gloria.
Misteriosa simpatía
que, al flotar por el espacio^
la choza trueca en palacio,
V hace de la noche dia.
4CT0 1, ESCENA V. 39
Nadie su poder negó,
f morque ya, desde el nacer,
a mirad de nuestro ser
ama á quien el ser nos dí6.
Amor es soplo que alienta
en medio de los dolores,
que suspira con las flores,
que resiste á la tormenta.
Es luz que «1 alma ilumina
con fúlgida claridad,
es una dulce verdad
ó una mentira divina .
Es, en fin, el fuego interno
que Dios concedernos quiso,
para ver un paraíso
por las puertas de un infierno!
Clemen. Oh, pintura encantadoral
Fern. Quien bien siente, bien se esplica.
Clemen. Fernando, me mortifica
un recuerdo.
Fern. Cuál, señora?
Clemen. Y Dolores?
Fern. Obi Dos años,
dos, que la hice un juramento. . .
Clemen. Que ya se ha llevado el viento...
y quien estos desengaños
con ojos seremos mira,
no juzgará con terror
que en el mundo es el amor
solamente una mentira?
Ferv. No era amor aquel afán
que desde niño sentía,
era una chispa que ardía
donde ahora arde un volcan.
Yo mismo juzgaba eterno
un capricho que ha pasado;
pero este amor despiadado,
este torcedor interno
que no me deja un instante,
que me lleva á su presencia,
y que crece en su violencia
cuando la tengo delante;
es el amor verdadero^
grande, sublime, y profundo...
— si hay mas glorias en el mundo
JO esas glorias no las quiero!
40 LAS AVES DE PASO.
Clemen. Amor como otros acaso...
como el primero...
Fern. No á fé,
que este amor nacido fué...
Clemen. Para ser ave de paso.
Fern. Olvidar á usted queria
del mundo en el torbellino,
pero siempre en mi camino
su imagen se aparecía.
£1 juego, la orgia, el vicio!
llena la copa apure
de Jos goces, y dejé
en ella mi pobre juicio.
Y qué hacer cuando impotente
es el pensamiento ciego,
solo corona de fuego
que ciñe y quema la frente?
Glemgn. y mañana... si... mañana
el olvido... {Como consigo misma.)
Fern. Ob, jamás!...
Clemen. La indiferencia quizás ..
pobre condición humana!...
Fern. Glementinal {Con ternura,)
Clemen. (Conmovido {Aparte.)
suena su acento... Quimera!)
Fern. Ni una mirada siquiera {Suplicando.)
á este corazón herido!...
Clemen. Fernando!.. {Con espontaneidad y mirándole.)
Fern. Dulce tesoro
que parte de un alma ingrata..!
Amor es!., porque amor mata,
y yo, muriendo, te adoro! {Se arrodilla.)
Clemen. (Y resistir, lucha estraña!.
— Pero dudar puedo yo?)
Fern. Una palabra!..
Clemen. (Con sentimiento.) No...
{Con fuerza.) No!
ESCENA VL
Dichos. Luis, que ha oido los últimos versos, colocándose á la de-
recha de Clementina.
Luis. Qué veo! Me vuelvo á España.. .!
Clemen. {Cambiando detono.)
ACTO II, BSCENA VI. 4
Por esto? — Buena locara!
Que Fernando esté á rnis pies
6 nsted, para mi igual es,..
• — un triunfo de la hermosura!
Entre malos ; entre buenos,
lo mejor es no escojer;
JO tengo, para vencer,
de aqoi poco, de aqui menos.
{Señala i \a frente v al coratcn. Sateper e¡ fonda.)
ACTO TERCERO,
•_.'*
Sala en casa de ClemenUna. — Dos puertas á la derecha j otra
á la izquUrda. — En el fondo chimenea encendida.— Muebles
de lujo.— Alfombra. — Cortinaje de seda. — La escena estará es-
pléndidamente iluminada.
ESCENA PRIMERA.
Clementi?ia, Fernando, Luis, El principe D'Ansfelts, Livio, apa-
recen geniados cerca de la chimenea tomando café,
Livio. Escelente es el café!
Clemen. Elaborado en mi ingenio
y escogido para mi.
Livio. Ya se conoce.
Clemen. Tenemos
en el café las criollas
nuestro orgullo.
D^Ansf* Muy bien puesto.
— »De mi sé decir á ustedes
que cuando una taza bebo
con este aroma, parece
que se remoza mi cuerpo.
De su vapor á través
delicias nnge el deseo,
y las costumbres de oriente
ACTO 111. KSCENA 1. 45
me vienen al pensamiento.
Livio. (A Clementina, después de dejar su taza.)
Jamás, oh linda viajera,
SQ convite olvidaremos!
€lemex. Comida de confianza...
D*A?isF. Qae la sazona el grazejo.
Livio. Le agrada á usté el carnaval
en Roma? Qué tal?
Clemen. Confleso
que me ha sorprendido. - ^
Livio. Sí? ^^
€lkhbn. Dicen que es un cementerio ^'^V-^
Roma; pero en carnaval
sin duda vuelven los muertos
á la vida, y en el Corso ^
se dispulan el imperio >!
de la locura.
Luis. Es verdad:
jamás tanto movimiento
he visto.
Livio. Por las corridas
de caballos da comienzo,
pero después se desborda
el populacho.
Cleuen. Comprendo *•
3ue sea Italia la reina
e la locura.
D'AxsF. En efecto,
porque es un país de artistas...
Fbrn. {Con intención,)
Y el arte es un loco!
D'Ansf. Bueno!
Fernando se enoja. — Ahora
que se habla de artistas, creo
que es usted un gran pintor...
Luis. (interrumpiéndole,)
Era!
V'ERif. {Sonriendo,)
Es verdad.
D^Ansf. Según eso...
Luis. Dos años ha que Fernando
no coje un pincel.
Fern. Ni pienso...
Luis Es rico..
D*AifSF. Y ese es motivo...?
Luis. En España, sí.
44 LAS AVES DE PASO.
B'Ansf. Soberbiol
Clemen. y no porque en ella falten
muchos y buenos talentos»
pero son tan inconstantes
como la pluma en el viento*
Fern. (A/ Oído de Clementina,)
Tenemos que hablar.
Clemen. {Con frialdad.)
De qué?
Fern. (Se levanta yvaá sentarse en frente,)
(Oh, tiene de piedra el pecho!)
— Saben usteaes la nueva
que corre por Roma?
D'Ansf. Es ello...?
Fern. Clementina acaso sepa
algo sobre este suceso.
Clemen. Qué suceso?
Fern. Arturo...
Clemen. (Queriendo recordar.)
Arturo?
Fern. £1 opulento banquero
de París...
ClemEn. Qué le sucede?
Fern. Nada: — arruinado!
Clembh. Lo siento!
Y cuál ha sido el motivo?
Fern. Quiso olvidar en el juego
y el desorden, un amor
que concibió... — no recuerdo... —
!»or una estra ojera, dicen...
Aparte con tristeza,)
Siempre!
D'Ansf. Qué le ayude el cielo!
Amar es cosa muy buena,
pero morirse... reniego.
Livio. (A Clementina)
Va usted al teatro?
Clemen. Sí.
Livio. En tal caso nos veremos...
Clemen. Y á las máscaras después.
Livio. Bravo!
D^Ansf. Mientras dura el fuego
de la juventud...
Luis. Es claro.
Fern. El coche á la puerta tengo.
La acompañaré al teatro.
ACTO 111, ESCENA II. 45
Gleüen. (Aparle á Luit.)
Y usted unbieo.
Luis. {¡¡¡em.}
Yo?
Clemeh. {ídem.)
Silencio!
D'Ansf. He Toy al Circulo dq ralo.
Livio. Y JO. — Señora, hasta laego.
Í Saludan g talen por la leguiida puerta át la derecha.)
Clemenlina tira del cardan de la campauilla.)
Lvis. (Después de aquella plisada...
— pues señor, ni piíca enlit'ndo.)
Clen. (A Maria que tale.)
Acompáñame á vestir.
{A Fernando y Late.)
No lardo.
[.oís. (Qué será esloí
46 LAS AVES DE PASO.
Febn. Te cansa ya mi amisud?
Luis. No es qne me canse, mas debo...
Ferü. Si, debes abandonarme...
Ldis. Fernando, por Dios, no es eso. .
— Hablemos en confianza.
{Se acerca á Femando,)
Te acuerdas de ]os consejos
del marino? Aquel que trajo
la herencia?
PeHí^. Que si me acuerdo!
Le quiero como á un hermano I
— El los suspiros postreros
recibió de mi buen padre.
Luis. Está en Roma.
FBBIf. Si?
Luis. Y me temo!...
Fern. Qué temes?
Luis. Cuando él nos busca...
algún presagio funesto...
— Te acuerdas cuando en París
fuiste envuelto en aquel duelo?
El te salvó.— Y otro dia
qne te arruinaban al juego,
no vino y qoitó la máscara
á aquel truhán.^
Fern. * Sí.
Lois. • Poes bueno;
cuando él se aparece en Roma...
— Porque tú, siempre impertérrito...
no haces caso, y tu fortuna
no durará mucho tiempo.
Fern. (Pensativo,)
Es verdad ; pero ya es tarde.
De la vida el mar revuelco
cruzo, Luis, perdido el rumbo.^.
Luis. Perdido? Por qué? No veo...
Fern. Ah! Por qué? Tú desconoces
las tormentas de mi pecho.
Lois. Vamos, no te desesperes.
{Momento de pausa,)
Ayer tuve carta, y quiero...
Fern. De quién?
IjL'is. De quién! De mi padre.
Fkrn. Qué dice?
Lois. Lo que merezco.
Que rae olvide de que existe...
4
'. i. m
ACTO III, EflCEt4A IH.
que me abapdona... v laniáeo\
Oh!
Los qae, como noíolros,
vienen á estudiar... qaé ejemplo!
Íqaé vejei i mi padre
s preparo,.. — pobre viejo!
(Momtnfo de pauta,)
(Sé ieranla y v\ene á doaáe etíá LuU.)
— Has lodo quiero saberlo :
48 LAS AVES DE PASO.
Clemen. Pues que vuelva.
Criado. Con empefio
me ha dicho que le entregara
esta tarjeta. {Se ladá.)
Clemen. {Leyéndola^) Qué veo!
ÍAl criado.)
Jue pase por esa puerta. {Indica la de la derecha, pri-
mer término. Sale el criado,)
—Dispénseme ustedes ... Luego {A Fernando y Luis.)
nos veremos en las máscaras.
Lcis. Bien.
FiíRN. {Aparte.) Volveré . {Saludan y se van.)
ESCENA IV.
Glehentina, leyendo la tarjeta.
Sí; don Pedro
de Arellano. . • el mismo. . . el mismo • . .
Y en mi casa. Oh! El infierno
sin duda le trae aquí!
£1 odio me presta aliento.
— Risas, venid á mis labios;
orgullo, ven á mi pecho,
— y si los ojos hicieren,
traición alguna á mi intento,
en vez de miseras lágrimas,
que lancen mis ojos fuego!
a
ESCENA V.
Glementina. Don Pedro.
D. Ped. {Desde la puerta derecha.)
Señora!
Clemen. {Que se ha serenado.)
Pase usted.
D. Ped, (adelantándose) Vengo...
Clemen. Puesto que hablarme procura,
siéntese usted.
{Se sientan ambos.)
D. Ped. Muchas gracias.
— El motivo que me impulsa
á venir. ..
• ACTO llt, ESCENA V.
Clehiín. i)ebü ser grandi;;
que á no serasf, ninguna
raiún pudo autorizarle
a desafiar mi jnsU
indignacioD.
D, Ped. Clementina,
ni de qveja» ni de burla»
es la ociílon. Los recuerdos
lodos In edad los sepaltao
los años truecan en hamo,
esas memorias que puaxao.
— Vengo A cumplir la promesa
hecha i una voz moribunda. . ,
lazo que me unió i Fernando
T no ha de romperse nnuca.
£t juramento que hice
al pié de la sepallnra
de su padre, aquí me trae,
y hombres romo jo no dudan.
Clemih. IRefjrenando un movimienl» de iUnutlo.)
¡Oh!
D.PiD. {Cúmprtnáléndala.)
Voj. ^Fernando ama i usted.
Dos años hace que lucha. . .
j ja rendido se euirega . . .
j no quiero que sucumba!
CLEMEn. [Lteantándou can orgullo.)
Olvida usted á quien habla?
Acaso tengo la culpa
de amores que no be buscado,
ni de pasiones absordasT
— Que me quiere! En horabnena.. ..
ni me alegra ni me asusta. , .
50 L\S AVES DE TASO.
D. Peb. No he de irme!
Clemen. Yo no comprendo esas suplicas.
I). pED. Por el cielo!
Clemen. Que me esperan..,
D pED.. Fernando se arruina en suma!
Clemen. a él debe usted dirigirse:
íi mf, por qué?
D. Pbi.. Si iracunda
conmigo estás...
Clehen. Con usted?
D. Peo. Solo yo lu enojo sufra:
en nombre de aquel amor
de lu niñez casta y pura!
CiEíiE». {Cott energía.) ...,„.,.,,
Ui amor... mi mneil—tJinen habla
en nombre de esas oscuras
sombras que duermen tranquilas,
ée mi pasado en la tumba?
—Mi amor.. . mi niñeit— Recuerdo
que una voz llena de angustia
hiio sonar en mi oído
palabras que el alma turban.
—Era un hombre que abrigaba
itran coraron y alma ruda,
y i mis pies se echó . . . —Yo »i
de sus lágrimas impuras,
la emponzoñada corrieole,
y rodando una por una,
al fuego de las miradas,
me eníolvieren en sus brumas.
Y me hilo mil juramentos,
promesas que Dios escucha:
—el que á ellas falla, y aun vive,
no espere que oiro las cumpla.
te acuerdas?— El bergantín
que echó á mis playas la faria
de la tormenta, le ir.ijo
por mi eterna desventura.
_Yo te amé!...,— Di. si los hombre!
de tu condición no dudan,
por qué dudaste y menlisle?
qué Te pide á mi conducta,
qnién á si propio se infama,
quién i la virtud iosulla?
ACTO III, KCBNA V.
como adoran, aborrecen
las que el Iri^pico saludan I
Por eso al ver ii mis plañías
de hinojos la amante turba,
si recuerdo mis agravios,
de ira mis ojos relumbran.
Y esta beilcxa que el manda
con soxo esiápido adaU,
es s^o la flor qne brota
al pie de una sepultara.
. Pbd. Clemeolina, nomcrezco
reprobación Un injusta
la juvealud, siempre loca ,
se eslravia. — Pero escucba:
ese calculado intento
de k Teng^Dza, repugna
á on alma bonrada..
i,ehb:(. La honra
es la conciencia j la pública
estimación de las gentes.
. Pro. La conciencia no le acusa?
Pues quél basta con decir:
— Hoadie mis timbres deslustra?!) —
— No: quien, como lú, serena
y con la pupila enjuta
presencia las mil catástrofes
del amor j la locura;
quien vé á su lado caer.
52 LAS AVES 0E PASO*
podrá ser una venganza ,
mas de ello crimen resulta.
Qué caipa liene Fernando?
Sí tü en soledad profunda
perdiste tus ilusiones,
y ese recu.erdo le ofusca,
^por aquellas, cuántas, di,
la humanidad con usura
te ha pagado?
Clemen. (Después de una pausa,)
Qué me pides?
D. Ped. Solo te pido que nunca
á Ycrte vuelva Fernando!
Mil esperanzas lo arrullan
los tesoros del talento,
los bienes de la fortuna,
todo lo arroja en el golfo
de sus crápulas nocturnas.
Consejos no le detienen,
pues sus deseos le empujan;
y por ahogar sus memorias
males sin cueaio acumula.
— iEn Granada, donde todo
su inocencia lo perfuma ,
un corazón que le espera
ruega á Dios por su ventura!
Clemew. Dolores! , ., j .
D Ped. Y él la ha olvidadol
Mucho es preciso que aturdan
los viajes, el dinero,
y esas hermosas que surcan
la vida como las aves,
dando al sol sus ricas plumas ,
hasta que el tiempo á sus pueHa»
llama con voz importuna.
CLEmy. {Como herida de un recuerdo,)
Dolores será leliz!
Y Fernando aunque presuma
D Ped. -Tu alma es noble: lo sé;
solo el deber la subyuga
Clemen. Jamás volverá ya á verme,
y si es preciso que acuda
D. Peo. Alguno se acerca.
Clemen. . ^^ ^»
que receloso me busca.
D. Peo. Adiós!
Kfé
54 LAS AVES DE PASO.
Por qué se marchó tan pronto?
(Vaá ¡a puerta por donde salió D . Pedro .) {Fuera de si.)
Oh! cerrada! Esto le escuda!
rjementina, de mis celos
fiera la esplosion se anuncia!...
— El nombre de ese rival
que emprende cobarde faga!...
quién es? ó arranco á esa puerta
(Lanzándose á la puerta .)
la mezquina cerradura!
ESCENA VIL
Glemeittiiia, Fernaivdo, D. Pedro.
{la puerta se abre de pronto: Fernando va á lanzarse
par ella, cuando aparece en el dintel D, Pedro.)
D. PcD. Airas!
Fern. Don Pedro!
D. Peo. No soy
el rival que te figuras, {Con tono solemne,)
soy la sombra de tu padre
quede tus vicios te acusa!
{Fernando retrocede y D, Pedro se queda en actitud ame-
nazadora con el brazo estendido hacia él.)
Fin del tercer acto*
56 LAS AVBS DE PASO.
de que \iese terminada
mi carrera.
D*Ansf. Bien.
Lms. Mi padre,
que de mi desconfiaba,
esU loco de alegría.
D'Añsp. y la razón es bien clara:
á quien no mira adelante
triste porvenir aguarda.
No hay plazo que no se cumpla ^
y toda deuda se paga;
por cada risa de joven
da la vejez muchas lágrimas.
Así vendrá á sueederle
á su antiguo camarada.
Luis. A Fernando?
D'Ansf. Sí.
Clemen. (Aparte.)^ Fernaador
D^Ansf. Imaginación volcánica ,
para débil de carácter.
Clemen. (A Luis.)
Qué sabe usted de el?
LüJS. Yo? Nada.
Hace tres anos que en Roma
nos separamos: — filé vana
mi diligencia no pude
traerie coomigo á España.
D'Ansf. Yo le vi después en Ñapóles ;
por cierto que me dié lástima;
entregado á teda clase
de escesos de casa en casa
tras el juego y el escándalo.....
vida mas desordenada t
Luis. El, que todo lo tenia,,
talento^ fortuna y alma::
hubiera sido felis
aun sin salir de Granada,
al lado de los que fueron ^
sus compañeros de infancia.
D'Ansf. Para salir sin lesión
de las reñidas batallas
que sostiene contra el mundo
el alma mejor templada,
es fuerza que la cabeza
esté cubierta de canas.
(A QementinaJ)
58 LAS AVES DE PASO.
y aquí siempre aquí escocdido!
— El último amor ba sido
tan fatal como el primero!
Dolores. (En el pabellón; ha concluido de hacer el ramo,)
Cinco años há que contando
los dias de mis amores,
vengo á colocar mis lores
donde pintaba Fernando.
(Lo coloca en un jarrón que habrá en la mesa.)
Siempre le estoy esperando
á mi juramento 6eL
Por qué no vuelve? — Cruel!
Todos los dias le llamo;
mas vendrá, porque le amo
y al cielo ruego por él!
Clemen. Esa voz!— Es ella!— Tiene
el alma llena de fé,
y ama como yo adoré ,
porque la fé la sostiene.
Dolores. (Saliendo del pabelhn,) „
Ab! señora!
Clemen. De esos ojos
llanto de amor ha corrido.
Dolores. De amor no, de pena ba sido;
no causa amor mis enojos.
Clemen. Le olvidaste?
Dolores. To olvidar?
Pues la oración q«|% una vez
aprende nuestra nine;:,
se puedff^ olvido ecbar?
Clemen. Sí:— toío^asa y se olvida ;
— amor hoy mañana hastio!
querer y hallar un vacío,
Y morir!.... — esta es la vida !
Dolores. No es ese mi afán profundo.
Clemen. No causa tu ^ena amor?
Dolores. Pero mi pena es mejor
gue las dichas que da el mundo,
rotan las lágrimas mias
por el bien que au^^ente adoro,
y son fecundo tesoro
de dulces melancoHas.
Este llanto es un consuelo
que apenas turba mi calma;
es el rocío que al alma
envía un ángel del cielo.
v:^^
ACTO IV, ESCBflA 11-
Dicha que á nacer empieía
donde oira itiuef^quisis...
— No ha seoüifc i^ted jamás
el placer de la )«Kieza?
<lLEl(E^. Tnsieza! — Hi corazón
DO le puede comprender,
pornne mi solo placer
fué la desesperación.
Dolores. Para eolenaer mi ventara
Clehen. (Si yo supiera olvidar
mera menor mi tortura!)
DOLORIS. Cuando en lánguido desmajo
craza el sol los horizontes,
y deja sobre los montes
la luz de su último ravo;
el afau que entonces llena
el alma en ternura santa
eala tristeza que encanta,
es el placer que da pena.
Pues ese mismo dolor,
pues esa misma alegría,
produce en el alma mia
el recuerdo de mi amor.
Clchen. y si olvidado de ti
no piensa eu cclver acá?
Dolores. Tarde 6 temprano vendrá.
Clembü. y sino viene?
Dolores. (Can fe.) Ob, sí!
¿No vuelve el prado á echar flores
después del invierno erado,
j el árbol, de hojas desnudo,
i vestirse de colores?
ÜO LAS AVES DE PASO.
sa patria y su religión,
\uelven, caál es la razoD r\
de qae do vueha Fernando? ;
ESCENA m-
Dichos, D'Ansfelts, Luis.
D*AifSF. ClementinaT
Glemen. Qaién? Ahí voy.
Lcis. Nos inquietó su tardanza.
D'Ansf. Qué hace usted? No se me alcanza..»
Glemen. Nada: conversando estoy
con Dolores.
D'Ansf. {Pasando al lado de Dolores.)
Qué gentil!
Qué donosa criatura I
No he visto rosa mas pura
en la orilla del Geoil
Luis. {Vendo también á Dolores,)
Está usted triste?
Dolores. Por qué!
Glemen. La futura de Fernando!
D'Ansf. Mientras él anda viajando,
usted le guarda su fe.
Luis. Gada día está mas bella!
D'Ansf. La frescura de la edad... {Con intención.)
la juventud...
Lois. Es verdad.
D'Ansf. Qué nunca estampe su huella
la pena en ese semblante!
Glemen. (Aparte, resentida de la preferencia que dafi á Dolores.) .
Los dos á su lado!. — Brilla
su rostro... — Mi orgullo hnmiNa!
— Vanidad, sigue adelante!
{Alto.)
Vamos á almorzar?
Luis. Por fin!
— Adiós, hermosa Dolores
D^Ansf. Niña, coida de tus flores,
no salgas de tu jardin.
Glement. {Con intención, después que los otros te hayan separado
de Dolores.)
Dolores, ten por muy cierto,
pues la esperiencia lo advierte,
ACTO IV, ESCENA IV. 61
^ -que es el olvido la maerte
y no vuelve ningún muerto.
ESCENA IV.
Dolores.
Todos — sin saber por qué —
Tienen á aumentar mi pena,
dudando del que se fue :
— ellos, que viven sin fe,
pueden comprender la agena?
Aunque el amor mas profundo
va siempre de dicha en pos,
nunca, por mi bien, confundo
la dicha que nos da el mundo,
con la fe qne nos da Dios.
-Olvidar! — No puede ser:
— cómo olvidar el cariño
tenido desde el nacer?
Olvida la madre al niño
que víó á su lado crecer?
Si muerte y olvido son
iguales ó parecidos,
en un triste corazoc
quedan, á muertos y á idos,
jb\ recuerdo y la oración.
ESCENA V,
Dolores. Don Pedro.
t). Ped. (Entra por el foro : traje de camino.)
Dolores, muy buenos días.
Dolores. Don Pedro! usted por acá?
D. Ped. Qué quiere usted, no he podido
mis asuntos arreglar...
Dolores. (Con ansiedad,)
Qué noticias tiene usted
de...? Ha escrito?
D. Ped. No.
Dolores. Será
que olvidado de nosotros. ••
D. Ped. No lo creo.
62 LAS AVES DE PASO.
Dolores. (Pensativa,) Es singular!
Desde que Luis le dejó
en Roma, tres años há,
no hemos sabido...
D. Pbd. Ya tengo
sobre este asunto que hablar
con el coronel Herrera.
Dolores. Voy á llamarle. (Hace que se va y vuelve,)
Y está
bueno?
D. Ped. Sí,
Dolores. (Volviendo.) Piensa en nosotros
como yo en él?
D. Ped. Tal vet.
Dolores. Ahf
Sáqueme usted, por el cielo,
De esta cruel ansiedad!
D. Ped. Hasta no ver á su padre
no puedo decirla mas.
ESCENA VI.
Doif Pedro, solo, viendo salir á Dolores
Ángel que de este retiro
perfumas la soledad,
sin que la ausencia ni el tiempo
puedan hacerte cambiar;
que nada al mundo le pides,
porque tu ventura está
sentada de tu virtud
en el trono celestial;
— ángel, que Dios te conserve
porque puedas perdonar
al que viene arrepentida
de su estravio fatal !
ESCENA VIL
Don Pcdro. Dolores, Coronel.
CoRON. Don Pedro!
D. Ped. Con usted solo
quisiera un instante hablar.
Dolores. (Retirándose y aparte.)
ACTO IV, ESCENA VIH.
(Re deTOra la ¡mpacJencial)
¡Alio.)
En seguida salgo... Ha; tal!
ESCENA VIH.
Don Pedro, el Cohonel.
D. Pbd. Fernando viene!
CoiON. De veras?
D. Ped. Poco taidarí en llegar.
CoROH. CoDsisaiú usied arrancarle
i esa vida?...
Ü. PíD. SI. en verdad.
TaniDS aOos, Coronel,
de seguirle j de esperac
C4 LAS AVES DE PASO.
y traerle donde está
el ángel solo que puede
su infortunio consolar.
CoRo:«. Si asi se consigue todo,
que venga ya donde están
para él Tas puertas de casa
abiertas de par en par .
D. f^ED. El llega; — que le reciba
Dolores sola.
CoRON. Es verdad.
cuando él su perdón le pida
á recibirle saldrá.
ESCENA X.
FERifANDO, par el forú.
Fern, {Vestido de negro , con levitu y sombrero deviage.)
Nadie! — Sagrado asilo de mi infancia,
solo y perdido á tus umbrales llego;
(5e arrodilla.)
sitios que tanto amé, perdón si uo dia,
desatentado y ciego,
os dio al olvido lu locura mía.
{Se levanta.)
— Estas paredes con lenguage mudo
parece que mis súplicas rechazan..,
{Quitándose el sombrero. )
— mansión de paz y amor, yo te saludo!
Aunque mi torpe ingratitud es tanta,
antes de entrar, — eu mi dolor profundo —
he sacudido el polvo de mi planta,
— cual penitente que, al dejar el mundo,
clava sus ojos en el ara santal
Í Pausa,)
iloria y amor!— Desd€ el nacer vinieron
á combatirme y sobre mi pasaron...
las alas de mi alma estremecieron,
del corazón los sueños despertaron.
Y ciego las seguia... — me perdieron!
y loco las amaba... — me engañaron!
A^r, por seguir tras un placer que abrasa,
dejé la dicha y la virtud en casa.
(Pausa.)
Yo la fortuna de mi honrado padre.
ACTO IV, KSCEKA X. fiS
mi juventud risueña, mi laleiilo,
mis dichas verdaderas,
al impulso Qo mas del pensamienlu
lie ga^do en inútiles quimeras.
— Á\^^:i, si el negro porvenir te asombra,
espía tu Raid a;
i|ue no haj un írbol que le preste sombra
at árido desierto de mi vida!
iPtiíai u algataTa en cata áe Cletuettlina.)
Risas hacia alli sonarnn...
(.«« rita,.)
Esos alegres rumores
son los ecos tentadores
que al abismo me empujaron.
— Cíeme o lina! — Siempre Igual !
nada detiene >u planta.,.
— Corazón de mármol, canta
en tu alegría inferDa] !
iDúlore* upreteMaea el pabellón, telíenáo ¡lor ta parte
mierierde U quinta, lin ver d Femando.)
— Lejos , recuerdos traidores I
Venceros desde ho; podré ,
que amparo le pedirí
al ángel de mis amores !
(Se acerca al pabellón y m d Doloret, que tt habla puetta
á bardar.)
Ella está en el pabellón!
ISeñálanáo á la áereeha.)
Allilarísa, el placer I...
(Señalando á ¡a ixquUrda.)
Aquí el recuerdo de ajcr
que auD vive en su corazón !
(Femanáe te dirige al pabellón , cuando le llama Cie-
rnen tina.)
ESCENA X.
Clbicen. Fernandol
Fern. {petem'éndcte.) Cielos]
Clkhen. (Aparte.) JNo bav duda...
66 LAS AVES DB PASO.
Clemen. (Acercándose con ironía.)
Quien de su amor se aconseja,
puede ohidar?
Fern. (Turbado.) No lo sé,
{Señalando á Dolores.)
Ella me ama!— Podré
desoír su justa queja?
Clemen. (Aparte ^resentida.)
SY he de mirarme humillada
leíanle de mi rival ?
La lucha es de igual á igual !
Su amor anle lodo ó nada ! )
Fern. (Con amargura.)
Mi corazón abrasaron
los recuerdos que guardé...
han llorado por uslé
ojos que nunca lloraron !
Clemen. (Con acento amoroso .)
Ese llanlo que sin calma
viene un alma dolorida,
es el principio de vida
que amor siembra en otra alma.
Fern. C\emQii\\ri^\ (Conteniéndose.) No, jamás!
Acabe esia calentura
que mis sentidos tortura!. .
Clemen. (Con sentimiento.) Y etn^viM
Pjjjjj, No puedo mas!
Clemen. (Con energía, variando de tono.)
Al pasado, eterno olvido ...
lejos ambos. . . dicha inmensa!
Fern. Esa infame recompensa
Dolores no ha merecido.
Í Desprendiéndose de Clementina.)
luye de la mente mía,
pasajera tentación;
no vuelvas, blanca ilusión,
á turbar mi fantasía!
Llévese esa niebla el viento
á mi juventud funesta! . . .
— Aun una virtud me resta! . . .
Clemen. Cual?-
Fern. El arrepentimiento!
(Se oyen otra vez risas á la izquierda. Dolores al oírlas
presta atención, dejando la labor y acercándose á la puer-
ta del pabellón.)
Allí la embriagez del juicio
ACTO IV, ESCEXA XI. 67
que me arrastró por la vida
con la esperanza perdida
de uncen olro preclpieio.
(Señalando al pabellón.)
Aqui están la religión,
la inocencia y la virtud . . .
(Llega á lapuerta del pabellón, y esolama arrodiltán-
— Paerio de mi juventud,
dame auxilio en mi aflicción!
(Boloret reconoce á Femimitu, tama un grito y le arroja
en iu* braxo»: momento de lilencio.)
ESCESA XI.
DICHOS. U'A^SFELT. Luis. El Coroxel. D. l*i;i>ito.
LAS AVES RE PASO.
gratitud que no te cDadru:
pues siempre perdona lia padre,
cunndo se arrepiente un liijo.
Asi su dicha concilia
quien sufrió pesar interno...
— el solo amor qae haj eterno
es el amor de ramilial
Mi buena soerte me trajo
donde, lejos de inquietudes,
pneda alcanzar dos virtudes:
— la espiacion y el trabajo!
ESCENA XII.
De la caridad en pos
voy siempre con planta incierta,
pidiendo de puerta en puerta
una limosna por Rios.
üsble pena mortifica
& quien llora un bien oerdido;
JO bella y Joven he síao,
amadn, leliz y rica.
(Ltiüs D'AHtftít» le dan algunas moneónt. 1.a pebre se
aleja. Clemeutina. aíerrorttada can ¡as úllimas palabras
áe la pobre, entra en tu quinta preeipilada.)
Si lodo pasa en la «ida,
también moran en el suelo
almas que bajan del cielo
á consolar nuestra Lérida.
El tiempo todo lo trunca ,
fortuna, amor, juventud
— Solamente la virtud,
que es de Dios, no muere nunca!
Vln del drama.
Habiendo examinado este drama, no hallo
inconveniente alguno en que su representación
se autorice. Madrid 20 de octubre de 1858.
El censor de teatros,
Antonio Ferrer del Rio.
m^
Á Mli PLUm
«POSICIOI COMICO-lIftlCÁ EN U ACTO I MOS BOCrTOS
ORIGINAL, EN PROSA Y VERSO
LBTBA DB
JULIO RÜIZ Y ENRIQUE LÓPEZ MARlN
MÚSICA DEL MAESTRO
ftepresenlada por primen ?ez con extraordíoarío éxito en el TEATRO DE
LOS JiftDilVBS DEL BUEN RETIRO la noche del 25 de Agotto de 1892
*-»■
MADRID
R. VELASCO, IMPRESOR, RUBIO, 20
Jirdloet <lel Bits htm
(t imtdi •• haOi)
>uerído Julio: Hoy, que
es una costumbre con
za de ley, poner en la
lera página de los li-
t una dedicatoria á las
ionas que más simpa-
inspiran ó más deferen-
se le guardan, no ten(a-
j tú y yo más remedio
que hacer otro tanto, siquiera por no romper contra
la costumbre.
Y jdónde está la pastora es decir, ¿á quién se la
dedicamos?...
Esto mismo me pregunto yo ahora, que estoy en
la imprenta corrigiendo pruebas, y que me pide Re-
^no la dedicatoria para compojurla.
Por eso se me ha ocurrido escribirte esta carta, que
si va á ofender tu modestia viene á sacarme del paso.
Entiendo yo, que si Julio Ruiz, AUTOR, es justo,
á nadie con más motivo que á Julio Ruiz, ACTOR,
debiera dedicarse esto, aunque te esté mal el hacerlo.
Pero esto es inverosímil, porque ¡cómo te va3 á
echar flores á tí mismo?
Por eso prescindo de mi colaborador, y en vez dfc
— 6 —
estar en el sitio del menor padre de todoSy me siento
único para los efectos de la dedicatoria, con objeto de
tener absoluta libertad.
(¡Ah! Entre paréntesis. Esta carta te parecerá dos
veces larg^; por larga, y por mal escrita; pero... son
las cuatro, hasta las cinco no vendrá Palomero á bus-
carme para terminar eso que sabes, yo no tengo nada
que hacer,. ^ conque, si no quieres, no la leas. Y lo
mismo digo á ustedes, señores lectores.)
Y allá te va eso.
Mira Julio, tú eres un bárbaro, (Con perdón sea
dicho.)
Eres el primer cómico de España é islas.
El Rey absoluto de la g^cia, el mejor antídoto
contra la hipocondría. Sales á escena, todos los sem-
blantes sonríen; abres la boca, risa general.
Las mayores candideces las conviertes en chistes.
De la frase más inocente haces una lanceta.
Un detalle tuyo, vale un mundo de arte.
^ Uno de tus movimientos en una situación cómica»
es todo un poema. .
No conozco flexibilidad artística como la tuya.
Te pones una peluca y... ¡vaya un viejo^
(Hable el autor de ¡Como está la sociedadt)
Haces un litriy,.. ¡eche usted laurelesl...
Sales de frac y... ¡ole los diplomáticos!...
Haces un borracho... ¡¡¡el deliriolü
Tú dices en escena (y fuera también) los mayores
atrevimientos, lo que nadie se atrevería á decir. Y no
es que te sirva de base la autoridad que tienes con el
público, no; es que sabes decirlos con ingenio, con
gracia, con travesura, y naturalmente, los morenos no
sólo te los toleran,^ sino que te los aplauden.
— 7 —
Luego sale diciendo por ahí, en letras de molde,
un puritano, que si tal y qué se yo.
No hagas caso.
La pudorosa espectadora que no debe entenderlo,
no lo entiende ó le da otro sentido, y el socio que
lanza una carcajada porque adivina la intención, ese...
¡que no sea tan malicioso!...
Esto lo digo en descargo de tu conciencia por cier-
tas coplitas que hs^ cantado en esta obra tuya, es de-
cir, mía, ó mejor dicho, nuestra; bueno, en A VUELA
PLUMA.
En fin, Julio, considera á qué altura te veo, que la
mayor ambición de mi vida es llegar á escribir come-
dias como tú las representas.
Aquí hago punto. Dejo la pluma y enciendo un
pitillo mientras* pienso en lo que voy á decirte de los
compañeros que han tomado parte en esto.
Meditemos.
Verdad que todos han estado muy bien.
¿Qué me dices de la figurilla de la Bustitos sobre
el triciclo?
¡Qué bien vestidita, qué serena, qué carita tan mo-
na, qué bien dice!...
Esta chiquilla tiene porvenir.
Se escucha un poco cuando habla ¿sabes?... y lue-
go, ella sabe que es muy linda..., una falta de modes-
tia imperdonable, aunque no hace gran alarde de ello.
Bien mirado, no es suya la culpa.
¡Se lo han dicho tantos en ese Jardín, y es un ve-
neno tan sabroso la lisonja!...
(No me dirás, Julio, que he tirado demasiado de la
manta...)
G>nsueUto Badillo tenía poco quehacer, pero su
trabajo es filigrana pura, María Tubau estará orgu-
Ilosa de su discípula. «
El Despertador y de primer orden. Tiene mucha ra-
zón el inglés en su comentario. Rafaela estaba muy
guapa y cantó con mucho gusto.
El Abate,, me gustaba más que elotro^ y no añado
una palabra más porque el otro se lo ha dicho todo ya.
Conchita Banovio... jolé tres veces!...
Muy trabajadora, muy elegante y muy resaladísima
en todo y siempre.
María Diez, muy distinguida, y muy... actriz.
Valentina, muy risueña. Poco es lo que ha dicho,
pero bien.
Las chicas del coro, ^hijas mías!... ¡con qué üé tra-
bajan ellas!... ¡Y qué bonitas casi todas!...
Yo en tu nombre me atrevo á darlas un abrazo
casto y puro en testimonio de gratitud.
]Ya ves! Tocan timbres, pitos; salen á escena con
la mar de cosas, se desnudan varias veces, se sueltan
el cabello; ¡que esto es lo más horrible para ellas!...
En fin, pequeñas, os debo dos de Montilla.
Don José, nos ha hecho un señor municipal de
esos... ique no cabe más!... Gracias, don Pepe,
Vedia, muy guapo, muy correcto, muy alborota-
dor, muy dizno.
Iglesias... á la altura del campanario. (Lo único que
me preocupa de él es ese color rubio mate subido que
no se le vá ni con el Lozoya.)
González (cuarta parte de un inglés), demostrando,
el hombre, que sabe lo que hace.
Nota. Queda recomendado á las empresas.
Campitos, Villanova, Carreras, Povedano, etc. etc.,
creciéndose. Hay madera.
— 9 —
Y ahora un voto de gracias para los caballeros del
coro, que pocas veces habrán estado mejor.
¿Queda alguien por ahí olvidado?
jAh, sí, hombre!... D» que estuvo á punto de
volverse loco con las rectificaciones del ejemplar.
Pero tú eres muy listo, Cuadrado, y Manolo Girón
también.
Bueno.
iQué descansadito me he quedado!
Pues ahora, López Marín, que es muy cortés (histó-
rico), que os está á todos muy agradecido, que cree
muy razonable y muy justo haceros presente su re-
conocimiento, os dedica la obra á vosotros, á todos.
Y no os dedico los derechos porque... esto es hari-
na de otro editor.
^Lo ves tú?... Son las cinco, ha llegado Palomerín,
te he dado la lata, he salido del paso y me he que-
dado tan tranquilo.
Y todo, por no atreverse á hacer la edición de la
obra sin dedicatoria. Claro, ¡como que no puede ser!...
Adiós, Julio.
¡Malegrq de verte güenol
Tu cariñoso é invariable, al par que bien parecido
amigo y colaborador.
LÓPEZ Marín
¡Agua, por Dios!...
REPARTO
AOTOBBS
Srth. CouMjelo Balillo.
» Floriuda BustOü.
Rafaela Lasheras.
PEBSONAJES
La Diota Obele»
El pollo de la máquina
SI Horario I>
El Heraldo j^
Blancoy Negro Pr«. P." María IMcx.
Unaciega a ^ Concepción Baaovio.
La Época l|
Madrid ' ómieo Srta. Vale tica Mao tilla.
La Correspondencia . S a D " Vicf uta Ferrándiz.
El Autor
El Compañero Capilia
(1) Beal
Apolo
Comedia
BslafM
Lora
Princesa, . .
TivoH
Recoletos
Jardín del Buen Retiro .
La mueapopular {ciego)
Si Caballero del programa
TecOro Español «
El Liberal i
El Imparcial 4
>:> Sr.
Joliu ^uíz.
Un espectador ..
SI DiúsNeptuno j)
Mietw Pain
Un guardia del Orden público ,
Un ídem municipal
ün burgués
El Inspector w
ElPais y
SI Dependiente mayor
Un cabo de Orden público
TealroFeHpe « „
Lazarillo y
Un guardia S
Uff soldado {no habla)
José \le8ejo.
Francisco Iglaaias.
Evari^ito Vedia.
Antonio QoDxáles.
Santiago Carreras.
Antonio Povedano.
Cristóbal Campos.
Luía ViUanova.
Luis Portes.
ño López.
tmilio Stern.
Victoriano Riaza.
«'Horas, obreros, farolas, compradores, pueblo, coro general y acompañamiento
La acción en la Villa del Oso y el Mndro&o.— Época actual
Derecha é izquierda las del actor
(x) Todos estos teatros pueden rejpartirse en diferentes actrices y actores.
ACTO ÜNICO
■<^^^/w%^^»»»v «
Pespnés del preludio de U ozqueita, m arma una trifalca en Ib»
butacas por una cueettán que tienen el AUTOR y un ESPECTADOR
Este da un gran silbido
Autor ¡Cállese nstedl...
Esp. {No me da la ganal
Autor iMae valia que tuviese usted educaciónl
Esp. £1 mal educado será usted; ¡canalla!
Autor ¿Canalla yo?... ¡Oiga usted...! {Ahora vere-
mos!...
(Se abalansan uno á otro para pegarse.— Llegan los
guardias oportunamente, porque están prevenidos de
antemano, eogen á los dOs caballeros y los llevan á la
prevención, es decir, al escenario.— En este momento
se sisa el telón.)
CUADRO PRIMERO
La prevención
ESCENA PRIMERA
£1 INSPECTOR sale de la primera derecha. Detrás el CABO
,*í
Insp.
Cabo
¡Ya lo saben ustedes, cualquier cosa que
ocurra, estoy en el café de Levante!
¡A la orden de ust^dl
— 12 ~
Insp.
Cabo
Insp.
jSi viepe el fiador de ese que lia ingresado
nace dos horas, le ponen ustedes epi li>
bertad!
¡Corriente!
Hasta luego. (Ruido dentro.)
ESCENA II
DICHOS, AUTOR, ESPECTADOR y GUARDIAS 1.^ y 2.®
GUAR. 1."
Insp.
GuAR. 1 /»
Insp.
Autor
Insp.
Autor
Esp.
Autor
Esp.
Autor
Insp.
Esp.
Autor
[nsp.
¡Ahora se lo explicarán ustedes al señor Ins-
pector!
¿Eh? ¿Qué ha ocurrido?
¡Estos dos mocitos, que acaban de armar
un escándalo en Jos Jardines del Buen Re-
tiro! (1)
¿Y qué ha sido ello?
¡Señor, si usted me permite, yo se lo expli-
caré todo!
Hable usted.
¡Muchas gracias! ¡Pues yo soy uno de los
aut(»*es de la obra que debe estrenarse esta
noche en aquel teatro, ó mejor dicho, que
8e estará representando á estas horas. Se me
ocurrió salir al público con objeto de ver las
caras de los expectadores, cuando apenas
terminada la introducción, este cabaUerito
se permitió lanzar un horroroso silbido. Yo
le llamé al orden y el señor me llamó cana-
lla, y en esto vinieron los del Orden!
¡El señor se abalanzó á pegarmel
¡Eso no es cierto, señor inspector; él fué
quien me quiso pegar!
¡Usted!
¡Usted!
¡Silencio! Ya se averiguará eso después. En-
tre tanto, métalos usted allí dentro.
¡Pero no puedo yo mandar un recado á un
amigo para que venga de fiador!
¡Yo estoy en el mismo caso!
¿Tiene usted también fiador?
(l) El teatro donde se représente esta obra.
Autor
Insp.
Insp.
Autor
Insp.
Autor
— 13 —
jPocos son los que me fían, pero todavía me
queda algUQo!
]Burlitas á mi!... {Adentro con ellos, y de
aquí no salen hastia que yo vuelval
¡Pero señor inspector!...
¡Adentro he dicho!
¿Quién me habrá metido á mí en estos Uos!...
(Los guardias conducen ¿ los detenidos por Xa prime-
ra derec]»a.— Kl Inspector mutis por el foro.-'Or-
qnesta.)
HVTAClOJff
CUADRO SEGUNDO
Bazar á todo foro con grandes anaquelerías á derecha é izquierda y
otra divisoria en el centro.— La escena forma varias secciones de
distintos artículos, y en cada sección un dependiente.— Sobre las
estanterías rótulos, «Juguetes» «Objetos de caza» «ídem de vii^e»
«Perfumería» «Modas» etc^ etc. ^n el foro se lee sobre Xa puerta
«Paso á los almacenes».— Al levantar el telón, el coro general pa-
sea, viendo los artículos del Basar.
ESCENA PRIMERA
Señoras y caballeros. Dependientes. A poco, Mister PAIN
COMPRADS.
Señoras
Húsiea
Tienen las boquillas
gusto y perfección,
son de ámbar y espuma,
no hay imitación;
pero me parecen
caras por demás,
y tan alto precio
no puedo pagar.
Son los paquetitos
de polvos de arroz,
lo más necesario
para el tocador;
— u —
y si usted los tiene
los quiero llevar,
aromatizados
coa opoponáx.
(Formando grupo en )a Izquierda.)
Este es un bazar
pero superior,
como hace años mil
no se estableció.
Nadie que entra aquí
sale sin comprar.
Porque cuanto venden
tiene novedad.
Deps. (Formando grapo á la derecha.)
Este es un bazar
á quien largo yo
todos los sobrantes
de liquidación.
Nadie que entra aquí
sale sin comprar,
porque nuestra labia
no tiene rival.
(Mifiter Pain lale por la derecha con un periódico en
la mano, y se queda parado Junto á la hatería.)
Pain Este debe ser,
por la explicación,
el Bazar del Siglo
que buscaba yo.
(Todos Re fijan en el Inglés, y retroceden asustados
hacia la izquierda.)
Coro ;iUn inglés!! íjSanto Dios!!
Pain ¿Qué sucede?... (Admirándose.)
Coro . I Un inglésl
Pain ¿Cómo corren así?
Coro Pues, figúrese usted.
Los ingleses aquí
sólo quieren cobrar,
y el que más y el que menos
tiene un miedo cerval.
Pain |Ah!... jYal... No hay cuidado.
(Todos rodean al inglés.)
Hace cuatro días salí de Londón;
— 46 -
corriendo, corriendo me vine en el tren,
y vengo encargado de tal comisión,
que quiero cumplirla muy pronto y muy bien.
Coro Hace cuatro dias salió de Londón, etc.
Hablado
(b1 Coro general Irá haciendo mutis lentamente, j
después de comprar algrunos artículos del Basar.)
PaIN (ai Dependiente Mayor )
Yo he llegado ayer de Londres,
y no traigo más objeto
que comprar algunas cosas
para llevarme recuerdos
de Madrid. En el periódico
dice que tienen bocetos,
y quiero Uevarme algunos
de los que tengan más mérito.
Dep. Si, señor; nada más fácil;
precisamente tenemos
un sitio en el almacén
destinado á los bocetos.
Los hay pintados al óleo,
al humo, al carbón, al fresco,
al pastel, al agua fuerte,
gran variedad de modelos.
Pero antes, es mi deber
advertirle, y se lo advierto,
que en todos se representa
una escena ó un suceso
de Madrid.
Pain Mucho mejor.
Tengo impaciencia por verlos,
y como después me gusten,
nada reparo en el precio.
Dep. Pues tenga usté este catálogo,
(Le entrega un libro.)
y por aquí, irá usté viendo,
cómo á los lienzos traslada
el arte su pensamiento.
Pain Lo veré con mucho gusto.'
Dep. Lea usté.
— 16 —
Pain (Leyendo.) Cuadro primero.
El pollÜQ de la máquina.
Dep, Efitá de moda el boceto.
(B1 Dependíanle hai*. de ddo de lo» eaUatei nn oas- '
dro qne eiimlna el iug\it con ■lenclAn. Fot Ib puerta
loqnlerda aparece el Pollo de la máqaloa «obre el
triciclo.)
DEPENDIENTE, UIBTER FAIH, EL POLLO de le máquina ule por
la Iiqnlerda, btc» una evolución ; queda parado Crenie A la couch*.
El triciclo debe llevaí bocina automátloa y farol eaceodldo
Pollo jSaiud, caballeroel
Yo soy de la corte
lo más distinguido,
la nata y la flor.
Yo Boy un pollito
que pasa la vida
rodando esta máquina
de locomoción.
Ya tengo ganadas
trescientas a
— 17 —
pues tal movimiento
le doy á mis pies,
qué en cuatro ó seis días
de viaje constante,
me doy por España
dos vueltas ó tres.
Y ustedes, de fijo,
me dicen ahora
oyéndome atentos
mi modo de hablar:
«Y diga usté, amigo,
)>¿qué saca usté luego
»con ese milagro
»de velocidad?
»¿Le vale el dinero?
»¿Le dan á usté algo
»por ese incesante
acorrer y correr?...»
No tal; no me sirve
de nada, señores.
¿Por qué corro tanto?...
Pues velay usté...
Porque es elegante,
se ha puesto de moda,
y yo soy esclavo
de todo lo sic.
Porque es delicioso,
porque es muy bonito,
pasar como un rayo
por todo Madrid.
El traje es sencillo:
gorrita á la inglesa,
chaqueta cortita,
ceñido el calzón;
y aquí el farolito,
y aquí la trompeta
que dice j¡¡Petróleo!!I...
jAllá va el ciclón!
(Marchase rápido por la dercc'.íR hadon<lo nnn evoJu-
ción y tocando la trompeta.)
Pain ¿y no tiene otro quehacer
este pollo?
^^*-^- No, señor.
*•
(Lerendo en el cetálogo.)
í Dm reUj despertador.*
^□señiudDle un lelúj.)
Este si tiene que ver.
PAIN, DEPENDIENTE, EL HOBARIO y Us doce bont
Húslea
lAs Estas doce compañeras
son las doce del relo^;
por nosotras, de la vida
la medida se encontró.
El amor dice que somos
un tormento más,
porque somos un milagro
de velocidad.
Nadie aplaude nuestro
modo de marchar.
(ddcs colpes de timbre.)
El que espera
nos maldice
porque lentas vamos,
y porque martirizamos
su felicidad.
De esta manera
nunca la esfera
siu dar disgusto
-48 —
puede luaicftr;
V amor supone
las horas brevee,
8Í otros las creen
eternidad.
Siente al dar las doce el albañil
una cariñosa sensación;
suelta la paleta, va á comer
y á beber del rico peleón.
Y cuando se escucha
de la campana el son,
al punto se vuelve
contento á bu labor.
eonchtt, ttlcaTesando por ex
Soy Horario,
■de absoluta precisión.
Dar la hora
es mi constante niÍBÍón.
Los minutos
respetan mi voluntad,
y es mi vida
un incesante compáa.
Yo despierto al perezoso
y despierto al cazador,
y mis cuartos son seguros,
por ser cuartos de reloj.
— 20 —
Horas El Despertador
vale un potosí,
si lo duda usted,
mire usted hacia aqui.
(Timbres. Moyirniento de yalls. £1 resto de la letra
está en la partitura. Mnt!8, tocando los timbres por
la derecha y en fila.)
Pain Es un relé entretenido.
Dep. ¡Ya lo creol
Pain Sí, señor.
Con este... despertador
nadie se queda dormido.
Dep. (Enseñándole otro cnadro.)
Este es muy de actualidad
y ya no queda más que uno.
Son Cibeles y Neptuno,
Dioses de la castidad.
ESCENA IV
DEPENDIENTE, PAIN, CIBELES y NEPTUNO. Éste con traje de
frac encamado, peluca y tridente. Acinolla de estatua
Nkp. ¿Conque te van á quitar,
Cibeles?
CiB. Creo que sí.
Nep. y, ¿dónde vas á parar?
Cíe. ¡Sabe Dios!... ¡Pobre de mí!
Nep. Pues yo, chica, francamente,
al saber tan triste nueva,
empuñando mi tridente
vine á ver si hay quien se atreva
á usurparme el escondrijo.
Ctb. ¡Quién sabe!... ¡Podría ser!
Nep. ¡Pues, le reviento, de fijo!
10 soy hombre...
CiB. Y yo mujer.
Nep. Pero una mujer honrada,
pues aunque estés en el Prado
tu conducta está probada;
yo estoy muy bien enterado.
Pero, ¿qué veo? Ese traje...
¡Cómo te han paeeto el vestido!
lAhí veráfll
[Y has consentido
que te infieran ese ultraje!
Son conmigo muy crueles,
iqué le voy á hacer!
Ahora
no eres la Diosa Cibeles;
eres una anunciadora.
Mis enemigos se esconden
y á defenderme lenUDciu,
porque todos me responden
ícuénteselo usted al nuncio.»
¡Al trafiladarme de aqut
se van á llenar de glorial
NiEP.. ¿De gloria?
Ci». El alcalde y
la academia de la historia.
Ubi-, a tu marcha no me avengo
por la historia de los dos;
soy el dios Neptuno y tengo
toda la fuerza de un dios.
— « -
CiB. Desiste de tn quimera,
Neptuno; sé más prudente;
la calle de la Montera
también tenía su fuente
y la quitaron de allí.
' Nep. Sí; para esplendor del arte.
CiB. Y aiiora me mandan á mí
con la música á otra parte.
Según dicen, son pretextos;
chismes de calumniadoras;
intrigas de ciertos puestos
del prado... las aguadoras.
Además yo, como apunte
histórico, nada pierdo,
porque siempre el transeúnte
me dedicará un recuerdo
al pasar, y habrá quien diga,
si sus recuerdos son fieles,
Cibeles, Dios te bendiga,
¡cómo te han puesto, CibelesI
Nrp. Pues yo evitarte deseo
que andes de aquí para allí,
y es lo mejor, según creo,
que busquemos por ahí
recomendación pudiente.
Cjb. Si ya me ha recomendado
una infinidad de gente
y no les han escuchado.
Nep. ¿Que no han querido escuchar?
¡Ya verán esos señores!
CiB. ¿Qué piensas hacer?
Nep. Llamar
á todos los aguadores
de la Plaza de Pon tejos,
San Antonio, Encarnación,
Mendizábal y Consejos,
y armar la revolución.
CiB. ¿Tendrás coraje?
Nep. y aliento,
CiB. ¿Dispuesto estás á la lid?
Nep. Te ofrezco un levantamiento
de aguadores en Madrid.
CiB. Pues á buscar tus lebreles.
Nep. ¿a tí pisarte? ¡Ninguno!
-^ 43 «-
S'^lé, la Diosa Cibelesl
uchas gracias, don Neptuno.
(Mutis derecha juntos*)
ESCENA V
iflBTER, DEPENDIENTE y CORO DE OBREROS (l)
Músiea
(salen formados en fila y llegan á dar trente al pú-
blico, andando todos á compás.)
Coro Dicen que sube el pan,
y no lo veo yo,
que vivo en piso cuarto,
y hasta mi casa
nunca llegó.
Pero al ir á pagar,
lo que ha subido he visto
que era el pan.
Y así, claro que no
se puede resistir,
porque al precio que está
no se puede vivir.
Sube un Ayuntamiento;
luego vuelve á bajar,
y en tanto los obreros
siempre lo mismo están.
Pagan contribuciones,
impuestos por la sal,
impuestos por la carne,
aceite, vino y pan.
Y al que con furia dice
que no quiere pagar,
le largan cuatro palos
y todo queda igual.
(l) Mocha mímica en este número.
(PauBñ.— AccíAd de l(n:ai la sutt"».)
que nos canten el Eirili
Eirüi EirilMn.
¡Válgame Dios!
(V'sD descendiendo al compás de la música hasta que-
darse en oubllllaa — En la primera Izquierda euena
na dispara á tlempa de orquestii. Loa abreroa caen Rl
aunlo sentados. Sale un guardia de orden público in-
dlciindules que se rajan, y los obrero» obedecen ha-
ciendo mil corlesiai al guardia, que boee mutis detrea
de elloa, y lodo» í compiis.)
Nada, qiie la propiedad
es un robo manibeeto,
y si no es un día, es otro,
pero llegará el jaleo,
y entonces, |máldita sea!
les va arder & loos el pelo.
Pero, bueno, ¿tú qué opinas
de todo ese movimiento
socialista que amenaza
destrozar el universo?
Cap, Pues bien; hablándote ahora
como un hombre, lo que pienso
es una barbaridad,
pero muy gorda.
Obreru Lo creo.
Cap, Porque hay que desengañarfie;
tú erea burgués, por ejemplo;
pues tú me dices mañaDa:
— Oyes, Capilla, no tengo,
verbo en gracia, que comer;
y yo Toy y digo: — ¡Bueno!
Cap.
Obrero
Cap.
Voy á Ift obra, es un decir,
y ftlU le digo al maestro:
— [Eh! ., Buenoa diaa, amigo;
Tengan aquí tooa loe perros.
y dice, pongo por oaeo:
— ¡No pué ser! — Pues como obrero
que soy, me declaro en huelga,
y ahi está, ni más ni menos,
el alimr del socialismo.
Pero, ¿y cómo resolvemos
el problema?
Puesaal.
¿Cómo?
¡9Í lo estoy diciendo!
— 26 --
Obrero
Cap.
Obrero
Cap.
Obrero
Cap.
Obrero
Cap.
Obrero
Cap.
Obrero
Cap.
Obrero
Cap.
Obrero
Cap.
Obrero
Cap.
Tú pides; bueno, y el otro
no quiere» soltar los perros.
Pues tú vas y se los coges,
y de ese modo tenemos
nivélao el socialismo,
ú quié decirse, resuelto.
Te digo que estoy d/m(máa
que llegue el día, y malegro
na más que por el Ulises,
¿El üHses?
Sí, un cartero
cojo que va á la taberna.
¡A ese sí que lo reviento!
¿Es burgués?
¿Que si es burgués?
Ya ves, toma el vino negro
con seltz, no te digo más.
Entonces, claro.
jPor eso!
Pero, j cuando llegue el día
del triunfo...
Que no está leios.
Bien. ¿Qué programa tenéis?
Como tener, no tenemos
ningún pongrama aoordao.
El panorama es lo de menos;
pero hay algunas cabezas
apuntas para el degüello.
Yo soy hombre, verbo en gracia,
que no iié muchos deseos,
y con un par de tendidos
pa esa y pa mí, satisfecho.
¿De modo es que tú supones
que el día del gran jaleo
será una fecha muy triste?
, Habrá que hacer, por lo menos.
¿Cortaréis muchas cabezas?
Muchas, pero yo prometo
no cortar ninguna.
. ¿No?
Yo ninguna.
. ¿Y cómo es eso?
¿Es que tú eres compasiyo?
Es que yo soy sombrerero.
- t7 -
y lo que es á mi parroquia,
francamente, la respeto.
• (Matis los doa dereisha.)
Dep. ¿Qué le ha parecido á usted
este cuadro?
Pain Que no es nuevo.
Y, además, en mi país
esta clase de bocetos
I son más terribles, ¿comprende?
I Dep. Si
I Pain Tienen más movimiento.
' Estas figuras de aquí
no hacen más que hablar, y luego
mucho ruido y pocas nueces,
poco hacer y mucho miedo.
Aquí no luce este cuadro.
Dep. ¿Que no luce?
Pain / No lo veo.
Dep. Se dará luz. Vea usted,
. precisamente por eso
encargué estas farolitas
al ünstre Ayuntamiento,
y mire usted si han tenido
buen gusto para el modelo.
ESCENA VII
DICHOS 7 LAS NUEVE FAROLAS por la UquierdA
Hnsiea
Coro Somos las nueve farolas
de la cidle de Alcalá;
una invención peregrina
de la municipalidad,
{)ara evitar que tropiecen
os tranvías al cruzar,
y alumbramos 4e un modo notable
con el mechero de gas.
¡Pííiíi! (Tocando el pito.)
Tranvías por aquí.
iPüm (ídem.)
Tranvías por allá.
Y mientras que circulan,
■aolemoB cantar
la canción que al pasar nos eiiseñu
el mayoral.
(AccEún de realañar el láiigo.)
Esta noche ha llovido,
mafiana hay barro,
y en cualquier bache de estoa.
[Berranal ¡morena!
y en cualquier bache de estos.
jiál jiál... (LAtlgo.)
ee atranca el carro.
Cuando veas que paeo,
quita de en medio,
porque voy muy de prisa,
¡serranal |morenaJ
porque voy muy de prisa.
|iá! [iál (uugo.)
y te atropello.
Si nos quieren ver.
vayan y verán
todos en la hermosa
calle de Alcalá.
I •
I
— ÍO —
Y podrán decir
8i la obscuridad
nuestro Ayuntamiento,
la supo quitar. (Mutis, tocando los pitos )
Hjiblado
Pain Es una idea feliz,
pero en vez de esto pudieron
hacer unas columnitas
eléctricas, y el efecto
hubiera sido mayor.
Dep. No, se habrá pensado en ello.
Pain ¿Tiene usted fotografías
de los teatros?
Dep. Sí tengo:
un álbum coleccionado
por un repórter moderno, (sacn un áibam.)
Aquí está, véalo usted.
Pain jBonito entretenimiento!
¿Quién es este?
Dep. ¡El Español!
Pain ¡Oh, me gusta mucho el género!
ESCENA VIII
DICHOS y LOS TEATROS snceílvamcnte
^Español (Por la izquierda, en traje de época.— H^bla con mar-
cado acento catalán.)
Todos los dramas que escribo
los escribo en catalán,
y luego me los traduce
el simpático Gaspar.
Representé Mar y cielo,
la Judit de Wecf,,. y... tal,
y hay muchos comisionistas
que me aplauden á rabiar;
pero debo confesarles
con toda sinceridad
que el género que yo escribo
no es inglés... ¡es catalán!
Eso sí, digo los versos
muy bien, ustedes verán: (Breve pausn.)
¿Por qué volvéis á la mentofia mia
triatcB recuerdos de pasadas fechas?
La piqueta del tiecapa, poeo á poco,
deja ea mis muros insondable huella,
y es un montón de artísticas ruinas
el antiguo corral de la Pacheca.
Las luchas de cborisos y polacos
ya no presenciaré desde mi escena,
ni volverán jamás aquellas obras,
pues para un Moratln hay cien Cornelias.
Hoy vivo de mis glorias solamente
y é, nadie le preocupa mi existencia;
en vano Echegaray, con noble .esfuerzo,
la lucha entabla y en vencer se empeña;
en vano que la critica fustigue
el género anodino de las piezas,
habiendo dramas con bastante tesis
que se merecen maldición eterna.
Pero ¿á qué preocuparme de estas cosas,
que mi vida acibaran y atormentan?
¿Por qué volvéis á la memoria mía,
tristes recuerdos de pasadas fenhas?
(ei actor encargado de seta papel puede reelur enl
este pnrlamento ó Imitar í lo» scCeres celebres.)
-• 34 —
Pain
Dep.
Apolo
Eslava
¿Y los demás?
¿Los demás?
Ahora los irá usted viendo.
{Apolol Entérese usted
de lo mejor que tenemos.
(vestido de Comendador del Tenorio en la escena del
cementerio. Sale montado en nn borrlqnillo y con nna
campana en la mano. Canta con música de *Los Apa-
recidos.*)
«Yo no sé por qué causa me tienen
en varias escenas
un miedo feroz;
cuando yo soy un pobre danzante
que sale vestido
de Comendador.»
Hablando en secreto aquí,
cien obras fueron gritadas
hasta que yo apared;
pero dando campanadas
las gritas detuve asi.
Soy un teatro modelo
de buena administración;
yo hago números al pelo
y mi honradez, sabe el cielo
que es de todo corazón.
Como me he portado asi
nadie hablará mal de mi
porque mis puertas cerré.
¡Hacia un calor allil...
Digo, ya lo sabe usté. (Mutis.)
(Un señorito chulo.)
Pues yo, ya sabrán ustedes
soy el teatro de Eslava;
uno que tiene muy pocas
comodidades en casa.
Yo no gasto una peseta
en aneglarme la sala.
¿Que hace falta alfombra nueva
y necesita butacas,
ó arreglar el decorado,
ó revocar la fachada?
Pues eso, á los empresarios.
Yo soy asi; quieto en casa;
con cobrar los alquileres
de la finca, pues me basta.
Y el que quiera dibujitos
que los pague ó que no vaya.
Lo que más abandonado
tengo yo, es la planta baja,
. y una radical reforma
me está haciendo mucha falta.
Pero quieto, el empresario
se encargará de llevarla
á efecto, pues mi persona
se está quietecíta en casa
cobrando ios alquileres
de la finca y santas pascuas. (Mutüi.)
Cow. (una niña en traje corto y con las trenzas colgando.)
Yo soy la niña Guerrero,
de lo mejorcito que hay,
y lo dice el mundo entero
por boca de Echegaray.
Hice Eealidad y aún
ignoro «i estuve mal,
pues resultó que era un
episodio nacional.
Real (De «GuSllenno Tell» cantando.)
€ Siempre las mismas óperas^
lo cual, que es una atrocidad feroz,
mientras que fuera de la corte
se va á estrenar Bretón.^
(1) lo sonno il coliseo
de tutta la elegancia
donde se anida el arte
de Verdi y de Mozart,
y vivo dd ricordo
feliche, piú fetiche
dü tempore passatto
que ya no volverá.
Aquesta lemporatta
lo mismo que las otras
daré Fausto, Traviata,
GlOGONDA, TkOYAUOR,
daré.., molíos disgustis
y moltos desengaños
y ceiTaré la porta
si quiere entrar Bretón, (muiís.)
(l) Está escrito como debe pTOnnncinrse.
— ¿ia —
«
Lar A (señorita cursi.)
Yo soy el teatro Lara»
donde va la clase inedia
y donde hace cuatro siglos
que les doy la misma pieza.
Desde que me he puesto al habla
con Jai-Alai, vá mi empresa,
lo que pierde con mis libros
ganándolo con las* cestas.
PriNC. (Revohicioüarlo de blasa con gorro frigio y antorcha
encendida )
¡Mire usted que tiene gracia!
y no se le ocurre á cuatro,
estrenarme en un teatro
donde va la aristocracia.
Yo soy la Gommune francesa,
y me llamo Thérmidoi-^
y este año fui lo mejor
que se estrenó en la Princesa.
TÍVOLI (Vestido de majo.) Yo SOy el Á,ntÍgUO tC-
atrito de Maravillas,
que el año pasado, me
sacaron de mis casillas.
Soy fresco y lo que me pesco
sé divinamente yo;
por eso el público no
me manda á tomar el fresco.
Doy casi siempre en el quid
con lo que voy estrenando,
y eso que empecé gritando
¡Pero cómo está Madrid!
Rec. Soy el de Recoletos, (un poiio decentito )
buena persona;
este año tengo gente
de Barcelona.
Vivo aquí arriba,
en la calle de Olózaga,
buñolería.
Doy función en Apolo,
si fc'opla el viento,
8i aprietan los calores
en Recoletos.
3
Y yii está visto,
yi) me paso )a vida,
dando Hft]tit()B
FeL. {Va cblco con coTlerade laa de eacuflln; ule llorandc
delante del Guardln muDlcip»!, qne le empuja coii
malos modo» Felipe lleva nn teitrito ea la mEno.)
¡A ver bí se está usted quieto!
OuARU. I.° ¡Caramba con el chiquillo!
Fel. ¿a quién estorbaba yo?
■GuARD. A nadie. Pero ea lo mismo.
Lo digo yo y basta y sobra.
Fel. Yo estaba en un linconcito,
dando alegría y belleza,
junto al Jardín del Retiro.
¿Por qué me quitan de allí?
<iuASD. Son cosas del Municipio.
Se ensanchan todas las calles,
no se está en paz un ladñllo;
aquí hacemos una plaza,
allí ee hace un hotelito,
hoy está aqni la Cibeles,
mañana está en San Francisco;
Ifi cuestión ee hacer cosas
y armar muchos laberintos
— 35 ^
que aunque no sirvan de nada
vean que somos aztivo$.
Con que largo, chiquitín.
Fel* jpónde pongo el teatrito?
tjrUARD. l.o En la Moncloa.
Fel. Eso es,
ó al lado del Obelisco.
OuAR. 1.® Donde no se estorbe el paso.
Bueno, y hemos concluido.
Fel. ¡a ver si se está usted quietol...
OüAR. I,® rúes largo de aquí, chiquillo.
(líutlB por la derecha.)
Retiro (De americana clara, pantalón obscuro, corbata chali-
na, sombrero de paja, etc. Tipo de verano; se adelan-
ta 7 se dirige al público.)
Soy el Jardín del Buen Retiro
y en la presente estación,
lo más Undo, lo más fresco
i ' para pasar el calor.
Yo doy todas las semanas
dos conciertos, solo dos:
los cinco días restantes,
en el teatro, función.
Tengo fonda al aire libre
que sirve la casa FOR... (Tose.)
NOS con gusto y elegancia;
tengo en las sillas amor
y en los intermedios toca
una gran banda en el Kios... (id.)
ko, que está bien dirigida
por notable profesor.
Montaña Rusa, aguaduchos,
Metempsícosis, Fanto... (id.)
CHES, en Un lindo teatro
que hay por la puerta interior.
Cultivo todos los gustos
y me tienen afición,
pues como fresco, soy fresco,
y en verano, lo mejor.
Muy buenas noches, señores;
siempre á su disposición.
(Mntls. Atraviesa la escena un soldado de infantería
en traje de marcha, tirAndo al suelo «garbanzos* de
pega.)
Dkp.
¿Le gusta á usté el militar?
Pajn
j^ulén es eete soldadito?
El pRÍNaPE Alfonso.
Dep.
Paih
[Ah!
Dep.
¿Pues no ha «ido usted los tirosi'
Ya ve usted cómo está el art«.
Pain
Hay de todo. Malo y bueno.
Dep.
Este cuadro tiene gracia.
Paim
¿Y qué representa?
Dep.
üncügo.
Es la musa popular.
Pain
Ya.
Dkp.
La que divierte al pueblo.
lA, LAZARILLO y
Maslea
(pptgonando.)
Vamos é. ver, caballeros,
quién por un perro chiquito
no quiere comprar ahora
la canción del sombrerito.
Laz. ¡Cinco céntimos nada más!
Ciega ¿Quién pido otra?
— 37 —
Ciego (canuindo.)
una vieja y un candil
no faltan en una ca«a,
(ciega y Lazarillo repiten.)
la vieja, gruñe que gruñe,
y el candil, gasta que gasta. (ídem.)
Con ese garbo
que tiene usted,
el sombrerito
le cae muy bien.
(e1 coro repite egte mismo estribillo al final de todas
las coplas.)
Pegada con goma laca
tiene una pipa Soler
y cuando se le despega
se la pega su mujer.
Han puesto en las plazas kioscos
ó cosas por el estilo,
donde por un perro grande
se queda ustea tan tranquilo.
Dicen que el vino español
por la frontera no pasa^
me alegro por la cosecha,
que toda se queda en casa.
Una vieja en un jardín
de un palo mató tres peces,
y otra vieja le decía:
«(Caramba qué fuerzas tienes!»
A una niña en un balcón
le hacia señas el novio,
y la vecina de enfrente
decía: (A mí que me importal
(e1 actor encargado de este papel pnede cantar coplaa
basta qué se canse, pero los autores de esta obra le
ruegan qne sean deeentitas ¿eh? Y gracias.)
— 38 —
Pain Me gusta la variedad
de tan distintas pinturas,
y si mi estrañeza es grande,
mi satisfacción es mucha.
Dep. También este es muy curioso.
Pain ¿Cuál es?
Dep. Sala de lectura.
ESCENA X
MISTEB PAIN, DEPENDIENTE, LOS PERIÓDICOS sucetivftmente
EL IMPARCIAL y EL LIBERAL correctamente vestidos de frac,.
sAlen juntos
LiB. Ya sabes que te distingo.
Imp. Ya sabes que yo te aprecio.
LiB. Pero no me asustas nunca.
Imp. Ni yo á tí te tengo miedo.
LiB. Tiro un millón de ejemplares.
Imp. y yo tiro dos, lo menos.
LiB. Eso sí que no es verdad.
Imp. ¿Que no es verdad? Te lo pruebo.
LiB. Yo circulo más que tú
Imp. ¡Allá nos vamos!
IjIB. ¡Ah! {Bueno!
Imp. Pero tengo casa propia,
con el busto de mi dueño.
LiB. Eso es un alarde...
Imp. ¿y qué?
Eso es que tengo dinero.
LiB. Yo hago política franca,
por eso me compra el pueblo.
Imp. ¡Liberal, que no me asustas!
LiB. ¡Imparcial, que no te temo!...
La Correspondencia. — ^(señora respetable con gorra dCK oarte^
ro.— Se coloca en el centro de los anteriores.)
¡Pero, señores! ¿qué ocurre?
¡Siempre lo mismo! ¿qué es esto?
Copíenme ustedes á mí.
Yo en todas partes me meto;
— 39 —
entro, salgo, subo y bajo,
yo no descanso un momento,
unos dicen que soy vieja,
otros dicen que doy sueño,
quién que soy una veleta
que gira á todos los vientos,
en fin, que vivo con todos,
y que soy, por lo que veo,
una institución formal
y de un porvenir soberbio;
£l. País (De frac. Sale efrcandalixandc. Se dirige al público.)
¿Pero en qué país vivimos?
¿Qué es lo que piensa el Gobierno?
¿Cuándo se va á terminar
eso de los presupuestos?
¿Qué hay de los cinco millones?
¿Se ha sabido dónde fueron?
Diga usted, amigo mío,
¿qué ocurre en los astilleros?
¡Esto es una indignidad!
¡Este es un país de peiTos!
¡Aquí no hay más que chanchullos,
y timos de todo génerol...
¿Ve usté? de nada me sirve
poner el grito en el cielo.
¡Hasta que venga... Andavales
esto ya no tiene arreglo!
T^A Época (vieja elegante, apoyada en un báculo.)
¡Cien años hace que estoy,
todos los días diciendo:
— «Señores, créanlo ustedes,
»que Don Antonio es un genio;
>que es la primera cabeza;
»que aunque no mira derecho,
>es un hombre que ve claro,
>y sobre todo de leios;
»que es, según me na dicho Elisa»
>un coloso haciendo versos!...»
¡Pues si seré desgraciada...
que á ninguno le convenzo!
Madrid Cómico. — (eI irrOe <lel flBurln que paedu vt
Con revistas de Tabeada,
con versitos de Sinesio,
con coplas de Pérez Zúñiga,
López Silva y Monasterio,
hace diez años, la gente
conmigo se está riendo,
por la muy modesta cuota
semanal de quince céntimos
Por nada me preocupo,
70 Qo tomo nada en serio,
cada dia gusto más,
y no salgo de mi puesto
con revistas de Taboada,
con versitos de Sineaio,
y coplas de Pérez Züñiga,
López Silva y Monasterio.
Blanco y Negro. — (señonia restlda con esos dos -
Mucho dibujo bonito,
mucho dibujante bueno,
mucho empaque, pero á veces,
me descuidan mucho el texto.
~ 44 -
Yo doy cinco mil pesetas
al que pruebe que no es cierto
el número de ejemplares
0t^^*fiptn*'i
que tiro, de Blanco y Negro.
¿Qué no es verdad que los tiro?
rúes ó los tiro ó los vendo.
El Heraldo. — (Eh traje de Abate. Acento cabano.)
En el Heraldo estoy yo,
y estoy muy bien donde estoy.
¡Ahí señores, que yo soy
el Ahate. ¿Y cómo no? "
Allí escribo mi revista,
y algunos me creen malo,
porque igual le doy un palo
á una empresa que á un artista.
«Que hay en mis frases crudeza :»
me dice cualquier amigo;
pero ¿por qué?... ¿porque digo
lo que siento con franqueza?
Nada de favoritismo,
mi juicio es siempre sereno;
— tó —
lo que eB bueno... ipuee eB buen
Slo que es malo, lo mismo,
o me importan maldicioneB,
aunque vengan en tropel.
Lo mejor que tengo, es el
valor de mis opiniones.
¡Y por nada he de variar!
Yo al que no es bueno lo baldo.
El Ábate del Heredo,
V servidor. — Ok revoir.
UI9TEB PAIN, DKPBMDIXNTB, LOS PBBIÓDICOS, EL CABALLERO
DEL FR0<iBAMA de tnis, con an Tollo de papeleí
Cab. (líaxatAo Mentó oatalán.)
Muy buenas tardes, Eeñort
¿Me esperaban? Ya lo veo;
no he podido venir antes,
tuve en el Ayuntamiento
sesión, para terminar
el programa de festejos.
— 43 —
LiB. ¿Y qué tal es el programa?
Cab. Es un programa soberbio.
Día doce: diana, música.
Imp. ¿Música?
Cab. y mucho jaleo.
Hago esto para abrir boca.
LiB. Sí, ya vamos comprendiendo.
Cab. Lu^o, más música.
Periódicos ¿Más?
Cab. ¡Hombre, claro! Después... fuegos
artificiales.
Imp. ¡Caramba!
¡Bonito entretenimiento!
Cab. Amenizados con música.
Lib. ¡Qué gracia!
Época ¡Tiene salero!
Cab. ¡y dos corridas de toros!
Imp. Con música.
Cab. ¡Ya lo creo!
Gran sesión extraordinaria,
á la que todos iremos
de gala, con uniforme...
¡y con música!
Periódicos ¡Soberbio!
Cab. Ona recepción espléndida;
un pabellón, un Congreso
de Alcaldes, de toda Eq)aña.
Imp. ¿Tendrá que ver?
Lib. Todo esto,
S' mdrá música también?
ombre... no sea usté sangriento»
'mi querido Liberal/,..
A más, habrá, por supuesto,
el día doce, banquete;
el día trece, refresco;
el día catorce, lunch;
el día quince, un refrigerio;
el dieciseis, gaudeamus;
el diecisiete, un almuerzo;
el dieciocho, un piscolavis;
el diecinueve...
Lib. Sí. Pienso
que van á pasar ustedes
el centenario comiendo.
— 44 —
Cab.
LlB.
Cab.
Imp.
•
Cab.
Periódicos
Cab.
LlB.
Imp.
Heraldo
Cab.
Lib.
Cab.
Lib.
Imp.
Heraldo
Cab.
é'
Dep.
Pain
Dep.
Pues, hombre, de eso se trata,
de comer.
Sí, ya lo veo.
jVaya una juerga que van
á correr los madrileños!
{Regular!
Y diga usté,
qué va á costar todo eso?
cho millones de reales.
¡Qué barbaridad!
Yo quiero
que ustedes me ayuden ¿eh?
¿Yo?
¿Yo?
¿Yo?
Juntos haremos
una cabalgata histórica.
¿También con música?
Bueno.
Pues, mire usté, por mi parte
no. (Mutia.)
Ni yo. (Mutis.)
Tampoco quiero. (MaUa.)
(Matls los periódicos.)
Vayan ustedes con Dios;
lo haré sólo; ya lo creo.
¿No me ayuiíais? No me importa,
oiré entonces: Llamé al cielo
y no nte oyó. Que me digan
que todo es música, bueno;
¿que son mucho ocho millones?
^ues ahora pongo ocho y medio! (muiIs.)
No tengo más que enseñarle;
pero creo que ya ha visto
muchas cosas, si le agradan...
Hombre, no me determino,
porque en su bazar, observo,
que hay bastante desperdicio.
Está usted equivocado,
mi queridísimo amigo;
en mi bazar, Mister Pain,
guardo cosas que yo estimo;
aún nos quedan por España
cosas de mérito altísimo,
— 45 —
que á las artes y á las ciencias
le dan esplendor y brillo.
Aún quedan muchos artistas,
y grandes hombres políticos,
y genios que allá en la historia
ocuparán un gran sitio.
iTodo se vende barato!
Pero lo bueno, lo fino,
¡eso, qué se ha de vender!...
Eso es para damos pisto.
(orquesta.)
HVTACIOM
CUADRO TERCERO
La misma decoraolón del primer cuadro
ESCENA ULTIMA
INSPECTOR, por el foro, á poco EL CABO, EL AUTOR y EL
ESPECTADOR
Insp.
Cabo
Insp.
Cabo
Insp.
Cabo
Insp.
Autor
Insp.
|CaboI... jCaboI... *
(saliendo por la derecha.) ¡A la orden de USted!
Que salgan esos detenidos por la cuestión
de los Jardines.
En seguida. (Mntia derecha.)
Mi deber, como autoridad, es no dejarle
marchar, si no presenta un fiador; pero
mi cortesía de caballero me obliga á felici-
tarle por la obra.
(Sale con el Autor y el Espectador.) Aqui están
estos caballeros.
Pasen ustedes.
¿Podemos salir, señor Inspector?
ün momento. Vengo de enterarme, y efec-
tivamente, he sabido que usted es uno de
los padres de la criatura. La obra se está ter-
minando, y si quiere usted ver el final, va-
mos juntos; pero luego viene usted otra vea
aqui.
Autor
Insp.
Autor
ESPEC.
Autor
EsPEC.
Los DOS
— 46 --^
¿Cómo?...
I Claro! Hasta que tenga usted fiador.
¿Si?... Pues con permiso de usted voy á ga-
nar tiempo. Ya tengo ñador.
(ibeflriéndoM al públieo.)
Y yo.
Aunque la» prisión abruma...
Tenemos la confianza...
De que daréis la fianza
á los del A vuela pluma.
ORQUESTA.— TELÓN
OBRAS DE ENRIQUE LÓPEZ MARÍN
£SN COLABORACIÓN CON VAKIOS AUTOBBS
La casa del difunde,
Bardeaux.
El Juicio de Fuenterreal,
Las Triunviros.
Tres tristes trogloditas .
Chavea.
La Sultana de Marruecos,
Zas manzanas del vecino.
Los murciélagos (tres actos.)
Su majestad el Duro.
La víspera de San Pedro.
Charito.
El caballo de Atíla,
jMañana... será otro dial
JSl sueño de anoche,
A vuelapluma (revista.)
A ZARA60ZA POR L0C08.
COMEDIA EN TRES ACTOS Y EN VERSO,
OBIGINAL
®9i B^u érnt^m ©g Aa»{BA«
ReprescDlada con grande aceptación eo el Teatro de la Comedia
el 14 de Mayo de 1851.
¿yt).' ijs.
MADRID— J8S2.
lUPRINTA A CARQO DE C- OONEALBZ : GAUE DEL RDBtO, N." 14-
r
Esta obra es propiedad del CIRCULO LITERARIO COMER-
CIAL , qne persegairá ante la ley al qae sin. su permiso la reim-
prima, varié el titolo, ó represente en. algan teatro del reino, ó
en alguna sociedad de las formadas por acciones, soscnciones,
ó cnalqniera otra contríbacion pecuniaria , sea cnal fnere sn de-
nominación , con arreglo á lo prevenido en las Reales órdenes
de 8 de abril de 889, 4 de marxo de 1844, y 5 de mayo de
1847, relativas á la propiedad de obras dramáticas.
Se considerarán reimpresos furtivamente todos los ejemplares
que carezcan de la contraseña reservada que se estampará en cada
ano de los leg¡(timos.
PERSOIWAGBS. ACTORES
DOÑA MARGARITA. ... Doña Lorenza Campos.
PEPA , . . . . DoüA Amalia Gutiérrez.
LEONOR Doña Joaquina Samanieoo.
SERAFINA Doña Concepción Alba.
DON LEANDRO. Don José María Dardalla.
CAYETANO Don Calisto Boldün.
GARLOS f . . Don Manuel Pastrana.
FEDERICO Don Francisco Pardo.
DON FACUNDO Don Ramón Medel.
DON LUIS Don José Alvalat.
PEPITO Don N. Masgardo.
La escena pasa en Madrid, año 1851.
ACTO PRIMERO
Antesala de casa de don Facundo. MncUes d«l día.—- Encima de
ana mesa nna caja de betan; unos zorros de limpiar S3bre una si-
lla. A la derecha, primer término , pnerta. En segundo, ventana.
En la izquierda, primero y segundo término, dos puertas: en nna
de ellas cortínon azul. Pnerta al foro: reloj de sobremesa.
f
'•»
ESCEHA PRIMERA.
Pepa, arreglando los muebles.
Pbpa. No me ayudará el mastuerzo !
Voy á abrir que bay poca luz',.
y eso que ya son las nueve...
Cuidado si tengo cruz!...
{Abre la ventana,)
Dónde estará el mayordomo?.
Acaso como un atún
tendido en mullida cama:
le tengo envidia, ¡gandul L
Ya se vé, como los amos
— 6 —
no entienden nunca el albur
que está jugando ese viejo,
le miran como á ningún...
Pero, qué le hemos de hacer? ^
quien ^n el mundo es tahúr,
vive roas afortunado
que el que posee virtud:
bien cerca tengo el ejemplo;
ese joven andaluz
3ue es amigo del sefior
on Federico, según
dicen, tiene buenas onzas
y es en todo un avestruz ,
menos para hacer intrigas,
y no mentirá el run run.
Pero arreglemos los trastos:
este cortinon azul
ya reemplazo va pidiendo...
y se ha dejado el betún
en la mesa ese vergante II
Mayordomo masmambrúl!
Pues á la calle lo tiro :
ILo arroja por la ventana.)
así aguzará el testuz
ese demonio de viejo
que con su genio y con sus
chocheces , va á hacer que un dia
á mi me dé un patatús.
(Sigue urteglando Ufs muSlÜt*)
ESCENA II.
Dicha. Gayeitano
Cayet. Buenos dias nos dé Dio^ :
estás á solas rezando?
Pepa. Muy lejos de eso, que eiátoy
entregada á cien mil diablos.
Gayet. Pues estás acompañada ,
mejor: me voy á mi cuarto.
Pepa, ¡siempre socarrón*! (Me quemal)
— 7 —
Gatet.
Pbpa.
Catet.
Pbpa.
Catet.
Pepa.
Cayet.
Pepa.
Catet.
Pepa.
Catet.
Pepa.
Catet.
Pepa.
Catet.
Pepa.
Cátet.
Pepa.
Catet.
Pepa.
Catet.
Pepa.
>
Pues qué, la verdad no taMo?
Soy socarrón porque quiero
que no se engañe á los amos?
Señora Pepa, yo sé
donde me aprieta el zapato,
y por eso no me engaña
ni el mas astuto criado.
Del que me dá de comtr,
yo siempre seré un esclavo,
y miraré por sus bienes
con frenesí, sin descanso:
por eso yo que conozco
vuestro infame despilfarro,
nunca os de]o sosegar,
y me desespero y rabio;
mas no importa si consigo
que no se engañe á quiOD amo.
Y á mi me cojió en la trampt
alguna vez?
Mas de cuatro.
Me voy de aqui por no verle.)
El diablo la está llevando.)
Dices de la vela dos,
&dos de la vela, cuatro,
e equivoco...
Ya se vé!
Todos nos equivocamos.
Conciencia, Pepa, concieocial
Mas...
Cuándo te has confesado?
El domingo.
Apostaría
que absolución no te eobaroBt
Mentira.
Quién era el cura?
Algnn sargento de garbo?...
ja! jal ja!
Me voy, si no...
Coje los zorros, mi encanU>.
K)ojiéndolo8»)
No es usted mal zorro.
Qué?
Nada, nada; que me marcbo.
Bien: ya sabes que te quiero.-.
Y yo á usted... (Mal rejonazol)
Catet. Adiós... (Cuándo vuelve el eólera !)
Pepa. Abur, y... (Párlate un rayo! )
(Váse.)
ESCENA m.
Cayetano. A poco , Don Fagunoo , Doña Majuiarita.
Catet. Bien vá la casal muy bien !
Ambos padres cboctieando »
y los hijos todos locos
estudiando con et diablo.
Fagund. Buenos dias; fiel amigo:
Marg. Há mucho te has levantado?
Catet. Ya saben ustedes bien
qu0 á la antigua me levanto;
esto es, cuando amanece:
en mi habitación aguardo
basta que la puerta abren,
y allí á mis solas repaso
las cuentas de aquesta casa^
que á pasos agigantados
se vá hundiendo.
Facünd. Cómo?...
Marg. Qué?
Fagund. Habla.
Mabg. Me has sobresaltado!
Catet. Qué quieren ustedes pase
con (an grandes despilfarros?
Tienen ustedes cinco hijos,
pero todos tan mimados!!!
(Remedándolos.)
£1 uno, «quiero una onza ,
que hoy convido del teatro
á dos artistas:» el otro,
cvengan mil reales, volando,
que me aguarda un capitán
con cuatro oficiales, varaos:»—
el otro, el hambrón, Pepito,
r
r
-fi-
en al nacer deslinado
para comer y dormir ,
también dice ((Cayetano,
veie á la plaza á buscarme
mías anfl;uila8, dos pabos.
un par de Jamones buenos»
que quiero buenos pescados;
el salmón no te se oUlde...»
Pues y las nifias? Canario!
(RtmedándolM.)
La una, cquiero cien duros
para dos trajes de raso:»
la otra, (dráeme un aderezo
|ue boy be dejado ajustado.»
aunque yo me qu^e á ustedes,
vamos á ver, qué adelanto?
Nada; que gruftan un poco,
y luego me digan , hazlo
todo lo que ellos te digan ;
que mientras los dos vivamos,
que nada falte queremos
a nuestros bijos amados.
Y yo obedezco: qué bacer?
Mas ecbo cuentas, y al cabo
el pobre fondo, en el fondo
mas cada vez va fondeando.
Faccnd. ÍA doña Margarita.)
w eso tú tienes la culpa:
alas das á los muchacbos ! ...
IIaig. y tú á las nifias; en paz.
Facukd. Pues bien, remedio pónganos.
Maig. Ya verás lo que les digo.
Facund. Tú verás cómo las trato.
ÜAio. Aquí se acercan las chicas.
Facünd. Pues ahora verás.
€atbt. Buen ánimo.
-^iO —
ESCENA IV.
Dichos. Leonor. Serafina.
Leonor. Muy buenos dias, papas.
Serafín. (A su padre.)
La mano...
Fagund. No tengo gans»;
que contigo y con tu hermana
estoy dado á Barrabáa.
Leonor. Pues qué hemos hecho?
Serafín. Yo, «ada.
Fagund. Estropear nuestra bacienda;
la que al fin haréis que venda ,
pues ya lo tengo empelada.
Leonor. {Con zalameria.)
Ayll... Eso te pasa? Oh Dios!
antes venderé mis trages.
Serafín. Ya se vé ! los equipajes
véndanse antes de las dos.
Leonor. (ídem.) •
Tú por nosotras perdido II
jamas lo consentiremos.
Serafín. Primero nos quedaretK»
con el mas pobre vestido.
Leonor. Anda, Cayetano : sal
á buscar una ^mdeRa.
Serafín. Ay !! ya tener no quinera
mas que un trage de penoaL
Fagund. (A Cayetano.)
(Lo ves? Quién no. se cosmiieve?)
Gatet. (A don Facundo.)
(También vo me he enternecido;
pero acordaos que han nacido
en el siglo diez y nueve.)
Fagund. No hijas , no es menester
que vendáis, mientra en el mundo...
Marg. (Aparte á él,)
Y b autoridad , Facundo ?
Fagund. (ídem á ella.)
Ay! Tienes razón, mujer.
— H —
Pensasteis que os be ereldo?
Eso es treta I... (PobretnUas 1)
sabed... (si son tan sencflt^s...)
Como os pille... (me bao veneMo.)
Como yo sepa que aquí
abosab de vuestro padre...
aqui 08 d^o á vuestra sadré.
(Begáñalas tú por mí.)
(Vase.)
ESCEHA V.
Dichos, menos Don Facundo.
Cayet. (Se ha lucido!)
M Ato. (Cayetano ,
y abora yo qué las diré?)
Catet. (Lo que él hizo enmiende usté)
Mabg. (Voy á sentarlas la mano.)
Niñas, si marchó papá
tan de pronto , solo na sido
porque está muy ofendido,
y el furor... entendéis ya?
por no propasarse huyó
y en su lugar yo he quedado.
Leonob. Pero en qué le hemos faltado?
M ABO. Eso os voy á esp1íi;ar yo :
le habéis faltado pidiendo
sin saber por qué , ni cómo ,
dinero , al fiel mayordomo
que en esta sala está oyeiMlo :
ya boy le pedís blonda una ,
después para dos camais,
porque acaso os figuráis
que tenemos una mina.
Ya me cansa tal desorden...
si no hay mudanza completa ,
os vestiré de bayeta :
os lo repito, quiero orden.
Y no es derroche formal
— 12 —
el que hacéis con Unto trage r
qae aun queréis tener carruaje
y palco en el teatro real?
Mas pues mi ruina concibo ,
ni mas trages , ni función ;
Solo os darán diversión
los caballos ^c;/ tio vivo,
V de que os reprenda asi-,
malas bijas, no os asombre...
(Me be portado como un hombre ^
estoy contenta de mi.)
( ra»e.)
ESCENA VI.
Dichos^ menos Doña Margabita.
Leonor. ÍA Cayetano.)
Tú tienes la culpa, tú.
Serafín. (ídem.)
Eres nuestra pesadilla.
Catet. Porque quiero el bien de ustedes.
Leonor. Tu bolsillo es el que estimas.
Catet. Llámenme perro judio
si mas les agrada , niñas ;
mas no crean que por eso
de mi proyecto desista^
Sé que el caudal de papá
á paso veloz camina ,
y que si yo no remedio
el desorden , vendrá un día
en que queden {pereciendo ;
con que haya juicio, hijas mias.
Crean á un hombre de honor ,
que su placer solo cifra
en ver prosperar la casa
de las personas que estima.
El lujo y la vanidad
son fantasmas que alucinan ,
y á la virtud ^oco á poco
al lodazal precipitan.
— 13 —
Lbohor. (Con mofa.)
Jesús , qué predicador I
Skiafin. {ídem,)
Qué peroración tan mistica !
Catkt. Búrlense ustedes, no importa:
plegué á Dios np llegue un día
que vea trocarse en llanto
vuestra mofadora risa.
Leonor. (No hagamos caso: si es yie)of)
Catbt. (Dejémoslas, si son nlAas!)
[Vaie )
ESCEHA Vn.
Leonor. Serafina*
Leonor. Has visto viejo mas rústico?
Serafín. Has visto viejo mas sátrapa?
Leonor. Y de los papas es ídolo.
Serafín. Es muy sagaz su gramática:
y aunque no entiende de ipérboles ,
comprende muy bien las máculas.
Leonor. Ayll Ya mamá no es benévola.
Serafín. Ya oíste la prosa enfática
con que nos llamara indómitas: '
á mi me ba dejado estática.
Leonor. Cuando nos tratan con cólera
quisiera romperla más«>'ara,
y decir en tono esplícito,
sin valerme de metáforas ,
que nos concedieran cónyuges.
Serafín. Ay II á mi , no, santa Bárbara II
Leonor. Tienes un gusto estrambótico :
siempre en todo has de ser clásica.
Serafín. Yo al hombre aunque sea c^ebre
y de figura simpática,
porqué, no sé, pero odióle
y no aceptara sus dádivas.
Leonor. Pues eres un ser insípido ,
y es tu cabeza fantástica;
nunca pensamos unánhnes:
á hombres con mentes misántropas.
miro yo con gozo célico,
y Un soto irierto lágrimas
porque á tres ó cuatro prójimos
entregar no puedo el ánina.
Serafín. No eres tú pooo fosfórica!
Leonor. Fosfórica no, romántica;
á veces en sueños hórridos
hácenme cruzar impávida
por selvas y bosques lúgubres
Y por las sombras atlánticas..
Serafín. Pues , Leonor , yo soy filósofa ;
y antes me quede perlática ,
y tan pobre sea mi tálamo
que hasta le falten las sábanas ,
y cuando muera á mi féretro
no le resguarde una lápida ,
que corresponda frenética
á ningún hombre.
Leonor. Qué lástima!
Para qué has naddo , estúpida!!
A esas tus ideas mátalas ,
ó vete á desiertos árabes
á asociarte con las águilas.
Serafín. No me gusta tu propósito.
Leonor. Ehi no seas sistemática!
No te envidio el ser tan rígida!
Serafín. Pues yo rechazo tu máxima.
Leonor. Adiós, y Sigue tu régimen.
Serafín. Adiós , y sigue tu táctica.
(Vánse.)
EscEif A vm.
Pepa. Don Leandro, jéveií andaius , con desembarazó deganle
y acento sevillano : hablan desde el foro.
Leand. Si se habrán ya levantado I
Déjame pasar , muchacha :
ya sabes que yo entro aquí
como Peofo por su casa.
— 15 —
Pepa. Pero , y si aun están durmiendo t
Lbaicd. Aguardaré en esta sala,
y tu me barás compaftfa.
Sabes que eres ona plata ?
Pepa. Ay! Cómo se burla usted
porque soy una criada I
Leand. No; si yo soy democrático ;
me gusta la gente llana.
Los bijos de Andalucía
tenemos el alma franca ,
y en prueba de. lo que digo,
toma un abrazo , salada.
(Vá á abrazarla,)
Pepa. (Levantando la mano,)
Cuidado con propasarse...
Lband. Gbica , si ba sido una dianza.
Pepa. £1 demonio del señor !
LsAND. Pocos gritos : toma y calla.
{Le da media peseta,)
Pepa. (Tomándola.)
Qué es esto que me da usted T
Leand. £1 qué? dos reales de plata.
Pepa. Y con esto...
Leand. Beber puedes
treinta y cuatro vasos de agua.
Pepa. Gástelo usted en alfeñique.
(Se los tira á los pies , y va$e.)
ESCENA IX.
Don Leandro. A poco, Leonor.
LE4ND. (Cogiéndolos, )
Por rumboso esto me pasa.
Leonor. (Saliendo,)
Quién da voces! £s usted?
Leand. 8e me figura que sí :
porque al ver esa hermosura ,
esa cintura gentil ,
— 16 —
esos labios de coral,
y esos dientes de rubí ,
ni sé si en el mundo estoy
ni si dejé de eústlr.
LsoNOi. Qué adulador es usted!
Leand. Que me coma un javalí
si digo lo que no siento ;
que me trague un puerco espín
que me sorba una ballena ^
que me mate un marroquí ;
déme un accidente , y vuelva
de él en el año dos mil ,
y... perdone usted , señora ,
ya no sé mas que decir.
Leonor. Pero Unto me ama usted?
Leand. Aun mas que al olmo la vid :
desde que yo la vi á usted ,.
una cosa sentí aqui
(Señalando al corazón)
que el corazón me pinchaba
y me lo hacia bullir :
desde entonces crudos golpes
me rompen el pecho , sí :
si quiere usted convencerse ,
con delicadeza y sin
ninguna idea siniestra ,
déjese usted conducir
esa manita adorada
de transparente marfil
hacia el corazón fogoso ;
no le siente usted latir?
Oiga usted los golpes , oiga :
ti , pitipi , tipiti.
Leonob. Vamos, señor don Leandro,
se quiere usted divertir?
Si lo que siente dijera ,
si fuera leal su fin...
Leaud. Ay , señorital. . . lo juro
y la daré pruebas mil *.
si usted quiere que la traiga
las minas del Potosí...
es decir , lo oue hay en ellas,
pronto latenorá usted aqui.
Si quiere usted que me tire
al rio Guadalquivir ,
— 17 —
y eso qne no sé nadar...
vaya , exija usted de mi.
Quiere usted que me estrangule
con mi propio corbatin ?
LsoNOB. Yaya , es usted el demonio 1
siempre lia de hacerme reirl...
Lband. y es porque le bago á usted gracia?
Digalo usted , serafln : >.
corresponderá á mi mano?
Si tal niciera , san l.uisl!
Cien mil mugeres , de rabia
dejarían de existir,
pues tengo prendas que me hacen
muy recomendable á mi.
Mire usted , soy propietario ,
y mi ingenio es tan sutil ,
que el castellano poseo
y entiendo bien el latín ,
y el francés » y el italiano ,
I el hebreo , el marroqui.
^ # He corrido España entera ,
f después he cruzado el Rhin ;
he estado en la gran Maguncia ;
en él Mogol , en Pekín.
Desde Pekin me fui al moro ,
preso me hicieron allí ;
mas de mi labia prendado
el Sultán 11 e-metali .
quiso casarme con su bija
la preciosa Faniquin.
Con que si á un hombre de mundo
, como yo no dá usté el si ,
1^ se va á acrediiar sin duda
de tener un gusto ruin.
Leonob. (Pero si ya di palabra...
Oh! que sociedad tan vill...
Por qué habiendo tantos hombres
á uno solo he de elegirlll)
Lband. Con que no me dice usted...
' I^EONOR. Ay Jesús II no estoy en mi I...
Leand. (Bien , ya creo que se ablanda.)
I.BON0R. (Cómo un nó habré de decirll)
Lband. Ayll Leonorcila!
Leonor. * [Y suspira!)
Lea:«d. Ay cuánto sufro I
— 18 —
Leonor. (Infeltel)
No le digo á usted que no...
Lbanv. Luego dice usted que si ?. . .
Leonob. Es decir , digo... y no digo...
Si yo no sé qué decir l!l
{Voces de Carlas y Federico.)
Pero llegan mis bermanos.
Sepa me compadecí ,
(Con coquetería.)
y tras de la compasión
la amistad suele venir
y luego... Leandro, adiós :
acuérdese usted de mí.
(Váse.)
ESCENA X.
Leaisdro.
Le AND. {Imitándola burlescamente.)
Quede usted con Dios , Leandro;
acuérdese usted : ji , ji...—
ya de la mina el filón
acabo de descubrir :
(Idetn.)
ayl yo quiero y no quiero... —
Si ya estás muerta por mi ,
por qué haces la dengosa
si te hago mucho tilín?
Esto se presenta bien :
vivamos sobre el pais.
— 19 —
ESCENA XI.
Dichos. CARLOS. Federico.
Garlos. (Saliendo.) Pues yo soñé con Romea.
Feder. V yo con Napoleón.
Oh! buenos dias, Leandro!...
Leand. Fieles amibos, adiós.
La ntícbe fue de vigilia ,
no es verdad ?
Carlos. EsCe rdó
marcaba las tres y media
cuando al entrar te vi yo
anocbe : y tú que no duermes ,
apenas alumbra el sol
vienes á casa á buscarnos ;
no tengas mala intención.
Lband. £1 hombre que duerme mttclio
se embrutece : mas los dos
decíais haber soñado...
Carlos. Este con Napoleón ,
y yo con Romea.
Leand. Bien.
Carlos. Ya sabes tú la afición
que tengo por declamar.
Feder. y no ignoras el furor
con que yo contemplo todo
lo militar...
Carlos. Qué ilusión
yo siento en mi , cuando escucho
declamar á un buen actor!
Feder. Cuando leo en un periódico
el general Audinot ,
ó Pedro el de los palotes,
ha salido vencedor
en este ú otro paraje ,
en est^ ó aquella acción...
Carlos. Cuando leo en un Diario:
ayer el célebre actor
fulano cogió laureles ,
— 20 —
se me ensancha el corazón.
Oh! la carrera del teatro I...
Feüei. La del soldado es mejor.
Garlos. Vaya una gloria , dar palos!
Feder. Pues la del teatro... Oblll
es muy buena : estar espuesto
. á que cualquiera pelón
criticas ponga insolentes...
Carlos. A eso no tengo temor,
que la critica mal hecba
se yaeUe contra su autor ;
y á pesar de las intrigas
y la torpe adulación ,
donde le bay brilla el talento
anonadando al traidor.
Peder. Vamos á ver : quién , Leandro ,
abora tiene mas razón?
Lband. Yo siempre soy justo , siempre :
razón... la tenéis los dos.
La carrera militar!!!
La noble declamación!!!
Ob qué clases tan ilustres!!!
pertenecí á entrambas yo!! I
Carlos. Tú?
Lband. Fui bizarro soldado...
Feder. En dónde?
Leand. En el gran Mogol.
Como que allí me llamaban
el segundo Napoleón.
Carlos. Y actor en dónde?
Leand. En la Gbina.
Feder. En la Cbina? Qué embrollón !
Leand. Si en lo que ahora os be dicho
be mentido, quiera Dios
que á Carlos le den tercianas,
y á tí un fuerte torozón.
Carlos. Gracias: pues en ese caso
¥oy á llamar á un doctor^
Leand. Mas dejemos tonterías:
nos aguarda Encarnación ,
y Pilarcita y Antonia,
junto á la Puerta del Sol ,
meliditas en dos coches .
Bella será la función I
vamos á la Castellana:
— 21 —
Ya encargado dejé yo
una opípara comida :
no tendréis oposición
en llevar tres ó cuatro onzas
asi que venda el arroz
que me están almacenando
yo lo pago todo...
Carlos. No.
Lband. y os daré cuanto me disteis,
porque soy hombre de honor
y no me gusta abusar...
Carlos. Ea, cállate, y alón.
Cayetano» Cayetaao!
ESCEHA XB.
Dkhoi» Gatbvano.
Catbt. Qué me manda usted, señor.
Carlos. Que nos traigas cuatro onzas.
Gatet. Abora no puedo.
Fkdbr. Bribón ,
si no las traes al momento...
Carlos. Qué aguardas?
Fedbr. Anda , ó por Dios. . .?
Catbt. Señoritos, que no puedo.
Leañd. No sea usted remolón.
Catbt. Aquí vela no le dan
para este entierro.
Carlos. (Levantando la voz.)
Qué horror?
A nuestro amigo te atreves ?
Fedbr. (Mas fuerte.)
Vengan cuatro onzas.
Gatet. (Con toda su fuerza.)
Queno.
S2 —
ESCEHA Xm.
Dichos. Don Fagumbo. Dona Mabgabita. Serafina. Lkonoe.
Facund. Pero qué voces ?
Marg. Qué es esto?
Garlos. Que en un compromiso estamos,
y cuatro onzas reclamamos
al mayordomo indigesto.
Facund. Y no las dio...? Muy bien bizo.
M ARG. No, Facundo, no bizo tal :
mira no los trates mal ,
pues sabes que son mi becblso.
Lbonor. Éso es: á ellos los mima.
Sbrafin. y á nosotras...
Facund. [Levantando la voz.) .
Dicen bien.
Marg. [ídem,)
Nó.
Facund. {Mas fuerte,)
Si.
Marg. (Mas flíerte.)
No.
ESCENA XIV.
Dichos, Pepito, que sale con bata y gorro, tomando el choco
late con vizcochos y servUleta en el ifrazo,
Pepito. Qué Belén 1 1
Se nos cae el mundo encima?
F«:deric. Qué buscas aqui, mastuerzo?
Garlos. Nos vienes á interrumpir?
Facund. Anda, márcbate á dormir.
Garlos. Qué buscas aqui?
Pepito. Mi almuerzo...
Facund. Gomo tu almuerzo, petate?
0
— 23 —
pues eso no es almorzar?
Pkpito. Ño señor: esto es tomar
con vizcocbos chocolate.
Fagünd. y aun buscarás.-.
Pbpho. Mi ración
que hoy acortó el mayordomo ,
pues que no me han dado el lomo
ni las lonjas de jamón.
Fagukd. Márchate con un enjambre
de demonios I
Pepito. Bien, me iré ,
pero al menos diga usté
que no me maten de hambre.
Fro«¿.í Mamá, el dinero.
Facund. Buen par!
LE0790U. Papita , un baile esta noche.
Gaalos. (á su madre-)
Danos...
Sbkafin. (A su padre.)
Llévanos en coche.
Pspno. (A Cayetano.)
Me quieres dar de almorzar?
Facund. Para amigos con ahinco
pedis : no hay rentas que basten.
Leande. Para cada onza que gasten
lo menos gasto yo cinco :
y si es á mi esa alusión
la rechazo con franqueza,
porque tengo gran riqueza
y me sobra corazón,
Yo desprecio el interés
y por nadita me atranco ;
con los billetes de banco
suelo andar á puntapiés.
Sépalo usted, don Facundo :
cuaikio busque usted dinero
en mi hallará un caballero,
aunque soy hombre de mundo.
Aquí hay un neto español ! !
Si lleváis onzas, corriente;
si no, me es indiferente ;
espero en la Puerta del Sol.
Dispongan de mi caudal ;
por oro no haya temor »
— 24 —
ue es mi tío el director
le la hacienda nacional.
( Váse.)
I
ESCENA XV.
IHcliOB, menoi Don Lbanpro.
Garlas. Ese sí que es generoso I
Gatet. Ese sí que es un bergante.
Fedbr. No.
Facund. Dice bien.
Gatet. Y un tunante.
Garlos. Pues yo soy pundonoroso:
y si no me dan al punto
ese dinero á que aspiro,
boy, mamá, me pego un tiro.
Fedbr. Y yo detrás soy difunto.
Maro. [A su esposo.)
Ay! se van á suicidarl
Leonor. [A su padre.)
Si esta noche no bailamos ,
las dos nos envenenamos.
Facund. {A su esposa.)
Marg. Que se van á envenenar.
Mienten ellas.
Facund. Mienten ellos.
Marg. Yo conozco , y no me aflijas ,
á mis hijos.
Facund. Yo á mis büas.
Marg. {Con iitonia y marchándose.)
Son muy beUas.
Facund. {ídem,)
Son muy bellos,
Marg. Dales las cuatro onzas.
(Sevá.)
Gatet. Oh... I
Tacund. Anda, y avisa á la orquesta.
(Váse.)
Gatet. Gasa de locos es esta.
ÍVa á marchar amoscado.)
Cqjiendo á Cayetano por el brazo.)
^ero cuando almuerzo yo ?
I
~25~
Catbt. Voto ti diaMo I
Gablos. (A Canetanc.)
Vé al iostanle.
Fnn. Eal a la broma I
{Se ffá*)
SUAFIN. í ^ *»"*f-
(¿^ MU.)
Psmo. Qoé me darás de almorzar ?
Cair. Voto á Moa! \ünáef<mte.
FIN DEL ACTO PRIMERO.
ACTO SEBUNDO.
Salón elegante. Muebles de todo lajo. Candelabros y aranas encen-
didas. Forillo de otro salón alumbrado con arañas: en él muebles
mny elegantes. Dos puertas laterales. Mesa con tapete y recado
de escribir.
ESCEHA PRIMERA,
Cayetano. Pkpa.
Gatet. Está ya todo encendido?
Pepa. Pues no lo vé usted? (Babieca !)
Catet. Digo las piezas de adentro. . .
Pepa. También, si señor. .
Catet. Bien, Pepa,
no te incomodes por eso;
que cuando hablas apedreas.
Has ido al café de enfrente?
Pepa. Lo menos hace hora y media.
Catet. Y encargastes los helados ,
y de Cbampai^ las botellas?
— 27 —
Pbpa. Si 5eilor.
Gatet. y ios criados
avisaron á la or^uesla? •
Pepa. Cuanto Üempo hacel
Catet. Bueno.
Pues ya. estás demás. Qué esperas?
Pepa. Y es usted el que crítica
que tan mal genio yo tenga,
cuando parece que un dia
de rabia vá á ecbar centellas?
Catet. Mira, no seas pariancbina.
Pepro. (Dentro.)
Cayetanol...
Catet. Sania Teda!
Pepito me llama I Vete.
(Va$e Pepa.)
Me está llevando pateta.
ESCEIIA n.
Gatbtano. Pepito, que sale leyendo un Diario.
Pepito. Ando buscándote, hombre,
por toda la casa^ y... vanos,
voy á darte una notida
que trasciende desde largo:
aprovecha la ocasión :
oye el anuncio:
(Leyendo.)
((Han llegado
á la posada de Ocaña
jamones de Candelario...»
Catet. Vaya una salida ahora!
Pepito, {Leyendo,)
«Y en la posada del Rastra,
bajo un precia equitativo
se bailarán pabos cebados. > —
Eb? Gayet;ino, qué Ul?
Catet. ( Voto á bríos!)
Pepito. No me haces oaM?
Bueno, yo veré á mamá...
pero ella se acerca, bravol '
— 38
ESCENA m.
Dichos, Doña Margarita en irage de baile.
Pepito. Mamá, no sabes lo que hay?
Maro. Qué es ello? Di, qué ha pasado?
Pbpito. Noticiones que interesan. . .
sigo leyendo el Diario...
(Continua leyendo.)
«Junto á San Juan de Dios renden
ricos alunes salados... »
Maro. Tomal Y esa es la noticia?
Pepito. Mamá, que me traigan algo.
IIarg. Tú tienes hambre caninafí...
Pepito. Mamita, si yo no bailo,
ni voy en coche, ni fumo,
ni me paseo á cabaflot
ni me agradan las muchachas,
ni rompo apenas calzado,
de modo, que aun cuando gaste
en comer tres duros diarios,
no tengo vicios, mamá;
ya lo ves; soy buen muchacho:
me voy á tender un poco.
Tráeme un jamón,: Gayetsmo:
diselo, mamá.
Marg. Bien, hombre i
Pepito Vivan las mamásí de rango:
si vales días...
{A Cayetano.)
Anda pronto;
y qué no tenga gusanos.
[A 8U madre.)
Vales mas plata que pesad,
y eso que estás de buen año.
Marg. Qué dices?
Pepito . No es alusión . . .
Gatet. (Qué chicos tan mal criados!
Merecen algunos padres.. )
Pepito. Buenas cosas trae el Diario I!
Adiós, vieja mia.
— » —
(Lee.)
f Acaba
de llegar el bacalao
de Escocia, á la yenia nueva*
los chorizos de Almagro.»
Se vá.)
i
ESCEKA IV.
Gatetano. Doña ÜAiGAinTA.
Mabg. Aunque veo que este chico
es un alcornoque, bailo
en él tanta gracia, tanta...
Catbt. a y, señoral... por los ciatos
de mi señor Jesucristo^...
usted está chocheando:
que los padres á tos hQos
amen, justo es; pero cautos
el cariño que les tienen
nunca deben demostrarlo ,
pues la juventud no piensa;
y prodigándola halagos,
abusa, y se precipita
del desorden en el fango.
Maso. Pero hombre, lo que nos pasa
es natural: los muchachos
siempre son los predilectos
de las madres; los amamos
mas que á las chicas: los padres
suelen pensar al contrario;
quieren á las hijas mas,
y de aqui resulta, es claro *
las continuas peloteras
de los matrimonios.
Catet. Bravo!
Y usted que el error conoce,
incurre en él cada paso.
Mabg. Pero ya enmendarme quiero; .
hoy á los tres he pen^Kio
reimir muy formalmente
— se-
para con dureza hablarlos:
U» diré que van por sendas
muy malas eslraviados.
Gair. Abl si por fin, Dios quisiera
en el coraion tocark».
Mam. D« bi broma aun no vinieron?
Gatet. y eso que las diez ban dado,
y no ignorarán que bay baile.
Maro. Poro ellos no son los malos;
sino sus amigos: ese
cá^vera sevillano...
Catct. Que embrolla
y miente mas que babla,
y eso que sienípre está bablando.
Maro. Si pudiéramos un medio
bailar para escarmealarlo!...
Catbt. Déjeme usted á mi, señora:
el medio queda á mi cargo.
Maro. Pero no conoces, hombre,
que mis bijos le aman tanto?
Catet. Con el tiempo lograré
que buyan de él como del diablo.
Pero, señora, firmeza.
Ellos aqui van llegando.
Maro. Siento que el valor me deja,
pero voy á armarme de ánimo.
esceha V.
Dichos. Carlos. Federico. Don Lean:^o. Don Luis
y Caballeras.
Carlos. [Desde el foro.)
Adelante, caballeros.
Aqui tenéis á la madre
mas cariñosa y mas tierna...
Fedbr. Oh! nuestra mamá és un ángel.
Chicos, el Cbampang ne ba puesto
en estremo confortable.
Leand. Señora, saludo á usted.
Seres en el mundo bay tales
que al primer vistazo, plañí
— 3t —
Hakg.
Cáelos.
Fbdee.
Cáelos.
Leai«d.
i
i
Marg.
Carlos.
Marg.
Carlos.
se introdocen al instante
en el corazón. Usted
es uno de es6s, no eatnifie
que la bable de este modo
porque franco es mi lenguaje*
Reciba usted una memoria
que yo la guardé esta tarde. .
{Le dá un caramelo*)
Gracias. A que no mis bijos
asi se acordaron?
(Diantre!)
(Caramba» qué compromisol)
(Á don Leandro.)
S Sácanos tú de este lance.)
lif los bijos son, sei^ora,
siempre ingratos, siempre audaces.
Mas respire usted porqué estos
son escepciones notables.
Nos sentamos á la mesa;
y apenas los mozos trae»
el primer plato , lo miran 9
y á uno le dicen parte
ytráenos un papelHo:
y al punto el mozo lo trae ,
y ambos á la vez dijeron
del plato primero á madre
guardemos, y asi pasó»
y me dieron el mensaje
de que yo se lo guardara
por no manchar sus gabanes.
