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NORTH CAROLINA
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DIALECTIC AND PHILANTHROPIC
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JAN 3 s Í973
APR 1 9 1973
UNIVERSITYOFN.C.ATCHAPELHILL
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26
UN CATAURO DE CUBANISMOS
h
OBRAS DE FERNANDO ORTIZ
Base para un estudio sobke la llamada reparación civil. (Tesis doc-
toral), 112 páginas. Madrid, 1901.
Las simpatías de Italia pob los mambises cubanos. Documentos 'gara
la historia de la independencia de Cuba. Marsella, 1905.
La crimixalita dei negri in Ouba. Publicado en el Archivio di Psichia-
tria, Medicina Légale ed Antropología Criminóle. Vol. XXIV, fase.
IV. Turin, 1905.
Il suicidio tra i negri. Publicado en el Archivio di Psichiatria, etc.
Vol. XXVII. fase. III. Turin, 1906.
Supebtizione criminóse in Cuba. Publicado en el Archivio di Psi-
chiatria, etc. Vol. XXVIII, fase. V. Turin, 1906.
Hampa Afro-Cubana. Los Negros Brujos. (Apuntes para un estudio
de etnografía criminal). Con prólogo de C. Lombroso, 48 figuras,
432 páginas. Madrid 1906. Segunda edición: Madrid. Editorial
América, 1917.
La inmigración desde el punto de vista criminológico. (Publicado en
la Revista Derecho y Sociología) . Habana, 1906, No. 5.
Para la agonografia española. (Estudio de las fiestas menorquinas) .
41 páginas con 13 figuras. Habana, 1908.
Los mambises italianos. (Apuntes para la historia cubana). 64 pági-
nas. Habana, 1909. 2.a edición: Habana, 1917. 3a ed., con el título de
Italia y Cuba. Habana, 1917.
La reconquista de America. (Reflexiones sobre el panMspanismo).
352 páginas. Paris, Ollendorf, 1911.
Historia de Santiago de Cuba. (Compuesta y redactada en vista de los
manuscritos de José M. Callejas, inéditos y originales, de 1823 y
precedida de un prólogo). 136 páginas. Habana, 1912.
La identificación dactiloscópica. (Estudio de policiologia y derecho
público). Edición oficial. 282 páginas y 185 figuras. Habana, 1913.
Segunda edición: Daniel Jorro. Madrid, 1916.
Entre cubanos. (Rasgos de psicología criolla). 232 páginas. Ollendorff.
París. 1914.
Seamos hoy como ayer. (Discurso) . Habana, 1914.
La filosofía penal de los espiritistas. (Estudio jurídico.) Haba-
na, 1915.
Hampa Afro-Cubana. Los Negros Esclavos. 550 páginas y multitud de
fl.guras. Habana, 1916.
Bases para la Organización Internacional de la Solidaridad de los
Estados ante el delincuente. (Informe ante la 2.a Sesión del Ins-
tituto Americano de Derecho Internacional) . Habana, 1917.
El Servicio Militar Obligatorio en Cuba. Sus aspectos político y di-
plomático.— (Discurso parlamentario.) Habana, 1918.
Las actuales responsabilidades políticas y la nota americana. — (Car-
ta al Sr. Ministro de los E. U.). Habana, 1918.
Las fases de la evolución religiosa. (Conferencia). Habana, 1919.
La Crisis Cubana. Sus causas y sus remedios (folleto). Habana, 1919.
Cuba en la Paz de Versalles. (Discurso parlamentario). Habana, 1920.
Los Cabildos Afrocubanos. — Folleto. Habana, 1921.
Historia de la Arqueología Indocubana, Habana, 1923.
Un Catauro de Cubanismos. Apuntes lexicográficos. Habana. 1923.
En la Tribuna. Discursos Cubanos. Vols. I y II. Habana, 1923.
EN PRENSA
Glosario de afronegrismos.
EN REDACCIÓN
Los Afronegrismos de nuestro lenguaje.
Hampa Afrocubana. — Los Negros Horros.
Hampa Afrocubana. — Los Negros Curros.
Hampa Afrocubana. — Los Negros ñañigos.
•
COLECCIÓN CUBANA de Libros y Documentos Inéditos
o Raros, dirigida por FERNANDO ORTIZ. m, ~ ~ Vol. 4
FERNANDO ORTIZ
UN CATAURO
DE
CUBANISMOS
APUNTES LEXICOGRÁFICOS
Extracto de la "Revista Bimestre Cubana'
HABANA
CALLE L, ESQUINA A 27 a
DEDICO
CON ADMIRATIVA DEVOCIÓN
AL
DR. JUAN M. DIHIGO,
CATEDRÁTICO DE FILOLOGÍA EN LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA Y AUTOR MERITISIMO
DEL
"LÉXICO CUBANO"
AL LECTOR
Este libro, en la forma deshilvanada como aparece, es re-
producción directa de los "plomos" que hubimos de ir publi-
cando en la Revista Bimestre Cubana, durante los años 1921
y 1922.
Sin aderezo alguno, como simples apuntaciones de un ma-
motreto lexicográfico, tales como fueron dadas a la prensa
en esos años para las páginas de la Revista Bimestre Cu-
bana, asi se publican hoy de nuevo en esta edición, para los
lexicófilos que no desean esperar la tirada definitiva que de ta-
les apuntaciones habrá de hacerse, después de ordenarlas al-fa-
héticamente, corregirlas y adicionarías con sendas observaciones
Nació la idea de recopilar en un cataurito cubanismos y
apuntaciones lingüísticas, al leer un valioso vocabulario cubano.
y analizarlo para las notas bibliográficas de aquella revista; y
en él pusimos algunos frutos de la tierra, que habíamos reco-
gido cruzando la selva del lenguaje criollo en busca paciente
de raíces y flores traídas y arrojadas al azar por los esclavos
africanos, mientras tumbaban monte en nuestra isla para siem-
bra de cañas y cafetos; y otros de muy diverso aporte con que
tropezamos en nuestras correrías por campos y playas de Cuba.
Bien distintas labores, si no más deleitosas, sí de más per-
sonal y original empeño, nos impidieron ahondar los surcos y
sacar al sol otros cangres de vocablos, mondarlos de impurezas,
y aderezarlos con el "mojito" e^ue habría podido hacerlos más
gustosos. i
Pensamos, si el porvenir no nos es ingrato, preparar pron-
to una edición de este mamotreto con las papeletas ordenadas
alfabéticamente, con algún mejor aliño, y enmiendas y adiciones.
El Catauro de Cubanismos será el tomo menos valioso de
la Colección Cubana; pero va a ella como un rimero de "cu-
bicherías" en el que acaso pueda alguien hallar materiales para
más serias composiciones, como en los "rastros" de ropaveje-
ros a veces obtenemos el trastajo que, retocado o pulido, puede
responder a toda curiosidad y ambición.
Y esperamos terminar este año el Glosario de Afronegris-
mos, que tenemos en el torno, y del cual las papeletas que hoy
vmi en este Catauro son como virutas que la gubia ha ido sal-
tando para descubrir el corazón del ébano que es objeto de
nuestra afanosa labor.
Fernando Ortiz.
Habana, calle L, esq. a 27.
26 Julio 1923.
EL NUEVO DICCIONARIO DE CUBANISMOS
Constantino Suakez. — Vocabulario Cubano. — Habana 1920. (D
El Sr. Constantino Suárez, a cuyo seudónimo, "El Españolito".
deseamos las mismas glorias alcanzadas en el campo de la pintura,
ha publicado un tomo de 57S páginrs titulado Vocabulario Cubano; si
bien en la cubierta se le titula Diccionario de Voces Cubanas, y no
se indica nombre de autor, de tal modo que pudiera confundirse con
una nueva edición de la conocida y casi secular obra de Esteban
Pichardo.
La obra está orientada con acierto y desarrollada con buen deseo.
No dudamos en calificarla de recomendable. El autor, conocedor
y estudioso de la bibliografía filológica cubana, ba hecho obra origi-
nal, dando acertadamente al libro el carácter de apéndice cubano al
"Diccionario de la Lengua", o sea al de la Academia Española.
Al propio tiempo ha evitado caer en el siboneyismo, que a va-
rios ha llevado en Cuba al prurito de catalogar como voces autóctonas
todas las palabras de origen dudoso y, aun, a muchas de reconocida
derivación castellana, catalana, gallega, andaluza, vascuence, afri-
cana o gitana. Suárez trata solamente de registrar los que antes lla-
máronse por Pichardo ■provincialismos cubanos o, como hoy diríamos,
cubanismos, y voces usadas en el habla común de Cuba, aun en las
capas vulgares; cayendo algunas veces en el campo de los giros y vo-
ces jergales del hampa, de carácter sumamente transitorio, que son
al idioma, más que hojas de su esplendoroso follaje, parásitos de su
savia, como los curujeyes lo son de las palmas reales.
Al Españolito se le ha criticado por haber incluido las palabras
indecentes, y basarse con frecuencia en el léxico del vulgo. Igual
cargo se le hizo, hace años, al Diccionario de Argentinismos de To-
bías Garzón, y a poco, filólogo tan autorizado como Miguel de Toro
y Gisbert escribía que ese era precisamente uno de los mejores elo-
gios que se podían hacer de aquel diccionario. Algo parecido puede
decirse del nuevo diccionario de cubanismos.
Referente a la inclusión de ciertas voces indecentes en el voca-
bulario, Suárez sólo puede ser criticado en cuanto ha catalogado
alguna que otra de uso corriente en todo el mundo hispanoparlante,
pero no por la circunstancia de tal indecencia ha manchado el libro.
(1) Artículo bibliográfico publicado en el número, correspondiente a Enero-Febrero
de 1921, de la Revista Bimestre Cubana, de la Habana.
10 FERNANDO OETIZ
El filólogo venezolano Rivodó, decía en ocasión parecida y con todo
acierto, que si el Diccionario ele la Academia había suprimido la
palabra sinvergüenza por lo desdoroso de la idea que envolvía, "en
este caso debieran eliminarse de él otras muebas tal vez peores. Y
si la supresión del vocablo fuera indicio de supresión de la espe-
cie, a fe que pudiera la Academia y todos los gramáticos darse por
muy contentos: mas parece que no ha sucedido así, y esto lo com-
prueba la existencia de algunos magníficos ejemplares que todavía
pululan por esos mundos bien rollizos y satisfechos". Aparte de
que un diccionario de voces locales no es un diccionario o galateo,
que tenga que ponerse en manos de niños ingenuos. Que se supri-
man en ciertos diccionarios manuales, bien está; que tampoco son
completas las láminas de anatomía de las escuelas primarias; pero
nó que las olvide el fisiólogo del idioma. Bueno sea que no se re-
gistren las voces que las jergas sexuales alzan sin cesar, a caza de
eufemismos las más de las veces, pues por lo baladíes, volanderas
y transitorias no tenemos por qué inmortalizarlas; pero no hay razón
para omitir adrede vocablos castizos y consagrados, si así puede
decirse en este caso, máxime en nuestras tierras latinas, donde la
coprolalia es a manera de puerco estiércol que abona el lenguaje y
tanto hace crecer en él la mala yerba, y aun árboles añosos de hon-
dísima raigambre. ¿Acaso los botánicos deben abstenerse de clasi-
ficar las plantas parasitarias y las ponzoñosas? Toro y Gisbert pide
que tales voces se incluyan en los vocabularios de americanismos, y
Suárez obedece el justo mandato de tal autoridad.
Si el objeto del Españolito ha sido catalogar todas las especies
de la fronda lexicográfica cubana, ha hecho bien, aunque se ha que-
dado corto. Si solamente ha pretendido registrar las voces que, por
tener permanencia en nuestra habla común, merecen ser tenidas por
ciudadanas, entonces debió expurgar su vocabulario dejando el len-
guaje hampesco aparte.
Naturalmente, que, en uno u otro caso, el problema es simple-
mente de índole filológica y no política, en el sentido adecentado de
esta palabreja. Porque no se ofende a un pueblo observando con
positivista criterio, y llevando la verdad por norma única, así sus
méritos como sus atrasos; que a menudo es más beneficioso al pro-
greso nacional un juicio acertado aunque acerbo, que un homenaje
empalagoso, si es falso. Lo primero estimula hacia el avance; lo
segundo es hipócrita rdulación que adormece el vigor progresista.
A buen seguro que siempre han sido inútiles, cuando no vergonzosas,
las pedradas a los espejos; y con frecuencia es señal de comprensión
de un vicio, inicio de arrepentimiento y augurio de corrección y me-
jora, el arrebol que se nos sale a la cara, cuando, sin ánimo de afren-
ta, señala nuestras desnudeces.
Cuba tiene el lenguaje sucio de su mala vida, como todos los
pueblos. Ignorarlo no es obra de civismo, sino sencillamente, una
EL NUEVO DICCIONARIO 11
ignorancia, y ésa sí que es una claudicación pueril de elementales de-
beres públicos, propia para mover la piadosa sonrisa de aquéllos, todo
el mundo culto, que solo en la verdad ven la única base de la civi-
lización humana y del progreso de los pueblos. No seamos como los
avestruces que esconden la cabeza, creyéndose así en salvo, mien-
tras dejan en descubierto el resto de su cuerpo, y arrojan piedras
con sus patas y hacia atrás.
Es también ignorancia suponer que cuando un pueblo no pro-
nuncia sus vocablos conio ordena el Diccionario de la Academia, me-
rece la burla y el escarnio de los cultos. Ningún pueblo, ni el de Cas-
tilla, comete tal tontería; an'es, al contrario, todos dan rienda suelta a
los impulsos populares porque son incoercibles y manifestación del
genio propio de cada nación. El lenguaje tiene vida, y es empeño
inútil querer pasmarlo. ¿Pero acaso un diccionario pasa de ser el
inventario de un idioma, en un momento dado? ¿Acaso son pocas
las voce3 que esperan entrada en él? ¿Cuántas fueron las que, por
muertas, ya salieron de su alcázar para el panteón de la filología
histórica?
En el Pequeño Larousse Ilustrado del notable lingüista Toro y
Gisbert, puede espigar todavía, el Españolito buenos y numerosos cu-
banismos, que completen su vocabulario. Ese libro es, hasta ahora,
el más completo catálogo de americanismos.
Es, sin duda, el libro de Suárez la modernización del hoy anti-
cuado diccionario de Pichardo, a pesar de sus cuatro ediciones, y
aporta considerable documentación a los estudios de lexicología cubana.
Según la propia clasificación del autor, su obra contiene 6,828
voces o acepciones, o sean 6,005 cubanismos, 513 americanismos y 310
comunes, de las cuales solamente unas 3,000 figuran en el dicciona-
rio de Pichardo.
El autor ha olvidado, sin embargo, fuentes de información, como
son, vayan por ejemplo, A. Mon^ori en sus interesantes Modificaciones
Populares ÚM Idioma Castellano en Criba: Israel Castellanos, en su
vocabulario del hampa o La Briba Hampona (publicado el año 1914
en la Revista Bimestre Cubana); Coll y Tosté en Prehistoria de
Puerto Rico, y otras de menos fuste.
Indudablemente, el autor está enamorado de esa clase de traba-
jos, y por ello solicita del lector observaciones y notas para la futu-
ra edición, que auguramos sea próxima; modestia y sinceridad que
son de estimar, y que abonan el sano propósito cultural del Espé-
ñolito.
Como homenaje a sus méritos y aspiración, más que con de-
seo de corrección, que está muy lejos de nuestro ánimo, séanos per-
mitido apuntar las siguientes observaciones. Después de todo, tam-
bién a Pichardo le hicieron sus reparos (Nicolás de Cárdenas, 1850)
o reparaciones como entonces se decía, y los errores del viejo dic-
cionario no son ya para recordados. ¿Acaso no los tiene el de la
12 FERNANDO OKTIZ
Academia de la Lengua, llamado por alguna autoridad, "esperpento
filológico"?
Tenemos diminutivos y aumentativos curiosísimos, en el terreno
cariñoso especialmente, como mamasita, papasito, papaón, malusca,
muchachoncita, gordinflonseta, andandito, ningunita, poquitiquiti-
co, etc., algunos de los urales merecen papeleta especial, y otros son
andalucismos.
En cambio, hemos convertido en Margara alguna que otra Mar-
garita, cansados acaso de llamarla con desinencia que al vulgo pa-
reció diminutiva.
Como modismos o expresiones cubanas pueden registrarse, ade-
más de los que da el Españolito, otros varios como por ejemplo:
ahorita; enseguidita; ahí, al doblar; solo en alma; de cajón; dar el
corazón; del enemigo malo; dar vareta; dar capote; calentarse gusa-
nera; el pinto de la paloma; malhaya sea; acá (por éste) dijo tal
cosa: letra de piojillo; ningún de eso; camina que te qamina, espera
que te espera, habla que te habla, etc.; lucir la sarasa; no haber
gota de aire; de arranca pescuezo; meter la Habana en Guanabacoa;
cuestete lo que te cueste; con bastón y to cuento; pájaro gordo;
cara de tranca; dar sánsara; fumar en pipa; no dar ni una sed de
agua; ser la rabia o de rabia para una cosa; estar en la tea brava;
acabarse el carbón; a palo seco; encontrar el huevo del aura; niño
gótico; poner rabo; estar guindao el bicho; dar linga; decirle botija
verde; abogado de manigua, etc.
Tocante a etimologías, algunas podrían rectificarse; pero ésta
no es ocasión ni hay ya humor para tanto. Al volar de la pluma,
recordemos que la etimología siboney que da Suárez, siguiendo a
Alfredo Zayas. de la voz guaje, es errónea, (dicho sea con perdón
del zayismo lexicográfico), pues se deriva del inglés wharf, como ti-
fiar, robar, de thief, faite por pelea, de fight.
Pero ello es perdonable, porque el terreno de las etimologías
suele ser tan inseguro y movedizo, como el de las genealogías nobi-
liarias; muy propio para motivar lo que Rufino J. Cuervo llamaba su
escepticismo etimológico; debiéndose siempre andar como a tientas
por esos andurriales, como por entre pergaminos y blasones, que
a menudo a un bastardo de inglés o americano nos lo convierten en
siboney o caribe, como a cualquier pelagatos o mataperros achina-
do en descendiente directo de Amadis de Gaula, por los cuatro
costados.
El nuevo diccionario olvida, como todos los otros trabajos aná-
logos, muchas de las etimologías africanas, que pueden inducirse de
varias palabras usuales en Cuba, como si la gran población afri-
cana que vino a nuestro país no hubiere Importado junto con sus
cuerpos doblados por la servidumbre, su alma, su cultura, su religión,
sus lenguajes. Es ciertamente dificilísimo hoy día tratar de desen-
EL NUEVO DICCIONARIO 13
trauar la ascendencia africana de algunas de nuestras voces usuales,
pero, indudablemente, en varias es evidente. Al correr de la lec-
tura hemos observado las siguientes voces de evidente o muy pro-
bable derivación africana, no anotada expresamente por Suárez: Am-
panga, Angola, Apobanga, Bilongo, Calambé, Calinda, Caringa, Coco-
Hoco, Cumbancha, Cúmbila, Cheche, Fufú, Guarapo, Guarapeta, Ma>r
piango, Seque, Ñon, Quimbambas o quimbámbaras o quimbámbulas,
Sabicú, Serensé, Sirimbo, etc., sin contar muchas voces geográficas
africanas, que he recopilado en mi libro Los Negros Esclavos, como
arará, lucumí, ganga y otras varias hasta llegar a un centenar.
De otras voces reconoce Suárez expresamente su origen africa-
no, como Bongó, Cocorícamo, Congo, Congo. Encorio, Galanga, Ma-
langa, Gringuele, Mandinga, Ñañigo, Ñangue, Ñengue, Titingó, Unjú,
y alguna más.
Manguindó, en cambio, no es africana como dice, sino gitana,
como furnia, giribilla y otras que corren en Cuba; ni lo son mangón
y mangado.
La voz Calalú, que da como india, siguiendo erróneamente a
Zayas, es africana; y lo mismo Casimba, y así de otras.
Y Ma, aunque usada por los negros, es de origen castellano, de
mamá, análogamente alíúy Ñá, aféresis y apócope de Señó-r y señora.
Entre los africanismos omitidos anotamos: Quindembo (baile)
Changüí (baile), Bembé (baile), Bilongo. Bolondro, Sánsara (dar
sánsara), Moquenque, Sangaramonito, Tirirúa, sin contar otros.
El refrán "Chivo que rompe tambor paga con su pellejo", es tra-
ducción del ñañigo, como otros varios.
La trata negrera, la esclavitud y la labor en ingenios y cafeta-
les aportan muchos vocablos originales o con acepciones especialísimas.
Al volar de la pluma apunto estas: Novenario, asiento, boca-bajo, lle-
vando-cuenta, pringar, fagina, pajuela, tumbadero, cascara de vaca,
maza, collar, pregón, vientrelibre, dotación, negrada, negro cangrejo,
guardiero, carabela, coartición, patronato, ranchador, barracón, pie-
zas, piezas de Indias, ébano, muleque, mulecón, armazón, bozalón,
tachas, alma en boca y huesos en costal, hormas, gavetas, descachazar,
tren de pailas, tacho, aventar, azúcar quebrado, terciado, mascabado,
de cucurucho, etc.
Las voces originadas, generalmente del inglés, por los trafican-
tes de la trata negrera, son también olvidadas, como luJcu-luku. ña*
mi-ñami, quiquiribú, san gara, etc. (Véase pág. 238 del libro Los Ne-
gros Esclavos), y otras más recientes, como Faite por lucha, Tifiar
por robar, etc.
De esa época de la trata esclavista de bozales se deriva aún nues-
tro vulgar chenche por chenche (change por change, inglés de las
factorías negras del Oeste africano).
Omite el Españolito las voces con que se distinguían las partes
14 Fernando oetiz
de un quitrín y de sus arreos, (algunas castizas, pero con acepciones
cubanas) como: sopandas, albardón, jibica, sotrozo, balancín, masón
ca, bocina, sobreconcha, tapacete, borrén, pesebrón, casco, s&jador,
gruperas, anteojeras, jaquimón, etc.
Correspondiendo gustoso a la demanda del joven autor, he de aco-
piar para el Españolito en los cuadernos de la Revista Bimestre
Cubana, otros cubanismos que no inserta, o cuya diferente acepción
no consigna, de origen castellano, mejicano, etc., o cuyas etimologías
estimamos impugnables.
Indudablemente, la cantera de los cubanismos es grande, y pue-
de extraerse de ella mucho material, aun teniendo en cuenta que no
pocos de los cubanismos son "iberoamerieanismos" y que unos y otros,
las más de las veces, son andalucismos vivos o ya desaparecidos en
la tierra madre de nuestra cultura troncal.
Por esto estimamos cosa poco menos que imposible hacer un
vocabulario de cubanismos, o de cliilenimos, o de andalucismos, etc.,
sin un plan integral hispano-americano. Mientras no se acometa la
obra — que bien podría coronar la Academia de la Lengua con sus
correspondientes de aquende el Atlántico — seguiremos los iberoame-
ricanos dando por voces propias de Cuba, pongo por caso, las que
se oyen también en México, Quito, Tegucigalpa, Bogotá, Lima o
Buenos Aires; o, lo que es muy frecuente, las voces que nos trajeron
de Andalucía y Extremadura los conquistadores y pobladores, y que
aquí, por haberse inmovilizado el idioma más que allende, aun con-
servan toda su savia y casi ameritarían ser reingertadas en el
tronco castellano, harto chupado por bejucos de exóticas raíces.
Desde este punto de vista, la labor de Suárez, como las de otros
(¿porqué no decirlo?) más técnicamente preparados en una orien-
tación científicamente filológica, no podrán pasar de tareas de aco-
pio para la edificación común, que ha de ser obra colectiva, sesuda y
paciente. Una iniciativa académica con ese propósito cultural haría
más por los intereses morales de la "raza", que esa espumosa decla-
mación patriotera, escanciada a los brindis en todo banquete patrió-
tico. Afortunadamente, los iberoamericanos tenemos tradición filo-
lógica que no desmerece en nada de la española y no pocos autori-
zados maestros. Recordemos a Bello, Pacheco, Cuervo, Selva, Lenz,
Letellier, Gagini, Rivodó, Garzón, Segovia, Tobar, Uribe, Monner, Ra-
mos Duarte, Palma, Membreño, Icazbalceta, Granada, Caleaño, Coll
y Tosté, Ureña y tantos otros. Y allá, en la vieja metrópoli, parece
que estos estudios reviven con vigor, como puede pensarse al leer a
Menéndez Pidal, Cejador, Rodríguez Marín, Toro y Gisbert, Bonilla y
varios más. Aun en Cuba, podemos anotar en el transcurso de pocos
años los estudios de J. Rodríguez García, Alfredo Zayas, A. Montori,
I. Castellanos, Chacón y otros, sin excluir el diccionario cubano que
está preparando con indiscutida maestría y extraordinaria laborío-
ÉL NUEVO DICCIONARIO 15
sidad el Profesor Dihigo, continuando así la labor de Plcharda, Ar-
mas, Bachiller, Maclas, Ramos Dnarte y otros.
Para terminar, nos sirve de complacencia " saludar la obra del
Españolito, como una muy plausible aportación a ese campo de la
cultura cubana e iberoamericana. Esperamos ahora la pluma cientí-
fica de un Dihigo para llevar a su culminación, filológicamente téc-
nica, esos estudios, después de más de un siglo de haber sido desper-
tado el interés por los mismos en nuestra tierra, con la notable Me-
moria que promueve la edición de un Diccionario Provincial de la Isla
de Cuba, publicada en la Habana el 29 de Octubre de 1795, por
Fray José M? Peñalver, el primer compatriota que quiso obtener,
como el decía, un "Lexicón Havano".
Por nuestra parte, séanos permitido desglosar de unos libros iné-
ditos y que aun están redactándose, sobre varios aspectos de la vida de
los afrocubanos, algunas notas sobre las aportaciones lexicográficas
de los africanos a nuestra habla vulgar, y acaso a la de Hispano-Amé-
rica, y publicar hoy un mamotreto de "cubicherías" lexicográficas, a
modo de pobre catauro colmado de frutos del país. Sirva ello como
prueba del interés con que recibimos publicaciones de la índole de la
que ha motivado estas mal pergeñadas cuartillas.
Febnando Ortiz.
UN CATAURO DE CUBANISMOS
(Mamotreto de "cubicherías" lexicográficas)
En páginas aparte ya hubimos de dar nuestro modesto juicio
acerca del nuevo diccionario de cíibanismos o vocabulario cubano,
redactado por el joven literato español Sr. Constantino Suárez. Allí
prometimos enviarle para la segunda edición, ya en el telar, que tal
ha sido el éxito de la primera, algunos reparos sobre ciertas omisio-
nes de vocablos y de acepciones, que deben de ser considerados como
cubanismos, por su uso, en nuestra tierra, en el habla culta, en la fa-
miliar o en la del populacho, y sobre algunas posibles enmiendas a
etimologías y definiciones, completando así las que a vuela pluma hu-
bimos de allegar en nuestro ensayo bibliográfico.
Hoy van a la prensa, escritas también al veloz tecleo del meca-
nógrafo, algunas notas y apuntes, que, después de aliñados con la téc-
nica indispensable en todo trabajo lexicográfico, podrán un día servirle
al Españolito, como gusta de llamarse el Sr. Suárez, y a quiénes ten-
gan querencia a estas cosas y quisicosas de la filología y de la
lingüistica.
Si el vocabulario cubano de Suárez es un apéndice a la décimo-
cuarta edición del Diccionario de ¡a Lengua Castellana por la Real
Academia Española, este pequeño mamotreto que sigue será a su vez
a manera de apéndice al vocabulario de cubanismos, por donde habrá
de serlo también del manoseado catálogo académico.
A los vocablos que vamos a inventariar podríamos añadir otros va-
rios, que son afrocubanos, es decir, formados por derivación de dic-
ciones propias de los lenguajes africanos hablados por los distintos
pueblos negros que llegaron a Cuba, arrancados por la trata escla-
vista al corazón de su continente patrio, o bien son voces que se su-
ponen africanismos, a veces equivocadamente, por su fonética, su sig-
nificado o sus analogías.
Estos vocablos afrocubanos o africanismos cubanos, reales o su-
puestos, se estudiarán en un trabajo que acerca de las aportaciones
lexicográficas de los elementos de color al habla criolla, publicaremos
18 FUKNANDO Ok'rÍ2
aparte. Por esa razón, excusamos repetirlos incluyéndolos en el
presente.
Hemos de insistir en que nuestras apuntaciones sólo son tales;
acopio de material para que el artífice pueda construir su obra. Ni
agotan los cubanismos, que aun faltarán, sin duda, por registrar; ni
las definiciones pueden estimarse como definitivas, ni las etimologías
como inconmutables.
Sin originalidad, pues, y sin pretensiones, son estos apuntes como
granos de arena para la argamasa que cualquier maestro sabrá mez-
clar y emplear en la obra de construir, en un futuro que no debiera
ser lejano, el soberbio alcázar o diccionario donde pueda albergarse,
con el explendor que es propio de todo el linaje de nuestro idioma, la
progenie lingüistica hispanoamericana.
Cubanismos
"Nía. — 'Voz femenina, la nida, por nidal. — La gallina está en la nía,
se dice.
Jolongo. — Especie de saco pequeño para cargar al hombro.
Sajomao. — 'Estropeado por montar a caballo u otro ejercicio análogo.
Corrupción de zahornado.
Fajatina. — Lo mismo que fajazún.
Jozar. — Corrupción del castellano hozar.
Desconflautar. — Desbaratar, entorpecer.
Desmameyar. — Desbaratar, estropear. Vocablo formado por influjo
fonético de desmadejar y desmayar.
Pirulí. — Caramelo largo y fino.
Pirulero. — El vendedor de pirulí; parónimo de la anticuada perulero.
Apachincharse. — Enriquecerse, guardar dinero.
Abayuncar. — 'Abatir y dominar a una persona o animal. En Guate-
mala tenemos bayunco, hombre rústico; en Perú baya, cata-
falco; en Chile bayo, féretro. ¿Se relaciona con estas voces
nuestro abayuncar? En Cuba tenemos el árbol bayúa, (¿aba-
yuancar?) que con el árbol baullúa, el bayate, el bayuján y la
baya demuestran la frecuencia de esta raíz, bayu* o baya, en
nuestra botánica indígena. Y bayabe es en Oriente un cordel
más grueso que la cabuya. ¿Será, pues, abayuncar algo así
como atar o moler a palos? No. Opinamos que es voz afri-
cana, mandinga. Sin embargo, acaso sea corrupción de la cas-
tiza aballar: llevar o conducir ganado, bajar o abatir.
Alón. — Al sombrero de mucha ala. Aumentativo de ala.
Chaveta. — Es una voz de tabaquería. Significa la cuchilla especial
que usa el tabaquero. También la tomamos, quizás por su
forma, dándole nueva acepción, del antiguo castellano, donde
chabeta significa: hoja de hierro, especie de cufia o clavija,
que introducida por el agujero de otro hierro o madero, sirve
UN CATAURO DE CUBANISMOS 19
para que no puedan salir las piezas que están ensartadas en el
hierro principal, o para que resulten y queden asegurados en-
tre sí los hierros o maderos que con ella se unen y aprietan.
En sentido figurado, allí como acá, es juicio o discernimiento;
por eso perder la chaveta es cosa grave, porque al perder el
buen sentido se desordenan y esparcen todas las piezas o
ideas ensartadas en el meollo, que la chaveta del seso tenía
aseguradas y en orden. El Diccionario de la Academia, en la
12a edición suprimió la chapeta a pesar de su vida idiomática,
lo cual, dicho sea de paso, fué un ejemplo, de pérdida de la
chaveta. Hoy figura de nuevo en la 14? edición, y en vez de
chaoeta es chaveta, con razón, por su etimología.
Berrear. — Quejarse. No es simple metáfora, pues fué palabra usada
en este sentido en toda América por los años de la conquista
y colonización.
Caro. — Cuadrado, Medida agrométrica que se usa en Oriente; es un
galicismo, haitiano. Carrean, cuadrado, en francés. En plu-
ral, el cubanismo es caros. Equivale a la décima pane de una
caballería.
Cortiñán. — Corto. Especialmente se dice de una comida, ración pago,
dádiva o favor.
Chipilingo. — Pequeñito. Ficha del juego de pocker. Del inglés cheap.
Querindango. — Querido, en el sentido de concubino, amante.
Fuñingue. — Individuo o cosa raquíticos.
Fuñió. — O Fuñido, tiene igual significado que el anterior.
Fine. — Lo mismo que los anteriores. Los tres proceden de fruncir,
en su 3a acepción del Diccionario de la Academia.
Pilongo. — Es voz anticuada española en la acepción, aun usada en
Cuba, de correspondiente a una pila. Los nacidos en Santa
Clara y bautizados en su parroquia son especialmente llama-
dos en Cuba: pilongos.
Horqueta. — Horquilla.
Trancado. — Se dice paso trancado a cierto paso de las caballerías, no
precisamente porque sea torpe ni molesto, como supone Suá-
rez, lo cual induce a creer en un sentido análogo a paso ce-
rrado. No. El paso trancado es el paso que en España y
castizamente se dice de tranco: paso largo o salto, echando un
pie adelante, sentándolo antes de mover el otro, como se da al
saltar un arroyo. Así dice la Academia, con poco o ningún
acierto. No se puede saltar sentado un pie antes de mover el
otro, porque no se puede saltar un pie primero y otro después,
cuando aquél ya pisa firme; para saltar (levantarse del suelo
con impulso y ligereza) hay que levantar ambos pies. Puede
un pie iniciar el salto y rematarlo el otro, pero ambos, deben
quedar contemporáneamente en alto. Si nó, ello no será un sal-
to, sino un tranco. Luis Vélez de Guevara dividió su Diaolo
ÚO FERNANDO ORÍlZ
Cojuelo en trancos, en vez de capítulos. El paso tranco medía
cinco pies, según un muy raro libro de Hernando Alonso de
Herrera, de 1517 (el siglo de la colonización de América) cita-
do por Bonilla y San Martín.
Guatrapear. — Está bien definido el cubanismo por Suárez; así como
guatrapeo y paso guatrapeado, especie de trote corto, muy có-
modo para el jinete, debido al compás regular de las patas y a
la suavidad de la marcha. Pero no creemos que se derive de
gualdrapo (cobertura que llevan los caballos en las ancas).
Gualdrapear es poner dos cosas de vuelta encontrada, y gol-
pear las velas de un barco contra los palos y jarcias. Nos in-
clinamos a creer que, o es enomatopéyica, por imitación del ruido
que hace el caballo al guatrapear, o procede de guatropea o
cuatropea, voz anticuada con que se designaba a toda bestia
de cuatro pies, y muy especialmente al caballo. Cuatropear era
ir en cuatro pies, y paso cuatropeado era cierto paso en el baile.
Al ruido de este paso debió parecerse el del guadrapeo de los
caballos. Cuatropeo, en fin, es voz de la gemianía que signifi-
ca rocín sin brío, un penco, como en Cuba decimos.
Simbombo. — Tonto, necio, insípido. Zambombo, trae el Diccionario
de la Academia.
Cuerazo. — Golpe dado con un cuero. En su acepción metafórica, como
picada o sablazo. Dar cuero, meter cuero, equivalen a pegar,
dar golpes con látigo.
Gandío. — Glotón, codicioso. De gandir comer, voz gitana, castellani-
zada por la gente hampona.
Gandición. — Glotonería, codicia, egoísmo.
Yabmú. — Baile afrocubano.
Guacarnaco. — El individuo tonto, mentecato, cobardón. ¿Será de-
rivación de guacharaca, voz venezolana, ave parecida a la
gallina, según Cuervo? ¿Será corrupción de guanaraca. que Coll
y Tosté trae como vocablo antillano, significando cierta clase
de batata? Decirle a uno guacamaca, equivale, pues, a decirle
algo así como hoy decimos: ñame, y hasta ñame con corbata.
Guaricandilla. — Además de las acepciones derivadas, que trae Suá-
rez, quiere decir, aunque esta acepción primitiva se va per-
diendo, afeminado. Posiblemente se deriva de otra voz vene-
zolana, guaridle o huarich, según Cuervo, que significa: hem-
bra, la cual era también propia de los indios de Puerto Rico,
según Coll y Tosté. Guaricandilla será, pues, diminutivo de
sujeto que guaric-andea, guaric-and-illa. Nótese, además, como
este vocablo, aunque aplicado a varones, por no merecerlo és-
tos, ya que renuncian a su sexo, no se atreve a llevar una desi-
nencia masculina en o, que sería en este caso impropia, y adop-
ta la femenina. No se dice un guaricandillo.
Desparrame. — Acción de desparramar.
UN CATAURO DE CUBANISMOS 21
Musicanga. — Música ratonera, de mala muerte.
Calma-chicha.- — Es expresión náutica, que quiere decir calma com-
pleta. Tener calmaclúclia o ser un calmachicha, es en Cuba
ser un calmudo, flemático, tener pachocha.
Sambeque.— Alboroto, tumulto, salpafuera, acepción ésta que no trae
Suárez. La usó Francisco de Paula Gelabert, nuestro costum-
brista, para citar una "autoridad", y la recoge Toro y Gisbert.
¿De zambra, zambreque, como de timba, timbeque; de guataca,
guateque?
Guapería. — No es cubanismo, propiamente hablando, si no en cuan-
to es una voz, que hoy se usa sólo en Cuba, ¡triste privilegio,
por cierto!, aunque anticuada, pero castiza de España. F.
Rodríguez Marín pide que entre en el léxico español, y la en-
cuentra en el libro de B. de Góngora El Corregidor Sagaz:
" y en medio de sus guaperías los prendía."
Tertulia. — Lugar primitivamente destinado a las mujeres en un tea-
tro, por disponerlo así las leyes. Hoy significa una cazuela
de preferencia en ciertos teatros graneles, adonde pueden acu-
dir ellas y ellos. Se llamó así porque no había en esa parte
alta de los teatros asientos fijos, sino que los espectadores po-
dían sentarse y colocar los asientos a sus anchas, como en
tertulia.
Luneta. — Asiento de la platea de un teatro. Aunque hoy es cuba-
nismo, pues aquí no se dice butaca, como en España, fué voz
antigua castellana para decir el asiento que se ponía alrededor
del patio, en forma de media luna, frente al escenario. Vino a
las Indias esta voz, cayendo en desuso en España, mientras allá,
en cambio, en un cambalache expontáneo, se tomaba la voz bu-
taca, que es americana según la 9? edición del Diccionario de
la Academia, y venezolana, según Cuervo.
Cazuela. — Es el último piso del teatro. ¿Porqué se llamó así? Ima-
ginemos una respuesta. En los teatros de América, aun en
la Argentina y Uruguay, se llama así al lugar de la entrada
general destinada a las mujeres exclusivamente. Ciro Bayo
dice que las cazuelas de Buenos Aires son escaparates de niñas
bonitas. También a este lugar se le llamó en Cuba, y se le
sigue llamando, el gallinero o lugar de gallinas, como, por iro-
nía, se puede decir que lo es también la cazuela. Y si esta ex-
plicación pareciese poco galante, recuérdese que a la cazuela
se la llama también más usualmente aquí y en España, el
paraíso, palabra muy del caso para el lugar propio de las ni-
ñas bonitas. En Cuba prosaicamente le dijimos al íocal des-
tinado a las mujeres en los teatros: tertulia.
Murruñoso. — Pequeño, diminuto.
Flus. — Solamente es cubanismo por su ortografía suavizada, de flux.
22 FERNANDO ORTIZ
Esta es voz castiza, que aun se emplea en España en igual
sentido que en Cuba, aunque allá se va perdiendo su uso. Sig-
nificaba en cierto juego de naipes, cuando todas las barajas en
la mano eran de un solo palo. Aun se usa en el juego inglés
de pocker el mismo vocablo, con muy parecida pronunciación.
La voz más corriente en España, pero no en Cuba, para expresar
el flus, aplicado a las piezas de un traje de igual tela, es temo.
Chachá. — Instrumento músico africano, usado en la provincia df>
Oriente, especie de maraca.
Fondongo. — Lo mismo que fondón, en castellano vulgar, y deri va^-
de fondo, en su acepción figurada, como f ondulo. Eufemismo
peyorativo de trasero.
Mangue. — La gritan en estos días, como antaño, los vendedores am-
bulantes de mangos o mangueros. ¡Mangos, mangué! ¿Qué
quieren decir con ese extraño pregón? Parécenos voz gitana:
Mangos, ¡a mí! ¡A mí, que los traigo buenos! ¡A mí! es man-
gué, en caló.
Moquenque. — Es de moquenque, una buena moza. Mérito, dificultad.
Tener moquenque, como lo tiene la etimología de esta pa-
labreja.
Lipidia. — Tacañería, porfía, obstrucción.
Lipidioso. — Tacaño, porfiado.
Tumbandera. — Instrumento músico primitivo formado por una vari-
lla de yaya clavada en tierra y arqueada por una fibra de guano
montaña, alambre o cuerda de guitarra, atada del otro extremo
de la yaya al centro de un lomo de yagua, que cubre un hoyo
hecho en tierra, el cual sirve de caja de resonancia. Derívase
de tumba, que, por tumbar, signica cierto baile.
Picúo. — En su acepción de cursi. La tercera acepción de la Acade-
demia aquí no se usa, pero puede haber dado origen a la cu*
baña, porque una persona que habla mucho e inútilmente, que
tiene mucho pico, es cursi, realmente. Del pez picúa no pro-
cede, pues, nuestro cubanismo; ambos tienen un mismo pa-
dre, pico. La buena prosodia nos haría escribir picudo.
Pelona. — La pelona es la muerte, aquí y en Andalucía, porque pelona,
o sin pelo, es la calavera que la simboliza.
Sato. — Significa, también, de mala casta, de mala intención. Se dice
generalmente del perro. ¿Provendrá de zato, antaño, mendru-
go de pan? ¿Perro de mala raza, malquerido, destinado a co-
mer mendrugo?
Hiquitraque. — Cohete que salta y revienta con detonaciones repeti-
das. En España se dice triquitraque-
Recalar. — Llegar de paso a un lugar. "Voz marítima.
Guanajería. — Tontería, sandez, majadería. Derívase de guanajo, qu«
en América quiere decir pavo, y tonto, sandio, majadero.
UN CATAURO DE CUBANISMOS 23
Santo. — Adjetivo, por completo, refiriéndose a espera: todo el santo
día; toda la santa noche; con santa paciencia.
Bonitura. — Cualidad de lo bonito. El Diccionario de la Academia : a
trae lindura.
Dar. — Pegar. ¡No dé! ¡Dale duro!
Echador. — Fanfarrón.
Entrada. — Zurra, azotaina. Entrada de golpes. Entrarle a uno a
cuerazos. Tiene esta acepción alguna analogía con las 6? y 25?
del Diccionario de la Academia.
Sandunga. — Gracia, donaire. Es también andalucismo. Pero si no
queremos inventariar como cubanismo este vocablo, ni tam-
poco sandunguero, sí debemos hacerlo con sandungueo, sandun-
guería y sandunguear, que no hemos hallado en diccionario
alguno. Hoy está ya sandunga admitida como voz del Diccio-
nario de la Academia.
Perreta. — Rabieta. Es mejor que perrera, que nos da el Diccionario
de la Academia, porque esta voz tiene tres acepciones más.
Ñongo. — El individuo excesivamente ñoño, insubstancial, tonto,
guanajo.
Ñoñería.— Acción propia de un ñoño.
Ñoñear. — Hacer ñoñerías. A este cubanismo le cabe la honra de ser
el único verbo castellano (?) que comienza con la ñ, porque el
anticuado ñuolar ha muerto.
Monda. — Azotaina.
Cueriza. — Azotaina con el cuero.
Cuerear. — Dar cuerazos. En Suramérica significa despellejar un ani
mal; aquí es uno de tantos modos de despellejar al prójimo.
Reoamoaramoa. — Revuelta, alboroto.
Gatazo. — Gato por liebre, engaño. Según la Academia, es preciso qae
el gatazo sea "para sacarle a uno dinero u otra cosa de valor".
En Cuba es gatazo también, valga por ejemplo, el que da la
mujer fea pero de bonito cuerpo, al volverse y mostrar su cara;
el que da el alumno al profesor presentándole como suya una
lección copiada, etc.
Tártara. — En vez de tartera.
Superferolítico. — Adjetivo inventado para designar el habla o ac-
titud petulante y pretenciosa, especialmente de los llamados
negros catedráticos.
Descompletar. — Descompletar. Realmente, por su desinencia conti-
nuativa, da una idea distinta de descompletar: descompletar
reiteradamente.
Provea. — Vulgarismo y metátesis de pobreza
Toza. — En España, significa pedazo de corteza de árbol. En Sur
América, el tocón del tronco de los árboles. En Cuba, un tron-
co de árbol labrado. Esta acepción es anticuada y marítima,
como muchas otras que aun corren por estas tierras, prueba
24 FERNANDO ORTIZ
del secular contacto con gente marinesca. En Cuba, donde la
construcción naval fué abundante en los arsenales, debido a
nuestras inmejorables maderas, chapapotes, seguras bahías y
posición geográfica privilegiada, se llamó toza, como antaño
en los arsenales andaluces, a la "pieza dé madera que sale del
árbol a esquina viva". No es, pues, la corteza, ni el tocón. En
la última edición del Diccionario de la Academia ya tiene carta
de naturaleza la toza.
Hermán ia. — Hermandad, germanía. Voz anticuada, que subsiste en
algunas poblaciones del Sur de Cuba.
Coletazo. — Xo se encuentra en todos los diccionarios castellanos, por
lo que al parecer, en España al menos, es neologismo que susti-
tuye a coleada. El golpe dado' por la sacudida de la cola de
un animal, particularmente de los acuáticos, peces y anfibios.
Distingüese, o debe dis+inguirse, de la coleada, que es la sa-
cudida o estremecimiento de la cola, por más que en Cuba los
confundimos y solo usamos el primero. Sí distinguimos co-
lear, mover la cola o sujetar por la cola a una bestia, dt
coletear.
Coletear. — Dar coletazos (por ejemplo: los caimanes y los tiburo-
nes, en el agua), que no se usa, al parecer, en España.
Colazo. — Solamente debiera ser el aumentativo de cola; pero en Cuba
lo usamos impropiamente por coleada, no sin cierto buen
deseo, pues tendemos a distinguirlo de coletazo. Colazo es la
sacudida violenta de la cola, coletazo el golpe que el colazo
produce.
Relampagusear. — Hacer pequeños relámpagos. Este verbo viene a
ser un diminutivo (sic) de relampaguear.
Pajaral. — Lugar donde anidan o duermen muchos pájaros.
Maragüey. — Planta que, según los guajiros, cura el "sobrehueso", o
especie de tumor; pero ignoramos cual sea la medicina.
Alfarda. — Viga de madera para construcción. Algunos diccionarios
castellanos ya no traen esa voz, que en Cuba usamos a diario.
Es palabra anticuada de la arquitectura española, procedente,
a buen seguro, del árabe. Significó cada uno de los dos palos
o vigas, que en un cuchillo de armadura, tienen la dirección
del tejado, según el Diccionario de la Academia. Aquí por ex-
tensión la aplicamos a toda clase de vigas de madera.
Alicatado. — En Andalucía significa solamente cierta obra de azu-
lejos con arabescos. Aquí, más modestamente, es la pared de
ladrillos colocados en cierta forma, de canto, pero sin azulejos
ni arabescos.
Tiradera. — Acto de virarse o volcarse una embarcación. Aquí virar
equivale a dar vuelta, pero no a babor o a estribor, no sobre
su eje vertical, sino sobre el horizontal.
UN CATAURO DE CUBANISMOS l'o
Alfalaca. — Especie de abarcas de pellejo sin curtir con que solían
defender sus pies los cimarrones y, después, los libertadores.
Parece voz de origen árabe.
Cayerío. — Conjunto de cayos. Desinencia abundancial, (como en ca-
serío, vocerío, gentío, mujerío), que aquí produce formas nue-
vas, como cayerío, cueverío, griterío, gallería, cantío, veguerío,
y cambia el murmurio en murmurio.
Palito (de tendedera). — Horquilla para tender ropa, fijarla en la ten-
dedera. .
Ahuevado. — Se dice del pescado hembra o crustáceo con huevas.
Cueverío. — Palabra muy apropiada con que nuestros campesinos de-
signan un conjunto o serie de cuevas, grutas o cavernas, de las
que abundan, en la costa y los montes; como de casas, caserío,
de cayo, cayerío, etc.
Acotejar. — Es exacta la explicación de Suárez: ordenar; pero signi-
fica también, en su forma reflexiva, acotejarse, acomodarse, por
ej. "se acotejó en su hamaca". La etimología no es "a-cotejar"
ni el barbarismo que se comete es el que Suárez indica, a nues-
tro pobre juicio. La voz parece proceder mejor de acotarse,
vocablo castizo anticuado, que significa ponerse en salvo o
lugar seguro, meterse dentro de los cotos de otra jurisdicción;
y de acotar, que quiere decir: fijar la propiedad de una cosa,
señalándola con un signo, poner coto a lo inconveniente.
Canarreo. — No es solamente una expresión geográfica aplicada a un
archipiélago de cayos, a un cayerío del sur. Significa pro-
piamente un conjunto de canales naturales o artificiales; y
por parecerlo aquéllas estrechas vías de agua por donde na-
vegaron los descubridores, entre islitas, canaleundo, durante
el canal&o (como callejeo, espejeo, etc.), cristianaron aquellos
lugares de tan poco fondo y entre orillas, llamándoles Los Ca-
narreos. La misma voz oímos hace varios años, reiteradas veces,
cerca de Cienfuegos, a unos guajiros, aplicándola a unos cana-
lizos hechos al norte de la Ciénaga de Zapata. Dice, sin em-
bargo, Zayas, que es caribe. ¿Por qué? Lo que escribe en su
libro de lexicografía antillana, demuestra precisamente lo con-
trario.
Cañero. — El vendedor de cañas, que en España se dice cañaverero,
porque allí a las cañas de pescar se les decía antes cañaveras,
es decir, verdaderas cañas, para distinguirlas de las cañafistu-
las, de azúcar o dulce, cañas bravas y otras especies similares.
Y, por eso, allá y en Cuba, aun decimos cañaveral y no cañal
o cañar, que sería lo propio, como yucal, platanal, o platanar
(pluraliza: platanales), pinar, palmar, etc. Cañero es en Es-
paña, el pescador de caña, el que hace caños o cañerías, y el
lugar donde se ponen los vasitos llamados cañas, en Andalucía.
26 FERNANDO ORTIZ
En Cuba, como adjetivo, significa el terreno bueno para el cul-
tivo de la caña..
Arrimarse. — Vivir en concubinato. Derivado: arrimado, concubino.
Chulito. — Además de ser diminutivo de chulo, quiere decir: perrito.
He oído esta acepción en el campo, un chulito, varias veces,
aunque siempre en diminutivo. Chucho, significa vulgarmen-
te perro, en España, especialmente en el Sur. Y aquí signi-
fica no solamente el apodo frecuente y cariñoso de los que lle-
van el nombre de Jesús, sino también: "el látigo hecho de
un vergajo retorcido, con que los infelices negros cubanos —
como dice un diccionario del año 1879 — son cruelmente azota-
dos por sus bárbaros amos." Chulito. acaso fuere, pues, dimi-
nutivo de chucho (perro) : chucholito, formado con esa deri-
vación para diferenciarlo del diminutivo de chitchm (látigo),
chuchito; diferenciación necesaria en el campo, donde siempre
estaban al alcance de la mano chuchos de todas especies. Y de
un cacofónico chuchulito, debió pasarse, por la ley filológica
del menor esfuerzo, expuesta por Muller, a chulito, aféresis,
que a más de ser facilitada por imitación de otro vocablo, no
es maravillosa en Andalucía, en Cuba y en toda América,
aun en la sajona, donde la ley de la pereza lingüistica, llamé-
mosla así por mayor claridad, ha dejado sentir su imperio tan
enérgicamente. No obstante, dice Oviedo, el primer cronista
del Nuevo Mundo, que en Nicaragua, "donde hablan la misma
lengua que en Nueva España, al perro llaman xulo, y de' estos
.rulos crían muchos." Pudiera ser, pero el cronista no es gran
autoridad, que se diga, en achaques lingüísticos. Baste decir
que pretendía que los indios de Haití llamaban caballos, a
una fruta. ( ! )
Zuncho. — En su acepción de llanta de goma para las ruedas de los co-
ches, y por coche. Voz náutica.
Carretero. — No solo el conductor de una carreta, sino el café sin co-
lar y ligeramente espumado, hecho aprisa y corriendo.
Tranquera o talanquera. — Puerta de trancas, que tranca un cercado.
Tupir. — Impedir que fluya un líquido o gas por un caño, canal, cañe-
ría, tubo, agujero, gollete, cloaca, desagüe y, en general, cual-
quier conductor de fluidos, hasta las narices cuando padecen
fluxión o catarro.
Destupir. — Restablecer la circulación en algo que está tupido,
Tupición. — El estado de una cosa tupida, lo que tupe.
Juraco. — Agujero.
Finados.— Los difuntos; maíz ele finados.
Fuguilla. — Impaciencia.
Cojanco. — El que cojea algo.
Embromón. — Fastidioso. De embromar \ i
UN CATAURO DE CUBANISMOS 27
Pálida. — Onza de oro. Es voz desusada hoy día, como lo son las onzas.
Barriotero. — De barrio. Gente barriotera es gente vulgar, descono-
cida, picúa, sin distinción alguna.
Gerundio. — Generoso.
Taragallúo. — Grandullón, holgazán. Derívase, al parecer, de taraga-
llo, palo como de medio metro de alto, que se pone pendiente
del collar a los perros de los ganados, en tiempo de la cría de
la caza, para que no puedan bajar la cabeza hasta el suelo.
Ni esta voz hispana, ni su objeto, se emplean en Cuba; pero
taragayúo la oímos a una familia guajira, y la usó, hace medio
siglo, el costumbrista Francisco de P. Gelabert.
Humasera. — Humareda. •
Querendón. — Cariñoso.
Sabrosearse. — Darse gusto con algo sabroso.
Tonelete. — Diminutivo de tono, darse tonelete.
Espetaperros. — Salir de estampía, a todo correr.
Pollanclón. — Aumentativo de pollo. Se usa principalmente en su ter-
minación femenina.
Desguazar. — Destruir. Voz marítima.
Fizno. — Ridiculización de la palabra fino.
Majuana. — He oído esa palabra, femenina, aplicada por un guajiro
a un transbordador portátil de caña cortada.
Cafiroleta o canfiroieta. — Dulce de boniato y coco. Lo acepta en la
primera forma la R. Academia.
Coquismolis. — Dulce de huevo y coco. Nos parece un ridículo cultis-
mo. Así como comem'os huevos moles, debiéramos tener co-
cos moles.
Encasimbar. — Arrojar a una casimba. Matar por ese medio. En for-
ma pasiva, encasimbar se, caer en una casimba.
Canturía. — 'No es la canturria ni la canturria castellanas, sino la
reunión que celebran los guajiros para cantar, pasando la ve-
lada o velorio.
Chicote. — Látigo corto. De la acepción marítima, cabo corto de una
soga o cuerda, es decir: un cabo. Los niños cubanos juegan a
chicote escondió.
Chamuchina. — Populacho, gentualla.
Carromato. — Carro pesado de cuatro ruedas, que sirve para el tráfico
por carretera entre pueblos lejanos. En Cuba, hay que dis-
tinguir: carros, carritos, carretas, carretelas, carrozas, carrua-
jes, carretillas, carretones, carricoches y carromatos, pues tie-
nen significación especial algunos de esos vocablos, distinta a la
que corre en otros países de habla castellana.
Criandera. — Nodriza.
Carro. — También se usa en Cuba, en la acepción castellana, aunque
Suárez dice que no: el carro de la nieve, el de la basura, un
carro de muerto, y hasta el carro de la lechuza, que es el da
28 FERNANDO ORTIZ
los entierros de pobres, por cuenta del municipio, y el de la
conducción de cadáveres al necrocomio. Y se dice también ca-
rrero. Toda ama de casa dice pestes del carrero de la nieve o
nevero, y del carrro de la basura.
Zafarse. — Huir, quitarse, soltarse. Del verbo zafar en su acepción
marítima. ¡Zafa! es a manera de interjección.
Remeneo. — -Contoneo.
Carrancla. — Máquina defectuosa, como reloj, automóvil, etc. Deriva-
do de la voz despectiva marítima, barco viejo o tardo en na-
vegar.
Pachocha. — Flema, calma, indolencia, en vez de pachorra.
Amapuches. — Bártulos, avíos, amaños para algún trabajo.
Cuchunchear.- — Tramar algo unas personas. Variante ortográfico y
psicológico de cucbicbear.
Buchinche. — Casucba, tenducbo, En el Continente se usa bochinche
para expresar tumulto, alboroto. Acaso buchinche se derive de
bochinche en el sentido que usan los extremeños, según el re-
ciente y macho libro de Chamizo, El miajón de los casfúos, es
decir, como diminutivo despectivo de buche: sorbo de agua
que cabe en la boca. Hemos oído decir en Cuba como término
de comparación: eso no vale un buche. Y de ahí, tal taberna o
cafetucho, por su cabida e insignificancia, es un buchin o bu-
chinche. Sin embargo, bemos de permitirnos otra e imología,
de bohío y chinchal; de bohío, que es un casucho, y chinchal,
un tenducho; de un hipotético bohi-chinchal, que, suprimida la
desinencia abundancial, resulta bohi-chinche.
Cachacera. — Donde se echa la cachaza del guarapo en los ingenios de
azúcar.
Bolitero. — Tirador de bolita, en la rifa así llamada
Bicho. — Figura del juego chino de la charada.
Arranchar. — Arrebatar. Variante de arrancar, sin duda por influjo
fonético de la voz marítima arranchar. Arranchar con todo.
Platal. — Dineral.
Sambí. — Instrumento de cuerda africano. El Diccionario de la Aca-
demia trae sambuca, (del latín, griego y siriaco) antiguo ins-
trumento de cuerda parecido al arpa.
Soconusco. — 'Además de significar el chocolate, (Soconusco es po-
blación de Méjico) quiere decir negocio sucio, malversación de
fondos públicos o ajenos, igual a chivo, como hoy diríamos.
Chocolate. — Sinónimo de soconusco en ambas acepciones. El choco-
late era el chivo o sea el negocio sucio o malversación de fon-
dos o intereses públicos, en tiempos de la colonia. Pero ¿por
qué tenía esta acepción tan extraña? Intentemos explicarlo en
cuatro tiempos: 1' Chocolate, sinónimo de soconusco; 2° Soco*
ÜJÍ CATAUBO DE CUBANISMOS 29
kusco, semejante fonéticamente a soconuco; 3? Soconuco, dimi-
nutivo de socono; i'i Socono, en lenguaje de la germania, caló
gitano o bribia del bampa andaluza, significa burto; por lo
que chocolate y hurto fueron una misma cosa.
Zapatear. — Hacer la diligencia, o la dili, como dice el vulgo, sapo-
tear duro.
Cundido. — Como cuajado, en la acepción de lleno por algo que extien-
de, como el aceite, los piojos, los mosquitos, etc.
Boyobún. — Ser de boyobán, es ser sabroso. ¿De vol au venti
Agua-bomba. — Tonto, sin gracia.
Empaquetarse.— "Vestirse elegante.
Embullo. — Entusiasmo, animación.
Repatingado. — Arrellenado en un asiento, con las piernas abiertas,
despatarrado, esparramado.
Chichinabo. — De chicha (antigua bebida india, becha de maíz fer-
mentado) y nabo, cosa sin importancia. Así bemos leído, pero
tal etimología parécenos baladí. Ese aparejamiento de la cbicba
y del nabo carece de toda lógica, y solo obedece a un criterio
exclusivamente fonético. Propondremos dos etimologías. Una.
En Méjico, país vecino, se dice chichinar por quemar, chamus-
car. Chichinado como quemado o pavesa ¿se babrá tomado
como sinónimo de cosa insignificante? Otra. Se decía antaño
en España burlescamente, según el P. Mir, a la noche, chichi-
rimoche; a la mañana chichirinada. La voz chichirimoche
denota montón de cosas, de propósitos, de promesas, que a la
mañana se desvanecen, como lo expresa la voz chichiri-nada.
Ambas son dicciones del estilo familiar jocoso. Es como si
dijéramos: chacharas mucho, y chacharas nada. El refrán, dice
Correas en su Vocabulario de refranes, va "contra los incons-
tantes que cada día mudan de parecer, y no están en la palabra
que dan". Con tales antecedentes acaso podamos creer que un
hombre de chichinabo, es, mejor dicho, un hombre de chichiri-
nada. Se acerca aún más a esta forma, la otra que usamos eu
Cuba: chichinagua. Del chichirinada, nació chichirinado y de
este chichirinabo, por sugestión fonética, y hasta la expresión
de chicha y nabo. En Cuba, de chichiranada surgió chichina-
gua, también por atracción fonética.
Chichinagua. — Corrupción del vocablo chichinabo.
Duro. — Mucho, aplicado a una acción: zapatear duro comer duro,
apuchincharse duro, robar duro, emborracharse duro, etc.
Tamañito. — Pequeño.
Manguero. — Vendedor de mangos.
Pinero. — Vendedor de pinas.
Arrebuyarse. — Rempujarse. . •
Achichado. — Algo borracho, achispado.
Aguajirado. — 'Como guajiro, apocado, tímido.
30 FERNANDO OftTlZ
Trinca. — Borrachera. ¿Del inglés drinck?
Trancazo. — Trago de bebida alcohólica.
Trancar. — Fastidiar en una treta, mala acción o juego.
Trancada. — Bromazo, treta.
Naiden. — Vulgarismo, metátesis por nadie.
Tusar.— Por atusar, decimos en Cuba. Influencia del cubanismo de
la tusa. También decimos: mandar a freir tusas, por mandar
a uno al diablo; y dar tusa por correr huyendo.
Acemita. — Ha perdido la acepción castellana y se reduce al pan re-
dondo dentro del cual se cocina un huevo. Acemita de huevo.
Sulacre. — Cemento de polvo de ladrillo para tapar juntas y solar los
tanques, hornos, etc. En Tierra Firme se dice solaque (¿de
solar t) : pero acaso nuestra pronunciación sea más atinada,
derivada de zulaque, betún de estopa, cal, aceite y escorias para
tapar jungas de obras hidráulicas, cañerías, etc. De zulaque,
viene nuestro zumaque barniz.
Redondo (hombre). — Honrado a carta cabal. Antes se usaba, refi-
riéndose a la ascendencia noble o limpieza de sangre por los
cuatro abuelos. Se decía redondo por los cuatro costados, y
aun lo dice el mismísimo Diccionario de la Academia, lo cual
si genealógicamente puede ser aceptable, no deja de ser geo-
métricamente disparatado, puesto que lo redondo o circular no
tiene cuatro costados. Los ingleses, con mayor lógica, dicen de
un hombre sano, que es cuadrado, y ese sí que debe serlo por
los cuatro costados, para serlo completamente.
Chavetazo. — Golpe o corte dado con la chaveta de los tabaqueros.
Mamanteo. — 'Mimo, chiqueo a los niños.
Pila. — En buen castellano quiere decir, amen de otras acepciones, el
montón, número o cúmulo de cosas que se ponen unas sobre
otras, (pila de libros, pila de sombreros, etc.) Pero en Cuba le
hemos dado un uso más amplio y decimos: pila de holgazanes,
pila de años, y, lo que es peor, haber transcurrido una pila de
tiempo.
Tembloso. — Lo hemos oído con frecuencia en el campo, y lo usó Vi-
llaverde en su Cecilia Yaldés. Tembloroso.
Alcoleas. — Así se llamaron, según Bacardí, los esclavos viejos e
inútiles, arrojados a la calle, libertos, por decreto del Gobier-
no Provisional de Madrid, después de la batalla de Alcolea,
y alcoleistas, a los nacidos después de 1868.
Mesitera. — Nombre que se daba a la mujer que vendía frutas y refres-
cos en las mesitas, que transitoriamente se situaban en las ace-
ras de las calles y paseos, en ocasión de carnavales, fiestas po-
pulares y hasta bailes privados, frecuentados desde la vía
pública por pacientes curiosos a quienes se servía o explotaba.
Recurvar.— Retroceder recorriendo una curva. Esta palabreja la in-
ventamos los cubanos para explicarnos las sorpresas de los ci-
UN CATAURO DE CUBANISMOS Si
clones, que en sus trayectorias van siempre por camino torcido,
a juzgar por sus curvas y recurvas aleves.
Reculillo. — Acción de recular precipitada o forzosamente la multitud
mediante la presión del pánico, la fuerza o alguna circunstan-
cia violenta. Dar reculillo.
Tamboras. — Ciertos grandes tambores africanos, cuya feminidad ig-
noramos, como no sea la de su semejanza con las tamboras de
hierro, recipientes de ácidos, etc. O viceversa. Es voz castiza.
Cuaba. — En este vocablo debe de explicarse lo que es o era una pun-
ta de cuaba, a manera de lanza hecha de una vara puntiaguda,
con la cual se armaron los cimarrones y algunas dotaciones
de esclavos, al ser libertados y acudir a luchar por la indepen-
dencia cubana.
Apalencado. — El cimarrón que se refugiaba y hacía fuerte en un
palenque.
Cierrapuertas. — No tiene analogía, ni de lejos, con el ; cierra España!
que se lanzaba heroicamente contra la morisma. Antes al con-
trario, nada tiene de heroico, por ser el ruido y acción de ce-
rrar precipitadamente las puertas de las casas por alarma de
algún alboroto o peligro. Se armó un cierrapuertas. se dice.
Sí tiene relaciones, por composición y prudencia, con el otro
cubanismo salpafuera; sólo que con éste se procura que salgan
y con aquél que no entren. En uno y otro caso suele armarse
un correcorre en una u otra dirección.
Guanabacoa. — Clase de machete, que había antiguamente en Cuba:
"sacó su guanabacoa". Se dijo así de la villa de Guanabacoa,
donde se hacían.
Lustrillo. — Zapatos de lustrillo, fueron en Cuba, antaño, los que ogaño
decimos de charol. La voz se conserva entre campesinos de
Oriente, donde la hemos oído.
Fogonadura. — Es la parte de una viga, poste u horcón que se mete
en la pared o en el suelo, y el hueco de la pared donde son me-
tidos. Este cubanismo es otro marinismo. La fogonadura, en
la arquitectura naval, es la abertura que se hace en la cubier-
ta de una nave para que pasen los palos, el cabestrante, etc.,
hasta su asiento en la respectiva carlinga.
Repello. — Aparte la acepción indecente a que se refiere Suárez, es el
acto de repellar, y repellar es echar pelladas de yeso, cal o
mezcla a la pared. Es aquélla voz castiza, pero anticuada,
sustituida por revoque o enlucido, y algunos diccionarios que
debieran traerla la han olvidado. En Cuba es de uso general
y diario. Además, significa la mezcla adherida a la pared al
repellarla, p. ej.: "se le cayó el repello al muro, o se des-
conchó''.
Aguada. — Sitio en tierra para coger agua potable y conducirla a
bordo, es decir, para hacer aguadas. Es palabra marítima, que,
32 Fernando ortiz
como otras muchas compañeras tan saladas o salobres, se que-
dó en tierra y hoy la usamos, en general, para decir el si-
tio donde bebe el ganado, o abrevadero, y hasta la hemos ele-
vado a la toponimia geográfica: Aguada de Pasajeros, Aguada
del Cura, etc., como nuestros hermanos los portorriqueños, que
tienen su Aguadilla.
Aguachento. — Aguanoso, aguazoso. Es cubanismo, o americanismo al
menos, aunque algún diccionario castellano ya lo ha incorpo-
rado al acervo de Castilla. Aquí se aplica especialmente a las
frutas. Es correcta la explicación de Suárez, y su etimolo-
gía; pero deseamos aprovechar la ocasión de reivindicar la pa-
labreja. Castizamente se dijo aguazar.
Papalote. — Fué baile indecente, en Cuba. i j
Pegar. — Pegar pajaritos, es cazarlos con liga o pega. ' -j
Pega. — Liga para cazar o pegar pajaritos.
Jila. — Por hila, fila. Hoy se dice fila o hilera.
Picar. — lo Dícese, aunque no por la generalidad, por sonar un ins-
trumento de percusión. Aquí decimos: "ensordecían las tumbas
y tambores picados por los negros." Es voz que se usa en
música para significar el toque de una nota bien desligada de
otra; pero antiguamente tenía la acepción general. La hemos
encontrado viva todavía, en la náutica; picar los cuartos, es
sonar la campana que marca las horas a bordo, por la que se
regulan los relevos de las guardias cada cuadro horas. En
tierra ya no se pican las campanas, se tocan y ello basta, al
parecer, para tañerlas o sonarlas, lo cual no deja de ser raro,
si se analiza; pero se repican todavía, y es más extraño qa«
no picándose sencillamente, se puedan sin embargo repicar.
2? Picar es entre cubanos, como entre hispanoparlantes,
cortar en troeitos muy menudos, de donde proceden el picadi-
llo de carne, la picadura del tabaco y el picapedrero ; acaso el
picapleitos, hablando con perdón, por lo mucho que los des-
menuza hasta acabar por desmenuzar al prójimo, como un
picaro al fin, a fuerza de picadas y picardías. En náutica, ex-
clusivamente, no hace falta partir en muchos pedazos una
cosa para picarla; se la puede picar en dos, al picar un cable
con el hacha. Y quizás por el habla marinera también, hemos
reducido en Cuba el número de trozos que poder picar, porque
podemos p^car u.ia tela con las tijeras sin llegar a hacerla
picadura, sin llegar al picoteo, que, ese sí, requiere un sin-
número de tijeretazos y trozos; y hasta oímos decir que se
puede picar un pollo entre dos y en dos partes muy sabrosa-
mente, y llegamos a picar una sola lasca de jamón. Pues bien,
esta parquedad en los trozos que se pican, cubanismo aunque
no lo parezca, dada su sobriedad, también fué desembarcada de
las flotas coloniales.
UN CATAURO DF CUBANISMOS
Sí
Sabanera. — Es la mujer que sabanea, es decir, que vive cou varios
hombres a la vez, sucesivamente y por turnos, cosa que se
observa, como forma curiosa de supervivencia poliándrica, 'en-
tre algunos grupos sociales de la Ciénaga de Zapata, según
Cosculluela y otros.
Bembera. — La mujer que en esa zona semibárbara de la Ciénaga de
Zapata vive con un solo hombre.
Costanera. — Lo relativo a la costa. En Cuba es la costa misma; en
relación a la Ciénaga de Zapata se dice ten-renos costaneros;
pero también y con más frecuencia: de la costanera norte o sur,
según Cosculluela y otros. En la primera acepción se dijo y
usó hace siglos en España.
Monte firme. — No es ni el monte alto, ni el bajo; puede ser cualquie-
ra de los dos, siendo virgen, o jamás cortado. Cuando en un
monte hay una parte que es muy espesa, se la llama un ma-
cizo de monte.
Pucha. — Por ramillete de flores. Dice bien Suárez sobre la conve-
niente adopción de esta voz por el Dic. de la A. porque un ramo
puede no serlo de flores, un ramillete has .a de crocante, un ma-
nojo hasta de perejil y un puñao hasta de alpiste. Acéptese
pucha, sin recelos, que no se va a inyectar sangre de infieles en
el idioma de los castellanos viejos, sino latina, y bien latina;
algo aguachenta acaso por el clima, o por la travesía del mar
No procede, como a primera vista pudiera pensarse, y hemos
de confesar que nosotros lo pensamos hasta la corree
ción de las pruebas tipográficas del latín pancus, (poco
pocucho o poeucha y, al fin pucha). Para creerlo iba uno
como de la mano, llevado por otros americanismos bien cono
cidos, nietos, ya que no hijos, de aquel vetusto latino paucus
que nos hace oir pucha en Colombia, convertida, en una pe
quena medida de líquidos, y que se cambia en pucho (poco, en
Colombia y Chile; colilla, en Perú, Quito y Bolivia; cabo de
vela, en Chile; sobra de algo, en Argentina) puchuela (cosa
insignificante, en Ecuador y Bolivia), puchisco (el último
hijo, en Chile), etc. — Ese paucus castellanizado con la desinen-
cia despectiva, que tan prolífico ha sido en América, no obs-
tante ser tan poquita cosa, es el padre de los castizos puches y
nada menos que del español puchero. En cambio, la pucha
cubana, salvo mejor fundada opinión, se deriva por fácil varia-
ción fonética, estimulada por la paronimia de los americanis-
mos citados, de una hoy desusada voz castiza, piocha, que al
decir del Diccionario de la Academia, significó primeramente
joya de varias figuras que usan las mujeres para adorno de la
cabeza. Por su etimología, del italiano pioggia, lluvia, acaso
se llamó así la joya porque los componentes pinjantes de la
misma, caían hacia abajo o llovían, como vulgarmente se dice.
34 FERNANÜO OR'fiíí
Después, pasó a llamarse piocha, la flor de mano (así dice éi
calepino académico), hecha de plumas delicadas de aves, o sea
una especie de plumado adorno femenino, o penacho, usado por
damas de alto copete, (nunca mejor usada esta expresión, por-
que copete y piocha son de muy similares significados) en las
grandes ceremonias de corte, de aquel tiempo. Esto ocurría
en el siglo XVI, el del pohlamiento de las Indias, y por enton-
ces, con una fácil, diríamos casi automática, retrotracción del
fonema ío de la italiana pioggía, al originario plu, de la latina
pluvia, llegó a Cuba la piocha de la Corte de las Españas, con-
vertida, por metáfora, en la modesta pucha, que aun conserva-
mos. La flor de mano pasa a serlo, literalmente; con el auxi-
lio por sugestión, repetimos, de otras puchas, puchos, pocuchas,
puchuelas, puches y pucheros. Sólo el usarse algo en la Ar-
gentina, como eufemismo, para disfrazar una palabrota mal-
sonante, al decir de Monner Sans, podría argumentarse en con-
tra de su uso. Pero si a desterrar fuéramos del habla culta to-
das las palabrejas que la coprolalia ensucia, harto desmedrados
seríamos; ni creemos que ello baste para deshonrar un vocablo
bien nacido. Ante tan extensa progenie y pureza de linaje ¿no
sería, pues, prudente dar entrada en la familia a una hija, como
pucha, que no por criolla se prestaría menos al desempeño de
un servicio en el alcázar del lenguaje, hasta ahora sin un, ser-
vidor como ella, sólo para el tal menester nacido?