{Sacando un papel liado.)
Con que tome usted , señora ;
un pepinito en vinagre:
lo primero que sacaron :
la memoria es lo que vale.
(Lo guardé para mi cbiea!
cómo ha de ser?... adeHuite.»)
(A Cayetano.)
Esta^ es otra cosa. Ves
cómo me quieren?
Pensaste
que de ti nos olvidáraiDos ?
Sí, bijos mios.
Nos clavaste
un acero en las entrañas !
— 32 —
Peder. Con injusUda penrastel
Carlos. Ya nos bas entristecido I
Leand. Cómo ba de ser? Consolarse...
(A doña Margarita.)
allre usted , van á llorar.
Esto es fuerza que se acabe:
estos son bijos , señora :
Ye usted qué pucheros baeen?
no bay que llorar ; (pobreciUos fj
El corazón se me parte!
SA la madre.)
leles usted un abrazo: ,
besarle la mano, andel
{Lo hacen.)
y ahora mi bendición :
que Dios os haga unos ángeles I
Maro. (Aparte á Cayetano.)
(Si no puedo regañarlos I
no ves qué humildes... qué anubles I..*
Yo, Cayetano, lo siento,
pero me falta carácter.)
Caballeros, basta luego:
Vamos, büos, animarse. '
(Vase.)
ESCElf A VI,
Dichos, meno$ Doüa Margarita.
Catet. (Me está llevando el demonio :
no lo puedo remediar.)
Señoritos , señoritos ,
y tienen valor...
Leand. Quizás
es usted el mayordomo...
Catet. Soy el mismo Barrabás.
Leand. Ix) creo : porque esa cara
en circulación no está:
y qué colorado I Vamos,
sin duda bebió champang...
— 33 —
Catbt.
Carlos.
Lbanb.
Gatbt.
[
Eb! Miserable!
I Insolente !
Guidadito en el hablar;
que este viejo miserable
nace veinte alíos que' está
esta casa dirigiendo
con notoria probidad;
y antes de venir á ella
otros quince bacía ya
que del abuelo de ustedes
fué mayordomo leal.
Con emoción muy profunda
él me dijo al espirar :
I Cuida de mi bijo y mis nietos ,
pues sé que á aquel faltará
carácter para su casa
rectamente gobernar;
es débil , irresoluto ;
bazle conocer el mal ,
y á él y á sus biios separa
de la falsa sociedad :
sus impertinencias sufre :
te lo ruego con afán. »
Por eso con mn prudencia
mil veces be dicho «atrási» ,
cuando he visto que á un abismo
se iban á precipitar.
Pero no se me na becbo caso.
Bien , por última vez ya
les digo üue del señor
huyan cual de Satanás ,
porque es todo farsa, enredos ,
y nunca dice verdad.
Si usted por eso se enoja ,
nada á mi me importará.
En Zaragoza be nacido ,
y allí todo es claridad.
Sí señor. Usté es de aquellos
que á todos las manos dan ,
se quiebran á cortesías ,
y que saben demostrar
los afectos que no sienten ;
que ofrecen k) que no dan :
1^ se enfada usted porqne
— Si-
te be bablado 8in falsedad ,
procure de mi vengarse ,
aquí no volviendo roas ;
V no estrañe ouelas cuentas
le haya querido ajustar,
ni que del estilo serio
ahora me pase al jovial,
para reírme de usted
sin rodeos ni disfraz .
porque no estoy en mi Juicio ;
usted lo dijo: jál... já!
No me hagan caso , señores,
rorque he bebido Cbaropang.
Váse.)
ESCENA Vn.
Dichos f menos Gatetaho.
Luis. Qué dices , Leandro ?... qué?...
Leand. Luis queridísimo , nada.
Quién hace caso de un viejo
y mayordomo? Sus canas
es preciso respetar...
Porque la moral me agrada ,
sobre todo , ya lo sabes...
No conoces que le carga
al pobre viejo que yo
á sus señores distraiga ?
Si eso es mas claro que el dia I
( Pasan por el foro^ de derecha d uqukria, convi-
dados.)
La avaricia!... Ya á esa sala
van llegando convidados ;
eso la atención me llama.
A ver, Garlitos , el brazo.
Vamos á ver las muchachas.
Fbdkr. ( A don Leandro, )
N6 estás ofendido?
Lband. No.
Garlos. Le despediremos.
Lband. Galla.
Luis.
L.EAND.
— 35 —
A un hombre cual yo de mundo
esas cosas le hacea grada :
todavía al mayordomo
be de entregar una carta
que trate de mis amores.
Aun teniéndote tal rabia?
Si señor; y si me empeño ,
dos besos me dá en la cara.
£a , vamos al salón
á gozar de la abasara.
( Vdnse. )
ESCENA Vin.
Dona Mabgarita. Don Facundo. Cayetano.
{Se oye un rigodón.)
Catbt. Pues eso pasó , señores.
llARG. La juventud no es prudrate.
Catet. y mas si se la consiente
cometer necios errores.
En fin , el baile ha empezado;
las niñas en él están :
no obstante ; criticarán
porque ustedes no ban entrado^
Maro. No tengo gana de ver
mi fortuna destruirse...
Fagund. M á nuestras bijas lucirse 1...
Qué genio de Lucifer I
Maro. Tengamos la fiesta en paz I
Guando tú tienes la culpa...
Facund. La tuya á mi me dis(;ulpa:
con que no seas tenaz;
si con afanes prolijos
á mis bijas be mimado ,
también te bas sacrificado
por complacer á tus bijos.
Maro. Pero que le bemos de bacer?
Facund. Tú me pones en un potro.
Catet. Pues ! y el uno por el otro
la casa está sin barrer.
El paso que dar primero
— 36 —
es preciso en este instante ,
es llamar á ese bergante
para pedirle dinero ;
á don Leandro ; y así
verá usted cómo se escama ,
logrando con esta trama
que no vuelva por aqui.
Dígale usted que un apuro
á molestarle le obliga;
que me emplume el que consiga
sacarle siquiera un duro.
De parte de usted haré
que ahora le avise un criado;
mas , por Dios , lo qtie be pensado
no lo eche á perder usté.
Buen ánimo, voto á briosl
Yo de cavilar no ceso,
pues saben que me intereso
pur el bien de ustedes dos ;
y si consigo cortar
á esos males las raices ,
si á ustedes todos felices
los llego pronto á mirar,
ya pueden á mi insultarme
los necios y escarnecerme ,
y mil injurias hacerme ,
y aun con obras maltratarme ,
pues con un noble interés
al mirar mi afán logrado ,
podré decir : me he portado
(*omo' honrado aragonés.
(Váse.)
ESCEIIA JX.
Dichos , menos Cayetano.
Facund. Ese es un hombre de bien.
BIarg. Ciertamente: mas presumo
que es un poco exajerado
al juzgar nuestros disturbios.
— 37 —
Son caprichosos los chicos
y don Leandro es muy cuco ;
s en eso estamos acordes: ,.
pero á los jóvenes juzgo
que <>s preciso tolerarlos,
pues no conocen el mundo.
£n fin , de que llegue ese hombre
no te andes con escrúpulos;
le pides dinero... á ver...
por supuesto , ya barrunta
que le vas á sorprender ,
pues al decirle tu asunto
tan de repente, sin duda
ha de quedarse de estuco;
y si conocemos que es
de tantos bribones, uno»
entonces con energía,
sin ningún reparo , á dúo ,
le diremos que no vuelva
[ jamás por aquestos muros.
Pídeselo de improviso :
miremos el rostro suyo ,
y él nos dirá claramente
si le hemos puesto en apuro.
Aqui se acerca el amigo;
que no vaciles , Facundo.
»
ESCENA X.
Dichos, Don Lbambro.
Lband. Estoy á la orden de ustedes:
que me llamaban me han dicho.
Fagui«d. Si señor : t|uiero de usted
un favor especiaiisimo :
(dijeron pronto?... allá vá.)
nos mil duros necesito ,
y espero que me los preste
el amigo de mis hijos.
Leand. (Mal han hilado la intriga.)
Facund. {A 8tf mujer.)
(Aun no se ha puesto amarillo.)
-88 —
Marg. (A 8u espaso,)
(Abora se pondrá encarnado.)
Fagund. (No le quilo ojo.)
I«EAND. Ahora mismo...
{Sacando la cartera.)
no llevo mas^ que quinientos
en papel aqoi escondidos...
pero escriba usted; al instante
le voy á dejar servido,
siéntese usted abi , y escriba.
Fagund. Pero si...
Leand. Vamos.
Fagund. {Se sienta y se dispone á eseriMr.)
Ya escribo.
Leand. {A doña Margarita.)
Ab I nos da usted su licencia?
porque vo soy muy político...
y... la dá usted?^.. •
Marg. Claro está.
Leand. Pues en ese caso , dicto.
Madrid y... las generales
que usted saben son de estilo.
Señor don Pedro Noleay,
mi siempre apreciable amigo. »
Marg. Nolebayl apellido raro!
Leand. No bay otro como él , de fijo.
(Dictando.)
Sabe usted que de dinero
me vine con lo preciso
y en este día me encuentro
en un grave compromiso :
si ba realizado mis fondos...
Facond. Vamos por iHos despacito,
que usted me dicta á galope ,
y no es mi mano un molino,
Leand. Dispense usted, prosigamos, {üicta.)
En tal caso le suplico ,
(Mas de prisa.)
que venda las aceitunas,
las mil fanegas de trigo,
y... perdone usted, señora,
los ocbocientos gorrinos,
los mil quintales de arroz , .
el peor olivar mío ,
el déla legua de largo...
— 30 —
Pacdnd. Pero lefior , por san CrUpuio ,
para solos dos rail duros ,
vá usted á venderse á sí mismo?
Leand. Es que está mi pundonor
con usted comprometido.
Nada se me oculta á mi *.
porque soy alegre y vivo »
usteiles se han figurado
que yo soy un libertino ;
un pelón de mala muerte
que engañando , acaso , vivo.
Ño me lo nieguen que es cierto :
concluya usted ese escrito.
2 ulero darles una prueba
i probidad y de Juicio.
Sí tal ; antes de once días
voy á tener reunidos
lo menos treinta mil duros;
y asi que lleguen , con brío
^ y se los presente á ustedes
* y pueda decir altivo—
tome usted eso si lo quiere ,
y si no tírelo al rio—
entonces que se convenzan
de que no soy ningún pillo ,
ya no volveré á esta casa ,
donde se me ba escarnecido
y calumniado y... mas , basta ;
escriba usted, se lo exijo.
Fagvhb. Pero don Leandro...
Leakd. Escriba,
Verá usted qué pronto firmo ,
^
y después en el correo
la carta echará usted mismo.
ÜAio. No es menester.
Lbahb. Se figuran
une yo soy algún cbiquillo?
Por qué formaron de mí
un concepto tan Indigno ?
Desde que conozco á ustedes,
algún real les be pedido t
Faconb. ÍAiomkrado de laperaraeUm dé dan Leandro.)
No sefior !
Leami). Cuando á una broma
á llevar íui mis amigos,
— 40 —
no me han oido decir —
no bay que apurarse, chiquillos ;
si dinero no lleváis
yo os ofrezco mi bolsillo.—
Sin ir mas lejos , asi
hablar boy no me han oído?
Facund. (Cada vez mas admirado.)
Es verdad!
Marg. (Lo mkmo.)
Tiene razón I
Leand. y aun siendo franco y sencillo ,
ustedes me han infamado ,
y ademas escarnecido I (Con enfado.)
Vamos, no se puede ser
hombre honraao en este sigio I
Es mucha estrella.— Perdón
si de este modo me irrito ,
que estoy echando centellas!
Tóqueme usted los carrillos ;
toque usted, y usted, señora ! I
Facünd. (Tocándole.)
Si echa fuego !
Marg, . Pobrecillo I
Leand. Sofocado estoy ! (Es claro,
como aue en grande he bebido.)
Para vivir en el mundo,
lo mejor es ser un pillo
y presentarse ante todos
naciéndose el capuchino.
Si es uno alegre y chancero,
aun cuando no tenga vicios ,
le motejan de tronera ,
de estafador, libertino.
Sociedad injusta y ruin!!!
Me voy á pegar un tiro.
Facünd. íau
Marg. S^
Leand. Se me va la cabeza.
Jesús, y qué genio el mió!
Si cuando tengo razón
me convierto en basilisco...
Arrímeme usted esa silla
que me está dando un habido.
Fagdnd. Cayetano , Cayetano.
Maro. Ay Jesús ! buena la hicimos !
— 41 —
ESCEHA XI.
Dichos. Gatbtano.
Catst. Qué pasa? Se desmayó?
Fagund; Si, de rubor. Pobreciilo I
Caikt. Es de rubor ? No , será
de los vapores del vino.
FAGUifi). Tráeme pronto un vaso de agua.
Mam. y de esencia algún pomito.
Catet. Para hacer volver á un hombre,
no hay cosa como un pelUzco.
Allá voy.
{Le eoje unpellUco en el brazo.)
Lband. (Verdugo I)
Marg. Aparta :
no es ocasión de reimos.
Catbt. Ya vá volviendo : ve usted?
Faccnd. No seas zumbón y maligno.
Catet. Pero creen...
AIavo. Si sehor,
Catet. No hay quien
le rompa el bautismo! I
Pero aguantemos, que al fin
se logrará mi designio.
iVáse.)
ESCEHA Xn.
Dichos, menos Cayetano.
Facüwd. Se le vá pasando á usted?
Lband. Si señor : no mas ha sido
que un leve decaimiento.
{Con desenfado, afectando formalidad y coriesiay)
Ahora hablaré mas tranquilo.
La delicadeza ha hecho
^
— 42-
que me saliera de quicio :
hágame usted el obsequio
de continuar el escrito.
Facdnd. Ya seria infructuoso.*.
L^AND. No iiijporta : se lo suplico.
Facund. [Queriendo romper la carta.)
Perdone usted, es inútil,
Lband. Como la rompa, ahora mismo
esta casa dejo, y nunca
volveré á ver su recinto.
Facund. Bien, pero no continúo.
Lband. En ese caso no insisto,
(A doña Margarita,)
Estoy á los piés de usted :
^ beso á usted la mano, amigo ;
y dispénseme si yo
en algo les he ofendido.
Discúlpenme con las niüas
é igualmente con los chicos :
mauré mis ilusiones ,
pero me habré conducido
como cumple á un cabaIl3ro
honrado, prudente y fino.
ÍHace una cortesía y va á marcharse.)
<o señor ; venga la mano :
esa rectitud admiro.
IIabg. Suplico á usted que se quede.
(Qué rectitud de principios I )
Ahora yo rompo la carta ;
(Lo hace.)
y si antes á mi marido
le ha desairado, yo creo
que no podrá hacer conmigo
tal acción, por ser señora.
Leand. Soy galante, y me resigno.
Facund. Bien : quedamos cual quería.
Voy á contar á mis hijos
lo que pasó entre nosotros.
(¡ Qué joven ! me ha enternecido ! )
[Váse)
—48 —
ESCENA Xm.
Dona Margabita. Don Lbandro.
Maro. Perdone usted : cometimos
una grande indiscreocion;
ya se vé, como en el mundo
sernos tanto estafador. ..
Lband. Pensaron sin duda alguna
que era uno de tantos^yo :
pero en ñn, soy generoso
y á ustedes doy mi perdón ;
y en prueba de que mi pedio
ya no les guarda rencor,
voy á hacer á usted, señora,
una honrosa petición.
Mabg. Pida usted cuanto poseo.
Leand. Como soy hombre de honor
y me enseñaron mis padres
á vivir con religión,
voy á dar con usté un paso
que me remonte hasta el sol.
Señora, la Leooorcita
es una niña de pro ,
hermosa como un lucero,
y pura como una flor .
Ya se ve, con tales. dotes
abrasóme el corazón :
diversas veces he ido
á declararla mi amor;
pero antes, decirlo á ustedes
mas noble me pareció:
si me la dan, feliz me hacen;
me resignaré si nó.
Asi se porta, señora,
un caballero español.
Mabg. Con que usted antes de hablarla
consulta nuestra opinión?
Eso se llama conciencia.
Pues obtenga usted su amor ,
— 44 —
y cuente usted de sus padres
con la honrosa aprobación.
Leand. Qué me dice usted, señora!..
Lograré tal dicha yo?
Usted será mi mamá 1 !
Ya verá con qué primor
la cuidaré : por supuesto ,
vivirá usted con los dos ;
compraremos una casa
Junto á Torrejon de Ardoz«
donde belfas y prusianos
dieron la famosa acción.
Alli iremos á menudo
metidos en un lando ,
y llevaremos pifiones
que la mandaré á usted yo ;
y en fin , cuando tenga suefio ,
sobre mis rodillas... ob !
colocaré la cabeza
de la madre de mi amor «
y la arrullaré cantando
el divertido arroró.
Mabg. Vamos , vale usted un mundo!
A su grande estimación
reúne un genio gracioso...
Preciso es que á la reunión
vaya un momento.
Lband. Este brazo
está á so disposición.
Mabg. (Qué delicadol qué finol )
Leand. (Qué estúpida! qué ababóll)
Maro. (Coge el brazo.)
Acepto.
(Y es muy buen mozo!)
Leand. mU gracias. (Qué cronicónl]
Aun mi mamá está muy fresca.
Maro. No sea usted adulador!!
(Ay Dios! quién tuviera quince,
ó aunque fueran veintidós.)
Varaos?
Leand. Cuando usted disponga.
(Esto marcha como il faut*)
(Vánse.)
i
— 45-.
ESCEÑA XIV.
Pepito . leyendo uh libro. Catbtano.
Pbpito. (Lee,)
«Para cúmponer las trufas
según los autores célebres «
las especies perniciosas
economizarse deben ;
y según un gran -cientifico ,
para guisar bien las liebres...
€atst. Se necesita primero
que el diablo las condimente.
Pepito. Hombre, me alegro de liailarte. «
Quiero cenar.
Catet. Mejor fuese
que en los salones del bañe
un momento apareciese.
Pepito. Pero hombre , tú te flguras
que yo soy algún pelele?
Que bailen esos muñecos
que por resorte se mueven :
yo estoy por lo positivo ;
nada seducirme puede :
con bailar qué se adelanta?
Que el cuerpo se bambolee ,
y del combatido estómago
los alimentos se alejen.
lias cada uno con su gusto :
bailen y se zarandeen,
y que los babosos bagan
el amor á las mugeres :
que yo en estando tendido
y leyendo el libro este ,
que es de cocina un tratado
muy famoso , que se queme
el mundo poco me importa.
Vamos á ver si te mueves ;
imita mi diligencia ;
anda , no seas zoquete ;
di que me sirvan el pabo ,
— 46 —
y después los salmonetes :
en cuanto al jamón en dulce
cuidado no lo cercenen.
Al Ira , mientras traen los platos,
3 ulero leer el saínete
el Hambrqn de Nochebmna.
Voy á ver si puedo hacerle.
Anda , despacha , ó si no
voy á pesarte un cachete.
(No be visto viejo mas bf uté I...
qué mala crianza tiene!)
[Entra leyendo.) '
«El salmón en salsa blanca
debe tener mucbo aceite...»
ESCENA XV.
Cayetano.
Jesús , qué casa de locos !!
Cuántos habrá en Zaragoza
por menos causa enjauladosl...
Ya mi paciencia se agota ,
y si no hubiera jurado...
Pero, quién se acerca?... Hola II
Leonorcita y el futurol...
El que se ausenta no estorba. '
{ Va$e.)
ESCENA XVI,
Leonor. Don Luis.
Leonor. Es usted muy fastidiofiol
Visiones vé á todas horas.
Lüis. Sf , que yo no he reparado
que te hacia carantoñas
el hablador sevillano
— 47 —
que amigo mió se nombra!
Cuando te hablaba al oido ,
te diría...
Leonoi. una bicoca!
Solamente me decia
que era yo como una rosal...
LüB. Neda!.:. porque te adulaba !.,.
Leonor. Eso es... Virgen de Atocha 11!
Decirme que soy muy fea ,
cuando todas las personas
siempre bella me llamaron!
T aun Pepito , que no nota
quién es linda ó es horrible ,
Unto mi belleza elogia ,
que ayer dijo teres mas rica
que un barrillto de anchoas.»
Luis. Tiene lances la metáfora :
mas siempre te desazonas
por cualquiera fruslería ;
si eres para mi una diosa.
Lbonob. y para otros no lo soy?
Ay! Este hombre me encocora!
ESCENA XVn.
IHchoi. Doña Maroawta. Don Facundo. Don Leandro.
Facünd. Qué te pasa?
í***®' /- . , Qué pelea...
Leand. (A don Luis.)
Dígame...
Facünd. Qué te ha pasado?...
Leonor. Que el señor se ha propasado.
Todos. Cómo!...
Leonor. Me ha llamado fea.
Luis. No he dicho tal , señorita.
Diga usted que ya mi amor
[Por don Leandro.)
le cansa , y ama ál señor.
Leand. Cómo?
Maro. Qué?
Facünd. Habla.
— 48 —
Ma«g. Chiquita...
Lb.\n]>. (A don Luis.)
Con que la amabas !
tüK. Si tal,
y ella á mi.
Lbanb. (A Leonor.)
Es cierto?
Facund. ) ní9
Maro. } ^'^ "
Leonor. I^e dije en broma que sí :
no se lo dije formal.
Lband. Hé aqui los hombres , reniego !
primero se habla á los padres ,
entiende usted?... y á las madres ,
y á las señoritas luego.
Con esa lealtad cumplida
be obrado yo , caballero ;
y asi que respete espero
á mi esposa prometida.
Luis. Como estimo mi decoro
y de niñadas no gusto,
se la cedo sin disgusto
y no le envidio el tesoro.
ESCENA vm.
Dichos. CARLOS. Federico. Cayetano.
Carlos. Qué es esto?
Lband. (A don Luis.)
Respete usté
á mi prometida esposa.
Facund. (Al mismo.)
O esa lengua venenosa
yo, si no, le cortaré.
Feder. (A Luisa.)
Se atreve usté á insultar..:
Facund. Que me habrá entendido infiero.
Luis. Basta , y aprenda primero
bien sus hijos á educar.
Catet. Dice bien : soy de su parle.
— 49 —
ESCEHA XIX.
Dichos. Pbpito , que sale al terso anterior, coitun libro.
Pepito. Y yo , aunque no sé lo que es ,
^ porque de cenar me des.
Facünd. (á Pepito.)
A ver , ya puedes marcharte.
(A Lma.)
Si usted no teme mis fieros ,
y aunque en decirlo me afl^a,
sepa míe en esta oasion
me sobrará corazón
para vengar á mi hija.
Pepfto. Bueno , aue va á haber función.
Luis. (A don Leandro,)
En la calle espero á usté.
Leand. Muy pronto le buscaré.
Pepito. (A su padre.)
Anda , dale un coscorrón.
Maro. Ay ! que se van á matar !
Luis. Vamos.
{Se va.)
Lband. Vamos.
(ídem.)
Leonor. Qué sofocos!
FacüND. ia* . ,
Maeg. (Sigámoslos.
(ídem.)
tiATET. Todos locos í
Pepito. Pues señor , voy á cenar.
FIN DEL ACTO SEGUNDO.
4
ACTO TERCERO.
La misma decoración del primer acto. Sobre la mesa nn bastón.
ESCEHA PRIMERA
Cayetano.
Pues, señor» ya no hay aguante:
á mi buena fé se insulta
y de mis canas los niños
continuamente se burlan.
Pero el necio sevillano
se ba de salir con la suya?
Cómo á los padres envuelve!!
Ta se vé, finge con una
maestría incomparable,
asi el cielo le confunda.
Yo no pierdo la esperanza...
me han dicho que con bravura
— Bl --
se batió bace quince dias
é lüzo una herida profunda
en un brazo á su rival.
Y siendo aklaluz? Quién duda
que en Andalucía, hombres
hay de todas cataduras?
Yo no soy preocupado,
y no sigo á ios que Juzgan
que ei andaluz de su pecho
nunca aparta la pavura.
Los de aquel pais son hombres
lo mismo que los de Asturias.
Ah! Pero boy un pagaré
se cumple y yo coyuntura
no encuentro para pagarlo
pues está la casa á oscuras.
Ya se ve» tanto desorden
y tan continuas trifulcas...
pero aquí los calaveras
se acercan: Dios nos acuda.
ESCEHAU.
Dicho. Don Leandro. Gablos. Fedebigo.
LsANB. Caballero mayordomo,
buenos dias tenga usted.
Catet. No agradezco ei cumplimiento
y me marcho, por no ver...
Leand. a mi?... Ya me lo figuro.
MU gracias.
(Cayelano vá á marchane.)
Cáelos. Aguárdate.
Necesitamos que ahora
cincuenta duros nos des.
Catet. No puedo dar un ochavo.
Aquí dun Leandro, que
ha dicho tiene dinero
para sus amigos, fiel
boy á su palabra, debe
S restarlo sin interés...
[o lo dijo usté á los amos?
— 62 —
EHos me lo han dicho: pues
▼amos, cumpla la oferta
ó le descubro el pastel.
Leand. Ahora do IIcto dinero:
pero muy pronto en Jerez
se vá á vender un cortijo
de mi propiedad, y...
Catet. Bien.
(Llamando.)
Señor... Doña Margarita!
Leand. Por qué los llamas, lebrel?
Catkt. a ver cómo sale usté ahora
del laberinto.
escena m.
Dichos. Don Facundo. Doña Maugabita.
Facciid. ¿Qué es?
Catet. Aquí el señor don Leandro...
Leand. (Aplomo y desfachatez.)
Nada, señores, que este hombre,
hombre digo? í^ucífer,
que roe tiene un odio á muerte,
me hace una guerra cruel.
Catet. Pero...
Leand. Déjeme usté hablari
Sobre insolente , es soez!
Catet. Cómo!...
Leand. (A doña Margarita.)
Diga usted que calle.
Mabo. Calla!
Facund. Chito!
Cáelos. Cállate.
Leand. Pues, señor, vengo con estos,
porque quisimos comer
unas ostras; yo llevaba
todo el dinero en papel;
voy á cambiar un billete
y me dice Garlos, ven
que lo cambiarán en casa,
para qué dar interés?...
Catet. Pero...
— 53 —
Leanb. Le han dicbo que musí»
no sea usted descortés.
Catet. Pero...
Leand. {A don Facundo )
Diga ustea que calle.
Facund. Calla!
Maeg. Chito!
Cáelos. Cállate.
Leaed. Pues, si se&ores, subimos,
y al señor dice este, vé
y al punto saca mil reales...
para el cambio, claro es.
V sin oir mas razones»
se acalora este Noé
y me pone como un trapo...
Catet. Pero si eso no fué...
Leaed. (A Carlos.)
No be concluido; que calle.
Gaeu». Calla.
Maeg. Chito.
Facued. Cállate.
Caí ET. Pero si hablar no me dejan ,
de qué modo esplicaré?...
En fin , que me dé el billete.
Leaed. No quiero nada de usted.
(lie pilló!) Se me ha quitado
ya la gana de comer.
(Voy á meterlo á barato...
en mt cartera hay papel.)
Seitor... si esto clama al cielo!
Vaya , estoy por no volver
á esta casa y pero no,
que si ese matusalén
me juzga mal . los señores
conocen bien mi honradez.
Reparo que ustedes todos
se han indignado con él ;
el caso no es para menos :
Sero todo eso es chochez,
o le despidan por mi ,
una reprensión buena es...
Voy á cambiar un billete...
De cuánto serán?... A ver...
[Saca la cartera , volviéndose de eipaldas á los inler-
locutores.)
— 54 —
De dos mil , de cuatro mü...
de cinco mil y de seis...
En correos me los cambian
y os espero en el café ;
pero no , será mejor
que en un decir santi-ameiC,
me llegue á los andaluces
á encargar para los tres...
y si no para los cinco...
Vendrán los señores , eh?
Y... qué demonio!... Convido
al mayordomo también.
Yo siempre soy generoso.
(Por esta va me escapé.)
Alegriá y luera penas »
(A Cayetano,)
reconciliémonos , eb?
riase : ya bace pucberos.
Ya se va á reir ¡Ole II
Viva la gracia. (Me largo.)
£a , basta luego. (Triunfé.)
" ^)
ESCENA IV.
DichoSr menos Don Leandbo.
Fagdnd. (á Cayetano.) Lo bas visto?
Maro. No te convences?
Carlos. Ves eómo le bas calumniado?
Feder. Si tú recelas de todo I
Fagund. y nos compromete...
Garlos. Es claro.
Catet. Gomo ustedes mntuaaiente
siempre se encubren , no estrano
tal conducta ; mas sostengo
que cuanto aqui dijo es fateo ,
y repito que por ét
y por el lujo y boAto
de las niñas , por los bailes ,
espediciones al campo »
— 66 —
yel saqueo de losirifiM»
ya ustedes se han arrumado.
Aqui todo es diversiones ,
nadie conoee el trabajo ;
los chicos , á lo m^or
de los estudios quUáron ,
, ninguno tiene carrera ,
I de modo que estos modiadios
para diversiones sirven ;
y Pepito , ese vigardo •
para tragarse aunque sea
del Oriente el gran teatro :
pero no , que allí liay de sobra
gran número de eleogábalos.
Facoub. Pero es derto? nuestra renta?. ..
Catvt. Se la llevaron los diablos.
C Altos. No se apure usted; nosotros
sabremos muy bien ganarlo.
No creo se haya perdido
1 todo el caudal ; es engaño.-
^ Vaya un plan bueool Oiga usted ;
denme lo que haya quedado :
á usted le consta que yo
perfectamente declamo;
bien^ formo una compañía...
qué ¿d? me meto á empresario ,
pido el teatro de b Cruz
que esU muy acreditado*..
y al mes..*
Catet. Usté y los actores
Ía estarán crudicados.
;s mi plan mucho mejor.
' Yo en o^ico fuego ardo.
Bien sabe usted ^lue en Espaiía
hay muchos desesperados.
En fin , cuando el Ecuador. . .
ya usted se acuerda de cuantos...
pues en menos de once dias
una partida levanto
ñamada la de Jesús.
Voy al campo mahometano ;
adquiero con mis proezas
el nombre de Temerario ;
soy otro Cid Campeador
ú otro Bernardo del Carpió.
— 56 —
Déme usted lo que le quede
y juro que antes de un año...
Gaibt. Está usted y sus guerreros
cuando menos empalados.
Fedei. Me quita las ilusiones.
Cáelos. La ilusión me está matando.
Fedei. No vales tú para actor.
CAELas. No sirves para soldado.
(Leonor y Serafina se asoman por la izquierda.)
Fedbe. Pues si se acabó el dinero,
yo de esta casa me marcfio
y me la sabré buscar.
Cáelos. Yo ya estoy mal enseñado ,
y SI me faltan jaranas
contra mamá me declaro.
Maeg. Cómo?
Cáelos. Usted tiene la culpa
Eorque nos ba tolerado.,,
o está usted viendo?
Facum). Lo ves?
Maeo. Ehl tú no bables, porque al cabo...
Í Salen Leonor y Serafina.)
También nos mimó á nosotras,
(A su padre.)
dice bien mamál
Seeaf. y es claro ,
nosotras somos humildes,
pero usted nos ba enseñado...
Maeo. Lo ves?
Facünd. Vete á los demoniosl
Lbonoe. Con que es decir (|ue no bailo?
Seeaf. Pues , hermana! ni podremos
gastar vestidos de raso!...
Cáelos. Yo quiero bromas I
Fedee. y yo !
Seeafin. Qué tiranía !
Leonoe. Qué escándalo!
Pero en fin » nos casaremos.
Seeafin. Si los bombres me dan aseo!
Leonoe. Nos bas perdido papá.
Cáelos. Tú nos haces desgraciados ,
mamá.
FAGoriD. ¿ Qué es esto , señores?. . •
Dejadme que busque un palo.
Porque yo me hice de miel...
— 57 —
Aqui está d bastón, gaznápiros.
(Coge el boitan que estará sobre la mesa y emprende
con ellos; todos huyen por distintos lados, á este
tiempo sale PepUo.)
ESCENA V.
Dichos, Pepito.
PBPrro. Vamos á ?er si me dan...
Fagund. Qoe si te dan ? Toma , ganso.
Pepito. {Corriendo á su cuarloA
Papá II
Catbt. Coma usted esa trucha
mientras le traen el asado.
ESCESA VI.
Don Facundo. Margaiita. Catktano.
Catbt. Ve usted si razón tenia ?
Fagund. No quiero oír indirectas :
desde boy mas, quiero mi casa
gobernar cual me parezca ;
pues por hacerme de miel
tanta mosca me atormenta ,
desde boy me haré de veneno
para que todas se mueran.
Ahora en cuanto á ios chicos ,
tú tienes razón de veras ;
pero en cuanto ai sevillano,
que es una persona rex^ta ,
te has equivocado mucho
como en otras mil materias ;
y pues me has comprometido
faltándole en mi presencia ,
te digo que le respetes ;
pues como á acontecer vuelva
tai desacato , al momento
haré que tomes la puerta.
-¿58 —
Gatet. Cómo !... A mi echarme á la calle! ...
A mi , fiel á toda prueba !...
á mí , que serví á su padre
quince años con nobleza
como mayordomo fiell...
A mí , que en la casa esta
igual empleo veinte años
desempeñé y bov... ¡qué afrental...
ecbarme.á la calle I... Ob 1...
Pues bien , les daré mis cuentas.
Hoy se cumple un pagaré
de dos mil duros : la renta
de usted, ya bace cuatro dias
que se ba disipado entera.
Fagunb. Ños quieres hacer la ley
con esa desgracia ? piensa
que aun cuento con non Leandro
que es hombre de buenas prendas ,
y como es rico hacendado ,
yo le hablaré con franqueza
y me sacará de apuros.
Ya sabes donde se encuentra ,
ó en el café de Correos
ó en la calle de Carretas
en la tienda de andaluces :
haz aue le avisen ; que venga.
Gatet. Muy bien t y luego pondré
las cuentas.
Facumb. Gomo tú quieras.
Ven conmigo , Margarita.
Que mandes recado apriesa.
(Vase.)
ESCENA Vn.
Cayetano.
Y estas insolencias sufre
un hijo de Zaragoza ?
pero llegará la mia...
[Sale un criado.)
Agustín... Agustín... ¡ Hola!
— 89 —
Vefe al café de Correos ;
rei;orre las mesaa todas ,
y si yes á don Leandro
di que venga sin demora.
Está muy cerca ; ?é pronto.
tVase el diado.)
loy se aclara la tramoya.
ESCENA Vm.
Caistaiio. Liom».
LioiioR. Ya se marcharon oapás ?
CAm. Sefiorita, están alu.
LsoNot. Bueno ; vengo á liablarte á ti ,
y la verdad me dirás.
Catct. Escocbo.
LioiH». Nuestro caudal
es cierto que se ba menguado?
Catet. Mucho mas ; se ba disipado ,
y ya de él no queda un real.
Leonoi. Con que es cierto nuestro apuro?
Catct. Cierto , el papá se ha perdido.
Leotioi. No has mentido ?
Catct. No be mentido.
LsonoR. Me lo Juras?
CATir. Sí , lo Juro.
Leohoi. La miseria nos espera.
C ATET. Cierto : y qué le bemos de hacer ?
se tendrá usted que poner
al instante á costurera.
LsoNOi. Profanación 11 Suerte arisca I!
Yo costurera I... Qué horror!!!
Coser una Leonor
como cualquiera Francisca I!
Catet. Pues con humos tan soberbii^i» ,
usted en el caso se halla
de coser ó guisar...
LwiWML CaBa!...
que me destrozas los nervios !
Cajct. No quería usted bailar
— 60 —
sin dejar ninguna noche?
Ir al teatro , y en coche ,
y ricos trajes gastar ?...
Pues bueno , la suerte fiera
de mimarla se ha cansado
y á la señorita ha dado
destino de costurera.
Leonor. Será vana tu ilusión ,
pues aunque mucho te asombre ,
me casaré con el hombre
mas rico de la nación.
G AilST. Con el andaluz ? . . . Divino ! !
Si hoy se enlazan ante Dios ,
mañana estarán los dos
comiendo en San Bernardino.
ESCENA IX.
Dichos. Don Leandbo.
Leonor. Av! qué Incongruencia!...
Lband. Gomo...
Leonor. Leandro!!
Lband. Mi dulce amor.
Leonor. Hágame nsted el favor
de matar al mayordomo.
Lband. Pero qué ha hecho?
Leonor. Óigame.
Papá se encuentra atrasado,
y yo al momanto he contado
con el tesoro de usted.
Leand. (¡Demonio!) No fué ilusión»
prenda que entusiasta adoro.
Sabe usted que mi tesoro
está á su disposición.
Leonor. Lo ves cómo te engañabas?
Lband. Podré á papá socorrer
muy pronto: voy á vender
trescientos quintales de babas.
Leonor. Castigue al calumniador.
Lband. Si aun voy á ser muy su amigo.
Leonor. Él de usted?
—61 —
Leand. su lo consigo:
86 lo juro por mi iionor.
Leonoi. Voy á avisar á papá:
á decirle que no hay miedo;
que coa usted contar puedo,
y en salir no tardará.
Con que muéstrese usté ufano
sabiendo que su Leonor
si antes le otorgó su amor,
pronto le dará la mano.
En breve á esta habitación
con mis papas volveré:
entretanto con usté,
se queda mi corazón.
Leand. Oh prenda que el alma adoral. .
Tanto* me bace usted sentir
que ahora la quiero decir...
Vaya usted con Dios, señora.
I
ESCENA X.
Don Leandro. Cayetano.
[Los dos se contemplan.)
Leand. Quedamos el juez y el reo:
sublico á usted no se vaya;
quiero en amistad hablarle.
Catet. Vayase usted noramala.
Leand. Pero no haremos las paces?
Si no le he ofendido en nada.
Catet. Pero culpa también tiene
en la ruma de esta casa.
Leand. Pues bien, si la casa se hundel...
Voy á hablarle'á usted en plata.
Si al fin seremos amigos!...
Catet. Soy aragonés, y basta:
no transijo con...
Leand. Bribonesl...
No es esto? Las cosas claras.
Se apuesta usted medio duro
á que amoroso me abraza
— 62 —
dentro de cinco mimitoe?
Catet. Media onza queda apostada.
Leand. Corriente.
Catet. To transigir
con bombre que por su causa
estoy sufriendo desprecios...
pues como tiene tal laliia
á mis señores embrolla
con su gramática parda?
Leand. Si señor.
Catet. Con un tronera
que á mis señoritos saca
de quicio con sus ardides...
Y basta comete la ibfamia
de bacerles sumas inmensas
jugar sobre su palabra,
para que luego se vean
en situaciones amargas?
Leand. Sí, señor; usted transije.
Catet. Transijir?... Con una bala.
Leand. Y si le pido perdón
por esas barrabasadas,
y me arrodillo á sus pies
y basta le beso las plantas?
Catet. Le aplasto á usted la cabeza*
dándole treinta patadas.
Leand. Y si intereso á sus amos?
Catet. Mi resolución no cambian.
Leand. Si los señoritos ruegan?
Catet. Los envió á escardar lana.
Leand. 8i á su confesor acudo?
Catet. Mucbo peligra mi alma.
Leand. Y si á mi casa lo llevo?
Catet. Le pego fuego á la casa.
Leand. Y si me voy, y aqui nunca
vuelven á verme la cara?
Catet. Me lo jura usted?
Leand. Lo juro.
Catet. Ay amigo de mi almal
{Abrazándole,)
Leand. Han pasado dos minutos,
, déme usted la media jara.
— 63 —
ESCEHA XL
Diekot. Serafina. Fsdbrigo. Caeu». Looikml Doña M argakita.
I>ON FACimDO.
Lkahd.
Facund.
IIarg.
Carlos.
Facord.
Lkamb.
[Al verla$ ahrazados.)
Cielosül
Me abrazó, señores.
La ínoeencia siempre caiupa.
Con que al fin, te bas convencido?
Lo fes? Tú le calumniabas.
Ese gn&on sempiterno. . .
Catet.
Medálástimal...
I o le defiendo, seAores.
(Cúmplame usted la palabra.)
Todos nos equivocamos...
(Me marcbaré sin tardanza.)
Somos... (De Aragón un hijo...)
amigos... (por nada falta :
lo espero pora el billete
de la diligencia...)
(Basta.)
{Vau.)
ESCENA Xn.
Dichos, menos Gatrtano.
Leand. Se ba marchado conmovido. ..
Pero á qué fue la llamada ? . . .
Facund. La familia está enterada
de lo que me ha sucedido ;
inútil fuera ocultar
el lance que á usted confieso
ya claramente ; por eso
no los mando retirar.
— 64 —
Aun cuando mi renta fue
regular , se ha disipado ;
y como estoy apurado...
Leand. Basta ya ; no siga usted.
Esa confesión sencilla
me ha llegado á interesar :
le doy á usté el olivar
que tengo junto á Sevilla
y la viña de Jerez ,
y el majuelo de Chinchón ,
y una venta en Alcorcon ,
y una casa en Aranjuez.
Y tanto mi afecto escita
esta amistad verdadera ,
que por ustedes vendiera
reló, chaleco y levita.
Leonor. Cuánto amor!. ..
Seraf. Qué caballero!
Fagund. Vo no anhelo tanta hacienda
ni que la levita venda ;
lo que quiero hoy es dinero.
Leand. (Dinero , voto á Luzbel!)
Y hace falta...
Facund. Dos mil duros.
Leanu. (Ay! ahora son los apuros!)
Bill solo tengo en papel.
Y urge mucho?... Yo lo creo...
Facünb. Un pagaré... no hay espera :
y hoy se cumple, suerte fiera!
Leand. tn medio grande entreveo.
Peder. ( «^í
Carlos. J *
Leand. O ha de pagar
hoy dinero que no aguarda ,
y si un poco lo retarda ,
fe pueden á usté embargar :
un medio dB salvación :
todos unidos huyamos ,
y en coche veloz vayamos
á mi mejor posesión.
Allá at punto haré vender
lo que preciso nos sea.
Todo aquello que usted crea.
para el pago menester.
Del apuro allí saldremos ;
con que nada , á viajar.
Cnanto vamos á gozar !
Abl! Y allí nos casaremos.
Facdhd. Pero, hombre, sin pasaporte...
Maro. Y sin equipaje , qu^...
Leand. Que lo arreglen baga usté.
Luego dejamos la corte :
cbicos, llegó la ocasión ,
sabéis que de oro contante ,
no be estado muy abundante
por no tener precisión.
Por mis cartas visto babeis
las posesiones que tengo ;
vuestro es todo : á ello me avengo »
pronto los disfrutareis.
Pasaporte no hace falta ;
vamos adonde es alcalde
mi tio Diego Iturralde ,
barón de la cruz de Malta.
Maig. Afal Pues entonces...
Facuno. Es claro.
Leand. No bay riesgo , mande arreglar...
Maig. Voy k bacer empaquetar.
{Sale Cayetano,)
Caí BT. Santo Cristo del Amparol
Con que ustedes se van?
Facund. Si.
Catet. (Aparte á don Leandro.)
Qué es aquesto?
Leand. (ídem á Cayetano,) .
Faramalla!
Catet. Uparte dándole media orna,)
Tome.
Leand. (Tomándola.) En paz.
Catet. Y yo no?
Todos. * Calla.
Leonob. No te llevamos á tí.
Fedeb. Te creímos con bonor ,
pero aunque no eres malvado ,
de todo mal bas pensado.
Cáelos. Ha sido un calumniador.
Leand. Señores , no me bace eracia
que se insulte á un pebre anciano.
— 66 —
Esti eche usted esa mano;
[Se dan la mano.)
yo respeto la desgracia.
Ea , mamita , á arreglar...
Vístanse ustedes de viaje :
{A las niñas.)
mozos por el equipaje
voy al momento á mandar.
Mis posesiones preciosas
pronto verán ; son verjeles
alfombrados de claveles
y circundados de rosas.
bay en ellos tulipán,
y se aspira en sus confínes
el olor de los jardines
de alelís y de arrayán :
qué flores bay tan bonitas!
pues y las enredaderas?.,,
Y luego las pajareras ,
y después las palomitas?
Hay estanques cristalinos
con mil peces de colores
que avergüenzan á las flores
con sus matices divinos !
Y no crean que es poesía
lo que digo , ni patraña ,
porque es la perla de España
la feraz Andalucía.
A un lado las penas fieras ;
á divertirse , á gozar;
voy ahora mismo á buscar
un buen coche de colleras.
Pronto la voz poderosa
del buen mayoral oiremos ,
y al par con él gritaremos :
Polinarial... Valerosa!
¡huyl Cómo corren! Olél
Eso es volar! Qué carrera!
Só, Leona! Carbonera,
para Niña, pára;jéee!!!
Lo ven ? me entusiasmo ya!...
{A las niñas.)
pronto ; á vestirse las dos :
los cofres : ya vuelvo : adiós !
(Hasta el valle de Josefa!
— 67~
ESCENA Xm.
Dichos, meaos Leandro.
Facund. Qué alegre es i
Marg. Qué rumboso!
Leonor. (A Cayetano.)
Lo ves cómo es el mas rico
de la nación ?
Catet. Sí se&ora.
Ya be quedado convencido.
Facund. Qué verno !l Soy venturoso.
Carlos. Qué ouen bermano político I
Leonor. Cuánto tono voy á darme I
Siempre en cocbe...
Serafín. Y yo contigo.
Leonor. A no baber sido por mí ,
va estaban papas perdidos.
Lo que vale la bei mosura !
Porque yo soy guapa.
Facund. Un pino
de oro ; pero á qué aguardas?
no aparezca ese judio
de la letra ; despachaos «
baced aprima los lios,
v tirad lo que no sirva.
Marg. Áb I pues entonces los libros. . .
Facund. Dalos al memorialista
de este portal. Pobrecillol
Marg. Cbicas , venid i ayudarme;
id á prepararos, cfalcos:
( me pondré la papalina
de encajes para el camino. )
Leonor. Voy á buscar mi camay.
Serafín. Yo voy á buscar el dúo.
— 68 —
ESCENA XIV.
Dichos, Pepa can una caria.
Pepa. Señor, señor I.. .
Maro. (A las niñas.)
Esperaos.
Facumd. Habla pronto: qué ba ocurrido?
Pepa. El memorialista Alfonso
me dio esta carta y me ba dicbo
que un caballero elegante
abajo Ja babia escrito
encargando la subiera
á usted.
Facund. a ver...
(Lee para si.)
Leonor. Ya adivino :
{Váse Pepa por el foro.)
alguna letra que manda
para los gastos precisos.
Maro. Sin duda le dio rubor
darnos el dinero él mismo.
Facund. Jesús i Jesús I., una silla...
Maro. Qué es esto? Qué ha sucedido?
Facund. ¿Qué ba sido?., oid esta carta
, que me dejó paralitico....
«Señor don Facundo Robles >
»una carta abora me traen
»díciendo quebró el comercio
»dó estaban mis capitales...
»pero no se apure usted,
»naga el favor de aguardarme
»que en volver no tardo raucbo.
»voy á Pequin al instante,
»y volveré con seis barcos
»cargados de chocolate.
»En tanto mande á su amigo
» Leandro de Trampa-alante.»
BIarg. Con que era farsa ! I
Leonor. Traición 1 !
Gatbt. Ya no puede, y no se-asombre,
— 69 —
casarse usted con el hombre
mas rico de la nación I
Carlos. Voy á matarle I
ESCEHA XV.
IHeho9. Pkp A corriendo.
s
Pepa. Dios mió I
IIabo. Qué es eso?
Facunb. Di, qué ba pasado?
Pepa. Ay I que á la puerta ba llegado
el usurero, el judio I
Facund. Aqui es el apuro, ] obl
y Ya á embargarme, yo muero I
no puedo darle el dinero.
Y añora quién nos salva ?
Gatet. VoI....
(Todos quedan asombrados con los ojos bajos de rubor.)
Por mis afíos de sarvido,
y mi mucha economía
puedo á ueted en este dia
nacer uu gran beneficio.
Facund. (¡Vergüenza!)
Maro. ( ; Qué humillación ! }
Garlos. Y le injuriamos I
Leonor. Y Hora I
{Á Pepa que se va,)
Gatet. Que vuelva dentro de una hora
V oasaré
Facund. (Qué lección 1)
Maro. (A Cayetano.)
Perdona...
Facund. Si que atrevidos...
Gatet. Basta , que no lloro leal
porque me trataban mal ,
sí por verlos abatidos :
mas que sirva de leccíoii
esto , á todos, bástame ;
mis injurias olvidé:
ahora vamos á Aragón:
y si se dejan llevar
de razones de este viejo ,
— 70 ^
si se aliende mi consejo,
yo les baré prosperar.
Facond. 8í, iremos.
Caybt. Ya mi alma goza.
Pero, liijos, basta de maulas,
porque os advierto que bay jautas
de locos en Zaragoza ;
y á juzgar por los no pocos
desaciertos que ya blctsteis ,
que os llevaran merecisteis
á Zaragoza por locos.
Facond. (A sus hijos.)
Sufrid ese varapalo.
(Llamando.)
Pepe, Pepe.
Cayst. Llamaré.
Pepito...
ESCENA ultima.
Dichos y Pepito, asomando la cabeza, por la puerta.
Pepito. {Dentro.)
Qué?
Gatet. Salga usté.
Pepito. Es para darme otro palo?
Fagund. No tal, es para que entiendas
que me perdi, y que nos vamos,
y á tu estómago tratamos
de ponerle unas enmiendas.
Pepito. Con que me darán mal trato?
Qué ingratitud I Qué injusticia !
En fin vamos á Galicia
que allí está el jamón barato.
Catet. No, que vamos á Aragón,
pais virgen de traiciones ;
procurando estas lecciones
frabar en el corazón,
ais rico y soberano,
sin bajezas y sin dolo,
donde al amigo tan so|o
— 71 —
se le presenta la mano.
Hijos, esa obcecación
que desterréis es forzoso ,
y estudiéis lo peligroso
de la mala educación.
Ah I si consigo cortar
ese error tan temerario,
juro hacer un novenario
á la Virgen del Pilar.
FIN DE LA COMEDIA.
JUNTA DE CENSURA DE LOS TEATROS DEL REINO,
Madrid n^ de Marzo de i85i.
Aprobada y devuélvase.
Francisco de Hormaeche.
Artículos de los Reglamentos orgá^kosée Teatros , sobre
la propiedad de los autores 6 de los editores que la
han adquirido»
«El autor de una obra nueva eu tres ó uau Mlfl* pertlbirá delTeatro >>
Bspaftol, durante el tiempo que la ley de propiedad lUecaria señala, el lo
por loo de la entrada total de cada representación, inclvso el abono. Este
derecho será de 3 por too si la obra tuviese uno ó dos actos*» járt.xo del
Reglamento del Teatro Español de 7 de fthrer^ >4» i840-
«Las traducciones en verso devengarán la mitad del tanto por ciento
señalado respectivamente á las obras originales, y la cuarta parte lastradnc-
ciones en prosa.» ídem art. ti.
«Las refundiciones de las comedias del teatro antiguo , devengarán un
tanto por ciento igual al señalado á las traducciones en prosa, ó á la mitad
de este , según el mérito de la refundición.» ídem art. 1».
«En las tres primeras representaciones de una obra dramática nueva,
percibirá el autor, traductor, ó refundidor, por derechos de estreno , el doble
del tanto por ciento que á la misma corresponda. ídem art. i3.
«El autor de una obra dramática tendrá derecho á percibir durante el
tiempo que la ley de propiedad literaria señale, y sin perjuicio de Ib qno
en ella se establece , un tanto por ciento de la entradü total de cada re- i
(Iresentacion , incluso el abono. El máximum de este tanto por ciento será
el que pague el Teatro Español , y el mínimum la mitad.» ^ri. Sg del deereti
orgánico de Teatros del Reino, de 7 de febrero de 1849. . .
«Los autores dispondrán gratis de un pdlco ó seis asientos de primer ^
orden .en la noche del estreno de sus obras, y tendrán derecho á ocupar |
también gratis, uno de los indicados asientos eu cada ana de las representa-
ciones de aquellas.» ídem art 60.
«Los empresarios ó formadores de Compañías llevarán libros de cuenta
y razón, foliados y rubricados por el Gefe Político, á fin de hacer constar
en caso necesario los gastos y los ingresos.» ídem art 78.
«Si la empresa careciese del permiso del autor ó dueño para poner en
escena la obra , incurrirá en la pena que impone el art. a3 de la ley de pro-
piedad literaria » ídem art. 81.
«Las empresas no podrán cambiar ó alterar en los anuncios de teatro los
títulos de las obras dramáticas, ni los nombres de sus autores , ni hacer va-
riaeioncs ó atajos en el testo sin permiso de aquellos ( todo bajo la p<>na de
perder , según los casos , el ingreso total ó parcial de las representaciones de
la obra, el cual será adjudicado al autor de la misma, y sin perjuicio de lo
que so establece en el artículo antes citado de la ley de propiedad literaria.»
¡dem art. 8a.
«Respecto á la publicación de las obras dramáticas en los teatros, se ob*
servarán las reglas siguientes :
I. a ninguna composición dramática podr^ representarse en los teatros pú-
blicos sin el previo consentimiento del autor.
a.3 Este derecho de los autores dramáticos durará toda su vidiv, y se
transmitirá por veinte y cinco años, contados desde el dia dol fullecitnientn,
á sus herederos legítimos, ó testamentarios, ó á sus derecho- habientes, en-
trando después las obras en el dominio público respecto al derecho de repre-
sentarlas.» Lejr sobre la propiedad literaria de 10 de junio de 1847 , art. 17.
«El empresario de un teatro que haga representar una composición dra-
mática ó musical, sin previo consentimiento del autor ó del dueño, pagará
á los interesados por ria de indemnización una multa aue no podrá baj^tr
de 1 000 reales ni cscedcr de 3ooo. Si hubiese ademas cambiado el título para
ocultar el fronde, se le impondrá doble multa.» /c/em art. a3.
'9"/
EL BAILE DE MASCARAS
ASUmSTBACld» LÍSIOO-SBAUÁTICA
EL BAILE
DE
MASCARAS
SAIMETE
EN UN ACTO Y EN VERSO
0R10II4AL DE
SINESIO DELGADO
Representado por primera vez
en el teatro LAR A el día 34 de febrero de i88á
MADRID
SEVILLA, 14, PRINCIPAL
1886
REPARTO
PERSONAJES ACTORES
D." Lorenza Sras. Vaherde,
Inocencia > * Romero,
Cándida Srfa. Romea I^Elpás,
Soledad ' Sra. Femándtt Lozano,
La Lola .* * Srtas, Ceballos,
La Paca > Pardo,
D . Ignacio Sres, Balada,
Antoñito ......" . . > • . Romea VEipás,
Miranda » Romea.
Ricardo ••••..•• > Galván, .
Jesús. . • » Ruiz de Arana.
Pedro • » Tamayo.
Un recibidor de billetes » Sema.
£1 encargado del guardarropa .
La acción en 2£adrid, 1885
Esta obra es propiedad de su autor y nadie podrá, sin su permi-
so, reimprimirla ni representarla en Espafia y sus posesiones de
Ultramar, ni en los países, con que se hayan celebrado ó se celebren
en adelante tratados internacionales de propiedad literaria.
El autor se reserva el derecho de traducción.
Los comisionados de la Administración lírico-dramática de DON
EDUARDO HIDALGO son los encargados exclusivamente de con-
ceder ó negar el permiso de representación y del cobro de los
derechos de propiedad.
Queda hecho el depósito que previene la ley.
MADRID, 1886.— Imp. de Manuel G. Hernández, Libertad, 16 dup.o
ACTO ÚNICO
Fachada de un teatro. Puerta grande y portal practicable. En él se ve la taqui-
lla del despacho de billetes y el biombo de entrada, á cuya puerta está el re-
cibidor de billetes.
ESCENA PRIMERA
Pedro que llega. La Lola y la Paca d una esquina con
trajes elegantes de capricho y con antifaz. El RECiBrooR
Ped. jHolal Llego un poco tarde.
Pero no importa; me meto
y, ó me divierto esta noche
como es debido, ó reniego
de mi casta. Todo el mundo
me vuelve loco diciendo:
— «¿No vas' al baile, Perico?»
— «Anda, vete al baile, Pedro.»
— «jSi vieras qué bien se pasal...»
— «]Si vieras cómo está aquello!»
— «¡Qué mujeresl iQué habanerasl»
— «jTú no sabes lo que es buenol»
Y aquí estoy á divertirme
como los demás, dispuesto
á bailar apretadito,
y á beber, y... Conque adentro.
{Entra en el portal j y presenta su billete.)
Buenas noches.
Rec. No se puede
entrar así.
Ped. ¿Cómo es eso?
Rec. Necesita usted billete
de guardarropa.
Ped. ]Estábuenol
Pues si yo no traigo abrigo.
Rec. Pues tráigalo usted.
Ped. No quiero.
^Aquí no dice convite?
Véalo usted.
Rec. Ya lo veo.
Pero este vale no vale
sin capa ó gabán.
Ped. Le tengo;
pero le he dejado en casa
precisamente por eso,
por no pagar guardarropa.
Reo. Pues, entonces, yo no puedo...
Ped. Así yo también convido.
{Acercándose al despacho.)
Billete de caballero.
{Le toma y entra majestuosamente. El REcrorooR
se inclina. )
ESCENA n
Lola, Paca, Ricardo j^' Jesús, Recibidor
Ríe. Vamos, hombre, no seas tonto.
¿Qué tiene que ver Oviedo?
Jesús. Pues también allí dan bailes.
Ríe. Pero no serán como estos,
de chipén. Ya verás tú
cómo pasamos al pelo
la nochecita.
Jesús. Tú sí,
porque tú eres muy flamenco
y sabes hablar con todas.
¡Pero si yo no me atrevol
Ríe. ¿Que,no? Con un pastelillo
y cuatro cañitas luego.
— 7 —
ya estás en disposición
de conquistar al lucero
del alba. Ya verás tú.
LoLA« (v4 Paca,) Hija, no vienen aquélloK
y no vamos á hacer nada.
Paca. Pues yo no gasto el dinero
en el guardarropa.
Lola. Vamos
á ver si lo pagan estos. {Atraviesan la calle,)
Ríe. {A j£SÚ$.; Aprende á buscar pareja.
(.í4 Paca.) jOlé yai ¡Viva el salero!
^Tenéis billetes?
Paca. De sobra.
Ríe. ¿Y compañía?
Paca. Veremos.
Ríe. Pues agárrate á ese brazo.
Anda tú con esa. (A Jkííús.)
Jesús. Bueno.
Sefiora... (^ Lola.)
Ríe. Oye, tú, no digas
sandeces ni cumplimientos.
Vamos allá, retrechera. {A Paca.;
JesúSs Pues vamos, retre... (A Lola.)
Lola. {Interrumpiéndcle y mirándole con sorna,)
jZopencol (Entran)
ESCENA íll
Soledad con antifaz, del brazo de Miranda,^ Antoñito
Sol. Que aquí viene la grandeza,
no seas lila.
Ant. No lo creo.
Sol. iVayal Si somos marquesas
la que vsíáa y la que menos.
|Me hacen gracia \q% panolis!
¡Estarse tomando el fresco
en la esquina y no atreverse
á entrar!
MiR. Chica, si no es eso.
r>
Sol. Vamos, tenéis compromiso
con las novias: lo estoy viendo.
Me oléis á tertulia cursi
• á cien leguas.
Ant, El consuelo
que nos queda es que no sabes
soltamos.
Sol. Porque no quiero
entrar en el baile sola
y que digan que no tengo
quien me acompañe; ¿te enteras?
Ant. Gracias. ; Vaya si me entero! {Entran en el portal?)
Reo. Los billetes. {A Soledad, que entra,)
Pase usted.
Ustedes no, caballeros.
Ant. Pero si tenemos vales.
Reo. Sí; pero se exige en ellos
el traje de sociedad.
MiR. Y ¿qué? ¿Son malos los nuestros?
Toque usted. Catorce duros.
Ant. Lanilla dulce; está nuevo,
vea usted.-
Rec. Pero, señores,
lo digo por los sombreros.
No se puede entrar con hongo
en el salón.
MiR. ¡Por supuestol •
|Como es de etiqueta el bailel...
Ant. ¡Pues, hombre, me gusta el fuero!
jPues si eso es una perreral
Reo. Vamos, señores, silencio.
MiR. Déjalo; no te sofoques.
Verás qué pronto volvemos. {Salen á la calle.)
Ant. . Oye: ¿mandaste billetes
á tu novia?
MiR. jYalocreol
]Como que tengo unas ganas
de bailar por lo ñamenco,
y de no pasar apuros
y hablar bajito y sin miedos!...
Dios quiera que haya venido.
— 9 —
Ant.
Pero la traerá tu suegro,
8Í lo ha de ser, ó tu suegra.
MlR.
No importa; aquí no los temo.
No me conocen.
Ant.
Pues, mira,
que «i nos encuentra dentro
con esa que nos traía...
MlR,
Inventaría algún cuento.
Si ella es muy crédula.
Ant.
¿Vamos
á ver si arreglamos eso
de la« chisteras?
MlR.
A escape,
que estamos perdiendo el tiempo. ( Vanse.)
ESCKNAIV
D. Ignacio, Doña Lokenza, Inocencia y Cándida
descubiertas
Ign. Nada, no; vamos despacio.
O salimos á laíj tres
ó no entramos.
LoR. Eso es.
Inoc. Pero, por Dios don Ignacio;
doña Ix)renza, por Dios...
eso es una atrocidad,
porque el baile de verdad,
empieza casi á las dos.
Ion. Pues hija, usted lo verá.
Ix) que es yo no la tolero
más que hasta \3a tres; no quiero
que me riña su mamá.
Yo sé muy bien que pasada
esa hora, solamente
queda en el salón la gente
sospechosa y deslenguada,
y siempre hay algün exceso,
y se pierde la vergüenza,
y... en fin... ^o es verdad, Lorenza?
— lO
LOR.
Y tú, ¿de qué sabes eso?
Ion.
Por lo que dicen.
LOR.
lAhl lYal
Ion.
Pues ¿de qué lo he de saber?
LOR.
¡Demoniol Podía ser
de haberlo visto. .^
Ion.
(lOjalál)
Inoc.
Anímale. {A Cándida.)
CÁND.
Papá, ¿entramos.
ó nos vamos, ó qué hacemos?
Ion.
¡Que es preciso que salgamos
á las tres!
Inoc.
Bueno; saldremos.
(Habrá que verlo.)
CÁND.
{A D.^ Lorenza.) Mamá:
ha venido Manolito
para hablarte, y estará
impaciente el pobrecito.
LOR.
Niñas, taparse la cara
y adentro. (Las fres se ponen los antifaces^
Ign.
Y formalidad.
(Yo sabré escurrirme para
divertirme de verdad.) {Entran.)
II
CUADRO TI
Mutación. Salón de entrada y espera en un teatro, decorado con lujo. A la dere-
cha, en primer término, el biombo donde está el recibidor durante todo el cua-
dro; en segundo término una gran puerta donde se lee RESTAURANT. A
la izquierda, en primer término, el guardarropa, donde está siempre el encarga-
do que á su tiempo recoge y devuelve los abrigos. En segundo término, rom-
pimiento con principio de escalera, y este letrero^ SUBIDA A LOS PALCOS.
Xn el fondo, la puerta que comunica con el salón principal, cerrada con por-
tiers. Encima este otro letrero: BUTACAS. Divanes en el centro, al foro y á
los costados. Estatuas sosteniendo candelabros. Mucha luz.
ESCENA V
Don Ignacio, Doña Lorenza, Inocencia, dejando los
abrigos en el guardarropa. Cándida, asomándose hacia
adentro por la puerta del foro hasta que la llaman^ y se
acerca también á dejar su abrigo. Los cuatro entran por
el foro cuando reciben las medallas del número, Al mismo
tiempo, Soledad baja por la escalera de la izquierda, y
Pedro que sale del foro, se encuentra con ella. El Recibidor
de billetes
Ign.
A ver, niñas, los abrigos.
LOR.
jCándidal...
Cánd.
Voy al momento.
{A Inocencia.)
Están bailando habanera.
Inoc.
jSi vieras qué rico es eso!
CÁND.
Y no ha venido aquel tonto.
Inoc.
Andará por allá dentro. {Entran^
Ped.
Oye, máscara.
Sol.
¿Qué quieres?
Ped.
¿A dónde vas?
Sol.
Donde quiero.
12
Ped. ¿Tienes pareja?
Sol. La busco.
Ped. Aquí estoy yo.
Sol. Ya lo veo.
Pero tú no me convienes.
Ped. No me hagas ese desprecio.
Sol. Es justicia.
Ped. Pero tú
¿qué sabes si te convengo?
Sol. Me lo figuro.
Ped. ¿Por qué?
Sol. Por la cara y por el pelo.
Ped. ¿Quieres tomármele?
Sol. Acaso.
Ped. Eso será si yo quiero.
jBonito soy yol .
Sol. iQuisierasI
Anda á mirarte al espejo.
Ped. Tú debes ser deliciosa.
Sol. Eso dicen.
Ped. y lo creo.
¿Quieres bailar?
Sol. Muchas gracias.
Ped. ¿Chocolate?
Sol. Sale espeso.
Ped. ¿Unos pasteles?
Sol. Me empacho.
Ped. ¿Manzanilla?
Sol. Me mareo.
Ped. ¿Salchicón?
Sol. No me conviene.
Ped. ¿Vino?
Sol. Me ataca los nervios.
Ped. Pues, ¿qué quieres?
Sol. Una cena
de cinco duros cubierto.
Ped. Esas son palabras gordas.
Sol. a mí me gusta hablar recio.
Ped. Pues yo soy sordo.
Sol. Aliviarse.
Ped. Eres cortita de genio. .
— - 13 —
Sol. y tú no tienes dos reales,
y eres muy largo en obsequios.
Ped. No hago el primo.
Sol. No me falta
con quien cenar.
Ped. • Buen provecho,
marquesa de la gazuza.
Sol. Gracias, señor Manzanedo. {Vase foro.)
Ped. jOtra que se val Me marcho
allá arriba á ver si encuentro
algo. jQué barbaridadl
jCómo me estoy aburriendol
\Sube escalera izquierda^
ESCENA VI
jEStjs y la Lola, sin antifaz j por el foro
Lola. ¿Lo ves? Soy fea.
Jesús. (jDemoniol
I Qué amable esl jYa me tuteal)
¡Qué ha de ser usté... tú, fea!
¡Tentación de San Antoniol
Lola. ¿Te gusto?
Jesús. ¡Vaya! ¿Y á quién
no le enamoras? *Si vieras
cuánto te quiero...
Lola. ¿De veras?
Pues tú me gustas también.
Porque como eres así,
tan alegre, tan bromista,
y... en fin, que á primera vista
se nota que eres de aquí.
{Se sientan d la izquierda^
Jesús. Pues acabo de llegar
. de Oviedo.
Lola. Precisamente,
los asturianos son gente
simpática.
Jesús. Regular.
— 14 --
Lola. Y hay algunos, sobre todo...
Jesús. (Es por mí. Si yo pudiera
echarlas de calavera...)
No me mires de ese modo
porque me sofoco.
Lola. ^Ya?
¿A ver el pulso?
Jesús. {Besándola). jAy qué manol
Lola. (Pues, sefior, el asturiano
ya sabe por dónde va.)
Jesús. Permíteme una expansión. {Pr€tende abrazarla!)
Lola. ¡Chiquillo! La mano quieta,
ó me pongo la careta
y me meto en el salón.
Jesús. ¡Ayl No. (¡A que resulta ahora
que es una chica decente!)
Bueno; hablemos formalmente.
Tú, ¿qué eres?
Lola. Ribeteadora.
Jesús. Digo de estado.
Lola. Soltera.
Jesús. Pues, me alegro mucho.
Lola. Y yo.
Jesús. * ¿Y vives tú sola?
Lola. No;
vivo con mi compañía.
Jesíjs. ¿Tienes novio?
Lola. No lo sé.
¿Qué te importa?
Jesús. Lo decía,
porque te visitaría.
Lola. Y aunque le tuviera, ¿qué?
{Siguen hablando bajo,)
ESCENA Vn
Dichos y Miranda y AsTOÑiTO, pr lanera derecha
MiR. A ver si hay dificultad
para que entremos así.
{Entrega los billetes y entran^
— 15 —
Pasa. Ya estamos aquí
en traje de sociedad.
{Entregan los abrigos en el guardarropa.)
Ant. y te está bien la chistera.
MiR. ¡ fomal Que no habrá quien note
que es de otro.
Ant. y así, al cogote,
te da aire de calavera.
MiR. No; si es porque me conviene.
Es más pequeña que el hongo,
y ¿lo ves? si me la pongo
derecha no se sostiene.
De modo que estoy vendido.
En cambo tú, si la dejas,
se mete hasta las orejas.
Ant. No; si ya se me ha metido.
Y eso que, donde la ves,
tiene dentro El Impar cial^
un trozo de El Liberal
y dos prospectos ó tres.
ESCENA VIII
Dichos, RcARDO é Inocencia, con antifaz, por el foro
m
Inoc. ¿De veras?
Ríe. , Lo que te digo.
No me vengas con apuros,
porque tengo veinte duros
para tirarlos contigo.
(Inocencia ve á Miranda, se separa de Ricar-
do y se dirige hacia éL)
Inoc. JÉII Voy á decirle aquello.
¡Chistl... Oiga usted...
Ríe. ^ (jBuena está
la mocital ¿Quién será
ese cursi? ¿A que le estrello?)
Inoc. Usté es el señor Miranda,
dependiente de una tienda
k *_
— i6 -
de mercería, Encomienda
cuarenta y seis.
Ant. (A Miranda.) jAnda, anda,
pillín, que esta mascaríta
creo que te ha conocido!
Inoc. ¡Clarol Como que he venido
con Cándida.
MiR. ¡Pobrecital
¿Me espera?
Inoc. Con su mamá.
MiR. ]AyI La mamá me da miedo.
Pero voy á ver si puedo
hacer un esfuerzo.
Ríe. {Deteniéndole^ jCál
Usted no se va de aquí
sin darme una explicación.
MiR. ¿A usted? ¿Y por qué razón?
Ríe. Porque se la pido.
MiR. ¿A mí?
Ant. {A iNoeENCiA.) Mientras disputan los dos,
¿damos una vuelta?
Inoc. {Cogiéndose de su brazo ^ Vamos
donde quieras.
Ant. Les dejamos
en paz y en gracia de Dios. {Vanseforo,)
MiR. Pero ¿por qué? ¡Usté está locol
Ric. Porque traigo mi pareja
y le ve á usted, y me deja.
MiR. ¿Y qué?
Ríe. ¿Le parece poco?
Pues sepa usted, caballero,
que en cuestiones de señoras
yo me rompo á todas horas
el alma con el lucero.
Y esto conmigo no pasa,
y nadie me tose á mí,
porque yo soy...
MiR. Vamos, sí;
un chulo de buena casa.
Ríe. ¿Cómo es eso? Vamos fuera.
Me lo voy á usté á cenar.
— 17 —
MiK. (No hay nadie. Habrá que gritar.)
Sí, señor; cuando usted quiera.
Ríe. Que si me anda usté chillando
le atizo una puñalada.
Mjr. a mí no me importan nada
las puñaladas. Andando.
Ríe. (Me ha comido la partida.)
MiR. (Si salimos me devora.)
Ríe. No alborotemos ahora.
Espere usté á la salida. {Vasefcro.)
MiR. Le he achicado. jMe lucíl
jCómo conozco á las gentes!
Estos muchachos valientes
acaban todos así. ( Vaseforo.)
ESCENA IX
Lola, Jesús; luego Paca, sin antifaz
Jesús. Conque calle de la Bola,
veinte, segundo.
Lola. Interior.
Jesús. Te llevaré al obrador.
¿Por quién pregunto?
Lola. Por Lola.
Paca. {Saliendo,) ¿Habéis visto á mi pareja? ^
Lola. ¿Se ha perdido?
Paca. ¡Por supuesto!
Me parece que se ha puesto
á bailar con una vieja.
Jesús. Ese es muy barbián.
Paca. Que sea.
Pues á mí me importa un pito. {Aparte á Lola.)
(Oyes: está el Marquesito
aquí en un palco platea.)
Lola. (¿Tiene cena?)
Paca. (Y nos convida.)
Lola. (Voy á dejar á este tonto.)
Espérame. (^ Jesús.)
Jesús. ¿Vuelves pronto?
— i8 —
Lola. ¿No he de volver? En seguida.
( Vansé ¡as dos por el foro.)
Jesús. Me dejaron. Y pensar
que vuelven aquí, jbobadal
Y eso que me atrevo. jNadal...
Que no las sé conquistar. ( Vase,)
ESCENA X
D. Ignacio y Soledad, con antifaz
Ign.
Déjame en paz, tentación.
Por el santo de mi nombre
que no puedo.
Sol.
Vamos, hombre,
no te hagas el remolón.
Ign.
Sepamos por qué te sales
conmigo .
Sol.
Porque no quiero
comprometerte y me muero
por las personas formales.
Ign.
Pero, hija, soy un vejete
que viene con su mujer.
Sol.
¿Viejo tú?... Debes tener
treinta y seis ó treinta y siete.
Ign.
Tú me adulas, picarona.
Sol.
Para que vengas conmigo
y hables algo.
Ign.
¿Y qué te digo?
(jDiablol |Y es buena personal)
Sol.
Sobre poco más ó menos,
que tengo como dos soles
los ojos, y...
Ign.
¡Caracoles!
1 Y sí que los tienes buenosl
Sol.
¡Holal Parece que vas
animándote.
Ign.
|Y qué piel
Sol.
Tengo otro igual.
Ign.
Ya lo sé.
— 19 —
¿Y qué más tienes, qué más?
Sol. Mucho mimo para ti.
Ion. ¿De verdad?
Sol. ¡Pues no ha de serl
Ign. (¡Caramba! ¡Si mi mujer
supiera que estoy asi!...)
¿No me engañas?
Sol. No te engaño.
Ign. Pues descúbrete.
Sol. No; quita.
I Ign. ¿Cómo te llamas?
I Sol. Sólita.
Ign. ¿Sólita? Yo te acompaño.
¿Te descubrirás después
de cenar?
Sol. Si es un capricho...
Ign. Pues andando. (¡Y yo que he dicho
que nos vamos á las tres!
La cito para otro día,
y...)
Sol. ¿Me vas á esperar fuera
al ñnal?
Ign. ¡Ayl ¡Si pudiera
vaya si te esperaría! ( Vanse al ambigú.)
ESCENA XI
Pedro, por la escalera
¡Nadal Yo subo, yo bajo,
y por todas partes... ¡nada!
Lo que es como algún amigo
venga á decirme mañana:
— «Anda, vete al baile, Pedro.»
— «Perico, ¿por qué no bailas?»
— «Allí verás qué mujeres...»
le voy á romper el alma.
Por supuesto, aquí no hay nadie
que se divierta. Eso es gana
de darse tono. Lo que hay
20
es que lo dicen en guasa.
Así se lleve el demonio
todos los bailes de máscaras. ( Vase al ambigú^
ESCENA Xn
CÁNDIDA, sin aníí/aZf y Miranda. Al fin déla escena Jesús
y Ricardo
CÁND. Pues, sí señor que eres malo.
MiR. Hija, si soy una malva.
CÁND. Pues, ^por qué me aprietas tanto?
MiR. Porque así es como se baila.
CÁND. Mentira;- que cuando damos
las reuniones en casa,
no bailamos tan juntitos,
y es mejor.
MiR. Pero, muchacha,
aquí no puedo dar saltos.
Ya ves cómo está la sala
de gente. Como no hay trecho,
hay que acortar las distancias.
CÁND. Desengáñate, Manolo,
tú no me quieres.
MiR. jCarambal
¿Ahora salimos con esas?
CÁND. Entonces, ¿por qué me abrazas
y no levantas los pies?
MiR. Porque así tiene más gracia
y resulta más bonito.
CÁND. jClarol Porque tienes malas.
intenciones.
MiR. iDios me librel
Tú no me conoces, Cándida,
y exageras. ¿Tú no has visto
aquellos dos que bailaban
junto á nosotros? jTenían
tan pegaditas las carasl. .
CÁND. Pues eso es escandaloso.
MiR. Y sabe á miel de la Alcarria.
21
MlR.
Cand.
MlR.
CÁND.
CÁND, iPilloI
MiR. ¿Me quieres?
CÁND. No debo.
MiR. Pues haz un esfuerzo.
CÁND. Vaya;
pues has de hablar con mamá
esta misma noche .. ¡nadal...
No hagas muecas.
No me atrevo.
Pero si está con un ansia
de conocerte... |Si vieras!...
Dice que por qué no la hablas.
Porque no sé qué decirla.
Mira, la diré que salga
aquí al pasillo; te acercas,
y como viene de máscara,
tú te haces el distraído,
ella lo sabe, la sacas
á bailar, habláis, y luego
ya puedes entrar en casa.
MiR. jMiren la niña si sabel
CÁND. ¡Si tú eres un papanatas
que no acierta á dar un pasol
Pues si yo no lo arreglara,
así estaríamos siempre.
MiR. Vamos, ¿y qué quieres que haga?
CÁND. Cuando venga mi mamá
aquí al descanso, invitarla
á dar una vuelta, ¿entiendes?
Y después, en cuanto salga
la conversación... Ya sabes.
{Siguen hablando en voz baja?)
Ríe. {Saliendo.) ¿Conque aquella buena alhaja
se escapó?
Jesús. {ídem.) Sí; está en un palco
con la tuya y otras cuantas
de la misma traza, y varios
caballeritos.
Ríe. Pues, anda,
vamos por ellas.
Jesús. jDemonioI
— 22 .
¿Y si los otros se enfaxlañ?
Ríe. ¡No seas lilal Para un hombre
hay otro, y á bofetadas
se las quitamos.
Jesús. ¿Sí, eh?
Ríe. Vamos á echar unas cañas
primero, y ya verás tú
cómo armamos zaragata. {Entran en el ambigú^
MiR. Bueno; yo haré lo que pueda.
CÁND. Pues, mira, voy á avisarla. {Vase Joro,)
MiR. Yo beberé anís del Mono
entretanto, y pecho al agua.
{Entra en el ambigú^
ESCENA Xiri
Soledad, sin antifaz, y D. Ignacio, del ambigú
Sol. jOlé, los mozos de rumbo!
Ion. ¡Caracoles si eres guapa!
(¡Y cómo come esta chica!
Si me descuido me traga.)
LOR. {Dentro^ Bien; puedes dar una vuelta,
y aquí te espero.
(D. iGNAeio intenta subir escalera arriba?^
Sol. ¿Qué pasa?
Ign. Anda; vamonos arriba.
Sol. ¿Por qué?
Ign. Porque viene el guarda. ( Fanse.)
ESCENA XIV
D.* Lorenza é Inocencia, sin careta, D.* Lorenza
se la quita á la salida
LoR. Hija, yo me siento aquí
porque estoy más sofocada...
¡Jesús! ¡Si parece un horno
el salón!... ¡Qué gentualla!...
— 23 —
|Y qué modo de bailarl...
Jesús otra vezl
Inoc. Hay tanta
tropa menuda...
LoR. No sé
cómo hay mujeres tan malas
que bailen así. ¿Usté ha visto,
hija, -cómo las abrazan,
y cómo charlan y gritan,
y beben y se emborrachan?
Jesús mil vecesl
Inoc. jAy! Yo
crea usté que estoy más harta
de haber venido... Hay algunos
que no distinguen, y tratan
á todo el mundo lo mismo.
Yo no he salido de casa
á estas horas en mi vida,
ya sabe usted...
LoR. No sé nada.
Inoc. Pues no he venido á estos bailes
nunca, y así Dios me valga
como no pienso volver.
LoR. Tampoco vendrá mi Cándida
si Dios quiere. Hoy nos mandó
billetes ese Miranda
de mis pecados, que nunca
se atreve á decir palabra
de provecho, y dijo Ignacio:
— «¿Vamos?» — Y yo dije: — «Vaya;
por ver lo que es eso, iremos.» —
Pero me pesa en el alma;
porque se ven unas cosas...
Jesúsl
Inoc. |Yo estoy asombradal
LoR. ¿Usted conoce á Manolo?
Inoc. Y le he visto cuando entraba.
LoR. Me alegro, porque le espero.
Me ha dicho aquélla que salga,
y que él se me acercará.
Inoc. {Mirando al ambigú^ Allí está... ya se levanta.
— 24 —
LoR. Vendrá aquí.
Inoc. Yo dejo á usted.
LoR. Cuidado con quien se baila. {Se pone el antifaz.)
. Inoc. No hay cuidado; no señora.
Si digo que estoy más harta...
LoR. (Vamos á ver si se atreve.)
Rio. {Dentro j por la escalera^
^^y2L usted con Dios, barbiana.
Inoc. ¿Yo?
Ríe. {ídem.) ¿Bebe usted manzanilla?
Inoc. No.
Ríe. {ídem.) ¿Ni siquiera una caña?
Inoc. Si bajo pronto...
Ríe. £n seguida.
Inoc. (No se ha enterado de nada.)
{Por D.* Lorenza. Sube.)
ESCENA XV
D.* Lorenza 7 Miranda; lue^o Jesús
MiR. {A la puerta del ambigú^
Allí está. Me están temblando
las piernas. ¿Qué la diré?
No me atrevo todavía.
Tomaré otra copa á ver...
Jesús. ¿Me permite usted pasar?
Gracias.
MiR. Servidor de usted.
(Miranda se entra en el ambigú, Jesús sale^
Jesús. Me parece que me duermo.
jClaroI Me han hecho beber
de ñrme... y la manzanilla
sienta mal y sabe bien.
|Ya lo creo que estoy fuerte
para atreverme á cualquier
barbaridad! De seguro
me meto en algún belén
ahora mismo. Soy capaz
de todo.
LoR. (Debe ser él...
— 25 —
no hay duda... Me mira mucho
y no se atreve... Como es
tan corto de genio...) [Chistl
Joven...
Jesús. (Pues, señor, ¿á quién
llamará? Y aquí no hay nadie.
Pues á mí debe de ser.
jHola! ¡Y tiene, buena facha!
Vamos allá.)
LoR. Venga usté.
Jesús. (jAndal |Y se coge del brazol
¿Qué me querrá esta mujer?)
LoR. Ya estoy enterada.
Jesús. ¿Sí?
Pues me alegro.
LoR. Yo también.
Como es usted tan cobarde
para hablarme...
Jesús. |Ya se vel
(Pues señor, me he equivocado.
Se conoce que esta vez
no me ha resultado el vino
como yo esperaba.)
LoR. ¿Usted
quiere á Cándida de veras?
Jesús. {Vayal ¡Pues no he de quererl
(Ya tengo otra aventurilla.
Que Dios me saque con bien.)
LoR. Pues por mí, si usted se porta
como caballero que es...
Jesús. Gracias.
LoR. No hay inconveniente
en que... vamos...
Jesús. Sí; ya sé.
LoR. ¿Usted con qué medios cuenta?...
Jesús. ¿Yo?
LoR. Sí; además de tener
el destino en esa tienda
de mercería.
Jesús. Eso es.
(No estaba en ello.)
— 26 —
lx)R. Lo digo,
porque ya comprende usted
que cuando un hombre se casa
necesita sostener
mil obligaciones...
Jesús. Bueno...
¿y á mí qué me importa?
LoR. ^Qué?
Jesús. Que yo no me he de casar.
LoR. |HombreI ¡Qué des&chatezl
¿No acaba usted de decir
que quiere á la niña?
Jesús. Bien.
LoR. Pues yo por mí, le concedo
su mano.
Jesús. No puede ser,
porque tengo hace dos años
una novia en Aviles.
LoR. |Otra!
Jesús. No, señora; ima.
LoR. iJesúsl...
Jesús. <Qué tiene que ver?...
LoR. ¡Pero usted es un granuja!
Jesús. Señora, repare usted
en que, aunque tenga careta,
eso es insultarme.
LoR. Pues
es usté un pillo.
Jesús. jSeñora!...
'Ya me metí en el belén.)
[Se separa poco á poco del grupo que se forma
en seguida, y se sienta en un diván de la iz-
quierda. Poco después se tumba en él.)
ESCENA XVI
DichoSy CÁNDroA y Antoñito, por el foro, y Miranda,
por el dmbigtí
MiR. Pero, ¿qué es esto?
CÁND. |Mamál...
í:
í
— 27 —
Ant. ^Quién es este caballero?
LoR. Hija, no te casas ya.
CÁND. ¿Por qué?
LoR. Porque yo no quiero.
ijesúsl jTu novio es un pillol
MiR. iCómol...
LoR. Quite usted de ahí.
MiR. Pues si soy un pobrecillo.
LoR. ^Y á usted, quién le llama aquí?
No le vuelvas á mirar.
Viene con mal fin... jLo ha dicho!
CÁND. jlnfame! (A Miranda )
MiR. Déjame hablar.
CÁND. Calla.
MiR. ¡Señor! ¡Es capricho
el de darme un puntapié
sin tener culpa maldita!
LoR. Pero, hombre, ¿quién es usté?
MiR. El flovio de Candidita.
LoR. ¡Tenías dos!... {A Cándida.)
CÁND. No, señora;
este solo.
LoR. (/Vr Jesús.) Pues, ¿y aquél?
CÁND. ¿Ese? ¡Si le veo ahora!
LoR. ¡Pero si lo ha dicho él!
MiR. ¡Infame! {A Cándida.)
Ant. {a Jesús.) Chist... Caballero,
diga usted algo.
Jesús. Pues digo
que la quiero y la requiero.
MiR. Pues se verá usted conmigo.
CÁND. Por Dios, Manolo...
Ix>R. Es que yo
me he equivocado; y está
algo bebido.
Jesús. Eso no.
LoR. Anda; busca á tu papá
y vamonos en seguida.
¿Y la Inocencia?
CÁND. No sé.
LoR. ¡Y estaba tan aburrida!
— 28 —
Antonio, búsquela usté.
ijesúsl ( Vase Antoñito. Todos buscan tnirando
por todas las puertas^
ESCENA XVII
Dichos^ Lola, por el foro, y Pedro, por el ambigú
Lola.
^Qué es esto?
Pf.d.
|Ay! Al fin
veo una sola. Un favor. {A Lola.)
¿Usted baila, serafín?
Lola.
Muchas gracias; no señor.
LOR.
¿Dónde estará mi marido?
Lola.
Pero ¿á qué viene este ojeo?
LOR.
|AndaI |Y también se ha perdido .
la Inocencia!
Ped.
|Ya lo creol
¿Y la busca usted aquí?
LOR.
¿Usted la conoce?
Ped.
No...
Es decir, creo que sí.
pues para inocentes yo.
LOR.
¡Ayl ¡No sé lo que me pasal
,
jY ese Ignacio no parecel
Cuando yo me vea en casa
le diré lo que merece.
•
¡Bribónl... ¡Dejarnos asíl...
(Inocencia se ríe dentro d carcajadas.^
¿Qué es eso?
CÁND.
¡Mamá, mamál...
LOR.
¿Qué pasa?
CÁND.
Que ya está aquí.
Inocencia.
LOR.
¡Y cómo estál...
— 29 —
ESCENA XVIII
DichoSy Inocencia del brazo de Ricardo y riéndose á
carcajadas i por la escalera
Inoc. {Bailando?) Tran larán, tran larán tran.
LoR. Pero ¿qué le pasa á usté?
¿Qué es esto?
Inoc. jDoña Lorenza
de mi corazón I ¿Qué hacéis
aquí? Vamos á bailar.
Esto dura hasta las seis
y me ha dicho este gachó
que está mejor cada vez.
LoR. iJesúsl
CÁND. jMuchachal... ¡Por Dios!...
Inoc. Y yo bailo de chipén, {Riendo^
¿Te gustan las palabrejas?
Pues aquí donde le ves,
las dice este caballero
á cada paso.
LoR. Muy bien,
señorita. Ahora veremos
cómo se las dice usted
á su mamá.
¿Cómo es eso?
¿Nos vamos? No son las tres.
Yo no me marcho.
ijesúsl
Me gusta á mí este belén,
y yo me divierto mucho,
tanto que pienso volver,
y aquí tengo los billetes
para el día diez y seis.
CÁND. \A Miranda.) (¡Está alegre la muchachal)
MiR. Cándida, si hemos de ser
amigos, no vuelvas nunca
con Inocencia. Ya ves...
Inoc.
LOR.
Inoc
— 30 —
CÁKD.
Descuida.
Ríe.
{Procurando despertar á Jf.sús.)
)No se ha dormido
este zánganol |ChistI... |£h!...
Despierta.
Jesús.
¿Que si la quiero?
¡Vayal ¿No la he de querer?
Ric.
]£hl Que no se trata de eso.
Que hay que pagar el jerez
y la manzanilla.
Jesús.
Bueno;
déjame en paz.
Ríe.
Está bien.
LOR.
{A iNOCENeíA.) Desengáseñe usted, niña,
ha sido una insensatez
separarse de nosotras,
y sobre todo, beber.
iNoe.
¡Si están buenas las cafíitasl
LOR.
¡Jesús, María y José!
Nada; á tomar los abrigos
en cuanto parezca aquel
-
malaventurado, y luego
á no acordarse otra vez
en la vida de estas cosas.
iNoe.
Pero...
LOR.
¿Me ha entendido usté?
ESCEXA XIX
Dichos, Antoñito; después Paca del brazo de Don
iGNAeiO
Ant. Doña Lorenza... aquí viene
don Ignacio.
LoR. {Viéndole^ iCómoI... iQuél...
¡Ayl Yo me muero.
MiR. Señora...
{Mucho alboroto y mucha animación en toda la
escena. Inocencia sigue riendo á carcajadas
hasta eljinal.)
— 31 —
Ign. * Suelta. {A Paca.)
Paca. No quiero, hasta ver
por qué quieres escaparte.
LoR. ¡Ah, infamel ¿Conque es usté
el que no quería entrar
si no salía á las tres?
Paca. ¡Holal ¿Conque es la señora?
Lola. ¡Mira el viejol
LoR. jTunol ¡Infiell
Ign. Pero si ésta es una chica-
de un amigo.
LoR. Sí; eso es.
Te voy á arañar la cara.
CÁND. ¡Mamá!...
MiR. jSeñoral...
Ríe. {Aparte d D. Ignacio.) Ande usté;
tieiie usté la puerta abierta...
puede usté echar á correr.
Ign. ¿y qué adelanto, si tengo
que ir á casa?
LoR. Dices bien...
allí nos entenderemos...
¡Canallal... jPillo!... jSoez!...
Recib, Señores, no armar escándalo,
porque entonces llamaré
á la pareja.
LoR. {Obligando d D. Ignacio de un empujón á acer-
carse al guardarropa^ En seguida...
los abrigos.
Pei>. Yo también
me he divertido de firme.
¡Cuando yo vuelva otra vezl...
Ríe. {A Jesús.) Tü, ¿te levantas ó no?
Jesús. Bueno; me levantaré
para pedir un aplauso
si esto les parece bien.
FIN
)
BIBLIOTECA LÍRICO-DRAMATICA Y TEATRO CÓMICO
EL BAICON
ZARZUELA CÓMICA
EN UN ACTO Y TRES CUADROS, EN PROSA
origíoal de
FÉLIX LliBNDOUX Y lARIAPíO DE ROJAS
MÚSICA DEL MAESTRO
CM gm ÁóU « d mm lAKTÍI b M(k M 8 ^ Imo 4e 1S»2
-^S# &Ofí^ *^
MADRID
ARREGUI Y ARDEJ, EDITORES
1892
Esta obra es propiedad de sus aatores, y nadie po-
drá, sin sn permiso, reimprimirla ni representarla en
Espafta y sos posesiones de Ultramar, ni en los paises
oon quienes haya celebrados ó se celebren en ade-
lante tratados internacionales de propiedad literaria.
Los autores se reservan el derecho dA la traducción.
Los comisionados de las Galerías Biblioieca lirico-
dramáfíea y Teatro cómico^ de los Sres. Arreg^ni y
Arucg, son los encargados exclusivamente del cobro
de los derechos de propiedad.
Queda hecho el depósito que marca la ley.
rf«
MADItlD: 1892.— Escuela Tipográfica del Hospicio
J
íl iPUDDiDo rum kurn r tenor céuco
{Te acuerdas de la lectura de esta obra? {Te
acuerdas de del ensayo general} {Te acuerdas
de la sexta representación}
Bueno pues olvídalo y
Acoge este libro con el mismo cariño que te
lo dedican
Los Autores
REPARTO
PERSONAJES
ACTORES
SOLEDAD Sha. Lloréis.
DOÑA CARLOTA » Imperial.
LA PORTERA » Mínguez.
UNA SEÑORITA Srta. Bustos.
ÁNGEL. Sr. Mesejo(E.)
DON LINO » BoscH.
DON LUCAS I
EL SECRETARIO ' » González (A.)
UN POLLO i
EL ALCALDE DE UN PUEBLO » Tormo (E.)
UN SÍNDICO » ZORL
UN MOZO DE CUERDA » Méndez.
UN MOZO DE BILLAR, qae no sale.... » González (M.)
Modistas, Estudiantes, Viajeros de i.*, 2.* y 3.* clase. Vecinos
La acción en Madñd. Época actuaL — Por derecha é izquierda
las del actor.
ACTO ÜNICO
La escena representa una calle; al foro fachada de una casa; en los
balcones del piso primero se verá una muestra con letras grandes
3ue dice: Mademoiselle Olimpia. Modiste. En primer término
e la derecha una casa con puerta y balcón practicables; eo se-
gundo término caja libre que figura ser una bocacalle lo mismo
que en segundo término de la derecha; en el primero de la iz~
quierda puerta practicable con letrero que dice: Café de Europa.
Encima, balcón practicable también con una muestra que dice:
Billares. Al levantarse el telón comienza á salir de la casa del
foro el coro de mujeres con líos y cajas; el coro de hombres que
está dividido en grupos se acerca á ellas. La portera sentada á
la puerta de la casa izquierda. Es de noche.
ESCENA PRIMERA
MODISTAS y ESTUDIANTES
Música.
MODIS.
ESTÜD.
Moüis.
ESTUD.
MODIS.
EsTÜD.
MODIS.
ESTÜP,
Al fin llegó la hora
vamos á cenar.
Si me lo permite
la he de acompañar.
No se lo permito
que me dá rubor.
Sepa usted que vengo
con buena intención.
¿Es que viene Vd. á darme la lata?
Pues ¡no que no!
Es que yo no la admito de nadiQ,
P»es sí, señor.
Teatro Cómico.— Galería DbamíLtioa
MODIS.
' ESTÜD.
MoDis.
ESTUD.
MODlS.
EsTÜD.
MoDis.
EsTüD.
MODlS.
EsTüD.
MoDIS.
EsTüD.
MoDis.
ESTUD.
MoDis.
EsTUD.
MODIS.
EsTÜD.
MoDis.
Todos.
Si es que tiene Ud. gana de queda,..
Me quedaré.
Pues me marcho corriendo á mi casa.
La seguiré.
Es usted bonita...
Basta de jabón.
Es que yo la quiero.
Pues no quiero yo.
jVaya unos andares!
Conozco el percal.
Es usted un ángel.
Y usté un animal.
Venga usted.
Ya le he dicho que no quiero ir.
Oiga usted.
{Buen humor tengo yo para oir!
jVenga acá!
¡Ay, Jesús, que ya estoy sofocál
¡Sin chistar!
Pues me tengo que sacrificar!
{Cógense del bra^o.)
Vamonos
por ahi
vamonos á cenar al Petit,
y después
á la Aihambra á bailar un chotis.
Y al salir,
unos churros, dos copas de anis,
y después...
lo demás no se puede decir.
{Vánse formando parejas alegremente,)
ESCENA n
D. LUCAS y la PORTERA; el primero sale segundo término de-
recha y baj.a al proscenio. La Portera ha de hablar siempre muy
deprisa.
D. Lucas.
Nada, nada; estoy decidido. ¿Qué me
pegan? |Qué me peguen! ¿Qué me pren-
den? ¡Qué me prendan! ¡Estoy in albis!
Hace veinticuatro horas que no he trope-
zado con la gracia de Dios ni con la
Eli Balcón. — Jjihevdovx t Rojas
graci^ de María Santísima; ahora lo que
me falta es tropezar con la gracia de la
Constitucióa; y la gracia está en esta
carta. Si me da dinero este granuja de
D. Lino, lo primero que hago es.., to-
marlo y después le insulto. ¡Mire usted
que echarme de la oficina por haber
puesto en un expediente hespital y probé!
¡Cómo si tratándose de hespital no estu-
viera bien lo de probé y viceversa! (Ver-
me asil {Yo que he sido comerciante en
paños al por mayor! Y ahora estoy en
paños menores , como quien dice. La
cosa no tiene solución: el ministro me ha
dicho que me colocará en las primeras
vacantes que haya. Y me ha repetido:—»
«¡Está Ud. en las primerasl)^ Lo cual es
un error; porque estoy en las últimas!
(Dentro,) ¡Doce y tres, quince, por diez y
siete, y tira el mingo con cuatro!
¡Portera! (Yendo hacia ella.) ^
Hola, D. Lucas, ^qué quería Ud?. ..
^Sabe Ud. si está en casa D. Lino?...
^D. Lino? El der principal derecha sin
entresuelo letra A bis? Sí, señor, pero
no suba Ud; hoy se van de viaje á to-
mar los baños de Panticosa; la señora
está atroz de las piernas; la niña está im-
posible de los brazos, y el papá ya sabe
usted como tiene el hígado.
Si; necesita echarlo.
¡Ah! Si en esa casa padecen todos incluso
persecuciones por la justicia. Ud. no sabe
los ingleses que vienen.
¡Caramba!
Como lo oye Ud. ¡Y los que no son ingle-
ses! La chica está en relaciones con ese
D. Angelito que se pasa la vida dándole
al taco en el billar de enfrente.
Ya lo he visto.
Pues la madre recibe á un señor que es
gimnasta del Circo de Price y trabaja en
U barra fija. ^Qué le parece á Ud?...
Mozo BILL.
D. Lucas.
Portera.
D. Lucas.
Portera.
D. Lucas.
Portera.
D. Lucas.
Portera.
D. Lucas.
Portera.
8
Teatro Cómico.— Galería Dramática
D. Lucas.
Portera.
D. Lucas.
Portera.
D. Lucas.
Portera.
D. Lucas.
Portera.
D. Lucas.
Portera.
D. Lucas.
Portera.
D. Lucas.
Portera.
D. Lucas.
Portera.
D. Lucas.
Portera.
D. Lucas.
Portera.
Mozo BILL.
¡Qué es la fija!
Además son udos miserables. Anteayer
me mandaron á empeñar un refajo en-
carnado con vivos amarillo si y amarillo
no y me dieron quince céntimos de pro-
pina.
Bueno, pues me va Ud. á hacer el favor
de darle esta carta...
^Cartitas» eh?... ¡Para la niña, como silo
viera!
No, señora.
¡Ah, vamos, tunantón! Para la madre en-
tonces.
Tampoco.
Pues entonces ^para quién?... Porque no
creo que se dedique Ud. al padre...
Si, señora, á ese precisamente.
Y ¿qué quiere Ud?...
Que se la entregue enseguida, porque
yo no tengo valor para ponerme delante
de él.
¿Le tiene Ud. miedo?... Pues si es un co-
barde atrpz; el otro día vinieron á co-
brarle una cuenta del camisero y ¿á que
no sabe Ud. dónde se metió?...
Si; me lo 6guro. Bueno, dele Ud. la carta
y yo me subo á mi boardilla.
A propósito; el casero me ha dicho que va
á venir á echarle á Ud.
^A echarme de la boardilla?...
Si, señor; á la calle.
Señora, eso es un crimen. ¡Voy á llegar á
la calle hecho una tortilla á la francesa!
Pues asi me lo ha dicho.
Bueno; hasta mañana. (Entra en la casa.)
Yo se lo digo á Ud. por su bien: vaya
Ud. enhorabuena; buenas noches. ¡Ay
Jesús! ¡Si no fuera por estos desahogos!...
¡Se pasa una toda la vida sin decir pala-
bra! (Entra en la casa.)
(Dentro.) Veintisiete al cuatro y >uega el
uno con catorce.
Hth 6ALGÓl^.--tilMBNDOUX Y ^OMS
ESCENA III
SOLEDAD, balcón derecha; después ÁNGEL, balcón izquierda
coQ un taco en la mano.
Soledad.
Ángel.
Soledad.
Ángel.
Soledad.
Ángel.
Soledad.
Ángel.
Soledad.
Mozo bill.
Ángel.
Soledad.
Ángel.
¡No le veol Si no habrá podido venir
hoyl... Sería la primera vez... Ah, si, alli
le veo.
¡Como sierppre, jugando á carambolasi
¡Qué afición! SsssI... SsssI...
¡Sólita! (Asomando.)
(Asomando,) ¡Angelito! ¡Estoy corrida!
¡Y yo volado!
¿Por qué?
Porque llevo una hora sin dar bola.
¿Pero asi estás?
¿Qué quieres? En acordándome de ti
doy pifia. ¿Porqué no has salido antes?
Porque hemos estado arreglando el equi-
paje.
(Dentro.) ¡Juega el dos!
Espera que voy á tirar. (Entra.)
¡Qué desgracia! ¡Marcharme por dos me-
ses fuera de Madrid! ¡Dos meses sin ver á
mi Angelito!
Aquí estoy; le he dicho al compañero que
tire por mi.
Soledad.
¿Angelito?
Ángel.
¡Soledad!
¿Me esperabas?
Soledad.
¡Claro está!
Ángel.
¿Y tu padre?
Soledad.
Va á salir.
Ángel.
Pues me quiero
despedir.
2
10
Teatbí) Cómioo. — Galbría Dramática
Soledad.
Anckl.
Soledad.
Ángel.
Soledad.
ÁNGEL.
Soledad.
Ángel.
Soledad.
Ángel.
Soledad.
Ángel.
Soledad.
Ángel.
Van á verte.
^Que más dá?
Que te van
á estropear.
¡Si te quiero!
jYo también!
Muchas gracias.
No hay de qué.
Para verte, todo el día
me lo paso en el billar,
y no puedo con el taco,
mi queridad Soledad.
Yo también por ti me expongo
asomándome al balcón,
pues si mi papá me coge
se nos agua la función
Si á mi me ve,
como es feroz,
me va á romper
el esternón;
y roto ya,
mi dulce bien,
no hay quien lo pueda
componer.
Pues tu no debes
protestar
si es que te pega
mi papá;
porque si no
me pega á mi.
¡Que me las den
todas ahi!
De fijo cuando vuelvas
te juro remonona
que aqui habrás de encontrarmt
Í'ugando á carambolas.
)e fijo, cuando vuelva,
me llevas al altar,
y entonces no es preciso
que juegues al billar, etc.
¡Angelito!
^Soledad?
El Balcón. — Limbndoux y Rojas 11
Hablado
Ángel. ^Con que te vas y me dejas?
Soledad. No hay más remedio.
Ángel. ¿Te acordarás de mi?...
Soledad. Mucho.
Ángel. ¿Me escribirás?
Soledad. Mucho.
Ángel. ¿Corto?
Soledad. ¡Largo! ¿Y tu?
Ángel. Largo también.
Soledad. ¿Me perdonarás las faltas de ortograiía^
Ángel. Sí, rica; y tu á mi ¿verdad?
Soledad. También.
Ángel. Pues espera que voy á tirar un recodo limpio.
{Entra.)
Soledad. ¡Pobrecillol ¡Cómo me quiere! Si mi padre lo
supiera, con seguridad que me dejaba casar-
me con él.
Ángel. (Saliendo.) Aqui estoy: tenia mucha corbata y
se me ha ido por un pelo. ¡Uf! ¡Tu padre sale.
(Entra.)
ESCENA IV
SOLEDAD en el balcón ocultándose; D. LINO, saliendo de la casa;
después ÁNGEL y luego DOÑA CARLOTA saliendo también de
la casa.
D. Lino. Aguardiente del mono, cigarros, cerillas,
el asiento de goma y una novelita de á
peseta para el camino... ¡Vuelvo!... (Váse
lateral derecha.)
Soledad. ¡Ya se fué!
Ángel. {Saliendo.) ¡Ves qué desgracia! Por querer
acabar pronto, he querido tirar con fuer-
za y me ha saltado una bola á las narices.
(Tapándoselas con un pañuelo.)
Soledad. ¡Pobrecito!
Angei.. Bueno; voy á ver si termino, porque quie-
ro despedirme 4^ tí. lUf! ¡Tu maclr^l
(^ntra.)
12
Teatro Cómico.— Galbría. Drawática
D.* Carl.
Ancbl.
Soledad.
Ángel.
Soledad.
Ángel.
Soledad.
Ángel.
Soledad.
Ángel.
Soledad.
Ángel.
Soledad.
Ángel.
Mozo BILL.
Ángel.
Soledad.
La bandolina» los polvos de arroz, el al-
godón en rama y una novelita para el
camino. ¡VueWo! (Váse lateral izquierda.)
¿Ves?... ¡Me he quedado á huevo!
Bueno; déjalo.
^Estás sola?...
Solísima; es decir, con la criada.
¿Subo?
No.
Entonces bajo.
Tampoco.
Si es para subir luego.
No, no quiero; que tienes las iiñas largas.
Pues me las he cortado hoy.
Si, pero ayer me disté un pellizco en el
brazo que me hizo un cardenal.
Bueno; pues ahora me das tú otro y es-
tamos ¡guales.
{Dentro.) ¡Los iguales pierden!
¡Verás! Doy la última tacada y subo á
despedirme de iL (Entra.)
No, no. ¡Y será capaz! ¡Dios mío! ¡Si le
cogen le revientan! Porque es muy po-
quita cosa; y además, mi papá es muy
bruto. |Ay, Dios mío! ¡Qué barbaridad
he dicho!
ESCENA V
La PORTERA saliendo, SOLEDAD eü el balcón y ANGELITO
saliendo del café, tarareando.
Portera.
Ángel.
Portera.
Angbl.
PORtERA.
Soledad.
Esperaré á que entre D. Lino para darle
la carta.
Hola, portera.
¡D. Angelito! No suba Ud. porque está
ella sola con la criada.
Pues por eso subo. ¡Abre! (A Soledad.)
No le abra usted. ¡Usted no sabe lo que
son estos hombres!
No; si mi Angelito no es de esos.
El Balcón.— LiMÉiNDOux y Hojas
13
Ángel.
Soledad.
PORTEKA
jSi, si soy de esos!... Atida, ¡ábreme ia
puertal (Entrando en la casa,)
No, no. (Retirándose del balcón.)
¡Bueno! {Hágase la voluntad del Señor!
ESCENA VI
La PORTETRA, D. LINO, luego ÁNGEL en el balcón.
D. Liíio.
Portera.
D. Lino.
Portera.
ÁNGkt.
Soledad.
ÁNGEL.
D.* Carl.
Portera.
D.* Carl.
Portera.
A NOEL.
¡Ajajál {El aguardiente del mono para
mi! El asiento de goma para mi y la
novelita de á peseta para mí también.
Pantorrillas con trampa, ¡Estoy acostum-
brado á ellas!
Oiga Ud., D. Lino...
¡Lleyo prisa! (Entrando.)
¡Qué grosero! feueno; le daré la carta
luego cuando baje.
(Asomándose por el balcón.) ¿Pero aquí me
voy á meter?...
No hay ptás remedio; mi papá sube.
Pues échame pronto. ¡Uf! ¡La madre!
(Sale lateral i:(quierda,) Los poUos de arroz
para mi; el algodón en rama para mi
también, y esta novela, una cosa delica-
dísima para mí: Los siete niños de Ecija,
Oiga Ud., doña Carlota...
¡Llevo prisa!
¡Jesús, qué grosera!
¡Están arreglando los bultos! ¡Y cerrando
las puertas! ¡María Santísima!
ESCENA Vn
La PORTERA, un MOZO de cuerda y ANGÉL en el 15alc6n.
Mozo.
Portera.
Mozo.
¡Portera! ¡Un señor que se va de ba-
ños!...
Aquí es: principal derecha sin entre-
suelo, letra A bis; pero no suba Ud.,
porque no le conviene. ¿Cuánto le dan?
Dos pesetas.
14 Teatro CÓMICO. — Gaxbbía Dramática
Portera.
Mozo.
Portera.
Mozo.
Portera,
Mozo.
Portera.
Ángel.
Es poco: ^usted sabe lo que hay en el
mundo?...
Mucho pillo, señora.
¡Cá! Mucha ropa; mire Ud. tires corsés
de la niña, tres corsés de la madre, tres
corsés del padre...
^Pero gasta corsé?..
Si, señor; corsé faja.
No importa; puedo con todo. (Entrando.)
No. yo se lo digo á Ud. por su bien.
¡El papá se pone la cartera! ¡La mamá
coge la jaula! Ella coge la sombrerera y
el mozo carga con el cofre. ¡Virgen del
Carmen! ¡Han cerrado!
ESCENA Vin
D. LINO con saco de noche; DONA CARLOTA con una jaula de
un loro; SOLEDAD con una sombrerera; el MOZO con un baúl;
la PORTERA, ÁNGEL en el balcón. Rapidísimo hasta el final; gran
animación.
D.» Carl.
D. Lino.
Portera.
D. Lino.
Soledad.
D, Lino.
Portera.
D. Lino.
D.* Carl.
Portera.
Ángel.
¡Qué se hace tarde!
{Cuidado con el loro!
{Buen viaje! Ah, D. Lino; esta carta.
Venga. (Guardándosela,)
(j Pobre Angelito! ¡Cómo se las valdrá
para salir!)
{Reciba usted los recados y mucho ojo
con la casa!
Descuide usted.
{Hasta dentro de dos meses!
{Hasta la vuelta!
{Buen viaje!
(D. Lino, Doña Carlota^ Soledad y el Mo:(0 de
cuerda se marchan por la segunda de la derecha,
y la Portera recoge la silla y entra en la casa; Án-
gel en el balcón se deja caer con desfallecimiento.)
{María Santísima! {Me seco! ¡Dos meses
haciendo de tiesto en el balcón!!
WTJTACJlOlH
El Saloón. — LimbndoüX y Éojás 16
Telón corto: al foro puerta sobre la cual se lee: Paso al andén.
Bastidor derecha ventanilla del despacho de billetes. Los perso-
najes entran por la izquierda.
ESCENA PBIMEBA
CORO DE VIAJEROS
Salen los de primera vestidos con elegancia y sin equipajes; des-
pués los de segunda muy cursis y con sombreros, maletas y sacos de
noche, y por jíltimo los de tercera con alforjas, botijos, etc.
Música
(Con gravedad.)
Los DE I.* Vamos todos á Biarritz,
vamos á San Sebastiáo,
y viajamos en primera
ó en slipin,.. lipin kar.
Facturamos nuestros coches
los cocheros y demás,
y asi luce nuestra fama
como sportmant... sportmant.
(Se dirigen al despacho de billetes.)
(Alegres»)
Los DE 2.^ Nos vamos á Chamartín
Martín,
Nos marchamos á Chinchón
Chinchón,
y decimos en Madrid
que nos vamos á Londón.
Empeñamos el gabán
gabán,
empeñamos el colchón
colchón,
y en volviendo de Londón
no tenemos para pan.
(Se dirigen al despacho,)
lé 1)batbo CÓbíioo.— Galería Dramática
{Con desgarro,)
Los DE 3.^ En la perrera viajamos siempre ^
pues sernos probes ¡miste qué Dios!
En el invierno muertos de frío
y en el verano con la calor.
Con el botijo, con las alforjas
no mus podemos ni menear,
vamos cincuenta drento de un coche.
Digan ustedes si esto viajar.
Todos. Vamos al tren,
vamos allá,
y para tin de fiesta
descarrilar! (Vánse todos al foro.)
ESCENA n
UN SEÑORITO y UNA SEÑORITA
El. ¿Me adoras?
Ella. ¡Te adoro!
El. ¿Me quieres?
Ella. ¡Te (quiero!
El. ¿Mi bien!
Ella. ¡Mi tesoro!
El. ¡Jilguera!
Ella. ¡Jilguero!
Mamá es una fiera.
El. Papá es un verdugo.
Ella. Por eso mi dueño
contigo me fugo.
El. Tomamos el mixto
y en un reservado,
hacemos el viaje
como hemos pensado.
Yo llevo de todo
lo que es más preciso:
seis cuello > de goma
para un compromiso,
pañuelos, corbatas,
el traje de invierno,
agua de Colonia
y un peine de cuerno.
£l Balcón. — LisfBNDoux y Eojab 17
Ella. Tú vas preparado;
yo no llevo nada
por haber salido,
tan precipitada.
El. Nos vamos juntitos
de aquí á Barcelona,
alli tomaremos
el tren de Bayona,
Marsella, Suiza,
Berlín, luego Prusia,
y por la Noruega
bajamos á Rusia.
Oe Rusia enseguida
á halia saltamos,
pasamos por Roma
y á Ñapóles vamos;
después á Sicilia
y luego á Venecia,
y en un vaporcito
nos vamos a Grecia;
y de esta manera
sin parar un dia
pasamos por Asia
y la Occeania;
después á la Habana,
luego iqué se yó!...
Los DOS. Hasta que paremos
en F],eraanao Póo!
(Vánse del bra;(0 precipitadamente,)
ESCENA in
Un ALCALDE, un SÍNDICO y un SECRETARIO. Los tres pa-
letos y con capas pardas muy grandes; salen muy despacio y muy
tristes.
Música
¡Al cambiar unos billetes
mus andao los perdigones,
y mus vamos sin un cuarto
misk si ^sto tU bmoM
18 Teatro Cómico .-^Galbrí A DramJLtio A
Y cuando lo sepan
en Vitigudíno,
mus dirán que sernos
los tres, tres pollinos.
Si el veterinario
se llega á enterar,
á los tres de fíjo
mus tiene que herrar.
{Repiten y vánse del mismo modo que entraron,)
ESCENA IV
D. LINO, DOÑA CARLOTA, SOLEDAD y el MOZO de cuerda.
Salen todos corriendo, por este orden. Se oye dentro la campana
y una voz que dice: ¡Señores viajeros! ¡Al tren!
D. Lino.
D.* Carl.
Soledad.
D. Lino.
Los CUAT.
D. Lino.
D.* Carl.
Soledad.
Mozo.
D.* Carl.
D. Lino.
Los TRES.
¡A ver si no llegamos!
¡Date prisa!
(^Qué será de Angelito?)
¡Dios mió! ¡El despacho cerrado!
¡Cerrado! {Dejan caer los bultos con desoía--
ción,)
(Nos hemos lucido!
¡Tú tienes la culpa!
(¡Me alegro!)
Menos mal; ¡viaje doble!
Bueno: ¿qué hacemos?
Nada: El público divertido...
Se va por donde ha venido,
(Cogen los bultos y salen: óyese dentro el pito de la
máquina y el ruido de la marcha del tren, Or~
questa',')
m:utaoic3]v
El Balgón.-^Limbnooux r Bojtas 19
La escena representa on gabinete con las sillas colocadas unas
sobre otras y los demás muebles en desorden. Al levantarse el
telón la escena está á obscuras; sobre una butaca ÁNGEL sen-
tado; al foro un balcón abierto. Los demás términos, puertas
La orquesta ejecuta muy piano un motivo delicado. Se oye dar
las once en todos los relojes de la vecindad.
ESCENA PBIHEBA
ANGELITO
Ángel. ¡Aaaahl (Boste:{ando,) ¡Las once! (Dos
horas de encierro! He llamado á la por*
tera, pero ¡cómo sí no! No me ha oído.
En ñn; menos mal que estoy en acunas,
lo cual es un consuelo. He registrado
toda la casa y no he encontrado más co-
mestibles que cañamones y la cordilla
del gato. ¡Dios miol ¡Me voy á pasar la
juventud en un piso principal! Por más
que busqué no he podido encontrar una
sábana para descolgarme por el balcón;
el caso es que'he tenido que romper un
cristal para entrar aqui y ahora sopla un
viento que yo sé. En fín, me acostaré en
la cama de mi novia, que si no tiene
colchón, en cambio tiene unas almoha-
das tan suaves como el papel de barba.
Pero alli me acordaré de ella; no, no;
más vale que no me acuerde. ((jiy«sr ¿/^nfro
ruido, como de abrir la puerta . ) ¿ Eh?. . . ¡ Ay ! . . •
¡Abren la puerta!... ¡Ladro!... no; no
debo gritar; porque si no me matan; me
matan; ¡como si lo viera! ;Qué ha^o?...
{Mirando primera lateral Í!^quierda.) ¡Cielos I
|Mi suegro! ¡Mi suegra! ¡Mi novia! ¡Ahora
20 Tbatro Cómico.— Galería Dra mítica
si que me dejan al fresco como los besu-
gos! Nada, al balcón otra vez. ¡Dios mío!
¿Cuándo saldré de esta? ¡Digo, de éste!
{Entran en el balcón, cerrando desde dentro la
puerta vidriera de éste,)
ESCENA n
D. LINO, DOÑA CARLOTA, SOLEDAD por la primera izquier-
da , y ÁNGEL en el .balcón. Al entrar llegan al centro de la
escena y dejan caer los bultos con desaliento. D. LINO con una
- vela encendida.
D. Lino.
D.* Carl.
Soledad.
D. Lino.
D.* Carl.
Soledad.
D. Lino.
Ángel.
D. Lino.
D.* Carl.
D. Lino.
D.* Carl.
D. Lino.
SOLBI>AD.
D. Lino.
Soledad.
D. Lino.
Ángel.
Los TRES.
D. Lino.
D.* Carl.
Soi,Bf>Al).
¡Ay, Dios mío!
i A jajá!
(^Dónde estará mi Angelito?)
Y ¿á qué hora sale el mixto?
A las siete y cuarenta. (Sentándose.)
jA las siete y cuarenta! (w.)
¡A las siete y cuarenta! (w.)
¡Hasta las siete y cuarenta! (Por el balcón.
D. Lino deja la vela sobre el velcuior,)
Bueno, pues nos dormiremos, á ver si lle-
gamos tarde también.
Nada de dormir.
Pero, hija ¿voy á estarme así toda ia
noche?...
¿Y qué?...
Que llevo en el pecho los siete cuchillos
de plata. ¡Me parezco á la Virgen de los
Dolores!
Pues los colchones están doblados y todo
está recogido.
Bweno; tiramos aqui los colchones, deja-
mos abierto el balcón para que la luz nos
despierte, y nos desnudamos.
¡No! eso no! (Con decisión.)
¡Vaya, manos á la obra!
¡Achist!... (Estornudando.)
¡Jesús!
Va te has constipado.
No, yo no he sido.
Ni yo. ■
£l Baí^cón»— LiMfiNooux T Rojas
21
D. L.INQ.
D.* Carl.
D. Lino.
Ángel.
D. Lino.
D.* Carl.
Soledad.
Ángel.
D. Lino
.D.* Carl.
Soledad.
D. Lino.
D.* Carl.
Soledad.
D.' Carl.
D. Lino.
D.* Carl.
D. Lino.
D.* Carl.
D. Lino,
D.* Carl.
D. Lino.
D.' Carl.
D. Lino.
Soledad.
D.» Carl.
£>. Lino.
¡Vayal Estonces habré sido yo.
Bueno, vamos.
Vamos. {Salen Carlota y Soledad primera dere^
cha, Z>. Lí(io segunda ij(quierda,)
{Asomándose por el balcón.) ¡Se van áacostarl
¡Y se desnudarán delante dé mí! j Ay, qué
vergüenza! Miraré al sereno. ¡Y eso que
está nublado! ¡Uf! ¡El padre!
{Saliendo con un colchón al hombro.) Te estuve
esperando en la sastrería... lAjajál
{Saliendo con sábanas.) Allá en los mares mc-
tido estuve bajo del agua cerca de un mes...
{Saliendo con almohadas.) Qué fama tiene US^
ted de acá y de aquí... {Vuelven á marcharse
los tres.)
|Dios mío! ¡Una sábana! Ya tengo para
descolgarme. {Asoma y la coge.)
{Con otro colchón.) Dispensa Manolo, que no
lo sabia... Pu^s señor, juraría que mi mu-
jer había puesto una sábana.
{Saliendo.) ^Y la sábana? ¡Juraría que la
puse!
¡Más almohadas!
Bueno; ¡á desnudarse!
Vamos allá...
No; ¡no, por Dios! (Con empeño.)
Pero ¿qué tienes?...
¡Te vas á avergonzar porque nos desnu-
demos delante de tí! {Quitándose la ameri-
cana.) \La Correspondencial
¡Léenos la sesión del Congreso y los avi-
sos útiles! {Arreglando las camas con Soledad.)
¿Qué es esto? ¡Una carta!
¡Si, hombre, si; la que te dio la portera!
¡Tienes razón! ¿De quién será?
Léela.
{Leyendo.) ¿Eh? ¡Santa Bárbara!
¿Truena?...
¡Ayl ¡Ay!
¿El hígado?
¿Te duele el hígado?
¡Y todo el cuerpo! Mira: ¡me amenazan
de muerte!
22 TbaTRO Comeó.— OaLBRÍA t>BAÍffi'M<2A
D. Lino.
D.' Carl.
D. Lino.
Soledad.
D.' Carl.
D. Lino.
D.* Carl.
D. Lino.
D.' Carl.
Soledad.
D.* Carl.
D. Lino.
Soledad.
D.* Carl.
^A ti? ¡Ya sé quién esl El carnicero; dice
que le debemos un buey entero.
Peor, peor que el carnicero. Oye: (Lee.)
«Sr. D. Liao de Luna: Estoy en las Ahí-
mas: ¡mándeme cuatro pesetas!.»
¡Es un sablazo modesto!
Si á las diez no las tengo, veré lo que
hago, me vengaré en su propio domi-
cilio.»
I ¡Dios mlol
¡Estamos seguros?...
No sé; pero ese hombre te mata.
¡Silencio!... (Pausa,) ¡Carlota, toma la
vela y á registrar la casa! ¡Yo me quedo
aquí, por si acaso! {Pausa,)
Niña, registra la casa; yo no puedo
abandonar á tu padre.
Pero mamá...
¡A obedecer!
¡Vete cantando la marcha real, y asi no
tendrás mied9!
¡Qué venga mamá!
Bueno; vamos, sea lo que Dios quiera.
{Cogen la vela y salen ambas por la primera í;^-
quierda tarareando la marcha real.)
ESCENA m
D. Lino.
Ángel.
D. Lino.
Ángel.
D. Lino.
Soledad.
D. LINO, luego ÁNGEL
{Tatareando.) ¡Larán, larán, larán! ¡Yo no
me quedo a^ui á obscuras! ¡Me voy al
balcón por si acaso! (Va al balcón y abre.)
¡Socorro! ¡Ladrones! {Tropieza con el col--
chón y cae sobre él, quedando de rodillas hasta
que viene el coro.)
{Saliendo.) ¡Caballero, por Dios!
¡Luz! ¡Fuego! ¡Agua! ¡Señor de Ladrón,
compasión de todo corazón!
¡No grite usted!
¡No, si íio grito!
¡No hay nadie! {Entrando por el foro Doña
Carlota y Soledad,)
I ■ I. I I II ■iiiii I I ■ I. ,111
D.* Carl. ¡Un hombre! ¡Socorro! {Vánse ambas apenas
han asomado,)
D. Lino. ¡Vayase Ud. por Dios!
Angbl. (¡Me teme! ¡Esta es la mia!) (Ahuecando la
vo^ mucho.) ¡No me estorbe usted el paso!
D. Lino. No: ¡pase usted por encima de mi cadá-
ver, si quiere!
Ángel. ¡Gracias! ¡Adiós!
D. Lino. Beso á usted la mano.
Angbl. {Yendo primera is^quierda,) ¡Dios mió! ¡Gen-
te! ¡Me han cogido!
ESCENA IV
CORO DE VECINOS; todos con palmatorias; ellas con peinadores
y ellos coa gorros de dormir, otros en mangas de camisa y con pa-
los y armas. Sale primera izquierda D. LUCAS con una vela en una
botella y en zapatillas; saca una badila.
Música
r
Todos. ^Qué ha ocurrido?
^Qiié pasó?
¡Qué manera de gritarl
Diga usted ^por qué razón
nos obliga á levantar.
Durmiendo tranquilos estábamos todos
cuando hemos oido socorro pedir,
y casi rodando por las escaleras
á ver lo que ocurre venimos aquí.
^Ha habido algún n(kuerto?^Ha ha-
(bido ladrones?
^Se quema la casa por casualidad?
^Qué es lo que ha ocurrido? ¡Diga
(lo enseguida
para dar noticias á la autoridad!
Hablado
D. Lino. ¡Este es! ¡Este!
Angbl. ¿Eh?...
24 TftATKo Góiciao. — GalbrU Dramática.
D. Lino.
Ángel.
D.* C\BL.
D. Lino.
Soledad.
Ángel.
Coro.
D. Lino.
Ángel.
D * Carl.
D. Lucas.
D. Lino.
D. Lucas.
D. Lino.
Ángel.
D. Lucas.
D. Lino.
Ángel.
C0R9.
D. Lino.
Si, señor; me ha amenazado con matarme
si no le doy cuatro pesetas!
D« Lino yo no soy el que Ud. se figura;
yo- soy el novio de Soledad.
I El novio?...
Si, papá.
Entré á despedirme de ella cuando usté*
des se iban á marchar y me tuve que es-
conder en el balcón donde he estado
toda la noche.
¡Vaya... vaya!... {Queriendo marcharse.)
Aguarden Uds. ^Por qué entró üd. en la
casa cuando nosotros habíamos salido?
Por... por eso precisamente.
Bueno. ^Y quien es el de la carta?...
Yo, D. Lino. {Saliendo de entre el coro.)
¿Usted?...
Yo, si, que le pido cuatro pesetas para
ayuda de un panecillo...
¡Vaya Ud. enhoramala!
Tome Ud. un duro!
Gracias.
Una que sobra {Pidiendo una peseta á Don
Lucas,)
Yo mañana me marcho á Panticosa con
ustedes.
Vaya, vaya.
¡Eh! ¡Señores! ¡No se vayan ustedes; te-
nemos que pedir un aplauso!
Música
Ángel. Te pedimos al final
un aplauso por favor,
ya que he estado cuatro horas
encerrado en el balcón.
{Repite el coro.)
LA BANDA DE CAPITÁN.
COMEDIA EN UN ACTO
ORIGINA!. Y KN VEBSO
B. ll&cíonso Antonio Bermejo.
af\D. .i/¡.
MADRID; 18(<0.
IMPRENTA UE ClílSTOUAL CONZALlí/,
CsUe .it S. VkeiilG iiUii, iiúm. 5i
; t
* t
( . i"
1
■■<>
AL APIUXIABLE Y DISTINGUIDO AKTISTA
SEÑOR DON GERÓNIMO MUÑOZ.
2\ada mcuí jmío que dar esté público tributo ie
aprecio^ al primer amigo que conocí á los pocos
meses de haber llegado á la corte ; y si algo notable
encierran estas pocas palabras , es la sinceridad
con que te las espresa tu verdadero amigo
Ildkfonso Antonio Beumkjo.
Cuando Sócrates se eucole-
• » '
^ ' '•' ' ' lnie»os y fcon'mas'dulühfa. Co- J »'■
t > I
nocíase claramente que se lia-
liaba enfurecido ; pero se veía
al mismo tiempo que se hacía
dueño de su pasión.
( PIdtarco. )
I
.'V \ •' • •. ■ ■*. . '• ,^ ».»•%. , • •,.
)
■ ••■■'•'' ^ A • , . /. 'V • ••
\ t .yrt 5 •»/
Esiaobíá és "propiedad del D. R^BLO AVECILLA, quien
persegiflfá ánte'4á '\éy al que sin su permiso la reimprima,
varíe él tttulo ', ó Représente en algún teatro del Veino,
ó en alganá'sobfeilad'cíe la^ formadas por acciones, suscriciónes
ó cuáícfuierá btifá bóirtribucion pecuniaria, sea cual fuere su de-
nominación, con arreglo á lo prevenido en las Reales órdenes
de 5 de Mayo de i837, i8 de Abril de 4839, 4 de Marzo de
1844 y Ley sobre la propiedad literaria de i O de Junio de
i 847, relativas á la propiedad de obras dramáticas.
I Se considerarán j*eimpipesos furtivaijiente todos los ejempla-
. res que carezcan de la conlraseña reservada, que distingue ¿
r los legítimos.
PBMONAO». ACTOB».
GMPERM)OR. . . • . . .... Do9 Joaquín Abjoní.
IJHBIETA .DoTi EüKMm AajONA.
ANGELA. « , • • • .< DoSa Juana Saka^^iego.
LEGO Do5 Jo9£ Dahdali^a.
FONSECA ..,-... ItoN. Manví;i Pas^i^a^a.,
, 1
La escena pasa én una cabana retirada en las inraédíacio-
nés del monasterio de Vúsite en Extremadura.— heiñado de
Felipe II.
ACTO ÜNIGO.
■•.I
Sala de pobre apariencia, perteneciente "á una casa de pueblo.— Mesa,
sillas , etc. — Sobre otra mefeá ste ^etái nn casco, una coraza; y un ar-
cabuz colgado de la pared.
ESCENA PRIMERA.
ANGELA } qu« aparece sentada cou la laboral hicto y Uytiulo un papel.
Angeía. ((Angela de mi vida : después de un mes de ausencia,
tengo el placer de» anunciarte que el mismo dia que
recibas la presente, estaré en él monasterio de Yuste,
doude me llama el Emperador. Cerca estás del santua-
rio donde habita el monje que se declara protector
tuyo y mio> y en su consecuencia, pronto pasaré á
verte para decirte lo que ocurra relativo á nuestra
unión. Mientras tanto me lisonjea la esperanza de ha-
llarte como siempre, amable y cariñosa con tu apa-
sionado—Fonseca. »
(Habla.) » . .
Bien puedes lisonjearte . . . '
con tan amorosa idea ;
pienso en tí, vivo contigo,
apaciguas mi tristeza , .
y el triste llanto que vierto
con tu memoria se seca.
Dulcísimo dueño mío,
ven que mis brazes te ¡íspeiraii/
8
las agudísimas pena^^
íjutí padezco noche y dis
durante tu cruda ausoncia.
(Re^ei pa[tci, in guarda ^ y jiare laWr.)
Terminemos ía íabór ' • • '
cou la cual mi afán agencia
el sustento de mañana. •
Qué dasgraciada es mi estrella !
'j '•
y t
I >t
;..'.'^
;i •'
ES€BNA 11^
t. .
ANGELA. -LEGO.
Lego. Alabado sea el Señor
Y su santa Providencia.
Angela, (Se levanta.) • .• í-'»'*'» .'.< !'^'
El lego sordo.
Lego. (Acercándose.) Hermauita,
cómo está, í^h siente l)U6na?
AWGKLA. (Al7.8ntlo la voz.)
;' No, hci-maiió.' ' *
Legó. ' ' ' ' ■ ' Mé aíegA' rfiífcíio'. " •'''
Angpla. Qué oportuna ei "la 'rfeépiíesfe! '"' '"
(Alzando la vo7.) ' '.-■-'■
■ ■'" Venís ¿or el alHa?" " " ^ *"' ' .
Lego:-''-'- " •■'••• •*''"'■ •" Máló;"_ '■' " -^ ' '/• '
no me deja lá jaqueca'. "' ' ' "■' ' ' '• "'"'
'tís verdad; qu6 en el bonvélito'""
' " todos de ése mal se quejaii. "
Y padre? = ' '
Angela. (Airo.) Medianamente.
Lego. Con su continua dureza , ' ••
no es verdad? ' ' * '
Angela, (auo.) Siempre Ib m¡.«?i'no. '
i^Moüti-ando la lalior.}
Venís por esto? ' ' ' ' '' ''' ' ' '
Lego. Paciencia.
. ' ■ .♦ I ...
Í.5 '.'■
< . «•. I
Con ella .se gana el cielo. "" *
P^ro , qut» es 16 que me ensena ?'
*•'['
• • ."
Angel\. Que si viene...
LrGB. (Mirando la labor.) Muy lelilí lo...
aunque ik)co valedera
es mi opinión. • • • ••
Angela, (impacieote y aiio.) Sí no üigo.v< *
Lego. No soy voto en la málom. » '
Angela. Es sordo como uñábala, •
y en vano mi voe se eáfuerfea- '■ . mí/' i? • •/
en hacerme oompraideF.< •. :: -^ . . .
Me aproximaré á la oreja. • '"'"
(Se aceña al oido y dice tn Vofc tiu.) *- ^ ' f t *■ >/-/
Venís por la guarnleiotí ? * .1 (i * ►^ '
Lego. Sí, hermana, vengo pórtela. - . . • -;
Su paternidad me envía
con premura á r^ jefl<^; ; ^ . ;
quiere estrenarla mañana...
Angela, (aiio.) Pae9.f]9)|piideiso que vuelva../ .
Lego. Con la tempestad de ayer
se ha refrescado la hu<erta,'''^ i;. .u ./ /..'..^.»
y la verdura se esponja.' .-í:'
Angela. Miren por dónde resuelto !
(ai oído.) '. '
No es eso lo que le dígDv •. • *
Lego. Los higos? La flor eoípiezft' <' > >
á asomar que es uri' cmitento'.
Sobre todo las almendrai,' • • .
el jugoso albaricoque, * - ^ -'
la buena guinda y la pera,
son los frutos que prometen '• • •
abundancia y excelefida.
Angela. Qué tormento , madre^ frta ! ' •
Lego. Pero, por qué se impacienta? ' = ^
Tal vez , no respondo acorde ?
Angela, (Afto.) '
Verdad. ^
Lego. Si no le mólfe^ta/ ••
alce un poco más la voz ^' * '' '
de modo que yola edtüenndk. ' • ^ " '
Angela. Eso dice, y necesita * ' •' -^ «'^ •"•
»• I í
'i '
10
pora hablaiie una trompeta.
(ai oíd».)
' Dige , que la guarDicioiiy
es poco lo que le resta;
y repito que volcáis
dentro de un rato. Se «utera?
Lego. Pues no he de enterarme? Bteti.
Me pasearé por la imerta
que es mi grato pasatiem^, .
y ToWeré.
Angelí, (iho.) Gomo quiera.
Lego. Dios la conserve una santa, •
tan aplicada y tan Iwena.
ESCENA III.
. i'' i"
ANGELA.-^Loegd mm&fk,
A?(GBU. Al fin me ha dejadoi^.
Miraré desde la puerta • ' * .
por si diviso á mi amado... . '
(Ouiere aoerwrie y retrocede.)
Pero preciso es que tema,
que no ha salido mi padre. .
de su estancia, y f^i aoapecha
viéndome tan distraidji...
No lo dígc ? Aqui se acerca.
(Se tienta y trihaje.)
Cogeremos la labor.
—Su semblante me aq^iedrenta.
Siempre triste y taciturno. ..
El cielo me favorezpa.
UrBIKT. (sale.)
Angela.
Angela. Señor.
Urbiet. La espada
y el birrete. , .
Angela. (oAndoie amiMi ooMt.) MmHfbais, fuera ?,
IIrbirt. ai monasterio de Yuste, ..... ,
i •
i I
■ t .
.1
(■ J-.M
.. • •• • \ ' k
; I . Mil
.11
'I •
11
por si consigo una audienicia
con mi Emperador.
Angela. * Me alegro.
Diz que retobe en so cdHia .
á todas horas... ' > i
Urbiet. (cod enojo.) Mentira ! ^
Sabe Dios io que nie cuesta '
solo hablarte dos^palaftns^f^ <»<.
* y por Cristo que me pesa
haberio solicitado^ .'
y haber en su mano lég^»'! u! .i: < - • h: "> .- \: *■ '
puesto una instancia , en qu» »pido : • • • . • -^
que mis servicios fleatfenhm!! ■:>■ i;,.** ..*
Su resolución ignoro, .r..- < ,. i
aun cuando ya la sosjpechfr; jr
mi desgracia. • • i* > .'•
Angeu. Qué sabéis? "v >.. ' .
UrBOBT. (Coa enfado.) .'«'¡t/ ' í--'-. ;.'í; *.-
Mucho más de lo que pitnas.f. . . '•<;
Yo nací muy desgraciada.u -»,' ?. ^ • íi • .
Maldita mi suerte sea! . ;• t- ^
Yo nací para sufrir/, • ■ .: > ■.'■. -/ í>f '^ •>«?
en medio de la indigencia; ). ,
paca verte trabajar. . . , •! r ' ;r¡
Angbu. Mas sabedy que no me pest}
que yo trabajo con gusto»
y á mas porque me reerea. .
Urbiet. Lo dices por e4)nsolarmei
para que yo no padezca; .
pero comprendo tu afán, .
y tus vigilias eternas:
todo para sustentarme.^^,
A mí , sin otra carrera,. . . .■,;. .1 ,, ^ .
y sin otro matrimonio. . , ,j - i . .•
que esta espada^ que suspensa. .
de la cintura y está ociosa, , . .
aun cuando existe una guerra,
merced á los intrigante, ^ .,,.,, .,
y á mi malísima estrella. v . ..,. . .1
£:'
1--
i I
t ".
i '
í '
• í.-:'-
12
Pem tú estás ojerosa,
hekida v amaríDeiKai
Has trabajado esta noche ?'
— Te encargo que no me mient^is !
Qué respondes ? ''
ANGEU. (Bajando Ioi ojos.) Padre ^ SÍ.
Toda la he pasad» eo^nii^'
para rematar... -• • <
UrBIET. (con en&do.) No SÍgas.
Angela. Perdonad la inobediencia; ^
pero con esta' hibor,
por la cual me dierón priesa, : • '• >:
agenciaba de mañana
nuestra frugal subsistencia;
Os acostasteis ; yo entonces
cuando tuve la certeza- ' < . '
de que estabais bien dormido,
me levanté con éautetof » ';» • ' •» > . •
y merced á esta velada ^ ' ' ^
adelanté mi tarea. < ' '
Urbiet. Me estás clavando un puñal;
mi carácter no tolera ■« • -M'
la excesiva aplicación
que en el trabajo demuestras. ■ -^ <*
(Va eocolftrizándoie gradúa Iméhtél) ' >. '
Ya te lo he dicho mil veces/*
y quiero que me obedezcas:
con tu afanoso desvelo
mi mal humor acrecienta^i:
No reparas , vive Cristo,
/ que puedes caer enferma?
Que agotados los recursos,'
será mayor mi tristeza?
Que seré capaz entonces
de lanzarme á una palestra,
donde criminal consiga ' ' '
lo que honrado se me ñief;;a?* '
ANfíKi.\. Qué hicierais ? "'
1
Ai • ••*
« . ' < t <■ . • " ti
S ( i t • I. ■ ! I
•,« I' > !
I> > I
í • * • .
:13
UrBIET. (indediu.) NO sé. . -: " '"
Angela. Dius vml '*.
Urbiet. La suerte ine lo acouseja; < •
que tantos años detafones» - < ■ ^
de padecimientos^ goarnis^
infortunios j desengaños^
de este modo no se premian.
Mi nombre conoce fiítfopa;!-' ' ' '
soy aquel Juanes ée ürbietii^ , - :>
que en el sitio de Pavía ••
lanzó la bala funesta
que hirió el brioso alioati
del rey francés: midestMíM*-
asió á Francisco primero . •
en la terrible refriegay . '
y yo también le conduje • •'
de mi jefe á la presencia.
Abdica el Emperador,
Felipe su trono beveda^ i * - i
y olvidan al vetenin9>*
que bajo lacoth férrea/
abrigaba un corazón : " * /
ansióse de fama y guerra: <<: * '
Angela. Pero w> desesperéis, '/• ' ' / • ' ■ "
que acaso benigna eüfi'ellu ' ^ > ' <
venga pronto á reparar
iantos años de^tiidigencitt.i
-^Triste cosa es que una jóveu
se instituya en consejér» ' • ; « >
y se propbügi dotiiar • ' ^'
vuestro carácter. .Pues- sea:
acepto con mucho gusto,
aunque no tenga experifucia^ > ' '
ai he sufrido como- vos >• ; "
desengaños y miserias,
el papel de preceptora >
de esa intranquila c(Aieieiiüja.' .> . '
ÜRBiET. Vanos serán tus esfuerzos^
aborrezco la existenéia/ ■
.,'(
l ;
'. i
- \ •*
■t '•
14
y si lio fuese por ti...
pardiez! si por tí no fuera^
la España hubiese sabido ^ < .
quién erd Juan de ürbieta.
Los continuos sufrimieRtos ■
me han transformado.», de veras»
y tengo ya elcoiíazou .
tan duro como unspíedria.
La humanidad j^e padees
uí me conmueve ni altera,
y me parece una farsa . -
todo cuanto me rodeftw
Angela. Os hacéis más des^aeiado
con visiones tan funestas*;
Por qué contempláis al mundo ,.
(>or su parte menos buena?
Decidme, no existen seres ,
benéficos en la tierra^ t> . '
que se apiadan del quegiiiie'i.- «
sin ventura, y le consuelan?
Urbut. Son tan pocos... — Sojfatee 'tarde..
Angela. Úónde vais? Antes quisiera
que marchaseis más conteuta<> .
Urbiet. Ya lo voy. . . ' * .
Angela. Dadme una. prueba»
Urbiet. Te abrazaré. . . ,. * .: • ••
(iM coge de 1» mano pini ^bcatiil»> y lepnrt ijié.'iíeDa «■ dedo
^"eadado.)
Mas qué miro?;
Por qué te has puesto esta veud»? .
Angela. No es nada, no os asust^iit... >)
Urbiet. Qué! > .n . t ,
Angela. Me clavé las tijerati/
porque me estaba durmiendo^
esta madrugada...
Urbiet. (puríoso.) Cesa!
Ño prosigas, vive Dios! ', '
Esto más? Quién Jo tolera? » •! i >
Trabajar de madrugada!
»• <•
Í5
Angcla. sí esta Jabor corre prk»',
sí los monjes me dijeron.;;
Urbiet. Silencio, que me iÉn^eienta^.^ '
Y he de verte trasnochar
para que sufras y mueras?
Para que yo quede *ai|1ado :
y sin consuelo en la tierra?
Eso no, nunca; lo jur(^
por el Dios que nos sustenta'.
Repara bien lo que hago.
Porque otra tee no suceda,
cojo esta labor...
(Coje el bUm y la deipedaza.)
Angela. (Uonodo y queriéndole mjetaf.) ' ^
Qué hacéis? '"
El cielo rae favorezcaf
Me habéis perdido... Dfds mío!
Urbiet. Ahora que vengan por ella.
Que Sie présete fimi;:
yo les daré la resfuieátá. *
(Sc pasea con agitación.)
ApfGELA. Virgen santa de mi vidaí
Con qué pagaré esta prenda?
Qué recursos son los níioB", t ■
para yo satisfacerla? '• • '
Y con qué adquiero el stfstdnto *
de mañana? Suerte adv^i^sa! '
(Urbieta deja de pascar y míra'tétri«A> y -cábiifiajo I mi hija.)
Y los monjes enojados, • , -•; • •
ayl me cerrarán sus puertas;
no querrán darme labory
y en pos vendrá bii nqsarta, '
y no habrá mía i(unio aniiga
que nos ampare y defienda;
vos seréis más desgraciadoy
y yo moriré de pena.'
Y vos me amáis? No, señor,
cuando queréis que padezca*.
Mi continua palidez,
I • .«. t
" •' .* •• I •••- ' ' 'i.
I »<•
16
no es hija de mi tar^^ .
sino de vuestro caráoteTij,;!.
que emponzoña mi .ejíMitQnQiAj .,
(VÉM llorando.)
•ti-' / j
' » -•
'■ í<
ESCKNA' IV.
,'^'
.' r . «
ÜRBIETÁ. ;
(0e»pue6 de haber refleu#wi49i un . wovvptQ. ) . . / , { c
Es verdad... tiene ra¿on. . « . < ;
Soy un discolo... una fíer^..^ . :;. -
y *pardie2, no sé qué biqiera ,
para domar mi pasión. . . >
Pronto á la cólera acced(>.,
me exalta, roe4!3^tiiii^
me impacienta, me da0|io<i.MPw m. .. >ii.'
quiero enmendarme, y.po,pued^-, ..„j > u<>
Bien, pues voy á decidirme 4. ^ . : •
á desterrar mi dureza, , .
Corazón^ á la cabeza, ,, j. ,!i i ■ - ' ^:-' /
que es preciso coür^girimi^iM f^v.í .i*-, i
(Aherándose fndaalmeole.) ,
A mi obediencia estarás, ^f : - > í- '
corazón, te lo asegmrp » v .ü} . - ..;• ■
por mi vida; yo te juro -. • . • -
que no me dominas más: >
aunque padezcas y giipa»; < j
buscaré para tu fiera . ; i. m •
arrogancia, la manera.'.. <• • - j, ,. «j « >
de hacer por que te reprimásw : . • , ! •
Un precepto estoy diotandoi: i í i ^ ! • > •» ; v
pardiez, que has de <S08tenwm6vV> '^^
y procura obedecer«ie. •,..-■■
— Corazón, yo te lo mando! m > »
Verás con cuánto sigilo
soportaré mis dolores, :- \v -i .■: ■
mis amargos sinsabores...- ; ;.. ' ' *'
— ■■ ' i >
I .'1
.1. .1 >
• .' •• , .t ! ' • . •• !
t • !.*•
i • 1 •> •
I • '<■
17
siempre roe verás tranquilo!
(Tarindo Ai tono.)
lias por JesuSy que he notado
que prosigo y no me enmiendo,
porque cuanto estoy diciendo
lo digo encolerizado.
ESCENA V.
URBIEXA.— LEGO.
t^
RBIET.
Lego. Alabado sea el Señor.
Urbibt. Bien venido. Cielos santos!
Este viene por el alba.
Lego. Cómo estáis?
Urbiet. Dado á los diablos!
Lego, Me alegro mucho: eso es bueno.
Vivir y penas á un lado,
como dice fray Benitez,
Calla! Se estará burlando?
Yo ahora vengo de la huerta,
y en verdad llego pasmado.
Urbiet. Venís tal vez por .el alba?
Lego. (sacando de las alfwjai un manojo de rAbanos.)
Contemplad bien estos rábanos.
Urbiet. Para probar mí paciencia,
el cielo me lo ha enviado.
Sostendré lo prometido ;.
dominaré mí arrebato.
Lego. (Brindando.)
Probad , probad ^ si no pican
aunque los veis encarnados.
Urbiet. (Resignado.)
Venis tal vez por el alba?
Lego. No queréis? Pues me los guardo.
—La avellaiía ya está en flor.
Urbiet. (paseando.)
Pues , señor, esto va malo. ^
. p I
2
%■'
18
(ai lego.)
YeDis tal vez por el alba?
Lego. Pues si vierais loa garbanzas :
abundancia prodigiosa!
Parece cosa de encanto.
(UrbieU aparenta impadentarae.)
Mas ; por qué os impacientáis?
Sin duda dijisteis al^o
que yo no pude entmider.
Vos no sabéis... (signe mamuraado.)
Urbiet. (ai mismo tiempo.) Yo Hie marcho ,
porque si aqui permanezco,
á impulsos de un arrebato
puedo hacer un desatino.
(Grita.)
Vive Dios! Qué estáis rezando?
Qué decis , lego ó demonio?
Lego. Habladme un poco más alto,
y os entenderé mejor ^
pues hace unos cuantos años
que de resultas de un aire...
Urbiet. Me ausento por no escucharos. (va>^.)
ESCENA VF.
LEGO* — Luego ANGELA.
Lego, {u tígne.)
Es que vengo por el alba»
que ya se habró rematado... —
Se vá sin decirme... bueno ,
Dios le ayude y le haga un santo.
Bien me dijeron... canastas!
qué geiiiecíto tan áspero!
Angela, (saie.)
Le he visto salir... Dios mió!
Qué debo hacer en iaik caso?
Lego. Por qué lloráis^ Angelíta?
Digame , qué le ha pasado?
19
Angela, (ai «ido.)
Es muy largo de costar ;
pero si estimáis en algo
la súplica de una jóTen,
avisad al padre Carlos;
decidle que yenga prooto^
que aqui impaciente le afl^iaido; '
necesito de su auxilio^
de su protección y amparo. >'
Partid, que el tiempo es precioso.
Por Jesús, qué hacéis parado?
Lego. (oeiiNies de bdber vánát, á Angda mi nto « iPepcio.)
No OS entendí una palabra;
habladme un poco más dto. .
AnGELA. Habrá mayor desventura?
Qué es lo que me está pasando?
(Apante o! ftaperadiv en la pterta del faro.)
ESGRIfA Til.
Dichos . — EMPERADOR.
Angela. Pero, qué miro?
EmpER. (Aaercéndaie.)
(íuéospasa?
Angeu. £1 cielo me le ha enriado.
Lego. (El Emperador aquí...
6 mejor dicho, fray Carlos ! )
(El Emperador di á entender por leftac al Uga ^oe i¿ hmj^,)
Ya le obedezco, señor.
(YéDdOM.)
(Siempre ceñudo en el mando.)
ESCENA VIII.
EMPERADOR.-ANOELA,
AfiGBLA. Qué amarga es mi situación !
Nadie consolarme puede !
2»
Emper. Decidme lo que sucede ,
y omitid la exclamación.
ANGELA. De ocultároslo no trato :
apiadaos de esta mujer.
(Mostrando el alba rota.)
Ved lo que acaba de hac^
mi padre en un arrebato;
No es fundado mí dolor?
Por eso me veis llorar. < i ..
Cómo puedo yo pagar . '
prenda de tanto valor? . ..
Emper. Bien , por eso no se aflija,
pues con el padre CSarranza
mi poder todo lo alcanza-... . .
Consolaos; no lloréis , hija ,
que el cielo viendo mi afán > •
vuestra ventui*a decreta.
Angela. Cómo!
Emper. Logré para. Urbieta
la banda de capitán.
fis un militar bizarro >
y le quiero distinguir.
Parta á América á servir
en las huestes de Pízarro.
— Como estaba convenido,
callasteis mí diligencia?
Angela. No me cegó la impaciencia ,
y en todo os he obedecido;
Aunque intenciones tenia
al mirar cómo se apura ,
para acallar su amargura ,
de decir que os conoció .
Emper. Semejante inobediencia,
hubiera sido peor, . ^ •
que es más temible el furor
reunido con la- impaciencia. ,
Ademas , sabed que intento
cierta extratagema urdir>
por si puedo corregir i ^
.) i
/•
lí
esc carácter violento. ;
Angela. Laudable es vuestra inteneion -,
por el bien que la dirige...
— El genio no se corrige ; -
si falta la educación.
Kmper. Negároslo es necedad ,
y asi no trato oponerme ;
pero quiero convencerme
hoy, de esa triste verdad. '■■ '
Apigela. Con que mi padre es dichoso?
Emper. Recibid mi parabién , '
que vos lo seréis también
al lado de vuestro esposo.
Angela. Qué decis?
Empera. Os ly aseguro; ^
no lo tenéis que dudar,
porque le acabo de hablar.
Angela. A quién?
Emper. A vuestro futuro.
Angela. El gozo, padre, me alienta , ^; '
y experimento un placer...
pero, cómo vais á hacer?.*.
EiMPER. Eso corre de mi cuenta.
Ante todo , as voy á dar. . .
(sacando an bols* con dnimalo.)
Angela. Alguna nueva? '
Emper. (Dudoao.) No... intento...
(Pero , no; ya me arrepiento^;
la voy á ruborizar.) ....
No es tiempo. ^ .
Angela. Por qué no empieza ? .
Emper. Ved si viene algún t^stifl;o.
(Mientrai Angela se asoma i la puerta, del foro* el imperador p«ie «1
bolsillo encima de la mesa, j
De esta manera consigo . .
no herir su delicadeza.
Angela. (Uega ai proscenio.) , . Ty *
Viene Fons^!
Emper. Me place;
22
y JO pretOMk» arreglar...
knGSLk, Coa él hk vais á dejar?
Empci* Quíéo mejor os satisíace ?
No es más grata su pnaeocia?
A!<iGELA. Iguales...
Empeb. Me estáis mintiendo...
Lo contrarío está diciendo...
Ahgela. Quién y padre?
Empbb. Voestla impaciencia.
Es justa , soy tolomte,
y aplaudo vuestro sentir;
no puedo yo competir
á los ojos de un amante'.
ESCENA II.
Dichos.— FONSECA.
FoNSEC. Angela!
Angela. Mi bien ! (se éí^tt»)
FONSEC. (cortado al Emperador.)^ SeOOr,
dispensad mi atf e^iorfento,
si en yaestra |íresetiÍQÍí|. . .
Empeb. \r' Basft.
Dicen que el amor es ciego.
FoNSEC. Es Terdad.
ExfPER. Pero al entrar
caminasteis muy ^certero.
FoNSEC. Pero el imán , padre mio^
de esos ojos hizo efecto.
EmPER. (god soma.)
Qué diablillo es el imán!
(Mirando á PooMca.)
y... qué sutil el acero !
--^n Dios 08 quedad.
Akgela. (AowcAndow.) Señor.
'T'ONSEC. Mi emperador. . .
Emper. Pronto vuelto.
\
Í3
ESCENA X.
ANGELA.— FONSECA.
Fo!<SEC. AI fio te miro , mí bien:
cuánto lo ansiaba mí pecho !
y el tuyo ?
Angela. Me lo preguntas ?
Hay en la tierra un consuelo
comparable á tu llegada
á este misero aposento ?
Has visto en la tempestad
cómo se encapota el cielo^
y aquella mortal tristura
que infunde el liorríblc trueno ?
Ño has visto después la nube
que rasga su oscuro velo^
y aparece el sol radiante,
puro , luciente y espléndido,
y la natura sonríe
con jubilosos extremos?
Pues igual mi corazón,
disipando sus tormentos,
se reanima y me devuelve
con tu vista mi contento.
Fo>SEc. Hablas con el corazón?
Sí , no cabe fingimiento
en una joven tan pura
como el azul de ese cielo.
Yo también sufro en la ausencia,
yo también gimo , y padezco
cuando los hados me apartan
de aquella imagen , que veo
en todas partes. Me sigue,
ocupa mi pensamiento
constantemente: me guia,
' mitiga mis sufrimientos,
alimenta mi esperanza
24
V acrecienta mis deseos.
Pero muy pronto , muy. pronto,
van á quedar satisfechos.
AxcELA. Cuenta.
FoNSEC. Pero. . .
Angela. Qué sucede ?
FoNSEC. Nada reveJarte puedo;
apacigua tu impaciencia
y respeta mi silencio; i
sin embargo y nada malo ...
arguyas de este misterio.
Tu porvenir es dichoso,. r •- i
es cuanto decirte debo. . , . , «
Ahora, déjame partir. . . . »
A."iGELA. Dónde vas !
FoNSEC. Al monasterio; .
el Emperador me aguarda :-,:,/
y es preciso obedecerlo,
que al (In es el protector '
á quien todo lo debemos.
Angela. Yo no acierto á comprender
lo que me está sucediendo... , <.
Pero parte , no me opongo,
y quiera benigno el cielo,
que una sorpresa agradable .
revele lo que no entiendo. ..
FoNSEC. Adiós , mi bien.
(lo besa la mano y aparece Urbieta en la puerta dal foro.)
Angela. {Huyendo.) Soy perdida I ' ,
FONSEC. (Mira al foro.)
Quién es la causa ? . . ^
ÜHBIET. (neide la puerta.) . » Qué VeO ?
ESCENA XI.
URBIETA.— FONSECA. •
(Baja Urbiela nuy despacio al proicéiúe., iniraiid^ A F4mfeca fijamente.)
Urbiet. Lo que aquí pasaba infiero,
25
y por lo tanto yo exijo
saber á quién me dirijo.
Responded.
FoxHEc. (coo oBiiDft.) A un cabaUero,
L'bbiet. Ahora vais á confesar
la causa que aquí os tragera.
FoxsEc. Lo exigís de tal manera
que me obligáis á callar.
Urbiet. Eso respondéis? Oh ! mengua !
FoKSEC. Sí señor, no os diré nada.
IxRBiET. Yo entonces con esta espada
- haré que mováis Fa lengua.
FoNSEc, No esperéis que el pecho oh abw.
ÜRBiET. Pues me tenéis que decir
FoifSEc. Antes me veréis morir
que soltar una palabra.
t'RBIET. (SAcaado la eipida.)
Pronto en guardia , vive Dm I
FüNSEC. Os suplico que envainéis.
lifiBiET. Cómo! Reñir np q^iereís?
FoNSEC. No puedo reñir con vos.
ÜBBiET. Y quién \o dispone? ,
FoífSEC. Kl ciólo;
luchar con vos fuera. Iiorrjble,
y liaré lodo lo posible
por evitar esta duelo.
Urbiet. Pensáis que he de consentir ?
Mirad lo que hacéis.
Fow^EC. Insisto.
Urdiet. Cobarde !
FohSEC. (Empulfando ia etpada.) \o!... ViVjU CrÍ8l<),..
Pero no quiero reñir.
Urbiet. Si no dais otras razones.
juzgaré por lo que pasa . .
r{uc habéis venido á. mi casí^ >
con pérfidas intenciones.
FojisEC, Qué pensáis?
Urbiet. Soy de opinión,
al veros tan atrevido,
•»,
26
que solo os ha conducido
el plan de la seducción;
porque la verdad, me extraña ,
que busquen tales señores,
puros y honestos amores
en una triste cabana.
FoNSEC. Y de dónde presumís '
mi origen? Quién os lo «spiica?
Urbiet. Vuestro porte me lo indica
y esa banda que ceñís.
En todo veis que me fundo;
amores la habréis fingido,
y os habrá correspondido
porque no conope el mundo.
Fo>'SEC. Vuestra errónea presunción,
^ pronto vendré á demostrar, (váíé.)
Urbiet. Como aquí volváis á entrar,
os arranco el corazón. (Envaina.)
ESCENA XII.
URBIET A.
Urbiet. Y me ocultó estos amores,
ella, que ha sido tan franca
en revelármelo todo...
Comprendió que me faltaba,
que jamás consentiría...
(Repara en el bolsillo que esU 8ol»re la mesa, vTecojé c«n pron-
titud.)
Pero, qué miro?
(se reprime.) iJlaCnaza,
ürbieta... no te acalores...
Mas... el aliento me falta,
y sospecho... Aquí hay dinero;
dinero, y en abundancia.
(Colérico.)
Tal vez el infame quiso
comprar la honradez!... cachaza.
27
Urbieta^ ten más aploma.... '
(Registrando el bolsillo coa «noeíott.) '
Registremos... Oro... plata!
No puedo más; es pieeiac^
que la infiel me satisfaga.
Por qué, por qué le ha tomado?
Pronto lo sabremos^.. Angela!
Aquí se acerca... Dios mió!...
viene temblorosa ▼ pálida^
ESCENA Xllf.
URBIETA.— ANGELA.
Urbiet. Acercaos.
Angela, (con tímidex.) Qué queréis, padre?
Urbiet. (La preguntaré con calma.)
(colérico.)
Quién te ha dado este dinero?
No me mientas!
Angela. Virgen santa!
Urbiet. Quiero saberlo; lo entiendes? ^
Yo no tolero lainiámia...
Mas tu grande turbación
me revela lo que pasa;
que aceptas un agasajo
que te deshonra? Sf^ Angela.
Busquemos á ese sugeto, '
devolvamos sin tardanza
Qste bolsillo!
Angeu. Señor>
dejadme hallar.
Urbiet. (con naturalidad.) Bien, habla,
como yo; sin dterarte.
Angela. Me confunde y sobresalta
cuanto me decís: no acierto...
Ignoro lo que me pasa.
Este bolsillo... yo, padre,
no adivino...
' 1
3S
l'ABiET. TÚ m&engttías!>
Ese joven que ha salido,
sin duda...
Angela. Sospecha Tana;
ni un ademan advertí,
ni la más leVe palabra*
que condujera á ofrecerme '
semejante cosa. » '
ÜRBIbT. (colérico.) Calla í
Aborrezco la mentira,
y sin embargo^ tQ sacias
con ella en asesinarme.
Eres cómplice, hija ingrajUí; •
le atreves en tu delirio
á deshonrar estas canas? .-• '
No es bastante la pobrezia
que reina en nuestra morada^
que también quieres, infiel,
penetre en ella la infamia?-
Mas yo cerniré las puertas - • •;. «■
á esa inclinación bastarda, -
que llega con paso hipócrita :
¿^aumentar nuestra desgracia.* ■.
La miseria se tolera ,•.)..
pero la deshonra mata..» .,
y su fin es bochornoso, w ' -
A>'GeLA. (Llorando.) ': .<
Por la Virgen soberana]
(oe rodillas.)
Os suplico de rodillas .
deis crédito á mis palabras.! ...
(Aparecen en el foro el Emperador y d Ligo.)
Urbiet. Quién dio este dineyo? ,
EüPItU. (ijilrando y echándose la uapuvhav.) PÍO. .
/- ■ . ..• '
I. í
> i
" !. ■ : ,
?. .. »
29
ESCENA XIV.
Dichos.— EMPERADOR.— LECO.
AnGEI^. (Bcbáadtwe eo los bnzos d«l BiñJMwlor.)
Padre mió!
Empeb. Pobre Angela!
(Sin que Urbieta lo rapare
partid con mi lego.)
(Angela se retira y el Emperadoc 7<>U«faiet» k 'fluirán. dfflúli» en hito.)
Urbiet. (Calla
V me observa silencioso.
Cuánto aterra su mirada!)
(e1 Emperador se aproxina á VfbÍQta> y Angela pfiie con el Lego.)
Lego. (a Angela:^
Que os conduzca al nionasteiio
el Emperador me en^^ga.
Angela. Partamos sin dilación:
lléveme el cielo en su gracia.
ESCENA XV.
EMPERADOR.— URBIf^TA.
Emper. Algo sin duda os espanta.
De cierto modo observáis...
(Echándose abajo la capodia.)
Decid lo que en mi uotajs.
Urbiet. (se anodíUa de pronto.)
Es mi Emperador!
Rmper. (oindoia la mano.) Levanta.
Urbikt. Es imposible: jamás.
Emper. Si^ que os apoya mi mano. \ ■
No soy vuestro soberano,
soy un monje... y nada más.
(urbieta se levanta cortado, y e! Ewp*f«dor %e^a Uf^a al i»rofcenio y
le dii-e con nuigest.id:) ; '
Puesto que me conocéis,
30
y os encuentro más tranquilo,
escuchadme con ^i^lo.
Urbiet. Obedezco.
Empera. Biqpha^i^..
— Urbieta, da compasión
al mirar vuestra dureza , ;
no domine la cabeza
ese altivo corazón.
El hombre que es altoioéro,
desconfiado, imprudente ,
reniejajade su iiresente
y teme lo venidero.
Al destino desleal,
injusto no se le alcaüza
qu» existe aquí una balanza
para el bien y para el mal.
Insensato se enfurece » .
solo en su suerte repara,-
y jamás vuelve la cara
para ver al que padece.
— Sois bizarro militar,
mas colérico , impacienle. . .
Es para mi mas valiente
quien se sabe dominar. .
Su&ís...? La suerte lo quiso;
soportadla resignado.
Os habéis imaginado
que es la tierra un paraíso?
Ño alimentéis tal error, •
y empezad á conocer,
que á la sombra del piacer
se oculta siempre el doldr.
El árbol de la paciencia
que cobija al infeliz ,
tiene amarga la raiz ;
pero endulza la existencia
con su fruto sazonado,
y este manjar, según siento,
debe ser el alimento
Í.S
f 1
'.;
I ! i
51
del que nace desgrocíado,.^
Oh! Uorais : no es ilttsioD !
Os remuerde ia concieneia?
—Ved aquí la consecuencia
de una mala educación.
Pero cambiáis de repente ,
y esa lágrima vertida
• os dá la herencia ofrecida
á todo el que se arrepiente.
Oid; no os cueste rubor»
que el hombre no desmerece,
al contrarío, se enaltece
cuando conoce su error.
Y suele hacerlo el más sabio.
— Urbieta... Estáis conveneido?
(Con ansiedad.)
Responded.
Urbiet. (con resolución.) Y arrepentido.
Emper. Bendiga el cielo tu labio.
(Le estrecha la mano con entusiasmo.)
Ahora en premio de tu afán ,
y con arreglo á la ley,
te ha concedido tu Rey
la banda de capitán.
(sacando una banda y «n pliego.)
ÜRBiET. (Jué decís?
Emper. No es ilusión.
Umiet. Oh ! ventura inesperada I
Emper. Sí, ya la tenéis ganada...
mas con una condición.
Condición que observaras
siempre animoso y constante.
Urbiet. Cuál es^ pues?
Emper. Que en adelante
vuestro genio moderéis.
Urbiet. Cómo no !
Emfer. Dudoso escucho.
Urbiet. Así la duda os inquieta?
Emper. Reparad, amigo Urbíeta,
f -
I
ff
que habéis prometido mucho.' '
Que hay cosas , en raí opinión < ' '
muy fáciles de ofrecer; • •
y luego suelen tener; . '
difícil la ejecución.
Urbiet. Señor, si me enfurecía
tan inswisata querella ,
la originaba la estreUá -
cruel que me perseguía.
Jamás de mí se apartaba ; : •
pero ya el alma reposa ,
y cesa la vida ociosa
que tanto me iinportaba;
Ya de mi existencia; oscura
cayó la funesta venda,
para enseñarme una senda
llena de paz y ventura.
Emper. No nos equivocaremos? »^ . • =
Urbiet. Nunca, señor! '•
Emper. (cogiéndeieía mano.) Camarada... ^^
Urbiet., Proseguid.
Emper. No digo nada.
Urbiet. Lo sostendré. .•
Emper. Lo veremos.
(caelga la banda en el espaldar de la silla que está ai lado xle Urhieu y
suelta el pliego.)
(Con indiferencia.) :< ■
Con que solo á la constancia
d« vuestro esfuerzo y bravura,
se debió , — tal se asegúra-
la prisión del rey de Francia?
Urbiet. No cabe duda, señor ;
y el hecho está bien probado.
Solamente á este soldado .
le corresponde ese honor^
Emper. Fué memorable el suc«so ;
mas hay — cosa singular —
quien os quiere arrebatar
la gloria de haberle preso.
,' 'T
35
UrBIET. (futíom.)
Y habrá quien tai autorice?
Dónde está? Voy á buscarle.
Emper. Para qué?
Urbiet. (colérico.) Para arrancarle
la lengua con que lo dice.
Quién me arrebata ese honor?
quiero dar muerte al infiel.
Emper. Esperad.
Urbiet. Nó doy cuartel
jamás al calumniador;
pues con viles artimañas
el hecho á su antojo explica ,
mis acciones perjudica
y oscurece mis hazañas.
Es villana su intención ,
quo venga el mal caballero,
veréis si con este acero
le atravieso el corazón.
\EX Emperador se ríe.)
Por qué os mofáis, voto á san?
Emper. Aun no lo habéis comprendido?
Urnet. Yo, no.
Emper. Porque habéis perdido
la banda de capitán.
(lift Goje el Emperador, y la pone en el espaldar de la otra silla que' asta
á au lado. Sonrisa del Emperador y conrasion de Urbieta . ) '
Urbiet. No eníadarme prometí.
Emper. Cosa que no me cumplisteis.
Mirad qué pronto caísteis
en el lazo qu» os tendí.
Urbiet. He conocido mi error :
fué ingeniosa estratagema :
mas decid , quién tiene flema
si le tocan al honor?
Emper. Pero, me vais á decir...
Urbiet. El qué, señor?
Emper. Más cachaza.
El furor y la amenaza ,
54
son medios de persuadir?
Cuánto más el hombre akanza ,
aunque no tenga talento,
si reúne á su argumento
la razón y la templanza?
Este monje que miráis,
mucho en la tierra ha sufrido...
Si le veis enfurecido,
pedidle cuanto queráis.
Urbiet. Tal vez si un astuto brazo
el fuego apagado atiza,
de entre la misma ceniza
logre arrancar un chispazo.
Emper. Para que el premio conceda
es necesario ganarle.
Urbiet. Señor, para conquistarle,
- haré todo lo que pueda.
Emper. Esto es , pues , lo que sentencio ;
reprimid las tentaciones ,
Urbieta , que en ocasiones
se lucha con el silencio.
Yo el orbe agitado vi,
y en silencio me animé,
y en silencio le humillé.
Que el mundo en su frenesí
. me lanzó atrevido reto;
mas yo en silencio profundo
puse la mano en el mundo...
y el mundo se estuvo quieto.
Urbiet. Del silencio partidario
diz que sois siempre calmoso,
y añaden, que sigiloso
aplanasteis al contrario.
Emper. Tal concepto he merecido?
Ese mundo , que he dejado
afanoso me ha estudiado;
pero no me ha comprendido.
Urbiet. Pues suponen conoceros,
y hay quien osa sustentar
35 ^
mandasteis . . . envenenar. . .
Emper. a quién? A quién !
Urbiet. a Cisneros.
Emper. ( Furioso.)
Y hay quien villano lo crea ?
Que venga y le escucharé,
vive Dios , y le ahorcaré
can esta misma correa !
(Risa de Urbieta.)
Te ries , con tal desmán,
y yo te lo he tolerado?
Urbiet. Perdonad , mas he ganado
la banda de capitán.
(Ls coge de la silla donde está y Ja pone en la que tiene A su lado.
Confusión del Emperador y aspecto satisfactorio dt Urbieta.)
Urbiet. Conozco vuestro embarazo.
Recomendad mansedumbre...
Señor... aticé la lumbre.
Veis cómo salió el chispazo?
Emper. Este arrebato perdona.
Después de tantos vaivenes
ana se resienten mis sienes
del peso de la corona.
(Aparecen en la puerta derforo in|^Ia y Ponaeca. Urbiela los vé 7
ecfaa mano A la espada.)
ESCENA XV.
Dichos.— ANGELA .— FONSECA.
Urbiet. Cielos!... Los dos morirán !
Me han vendido !
Emper. (se interpone.) Atrás !
Urbiet. Qué hacéis? .
Erper. No prosigáis , que peixieís
la banda de capitán.
Urbiet. Pero vengaré mi honor
con sangre de los Bialvailos !
Emper. Mas sabed , que están casados,
y que soy su protector.
Ubbiet. Seri posible?
Ehper. - Sí lal.
UaBtCT. (sudla b .:ip>d> V H polín.)
Señor...
Emfer. Tranquilo vivid.
Urbiet. Pues llegad , j recibid
mi bendiiúo» paternal.
(Angcb ; latua K nUa t I» pin di UrI
Angela. Ya nuestra dicha as segura,
pues que así la coofirmaís.
FONSEC. (b« J.nD».)
Gracias porque al fm colmáis
mi deseada ventura.
(a Empendor «gs i Iltbieu de k nuao.)
Earait. Te escuchó la Providencia;
ya tu estrella ha variado,
que este fraile ha remediado
tantos anos de indigencia.
Asi le convencerás
de que aquel que desconfía,
redoblando su agonía,
nada espera y sufre más,
ModiHca tu rawn, .
luz que alumbrando refleja
en el alma que' se queja
con santa resignación;
y nadie dude un momento
que en este mundo ai entrar.
la escuela del üufriroiento.
umm K6UL
r -..
ftV
ílf CUATRO ACtI» t BN VtiRSOf
. DE
u
■ •'^ ^^. :.,0
I»
»v>
,:.*,• «.«^ -^ i> >:v.- vUEPü'íiT.'k.íí»
PERSONAS.
^ DOÑA ESPERAKZA DE HARO.^GÜZMAN.
- DOÑA INÉS. ^OLMBDILLA
^ DON FÉLIX.
EL MARQUES DE LIGHE.
BELTRAN.
DONA GÓMEZ.
LIIKÓS.
UN ALCALDE DE CASA Y
CORTE.
UN PORTERO.
ROLANDO.
^ DOS EMBOUDOS.
t
Damas. — Caballeros. — Ronda de jttsticia. — Soldados.
Año de 1661.
La aeeion pasa en una sala de la casa de D. Luis de
Haro ; mtniííro vmvefsal de D. Felipe IV.
Este Drama, que pertenece á la Galería ^ ramalea, J,
propiedad del Editor 'de los teatros moderno, ««"áT"» «Vf-
^ñoTrestrangero, quien perseguirá ante ¡a lej al q"' "" "*
Termisolerlimp'riina,} represante en alsun teatro delre,no
'din alguna Sociedad de ¿a, formadas por acciones, "^'jr'p-
eioneelf cualquiera otra contribución pecuniaria .«««""'
f^"m denominación, con arreglo á lo preuen.do en las
Teíles órdenes de 5 de Mayo de lS37, 8 '?«/*'•'' ^'/^^
4 de Marzo de 1844, relativas d la propiedad de tas obras
dramáticas.
IV RAFAEIi PJBRBE VJBIWO,
Acepta, Rafael mió, esta buena ó mala comedia,
que va á tí sin mas pretensión que la de consagrar un
jc^Ql^rdo á.laJ>uena amistad qae te profesa ta apasionado
TOMÁS AOBAIOVXZ Minií.
. I
t
Salón alhajado con suntuosidad.''^n el fondo una puer-
ta grande por la que se d^an ver otros salones, — A la
derecha una puerUi, y otra perfectamente disimulada:
á la izquierda otra , y en el ángulo de este costado un
balcón.
ESCENA PRIMERA.
DO^A GÓMEZ* — Criados.
R
I
t • •
D/ GoHEZ. Asi está muy bien , m:
ahora 7a somos felices.
{A los criados que están dentro.)
Vosotros esos tapices
Íuitadlos pronto de ahí.
h ! no sé dirá de 8ii
que <!on prontitud no alterno
ni acudo al servicio inlerno...
Si todo al paso me sale ;
Taya « es mucho lo que Tale
un buen ama de gobierno.
.ESCENA II.
BELTRAN. DOSa GOUEl. -^CriadoS,
Beltbai^. Todavía asi se están?
A que do| de buena gana
.•»'-
6
con todos por la ventana?...
D." Gómez. Henos voces, seor Beltran:
no vengáis á l^torpecer
nuestra obUgacion precisa ,
que estamos aquí de prisa
y es cerc^ de anochecer.
Beltran. Qmén ha mondado adornar
' galerías y salones
con los vetustos sillones...
D.' GoHEZ. Que nos vamos á enzaftar.
Beltran. Eh?... quién lo ha mandado?
D." Gómez. Yo.
Beltran. Pues !... lindo! asi va la danza ;
vos adornáis á la usanza
del rey aquel que rabió.
D." Gómez. Don Beltran , eso es decir
que yo soy...
Beltran. Honrada duefia ,
repare oue se despeña...
D.* Gómez. Lostipordos nos ha^ de oir!
La rhabeis tomado conmigo ,
Íá fé que os ha de pesar,
h! largo de aquU a rezar!'
D/ Gómez. He iré por...
Beltran. Iktm!...
D/ Gómez. Enemigo!
ESCENA III.
BELTRAN. — CfiüdpS.
Beltran. Quién le mete al vejestorio
en tomar disiiosiciones
para aderezar salones...
Íqué sabe ella del jolgorio?...
ramos á ver, ganapanes «
id á ver al maestre sala
pa
cu
i
para que os vista de gala :
cuidado con los desmanes.
Jened en beber reparo»
honrar , como de costumbre ,
la espléndida servidumbre
dül sefior don Luis de Haro.
Poned tiestos de jazmines
en las (ñezas laterales :
los fuegos artificiales
custodiad en los jardines;
y que nada se trabuque *
que luzcan nuestros sefióres
como dignos sucesores
del famoso conde-duque.
Lo entendéis? Pues se acabó ;
á ver si hacéis lo que os mando :
que vayan iluminando^
que ya la noche cerró.
[Vanstí lo« criados, — Entran luces en laescetia, y van
t/tttnftafido poco apoco tos salones interiores,)
Qué diablos!... estoy rendido...
uf!... qaé trasiego, qué afiín...
á pocas de estas, Beltran»
Yas á dar on estallido.
Yo todo el trabajo tomo...
ya se ve, como en conciencia ''^ "
soy aquí la omnipotencia...
es decir, el mayordomo.,
no puedo menos por eso ,
de andar de aqui para allí,
y asi viene sobre mi
del trabajo todo el pelo.
Ello si , entiendo el registro
cuanto es posible entender,
y solo asi es fácil ser
rordomo de un ministro.
Genremos este balcón,
Eorque en breve llegarán.*,
[ola ! hola ! ya está el gakn
en la esquina de plantón.
Enamorar con tal tema...
el cielo nos dé su amparo !
á doña Esperanza de Haro
de la nobleza suprema :
'^ del rey parienta cercana :
de hermosura sin igual :
8 * -
't del mioistro universal
j ji^ia ; de un marques hermana :
viuda de un conue... qué es esto ?
(Bajando la voz.)
Qué hacéis, hombre temerario!
Quién sqís vos? un perdulario...
hidalguillo... por supuesto.
Idos« don guardacantón...
Nada« no me oye* idos pues.
ESCENA IV,
DOftA BáPBBArrZA. BELTRAU,
Esperanza. Bellran « vino dofla Inés?
Bbltran. (Sin reparar en ella.)
Por el Cristo del Pepdon .
mirad Júen que 3i insistís
os van á dar unos paios
que... jese hombre tiene los malos f ^
EsFERANSA. (Pata llamarle la atención le arrojcrel pa-
ñuelo que de rechazo sale por el balcón.) I
Qué es Jo que habláis? no me ois? I
Bbltraii. Ah I vos aquí... perdonad,
porúue como estaba ahora...
ese hombre, ese hombre, señora !....
Es mucha temeridad (
Esperanza, Qué hombre es ese que os asombra? I
Bbltran. Su atrevimiento me pasma ; r
ese hidalguillo fantasma
Iue os sigue como una sombr^.
h!... ya!... según eso, vos
su condición conocéis ?
Bbltran. Señora ! tal no penséis :
. conocer? líbreme Dios!
Lo dije, por esa tema...
me parece un pobre hidalgo...
pero yo no. entro ni salgo
en nada... este es mi sistema.
Esperanza. Eso mismo será, sí;
tal vez algún desgraciado
•"<V
que por wejorar de eslado
los viealds bebe por mí.
Bbltran. Yaya ! y con fá.tan ardienle ,*
los bebe« y con tanto afán .
que mas parece g^lan
que contrito pretendiente.
Esperanza. Os mando que averigüéis
las cuitas dei buen hidalgo
por si podemos en algo
aliviarle... me entendéis?
Beltran. Me ocuparé desde abora...
Ía sabéis cuánto me aftcta...
e una manera indirecta...
Beltran. Por supuesto « si sefiora.
Esperanza. Becogedme aquel pañuelo.
Beltran. Plegué á Dios que ya le baUe...
Esperanza. En el balcón... en el suelo...
Beltran. Si« en el suelo de la calle;
Esperanza. Cómo!... por fuera cayó?
Beltran. Cabal... (Asomado al balcón,)
Nada... no se ve;
calle!... ya se largó....
Esperanza. Qué?
Beltran. Que el DErancebo se afufó.
Esperanza. En buen hora ; id y mirad . .
3Í ya mi padre ha llegado^
y si no « estad al cuidado
y en cuanto llegue « avisad.
Beltran. En obedeceros fiel
tan Siolo Beltran se emplea.
ESCENA V.
DOÑA esperanza.
Quiero que mi padre vea
. que boy visto galas por él ,
\ y que le ofrezco en tributo
, no mas que por ser su dia
¡ mi ya olvidada alegría
V despojándome, del luto.
\pel luto... ay triste de mil
10 ^_
que uo afto entero he guardado *
recuerdo bien desdictodo
esposo quepifrdí...
No dispertemos ahora
Íensamientos de afliecion;
astante mí corazón
por ellos lloró y aun llora.
Y cuando hoy todos aquí
se alegraran... no está bien...
que yo vaya...
ESCENA VI.
. ' DOf^JL ESPERANZA. DOIf FÉLIX.
Félix. (Aqui está.)
Esperanza. Quién?
Félix. Señora... yo.
Esperanza. Vos!
Félix. To« si.
Esperanza. (A qué habrá entrado este hombre..^
Oh ! no lo alcanzo por Diosr)
Buscáis á mi padre?
Félix. A vos.
Esperanza. A mi» decis!...
Félix. No os asombre...
Esperanza. He admira que mis criados
os hayan dejado entrar.
Félix. No lo debéis estrañar»
porque estap muy ocupados.
Ademas, existe en mí...
ya veis si soy venturoso ,
un talismán poderoso
Eara llegar hasta aaui.
>ebeis saber , cabaliero ,
que no hay talismanes hoy
para entrar donde yo estoy ,
sin anunciarse primero. /
FfiLix. Señora^ tenéis razón ,
vuestra justa queja admito;
mas... -perdonadme el delito
en gracia de la intención.
Hallé este lienzo , seAora ;
en él vuestras armas vi «
y al poBio lo recogí
Sara entregároslo ahora*
[e baceis on p^an beneficio ;
Ípues que reis que lo tomo»
aré que... mi mayordomo
os premie este buen servido*
Fblix. Vuestro mavordomo« oíf
Esperanza. Pues, eso dije...
Fblix. Por Bios...
no os comprendo.
EsPBRAifZA. Ni yo á tos;
os agravio?
Félix. lIucbo« sí.
Esperanza. Perdone vuestra nobleza
que en este lance impensado
os baya calificado...
y con tanta lijereza »
caballero, y de los buenos,
quedóos muv agradecida...
Ved... por allí es la salida...
Félix. Ahora os comprendo menos.
Esperanza. Que no me entendéis?... á fé
que en lo dicbo. ó soy muy ruda ,
o no admite mucha duda
mí intención...
Félix. Me esplícaré.
Esperanza. Sed breve en lo de esplicair,
que el tiempo se va pasando
Félix. Ya os to estuviera esplicando
si me dejarais hablar.
Esperanza. Os escucho.
Félix. Empiezo pues.
Vos > señora , no ignoráis
que por do quiera que vais
os sigo desde hace un mes.
Ei velo y vuestros enojos
ese rostro me esquivaron;
pero... s^iora» lo hallaron
en todas partes mis ojos.
Cuando á Espafia me volví
11
12
ilusiones nul soñé...
y todas las realicé
en el momento en que os vi.
Pues tanta fascinación
obró en mi vuestra hermosura...
EspER ATIZA. Ah !... suprimid la pintura
de vuestra ardiente pasión ;
porque no aeabarcis hoy
de esplicar lo que queréis...
y es fuerza que no olvidéis
dónde eslais» y quién yo soy.
Félix. Pues por eso asi tan claro
procuraba haceros ver...
mas... no logro comprender
á doña Esperanza de Haro.
Hay tanta contraditseion
en cuanto decís ahora «
que habéis logrado « seftorav
llenarme de confusión. ':
EspERAKZA. Pues.ne os he estado diciendo
que por allí es la salida ?
qué confusión?... por mi vida...-
Félix. Pues eso es lo que no entiendo.
Esperanza. Os burláis?
Félix. No« vos de mi. '
Esperanza. Yo !
Félix. Qué es lo que debo pensar
de quien asi me hace entrar
Íme hace salir asi ?
o haceros entrar ?
Félix. Pues no?
Esperanza. Sospecho que os falta ahora
el juicio.
Félix. En eso , señora ,
estaba pensando yo.
Pues tan raro es lo que toco
que... ó TOS en lo que decís
no espresais lo que sentís «
ó yo debo de estar loco.
Voy á argñiros sin malicia ;
prestadme vuestra atención »
y en esia grave cuestión
despnés^haeed vos j»8ti€ia.
Esperanza. (Donoso y original
es el IraDce en que me veo.)
Félix. Un mes bará> á lo qiio creo,
que á una dama princíjpal
en San Gerónimo halle,
de rostro tan espresivo
que Terla y qaeaar cautivo
obra de un instante fué.
No estrañeis, señora mía, *
que asi perdiera la calma
el que grabada en el alma
aquella imagen tenia ;
pues aunque basta entonces yo
no había visto aquel portento ,
mil veces mi pensamiento
su existencia adivinó.
A mis amantes instancias
el mundo se opone ahora...
mas ya sabéis vos » señora ,
que para amor no hay distancias,
por eso yo la, seguí
adonde quiera que fué ,
y porma» que supliqué
nunca un favor conseguí.
Pero hoy... aqui en reclamar
insisto vuestra atención «
delante de su balcón
estaba ^ cual suelo estar *
solicitando un suspiro ,
una sonrisa ó mirada
para un alma enamorada...
cuando he aquí que la miro
escasamente salir...
su pañuelo me arrojó, '
el cual á mis pies cayó...
Esto qué quiere decir?
Esperanza. Yo os lo esplicaré en verdad « •
pues no es justo que ignoréis
ni que á favor achaquéis
lo que: fué OísuaMdad.
Os diré que es mucha dama
13
14
la que tos UáDUiis portento
para haber dado alímeiito
á Yoestra amorosa llaaia«
Que en vos jamas ha pensado»
ni en vos pensará jamas :
que habéis sido por demás
en merecer confiado.
Que le parecris muy ducho
y muy audaz en amor:
tero que ahora, señor «
abéis presumido mucho.
Que os aconseja olvidarla,
y 03 perdona lo que habláis ,
con tal de ^ue no volváis <
otra vez á importunarla.
Félix. Eso es. lo que no podré
cumpliros, soy porfiado...
puedo haberme equivocado »
pero no desistiré.
Esperanza. Tanto peor para vos.
Félix. Qué queréis, yo soy asi.
Esperanza. Os vuelvo á decir que aquí
no podéis...
Félix. Quedad con Dios.
Doña Esperanziá de Haro ,
pronto á verme volvereis.
Esperanza. Pues mirad cómo lo hacéis,
que os puede costar muy caro.
Félix. Ño sera con tanto estremo;
que esto os dij^a no os asombre,
pues yo, señora, soy hombre
que os amo<«« pero no os temo.
Esperanza. Reparad que os esponeis:
3ue si aqui os. vuelvo á encontrar
e cierto os ha de pesar.
Félix. Señora, me encontrareis :
á prueba pondré mi brío.
Esperanza. De mucho habéis menester
ya que me osáis proponer \
tan singular desafio.
Félix. No hay enemigo pequeño :
tal vez no oísteis decir. ••
Esperanza. Por Dh>s qife me bareils reir;
porque vuestro necio empeño
mas que ofenderme me alegra.
Félix. Con que queréis guerra á muerte? '
Esperanza. Sea el campo del mas fuerle.
Félix. (Saludándola.) Pues bueno; bandera negra.
(Se dirige á la puerta del fondo y al salir entra doña
Inés ; tropieza y don Félix le da la mam.)
: ESCENA VIL
DOÍIa llfÉS. DOf^A ESPERANZA. DON FÉLIX.
Inés. * Ab !
Esperanza. Qué es eso?
Inés. Tropecé...
Félix. (A Esperania,) Pero yo.;.
Inés. [A Félix.) Gracias os doy.
Félix. Ay señora ! todos hoy
a<pri entramos con mal pie.
iNis^. También tropezasteis vos?
Félix» También» señora « ay de mi!
mas yo tropecé... y caí...
Que el cielo os guarde á las dos.
ESCENA YIII.
I
1
DOÑA ESPIERANZA. DOÑA INÉS.
« • . ■' . '
Inés. Esperanza» quién es este
cumplidisimo galán?
Esperanza. Inés mía » no lo sé.
Inés. Cómo, si en tu casa está?
Esperanza. Pues con todo» Inés» ignoro {
su nombre y su calidad.
Inés. Hola ! secretos conmigo? i
Tú vas olvidando ya
el amor que en otro tiempo
te merecí... * «
Esperanza. No en verdad :
mas... qué quieres que te diga :
16
sino te sé contestar?
Sospecho que es un hidalgo;
con un pretesto no mas
ha osado entrar hasta aqui«
y... ya lo ha» visto , se ra.
Tnbs. Que con un pretesVo ha osado...
aventura singular !
Mira 4 Esperanza, con eso
doblas ini curiosidad...
Esperanza. Inés!... presumes que yo...
Inrs. Ay! no lo pienses jamas^
(jue sé yo, Esperanza mia^
¿e lo que tú eres capaz.
Mas del disgusto en tu rostro
estoy viendo la señal ,
y en eso que me has contado
hallo tanta oscuridad...
Sue sospecho que me ocultas
tguna otra cosa mas.
EspEnANZA. Inés« eres muy curiosa.
lisEs. Con que acerté, no es verdad?
Esperanza. Puede ser; pero es tan poco,
que ahora á saberlo vas*;
costábame repugnancia
en esta materia hablar,
pero una vez que te empeñas
mi amor (e complacerá.
Ya te he dicho que ignoraba
el nombre y la calidad
de ese hombre, y no te he mentido;
solo sé qué es muy audaz,
y en empresas amorosas
entendido por déme».
Confieso que hay en él prendas
que no son de hombre vulgar,
y calculo por su porte ^
firmeza y serenidad ,
que es algún aventurero
que on Flandes^ é en Portugal
ha seguido eon fortuna
la carrera militar.
El se ha prendado de mi •
y, según me lia dicho « bará
un mes que sigue mis pasos
adonde quiera que van. ^
Y es cierio ; porque recuerdo
que ya delante ó detras «
en paseo y en la iglesia
lo he vii^to « aunque á la verdad
no ha conseguido de mí
el menor favor jamas.
Pero hoy un pañuelo mío «
por una casualidad «
cayó á la calle : ya estaba
de centinela el galán »
y creyendo que el pafiuelo
era felice seüal
de sus locas pretensiones,
ha osado hasta aquí llegar
y hablarme de una manera
de que solo él es capaz.
Tal le he contestado yo,
Inés , que es muy de esperar
* - que el sagrado de esta casa
otra vez no pisará.
Has quedado satisfecha?
nada mas hay que contar.
Ikes. . Por cierto, doña Esperanza»
que es un amor muy tenaz
el que ese hombre te profesa*
Sabe quién eres?
EspERAPiZA. Cabal.
Inés. Y no lo has visto en pahicío,
ni entre la corle?...
EspenAKZA.. . Jamas.
Inés. y sabe q^e tú lo puedes
confundir, anonadar
si te enojas y haces uso
de tu poder sin ig«ial?
Esperanza. Tanto, que hasta á ese poder
ha osado desafiar,
y aqui volver me ha ofrecido
muy en breve...
Inés. Quién será?
17
18
Esperanza. Qué nes importa?
¡¡«es. Oh! pues yo...
solo por curiosidad...
y para estar preTonída
lo habia de averiguar.
Espbrauza. Calla « Inés! eso no es digno
de una dama principal...
Eh!... olvidemos este lance
y no hablemos de ello mas :
si es loco « de esa manía •
muy pronto se curará ,
y no es justo que le dennos
aqoi una importancia tal
que llegue nuestra atencicm
toda la noche á ocupar.
T bien, Inés, no me dices
cuándo tus bodas serán ?
Yo sé que el marques, mi hermano,
ha ido á solicitar
esta mañana á tu casa
la aprobación paternal.
Inés. Y no lo has visto despues-t. - -
Esperanza. No ha vuelto á casa.
Inés. Pues ya
está hecho el pacto; mí padre
aceptó sin vacilar,
y de hoy en un año, dicen
que aquí se celebrarán.
Esperanza. Con que seremos liermanasf...
Oh !... cuánta felicidad!
Asi .los antiguos lazos
de cariño fraternal
entre nuestras dos familias
se Tolverán á estrechar.
Inés. Oh ! plegué á Dios!
Esperanza. 'Qué !*.. lo dudas?
Inés. No lo sé ; pero un fatal
y vago presentimiento
me persigue sin cesar.
Mi padre pretende mucho :
su ambición conoces ya ;
tu hermano también aspira
19
á la privanza real , ■ '
7 temo con fundamento
3ue al faltar la autoridad
e don Luis tu anciano padre ,
se desate el huracán
de la ambiciott que en sos pechos •
rugiendo hace tiempo estáé
Esperanza. No mires tan lejos nunca «
deja ese tiempo llegar :
aun vive don Luis de Haro «
y antes de morir sabrá
dejar entre la noblesa
restablecida la paz.
Vuestra unión es un gran paso }
y aunque eso fuera v^dad»
para el conde de Castrillo
y tu futuro > será
un muro donde se estrellen
sus planes y enemistad*
Mira... aqui viene mi hermano...
él mismo te afirmará. ••
\siai Nada le digas...
EsPERAif ZA. Me place. . .
(Al marques , que $e detiene en el diníel de la puerta.)
Querido marques # llegad...
ESCENA IX.
tK>ftA BSPBRAtfZA. DOÜA INÉS. EL MARQUES^
Marques. Sefioras...
Esperanza . Cómo es que tanto
os hacéis hoy desear?
Ignorabais que {ePíSinoa
á doña Inés por acá ?
si no« no tenéis 4iscálpa
en hacernos espepr*'»
Marques. Tenéis razón ; torpe be sido
y descortés por dem^s.
Pero yo be de mer^c^r
de vuestra. mucha bondad
que me acordeos el perdw« .
20
PIspBRAiszA. Si empezáis por adular i
Dueslro oi'^ollo... fácil es; 5 '
que lo atcáni^eis... no €8 vérditd?
ItsES. E« 8Í$í>e|iK) del marques...
Marques. íio». bella Inés, me ultrajáis:
he estado eo el Buen-Rctiro
y en la cámara real
ocupado con roí padre
de asuntos de gravedad.
E8to.e8 lo que me hra impedido •
á vuestrolado ^olar...
á vuestro lado, porgue es
el favor qn& tengo en mas.
Esperanza. Ami hemos de darle gracias.
Inés. Bravaroenteos disculpáis.
Marques. Mi padre en este momento -
en casa acaba de entrar, •
y libre de los negocios
por hoy ha qtiedado ^á« . "
•Antes qoe^ ¿I feslin im ^mé
de esta grata- hbertad , ' . ^ ^
queréis venir, doTia Inés, -
adonde mi padre está ?
disculpadle por sus afios , .
pero os quiere sahjdar. . .
Inés. Podéis dudarlo?... ya os sigo.
Esperanza. Oh !... Sí , si... Vamos allá !
Marques. (Bajo.) Hermana, espérame aquiJ
ESCENA X.
ESPERANZA •
Me dice que aqoi me espere...
algo consultarme quiere
y necesitado mi...
Quién sabo sfi hoy en palacio.,.
y su tardamuien llegar...
esto me hace sospechar...
Recelos, vamos despacio.
Estamos seguros hoy,
y si osQ eleKiarse algiano
.\
21
derribaré al importiHio»' ' ■
ó no ii« de ser yo quien soy.
ESCENA XI.
I I
Dof^A ESPERANZA. BBLTBAif. {Rioaiándoget)
Beltran. Señora?
Espera ^z a . Sois vos , Beltran ?
Ueltran. B1 mismo; eslais sola?
Esperanza. Pueéi '
Beltran. Por nada... Ya sé quién es
el consabido galán»
Esperanza. De quién me habláis?...
Beltran. Qué i... la bisloria
del hidalgo se os fué ya ?
Lindo!... señora > boy. está
soberbia vuestra memoria*
Esperanza. Ahí... si» ya recuerdo.. • y bien?;..
He es de tan corto valer
la historia del rondador
que ya olvidé... quién es?...
Beltran. Quién?
Un valentón de Toledo
y tan jugador de espada
que da cada cuelüllada,
señora , que canta el credo.
Un mes hará que ha vebidd
de Italia el mozo gentil .
y cuentan que mas de tíiil :
son los duelos que ha tenido.
Félix dicen que se nombra ,
y n^e aseguran también
que ouattdó no halla con quién
se acuchilla con su sombra :
galanteador como él solo ,
ai rado , de ^iiki inquieía «
algo músico y poeta ,
mucho Adonis « mucho Apolo.
Tan franco como valiente ,
pero á la vez tan perdido
que nadie le ha coáocido» "
y
22
ni an amifO'» ni un pariente.
Esto e&» sefiíera^ por junto
lo que supe por ahi :
ello dirá; en euanto á mi>
la verdad quede en su punto.
Esperanza. PiéUso que no os engafió
el que os dio tales informes:
Beltran« estamos conformes ;
lo mismo he pensado yó.
Solo 08 tengo que encargar...
y ved como lo hais de hacer ,
si otra vez osa volver
Íue no lo dejéis entrar,
^ues qué.«. a tanto se atrevió?
aciso ha estado ya aqui?
Ebpbranza. Esta noche ha estado « si,
y volver me prometió.
Beltran. Pues los sordos nos oirán...
Esperanza.' Lo despedís en el acto.;.
Beltran. Me be quíedado estupefacto ! . . .
. ESCENA Xn.
POftA B8PBRA1IÍA. EL MARQOBS.' BBLTRAN.
Marques. Déjanos solos , Bekran^ ( Vasc' BeltraUi,)
Esperanza. Qué sbcede, hermano mió ?
bazme.de dadas ^alír.
Qué es lo que quiere decir
ese rostro tan sombrío?
Disgustado estás ?
Marqucs. Si » hermana «
no puedo óooltar mí enfado;
mía contrarios han llevado
lo mejor esta macana.
Esperanza. Quiéaes^?
Marqurs. . Castrillo, y Olmedo...
Oh!... al que tengo odio mortal
es al digno cardennl
arzobispo de Totedo.
Con el rey en conferencia
casi ha estado todo el dia «
4r «^l^rw^tf ^ «M
y dio moetlrat 46 alegría
cuando salió de la auaieocia»
Al festín se le inTÍtó
por mi en varias ocasiones;
y con frivolas razones
^ su eminencia se escusó.
' La clase de su destino
me dijo que le impedia...
mas que á la fiesta vendría
y^vi su lugar su sobrino.
/ De asuntos de Estado hablé «
con ansia de averiguar
^ su manera de pensar,
i y sin contestar se fué.
Solo al partir murmuró
'. cruzando las regias salas,..
\ «Icaro tendió sus alas
\ Mr en medio del mar cayó. >
' j 10 llegaré á gobernar «
[^ también vos gobernareis,
y y de los dos, p veréis
rquién sabe mejor volar.
Espbrauza. 1 eso te da sentimiento?
No olvides que su eminencia
suele ejercer su influencia
DO mas que por un momento.
Vé desterrando ese afán,
DO temas á tu adversario...
porque es grande partidario
de nuestro infante don Juan.
Del bastardo, cual le llama
la reina nuestra seüora :
puedes pensar desde ahora
en acrecentar tu fama.
Y aunque llegue á suceder
que avance aun mas desde hoy ,
la reina... segura estoy...
Maiioves. Si?...
KsPBBANZA. Le hará retroceder.
Y en cuanto á <}ue asista ó no ,
eso ni nos da ni quita :
nos enviará un jesuíta
23
í *•
v^' ^-^ *— • * ^
24
que escuche aqui« y se acabó.
MARQrEs. Y podré contar contigo
suceda lo que suceda ?
Esperanza. Hermano^ haré lo que pueda,
pongo al cíelo por testigo.
Marques. Con Cuánto placer te escucho f
Con la reina... ya se ve,
solo con que quieras, sé
que puedes conseguir mucho.
Esperanza. Éso después lo verás ;
yo espero que bien te cuadre ;
mas viviendo nuestro padre
no daré un paso jamas.
Marques. Hermana... de mí intención
conoces bien el objeto ,
y que á mi padre rpgpeto ^
Í adoro de corazón,
ero me inspiran cuidados...
Esperanza. Con el tiempo cesarán...
(Oyese rumor l^ano ; poco después cruzan por el fondo
damas y caballeros,)
Ya me parece que van ^ .
llegando los convidados, . -
Marques. Les haremos el honor
de la recepción.
Esperanza. Si, sí;
y á los dos, á tí y á mi .
nos toca... (Crece el ruido estén iorj)
Mas... qué rumor...
Marques. Oh !... sí... comprender no puedo...
[Aparece don Félix en la puerta del fondo y se adelanla
pausadamente,)
Esperanza. Ah ! '
Marques. Qué!...
Esperanza. (Osadía sin igual!...)
ESCENA XUf.
DOÑA esperanza. EL MARQUES. DON PEI.IX. DAMAS y CABA«
jiLEROs en los salones del fonda,
Félix. En nombre del cardenal
Marques.
Fblix.
Marques.
Félix.
Marques.
Félix.
Marques.
arzobispo 4e Toledo,
mi ilustre lio y señor»
vengo ¿ haceros el euniplido...
Oh!... seáis muy bien venido •
para hacernos tanto honor.
A la verdad « no creí
al venir á esta posada
que hubiera desde la entrada
obstáculos para mí.
No os comprendo...
Perdonad
que os haga mención del caso...
vuestros lacayos el paso
me han negaao...
Eso es verdad ?
Pero conociendo yo
qae eslébais ves inocente
de aquel injusto accidente...
la daga el paso me abrió...
Oh !... y obrando de ese modo
obrasteis bien , caballero :
por qué lo hiciesen no iutiero;
mas yo haré que se os dé en todo
cumplida satisfacción.
EspRRAifZA. De eso yo me encargaré;
Félix. (Bajo,) Lo mandasteis vos?
Esperanza. Si á te...
Félix. Pues ya veis...
Esperanza. Aun no hay razón...
Marques. Ya que nos venís á honrar
y de mi no tenéis queja «
podéis elegir pareja,
que el festín va á principiar.
Al punto* marques amigo «
y en fé de nuestra alianza...
tendrá á bien doña Esperanza
romper el baile conmigo?
Esperanza. Con vos... decís...
Marques. Bien pensado !
Esperanza. No pecáis de negligente...
representáis dignamente
al arzobispo privado.
2S
Félix.
26
Fblix. No me hágate litonjear...
(Btyo.)
(Bandera oegra, eli? condesa?)
Esperanza. De lo dícLo uo me pesa.
Marques. Con que...
Esperanza. A baibr.
Félix. (Preseniáftdole la motta.) A bailar.
FIN DEL ACTO PRIMERO.
$t^mho*
La miaña ieewraeUm.
ESCENA PRIMERA.
QVIEÓ0. CABALLBBOt. GCZMAiv^ entrando.
GuzMAR. QuirÓ0« eómo está el ministro?
QoiEOf . Gozman » lo mismo ; ha on momento
que de so alcoba ha Uegadk»
con el amineio un portero.
De cinco en cinco minutos
los oue aqni estamos tenemos
por Doca de los doctores
noticias del noble enfermo.
Desesperan?
Si , Guzman ;
en tomo están de so leebo
apurando los recursos
de la ciencia j del ingenio
para Tol?erle á la vida«
y según lo que voy f iendo
está cada ?ez peor.
GuzMAR . Y dofta Esperanza 7
Qi^iaos. Dentro «
al lado del moribundo
de dolor transida.
GVZMAII.
Qvmos*
28
Ql'IROS.
GUZMAN.
UtIROS.
GrzMAN.
Quinos.
Giizma:<.
QUIROS.
GuZMAPf.
Quinos.
GrzMArt.
Quinos.
GUZNAN.
Creo
qne no mostrará á estas horas
tan acervo senliiniento
el astuto cardenal
arzobispo de Toledo.
Seguramente ; para él
será un obstáculo menos
si muere el primer ministro...
Quirés jT amigo, os eofnprondoj
pero eso aun está pói' ver':
se dice con fundamento
que el rey don FeTfpe cuarto
en gracia al cariño estreino
que profesa á don Luis ,
caso 4e faUeciaiienlQ > , \
le dará por sucesor
al marques su primogénito.
Esmj^vef,-,. ; / •/ '\\^\\\
Es verdad ;
pero es muy amigo nuestro ,
y emprendedor tomo^ísólb '
y muy tenaz, muy enérgico...
Os juro, Guzman, que^sont^
fatales estos: momentos.:: ..
eso de estar indecisos : - >
sin sahap á qiué atenernos^.. - •
Le liaré -la corte al marques...
Pues mirad . qué al^de Toli^to
si se le va de las manos
el tan suspirado empleo ,
no será por falta de oro i :■
de. travesura y talento.
Oiga! Qué tanto maquina...:
So vale do cuantos mccNíos
os podéis imaginar
para cumplir sus deseos.
Qué os parece? hasta el amor
su tributario lo ha hecho...
Al amor, un arzobis[)o!
Pues allí veréis...
Bueno es eso.
Y... á quién...
r
QüIROS.
GUZMAN.
Quinos.
GUZMAN.
QuiROS.
GoZMAIf.
QVIROS.
GUZHAN.
QVIROS.
GCZNAN.
QuiROS.
GoZMAIf.
A doña Esperanza.
De broma estáis ?
No por cierto :
es su sobrino don Félix ,
ese galán tan apuesto ,
el qifc por m<indaclo suyo...
Ah ! sí , sí « ya comprendo^
Pues no está tan mal hllack».
Don Félix es un nianec4)o
atrevido' como pocos,
y no escMÍo «le talento:
ella es joven ; al amor
aun no habrá cerrado el pecho ¡
y si llega á. dar oídos
al apasionado acento
del galán , es muy probaMe
que su influjo venga al suelo
y cuente asi el arzobispo
con un enemigo menos.
Oh !.,^ no me parece mal.
Sí, Guzman , pero ^ el cuento
que don Félix de Mendoza
por demás ha estado necio ;
se ha enamorado de veras .
y al notar ella so empefio^
y noticiosa sin duda
del plan de sus galanteos,
con desdienes y desvíos
faa pagado sus obsequios.
Pues mal conoce á don Félix.
Algún escándalo temo...
Tal vez... si supierais vos
cuánto es don Félix travieso!...
yo sé que él no faa de ceder
y que intentará...
Silencio»..
.Yedle allí por dónde asoma.
Sí...'qfié nos traerá de nuevo ?.,.
No viene á ver á su 'dama •
en buena ocasión. <.•
• Logreo.
29
30
Gdzman.
Félix.
GcZMAIf.
QUIRO».
Félix.
ESCENA II.
DON FÉLIX, GUZNAN. QUinÓS. CABALLEROS.
Félix. El cielo os guarde « señores.
Esos rostros macilentos
me ÍBClifiiái á creer que ya
el minÍ9tl*o.¿.
Aun no sabemos...
Oh ! Pues nadie lo diría «
señores míos, al veros
tan tristes y compungidos...
Qué queréis? por mi« os GliDÍieso
que me hallo tan afectado
con este acontecimiento...
Pues, y yo?...
Si, se os conoce...
la causa no es para menos ;
á mi me trae sin cuidado...
Terdad es« que eso va en genios...
QciROS. , Callad « Mendoza « por Cristo «
y respetad...
Félix. Yo respeto
la ley precisa que EKos
á todo mortal ha impuesto.
Todos.por ese camino
tenemos que ir con el tiempo,
Ír no hay que liacerse de nuevas ;
loy le toca á él emprenderlo;
no hay cosa mas natural «
a mi mañana « y laus deo.
GezMAiv. Des^preoeupado venís.
Félix. Guzmao , como siempre vengo ;
yo ignoro aun quiénes son
mas dignos de sentimiento ,
. si los que van ó se quedan ;
y en tanto que este misterio,
no se me aelare« señores^
he de pensar como pienso.
GczNAN. Mas. cuando un lance imprevista
como el presente*. •
Fbmx.
Gdzman.
Q01RO8.
Félix.
GCZMAIV.
Qumos.
Fblix.
GllZMAIf.
Félix.
QVIBOS.
Félix.
Gvzuán.
No entiendo :
ifnpreTttlo le llamáis t
Sí tal ; pudiera no serlo 7
dicen que una pulmonía...
Qué! no, un ataque apoplético.
Qué importa la enfermedad ,
si el resultado es idéntico?
Ello será lo que quiera «
pero YO para mi ten^o
que el sefior don Luis se muere...
De qué...
Decidnos...
De ?.iejo.
Oh! qué buen bamor traéis...
Si supierais vos qué bueno!...
Sí?... sed franco con nosotros;
paréceme que ese gesto
anuncia que el corazón
no tenéis muy satisfecho...
Qué hay de palacio « don Félix?
el cardenal...
Nada« ni esto;
no sé nada, ni me cuido
de negocios palaciegos.
Preguntad á los que buscan
protección y Talimiento»
que yo ni la necesito ,
ni me la dan , ni la quiero.
Desde Lierma acá , son cuatro
ó cinco los ministerios
que en pos uno de otro se han
sucedido, y todos ellos
en .punto á hacemos felices
me han parecido gemelos.
De tanta calamidad
no miro cerca el remedio,
como harán los que Tengan
o que los otros hicieron ,
seAores, me da lo mismo
Íoe eli|an á Juan ó á Pedro.
!st<r es todo lo qiie sé... [Sé pasea.)
(Bajo i Quirói.) Qué reservado !
31
i
32
QuiRos. Qué neoiot
(Ábrese lentamente la puerta de la isqnierda y sale un
portero.)
GuzHAN. SefioreSi qne ábfeti la pqerU.
QciRos. Qiití nuevas traerá el correo.
Portero. Et ae&or don Luis de Haro ,
ministro de España, ha maerto.
(Vago rumor entre eos caballeros. )f
Félix. (Descubriéndose.) Téngalo Diosen su gloría.
Qdiros. Qué lástima!
GuzMAN. Cuánto duelo
va á ocasionar está mtierte
en España...
QuiRos. Con efecto...
Qué gran político!
GUZMAN. Si.
Qué escelente cabaliero i
ESCENA m.
DON FÉLIX. ÓLHCDILLA. GCZMArf. QUÍRÓS. CABALLEROS.
(Entra Olmedilla preeipiíadamente : todos le rodean
menos don Félix que esté sentado en un sUlon.)
i
Olmedilla. Señores... grandes noticias!
QuiRos. Yenis de palacio?
Olmedilla. Vengo.
Gdzman. Sacadnos de esta ansiedad.
QuiRus. Sepaúios lo que hay de nuero.
Olmedilla. Oid. El rey... que Dios guarde «
< (Todes se descubren.)
acaba en este iDomento...
mis propios ojos lo han visto « '
de elevar al miBÍsterio
al muy digno cardenal
arzobispo de Toledo.
Todos. Al cardenal !
QiiRos. (A Feli<p.) . Vuestro 4io I
Señor don Félix...
Félix. Qué es eso? •
QuiRos. -■ Que le acaban de nombrar *
. ministro...
Feliz.
QoiBOft.
GuZMAIf.
QCIROS.
Olmeoilla.
QUIROS.
Olmedilla.
Todos.
QUIBOS.
Feux.
QuiROS.
33
Hoy buen proyecho...
Me lo daba el corazón.
Oh!... y á mí también; confieso
que ha dado el rey una prueba <
de tacto» de buen acierto.
No es posible mejorar
la elección^ porque el gobierno...
Señores, toda la corte
allá en palacio ba dispuesto
pasar á felicitarle
á su posada...
Bien hecho.
Me parece que nosotros
no debemos de ser amenos...
Vamos. .
Si» vamos allá...
En nombre de todos estos (A don Félix.)
amigos os felicito
por tan plausible suceso.
Gracias « se lo haré presente...
Con el alma os io agradezco.
Vamos á ver si logramos
penetrar de los primeros.
(Vanse atropelladamettte,)
ESCENA IV.
DON PBLIX.
Pues !... cada cual á su asunto.
Miserables cortesanos !
Oh !... qué pronto los villanos
han 47lvidado al difunto \^
Cómo se. van á lo cierto!
hora al cardenal ansian
y ha poco se deshacían
echando flores al muerto.
Mas yo no sé cómo estrafio
de esa gentecilla el porte
cuando he llevado en la corte
tanto y tanto desengaño.
• Hacen bien en adular ;
3
34
Bbltran.
D.* GouEz.
eomo estí adimtíd¿ el medio
no tieneu otro reinedíó
]o8 pobres para medrar* •. '
Dejadlos obrar asi
con su miseria y su dolo,..
7 ya que me encuentro solo
pensemos ahora en mí. (Pausa.)
Nada en verdad se me alcanza !
Cómo en tan triste ocasión
podré hablar de mi pasión
á mi afligida Esperanza?
Cuando acaba de perder
á su padre» cuando ufanos
sus émulos de las manoa
le arrebatan el poder...
cuando desdeña el amor
que ha hecho brotar en mi...
creerá que he venido aqui
fara insultar su dolor,
ero... qué le hemos de hacer?
ya que he venido me quedo...
ante esta muger no puedo
ni debo retroceder.
Nos juramos guerra á muerta «
bandera negra... pues bien;
lo quiso... .veremos quién
logra aqui ser el mas fuerte.
Oh I... y no ha de quedar por mi
en punto á tenacidad ;
per toda una eternidad
la estaré esperando aqui.
Ya no es fácil á mi ver
que su alastro se me pierda,
ni que por bajo de cuerda
me mande otra vez prender.
Por San Francisco de Saksl.».
no hay que temer ni dudar « . .
que ahora para lidiar
tenemos, armas iguales.
Mi sfiOora. la condesa... ' i
Voto ¿ los diablos.. . > {Deníro.)
No jureu . I
35
MDcníro.)
Beltran. Tenga bien y no mormure.
D.* GoMBZ. Válgame Dios« lo ^ae pesa !
Beltran. £h!... n« servís para nada..
D.* Gómez. Es que la échala sobre mi....
Félix. Qué voces.». Es cierto!... sí...
(Mirando á la izquierda»} . -..
La condesa desmayada! • .. .
(Por la puerta de la itqvieréíi salen Beltrmñ y doña Go-
mez iosteniendo i doña Esperanza. Don Félix se apo-
dera de ella y Ja fienta ¡en úH sillón.)
r !
ESCENA V.
doAa esperanza don reiix. bbltban. míIa gomez.
Beltran.
Félix.
Beltran.
Félix.
Beltran.
¥bux.
Beltran.
Félix.
Beltran.
Félix.
Aquí , tal vei cDn el aire...
Qué sucede.* > .
T quién sois vos ?
Qué os importa.
Vive Dios !
Sie me ha gustado el <donaire..;
h ! qué carga tan preciosa!...
hora en vano tu rigor '
podrá impedirme...
Seftor...
sefior... oídme una cosa :
no podéis estar aqui»
ya sabéis...
Si... 6i« ya.inCero...
pero ella es aqiii primero,
no os cuidéis ahora de nú. .
[A doña Gomez.)
Pronto. . . algún agva de olor .
un espíritu traed ; >.
TOS i Retiran > inarcliAd y haced
que ai punto Tenga un doctor.
Si no es mas que una congqia...
..Pues eso;. 9pds)d diligente...
tai Tez un nuevo accidente
de pronto büsobrecojli...
{A la dueña.)
Y TOS, québwei%?íL .
i
36
D.* Gómez.' Aydémi?
Fblix. No 08 he pedido...
D.' GouBZ.* Ya foy.^
' (Cuidado que todos hoy...)
(Va se por la derecha,)
BcLTüif. Pero es que...
FsLix. Aun estáis ahí t
temed que en un arrebato
de cólera...
Bbltran. No«yasé...
calmaos, voy, voy, os traeré
todo el protomedicato...
(Santo Dios qué bataola!...
lo mejor será largarme,
porque es capaz de ensartarme
sí se le pone en la chola.)
(Yase por el fondo,)
ESCEÑA VI.
DOllA ESPERinZA. DON FÉLIX. DespueS 0OflA GÓMEZ.
Fblix. T heme aqui... Dios la bendiga !
por este lance impensado
pacíficamente al lado
de mi cruel enemiga.
Ayer tu pecho ofendido
prenderme quiso , mi bien;
mas hoy... pese á tu desden
mis brazos te han sostenido.
Percances del mundo son
harto gratos para mi...
mas..^ si he de triunfar asi...
• f t
renunciare a mi pasión.
D.* GoNBZ. (Sale.) Volvió mi señora ya?
Félix. No: traéis?...
D.* Gómez. * Este pomo
que he encontrado no sé cómo.
es éter...
Félix. Bien, dadme acá.
D.' Gómez. Madre de los afligidos.'
devuélvele la salud...
Félix. T un poco de gralitud
al volverla los sentidos.
1)/ Gómez. Va ya respirando...
Félix. Nada*
D/ Gómez. Mas si agravándose fuere...
Félix. Pues digo « si se nos muere
la broma será pesada.
D.* Gómez. Válgame. el Crucificado!
Félix. Válgaos el diablo ! . . . callad I .
D.* Gómez. Jesiis!...
£SPERA!<ZA. Ay !
Félix. Hola!... en verdad
que de esta ya hemos triunfado !
D.' Gómez. Señora!...
Félix. . Calláis?
D.* Gómez. Es que...
Félix. Gritarle de esa manera !...
Vamos á ver ; idos fuera ,
si hacéis falta os Uamaré.
D.* GoMEZ. Pero« reparad, sefior...
Félix. Ya calimos del apuro...
c^n vuestros gritos « seguro
la vais á poner peor.
Si su vida opreciais hoy
idos ; resultas fatales
suelen tener estos males...
Fuera « fuera!...
D.^ Gómez. Ta me voy*
(Qué he de hacer f... si este sefior
lo manda de una manera...)
ESCENA VIL
DOJiA ESPBBANZA. POK FEUX.
FfiLix. Quién sabe si á mi me espera
salir de un modo peor.
(doña Esperanza mueve un brazo.)
Soberbio efecto la hace
el éter... ya va volviendo...
la erísis se va poniendo
á punto de desenlace.
37
38
Lo gracioik», á no é¥ti^,
será que^l volver en ««
se asuste de verme aqoi...
y se vuelva á desmayar.
Será un golpe soberano. . .
Esperanza. {Con vos apagada.)
Santo Dios« y qué ajgviria !
Félix. (No le va en zaga la mía.) {Bajo.)
Y..Jquétal?«.. • •>
Esperanza. (Sin mirarle.) Eres tú/hermaBo?
Félix. (Su hermano... diré que si.)
Esperanza. Marqués... €uánto he padecido;
hoy todo lo hemos perdido
con nuestro padre , ay de mí !
(Vuelve á caer en el mayor abatimiento.)
Félix. No me be enconlrado jamas
en lancé 4aH apurado.
Vuelta al éter... este esfodo
es violento por demás.
Si yo de sfi afanpudierai
con mi existencia librarla. i.
qué diablos 1.^. voy á animarla *
y venga lo que Pios quiera.
Señora. // volved ea vos «
ved que estáis muy abatida^..
que es preciosa vuestra vida ;
respetadla mas por Dios i -
Esperanza. Cómo*., ese acento que oí...
• , (Reoonéciéndoíe,)
Erais vosK.. Dios poderoso !...<
sois bien poco generoso
cuando me ófenSeis asi.
El verme tan desolada ,
elifóbe4r qué en eáte día
se hundió la esperanza mía...
para tos , todo fué nada?
Por ventura babeis^pensadd
atropeltendo por todo ,
que yo de cualquiera m^do
os he de ver mal mi grado ?
Pues la errasteis « caMlero;
que en mi desgracia escesiva. •
«>
3d
me eriooBtrareis mas altiva
y á mi corazón mas fiero.
Félix. Cuando há poco os prodigaba
remedios para vivir «
cuanto acabáis de decir
imaginándolo estaba.
Pero bien lo sabe el cielo
que si entré « señora mia>
Alé solo por si podia
brindaros algún consuelo.
Respeto vuestro dolor ,
y sé por vuestros rigores *
que para hablaros de amores
no es hoy la ocasión mejor.
Tal vez , nunca lo será ,
lo habéis jurado , Esperanza »
mas todo el tiempo) lo alcanza...
el tiempo decidirá.
Y mirad si cumplo fiel;
los que. aquí estaban » oyeron
la nueva fatal... y huyeron
de vuestra casa en tropel.
Qué í|e han hecho tanto y tanto
adulador importuno 7
Ta v^s..« ha quedado alguno
para enjugar vuestro llanto?
Con esto vos no contabais :
hoy todo 08 abandonó...
y solo aquí se quedó
el que menos esperabais*
En lance tan trabajoso
tomé lo peor... ahora
considerad bien« señora «
si fui poco generoso.
Esperanza. A creer lo que decís
se os levantara un altar ;
pero vos sabéis hablar
de lo que nunca sentís.
Pese á la desdicha mia
roe habéis con eso enterado
del por qué os habéis quedado
para hacerme compañía.
M
Nada enciieiitro en mestro abono :
si os quedasteis diligente ,
fué para bacenne presente
lo triste de mi abandono?
Para decirme que huyeron
con proceder bien villano
los que un tiempo de mí roano
fayores- mil recibieron ?
Es este todo el servido
que prestarme pretendéis?
No hay duda> señor, que hacéis
por mi un grande sacrificio.
bejadme ya , vive el cielo !
de otra aventura id en pos,
que aqui no admiten de vos
ni compasión ni consuelo. ^
Félix. No estrafio vuestros rigores >
siempre cruel habéis sido...
pero hoy de punto han subido
con vuestros crudos dolores.
Os dejo... y seguro estoy,
doña Esperanza, al partir,
que 08 habéis de arrepentir
de las palabras de hoy. -
Porque... el cielo es buen testrgo !
que vos en este momento ,
ni comprendéis lo que siento,
ni oir queréis lo que os digo.
De tanto desconfiar
el tiempo os irá mostrando...
Esperanza. Oh!... me estáis martirizando!
dejadmf^ á solas llorar!
Cómo queréis que no dude
^el que mintiendo pasión
por agena inspiración
á empresas de amor acude?
Félix. Os engañaron , señora ;
los que eso de mi os dijeron ,
como villnnos mintieron ;
juzgadios vos misma ahora
por lo que vais á saber...
EspERAMz.^. Esplicaos ! . . .
Félix. El cardenal
es minislro universal,
y ya no os puede temer.
Esperanza. Al ministerio subió!
Félix. Señora, no lo dudéis ;
y á pesar de eso... ya veis
que yo no he cambiado, no.
Esperanza. Cuántos duelos este día
sin trueques me ha prodigado !
Bien mi espíritu agitado
tan duro, golpe temía f
Félix. Me alejo en fin , porque veo
que apesarándoos estoy
con las noticias que os doy :
nunca fué tal mi deseo ! • «
Plegué á Dios , que sin enojos ,
lleguéis mi acento á escuchar •
cuando ose otra vez llegar,
señora « ante vuestros ojos!
ESCENA VIII.
DOf^A ESPShANZA. DOJ)A IRÉS. DON FÉLIX.
Inés. Esperanza!... f
Esperanza. Ven... '^
Félix. Llegáis |
en tiempo muy oportuno ; |
tal vez vos lo que ninguno *
ha logrado , consigáis.
Denle consuelos ahora
vuestra amistad y ternura ,
y ved que tanta ventura
no es para todos , señora.
ESCENA IX.
DOÑA ESPERANZA* DOÑA INÉS.
Inés. Con que es cierto !
Esperanza. Sí , Inés mia ,
ciertas mis desdichas son :
41
43
ya DO es fácil bailar penas
que no haya sentido yo.
Mo te separes de mi »
que solo tu mucho amor
podrá mitigar el duelo
de mi herido corazón.
Inés. Da libre curso á tus lagrimas ;
no temas « contigo estoy,
y... ojalá que con mi vida
pudiera volverte yo
aquella paz venturosa
de que gozamos las dos
un tiempo... que para siempre
ay !..» que para siempre huyó.
Esperanza. Si^í ^para siempre, Inés,
dices bien, tienes razón...
nada mas que los recuerdos
de la dicba nos d«Jó.
Hora tal vez nos separe ,
la política feroz;
hora tal vez se realicen
tus presentimientos...
Inés. . Ohi;.. :
deja que el tiempo nos muestre
si s^ realizan ó no ;
bacantes penas te dan
laáf realidades de hoy ,
f»B que nuevas quimeras
mlltipliquen tu aflicción.
Qcté es de tu hermano?
Esperanza. LoigiK»^:
dáme 3» ausencia pavor»
pi|es sus pesares, inés;
doble importancia son.
[^ste funesto día
perdido lo que yo ,
y á mas se han desvanecido
los sueños de su ambición.
Conozco bien su carácter,
y temo que sü furor
adada nuevos dolores
á nuestra desobcion.
IfiES. T DO sabes dóade túé f
EsPEQANZA. De casa dicen salió.
sia permitir á sus page^
que le acompañaran...
Ikbs. Oh!...
pues es tena que en su kuNur
salgan.*.
EspEEAifZA. Será lo mcjer.^.
encárgaselo á Beltran..,
Inés. Voy...
(Aparece el margues en el fondo de los satones inierio'
res muy pensativo » y se adelanta con lentitud.)
ESCENA X. . , \
DOftA ESPBRAKZA. EOflA IMÉS. EL HABÍ
Inés. Él es !
Esperanza. . Gracias á Dios I
Qué horrible peso roe quita
de encima del corazoát
Inés. Cuan pronto el dolor acervo
su dura biiekla estampó
sobre esa frente inclinada f.
en honda nseditacion {
Ven« Esperanza » eu ei lecho -
tal vez estaras neíor:
hablar con tu hermano ahora
es redoblar tu aflicción.*.
acaso en la soledad
su angustia será menor,
y tú has menester de mucho
consuelo...
EsPEnAifZA. Tienes razmi:
dame tu apoyo... á tu lado
soy mas feliz.
Inés. Bueno.
EspEHAüZA. AyDíos!
(Vanse por la derecha,)
44
/
i
/
/
r
ESCENA XI.
EL MAnQUES. *
Hoy« todos huyen de mí t
do quiera mis pasos llevo
encuentro un ultrage nuevo
Sues ya no soy el que fui.
[es si todo lo perdí «
si todo en mi dafio fué «
yo resarcirme sabré:
yo haré á mis odios tronar...
Oh !... yo me sabré vengar
fk la empresa moriré,
que esa turba villana -
ba obrado conmigo así .
no espere jamas de mi
una venganza liviana.
El sol que alumbre mañana
por do quiera divididos
y en mísero polvo hundidos
sus despojos ha de ver«
pues raí venganza ba de ser
asombro de los nacidos.
Dirán que en esla ocasión .
llevado por las pasiones
ecbé sobre mis blasones
ignominioso borrón.
Que solo por la ambición
hubo un noble tan osado
que del gefe del Estado
voló el alcázar real
Qué importa ser oriminal
\\ hombre que Jian humillado?
Vo es ya la privanza « no :
no ocasiona mis porfías
la' ilusión que tantos días
en mi mente sé nutrió.
Es que el monarca burló
de mi padre la esperanza :
es que rompió la alianza
▼ MI
45
re una tuoilMi indeflftiga....
y Sñ de quien es la ofensa «
*taM^ wr ia venganza.
No hay remedio « esto ha de ser :
sofra la ley de nn vasallo ,
que en el trance en que nie hallo
no es Circil retroceder. ^
,^ Quiero i mis oómplioes ver> '
•* que el alma mía sedienta
anhela oír la tormenta...
Si, si... que en otra ocasión
acása mt corazón
ó racile, ó se arrepienta.
(Mira i todoi tadoi.)
No hay nadie.
, {Toeh uu regiiíro á la derecha y se abre una puerta.)
Rolando!... á mí.
ESCENA XII.
EL HAEQUES. SOLANDO. DOS EMBOZADOS. DeipueS
DOn PELIX.
Marques. Está todo preparado ?
KoLANDO. Sefior« como habéis mandado.
Masques. {Dándole un bohillo,)
La suma míe te ofrecí.
Ta sabéis 10 que hais de hacer;
dejais la mecha encendida
'y en salvo poned la ñdv.
RoLAiiDo. I cuándo?
Marques. Al amanecer.
(Lei hace eeña il marques para que se retiren. — Sale
don Feliz por el fondo y Jos ve sin que lo noten.)
Félix. (Esos hombres por ahí...)
Marques. Vamos á ver á mi hermana*
(Vase por la derecha.)
4S
«SCENA XIII.
DONFEtíX. . •
Según SQ traza villana...
[Buscanda en la pared el reeorie de la puerta.)
V Ah ! con el resorte dL
Si ajf^ina trama inferna]..; '■
á mi tÍ9,,. corro al lance f
yo salvaré á todo trance .
la vida del cardenal.
(Yase por la puerta secreía.)
\ *
FIN DEL ÁGTO OTGüPíDO.'
*■ • T
. ■
. * r ;■':..
-IJL»^
(^cfo Utuv0.
La misma deooracion.
ESCENA PRIMERA.
EL MARQUES T€cosiado i la izquierda en un sitial, doñi
iKÉs sale por la derecha, notx gouei profundamente dor-
mida en un rincón.
IfVBS.
Marques.
Inbs.
Marqurs.
Ah! no os habéis acostado?
Toda la noche he pasado
sobre éste sillón , Inés.
Pero... y vos?...
No os dé cuidado
por mí descanso , marques.
Gracias, sean dadas á Dios ,
lo que es basta este jnomento
no na desmayado mi aliento ,
ni he menester como vos
de reposo^ apartamíeato.
Pero si os tratáis asi
y al dolor no ponéis tasa ,
mejor estaréis sin mi ; .
marques, me vuelco á mi casa*
pues de. nada os sinro aqni.
leneis razón, mal me. trato
en esta liK^ha afanosa. ;
48
Ifies.
Marques.
IlSES.
Marques.
Inés.
Marques.
Inés.
Marques.
Inés.
roas no me acuséis de ingrato «
no I... y sed con un insensato
como siempre generosa.
Vuestro cariñoso celo
escita mi admiración...
mas, de qué sirve... ay cielo!
si está ya mi corazón
cerrado para el consuelo?
Esto os escucho ? . .
Sí. sí;
el reposo huyó de mi;
TOS ignoráis el interno
dolor que se nutre aqui...
Y eterno ha de ser f
Eterno.
Pero , qué es lo que pensáis?
Naídá, Inés; no os^ molestéis «
estoy sereno... ya veis...
Sí, si; pero me asustáis,
y no «s justo...
Qué queréis?
esa es la desgracia mia ,
esa es mi pena mayor ,
licuar de luto y pavor
á los que paz y alegría
me brindan en derredor.
En vez del pesar que os doy,
quisiera mis duelos hoy
olvidar con el placer,
pero en el trance en que estoy...
no puede, no puede ser.
Marques!... estáis delirando,
y os afligís por demás ;
en vez de irlo atenuando
vuestro afán vais redoblando ?
qué ! no ha de acabar jamas?
Dejad , dejad un camino
que os lleva á la perdición!
iW qué os sirve la razón?
Para.ir echando'sín tino
veneno len el corazón ?
Meditadlo; híen » maripics »
Marques.
IWES'
Marques.
Inés.
Marques.
bES.
Marques.
I?IE8.
Esperanza.
Maaoues.
IrvES.
Marques.
Íved qae ya es demasiado
o que os habéis violentado.,.
Es qae no sabéis « Inés,
cuánto yo soy desgraciado.
No comprendéis nu agonía... .
En breve amanecerá...
T acaso la luz del dia ,
aun mas que la noche bumbria
entristeceros podrá ?
Algo nos puede traer
que haga cambiar mi deslino. '
El qué!...
No os sé responder;
pero ese albor matutino
muy fatal nos puede ser.
Con la luz de la maOana,
Íué es lo que esperáis « marques?
'ese á mi estrella tirana «
lo ignoro aun...
Pero...
[Dentro,] Inés !
Habéis oidof,.. mi hermana...
no la abandonéis, por Dios!
Pues bien, juradme ante vos
no atentar á vuestra vida.
Os lo juro, Inés querida.
Porque atentareis á dos.
ESCENA II. ,
49
^^
Marques.
el marques.' doña GÓMEZ.
Quién te pudiera pagar
ese benéfico celo,
y el dulcísimo consuelo
que pretendes derramar
sobre un corazón de hielo !
Tu, candida, pura Inés,
de esta angustia horrible, fiera,
no mas que una parte ves...
Oh I... quién colocar pudiera
una aureola á tus pies!
4
Mas... cómo en ul coofasion
en amoroso letargo , '
da al olvido mi razón
este torcedor amargo
que B^e prensa él corazón ! .
Despídete; amor» de mi « .;
y no guardes esperanza
de velTer al que hoy te lanta, *
que yo no alimento aqui
roas pasÍQn.que la venganza.
• (Se acerca al balcón,)
Está la noche espirando : ^
VA á amanecer... qué ansiedad!
Las sombras con paso ))lando
van de lá aurora esquivando
la trémula claridad.
Esta es la hora... despacio...
echado está mi destino?...
pronto he de ver. imagino,
sobre aquel regio palacio
devorador torbellino.
Mas... mis ojos lo han de ver!...
Corazón... tienes valor?...
verás desaparecer
á tus ídolos de ayer
con sangre Tria,.. Qué horror!
Qué es eso?... Temblando estás!...
Y ahora... ahora me das
esa respuesta...
{Con la mayor agitación, mirando afuera,)
Esa calma...
roe está desgarrando el alma!...
no puedo... no puedo mas!
Cortemos el mal primero :
buen Dios 1 parece increíble
cuando el crimen considero...
Oh 1 tal venganza es horrible,
no es propia de un caballero!
T ahora tal vez encienda...
iré?... no!... fiera contienda!
Si aun es tiempo, qué vacilo?
Bajo esa culpa tremenda ,
61
quién puede virír tranquilo? ;
(Volviendo á mirar por el balcón,)
Aun nada se alcanza á ver..é
si llegar pudiera yo...
Volemos á deshacer
lo que el mwo Lucifer
sin duda me aconsejó.
(Vaso por la puerta seorela.)
ESCENA III.
»0fik OOMES.
[Oyense á lo Ugos, dos golpes seguidos en el aldabón
de la puerta principal. Después de una breve, pausa se
repiten, y despierta doHa Gome».)
Es acá?... me pareció»..
imposible I... aun no es de dia...
auién ha de ser á e^tas horas?...
Ay! me he quedado aterida
sobre este sillón maldito...
Válgame Dío$« qué fatiga !•••
Telando toda la noche...
(Vuelven i sonar tres golpes.)
Pues era acá!... bien decia...
y ya hace rato que llaman..*
quién vendrá con tanta prisa?...
Tal vez e9tará Beltr^a
en esta sala contigua...
(Se acerca á la puerta del fondo.)
Beltran! Beltranl!...
Beltran. (Dentro.) Qué se ofrece?
D.' Gómez. Por las animas benditas «
que llaman...
Beltran. Y bien, y qué?
D.* Gómez. Y os estáis cpo esa crisma ? •
BeltraK. Por qué no bais. abierto vo$?
D.* GoHEz. Esa obligación no es miía;
soy yo portera?
Beltban. Lq sois
del tnismo infierno hace diaa*
53
D/ Gómez. Cómo!
Beltran. Dueña de los diablos!
D/ Gómez. Señor Beltran! ya principia?...
pues temprano... bien, dejad
que dando á la aldaba sigan « ^
y que echen la puerta abajo...
Beltuah. (Cruzando por el fondo.)
Eh ! qué han de echar... voto á cribas!