Garapiña. — En América significa cierta bebida hecha de una infusión
de cascara de pina, ferme^ada; y en España quiere decir lí-
quido congelado formando grumos. Entre una y otra cosa hay
analogía por ser bebidas, pero nada más. La garapiña ame-
ricana no necesita ser congelada: la garapiña española no ne-
cesita tener pina. ¿Cuál de las dos garapiñas es la propia?
¿Copió malamente una de la otra? ¿Cuál de ellas copió?
Si acudimos a la etimología, sólo contamos con Larramendi,
que la hace vascuence, "de garai ipiñía, que significa sobre-
puesto o puesto encima", lo cual maldito si nos convence, ni
siquiera para las almendras garapiñadas, o sea recubiertas de
almíbar cristalizado, que parece helado. Realmente, la pala-
breja parece querer decir jarabe de pina, y en este caso la
bebida americana tendría la preferencia, por más que la voz
pina fué traída de España, y aplicada al ananá, por cierta ana-
logía de forma. Sabemos que en el siglo XVII el uso de la
helada y grumosa garapiña era muy común en España, tan-
to que Calderón de la Barca al pintar las aficiones de las mu-
jeres de su tiempo, en su Auristela y Lisidante, dice: "Ellas
de nada se duelen — como a ellas no les falten— almendrucos y
pasteles — chufas, fresas y acerolas — garapiñas y sorbetes, — des-
peñaderos y rizos, — perritos y perendengues." Lo importante
ÚX CATAURO DE CUBANISMOS "5
sería saber si se tomó garapiña en España antes del descu-
brimiento de las Indias.
CjiUchiche- — Persona insignificante, repulsiva y adulona.
Madrugón. — El acto de madrugar, en el sentido de anticiparse a otro
o a algo en alguna empresa o circunstancia, o, como dice el
vulgo cubano: "tomarle a uno la acción". En esta acepción
su uso es común en Cuba, pero preferentemente se usa tratán-
dose de una mala acción. Así se entendía antaño en España.
Dar madrugón era abandonar la posada de madrugada sin pa-
gar, como lo dicen Cervantes en La Ilustre Fregona, y Quevedo
en El Entremetido, la Dueña y el Soplón, y en su Parnaso
Español; también quería decir robar y buir de madrugada,
como creía el primer traductor italiano de las Novelas Ejem-
plares, Novilieri Clavelli. Hoy el madrugón perdura en Cuba,
pero se ha perdido en España, dicho sea con relación tan sólo
a la semántica.
Candeleros. — lo Especie de bastilla o pliegues con que se adornaban
antaño las camisas de los negros curros en la Habana, y de los
guajiros. Suárez y Toro y Gisbert traen esta acepción en la
voz candelilla. Nosotros hemos oído candeleros, con preferen-
cia, y la usaron nuestros costumbristas del pasado siglo. 2? Los
esclavos ayer, y hoy los peones, en los ingenios, encargados
de encender y alimentar la candela o fuego de los hornos
de la casa de calderas.
Venduta. — 'Significa además de lo expuesto por Suárez, subasta, al-
moneda pública.
Cayerío. — Conjunto de cayos.
Cantío. — No parece corrupción de cantido, voz ésta desusada, sino,
sencillamente, desinencia abundancial de canto. Un cantío de
sinsontes, el cantío de un gallo. Como de gente, gentío.
Malarrdbia. — La etimología de esta inverosímil palabra, aplicada a
un sabroso dulce, en toda América, da explicación del extra-
ño, fenómeno. Viene de Mahallabia, voz árabe que también
significa un dulce con almíbar. Lo que sí tiene rabia, como en
Cuba decimos, es la corrupción poronómica que, a través de oí-
dos andaluces, fué sufriendo la desarabizada palabreja.
Traspuntín. — Voz derivada del francés strapontín. Colchoncillo, Di-
go'era, asiento de quita y pon en los coches. Aquí, en Cuba,
. está en desuso a pesar de que en los automóviles se emplea a
veces, llamándosele asienticos. Pero se man iene como vulga-
rismo groserote, como sinónimo de trasero.
Sabijondo. — Muy sabio, suele usarse despectivamente. Corrupción de
sabihondo, que a su vez lo es, con petulancia, de sabiondo, ya
que este vocablo no tiene por qué meterse en honduras, como
tampoco hediondo, lirondo, orondo y otros de igual jaez.
Chotear. — Su etimología, según Suárez, proviene de choto. Nos pa-
86 FERNANDO ORTÍZ
rece algo arbitraria, pues ninguna de las acepciones de esta voz
castellana explica la acción despectiva del choteo. Presumo
que es de origen gitano, como chota. Chiota en caló significa
saliva, de donde se deduce chota, el delator, por metáfora; y
chiotar es escupir, de donde los gitanos han hecho, con una sim-
ple metátesis, chotiar, que significa salivar, llenar de saliva;
y de ahí nació el cubano chotear. Chotear ¿no es escupirle
a uno moralmente, dicho sea sin choteo, o sin más choteito
que el disculpable? Siguiendo a Cejador, el notable lingüista
español, llegaríase a afirmar, como él hace, la raíz vascuence
del chotiar gitano, (en su libro: ¡De la tierra. . .1). Dice que
chotear es dar el soplo, cuchichear, y que, por eso, chute es
en Cádiz el ruin, sin fe ni palabra, murmurador; pero ahora
no tenemos humor para enzarzarnos más en tales disquisicio-
nes filológicas.
Ciscón. — El que se avergüenza fácilmente. Creemos que se deriva de
ciscar, que en castellano vulgar significa ensuciar. Ciscarse,
ensuciarse; ciscar a uno, en Cuba y Méjico, es abochornarlo. Y
en gitano chiscar es también, como chiotar, escupir. Ciscar y
chotear son estrechos parientes en caló y en Cuba. Aquí tene-
mos: ciscar, ciscadura, ciscamiento, ciscón y cisquera. Se dijo
cas'izamente en España, como con frecuencia se usa aún en
Cuba, el adjetivo aciscado, que algunos aquí creen que es modo
incorrecto del ciscado. El P. Mir opina que aciscado importa
medroso, temeroso, atemorizado, y cree que representa un sen-
tido nuevo, diferente de ciscado, a saber, el que tiene metido
el miedo en las entrañas, el que muestra temor o flaqueza, el
que vive celoso y amedrentado. Los cubanos, repito, le damos
a una y otra voz un sentido más restringido, el de atemorizado
por bochorno, pero no por otra causa. Aquí los disparos no
ciscan a nadie, en el sentido cubano; pero, sí, por ejemplo, unos
chiflidos.
Cisquera. — Vergüenza, bochorno. "Entrarle o darle a uno cisquera.'1
Apurruñar. — Apretujar con las manos o puños. Parece epéntesis de
apuñar, como lo es apretujar de apretar.
Soturno. — Taciturno, triste y melancólico. Palabra tomada del portu-
gués, debió llegarnos con los numerosos extremeños conquis-
tadores.
Magua. — Este substantivo, como el adjetivo maguado y el verbo ma-
guarse, están bien expuestos por Suárez: decepción, chasco.
Pero ¡por amor de Dios! suprima la etimología caribe que les
atribuye Zayas, cuando son voces, las tres, de uso corriente en
Portugal, y hace alrededor de medio siglo que Armas lo advirtió
en Cuba, en su librito sobre Los orígenes del lenguaje criollo.
Cacho. — Este vocablo anticuado español, es aun muy usado en Cuba,
en el mismo sentido que la marinería lo usaba: pedazo pequeño
UN CATAURO DE CUBANISMOS 37
de algo; no solamente de pan (gacho), de donde acaso se deri-
ve. Se sigue usando en Extremadura y Andalucía. Es, pues,
otra voz marítima aplatanada al bajar a tierra.
Pesetear. — Pedir pesetas, sablear, vivir de picadas.
¿Chiringa'! — Se usa como negación ro'.unda para oponerse a una soli-
citud, del mismo modo que en otros países de nuestra habla se
dice ¡Naranjas!, y hasta ¡Naranjas de la china!. Pues bien,
es el caso que chiringas son naranjas en el caló gitano, de don-
de aquí son tantos los que hablan palabras gitanas sin saberlo.
Yaya.- — Daño, dolor, en lenguaje familiar. Según Coll y Tosté, yaya
era el nombre dado por los antillanos al pénfigo sifilítico. Por
extensión ha venido a ser aquí, como en Colombia, infantilismo
o vulgarismo, sinónimo de dolor. Y bien debe incluirse en un
diccionario de cubanismos, como en los castellanos se incluye
el sinónimo pupa, que no es sino otro.' vulgarismo e infantilismo
análogo, corrupción de baba, o sea, también, el pénfigo sifilítico.
Es curiosa esta derivación paralela de dos raíces distintas.
Falondres. — (De)— Irse de, o caerse de falondres. La trae Suárez;
pero acaso no sea ocioso recordar que es también otra voz ma-
rinera, y no significa solamente "de repente", sino más bien "de
golpe, de manera que la caída sea de todo el cuerpo". Hoy
casi se usa como sinónimo de derrumbarse, caerse, etc.
Bodega. — Es la tienda de víveres al por menor o abacería, como dice
Suárez. A veces, por extensión, la tienda mixta de las peque-
ñas poblaciones o del campo, si vende víveres también. De
por qué no es bodego ni bodegón, ni han de conservarse en ella
los vinos, como sucede en Andalucía, hablaré en Los N-efgros
Curros, por razones que en su día podrá apreciar el lector.
Papujo. — Americanismo, síncopa de papujado, se le dice a quien tiene
la papada abultada. En Cuba, por analogía: ojos papujos, si
tienen el párpado inferior abuPado.
Chota. — Delator, soplón. "Fulano es un chota, y ella es chota, tam-
bién". Es voz gitana, de la germanía española, mantenida con
uso general en Cuba, y con igual significación.
Bruja. — Adjetivo que en su acepción de pobre, sin dinero, se deriva
según Arturo R. Carnearte, de broken. en inglés, quebrado, por-
diosero. Es muy posible que así sea, como en otros cubanismos
ocurre análogamente. Sin embargo, por si alguien tiene du-
das, propongamos otra, de bruje, que en caló gitano significa
precisamen+e un real, una moneda ínfima. Un sin bruje, es
precisamente un hombre sin un real, sin un medio, en fin, un
bruja. ¿No pudo por metátesis en la frase, y por contradic-
ción, nacer en Cuba o allá, en años remotos, el bruja? Este
origen andaluz y gitanesco podía explicar además el bruja so-
pera, aun no explicado. Pobres sopistas y soperos, eran los que
allende los mares se alimentaban de la sopa boba o bodrio de
38 FERNANDO OBTIZ
los conventos, los pordioseros que por Dios pedían limosna e
iban o la sopa, a palacios señoriales o frailescos. Era, real-
mente, el grado último de pobreza. Un bruja sopero o sopera
(desinencia femenina en o, por influencia de bruja) es un po-
brete sin un real, que tiene que vivir de la sopa, de la bazofia,
del alimento que le dan los demás.
Berrenchín. — Si en España es el vabo o tufo que despide el jabalí
cuando está furioso, aquí lo aplicamos, por analogía, por no
tener jabalíes, al tufo del chivo, aun sin estar iracundo el ani-
mal. Por eso, cuando algún negocio sucio, o chivo, huele mal,
decimos que huele a berrenchín. Además, por transposición,
aquí como allá, llamamos así al berrinche o berrea de los niños
y de algunos grandullones, cuando se emberrenchinan.
Pichicato.— Cicatero, americanismo muy difundido, aunque no tanto
como la cicatería. \La voz se supone derivada del italiano piz-
zicato. Se trata de una acepción burlesca, de un humorismo por
semejanza fonética con cicatero.
Coime. — Mozo que tantea en el billar. Es americanismo traído del
caló gitano donde coime es el señor, lo mismo de la casa de
juego {coimero) que de los cielos, {coime de las clareas), que
del postríbulo (coima).
San. — Guapo, perdonavidas. Aféresis de cañón, que en lengua de la
mala vida o gemianía andaluza significa el vago y picaro de
oficio. Nosotros le hemos reducido una sílaba, como si aquí
hubiese venido a menos, cosa incierta por desgracia.
Chulear. — Viene de chulo, claramente, y éste chulo quiere decir mu-
chacho, y también peso o moneda de un duro, en caló gitano.
Chulear equivale a algo más por el valor mayor de la moneda,
que pesetear. Moralmente vale menos.
Ciguato o siguato. — El pescado que padece cierta enfermedad, llama-
da ciguatera, y el que se enferma por comerlo. La ciguatera
es un verdadero cubanismo, porque lo es la enfermedad, pecu-
liar de algunos peces en nuestras costas y las de San' o Domin-
go. De aquí pasó, sin duda, a Andalucía como varias otras,
con sus derivados: aciguatar, aciguatador, aciguatamiento.
Allí aciguatar, en el campo o mar de la mala vida, significa
para la gente macarena, como antaño se dijo, acechar con fin
siniestro, herir, maltra+ar, matar. Y quién sabe si, transfor-
mado en chiguatar, pasó al caló gitano, significando: detener,
sujetar, aguantar a alguien. Por donde le habríamos dado una
sola palabreja a los gitanos a cambio de otras varias que les
tomamos. ¡Cambalache más gitano...!
Chapetón. — Americanismo, hoy poco usado en Cuba. Fué el soldado
bisoño, y, por extensión, el novicio en algo. Hemos leído que se
derivó de las chapas que en sus rojos carrillos traían los espa-
ñoles, contrastando su cara con las pálidas, propias de estos cli-
UN CATAUBO DE CUBANISMOS 39
mas tropicales. Acaso no sea sino una variante (por atrac-
ción fonética de otras voces, como guapetón, mocetón, etc.,)
de chapetón, el jugador novato, en el caló andaluz, tan propio
de la chusma marinesca de los puertos andaluces, de ías flotas
que traficaban con estas Indias.
Tapacete. — Esta voz marinera, como tautas otras usadas en América,
adoptó por analogía una acepción terrestre en estas Indias, el
toldo o cubierta con que se tapa el pasajero en ciertos carruajes.
Capataz. — El jefe o cabeza de los cabildos de negros.
Capitalino. — Perteneciente a la capital. Ayuntamiento capitalino, urbe
capitalina. Este adjetivo es muy útil y merece la adopción in-
mediata de la Academia. Si de capitolio tenemos ya capito-
lino
Capotera. — Envoltura de cuero, unida a la silla de montar por co-
rreas, donde se lleva el capote o la capa de agua.
Carrocería. — Galicismo muy generalizado en Cuba. Parte de los ca-
rruajes o automóviles donde van la caja, los asientos, portezue-
las y demás piezas ajenas a las ruedas, muelles, ejes motores y
demás del aparato motriz.
Carretillear. — Conducir en carretilla. Tan legítimo como de carreta
nació carretear, ya apadrinado por la Academia.
Carabela. — Se decía de les negros que venían de África, como escla-
vos, en una misma cargazón o buque. Canuto. Lucumí y Catali-
no Mandinga eran carabelas.
Jaba. — Dice Suárez que es una cesta, cuya mayor dimensión es la al-
tura. Algunos lexicógrafos cubanos, interpretando mal un texto
de Oviedo, dicen que es voz indiana. Creemos que nó. Oviedo
escribe:- "hacen unas cestas, que llaman navas, para meter lo
que quieran guardar". ¿Quiénes llamaban havas o jabas a ta-
les cestas? ¿Los indios? No lo dice Oviedo. Fueron los ma-
rinos y conquistadores andaluces los que le aplicaron la voz
comunísima árabe, al-chaba, que aun hoy conserva el Dicciona-
rio de la Academia para significar la larga caja o cesta para
flechas, aljaba o carcaj. La jaba se sujeta por unos cordeles o
tiras largas, también, como los que sirven para igual uso en la
aljaba. No parece, pues, india la palabreja, ni su derivado
jabuco. La voz jaba, suele usarse en sentido figurado, por
joroba, porque el que carga una jaba a la espalda va jorobado,
realmente.
Careta. — (Dar). — Dar broma con el antifaz. Engañar a uno hipócri-
tamente. No me des careta. Le dio el gran caretazo.
Caretazo. — Golpe con la careta.
Caretudo. — Sujeto de cara tan dura, que parece llevar careta.
Caradura. — Desvergonzado, hipócrita.
Cuajo. — La Academia da en su 4a acepción el sentido siguiente:
Cuajar, 1er. artículo. Este dice: Unir y trabar las partes de
40 FERNANDO OBTIZ
un líquido, convirtiéndose en sólido. Nos parece poco atinada
esta definición en lo que debiera ser de química, como en lo de
lógica; pero no ocupándonos de ella, digamos que en Cuba,
cuajo tiene otro sen' ido, que académicamente pudiera ser ex-
presado así: Cuajar, Ser. artículo. Y leyéndose entonces la re-
ferencia tendríamos: Lograrse, tener efecto una cosa. Pues
si allí se dice cuajó la pretensión, aquí decimos a la hora del
cuajo; por más que el cuajo se extiende a significar el momen-
to preciso de lograrse, efectuarse o acontecer alguna cosa y aun
el de la muerte. Así lo vemos en L. Rodríguez Embil, La In-
surrección.
Cábula. — Por cúbala, en su tercera y cuarta acepciones. Se u^a ge-
neralmente en plural. ¿Qué cábulas son ésas?
Cable. — Despacho telegráfico transmitido por el cable submarino.
Cablegrafiar. — Telegrafiar por cable submarino. Siendo correcta la
formación de esta voz y de uso frecuen'e en Cuba, aunque toda-
vía no la haya adoptado el Diccionario de la Academia; sin
duda, antes de mucho, tendremos otros neologismos, que aun
no hemos oído ni leído, igualmente aceptables, como cabiefo-
near y cablefonema, pues ya tenemos cable por el cual telefo-
neamos a los Estados Unidos. Y va de neologismos. También
se suele ya usar radiografiar y radiograma, pero como quiera
que la primera de esas palabrejas puede dar origen a confu-
1 sión, con otros empleos gráficos del radium, bien podríamos
decir mejor marconigrama y marconigra'fiar, como se dice en
Italia, lo que, además de ser elegante, sería de justicia.
Cablegrama. — Igual que cable.
Convoy. — Angarillas, en su cuarta acepción. Probable derivación figu-
rativa de la voz marítima.
Anguila. — Individuo resbaloso. Es una anguila.
Aporcar. — Cubrir con tierra las raíces de la caña de azúcar. La
acepción del Diccionario de la Academia es análoga, no idéntica.
Cuervo demuestra que esta voz es clásica (pág. 511).
Apolismado. — Fruto magullado.
Apolismar. — Magullar un fruto. Se usa también como verbo re-
flexivo.
Bullanga. — Derivación despectiva de bulla, escándalo, jolgorio. Lo
usó ya a mediados del siglo último Francisco de P^ula Gela-
bert. Se conoce en el Continente la epéntesis bullaranga. La voz
bulla se usaba también en Cuba como sinónimo de contoneo;
"tiene una bulla en la cintura que echa fuego", se decía.
Ajonjeo. — Mimo, chiqueo, según Armas. Hoy en desuso. De ajonje,
substancia pegajosa.
Aljorozar. — Repellar, según Armas. Hoy en desuso. De aljor y éste
de aljez, yeso.
Sollate o Soyate. — El pellejo. Voz azteca, según Armas.
UN CATAURO DE CUBANISMOS 41
Chapapote. — Voz caribe, dice la Academia; mejicana, dice Armas.
Coconete. — Niño pequeño, hombre raquítico. Voz mejicana, según
Armas. No nos lo parece.
Fondongo. — Se deriva de fondón-ngo. Significa lo mismo que la o'.ra
castellana fondillo, de igual origen. Fondón, según Toro y
Gisbert, es adjetivo que quiere decir, vulgarmente, de trasero
muy abultado. Pío Baroja nos enseña otra palabra análoga:
fondoncilla. Véase, además, la primera acepción de fotingo.
Tarramenta. — Cornamenta, así como al cuerno se le dice tarro.
Cabreta. — Por cabritilla.
Caderudo. — De grandes caderas.
Cala. — 'Aparato de metal, bueco, de forma cónica y puntiaguda, con
una muesca en un lado, bacia el centro, con el cual se penetran
los sacos de azúcar, arroz u otros efectos para sacar muestra
de ellos, sin abrirlos. Acción y efecto de calar, pues no sólo
los melones y otras frutas semejantes se calan, como parece su-
poner el Diccionario de la Academia.
Caletón. — ¡Un aumentativo, de un diminutivo! ¿Habráse visto otra
más absurda? De caleta, diminutivo de cala en su segundo
ariículo, como caleta. Es frecuente en nuestra toponimia ma-
rítima: Caletón de Ventura, Caletón del Rosario.
Machango. — Se dice a una mujer virago, marimacbo, o sea macha-ngo.
En Suramérica se le dice macha, según Ciro Bayo y Toro y Gis-
bert, y mac%ona, según Selva en su Guia del Míen decir. Al
decir de- Toro <ty Gisbert, machango es americanismo referente a
una especie de mono. Hoy no se usa ya en Cuba en tal sentido
el vocablo; pero se usaba así al promediar el siglo pasado. Ge-
labert, en un artículo sobre los velorios, aludía a un apodado
Machango, "el cual, en efecto, tiene cara de mono."
Leñazo. — Golpe dado con un leño. En la Vida y hechos de Esteba-
nillo González, contada por el mismo, se usó en igual sentido.
Ignoramos si boy está en desuso en España (la dicción, no la
acción) ; no trayéndola el Diccionario de la Academia.
Recholata. — Diversión, jolgorio. Cuando el bautizo bubo la gran re-
cholata. Ellos estuvieron de recholata. Esta voz acaso se de-
rive de la anticuada regolax. El maestro Correas en su voca-
bulario del siglo XVII dice: "Estar de grox, de regodeo, de
regolax..." dándoles igual significado. Y probablemente por
atracción fonética del sinónimo rechonchear, cambió la g en ch,
y por el aumentativo ata (como en cenata, bachata, etc.) con-
virtióse la ax en ata y de re-g-ol-ax, tuvimos re<-ch^ol-ata.
Cajonería. — La acepción de la Academia es desusada en Cuba. En
su lugar, queremos decir: taller donde se construyen cajas,
cajitas y cajones. Como se observa, aquel substantivo femeni-
no ha nacido del aumentativo de caja; por eso no decimos m n-
ca caj&ría, ni cajero, como en España, sino cajonería y cajmiro.
42 FERNANDO ORTIZ
Cajonero. — Constructor de cajas, cajitas y cajones.
Fileteador. — El que filetea. Se dice, generalmen'e, del operario que
adorna con filetes de papel las cajas de cedro destinadas al en-
vase del tabaco elaborado.
Matungo. — Se dice del animal matalón, que por su es'ado es conve-
niente matarlo (matu-ngo), para aprovecharlo antes que una
próxima temerte impida su aprovechamiento. También se dice
de las personas achacosas, enfermizas, desmedradas, flacuchas
o débiles. *
Cajón.— No siempre es en Cuba aumentativo de caja, pues a la ca.jita
de tabacos se la suele decir siempre cajón. Este cubanismo es
tan arraigado que el mismo Suárez lo usa, al definir la voz
filetear.
Escogida. — 'No solamente el lugar donde se escoge el tabaco en rama,
y la reunión de obreros encargados al efecto, sino la operación
de escoger. La escogida resultó ruinosa,
Maturranga. — Es americanismo y derivación despectiva de maturraca.
Acción poco correcta, engañifa, treta. Armas la deriva de
matul, matulo (bulto grande) matulanga.
Maturango en la Argentina es el mal jinete. En el Perú, el
caballo flaco y matungo. Se dice también, por extensión, del
español o europeo, según Toro y Gisbert.
Confianzudamente. — Con abusiva confianza.
Serpentín. — Tubo largo y enroscado, que sirve para facilitar mediante
el paso por él del vapor caliente, la cristalización del azúcar
en los tachos.
Calzada. — Vía pública ancha, por extensión de la acepción castellana.
Camión. — Además de la acepción castellana, aunque ya casi del todo-
olvidada, hoy se usa para el automóvil de carga, cualquiera que
sea su capacidad.
Meter. — Intercalaríamos la correspondiente papeleta del Diccionario
de la Academia, como sigue: 25. Correr. Metía mucho el auto-
móvil o el hareo. || 26. Pegar. Meter un cuerazo. || 27. Traba-
jar. Ese esclavo mete duro. Metió todo lo que pudo. || 28. Re-
correr gran distancia. Meterse varias leguas a pie. || 29.
Vencer algo o a alguien. Me lo metí. || 30. Pegar golpes. Le
metió duro. Meterle a uno la mano. || Meter mano en o de. fr.
Ocuparse de un asunto o trabajo. || Meter la pata. fr. Cometer
un error. || Meterse &n la pina. fr. Acobardarse || Meterse en
el saco. fr. Emborracharse. || Meter caña. fr. Trabajar, por el
trabajo nacional: meter caña a los trapiches. Esta frase suele
ser sinónima de las demás acepciones; así: le metió caña, pe-
gar; el vapor metía caña, iba velozmente. En estas frases la
caña no vale nada. ¡A lo que hemos llegado en Cuba! La
acepción 16, introducirse en una parte sin ser llamado, no siem-
pre se enMende en Cuba, cuando dícese de uno, que se metió*
UN CATAURO DE CUBANISMOS 4?,
Así se usa, aunque haya precedido una llamada al acto de me-
terse. Lo llamaron del coche y se metió. En esos casos vie-
ne a ser un sinónimo de entrar. Por eso se dice corriente-
mente: el tiempo se metió en aguas, o entró a llover.
¡Métele! — Está bien definido por Suárez, pero su aplicación es más
extensa. Métele o mete, simplemente, puede equivaler a ¡corre!
¡pégale! ¡trabaja!
Metida. — Caminata, viaje o recorrido largo. La gran metida. Para
ir a pie hay que darse una gran metida. || Zurra. Le dio una
metida como para él solo. || Fastidio, disgusto. Me llevé la
gran metida. || Equivocación ¡Qué metida!
Metido. — Entremetido. Usted es muy metido. || Comprometido, apu-
rado o apretado en un negocio o empresa. El hacendado está
muy metido. || Borracho, por metido en el saco.
Fastidiada. — Fastidio. Le dio la gran fastidiada.
Ajo. — La Academia en el art. 5?: Negocio sospechoso o poco decen-
te en que intervienen varias personas. Andar en el ajo. Puede
ser que así sea en España. En Cuba el ajo es lo importante,
secreto, culminante, la yema de un asunto, y así decimos: Fu-
lano votó sin estar en el ajo del negocio; al hablar dio en el
ajo; el ajo está en que he llegado a tiempo.
Bofarse. — Toro y Gisbert trae esta voz como mejicanismo. Ahuecarse
una pared. Es, también, cubanismo. También usamos abo-
farse.
Abofarse. — Ahuecarse una pared, separarse el repello de la pared,
como si ésta se hubiese inflado. Bufar o bofar, es voz catalana
que significa soplar.
Guayabo. — El árbol que produce la guayaba, dice el Diccionario de
la Academia. ¿Pero por qué añade: "En francés: goyavief"?
¿Quiere decir con esto que es un galicismo? ¿Sí? Pues no es
verdad; como no lo es guayaba, tampoco lo es guayabo. ¿Nó?
¿Pues qué, acaso en cada otra papeleta del Diccionario se trae
a colación la traducción francesa de cada vocablo? ¡Fuera, pues,
el goyavier! Esa etimología, si se propone como tal, no vale
una guayaba, para decirlo en criollo. Recuérdese en cambio al-
guna de las 22 acepciones y derivados de guayaba, traídas por
Suárez, que, como guayabal, guayabera, guayabito, harían me-
jor papel en el diccionario castellano que esa inexplicable eti-
mología gabacha. ¡Que no nos venga la Academia con guaya-
bas!, y consignemos así, de paso, otro cubanismo.
Ambulancia. — Carro de un hospital, con camilla.
Amorrongarse. — Este vocablo que es hoy un muy soez vulgarismo, no
tiene la etimología que supone Suárez. Se deriva de la voz
marinera amorronar, enrollar la bandera y ceñirla de trecho
en trecho, para izarla como señal en demanda de auxilio. La
g se ha entrometido, dando una desinencia despectiva a la voz,
44 FERNANDO OBTIZ
y por sugestión de cierto parónimo indecente. Significa: aco-
bardarse.
Apostar. — En Cuba no se necesita "un pacto entre los que disputan",
como parece exigir el Diccionario de la Academia. Uno puede
apostar a una rifa o a la ruleta, sin disputa alguna, y hasta
sin pacto expreso.
Canalizo. — Diminutivo de canal. Lo decimos a todo canal pequeño,
por influjo de su acepción marinera, que trae el Diccionario
de la Academia.
Canasta. — Si ha de ser cesto redondo, como quiere el Diccionario de
la Academia, aquí la canasta no siempre lo es, Canasto, dice
el Diccionario que es canasta recogida de boca, cosa muy pro-
pia, al fin, de un ser masculino, en relación con su femenino;
pero en Cuba no nos fijamos en tales recogimientos de boca y
aplicamos una u otra vocal, sin reparar en sexos.
Canastillero. — Mueble para guardar la canastilla del niño.
Metedura. — Acción de meter. Metedura de pata. ¿Qué metedura es
ésa que te traes en mis asuntos?
Sabrosón. — Comodón.
Sabroso. — De sabroso, como de sabrosón, se dice del que realiza un
acto o consigue algo sin molestia ni esfuerzo alguno de su
parte, como viajar o entrar en un teatro sin pagar, obtener
buena nota en un examen sin estudiar, vivir en casa ajena sin
costo alguno, ser elegido para un cargo sin trabajar su can-
didatura, etc.
Sabrosearse. — Darse gusto de sabrosón; acepción algo distinta de sa-
borearse. Sabrosearse se usó antaño en España por hacer sa-
broso lo que no lo es, según el P. Mir.
Cliaucliau. — Se le dice al chino, sin duda por su habla ininteligible;
pero no por recuerdo de ella, que, de quererlo así, se diría me-
jor chang ching chong, o cosa de poco más o menos. Chao,
chao decían ya los clásicos castellanos por palabrería, verbosi-
dad, tarabilla, charla etc., como puede verse en el Vocabulario
de Correas "que vivió en tiempo de Felipe tercero". La mu-
chachería le gri'a a los chinos: ¡Chauchau, palanqueta! Y
esto requiere una explicación. Dice Coll y Tosté que en el
lenguaje de los indios" de Puerto Rico chau chau significaba
pan delgado. Las Casas dice que xaoxao eran las tortas del-
gadas de casabe que hacían los iTíuios. Oviedo dice que el pan
de casabe, delgado como obleas, se llamaba xauxau. Este signi-
ficado puede dar luz sobre la expresión chauchau palanqueta,
que se le dice a los chinos. El chauchau palanqueta equivalía
decir: xaoxao palanqueta, y debió de ser un dulce o pastelito de
torta de casabe, gofio y melado, que aun decimos palanqueta, y
el chauchau se aplicó así al pastel, por derivación indiana, como
al chino, se le dijo por derivación castiza. Esto aparte de que
UN CATAURO DE CUBANISMOS 45
los chinos en sus puestos de frutas y freidurías, son los que
suelen hoy día hacer y vender las palanquetas. Por donde,
decirle a un chino chauehau, como le dice la muchachería,
está bien; pero decirle chauehau palanqueta está rematada-
mente mal. Ahí la palanqueta es voz atávica, supervivencia
de otra expresión, que por estar tan adherida al chauehau, en
una de las acepciones de esta voz, la antillana, xaoxao, le si-
gue al chauehau, cuando no debe, en su acepción castiza.
Enchuchar. — Situar el material rodante de un ferrocarril en un chu-
cho, o ramal auxiliar de ferrocarril, de modo que deje expedito
el tránsito por la vía principal. Metafóricamente se llamó
enchuchado al militar separado interinamente de su cargo o
mando por el Presidente de la República M. G. Menocal, para
que otro o alguno de sus subordinados pudiera servir los inte-
reses políticos del Gobierno, ejerciendo violencias contra los
electores, privándolos de sus libertades ciudadanas y arreba-
tándoles el sufragio.
Atestar. — Lo usamos aquí aplicándolo también a las personas. La
iglesia estaba atestada de gente, o atestada, simplemente.
Atrabanco. — 'Traba, obstáculo, obstrucción, estorbo.
Atrabancar. — Poner trabas, obstáculos, etc.
Polín. — Trozo de madera prismático, de longitud variable, que sirve
de durmiente de los railes en las vías férreas. Traviesa o tra-
vesano del ferrocarril.
Resbaloso. — Se dice de la persona escurridiza, difícil de comprometer,
e informal en sus tratos.
Resbalosería. — Condición de la persona resbalosa, informalidad en los
tratos. Déjese de resbaloserías.
Cotorrero. — Correspondiente a la cotorra. Se llama así a cierta clase
de guayaba.
Encuevarse. — Corrupción de encovarse. Esta corrupción está en cier-
to modo disculpada por haberse usado, hasta por clásicos, la
voz encubarse en sentido figurado, meterse en una cuba, con
igual significación de esconderse en una cueva, huir de la pu-
blicidad.
Despestañarse. — 'Falta en el Diccionario de la Academia esta acep-
ción figurada, de uso constante en Cuba; trabajar excesivamen-
te con la vista., por ejemplo, en el estudio, en el bordado, en la
costura, etc.
Documentado. — No solamente se dice del memorial o escrito acom-
pañado de documentos, sino, metafóricamente, de la persona
que ha estudiado a fondo y con abundancia de datos un asunto.
Contrapunteo. — Porfía picante * entre dos personas. Dimes y diretes.
El acto de contrapuntear, especialmente en su segunda y cuar-
ta acepción del Diccionario de la Academia.
46 FERNANDO OKTÍZ
Rascarrabias. — Se dice de la persona rabiosa, pendenciera, gruñona,
de nial carácter. Corrupción de cascarrabias.
Mono. — No los hay indígenas en Cuba. Los que se ven son importa-
dos; no obstante lo cual, además de "meterle a uno los monos
en el cuerpo", cuando lo amedrentan o atemorizan seriamente;
comparamos, al asegurar la certeza una cosa, diciendo: como
mono; y cuando sopla aire frío o bace un friecito molesto, nos
damos cuenta de que chifla el mono, cosa bien singular, por
cierto. Son muchos monos, al parecer, los que saltan en la
fronda de nuestro" lenguaje popular. ¡Hasta tenemos monos
sabios!
De todos estos simios cubanos, los más sorprendentes, más
curiosos aun que el mono que chifla cuando hace frío, son los
,• que a uno le pueden meter en el cuerpo. Ignoramos el origen
! de tales terribles monos, pero no de la expresión e idea del me-
timiento, que es castiza, al decir del jesuíta P. Mir y Noriega,
quién la toma del otro jesuíta P. Juan de Torres en su Filoso~
fía moral de príncipes (1600), el cual escribió, tratando del mie-
do que pasaron no menos de seiscientos mil israelitas: "les me-
tieron el garbanzo en el cuerpo". Nosotros hemos convertido
el garbanzo en monos, así en plural, por bien rara y absurda
metamorfosis; que, al ñn, aunque con hoy inexplicable metá-
fora, no es cosa difícil, que se diga, meterle a uno el garbanzo
y aun los garbanzos, en el cuerpo, pero harto dificilillo ha de
ser que le puedan meter a un prójimo los monos, y aunque uno
sólo fuere, en el cuerpo, como con frecuencia se oye decir en
Cuba.
Canelón. — Las piezas de cristal que cuelgan como adorno de lámparas
o candelabros. Se dicen así, probablemente, por los canelones o
carámbanos largos y puntiagudos, que cuelgan de las canales
cuando se hiela el agua lluvia o se derrite la nieve; por lo que
debemos deducir que esta acepción nos fué traída de España,
donde suele haber carámbanos, que aquí se desconocen.
Naiditica. — ¡Sería aquí ocioso dar cuenta de todos los diminutivos
anómalos, que usamos a diario. Llegamos hasta aplicar de-
sinencias diminutivas a los adverbios, (ahorita, en cuántico).
Pero este naiditica no tiene ripio. De nada, nadita, naita, na-
ditica, todos los cuales se usan; y, en fin, por influencia de la
metátesis del naiden vulgar se incrusta una i, entre las dos
primeras sílabas y nace el naiditica, y por sincopa surge el
naitica.
Toitico.— Diminutivo, popularmente usado, de todo, mediante las for-
mas intermedias todito, toito, toditico, y por sincopa de la d,
toitico.
Calimba.— Es cubanismo, según la Academia, cuyo diccionario dice:
"El hierro con que se marcan los animales" y debiera añadir:
UN CATATJÜ0 DE CUBANISMOS 47
"y se marcaban los esclavos". En mi libro Los Negros Escla-
vos hube de escribir lo que sigue:
Llegado el esclavo a Cuba, en la época del esplendor de la
trata, era herrado, es decir, se le marcaba con el hierro, dis-
tintivo de la propiedad de su amo.
Este hierro consistía en una planchuela de metal retorcida
de modo que formaba una cifra, o letra o signo, a la cual se
unía un mango con el extremo de madera. Para marcar un
negro se calentaba el hierro sin dejarlo enrojecer, se frotaba
la parte del cuerpo donde se debía estampar la señal, general-
mente el hombro izquierdo, (i) cdñ un poco de sebo o de grasa,
se ponía encima un papel aceitado y se aplicaba el hierro lo
más ligeramente posible. La carne se hinchaba enseguida y
cuando los efectos de la quemadura pasaban, quedaba una
cicatriz impresa en la piel, que nada podía ya borrar. Esta
costumbre fué desde los primeros tiempos de la trata; por eso
A. de Torquemada al hablar de las brujas dice que se dejan
marcar del demonio como esclavos. (2) Y fué conocida en Es-
paña. Gestoso (3) nos refiere casos de esclavos marcados (1500)
en una mejilla con una flor de lis, y con una estrella en la otra;
de otros (1520) marcados con una S en un carrillo y en el otro
con un clavo: de otros (1522) marcados con un letrero en la
cara que dice: "esclavo de Juan Romero," de otro (1555) mar-
cado en la cara un letrero que dice: "Juan Sánchez, cantero."
Comunmente la atroz marca consistía, según Gestoso, en una S
y un clavo, que colocaban en el centro de dicha letra vertical-
mente. La ese y el clavo, querían decir esclavo. Y en otra
mejilla marcaban el cuyo.
Pedro Vega d) escribió: "La ese y el clavo en un carrillo,
y el cuyo en el otro, es la divisa del esclavo" y también: "Es-
cribirle en la cara que es esclavo y a veces también el cuyo,"
es decir cuyo, o de quién era el esclavo; por lo que cuyo pasó
a ser sinónimo de dueño, amante.
También se usó el hierro con los amerindios.
En una anónima Relación del gobierno e población de las
Indias en cuanto a la Isla Española, Cuba, Xamayca e Saint
Xoan de Puerto Rico (5) se critica esa costumbre infame:
(1) C. Villaverde. Cecilia Valdés, pág. 12 7.
(2) Cita de Amezua. Ob. cit., pág. 592.
(3) José Gestoso y Pérez. Curiosidades antiguas sevillanas. Se-
villa. 1910, pág. 87 y sigt.
(4) Declaración de los siete salmos penitenciales — 1606 — Tomo 5.
vers. 19, dic. 2. Cita del P. J. Mir.
(5) En el Archivo de Indias, (Patronato.- — Estante 2o Caja la Le-
gajo 1?) La inserta el erudito portorriqueño Coll t Tosté en su Boletín
Histórico de Puerto Rico. Año III, núm. 2o, págs. 118 y siguientes. No
tiene fecha pero Coll y Tosté opina que es de 1519, y acaso del célebre
Oviedo.
48 FERNANDO OBTIZ
"... e el otro es el yerro de los naborias, que pues son libres e
non esclavos, es concyencia, errallos e pagar dineros por el
yerro, e baste que se yerren los esclavos."
Esta ley de infamia cesó de regir en 4 de Noviembre de
1784, por disposición de Carlos III.
A esta cruel operación se la llamó calimbar, y así se sigue
aquí llamando boy, pues se aplica a las marcas del ganado.
Al herrar o calimbar al esclavo, se le ponía un nombre
cristiano. A fines del siglo pasado la individualización civil de
los mismos era más complicada. Así vemos todavía en 1829,
una lista de negros entregados al Real Consulado, con el nom-
bre africano, el número del barracón en que estaban y el nom-
bre católico que se les babía puesto. Pero lo general fué pres-
cindir del nombre africano y usar sólo el católico, que a
los bozales se les grababa en una latica que se les colgaba del
cuello como un amuleto, y además se les marcaba en la ca-
misa, (i)
Volviendo a los errores del Diccionario de la Academia, este
trae la voz carimba significando: "marca que con hierro can-
dente se ponía a los esclavos en el Perú", y debió decir "en
toda América", porque calimba y carimba son lo mismo, siendo
la trasmutación de la .lingual fuerte r en la linguo-paladial lí-
quida o suave l, o viceversa, cosa frecuente en todos los pue-
blos, y en grado sumo en América. Carimbo se dice hoy en
Portugal al sello que se usa para marcar en plomo, lacre, etc.,
y por extensión, a todo sello, aun cuando no sea candente. Más
que cubanismo y peruanismo, según la Academia, sería un
americanismo, y portuguesismo. Pero la palabreja es castiza,
aunque perdida, como tantas otras de su casta, en el "solar de
la raza", pues en la Pícara Justina se dice: "Los de mi ca-
limbo saben hacer de una cara dos". Y dice el P. Mir que
proviene de calibo, tomada por calibre, que en sentido figurado
significa condición. Más bien quiso la picara Justina decir li-
naje o casta, por más que allá se van los vocablos en cuanto a
su sentido; de lo cual inferimos que yerra el P. Mir, pues no
de calibo (árabe; calib, modelo) o calibre, se deriva esa voz,
sino de calibo, que según la autoridad del mismo Diccionario
de la Academia, aun se usa en Aragón por rescoldo, y procede
del latín caleré, estar caliente. Recuérdese sino, que se calim-
ba con hierro candente. ¿No es evidente que son de un mismo
calimbo; calor, calentura, caldo, caldear, callentar, y, en fin,
caliembrar, calimbrar o carimbar?
Vean, pues, los doctos de la Academia, para la próxima edi-
ción de su Léxico, si ponen en orden esos vocablos.
O) Véase en Papel Periódico de la Havana, número del 30 de Abril
de 1795.
ÜN CATAURO DE CUBANISMOS 4íi
Yincotel. — Bebida alcohólica. Del inglés gin cocktail.
Champiñón. — Setas. Del francés champignon.
Flamboyán o Framboyán. — Cierto árbol que echa unas flores muy ro-
, jas como llamas, por lo cual en francés se llama flamboyant.
Fuetazo. — Trago de bebida alcohólica. Algunos dicen foetazo.
Fuácata. — Chasquido del látigo, onomatopéyico.
Escampada. — Período o momentos en que cesa de llover. Aprovecha
esta escampada para iri.e.
Azucararse. — Convertirse en azúcar, p separarse el azúcar de los de-
más componentes de una cosa. El caramelo se azucaró, el
anisado está azucarado.
Rasqueta. — El Diccionario de la Academia dice: Amér. Merid. Al-
mohaza. También en Cuba, siendo totalmente desusada la voz
almohaza. Nótese como esta acepción es de origen marítimo,
pues rasqueta es propiamente la planchuela de hierro, de can-
tos afilados y con mango de madera, que se usa para raer y
limpiar (rascar) los palos, cubiertas y costados de las embar-
caciones.
Papaúpa. — Estar de papaúpa, estar bien, sabrosamente. Papá upa, es
expresión infantil, que dice el niño al padre cuando quiere
que és^e lo cargue, de donde viene el fam. aupar. El significa-
do metafórico del vocablo es, pues, bien claro.
Trinidad. — Conjunto de tres personas o cosas relacionadas entre sí.
Nuestros cronistas de salones dicen: Las tres señoritas eran
una trinidad encantadora. El Diccionario de la Academia
no trae esa acepción, frecuente en Cuba, aunque la usaron los
clásicos, según el P. JVfir^ y Noguera en su Rebusco de Voces
Castizas.
Grillé. — Galicismo, corriente en Cuba, para significar los palcos que
en los teatros están sobre el proscenio. Se les llama así porque
antiguamente esos palcos tenían un enrejado en forma de ce-
losía, que se cerraba impidiendo que los expectadores vieran
quienes ocupaban esos palcos. Solían, aun hoy, estar en comu-
nicación inmediata con el escenario y a veces los ocupaban los
comediantes, sin necesidad de cambiar de traje, o personas que
por enlu'adas o ir en malas compañías no querían ser vistas.
Hoy se ha suprimido el enrejado o grillé, que les dio nombre.
Devanar. — Devanarse los sesos. Preocuparse excesivamente por algo
sin resultado satisfactorio. El Diccionario de la Academia no
trae el reflexivo devanarse, ni tampoco el devanearse, que sería
aquí el pertinente, ya que devanarse los sesos es un disparate
vulgar muy generalizado. No hay que devanárselos mucho
para creer que el verbo propio es devanearse, de devaneo, de-
vanear. Hacer o decir despropósitos, disparates, ocuparse inú-
tilmente. Devanearse uno los sesos es pues, hacerlos trabajar
estérilmente.
50 FERNANDO OKTIZ
Descartarse. — Apartarse de algo o de alguien. En Cuba es de uso
muy frecuente este reflexivo, como también descartabie.
Ripiado. — Hecho ripios. Ese vestido está ripiado. Es participio del
verbo activo ripiar, como bien lo define Suárez, en -su acepción
cubana. Como adjetivo, equivale en Cuba a pobrete, desprecia-
ble. Fulano es un ripiado, como en el Continente se dice: es
un roto.
■Ripiarse. — El verbo ripiar se usa aquí también como reflexivo, en el
senüdo figurado de perder, destruir, etc. Voy a ripiarme diez
pesos a la ruleta. Es capaz de ripiarse la vida con cualquiera.
Agalludo. — El que tiene agallas, en el sentido de ánimo esforzado, des-
preocupado o desvergonzado. Estimamos errónea la acepción
que da Suárez, codicioso. Sucede que por agalludo tenemos a
todo aquel que tiene ánimo para desafiar, con sus ac os egoís-
tas o inmorales, la opinión ajena.
Alebrestarse. — -Según el Diccionario de la Academia, significa, en sen-
tido figurativo, acobardarse, como la liebre. En Cuba se ale-
brestan, con ánimo muy ajeno a la cobardía, aquellos hombres
que ante las coquetas hacen por captarse sus simpatías. Ig-
noramos que relación puede tener este sentido del vocablo con
las liebres, aparte de que en Cuba no hay liebres.
Entresemana. — En los días de labor. Es muy frecuente esta voz en
Cuba. El P. Mir y Noguera dice que es castiza, citando a un
Fray Cabrera, que en sus Sermones de Cuaresma empleaba
la palabrita, en 1600. Suponemos que entonces fué de uso ge-
neral en España y que de allí nos vino, y la" mantenemos por
ser necesaria, pues no es de creer que la inventara el sermo-
nero dominico, ni que tuvieran en Indias tanta resonancia sus
sermones. Culpa de Cuba no es si este vocablo tan útil debe
de ser calificado como cubanismo, habiéndosele despreciado en
su patria.
Freidera. — Cazo, cazuela, sartén o vasija donde se frie. No lo trae
el Diccionario de la Academia. En Cuba es de uso constante
en la cocina, así la voz como el objeto que significa.
Casarse. — Ligarse estrechamente a una persona, aunque no sea con
vínculo matrimonial. Yo no me caso con ningún partido. Ya
no me caso con los criados. Este reflexivo no lo trae la Aca-
demia, y entre cubanos es muy frecuente.
Bacho. — Bachata, trae Suárez, aumentativo de bocha.
Facha. — 'La expresión marinera ponerse en facha o sea parar el curso
de una embarcación por medio de las velas, haciéndolas obrar
en sentidos contrarios, se usa en sentido figurado; en vez de
la otra expresión, también castellana, aunque italianismo, fa-
cha'& facha, o sea cara a cara. Así, se ponen en facha los due-
listas en el duelo, los bailadores al ir a bailar.
Escarceo. — En Cuba son totalmente desusadas las dos acepciones que
Ú^ CATAUKO DE CUBA^ISJÍOS O i
da el Diccionario de la Academia, pero la primera de ellas ha
dado aquí origen a una nueva acepción metafórica. Dice el
Diccionario: movimiento en la superficie del mar, con pequeñas
olas ampolladas que se levantan en los parajes en que hay co-
rrientes. Esta voz marítima ha sido aplicada elegante y apro-
piadamente, en Cuba, a los incidentes orales que como peque-
ñas olas suelen levantarse en los debates, especialmente en los
políticos y parlamentarios, donde hay vivas y encontradas co-
rrientes de opinión. Por extensión se aplica, a veces, a toda
discusión vivaz. En el Senado se armó el gran escarceo. Tuvo
un escarceo con su suegra.
Carnero. — Además de la acepción que trae Suárez, la usamos, como
adjetivo, por carneruno. El pueblo es muy carnero.
Carpeta. — Ha pasado a significar el escritorio o mesa comercial, y
el departamento de contabilidad de un establecimiento. Juan
fué aprendiz de carpeta. Se sentó a la carpeta.
Aperreado. — Falta en el Diccionario de la Academia este adjetivo, que
se oye bastante en Cuba y probablemente en España. Vida ape-
rreada o de perros.
Arqueada. — Como arcada, en su segunda acepción. Voz hoy usual en
Cuba, y anticuada en España.
Tinajero. — Armario en que se pone la piedra de filtrar el agua pota-
ble, la tinaja o bernegal que la recibe y el cántaro y los vasos
para su servicio. Así dice muy bien el Diccionario de la Aca-
demia, pero intercala: usado en Venezuela. Y en Cuba también,
señores de la Academia.
Brete. — En una tercera acepción, parecida a la segunda, en un senti-
do más amplio, es común en Cuba: enredo, trastorno, alboroto.
Buen brete se armó. No me vengas con más bretes.
Bretero. — El amigo de bretes, enredos o trastornos. Si los clásicos
hicieron matrero, tretero y cuatrero, los cubanos hemos hecho
un bretero de buena ley. ¿Por qué, pues, no ha de tener cir-
culación?
Enseriarse. — Ponerse serio, cubanismo muy corriente. La 'discusión
se enserió mucho. El Diccionario de la Academia no tiene este
reflexivo, ni ningún otro análogo, con ser tan servicial el vo-
cablo. Se usó antaño aseriarse, según sostiene el jesuíta P.
Mir, fundándose en dicción de otro jesuíta, éstte del siglo
XVIII. Quizás en Cuba hicimos de aseriarse, enseriarse, por la
influencia fonética de la expresión en serio. Sería de desear
que la Academia lo incluyera en la próxima edición de su dic-
cionario (nacido por la ley que dio vida a ensoberbecer, en-
ternecer, ensopar y tantos otros) ; por más que si así no lo hi-
ciera, no será caso de enseriarse por ello.
Derriscadero. — Despeñadero. Lugar por el cual se camina con peligro
de caer y herirse o matarse, o sea de derriscarse, rodar peñas
52 FEENANDO ORTÍZ
abajo o de risco en risco. Fig. Situación peligrosa. Es voz an-
ticuada y en desuso en la Madre Patria, y aquí, de constante
servicio.
Cubicar. — Observar. Es vulgarismo poco usado. Cubícala desde aquí.
Cuartearse. — Plantarse provocativamente en son de reto o desafío.
¿Se derivará de la expresión marinesca ponerse cuarta al
viento o sea rumbo o de proa al viento, de frente al temporal,
en fin, algo así como cara a cara?
Tamaño. — Aquí no siempre lo usamos como adjetivo comparativo, sino
como sinónimo de grande. Se quedó con tamaños ojos contem-
plándola.
Puyar. — Meter puya, pinchar con la puya. Púyame ese buey para
que jale.
Baqueteado. — Golpeado, maltratado, que ha aguantado mucha baqueta.
Faldeta. — En sentido figurado, tonto; seguramente por la frase: ser
de faldeta y maruga, como llevan los niños.
Maruga. — Además de las tres acepciones que trae Suárez: mal paga-
dor. Fulano es muy maruga.
xatas. — Narices.
Guángara. — Bien definido por Suárez: algazara, broma ruidosa. Pero
no es caribe, aunque Zayas lo decrete. Procede claramente de
guasa, guasanga, guasángara, guángara, por procedimiento lin-
güístico que no necesitamos explicar, subsistiendo aun las cua-
tro voces con el mismo significado, como fases sucesivas de la
evolución de una expresión fonética.
Bordinguera. — El ama de una casa de huéspedes, o bording hcuse, en
inglés. Es voz despectiva por influjo del afijo ng. Su uso se
ha generalizado, acaso por influjo ignorado de la voz marítima
bordinga, madera que se pone por fuera de las embarcaciones
para bordingas nuevas.
Bordin. — Casa de huéspedes, de boarding.
Bordear. — Vivir en casa de huéspedes o boarding.
Bordante. — El que vive en boarding. Poco usado.
Aficionado. — Huracanado. Viento aciclonado es el que sopla en
ráfagas intermitentes y en variantes direcciones, como las rá-
fagas o rachas del ciclón. Es lastimoso que siendo la palabra
huracán o juracán, indígena antillana, para designar el ciclón
precisamente, haya caído aquí en desuso, sustituida por un cul-
tismo helenista, como es ciclón, importado por los ingleses.
Florimbó. — Madera para entablar. Del inglés floaring board.
Lonchar.— Merendar. Comer fiambres. Del inglés to lunch. *
Lonche. — Merienda. Fiambres que se sirven en un café. Aunque
aun no se han atrevido los cafeteros a escribirlo así, lo pro-
nunciamos en tal forma los cubanos.
Mecha. — La parte delgada con que termina un látigo, ún fuete, bien
del mismo material de la parte gruesa o principal o de otro
UN CATAURO DE CUBANISMOS 53
cualquiera. Así, hay látigo de cuero con mecha de cáñamo.
Se suele decir pajuela.
Manjúa. — Bien definida por Suárez. Pececillo minúsculo, que vive y
se pesca a bandadas o mandras. Zayas cree que es voz caribe.
Puede ser, pero Armas opina que es por uguesa. En efecto:
manjoa (que se pronuncia manjúa) es comida. Manjúa lo es
también en catalán popular. Sin embargo, a juzgar por la
existencia de otros vocablos análogos y cubanísimos para cier-
tos peces, como manatí, y manjuarí, no puede fallarse el pleito.
Acaso la voz sea majúa (como aun se dice), o manajúa o ma-
najú, y la influencia paronómica la haya convertido en man-
júa, aportuguesando la ortografía.
Kiple. — Pieza para unir dos cañerías. Del inglés niple.
Raquear. — Ir al raque. La Academia cuenta raque y raquero, pero no
el verbo. Nosotros lo usamos, dándole un sentido más amplio,
a veces como sinónimo de robar, con preferencia en la cos'a,
aun cuando no precisamente restos de un naufragio.
Timba. — Madero, alfajía de grandes dimensiones. Del inglés timibér.
Tíquete. — Boleta para el ferrocarril, teatro, etc. Del inglés ticket.
Guateque. — Armas dice que tal voz se deriv» del arábigo huad,
mano, porque es baile de la gentualla en que se suele llevar el
compás con la mano. Zayas cree que es voz caribe. No con-
vencen ni uno ni otro. Falle un tercero.
Hueva. — El Diccionario de la Academia dice: "Masa que forman los
huevecillos de ciertos pescados, (peces, debió decir) encerra-
dos en una bolsa oval". También en Cuba decimos huevas de
cangrejo, que no es pez ni pescado, en el sentido que dice la
Academia; y huevas de jaiba. Estas últimas eran plato apeti-
toso ya en los tiempos del descubrimiento, según el P. B. de las
Casas (Apologética Historia de las Indias. Cap. 6), y aun se
comen con deleite.
Costumbrista. — El escritor de novelas o artículos de costumbres. En
Cuba usamos esta voz en el lenguaje culto, y no hay por qué
renegar de ella, antes bien, el Diccionario de la Academia no
haría mal en adoptarla, contando ya con paisajista, paisista, ar-
ticulista, novelista, sonetista, y otros, aunque falten marinista
y alguno más, ya consagrados por su uso.
Candela. — La usamos en vez de fuego. Pero además, el habla mari-
nesca, que nos enseñó lo que era en candela, es decir, en posi-
ción vertical, contribuyó a hacernos decir: ponerse o estar en
candela, que significa colérico, iracundo, o sea ponerse en pié
y ardiendo.
Forrero. — El que mete forros, en la acepción cubana de forro: enga-
ño, trampa.
Forrista. — Igual que forrero.
54 FERNANDO ORTIZ
Taco. — Desvergonzado, desenfadado, elegante, provocador, guapo, va-
liente. El Diccionario de la Academia, sólo trae esta voz en
aire de taco, por desenfado. Aquí decimos lucir el taco, fan-
farronear, guapear, elegantear. Se usa generalmente aplicán-
dolo a los hombres. Alguna vez se oye taca, pero raramente.
Taquería. — Desvergüenza, provocación, desenfado, treta descarada. No
significa, empero, elegancia.
Tacuacha. — Acción o engaño poco correcto, propia de un taco.
Citarón. — Citara es voz que trae el Diccionario de la Academia, y
significa pared con solo el grueso del ancho del ladrillo común,
colocado de plano y a lo largo. Citarón, cubanismo, es la pa-
red con el grueso del largo del ladrillo, colocado de plano y
atravesado. El aumentativo de citarón responde a su mayor
grueso en relación a citara.
Mayorista. — Neologismo, que comienza a aplicarse a los comerciantes
al por mayor.
Pajurria. — 'Véase la voz siguiente.
Parrugia. — Picúa, cursi, gentualla. Corrupción de piruja, mujer jo-
ven, libre y desenvuelta. También se dice pajurria, acaso di-
minutivo despectivo de paja, como cosa insignificante. Siendo
así, parrugia será metátesis de pajurria.
Espejeras. — Erosiones, rozaduras, desollones o sahornos que se le
forman en las asentaderas a los jinetes novatos cuando que-
dan sahornados; no solamente, como dice Suárez, los que se le
forman a los animales por el roce o ludimiento de los arreos
o montura.
Pintón. — 'Aquí lo decimos del plátano y de otras frutas cuando co-
mienzan a tomar color obscuro. En España, según el Diccio-
nario de la Academia, sólo se aplica a la uva. Por extensión,
aquí como en Andalucía, lo decimos del que comienza a em-
borracharse.
Cangilón. — Profunda huella acanalada, que dejan las carreas al ro-
dar en tiempo de aguas por las tierras muertas o sin piedra, y
aun por las carreteras en mal estado, que bien pudieran lla-
marse muertas, también.
Mota. — Borla finísima de pluma con que se aplican los polvos al cu-
tis. Es cubanismo de uso general, que no hemos visto regis-
trado. De ahí, la frase que anota Suárez; pasar la mota, adular.
Motera. — Polvera. Vaso de tocador donde se guardan los polvos y la
mota para aplicarlos.
Mirringa. — Pequeña porción de una cosa cualquiera. En Colombia
se dice mirranga, y en Honduras, de igual raíz y con distinto
sufijo, se dice mirruña. A nuestro pobre juicio, el proceso eti-
mológico de e3ta palabreja, hoy tan deformada y fuñía, es cu-
riosísimo, determinado por el prurito andaluz, y especialmente
americano, de llevar los diminutivos hasta el colmo. De miga,
UN CATAURO DE CUBANISMOS 5o
que ya es cosa bien pequeña, se produjo migaja por disminuir-
la aun más; y de migaja, miaja; y de ésta, allá en Extrema-
dura miagirrinina (según Chamizo) ; y, después, miagirringa,
o miagirranga al pasar el Atlántico, y, al fin, por pereza propi-
cia, y no sin tino, a recortar el vocablo, que por querer hacerlo
más y más pequeño iba resultando ya langaruto, lo hemos re-
ducido a migirringa, mirringa, mirranga y mirruña.
Jíbaro. — Como substantivo y por antonomasia, el perro jíbaro o mon-
taraz. Et. de jibá, voz indoantillana, bosque, monte.
Tarabilla. — Trocito de listón o papel, que se cuelga del rabo de un pa-
palote para que trabe a otro. No es la tarabilla (trabícula) del
Diccionario de la Academia; más bien procede de trabilla.
Chirimoya. — Bien definida por la Academia, que adopta plenamente
ese vocablo. Suele usarse en Cuba, vulgarmente, como sinó-
nima de cabeza. Le cayó la teja sobre la chirimoya. Lo cual,
dicho sea de paso, no está en harmonía con el más alcurniado
tratamiento que merece su exquisitez, la cual hacía decir al
Padre Edert en el siglo XVII, al saborearla en América, que
"debía darse a los moribundos europeos para excitar en ellos
el deseo del paraíso", y sabido es que los frailes fueron autori-
dad en -gulas como en latinajos.
Salidera. — Se dice de la mujer que gusta de salir y callejear más de
lo prudente. En Cuba se usa generalmente. En España, pa-
rece que no, pues el Diccionario de la Academia, no lo trae;
por más que el jesuíta P. Mir y Noguera, dice que es voz clá-
sica, basándose en la autoridad de un tal Pero Sánchez, ra-
cionero de la catedral de Toledo, que a fines del siglo XVI es-
cribió un libro titulado Árbol de consideración y varia doctri-
na, dedicando algunas de sus hojas a las mujeres salideras.
Por donde, pues, tendríamos un cubanismo, que lo es por ha-
ber dejado de ser hispanismo (?), a título de prescripción ex-
tintiva.
Pistolete. — Barreno pequeño, y pequeño explosivo para barrenos.
Porsia. — Vulgarismo, apócope de la expresión por si acaso. Llevaré
el revólver porsia. No pretendamos llevarlo al Diccionario
de la Academia, por más que alguno de esos vulgarismos en
forma apocopacla se han filtrado hasta llegar a sus columnas.
Dígalo, por todos, recle, tiempo de recreación de los prebenda-
dos. Si ha llegado la hora de abrir las puertas del diccionario
a estas contracciones vulgares, anotemos el cubanismo vul-
gar, porsia.
Reguerío. — Por regadío. No es un barbarismo, como a primera vista
pudiera parecer, pues quiere decir, conjunto de regueras o re-
gueros: como de cueva, cueverío; de mujer mujerío, etc.
Mazagrán. — Bebida compuesta de café, azúcar, limón y agua gaseosa
o natural. Hoy en desuso. Acuso se use o haya usado en Es-
56 FERNANDO OBTIZ
paña. Toro y Gisbert la trae y no la indica como america-
nismo.
Manguera. — El progreso industrial nos ha obligado a llamar mangue*,
ra. no solamente a la "de lona alquitranada", como quiere el
Diccionario de la Academia, sino a la de goma u otro material,
indistintamente; y esa voz marítima ya la tenemos totalmen-
te aplatanada.
Lucernario. — Ventana o conjunto de ventanas en el techo o en la
parte superior de un local, por donde entra luz.
Control. — Palabreja muy difundida en Cuba, como en todo el mundo
de habla castellana. Y no acertamos a fijar una bien castiza,
que pueda expresar con igual precisión la misma idea que el
exótico control. Ni en los vocabularios ingleses y castellanos
hemos hallado una traducción exacta del control. Por algo se
nos ha entrado de rondón en el lenguaje, y dudamos que pueda
ser extirpada; antes, al contrario, creemos que su uso, más y
más arraigado, acabará por castellanizarla. Y con ella sus
derivados: controlar (en Cuba muy extendida), controlador,
etcétera. Indudablemente, el Diccionario de la Academia no
tiene el control del lenguaje.
Pilotaje. — Construcción marítima, por ejemplo: un muelle, hecho con
pilotes.
Pintorretear. — Por pintorrear. Indica una acción más continuada,
como se indica por la desinencia.
Pintorreteo. — Acción y efecto de pintorretear.
Revirarse. — Resistirse a algo, ponerse frente a alguien. Derivación
de la voz marítima revirar.
Revirado. — Rebelde, negado.
Ribeteado. — Substantivo. El conjunto de ribetes.
Saltaperico. — Cohete estrepitoso, rastrero y saltarín.
Sanjuanero. — En Cuba decimos así de los pargos que vienen por San
Juan, y de ciertas palomrs; nó, de las frutas, a excepción de
una especie de plátanos.
Novenario. — Bocabajo o castigo de nueve azotes, que se le daba a los
esclavos, durante nueve días seguidos.
Tumbadero. — 'Sitio destinado habitualmente, en las antiguas hacien-
das, para aplicar la pena de azotes a los esclavos, donde estos
se tumbaban, para sufrir el bocabajo. Hoy tiene también la
acepción que da Suárez: lupanar. Y omitamos comentarios,
los muchos que pudieran decirse.
Bocabajo. — Castigo de azotes, que sufrían los esclavos boca abajo
Era llevando cuenta cuando se le imponía al esclavo la
obligación de ir con+ando los latigazos que recibía; un error
significaba recomenzar la pena. A dos manos era el bocabajo
doble, dado por dos contramayorales, uno a cada lado de la
víctima, alternando los rebencazos.
UN CATAUEO DE CUBANISMOS 57
Chancarrazo. — Trago de bebida alcohólica. Acción de beber excesi-
vamente, aunque sea agua. Darse un chancarrazo.
Banquear. — En el juego y en los negocios, ser banquero.
Chichiguaca. — Voz cariñosa aplicada a los niños. Suponemos que
procede del Continente, donde huaca o guaca es alcancía, teso-
ro. Chichiguaca parece ser tesorito.
Guaiinga. — Adulador. Voz poco usada. De guataca, con desinencia des-
pectiva. La etimología arábiga de guataca, según Armas, de
huad. mano, explica esta acepción de adular, que también se
dice en Cuba pasar la mano. Esta acepción de guataca, adu-
lador, no la trae Zayas. Guataca en el sentido de oreja grande
debe de derivarse de jataca. que en indoantillano, según Coll y
Tosté, significaba vasija de higuera o güira. Una oreja gran-
de puede, por su tamaño y concavidad, parecerse a una media
güira. La comparación de toda la cabeza con el güiro es fre-
cuente aun, hasta ser sinónimas en el lenguaje vulgar ambas
palabras. Por otra parte, guataca, en el sentido de azada de
hoja redondeada, grande y algo cóncava, también debe de pro-
ceder, por su forma, del mismo origen. Además, y esto acaba
de confirmar la hipótesis etimológica, guata es mentira, en
lengua antillana, según varios, y aun hoy lo es en Cuba; y
güiro, que no es sino el fruto de donde sale la guata-ca, también
es engaño, enredijo amoroso, en una de sus acepciones. De modo
que tendremos dos etimologías, una arábiga y otra antillana,
ambas para dos voces perfectamente homónimas. ¿Será otro
caso de etimologías convergentes?
Carretón. — Unidad de medida, en el comercio del carbón vegetal al
por mayor. Comprende diez y seis sacos de carbón, de los lla-
mados de batería. Si los sacos son de los llamados chicos, hay
que distinguir en sacos de azúcar, en cuyo caso se cuentan 28
por carretón, y en sacos de accesoria, de los que 32 entran en
un carretón.
Carbón de torta. — Carbón vegetal hecho a prensa, con cizco, tierra y
cierta brea.
Jibe. — Bien definido por Suárez. Zayas dice: "Cedazo o cernidor,
que hacían los indios con hojas de guano o palma, y varillas
de madera delgadas". Léase el P. Las Casas, quien escribe
,( híbis. Razón para creer que ésta pudo ser voz indígena, raíz
quizá de la otra, que es árabe castellanizada (aljibe), mal apli-
cada en este caso, por corrupción fonética.
Liberada. — En es^os últimos tiempos de fiebre financiera se ha pro-
nunciado mucho esa palabra, refiriéndose a las acciones total-
mente pagadas de las compañías anónimas. Si acudimos al
Diccionario de la Academia, veremos que liberar es voz anti-
cuada, y creeríamos que su participio, con terminación fe-
menina, no se usaba hoy en España, sino leyéramos el vocablo
58 FERNANDO OBTIZ
en el Código de Ccir.e:cio de España y de Cuba; con lo cual po-
dremos pensar, que allá en Madrid, lib'erada será barbarisrno
en la Academia de la Lengua, mientras que será un purismo en
la de Jurisprudencia. Aquí solemos decir, también, de una
finca, que está liberada totalmente porque se la liberó, o redi-
mió, de los gravámenes que tenía.
Colombina. — Especie de catre con bastidor de alambre, que solo por
rarísima casualidad pertenece a un Cristóbal Colón o a su fa-
milia, como parecería indicar la acepción académjca del vocablo.
Boleto. — Boleta. Aquí masculinizamos la palabra, como para que nos
perdonen de haber afeminado otras, como azucarera. Por este
delito no pueden condenarnos los académicos de la lengua, so
pena de cumplir juntos el castigo, porque esos señores ban he-
cho masculina la juila o hutía, que por ser antillana debe ser
del sexo que digamos nosotros y los historiadores de las Indias.
Ballestrinca. — El nudo de esta voz náutica, olvidada por la Real Aca-
demia, no es el que dice Suárez, sino por extensión. La ver-
dadera ballestrinca, ballestrinque o ballestrín, es el nudo que
se hace para atar un palo a otro, como los dos pedazos de un
remo roto, de un mastelero, etc. Todavía lo usamos en este
sentido, para el empate de los parales de un andamio. Del in-
glés volley-string.
Pararse. — Por ponerse de pie. Suárez se une a los puristas, que com-
baten esta dicción, y arremete hasta contra la mismísima
Academia. Pero sufre un error y cae en injusticia. La Aca-
demia no dice en su 17? acepción: americanismo anticuado,
sino: Amer. y ant. Es decir, que se inserta como voz propia de
América y, además, del castellano antiguo. Y así es, porque
en América no es anticuada, pero sí lo es en España.
Y ahora, en defensa del americanismo. ¿Con qué derecho se
nos puede exigir que aquí renovemos el lenguaje al compás de
España? ¿Acaso por conservar ciertos vocablos castellanos, muy
propios y muy legítimamente adquiridos, no venimos a ser en
ello más puristas que los españoles? Que restituyan los espa-
ñoles su circulación al vocablo, que ningún delito cometió con-
tra las leyes del lenguaje para vivir desterrado de su patria,
bien que aquí le vaya tan guapamente, que puede decirse que
se ha parado.
Y permítasenos copiar lo que hace años dijera Armas sobre
el caso, que bastantes son nuestros pecados para que nos im-
puten otros con poca justicia.
"Pararse, por ponerse de pié. Esta acepción, usada en toda
América, es la más censurada por los llamados puristas, de uno
i otro hemisferio, i encuentra, sin embargo; su más completa
justificación en la historia del idioma castellano.
"Nótese primeramente que aunque el vocablo parar, pararse,
UX CATAURO DE CUBANISMOS 59
ha desaparecido de Espña (hace siglos, en la acepción indi-
cada) han quedado algunos derivados que dan irrecusable testi-
monio de que existió el primitivo; como parada, fila de tropas
o jentes de pié; paral, sustentáculo de madera, puesto de pié
o de punta.
"Desde el principio del idioma se dijo en castellano pararse
en pié.
"Et cuando el gato vio asomar de alueñe a la liebre et a la
jineta, paróse en pié a orar "
"Et la raposa fué a buscarlo et hallólo parado en pies:''
{Calila e Divina, novela del siglo XIV.)
"Después se dijo simplemente pararse, acepción que todavía
se conserva en toda América.
"Estando, pues, parados a la orilla.
Poniéndose por orden convenible."
(Castellanos, Elejía 41, C. 4)."
Hasta aquí, lo que dijo el cubano Armas.
Según Cuervo, fué Batres Jáuregui el primero que halló la
explicación del porqué los americanos decimos pararse, por
ponerse en pie, o levantarse citando, dice el filólogo colombia-
no, dos pasajes de Calila e Dimna. Ya hemos visto que no es
así, pues el descubrimiento se debe a un cubano, Juan Ignacio
de Armas, quien publicó su libro Orígenes del Lenguaje Criollo
antes de 1882, y el distinguido polígrafo guatemalteco no dio
a luz sus Provincialismos de Guatemala hasta 1892. Calcaño,
añade Cuervo, completó la explicación en su obra El caste-
llano en Venezuela, recordando que parar valía, y aún vale
en ciertos casos, poner, y aplicando la analogía de hincarse por
hincarse de rodillas. Cuervo añade que ahora en España se
usa solo en Asturias, y que de ahí pudo extenderse por Améri-
ca. Vale más creer que el uso del pararse fué general en la
Madre Patria, pues, como el propio lexicógrafo bogotano de-
muestra, su uso se conserva todavía, después de cuatro siglos,
entre los judíos españoles de Levante, en su habla, que ellos
mismos dicen ladina. Las pruebas acopiadas por Cuervo son
concluyentes, y recuérdese que la expulsión de los judíos de
España, es decir, cuando ellos cesaron de participar del mo-
vimiento evolutivo del castellano peninsular; coincidió prác-
ticamente con la población de las Indias; de modo que el len-
guaje castizo, que los desterrados judíos se llevaron a los pue-
blos orientales del Mediterráneo, fué el que trajeron a estas
riberas del Atlántico los expulsadores.
De paso, digamos que parar el rabo "es huir. Y, además, en
Cuba no solamente nos paramos en, o de, pie, sino que alguno
se para, o lo paran, de cabeza, que ya es un colmo.
Ralo. — Campo de caña mal nacido, que crece con muchos claros en la
60 FERNANDO ORTIZ
siembra, estando las matps de caña muy salteadas, con mu-
cha falla.
Falla. — Dice el Diccionario de la Academia que es acepción anticua-
da de falta. Pues, aquí aun sigue dando juego, sin falla. Al
pasar lista le apuntaron la falla. La siembra tiene mucha
falla.
Ramalazo. — Racha de viento. Voz marítima. Golpe de ramal, en sen-
tido figurado.
Narigonear. — Conducir por el narigón.
Empujar. — Tiene un uso extensísimo, como sinónimo de meter, en es-
tas frases: le empujó (dio) un gaznatón; se empujó (comió)
un pan con timba; se está empujando (vistiéndose) nada menos
que el frac; se empujó (apoderó) la presidencia por sus tim-
bales. (Permítasenos que no traduzcamos al castellano esta
frase, por ser indecente, así en lo político como en lo idiomá-
tico), etc. En Cuba es uno de los verbos más manoseados en-
tre el vulgo; ignoramos por qué.