No habéis oido que Orliz
ha abierto ya? Estáis dormida?
D.* Gómez. Pues acabarais de hablar.
Beltran. No empezarais vos... qué dicha !
D.' Gómez. Qué genio de Lucifer !
BELTRAif . Qué endiablada pesadilla !
D.' Gómez. Idos ya.
Beltran. Sí; por no veros...
D.' Gómez. Cegarais!
Beltran. Hum ! estantigua ! (Vase.)
D.* Gómez. Si lo he dicho una y mil veces ;
no puedo vivir tranquila
mientas Drus no haga pasar
á Beltran á mejor vida.
Qué lástima de epidemia !
ESCENA IV.
• • ■ ■ •
DOÜA INÉS. DOÑA GÓMEZ.
Inés. Qué pasa ! . . . qué gritería f . . .
D.* Gómez. No es nada» señora « nada;
es Beltran , que siempre rifa
apenas abre la boca ,
es su pasión favorita...
Inbs. y si lo sabéis , por qué
os esponeis á que riña ?
Sabéis también que Esperanza
de reposo necesita ,
y sin embargo de estar
su cámara tan vecina ,
aqui os ponéis á dar gritos
para aumentar su fatiga...
Qué no se os vuelva á escuchar...
6}
D.* Gómez. Mas... por Dios!... señora mía,
que yo en to del alboroto
estoy libre, pura y limpia
de .toda culpa; escuché
llamar en la portería ,
^ com^ tan buena mafia
a ello se daban, solicita
adonde estaban Beltran
fui á llevarla noticia .
y porque le disperté .
fué toda la tremolina.
IiNEs. Está'bien ; mas no olvidéis
que es circunstancia precisa
que baya silencio.
D."" Gómez. Señora,
no diré esta boca es mía ;
mas si Beltran...
Inés. Y el marques? ^
D.* Gómez. Su escelencia?... (Santa Rita!...
no sé nada... me dormí...)
Aqui estaba antes del dia...
Ixss. Si; ya lo vi ; pero , y luego?
D.* Gómez. Luego...
Inés. Os quedasteis dormida ;
no ha sido asi, doña Gómez?
D.* Gómez. Negaros eso * seria
negar la verdad, señora :
como estaba tan rendida...
Inés. Eslá bien ; á su aposento
id muy quedo, de puntillas;
á sus pages preguntad
si está alli, y de parte mia
encargadles seriamente
que no le pierdan dé vista.
D.' Gómez, voy, voy.
[Al disponerse i marchar , sale Beltran con un pliego
cerrado.)
u
i •
Beltran.
Inés.
Beltran.
Inés.
Beltran.
Inés.
BSLTRAN.
Inés.
Beltran,
Inés.
D.* Gómez.
Inés.
ESCENA V;
DOfiA INÉS. SELTRAN. DOÑA G0IIE2.
El señor marques?
Habéis estado en su estaticia?
Si, sefiora.
T no está allif
Ni en lo demás de ia casa.
Qué decís !
To le he bascado
para entregarle esta carta
que un page del cardenal
á Ortiz de dejar acaba.
T lo habéis buscado bien
por los aposentes?
Vaya!
Del edificio « est« parte
es solo lo que me falta.. •
Dios mió! qué ausencia es esta?
qué es lo que me añatieía el alma f
á estas horas... es difícil::.
Si hace un momento aqui estaba...
- (A la dueña.)
Vos también; no recordáis?
Ya os he dicho... -
Sin tardanza ,
es preciso que yo sepa
adonde el marques sé halla.
Si á pesar de haber jurado
no cumplirá su palabra ?. . ¿
Santos cielos ! . . . voy á yer
lo que dispone Esperanza'.
SSÍ¡BNA- VI.
BELTRAN. DOÑA GÓMEZ.
D.* GoMEZ. Jesús!... y qué confusión !...
Prolegednos, Santa Bárbara!
Beltran. Como siempre ; cuando truena
oft acordab de la aaata.
D/ GoMK/. SeAor Beltrao! por la Virgm
no volvaU á las aodadas ;
bace poco que he a ufrído
ana reprensión muy agria
de parte de dofta Inés,
y todo por Toeatra causa.
Bkltra:!. y qué vale que os regaAen*
ó que os arranquen las barbas «
cuando á la vista teoenios
cosas de mas importancia?
Me incjnieta el sefior marques
fuera a estas boras de casa...
la prisa con que me ban dicho
que se le entregue esta carta...
y las noticias que Ortiz
me ba dicbo que corren...
D.' GoM£Z. Vaya...
sepamos « sefiorBeltran»
qué nacTas...
Brltbaii . Ya estáis en ascuas ,
y como siempre queréis
ecbar vuestro cuarto á espadas.
Maldita curiosidad !...
si á vos no os importa nada
suceda lo que suceda,
á qué es meteros en danza?
D.* Gómez. Con que imagináis que soy
tan desleal, tan ingrata,
que de sefjor no me importe
la fortuna ó la desgracia?
Beltraü. Pero... y qué tiene que ver
el marques con lo qoe pasa?
D.* Gómez. Mas... qué pasa...
BetTttAif. Ta está visto
que no bay resistencia bonuna
para tos... os lo diré ,
dofia Gómez de mi alma ,
porque me dejéis en paz.
{Coninterei.)
Dicen que esta madrugada
•e ba descubierto en palacio
66
una atroz;, horrible tr^ma...
D.' Gómez. Oiga!... uQa trama.
Beltran. Espantosa f
Solo eh ella se trataba
de hacer un auto de fe
con el rey...
D.' GoHEz. Santa Escolástica !
Beltran. Con lá reina y los ministros.,.
D.' Gómez. Hooo !
Beltran. Con las dueñas y las damas.
1).' Gómez. Ave María purísima!!
Beltran. Es una cosa que pasma.
Atrocidad como ella !!
Con las duefias... Tayá en gracia;
pero á los reyes!!...
D.' Gómez. Beltran T...
Beltran. Mas dejadlos^ que ya andanr
los de casa y corte haciendo
prisiones...
D.* Gómez. Su alma su palma ; '
bien empleado.
Beltran. Se ha puesto
la tropa sobre las armas.
D/ Gómez. Aja!
Beltran. Ya á haber mucho palo.
D." Gómez. Bien, duro, y caiga el que caiga.
Beltran. Ya lo sabéis; cuidadito
con todo lo que se habla.
D.' G091EZ. Y eso á quién se lo encargáis f
Pues me gusta!... en esa zambra
yo he conspirado?
Beltran. No « no ;
más sin embargo... esa cara
es sospechosa.
D.* GÓMEZ. Jesús !
blasfemo !
Beltran. A marchas forzadas
va entrando el día... estas luces
por hoy no nos hacen falta. (Las apaga.)
67
. ESCENA VIL
DOftA ESPERANZA. DOÑA ItlÉS. BELTRAlf. DOflA GÓMEZ.
Esperanza. Que en xA\ siltd te condtiKcan ', *
Inés, al punto á tu casa « ' ' '
y á ver lo que de* tu padre * ' ;
consigues en mi demánida. ''
Inés. Voy. (Vaée.) '
Esperanza. Aun no ha llegado el inarf]ues?
Beltran. No sefiora.
Esperanza. Pues <]«ie salgan
en busca sttya al instante. '
A palacio / a la morada
de nuestro hermano Mnhroy/
á todas partes que vayan *
sus criados, y sin él
que no vuelvan. (Vase áxiha G^mei.)
Beltran. Sin tardanza...
pero entre tanto, qué hago,
seftora , con esta carta ?
tragéronla, y con tal prisa
dijeron que se entregara...
Esperanza. De quién es?
Beltran. El portador
no dijo quién le enviaba :
«tal señor marques de Liche ,
al punto, que es de importancia.»
Dejóla , y subió á la frente
el embozo de la capa...
pero Ortiz reconoció
por mucho que se ocultaba
a un page del cardenal.
Esperanza. Del ministro \
Beltran. Pues.
Esperanza . Dejad mela .
[La toma, y se retira Beltran»)
m
ESCENA VIII.
I
DOÑA BSPERANIA.
Alguna cosa notable
en este papel se oculta « :
Lno sé ppr qué al Unirla
mano sieoto convul^ji. .: /
Del cardenai... a est^s bor^s i
con tanta prisa... no ¿ay ái^M,
algún misterio fatal
se encierra en esta esprítar«.
Y no parece; mi hermano. . .
dicen que la urgencia es nHtfcha...
Suceda lo que supeda
Ío debo en ausencia suja
acer frente y responder
á los que tanto le buscan.
Si; si ; entre e| piárque^ y yo ,
no ha habido secretos nunca.
(Abre el pliego.)
Qué es esto?.^, sin firma YÍeoe^..
Para qué tanta premura
en entregarlo?... Veamos
lo que el anónimo anuncia.
(Lee.) «Señor marques de Liche: quien bienósquie-
re, os aconseja que os pongáis en «alvo sin perder un
instante. Vuestros cómplices están á buen recaudo, y os
han comprometido seriamente en sus declaraciones. Sin
saber lo que en ello os iba«. be $ido causa de que vues-
tro atentado no se realice ; poi; eso os dc^y este aviso,
con el que podréis evitar el iigor üq la justicia y la jus-
ta cólera del rey.»
(Recitando.) ^l rigor de ja justicia !
Del rey la cólera justa ! = . . .
Y al noble marques de Liche
dirigcm estas injurias?...
Un atentado mi hermaoo...
y cómplices... qué calumnia !
Bien los amaños comprendo
de que se vale esa turba
de envilecidos contrarios
'a hacerle (yie «iicumba.
ferables!... respetad
de mi hermano la amargura^*,
Acaso con so dolor
08 hace sombra « os asnsta...
y basta sin honor queréis
gue para siempre «e h^inda?
Sin nonor!... en ?ano« en vano ' '
pondrá en juego vuestra asiocia
intrigas para edtpsar
el limpio sol de su ateurnla^
porque es tal qoe no podréis
de frente mirarle nunca.
Cuál de las sierpes que iibora
en torno del rey circulan ,
este hipócrita papel
habrá emponzofiado astuta?
Don Félix?... mi corason
capas de todo le juzga.
Don FeKx vencer no pudo
en nuestra empeftada lucha ,
V ítCBBO con la violencia
lograr el triunfo procura.
On Dios ! mi razón ahora
con tu Ittz divina alumbras !...
Eso es , aislarme d^^sea ;
que el marques de Liche buya •
y 011 delito imaginario
autoriear con su fuga.
El miedo y el abandono
espera one me seduzcan ,
y ea todo caso alcanzar
«na venganza segura.-*-*
"To será, viven los cíelos !
qoe aunque mi desgracia ea oratha ,
no tienen poder bastante
para domar mi bravura ,
ni para evitar que on día
llegue á tratarlos mi ftiria
lo mismo que á este papel
' que mi enojo desnfenuza.
(Rasga el pliego, y sale el marques p^r la puei'4u ee$f9ia,)
«o
ESCENA IX.
I
DOfiA ESPERAT^ZA. EL MARQUES.
Esperanza. Marques!... al .fin a^ui estás?..;
Marques. He salido... pero ej» vano...
Esperanza. A tales horas • hermano ,
no salgas de casa mas.
Marques. Por qué esos consejos?... di.
Esperanza. Porque ahora te convienen: . .
todos tus émulos tienen ■.
la vista olavada en tí.
Marques. Ha; alguna* novedad ? . . '
Eorque eso ya lo sabtá»..
[na hay« si« que es ¿ fé níia
el colmo de la maldad.
Marques. Esperanza ! !
Esperanza. Me han contado .
no sé qué negra traición...
y d^ que están en prisión
tus cómplices...
Qué he escuchado !
pero... tú...
No!... no he creido
tanto crimen... me consuela
que eso será una novela
¡ue en la corte se ha fingido.
>h!... pues si yo imaginara
que á tu rey eras traidor,...
la luz del fraterno amor
que hay en mi seno apagara. ^
Y si te hallara culpable
en tan atroz villanía ,
tu propia hermana sería
tu juez mas inexorable.
Pero tu nombre preclaro
basta á ahuyentar mis temores...
que no han nacido traidores
en nuestra casa de Haro.
Oh Dios ! lo que estoy sufriendo !
Marques.
Esperanza.
s
Marques.
£sPEaAiiaA« Marques !... ^ué es eso?
6t
Marques. EBptttíaah.:
EspEaAKiA. Ah!... cpé súbita mudanza
estoy en tu rostro viendo !
Marques. Si supieras...
Esperanza. [Interrumpiéndole viifafnenle,)
Calla , hermano !
porque temo que tu lengua
revele de tanta mengua...
Marques. Y no lo temes en vano.
Esperanza. (Cubriéndose el rostro con las manos.)
Ah!
Marques. Sí !... yo te deshonré I...
yo en mi ciego frenesí '
un borrón eterno... sí!...
sobro nuestro escudo eché.
Yo por tomar de esa grey
de esclavos viles, venganza,
osé atentar « Esperanza «
hasta á la vida del rey.
Si... y cuanto le ha sido dable
á mi irritada ambición «
he puesto en ejecución...
mas sin fruto.
EsPER AN z)k . Miserable !
y lo confiesas ufano !...
quien fuistes das al olvido 9
y... tú en mi casa has nacido...
no, no!... tú no eres mi hermano.
Oh ! que ese crimen espanta !
con que... al rey tu señor, eral
Quién á los Haros creyera
capaces de infamia tanta I
Esto no mas te debía
de tu padre la memoria ?
Y tantos siglos de gloria
destruyes en solo un dia I
Si te llegó á aconsejar
esa inaudita traición
tu desmedida ambición, '
primero que acariciar
en esa fatal demencia
pensamiento taq ruin«
por 4IA9; 110; ppsiste fin
a tu abnifisiadA fiHüená^l ...
Ah!...:€iMCii^9 mas serenos
viera entonces tu partida :
si , yiératie' y(^ siü vida ^
8 ero c^o hai^ra. á lo menos.
ien mere^l^ tu rigor ; '
mas... s.i. bailó en mi seno alirigo
un crimen grande... ti castigo...
. le juro, que no e» menor, x
Bien ves lo que me sofoca...
y cuáfito ineí s0n sensibles :
esas palabras terribles
!ue se e.i$eapsin de tu boca« :
dónde... ay Dios !... me ba llevado
mi funesta obcecación I...
Conilesa 1... ieneis razón «
yo no soy mas que un malvado. -
El paso que ciego di ,
vuestro eatriHo tne veda... ...
Ya sé que nada me queda; .
todo acabó para wil
EsPERAiüZA. La fuga!... no tardes^ no!...
Por mutbo.que te condenes
no puedo olvidar que tienes
la mi^ma sikogre que yo.
Huye t..« y á mis ojos tristes . . .
deja que á solas te lloren... .
vete I... pero adonde ignoreii
)o que eres y lo que fuiste.
Marques. Para qué saUr de aquí?
adonde, bailaré oottsüelo?
Deja que descargue el cíelo
su justa cólera en mi.
Por do quiera perseguido,
solitario, deshonrado,
por la coneiencia abrumado...
por ti también maldecido!...
Qué descanso podré hallar ?
sufriendo eoH tanto esceso,
será la existencia un peso
que no podré aoportar.
EsPBRAazA. No umtfis tal étiirió; i^.j. • '
y ojalá que e^tó bsístai^a, '
y el motido te petrdoúara
como le perdóAo yo. .
TVjostaafliciciüil deten: '
acaso el cielo dolido
al verte ya arrepentido '
te dé au perdón también.. <
Mas... buyé sin díiácion ! '
huye pronto > hermano mió...' '
y haz qne ta ciego estratío '
^^^^^vide con la espíacion. t •
Esperanza. Aun Tacilairás!...
y lo que te aguarda hoy?
Marques. Es que temo si tne yóy
no f olver á verte mas.
Esperanza. A e^e precio... mi perdón.- [
Si... pon en salvo tu vida...
¡'en esta amarga partida...
lévate mi corazón !
{Se ahraxaní Esperanza se dirige á íá puerta secreta.)
Yen!..i al jardin... por aqni... .
ay !... calma mi inquieto afán!
yo haré que te dé Beltraa
caballos...
(Toca el resorte, sé abre la puerta y sale por eÜá don
Félix.) .
ESCENA X.
DOÑA ESPERAP^ZA. DON FÉLIX. EL VARQCES.
Esperanza. Ahí ,
Marques. Vos ahí ?
Félix. Y ves aqui todavia?
Esperanza. Os pesa?...
Félix. Sí # ▼Wé Dios !
Esperanza. Bien mi eofazon de vos
esta venganza temia!
Félix: Señora!-
Esperanza. Pensabais ya
que estaba en vuestro -poder?
Pensasteis mal ^ no ¿lat de ser» ^. -
qne aun libre mi hennaiio está !
Dejadnos, paso á los dos p
pronto !.«• y en tanta amargura
que lo ampare su ventura
y á mi que me ampare Dios.
[Se adelanta con el marques hacia la puerta \ecreía,)
Feux. Qué hacéis !,.^ pese á vuestro afanj
y aunque pensáis mal de. mi...
ved que si vais, por ahí
mas pronto lo apresarán, .
Marques. )
Félix. La verdad, sefiol
vos ignoráis lo que pasa...
cercada está vuestra casa
desde hace un cuarto de hora. <
Esperanza. Qué decís !... ay Dios!... yo muero...
ven !... no hay tiempo que perder»-*
Marques. Hermana. «. no puede ser; ..
que vengan, ya los espero* /
[Rumor lejano de pasos que van aprexil^indose.) >
EspKiíAiaA. ,Ese ruido que sonó... '
y se acerba. . . . sí serán !..,...
(Mirando par el fondo..).
Ah!... cíelo santo... ahí están!
ya no hay esperanza, no I
{Se d^a, ciier en un sillón. — Sale un alcalde de casa y
corte; quédase la ronda y la fuerza armada en el
fondo.)
ESCENA XI.
DOf^A ESPERANZA. DON FÉLIX. EL MARQUES. EL ALCALDE.
RONDA. SOLDADOS.
Alcalde. Señor don Gaspar de Haro ,
daos preso en nombre. del rey. . i
Marques. Cúmplase de Dios la ley...
Cuánto es mi destino av^aro! ' .
ya solo en el cie],o fio...
os seguiré... guiad vos.
(Mirando i su hermana.)
Infeliz!...
Esperanza. (Queriendo levantarse.) Hermano !
Marques. (Reiirándose preetpiíadamente.) A Dios !
Esperanza. Oh ! qué vergüenza. Dios mió!
ESCENA XII.
65
DOÑA ESPERAIfZA. DON FÉLIX.
Félix, i (Mal haya mí negra estrella !
autor me cree de esta intriga...
Cada Tez mas enemiga
cuanto mas hago por ella !)
EspERANzlMh !... si hoy el monarca da
oidos á la malicia ,
el brazo de su justicia
tremendo descargará.
Vuelo á arrojarme á sus pies!...
siempre con él conseguí...
(Reparando en don Félix.)
Todavía vos aqui ?
á qué aguardáis?... idos pues...
Y decidle al cardenal
que dicte nuevas medidas ,
que las de bo^ ya están cumplidas «
que no tema á su rival.
Y á don Félix « de igual suerte
después de tan vil venganza ,
decid que doña Esperanza
boy le aborrece de muerte.
Félix. Señora!... mirad despacio...
Esperanza. Oh !... nada cambiar me hará...
Beltran... (Aparece Beltran en el fondo.)
Hi silla !
Beltran. Ya está...
Esperanza. Pues al momento « á palacio!
ESCENA XIII.
DON FÉLIX.
No sé por qué he de querer. ••
paréceme todo un sueño,
con tan escesivo empeño
5
66
á esta indomable muger.
Vive Dios! doña Esperanza «
que atrepelláis bien por todo !
decidme vos, de qué modo
tendréis en mí confianza f
JPara vencer sus porfías...
es preciso... bien se ve;
al cabo y al fin tendré
que hacer una de las mías.
Pues bien: la haré^ ya verás:
ó te devuelvo la calma ,
ó todos en cuerpo y alma
nos vamos con Barrabás.
FIN DEL ACTO TERCERO.
cmvi0.
La misma decoración.
ESCENA PRIMERA.
DOÜA GÓMEZ.
Macho tarda don Beltran ,
y para una escapatoria
y Dttsmear algo , me parece
aue hay bastante con dos horas.
Qué enemigo!... si su ausencia
llega ¿ notar la sefiora^
me vaá abrumar con preguntas..,
Ay Cristo de Calahorra !
y qué la respondo yo,
cuando de todo se asombra ?
Pobrecita!... sufre tanto
y tantas son S9ñ congojas «
que- cualquiera fácilmente
con un cabello la aboga.
Pues digo > si en este instante
el accidente la acosa ,
estamos... Tap si estamos,
y como quien dice sokis.
Jesús!... hace quince días
que es mi cabeza una olla
68
de griOos , desqne prendieron
á señor... Virgen de Atocha!
todo se vaelve gemidos,
sobresaltos y zozobras «
ir y venir, y... qué casa !
esto es una Babilonia.
Abramos este balcón ,
porqae esta noche sofoca
t\ calor... este airecilio
es consolador, entona.
ESCENA II.
Bbltraüv. Voto á los siete pecados...
D.* Gómez. Yolví$teis ya?... gracias...
Beltrau • Oiga !
aqui estabais ?
D.'GoMBZ. No lo veis?
Señor Beltran , sois nn posma ;
marcharse , y por tanto tiempo
dejarme aquí aislada , sola ,
á trueque de...
Beltran. Doña Gómez,
qué no tengamos camorra !...
¿uidadito , ya sabéis
. que mi genio es una pólvora^
y que si empiezo no acabo
hasta el sábado de gloría.
Cierto que traigo un humor
para que os vengáis con roncas..
Malditas las dueñas sean !
que no cargara con todas
el diablo que aquí las puso...
D.' GoBiBz. Ay ! válgame la Verónica !
3ué cáfila de improperios*
e insultos y palabrotas.
Beltran. Sí no calláis, del moquete...
D/ Gómez. Tenga respeto á estas tocas»
Beltran. No me toque á la paciencia
si no quiere que arda Troya.
I
/ B0LTRAN. DOflA OOMBZ.
D." Gómez. Tan impaciente vení»?
Beltrapi. Mucho, traigo mala mosca.
Ü/ Gómez. Ay !... habéis averiguado
Íor ahi fuera alguna cosa..»
luchas cosas « muchas « mucbaí!
1).' Gómez. Qiíé me decís!
Beltran. Sí sefiora.
D/ Gómez. Y malas por lo que yeo...
Beltran. Malísimas I
V.* Gómez. Santa Mónica !
estoy pendiente de un hilo...
Beltrah. Que no fuera de una soga...
D.' Gómez. Pues!... y luego no queréis
que nuestra amistad se rompa»
y me estáis siempre poniendo
como un trapo... mala bomba!
BELTRAfi. Tenéis razón , doña Gómez ,
sí , tenéis razón que os sobra ,
mal os trato... y no me pesa,
porque tenso algunas horas,
amiga, de humor tan negro «
de furia tan espantosa...
que á no ser por vos , en vano
pudiera calmar mi cólera.
D.* GoMBZ. No, pues hacedme el favor
de variar desde ahora...
Beltran. Qué!... si estoy desesperado...
D.* GoMEZ. Desesperado!... esa es otra,
y aun no me habéis dicho nada;
08 gusta tenerme absorta. ••
BsLTRAtf. Ese don Félix...
D.' Gómez. Don Félix I
Beltran. Nos está haciendo una obra...
que ya !
D.* Gómez. Pues no amaba tanto
á dofia Esperanza...
Beltbar . Toma I
Íqué tenemos con eso?
or ventura , la sefiora
no lo ha despreciado?... y yo*
por orden suya , en la boca
no le be dado con la puerta
69
70
Teinte veces ?
D/ Gómez. Cierto*
Beltran. Ahora
se esti vengando el maldito,
y é mí me ha dado las tornas...
Me ha hecho salir de palacio
mas que á paso , casi en posta.
D/ GovBz. Esta noche !
Beltran. Si, esta noche ;
y me dijo con faz torva...
«si otra, vez entrar aquí ,
señor Cancervero , logra ,
os juro que hais volver
con cabeza y piernas rotas.»
D." Gómez. Jesús Maria...
Beltrak. Ya veis
cómo á estas fechas se porta
el galán... ay doña Gómez...
D.' GoHEz. Qué ?
Beltran. Temo una desastrosa,
una catástrofe horrible!...
D/ Gómez. Ay!... horrible!...
Beltran. (Con misterio.) Una persona*..
que está en autos, me ha contado
que los tres de la tramoya...
los cómplices de señor
están sentenciados á horca.
D." Gómez. Pero... y el señor marques?
Beltran. Siendo el inventor... la cosa
no da lugar á dudar...
D.* Gómez. (Llorando.) Ay Virgen de Covadonga I
ay... pobre señor!...
Beltran. Silencio !
D.* Gómez. Horir tan mozo...
Beltran. (Qué cócora !...)
Callad!...
J).' Gómez. Ay!... si lo he criado...
Beltiian. Que si os oye la señora...
D." Gómez. Ay !...
Beltran. Que sale !... idos de aqui...
D.* Gómez. Pero...
Beltran. (Emp^iindola.) Largo !... que no os oiga...
71
(Va$€ doña GomeM.)
Uf I daefta de Barrabáf,
7 con lo que sale ahora...
ESCENA m.
Don A ESPBBAlfZA. BELTBAfl.
EapRRAüZA. Qué sucede...
BSLTBA5. Nada , nada ;
señora « tranquilizaos :
fué dofia Gómez « la pobre
como está ya entrada en afios...
EspEBAifZA. Qué!...
Beltbaü. Allí mismo dio un traspié
Íen seguida un batacazo...
se bizo mal?
Bbltbatc. No sefiora ;
. .mido rompei:«6 los cascos...
pero« nada; un cbíchoucíllo...
ó dos^ á lo mas son cuatro.
Esperanza. Pobre muger ! . . .
Beltbak. Qué ! si es cosa
Sne en poniéndose unos pafios
esaparece al instante.
Oh!... cuando yo era muchacho...
Espebauza. {Smttándose.) fio, no me contéis sucesos
de un interés tan escaso.
Puedo entre tanta inquietud ,
mi buen Beltran^ escucharlos?
Beltbah. y por qué no?.,, si sefkira,
08 apuráis tanto y tanto,
?|ne solo en llorar pensáis. ••
^h !... distraeros con algo...
Pues qué va á ser de la casa
si seguímos á este paso?
To no puedo consentir
de ningún modo... roas áoÚMl
EspEBA>zA. T cómo podré tenerlo,
cuando la potente mano
del cielo asi me abandona
para arrojarme en el cao§
72
de eterna desolación ,
de eterno luto j quebranto!
BELTRA?r. Perdóneme su escelencía ,
• que eso es pensar lo mas oíalo ,
y sentirlo desde ahora
es sentirlo de antemano.
Ademas, que... por supuesto «
quién sabe allá los arcanos...
Í' lo que os puede tener
a suma bondad guardado?
Esperanza. Lo sé, lo sé... la amargura
y la soledad y el llanto...
Beltran. o el consuelo, y la alegría,
y la compañía...
Esperanza. En vano
os molestáis , buen Beltran ,
remedio á mi mal buscando ;
ya sabéis que es imposible...
ay!... si, imposible, encontrark^.
Beltran. Puesilo son esas las nuevas
<jue yo tengo... digo... es claro...
Espepanza. Cuáles! qué nuevas...
Skltran. Se dice...
(qué aprieto !... soy un gaznápiro..^)
se dice por muy de cierto
que está el rey muy cabizbajo ,
que habla solo... y que este asunto
le tiene muy afectado.
Esperanza. Lo creo.
Beltran. T hay quien añade...
(lo que voy enjaretando !)
que la otra noche esclamó...
«Pues! locuras de muchacho...
siempre me han sido leales
los de la casa de Haro...»
Esperanza. Eso dijo!...
Beltran. Exactamente
como os lo voy relatando.
Esperanza. Santo cielo!... pero adonde
esas nuevas os han dado ?
Beltran. To me cuelo en todas partes
asi á la chita callando...
y me acerco á ios que hablan
con los oídos tan largos...
(Lo que es esta , no la pilla
Íor mucho (|ue corra un galgo.)
^ero, á quien oísteis decir?...
Bbltbai«. a las gentes de palacio ;
si no se habla de otra cosa...
Oh !... y lo que es el pueblo bajo...
señora, lo que es la plebe...
EsPERAUZA. Entiendo!... rumores vagos
Sue nada quieren decir...
ejadme sola.
Beltrah. (Qué diablo 1}
No era mejor que vuecencia
bajara ai jardin un rato t
siempre sola...
Esperanza. Siempre , sí :
haced » Beltran » lo que. os mando.
A nadie recibo « á nadie.
Beltran. No tenéis de qoé quejaros ;
n^irad vos si con don Félix
he cumplido bien mi encargo.
Esperanza. Ha venido?
Beltran. Veinte veces
cada dia.
Esperanza . Porfiado ! . . .
segnid asi ; nada mas
que á dofia Inés abrid paso.
Beltran. (No he podido distraerla ! . . .
no hay remedio , obedezcamos.)
{ya$e cerrando la puerta del fondo.)
ESCENA IV.
doIIa esperanza.
Déjeme tanto importuno
compasivo por demás :
vienen por farsa los mas
y por carifio^ ninguno.
Me encuentro mocho mejor
cuando solitaria quedo.
73
74
fmes sin testigos dar poedo
ibre vuelo á mi dolor.
Oh!... cuan rápidas pasaron
las horas de mi ventura...
y. cuánta... cuánta amargura
en pos de si me dejaron !...
Todo cuanto amé pasó...
(Ruido en el balcón.)
Ese ruido... qué será...
allí!... y abierto!... quién val
Quién en mi cámara...
. ESCENA V.
. DOÍ^A ESPERANZA. DON FBL1X.
Félix. (Saliendo del balcón.) To.
EspERANZi. Cielo!... osasteis asaltar...
Feijx. Como esta es la sola pnerta
que en vuestra casa hay abierta ,
Sor ella tuve que entrar.
[o encontrando otro camino
para llegar hasta vos...
Esperanza. Llegáis á mi, vive Dios!
cual pudiera un asesino?...
Félix. Oh!... vos calificareis
esta singular entrada
de audaz, de inconsiderada «
señora, ó como gustéis;
pero de cualquiera modo
que ahora penséis de mí.,,
ved que el hombre que entra ¡asi,
jue^a el todo por el todo.
Esperanza. Que escucho !
Félix. Deciros quiero
que fué esta entrada forzosa,
por razón muy poderosa
é interés muy verdadero.
A no ser asi , yo os juro
que jamas os sorprendiera,
ni escalas jamas pusiera
de vuestra casa en el muro.
75
Ea^PEnANZA. No os comprendo... no« poír Dios :
y aunque os mostráis Un sereno .
sé muy bien que nada bueno
yo puedo esperar de vos.
Si , porque vos en mal hora
me ofrecisteis vuestra fé^,
y altiva os la desprecié...
lo mismo sucede abora.
Entonces vos de Esperanza ,
por vuestro orgullo sujeto •
jurasteis muy en secretó
tomar segura venganza.—-
Bandera negra , dijisteis >
no hay remedio de otra suerte ,
ó ser mia, ó guerra á muerte...
Bien vuestra oferta cumplisteis ¿
T nuestra guerra empezó ;
no he cejado, lo habéis visto...
mas cuando un golpe imprevisto
Tentaja en la lid os dio ,
yo creí que vos primero
que atender á vuestra llama
respetaríais de una dama
el dolor « cual caballero.
T no fué asi , pensé mal ;
en mi infortunio constante
siempre os be visto delante
y en ooasion bien fatal.
Ya que no os obligó el luto
ni el duelo de una señora «
á recoger vendréis hora
. de vuestros planes el fruto.
Nada tengo que temer,
habréis dicho á no dudar;
qué obstáculos puedo bailar
con una débil muger ?
Si es tanta vuestra osadía
para atropeilar por todo...
probadla... de cualquier modo
no ba de ser menor la mía :
por el paso que habéis dado •
mis lacayos... vive Dios I
76
he de hacer qoe den con vos
por donde mismo hais entrado.
Félix. Conozco su intrepidez ,
y aunque el recuerdo no os cuadre..,
en vida dé vuestro padre
los acuchillé una Tez. —
Pero no hace falta ahora
que de ellos Tayais en pos,
porque mejor que ellos « vos
os defendierais , señora.
Tranquila podéis estar ;
no temáis» doña Esperanza...
que yo no tomo venganza
tan villana y tan vulgar.
Mil veces os repetí ,
que á pesar de vuestros fieros
no puedo vivir sin veros ;
Sor eso me he entrado asi.
>e mi os quejáis , y el por qué
no es fácil que lo presuman...
de esas penas que os abruman
ninguna os ocasioné.
Que estoy soñando, creéis,
con mi jurada venganza...
Cuan poco , doña Esperanza ,
cuan poco me conocéis !
No !... jamas os ofendí !
De vuestro pesar contino
culpad á vuestro destino ,
mas no me cuipeis á mi.
EspBBANZA. Ni aun asi calmáis mi afán,
ni asi vencéis mi desden ,
que yo sé que unís muy bien
lo hipócrita á lo galán.
Félix. Y si yo una prueba ahora,
franca, leal, verdadera,
de vuestra injusticia os diera...
qué me dijerais, señora?
Si supierais antes vos
que el que vino á molestaros
vino solo para daros
acaso el ultimo á Dios :
77
que por tan locos amores
y vuestra tenaz porfia ,
renuncia desde este día
á su fortuna y honores :
que no teniendo interés
por su vida , ni ventura ,
tras de una muerte segura
se va al suelo portugués...
Pensarais vos todavía
en mi soñada venganza ?
Entonces, doila ¿peranza
de mí intención... qué diría?
EspEBAüZA. Dijera sin vacilar
que ó vuestro orgullo ofendido
ese bárbaro partido
os obligaba a tomar,
ó que poniendo esta vez
á la humildad por escudo,
pretendéis lo que no pudo
alcanzar vuestra altivez.
De todos modos, pensad
" " que jamas en vos creí,
y que es igual para mí
vuestra altivez ó humildad.
Félix. Es decir, que no podré,
según lo que declaráis,
hacer que jamas creáis,
sefiora , en mi buena fé ?
Cierto que estáis obstinada :
con nada os podré, en verdad^
probar mi sinceridad?...
Esperauza. Vos lo habéis dicho... con nada! —
Félix. Admirable fortaleza !
Bien , por esa prenda sola,
merecéis que una aureola
se ostente en vuestra cabeza.
Esperanza. No gusto de adulación.
Félix. No os adulo, ni os engafio;
digo, que aunque es en mí dafio
escita mi admiración.
Has ya que no hallo razones,
ni para obligaros arte ,
78
desde hoy cesan por mi parte
suspiros y humillaciones.
Hice cuanto me dictó
el amor y la lealtad ;
mas vuestra tenacidad
mis servicios rechazó.
Pongo al cielo por testigo «
que hais de ver, mal vuestro grado»
lo bien que ot hubiera estado
el tenerme por amigo.
Señora, que os guarde Dios;
nunca olvidaros podré «
pero nunca os hablaré...
á tío ser que roe habléis vos.
Y ahora , doña Esperanza,
que leáis despacio, os ruego,
este papel que os entrego...
Esperanza. Y quées esto?
Félix. (Saludándola.) Bli venganza.
ESCENA VI.
DO!^A ESPERANZA.
Su venganza este papel !
y de mi se aleja... bueno :
quiero apurar el veneno
que vendrá encerrado en él.
Mas... por qué tiembla mi mano?...
por qué tan incierta está?...
Ab ! Dios mió í... si será
la sentencia de mi hermano !
Y osó en mis manos poner...
su sententía será... si!...
para vengarse de mí,
qué-tnas me pudo traer?...
Lograste en mi corazón
un dardo agudo clavar...
mas, qué se puede esperar
de su torcida intención ?
Oh! no he de pagar ni asi
á su venganza tributos :
79
leeré con ojes enjutos
cuanto haya trazado aqui !
(Abre el pliego, mira la firma y lee.)
£«tá firmado : a Yo el rey.»
Bien fundaba mí temor. —^
«Aunque estoy cierto y seguro
del crimen de alta traición
que contra mi real persona
el marques de Licbe...» (Ay Dios!)
«ha intentado en un momento
de frenesí , en atención
á que está ya arrepentido ,
y también al mucho amor
que á su padre profesé ,
y al nombre puro« español «
de sus gloriosos abuelos,
vengo en darle mi perdón.»
Su perdón!... (Cayendo de rodillai.)
Oh ! noble rey ,
imagen para de Dios !
este rasgo te levanta
Lobre la esfera del solt {Se incorpora.)
á!... su perdón... aqui está...
y bien claro... Loca estoy!...
Mas... quién en mis manos puso
papel tan consolador?
Ah!... don Félix... si, don Félix...
Pude esperar esto yo ?
Cielos ! cuánto habrá sufrido
con raí dura obstinación !
Ciega con tantas desdichas*
turbada por mi dolor
no pude rasgar el velo
que hasta ahora le ocultó,
ni comprender la pureza
su noble corazón.
[as yo á sos pies bajaré
por tan singular favor,
y. estoy segara que al fifi
[canzaré su perdón.
ií!... que á sostenerme
sé niega la planta ... (Se eienta. )
Oh , Dios I
Qué contraste en un momento...
y cuánta satisfacción !
ESCENA VII.
nof^A ESPERANZA. DOÑA INÉS.
Ines. (Como siempre solitaria.)
Esperanza. Quién !... eres tú?... liega « liega...
cómo tan tarde has venido ?
Inés , á mis brazos vuela.
Inés. Hemos estado en palacio
esta tarde « y si la reina
no n\e hubiera detenido ,
á tu lado antes viniera.
Esperanza. Con que en palacio has estado?
Inés. Con la duquesa de Lerma.
Esperanza. Oh! sí, si; ya comprendo...
y me traerás grandes nuevas,
no es asi?
Inés. Esperanza mia..^
para qué quieres saberlas !
Esperanza. Cómo! Inés... qué es lo que dices'
Por qué tu faz de tristeza
y de palidez se cubre
al preguntarte por ellas?
Inés. No lo adivinas ?
Esperanza. Inés!
al rey has visto?... contesta I...
Inés. Si , sj : le he visto , le he hablado:
allá á su cámara regia
á suplicarle hemos ido
las damas de la nobleza ,
y á sus pies nos arrojamos,
ay ! en lágrimas deshechas...
Salvadle, señor, salvadle
de esa dura , horrible pena !
ha sido error de un momento,..
Esperanza. Y bien?...
Inés. Con la faz sevei^á7
estas terribles palabras
I ^t
! nos dijo» Esperanza... «Es fuerza
que al fallo de mí justicia
Íuien delinquió » se someta. »
so el rey os contestó r
lo aseguras ? estás cierta ?
Ikes. Me parece que aun su acento
en mis oidos resuena !
Esperanza. Ira del cielo!... qué escucho!
esta pesadilla horrenda
me Ya á matar...
Inés. Oye!...
Esperanza. Asi
con mi infortunio se juega !
No le bastaba á ese monstruo
ver mi aflicción y mis penas ,
sino que quiso doblándolas,
cobarde , cebarse en ellas?
Venganza le juro» si !
pero venganza sangrienta !
L Inés. Esperanza! qué delirio!...
- Esperanza.. No deliro... si supieras...
«^í (Dándole el papel,) Don Félix lo trajo;
recorre. Inés» esas letras...
y dime si no hay razón
ara mis amareas quejas !
ero... es posible que el cielo
en su justicia consienta
que exista en la tierra un hombre
las entrañas de hiena!
yo no puedo dar crédito»
aunque le acusan las nuevas...
Inés. Y esta es la firma del rey!
Esperanza. Oh ! que era su fírma escelsa»
yo también me flguré...
Inés. Ah ! quién sabe?... qué sospecha !...
Esperan^. Qué es lo que sospechas? di...
eso te da alguna prueba?...
Inés. Tal vez después de nosotras
se habrá empeñado la reina.
Esperanza. A qué hora fuiste á palacio?
Inés. A las dos. Y qué hora era
cuando don Félix te puso
6
en las ufanos esta cédula?
Esperanza. Las ocho...
Inés. Aun hay esperanxa,
Esperanza. Qué!... Inés mia... tú. tú esperas?
Ay!... con tanta incertídumbre
yo he de perder la cabeza !
ESCENA VIH.
DO^A ESPERANZA. DO^A INÉS. BEKTftAN.
»
Beltran. Dos caballeros,, en nombre
del rey, os piden licencia
para hablaros un instante.^
Esperanza. Del rey! Que vengan , que vengan.
(Fflse Deliran, volviendo á dejar la puerta cerrada.)
Ahora saldremos de dudas;
pues ya , felices ó ad versas «
los emisarios del rey
nos darán noticias ciertas.
Ay ! no me puedo esplicar "^^^
el por qué mi seno tiembhfTrr'^ -»-¿í^
(La puerta del fondo se abre poco i poco,)
si de temor ó alegría
al ver abrirse esa puerta. ^^
(Queda abierta completamente , y déjanse íS^on Félix
y el marques: ¡en el salón del fondo Beltra^^s pages
y toda la servidumbre dando muestras dei^^ijo. El
marques se adelanta y abraza á su /¿^ifittM^P ^ doña
Inés, Don Félix se queda á alguna distancí
ESCENA ÚLTIMA.
D05lA esperanza. DOÍ^A INÉS. el marques, don FÉLIX.
BELTRAN. CRIADOS.
t
Lnes. El marques!...
Esperanza . Hermano mío ! . . .
Marql'es. Sí, Esperanza; sí, Inés bella...
Rindamos gracias á Dios .
que ha colocado en la tierra
un rey como el Gran Felipe,
qae asi soá ultrajes vengn !
Grande su bondad ha sída%
grande también e^ mi deuda ;
y, mañana ¿aando el alba ^
mi fortuna á alumbrar venga «
saldré para Portugal ,
me lanzaré en la pelea , ^
y pruebas daré al monarca
de mi gratitud inmensa.
Esperanza. Ay! que abrazándote estoy...
y aun duda mi vista trcraula.
Marqoes. tu corazón desahoga.
Esperanza. Qué de lágrimas me cuestas \
Marques. Pero, adonde está don Félix?
Cómo tan lejos se queda
el que me dió en la desgracia
de cariño tantas pruebas?
Ese es mi ángel tutelar !
Esperanza. (Dios mió, cuánta elocuencia
hay para mi en su silencio !
Yo debo habkr la primera.)
- — ^tíb0T don Félix , llegad.
[Se acerca don Félix; la servidumbre se agolpa á la
puei^ta del fondo,)
r Conocéis mi fortaleza :
mejor que nadie sabéis
mi altivez adonde llega...
Mas ya que no os conoci
*- _ y ultrajé vuestra nobleza
por ilusorios temores ,
pediros quiero en presencia
de toda mi servidumbre
perdón de tantas ofensas.
Félix. Callad, señora « callad!
escusadme esa vergüenza...
No !... jamas!... Lo que habéis diiho
deja mi alma satisfecha.
Esperanza. Tan satisfecho os halláis?
nada que anhelar os queda?
Félix. Ya sabéis que á pesar mió
habéis atado mi lengua.
Esperanza. Y habrá si arrojo esta mano
«4
quien á estrecharla se atreva?
Fglix. (Tomándola con entusiasmo.)
Oh! si!... y á adorarla siempre.
Esperanza. Señor don Félix, es vuestra»
si.es que os dignáis admitir
tan escasa recompensa.
Fei.ix. Sefiora! ha sido mi sueno...
cuanto ambicioné en la tierra...
y cumplidas por demás
mis esperanzas se encuentran...
Marques!... mañana partimos:
el Portugal nos espera,
y juntos en las batallas...
vos s esgrimiréis la diestra
para haceros acreedor
á las bondades supremas ,
y yo para conquistar
laureles que ofrenda sean
de mi amor y gratitud ,
á las plantas de mi bella...
(A Esperanza.)
Si!... Desde hoy entre los
no habrá mas bandfira negra.
V
Ir
^^
L *
\
FIN DBL DRAMA.
EL BANDIDO INCÓGNITO
LA CAVEBMA IKVISIBbB.
COMIDIÁ SU 3 iCTOS T BU FftOSA
JtJp.
UPKBitTi DS T. F*rtaH«l , abbda kpv. 7.
Eita obra es propiedad del CIRCULO LITERARIO COMERCIAL
qoe peneguirá ante la ley al que sin cu permiso la reimprima, va-
rié el titulo 6 represente en algún teatro del reino ó en alguna so-
ciedad de las formadas por acciones, suscriciones ó cualquiera otra
contribución pecuniaria, sea cual fuere su denominación, con arre-
glo á lo prevenido en las Reales órdenes de 8 de abril de 4889, 4
de marzo de 4844 y 6 de mayo de 4847, relativas á la propiedad
de obras dramáticas.
Se considerarán reimpresos furtivamente todee los ejemplares
que carezcan de la contrasella reservada que se estampará en cada
uno de los legftimos.
EL DUQUE , gobernador de la ciudad.
CAMILA, su sobrina.
JACOBO, bajo el nombre de Germán.
EL MARQUES DE VIVALDL
CUCUFATE. )
MORLAG. [Bandidos.
RAGOTZ. ^
JUANA , criada de Gamila.
DOS ALDEANOS.
UN OFICIAL.
SALYIATI, gefe de los esbirros armados.ssGompar-
sas , senadores , oficiales , soldados y esbirros
uniformados y armados, lacayos» músicos, bai-
larines , bandidos y pueblo de todas clases.
La escena se finge en una ciudad marítima y sus in-
mediaciones.
La acción empieza en el primer acto á la caída de
la tarde y concluye antes de anochecer.
En el segundo acto después de medio dia y conclu-
ye antes de anochecer.
En el tercer acto á la caida de la tarde y concluye
después de anochecer.
1
ACTO PRIMERO.
El teatro representa una galería del palacio dd go-
bernador. En d fondo un peristilo. Al través se
ven los jardines dd mismo palacio. Todo está ri-
camente adornado y como anunciando un próa>i-
mo festín.
ESCENA PRIMERA.
JoAiiA. Aldeanos de ambos sexos.
{L>s aldeanos entran por d jardín con canas^
tiUos de flores y los colocan delante dd aposen-
to de Camila. Juana dirije á unos y a otros
en ¡os preparativos de la función).
Joana. No y no es eso, muchachos; no es eso. Cui-
dado con lo que hacéis. Las guirnaldas que
DO tengan rosas á un lado y ponérselas»,
■ientras tanto no se admiten. Sois muy mi-.
Un ald.
Juana.
Aldeano.
Juana.
Aldeano.
— 6 —
serables. [Los aldeanos hacen h que les dice).
Me habíais prometido traer las mejores flo-
res, y habéis Iraido cualquier cosa; lo pri-
mero que se os ha vcDido á ¡ásmanos. Para
otra vez será preciso que yo me valga de
mejores medios, sopeña de quedar con poco
lucimiento.
Es verdad , señora Juana , las flores no son
tantas ni tan buenas como usted nos las ha-
bía encargado, pero, cespita; bien sabe us-
ted lo aue nos impide servirla cual quisié-
ramos. Ño puede uno alejarse doscientos pa-
sos fuera de los muros, sin esponerse á pagar
con la vida su atrevimiento.
¡Cobardes! ¿Tenéis miedo á la cuadrilla de los
invisibles?
¡Y mucho miedo! Caramba, no respetan á
nadie. Al rico le despojan ; al pobre le des-
pojan también , y á mayor abundamiento le
zurran. Esos bribones se aparecen, como por
encantamento, en donde uno menos lo pien-
sa» y— y vea usted; ayer mismo, sin ir mas
lejos, dos amigos nuestros venían de una
feria {Esto lo dice separándose de los aldeanos
y adelantándose hacia el proscenio), y á las
puertas de la ciudad fueron asaltados y ro-
bados como unos señores. Y no se figure us-
ted que era de noche. Nada de eso; asi en-
tre dos luces y aun mas bien claro que os-
curo.
¿De veras? {Como burlándose del miedo del al-
deano).
Como que no se puede ya viajar sin escolta.
Yo por mi parte no me creo seguro, ni aun
llevando un cañón en la faldriquera. Lo mas
maravilloso es el modo de conducirse que
tienen los tales señoritos. No sale de aqui
una sola persona, (Con. m^isterio y mirando á
todas partes) vaya donde quiera, sin que ellos
sepan á dónde va, á qué negocio va, cuánto
dinero lleva, y hasta las monedas en aue lo
lleva. Es horroroso el número de banaidos.
Y no se figure usted que son todos como los
bandidos de cualquier parte que general •
mente tienen las caras feas y voz semejante
al sonido de un esquilón quebrado; no señora :
Hay hombre entre ellos que podria pasar á
gusto en la corte por un señorón. Vea usted
la semana pasada lo que le sucedió á mi cu-
ñado; y digo que es el mozo mas agudo que
hay en toda esta provincia, como que lee de
corrido ^ Y á los diez y siete años sabia ya
echar su nrma mejor que un escribano. Pues
señor, salió con varios compañeros á hacer
la poda en la quinta del señor duque, iban
cantando aquellas coplitas «En tanto que tu
duermes»... ya sabe usted...
JuAiiÁ. Sí , ya sé. ¿Y qué sucedió?
Aldbámo. iQué habia de suceder? Al salir por el puente
largo se le reunieron hasta diez ó doce caba-
lleritos muy bien puestos , que llevaban al
parecer el mismo camino... Empezaron á
cantar con los otros, y á enredar conversa-
ción, y... vamos, por fin y postre, lo que re-
sultó fue que á la bajada del barranco, cada
uno de los caballeritos echó mano á un pu-
ñal, y mi pobre cuñado y los suyos tuvieron
que pedir misericordia. ¡Ay, señora Juana!
Todos eran ladrones, y de los invisibles! Ya
se vé, como en la cuadrilla de los podadores
iba también el capataz de la quinta, y lleva-
ba seiscientos escudos en oro para pagar á
los dependientes y lo necesario para las
obras ; me los desnudaron de los pies á la
cabeza y les dejaron limpios. Aguantaron
muchos palos, y cuando quisieron recordar...
¡Buscadlos! Ya nabian desaparecido ios ladro-
nes como por májia , cual si se los hubiera
tragado la tierra.
Otuo ald. Aunque uno lleve escolta no sirve de nada,
porque son ya tantos los ladrones que á ve-
ces podrían hacer frente á un regimiento
entero. Lo que nos consuela algún tanto es
la esperanza de que nuestro bravo Jacobo,
tomará á su cargo este negocio, y nos librará
del feroz Germán.
Aldbáro.
Juana.
Aldeano.
Juana.
ALDEA^O.
Juana.
Aldeanos.
Juana.
Todos.
_8 —
¿Con que va á casarse hoy, y queréis vos-
otros que salga mañaua por esos vericuetos
á hacerse romper la cabeza? Ay, amigo, para
los recien casados y con una moza tan linda
como la señorita Camila, debe de ser eso un
poco duro ; porque ya veis cuando... pues...
Vamos, no hagáis ahora calendarios.
¿Qué calendarios, ni qué niño muerto? ¿Le
parece á usted que si me casara yo, con us-
ted, por ejemplo , tal como hoy , estaria de
humor de echarme á perseguidor de ladro-
nes mañana, y recibir tal vez un porrazo
que me enviase en posta al otro mundo?
Pues yo os aseguro, que Jacobo es un caba-
llero intrépido y valiente como el quemas;
y ninguno duda en esta casa, de que el se-
ñor duque le tiene elegido , asi que sea su
sobrino, para que al frente de un cuerpo de
tropas respetable, limpie la provincia de tan-
ta sabandija, y restablezca la seguridad de
los caminos. Este servicio será de grande
importancia á los ojos del Soberano , quien
le recompensará dignamente.
Y hablando de cada cosa un poco ¿á qué ho-
ra es la función, señora Juana?
A las ocho el casamiento. El señor regente,
los oficiales del ejército, la nobleza de la ciu-
dad , y muchas gentes distinguidas de los
pueblos inmediatos deben de asistir. El señor
duque ha convidado á todo el mundo. Será
soberbia la función. Nosotros tendremos tam-
bién nuestro baile particular en la plaza
grande del jardin. El señor Jacobo ha dispues-
to por sí mismo cuanto puede contribuir á
nuestro obsequio y diversión. Una orquesta
aparte, un buen ambigú... Vamos, se nos tra-
tará como* á los convidados del salón. Con
que hasta luego. Cuidado que no faltéis, ni
os hagáis esperar.
Estaremos aqui antes de las ocho.
Bueno. Ah... si... oigo á mi ama. Hasta luego.
Hasta luego. ( Váme¡ menos Juana).
— 9 —
ESCENA n.
JüAKA. Camila.
Camila. Te andaba buscando. ¿Has visto á Jacobo?
JoANA. No, señora ; pero sé que esta mañana ha ve-
nido varias veces; ba hablado largo rato con
el señor Duque , y debe de volver muy
pronto. ¿Qué tiene usted, señorita? Me pa-
rece...
Camila. ¡Ay, Juana!
Juana. ¿Está usted llorando?
Camila. En vano pretendería ocultar mi inquietud.
Tiemblo que se desvanezcan mis esperanzas
en el momento mismo en que voy á unirme
con quien mas amo. Presentimientos sinies-
tros... un secreto terror...
Juana. ¿Pero por qué alarmarse asi? ¿No está usted
segura de que su futuro esposo la quiere?
El señor Duque, tío de usted, consiente en
que se haga el matrimonio. Yo no hallo ra-
zón para entristecerse.
Camila. Escucha y juzga si mi terror es justo. Ayer
tarde cuando se retiró Jacobo, estaba yo en
mi aposento; y sola, sentada á la ventana,
me abandonaba á los encantos de una dulce
ilusión. No veia mas que á mi amante; mi
memoria fiel me representaba los primeros
momentos de un amor por tanto tiempo
combatido, y los obstáculos de que habia
triunfado nuestra constancia. Mi espíritu
consideraba la felicidad que un benéfico por-
venir parecia ofrecernos. Percibo de repente
bajo mis pies un ruido lijero que se me figu-
ró venia del bosquecillo : siento claramente
las pisadas de muchas personas que cami-
naban con precaución, procurando sin duda
no ser sentidas: crece mi pavor con la oscu-
ridad ; y ya iba á llamar cuando hirió mis
oidos mi propio nombre pronunciado y re-
— iO —
petido en voz baja por los misteriosos per-
sonages del bosqueciilo. Escucho atentamen-
te, pero no puedo comprender por de pronto
mas que frases interrumpidas, que escitaban
mas y mas mi curiosidad. Por último: llegué á
entender estas palabras , pronunciadas con
un acento terrible. «Jacobo , nada de hime-
«neo con Camila; lo hemos jurado. — Yo sos-
atendré mi juramento á costa de mi sangre.
«—Y nosotros también. Nada de himeneo.»
(Esto lo ha dicho imitando dos voces).
Juana. ¡Dios mió!
Camila. ün grito que no pude sofocar, me descubrió
y huyeron. Escuché de nuevo, llamé, supli-
qué á aquellos impios que me esplicasen los
motivos de su funesta resolución , la causa
de su terrible juramento ; y no obtuve res-
puesta.
JuAifA. ¿Pero eslá usted bien segura? La imagina-
ción escesivamente acalorada, puede haber
sido causa de una visión como la que aca-
ba usted de pintarme.
Camila. Quisiera persuadirme también á que este
suceso fuese absolutamente imaginario; pero
aquella terrible voz... aquellas palabras...
¡ Yo las oigo aun!
Juana. Cálmese usted , señorita ; esas amenazas no
deben de incomodarnos, ni tendrán efecto
aun cuando lo que usted me cuenta hubiese
pasado asi. Y en todo caso el valor de
Jacobo...
Camila. Su presencia es la que puede únicamente
restituir á mi corazón la tranquilidad que
ha perdido. Yo confío en su lealtad , y mis
temores desaparecerán cuando me halle á su
lado. Alguien viene.
Juana. £1 señor Duque.
Camila* Silencio.
— 41 —
ESCENA III.
Dichos, El Duque. Ofigulss.
DuQus. Si, señores ; las noticias que acabo de recibir,
y las disposiciones que hemos tomado, me
aseguran de que muy en breve habremos
librado nuestro territorio del azote funesto
de los invisibles , y de su malvado gefe Ger-
mán. Dentro de una hora, reunidos en mi
aposento, examinaremos los medios que nue-
vamente se proponen para lograrlo con mas
prontitud. {Yánse los oficiales y Juanay
ESCENA IV.
El Duque. Cavila.
Duque. Querida sobrina , estaba impaciente por co-
municarte la llegada del Marques.
Camila. ¡El Marques!
Duque. Aun no está en la ciudad; mas un criado
suyo 9 que le precede, acaba de anunciarme
su regreso. Se apeará en Palacio.,. Qué sig-
nifica esa turbación?
Cavila. ¡ Querido tio!
Duque. ¿Temes acaso sus reconvenciones?
Cavila. ¡ Sus reconvenciones ! No señor : jamás le he
lisonjeado con la mas pequeña esperanza.
Antes de conocer á JacoDo había ya renun-
ciado á la mano del Marques, y no puede
nunca acusarme de haber sido infiel ni fal-
sa. Temo, sin embargo, que su presencia y
sus observaciones , podrán aumentar la re-
pugnancia que manifiesta usted hacia Ja-
coSo, y...
— 42 —
DuQOB. Tranquilízate, Camila. £1 Marques tiene un
carácter muy noble, y yo te amo mucho. Hé
deseado ciertamente con el mayor empeño
que te interesases por él; pero nunca tuve
intención de contrariar tus inclinaciones. Te
decidiste por Jacobo; me pareció peligrosa
esta elección, y creí deber oponerme, en ra-
zón del misterio que rodeaba al parecer á ese
joven, y del silencio, misterioso también, que
afectaba sobre su nacimiento , educación,
primeras ocupaciones y demás. Bien conoce-
rás que todo esto debia escitar mis sospe-
chas; pero me equivoqué, y tengo un placer
en confesarlo sin rodeos. Hoy mismo he re-
cibido las últimas pruebas que habia me-
nester para desengañarme. Obran en mi
poder todos los documentos necesarios para
justificar que Jacobo pertenece á una de las
mejores casas del mediodia de la Europa»
de quien es único heredero. Su inmensa
fortuna le ha proporcionado medios de via-.
jar por todas partes; y solo el amor que te
profesa le ha podido obligar á fijar su resi-
dencia aqui para siempre. -
Gamilí.. No me habia usted instruido de tales por-
menores.
DuQüB. Pero he dado mi consentimiento para vues-
tro matrimonio, creyendo que era este el
modo mejor de sincerarme contigo» de hacer-
te olvidar mi error, y disculpar una dilación
que la prudencia juzgaba indispensable.
Camila. Querido tio, ¡cuan grande es el beneficio que
usted me hace! Usted aprueba mi elección;
usted la confirma ; he aqui lo que vo desea-
ba oir de usted mismo, y lo que desvanece
las dudas mortíferas en que naufragaba mi
oprimido corazón.
— 43 —
ESCENA y.
r
Dichos. Un ofigul.
Oficial. El Señor Marques.
Camila. ¡El Marques!
DoQUB. Que pase adelanto. Vamos, anímate un
poco.
Civni. Permítame usted que me retire, querido
tío. Tiene usted que hablarle de asuntos im-
portantes. Pronto volveré á saludar al se-
fior Marques, y á exponerme á todo su
enojo. ( Vase).
ESCENA VI.
El Duqui. El Maequbs.
Maeqdis.
DUQUB.
Marqüis.
DuQUB.
Maequbs.
DoQUB.
Maequbs.
Disimule usted, señor Duque, si me presen*
to tan repentinamente. No he podido mode-
rar mi impaciencia.
Celebro mucho el regreso de usted. La co-
misión que se le habla encargado era muy
peligrosa.
Gracias al Todo-poderoso me he librado por
esta vez de los invisibles; y el éxito de mi
viaje ha correspondido á mis esperanzas.
iSe há descubierto la guarida de Germán?
Creo que sí.
Expliqúese usted , pues.
Según convinimos, he recorrido en estos
diez meses todo el territorio, y he visto en
general temblar las poblaciones al solo nom-
>re dé los ladrones invisibles. Un pavor sin
ejemplo se ha apoderado de los corazones;
todos se dejan desnudar y robar en medio
de los caminos, sin proferir una sola queja.
— u —
porque creen que el quejarse seria bastante
delito para quedar asesinados en el acto. Debo
de confesarlo. La reputación de Germán es
bastante para justificar los terrores que ins-
§ira su nombre. Dotado de una fuerza pro-
igiosa, con una osadía que nada es capaz
de contener : conservando en su infame pro-
fesión algunas virtudes que son el ornamen-
to de los hombres de bien ; disfrazándose de
mil modos en sus criminales empresas , de
suerte que á veces ni aun de los suyos pue-
de ser conocido, ha subyugado enteramen-
te los espíritus de cuantos le acompañan. Es-
toy distante de dar crédito á las muchas
anécdotas que se cuentan de ese hombre ex-
traordinario; pero me parece que en su
existencia hay algo de misterioso. La ciega
obediencia que le prestan sus secuaces, la
mezcla de heroísmo y ferocidad que se ob-
serva en sus hechos, todo anuncia un hom-
bre no vulgar , y, de quien se deben temer
los mayores arrojos.
Duque. ¿Y logró usted por fin hallar á ese mi-
serable?
Marques. Un dia creí serme fácil apoderarme de él.
Me advirtieron que debía de acampar con
parte de su cuadrilla en un bosque espeso que
podía cortarse sin grande dificultad. Con-
sulté mi celo mas bien aue mis fuerzas , y
decidí atacarle. Mis soldados quedaron en
breve derrotados: una parte de ellos sucum-
bió en el campo de batalla : otros huyeron
en dispersión ; y yo iba á ser víctima de mi
imprudencia. Un joven, á quien el ruido de
la escaramuza debió sin duda llamar en mi
auxilio, me salvó la vida. Estrechado por cin-
co de los ladrones, de los cuales me cargaron
mas particularmente dos, rota mi espada, y
á punto de perecer , se precipita en medio
de los tres aquel joven singular ; deja tendi-
dos á mis pies los dos asesinos, hace huir á
los otros , y desaparece con la velocidad del
rayo. Puede uste<l juzgar cuánto sentiría no
Duque.
Maeques.
D0QUS«
— 16 —
conocer á mi libertador; perose habia subs-
traído á mi gratitud, y todas mis pesquisas
han sido inútiles* Aquella aventura ine hi-
zo roas prudente. Limitándome desde entón->
ees á espiar con las mayores precauciones
todos los movimientos de los bandidos , he
trabajado en descubrir sus diferentes gua-
ridas y enterarme de todas las particulari-
dades que pueden suministrar alguna luz
relativa á sus costumbres, señas de inteli-
gencia, y demás circunstancias. Por fin, des-
pués Me muchas tentativas malogradas, la
casualidad me ha dado á conocer el pr^i-
lecto albergue de Germán. En él oculta sus
tesoros: y lo que mas sorprenderá á usted
es que este albergue, ignorado de todo el
mundo, está casi á las puertas de la ciudad.
I Á las puertas de la ciudad !
Si, señor. Tres leguas de aqui dá principio
la selva llamada de la Virgen: á poco trecho
hay unas ruinas de la antigua hospedería de
los Templarios. Estas ruinas son el asilo de
Germán y de sus compañeros. Asilo formi-
dable, de dificil acceso, por las encadenadas
rocas y profundos precipicios que en todas
direcciones le defienden. En medio de las
ruinas han practicado diferentes concavida-
des: han habilitado algunas antiguas bóve-
das: han abierto varios caminos subterrá-
neos: tienen minada una gran parte de la
circunferencia del edificio, y parece que á
favor de esta infernal caverna , se han ad-
auirido el renombre de invisibles. Yo hé
aescubierto el modo de penetrar en ella. He
dejado en observación algunos soldados pa-
ra vigilar los movimientos de Germán; y si
concertamos con todo sigilo un ataque, me
atre?o á responder que sucumbirán por fin,
y aue en adelante podremos respirar tran-
auilos. Entonces ya no me quedará mas que
oesear, sino que Camila se decida á mirar-
me con menos indiferencia
He ejercido en favor de usted todo mi in-
Maaquis.
— re-
flujo; pero mi sobriaa apasionada de otro,
me ha desairado. El enlace que usted pro-
yectaba, soy franco, mereció desde luego
toda mi aprobación ; el que proyecta mi so-
brina me ha costado alguna repugnancia;
Sero usted conoce que en negocios de que ha
e depender la felicidad ó desgracia de toda,
la vlaa , puede y debe de interponerse el in-
flujo, sin echar nunca mano de la autoridad.
Usted tiene que disimular á mí sobrina. Ella
ama á usted ; reconoce y aprecia las brillan-
tes cualidades que le hacen acreedor á la
estimación universal; le juzga muy digno de
su mano y de su corazón; pero sintiendo
mucho no poder complacerme, se decide
por otro esposo.
Sé que Camila á pesar de mis ardientes vo-
tos, á pesar de los deseos de usted... Sin
embargo, yo veré, yo conoceré á ese afortu-
nado rival. Para consolarme de la pérdida
de vuestra sobrina, es necesario que yo sepa
si el esposo que elige es mas digno de ella.
ESCENA Vn.
Dichos. Un Oficial.
OnciÁt.
Maiqüis.
El señor Jacobo pide permiso para presen-
tarse.
Que entre. (Se retira el oficial). Va usted á
ver' su rival. Cuento con la prudencia y cir-
cunspección que las circunstancias exigen.
No se si podré contenerme.
ESCENA Vm.
Jacobo.
IDichos. Camüay con dos criados ^ se coloca al
lado de su tio. Jacobo nuignlftcamente vestido
ocupa el centro).
Señor Duque, me es permitido en fin 9X-
Máiqovs*
DfJQOK.
Jacobo*
Máiqoes.
Jacobo*
MARQOlf.
Jacobo.
Marqobs.
DCQOR.
Camila*
Mabqoks.
Camila.
Jaoobo*
ÜAIQUBS*
playar libremente la alegría de mi corazón*
Esle día feliz, por cuya aparición he suspi-
rado tanto, va á recompensar con usura las
mortíferas ansiedades en que mi pecho
vacila. Querida Camila, no mas dilación;
que un himeneo venturoso corone el amor
que nos profesamos.
No me enf^año... estas facciones... [Aparte).
¿Será posiolc?
Recuerdo á usted, seftor Marques... {Contenién*
dolé).
Si; no hay duda; es éL [Mirando á Jacobo),
iHabla usted por mí?
El ióven intrépido... ¿No se acuerda usted
de la selva de la Virgen?
¡L^ selva de la Virgen! (Turbado).
Yo estaba acosado por los bandidos, un jo-
ven se interpone cerca del puente largo,.,
cuando yo ibat ya á sucumbir..* mi espada
rota...
En efecto; me acuerdo*
El es! El es mi libertador.
iSu libertador!
¿Conoce usted á Jacobo?
Solo le he visto una vez; pero sus facciones
quedaron grabadas en mi memoria para
siempre. Si. señor Duaoe, aquel desconocido
que me defendió del furor de los ladrones,
que salvó mi vida, que huyó al momento
2ue me vio libre, es el esposo que se destina
la señorita.
{Cielos! ¡Qué felicidad!
Yo suplico á usted*.* lo que hice en aquella
ocasión no merece... siempre que uno ve á
sus semejantes en peligro... (Como violento).
No; esta acción es digna de publicarse, y
merece mi sincero reconocimiento. Usted me
salvó: mi vida es suya. Mi brazo está pronto
á emplearse en obsequio del que con una
generosidad y valor sin ejemplo, arriesgó sa
existencia para proteger la de un descono-
cido con quien solo le unian los vínculos de
la humanidad.
2
Jácobo.
Marques.
Duque.
Jágobo.
— 48 —
Son los mas respetables.
Sepa usted, caballero, que yo soy el rival con
quien ha tenido que competir. Hace un mo-
mento que odiaba el nombre de usted, lo
maldecía, y hubiera querido á costa de toda
mi sangre sacrificarle á mi celoso furor.
Ahora, sin ser ingrato^ no puedo disputar á
usted un corazón que tiene bien merecido,
y si me costase la vida , sabría dominar una
pasión que pudiera ofender ni en lo mínimo
á mi querido bienhechor. Sí: yo amo á Ca-
mila , yo la adoro. Juague usted si es gran-
de el sacrificio que me impongo; el único
capaz de recompensar dignamente un be-
neficio de que me confieso deudor.
Señor Marques, reconozco á usted en esa no-
ble lenguage,y me^ felicito de tener amigos
tan justos y generosos. (Estrechándole la
mano).
Agradecido yo igualmente á la generosidad
del señor Marques, le ofrezco nó desmentir
jamás la primera prueba que le di de mi ca-
riño , cuando no tenia aun la dicha de co-
nocerle. Entretanto, si el s^or Duque se
digna permitirlo, pasarán adelante mis cria-
dos, y tendré el honor de ofrecer á mi ido-
latrada Camila, los primeros homenages del
que tiene ya la ventura de anunciarse como
su esposo , y la esperanza de no ser nunca
indigno de este nombre.
ESCENA IX.
Dichos. Pajes j Lacayos , y después Juana.
JUAHA.
(LospofRS conducen los presentes para Camila^
Jacwo se los ofrece : ella los recibe , y hace
pasar á manos de sus criados. Después sale
Juana).
Señor y los oficiales de la guarnición, infor-
DüQÜB.
— lo-
mados de la llegada del señor Marques, es-
tán esperando á V. E. en su aposento.
Vamos á recibirlos, amigos raios, volvere-
mos al Instante para asistir á la ceremonia
que se prepara. Mi palacio y mis jardines
estarán abiertos para todos los habitantes
de la ciudad. Repartid, en nombre de Ca-
mila , algunos socorros á ios necesitados ; y
que todos, si es posible, participen déla
alegría que reina en nuestros corazones.
(El Marques presenta su mano á Jaccéo, es-
trecha con afecto la de este, saiuda á Camila,
y sigue al Duque, Todo él acompañamiento $e
retira á una señal de Jacobo),
ESCENA X,
Jacobo. Camila. Juana.
Jacobo.
JOANA.
Camila.
Juana.
Camila.
Jacobo.
Camila.
Jacobo.
Camila.
Jacobo.
Hermosa Camila, por piedad... confiésame
que tu impaciencia era igual á la mia ; que
tu amor es tan fervoroso como éi que hierbe
en mi sangre; que si mi felicidad depende
de unirme á ti, la tuya está cifrada en ser
mi esposa.
Dios mió! ¡Qué bordados; qué riqueza! ¿Ola,
una cartita también? Alguna nueva galan-
tería del señor Jacobo [Mirando las galas],
¡Un papel!
¡Y con sobre para mi señorita!
Dámele. [Lo toma).
¡Un papel! Yo ignoro...
Gran Dios! ¿Aun esta terrible amenaza?
aNada de himeneo,r>
Querida mia; cuál puede ser la causa de esa
repentina inquietud aue veo pintada en tu
semblante? ¿Qué puede contener ese papel?
Lee, Jacobo, lee y mira si soy desgraciada.
«Jacobo, Camila, nada de himeneo... (leyendo).
«Guardaos bien de llegar al altar. La muerte
— 20 —
90S aguarda en aquel sitio» — ¿Y quién es el
osado?.. {Ola! Mis criados...
Camila. ¿Qué vas hacer?
Jaoobo. Camila, vuelve en tí. Solo un cobarde pue-
de valerse de esas armas vergonzosas. ¡Ahí
• sea quien fuere, se guardará muy bien de
llevar á cabo tales amenazas, ni aun de pre-
sentarse en momenlo semejante. Demasiado
debe de comprender que nada podría liber-
tarle de mi juslo furor, y que su muerte se*
ría inevitable en el instante en que se diese
á conocer.
Camila. No me abandones , querido Jacobo ; no te
apartes de mi. Tal vez algún cobarde ace-
cha^ tus pasos, y espia una ocasión favorable
para... ¡Oh Dios! No me abandones; yo te lo
ruego por el amor que me profesas.
Jacobo. No, Camila, yo velaré por tí; pero en nombre
del cielo, calma esa inquietud pavorosa. Sí
cálmala. ¿Qué poder humano será bastante
para desunirnos? Tú eres mia por tus jura-
mentos, por lu amor, por aquel amor que
me inspiraste desde el momento en que tus
ojos se encontraron por primera vez con los
mioé. Entonces juré que nadie sino yo seria
el esposo de Camila. ¡Infeliz del que temera-
riamente intentase arrancarte de mis brazos!
(Varias gentes erUran en el jardín j algunos
hombres se adelantan y acechan á Jacobo).
Camila. ¡Silencio! Los jardines empiezan á ser ocu-
pados.
JuAMA. Señorita, se va acercando la hora de la ce-
remonia. Es preciso disponerse. Las criadas
están esperando en el gabinete.
(Jacobo dá la mano á Camila. Jtíana entra
y no vuelve hasta que aquel es detenido por
ííorlac).
— 21 —
ESCENA XL
Moilág*
Jágobo*
Moblác.
Jágovo.
MomLAG«
Jacoio*
Camila.
Jacobo.
MOILAC.
Jagobo*
HOBLAC
Dichos. HoBLAG. Ragotz y muchos bandidos
disfrazados de [aldeanos.
Caballero? (A Jacobo).
En otro momeato. (Sen mirarle).
Estas baenas gentes... (Siguiéndde).
Estoy muy agradecido.
Sois menos altanero {cojiéndole de la mano
y deteniéndole) en las peñas de la Yír^en.
¡Cn las peñas! [Le mira y queda atomía).
¿Qué te detiene, Jacobo, por qué no entras?
riada , querida , nada.
Es preciso que te hable sin (bajó) testigos.
Haz que se retiren esas mujeres. Aquí te
aguardo. (Juana quiere ¡levarse á Camila).
(Miserable! ¡Y te atreves!
JNo hay que amenazar! Si no me oyes, te
Í pierdes. Los medios están en mi mano y tú
o sabes.
{Jacobo vuelve á tomar la mano de Camila.
Esta repara en su inquietud y quiere pene-
trar la causa. Jaccbo ta tranquiliza^ y se eng-
iran mirando á Morlao que permanece con
los suyos).
ESCENA Xn.
MOBLAG. RaGOTZ. BaHDIDOS.
Raootz. ¿y bien?
HoBLAa (Cuidado! Tu proyecto es demasiado atre-
vido.
VoBLAC. Esos son los que suelen lograrse. No os se-
paréis de estas inmediaciones, y no dejéis
que nadie se acerque durante nuestra con-
versación. Pronto me reuniré con vosotros.
Eaooti. ¿Dónde nos encontraremos?
MORLAC.
Ragotz.
MOBLAC.
Ragotz.
M0RL4G.
— 22 —
Ed la puerta chica del parque. Siento pasos.
El es... Bien decía yo que no tardaría en
venir, retírate. Dejadnos solos.
¿Tienes armas?
¿Armas? Con él me serían inútiles. Voy
viendo que no le conoces todavía.
¿Y cómo le obligarás?
Ese es cargo mió. No pondría yo sobre él
mi mano por cuanto nay en el mundo:
Aquí viene: retírate.
{Ragotz y los bandidos se alejan por el foro.
De tiempo en tiempo se los ve cru^sar de un
lado á otro).
ESCENA XIII.
Jagobo.
MOBLAG.
Jacobo.
MORLAG.
Jagobo.
MORLAG.
Jagobo.
MORLAC.
Jagobo.
MoRLAG.
Jagobo.
MORLAG.
Jagobo.
Morlag«
Jagobo.
[Jacobo muy turbado mira á todas partes y
viendo que Morlac está solo, le hace una seña
para aue se acerque. Le toma la mano y se la
eslreciía).
• , . . • •
¿Qué vienes á hacer aqui? ^
Vengo á buscarte.
¿A buscarme?
Y á arrancarte de los brazos seductores de
una mujer. A romper unos vínculos que
nos perderían , y á tí con nosotros.
¡Quedo!
Tengo que responderte en el mismo tono
en que me hables.
¡Serias tú acaso el que ha escrito este billete?
(Se ló enseña).
Si , yo he sido.
Y no has temido mi cólera?
Mira, déjale de floreos retóricos y sigúeme al
momento.
¿Yo seguirte?
Es preciso.
Jamás.
Tus compañeros te necesitan.
¡Mis compañeros! Ya no lo sois míos. Nada
hay de común entre vosotros y yo.
MOftLAG.
J ACOSO.
MOILAC.
Jagobo.
MoiLAC.
Jagobo.
llOlLAG.
Jagobo.
MoiLAC.
Jagobo.
MOBLAC.
— 23 —
(Y por qué? Porque acertaste un día á ma-
tar á un personage: porque te apoderaste
de sus títulos y documentos de familia: por-
Sue á favor de nuestro silencio y disimulo
as puesto en juego aquellos resortes y has
engañado al Gobernador... por esto ite crees
ya superior á nosotros? Los lazos del crimen
le unen á los criminales: no es en este pa-
lacio ni bajo los techos dorados de cual-
quiera otro donde debes de concluir la car-
rera en que tanto te has distinguido. Una onza
de plomo ardiendo, una puñalada, ó un su-
plicio...
Si prosigues [Amenazándole],
¿Qué harás? Infeliz! Tú has olvidado las
obligaciones que nos debes: tú te has que-
rido asociar á la familia que tiene jurado
nuestro esterminío; tú puedes entregarme
ahora mismo á la muerte. Habla... y subi-
remos juntos al cadalso.
{Bárbaro!
Recuerdo que siempre nos has querido des-
lumhrar con palabras misteriosas sobre tu
nacimiento, sobre las desgracias que te ha-
bian obligado á buscar un asilo en los mon-
tes y asociarte á nosotros. Te dimos el man-
do superior porque eres valiente. Te respe-
tamos como á tal, pero en resumen ¿eres mas
Sie un?.,
ilencio!
tranquilízate, hombre; (friamente) jamás se
debe uno de avergonzar del ofício que tiene.
Y, ademas, somos muchos los que ejercemos
este. No hay otra diferencia, sino que algu-
nos lo ejercen sin peligro y bien vistos; y
otro%, menos venturosos, tenemos que ejer-
cerlo en los caminos públicos, esponiendo
nuestra cabeza doce veces al dia y aborre-
cidos de todo el mundo.
Retírate.
Tu matrimonio no se verificará.
¿Quién ha de impedirlo?
Yo.
Jagobo.
Horlác.
Jagobo.
MORLAG.
JOGOBO.
MORLAG.
Jagobo.
MORLAG.
Jagobo.
MoRLAG.
Jagobo.
MOBLAG,
Jagobo.
MORLAG.
Jagobo.
HORLAG.
— 24 —
Nada me hará renunciar á la mano de Ca-
mila. Recibió mis juramentos.
Antes habias prometido á tus compañeros
una eterna fidelidad. Huye de este recinto
funesto. Créeme.
Nunca.
Teme nuestra venganza.
No me amedrentas.
Sé que eres insensible á la muerte, pero las
circunstancias te la harán horrorosa.
|Por última vez te intimo silenciol
(Echando mano á la espada).
Aunque me mataras, no te salvarías. Mil bo-
cas pronunciarian tu sentencia dos minutos
después.
¡Monstruos! ¿No estáis satisfechos?
Os lo he sacrificado todo, hasta mi honor,
para...
¿Honor tú? ¿Es compatible el honor con tu
oficio? ¿Si la sangre que circula por tus ve-
nas fuese noble, lo ejercerías? Modera tu pre-
sunción y no te hagas ridículo.
¿Qué exiges de mí? ¿Mis riquezas?
No.
Yo os abandpno cuanto me perlehece. Dejad-
me ser feliz al lado de mi esposa.
Esa esposa no existe para tí. Está decretado.
Dentro de una hora te aguardamos en las
peñas de la Virgen.
¡No! ¡Antes la muerte!
Irás, sí, iras... yo telo digo. Aquí era d<^d<^
querías vendernos: aqui se debía celebrar
tu matrimonio: La hora se aproxima; todo
lo sabemos. Estaremos aquí... reflexiona y
tiembla... Si hablamos... Viene gente , adiós.
{Se presenta el Marques, Marlac se cvbre el
rostro y se va. El Marques le examina, como
si le sorprendiese su vista. Jorobo está abis-
mado en la mayor consternación].
— 25 —
ESCENA XIV,
Jácobo. El Marques.
Jagobo.
MARQCE3,
Jagobo.
Marques.
Jagobo.
Marques.
Jagobo.
Marques
Jagobo.
Marques.
{El Marques! {Aparté).
Las faccioaes de este hombre no me son des-
conocidas. Hablaba con usted, señor Jacobo?
Sí: es un desgraciado que imploraba mi pro-
tección.
Sé que hace usted el mejor uso de sus ri-*
quezas...
jSeñorf
Y deseará que este dia quede señalado en la
memoria de los menesterosos, con algún be-
neficio particular. El señor Duque me acaba
de informar en compendio de cuantos por-
menores eran necesarios para fijar de un
modo indeleble la ventajosa idea que yo te-
nia formada de usted. Sé que se halla en
estos dominios por resultas fatales de un
duelo que le hizo abandonar su pais ; y sé
también que ha guardado largo tiempo el
incógnito uias rigoroso; pero no se me ocul-
ta ya su nombre y me doy el parabién de
que Camila logre un esposo no menos digno
de ella por, sus accionéis que por su naci-
miento. El señor Duque, apreciándole á us-
ted como merece, para darle la última
prueba de confianza, le confiere el mando
de la espedicion que va á salir contra los in-
visibles.
¡Contra los invisibles!
Todos los oficiales han aprobado la delibe-
ración del señor Duque, y se creen ya vic-
toriosos llevando á su cabeza un hombre
tan digno de ser su gefe.
¿Yo?
Sí , amigo mió. La nueva patria que usted
adopta en su desgracia exige sacrificios; pe-
ro sacrificios muy dulces para corazones ge-
Jagobo.
M4RQUES.
Jagobo.
Mabqubs.
Jagobo.
— ge-
nerosos. Yo seré uno de los aue combatirán
á las órdenes de mi libertaaor ; y me juz-
garé muy feliz si al pagar una deuda sa-
grada puedo conservar vida tan preciosa.
¡A qué suplicios estoy destinado! (Aparte).
Conozco bien cuan natural es la agitación
en que usted se halla; pronto desaparecerá.
Todos están ya reunidos. Los senadores van
á honrar con su presencia la ceremonia.
¡Yo espoudré á Camila!... No huyamos.
{Yémhse).
Ya vienen. [Deleniéndole).
{Cielos!
ESCENA XV.
[Cortefi numeroso ocupa d teatro^ Hay per-
sonas de todas gerarquías. Los trages lo de-
notan. El Duque trae de la mano á Cami-
la. Le preceden algunos soldados de su
guardia que forman al foro. El pueblo en di-
ferentes pelotones. Camila estará vestida de
boda. Morlac y los bandidos interpolados con el
pueblo. Pages y lacayos de Jacobo).
DuQui. El Conde Jacobo de Lyden recibe hoy de la
mano de un segundo padre la esposa elejida.
Yo confío á su honor la suerte de mi que-
rida sobrina. Derramen los cielos sus bendi-
ciones sobre vosotros; y que los votos fervo-
rosos que les dirijo por vuestra felicidad,
tengan el mas satisfactorio cumplimiento.
El santuario de un Dios de paz os abre sus
puertas. Su ministro os aguarda: venida
S remeteros la eterna felicidad que debe
e hacer las delicias de vuestra vida y el
consuelo de mi afortunada vejez.
(El acompañamiento abre paso á los novios
hacia el parage donde se supone la capiÜa de
ÍnUacio, Actitud de marcha).
uro amar á mi querido esposo hasta la
muerte...
Jagobo.
MORLAC.
Jacobo.
Camila.
Duque.
Jacobo.
Jagobo.
Duque.
Jacobo.
Camila.
Jacobo.
Camila.
— 27 —
(Jacobo después de mirar con inquktui á to-^
das parteSj receloso de descubrir á Morhc, no
viéndole empieza á decir con la mayor solem-
nidad levantando la mano)»
Juro también... (Repara en Morlac que se co-
loca en frente y se adelanta con firmeza y
desenvoltura).
£1 señor Conde...
¡Dios mío! ¡Toda 'mi sangre se hiela!
1 Jacobo! (Sobresaltada).
¿Qué puede detenernos?
¡Malvados! ¡Ellos quieren!... No: temblad. Yo
desprecio sus amenazas... Aunque hubiera
de i)erecer... ven Camila, ven; al pie de los
altares recibirás mi juramento, apesar...
(Toma la mano de Camila queriendo llevarla
consol go. Todos los bandidos que están disemi-
nados en la escena^ lo mismo que los demás que
aparecerán en todos los actos, llevan en su
vestuario algunas prendas uniformes, una de
ellas, á elección de quien dirija, mas repara-
ble que las otras. Esta prenda puede ser una
faja etc. Morlac que se ha adelantado un po-
co hacia Jacobo, le señala aquella parte de
su vestido que distingue á los ladrones pa-
ra reconocerse entre si. Los demás bandidos
ejecutan lo mismo que Morlac, de manera que
Jacobo se encuentra con los bandidos en to-
das direcciones. Se adelanta con Camila por
dos ó tres parajes y retrocede viéndose cer-
cado de los facinerosos. Por último, la recha-
za y se adelanta al proscenio. Todos le siguen.
Cuadro de sorpresa).
¡Está hecho! ¡Oh!
¡Qué dolirio!
¡Dejadme, dejadme!
¡Esposo mió!
¿Yo tu esposo? No : yo no soy tu esposo. Vos-
olros lo sabéis que no soy su esposo (Vol-^
viéndose al pueblo). Un poder horrible , un
poder que detesto me fuerza á abandonarte...
a huir de ti para siempre.
¡Dios mió!
— 88 —
DuQUi. ¡Miaerablel
(Bl Duque tira de la espada y m á arrojar-
se solare Jacobo. El Marques se interpone.
Muchos personages siguen la idea dd mar-
ques. Ckimila se desmaya en brazos de algu-
nas damas del acompañamiento. Jacobo toma la
derecha dd teatro^ vuelta la es falda al cuadro
general, y en actilud de desesperación. El ver-
dadero pueblo atiende al accidente de Camila.
Los soldados de la guardia del Gobernador se
unen al grupo de este, á una señal que para
dio les hace. Morlac y los suyos desusándose
sin pérdida de momento hada el lado donde está
Jac€bo^ le rodean. El los mira, se horroriza
y €d fin sale de la escena con precipitación.
Morlac hace señas para que algunos ladro-
nes vayan siguiendo á Jacobo, y otros se que--
den en la escena , indicándoles con miradas
de inteligencia que no conviene abandonar re-*
pentinamerUe el puesto^ y todos se unen al cua-
dro general de sorpresa y dolor).
rm DiL ACTO PftlMBKO.
ACTO SEGUNDO.
£í Teatro representa el interior de una hospedería
de Templarios arruinada por varias partes. Dos
galerías á izquierda y derecha , que puede supo^
nerse haber sido claustros , conducen d varias ha^
bitaciones que los ladrones han habilitado para su
uso. Al frente una arcada gótica: su altura es
dos tercios de la del Teatro hasta las bambalinas.
Esta arcada está sostenida por tres columnas del
mismo orden ; una de ellas es hueca. Hay un sillar
que se mueve hacia fuera por medio de un resorte.
Poco detras de la piedra que se mueve hay una
reja cerrada que conduce á un depósito de armas
y á una pequeña escalera practicada en las peñas.
Sobre los arcos, y siempre al frente, ventanas me-
dio arruinadas. Al través de estas mismas ventar-
ñas se ven las rocas de la Virgen. A la izquierda
— 30 —
en tegundo bastidor la boca de una pequeña bóveda
que úrve de almacén de pólvora. En sitio conve-
niente ^ otra entrada con puerta y grueso cerrojo,
practicables éste y aquella porlapartede afuera.
ESCENA I.
GOCCFATK solo.
{Se ocupa en poner ulgunoi talegos de dinero
en un boquerón abierto en el suelo. Según los
mete allí^ va haciendo apuntación en un libro
de caja),
GocüF. Dos mil y quinientos escudos: mas, mil dos-
cientos cincuenta que han entrado esta ma-
ñana : mas » diez mil setecientos de anoche.
Es decir, que componen en todo la cantidad
de catorce mil y quinientos para la entra-
da de hoy. fiueno : catorce mil y quinientos,
sí... eso es. Hasta para hacer daño se nece-
sita plan j orden. ¡ Ah I ¡ Fortuna capricho-
sa I Combinaciones singulares me han obli-
gado á alistarme en este invisible regi-
miento; pero el señor Cucufate, siempre
honrado y pundonoroso, ha sabido hacer
respetar su carácter y guardar la posición
ventajosa que debe de tener un ladrón por
principios, respecto de los que no los cono-
cen. A mayor aoundamiento: nunca he que-
rido entrar en servicio activo, y he sabido
ceñirme ásolo la parte administrativa, que
no siendo la mas arriesgada es siempre la
mas sustanciosa. Todo esCo, traducido á un
lenguaje inteligible, significa que yo no soy
un picaro redomado, puesto que me he co-
locado desde luego en la categoría de cajero,
proveedor, factor, ele. Con que, vamos á
ver... Catorce talegas de á mil para el fondo
~3< —
coman... y la medía talega del pico la esca-
motaremos á beneficio de la caja, que es me-
nor de edad. ( Lleva esta úUima cantidad á
otro agujero que habrá en otro sitio). Este es el
rinconcito reservado para mí.¿Eh? ¿Quién an-
da ahí? ¡Estos malditos compañeros miosl ¿Ehf
Mire usted qué gracia! Estarle á uno escu-
chando cuando se le antoja hacer un solilo-
quio! (Pausa). Pues no hay nadie. ¡Maldito
miedo! Ni aun entre ladrones puede estar
seguro otro. ladrón. Cerremos, por si van
mal dadas. Siempre es bueno, (cierra) des-
confiar de estos bribones. Tanto se les daria
robarme á mí, como si robasen á un hom-
bre de bien.
ESCENA II.
CUGÜTÁTB. RáGOTZ.
Ragotz
CUCUF.
Rágotz.
GOCDF.
Ragotz.
GocOf^
Ragotz.
CUCOF.
¡Ah!.¿Eres tú, Cucufate?^
Si, señor, yo soy. Estaba haciendo un ar-
queo en nuestra tesorería.
La entradita de anoche no habrá venido
mal.
Perfectamente. ¿Fuiste tú el que tomó el
empréstito forzoso de donde ha provenido?
Apropósito ; antes que se me olvide. De unos
días á esta parte, me mortifican mucho los
remordimientos.
¡Bribón!
Naturalmente pienso yo con un poco de es-
crupulosidad, y...
Estaba por darte un trabucazo..
Ya me ha dado usted dos, señor temerón,
con no dejarme hablar. Digo que tengo mis
escrúpulos de que ese almacén de pólvora,
que por una diabólica inspiración han co-
locado á un lado de la caja, nos ha de dar
un mal dia, haciéndome volar con libros y
— 32 —
dinero. Y no me causaría sorpresa , si esto
sucediese no estando yo , que faltasen algu-
ñas taleguillas , por que... con ingenuidad...
somos pfiuy malos y á rio revuelto... ¿me en-
tiendes?
Ragotz, iCabiloso!
GocoF. En fin , yo por mi parte tengo mis cuentas
arregladas. Con que... felices tardes.
Ragotz. ¿a dónde bueno? Cabalmente vamos á ce-
lebrar el consejo que Morlac tiene convo-
cado.
GcGOF. Asi será ; pero yo tengo que atender á cierto
negocio puramente personal. Se trata de
mis propios intereses. Voy á hacer una co-
branza.
Ragotz. ¿Una cobranza? No entiendo.
CuGCF. Cuando á uno le deben, hay que ir á cobrar,
si el deudor no es tan comedido que venga
á traer el dinero á casa. Tú sabes muy bien
que independientemente de mi empleo de
cajero en esta .respetafile co^ipañía , soy co-
nocido en la ciudad por un capitalista hon-
rado, que socorre , á moderado interés, las
urgencias del prógimo. Esta mañana, es-
tando dentro de la población , se me ha
presentado un pobre demonio solicitando
quinientos florines á cuarenta por cieato.
Esto es bastante razonable; y desde luego en
cuanto al interés nada hay que decir.
Ragotz. ¿Y bien?
GoGUF. Me hacia una escritura pública ó privada,
según me conviniese; pero yo queria cier-
tas garantías. En tal estado se le ocurrió
presentarme la mas satisfactoria. Díjoüne que
fe urgia el préstamo, porque esta misma
tarde tenian que llevar el dinero á esa casa
de campo qne está media legua de aqui. Al
momento que me impuse de que mis florines
debían de visitar aunque de paso nuestra
jurisdicción, me resolví á presentárselos. Ya
ves tú cuan fácil es cobrar; pues eso es lo
que voy á hacer ahora.
Ragotz. Entiendo.
COCUF.
Rágotz.
Cocur.
Ragotz.
COCDF»
KAfion.
CUCUF.
Rágotz.
GOCOF.
Ragot.
GOCUF.
Rágotz.
COGOF.
Ragotz.
Gtouf.
— 33 —
No quiero perder la ocasión. Situaré mi
campo detrás do las rocas de la Virgen , y...
No te aconsejo que vayas allá, y mucho
menos solo.
¡Pues qué?.. Pero ya conozco lo que quieres
decirme. Deseas tener un interesillo en mis
fondos, ¿eh?
Yo no trato de que me cuelguen por esa
miseria. Escúchame: las tropas disponibles
que habia en la ciudad nos tienen cercados.
¡Y preste usted dinero sin contar con estas
vicisitadesl Por vida de San Gucufate, que
si vuelvo á dejarme engañar... ¿quién te ha
dado esa noticia?
Morlac mismo que está ya preparando todos
los medios de defensa. Felizmente ha caido
en nuestro poder la mejor prenda de nues-
tra salvación.
¡Qué prenda? ¿Esa muchacha que habéis
traido á4a madriguera?
Es la sobrina del Duque , Gobernador de
la ciudad.
¡Gómol ¿La sobrina del Gobernador?
La misma. Yo ignoro cuál habrá sido el de-
signio de Morlac en robarla. Tal tqz puede
que previese la tempestad que nos amena-
zaba; lo cierto es que Morlac asegura que
solo este atrevido golpe nos puede volver
nuestro antiguo capitán.
¿Quién?
Germán.
¡El terrible Germán! Ese ladrón...
¿Gomo?
Ese prototipo de los que se encuentran lo
que nadie ha perdido: ese valiente de quien
os oigo hablar con tanto respeto y venera-
ción... Todos están de acuerdo en que es gran
sugeto, de arrojo sin ejemplar, de intrepidez
incomparable. Siento no haberle conocido»
Guanoo me alisté fallaba él ya de la com-
pañía. Yo no soy muy valiente, y, la ver-
dad , necesito unas caantas leccioncillas para
desarrollarme, y que los maestros del oficio
3
IIágotz.
GUGUF.
RáG0T7.
Cuccp.
Ragotz.
Gdgup,
— Si-
me saquen de aprendiz. A otra cosa. Quie-
res ser de mi espedicion? Si, ó no.
No.
Mira, tomando el subterráneo pequeño, no
leñemos que andar cien pasos. Te doy la
cuarta parte de mi cobranza.
No.
Vamos... Te doy la tercera : me parece que
si no eres absolutamente un judio...
No. La mitad ó nada.
¡Qué demonio! Ya se ve... un terco semejan-
te... Encontraremos {aparte) otro compañero
menos valiente pero mas barato... otro...
como yo, que es lo que necesito. — Una vez
{á él) que no te conformas, voy antes que
sea mas tarde á ver si puedo librar del
ataque los quinientos florines.
ESCENA III.
MoKLAG. Ragotz. Baubidos.
MoRLAG.' Amigos, el día de hoy va á decidir de nues-
tra suerte. Todas las fuerzas del enemigo nos.
bloquean. El Marques de Yivaldi viene á la
cabeza de las tropas. Ya nos ha perseguido
mas de una vez. ¡Ay de él, si cae entre mis
manos!
Ragotz. No: yo soy el que debe de sacrificarle.
MoRLAG. Tranquilízate. Le tengo reservado para mí;
mas la primera consideración que ahora de-
be de ocuparnos es la del riesgo que tan de
cerca nos amenaza. Tenemos que abandonar
esta provincia, ó triunfar de nuestros ene-
migos ; y ninguno de los dos estremos me
parece fácil sin la presencia de Germán.
Todos. ¡Germán!
MonLAC. Yo prometí volvéroslo. En efecto le he bus-
cado, le he hallado, le he suplicado... pero
en vano. Se ha hecho sorda á mis ruegos,
Ragotz.
Moblác.
— 35 —
ha despreciado mis amenazas. ¡Se iba ñ ca^»
sari Este odioso enlace, uniéndole á nuestros
enemigos, nos le robaba para siempre. Ra-
gotz y algunos otros valientes me acompa*"
ñaban: le sorprendimos en el acto decisivo:
estorbamos que se casase, y lo sacamos del
f>alacio del Duque. Los compañeros que sa*
ieron tras él no pudieron reducirle á que
los siguiese por entonces; sin embargo, ase^
guró que en breve comparecería en estos
lugares. Yo aprovechando la oscuridad de la
noche, me determiné á dar un golpe impor*
tan te. La sobrina del Gobernador osla joven
á quien adora Germán. Este habia abando-
nado el campo. El apoderarnos de aquella
nos podia dar mucno ascendiente sobre
nuestro ingrato caudillo y asegurarnos de
toda traición, si llegaba á su noticia que Ca-
mila estaba en nuestro poder. La roñamos,
pues, V hemos procurado que él lo sepa sin
pérdida de momento. Tiemble ahora si in-
tenta sacrificarnos con una cobarde alevosía!
Y bien , Morlac ¿dónde se halla la prisio-
nera?
A lo ultimo de esa galería que habitaba Ger-
mán. Es el sitio mas seguro de todas estas
ruinas. Ignora los motivos de su desgracia;
y el espanto y fatiga han hecho en ella tal
impresión, aue al llegar aqui le ha sobreco-
jido un profundo letargo. {Qué diblo! Tanto
mejor. Al cabo no es uno de bronce, y mien-^
tras permanezca asi, nos libraremos de sus
gemidos y lamentapiones ¡Cuántos peligros
hemos tenido que arrostrar! La toma del jar-
din fué fácil: á las doce déla noche se salta
sin miedo un muro de poca elevación; pero
lo mas difícil era entrar en el pequeño pa-*
bellon donde estaba va recogida. Una sola
ventana no muy alta fue tomada por dos de
nuestros valientes á quienes no abandoné
yo nunca. Una linterna nos daba la necesa-
ria luz, y nuestros tres brillantes puñales
se alzaron á un tiempo sobre Camila y dos
GOGUF.
MORLAG.
-^36 —
criadas que estaban recogidas con ella, y
que fueron víctimas sacrificadas á la garan-
tía del silencio. Camila cayó en un deliquio
mortal: esto habiamos menester. Era impo-
sible saltar con ella el muro para retirarnos;
pero á veces todo se ordena bien sin saber
cómo. Otros dos compañeros , que habiamos
dejado apostados cerca de la casa del guar-
da, por si algún incidente le alarmaba y ha-
cia salir, vinieron á buscarnos y decirnos
que dispertado por su perro, se haoia levan-
tado y pretendido hacer resistencia; pero
que una puñalada bien dirigida nos libraba
ya de este estorbo y nos franqueaba la puer-
ta. Pasamos el resto de la noche en casa de
uno de nuestros cofrades* y por la mañana
salimos de la ciudad al amanecer. Solo me
resta añadir que es forzoso respetarla, por
ser prenda de nuestro gefe, pues no hemos
perdido la esperanza de que este vuelva á
entrar en la senda de su deber.
\Dentro). ¡Socorro! ¡Socorro!
¿Seriamos -sorprendidos?
ESCENA IV.
Dichos. GUCUFATB.
CüCüP.
MOBLAC.
GUGUF.
MORLAC.
GCGOP.
~M0BI.AG.
GuGUF.
¡Socorro, por amor de Dios!
¿Qué es eso?
Estamos perdidos : lo que se llama perdidos.
¿Qué dices?
Se acabó ya la buena fé; ya no hay perso-
nas de quien poderse fiar.
¿Te esplicarás?
Apenaste dejó, mí querido Ragotz, cuando
se me presenta el hombre consabido. Le ha-
go' el corto cumplimiento que tengo de cos-
tumbre, con todas las atenciones del caso.
Luego os diré lo que era [á los demos ban-
didos). Pues señor, mi hombre no se hizo mu-
MOILAC
CoGur.
Cocup.
MORLAG.
COGDP.
Todos.
GUGUF.
MORLAG.
GUGUP.
— 37 —
cbo de rogar; ^ ya nie había restituido los
quinientos florines.
Abrevia.
Pues ya se ve que abreviaré ¡Ahí Se me ol-
vidaba. Yo me entretuve un poco, no por des*
confianza, á mirar si la cuenta se hallaba ca-
bal, cuando un fantasmón del demonio en el
cual fantasmón no habia yo reparado, y que
sin duda estuvo presenciando todos los por-
menores déla cobranza... se acerca, y con une
aspereza muy original me sacude... no se si
un puñetazo ó una patada , porque estaba
yo entonces un poco distraído. Me derribó
en tierra: me arrancó el bolsillo; lo devolvió
al pasagero y le dijo que se marchase. ¡Pica-
ron semejante!
Debías de habernos llamado con tiempo.
¡Dios de los hombres de bien! Yo gritaba
ladrones, ladrones, á no poder mas; ^ro na-
die me ha contestado. ¡Es una infamia! ¡Ver-
se uno robado á dos pasos de su casa!... Si
ésto va así , habremos de mudar de oficio,
porque aumenta terriblemente el número de
los oficíales.
Y en resumen, ¿cómo te escapaste de las ma-
nos de ese desconocido?
Con unas fuertes anginas porque me agar-
rotó la garganta de tal manera que... pero
esto no es nada, comparado con lo que tengo
Íue deciros.
Dos de nuestros espías, á quienes he encon-
trado al volver me han asegurado que nues-
tra madriguera ha sido descubierta.
lEs posible?
Algunos corresponsales de la ciudad, de lo
mejorcito que tenemos en nuestras relacio-
nes, han aicho que estábamos vendidos...
que nos habían delatado en consejo pleno...
que el Gobernador tenia ya en su poder un
plan topográfico, y que... de todo lo cual yo
he venido á sacar en consecuencia, bien sen-
cilla á la verdad , que necesariamente deh^
— 38 —
de haber entre nosotros algunos picaros.
Ragotz. ¡Estamos vendidosl
HoRLAG. Germán... si... sí... Germán es el único que
puede haber revelado nuestros secreto^.
Ragotz. ¿Germán?
MoRLAC. ¡Esa maldita boda! Ese amor fatal que hace
meses le tiene distraído!
Tobos. ¡Venganza!
Cuo^F. ¡Si señor , venganza I Y vénguense ustedes
también por mí de paso , que yo tengo que
arreglar entre tanto nuestros negocios eco-
nómicos y administrativos. [Vase],
MoBLAC. Solo su muerte puede ser digna expiación
para tan cobarde perfidia. Aquel que nos
guió tantas veces por la senda de la victo-
ria... aquel á .quien habíamos dado un po-
der sin límites... aquel, en fin, cuya suerte
y la nuestra debian decidir uha de otra re-
cíprocamente, nos ha hecho traición. ¡Sabrá
en breve si sus compañeros se dejan sor-
prender!... Pero... escuchadme... un suplicio
mil veces mas cruel que la muerte misma
puede anticipadamente vengarnos. La mu-
ger que ha tenido la desgracia de ser objeto
de sus adoraciones se ha salvado ya una
vez del puñal que vibraba sobre su cabeza.
Germán confía en las fuerzas del Goberna-
dor para arrebatarnos un tesoro en que está
cifrada nuestra ventura. ¡Que tiemble el Du-
que y su malvado confidente! Luego que
nos veamos estrechados por el enemigo, ha-
gámosle entender que Camila será nuestra
primera víctima , sí persiste aquel en sus
intentos. Yo os responclo de que en semejan-
te alternativa lograremos al menos el tiem-
po necesario para salvar nuestras personas
y nuestras riquezas. Si esta intimación no
desarma á los contrarios, yo heriré sin pie-
dad aquel pérfido seno donde se albergó tan
fatal pasión, y no se derramará nuestra san-
gre sm que la de nuestros perseguidores lo
naya sido primero.
Todos. Si; ¡muera Camila!
— 39 —
ESCENA V.
Dichos y Jágobo cubierto el rostro. Los bandidos
han dado un paso para dejar la escena. Al mis-
mo tiempo se presenta Jacobo y toma el centro.
Todos quedan inmówks luego que oyen su voz.
Jacobo.
Todos.
MOBLAG.
Jacobo.
Todos.
Jacobo.
MOBLAG.
Jacobo.
MOBLAC.
Jacobo.
¡Deteneos! (Con acento terrible).
¡Cielos! jGermao!
¿Eres tú?
Temblad , si llega á caer sobre vosotros la
indignación de Germán. (Descubriéndose).
Tuyos somos. (A sus pies).
Levantaos. Yo os creía mas valientes.
Nos hablan engañado. ¡Ah €rermanl Tú eres
nuestro amparo y defensa. No nos abando-
nes. Estás entre los tuyos. Recobra la pleni-
tud de tus derechos.
¡Mis derechos! ¡JamasI
Nosotros te lo suplicamos* Tu brazo solo es
el que puede sacarnos del abismo de la des-
gracia. Acuérdate de tus promesas. No seas
ingrato al cariño y respeto con que siempre
te hemos mirado. Sal con nosotros de este pais
que tenemos aterrado y en el cual está jurada
ya nuestra ruina; y vuelve después en buen
hora á gozar tranauilo de una felicidad que
crees hallar lejos de nuestra compañía. Pero
abandonarnos en el momento crítico... entre^
garnos en manos de los que se han armado
contra nosotros! Un amor funesto ha estra-
viado la razón de nuestro capitán. Lo co-
nocemos y lo lloramos; pero este sentimiento
deja siempre lugar á lisonjeras esperanzas.
Cesa de recordarme los odiosos vínculos que
nos unen. Mis primeros pasos se dieron
en la carrera del honor, y todos los demás
en la de los delitos. Yo fui á vuestro lado el
terror de estas comarcas... estaba ya casi,
reconciliado conmigo mismo, merced al amor
HORLAC.
JáGOBO.
MORLAG.
Jacobo.
HORLAG.
Jagobo.
— 40 —
que me inspiró uoa muger adorable... Si por
un instante he vuelto á tomar el nombre de
Germán , ha sido para defenderla, para ar-
rancarla de estos sitios y castigar vuestra
audacia.
Camila te será devuelta. Salva á tus compa-
ñeros; sálvalos y no pondrán mas obstácu-
los á tu amor.
¡Yo habia de comprar mi fortuna con nue-
vos atenladosl Yo merecer á Camila por me-
dio de los crímenes! ¡Jamás!
Compañeros, tended á vuestro capitán la
mano de amigos {con voz de trueno). Germán,
tienes nuestra suerte en las tuyas. Nuestros
aceros son en tu apoyo y defensa ; pero re-
flexiona que no ignoramos cual debe de ser
el castigo de los traidores, y que sabremos
ponerlo por obra. {Todos tienen las manos
tendidas nácia Jacúbo),
Herid, bárbaros; traspasad sin piedad mi
corazón. Libradme de una vida odiosa cuyo
peso no puedo ya soportar, herid... ¿qué os
detiene? Justo es que manos como las vues-
tras derramen una sangre tan criminal co-
mo la mía.
¿Eres insensible? nosotros seremos impFa-
cables. Camila sabrá quien era el esposo
que habia elegido. Le será revelado el fatal
misterio. Conocerá tus delitos. Sabrá que
Germán y Jacobo son uüa misma cosa... y
horrorizada al comprender aue tuviste la
osadia de ofrecerle una mano ñauada en la
sangre del inocente, dejará de existir tan
pronto como le sea hecha esta revelación.
Cuando un resto de aquella pasión infausta
que has sabido inspirarla pudiese conservar
su vida, será sacriticada mas tarde. Yo mis-
mo seré tu acusador, y el que la inmolará
después á la justa venganza de mis valien-
tes compañeros.
¡No, por piedad! Su estimación, aunque usur-
{)ada, es el único bien que me resta. Tente,
yo te lo ruego. El dia en que mis secretos le
MORLAG.
Jacobo.
MomLAC.
Jagoio.
MORLAC.
Jacobo.
MORLAC.
Jacobo.
MORLAG.
Todos.
MORLAG.
Jagoio.
— 44 —
sean revelados será el último de mi existen-
cia desgraciada.
No: eres muy digno de su odio y su despre-
cio: en breve serás despreciado y aborreci-
do. {Dando un paso hacia donde está Camtia)^
iMorlac!
(Te espanta la idea del porvenir que te pre-
pararnos! Jura quedarte con nosotros.
¡Quedarme!
Es preciso.
¡Ah! No puedo.
Seguidme. (A los bandidos).
Esperad... Si... Yo participaré de vuestra
suerte, y.., os' salvaré... ó moriré... á vues-
tro lado... ¡Os lo juro por la vida de mi es-
posa!
Ahora te reconozco ¡Compañeros, viva nues-
tro capitán!
¡Viva!
Permítenos que exijamos como garantia de
tu fidelidad la permanencia de Camila en
este retiro. En tales momentos... ¡Discúlpa-
nos! Somos también muy desgraciados.
Becibisteis mi promesa... estad tranquilos;
sabré cumplirla.
ESCENA VI.
Dichos. CUCUPATB.
COGUF.
Ragotz.
CCCDF.
Ragotz.
GUGOF.
MomiAC.
¿Mi teniente? ¿Mi teniente? (Viendo á Jacobo)*
¡Dios miol ¡Sil El es. A ver muchachos, pren-
ded á ese hombre.
¿A quién?
Al del puñetazo. Prended á ese picaro.
¡Miserable! Es el capitán.
¡El capitán! ¡Ya...! ¡Pues! ¡El señor capiiant
No lo habia distinguido bien. Venia á de-
cires...
Habla al capitán.
— 42 —
CoGur. Permitidme Señor Capitán... nuestras
primeras relaciones han sido poco... digo...
un poco satisfactorias...
MoRLAG. Vamos , despacha, y no gastes ahora circun-
loquios.
CuGUF. Bien está , señor , bien. Este diablo de hom-
bre tiene una facha que no me gusta del
todo. {Aparte).
Jagobo. ¿Eres tú el que estaba poco ha en las rocas
de la Virgen?
GuGGF. Si, señor... alli en... pues... alli... donde he-
mos tenido aquella corta conferencia. No: no
lo digo yo... Cabalmente un maldito moscón
me andaba picando en la megilla, y á no
ser por el abanicazo con que usted me lo es-
panto; á estas horas me hubiera dejado ya
y sin gota de sangre en toda esta región d^
mi humanidad. ;Ah! Usted me ha echado, sin
embargo, á perder una especulación hermosa;
pero t.il vez se volverá á presentar.
Guárdate de intentarla, y acuérdate que al
menor olvido en el cumplimiento de mis
órdenes, te se hará saltar la tapa de los sesos.
¡Muchas gracias! Pero señor , ¿qué es esto?
Sin duda mi capitán cree que soy un picaro
por mi gusto.
¡Calla!
Yo callaré; pero es muy contrario al dere-
cho civil que uno haya de quedarse sin co-
brar el dinero que presta.
Yo he prometido salvaros de las asechanzas
de los nabitantes de este pais, conjurados
para vuestro exterminio; mas os prevengo,
que no debéis aumentar con nuevos robos y
asesinatos el número de vuestros enemigos.
Habéis amontonado mas oro del que podéis
llevaros, ¿qué os falta pues?
GucuF. En cuanto á eso me permitirá el señor ca-
pitán...
Jágobo. ¡Silencio! Al recobrar mi mando quiero
ejercer mi poder sin restricciones. Os he
dado á conocer mi voluntad justa ó injusta;
debéis conformaros con ella sin murmurar
Jagobo.
CUGUF.
Ragotz.
CUGUF.
Jagobo.
MORLAG*
Jacobo.
MOKLAG.
CUGUF.
Rago7z.
COGUP.
Jacobo.
CuGur.
Jagobo.
MORLAG.
CUCÜF.
MORLAG.
Jacoro.
CüCüF.
MORLAG.
CüCÜF.
Jagobo.
MORLAG.
CUG13F.
Jagobo.
MORLAG.
— 43 —
ni hacerme observaciones, y el primero
que tenga la osadía...
Eso es muy justo. Y una vez que (levantando
el puñal) se ha atrevido á replicarte, sí
quieres...
No; es inútil.
Pues cuando quieras... {Soltando á Cucufate).
Asi me gusta. Lo que se difiere no está per-
dido.
¿í sabremos, por último, qué venias á de-
cirnos?
Se cruzan tantos acontecimientos... que...
Prosigue.
Pues, con permiso del señor capitán, diró
que las avanzadas enemigas se han aproxi-
mado á nuestras murallas, y según parece
se trata de un bloqueo. Aseguran que él
Marques de Vivaldi y algunos de sus sol-
dados son dueños de varios de nuestros
atrincheramientos.
;E1 Marques de Vivaldil
Tanto mejor. La retirada le será imposible.
Eso mismo he pensado yo, y confirma esta
opinión el movimiento que se advierte en
sus tropas , las cuales aparentan dar prin-
cipio al ataque por el lado de la torrecilla,
sin duda para libertar á su gefe.
Corramos , pues.
¿Cuántos son?
Precisamente no me he detenido á contar-
los, pero... por encima... á ojo de buen cu-
bero, como suele decirse... por un cálculo
de aproximación., me parece que... como
dos tercios de mosqueteros.
;Cua trocientes hombres!
Y unos cien esbirros armados.
¿Cuántos somos nosotros?
Sesenta hombres.
Cincuenta y nueve para el caso, porque yo
soy corto de vista y no peleo de media tar-
de abajo.
¿Sesenta entre todos?
Ja€OBO.
CUGUF.
Jagobo.
CUGUF.
MORLAG.
jACibBO.
MOBLAG.
Jagobo.
MOBLAG.
Jagobo.
CüGÜF.
Jagobo.
GUGUF.
Jagobo.
CüGÜF.
Jagobo.
CuGUF.
MOBLAG.
Jagobo.
MOBLAG.
Jagobo.
— 44- —
¡Sesenta contra qainientos!
No es muy buen partido, que digamos. Si
se tratase de mugeres, á lo menos... pero
hay mucha diferencia de una muger aunque
fuese una amazona á un mosquetero.
¡Combate desigual! Somos muy pocos, y Dios
ayuda á nuestros enemigos.
Verdad es que no podemos contar nosotros
con ese aliado.
Tú estás á nuestra cabeza. Mientras nos
mande Germán no dudamos de la victoria.
La desesperación nos dará mayores fuerzas.
(Los bnnaidos se reúnen cd foro).
¡Mas sangre todavial ¿Y Camila? jCómo sal-
varla) No puedo comparecer en su presen-
cia sin descubrir mi infamia.
Estamos preparados.
El ataque no empezará hasta (distraído) den-
tro de una hora lo menos. Yo mismo voy á
observar los movimientos del enemigo. Mor-
lac , distribuye las avanzadas y ven á reu-
nirte conmigo en la primera torrecilla.
Basta.
Esta tarde nos pierde ó nos salva. Yo me
hallaré en todas partes. ¡Infeliz del que faite
á su deber!
Por mi parte, señor...
No hayas miedo. Ya te he perdonado, y
quiero probarte la estimación que te profeso
como compañeros.
Por esta vez no soy de los de la batida.
(Aparle).
Morlac, le darás...
Enhorabuena. El dar (alarga la mano) es la
mejor manera de probar á uno cuanto se le
quiere.
Le darás... la avanzada mas peligrosa, para
que se distinga.
¡Malo!
Está entendido.
Otra orden, Morlac, y será la última.
Manda.
Sabes mi modo de pensar. Puedo caer en
— 45--
manos del enemigo... si mi brazo se hallase
desarmado... entonces... antes de que mis
facciones sean reconocidas... entiendes?
MomLAC Entiendo. Yo te libraré {puñcd en mano) del
cadalso, y del oprobio á los ojos de Camila.
Cuenta con mi brazo y con mi corazón...
Nadie sino Morlac te baria este relevante
servicio. ,
CucuF. ¡Vaya un par de amigos! ¡Vaya un servicio
agradable ! Gracias á mi fortuna que no me
tiene bastante relacionado con él para que
me los. baga del mismo género.
Jáoobo. Adios; ¡Te espero!
MonLAC Adios y descuida.
Todos. ¡Viva nuestro capitán! ( Jacóbo se vá ).
ESCENA VIL
MOHLAG. CUGÜPATB. BANDIDOS.
CUCÜP.
MORLAG*.
CuCUF.
Morlac,
GüGUF.
MORLAG.
CUGUF.
MORLAG.
CuGUF.
MORLAG.
CucUF.
«
MOILAC.
Estas ceremonias son un poco monótonas:
Seguidme, compa&eros.
Gomo pueaa escurrir el bulto... La caja me
está dando unos gritos tan fuertes... (Aparte).
¿Cucufate?
¿Mi teniente?
¿Sabes lo que ha dicho el capitán?
No me acuerdo ya de una palabra. Soy na-
turalmente un poco flaco de memoria.
El puesto que te confía...
¡Qué diantre de puesto! Créame usted, se-
ñor teniente. El mundo está perdido por
meterse los unos en las atribuciones de los
otros. Si yo tengo un empleo puramente ci-
vil...
En momentos de crisis es preciso que todos
contribuyan personalmente.
¡Es preciso!... ¡Ya! Si se mezola un yó lo
manshj entonces... ya no teneinos caso.
Esta parte de nuestra habitación es la me-
GUCDP.
MOELAC.
CUGOF.
MomLÁC.
CUGÜF.
MO&LAG.
— 46 —
jor fortificada. Detras de esa columna hay
una salida que solo conoceiDos nosotros. Te
quedarás aquí... Si ei enemigo avanza hasta
este sitio, harás volar el almacén de las mu-
niciones para protejer nuestra retirada.
¿Y volaré yo también , no es esto ?
Si.
Pues le digo á usted que no me da la gana.
¡Silencio!
; Hacerme volar!
¡Silencio, repito! Á las órdenes del capitán
no hay réplica. Sí faltas á la consigna... ya
sabes cual será tu suerte. Vamos, compa-
ñeros.
ESCENA VIII.
CüCÜFATE solo.
COCUF.
¡Bravísimo! ¡Bravo! Tres veces bravo! Si
uno replica le matan, y si no también. ¡Ab!
Según el aspecto oue vé presentando este
negocio , el oficio ae ladrón es un oficio de
satanás. Y después... esa franqueza en man-
dar... ese desahogo para decir... prenda us-
ted fuego al almacén y# vaya usted á pre-
guntar á la luna si está buena!... No parece
sino que esto es una friolera que se hace
asi... jugando. Por otro lado-, el darse uno
Um malos ratos para ser ladrón, bien mira-
do, es un desatino. No le costaría á uno mas
trabajo el ser hombre de bien. Hay momea-
tos, así como suena, que me hallo tentado
de tomar esta última carrera, aunque no sea
masque por especulación. — ¿Eh? ¿Quién
vá? — Hacia aquella parte... ¿Si tendrá el
enemigo inteligencias con la plaza? Cucufa-
te, á tu puesto, que no te faltará ocasión
Í)ara distinguirte y cumplir la consigna. En
a milicia son muv útiles la cautela y la ob-
— 47 —
aerTacion. Vamos lo primerito, á observar
y después... Me esconao y alargo entrambas
orejas.
(Cuácate abre la columna, se oculla y cier-
ra. Camila sale muy agitada).
ESCENA IX.
Cavila sola.
Camila. ¿Dónde estoy, gran Dios? ¿Es un sueño?
¡No! He oído el odioso nombre del malvado
Germán. ¡Germán! ¡Dios mió I Este debe de
ser el monstruo en cuyas cadenas gimo es-
clavizada! ¡Ah! Por piedad, {de rodillas)
dignaos, Señor, poner nn á tantos desastres;
que no sea esta infelice criatura víctima de
la crueldad de los asesinos... ¡Dios poderoso!
Yolvedme el esposo que lloro perdido, y á
su lado despreciaré el peligro y la muerte.
Voz DiRT. ¿Camila? (Se oye la voz a la derecha por en-
tre las grietas del muro).
Cahila. ¿Qué escucho?
Voz. Huye lejos de aquí. Jacobo vela por tu se-
guridad. (Cae á los pies de Cnmita una llave
alada á un pedazo de papel).
Cavila. ¡Jacobo! ¡Oh prodigio! {Ó^jiendo d papel).
¡Jacobo! ¡Cielos! ¿Se hallará también en es*
tos sitios?... ¡Tal vez gemirá como yo en
poder de los facinerosos! Y cuando yo le
acusaba... Veamos* lo que contiene esle pa^
peí. ( Ctícufate se asoma),
Cucw. He aquí una empresa digna de mí. Apode-
rémonos de la correspon<iencia y denuncia-
remos los traidores. Esto será lo mejor...
( Viendo salir al Marques). ^ Aquí hay mu-
. boacadat Observemos {Se oculta).
— 48 —
ESCENA X.
Camila. El Mauqübs, con la espada desnuda.
Camila.
Mauqcbs.
Camila.
Marques.
Camila.
Marques.
Camila.
Marques.
Camila.
Marques.
Camila.
BUrqubs.
El es... ¡Jacobo! ¡Jacobo! {Equivocada).
¿Señorita? [Reconociéndola).
¡Marquésl ¡Oh fortupa!
Hablemos bajo, por Úios , ó somos perdidos.
Dos horas hace recorro estos oscuros lugares.
La ProvideDcia es quien sin duda ha guia-
do mis pasos en tan confuso laberinto. Los
Eocos soldados que me acompañaban sucura-
ieron al arrojo de los bandidos. El resto de
nuestras tropas los ataca en este momento
con el mayor entusiasmo per la parte del
Norte, y á favor de esta repentina carga he
podido deslizarme por sendas ignoradas has-
ta el sitio en que tengo la fortuna de hallar
á mi querida Camila. Si yo pudiese descu-
brir una salida. Si fuese posible que nuestros
valientes penetrasen hasta aqui... cortaría-
mos completamente la retirada al infame
Germán. Pero... recuerdo que á mi llegada
pronunciaba usted el nombre de Jacobo.
¡Infeliz) Está aqui también.
¡Aquí!
No puedo dudarlo. Este papel que me indi-
ca los medios de salir ael albergue de los
criminales..
A ver... -
Jacobo me le ha dirigido.
«Camila , huye. JacobK) está tal vez tocando
»su último instante.» .
¡Gran Dios!
«En el centro del claustro largo... en la ter-
«Lcera columna... hay una reja cuya llave te
«eñvio. Está oculta con un sillar ^ue se mue-
«ve fácilmente. . Detrás de la reja hay una
«escalera... que conduce hasta la pequeña
Camila.
Marques
Camila.
CUGUF.
Marques
Cdguf.
Marques.
CUCUF.
Mabqubs.
CUCUF.
— 49 —
«capilla de la Yírgea.v ¡Qué felicidad! ¡La
capilla de La Virgen! Alli están de observa-
ción algunos mosqueteros. ¡Ah! No se creen
tan inmediatos al enemigo. «Huye de aqui,
«repito. Adiós: no tienes mas que momen-
«tos. Concede una lágrima de compasión al
«desgraciado Jacobo.»
¡Infeliz!
Le salvaremos, sí... yo lo aseguro. El mismo
nos proporciona los medios. Le arrancare-
mos de entre las garras del infame Germán.
Venga usted conmigo. Corramos á reunimos
á los nuestros. Una vez introducidos en estos
Sarages , respondo del completo esterminio
e los malhechores. ¡Ni uno solo escapará de
. nuestro furor!
Sí... Démonos prisa... La tercera columna...
¡Cielos! Dispensadnos vuestro favor en tan
terrible lance. [Reconocen con ryrecaudon la
escena). Esta es la columna... [Empujando el
síUon se encuentran con Cucufate). ¡Dios miol
No hay que tener miedo, madama.
Miserable. Si profieres una palabra , eres
muerto.
Aguarde usted un poquito, caballero, y no
me confunda por el amor de Dios con esos
infames ladrones. Yo soy de los vuestros,
Eienso lo mismo que piensan los hombres de
ien, y si fuera necesario... No tiene usted
mas que hablar , y aqui hay un hombre.
¿Con qué objeto has penetrado en estos lu-
gares?
Soy ermitaño. Ya sabrá usted... no; no crea
usted ver en mi un invisible. ¡Ojalá lo fue-
ra por esta vez! Con todo si la fuerza de las
circunstancias... la violencia de la... con... la
mucha fama que usted tiene por aqui... reu-
nido todo á .. ¿Me quiere usled hacer el fa-
vor de envaynar?
¿Nos has oiao?
Soy sordo. Con todo , hay momentos en
que tiene uno mas espeditas las potencias
corporales y los sentidos del alma... como
4
Marques.
GUGUF.
GUGUF,
Camila.
CüCÜF.
Marques.
CUCÜF.
Camila
CUGUF,
G4MILA.
"CUCUF.
— so-
por ejemplo... ahora. No estaba escuchaodo
por cierto, pero he percibido clarameote al*
gunas de las palabras de usted. Yervi gra-
cia ; esa reflexión luminosa y elocuente. «Ni
uno solo se escapará.9
Vendrás con nosotros.
Por supuesto. Y les instruiré á ustedes de
todos los recursos de los bandidos, de su
plan de defensa, de... Fuera miedo, señora.
¡Qué diablos! Si no hubiesen ustedes dado
conmigo... los ladrones... Pero ahora no hay
nada que recelar.
(El Marques y CamÜQ abren la reja. Cucufate
en tanto escribe en un libro de memoria.
Tomemos nuestras precauciones: no sabe
uno lo que le puede suceder.
[Quitase un justillo encarnado (jue llevará de^
hajQ de la, rapa esterior, lo mismo que todos
los deinas ladrones, Envttelve el libro de me-
morias en él y lo qcuíta todo bajo una piedra).
Despachemos, señores , porque tiemblo que
ese demonio de Germán... Ello... vamos cla-
ros... yo por una combinación fatal estaba
aqui con... con ellos... cuando.., Si ustedes su-
piesen la consigna que me hablan dado! Na^
da menos que pegar fuego á la santa Bár-
bara, luego que se acercase alguien. De mane-
ra que si yo hubiese sido exacto, á estas ho-
ras estábamos ya ios tres en conversación
con ías siete cabrillas.
Ya está abierto.
Vamos pronto.
Un momento. Permítame usted... Quiero exa-
minar un poco estos lugares. Nuestra segu-
ridad... Tú [mirando á Cucufate) no estabas
solo, infame; tal vez nos habrán tendido al-
gún lazo. [Penetra en el subterráneo).
¡Señor! ¡Señor!
Por Dios señor Marques...
¿Señor Marques? ¡Eh! Ya no nos oye... si
yerra el camino, la hemos hecho buena.
Sígale usted... sígale usted, yo se lo suplico.
Pero si...
Camila.
Mauqubs.
Cqcuf.
Marqobi.
GUGUF.
— 54 —
Yo recompensaré bien este servicio).
A ver... baja tú. (Dice esto desde abajo).
Vamos , no hay mas , se bao empeñada en
hacerme rabiar, y... ya voy señor... ya voy.
¿No tiene usted miedo de ouedarse sola?
¿Bajas, miserable? [Desde abajo].
Ahora me ensarta, y me quedo por esas bd-
vedas hecho una momia hasta el dia del jui-
cio. (Entra y cierra).
ESCENA XI.
Camila. Luego Jagobo.
Camila.
Jagobo.
Camila.
Jagobo.
Camila.
Jagobo.
Camila*
Jagobo.
Camila*
Jagobo.
Camua*
Jagobo.
Camila.
Jagobo.
¡Protegedlos, Dios justo!
(Camilal
¿Qué veo? ¿Eres tú?
¡Llegó á su colmo mi desgracia!
No: no es ilusión... mi querido Jacobo... ¿Por
qué misterio?...
{Cómo soportar el p«|So de mis remordi-
mientos!..
¡Eres, como yo, presa de los malvados!
¡Ahí ¡Qué tormento! (il/iar^e).
Al fin he vuelto á verte. Sea cual fuere la
suerte que se nos prepara, no me quejaré
murienao á tu lado.
¡Apenas respiro! No me atrevo á mirarla...
Si llegasen en este momento... ¡Gran Dios!
¡Uga sola palabra!.,. ¡Ese nombre terrible!
¿No me respondes, Jacobo? Estás horrible-
mente agitado. Mis fatales presentimientos
se han cumplido... ya lo ves... ¡Nada de hi-
meneo... ¿Recuerdas?
Huye infeliz. Huye de esta morada de deli-
tos. La atmósfera que respiras está envene-
nada. No pretendas saber lo que yo no te
puedo descubrir. Dame esa llave.
No la tengo. [Temblando).
¿Cómo? (Desesperado).
— 52 —
Camila. Se la he confiado...
Jágobo. Desgraciada ¿qué has hecho?
Camila. Tranquilízate. El Marques no puede tardar
en volver.
Jacobo. ¡El Marques!
Camila. Y nos salvará. Es dueño de esta salida y
del depósito de armas de los bandidos. A tí,
mi querido Jacobo, es á quien va á deber la
Providencia su tranquilidad, con el estermi-
nio del infame Germán y sus compañeros!
Jacoio. ¡Qué escucho! (Abatido).
Camila. ¡Jacobo!
Jacobo. Está decretado : este sitio será mi tumba.
Camila. No; mi adorado Jacobo. El cielo no nos
abandonará. Nuestro amor ha sido fecundo
manantial de desgracias, pero el Dios de
justicia que oye nuestros ruegos incesantes.. .
Jacobo. ¡Qué ibas á pronunciar! Aléjate, aléjate.
¿Ignoras tú que ese lenguaje no puede usar-
se en estas mansiones horrorosas? ¿ Qué se-
ría de tí, si nos oyesen? Aléjate. Me haces
eslremecer. Tus palabras hielan en mis ve-
nas toda mi sangre... Mira... Todavía es
tiempo... Sí: yo puedo evitarte el horrible
espectáculo de mi suplicio.
Camila. ¡Tu suplicio! ¡Yivaldi vá á llegar... no des-
mayes, Jacobo!
Jacobo. Llegará tarde, [con toda la fuerza de la des-
esperacion ) Jacobo ya no existirá cuando lle-
gue. Escucha... Ellos son... sí: ellos son. Esta
es la hora de la venganza de un Dios irrita-
do... la hora de la muerte.
Camila. ¡Ah! Yo estaré á tu lado, esposo mío. Que
un solo golpe divida nuestros cuellos-, y sea-
mos inseparables hasta el momento en que
dejemos de existir.
Jacobo. Sálvate... Tú estás inocente.
Camila. No te abandonaré: [de rodillas, en la mayof
aflicción), quiero vivir y morir contigo. Con-
cédeme esta gracia.
Jacobo. Espera... todavía me parece... Sí... retírate
por esta parte {abre la puerta de la galeria)
á lo último de esa galería... Te doy palabra
— 53 —
de seguirte al momento. Esos malvados se
acercan... si te hallan aquí, nuestro peligro
es mayor. Retírate. Voy á seguirte dentro
de un instante. Es preciso...
{Arrcístra á Camila hacia la puerta, la in-
troduce en la gcderia y cierra de golpe).
ESCENA XII,
Jágobo. Moblág. Rágotz. Bandidos.
MOBLAG T
Morlág.
Jagobo.
Moblag.
Jagobo.
Moblag.
Jagobo.
Moblag.
Jagobo.
Moblag.
^Jagobo.
LOS suTos. ¡ Armas I { Armas I
Germán, el enemigo se ha adelantado y es
dueño ya de los primerosatrincheramientos.
¡Y yo soy quien los vendo! (Aparte).
Sorprendidos muchos de los nuestros, se
han visto precisados á abandonar las armas,
para replegarse hacia aquí con mayor segu-
ridad y en diferentes direcciones. Danos ar-
mas , y ven á reparar este golpe desgracia-
do; llevándote en nuestra compañía, no nos
intimida la ventaja que ha conseguido ya el
contrario sobre nosotros.
(Corren á la cdumna, empujan el sillar y
hallan la reja cerrada).
I Armas 1 No las tengo.
La llave que fb hemos entregado...
No está en mi poder.
I Cómo !
He vendido vuestros secretos. Soy un trai-
dor , un perverso aue merece la muerte. No
pueao pagar mi delito sino con mi vida: aqui
estoy. Libradme del insoportable peso que
me abruma, pareciendo ante vosotros cu-^
bierto de oprooio, después de haber mere*
cido la execración general.
¡Quieres morir! [Ingrato! Morirás, sí.«.
Compañeros!...
¡Dios miol (escuchando á la reja). Nuestros
— 54 —
perseguidores se acercan... los oigo llegar...
retiraos.
M0RLA.G. No lograrás sobrevivir á nuestra derrota. Si
pretendes...
Jágobo. Retiraos digo. Solo yo puedo facilitaros aun
los medios de no ser completamente derro-
tados. Yo espiaré mi crimen venciendo ó
muriendo con vosotros. Por última vez, obe-
deced á vuestro capitán. Pronto... Ya están
aquí.
( úis bandidos se ocultan entre las ruinas á
un lado: y Jacoho cubriéndose el rostro con
una máscara se esconde tras de una columna.
ESCENA XIII.
Dichos. SAtVUTI. CUGUFATE, T EsBIRROS.
SáLVIATI.
GUGUF.
Jácobo.
Gdguf.
Í Lentamente abren la reja : al frente de los es-
irros viene Salviati: delante de todos Cucufor-
te, que es quien los guia. Este ha tomado vor-
rios cabos ad vesttmrio de los esbirros j de suerte
que su traje se diferencia sensiblemente del que
antes sacaba. La parte de vestuario que aeje
ChACufate estará repartida entre dos ó mas es-
birros).
Es por aquí, señor Cucufate? ( En voz baja).
No nay que tener %»iedo. Yo sé muy bien el
camino. Cerrar y que se queden abajo los
soldados hasta que llegue el seoor Marques.
Dejarles la llave. Si hubiese el mas pequeño
peligro, .no les traería yo á ustedes por tal
paraje. Guando haya que tomar alguna pre-
caución, avisaré con tiempo.
I Son los esbirros I
Ustedes no habrán estado nunca en esta ca-
sita. El paraje no es de los mas concurridos,
pero tampoco se paga mucho de al(|uil6r.
Vengan ustedes conmigo y veremos quién ^es
el guapo que se atreve...
Jáoobo.
TOIKHI.
Jagoio.
Saltutl
CüC»)F.
Jacobo.
GUGUF.
SáLTIATI.
GOCUF.
Jágoio.
CücüP.
Saltiati.
GOGIIF*
Jacobo.
GCCVF.
Jacobo.
MOBLAC.
— 55 —
Aquí está Germán, miserables. Rendid las
armas!
1 Germán !
Está solo. No hay que tener pavura, res-
póndale usted. . , .
Rendid las armas, repito. Si tardáis un ins-
tante, pongo fuego á este almacén de pól-
vora y quedáis sepultados aquí.
( Se precipita con las pistolas en la mano há-
cía donde se supone estar el ahnacen).
¿Hay allí un almacén?
Si señor, hay alH un almacén. ^
Por última vez os lo mando. Si no obedecéis
sois perdidos.
Señor Salviati , hay casos en que la obe-
diencia es muy recomendable.
I Y crees tú?... ..
Lo que yo creo es que lo hará como lo di-
ce. Se le ha metido en la cabeza el hacerme
volar, y hasta que lo consiga.., (Aparte).
iDadas 1 ( Adelantándose mas ).
Pío señor, no dudamos nada.
Ahi están las armas. (la* rinden).
El demonio tiene este hombre en el cuer-
po. Ya se vé... ¿Quién habia de adivinar
su plan de defensa?
Entrad ahí. El primero que se mueva que-
dará tendido á mis pies.
Aconsejo á usted que dé buen ejemplo á
estos caballeros. Dentro hay algunas armas
blancas desechadas por inútiles; pero todo
aprovecha en un apuro. Sirva de gobierno.
( Entran todos los esbirros en un aposento de
la derecha. Morlae y los suyos comparecen
de nuevo). . ,« •
Pedíais armas... aquí las tenéis. (Se descu-
bre). Pronto combatiremos con enemigos mas
terribles que los que acabo de hacer pri-
sioneros. ■ . ^
Germán , este primer triunfo reanima nues-
tra audacia, y acelera la derrota de nues-
tros perseguidores. Examinemos , si le pa-
rece , alguno de esos -cobardes-, conozcamos
— 56 —
sus designios, prevengamos y desconcer-
temos su plan y aseguremos con un golpe
decisivo la victoria y nuestra salvación.
Jacobo. Dices bien. . Conduce á mi presencia uno
de esos esbirros.
MoELAC. ¿Quieres que venga el Gefe? Podrá darnos
mejor razón de todo.
Jacobo. También será menos digna de crédito su
narración. No debemos fiarnos del Gefe.
Gomo tal, tiene mayor interés en ocultar-
nos la verdad. Cualquier otro. Le intimi-
daremos, y declarará cuanto sepa.
Xoblág. Dices bien. [ Entrando donde están los esbir^
ros). Vamos, sal aquí. ¿Qué? ¿Te resistes?
Tamos... pronto.
ESCENA XV.
Dichos. GcGUFATE conducido violentamente por Morlac.
GOGUF.
Jagobo.
CUGUF.
Jagobo.
GUGUF.
Todos.
CccuF.
HORLAG.
GUGUF.
Sí hubiese algún santo en cuyo patrocinio
Sudiese yo tener confianza... me encomen-
aria á él de buena gana. ¡Ayl ¡Válgame
el buen ladrón!
Acércate y responde.
¡ Todavía no ha preguntado , y ya quiere
que le responda! ¡Vaya un (aparte) hom-
bre de Barrabás!
Tú sabrás sin duda... acércate. ¡Cómo! ¿Qué
es esto? [Mirándole).
Mi hora llegó.
¡Es Gucufate! [Rodeándole).
¡Chit! ¡Ghítl
Cómo... con este trage...
¡Chit! No hay cjue decir quien soy yo. Ha-
blen ustedes bajo por amor de Dios, y no
me confundan con esa clase de gentes... con
esos miserables. Yo soy siempre de mi ca-
pitán y de los suyos... y si fuese preciso
jurarlo... .
r»
Jagobo.
COCÜF.
Jagobo.
CUGUF.
MOBLAG.
Todos.
GOGUF.
MoBLAG.
Jacobo.
yogbs dbn.
MOBLAG.
Jagobo*
— 67 —
¡Infame! Tu nos habias abandonado.
Distingo. Relativamente concedo: absoluta-
mente niego. — ^La echaremos de filósofo.
(Aparté).
Tu trage...
La guerra admite estratagemas de todo gé-
nero, y yo me he valido de este para nues-
tro mejor éxito en el presente apuro. Ya os
habia prevenido mi determinación. Alli está
la prueba. Mi justillo encarnado y mi libri-
to de memorias con el aviso oportuno... de-
bajo de esa piedra... podéis verlo. (Yo soy
siempre consecuente!
¡Traidor! [Se ove una descarga). Somos sor-
prendidos... El enemigo ha rechazado á los
nuestros. ¡A las armas!
¡A las armas!
A las armas, si señor, á las armas.
Germán, he aqui el momento crítico.
¡Justo cielo ¡Camila!
¡Germán! ¡Germán!
¿Los oyes? Tus compañeros sucumben pro-
nunciando tu nombre.
¡Los salvaré ó moriré con ellos! Marchemos
pues. (Se lo Uetxin los bandidos).
ESCENA XVI.
GUGUFATE solo.
Bien va. Estoy entre dos fuegos. ¿Qué haré?
iSeré picaro ú hombre de bien? Me parece
lo mas prudente permanecer neutral. ¿Vol-
veré á tomar mi justillo encarnado? Lo me-
jor es echármele encima también, pero sin
dejar estos arreos. Asi haremos á pluma y
á pelo según la ocasión. Mas vale en estos
casos ser de dos regimientos que de uno
solo. A donde la fortuna se incline alli estoy
yo cantando victoria. Esta batalla va á de-^
— 68 —
cidir de los principios de uq hombre apu-
rado.
{Se pone su justillo y guarda el libro de me-
morúis).
ESCENA XVn.
Dichos. El MÁiiQUBs,.^oIcia¿b^ por la columna.
Makqübs.
CUCUF.
CiMaA.
GUGUP.
Jagobo.
Camila.
Cdguf.
Jagobo.
MORLAG.
Marqubs.
GoGür.
fSnde está Camila?
ver... por aquella parte... A propósito...
Esos miserables han pretendido seducirme;
pero yo me he resistido... (En tanto él Mar-
ques saca á Camila). Yo me he resistido con
un tesón... con una firmeza...
¡Marqués! ¿Y Jacobo?
(Se oye una descarga á la derecha).
¡Ola, ola! Parece que el negocio se enreda do
firme. Pronto, señores. Tenemos franca la sa-
lida de las columnas. Pongámonos en salvo
antes aue venga una bedija de plomo á qui-
tarme las pocas ganas que tengo de pelear.
{Jaecbo aparece con máscara en laspeña^ del
fondo).
¡Amigos, salvad á Camila!
¡Dios poderoso! El es! ^s Jacobo. Los bárba-
ros le conducen á la muerte.
Pronto, señor, pronto.
¡Compañeros! No hay que desmayar. Yo res-
piro todavía.
¡Gamaradas! Aquellos son los soldados de
Vivaldi. Cargadlos, mientras yo vuelvo á
unirme al capitán con mi partida.
Atendamos al peligro mas inmediato. Con-
viene á toda costa salvar á esta desgraciada.
Haceos firmes , sostened la carga por pocos
minutos y vengo á reforzaros.
{Entra con Camila oor la reja y cierra).
Puede venir cuanao ya estemos en el otro
mundo. iDios mió! Se va y cierra.
{Los bandidas se presentan).
— 59 —
BAifBiDOS. ¡Mueranl ¡Mueran!
GucuF. (Firme, muchachos, firme!... Ya sabéis las
órdenes de nuestro coroandante.'»{Animo!
iQué diablos! ¡No hay para empezar con esta
gente! — Camaradas, esta jornada inmortali-
zará vuestro nombre. ¿Os hace falta un re-
fuerzo? Aqui le tenéis.
{Echa fuera las esbirros. Estos y los soldados
vencen á los bandidos»
Ya lo habia dicho yo... iVictoria! ¡Yictorial
Wm DIL ACTO SEGUNDO.
ACTO TERCERO.
El teatro representa la plataforma superior de una
dudadela. A un lado y otro hay terraplenes con
puertas de hierro que facilitan la salida. Al frente
dos torres fortificadas; se comunican por un puente
que las une. Las torres dan al mar que se dqa
ver al fondo.
ESCENA I.
El Doqob, oficiales, tddados en grupo.
DoQüK. Que se doblen las guardias (á uu oficictti y
3ue salgan patrullas para recorrer ia ciu-
ad, calmar los ánimos, é inspirar confian-
za. Haced saber á los vecinos honrados que
si yo me he retirado á esta fortaleza, ha sido
con solo el objeto de protegerles mas eficaz-
mente contra Germán y los suyos. Me ha pa-
recido que no les seria difícil comprometer
Opigul.
DüQÜB.
Oficial.
— 62 —
la tranquilidad aua dentro de la población
misma.
(Sale un oficial, apresurado).
Señor Gobernador, el Marques de Vivaldi
acaba de entrar en la Giudadela.
Corramos á su encuentro.
Aquí viene ya.
ESCENA 11.
Dichos. El Máeqoes.
DüQUB.
Maequxs.
DUQUB.
Maeques.
DOQUB.
MlEQOBS.
DOQÜE,
Maeques.
¿Está usted herido?
Ño hay cuidado, señor Duque; una pequeña
contusión... ¡Pluguiera al cielo que nuestra
victoria no nos cosíase mayores desgracias!
¿Cómo?
Sin embargo, Camila está en nuestro poder.
¡Camila! [Hace una seña y se retiran los ofi-
ciales}.
Pronto tendrá usted el coasuelo de darla un
abrazo. Era prisionera del infame Germán.
¡Cielos! ¡Qué fatal míslerio!...
En verdad , señor Duque , parece que todos
estos acontecimientos presentan cierta ilación
cuyo principio no nos es dado todavía cono-
cer. Él tiempo nos revelará lo qij^e ignoramos.
Yo, por lodo lo que he podido obsiervar, in-
fiero la existencia de una conspiración con-
tra las autoridades , que con celo laudable
empezaban á esgrimir sobre los facinerosos
^ la espada de la justicia; pero el triunfo
* es nuestro , aunque no tan completo como
yo deseaba. El iniame caudillo de los ladro-
nes se nos ha escapado : todas mis diligen-
cias para capturarlo han sido inútiles; y no
sin grande riesgo y trabajo hemos podido
conseguir la victoria. Muchos soldados que-
dan muertes en aquel oscuro campo de na-
Mabqubs.
Duque*
Marques.
— es-
talla, y eatre los valientes que han perecido
á manos de los enemigos nemos tenido el
sentimiento de contar al conde Jacobo.
DuQüi. No puedo oir sin irritarme el nombre de
un seductor perverso aue me ha deshonra^
do y burlado, haciendo á una familia que
con tanta generosidad le recibía en su seno
la afrenta mas pública y cruel.
No es mi ánimo disculpar faltas cuya grave-
dad reconozco; pero sí sostendré que no en-
gañaba á Camila, que la adoraba con el ma*
Ífor estremo , y que instruido sin duda de
os funestos acontecimientos relativos á su
amada, corrió presuroso á salvarla ó morir
en su defensa. Yo hallé á la desventurada
amante de mi libertador en el antro espan-
toso de los foragidos, y vi en sus manos un
billete de Jacobo, á cuyo contenido se ha de-
bido nuestra salvación y la derrota de los
malvados. Ansiaba el momento de reunirme
con él; pero es evidente que peleaba al mis-
mo tiempo en diferente perage, y que le han
sacrificado; de lo contrario, mas tarde ó mas
temprano, hubiera comparecido. La desgra-
ciada Camila yace sumergida en el mas es-
pantoso delirio. El trastorno de su razón , la
desesperación hacen su estado mas horrible
que la misma muerte.
¡Justo cielo! Y qué... Aquel que ha deshonra-»
do mi nombre...
En medio del ruido y desorden de un com-
bate tan singular, auxiliado por un descono-
cido que no consintió abandonarme un mo-
mento, y que conocía perfectamente l^s ve-*
redas y demás particularidades del terreno,
be libertado á Camila, y la he hecho trasla-
dar á la sala baja situada al pie de esta tor-*
re. AUi se le están suministrando ya los so-
corros necesarios.
DuQUB. No quiero verla, no. Aléjese de mí para
siempre; y que un retiro ignorado del mun-<
do entero sepulte sus afrentosos pesares. La
llamé mi hija , fui condescendiente con ella,
6i —
y he reribído en
disnstoSb
fix<Mp€!iisj los myorcs
A m.
Didioi. CirciTrÁn dentro y sale á su tiempo.
Cáeof.
Cocer.
ÜABQCKt.
Sale GocOT*
Maequbs.
GOCIJF.
Mabqobs.
Gvcuv.
DUQUB.
Gucuv.
DUQUI
¡Que soy de casa! iQoé papdes ni qoé cala-
bazas?— ¡Sí acabo de ll^r con la señorita! —
Allí está el señor Marques que puede decir
quien soy yo.
iQué es eso?
No me dejan pasar.
Yo le conozco ; dejadle.
Perdone usía una y mil veces si vengo á
incomodar. Nada se me ocurre por ahora;
pero esos señores soldados son tan pregun-
tones que todo se les vuelve indagar y mo-
ler. ¿Qué hace usted aqui? ¿De dónde ha ve^
nido usted? ¿Cómo se llama usted? Trae us-
ted pasaporte? ¿A quién quiere usted hablar?
¡Cuidado que no he visto gente mas curiosa!
Esto es una falta muy grosera de urbani-
dad, y vo me pico de atento para con todos.
Respondo de este hombre ; no hay cuidado.
El señor responde de mi. Ya lo oyen uste-
des. ¡ Los hombres de bien en cualquier
farte encontramos padrinos!
ste es el sugeto de quien hablaba á usted
poco ha.
Servidor de usía... digo de su excelencia.
Soy de los de lá compañía del señor Salvia-
ti... de los esbirros de la ciudad.
No recuerdo haberte visto nunca.
Me he alistado hace poco tiempo, señor. Está
todo tan malo, que cada dia es necesario mu-
dar de oficio.
¿Tú eres el que ha auxiliado al señor Mar-
ques dp Vivaldi para librar á mi sobrina y
conducirla aquir *
— 65 —
Cocup. Si , señor, Excmo. señor.
DuQUB. Y quien le ha guiado ^a el campo.
GüCüF. Si , señor, Excmo. Señor.
DuQUB. Si le parece á usted, Marques, puede encar-
garse á este hombre la custodia de mi so-
brina, ínterin tomo mis disposiciones para
su viaje. Tengo por conveniente que no ha-
ble Camila con ninsuno de la familia hasta,
averiguar ciertas dudas que...
Marques. En este momento solo hay motivo para ala-
bar su celo. Observo en su carácter cierta
estravagancia original que me asegura mas
y mas de su sencillez , y ademas es interés
suyo cumplir las órdenes que se le den.
CucuF. El señor Marques me conoce muy bien. Es-^
te... este es el verdadero modo ae tratar á
las gentes.
DcQjaE. Desae ahora puedas á mi inmediato servicio,
destinado á vigilar á mi sobrina, sin permitir
que nadie absolutamente la hable hasta que
yo disponga otra cosa.
GucuF. És decir que paso á ser el hombre de con-t
fianza de la casa. ¡Ese es precisamente mí
puesto! Siempre para mí los encargos de
confianza y de mayor entidad. Y no me dis-
gusta del todo la comisión. (Aparte).
Duque. Pero es indispensable que procures no co^
meter indiscreción alguna y que me pro-
metas ser fiel en el desempeño de tu cargo,
sin dejarte seducir por fas sugestiones de
mi familia, ni por las de ninguna otra per-
sona, y piensa que tu cabeza me responderá
en caso necesario.
GücüF. ¡Excmo señor! Por lo que hace á prometer
y jurar no hay nadie que me ponga el pie
delante. Yo prometo y juro cuanto V. E. me
mande, y le suplico que viva descuidado.
5
ESCENA IV.
Dichos. Oficiales.
DUQUK.
Mabquks.
l^fieuL. Señor, van á ser conducidos á la presencia
de V. E. algunos de los bandidos que hemos
hecho prisioneros, por si V. E. quiere facili-
tar con sus declaraciones los medios de ase-
gurarnos del resto de los facinerosos y su
infame gefe. Se da por cierto que este mal-
vado está dentro de la ciudad.
Todos» ¡Dentro de la ciudad!
DuQui. ¿Sería tal su arrojo?
GucuF. Ks muy capaz de todo. Se necesita mucho
cuidado... mucha vigilancia... Cabalmente
estamos cerca de un alniacen de pólvora, y
Germán le haria volar por cualquier friolera.
¡Germán dentro de nuestros muros!
La fiereza orguUosa de sus compañeros me
induce á creerlo: nada temen mientras Ger-
mán esté libre. Asi lo proclaman en alta voz.
Tal esceso de audacia indica que cuentan
con recursos que nosotros ignoramos.
I^oOiTK. Si se hubiera de dar crédito á los rumores
aue circulan, muchos habitantes de la ciu-
ad, y algunos de ellos muy principales,
mantienen relaciones con Germán, y auxilia-
lian las empresas de aquel. Yo no lo creo,
pero por precaución he mandado que se pu-
Dlique un bando ofreciendo cinco mil duca-
dos de plata al que entregue á Germán vivo
ó muerto; pues con su captura cesará todo.
(Aparte), ¡Canario! ¡Cinco mil ducados de pla-
ta! ¡Qué buen golpe! ¡Esto doblaría mi capital!
Si parece á .usted bien, puede hacer condu-
cir al segando gefe de la cuadrilla, y los
otros que cayeron cou él prisioneros. {El Du-
que manda traerlos).
Cucur. {Aparte). ¡Morlac! Se me ocurre que debo de
Mabquss.
Mabquis.
CCCOF.
Mabqübs.
CCCUF.
— 67 —
evitar esta entrevista. Voy á ver si paedo
escarrirme.
Quédate, Guculate. — Paede ser conveniente
{cd Duque) carearlo con ellos. Le debo algu-
nas noticias muv interesantes sobre el asun-
to y y acabará de instruirnos.
Todo es verdad, señor; pero no puedo disi-
mular la repugnancia que me causa al ver
á esos hombres cara á cara. Ademas si se me
permitiese evacuar algunas diligencias en
la ciudad... diligencias muy conoucentes al
mejor servicio que en mis circunstancias
puedo prestar á ia buena causa... Por otra
parte el puesto de confianza que el señor Du-
que acaba de encargarme... no es justo...
Te necesito. ¡Quédate!
{Malol (Vuelve la cara al entrar Morlac para
no ser descubierto).
■ ESCENA V. .
Dichos. MouLACL Ragotz. BiHDmos. Saltuti y esbirros
armados.
DoQUB. La sociedad á quien por tanto tiempo y tan
inhumanamente habéis ultrajado, reclama
vuestro castigo. Yo sov el único aue puede
mitigar el rigor de la ley en benencio vues^
tro, si me declaráis los nombres de todos
los cómplices, y la guarida do vuestro gefe.
¿Calláis?
Y callaremos. Creí que nos conocíais mejor.
Esa arrogancia sentarla mejor en las rocas
de la Virgen; pero ahora tu suerte está en
nuestras manos , y no debes olvidar que los
vencidos han de ser menos soberbios.
Morlac. ¿Vencidos!... Si... vencidos por traición; pe-
ro Germán no lo ha sido tod^via. Temed
que la fortuna se os muestre algún dia con-
traria, y recordad que acostumbra mudar
de semblante.
Haeqoes.
JáORLAC.
Marqoes.
Marquks.
MORLAG.
Marques.
MORLAG,
Marques.
MORLAC.
Duque.
MORLAG.
Duque.
MORLAG.
Marques.
MORLAG.
MORLAG.
Ragotz.
Marques.
CüCÜF.
MORLAC.
— 68 —
¿Qué esperanza es la vuestra? Tus compa-
ñeros de la selva están en nuestro poder.
Todos no: Germán no lo está...
¿Te hallaste á su lado en la batalla?
Sí, me hallé con él en el sitio mas peligro-
so j que ha sido siempre nuestro común
puesto.
¿ y dónde le dejaste?
Puedo repetir todavía sus últimas palabras.
«Amigos ( nos dijo) yo soy la causa de vues •
tra desgracia, pero sabré libraros, ó iré á
perecer con vosotros.» Contamos con eso, le
contesté yo, y me entregué ai momento para
protejer su retirada.
¿Rehusas, pues, el perdón que te ofrezco?
I Perdón ! No necesito yo de perdón. Germán
vive y está en libertad. El sabrá salvarnos;
lo ha prometido.
¿Salvaros? Yo con una palabra puedo ha-
cer aue perezcáis en un patíbulo.
Manaadlo. Germán nos liorará tal vez mas
pronto.
Nuestras promesas...
Ya he dicho cuanto tenia que decir.
¡Malvado! Acaso te haré hablar todavía á
pesar luyo. Gucufate, acércate.
¡Cómo! ¡Ese bribón aquí! {Aparte á Mor^
lac),
¿Tú has habitado en las ruinas de los Tem-
plarios?
No puedo negar que he sido algún tiempo
inquilino de estos señores ; pero solo por via
de interinidad y bien contra mi gusto, por-
que mis principios rechazan semejante com-
pañía.
Es falso. Yo ignoro cuáles pueden ser los
designios de ese bribón; pero aseguro que
no debe figurar aquí como testigo , sino co-
mo cómplice nuestro. Es de la com|)añía, y
desempeñaba entre nosotros las funciones de
cajero. Si fuese preciso, estoy pronto á ju-
rarlo con mis compañeros. [Con la demostrar
cion oportuna de los tres bandidos y la suya).
CUGCF.
MáRQUBS.
CüCüF.
MORLAG.
Duque.
Morlác.
CüCÜF.
— 69 —
íYa! í Jurarlo! También podría yo jurar si
quisiera: pero sería tan en falso como vos-
otros. En nn, yo ai señor Marques me remi-
to; mis servicios merecen que se me dé mas
crédito.
Ciertamente, señor Duque, este hombre so
unió á mi desde luego sin violencia alguna,
se entregó en mis manos , y me ha dado
pruebas nada equivocas de su buena fé, in-
dicándome varios desfiladeros secretos y
guiándoitie por ellos.
Ese es mi delito para con esos señores. Yo
rae hallaba entre ellos porque hace cosa de
mes y medio... me salieron al camino y me
robaron, conduciéndome en seguida á su
madriguera , por razones que no han tenido
la atención de revelarme. ¡Ya se vé! ¿Qué
habia de hacer yo? Conformarme con mi
suerte, aparentar el mismo humor que rei-
naba en la nueva sociedad de que yo era
individuo, procurar ganarme la confianza,
para no ser tan mal tratado, y rogar al To-
do-poderoso que apresurase mi rescate, el
cual, lo mismo que mi permanencia en
aquellos sitios, ha sido muy útil á la buena
causa en esta ocasión.
¿Has visto nunca un picaro mas descarado?
{A Ragotz, aparte).
Ya lo escucháis.
Señor, es un malvado impostor.
¿Un impostor? Pues si llego á hablar... Se-
ñor Duque, vá V. E. á saberlo todo, y para
que la verdad de mi declaración...
r>
ESCENA VI.
Dichos, Un Oficial.
Oficial. Señor, un pliego que acaban de traer pa-
ra V. E.
DuQüB. Veamos. {Lo abre y lee para si), ¡Qué exce-
Todos.
DUQUB.
Haeques.
MoiaAC.
CUGUF.
DoQuv.
CUGCF.
Duque.
GUGUF.
— 70 —
80 de imprudencia I ¡Este pliego es*de Ger-
mán!
¡De Germán 1 {Sorpresa general).
Puede usted leerlo.
{Lee), «Disposiciones crueles han producido
«resultados lastimosos. Muchos de los núes*
«tros se hallan prisioneros; vuélvales V. E.
«la libertad y le aseguro que antes de tres
«dias, Germán y los suyos habrán abando-
«nado la provincia para. no regresar jamas.
«Pero si se pronunciase una sentencia con-
«tra aquellos... ¡Ay de V. E.!... Y sobre to-
ado... ¡Ay de los traidores! Los veo... los oi-
«go... sobre sus cabezas caerán los primeros
«golpes de mi venganza. — Germán.»
Ahora se reconocerá que yo decia la verdad.
¡Los veo!... ¡Los oigo!... ¡Sí! Yo los oigo
dice... Sobre sus cabezas... ¡Esto no está muy
bueno, que digamos!
Increíble parece. Ya no me queda duda de
que Germán se halla dentro de la ciudad...
pero si juzga intimidarme con sos amena-
zas, se equivoca. Yo aceleraré el castigo do
sus cómplices, y no aguardo para pronua-
ciar su sentencia, sino las declaraciones de
ese irrecusable testigo.
¡Lo he entendido bien! Los veo... los oigo...
Habla , pues. Di cuanto sepas.
No nos comprometamos. (Aparte). Señor,
bien es verdad que yo... he vivido, algún
tiempo con esos señores... también es ver-
dad que no podría yo atreverme á asegurar
que fuesen unos anacoretas... Igualmente es
verdad que el camino que habían elegido...
Vamos... el... el camino iba diciendo, segu-
ramente, el camino suyo no era el de la vir-
tud. Pero puedo afirmar con juramento que
es imposible ejercer el oficio de ladrones con
mas miramiento ni moderación. Aquí no ha
habido nunca que yo haya visto ni viajeros
asesinados . ni doncellas... nada. Ninguna
de aquellas habilidades de la profesión...
Es de advertir, que no pretendo justificar-
Mabquis.
GUCUF.
Marques.
M0U.AC.
Gucüp.
DOQÜE.
— Ti-
los por la elección qne han hecho de nna
carrera tan... tan reprensible. Has y admiti-
da la saposicion de que... y estando contí-
naamente colocados entre los prestigios do
la gloria y los horrores del caaalso... ha ha-
bioo tal vez algún mérito eo mantener aquel
justo equilibrio... Y en todo lo restante...
cuando... en fin... ¡Me parece que no se pue-
de decir mas !
¿A eso se reduce tu declaración?
Sería muy dificil decir mas cosas con menos
palabras.
Tú eres tan criminal como ellos, y estás in-
sultando nuestra paciencia. Prendedle al
momento.
Señor Duque, me parece que alguna cir-
cunstancia extraordinaria puede * haberle
obligado á limitar su declaración, y suplico
se me permita quedarme solo con éJ. ¡Infelis
si se costina en eludir mis preguntas!
¡Infeliz, si se atreve á hablar!
Los veo., los oiso... (Estamos bien! (Aparte).
Retiradlos. {Se Uevan los bandidos^ y d Du-
que se \)á).
ESCENA VII.
El M aeqobs. Gücufate. Un Oficial.
Opicial.
Masques*
Oficial.
Señor Marques ¿cuál es la seña? Van á
levar las guardias?
Justicia y valor. ( A media voz).
Entiendo. [Yase).
ESCENA Vm.
Maeques.
El Haeqües. Gugufatb.
Tu proceder es particular. Blplícame los
motivos, y ten entendido que «e U peadü
ser rico y feliz.
CüCÜF.'
Marques»
CüCÜF.
Marques.
CucuF.
Marques.
Cvcup.
Marques.
GUGÜF.
Marques.
Cücup,
o tenga miedo...
— 72 —
¡Dios mió de mi alma! ¡No son otros mis
deseos!
¿Por qué rehusabas hablar?
¡Qué he de rehusar yo, Señor! ¡Si estoy
Pelándome las barbas por decir cuanto sé!
ero, ¡qué diantre! No veia la necesidad
de que todos esos picaros y las gentes que
nos rodeaban, se enterasen de mis decla-
raciones.
Ahora no hay quien nos oiga.
Diré á V. S. No es que
nada de eso... Pero si V. S. conociese al tal
Germán... ¡ Ay Dios de los creyentes! Está
en todas partes!*.. Jesús me valga! Allí...
allí... cerca de aquel parapeto se me ha fi-
gurado verle ahora mismo.
Me pareces un poco pusilánime. Depon todo
temor. Esta cindadela es inaccesible. Tres
caminos cubiertos y cinco puertas de hierro
nos separan de los calabozos.
Vamos á calcular... Cinco puertas de hier-
ro... Sólidas por consiguiente. {Aparte), Es-
cúcheme V. S. , yo tengo proporción de dar
al señor Duque las pruebas mas interesan-
tes y auténticas. Permítame V. S. ir á bus-
car una cartera que he ocultado en la sala
de armas. Contiene varios papeles pertene-
cientes á la compañía de Germán, la lista
general de los baodidos, y la de los confi-
dentes y corresponsales de la ciudad. Hay
también allí cartas del mismo Germán. Esto
debe de ser muy del caso.
Seguramente.
¡Dios mió I ¡Si además de las cinco puertas
de hierro pudiera yo interponer aquí la
gran muralla de la China! [Aparte).
Vé, pues, busca tu cartera, no tardes, y
piensa sobre todo que no te se pierde de
vista y que no te se dejará salir ae la for-
taleza.
Ya... en ese caso... Muy bien, Señor.*. Parto
«como una exhalación, y vuelvo con la posible
prontitud. ( Vase),
— 73 —
ESCENA IX
El Maequbs , liíego Jagobo sin máscara.
Marques.
Jacobo.
Marques.
Jagobo.
Marques.
Jagobo.
Marques.
Jagobo*
Marques.
Jagobo.
{Al bastidor). No permitáis que ese hombre
salga de la cíudadela. ¿Entendéis? ¡Dios
míof ¡Jacobo en este sitio!
Señor Marques...
Creíamos á usted víctima del furor de los
asesinos.
Una casualidad feliz... el desorden de esta
jornada fatal me ha salvado la vida,
¿y cómo ha podido usted llegar hasta aquí?
Mi nombre me ha abierto paso por todas
partes.
El Duque está implacable.
Este es el momento en que reclamo la re-
compensa de los servicios que tuve la for-
tuna de prestar á usted en un lance apu-
rado. Secretos que no puedo ni debo ahora
revelar me colocan hoy en una posición tan
dificil, que no hallo palabras bastante espre-^
sivas para pintarla. En tal estado, suplico á
usted que no me recuerde nada de cuanto
pueda tener relación con el acontecimiento
á que alude, y exijo que se sirva no hacer-
me presunta de ningún género. Sé que he
merecido el odio y el desprecio del Duque...
pero debia renunciar á Camila ; y no me era
posible aceptar su mano sin llamar sobre mí
y sobre ella la venganza y la muerte.
¡La muerte!
Aunque he seguido las pisadas de mi aman-
te en las peñas de la Virgen, y confortado
su espíritu entre las fatales ruinas de los
Templarios, no por esto puedo variar de re-
solución. Vengo á darle un eterno adiós: ne-
cesito verla por la última vez! Yo la revela-
ré la historia de una vida que aborrezca,
Jagoio.
Marqois.
— 74 —
y obtendré su perdón, por haber profanado
sacrilegamente los derechos de la inocencia.
Creo muy difícil qne se permita á usted rea-
lizar sus deseos.
¡Gran Dios! ¿Qué ha sido, pues, de Camila?
¿No está en salvo? ¿Acaso el Duque preten-
de vengaren su inocente sobrina la afrenta
que ha recibido de un amante infeliz y te-<
mera rio?
Jacobo, tengo derecho á que se me crea
sincero y franco: el amante de Camila de-
be de abandonar para siempre estos luga-
res, huir de la vista de un hombre justa-
mente irritado, y no perturbar por mas
tiempo con su presencia la paz y el sosie-
go , que no es difícil recobre al fin una fa-
milia desolada , si cesa el motivo que ha
ocasionado sus inquietudes: Camila vive. El
tiempo tranquilizará su agitado espíritu; pe-
ro la autoridad de un segundo padre la se-
para para siempre del hombre á quien ha-
bía elegido por esposo. Si Jacobo conserva
un resto de verdadero amor, debe de evi-
tar la repetición de tan desagradables es-
cenas y oejar á Camila.
(Muy ajííado). ¡Camila no existe para mil
¡Yo soy su verdugo! ¡Aquí empieza mi su-
plicio! ¡Ahí Tú sola mitigabas los marti-
rios crueles á que tanto tiempo hace estoy
condenado, detenias mi planta, al borde de
un espantoso precipicio, conservabas algu-
na tranquilidad en mi espíritu, en medio de
multitud de puñales alzados por todas par-
tes sobre mí cabeza! ¡Y te pierdo! [El Mar--
ques quiere calmarle), ¡No os 3cerqueis á mi!
¡La desgracia que me persigue por todas
partes no os respetaría! ¡Dejadme... dejad-
me!...
1 Jacobo !
Yo sabré substraerme á tan terribles pa-
decimientos. Me queda un brazo acostum-
brado á vencer. ¡Triunfaré de mí mismo!
lÍAtotís*. Hagámonos superiores á nuestras desgra-
Jaúobo.
Marques.
Jácobo.
Jagobo.
Marques.
Jagobo.
— 75 —
«ias, y apelemos al único recurso que nos
queda para aplacar al Duque. Ambos nos
hallamos en el caso de renunciar á nues-^
tras esperanzas, aunque por diversas ra-
zones. Emprendamdp, pues, los dos. una
hazaña que salve al uno y pueda hacerle
feliz. Nos hemos batido con los foragidos
de las ruinas de los Templarios: muchos de
los ladrones se hallan prisioneros en esta
cindadela : su malvado gefe ha burlado nues-
tras disposiciones, y escapando de la ven-
ganza de la ley, nos insulta todavia; va-
mos los dos juntos en busca del perverso
Germán, presentémoslo al' Duque, vivo ó
muerto, y yo interpondré en favor de mi
desolado amigo toda mi influencia, todo el
rtérito de tan útil servicio.
¿Germán? Yo podré conducirle aquí.
Uno de los suyos me ha prometido la lis-
ta de varios cómplices, cartas, y otros do-
cumentos importan tes«
¿Uno de los suyos?
ESCENA X.
Dichos, CüGCFATB.
CüCÜF.
Marques.
GUCUF.
Jacobo.
GUGUF.
Jacobo.
Sí está V. S. ocupado...
No. Delante de este caballero, íntimo amigo
del señor Gobernador, persona de mi con-
fianza, puedes hablar sm el menor recelo.
Para mí es igual, una vez que V. S. dice...
( Pasa por detrás y se coloca en medio).
Acércate. ¿Eres tú quien debe entregar á
Germán?
I San lo Dios! ¿Qué veo? De esta no escapo.
Sobre ellos... caerán... los... primeros gol-
pes... [Todo aparte).
Ya te olmos. Cuenta con lo que vas á decir.
Tu cabeza responder
Cocor.
Jaoomi.
CUGDP.
Maiquis.
Jacoio.
Cccup.
MAmQuv.
GüCDF.
/
Marques.
GUCUF.
Marques.
GUGUF.
— 76 —
Si» señor, qoe responde. Para mí ao hay re-
medio. {Aparte),
I Los papeles! (Imperiosamente).
Si padíeran sus Seoorias dispensarme... ¡Es-
toy ahora mismo con an ataqae de nervios!
¿Qué dices?
J^or qné no hablas? iTe lo estorba alguien?
No I señor... no... nadie seguramente, pero
coando no se tiene mas que indicios incier-
tos... asi... como... como si digéramos... sos-
pechas vagas... para... es mucho mejor en-
tonces callar.
Concluyamos ¿Dónde están los papeles?
Los tengo, si señor... hasta cierto punto pue-
de decirse que los tengo... Es decir los te-
nia (á Jacobo) pero por un acontecimiento
imprevisto que las circunstancias». Quiero
decir... que (al Marques) no me seria posi-
ble encontrarlos ahora... En fin, Y. S. ve que
(á Jacobo) yo hago todo lo que puedo, y que
se debe de agradecer la buena voluntad.
No esperes engañarme , si es este el fin que
te has propuesto. jPronto! los papeles que
jpae has prometido, relativos á Germán y sus
cómplices. Si no los entregas te hago volar
la tapa de los sesos.
¡Dale con hacerme volar! (Aparte).
¡Ola! (Llamando),
Un momento, señor no confundamos las
ideas. Por lo que hace á los cómplices, he
podido prometer los cómplices... ya se
ve... los cómplices son picaros subalternos,
y... no hay mas que decir. Pero Ger mant-
el Señor Germán... jamás he hablado de él
si no con aquel respeto y aquellas restric-
ciones... y aun si fuese necesario en un apu-
ro... (á Jacobo), Sin dejar yo por esto de
ser muy adicto (al Marques) á la buena cau-
sa... Pero... (á Jacobo) puedo jurar... Y tam-
bién (al Marques) juro á Y. S.... Que (á los
dos) me dedico absolutamente á complacer
á entrambos, que soy muy consecuente, y
que jamas desmentiré mis principios.
Harqobs.
CüCÜF.
Jagobo,
Marques.
CüCÜF.
Ja COBO.
Harqübs.
— 77 ~.
Por última vez... (Amenazándole).
¿No ve usía como sudo , señor? ¡Que diga
nadie mas en mi lugar!
Yo me encargo de hacerle hablar* No se me
escapará respondo de él Permítame
usted...
Voy á tomar algunas disposiciones impor-
tantes. Vuelvo dentro de pocos momentos.
Entre tanto...
Señor Marques... (Adelantándose).
Quédate aquí. Si das un solo paso...
Disponte á morir, ó á entregarme sin de-
mora los documentos que me has prometido.
ESCENA XI.
Jagobo. Gugufatb.
CüCÜF. Me tiemblan las carnes. Siento un sudor
frió... Señor Capitán... (Z)eTorfi7/aí).
Jagobo. Silencio ¡Esas najas demostraciones no te
salvarán! (Suena una corneta).
CüGUF. ¿Es algún refuerzo que llega?
Jagobo. ¡Silencio! No te muevas. (Haciéndole volver la
cabeza). Han pasado bajo el cañón (mirando
hacia el mar) del fuerte... La barca se ade««
lanta hacia el pie de estos terraplenes ¡Ami-
gos intrépidos! ¡Fieles amigos de Germán!
(Cae en la escena una piedra con una cuerda
á la que viene atada una escala. Jacobo tira
de ella y la sujeta oportunamente).
Sujetemos la escala. No hay vigilante algu-
no por esta parte, que juzgan sin duda in-
accesible. Sunid. Aqui estoy yo! Nada temáis.
(Algunos bandidos suben por la escala y entran
en la escena),
GuGUF. ¡Válgame Dios! A los desesperados no hay
cosa capaz de infundir miedo: á pique dé
romperse la nuca siete veces... Pero... ¡Olal
Estos no eran (mirando (furtivamente) de
Jagobo.
Cucur.
Jácobo.
CUGUF.
Jacobo.
Cocer.
Jacobo.
Cucuy.
jACOBa
CuGur.
Jacobo.
Cociif*
ikCÚWÚ.
Cucup.
— 78 —
nuestra división. ¡Vienen vestidos de es-
birros!
Habéis acudido á mi voz, y no habéis aban-
donado á los vuestros en la desgracia. No
dudo de su libertad, pues depende de vos-
otros... Responde.
En preguntando., (Aparte,)
¡A qué lado están los calabozos!
Aqui... á esta parte, señor Germán.
Es preciso indagar si pueden oponerse algu-
nos obstáculos...
Yo... yo estoy bien enterado de todo, señor
Germán. Y si usted quiere... Celebro en el
alma poder prestar este nuevo servicio. Con-
tamos Ires caminos cubiertos, y cinco puer-
tas de hierro... Esto no es decir que...
Basta... El éxito pudiera arriesgarse em-
pleando la fuerza ; pero á favor de una as-
tucia... Ese disfraz... Tratemos de saber cuál
es la seña. Vamos, pues, y obliguemos al
primer centinela, con la espada al pecho, á
que nos la dé.
jQué fortuna! La seña es jusüda y valor: yo
la he oido cuando se ha dado.
Sabéis mis órdenes. El fuego en cuatro si-
tios ala vez. Empezareis por las salas bajas
de esle lado; y asi tendremos tiempo de ope-
rar por la parte de los calabozos.
¡Sopla! ¡Ya está encendida la cindadela! Este
demonio es capaz de volver el mundo do
arriba abajo. {Aparte),
¿Lo habéis oido? ajusticia y txi/or.» Nosotros
uGerman y venganza,'^ (Vánse los bandidos).
¡Infame! Dentro de cinco minutos no podrás
hacer traición á nadie.
¿Me atreveré á preguntar á usted qué .es lo
que quiere decir con esa espresion?
Que á Germán no se le ha engañado nun-
ca impunemente; que tu sentencia está pro-
nunciada, y que vas á morir.
¡Cinco minutos solamente! ¡Gran Dios! Mire
usted, señor capitán, que no tengo mis co-
sas muy bien arregladas, y que necesito
— To-
mas tiempo. ¿ Qutén cuidará , si yo llegó á
morir , de mi pobre prisionera? ¡Pobre Gucu-
fate! ¡Pobre Camila!
JiLCOBO. ¿Camila? ¿Qué nombre has pronunciado?
CucuF. £l de una presa cuyo alcaide soy, de orden
del señor gobernador.
Jágobo. ¿Cómo? ¿Presa? En nombre del cielo te
aseguro que mi vida, mi fortuna, todo pen-
de ue ti en este momento.
GvcuF. Pero entendámonos... ¿Moriré dentro de cin-
co minutos?
Jácobo. ¡No morirás! No: yo te lo juro y Germán ja-
mas faltó á su palabra. Prosigue... Camila...
GuGUF. Es la sobrioa del Gobernador, y este señor
la tiene encerrada.
Jagobo. Ven... guia mis pasos... condúceme á su pre*
sencia.
CuGUF. ¿No le seria á usted mejor hablar con ella
sin testigos? Aquí... por este lado... en la
sala baja... Esta es la llave... todavia no ha-
ce media hora que está en mi poder..
Jagobo. ¡Qué pronuncias! ¡La sala baja! ¡Dios pode-
roso! Las órdenes que acabo de dar... ¡No
hay remedio! Ya es presa de' las llaraa&l
(Infelix! ¡Llegaré tarde! (Vase).
ESCENA XII.
Cucufátb soto.
No hemos escapado de mala... Ignoro si es-
toy vivo ó muerto. Apenas puedo respirar.
Esto es lo que se llama poner á un hombre
honrado entre la espada y la pared. Y ¿qué
debo de hacer ahora? — Claro... está claro...
Voy á buscar al gobernador, y al Marques
y... al primero que se presente. Sé las con-
signas de ambas partes beligerantes... Ger-
mán está por aqui.... los suyos alH... los con-
trarios suyos por allá... mi gente... mi gente
— so-
está en todas partes. Soy con justo titulo el
hombre universal. La cárcel se halla forza-
da, el incendio pronto á estallar... Habrá
desorden; tanto mejor. Adonde vaya la for-
tuna alii iré yo. Este es el momento de dis-
tinguirme.
ESCENA XIII.
{Empieza á indicar se ti incendio. Algunos sol^
dados atraviesan por el fondo, Ja^gobo que
conduce á Camila).
Jagobo. Sigúeme; nopermanezcamosaqui mas tiempo.
Cavila. No... detente. Los maWados te asesinarían...
¿Los ves? (Ddiranle).
Jagobo. Sus ojos inmóviles se clavan en mi... (Mi-
(rándola con sobresalto), parece (^ue no me
reconoce. ¡Horrible sospecna! Camila... vuel-
ve en tí... soy yo... es tu amante... es Jaco-
bo el que te haola.
Cavila. Mas bajo. ¿No le estas viendo? Es él., sí... es
él... es Germán.
Jagobo. ¡Oh suplicio!
Cavila. Germán... si... Germán rodeado de sus fero-
ces compañeros... tiene las manos llenas de
sangre. ¡Mírale! ¡Galla! Si... ya ha pasado...
No nos ha visto... ¡Ah! te hubiera asesina-
do... como á Jacobo!
JocoBO. Jacobo existe todavía, y viene á salvarte. Si
se pierde un momento, vamos á perecer. La
fortaleza se desplomará y lodos seremos se-
pultados bajo sus ruinas Sigúeme...
Cavila. No. Estoy bien aqui... me gusta el aspecto
de estos lugares!
Jagobo. ¡Desventurada!... Camila ¿no oyes el ruido
de las armas? Se acercan ya por ese lado...
Cavila. ¡Y va á consumarse mi venganza! Ven....
Ven... pidamos juntos al Todo-poderoso el
castigo del malvado Germán... que el rayo
del Eterno le aniquile, si la justicia huma-
na no consigue alcanzarle!... Que su corazón
devorado por los mas crueles remordi-
mientos...
— 84 —
ESCENA XIV.
MOBLAG.
Jagobo.
M0RL4C.
Jacobo.
MORLAC.
Jacobo.
MOBLAG.
Camila.
MOBLAC.
Jacobo.
Dichos. Bandidos y esbirros atraviesan el tea-
tro lachando. Moríac trae una espada.
¡Herid sin piedad, y salvemos nuestras wh
dasl
¿Morlac?
Somos perdidos. Nuestros fieles amigos aca-
baban ae romper nuestras cadenas, pero el
Gobernador se ha precipitado sobre nosotros
con su guardia. Yo me he abierto paso , no
sin dificultad, por si podia protejer tu fuga.
Muchos de nuestros compaiíeros son arras-
trados en este momento á la muerte,
i Todo se ha perdido!
Huyamos.- no nos queda mas que un ins-
tante.
¡ Abandonarla asi 1
¡No hay remedio! ¡ Sigúeme 1
¿Dónde vas? no... quédate á mi lado. Ger~
man vá á perecer y preseticiarás su casti-
go. (Se desmaya}.
Ven.
¡Eres mi amigo! ¡Salvarla ó morir! La es-
cala está colgada sobre el puente. Huyamos.
Estrechando primero la mano de Morlac, y
qtierimdo llevar en sus brazos á Camila. Et
incendio ha ido aumentándose. Empiezan á
observarse sobré la escena todas las horroro-
sas particularidades de semejantes desora-
cias. Quieren subir al puente y se desploma
al mismo tiempo. Vuelven al proscenio preci-
pitadamente. ¡Estamos perdidos I La mano de
Dios ha descargado soBre mi el golpe for-
midable! {Conducen á Camila sobre un asien-
to de piedra. Está sin sentido. Jacobo se pone
su máscara).
— SÍ-
ESCENA XV.
MiLRQUES.
D0QUE¿
Jagobo.
DüQüE.
Jagóbo.
MORLAG.
Marques.
Todos.
Jacobo.
DOQUE.
Dichos. El Duque. El Marques. Se presentan
seguidos de soldados y esbirros que cercan por
todas partes la escena. Jacobo se arrodiUa á
los pies de Camila.
\ Allí está ! I Es Germán I
¡Bárbaro! Rinde las armas.
Ven por ellas.
(Jacobo y Morlac se ponen en defensa. Al
mismo tiempo se oye una descarga de mos-
queteria que anuncui la ejecución de los cóm^
plices. Jacobo se inmuta y deja caer su es-
pada. Camila vuelve en si).
Murieron vuestros infames compañeros. No
tardareis en recibir como ellos la recom-
pensa de tantos delitos. Árrancadle esa más--
cara y conozcámosle en fin.
¡Morlac! ¡Estoy sin armas!
Te cumplo la palabra. ( Le dá una puñalada.
Vá á darse él otra y le detienen).
I Miserable ! (Jacobo ha caído en brazos de los
soldados que están inmediaíos. Con ambas
manos sujeta su máscara y al fin $e la
quitan).
\ Jacobo ! ( Camila dá un grande grito).
¡No! ¡Germán!
¡Dios midl
ESCENA XYI.
Dichos, GUGUFAXS.
CUGUF.
¡Victoria por los nuestros! ¡Victoria! Aquí
están... ha muerto ese picaro? Aquí están
los documentos que yo habia prometido. Yo
— 83 —
soy siempre consecuente. La cartera, las
cartas... £sta, sobre todo, es interesante.
[M Marques toma lo que le entrega CucufaH
y lee).
Marquis. «Compañero, ya te he dicho que estoy re-
«suelto á no volver con vosotros. Antes de
CoGUF. Hay puntos suspensivos ¿no es verdad?
Mábqubs. «Fui soldado : reñí con mi gefe y le maté...
«Busqué asik) en un país extranjero y me
«reuní á vosotros. Si aas lucar á aue naga
«contigo ó con cualquiera de los aemas lo
«que hice con mi gefe, se hará y os ahor-
«raré el trabajo de venir á buscarme. No
«penséis que es menos valiente mi brazo
«por haber renunciado ya á los horrores de
«una carrera desventurada que adopté por
«fuerza, y de la cual me separo porque soy
«libre para hacerlo. Escusadme el disgusto
«de poner por obra parte del contenido de
«esta carta.9
^ GucuF. Se la dirigía sin duda á su teniente.
DuQUB. Retirad á esos miserables. Veo claramente
todo el horror del precipicio á cuyo borde
hemos estado. ¡Bendito sea el Dios ae las mi-
sericordias que no ha permitido se llegue á
estampar sobre la frente de un hombre
honrado el seUo de la infamia!
FIN.
I
LOS BANDOS DE VILLA-FRITA.
\-
LOS BANDOS DE VILLA-FRITA,
CRÓNICA HAHGHE6A CÓIICA-LÍRIGI EN OH iCTO
divid:oa. ih trv» cuadros
ORIGINAL Y EN VERSO
LETRA DE
EDUARDO NAVARBO GONZALVO,
MÚSICA OEt mAISTAO
ft. mm mmm mmm.
Estrenaila con ^r&n éxito en el Teatro do RECOLETOS el dia 6 de
Agosto de 1884.
SEXTA EDICIÓN.
MADRID.
ÍMPBB5NTA DB JOSÉ RODRIGUB2:.-
Calvario, iSf principal,
1885..
PERS0NA4ES.
ACTOREb.
PACA LA ZURDA. . . , Sra.
CIRCUNCISIÓN
MICAELA Srta,
PATRICIA »
EL Tío ANTÓN ^ Sftiis.
PEPE DOMINGO »
EL ORGANISTA VIDAL
MORETONES
CASTELLOTE..../.... »
EL Tío APLASTA »
TOMILLO »
CRISPINO. »
UN FORASTERO... «
EL SEÑOR MANUEL »
UNMOZO.c... ♦.-. »
I
i ■
D.* Antonia García
Pilar Aüno"».
Carmen Mejía.
María Cabello.
VlDEGAlN.
SÁNCHEZ.
SlGLER.
Morón.
García Valero.
Portillo.
Campos.
Caballero.
Rodríguez.
Rodríguez.
Montes.
La acción en la Mancha. — Actualidad.
Esta obra es propiedad de bu autor, y nadie podrá, sin su per-
miso, reimprimirla ni representarla en España y sus posesiones de
Ultramar, ni en los paises con los cuales hkya celebrados, ó se cele-
bren en adelante tratados internacionales de propiedad literaria.
El autor se resetra el derecho de traducción.
Los comisionados representantes de la Galería Lírico-Dramática, titu-
lada El Teatro, de. DON FLORENCIO FISCOWICH, son los «xclusiva-
roente encarados de eoficeder ó neg^ar el permiso de representación y
del cobro de los derechos de propiedad.
Qaeda hecho el depósito que. marca la ley. *
A SUS QUERIDOS AMIGOS
PEPE NAKENS Y JUAN VALLE JO
Garifioin reeoerdo de si afectísimo
St ¿Lubovr,
ACTO ÜNICO-
CUADRO PRIMERO
LAS ]>08 NOVIAS.
Plazi en el pueblo de Vila-fritm. En el fondo, la cata de
Ayantamlanto, con puerta praetiealile, y un rótulo sobre
la misma, donde se leo: CSfff COfUistoridl, En primer
término, isioierda, la puerta del ventorrillo de Paca la
Zurda; dos taburetes y un velador á la puerta del ven'
torrillo; en un ánf^ulo, y en un tablero saliente, pintado
de blanco, se leo, en letras encarnadas. Ventorrillo de
la Zurda, En primer termino, derecha, la casa de Cir-
cuncisión y con puerta praetieable.
ESCENA PRIMERA
MORETONES, DOMiNGO, VIDAL y CORO DE
HOMBRES.
Los dos primeros, bebiendo á la puerta del ventorrillo,
Vidal, con el Coro de hombres, dando serenata frente á la
caaa de Doña Circuncisión. El Coro de hombros con traje de
aspecto religioso; levitones grandes, corbatines altos negros,
gorros negros de algodón, etc., etc., y todos ellos con r)'Ocs
y fagots.
MÚSICA .
VIDAL y CORO.
Vidal, La casta entre las casias,
- 8 —
la hermosa peregrina ,
la salus infírmoraniy
la estrella matutina.
Sal, ángel puro,
por compasión,
y muestra esa cara de rosa
preciosa
por ese balcón.
Coro. Kyrie eleisón.
Christe eleisón.
Todos. ¡Bien repletos de unción evangélica;
y vestidos con trazas exóticas,
hoy venimos en turbas famética's
á buscarnos aquí la bucólica.
¡Ten ¡ay! piedad
de la bermái^dítdl. /
la qu9ia escucha .
poroaridad:
mira qu^ hay m^cha^
mucha, mucha, , ,
necesidad.
Si hoy nos ayuda .
tu protección»
cantemos lodos.
Henos de unción:
¡bendita seas,
Circuncisión!
Laus tibi christi,
kyrie eieisóp.
Vidal.
Coro.
Vidal.
HABLADO.
Cumplimos nuestro deber;
nos podeinos' retirar;
qué ustedes tcndrá'n qife hacer.
(Con aira humilde y mojigato.)
¡Buenas tardes!
¡Á rezar!
(Vise el Coro con raaeha ^eompQC^^ra . Vidal llama
con fuerza en la puerta de la casa Cousiatorial y
entra en ella.)
— 9 —
ESCENA II.
MORETONES y ai SR. PEPE DOMINGO.
Mor. ¡No hay quien sufra con pacieacía
taata audacia!
DOM. (Uniforme de §ra«rda jurado.) ¡VotO á tal!
¡Que un escuadrón de monagos
nos quieran hacer tragar
lo que hace ya tanto tiempo
dimos de baja!
Mor. Ahí verás;
ahora están muy protegidos
del organista Vidal,
y toman fomento.
DoM. ¡Es claro,
ios dejamos fomentar I...
Mor. Está también el alcalde . ; .
por ellos.
Don. y hace muy mal.'
¡Querer casar al muchacho, .
que está en la mejor edad,
con esa antigualla!. .. (señalando ai baleón.)
Moa. . ¡Y fea)
DoM. ¡Y beata!
Mor. ¡No cabe más!
DoM. El tío Aplasta es el culpable
de lo que pasa.
Mor. ¡Verdad!
Don. Pero no te eches tú fuera; .
te faltó virilidad,'
energía...
Mor. Lo confieso;
¡quién había de pensar!...
DoM. El señor Antón es listo,
tiene pesqui, y siempre está,
á la que salta. . i
Mor. ¡Muy cierto!...
Bien se supo aprovechar;
¡nos la dio con queso!
DoH. ¡Queso,
— lo-
que estaba pasado val
Moa. ¡Fué lo peor!
DoM. Pero ahora
ya DO sabe administrar
como antaño, y buena prueba,
que hace migas con Vidal,
y permite serenatas
á Circuncisión.
Mor. ¡Está
en la decadencia!
DoM. ¡Claro!
Mor. y es muv natural, la edad...
ÜOM. Rl cansancio...
Mor La fatiga...
pronto le ^dominará
ese organista...
Don. Sin duda.
Lo que me da que pensar
es lo qué hará el secretario.
M3a. ¿Tomillo?...
DoM. Él, tan barbián,
tan audaz, tan sobre sí...
¿cómo se deja eclipsar?...
Mor. ¡Bah! No te fíes... Ya sale...
DoM. ¡Y trae un gesto de agraz!...
¿Quieres que le sonsaquemos?
Mor. Bueno. ¡No estai'á de más!
(E1 soeretario Tomillo, qo« ha aaUdo de la casa
Ayontamianto eoa yariot legajos de papeles debajo
del braco, va á atravesar la plaza sin haeer caso de
Doming^o y Moretones. Éste le llama.)
ESCENA III.
DICHOS 7 Touiao.
Mor.
¡Oiga usted, señor Romero!
ToM.
¡Tomillo!
Don.
Bueno; es igual.
¿Qué hay de cosas?...
TOM.
¡No senada!
Don.
¿V el señor?
— il —
ToM. De caza está.
Mor. ¿y el señor Anión?...
ToM. Ahí dentro
con el organista.
I OH. ¡YaI
¡Cuidado con él I
Ton. ¿Por qué?
Mor. Tiene mucha habilidad,
mucha labia y mucho gancho.
Ton. {Pero á mí no me la dan
Di él, ni el alcalde, ni ustedes!
Mor. ¿Sí? pues le van á nombrar
fiel de fechos.
ToM. ¡Que le nombren!
DOM. (Otra te queda.) (Á Moretones.)
MdR. (Verás.)
Hace poco estuvo aquí,
Ton. ¿Y á qué vino?... (con interés.)
Mor. Vino á dar
serenata, con los suyos,
á esa necia apolülá;
á doña Circuncisión.
DoM. ¿Á. la que quieren casar
con el amo?...
Mor. ¡Justamente!...
^Usted no consentirá?...
ToM. ¡Pschl Veremos... ella es fea
y no tiene capital...
pero es honrada, y devota.
DoM. Eso es una atrocidad.
Mor. ¡Justo! Ahí está la Zurda,
(SeftaUndo al TentorriUo.)
tan guapa, tan fresca y tan...
ToM. Bueno, déla usté expresiones.
¡No la puedo tolerar!
¡Qué Zurda de mis pecados!
DoM. ¡Bueno, á usted ie anulará
ese organista muy pronto! (Tomtuo se ríe.)
Mor. ¡Ríase usted dé Vidal!
ToM. Yo serví en caballería,
y por si vienen mcU das,
guardo intacto en la maleta
— 12 --
todo el traje de montar.
¡Uq uQíforme de húsar,
que dU la hora!
^^8- Es verdad.
Pero...
ToM. No hay pero que valga;
si él sabe mucho, yo más,
y á uu toque de botasillas,
como usted comprenderá,
no es fácil que pueda ahogarle
un piporro clerical...
Conque, «alud, y ha§ta luego,
que tengo que despachar .'
estos expedienten. :
Mor- , ¡Vaya
usted con Diojsi
*^o*' ¿Hoy habrá
sesión pública?
Tdm- ¡í solemne!
iHabla Castellptel
Mor. y DOM. (Con admiraeiÓA y aprobando.) [Ahí
(Váse TomiUo.)
ESCENA IV.
PEPE DOMINGO y MORETONES; poco dei^ée el
Mfior ALCALDE y VIDAL.
DoM. ¿Acudirás? .]
Mor. ¡No que no!, ;
Faltar yo fuera un^ meagiji^, - : ^
DoM. ¡Te van á buscar la l^pgua!,
Mor. ¿Pues de qué presumo yo?.*.
Don. Site tuerces... / ,\
^^^* ¡No. rae tuorzol.... .
DoM. ¡No t«í achiques! ...,.!
^^^' ¿Yo? ¡Por nadal; ,•
¡Ya ver4^ tú que charlada!,
I)OM. Claro, ly mañana: .\ip almuerzo! •
Mor. Domingo, ¡no hagas;,elbú! «
¿A qué de sobrio bte^onasu
M ..i; I
— 13 —
si ea esto de comilonas
te llevas la palma tú?...
(Smlen al Alcalde y Vidal.)
Vidal. |Hola! ¿Hay algo preparado?
¿Algún banquete campestre?
Mor. (¡En todo el globo terrestre
no hay hombre más descarado!)
DoM. Tengo yo muy malas pulgas,
y si eso es chacota, amigo...
Vidal. No quiero nada contigo
porque sé que no comulgas.
Alc. (¡No sea usted intemperante,
que nos compromete!) (Á Vidal.)
Vidal. ¡Gá!
Alc. . ¿Y la Zurda, cómo está?...
Mor. ¡Tan hermosa!
DoM. ¡Tan campante!
Alc ¡Me alegro!
Don. (Yo estoy en ascuas.)
' Alc. Sé que andáis muy divididos
sobre el moño» y los vestidos
que ha de estrenar... por las Pascuas.
Esto quiere hacerla un peto. (Por Moretoue». )
Manolo un corpino fmo,
y los chicos de Crispino
quieren un traje completo.
DoM. ¡Y eso es lo mejor!
Mor. No hay duda.
Peté es precisa-Saber...
Vidal. ¡Con tanto quererla hacer
la vao á dejar desnuda!
DoM. ¡Señor Vidal!
Alc. ¡Cierre el pico! (Á Vidai.)
¡Basta! ¡Yo sólo os diré
que por bonita que esté
no la caso con el chico!
Mor. ¡Sí, le debe usté casar
con la que éste recomienda!
Vidal. ¡La mía tiene trastienda!
¡Y una afición á rezar?
¡Tan modosa, tan decente,
tan buena, tan recogida!...
— 14 —
Alc.
¡Ella será la elegida!
Mor.
¡Bien, si el pueblo loconsicDtcf
Vidal.
¡Oh! (Eseandáltsado.)
Alc.
¡Téagase á raya el mozo!
¡Con quinc& mil de á caballo!
¡AI primero que alce el gallo
¡0 zampo en un calabozo!
¡Y acabe aquí la cuestión
porque me encrespo y me trritol
Hoy escribo al señorito. .
iNo faltéis á la sesión!
(Váge con Vidal.)
Vidal.
(¡Yéndose, diee al Alealde. )
jEls usté un hombre de nervio!
DOM.
¡Siempre el desdén en el labio?
Mor,
¡Gomo tuviera de sabio
lo que tiene de soberbio!
DOM.
Haremos muy malas migas
con pretensión tan absurda.
Mor.
Calla, que sale la Zurda.
DOM.
¿Sola?...
Mor.
No. Con sus amigas.
ESGKNA V.
DICHOS, PACA u ZURDA, PATRICIA y cor» d.
CAmpesinas. Despaés el tio APLASTA.
MÚSICA.
Coro.
ZURJ)A.
Tu que te prometías
horas serenas
y gustos y alegrías
y cosas buenas,
¿qué ha sucedido
que ya no tienes, Zurda,
ni un mal cocido?
Yo estaba loquita de amores
por los encantos
de un serafín^
— 15 —
y andaba mi personka
tras de las humillas .!
del chiquitín.
Vestíme de gala un díor
con los trapitos
do cristianar, ' 1
y fuime á la vicaría
mis juramentos
á confirmar. '
Coro. Sus juramentos' ]
á confirmar.
Zurda. Me acompañaban )
como testigos
Manolo y t^epe
y aquel Francisco
que desde lejos •
fué mi padrino,
y el Moretones, . i
y aquel Crispino
que no iba sujeto }
por ir cogido
de los volantes ]
de mi vestido,
y el picarón
por poco me los arrancar
con el tirón.
€oRo. Tiene ra2Ón,
tiene razón, ,
la Zurda con eso es franca^
que el picarón,
por poco se los arianca
con el tirón.
Zurda. ¡Llegamos todos
al portalón
y allí encontramos
á don Antón!
Coro. ¡^Qué decepción!
¡Qué decepción!
¡Mire usted, mire usted qué demonío>
encontrar al señor don Antonio
en aquella maldita ocasión!
Zurda. Doa Antonio se puso muy seria
16 --
al vernos llegar,
y nos dijo: señores, lo siento,
jno pueden entrar!
Ck)RO. ¡No pueden entrar!
Zdrda. ¡Ay, don Antón!
¡ay, don Antón!
Si un día domino
la situación,
ya subiremos»
ya mandaremos,
ya nos daremos
un atracón,
y aunque ponga la cara fosca
no dejaremos
.en el cajón
ni la miga de una rosca
ni los huesos de un jamón.
Todos. Turrón queremos,
turrón, turrón,
que tanto ayuno
nos causa horror.
Turrón queremos,
turrón, turrón,
dejadnos algo
por compasión,
no se lo engullan
todo, por Dios,
que si todo sé lo tragan
no nos queda otra misión
que comernos de patitas
la'póblíicfión.
1
HABLADO.
Pat. Suplico á usté, amiga mía,
que la paciencia no pierda;
ZujiDA. En la esquina de la izquierda
abri ventorro aquel día;
adob|á con estas manOs
ios guisos más exquisitos,
y regalé fosforitos ■
á todos mis parroquianos.
- <7-
Mas por mi desgracia indina,
mo están liaciemio el amor
el mozo del mostrador
y el pinche de la cocina.
Me requiebra el cosechero
que me trae el mostagán,
y me C[uiercn con afán
todos!... ¡Hasta mi casero!
Y me quieren mucho, ¿estamos?
pero, ¿sabéis lo que pasa?
¡Que es un infierno mi casa,
pues todos quieren ser amos!
«Ponte el vestido escocés.»
¡«No tal! el de azul de cielo.»
«Ponte un mantón.» «¡Un pañuelo!»
cSal á las dos,» «á las tres.»
Y me carga, con franqueza,
verlos en ruda poríia,
tirándose todo el día
los trastos á la cabeza.
Y unos gritan por acá,
y otros tiran por allí,
y me están dejando á mí
que no soy mi sombra ya.
Pat. Pues con esas discusiones
ellos van pordiendo, ¿estás?
Zurda. ¡Yo soy la que pierdo más,
que pierdo mis proporcionen!
(£1 tío Aplasta, qoe ha salido haee an momento y
ha oído los cuatro últimos Tersos, se acerca son-
riendo i La Zurda, U toea amistosamente en e!
hombro, y la dice:)
Aplasta. ¡Me alegro de la lección,
y el mundo ha de ser testigo;
mientras no Vuelvas conmigo,
tú no pruebas el jamón!
(Vise lentamente, l4t Zurda quiere deteníale,, éste
la rechaza suavemente y hace mutis.)
Aplasta. ¡Quita! (váse.)
Zurda. ¡Me soltó un respingo!
Pat, ¡Sigúele, se ablandará!
Zurda. ¡Á eso voy! Mas, ¿qué dirá?...
- 48 —
Pat, ¿Crispino?...
Zurda. ¡Pepe DamiogoF
^at. ¡El tío Aplasta es un barbiázi'f
Cederá si tú suplicas...
2UUDA. (Con eóuilca desesp«raeióa.)
¡Qué cosas hacen las chicas
por UQ pedazo de paiil
(vise por la derecha segaida del coro. La orquesta,
may piano, toca el himno de Riego durante este-
mitis y la matación.)
CDADRO SEOOHDO<
Z& rOBASTSBOi
CALLE CORTA...
ESCENA PRIMERA.
LA ZURDA y el tío APLASTA.
Zurda.' ¿Conque no me salva usté?
Aplasta. ¡Yo bien quisiera salvarte,
pero no puedo ayudarte
¡por cosas que yo m^ sé!
Todos esos señoritos
,^^ que te protegen á tí,
' nié lían abandonado á mí. (saea un cierre.)
Zurda. Pero...
Aplasta. Echa unos fosforitos-.
(La Zurda le da una caja.)
Zurda. ¡Ahí v^n! (Resignada.)
Aplasta. GraciaSr
;- 19 —
Zurda. No hay do qué.
Aplasta. El buen señor don francisco
armó ontre mi gente un cisco
que no !e perdonaré,
foc^ á rebato el aleve
y alborotó á mis lie<churas,
mostrando unas eserlliíras
del ano sesenta y queve.
T allá so fueron resueltos
dejííndomc, los menguados,
y unos se fueron atados
y otros so marcharon sueltos*
Y etilraron »»n tu figón...
Zurda. Ya el cocido prevenido...
Adlasta. ¡Por causa de aquel cocido
entró de alcaMe el tío Antón!
Me la dieron; por supuesto^
yo no vislumbré el. pastel.
¡Digo, si sé que entra él,
en seguida dejo el puesto!
Zurda. Pero á estas alturas. .
Aplasta. ¡Dasta!
Zurda. Si usté supiera el busilis...
Aplasta. ¡No me exaltes más la bilis!
. ¡Yo siempre seré el tío Aplasta!
¡Si siguen mucho estos líos,
ya tengo mi plan formado!
Yo caeré siempre del lado...
Zurda. ¿De quién, señor?
Aplasta. ;De los míos!
Zurda. Yo procuro guisar bien,
y con equidad y aseo,
pero es que usté, tío Mateo...
Aplasta. Tu ventorro es un belén.
Pudiera ser, porque sí,
modelo de ventorrillos,
y es una olla de grillo» ' '*"
quo no hay quien so entienda allí.
Zurda. Yo siempre he sido la misma. .
(Aparece por la derecha Cireaneisióii. )
Aplasta. ¡Ahí sale Circuncisión,
te dejo; buena ocasión
- 20 _
para que os rompáis la crisma.
(8« tí .UaUownte mirando i Cireaneitión y riéo-
•)
ESCENA II.
PACA u ZURDA y CIRCUNCISIÓN.
Cireuneisióa TMtlda rlg^arosaniento d« negpro y con notable
«oneüloz. Llova las manos cruzadas on actitud beatifica, baja
la Tiste, etc., etc., trae colg^ado nn rosario de cuentas gordas
y un doTodonario.
MÚSICA.
ZuBDA. ¡Dios guarde á la hermana
Circanciaiónl
CiR. ¡Y á usted no la falte
la paz de Dios!
Zurda. Viendo sus manos
así cruzadas
y esas miradas
llenas de fe,
de fe,
nadie, señora,
podrá creer
que de asuntos mundanos
se ocupa usté!
CiR. . Fija la vista
siempre eH el suelo
mientras que el alma
se eleva al cielo,
pasa la vida
Circuncisión,
siendo su egida
la religión.
ZoRDA. A mí me gusta el aire,
la luz del día,
las flores de los campos
y la alegría,
las cosas que los hombres
— 21 —
GlK.
Zurda.
GlR.
Zurda.
GlR.
nos dicen al pasar, <
la fiera independencia,
la santa libertad.
En nave solitaria
de templo augusto
elevo mí plegaria
con santo gusto...
Gloria in excelsis Deo
mi voz modula.
¡Salve regina mater
misericordiam tuaml
Usté es una chulapa
de tres al cuarto,
y todo eso es pamplina
pa los canarios.
¡Virgen María!
¡Vaya unas palabrotas!
iQué hipocresía!
¡Á usté le gustan las palmas,
¡as cañas de manganilla,
los chulos que van de corto
y los cantes de alegría.
¿Por qué se viene
con esa cara,
con ese tipo,
con esa facha?
¡No haga usté el bú,
no haga usté el bú,
y hable clarito
por mi salú;
que si usté piensa
que me la da,
le arranco el muño
de dos trompas!
¡Ay qué tía, qué tía,
su cara de espía
cargándome está!
¡ Ay qué tía, qué tía,
qué tía!
¡Si usté no se calla
la voy á pelar!
Así se pierden las almas
¿^
y esláui iofieroo llenito,
porqae el áimonio las tienta
T las hunde en el abismo.
Sólo al ciria
yo estoy temblaaio,
que si couteslo
me rurape algo;
yo, fiaocamente,
yOy francamente,
nunca la he dado
por ser Taliente.
¡Jesús, qué arpía
tan descoca;
ésla me atiza
dos bofetás!
¡Ay qué impía, qué impía,
su cara de arpía
no quiero mirar!
¡Ay qué impía, qué impía,
qué impía,
por tanta blasfemia
se va á condenar!
Las dos.
Zu RDA. ¡Ay qué tía, qué tía!...
CiR. ¡Ay qué impía, qué impíal¿..
HABLADO.
Zurda. (Oiri^ióndoM á CireaneUión eon brío y muehcv
arranqae.)
Quítese usted la careta
y vamos á hablar las dos '
como quien somos...
CiR. ¡Por Dios!...
Zurda. Es que...
CiR. No me comprometa
Zurda. Es qua de la raya pasa...
ClR. (Safiatando á la derecha.)
Viene gente...
— í23 -
Zlrda. Si es argucia..,
€)B. Es que la ropa muy sucia
se debe lavar en casa...
Mateo y un forastero
se acercan, pueden notar...
Zurita. ¿Y á mi qué?
Cía. ¿Varaos i dar
dos cuartos al pregonero?
Con Dios quede. (Yéndose.)
2URDA. (D«teni¿o'lala.),¿Y la CUestíÓU?
CiR. Obligaciones forzosas...
Ya bablaremos de estas cosas
cuando salga del sermón.
I Vise par la derecha. Aparecen por la izquierda el
tío Aplasia, el Forastero y el Coro general.)
ESCENA III.
DICHOS, el FORVSTERO.
■Este personaje irá Testido completamente 46 blanco; está
«nay gordo y mny roUizo; lleva barba rabia, muy larga, y
cartera de viaje y an analetía, muy <^qae5o, «n la manr.
• f ORAST,
2lTRDA.
FORAST.
Aplasta
^ORAST.
Aplasta
>lozol.'
f*ORAST.
Jdozo i .•
Muy buenas tardes.
Felices.
(¡Jesús, qué facha tan fea!)
Ustedes dispensarán,
señores, que me entrometa
quizá en lo que no me importa.
Llegué hace poco á esta aldea^ .
soy forastero, y he visto
preparativos de Gesta..,
.Sí, señor...
Yo soy tristón,
así, por naturaleza...
, Ya se le conoce á usted.
(No hay más que verle la jeta-)
Y quisiera merecer
que me hicieran la fineza
de decirme lo que ocurre.
Cuéntalo, á ver si se alegra.
■ur_
— 24 —
Aplasta. Pues (Mga usté. En dos palabras
se lo explicaré.
Mozo 1 ." Comienza.
(Todos, fbrmaado un apiñado grrapo, rodean a Aplas-
ta 7 al Forastero, poaiendo mucha atención á lo
que hablan.)
Aplasta. Es el santo titular
de la villa» ¿usted se entera?
y hay dos corridas de toros
y una función de comedia,
y fuegos artificiales.
FoRAST. ¡Muy bien! ¿Y qué villa es esta?
Aplasta. Esta es Villa-frita.
FoRAST. ¿Frita?
Aplasta. Y estamos fritos de veras.
FoRAST. ¿Hay disensiones locales?
Aplasta. En una villa manchega
no hay que preguntar.
FoRAST. ¡Caramba!
Pues la gente está contenta.
Aplasta. ¿Ve usted que están tan alegres?'
Pues no tienen dos pesetas:
la procesión va por dentro.
FoRAST. Si. ¡Pues va á quebrar la empresa
de la plaza de los toros!...
Aplasta. Esa es la que nunca quiebra..
Aquí para ir á los toros
se vende...
FoRAST. Pero... .
Aplasta, Ó se empeña^
ó se roba. El caso es ir.
¡La familia que perezca!
FoRAST. De modo que en Villa-frita...
Aplasta. Todos andan de cabeza.
Aqui la industria va mal,
el comercio no prospera,
el arte es cosa perdida,
la agricultura está muerta,
y todos nos dedicamos
á administrar las haciendas
de un señor que está muy rico
y pag^ Meo. la faena..
~ 26 —
FoRAST. ¿Será millonario?
Aplasta. ¡Digo!
Miste si tendrá riquezas,
que casi tea Villa-frita
es suya.
FoRAST. Pues ya es hacienda.
Aplasta. C«mo esa administración
produce buenas pesetas,
además de la alta honra
que lleva en si la prebenda,
siempre hay miles de personas
que codician esa breva;
murmuran del que la tiene,
y sin pizca de conciencia
unos á otros se la quitan
valiéndose de rail tretas,
ó á palos, ó á tiros, vamos,
según la gente, ó la época;
por supuesto, todos ellos,
al solicitar la presa,
invocan el bien del pueblo,
las mejoras de las rentas...
¡pero todo eso es camama,
ya no hay nadie que nos crea!
¿Sube un administrador?...
¡Pues ya está su parentela
en grande! Primos, sobrinos,
cuñados, tíos y abuelas,
todos pescan su tajada,
unos grande, otros pequeña.
FoRAST. Y ios parientes del'otro,
¿qué hacen con ellos?
Aplasta. ¡Los echan
á la calle! ¡Así está el pueblo!
Administrador que cesa,
tiene tras sí una pandilla
que anda con la lengua fuera
diciéndole: «Suba usté.»
«¿Por qué no armamos la gresca?»
«¡Miste que estoy en ayunas!...»
«¡Bastado benevolencias!»
«¡Transija usté!» «¿I^o comemos?»
— 26 —
«¿Cuándo voy por la escopeta?»
¡Y al hombre tanto lo apuran,
claro, que un día revienta,
se va á las eras del puebla
con tres ó cuatro docenas
de amigos, y á tiro limpio
pide que le den la breva!
¿Gana? Se la dan, y al pelo;
hay comilona, y merienda,
y bailes y regocijos,
y se compran ropa n ueva ...
¿Que les dan una paliza?
— ¡Que suelen darlas muy buenasl-
Al que no sale de una,
ó lo rompen la cabeza,
ó le meten en la cárcel
hasta que se pudra en ella.
¡Aquí, toos hemos estao
presos ya!
FoRAST. ¡Jesús, qué tierra!
¿Por qué no turnan ustedes,
ya que la cosa es tan buena.
Aplasta. ¡Si por reclamar el turno
es por lo que armamos grescal
¡Yo he sido administrador
varias veces?
FoRAST. ¿Y quisiera
serlo otra vez?.,..
Aplasta. ¡Eso siempre!
¡Así que la plaza es fea!
FoRASr. ¿Mero el amo?...
Aplasta ¡Pschl Procura
ponernos en avenencia,
pero como no hay pa toos,
no acaba nunca la guerra.
FoRAST. El que la administra ahora,
¿qué tal?...
Aplasta. ¡Va por mala senda!
FoRAST. ¡Hola!
Aplasta. Sí, lleva los libros
por el antiguo sistema;,
á mí ya me va cargando.
— 27 —
FoRAST. ¡Conque á usted lo sopapea! ..
Aplasta. ¡Tengo yo mucho tupé
para que me dé en la cresta,
y lo cojo en un renuncio
cuando menos se lo piensa!
FORAST. ¿Sí?...
Aplasta. ¡Si viera usted qué cosas
nos decimos! ¡Qué pMeas!
¡Y cómo nos insultamos!
FoRAST. ¡Hombre!
Aplasta. ¡Y cuántas desvergüenzas
nos llamamos!
Forast. ¿Es posible?. ..
Aplasta. Después las cosas se arreglan
y quedamos tan amigos .
FoKAST. Pero usted, según me cuenta,
ha sido administrador.
ApLASTA.Varias veces.
Forast. ¿Y lo deja?
Aplasta. ¡Hombre, yo qué he de dejar!
No señor^ ¡es que me echan!
Hay ahora graves cuestiones.
¿Ve usté esa que está á la ixquierdat
Forast. ¡Una morena muy guapa!
Aplasta. Bueno, pues á esa morena
quieren casarla...
Forast. ¡Comprendo!
¿Y la boda es cosa hecha?
Aplasta. No señor. ¡El organista
tiene otros planes! PrcsTenta
á su amiga, una devota...
y el alcalde, que chochea,
protege á los chupa-cirios,
y habrá aquí una pelotera...
Zurda. ¡Ya lo creo que h habrá!
(Todo el toro prorrampe en marínanos apro'tian do
lo qoe diee U Zarda.)
Coro. Sí señor, si señor, Iahabrá,-etc. , ad li bUum,
Aplasta. ¡Ya se anuncia la pelea!
Hoy habrá cosas de húten,
y si la cosa se enreda,
será la sesión de hoy
— 28 —
buena, buena, pero buena.
¡Castellote está que trina!
FoRAST. ¿Castellote?
Aplasta. ¡Una caezal
(Ponderando.)
I Y el hombre más benévolo
de toa la tierra manchegal
FoRAST. ¿Es benéyolo?
Aplasta. ¡Con todos,
menos con la genta esta!
FoRAST. Quisiera ver la sesión.
Aplasta. Pues es pública. Usted entra,
y toma asiento...
f^'^^". Mil gracias...
Aplasta. ¡Y se echa un nudo á la lengua,
porque si aplaude usté á alguno
que no sea el alcalde, cuenta
que le atizan á usté un palo
que le rompen la mollera!
¡Hay gentes aquí pato!
FORAST. No olvidaré la advertencia,
y gracias por íius noticias,*
Aplasta. ¡Va usté á v^r cosas muy buenas!
Zurda. ¿No sabía usté nada?
¡Nada;
ni una palabra siquiera!
Soy forastero»
Aplasta. Es verdad...
Zurda. Se le conoce á la legua.
Api»asta.¿Y de dónde viene usté?
FoRAST. ¿Yo? ¡Yo vengo de Marsella!
(Un yolpé, teco y fuerte, en la orqaesta. El tío
Aplaata, La Zarda y «I Coro, talen todos corriendo
á escape, en todas direeciones, y sin mirar siquiera
al Forastero ni decirle una palabra. Éste queda en
escena, lolo, y Heno de asombro )
¡Demonio! ¿Qué es lo ^ue tienen?
¡Llevan alas eú las piernas!
En fin, buscaré un albergue
hasta mañana siquiera.
(Váse lentamente. Durante el mutis del Forastero,
la orquesta to<!a, muy piano, anos eompuses de la
— 29 —
MarselleM. Al mutis del Forastero, sabe ol telón de
ealle, y «parece el salón del enadro tareero.)
CUADRO TERCERO.
Uk ORAN SSSIÓMr.
SALÓN DEL ATONTAMIENTO.
En el fondo, una mesa blanca, peqncña, llena de leg^ajos de
papeles» Vná escribanía anti^a de bronce, nn cdncerro,
un botijo* Detrás do la mesa el «sillón del presidente. Á
ambos lados de la escena, dos filas de tabnretes, colocados
en semicírculo que lle^n hasta cerca del proscenio» En
la pared del fondo, y en el centro, una ventana practica-
ble, á bastante altura.
ESGBNA PRIMERA.
PATRICIA.
Aparece con un plumero, limpiando el polvo de la mesa,
arreglando los taburetes, ete* '
Ya está sacudido el polvo
de las sillas y la mesa.
El botijo con el agua,
el cencerro, la carpeta
del señor Tomillo. Fósforos
y cigarrillos. La yesca,
el eslabón y el rosario
-•30 —
para el organista. Ea,
ahora que todo está en ordon
pueden v<!iMr cuando quieran.
Dicen que en esta sesión
va haber la marimorena;
lo cierto es que todo el pueblo
está esperando en !a paerta
que sea hora para entrar...
(Se oyen tocm eomo altercado ó riña faera.)'
¡Qué escándalo! ¿Quién vocoa?
¡Calle, es el señor alcalde
y el que fué guarda!... ¡Qué jetas
traen los dos! ¡Pues yo me escurro^
y que ellos allá se entiendan! (váse )
ESCENA II.
EL TÍO ANTÓN y f EPE DOMINGO.
Anto?i.
DOM.
Akton.
Don.
Antoji.
DOM.
Antón.
DOM.
Le dipto a iistá que es inútil!
Lo pediré en la sesión!
Á mi me importa un pepino!
Señor alcalde!
¡Que no!
Lo siento, no hablemos más
y ramos á otra cuestión.
El organista Vidal
creo que ayer se permitió
hablar mal sobre una obra
de Rosiní. ¡Eso es atroz!
Los músicos italianos,
que adoran al profesor,
reclamarán de seguno,
y en esa reclamación,
Villa-frita...
;Villa-frila
saldrá bien! ¡Donde yo estoy,
boca abajo todo el mundo!
¡Es usté un monstruo, tío Antón*
¿Y sostendrá iisté^en su- empleo
á Vidcl?
— 31 —
A.MOJf.
DOM.
ASTOX.
¡Pues DO que no!
El chico toca muy bien,
y tiene muy buena voz.
Pero en la aldea* dirán...
Y á mí ¿qué me importa? Adios>.
voy á ordenar los papeles
para empezar la sesión.
(Váse por la lateral de la derecha.)
ESCENA III.
PEPE DOMINGO.
¡JNada, no hay poder humano
qué le saque de su error!
¡Qué espantosa decadencia
y qué orgullo tan atroz!
ESCENA IV.
DICHO, MORETONES y PACA u ZURDA.,
Mor.
DoM.
ZCRD\.
DOM.
Zurda.
Mor.
Zurda.
DOM.
ZUR0A.
DOM.
Zurda.
Mor.
ZiTRDA.
¿No ha em-pezado la sesión?
No> no empezó todavía.
Vengo á ver cuál es mi sitio...
Siempre á la izquierda. Eáta fila
es la de los nuestros. (Señalándola.)^
Gracias.
¡Tú aquí á la punta, hija mía,
rodeada de partidarios
leales!
¡Vaya! ¡Tantísimas!
¿Lo dudas?...
¡Qué he de dudarl
Creí notar cierta ironía...
Es que en lo de partidarios
tengo ideas...
¿Subversivas?
Un poquito; el mal ejemplo
de los otros, contamina,
y lie formado una opiniói^
— Si-
tan rara...
DoM. ¿Sí? Díla.
Mor. Dila.
Zurda. Oigan ustedes. La cosa
bien merece ser oida.
MÚSICA.
COUPLET.
Zurda. Los azules y los blancos
y los de color café,
los que gastan barba rubia,
los que aun usan el tupé^
todos van á su negocio,
todos suben á comer,
y el mancbego, siempre tonto,
les ayuda en el belén.
Ya en Ids alturas,
dan los destinos
á sus hechuras *
y á los sobrinos
que hay por allí;
la burocracia
la desconocen,
pero es la gracia
que no conocen
nielquis-vel-qui.
Y exclaman ufanos:
yo ya soy feliz.
Ahora que el demonio
se lleve al país.
Mor. y DoM. Y exclaman ufanos:
yo ya soy feliz.
Ahora que el demonio
se lleve al país.
HABLADO.
DoM. Esa será tu opinión,
- 33-
pero es muy descabelladaé
(Dan 1m tres.)
Mor. Es la hora de la sesión.
Ü(iM. Procura estar muy callada
y tener mucha atención.
(Aparecen el tío Aat¿n, Vida) y Tomillo por U pc^
, mera deroeha. Por la primera izquierda entrao •!
Coro g^eneraly el acompafeamiento da beatas y de-
votos, Castellote, Aplasta» Crispino, Cireanelsión, y
se eoloean del modo que indica la eteena sifulante.)
KSCENÁ.V.
EL TfO AiN TÓX, TOMILLO, CASTELLOTE, VIDAL,
MORETONES, PEPE DOMINGO, APLASTA, LA
ZURDA, CIRCUNCISIÓN, CRISPINO y CORO PE
AMBOS SEXOS.
El tío Antón, colocado detrás de la mesa en el sillón. Á sn
derecha Vidal, á sa izquierda Tomillo, Castellote y Aplasta
sentados en los tabaretes de la derecha* En los de la izquier-
da Pepo Domingo y Moretones. Én los de los extremos Paea
la Zarda y Circancisión. Crispinr, siempre dando vaeltas
alrededor de la izquierda, y haciendo lo qae iadlea el diálo»
go, pero sin sentarse. En el fondo, y replegados en ambos
ingenios de la sala, el Coro y les comparsas; en el ángnlo de
la izquierda los Mozos y Mozas del pueblo (de campesinos);
en el de la derecha los tipos de ta serenata del comienso de
la obra y alfanas beatas con mantos*
Antón. (Agitando el cencerro )
;Dá principio la sesión! (Murmatlos enel Coro.
Llora un niño de pecho.)
Vidal. ¡Á la inclusa!
Moza. 4** (Que tiene el nifto.) ¡Bueoo fuera!
Antón. ¡Al que estornude siquiera
se le expulsa riel salón!
(La ven lana del ^ondo se abre, y apareee en ella el
señor Manuel asomado.)
Ton. (Se pone de pie en actitud de leer el< acta*)
Amon. No lea uslé oso papel,
y empecemos por lo grave.
3
— 34 ~
Todos.
Vidal.
A.IITON.
Gris.
Apitok.
(Ed, tono eonfideneUl.)
¿Alguno de ustedes, sabe
dónde vive el tío Manuel?
(La venUim se eierra.)
¡No señor! (Á media TOS.)
' ' (¡Esc es el coco!)
¡No es extranoy aunque !o siento,
pues en el Ayuntamiento
no lo sabemos tampoco!
(Vaelve á aparecer oa larentana. Crispino da vuel-
tas eonstantemente alrededor da la Zurda arreglán-
dola el mantón, quitándole las motilas de eneiraa,
ete., etc.; el tío Aplasta le contempla sonriendo.)
¡Crispino! Me mortifica
verle asi. ¡Siéntese usté!
¡Por aquí suelto andaré
ai.cuidado de la chica... (Marmaiios.)
Gomo usté guste. ¡Á empezar!
Yo, como administrador
legítimo...
(Murmullos fuertes y prolong^ados en todas partes.)
¡Otro rumor!...
¿Van ustedes á callar?...
Soy Alcalde, y no permito
tMuy bien!
¡Qué rudo se ha vuelto!
Aplasta. AI grano, al grano.
Antón. ¡He resuelto
que se case el señorito!
(Crispino sacude con al pañuelo los zapatos de la
Zurda. Murmullos.)
¡Presento una candidata!
(Señalando á Circuncisión.)
(Aprobación en el ángulo derecha. Desaprt^lMción
en la izquierda.)
Hágame usted el favor, (ai Alcaide.)
¡Yo presento otra mejor! (u Zurda.)
(Los murmullos al roTÓs que antas.)
;Uy! ¡La 2urda!
¡La beata I (Mormullos.)
¡Silencio!
¡Bien!
GlR.
Zurda.
Vidal.
DOM.
GlR.
Zurda.
Antón.
Vidal.
38
Antón.
Vidal.
DoM. ¡ViveDiosI
Mor. {Esta es bonita!
Vidal. iGsta es castal
Aplasta. {Chis! jConsle que el tío Aplasta
(Levantándosa.)
vota en contra de las dos!
{El amo está bien soltero
y así nuestra dicha labra!
¡No tiene usted la palabra
y hay que discutir primero!
(Vidal y el gr^'apo <^«t fondo daraeha aplauden.)
¡Yo á la niña presenté:
si la rechaza algún tonto, «
á defenderla estoy pronto
per aoeideiu^ é per sel
Eso de tonto, ¿es un mote? ,
¡Pido la palabra!
¡Y yo!
(Bajo á Moretones.)
(¿Voy por la escopeta?)
(Asustado.) (¡Oh, no!)
¡Hable el señor Gastellotel
(Castellote se loTanta; marmatloa. En sef^aida, con
an chis proloagado, sé restablece el sUeaeio.
El tío Manuel cierra con farla la Tootana y se
retira.)
Cast. El organista Vidal,
qufi cual águila caudal
se eleva basta el armamento,
y es músico de talento,
por más que toca muy mal, .
sueña con la pretensión ;
de hacernos aquí tragar i-
i á una tal Circuncisión ,
que se trae la intención
de un toro de Colmenar. (Mummilot.) a\
No esperéis de mí un alarde
de erudición empachosa,
estoy cansado esta tarde. !, . . i
(Reanudando su discurso.)
Circuncisión fué preciosa
en tiempos de Calomarde. . . , i /
Gast.
Mor.
DOM.
Mor.
Arton.
— 36 -
(Vidal tona sotes con un lápls y nnat cuartillas
de papel»)
Ya era entóneos mojigata
y anabá con fanatismo :
la religión, y la plata,
y era ignorante, y beata,
y hoy sigue siendo lo mismo,
¡Ah, señores I ¡Triste día,
si esa unión nefasta, impía,
se realizase}
Vidal. (LaraaléBdoM iracaudo.)
¿Por qué?
AifTOfi. ¡Silencio! No tiene usté
la palabra todavía, (aiay amable.)
(Vidal hace pedaxo« láa caartiMas que tiene ea la
mano, y se siesta.)
Cast. Si Circuncisión casara,
permitid que no lo crea,
y por un azar llegara •• .
á ser algo en esta aldea,
la Mancha se avergonzara.
¡No digáis que üois creyentes
los que aquí patrocináis
á esa mujer! ¡luocentesl
¿Acaso no recordáis •
lo que hicieron sus parientes? .
Aferrado á mi creencia
sigo de mi gloria en pos,
y os doy! mi benevolencia,
sirviendo asi á mi conciencia,
á mi patria, y á mi Dios.
(Aplausos prolongados ( es la isqsierda. Bl tio
Aplasta le abrasa; Marmallos derecha. Moretones
y Crispino, estrechan su- maso carifiosanMnte* L*
Zurda le da un caramelo.)
Aplasta* iBien SU bandera sostiene!
Gris. ¡incomparable!
Mor. ¡Qué artista!
2uRDA. (Ofreciéndole un caTSmelo.')
¡Es de menta!
Cast. ¡Me conviene!
Antón. ¡Silencio, señores! Tiene
— 57 -
Vidal.
ANT05.
Cast.
Mor.
Don.
TOM.
Antón.
Vidal.
A?«TO«,
la palabra el organista.
(LevftntándoM con <mpetn y habjando eoD
Tertig^inosa rápidas-)
Señores, cumpliendo
penoso deber,
levanto mi acento
repleto de fé
y airado protesto
con santo interés
contra esas palabras
que absorto escucbé.
¿Qué liLCisteis vosotros:
coa tanto saber,
por ese poblacho
que está en la escasez?
Groseras calumnies
escucho á granel
contra una inocente
y hermosa mujer,
que puede ser, iris
dü paz y de bien.
En vez de inspltarla,
cual hecho lo habéis,
y hacer propagandas
por otra mujer,
aquí, donde impunes
se pueden hacer,
más digno sería,
y más noble es,
coger la escopeta
con ruda altivez,
y andar por los montes
á tiros...
(LawanUndofa.) ^Luzbel!
¡Protesto! (Se Uvanta.)
¡Protesto! (id.)
¡Fuera!
{mmnáú y sentado.) ¡Jé, jé, jéi
(Graa raido y tamoltot )
¡Al orden!
No quiero.
iQue se calle usté!
— 40 —
▼ antarM.)
Aplasta. Será verdad; pero, amigo.
maldito si ]o parece!
ANToif. ¡Prosigo! ¡Circuncisión
no se casará quizás;
pero la Zurda, jamás
cuente con mi protección!
(Alboroto, iraidoy voces, todo el mundo m |K)ne ,
de pie.)
ZoRDA. En otros tiempos decía...
Amo?i* Era un pian preconcebido...
Mor. Pepe, nos hemos caido... (Á Pepo Domin«ro.)
DoM. ¡Jamás!
GlR. (Abrazando á Vidal.) ¡La victoria CS mía!
DoM. (Poniéndose de pie en la silla )
¡Protesto!
Cast. (Id., id.) ¡Aquí tiay coacción!
Anto.n. ¡No alborotarse, amiguito,
va le iie escrito al señorito,
y espero contestación!
(Entra corriendo un mozo con nn pliego en lo^
mano.)
KSCKNA Vh
DICHOS y el MOZO.
Mozo. Este parte, que es urgente,
para el alcalde. (Se lo da.)
AlC. (Abriéndole.) Del amO...
DoM. ¿A ver?
Aplasta. ¿Qué dice?
.Antón. ¡Reclamo
vuestra atención!
Vidal. (Con acento compasivo.) (¡Pobro gente!)
A ^TUN. (Leyendo.)
(« Vlauclia. — Villa-frita.— J^lcalde. —
))M'^ ha escrito usté una tontuna;
. «celebra sesión en balde.
»No me caso coú ninguna.»
- 41 -
(Tirando el tele^ama sobre la me«a.)
¡Soberbia resol ucíóq!
ToM. ¡CoD qué franqueza la espeta!
AplAkST A. (Frotándose las manos.)
¡Tendré la admioistración!
Vidal. (Á circuncisión.)
¡Habrá que hacer la maletal
Antón. Se levanta la sesión. (Con rabia.)
(En este instante estalla la furia del público; todos
están de pie; los de la dereeba, con los suyos, á la
derecha, con Antón, Vidal, Tomillo y Cfreuneisión.
En la isquierda La Zurda eoa los suyos. Moretones,
Crispino, l>omingo. En el centro, y procurando con-
tener á entrambos bandos, el tío Aplasta y Caite-
lióte.)
MÚSICA.
Züiuu. ¡La cosa de este modo
no puede terminar;
á esa necia beata
la quiero yo arañar!
Moretones, Crispino, Domingo y Coro, (izquíerd.!.)
¡La cosa de este modo
no puede terminar;
ú esos necios beatos
dí^bemos castigar!
Circuncisión. ¡Salvadme, hermanos míos,
salvadme por piedad;
la<,^urda es uno íiera
que me qáiere arañar!
VlüAL y Coro. (Derecha.)
¡No temas, vida mía, *
te puedan arañar!
¡Nosotros desde antaño
sabemos pelear!
Aplasta y Castbllote.
¡Haya paz, haya paz, caballeros,
haya paz, haya paz I
— 42 —
(eI tío Haanel eonUmpia mU Mc«na átém •«
T*ot«aa y m tíb.)
Zurda. ¡Sí te echo la mano
te arranco la piel!
CiRcu?icisioii. ¡Veremos si puedes,
mujer de Luzbel!
Coro, (izquierda.)
¡Si Í€ echo la mano
le arranca la piel!
Vidal 7 Coro. (Derocha.)
¡Salvadla, hijos míos,
del fiero tropel!
(S« mazelaa ya para Teñir i las manoa.^
tÜL Th) Manuel desde la ventana y dando ana g^ma ▼«>•
¡Caballeros! ¡Muchas graciasf
(Todos se TaeWen eon terror.)
Zurda y Coro, (izquierda.) ¡Es Manuel!
CiR. y Coro. (Derecha.) ¡E)s Manttel!
Aplasta y Castellote. ¡Es Manuel !
XODOS. (May piano, y con acento de horror.)
¡Es Manuel!
(Éste cierra la ventana y desaparece.)
ESCENA ULTIMA.
TODOS, menos MANUEL.
Se confunden en estrecho abraso. Vidal abraza á Moretones;
Pepe Domingo, al tío Antón; Tomillo, á Crispino; Aplasta^
á Castellote; la Zurda, á Circuncisión, y el coro de derecha
é izquierda» todos por parejas tamlúén cocidos del brazo,
van desfilando de puntillas, dando la vuelta por eompleU.
al escenario, hasta que desaparecen, y cae él telón.)
Todos. ¡ChitÓD, cliitón, chkónr
Aquí no hay que jugar...
Tengamos mucha unión
y no hay que regañar,
porque ese puede dar
alguna desazón.
— 43 —
|Ghitóhy chitón chitón»
y lio hay que regañar,
porque ese puede dar
alguna desazón!
(Con la última jMtUbr» de h ••trofm e»e ti telón.)
, FIN.
/'
EL BARÓMETRO.
EL BARÓMETRO,
GOMBblA EN UN ACTO ARREGLADA DEL FRANCÉS
ron.
D. G. V.
Entrenada 'con extraordinario aplauso en el Teatro Español, la noche del 28
de Setiembre de 1B7L.
MADRID.
IMPRENTA DE JOSÉ RODRICUEZ, CALVARIO, 1.8i.
l«9t.
PERSONAJES. ACTORES.
LA CONDESA Doña Josefa Huosa.
VICTORINA, doDcella de la Con-
desa Doña Concepción Altarez.
UN DESCONOCIDO Don Emilio Mario.
ANSELMO, criado Don José Alisedo.
La escena en una quinta en las inmediaciones de Sevilla.
Época contemporánea.
Esta obra es propiedad del tradaetor, y nadie podrá, sin so
permiso, reimprimirla ni représenla ría en Espafta, ni en sos pose-
siones de Ultramar.
Los Comisionados de las Galerias Dramáticas y Líricas de los
Sret, Gullon é Hidalgo^ son los exelusiTamente encargados del co-
bro de los derechos de representación y de la venta de ejemplares.
Queda beebo el depósito qne marea la ley.
ACTO ÚNICO.
Salón pequeño adornado con mucha elegancia. £n el fondo una
chimenea y sobre ella un espejo grande. Á la derecha de la
chimenea un piano, y á la izquierda un barómetro grande colga-
do de la pared. Puerta á la izquierda que conduce á las habita-
ciones interiores, y otra á la derecha que da al exterior del edifi-
cio. Ventana grande á la izquierda, y delante de ella un velador
en el que se ven recado de escribir, libros y álbums. — Un sofá
y dos butacas á la derecha.