Cuartería. — No solamente la casa de vecindad, o el conjunto de habi-
taciones de una casa, sino, mejor aun, la edificación compuesta
únicamente de cuartos. Fabricó una cuartería, porque no pu-
do más.
Tumba. — Tala de monte. Vamos a la tumba. Se dice también la
tumba de caña, y tumba de carbón, según los casos.
Entreverar. — Aplicado a un monte, cortar y tumbar en él solamente
los troncos adecuados al propósito del leñador, según sea para
leña o carbón, dejando el resto en pie. Este monte está entre-
verado. Estaban entreverando el monte.
Centroamericano. — Si el Diccionario de la Academia nos da el ñor-
teamericano y el suramericano ¿por qué nó el centroamerica-
I no? Verdad es que para la Academia no hay más que dos
Américas, como dice en la voz mundo. Aquí creemos que hay
tres. Quizá sea una ilusión.
Noctámbulo. — Nocharniego.
Pelota. — Pasión, preferentemente la sexual. "La pelota que yo ten-
go no es contigo", reza la canción popular. El Diccionario de
la Academia la trae, con una acepción equivalente a ramera,
y de ahí debe provenir pelotera, y no de pelota, como su-
pone aquella autoridad idiomática; sin que se necesite de mu-
cha psicología ni gramática, ni de la parda siquiera, para opi-
narlo así.
Bono. — Obligación, en su 5? acepción. Anglicismo, de bond. Estima-
mos equivocada la explicación de Suárez. Ni un cupón, ni una
acción se dicen aquí bonos; las obligaciones, sí; hasta tene-
mos bonos hipotecarios, inscriptos en el Registro de la Propie-
Cr^í CATAURO DE CUBANISMOS 01
dad, sin que la ley hipotecaria contenga esa voz inglesa. Es
que las leyes del lenguaje son más poderosas que las de los
gobiernos; por eso no hay academia, por real que sea, que
pueda torcerlas u olvidarlas.
Empavonado. — Cubierto de pavón. 1 1 Color de pavón.
Pasado. — No se dice solamente pasa a la mujer incitante, sino que
también decimos pasado, no al hombre que incita, ciertamente,
ni tampoco al pachucho, sino al individuo, asunto u objeto
que satisface plenamente la más viva pretensión; o en sentido
de certeza de algo. El argumento de la película está pasao.
Fulanito está pasao. El abanico está pasao. Su uso no es ge-
neral y acaso sea transitorio, pero que es cubanismo, téngase
por seguro, pasao.
Obra. — Patraña-, engaño, No me vengas con más obras.
Obrista. — Amigo de obras. Se dice especialmente del obrero, que so
capa de defensa proletaria, engaña a los verdaderos obreros y
obtiene beneficios del gobierno o de los patronos.
Parque. — Conjunto de municiones de guerra, Huyeron por no tener
parque. Se les acabó el parque y cargaron al machete. Reci-
bieron fusiles y mucho parque.
Parquear. — Aprovisionar con parque.
Ñañiguismo. — 'Sociedad de los ñañigos. Si la Academia ha aceptado
el vocablo ñañigo, procede que acepte ñañiguismo.
xañiguería. — Acto o práctica de los ñañigos.
Sobregirar. — Librar o girar un cheque por mayor Cantidad de la que
se tiene depositada en el librado. Se usa también como re-
flexivo, y se hace hasta con reflexión.
Jagüey. — La registra el Diccionario de la Academia, como peruanis-
mo. En Cuba, también, aunque anticuada, significa depósito
grande de agua, pero subterráneo. A ese debe su nombre quizás
el pueblo de Jagüey Grande, en la Provincia de Matanzas.
Caminar. — Si caminar es, como dice el Diccionario de la Academia,
"ir de viaje de un lugar a otro", aquí no usamos esta acepción.
Ningún cubano ha caminado de la Habana a Cayo Hueso. An-
dar es la acepción más usual, y, algún tanto, la 3? y 4?. Los
cubanos no podríamos escribir, como el Diccionario de la Aca-
demia, en la voz hamaca, que esta sirve "para caminar dentro
de ella."
Palomilla. — Si en España, según el Diccionario de la Academia, tie-
nen la palomilla los caballos, o sea la parte anterior de su
grupa, aquí se la concedemos a las reses vacunas, y estimamos
como poco apetecible la carne de palomilla, que no es precisa-
mente del lomo.
62 FEBTTANDO ORTIZ
Marmolero. — Por marmolista.
Ligar. — Ligar la zafra de azúcar, es venderla de antemano toda ella
en conjunto por un precio, sin tener en cuenta las oscilaciones
del mercado, o estableciendo un precio promedio fijo para toda
la zafra, de acuerdo con sus variantes.
Preciosura. — Condición de lo precioso, preciosidad. Requiebro a ve-
ces agradecido (y merecido) por las cubanas. ¿Acaso el Dic-
cionario de la Academia no tiene ya lindura?
Batea. — Artesa becha de duelas, de forma circular, que se emplea para
lavar la ropa, y para bañarse, entre los campesinos o guajiros.
Fué voz marinera. La acepción 3? de la Academia es distinta.
La Academia antes creía que era arábiga la palabra, abora
cree que viene del latín (patella) ; Zayas que de las Antillas;
Coll y Tosté se remonta al sánscrito váida, al través del ára-
be oatiya. Sin tantas pretensiones, es también voz portuguesa,
como magua y alguna otra, que se disputan por caribes y son
lusitanas. De modo que si se usó en Portugal, como en Casti-
lla, cuando el descubrimiento, ¿podemos pensar que sea, real-
mente, antillana?
Caída. — Cierto contoneo gracioso al caminar o movimiento picaresco
en la mímica. Ella tiene una caidita de aronga. Tiene una
caída de ojos.
Camón. — Pieza curva de madera que compone el cerco de una rueda,
especialmente de carreta.
Canallada. — Acción propia de un canalla. No nos parece muy atre-
vido suponer que no sólo en Cuba, sino también en España, se
cometerán y dirán canalladas, pero sí es cierto que no lo reco
noce el Diccionario de la Academia.
Perchero. — Perdía, en su 2? acepción. Percha para colgar un flus en
un armario o escaparate.
Palanquear. — Apalancar.
Palanqueo. — Acción y efeclo de palanquear.
Nevero. — Vendedor de bielo, que solemos decir nieve, por barbarismo
imperdonable.
Nevería. — Lugar donde se vende el hielo.
Colchonería. — Tienda de colchones y otros artículos para el lecho.
Fotingo. — Esta voz se ha usado en el Oriente de Cuba desde hace
tiempo, como expresión jergal de los postríbulos, para significar
el meato anal. Probablemente se deriva de fotre (fot, raíz ca-
talana, [los catalanes han abundado de tiempo atrás en San-
tiago de Cuba] que significa fornicar) y el sufijo despectivo
ingo, como indicando acaso el acto sexual contra natura.
Pocos años hace que se in rodujeron en la Habana los auto-
TJ2T CATAUSO DE CUBANISMOS 68
móviles económicos de alquiler, preferentemente los de la marca
Ford. Y, para significar estos vehículos baratos y populares,
genéricamente llamados ford, que han sustituido a los anti-
guos desprestigiados coches de alquiler (peseteros, cristali-,
nos, etc.), y que, contrastando con los automóviles de lujo, vie-
nen a ser de ínfima clase, se ha importado del Oriente de la
República, esa voz fotingo, que allá es indecente, y aquí, en la
capital, es hoy de las más usadas en el habla vulgar.
Licorero. — Por licorista. Tenemos varias compañías licoreras, que
nacieron faltando a las leyes del idioma, cuando nó a otras
igualmente respetables.
Machacante. — Voz que traída de la milicia, la han adoptado los automo-
vilistas para significar al ayudante del chauffeur, a quien so-
lemos decir también mecánico.
¡Sabrosura. — Calidad de lo sabroso. Generalmente se usa aplicándolo
a la condición de los sabrosones.
Mordaza.- — Cada una de las dos piezas de acero que sirven para unir
o empatar unos con otros, a lo largo, los carriles de un cami-
no de hierro, colocándose a ambos lados de sus extremos por
medio de pasadores atornillados.
Carrilera. — Conjunto de los carriles de un camino de hierro, una vez
colocados formando la vía. Además, la acepción más restrin-
gida, desviadero, que trae Suárez. Si fuésemos consecuentes
con nuestro anglicismo rail, debiéramos decir railera, como
desrailar y otros.
Pañería. — Establecimiento industrial del pailero.
Grampa. — Grapa. Pieza de hierro para unir otras dos, o un rail a
una traviesa. No es necesario que los extremos de la grampa
o grapa sean aguzados, porque no siempre se clavan ellos mis-
mos a la madera; a veces se les clava a ellos la tabla, o se
les atornilla o remacha. El Diccionario de la Academia que
acepta la voz grapa y no grampa, como aquí usamos, (cosa
rara, dada la reconocida pereza idiomática de toda América,
pero explicable porque del inglés y del francés importamos siem-
pre los arlículos de ferretería), trae una palabreja desusada
o poco menos, derivada de esa raíz, como es cramponado, (de-
rivado del francés cramponné) adjetivo de la heráldica, que
se refiere a las piezas del blasón que en sus extremidades tie-
nen una media potenza, o sea, digamos aquí, una figura de
crampe o grampa. Toro y Gisbert dice que este vocablo es voz
marítima, y por ello lo tendremos en Cuba como de uso ge-
neral, aun en tierra.
Engrampar. — Unir dos piezas por medio de grampa. Fig. y fam. unir
dos cosas, conseguir un propósito. Engrampó un destino.
Después de mucha batalla, al fin engrampó.
64 FERNANDO OKTIZ
Engrampe. — Lugar por donde se engrampan las piezas. A veces
suele estar indicado por medio de agujeros donde situar los
remaches o tornillos, etc.
Cuño. — Por sello, en general, en su i? acepción, y no por troquel.
Cuño de goma, o gomígrafo, que no trae el Diccionario de la
Academia. Pónle el cuño.
Peonía. — Por pionía.
Granza. — No sólo el residuo del yeso cuando se cierne, como dice el
Diccionario de la Academia, sino de toda clase de piedra o la-
drillo.
Murmurio. — Por murmurio.
Placer. — Esta voz marinesca, una vez en tierra firme, lia llegado a
significar campo o terreno yermo en una población. En la Ha-
bana bubo el placer de Peñalver, el placer del Polvorín, amen
de otros placeres incontables, dicho sea jugando del vocablo,
tanto que el gran periodista italiano Luigi Barzini hubo de
titular a nuestra capital, aun no hace muchos años: un paese
dove si gocle la vita.
Plantón. — Por derivación de la acepción militar del vocablo, espera
larga, desmesurada. Se dio un plantón.
Pastelero. — El que pastelea.
Cañandonga. — Aguardiente de caña de mala calidad, según Suárez, y
la cañafístula; o bien, pudiera pensarse, una caña de mala o de
segunda clase, lo cual explicaría el sufijo peyorativo onga.
Alto. — Piso alto de un edificio. Vivía en el alto, Con mayor frecuen-
cia se dice en los altos. El diminutivo usual es altico.
Bajo. — Piso bajo de un edificio. Alquiló unos bajos o el bajo. En
esta acepción no forma diminutivo sino raramente.
Plateado. — Bandido que durante las guerras de independencia se de-
dicaba al pillaje, unas veces pasando por libertador cuba-
no y otras por guerrillero español, según le convenía.
Congresista. — Dice la Academia: "Miembro de un congreso cientí
fico." Pues cuando en Cuba se creó el congreso de la Repú-
blica, hubo que dar nombre a sus miembros y, además de de-
cirles senadores o representantes, según la cámara de que for-
maban parte, les dijimos a todos congresistas, porque ambas
cámaras forman el Congreso; esto sin detenernos a pensar si
nuestro congreso era o no científico, y aun opinando unánime-
mente que no lo era. Y lo mismo ha debido de pasar en otros
Estados de América. Monner Sanz propone que se les llame
congresales. como concejales a los miembros de un concejo, y
dice que la palabreja se usa en Argentina y Chile. Pues tam-
bién pudiera decirse congresero. ¡horror!, porque de consejo,
hacemos consejero. Preferimos congresista, por ser más eufó-
UN CATAÜBO DE CUBANISMOS 00
nieo que ambas y por tener ya un precedente e¡n el dicciona-
rio, aparte lo de científico, que maldito lo que hace falta para
definir el vocablo, especialmente si se quiere ex ender su uso,
como en Cuba se ha extendido, dicho sea con perdones.
Mamarrachero. — El que acostumbra hacer mamarrachos.
Comiqueorado. — Res con un asta rota.
Disparar. — Aquí, como en Suramérica, significa huir, especialmente
como reflexivo. Así lo trae Toro y Gisbert. Es vocablo bien
cas izo, aunque no lo trae el Diccionario de la Academia, pues
lo usó en tal sencido Moratín, valga por autoridad. Si por
huir ligero metafóricamente se pudo decir volar, ¿por qué no
disparar, más ligero todavía, después del invento y difusión
de la pólvora y de sus aplicaciones?
Vulgarmente, también como reflexivo, ha adquirido un uso
extensísimo, análogo o sinónimo a meterse o empujarse en al-
gunas de sus acepciones; se disparó o empujó un buen almuer-
zo, se disparó el frac para ir al teatro; le disparó un galletazo:
se disparó un ascenso; la mujer le disparó dos jimaguas; le
dispararon la cesantía, etc. Este verbo ha hecho gran fortuna
en Cuba. Aquí se dispara hasta disparatar.
Pesandarte. — Peso moneda. Hoy es totalmente desusada, pero la en-
contramos en Gelabert. El origen que estimamos más proba-
ble de es'a voz cubana es interesante. Durandarte. además
de durindana, se llamó antiguamente la espada de Roldan en
libros de caballería, como en la historia del Caballero del Cis-
ne, inserta en la Gran Conquista de Ultramar, que se escribió
en tiempos del rey Alfonso X el Sabio. Y allá en España se
llamó jergalmente si duro o moneda de cinco pesetas, por su-
gestión fonética, duratón y durandarte. Pero como el duro en
México, y después en las otras tierras de Indias, se llamó peso.
se creyó cosa lógica trocar el vocablo dur-andarte. en pes-andar-
te, y laus Deo.
Caney. — Aunque sea voz taina, según el Diccionario de la Academia,
debió significar algo más que el bohío cónico, pues aun hoy
a los lometones que conservan restos de indios los suelen
llamar los guajiros: caneyes de muertos.
Lometón. — Diminutivo masculino de la femenina loma o montículo.
Canilla.— Cierta clase de arroz, de grano largo. Arroz de canilla.
Cara de tranca. — Cara de pocos amigos, adusta.
Cara larga. — Cara triste. Había allí muchas caras largas.
Te>. — Pieza de cañería que tiene la forma de una te, o sea una rama
perpendicular a otra. Si se acepta por el Diccionario de la
Academia la voz codo, como pieza angular de cañería, igual
procede hacer con la te. Cómprame una te.
66 FERNANDO ORTIZ
Encajonado. — Día laborable entre dos festivos. El sábado fué día
encajonado.
Casquero. — Aficionado a los cascos, en la acepción familiar que trae
Suárez. Fulano es un viejo casquero.
Plancha. — Por plataforma de un ferrocarril.
Auto. — Apócope de automóvil.
Motorista. — El que bace mover y conduce realmente el tranvía, o sea
el que maneja su motor. Adaptación afortunada del inglés
motorman, que venimos usando desde bace más de veinte años.
Ahora nos falta otra palabreja para el chauffeur, el que maneja
el motor del automóvil o auto, porque ¡se oye por ahí cada pro-
nunciación del gálico vocablo! Y automovilista o automovilero
son sobradamente largas y lentas en estos tiempos que parecen
tan veloces. ¿Podría ser aceptado el neologismo autorista o au-
toista? ¡Qué diablos! peores corren por el diccionario. Venga,
sino, otra, porque su necesidad es urgente, ineludible...
Conductor. — El que cobra el importe del pasaje a los pasajeros del
tranvía o sea, en cubano, del carrito, y en cierto modo lo con-
duce, ordenando las paradas y las salidas. Es adaptación algo
infeliz, aunque literal, del conductor inglés.
Mandarín. — Por mandón.
Enguasimar. — Ahorcar de una guásima, del árbol así llamado.
Buche. — Dice Suárez: "individuo de la plebe, golfo". Creemos insu-
ficiente la explicación. Es, en general, el sujeto despreciable
por algún defecto, que lo disminuye en el buen concepto de
los demás. Así, un hombre rico y, por tanto, ajeno a la plebe,
puede ser un buche, si es un ignorante, zafio, ruin e informal.
Se dice corrientemente: un tuche; no hemos oído nunca una
buche, aunque alguna, pero rara vez, oímos decirle confianzu-
damente a una muchacha: no seas buche. El uso, y aun el
abuso, de tal vocablo en Cuba, nos parece reciente, pues no lo
conocíamos en la Habana, cuando niños. ¿De donde vino? Si
nos atenemos al sentido despectivo de la palabra podemos su-
poner dos orígenes. Uno, de la tercera acepción castellana:
porción de líquido que cabe en la boca. Ese bache podría ha-
ber sido tomado como término de comparación de un sujeto
despreciable, insignificante como un buche. Otro, de la de-
sinencia despectiva de burro, o como dice el Diccionario de la
Academia: borrico recién nacido, acepción ésta que en Cuba
es desusada.
Y aun podríase aportar como fuente posible, la voz abuchear,
o abucheo del habla vulgar española, también despectiva, que
significa: sisear, protestar, abroncar.
No obstante lo anterior, intentemos otra hipótesis. Según
ÍTN CATAURO BE CUBANISMOS 67
Cuervo, biche en lenguaje bogotano significa entero, canijo, si
es persona, y verde incomible, si es fruta. Según Ramos y
Duarte beche en Méjico es vano, vacío, fofo, y viche es desnu-
do, pelado. Suponemos que buche es, pues, por atracción foné-
tica de otras voces, una variante de viche, usual en el conti-
nente americano, cuya voz, como viringo (también, desnudo,
pelado), sé deriva de vis, fuerza, con adición de una de las dos
desinencias despee ivas, más usuales en América: ingo o iche.
Y si es o no convence, que venga otro a dilucidar eí origen de
los buches, si no es que por ser tales dejan de merecer más
honores.
Petrolífero. — Que produce petróleo.
Parida. — Dícese de la mata o planta que acaba de dar su fruto. La
mata de plátanos está parida.
Pituita. — Insistencia molesta de alguien en su pretensión.
Moringa. — Fantasma imaginario, como dice Suárez. Debe ser voz
castiza. El moro, la mora, fueron motivo de miedo durante
siglos, y aun boy en ciertas regiones españolas, para los niños;
fueron el coco. Moringa hubo de decirse en Cuba, de moro
con el sufijo despectivo inga, tan frecuente en América; como
allá en Extremadura se oye decir aún, moracantana en igual
sentido.
Grajo. — Exacta, la definición de Suárez; pero al catalogar a renglón
seguido la misma voz como planta fétida, alguien pudiera creer
que su primera acepción (olor repugnante del sudor de los ne-
gros) es derivada de la segunda, y no es así. Grajo es un ave
española hedionda, parecida al cuervo, y jamás la hubo en
Cuba, por donde la acepción oler a grajos nos vino de España.
Cindadela. — Bien definido el cubanismo por Suárez. Permítasenos
recordar aquí su etimología probable, diminutivo de ciudad.
porque a juzgar por el número de sus moradores las casas de
vecindad, semejan con exageración típicamente andaluza y cu-
bana, naturalmente, unas pequeñas ciudades.
Funeraria. — Establecimiento de pompas fúnebres.
Editorial. — Perteneciente o relativo a editores o ediciones, dice la
Academia. Muy bien. Por eso, y por evidente influencia nor-
teamericana, llamamos editoriales, aquí como en toda la Amé-
rica latina, el artículo de -fondo de los diarios, el que represen-
ta la opinión del editor. El editor en los Estados Unidos es el
director de una publicación, y de ahí la acepción panamericana.
Editorialista. — El periodista que escribe los editoriales.
Comadrajo. — Corrupción de comadrazgo. Hacer comadrajo es un jue-
go entre niños que consiste en hacer uno al otro regalo de va-
rios objetos (frutas, piedrecitas, flores, eíc.,) y ser correspondido
por otro igual. A veces los esclavos — porque el jueguecito es
antiguo — engañaban a los amitos, haciendo comadrajos, es de-
68 FEBNANDQ ORTIZ
cir, regalándoles flores, caña, cocuyos, etc., en espera de un
comadre jo mejor, de fruta, comidas, monedas u objetos codi-
ciados. Fué hasta los comienzos del siglo XIX costumbre ge-
neralizada, por los carnavales, hacer comadrajos o parentescos
artificiales, humorísticos, que ocasionaban regalos recíprocos
entre amigos y, por lo común, entre ellos y ellas. Entre los
ricachos de aquel entonces, los regalos del comadrajo eran pre-
texto para lucir la explendidez y se regalaban, por ejemplo,
esclavos caleseros, quitrines, caballos de monta, etc. Y los co-
madrajos, que así se llamaban los regalos, solían ir acompa-
ñados de versos más o menos correctos. No hemos leído nin-
guno, impreso en colecciones literarias, pero en amarillentos
papeles de familia hemos conservado el que sigue: "Compadre
que a su comadre no le dice donde vá, ni la quiere, ni la es-
tima, ni le tiene voluntad." El Diccionario de la Academia
trae compadrazgo y compadraje, pero no comadrazgo, por lo
que se deduce que allí las comadres debieron de tener menor
fortuna.
Estos comadrajos. son parientes cercanos de los años, a que
se refiere el Diccionario de la Academia, y de los compadres
bogotanos de que habla Cuervo. Dice éste: "Los españoles,
según el Diccionario, llaman echar damas y galanes a una di-
versión que se tiene en las casas el último día del año, y con-
siste en sortear damas y galanes con quienes se tiene amistad
y correspondencia, y los que caen para el año siguiente se lla-
man año; esto lo hacen en Bogotá con el nombre de sacar com-
padres, y los que salen se apellidan compadres y comadres.
Pero esta denominación nos ha venido de España."
Trunco. — Por incompleto. Se usa, no con absoluta impropiedad, refi-
riéndose a obras o publicaciones cuyas entregas o tomos están
incompletas.
Completo. — 'Por lleno. Se usa en toda la América hispanoparlante
y no es un barbarismo tan fenomenal como cree Monner Sans.
Porque si completo es sinónimo de cabal y éste quiere decir
ajustado a medida, y se dice de lo que le cabe a cada uno; al
decir un tranvía completo cuando lleva sus pasajeros cabales,
no se incurrirá en un gran dislate que digamos. Oímos en
Cuba decir a quien se levanta de la mesa después de opípara
comida: estoy completo. Según el distinguido lexicólogo ci-
tado, será esto un disparate. Será un familiarism o .
Vuelto. — Por vuelta, en su 18* acepción. En toda la América espa-
ñola decimos vuelto por vuelta. Si estos problemas del idioma
se resolvieran democráticamente, por ser los hispanoamericanos
más que los españoles, el referendum impondría al mundo de
habla castellana la masculinización del vocablo. Pero, aun no
siendo así, basta saber que vuelta está ya sobrecargada con 24
UN CATAURO DE CUBANISMOS 69
acepciones para preferir librarla de una y echársela al vuelto,
que siquiera por macho, bien puede llevar alguna carga más,
en beneficio de la claridad del lenguaje. Nos rebelamos, de-
mocráticamente también, a la au4oridad del real diccionario.
Coloniaje. — Condición política de la colonia. Es palabrita muy sona-
da en la América de habla hispánica. Monner Sans, censu-
rándola, dice: "¿Por qué no decir la época colonial:' Porque
la desinencia aje, o expresa inferioridad o desprecio, o, y es
lo más frecuente, conjunto, juego, serie de cosas que pertene-
cen a un todo"; en este caso, conjunto de colonias. El autor
añade que si de inventar nombres se tratase, propondría colo-
nismo, teniendo en cuenta el valor de la desinencia ismo, y re-
cordando feudalismo, cristianismo, etc. Atinadas son pstas
observaciones, pero convéngase en que si se dice en América
coloniaje, es precisamente por el influjo, ignorado a veces, del
despectivo sufijo aje, pues aun pensamos que aquella condición
política de colonias merece tal peyorativo, como vasallaje que
fué; pero no habría inconveniente, para limar asperezas foné-
ticas y políticas, en adoptar el colonismo, o ambos a la vez.
También decimos coloniaje, al contrato celebrado para el cul-
tivo y fomento de una plantación o finca de caña de azúcar. En-
tonces olvidamos que en castellano existe la voz, muy apropia-
da, colonato.
Regustarse. — Darse reiteradamen'e gusto con algo. Salió regustado
del baile. Se regustada con el dulce.
Repecho. — Barbarismo, por antepecho.
Resabioso. — Que tiene resabios.
Sellar. — Sembrar enteramente un campo. Sellado de caña.
Resellar. — Sembrar de nuevo totalmente un campo.
Salvilla. — Decimos aquí a las bandejas, especialmente si de dulces,
aun cuando no tengan las encajaduras a que se refiere el Dic-
cionario de la Academia.
Obstaculizar. — Oponer obstáculos. Es verdad que ya tenemos impedir,
embarazar, entorpecer, dificultar y otros; pero el uso de este
vocablo es^á muy generalizado, es eufónico y no acertamos a
dar con ninguna buena razón por las que deba ser obstaculizada
su entrada en el léxico castellano.
Conservatorio. — En Cuba se aplica exclusivamente al establecimiento
destinado a fomentar y enseñar el arte musical, y no es pre-
ciso que sea costeado por el Estado, como quiere el Diccionario
de la Academia; es más, el Estado cubano no costea ninguno.
Igual sucede, más o menos, en el resto de América. ;.Por qué
pues, exigir que la subvención oficial sea necesaria? ¿Y si no
se debiera al Estado, y sí a una Provincia o Municipio? O esa
definición es incorrecta, o admítase un cubanismo o america-
nismo más.
70 FEBNANDO OBTIZ
Manifestación. — En castellano, según la Academia, es casi sinónimo
de mitin. Aquí distinguimos. El mitin es como dice el dic-
cionario; pero la manifestación es siempre andante y casi siem-
pre hasta con andante caballería. Cuando la manifestación no
anda se convierte en mitin, si surgen oradores que manifiestan
o pretenden manifestar algo, que no siempre lo logran. Cuan-
do el mitin se moviliza, callan los oradores y marcha hacia
algún sitio, una estatua, una oficina pública, un cementerio, etc.,
deja de ser mitin y se convierte en manifestación. Sutilezas
y distingos de la política democrática.
Pailero. — El que hace pailas. Por extensión, el que hace trabajos de
calderería, remachar hierro y otros análogos.
Palero. — El marinero encargado de las maniobras de los palos de la
nave.
Pajarería. — Tienda donde se venden pájaros.
Olicoso. — Que comienza a oler mal.
Picarazado. — Picoso.
Pañolero.— Vendedor o hacedor de panales.
Pañolería. — Fábrica de panales.
Tirar. — Transportar por carreta o ferrocarril. Se aplica a la caña
de azúcar, preferentemente. Se podrá tirar barato. Las dife-
rentes acepciones de este verbo y del substantivo tiro, producen
frases tan curiosas como ésta, consejo amenazador de un ha-
cendado a un colono: aunque la caña está tirada, no se tire
en la romana ni en el tiro tire mucha, sino le tiro de cabeza o
le tiro un Uro.
Tiro. — Acción y efecto de tirar la caña. Corte, peso y tiro.
Enrasar. — Hacer que quede plana la superficie exterior de los hor-
nos de carbón, antes de darles candela, rellenando los intersti-
cios entre la leña, con trocitos pequeños, y cubriéndolo todo,
luego, con tierra.
Cañón. — Cañón de aire, corriente de aire. Acaso, de la 3^ acepción
de caño.
Cañonazo. — Accidente que ocurre a veces en los hornos de carbón,
al foguerearse por formarse en su in'erior una dilatación de
gases que se abren paso al exterior, dando un estallido. Se
llamará cañonazo por este estallido algo ruidoso o porque se
forma un cañón de aire, que avivando la combustión por la
llama, reduce a pavesas la leña acumulada en el horno, si no
se repara prontamente la avería.
Quebrada. — Se dice, con aplicación a los hornos de carbón, al efecto
de quemarse irregularmente, en un sitio más que otro.
Cruceta. — Palo largo que se sitúa en el centro de un horno de car-
bón, como eje del mismo, alrededor del cual se para toda la
leña. Suele ponérsele en lo alto, que sobresale del horno, una
pequeña traviesa formando cruz, probablemente por supervi-
UN CATAUEO DE CUBANISMOS 71
vencía religiosa, con lo cual, de tal modo rematados los hornos
de carbón, con su mole circular y negruzca, semejan grandes
túmulos circulares, o piras de un culto misterioso. Al ir a
dársele candela, se saca por arriba la cruceta y por el pequeño
hueco que se produce se introducen en el horno las brasas que
han de comunicarle el fuego.
Paso. — En un horno de carbón, es el paso del humo, o respiradero.
Foguerear. — No es desusada, como dice Suárez, pues es muy oída en
los desmontes para campos o siembras de caña, siendo una
operación difícil y costosa, que a veces se contrata especial-
mente. Entre los carboneros se dice del horno que se miela o
quema todo, con llama que lo destruye. El horno se foguereó.
Foguereo— Acción de foguerear.
Volar. — Destruir un horno de carbón por el fuego, o precipitar su
quema. El horno se voló, o lo volaron por maldad. Probable-
derivación de la 4a acepción fig. del Diccionario de la Academia.
Corrida. — Corrida de sacos es la cantidad que cobra el almacenista
de carbón a los carboneros por el uso de sus sacos, e indemni-
zación por roturas y pérdida de los mismos. Es costumbre
mercantil de la plaza y su importe es de dos pesos por cada
viaje de 16 sacos.
Dentuso. — Por dentudo, especialmente si los dientes son salidos hacia
fuera de la boca.
Estoraca. — Persona tonta y sin provecho. ¿De estoraque.? Lo duda-
mos a pesar de la afinidad fonética.
Quema china. — La quema de monte que arrasa el campo, quemando
hasta los troncos, sin necesidad de foguereo.
Rehilete. — Juguete que se hace con papel, a modo de molinillo que
se fija con un alfiler al extremo de un palito y gira rápida-
mente, movido por el viento.
Calilla. — Además de la acepción que trae Suárez, y de ser diminutivo
de cala en su tercera acepción, que ha substituido totalmente a
ésta, significa persona majadera, molesta, entrometida, pesada.
Peletería. — Tienda donde se venden zapatos al por menor. La zapa-
tería es donde se hacen, o donde se venden hechos a medida.
Peletero. — Comerciante de zapatos al por menor.
Calandraca. — Se dice por calandrajo, en su acepción de persona ridi-
cula y despreciable. Es probable que digamos calandraca por
sugestión marinesca, pues esta voz significa cierta sopa que
con galleta hecha pedazos se hace a bordo, cuando hay escasez
de víveres.
Recuelo. — Café que se hace colando de nuevo el ya utilizado an-
teriormente.
Recurrido. — Nombre substantivo, el que se opone al recurso que es-
tablece un recurrente contra una resolución que favorece a
aquél. Si el Diccionario de la Academia reconoce el recurren-
72 FERNANDO OKTIZ
te, igual procede que haga con el recurrido, en prueba de jus-
ticia imparcial. Al menos, ambos vocablos los usamos en el
foro cubano.
Refistolero. — Por refitolero, vocablo frailuno.
Regatero. — El que regatea mucho los precios.
Piso. — 'Según el Diccionario de la Academia tal parece que el piso
solo se aplica, en su 5? acepción, a la habitación de un seglar
en un monasterio. Aquí está a piso, no habiendo monasterios
que admitan seglares, el ganado en los potreros del prójimo, si
éste cobra un precio por ello, a cuyo precio también se le lla-
ma piso.
Escalera. — Suplicio de azotes a que se condenaba a los esclavos aján-
dolos a una e3calera. Por haberlo utilizado como tortura las
autoridades coloniales, cier'a conspiración nacionalista de me-
dir dos del siglo XIX, se conoce en nuestra historia como la
de la escalera.
Volado. — Se dice del carbón que se voló o quemó prematuramente, de
poco peso y fuerza, y cenizo.
Repeinar. — Limpiar con el peine, el plan para un horno de carbón.
Peime. — Instrumento, a modo de rastro, que usan los carboneros
para limpiar el plan del horno.
Rosa. — Medida superficial que resulta de dividir una caballería de
tierra por 18. 6. Se usa solamente en el Norte de la provincia
oriental.
Manguero. — Vendedor de mangos o mangas.
Loseta. — Diminutivo de losa, que ha adquirido personalidad propia,
para significar la losa artificial de cemento hidráulico, también
conocida, impropia y generalmente, por mosaico.
Mosaico. — Losa cuadrada ar'ificial de cemento hidráulico, de colores,
imitando el taraceo de piedras, llamado propiamente mosaico.
Piso de mosaico, en Cuba, lo es de imitación, sino se especifica
que lo es de verdadero mosaico.
Enrejillar. — Poner rejilla a los asientos.
Enrejillador. — El que pone rejillas.
Pótala. — 'Persona pesada, moltesta, insoportable. Voz del lenguaje
marinero.
Recesar. — Verbo activo derivado del anglicismo receso.
Recambio. — Por cambio, especialmente en la expresión de los mecá-
nicos: pieza de recambio.
Cantinera. — Se dice de la bodega que vende mucha bebida en cantina.
Cañería. — Lo usamos por caño de metal, por el cual se conduce no
solamente agua, como quiere el Diccionario de la Academia,
sino también gases para el alumbrado, alcohol, etc.
Furrumalla. — Gente de ningún prestigio, de mala vida. Esta voz se
deriva seguramente de faramalla.
Hacendado. — En Cuba se dice del que tiene hacienda en bienes rus-
UN CATAURO DE CUBANISMOS 73
ticos. Y aun se usa por lo común, con más restringida acep-
ción, significando el dueño de un ingenio de azúcar de caña.
Asociación de Hacendados y Colonos.
Trancar. — Además de las acepciones castellanas, fastidiar o embro-
mar a uno por sorpresa, detenerlo mientras huye. Lo trancó
mientras jugaba, lo trancó con el cuentecito.
Trancada. — Acción y efecto de trancar. La trancada que le dieron fué
mayúscula.
Ferretero. — El comerciante de ferretería. Si esta última palabra está
ya adoptada por el Diccionario de la Academia, ¿por qué no la
otra?
Lloviznoso. — Del tiempo, cuando son frecuentes las lloviznas. Si de
lluvia tenemos lluvioso, ¿no podemos aceptar un lloviznoso, de
llovizna? En Cuba es de uso general.
Mangonear. — No tiene aquí la 1? de las dos acepciones que en España.
Y tiene, por extensión, una tercera. Realizar algún negocio
ilícito o gestión abusiva en asuntos ajenos.
Coco. — No es necesariamente tierra blanquecina, como reza el Dic-
cionario de la Academia, al fijar este reconocido cubanismo.
Es el conjunto de piedrecitas o cascajo que se criba por los al-
bañiles en un cedazo o zaranda, para aprovechar las más me-
nudas en el hormigón o el relleno de ciertas obras. Será blan-
quecino el coco si lo es el material del cascajo de que proce-
de, como lo es generalmente por ser calizos, por lo común, los
cascotes; pero no será blanquecino si procede de ladrillos o pie-
dras pizarrosas.
Picotear. — Picar menudamente.
Panetela. — Además de la 2? acepción de la Academia. Especie de
bizcocho. Derivado de panela. Es muy usual. Tenemos pa-
netelas hasta borrachas.
Manisero. — Vendedor de maní o manises, Suárez escribe manicero.
Aparte de que así no lo pronunciamos, bien que podría ser por
defecto prosódico, no acertamos a comprender por qué ha de
escribirse con c y no con s.
Hispanófilo. — No creemos que este vocablo, de explicación aquí ociosa,
como el otro, hisnanófobo. sean cubanismos, propiamente di-
chos, pero no trayéndolos el Diccionario de la Academia permí-
tasenos solicitar se les dé a ambos carta de naturaleza.
Centroamericano. — -El Diccionario académico en su última edición nos
da norteamericano y sudamericano, como conceptos geográficos,
y se le olvida la América Central, sin razón. ¿En qué catego-
ría, según el Diccionario de la Academia, habría que clasificar
a los salvadoreños y guatemaltecos? ¿Como norteamericanos?
Latinoamericano. — Aunque el Diccionario de la Academia nos trae
hispanoamericano, no acepta el latinoamericano, en perjuicio de
brasileños, haitianos y algún otro, que desde el punto de vista
74 .FERNANDO OETIZ
étnico no podríamos clasificar. En los Estados Unidos suelen
incluir el Brasil en la Hispanic America, porque, dicen, que
Hispania significó la península ibérica en la antigüedad, com-
prendiendo la actual España y Portugal. No deja de ser acep-
table la explicación, pero ella no debe impedir que tengamos
el latinoamericano en el diccionario como en el lenguaje co-
rriente.
Iberoamericano. — Palabra aquí, en América, muy usada, y que el Dic-
cionario de la Academia tampoco trae. Dicho sea de paso, años
atrás ocurriósenos que sería conveniente una palabreja para
significar precisamente el conjunfo de pueblos iberoamericanos,
o sea de pueblos de América descendientes de los de Iberia, y
pensamos en Ameribérica. análogo a Iberoamérica. En cam-
bio, el Diccionario permite las expresiones América latina o
América española, en este último caso con abusiva absorción de
la América lusitana.
Americano. — Aunque castellanamente debe significar el natural de
América, así de la Septentrional como de la Meridional o de la
Central; así de la Continental como de la Insular; en los Es-
tados Unidos, en Cuba, y, puede decirse con certeza, en todo el
mundo, americano ha venido a significar el natural de los Es-
tados Unidos. Y o tendrá que aceptarla al fin, aunque a rega-
ñadientes, el Diccionario de la Academia, tomándola del lengua-
je común, o habrá que inventar una palabra gentilicia dedica-
da especialmente a los hijos de los Estados Unidos de Améri-
ca. Por no tener éstos en su denominación política e interna-
cional otra voz geográfica que América, se ha venido atribu-
yendo, por el uso, el monopolio de la misma a los vecinos del
Septentrión; de igual manera que, precisamente para huir de
ese escollo, se ha chocado con otro tan injusto, pero menos
trascendente, como el de llamar a su república los Estados uni-
dos por antonomasia, olvidando los Estados Unidos de México,
los Estados Unidos del Brasil, y alguna otra federación repu-
blicana de nuestra América.
La palabra yankee o yanqui, que el Diccionario de la Acade-
mia trae como homónima de norteamericano, es impropia porque
solo comprende a los hijos de la Nueva Inglaterra, los Esta-
tados del Nordeste de aquel país, y produce la repulsión de los
hijos de los Estados del Sur. 'La voz norteamericano, más
apropiada, no lo es tampoco, pues Canadá y México, son pue-
blos de la América del Nort-e, salvo rectificación geográfica.
De paso digamos que la expresión del Diccionario de la Aca-
demia: Estados Unidos de la América del Norte, es incorrecta,
porque la denominación legal e internacional de ese pueblo es
Estados Unidos de América, simplemente, y no hay por qué po-
nerle rabos, al menos desde un punto de vista académico,
UN CATAURO DE CUBANISMOS 75
El problemita solo podría resolverse inventando un vocablo
especial, produciendo un cultismo, que en este caso habría esta-
do y aun estaría muy justificado, pues no hay que esperar que
el vulgo lo resuelva apropiadamente. Varias palabrejas se han
intentado para el caso. Angloamericano es una de ellas, pero
olvida los canadienses. Americosajones es otra, con igual de-
fecto. Los propios... americanos se dan cuenta de que este
apelativo les es molesto en sus relaciones con o! ros americanos,
los ladinos. Por esto la Unión Panamericana, de Washington,
organismo que* corresponde, paralelamente, a la Unión Ibero
Americana de Madrid, ha inventado y propaga en su maga-
zine mensual, la palabra estadounidense. Un publicista es-
pañol lanzó otra: estadunitano. Ambos son vocablos, que,
aceptada la antonomasia, umversalmente reconocida, de Estados
Vnidos, están formados como gentilicios de acuerdo con las
sanas leyes del idioma, aunque preferimos la nacida en Wash-
ington por más eufónica. Dudamos, empero, de que ésta, u
otra cualquiera, ingre-e en el lenguaje castellano; por más que,
indudablemente, si fuese bautizada en la pila académica po-
dría en el habla culta irse abriendo campo y, acaso, llegar a
difundirse bastante, aun sin llegar a contrarestar el peso del
americano, dicho por los millones de angloparlantes y de los
pueblos por ellos culturalmente influidos, que no son pocos que
digamos. Pero, repitámoslo, la palabra sería útilísima, y con
ella algunas derivadas, porque leemos por esas prensas de
Dios, o del diablo, cada yanquizado, yanqninizar y aun alguna
peor, que sólo por triste necesidad puede uno tragarlas como
mendrugo de pan duro, por exigencia del hambre que trae la
carestía de más apetecible manjar.
Registrón. — El amigo de registrar muebles, papéis u otras cosas
ajenas.
Regalía.— Precio anticipado, que por un contrato de arrendamiento
suele percibir, además de la cuota periódica, importe del mis-
mo, el dueño de una finca, preferentemente si es urbana y des-
tinada a establecimiento mercantil.
Refaccionar. — Proporcionar la refacción, cubanismo este último ya ad-
mitido por la Academia, atinadamente, contraviniendo la opi-
nión de Suárez. Hay hacendados que se refaccionan a sí mis-
mos, pocos por desgracia.
La refacción (derivado de refección) debió de ser antaño el
gasto de la refección simplemente, o sea de la compostura o
reparación del ingenio o maquinaria para hacer azúcar, du-
rante el tiempo muerto. Después debió de extenderse a todos
los gastos de limpieza y sostenimiento de los campos y de la
finca, en general, terminada la zafra.
Piragua. — Tiene la acepción castellana. Metafísicamente decimos que
76 FEBNANDO OETIZ
está al borde de la piragua, el que corre un peligro de muerte,
ya que es^ar al borde de la inestable embarcación es estar a
punto de volcarla y de ahí a la muerte, a breve paso.
Habitante. — Por habitante de la luna entendemos a los infelices, o
felices, que de noche duermen habitualmente en los bancos de
los paseos públicos, a falta de hogar o de voluntad de dormir
en él. Y de ahí, por contracción perezosa, el despectivo habi-
tante, aplicado a los pordioseros y parásitos de la vida hampona.
Despalillado. — Acción de despalillar el tabaco.
Despalillo. — Acción de despalillar.
Clarioso. — Amigo de las verdades, o de las claridades.
Zuncho. — Llanta, cincho, en su segunda acepción. Esta voz lo es
también castellana, pero marítima. Aquí la hemos cubanizado
aplicándola al cincho de hierro o goma de las ruedas de los ca-
rruajes. En Cuba decimos suncho por pereza prosódica.
Enzunchar. — Operación de ceñir una rueda con el zuncho o llanta
correspondiente.
Leopoldina. — Especie de cadena colgante de reloj. No sabemos que
tenga relación alguna con esta joya pinjante el General
D. Leopoldo O'Donnell, como parece la tuvo con la leopoldina
que nos cuelga el Diccionario de la Academia.
Celaduría. — Oficio del celador. Lugar donde está su oficina. Dis-
trito donde ejerce su función. Si el Diccionario de la Acade-
mia admite celador, con igual razón habría de catalogar la
celaduría; como de comisario, comisaría; de corredor corre-
duría, de contador, contaduría, etc.
Veleta. — Pieza de hierro en forma de tosca saeta pintada de blanco
y rojo, que se coloca en forma giratoria en los cambiagujás o
bocas de los chuchos de los ferrocarriles, para indicar de lejos
si éstas esfán abiertas o no.
Pilón. — Pesa colocada en la palanca del aparato cambiagujás en los
chuchos de los ferrocarriles, para que no se mueva fácilmente
de la posición en que se le deja, al abrir o cerrar el chucho.
Desviadero. — Chucho de un ferrocarril, que conectándose por sus dos
extremos con la vía principal, de la que es paralelo, general-
mente, sirve para apartar los trenes de esta vía, dejándola libre
para el tránsito.
Fiera. — Egoísta, desaforado, no ya tocante a su crueldad, sino a su
falta de escrúpulos. El general es una fiera. ¡Que fiera nos
resultó el hombre! También suele decirse de la persona te-
mible por su fortaleza en alguna actividad o negocio. Como
ajedrecista es una fiera.
Pantera. — Fiera, en la acepción metafórica cubana.
Comadrona. — Por comadre, en su 1* acepción.
Pacífico. — Este vocablo se aplica., como substantivo, al campesino que
UN CATAUBO DE CUBANISMOS 77
durante una revolución no toma parte por ninguno de los
bandos.
Poceta. — Bache lleno de agua. Diminutivo de poza.
Dormidero. — Sitio donde duerme el ganado, dice el Diccionario de la
Academia. Y donde duermen las aves, diríamos los cubanos.
Un buen dormidero de rabiches. Volaban para el dormidero.
Viandero. — Vendedor de viandas, en su acepción cubana, bien ex-
puesta por Suárez. Al despreocupado Maurice de Walléffe,
que tantas ridiculas cosas publicó de nuestras costumbres, en
su insulso libro Les paradises de l'Amerique Central, le dijeron
en la Habana que la alimentación del pobre consistía princi-
palmente en viandas, y el talentudo francés se despachó di-
ciendo que el pobre cubano se alimentaba de carnes, sin duda,
porque carne se traduce por viande, en francés. Viandero es,
también, el aficionado a comar viandas.
Viboreño. — Relativo a la víbora. En Cuba no tenemos víboras, salvo
en el campo metafórico, donde abundan, por desgracia; pero
la Habana cuenta con un barrio llamado de la Víb07~a, y nues-
tros cronistas de sociedad no cesan de decirles lindezas, muy
merecidas, a las lindas viboreñas.
Piquera. — Pocos saben aquí lo que es la piquera, sin embargo, es
usual la frase estar a la piquera o sea estar a las oportunida-
des. En su tercera acepción, piquera significa agujero de un
tonel por donde sale el vino; siendo, pues, cosa recomendable
estar a la piquera, si queremos catarlo, ya que al pie de la
piquera se bebe el vino, de igual modo que, como con frecuen-
cia pensamos, al pie del coco se bebe el agua.
Enzunchador. — Oficio del que enzuncha.
Dormida. — Acción de dormir, sueño. Si dormición y dormimiento, que
significa lo mismo, son voces anticuadas ¿por qué no aceptar el
cubanismo, que es ciertamente más propio que suefw, por las
muchas acepciones equívocas que tiene? Echar una dormidita.
Dormir. — Apoyarse un madero, viga u otra pieza de construcción,
sobre otra. El tablón ha de dormir sobre esta viga; un rail
duerme sobre las traviesas, por lo cual a éstas se les dice, a
veces, los durmientes de la vía. El Diccionario de la Academia
no reconoce esta acepción y, sin embargo, trae la voz durmien-
te, madero que duerme.
Atravesaño. — Traviesa.
Polín. — Traviesa.
Galleta. — Bofetada.
Galletazo. — Bofetada. Golpe dado con una galleta.
Estas palabras proceden del habla marinesca, ya que la ga-
lleta era a bordo la base de la alimentación, y en los primeros
tiempos de la población de las Indias fué de uso muy general.
Y aun consérvase en la Argentina el modismo colgarle la ga-
78 FERNANDO OKTIZ
lleta, por despedir o despachar a uno, y en Cuba tenemos ga*
lleta con gorgojo, como expresión sinónima de persona muy
vieja, que ya no se puede comer.
Maisito. — Cierto guiso de maíz, que debiéramos pronunciar, si no
hubiera otras leyes más impera- ivas que las de la prosodia,
maicito.
Escampada. — Tiempo que cesa de llover, entre dos lluvias.
Cotorro. — Macho de la cotorra, por más que es la cotorra, el único
animal cuyo femenino indica a la vez, por lo general, los dos
géneros indistintamente, y hasta el Diccionario de la Acade-
mia reconoce su carácter epiceno, lo cual no es muy galante,
que se diga, pues es ésta una primacía femenil, dada la carac-
terística parlotera de las cotorras, poco de agradecer por el sexo
débil. Esta voz figura en la toponimia cubana: El Cotorro, en
la Provincia de la Habana.
Cotorrera. — Perteneciente o relativo a la cotorra. En Cuba tenemos
guayabas cotorreras, acento cotorrero.
Homenajeado. — Voe»bk Vue se nos ha colado últimamente, traído de
Suramériev iVr0ona objeto de un homenaje.
Homenajear.- -Rendir homenaje.
Maletero. — Ca/gador de equipajes de los viajeros.
Forrear. — Meter forros.
Farrista. — Metedor de forros.
Forrero. — Metedor de forros.
Laborante. — El que laboraba secretamente en Cuba por el separatis-
mo nacionalista, propalando noticias favorables a la santa cau-
sa. Se dice que surgió el vocablo de un artículo de Rafael M.
Merchan, titulado Laboremus.
Laborantismo. — Propaganda o acción de los laborantes. Hoy se apli-
ca a toda propaganda de intención encubierta.
Galera. — Sala de una prisión aunque no sea de mujeres, como quiere
el Diccionario. Conjunto de presos que la ocupan. Capataz de
galera. Las galeras del presidio.
Portal. — En su segunda acepción, según el Diccionario de la Acade-
mia: lugar cubierto, cons. ruido regularmente sobre pilares,
que se fabrica en las calles y plazas para pasearse o preser-
varse del agua y del sol. En Cuba portal se le dice al pórtico.
2? acepción. No acertamos a dar con esos portales, o sitios
cubiertos construidos sobre pilares, en las plazas españolas, re-
corriéndolas de nuevo con la imaginación; de sus pórticos
sí, sitios cubiertos y con columnas.
Tasajería. — Comercio importador y vendedor de tasajo.
Tasajero. — Comerciante de tasajo.
Centén. — Aunque en lo? tiempos que escribimos ya no circulan en
Cuba los centenes, por haber sido prohibidos hace pocos años,
cuando se publicó la 14? edición del Diccionario de la Acade-
UN CATAURO DE CUBANISMOS 79
toia aun los teníamos; y, aunque a escondidas, alguno que otro
se conserva. En relación a España pudo, pues, decir el Diccio-
nario de la Academia que valía cien reales vellón, y de ahí su
etimología. Aquí decíamos centenes y, algunas veces centenes
alfonsinos, por la efigie de Don Alfonso XII que llevan acu-
ñada, las monedas de oro, de 25 pesetas, de ese rey.
Azucarero. — Industrial que hace azúcar, el hacendado azucarero; pero
no lo usamos en la 2? acepción, diciendo entonces maestro de
azúcar, como se diría: maestro carpintero. Ni tampoco la
4? acepción, que denominamos, con desinencia femenina, azu-
carera.
Azucarera. — Azucarero 4? acepción. Si en España se dijo y dice
azucarero, por vaso azucarero, aquí feminizamos el vocablo, más
que por buscar una diferencia con la3 otras acepciones de azu-
carero, lo cual dice basante en pro de la variante cubana, por
imitación fonética de otros cacharros de parecido servicio,
como sopera, cafetera, tetera, ensaladera, fiambrera, salsera,
quesera, etc., olvidando el s ulero y otros masculinos.
Jagua. — La Academia dice que es voz mejicana. Coll y Tosté, siguien-
do a varios historiadores del descubrimiento y población, la
tiene por antillana.. ¿A más señores?
Ras. — Decimos ras de mar a la agi ación de las aguas marinas que,
impulsadas por el viento, invaden e inundan la costa.
Murruñoso. — Diminuto. Y otra acepción: nostálgico. En esta acep-
ción ha de derivarse de murria. También se dice morriñoso, de
morriña, como trae Suárez.
Cocliinata. — Lechigada de cochinos. Por extensión, el conjunto de
cochinos o piara de una hacienda, o de una cría. Se murió
toda la cocliinata.
Lechonata. — Análogo a cochinata, pero refiriéndose exclusivamente
a los lechones.
Rastro. — Lugar donde ejerce su comercio el chamarilero, es decir,
donde se venden rastrojos.
Mole. — Lo usamos, también, como sinónimo de multitud. Mole de
pescados, mole de gente. Y así se explica el cubanismo molote,
ya aceptado como tal por la Academia.
Doblón. — Decíamos así, pues ya está prohibida en Cuba su circula-
ción, a la moneda de oro de cuño español equivalente a 20 pe-
setas. A la moneda solíamos decirle doblón isabelino.
Congestión. — Por influjo norteamericano, donde la palabra tiene un
uso muy generalizado, decimos congestión a la acumulación de
gente en una vía pública o lugar determinado; a la de mercan-
cías en los muelles, aduana, etc., a la de buques en un puerto,
etc. De ahí se deriva análoga acepción para congestionar.
Descongestión. — Acción y afecto de descongestionar.
Descongestionar. — Cesar la congestión. Este vocablo y el anterior
tSÜ FEBNANDO OBTIZ
faltan en el Diccionario de la Academia, no ya en la acepción
cubana, sino en lo absoluto. Y son muy útiles y de uso fre-
cuente por los médicos.
Fijarse. — En esta forma reflexiva, el verbo fijar significa fijar uno su
atención. Esta acepción, que constituye un americanismo muy
extendido, desde Cuba a la Argentina, es derivada de la 5? del
Diccionario de la Academia: dirigir o aplicar intensamente. Y
no parece un gran dislate por cierto, decirle a un distraído:
¡fíjese VA, porque tanto vale como: ¡diríjase V. al asunto! o
¡apliqúese intensamente a lo que le enseño! Monner Sans, en
su purismo, combate el americanismo, que es muy aceptable
y, sobre todo, aceptado. Y si no, fíjese bien, observe, analice
y verá.
Casquillo. — Cápsula de una bala. Miedo. Le entró un casquillo tre-
mendo.
Encasquillar. — Be dice cuando se obstruye el funcionamiento de un
arma de fuego por causa del casquillo. Acobardarse, entrarle
miedo a uno. Se usa preferentemente como reflexivo.
Desencasquillar. — Arreglar el arma encasquillada.
Concreto. — Compuesto de cemento, arena y piedra mezclados con agua,
muy usado modernamente en construcciones.
Fraguar. — Este término de albañilería se aplica también al concreto
y demás composiciones en que entra el cemento, y no sólo a
los materiales que indica el Diccionario de la Academia.
Payasear. — En España, como aquí, se conocen los payasos y sus paya-
sadas. Nosotros a menudo payaseamos o nos conducimos como
petulantes y vanidosos, que llamamos aquí payasos.
Payaseo. — Acción y efecto de payasear.
Oblata. — Nos dicen que se da este nombre a la monja de cierta orden
religiosa de mujeres de color, profesa, que se fundó en Cuba,
y que actualmente solo perdura en los Estados Unidos.
Externado. — Colegio de alumnos externos, contraposición al internado,
o parte de los conventos donde se da enseñanza a los alumnos
externos. El Externado del Corazón de Jesús es un colegio de
niñas, de la Habana.
Luneta. — Diminutivo de luz. La luz (Acepción 10?) > que alumbra una
habitación en lo alto de las puertas y ventanas, cerrada con
vidrios de colores, muy común en Cuba. Está formada por la
prolongación del marco, bajo el dintel y entre los largueros.
Busca. — Aledaños, ventajas o entradas más o menos lícitas, o, por lo
general, ilícitas del todo, de algún cargo o puesto público.
El gobernador tenía muchas buscas.
PHazo. — Pitada Esta voz la usamos preferentemente en su segunda
acepción. El pitazo de la locomotora fué una pitada del ma-
quinista.
Constancia. — Substantivo derivado del verbo constar: ser cierta y
UN CATAURO DE CUBANISMOS 8 1
manifiesta una cosa; será, pues, certeza o manifestación de
algo. ¿Por qué no aceptarlo? Monner Sans, que se opone al
disparate, básase solamente en que la palabra, según el Diccio-
nario de la Academia, significa algo distinto. ¿Acaso no bay
voces con acepciones bien distintas? El vocablo parece nacido
de buena ley, mejor que otros mucbos, ya adoptados a pesar de
su bastardía. Y esto basta para constancia de nuestra opinión.
Monte criollo. — Mon'e bajo o de maniguas, arbustos o madera floja;
distinto del monte firme, que lo es de madera dura, de cora-
zón o monte virgen.
Plátano frito. — El Diccionario de la Academia dice al final del ar-
tículo plátano: "ora se come crudo, ora en conserva". Y frito.
también, señores académicos, frito de varias maneras, y sal-
cochado. Y conste que el autor de este mamotreto ha comido
plátanos fritos, en Madrid, fritos por manos cubanas. Prueben
los venerables académicos y, a buen seguro, que en la próxima
edición de su diccionario darán cabida a los platanitos fritos.
¿Cómo no?
Para que se convenzan los académicos de las mucbas ma-
neras de comer plátanos lean a Oviedo, el primer cronista de
Indias (I. pág. 291) donde dice: "Esta es muy buena fructa,
é quando se curan estos plátanos abiertos al sol, hendiéndolos
con un cuchillo en dos mitades al luengo, é dándoles sendas
cuchilladas, ó cada dos á cada mitad, cortando la fructa al
luengo la cascara é no rompiendo la cascara ó cuero, hácen-
se en el sabor, quando están curados, muy semejantes a los
higos passos, y aun mejores: en el horno asados, sobre una
erja ú otra cosa semejante, son muy buena é sabrosa fructa,
é paresce un género sobre sí, como lo es de una conserva me-
losa é de muy buen cordial e suave gusto. Assí mesmo co-
ciéndolos en la olla con la carne, es muy buen manjar; pero
no ha de estar el plátano mucho duro para lo cocer con la
carne, ni muy maduro, ni se ha de echar sino quajido esté la
carne quassi cocida, é desollado; porque en uno o dos hervores
o en poco espacio de tiempo se cuece el plátano. Comidos cru-
dos, después que maduran, es muy gentil fructa, y no es me-
nester comer con ella pan ni otra cosa, y es excelente sabor, e
sana e de genfil digistión; que nunca he oydo decir que hiciesse
mal a ninguno".
Platanero. — Vendedor de plátanos, relativo al plátano. Aquí tenemos
viento platanero, sijá platanero, etc.
Chupeta. — Por chupador. Pieza de goma en forma de pezón, por don-
de el niño chupa o efectúa la succión de la leche del biberón.
Mesilla. — Mesa o puesto de venta en un mercado público.
Mesillero. — El dueño o comerciante de una mesilla de un mercado.
Culipandeo. — Derivado de cuchipanda.
82 FERNANDO ÓRTIZ
Catedrático. — Intelectualmente petulante. Estilo que ridiculiza a los
catedráticos. Es un negrito catedrático.
C aar enten ario. — El que sufre la cuarentena. Relativo a la cuarente-
na. Período, reglamento, lazareto cuarentenario.
Grisáceo. — De color gris. La Academia acepta gríseo. Si estima acep-
tables rosáceo, liliáceo. ¿Por qué no grisáceo?
En materia de colores que tiran a otros, no se ha fijado to-
davía en nuestra lengua una desinencia específica. Así, además
de áceo, en rosáceo y liliáceo; tenemos, según la Academia:
negral de negro; negruzco, de moreno algo negro; azulado, de
azul (y en Cuba, azuloso y azuláceo) ; colorado, de color; aza-
franado, de azafrán; morado, de mora; plateado, de plata; ama-
rillento, de amarillo (en Cuba, además: amarilloso); argentino
y argénteo, de argentens o pla'a; verdoso, de verde; verdusco,
de verde obscuro; pardusco, de pardo claro; cárdeno, de cardo;
gríseo, de gris; carmesí, carmín, de carmes; blancazo, blanque-
cino y blancuzco, de blanco; albar y albariso, albo o blanco; ro-
jal y rojizo, de rojo; rúbeo, rubicundo y rubial de rubio; plo-
mizo, de plomo, etc. De modo, que tenemos las siguientees de-
sinencias: áceo. ado, al. ar. azo, eno, ecino, eo, ento, í, in, ino,
izo, oso, usco y uzeo (¿por qué tal distinción ortográfica, de
s y z, por la Academia?). No tenemos ahora humor para escu-
driñar el origen de esa curiosa irisación idiomática.
Fritura. — Dice el Diccionario de la Academia que equivale a fritada
y que ésta significa conjunto de cosas fritas. Pues en Cuba
distinguimos fritura de fritada. A esta voz le damos la acep-
ción castellana, pero por fritura entendemos simplemente un
guiso o composición culinaria hecho friendo, v. gr. : una fri-
tura de pescado, de huevo, de yuca, de sesos etc. El conjunto
de las frituras será una fritada. . Cuando la cosa frita lo eis
sin aderezo o compostura, entonces no es fritura. Así, el pes-
cado frito, no es igual a la fritura de pescado.
nísparatero. — Que hace disparates, preferentemente contra la higiene
y la salud. Se murió porque era muy disparatero.
Coger. — Apropiarse de bienes ágenos, especialmente si de fondos pú-
blicos, malversar. El senador coge mucho. En ese gobierno
todo el mundo cogía.
Cogedor. — Malversador. Ese concejal es un cogedor.
Cogedero. — Cargo o puesto público donde es fácil y hasta usual (¡po-
bre Cuba!) coger. Ese puesto de loterías es un gran cogedero.
Cogioca. — No es precisamente el "afán de lucro", como supone Suá-
rez, sino el lucro mismo, la malversación. ¿Fué influida esta
voz por cogioba, que se supone antillanismo, polvo de tabaco?
Cogida. — Acfo de coger en la 7? acepción del Diccionario de la Aca-
demia. Le dieron la gran cogida.
UN CATAURO DE CUBANISMOS H'á
Mandarria. — Por extensión, de esta voz más bien propia de calafates,
a todo martillo pesado para batir bierro.
Mandarriazo. — Golpe dado con una mandarria.
Heladero. — El que bace helados, pues en Cuba, por caprichos de los
usos idiomáticos, aun cuando los helados se hacen en una sor-
betera, ya apenas sabemos que son sorbetes.
Heladera. — Recipiente donde se hacen los helados. Sorbetera.
Lasca. — Por extensión decimos con mucha frecuencia: lasca de pan;
y metafóricamente, sacar lasca, por conseguir algo de alguien.
De fulano no hay quien saque lasca.
Jagüeyal. — Sitio 'poblado de árboles llamados jagüeyes.
Plan. — Lugar preparado para construir un horno de carbón, que se
aplana cuidadosamente. Probable derivación de la acepción
marítima del vocablo.
Corte. — Lugar donde se cor a la caña o el monte. Se dice corte de
caña, corte de leña, corte de madera, corte de carbón, según
los casos.
Corte de carbón. — Esta locución es impropia porque, realmente, el
carbón no se corta; lo que se hace es cortar leña para hacerla
carbón.
Birrión. — Mancha de forma alargada. Con el chocolate se llenó la
cara de birriones. Mancharon la pared con birriones de fango.
¿De vira y virón?
Encofrado. — Conjunto de bastidores o revestimiento de madera que
se construye como molde de pisos, paredes, columnas y demás
piezas de construcción dentro del cual se echa el concreto o ce-
mento, para que al fraguar se solidifique adoptando la forma
de aquél.
Manigual. — Conjunto de maniguas o maniguazos.
Enmaniguarse. — Llenarse de maleza o maniguas un terreno inutili-
zándose para el cultivo.
Manicurista. — Como que el cuidado lujoso de las manos, ha sido cosa
algo difundida por acá en estos últimos años de abun-
dancia y prosperidad, no nos dimos cuenta de que en 1914 el
Diccionario de la Academia aceptó la voz manicuro, a, para
significar la persona que tiene el oficio de cuidar las manos,
y principalmente cortar y pulir las uñas. Y por eso nos em-
peñamos en hallar una, como manicurista o, lo que es peor,
manicure, literalmente del inglés. Si manicurista pudiera acep^
tarse, esta última es abominable. La del diccionario es preferi-
ble, pues ya usamos pedicuro. Por más que ya suele sonar con
frecuencia pediatrista, por el recuerdo fonético de callista.
Opinamos que estos istas prevalecerán en Cuba.
Alcosa. — Por defectuosa variación prosódica así decimos al dulce lla-
mado alcoroza, que por inveterada costumbre se vende una vez
al año, por Semana Santa, al son de matraquillas y voceo de los
84 FERNANDO OBTIZ
vendedores. Pero no es esto lo más grave. A fuerza de oir gritar
¡oleosa!, ¡oleosa! hemos llegado a creer que el dulce debía de-
cirse la cosa, y así, tras una absurda metátesis, se oye prego-
nar en los días de recogimiento católico: ¡la cosa! ¡la cosa!
Mezcladora. — Máquina que sirve para mezclar, v. gr. los materiales
(arena, piedra, cemento y agua) para hacer concreto.
Cucarachero. — Cundido de cucarachas. Esta casa es muy cucarachera.
Mercedante. — El que otorga una merced.
Mercedar. — Por mercedear. De antiguo hemos leído esa voz, en vez
de la que trae el Diccionario de la Academia. Mercedar pro-
bablemente, pues, será andalucismo, como muchas otras que
corren por estas Indias, que antaño recibieron su cultura de la
metrópoli hispalense.
Patinazo. — Acción y efecto de patinar los carruajes. Voz hoy muy
usual con la abundancia de automóviles y asfaltado de las ca-
lles.
Patón. — Se decía durante los últimos tiempos de la dominación co-
lonial a los españoles. Aumentativo derivado de pata. De pie
grande.
Cohechable. — Vocablo de uso frecuente, por ser, asimismo, frecuentes
las ocasiones del cohecho. Si el Diccionario de la Academia
acepta cohecho, en el sentido más honrado de la frase, debiera,
también honradamente, aceptar cohechaole.
Componte. — Bien explicado por Suárez, como sus derivados compon-
teador, compontear y componteo. El componte es práctica co-
lonial antigua en las Antillas. La guardia rural, hoy soldados
de orden público, lo heredaron (talis pater, filius itaer) de la
guardia civil y del orden público de los tiempos de la colonia;
y de quien lo heredarían esfos componteadores, sábelo Dios.
Por eso, opinamos que no de un irónico componer, sino de
comporte, se derivó la maldita palabreja; de comporte que
antiguamente significó sufrimiento, según el Diccionario de la
Academia. Dar comporte, como dar cabuya, dar garrote, etc.,
fueron importaciones de antaño.
Bufa. — Borrachera, como bien dice Suárez. Coger una bufa. Estar
bufa. Es cubanismo muy corriente; cubanismo si lo quieren
reconocer por tal, después de saber que se usó en España como
expresión de germanía; ya que para algunos las voces nuestras
en la Madre Pa+ria, aunque sean vivas en alguna patria hija,
no deben considerarse como peculiares de ésta y sí de su so-
lariega casona. En la Vida y hechos de Estebanillo González,
por el mismo (1646-1725) se dice: "También tienen sus pe-
gatostes los gentiles hombres de la bufa", tomada esta voz por
vida airada, guapería, chocarrería. De ahí a nuestra acepción
medía breve paso.
Notemos otra coincidencia, con perdón encarecido del lector.
UN CATAURO DE CUBANISMOS 85
Bufa, fué voz que antiguamente significó en España ventosidad
hedionda, sin ruido. Y hoy a la borrachera se le llama vul-
garmente pea. Parece que el olfato, irritado por la peste que
despide el aliento del borracho, inspiró tales metáforas malso-
nantes y malolientes.
Hachear. — Competir, jugar algo a los dados. Del inglés to match.
Este machear es un gringo que nada tiene que ver con el cas-
tizo, aquí desusado.
Diamante. — Lugar cuadrilongo donde se colocan los jugadores de pe-
lota para jugar al base-ball. Procede del inglés, casi diríamos
del americano.
Repórter. — No hay quien diga aquí reportero, ni a tres tirones.. ¡Es-
tamos tan cerca de los angloparlantes! Ni hay posibilidad de
desterrar el anglicismo.
Bonitura. — Condición de lo bonito. Si el Diccionario de la Academia
acepta lo bonito ¿no merece el exequátur la bonitura?
Avance. — 'Acción, palabra o gesto por el cual uno se adelanta a otro u
otros para restablecer la cordialidad perdida. El hizo el primer
avance.
Avellanado. — De color de avellana. No es cubanismo, aunque aquí se
use, pues también en España, aunque no lo traiga el Diccio-
nario de la Academia.
Avenida. — En Cuba, y en toda América, no es necesaria la concu-
rrencia de árboles a los lados para que una vía ancha lleve ese
nombre, como requiere el Diccionario de la Academia. En
Cuba es de reciente uso, por sugestión de las avenidas de
New York que tampoco tienen árboles necesariamente.
Asnear. — No es, tampoco, un cubanismo, pero válganos lo abundantí-
simo del azúcar entre nosotros y lo esencial que es a la riqueza
cubana, para atribuirnos el derecho de suplicarle a la Real
Academia que al definir el azúcar no diga que es "soluble en el
agua y en el alcohol". Lo es, sin duda, pero también lo es ¡que
diablo! en la clara del huevo, y en la yema, y en el jugo de
las frutas, y en el vino, y en la leche, y en el café, y hasta en
la tinta, si se quiere. Bastaría decir soluble, sin especificar, y
se diría mejor.
Azuloso. — Azulado.
Amarilloso. — Amarillento.
Bachero. — Reparador de baches.
Balastrar. — Por balastar.
Balotaje. — Recuenco de las balotas de una votación.
Mamparería. — Tienda o fábrica de mamparas. Aquí las mamparas
no suelen ser de piel o tela, como define el Diccionario de la
Academia sino de vidrios multicolores . ¿Valdrá la rectifi-
cación?
Mamparero. — El hacedor de mamparas.
86 FERNANDO ORTIZ
Cedazo. — Bien definido por Suárez, pero no procede de ceder, como
supone. Es simplemente, una derivación metafórica del ceda-
zo castizo, (derivado del latín setacium, de seta, cerda) o sea
del instrumento para cerner o cribar. Véase sino. Para cer-
ner hay que imprimir al cedazo un rápido e incesante movií-
miento de lado a lado, cuyo recuerdo motivó su aplicación a
los contoneos del baile. ¿No lo cree el lector así? Pues vea
este otro caso bien probado. La zaranda no es más que un
cedazo rectangular y, por la viveza de sus movimientos para
cerner o cribar, ha nacido, con otros hermanitos más, el po-
pular vocablo zarandear, usado hasta por los que no saben lo
que es una zaranda, que significa moverse con viveza, prisa y
facilidad. (Además: zarandeo [que no trae el Diccionario de
la Academia], zarandeador, zarandillo, zarandajas etc.). Pero
existe otro hijo natural de la zaranda, aunque el Diccionario
de la Academia se lo atribuya nada menos que al persa, (sin
que neguemos la posibilidad, a través del árabe, de un caso de
etimologías convergentes) cual es la zarabanda, baile picares-
co que se usó en España durante los siglos XVI y XVII, ya fue-
ra de ella los árabes, dígase de paso, y caracterizado por los
movimientos lascivos de caderas, que recordaban los vivaces del
cedazo o zaranda para zarandear el grano o la uva. En Cuba,
todavía hoy, tres siglos después de terminada la zarabanda,
que acaso sobrevive en nuestra lasciva y afrocubana rumba, oí-
mos gritar, para es'imular los movimientos lascivos de los rum-
beros: ¡echa coca pa la zaranda!, que quiere decir: echa pie>-
drecitas menudas para la zaranda, para que ésta se mueva
más y más y pueda cribarlas, cernerlas, es decir, para que ten-
ga que zarandearse más. El sentido metafórico de ese grito
es bien claro y revela toda una supervivencia secular y su
origen etimológico. Acaso algún lector cubano exclame al lle-
gar aquí, ¡celta coco.': pero, ¡que diantres!, paisano, en materia
de disquisiciones lexicográficas hay a veces que cerner o za-
randear mucho si se aspira a obtener alguna fina inducción. Si
la zaranda aun vive lozanamente en Cuba, en forma de rumba,
con igual razón perdura el cedazo en el danzón.
Como ampliación de lo anterior, hubimos de escribir, lo que
sigue:
Dice bien Suárez: al definir la voz cedazo. "Espacio entre
dos cambios de compás, en una pieza bailable, particularmente
del danzón". Y añade: (Et. De "ceder"). Y en esto no esta-
mos de acuerdo. Veamos por qué. Cedazo, en su castiza y propia
acepción, aun viva en ambos lados del Atlántico, es un ins-
trumento para cerner. Y cerner, como dice el Diccionario de
la Academia si bien significa separar con el cedazo cualquier
materia reducida a polvo, también quiere decir: Andar o
UN CATAURO DE CUBANISMOS 87
menearse moviendo el cuerpo a uno y otro lado, como quien
cierne". Así dice el diccionario oficial; nosotros añadimos:
"como quien mueve el cedazo."
Sigamos. Pichardo explica lo que antes era el cedazo crio-
llo: "Figura de la danza cubana. Es un vals (aunque a dos
por cuadro) reducido a los ocho compases de la repetición de la
segunda parte con que siempre finalizan las danzas, o sus trein-
ta y dos compases, cualquiera que sean las figuras anteriores."
De modo, que el cedazo fué el final de la danza, no un inter-
valo o variante de ella, como es hoy. Por eso se entusiasma
Pichardo, en la voz danza, al decir como los hijos de esta tie-
rra "se mecen voluptuosamente en los cedazos, con todo el oído
y coquetería africana (¡j." En el cedazo estaba la pimienta, lo
culminante del baile y de su voluptuosidad, de su movimiento.
Y por tal movimiento del cuerpo, "a uno y otro lado" debió lla-
mársele cedazo, recordando el movimiento del cuerpo con el ce-
dazo, al cerner con él. Todavía mantenemos una supervivencia
de esfa motivación psicológica, cuando en guateques y rumbas, se
oye jalear a los bailadores diciendo: ¡echa coco!, y, hasta, ¡echa
coco pa la zaranda! ; pues una zaranda es una criba, harnero o
cedazo, ni más ni menos. Echar coco a la zaranda es echarle
material para cernerlo, moviendo aquélla. Así como al excitar
para un fuerte trabajo a un individuo, se le dice: ¡mete caña!,
símbolo nacional cubano del trabajo, por meter caña de azúcar
al trapiche del ingenio; así al animar a un bailador para que
acentúe sus movimientos, o a una mulata para que avive sus
contoneos, se le grita: ¡echa coco! para que se mueva más y
más, o sea, para que se zarandeen, o muevan como la zaranda.
Y no es difícil pensar que la zaranda, si proviene del persa
serbend, danza, a la vez se sienta influenciada tal voz por la tam-
bién persa zarand. criba.