ESCENA PRIMERA.
La CONDESA.
Se oye llover ccn fuerza. £1 rutdo del agua irá poco á poco dUminayenio,
despaet de las primeraa palabras de la Condesa, que dioe con desesperación.
¡Dios mío! ¡Dios mío! Esto es insoportable! Hace tres
meses y medio que llegué á esta quinta, y ni un sólo
día ha dejado de llover. Yo no tengo resignación para
sufrir este tiempo, que me aburre, y me fastidia, y me
desespera y me mala. Vamos á ver sí eá barómetro me
da alguna esperanza, (se dirige á éi.) ¡Nada! Ayer marca-
ba lluvia y hoy indica tempestad. ¡Esto es horroroso!
— 6 --
Poe^ bien, voy á acabar de una V32 con el cómplice de
esta lluvia eterna. (DweQ«l|ra el Urómelro y U arroja al
ra«lo haciéndole peilasos con Mtrépito.) Ya ÜC me mortificará
más con sus presagios. (Saha por U paarU de la isqaierda.)
ESCENA II.
ANSBLllO. VICTORINA.
AomIom entra proeipttadamente por la isqnierda. V^ctorina por la derecha
con nn periódico en la mano.
VicT. ¿Qué ruido es este? ¡Jesús! El barómetro hecho
añicos.
Ans. ¡Qué lástima! Después que le costó mil quinientos
reales al señor conde, ha tenido el pobre chisme un
fin muy desgraciado. Todavía me acuerdo de la tarde
que ñií con el amo á la tienda del óptico de la calle de
la Montera, y después de revolver...
Yict. Vamos, no empiece usted ya con los discursos de
siempre, y recoja usted esos pedazos antes que vuelva
la señora.
Ans. (á Victorína, qne lee.) Mejor seria que usted me ayudara
para acabar más pronto. ¿No oye usted? ¡Y se hace la
sorda! ¡Y sigue leyendo sin hacer caso! ¿Trae alguna
noticia interesante ese periódico? '
VicT. Muy interesante. Han preso á Vargas.
Ans. ¡Eso es imposible, imposible!
ViCT. ¿Imposible? Oiga usted. (Lee.) aAI fin se ha conseguido
, «capturar al célebre bandido, que por espacio de un
waño ha sido el azote de los pueblos de Andalucía.»
Aks. ¿y dónde han atrapado á ese tunante?
VicT. En Mairena.
Ans. ¡Caramba! Y qué cerca estaba de nosotros.
VicT. Á media legua de esta casa. No he acabado de leer to-
davía. Oiga usted. «Vargas es un hombre muy orígi-
nnal, y podemos dar algunos pormenores de su perso-
nna. Su mirada es terrible, pero llena de inteligencia;
nsu boca perfecta, aunque coülraída por uaa sonris
»irÓDÍca; de frente sombría, adornada de una magnífica
«cabellera negra. Con los hombres es implacable, pero
»tan galante con las señoras que jamás las despoja de
«sus sortijas sin besar caballerosamente la mano.»
Como que es hijo de una buena familia, según dicen.
Ans. ¡Ya! y le ha quedado esa costumbre de cuando gastaba
levita.
VicT. ¿Qué culpa tenia esta pobre máquina en anunciar hace
tres meses lo que luego ha sucedido? Lluvia, mucha llu-
via y tempestad?
Ans. Sin embargo, yo disculpo en particular á la señora
Condesa, y comprendo bien que se haya encolerizado.
Vino al campo para respirar el aire libre, para pasear-
se, para visitar las casas de las inmediaciones, y no ha
podido salir ni un solo dia en tanto tiempo. ¡Es tan
hermosa esta quinta! ¿No le dice á usled nada el campo*?'
YicT. ¿Á mí? Absolutamente nada.
Ans. ¿y los árboles?
ViCT. Tampoco me dicen nada, y mucho menos si son alcor-
noques.
Ans. ¿y el cielo?
VicT. ¿QuizJs no hay cielo en Madrid lo mismo que este?
Ans. Sí, pero este es más hermoso. ¿No ha leído usled en
este tomo de poesías unos versos muy bonitos, que
hablan de las delicias del campo? ¡Oiga usted! (Lm en
tono acompasado en nn libro qae toma de la masa.)
«Las rosas sobre el tallo se levantan
«coronadas de gotas de rocío,
»las avecillas revolando cantan
)>al blando son del murmurar del río.
«Chispas de luz...»
VicT. (Interrumpiéndole.) ¡Chíspas! Csas sou las que yo estoy
echando por no verme en Madrid.
Ans. (Esta criatura no entiende de versos.) Pues bien, le
diré á usted, en prosa, que la familia del marqués de
la Peña, que es bastante crecidita por cierto, llega hoy
— 8 —
á medio día, y que su presencia y el barullo de lanía
genle calmaríín los nervios de la señora Condesa.
ViCT. Aíjui viene; silencio.
ESCENA III.
U CONDESA 9 ANSELMO y VICTORIA A.
La Condesa entra sin verlos, y dice con tono de mal humor.
Co.>D. Mayo, lluvia; Junio, Iluyía; Julio, grandes lluvias, y
AgOSlO, lempeslades. (Se TaeWe da repente y ve á sus
criados.) ¿Qué haceís aquí?
Ans. Señorn, eslábamos recogiendo los restos moríales del
barómetro que fué. (Sale por la dereelM. Vietoriaa va á se-
guíale, pero ia detiene la Condesa, queso sienta junto á la mesa.)
CoND. ¿Qué papel es ese que tienes en la mano?
ViCT. Es un periódico de Sevilla, con una noticia que de se-
guro la agradará.
Co.ND. ¿Qu'í noticia?
YicT. Lu de que el famoso bandido Vargas ha sido preso
ai (in.
OoND. ¡Olí! Cuánlo me alegro. Te aseguro que su recuerdo
me hu hecho pasar noches terribles. Todavía le veo
eu mis sueños.
ViCT. Y además dice el periódico que desde Sevilla lo lleva-
rán ú Madrid con una cadena de hierro muy gruesa
para que no.se escape.
CoND. No tendría yo necesidad de cadena para que me lie-
vurun allí.
ViCT- (Está lo mismo que ayer. Sigue la tempestad por den-
tro y por fuera de esta casa.) (Sale por la izquierda.)
ESCENA IV.
La CONDRSA, sola. Sin dejar su asiento mira á la campiña á través de los
cristales de las ventanas.
Nada, no escampa. Esto es peor que el diluvio univer-
~ 9 —
sal, que no duró más que cuarenta dias, y ahora hace
ciento que Hueve sin descanso en este país que dicen
es un rincón del cielo; ¡me gusta ei4al rinconcito!
V yo que creía reunir aquí una tertulia de más de
treinta personas, me veo sola, completamente sola.
Lo único que me consuela, es que hoy llegará la fa-
milia del marqués de la Peña, que es numerosa y de
excelente humor sobre todo, especialmente la buena
marquesa, que me ha pedido permiso para traer á su
sobrino Garlos, con quien tiene el proyecto de casar-
me. Difícil me parece que lo consiga. He sido tan di-
chosa en mi matrimonio, que la segunda prueba no
será DUDca como la primera. (Suenan ia« <ioee.} ¡Las do-
ce! Ya debe estar el tren de Sevilla en la estación in-
mediata. ¡Si no hubiese llegado! No quiei;o pensar-
lo. ¿Si pasaré todavía un mes en esta soledad? ¡Impo-
sible! Prefiero morirme. (Tin del cordón de I:í campanilla.)
ESCENA V.
U CONDESA, ANSELMO.
CoND. ¿Ha llegado el tren de Sevilla?
Ans. No, señora Condesa, las aguas han destrozado la vía,
y por un milagro han podido salvarse los viajeros. No
se sabe cuándo podrá estar expedito el camino.
Ck>Ni). Haz que enganchen en seguida.
Ans. ¿Pero qué piensa usted hacer, señora?
Co.ND. Irme con Victorina y contigo á Sevilla, aunque sea
nadando, y desde allí á Madrid.
Ans. ¿^ Madrid á nado?
Co.ND. Sí, á Madrid; ¿y eso te espanta? Vamos, ¿qué esperas?
Corre.
A.Ns. Pero, señora, sí no se puede dar un paso, ni a pie ni
en coche, por la campiña, y ademas la casa de Madrid
está en obrtí, aprovechando el verano, y luego tienen
que arreglarla los pintores y los tapiceros. De modo
- iO -
que hasta dentro de un mes lo menos...
CoND. Tienes razón, vete, yete, no quiero ver á nadie, (váse
AnseUpo.)
ESCENA Vi.
La CONDESA.
Es deeir, que me veo obligada á permanecer aquí
como un prisionero. Dicen que los prisioneros se re-
signan: ;me resignaré! Voy á leer. (Toma un libro y lee. )
((El lago.» Jesús, me horroriza todo lo que es agua.
(Arroja el libro y se leTania.) ¿Eu qué mO OCUparé, Cie-
lo santo? Voy á dibujar. Sí, el dibujo es una gran
distracción, y divierte ai mismo tiempo. Copiaré la
iglesia de ese pueblo inmediato, y el campanario gó-
tico que también se distingue desde aquí. (Toma un
álbum y se coloca frente á la ventana en actitud de dibujar;
pocos momentos después se oye llover con furia.) ¡OlrO agUA—
cero! Ya no veo ni el campanario, ni la iglesia, ni
las casas, ni el horizonte, ni nada. Todo ha desapare-
cido detrás de esa catarata. (Tira el álbum y ios lápices
con desesperación sobre la mesa y S3 asoma á la ventana.) ¡QU(^
espectáculo tan horrible! Ni un ser viviente se ve
en el camino. Pero, calla, me parece que aquel es
un viajero. Sí, no hay duda. Ha ido á ampararse de
bajo de un árbol. ¿Por qué no se refugiará en mi ca-
sa? ¡Si supiese cómo me fastidio de estar sola! ¡Oh,
qué idea! Quizás venga de Madrid. Traerá noticias, y
frescas, eso es indudable. (Tira de la campanilla de un modo
* convulsivo.)
ESCENA Vil.
La CONDESA, AMSELMO, que va á la ventana arrastrado por la Condesa.
Muoha rapidez.
CoND. ¿Ves á un viajero, debajo de aquel árbol tan corpu-
lento?
— « -
Ans. Sí, señora.
Cono. Corre á ól y dile que venga.
Ars. La señora Condesa le conoce sin duda.
Co.ND. Corre le digo. (Váse Anselmo.) ¡Ah! Es atrevido, es te-
merario lo que acabo de hacer, pero lo primero es
vivir, y yo no puedo vivir de esta manera. Sin embar-
go, abrir las puertas de mi casa á un hombre que no
conozco, es más que rareza; es una verdadera locura,
es... Victorina! Victorina!
ESCENA VIII.
la CONDESA, VICTORINA.
La Condesa con macha agitación.
CoND. Llama en seguida á Anselmo, que venga al momento.
ViCT. Es imposible, señora, ya va muy lejos.
Cono. No importa, vé á buscarle.
VicT. Pero, señora, ¿cómo voy á hacerlo? (Va 4 u ventana.)
Mire usted, ya vuelve.
Cono. (Se dirige á la ventana.) ¿Solo quizás?... ¡Qué miro! Vie-
ne con el otro. ¿Qué es lo que he hecho!... ¡Ah!... Ya
estoy arrepentida; oigo que suben.
VhCT. (¿Quién será?... La señora no está satisfecha con nada.
Continúa la tormenta; me voy antes que empiecen los
truenos.) (váse.)
ESCENA IX.
La CONDESA, el DESCONOCIDO.
Entra sacudiendo el sombrero y el gabán, qiie se suponen moy mojados. La
Condesa con embarazo.
CoND. Caballero... dispense usted si le he hecho entrar casi
á la fuerza, pero... pero... (¿Qué le djgo á este
hombre?) Pero anoche hubo una tempestad horrorosa,
el viento soplaba con furor, y como se han roto todos
l-j -»
ios cristales de la casa, y el tiempo es tan ntalo, liay
necesidad absoluta de volverlos á poner.
Orsc. De modo qpe usted me ha tomado por un vidriero?
(Pues me gusta la ocurrencia!)
CoND. Si, eso es, por un vidriero... (No sé lo que digo.) Ya
comprenderá usted que á cierta distancia... creí que...
Ahora veo que me he equivocado.
Desc. En efecto; un poco, señora, porque soy militar.
GoND. ¡ A li! ¿Conque usted?...
Desc. Siento de todo corazón no ser vidriero en estos mo-
mentos.
CoND. En verdad, caballero, que estoy confusa y avergonzada
de mi error... quisiera darle una satisfacción completa,
V no sé...
.1
Desc. Ninguna reparación me debe usted, señora. Lo único
que le suplico, es que tenga la bondad de prestarme
un paraguas, para ir á la estación, y en ese caso, yo
seré el que la dé un millón de gracias.
CoND. (Contrariada.) (Acüba de entrar, y ya piensa irse.) ¡Cómo!
¿No esperará usted siquiera que pase este aguacero?
Os imposible transitar por esos caminos llenos de
barro.
Desc Cuando se han pasado cuatro meses en los campos de
África, el andar media hora sobre la tierra un poco
húmeda de Andalucía, es bien poca cosa. Por tanto, si
tuviera usted la bondad de prestarme un paraguas...
CoND. (Rsle hombre se me va de entre las manos. No, pues
no le dejaré marchar.) |Ah! ¿Conque usted ha estado
en África? ¡Brillante campaña!
Desc. Un poquito penosa.
CoND. ¿Usted sirvió en infantería? Es un arma que me gusta
mucho.
Desc. No señora.
CoND. Entonces seria en caballería. Todavía me gusta más.
Desc He servido en ingenieros, señora.
CoND. ¡En ingenieros! Á mí me agradan infinito los inge-
nieros.
— lo -
Diüsc. Señora, tendría usted la bondad de mandar que roe
trajesen un paraguas?
CoND. (Vuelta al tema del paraguas. Este hombre es insufri-
ble.) De modo que ha tenido usted la gloria de encon-
trarse en la famosa batalla de que tanto se habló...
Desc. ¿En la batalla del cuatro de febrero, ó en la de Vad-
Ras?
CoxD. Eso es, en la de Vad-Ras.
Desc. Sí señora; he tenido esa honra. — Aunque el paraguas
sea malo, no importa.
Cono. (¿Cómo detenerlo?) ¡Anselmo! jAnselmo! (Anselmo apa-
rece por la derecha. ) Ya quo cstc Caballero quiere absolu-
tamente ponerse en camino, ve á buscar un paraguas,
y tráelo al instante. (Bajo á Anaeimo.) Que no haya ni un
solo paraguas en la casa, ¿entiendes? (Anselmo salada y
sale. Desconocido, rehnsa el asiento que le ofrece la Condesa.)
Desc. Señora, tengo prisa por marcharme, y agradezco la
invitación de usted. Me esperan algunos amigos en la
estación, y ademas, prolongando mi presencia en esta
casa, temo ser indiscreto, cuando no me es posible ni
aun componer los cristales que se han roto.
i'oND. (Desentendiéndose.) Puede usted estar trauquilo, porque
el tren no sale hasta dentro de. tres horas. Conque
decia usted que en África...
Desc. (¡Dale con África! ¿Sí será viuda de algún oficial? Y
es guapa esta mujer.)
Cono, ¿y fué usted herido en campaña?
Desc. Sí, señora, dos veces, y muy gravemente pot cierto,
mientras tratábamos de establecer una paralela.
CoND. (Con alearía.) ¿Couque ustcd ha tratado de establecer
una paralela?
Desc. (¡Vaya una señora original! ¿Qué le habrá dado ahora?)
Cono. No sabe usted lo que yo he deseado siempre saber lo
que es una paralela.
Desc. Voy á satisfacer entonces la curiosidad de usted mien-
tras traen el paraguas.
Cono. Pero siéntese usted, yo se lo ruego. (Le acerca ana butaca.)
- u -
Desc. (Esta mujer es sublime.)
CoND. (Creo que se va á sentar al fin. Esto es lo priocipaL
Ya se acerca á la butaca, ya se ha sentado... ¡gracias
á Dios!)
Desc. (En tono magísirai.) La paralela, señora, consiste en una
línea de ataque y de defensa trazada sobre- el terreno
que ocupan los sitiadores, con objeto de avanzar por
. zanjas ó caminos cubiertos bacía la plaza ó el punto
sitiado.
CoND. Comprendo parfectamente,
Desc. Esas zanjas se construyen en tres líneas unidas entre
sí, por otras en forma de zígs, zngs. La profundidad
de cada zanja es la de un metro y su longitud varía
desde uno hasta tres metros pnkim amenté. Hay seis,
modos de construirlas: de zapa sencilla, de zapa vo-
lante, llena, medio llena, doble y semídoble. ¿Com-
prende usted?
CoNix. # ¡Vaya si comprendo! Es muy interesante todo eso. De-
cía usted que hay cincuenla y seis maneras de cons-
truir las zanjas...
Desc. ¡Cincuenta y seis! ¡Ave-María Purísima! Seis, señora,
seis.
GoND. (Confusa.) Es Verdad, perdone usted, me he equivoca-
do. Como nosotras no tenemos obligación de saber
esos trabajos de zapa...
Des6. ¡Pues ya lo creo! (Sonriendo.) ¡Como que los hacemos
nosotros!... Vamos ahora á definir claramente lo que
es zapa sencilla.
CoND. Vamos á ver...
Des€. Se llama zapa sencilla...
ESCENA X.
DICHOS, ANSELMO, qfie trae qd. objeto m.Qy abultado en ana funda de hule.
Ans. Señora, he revuelto toda la casa y no he podido encon-
trar mis que esto.
CoND. (cooiíariada ) (¡Tofpe! Y yo que le había dicho...) (ah-
Mimo saca de la fonda el armazón de an paraguas viejo y muy
grande y le abre. La Condesa y el Desconocido prorumpen e»
una carcajada.) Ya Ve ustcd, Caballero, que no le falta más
que la tela. Creímos que haría buen tiempo y no he-
mos pensado en traer paraguas de Madrid.
A.Ns. Y ademas, será inútil dentro de pocos minutos. La llu-
via ha cesado, y cualquiera diria que el sol va á salir.
(La Condesa y el jóvan Desconocido se leyantan de repente al
oir las palabras de Anselmo. La primera corre hacia la Tentana.)
CoND. ¿Será posible? ¡Va á salir el sol! ¡Qué alegría! Hará
buen tiempo y vendrán los amigos que espero con
tanta ansiedad. Anselmo, sube al momento á la azotea
y cada cinco minutos baja á decirme cuál es el estado
del cielo.
Ans. (Pues señor, vamos arriba á desempeñar las funciones
del barómetro que hizo pedazos esta mañana.) (saie.)
ESCENA XI.
La CONDESA, el D^CONOCIDO.
Desc. Gomo decíamos, la s^apa sencilla...
CoND. Caballero... (Y tiene valor de hablarme de zapas cuan-
do va á venir el buen tiempo... Es menester hacerle
comprender...) Caballero, usted me permitirá que le
diga que es una imprudencia por mi parte detenerle
más tiempo y que estoy abusando de su amabilidad.
Desc. Al contrario, señora, (Cada vez rae parece más boni-
ta, y yo no me voy sin explicarle la zapa.)
CoND. Sé bien lo que es un viaje. Falta el tiempo para todo;
los momentos son preciosos.
Desc Pero no me ha dicho usted hace un momento que
tengo tres horas disponibles? A hora soy yo el que pide
á usted el favor de no abandonar tan pronto esta casa.
CoND. (De mal humor.) Sí es a.sí... Caballero...
Desc. (Sentándose.) VuelvQ á mi narración... la zapa sen-
cilla,,.
~ 16 —
CoriD. (S« «enU deinperaiU.) ¡DioS mío! ¡DiOS mÍo!
Desc. ¿Se pone usted mala?
Goxo. No, no es nada.
Desc. En la zapa sencilla sólo se emplean gaviones y faginas,
que consisten...
(^0!Hi¥. (¡Gsto es horrible! Esto es la lluvia convertida en
hombre: ¡un chaparrón dentro de mi cuarto! ¿Cómo
haré para que se vaya pronto?
ESCENA XII.
niCHOSy ANSELMO, qae ile^a precipiUdan\ente. Sa oye llover con más
fuerza qae nanea*
Ans. ¡Señora Condesa, señora Condena!
CoND. ¿Qué ocurre?
Ans. El sol que apareció 'un instante se ha retirado brus-
camente. El cielo está cubierto de unos nubarrones
negros que asustan... y oiga usted, señora, la lluvia
cae á torrentes.
CoND. ¡Horrible contrariedad! La marquesa y su familia no
podrán venir y voy á continuar sola en este infierno.
Ans. (¡Se ha puesto furiosa! Me voy á escape, porque como
ahora soy yo el barómetro, no tendría nada de extraño
que hiciera conmigo lo que hizo con mi antecesor.)
ESCENA Xlir.
La CONDESA, el DESCONOCIDO.
COM). (La Condesa con dolznra.) Cuando UStcdgUSte, mi qUCrído
amigo, puede continuar esa deliciosa descripción de
los trabajos de zapa.
Dbsc. Al momento, señora. (¡Qué cambio tan repentino!
Ahora me llama su querido amigo.) Toda vez que us-
ted lo desea, pasaremos á la zapa volante.
CoND. Ya escucho. (Y es un buen mozo.)
Dksc. La zapa volante se comienza á practicar casi siempre
-- 17 —
de Doche^ y se hace salir de la triocliera ua destaca-
mento de trabajadores; cada uno lleva una pala^ una
espioclia y un fusil.
CoND. Una pala, una espiocha y uu fusil. (Repiíieado.)
Desc. La zapa llena ya es otra cosa.
CoND. Es claro. (Daría algo por saber si es casado.)
Desc. Y no puede ejecutarse sino por zapadores experimen-
tados que sepan colocar bien y hacer uso de los gavio-
nes. Vamos á colocar los zapadores.
CoND. (Eso es, vamos á colocar los zapadores.) (Ap. coa tri«-
teza.)
Desc. El primer zapador y el segundo trabajan de rodillas,
el tercero inclinado, v el cuarto...
ESCENA XIV.
DICHOS, ANSELMO, que cnlra gritaniio.
Aiis. ¡Vicloria! ¡Victoria! El sol ha triunfado de la lluvia, y
le cielo, casi despejado, presenta un aspecto magní-
fico. ¡Victoria, señora, victoria!
Co.ND. Oh! qué alegría! Vé á prepararlo todo, Anselmo, para
recibir á mis amigos, que vendrán lioy fijamente en el
primer tren.
Desc Pues señor, no me dejaron colocar mi cuarto zapador.
ESCENA XV.
U CONDESA, el DESCONOCmO.
CoND. Caballero, retener á usted uu momento más en esta
quinta seria un abuso, una inconveniencia. Debe us-
ted ahora aprovechar el buen tiempo para...
Desc. (¡Otro cambio! Creo adivinar ya el motivo.)
CoND. Y antes de marchar reciba usted un millón de gracias
por la paciencia y la amabilidad con que me ha hecho
compañía por espacio de una hora. Crea usted que ja-
más olvidaré su conduela. (Va ai espejo de la chimenea f
arregla sn prendido.)
— I« -
Vesc. (Guaudo llovía se empeñaba en retenerme á su lado, y
ahora que liaee buen tiempo me despide. Es decir que
estaba llena de fastidio, que necesitaba de un pasatiem-
po, de una emoción... y la emoción he sido yo. ¡Bonito
papel he desempeñado! Merecía una buena lección, y
no sé de qué medio...)
Co?fD. (Que sigra* delante del espejo.) (Al pobrecíllo le cuesta tra-
bajo el salir. Es claro, no ha podido colocar el cuarto
zapador...)
Desc. Adiós, señora Condesa, y gracias por la hospitalidad
que he encontrado en su casa de usted.
CoND. Y yo ruego á usted, caballero, que olvide la manera
especial y violenta que he tenido de hacerle entrar en
ella.
Drsc. Dichosa violencia, señoni, que me ha permitido cono-
cerla. (¿Y no poder besarle las manos, ni llevarme
esos ojos tan hermosos!)
CoND. Tampoco olvidaré que usted me ha hecho pasar una
de las horas más deliciosas que he disfrutado en tres
meses. (Este cumplimiento nada importa, y ademas es
la pura verdad.)
Desc. (Vamos, un ratito de buena educación.) Esa hora pa-
sada cerca de usted va á hacer muy largas las que fal-
tan para que salga el tren. Adiós, señora. (Se dirige
á la puerta.)
COND. ¿Quiere usted seguir mi consejo? (EI Desconocido se detie-
ne.) Ese tiempo lo puede usted emplear en visitar los
alrededores, que son deliciosos. Ahora no hay peligro
ninguno de caer en manos de los bandidos y ser de-
gollado por el famoso Vargas.
Desc ¿Vargas?
CoND. Sí, un bandido que ha sido el terror de este país, y que
me ha hecho pasar noches terribles. Sólo con nom-
brarlo me echo á temblar como una azogada.
Desc. (con vivexa.) (Voy á vengarme de tí.) En efecto, ahora
recuerdo que ayer arrestaron Á ese célebre bandido y
que hoy le he visto en el camino de hierro.
-' 19 —
CoND. ¡Gracias á Dios que nos vemos libres de ese hombre!
Desc. No tan libres como usted cree.
CoND. (con «obresaitoO ¡Cómo! ¿Pues qué ha sucedido?
Desc Hombre de uoa destreza y de una fuerza increíbles, ha
logrado romper los hierros que le aprisionaban; ha he-
rido á cuatro guardias que le custodiaban y echó á
correr por esos campos sin que fuera posible darle al-
cance.
Cono. (Afligida ) ;Eso es horrible! Van á empezar otra vez los
robos y los crímenes y yo vuelvo á mis noches de in-
somnio y de angustia. Dicen que ese hombre es un
monstruo de fealdad.
Desc Se exagera mucho, señora.
Co?)D. ¿Usted, lo conoce? Ahora recuerdo que acaba usted de
decir que esta mañana...
Desc No es tan feo como se asegura. Figúrese usted el co-
lor de mis cabellos.
CoND. ¿Es posible?
Desc Frente igual á la mía.
CoND. ¿De veras?
Desc La nariz, la boca y la barba de una semejanza per-
fecta.
CoND. ¡Pero eso es raro! ¿Y su estatura? (inqníeu.)
Dfisc. Gomo la mía; ni más alto ni más bajo.
GoND. ¿Y qué edad representa?
Desc La misma que yo.
CoND. ¡Dios mío! Empiezo á sospechar... ¿Pero qué hace? (ei
joven cierra por dentro todas las puertas y se g^narda las llaves en
bolsillo.) ¿Qué está usted haciendo, caballero?
Desc. Señora, el famoso bandido que tanto la aterra soy yo;
y empezando por donde empiezan los ladrones, voy á
desnudarla á usted.
GoND. Socor...
Desc No dé usted un solo grito si quiere usted conservar la
vida.
GoND. Estoy perdida.
Dgsc Usted misma me ha hecho entrar en su casa y por
- ÍO —
fuena.
CoND. ¿Qué quiere usted? ¿Di aero? (Temblorosa.) Le daré todo
el que me pida.
DeSG. (Sonriendo eon ironía.) ¿POF quiéo IDe tOlim Hsted? ¿Por
UD Tídriero al principio y ahora por un cambiante de
monedas?
CoND. ¿Quiere usted mis alhajas?
Desc. Tengo una cueva llena de diamantes.
Go:(D. ¿Pues qué es lo que quiere usteá? Sepamos.
Dbsg. Casi nada* Ese traje que usted viste, que quiero lle-
varme como recuerdo y una poca de drstraccíon.
CoFiD. ¿Distracción?
Dbsc. Sí señora, distracción; yo necesito qcre me distraigan
cuando llueve, porque si no me muero de fastidio^
CoND. ¿Y qué es preciso hacer para que usted se distraiga?
Desc. Una cosa muy sencilla, amarme.
Cono. (Con espanto.) ¡Amar á usted!
Desc. Eso es lo único que me distraerá.
Cono. Pero, caballero... (U Condesa va bácia el fondo -j él la siga*
por 1» escena*)
Desc. El amor de usted, el amor de usted <^ la vida.
CoMD. ¡Quién lo creyera! ¡Un hombre que me parecía de mo*
dales tan distinguidos!
Desc. Es que yo no soy bandido por instinto, sino por un
rapto de amorosa desesperación.
CoflD. (Un poeo más tranqoila.) ¡Es posiblo!
Desc Sí, señora Condesa. No he hecho más que vengarme^
El amor únicamente es lo que me convirtió en un
un hombre criminal.
CoiHD. Debe ser esa una historia romántica y terrible á la vez*
Desc Sí señora, romántica y terrible.
Copie. Tengo miedo de estar sola con usted, y sin embargo,
quisiera saberla.
Desc. Yo adoraba con delirio en mí pais á la hija de un rico
labrador, (ta Condesa se sienta junto á la mesa y basca con
dislmmlo papel y plama sia 8«r lisls éA I^eaeonocido.)
doND. Que seria hermosa sin duda.
- 21 -
Desc. Hermosa como un ángel de la gloría. Diría que era la
más bella de todas las mujeres, si no hubiera tenido la
fortuna de conocer á usted.
CoND. (Esto es lo que se llama un bandido bien educado. Yo
liabia oído decir que había algunos muy fínos, pero no
en el campo.)
Dksc. Nos amábamos con frenesí! Pues bien, señora, aquella
niña, á quien yo creía un modelo de pureza, me pro-
porcionó el más cruel de los desengaños: Un día en-
contré en su habitación un sable de caballería. Con-
cebí sospechas...
G05D. Pero él... (Esenbe casi sin mirar alg-unas |tal&bras en an peda-
zo de papel.)
Desc. Estaba allí con ella; y loco, sin sentido, me apoderé
del sable del oficial, y con aquella arma atravesé al se-
ductor y á mi infiel amante.
C0>D. ¡Qué horror! (La Condesa gucrda en la faltriquora el papel
escrito. )
Desc. Me formaron causa y luego fui condenado á presidio...
¿Me hubiere usted condenado, señora?
GoND. ¿Yo? Pero esa historia horroriza.
Dbsc. Me enviaron á Cartagena, donde hice voto primero de
recobrar la libertad y luego hacer la guerra á todo el
que vista uniforme. He cumplido mi promesa bur-
lando siempre á la fuerza armada, y esta mañana he
logrado escapar de sus manos, y heme aquí dispuesto á
continuar la guerra contra la sociedad en general y
contra la tropa en particular.
Coro. tíQué hombre y qué pasiones tan fuertes! ¡Lástima que
sea un bandido!)
Desc ¿No tenia razón en decir á usted que el amor ha sido
el origen de todos mis desórdenes, de todas mis faltas
y de mis malas acciones? Y la prueba más irrecusable
de ello, si todavía duda usted, es que |la pasión que
usted me inspira va á hacer que...
CoND. (Horrorizada.) Caballero, no será usted tan atrevido.
Llamaré á mis criados. ¡Anselmo! (Gritando.)
-^ -;<9
Desc. SilencíOy señora, nada cooseguirá usled, porque estoy
armado...
CoND. ¡Ah! Ya me callo, ya me callo.
ESCENA XVI.
DICHOS, ANSELMO, por fuera, lUinando á la paerU de la derecha.
A?is. Señora, señora; ¿llamaba usted?
Desc. Puede usled decir lo que le plazca. Ya sabe usted que
estoy armado.
CoND. (Coa TOS conmovida.) Auseimo, ¿ha llegado el tren?
Ars. Sí, señora.
GoRD. ¿Y la familia que esperaba?
Ans. No ha venido. El tren llegó dos horas más tarde á
causa del mal estado de los caminos. La tormenta ha
descargado sobre el rio y ha convertido en un lago la
campiña.
Desc (¡Demonio! Yo me marcho. Ademas, voy vengado, y
el susto ha sido de primera clase.) Señora, con per-
miso de usted, me retiro, y ahora estoy seguro que no
me detendrá más tiempo á su lado.
Ans. (Siempre desde faera.) Caballero, SÍ usted piensa marchar
debe hacerlo pronto, porque dicen las gentes del país
que no se podrá salir de aquí en dos meses á causa del
desbordamiento de los ríos. (La Condesa, que 8« ha aproxi.
raado todo V* posible á la paerla, fin^e qae se le cae el pañuelo y
pasa por U rendija baja el papel donde escribió.)
ESCENA XVÜ.
La CONDESA, el DESCONOCIDO.
CoND. ¡Dos meses! ¡Dos meses! Caballero, hábleme con fran-
queza. (¡Oh! Ahora es preciso detenerle á todo trance.
No se escapará.)
Desc. Estoy dispuesto á ello.
CoND. Usted ha robado y saqueado á los viajeros, ¿no es ver-
dad?
-23 -
Dksc. Sí señora. (Á dónde irá á parar?)
Co?(D. Pero sus manos de usted no se han teñido nunca con
sangre?
Drsc. Sólo una vez, y ya sabe ust<»d con qué motivo.
Cono. Es verdad, por celos; ¡no aludo á esa sangre!
Df.sc. Desde entonces jamás lie matado á nadie.
CoND. Entonces quédese usted aquí. Prefiero un ladronea!
fastidio; un bandido, á In soledad; la compañía de un
criminal á la de estas cuatro paredes, después de tres
meses de lluvia. Ya no tardarán.
Oksc. Pero, ¿y la reputación de usted?
CoND. Soy viuda.
Desc. ¿Quiere usted dejar de serlo?
GoND. (¡Este hombre se ha vuelto loco!) (Ójqm mulo de grentet
qae se aproximan.)
DbSC. Pero, ¿qué ruido es ese? Dan fuertes grolpes «>n la pnertA de
la derecha. Anselmo desde faera.)
Ans. Señora, valor, aquí estamos para librarla de ese infame
bandido; somos seis hombres y traemos cada uno
nuestra escopeta. (Slgruen ios golpes en la pnerta.)
CoND. Ese ruido significa que mis criados van á acabar, den-
tro de pocos momentos con usted, sí se atreve á dar
un solo paso.
Desc. (Pues me he metido en buen zipizape. No hay más re-
medio que confesar la verdad y salir de este atolla-
dero.) (La puerta empieza i ceder á los golpes de los criados.)
. Sepa usted, señora Condesa, que todo ha sido una far-
sa. Usted me tomó como recurso contra la lluvia y
contra el fastidio; yo lo comprendí, y quise darla un
susto fingiéndome ese bandido que tanto la aterra.
CoND. ¡Cómo!
Drsc. (Mucha rapidez.) Sí; pertejiczco á una de las familias má
nobles de Andalucía, y soy sobrino de la marquesa de
la Peña, que hoy debía salir de Sevilla para ir á la
quinta de la Condesa de Alvarado, con quien tiene el
proyecto de casarme.
COND. Conque usted.... (U puerta cede al fln, CM al suelo con es-
- 24 -
trépito y entra Auselmo con cinco criados, todos armados «k
escopetas.)
ESCENA XVIII.
DICHOSi ANSELMO, CRIADOS, qne so dirigían al Desconocido. Anselmo trata
de ag^arrarle por el cuello. La Condesa se pone delante del Desconocido.
Ans. Üate preso, tunante; ahora las vas ó pagar todas
juntas.
Co.ND. ¡Eh, deteneos! Y tú, Anselmo, respeta la persona do
este caballero como sí fuese la mía propia.
A.NS. ¿Pero entonces, qué significa el papel que me dio usted
por debajo de la puerta?
CoND. Calla; luego lo sabrás todo.
Desc. ¿Con que us^ed dio aviso sin que yo lo notara?
Co.ND. Creo que usted en mi lugar hubiera hecho lo mismo.
El lance no ha sido para menos. Pero después he pro-
curado enmendar mí error.
Desc. ;0h, sí! Mil gracias. Mi nombre es Carlos Yelazquez, y
ofrezco á usted mí mano y mí corazón, que sabrá
amarla siempre.
Ans. (Me parece que esto vu á acabar en tragedia; es decir,
en boda.)
CoND. ¿Pero y esa señora, con quien desea casarle la marque-
sa de la Peña?
Carlos. Renuncio á ella para siempre.
CoND. Entonces, caballero, siento no poder dar á usted mi
mano, porque Usted mismo acaba de negarse á ello.
Caklos. ¿Yo negarme!... No comprendo...
CoND. Está usted en casa de la Condesa de Alvarado.
Caiilos. (Con alegría.) ¿Será posíble! |Ah! Soy feliz, y voy á obe-
decer ciegamente las órdenes de mi tía.
Ans. (Caramba, esto va por la posta. Es preciso pbnerse
bien con este hombre.) Caballero, usted dispense si
haco poco me tomé la libertad de poner la mano...
Carlos. Estás perdonado.
— 25 ~
ESCENA ÚLTIMA.
DICHOS, VICTORINA, qne entra aprecaradamente.
''iCT. ¿Está ya preso?
\m. (Á Vietoriiia.) Si, preso, y para toda su vida el infeliz.
(La Condesa á los criados, y dan<]o la mano á Carlos de un modo
sig^nifleatiTo.)
ioND. Retíraos en seguida. (No es cosa de asustar más
tiempo, al que viene decidido á casarse. (Saicn todos.)
(ai público.) En la pasada lluvia
tendí mis redes,
y pesqué este ingeniero
que ofrezco á ustedes.
Ya importa un bledo,
que el barómetro marque
bueno ó mal tiempo.
Ayer, al verme sola,
aquí moría...
y boy puede que me estorbe
la compañía.
Sí... yo soy franca,
y con franqueza pido
una palmada.
FIN DE LA COMEDIA.
BATALLA DE AMOR.
BATALLA DE AMOR,
ZAHZUBLA m ÜN ACTO T BN TBRSO
DE DON LUIS RIVERA,
MÚSICA
DE DON JOSÉ INZENGA.
Estrenada en el teatro del Circo en Setiembre de 1864.
>>»:oo-
MADRID,
IMPRENTA DE F. MARTÍNEZ GARCÍA,
calle del Oso, número 31 .
1864
La propiedad de esta obra pertenece ¿ su autor, y nadie podrá , sin su
permiso, reimprimirla ni representarla en los teatros de España y sus
posesiones de Ultramar.
El autor se reserva asimismo el derecho de traducción , de impresión y
de representación en el extranjero, según los tratados vigentes.
Queda hecbo el depósito que exige la ley.
Los corresponsales de DON FRANCISCO RUBIO, dueño de la Admi-
nistración general de obras dramáticas y líricas, son los encargados es-
elusivos de su venta y del cobro de sus derechos de representación en di-
chos puntos. .
OBRAS DRAMÁTICAS DE D. LUIS RIVERA.
COMEDIAS.
Las aves de paso.
La profecía.
El honor y el trabajo.
¡ Presente, mi general !
£1 padre de familia.
Al borde del abismo.
ZARZUELAS.
El secreto de una dama.
Los piratas.
El Paraíso en Madrid.
Un viaje al rededor de mi suegro.
Batalla de amor.
Impresiones de viaje.
Julio César (monólogo.)
Todas estas obras son propiedad de su autor, y las administra D. Fran-
cisco Rubio.
PERSONAJES. ACTORES. •
ELVIRA SiA. RivAS.
LAURA Srta: Montañés (Consuelo).
EL CORONEL Sa. Obregon."
EL VIZCONDE Fernandez (Eugenio).
Siglo XVill.
Habiendo cxamioado esta zarzuela, no hallo inconyenienle en que su
representación sea autorizada.
Madrid , 3 de Setiembre de 1864.
£1 Censor de Teatros,
Antoeuid Fbrrkr del Rio.
ACTO ÚNICO.
Sala elegante. Paerla» al fondo y lalcrales. Sillones, veladores, etc.
En el fondo un armario con vestidos de señora.
ESCENA PRIMERA.
Vizconde^ solo.
MÚSICA.
£d vez de libro y cátedra
yo tengo por mejor
venir tierno y solicito
al templo del amor.
Y de un hermoso y lánguido
semblante seductor,
sentir los rayos fúlgidos
brindándome pasión.
Mariposa
soy de amor,
salto de una
en otra flor.
Por devota
inclinación
de las bellas
voy en pos.
Dos conquistas
tengo aqoi:
es la una •
un serafín;
y la óira
más formal,
de SQ amor
pruebas me da.
Asi divido
mi adoración
entre dos ídolos
que amor formó.
Y es tan fogoso
mi corazón,
que necesita
lo menos dos.
Por eso en vez de cátedra
yo tengo por mejor
Jeer la alegre página
del libro del amor.
Y de un hermoso y lánguido
semblante seductor,
sentir los rayos fúlgidos
brindándome pasión.
HABLADO.
A Elvira mi pecho admira
por su gracia y su tálenlo,
y cuando la escucho, siento
que me muero por Elvira.
Con ella más decidido
parece que avanzo más;
pero con Laura jamas
he pecado de atrevido.
9^
Elvira con su experiencia
doble arrojo da á mi brio;
mas de Laura, á pesar mió,
me detiene la inocencia.
Heme trocando los frenos
de amor con rudo compás,
ya por un poco de más,
ya por un poco de menos.
Y pues nada hay que me valga,
la suerte lo ha de marchar;
hoy me voy á declarar
con la primera que salga.
Itfariposa soy que donde
hay flores, saltando juega;
mas si nada se le niega
á mi amor, {salta, Vizconde!
(El Vizconde hace una piraeta al tiempo que sale Elvira y lo sor'
prende»)
ESCENA il.
Vizconde, Elvira.
Elvira.
Vizc.
Elvira.
Vizc.
Elviba.
Vizc.
¿Qué es eso; bailando
ya tan de mañana?
(Esta es la primera,
¿quién no se declara?
¡Lo he jurado!)— Elvira,
aquí á- vuestras plantas
humilde os confieso...
Alzad.
(Me levanta.)
Dejad que rendido
os pinte las ansias
y dulces recuerdos
que siento en el alma.
¿De veras. Vizconde?
(Al fin se declara.)
Señora, si un libro
abria en la cátedra
y en él un instante
Elvira.
Vizc
Elvira.
Vizc.
Elvira
Vizc.
10
*
mis ojos clavaba,
Derecho Romano
decía la página,
pero á TOS derecha
mi mente volaba.
Y del catedrático
en la oronda cara
sólo á vos os via,
aérea» fantástica...
y á cualquiera cosa
que me preguntaba,
respondía: tfiEWiraU
y él ponía raya.
Asi tan rayado
mi nombre se halla,
que por vos, señora,
me parezco al mapa.
Pues tenga cuidado
quien tan alto raya,
que amor tiene rayos
que hieren y matan.
Bien claro lo veo
en vuestras miradas,
que á veces me animan
ó bien me acobardan.
Pues sois estudiante
de amor, estudiadlas.
Las sé de memoria.
¿De memoria?
¡Vayal
Oíd lo que dicen. «
los ojos que hablan...
los vuestros, que tienen
tal ciencia que pasma:
—Cuando desde lejos
y medio inclinada
miráisme al soslayo,
decís á mi alma:
«Eslúdiame, obsérvame,
yo quiero que salgas
hoy sobresaliente» .
Pero luego airad»
11
•
volvéis esos ojos
donde leo clara
la nota que dice:
«Reprobado, aparta.»
Elvira.
(Pobrecillo.)
Vizc.
Y esta
continaa' batalla ,
me tiene sin juicio,
señora del alma.
Elvira.
Paso, que hace poco
frecuentáis mi easa
y nunca me hablasteis
con tal confianza.
Vizc. ,
• ¿Poco? Hace ocho dias.
Elvira.
¡Pues, fecha extremada!
Vizc.
Y sin ir más lejos,
»
ayer contemplaba
los muchos hechizos
que en vos se retra)¡an,
y con voz que el miedo
•
sin querer embarga.
•
decia:— iQué hermosa^
qué hermosa estáis, Laural
Elvira.
¿Eh?
Vizc.
(Se me escapó;
si también me agrada.)
Elvira.
;EI nombre de otra!
Vizc.
Y vos sois la causa,
pues Laura aquí vive
•y siempre estáis «Laura,»
«
y de vos aprendo
también á nombrarla.
Parece que sois
/
su madre...
Elvira.
Su hermana.
Laura es bella.
Vizc.
iPis!
Es muy niña Laura.
Elvira.
Diez y seis abriles.
Vizc.
Diez y seis... iCaramba!
%
Pues yo no la hacia...
De ella á vos hay tanta
Elvira
Vizc.
Elvira.
Vizc.
12
diferencia...
Si,
diez años, mañana...
iQué (^asualidad!
Mas en juicio y gracia,
vos me parecéis
su madre...
Su hermana.
¡Eso! (Se ha enojado,
¿cómo contentarla?
De una en otra flor
mariposa, salta.) (Hace ana iñructa.)
¡Elvira!
Os'prohibo •
' mi nombre.
¡Inhumana!
Si puede enojaros
yo con mis palabras,
ciérresne la boca
esa mano blanca^
y de amor herido
caeré á vuestras plañías
(Se arrodilla y le toma la mano para besarla^ cuando «alo ol Co-
ronel.)
Coronel. ¡Apunten y fuego!
¡Siga la batalla!
Elvira.
Vizc.
ESCENA m.
Dichos: Coronel.
milSIGA.
Coronel.
Elvira.
Por lo visto liego á tiempo,
pues si tardo un poco más
se nos pasa al enemigo
una plaza principal.
Coronel, no os esperaba
yo tan pronto por acá.
• 13
Coronel.
Se conoce.
Vizc.
(Esle guerrero
debe ser alguo rival.) •
Elvira.
Al vizconde de la iQire
os presento.
Vizc.
Vuestro soy.
Elvira.
Coronel de un regimiento
de lanceros. '
ConONEL. *
Servidor.
Elvira.
Mas decidnos si la guerra
por fortuna terminó.
Coronel.
Hoy la paz debe firmarse.
Vizc.
(Pues lo siento como hay Dios.)
Coronel.
Muchos son los que han caido
en el campo del honor.
Vizc.
(Pero tú quedas en pié
para darme un sofocón.)
Elvira.
Y venís corriendo postas...
Coronel.
¡Oh! Poneos en mi lugar:
dos asuntos de importancia
en la corte he de zanjar :
Deseo á Laura
de cerca ver
y mi cariño
mdstrarle bien.
Si está tan bella
cual la dejé,
á puro beso
la comeré.
Vizc.
(lAy qué apetito
\
tan de cuartel
del campamento
trae el coronel!
Su amor á Laura
Hos da ^ entender,
y puede el nene
su padre ser.)
Elvira.
De ese cariño
la ardiente sed
podéis muy pronto
*
satisfacer.
o
14 1
Por este asunto
el coronel
■
albricias puede
darme también.
Elvira.
¿El otro asunto?...
GOHONEL.
Vos b sabéis, (a Elvira COI» intención.)
Elvira.
No lo adivino.
Coronel.
Pensadlo bien.
Elvira.
Dadme Utt indicio*..
Vizc.
Si estorbo yo...
. 1
Va á salir:
el Coronel lo detiene.)
Coronel.
No tal: es fácil
la explicación, (a Eiwra.)
Hoy á casarme ~ •
vengo con vos.
Elvira.
¿Conmigo? (R:4Rdo.)
Coronel.
iSít
Elvira.
¡Estáis de bumorl
Vizc.
(¡Esto en mis barbas
es un insulto atrozl)
•
A UN TIEMPO.
Coronel.
Elvira.
Del rudo campamento
el bélico clamor
traia á mi memoria,
Elvira, vuestro amor.
Por eso yo
ofrezco á vuestras plantas
mi corazón.
¡Jásy já! que sois chistoso
tratándose de amor;
si asá pasa en la guerra
jamas venceréis vos.
Por eso yo
I já, ját no puede daros
• mi corazón.
Vizc. ^ (iQué pocos cumplimientos
que gasta el buen señor!
Besar pretende á Laura
y á Elvira habla de aiiior.
Asi haré yo:
no he de quedarme corto
es la oca&ion.)
(Acabado el canto, vase el Vizconde por el foro.)
13
ESCENA IV.
Elvira, el Coronel.
Coronel.
Elvira.
Coronel.
Elvira.
Coronel.
Elvira.
Coronel.
Elvira.
Coronel.
Elvira.
Coronel.
Elviba.
Coronel.
¿Con que ese jó ven?...
. ¿Quién? ¿Ese?
iUn joven que vale muchol
Me asombra lo que os escucho.
jlJn casquivano^ aunque os pese!
¿Y os pretende?...
Con emp^o.
Pues se quedará á la luna...
Hoy va á hacerme la fortu^
de vuestra belleza dueño.
¿A. vos?... Dejad que me ría.
¡Oh! Yo sabré darme trazas..
Pues ¿y aquella» calabas^s,
no curan vuestra manía?
Reid cuaato os dé la gana;
porque yo, firme y constante,
continuaré más amanté
cuanto vos más inhumana.
Hoy mismo espero que aplaque
vuestro^ rigor porfiado:
para ello traigo estudiado,
señora, mi plan de ataque.
¿Podré saberlo?
iPues no!
Sentaos y os lo diré.
Yo juego limpio. (Se sientan.)
Ya sé.
Proseguid.
Elvira, yo,
que soy un hombre de j^ossk,
mejor para el campamento
que para tomar asiento
en el salón de una hermosa,
envésame, noséqité,
porque en ves nada hay que asombre,
Elyiea
Coronel.
Elvira.
Coronel.
Elvira.
Coronel.
Elvira.
Coronel.
Elvira.
amé... lo que todo hombre
ama sin saber por qué.
Sois muy galante.
Eq b\ien hora.
¿Habéis estudiado bien
el desden con el desden
para vencerme?
Señora,
juego con baraja vista,
y hablo cuanto se me alcanza
porque abrigo la esperanza
de hacer hoy vuestra conquista.
Cuatro meses hace ya
que á la guerra me partí,
después de negarme un sí
la que escuchándome está.
Sin su madre dejó el cielo
á una hija que yo tenia;
quedó en vuestra compaüia:
es Laura. ¡Por verla anhelo!
Pronto vendrá: es un tesoro
que me hace pasar las horas
más dulces y encantadoras
de mi vida. lYo la adorol
Con ese cariño gana
algo para si ya el padre.
Yos la amáis como una madre...
Coronel, como una hermana.
Es igual.-- (tNo hay que alterarse,
dije, juntas vivirán,
y tanto al fin se querrán,
que no querrán separarse.
Yo iré á verla de contino;
si no está la esperaré;
á Elvira en tanto veré;
y ésta me allana el camino.))
Conque mirad en campaña
á quien ya de ella volvió;
allí la fuerza venció,
aqui vencerá la maña.
En casarme no he pensado»
mas si me tienta el demonio...
17
s
De mi primer matrimonio
satisfecha no he quedado.
Soy viada, y si otra vez
pecara, sábelo Dios,
■
que no os eligiera á vos,
cuando acecha mi viudez
más de un joven...,
Coronel.
No me importa.
Elvira.
Pero no estoy todavía
resuelta.
Coronel.
Habéis de ser mía
á la larga ó á corta.
Elvira.
¿Es decir que os empeláis
en perseguirme?
Coronel.
Me empello.
Elvira.
¿Aspiráis?
Coronel.
A ser el duefio
de vuestra mano'.
Elvira.
¡Soñáis!
Coronel.
Feliz os hará en verdad
este amor que os pone asedio.
Elvira.
¿De veras? Es el remedio
peor que la enfermedad.
Coronel.
Luego veremos...
Elvira, (se
1 levanta.) Ya bastd
de broma. Sois, Coronel ,
muy presumido.
Coronel.
Y muy fiel.
Elvira.
Muy fatuo.
Coronel.
Viene de casta.
Elvira.
¡Y me haréis desesperar!
Coronel.
Eso deseo.
Elvira.
¿Es decir?...
Coronel.
Yo siempre os hice reir,
y hasta que os haga llorar
no alcanzaré la victoria.
Elvira.
¿Y si hay ya quien con su acento
causa en mí ese sentimiento?
Coronel.
Como he de lograr tal gloria,
le venceré, y al salir
airoso, yo en su lugar
á vos os haré llorar
•1
Elyiia.
COIONBL.
Elvira.
COROIOL.
Elyiia.
Coronel.
Elvira.
Coronel.
Elvira.
Coronel.
Elvira.
Coronel.
Elvira.
18
cuando él os haga reír.
Tened, señora, por cierto,
aunque os sorprenda, este articulo:
-* amante que está en ridiculo
y hace reir, hombre muerto.
No extrañareis que me asombre
vuestra audacia. ¿No os miráis
al espejo? ¿I qué pensáis
de vos?
Que soy todo un hombre.
Ni soy sabio, ni bolonio,
ni hermoso, ni contracho,
y tal como Bios me ha heoho
sirvo para el matrimonio.
Estoy gordo y estoy sano,
con mis cuarenta á la cola,
¡y siete de viudezl
- ¡Holal
¡Digo, seré buen cristianol
Siento que os emp^eis vos
en que por segunda vez
desaire vuestra viudez...
iperdone, hermano, por DiosI
Bueno, veremos más tarde...
Sabed, pues yo lo publico,
que el Vizconde es joven, rico,
y en llama de amores arde.
JEso corre á mi cuidado.
¿Intentáis acaso un duelo?
Elvira, más bien anhelo
traerle aquí, á vuestro lado.
Que tengáis á troche y moche,
de buena ó de mala gana.
Vizconde por la mañana,
por la tarde y por la noche.
Que el Vizconde sea á quien
siempre os encontréis, señora, -
y al dar el reloj la hora
suene á Vizconde también.
¿Y pretendéis que le deje?
Y que á mi me prefiráis.
¿Y con ese plan contais?
19
Coronel.
No hay miedo que de él me aleje.
Elvira.
¿Y qué plazo os acomoda?
Coronel.
Un día me ha de bastar.
Elvira.
¿Y cómo se ha de probar? .
Coronel.
Haciéndose nuestra boda.
Elvira.
He da pena vuestro amor;
segura estoy de vencer.
Coronel.
Si estáis segura, es querer
que abrevie el plazo.
Elvira.
Mejor.
Coronel.
Hoy mismo será la lid;
si venzo, seréis mi esposa;
si no, con alma afanosa
me destierro de Madrid.
Señal de mi triunfo fiel
daréis vos si á mi partida,
me decís arrepentida:
— «¡Deteneos, Coronel I»
Elvira.
Con que si os digo al marchar :
«lDeteneo8l...)>
Coronel.
Es que. perdéis,
ganándome á mi, ¿entendéis?
Elvira.
Pues yo no os quiero ganar.
Coronel.
Mas si tal es vuestra estrella...
Laura, (d
sntro.)
(iMi padre! (Corro á porfial)
Elvira.
Vuestra hija.
CORONEt.
¡Laura mial
Elvira.
Os dejo solo con ella, (vase.)
ESCENA V.
Lavra, Coronel.
Laura.
¡Padre mió!
Coronel.
Ven aquí.
á mis brazos.
L\URA.
¡Qué contenta
estoy!
Coronel.
Y yo. Ven y te sienta
Laura.
GOHONBL:
Laura.
Coronel.
ámi lado. Cerca, asi.
(Se sientan.)
¡Caramba, cómo has crecido!
Estás hecha una mujer.
Diez y seis campli ya...
¡A veri
Y en<algo se han invertido.
Vos os habréis distingaido
en la guerra.
¡Pife! Tal cual.
Di la carga más cabal
que en la campafia se ha dado :
por ella, Laura, he logrado
la banda de general.
(Se levantan.)
Laura. ¡Ay, qué gustol Ya os contemplo
general... ¿Quién os iguala?
Y yo seré generala
ó poco menos. ¡Qué ejemplo
de honorl De la gloria al templo
subís con noble ambición:
de besos dará un millón
a esa frente vencedora
vuestra hija, que os adora
con todo su corazón.
¡Cuánto me halaga esta gloria
que ha de reflejarse en ti!
¿Y os han herido ¡ay de mi!
ai alcanzar la victoria?
¿Herido? No hago memoria;
*sólo un rasguño saqué,
y bien que milagro fué,
pues nos vimos en aprieto.
Conládmelo, y os prometo
que nunca lo olvidaré.
Oye: con mi regimiento
bajé yo á ocupar el llano,
puesta la irritada mano
en la lanza, al golpe atento.
Cruje el hierro, brama el viento,
la voz del canon retumba,
$obre un cuadro se derrumba
Coronel.
Laura.
Coronel.
Laura.
Coronel.
Laura.
Coronel.
21
mi escuadrón rompiendo hileras,
y al primer choque cien fieras
encuentran gloriosa tumba.
Mas los que detrás venian
doblan el empuje fuerte,
y los que no hallan la muerte
mi voz de trueno seguian.
Furiosos se revolvían,
mas con tan terrible saña,
que sembrada la campana
de cadáveres quedó;
y sobre ellos, firme yo
gritando alli: ¡viva España!
¡Callad, que me da tal pena!...
Padre, pudiste morir.
Mas Dios'me dejó vivir
para ti, que eres tan buena.
Hoy no te quiero negar
ningún gusto como es justo.
Pide á tu antojo.
Laura. (Transicicn.) ¡Ay, qué gusto!
¿Con que me vais á casar?
¡Niña, niña! ¡Ay, qué exceso!
¿Soy en pedir extremada?
¿Sin ponerle colorada
pides marido? ¿Qué es eso?
Perdón, padre, no pensé
enojaros por mi vida.
Para otra vez que lo pida,
colcjrada me pondré.
(jQué inocente!) Yo crei
que una muñeca querías,
y me pides gollerías.
¿Tienes novio?
Creo que si.
¡Los hombres son malos!
iPadrel
Con que pide otro regalo.
¿Pues cómo, siendo vos malo, •
se casó con vos mi madre?
Tu madre, que en gloria eslé.
negó su consentimiento;
Coronel.
Laura.
Coronel.
Laura.
Coronel.
Laura.
Coronel.
Laura.
Coronel.
Laura.
Coronel.
Ladra.
COIONSL.
Laura.
Coronel.
Laura.
COROlfBt.
Laura.
2í
pero yo, airado y violento,
por casarme, la robé.
Ya sé cómo debo obrar,
qoe el hombre es malo.
Mejor.
Negaré á todos mi amor,
y me dejaré robar.
En lo qoe dices repara.
¿Puedo tener más prudencia?
{Ay, hija, tanta inocencia
puede costamos muy cara I
(¿Cómo Elvira, ¡esta es más negra!
mi mano aceptar querrá,
cuando ésta pretende ya
hacerla, no madre, suegra?)
Pero hablemos en razón,
más vale en tiempo oportuno...
Dime: ¿sientes por alguno
amorosa inclinación?
Vos mismo vais á juzgar.
Hay uno á quien yo deseo
ver siempre, y cuando le veo
no le quisiera mirar.
Si está muy cerca de mi,
vuelvo el semblante á otro lado;
mas con impulso doblado
me dice el alma: ¡Está ahil
Y si cesan mis enojos,
vuelven luego á aparecer,
que á un tiempo pena y placar
siento al encontrar sus ojos.
£1 jamas rompe la valla,
aunque viene á vernos mucho;
yo tiemblo cuando le escucho,
y él, si me escucha, se calla.
Con Elvira siempre aquí
habla mucho, y yo le alabo;
pues en tanto, por el rabo
del ojo, me mira á mi.
Por más que evitarlo intento,
si se marcha de improviso,
detras de él, sin mi permiso,
23
se me escapa el pensamiento.
Y aunque de su vista kuya,
le llevo en mi fantasía;
parece que el alma mia
es la mitad de la suya.
Coronel.
Dime con sinceridad:
¿anhelas casarte?
Laura.
Sí.
0
CORONBL.
¿Pues no te hallas bien aquí
«
con Elvira?
• Laura.
£so es verdad.
, Coronel.
Da el matrimonio prolijos
cuidados.
Laura.
Padre, lo sé.
Coronel.
Casarte tú... ¿y para qué?
Laura.
Toma, para tener hijos.
Coronel.
¡Bueno! ¿Quién es el galán
•
que Dios de tu mente borre?
Ladra.
El vizconde de la Torre. •
Coronel.
(lAh, Tenoriol De mi plan
ya no dudo; mas es fuerza
curar de Elvira el amor,
y el mismo galanteador
haré que su influjo ejerza.)
Déjame solo te ruego.
Laura.
Luego os vendré á demostrar,
9
padre, que ya sé bordar.
iHi general, hasta luego!
ESCENA VI.
Coronel.
El Vizconde, en conclusión,
á las dos ama, y se engríe...
¡Digo, para el que se fie!...
Llego en muy buena ocasión.
Sólo me falta cjarar
de Elvira el capricho amante.
S4
¿Lo coDseguiré? i Adelante!
¿Quién dijo miedo? ]A lacharl
MÚSICA.
PRIHERA ESTROFA.
Fui á la guerra coronel»
y volví de general;
á ninguna doy cuartel
si es de ataque la señal.
jA vencer!
lA triunfar!
Pero en vez de hierro y plomo
sólo aqui tengo de usar
la sonrisa y la palabra,
munición que abunda más.
SEGUNDA ESTROFA.
La batalla del amor
tiene mucho que estudiar,
que el que sale vencedor
es quien suele perder más.
¡A vencer!
lA triunfar!
Y sin miedo al enemigo,
paso al frente y avanzar:
la mujer es una plaza '
que al asalto hay que tomar.
ESCEiNA Vil.
Coronel, Vizconde.
HABLADO.
ViZC. (En Ira por el fondo muy «ilegre y haciendo una [liruela*)
¡Salta, mariposa, taltal
I Ahí Que está aqui el Coronel.
25
Coronel. (Yo te voy á hacer sallar,
y no de gusto.) .
Vizc. -¿Se fué
Elvira?
Coronel. No.
YlZC. (Mirando ai rededor.)
No está aquí.
Coronel. Pues si no está, claro es
que se ha marchado.
Vizc. lYa!
Coronel. lYa!
YizG. Enterado.
Coronel (sentándose.) No hay de qué.
Vizc.
(Se sienta... pues ya hace rato...
¿Si.se quedará á comer?...)
Coronel.
¿Deciais?
Vizc.
Nada.
Coronel.
Bueno.
Vizc.
Malo.
Coronel.
¿Qué?
Vizc.
Nada. ^
Coronel.
Muy bien.
Vizc.
(Pues también me siento yo,
que no soy menos que él.) (se «ienu.)
Coronel.
(Rompamos el fuego.) Joven,
no os quisiera detener...
Vizc.
Mil gracias.
Coronel.
Yo espero á Elvira.
Vizc.
(¡Vaya una desfachatez!)
Coronel.
Tenemos que hablar á solas.
Vizc.
Me irrita, me carga, me... (se lovauía.)
Coronel.
¿Qué tenéis?
Vizc.
Quiero deciros
que aquí, señor Coronel,
antes de que vos vinierais
todo era paz.
Coronel.
Ya lo 'Sé.
Vizc,
Pero vos habéis creído
que una casa es un cuartel,
el rival un enemigo.
y unsoldado la mujer.
Coronel.
Yo traigo mi plan de ataque,
Viic.
GORO?IBL
ViZC.
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
26
y lo pongo en plañía.
¡Pues!
sin descansar un momento,
sin quererse detener...
(á echar un pienso.)
I Já, j¿!
Estáis haciendo un papel...
Según el humor que tengo,
hasta una fábrica haré.
Joven incauto, Ips celos
os ciegan.
Bien puede ser.
Asi era yo á vuestra edad.
La juventud es cruel.
Tan inocente, y pazguato. . .
¿Cómo?
Os vais á convencer.
Vos amáis á Elvira...
Si.
Mas bien no la amáis.
¿Y qué?
Yo también la quiero.
^Yella?
Ella me amará también.
¿Y yo?
Os quedareis bailando
un paso de minué.
Y si esto no os satisface,
de mí podéis disponer.
¿Si? Dispongo que os vayáis
á descansar al cuartel.
Ya sabéis mi empleo; ahora
mi nombre vais á saber.
Soy don Félix Peñaranda,
padre de Laura.
¿Qué... qué?...
\bon Félix! ¿Sois vos su padre?
-jAhora lo comprendo bien!
Salla, Vizconde. (Hace una pirueta.) ScñOr,
perdonad mi estupidez...
La vanidad, el orgullo...
y los pocos alio?, pues,
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
Coronel.
Vizc.
n
me hicieron estar con vos
tan desatento y soez.
Sé lo que vais ¿ decirme.
lA qae no!
1 A qae si! Queréis
pedir la mano de Laura.
Eso ya es mucho saber.
Mas supongamos que es cierto.
Soy joven...
Eso se ve.
Hifomilia...
Principal.
Rico...
¿Quién lo duda, quién?
Laura, si los ojos hablan
verdad, me debe querer.
Quizá.
Con mi matrimonio
Elvira se da á Luzbel
y luego á vos, y con esto
todo acaba en paz.
Muy bien.
Dé lodo cuanto habéis dicho,
Vizconde, opino al revés.
¿Me negáis á vuestra hija?
Si, señor, una vez, cien...
Mirad que tomo venganza.
¿Y qué venganza ha de ser?
A despecho de mi amor
tal escándalo armaré,
que Elvira me dé su mano
y que rabiemos los tres.
¿Y si Elvira se resiste?
Yo he de arrojarme á sus pies,
y por vengarme de vos
tanto y tanta la diré...
(Eso quiero yo.)
Que al cabo...
Aun asi no venceréis.
¿Que no?
iQue no!
Vais á verlo
28
al puuto.
Coronel. iQuiá! ¡Qué he de ver!
Vizc. ;Hay! {Qaé terco sois! Tan sólo
por convenceros lo haré.
C!oRONBL. Aunque es inútil empefio,
libre os dejo... ya podéis..-
(Aparte saliendo.)
(¡Ah, señora doña Elvira,
ya no le temo al doncel:
vos le daréis calabazas
ó muy poco he de poder.)
ESCENA VIII.
El Vizconde, Laura.
Laura.
(Con un bordado.)
Padre, mirad el bordado...
Vizc
No está aquí. , •
Laura.
De esa manera... (Yéndose.)
Vizc.
(Si á decirla me atreviera...
¡pero si ya estoy cortado!)
¿Laura? (Llamándola: ella vuelve.)
Laura.
¿Me llamáis?
Vizc.
(¿Por dónde
empezaré? Y es el caso
que si con la otra me caso...)
Laura.
¿Qué decís?
Vizc.
(Haciendo una piroela.)
t
(Salta, Vizconde!
¿Me tenéis por vuestro amigo?
Laura.
¡Oh, sí!
Vizc.
Pues hablemos claros.
(Después de un esfuerzo.)
No me atrevo á preguntaros
si os queréis casar conmigo.
Laura.
(Rápidamente.)
Tampoco me atrevo yo
á responderos que sí .
Pero ¡qué he dicho! ¡Ay de mi!
29
Lo mejor se me olvidó:
l
el ponerme colorada.
Vl2C.
Guando el amor es honrado...
Lauda.
Mi padre me lo ha encargado,
mas como estoy tan turháda...
Vizc.
Vuestro padre es un tirano.
Laura.
¿Y qué motivo tenéis?
Vizc.
Uno y grande: ¿no sabéis
que me niega vuestra mano?
Laura.
¿Será verdad? ¡ínfelice
de mil ¡Ji, jil {Ay, que lloro!
Vizc.
|Y él me niega ese tesoro!
Laura.
¿Y por qué se opone?
Vizc.
Dice
que sois muy niña en verdad
para casaros.
Laura.
Por Dios,
si yo me atrevo con vos,
¿qué nos importa la edad?
Vizc.
iVaya si tiene talento!
Laura, yo os quiero vengar.
Laura.
¿Cómo, me vais á robar?
Vizc.
iCáspital
Laura.
No lo consiento. .
ESCENA IX.
Dichos: Coronel, Elvira.
Coronel (a Elvira.)
Aqui le tenéis, señora:
yo mismo os traigo á su lado.
Vizc. Laura, no tengáis cuidado,
que voy á vengarme ahora.
MáSICA.
Vizc. (Dirigiéndose á Clvlra, qac se sentará á la izquierda del espec'
tador.)
Hermosa Elvira,
me vais á oir.
30
Elvira. Hablad, yizconde.
Coronel (a L«ura.) Siéntate aqai.
(Laura se sienta ¿ la derecha y se pone á bordar. £1 Coroaal m
sienta á sa lado, dando casi la espalda á Elvira y al Vizeonde.)
¡Lindo bordado!
Elvira, (ai viuonde.)
¡Hablad, decid!
lite» (Con exageración ) y mareando las palabras con intención d« que
las oiga el Coronel*)
I Yo os amo... os amo
con frenesí!
Laura. Padre, ¿qué dice?
Coronel. Habla por ti.
VizG. Os repito que os adoro,
que os adoro con pasión,
y me postro á vuestras plantas...
(Va á arrodillarse, el Coronel tose y el Vizconde le dtrije la pa-
labra.)
¿Qué decís?
Coronel. Nada.
Vizc. Mejor.
Coronel (Aparte & Laura, levantándose y retirándose hacia el fondo.)
Llámale con un pretexto.
(Laura deja caer el hilo con que está bordando.)
'^ Laura. ¡Ay, que el hilo se cayó...
VlZG. (^e dirige á recogerlo.)
To me encargo...
Elvira. (Deja caer el pañuelo con objeto de que el Vizconde no se taya.)
¡Mi pañuelo!
Vízc. Lo recojo.
(Sin halfer cogido el hilo vuelve para recoger el pañuelo, cuando
oye á Laura y vuelve aturdido de una en otra sin recoger ni el
hilo ni el pañuelo.)
Laura. i Vamos!
Vizc. Voy.
Elvira. ¡Os espero!
Laura. To también.
Elvira. ¡Aquí pronto!
Laura. ¡Aquí!
Elvira. ¡Aquí!
Vizc. ¡Oh!
31
Elvira. ^Yamosl
Laura. iVamos!
Elvira. iPrestoI
Laura. ¡Prestol
(si Coronel se adelanta, coge el hilo, que entrega á Laura ^ y
luego el pañuelo á Elvira.)
Coronel. Para tí. (a Laura.)
(a Elvira.) Y para vos.
Las dos. Machas gracias.
Coronel. No hay de qué.
Las dos. ¡Qué cortés y qué galant
ViZG. (Aparte á Blvim.)
El se lleva las lisonjas.
Elvira. Porque sois un... (ídem.)
YlZC. (Acabando la frase.)
i Animal I
Ya lo sé; pero señora,
yo me tengo que explicar.
A UN TIEMPO.
CoRONBL. Elvira.
(Cogido en sus redes (Si no se decide
está, i vive Diosl aquí por mi amor,
Con ambas á un tiempo no sé si el Vizconde
tronar le haré yo.) será vencedor.)
Laura. Vizconde.
(iQué lindo papel (En gran compromiso
haciendo estoy yo! se encuentra mi amor;
Con otra mi novio me veo indeciso
platica de amor.) aquí entre las dos.)
(Vadren todos á colocarse como al princijpiar el canto.)
VizG. ¡Ah, sefiora, yo os adoro,
. yo os adoro con pasión I
Coronel. . ¿Otra vez? Dadle el recibo, (a EWira.)
Vizc. lY se burla!
Elvira. Es de furor.
VizG. Yo me postro á vuestras plantas...
n
Coronel (a EWira.j
Dadle, pues, la absolacion.
(a Laura*)
Llámale.
Laura. ¿Vizconde?
VlZC. (Y«ndo hacia ella.) ¿Laura?
Elvira. Acercadme sin tardar
á los pies un taburete.
Laura. Otro á mí.
Vizc. ¡Tomad, tomad!
(Yendo de ana á otra con el taburete.)
Uno hay solo.
Las dos. ¡Para mil
Vizc. ¿Para quién?
Las dos. ¡Para mil
Vizc. ¡Yal
Elvira. ¡Vamos!
Laura. ¡Vamosl
Elvira. ¡Presto!
Laura. ¡Presto!
Vizc. Con las dos quedaré mal.
Coronel. (El pobrete está perdido.)
YlZG. (Como quien toma una resolución extrema coloca el taburete en
medio y se sienta en él.)
Yo me siento.
Las dos. (Levantándose indignadas y dirigiúndose á él: el Coronel pasa á
la derecha.)
¡Mal galán!
A UN TIEMPO.
Elvira.
Laura.
Es en vano que de amores
os vengáis á disculpar,
¡mal galán!
Si á una dama no servis
como manda la lealtad,
¡mal galán!
Tal desairo, caballero,
yo de vos nunca esperé,
¡descortés!
Pues en vez de noble é hidalgo,
sois muy tonto, necio, infiel,
¡descortés!
Vizc.
Coronel.
33
Es muy justo que yo trale (En medio de las dos.)
de explicaros mí lealtad,
pues las dos maníais á un tiempo
y ^ las dos quiero agradar.
Soy gaian y caballero,
y más tarde explicaré
el motivo que me obliga
tan ingrato á aparecer.
Ya se encuentra en un apuro;
poco tiempo tardar^
sin que Elvira aquí contemple
en ridiculo al galán.
¡Qh experiencia peregrina,
tú proteges mi saberl
Entre el viejo y entre el joven
el más listo ha de vencer.
HABLADO.
Coronel
Cid, Elvira» pues quiero.
contaros un lance raro.
(Aparte al Vizconde.)
}ChisI Voy á hablar mal de vos:
con que, Vizconde, marchaos.
Vizc.
¡Y me echal
Laura.
(Aparte por el Vizconde.)
¡Ya ni me mira I
(Á Laura.) ■
Vizc.
¿Laura, qué be de hacer?
Laura.
(Enojada y volviéndole la espalda.) jlugratol
Vizc.
(¿A que quedo mal con ambas?)
t^ORONBL
A propósito del caso, (Pasa en medio.)
-
me acuerdo de aquella fábula
del Oso...
Vizc
¿Qué?
Coronel
Desairado.
Elvira.
No la conozco. >
Laura.
Ni yo.
Vizc
(Yo si.)
Coronel (Aparte ai vizconde.)
Con vos va el relato.
31
BL OSO DS8AIRAOO.
fíbula.
Ud oso joven, retozón, bnen moto,
á qaien apenas apuntaba el bozo,
por S9 trato cortés y bizarría
era el Tenorio de la selra* umbría.
Pagado de si mismo y saltos dando
iba ana tatde, nray galán, rondando
la enmarañada zona
de un alto monte que el erial corona.
De pronto se detiene,
pues su estómago ñaco le previene
que cerca se descubre alguna cosa
con que saciar el hambre qtte le acosa.
Al uno y otro lado
mira, y (lalla dos liebres que en el prado
duermen sin reparar
que el buen Tenorio se las va á almorzar.
El oso se relame y va hacia una,
cambia de parecer y va hácta otcii,
vacila, elije/cot) tan ruin fortuna
que al fin se queda sin coger ninguna.
Pues cuando ya resoi^lto se encontraba,
llegó un raposo que emboscado estaba,
y en tanto el oso mil proyeétios funda,
le quitó la primera y la segunda.
Desde ese día, lector pío, creo,
apoyado en un hecho tan curioso,
que á todo el que malogra su deseo
le dicen en Castilla que hace el oso.
iMtiy bien!
Elvira.)
Laura. ^
VizG. Señor Coronel...
Coronel (Aparte.) '
¡Idos, ó lo digo clarol
YizG. i Ejen, ejen I (Estoy frito»
¿Y cómo abandono el campo?
Ah, desde aqcri escucharé...
(EI Vizconde se ocalta ea el armario, «in seír -visto mas que del
Goroael, el eaal le sigue con disimnYo, cierra el arhiarlo v te
g-uarda la liare.)
35
Coronel.
(Ya está el ratou eacerrado.)
Elvira.
Proseguid el cuento:
Coronel.
Voy,
aun cuando ya mi r^ato . '
no tiene objetio: el Vizconde
se ha ido.
Elvira.
. ¿Qué?
Laura.
¿Se ba marchado?
Coronel.
Por no oir lo que tenia
mi lengua que rillataros.
Laura.
Yo soy la causa,.. Le he hecho
desaires... Le be maltratado.
y sin duda va furioso...
Coronel.
Tal creo.
Laura.
Voy á llamarlo. (Vii»e.)
ESCENA X.
Coronel, Elvira.
Coronel.
Elvira.
Coronel.
Elvira.
Coronel.
Elvira.
Coronel.
Elvira.
Coronel.
Elvira.
(No le encontrará de Gjo.)
Marcharse asi... Es muy extraño. .
Y á la francesa, señora,
yo creo que se ha extraviado.
(Hace como si llamara un perro.}
¡Vizconde, pifsl Si no viene
pongo un cartelon tamaño
que diga así:-4-«Se ha perdido
»uu galán hecho dé encargó:
))al que lo encuentre y lo traiga,
»se le dará un buen hallazgo.»
¿Creéis que mofándoos de él
me vencéis á mi?
Y es claro.
Pues os engañáis.
No tal.
No l&gr^is más que el ingrato
placer de desesperarme.
Pues justamente por algo
se ha de empezar.
iSois mas posma!
CoftOiNEL.
Elviba.
Coronel.
Elvira.
Coronel.
Elvira.
Coronel.
36
Sigo muy constante en ánimo
de triunfar. Os dije que hoy
me habéis de dar vuestra mano...
Y no os la daré...
¡Si!
¡No!
Vuestros proyectos alcanzo,
y la ausencia del Vizconde
es obra vuestra.
Trabajo
en causa propia, y es justo...
¿Os vais conmigo ablandando?
¡JamasI ¡Me irritáis los nervios!...
Señora, por aplacaros,
voy á ver si hallo al Vizconde,
y si le encuentro, os le traigo, (vuse.)
ESCENA XI.
Elvira, soia.
¡Terquedad como la suya
no la he vistol Y sin embargo,
es tan noble... y tan galante...
con un talento tan claro...
Mas se ha empeñado en que yo...
y en esto se lleva chasco,
no cedo... ¡Es cuestión de orgullo!
Daré al Vizconde mi mano.
(Sncnau golpes eu el armario.)
ESCENA XII.
Elvira, el Vizconde ea ei anuario.
Elvira. ¿Qué golpes suenan?
ViZC. (Dentro del armario.) ¡Elvira!
Elvira. ¿Quién me llama?
Vizc. Yo, que os amo,
y me ahogo.
Elvira. Es el Vizconde.
ai
Vizc. Me he escondido en «sle armario
para oir al coronel...
(Abrid, que me abogo! '
(Suena ruido dentro del armario.)
Elvira. jPaso!
Que vais á romperme todo. . .
Vizc. Cuando de moverme trato,
se me descuelgan encima
vestidos, enaguas... ¡Vamos,
abridmel
Elvira. No está la llave.
Vizc. ¡Abridme por Dios... yo os amo!
Elvira. ¿Eh? ..
Vizc. i Ya os amo!
Elvira. ¡No gritéis!
Vizc. No puedo respirar.
Elvira. Claro.
ESCENA ^Xlll
Dichos: Laxtra.
Laura.
Mi padre me dio esta llave
diciendo quCién el armario
está encerrado el Vizconde.
Elvira.
Venga. (Coge la llave y abre el armario.)
Salid.
Vizc.
Con mil diablos.
( £1 Vizconde sale rápidamento y lleva colgados, ya de los loloncs
ó rodeándole el eaéllo, alg-anas prendas de vestir, como chales.
enaguas, etc., lo cual le da an aspecto sumamente ridículo.)
lüf! Ya respiro á mi gusto.
•
(Se pasea por la sala.)
Elvira.
( Reparando en él«)
iQué.fachal
Laura.
(ídem.) . ¿Salís cargado?
Vizc.
¿Cómo, os burláis?...
Elvira.
Quién resiste...
ijá, já!
Laura.
Es verdad, ijá, já!
Vizc.
¡Bravo!
Elvira.
¿Os disfrazáis de mujer?
38
YizG. ¡ffkt qué io decís? lYa caigol
Esta enagua, y este traje...
Laura. Y ese vestido arrastrando...
Las dos. ]Já, jál
Vizc. Ya basta de risa,
caramba, qae j»o es el paso
para bromas...
Elviea. Perdonad,
mas...
Las dos. jJá, jál
YizG. {Me voy cargando!
No quiero ser el jugnete^
ni el hazme reir... ¡Me marcho!
¡Salta, Yizcondel Ahora sí
que ni me rio n\ salto.
ESCENA XIV Y ÚLTIMA.
Dicno^; sl Coeonu..
Coronel. Alto, Vizconde .-^Sefiora, (Á Elvira.)
os toca á vos decidir
cuál de los dp^ se ha 4e ir.
Elviea . ¿Yo he de decidirlio?.
CoEONBL. Ahora.
Y si qaereis que yo elija»
aprovechad mi consejo,
pues con el Vizconde os dejo
y yo me voy con mi hija.
Tendréis marido sin hiél
como vuestro amor desea...
(ai Vizconde» qne estaci' oyétidolp con la boca abierta.)
¡Arrodíllate, Badea!...
(E1 Vizconde se arredilla delante de EWira.)
Elvira. (Deteniendo al Coronel, que va á salir oo.ú Lava.) '
¡Deteneos» Coronel!
Coronel (Se vuelve muy contento.)
¿Que me detenga?... Acabó
mi inquietud por Belcebú...
(ai Vizconde.)
Ya no te arrodillas tú;
quien se arrodilla soy yo.
Elvira.
Coronel.
Vizc.
COBONEL.
39
Perdisteis, (a EWira.)
o más bien gano.
Mi pecho de amor abrasas...
¿Qué es esto?
Que tú te casas
con Laura; dale la mano.
No preguntes él por qué,
y saldrás mucho mejor;
porque en asuntos de amor,
quien más mira menos ve.
MÚSICA.
Coronel.
Tonos.
Ea la guerra y el amor
quise el premio conquistar,
y he salido vencedor
por mi audacia militar. .
lA vencer!
]A triunfar!
T sin miedo al enemigo
pid ¡ ¡ aqui sin vacilar
como premio ^ ) ^* | hazafias
un aplauso nada más.
vIN.
LOS BELENES
Esta obra es propediid de sos autores, y nadie podrá,
frin su permiso, reimprimirla ni representarla eu Es-
paña y sos posesiones de Ultramar, ni en los países
con los cuales hnya celebrados ó se celebren en ade-
lante contratos internacinnales de propiedad literaria.
Los autores se reservan el derecho de traducción.
Los comisiooados de la Galería ¡irica-dramcUica titu-
lada EL TEATRO, de D. Florencio Fiscowich, son los
ezdasivameiite er;cargados de conceder 6 negar el
permiso de representación y del cobro de los dei eches
de propiedad.
Queda hecho el dep^'Sito que marca la ley
LOS BELENES
saínete lírico en un acto
OBIQINAL Y EN VERSO DE
I
«DiLLERIHO P£Rilí.\ i SIIGÜEL DE PALACIOS
MÚSICA DRL MAESTRO
MANUEL NIETO
SslreDado con citroord icario éxito en el TEATRO ESLAVA la noche del 23
de Diciembre de 1890
-^^^^^m
MADRID
R. VELASCO, IMPRESOR, RUBIO, 20
1 soe
11 DISTIKGDUO MIKSTRO COMPOSITOR
^on QÍÍZiaud ofJlazauh
Sus admiradores y amigos
REPARTO
FEBSONAJBS
ACTOBES
PiZ Srta. Segura.
MARÍA ) \ ,, V
LANOVIA I AttANA(L.>
MLLE. EVA GÓMEZ.
CELESTIN A Torres
FELIPE Sr. c'arkeras^
HIPÓLITO ) ,,
COLAS i ^^^"•
DON CALIXTO Peña.
MATEÜ D^LMAU.
DON JUSTO Infante.
D0NM\R50S Fuentes.
AGUADO. Asensio.
DOMINGO -. A RANA.
PA O : González..
PEPE )
EL CUEVAS I . ^^-"'^«^«•
PEDRO ANDREY.
EL ESCALAS Grajera.
EL LINTERNAS.. Gutiérbez.
ALBANIL 1." N. N.
EL DEL CLARINETE N. N.
UN FAROLERO N. N.
Albañiles, Carboneros, Criadas, Convidados, Niños, Coro general
La acción en Madrid. — Época actual
Las indicaciones del lado del actor
ACTO ÜNICO
UNA CALLE.— Todo el centro ocupado por una fachada de una casa
que se pierde en las laterales derecha é izquierda. Balcones prac-
ticables en el piso principal de la citada fachada. Tres de ellos
practicables. Uno de los practicables hacia la derecha (entiéndase
la del actor), viéndose á través gabinete con piano, etc. Los otros
dos balcones practicables hacia la izquierda separados del de la
derecha por algún otro balcón figurado. Por arriba se ven parte
de los balcones figurados del piso segundo de la misma casa. Por-
tal grande practicable á la derecha. En esle portal hay máquina
de coser, figurines y varias prendas de sastrería. En la izquier-
da, dos rejas de piso bajo practicables, y encima de ellas mues-
tra que dice: Colbgio elemental de niños. Entre las dos rejas
del Colegio, y eu lo que figure la acera de la calle, entrada al
alcantarillado con su chapa correspondiente, que juega á su de-
bido tiempo. Toda la fachada de este centro está llena de anda^
mios como para el revoque de la casa. Uno de los andamies prin-
cipales viene á parar precisamente por balo de los balcones del
piso principal practicable. En el andamio principal cubos, artesa
grande, con cal, cuerdas, escaleras, etc., etc ; todo lo que dé ca-
rácter á la fachada.
Lateral dbbbgh a.— Fachada de casa formando esquina que ocupa
la primera y segunda caja. 1.*^. balcón practicable con una mues-
tra que dice: Modista de Pabis. Debajo un farol de gas. Debajo
1.^ caja, una Taberna practicable. 2.*" caja balcón figurado. De-
bajo portal practicable.
Lateral izquierda.— La fachada de casa formando esquina, que
ocupa 1.* y 2.* caja. En la l.*^ caja balcón practicable, con papel
que indica casa de huéspedes. Debajo 1.* caja Carbonería prac-
— 8 —
ticable: 2.* caja, balcón figurado y debido portal practicable. Ks
de día. Laterales libres de calle á derecha é izquierda. Toda esta
decoración debe cuidarse mucho en su conjunto, y los practica-
bles deben ser seguros, pues todos juegan á su debido tieini>o.—
(La decoración ha sido pintada y dirigida por los Sb«s. Büssato
y Fontana.)
ESCENA PRIMERA
ALB AÑILES. (CorO de hombres) en los audamios trabajando, etc.
PACO de Albañil en el escenario ayudando á otros á subir y bajar
cubos. Frente á la carbonería. Carboneros pesando seras de car-
bón. DOMINGO, de carbonero, llevando notas. Antes de empezar la
obra música en la orquesta. En - medio de la escena una gran ba-
lanza ó romana para el carbón.
Hnsiea
Ales. Paco, yeso.
Paco Va en seguida.
DoM. Vamos listos
á pesar.
Vamos pronto,
por si acaso
viene aquí
un municipal.
Ales. Anda, Paco,
venga cal.
Paco Ya estoy hasta los pelos
de subir y bajar.
Cares. ¡Ahú, ahú, ahú!
Anda ya, anda ya.
DoM. El peso está justo.
Podéis descansar.
Ales. Dicen que el matute
se encuentra perdido,
que le han dado un tute
que lo han dividido.
Pero no comprendo
cómo explicarán
que por eso suban
la carne y el pan.
(suena una campana.)
— 9 —
Paco A comer, albañiles,
que dan las todas.
Albs. Ya vienen con las cestas
nuestras señoras.
ESCENA II
DICHOS y Coro de mujeres. Unas con pañuelos, otras con mati-
nes y delantales, tipos populares de gente bnja. Todas traen cestos
al brazo y el puchero en la mano. Por derecha é izquierda.
Música
(pasa-cdile.)
Coro CJon la cesta y el puchero
por las calles de Madrid,
de Madrid,
corre siempre al dar las doce
la mujer del albañil.
Y al llegar donde él trabaja
casi desde amanecer,
nos sentamos en el suelo
y empezamos á comer.
Con mucha probeza,
pero con limpieza,
que á la vista está.
No lo dude usté,
que á la vista está:
diga, caballero,
mire usté el puchero,
se puede probar.
Albs. Vamos, chicas, pronto,
y á sentarse foos
Vengan los garbanzos,
que hace un hambre atroz.
(Se sientan en cl suelo formando grupos y empiezan
á comer.)
DOM. (Saliendo de la carbonería con los demás carboneros.)
A echar una tinta
sus convido yo.
Carbs. Vamos á tomarla,
y aunque sean dos.
¡Bien se ha trabajau\
— \{} -^
¡Bien hemos sudaul
Lo (jue hemoa ganau...
que se qiiedu en la tasca
de ahí al lau. ^Entran en la taberna )
Mujeres y Alb añiles
|AyI qué cociditx)
tan amarillito.
|Ay! qué rico está.
Con su patatita,
con su verdurita
y con su polvito
de rico azafrán.
¡Ole, que sí!
Y es la verdá.
No hay en Madrid
comida más honra
que la del al bañil.
¡Ole, que sí!
ESCENA III
DICHOS y FELIPE, por la lateral izquierda con ropas al brazo
Tipo afeminado
Hablado
Fel. jCaramba! Ya está la acera
obstruida por los obreros.
A estas horas, ya se sabe,
hay que andar como en los templos.
(PaAH á saltos basta el proscenio.)
Paco (sentado.) Señor Felipe, ¿usted gusta?
Fel. De salud sirva, maestro.
Paco ¿Se viene de recoger?
Fel. lAy! sí, señor; de eso vengo...
El ser sastre es un desastre.
Paco (Levantándose y liando un cigarro baja al proscenio.)
¿Pues qué le pasa?
Fel. ¡Un mareo!
Los picaros parroquianos
me tienen el juicio vuelto.
Aqui traigo esta levita,
— li-
me la dio doña Loreto,
la mujer de un empleado
que tiene muy poco sueldo.
Paco ¿Para que la vuelva usté?
Fel. Cá, no, señor; ya la he vuelto.
Es para hacerle á dos niños
que tiene, que son gemelos,
y que cuentan doce años,
dos trajecítos completos.
Ni que fuera de cauchut
la levita. .
Paco Ya lo creo.
Fel. Miré usté estos pantalones,
de un señorito, que tengo
que ponerle unos cuchillos
atrás.
Paco ¿Cuchillos? No veo
cómo va á poder sentarse .
Fel. ¡Guasa! son unos remiendos.
Vaya, me voy al portal,
que ya es muy tarde. Hasta luego,
Paco ¿Le va usté á dar á la máquina?
Fel. Sí, hijo mío, he descubierto
el movhniento continuo
con este pie. (Señalnndo el derecho.)
Paco Lo celebro.
Fel. Pero, hablando de otra cosa,
diga usté, señor maestro,
¿cuándo se acaba el revoque?
Paco En seguida.
Fel. Lo deseo.
Paco ¿Por qué?
Fel. Porque con la cal
no puedo coser en negro.
Se pone el paño perdido
con el polvo.
Paco Yo lo siento.
Fel. ¡Caramba! y tengo más prisas...
Figúrese usté que tengo
encima los pantalones,
la levita y el chaleco
del señor del principal.
Además, tengo dos temos
de luto, para los niños
— 42 —
de la viuda del tercero.
Y un gabán de un sacerdote,
que necesito volverlo.
¿Dígame usté quién trabaja,
quién trabaja con el yeso?
Y vo no coso de noche.
jAy! no, señor; yo no puedo,
porque me lloran los ojos...
ICste (señalando el ojo izquierdo.)
lo tuve este invierno
muy malo, pero muy malo , i
tanto, que me dijo el médico, |
«si usté trabaja de noche
el ojo va usté á perderlo »
En fin, me marcho. ¡Caramba!
Paco Adiós... ¡Caramba!
Fel. Hasta luego. I
(Vaso al portal fondo derecha, arregla la máqui-
na, etc., y después se sienta á coser.)
Paco (volviendo al grupo de aibañiles sentados que acaban
d« comer y fuman; las mujeres, que lo recogen todo,
van marchándose en distintas direcciones.)
Se hizo por la vida, ¿eh? ,
Ahora á beber.
Alb. l.o Sí, maestro.
(Se levantan todos y se dirigen á la taberna )
Paco Yo á dormir hasta las dos.
I Y que voy á echar un sueño!...
(Se echa en el suelo cerca del portal derecha.)
tinos duermen en la cama
y otros duermen en el suelo ;
hasta que venga la gorda...
(Volviéndobe hacia Felipe, que estará cosiendo á má-
quina. )
¿Eh? Don Felipe, un momento.
. ¿Va usté á seguir con la música?
Fel. ílijo, no hay otro remedio.
Paco (Levantándose.) Entonces cambio de alcoba.
(coge la esportilla que le servia de cabecera y vaae
por la izquierda.)
Fel. Cosiendo y cantando.)
«Soledad de los toreros,
Soledad del alma mía,
no sabes lo que te quiero.»
— 13 -
ESCENA IV
FELIPE y DON JUSTO , por el portal del fondo
Fel. Muy buenas tardes don Justo.
Justo Muy buenas tardes.
Fel. Se irá
al colegio á dar la clase.
Justo Sí; mi lección de moral.
Mucho cuidado portero ;
no me deje usté pasar
á nadie sin preguntarle
primero á qué cuarto va;
si es al mió, que no suba.
Se queda mi niña Paz
solamente con la chica,
y es preciso vigilar,
pues donde menos se piensa...
Fel. ¡Ah! sí, señor; es verdad,
salta un oso.
Justo Buenas tardes.
¡Ahí si viene ese truhán,
el profesor de la niña,
dígale que por acá
no parezca, ó le reviento.
(Sale á la calle, y en el mismo quicio de la pnerta
enciende nn cigarro puro.)
Fel, Hasta después. (Aparte.)
(Que formal
y qué recto es este hombre.)
ESCENA V
DICHOS é HIPÓLITO qne sale por la izquierda con un violín me*
tido en su funda. Ve á don Justo y vase rápido por el mismo tér*
mino. Don Justo, después de encender, se dirige hacia la derecha
Hip. ¡Caracoles, el papá! (vase.)
— u —
ESCENA VI
DICHOS y DOK CALIXTO por la derecha. Tipo característico muy
compuesto y teñido. Traje de lana blanco y sombrero idem
Cal. ¡Justo!
Justo ¡Calixto!
Cal. jUn abrazo!
Justo (Abracándole.)
Los que tú quieras, querido.
(Bajan al proscenio.)
Cal. ¡Aprieta! ¿Qué es de tu vida?
¡Estás conservado, chico!
Justo Más conservado estás tú.
Cal. Soy joven. Pero me tino
y me arreglo; es necesario,
porque el sexo femenino
se fija mucho en detalles.
Justo Veo que sigues lo mismo,
tan calavera...
Cal. Tan malo...
¡Ay, Justo!... En cuanto diviso
una falda de ])Oi'cal
que so mueve con trapío,
ó un traje de lana corto
que enseña un pié pequeñito
con zapato de charol,
que va diciendo el muy pillo:
« figúrese usté el final
cuando yo soy el principio,»
ó un traje de seda negro,
de esa que cruje muchísimo,
que va diciendo: «Casada,
cuidado con el marido. .»
me vuelvo loco de gusto
y detrás me precipito,
y sigo á todas las hembras,
porque entonces no distingo
de telas, ni de colores,
de chulas, ni señoríos.
¡Ay, Justo! Me gustan todas,
me gustan todas muchísimo.
- i5 —
Justo
Cal.
Justo
Cal.
Justo
Cal.
Justo
Cal.
Justo
Cal.
Justo
Cal.
Justo
Cal.
Justo
Cal.
Justo
Cal.
Siempre igual. Dichoso tú»
jMe das envidia, Calixto!
¿Sigues siendo profesor?
En dos colegios explico
la cátedra de moral.
Tu chica será un prodigio,
una mujer ..
Si, muy guapa.
Mas, sube á vería Aquí vivo,
en el principal.
(señalando los balcones fondo derecha )
¿Qué dices?
¿En el principal?
Sí, chico;
en el principal derecha.
jLo que me alegro! ¡Dios mío!
en el de la izquierda vive...
Una que sale en el Circo
y sostiene con los dientes
catorce arrobas y pico.
Si, la mujer que yo adoro.
¿Qué dices?
Lo que te digo.
jPero es casada'
Por eso.
Sí, casada con un tío
que es un Hércules.
¿Sabré
yó lo que es ese borrico?
Allá, en el Circo de Price,
más de cien noches le he visto.
¡Qué fuerzas tiene! ¡Qué bárbaro!
Hace varios ejercicios,
pero entre todos hay uno...
Figúrate, amigo mío,
con una barra de hierro
que pesa cincuenta kilos,
se da en el pecho y la dobla.
¿La dobla? .. (Abrazándole.)
¡Pobre Calixto!
Yo no podré con la barra
como puede su marido;
pero también la gimnasia
la practiqué cuando chico.
— 16 —
Justo
Cal.
Justo
Cal.
Justo
Cal.
Justo
('al.
Justo
Cal.
Justo
Cal.
Justo
Cal.
Jusio
Cal.
Justo
Cal.
¿Y Tas á hacer nna plancba?
j Yo? Mi tíempo no ne perdido.
Esa es segura; y si no,
otras hay. Ayer he visto
á esa modista de enfrente,
(SeñalAiido á bi fachada derecha.)
que es un bocado exquisito.
¿Eh? ¿Cómo? (Encamado.)
¿Qué te sucede?
Ayer empecé con timos,
y toma varas, las toma.
No puede ser.
(Pansa.) j Ay, qué pillo!
Tú la enseñas la moral;
es claro, como vecino ..
¿Yo?
¡Tuno! No haya secretos.
Ya sabrás que su marido...
Está en Buenos Aires... Si.
Entonces nada te digo...
Vaya, me voy á la clase...
j A la clase tú? ¡Perdido!
Te ruego que...
No hay cuidado.
Adiós, me esperan los niños.
Sobre todo la moral...
¡Adiós, Justo!
¡Adiós, Calixto!
(Hace qne se va hacia la derecha, y en seguida vuelve
y entra en el portal lateral derecha, disimnladamente.)
¡Vaj^a un encuentro feliz!
(volviéndose hada los balcones, fondo izquierda.)
Se menean los visillos?
Ss ella que sale á verme
¡Caracoles! ¡El marido!
(Vase hacia la izquierda y aparece en uno de los bal-
cones fondo izquierda Maten, en mangas de camisa.
Tipo exageradamente grueso, verdadero gimnasta.
Cuelga una mslla en el balcón y después se retira. Al
hacer el mntis Calixto, tropieza con Hipólito, que
sale por la izquierda )
É
— i7 —
ESCENA VII
HIPÓLITO, con vio}ín. Este personaje vegtlrá de negro
Hip. Me ha abollado el instrumento.
¡Qué prisa lleval |8o tipol
Masica
Me llamo Hipólito
sin apellido,
no he conocido
á mi papá.
Yo soy un músico
mal trajeado,
y alimentado
con el maná.
Porque me lo dá
en forma de histeky
el dueño del café
en donde toco yo.
Con mi estradivarios
puesto en posición,
todo el repertorio
de la creación.
Yo toco á Bellini
y toco á Rossini,
á Arrieta y Barbieri,
á Chueca y á Brull.
Yo toco á Marchetti
y al gran Donicetti;
y á Cbapí le he tocado
el riquintrÚTiy
el ríquintrún.
Después de todo esto
no me f aliaba más,
que estar amelonado
de un modo excepcional,
de una chica mona y rica
que hay en ese principal.
Por la que ando siempre en brasas
por si atisba su papá.
— i8 —
Gracias que me calmo
este sufrimiento,
con el instrumento
de mi profesión,
tocando de Luda
todo el rondó.
Y un allegro vivache
de mi composición.
Y plin, pión, pión,
así se desahoga
mi pobre corazón.
Y plín, plín, pión.
jAy de mi, plín, plínl
¡Ay, Jesús, pión, pión!
Con tanto pizzicato
me quedo sin bordón.
¡Ay, Jesús, sin bordónl
¡Ay de mi, pin bordón,
plín, plín, pión, pión;
sin bordón, sin bordón,
sin bordón, plín, pión!
(Durante este número de música Felipe se ha ido del
portal, y acabado que sea sale y se pone á la máquina
otra ve«.)
ESCENA VIII
HIPÓLITO, FELIPE y después PAZ por el balcón #Dndo derecha
Halilado
HiP. Voy á ver si se asoma
la prenda mía;
ct)mo no se asomase...
pues... volvería.
O aquí me qoedo,
porque vivir sin verla^
vamos... no puedo.
Fel. Como todas las tardes, (cosiendo.)
á hacer el oso,
ya ha venido ese tipo...
¡Qué pegajoso!
— 19 —
*I»P- Voy á llaniaria; (ai público.)
tengo combinaciones
para avisarla.
(saca un cuerno del bolsillo y toca. Snle Felipe de la
portería, con el depósito del quinqué, creyendo que es
el petrolero; al ver á Hipólito se vuelve á la portería
con muestras de desagrado )
Así la chica sabe
que yo la espero,
y el padre dice: el toque
del petrolero.
Y no sospecha,
y nosotros hablamos...
¡Jugada hecha!
í^AZ ¡Hipólito querido! (Oesde el balcón.)
Hip. [Aquí me tienes!
Paz Te has retrasado mucho;
qué tarde vienes.
Hip. Pero, monina,
si he estado media hora
tras de esa esquina, (señalando iaqnierda.)
Paz ¿Te comiste aquel dulce
de yema y coco
que te di antes de anoche?
Hip. Me supo á poco.
Échame algo,
que tengo un apetito
como el de un galgo.
Paz Te he guardado unas uyas
que son albulo.
HiP. Échalas una á una.
Paz ¿Cómo?
Hip. ¡Es sencillo!
Yo me coloco,
abro la boca y entran
poquito á poco.
Paz Nos va á ver el portero.
Yo te las guardo.
Hii*- Si tú quieres que suba,
yo poco tardo.
Anda, chiquilla,
«ubo, y me das las uvas
por la mirilla.
— 20 —
Paz Cuando el sastre se vaya,
subes si quieres.
Hip. ¿Vendrá pronto tu padre?
Paz Cá; no lo esperes.
Hip. Pues, arreglado.
En no estando el portero
subo á tu lado.
Voy á ensayar, vidita,
vuelvo al instante.
Paz ¿De qué tienes ensayo?
Hip. Pues, de bastante.
De Puritanos,
que rae han pedido anoclie
dos parroquianos.
Del Otello de Verdi,
que es muy bonito,
y además, los «Calzones
de un señorito.»
Paz Pues, vuelve pronto.
Hip. Pues, en seguida, tonta.
Paz Prontito, tonto.
Hip. Adiós, dulce consuelo,
dulce esperanza,
dulce bien de mi vida...
FeL (Que se habrá levnnl&do durante eala esceua y hade»,
aparecido, y antes do la despedida vuelve á sentarse á
la máquina.)
¡Dulce alianza!
Paz Toma ese beso (Le echa uno.)
Hip. Muchas gracias, preciosa,
y allá va eso. (Le tira uu beso.)
(Vase por la derecha. Paz cierra el balcón.)
ESCENA IX
PEDRO y PEPE, salen de la taberna; llevan sombreros bongos;
pañuelo de seda al cuello y americana
Pepe ¡Pedro!...
Pedro ¡Pepe!..
Pepe ¿El carbonero?
Pedko Está en la tasca, le he visto.
Pepe Entre una y dos se las pira.
— 21 —
Pedro
Prpe
Pedro
Pepe
Pedro
Pepe
Pedro
Pepe
Pedro
Pepe
¿Adonde va?
Pues, á Pinto.
¿La carbonería sola?
No se queda más que el chico . .
¿El escalo...?
Se acabó.
Con levantar dos ladrillos
nos colamos.
Bien está.
En el sótano, á las cinco.
jCon Dios, Pedro!
(Dándose las mauos ) jCon DiOB, Pepe!
La herramienta en el bolsiUlo.
(Vanse uno por la isquierda j otro por la derecha.)
ESCENA X
FELIPE, por el portal, MATEU y MARCOS, asomado al balcÓD
lateral izquierda
Marc.
Mat.
Fel.
Mai.
Fel,
Mat.
Peí..
Marc.
Mat.
Marc.
(Desde el balcón, mirando á la easft de enfrente.")
Siempre cerrado el balcón,
y sin embargo, yo he visto...
BonSOVr. (a Felipe.)
Vaya usté con Dios.
Escuche usté,., con permiso.
¿Cuándo va usté á darme ua vale
para ir una noche al Circo?
Le sameái
¿Cómo? ¿Cuando?
Le samedi.
¿Qué. . . qué ha dicho?
Le sanie .. ¡no entiendo jota!
} Jesús, qué lengua de tío!
(Maten se dirige hacia la izquierda.)
(Desde el balcón.).
jEs Mateul... |Sí... no hay duda!...
¡Mateul... (Llamando.)
(Acento catalán.)
¿Quién? (Me ha conocido.)
¡Uy, don Marcos! (viéndole.)
(viendo á Matea.) ¿CómO va,
Mateu?
— 44 —
Mat. ¡Calle usté el pico!
Hombre, baje usté la voz,
que soy arti¿fta del Circo,
y aqui paso por francés.
En esta tierra es preciso
ser extranjero; si no,
no dan aplausos ni trigo,
y aioco que soc catalán ..
Marc. Dispénseme usted, amigo;
mas como allá en Buenos Aires.»
Mat. 8i; pero yo me bautizo
ei^^n la tierra en que estoy.
En París m? anuncio chino,
en América andaluz;
pues con el acento mío . .
en Rusia paso por belga. .
Marc. Claro, sí, ya he comprendido;
en Portugal por inglés . .
Mat. ¡Hombre, no sea usté primo!
Ma dan una pateada
que me rompen el bautismo.
Marc. Pero; suba usté
Mat. No puedo.
Tengo que hac^r en el Circo.
Marc. Hombre, hablaremos ua rato»
Mat. |lmposible!
Marc. Sólo cinco
minutos.
Mat. ¡Qué pesadezl
No ma dá la gana, he dicho.
Marc. (¡Pero qué catalán es!)
Mat. Mas usté, ¿cuándo ha venido
de Buenos Aires?
Marc. El quince.
¡Pero silencio, por Cristo!
Tengo que contarle á usté . .
Mat. a la vuelta. Me retiro.
Luego subiré.
Marc. Le aguardo.
Mat. Faseu bé.
FfiL. (Le vé desde el portal, y sale á 5U encuentro.]^
¿Cuándo me ha dicho
2ue me dará los billetes?
e samedi. (Vase Isqulerda.)
- 23 —
Fel. ¡Jesucristo!
jQué voz tiene este gachó!
Vaya, me ha sobrecogido, (vasc ai ponai.)
MarC. (Hablando hacia dentro del balcón.)
¿A almorzar? Voy. Yo no sé
ni cómo tengo apetito.
(Vase cerrando el balcón.)
ESCUNA XI
Se oye música en la orqnesta, plano para que se oiga el diálogo.
COLAS, de pobre de pedir limosna, con su guitarra. A su lado MA-
uIa, tipo callejero, con una bandeja en la mano, y cuando sale á
escena por la izquierda, por diferentes lados Vecinos, Vecinas, Tran-
seúntes, Albañiles que salen de la taberna, Chicos y Coro general
Colas
María
¡Chicas, aquí está Colas,
el de las coplas alegres!
Í Varaos; ande el movimiento!
jas coplitas, ¿quién las quiere?
|Muchachas, que se rematan!...
Ande usté, qoe viene gente.
(Todo el Coro rodea, etc.)
Coro
Colas
María
Colas
María
Música
A ver qtie coplitas
nos canta Colas.
A ver si «son verdes,
ó son coloras.
De todos colores
las tiene el papel.
Oido, señores.
Arranca, mujer.
Allá vá, allá va:
mucha oreja,
que va á escomenzar.
(tango) .
Blasa, la pantalonera,
concluía un pantalón . .
¿Para quién?
Para don Ramón,
— 24 —
CoíJis
María
('OLAS
Los DOS
Coro
Y el «eñor, que es vecino de Blasíi,
al entrar aquel día en su casa...
¿Qué la dijo?
La recomendó
que le hiciera á su amigo Felipe
otro pantalón.
Y dijo la chica,
con mucha razón.
¿Quién ni o pido otra (Hablado.)
con la solución?
No me quiera usté dar más tral>a](),
que me sobra con un pantalón.
¡Ehl. .
Me parece á mí que...
digo yo...
que cualquiera dice,
con razón,
que la cosa... que la cosa...
no tiene malicia
ni doble intención.
jEh! ..
Me parece á mi que . .
eic», CuC.
María
( 'olas
María
Coro
María
Colas
Los DOS
Primitivo, el zapatero,
dicen que fué á confesar. . .
¿Y con quién?
Con un capellán,
(yonfesóle que entró una barbiana
en su tienda por botas de pana . .
¿Qué la dijo?
No la dijo ná.
Y le dio á la barbiana las botan
sin probarla el par.
Y dijo el curita:
¡no vi cosa igual!
¿Quién me pide otra
pá ver el final?
Sin probar se marchó la barbiana...
no te absuelvo por ser animal/
¡Ehí
Me parece á mi qué
digo yo,
— 25 —
Coro
Los DOS
Coro
Los DOS
Todos
qu© cualquiera dice
con razón
que la cosa... que la cosa
no tiene malicia
ni doble intención.
¡Sil! etc. (Tgrual quo el anterior.)
Me parece, me parece
que no tiene malicia
ni doble intención.
Me parece, me parece
que no tiene malicia.
Ni pizca.
De doble intención.
Colas
A las coplitas alegres.
Muchachas, ¿quién quiere másP
(Vánae por la derecha, y el coro por dii'.lntas ^ireccto-
ne«, otros le s^uen.)
ESCENA XII
EL CUBVAS» £L LINT£HNASy EL ESCALAS. DOMINGO y AGUADO,
el primero de los dos últimos (Carbonero, y «1 último tipo de taber-
nero. Los tras de la ronda se sienten en el suelo y se ponen lá»
chaquetas y botas, y encienden las liu ternas para bajar por el al-
oantarillado
CüEV.
DOM.
Aguado
Compañeros, á vestirse
y deseguida á rondar.
Voy á ponerme las botas,
aunque no soy Concejal.
Si lo que me estás diciendo
lo sé de memoria ya.
|Me enteró de lo que hablaban
y te he querido avisarl
Porque en mi establecimiento .
pasa esto y mucho más.
Toda la gente que viene
es decente y es honra,..
Pero vienen cuatro ratas,
tres tunos que tienen mal
— 2C —
DoM.
Aglado
D*jM.
CüEV.
Lint.
El Esc.
CüEV.
Lint.
El Esc.
Aguado
DoM.
Aguado
Carb.
vivir, y imo6 cuatro ó dnoo
que tienen por qoé callar,
y ocho ó diez mal encarados,
pero en fin, por lo demás
Li gente es buena.
Se vé.
¡Pero esa ya no cabrá!
Les oí que preparaban
el escalo, y la verdad,
tratándose de un amigo
no me he querido callar. '
Hace tres días, lo sé;
y he retirado el metal;
y me he comprado un vergajo.
Cuando suban, ya verás,
la paliza que les doy.
Es preciso vigilar.
Bueno', bajaremos. Coevas.
Me han dicho...
No digas más. -
8i tenemos un olñito...
Si olemos...
Es la verdad.
(Abren la trampa y van entrando uno á ano con sus
linternas encendidas. El Cnevas cierra la tram|>a y
desaparece por la izquierda.)
Ahí tienes tres de la ronda.
Diselo.
¡Quieres caUar!
Esos bajan; dan tres vueltas
como los de arriba... Ná.
E^sos son tres casos, de
reuma municipal.
Conque adiós; voy á la tienda
porque tengo que Henar
unas botas pá una boda.
Aguado, gracias. (Váse Agnado.)
Voyá .
la trastienda; y como suban,
buena la van á Uevar.
(Enseñando el yergrajo.— Váse á la Carbonería.)
— 37 —
ESCE^íA xrir
CALIXTO, izquierda, FELIPE, cosiendo
Cal. tel marido se fué al Circo,
le seguí desde muy largo...
Ensayará, pues que ensaye;
que yó mé vengo á otro ensayo.
jSi el portero se prestase!...
Fel. i Ay, Jesúsí El oso blanco
que le ronda á ^a gimnasta.
Cal. ¡Portero!
Fel. ¿Qué? (saliendo.)
Cal. (Yo me lanzo.)
(Saca un duro y se lo pone como un monóculo.)
¿Usté me cohoce?
Fel, (Cojiendb el duro ) Mucho.
Caballero, ¿cómo vamos?...
Cal. Pues yo quisiera...
Fel. ' ¿Subir
sin que yo pregunte el cuarto
donde va ufeté? ^ '
Cal. ¡Tunantónl
Eso es.
Fel. Pero es el caso...
Cau ¿Qué?
Fel. (Que falta otro cristal
pá taparme el de este lado.)
(señalando el oja daieeko.)
10 USO quevedos completos
casi siempre en estos casos.
Cal. ¡Pillo!
Fel. (¡Primo!)
(Le dá otro duro.) Muchas gracias.
(Guardándole los dos duros en el chaleco.)
(Ya está un chaleco arregláo.)
Cal. (El duro todo lo allana.)
ESCENA XIV
I>ICHOs<, MISS KYA, «briCMlo «no de los balcones del fondo
iaquicrd»
( *AL Pero un balcón ha sonado.
Es ella. A los pies de usted* (saludando.)
FcL. No puede estar más abajo.
Eva ¡Mon eher amU
Cal. ¿Qué tal vá?
Eva Tres bien ¿et vausf
Cal. ¿Yo?. . Chiflado
por vati'ejoU bdleza.
Eva Merci bien.
Cal. ¡Es un encanto!
Eva MonteZt montez s- il - vous pkáe.
Cal. (a TeUpe.)
(Dice que suba, ¿qué hago?)
Fel. ¡Monté, monté, señor miol
Cal. Le voy á comprar un. ramo
antes de subir.
Fkl. . Bien hecho.
Cal. (a Bra.)
Me voy á hacer un encargo
y \ olveté á saludarla.
Eva ¡Quand vous voudréz! (cieña el balcón.)
Cal. Mío el campo.
(Vase izquierda.) • ^
Fel. (Deipoés de un momento de pauía.)
Voy á entregar el chaleco
al señor del piso cuarto. (So dirige ai portal.)
ESCENA XVI
FELIPE 7 CELESTINA eon caja, grande de nodIaU at braso qno
dice: «Modista de Paria.» Sale por el poftal, eagunde tórmiao derecha
Cel. Buenas tardes, don Felipe. . r ■
Fel. ¿Adonde vas, Celestina?
¿A entregar?
Cel. Ca, no señor,
vo}^ á la pastelería.
— 29 —
Fel. jCómo vas con esa caja?
Cel. Lo hago para que no digan;
son cosas de la maestra.
(señalando b1 principal derecha.)
¿Sabe usté que la visita
todas las tardes don Justo?
Casi siempre nos convida.
Fel. Pero, ¿qué don Justo es ese?
Cel. Ese señor de ahí arriba,
el del cuarto principal.
Fel. ¡Canario! No lo sabia.
(3el. Pues, para disimular,
salgo yo con la cajita,
y piensa la vecindad
con tanta entrada y salida
que la parroquia es atroz.
Fel. y dentro va la b^ía
y la camia.., ¡Señor!...
¡Qué gente. Virgen Santísima!
¡Cómo está la vecindad!
¿No es casada la modista?
(>el. Si, pero está en Buenos- Aires
su marido...
Fel. ¡Pues, que siga!
Cel. Vaj'^a, con Dios, hasta luego, (vase izquierda.)
Fel. Anda con Dios, Celestina.
¡Quién pensara que don Justo!
rero, en fin, me voy arriba. (Entra en el poriai.)
ESCENA XVII
MATEU por la izquierda é HIPÓLITO por la derecha
Mat. Subiré á ver á don Marcos,
me revientan his visitas.
(Entra por el portal «eganc'o izquierda)
Hip. jCaramba! Estoy reventado.
— 30 —
4
ESCENA XVIII
HIPÓLITO y PAZ desde el balcón derecha
«
Paz ' jHipólitol
Hip. ¡Serafín!
Subo, ¿eh?
Paz Me dá reparo...
No; no te dejo subir.
Hip. ¿Por tu papá?
Paz Mi papá
no parece por aquí
lo menos hasta las cinco.
Hip. ¡Pues, entonces, á vivir!
Si me cantas La Traviatá
no desenfundo el vioUn.
Me siento al piano, y de fijo
nadie se ha de apercibir.
¡Anda'... Tocaré pianísimo...
Conque, ¿subo?
Paz Siendo así...
íjip. Ya verás tú la criada
cómo se va á divertir.
(Queda el balcón abierto é Hipólito entra por el
portal.)
ESCENA XIX
DON MARCOS y MATEU, por el balcón de encima de la carbonería
Mat. Ma gusta la habitación,
sí, señor, es muy capaz
y tiene muy buenas vistas,
porque en aquel principal
(señalando al de enfronte )
hay una modista guapa.
Marc. De eso le tengo que hablar.
Para espiarla he venido
de Buenos- Aires no más.
La modista es mi mujer.
Max. ¡Hombre!
— 31 —
Marc. Vamos á cerrar
el balcón, para que hablemos. .
¡Soy una víctima!
Mat. ¡Ya!
(Vanse cerrando el balcón.)
(Durante la escena anterior se há visto á Hipólito y
á Paz en el balcón foro derecha, «mirando papeles de
música. Después el coro aparece por la izquierda.)
ESCENA XX
PACA y Coro general. Ijom mujeres con pañuelos de Manila, y los
hombres con sombreros anchos, etc., etc.
Hnsieft
€oRo GENERAL Dc la boda de la Paca
aquí están los convidaos.
Ellos Ellas vienen envidiosas.
Ellas Y ellos vienen ajumaos.
Todos Suenen las guitarras
con alegre son.
Ellos ¡Aire en los andares!
Ellas lAire en el mantón!
Todos rorque son icos los barbianes
y barbianas que hay aquí ,
lo escogido y lo florido,
lo mejor de Chamberí.
¡Ole, porque sí!
¡Vivan los barbianes
y barbianas de Madrif . .
Declarémonos en juerga.
¡Viva el vino peleón!
y á rezar en esta tasca
la cuarta estación.
(Entran todos en la taberna.— Hipólito y Paz desde la
habitación. de don Jnsto.)
Hip. Puesto que tu padre
, se fué á su lección,
justo es que la demos
juntitos los dos.
— 32 —
Paz Pero te suplico
que no alces la voz.
¡Bajito, pianito!
¡muy bajo, por DiosI
Hip. Mi entusiasmo se desata
por oir tu dulce voz,
cántame de La Traviata
el andante en fa menor.
Concertante
(Hipólito ñgnra acompañar al piano.)
Paz a me fanciulla un candido
e trepido desire
quest ' efíigio dolcissimo
signor dell'avvenire,
quando ne'cieli il raggio
di sua belta ' vedea
e tutta me pascea
di quel divino error...
Sentía che amore e il palpito,
dell ' uni verso interol
Misterioso, altero,
croce, delizia al cor!
(Paca y el Coro general <m el Interior de la taberna.)
Uno (Hablado.) ¡Qué cante la novia!
T.iDüS (ídem ) ¡Que cante!
Paca (ídem.) ¡Pues oído y vengan palmas!
(Música.) A una chula bonita casaron
con un viejo marqués ricachón,
y en la boda de fijo gastaron
muy cerquita de medio millón.
El, derretido,
la mimaba sin cesar,
y ella al marido
no podía soportar.
Pero en algo se fundaba,
que á pesar de sus riquezas
el marido no la daba...
¡ni aun lo que era r^ular!
Y al fin llegó
un día el esposo
la cuenta á pagar,
y sucedió...
- ;^3 -
¡lo que era forzoso
debiera pasar!
Coro
Niños
Basta mujer. .
que no es necesario
seguir la canción,
para saber
el fin ordinario
de tal relación.
(t;ruza la escena un pobre ciego tocando el olariuttc y
veslido con pantalón encarnado, una chaqueiillo ó
blnsa y gorra de cuartel.— Entre tanto, y en combina-
ción con todos, se oye en el interior del colegio á los
niños.)
Dos y dos son cuatro,
cuatro y dos son seis,
seis y dos son ocho,
ocho y dos son diez.
¡Bendito y alabado sea
el Santísimo Sacramento del altar!
Por siempre bendito y alabado sea.
¡Amén!
Paca
Coro
Aprended, viejos, el cuento
por lo que pueda tronar,
y que os sirva de escarmiento
lo que acabo de cantar,
Siga la juerga!
¡No desmayar!
ESCENA XXI
Don Justo asomándose por el balcón donde dice «Modista de Páris.»
teniendo cuidado de colocar la persiana hacia el lado del principal
fondo
Justo
Hablado
¿Qué es lo que ocurre? Una boda
que ha parado en la taberna.
3
— 34
ESCENA XXII
DICHOS, y por el balcón izquierda (cata de huéspedes) MARCOS j
MATSU
Mar. (a Matea señalando á Justo.)
Aquel, aquel es mi hombre.
¡Ya tengo la prueba plena!
Mat. }Es mi vecinol {Carambal
Justo Vaya, adentro... no mé vean, (cierra ei balcón
y vase.)
Mar. Déjeme usted.
Mat. ¿Dónde va?
Mar. Usted es persona seria;
me servirá de testigo, (vase.)
Mat. ¡Un duelo! ¡Pero qué hembras!
¡Seré el paarino!... Mejor,
se romperán la cabeza. (Momentos antes de ter-
minar esta escena sale un farolero por la ixqalerda
oon la escalera al braso; llega debajo del balcón de
la 'Modista de París,» coloca la escalera para limpiar
el farol, y el Tabernero sale á la puerta de la taberna
y le Invita á beber, y enlra con él en la taberna, de-
jando la escalera colocada.)
ESCENA XXIII
DICHO, en el balcón, FELIPE por el portal con nn chaleco en la
mano, y CELESl INA por la izquierda
Fel. El chaleco le está largo;
le meteré la tijera.
Gel. (pasa y saluda á Felipej éste sale del portal y entabla
con ella el diálogo siguiente frente al poital derecha.)
Fel. jOye, chica, ven acá!
¿Me dejas probar la tela?
Cel. ¡rero qué malo es usté!
Fel. (Abriendo la caja.) Estc capricho de crema.
(Hablan bajo.)
~3S —
ESCENA XXIV
DICHOS, MARCOS por el portal lateral izquierda 7 dirigiéndose al
purta] derecba
MarC. ]JU> mato, ia mato! (Tropieza con Felipe.)
Fel. ¡Horror!
Maro. ¡Dispense usted!
Fel. Bueiia es esa.
¿Por qué no lleva usté pito,
como el tranvía lo lleva?
MarC. (FtlÁndose en la caja que lleva CeleatlDa.)
¡Ehl ¿Modista de París? (Ablendo la caja.)
¡ Pasteles! ... ¡Unas botellas! . . ,
Cel. ¿a usté qué le importa? ¡Vaya!
Marc. Soy el marido de Hortensia,
de tu ama.
iUel.. ¡Dios me asista!
(neja caer la caja al suelo, y entra por el portal la-
teral derecha.)
Marc. Coja usté la caja esa, (a Felipe.)
que es la prueba del delito.
Fel. Hombre, tenga usté prudencia.
Marc. ¡Vaya usté al infierno!
(Empujándole. Eutra por el portal.)
Fel. Abur.
(Co^endo la «aja, 7 yéndose al portal.)
Voy á comerme las pruebas.
Mat. (Desde el balcón izquierda.)
Final de El nudo gordiano,
en el principal derecha.
ESCENA XXV
DICHOS y DON JUSTO, en el balcón lateral derecha
Justo ¡El marido! . . . ¡Jesucristo! . . .
¿Por dónde salgo?... ¡Me meciial
¡V está muy alto . . canario!. . .
¡Pero, calle... una escalera!. .
(Tirándose por el balcón hacia la escalera.)
— 36 —
Max. Un profesor de moral,
haciendo gimnasia higiénica.
Justo (una vez ya en la escalera, ve, al Ir á bajar de espal-
da! al público, á Paz é Hipólito en el balcón de la
casa.)
¡Caracoles! ¿Qué estoy viendo?
¡Mi hija con ese babieca!...
jCon su novio!... ¡Rilo!... ¡Infame!...
Paz ¡Mi padre!...
Hip. ¡Santa Teresa!
Max. ¡Ay, su hija con el novio!
¡Pero, Dios mío, qué hembras!
(Sale el farolero de la taberna, sube, limpia el farol y
coge la escalera y Tase derecha. Don Justo entra por
el portal del fondo. Todo rapidísimo.)
Paz ¡Que sube, vete!
Hip. ¿Por dónde?
Paz Métete en la chimenea.
Hip. . Si está encendida, mujer.
(a los gritos de «iPillol» «ilnfame!» Eva sale al balcón.)
ESCENA XXVII
DICHOS y CALIXTO, con un ramo, por la izquierda
Cal. Aquí estoy, mi linda Eva.
¿Subo á ofrecerla este ramo?
(Hablan por señas.)
Max. ¡Voto va Deu! ¡El y ella!
¡El abonado del Circo,
el que le dio la pulsera!
Ahora me toca á mí el turno.
¡Que te estoy mirando, Eva!
Eva ¡Mon Dieuf (cierra el balcón.)
Cal. Pero, ¿qué le pasa,
que ha cerrado la vidriera?
¿Y qué hago yo con el ramo?
jQue yo me decido, ea!
¡Arriba, Calixto! (Mira hada el portal izquierda.
|E1 Héiculesfl
Yo me meto en esta tienda.
(Entra en la carboneris.)
— 37 —
(Matea sale por el portal. Mira á todos lados y se di-
rige al portal fondo.)
Paz (En el balcón.)
jHuye, por Dios!
HlP. (Por el balcón.) Por aqUÍ.
Aunque me rompa una pierna.
(Se tira del balcón al andamio y recorre éste. Maten,
pega un empujón á Felipe al entrar en el portal.)
Fel. ¡Jesúsl ¡Pero, hombre! ¡Dios mío!
esto es una vaca suelta.
ESCENA XXVIII
DICHOS y DON JUSTO, PAZ, DOMINGO y CALIXTO
Justo (Por el balcón.)
¿Dónde está?
Paz ¡Papá, por Dios!
DoM. (Dentro de la carbonería, dando golpes.)
Caiste en la ratonera;
toma, ladrón.
Cal. (Dentro de la carbonería.)
¡Que me matan!
DoM. (Dentro.)
¿Buscas cuartos? Toma leña.
HlP. (Se cae en una artesa de cal y sé levanta todo man-
chado de blanco.)
¡Dios mío! ¡Cómo me he puesto!
Cal. (saliendo de la carbonería todo manchado de carbón,
traje y cara A Domingo.)
¡Que yo no soy un cualquiera!
¡Yo soy un joven decente!
DoM. ¡Aguado! ¡Vecinos! ¡Vengan!
ESCENA FINAL
DICHOS, AGUADO, vecinos, vecinas, albañiles, coro general, etc.
HlP. (Desde el andamio.)
¡Los albañiles!
Fel. ¿Qué pasa?
DoM. Que le di una tunda buena;
este es el pez del escalo.
— 38 —
Cal. ¿Yo ralla?
DoM. Sí.
Fel. ¡Ten prudencia!
Que es un caballero fino.
DoM. ¿Pero cómo entró en mi tienáa?
Cal. Iba hoyando del marido, (a Wénp9,)
Fel. 1?^^ razón, que es vnm fiera!'
Respondo por el: señor, (a todes.)
Justo (pot «i baits6n.)
¿Por dónde hoyó?
Hip. [Santa Tecla!
Justo jEstá en el andamio! (Todos vaelTen la cabeza )
Hip ¡Cíelos!
Paco Un señorito.
Cal. Me defan...
¡Esta es la mía! (Vase corriendo )
Justo ¡Tunante!
¡Baja!...
Hip. iQue baje su abuela!...
Yo para bajar de aq,uí
necesito una escalera >
como usté para salir
de ahí enfrente, ¿calaveraf
Justo ¡Chito! ¡Silenciof
HlP. ¡No quierol (Todo* ríen.)
Justo ¡Calla... y te casas con ellat
IflP. (Tirándose del andamio al balcón.)
¡Allá voy!... ¡nica! ^Papáf (Abrasándole.)
Justo Que bárbaro; cómo aprieta.
Fel. (ai público.)
¿Me atrevo? Público amigo....
Aquí el q.ue no corre vuera.
¿Te han gustado Los Belenes?.**
aplaude; si no, dispensa.
(Música y lelón rápido )
FIN
COPLAS PARA EL TANGO
María
Colas
María
Colas
María
Colas
Los DOS
María
Colas
María
Colas
María
Doña Rosa y su marido
han cenado bien los dos.
áDe verdá...?
igo yo.
Han tenido lombarda y capones
y besugos y dos salchichones.
Y han tenido...
Tu\deron jamón
y tuvieron chuletas de cerdo
y rico salmón.
jJesúsl Cuántas cosas
tuvieron los dos...
(Quién me pide otra (Hablado.)
con la solución...)
Y tuvieron la sopa de almendra.
y tuvieron una indigestión.
¡Eh!
¿Me parece á mi que...? etc., etc-
II
Nicanora, caballero,
que es muchacha muy formal...
¿Dónde está?...
Está en la Normal.
Dijo ayer á su primo Juan Vela,
que también es maestro de escuela.
¿Qué le dijo?
Pues dijole al tal,
que ella sola tendría cien niñas
abriendo un local.
Colas
Los DOS
— 40 —
Y dijo el primito:
no vi cosa igual.
(Quién me pide otra (Hablado.)
pa ver el final...)
¡Si tú quieres, nos asociaremos,
y así, juntos, tendremos la mar!
|EhI
¿Me parece á mi que...? etc., etc.
iíi
María Da reuniones doña Paca,
y las dá en el comedor.
Colas ¿Y quién va?
María Don Pantaleón.
Y una noche lluviosa y muy fría
que jugaban á la lotnría ..
Coi Ás ¿Qué pasaba?...
María Pues, chico, pasó...
que Paquita tenía dos ambos,
solamente dos.
^'oLÁs Y dijo el amigo:
Mejor estoy yo ..
(Quién me pide otra (Hablado.)
con la solución...) .
Los DOS Doña Paca, yo tengo tres cuartas...
¡Ay! qué suerte, don Pantaleón.
María
CoLÁs
María
CoLÁs
María
OOLÁS
IV
Una chica le contaba
á su prima encarnación...
¿Dime qué?
Oye tú, gachó.
Que á su novio Pepito Badía
le enseñó un par de medias un día...
¿Y qué dijo?
Dijo Encarnación:
Pues la cosa no tiene malicia
ni mala intención.
Y dijo la chica:
Primita, ¡por Diosl...
(Quién me pide otra' (Hablado.)
con la soaición ..)
Los DOS
— 41 —
Es que al verme Pepito las medias...
las tenía yo puestas las dos.
María
Colas
María
Colas
María
Colas
Los dos
V
Una chica que es doncella,
que es doncella de labor...
¿Dónde está?
Está en Badajoz.
Y allí sirve á un señor que es soltero
y que tiene la mar de dinero...
¿Y qué pasa?
Pues, lo de cajón.
Que ella sirve muy bien á su amo
y él la habla de amor.
Y dice la gente
con mucha razón...
(Quién me pide otra (Hablado.)
con la solución. . .)
8i es que el amo requiebra á la chica..
Ella es ama el día mejor.
OBRAS SRAl^ÁTIGAS
DE
EN UN ACTO
Villa... y palos.
¡Qaién ñiera ellk!'
bolteroB entre paréntesis.
La Pilarica.
De caza.
Miss Eva.
Tarjetas al minnto.
El zaragozano.
Chin-Chin.
El clab da los feos.
Caralampisi.
Caerpo da.1lnlft^ (£)
El 7 de Jnlio.
¡Don Dinerol (2.^ edicto).
Una señora en un tris. (Si*
edición).
Los inútiles. (3.* tdtMm)*
MÜEVLES HÜSADOS.
Apuntes del' uattiraL (2,^
edición).
Certamen nacional. (4.^
edición).
La Cruz blanca. (2.^ edi-
ción).
Las dos madejas.
lUqiiidación general.
Lo9 Primaveras.
Lastres<B'BB.
¡Al otranmndo!
La de Roma.
Misa d» Beqidem*
ttmsliaw sin valor.
Las alforjas.
Lo* belenes.
EN DOS ACTOS
Madrid en el afio dos mil.
£1 diamante rosa. (2.^ edi-
ción).
(1) En colaboración con JakMfttjt PntfUi.
OBRAS DE GUILLERMO PERRÍN
«^^^^^^^
BN ÜN ACTO
Católicos y Hugonotes. El faldón de la levita.
Monomanía masical. Kl gran turco.
La esquina del Saizo. Colgar el hábito.
Cambio de habitación.
EN DOS ACTOS
Mando, demonio y demás. Los Empecinados.
OBRAS DE MIGUEL DE PALACIOS
BN UN ACTO
Por una equivocación. Modesto González.
Pancho, Paco y Paquito. Bocetos Madrileños
EN DOS ACTO 3
La esclava de su deber
]^'^
(1) En colaboración con Alfredo Lasala.
I
L
LA
BELTRANEJA
DBAMA EN TRES ACTOS EN VERSO
C
(«IGUUl DI
11 DE im
DON FRANCISCO PÉREZ ECHEVARRÍA.
SEaUNCA EDICIÓN,
MADRID:
IMPRENTA DE GABRIEL ALRAMBRA
ABeha ie San Bernardo , 7S
1871.
Jbí ^«ciuc. ifi. 9). Ánto-niO' T*luirtacl(v>
Si la voz de la amistad es grata al infortunio j nwnca en
ocasión mas oportuna debemos acordarnos del amante esposo y
del cariñoso padre que llora la pérdida de los seres mas que-
ridos de su corazón.
El nombre de usted al frente de estas páginas ^ además del
recuerdo de la amistad^ es un homenaje rendido al insigne poeta
que ha seguido con inquebrantable f¿ las huellas de nuestros
mas esclarecidos ingenios.
Quizás la elección no es muy acertada; quizás en vez de un
drama dedicamos á V. un fracaso. En tiempos menos civili-
zados, cuando el públitjo grave no disputaba palmo á palmo el
camino emprendido por el poeta ^cuando se dignaba aplaudir
los conceptos honrados y las galas del lenguaje y hubiéramos
abrigado una pequeña esperanza de alcanzar un mediano éxito
en la representación de esta obra.
Hoy tememos verla desairada puesto que el gusto literario
' es tan easigente y esquisilo, que solo la impudencia, la bufo-
nería y el Can'-can tienen fácil acceso y seguro premio en la
patria escena.
De todos modos; La Bcltraneja será pata V. una prueba
mas del cariñoso infecto que le profesan sus leales amigos
Los Autores.
tO Setiembre de 1871.
PERSONAJES. ACTOBBS.
D.* Juana D.' Elisa Boldun.
SEíAnHA D." Elisa Mendoza Tenorio.
La Bbima D." Francisca Muñoz.
EoDRiGoCoTA Don Manuel Osorio.
üohLope de AJ.BURQVERQUB. Don Rafael Calvo.
El Marqués de Vulena Don Antonio Pizarroso.
El Marqués de Santillah a.. . Don Ricardo Morales.
Martin Roble Don Benito Pardiñas.
El Conde de Benavente Don Ricardo Simó.
Diego Poncb Don José Alisedo.
Sancho Gómez Don Fernando Altarrlba.
Un Ugier Don Joaquín Marcóte.
El CAPrrAN de guardias, Damas, Nobles, Pueblo, Salda-
dos, Ballesteros, Tejedores.
Iis aoeion en SesoTU.— Siglo XV.
La propiedad de eata obra, pertenece á aus autores y nadie podr¿
alo permiso de uno de ellos reimprimirla ni representarla en Espaffa
7 sus posesiones, ni en los paises con los que se liayan eeiebrado ó en
adelante se celebren contratos internacionales.
Queda reservado el derecho de traducción.
Los comisionados de la Bolioteca dramática por parte del seffoi
Rbtss 7 los de la Galería dramática 7 lírica titulada El Tsatao, por
parte del sefior Pkrbz Echbt arría, 8on los exclusivos encargados de
la venta de ejemplares y del cobro de derechos de representación e»
lodos los puntos.
Queda hecho el depósito que marca la Ley.
ACTO PRIMERO.
Valle amenísimo en las cercanías de Segovia. Al fundo montañas
con practicables que bajan á la escena; uno de ellos sube al monaste-
rio del Parral que está situado ala derecha del actor. A la izquierda y
en segundo término casa de humilde apariencia, pero de aspecto agra«
dable y poétiru; balcón cubierto de enredadcTas en la parte que di
frente al espectador; portal y r^jas en la que dá á la escena, muro
unido á \n casa qne se prolonga y forma esquina en cuarto término.
Arboles detrás del muro. A la derecha selva espesa é intrincada con
peffas, brezos y arbustos.
ESCENA PRIMERA.
El marques de Villena, Martin Roble, Ballcstekos. Salen
embozados, — Es de noche,
Mah. Aquella es su casa.
VlLL. Allí?
Mar. Voy á llamar.
ViLL. (Deteniéndole.) Mas despacio. {Examimndola,)
Poco tiene de palacio
mucho de zaquizamí.
Mar. Siempre la fortuna fué
poco propicia á Rodrigo.
ViLL. Tú eres su amigo?
Mar. (Dudoso.) Su amigo?
Parece, mas no lo sé.
ViLL. Ese hombre tendrA ambición?
Mar. Quién no la tiene?
ViLL. Es muj cierto:
— 10 —
mío será.
Mar. To 08 advierto
que es hombre de corazón:
de alma grande, apasionada»
el deber solo le inspira,
7 asi maneja la lira,
como la lengua y la espada.
Nunca désmiotió el' vafi|iv
hombre es de sinceridad,
7 como dice verdad
goza del pueblo el favor.
ViLL. Es hombre de fortaleza
7 de ingenio! será vano:
sople el viento co^tesi^ip,
7 perderá la cabe^»
Mab. Vas 08 qnedaial
ViLL. íBí,
pero solo. [A hs hal^nterot.)
Ballesteros,
á las trochas y cruceros,
7 á la menor seña aquí.
{Váttse los ballesteros.)
Vive sqí^
Mar. Una hechicera
mujej*, astro de su vida,
vive con él. ,
ViLL. Su querida!
Mar. Su hermana.
Yux. Llama.
(Detiénese.)
No, esper%;
Juraría que hi^n sanado
pasos.
Mar. y yo.
viLL. v^? ü;^ h^Uft.
Mar. Cierto.
YiLL. PojT la sombra oculto.
Apartémon^ á ^^ la4Qi
— M -
ESCENA II.
Don Lope con rm» ü <^^^ f^ el fondo i^uierda.
Correr por anchos camfno»
y por tortuosog senderos
sin encontríir bandoleros
y sin dar con asesinos,
es cuantp puede anhelar
quien de noche y de rebozo
busca enamorado y mozo
hora, ocasión y lugar,
y afirmarán pesia mü
que caujsa Castilla horror. {S^ detiene.)
Parecióme oír rumor. {Esplorando la escena.}
Ko; no hay nadi? aquí ... ni aquí.
(Mirando al balcón,)
Su balcón! Habrá mortal .
sin ten,er las énslas mlas^
que corr^ todos ios días
desde Sejovia al Parral
por el camino peort
No es, vivé Diosr mal trabajo;
mas quiéa no tema el atajo
para llegar al amor?
Corrida está. Ta cortipa,
y busco en vano la mano
que la dei^c^'ra. {jJon regocijo.)
Ah! no en vanp!
(Ábrese el balcón y aparece en. él Serafina.)
ESCENA III.
J^^ LopF, Serafina.
Ser. (Asomándi^f^ ^\ Meonk*) Lof e miol
Lope. Serafina!
Ser. (Miran d)Cí\ infriar tíon reeedoír)
Silemnel
Lopfi. Oqxüó eallar
cuando á fuerei^> (Íq tropieaoB •
salvando riscos y brezos.
— 12 —
aqni te Tengo á bnscmrt
Calla por Dios!
liOPc. En mi anhelo
no reparo ni en ni mismo;
quién repara en el abismo
eaando vá á buscar el cielo?
Qaién repara en la neblina
que i ese altivo monte agovía
sí eres tú el sol de S^pTia
que le dá luz, Serafina?
Todo« si est^s sin enojos,
se alegra, to fó se viste
de lato cuando estás triste.
Sbe. Ah Lope!
Lope. Culpa á tus ojos,
que han robado, yida mia,
para aumentar su hermosura,
su sombra á la noche oscura,
j su luz al medio dia.
Seb. Cómo te inspira el amor!
Lope. En los hierros de tu reja
presa amor el alma deja
de tu amante tejedor.
Ser. Tras ella tiene su asiento
feliz y tranquilo un hombre. . .
LopK. Qué d& á la fama su nombre
al dar sus trovas al viento.
Ser. Mi hermano!
LopK. Mágica brota
de su laúd la sencilla
j tierna canción; Castilla
Teñera á Rodrigo Cota.
Sek. Ah Lope!
LoPK. Suelta la Tena
de su inspiración galana,
deja atrás á Santillana
y oscurece á Juana de Mena.
Por eso al llegar aquí ,
si tu semblante, alma mía»
no me inspirase, lo haria
cuanto hay en torno de tí.
Por eso á tu alrededor
- 13 ^
baten las alas deshechas
del viento, dulces endechas
y cantinelas de amor.
Ser. {Con cariñosa ansiedad.)
Prosigue.
Lope (Con amargura.) Sella mi labio
el recuerdo inoportuno
de tus rigores.
Ser. (Con sencillez.) Ninguno!
Lope. Sí, Serafinn; un agravio
infieres á mi pasión.
Ser. No basta el amor que siento
y este latido violento
de mi amante corazón?
Lope. Asi en mi dolor te cebas!
Ser. Asi mi disdicha labras!
Lope. Palabras! solo palabras!
Ser. Ay Lope!
Lope. Pero no pruebas.
Ser. Pruebas!
Lope. Si, dos meses há
que aquí nos sorprende el dia
con una loca porfía
que hoy debe acabarse ya.
Tu rigor es obstinado
y es bien que venzas la duda.
Ser. Oh!
Lope. Nada temas; te escuda
el amor de un hombre honrado:
desde tu balcón, veloz
me roba tu voz el viento,
no es fácil que en tu aposento
me robe el viento tu voz.
Ser. Nunca! (Con resolución,)
Lope. Te suplico en vano?
Ser. En vano; sí.
Lope. Suerte impía!
Seb. No Lope, no, mi honra es mia,
mas que mia, es de mi hermano;
de este mismo inmenso amor
que dentro del alma llevo.
{Con creciente euergía^)
1
- U -
Oh! no, no puedo, no deb(»
no quiero manchar mi honor.
Lope.
{Ap.) Jamás he visto en mujer
tal tesón.
Ser.
(Sobresaltada.) Ruido ha donado!
Lopi.
Qué?
Ser.
Mi hermano ha abandonado
el lecho.
Lope.
Al amanecerl
Ser.
(Escuchando.)
Vá á salir!
Lope.
Oh dicha!
Ser.
(Con temor.) Vetéf
Lope.
Cómo?
Ser.
Si aqui te encontrara
de fijo que sospechara. . .
Lope.
Me voy, pero antes promete
¿ mi amor, que bajarás
á franquear estas rejas
y á oír mis amantes quejas.
Prométemelo.
Ser.
(Retirándose del bakon y óirrúndoie.)
Jamás!
ESCKNA IV.
*
1
Don Lope.
Jamás! Por Crisfco que estoy
loco!. . . Desvario. . . ó sueno?
(Con resolución,)
He de vencer en mi empeño
ó dejo de ser quien soy.
Firmeza tal nunca vi,
y juro que. . . cosa rara?
ni yo mismo me explicara
lo que estoy sintiendo aqui.
No es un deseo liviano,
es el orgullo ofendido
y á entrar estoy decidido.
Pese á quien pese! ... Su herlliafno!
(Oyendo abrir la puerta de la casa.)
- f5 -
ESCENA V.
DoH Lope en acecho, ItODRiGO y Serafuta en el utnbraL
RoD. No salgas.
Ser* Me hace temer
esta ausencia inesperada.
BoD. CoBfla j no temas nada:
voy á cumplir un deber.
Lope. (Al extremo opuefto,)
Qué idea á mi mente acude!
Por el paredón del huerto
tengo hasta ella el paso abierto!
Audacia! £1 amor me ajude!
(Saca precipUadamente una escala, la arrolla al brazo
y dósaparecc detrás del muro que rodea la casa, en el
mismo momento en que Rodrigo y Serafina se adelann,
tan al proscenio.)
ESCENA YI.
Rodrigo, Serafina.
{Durante esta escena eomienta é amanecer.)
Roo.
Cese el temor que te aterra
y vuelva á ti la alegría.
Ser.
Oh!
RoD.
Tú eres hermana mia.
mi único bien en la tierra. (Con solemnidad.)
Tú y la sagrada memoria
de nuestros padres.
Ser.
Rodrifol
Roo.
Todos los dias bendigo
su nombre.
Ser.
Y yo.
Roo.
Si en la gloria
donde quiso alzarlos Dios,
siguOT tus pasos ansiosos,
deben estar orgullosos
. de tí.
Ser.
De ti.
RoD.
De los dos.
— 16 —
Ambos logramos la palma
cruzando errantes el suelo,
con la esperan7.a en el cielo
j la virtud en el alma.
Sin. Hermano!
RoD. Que esta aureola
brille en tu serena frente.
Teb. Siempre, (con decisión.)
RoD. T en tu alma inocente.
Ser. Oh! (Turbada,)
RoD. (Con tristeza,)
Tu alma! aun está sola.
Ser. (Con sobresalto.)
Qué dices?
RoD. Oh! su inocencia
algún dia volará.
Skk . Cómo? (Ruborizada. )
Roi>. Algún dia querrá
vivir con nueva existencia.
Estos instantes mejores
ve bien á quien los ofreces,
piensa que esconden á veees
mortal veneno las flores,
que es poderoso el arrullo
de una voz que finge que ama.
S^" Más poderosa es tu fama.
RoD. Más la traición!
^^^' Más mi orgullo!
Rw). ^s que puede sucumbir
á la astucia de un traidor.
Ser. Es que aquel que tiene honor
hermano, sabe morir.
RoD. (Con entusiasmo.)
Al hablar de esa manera
me prestas nuevos alientos.
Ser. (Abrazándole;)
Rodrigo!
^^' En estos momentos
veo en ti mi raza entera.
Pobre! muy pobre! Es verdad;
pero honrada y sin mancilla
y ejemplo eterüo en Castilla
- 17 -
de yalor y de piedad.
Por eso es bien que no arguya
tu timidez de mi ausencia;
necesita mi presencia
el pueblo, y no es bien que huya.
Es trance de vida é .'Querte.
Quién sabe!
Seu. Cielos! Hermano!
RoD. Hoy del pueblo Segoviano
se yá á decidir la suerte.
Fuerzas le sobran y brío.
Ser. Dios le ampare!
Rop. Fia en Dios I
y en tanto. Armes los dos,
tú en tu deber, yo en el mió:
Entra.
Skr- Rodrigo te aguardo. (En el umbral )
con impaciencia e:x tremada;
hoy es dia de asonada,
no tardes por Dios.
RoD. No tardo.
{La dá un beso en la frente, Skuafima entra en
la casa,)
Cierra por dentro el portón.
{Oyese cerrar.)
Ya está! (Mircndo á la casa,)
Venturoso el hombre
que al entregarte su nombre
obtenga tu corazón.
{Embózase y al ir á marcharse sale MART^^
Roble, también eynbozado )
ESCE?»A VII. .
Rodrigo, Martin Rodle.
Ron. Quién vá! Por Cristo! sois mudo
6 es por acaso sordera?. . .
Mar. Sordo dejara á cualquiera
vuestro acento bronco y rudo.
Roü. {Reguiriend^i la e^ipada,) ,
2
— 18 -
Pardiez!
Mar. Contra mi mandoble?
Traigo una espadilla rota.
Dios guarde á Rodrigo Gota
y á su amigo,
RoD. Martfn Roble!
Mar. El mismo, os pasma?
RoD. Al albor
del dia, y con tal recato?
Mar. No es que de ocultarme trato*
RoD. Estáis muy madrugador.
Mar. Ya veis; el dia despunta
sombrío.
HoD. No entiendo.
Mar. El mar
se pudiera alborotar.
RoD. Y por qué?
Mar. El pueblo se junta.
EoD. Y bien?
Mar. Vendrá en comitiva
con la cortesana grey
por la enfermedad del Rey
en cristiana rogativa.
RoD. Ah, ya!
Mar. Vos, cuerpo de tal!
sabéis . . .
RoD. Hablad siia tropiezos.
Mar. Que no han de servir los rezos
para curar tanto mal.
La Reina con ansia vana
amparada por la ley,
pretende que muerto el Rey
suba al trono ¿oña Juana.
La Infanta alega derecho,
y el de Aragón don Fernando
lleva la plebe á su bando,
que es mozo de gran provecho.
Los nobles de Andalucía
y los moros de Granada,
los unos en algarada,
los otros en correría,
traen al Rey á mal traer;
~ 19 —
el Rey próximo á morir
temllando del porvenir,
lo vé, calla, y deja hacer;
mientras Castilla perpleja,
teiniendo está y esperando,
en^dos abismos fluctuando
la Infan;a, y la Beltraneja.
(Día claro.)
RoD. Tal nombre!
Mar. Yo me confundo
de esa estrañeza, Rodrigo.
Es un secreto? Yo digo
lo que dice todo el mundo.
RoD, Quizas la torpe ambición.
Mar. La plebe acojo propicia. . .
RoD. Martin Roble, la malicia
suele torcer la razón.
Mar. Tal vez.
RoD. Fu mi porte rudo
yo tengo miras mas altas;
cuando se trata de faltas
miro.— veo.— toco. . . y dudo.
Que como nunca abrigó
mi mente bastarda idea, -
no creo que nadie sea
menos honrado que yo.
La Princesa lyi nombre lleva
y respetarle es preciso.
Mar. Dicho sea con permiso
de don Beltran de la Cueva.
RoD. Viven los cielos! Callad!,
Siempre tuve psr mejor
duda que engendra el honor
que infamadora verdad.
Mar. Aunque ya está «arrepentida
fué la Reina pecadora.
RoD. Pero si su hija lo ignora
á qué amargarla la vida?
Mar. (Riéndose con sarcasmo,)
Estáis en lín mundo á fé,
que no es el vuestro y me apena;
dicen que si el rio suena
- 20 —
por algo suena
RoD. Lo sé.
Por eso sin duda alguna
repite del rio el eco
que desea ser Pacheco
un don Alvaro de Luna,
7 que para ello la ruina
' procura con vivo afán
del hijo de don Beltran.
Mar. Qué? del Duque de Molina?
RoD. Si, de don Lope, eso es.
Mar. Vive Dios! y que mas suena?
RoD. Que trae al Duque de Guiena
y que nos dá un Rey francés.
Mar. y suena mas? (Con ironía,)
RoD. Otro eco,
otros rumores. . .
Mar. {Con ironía^) Por Dios!. . .
RoD. Van propalando que vos
estáis vendido á Pacheco.
Mar. Rodrigo! Ecos ment ¡dores, (con furor,)
RoD. Ese furor, geííor mío,
calmad, e.'^o suena el rio;
mas no creo en sus rumores;
pues como nunca abrigó
mi mente bastarda idea,
no creo que na<li(3 sea
menos honrado que yo.
{Aléjase: Martin é¡ueda pensalivo, sale Villeha y le pone
la mano en el hombro,)
ESCENA VIIL
Martin,. El Marqués ds Villena.
ViLL. Qué dice Rodrigo Cota?
Mar. Ah .señor!
ViLL. Qué dice eso hombre?
Mar. Penetra en el corazón
de un modo qu3 sobie3Cg3.
Yin. Tienes m'e' o* ,J
3i^R. Miedo! ^
i .
— 2i -
ViLL.
Acaba.
Mar.
Sabe vuestras intenciones.
ViLL.
Pero es de la Beltraneja
partidario?
Mar.
Lo es. •
ViLL.
Entonces...
Mar.
Mas no es partidario vuestro,
pienso se inclina tí don Lope.
V^lLl.
Su voluntad será mia.
Mar.
No liay ninguno que la doble.
ViLl.
Yo.
Mar.
Vos?
ViLL.
Lo dudas?
Mar.
Dudarlo
señor!
Viix.
TengQ dos resortes;
su honor en aquellas rejas,
su vida en estos renglones.
(saca un papel que desarrolla y lee.)
<iCoplas de Mingo Revulgo.»
Mar.
Que es Rodrigo?
ViLL.
El mismo. Oye.
{leyendo.) <iLa soldada que le damos
»y aun el fian de los mastines.
^y cómeselo con ruines
» Guay de nos que lo pagamosh
Asi Rodrigo, al Rey trata.
mira ciiiU trat^ á los nobles.
idah el pliego,)
M/vR.
Grave castigo merece.
(Oyese ruido lejano.)
VlLL.
Es muy fácil que le azoten.
Oiste?
Mar.
Rumor lejano.
Quizás Rodrigo convoque
su gente en estos lugares,
bueno es tomar precauciones.
VllL.
Los ballesteros..?
Mar.
Ocultos.
VaL.
Muy bien: esta misma noche
á Segovia llegó el Duque
de Guiena, noble consorte
— 22 —
destmado á la Princesa,
j hermano del Bej Lois Once.
ILui. Y el paeblo/ {coa duda).
VsLL. {con desprecio.) El pueblo. . -
Mar. Presumo
que aunque de estirpe tan noble,
no es Rejr de Castilla el novio,
aunque el cielo se desplome.
ViLL. Yo halagaré de la plebe
las rudas inclinaiiones
con engaíios; todo es lícito
como el intento se logre.
Mas. Hacia aquí vienen los gremios.
ViLL. Los gremios? Martin escóndete.
{Retiránse ai fjndj derecha. Sjle/i por el fondo iz-
quierda Rodrigo, Diego, Sancho, y demás representan-
tes de los gremios de Sjgooa,)
ESCENA IX.
Rodrigo, Diego, Sakcho, y demás representantes de los
gremios.
DiB. Esta es tu casa, Rodrigo;
á Dios, {dándole la mano.)
Ko'>- A Dios, Diego Ponce:
mañana en planta pondremos
nuestros conciertos, y entonces
si el Rey por enfermo y débil
á los planes no se opone
que se fraguan, juro á Cristo
sobre la cruz de mi estoque,
que no ha de estar á su antojo
Segovia sumisa y dócil.
Dicen que el duque de Guiena
instintos tiene feroces,
Rey duro á pueblo altanero
maridaje desconforme.
Convoque el Rey los Prelados,
llame los Procuradores,
y si ese duque de Guiena
tiene ui> voto, (Jue me ahorquen.
— 25 —
DiE. Bien hablaste: tengo á, punto
el gremio di tejedores.
Sak. Yo tengo el de broqueleros.
RoD. Bien Diego, bien, Sancho Gómez,
los demás gremios vosotros
Pero Nuñez, Beltran López .
y delante del alcázar
con insígíiiafl y pendones
pidamos al Eey que el Duque
como venga así se tome.
DiE. Si el pueblo por mengua &uya
ha de sufrir el azote .
siempre de un tirano, sea
tirano que le acomode,
no hemos de acudir á Francia
para buscar opresores
que aquí hay sobrados.
Sah. Sobrados!
Vive Cristo!
j)jg Por mi nombre
. bien claro lo has dicho tú
en esas coplas que corren,
Mingo Revulgo.
j^D Esas coplas
en grave riesgo me ponen.
DiB. No temas; Segovia es tuya.
RoD. Gracias Diego: hasta la noche.
(Al ir á marcharse sale Mahun y se coloca en medio de
' ellos,)
'ESCENA X.
Los MISMOS, Martin.
Mar. Queréisme en vuestra compaña?
RoD. Otra vez tú Martin Roble?
Mar. Yo quiero ser de los vuestros
y llevar conmigo un hombre
que ha de legrar por sí solo
lo que los gremios no logren.
Estáis conformes? En pago
- 24 -
será de vosotros eco.
RoD. Quién es?
ESCENA XI.
Los MISMOS, El Marqués db Villera.
ViLL. Yo! Don Juan Pacheco
Gran Maestre de Santiago.
Hoo. £1 Maestre? *
DiK. (aparte.) Brava pieza!
V:ll. a buscaros he venido,
que me plmce ver unido
al pueblo con la nobleza.
Para romper la cadena
que nos deshonra y humilla
á una voz se alza Castilla
contra ese duque de Ouiena.
Es fuerza de cualquier modo,
pues á ninguno nos place
de la Princesa el enlace •
impedir, pero no es todo.
Koi». Cómo?
ViLL. Por suerte infeliz
arrecia el mal, jo os lo digo ;
y es necesario Rodrigo,
cortar el mal de raíz.
¡Cuántos años han pasado
de vileza y de sonrojo,
sometidos al antojo
de un miserable privado!
¡Cuántos en lucha incesante
ha vivido la nación,
con odio en el corazón
con rubor en el semblante!
Vuelva la vista hacia atrás
la castellana hidalguía;
queréis volver á aquel día
de vilipendio?
Todos. Jamás!
ViLL. Pues bien; á otra ruda prueba
se somete vuestro honor
— 25 —
que ya apunta el sucesor,
de don Beltran de la Cueva.
Roo. Que os equivocáis colijo.
Cayó don Beltran; quién puede
haber que su puesto herede?
ViLL. Siempre al pudre, hereda el hijo.
RoD. El de Molina?
Vu.L. Pues!
RoD. Ah!
Os equivocáis, señor,
el Duque es hombre de honor.
VttL. Hombre de honor!
RoD. Sí.
ViLL. {cofi intención.) Quizá!
RoD. Perdone vuestra nobleza
si acaso mi lengua ruda,
dice la verdad desnuda
con lealtad y franqueza.
ViLL. Decid lo que os plazca.
RoD. Oid.
• Emplea la noble grey
para dominar al Rey,
el amaño y el ardid.
Uno solo se desvia
de tan tortuoso sendero,
y por eso el pueblo entero
le adora.
ViLL. Por vida mia!
RoD. Señor Maestre, es verdad,
al pueblo pruebas ha dado
de ser modelo y dechado
de nobleza y lealtad.
ViLL. Y quién de tal modo al vulgo
asi encadena y fascina?
Quién?
RoD. El Duque de Molina.
VttL. De veras? Mingo Revulgo?
RoD. Gran Dios!
DiB. (aparte.)' Esto acaba mal.
ViLL. El Rey de los trovadores!
DiB Yo voy por mis tejedores! {vase.)
- 26 -
ESCEW XII.
Los «isuos, fnertoa Diego.
BoD. Todo lo sabéis?
ViLL. Si tal.
RoD. Yais á perderme?
Vux. No á fé,
que aunque mordaz y atreTído
mi amistad os lie ofrecido
j pruebas de ella os daré.
RoD. Señor Maestre.
YuL. Escuchad!
Eso habéis imaginado!
Conque modelo y dechado
el de Molina?
RoD. Eb verdad.
Yo le debo iJefeiider,
que el Duque es hombre de honor.
YíLi. Del vuestro cuidad mejor,
que bien lo habéis menester.
RoD. Por Cristo! {empujando,)
ViLL. Tened la mauo:
vos que tanto blasonáis,
Rodrigo, por qué olvidas
vuestros deberes de hermano?
RoD. Siempre de ellos hice gala.
YiLL. Decislo en mala ocasión.
RoD. Por qué?
YiLL. De aquel paredón
está pendiente una escala.
RoD. " Oh! la cólera divina
me confunda!
YiLL. íPor mi nombre!
por la escala subió un hombre.
RoD. (Lanzándose frenético á hpíterí» de la casa.)
Serañna! Serafina!
[Llamünd^,)
Abre!
(Ábrese la puerta y aparece en el umbral Serafina.)
- ¿7 —
ESCENA XIII.
Los MISMOS, SERAnif A.
Ser. Atrás!
RoD. Dios vengativo!
tú sin honra! y el traidor. . .
Deja paso!
Ser. Sin honor
no hay vida hermano, y yo vivo!
RoD. No basta! Infeliz de tí,
infeliz!
Ser, Dolor profundo!
Dios vé mi inocencia
RoD. El mundo
la escala pendiente alü.
Seb. Mátame! {con arranque).
ESCENA XIV-
Los MISMOS, Do.v Lope.
Lope.
Ay de quien la ofenda!
ROD.
Infeliz de aquel que osare. . .
Lope.
Aun hay pecho que la ampare
y brazo que la defienda!
ROD.
Pues tú arrojaste el baldón
sobre mi honra inmaculada.
yo te clavaré mi espada
s
en mitad del corazón.
Defiéndete.
Lope.
(Ernp uñando.) Ah!
VlLL.
(A Rodiigó.) Escuchad.
ROD.
Nada escucho!
VlLL.
{A Rodrigo.) Oid!
Ser.
Dios bueno!
•
Dios de bondad!
VllL.
(A Rodrigo,) Yo os ordeno. . .
ROD.
Señor Maestre apartad!
Bríos para todos juntos
tengo: atrás los cortesanos!
dejadnos á los villanos
arreglar nuestros asuntos.
— 28 —
LOPK.
(Aparte.) VoT Cristo!
VlLL.
(En medio de los dos,) Amenazas vanas!
qué osado á faltar se atreve
al respeto que ss debe
á mí nombre y á mis canas!
Dad al acero reposo. {A Rodrigo.)
Vos también; bajad la mano. (^4 Don Lope.)
Vais ü matar á su hermano?
T'ais á matará su esposo? (A Rodrigo.)
Roí).
Su esposo?
Lope.
(Aparte.) Su esposo yo?
VlLL.
(Apar le D. Lope.)
Salid de este compromiso
señor Duque.
Lope.
(Asombrado.) Qué?
VlLL.
Es preciso.
Lope.
(A Vülena.)
Qué estáis diciendo? Eso no!
VlLL.
Mirad que és gente villana;
que en gran riesgo, estáis aquí,
«
hoy es hoy; decid que si;
mañana será mañana.
dejadme á mí (alto.) Divertido
fué el lance; gallardo mozo
echad abajo el embozo
y dadlo por concluido.
Vos, Cota, dadme la mano
Serañua; venid vos;
ganancia tCDeia los dos.
vos marido, y vos hermano.
Roo.
Por qué el embozo le esconde?
Echadle abajo.
(D. Lope se desemboza.)
Por Cristo!
%
Juraría que os he visto
no sé cuándo, y no sé dónde.
Quien sois vos?
VlLL.
(ínter po7iiéndose.) Lope Bermejo
si mis recuerdos son fieles;
tienda tiene de broqueles
y armas en el Azoguéjo.
ROD.
Yo nunca tal tienda vi
— 29 -^
ni de tal Bermejo sé.
YiLL. Eso es muy posible! y qué?
Lo mismo me pasa á mi (Aparte.)
Esa es razón? Importuno [Alio.)
sois pardiez!
Roo. (Ap.) Estoy perplejo!
(Cogiendo de la mano á Sancho reperüinamefUe, aparte.)
Hay algún Lope Bermejo
broquelero?.
San. (A Rodrigo.) No hay ninguno.
RoD. (A Serafina.)
Adentro! {Entrase Serafina en la casa.)
ESGENA XV.
m
Los MISMOS menos Serafina.
ROD.
(A Lope.) Vos qué decís?
ViLL.
Que SÍ.
ROD.
Me ciega la ira!
Mentira!
VlLL.
Mirad!
ROD.
Mentira!
ViLL.
A mí ese insulto'
ROD.
Mentís!
TlLt.
(.4 Martin.)
Prende á Rodrigo.
ROD.
(En actitud de defensa.) Ah traidores!
Venid.
ViLL.
A mí tales fieros!
Aquí de mis ballesteros!
(Aparecen cuatro ó seis ballesteros.)
ESCENA XVI.
Los MISMOS, Diego, Tejedores, Ballesteros.
DiE. (Saliendo con un número considerable de tejedores.)
Aquí de mis tejedores!
No tengas temor Rodrigo.
RoD. Diego!
DiF. Eso á ti! Voto á San!
Me lo temía! Aquí están
— 30 —
mis tejedores conmigo.
Si se atreven esta vez
á desnudar el acero
para cada ballestero
no hay un tejsdor, hay diez!
Lope.
Vive Dios!
ViLL.
Turba mezquina!
Lope.
La cólera me enagena.
ViLL.
Paso al Marqués de Villena.
Lope.
(Arrojando el ropón gue le encubre.)
Paso al Duque de Molina.
ROD.
(Ahombrado,)
El Duquel el Duque! Oh sorpresa!
(Fuera de sí,)
A ellos Diego!
(Oyese fuera gran rumor.)
Voces.
(fuera.) Viva! viva!
ROD.
Qué rumor!
ViLL.
La rogativa.
La Reina! ^
Lope.
(.4;?.) Oh Dios! La Princesa!
ViLL.
(Con, autoridad.)
Descubrios!
(Todos se descubren.)
ESCENA XVII.
Los MISMOS, Doi)a Juana, la Reina , el Marques de SAnrri*
LLANA , EL OoNDE DE Bepíavexte. Damus, nobUs, pueblo.
Reí. (A Benapenie.)
Ya llegamos;
haced alto Benaventc
un instante, pues enfrente
del convento nos hallamos,
que quiero en este momento
en que á Dios voy á invocar
mi alma reconcentrar
en santo recogimiento.
Para implorar el favor
de la divina grandeza,
por la salud de su Alteza
el rey, mi esposo y seílor,
- 51 -
venimos aquí.
(Oyense las campanas del convenio*)
Escuchad!
Plebeyos, damas, sehoresi
todos somos pecadores,
todos lo somos: orad.
{Todos se descubren y oran mientras se oyen las canh
panas)
San. (ap, á Beneívinte,)
Que decís de esto?
Bek. Quién? yo?
San. Vos! es claro! con vos^ hablo!'
Ben. Yo nada!
San. Yo si, que el diablo
á ermitaño se metió.
Bew. Me vais á comprometer,
silencio, lengua infernal!
San. Estos frailes del Parral
gran influjo han de tener
con Dios, si se reconcilia
con la reina doña Juana.
Ben. Estáis loco Santillana?
San. Nos espera brava homilía!
Mas la oración terminó.
Ben. Escuchad.
Kw. El Rey, señores
colmándome de favores
su real poder me entregó.
Yo ]e acepté agrad cocida
de tLi augusto soberano;
mas siendo humo y polvo vano-
las grandezas áe la vida,
huyo la pompa^ mundana
y mi poder abandono
á la heredera del trono
la princesa doi^a Juana.
Ella os ha de gobernar
cuando por lae terna ley i
el común tributo el rey
deba á la tierra pagar.
Y quiero que en tal paraje
ante el solio del Eterno
— 5á —
de la ciencia del gobierno
comience el aprendizaje.
Rnp. (Saliendo a*/'fnU.)
Nanea ocasión mas propicia
pndo ofrecerse, señora.
Ra. Qaién sois?
RoD. Quien de tos implora
el poder de la justicia!
{Vnelüen á tocar las can panas.)
Rci. £1 toque de esa campana
me llama al umbral sagrado.
mí poder he resignado
en mi hija doña Juana.
Dejad que al Omnipotente
mi humilde oración dirija.
RoD. Señora!
Rri. Aqni está mi hija.
Seguidme vos, Benavente.
(La Reina, Beüavextb y algunas damas , éntranse en
la iglesia,)
ESCENA XVIli.
Los MISMOS,
menos l.\. R >:ina, Benavknts y patie de la comi-
tíva.
JUA.
{A Rodrigo,)
Vuestra súplica escuché;
hablad, qué justicia es esa?
Rod.
{arrodillan José.)
Yo á vuestras plantas, Princesa,
mi desdicha os contaré.
JUA.
Alzad! quién sois?
ROD.
Un villano!
Sah. (Ap.)
Mal su aspecto lo denota.
JuA.
Os llamáis?...
ROD.
Rodrigo Cota.
San. (Ap.) El poeta toledano!
Jü \ . Favor tenéis con el vulgo,
sois de la plebeya grey . • .
Rod.
Amigo!
JUA.
lí\s.
EOD.
Cómo?
- 35 -
JuA. Itey.
Bop. Señora. . .
San. (Ap.) Es Mingo Revu^lgo!
(Adelantándose y aparte.)
Decidp^«, sois el autp;r
délas coplas.. ,
RoD. Quién? yp? [Con ^trranque.) Si.
San. (Ap.) Por Cwto! Ve^M¿ aqjii:
dadme la mano^
RoD. Ab señ^r!
San. (Ap,) Vos habláis «q castellano
y con váloi?; (i/¿i?.) Doña Jmi^,
el marqués de Santillana
os le presei^ta; es mi bermapoi
Todos. Su hermano!
San. Sí, vive Dios!
nuestra berix^a^d^d es completa.
RoD. Qué decís?
San. Vos «k)í$ poeta,
poetas somos los dos.
En nuestra saata heriQandnd
que la inteli^eneia aduna,
no hay dj^tlnoiopí de fortuna
ni hay clases, ni calidad.
Hermanos souqqs los dos
iguales hemos nacido;
nuestras filmas ha fundido
con un mismo soplo, Píos.
JuA. Hablad pues; no «era vana
CotO', vuestra petición,
pues ten^s la proteccápn
delMfirquéa d^ Sfintíllanii.
RoD. Gracias! Pero aunque w p^bp
es leal y 8gr94eci4o,
yo quiero estw protegido
tan solo p(5r mi derecho.
JuA. P(^ vuestro derecho?
RoD. Sí!
por el mió! ^sto ha de ser;
no quiero á nadie deber
lo que se me debe á mí.
Jija. Ya os escucho!
3
- 54 -
LoK. (Ap,) Qué agonía!
Bo»* Por la noche ▼ á traición
entró en mi casa un ladrón
para asaltar la honra mia.
La liviandad siempre alerta
yencer obstáculos sabe.
el amor la dio la llave, .
la ocasión la abrió la puerta;
A la oseundad fió
BU crimen torpe y YíUano,
tocó en mi honra su mano '
j muerta mi honra quedó.
Mi afrenta para borrar
términos la ley concede,
la lev invoco, ella puede
mi honra resucitar.
Eso os vengo aquí á pedir
sed de mi honor protectora;
si no lo sois, ¡ah señora!
hay que matar ó morir.
Ved que si pierdo la fé,
si muere toda esperanza,
en mi terrible venganza
sin piedad los mataré.
Arbitro supremo, vos
sois en la contienda mía,
del poder que Dios os fia,
vos responderéis á Dios.
JvA. En la regia potestad
siempre el bien Rodrigo, cabe;
justicia pedís; Dios sabe
que os la he de hacer. Continuad.
Quién el honor os robó?
RoD. Crédula, mas que liviana»
señora, tengo una hermana
que mejba deshonrado.
{Aparece Serafina y se arroja á los pies de dona
Juana.)
— 35 —
ESCENA XIX.
Los MISMOS, Serafina.
Ser. No!
Yo imploro vuestra bondad, (á doña Juana,)
asi no sintáis señora,
la fiebre devoradora
del amor.
JuA. {aparte.) Dios mió! (aUo,) Alzad,
alzad pobre niña.
Ser. Cuánto
vuestro acento me consuela!
hablad que mi alma se biela
de mudo terror y espanto.
JüA. No temáis! Venid aquí,
qué os hizo perder la calnla?
Ser. Amor que brotó en el alma.
digno de él! digno de mí!
JuA. Tan constante es vuestra fé?
Ser. Es dura roca y diamante,
JuA. Y es tan firme vuestro amante?
Ser. Ay señora! no lo sé!
RoD. Ah! con la duda batalla!
Yo no! traidor y malvado
de su amor ha renegado,
puesto que la escucha y calla!
JuA. Quién es? quién es? Acabad,
acabad que por mi vida,
haré justicia cumplida.
ViLL. {en alta vozá D. Lope.)
Señor Duque. Contestad.
JuA. {apoyándose desvanecida en una de sus damas.
El Duque! Vos! (aparte,) Ay de mí!
{Vacilar y todos acuden.)
ViLL. Señora! {aparte,) Tengo la 61ave!
le ama! si^ duda no cabe, {alto).
Os ponéis mala? t
JüA. No! Si!
He sehtido una aflicción
al ver la ñera agonía,
de esta joven. Parecía. . .
— 36 -
(aparte,) se me rompe el corazón!
Esto 68 ciertot Vos quizás.. . {á D. Lope.)
sed vos mismo vuestro jue2í;
qué decis?
Lope. (con arranque,) Que cada vez
seCora, Ik adoto maáí
Ser. Ah Lope!
RoD. (ap,) Me innttda el ^tti\
YiLL. (ap,) Qué caballo desbocado!
& f>los pi^ívanza! he triunfado!
Pofire mozo, pobíe mozo!
JüA. (cofí seveHéfád,) Qué decis?
Lope. Ah? ád&h Juana!
de mi corazón el fuego . . .
(acercándose á Serafina,)
JuA. (interponiéndose.)
Qué vals á hacer? Hstais ciego?
(á RúArigo.) td al alcázar mañana.
(moníénlo de silehdo,)
RoD. Mas Señora. . .
.TuA. Baáta ya!
Justicia de mí queréis
yo os juro que la tendreifei,
yo os prometo que la habrá.
Ah Duque! que mal se aduna (á D. Lope ap,)
deber á aníor; loco iFuísteis!
cuan pronto al olvido disteis
los timbres de vucsta cuna!
Lope. Pero...
JüA. Callad! yo os lo digo.
Lope. Señora. . . ved. . . advertid. . .
JuA. (á Serafina») Vos, pobk*e nina, venid,
qué oiÉ quiero llevar conmigo.
RoD. Tanto honor! . , .
JuA. Tales favores
bféfa tnereiee vuestra hermana, (á Rodrigo.)
Vos al alcázar mañana.
Vamos al templo Señores. (Póftest en marcha la
comitiva en dirección del Monasterio. Cae el telón.
FIN DEL ACTO PRÍSiteRO.
?ff^^*= ' "'i ^'.".•r: irryvnr
ACTO SEGUNDO.
El salón de los fiñym «n el Aleáztr do SegftvU. Galería al fondo
con gran ventana.— Mesa eon Úpete enfia^oa^ y e\ escudo de Cas-
tilla.->Puertas laterales en príi^ero ; ^egnp^o téwifo ; sitiales de la
época.
ESCENi PRIMERA.
El conde de BsNAyüifTf £k$Qma^ á la ventana. El marquÉ3 p^
Santillana sentf^ v^li^e^;£mfinfe ¡en m /^a'^Z.— Nobles.
Ben.
Fresco j sutil 4MM7e el ^1e^>to,
y frente al aleáaar real,
todo el pueblo de Segovia
amontonándose yé,.
Como -es la Jura...
San.
lia jura ?
de quiés^
Ben.
Eso preguDÍais?
de doña Jciaiia.
San.
Aiilorei...
Ben.
Qué creísteis?
San.
Perdonad.
estaba ,aqui dando vueltas.
Ben.
Vueltas? á.quó?
San.
A ttn>mAdsigal.
Ben.
Vos sois en la gayaeieneia
maestro.
San.
Oh! no, no es verdad:
mi padve, que de Dios goqp,
en el arte de trovar
alcanzó renombre y fama
— 38 —
en la corte de don Juan;
JO he heredado aus blaaonea
pero no he heredado más.
Be5. Too su ingenio, sn nobleza
jsnTalor.
Ha9. Me aduláis.
{levanténdcu y áámieie ¡a mMMO.^
Crracias Benayente, pero
por Jesncristo, cerrad,
^ne entra por esa ventana
nn Tíenteeillo glacial,
j si ¿ ella el nneTO príTado
se asoma, se puede helar.
(Bajan al proscenio,)
Beü. Don Juan Pacheco es no hombre
qne lo entiende, voto á San!
San. Qué agudeza!
Ben. Qué talento!
qué preTísor!
Saü. y qué audaz!
Protege al duque de Guiena
j le piensa regalar
la corona de Castilla.
Está loco!
Beh. Lo dudáis?
Sah. Qué es dudar? Estoy seguro
de que ño lo logrará.
Beh. Le casa con la Princesa.
San. Pues por eso.
Ben. Deliráis!
no reinará doña Juana?
San. Creo que no, Conde.
Ben. Bah!
pues la princesa no es hija ...
San. De su padre, á no dudar.
(Con intención y misterio.)
La infanta doña Isabel
quiere ver á el Rey.
Ben. . Hay tal!
pero qué? Sois partidario
de doña Isabel?
San. Sí.
— 59 —
Ben.
Ah!
y lo decís de ese modo?
San.
Como me lo preguntáis.
Brn.
Vais á luchar con Pacheco?
San.
Y le voy á derrotar.
Bbn.
(Asombrado,)
Estáis loco?
San.
Loco el rey?
Ben.
Cielo!
San.
El privado! Callad.
ESCENA II.
Los MISMOS. El bcarqués de \' i llena por la izquierda.
ViLL. {Con imperio,)
Señores! . . . sola he dejado
la antecámara real
las cereníonias se acercan,
la corte allí debe estar,
i Todos los cortesanos saludan humildemente á excepción
del MARQUÉS DE S ANTILLANA y vÁMe pOT lü izquicrda,)
ESCENA III.
El MARQUÉS DB YlLENA. El MARQUÉS DE SaUTILLANA.
San.
( Volviéndose á seittar.)
Qué ceremonias?
Vill.
IWarqués...
San.
Yo ignoro...
Vill.
Vos lo ignoráis?
queréis que yo os las recuerde?
San.
, Si asi lo hacéis, me he de holgar.
Vill.'
El duque de Guiena. . .
San.
Ah! si!
Vili,
La jura después.. .
S.\N.
Ah! ya!
Conque hoy el duque de Guien&
viene á pedir. . .? voto á. San!
qué contenta doña Juana,
qué contenta debe estar!
Vill.
Por qué no?
— 40 —
San. Pues eso digo;
vos un marido la dais
de regla estirpe. .
J'"" í^s muy dattof
San. y aunque un tanto oWginal
y aunque un poco desabrido,
y aunque un mucho montaraz'
marido es al fin y af cabo,
y si es marido, que más?
ViLL. {con impacünda al ver que Saktillana perma -
nece sentado,)
La corte dápera.
San. (Con indiferencia,)
Que és^rei
ViLL. Vos señor Marqués, no vais. . .?
San. a las ceremonias? Vayal-
á ninguna he de faltar.
(Levantándose y acercándose con familiaridad á Fi-
llena.)
Pero es que antes voy á ver.. .
ViLL. A quién?
San. a un amigo.
ViLL. y^j
San. Que puede mucho.
J"''" . Me alegro! ,
San. Mas que vos.
^*"- Mucho lai^
A Dios.
ViLL. {jil verig entrar en la cámat^i)
Bl rey?
ESCENA IV.
B3i Marqués de Villena.
Porh>TÍsto
el Marinea' de Santillana
mé dééafiá; y es gáíia
de perderse vive Crii^oF
' Tres contrarios! el Máíqüéi*;
don Lope y Rodrigo, e^h!
siendo su adversario yó '
^ 41 —
yo basto para los ti^es.
Martin.
ESCENA. V.
El Marques de Yillena, Martín.
IvIar.
(jíor la defetha,) Señar.
ViLL.
SoM
Mar.
Si.
ViLL.
Te necedito.
Mar.
Soy vuestro.
ViLL.
I ¡res sagaz, eres diestro.
Mar.
Y leal.
ViLL.
y ^1 pW&gi^l
Mar.
{sacando'itnpli»po.) A^i,
tomad sefier, (dasBle^)
VltL.
Está bien;
esto para Cota; esenclsa;
terrible vá.á ser la lucha
que me espera.
Mar.
Oorítra quién?
ViLL
Y es aegura mi dswota
si no be vencido msifiana
al Marqifés de ^antillana.
don Lope y Rodrigo Cota.
Mar.
El Marqués? que temeas de él?
VlLL.
El y yo, somos rivales.
le cuenta entre i^ns pardaks
la Infanta doña Isabel.
MaIr.
Don Lope es toas de temer,
que es mo¿o y tiene valor.
ViLL.
Y le protejo el amor
inmenso de una mujer.
Pero el Duqtfe fle Molina
galán, rico, altivo y vatro,
tiene contra sí al hermano
de la infeliz Serafina.
Justicia pidió en su afán.
Jestióla le han prometido;
ay! si á su honor ofendido
ccmiplida no se la dan!
— 42 —
Ueno de amebsto ciego
ecm el pueblo aquí en tropel
Teodri; jo respondo de él,
le Ts á traer este plieg^.
Pues no le ha de contentar
ri es una fortuna inmensa?
ViLL. Solo se borra su ofensa
con sangre, 6 ante el altar.
Mar. No encontrareis embarazo
á ese plan?
Ynx. Por Belcebú!
si fidta, no tienes tú
puñal, j brio en el brazo?
Mar. Si!
Viix. Ihies prepara el puñal
entre la plebe escondido
i\ne si me veo perdido
te haré al punto una señal
desde esa ventana.
Mar. Esa?
YiLL. Esa.
Mar. La espero de vos:
AI>íos(Vase.)
ViLL. Martiu Roble; á Dios.
Cielos! aqui la Princesa!
ESCENA VI.
Dona Juana, Villsna.
{Sale Doña Juana pir la izquierda y se dirige
lentamente á la mesa,)
Jua. Ya no hay esperanza, no;
en vano dia tras dia
mi amorosa fantasía
un ensueño acarició.
Viento sutil, leve espuma;
maldita la soberana
pompa y la grandeza vana
que me encadena y me abruma!
ViLL. {acocándose.) Señora!
•Iva. . Pacheco! vos!
- 43 ~
ViLL. Cómo abandonáis ahora
la cámara real, señora?
JüA. Dejadme Maestre, ay Dios!
ViLL. . Lloráis?
JuA. Pues no he de llorar
si es mi destino tirano?
ViLL. Tirano cuando la mano
al de Gruiena vais á dar?
JuA. Pensáis que no es tiranía
sin piedad y sin razón,
matar en mi corazón
la única esperanza mía?
Ah! qué ley cumplir me toca
que con tiranos antojos,
cegar ordena á mis ojos
y mentir manda ¿. mi boca!
ViLL. Ved doña Juana . . .
JuA. Ay de mí!
si una palabra el Rey dio,
por qué he de cumplirla yo,
yo que nada prometí?
YiLL. Os obliga esa promesa,
que Princesa sois, señora.
JuA. Mal haya! mal haya la hora
en que he nacido Princesa!
ViLL. Señora!
JuA. Qué triste suerte,
el fausto, la ostentación,
y dentro del corazón
la muerte. Marqués, la muerte!
Viix. Cuando os espera un dosel
y una regia potestad,
baja vuestra voluntad
del vasallo hasta el nivel!
Ah! tornad á la razón;
sangre real en vueátras venas
corre, romped las cadenas
de vuestra fascinación.
Dad ejemplo singular
de que en todo tiempo y hora
habéis nacidq^señora
para regir y mandar.
— 44 —
JuA. Ay! no! mi fftusto me arsedaral
Pobre mujer coronada»
constantemente encerrada,
en cuatro muros de piedra!
Egregios son mis 1>Ia»uies
altos mis timbres doradcM,
por eso están rodeados
de perfidias j ambicioneeu
Por eso llega el esoeso
de la humana vanidad»
á matar la Toluntad
del alma. Marqués, por eso.
Y no queréis que deplore
cuando la pena me embarga,
mi tirana suerte amarga
y que me queje, j que lloiei
Ahí (llorando': repentimtmenti,)
Oid: todos los dias
lágrimas vertiendo i, mans,
para distraer pesares
y ahuyentar meianeolias.
Miro esa florida sesma
y esa rísuefia. campaña
que con blando rumor baña
el agua del manso firesma*
Y cuando el rojo arrebol
declina lánguidamente,
y en el oscuro Poniente
hunde sus rayos el sol,
Yeo que por Las galanas
praderas llenas de floras)
se vuelven los labradores
de las campiñBS lejanas.
Brota }« siegie eancion
de su lábuD tosco y duKro
al dar visA ni pardo mxxro
de su sesietlia mansión.
Al eco que en ibs seeronBts
cumbres despanmma el fíenÉa,
de^an su pobne aposento
las esposas segoviaoias;
Y del cielo bajo el manto
- 45 —
azul» sosegstdo y pitro,
amboe comen un pan diaro
ID as Uobos de lunor j encanto»
Llenos de delicia y calma
sin que anublen aqu^el eielo,
ni las sombras del reeelo
ni los pesares del alma.
Cuántas veces mi dolor
desde el alféizar dorado
con lágríhias ha enTidiado
aquel pan, y aquel amor!
ViLL . Luchad pues; ardua es la empresa,
mas todo el valor lo alcan2sa;
ahogad los ayes que lanza
vuestro coraton. Princesa.
Pues la suerte os es propicia,
no la hugais vos ilusoria.
JuA. Ah!
ViLi. Traed á la memoria»
que os han pedido justicia.
JuA. Y lia he de hacer {(^mte^ ay de mil
Rodrigo.. •
ViLL. fin ello peasé:
JuA. Y qué hicisteis?
YiLL. T^o áb íé.
JuA. Y cómo?
YiLL. . (dámdaUHpiwff».]
Miradlo aquí. .
JuA. Este pliego...
YiLL. (Con MrcMm^,) Bi este pliego
la mancilla desu honor
no borclt» lo hace mejor.
JuA. Mejor?
Vu.L. Le^ hace tico.
JuA. Ahí
ViLL. * Y iufogo
se amansaará su porña
si vé que con suerte loca
viene é. 'taparle la boca
un titulo de hidalguía.
JvA . No X)Bf "«laiFOeais?
ViLL. Por Dios
— 46 —
imagínáisme tan ci^^ot
JuA. Qnién le entregará este pliego?
ViLL. No hacéis tos justicia? Vos.
JuA. Yo?
ViLL. Por vos rico seri:
▼aestro partido le gana.
JuA. Decid qoe venga su hermana.
ViLL. A ella no.
JcA. Por qoé?
ViLL. ( Viendo á Serajbia gm§ taUpor Im izquia-da,
Aqni está.
JuA. Dejadnos Marqués.
( Vase Vülena por la derecha.)
ESCKNA VIL
Doña Juana, SEBAnnA.
JtA. Venid.
Ser. iAp.) La princesa! oh Dios! qae angustia!
Qué ordenáis?
JuA. (Con amabilidad,) Aquí, ámi lado:
duéleme vuestra amaigura.
Ser. {Ap,) Esta es mi rival. Audacia!
JuA. Sentémonos. Aquí juntas.
{Siéntase dona Juana y obliga á hacerlo á Seraflm.)
Ser. Tanto honor!
•li^A. Honor! Quitadme
estas vanas vestiduras,
la mentira j la soberbia
de este fausto que me abruma,
y podréis leer en mi alma
sencilla ingenua j desnuda.
Ser. Cu&n buena sois!
JüA. Pobre niña!
Apenas la flor despunta
de la adolescencia, j ja
desprende sus hojas mustias
que la larva la corroe
j su tallo el viento trunca.
Ser. Qué estáis diciendo?
JüA. Que extraño,
desdichada criatura.
47 -
que á cegar lleguen tus ojos
cuando el sol te los deslumhra!
Ser. Os engañáis.
JüA. ' Q^íén resiste
á la pasión? en lalucha;
del honor la fortaleza
desplomada se derrumba!
Ser. Señora, vuestras palabras [levantándose,)
no me consuelan; me insultan!
JuA. Estáis en vos Serafina?
Ser. Es una infame calumnia.
Las flores de mi inocencia
se alzan lozanas y puras,
el sol que alumbró mi alma
en vez de cegar, fecunda;*
j son envidia los rayos
con que mis ojos fulguran
del águila poderosa
que se cierne en las alturas.
JuA. Me asombráis!
gj.j^ Puede mi alma
amar, deshonrarse, nunca!
JuA. Tan presto dais al olvido
del Parral las aventuras?
Ser. Limpia levanto mi frente,
la conciencia no me acusa.
JuA. Amor Serafina, es ciego
y niño, y tiene disculpa.
Ser. Discúlpenle en hora buena
los que rindió á su coyunda,
mas la pureza, señora,
no necesita disculpa.
JuA. Mas vos no amáis?
Ser. Con el alma!
JuA. Con esperanza?
Ser. Ninguna.
J¥A. . T qué intentáis?
Ser. Nada intento;
mas dentro de la amargura
de mi corazón, alienta
vm recuerdo que la endulza.
JuA. Cuál?
- 48 —
Ser, Que zqa adora.
JuA. (ip) Insensata!
(aUo.) Y por qué esa conjetura?
Skr. Ño es conjetura, es certeza;
si no lo fuera, quién duda
que muerto el amor del alma,
bfgára el cuerpo é. la tumba!
JuA. Certeza?
Ser. Si, recordadlo;
qué contestó á la pregunta
que le hicisteis?
JüA. {aparte,) Dios me ampare!
Ser. Aquella respuesta súbita,
aquel arranque amoroso,
me Vim%l
JüA. (aparte,) Dios te confunda!
(alio,) Es villana vuestra estirpe, (con altivez,)
vuestra condición oscura,
la pasión os arrebata,
la vanidad os ofusca*
«
(Serafina hace un movimiento para retirarse,)
Dónde vais?
Ser. Oh! permitidme. . .
JuA. Dónde vais?
Ser. Donde no sufra,
ofensas que me desdoran,
altivezas que me injurian.
Al alcázar me ha traído
vuestra voluntad augusta,
si hallo en él afrenta y odio
en vez de •amparo y ternura,
nunca al alcázar viniera^
no me trajerais á él nunca.
JuA. Amparo! quién ha de dártele!
con un imposible luchas;
si mi protección te falta
quién te prestará la suya?
ü» UGiER. (Anunciando.)
Rodrigo Cota.
Ser. Ah! nri hermano!
él! oh! si, no tengáis duda!
- 49 -
ESCENA VIH.
Las mismas, Kodrigo.
RoD. Ayer aquí me llamaron,
señora, vuestras bondades,
para afirmar de mi honra
el alcázar vacilante.
Hoy por vez primera piso
estos egregios umbrales
en alas de una esperanza,
noble, generosa^ y grande.
{Vá á arrodillarse. Serafina le detiene,)
Ser. Espera.
Ron. Qué?
Ser. Tú de hinojos?
Ha pretendido humillarme.
RoD. Qué dices? .
Ser. Pero tú, hermano,
no te humillas ante nadie.
JuA. Amor la ciega!
Ser. Señora,
que me retire dejadme.
JuA. (Con dulzura.)
No, jamás! Vos mis palabras
con error interpretasteis;
no es mi corazón soberbio,
nunca lo fué, Dios losabe:
Si á Ih. pasión quecos fascina
con un imposible osasteis,
hacen reyes mediadores
lo que vasallos no hacen.
RoD. No entiendo.. .
JuA. {Sacando elpliego.)
Tomad , Rodrigo.
RoD. Este pliego?
JuA. Si: tomadle.
RoD. Es... mi honor?
•^UA. Es vuestra dicha
y la de ella.
I^OD. Nq gg bastante.
— 50 —
JüA. Ved lo que el pliego contiene.
RoD. ( Tomando el pliego y ap,)
Mi mano tiembla cobarde.
JuA. (Á Serafina,
Venid conmigo.
Ser. {Dudando.) Señora. . . !
Je A. Sois mi dama: acompañadme.
ESCENA IX.
Rodrigo. Abre pausadamente el sobre que contiene dentro dos
pliegos.
Un tiiulo de hidalguía!
Hidalgo! {Con desprecio,)
Y esto qué vale?
{Mirando el otro pliego,)
Tierras en Riaza y Sepúlveda. {Leyendo.)
Mas tierras! mas! (Sombrío,)
Dios me ampare!
la fortuna! la riqueza!
{Buscando con avidez,)
Mas la orden para el enlace
de Serafina y don Lope
dónde está? Tal vez se halle
aquí?. . . Nada! . . . (Con amargwra. )
Oro! oro!
y esto es honor? esto?
(Con energía creciente,) Infames!
Venga á mi mente la idea
de una venganza que espante;
con el dolor y la ira
en agitado combate
de mi pecho estremecido
alma y corazón se salen,
• al impulso poderoso
d^ fuego de cien volcanes.
ESCENA X.
RopRiGO, Santillana.
San. (Ap,) Yo he de convencer al Rey.
Roí). Quién?
— 61 —
San. Rodrigo! Que me place!
RoD. (Ap,) Yo me vengaré! ... lo juío
pOT el alma de mi madre!
San. Qué tenéis?
RoD. Honra agraviada .
San. Haced que os la desagravien.
RoD. La desagravian con oro.
San. Ah por Cristo! ellos qué saben?
RoD. Espanto seré del mundo,
asombro de las edades.
San. Vuestro varonil arrojo
templad, Rodrigo.
RoD. ' Templarle!
Solamente Dios podria
de mi venganza librarles.
San. a quién?
RoD. A ella! á don Lope.
San. {Señalando á la cámara,)
Por allí pasa. Miradle.
RoD. Traidor nfil veces!
San. Teneos!
á dónde vais?
RoD. A matarle!
San. Al duque?
RoD. Si.
San. Al favorito.. .
RoD. Si! .
San. Al hermano...
RoD. Inspiradme
señor!
San. De la Beltraneja!
RoD. Basta!
San. Rodrigo!
RoD. Aun no es tarde:
Salgamos.
San. l^or qué, y á dónde?
RoD. Dentro de pocos instantes
sabrá el pueblo segoviano
el misterio impenetrable
que es la causa de su afrenta
y el origen de sus males.
San. Ved de explicaros, Rodrigo.
52 —
ROD.
Yo haré que el pueblo no alce
scbre el trono al vil retoño
f
de adúlteras liviandades (Deteniéndose.)
Ah:
San.
Vaciláis?
ROD.
Santillana,
pretendisteis fascinarme?
y si no es cierto? Seria
acción entonces infame.
San.
Aseguraos.
ROD.
Y cómo?
San.
Cómo, Rodrigo? Es muy fácil.
Pida el pueblo segoviano
que doña Juana se case
-
con don Lope; si él accede
si accede también la madre,
será mentira; si no
juzgad.
ROD.
Es cierto. Al instante
tf
voy á proponerlo a^ pueblo
y vendré con su mensage.
San.
Y si no acceden?
ROD.
Entonces. . .
San.
Si no acceden. . . Escuchadme .
Infanta tiene Castilla
de altas prendas Cota.
ROD.
Sabe
todo el valor de la honra?
San.
Qué estáis diciendo? el esmalte
que mas á sus ojos brilla
es el honor!
RoD.
Bien; dejadme.
San.
Dónde vais?
ROD.
A alzar al pueblo
^
por ella.
San. •
A precipitarle.
Amigo de confianza
tenéis?
ROD.
Diego Ponce vale.
San.
Decidle que quizá vea
por la ventana agitarse
un pañuelo.
— 53 —
BoD. {Señalando la ventana.)
Desde allí?
San. Desde allí.
RoD. Y entonces?
San. Álcese
- Segovia y con grito fiero
á doña Isabel proclaine;
pero sin ver la señal
no se mueva nadie, nadie.
RoD. í Así se hará. A Diego Ponce
diré que en la plaza aguarde.
Honra mia! los soberbios
hov pretenden mancillarte;
nada temas, yo te guardo,
honra santa de mis padres! [Vase.)
San. Señor marqués de Yillena
vais á pasar mala tarde.
ESCENA XI.
Et Marques de Sa'ntillana. Dona Juana por el primer tér
mino izquierda.
JUA.
Marqués!
San.
(i4p.) La Princesa!
JuA.
Os hallo
solo, marqués, y me place.
San.
Señora...
JuA.
Estoy rodeada
de viles y desleales;
yo os tengo en mucho, marqués.
y deseo aconsejarme
de vos.
San.
De mi?
JUA.
Hanme dicho
que desaprobáis mi enlace. ^
San.
Como Segovia y Castilla.
JuA.
Yo de vos quiero fiarme.
San. {Ap.) Que vá á hacer?
JuA. Decid marqués,
es cierto que hay leyes tales
que hay conveniencias de Estada
tan poderosas y graves
— 54 —
que sin codnpaaioa quebriuito^
los instintos naturales?
San. Las hay.
JuA. Y contra asas leyes
no es posible rebelarse?
San. Señora!
JuA. T si me rebelo
encontraré quién me ampare?
San. (Ap,) Vive Cristo que esta niña
me pone en terrible trance.
JuA. No respondéis?
San. Es el caao
señora, tan importante
que no debo. . .
Jija. Vos no sois
de ese cortesano enjambre;
quiero la verdad desnud^i,
no las lisonjas falaces.
San. {Ap.) ó soy traidor á mi causa,
ó soy con ella un infame.
JuA. Hay ejemplos en Castilla,
Santillana, de esponsales
entre príncipes y noble»?
San. Hay muclios.
JuA'. Y esos enlaces
envilecen?
San. No, señora,
que los reyes y los grandes
si en el poder no «e igi;Lalan,
sí ^e igualan en la sapgre.
JuA. Entonces dadme un consejo.
San. Consejo? (Ap.) Cuál debo dsole?
(Mirando á la cámara,) *
Ab! El duque de Molina
^ se acerca aquí.
JuA. E} éluqup!
San. . Habladle!
{Saluda y se retira,)
Nadie mejor que su hermano
podré, aconsejarla.
JuA. (Afi,) ííadi^
mejor que el ItpnibEe que adono
— 55 —
podrá en mi duelo ampararme!
ESCENA XII.
Doña Juana, Dow Lope.
JuA. Señor Duque, llegad.
Lope. fíois vqb, ^ñora!
á buscaros venia.
JuA. Vinisteis en buena hora.
Duque, que yo también yeros quería.
Lope. En la cámara real está el de Qoiena
esperando, y la reina vuestra madre
por vuestra ausencia está de angustia llena.
JuA. Mi madre! y sin piedad para su hija
rompe su corazón y su honda pena
no quiere mitigar, ni el triste Uanto
á que su suerte airada la condesa!
Quién calmará mi anhelo,
y quién en duelo tanto
tendrá piedad de mi angustiq^o duelo?
Lope. Si mi vida bastara! . , .
porque fuerais fóüz.
JuA. Duque I
LePE. Señora,
la vida me arraocara!
JuA. Fellzl esa palabra encantadora
buscadla en medio de las toscas greyes,
no en los regios alcázares, no i^^ra
en las tristes mansiones de los ^eyes.
Ay! y en cuan poco la ventura estriba!
Esa felicidad tan envidiada
tal vez es una sombra ugitiv^
un rumor, uq suspiro, una mirada.
Pero el alma confusa divagaxkdo,
de la vida en el piélago navegai
que esa felicidad se vá acercando,
se vá acercando, si^^ mas nupca llega!
Lope. Qué! vos no la tenéis? decid!
JuAs. TJn día
me d^o una comparsa aduladora:
«El poder á tu mano el mundo fia.
- 50 -
todo lo puedes tú; tú eres señora.»
El insensato corazón henchido
de la niña infeliz, de oi^nllo yano,
órdenes quiso dar j ver cumplido
un antojo infantil, mas soberano,
Pero una voz austera la decia.
ttPara pedir y para hacer mercedes
eres niña, muy niña todavía;
luego podrás mandar; ahora no puedes.»
T la niña creció: la adolescencia
dando yida k su ser y á su alma aliento,
sin agostar la flor de la inocencia
hizo brotar la flor del sentimiento.
Cuando la adolescente acariciaba
la hermosa flor que el céfiro meda,
á solas con suspiros esclamaba:
Ay si seré muy niña todayía!
Luego sobresaltada oyó rumores,
el alma dio un quejido doloroso
y yió lleno de timbres y de honores
á un hombre que la dijo aSoy tu esposo».
Quiso entonces romper sus duras redes
el corazón; la voluntad sin miedo
al querer ordenar, oyó. «No puedes,
tienes que obedecer.! Pues cuándo puedo!
LoPK. Señora!
JuA. Ay Dios! el alma en su honda pena
no resiste á un esfuerzo sobrehumano;
me llevan al altar con el de Guiena,
ante el altar le negaré mi mano!
Lope. Qué decis? qué intentáis?
JuA. Necia porña
basta ya! basta ya! no desvario;
dueño soy de mi ser y mi alvedrío,
mia es la voluntad, el alma es mia.
f Llamad Duque, llamad.
Lope. Ssa entereza
es impropia de vos.
JuA. Ah desgraciado!
Lope. Lo ruego humildamente á vuestra Alteza
pensad en vos y en la razón de Estado.
JuA. La razón! el Estado! qué locura!
— 57 -
Duque, cuando mi bien asi prevengo
qué me importa el Estado y su ventura?
la razón invocáis! pues yo la tengo!
Lope. El delirio os ofusca.
JuA. Ah! si, deliro,
porque desde la altura de mi trono,
todo lo que en redor escucho y miro
es miseria, es ruindad, es abandono.
Volved, volved al fin por vuestros fueros;
la prez os arrebatan de las manos;
dónde están esos nobles caballeros?
dónde los infanzones castellanos?
Oís de una mujer la triste queja,
contempláis á una dama desolada
y el brazo altivo se desmaya y deja
caer al suelo sin vigor, la espada.
Y vosotros ansiáis timbres y honores!
no hagáis ya de virtud vanos alardes,
á la patria vendéis, pues sois traidores!
al débil no amparáis? pues sois cobardes!
Lope. No! vive Dios! aunque la suerte loca
derribe de los hombros mi cab?za,
soy vuestro defensor, á mi me toca;
yo seré el campeón de vuestra Alteza.
Ordenad! ordenad! Vuestra agonía
cesará, lo prometo; las cadenas
con que os enlaza la fortuna impia,
yo las quebrantaré con osadía,
lo juro por la sangre de mis venas
lo juro por la te del alma mia!
JuA. Asi os quiero!
Lope. Mandad.
JuA. Id sin tardanza,
id al Rey y decidle que en provecho
de la Nación, recuso esa alianza
y que dé ya mi enlace por deshecho.
Lope. Qué más?
JuA. Si el Rey se niega, entonces fío. . .
Lope. Cubierto entonces con la dura malla,
Uamaré al noble duque á desafio,
y os libraré en el campo de batalla.
JuA. A ese Ímpetu marcial nada hay que iguale;
— 88 -
mi suerte á vuestro esfuerzo sa iibandona.
LoPB. Voy i vencer! vuestra amistad me vale.
JuA. }¿á triunfar! Os vale una corona.
Lope. Ah! {pálido y descompuesto,)
JuA. Vaciláis? qué es esto? (ap,) Duda horrible!
Lope. Muera yo! muera yo por vuestra mano;
pero no me pidáis un iraposible.
JuA. La ama! me odia! Gran Dios!
(cayendo en un süiaL) Dios soberano!
ESCENA Xni.
*
Los mSMOS, El Marqués de Vilisha.
Lope.
{ajMrte á Doña Juana,) Pacheco!
Ja A.
Pacheco!
Lope.
Si.
JuA.
{Ap.) Oh! si encuentra indicio alguno!
VlLL,
(Ap,) Secretos? (a/ío.) Soy importuno?
[Ap,) Qué es lo que ha pasado aqui?
JUA.
No.
VlLL.
Don Lope sí.
Lope.
Esplicaos.
ViLL.
Perdisteis en un momento
el popular valimiento.
JUA.
Por que?
ViLL.
Segovia es un caos;
y os tiene la plebe inquieta
por su enemigo mortal.
desde el lance del Parral
con la hermana del poeta.
Lope.
(con indi/ereficia,) Y. bien?
JUA.
Dejadla gritar.
Don Lope no ha de perder. . .
VlLL.
M ^n vos?
JUA.
No.
VlLL.
Pue<ie ser;
que no es delito el amar.
Por eso,. .
Lope.
(Ap*) Lengua inferatí!
ViLL.
Buscando lo que le halaga
sueña, corre, vuela, vaga
y trasnocha en el P&rraL
— 59 -
Lope. {Ap. á Villena.) Ah! sin humano respeto
sin compasión, sin conciencia;
jugáis con una existencia
que está á merced de un secreto.
ESCENA XIV.
Los MISMOS, Benavewte. Noples.
Bew. {á' Villena.) Marqués?
Yjj^j^ Turbado veni«!
Ben. Si, no os estrafíe don Juan,
es que reflejo el afán
de la Reina.
ViLL. Qyédecis?
Ben. En vano con insistencia
pretende llegar al lecho
del Ray.
YiLL. Qué importa?
Bg,; Sospecho...
ViLL. Sospecháis! Brava ocurrencia!
Fiad, Bsnavente en mí,
donde los Reyes respiran
hay ojos siempre que miraa
todo lo que pasa allí.
ESCENA XV.
Loe MISMOS, üN Ugier.
Ugu» . Al fin de 1^ galería
para entrar, del pueblo en nouí^jre,
demanda Ticencia un hojjibre,
Jba. Hacedle entrar! Dios le envía!
ESCENA XVI.
Los MISMOS Rodrigo.
RoD. Poco hace mi voz sedienta
de justicia y protección
se aliaba en esta mansión
para reparar mi afrenta,
JuA. Yo de la ley guardadora
— 60 —
hice justicia.
RoD. Vos!
JuA. Si.
RoD. (Metiéndose la mano en el pecho por debajo de la
ropilla. — Sombrio,)
Aquí la conservo. . aquí!
sobre mi pecho, señora!
JuA. Vuestra gratitud es tanta!
RoD. Tenerla mayor no puedo.
Ben. (Ap.) Este hombre me causa miedo.
Lope. (Ap,) Su voz sombria me espanta.
ViLL. Ved de abreviar!
RoD. (con calma.) Vive Dios!
que al mandar con tal rudeza
en presencia de su Alteza
presumo que el Rej sois vos.
ViLL. El Rey!
RoD. ' Y me maravilla!
VU.L. Por Cristo!
RoD. La cosa es llana.
JuA. Enfermo el Rey, doña Juana
es la Reina de Castilla;
mi madre asi lo ordenó
siendo la corte testigo.
Estáis hablando Rodrigo,
al Rey.
RoD. . Acatando yo
sus mandatos soberanos
á vuestras plantas hoy llego
á haceros oir el ruego
de los gremios segovianos.
JuA. Cuál es?
RoD. Segovia apenada
dice por mi voz, señora,
que la ofende, y la desdora
esa boda concertada.
JuA. Cielos! (con alegría.) v
ViLL. Esa altanería
vuestra desdicha asegura.
Qué pretende en su locura
la plebe que aqui os envia?
Rob. Acaso no se os alcanza
— Ol-
io que ese pueblo pretende?
Rasgar el velo que tiende
sobre su noble esperanza
quien tiene sus ojos fijos
no mas que en su medro impuro.
Pretende su bien futuro '
el bien estar de sus hijos.
Quiere para doña Juana
un marido, cuya gloria
esté ligada á la historia
de la nación castellana.
Un Monarca mediador
de la Reina y sus vasallos
que sepa acatar los fallos
del deber y del honor.
Franco, leal, decidido,
sin rencor y sin malicia,
espejo de la justicia,
amparo del desvalido.
Rey que ensalzo su realeza
vestida la ruda malla,
y en los campos de batalla
muestre su ardor y fiereza,
no con damas ni villanos
ni en mengua de nuestro fuero;
Rey noble arrogante y fiero
como son los castellanos.
JuA. Pacheco! vos sois testigo
de su ardimiento.
VitL. {A Rodrigo,) Esa grey
pretende mas de su Rey
futuro?
RoD. Si.
JüA. Hablad, Rodrigo!
RoD. Que los primeros albores
que hayan brillado en su frente
brotaran del sol ardiente
que alumbró á nuestros mayores;
del mismo potente rayo
que la lucha fragorosa
hizo brillar victoriosa
la espada del Rey Pelayo.
— 62 —
ViLL. Qué osadía, vive Dios!
JüA. Sus palabras tendrán eco
de fijo en el Rej; Pacheco
id, y decídselas vos.
YiLL. Antes le darán enojos
por ofensivas y audaces!
Asi se fraguan enlaces
según plebeyos antojos!
Hay mas ciego frenesí!
Dónde existe un caballero
mas ilustre, mas guerrero
que el Duque de Guiena?
ROD. Aquí!
JuA. Marqués, qué poca arrogancia!
Hay en Castilla infanzones
que no envidian los blasones
de los Príncipes de Francia.
ViLL. Feliz sería el mortal
que se viera tan honrado.
Roi>. Tal vez Segovia ha pensado
en uno.
ViLL. Decid.
JüA. En cuál?
RoD. En uno que ha conseguido
de leal y noble fama,
á quien Segovia proclama
por caballero cumplido.
Pues bien, quien tiene en su abono
condición tan generosa,
bien merece por esposa
á la heredera del trono.
ViLL.. Por Dios! Mi mente no atina,
quién hay que al trono se acerque,
RoD. (Con sarcasmo.)
Quién? Don Lope de Alburquerque,
noble Duque de Molina!
Lope. (Adelantándose con rapidez y con voz espantada.)
Imposible! Jamás!
RoD. (Áp,) Oh!
Es cierto!
Ben. Qué avilantez!
JuA. Jamás! (Con doloiosa ewtraaUza,)
- 63 —
Lope.
(Aj>.]
1 Dios mió !
ViLL.
{Ap.)
1
Pardiez!
Bien la trama combinó!
, (Se dirige á Benavente.)
JUA.
Imposible?
ROD.
(A doña Juana.) Si! imposible!
JuA.
Que queréis decir?
ROD.
Ahora
nada.
JuA.
Mas...
ROD.
Después.
Lope.
Señora. ..
(Ap,)
Pero esto es un sueño horrible.
Yo al trono!
JUA.
Up.)
Trono funesto!
ViLL.
{A Benavente.)
Conde, oid.
Ben.
Señor don Juan.
Viix.
Avisad al Capitán
de, guardia, que venga presto.
ESCENA XVII.
Los MISMOS menot Bbnavehte.
ViLL. {A Rodrigo,)
Ya comprendo vuestro ardid!
Mas ved que en esta partida
estáis jugando la vida
y vais á perderla. Id
y dominad con presteza
á esa plebe inquieta y ruda
mal avenida sin duda
con su dicha y su cabeza.
Decidla que vuestro falso
ardimiento y fiero encono
no puede elevar un trono,
mas puede alzar un cadalso.
RoD. Lo sentiría por vos.
ViLL. Pese á vuestro alarde fiero
cadalso hallareis primero,
y mañana. . .
RoD. Sabe Dios!
- 04 —
ViLL. Mañana Castilla entera
con vivas aclamaciones
deplegará sus pendones
por doíia Juana Primera;
solo un grito, un eco fiel
ha de escucharnos mañana.
Castilla por doña Juana!
San. {Apareciendo en la puerta de la cámara.)
No! Por la Infanta Isabel!
ESCENA XVIII.
Los MISMOS Santrlaw4.
I
ViLL. Quién con mengua de la ley.
qu'én proclamará heredera *
del trono á Isabel Primera?
San. El Rey don Enrique.
Vi LLENA y LopR. - El Rey!
San. El Rey.
Ji'A. Mi padre!
ViLL. Impostura!
Lope. Oh Dios mió!
^'^íLL. Estáis en vos?
Lope. Santillana!
ViLL. Vive Dios!
JüA. Esto es sueño!
Lope. Esto es locura?
(Quedan iodos anonadados.)
San. (Ap.) Ahora la seña, el pañuelo;
que estalle Segovia entera
y es Reina Isabel Primera. .
(Al ir á sacar el pañuelo preséntase el capitán
con varios soldados,)
VíLL. {Al Capitán señalando á Santillana.)
Capitán!
Sna. Oh! vive el cielo! *
ViLL. Su jetadle!
RoD. (Haciendo ademan de defenderle,)
Por Luzbel!
ViLL. Y á ese hombre!
í^o»- . Amí? •
JüA. (Interpaniéndose,) No: Rodrigo,
-63 -
es fuerza que hable conmigo.
ViLL. Señora!
JcA. Respondo de él.
YiLL. {Áp.) Y este hombre se escapa al fin
y me burla! pesia tal!
8an. {Áp,) No puedo hacer la señal.
Ira de Dios!
ViLL. (Ap.) Ah! Martin!
Martin me librará de él;
si, la seña; es necesario.
{Saca un pañuelo y le agita por la ventana,)
Habí. (Pon regocijo.)
Sois el mejor partidario
que tiene doña Isabel!
ViLL. * Ño diréis eso mañana.
Sam. No obrareis de igual manera.
VíLL. Capitán..!
Ugier. {Sali^Tido,) El Rey espera
al Marqués de Santillana.
{Santillana saluda y vasepor la puerta de la izquierda,)
ViLL. (Ap,) Pongo al cielo por testigo
que presa de mis furores
serás*
JvA. Despejad señores.
Vos, quedad aquí Rodrigo.
( VÁnse todos menos Rodrigo, don Lope queda el último y
se retira mirando con tristeza á doña Juana.)
BSGfiNA XIX.
Doña Juana Roprigo.
JuA. Ah! ya ^tamo|3, solos! Qota,
ha llegado la ocasiÍDn;
rompe este.i^fgj'o crespón,
que en torno á mis (¡jos ü(^p&.
Habla! que escuche! que vea..!
RoD. Señora! queréis gue Jbabje!
JüA. Qué misterio impenetjri|]]le ^^
es este que me rode^?
Responde, por q^é él.lM^arq^ujés
me humilla j alza á ia Infanta?
5
- 66 -
En esto hay algo que espanta,
algo de siniestro, qué es?
Si, vé Segovia con pena
y con Segovia Castilla
cuánto la ofende y mancilla,
mi boda con el de Guiena;
si yo en su deseo, veo
también mi dicha, ay de mí!
por qué es imposible, di,
que se cumpla mi deseo?
Responde.
RoD. Fatal porfía!
Presumís que puedo en calma
rasgaros señora el alma
como vos rasgáis la mía?
JuA. El alma! yo? no me esplico. . .
viendo tu desdicha inmensa
no he reparado tu ofensa?
RoD. Dios de Dios!
ju^^ No te he hecho rico?
RoD. Callad!
juA, Fija en su interés
no ordené que aquí viniese
Serafina?
RoD. A Dios pluguiese .
mirarla muerta á mis pies
antes que en afrenta mia
y por preciado favor
la devolvierais su honor
convertido en mercancía.
JuA. Tal desmán!
RoD. Mi ardiente anhelo
crece al pensar en la afrenta
que me hicisteis.
ju^^ Ten en cuenta
tu condición.
RoD. Vive el cielo! ^
(Sacando el pliego,)
Debo esto á mi condición?
juA. Es tu fortuna!
RoD. {Rasgando el pliego.)
Ved.
-^7 -
JüA. ,
Ah!
ROD.
Rota mi fortuna está
cual lo está mi corazón.
JUA.
Eso á mi!
ROD.
A mi almu gigante
cuando su deshonra venga,
ni hay valla que la contenga.
ni grandeza que la espante!
JUA.
Villano! •
RoD.
El amor profundo
que sentís.
Jda.
Yo?
ROD.
Esa violenta
pasión, que es del mundo afrenta
sí llega á saberla el mun^o.
JUA.
Mi pasión?
ROD.
Fatal! maldita!
JUA.
Oh! mayor afrenta fuera
que yo te alzase á la esfera
en que don Lope se agital
ROD.
Nunca!
JuA.
Afrenta que se acerque
á don Lope una villana.
RoD.
Crimen que ame doña Juana
á don Lope de Alburquerque!
JuA.
Por qué? (Oyense gritos confusos.)
RoD.
Escuchad!
JuA.
Qué rumor!
ROD.
Al crecer con violencia
os dirá la diferencia
que hay de un amor á otro amor.
Cid! oid! ese ruido
confuso que el viento corta.
vá á deciros lo que importa
el honor; prestad oido.
f
Vuestra alma exhale su queja
como la mía su hiél!
Voces.
Viva la infanta Isabel!
Abajo la Beltraneja!
ROD.
Por vos!
JüA.
Ah! por mí! Qué afán!
La Beltraneja! ((7o» estrañeza.)
- w —
RoD. Entendéis?
Ved si es un orímen q«ie' améis
al hijo de don Britran!
{Señalando á don L'>pb que pálídoi f aeOtado vi&ne ¡m
auwüio de (foJla> 'Juana.)
(DandaiM grito y c9¡fendo^ áésm$^ñda en un si-
tial.) Ah!
Lope. {SosteH^dota,)
Infeliz! Qué habds iiétíbjb?
£1 mismo intlenio es'ins^ira.
RoD. No tiene el infierno la ira
que rebosa de mi péoko!
Lo». Esos gritos . . I
Los MISMOS, Di2G0, Sañóso, Pugblo en tumulto con armas , y
en actitud imponente»
Voces. "Muera!
Lope. (Deeentainufído.) Ohl
DiE. Vedla ahí .
(Se dirigen en tropel á doña Juana.)
Roo. (Desenvainando.) Vais á'po^r
la nlano én una mujer?
Atrás! La'deftendo yo?
ESCENA XXI.
•
Los MISMOS, SfiBAFMA.
Ser.
Rodrigo!
ROD.
Tú! {:Mnando á'DoTn Lop«)
Y «él aquí?
DlE.
Pague en sangre sú delito!
ROD.
(Deíemiéndole.)
S n san ^re 1 La neeésito .
toda, toda para imi!
DlE.
El te ha ofendido «itaaoro.
RoD.
Kadie ha de pedirle roüeiittts.
Para vengar tais afréiiiliks
basta y sobra con mi acero!
FÍN DEL ACTO «BGrtJíWO.
t "» ' r
AOTO TERGEBO.
Cámara de la Prjapeva» Gabinete octógono: al fon^o el oratorio cu-
yas puertas se abrirán eq tiempo oportuno. Ventana en el chaflán de
/a izquierda; puerta en e| de la derecha, i^uertas laterales en el pri-
mer término.
ESCANA. PRIMERA,
Santil^lana y Bopr^go.
(Al levantarse el telón se oye^ fuü^^f espadas y las*mues
de SJMiTfbfeAMAy Rodrigo y Martin.)
San. {D$HtfQé)i Roetógro^
Mar. Mmers!
BoD. .^üeesifio!
San. l^Aídbrl'
Mar. Bl; oi»la me vaJ^ii!:
(Salen Sanhrlaha y BoDi^GOi|KMr ULpuett^ derecha primer
'tíiímínq.}
San. Coni €ií pomoi qua hk sangie
de cobarde» bo se \9¡v»l
Estáis herido?
Boo. Un rasguño
nada máQ.,
San. Buena estocada
parasteis!.
BoD. Debo la vida
sA Maarquéa de SantíUana.
San. Pasa, deshacer' tmioioneB
7 desoitbiiir emboaeadf|s^
siempre, la. suerte, me. ha. dada
golpe electo j)tiB|aiG}anu
Pero eómo em eatoa aittoa
— 70 —
olvidando la jornada
de ayer?
ROD.
En este palacio
tengo mi honra y mi hermana
en rehenes, y aquí vengo
porque quiero rescatarlas.
Si un dia, señor Marqués,
queda mi vida sin mancha,
disponed de ella.
• San,
(Abrazándole,) Rodrigo!
ROD.
Hoy no me es dado brindarla.
que nunca ofrecerse debe
vida que está deshonrada.
San.
La vuestra es pura.
ROD.
Los cielos
me la den hasta mañana.
, San.
Ay del que contra ella atente 1
juro á Dios que hace compaña
al que habéis tendido en tierra.
Roo.
Desventurado!
San.
Os dá lástima!
ROD.
Menos cobarde es su Crimea
que el crimen de quien le paga.
San.
Siempre igual!
RoD,
Siempre el castiga
se impone al brazo que mata.
•
y la intención que le impulsa
queda libre y hasta honrada.
San.
No ha de cruzar con la mía ,
y
mano traidora que empaña
los timbres...
ESCENA II.
Los MISMOS ViLLENA.
ViLL. Marqués, calmaos,
y no habléis en voz tan alta»
que las paredes escuchan
y el eco á veces delata.
San. No tiene porque cuidarse
ni de obras ni de palabras
— 71 —
el que sabe sostenerlas
con la punta de la espada.
ViLL. Ya sé que unís al ingenio
el valor y la arrogancia.
Me place que el de Villena
conozca al de Santillana.
ESCENA III.
Rodrigo, Villfwa.
ViLL. Por cierto mas que la suya,
me dá asombro vuestra audacia.
No sabéis que hay en Castilla
cuchillos para gargantas?
RoD. Sé que hay traidores puñales
que hieren al que los alza.
(Abriendo la jmertd del primer término derecha.)
Le conocéis?
YiLL, Martin Roble!
RoD. Rogad á Dios por su alma.
ViLL. Puedo perderos Rodrigo;
tenedlo en cuenta.
RoD. Amenazas!
ViLL. Habei9 al Rey injuriado
en esas coplas que andan
de boca en boca, y que atentan >
á su prestigio y su fama.
RoD. Si son falsas castigadme,
si no lo son, respetadlas.
Bueno es que hasta el trono llegue
esa voz que al pueblo arranca
la soberbia de los grandes
y la incuria del Monarca.
Si el Rey al oirías siente
subir el fuego á la cara,
no olvide el Rey al oirías
que provechosas por francas,
más que las dulces lisonjas
son las verdades amargas.
ViLL. Amargas! como lo fueron
cierta noche y cierta escala
l*^^
— Ta-
para algunos.
Ro». Áhrpófél&s^
vuelYO aquí *Á poner mi plalñál
ViLL. Queréis hablar doii Lope?
RoD. Es ocasión de palabras^
Marqués, con honra ó sin vidá^
he de salir del Alcázar.
ViLL. Aqui vendrá el Duque'.
Roi>. Pronto?
YiLt. Su deber aquí le llama;*
muy pronto.
RoD. BícTQ^ aM las hc)i-&'
dfe Yer]gffién¿á fiíon* muy largalsl'
YiLL. QuMát>s;
RoBú Dóttde?
ViLL. En lacia
En ella Tá Reiha pásá'
iii\íchÍBi^ hórftá éHtfe cálitó^'
religiosos y plegarias^.
Mas tñtdéxéí.
RoD. He áe'títíMe'
de vos?
ViLL. Me interésíi.
Rop. Basta.
{vase RoDáiéó^íW* lá át^tUé:) '
El Marqués dc VaLENA.
eói tíóttík ó' M vida dice;
had«'ákÜíd¿ÍÁlcá¿aí, '
con hofiark; ntf es'muy pl-ó6Sible,
sm vida és''fáfeíl qtíé' ¿Mgaí
ESCEÑA* V.'
ViLt. {Ap.) Ellaa^ttl!(á/fo.)'6¿iíq!ué'pla6éi^
os veo; . .
JüA. GÍfacíaíViiíeiík:
^iLt. Repuesta ya^ déli ¿eii
;
j
- íi-
que ayer' sentisteis.
JüA, Ayer?
No recuerdo.
ViLL. Turba aleve
con torpe intención aviesa
quiso ofenderos, Princesa.
JuA. No recuerdo.
ViLL. Fué la plebe.
JuA. No sé.
ViLL. Todavía el eco
fatídico se levanta
diciendo, Viva la Infanta
Isabel. . .
JuA. CalladjTacheco.
Guando ese grito me aterra
le Tenis á recordar!
No veis que quiero olvidar
hasta que existo en la tierra?
No miráis mi pecho herido
por las perfidias del mundo?
No yeis que en mi afán profundo
quiero olvidar, y no olvido?
ViLL. Es ciertol Un alma traidora'
os vendió.
JüA. Rodrigo!
ViiL. • Ved
cómo pagó la merced
que vos le hicisteis, señor».
Si, miserable, infamado,
vino á contaros su pena
y vos le disteis.. •
JuA. Villena,
qué le he dado! qué le he dadoi
ViLL. Riquezas.
JuA. Ña¿á!
ViLL. Un tesoro.
JuA. Ay Villena, desvario!
La deshonra és vat vado
que no se llena con oro.
ViLL. Y bien señora?
JuA. impelida
por vos y mi orgullo ciego
— 74 -
entregué á Rodrigo un pliego
que hizo mas honda su herida.
VitL. j^h señora! Por mi nombre
que ha sido en mi gran torpeza,
no hidalguía, no riqueza,
se debió dar á ese hombre.
JuA. ' No!
ViiL. Fuera mayor merced
obligar al de Molina,
á que diese á Seraüna
su nombre.
JuA. Su nombre!
ViLL. Ved
de qué sencilla manera
se satisface su honor
y se apacigua el furor
de esa plebe adusta y fiera,
asi cesará en su encono
encontrando en vos abrigo,
asi á la voz de Rodrigo
os alzará sobre el trono.
JüA. Ya qué me puede importar!
ViLL No olvidéis que el Rey ordena
que hoy partáis con el de Guiena,
que la Infanta vá á llegar.
JuA. Este lugar apacible
donde aun siento la fragancia
dulcísima de la infancia
abandonar! imposible!
Aquí mi primer afán,
aquí mis mejores di as,
mis penas, mis alegrías,
mis ilusiones están.
Prendas de mi corazón,
c¿mo puedo yo dejaros?
ESCENA VI.
Los MISMOS, Don Lope.
Lope. La Reina desea daros
su postrera bendición.
JuA. Ah!
- 75 -
Lope.
1
Se halla en la regía estancia
el que vá á ser vuestro esposo
JuA.
No hay esperanza!
Lope.
Es forzoso
que hoy mismo partáis á Francia
JuA.
{A Villena,)
Ya lo veis! Hay que partir.
Ya está mi suerte trazada,
ya nada me resta, nada
mas que callar y morir. (Vas^,)
ESCENA VIL
DoK Lope y Villena.
Lope.
Estaréis muy satisfecho?
VlLl.
Quén? yo? no.
Lope.
Y envanecido:
decid, qué habéis conseguido
de todo el mal que habéis hecho?
Al llenar su corazón
de eterno llanto y de luto,
no habéis alcanzado el fruto
de vuestra infame ambición.
ViLL. Já! já! me asombra por Dios
que tanto penséis en mí
cuando puede haber aquí
quien piense también en vos-
Es que el Duque de^olina
no me ha comprendido ya?
(Viendo á Ser ajina.)
Mejor se lo esplicará
Seraftna.
Lope. Serafina!
ViLL. (MarcM/liose por el segunda téiimim izquierda.)
■ Vive Dios que tiene hiél
y es tenaz el enemigo.
Gracias que tengo á Rodrigo
que me vá á dar cuenta de él.
~ 7« -
ESCENA IX.
LoPB. (Ap.) El despiadado rigor
de la suerte ea mi se ceba,,
cómo resisto á esta prueba
si luobaiL deber j.amor!
. Serafina!
Ssa. 0$ atrevéis?
bajad don iSope los ojos
j respetad los sonrojos
que al'vertys siento.
LoPB. Qué hacais^
Ser. To vago aqui sin ventara;;
bajaeste sombrío- techo,
le falta espacio á nú pecho
para exhalai su amacgurab
Cómo deseo romper
los lazos que aquí me opcimeii,
aqui donde amor es'crimen,.
donde impera esa mujes!
LoPB. Serafina!. Tú es& aceatoZ
Qué imposible deay^ntocav
ha secado en ta alma • pura
las €uente&del sentímientoZ
Ser. Mi mismo dolor!
Lope. Q^é. vale
tu inmenso dolor profundo?
Ko hay Serafina^ en el muada
tormento que al suyo ig^alA«.
Ser. Ayl
Lope. ^ Yo á tu rigor m& ayonga^
mas vence hacia ella tu ira
por la compasión qfte inspira»
por el amor que te tengo.
Ser. Amorf
Lope. Dudase
Ser. Amor vos?
no cabe mayor agravio.
Lope. No te lo ha dicho mi labio
— 77 —
mil ispees?
ggR, Do» Lope! A Díím.
Lope. No tieiiea masnio ri«u algaaa
de tanta feltcidfid?
no recu&rdss?
Ser. ' Apartad.
Lope. Recuerda que de la: luna
al incierto resplandor
oiflsidesde tus rejas
las apasionadas quejas
detim .táerno ¡y jcraiataixte :ani0r.
El vientQ)«iií«ustte(T3esi^tt08
te llevaba embalsamado
un acento .enamoocadoj
uoDS Ardientes suspiros.
Un hombre alU au pasión
te pinta iconránaia^loaa,
y lo que dijo su boca
8e±afiltr6en:tu corazón.
Aquelthomfere, vidafsnaia,
quiso un alma Itacer ie doa;
aquel hombre ...
Ser. No ¿jais vos!
Lope. No eca yo?
Ser. Aquel no venia
de noche hasta mi cedftto
orgulloso y altanero,
con plumage en el sombrero
y con espada en el. cinto.
Lope. Oh!
ggn^ No ora el noble- señor
don Lope.
Lope. - Si; Serafina!
Ser. No era el Duqufe de- Molina,
ew uu pobre teijedori
Lope. Dluqiw, ó tejedor, mi llama.
ardiendo con mayor brio,
viene á dech'te bien mió. . .
Ser. Lope!
Lope. Q^® te «mal
Ser. Que me ama!
Dios /mió!
— 78 —
Lope.
(Etíreehando las manos de SERirniA,
cíente.) Pluguiera á Dios
jf balbu
/
que nuestra desdicha fiera
Serafina, no pusiera
un abismo entre los dos.
Ser.
Abismo!
Lope.
Tu hermano!
Ser.
Oh!
Lope.
Bien
mostró su genio indomable,
mas castigando á un culpable
culpable se hizo también.
Ser.
Ohi basta!
Lope.
Mi amor!..
Ser.
Oculto
queda aquí y avergonzado
el que me habéis inspirado.
Lope.
Oje!
Ser.
El vuestro es un insulto!
Lope.
No por Dios! El es testigo. . .
Ser.
De mi vergüenza.
Lope.
(Deteniéíidola .) No!
Ser.
(Con alticez,) Acaso
pretendéis cerrarme el paso?
t
Lope.
Sí.
RoD. {Sa
liendo,) Lo veremos!
Ser.
Rodrigo!
LSCENA X.
Los MISMOS, Rodrigo.
RoD. Esa es difícil empresa
señor Duque de MoLna.
Retírate, Serafina.
Ser. Oh! Buscaré á la Princesa.
'{Váse segundo término izquierda,)
ESCENA XL
Rodrigo, don Lope.
RoD. Ya estamos solos los dos;
rogad señor Duque al cielo
— 79 —
que tenga piedad de vos,
pues ya no os queda en el suelo
mas amparo que el de Dios.
Lope. Si una afrenta imaginada
á una venganza sangrienta
lleva vuestra mano'airada,
yo también tengo una afrenta
por vos hecha, y no vengada.
Mas para vengarla,* Dios
me ha otorgado, señor mió,
la ventaja entre los dos;
soy igual á vos en brío,
y en nobleza mas que vos.
Atreverse á mi es locura.
RoD. Si esa altura os asegura
contra mi honor ofendido,
yo señor Duque, yo os pido
que bajéis de vuestra altura.
A poder tan soberano
yo no temo, úi á él me postro;
soy humilde y soy villano,
pero aun pudiera mi mano
alcanzar á vuestro rostro.
Lope, (Empuñando.)
Oh!
RoD. Ya bajai.s! ya se inclina
el poderoso al mendigo,
oh gracias!
Lope. (Cotiteniéddo^e.) Bondad divina!
RoD. Calláis? calláis?
Lope. (Con esfverzo.) Sois Rodrigo
hermano de Serafina:
ved si es grande mi pasión, ^
mi cariíío verdadero,
que en mí arrojáis el baldón
y no tenéis ya mi acero
clavado en el corazón.
RoD. Clavadle! Desenvainad!
Lope. Antes Rodrigo, escuchad,
y haced después lo mejor.
RoD. Vais á hablar de vuestro amor?
Lope. De mi amor, Rodrigo.
- 80 -
Ro»- Habl0.
Lope. Bella, garrida, lozana,
como la rosa gentil»
cual la azucena galana,
vi en el campo k vuestra hermana
en una tarde de Abril.
Sus ojos deslumbradores,
luz eran de. monte y prado,
para su boca de amores
su perfupie regalado
robaba el viento á las flores.
Lleno de asombro quedé;
quise hablar y enn^udecí;
á mirarla fui y cegué.
Cómo decirt)s. podré
lo que en el alma sentí!
Mi poderoso, aJUbedrío,
ni venciíjo, ni domado,
sintió su arrogante, brío
por el tierno, poderío
del amor, aprisionado.
La lucha quiso emprender,
intentarlo fué locura;
¿cómo luchar y vencer,
cuando pierden al poder
de su divina hermosura,
de su boca á los olores,
de su vista á las centellas,
trióos, aroma y fulgores,
los pájaros y las flores
y la luna y las estrellas!
RoD. Sois veraz.
^OPB. Siempre lo, fui.
RoD. Tanto la amais>
Lope. T^to! sí!
KOD. Por qué amor tan aceqdrí^io
no le habéis legitiípi^do
ante Dios?
Lope. for vos.
^^' Por mil
Lope. Por vos, Rodrigo,. escuchad.
Oid de qué triste jnodo
-81 -^
pudo la fatalidad,
/ destruir mi encanto todo,
toda mi felicidad.
BoD. Ya os escucho.
Lope. Si os dijera,
que al mirar correspondida
mi pasión pensé en que fuera
esposa mia, os mintiera,
y no he mentido en mi vida.
Candado del corazón,
remora de mi deseo,
era mi noble blasón,
que hallaba mezquino empleo
en su humilde condición.
Pero habló naturaleza,
y la ar«Uente juventud,
digna halló de mi nobleza,
su incomparable belleza
y su candida virtud.
El amor y un falso honor
se disputaban la palma,
amor lidió con vigor,
y en esta lucha del alma,
triunfante quedó el amor.
RoD. Triunfante el amor!
Lope. Ahí sí;
mas juzgad de mi sorpresa
al punto que descubrí
todo el amor que hacia mi
abrigaba la Princesa.
Qué hacer entonces? qué hacer?
Iba yo á despedazar
el alma de esa mujer,
cuya suerte es padecer
cuyo destino es llorar?
Esclavizado, sujeto
á una dura obligación,
yo consagn^é á su pasión
si no el amor, el respeto
que merece la aflicción.
Pero sin tener en cuenta
su dolor, y el alma atenta,
6
— 82 —
•
fija solo en el agravio.
la descubrió vuestro labio
la enormidad de sa afrenta.
Si fué acción villana ó no
consideradlo vos mismo.
vos lo qnisisteis, no yo.
Quién entre los dos abrió
la inmensidad del abismo?
ROD.
Y es razón porque ese arcano
descubrí. ..?
Lope.
Ved que es cm vano
*
que en ello insistáis.
ROD.
Por qué?
Lope.
Renegara de mi fé
antes que ser vuestro hermano.
ROD.
{sombrío.) Asi lo ha querido Dios,
{con ímpetu,) Pues afrentados nos vemos
vos de mi, y yo de vos.
ya qué remedio tenemos
sino matamos los dos.