Cedazo, debió de ser, pues, una parte del baile, la final, la
de más movimiento. Y por si esto no bastara, recuérdese que tai-
lar un cedazo era en la época de la colonización indiana acto de
brujería adivinatoria por el que encorozaron a más de una he-
chicera; (1) cuya expresión hampona o apicarada, precisa-
mente por tal, no es de dudar que fuera también parte, en su
adopción, para expresar el momento de la danza, de más hechi-
zo y picardía.
Pero, digamos más, tenemos prueba de que antaño se usaron
como sinónimas de baile o danza las voces expresivas de los ins-
trumentos para cerner. Léanse, sino, los versos de Juan de
Castellanos, en sus famosas Elegías de Varones Ilustres de
(1) Apuntes de Hojas. El Viaje entretenido.
88 FERNANDO ORTIZ
Indias (Elegía V, canto II) cuando fustigando la molicie de la
juventud de sus días, dice:
"Mas ya no hallareis tales mozuelos,
"En escuela de Marte ni Minerva,
"Pues todos huyen destos desconsuelos,
"Y dicen que las flechas tienen yerha;
"Hay hojaldres, pasteles y buñuelos,
"Hay botes y barriles de conservas,
"Hay cedazo, harnero, y hay zaranda,
"Y sábeles muy bien la cama blanda."
Con lo cual, creemos demostrado que cedazo, baile, no pro-
cede etimológicamente de ceder.
Acaguasar. —En sentido reflexivo, llenarse un cañaveral de caguaso,
cuando la caña es pobre o no se han hecho las debidas limpias.
Se acaguasó la colonia. |
Xavaja. — Cuchillo que se coloca en el espolón a los gallos para la
lidia o pelea.
Zapatón. — 'Navaja que se pone en el espolón al gallo para la pelea.
Ramazón. — Dibujos que se observan en las tablas de ciertas maderas
de construcción, modo de ramaje que acrecienta su valor para
la ebanistería, como en la caoba, caracolillo, etc.
Rodea. — Hacen los carboneros la rodea del carbón al irlo sacando del
horno, rodeando éste.
Picado. — Camino estrecho, para el paso de un hombre, hecho a través
de un monte, picando las ramas y matas con el machete. Abrir
un picado para el agrimensor. Cuando el picado se amplía se
convierte en trocha, y si se convierte en vía para el paso de un
carro, se le llama carril.
Nacido. — Nacencia, en su segunda acepción.
Muela. — Se dice en mala parte, de la persona que sirve a otra solapa-
damente en sus designios contra una tercera. Fulano le sir-
vió de muela en tal asunto.
Sámago, — Además de la acepción que trae el Diccionario de la Aca-
demia, aquí decimos sámago a la parte más blanda de un leño,
entre la cascara y el corazón. Este palo tiene mucho sámago.
Corazón. — No solamente la parte interior de una cosa inanimada,
como quiere el Diccionario de la Academia, en cuyo sentido
dice: el corazón de un árbol. Decimos corazón al centro del
tronco cuando éste es duro, diferenciándose del sámago, que
es la par'e blanda y exterior que lo rodea. Aquí tenemos ma-
dera de corazón, y madera, que a pesar de la anotada acepción
académica, no es de corazón, porque es blanda o fofa e inútil
para ciertos usos. Cuando, por ejemplo, se contratan traviesas
para ferrocarril o polines, se exige que sean de madera dura, de
corazón.
TTX CATATTEO DE CUBANISMOS 89
Mosquero. — Abundancia de moscas. No se pudo comer por el mos-
quero que se sufría.
Mosquitero. — El Diccionario de la Academia solo conoce el pabellón
o colgadura de cama; y aquí tenemos mosquiteros para hama-
cas, para sombreros, para tanques de agua, etc.
Conchucharse . — No creemos en la probabilidad de su derivación del
vocablo sinónimo conchabarse, sino de chuchear o cuchichear.
Conchavado. — En vez de conchabado, así lo escribimos en Cuba, pro-
bablemente mejor que el Diccionario de la Academia, por ra-
zón de su etimología. La que ofrece la docta corporación es
sorprendente: ¡de conclave! ¡Que tendrá que ver aquí la jun-
ta de cardenales! Lo que sucede es que cónclave o conclave y
conchabado tienen un origen común, latino: cum clavis. con lla-
ve; y así como de ambas palabras se hizo conclave, por ser ésta
reunión de cardenales que se encerraban bajo llave y hasta a
cal y canto, para elegir pontífice. Así convertida la clavis la-
tina no sólo en la clave, sino en la chave castellana vieja, aun
hoy portuguesa; por procedimientos filológicos que no importa
exponer aquí, fácilmente se hubo el conchave, y de ahí concha-
varse, en sus acepciones, propias y metafóricas, de unir, juntar,
asociar cosas o personas. Prueba de ello es la voz chaveta, que
así la escribe el Diccionario de la Academia, muy propiamente,
por ser a manera da llave, clave, clavija, chave o cerrojo, que
mantiene unidas varias cosas ensartadas o conchavadas en una
pieza principal.
No hay que olvidar, sin embargo, que el Diccionario de la
Academia hasta la 12» edición traía chabeta. y así otros diccio-
narios, como Monlau, Barcia, Toro y Gómez. Salva, etc.. y has-
ta Barcia nos asegura que la voz procede "fuera, de toda duda"
de capite, ablativo de caput (cabeza). La Academia, como he-
mos vis^o, no lo cree así, ni nosotros tampoco: pero hay que
ser consecuentes: o chaveta nos obliga a escribir conchavados.
o si insistimos en decir conchabarse, no podemos mantener la
ortografía de chaveta, so pena de perder la ídem, o la lógica,
que en este caso habría de ser lo mismo.
Línea. — Vía férrea. La línea está interrumpida.
Pasudo. — El pelo en forma de pasas, 3.a acepción del Diccionario de
la Academia. Pelo pasudo. El que tiene pasas. El negro es
pasudo. En Tierra Firme se dice pasuso.
Parrafada. — Conversación. Echaremos una parrafadita.
Paragüero. — El que compone paraguas. El vendedor ambulante de
los mismos. El cochero de alquiler, de ínfima clase, por que
suele usar enorme paraguas en el pescante del coche, cuando
llueve y hasta cuando aprieta el sol. Por extensión, el con-
ductor inhábil de un automóvil.
90 FERNANDO ORTIZ
Apuñalarse o Apuñalearse. — Guardarse dinero en los bolsillos.
Apuñaleado. — Enriquecido.
Argollar. — Echarle a uno una argolla, atarlo, esclavizarlo. La joven
argolló al novio. Se argolló en su empleo.
Arrastre. — Influencia política o social. Aquel senador es hombre de
mucho arrastre.
Arrenquín. — No creemos que sea corrupción de arranquín, y que éste
venga de ¡arre!. Estimamos que arranquín es derivación des-
pectiva de arranque, por ironía, como de galope se hizo galopín.
El arre hizo trasmutar la o en e.
Maleta. — Joroba.
Maletudo. — Jorobado.
Zarambutear. — Zarandear, en su 2» acepción. Esta palabreja es otra
supervivencia andaluza. Se formó por corrupción, engendro
indiano, de zarabutear, hacer cosas con impericia y atropella-
miento, según el Diccionario de la Academia, y poco a poco
ha pasado a ser zarandear, que puede ser un medio de zarabu-
tear, pero no el único. Niña, no lo zarambutees que lo vas a
derramar. No me zarambutees que me siento mal.
Cimarrón. — Zayas se empeña en que sea voz tomada de los moradores
del Nuevo Mundo y trae numerosas citas. El P. Mir le prece-
de, y la supone antillana. Ciertamente que esta palabreja, pa-
sada a las Antilas francesas e inglesas, ha dado motivo a ma-
labarismos etimológicos. Y la docta Academia resuelve el pro-
blema de un modo sencillo y convincente, de cima, que era el
lugar que habitaban los cimarrones. Ni el huevo de Colón.
Pajuela. — Punta de cáñamo, torcida y nudosa, al extremo de la cuar-
ta; látigo con que se castigaba a los esclavos.
Mechar. — Fué voz usada en Cuba y en España, en los tiempos de la
esclavitud, durante los siglos XVI y XVII, y aun hoy solemos
decir aguantar la mecha, por sufrir un castigo o molestia. De
lo que fué el bárbaro mechar, pringar, o lardar los esclavos
hubimos de escribir hace años, esto que repetimos:
"Por ejemplo: "al esclavo, si muero, mando que cada día le
pringuen tres veces." (Francisco de Quevedo. El entremetido
y la dueña y el soplón. Véase en sus Obras Satíricas y Festi-
vas, Madrid, 1911, pág. 306.) No parece acertada la observa-
ción de Julio Cejador a esta voz usada en El Lazarillo de Tor-
mes. (Edición de "La Lectura." Madrid, 1914, pág. 85). Dice
el autor de la picaresca obra: "a mi padre agotaron y pringa-
ron," y Cejador anota: "Pringaron o pingaron, colgaron, ahor-
caron. (Tirso: Mari Hem., 3, 22: Pues, según nos quiere mal,
| he de pringarme. Q. Benau. I, 331: Te arrojo y pringo en las
nubes. Pingar por ahorcar, colgar, se usa en León, Maragate-
ría, Palencia, Segovia, de pen (di) car (e), penderé)." Sin
embargo, es evidente que Pringar no tiene nada que ver con
UN CATAUBO DE CUBANISMOS 91
pingar. Si esta voz viene de pendicare, y lo demuestra más
claramente su derivado, aún hoy en uso, pingajo; la voz prin-
gar, en cambio, debe derivarse de pringue: grasa que da de sí
el tocino u otra materia crasa cuando se aplica y derrite al
fuego. Pringar es la acción de untar con pringue alguna cosa.
Y antiguamente, aunque lo olvide Cejador, se solía en España
castigar a los esclavos echándoles pringue hirviendo. Cuando
Quevedo hace desear a un esclavo que lo pringuen tres veces
al día, no quiere decir, como interpretaría Cejador, que le ahor-
quen tres veces diarias. Ello sería un absurdo. En Cuba
también se pringó a los esclavos, como se verá más adelante
al transcribir precepto de las Ordenanzas de Alonso de Cáceres.
Hasta los diccionarios de la lengua castellana, en las voces
pringar y pringue explican su significado en relación con el
bárbaro castigo citado. Véase, por ejemplo, el Nuevo Dicciona-
rio de la Lengua Castellana, editado en 1879 por una Socie-
dad de literatos, que no es el mejor aunque sí es el que,
ahora que escribo, tengo a mano. Pringar, tanto vale como lar-
dar o mechar los esclavos con grasas, resinas o pringue Hir-
viendo. Más tarde, suavizados los castigos, la voz pringar se
adoptó para la aplicación del menjurje descrito, que, acaso. Dro-
duciría parecidos sufrimientos."
"En el entremés de Los Negros, de Simón Aguado, (a) un se-
ñor amenaza a un negro esclavo con pringarlo, gastando cuatro
libras de tocino en su barriga a ese fin. Los esclavos del en-
tremés, a pesar de que el amo quiere tomar una hacha para
pringarlos, acaban cantando y danzando, demostrando que es-
tán emperrados en hacer su voluntad:
"Mira mexo, Dominga
que te vienen a pringar,
y no me pienso mudar
aunque ma se me pringa:'
Este entremés interesantísimo responde definitivamente a la
cuestión. Es curioso observar cómo, sin duda por igual razón,
en la jerigonza maleante de la bribia hispana del siglo xvi se
llamaba tocino a los azotes. (b) El Diccionario de la Academia
dice: "Echar a uno pringue hirviendo castigo usado anti-
guamente»."
(a) Es de fecha 1602, según el Ms. que se conserva en la Biblioteca
Nacional de España.— Véase en Emilio Cotarelo. Colección de entremeses,
loas, bailes, jácaras y mojigangas desde fines del siglo XVI a mediados del
XVIII. Tomo lo Vol. 19 pág-s. 31 y sigts.
(b) Rafael Salillas. El delincuente español. El Lenguaje, Ma-
drid, 1S96, pág. 178, Agustín de Rojas. El Viaje entretenido, Libro 1».
92 FERNANDO ORTIZ
En Cuba, las Ordenanzas de Cáceres no permitían mechar a
los esclavos ni asarlos ( ! )
Canoa. — Dice Suárez que suele oirse en lugar de "artesa" cuando ésta
es de reducidas proporciones. Nosotros hemos visto canoas o
recipientes de agua hechos de un tronco de árbol, donde be-
ben tres yuntas de bueyes contemporáneamente.
Mosquear. — Llenarse algo de moscas. La sopera se mosqueó. Com-
plicarse o dificultarse la solución de un asunto hasta hacerse
poco deseable. El negocio se va a mosquear. No lo mosqueen
más. Ya está mosqueado.
Portorriqueño. — Voz aceptada ya por el Diccionario de la Academia,
para significar al "Natural de Puerto Rico", y lo "pertenecien-
te a la ciudad e isla de este nombre". ¿A la ciudad? Válganos
nuestra condición de antillanos y la ocasión de ir a la prensa
este catauro, para pedir una rectificación geográfica a la Aca-
demia. No existe, que sepamos, la ciudad de Puerto Rico, pues
su capital se llama hoy día, para mayor gloria del Bautista,
San Juan, y san juaneros a sus hijos.
Cinturón. — Por cinto.
Martiauar. — Oímos esta palabreja por primera vez a un negro brujo,
curandero, explicando como antes de aplicar a las sienes del en-
fermo ciertas hojas había que mortiguarlas, o sea: pasarlas
algo por el rescoldo. La oímos, años después, a la cocinera,
diciendo que para mejor descañonar un pollo era conveniente
mortiguarlo, o sea: pasarlo un poco por encima del fogón.
Últimamente la hallamos en un casi centenario libro manus-
crito de recetas de cocina, donde se exige para que los tamales
salgan bien, entre otras cosas igualmente importantes, que
se envuelva la masa de harina de maíz en hojas de plátano
mortiguadas. Hemos preguntado a familiares algo duchos en
el arte de la cocina, y responden que hay que calentarlas mante-
niéndolas sobre el fuego, de modo que se oscurezcan algo
y no estén tan vivas. Por todo lo cual deducimos que la pa-
labreja es una variante de amortiguar: hacer menos viva algu-
na cosa, dejarla como muerta; pero variante completamente
fijada y cristalizada, con un siglo al menos de permanencia.
Un cocinero nos dijo que era machucar la carne con la mano
del mortero, o sea macerarla, para que se reblandezca. Podría
tomarse esta acepción en sentido figurativo de la anterior, por-
que, la maceración consiste precisamente en amortiguar la vi-
veza de la carne antes de cocerla. En fin, hemos encontrado
amortiguar, aplicada a unas plantas, en la Apologética Historia
de B. de Las Casas, quien dice: "luego con el sol se amortiguan
y marchitan (aquellas ramillas) como que se mueren". No es-
tán pues extraviados nuestros viejos brujos y cocineros.
tjjNT CATAURO DE CUBANISMOS 93
Viento. — Cada uno de los tres cordeles que sostienen el papalote, ata-
dos por un extremo al cordel con que sujeta éste al volar.
Abancuchar. — Deshancar al banquero de un juego.
Saltuñate. — De salto y uña. Se dice a la jugada que hacen los mu-
chachos, colocándose una bola sobre la uña del pulgar apoyada
al índice y haciéndola saltar con fuerza, por impulso de
aquel dedo.
Uantutrí. — De one, two, three, voces inglesas, juego de pelota entre
Barrigada. — Carne de barrigada es la de la parte de la barriga de la
res, que, según las cocineras, es la única que da hebras, indis-
pensables para guisar ropavieja.
Rueda. — Aquí decimos rueda de pan, a su lasca circular, no siendo el
pan ni carne ni pescado. Decimos esto, en vista de la acep-
ción 6a del vocablo, aceptada por el diccionario académico.
Tocineta. — Por tocino, aquí poco usado entre cubanos.
Cuchara. — Por llana, paleta o palustre, instrumento triangular y de
mano, que usan los albañiles para manejar la mezcla o arga-
masa. Además, significa maestro albañil. Un albañil que sabe
manejar la cuchara. Eran en la obra tres cucharas y dos peo-
nes. Presumimos que esta acepción debió correr en España,
y que de ahí vino la locución media cuchara, que nos da el Dic-
cionario por persona de mediana habilidad en un oficio.
Turismo. — En Cuba nos hemos encariñado con la palabrita hasta pro-
mulgar una ley que así se llama: del turismo, que viene a rer
vivir o poco menos, en pleno siglo XX, el famoso Ordenamiento
de las tahurerías, del Rey Sabio Don Alfonso X; que no otra
cosa se propone la afrentosa leyecita que la legalización de ga-
ritos y prosperidad de tahúres so capa de favorecimiento de los
inmigratorios viajes por el país con fines de distracción y re
creo. Pero, sea de ello lo que fuere, si el turismo, aunque ga1
licismo, figura ya muy legítimamente en nuestro lenguaje, por
ley del Congreso y por ley del idioma, debiera serlo también
por ley del Diccionario de la Academia. En este ha penetrado
ya, logrando carta de ciudadanía, la voz turista, pero no turis-
mo. ¿Por qué? Comprendemos que aun sea prematuro para
proponer un verbo turear, aunque ya le llegará su día, pero el
sustantivo turismo ha sido ya adoptado por los españoles. ¿No
lo creen los Sres. Académicos?
Cangrejo. — Por cámbaro, que aquí desconocemos.
Barril. — Irse uno al barril es fracasar, como en Suramérica lo es irse
al bombo, y ello porque entre las cosas que el barril puede con-
servar y transportar está la basura. El barril de la basura, es
en Cuba utensilio casero indispensable, tan usado, que suele
94 FERNANDO OKTIZ
darse ese nombre a vasijas y recipientes que nada tienen de
barriles.
Flecando. — Lacio, 3? acepción. Se aplica al pelo lacio, como un com-
parativo exagerado: recto como flecha. La palabreja, muy
usual, nos recuerda la época del descubrimiento y conquisa.
Ganzúo. — Así llama la muchachería al inhábil en el arte infantil de
empinar papalotes.
Tortolilla. — La caída al suelo de un papelote dando vueltas rápidas,
o las vueltas que da en el aire, sin caer, lo que sucede- cuando
pierde el rabo o cola.
Terequeté. — Patatús.
Irse de bolina, — Expresión marinesca, que recoge el Diccionario de la
Academia, y que aquí conservan los muchachos para expresar
que el papalote se fué, a impulsos del viento, por haberle cor-
tado el cordel que lo retenía.
Cantado. — Canto. Es muy frecuente en Cuba sustantivar los partici-
pios; por lo cual, no hemos de pretender recogerlos todos. Su
llorao no me convence, ni su rezao tampoco. Su caminaito me
gusta. Etc., etc.
Golilla. — La parte superior de la cola de un papalote.
Virulilla. — Algo así como un buche, insignificante, pobretón. Ese es
un sombrero de virulilla. Tú eres un virulilla. ¿De viruta,
virutilla?
Bravo. — Enojado, violento. Este americanismo, corriente en toda la
América Hispana, y que trae Suárez, es sólo un arcaísmo, y
debiera reintegrarse al léxico. Véase lo que dice Cuervo, con-
venciendo, en sus Apuntaciones Críticas, (pág. 512).
Pardo. — Mulato. Mezcla de blanco y negro.
Moro. — Hemos oído aplicar esta voz al caballo negro, como en Espa-
ña, y no solo al blanco con viso obscuro, como dice Pichardo.
Bien es verdad que esa palabreja ha sido aplicada al tuntún
en estas Américas, según puede verse en Cuervo.
Espuela. — Por espolón del gallo.
Figurín. — (Domingo del) — Tercer domingo de cuaresma, que en la
Habana no lo parece, por continuarse en él las mascaradas y
locuras del carnaval. Véase piñata.
Coartación. — Copiamos de nuestro libro Los Negros Esclavos:
La coartación consistía en el derecho que adquiría el esclavo
entregando una cantidad de dinero a su amo, de no ser vendido
sino por un precio prefijado del cual se descontaba dicha canti-
dad, pudiendo libertarse entregando al amo la diferencia en
dinero que mediaba entre la ya entregada por la coartación y
el precio prefijado.
La coartación limitaba, restringía, coartaba la potestad domi-
nica del amo, por lo cual era ciertamente impropio llamar
coartado al esclavo, cuando en rigor el coartado era el señor.
UN CATAURO DE CUBANISMOS 95
La coartación dimanaba del derecho que tenía todo esclavo de
emanciparse entregando al amo el precio de su libertad, el
importe del valor medio de un esclavo en el mercado; y del
derecho de cambiar de amo, de buscarse un nuevo amo que lo
comprase. En este caso la compraventa llegaba a ser obligatoria
para el vendedor. Este derecho de libertarse, o de hacerlo par-
cialmente, es decir, de coartarse, a veces se podía ejercitar por
el esclavo, ya mereciendo esa gracia por legado testamentario
de algún blanco, amo o protector amigo, caso frecuente en las
ciudades y en las casas ricas en favor de los esclavos domésti-
cos; o ya comprando la libertad por el ahorro. Este en el campo
era muy difícil, por más que los esclavos tuvieran sus conucos,
pequeños paños de tierra que ellos podían cultivar con frutos
menores en provecho propio, durante los domingos y fiestas,
si es que no había faenas extraordinarias impuestas por mayo-
rales abusadores. Pero en la ciudad el ahorro no tenía más
fuerte obstáculo que la imprevisión característica de la primi-
tividad psicológica africana, y a veces la mala fe del amo. Sé
de un caso en que el pobre esclavo, que como casi todos no sabía
leer ni escribir, marcaba cada peso de su ahorro con una
muesca en su bastón, con cuya única y débil prueba quiso
convencer, en vano, a su amo depositario, de que le había
entregado ya dinero suficiente para su libertad.
Coartar. — Ejecutar la coartación de un esclavo. Se usa tambión como
reflexivo.
Gancho. — Horquilla de tocador. Suele decirse ganchillo.
Koyita. — La hoyita es la f oseta supra-external, o sea pequeña depre-
sión o concavidad de la piel entre las articulaciones de las cla-
vículas con el externen. Lo emplean mucho nuestros curande-
ros, pues parece la hoyita sitio privilegiado para depositar mi-
lagrosos menjurjes que sanan la garganta o el pecho.
Gente. — Por gente educada y decente. No sabía conducirse como
gente.
Cabildos. — Suárez dice Cabildo de negros. No es necesario. En Cuba
el cabildo, por antonomasia, es el de negros. Y añade: "reu-
nión que celebran, etc." Ya no hay cabildos.
Copiamos de un nuestro folleto Los cabildos afrocubanos:
Los negros procedentes de una misma tribu constituyeron en
cada ciudad una asociación así llamada, quizás por analogía
a la corporación municipal, que entonces recibía ese nombre.
Pichardo, en su diccionario, dice así, explicando lo que era un
cabildo: "Reunión de negros y negras bozales en casas desti-
nadas al efecto los días festivos, en que tocan sus atabales y
tambores y demás instrumentos nacionales, cantan y bailan
en confusión y desorden con un ruido infernal y eterno sin
FEBNaNÍX) OBTÍ¿
intermisión. Reúnen fondos y forman una especie de socie-
dad de pura diversión y socorro, con su caja, Capataz, Mayor-
domo, Rey, Reina, etc." Fuera de la Habana se llamaban tam-
bién estas sociedades reinados, según Pichardo "para aquellas
fiestas en que hace de reina una negra, que sentada en un alto
trono y acompañada de sus oficiales, presencia y preside el bai-
le continuo y tocatas de subditos".
Cada cabildo, repito, lo formaban los compatriotas africa-
nos de una misma nación. El cabildo era algo así como el ca-
pítulo, consejo o cámara, que ostentaba la representación de
todos los negros de un mismo origen. Un magnate esclaviza-
do, cuando no el mismo jefe de la tribu, pero generalmente el
más anciano, era el rey del cabildo, a quién en castellano se
le daba el nombre de capataz o capitán; el primero tomado del
Jefe del trabajo a que estaban sometidos los negros, y el se-
gundo, prestado por la gerarquía militar a que tan aficiona-
dos eran aquéllos, y en uno y otro caso derivados, como tam-
bién cabildo, de caput, cabeza. El rey disfrutaba de conside-
rable poder dentro del corto radio de acción que le dejaba li-
bre el poder social de los blancos. Durante el año era el que
custodiaba los fondos de la sociedad y el que imponía multas a
sus subditos. La reina ocupaba el inmediato rango. Algunos
otros cargos existían, no todos bien definidos, de carácter ce-
remonial, de los cuales era muy codiciado el de abanderado,
cargo creado cuando fué admitida la bandera como simbólica
del cabildo. Al segundo Jefe solía llamársele mayor de plaza,
título tomado del ejército.
El historiador matancero Alfonso, dice: "Por cabildos de
negros se entiende la reunión de los de cada nación en los días
festivos para bailar a usanza de su país. Provienen estos ca-
bildos, según noticias, del permiso que para tales desahogos se
concedía a los negros que compraba el rey con destino a los
cortes de madera, que se hacían en esta Isla para la construc-
ción de bajeles para la armada y dotación de los potreros del
ganado aplicado a los trabajos de la extracción de las minas
Concurren libres y esclavos y se les permite, desde tiempo in-
memorial, tener sus banderas como insignias del Cabildo, y
aquí por lo menos, a la nación Congo Real, portar una muy
parecida al mismo pabellón nacional. Estas instituciones son
útiles porque ejercen actos humanitarios y piadosos, propen-
diendo a la manumisión de aquellos asociados, que por su
moralidad y buen comportamiento consideran digno de conse-
guirla a costa de los fondos de la reunión, que se nutren de pe-
queñas limosnas que exhiben cuando concurren al baile, y sue-
len también hacerse cargo de curar a sus paisanos enfermos."
El cabildo, vocablo usado ya en la traducción al romance del
ÜN CATAURO DE CUBANISMOS 97
Fuero Juzgo, tanto quiere decir como: ayuntamiento de homares
que viven en un ordenamiento ; y de tales voces cabildo y ayun-
tamiento, aunque arcaicas, la segunda aun la conservamos ele-
gantemente en la nomenclatura de nuestras instituciones mu-
nicipales, como se mantiene la primera más propiamente en
las instituciones eclesiásticas; y aun solemos usar por tradi-
ción la expresión caoildo municipal, como sinónimo de ayun-
tamiento, que es la cámara legislativa o deliberante de nuestro
actual municipio. Y aun decimos: cabildeos, cabildo catedral,
sala capitular, etc.
La voz cabildo se usaba en España, en la época de la colo-
nización, aplicada a las reuniones o juntas de las cofradías re-
ligiosas (i). Y allí en Sevilla hubo cabildos de negros, porque
hubo cofradías de negros muy notables, y desde antiguo.
Sardina. — ^(Domingo de la) — Es el cuarto de cuaresma, que aquí ha-
cemos prolongación profana del carnaval. Véase piñata.
Armazón. — Cargamento de esclavos.
Bozalón. — Aumentativo de bozal. Negro muy bozal.
Pieza. — Esclavo. Solía decirse también, pieza de Indias y pieza de
ébano, eufemismos tristes.
Entrenar. — Anglicismo, de to train. amaestrar, enseñar, habituar a al-
gún ejercicio o trabajo.
Tren de carga. — Por tren de mercancías.
Tragante. — Pieza de tubería o canal que traga el agua de lluvia.
Bajante. — Canal por donde baja el agua de lluvia que recoje un tejado
o azotea.
Tallerista. — Dueño o comerciante de un taller de aserrar madera, o
taller de madera,
Queque. — Dice bien Suárez, del inglés calce. Pero permítasenos otra
etimología, al menos con el carácter de etimología convergen-
te, porque la influencia de la una converge con o+ras influen-
cias de muy distinto o lejano origen a determinar la formación
de un nuevo vocablo o acepción. Antiguamente la voz queque
significó en castellano cualquier cosa, algo. Siendo así y pensan-
do que de calce (pron. queik) no hemos hecho queique, sino
precisamente queque, y que éste es una adehala o contra, que
suele pedirse por los niños que compran algo en las bodegas.
¿será exceso de fantasía pensar que los muchachos pedigüeños,
habían de pedir queques al bodeguero, y que por tal costumbre
(1) Véase Justino Matute y Gaviria. Noticias relativas a la His-
toria de Sevilla. — Sevilla 1886, pág. 76. En 1584 se dio sitio a la Herman-
dad de Ntra. Sra. de la Iniesta para que "los cofrades hagan su cabildo".
(Parte II, folio III. Capítulo lo. — En el Gusmán de Alfarache de Mateo
Alemán se dice, refiriéndose a los miembros de cierta fantástica herman-
dad o junta: "siendo tenidos por hermanos, no gocen de los privilegios de
ellos, no los admitan en sus cabildos, ni se les dé cera el día de su fiesta".
98 FERNANDO OKTÍ¿
se fijaría al vocablo? Porque cake tiene una significación
más amplia y extensa que la de una simple galleta; más bien
equivale a pastel. Comer queques, en cambio, es decir: comer
cualquier cosa, es ser bobo.
Resquemo. — Poco usado. El jugo de ciertas frutas, por ejemplo: el
resquemo de limón. La 2? acepción del Diccionario de la Aca-
üemia es similar.
Resquemor. — Encono o mala voluntad hacia una persona, contra la
cual está uno quemado.
Tupido. — En Cuba y resto de América, al torpe, corto de entendimien-
to. Como los cubanos tenemos el verbo tupir, comprendemos
que un hombre tupido es aquel cuya inteligencia está obs-
truida, como puede estarlo un caño. No hay, pues, que pro-
poner una aféresis de estúpido, como dice el erudito argentino
Selva. Acaso un tenue eufemismo, por similitud fonética.
Corralera. — Legua corralera. La cita Suárez, en el artículo corral;
pero no lo inserta aparte, como merece.
Planazo. — Cintarazo. Golpe dado de plano con el machete, la espada
u otra arma blanca análoga.
Plan. — Parte plana del machete. Golpe dado con la misma. Los
guardias dieron mucho plan. Para distinguirlo de la expre-
sión: dar machete, que es machetear, no dar plan, sino filo.
Batición. — Por batido, batimiento. La batición de los huevos.
Mamón. — Esta voz y su derivado, mamoncillo, están bien explicados
por Suárez, pero no creemos aceptable la etimología indiana
que le da Oviedo, el primer cronista del Nuevo Mundo, atribu-
yéndolas a los indios venezolanos. Es fruta la del mamón o
mamoncillo, tal como la describe Oviedo, que para comer su
carnosidad hay que colocarla entera entre ambos labios, para
quitarle la carnosidad con los dientes; ello hace que los labios
se prolonguen hacia adelante, que estiren las bembas, en la ac-
titud que adoptan los niños para mamar el pecho materno. Y
por eso, sin duda, se llamaron mamones o mamoncillos, según
clase y país. La Academia parece haberlo entendido así, no
haciendo de mamón (no trae mamoncillo) un artículo separa-
rado, sino dándolo como una acepción más del vocablo, que tie-
ne otra originaria.
Politiquero. — Politicastro.
Politiquear. — Hacer política menuda, de bajo vuelo.
Politiquería. — Política que hacen los politiqueros.
Cucaracheo. — Bullir una multitud de cucarachas, ruido que producen.
Esquinero. — Mueble que se coloca en las esquinas de las habitaciones.
Esquinado. — Situación en que queda un mueble cuando se coloca en
una esquina de la habitación, pero en forma atravesada ta-
pando el vértice del ángulo que forman las paredes, y tocan-
do éstas por sus extremos.
ÜÑ CATAUBO DE CUBANISMOS 99
Jan. — Bien explicado el vocablo por Suárez. No es voz castiza, ni
india, (en antillano es coa, que aun se usa en Cuba) ni afri-
cana. Es voz inglesa: hand, mano. Sembrar a jan, se dice,
por sembrar a mano. En cambio el objeto si es antillanísimo,
como puede verse en Oviedo y Las Casas, al describir la siem-
bra de los conucos con las coas, como únicos instrumentos de
labranza.
Rendir. — Cundir. El arroz rinde mucho al cocerse. Según Cuervo
esta acepción nos la importaron los gallegos.
Oliscoso. — Generalmente decimos olicoso. Que olisca. Aquí diríamos
olisquea, que está muy bien dicho, diccionario aparte.
Olisquear. — Oliscar. La desinencia frecuentativa o continuativa en
ea, le da mayor intensidad a la acción del verbo.
Habano. — Color atabacado, claro.
Perdulario. — Hombre perdido.
Bullarengue. — Bulla, bullaje, bullanga. Todos esos vocablos derívanse
de bullir, que, al decir del Diccionario de la Academia, es en una
de sus acepciones: moverse, agitarse una persona con viveza
excesiva; no parar, no estar quieta en ninguna parte. El bu-
llarengue criollo tiene un sentido despectivo, traído de su desi-
nencia; y si bien desciende del vocablo susodicho, bullir, reco-
noce como madre legítima a una palabra de Cuba ya huida,
bullarea, que aun parece tener vida lozana en el pueblo anda-
luz. En la salada novela de Muñoz y Pabón, Paco Góngora, se
lee: "¿que tiene de partícula la Semana Santa de Sevilla pa
tanta bullarea y tanta estallina como trae arma?".
Cuando aquí decimos de una mujer: tiene un bullarengue en
la cintura, es como decir: se trae un movimiento excesivo, o
sea un bullebulle. ¿Que por qué significa también, engaño o
fingimiento? Suponemos que la acepción nació hace medio
siglo, cuando se usaba por las mujeres el polizón o falsas ca-
deras. Entonces el bullarengue de las coquetas debió de pa-
recer algo realmente excesivo, y el vocablo que antaño signifi-
caba sólo el movimiento, pasó metafóricamente a denominar el
objeto donde aquel más se acentuaba y se concentraba la aten-
ción del observador. Y de ahí pasó a significar todo artificio
engañoso o fingido. En Tierra Firme se dice bullaranga, tam-
bién epéntesis de bulla, y dice Rivodó que es onomatopéyica.
No acertamos a ver por donde.
Torreja. — Por torrija. — Según demostró Cuervo, pues también se usa
en Bogotá (927), es de uso antiguo en España.
Machucón. — Machucamiento.
Pechugazo. — Pechazo, golpe con el pecho.
Pechugón. — Pechugazo.
Alfombrado. — Substantivación del participio del verbo alfombrar. El
alfombrado se manchó.
100 feriando ortiz
Diablito. — Suárez da una explicación aproximada; pero se equivoca
cuando supone que la comparsa del diablito, es siempre com-
parsa de ñañigos. Los ñañigos tienen su diablito, o írime;
pero no todos los diablitos eran ñañigos. Diaolito fué todo
negro africano vestido a usanza de su tierra o chavacanamen-
te, que el día de Reyes, o con motivo de otras festividades,
salía a la calle a bailar y refocilarse con sus paisanos y com-
pañeros de servidumbre. En nuestro estudio acerca de La
fiesta ajrocubana del día de Reyes, escribíamos: "¿Por qué a
esta fiesta se llamó de diaolitos? Acaso porque al tener que
darle nombre los blancos, encontraron en los disfraces abi-
garrados de los africanos, en sus saltos y cabriolas, en sus
cuernos y carenas cierta analogía con los diaolitos o diablillos,
como aun dice el Diccionario de la Academia, o máscaras si-
mulando diablos, que antiguamente solían acompañar las pro-
cesiones católicas del Corpus Christi en Cuba, como en España
y otros países. Diablitos se les llamaba en Cuba a esas mas-
caradas místicas, como puede verse en Pérez Luna, y diablitos,
por ende, llamarían a los mamarrachos africanos de nación d)
en sus atávicas procesiones." En dicho trabajo, véanse más
minuciosas explicaciones.
Tiradera. — Tirante.
Suiza. — Bailar la suiza, por bailar la comba.
Tabaquería. — En Cuba no es el lugar donde se vende tabaco, sino
donde se hace o tuerce. Y los cubanos debemos de tener voz
y hasta voto, en esa materia.
Raptar. — Verbo usadísimo en Cuba. Cometer el delito de rapto, cuya
comisión es también harto frecuente.
Tecleo. — Ruido y movimiento del teclado de un piano, ahora de una
maquinita de escribir.
Corrugado. — Voz anticuada y que estaba ,ya perdida, significando
arrugado. Pero los americanos o estadounidenses nos han im-
portado año tras año el hierro corrugated para las obras de
hormigón o cemento armado, y hemos caído en un anglicismo
más, que solamente puede librarse de tal sambenito apelando
al abolengo castizo. Por donde una caduca palabreja castella-
na ha revivido por una infusión de vitalidad inglesa. Ambos
vocablos, el de Castilla y el de Inglaterra, son hijos del la+ín,
y ello explica el caso cumplidamente.
Tabiquería. — Conjunto de tabiques de una casa. La tabiquería que
sea alicatada o de panderete.
Sotabarba.-
(1) Rafael Félix Pérez y Luna. Historia de Sancti Spíritus.
Sancti Spíritus, 1888, pág. 411.
UN CATAURO DE CUBANISMOS 101
Tabaquero. — Relativo al tabaco. Por tabacalero.
Zoquetada. — Acción propia de un zoquete.
Zoquetería. — Zoquetada.
Madre. — Monner Sans, refiriéndose a la Argentina escribió: Su. — "Si
a algún paisano se le dice "su madre", contestará rápida-
mente y como ofendido: "La suya, amigo."
"¿Por qué? ¿Por qué dar sentido denigrativo al posesivo que
nos ocupa?
"Hablando de tal anomalía con un argentino viejo, me decía
que antiguamente — ahora se ha modificado — entre el su y ma-
dre se colocaba otra palabra ofensiva que aun se recoge de la-
bios acanallados, siendo natural entonces que el interpelado
respondiese con enojada vivacidad: "La suya, amigazo." Ver-
dad es también que en aquellos tiempos y atemperándose a lo
dicho por Cervantes, no se daba a la voz que por respeto omi-
to tanta gravedad como hoy."
Añadamos nosotros, con permiso de lectores susceptibilísi-
mos, que suele haberlos por estas tierras, que igual pudiera es-
cribirse de Cuba, bien que el sentido denigrativo no recae so-
bre posesivo alguno, sino precisamente sobre la palabra que
con devoción debiera ser siempre dicha. Tanto es el abuso de
la grosería, que con sobrada frecuencia en reuniones frivolas
y en el tea+ro se evita pronunciar el materno vocablo, y si por
ingenuidad o desenfado se pronuncia, especialmente si prece-
dido del posesivo, se oye un retronar de golpes dados con los
nudillos en las mesas, bancos o tablas, como para significar
¡paso! (palabreja y golpecillos usados en ciertos juegos de
baraja y dominó; acepción de la 30-% por extensión de la 9a del
verbo pasar) como diciendo: no entro en el juego, conmigo no
hay jugada.
Y ya en este resbaladizo terreno, como para salir de él mejor,
recordemos que en Cuba, si es frase injuriosa, como lo c? en
todos los pueblos civilizados, la de no tener padre; también lo
es aquí la de no tener madre, porque madre en ese caso sig-
nifica vergüenza, generosidad, decoro y cuantas cualidades cons-
tituyen la honradez y la dignidad del ser humano. Y vayase lo
uno por lo otro.
Empatar. — Empalmar. Voz marinesca que significa: sujetar el an-
zuelo por su pata al cordel, por medio de varias vueltas y nu-
dos. No hace falta precisar, como hace Suárez, que no se ha
de notar la juntura, unión o empate.
Empate. — Empalme.
Fletado. — Ir fletado, es ir huido, disparado. En cambio, en Colom-
bia, según Cuervo, se dice al que huye que sale sin fletes.
¡Vaya uno a saber por qué ambas acepciones contradictorias
para una misma idea!
/
102 FERNANDO OBTIZ
Flete. — Carga de una nave, tren o vehículo cualquiera. El automóvil
iba con flete. Poco flete tiene el vapor.
Carmelita. — Color del hábito de los frailes carmelitas, tirando al del
tabaco. Andalucismo.
Año muerto. — Año en que no se paga renta o interés, por arrenda-
miento, censo o préstamo. Se usaba antaño hasta en las es-
crituras públicas.
Tiempo muerto. — Periodo entre el final de una zafra y comienzo de la
siguiente, mientras cesan las labores del trapiche en los inge-
nios. Generalmente, la segunda mitad del año.
Manga. — Cercas o estacadas formando un callejón ancho de entrada
y que se estrecha a medida que se avanza en él, que se solían
colocar en algunos antiguos corrales de ganado para facilitar
el cierre o acorralamien+o del mismo. Un corral de manga.
Se llamó también, recogedor, porque servía para recoger el
ganado.
Matamore. — Matahamore, escribe Suárez, pero quizá sea preferible la
otra forma, pues así se pronuncia por el pueblo, y así se usa
en Argentina y Chile, si bien con otra significación de co-
mestible, no sabemos si tan apetitoso.
Embanderar. — Poner banderas.
Pichón. — No sólo el pollo de la paloma casera, sino de la silvestre,
y de todo volátil casero, silvestre o cimarrón, salvo el pollo de
la gallina. En la Argentina se ha llegado a decir pichón de
rata y de cualquier otro cuadrúpedo de otra estatura. Aquí nos
arreglamos con los diminutivos y con el uso y abuso de cacho-
rro. El Diccionario de la Academia acepta que figurada y fa-
miliarmente se les diga pichón a las personas del sexo mascu-
lino, en señal de cariño. ¿Por qué, pues, con menor esfuerzo,
no ha de aceptar que se les diga a los pollos de cualquier ave,
v. gr.: pichoneito de canario, o pichón de gaviota? En Cuba
solemos decir pichón al aprendiz o estudiante v. gr.: pichón
de abogado, pichón de músico, etc.
Lastimadura. — Por lastimamiento. que aquí nadie conoce ni dice.
Procede de un infinitivo; lastimar, como tantos otros voca-
blos (amargura, añadidura, desolladura, magulladura, etc.). Si
de magullar, tenemos en el Diccionario de la Academia magu-
llamiento y magulladura para significar lo mismo ¿podría al-
guien lastimarse de admitir lastimadura, además de lastima-
miento ?
Tocateja. — Salir de tocateja, suele decirse por salir de estampía, hu-
yendo, de espetaperros. Como tocaba, según el Diccionario de
la Academia,, significa zurra, se nos ocurre que tocateja será
diminutivo anticuado de tocata, en esa acepción. Y se explica
así que uno salga de tocateja más que de prisa.
Zapatera. — Mueble para guardar zapatos.
ÜN CATAURO DE CUBANISMOS 103
Teatrero. — Amigo de frecuentar teatros.
Trova. — Mentira. No me vengan con más trovas.
Lienza. — Instrumento para medir longitudes. Cordel para pescar.
Lienzo< — Antigua medida o porción de tierra sembrada, hoy en de-
suso. Un conuco de treinta lienzos. En sentido análogo aun
conserva el Diccionario de la Academia: un lienzo de pared o
muralla.
Paño. — Dice el Diccionario de la Academia: ant. Lienzo de pared.
Aquí usamos esa acepción; pero también, con mayor frecuencia
esta otra: paño de tierra, aun en las escrituras públicas de
dominio. Suárez dice: paño de la tierra. Creemos que el la
es error tipográfico. La dicción no solamente se aplica al
terreno cultivable, aunque ésta debió de ser la acepción pri-
mera (como lienzo de tierra, hoy en desuso), sino a toda bre-
ve extensión de terreno.
Corasí. — Mosquito de horribles picadas. Zayas supone que el voca-
blo es caribe. Creemos que tampoco éste lo es. A este mos-
quito se le llama también coracero o lancero por la lanza tre-
menda con que parece picar. Y ello explica cómo procede de
coraza o coracina. Ya los guerreros descubridores, que debie-
ron sufrir las primeras cargas de estos bichos, debieron de
darle el nombre militar, que bien merecido tienen.
Coracero. — El mosquito corasí, lancero o lancetero.
Cantaletear. — Dar cantaleta.
Parrandear. — Ir de parranda.
Cayero. — Habitante de un cayo.
Partidario. — Campesino encargado del cultivo de una finca, yendo a la
parte o a partido con el dueño.
Partido. — Se dice dar a partido una finca cuando se contrata su cul-
tivo con un campesino yendo a la parte, generalmente a la mi-
tad, de utilidades. Tomar a partido es el mismo contrato con
referencia al partidario. Tener a partido, es expresión co-
mún para ambos.
Apear. — Usamos mucho este vocablo, para "bajar de su sitio alguna
cosa". Esta acepción en España, según el Diccionario de la
Academia (la 9*) es puramente arquitectónica. En Cuba es
de uso general. Apéame ese sombrero. Y también la genera-
lizamos, extendiendo el uso de la la acepción: desmontar o ba-
jar a alguno de una caballería o carruaje. Aquí no sólo apea-
mos a uno de una silla, si esfá subido en ella; sino que se
apea él solo hasta de una escalera, sin que tengan que apear-
lo a él.
Barbacoa. — Dice Suárez que el Diccionario de la Academia admite
7 acepciones americanas, ninguna de las cuales tiene actual-
mente uso en Cuba. Si señor, alguna la tiene, como la 6a, que
el léxico oficial da como mejicanismo. Esa especie de parri-
104 FERNANDO OBTIZ
lia de palos para asar la carne, es, también aquí, y en Centroa-
mérica, una barbacoa. Un lechón asado en barbacoa es sa-
brosísimo y muy conocido en el campo. Testigo intachable:
Bachiller y Morales. (Cuba Primitiva, pág. 211.)
Talonario. — Libro de donde se cortan los talones.
Sosera. — Adjetivo y substantivo, por soso. Es un sosera. Fulano
es más sosera que otra cosa.
Trusa. — Se dice al traje de baño que usan los hombres.
Zafra. — Hacer zafra. Enriquecerse, por más que en el terreno de la
realidad no sean siempre lo mismo hacer riqueza y hacer zafra.
Zalea. — Según el Diccionario de la Academia es la piel de carnero u
oveja con lana. Aquí era la piel de res vacuna, curtida, sin
lana, que se extendía en la crma bajo la sábana, para dormir
más fresco. Ha caído en desuso.
Tortor. — Dar tortor, por dar tortura. Esa voz, de origen marinesco,
se ha usado en Cuba en los tiempos del coloniaje, y en los del
republicana je, porque en una y otra época ha habido en Cuba
caribes, que llevados por la pasión de una política encanalla-
da, han torturado a infelices presos polínicos por medio de,
para decirlo algo académicamente, una trinca de cabo, que li-
gando sus muñecas y aun otras partes más dolorosas y menos
femeninas de su cuerpo, han sido retorcidas por medio de una
palanca, con lo que causaban horrible mal a las víctimas para
quebrantar sus espíritus esforzados y hundir en la vergüenza,
antes, al buen nombre de España, y, después, al de Cuba.
Sibucao. — Cierta planta cuyas propiedades medicinales la hacen uti-
lizable contra las hemorragias. Se nos dice que fué traída de
Filipinas; ignoramos si con tal nombre y desconocemos su de-
nominación botánica.
Yerbero. — Vendedor de yerbas medicinales. Antaño fueron muchos
los yerberos callejeros. En la demolida plaza del Vapor, de la
Habana, había un puesto muy acreditado en ese tráfico, y aun
queda alguno que otro.
Partidarista. — ¡Como nos llenamos la boca los políticos al achacar al
adversario sectarismos partidaristas! Y no pensamos que esta
palabreja es un cultismo innecesario, teniendo ya el lenguaje a
partidario y siendo preferible partidista. La abundancia de
los istas en el campo político nos lleva hasta a deformar el len-
guaje. Y si no fuera más que el lenguaje...
Sectarismo. — Apasionamiento sectario. Por extensión, mantenimien-
to tesonero de una idea o principio insostenible.
Tesonero. — El que tiene tesonería.
Corúa. — Es en Cuba — y lo atestigua Suárez — cierta ave marina, y la
meretriz de baja estofa. Y Zayas, seguido por Suárez (que en
materia etimológica suele ser excesivamente zayista), afirma
que es voz caribe. Pues no hay tal. Chamizo, el poetazo de
UN CATAURO DE CUBANISMOS 105
Extremadura, en sus versos de El miajón de los castúos, nos
enseña el vocablo extremeño coruja en dos acepciones: 1? Le-
chuza, y 2a; Mujer mala e hipócrita; es decir en dos análogas
a las cubanas. No cabe duda, pues, que corúa es derivada,
por suavización de la j de coruja. No extrañe que al ave cu-
bana los conquistadores extremeños, que fueron numerosos en
las Indias, y en todas ellas dejaron huella de su valimiento, (re-
cordemos sólo a Hernán Cortés y Pizarro). le llamaran coruja,
como a la lechuza de su tierra, pues sabido es que igualmente
dieron, por analogía más o menos próxima, nombres traídos de
su patria a las cosas nuevas que descubrían, a los animales (al
caimán, lagarto, de donde el horrible alligator inglés, en Flo-
rida), a. las frutas {níspero al zapote aun se dice en cierta
parte de Cuba), a las comidas (frangollo, trigo cocido como
arroz, a un guiso de plátano) etc. Y la segunda acepción figu-
rada es ocioso explicarla. El Diccionario de la Academia trae
curuja con igual significación. Y ya tenemos otra voz desea-
rioizada.
Corúo y corúa se dice de la persona mal encarada, de mal
talante.
Pasmado. — En Cuba, como en toda nuestra América: individuo torpe,
tonto, encogido de carácter, insulso.
Come-come. — Por comezón.
Caña. — Entre las clases de caña de azúcar, que especifica Suárez, ha-
bría que incluir la caña de medio tiempo, la que no siendo ya
de primavera, aun no es de Irlo.
Caña. — Agurrdiente de caña. Tómate un trago de caña. La caña
es aquí, por antonomasia, la de azúcar. Los vocablos cañadulce,
cañaduz, cañamiel, inventados por los andaluces, nos son des-
conocidos.
tabanazo. — Al parecer, aumentativo masculino de una sabana, feme-
nina. SabPna pequeña. Realmente, aunque su desinencia lo dé
a entender, el vocablo no es aumentativo. Como se ve, refiérese
a una disminución del vocablo primitivo, que se dice, también,
sabanita. Estimamos que es voz formada por influjo fonético
de otros vocablos como pedazo, retazo, eriazo y otras, de sentido
diminutivo o despectivo. Por eso el vocablo se hace también
masculino: el sabanazo.
Esquinar. — Situar un mueble o alguna cosa de modo que quede es-
quinado.
Bobera. — Por bobería, y por bobo. No altera su terminación al con-
cordar con voces masculinas o femeninas. Un bobera, cuántas
boberas dice.
Colgalejo.— Colgajo. Colgandejo, se dice en Colombia.
Sinvergüenza. — Por desvergüenza. Así decimos: es mucha su sinver-
güenza. Pero mejor decimos: su sinvergüencería. En Cuba y
106 FERNANDO OBTTZ
en Tierra Firme, como en España, la sinvergüencería abunda,
y la Academia de la Lengua sin enterarse. Vamos, señores
académicos, para la 15? edición del diccionario abran paso a
sinvergüencería y no teman, que ello no significará sinver-
güencearse, ni hacer ninguna sinver güenzur a o sirvengüenzada.
Desenyugar. — Quitar del yugo.
Desparejo. — 'Dispar. Vocablo formado por influjo de desparear y
parejo.
Tarar. — Descontar la tara del peso. El Diccionario de la Academia,
trae, en cambio destarar, por "rebajar la tara de lo que se ha
pesado con ella". Es decir, que para destarar hay que haber
tarado primero.
Sangrepesado. — Pesado, antipático, más oído que sangripesado.
Sangreligera. — Más oído que sangriligero. El muchacho es muy san-
greligera.
Antiesclavista. — Contrario a la esclavitud. Circunstancialmente fue-
ron llamados los adversarios del régimen de esclavitud, aboli-
cionistas.
Zarceo. — Discusión o debate agresivo. De zarzo, que equivale a e-ri-
ba, cedazo, zaranda. Zarceo equivale a agitar de un lado a otro
el zarzo.
Catolizar. — Hacer católicos.
Descatolizar. — Se usa en Suramérica, por hacer abandonar el cato-
licismo.
Masilla. — Pasta hecha de blanco de España y aceite de linaza, que
usan los carpinteros para unir los vidrios a la madera, y ta-
par todos los intersticios en las junturas. También, la masa
de yeso, o enlucido, que usan los albañiles para el blanqueo y
pulimento de techos y paredes.
Masiliero. — El que hace o coloca la masilla, o enmasillador.
Enmasillador. — El que enmasilla.
Emparedar. — Construir paredes.
Picapica. — Además de la planta cairel, que da Suárez, comezón. Le
entró picapica. Persona de persistencia enojosa. El hombre
es muy picapica.
Caminado— ~El caminado se dice al modo de caminar. Se traía un
caminadito muy ridículo.
Nadado.— Por el ant. nadadura. Tiene buen nadado. Además, se
dice: paso nadado, al de las caballerías que revuelven mucho
las manos al andar.
Destarrar.— Romper los tarros o cuernos. También se usa como re-
flexivo, y con las picarescas acepciones que el lector puede su-
poner. No nos parece muy acertada la explicación de Suárez:
"fam., herirse o matarse en accidente". Claro está que en ese
sentido no familiar, sino vulgarote e indecente, suele usarse el
UN CATAURO DE CUBANISMOS 107
vocablo, pero falta fijar primero la acepción propia, y muy se-
riamente dicha, y no la metafórica y grosera.
Encartuchar. — 'Envolver, guardar o meter en cartucho o cucurucho.
No decimos nunca: encucuruchar.
Enchapar. — Por chapar.
Encartar. — Gustar, convenir o hacerle a uno juego. Pulanito no me
encarta. No le encartó la hora de salida.
Enmasillar. — Poner masilla.
Agua. — Aplicado a la arquitectura, es cada una de las diferentes in-
clinaciones que tiene un tejado. Edificio a dos aguas es aquel
cuyo tejado tiene dos corrientes, a una agua, el que tiene una
sola. Y asi se dice, también, de cuatro aguas, etc. Así se de-
cía en lempos del descubrimiento (Oviedo, I, 64).
Galera. — Por galerada, contenido de una galera, utensilio de los ti-
pógrafos.
Gárgaras. — Por gargarismo. El niño tomó estas gárgaras.
Pormenorizar. — Dar pormenores.
Sancocho. — Por extensión, se dice de todo guiso mal hecho o insípido.
Acción y efecto de sancochar.
Calabazo. — Bien explicado por Suárez. Como demuestra Cuervo, su
uso español es del tiempo del descubrimiento. En Cuba con-
servamos el modismo bien criollo: perder güiro calaoazo y
miel, para indicar que se ha perdido todo, continente y conte-
nido. Algunos dicen: perder gimo, calabaza y miel; pero a
más de ser erróneo, carece de sentido lógico. Aun en los si-
glos XVI y XVII era usual en España usar la calabaza para el
vino, miel, etc. Y aquí el güiro-calabazo, ó sea el güiro en for-
ma de calabaza, que como calabaza servía para llevar líquidos.
Tembladera.— Tremedal, que aquí es desconocido vocablo.
Templa, — Porción de guarapo en cocción o meladura, que se evapora
en un tacho, para la cristalización del azúcar.
Zapatudo. — 'Se dice de algún fruto golpeado, blanduzco, pasado.
Tonada.— Mentira, trova.
Tolete. — Voz de origen marinesco. Palo que usa la policía.
Toletazo. — Golpe dado con un tolete.
Chanchullar.— -Hacer chanchullos. La Academia, que trae chanchullo.
no inserta el verbo, que aquí usamos bastante. Dice aquélla
que proviene de chancha, y ésta a su vez de chanza, en su acep-
ción de embuste, engaño. ¿No puede suponerse que provenga de
chancho, puerco, y que la voz chancha es la chanza, influen-
ciada fonéticamen'e por el chancho? Un chanchullo tanto quie-
re decir como negocio sucio, o puerco. Amén de que chancho.
en tal sentido, es americanismo, como dice la Academia solah
mente porque ya han olvidado la palabrita los españoles, pues
antes la tuvieron y rodaron por allá, con igual significación.
Bien claro lo dice Agustín de Rojas, en una de tantas loas como
108 FEBNANDO OBTIZ
coleccionó en su obra El Viaje Entretenido, (Madrid 1901—
To II, pág. 202), libro de 1604, al versificar en loor del cochino
como sigue: "Este gentil animal, — que ha dado cierto sabe-
mos,— a más de algún rey de España, — su natural nombre mes-
mo. — -Y algún necio le ha pesado, porque le han llamado puer-
co.— Quien da su nombre a los reyes, — y con él honra a los rei
nos — ¿de qué se afrenta, sepamos, — si no es por no merecello? —
Pues Sancho, puerco o cochino, — todo es uno, aquesto es cier-
to,— y deste nombre de Sancho — cuántos reyes, conocemos'."
Chanchullar, pues, equivale a "hacer porquerías" en los ne-
gocios.
Destárate. — Cascote, maderos, puertas, ventanas y demás piezas más
o menos maltrechas procedentes del desbarate de un edificio.
El albañil hizo su casita con los desbarates de la otra.
Espinilla. — Viejo americanismo, según Cuervo. Cilindrito vermifor-
me de materia sebácea o suciedad, que llena los poros mayores
del cutis de la cara.
Chivo, a. — Cabra, cualquiera que sea su edad. Aquí, y en España du-
rante el siglo de oro, como demuestra Cuervo (555), el macho
cabrío, aun el más procreador, sigue siendo un chivo, por eu-
femismo del sinónimo de cornudo. Por eso ha nacido el verbo
chivar, y por eso es indecente y vulgarísimo. La Academia dice
que el vocablo procede del alemán zibbe, cordero. Puede ser.
Pero recuérdese el chevreau francés sin ir tan lejos. Especial-
mente cuando el casfellano adoptó la locución pie de gibao para
cierta antigua danza de corvetas, que hacían los caballos na-
politanos, del pied de chivan, como después se dijo en Provenza,
de las danzas imitando los corcovos y corvetas de esos brutos.
El chevreau francés, con sus cabrunos corcovos, y el chivau, de
las corvetas danzantes, se bastaron para producir el chivo es-
pañol; y para el chivo americano, basta con recordar el eufemis-
mo con que se intenta disfrazar el nombre satánico del ma-
cho de la cabra, que en todos los dominios del castellano sig-
nifica el consentidor del adulterio de su propia esposa.
Pero para llegar a o'ro chivo, al chivo cubano o cubiche, hay
que recorrer más largo camino. Sabido es que se llama chivo,
desde la evacuación de Cuba por los españoles (porque antes
se decía soconusco o chocolate), al negocio sucio o malversación
encubierta de fondos ajenos, especialmente de los públicos.
Cuando la evacuación española se hicieron numerosos en-
juagues, pretextando que habían desaparecido los papeles, ex-
pedientes y aun legajos enteros. El pretexto era bueno, por lo
verosímil en muchos casos, y se dijo entonces que en tal o cual
asunto fulano se había comido los papeles. Y como esa carto-
fagía es común en los chivos, el vulgo comenzó a comparar con
los chivos a los que comían papeles, o a los malos negocios y
ÜN CATAURO DE CUBANISMOS 109
manejos que con tales tragaderas se realizaban. Así nos lo
han contado; por más que otros, con menos complicaciones, nos
han dicho que chivo, procede de chivar, porque es el negocio
en que sale el pueblo chivado. Se non e vero... El chivo y
su significado, siguen rollizos y, al parecer, con promesas de
larga vida. ¡Dios nos ampare!
Chivería, — Negocio de chivos.
Chivirico o chibirico o chiribico. — La prolífica fauna de los chivos,
motiva cada día nuevas acepciones, dando el significado de
chivo, a esta palabreja, que antes era sólo, inocentemente, un
dulce casero.
Enchumbar. — Empapar. Se dice especialmente de ciertos comestibles
cuando han sido excesivamente remojados al cocinarse.
Ceba. — Porción de ganado destinado a ser cebado.
Cebador. — Potrerero que ceba ganado.
Mejorador. — Cebador, ganadero que compra ganado flaco y luego lo
ceba o mejora.
Mejora. — Ceba.
Moruno. — Se aplica a cierta clase de calzado de vaquetilla, usado por
nuestros campesinos o guajiros, tierra, adentro. Bien antiguo
debe de ser este vocablo en Cuba.
Pie. — Aquí decimos ganado en pie, o sea antes de ser beneficiado o
muerto para el consumo, como alimento.
Engoar. — Echar carnada a los peces, para que acudan al sitio desti-
nado para la pesca. ¿De engordar?
Comequeques. — Véase el vocablo comer.
Enfuñingarse. — Por enfurriñarse. Ya la traía Pichardo, y aun se usa.
Suárez la suprime.
Ensartar. — Por enhebrar, es de uso general.
Cosamala. — Diablo, duende, hechizo. Brincaba que parecía que tenía
cosamala. Ahí anda la cosamala.
Casero. — Es de mucho uso popular. Como decía Pichardo, no es sólo
el vendedor ambulante, que va de casa en casa, sino también
quien a él le compra. El casero le vende a la casera.
Coñacazo. — Trago de cognac. No decimos, empero, vinazo, romazo,
cotelazo, cervezazo ; etc.; pero sí ginebrazo , aguardientazo ,
cañazo.
Abintestate. — Pichardo trae abentestate y dice: "Una cosa abandona-
da a la intemperie o sin cuidado alguno.". Pudiera, mejor, de-
cirse: Descuidadamente. Dejó las puertas abintestate, o abier-
tas. Procede de ab intestato, locución forense, de origen lati-
no, que indica la herencia sin testamento que regule su re-
parto. Una herencia ab intestato era semillero de pleitos, frau-
des y desórdenes.
Demoler. — Se aplica al procedimiento de dividir una hacienda co-
munera.
liÓ FEBNAÍÍDO 0&TI2
Demolitorio. — El juicio para demoler una hacienda comunera.
Boronilla. — Hecho boronilla, añicos, pulverizado. Se usa especial-
mente al tratar del pan, galletas o alimentos análogos. Proce-
de del árabe alboronia.
Comer. — Este vocablo, que aquí se mantiene con las acepciones espa-
ñolas, en el populacho cambia malamente de sentido, según la
substancia comible, o comedera, ya que no alimenticia, que lo
acompañe. En Cuba para asegurar que uno es bobo, bruto, tor-
pe y demás análogas lindezas, que indican poca inteligencia,
decimos que es un come... ¡bueno! que es un coprófago, para
decirlo con palabrita técnica, que a nadie puede asquear. Pero
necesitando emplear, como es fácil comprender, de eufemismos
para expresar tan sucia y asquerosa locución, decimos: come-
bolas, comevatibia, comequeque y otras, sin contar otra fagía
no menos puerca, que no me atrevo a explicar, porque la subs-
tancia que se supone comedera tampoco la he hallado en el
diccionario académico. En cambio, comer candela y comer
plomo, así como no comer miedo, son cosas propias de valien-
tes y valentones. Y come^come es comezón.
Y Suárez trae todavía, otras dicciones análogas como: comer
cotorra, hablar mucho; comer pavo, quedarse en el baile sin
pareja; comer maíz, malversar un funcionario los caudales a su
cargo, o dejarse cohechar; comer guásumas, faltar a la escuela
los alumnos; comer de cantina, estar sin energías; comer en
cazuela, hablar mal de alguien, sin saber que nos escucha la
víctima; comerse un pan, llevarse chasco; etc.
Tampeño. — Natural de Tampa, ciudad de la Florida, muy relaciona-
da con Cuba.
Matar la culebra. — Dice Suárez "Culebra: baile de la gentualla" y
recoje la frase que encabeza estas líneas, sinónima de la es-
pañola: matar el tiempo. El nombre del baile fué precisamente
ése: matar la culebra. En nuestro estudio sobre el día de Re-
yes, dijimos lo que sigue:
"Este fué un baile de la gentualla, según dice Pichardo; me-
jor, puede decirse que fué un baile de pantomima ritual. Una
porción de negros saltando, bailando y cantando, llevaba a
cuestas por las calles de la Habana un enorme culebrón artifi-
cial de varios metros de largo, parándose frente a las casas,
que les daban aguinaldo. La escena representaba la muerte
de la culebra, y era la celebración de sus características.
"Y mírale los ojos, parecen candela,
Y mírale los dientes, parecen filé (alfileres).
"Tendida la culebra en el suelo, le bailaban alrededor, así
cantándole, terminando:
"Que la culebra se murió...
Calabasón, son san...
tfíí CATAURO DE CUBANISMOS llí
"Según Bachiller y Morales, solían terminar así:
La culebra se murió,
sángala, muleque.
"Tal pantomima fué muy popular, y el día de reyes, después
de pasear por toda la Habana, se ejecutaba en el patio del pa-
lacio de los capitanes generales, ante la suprema autoridad.
Pues bien, esta escena de carácter ofiolátrico, es característica
de muchos carnavales africanos, indostánicos y de otros con-
tinentes.
"Limitándome a los antecedentes africanos más precisos,
recordaré que ceremonia análoga se celebra anualmente entre
los negros de la isla española de Fernando Póo, donde todos
los años, después de matarla, cuelgan la piel de una enorme
serpiente del árbol mayor del parque público con grandes cere-
monias, (i) Frazer (2) después de referir muchos ejemplos de
muertes rituales de animales, concluye resumiéndolos, así: "El
animal sagrado es muerto una vez al año, con gran solemnidad.
Antes o inmediatamente después de su muerte, se le pasea de
puerta en puerta, a fin de que todos los adoradores puedan re-
coger la parte de potencia divina, que se dice emana del cuer-
po del dios muerto o agonizante." Esas muertes zoolátricas
son frecuentes entre los primitivos, y Frazer afirma que, en la
época prehistórica, estas procesiones debieron ser muy practi-
cadas en Europa, a juzgar por sus numerosas supervivencias.
"La serpiente, dragón monstruoso o tarasca, aun figura en
las procesiones del Corpus Christi, en muchas naciones católi-
cas de Europa. La muerte de la' culebra o dragón, del animal
sagrado, en fin, es rito que sobrevive en los carnavales de mu-
chos pueblos, según Reinach. (3) Según Doutté, siguiendo a
Frazer, en esas tan difundidas pantomimas, antiquísimas y pri-
mitivas, de la muerte del animal sagrado o del dios agrario,
puede hallarse el origen del arte dramático.
"No es pueril afirmar, pues, que los afrocubanos, al "matar
la culebra", realizaban inconscientemejnte un rito ancestral,
arraigadísimo en casi todos los pueblos.
Queda aclarado, así, el origen de la expresión, matar la cule-
bra ; antaño nombre de un baile, ogaño expresión equivalente
a actividad inútil o ficticia, a matar el tiempo; asesinato de los
más aleves y pecaminosos que se nos imputan, a menudo con
razón, a los de nuestra "raza".
(1) T. J. Hutchinson, Impresiona of Western África. London 1S5S
(2) Ob. cit. T. H. pág. 220.
(3) Ob. cit. T. I, pág. 19. Véase también Edward Doutte, en su no-
table libro Magie et Religión dans VAfrique du Nord, Argel, 1909, páginas
498, 533.
112 FERNANDO OÉTI2
Evolucionar. — Hacer evolución.
Solucionar, arse. — Resolver, dar solución.
Influenciar, arse. — Ejercer o sufrir influencia.
Zoquetear. — Actuar como un zoquete, hacer sufrir zoquetadas.
Desilusión. — Desencanto. Efecto de desilusionarse. Si está el verbo
en el Diccionario de la Academia ¿por qué no el substantivo?
Jinigua. — Pez del mar Caribe, cuya descripción ignoramos.
Ostión. — Dice el Diccionario de la Academia que procede de ostrón, y
que éste es ostra mayor y más barata que la común. Aparte
de lo poco preciso que resulta definir un ser zoológico, ppr su
precio relativo; en Cuba no podríamos aceptar esa definición
académica. Aquí nadie dice ostra, todos son ostiones, los gran-
des y los pequeños; y los del país como los de importación. Y
suelen valer lo mismo, pues los cubanos compensan su peque-
nez con su mejor sabor, mientras los americanos, son mayores,
pero de gusto no tan exquisito. Gagini, pues en Costa Rica su-
cede algo análogo, dice que la acepción debe ser antigua, y do-
cumenta su aserto.
Linchamiento. — El Diccionario de la Academia admite linchar.
Linchador. — El que lincha.
Mantequilla. — La que conoce la Academia está mezclada con azúcar,
la americana no.
Mantequillera. — Vaso en que se conserva y sirve la mantequilla.
Mantecoso. — Billete de banco, por la grasa asquerosa de que se cubren
con la circulación de mano en mano.
Bayoyo (Estar) — Estar abundante. — Voz usada en la región orien-
tal, preferentemente. . La paloma estaba bayoya. El soldado
estaba bayoyo o abundaba.
En nuestro lenguaje tenemos, también bayoya, cierto lagar-
to, y bayuyo. cierto arbusto inútil.
Habilitar. — Fastidiar a uno, con alguna acción. ¡Te han habilitado!
Además de las acepciones académicas, de las cuales no sabe-
mos si puede derivarse el cubanismo. En Centroamérica, se-
gún Gagini, una vaca habilitada es la que ha sido cubiera por
el toro. Y no entramos en disquisiciones.
Habilitado. — Estar habilitado, se le dice a un despreocupado, para
afrentarlo con su falta, como diciéndole: está Vd. fresco; o:
es Vd. un fresco.
Jalarse. — No es sólo emborracharse, como dice "Suárez, sino palidecer,
ponerse ojeroso, desencajado. Fulanita tiene la cara jala. Con
la enfermedad se jaló mucho.
Mollero. — Por molledo.
Fosforito. — Enclenque, flacucho, canijo. En Tierra Firme se usan
fifiriche, firifiri y filimisco. Gagini supone que procedan del cas-
tellano fililí, delicadeza, delgadez. Podría ser también, que de
filis; pero no creemos en una, ni en otra.
tíJÍ CATAURO DE CUBANISMOS 113
Fondero. — Dueño de una fonda.
Camagiieyano. — Natural de Camagüey. La trae Suárez, con otros
muchos nombres derivados de nuestra toponimia. El Diccio-
nario de la Academia ya que. trae bayamés y otras, bien haría
recogiendo esta voz y otras muy corrientes como habanero,
santiaguero. villareño, cien fueguero, etc. Y no se nos diga
que no tienen importancia, porque vemos, por ejemplo, que
tras de bayamés, trae bayano, natural de Bayas, ciudad de
Italia. Confesamos no haber oído jamás tal ciudad, habiendo
vivido algunos años en aquella hermosa tierra. Ni hemos dado
con tal población en los diccionarios que ahora tenemos a mano
(la "Ene. Británica", y la de Espasa). ¿Dónde estará Bayas?
Baiamo, sí es una población italiana de menos de 3,000 habi-
tantes, como se vé, de escasa importancia. Esa Bayas, ¿será
una baya académica? Y perdón por el juego de palabras. In-
dudablemente, necesita un buen repaso la geografía, en la Aca-
demia.
Chupeta. — Pezón de goma que se le pone en la boca al niño para que
se entretenga sin mamar ni llorar. Por extensión, el pezón o
chupador del biberón.
Desenroscar. — Acción contraria a enroscar.
Sentada. — Por asentada.
Escandalada. — Aumentativo de escándalo.
Fantoche. — Italianismo. Payaso, títere. Metafóricamente, presuntuo-
so, ridículo.
Apurijo. — Diminutivo de apuro. Se tiende con ese vocablo a intensi-
ficar el significado de apuro. Un apurijo parece ser algo más
premioso que un simple apuro.
Patinero. — Lodo que se forma cuando se pisa a menudo sobre agua
derramada en el suelo. ¿De patinar?
Bolón. — Muchedumbre, multitud. Iba un bolón de mujeres. Pesca-
mos un bolón de majua. Corrían los bolones de gente. Vamos
en bolón.
Encabar. — Colocar el cabo a una herramienta o utensilio. Por metá-
fora, cuando un sujeto no está muy encajado en sus razones o
conducta, por el guajiro se le dice que está mal encabado.
Aguantar la mecha. — Esta expresión se usa en toda América. Dice
Cuervo: "Aludiendo a la que ponen en las heridas y llagas
los cirujanos, se dice aguantar la mecha por sobrellevar resig-
nadamente algo que molesta." Con todo el respeto debido a los
prestigios del filólogo bogotano, opinamos que el modismo pro-
vino de mecha más molesta, y, por tanto, de resignación más
difícil y aun de aguante más obligado. En la voz pringar, se
verá en qué consistía este bárbaro castigo aplicado antaño a
los esclavos, aquí y en España. A los esclavos se les mechaba
con grasas, resinas, tocino o pringue hirviendo. Aguantar la
Ü4 FEfiNATÍDO OfiTlZ
mecha, era aguantar el castigo, como también se dice: aguan-
tar eí palo.
¡Fo! — Interjección usada cuando se percibe mal olor. Véanse Mem-
breño y Gagini. ¿Contracción de follar?
Primasaguas. — Las primeras aguas que caen al romper las de la esta-
ción de las lluvias.
Volío. — Vuelo en su 2? acepción académica. Algunos escriben volido,
Suárez y Gagini inclusive, por pudor prosódico; pero quizás
sea ello innecesario, en Cuba al menos, donde rara vez se usa
así el vocablo, salvo por cultismo. Está formado por contami-
nación, como dice Cuervo, o por etimologías convergentes, de
volada y voleo y de otros vocablos que sugieren la desinencia
en ío, tales como chiflido, soplido, etc., que terminan en ido;
pero también de otros muy corrientes entre los campesinos cu-
banos, y aun algunos sin dejar de ser muy castizos, que aca-
ban en ío, como gentío, mujerío, y los criollismos cantío, caye-
río, cueverío, veguerío, hembr&río, ele.
Emplumarse. — Además de las varias acepciones que da Suárez, se
dice: emplumárselas, salir de estampía. Es americanismo muy
extendido. ¿Procederá de la vieja acepción académica, poner
plumas, para que vuele, a un dardo o una saeta? La difusión
de su uso en estas Indias permite alzar la hipótesis.
Reportaje. — Informe o noticia llevada por un repórter al periódico.
Saleta. — Variante diminutiva de salado, en la acepción de malaven-
turado. El es un saleta y ella también. Vocablo contaminado
por salar y la interjección despee iva ¡sale!, amen de la desi-
nencia eta, también por lo común peyorativa, como en proxe-
neta, guarapeta, cantaleta, chancleta, etc. Saleta se usa mu-
cho para expresar una sala pequeña.
Pechazo. — Golpe con el pecho. Acción de gran esfuerzo. Dio un pe-
chazo y salió electo.
Latero. — Por latoso, que también empleamos.
Payama. — Voz japonesa, hoy de uso general, universal diríamos. Pero
hace mal Suárez en suponer que las payamas no tienen sola-
pas, a veces si y muy vistosas, como los vivos, que suelen
serlo también por sus colores.
Payama de Daño. — Lo explica Suárez. Es un infame barbarismo, poco
generalizado. Albornoz es el vocablo apropiado, aunque fre-
cuentemente se diga: capa de baño, mejor que el nipónico
payama.
Capirro. — Lo hemos oído, repetidas veces, como pelirrojo, aplicado
a las personas. En Colombia se dice catire. Cuervo da como
voz primitiva venezolana, carapirem, rubio, rojo. Y bien po-
dría ser la misma de la cual procediera el cubanismo. Nos
inclinaríamos a darlo por seguro, sino recordáramos un capillus
y un ruber, latinos, que nos hacen dudar, pues se puede pensar
UN CATAURO DE CUBANISMOS 115
en la forma capirrubio. Suárez da otra acepción, que debe
de ser derivada de ésta. Por extensión, se dice del sujeto algo
amulatado, es decir, de pelo pasudo, delator de su mixta as-
cendencia étnica.
Primavera. — Además de la acepción astronómicamente propia, tene-
mos acá otra, impropia, pues no solemos decir que estamos en
primavera, hasta que comienza la estación de las lluvias, por
lo común ya entrado Mayo. De es as dislocaciones astronómi-
cas cuéntase alguna otra en América. Así, en Centroamérica
llaman verano a los meses en que no llueve, que son desde Di-
ciembre basta Abril.
Templarse. — Huir. Se templó. ¡Tiémpiese, hombre! Algunas ve-
ces se toma por emborracharse.
Pionono. — Cierto dulce de panetela y crema, de forma cilindrica, cuya
relación con el Sumo Pontífice del Syllabus, ignoramos en ab-
soluto; si es que realmente tenga alguna, dicho y pensado sea
con toda reverencia.
Sángüiche.— Emparedado. Corrupción del inglés sandivich.
Pando. — Estar uno pando, es tener la barriga llena o hinchada. De-
rivación de pandear.
Trompón. — Trompada, 4? acepción del Diccionario de la Academia.
Guatitrompis. — Riña de trompadas. ¿Anglicismo? Jugar a la guati-
trompis, andar de guatitrompis.
Pateada. — Pateadura.
Cangrejero. — Relativo al cangrejo; así, se dice del terreno abundan-
te de cangrejos. Por esto se apodan cangrejeros, los nativos
de Matanzas, Cárdenas y Caibarién.
Cangrejo moro. — ¿Qué tendrá de moro? ¿Serán similares, pues en
España no los hay, a otros de la Morería, y de ahí los bauti-
zaron por moros, dicho sea con perdón, los descubridores y po-
bladores, que harto tuvieron que ver con la morisma y con sus
costas? En el Mediterráneo hemos conocido y saboreado los
cangrejos judíos, pequeños y vivaces.
Consentido. — Además de la afrentosa acepción académica, tenemos
otra nacida de la 4? del verbo consentir. Persona mimada, con-
fianzuda.
Pavo. — Comer pavo es en toda la América no bailar por quedarse sin
compañero. Probable derivación de lo que solían hacer antaño,
y aun ogaño, en los saraos las personas que no bailaban, de-
dicarse a las golosinas del ambigú.
Patrocinado. — Esclavo emancipado, que aun estaba sujeto temporal-
mente a la obligación de ciertos servicios al amo o patrono, es
decir, sometido aún al patronato.
Patronato. — Situación intermedia entre la esclavitud y la emancipa-
ción en que quedaron los esclavos africanos cuando aquélla fué
abolida en Cuba.
Üfí FERNANDO OBTÍZ
Plantificarse. — Además de las acepciones académicas, plantarse, en
sus acepciones 9.a, 12.a, 13.a y 14.a. La etimología popular, que
en éste caso, para vigorizar la acción del verbo plantar, no pue-
de, como en otros muchos casos trocar el ar final por ear, por-
que se confundiría con plantear, consigue ese mismo propósito
diciendo plantificar por plantar.
Raspón. — Huella que una cosa deja en otra, al rasparla.
Rasponazo. — Raspón.
Macío. — 'Dice bien Suárez, en su vocabulario. Y ha hecho bien en no
seguir esta vez, como otras, a Zayas en sus etimologías caribes,
porque macío. no es voz indoantillana. Lo es portuguesa, que
significa suave al tacto, dócil, como lo es el macío. Acaso los
primeros descubridores, al observar la espadaña en nuestras
bajas y cenagosas costas y bahías, la llamaron macío, para con-
trastarla con otra planta parecida también, muy común en las
ciénegas y esteros, la cortadera, porque lejos de ser suave el
tacto, corta, con el filo de sus largas hojas.
Y ya contamos con otra palabreja portuguesa, que nos daban
por caribe, como magua.
Panudo. — No sólo se dice del aguacate, como opina el Diccionario de
la Academia, sino de otros frutos también, como del mamey,
cuando la masa o pulpa tiene cierta consistencia. También se
dice amasado.
Amasado. — Se dice del aguacate o del mamey, cuando su pulpa tiene
consistencia, es decir, cuando está bien formada su masa. Igual
a panudo.
Dotación. — Conjunto de los esclavos de una hacienda. Voz marítima.
Carátula. — Portada, carpeta, o cubierta de un cuaderno.
Cartucho. — Bolsa o recipiente de papel. Por derivarse del italiano
cartoccio, nos parece muy legísima esta acepción; mejor que
cucurucho. El cucurucho, que nos da la Academia, es un reci-
piente cónico, arrollando el papel en esa forma; pero el cartu-
cho no es cónico y puede adoptar cualquier figura geométrica;
siempre será cartucho, mientras sea de papel. No es, pues, vi-
cioso el uso de este vocablo, en la acepción americana, y esti-
mamos que la Academia no habría de hacer ningún desagui-
sado adoptándolo como hijo bien nacido. No teniendo el cas-
tellano un vocablo que signifique propiamente lo que cartucho,
debieron tomarlo del italiano los mismos guerreros, que logra-
ron gloria en Italia y después, esparramados por las Indias, le
dieron vida y uso corriente, y llegará a ser académico. ¡Vaya
si llegará! ¡Cómo nó!
Huevazo. — Aumentativo de huevo. Además, golpe dado con un hue-
vo. La cosa no fué en Cuba tan singular, como a primera vis-
ta ha de parecer andar a huevazos. En los antiguos carnava-
les, y aun en los presentes, aunque a hurtadillas, no fueron
UN CATAURO DE CUBANISMOS 117
cosa rara los Kuevazos, en la Habana, como tampoco en Espa-
ña. La costumbre carnavalesca de arrojar al prójimo puñados
de harina, o huevos llenos de harina o de aguas olorosas, que
aun hoy en Cuba se defiende por fuero de tradición, nos vino
de la tierra española, donde fué antigua diversión de carnesto-
lendas. Así puede verse del texto de un interesante libro de
Enrique Cock, notario apostólico y arquero holandés al servi-
cio de España, a fines del siglo XVI (D, el cual escribe:
"...en España la costumbre que van en máscaras por las ca-
lles diciendo coplas y cosas para reir, echando huevos llenos
de agua de olores donde ven doncellas en las ventanas, porque
ésta es la mayor inclinación de los desta tierra, que son muy
deseosos de luxuria, y aun quitándose el freno van estos tres
días así caballeros como ciudadanos a caballo y a pie diciendo
coplas que saben, donde piensan remediar sus corazones del
amor y aguardan el galardón de sus trabajos. La gente baxa,
criados y mozas de servicios, echan manojos de harina unos a
otros en la cara citando pasan, o masas de nieve, si ha caído,
o naranjas de Andalucía mayormente donde hay cuantidad
dellas." En Cuba, años atrás, y aun hoy día, a hurtadillas, por
caballeros y gente baxa a la par, se prodigan los huevos con
harina. • ' TT*1
Papalote. — Voz derivada del azteca papalotle, mariposa, y no de pa-
pelote, como algunos, con el vulgo, creen y tienen por seguro.
Tristonazo . — Algo triste .
¡Záfese.' o ¡Záfate! — Interjección despreciativa que suele usarse
siempre en la primera forma, aun en caso de tute, o, equivalen-
te a ¡largúese!, ¡quítese de ahí!, ¡huye!
Blanconazo. — Se dice de la persona que sería totalmente blanca de
raza, si no tuviese alguna poca sangre negra en sus venas. Esa
blanconaza es muy bonita. Algo blanco, no del todo.
Cayohuesero. — Natural | o vecino de Cayo Hueso, población de la
Florida (Key Wes<-, en inglés, corrupción de la toponimia cas-
tellana, o viceversa, que de ambas pudo ser), o del barrio de
la Habana igualmente denominado.
Patear. — Dice el Diccionario de la Academia: dar golpes con los
pies. ¿No sería mejor decir: dar patadas? En Cuba el caballo
patea o cocea y no tiene pies.
Pateador. — El animal que acostumbra patear.
Requete. — Prefijo aumentativo inseparable, muy usado en Cuba: re-
quetemalo. requeteviejo, requetesordo, requetebonita. Es un
prefijo triple, si así se puede decir; porque las bonitas en Cuba
(1) Enrique Cock. — Jornada de Zaragoza hecha por Felipe II en
tm— Madrid 1879.
118 FERNANDO OBTIZ
tienen, amen de los superlativos vulgares, como bonitísima,
archibonita, superbonita y otros más o menos fantásticos e hi-
perbólicos, los siguientes graduales: rebonMa, requebonita y
requetebonita ; y aun hemos oído, ¡y, por Dios, que el caso lo
merecía! : requetemuybonitísima. También hemos anotado: re-
quetechirriquitiquita, lo que es un colmo de pequenez.
Revolverse. — Mudar felizmente de fortuna, obtener algún propósito
venturoso. Te revolviste. Me revolveré como pueda. Se re-
volvió fulano. Presumimos que aun cuando hoy usemos el vo-
cablo en el lenguaje familiar tan sólo, puede tener alguna as-
cendencia bien castiza, aludiendo a las vueltas o revueltas de
la rueda de la fortuna, metáfora antes más en boga que hoy
día, aun cuando no haya cesado de rodar. En el Poema de
Alfonso Onceno, anterior al siglo XV, se lee: "Mudada es tu
ventura, — la rrueda se rrebolvióT En Cuba decimos popular-
mente, jugando del vocablo: "revolverse como el cayuco en la
arena". Suponemos que aludiera primitivamente, al surgir la
expresión, a los movimientos que hay que imprimirle a un ca-
yuco para que salga de la arena.
Patochada — Metátesis de pachotada, que ha venido a sustituir esta
palabreja en el uso corriente.
Parado. — No sólo derecho y en- pie, como dice el Diccionario de la
Academia, como americanismo, sino también tieso. A"sí: pelo
parado, orejas paradas, rabo parado, cuello de camisa parado.
Reverbero. — Suárez define bien el infernillo o cocinilla tan vulgar en
toda América; pero creemos que sobra indicar que es para
"calentar líquidos por la noche". Y de día también, ¿por qué
nó? Como quiera que el reverbero se utiliza con alcohol, la
frase: peste a reverbero, quiere decir: borrachera o peste a
bebida alcohólica.
Torería.— Travesura de muchacho. La Academia dice que es cuba-
nismo. El P Mir y Noriega dice que no, por pertenecer la
palabreja al romance y emplearla los clásicos, citando al frai-
le agustino Valderrama en su Teatro de las religiones, de
1615. Pero lo cierto es que los españoles perdieron el voca-
blo, que les legaron sus antepasados, mientras nosotros, que
tantas voces del viejo acervo hemos despilfarrado, como bota-
rates que somos, tuvimos empeño en conservar algunas vetus-
tas joyas de familia, y esa es una de ellas. De donde se de-
duce que o la torería es voz cubana, porque hoy no es caste-
llana, aunque lo haya sido; o, de lo contrario, si por mor del
nacimiento tan sólo hay que seguirla teniendo por castella-
na, pese al evidente cambio de ciudadanía, que' nos devuelvan
los castellanos alguna, como el huracán, esa voz caribe, que
nació en estas Antillas y que ya aquí nadie usa como voz pro-
pia y originaria para significar el ciclón.
UN CATAURO DE CUBANISMOS 119
Esto dicho, conste que hemos oído en Madrid hablar de la
torería, quejándose de la degeneración de la torería o de la
gente y afición toreras (hace algunos lustros, antes de la mons-
truosa regeneración), como pudiera decirse de la judería o la
morería o el mujerío.
Hembrerío o hembrería. — Conjunto de hembras, mujeres, mujerío.
Salidero. — Lugar por donde se sale. Se dice en Cuba, con preferencia
si la salida es de líquidos, gases, etc. La tambora tiene un sa-
lidero. Tratándose de edificios se usa salida, como en España.
El Diccionario no tiene salidero. El P. Mir y Noriega arre-
mete contra él por eso, esta vez con razón, pues es voz clásica,
citando a Venegas y a Zamora.. do¿ escritores del siglo XVTI,
por lo cual ya se impone que la Academia se conduzca con esta
palabreja cimarrona, como en torería, que la ha vuelto al redil
de su diccionario, como cubanismo. Si tal ha hecho con tore-
ría, tal debe hacer con salidero. El argumento es de los que
precisamente no tienen salidero, como diría el cartujo Fray
Lorenzo de Zamora, que goce de la gloria divina.
Encuerar. — Además de la acepción cubana, que trae Suárez, oímos
entre nosotros otra anticuada española, que no trae el Dic-
cionario de la Academia: criar piel, pellejo o cuero, una he-
rida. Así la usaba Oviedo, cuando decía, alabando las virtu-
des curativas de la y agruma: "le comen la carne mala... la
desenconan,... le encueran e totalmente sanan la llaga".
(I, pág. 300).
Boxeo. — Anglicismo de uso general, de box. Pugilato. Admitiéndose
la raiz, la desinencia no está mal aplicada. Ya hemos leído
boxístico.
Boxeador. — El que boxea, pujilista.
Cardón. — Esta cactácea tan usada para setos vivos se conoce, con
igual nombre, en CJentroamériea,
Res. — Por antonomasia, la bovina o vacuna.
Cerote. — Miedo. Le entró un cerote, que se moría.
Chancletudo. — Más despreciativo, por la desinencia, que chancletero.
Demivírgenes. — Horroroso vocablo, que hemos leído en una novela y
algún diario. Lo estimamos aborrecible e inútil. No necesi-
tamos llegar a Marcelo Prevost para dar con vocablo de idén-
tico significado, pues en el Quijote leemos semidoncellas y ello
basta, aunque no lo traiga el Diccionario de la Academia, des-
pués de tantos siglos de haber sido aquél bien troquelado; y
aunque sólo fuera por el mal paso del novelista francés al me-
ter una cubanita en la picaresca colada, bien podríamos rene-
gar del galicismo mal sonante y trocarlo por un cervantismo
eufónico y acomodado a respetables leyes del idioma.
Sinvergonzón. — Aumentativo de sinvergüenza.
Intencional.— Con intención. ¿Que también se usa en España? Bue-
120 FERNANDO OBTIZ
no, pues que lo pongan, si es así, en el diccionario de ajila.
Noso'ros pedimos que, al menos, nos lo acepten en el de aquí.
Zoquetudo. — Persona muy zoquete.
Dobladillar. — Hacer dobladillo.
Dobladillo de ojo. — Especie de dobladillo.
Presupuestar-rse. — Hacer presupuesto.
Silenciar-rse. — Hacer silencio, pasar en silencio.
Chalanero. — Marinero de una chalana.
Patana. — Especie de chalana grande, cuadrilonga, apenas sin proa ni
popa, para el transporte de efectos en los puertos.
Vivero. — Embarcación para el transporte de pescados vivos.
Simiñoca. — Enredo, cosa complicada, pieza de una máquina, de ex-
plicación difícil o desconocida.
Angarilla. — Piedrecita atada a un hilo, con que los muchachos trar
tan de apoderarse del papalote de otro, tirándola por encima
del cordel que sujeta a éste mientras está en el aire, y tiran-
do, después. Echarle la angarilla. Esta expresión se usa
en los negocios, para expresar que uno, por medio de una tre-
ta, se ha apoderado del negocio que otro trabajaba.
Tirabeque. — Juguete, con dos gomas tirantes, con que los muchachos
disparan piedras a larga distancia.
Mameyazo. — Golpe dado con un mamey. Por extensión, todo golpe
dado o recibido por una persona.
Corrida. — Época del desove de los peces. Arribazón.
Ensoparse. — Mojarse, hacerse una sopa. El Diccionario de la Acade-
mia da una acción muy restringida al verbo ensopar. En
Cuba, uno mismo puede ensoparse con la lluvia, y tener enso-
pada la camisa por el sudor.
Encimar. — Dice Cuervo: "Es para nosotros dar encima, para los
españoles poner encima." En Cuba, ni una cosa ni otra; aquí,
se usa como reflexivo, y es ir sobre uno, al decir del Dicciona-
rio de la Academia, o, como decimos entre cubanos: irse en-
cima. El hombre se le encimó. El corsario se encimaba.
Apilonar. — Machacar en el pilón.
Emperifollarse. — Adornarse con perifollos, emperejilarse.
Panadera. — Artesa de zinc, barro, porcelana u otra materia, donde
uno se baña.
Embarcar. — En Cuba no solo se embarcan las personas en las em-
barcaciones, sino en los ferrocarriles, y hasLa en los vehículos
de toda clase; hoy, hasta en los aeroplanos.
Plata.— Dinero. Es hombre de mucha plata.
Revolisquear. — Hacer revolisco.
Bajear. — Convencer a alguien para que acceda a algún propósito. Se
usa, por lo general, cuando se requiere una labor lenta y te-
naz para llegar al convencimiento. El vocablo se deriva de
bajar. El Diccionario de la Academia (Ed. 14a) dice: "Ir
ÜN CATAUBO DE CUBANISMOS 121
desde un lugar o otro que esté más bajo". Suponemos que
debió decirse "desde un lugar a otro"; por lo que pensamos
que ello es errata tipográfica, de las no corregidas en la
fe que va junto al colofón del diccionario académico. Esta voz
bajar, se convirtió en bajear, adoptando la desinencia conti-
nuativa al aplicarse a la acción, real o fabulosa, de la ser-
piente que, según se dice, atrae con su mirada al pajarito, o
a la jutia, que está allá en lo alto del árbol, y poco a poco,
como resistiéndose a la atracción irresistible del reptil, va
bajando de rama en rama, hasta ponerse al alcance de las
fauces que han de devorarlo. El majá lo bajeó, se dice, o sea
lo bajó. Esta acepción se conserva en nuestros campos; pero
en las ciudades ha adquirido el significado metafórico arriba
expuesto, y es muy usual. Bajearlo a uno. ¡Qué bien la ba-
jeaste!. No me bajees más.
Rumorarse. — Correr el rumor.
Clausurar-rse. — Acción de realizar una clausura (4a acepción).
Ilusionar-rse. — Producir ilusión, ser presa de ilusiones.
Extorsionar. — Causar o cometer extorsión.
Manufacturar. — Producir manufacturas.
Enraizar. — Echar raíces, arraigar.
Esbozar. — Hacer un esbozo.
Tertuliar. — Hacer tertulia.
Machuquillo. — Guiso, o fruta de sartén, como diría el Diccionario de
la Academia, que se hace con plátano machucado. Y luego dice
ese diccionario que el plátano sólo se come de dos manera, cru-
do o en conserva.
Rallo. — Instrumento musical primitivo, que se hace de una lata cur-
va y llena de agujerillos de borde saliente, como un verdadero
y castizo rallo. Se toca pasando y estregando por ellos una
varilla metálica, y sirve para acompañamiento. A su sonido
le decimos el cMquichí del rallo. Con un clarinete, un cor-
netín, un rallo (o guayo, que es el rallo siboney) y los indis-
pensables timbales, se forma una orquesta criolla capaz de
sostener durante la noche entera un dar>zomo bravo.
Mosquito lancero. — Es el lancetero, que trae Suárez. Notemos que
en Cuba jamás decimos moscos por mosquitos, como sucede en
Méjico y demás regiones de Tierra Firme. La pequenez del
mosquito nos lleva a ello. Estas desinencias do la repugnante
familia, son todas caprichosas y sin atender a sexos. Mosca
se le dice aun al macho; mosco, aun a la hembra; mosquito a
los de ambos sexos; moscón hasta a la que debiera ser mosco-
na; moscarda a hembra y a macho; moscardón a macho y a
hembra, todo lo cual añade nueva repugnancia sobre el puer-
co linaje. Y no sería del todo desacertado distinguir, por
ejemplo, entre mosquito y mosquita, pongamos por caso, pues
Y¿-¿ FERNANDO OETIZ
que ésta es, según el Diccionario, la que nos pica y produce
picor, y el machito chupa solo las flores. ¡Bendito sea! Al
mosquito lancero, lo hemos oído llamar coracero. Coracera,
habría que decir, más bien, según eso.
Preñar. — Por empreñar, que aquí suena como groserote vulgarismo.
Engurrúñate. — Sobrevive este vocablo, anticuado, en su uso y su
forma, en la frase: Paciencia y engurrúñate.
Zapatones. — Botana, aquí ya poco usado. Por la misma manera que
se dice, hoy día, con mayor frecuencia zapato, que bota.
Jipi. — Por jipijapa. Cier'a clase de sombreros, procedente de esa po-
blación. En Suramérica se dice jipa.
Malmodado. — Persona de malos modales.
Cuchareta. — Diminutivo anticuado que usamos solamente para sig-
nificar cierto pato, como explica Suárez, y para la locución:
meter la cuchareta, que el Diccionario de la Academia trae en
esta forma: meter uno su cuchara. Por lo demás, nos confor-
mamos con cucharita y cucharilla.
Hincarse. — Arrodillarse.
Torcaza. — Paloma torcaz.
Mata. — Si la Academia exige que tenga el tallo corto, aquí hemos
convenido hacer de mata, casi un sinónimo de planta fructífe-
ra, especialmente para evitarnos, por la característica pereza
lingüistica de América, pensar como se dice el árbol productor
de tal o cual fruto. Así, hemos olvidado el cocotero para de,-
cir una mata de cocos; el naranjo, por la mata de naranjas; y
lo mismo decimos mata de albahaca, que mata de plátanos,
mata de ajíes, mata de mamoncillos, mata de caña, mata de
tomates, mata de mangos, hasta mata de palma, etc., sin parar
mientes en si sus tallos son cortos, o tan largos como los de
los cocoteros, naranjos y palmeras o palmas.
Gtirruw.ina. — Cosa insignificante. El Difcipnario de la Academia
atribuye un origen vascuence a esfa voz, en su acepción, úni-
ca que inserta, de contemplación excesiva de la mujer propia.
Aquí, en América, desconocemos tal acepción, y tenemos, en
cambio, muchas otras, que da Selva, el cual dice: voz onoma-
topéyica, del gurugurá de los palomos. Dice Suárez que la voz
probablemente procederá de Asturias. ¿Será porque en bable,
gurrumina, significa arruga y vieja? Pues vean la Academia,
Selva y Suárez, si hacen un esfuerzo para ponerse de
acuerdo, si es que lo merece esa gurrumina.
Aplanadora. — Por aplanadera.
Azulejear. — Por azulejar.
Bombear. — Dar bombo, 7? acepción del Diccionario de la Academia.
Bombástico. — Que da bombo. Imitando a Cuervo, diremos: bom-
bo + encomiástico — bombástico.
Elogiástico. — Elogiador. Contaminación de elogio y encomiástico.
UN CATAtJBO DE CUBANISMOS 123
Botija verde. — "Decirle a uno botija verde", es expresión equivalente
a decirle perrerías, ponerlo de "vuelta y inedia", en fin, in-
creparlo, insultarlo. Si nos son conocidos los vocablos botija
y verde, ignoramos lo que quieran decir originariamente, am-
bos unidos. Presumimos que ello deba de explicarse por un an-
dalucismo; prra lo cual se requeriría la genial erudición de
un Rodríguez Marín.
Cocal. — No es venezolanismo, como quiere la Academia. Se usa en
estas Antillas y en Centroamérica. Bien es verdad que Cen-
troamérica no existe, a juzgar por el Diccionario de la Acade-
mia, que no la recuerda.
Danzoneo. — Acción y efecto de danzonear, como de bailotear, bai-
loteo.
Danzonear. — Bailar danzones, mucho o continuadamente.
Desbarbar. — Muy castizo vocablo, que castellanamente usamos nos-
otros al decir que la cocinera debe desbarbar el maíz, antes de
rallarlo. Pero decimos, también, que debe desbarbar los ca-
lamares, es decir, cortarle los tentáculos.
Requemo. — La parte de un guiso que se requema. Absorber y quitar
el agua, líquido, humedad de un suelo, recipiente u otro lu-
gar cualquiera con una esponja, o algo que la sustituya en ese
servicio.
Esponjear. — Por esponjar, además de las acepciones del Diccionario
de la Academia. Además, curiosear chismes o noticias re-
servadas. Muy atinada acepción, porque el que así esponjea.
es como el que pasa la esponja para absorber hasta la última
gota de agua.
Alante.; — Esta síncopa de adelante podrá ser importada de Asturias,
como asegura Suárez; pero habrá que confesar que la expor-
tación de la palabreja ha sido extensísima, pues a más de ha-
ber inundado a Andalucía se ha corrido por el continente de
América. Véase a Gagini, por ejemplo. Es aun más curiosa
esta otra síncopa: palante. para adelante.
Fufú. — La Academia daba el vocablo africanismo en la lia edición
cíe su diccionario. ¿Por qué lo suprimió en. las siguientes? En
Cuba seguimos comiendo fufú de plátano y de otras clases, y
le conservrmos el nombre.
Bequista. — Poseedor de una beca.
Maeadamizar. — Empedrar por el sistema Mac Adam.
Independizar. — Hacer independiente.
Acá.— Se usa este adverbio, vulgarmente, como pronombre. Acá me
dijo. Y a veces, se usa también con igual carácter, aquí. Aquí
no quiere.
Abracar. — Abrazar, abarcar.
Bebida. — Embriaguez, Entregarse a la bebida.
Blandusco o blanduzco. — Blandujo. ¿Cuál ha de ser la atinada or-
1 -J4 FERNANDO OBTIZ
tografía? Porque leemos en el Diccionario de la. Academia, de
una parte blancuzco, negruzco, etc., y de otra verdusco, par-
dusco...
Harina de Castilla. — La harina de trigo, aunque proceda, como hoy
precede, de tierras anglosajonas. Sin duda, se llamó así para
distinguirla de la harina de maíz, aquí tan usada; por un pro-
cedimiento análogo al que en Europa llevó a decir trigo de In-
dias o grano turco, al maíz; gallo de Indias o turkey al gua-
najo indiano, e^c. La harina de trigo nos vino de Castilla du-
rante siglos, y de ahí el nombre. Otras cosas aun decimos de
Castilla, para distinguir una clase de otras, como jabón de
Castilla (hasta en los Estados Unidos se dice Castillo, soap),
cera de Castilla (la más blanca), vinagre de Castilla, melón de
Castilla, caña de Castilla (la de pescar), lirio de Castilla, etc.
Rajón. — Además del sentido que trae Suárez, otro análogo: piedra
que sirve para el afirmado de la carretera.
Enrajonar. — Colocar el enrajonado.
Enrajonado. — El conjunto de rajones colocados para el afirmado de
un piso, en una obra de albañilería, carretera, etc.
Piñata. — (Domingo de) El primer domingo de cuaresma, que en la
Habana se considera de carnaval, pues se pasean las mascara-
das por los paseos públicos, se dan bailes de antifaz y se des
borda la alocada alegría de la juventud habanera como en pie
nos días de Carnestolendas. Y la bullanga carnavalesca sigue
aun más entrada la. cuaresma, reproduciendo paseos, compar
sas y bailes, de domingo en domingo. En la Habana comienza
el carnaval, ó, al menos, los bailes de máscaras, desde media-
dos de Enero; pero, oficialmente, el domingo de carnaval, así
llamado. Siguen el lunes y el martes de carnaval. El miércoles
de ceniza pasa, con sus lúgubres meditaciones, desapercibido.
Llega el otro domingo, que es el de piñata, y el desenfreno si-
gue con entusiasmo. Y así van pasando el domingo de la vieja o
segundo de cuaresma; el domingo del figurín o tercero de
cuaresma; y el domingo de la sardina ó cuarto de cuaresma,
cuando se despide Momo hasta el año venidero; si es que el
domingo de Pascua, no se le ocurre a algún centro ó grupo de
danzoneadores dar otro baile de máscaras, con el nombre de
las flores. El año 1899, primer año después de la guerra sepa
ratista, se bailó y duró el carnaval hasta el quinto domingo de
cuaresma, que se llamó el apenaicitis. Y así cubaneamos los
días que en la Madre Patria son de recogimiento, vigilia y pe-
nitencia. Culpa nuestra no es del todo, que ello es añeja cos-
tumbre colonial, nacida y fomentada desde viejo, cosa de un
siglo al menos, cuando la Iglesia y el Estado convivían en es-
trecho maridaje. Y también allí, en España, parece que no es
del todo desusada tal costumbre carnavalesca.
ÜX CATAURO DE CUBAIÍISIÍOS 12o
Véase, sino, el artículo piñata, donde se refiere al "baile de
máscaras del primer domingo de cuaresma," el diccionario
académico.
Chiquichí. — Onomatopéyico vocablo, que significa el ruido del rallo
y del guayo al ser sonados como instrumentos musicales.
Dulcera. — Vasija donde se guarda o sirve el dulce, aunque no sea de
almíbar, según parece exigir el Diccionario de la Academia,
por ejemplo: el de pasta de guayaba, cusubé, cafiroleta, maja-
rete, etc.
Dulcero. — Hacedor o vendedor de dulces.
Em barro . — Embarrado .
Embarrado. — Suárez olvida este cubanismo, que trae Pichardo y es
muy usual en el campo. Modo de construcción rústica, formada
de un encujado o cañizo, cubierto con una masa de barro. Casa
de embarrado y guano.
Enfrentar. — Hacer frente.
Cañonazo. — Dice bien Suárez. El cañonazo, lo es por antonomasia el
que dispara una fortaleza de la Habana a las 9 de la noche,
por lo que el vocablo es un habanismo. En tiempos de la domi-
nación española se disparaba a las 8 p. m. Y tiempo atrás va-
riaba la hora según las estaciones. Dice Pichardo: "Dobladas".
"El toque de dobles de las campanas todas las noches, que
otros dicen ánimas. Ya dieron o tocaron las dobladas, como al
romper el alba: ya tocaron el Ave María. En la Habana tam-
bién se dice: el cañonazo, ya tiraron el cañonazo, aludiendo al
que tira la Capitana a esas horas. El Sr. Arboleya explica que
en el Obispado de la Habana se tocan las Animas a las 9 desde
el 2 de Abril al 13 de Septiembre, y en el resto del año a
las 8."
Cuando la Capitana dejó de ser nave fija en el apostadero, se
substituyó con el cañonazo disparado por la fortaleza de la Ca-
bana. Dicho sea de paso, el cañonazo debiera tirarse a las 12
meridiano, como se hace en algunas fortalezas de Italia. La lo-
cución cubana como cañonazo, expresa seguridad, seguro como
cañonazo, quiere decir; y no es un habanismo, pues se ha
extendido por la Isla.
Guachinango. — Según Armas y Coll y Tosté, es voz mejicana; pero
posiblemente tenga otro origen, aunque se use en Méjico para
designar un pez, y en Cuba y Venezuela para designar los me-
jicanos. Guachi en Colombia es hombre del pueblo. Quizá esta
voz, como guachinango, provengan de guanche. que se aplica aún
hoy bastante en Cuba a los nativos de islas Canarias (isleños
por antonomasia), y que según la Academia, "dícese del indi-
viduo de la raza que poblaba las islas Canarias al tiempo de
su conquista." A los indígenas mejicanos, burlescamente, como
dice Suárez, se les pudo, pues, aplicar por su parecido étnico
126 ÍEENAIÍDO OBTÍZ
con aquellos isleños aborígenes, la voz guanche, con la desi-
nencia despectiva añgo, tan usada en Cuba y toda América,
guanchenango.
Véase lo que dice Bachiller y Morales, en "Cuba Primitiva:"
"Guachinango. — Se llamaba así á los mexicanos en el Departa-
mento occidental: en el central parece que tuvo una significación
más bélica, pues se hablaba de haberse armado los vejeranos, gua-
chinangos y voluntarios en cierta ocasión en Villaclara. (Véa-
se la Historia de Villaclara por el Sr. González.) — En las frases
familiares significa apacible, zalamero: es muy guachinango.
Según Díaz del Castillo, es voz indígena en Cuba, que significa
extranjero." Seguimos opinando en el origen canario: guanche-
nango; nada sorprendente si se tienen en cuenta las íntimas, re-
laciones seculares entre los isleños canarios y los isleños cu-
banos .
Aflojada. — El conjunto de los añojos, en una hacienda de ganado.
Análogo a boyada, caballada, vacada, etc.
Boconear. — Echar bravatas el bocón.
Torete. — El toro de dos o tres años.
Bocadillo. — No se hace solamente con boniato, como dice Suárez; ni
de guayaba, como pretende el diccionario de la Academia. Es-
te libro, excediéndose acaso y llevado por un raro entusiasmo,
añade: "son muy celebrados los de Mérida de Venezuela y los
de Vélez de Nueva Granada." En Cuba y Centro América, sin
tantas celebraciones, los hacemos, también, de mamey, de co-
co, de mantequilla, etc. Y no creemos que sean menos sabrosos
que los continentales, dicho sen cen perdón de la Academia de
la Lengua, sólo de la lengua, que aun no ha llegado a ser,
como pudiera creerse, Academia del Paladar.
Mijito. — Cariñoso vulgarismo, por mi hijito.
Vieja. — Tiene las acepciones castellanas. Además, suele ser sinónimo
hipocorístico, como diría Cuervo, de madre. Por esto, habría
que repetir aquí lo que en la correspondiente papeleta hubimos
de decir, en colaboración con Monner Sans. Y mejor es no re--
petirlo.
Domingo de la Vieja. — Es en la Habana, el segundo domingo de cua-
resma, que se festeja como si de carnaval fuera, Véase piñata.
Punta. — Suárez explica la expresión punta de ganado. Creemos que
no difiere esencialmente de la registrada por el diccionario
académico, acepción 4a. También se aplica en Cuba a las cosas,
y se dice: una punta de boniato, de col, etc. Es ella extensión
de la 14a acepción de la Academia. La acepción tabaquera, que
da Suárez, está ya en el diccionario, como 15a acepción del
vocablo.
Puntería. — De puntería es expresión encomiástica, aplicada a perso-
tJN ÓATATTBO DE CUBANISMOS 127
ñas y cosas. Se dice: es un médico ó abogado de puntería, un
tabaco, un caballo o un mamey de puntería, etc. • •
Fuma. — Además de las acepciones que recoge Suárez, el tabaco rústi-
camente torcido por el guajiro cosechero para su propio con-
sumo. Suele decírsele a veces a tales tabacos vegueros, voca-
blo que insértase en el diccionario académico. Encendimos dos
fumas.
Taburete. — Para el diccionario castellano, los taburetes con respaldo
lo tienen muy estrecho. En Cuba, no; lo que nos lleva a opinar
que la estrechez del respaldo no debiera tomarse como carac-
terística propia para la definición del taburete. El taburete
cubano suele ser de majagua, cedro ó caoba y guarnecido de
vaqueta.
Bacheado. — Se dice del viento a ráfagas o aciclonado. No es de uso
muy frecuente, pero ya la hemos leído en los partes del Obser-
vatorio Nacional.
Salteado. — Traducción culinaria del vocablo francés sauté..
Saltear. — Traducción de sauter, palabra del lenguaje cocinero francés.
Cajeta. — Diminutivo anticuado de caja, hoy usado solamente en len-
guaje de repostería. Huevos en cajeta, cajeta de boniato, se dice
a ciertos dulces hechos en cajitas de papel blanco. En Centro-
américa es casi sinónimo de conserva de dulce.
Cajetilla. — Por antonomasia, la de los cigarrillos.
Cajetillera. — Operaría encargada de eneajetillar cigarrillos.
Encajetillar. — Envasar los cigarros en cajetillas.
Tiburón. — Es voz caribe, según el diccionario de la Academia, apo-
yándose, probablemente, en Fr. B. de las Casas, (Hist. Apologé-
tica de Indias, I., 27) el cual dice que se encuentran por estos
mares unos peces "de hechura de cazones o al menos todo el
cuerpo,... que los indios llamaron tiburones.'' Bachiller y Mo-
rales y Coll y Tosté parecen aceptar la insegura opinión de
que el vocablo quiere decir tí. tierra y burón, pez; mientras
García opina que el tiburón se decía también cajaya. Fernando
Colón no da al tiburón el carácter de indígena. Oviedo, en su
notable Historia Natural de estas Indias (I. pág. 429) dice sin
embargo, que "en los mares de la costa de España hay tiburones,
si bien, añade, son por acá más comunes e más particulamente
vistos é muertos a menudo..." Después de decir que se comen
con salsa de ajíes, afirma que "los pequeños, que llaman ba-
quetas, son mejores." De este párrafo del primer naturalista
que escribió sobre estos animales indianos, parece deducirse
que ambas cosas son españolas.
En Cuba llamamos cazón- el tiburón pequeño, cuando al decir
de la Academia parecen ser peces distintos; y el diminutivo
académico de tiburón es tiburoncillo.
Alegría. — Dulce. El Diccionario de la Academia dice: Ajonjolí. Nué-
Í28 ITEIt&AííbO OÉTÍ2
gado o alajú condimentado con ajonjolí. Lo característico es
allá el ajonjolí. No sucede así en Cuba, donde tenemos alegría
de coco, alegría de maní, amén de las otras alegrías, menos
usadas, de avellanas, almendras y ajonjolí, que fueron sin du-
da las originarias. Lo característico parece ser la almíbar, ó
melado, que se cuece basta que tome punto muy subido, a la
que se le echa la avellana, el ajonjolí, el maní ó trocitos de
coco, y una vez enfriada la masa se la corta en pedacitos y se
sirve sobre hojas de rnaiz seco recortadas, cajetas de papel, etc.
Mocho. — En Cuba es también sustantivo. Un mocho de tabaco es un
cabo, una colilla; como en italiano se dice mozzo. Suárez trae,
a su vez, el sustantivo mocha.
Camote. — Suárez trae la acepción cubana: burla consistente en no
pagar lo perdido en una apuesta. Camote es voz, no usada en
Cuba, que trae el diccionario de la Academia, significando 'ba-
tata, y como derivada del mejicano camotlí. basándose proba-
blemente en el antiguo "Vocabulario en lengua castellana y
mexicana" de A. de Molina (México, 1571), repetido por Aeos-
ta y Sahagún.
Leo Wiener sostiene que esa palabra se deriva de otra que
existía en Filipinas antes del descubrimiento de América, don-
de, se dice, se conoció el boniato ó camote, como puede verse
en la relación del viaje de Legazpi. Camote, dice Wiener,
es vocablo originario filipino, que significa "raíz." Wiener de-
sarrolla una interesante teoría etimológica analizando los fone-
mas que traducen boniato a través de los idiomas malayos, ja-
ponés, chino, Javanés, para deducir erróneamente, a mi humil-
de juicio, que el boniato ó camiote debió ir a Filipinas proce-
dente de África.
Volviendo al camote cubano, este vocablo debió formarse de
camelo, chasco, burla, que en forma aumentativa y peyorativa
debió dar camelote; pero como camelote tenía ya de antiguo
otra acepción muy diversa, que puede leerse en el Diccionario
de la Academia; y acá en Indias, en toda Tierra Firme, desde
México, a donde fué llevado el camote de Filipinas (pues sabi-
do es que desde Nueva España se colonizó aquel archipiélago
oceánico), hasta el Perú, se usaba corrientemente la voz camo-
te para un comestible de consumo diario, es de presumir que
por atracción ó contaminación fonética se vino a decir camote
por camelo o camelote.
Rebujío. — Tabaco rebujío ó rebujido, para escribirlo con una jamás
oída corrección prosódica, dicen los vegueros al tabaco que se da
muy raquítico.
Cubitero. — Natural de la sierra de Cubitos. Véase la novela román-
tica Sab de la Avellaneda. (Cap. IX.)
Semiamor. — Es palabra que escribió, porque sintió semiamores, so-
tJlt CATAÜEO DE CUÉAÑlsMOS Í29
sos por añadidura, Tula Avellaneda, la gran poetisa cubana,
según cuenta en su autobiografía. ¿Y no sería recomendable
aceptar este lindo vocablo, y su posible derivado, semiamorío?
Para significar la acción, el diccionario trae enamoricar
(prendarse levemente y sin grande empeño de una persona),
que en Cuba decimos enamoriscar. ¿Cómo diremos al sustanti-
vo? ¿Enamoriscamiento? Así lo hemos oído alguna vez. El vo-
cablo de la Avellaneda nos parece más correcto, aunque desu-
sado. ¿No habrá que buscar con qué traducir el flirt inglés?
Fajatina. — Como fajadura, fajada, fajazón y fajera, acción de fajar
o fajarse. Suárez expone bien esos vocablos. Y aprovechemos
la ocasión para defender el cubanismo por castizo, copiando a
nuestro compatriota Juan Ignacio de Armas. "Fajar, que en
Cuba se dice por reñir, pelear.
"El lusitano fuerte i esforzado,
Puesto que se sintió mui mal herido,
Nada de su vigor menoscabado,
Fajó con el gandul embravecido."
(Castellanos, Elejía 11, C. 3).
Jarana. — Broma. No hay que llegar en Cuba a la diversión bulliciosa
de que habla el Diccionario de la Academia. Se lo dijo de jarana.
Jaranear. — Bromear.
Piquetazo. Piquete. — Cuervo lo analiza etimológicamente, así: picota-
zo, piquete: piquetazo.
Abrirse. — Huir. No es necesario que se haga con disimulo, como dice
Suárez. Se usa en Méjico y Centroamérica, según Gagíni.
Chequeador. — El que chequea.
Ranfla moñuda. — Locución para significar en el juego, la jugada que
gana a todos, cobrando todas las apuestas que hay en la mesa.
Por extensión, hace ranfla moñuda el que gana todas las ven-
tajas de un negocio, todas las posiciones en discusión, todo el
dinero en caja, etc. La locución se nos resiste hasta ahora a
todo intento de análisis etimológico. Indudablemente es anti-
cuada y sobrevive por uno de tantos milagros de vitalidad idio-
mática. Parece que se deriva de manfla, concubina ó prostituta,
la cual puede, ciertamente, ser moñuda. Pero ¿por qué una ra-
mera con mucho moño, ha venido a parar en tan fortunada Ju-
gada? ¿Será arrambla (arrastrar con todo) y moñuda (de méri-
to, de copete) ? A menos que sea un eufemismo para eludir una
voz indecente de igual desinencia, como suele usarse moño,
algunas veces, por Blasco Ibáñez y otros nada ó menos literatos.
Pudiera ser, porque rambla en América, según Toro y Gisbert, se
ha trocado en ranfla. Y moñuda, ó sea que tiene moña ó moño,
puede querer decir soberbia, sobresaliente, ya que moña en
Colombia es orgullo, altivez; y mo/7o es penacho, moños, darse
130 ítebnaNdo mtiz
tono, etc. El parentesco hampón de ambas locuciones no sé
nos oculta; pero de ahí no pasamos.
Tembleque. — Trémulo.
Temblequeo. — Acción de temblequear.
Plantillero. — El que hace plantillas (7a acepción). El vanidoso, echa-
dor.
Comelún. — Por comilón.
Enamoriscar. — Por enamoricar. Es usual en Canarias.
Escacharrar. — Escachar.
Saltoatrás. — Por saltatrás, tornatrás.
Enfrentar. — Hacer frente. También se usa como reflexivo. Hay que
enfrentarse con el problema.
Zafar. — Desatar. Recuérdese que es voz marinesca, y que, por tanto,
para zafar una nave hay que desatar unos amarres, ó como
aquí decimos, zafar los nudos. Hoy en Cuba nos zafamos hasta
los zapatos y se nos zafan los botones. También significa evi-
tar un golpe o una obligación; y así decimos que fulano zafó
el cuerpo al yayazo. que zutano zafa el lomo al trabado, etc.
Tejérselas. — Huir a todo correr. La expresión se la tejió, ó tejérselas.
se refiere a las piernas, que movidas con mucha rapidez, lle-
gan a entretejerse ; y perdónese a nuestro pueblo la hipérbole
que parece andaluza, si no lo es, que bien pudiera serlo, de
muy legítimo nacimiento.
Salación. — Dice Gagíni en su Diccionario de Costarriqueñismos, que
"En la Edad Media ora costumbre sembrar de sal los terrenos
pertenecientes a los excomulgados y grandes criminales: de
ahí que se dé a salarse la acepción de "hacerse desgraciado pa-
ra toda la vida," y así el vulgo cree que el que le pega a un sa-
cerdote o a sus padres se sala:' Este párrafo explica, perfecta-
mente el origen histórico de los vocablos cubanismos salación,
salado, salir y saleta. Para más explicaciones léase nuestro libro
"Los Negros Brujos."
Cocuyera. — La acepción primitiva la trae Suárez. La derivada es:
lámpara pequeña colgante, generalmente compuesta de un fa-
nal con canelones.
Alfajor. — El alfajor no es siempre como define el Diccionario de la
Academia: pasta de harina de yuca, papelón, pina y jengibre,
que se hace en América; pues aquí — véase el Manual del Coci-
nero Criollo, de José E. Triay — se hace con miel, almendras,
huevos, canela, anís, pimienta, ajonjolí, malanga, aceite y otros
varios ingredientes, según se trate de alfajor criollo, roscas de
alfajor, etc.
Chilindrón. — La Real Academia da a este vocablo una acepción úni-
ca, minuciosamente explicada, que se desconoce en Cuba. Es
la unión de la sota, caballo y rey, en una mano, como azar de
un juego de naipes llamado así.
tTN CATAURO DE CUBANISMOS ]'¿\
En Cuba, nos dicen unos, que, significa las visceras comibles
del chivo; y otros que el conjunto del chivo, y otros, en fin,
que el cordero, no el chivo. De ahí que se use el vocablo como
sinónimo de chivo, cuando este significa chanchullo ó negocio
poco limpio. Al alcalde le gustaba el chüindrón. Por cierto,
véase la curiosa coincidencia psicológica a través de los ma-
res, que análogamente chanchullo se deriva del suramericanismo
chancho, cochino, y significa a la vez el ilícito negocio a que
alude la Academia, y las tripas del cerdo; por donde chüindrón
es a chivo, como chanchullo a chancho. Allá a los que andan
en malos y puercos manejos con los fondos públicos, y aún
con los privados, los llaman chanchulleros, comparando su
conducta a la de los cochinos; aquí les decimos, también, chi-
veros, refiriéndolos a la del macho cabrío. Dada la metafórica
e infamante acepción del nombre de éste, dudamos cual vocablo
de ambos resulte más ofensivo. Nos dicen que chüindrón es
voz vizcaína.
Bizcorneado. — Tuerto. Cuervo, que en Bogotá hallaba el vocablo biz-
corneta, suponía que era procedente de Aragón, donde se dice
bizcuemo por bisojo.
Tipa. — Mujerzuela despreciable. Del masculino Upo, en una acepción
despectiva, hemos sacado el femenino tipa, vulgarismo de uso
favorecido por la frecuencia con que hemos de acudir a los
eufemismos para calificar a ciertas mujeres. Esa es una tipa.
Locería. — Lugar donde se vende loza, y conjunto de la loza del ajuar
casero. No es inútil, como dice Silva, para nombrar el conjun-
to de objetos de loza destinados al ajuar doméstico. Acaso,
• decimos, porque si es verdad que según el Diccionario de la
Academia, a ese conjunto se le llama también loza, el voca-
blo locería es más propio, nacido de buena ley, como gritería,
chillería, hembrería, correría y tantos otros de igual desinen-
cia acumulativa.
Atropellado. — Dulce de guayaba que se hace echando cascos de esa
fruta en la masa o pasta dulce de la misma, y agregándole un
poco de pimienta molida, como se hace en Camagüey. Tene-
mos atropellado de guayaba, de guanábana, etc. Se caracteriza
por los cascos de fruta entre la masa. Creemos que el vocablo
sea andalucismo. Nos recuerda el zámpalo presto, de Andalu-
cía, por su humorismo.
Embozado. — Plato dulce que se hace friendo ruedas de plátano, canis-
tel, pomarosa, mamey, manzana, etc., después de cierta prepa-
rado n en aguardiente, envolviéndoles en una pasta de harina
y huevo. Este es el embozado de frutas. Lo hay de crenia.
Terijicolorao. — Aparte la defectuosa prosodia en la desinencia, la pa-
labra es correcta, derivada de verija y colorado. Se suele apo-
dar así, entre la muchachería provinciana, a los nativos de San
132 FEÉNANDO ÓÉTlt
Juan de los Remedios, aludiendo a la tierra colorada en Que
ésta villa está ubicada.
Cañambrule. — Aguardiente de caña. Vulgarismo, de caña y orule,
oruler, en francés: arder.
Transar. — Por transigir. Influjo fonético e inculto de transigir y del
vocablo trance, en su acepción forense.
Canoa. — Por voz caribe la tiene el Diccionario Académico, y, general-
mente, se opina que fué la primera voz india que se popularizó
en todo el viejo mundo hasta hacerse de uso universal. "Wie-
ner, aguafiestas, cree diversamente, y la da por palabra-fantas-
ma. El 13 de Octubre de 1492, dice, cuando la tierra americana
fué vista por primera vez, el diario colombino reza: "Ellos vi-
nieron a la nao con almadías, que son hechas del pié de un ár-
bol como un barco luengo, y todo de un pedazo, etc." En esta
relación no suena la palabra canoa.
Ese vocablo, almadía, del árabe alma diyalo, es el usual para
expresar las canoas negras, y Colón, que estuvo en Guinea, na-
turalmente lo aplicó a los esquifes de los indios. En ningún
lugar usó Colón el vocablo canoa en vez de almadía, salvo una
excepción, a primera vista, en una relación del día 17 de Di-
ciembre, donde varias veces se usa la voz canoa.
En la primera carta, en latín, sigue diciendo Wiener, se usa
la voz scaphas donde en castellano dice canoa; y dice Wiener
que si el original hubiese dicho canoa así lo habría dejado el
traductor latino. Tampoco apareciera tal vocablo en el texto
catalán, ni en el alemán. Por todo lo cual opina Wiener, apo-
yado en antecedentes de graves incorrecciones lexicográficas lle-
vadas a las versiones de la primera carta de Colón, que estan-
do el vocablo scaphas en el manuscrito, caligráficamente gótico,
parecía deber leerse como canoas, y de ahí se produjo este
ghQstword, que hoy se cree que es históricamente la primera pa-
labra india que se difundió por Europa. Colón pudo usarla en
su segundo viaje, por más que tengamos de él "ipsissima ver-
bar El vocablo s,e encuentra en varios lenguajes caribes, reco-
noce Wiener; pero no en el puro bakairi, donde estaría si fue-
se realmente caribe. Sólo la encontramos en la carta, dice Wie
ner, difundida por los españoles. Y al lector exigente, que acu
da al texto interesantísimo del catedrático de Harvard.
Encebollado. — Esta voz es sustantivo, según el Diccionario de la Acá
demia, indicando cierto guiso. Aquí la usamos como adjetivo
Salsa encebollada, de cebollas.
Mollete. — Derivado de la acepción castellana, tiene otra este vocablo,
Plato que se hace rellenando pan redondo ó de telera, mollete,
con cierto picadillo. También tenemos un dulce llamado mollete
ó moyete de mamey colorado.
Guajiro. — El Diccionario de la Academia dice que es el campesino
UN CATAUBO DE CUBANISMOS 133
blanco de la isla de Cuba. En Cuba tenemos guajiros negros; y
también en isla de Pinos, digamos de paso, ya que el Dicciona-
rio Académico persiste, como los rancios colonialistas, en an-
teponer siempre al nombre de nuestra patria el de isla, prefirien-
do así su carácter geográfico al político. Sin duda el D. de la A.
ha sido sugestionado por la etimología yucateca de la palabre-
ja. Antaño sí, el guajiro era el blanco, porque el negro era
esclavo; pero a medida que el negro se ha emancipado, tam-
bién la gente de color se ha hecho guajira. Se impone, pues la
corrección de la papeleta. El Diccionario de la Academia sos-
tiene la etimología yucateca del vocablo. Léase lo que dijo Ba-
chiller Morales acerca de este asunto:
"Supone el Sr. Noda que era el significado de la palabra el
de un rango social inferior al del casique, y lo aplica á los na-
turales de Vuelta de Abajo. Oviedo, dice, que es sinónimo de
casique en Tierra Firme {Sumario, cap. x.) Guajiros se llaman
en Cuba los habitantes del campo y no les gusta el apodo, aca-
so porque lo atribuyan á una acusación de rusticidad. Si gua
es un artículo, tal vez parezca compuesta la palabra de gua y
gíbaro: perros gibaros, cochinos gibaros, se llaman en Cuba los
silvestres; y gíbaro en Puerto Rico al hombre campesino. Hay
una nación de goajiros: La Guajira. Si se cree al padre Simón,
eran: "gente desnuda de todo, hasta las partes de la honestidad
que también traían descubiertas hombres y mujeres, salteado-
res y vagamundos, sin poblaciones ni hogares conocidos, pues
andan, como dicen, á noche y mesón," viven bajo los árboles y
no cultivan las tierras, "holgazanes por bastarle para su sus-
tento las frutas de los árboles que son muchas." El Padre Si-
món reconoce su valor que costó caro: "y no ha habido quien
les haya puesto coyundas de sumisión." (Not. Historiales.)
D. Antonio Julián forma de esa nación mejor concepto: la
califica de valiente como su antecesor, pero de muy civil con
los extranjeros con quienes comercia; que han adoptado el ser-
vicio de los caballos de que tienen velocísimos, llamados agui-
lillas; no fueron conquistados y aunque cree que los no reduci-
dos andan como nuestro padre en el Paraíso, se visten cuando
bajan á sus tratos y describe el traje. Le parecia su lengua so-
nora y una de las mejores de América. Desgraciadamente no
presenta más muestra de ello que la palabra nape con que lla-
maban al padre. {Historia de la Provincia de Santa Marta.
Disc, III y siguientes.) Consérvase esa nación en nuestros dias
y se le suponen 18,000 almas entre Venezuela y Colombia: son
laboriosos ganaderos, según Codazzi. (Resumen de la Geog. de
Ven... pág. 256.)"
"Al publicar Ternaux Compans el manuscrito del sumario de
Oviedo, que antes he citado, y perteneció á Muñoz, t™ 'os Non-
134 I^BNANDO OETIZ
venes Anuales des Yoyages se anota ia pa/mura guagiro, "así:
pero esta palabra la han d,aoptado de los caribes." Los amagas,
arrouges ó arrouakasis (formas diversas de una palabra como
lo advertimos en otro artículo;) los galibís ó galibitos; los gua-
hiros ó goagiros me parecen tribus de la bela nación caraibe."
Esas son palabras, con excepción de lo que agrego entre parén-
tesis de Daonxion Lavayse, Voyage aux iles L. t. 1», página 287."
Guagirería. — Conducta inculta, apocada, propia de los guajiros.
Pataletear. — Tener pataletas.
Acordonar. — Aquí lo suelen decir los guajiros cuando preparan un
terreno para siembra de hortaliza. Estoy acordonando para
malanga.
Peludo. — Suele aplicarse a los guajiros montunos, en algunos pue-
blos del interior, desde tiempo anterior al heroico de los
poilus.
Borra. — Por antonomasia, los residuos del café después de colado. La
borra es buena para los pobres.
Traspatio. — Las casas de Cuba, y del resto de las viejas ciudades con-
tinentales, tienen patio y traspatio, ó patio de atrás, el último
patio de los dos con que cuentan. Entre el patio, que es el prin
cipal, recuerdo del andaluz, y el traspatio, suele estar el come-
dor.
Poca. — Traducción de la voz inglesa pocTcer. El juego de la poca. El
género no lo tenemos aún bien determinado y solemos decir
un poca o una poca, indistintamente.
Guacarnaco. — Tonto, imbécil. Guacaraca es voz indoJantillana, que
según Pedro Mártir de Anglería, era una especie de raíz ali-
menticia que comían los indios". Siendo así, decirle a uno gua-
carnaco será como decirle ñame, ó cosa de poco más ó menos.
Guafe. — Pequeño muelle ó tablado sobre el mar. Añade Zayas, dán-
dola como indiana: "probablemente la letra F, se ha introdu-
cido en este vocablo sustituyendo erróneamente a otra." Nada
de eso. Cuervo, varios lustros antes de escribir Zayas, ya había
dicho que procede del inglés ivharf, y... pax Christi. No fueron
siboneyes, tainos ni caribes los que nos la legaron, sino piratas
ó filibusteros de muy distinto linaje.
Mamey. — Voz india, dice el Diccionario de la Academia. Debió decir
indoantillana, ó, por seguir la momenclatura que le es habi-
tual, caribe ó haitiana, porque el vocablo es de Sto. Domingo,
de la antigua Española. Bien claramente dijo Oviedo: "uno de
los más hermosos árboles que puede haber en el mundo....
esta fruta es la mejor que hay en esta Isla Española" (I. pág.
305): y Las Casas añadió: "...fruta que los indios llamaban ma-
meyes; es en olor y sabor fruta de reyes" (Apologética, pág. 13.)
Caimito. — Bien expuesto por Suárez. Traemos esta voz al mamotre
to para reclamar su inmediata inclusión en el Diccionario de la
UN CATAURO DE CUBANISMOS 135
Academia. Hace cuatro siglos que el vocablo corre por esos
mundos. Véase en la Apologética del P. Las Casas, (cap. XIII)
quien la da como india; y de él la copiaría el P. Cobo en su
Historia del 'Nuevo Mundo. Y antes la escribió Oviedo, dedican-
do un capítulo (Cap. III Lib. VII) a ese fruto. En Cuba le te-
nemos todavía, repetidas veces, en la toponimia geográfica, y
su uso, como especie botánica y fruta apetitosa, es constante.
Cocuyo. — La Academia no reconoce el origen indiano que muchos le
atribuyen. Quizá tenga razón. Armas hace tiempo creía que
tal palabra provenía de cucullus, latín. Es posible. Cucullus,
fué la parte del vestido que se ponía sobre la cabeza, y al cu-
clillo, por tener un copete en la cabeza, se le llamó cuculus.
Acaso algún frailuco al ver la misteriosa fosforescencia sobre
la cabeza del cocuyo ó cucuyo, como también se dice, así lo lla-
mó. Quizás una originaria voz indígena, cucu. u otra análoga, se
transformó por atracción fonética del latín.
Recogedor. — Véase manga. Mejor debiera haberse dicho: recogedero.
Cogedor. — Hoy vocablo que se dice a mala parte, antaño era el que
ogaño llamaríamos recaudador de impuestos. Así. en unos do-
cumentos de 1493, recopilados por el famoso cervantófilo Dr.
Thebussem, (Segunda Relación de Artículos) se dice de un tal
Diego Rois, que era "fiel é cogedor" en Medina Sidonia de la
renta del almojarifazgo. ¡Fiel y cogedor!, no podría decirse
hoy día en esta Antilla ni jugando del vocablo.
Bracear. — Nadar sacando los brazos del agua. Por extensión, abrirse
paso con los brazos, entre la multitud.
Ferryboat. — Diremos como el acucioso Selva, en su Guía del buen
decir, copiándolo: "Hemos inaugurado el primer ferryboat :
pero se pronuncia de manera tal esta voz, que ni resulta inglesa,
ni de lengua alguna; ¿por qué no escribir y leer derechamente
ferrobote, como corresponde en buen castellano?" Realmente,
si ya tenemos el vocablo ferrocarril ¿por qué reparar en el fe-
rrobote, máxime, cuando, al fin y al cabo, no parece sino una feliz
combinación de ferrocarril y de bote? Si a analizar fuéramos,
habiéndose olvidado su probable origen, del apellido inglés Ferry.
la voz no sería del todo apropiada, porque ferrobote. querría
decir bote de hierro, y así lo son muchos vapores, casi todos;
y el ferryboat es la embarcación construida exprofeso para
transportar carros cargados, vehículos y hasta vagones ó coches
de ferrocarril, llevándose sobre unas vías ó ferrocarriles tendidos
en su interior. Lo característico no sería, pues, el ferro, sino el
carril. Ello, y la circunstancia de que bote es en castellano un pe-
queño esquife, nos llevarán a pensar con rigor en un posible carri-
nave. ó, cuando más, en un carribote, pero no los creemos verosí-
miles, por más que el carrinave nos parezca acuñado de buena ley.
Ei ferrobote es de más fácil circulación y aceptable por todos
1 36 FERNANDO OETIZ
prontamente, por fuerza de la presión fonética del anglicismo.
En Cuba, como en la Argentina, parece muy admisible. El ca-
rrinave sería un cultismo, y el ferrobote, un barbarismo acaso,
pero, y precisamente por ello, el uso de éste cundiría mucho más.
Asiento. — Los asientos de esclavos eran los contratos de derecho pú-
blico, que celebraban los reyes de España para conceder el pri-
vilegio temporal de la trata negrera, a ciertos mercaderes, por
lo común flamencos y genoveses.
Guásima. — Gaazuma escribieron Oviedo y Las Casas, atribuyéndole la
voz a los indios; pero, como dice Suárez, ahora nadie pronun-
cia así. Esta voz debiera, también, constar en el Diccionario de
la Academia, con tanto ó más derecho que otras.
Hamaca. — El Diccionario de la Academia dice que esta voz proviene
del holandés hangmat, cama suspendida. Oviedo dice terminan-
temente que los indios de la Española llamaban hamaca a sus
camas, y las describe de esta manera:
"Una manta texida en partes y en partes abierta, á escaques
cruzados hecha red, porque sea mas fresca, y es de algodón hi-
lado (de mano de las indias), la qual tiene de.. luengo diez ó
doce palmos y mas ó menos y del ancho que quieren que tenga.
De los extremos desta manta están asidos, é penden muchos hi-
los de cabuya ó de henequén (de los quales hilos se dirá ade»-
lante en el capítulo X del libro VII). Aquestos hilos ó cuerdas
son postizos é luengos, é vánse á concluir cada uno por sí en
el extremo ó cabos de la hamaca, desde un trancahilo (de donde
parten), que está fecho como una empulguera de una cuerda
de ballesta, é assi la guarnescen, asidos al ancho de cornijal á
cornijal, en el extremo de la hamaca. A los quales trancahilos
ponen sendas sogas de algodón ó de cabuya bien fechas ó del
gordcr que quieren: á las quales ?ogas llaman hicos. porque Meo
quiere degir lo mismo que soga, ó cuerda; y el un hico atan á
un árbol ó poste y el otro al otro, y queda en el ayre la hamaca,
tan alta del suelo como la quieren poner. E son buenas camas
é limpias, é como la tierra es templada no hay nesgessidad de
ropa alguna engima, salvo si no están á par de algunas monta-
ñas de sierras altas, donde haga frió: é como son anchas é las
cuelgan floxas, porque sean mas blandas, siempre sobra ropa
de la misma hamaca, si la quieren tener engima de algunos do-
bleges della. Pero si en casa duermen, sirven ios po^te ó estan-
tes del buhio, en lugar de árboles, para colgar esta" ha oía cas ó
camas: é si hage frió se ponen algunas brasas sin llama debaxo
la hamaca, en tierra ó por allí gerca, para se calentar. Pero en
la verdad al que no es acostumbrado de tales camas, no son
apagibles, si no son muy anchas; porque están la cabeza é los
pies del que duerme en ellas, altos y los lomos baxos y el hom-
bre enarcado, y es quebrantado dormitorio; pero guando tienen
UN CATAURO DE CUBANISMOS 13?
buena anchura, échanse en la mitad dellas de través, y assi es-
tá igual toda la persona."
"Para en el campo, y en especial donde oviere arboledas para
las colgar, me paresge que es la mejor manera de camas que
puede ser entre gente de guerra; porque es portátil, é~ un mu-
chacho se la lleva só el brazo, y el de caballo por caparazón ó
coxin de silla. Y en los exérgitos no serian poco provechosas en
España é Italia é otras partes, porque no adolesgerian ni mo-
rirían tantos, por dormir en tierra en los inviernos é tiempos
tempestuosos. Y llévanlas en estas partes é Indias los hombres
de guerra dentro de unas gestas con sus tapadores ligeros, que
acá se llaman havas, y en otras partes destas Indias se digen
patacas, segund se dirá adelante, las quales hagen de los oihaos.
é assi van guardadas é limpias; é no duerme la gente en tierra
tendidos, como en los reales de los chripstianos se hage en Eu-
ropa é África é otras partes. Y si acá esto no sel higiesse, pOr
ser la tierra tan húmeda, seria mayor peligro este que la mis-
ma guerra; é si la he sabido dar á entender, esta cama es desta
manera que aqui está pintada."
Opinamos que la etimología holandesa es aventurada. No
creemos que en los tiempos de Oviedo, pudiera éste conocer las
voces holandesas, si es que entonces ya tenían tal aplicación
y se conocía el objeto; lo cual no parece deducirse de la satis-
facción con que Oviedo describe las hamacas y las recomienda
a los ejércitos europeos. Los demás historiadores de Indias si-
guen, a Oviedo.
Macana. — Voz mejicana, dice el Diccionario de la Academia. Fernan-
do de Colón y B. de las Casas opinaron hace siglos que era voz
de la Isla Española. (Apologética, pág. 38). Oviedo (1. pág. 334)
usa el vocablo, pero no lo atribuye a los indios. Gomara sigue
a Las Casas; (pág. 173) "que llaman macanas." dice. No falta
quien crea que es voz castellana. Esta opinión acaba de ser
apoyada por Leo Wiener, con los siguientes argumentos. Es voz
que se difundió por toda América y viene atribuida como india
y propia del lenguaje de diferentes pueblos indígenas de Améri-
ca. Pedro Martyr la atribuye a los del Darién. Garcilazo de la
Vega la supone peruana, de los inca13. Pedro Cieza de León dice
que es propia de los indios del Cauca. Cabeza de Vaca la con-
cede a los guaraníes del Plata. Un vocabulario chileno, de 1642.
trae la palabreja. Añade Wiener nue fué palabra española y
portuguesa, maca, macan, maza, cachiporra, clave; y que se
encuentra en el viejo español como magaña, mazana, porra.
prominencia, bulto "knoo", ya en el siglo XII. Cita al efecto, un
texto de "Fuentes para la Historia de Castilla por los P. P. Be-
nedictinos de Silos — (Madrid. 1907 — Vol. II. p. 52) . Cree que se
deriva a su vez de manzana. 6 sea del latín matiana. La pala-
138 FERNANDO OBTIZ
bra fué tomada, dice Wiener, por Colón de la traducción espa-
ñola ó portuguesa de Mareo Polo, donde éste dice que los japo-
neses no podían ser muertos con espada, por mor de un hechi-
zo, sino con clavas de madera. La traducción francesa dijo:
il les font amazer con maque. "Con mazze" dice el texto italiano.
May orear. —Función del mayor o mayoral. Se aplica en el campo a
cualquier jefe, como capataz de cuadrilla de peones, jefe de una
familia etc. Adviértese que ya la voz mayor no se usa sino ra-
ramente, como antaño, en el sentido de jefe de alguna agrupa-
ción o cuerpo.
Morrocoyo. — Bien definida por el Diccionario de la Academia, y por
Suárez. Etimología castellana, no caribe. De morro.
Enaguas.— ~No entremos en definiciones, pero por amor de Dios que
sea, señores académicos, no digáis que este vocablo procede
del mejicano. No. Si es voz cubana y tan cubana, que fué uno
de los más sonados cuoanismos coloniales, que dejó de serlo, no
por haberse descubierto una ascendencia mejicana, (¿azteca,
náhuatl, ó de que otra parte de Méjico?, porque el lenguaje me-
jicano no existe como unidad filológica), sino porque pasaron
las naguas a ser vestidas allende el mar, y su uso, como su vo-
cablo, se extendió por todas las Españas. Zayas que ahora, en
esta papeleta de su Lexicografía Antillana, tiene razón de so-
bra, escribe lo siguiente, que dado lo patriótico de la reivindica-
ción de las naguas, nos permitimos reproducir: "Naguas. — En
este vocablo se halla el origen de la palabra enaguas, tan usa-
da en España y países hispanoamericanos para designar la saya
interior, o que debajo del vestido llevan las mujeres,"
"Todos los autores han escrito esta voz, terminándola en
una S, y todos los que describen las Naguas, convienen en que
eran faldas de algodón, atadas a la cintura, y que llegaban has-
ta las rodillas, y muchos aseveran que no era prenda propia
de doncellas."
"Dice Encizo: "Usan las mujeres unas que llaman naguas, fe-
chas de manera que las toman del cinto a la rodilla, y las vír-
genes andan como nacen."
"Casas se expresa así: "Medias faldillas de algodón blancas,
y muy labradas, en la tejedura dellas, que llamaban naguas, que
les cubrían desde la cintura hasta media pierna." Antes había
manifestado que "las mujeres doncellas tampoco traían ni cu-
brían cosa, solo las corruptas o dueñas se cubrían las vergüen-
zas, o con ciertas faldetas bien hechas y labradas de tela de
algodón, que les tomaban desde el ombligo hasta medio mus-
lo...".
"Bernal Díaz del Castillo, refiriéndose a los indios de Cuba,
dice que las mujeres llevaban "unas ropas de algodón que llar
maban naguas".
UN CATAURO DE CUBANISMOS ]39
"Los españoles consideraron cosa de valor las naguas, y así
vemos que entre los tributos que en Nueva España se pagaban
a Cortés, figuran: "Veinte naguas e veinte camisas ricas". En
la "Relación de oro y joyas que el Señor Almirante ha recibido
después que el Receptor Sebastian de Ocaña partió para Casti-
lla, desde 10 de Marzo de 1495", se incluyen hasta 58 naguas.
"En el testamento del Conquistador de Cuba Diego Velázquez,
otorgado en Santiago en 1524, se encuentra por primera vez
empleada la palabra enaguas. En cuanto a la postrera vez que
se ha usado la voz naguas, en el concepto original, ha sido en
el poema "Espejo de paciencia", escrito por Silvestre de Balboa,
vecino de Puerto Príncipe (Camagüey) en 1608. El tema del
poeta fué el secuestro del Obispo Fray Juan de las Cabezas Al-
tamirano, en Yara, por el pirata Gilberto Girón, y para recibir
al pastor rescatado, las Amadriades
"Bajaron de los árboles en naguas."
Rajarse. — Desdecirse de un compromiso, huir de un aprieto.
Acriollarse. — Como aplatanarse, adaptarse al ambiente y costumbres
criollas.
Caieaje.— Conjunto de caicos. Zayas, que sin duda sabe lo que signi-
fica Caicaje, dice así:
"Finca rústica próxima a Placetas, provincia de Santa Clara,
Cuba."
"Esta palabra es derivada de caico, que significa arrecife a
flor de agua, siendo de advertir que dicha finca está muy sem-
brada de rocas, de las llamadas "diente de perro".
Cambute.— Zayac recuerda este vocablo de la toponimia de la provin-
cia de la Habana, y lo supone antillano, pero la palabra está
en el Diccionario de la Academia, con significado botánico ex-
tendido en toda la América tropical, (probable derivación de
cambur, otra planta). Suárez cita como cubanismo cambutera.
Gagini, que presenta el vocablo como costarriqueñismo, lo supo-
ne portugués, pero no analiza esa etimología, ni la demuestra.
Trenista. — Dueño de un tren, en la acepción cubana. Fulano era tre-
nista de coches. Los trenistas de lavado suben el precio.
Papa. — Según el P. B. Cobo en su Historia del Nuevo Mundo (Libro
IV — Cap. XIII) así llamaban los indios quichuas a las batatas
de la Isla Española, hoy patatas. No sería, pues, exacta, la eti-
mología latina que trae el Diccionario de la Academia.
Patata. — Voz americana, dice el Diccionario de la Academia. En cam-
bio, aquí en América, la tenemos por hispanismo. Véase la voz
batata, en este mamotreto. En América decimos papa.
Arepa. — Zayas la propone como antillana; la Academia de la Lengua,
como traída del cumanagoto erepa, maíz.
Baquiano. — Suárez hace bien en no darla como voz cubana, aunque
140 FERNANDO ORTI2
Zayas la incluye en su lexicografía. El Diccionario de la aca-
demia la trae, derivada del latín, sin duda. La usaron, sin sub-
rayar, todos los cronistas del Nuevo Mundo.
Cabuya. — El Diccionario de la Academia se corrije, dando en su fé
de erratas cabuya (voz caribe) por cabulla (de cabo). Hace
años dijo Armas que cabulla era voz marinera, significando el
enredo y confusión de cabos, en la cubierta de la nave, en vir-
tud de la desinencia ulla, que expresa desorden, como en pa-
trulla y garulla. Según los cronistas de Indias, aquí se usó des-
de los primeros tiempos.
Caney. — Dice el Diccionario de la Academia que es voz taina. Esto
es demasiada especificación. Mejor sería decir indoantillana.
La segunda acepción es errónea. Bien harán los académicos
en leer a Oviedo, en su Historia General y Natural de Indias,
(Libro VI. Cap. I), quien les dirá lo que era un caney. A los
montículos con yacimientos de indios, se les dice aún hoy día,
caneyes de muertos.
Comején. — Bien podría decir el Diccionario de la Academia que es
voz indoantillana. Véase a Oviedo. I. pág. 452.
Farola. — Por faro. La farola del Morro. Jamás decimos los cubanos:
El faro del Morro.
Puerta de golpe. — Cancilla. Se llamó así porque se cierra de golpe,
del que da al cerrarse, sin más trabajo ni artificio. En Cuba
hemos elevado la dicción a la toponimia geográfica. Puerta de
golpe es población cubana.