Lope.
Rodrigo!
ROD.
Empuñad la espada.
apelo á vuestra hidalguía,
yo veo una honra ultrajada,
y mas alto que la mia.
señor don Lope, no hay nada.
Lope.
Esa decisión tomáis?
ROD.
Esa tomo y otra no.
Lope.
Vuestra desdicha labráis.
ROD.
Que queráis 6 no queráis,
de aquí salgo honrado yo. {desenvainando.)
Lope.
{desenvainando,) Sea!
ROD.
Así quiero yo veros!
Jija, y Ser.
{Apareciendo por la puerta de la cámara,)
Ah!
Lope.
Princesa!
ROD.
Serafina!
JUA.
{con autoridad,) Envainad esos aceros;
os lo ordena, caballeros.
la Duquesa de Molina.
— 83 —
ESCENA Xll.
Los MISMOS, DOHA JuANA, SERAFINA.
RoD. Y Lope. Cielos!
juAi (á don Lope dándole ¿a mano de Serafina,)
Esta es vuestra esposa;
anudad tan dulces lazos,
hoy la arroja en vuestros brazos
una amiga cariñosa.
Temblad el fiero dolor (á Serafina.)
pues con próspera fortuna,
la humildad de vuestra cuna
se ensalza por el amor.
(á Rodrigo.)
Honra os doy y á vuestra hermana;
no hicisteis eso conmigo,
ved la distancia Rodrigo
que hay de vos á doña Juana.
RoD. Oh!
JuA. (Ap.) La pena me devora
pero es fuerza, valor pues!
RoD. Yo me arrojo á vuestros pies,
yo os pido perdón. Señora.
JüA. Alzad.
RoD. Dejad que os demande
perdón por mi error profundo,
no puede haber en el mundo
corazón mas noble y grande.
JuA. Doy, al olvido mi queja
y vuestra injuria perdono:
algo valdría en el trono
la misera Beltr aneja.
RoD. (confundido,) Oh!
JuA. Tal nombre no me dan?
no asegura vuestra grey,
que no soy hija del Rey?
que es mi padre don Beltran?
No vaga de gente en gente
esa creencia infamante?
Ah! ya he sufrido bastante!
— Si-
miente quien lo diga, miente!
de la Heiua la honra brilla
sin una mancha liviana,
hija es del Hev doña Juana,
Princesa soy de Castilla.
Esos ecos mentidores
contra mi honor levantados,
esos han sido inventados,
por indignos y traidores.
Lope. Mil veces miente el impío
que á vuestro decoro atente,
Princesa.
JuA. {con energía,) Mil veces miente!
(arrojándose en los brazos de don Lope. Llorando áap,)
Ay hermano I hermano mió!
Lope. Señora!
JuA. Salid de aquí.
Dios mió! Dios de bondad!
Oh! dejadme, (vanse Bodrigo y Serafina dere-
cha, don Lope por ¡a cámara,)
EscÉN\ xm.
Doña Juana.
Qué ansiedad
tan espantosa, ay de mi!
Pero esto es posible! es cierto!
deshonra! crimen! baldón!
ay mi pobre corazón
para las ventura3 muerto!
Ahoga en llanto impregnado
de amargura tu gemido,
lo que á todos permitido
está para tí vedíidol*
Un tierno amor inocente
es en ti pasión culpable;
ay corazón miserable
que tan mal y tanto siente!
Pero he merecido yo
tan duro y fiero castigo?
puedo yo luchar conmigo?
- 88 -
tengo yo la ealpa? no!
Pues si dobladas prisiones
al deber cierran el paso,
si me quemo, si me abraso
al fuego de las pasiones.
Si ya no puedo vivir
sin un tormento profundo;
qué me queda en este mundo
mas que odiar y maldecir?
La deaventura vi en pos
de mí, y adelanta, y crece
y'me arrebata! Parece
que de mi se olvida Dios.
{O^ese el sonido del árgano en la capilla.)
Ah! Dios?
{Corre rápidamente y abre las puertas del oratorio, apa-
rece en él de rodülas, y vestida de negro la Reina. )
ESCENA XIV.
Doña Juana. La Beína.
JuA. Mi madre!
Reí. Dios mió!
tu justicia me condena,
pero es terrible la pena
que impones á mi estravio.
Dá castigo á mi locura
aunque tu rigor me aflija,
pero aparta de mi hija
el cáliz de la amargura.
Si á iu santa ley faltó
mi flaqueza miserable,
sufra el castigo el culpable
pero el inocente no.
Fuente de divina luz
dá consuelo á la bija mia,
por la sangrienta agonía
que padeciste en la cruz, (cesa el órgano.)
JuA. (con arranqtie.) Dios al oir tu oraciun
envia al mártir su palma,
Dios te ha oido. , .
- 86 -
Reí. (leoantÁndou y abriendo Un brazos. )
Hija del alma!
JuA. * (precipitándose en ellos.) Madre de mi corazón!
(Quedan abrazadas en el interior del oratorio. Oyese ru-
mor de vítores, aclamaciones y campanas que va gra-
duándose hasla el fiaal del acto..)
ESCENA XV.
Las mismas, después Rodrigo t Serafina, luego Don Lope
por la cámara.
•
Voces. (fuera.) Viva la Infanta Isabel!
(Á las acla9nacíones la Reina vuelve á caer de rodillas
en el reclinatorio. Dona Juana se yergue con altivez
y apoyada primero en la jamba de la puerta del oratorio,
y después en un mueble, llega vadlanie á la ventana, fija
la mano en el alféizar y mira á la plaza. Aparecen en,
la puerta de frente Rodrigo y Serafina.)
RoD. (con tristeza,) La Infanta al alcázar llega,
y al regocijo se entrega
Segovia entera en tropel.
JuA. (en la ventana.) Ayer á mis plantas, oh!
serviles j aduladores,
hoy infames y traidores
todos! todos!
RoD. (adelantándose.) Todos no!
JuA. (separándose de la ventana y poniéndose en medij
de ellos.)
Ah Rodrigo! Serafina!
de dolor mi alma está llena,
ved al Marqués de Villena •
entre esa turba mezquina.
RoD. (con ira.)
Para los nobles no hay ley?
no pagará su traición?
Lope. (saliendo de la cámara.)
Firmad la orden de prisión
es la voluntad del Rey.
JuA. No.
Lope. Pero...
JuA. No puede ser.
- 87 -
Al descender de mi trono
si no olvido ni perdono
que otra cosa puedo hacer?
RoD. (con arranque,)
Señora, la Providencia
por su voluntad bendita
hoy una corona os quita,
respetemos su sentencia.
Mas si el poder celestial
vuestro solio ha derrumbado,
otro habéis vos levantado
mas alto que el trono real;
despreciad la ingratitud,
la traición y el abandono,
jamás se derrumba el trono
que alza Dios á lá virtud.
JuA. {con energía creciente,)
Tenéis razón! Resignada
sabré dominar mis penas,
la sangre real de mis venas,
no ha de desmentirse en nada.
Ceder al mal es mancilla;
nunca al destino inclemente
doblan cobardes la frente
ricas hembras de Castilla. ■
{Aumentan el clamoreo y repique.)
Gritad! de aqui partiré
y en las márgenes del Sena,
alivio hallará mi pena
en mi conciencia, en mi fé!
Quien vá de la dicha en pos
qué importa si no la alcanza?
(con gra.n sentimiento.)
donde muere una esperanza
nace un consuelo. . . el de Dios!
(Señalando al oratorio. Oyense los acordes del órgano.
Cae el telón.)
FIN.
Poparíamos de injustos y descorteses si en la edición
seg^unda de la (iBeÜranejaTs> no declarásemos, como nos com-
placemos en declarar , que solo consideraciones y beneyo-
lencias debemos al público de Madrid. Este con sus aplau-
sos j la prensa española con sus plácemes ha recompen-
sado con creces nuestros esfuerzos superando nuestras
mayores esperanzas.
Al rendir un justo tributo de gratitud á los que tanto
nos han distinguido debemos consignar aquí el nombre de
nuestro querido hermano de letras, Luis Mariano de Larra
que con tanto carino y acierto ha puesto el drama en
escena; el de Elisa Boldun, que ha interpretado el papel de
la protagonista con esquisito sentimiento y singular maes-
tría, y recordar también el de todos los actores que toma-
ron parte en el desempeño, pues todos contribuyeron con
su talento al éxito obtenido.
Francisco Luis de Ketes.
Francisco Pérez Echevarria.
I
*l
LAS biografías,
COMEDIA EN TRES UTOS
DE
Ü&« ^UM^^^ W>^ €0@9¡8^il^@«
Ettrenada en el teatro del Circo, A 16 de Abril de Í858.
■♦o-o-o-a íVA/' c-oK>^«-
Le pamphlet, comedie en dcux actes, en prose, por Evnesl
Legouvé de Y Académie Francaise.— Représeiitéí) pour
la pn»mi¿re fois, á París , sur le Thóatre Flaneáis,
par les Coinédi'ens ordinaires de V Empereur.
le 7 oclobre 1857.
MADRID:
IHPRENTA ,DE C. GONZÁLEZ, CALLE DE SAN ANTÓN, NIM. 2G.
1858.
^
>
PROLOGO
fían dioho algunos críticos que esta comedia no podia interesar
al público español, por no ser conocido en nuestro pais el tipo odioso
deí libelista. ¡Pluguiera á Dios que esto fuese verdad!
Frágil memoria han de tener por fuerza los que, asistiendo á
la representación de Las Biografías, no recuerden que de veinte
años á estaparte han escandalizado á la sociedad española innu-^
merables libelos, abortados unos por prensas clandestinas en épocas
de represión , y pregonados otros á grito herido en periodos revolu-
cionarios.
. Lo que puede sostenerse con algún viso de razón, es que el torpe
1 oficio de libelista no se ha elevado en nuestro pais al rango de projC"
/ sion literaria; pero basta que eoíista el mal para que sea conveniente
presentar en el teatro un ejemplo vivo de su trascendencia.
El público, juez inapelable en estos casos, ha manifestado una
opinión diametralmente opuesta á la de los críticos: aplaudiendo to-
das las noches con insistencia y entusiasmo las escenas capitales de
los actos segundo y tercero, ha dado á entender claramente que co-
noce y odia al libelista, y que le interesa la obra dramática.
Réstame consignar aqui mi responsabilidad por las alteraciones
^ que he introducido en la comedia de Mr. Legouvé, distribuyendo la
acción en tres actos, dándole mayor ensanche por meclio de nuevas
peripecias, suprimiendo algunos detalles, cambiando otros, procu-
rando en fin acomodarla al gusto y áUis exigencias de la escena
castellana. Creo, no obstante, haber ejecutado estas modificaciones
sin menoscabo de la forma clásica de la obra, ni de su nobilísimo
pensamiento.
Madrid %^ de abril de i 858.
E. de Cítnerot.
PERSOGAS. j^e'iroi&isS'
DOÑA ISABEL DE AUREIRO. Do^a Teodora Lamadrid.
LA MARQUESA DE URREA. . Doña Mercedes Buzón.
VICENTA Doña Feupa Orcaz., .
DON SANTIAGO DE URREA.. Don Jw^Oüin Arjona^'v .
PEDRO VILLAR. .. ^ v /. *Dqm JosáGARCiA. ^^^ \
DON ENRIQUE DE ÜftHEA. . Dotf Victorino T^atA. ^ -*
N CRIADO Don N. Serrano.
La escena %s en Lisboa. — El teatro representa un gabine-
te elegante. Puerta en el fondo , y otras dos laterales. Junto ^
al primer bastidor de la, izquierda habrá una ventana , y de- s
lante de ella una niesita con escribanía. Enfrente una chime-
nea, sobre cuya repisa habrá una copa de bronce , y en la pa-
red de encima un grabado, que representará un castillo. Entre
la ventana y la puerta de la izquierda un cuadro al óleo. En
el proscenio , á la derecha, un velador y una butaca.
•i'
>
Pertenece á D. Enrique de Cisneros la propiedad de esta
obra ; y nadie sin su licencia podrá representarla ni reimpri-
mirla en España y sus posesiones. Llevan todos los ejempla-
res marcas secretas.
Habiendo examinado esta comedia, no hallo inconvenien-
m que su r
Abríldel858.
-__ „ — _ ___ ^w- — y . — —
te en aue su representación sea autorizada. Madrid 13 de
El Censor de Teatros ,
Antonio Ferrer del Rio.
{
i'
ACTO PRIMERO.
Don Santiago entra par la puerta del fondo, seguido de VicBrcTA .
Sant. Nada de eso tiene que ver con la cuestión.
Vic. Óigame usted, caballero!
Sant. Óigame usted á mí!
Vic. (Procurando dominar su enfado.) Bueno: hable usted... Ni la
paciencia de un santo!...
Sant. Punto en boca! Dígame usted, no vive aquí una señora joven
y bella, que se llama dona Isabel de Aureiro?
Vic. Mi señonta.
Sant. No es hija del difunto coronel Aureiro , bizarro defensor del
castillo de Ponto en la guerra de la Independencia?
Vic. Si, señor; hija única.
Sant. Y esta preciosa caí»ita, situada á orillas del mar, no constituye
todo su patrimonio? .
Vic. Sí, señor; todo su patrimonio.
Sant. Y no es cierto que doña Isabel, por causa de la larga enferme-
dad de su madre, se vé precisaoa á mudarse á otra casa mas
reducida, alquilando esta con todos sus enseres en la cantidad
de doscientas coronas?
Vic. Es verdad; pero no sé, caballero, á donde vá usted á parar
con este interrogatorio!...
Sant. Y es posible que doña Isabel tenga corazón para dejar una
casa y un jarrlin, que tanto deben recordarle el puro y casto
amor que profesa al marcjuesito de ürrea?
Vic. Harto le pesa á la pobrecita de mi alma!... Pero, á usted qué
le importa? •
Sant. Ya ve usted, señora Vicenta, qae estamos de acuerdo, que nos
— 6 —
entendemos perfectamente. Con que, lo dicho, me quedo con
)a casa.
Vio. Pero no le he dicho á usted veinte veces que está ya alquilada?
Sí, señor: alquilada! alquilada!
Sant. Lo sé, lo sé... lo.sé!
Vio. Por lo tanto...
Sant. Por lo tanto, me quedo con la casa.
Yic. Hase visto empeño mas singular? Querer instalarse en una casa
contra la voluntad de los que la habitan!
Sant. No hay otro medio, toda vez que los que la habitan no me
la ceden de buen grado. Con que decíamos, señora Vicenta,
f|ue esa ventana cae al jardín...
Encolerizada.) Lo oue decíamos es que esta casa pertenece
desde hoy á un caballero, que vive en la inmediata, y que vá
á linir ambas viviendas por medio de una puerta. El precio
del arrendamiento está ya estipulado, entregado y recibido en
dinero contante y sonante. Lo oye usted?
Sant. Que si lo oigo! Qué duda cabe? {Saca un bolsillo.) Con que, si
á usted le parece, contaremos...
Vic. (Este hombre se ha propuesto hacerme perder el juicio!) [En f^
voz muy alta.) El inquiuno me ha dado ya su dinero!
Sant. Se lo devuelve usted.
- Vic. Le he dado palabra solemne. ..
Sant. Se vuelve usted atrás. Hoy dia se vuelve atrás todo el mundo.
{Empieza á contar el dinero.) Ochenta, noventa...
Vic. {Muy irritada.) Pues no se pone á contar el dinero!... Esto
pasa de raya!... Solo faltaba que tomase usted asiento...
Sant. Dice usted bien: estaré mas cómodo. {Se sienta á la derecha, y
sigue contando sobre la mesita.) w
vic. un... /
Sant. Ciento cincuenta, ciento sesenta... {A suinterlocutora.) Ha
sido una fortuna que yo no haya perdido anoche en el juego
estas doscientas coronas.
Vic. Y qué tengo yo que ver con eso?
Sant. Nada absolutamente, pero voy al decir:, anoche me pelaron de
lo lindo!
Vic. Qué hombre tan impertinente! Salga usted de esta casa!
Sant. La perdono á usted, porque no sabe lo que se dice. Usted, sin
darse cuenta de ello, uic quiere con toda su alma; y si pronun-
ciase yo una palabra, si dijese pbr qué tomo en arrendamien-
to esta vivienda, me daria usted un abrazo y un millón de
besos... Yo los esquivaría por supuesto! Sin embargo, usted
procuraría dármelos.
Vio. Por última vez, señor mió: se relira usted , sí ó no?
Sant. {Levantándose.) Ya me voy, dulce paloma; ya he acabado mi
cuenta.
Vic. Gracias á Dios!
Sant. Sí, las doscientas coronas están cabales.
Vic. Dale bola! No, pues no se ha de burlar usted de mí. Ahora ve-
remos... (Fa^e/Tor /a tjs^mftda.)
~ -7 --
Sant. Pobre Isabelita! Con este dinero atenderá á la curación de su
madre, sin verse precisada á desalojar su casa. Hoy mismo le
escribiré una esquela concebida en estos términos; «Señorita,
sírvase usted continuar habitmdo su morada hasta mi regreso
de un viaje...» Por supuesto sin decir que me voy á América.
A fé mía, Santiago, que este es el primer dinero que has em-
!)leado bien en toda tu vida!
Volviendo á entrar.) Aquí viene el señor marqués de Urrea.
SobrescUtado:) Enrique! . . .
L esta hora hace su visita diaria á mi señorita; con que ve-
remos si se atreve usted á insistir...
Sant. (Oh, no!... Se enojaria mucho!... No quiere que yo venga
aquí...) Tome usted, buena mujer, tome usted su dinero.
(Queriendo darle el que ha contado.)
Vic. Ya he dicho á usted que no lo quiero! {Retirándose hacia la
derecha.)
Sant. Es preciso que usted lo tome!
Vic. No lo quiero, picaro!
Sant. No lo auiere usted? Peor para mí y para doña Isabel!... Voy á
perderlo al treinta y cuarenta. Ahur. {Vase por el fondo.)
Vic. Por fin me veo libre!..'. {Dirigiéndose al fondo.) Segura esta-
ba yo de no tomar tu maldito dinero!
ESCENA II.
Enrique, que entra por la izquierda. — Vicenta.
Enr. Dónde está Isabel?.. . Puedo verla?... {Reparando en la agita-
ción de Vicenta.) Qué tiene usted, señora Vicenta?
Vic. Nada; que ha estado aquí un loco...
Enr. y qué qu eria?
Vic. Friolera! Quería tomar en arrendamiento esta casa, que está
ya alquilada.
Enr. Cómo! Se verificó ya el traspaso? Tiene Isabel valor para des-
prenderse de estos muebles , para abandonar esta casa, donde
nos vimos la vez primera?
Vic. No hay remedio! La enfermedad de su madre ha agotado todos
sus recursos... Mi pobre señorita no se reserva masque algu-
nos objetes, que usted le ha regalado, y esa estampa que re-
Í presenta uno de los mus heroicos hechos de su padre, la de-
cusa del castillo de Ponto!
Enr. y por qué no me permite rescatar estos bienes?
Vic. Porquo le ama á usted, y no puede ser su espo^.a. {Enrique
hace un movimiento de disgusto.) ¡Oh, doña Isabel lo sabe de-
masiado! .\o es únicamente su madre de usted quien se opone
á este enlace; lo reprueba asimismo su tutor de usted, su res-
petable tío don Agustín de Silva... Sabemos que ha dicho mil
veces que nunca se verificará semejante boda.
— 8 —
EnR. Eso lo yeremos! Pero, dígame usted, señora "Woenta, quién es
ese liombre que ba ?enido aquí á arrebatarme todos mis re^
cuerdos?
Yic. No le conozco: be cerrado el trato con su tapicero, que es
guien ha visto )a casa y los muebles,
ígame usted al menos cómo se llama el nuevo inquilino.
Vic. Ni yo he preguntado su nombre, ni él el de mi señorita.
EüK, Pero en qué se ocupa? Ejerce alguna profesión?
Vic. No lo sé. Ahí viene.
Enr. Tan pronto?
Vic. Vendrá á dar un vistazo á la habitación, porque á la^caida de
la tarde le hemos de entregar la casa.
ESCENA ni.
Dichos. — Villar entra por el fondo seguido de un tapicero,
ViLL. {Al tapicero.) Queda usted enterado? (Viendo á Enrique.)
(Ah, este debe ser el dueño de la casa!) Perdone usted^ caba-
llero, que venga á molestarle...
Enr. No lo crea usted!
ViLL. Tengo que dejar colocados los muebles esta tarde. Me permite
usted que conclusa?
Enr. Usted es muy dueño!... ^Me disgusta. esa cara.)
ViLL. (Al tapicero.) Tome ustea bien las medidas, y no olvide que
iiay que colocar aquí, en esta pared, todas mis armas.
Enr. (Siis armas?... Es militar.)
. ViLL. (Al tapicero.) Allí uiía mampara, que dé paso á mi escritorio.
Enr. (Su escritorio?... Ah! es comerciante.)
ViLL. A este lado el piano y el caballete.
Enr. (Caballete, piano?. ... Es artista.)
ViLL. Y aquí mi estantería de ébano... Ya he dicho á usted que en
cada una de las veinte y siete divisiones ha de colocar una de
las letras del alfabeto.
Enr. (Veinte y siete divisiones?...) (A Villar.) Caballero... á mi
vez le voy á parecer á usted inaiscreto.,.
ViLL. Indiscreto?
Enr. Sí: yo no soy mas que un amigo de la casa... Pero confieso á
usted que... ese piano, esas armas y ese alfabeto...
ViLL. Le confunden á usted, no es cierto?
Enr. Caballero^ sentiría...
ViLL. (Sonriéndose.) Sea usted franco: usted tiene curiosidad por
saber mi profesión.
Enr. Es verdad.
ViLL . Profesión bastante estraña en efecto, y sobre todo muy nue-
va!... Profesión cuya materia prima es poco costosa: se redu-
ce á dos instrumentos, una pluma y una espada. Profesión
para la cual se necesítaa audacia y travesura, talento y valor.
— 9 —
EiiB. Y se necesita también modestia?
ViLL. Modestia?... Para qué sirve esoj cuando tiene uno por colabo-
radores á los principales soberanos del mundo?
EnR. Cómo se llaman esos soberanos?
ViLL. Se llaman vanidad y envidia. Conoce usted otros mas podero-
sos? {Se dirige á la izquierda del fondo.)
Enr. Ab, con que esos son los colaboradores?. . . (Pasa á la derecha,)
En fín, caballero, por favor, qué es usted?
ViLL. (Bajando á la izquierda del proscenio.) Soy biógrafo.
Enr. Biógrafo!... Escritore^t hay que han elevado la biografía á la
altura de la historia: el arte de retratar á los grandes hom-
bres en la vida privada, con los detalles del carácter y de las
costumbres, constituye una de las glorias de nuestro siglo.
ViLL. De todos los siglos!... Plutarco era biógrafo.
_ Ettr. Desgraciadamente todos los biógrafos no son Plutarcos. Desde
~ hace algún tiempo se ha formado en Lisboa una escuela de es-
critores, que esplotan la biografía en grande escala. Biografías
del ejército, biografías del alto clero^ bioffrafías de la magis-
tratura, biografías del comercio, de la industria, de la admi-
ta nistracion, de las bellas artes... Oh, es una verdadera plaga!
Por supuesto que en las tales biografías se embute todo... me-
nos la verdad.
YiLL. Basta, basta, caballero! . . . Pudiera darme por ofendido.
Enr . No me refiero á usted ! . . .
ViLL. Ya veo que usted alude á ciertos escritorzuelos... Bah! todo
eso pertenece al melodrama, al género falso; en cuanto al ver-
dadero, es decir, la comedia. . .
Enr. La comedia?... También la conozco. Me permite usted que se
i la refiera?
YiLL. Sí, señur; diga usted. Yo tomaré mis apuntes.
Enr. Pues bien, esta es la comedía. Estoy yo en mi casa sentado
junto á la chimenea; entra un hombre y me saluda con sua-
ves maneras y modesto continente. Toma asiento en la silla
que le ofrezco, y me dice que tiene á su cargo una grande
obra biográfica, para la cual necesita el resumen de la vida de
un hombre como yo; que su trabajo quedaría incompleto sin
un artículo sobre un hotñbre como yo; y que viene á pedirme
algunas notas, poraue no hay derecho para ser inexacto, tra-.
tándos^e de un homtre como yo! Comprometido por tan lison-
jeras atenciones, le doy lo que desea; y en efecto, quince dias
después aparece mi biografía. En ella elogia mi talento, elo-
§ia mis virtudes, elogia mi carácter. . . Qué libro (anencanta-
or! Apuro aquel néctar, saboreo aquella ambrosía; y, ai lle-
gar á la última página, tropiezo con un papelito color de rosa,
modesto como su autor... Tomo y leo lo siguiente: «He reci-
bido del señor don Fulano de Tal cien ducados...» Mi biogra-
fía es una carta de paffo.
YiLL. (Riéndose,) Algo hay de eso!
Enr. No lo he dicho todoj» Devuelvo indignado el elogio y el recibo
á BU autor. Qué sucede entonces? Que al c«bo de otros quince
— 10 —
dias aparece una nueva biografía de mi humilde persona... Pero
oh dolor! la apoteosis se ha coq vertido en libelo.
ViLi. {Riéndose.) Sí, á veces!...
Enr. El autor anónimo de mi segunda historia me llama torpe, ig-
norante, desconceptuado... Qué sé yo?
ViLL. {Sin dejar de reírse.) Famoso, famoso!... Hay en esa pintura
toques magistrales... Pero el cuadro no está completo: se le
olvida á usted la mitad.
Enr. La mitad?
ViLL. Por lo menos! Verá usted: un biógrafo, yo por ejemplo, estoy
en mi casa sentado junto á lá chimenea; entra un sugeto de
noble fisonomía y altivo continente. Toma asiento, y me dice
que se ha enterado de que estoy escribiendo una grande obra,
en la cual tendrá él por fuerza su sitio señalado. Se trata de
la biografía de ios hombres eminentes de Portugal. Mi inter-
locutor me dice que él no quiere elogios... Nada de eso! Que
únicamente desea iluminarme, facilitándome algunas breves
notas... algunas fechas... Nada mas! Yo acepto, dándole las
gracias; mi hombre se retira, y al dia siguiente me remite las
notitas. . . Un cuaderno de veinte y cinco páginas llenas de elo-
gios á su carácter, á sus virtudes, á su valor, etc., etc. Conio
documento justificativo de todas esas alabanzas, me envía
dentro del cuaderno dos billetes de banco, que yo acostumbro
devolver... algunas veces!
Enr. Todo eso es increíble!
ViLL. Increíble?... Óigame usted: hace poco rato me hablaba usted
de mis veinte y siete letras del alfabeto. Pues bien, á cada le-
tra corresponde una serie de nombres... Debajo de cada nom-
bre voy escribiendo lo que averiguo respecto á la persona
que lolleva.
Enr. Ah, para eso le sirve á usted su estantería!
ViLL. Justamente. Por este medio reúno gran porción de datos acer-
ca de mucha gente. Puede usted convencerse por sí mismo:
yo no tengo el honor de conocer á usted, pero estoy seguro
ae que poseo muchas noticias relativas á su [torsona.
Enr. {Con altivez.) Y qué sabe usted, caballero, acerca del mar-
qués de ürrea?
ViLL. Ah! Conque ustedes el señor marqués de ürrca... capitán de
caballería, caballero de la orden de Cristo, sobrino de don
Agustín de Silva... Tiene usted su carpeta.
Enr. Puedo preguntar á usted el contenido de e«i carpeta?
ViLL. Que si puede usted preguntármelo? Sí, señor! Pero yo no
puedo contestarle.
Enr. Porqué?
ViLL. Porque yo no hablo... Escribo! {Pausa.) Y sabe usted, caba-
llero, quién me facilita datos sobre todos mis personages?
Enr. Quién?
ViLL. Lo malo me lo dicen sus amigos íntimos, y lo bueno ellos
mismos.
Enr. Usted presta atención á los mismos interesados?
~ 14 —
ViLL. Hago mas: les interrogo, les obligo á decir todo lo bueno que
piensan Je sí mismos..'. Después, cuando me dejan solo, es-
cribo precisamente lo contrario de lo que me han dicho, y re-
sulta siempre la verdad.
Enr. Pero ese sistema debe proporcionarle á usted algunos ene-
migos.
ViLL. Muchos! Los enemigos constituyen la mitad del talento.
Nunca se escribe mas á gusto que cuando se ataca á alguna
persona.
Enr. y si esa persona no lo tolera?
ViLL. Qué diablos!... En ese caso... se la mata. Qué quiere usted,
caballero? De alguna manera hemos de vivir! (Vicenta y el
tapicero, que han estado en el pasillo del fondo, durante el
anterior diálogo y bajan hasta el centro del escenario.)
Vic. El tapicero desea saber si tiene usted aue darle mas encargos.
Vu.L. (Al tapicero.) Están tomadas las medidas? Véngase usted con-
migo. {Vaá salir.)
Vic. (Deteniéndole.) Caoallero, hay aquí algunos muebles, algunos
objetos, que mi señorita desearla conservar en su poder.
ViLL. Sepamos cuáles son.
Vic. (Sacando ünpajpel.) Aquí tiene usted (a lista.
ViLL. Bien, voy á examinarla. (Al tapicero.) Aguárdeme usted en el
reeibimiento.
Enr. (En voz baja á Vicentay mientras que Villar recorre- el papel
con la vista.) Averigüe usted el nombre de este sujeto.
Vic. Asi lo haré. (Vase con el tapicero por la puerta del fondo.)
\iC'll. (^Leyendo.) «Una copa de bronce, modelo antiguo...» (Seña*-
iando al vaso colocado sobre la chimenea.) Aquí está. (Exa-
minándolo.) Hermosa forma en verdad! (Sigue leyendo.) «Un
paisage de Carlos Haes.» (Mirándolo.) Este es. Obra parece
de la naturaleza! (Vuelve á leer.) «Un grabado que representa
la defensa del castillo de Ponto!...» (Dando un grito de có-
lera.) El castillo de Ponto!... (Que haya de tropezar en todas
partes con mi hombre!...-)
Enr. (Señalando al grabado.) Helo aquí, caballero... Parece que
tiene usted noticia de ese brillante hecho de armas.
YiLL. (Con ironia y amargura.) Ya lo creo!... Quién no le conoce,
aunaue no sea mas que por este grabado?... (Acercándose al
cuadro.) Sí, la topografía es exacta... Y ese militar... que está
de pié junto á la poterna, semejante á un héroe de la antigüe-
dad... debe ser sm duda el ilustre defensor de la fortaleza... el
coronel Aureiro!
Enr. El mismo! No estrañará usted, por consiguiente, que la seño-
ra de esta casa...
ViLL. Estime el grabado?... Cómo lo he de estrañar! (Con énfasis
irónico.) La defensa de Ponto!,.. Una de las mas brillantes pá-
ginas de nuestra historia!... El coronel Aureiro!... Uño de los
nombres mas gloriosos de la guerra de la Independencia! Pue-
de usted decir á la señora de la casa que tiene á su disposición
todos los objetos apuntados en esta lista , inclusa la defen-
dí
r
— « —
ndelcastíUo de Ponto! (Saludando,) Señor marqués!...
Enr. (Devolviéndole d saludo.) Caballero!... {Vase Villar por d
fondo.)
ESCENA IV.
Ekriqce.
Quién es este hombre?.... Qué fisonomía tan ^sera! Qué es-
presión tan cínioa! Al hablar del coronel, iban envueltos sus
mm^ elogios en un acento de ira sorda, casi de rabia!... Sería ene-
migo det coronel? Pensará deslustrar su memoria?. . . . ¡ Ab! . . .
La idea de que semejante hombre habitará la casa de mi Isa-
bel... el templo de nuestro amor... Oh, yo no puedo soportar
esta ideal
ESCENA V.
Enrique. — Isabel, por la derecha.
IsAB. Qué exactitud!
Enr. Ah, Isabel, te vuelvo á suplicar que no traspases e.sta casa,
que no te despojes de estos muebles, que no vendas estas dul-
ces memorias.
isAB. Hago lo que debo, Enrique... Todo por la salud dé mi madrt;.
Enr. De tu madre? No la amo yo también? No comparto contigo su
asistencia? Pues bien, déjame obrar como hijo suyo... Como si
fuese tu hermano!... Concédeme licencia para rescatar estos
bienes.
IsAB. Im|)osible!
Enr. Lo imposible es aue tú no aceptes!
IsAB. Te equivocas, debo ser orgullosa contigo! Soy pobre!...
Enr. Si me amases de veras, no tendrías ese orgullo!
IsAB, Ah! Con oue yo no le amo á usted?... Vuelva usted á decír-
melo, aquí, mas cerca, y mirándome de hito en hilo. Repita
usted es^as palabras!
Enr. {Besándole una mano.) Perdona, Isabel mia!
IsAB. Tú verás si te amo de veras el dia que...
Enr. Qué dia?
ISAB. Préstame atención; esta es la hora de nuestra plática diaria.
Enr. Sí, la única que me concedes. Una hora cada dia! Como si
bastase tan corto tiempo!... Qué nos hemos de decir en una
hora?
ISAB. (Sentándose,) Ea, siéntate á mi lado, y empleemos la hora de
hoy en habter de cosas formales.
Enr. Me conformo siempre que no me tomes en cuenta estos se-
senta minutos.
laAB. Oyéme.
— *8 —
Ehr. No te he de oír? Con delicia!... Pero repdto que esta hora no
vale.
IsAB. Bien, no valdrá! Cuento con que has de estar grave y serio.
Enr. Grave y serio estaré, como alguacil en procesión! Empe-
cemos.
IsAB. Bien te acordarás, Enrique^ de la primera vez que nos vimos. . .
hace tres años... Sí, tres años hace que nos amamos!...
Emr. Tres años que han pasado en un soplo! Tres años, durante los
cuales no he dejado ni un momento de dar gracias á la Provi-
dencia!...
IsAB. (Sonriéndose.) Llamas á eso estar grave y serio?
Enr. Tú tienes la culpa!.... Te parece que yo puedo permanecer
frío como una estatua, cuando tú me dices: ¡nos amamos!
IsAB. Es verdad! Confieso mi error. {Con malicia.) No te lo diré
mas! {Continuando su discurso.) Cuando, por muerte de tu
hermano mayor, heredaste el marquesado oe Urrca , yo debí
romper nuestras relaciones, huir oe tí, Enrique!... Veía yo en
ese titulo un nuevo obstáculo, que tu familia opondría á nues-
tro proyectado enlace; pei*o no sintiéndome con fuerzas para
dejar ae verte, busqué protestos con que encañarme a mí
misma. Consideré que seria una ingratitud prohibirte la en-
trada en esta casa, cuando tanto esmero hablas puesto en
asistir á mi pobre madre. También se me ocurrió que, si no
podia ser tu esposa, me seria per^nitido, á lo menos, llamarme
hermana tuya... La verdad es que tú necesitabas entonces
una hermana oariñof-a, que te guiase... y te diera consejos...
Emi. y ahora no la necesito?
IsAB. {Sonriéndose.) Oh,' ahora no necesitas á nadie! Eres perfecto»
Enr. Te burlas?
IsAB. En aquella época eras tan aturdido, tan loco!...
Enr. y tú tan juiciosa, tan noble, tan simpática!... Qué efecto me
causaron tus palabras, cuando me dijiste que un oficial, que
llevaba el apellido de ürrea, no debía contentarse con ser va-
liente, que debia aspirar á ser instruido...
Irab. {Con alegría.) Y, de resultas de esa conversación, empezamos
a leer juntos capítulos enteros de los grandes historiadores
mihtares... Por supuesto, sin comprender yo una palabra!...
César, Polibio... Qué sé yo?
Enr. y cuando pusiste en mis manos la vida de mi heroico abuelo
don Alfonso de ürrea... Te acuerdas?... Me dijiste «procura
imitarlo!» Oh, bien comprendías aquel libro, porque habia en
tu voz, en tus miradaft!...
IsAB. {Interrumpiéndole.) No, uno que,.. Ya sabes tu!... Algunas
veces-me dices sonriéndote que se conoce á leguas qué soy
hija do un coronel... que tengo un corazón valiente!... Quizás
no te equivocas!... Pues bien; he jurado dedicar mi corazón á
engranaecer el tuyo... Este amor, que para mí es xm tormen-
mento, será para tí un gran bien, porque me he propuesto
hacerte digno de esa familia que me rechaza... digno ae esa
sociedad que no ha de ser la mía...
— 14 —
Eim. Isabel!...
IsAB. Oh^ este pensamieoto me ha arrancado mudias y may amar-
gas lágrimas! . . . Pero, en medio de mi dolor^ tengo on gran con-
suelo... £! de saber que he hecho por tí... lo que jamás haría
ninguna otra mujer!.. Asi, pues, cuando te distingas en la so-
ciedad, cuando ilustres tu nombre, te dirás á solas: «A Isabel
se lo debo!...» Y el día en que... otra mujer mas didiosa...
Smipiendo en Uanto.). Ab, Enrique mió, coando llegue ese
... compadece á tu pobre Isabel... que será muy digna de
lástima!...
ESCENA VI.
Díc^.-r Vicenta, por la puerta del fondo.
Vic . Señorita Isabel! . . .
IsAB. Qué hay?
Vic. Diosmio!...
IsAB. Habla!
Vic. Allí esta la marquesa de Urrea!
Enr. Mi madre!
IsAB. Qué oieo!
Vic. Viene detrás de mí.
IsAB. Enrique, tu madreen mi casa!...
Enr. Nada temas, Isabel, estando yo aquí.
IsAB. Pero á qué viene?.. Con qué objeto?.. Yo no la lie visto janras!
Enr. Silencio!... Mira. {Se adelanta á recibir á su madre, y le be-
sa la mano.)
ESCENA VII.
Dichos. — ^La Marquesa, por la puerta dd fondo.
Marq. La señoríta doña Isabel de Aureiro?...
IsAB. (Temblando.) Servidora de usted, señora marquesa.
Mabq. Está visible su madre de usted?
IsAB . Mi madre está enferma. . .
Marq. Pues hablaré con usted, que es la persona mas interesada en
el asunto, que me trae á esta casa. Con que si no le sirve á
u s ted de molestia ...
IsAB. De ningún modo!... (Hace una seña a Vicenta, la cual da
una siüa á la Marquesa, y vase. Isabel toma asiento cerca de
su interlocutor a.)
Enr. (Qué irá á decir?... Oh, diga lo que quiera, mi determinación
es irrevocable!) (Se sienta á la izquierda.)
Marq. Señoríta, ustea ama á mi hijo?
IsAB. {Levantándose y haciendo una breve pausa.) Sí, señora, hace
tres años! {Vudíveá sentarse.)
— 15 —
MarO' Mi hijo la ama á usted...
EiiR. (Con precipitación.) Sí, madre mia, y la amaré siempre!
Marq. Enrique, ten la bondad de do interrumpirme. Señorita, mi
hijo> posee un rico patrimonio, y usted carece de bienes de for-
tuna. Creo que usted es hija...
IsAB. (Con arrogancia.) Del coronel Aureiro, señora!
Marq. Sí, un valiente militar^ que murió hace algunos años; lo sa-
bia... Pero mi hijo es marqués de Urrea y grande de Portu-
gal... Señorita, usted no puede ser su esposa.
Ehr. (Levantándose impetuosamente .) Lo será!
Marq. Enrique!
Err. Perdón, madre mia!... Ya lo ha oido usted, Isabel me ama; y
en cuanto á mi, bien sabe usted que mi amor no es un capri-
cho pasagero! Me ordenó usted que emprendiese un largo via-
je, la obedecí... Por ventura, he vuelto menos enamorado?
Quiso usted aturdirme con las fiestas cortesanas... Y qué ha
sucedido? Placeres, locuras, todo se ha estrellado en la roca de
mi amor! Ah madre mia, por la memoria del amor que ins-
piró á usted mi padre, tenga usted compasión del que arde en
el pecho de su liijo!... Mas si usted desoye mis súplicas, ya
le he dicho esta mañana, y le repito ahora que me acordaré
de que pronto cumplo veinte y cinco años, y de que á esa
edad seré dueño de mis .acciones. (Isabel se levanta con sor^
presa y disgusto,)
Marq. (Levantándose,) Sí, señorita; así me lo ha dicho, y por eso
he venido á verla á usted. Mi hijo me lia declarado que, si le
niego mi con.^ntimiento, me obligará con la ley en la mano á
otorgárselo.
IsAB. Crea usted, señora. . .
Marq. Voy á hacer á usted una sola pregunta : est<í usted decidida á
permitir que Enrique me imponga el precepto de la ley? Dí-
gamelo usted con franqueza, y si su respuesta es afirmativa,
cuente usted con que, para librarme de un insulto y para
evitar á mi hiio lo que considero como un crimen, al instante
consentiré en la boda.
IsAB. Cómo, señora?... Usted quiere?
EiiR. Madre mia!
Marq. Hable usted, señorita. Quiere usted entrar en mi familia, á
pesar mió? Sí, ó no? Responda usted con entera libertad*
IsAB. (Con voz tenMorosa.) Señora marquesa, amo á Enrique con
toda mi alma, v fjongo á Dios por testigo de que no he ambi-
cionado su título ni su grandeza; pero tengo madre, y n^e es-
tremece la idea de que un hijo iníiera un ultrage á su madre.
Renuncio, pues, al amor de Enrique!
Eiin. Isabel!
Marq. (Con alegría.) Con que me asegura usted que jamás?...
IsAB. Jamás, señora marquesa!
Marq. (Con efusión de júbilo.) Ah, ven, Isabel; ven á mis brazos,
hija mía! (La abraza.)
EffR. Qué oigo!
-16 —
M ARQ. {A m hijo.) Ingrato, segura estaba yo de que esta niña valía
masouetú!
IsAB. Qué oice usted?
Maro- Digo... que soy la mas dichosa de las madres!... Digo que tu
subliroe rasgo me ba desarmado por completo!
IsAB. Pero señora?... Si parece un sueno!... Qué be hecho yo para
conseguir tanta ventura?
M ARQ. Me preguntas qué has hecho? Pues bien; yo te lo diré. Du-
rante algún tiempo he considerado como una desgraciad
amor que te profesa mi hijo, y no hace todavía un mosquees,
taba resuelta á oponerme á vuestro enlace; pero de improviso
comenzó á desvanecer mi error un tesümonio tan esirano
como irresistible.
IsAB. Qué testimonio?
Maro- El de... Vais á sorprenderos! El del hombre mas perdido de
Lisboa, mi sobrino áaa Santiago de Urrea.
Ekr. Mi primo!
Marq. El na sido quien ha abogado por Isabel, pero de qué manera!
((Usted desdeña á e<a joven, me dijo con energía, usted la des-
))deña, porque ignora que, sin el influjo de su amor, Enrique
Mvaldria hoy tanto como yo. Sí: yo le pervertía, ella le ba
»sa1vado!>r
Enr. Es verdad!
Marq. )>Quién, añadió, ha movido á Enrique á seguir las hueílas de su
)>padre? Isabel! Quién le ba apartado de mi compañía ? Isabel!
«Quisiera aborrecerla, y á pesar mió la respeto y la venero.
Ehr. Pobre Santiago!
Marq. Semejante elogio me causó una impresión profunda. Procu-
ré observar á Enrique con mas atención, y noté que, siempre
que salía de esta casa, sus arranques eran mas nobles, mas
levantados sus pensamientos. ,Le vi convertirse á tu lado en
el hijo que yo había pedido al cielo! Desde entonces mi cora-
zón quedó subyugado... te amé y te bendigo!
Enr. Pdr qué, basta ahora, no me ha revelado usted su pensa-
miento?
Marq. Porque no era yo el único obstáculo que había que vencer.
Mi hermano don A^stín de Silva, que comparte conmigo tu
tutela, me está diciendo siempre: «Aguarda, aguarda; ya ve-
rás en lo que para esa decantada virtud á las primeras de
cambio.» Ahora ya puedo contestarle: esto ha hecho Isabel!...
Y sí todavía persiste en su tema, me pasaré á vuestro campo,
y com báti remos j untos .
Enr. (Besándde las manos.) Oh, madre mia; cuanta bondad!
Marq. (Sonriéndose.) Sí, eso es; bésame ahora las manos.. . (A Isa-
bel.) No has visto con qué furia me hablaba hace poco? (Rién-
dose.) Estoy segura de que me detestaba! (Enrique hace un
movimiento.'^ Estás perdonado. Ea, hijos mios, vamos á dar
un golpe decisivo.
— 17 -.
Marq. (A Isabel.) Dime: tu padre no recibió el hábito de Santiago,
por la defensa del castillo de Ponto?
Enr. Sí, señora; y además una carta del difunto rey don Juan, llena
de espresiones afectuosas y altamente honoríficas.
Marq. (á Isabel.) Pues bien, esta noche irás á mi casa, donde ten-
aremos una pequeña reunión de familia.
Isa B . ( Con temor . ) Yo, señora? . . .
Marq. Nada temas ; saldré yo á recibirte , y te presentaré á mis
deudos. Lleva la carta del Rey: se la daremos á leer á mi her-
mano que aprecia, como es debido, esas honrosas distinciones.
Espero que, al ver tan ensalzado el nombre de tu padre, que-
dará satisfecho el orgullo del comendador.
Emr. Qué me place! Esta noche, la presentación: mañana^ los es-
ponsales...
Marq. Eh, despacito!... Todavía no hay que cantar victoria.
Ekr. (Con grande alegría.) Esta noche!.... Oh, qué largo se me vá
á hacer el dia!
IsAB. {Poniéndole la mano en la boca.) Quieres callar?
Enr. Tendré paciencia... Ah! voy á convidar á mi primo Santiago.
Marq. Nada mas justo. Hace ocho'dias que el comendador le ofrtfció
pagar sus deudas, siempre que renunciase á elogiar á Isabel.
No ciceptó!
Enr. Ah, eso es sublime!
Marq. {A Isabel.) Ea, no perdamos tiempo. Hija mia, hasta la no-
che. Mira que te has 'de presentar radiante de hermosura...
Tenemos que dar la batalla en todos terrenos!... Hasta la
noche. .
Enr. {Estrechando las manos de su madre y de Isabel.) Madre
mia!... Isabel!... No sé cómo deciros...
Marq. Calla: todo lo que nos digas valdrá menos que este apretón de
manos! Ven conmigo. {A Isabel.) Hasta luego! {Vase con En-
rique por el fondo ^
ESCENA VIH.
Isabel.
Su esposa!... Con que voy á ser su esposa?.. Oh, ya no siento
las lágrimas que me ha costado!... La Providencia ha retar-
dado la hora de mi ventura, para que yo la oiga sonar con
mayor regocijo. Esposa de Enrique!... Esta sola frase embe-
llece y alegra estas paredes con su dulce eco!... No te abando-
naré, casita mia! No, que sembrada estás de recuerdos de En-
rique!... Por delante de esta ventana pasó á caballo la prime-
ra vez que le vi... Junto á este piano me dijo por vez prime-
ra: ((Te amo!..» Oh, quisiera abrazaros á todos, queridos ol)-
jetos mirados y tocados por mi amante!... No Fabeis? Me caso
con Enrique!... Voy á ser su esposa!... {Riéndose.) Pues no
me he puesto á hablar con los muebles!... Voy á volverme loca
2
de alegría!... Ea, necesito sosiego. {Toma oHeñio Junto 4 la
menta de la izquierda.) Voy á avisar á un antiguo amigo de
mi padre, al general Pereira. Vicenta llevará la carta... (£e-
vantándou.jm, mejor será que vaya vo misma. (Se dirige al
fondo y vé á Enrique, que entra por ¡a puerta de este Mdo,)
muique!
ESCENA IX.
Isabel. — Enrique.
Emr. Venffo á decirte que á toda costa es preciso alejar de aquí al
hombre que iba a tomar posesión de esta casa.
IsAB. Porqué?
JSnr. Porque acabo de saber su nombre; Vicenta me lo lia dicho.
Cuando pienso que ese infame libelista, ese calumniador pú-
blico, ese Villar.'...
IsAB. (Sobregaltada.) Se llama Villar?
Enr. Le conoces?
IsAB. Creo que sil... No era hace seis años archivero del Ministerio
de la Guerra?
Enr. Si.
IsAB. No fué echado de allí por haber falsificado algunqs docu-
mentos?
Enr. Sil
IsAB. Y no recibió por castigo' el desprecio universal!
Enr. Sí, durante dos años!.. Después varió su situación por com-
pleto. Rabioso y desesperado buscó por todas parles, y halló
en sí mi^mo un arma y un poder formidables. Se hizo biógra-
fo, de la ralea de los condottieri, y se lanzó al mundo, pluma
en mano, cubriendo de borrones los mas ilustres nombres
contemporáneos. Con diabólica sagacidad escudriña los ante-
cedentes de los hombres notables, les pide cuenta de hechos
que desfigura, de palabras que trabuca, de proyectos que des-
naturaliza. Acusa por los designios, cuando no puede acusar
por los actos; y como es fecundo, incisivo, gracioso y elocuen-
te, todo lo que escribe se lee, y todo lo que dice se repite de
boca en boca. Villar es un miserable, qn bandido, pero es una
potencia!
IsAB. Calla, Enrique. . . Tus palabras me dan miedo.
Enr. Miedo, por qué?
IsAB. Sabes quién echó á Villar del Ministerio? Sabes quién descu-
brió su delito?... Mi padre!
Enr. Tu padre!... Y Villar no se ha vengado de él?... No ha procu-
rado deshonrarle?
IsAB. (Con indignación.) Deshonrar á mi padre! Cómo puede ser
eso?
Enr. Cómo ha logrado difamar al general Cglomba? Cómo ha redu-
cido á la desesperación al intendente ^reiro?
s'
-- 19 --
IsAB. Es cierto!
Enr. Oh. Villar cuenta con un auxiliar muy poderoso. La maligni-
dad humana!... Goza tanto el mundo cuando vé derribar una
estatua ! Todos los envidiosos se cuelgan de la soga para ha-
cerla caer mas pronto y con mayor estrépito. No vemos ago-
tarse en pocos dias numerosas ediciones de un infame libelo,
en tanto que se apelillan en las librerías obras de mérito incon-
testable? Las personas honradas no se convierten, sin saberlo,
en ecos del escándalo y en cómplices de la calumnia? Oh,
créeme, Isabel mia!... Aleja de aquí á e^e honibre funesto!...
Procura que ignore Fiempre tu nombre y tu existencia.
IsAB. Sí, tienes razón!... Pero en vez de irritarle con el rompimien-
to del compromiso ya celebrado, dejaré que se posesione de la
casa, y huiré de aquí dentro de dos horas, sin verle ni ha-
blarle.
Enr. Dejar esta casa?
IsAB. Y qué nos importan ya esta casa, estos muebles, ni estos re-
cuerdos?.... Qué necesidad tenemos de que esas paredes nos
hablen de nuestro amor, cuando nosotros vamos á hablar de él
I toda la vida?
^ Enh. Sin embargo...
IsAB. Es preciso, Enrique!... No con^inrvo yá mi antiguo valor...
Desde que soy feliz, tengo miedo.
Enr. Sea lo que tú quieres: me conformo.
IsAB. Lo celebro. Vuelve ah^-ra al lado de tu madre, en tanto que yo
voy á' informar de lodo al general Pereira. En seguida dispon-
dré la mudanza, y liaré los preparativos de la presentación de
esta noche, procurando embellecerme... {Sonriéndo9e.) si
puedo!
^ Ekr. Coqueta!
I?AB. (Haciendo una graciosa reverencia:) Adiós, señor marqués!..
Ekr. Adiós, señora marquesa!.
{Vánse Isabel por la derecha y Enrique por el fondo, «o/u-
dándose aon la mano al llegar á las puertas.)
FIN DEL ACTO PRIMERO.
►
ACTO SEGUNDO.
ESCENA PRIMERA.
IsABSL. — y iCEKT A, ^SfUran ambas por la puerta dd fondo, Vicenta
trae en la mano un libro e*icuadernado en rústica.
IsAB. Qué me cuentas? Con que el general Pereira ha venido á ver*
me mientras que yo iba á su casa? Cuánto lo siento!
Vic. También ha sentido el general no hallarla á usted.
IsAB. Habia llegado á sus oídos la noticia de mi próximo enlace?
Vic. No: Tenia á traer este libro, y me ro^ó encarecidamente que
le pusiera en manos de usted sin dilación alguna.
IsAB. Qué libro es ese?
Vio. No sé.
IsAB. Con qué objeto me lo ha traido el general?
Vic. No me lo ha dicho... Estaba como turbado y conmovidol...
IsAB. Al darte el libro?
Yic. Si, señora: hablaba consigo mismo, diciendo en Voz baja, v
con los ojos llenos llenos de lágrimas. «Mí buen amigo!.. . Mi
antiguo compañero!...»
IsAB. Luego hablaba de mi padre!
Vic. Tal creo.
IsAB. Se ocup «rá de» mi padre este libro?
Vic. Lo sospecho, porque el general añadió: «Diga usted á la seño-
rita Isabel que lea este libro atentamente^ y que volveré esta
noche.»
IsAB. Y dices que el general tenia los ojos llenos de lágrimas?
Vic. Sí!
IsAB. Lágrimas de alegría?...
Vio. No lo sé á punto fijo... Estos militares viejos hacen unos ges-
tos tan raros, que no es fácil conocer si lloran ó ríen.
IsAB. Pues lloraba de alegría; no lo dudes! Mi feliz estrella no con-
siente que reciba yo un pesar en este día!... Ea, vé á terminar
nuestros preparativos, en tanto que hojeo este libro. {Vase Vi"
cenia.)
— 21 —
ESCENA 11.
t
Isabel.
{Leyendo el tittUodel libro.) «Memorias históricas de la guer-
ra de la Independencia.)) Ah, sí! Me parece que he oido hablar
de este libro en términos muy lisonjeros. {Empieza á recorrer
las páginas.) Descripciones do batallas.... Consideraciones
' políticas... Biografías de los caudillos.... No encuentro... Ah,
una hoja doblada!... £1 nombre de mi padre!... {Después de
leer para si un momento.) Oh, entiendo!... Entiendo!... El
homenage debido á sur^ gloriosas hazañas!... {Lee.) «Por todos
))los ámbitos de Portugal ha resonado el nombre del heroico
«defensor del castillo de Ponto...» Así es] {Continúa,) «To-
»dos convienen en que no se hubiera rendido, si hubiese tenido
))pólvora con que hacer volar la fortaleza...» Muy cierto!...
Oh, padre mió! Moriste pobre y honrado! Qué mayor dicha?
Vives en la memoria de nuestra patria! Qué mayor gloria?...
Veamos quién es el autor de esle libro... No está su nombre
en la portada... {Vuelve una hoja,) Aquí tampoco... Es anó-
nimo!... Cuánto lo siento!
Sant. (Dentro.) Tengo que hablar con la señorita Isabel.
IsAB. Quién preffunta por mí?... No me dejarán leer con sosiego!
Vio. (Deníro») No está encasa.
ESCENA IIL
Isabel. — Don Santiago. — Vicenta por el fondo.
Sant. {A Vicenta.) Sí está, mírela usted!
Vio. {A Isabel.) No lo reciba usted, señorita. Esel loco de esta ma-
ñana!
Sant. Mas loca es usted, quo-no quiso aceptar mis coronas. Ahora
écheles usted un galgo!
IsAB. Qué se le ofrece á usted, caballero? Pregunta usted por mi
madre?
Sant. {En tono afectuoso.) No por cierto, señorita. Vengo á hablar
con usted, uada mas que con usted. (Vicenta se coloca entre
ambos.) Sin testigos, ni pantallas... {Retira suavemente á Vi-
centa, pasando por delante de ella.) Tranquilícese usted,
buena mujer. La señorita no me mira con desconfianza.
ISAB. Retírate, Vicenta. {Santiago indica por señas á Vicenta que
se vaya. Esta se retira de mal talante, y al llegar á la puerta
de la izqui^da vuelve la cara. Santiago repite las. señas y y
dá algunos pasos hacia Vicenta, que se vá refunfuñando.
Isabel pasa a la derecha.)
ESCENA IV.
Isabel. — Santiago.
IsAi. Ya puede usted maoifestariDe el obieto de áu visita.
Sant. {Interrumpiéndola vivamente.) Con que es cierto? Con que
esta nociie se verifica la presentación? Al saberlo he tenido una
alegría!... Pero como yo no podré asistir á la ceremonia, me
he dicho: visitemos á la Isabelita por primera y última vez!...
Y aqui estoy. Déme usted un apretón de manos!
IsAB. Caballero!
Sant. Qué diablos!... No niegue usted á un desgraciado una satis-
facción tan natiiral y sencilla.
IsAB. Pero quién es usted, caballero?... Cómo se llama usted?
Sant. Es verdad! No es fácil que usted me recuerde, porque no me
ha visto nunca. Enrique tiene la culpa de que no nos conoz-
camos! Dice que el aliento de un diablo como yo> empañaría
la frente pura de un ángel como usted.
IsAB. Enrique?...
Saut. Pero se equivoca. Yo creo que el ángel hubiera seducido al
diablo!
IsAB. Pero Enrique?... ¡Ali! Es usted?.*.
Sant. Justamente! Soy el segundón de casa |[rande, el caballero sin
caballo, el señor sin señoría, y por añadidura soy un calave-
ra, un pillastre; en una palabra, Santiago de Urrea, servidor
de usted.
IsAB. Cuánto me alegro de conocerle!... Ab, me apresuro ádar á
usted un millón de gracias!
Sant. Por qué?
IsAB. Por todo lo que ha dicho en mi favor á h madre de Enrique!...
Por haber despreciado la oferta que hizo á usted su tío don
Agustín de Silva!
Sant. La de pagar mis deudas?... No lo crea usted. Mi tio no tiene
pelo de tonto, y cuando se ofreció á pagar mis deudas, lo hizo
porque estaba seguro de que yo no aceptaría suá condiciones.
IsAB . Negará usted también el alecto que me profesa?
Sant. Eso no! Confieso que la quiero á usted muchísimo... Cuando
mi primo Enrique me lee las cartas de usted, lloro... á lágri-
ma viva!... Y siento un placer !... porque digo para mi sayo:
no seré tan malo como dice por ahí la gente, toda vez que me
hace llorar esta angelical criatura!
IsAB . (Dándole la mano.) Ah, Santiago! . . .
Sant. (Estrechándosela.) No le dije á usted que nos habíamos de dar ,
ún apretón de manos? Ea, hablemos del objeto de mi visita...
porque esta es probablemente la prímera y la última que hago
á usted, Isabelita.
IsAB. Se vá usted de Lisboa?
Sant. Mañana me embarco.
UkB. Será may larval TOJ^t
Sant. Voy á Ultramar.
IsAB. Diosmio!
Sant. Sí, señora... Al otro mundo!
IsAB. Y por qué se ha de ir usted al otro mundo?
Sant. Porque este me aburre, hija mía. Qué tiene que hacer aquí
un hombre? Ab, si hubiera yo nacido años atrás!... Con solo
haber nacido hace cuatro mil años... Én la época de lost famo-
sos bandidos mitológicos... Hércules, Tesco... Qué vida aque-
lla! Andar todo el día envuelto en una pieVde león, matando
ffigantes, mi^nstruos, hidras... Oh, una hidra!. Quién po<lria
decirme donde encontraría yo una hidra?
IsAB> (Sanriéndose.) Nuhca las he visto! Lo que sí puedo decir á us-
ted es el verdadero motivo de su viaje. Señor don Santiago de
Urrea, cuánto perdió usted anoche en el juego?
Sant. Me pilló! {Sacando una bolsa vacia,) Responda ^ta^ por mí.
IsAB. Con que está usted arruinado?
Sant. Por completo. •
IsAB. {Con sencillez.) Y gué le importa á usted?
Sant. Pues no me ha de importar?
IsAB. Nada! Si usted es pobre, uasotros somos ricos, y...
Sant. {Mirándola con gozo y ternura.) Qué buen corazón!... Vale
mas oro que pesa!.. {Variando de tono.) Lo agradezco, Isabe-
lita, pero no puedo admitir dádivas de nadie. Respecto á las
deudas, pase: eso no deshonra sino á los tios que no las pagan.
Pero vivu: de limosna don Santiago de Urrea!... Jamás!
IsAB. Qué disparate! No haría usted lo mismo por nosotros?
SÁNT. Por usted daría yo alma y vida!
IsAB. Aceple usted, ó no creo etx su amistad. Enrique me llamaba
con frecuencia su ángel bueno. Quiero serlo de usted tam-
bién!.. Yo me he visto pobre, y gé lo que valjen el método y la
economía... Nómbreme usted su administradora, y al cabo
de algunos años será usted rico y feliz.
Sant. Cuánta bondad!.. Pero no, no : ya es tarde para eso,
IsAB. Vaya, primo; considere usted que en ello me hará un favor
muy grande; porque hoy ha estado la felicidad en mi casa, y
para conservarla necesito merecerla por medio de una buena
acción. Sobre usted recaerá mi buena acción!
Sant. Sirena!... {Pasaá la derecha.) Eh , d^eme usled en paz!
Habráse visto?... ( Pau«a ) Haolemos formalmente, Isabel:
solo una consideración podría determinarme á permanecer en
Lisboa.
IsAB. Cuál?
Sant. Esta: puedo prestar á usted algún servicio de importancia?
No tengo ni cinco reis, mas soy dueño de mi vida... Cierto
Zue no vale gran G0sa...'per4) así y todo, la quiere usted?
a vida?
Sant. Sí, señora!... Desea usted por interés, por gusto ó por ca-
priebo que busque á un hombre, sea miien fuere, salga con
el al campo, y nos rompamos la crisiná?
.>
-24 —
ISÁB. (En tono de represión.) Señor de Urrea!
Sant. No le acomoda á usted el trato? Pues punto redondo. Y su*
puesto que no sirvo para nada, me marcho tranquilo y con-
tento... No, loque es contento!.. En fm... ahur!
IsAB. Qué despedida! Parece que se vá usted para siempre!
Sant. Todo pudiera ser!... Vale tan poco la vida para el oue, co-
mo yo, ha desperdiciado locamente sus mejores anos!... Para
el que, como yo, no ha conocido en su mocedad madre, ni
hermana. . . *
IsAB. Yo lo seré!...
Saht. Ya es tarde!... A h, si hubiera yo encontrado tina criatura
como usted, habria sido capaz de... (Riéndose.) Já! já!..
A qué pensar en eso? Adiós: si no nos volvemos á ver, algu-
nas veces con Enrique haga usted conversación del pobre
Santiago... Adiós, Isahelita! (Vase precipitadamente por la
puerta del fondo.)
ESCENA V.
Isabel.
El cielo le inspire un buen pensamiento!.. Sus palabras me
han causado una profunda tristeza... Me parece que la des-
gracia de este pobre mozo ha de ser precursora de otras ma-
yores... Bah! Qué estoy diciendo?.. Qué puedo yo temer? (Se
sienta á la izquierda.) No ha ido la marquesa á casa del tu-
tor de Enrique? No le está hablando en favor mió? {Toma el
libro.) Y este libro, que vá á despertar en todos los corazones
el recuerdo del heroismo de mi padre, este libro iio intercede-
rá por mí con mas eficacia que nadie? Oh, ciertamente hay
dias en que la Providencia nos trata como una madre cariño-
sa!.. Enviarme hoy, cuando mas lo necesito, este inesperado
defensor, este amigo incógnito!..
ESCENA VI.
Isabel.— La Marquesa, por la puerta del fondo.
IsAB. Ah, madre mia! Nopodia usted llegar mas á tiempo... Pero
qué hay? Veo en su pemblante una tristeza!..
Mar\2. No sin' motivo, Isabel!
IsAB. Pues qué tiene usted? Alguna noticia desagradable?..
Marq. Mas que desagradable!., dolorosa!
IsAB. Oh, qué bien na hecho usted en venir! Yo la consolaré.
Maro. No digas eso, hija mia... Si supieras el daño que me haces!..
IsÁB. Nada; comuníqueme usted sus penas. Estoy segura de que
antes de media hora la he de ver á usted tan alegre y risueña
como yo. Vamos, hable usted!
— 25 —
M ARQ. Vengo ahora mismo de casa dél tutor de Enrique.
IsAB. Sigue en sus trece, no es verdad? Ya le couTenceremosI
M ARQ. Estaba ya convencido!.. Acababa de otorgar su beneplácito,
cuando un golpe imprevisto vino á echarlo todo por tierra.
IsAB. Y qué golpe ha sido ese?
Marq. Uno, que nos arrebata toda esperanza, porque ha lastimado
lo que mas aprecia mi familia... Un tiro asestado contra la
honra de tu padre!
ISAB. Contra la honra de mí padre! >
Marq. Si: ha empezado á circular por Lisboa una especie afrentosa
para tu padre...
IsAB. Quiero saberla!
Marq. Un temible acusador, un libro que ha recibido don Agustin
de Silva en presencia mía, considera como criminal la acción
mas gloriosa de tu padre, la defensa del castillo de Ponto!
IsAB. La defensa del castillo?.. Ah, respiro!
Marq. Qué dices?
IsAB. Oh, si hay calumniadores que atacan la buena memoria de mi
padre, también hay amigos que la defienden!.. Y no es su de-
tensor un libelo oscuro y despreciado^ sino un libro... {Va á
la mesita y h cqíe,) Un libro^ al cual todo el mundo dará
crédito, porque dice la verdad!
Marq. Dame. {Lo toma.) Cielos!.. Cómo, es este?.. Desventurada,
no lo has leido?..
IsAB. {Volviendo á tomar el libro.) Que no lo he leido?.. A ver:
«Por íodo^los ámbitos de Portugal ha resonado el nombre....»
Marq. Mas adelante.
IsAB. (Leyendo.) ((Todos convienen en que no se hubiera ren-
aido...»
Marq. Mas abajo... Aquí, aquí!
IsAB. {Leyendo.) a Será cierto, como nosotros demostraremos casi
evidentemente, gue aquella celebrada defensa no fué sino una
disimulada traición?» Una traición!
Marq. Prosigue.
IsAB. {Leyendo.) «Será cierto que el general sitiador ofreció secre-
^tamente doscientos mil francos al coronel Aureiro, v aue el
«castillo se rindió cuarenta y ocho horas después de haber
«sido hecha esta proposición al cefe de la fortaleza?» {La
Marquesa recoje el libro.) Qué infamia!.. Oh, padre mió!..
Tu nombre pisoteado como el de un traidor!..
Marq. Valor, hija mía!
IsAB. Valor!.. Pero no considera usted que millares de personas han
leido ya ese horrible libelo?
Marq. Isabel!
IsAB. Que es incalculable el número de las que todavía lo han de
leer?
Marq. Por Dios!
ÍSAB. Y mi pobre madre tan abatida y enferma!.. Oh; ese libro será
un ravo para mi madre!... Dios mío, yo no puedo hacer nada
en defensa del honor de mi padre... Nada absolutamente...
Ni «quien dedr á su cakiaiiiador: «kts meotídoK.ii poifM
ígBoro qoiéo le ha calnmniado... Dónde se ocuht ese hooi-
bre?.. Quién es?.. Cómo halhrle?.. (Damh un grito.) Ah!
Maro- Qoé tienes?
IsÁB. {Con faror. ) Estamos perdidos!.. Lo adivino todo!.. Sé
Sien es.
íén?
IsAB. M, él es... El liombre mas temible de Lídioa!
Makq. Pero quién?
isAB. Villar!
Mabq. (Aterrada,) Villar!.. Fué Pedro Villar enemigo de tu padre?
IsAB. Mi padre descubrió su villana condición, y le arrojó M
puesto que ocupaba.
Mabq. Y esletibro es su venganza!.. Conozco Man i Villar!
IsAB. Le conoce usted!
Mabq. Desde hace muchos anos: no había sido aun funcionario pú-
blico. Pero extraño que un hombre tan audaz se haya valido
del anónimo.
IsAB. Lo ha hecho asi para beriraos con mas seguridad!.. Para no
verse obK^do a retractarse!.. Ah; to^ lo comprendo!.. Esta-
mos perdidos!.. (Co^ Mentada etk una Ma ala izquierda del
espectador.)
Mabq. Serénate, bija raía!.. No hay que perder la razan eo estos
críticos momentos. Reflexionemos un poco: Villar cita las pa-
labras textuales del ^neral enemigo, copiando en una nota la
carta, que este dirigió á tu padre, ofreciéndole una suma de
dinero. Tienen algún valor esas pruebas?
IsAB. Ninguno!.. Todo es falso!.. {Levúuode.) Pero, no... Aguarde
usted... Yo hago memoria... Si! Una proposición de esa espe-
cie delMÓ ser hecha á mi padre, toda vez que mi padre res-
pondió...
Mabq. Por escrito!
IsAB. Sí, señora; respondió por escrito lo siguiente: «Quien preten-
de comprar á un hombre honrado, es un misorable capaz de
venderse.»
Mabq. Soberbio!.. Tienes esa carta?...
IsAB. No... pero sé donde se halla!
Mabq. Dónde?
IsAB. En el archivo del Ministerio de la Guerra.
Mabq. En el archivo?
IsAB. Sí, sí... Ya lo recuerdo todo!.. Mi padre me refirió esa liislo*
ria... Allí está su carta con la del general enemigo. Juntas las
depositó allí mi padre, sin duda por inspiración divinal
Mabq. Nos liemos salvado!.. Vena mis brazos, hija de mi alma!.. La
publioacion de esa honrosa negativa confundirá á Villar, enal-
teciendo la memoria de tu padre. Ven, ven, corramos! (Fe á
Enrique.) Mi hijo!.. {Aparte á Isabel.) Ni una palabra!..
fsAB. Entiendo.
%
ESCENA VIL
Dichos. '^EíoisQOE, que entra por la puerta dd fondo.
Enr. (Dando un paso atrás.) (tti madre aquí! . . . Sabrá» algo?)
IsAB. (Con fingida ale ffria.)CémoiSín pronto, querido Enrique?...
Tu visita es casual?
Enr. (Sonnendos^.) Casual?. . . Ingrata!... Llamas casualidad á mi
amor? (Se acerca á Isabel.) Pero qué tienes?... Estás pálida!
IsAB. Yo!...
Enr. (Mirando á la marquesa y que no ha podido disimular un mo-
vimiento de st^resaUo.) Y usted también, madre mia!
Marq. Yo!...
Enr. (A su madre.) Me parece que ba llorado usted.
Maro. Llorar?...
Enr. (Mirando á Isabel.) Sí: las dos.
IsAB. Claro está! Hemos llorado... de alearía!
Enr. Yá!. . . (Pausa.) Perdona mi curiosidad: qué libro es ese?
IsAB . (Haciendo un movimiento de asombro.) Este libro. . .
Enr. Isabel... lo sabes todo!
IsAB. Sí, pero no te alarmes! Esa cakinmia vá á ^edar desirui(k
por un testigo irrecusable de la lealtad de mi padre.
Enr. Sí, ya sé... Las (tos cartas, de que me has hablado algunas
veces, depositadas por tu padre en el archivo del Ministerio.
IsAB. Sí.
ÉÑR. Pues han desaparecido!
¡^«- I Gran Dios!
Enr. Así que mi- tío don Agustín de Siha me enseñdese libelo,
fuíme volando al archivo... Las cartas habían sido sus-
traídas!
IsAB. Por quién?
Enr. Por Villar.
Marq. Quién te lo ha dicho?
Enr. Nadie... Pero estoy seguro de ello! Villar preparó su venganza
al perder su destínode archivero. Y qué ven^nza!... Publi-
car una oferta que es una acusación, suprimiendo la repulsa
de tu padre, que es una justificación completa! Oh; no nos ha- ,
gamos ilusiones! Nuestra situación es horrible! Porque al cabo,
)a carta del sitíador del castillo es auténtica? Sí! Compromete
á tu padre? Sí! Podemos destruir su efecto? No!.... A no ser
Dor medio de la contestación, que tiene Villar en su poder.
Marq. Pero... y nuestras protestas? Y nuestra indignación?
Enr. Nuestra indignación no es una prueba: nuestras protestas da-
rán mayor importancia al libelo. Villar redoblará sus ataques.
(Saca un periódico.) Sin ir mas leíos, aquí tienen ustedes un
diario, que repite boy esa abominable calumma.
Marq. Tan pronto!
EiiR. Dando á Villar un solemne mentís, lograremos parar el primer
golpe; pero, como carecemos de pruebas, al poco tiempo em-
pezarán á dudar los escépticos^ al cabo de algunos días dirá
la gente por lo bajo: «cuando el rio suena...» y dentro de
tres meses tendrá la mentira toda la autoridad de cosa juz-
gada.
IsAB. Y la verdad?... Y la verdad?
Enr. Nuestra sociedad se contenta con la verosimilitud.
Marq. y las personas honradas?
Enr. Las personas honradas son tímidas y hablan en voz baja... Los
calumniadores son audaces y gritan sin cesar! (Vá a su tz-
guierda y se apoya en la repisa de la chimenea.)
sto es espantoso.... Un desalmado ha de poder turbar nues-
tra felicidad, encerrarnos en un círculo de hierro, condenar-
nos á la desesperación, y nosotros no hemos de hallar un me-
dio de defensa?
Enr. (Volviendo.) Hay uno, madre mia... Nada masque uno!
IsAB. Cuál?
Marq. Ah, tiemblo!...
Enr. Isabel, respóndeme: si tu padre viviera, qué haría?
IsAB. (Con acento de ira.) Qué haría mi padre?
Marq. (Yendo á taparle la boca.) No contestes!
Enr. ¡Deteniendo el brazo de su madre.) Ya ha contestado!
Marq. Hijo mió, por piedad!
Enr. Ya he dicho á usted que no hay otro arbitrio.
Enr. So'o la fuerza puede arrancar á Villar la confesiotí de sus iní-
guidades.
IsAB. Vas á tirar de la espada por causa mia?
Enr, (Estrechándole ¡as manos.) Por quién he de hacerlo, si no lo
hago por tí?
Marq. Ay, desventurado, tú no conoces á ese hombre!... Pelea á
golpe seguro!... Ya tiene dos muertes sobre su conciencia!
IsAB. Dos muertes!... Enrique, Enrique, en nombre del cielo!...
Enr. No lograreis intimidarme. Ya es necesario que un liombre de
corazón castigue á esos calumniadores de oficio!... Sí, es indis-
pensable hacer un ejemplar!
ESCENA VHL
Díc^s.— Vicenta por la puerta dd fondo.
Vic. Señorita, don Pedro Villar desea saber sí puede ya tomar po-
sesión de estas habitaciones.
Isab. (Aterrada.) Villar!
Enr. (Lanzándose á la puerta.) El cielo me lo envia!
Marq. Detente!
Isab. Enrique, por piedad ! . . .
— » —
Enn. NO; yo no puedo tolerar que se ultraje impunemenfe la me-
moria de tu p«idre!
ISAB. Un favor te pido, Enrique!
Enr. Cuá]!
IsAB. Concédeme nada mas que media hora para arrancarle á ese
hombre su secreto, é inducirle á que se retracte. Olvidas que
el libro es anónimo, y que si se obsrina Villar en negar que es
suyo, serán inútiles nuestros esfuerzos?
Enr. y qué vas á deciile?
IsAB. No lo sé... Mi amor filial me inspirará! Vete, Enrique mió: te
lo pido por Dios.
Enr. No!
IsAB. (A la marquesa.) Aléjele usted de aguí!
Harq. Ven, hijo mío! Te prometo que si la inspiración de Isal)el y
otro recurso, que yo he de tentar, no dan fruto, confiaremos
á tu espada nuestra defensa.
EiiR. No!...
IsAB. Media hora, Enrique!... No te pido mas que media hora!
Ekr. He resigno... Pero ni un minuto mas!
IsAB. Bien, bien... Retírense ustedes! Por aquí... Aguárdame en la
habitación de mi madre. {Enrique, empujado por Isabel y ar-
rastrado por la marquesa, se dirige hacia la izquierda. Van-
se por la puerta de este lado madre é hijo.)
ESCENA IX.
Isabel. — Vicenta.
Vio. Digo á ese caballero que pueds pasar?
IsAB. (Muy agitada.) Todavía no. (Baja al proscenio.) Qué le diré?
Cómo le haré confesar?... Dios mió, ved que soy una pobre
criatura que no conoce el fínjimiento, y mi enemigo es un
hombre astuto v disimulado.!.. Ved, Señor, también que me
propongo defenaer la honra de mi ¡jadre!... Tened piedad de
mí! Dadme fuerzas para ahogar mis lágrimas y mi indigna-
ción! Dadme ingenio para obligar á ese hombre inicuo á que se
despoje de su máscara , reduciendo su ira á la impotencia
cuando le haya arrancado la confesión de su crimen! (A Vi--
cenia.) Que pase. {Vase Vicenta.) Ea, valor!
ESCENA X.
Isabel. —Vil LAR, por la puerta del fondo,
ViLL. Señorita, perdone usted mi estremada exactitud: deseaba tener
la honra ae conocer á usted, y ofrecerle mis respetos!
IsAB. (Temblorosa.) Caballero. . . (No puedo dirigirle la palabra!)
ViLL. Está usted indispuesta, señorita? Ob, si mi presencia es im-
frtuna!...
recipitadamente.) No se vaya usted, caballero; no, no!...
dolencia no merece cuidado... {Con amabilidad.) Ya
pasó. En todo caso yo me retiraría , porque usted está en su
ca«a.
ViLL. Favor de usted!... (Qué rostro tan bello!)
IsAB . (No sé por dónde empezar !)
ViLL. Ahora bien: quiere usted conyencerme de que estoy reabnen-
te en mi casa?
IsAB. Convencerle á usted?. . . De qué modo?
YiLL (C(m una silla en la mano.) Dispensándome la honra de tomar
asiento, aunque no sea mas que por breves instantes.
IsAB. Gracias, caballero... (Se sienta.) (Qué suplicio!)
ViLi.. (Yendo á tomar otra «t7/a.)(No he visto mujer mas bonita!)
(Se sienta.) Aprecio el favor de usted; y me atrevo á pregun-
tarle si á título de inquilino podré algunas veces visitarla con
el objeto de ponerme a sus órdenes.
IsAB. (Observándole.) Yo me tendré por muy dichosa, recibiendo
en mi casa al hombre de mas talento que hay en Lisboa.
ViLt. (Indinándose con fatuidad.) Señorita!...
IsAB. (Es vanidoso!) l
ViLL. (Me adula!... Querrá pedirme algún favor?) Conque tengo la
honra de que usted roe conozca?
IsAB. Quién no le conoce á usted, caballero?
ViLL. Quisiera ser menos conocido, con tal de verme mas apre-
ciado.
IsAB. Eso pasa á todos los hombres que tienen mucho...
ViLL. Mérito, gueria usted decir!
IsAB. Me refería á otra cualidad.
ViLt. Ah!.. (Me he equivocado.)
IsAB. Enemigos tienen todos nuestros historiadores contemporá-
neos... Por ejemplo: don Sebastian de Castra...
ViLL. Don Sebastian de Castro!.. Quite usted allá! Un nombre tan
clasicote en una boca tan fresca y tan juvenil!
IsAB. En cambio pronuncio el nombre de usted con mucha mas
frecuencia.
ViLL. De veras?.. Oh, no hay «osa que halague tanto la vanidad de
un autor, como verse elogiado por una mujer joven, viva y
hermosa.
IsAB. (Jugueteando con el libro.) Caballero!..
ViLL. (Reparando en el libro.) Olí, veo que en efecto es usted afi-
cionada á lecturas serias! Ese libro...
IsAB. EsteLft.
ViLL. Se titula, si no me engaño: ((Memorias históricas de la guerra
de ia Indenendencia.»
IsAD. Las ha leiao usted?
ViLL. Las he... hojeado. Qué le han parecido á usted?
IsAB. A roí!.. Había yo de ponerme ájuzear en presencia de usted
una obra tan importante!.. Que opina usted de ella?
t'
ViLL. Diga usted primero su opinioD: yo se lo ruego. Tengo algunos
motÍTOs para reservar la mía.
IsAB. Aby no señor.
YiLL. Se lo suplico á usted.
IS4B. Si ustea.se empeña...
ViLL. Sí señora.
IsAB. En ese caso le confesaré que este libro me ba conmovido pro*
fundamente... Es decir: me ha encantado!
ViLL. De veras?
IsAB. Usted dirá <jue tengo mal gusto...
YiLL. (Interrumpiéndola.) No por cierto.... Al contrarío!... Pero...
najo qué punto de vista le agrada á usted mas ese libro?
ISAB. Bajo todos aspectos. La delicadeza del estilo!... El interés de la
narración!... La sátira tan incisiva!... Por lo demás no bay de
qué admirarse conociendo el autor.
ViLL. Le conoce usted, señorita?
IsAB. Síf señor, pero quisiera conocerle todavía mas.
ViLL. (€on satisfacción.) Bueno!... Con que sabrá usted su nombre?
IsAB. Ya lo creo!
ViLL. Cósanlas singular!... Pensaba yo... había oido decir que ese
libro era anónimo.
IsAB. Muy cierto; pero no tiene el sello de su autor en cada página?
YiLL. ' Y de quién es, señorita?
IsAB. De quién ba de ser, sino del mas célebre escritor de Porlu^
gal?... Del ilustre...
ViLL. Delilurtre?...
IsAB. Sí, del famoso historiador don Sebastian de Castro.
YiLL. {Con enojo.) De Castro? Se figura usted que Castro ba escrito
«ea obra?
IsAB. Si señor: así me lo han asegurado. Y quién sí no él sabe enla-
zar las relaciones trágicas con los episodios burlescos.^ Quién
sí no él?..
YiLL. Cuidado, si^ríta... No aventure usted su juicio... porque yo
teitgo motivos para asegurar que esa historia no es de don
Serastian de Castro.
ISAB. (Procurando conservar el tono ligero de la cofUroversia.)?ües
yo seguiré creyendo que es suya, hasta que vea pruebas en
contrarío.
YiLL. (Sonriéñdose.) Con que sí yo le doy á usted pruebas evi-
dentes?....
IsAB. Usted mismo?... (Conteniéndose.) Yamos, caballero... Eso es
im[K)sible.
YiLL. Y si le digo á usted el nombre del verdadero autor?
IsAB. El nombre?.. En ese caso... Perono! Repito que es imposible.
Pues qué, no están diciendo á voces este estilo,' esta gracia,
esta elocuencia?...
YiLL. Por favor, señorita!... Mi modestia no puede soportar tantos
elogios!...
IsAB. Su modestia?. . . Acaso el autor de este libro?. . .
Yitt. Soy yo.
— 32 —
ISAB. {Con explosión de ira.) Usted?... Ah, k> conQesa!... (Levan-
tándose.) Pues bien, señor roio; supuesto que usted ha escri-
to este libro, sepa que yo me llamo Isabel de Aureiro.
ViLL. (Aturdido.) Aureiro!...
IsAB. Esa (palidez me revela que usted me ha comprendido.
ViLL. (Colérico.) Me ha tendido usted un lazo!
IsAB. Le he arrancado á usted la máscara!
YiLL. Niña, usted se arrepentirá de su atrevimiento; porque, al ar-
rancarme la máscara, se le apareoe á usted el juez... El juez
ofendido y vengador!
IsAB. No m^ asusta su presencia!... Caballero, seque mi padre le
causó á usted una herida mortal; sé que tiene usted fama de
vengativo y cruel; sé que inspira usted miedo á los hombres
mas animosos. Yo no le temo. Confío en usted, solo porque
tiene facciones humanas; pues si desoyese usted mi súplica,
no seria un hombre, sino un monstruo!
ViLL. Y qué especie de súplica!... .
IsAB. Confíese usted que le han engañado, y ofrézcame retractarse.
ViLL. Retractarme?... Señorita, yo no me retracto jamás! Cuando
afírmo un hecho, es porque me consta su certeza.
IsAB. Pues el hecho es falso!
YiLL. Tiene usted pruebas que lo cíbntradigan?
IsAB. Las tiene usted para confírmarto?
YiLL. Las tengo.
IsAB. Donde están?
YiLL. Señorita, por favor, no insista usted... Harto penoso es mi
deher!..
IsAB. Llama usted deber al acto de infamar la memoria de un
hombre lionrado?
YiLL. De un hombre honrado!.. Yo respeto y defíendo á lodos ios
que son dignos de esa calificación; pero los que la usurpan^
los que se fínjen héroes, siendo traidores...
IsAB. Señor de Yillar! . .
YiLL. Perdone usted, señorita; pero usted me interroga, y debo
contestarle. Sí, á esos los persigo, los azoto sin piedad! Cada
cual tiene en el mundo su misión , y esta es la mia. Yer-
dad que me llaman libelista... pero qué importa? Tengo un
poder que vence y domina todos los obstáculos... Mi con-
ciencia.
IsAB. La conciencia de usted?.. (Dominándose.) Pues bien, á su
conciencia apelo, porque no nido una gracia, .sino la confesión
de la verdad, nada mas que ac la verdad!.. Usted se ha cons-
tituido juez de mi padre... Quién le acusa? Hay pruebas es-
critas? Ensémeñelas usted. Hay testigos? Que comparezcan.
Aduzcan ellos sus pruebas, y yo presentaré las mías, que no
son palabras sin sentido, ni correspondencias mutiladas... No
señor! Yendrán aquí centenares de testigos... Los veteranos
que han peleado á las órdenes de mi padre, los gcfes á quie-
nes ha obedecido, los amigos que lloran todavía su muerte!..
Si es necesario vendrá también mí madre... Mi pobre madre!..
— 53 —
Ahy caballero, no puedo mas!.. Míreme usted á 8U$ plantas!
(Se arrodüla.)
ViLL. Señorita!.. (La /wanía.)
IsAB. Ya no le hablo ni de derecho, ni de justicia, no!.. Quiero d e-
berlo todo á su bondad. Confieso que tuvo usted motivos de;
queja contra mi padre; mas por lograr una venganza estéril,
no sacrificará usted la vida de tres personas, que no le han
heclH) mal alguno. No lo dude usted, caballero; este libro es
una triple sentencia de muerte! Mi madre anciana y enferma
será la primera víctima!.. Tres años hace que el marqués de
Urrea y yo nos amamos. .. Si e.«ta mancha no se borra, jamás
se verificará nuestro, enlace! Verdad, caballero, que usted no
.' quiere hacer derramar tantasi lágrimas? Oh, no aparte usted
la vista!.. Atiéndame usted!..
ViLL. Señorita, siento en el alma haber causado á usted un, pesar
tan ffrande; pero, ya lo he dicho: me consta la certeza de lo
que he consignado en esas memorias; y en el cumplimiento de
mis deberes... sov inflexible!
isAB. {Muy indiaruida) Villano... maldito seas!... Te atreves
f^ á llamar deberes á tus infamias ! Te atreves á.dar el nom-
bre de misión á tu vil oficio ! Malditos seáis tú y todos los de
tu ralea!.. Vuestro castigo no ha de consistir úmcamente en el
desprecio con que- os miran los hombres honrados... Caerán
también sobre vuestras cabezas la execración y el anatema
de todas las mujeres! Madres, hijas y esposas ultrajadas por
vosotros en sus mas caras afecciones, os dicen hoy por mi
boca: «Invasores del hogar doméstico... enemigos de la gloria
I)ública y déla virtud privada... destructores de la paz y del
lonor de las familias... en nombre de las familias todas, mal-
ditos seáis!...»
ViLL. (Con voz sorda.) Vete de aquí... niña!.. Vete pronto!...
IsAB. Sí, te dejo á solas con tu conciencia, cuya voz te está anun-
ciando que pronto hará el cielo contigo lo que yo baso con tu
infame libelo! (Rompe el libro en dos pedazos, y se los tira á
Villar, el cual se dirige á ella con ademan amenazador.)
ViLL. Insensata!,.. (Conteniéndose.) Si no fuese una miserable
mujer!
ESCENA XI.
Dichos, — Enrique, que ha salido algunos momentos antes, se
acerca á villar, y le agarra por un brazo.
Enr. Figúrese usted, caballero, que he sido yo quien le ha tirado
ese libro á la cara!
ViLL. (Con feroz alegría.) Ah, qué placer! Un duelo!...
3
— M —
AmHffttI
{imbd,q^mhiArádirigiioálaiMqiiieirim mm vtráE^
fiqtie. te vudoe al oír Utspalabrm^mñUrians.)
Uam. {¡kmio tm grüo de tenor,) Eomnie!..
Eba. {CciiéndoíadeunamamyUecámámlap^lapuertadela
ÍMínaer4a.)^\encxA{M á¿a:pareter d€la€9^^
nUrada amematmdom á Vmmr, d eaalleetmUstaddmiimo
m»io. Ca€ d tdim.)
Wm DBL ACTO SEGUNDO.
\
ACTO TERCERO.
Es noebe: Iqees en el yelador y en la mesita.
ESCENA PRIMERA.
ViLLAB^ sefUadofurUoalvdadar*
Cómo me late el corazón!... Todavía resuenan en mis bidos
las palabras de aquella niña... A punto estuve de decirle:
«Tome usted esta carta!...» {Sacaun papel del boMüo.) Y qué
prueba esta carta?... La inocencia de su padre?... Qué sé yo!..
El que se propone ejecutar usa traición, lo primero que nace
es escribir: «Jamás seré traidor!)) Por otra parte, noiué ene-
migo mió el coronel Aureiro? No me quitó mi empleo, no pro-
curó mi deshonra? (í^ausa.) Cómo lloraba la infeliz!... Y luego
al maldecirme, parecía dotada de un poder sobrenatural...
Terrible cosa es verse de agüella manera execrado! {Ueván~
dose la mano al corajum.) Si al menos tuviera aquí tranquili-
dad y ventura... Pero qué vida arrastro tan miserable! Cuan-
do las personas, que me deben favores, me encuentran en
público, antes de darme la mano miran á su alrededor aver-
gonssadas. De noche sobre lodo, cuando me retiro á casa, y
enmedio de este silencio y de esta soledad se agolpan á mi
memoria todos los desaires que he sufrida durante el dia...
Ob, entonces se apodera de mi corazón un odio febril; y en
verdad que, si me vieran, me compadecerían mis mayores
enemigos! (Pauga.) No podría jo renunciar á este género de
vida? Pasan con rapidez los anos... Qué vejez tan triste me
espera! (Pausa.) Xcñá^ instante tropiezo con uno de esos es-
critores, hombres de bien á carta cabal, cuya pluma ha sido
siempre generosa y digna. Al verlos se apodera de mi alma
— 56 —
un sentimiento de vergüenza y envidia. No hay quien deje
de saludarles con respeto! La gente (¡ja en ellos los ojos con
simpática espresion!... Qué dicha» la de ser blanco de tales
miradas!... Si yo pudiese algún dia... Y por qué no?... (Se le-
vanta.) Yo tengo tanto talento como esos escritores... Quién
Suede impedir qu^ una mañana publique yo en todos los penó-
icos la confesión de mis felonías, y pida perdón á Dios y á los
hombres, inaugurando así mi vida nueva? Qué acción tan su-
blime! Qué efecto causaría en Lisboa!... {Con desaliento.) Sí,
durante un dial... Se hablaría del asunto en los teatros, en el
casino... v ¿ la mañana siguiente se dirían mis enemigos unos
á otros: No sabe usted lo que pasa? Villar se ha vuelto imbé-
cil!... {Riéndose con amargura.yFJ arrepentimiento de Vi-
llar I... Cosa mas divertida!... Con qué algazara todos los que
me aborrecen y por temor me adulan, acometerían luego al ti-
gre desdentado, dándole puntapiés como á un cobarde falderi-
llo! Qué horror!... Al fuego el sayal de la penitencia! Tengo yo
la culpa de que Dios ó el diablo me hayan condenado á ser un
látigo: Ea, maldecidme todos!... Vuestras maldiciones atesti-
guan mi poder! Si, á despecho de vuestros anatemas^ lograré ,^
encumbrarme! Necesito un puesto oficial, y lo ocuparé!...
Quiero mas: quiero verme atendido y considerado!... Quiero
que los hombres mas ilustres de Portugal vengan aquí, á mi
casa! . . . Y vendrán! {Coge una pluma y la mira extasiado.) Oh,
pluma!... pluma!... Con el auxilio de este frágil instrumento
adquiero riquezas, placeres y honores; impongo silencio á Ib
trompeta de la fama, desgarro los corazones; triunfo basta del
desprecio público!... Oh, no reconocen límites mi orgullo y mi v^
alegría!
ESCENA n.
Villar. — ^ün Criado.
ViLL. Quién es? Quién me busca á estas horas?
Criad. Han traido estas cartas para Usía.
ViLL. Dámelas. {El criado setas entrega v vase en seguida. Vülar
se sienta y abre una de las cartas.) Hola! Del general Perei-
ra, compañero de glorias y fatigas del coronel Aureiro... Qué
me querrá este buen señor? {Lee para si.) Fanfarronadas!...
Dice que me acusará ante el rey, si no me retracto. Ahí me
las den todas! (Tira la carta sobre lamesita y abre otro papel.)
Del comendador don Agustín de Silva, hermano de la mar-
quesa de Urrea... {Lee con la vista.) Vaya, este se contenta
con acudir á los tribunales, si no canto la palinodia! (Deja la
carta y toma otra.) Y esta?... Ah, delmarquesitoaeürreal
La esperaba. (Leyendo.) ((Caballero, al amanecer me presen-
taré en casa de usted con mis padrinos: aguárdeme usted con
los suyos.» {Pone la carta sobre la mesita y se levanta.) Cor-
s
— 57 ^
ríente. Señm" general, roe rio de las chocheces de Vuecencia..
Señor comendador, me burlo de los tribunales de Usía... Se-
ñor marqués, acepto el desafio. Este es mi terreno! He sido
insultado y tengo que lavar esta mancha con una estocada de
mano maestra. (Pausa.) A fé mía que siento habérmelas con
el marquesito! (Pensativo.) Mis antiguas relaciones con su fa-
milia... He visto nacer á ese niño... No quiero matarle! Nada,
nada, voy á ser generoso! La herida no será mortal.
Criad. (Presentándose en la puerta dd fondo-) Una señora desea
hablar con Usía.
ViLL. Ha dicho su nombre?
Gbiad. No señor.
YiLL. (Sobresaltado.) Conoces tú á doña Isabel de Aureiro?
Criad. No es ella.
YiLL. (Tranquilo.) Que pase. (Vase el criado,)
ESCENA m.
Villar. — La Marquesa (por el fondo.)
ViLL. (Sin poder reprimir un movimiento de sorpresa.) (¡La mar-
quesa!..}
Marq. Me conoce usted» caballero?
ViLL. No tengo... la honra...
Marq. Ah!... Con que no se acuerda usted de la marquesa de Urrea?
Vh.l. No hago memoria... Pero dígneseusted tomar asiento!
Marq. (Sentándose en la siUa que le presenta Villar.) Me maravilla
que sea usted tan olvidadizo!.. Tendré que despertar sus re-
cuerdos refiriéndole una historia.
YiLL. (Sentándose también.) Oiré á usted con sumo gusto.
Marq. Hace mas de veinte y cuatro años... La historia es breve,
aunque la fecha es larga. Ejercía por ese tiempo las funciones
de ayuda de cámara de mi marido un mozo muy despierto,
muy astuto y audaz. Creo que se llamaba Pedro... Sí, ese era
su nombre, Pedro. Vá usted recordando?
ViLL. No señora.
Marq. Prosigo: el marqués de Urrea fué nombrado embajador de
Portugal en Inglaterra, y al despedirse del ministro recibió de
manos de éste un pliego de instrucciones muy importantes y
reservadas, como que se trataba nada menos aue de una cues-
tión dinástica, j el gobierno quería resolverla en un sentido
contrario á los intereses que patrocinaba la Rusia. Volvió el
marqués á casa á las altas horas de la noche, llamó á su ayu-
da do cámara para aue le desnudase, v metió el pliego en una
cartera, que dejó Fob-e una mesita á la cabecera de su cama.
A la mañana siguiente, cartera y pliego habian desaparecido:
pocas horas mas tarde el embajador de Rusia destruía por
completo todos los planes del gobierno portugués. Era pues,
evidente que las instrucciones habian pasado de la alcoba de
mi marido á la embajada rusa. Recayeron )at so^padias de tan
infame acción sobre el ayuda de cámara; y practicadas con si-
gilo y perseverancia las averiguaciones oportunas, resultó
probado que Pedro había vendido el pliego al embajador de
Rusia por no sé cuantos centenares de ruólos. Recuerda us-
ted ya?
ViLL. Menos que antes, señora.
Marq. Cosa mas singular!... Pues voy á concluir: ciego de ira el
marqués, cogió por los cabellos á su traidor criaclo, le arras-
tró por el suelo, y le hubiera matado como á un perro, si el
miserable no hubiese echado á correr, viniendo á refugiarse á
la estancia donde oslaba yo con mi hií o Enrique en los brazos.
Todavía estoy viendo á aquel hombre!... (Villar oculta el txM-
tro avergonzado.) Pálido como la muerte, salpicado el rostro
de sangre, liado á mis pies y asido fuertemente á mis ropas,
tartamudeaba estas palabras: Por la vida de ese niño!... Por
la vida de ese niño!...
YiLL. Basta, marquesa!...
Marq. Llegó furioso mi marido, y cuando iba á descargar un golpe
mortal sobre el infiel criado, mi hijo y yo salvamos á éste la
vida, sirviéndole de escudo! Perdonaao á ruedos mios, salió
de casa, y al cabo de algunos años consiguió sin dificultad un
empleo en el archivo del Ministerio de la Guerra, porque el
marqués tuvo la generosidad de callar siempre el nombre del
delincuente. Supongo c|ue ya se acuerda usted de todo.
ViLL. (Con despecho.) No señora!
Marq. (Levantándose.) Esa obstinación me obliga á decir lo siguien-
te: el hombre que ejecutó aquella infamia, Pedro Villar^ eres tú.
ViLL. (De pié y con ira reconcentrada.) Así, generosa marquesa,
así!... Gócese usted en echarme en cara una acción, perdona-
da hace veinte y cuatro años!... Oh, válgale á usted la sole-
dad que nos roaea; pero líbrela Dios de acusarme en público
de un delito, del cual no existen pruebas!
Marq. Pruebas?.., Para qué las necesito?... Yo no dirijo mi voz á los
tribunales, sino á tu conciencia! Óyeme: has jesuelto matar
en desafío á un hombre, cuya vida debe ser para tí sagrada...
' Pedro Villar, acuérdate de que ese hombre es mi hijo!
YiLL. Está usted soñando, marquesa!.. Yo no tengo duelo pendiente
con su hijo... Tranquilícese usted....
Marq. Quieres engañarme!
ViLL. Repito que...
Marq. (Dirigiendo á su alrededor una mirada escudriñadora, y
apoderándose de la carta de Enrique, que encuentra abierta
sobre el velador.) Ah! y esta carta de Enrique?
ViLL. (Quitándole violentamente la carta.) Traiga usted!...
Marq. Me la arrebatas!... No necesito saber mas.
ViLL. (Con despecho.) Ni yo quiero ocultar lo que el infierno se em-
peña en defecubrir!... Sí, marquesa: su nijo de usted y yo te-
nemos concertado un duelo... Pongo' á Dios por testigo de que
no es mía la culpa! Yo marchaba por mi camino, y Enrique
1
. — ro —
me ba salido al paso... Me ha insultado, me ha escarnecido y
á la vez me ha desafiado!... Qué había yo de hacw?
Marq. Rehusar el combate.
YiLL. Ah, entiendo!... Usted viene, como doña Isabel de Aureiro, á
pedirme que me retracte de la acusación, que he fulminado
contra un coronel traidor á su patria!
Maro* Te equivocas^ Villar. Cierto es que me indigna verte profanar
con mano cobarde las cenizas de un héroe, en cuya presencia
temblabas!... Cierto es también que el dolor de doña Isabel
me ha partido el alma!... Pero desde el momento en que peli*
gra la existencia de mi hijo, todo lo demás me es indiferente!
Calumnia á las personas honradas, huella los nombres ilustres,
esparce la desolación en el seno de las familias, haz todo el
mal que quieras... pero respeta la vida de mi hijo!
ViLL. Y piensa usted lograr jpor medio de esas injurias lo que no al-
canzaría ni con súplicas humildes? Que respete la vida de
su hijo!... De qué manera? Rehusando el desafio? 8u hijo de
ustea me escupiría ai rostro! Combatiendo sin defender mi
vida? Su hijo de usted me la quitaría al primer golpe! En ver-
V dad, marquesa, que si usted me salvé la vida para disponer
de ella á su antojo, mejor hubiera sido dejar queme matasen
en la ocasión pasada.
Marq. Sí, Villar; mejor hubiera sido! Por última vez: insistes en lle-
var á cabo ese desafío?
YiLL. Es mi deber.
Marq. No te dice tu conciencia que mientes?
ViLL. No señora.
Marq. Pues yo te anuncio que esa vos del alma, hoy ahogada en tu
-^ pecho, te aturdirá mañana, cuando tengas á mi hijo frente á
rrente! Allí estaré yo también, visible solo para tí! Mis ojos
clavados en los tuyos te traerán á la memoria el momento en
que me pedias por la vida de mi hijo el perdón de tu vida!
Atormentado por este recuerdo, apartarás ía vista, fijándola
en tu adversario, cuyas facciones llenas de fuego te harán
f)ensar en las de su padre. Sí, creerás que se levanta contra tí
a airada sombra del viejo marqués de Urrea!... Sobrecogido
de espanto no acertarás a defenaerte; temblará en tu mano la
espada, y la de mi hijo irá recta y firme á tu corazón!... Ya
ves que la ventaja está de nuestra parte: tú fias en tu destre-
za, y nosotros en un poder mas fuerte... l¿n el de Dios!
ESCENA lY.
Dic^.— Uif Criado.
Criad. Señor, un caballero pregunta por Usía.
Vil L . No puedo recibir á nadie! . . . Necesito quedarme solo! . . . Acom-
paña á esta señora basta la puerta.
Criad. Dice ese caballero que Usía le recibirá en sabiendo su nombre.
— 40 —
ViLi. Cómo se llama?
Criad. El señor de Urrea.
Marq. (Como herida de un rayo.) Mi hijo!!... (Acercándose á ViUar
y cogiéndole las tnanos.) No lo recibas... Por Dios te lo me-
go!... Olvida mis locas amenazas!... Ten compasión de una
pobre madre! ^
Criad. (Señalando á aHk Bt^tiago que se presenta en la puerta del
fondo.) Aquí está.
Maiiq. (Corriendo hacia el fondo.) Enrique!...
ESCENA V.
Dichos. — Santiago .
Sawt. Soyyo, tia!
Marq. Ali!... Santiago!
Sant. (Aparte á la Marquesa.) Nada tema usted.
Marq. Y Enrique?
Sant. No se verificará su desafío.
Marq. Me lo prometes?
Sant. Lo juro.
Marq. En tí confío!
Sant. Aguárdeme usted en las habitaciones de doña Isabel. (Condu^-
ce de la mano á la Xíarquesa, que se retira por la puerta de
la izquierda. El criado vase por la del fondo .)
ESCENA VI.
Villar. — Santiago, (i)
Sant. Dispense usted, caballero. Tengo el honor de dirigirme al se-
ñor don Podro Villar?
ViLL. Servidor... Tome usted asiento.
Sant.. (Sentándose en la silla que le indica Villar.) Mil gracias.
ViLL. (Tomando asiento tambten.) Y qué se le ofrece á usted?
Sant. Poca cosa!... No vengo mas que á lerantarle á usted la tapa de
los. sesos. ^ ^^^
^sViLL. ^Retirando un poco su silla.) Eh!...
Sant. Lo dicho.
ViLL. (Mirando fijamente á su interlocutor y soUando'lueao una
carcajada.) Já'^... já!... De veras?... Já!.^já!...já!... Chance-
ro es usled como un dembnibr.^ Me alegro á fé'lniá!... Tam-
bién yo soy un poco burlón...
Sant. No hay burla que valga!... Ya se convencerá usted de ello,
con solo prestarme Cinco minutos de atención.
(1) On ne sanrait trop recommaDder anx artistes qiii joaeront le ról€ de don Gai*
lien («Saatiago.») de joaer toóte eette scene en comedie et non en drane. (Nota dbl
OBWniAL PJUMCBS*')
— 41 —
YiLL. Cinco minutos?... Y media hora también! Por la muestra se
conoce el paño, y la aue usted me ha dado es deliciosa... Con
que vaya usted ecnando varas!... Precisamente estaba yo de
mal humor, y necesitaba algún esparcimiento... Já!já!... Yaya
un'modo de empezar su arenga un hombre á quien no conoz-
co, ni he visto en mi vida!
Saht. Tampoco yo le conocia á usted.
ViLL, Tampoco? Soberbio! Prosiga usted, caballero.
Sant. Prosigo. Aquí donde usted me vé, he sido poseedor de cua-
renta mil escudos, que me he comido en un santiamén.
ViLL. Nos parecemos estraordinariamente... Yo he despabilado ya
sesenta mil.
Sant. Pues señor, decía yo para mi sayo, cuando no me queden mas
aue cien escudos los emplearé en un billete de pasage, á bor-
do de un vapor, que me transporte á América, donoe volveré
á probar fortuna. Guando yo tengo un propósito entre ceja y
ceja, lo ejecuto sin remedio. No sé si he dicho á usted que
desciendo de aragoneses... Téngalo usted por sabido. Para
abreviar: ayer se tragó el juego mí última moneda, volví á
casa, tomé los cien escudos que había puesto aparte, hará cosa
de un año, liie fui al puerto, y compré este billete, {Enseña
un papel.) que me servirá boy á las seis de la mañana, para
lanzarme al Occéano, eñ un vaporcito aue se llama \El terror
del universol Desde esa ventana podrá usted verlo, así que
amanezca.
ViLL. Bien; muy bren!... Pero fué mejor aquel exabrupto!...
Sant. Aguarde usted hasta el ñn: seguro estoy de aue le ha de pa-
recer digno del principio. Esta noche he dado á mis ami-
gos una cena de despedida, porque un calavera no ha de to-
mar las de Villadiego, como algún funcionario público, que
anochece y no amanece... Pues, señor, la conversación giraba
sobre varios asuntos, y por último se habló de los calumnia-
dores, d^ los infames libelistas... En una palabra: se habló de
usted.
ViLL. Esto marcha! Ya veo que la cena ha. sido fuerte.
Sant. No ha sido floja, pero vamos al caso. En aquel momento entró
en el comedor un primo mío, hombre de corazón como pocos,
el marquesito de Úrrea: nos refirió la última fechoría de usted,
el insulto que á usted ha dirigido, y el contenido de la esque-
la, que acababa de enviarle.
ViLL. Sí, aquí la tengo. (Saca un papel de un bolsillo, y lo tira so-
bre el velador.)
Sant. D^ improviso una idea iluminó como un relámpago mi meiUe.
((Voto al chápiro, dije para mí, la ocasión es magnífica! Mi vida
))no ha sido muy ejemplar, mi conciencia no está tranquila...
))Antes de esponerme á los percaijpes de la mar, me conviene
»ejecutar una buena acción... Vo][ á matar áesetunalite!»
ViLL. Bravo! i Sorprendente! Y cómo piensa usted realizar su pro-
yecto?
Sant. Pché!... de la manera mas natural y sencilla.
x — o —
YiLt. PomnfUniis usted míe le baga una pregunta. Está usted ena-
morado de la hija del coronel Aureiro?
Sart. Qué disparatel No, se lo juro á usted. Esto es puramente un
caso de conciencia. He pensado que allá arriba me tomarán
esta acción en descurgo de mis culpas. Mire-usted^ para los
asesinos, existe el verdugo; para los pueblos corrompidos,^
la esclavitud y las epidemias; para los criminales que están"^
por cima de la ley, Dios inventa un icastiffo^ un azote espe-
cial... Pues bien; yo soy el que á usted le na tocado.
ViLL. Me permitirá usted al mano^ que tome algunas disposiciones?
(Se vuelve kácia el vehd^r,) ^^
'. (ConMbanidad.)Sí,whoT: n^ — ' ' '"
eampmUla.) Qué haee usted?
Sart. [Coni^banidad.)Sif señor: nada mas justo. {Villar toca la
ViLL. Llamará mis criados para que le planten á usted en la calle.
Sant. Ahf señor mió, eso es abu{»ar de mí confianza! (Se aproxima
d ViUary le enseña d cañón de una pistola, qne monta en
el acto. Preséntase un criado en la^ptéerta,de la derecha.)
Mande usted á ese criado^ que se vaya, y prihíbale volver, ó
le mato á usted como á un perro. ^
YiLL. (iáfom6r«(i6.) Ehl.. Será usted capaz?...
Sart. Si señor: de hacerlo como lo digo. Ya he dicho á usted que
desciendo de aragoifóses... Conque despida usted á ese hom-
bre, ó sino... t ^ ' '
# YiLL. í (Al criado cea «^< TmMDo^a.) Yet^fj . .
*^t SarIt Añada usteí v no vtiíHWs: ' ^ ^^ ^Jé.
YiLL {Al criado.) \r\o vuelvas. {Vase d oriokío.) (Esto se pone
malo.) I
Sart. Perfectamente!..". Ah, no hay que perder tiempo! Tiene us- i
ted, según me dijo, que temar algunas disposiciones? Aprisa! ^
ÍSaca el reló.) ^n las cinco y cuarto... A las cuíco y veinte
la de quedar usted seco de un pistoletazo, y yo he de saltar
por esa ventana, para llegar al vapor antes de las seis. Ck)nque
despáchese usted... (He dado con la hidra que buscaba!)
ViLL. (Con terror.) Pero... vá usted á asesinarme?. .
Sart. No señor!
YiLL. {Con alegría.) Ah!
Sart. Aqui no se trata de un asesinato, sino de la ejecución de un
reo. {Vülar hace un movimiento de espanto.) Holaf... Tienes
miedo!...
YiLL. Óigame usted: he estado en la guerra, he tenido veinte desa-
fíos, y nunca he temblado... Pero morir así, sin defensa, como
se aegüella á un animal... Lo confieso: sí! me dá miedo!
Sart. Tanto mejor!
YiLL. (Suplieante.) Un desafíol...
Sart. Un desafio?... Parece que les has cobrado afición!... {Mira el
reló.) Las cinco y veinte.
YiLL. {Con energía.) Pues bien, sea! Máteme usted! Tire usted á
un enemigo inerme! (Titubea!.. «) Asesine usted á un hombre
como Yillar, en vez de convertirle...
Sart. En qué diaUos quieres que te convierta?
~4S —
ViiL. Ed tlgum eosá grande y úlil!
Sant. Tú?..
YiLL. {Tocándose á la frente ) Esto vale mucho!
Sant. (Señalándole al pecho.) Pero eso no vale nadal
ViLL. Repito que mi poder es grande; y viviendo podría hacer eu un
año tanto bien, como mal be hecho en diez años; pero usted
no quiere que yo viva... Máteme usted, máteme usted!
Saht. Eres hábil!... Pero á mí no me seduces con palabras huecas.
ViLL. Nada de palabras, hechos!
Saht. Uno solo puede salvarte. (Apuntándole eon la pistoia y seña^
lándole la mesita de la derecha,) Siéntate allí y escribe lo que
vo te dicte: luego me darás el papel y yo te regalaré en cam*-
DÍo mi billete de pasagé para que en lu^ar mió te vayas á
América, donde puedes deaicarte á calumniar á los cocodrilos
y á difamar á las panteras. Manos á la obra! {Dirige constan^
temente ' d arma contra Villar^ el cual atravieea el pros-
eenio Va§o la impresión del miedo, y se sienta en el lugar tn«
dieado.) Escribe: «He calumniado al coronel Aoreiro...))
ViLL. Y esto na de llevar mi firma?
Saht. Claro está!
YiLL. {Con rabia.) No, jamás!... Prefiero morir den veces!
Sakt. {Yendo á sacar la pistola, que ha guardado momentos antes
en el bolsillo.) La primera corre de mi cuenta.
YiLL. {Con terror.) Un momento no mas!... Si hubiese otro medio de
justiGcar al coronel...
Sant. Cuál?
YiLL. {Haciendoun esfuerzo.) SI yo pudiera salvar su honra sin per-
^ derma...
Sant. Mejor seria que te perdieses al mismo tiempo... Pero en íin,
qué medio es ese?
YaL. {Siempre con dijfieultad.) Cierto papel, una carta...
Sant. Una carta?... (Ya pareció aquello!)
ViLL. La cual, si se publica, rehabilitará el buen nombre del coro*
nel Aureíro...
Sant. Dónde está esa carta?
YiLL. (Haciendo el mayor esfuerxo, y llevándose la mano al 6oM*
¿¿o.)E8táaauí!...
Enr. {Dentro.) No, madre mia, ni un minuto mas!
Sant. Quién viene?
YiLL. (Me he salvado!)
ESCENA YII.
Dichos. — Enrique. — La Marquesa. — Isabel. — Los tres parla «js-
quierda. Empieza á amanecer.
Enr. (Furioso.) Pronto, Yillar!... Abajo nos esperan.
IsAB. {Cogiendo á su amante de un brazo.) Enrique!
Marq. Hijo mío!
YiLL. {Con apUmo á ísabd.) Conténgale usted , señorita ! De ello
depende la honra del coronel Aureiro.
Ere. Te atreves á iuYOcar?. . . Gobar . . .
ViLL. Silencio!
Sant. {Sujetando á Enrique.) Déjale hablar!... (Qué farsa habrá
improvisado?)
YiLL. Aquí mismo, hace un instante, han pretendido arrancarme
una fírma, v para ello han empleado amenazas y violencias,
?[ue han sido inútiles, porque no hay poder humano que
uerce mi voluntad.
Sant. (Qué descaro!)
ViLL. Existe sin embargo un documento, una prueba... que yo no
poseia, señorita, cuando nos vimos.
Sant. (Mentira!)
ViLL. {Sacando una carta dd bolsiUo.) Una prueba, que yo haría
pedazos, si alguno de ustedes quisiera arrebatármela, porque
ya he dicho que no cedo jamás á la fuerza!... {Santiago se
rte.)Perolo que no logran las amenazas de un hombre, lo
consiguen las lágrimas de una mujer, y mas todavía las de una
mujer tan bondadosa y tan bella comodona ísabel de Aureiro!
(Ofreciéndole elpapd con galantería.) Tome usted, señorita.
Isab. (Apoderándose de la carta.) Ah, nos hemos salvado!... Esta
es la contestación de mi padre al general enemigo!
Sant. (Aparte á Villar.) Farsante!
ViLL. (laemáSantiaoo.) Calle usted, por Dios!
Isab. Enrique!... Madre mía!... Nuestra felicidad es completa! Y la
tuva también, Santiago; porque ya no partirás!...
Enr. Haoias resuelto marcharte'/
YiLL. Sí, en el vapor que dentro de media hora, se dá á la mar con
dirección á Rio Janeiro; pero ya no puedo irme, porque el se-
ñor Yiliar me ha suplicado que le ceda mi billete.
Isab. De veras?
Sant. (Aparte á ViUar.) Diga usted que sí. Este el precio de mi si-
lencio.,
YiLL. Sí señores... Tengo en el Brasil una empresa...
Sant. Una colosal empresa... biográfica!
YiLL. Justamente. Voy con permiso de ustedes á tomar mi equi-
page...
Sant. Vamos allá!
Marq. Tú también?
Sant. Yo no me separo de este caballero basta dejarle en el buque.
Le lie cobrado una afición! Además me ha ofrecido espontá-
neamente escribir una carta, delarándose autor de las «Me-
morias históricas» y reconociendo la inocencia del coronel Au-
reiro.
Enr. Tanta generosidad! . . .
YiLL. Tengo la obligación de decir siempre la verdad.
Sant. (A la Marquesa.) Es un santo!
YiLL. (Haciendo una profunda reverencia.) Señoras, beso á us-
tedes...
I
— 45 —
Sant. (Colocándose delante de Villar, y poniéndíde la pistola al pe^
cho:) Pronto, que es tarde! {Villar hace un movimiento de
despecho , y vase por la puerta de la derecha seguido de
Santiago.)
ESCENA VIH,
Enrique. — Isabel. — La Marquesa.— ^Lu^^ Santiago.
E NR . Cosa mas estraña! . . .
Marq. Me parece haber adivinado...
IsAB. (Interrumpiéndola.) Madre mia» Enrique, silencio!
Sant. {Por la puerta de la derecha.) Isabelita?
IsAB. Ah, Santiago!... Todo lo he comprendido!
Marq. Nuestra gratitud será eterna!
Sant. Basta, basta: no puedo detenerme ahora. Mi hidra está ha-
ciendo la maleta , y yo no he salido mas que para preguntar á
ustedes si se dan por satisfeclios con la deportación de Villar.
Enr. Mavor castigo merecia!
Sant. Sí?... Pues todavía estamois á tiempo. Voy á expedirle otro
pasaporte! (Saca la pistola y se vuelve hacia el fondo.)
IsAB. (Cogiendo de un brazo á Santiago,) Detente! Villar se retira
á un pais remoto: las cenizas de mi padre quedan honradas:
nosotros vamos á ser felices. Olvido y perdón!
FIN DE LA COMEDIA.
Los teatros de las provincias satisfarán los derechos de cada re-
presentación de esta comedia, con arreglo á la siguiente tarifa:
TEATROS. Bfl tb.
1.* clase i20
2.* Ídem ¿ . . • 80
3.* Ídem 60
4.* ídem 50
5.* ídem .40
6.* Ídem 30
7.* y 8.* Ídem 20
]
• *