Conuco. — No creemos que sea voz indoantillana aunque digan que lo
dijo Oviedo, y lo dijera realmente Fray Bartolomé de las Ca-
sas. Otros, como Pichardo, están inclinados a tenerla por afri-
cana; y Wiener lo asegura. Y otros, en fin, con Armas, cree-
mos que es voz castiza (de cono con-uco) con desinencia di-
minutiva, como de cayo, cayuco, de jara, jaruco, etc De todo
ello se tratará ampliamente en otra ocasión, en nuestro voca-
bulario de africanismos, porque no falta quien asegure que es
negroafricana la tan llevada y traída palabreja. (1)
Macuto. — Saco largo y estrecho y, por extensión, envoltorio de la ha-
maca y ropa que lleva al hombro el jornalero. Pero esta pala-
bra tiene otra acepción análoga, anterior, de la cual proviene
la expuesta. Esciibió Pichardo: "Especie de saco largo y an-
gosto, tejido de guano." Dice Zayas en su Lexicografía Anti-
llana: "Una jaba, o cesto, formado do hojas de palmera entreteji-
(1) Véase en "Cuba Contemporánea" nuestro articulo: KI vocablo "co-
nuco", que se reproducirá en nuestro próximo libro Los africanismos de nues-
tro lenguaje, t
ttií Catauro de cubanismos 141
das. El macuto es largo y estrecho, cerrado uno de sus extre-
mos y con tapa por el otro, o cuerdas que, al apretarse, unen
sus bordes". La Academia lo da como voz caribe, aplicada sola-
mente a cosa análoga que se usa en Venezuela. ¿Será voz ca-
ribe, como quieren la Academia y otros? Permítasenos la duda.
Más bien parece una simple variante de macona, ó sea de la voz
castiza, que significa en castellano, precisamente, canasta gran-
de. Por otra parte, la idea del macuto está unida a la de per-
sonajes y cosas del hampa colonial. Así vemos, macuto, en Ve
nezuela, cesto de pordioseros; macutero, en Méjico, ladrón, ra-
tero, (¿porque llevaba macuto?) ; macuco, en Chile, taimado, pi-
caro; macuito, en Perú, negro; macuquero, minero clandesti-
no; macuquino, peso ó moneda recortado, esquinado, deficien-
te; los cuales vocablos no están reñidos con la idea de maco-
na, ó banasta grande, antes, al contrario, ya se sabe que una
banasta así, o macuto, la usaban los pordioseros de Venezuela;
y probablemente los macuteros ó rateros de Méjico. Y de ma-
cuto á macuito. macuco, macuquero y macuquino, la trans-
formación es ya psicológicamente fácil. Si leemos la defini-
ción del macuto, que dá Zayas, la que da la Academia, y la que
de la banasta da ésta, observaremos como en las tres se da como
característica que sea un cesto tejido, de cañas de mimbres ó
listas de madera, ó de hojas de palmera, cosas similares y sus-
titutivas unas de otras, según los países. Y de macona, banas-
ta grande, se hizo por los pobladores, al encontrar cierta ba-
nasta pequeña en estas Indias, tejida por los aborígenes: ma-
cuto; cambiando la desinencia aumentativa ona. por la diminu-
tiva y despectiva uto, la misma que de caño deriva cañuto, de
corno, cornuto, de largo, langaruto, etc.; no siendo más abun-
dantemente prolífica porque esa t intervocal ha sido suavizada
por el pueblo castellano trocándola siempre en d, (vida por
vita,, ruda por ruta, etc.) ; explicándose, no obstante, esas de-
sinencias en uto del castellano del siglo XVI por la influencia
del italiano, principalmente, o por supervivencia arcaica. Y
ya en andanzas etimológicas, ascendamos hasta el latín, y ha-
llaremos la raiz de mac-ona y mac-uto, en macula, malla, red,
urdimbre, como las de las banastas, sean grandes ó maconas,
sean chicas o macutos.
Jaruco. — Merengue hecho con clara de huevo, azúcar y miel de abeja,
con mucho punto. Acaso proceda de Jaruco, antigua población
y puerto de Cuba, ya citado en 1517 por el historiador Bernal
Díaz del Castillo. A su vez, Jaruco procede de jara, árbol
muy abundante en Cuba, especialmente en la región central.
Jaruco sería un dimniutivo y despectivo de jara, como de ca-
yo, cayuco; de jaba, jabuco, etc. Pero, sépase que la voz jara
no es caribe, sino bien castiza, anterior al descubrimiento de
\i'l FERNANDO ORTÍZ
las Indias Occidentales. "En un baile fondo, escuro, apartado,— -
espeso de xaras, sonné que andava", se lee en la Reuelación de
vn hermitanno, que, con otros escritos sueltos anteriores al si-
glo XV, trae Alemany en su Estudio elemental de Gramática
histórica de la lengua castellana.
Cairo. — Define bien Suárez, tomándolo de Zayas. Pero no nos conven-
ce el indigenismo de la palabreja. Parécenos pariente cercano
de cairel, por su significación y fonetismo.
Seboruco. — Buena, 1h explicación de Suáre?. Además: bruto, ignoran-
te. Zayas da el vocablo como antillano, porque lo trae Bernal
Díaz del Castillo; pero el propio lexicógrafo reconoce que la raíz
indígena es ciba, piedra. Veo es, repetimos una vez más, sufijo
despectivo. Zayas se' empeña en creer que neo es desinencia in-
dígena que acaso indique aumento. (¡) No. Es castellanísima, ó
es disminutiva (como en cayuco) ó es despectiva, en cuyo caso
puede compaginarse con un aumentativo (como en jabuco.) De
ciba deben de provenir cibú. eibuco y cibucán, voces de Haití
y de Boriquén.
Babunuco. — Especie de almohadilla, o rodete, para llevar carga so-
bre la cabeza. Zayas la cree antillana. No creemos que lo sean
todas esas voces usadas en Cuba con la muy castiza desinen-
cia en uco, (como Jaruco. Jabuco. Conuco, Seboruco, etc). aun-
que Zayas las dé como tales. Babunuco, salvo más fundada
opinión, procede de bamboneo, que según el Diccionai'o de la
Academia, equivalía antaño a bamboleo: movimiento de una
cosa a un lado y otro ¿in perder el sitio en que está. El bamt-
bonuco, después babonuco. garantiza precisamente el bamboneo
de lo que se carga sobre la cabeza.
Botella. — Bien definido por Suárez, y bien dicho, al añadir que "es
modismo nacido durante el gobierno del Gral. Menocal", cuan-
do las sinecuras y destinos sin trabajo se prodigaron a los
paniaguados y cortesanos, hasta lo inverosímil, con grave daño
del tesoro público y de la Nación. Pero la voz, en acepción pa-
recida, se venía usando de tiempo atrás, para expresar la con-
dición de las personas que entraban en un espectáculo sin pa-
gar, o "de botella". Ignoramos el origen de tal acepción; pero
de la abusadora plaga de botelleros en los espectáculos de Cuba
sabemos que, junto con cosas mejores, y aun con otras peores,
nos vinieron de la Madre Patria Andalucía. Ya en 1604, los fa-
randuleros del Viaje Entretenido de Agustín de Rojas, se que-
jaban de esta suerte: "¿Pues si eso no fuera, había otra para
la comedia como Sevilla? Porque de tres partes de gente, es
la una, los que entran sin pagar, así valientes como del barrio.
Y estorbárselo, no tiene remedio." El comediante compuso una
saladísima loa a los bravucones y sabrosones que no pagaban
y hablaban mal de la comedia, y de loa honrados espectadores
ttNT CATAURO DE CUBANISMOS l43
que pagaban, cual era su deber: "no solo quien no paga se
contenta, — dice — 'con hacernos tan sólo un solo daño, sino
que quien lo escucha se deshonra,— y toma el no pagar por pun-
to de honra". Y aún, tras la loa, platican los cómicos diciendo:
'Pero' lo que espanta en Sevilla es que haya tanta justicia, y
no tenga remedio esto de la cobranza. Muchas diligencias se
han hecho y no han aprovechado, porque el hombre que acos-
tumbra a entrar de balde, si le hacen pedazos, no han de po-
der resistirle. Muchos autores lo han querido llevar coon rigor,
y no es posible. Antes si riñen con uno es peor. Porque ha de
entra.r aquel con quien riñen y otros veinte que a hacer las
amistades se ofrecen." Han pasado más de tres siglos, y en
Cuba seguimos como en Sevilla.
Y vaya de cuento. La primera botella que hubo en Cuba, di-
ríamos la semilla, que tan delictuosa floración alcanzó bajo
el gobierno del Presidente Menocal, sembróse ha muy cerca de
cuatro centurias en tierra sevillana, al concederse a Don Fer-
nando Colón, el hijo predilecto del descubridor y notable cro-
nista, quien ya cerca de la fosa obtuvo del favor real, por no
ser bastantes otros beneficios y honras, "una pensión de qui-
nientos pesos anuales sobre la isla de Cuba," según cuenta el
autor del estudio biográfico que precede a la edición de 1892 de
la "Historia del Almirante Don Cristóbal Colón'', debida a la
pluma de tan ilustre botellero. ¡Si como él hubiesen sido los
que después gozaron de tal favor!
Bejuco. — Lo dan por vocablo indígena, pero no podemos menos de im-
pugnarlo como tal, pues desconfiamos siempre de esos ueos ca-
ribes. Realmente, así como creemos castizos y bien castizos
Jarueo. Jabuco, Conuco. Seboruco y otros que por indianos sue-
len tenerse, dando sus probables raíces etimológicas, porque
en esto de las etimologías Cuervo nos enseñó su escepticismo;
quisiéramos tener por cristiano el bejuco. Hemos de intentarlo
dando dos hipótesis, aun a trueque de pasar por atrevidos. Se-
gún se puede ver en las viejas crónicas, los indios antillanos
se teñían el cuerpo cuando iban para la guerra, con dos
tintes, uno rojo y otro negro, a girones, como dice el P. Las
Casas. El unto rojo, que era el usual para librarse de mosqui
tos y jejenes, lo sacaban de la bija, planta que también les ser
vía de medicinal, por cocción de su fruto. El tinte negro, según
el Ldo. Echagoian, que copia Zayas, se extrae de la raiz de eier
to bejuco, como de la infusión de ciertos bejucos, al decir de
P. Las Casas, extraían un purgante "para males de flema''
Pues bien, no dudemos que bejuco sea voz usada por lo*s indios
según el P. Las Casas; pero, ¿no pudieron inventarla los espa-
ñoles, añadiendo a la medicinal bija del tinte rojo, la desig-
nación diminutiva despectiva uco, para expresar el medicinal
144 Fernando obtí¿
bejuco, del tinte negro. Según Bachiller y Morales, se pronun-
cia el vocablo indistintamente, bejuco ó bijuco. ¿Pura fantasía
etimológica?
Intentemos otra etimología, aunque análoga, más precisa.
Las Casas escribe: "llamábanle los indios bexucv, la penúl-
tima sílaba luenga". Antes dijo Oviedo: "e atañías muy bien
con bexucos, que son unas venas o correas redondas que se
crían revueltas a los árboles, y también colgando de ellos, co-
mo la correhuela." El P. Cobo, aunque ya este escritor no es au-
toridad para el caso, dice: "Los indios de la Isla Española da-
ban nombre de Vejteco, etc." Lo que más llamaba la atención
de los españoles, como en los cronistas puede leerse, era la fa-
cilidad con que los bejucos sirven de sogas o cordeles, y el prin-
cipal uso que de ellos hacían los indios, ó sea para atar las ca-
ñas o cujes con que construían sus caneyes y bohíos. Y lo usa-
ban, en esta su especial arquitectura, para ligar las hojas con
que hacían la cobija de sus casas, ó sean las hojas de bijao.
¿Qué era el bijao? Lo dice Oviedo: "Las hojas de¡ estos bi-
haos son muy luengas y anchas, y echan unos tallos en la mi-
tad, y alrededor del tallo están las hojas que suben desde el
pié del tallo. Destas hojas e bihaos se sirven mucho los indios,
en especial en la Tierra Firme; porque con estas hojas cubren
algunas casas, y es buena de cubrir é más limpia que la de la
paja, é más hermosa por de dentro de la casa. Quando llueve,
pónense los indios estas hojas sobre las cabezas, acertándose
donde las hay ó topándolas, ampáranse del agua con ellos, como
lo harían con un sombrero. De la corteza de un tallo que echan
en medio (o astil que nace entre las hojas) hacen unas cestas
que llaman havas", etc. El P. Cobo añade: (Tomo 1, pág. 370)
que sus flores son coloradas, y que en sus hojas envuelven los
indios los tamales y mercancías. Los colonizadores, pues, que
conocieron los bijaos, tallos, con cuyas cortezas, y cascaras cur-
vadas y retorcidas se hacían por los indios cestas o jabas, bien
pudieron llamar bijucos, y después bejucos, soldando el diminu-
tivo ó despectivo uco al bijao, así bij-uco, a las correhuelas, que
semejaban al bijao, y que, juntamente con las hojas del bijao
servían para cobijar los bohíos y caneyes de los indios. La raiz
sería, pues, india; pero no el sufijo que le sirve de terminación.
Por más que no falten aun dudas acerca del indianismo
del vocablo bijao. Veamos. Oviedo dice, al descubrir los bijaos,
que "ninguna fructa echan de comer, sino ciertas cosas assí
mesmas é no á otra alguna semejantes é muy coloradas esas
fructas." De lo cual parece deducirse que esa planta ó tallo
se llamó bijao, ó sea embijao, ó embijado, por tener sus frutas
el color de la bija, que, como sabe el lector, era aquel tinte ro-
jo con que se teñían los indios. Hasta aquí, el proceso étimo-
ÜN CATAURO DE CUBANISMOS 145
lógico nada tiene de nuevo; siempre seguirá siendo india la
raíz, bija, ahora, en vez de bijao. Pero es el caso que del origen
indoantillano de bija, ó bixa, como aún dice Oviedo, no se tie-
ne tampoco seguridad absoluta, no obstante que Las Casas se
la atribuya, como tantas otras, a los indígenas, y en esto lo
siga la Academia, que llama "caribe" a esa voz.
El jesuíta Bernabé Cobo en su Historia del Nuevo Mundo al
hablar del achiote, que así se llamó la bija fuera de estas An-
tillas, dice: "Con él solían los indios untarse el cuerpo, que
ellos llaman embijarse, y por eso en algunas partes llaman vija
a esta planta." Este parrafito parece demostrar la ingenuidad
lexicológica de los cronistas de Indias, al llegar a atribuir el
vocablo embijarse (sic) a los indios, y el origen castellano, por
nosotros propuesto, del vocablo bijao (embijado), contradiciendo
a otros, no menos ingenuos historiadores, como Oviedo. Y a este
párrafo del P. Cobo, le anota al pié el erudito Marcos Jiménez
de la Espada, como sigue: "Dudo que bija y embijarse sean pa-
labras de procedencia indiana; porque recuerdo haber leído en
algún MS. anterior al descubrimiento del Nuevo Mundo, "color
bixio", por cárdeno, rojizo ó amoratado. Y esta nota (aun-
que es de lamentar no esté documentada) basta para echar por
tierra la etimología académica, basada en Las Casas, que en
estas materias, y acaso en otra:, dio alas a su fantasía y come-
tió imperdonables yerros y ligerezas. El propio Oviedo dice:
"solían teñirse con cierto ungüento de color bixio ó colorado."
No creemos que merezca los honores del debate, la etimología
que trae Armas, de bajo, corrupción de bajueo.
Decididamente, esos ucos antillanos no logran convencernos
de su prosapia caribe; más bien parecen nacidos en Santander
y llevados a Indias por los andaluces, que con los montañeses
tuvieron antaño, y tienen aun, especiales relaciones por la fre-
cuente inmigración de aquéllos a las tierras más soleadas. Esos
conucos, seborucos y jarucos, semejan vocablos de El sabor de la
tierruca, de Sotíleza. de Peñas Arriba y de otras, tantas obras
maestras de Pereda, más que del habla de los aborígenes de es-
tas islas. De la antigua habla de Castilla algunos ucos logra-
ron personalidad propia, que les conserva el Diccionario, como
hayuco (fruto del haya), almendruco (fruto verde del almen-
dro), abejaruco, etc. De esa fuente castiza provienen los ucos
antillanos.
Caico. — Arrecife al ras de agua. Zayas la supone indígena. Nos parece
turca, de caique, esquife destinado al servicio de las galeras.
Lo poco que sobresalen los caicos del agua, pudo hacerlos compa-
rar a pequeñas embarcaciones, por su tamaño y figura. Coll y
Tosté supone que se deriva de cayo. ¿No será más claro, lo con-
trario, por más que la Academia, dice que viene del alto alemán?
I4t> FÉBÑATÍDO OtíTl¿
Creemos que sí. De caico, por su significado originario de eá-
quife (caique), se formó el diminutivo cayuco (cal-u-co) que
hoy está en el Diccionario de la Academia, con la primitiva
acepción turquesca de caique o caico; y fué también cayuco el
nombre de un pequeño arrecife o peñasco, y perdiendo el sufijo
diminutivo o despectivo, reapareció en cayo la antigua forma
caico, para significar el islote bajo y arenoso de nuestros mares.
De modo que varias formaciones paralelas, caico y cayo, han
querido decir a la vez el escollo, ó peña que sobresale poco del
agua y el pequeño barquichuelo que le sirve de comparación.
Cayuco. — Son usadas las dos acepciones que traen, una la Academia y
otra Suárez. Además, se dice del individuo cabezón, testarudo y
de la cabeza grande, cayuca. Zayas lo incluye en su lexicografía
antillana, cuando cayo no es antillano indígena, y uco es cas-
tellano puro. Lo mismo sucede con caoyuco, un riachuelo de
Puerto Rico. Lo citamos aquí, aun cuando no debiéramos ha-
cerlo, para tener ocasión de negar su aborigenismo. sostenido
por Zayas. Oviedo lo llama así, pero también lo llama Cauyo;
lo que corrobora nuestra tesis: los vocablos en neo ó son casti-
zos castellanos, ó lo es siempre, cuando menos, la desinencia
diminutiva o despectiva.
Arcabuco. — Lugar cubierto de malezas y breñas. Así dice hoy la Aca-
demia. Antes de la 14? edición del diccionario, decía que era
americanismo. Zayas, aunque confiesa que ignora la proceden-
cia del vocablo, lo incluye en su Lexicografía Antillana. Dice
así, tomando datos de Bachiller y Morales, en su "Cuba Primi-
tiva": "Ignoramos la procedencia de este vocablo, no usado por
los españoles antes del descubrimiento de América, y frecuente-
mente empleado en relatos acerca de sus incursiones y con-
quistas en el nuevo mundo. Pudiera ser antillano si se con-
sidera que de la Española llevaron los conquistadores el co-
nocimiento de vocablos, que emplearon después y que en Cu-
ba también se aplicó esta palabra desde temprano."
"La Academia de la Lengua Española la califica de america-
nismo; la Enciclopedia de Seguí dice es americanismo del Río
de la Plata; y la de Espasa expresa que es vocablo de la len-
gua aimarú, o sea de los indios bolivianos, y que significa mon-
taña poblada de árboles."
"De las numerosas citas del uso de esta voz que pudiéramos
hacer, tomamos las siguientes: "Un hoyuelo pequeño en un
arcabuco." "Toda tierra muy llana. . . e sin arcabucos.'' (Re-
lación de Gaspar de Espinosa, Alcalde Mayor de Castilla del
Oro. 1516.) "Fué acordado que rompiésemos un arcabuco de
monte de cañaverales." "Dejaron hecha una celada de siete
españoles metidos en el arcabuco^ "Cierta gente de la natural
que estaba rancheada en los arcabucos." "E hallaron un arca-
UN CATAURO DE CUBANISMOS Í4?
buco de raices muy peligrosas." (Relación del descubrimiento
de Antiochía, por Jorge Robledo. 1540.)*'
"En un documento redactado en la Habana sobre el saqueo y
destrucción do la ciudad por el pirata Jacques de Sores, en 1555,
leemos: "Una senda que estaba en el monte por los arcabucos
hasta llegar a esta villa." "Saltó en tierra en el arcabuco que
está a esta otra parte de la villa."
"En un acta del Ayuntamiento de la Habana, de 9 de sep-
tiembre de 1569 se emplea esta palabra con referencia a las
malezas y breñas que existían donde hoy el barrio del Vedado,
y ocultaban la ciudad a la vista de los corsarios o piratas que
infectaban estos mares."
Si no se da etimología valedera, permítasenos aventurar una,
del árabe alcabo. bóveda, (por alcabo, diminutivo castellanizado
alcabuco, como de aljaba, jaba, jabuco) que dio alcobar y alcoba.
y que se aplicó por los marinos del descubrimiento y pobladores
andaluces a los enmarañados cayos de monte firme de Cuba vir-
gen, que formaban y forman aún, donde subsisten libres de las
tumbas, verdaderas bóvedas con su ramaje. Y si no gusta la ará-
biga procedencia, venga otra que sea católica, porque si fuese
caribe sería igualmente infiel.
Baliareque ó bajareque. — Se tiene esta voz por antillana. Todos los
lexicógrafos cubanos, exceptuando Armas, la creen tal. La pa-
labreja se ha extendido por el Continente, hasta el Perú, lo
cual no basta para afirmar su antillanismo. Hoy la da co-
mo costarriqueñismo Gagini. Por ser muy interesante a nues-
tro objeto copiamos lo que éste dice:
"Bajareque. — Según Armas (Orig . del leng . criollo) es voz
de origen castellano y debe pronunciarse pajareque."
"Picón define así el pajareque: "Cañizo, o lo que es lo mismo,
pared o tapia hecha de horcones y de cañas bravas que se ama-
rran con bejuco, se rellenan con piedras y con tierra y so aljo-
rozan o empañetan con barro".
"En C. R. hay bajareque de cañas y bajareque de reglas; y a
causa de los temblores, es construcción muy generalizada, así
en el campo como en las ciudades. Las personas remilgadas pro-
nuncian bahareque. La etimología atrás apuntada es correcta,
a juicio de varios escritores centro y sudamericanos, como MiL
chelena, Membreño, etc.; aunque no faltan razones para creer
que es voz Indígena. La Acad. había dado cabida a bajareque
en la 11.a edic. del Dic; pero suprimió este término en
la 12.a En una relación del pueblo de Ocelotepeque del año 1609
se lee bareque (v. Doc. de América y Oceanía. t. IX, p. 207)."
Añadamos que ambas formas son aun conservadas, como en
el resto de Hispanoamérica, en Cuba, y Suárez cree que baja-
reque es corrupción de bahareque, aunque, llevado por los an-
Í48 Fernando óütü
teriores, supone que ésta es voz indígena. La Academia sólo da
de nuevo, en la 14a edición, la primera forma, como cubanismo,
desconociendo la segunda que es anterior.
Armas, nuestro rebelde compatriota, opinaba que era voz
castellana, derivada de pajareque. No convence, por más que, a
nuestro pobre juicio, acertaba cuando se negaba a reconocer el
origen indio del vocablo. Estimamos que el vocablo no es sino
una corrupción de la voz castiza, que aun conserva la Aca-
demia: albareque, "red parecida al sardinal". ¿Y qué es el sar-
dinal? Dice el propio diccionario: "red que se mantiene entre
dos aguas en posición vertical para que se enmallen en ella las
sardinas". Pues bien, de esa red vertical ó aloareque, proviene
el bajareque. El proceso fonético es el que sigue: í° albahareque
voz árabe; 2o supresión del artículo al. prefijo, y queda el
bahareque cubano, cambiado por aspiración popular de la h, en
bajareque ; 3? allá en España, suprimida la h aspirada y recorta-
da la a. se llegaría sin dificultad al breve bareque, que por man-
tener el al árabe sigue siendo albareque con los bonores del
diccionario.
Recuérdese como se construía el bahareque o caney de los in-
dios: con cañas tejidas con bejucos; y ese tejido recordó a los
conquistadores el de la red vertical del albahareque, que la
chusma marinesca conoció en las costas hispanas, acaso en las
famosas Almadrabas de Zahara, universidad de los picaros
de aquellos tiempos. La voz se mantiene en la Argentina, siendo
según Toro y Gisbert, sinónima de quincha, zarzo de juncos,
pared de caña y palos. El diccionario de la Sociedad de Litera-
tos, dice con más detalle: "bahareque: pared hecha de palos
hincados entretejidos en cañas y barro, y a veces con solo ca-
ñas." En fin, recuérdese como, según Gagini, en 1609 se decía
en el Continente bareque, simplemente, que con el artículo al
adherido como prefijo, nos da el albareque, puro y lozano, del
diccionario académico. El albareque, bahareque ó bajareque es,
pues, propiamente, el tejido de cujes y cañas, para el emba-
barrado.
Cristóbal Colón encontró los bohíos cubanos de vara en tie-
rra, como hoy decimos, hechos de hojas ctíT palma, a dos aguas
y dijo, según Las Casas, en su Relación del Primer Viaje, que
eran las casas indias "hechas a manera de alfaneques, muy
grandes", es decir como tiendas de campaña, pues "parecían
tiendas en real sin concierto de calles". Pues, los españoles, al
ver los bohíos de embarrado, hechos con barro seco sostenido
por una armazón de cujes y "redes de hilo de palma y corde-
les", como los que halló Colón al desembarcar en Cuba por pri-
mera vez, debieron pensar con igual criterio comparativo y
UN CATAUBO DE CUBANISMOS 149
analógico, que tales habitaciones eran "hechas a manera de
alvareques, ó redes de pesca en las almadrabas; y quedó, por
analogía, aceptada la palabreja.
Batata. — Dice el Diccionario de la Academia que esta voz procede de
patata, y que ésta es americana. Al revés, sería decir mejor:
patata, de batata, y ésta antillana, o caribe como suele decir
el Léxico académico. Los historiadores de Indias traen la voz
batata. Véase a Oviedo (T°. 1. pág. 273) ; "Batata es un grand
mantenimiento", etc. Lo mismo, en Fr. B. de las Casas (Cap.
X) : "Hay otras raíces, que llamaron los indios ajes y batatas,''
etc. También en Pedro Martyr de Anglería: (Dec. II. Lib. X.
Cap. I) "Cavan también de la tierra unas raíces, que nacen na-
turalmente, y los indígenas llaman batatas... etc." Igual, en
Gomara: (pág. 167)... y las batatas, que son raíces dulces."
El vocablo, siendo antillano, fué conocido por los españoles,
cuando estos adoptaron la voz patata, y aplicado a una esperte
de boniato. Así se deduce de la Historia del Nuevo Mundo por
el P. Bernabé Cobo (Libro IV. Cap. VIII). El propio jesuíta
nos habla de las papas, que así se llamaron en el Perú las ba>-
tatas o patatas (Cap. XIII). Cobo tenía esa voz por quichua,
lo cual desmentiría la etimología académica.
La voz patata debió de nacer (ya se usó en 1555, en la colec-
ción de refranes de Griego) por refundición fonética de dos vo-
ces indianas para igual objeto: batata y papa. Esto aparte, la
confusión que tuvieron los españoles en la nomenclatura de
las cosas de Indias, especialmente de los comestibles, puede
observarse en todos los cronistas é historiadores del siglo XVI.
Aún hoy se discute que fueron los ajes, boniatos, batatas, ñames
y otras especies.
Armas opinaba que de la voz árabe bad. piedra, con el sufijo
ata. que llama burlesco, se hizo por los conquistadores la voz
batata, como de cosa, cosiata. aun usada en Costa Firme. En
Cuba tendríamos aun bachata, recholata, y con terminación
masculina, boniato, (antes boniata,) zocato, etc.
Cacalote. — Dulce de maiz tostado, con azúcar y miel de abejas. Pa-
rece de procedencia mejicana, y no es muy usado.
Canuco. — Dice bien Suárez. Se oye a menudo en Cuba para signifi-
car algo canoso. ¿Habrá quien pretenda que es voz indígena,
por su desinencia, seboruco, bejuco o conuco?
Arrimo. — Dice el Dic. de la Acá. en su acepción 4?: "Pared sobre
que no carga peso". En Cuba se llama arrimo a la pared me-
dianera a la que se arrima la nueva construcción. O también
el derecho de medianería. Le cobré los arrimos.
Atesar. — 'Este vocablo de la marinería aun suele usarse entre cuba-
nos. Poner tirante una soga o cordel. Y entre campesinos he-
150 FERNANDO OBTIZ
mos oído decir, en sentido figurado, atesar por cohibir, im-
pedir, poner freno a los actos de un sujeto. A Catalino lo te-
nían atesado, hay que atesarlo.
Austriacante. — Así se designó a los cubanos que hacían política con
los partidos españoles en Cuba, y en contra de las aspiracio-
nes nacionalistas. El vocablo fué importado de Italia, del vo-
cabulario político italiano cuando sus luchas por la libertad
del yugo austríaco. Allí eran austriacanti los que no parti-
cipaban de los anhelos patriotas de los Mazzini y los Cavour.
El vocablo ha caído en desuso.
Pampaniya. — Este vocablo no se usa actualmente en Cuba; pero es
de creer que aun se mantiene en el resto de América donde
haya indios salvajes. Pero Zayas lo da como indoantillano. Y
no lo es. Queremos aprovechar la oportunidad que esta pala-
brita nos brinda para demostrar a los sibone-yistas, como es
peligroso tomar por aborígenes ciertas voces, sólo porque nos
las han transmitido los historiadores, hasta indicando a veces
que los indios las usaban así; cuando lo cierto es, en la ma-
yoría de los casos, que fueron vocablos traídos por los descu-
bridores, bien de raíces árabe?., entonces frescas en la memo-
ria por su contacto constante con los recién expulsados mo-
ros, y con moriscos, berberiscos y gente de igual jaez; bien
de las costas africanas recorridas por ellos, por Colón inclu-
sive, antes de venir a las Indias; bien inventadas de raiz. El
caso de la pampaniya es evidente. Dice Zayas: "De las varias
descripciones hechas, se deduce que la Pampaniya era un ob-
jeto destinado a cubrir la parte genital de lasi mujeres, col-
gando de un cordón que las ceñía la cintura, del tamaño de
una mano, o menos, y forma de hoja de árbol; se hacía de
algodón sin hilar, o burdamente tejido, o de hojas o corteza
de ciertas plantas, 'y se adornaba así como el cinto, con pie-
drecillas de varios colores."
"He aquí algunas referencias a la Pampaniya."
"Cristóbal Colón en su Diario expresa que "Las mujeres traen
una cosa de algodón, solamente tan grande que les cubre su
natura y no mas".
"Bernáldez, hablando de un cacique de Cuba y de su comiti-
va, que solicitaron acompañar a Colón dice: "Su mujer venia
adornada desnuda, salvo un solo lugar de su miembro que de
una cosilla de algodón no mayor de una hoja de naranjo, te-
nia tapado".
"El mismo autor describe la Pampaniya de la hija de un ca-
cique: "Un cordón del que pendía una cosa de hechura de
yedra, de piedras verdes y coloradas pegadas sobre algodón;
el cordón era de piedras negras muy menudas".
"Encizo, en su "Suma de Geografía", dice que la mujer que
UN CATAUEO DE CUBANISMOS 151
no es doncella, "si no tiene naguas, ponese una hoja atada
con unas cuerdas de algodón con que se cubre... y llaman a
aquella hoja pampaniya".
"Oviedo manifiesta: "Pampaniya, ques un pedazo de lienzo
u otra tela, tamaño como una mano".
"Por último, en una Relación de la Provincia de Costa Ri-
ca, del año 1566, se expone: que "Los demás indios andan des-
nudos, que sino con algunas pampaniyas. de corteza de arbo-
les, con que se tapan... no tienen otra cosa".
Obsérvese como hasta uno de los historiadores, Encizo, pa-
rece decir que los indios llaman pampaniya. En otros dan la
voz como americanismo. Pues bien, pampaniya no puede ser
más castiza, diminutivo de pámpana, hoja de la vid. Hasta
el Diccionario de la Academia trae la voz pampanilla, tapa-
rrabo, y añade: "por alusión a la hoja de parra con que se cu-
brieron nuestros primeros padres". Véase hasta que punto se
nos dan por vírgenes voces siboneyes, viejas y resobadas pa-
labras castellanas, de casta latina, casi al desnudo, sin pám-
pana que cubra púdicamente la paradisíaca ingenuidad filoló-
gica.
Cuba. — El erudito profesor de Harvard Leo Wiener acaba de dar
una teoría etimológica del nombre geográfico de nuestra pa-
tia, que contradice' la opinión, hasta ahora unánime, de que
Cuba es vocablo antillano. Wiener cree que no, y razona co-
mo sigue. De la "Relación del primer viaje de Colón para el
descubrimiento de las Indias" extracta este párrafo, refirién-
dolo al 21 de Octubre de 1492:
"Yo quería henchir aquí toda la vasija de los navios de
agua; por ende si el tiempo me da lugar luego me partiré a
rodear esta isla fasta que yo haya lengua con este Rey, y
ver si puedo haber del el oro que dijo que trae y después par-
tir para otra isla grande mucho, que creo que debe ser Ci-
pango, según las señas que me dan estos indios quef yo trai-
'go, a lo cual ellos llaman Colba (1), en la cual dicen que ha
naos y mareantes muchos y muy grandes, y de esta isla otra
que llaman Bossio (2), que también dicen qués muy grande,
y a las otras que son entremedio veré así de pasada, y se-
gún yo fallare recaudo de oro o especería determinaré lo que
< 1 ) Parece error en el original por Cuba, como se comprueba más
adelante. — Navarrete.
(2) Acaso Bohío, como dice después. — Navarrete. Además esta pa-
labra parece escrita diversamente según la interpretación que ha mere-
cido el signo caligráfico correspondiente a la ese prolongada que usara Co-
lón, que unos han tomado por ese como hizo Las Casas, y otros por jota,
por lo que Navarrete dice en nota a esta voz : "acaso bohío, cjomo d'iae
después" — (Nota de F. O.)
152 FEBNANDO OETIZ ■>
he de facer. Más todavía tengo determinado de ir a la tierra
firme y a la ciudad de Guisay, y dar las cartas de vuestras
Altezas al Gran Can, y pedir respuestas y vehir en ella."
Wiener sigue diciendo: "Podemos aquí afirmar, sin circun-
loquios que Colón mentía cada vez que decía que los indios
que él había tratado le dijeron tal o cual cosa. Cuando más
ellos repetirían las palabras que Colón profería, y es claro
que él les preguntó por Cipango. Lo que aconteció fué lo si-
guiente. Colón no logró encontrar a Cipango, donde él la ha-
bía emplazado. Observó varios mapas y vio que estaba diver-
samente situada y con distinto© nombres. Fra Mauro la llamó
Capangu. Albertino de Virga la tituló Caparu. En los ma-
nuscritos italianos de Marco Polo se lee Zipagu, ZÁpangu, Zi-
bagun, Gunpangue, Gipangu, Caparun y Capangu, el cual de-
bió derivarse de Cypanga, Cupangu u otra forma análoga. Las
varias ortografías derivan del uso de significar la letra ene
por un rasgo sobre la palabra, por lo que no se tuvo certeza
de a qué sílaba coresponde la ene. No sabemos cual fué en
rigor la forma fonética de Cipango, que Colón les preguntó a
los indios, pero sabemos lo que éstos dijeron, por una rela-
ción conservada por Herrera, tan circunstanciada que no de-
ja duda de su autenticidad y de su existencia en el manus-
crito original de Colón: "Como los castellanos preguntaban
mucho por el oro de los indios, que llevaban en las naves res-
pondían. Cubanacán, i ellos pensaban que quería decir el Gran
Can, i que deyía de estar cerca la tierra del Catayo, . .
pero no tardó en saberse que Cuhanacán era provincia en
medio de Cuba, como Nacrfn significa tanto como enmedio, i
que allí había minas de oro". En Octubre 23, Colón escribió:
"Quisiera hoy partir para la isla de Cuba, que creo que debe
ser Cipango, seg-n las señas que dan esta gentei de la gran-
deza della y riqueza, y no me deterné más aquí ni (i) esft'a
esta isla al rededor para ir a la población, como tenía deter-
minado, para haber lengua cort este Rey o Señor, que efs po(r
no me detener mucho, pues veo que aquí no hay mina de oro,
y al rodear de estas islas ha menester muchas maneras de
viento, y no vienta, así como los hombres querrían. Y pues es
de andar adonde haya trato grande, digo que no es razón de
se deitener salvo ir a camino, y calar mucha tierra fasta to-
par en tierra muy provechosa, aunque mi entender es questa
sea muy provechosa de especería." En Octubre 24 continúa Co-
lón: "Esta noche a media noche levanté las anclas de la. isla
Isabela del cabo del Isleo (2) ques de la parte Norte a donde
yo estaba posado para ir a la isla de Cuba, a donde oí desta
(í) Igual vacío en el original.
( , Cabo de Santa María.
UN CATAURO DE CUBANISMOS 153
gente que era muy grande y de gran trato, y había en ella
oro y especerías y naos grandes y mercaderes; y me amostró
que al Ousudue?te iría a ella, y yo así lo (tengo, porque creo
que si es así como por señas que me hicieron todos los indios
de estas islas y aquellos que llevo yo en los navios, porque por
lengua no los entiendo, es la isla de Cipango, de que se cuen-
tan cosas maravillosas, y en las esferas que yo vi y en las
pinturas de mapamundos es ella en esta comarca." Como
siempre, Cuba era un fuego fatuo. Después de describir una
isla, decide en Octubre 30 que Cuba está aun más allá. Dice
Colón: "Los indios que iban en la carabela Pirata dijeron que
detrás de aquel cabo había un río (1) y del río a Cuba había
cuatro jornadas (2), y dijo el capitán de la Pinta que enten-
día que esrta Cuba era ciudad, y que aquella tierra era tielrra
firme muy grande, que va mucho al Norte y que el Rey de
aquella tierra tenía guerra con el Gran Can, al cual ellos lla-
maban Comí, y a su tierra o ciudad Fava, y otros muchos
nombres. Determinó el Almirante de llegar a aquel río y en-
viar un presente al Rey de la tierra (3) y enviarle la carta
de los Reyes, y para ella tenía un marinero que había andado
en Guinea en lo mismo, y ciertos indios de Guanahani que
querían ir con él, con que después los tornasen a su tierra. Al
parecer del Almirante distaba de la línea equinocial cuarenta
y dos grados hacia el Norte (4), si no está corrupta la letra
de donde trasladé esto, y dice que había de trabajar de ir al
Gran Can, que pensaba que estaba por allí o la ciudad de Ca-
thay (5), ques del Gran Can, que diz que es muy grande, se-
gún le fué dicbo antes que partiese de España." "En 2 de
Noviembre, sigue diciendo Wiener, Colón decidió enviar ¡a
Rodrigo de Jerez y Luis de Torres, quien había vivido con el
adelantado de Murcia y era judío y conocía hebreo y caldeo
y aun algo de árabe, a visitar al Rey de Cuba con el objeto
de presentarle cartas y encontrar lo que fuera necesario. Na-
turalmente un hombre que hablaba árabe y otro que sabía el
(1) Río Máximo. — Navarrete.
(2) "Muy ascuras andaban todos por no entender a los indios. Yo
creo que la Cuba que los indios les decían, era la provincia de Gubanacan
de aquella isla de Cuba, que tiene minas de oro, etc." — Casas. — No era Cu-
ba, la capital de la isla. — Navarrete.
(3) "Toda esta tierra es la isla de Cuba y no tierra firme."
(4) Los cuadrantes de aquel tiempo medían la doble alturn : y por
consiguiente los 42° que dice distaba de la equinocial haqia el N. deben
reducirse a 21° de latitud N, que es, con corta diferencia, el paralelo por
donde navegaba Colón.
(5) Marco Polo hace la descripción del gran reino de Cathay ; y con
este nombre se conoce aún la China en muchas partes de Oriente, según
«1 Dr. Robertson.
154 FERNANDO ORTIZ
lenguaje de Guinea, como hemos visto antes, eran especial-
mente indicados para tratar con los reyes de las Indias. No
hay duda de que muchas de las extrañas etimologías que en-
contramos procedieron realmente de estos dos eminentes fi-
lólogos, el marinero de Guinea y el judío Torres."
"Ya vimos, añade Wiener, que Cipango produjo alguna for-
ma como Cupago, la cual condujo a la otra: Cutanacán. Al-
guien sugirió que este vocablo debía ser Cutlaycán, "El Gran
Can", pero ellos descubrieron pronto que la etimología real-
mente significaba "interior de Cuba" y Herrera propuso Cu-
ta-macán. En realidad la división que inspiró a Herrera es
Cutan-can, donde Can está en lugar del mandingo kouno,
"interior". Aquí claramente se ve, dice Wiener, que el em-
bajador guineo sugirió la etimología. Colón, primeramente
aceptó la voz cutlaycán como atinada, y escribió Colta, por
Cotia, como nombre de la isla, el cual después cambió por
Cuta.
Después de desarrollar esa novísima teoría, Wiener deldica
unos párrafos a sostener como el nombre de Juana que, se-
gún los historiadores, dio Colón a esta isla, no fué sino deri-
vación de Sata, Fava, Yana o Jana, nombre de una isla que
se llamaba así en el mapa catalán de 1375.
La ingeniosa hipótesis etimológica que hace derivar Cuta
de colta, cotia, cutlayacán, cutanacán, cupago y Cipango me-
rece todos nuestros respetos, pefro confesamos que no nos
convence.
Gótico. — Este adjetivo, amén de significar "perteneciente a los go-
dos", y, metafóricamente, "noble, ilustre"; en Cuba lo aplica-
mos etn la locución "niño gótico" a niños de ninguna o poca
ilustración y nobleza. Decimos "niño gótico" al mozalbete mal-
criado, que molesta con palabras, gestos o actos indecorosos a
las niñas. A menudo la prensa se hace eco del escándalo pro-
movido por algunos "niños góticos", pues suelen operar en
pandillas como cobardes que son. La locución niño gótico está
fijada en nuestro lenguaje popular; pero ¿cuál es el origen de
tan extraña acepción? Del despectivo godo, que un tiempo se
aplicaba a los españoles secuaces del gobierno de la colonia, no
es; porque no son godos tales niños encanallados, sino preci-
samente góticos.
Creemos que la expresión niño gótico es, simplemente, un
insulto consagrado, si puede así decirse, a tales pillos. Anta-
ño se usaba inscribir los hijos naturales en los registros pa-
rroquiales de las Indias, suponemos que también en los de Castilla,
Con letra gótica, para distinguir su inscripción de la de los
hijos legítimos. De ahí que tales hijos se llamaran hijos de
letra gótica. Por tanto niño gótico, equivale a hijo ilegítimo,
UN CATAUBO DE CUBANISMOS 155
niño sin madre o cosa así; y sabido es que no tener madre
es un insulto muy frecuentemente oído en Cuba, que el vulgo
estima muy apropósito para los niños góticos, cuando se per-
miten tan desvergonzados desafueros. Sepan, pues, tales pi-
llos, que al llamarlos niños góticos se les quiere decir algo
bien distinto de una descendencia nobiliaria.
Tar agallo. — Grandullón. — Su hija es una taragalla. Derívase de fran-
gollo. Se usa también en Venezuela, según Toro y Gisbert.
Huevero. — Usamos el vocablo en acepción distinta a las que da el
Diccionario oficial, en la locución: "el perro huevero, aunque
le quemen el hocico", para significar lo inútil del castigo para
los mal habituados.
Repagilando. — Suele usarse en la expresión: "irse repagilando", "ir-
se aprisa y refunfuñando". Corrupción de raspahilando, vo-
cablo que no trae el Dic. de la Academia. Raspahilar, "hilar
raspa" y "regruñir", ir como de prisa y enfadado, fué voz cas-
tiza. En el entremés de Don Miguel de Cervantes Saavedra, ti-
tulado El Juez de los divorcios, se lee: "... sale por esa puen-
te toledana raspahilando".
Devanar. — Devanar los sesos decimos, por error, en vez de devanear.
Sonsoniche. — Voz despectiva, por la desinencia. Además de tener, en
sentido peyorativo, las acepciones académicas de sonsonete,
tiene otra figurada: "repetición molesta de palabras o razones".
No siga con el sonsoniche.
En el lenguaje apicarado de la germania se dijo soniche
(son-iche) al "silencio", por contradicción, procedimiento muy
frecuente en tal jeringonza. De donde, sonsoniche se deriva de
sonsonete y soniche, o bien de sonsonete (son-son-ete) sustitu-
yendo el diminutivo simple ete, adherido a la reduplicación
de la raiz, por el diminutivo despectivo iche, tan usado en Amé-
rica. Antaño (en el entremés de Teresa, 1745, por ejemplo) en
España se empleaba otro diminutivo, y se oía decir sonsone-
sillo, antes de que cristalizara el sonsonete con igual signifi-
cado, y que se llegara al indiano sonsoniche. La tonadilla decía:
"... con el taconcillo — y el sonsonecillo — se baila hacia así: —
Oiga usté, mire usté, entre usté — con el cascabel, con el tu-
rumbí; oiga usté — oiga usté, mire usté, entre usté." El sonso-
necillo, sonsonete o sonsoniche está caracterizado por la repe-
tición del usté en esos versos.
Caoyuco. — Río de Puerto Rico. Traemos este vocablo al mamotreto
de "cubicherías" lexicográficas, aun cuando no es un cubanismo,
para observar, en obsequio a nuestra tesis de que las voces
antillanas en uco no fueron de indios, en cuanto a su desinen-
cia al menos, pues caoyuco se descompone en la voz cauyo y el
diminutivo uco. Esa voz Cauyo es la que daba Oviedo a dicho
río, indistintamente que Cauyuco, lo cual, a nuestro pobre jui-
156 FEBNANDO OETIZ
ció, basta para evidenciar lo atinado de nuestro criterio lexi-
cográfico tocante a los ucos antillanos. Hoy día se dice el río
Yauco por metátesis de Cauyo, influenciado por la forma Cau-
yuco. Esta no es, pues, indoantillana, como se ha sostenido.
Cibuco. — O Cebuco, es río de Puerto Rico. Derívase del antillano ciba,
piedra, y la desinencia castellana uco. Aunque el vocablo no
es cubanismo, viene a esta página por la misma razón que
Caoyuco. Véase. No es, pues, indoantillana, sino en su raiz.
Sabina. — Ni es cubanismo, ni es voz indiana, como pretende Zayas. La
voz está en el Diccionario de la Academia y procede sin va-
riación del latín.
Chicharronería. — Puesto donde hacen chicharrones.
Chicharronero. — El que hace chicharrones. Hoy día no existen en
Cuba puestos exclusivos de chicharrones. Los chinos con sus
puestos de frutas y freidurías de pescado, bollos, etc., han abo-
lido al chicharronero. Aun hoy, empero, se pregonan chicha-
rrones, por vendedores ambulantes, junto con bollitos, tamales
con pica y sin pica. En España la venta de chicharrones fué
común en los siglos XVI y XVII. Hasta se imprimió un entre-
més anónimo llamado Los chicharrones (cita de Cotarelo), en
el cual, atendiendo a que los moros no comen carne de cerdo,
se dice graciosamente:
"Chicharrones vendo, niñas,
manjar de cristianos viejos,
que sólo la gente limpia
es la que come los puercos."
Tiquitiquí. — Voz imitativa. Ruido pequeño acompasado. Como el tic-
tac del reloj. Pequeño movimiento continuado. Y figuradamen-
te, sonsonete, estribillo, cuchicheo o conversación continua, mo-
nótona, desesperante. No sigas con ese tiquitiquí. Original-
mente debió decirse tic y tic, hoy convertido en tiquitiquí. Véa-
se la voz culear.
Cuiear. — Caminar el niño arrastrando sus asentaderas. Es cubanismo
el vocablo si se atiende a que se usa en Cuba, y no lo admite
leí Diccionario de la Lengua. Y acaso debiera admitirlo, porque
en Castilla se usó muy apropiadamente en la acepción de con-
tonear las caderas. En la Comedia Tesorina, escrita en 1535,
estudiada por el eruditísimo académico Sr. Don Emilio Cota-
relo, se inserta esta copla, refiriéndose a las mujeres de aquéJ
tiempo :
"¡Oh pobretas!
Van unas esmoladetas
tic y tic menudeando
que parecen unas anadetas
según que van culeando.'"
ÜÜ CATAUBO DE CUBANISMOS Í5?
Se refiere al movimiento rápido con que agitan la cola esos
animales.
Aurero. — El Dic. de la A. dice: "lugar donde se reúnen muchas au-
ras", y da el vocablo como cubanismo. Nos permitimos creei
que se diría mejor: "reunión de muchas auras", porque el
aurero no se refiere al lugar. Un aurero puede existir por mul-
titud de auras volando juntas sin un lugar determinado.
Negrería.— Conjunto de negros. — Se dijo antaño a la negrada de las
^ plantaciones, aunque esta voz predominó. Hoy ésta ha desapa-
recido casi, y la sustituye negrería, apropiadamente, por su
desinencia abundancial. Algunas veces la oímos como voz mas-
culina: el negrerío.
Ñañiguería. — El conjunto, grupo o ambiente de ñañigos. El concejal
fué electo por la ñañiguería.
Chivichana. — Rifa o juego clandestino. En Bolivia tenemos, según
Cuervo -(1003), el galicismo chicana (triquiñuela, argucia). De
chicana y chivo en su acepción maliciosa, resultaría chivi-
chana.
Budín. — Mala traducción del pudding inglés.
Chino, a. — El individuo hijo de negro y mulata, o viceversa, según
La Academia. 1 1 Mulata achinada, hijo de negro o mulata y chino
de China. Adjetivo cariñoso, hipocorístico, que diría Cuervo,
que se aplica a personas mayores, aun siendo blancas. Con este
vocablo ha sucedido como con la voz negro, que significando
en una época algo despectivo, fué, por lo mismo, usado como
expresión de cariño.
Tenemos en Cuba, además, el chino manila, locución usada
para significar el verdadero chino de China, que casi como es-
clavo, y por vía de Manila, nos fué traído al mediar el si-
glo XIX para sustituir al siervo negro. Hubo necesidad de
esta locución bimembre porque la simple dicción chino (del
azteca chinoa, color tostado) venía ya teniendo en Cuba co-
mo en Costa Firme un significado distinto, aunque también de
aplicación etnográfica y, por tanto, de fácil confusión.
También tenemos el perro chino, o sea el calungo de que
habla Cuervo, ya aceptado por el Dic. de la Academia. Véase la
notable obra del cubano Juan I. de Armas. La zoología de Colón.
Y por fin, tenemos la china hispana o piedra pequeña, y otra
china a la que solemos decir siempre china pelona, y su deri-
vación metafórica chinita.
No acertamos a explicarnos por qué al referirnos a esta
acepción decimos invariablemente china pelona y no china,
simplemente. ¿Por qué el afán de resaltar la carencia de pelo
del guijarro? ¿Por qué no nos fijamos, por ejemplo, en la ca-
rencia de olor, o de sabor, o de vida? La china pelona es la
lisa; la otra, la china simple, no lo es. Trataremos de dar unas
Í58 FEBNANDO OBTIZ
hipótesis; pero antes véase otra acepción muy común en Cuba,
no recogida aun como cubanismo.
China es la vesícula de la varicela y la huella cóncava que
ésta suele dejar en la piel. Por extensión se aplica a la
pústula de las viruelas. Tiene la cara llena de chinas. Ade-
más .significa, la enfermedad de lat varicela. En este caso sue-
le usarse la voz en plural. "Le dieron las chinas'". Por exten-
sión suele decirse china a cualquier huella o señal del cutis
parecida a las marcas de las enfermedades antedichas. Henjps
oído hablar de las chinas de la vacuna. Ignoramos si esta
acepción tiene un origen geográfico, pero creemos que no, que
se deriva de la castiza, "piedrecita" y guijarro pequeño; la cual,
a su vez, procede de pechina, voz castellana hoy, más corriente
en el Mediterráneo, donde significa no sólo la venera gallega
o concha de los peregrinos de Santiago, sino, genéricamente,
los caracolitos, Conchitas y ciertas piedrecitas de mar, de forma
cóncava.
Volvamos a la china pelona. Pudiera ser que esta locución se
mantenga por tradición, habiendo cambiado de significado, co-
mo sucede con la locución chau chau palanqueta y otras, que
estudia la "enantiosemia", esa juvenil rama de la semántica.
En Andalucía, nuestra pródiga madre, se llamó pelona a la
enfermedad, que alguien supuso erróneamente originaria de
América, que en los siglos del descubrimiento y población de
las Indias se llamaba de las bubas, y que hoy para disfrazarla
la afrancesamos y decimos avariosis. Y debió llamarse pelona
por la alopecia que suele caracterizarla.
También, acaso por acepción derivada, o por directa obser-
vación de la característica falta de pelo de la calavera, llamóse
en Andalucía la pelona, a la muerte.
Paralelamente, si así pudiera decirse, en Cuba se llamó la
china o las chinas a las varicelas y aun a las viruelas, enfer-
medad cuyas pústulas nada tienen que envidiar a las bubas
de la pelona andaluza. La locución la china pelona debió, pues,
de derivarse, quizás por contaminación (y aquí si que esta pala-
bra está muy apropiada) o fusión de ambas dicciones, y expre-
sar la enfermedad de la sífilis. Esta expresión fué después per-
diéndose, por el mismo motivo que se evita pronunciar hoy
día esta palabra y se rodea de eufemismos; pero por tradición
fonética, y de lingüística picaresca fué fijándose para significar
la china del arroyo, que innecesariamente fué apellidada pelona,
como aun se le oye decir a los chinos de los pueetos de
fruta: chau chau palanqueta, cuando hemos olvidado el xau-
xau de casabe de hace siglos, origen de la expresión "enan-
tiosémica".
La expresión "llegarle a uno las chinas9', que Suárez da
tria catáueo de cubanismos 159
como cubanismo, significando "llegarle a uno la mala suerte
o desgracia", es derivación de la china, enfermedad, y de
análoga locución "tocarle a uno la suerte", que regiajtra el
Diccionario de la Academia.
Otra hipótesis, que creemos más aceptable, es la siguiente.
Antaño ciertos guajiros pilaban y descascaraban ciertos granos,
o la cascara de huevo para hacer la cascarilla, en el pilón,
mediante una gran china, como siglos atrás hicieron los indios
tainos y siboneyes, la cual por su destino se llamó china
pilona. Y cualquier china, de las más lisas, de las que servía
para el caso, se llamó china pilona, sin relación alguna con
pelo, que no obstante corrompió el vocablo y lo hizo pelona
en vez de pilona, como debiera decirse.
Güiro. — Algo escondido, cosa, enredijo o noticia que no se quiere
que se sepa. Generalmente se aplica a los amores ilícitos clan-
destinos. Fulano tenía un güiro. Hasta hemos oído: Fulanita
fué güiro mío.
Coger güiro, según dice Cuervo (983), es un cubanismo que
expresa rastrear, descubrir lo oculto. En Bolivia se dice co<-
ger el güiro. Cuervo supone que la expresión cubana es me-
táfora tomada de güiro, "que es allí, dice, nombre de varios
bejucos". Opinamos, no obstante, que la metáfora surgió no
por lo que rastrean los bejucos, sino porque antaño, hace si-
glos, cuando no eran frecuentes los envases de vidrio y los
de barro, el güiro, o sea el fruto del bejuco así llamado, como
aun hoy sucede en el campo, era un recipiente muy usual para
guardar manteca, vino, miel, sal, etc. (como en la calabaza de
los peregrinos), y aun dinero. De ahí se derivó decir: "perder
güiro calabazo y miel". El güiro fué aquí la guaca o hucha
de Suramérica. Las onzas de oro se enterraban, cuando no
había botijas, en un güiro. Y de ahí es que vino a decirse: te-
ner un güiro, coger güiro, etc.
Leontina. — Galicismo. Cadena de reloj.
Mixtificar. — Embaucar, falsear. Galicismo.
Mixtificación. — Embaucamiento, falsificación. Galicismo.
Etiqueta. — Rótulo o marbete. Galicismo que ha sustituido casi to-
talmente ambos vocablos.
Gambado. — Torcido de piernas. Este americanismo que trae Suárez,
no nos parece que provenga del anticuado gamba "pierna",
como su vocabulario indica, sino más bien de combar, curvar,
encorvar. Cambar en Venezuela se dice por combar. No obs-
tante, el trueque de la c por la g sí puede atribuirse a la gam-
ba antigua o pierna; por lo que tendremos a estilo de Cuer-
vo: combar o cambar -f- gamba = gambar.
Irse en sangre. — Aquí tenemos una acepción del vocablo ir en su
|^ forma reflexiva y con la proposición en, que no es la 17 del
Í6Ó FEBNAND0 OÉTÍZ
Dic. de la A.; pero que debe haber surgido por analogía con
la 20.a, la 21.a, la 23.a y la 25?; irse en sangre, desangrarse.
Pateada. — Por pateadura y pateamiento.
Jorungo. — Lo usamos en Cuba por persona mortificante, pesada. En
Venezuela se dice así al extranjero o gringo. Parece proceder
de Jorungar, que en Venezuela equivale a hurgonear, o huro-
near. Hurón es, según el Dic. de la A., "persona que averigua
y descubre los secretos", y "persona huraña". De hurón, hu-
rongo (por adición del despectivo ongo), y, después, por metá-
tesis, horungo, que se convierte en jorungo al aspirar fuerte»
mente la h, cosa frecuente en nuestro pueblo.
Guajirada. — Acción que por inculta se califica como propia de los
guajiros o campesinos. Hacer tal cosa es una guajirada.
Pelona. — Andalucismo muy extendido en Cuba. Así llamamos a la
muerte, como en Ultramar. (Luis Montoto. Personajes y per-
sonillas que corren por las tierras de arribas Castillas. T II.
Sevilla, 1912, pág. 2S5.)
Aguajirarse. — Apocarse, abochornarse, volverse tímido del trato so-
cial.
Yanquirule. — Despectivo de yanqui, natural de los Estados Unidos.
Procede del himno patriótico, popular entre los norteños cuan-
do su guerra civil contra los Estados confederados del Sur,
que se titula Yanfcee rule.
Apalencarse. — Refugiarse los cimarrones en un palenque.
Bachear. — Impropiamente suele decirse de la operación de rellenar
y reparar los baches de una carretera. Cobraron por recons-
truirla y solamente la bachearon.
Plus. — Copita de licor que se toma después del café. Cuervo nos da
la solución etimológica (1005)). Dice: "Desde niños nos de-
vaneábamos los sesos pensando que querría decir plus-café, pues
no dábamos con él en ningún diccionario francés: a la postre
hemos visto que los franceses lo que usan es pousse-café, esto1
es empuja-café:'' En Cuba tendríamos el siguiente proceso:
pousse-café, plus-café, plus.
Irradiar. — Expulsar de una sociedad o partido. Especialmente suce-
de en el antiguo régimen de la prostitución habanera. Es un
galicismo, de rader. En Suramérica el galicismo se ha intro-
ducido en su forma radiar, para decir "borrar de la lista mi-
litar".
Mobiliario. — Por moblaje. Galicismo.
Finanza. — Galicismo. Hacienda pública, conocimientos hacendísticos.
Se dice: la ciencia de la finanza, la alta finanza.
Financiar. — Galicismo. Realizar o asegurar la parte monetaria de
un negocio, dar o prestarle el dinero necesario para su desen-
/olvimiento. Si la Academia ya admite financiero...
Financiero.— Esta \^oz está ya aceptada por el diccionario académi-
UN CATAUB0 J>E CUBANISMOS Í¿Í
co; pero en Cuba no solemos aplicarla exclusivamente al
"hombre entendido en hacienda pública", sino a todo hombre
entendido en la creación y desarrollo de grandes negocios y
combinaciones monetarias y bancarias. Al financiero de la ha-
cienda pública lo llamamos hacendista.
F mandamiento. — La operación de financiar un negocio.
Contado rabioso (Al). — Suárez explica atinadamente esta rara locu-
cución. Creemos que es una derivación de la expresión sur-
americana ran contán (Cuervo, 1005), a su vez corrupción
de la francesa argent comptant. Contado rabioso, es un contán,
no simple, pensaría el vulgo, sino un contán con ran. Y pen-
sando que entre cubanos, tener rabia, es tener dificultad y mé-
rito una cosa, claramente se deduce que de ese ran, hizo rabia
el vulgo, porque en nuestras costumbres fáciles e impreviso-
ras, pagar al contado para muchos realmente tiene rabia. Y si
no convence la disquisición lexicográfica, venga otra.
Jambrusia. — Vulgarismo, por hambre.
Jicotea. — Se llama así al dedo del pie cuando se sale por un agujero
del calzado. Porque el dedo que así asoma semeja la cabeza
de la jicotea o tortuga cuando sale de la concha.
2 banquero. — Guardián de una talanquera. Hoy no suele haberlos,
pero sí los había cuando la esclavitud. El Dic. académico su-
pone que el vocablo procede de palanquera. Creemos que más
lógica es la etimología de tranquera, y ésta de tranca.
La Avellaneda (Sab. cap. I), usó taranqueía. Esta debió ser
la forma precedente (de tranca) a talanquera. Y de tranca pro-
cedió también trancar, que es para lo que sirve una taranquera
o talanquera.
Tachuela. — Clavo, o alfiler largo y de cabeza grande que usaban las
mujeres para prenderse la mantilla.
Ensarta. — Por sarta.
Ensarto. — Por sarta. Pescó un ensarto de viajacas.
Arrollar. — Palabra obscena. En el baile de la rumba, contorsiones
lascivas de caderas. Reza la copla popular:
Que mujer más descarada,
como me la está pegando,
mientras yo me rompo el cuero,
ella está en la rumba, arrollando.
Aviador. — Vulgarismo modernísimo : sodomita.
Aviadora. — Mujer prostituta.
Aviación. — Correría o aventura de amores fáciles.
Jeringón. — Molesto, de la 3.a acepción de jeringar.
Jeringa, — Molestia. De la 3.a acepción de jeringar, aceptada por el
Diccionario.
m
Mgsdr
ÍÓ2 FERNANDO OÉTlZ ' f» |
Guarachero. — Cantor o bailador de guarachas, además de las ácep'
ciones figuradas, que trae Suárez.
Guarachear. — Bromear, ir de juergas. '5 I :'
Rompimiento. — El comienzo de una acción continuada. El rompi-
miento de la fiesta, de la molienda. , ' '
Despido. — Por despedida.
Jarico. — Hemos oído llamar así a cierta tortuga o jicotea, fuere o
no macho. ¿Diminutivo de jaco, nombre de una pequeña
jicotea marina? (A. Perpiñan. El Camagüey.)
Sardina. — Domingo de la Sardina es el tercer domingo de Cuaresma. a
Baile de la Sardina el que se celebra ese día.
La sardina fué símbolo de la Cuaresma en España, como , ■ . \
indicación de la vigilia propia de esa época del año, y se acos-
tumbró enterrar la sardina el martes de Carnestolendas o ,| ¡ .
mardi gras de los franceses. Después se fué relajando él rigor >,' *H
religioso, y aun en plena Cuaresma se celebraron ceremonias , . Ú
carnavelescas. Recuérdese la Mi-Caréme de los franceses. Vean- jjj '*■
se las voces Vieja, Piñata y Figurín. 'L|,v,,;^i*
Forro. — Suárez expone la vulgar acepción común: "trampa, engaño". '] ,;.:■' .;j!
En el juego es carta, ficha o pieza que se juega en forma fu- I/;' i "
lleresca. En el dominó meten forros. En el lenguaje de los. po- A*'|f'|;|'1
litiqueros, es el falso elector, y el voto ilegalmente emitido '.},''■'"'
o el simulado en las actas de escrutinio. El concejal salió gra-ji"'
cias a sus muchos forros. ¿De ganforro o ganfarro, bribón, pí-y
caro, de mala vida?
Creemos que el proceso fonético-psicológico de la formación
del vocablo es el siguiente. El adjetivo horro, y antiguamente r;'i
forro, significó: liberto, libre o exento, como en horro de deu-J
das, negro horro, etc. De ahí provino la expresión ir horro, 3
queriendo decir, según el Dic. académico, que se ha ido a un |IP
negocio o salido de él libre o exento de pago, sin pagar su par-
te, o sea, como decimos en Cuba, ir de guagua, salir de guagua,
de gracia, de balde, o de gratis. Por el influjo de estas locucio-;
nes que llevan la preposición de, ésta introdújose en la otra,
y se dijo y dice: ir de forro (u horro) al teatro, salir de forro]
concejal, etc., o sea sin pagar el precio de entrada o, por ex-
tensión, ilegalmente, contra la regla o si delíer, etc. Así la voz.¡
horro o la forro, prosódicamente antlenaaa, que conservamos
en Cuba, pasó a convertirse de adjetivo a sustantivo y fué¿
fácil llegar a sustantivar la acción y efecto de ir o salir de:
forro, diciendo forro a la trampa, añagaza, burla de la ley, ile-j
galidad, etc., y a la persona o cosa "cuerpo del delito". Así:
esa ficha es un forro, o es de forro; aquel votante es un forro/
o mete forro.
Y la frecuencia de forros ha traído varios derivados: forrear,*
forrero, forrista, etc.
tíN CÁTAUHO DE CUBANISMOS íéÁ
(Juay ero. — El que toca el guayo.
Guayo. — Por metáfora, el individuo de cara muy barrosa.
Veracruzano. — Natural de Veracruz, vecina ciudad mejicana.
Jarrero. — Vendedor de jarros, dice el Dic. de la A.; y como en Cuba
vender jarros significa "ser vanidoso o decir vanidades", de
aquí que jarrero equivalga a vanidoso también.
Encueruso. — Forma despectiva de la locución en cueros. Vulgarismo.
Fandango. — Pig. Escándalo. Se armó el gran fandango.
Enfandangarse. — Violentarse, encolerizarse. Curiosa convergencia
vulgar de enfadarse y fandango. En cuanto lo insultaron se
enfandangó.
Grillero. — El mentiroso, dado a contar grillas. El Dic. oficial acepta
esta voz, por lo que grillero no puede ser excomulgado.
Jamaiquino. — Jamás decimos en Cuba jamaicano, al natural de Ja-
maica, vocablo que recoje el Dic. de la Academia. Decir ja-
maicano en Cuba, produciría el mismo efecto que decir sevi-
llino en Andalucía, pongamos por caso.
Floreo. — Dice el Dic. de la Academia: "Conversación vana y de pa-
satiempo, o dicbo vano y superfluo empleado sin otro fin que
el de hacer alarde de ingenio," etc. En Cuba mantenemos ese
uso, pero lo ampliamos llevándolo a toda acción, no simple-
mente oral. Así, cuando uno de esos habilidosos y temerarios
automovileros que corren por esas calles, quiere lucir sus au-
dacias en el manejo del automóvil, burlándose de las reglas
de la circulación de vehículos, y poniendo en riesgo la inco-
lumibilidad de los peatones, se le dice: "fotinguero, déjate de
floreos".
Fonguear. — Vocablo del base-ball. Dar a la pelota para practicar a
los jugadores, antes del juego o desafío. El hampa le da otra
acepción picaresca.
Frijol. — Tapadilla, algo oculto o reservado. Le: sacaron los1 frijoles.
Le descubrieron el gran frijol.
Ganga. — Baratura. Tú quieres mucha ganga.
Ganguero. — Amigo de conseguir ganga.
Horqueta. — Horquilla que usan las lavanderas para levantar las ten-
dederas.
Jamaquear. — Sacudir, zarandear a uno. No me jamaquees. La acep-
ción que aporta Suárez es derivada de ésta, la cual, a su vez,
procede de hamaquear, columpiar, mecer en la hamaca o ja-
maca, como aun dicen los campesinos.
Ácana. — Ser ácana, es ser tacaño, miserable, ruin, duro; y se deri-
va este vulgarismo, metafóricamente, de la madera del ácana,
una de las más estimadas precisamente.
Bayusera. — Mujer que frecuenta el oayit.
Cachorrada. — Acción propia de una persona cachorra o sea perra,
de mala intención, rencorosa.
Í64 FERNANDO OÉTÍ2
Despetroncarse. — Huir a todo correr. Vulgarismo poco usado. Con*
taminación de despernar y destroncar.
Jorobeta. — Forma diminutiva como conservamos el vocablo joroba,
en su 2.a acepción de impertinencia o molestia enfadosa. ¡Bas-
ta de jorobeta!
Jauco. — Este toponímico (barrio y río en Baracoa) parece corru-
ción de jaruco, como éste diminutivo de jaro, que no es voz in-
dia, sino bien castiza, que trae ei diccionario oficial, derivada
de jara. De esta voz se derivan otros toponímicos cubanos, que
se empeñan en catalogar como aborígenes: Jarao, hacienda
en Sancti-Spiritus; Jaraguá, árbol muy alto de madera dura
y puesto cerca de Baracoa; Jar aguan, corral en Güira de Me-
lena; Jar ag Mea, hacienda rural. En 1546 se citaba el nombre
de un pueblo cerca de Santiago de Cuba, llamado Jara.
Moco de herrero. — Según el Diccionario de la Academia es "la es-
coria que sale del hierro encendido en la fragua cuando se
martilla y apura". Nosotros lo decimos, especialmente en Vuel-
tabajo, aunque algo en desuso, a la tierra perdigón, o sea la
tierra granulosa, con óxidos de hierro, poco productiva.
Piedra de ojo. — Cierta piedrecita de playa que puesta en el ojo, bajo
el párpado, sin esfuerzo se mueve por toda la órbita y la lim-
pia. Se mueve sola con zumo de limón, según Esteban Pichar-
do en su Geografía (Vol. II, p. 43).
Las virtudes de estas piedras de ojo (piérres aux yeux) ya
fueron notadas por el P. Charlevoix en su notable Histoire de
l'lsle Espagnole ou de 8. Domingue (Amsterdam. 1733. T. 1.°,
pág. 28), quien les atribuye en latín el nombre de umbilicus
marinus.
Asiático. — Por mucho tiempo se le ha dicho por antonomasia al chih
no, por no confundir al hijo de China con el hijo de negro y
mulata.
Sabanetón. — Sabana pequeña. De sabana, se formó el diminutivo sa-
baneta, y de ésta sabanetón, que no es, por tanto un aumen-
tativo, aunque lo parezca por su desinencia. Igual proceso fo-
nético tenemos en cala, caleta, coletón. Véase sabanazo.
Pan. — Suárez explica esta voz, pero, a nuestro pobre juicio, pudiera
añadirle el carácter típico de cónica, como pone de relieve E.
Pichardo, porque "representa, dice, un pan de azúcar" o pilón.
Arranchador. — RancJieador o ranchador. Cazador de esclavos cima-
rrones.
Ranchador. — Rancheador.
Quemados. — En plural solemos usar esta voz, que en singular tiene
su acepción castiza registrada: "rodal de monte consumido en
todo o en parte por el fuego". Así es como se desmontaba en
Cuba por los indios, según Oviedo, y después por los españo-
les, para proceder a las siembras y labranzas. El vocablo se
UN CATAUBO DE CUBANISMOS 165
ha fijado en la toponimia: Quemados de Marianao, Quemados de
Güines, Quemados de Yaoii, etc.
Atollador. — Aplicado a un arroyo, significa que se atasca. La voz, de
raíz castiza, puede venirnos de Extremadura donde se usa
atolladar. (M. D. González, en su obra histórica sobre Villa-
clara.)
Pan de sábado. — Ant. Auxilio consistente en un real o etn un medio,
que cada sábado debía llevar a su maestro el alumno de las
escuelas de instrucción primaria, a fin del siglo XVIII.
Paito. — Diminutivo de padre, usado en Vueltarriba. De padre, pae,
paito. (A. Perpiñan. El Camagüey, 1889, pág. 21.)
Quiquirito. — Gallo americano. Suárez trae esta otra forma, que debe
ser anterior, y ambas onomatopéyicas: quiquiriquito.
Espanta totíes. — Viejo esclavo que en los ingenios solía ocuparse de
ahuyentar los totíes, para que estos pájaros no picotearan el
azúcar.
Cobija. — Dice Suárez: "En Cuba se dice solamente al techo de guano
o de yagua, con que se cubren todos los bohíos y algunas ca-
sas campesinas, entre ellas las casas de tabaco. En los demás
casos se dice "techo", "techumbre o tejado".
Añadamos que la voz es de buen origen latino, según la
Academia. De cooperculum, de cooperire, cubrir. Pero esta acep-
ción nuestra, que constituye un indiscutido cubanismo, ha de-
bido ser influenciada por el hecho de que las cobijas de los
bohíos indios se hacían preferentemente con hojas de bihao o
bijao, o sea de palma yarey o macana.
Antiguamente no sólo se llamó cobija al techo, sino a las
paredes de un bohío, si eran de yagua o guano, lo cual refuer-
za la anterior hipótesis. Lo demuestra el siguiente texto de
M. D. González en su Memoria histórica de la villa de Santa
Clara (pág. 351) referente a una acta del cabildo villaclareño,
de 26 de Mayo de 1693, que dice: "que ningún vecino cobije
su casa para abajo, y el que no pueda embarrarla o entablarla,
cobijará las paredes de yaguas y no de guano, por el mucho
riesgo de fuego". De ahí se desprende que no sólo la techum-
bre, sino las paredes, eran objeto de la cobija.
Raya. — Raya de yuca se llamó al lugar donde se rallaba la yuca para
hacer el casabe. La prosodia era defectuosa; pero, aun dicién-
dose ralla, el cubanismo es incuestionable. Lo hallamos escrito
en una acta municipal de 1735 prohibiendo que los negros can-
ten y toquen tambor "en las rayas de yuca, como lo acostumbran".
Aguantar. — 'Sujetar. Probable extensión de la 2.a acepción académica.
Aguántame la silla, que se bambolea. Aguántame, que me cai-
go. Aguántame este papel mientras me lavo.
Basiliquear. — 'Desgracia, dar mala suerte. Poco usado y entre juga-
dores. De basilisco.
166 FERNANDO OBTIZ
Bombero. — Afortunado, dado a las bambas. Procede del juego del bi-
llar llamado pina, donde es la bola metida en tronera por ca-
sualidad. Parece voz onomatopéyica, derivada del sonido de lrs
bolas de billar al chocar unas con otras.
Figurín. — El Domingo del figurín es el cuarto de la Cuaresma (D.
Esta denominación es moderna. En 1883 el cuarto domingo de
Cuaresma se señaló por primera vez en la Habana por haber
dado un baile de máscaras el Casino Español, que por aquel
entonces era la sociedad que imponía ciertas normas sociales
tocante a su adopción oficial, y el baile se llamó del entierro
de la sardina. Hay que pasar más años para que los gacetille-
ros y cronistas hablen del figurín.
Suponemos que el origen de esta denominación fuera el si-
guiente. Después de 1883 quedaron cuatro bailes de disfraces
en Cuaresma, correspondiendo a los cuatro primeros domin-
gos: piñata, vieja, sardina y entierro de la sardina. De los
otros domingos de Cuaresma, el quinto y sexto, por ser los
más significativos desde el punto de vista religioso (el quin-
to por estar ya inmediato a la semana de dolores, y el sexto
por ser el de ramos, inmediato a la semana de pasión) el pueblo
habanero se abstenía de bailar, hasta el séptimo domingo, que
terminaba la Cuaresma, o sea el de Pascua de Resurrección.
Así que el cuarto domingo fué el último en que se concedía
permiso para bailes. Las autoridades, dicho sea de paso, pro-
hibían todo espectáculo público, como teatros, retretas, diora-
mas, caballitos, etc., los viernes de Cuaresma, y vayase lo uno
por lo otro.
Por otra parte, la locución último figurín, no sólo fué usual
para expresar el vestido a la derniére, "a la última moda",
au dernier cri, o "a la última", que aun se usan; sino que
pasó como vulgarismo a significar lo último de algo: la últi-
ma carta, la última copa, etc. Y la denominación de domingo
del entierro de la sardina por ser el último de los bailes car-
navalescos permitidos y por evitar confusión con el tercer do-
mingo, el de la sardina, fué trocándose por la del último figurín.
, El figurín se ha dicho en el lenguaje familiar al último en
una serie. Recordamos que nuestra abuelita, cuando quería ju-
- gar el último juego de baraja con su nieto, le decía: "vamos
/ a jugar ahora el figurín".
Por lo que se ve, el domingo del figurín quiere decir el
último.
Derrienga. — Por derrengó.
(1) En la papeleta piñata (pág. 124) está equivocado el orden de
las denominaciones do los domingos de Cuaresma, usurpados en Cuba por
fel Carnaval.
UN CATAUBO DE CUBANISMOS 167
Vejerano. — Vejestorio. Al estilo de Cuervo: vejete -J- veterano = ve-
jerano.
Abacorar. — Además de la acepción de Suárez: abracar. La significa-
ción del vocablo, que se usa también en Venezuela (Toro y
Gispert), parece insegura, probablemente por ser corrupción,
a la vez, de abarcar y abracar.
Abracar. — Sujetar a una persona, animal o cosa entre los brazos. De
abrazar. Es muy usado.
Abarrotar. — La 4? acepción académica la extendemos mucbo. Así:
el coche está abarrotado de fruto, su cabeza se abarrotó de nú-
meros, etc.
Catibiero. — Propiamente el hacedor o vendedor de catabía. Pero di-
ciéndose come catibía al mentecato o tonto, catibiero es un
vulgarismo sinónimo de tonto, guanajo. Eres "un come cati-
bía'1 y "eres un catibiero" se equivalen.
Cargar. — Cubrir en su 4.a acepción. En ganadería, preñar una res.
Una vaca o yegua cargada. El garañón la cargó.
Trinca. — Además de las acepciones que da el Dic. de la Academia,
y el cubanismo, que recoge Suárez, significa, como vulgarismo,
la bebida o borrachera. Del inglés to drink.
Abollar. — Por extensión, "golpear". Le abollaron un ojo.
Bolero. — Si bola y bolada son "mentira", bolero será "mentiroso".
Bombo. — Tibio, si se aplica a los líquidos: agua bomba. Insípido,
reblandecido, pasado, si se aplica a las frutas. Tenemos la fru-
ta bomba, eufemismo que evita nombrar castellanamente el
el fruto del papayo, que aquí tiene acepción obscena. Antaño
se decía fruta boba. Véase en Miguel Rodriguez-Ferrer. — Natura-
leza y civilización de la grandiosa Isla de Cuba. — (Madrid. 1876,
pág. 644.)
Tonto, guanajo, si se aplica a las personas.
Abombar. — Entibiar el agua. Reblandecer un fruto. Atontar una per-
sona.
Disco. — La vulgarización del fonógrafo y de sus discos ha traído
este neologismo: repetición de unas mismas razones. Ya co-
nozco ese disco. Cambíame el disco.
Orejano. — Propiamente, según el Dic. de la Academia, es el ganado
sin marca en las orejas; pero, por extensión, se aplicaba al
ganado cimarrón o huido.
Palmota. — Ant. Palmeta para castigo de los niños escolares. Era de
caoba, o majagua, etc.
Guayaba. — Solía llamarse así por razón del color a la mulata blar»~
conaza.
Guayabúa. — Mulata blanconaza.
■ Rompida. — Conjunto de arrecifes o mitcaros donde rompe el mar.
Por rompiente.
Sebucán. — El Dic, de la Academia trae esta voz como propia de Ve-
168 FERNANDO OETIZ
nezuela. Es indígena antillana y puede leerse ya eta. Oviedo,
Bmé. de las Casas, Gomara, etc. Como cibucán, que así se
escribía, era una manga de empleita de palma para exprimir
la harina de la yuca, lo cual se solía lograr por medio de unas
gruesas piedras que ataban a uno de sus extremos, según cuenta
Oviedo; y como ciba quiere decir piedra entre los aborígenes,
de ahí que se deduzca que cibucán procede de ciba. La Acade-
mia no haría mal en corregir esta papeleta.
Camellón. — Género para vestidos y abrigos de pelo de camello con
mezcla de lana (siglo XVIII). Se usaba con las telas de aquel
entonces: piñuela, peñasco, carro de oro, peldefebre, angari-
pola, capichola, tercianeía, picote, mué, ormasí.
Palometas. — Ant. — Tela para abrigos (siglo XVIII).
Isa. — Ant. — Adorno con que se engalanaban las monturas (siglo XVIII).
Alambiquero. — Antaño fué el que manejaba y cuidaba el alambique
y hacía el aguardiente. Hoy la voz está algo en desuso porque
ya no suele haber pequeños alambiques en los ingenios, y
porque ya el alambique es aparato complicado que requiere el
concurso de varios trabajadores de diferente índole, por lo
que el vocable alambique no se podría aplicar a ninguno de
éstos en especial.
Aparejería. — Establecimiento donde se construyen los aparejos, o
arreos ordinarios que se ponen a las caballerías para car-
garlas.
Aparejero. — Hacedor de aparejos.
Azucarero. — Véase el Dic. de la Academia. Además: el dueño de una
azucarería, tienda dedicada a la venta de azúcar.
Pinenses. — :Nombre que recibían los naturales de Pinar del Río, que
antes se decía Piñal del Río. Hoy pinareños.
Descabezar. — Buscar las cabezadas o nacimiento de un río o arroyo
para pasar de un lado al otro, sin vadearlo. Suele hacerse
cuando la creciente impide el vado o paso y, naturalmente,
si las cabezadas no están distantes. Descabezar un sueño quie-
re decir comenzar a dormir.
Ajiconal. — Vocablo aJgo sonado en la toponimia cubana. Lugar de
ajicones.
Cayuelo. — Antiguo diminutivo de cayo, conservado en la toponimia.
Hoy suele decirse cayito.
Corojal. — Lugar de corojos.
Vara estadal. — Según Esteban Pichardo, se llamó a?í al cuadrado
de dos varas y una tercia de lado, lo preciso para un montón
de yuca, de cuya siembra era unidad de medida, según Acta
del capítulo habanero de 24 de Octubre de 1596. Debe de equiva-
ler al estado castellano. Véase en el Dic. de la Academia.
Obrada.— Medida superficial que aun se usa en Castilla y Sevilla,
según se ve en el Dic. de la Academia; equivale a la labor que
UN CATAURO DE CUBANISMOS 16ÜJ
en un día hace un hombre cavando la tierra, o una yunta
arándola. En Cuba equivale a 3,000 estadales o montones.
Y 36,000 estadales, o doce obradas, equivalían a una caballería,
cubanismo éste que trae aquel diccionario.
Juez de mojones. — El designado para deslindar y amojonar una ha-
cienda (siglo XVIII).
Ajiaco. — La comida, por antonomasia. "Hay que ganarse el ajiaco.''
Arrancuchar. — Pérdida total del dinero, en el juego. Como abancu-
char. Arrancuchar debe de ser vocablo anterior a abancuchar.
Este se derivó por el influjo de la banca que solía ser abancu-
chada o arrancuchada. ¿De arrancar y arranchar?
Cayuco. — Deformidad de la bóveda craneal.
Bacalao. — Flaco. "Ella era un bacalao."
Cambumbia. — Juego infantil. El palito que terminado en punta por
sus extremos sirve de base al juego. Este consiste en poner
la cambumbia en el suelo, dentro de un cuadrado, haciéndola
saltar a lo lejos, dándole por uno de sus extremos con otro
palo. En el aire se le da a la cambumbia a fin de alejarla todo
lo posible del cuadrado y gana el que la aleja más, midiéndose
la distancia con el palo que sirve para el juego.
Serón. — Medida. Sinónimo de caballo o carga, si se aplica a los plá-
tanos.
Cuerda. — Cuerda de leña. — El montón de leña cortada en rajas de
cuatro pies inglesas, que ocupa tendida en el suelo el ancho
de una raja, otro de alto y dos tantos de largo (Pichardo).
En el Dic. de la Academia consta la acepción de "medida de
ocho varas y media". ¿Se dirá, pues, cuerda de leña, porque
comprende la leña que se puede atar con una cuerda (la típi-
ca de ocho varas y media) ?
Tarea de leña. — Montón de leña cortada en rajas de cuatro pies,
que ocupa tendida en el suelo el ancho de una raja, dos tan-
tos de alto, tres de largo (Pichardo).
Macuto. — Medida de sal. Saco largo y estrecho, tejido de guano, de
cuatro arrobas de capacidad.
Carretada. — Cabida de una carreta. Como medida equivale a 120
arrobas o 15 caballos. La Academia acepta la acepción como
mejicanismo.
Tendido. — Medida de la soga, equivalente a 25 brazas.
Canastada. — Cabida de una canasta.
Barrilada. — Cabida de un barril.
Cuñete. — Envase o recipiente de lata. Tiene además los usos caste-
llanos.
Cerca de pie. — Vallado que se hace con palos o janes enterrados de
punta.
Cerca echada. — Vallado de palos horizontales, tendidos (latas) y ase-
gurados con otros verticales (estante o jan).
170 FERNANDO OBTIZ
Lata. — El palo tendido de una cerca echada. Véase cumbrera.
Cerca de lienzos. — Igual a cerca echada.
Lienzos. — El espacio entre dos estantes, en una cerca echada o de
lienzos.
Mqyetado. — Cerca echada en zig-zag o ángulos, sinónimo de cerca
alemana, ¿De la voz marinesca mollete'?
Cerca alemana. — Cerca echada en zig-zag.
Ombliguero. — Fracción de un potrero establecida para que los ani-
males vayan mudando los pastos.
Catalán. — En Oriente, sinónimo de bodeguero.
Contracolgadizo. — Casa con una sola corriente en el techo, pero di-
vidida en dos de diferente ángulo, aunque hacia un mismo
lado. (Esteban Pichardo.)
Atarazana. — En la región oriental, a la casa con techo de dos co-
rrientes o "a dos aguas", una hacia el frente y otra hacia el
fondo.
Calera. — Además de las acepciones castellanas, lugar donde se alma-
cena la cal en los ingenios, y lugar donde se vende.
Calero. — El obrero encargado de la cal en los ingejnios.
Seronero. — Es camino seronero o de caballería, aquella vereda por
donde sólo puede pasar a la vez una caballería con serón
abierto.
Desecho. — Camino de desecho, aquél que se deriva del principal para
desechar algún mal paso, volviendo luego a confluir.
Horqueta. — Bifurcación de un camino. De horca, horcajo.
Corral falso. — El corral principal en las antiguas haciendas, distan-
te del asiento, para excusar el trabajo de conducir tan lejos
el ganado. Ha quedado la voz en nuestra toponimia: Corral
Falso de Macuriges.
Corral de amansa. — El corral destinado al ganado cerrero o cima-
rrón.
Matazón. — En el campo: rastro, matadero, carnicería. Compró una
matazón,
Caja. — Medida antigua del azúcar. Tenía cinco palmos de largo, dos
de alto y tres de ancho. Regularmente contenía 16 arrobas de
azúcar. Cuando vacía, se llamaba envase.
Estuche. — Medida antigua de azúcar, aproximadamente la mitad de
la caja.
Saca. — Medida o saco de carbón de cinco palmos de largo y tres de
diámetro. Se distingue del saco, que no llega ni a la mitad.
Carga. — Medida de carga de las caballerías, por lo itie es sinónimo
de caballo. Equivale a ocho arrobas.
Caballo. — Carga de una caballería. Se computa de ocho arrobas. El
serón, aplicado a los plátanos, es sinónimo.
Jícaro. — Vaso, jicara o escudilla, hecho de cascara de coco, que se
adornaba con grabados y pulimentaba hasta semejar el aza»
UN CATAUEO DE CUBANISMOS 171
bache. Los había guarnecidos de plata, con asas y pies del
propio metal. En esos jícaros se servía el chocolate y otros lí-
quidos, pues eran escasos los bernegales.
Loba. — Ant. — Era por antonomasia, en Cuba, la vestimenta o sotana
de luto, que cubría todo el cuerpo (siglo XVIII). Se usaba con
el capirote o capuchón negro y en punta. Fué prohibido su
uso por lo extravagante y peligroso, pues era a manera de
disfraz que ocultaba a quien lo llevaba.
Temblequeo. — Temblor frecuente o continuado. La Academia admite
tembleque y temblequear. A veces decimos tembeieque.
Terequeté. — Patatús, y, además, temblor, temblequeo.
Nos permitimos suponer que este vocablo tiene un origen
picaresco. Teque, teque, reteque, teque..,. fué sonsonete del
baile llamado zarambeque, que tanta boga obtuvo en España
en el siglo XVII, por lo indecente y lascivo, equivalente a
nuestra rumba.
Véanse las siguientes notas, tomadas del erudito y ameno
estudio de Cotarelo.
El entremés El destierro del hoyo termina así:
"¡Zarambeque, teque
lindo zarambeque!"
El Diccionario de Autoridades cita a Montero (Ob. postu-
ma: 2<>, 377) :
"Ya que saltos y brincos
se han hecho leyes,
que teque, reteque,
lindo zarambeque."
En el entremés de El Portugués, de Cáncer (1651), se baila
al final por negros el zarambeque con el estribillo:
"Teque, teque, teque,
vaya el zarambeque."
En la loa para Las Amazonas de D. Antonio de Solís (1655),
se baila un zarambeque, cantando:
"Teque, teque, teque,
nuestro día es éste".
En el baile de Los Borradlos, de Suárez de Deza (1663),
se baila con el mismo bordón:
"¡Teque, teque, teque!
Vaya, Heráclito, un Zarambeque."
En el entremés de Los Volatines y mojiganga (siglo XVII),
se canta:
172 FEBJTANDO OBTIZ
"con vueltas del Zarambeque
teque, reteque, teque, reteque."
En El parto de Juan Rana, lo mismo:
"Teque, teque, teque."
En el entremés de Avellaneda La boda de Juan Rana (1664),
se canta al final: ,
"¡Ay, que teque, reteque,
siempre alegran los zarambeques!"
En la Mojiganga de D. Gaiferos (fines del siglo XVII), se
dice:
"Teque, teque, teque,
vaya el zarambeque."
Y se canta esta copla, que a los efectos de la significación
cubana del terequeíé o temblequeo, tiene especial importancia:
Y pues él está en tembleque,
bailad conmigo o por mí,
y todos juntos aquí
lloremos un zarambeque.''
Y así, podríamos aportar otras citas del bordoncillo carac-
terístico del zarambeque.
El terequeté ba debido formarse por fusión de los elemen-
tos fonéticos del sonsonete teque, reteque, teque, reteque, con
una simple metátesis de la sílaba re.
Pero ¿de dónde proviene el teque? ¿Será una voz sin signi-
ficación, un ripio fonético, diríamos, para consonantar con
zarambeque;' No es de creer así. Como consonante no era in-
dispensable. En las coplas de bailes y entremeses se usan, por
ejemplo: peque y el burlesco tembleque, sin contar otros que
estuvieron a su alcance, como: jeque, alfaneque, etc. ¿No es
significativo que, puestos a escoger un bisílabo, acaso por mor
del ritmo musical, prefirieran el teque, y no jeque, peque, se-
que, beque o breque, que tienen significado propio? ¿No es intere-
sante observar que exceptuados los subjuntivos en eque, los
sustantivos castellanos así terminados son o árabes marí-
timos o militares (jeque, jabeque, taibeque, alfaneque, alfa-
queque, almaleque, almajaneque), o voces marinescas y de
las flotas de guerra y coloniales (beque, breque, claveque, es-
peque, homabeque y las variantes arenque,, palenque, reben-
que, trenque, estrenque, obenque y craquelenque) , o vulga-
rismos preferentemente andaluces (tembleque, tirabeque, pe-
neque y enclenque), exceptuando el neologismo cheque? ¿Y
UN CATAUBO DE CUBANISMOS 1/3
no es curioso que entre los cubanismos, de los más indiscu-
tibles, contemos tantos finales en eque, como: meque, queque,
mayabeque, tembeleque, sabaneque, timbeque, guateque, sam-
beque, muleque (Bayeque o Bieque, en Puerto Rico), además de
las variantes tenque, buquenque, moquenque y merequetén? Es-
to y el origen africano del zarambeque ¿no ayudarán a inves-
tigar el origen del téqueí
El uso casi exclusivo de la desinencia eque en voces árabes,
marineras, militares e indianas, basta para demostrarnos que
su procedencia no es castiza y sí de importación tardía, con-
temporánea del descubrimiento y población de América y de
las correrías navales contra piralfas y /turquescos. Pero la
abundancia del eque en estas Indias y en la gente marinesca,
podría inducirnos a creer que se trata de una influencia afri-
cana, por más que no podamos asegurarlo.
El teque (reteque es el teque con el prefijo frecuentativo
re), digámoslo ya, es sin duda, indiano, cuando menos, como
indiano fué el zarambeque, que lo llevó a España; indiano,
después de ser africano. (Véase esta voz en nuestro Vocabula-
rio de negroafricanismos.)
En América parece que tenemos varios derivados de teque,
como tequirar, "dañar", "perjudicar", en Honduras; tequio-
so, "molesto", "pesado", "travieso", en la América Central;
tequiche, "dulce de maiz", en Venezuela; tequila, aguardiente
del maguey; pero son derivaciones de tequio, voz del náhuatl
tequitl, "oficio", "carga", "trabajo", "tarea de minero".
Estar de teque fué expresión, boy anticuada, que significó
"estar de broma", según el diccionario de la Sociedad de Lite-
ratos, y esto nos baria pensar en una posible derivación de
nuestro guateque o en una aféresis del mismo, si realmente no
fuese expresión derivada del teque, teque del zarambeque, por
su significado.
El vocablo tecle ("enclenque", en Chile, y "aparejo de un
motón", en la marinería) parece derivado del teque en cues-
tión; como lo fué, sin duda, el vocablo tengue, de corta vida,
que en tiempos de Don Francisco de Quevedo dio nombre al
baile Tengue, tengue {El entretenido, la dueña y el soplón),
que no debió de ser sino una variante del zarambeque, y de
su teque, teque. (En Cuba» del pez tenca hemos hecho el pez
tengue.)
Esta forma tengue, tengue, de indudable desinencia peyo-
rativa, por teque teque; y el aentido despectivo de mucbas de
las voces así terminadas, especialmente los vulgarismo^, nos
hacen pensar que eque no sea sino una variante del sufijo
engue, cuya interpretación y análisis lexicológico publicare-
mos en próximo estudio, variante influida y forzada a la conso-
1?4 STSSÍÍAÑDO Ofelia
nancia del vocablo zarambeque. La raíz del vocablo tequé,
como de tengue, puede ser una imitativa del temblor, o del
movimiento continuado o del ruido acompasado, algo así como
tic, que da origen a tic-tac, tiquitiqui, chiquichiqui, etc.
Balay. — El Dic. académico acepta el cubanismo balay: "plato de
madera, especie de batea, con que se avienta el arroz antes de
cocerlo". En América se llama balay a cierta cesta de mimbre.
Zayas la incluye entre las voces indígenas. Picbardo no se
atrevió a tanto. En la 3a edición de su Diccionario Provincial
de Tozes cubanas, cambió la ortografía de la palabra, tal co-
mo la recoge el Dice, de la Academia. Antes escribía balaí.
Cuervo (983) define mejor el balay: "instrumento a mane-
ra de bandeja redonda, formado por un aro de bejuco en que
está asegurado un tejido de tiritas vegetales, el cual instru-
mento sirve para aventar cosas secas o pasar líquidas de
alguna consistencia".
No se usa el balay solamente para limpiar el arroz, separan-
do la cascara del grano, sino también el café. Fué voz usual
en los cafetales. Esto nos ayuda a creer, pues sabido es el des-
arrollo que a los cafetales trajeron los colonos franceses, que
el balay procede del francés balai o balayer, escoba, barrer.
Esto, no obstante, refiriéndonos solamente a la forma orto-
gráfica del vocablo, no queremos decir que el vocablo sea ra-
dicalmente francés, porque se deriva del latino baleium, es-
coba, el cual dio al castellano unas bien castizas voces, como
abalear, que significa: "separar del trigo, cebada," etc., después
de aventados, y con escoba a propósito para ello, los granzo-
nes y paja gruesa; y abaleo, "la acción y efecto de abalear",
y "la escoba para abalear". Aun más, el Dic. de la A. recoge
la voz baleo en sus acepciones: "aventador, 4a acepción", o
sea: "ruedo pequeño, comúnmente de esparto, con mango o
sin él, que sirve principalmente para aventar e|l fuego, y se
emplea también para recoger la basura, y otros menesteres
domésticos". Por donde podemos escribir, en resumen: Ba-
lay = baleo. Etimología latina, forma afrancesada. Y véase,
como desaparece el cariUismo de otra voz, que algunos quieren
que sea indígena de estas tierras.
Balayar. — Aventar la cascara del grano del arroz o del café con el
balay. Véase la voz balay.
Horita. — Con defectuosa prosodia, se suele pronunciar con desinen-
cia diminutiva el adverbio ahora, ahorita. Y hemos oído hori-
tiquitica, que es buen ejemplo del afán de emplear diminutivos
que tenemos en América . Ahorita tanto quiere decir como muy
pronto o prontíto; horitiquitica casi equivale a inmediatamen-
te. Decimos casi porque metafísicamente es imposible supo-
nerle gradaciones a la idea de ahora.
UN CATAURO DE CUBANISMOS Í7Ó
Aire. — La Academia trae una 10? acepción, familiar: "ataque de
parálisis". En Cuba se ha extendido algún tanto esa acepción,
y a cualquier enfermedad o accidente de difícil o dudosa de-
nominación le decimos aire. Tenía aire en un ojo. Le dio aire.
Majá. — Se dice, también, del hombre taimado, astuto, cauteloso, cu-
le~brón.
Es voz caribe, según el Dic. de la Academia. Puede ser.
Pero teniendo en cuenta que la serpiente llamada majá se en-
cuentra preferentemente en los lugares húmedos, remansos de
los ríos, charcas, lagunas y ciénagas, ¿no puede imaginarse
que al dar nombre los españoles a las culebras (Oviedo en su
famosa Historia Natural, no da ni uno, ni recoge las voces que
fueren indias), asignaron al majá, el nombre de culebra almajal
o de los lugares húmedos? Almajal es voz árabe, que despro-
vista del artículo prefijo queda en majal. No afirmamos el
arabismo de la palabreja; pero no queremos silenciar la hi-
pótesis.
Elmajá, es aun hoy día, población árabe de la. Tripolitania.
Galleguería. — Conjunto de gallegos. La voz gallego suele decirse
como sinónimo de criado o trabajador jornalero. Y, por eso,
hemos oído hablar de la galleguería de la cuadra, es decir,
del conjunto o reunión de los criados que habitan en la man-
zana de casas, etc.
Boyobán. — Ser de boyobán es ser sabroso. ¿De vol au vent? Pro-
bablemente deriva de la locución de voy o van. Cuando dos
guajiros tratan de liquidar un ganado o frutos que tienen a
partido, cualquiera de ellos al justipreciarlos suele decir para
afirmar la equidad de la tasación, por ejemplo: los añojos a
tanto de voy o van. o también, a voy o van, es decir, o me que-
do con ellos por tal precio y voy por ellos o Vd. me los paga
por lo mismo, y va Vd. por ellos.
Es probable corrupción de esta expresión guajira, cuando se
dice, por ejemplo: Fulano entró en el negocio de a voy, es
decir, sin cálculo, ni prudencia, a todo riesgo.
Esterear. — Reunir el guano de tejer en esteras.
Estera. — Atado que contiene cien pencas de guano.
Estalaje. — Además de la acepción que trae Pichardo y copia Suárez,
probable corrupción de atalaje: el vestido o aspecto del indi-
viduo sucio o mal vestido. Sabiendo que atalaje significa el
equipo de las bestias de tiro, es fácil comprender el sentido
del vocablo.
Estante. — Dice bien Suárez. Procede de la acepción marinesca que
nos trae el Dic. de la A.
Estantería. — El conjunto de los estantes o janes de las cercas. La
estantería era de ácana.
Í?6 FEENANDO ORTl¿
Catata. — No sólo el mate amarillo, en Camagüey; sino, por exten-
sión, la onza de oro, en lenguaje familiar.
Claro de guayaba. — Se llamó así a lo que hoy decimos jalea.
Desmontar. — Se usa decir entre los campesinos, por alojarse. "Está
desmontado en casa de Goyo."
Enjalmado. — La res o bestia que tiene en el lomo alguna mancha
blanca del tamaño de la enjalma.
Tarraya. — Cierta red de pescar, de forma cónica, con plomos al bor-
de para precipitar su sumersión, que tira un solo pescador
con especial habilidad, cogiendo en ella al pez o peces. Es la
atarraya o esparavel. ,
Tarrayazo. — Tirada de la tarraya. Pesca que la tarraya saca de una vez.
Corte. — Antes se dijo en Cuba corte de ingenio al terreno necesario
para fundar y sostener una fábrica de azúcar de caña, regu-
larmente unas treinta caballerías.
Y se dijo, también, corte de agiaco a la cantidad de viandas que
era necesario cortar o reunir para cocinar ese rico plato criollo.
Cuajero. — Cuajo preparado para con él cuajar la leche.
Cabezazo. — Cabezada.
Chotero. — En Vuelta Arriba, por choteador.
Barriga. — Barriga de potrero suelen decir los guajiros de la Vuel-
ta Arriba, al que come mucha vianda sin parar mientes en
su calidad.
Cascambruca. — Además de la acepción que trae Pichardo: "penden-
cia o trajedia entre muchos", significa en Vuelta Arriba, un
dulce de cascos de guayaba hecho con la fruta partida por
la mitad, con semilla y todo.
Trochar. — Abrir trocha.
Sopimpa. — Sopapo, o acción de dar sopapos. Vulgarismo q¡ue va
cayendo en desuso. Se armó una sopimpa.
Cintiura. — Conquistador, amanta, tenorio. Vulgarismo.
Pitera. — Además de las dos acepciones que inserta Suárez: agujero
que la oxidación abre en un tanque de hierro, por donde sale
el contenido de éste; salidero.
Picuismo. — Condición de lo picúo. Cursilería.
Cazabe. — En Cuba decimos casabe. Dice el Dic. de la Academia:
"(Del haitiano cazabí, pan de yuca) Torta que se hace en
varias partes de América con una harina sacada de la raiz
de la mandioca." La etimología indiana se apoya en los pri-
meros historiadores y descubridores. Zayas dice que la primera
vez que se halla la palabra casabe (antes se decía cagabi) es
en la relación de Ginés Navarro, de 1528.
Leo Wiener, el original lexicólogo de Harvard opina diver-
samente a la creencia general. Ya en Américo Vespucio (car-
ta de Soderini, 1504) encuentra el vocablo y dice: "No hay
duda de que Vespucio conocía la voz árabe qasab, mijo". La
tjif CATAUBO DE CUBANISMOS 17?
Semilla de qasab o mijo, añade Wiener, tan poco conocida en
Europa constituía en Trípoli, según P. Blanquiere, en sus
"Letters from the Mediter -ranean7' (Londres, 1813) la más nu-
tritiva harina que puede imaginarse, y formaba parte princi-
pal de la comida del pueblo. Ese vocablo árabe entró en Esr
paña, como cazabe, y en Portugal como cazada, y más tarde
produjo varios curiosos vocablos indios en América. Según
Wiener, puede casi seguirse el "deterioro" del vocablo, desde
su original árabe qasab. y luego cazada, aparentemente hacia
el Norte, desde el Brazil.
Cañangazo. — Trago de caña. Análogo a coñacazo, ginebrazo, y otros.
Obsérvese que no se dice solamente cañazo, sino que se le in-
tercala el fonema despectivo anga, tan corrido en América.
Salto de rata. — Se llama "techado o tejado a salto de rata" el que
tiene las tablas desunidas, separadas unas de otras.
Situado. — Por derivación de la acepción genérica que trae el
Dic. de la A. aquí fué el auxilio o subvención periódica de
dinero, que para subvenir a los gastos públicos de Cuba venían
de Méjico. Pichardo trae el vocablo, que no es propiamente
un cubanismo, aunque fué aquí muy usual, sino que era
propio del dereicho administrativo y fiscal de las colonias
Topón. — Topada de dos jinetes.
Toponazo. — Topada.
Mano. — Una mano de plátanos es un grupo de plátanos que quedan
por un extremo unidos al ser separados del racimo. Si son
plátanos machos suelen ser separados en manos de a cinco, pero
hay manos con 20 ó 25 plátanos. Un serón de plátanos tiene
sesenta manos.
También la usamos en acepción parecida a la 19? del
Dic. de la A. "Había una mano de palomas... Cayó una mano
de rayos." Es sinónimo de cantidad.
Molejón. — Además de la acepción propia del cubanismo, la piedra
de afilar oriunda del país.
Firmón. — El letrado o funcionario que firma en escritos y disposi-
ciones preparadas por otro, sin tener conciencia de lo que hace.
Guaracha. — Además de las acepciones de Pichardo y Pérez, música
u orquesta pobre, compuesta de acordeón o guitarra, güiro,
maracas, etc.
Guarachear. — Bromear, parrandear.
Lengua. — Hablar lengua un negro, es hablar su idioma original afri-
cano o de sus ascendientes.
Lenguaje. — Lengua extraña no entendida. Me echó un lenguaje.
Lola. — Raíz de la malanga, según Pichardo. Cada mata, dice, pro-
duce 8 ó 12 bolas.
lt§ felíÑAÍíbo ÜETÍ¿
Hiserita. — Y también miseritica. De miseria. Cantidad muy pequé*
ña o ínfima de alguna cosa. Una miserUa de sal.
Sabina. — Además de la acepción botánica, en Vuelta Arriba suele
decirse al curioso o dado a enterarse de lo que no le importa.
Taitabuico. — Plátanos verdes fritos, machacados con chicharrones de
puerco.
Fogonearse.— Podrirse la parte enterrada de los palos, horcones o
janes usados en cercas, construcciones, etc.
Potatear. — Sonar un fotuto.
Fuácata. — Es onomatopéyica voz. Antaño se decía fuátaca y fua-
tacazo, lo cual parece dar a entender que procede el vocablo
de fuete, fuetazo, látigo y latigazo. Véase la explicación de
Suárez.
Janear. — Colocar los janes para cerca. Montar en una bestia de un
salto sin poner el pie en el estribo, apoyándose solamente en
las manos (hand, en inglés).
Prieto. — Trigueño.
Saca. — Ganado de saca es el que está para ser sacado del potrero y
vendido.
Penitencial. — Ant. — Procesión religiosa que solía efectuarse en oca-
siones extraordinarias, para cumplir penitencias. Según M. de
González {Memoria histórica de la Villa de Santa Clara, pá-
gina 188) solían concurrir los penitentes con sayal blanco,
desnuda la parte superior del cuerpo, y cubierta la cabeza y
rostro con una caperuza. Llevaban a cuestas cruces pesadas,
o, por su punta y perpendiculares, espadas de cinco cuartas,
y cadenas, cilicios, etc. Los miembros del Ayuntamiento iban
sin medias ni zapatos.
Peineta de barilla. — Ant. — A fines del siglo XVIII las peinetas que
usaban las señoras en Cuba no eran muy altas, pero sí an-
chas, pues iban de oreja a oreja. Llevaban en el borde supe-
rior una varilla de oro, y de ahí su nombre, que se escribía
como se pronunciaba: "de barilla".
Palillos. — Ant. — Tacones de madera de dos y tres pulgadas, los que
hoy llamamos de Luis XV, que se adherían al calzado. Intro-
ducidos a fines del siglo XVIII, su uso arraigó de tal manera,
que ha venido a ser característico del zapato de la cubana,
hasta el punto de que en los Estados Unidos les llaman Cuban
heeis. El calzado ha sido siempre una de las prendas más cui-
dadas por la mujer cubana, de pie diminuto y alto empeine,
originado probablemente por su falta de ejercicio a pie.
Pantallas. — Ant. — Nombre que solía darse a las cornucopias con
candeleros.
Aljorra. — Ant. — Nombre de una enfermedad o plaga que acabó con
las siembras de trigo en Cuba, a comienzos del siglo XIX. Del
árabe áljor, excremento, que produce el castellano alhorre.
UN CATAURO DE CUBANISMOS 179
Montón. — Unidad de medida de las siembras de yuca y ñame. Dice
Pichardo: "Respecto al ñame se cuenta por montones, que
son las lometas o conos de tierra donde se siembra." En igual
sentido lo usaba ya Fray B. de las Casas (siglo XVI).
Véase el vocablo conuco.
Lometa. — Diminutivo, hoy poco usado, de loma. Hoy decimos más
lomita.
Demoler. — Aplicado a una finca, ingenio o hato, significa cesar para
siempre el cultivo, fabricación de azúcar o crianza de ganado.
Habitación. — Finca agraria donde residen o habitan sus dueños.
Acepción introducida en Oriente por los franceses, según Pi-
chardo.
Habitante. — Dueño de una habitación, según la acepción del cuba-
nismo oriental.
Palanqueta. — Es forma diminutiva de palanca, de la que usamos
siempre para expresar esta dicción, aunque la palanca sea real-
mente una palancota.
Palanquear. — Por Apalancar.
■Jibabuco. — Barrio antiguo de la villa de Trinidad.
Viene este vocablo al mamotreto para recordar que, aunque
indígena, según alguno, es otro diminutivo en neo, de jibabo,
que a su vez se deriva de jibá, arbusto propio de lugares hú-
medos.
De esta voz jibá, se derivan en nuestra lengua y toponimia:
Gibara (ciudad), Jibacoa (pueblo, barrio, río y hacienda en
varias provincias) ; Jibaracón, lugar en la costa de Baracoa.
y, según Pichardo, todo lugar por donde desagua un río al
mar cuando lleva exceso de agua y corre paralelo a la costa) ;
jíbaro (pueblo y laguna, montaraz y montuno) ; jibabo (lugar
donde abunda el jiba), y jibarero (perro perseguidor de ani-
males jíbaros).
A Jibabuco se le dijo también Jibabunico, lo cual confirma
el carácter diminutivo de ese vocablo en uco.
Véase la voz jíbaro.
Cimarronería. — Condición de cimarrón.
Arriba. — Estar de arriba, quiere decir estar de buenas, en situación
ventajosa, próspera.
Además, significa en nuestra toponimia: oriental. "Vueltarri-
ba." Véase la voz abajo en este mamotreto.
Abajo. — En la toponimia cubana las voces arriba y abajo, respecti-
vamente han significado: oriental y occidental. Así tenemos:
Yueltayriba y Vueltabajo. Cupeyes Arriba y Cupeyes Aba-
jo, etc. Procede ese uso de la marina, según Esteban Pichardo.
^spejülo. — Así solía llamarse en el siglo XVIII "de espejillo", a
cierto género de construcción de casas, parecido al embarra-
do, aunque más progresista que éste. No hemos dado con su
i §6 Jfebñañdo óbtíz
exacta significación, hallando la palabreja en la Geografía dé
Pichardo.
Cazuela. — Comer cazuela o en cazuela quiere decir hablar mal im-
pensadamente de una persona estando ella presente o al-
guno de sus familiares o amigos.
Cazuelazo. — Acción o efecto de comer en cazuela. "¡Comí un cazue-
lazo ! "
Paraguayo. — Machete.
Bamburria. — Vulgarismo derivado de bamba. "Apunté a ese número
de bamburria, y salió."
Abrirse. — Los galleros dicen de un gallo que se abre, cuando pierde
miedo y osa acometer al contrario o se envalentona. "El gallo
está abierto."
Rabo. — Tiene este vocablo las acepciones que en España. Poner ra-
bo fué antigua burla carnavalesca, hoy casi desusada y pro-
pia sólo de muchachos, que consistía en colgarle disimulada-
mente a una persona un rabo de cochino o de papel, de modo
que anduviera luciendo el apéndice caudal. Poner mazas y
colas fué entretenimiento burlesco de las carnestolendas en
España (siglo XVII), según leemos en el entremés de ese
nombre (Las Carnestolendas) de Calderón de la Barca, junto
con tirar huevos con harina o llenos de agua, y agua con je-
ringas, las peleas o corridas de gallos, aporrear con vejigas,
tiznar con hollín, etc.
Hoy se dice ponerle a uno rabo como equivalente a burlarse
de uno. "Al presidente le pusieron rabo."
Mosquear. — Otra acepción análoga a la ya registrada: manoseado.
Ese negocio está mosqueado. Esa pieza teatral está muy mos-
queada.
Este significado procede del lenguaje del hampa hispana.
En la Jácara de doña Isabel, la ladrona, donde se trata de la
jerga hampona (Colección de' Cotarelo, vol. II, pág. 535), se
dice que a los azotes se les llama mosqueado.
Ttepagilando. — Salir repagilando, es decir de estampía, o de espeta-
perros. El vocablo es corrupción de otro castizo, ya perdido
por el Diccionario de la Academia: raspahüando o raspailando.
En el entremés Las civilidades (Colección de Cotarelo, II.
pág. 505) se dice: "venga rabo entre piernas raspailando". En
el entremés de Cervantes El juez de los divorcios, se escribe:
" sale por eea puente toledana raspahüando, a pesar de las
malas mañas de la harona".
Tajaleo. — Como dice Suárez, aplícase festivamente a la comida. ¿Por
las tajadas? Pero el vocablo tiene un rancio sabor castizo. Ta-
jadores se decía a los platos trincheros en tiempos del Arci-
preste de Hita (Libro de Buen Amor, coplas 1252 y 1399).
Biscocho. — Siempre lo pronunciamos así, en vez de bizcocho, como
UN CATAURO DE CUBANISMOS 181
demanda la Academia. Y, a juzgar por la etimología (del latín
bis, dos veces, y coctus, cocido), es posible que tengamos en
esto más lógica que la alta corporación. Si nos exige bis-abuelo
y bis-nieto ¿por qué no decir bis-cocho, dos veces cocido?
Moldería. — Conjunto de moldes de una cerería, de una jabonería, de
una fundición, etc.
Berrear. — Aplicado a un negocio quiere decir que es sucio o ilícito,
que en él hay chivo. Véase esta voz en este catauro. "Esa ca-
rretera berrea."
Limpieza. — Acto ritual que realiza el negro brujo para limpiar a un
individuo de su mala suerte... y de su dinero.
Llorón. — Por derivación de la acepción castellana, se dice, también,
al ■pedigüeño y al dado a lamentarse con exceso. También le
decimos guaiboso, del árabe uayh.
Llorona. — Acción del pedigüeño, que diríamos pedigiieñería. Ahora
que tiene dinero, échale una llorona o una guaya.
Majúa. — Metafóricamente: mujer insignificante.
Puyar. — Meter puya, hincar la puya al buey para que jale la carreta.
Decir o lanzar pullas.
Escabuyarse. — ror escabullirse. Influido el vocablo por el cubanismo
cabuya.
Lambiar. — Lamer. Vulgarismo.
Pamplinero. — Quien viene con pamplinas.
Guasero. — Por guasón.
Yistilla. — Conocimiento claro de las cosas, dice el Dic. de la Acade-
mia, en la 10? acepción de vista. Aquí la usamos frecuente-
mente en esa forma diminutiva, que parece agudizarla.
Reviejío. — O reviejido, por reviejo.
Torcaza. — Paloma torcaz acepta el Diccionario de la Academia, y
nosotros aplicamos y sustantivamos la voz torcaza, por anto-
nomasia. Según dicho Diccionario tal parece que el adjetivo
torcaz fólo puede aplicarse a palomas, y antaño no lo enten-
dieron así. En una loa muy curiosa de las que ha recogido Co-
tarelo (vol. 2?, pág. 441), se lee: "y los elefantes nobles, tor-
caces y agrestes lobos", de donde parece deducirse que torcaz
y torcaza derivan de torca, y que quieren decir algo análogo
a "cerril".
Pero hay que convenir en que la voz torcaza no es voz co-
rrompida, como en su purismo pretendía Pichardo, sino muy
sana y castiza, mantenida desde antiguo en Cuba, como va-
rias otras, aun después de desusadas y corrompidas en Castilla.
Así vemos como el Arcipreste de Hita en su Libro de Buen
Amor (coplas 1091 y 1113) :
"Vino el cabrón montes con corgas é torcagas. . ."
"A las torcagas matan los sabogas valyentes."
182 FERNANDO OBTIZ
Majarete. — Por metáfora: hombre galanteador, almibarado.
Machar. — Voz muy apropiada. Dícese de la niña que gusta de los
juegos y hábitos propios de varones. Esa está siempre ma-
chando en la calle. Recuérdese que a la mujer hombruna o
marimacho, decimos machanga.
Paluchero. — El dado a la palucha o palique. Y patucha, según Suá-
rez, es "charla frivola con algo de embuste o adulación". Pro-
ceden ambos (así como paluchear y paluchería) de parlar, ha-
blar, y palucha parece italianismo por su desinencia despec-
tiva en ucha (uccia), que, como la en acha (accia) nos fueron
importadas por los soldados y galeotes tras de sus correrías
italianas, y por los faranduleros y matachines itálicos, que en
el siglo XVI hacían las delicias de España.
Perrera. — No solamente la del niño, que aquí decimos perreta, sino
el escándalo, la gritería. Se armó la gran perrera.
Puyero. — El que puya a los bueyes. Individuo que goza mortificando
con pullas. ¿Procederá pulla del portugués o del francés, co-
mo dice el Dic. de la Academia? ¿No reconocerán esos voca-
blos (los castellanos pulla, puya, puga, punta, junto con el portu-
gués pulha y otros, el Trances pouille y sus análogos, los ita-
lianos punta, pungeilo y muchos más, y aún el inglés pusTi,
punch, pun y otros varios) una etimología latina? En Cuba
no decimos pulla, sino puya, y de ahí que pronunciemos puye-
ro, el que puya a la yunta de bueyes o al prójimo.
Manatí. — Además del animal así llamado, el bastón o látigo formado
con su piel. Estuvo prohibido en estas Antillas el uso del bas-
tón de manatí cuando la esclavitud, y no podía emplearse en
azotar a los negros. Se dice que por ser muy cruel. Alguien
supone que ello se debía a que la huella de sus azotes era per-
manente y ello dificultaba después la venta del esclavo, pues
se suponía por el comprador, al ver las marcas del castigo, que
el infeliz tenía la tacha de ser de carácter turbulento.
Nortazo. — Nortada o norte fuerte.
üosubia, — Comida. Salvo más convincente opinión, creemos que esta
voz puede haberse formado por contaminación de varias otras,
con la base de cosuba, que según Pichardo es la película que
cubre el grano de maiz, o la parte blancuzca por donde el gra-
no se adhiere a la tusa o zuro. Además, recordemos los voca-
blos cusubé o cosubé, casabe y hasta la gitana cotubía, ayuno,
vigilia.
Tea. — Estar en la tea o en la tea incendiaria es estar en la miseria
o sin dinero. Se quiere decir que está uno en situación horri-
ble, como si lo quemasen vivo.
La frase, de antiguo origen, debió ser antaño más explica-
ble, cuando asar a una persona era cosa frecuente, cuando la
Santa Inquisición en sus autos de fe, atizaba el fuego contra jor-
UN CATAUBO DE CUBANISMOS 183
guiñes, herejes y relapsos, allí en la Metrópoli como acá en sus
colonias indianas; o cuando el amo pringaba, mechaba o asa-
ba a sus esclavos con hachas o teas encendidas.
Atear se decía entonces por encender y enateado por quemado.
Escribió Castellanos, el elegiaco cantor de los heroicos va-
rones : •
"Recogieron los nuestros los despojos,
mriz, yucas v charcos desecados,
todos muy encendidos en arrojos
por hallar muchos indios enateados."
En una edición de las Elegías, se l~e esta variante:
"por hallar muchos indios cuarteados"
o sea trozados en cuatro; pero el verso sigue así:
"y no por nuevas ya, sino por ojos
les ven en barbacoas ser asados"
Pues bien, de este vocablo enatear, derivóse en la tea. Y has-
ta suele deirse, para que no quepa duda, en la tea incendiaria.
En cuanto al sentido metafórico es fácil de comprender, aná-
logo a estar en la fuácata, pues siendo fuácata onomatopéyico
de golpe, se entiende estar en la fuácata, estar golpeado, mo-
lido, en los azotes, etc.
Aguacate. — Como la tinta del aguacate es expresión oída en Cuba, co-
mo en otros pueblos de América, para significar que algo es
duradero. A. Rojas en su Ensayo de un diccionario de vocablos
indígenas de uso frecuente en Venezuela (Caracas, 1881) di-
ce que en su país la gente pobre marca la ropa blanca ponien-
do el lienzo sobre la semilla del aguacate, trazando en seguida
sobre él las letras con ayuda de un alfiler. En Cuba se tiñen,
pasándolas por una semilla de aguacate, las lienzas de pescar.
Encabuyado. — Atado con cabuya o entisa. Se usa como sustantivo.
Encabuyado suele decirse al palo cuyo mango está cubierto de
un tejido de cordel o entisado para afirmar en él la mano. En-
tisar es, como bien dice Suárez, un galicismo. Encabuyar,
aunque menos usado, es más criollo.
Entisado. — Entisadura. Tejido de cordel para forrar un palo, un
güiro, etc.
Carita. — El frijol de carita, según parece deducirse de Suárez, se
dice así por su analogía con la española judía de careta. Qui-
zás. Pero acaso una y otra locución se deriven de la voz
caráota, que es la aplicada por los caribes a uno de los frijoles
(phaseolus) que encuentran los castellanos en estas Indias,
184 FEBNANDO OBTIZ
según Arístides Rojas; por más que Roque Barcia y otros la
deriven del griego karoton, zanahoria.
Guasasa. — El nombre de esa molestísima y diminuta mosca, cuyos
enjambres tanto atormentan al caminante de lugares cenego-
sos, no es indoantillana como cree Zayas, a juzgar por Ramos
y Duarte, quien precisa la etimología: del yucateco gua, tal,
y sa, mucho. Guasasa, por tanto, equivaldría a tal mucho-mu-
cho y no deja de ser lógica la etimología.
De paso recojamos una expresión criolla, no muy refinada
que digamos, pero sí muy expresiva, aplicada a las personas
entremetidas e impertinentes: "molesta como guasasa en culo
de perro".
Pina. — Aparte de las acepciones que recopila el Diccionario acadé-
mico, significa puñetazo. Igual acepción hemos Oído en Cata-
luña, por lo que no creemos que sea en rigor un cubanismo,
pero el calepino castellano no la ha recogido aun.
Apuntemos aquí la frase "pina, mamey, zapote", que se de-
riva del canto popular, que dice con estribillo: "A la conclu-
sión del año — pina, mamey, zapote" o sea, todo igual, sin va-
riación. Decir: "total pina, mamey, zapote", significa "total,
nada, o lo mismo".
Piüazo. — Golpe dado con una pina. Puñetazo.
Pareja. — La pareja, por antonomasia, lo es la de guardias rurales,
como lo fué la de soldados de orden público. Hoy hemos vuel-
to a adoptar esta nomenclatura, por desgracia.
Caribe. — Además de las acepciones académicas., significa cierta sus-
tancia incolora, pegajosa y picante, que se desprende de algu-
nas plantas y esponjas marinas, produciendo extraordinario
picor si se toca. "Ese esponjen temía mucho caribe." Dada la
fama de ferocidad que tuvieron los indios caribes, no es de
extrañar la explicación del vocablo. Así, en Venezuela se lla-
ma, caribe a cierto pececillo rojo de los ríos, en extremo vo-
raz y fiero, y sumamente peligroso, en virtud de que discurre
por aquellas aguas en número de millones. (El Llanero, por
Daniel Mendoza. — Cultura Venezolana. Dic. 1921, pág. 238.)
Cuarentón. — Persona cuya edad alcanzó los cuarenta años. Suele de-
cirse despectivamente. Un tenorio cuarentón. Como cincuen-
tón, sesentón y setentón, aceptados por la Real Academia.
Treintañón. — Por treintañal, al aplicarse a las personas. Ella ya es
treintañona.
Maroma. — Hacer maromas no es solamente hacts: suertes de volatines
en la maroma, sino actuar o intentar algo en forma indecisa,
vacilante, como el maromero cuando avanza caminando en la
cuerda; o bien actuar exhibiéndose y llamando la atención so-
bre sí con algún yropósito, como el galán que le hace maro-
mas a una muchacha.
UN CATAUBO DE CUBANISMOS 18Ó
Yegua. — Pare la yegiiita es locución guajira para indicarle a uno que
no siga hablando de un asunto, o que se calle.
Infumable. — Que no se puede fumar. Por extensión: detestable.
Jipiguano. — Sombrero de guano en forma de jipijapa.
Lengüeteo. — Acción de dar lengüetadas.
Leja. — Horrible declinación femenina de un adverbio de lugar. Así, se
dice por algunos campesinos: "Esa estancia está muy leja.''
Reales. — Dinero. Hombre de mucres reales.
Fiestas reales eran las muy solemnes y bulliciosas que se
celebraban por grandes acontecimientos dinásticos, como na-
cimientos y bodas de monarcas y príncipes. Hoy, ¡que mudan-
za! se aplica la locución estar de fiestas reales, irónicamente,
a los que en público se limpian puercamente con los dedos sus
narices, porque se dice que "están limpiando los salones", y
hasta se les pre Junta: "Dónde es el baile?"
Rascabucheo. — Voz p'earesca, de vario significado. Debió de sig-
nificar primerf„r'J"=iite al tocamiento deshonesto de los pechos
de una mujer, después, por extensión, todo acto análogo y la
acción de sorríender y contemplar las desnudeces femeninas.
También tenemos los verbos rascabuchar y rascabuchear, el
último caracterizado por la desinencia frecuentativa de ear.
Rascabuche. — El individuo dado al rascabucheo.
Casasola. — Egoísta. Fulano es muy casasola.
Chanteiro. — Galiciano. Voz gallega, que se aplica vulgarmente a to-
dos los galicianos.
Chilampín. — Chino. Voz china, que se aplica a todos los hijos del
que fué Celeste Imperio.
Cañamazo. — Eufemismo por aguardiente de caña, o caña, o cañazo o
cañangazo.
Desmondongar. — Sacar el mondongo a un animal o a una persona.
Polvasera. — Por polvareda. Suárez escribe polvacera. ¿Por qué ese
ceceo, jamás oído entre cubanos?
Picada. — Petición de dinero, análogo a sablazo, cuerazo, etc. Reco-
jamos la frase: "volver por la picada", reincidir en algún acta
o gesto.
Papalote.— Documento o escrito de mucha extensión. Suele decirse
en sentido despectivo. ¿De papelote?
Angarilla. — Cordel con una piedrecita atada a un extremo, que se
lanza contra el cordel que sostiene un papalote ajeno, para
trabarlo y apoderarse de él. Esa guerra o piratería de papa-
lotes, fué afición corriente entre la muchachería cubana, y aun
suele observarse.
Apasito. — Adverbio. Bajo, en voz baja. Por pasito.
Boquilla. — De boquilla, quiere decir, de pura palabrería, expresión
falsa o jactanciosa. El Dic. académico recoge la locución de
boca, que es análoga; pero en Cuba es más amplia, pues no sólo
se aplica al que se jacta de poseer cualidades que no tienel
186 FERNANDO ORTIZ
sino al que dice algo incierto o promete lo que no va a cum-
plir. "Fulano apostó de boquilla"
Barrigón. — El niño. "Fulano tiene tres barrigones.''
Bucear. — Buscar objetos perdidos en teatros, tranvías, etc.
Centavito. — La moneda de níquel de un centavo.
Compuesta. — Ginebra compuesta con otras bebidas. Dame una com-
puesta.
Cerquitica. — Adverbio de lugar ci'banísimo. Análogo a ahoritica.
Coco.— La cabeza calva o sin pelo. El coco pelado.
Explicotear. — Muy curioso vulgarismo, por explicar. Por su desinen-
cia frecuentativa en ear y por el cotear final, parécenos que
al estilo de Cuervo pudiéramos explicar el vocablo diciendo:
Explicar + picotear = explicotear, algo así como bacer una
explicación muy pormenorizada e insistente, es decir, hecha
picadillo.
Feróstico. — Además de la acepción académica, quiere aquí decir feo.
"La niña es 'feróstica.''
Chancleta. — Se dice despectivamente de la nim1 recién nacida, al sa-
berse que es bembra. "Fulana tuvo una Chancleta."
Cuidado. — Eufemismo para expresar el embarazo de la mujer. "Cata-
na ya salió de su cuidado."
Chupón. — Dice la Academia que es anticuada voz y que debe susti-
tuirse por chupetón. Jamás usamos ésta los cubanos y si aqué-
lla, que aun promete larga vida.
Cajiia premiada. — Fritura de bacalao. ¿Por qué se llamará así? ¿Por
la,s sorpresas que contienen esas frituras de las freidurías de
los chinos?
Sudor. — Por sudorífico. "Tomó dos sudores.''
Sebingo. — Despectivo de sebo. Secreción producida por el desaseo en
los órganos genitales del hombre.
Seboquenque. — Sebingo.
Fana. — Sebingo.
Totí. — Se le dice despectivamente al negro, sin duda, por la negrura
del pájaro así llamado.
Tragedia. — En Cuba hemos suavizado también este vocablo, si no en
su prosodia, sí en su significación, y decimos tragedia a cual-
quier disgusto, y a cualquier riña de chiquillos. "¡No tengan
tragedias! es recomendación paternal.
Tonada. — Sonsonete, estribillo. || Petición, razón o argumento insis-
tente. "¡Vuelta con la tonada!" || Razón inconsistente. "¡Déjate
de tonadas! ¡No creo en esa tonada!" || Fanfarronería, expre-
sión vanidosa. "Sólo le queda a fulano la tonada."
Tarugo.— Mozo sirviente en los escenarios y circos.
Toletari. — Vulgarismo, por vigilante de policía. Así se les llamó des-
de la primera intervención militar americana (1899-1902)
cuando se organizó la policía cubana, llevando el club o tolete,
como única arma, coincidiendo la inauguración del tolete cori
ÜS CATAURO DE CUBANISMOS ]S7
la del juego vasco de pelota y arribo de pelotaris a Cuba. Y
de ahí que, como Rufino J. Cuervo diría: tolete + pelotari =
toletari.
Prángana, — Miseria, inopia. No acertamos a dar con la etimología de
este vulgarismo. Nos parece vocablo rodado, como los guija-
rros del arroyo, por la torrentera de la mala vida. Y quizás
venga del portugués praga, "plaga, azote, calamidad, infortu-
nio". Prágana, en lusitano, quiere decir "barba de las espigas
de trigo", y nada tiene que ver con la dicción cubana, pero
acaso baya contribuido a convertir la praga en prágana, y, de
f.hí, en prángana. Otras voces bien portuguesas tenemos por
acá, sin darnos cuenta, como chubasco, magua, etc.
Vómito. — El vómito era el vómito negro o fiebre amarilla. Hoy ha
desaparecido de Cuba la bicolor dolencia, gracias a Finlay (cu-
bano) y a Gorgas (estadounidense) ; por lo que la antonoma-
sia también va desapareciendo.
Remiendo. — La locución vulgar "no hay remiendo" es muy usual.
Quiere decir: "no hay remedio".
Resulta sea que. — Modismo vulgar muy oído. Equivale a resulta que.
o de modo que.
Rebellina. — Equivalente a rabia, en su vulgar acepción cubana de
mérito, belleza o dificultad. El problema tiene rebellina, como
la etimología de esta palabreja.
Verdolaga. — Lo dijimos del billete de banco de un peso, en tiempos
coloniales, que era de color verde. Aunque los billetes que hoy
corren, los greenbacks, son también verdes, hemos olvidado al-
go la palabrita.
Venenoso. — Hombre tenorio, conquistador.
Mambisa. — Usase también como adjetivo. "Diana mambisa. almuer-
zo mambí,"
El sustantivo mambí también se dice mambís, y el plural
siempre se forma diciendo mambises, nunca mambíes.
Lista. — Se usa unida al verbo vender. Vender una lista es pasar fren-
te a la persona que se enamora, con objeto de verla y ser visto
por ella. Vender listas es, por extensión, enamorar a una mujer.
Como el vendedor de listas, encajes y cintas de hiladillo era
y es aun un sujeto que pasa y repasa por la calle... de ahí
debió de venir la locución cubana.
Ap eñusc amiento . — Acción de apeñuscarse. Si el Dic. de la Academia
admite este verbo, bien podrá aceptar el sustantivo tan usual
en Cuba.
Arrumbambaya. — De arrumbambaya solía decirse, hoy no tanto, a
la mujer rumbera. El vocablo sonaba en un canto de rumba y
consonantaba con vocablos indecentes.
Aletear. — Vulgarismo. Estar en la inopia.
Este vocablo se explica como sigue: Si bruja signitica pobre,
sin dinero (véase el vocablo en este catauro), también quiere
188 FJSKNANDO OBTIZ
decir una mariposa negruzca, que en Oriente llaman tatagua.
De ahí que algunos, no conformes con decir bruja a secas, o
bruja sopera, aun digan bruja aleteadora al pobrete, recordan-
do las alas de la tatagua y su aleteo. Y ya es fácil pensar
qué aletear ha venido a significar estar en la miseria o estar
bruja. Fulano está aleteando.
Arreparar. — Por reparar.
Aguacatazo. — Golpe con un aguacate. Por extensión, golpe con un
objeto lanzado.
Ajo. — Palabra obscena o blasfemia. "Al hablar echaba muchos ajos.
No aguantes que te echen un ajo." Aféresis de un vocablo inde-
cente, que por extensión, comprende todas las interjecciones
obscenas.
Demongo. — Eufemismo, por demonio. Análogo a demontre y demonche.
Cubanaeán. — Fué antaño la región central de Cuba, según los prime-
ros historiadores. Hoy solemos oiría en la locución cubanaeán
entero, para expresar "cubano de pura cepa, o reyoyo".
Cáncamo. — Persona inútil por vejez o enfermedad.
Chuculún. — Voz onomatopéyica. Ruido que hace un objeto o ser vi-
viente al sumergirse de golpe en el agua. || En sentido figu-
rado: esconder una cosa.
Draque. — Bebida alcohólica, Anglicismo.
Dir. — Por ir.
Encaramillo. — Por caramillo.
Etiquencia. — Etiquez.
Friecitos. — Los primeros fríos del invierno de Cuba.
Ya llegaron los friecitos, se dice, y con razón, en diminutivo.
Planchada. — Como adjetivo femenino se dice de la mujer sin pechos
protuberantes. Y conste que protuberante no está, tampoco, en
el Dic. de la Academia. Pero, en general, se aplica también el
vocablo a otras protuberancias femeninas. "Ella 63 muy plan-
chada de caderas."
Palpa. — Estar pulpa una mujer es estar apetitosa, como la pulpa de
tamarindo. También se aplica a las cosas, pero con menos fre-
cuencia.
Pulpa es, también, no sólo la parte mollar de la, fruta, sino
el dulce o pasta hecho de pulpa de frutas, como de tamarindo,
de guanábana, de mamey, etc.
Camarón. — Así se llamó vulgarmente a los billetes de banco colonia-
les, de a cinco peso^ que eran rojos, como los camarones sal-
cochados.
Malojear. — Cortar maloja. Como forrajear.
Negrófilo. — Eufemismo pueril, por negro.
Ñeñe. — Excremento. Voz vulgaróta y poco usada.
Vieja. — Es también el hambre. Hambre vieja se dice al hambre no
saciada en mucho tiempo, o al voraz. Matar la vieja es. por
tanto, matar el hambre.
UN CATAURO DE CUBANISMOS 189
Huesera. — Fué antaño la mujer pobre que vivía allá por la barriada
de San Lázaro, en la Habana, a la orilla del mar, donde hoy
existe el Malecón, y que vivía de la compra, limpia y venta
de mondongo, tripas y huesos de res. Análogo a mondonguera,
tripicallera, tripera, etc.
Hoy se dice a la mujer flaca, sin carnes.
Sábila. — El áloe. Así pronunciamos nosotros. Suárez recoge esta voz
como cubanismo. No hay tal. Sábila decimos por zabila o za-
bida, que es voz catalogada en el Dic. de la Academia, proce-
dente del árabe. Dicho sea de paso, según Ramos y Duarte, la
zabila es la cabuya. Según Las Casas, "la cabuya, que son unas
pencas como la zabila de que se hace hilo..."
Anjá. — Es un cubanismo. Como tal lo traen el diccionario de la So-
ciedad Literaria (1879), Toro y Gómez, Macías y otros. Pichar-
do lo recogió el primero, en su Diccionario de voces cubanas.
La Academia acepta ahora ¡aja! como interjección familiar
para indicar complacencia o aprobación; pero no inserta anjá,
ni dice que aja proceda de Cuba.
Pichardo escribió: Anjá es "interjección del vulgo ínfimo
de la Isla, equivalente al Meh usado exclusivamente en la ciu-
dad de Santiago de Cuba, significando admiración o burla. Pe-
ro anjá denota más comúnmente aprobación, expresándose de-
cisivamente, en superlativo grado, así como en Puerto Príncipe
y Bayamo se dice Angela María: muy bien, perfectamente".
No tenemos prueba de que sea voz castiza anterior al descubri-
miento. Si no lo fuera habría que pensar en la hipótesis de que
sea antillana. J. Davíes, en su vocabulario caribe, que tomó de
F. Raymond, escribe: Si = anhan, que se pronuncia anján.
¿Será caribe el vocablo cubanismo? ¿Habrá ido de estas Anti-
llas a la Península Ibérica? Según Ramos y Duarte, en su
Diccionario Yucayo, este cubanismo procede de la duplicación
de lia o ja. que significa sí, en ciboney. Por si esto nc bastara,
lia o ja quiere decir sí tf.mbién en lengua yucateca. ¡Aja! no
fué voz que figurara siempre en los diccionarios castellanos.
En el de la Sociedad Literaria figura el cubanismo ¡anjá!,
y no ¡aja!
La locución Angela María, tomada de la salve, oración cató-
lica, debe de ser derivación fonética del anjá. Lo mismo que
¡Angela Pera! y ¡Angela Pérez! que dicen los que no quieren
nombrar para tan simples y vulgares ocasiones a la madre de
Jesús.
Meh. — Pichardo escribió que Meh se usaba en la ciudad de Cuba,
o Santiago de Cuba, significando admiración, reconvención o
burla. Ignoramos el por qué de la hache final. Suponemos que
sea derivación de la frase ¡Me dijiste!, que suele también
usarse en igual sentido.
195 peen ando ostís
Gallo tapao. — Es locución frecuente en Cuba para indicar algo oculto
hasta el momento oportuno o sorpresa preparada.
Procede la frase de las gallerías, cuando el gallero va a la
valla con su gallo escondido en un saco para que no se anali-
cen inoportunamente sus condiciones de pelea.
Cayueazo. — Golpe con la cayuca o cabeza.
Enjorquetarse. — O, como no se oye, enhorquetarse. Lo hemos oído sólo
en esta forma reflexiva. Significa montar a horcajadas, algo
así como un hipotético enhorcajarse. Horqueta es voz corriente
en Cuba, como horcajadura; por lo que enjorquetarse equival-
dría a enhorca jadurarse si este vocablo existiera en el uso.
Blof. — Engaño con palabras consistente en hacer creer a otro que la
situación propia es mejor o más ventajosa de lo que en realidad
es; anglicismo procedente del bluff, jugada del juego del pocker.
La palabreja be ha popularizado como el juego y es de uso ge-
neral.
Blofero. — Arnigo de dar blof o bluff, p£ra decirlo con el vocablo in-
glés, del cual deriva Ja palabreja.
Blofista. — Como blofero.
Blofear — Dar blof.
Blofe. — Ya hemos visto escrita la palabra blof con esa ortografía.
Zapatero. — Mal jugador. Extensión de la acepción familiar 6.a, que
trae el Dic. de la A.
Resisterio. — Por resistero.
Siringa. — Forma derivada del cubanismo ñinga.
Manfuanfua. — La comida. Es vocablo vulgarote.
Chachá. — Vulgarismo. La comida.
Rancheo. — Expedición o salida que hacían los ranchadores en busca
de cimarronea La palabra, no recogida por el Dic. de la Acade-
mia, es, sin embargo, castiza. Castellanos en las Elegías de
Varones Ilustres de Indias, escribió (Elegía XI, canto segundo)
estos versos:
"En tanto que la barca se hacía
no faltaron rancheos y salidas.
Embejucar. — Poco usado. Atar con bejucos la armazón de una bar-
bacoa, de un encujado, etc.
Bejuquera. — Lugar de bejucos, conjunto de bejucos.
Acriollado. — El extranjero que se acriolla.
Nacencia. — Nascencia. Así dice nuestro campesino, como aun en Ex-
tremadura y Andalucía.
AcZúmío.— Diminutivo de adiós, muy usual en lenguaje familiar.
Abrelata. — Instrumento para abrir cajas de hoja de lata.
Cortalata. — Instrumento para cortar hoja de lata.
Aporte. — Barbarigmo. Acción y efecto de transportar un médium es-
piritista algún objeto material.
bS CAÍATJÉO DE CUBANISMOS 191
Musiquero. — Persona impertinente y chismosa, amigo de traer mú-
sicas.
Arisco. — Además de "áspero e intratable", que dice el Dic, lo usa-
mos por "miedoso" del trato social. "Los guajiros suelen ser
ariscos."
Cruceteo. — Cruce reiterado por el mismo sitio.
Recruzar.— Cruzar reiteradamente.
Discursear. — Pronunciar discursos continuamente. Usase como des-
pectivo.
Empolla. — Ant. — Por ampolla.
Empolleta. — Fastidio, molestia, broma pesada. Diminutivo de empo-
polla, en su acepción de vejiga.
Abogada. — No sólo la mujer del abogado, según académica acepción,
sino la mujer que ejerce la abogacía, que algunas contamos
ya en Cuba. Sin embargo, oficialmente, se dice: abogado de
oficio, aunque el cargo lo desempeñe una mujer.
Administración. — La de la extremaunción católica.
Flaquencia. — Flacura.
Nacionalista. — Partidario del nacionalismo.
Acartonar. — No solamente se dice, como quiere el Dic, de la persona
de edad, quedarse enjuta, pero sana; sino, también, por analo-
gía, del enfermo o tísico al queda.rse enjuto y aparentemente
curado. "Fulano está encartonado."
Aceituno. — Aceitunado.
Acriollarse. — Decimos en estas Indias, por adaptarse a las costum-
tumbres criollas. En Cuba solemos decir aplatanarse, y eso que
el plátano no es cubano de origen.
Pasaje.— Calle irregular que se abre en una manzana de casas para
dar paso a edificios o habitaciones interiores.
Aplatanamiento. — Adaptación a las costumbres del país. Acción y
efecto de aplatanarse.
Aplatanación. — Adaptación a las costumbres de Cuba, aclimatación
moral.
Acrioll amiento. — Acción y efecto de acriollarse.
Abogadismo. — Solemos decirlo en tono despectivo, como leguleyería.
Defectuoso espíritu excesivamente dado a formulismos legales.
Abusador. — Vocablo muy frecuente en Cuba, como lo son, por des-
gracia, los abusos y abusadores. El que abusa de su fuerza,
confianza, etc.
Yucal. — Plantación de yuca.
Acabóse. — Escándalo, desorden, tumulto que termina o acaba con una
situación dada. "Aquello fué el acabóse:' También se dice de
una gran desgracia, mal, derrota, cataclismo, etc., que ponen
fin a un estado, época o situación. "La muerte del padre fué
el acabóse para esa familia." Solemos también decirlo de toda
situación decisiva, pero desfavorable. "Este debate será ol
acabóse."
Í92
FERNANDO OBTIZ
Cucubá.— Nombre que se da también al ave nocturna cotunto. Nues-
tro folklore conserva la expresión "tener ojos de cucubá" pa-
ra decir de una persona que produce "mal de ojo". Acerca de
esa superstición guajira escribió hace años un bello artículo
Antonio Bachiller y Morales.
Habitar.— Se dice así, según F. G. y G. de Peralta (Cuba y América,
1902, p. 404), de la "operación de reparar y dar fuego a los
árboles procedentes del desmonte, para principiar la prepa-
ración del terreno que ha de ser cultivado".
¿No será corrupción compresiva de habilitar?
Redondear. — Ultimar un negocio o asunto. Antes se decía con fre-
cuencia en el foro cubano ''redondear una testamentaría", y
hasta se solía anunciar venta de esclavos y bestias para tal
redondeo.
Redondeo. — Acción y efecto de redondear.
Narizón. — Como narizudo, dice bien Suárez.
Usamos aquí la expresión "encontrarse dos narizones'' para
significar que se pusieron frente a frente con su soberbia, ter-
quedad o carácter dos voluntariosos.
Y decimos así porque según uno de nuestros refranes, que
acaso no sea nuestro, "dos narizones no se pueden besar", esto
es, entendeirse mutuamente.
Azorada. — Azoramiento.
Azarada. — Bochorno.
Azarar. — Según la Academia sólo se usa como verbo activo y su se-
gunda acepción tanto vale como la primera de azorar. Aquí el uso
parece inclinarse a distinguir entre uno y otro vocablo. Azorar,
quiere decir como la Academia desea; pero azarar, como ver-
bo activo generalmente significa abochornar, ciscar, atolon-
drar, etc. Y se usa también como reflexivo. "El guajiro al en-
trar en el teatro se azaró y al oir los tiros se azoró."
Toldado. — Voz ya algo en desuso, significó baile en un lugar toldado
o entoldado.
Juego (de ñañigos). — Sociedad secreta de ñañigos. ¿Por qué la voz
juego toma esta acepción, que mantenemos en Cuba? Antaño
se estilaron en esta tierra bailes públicos para solemnizar fies-
tas reales o carnavalescas a las que acudían danzantes que
ejecutaban vistosas mudanzas y figuras. A los grupos y com-
parsas de bailadores se les llamó juegos por influjo de las
acepciones 9 y 12, que nos recuerda el Diccionario. Así tuvie-
ron los habaneros juegos de pasiegos, de catalanes, etc. Y por
analogía a los grupos de ñañigos, que el día de Reyes y en
otras ocasiones salían con el diablito al frente bailando a su
modo, se les llamó también juegos de ñañigos, y de ahí a que
recibieran tal apelativo las mismas tenebrosas sociedades fué
todo uno.
Deshijado. — Acción y efecto de deshijar. Véase esta voz en Suárez.
UN CATAURO DE CUBANISMOS 193
Desencabar. — Quitar el mango o cabo a un utensilio. Puede usarse
también como reflexivo.
Júnior. — Esta palabreja se nos lia colado en el lenguaje, procedente
de la antigua Roma, con trasbordo en Londres y Nueva York.
Significa "más joven", del latín júnior; pero la fiemos adop-
tado por imitación, nada criticable por lo demás, de nuestros
vecinos norteños. El fiijo de Juan Pérez, que Juan Pérez se
llama como su padre, luce más flamante poniéndose así: Juan
Pérez, jr., aunque olvide el apellido de la santa autora de sus
días, contra la buena y atinada costumbre de nuestros ante-
pasados.
Parabrisa. — Vidrio que se coloca al frente de los automóviles para
impedir o atenuar la molestia del aire violento al correr.
Bucanero. — Pirata que en los siglos XVII y XVIII saqueaba los
puertos americanos, especialmente los de las Antillas. El vo-
cablo es de empleo muy corriente y hasta necesario en la lite-
ratura histórica de Cuba y de toda América. ¿Por qué no lo fia
recogido ya la R. Academia Española de la Lengua? Procede
del francés boucannier según dicen; pero quizás no sea así.
Porque ¿de dónde, a su vez, proviene esa voz gabacfia?
Cabriola. — Travesura.
Aguachinangado. — De costumbres guachinangas.
Aindiado. — De color y figura de los indios.
Amoscarse. — Aparte de las acepciones académicas, abochornarse.
Amerindio. — Indio de América. Es un cultismo muy útil, que ya co-
rre entre etnólogos e historiadores, traducido del inglés ame-
rindian, vocablo formado de "americano" e "indio".
La desgraciada circunstancia de creer los descubridores que
estas tierras de América eran las de Indias; y el haberse aferra-
do a esa denominación, aun después de conocer el error, ha
mantenido en varios idiomas europeos el uso equívoco de los
vocablos "indio" e "Indias", como aplicables a hombres y paí-
ses de continentes distintos. Por otra parte, la necesidad para
el etnólogo de diferenciar el nativo de América de raza cobriza,
del americano descendiente de raza blanca, le ha llevado a
forjar el neologismo, con significado inequívoco.
Igual necesidad se experimenta en los reducidos campos de
las etnografías regionales americanas.
En las Antillas, por ejemplo, carecemos de un vocablo que
exprese el indio antillano y no podemos apellidarlo con un de-
nominativo étnico, porque fueron varios los pueblos que ocu-
paron estas islas y les dieron sus diversas culturas prefiispá-
nicas, como los aruacas o tainos y caribes. En Cuba, al menos,
fiabía además los guanahabibcs y los ctboneyes. Por esto nos
serían muy útiles unos cubanismos neológicos, como indocu-
"oano e indoantillano. En Haití y Santo Domingo el mal se reme-
dia algún tanto aplicándoles el derivado gentilicio de Quisque-
194 fÉRNAÑbo ÜRTÍá
ya. Y en Puerto Rico se les puede llamar Borinqueños o bórí-
queños, recordando el nombre geográfico precolombino de la
isla. Pero en Cuba, por haberse afortunadamente perdido los
nombres monárquicos de Juana y Fernandina, que hubieron
de ponerle los conquistadores, se conserva el uso del toponími-
co indio y si a los pobladores precolombinos les dijésemos cu-
banos, simplemente, los confundiríamos con los otros hijos de
Cuba de ascendencia europea o africana.
La norteamericana Irene A. Wright, que como todos los afi-
cionados a tales estudios, experimentó la falta de un vocablo
apropiado, quiso suplirlo, y recordando el borinqueño, que los
castellanos derivaron castizamente del indio Borinquen, del
vocablo Cuba formó el gentilicio cubeño ("The Early History
of Cuba, 1492-1586". New York. 1916.) Pero este neologismo,
producto del acoplamiento de una raiz india con una desinen-
cia gentilicia castellana, no parece del todo aceptable. Pre-
feriríamos el vocablo cubaney, que habría de ser más en con-
sonancia con el genio y elementos propios de los lenguajes
indios, que aquí se hablaron.
El uso viene consagrando el vocablo amerindio; pero si no
se cree muy de acuerdo con el genio castellano, acéptese indo-
americano, ya que tenemos en el Dic. el indoeuropeo.
Y, por consecuencia, si no se quiere llegar a un cubanindio
o a un antillanindio, fórmense y recíbanse indocubano e indo-
antillano, que buena falta nos hacen.
Antillanindio. — No es cubanismo todavía, y acaso no llegue a serlo
nunca; pero ese vocablo, que puede proponerse para significar
el indio de las Antillas, debiera entrar en la circulación del
vocabulario etnográfico americano. Véase amerindio.
Cubanindio. — No es. cubanismo aún, pero nos permitimos proponerlo
como tal y hasta creer que habrá de llegar a serlo. ¡Tantos vo-
cablos peor nacidos corren por ahí, rozagantes y bien orondos!
Y, si no, admítase indocubano, que al igual que indoeuropeo,
está bien engendrado bajo las leyes del lenguaje.
Bufeo. — Pez parecido a la tonina, que bufa a flor de agua, según los
pescadores de Vuelta Abajo e Isla de Pinos.
Resolana. — Resistero, 2.a acepción. 'Ahí hay mucha resolana.''
Bichorno. — Por bochorno.
Pincharra. — Fisga.
Veril. — Dice el Dic. de la Academia: "Orilla o borde de un bajo, som-
bra, placer, etc." Es preciso que esa orilla sea la que divide el
bajo de agua profunda o de golfo, como por acá decimos; por-
que a veces el placer comienza desde tierra, y entonces esa
orilla, la costa, aunque sea orilla de un placer no es un veril.
Este es un acantilado o cantil submarino.
Blanquizal. — Parte blanquiza de un placer.
tiií GáTAUÉO Í)É CUBANISMOS 19')
Golfo. — Decimos mar de golfo al mar profundo y abierto, libre de ca-
yos, bajos, placeres, quebradas y múcaras.
Manchoneado. — Terreno con manchas. Lo hemos oído mucho en boca
de pescadores, refiriéndose al fondo del mar con manchas de
vegetación, ramajales, cebadales, etc.
Poza. — Sitio del fondo del mar entre rocas, donde es más profundo.
Generalmente se le dice poceta.
Poceta. — Poza.
Poceteado. — Placer con pozas o pocetas.
Saltahojas. — Insecto que acostumbra vivir en la caña de azúcar
(Stenocramts saccharioorus, Westw). Hay varias especies.
Mosaico. — Enfermedad infecciosa de la caña de azúcar. También sue-
le llamarse esa enfermedad "de rayas amarillas".
Salvita. — Insecto chupador de la caña de azúcar y de varias otras
gramíneas. (Monecphora bicincta, Say.)
Malanga de la dicha. (Dieffenbachia seguiría. Sch.) — Especie de ma-
langa. Se dice que las hojas machucadas en solución alcohóli-
ca sirven para aliviar el reuma. El Dr. Scholz sostiene que
es el mejor antiaí'rodisiaco femenino, pero sin acción sobre el
hombre.
Batidero. — Parte lateral de la red llamada chinchorro inmediata al
copo. El chinchorro es vocablo y arte de pesca bien cfistizo,
que usamos en estas costas, como también el trasmallo y la
tarraya.
Pita. — En general, a todo cordel, y especialmente a los de pesca.
Chemero. — Pescador de chemas || Fig. Aficionado a las chemas, en
la acepción maliciosa de ramera, que trae Suárez. || Destinado
a la pesca de la chema. "Anzuelo chemero."
Salabar. — Especie de jamo. Salabre, la hemos oído en el Levante es-
pañol, con igual significado; por lo que suponemos que haya
sido traída por los pescadores mallorquines.
Dedalillo. — 'Producto vegetal marítimo, en forma de pequeños cilin-
dros, color obscuro, que se encuentra flotando cerca de la su-
perficie de las aguas en los placeres en la primavera, y es muy
apetecido de los pargos. Acaso especie de semilla o florecencia
de alguna planta submarina. De "dedal", por su forma.
Fortalecer. — Adquirir fuerzas. "El enfermo se fortaleció."
Fortalecido, a. — Adj. Que tiene fuerzas o que es fuerte. "Es un viejo
muy fortaleció. ," "El jiquí es madera fortalecía"
Paño. — Se aplica también a la red. Paño de carey es una red de m¡i-
11a ancha de 18 pulgadas para coger careyes.
Rejerío. — Conjunto de raíces.
Gallito. — Especie de agua viva de nuestros mares.
Agua mala. — Producto del mar, que produce picazón si se toca.
Agua viva. — Producto del mar, casi transparente, especie de agua
mala.
Jinigua. — Pez muy pequeño, más que la majúa.
196 ¿„¿ííANbo 6btíz
Jiníguano. — Como jinigua.
Palanca. — En nuestra marina se llama así a toda pértiga o páíó*
aunque no esté destinada a palanquear la embarcación.
Palanquear. — Mover la embarcación con la palanca.
Chapingorro. — Avío de' pesca formado de un aro al cual va unida
una red de forma cónica. Especie de jamo.
Guante. — Clase de esponja.
Esponja. — Los pescadores esponjeros las dividen, sin pretensiones de
certeza zoológica, astfi: Esponja macho, macho fino, macho
guante, macho aforrado, macho cueva, hembra de primera,
hembra de segunda, macho sembrado, esponja rodadera y
jibes.
Barrería. — Conjunto de barras, 8.a acepción. Lugar de una barra, 8.a
acepción.
Embicar. — Hacer que un bote clave la proa en la playa.
Jibe. — Especie de esponja de ínfimo valor, usada sólo para fregar
suelos.
Florear. — Rizar o mover el viento la mar, formando olas pequeñas.
Tinglado. — Anfibio en forma, me dicen, de caja de muerto o ataúd,
tiene 4 brazuelos, pone como 200 buevos en tierra alta por
Septiembre y Octubre, especialmente en Cayo Largo, Golfo de
Méjico. Me dicen unos pescadores de Vuelta Abajo que el tin-
glado sale del agua prendido, es decir, encendido, o sea fosfo-
rescente. Su grasa se extrae colgando el animal sobre unas
horquetas, y se utiliza contra el reumatismo.
Esponjero. — Pescador de esponjas.
Esponjear. — Secar el agua o humedad de un sitio con una esponja. ||
Husmear, 2.a acepción.
Roñada.— Especie de rodete de bejucos, con que se protejen las ma-
deras de la embarcación contra golpes, objetos calientes, etc.
Propela. — Voz femenina que va cundiendo para significar la hélice
de las pequeñas embarcaciones automotoras. Es anglicismo, de
propeller.
Asistir. — Atender 2.a acepción. Ocuparse de algo. "Fui a pescar ca-
guamas, pero no pude asistir todo el cayo."
Chinchorro. — Además de las acepciones que aporta el Diccionario de
la Academia, llamamos así a una chinche de gran tamaño.
(Rhodnius prolixus, Stal.)
Chupa-chupa. — Nombre con que también se conoce el chinchorro.
Gusano de cartucho. — Insecto dañino a la arboricultura cubana.
{Oiketicus Poeyi, Lucas.)
Marea. — Cantidad de esponja pescada en una expedición de pesque-
ría. Rendir marea es llevar la pesca a su destinatario.
Arceo. — Movimiento de una embarcación producido por el oleaje ¿De
zarceo?
Tejido. — Se dice en la costa de los mosquitos cuando están en bandas
o plagas. "El jején está tejió."
UN CATAURO DE CUBANISMOS 197
Camino de pies. — Vereda en el monte para el paso de las personas y
de las bestias sin carga. Es más estrecho que el camino se-
ronero.
Jugar la cabeza. — Moverla en evitación de un golpe. "En el monte
hay que ir jugando la cabeza." || Fig. Esconderse de alguien,
evitar una mala ocasión o riesgo. "Me anda jugando la eabezr.,"
Trinqueval. — €arro de dos ruedas, con la parte central del eje elevada
al nivel del borde superior de las rueden Sirve en los malos
caminos de los montes para poder arrastrar maderas, sin cho-
car con las piedras, tocones y demás accidentes del terreno
que pasan entre las ruedas.
Esponjan. — Especie de esponja inútil por su falta de flexibilidad. La
desinencia en ón se usa aquí como despectiva, no como au-
mentativa.
Herver. — Arcaismo, por hervir.
Acarnerado. — Manso y tímido como carnero.
Rascacielos. — El edificio de muchos pisos. Traducción literal del slcy-
scraper inglés.
Homatismo. — Reumatismo. Influencia fonética de romadizo, que por
corrupción se dice así, a veces, al reumatismo.
Serruchar. — Aperruchar, que aquí casi nunca decimos.
Tabloncillo. — Madera cortada en estrechas tablas, propias para pisoi.
Rocoso. — Referente a la roca. "Formación rocosa", "concavidad ro-
cosa''. No estimamos que esta voz sea propiamente un cuba-
nismo, pues en España debe de usarse también, por ser muy
útil. En Cuba traducimos las Rocky Mountains de los E. U.
por Montañas Rocosas. Y algunas veces traducimos mal di-
ciéndolas Montañas Rocallosas. La rocalla no es la roca.
Tabaquera. — Caja o petaca para tabacos.
Taquígrafa. — El Dic. Académico no acepta este femenino, que aquí
usamos a troche y moche, de taquígrafo. Y debe de tener razón la
Academia.
Vejestorio. — La Academia quiere que se aplique a la persona
muy vieja, en sentido despectivo. Aquí lo aplicamos también
a las cosas y hasta a las ideas y demás inmateriales, "Ese
vestido es un vejestorio " "¡Vaya una teoría! ¡Qué vejestorio!"
Agua. — Irse el agua es como levantar el tiempo, cesar de llover.
Aguantón. — Persona que aguanta mucho, excesivamente tolerante o
consentidora.
Agujeta. — Aguja de enjaretar.
Chubascoso. — 'Tiempo de chubascos.
Chubasquear. — Menudear los chubascos.
Chubasquero. — Capa impermeable para defenderse de chubascos.
Chiripazo — Chiripa. Le damos la terminación en azo por influjo
198 FEENANDO OBTIZ
de la expresión "golpe de suerte", que nos convierte la chiripa
en un golpe, como aguacatazo, mameyazo, etc.
Ramajo. — Rama de un árbol o arbusto terrestre o marítimo. Ramaje.
Ramajal. — Lugar de muchos ramojos. Dícese del placer con ramajos,
lugar favorito para la pesca de pargos, dicho sea de paso.
Peje de aire. — El peje que se pesca habitualmente a 2 ó 3 brazas de
la superficie del mar, como la sierra, el gallego, la palometa.
A la lúa. — Locución marítima, cuando por la inseguridad del viento
la embarcación pierde el gobierno, pues no hincha la vela con
fijeza. Cuando por ser el viento franco en popa, puede amurarse
la vela a babor o a estribor indistintamente.
Achantarse. — Por analogía de la acepción académica, estacionarse.
Aflojar. — Entregar a regañadientes una cosa, en especial el dinero.
Vulg. "Aflójame los reales."
Perencejo. — Como perengano.
Potranco. — Masculino de potranca, que aquí solemos usar, no confor-
mándonos sólo con el vocablo potro. Potranco viene a ser un
diminutivo de potro.
Quincalla. — Por quincallería.
Mongorro. — Especie de boniato. Según un experto cubano, existen más
de 200 variedades de boniato, pero son las más recomendables
por su buen rendimiento y magnífica calidad: papa, centauro
amarillo, jersey, vueltabajero, maní morado, jiguaní, martinica
morado, sapotillo morado, matojo, vueltarriba, mulato y mon-
gorro. Antes (1882) se conoció el boniato llamado tumbasaco,
cuyo nombre actual ignoramos.
Matojo. — Especie de boniato.
Tetuán. — Insecto que ocasiona graves daños en las plantas de boniato.
Penca. — La aplicación desde los tiempos antecolombinos de las pen-
cas de palma para cobijar o techar los bohíos, nos ha llevado
p, decir penca de zinc a las láminas de ese metal para cubrir
los techos.
Llenante. — Flujo, 2.a acepción. ¿
Vaciante. — Reflujo de la marea.
Santo. — Aplícase a ciertas formaciones madrepóricas, como columnas,
que suelen alzarse en los cebadales y bajíos de los placeres. Son
de poca consistencia, pues se caen si chocan con la embar-
cación.
Ajetrear. — El verbo aje\trearset que como reflexivo trae la Academia,
aquí corre también como activo.
Ajises. — No solemos decir ajíes, sino ajises.
Canela. — Adj. fig. Mulata.
Canina. — Basta decir canina, para saber que nos referimos al hambre.
Este cubanismo es simplemente una antonomasia.
Canilla. — Pierna tan delgada y sin carnes, que merece ser llamada
con el nombre del hueso, simplemente. "En el baño lució sus
canillas.'"
ÜN CATATJBO DE CUBANISMOS 199
Quitar. — ¡Quién quita! decimos, como ¡quien sabe!
Nortazo. — Fuerte viento norte.
Pajaral. — Lugar donde anidan y viven muchos pájaros. Dícese tam-
bién nidal.
Despampanante. — Que despampana 3.a acepción. Que quita el pámpa-
no, o, lo que es lo mismo, que quita la hoja de parra, la pam-
panilla, el taparrabos, que deja confuso.
Alcagiiete. — Por alcahuete.
Prehispano. — Decimos del período de la historia de Cuba y de Amé-
rica, anterior a la conquista hispana.
Precolombino. — Anterior al período histórico de Colón, es decir, an-
terior al descubrimiento de América.
Antecolombino. — Anterior al período histórico del descubrimiento de
de América por "Cristoforo Colombo"; pero los americanos so-
lemos decir más precolombino.
Canario. — Además de las acepciones académicas: de color de canario.
"Llevó un vestido canario."
Chivería. — Conjunto de chivos, en su acepción de negocio sucio o en-
gaño. Se dice también del propio negocio: "Eso es una
chivería."
Como quiera que la familia criolla del chivo ha dado prue-
bas de vigorosa prolificidad, como criada al fin con el suculento
chocolate, o soconusco de la colonia, hemos creído necesario
dedicar a la "lexicografía del chivo" especiales apuntaciones.
La palabra chivo tiene en Cuba una larga descendencia, algo
indecentona, picaresca y desprestigiada. Acaso la deshonra ven-
ga de la voz chivar, porque de este verbo parece ser realmente
la prolificidad maldita, y es interesante conocer no tan sólo la
extensión de la vulgarota prole, sino de qué tronco procede fa-
milia tan poco distinguida.
Suárez en su Diccionario de voces cubanas, donde cataloga
tantos vulgarismos de nuestro lenguaje popular, registra los
siguientes vocablos:
"Chivada, f. — fam. — Equivale a "chasco", decepción": "Nos
dieron buena chivada en la carrera de caballos".
Chivado, da. adj. — fam. — Denota pobreza, escasez de recursos:
"Una familia chivada". Véase chivarse (1.a acep.).
Chivado, da. adj. — fam. — Significa mal estado de salud: "Ma-
nuel quedó chivado de una pierna en el vuelco del automóvil.''
Véase chivarse (2.a acep.).
Chivado, da. adj. — fam. — Lo mismo que "dificultoso", "emba-
razoso": "Un negocio muy chivado".
Chivadura. f. — fam. — Acción y efecto de chivar: "Estoy can-
sado de tanta chivadura" .
Chivar, v. a. — fam. — Como "provocar", "molestar", fastidiar":
"Yo chivé mucho a don Juan por fanfarrón". El principal uso
es en infinitivo.
FEBNANDO OBTIZ
Chivarse, v. ref. — fam. — Al tomar este verbo la forma refle-
xiva recibe varios significados, algunos a capricho del que lo
emplea. Una de las principales acep. es la de "arruinarse";
"Rafael se chivó en el juego".
Chivarse, v. ref. faan. — Ser víctima de un accidente: "Los vo-
latineros se chivan cuando menos lo esperan".
Chivarse, v. ref. — fam. — Lo mismo que "irritarse", "encoleri-
zarse": "Mi mujer se chiva por un quítame allá esas pajas".
En Colombia según Cuervo, empléase enchivarse con esta mis-
ma acepción.
Chivero, ra. adj. — fam. — Aplícase a la persona, regularmente
un político, muy aficionado a los negocios llamados chivos
(2.a acep.). Véase.
Chivichana. f. — Lotería o rifa secreta, prohibida y perseguida
por las autoridades.
Chivo, m. — Barba en forma de perilla grande, a la manera
que la tiene el chivo o cabrito. También se dice, cual en otras
partes de América, chiva, pero con menos frecuencia en Cuba.
Según Cuervo, en Colombia se dice chivera.
Chivo, m. — Negocio sucio, ilícito, particularmente si lo efec-
túa algún político: "El Senador H. entra en toda clase de
chivos".
Chivo, m. — Algunos dicen así al árbol más conocido por
humo (2.a acep.). Véase.
Chivo, va. adj. — Equivale a "incomodado", "irritado", y es
el p. p. de chivarse (3.a acep.) sincopado: "Anita se puso chiva,
porque no la dejaron ir al teatro".
Chivo (De), mod. adv. — Lo mismo que decir de contraban-
do, de tapadillo, clandestinamente: "Nunca falta quien entre
en el teatro de chivo".
Chivón, na. ad. fam. — Aplícase a la persona muy mortifican-
te: "Un niño muy chivón". Véase chivar."
A estas voces, algunas ya comentadas en papeletas de este
catauro, podemos añadir estas otras, no menos conocidas.
Chiveta.^Cuo. f. fam. — Acción y efecto de chivar. "¡Vaya
una chiveta!" Contaminación fonética de la voz chivo, con
otra muy española y muy indecente que el Diccionario de la
Academia no cataloga, ni nosotros tenemos por qué señalar.
Chivería. — Cuo. f. fam. — Conjunto de chivos, en su acepción
de negocio sucio o engaño; y también se dice del mismo ne-
gocio ilícito o inmoral.
Chivirico. — Cuo. f. fam. — Diminutivo burlesco de chivo.
Estos vocablos son muy legítimos, ya que no muy católicos,
hijos de Cuba, pues no corren todos por el resto de las Américas.
Del diccionario Pequeño Laurousse ilustrado, adaptado al es-
pañol por el erudito lingüista Miguel de Toro y Gisbert, libro
que es el más completo calepino de americanismos, sólo pode-
TJN CATAUBO DE CUBANISMOS 201
mos entresacar como derivaciones de chivo, las voces ameri-
canas: Chiva, f. Guat. y Honduras. "Manta, cobertor". Honü.
"Borrachera y berrinche". Chivateado, da. adj. Fam. "Con-
tante y sonante". Chivato, m. Col. "Variedad de un ají muy
fuerte". Adj. Col. "Bellaco, ruin". Chiveba. "Perilla, barba".
Chiviixo. m. Perú. "Pájaro de plumaje negro y azul". Chivo.
Col. "Berrinche, cólera". Arg. "Cabrón".
El Diccionario académico no trae ninguna acepción despectiva
de chivo, ni de sus castizas derivaciones (chival, chivato, chi-
vetero, chivital y chivitil), ni reconoce el hoy cubanísimo y
vulgarísimo verbo chivar.
De todas estas voces podemos formar dos grupos, uno que
pudiéramos titular zoológico, y otro picaresco, derivado direc-
mente del verbo chivar, y que ha influenciado algunas acep-
ciones maldicientes de las voces del grupo anterior.
La Academia supone que chivo procede del alemán zibbe,
cordero. Pudiera ser; pero sabido es cuan difundida fué la picar-
día en la España del siglo de oro, tanto que llegó a producir la
grandiosa y única literatura picaresca, y bien puede creerse
que haya tenido intervención en el origen de este linaje de pa-
labras, y, a buen seguro, que en su difusión y mantenimiento
por estas tierras.
Hace años que Rufino J. Cuervo, en sus célebres Apuntacio-
nes críticas sobre el lenguaje bogotano ( # 555) observaba
como en esta América (y en Cuba inclusive) la voz chivo se
aplica al macho cabrío, cualquiera que sea su edad, y no, co-
mo detalla la Academia, a la "cría de la cabra, desde que no
mama hasta que llega a la edad de procrear". Y añadía el
eminente filólogo que el uso hispanoamericano cuenta los bue-
nos apoyos de Moratín, Quevedo, Iglesias y Arriaza, demos-
trando así como el lenguaje de estos países mantiene voces
y significados castizos ya perdidos en su patria originaria,
pero que, por eso mismo, no dejan de ser castizos y de) muy
legítimo empleo.
Ya hemos dicho en otra parte que el chivo castellano en vez
de proceder del alemán, parece que más bien derívase del
chevreau francés. Así se explicaría claramente la acepción aca-
démica determinada por la edad, pues chevreau (pr. chevró)
no significa cabra, sino precisamente cabrito.
Especialmente, cuando el castellano adoptó la locución pie de
gibao para cierta danza antigua de corvetas, que hacían los
caballos napolitanos y bailaban en la Corte los faranduleros.
Y más aun creemos en ese influjo etimológico recordando
como del pie de gibao, se originó el pie de chivau (pr. chi-
vo) en Provenza, para las danzas imitando los corcovos y cor-
vetas de aquellos caballos amaestrados.
El chevreau francés con sus cabrunos corcovos y el chivau
202 FERNANDO OBTIZ
de las corvetas danzantes se bastaron para producir el chivo
español.
Y esto ha de bastar en relación al grupo zoológico del la
progenie lingüistica que estamos tratando.
Para el chivo americano, la disquisición ha de ser más amplia.
Creemos que su extensión a todo macho cabrío, aquí como
en España, hubo de deberse a la adopción del vocablo en sen-
tido eufemístico para disfrazar el satánico nombre del ma-
cho de la cabra, que en todos los dominios del castellano sig-
nifica metafóricamente y desde viejo, el consentidor del adul-
terio de su mujer.
Pero no basta esto para explicar el vocablo cubano chivar,
y sus derivados (chivada, chivado, chivadura, chiveta, chivón,
chivería, etc.) hasta llegar al chivo de los negocios y de los
engaños, vocablo popular hoy usual en toda boca cubana, aun
en la más limpia y honrada.
Intentemos orientarnos en el laberinto etimológico, pidien-
do de antemano mil perdones al culto lector si hemos de lla-
mar a puertas poco honestas para descubrir donde naciera tan
indecentona palabrota, madre de tan rollizos descendientes.
Al verbo del ayuntamiento carnal le dijeron usuaímente
nuestros antepasados "folgar, holgar y, después, gozar". No
hay necesidad de documentar esta afirmación con citas de
erudición fácil. Gozar se decía, y aun holgar, en los siglos del
descubrimiento y de la colonización de América. El verbo pi-
caresco y de los lupanares fué otro, que aun conservamos, por
derivación del latino fodio, is, ere (a través de la variación
de la efe inicial, reconocida en muchas palabras, en h, y por
aspiración de ésta en j) , ayudada por corrupción del italiano
godere, gozar, entre la tropa de los tercios que recorrieron
Italia y entre la chusma de las galeras que frecuentaron sus
puertos, como los de estas Indias.
Y hubo que buscar, como sucede siempre en casos tales, un
fácil eufemismo de igual sílaba inicial, que permitiera ter-
minar decentemente una palabrota mal comenzada por impul-
so malicioso, aoenas se advirtiera que no debía ser pronun-
ciada en forma mal sonante, ya por la presencia en un momen-
to inadvertida de personas dignas de respeto, ya porque cesado
el arrebato que la trajera a los labios, la desviara en éstos el res-
peto a la propia conciencia. De estos vocablos^máscaras pudiera
darse unr. larga colección, conocida por los estudiosos de la mala
vida, de la coprolalia., de las blasfemias y demás impurezas del len-
guaje en los ambientes también impuros de todos los países e
idiomas. Valgan por otras las voces y locuciones españolas
caramba, caracoles, me caso; las francesas sapristi, nom d'un
chien, etc. Y por eso tuvo el castellano una nueva acepción del
CS CATAURO DE CUBANISMOS 203
vocablo jorobar. No me jorobes, tanto quiso y quiere todavía
decir como: "no me fastidies, molestes, vejes o incomodes".
Pero joroba (raíz árabe) es igual a corcova (del latín con-
curvare) y a giba (del latín gibba) ; y jorobar equivale por tan-
to, a corcovar y a gibar.
Gibar, como hoy dice el Dic. académico, y jibar, como se
decía antes, también tuvieron esa acepción metafórica y pi-
caresca de jorobar. Gibar, dice el Dic. de la lengua: "fig. y fam.
Fastidiar, vejar, molestar."
Es ya fácil enlazar este gibar, con la antigua danza del pie
de gibao.
En el entremés La Escuela de danzar (1640) de Navarrete
y Rivera (cita de Cotarelo) se escribió:
"¿Quiere un Pie de gibao?
Es corcovado,
y no quisiera el gusto trabajado."
El Diccionario de la Academia dice: "Pie de gibao: Danza
o baile que tuvo uso antiguamente y ya no tiene ninguno ni
se sabe como era."
El académico erudito, Sr. Don Emilio Cotarelo en su valiosa
Colección de Entremeses, etc. (Vol. I, pág. CCLVII) escribe: "Pie
de jibao (sic) (Danza). Esquivel Navarro en sus Discursos
sobre el Arte del Danzado, al tratar del paso llamado subste-
nido, dice: "Es un movimiento grave que se practica en Tor-
neo, Hacha, Pie de gibao, Alemana y otras danzas a este tono."
El sustenido consistía en permanecer más o menos tiempo
sobre las puntas de los pies "
El Dic. de la Lengua dice en la voz corveta: "movimiento
que se enseña al caballo, obligándole a ir sobre las piernas con
los brazos en el aire". Y recordando que se llamó pie de gibao
a ciertas figuras ecuestres, que bacían los caballeros corveteando
sus caballos, ya puede pensarse que algo se sabe de lo que
fué tal danza, al menos ha de creerse que en ella se imitaban
las corvetas de los caballos y las del cabrito o chivan o
macho cabrío. Tan poco humanos fueron los movimien-
tos de la danza, que Lope de Vega en su comedia El
Maestro de danzar, hace decir a un personaje: "Aprende el
pie de gibao a costa de tu cabeza". Y también a otro: "Eso del
pie de gibao es extremado." Además, recojamos este sustancio-
so párrafo de Rufino J. Cuervo, y repárese como algo se sabe
de tal danza:
"La danza de pie de gibao, que vale tanto como danza de cor-
veta, que hace con los caballos napolitanos, amaestrados para
esto, haciendo reverencias y doblando las corvas" (Covarru-
bias, s. v. corcova) : de aquí puede colegirse que el nombre de
esta danza es la transcripción aproximada del provepzal pie
204 FERNANDO ORTIZ
{ped) de chivan, pie de cabrito, pues por aquellos tiempos ge, gl
sonaban en castellrno como che, chi en Francia, y que dicha
danza tuvo su origen en las que se hacían en Provenza con fi-
guras de caballo y naturalmente simulando corvetas. Francio-
sini nos dice que pie de gibao es un bailo Franzese (véase er
Mistral chivalet y chivan pus; según Godefroy, pié de vean
era una especie de danza). Cervantes menciona también las
corvetas de los caballos o corceles napolitanos en el Coloquio
de los perros (fol. 258: Madrid, 1613).
Y ya que hemos aludido al italiano godere, hagámoslo aho-
ra con el vulgarismo italiano chiavare, que significa algo co-
mo chivar, y con el vocablo groserote chiavata. algo como los cu-
banismos chivadura, chiveta o chivata.
Tras estas disquisiciones lexicográficas acerca del grupo
zoológico de chivo, y del grupo picaresco de chivar, y del po-
sible origen de ambos vocablos, llegamos a otros en que ambas
ramas de la familia se acoplan, haciendo engendro de nuevas
acepciones vulgares.
En esa categoría comprendemos las voces chivo (negocio
sucio, ilegítimo; tapadillo, engaño) y sus inmediatas deriva-
ciones (chivero, chivería, chivirico y chivichana) .
Este chivo cubanismo, en cuanto significa la malversación
encubierta de fondos ajenos, el negocio ilícito o sucio, es de
pocos años, a partir del cese de la soberanía de España, pues
en la época colonial a tales chanchullos o malos manejos de
la cosa pública se les llamó soconusco y chocolate; lo cual prue-
ba que aun conserva vigorosa vitalidad la prolííica palabreja.
(Véanse estos dos últimos vocablos en este Catauro de cuba-
nismos.)
Cuando la evacuación española se hicieron numerosos en-
juagues, pretextando que habían desaparecido los papeles, ex-
pedientes y aun legajos. El pretexto era bueno, por lo verosímil
en muchos casos, y se dijo entonces que en tal o cual asunto
fulano se había comido los papeles. Y como esa cartofagia es
común en las cabras j chivos, el vulgo y los caricaturistas co-
menzaron a comparar con los chivos a los que comían papeles,
o a los malos manejos que con tales tragaderas se realizaban.
Así nos lo han contado; por más que otros, con menos com-
plicaciones, nos han dicho que chivo procede de chivar, por-
que es el negocio en que el pueblo sale chivado. Se non e
vero
Y así debe de ser, puesto que en otros países, Puerto Rico
por ejemplo.también se dice chivo, en la acepción infame, y
no es de creer que hasta allí trascendiera el vocablo si fuese
de histórica, pero transitoria explicación cartofágica, y no se
derivase del viejo chivar, cuya raigambre es tan extensa en
países de habla española.
UN CATAURO DE CUBANISMOS 205
El chivo y su significado siguen rollizos y, al parecer, con
promesas de larga vida. ¡Dios nos ampare!
Vieja (Domingo de la). — Es en Cuba el segundo domingo de la Cua-
resma, que se festeja burlescamente como si fuera de Carna-
val. "Véase la voz piñata en este mamotreto.
¿Por qué esta denominación de la vieja? Debe de ser otra
costumbre burlesca de cuaresma, que como la de piñata, nos
viene de la madre patria. "Partir o aserrar la vieja era una ex-
traña costumbre que tenía parte del pueblo de Madrid de
reunirse en la Plaza Mayor el día medio de la Cuaresma, con
escaleras, linternas, faroles, o cirios encendidos, esperando el
suceso, que no llegaba, de partir por el eje a una mujer an-
ciana. Era la preocupación creer que si la vela se apagaba,
como sucedía casi siempre, pues cuando no el viento lo hacían
los picaros que se mezclaban con la gente, no podía verse tan
hórrido espectáculo." Así se lee en la Mojiganga de lo que pa-
sa en la mitad de la Cuaresma al partir la vieja, y dice Cota-
relo en su Colección de Entremeses (I, pág. CCXCIX).
Parecida costumbre aun se mantiene en Roma, donde la
fiesta de los moccoli en el Corso romano es de las más populares.
La micaréme de Francia, responde a esa idea de partir la
vieja, el día medio de la Cuaresma.
La vieja era la Cuaresma. Aun se usa en España, y aquí
usóse también, representar la Cuaresma con la figura de una
vieja con siete pies, que simbolizan sus siete semanas. La
vieja, contrastando con la juventud de Carnestolendas, debió
de ser signo de recogimiento, ayuno y tristor.
Cuando en Cuba se obtuvo bailar en Cuaresma después del
domingo de piñata, para darle nombre al baile y a la fiesta,
debió de tomarse la expresión española de partir la vieja, que
quiso decir mediar la Cuaresma, y quedó en nuestras costum
bres el domingo de la vieja.
En 1842 aun no se conocía otro domingo de baile, consagra-
do por la costumbre con apelativo fijo, después del domingo de
la vieja. Ni aun el nombre de la vieja era indiscutido para de-
nominar el baile de ese domingo., pues al baile de disfraces
que se dio en Tacón (el principal teatro de la Habana), se le
denominó de La Estafeta.
En ese mismo año se bailó el domingo siguiente, el que hoy
diríamos de la sardina, anunciándose en la prensa de aquel
entonces, que en el domingo de gracia, es decir el concedido
por la graciosa voluntad del Capitán General, se celebraría en
Tacón un baile llamado La Victoria.
Balde. — Voz marinesca, que usamos en Cuba, aplicada al cubo, gene-
ralmente de metal.
Baldear. — Lavar el piso de una casa con baldes de agua. Voz de la
marinería, aplatanada en tierra de Cuba, como también baldeo.
206 FEBNANDO OBTÍ¿
Cloroformar. — Por cloroformizar.
Claro. — Intermedio entre dos aguaceros, escampo. "Aprovecha este
claro para salir."
Rompimiento de nubes para aclarar. "Mira un claro por
allí." Referido al monte, equivale a limpio de malezas. "Corría
el caballo por un claro."
Limpio. — Referido al monte significa claro, desprovisto de manigua.
"El venado salió a un limpio."
Zanjón. — Si bien decimos zanja y este es nombre femenino, no deci-
mos zanjona, en la forma aumentativa, sino zanjón, haciendo
masculino el vocablo. Conservamos el vocablo, además, en nues-
tra toponimia histórica, en el Zanjón, célebre por el famoso
pacto, que en definitiva no vino a zanjar nada.
Chicotazo. — No es sólo mejicanismo, como dice el Dic. de la A.
Chicote. — Es también cubanismo. La muchachería juega en Cuba al
"chicote escondido".
Chicotear. — También es cubanismo.
Buenazo. a. — Por bonazo. Persona de carácter bondadoso.
Burén. — No es solamente la plancha de hierro, como algunos exigen,
para hacer o tostar el casabe. El burén puede ser de barro, y
tal era entre los indios, de quienes nos viene el vocablo, según
Fr. B. de las Casas.
Buscabulla o buscabullas. — Entrometido, pendenciero.
Sacatrapos. — Voz de la milicia colonial, que aplicamos de ordinario
en vez de sacatapón o sacacorchos.
Zanjeo. — Acción y efecto de zanjar. En las explotaciones forestales
de las costas bajas cenagosas de Cuba, el transporte de la ma-
dera y carbón se hace a los largo de zanjas artificiales, sirgan-
do las chalanas cargadas, y el vocablo zanjeo es de uso corrien-
te allí, como en todo otro sitio donde se procede a desaguar
los terrenos pantanosos zanjándolos o zanjeándolos, como por
acá decimos.
Zanjear. — Por zanjar. Aquí zanjamos una cuenta, pero zanjeamos
un terreno, porque abrimos en él muchas zanjas, y la desinen-
nencia continuativa en ea, así quiere significarlo.
Coliblanco. — Gallo de cola blanca. — Es vocablo de gallería, análogo al
colicano, que admite el Dic de la Academia.
Requintar. — Defensa esforzada que hace un gallo contra los ataques
de su rival. Acepción análoga a la 2* del Dic. de la Academia.
Envalarse. — Acobardarse el gallo en la lidia. ¿No será derivación de
la voz marinesca embalar, "asustar la pesca para que se pre-
cipite en las redes"?
Revoleo. — Revuelo, 2? acepción. De revolear.
Coger. — Herir. "El gallo estaba cogió en la molleja." "Lo cogieron
en la hoyita."
Indoantillano. — El indio de las Antillas. Cultismo etnográfico muy
necesario.
ÜÑ CATAURO DE CUBANISMOS 207
Indocubano. — El indio de Cuba. — Voz etnográfica muy conveniente.
Para la misma idea se han propuesto indocubano, cubanindio
y cubeño. El primero nos parece más aceptable, el segundo sue-
na a anglicismo (por ir el adjetivo antes del nombre) ; pero
nunca el último. Si de inventar solamente se tratara, prescin-
diendo de antecedentes lingüísticos castellanos, sería más crio-
llo decir cubaney.
l'ndoamericano. — Indio de América. Véase el vocablo Amerindio.
Corte. — Por antonomasia, la corte correccional. Anglicismo que se nos
ha colado, como la institución, tribunal para faltas y delitos
leves. Es vocablo muy corrido en Hispanoamérica, proviniendo
del francés o del inglés.
Refiriéndose a los cañaverales, corte o corte de caña es
cañaveral que sje¡ está cortando para la molienda. "Caña de
tres cortes, que se ha cortado ya tres veces.
Crápula. — Corrupción, abandono a los vicios. "Entregado a la crápu-
la.'" No es aquí, pues, solamente la borrachera, como en el
Dic. de la A.
Además, decimos crápula por crapuloso.
Enguarapetarse. — Emborracharse.
Endilgar. — Traspasar a otro una molestia o hacerlo víctima de ella.
"Me endilgó el pleito para que se lo defendiera." Lo usamos
siempre como despectivo. "Nos endilgó una poesía" no quiere
decir simplemente que la poesía nos fué dirigida, sino que era
mala o que por mala o latosa la tuvimos.
Gacho, a. — Bajo. "La cueva era muy gacha'', es decir, de techo muy
bajo. "Una casita gacha.''
Fogaje.— (Sofoco, soflama.
Fotutear. — Sonar un fotuto.
Filibustera. — La mujer que trabajaba por la emancipación de Cuba del
dominio español.
Candela. — Ponerse en candela. Enfurorizarse o encenderse el ánimo.
De calentarse, 5.a acep. Cuando observamos que alguien se ca-
lienta en una porfía, solemos decir "se calentó gusanera".
Coquero. — Dueño de cocales o hacienda de cocos.
Banal. — Galicismo muy arraigado. Vulgar, común, trivial.
Banalmente. — Vulgarmente, sin fundamento.
Banalidad. — Vulgaridad, trivialidad. ¿De banalüé, fr.?
Coqueta. — 'Mueble tocador de espejo.
Coquetería. — Refinamiento en el adorno de una cosa, como habitación,
coche, etc.
Coqueto, a. — Que tiene coquetería.
Coquetón. — Coqueto.
Cortar.— 'Refiriéndose al campo, ir a campo traviesa. Si al camino.
"cortar camino", abreviarlo yendo por atajos.
Prender. — Encender. La acepción 7.a que trae el Dic. de la Academia
208 FERNANDO ORTIZ
es distinta. "¡Prende la luz! ¡El bohío estuvo prendió toda ia
noche!"
Revoltura. — Revolvimiento. "El peje se zafó con las revolturas que
dio."
Pujío.— "Pujo. Quejido comprimido, fatigoso. Acaso sea voz formada,
por contaminación, de pujo y quejido.
Virtud. — Órgano sexual masculino. "La virtud del cocodrilo." Los
guajiros y pescadores tienen no pocas aplicaciones folklóricas
del vocablo. Así, suponen que la virtud del caimán, seca y
raspada en polvo, se debe tomar contra el pasmo o tétanos.
La virtud de la caguama macho reducida a polvo es, según
se corre por los cayeríos y playas, un gran afrodisiaco, "porque
es dura como hierro" y "porque el acto carnal del caguamo y
la caguama dura cuarenta días". Por las costas del sur una
virtud de caguama vale de 5 a 10 pesos.
Aciguatar. — Producir la ciguatera. El Dic. de la A. sólo admite la
forma reflexiva, y es un error. "El pargo no aciguata."'
Ciguatar. — Como aciguatar.
Enciguatar. — Como aciguatar. Usase también como verbo reflexivo.
En una de nuestras excursiones piscatorias por los placeres del
Sur, oímos decir a un pescador que el peje estaba enguasitado.
Nos pareció una simple metátesis; pero nos ha hecho pensar
si así sería la forma anterior del vocablo enciguatar, y que
éste se habría, en cambio, formado por metátesis de enguasi-
tar. Esta forma intermedia nos daría una etimología clara, de
guastar o enguastar. voz hoy anticuada, que significó "consumir,
destruir"; e, indudablemente, el infeliz enguasitado, se enguas-
taba pronto.
De paso, recojamos del folklore criollo la creencia de que
contra la ciguatera sólo es eficaz el cocimiento de polvo del
hueso o espina, quemado, del peje que la produjo. Es un caso
evidente de la llamada magia simpática, que se remonta a los
indocubanos.
Grampín. — Avío de pesca formado por varios anzuelos atados juntos.
¿De crapa?
Tute. — Reunión de cuatro personas de igual condición. Suele decirse
despectivamente. "¡Vaya un tute de bandoleros!" Es acepción
tomada del juego del tute, donde reunir cuatro reyes es la
la suerte o jugada superior.
De paso digamos que, según el Dic. de; la Academia, el vo-
cablo proviene del italiano tutti, todos, lo cual es muy acep-
table, si bien la forma femenina tutte, nos parece más decisiva.
Fué, sin duda, juego que los soldados de los tercios de Italia
trajeron a las Españas, juntamente con otros que conserva-
mos en estas Indias, como la brisca (it. briscia) y el cargata-
sajo (quizás el it. scargalaseno) , sin contar la lotería (lotto),
UN CATAURO DE CUBANISMOS 2Ü9
que fué trasmitida de estadistas genoveses y venecianos a los
de pueblos vecinos.
Engoar. — Cebar los peces para atraerlos al sitio de la pesca.
Engodar.— Al Sur de Cuba hemos oído engodar por engoar, en boca
de pescadores, lo cual puede bacer pensar que engoar proceda
de engordar, engoddar y engodar.
Engodo. — Carnada con que se ceba o engoa a los peces.
Pina. — Decimos estar uno en la pina, o metido en la pitia, por estar
uno en situación difícil, o lleno de temores. El origen de la
locución es fácil de comprender para el que baya estado al-
guna vez en un piñal crecido, donde bay que caminar con los
brazos en alto y con sumo cuidado para no ser víctima de las
muy punzantes bojas. Y así como aquí decimos la caña por el
cañaveral ("el ganado se metió en la caña") ; así decimos la
pina por el piñal; y, por todo ello, metido en la pifia equivale
a metido en un trance de cuidado, como el de caminar en un
piñal.
Langostero. — Especie de fisga, formada con un anzuelo atado al ex-
tremo de una vara, con que se pescan las langostas. 1 1 Barco pes-
cador o pesquero de langostas. "Un balandro langostero.''
Pesquero. — Pescador, aplicado a los barcos. || Buque dedicado a la
pesca. 1 1 Pesquera.
Tulanga. — Dulce de maiz, lecbe y azúcar, en forma de torta. Tam-
bién se bace de coco.
Aunque nos lo presentan como vocablo africano, acaso no lo
sea. Quizás sea derivación corrompida de atol o atole, voz ame-
ricana o mejicana, que significa una especie de gacbas con ha-
rina de maiz, agua o lecbe. Y de atol, con el despectivo anga.
tendríamos atolanga, atulanga, tulanga.
Embromar. — Tiene en estas Indias una acepción más maliciosa que
las académicas, como derivada no de broma, "bulla o cbanza".
sino de broma "molusco que destruye las naves, las broma o
embroma". Equivale a fastidiar, dañar, perjudicar.
Charamuscar. — Chamuscar.
Cuchilla. — Cortaplumas, pequeño cuchillo, navaja, herramienta con
filo y forma de cuchillo.
Cuchillazo. — Cuchillada.
Cacuama. — Forma similar a caguama, que es la más usada. El Cu-
calambé cantaba como sigue:
En medio de estos manglares
que se columpian gentiles,
brillan conchas y reptiles
y caeríamos de los mares.
Gozne. — El Dic. de la A. dice que los goznes se aplican a las arcas,
baúles, etc., y a todo lo que ha de abrirse y cerrarse. En Cuba
no hemos logrado aplicarlos a los párpados, ni a la boca, ni a
2Í0 FERNANDO ORTÍZ
las manos, ni a los brazos, ni a las alas, ni a las tijeras, ni a
a los abanicos, ni a los agujeros, ni a los pozos, ni a las zan-
jas, ni a los sobres, ni a las sesiones, ni a las procesiones, etc.
¿No será preferible que rectifique el Diccionario, ya que lo
hemos abierto y cerrado inútilmente varias veces en busca de
unos goznes de que carece?
Rihito. — Diminutivo cubano de "río". Lo tenemos fijado por la topo-
nimia. Es barrio de Jiguaní.
Cunyaya. — 'Probable vocablo indio. Máquina para exprimir el jugo de
caña, de la yuca, etc. Es bien simple, consiste en una palanca
apoyada en la rama de un árbol, que por presión bacia abajo
exprime el fruto puesto entre ella y el tocón del mismo árbol.
Aun suele verse alguna en Vuelta Arriba.
Raque. — Vulgarismo moderno. Ganga, venta muy ventajosa para el
comprador. "En la tienda de ropas hay mañana un buen raque:'
¿De raquear?
Yaguarama. — Machete. Clase de machete.
Enterrorio. — Enterramiento o sepultura de indios (Ferrer, p. 165).
Tocolote. — Nombre que también recibe en Cuba el ave nocturna más
conocida por ciguapa. Ferrer (Naturaleza y civilización de la
grandiosa isla de Cuba. Madrid, 1876; pág. 237) reproduce esta
copla curiosa del viejo folklore criollo:
"Tocolote canta
indio se muere;
yo no lo creo,
pero ello sucede."
Vueltarriba. — A veces se usa esta voz compuesta, como adjetivo. De
Vuelta Abajo hemos derivado vueltabajero, pero de Vuelta
Arriba no hemos obtenido un vueltarribero, que habría sido
lógico. Nos hemos conformado con dar vida al adjetivo vuelta-
rriba. "Boniato vueltarriba."
Sigual. — Lugar donde abunda la sigua. Así se escriben por lo común
ambas palabras. Algunos sostienen, y bien puede ser que con
razón, que debe decirse cigual y cigua.
Guaniquieal. — Lugar donde abunda el guaniqui. Suárez trae el gua-
niquinal. Nuestra toponimia ha fijado también la forma Gua
niquical, caserío del término de Trinidad.
Ocujal. — 'Lugar de ocujes.
Escuelero. — Maestro de escuela.
Ningunear. — Faltar a la consideración debida, por considerarlo a
uno como si nadie fuere, como si fuera ninguno.
Celoso. — Se aplica a las piezas de una máquina cuando se mueven
con excesiva facilidad apenas las tocan, como puede serlo el
gatillo de una escopeta.
Mielecita. — Diminutivo cubano de miel.
ÜÑ CATA ÚBO DE CUBANISMOS 211
Cascarrudo. — Se dice del tabaco demasiado fuerte. (Juan B. Jiménez.
"Aventuras de un mayoral". Matanzas, 1882.) ¿De escarudo?
Ardedor. — Que arde fácilmente.
Desbotonear. — Forma del vocablo desbotonar, que como cubanismo
recoge ya eí Dic. de la A.
Desbotonamiento. — Acción y efecto de desbotonar.
Desbotoneo. — Acción y efecto de desbotonar o desbotonear.
Amarinar. — Por amarillear. Se aplica al tabaco.
Maduradero. — Secadero de tabaco.
Enmallar. — Envolver en tejido de mallas. Aplícase al tabaco.
Embetuneo. — Acción y efecto de embetunar el tabaco.
Enterciamiento. — Acción y efecto de enterciar el tabaco.
Clarona. — Se dice a la hoja de tabaco clara,
Mazorear. — Formar mazorca el maiz.
Gabiar. — Acabar de desarrollarse la planta del maiz, luciendo el güín
con el penacho característico. Así hemos visto escrita la pala-
breja agrícola en "Las Aventuras de un mayoral" (pág. 100).
Pero suponemos que debe decirse gaviar, porque el cubanismo
seguramente se deriva de gavia, "vela que se coloca al maste-
lero mayor de la nave", y metafóricamente ha sido comparado
con izar la gavia, el brote del bohordo empenachado del maiz.
Magua. — Pececillo diminuto, que hoy decimos majúa (Ferrer).
Gala.— Gratificación. La A. lo acepta ya como americanismo. (Ferrer.
pág. 243.)
Mangué. — Igual que magua o majúa o manjúa. (Ferrer.)
Achote. — Es la bija, o bixa orellana, con que los indios antillanos y
en general los aruacas y caribes, que poblaron las costas sep-
tentrionales de la América meridional, y los indios de México
y Centro América se pintaban el cuerpo de rojo o embijaban.
Este vocablo fué muy corriente en los primeros siglos de la co-
lonización de las Américas. De ahí que aun se diga en algunos
países "estar uno en achote'', o sea muy colorado, bien por so-
foco o por la soflama del bochorno o la vergüenza.
Sobre esa base, podríamos pensar que achotear a uno, debió
de ser ponerlo colorado, avergonzado. Y siendo así, ya tendría-
mos otra verosímil etimología de chotear, por una comunísima
aféresis* de la a inicial.
Ya en este catauro o mamotreto hubimos de tratar de la eti-
mología de las voces chotear y choteo. Valgan estos párrafos,
como adicionales.
Mosquitada. — Conjunto, nube o plaga de mosquitos.
Casimboso, a. — Que tiene casimbas.
Cieneguero. — El que habita o frecuenta la ciénega o ciénaga.
Desentarquinar. — Quitar el tarquín.
Culebrear. — Eludir con evasivas un compromiso.
Culebreo. — Acción y efecto de culebrear.
212 FERNANDO OBTI¿
Costero, a. — Costanero, aplicado a la navegación y a más cosas. "Bu-
que costero."
Corso. — Decimos pesca al corso, a la pesca que se hace yendo el bar-
co navegando. Y decimos peces de corso, a los que así se pes-
can, como la aguja de paladar, el bonito, la picúa, etc.
Cordón. — disposición de personas o cosas en serie, una tras la otra.
Vocablo de origen militar. "Cordón de coches, de lomas." Re-
cuerda la disposición de los nudos en el cordón de las órdenes
monásticas, de donde deriva el cordonazo de S. Francisco.
Corriente. — Calidad ordinaria, vulgar, común. "Vino corriente, abani-
co corriente, discurso y poesía corrientes.''
Chicharrón. — "Saber a chicharrón" quiere decir "saber mal" una co-
sa. En Puerto Rico se dice (Malaret) "saber a chicharrón de
sebo", y esta frase, ya perdida en Cuba, puede explicar el ori-
gen de la otra simplificada, que aun perdura.
Sorullo. — Por gorullo.
Gozo. — El Dic. de la A. dice "Movimiento del ánimo que se complace
en la posesión o esperanza de bienes o cosas halagüeñas y ape-
tecibles". En Cuba aplicamos el vocablo no sólo a la posesión
y a la esperanza, sino también al recuerdo.
Mesa. — Meseta, 2.a acep. En nuestra toponimia histórica decimos
siempre mesa. Allá en Oriente encontramos Mesa Abajo, Mesa
Buena Vista, Mesa del Sordo, Mesa de la Papaya, solamente en
la zona de Maisí,
Esta acepción debió de ser muy corriente en los tiempos del
descubrimiento, y mientras en España ha sido olvidada, susti-
tuida por la forma diminutiva, aquí la conservamos en toda su
vitalidad. Y dígasenos: ¿por qué razón hemos de abandonar
su empleo, siendo tan castiza? ¿Por qué aquí hemos de ajustar la
marcha del lenguaje al paso que va en Castilla?
Curanderismo. — Prácticas del curandero.
Hierbazal. — Lugar de mucha hierba. El vocablo ha sido recogido de
labios de incultos pescadores vueltabajeros al indicarnos la
condición del fondo submarino sobre el que bogábamos. Es voz
bien formada, análoga a ramajal (de ramajos), cebadal (de
ceba, o corrupción de ceibadal), etc., que también corren por
el folklore playero.
Playero. — Relativo a la playa. Generalmente se dice al habitante de
una playa, y al píllete de playa.
Cuña. — Persona influyente.
Guanajería. — 'Sandez, tontería, guanajada, condición propia de la per-
sona guanaja.
Bombero. — Tonto, inhábil, pazguato. "Ése me parece el gran bombero
de la vida."
Para conocer el extraño sentido hay que explicar otros cu-
banismos, como bombera, aguabomba y frutabomba; pero ello
se quedará para el Vocabulario de negroafricanismos, pues es-
UN CATAURO DE CUBANISMOS 213
te bombero ingenuo tiene una apicarada e indecentona as-
cendencia africana.
Crema. — Color de crema (2.a acepción).
Crestón. — Con mucha cresta.
Cuquería. — Condición de la persona cuca.
Curiosear. — Mirar o averiguar algo con curiosidad reiterada, aunque
no sea, como dice la A., cosa que otros hacen o dicen.
Curioseo. — Acción y efecto de curiosear.
Narizón. — De gran nariz. "Dos narizones no pueden besarse'' deci-
mos para expresar que dos tercos, tozudos o voluntariosos no
pueden entenderse. Y como consecuencia del refrán, narizón suele
oirse por "testarudo" o "voluntarioso".
Narizudo. — De nariz grande, sin que haya de llegar al tamaño de la de
aquel que "érase un hombre a una nariz pegado", etc.
Comodón, na. — Muy dado a la comodidad.
Conferencista. — Por conferenciante.
Contraparte. — "Voz forense que significa "la parte contraria".
Cucarachita martina. — Personaje de un popular cuento de niños, de
probable origen andaluz, aunque con marcados caracteres in-
dianos.
Cocorotina. — La parte superior de la cabeza.
Gusto cubano. — Sarpullido. Mal haya el ironista que inventara la lo-
cución. Antaño se dijo al mal de bubas "mal de Indias", mal
francés, gálico" o "mal italiano", y ogaño "española" a la "influen-
za". Y nos pasamos los siglos achacando males al prójimo y
haciéndolo responsable de los que caen sobre nosoti'os. El sar-
pullido es erupción cutánea que suele producirse cuando los
calores en la gente sucia y desaseada; y muchos inmigrantes,
al tener que rascarse, irónicamente pensaron que ello era un
"deleite" propio de Cuba.
Tardecita. — Crepúsculo vespertino. "Llegó a la tardecita."
Plataforma. — Programa de un partido político. Vocablo importado de
los Estados Unidos.
Accidentado. — Galicismo muy común, aplicado al terreno fragoso o
quebrado.
Alacena. — Mueble casero para guardar comestibles. No es preciso que
esté empotrado, como la alacena académica.
Aprontar. — Suele decirse por aportar o anticipar dinero.
Arrempujar. — Este vocablo, que en Castilla es hoy anticuado, aquí
es de uso constante, más frecuente que rempujar.
Basebolero. — Jugador del juego americano de pelota base-ball, muy
popular en Cuba, a pesar de lo cual no hemos creado todavía
el vocablo basebol.
Cumbrera. — Explica Suárez: "La viga más elevada sobre la que des-
cansan las dos vertientes de un tejado." O una sola o más de
dos. Esta precisa acepción debió de ser castiza, o indiana al me-
nos, en el siglo XVI. Castellanos la usa (Elegías. P. II, C, 1).
214 FERNANDO OBTIZ ¡
"De los cercanos montes y riberas
cortaron estantillos y horcones,
varas, soleras, latas y cumbreras,
para hacer con estos materiales
las casas y la6 cercas de solares."
Y en otro lugar (Parte III, C. IX) dice:
"Enciéndense los pelos con la lumbre
y fué la fuerza dellos de manera
que voló pronto hasta la techumbre
y salió por encima la cumbrera.'"
Y la usó Oviedo en su Historia.
Atoro. — Atascamiento, obstrucción. Acción y efecto de atragantarse,
que a veces decimos también atragantamiento.
Atragantamiento. — Acción y efecto de atragantarse.
Atrabanco. — Traba u obstáculo que impide una acción.
Autonomía. — Para el Dic. de la Academia equivale a la independen-
cia; pero no es lo mismo para la historia colonial. Autonomía
usualmente es el gobierno de un pueblo por sí mismo, pero so-
metido a la soberanía de otro Estado.
Camarero. — Sirviente de cámara o de pasajeros en buques y ferroca-
rriles.
Concesionario. — Por confesonario.
Confort. — Voz hoy casi cosmopolita. Comodidad personal. En caste-
llano acaso debiera decirse conforte, dando a esta palabra cas-
tiza, derivada de confortar, una nueva acepción.
Confortable. — Que ofrece o tiene confort. Que conforta.
Connotado. — Conspicuo. Galicismo innecesario.
Continuismo. — Partidarismo en favor de la continuación de una per-
sona en el desempeño de un cargo público. ¡Cuánta sangre y
cuánto crimen ha costado en nuestra América! ¡Y en Cuba!
Reeleccionista. — Partidario de la reelección.
Habana. — Los habaneros solemos llamar a veces Habana a la parte
antigua de la ciudad, la que estuvo amurallada. Y así se oye
decir a algún viejo, saliendo de su casa en el barrio del Ve-
dado, Cerro o Jesús del Monte: "me voy a la Habana".
Cantaleta. — Habla insistente y mortificante.
Carón, na. — De cara ancha.
Comadrita. — Silla pequeña, propia para que la niña se siente en ella
al jugar a "comadres".
Boniata. — Especie de yuca. Vocablo que se introdujo de Costa Fir-
me, desde los años de la conquista, para designar la yuca que
no mata, la buena, que por esto debió de llamarse boniata.
Aunque así parece deducirse de Oviedo (Hist. Gen. y Nat. de
Indias. Lib. VII, cap. II) y de otros cronistas, acaso esa yuca
no fuese realmente tal, sino el boniato, que hoy decimos,
UN CATAURO DE CUBANISMOS 215
Dice Juan de Castellanos en sus Elegías (Ele. XII, Can-
to II):
"No trato de las yucas boniatos,
que se suele comer como batatas."
Y estos versos parecen indicar que antaño no se confundían
la batata y el boniato, como supone Zayas, basándose en con-
fusiones populares ulteriores.
Murió. — Así decimos vulgarmente, y a veces murió el cochino, para
significar que ha terminado un asunto, y no sólo una discu-
sión, como supone Suárez.
Debe ser expresión influenciada por Méjico. Allí se dice chillar
el cochino, al descubrimiento de un enredijo, análogo a la locu-
ción cubana berrear el chivo, en sentido figurado.
Coger. — Se dice aquí coger goteras por trastejar.
Cogida. — Por cogedura, en relación con la 7.a acepción de coger.
Cogioquero. — Persona dada a la cogioca. El uso del vocablo es escaso,
pero no las ocasiones de emplearlo.
Caguaso. — Suárez define esta voz en sus varias acepciones. Quizás de-
biera escribirse caguazo, aunque hay que convenir en que jamás
la pronunciamos así. ¿Por qué? Porque nos parece haber hallado
este vocablo, como indianismo, en las Elegías de Juan de Cas-
tellanos (P. II, E. IV, C. II), aunque en forma distinta.
"Con más otras raíces comederas,
que son pericaguazos y batatas."
Ese pericaguazo debe de ser pariente, si no el mismísimo pa-
dre, del caguazo cubano.
Zayas supone que sea voz indoantillana. Es posible, porque
desgajando el azo. aumentativo despectivo, nos queda cagua,
de sabor aborigen.
Borrachín, na. — Borracho consuetudinario.
Carraspeo. — Efecto de la carraspera.
Ciénega. — Ciénaga.
Cieneguero. — Relativo a la ciénaga.
Cerní. — Ser sobrenatural e ídolo entre los indoantillanos, de civiliza-
ción taina. También se escribió Zemí4 El vocablo se encuen-
tra en todos los primeros cronistas del descubrimiento.
Taino, a. — Indio de las Antillas, de origen aruaca o araguaca.
Palo. — La locución como palo, quiere decir "seguro", "puntual". Es
análoga o esta otra: "como cañón". "Dieron las nueve y llegó
como palo."
Clericalismo. — Partidarismo en favor del clero.
Pítima. — fam. Borrachera. No podemos asegurar que sea cubanismo,
pues el vocablo está como castellano en el Dic. de la A. y aquí
216 FERNANDO ORTIZ
lo usamos poco, por más que puede ser del lenguaje de los in-
docubanos. De todos modos, no creemos que su empleo en esa
acepción picaresca, pueda hacerse en sentido figurado deriva-
do de un socrocio, como opina la Academia, y a su vez de un
epítema. La pítima borrachera procede de pytyma, (Hans
Stade) que fué la forma común indiana del tabaco procedente
del Brasil, Gua.yana e islas francesas e inglesas, de la cual se
derivaron petun, petuner (Scarron), betum, betume, etc. Sa-
bido es que al tabaco o cogioba de los indios cubanos se le dio
varios nombres en Europa, como "hierba santa", "hierba de
reina" o "hierba del condestable", antes de que se fijara la voz
antillana tabaco. El petum, la antigua pítima, ha quedado en
el Brasil y entre los anglosajones para expresar el tabaco tor-
cido para mascar; y sabido es que los indios mascaban y fu-
maban tabaco y caían en grandes . . . pítimas rituales. Esta voz
debió, pues, de entrar en la jerga de la mala vida por los con-
quistadores indianos repatriados, y de ahí pasaría al lenguaje
familiar.
Asambleísta. — Individuo de una asamblea.
Constituyente. — Individuo de una convenaión constituyente.
Balotaje. — Votación por bolas. Galicismo.
Pitchear. — Actuación del jugador llamado piécher en el base-ball.
Batear. — 'Dar con el bate.
Bateador. — El jugador que batea la pelota.
Calzoncillos. — Usamos el vocablo indistintamente en singular y en
plural.
Estante. — Dice Suárez: "La estaca que se clava verticalmente en las
cercas." Añadamos que este cubanismo es supervivencia de una
en España muerta acepción, que antaño fué corriente, análoga a
la cubana. Léase en Castellanos (Elegías. P. III. Elegía a Benal-
cázar, O. III):
"Y entrenas una casa que tenía
cuatrocientos estantes por hilera,
tan grueso cada cual, que no podía,
por una y otra parte rodeado,
ser de dos españoles abrazado."
No la incluyó Rodríguez Marín en sus Dos mil quinientas
Voces, pero mereciera ser la 2501.
Campanazo. — Campanada.
Asalto. — Baile que se da por sorpresa, no siempre real y a menudo
fingida, presentándose los bailadores en casa amiga.
Baraja. — Carta o naipe. "Juego de baraja."
Futbolero. — Jugador de foot-ball.
Futbolístico. — Perteneciente al foot-ball.
Bate. — Castellanización del bat inglés; palo con que se da a la pelota
en el base-ball.
UN CATAURO DE CUBANISMOS 217
Pelota. — La expresión "darle a la pelota" significa actuar en algo
con acierto o aprobación. Y sabemos acentuar el éxito dicien-
do "darle dulce a la pelota"; y por ser muy corrida la frase
basta que digamos le da muy dulce.
Cayo. — Zayas da el vocablo como indoantillano, diciendo que es "nom-
bre dado por los indios a las isletas". El nombre indio, concre-
tamente aruaca o taino, era otro, del cual cayo se deriva. Se-
gún Brett (p. 483 y 485), los aruacas llamaban caeri o kaieri
a las islas, no precisamente a las pequeñas, sino a "las islas";
por más que bien pudo suceder que los islotes o cayos, por ser
innominados particularmente, fuesen comprendidos todos en
el genérico caeri o kaieri. Y de este vocablo tendríamos el sin-
gular cae a kaie, y de abí el cayo español, el cai francés y el
key inglés. Cayo no es, pues, propiamente hablando, una voz
india, sino la castellanizaron de ésta.
Tal hipótesis nos ha llevado a rectificar nuestro criterio
acerca del origen de caico, como se publicará al editarse este
catauro en forma de libro.
Aura. — (Voz taina.) Suárez explica a que repugnante avechucho se
le dio y da ese nombre.
Naboría. — La Academia dice "Indio libre, etc." Y Gonzalo Fernán-
dez de Oviedo y Valdés, lo definió así: "Naboría es un indio que
no es esclavo, pero está obligado a servir aunque no quiera."
En Cuba, y en todas las Indias, se ha venido entendiendo que
eran siervos, si bien los conquistadores no querían confesar la
servidumbre a que reducían a esos indios y los llamaban hi-
pócritamente naiborias, aun cuando cayeran en las anfibologías
de Oviedo, al tratar de definir su situación jurídica. La voz es
taina, y es nuestro modesto juicio, que su raiz es la misma
de naiboa, jugo venenoso de la yuca que debe ser desechado.
Los aruacas decían naibomanoko a la casa donde tenía que re-
tirarse la mujer durante su desarreglo menstrual. Naiboria, o
naboría vendría a ser algo como "casta social apartada y ab-
yecta".
Bolero. — Además de las acepciones castellanas: Cierta canción cuba-
na. || Chaquetilla que a veces impone la moda a las mujeres,
parecida a la de las majas goyescas. || Jugador de bolas, en la
bolera.
Bombear. — Hacer funcionar una bomba (1.a acepción).
Bombeo. — Acción y efecto de bombear.
Callejón. — No siempre el callejón es estrecho en Cuba, como en el
Dic. de la A. También llamamos callejón al ancho si es corto,
especialmente al de los campos.
Escambray.~Voz toponímica cubana. La sierra del Escambray está
en la prov. de Santa Clara. Zayas cree que el vocablo es cu-
banindio. Y es castizo. Escambrón, voz anticuada, es nombre
218 FEBNANDO OBTIZ
de cierto arbusto espinoso, o zarza, como puede leerse en el
Dic. académico.
Y fué voz corriente en la época de la conquista. Castellanos
escribe (Elegía XIV, canto 1) :
"Aunque los bosques tienen aspereza
y espinas y escambrones a sus trechos."
Tan fragoso por sus escambrones y peñascales es la sierra
villareña, que suele decirse en Cuba: "¿Qué hay? Piedras en
el Escambray, que mientras más sacan, más hay."
Aspavientoso. — Por aspaventero, que nunca decimos.
Presilla. — Prendedero de papeles hecho de alambre.
Bandidaje. — Acción criminal del bandido.
Bueieito. — Diminutivo de buey, consagrado por nuestra toponimia
geográfica.
Cabecear, — Atar las hojas de tabaco por sus cabezas.
Cacicato. — Por cacicazgo.
Calistenia. — Ejercicio corporal sistemático. Gimnástica escolar o do-
méstica.
Calis tónico. — Relativo a la calistenia.
Tasajo. — La voz tasajo sonó y sigue sonando mucho en Indias. In-
cluímos el tasajo en el catauro para anotar la etimología portu-
guesa, que le da el Dic. de la A., y de ahí, repetir lo verosímil
de otras etimologías portuguesas de ciertos cubanismos, como
magua y otros, que nos guisaban como indígenas precolom-
binos.
Teta. — Loma aislada de forma cónica. Es cubanismo muy sonado y
fijado en nuestra toponimia: Tetas de Managua, Tetas de Ca-
marioca. Se emplea hoy casi exclusivamente cuando las lomas
de es,a forma son dos juntas, de igual o aproximado tamaño.
Ya se encuentra en escrito del siglo XVI, pues Juan de Cas-
tellanos escribió:
"O es cerro que por ser de su hechura
los españoles le llamamos teta.''
Congreso. — Órgano del Poder Legislativo republicano, compuesto de
Cámara de Representantes y Senado.
Cajún. — Es baile de cajún el efectuado pobremente por' afrocubanos,
llamándosele así por el "instrumento", que a fslta de un tam-
bor, suele tocarse en ellos remedando el rítmico son del tam-
borileo. En Puerto Rico existen los análogos "bailes de bom-
ba". De cajún es "de veras" o "con seguridad". "Iré a verte
mañana de cajún." "Debemos pagar eso de cajún."
Boicotear. — Impedir que una persona continúe normalmente sus ne-
gocios o actividades, mediante propaganda en su contra, que
se hace entre sus favorecedores. Del inglés boycott.
UN CATAURO DE CUBANISMOS 219
Boicoteo. — Acción, y efecto de boicotear.
Boicoteador. — Quien boicotea.
Calabazo. — Vasija hecha del fruto de la güira, o del güiro-calabazo.
Saco. — Traemos este vocablo al catauro para registrar la locución
meterse en el saco, equivalente a "embriagarse".
Es un eufemismo de la milicia indiana no anotado por Var-
gas Machuca, pero corriente entre los conquistadores. La em-
briaguez del vino se comparó a la del saco o saqueo del con-
quistador, y eso es todo. Hoy, que hemos olvidado la anticuada
acepción de saco, no solemos presumir en que saco se mete el
borracho. El elegiaco Castellanos nos muestra como la borra-
chera equivalía a metimiento en el saco, y aun que le era si-
multánea (Elegía XIII, canto II) :
"Ande la borrachera y el tabaco,
hínchense bien las pieles y los senos,
suenan voces y gritos en el saco,
y cuantos van y vienen vuelven llenos."
Yuca. — El berraco está en la yuca, locución es para significar que
existe una situación difícil y nociva, como la que se plantea
al guajiro cuando el berraco entra hozando en las tablas de
yuca y dispuesto a acabar con la plantación.
Recalaje. — Lugar donde recala un buque.
Lipidia. — Como dice Suárez, es "impertinencia, majadería". Usase co-
mo sustantivo y como adjetivo aplicado a la persona imperti-
nente o majadera. También se dice lipidioso.
Este vocablo, hoy muy usado, no es sino el retoño vigoroso
de un vocablo anticuado. Así como lujuria no sólo significa el
vicio carnal, sino también "exceso o demasía en algunas cosas",
y suele oirse aun en Cuba decir vulgarmente a una persona
majadera: "déjate de lujurias'': a la lujuria se dijo libídine.
y a la lujuriosa, libidinosa. Pero antaño libidinosa se escribió
libidiosa. por lo que libídine pudo decirse libidia, madre de la
lipidia antillana, que es equivalente a "lujuria" en la segunda
acepción académica de este vocablo.
Léase en Castellanos: "Anacaona la libidiosa — ansimismo
llegó muy poderosa." (Elegías II, canto II.)
Arrevesado. — Corrupción frecuente de enrevesado.
Bartolina. — Calabozo obscuro, donde echan al preso a la bartola.
Boyar. — Flotar en. el agua, como una boya.
Brava. — Imposición por la fuerza corporal o de las circunstancias.
"Le dieron una brava y renunció. Ese cobro judicial fué una
brava."
Bravero. — No equivale siempre a bravatero, como supone Suárez.
Bravatero es el guapo que echa bravatas y fieros. El acreedor
que faltando a su palabra de espera, cobra su crédito en el tér-
mino escrito, es un bravero, como lo es todo abusador, que se
220 FEBNANDO OBTIZ
prevalece de cierta,s circunstancias para imponer su voluntad
contra ley, o, cuando menos, contra la equidad o la moral.
Bravería. — Procedimiento o conducta caracterizado por las bravas.
Queque. — Según Ramos y Duarte, queque oyó decir en Vueltabajo por
moneda de a real. Quizás fuera en sentido figurado; pero re-
cuérdese que Castellanos en sus Elegías (Elegía XII, canto 1.°)
dice:
"Resplandecen también joyeles de oro,
queque, paracaguá, grupo, caronas,
de que muchos ornaban sus personas."
Y esto nos hace pensar que el queque de los guajiros de Gua-
ne, que oyó Ramos y Duarte, tenía relación con algún metal
precioso.
Macho. — 'Según el Dic. de la Academia (3.a acepción) se dice de "la
planta que fecunda a otra de su especie con el polen de sus
estambres". Aquí, en Indias, no sutilizamos para atribuir tal
o cual sexo a una planta, con objeto de distinguir una especie
de otra algo semejante. Y tenemos plátano mucho y plátano
hembra, sin fecundación entre ambos, y también majagua ma-
cho, majagiiilla macho, bejuco ubi macho, rompezaragüey ma-
cho, etc. Y, si no la palabra macho, el procedimiento especifica-
dor nos fué trasmitido por los indios, y esa sexualización ca-
prichosa constituye esencialmente una supervivencia folklórica
indoamericana. Los indios jíbaros (en Cuba jíbaro y silvestre
son sinónimos vocablos) atribuían a cada planta un espíritu
con sexo, masculino o femenino, según los caprichos de su in-
teligencia primitiva. (R. Karstex. The religión of the Jibaro
indians of Eastern Ecuador.) Haxs Stade nos cuenta de los in-
dios tupi-guaraníes, que todos los árboles con frutos comesti-
bles eran machos para ellos, y hembras los otros.
Botado. — Abundante en el mercado, si se usa con el verbo estar. Muy
barato, si se usa con el verbo ser. "Las pinas están botadas",
que hay muchas. "Las pinas son botadas'', que valen muy
poco.
Defensa. — Tope que suele ponerse al automóvil en su delantera para
defenderlo algo de un choque.
Botellería. — Conjunto de botellas. Del político que disfruta de mu-
chas botellas, o sean puestos imaginarios creados cuando el
desastroso gobierno del Presidente Menocal para el cobro frau-
dulento de sus asignaciones, decimos metafóricamente que tiene
una botellería.
Boticaria. — En Cuba el progreso femenino ha producido muchas doc-
toras en farmacia, y de ahí el vocablo. El feminismo impondrá
a la Academia de la Lengua no pocas innovaciones, al menos
en su Diccionario.
ÜN CATAURO DE CUBANISMOS 221
Manso, a. — Adj. Dice el Dic. de la A. entre otras cosas q,ue ahora no
importan: "aplícase a los animales que no son bravos." Acep-
tándose la acepción del vocablo bravo, como silvestre, que es
castiza, que aquella corporación cataloga en las papeletas ave,
paloma, palma, tuna, etc., y que perdura en América, daríamos
por menos incompleta la explicación del diccionario. Pero así
como aquí bravo es todo lo silvestre, también es manso todo
lo que no es silvestre, no sólo los animales sino las demás co-
sas, y hasta los hombres. Así ha sido desde antaño. Leemos en
Cristóbal de Acuña (Nuevo descubrimiento del gran río de
las Amazonas. 1S91. Núm. XXIIII, p. 48): "Yuca mansa", dis-
tinguida de la "yuca brava'' o silvestre, que podemos leer en
Vargas Machuca (Milicia Indiana, ed. de 1892, I, p. 135).
Contracandela. — Es éste un cubanismo recogido por la Academia. Pe-
ro digamos que nos viene de antaño, vocablo de los neopobla-
dores de Indias. El canónigo de Tunja escribió otra forma del
mismo ideograma, que corría por estas tierras. (Elegías. Par-
te II, E. II, G. II.)
"Pero siendo tumulto ya tan ciego,
un portugués, soldado diligente,
a grande priesa puso contrafuego
donde se recogió la demás gente.
Y ansí cuando llegó la llama, luego
perdió la fuerza y el furor ardiente,
por no tener allí tierra ni viento
paja con que le diese nutrimento."
¿Estaría de sobra el contrafuego en el Dic. académico? El
benemérito Rodríguez Marín pide su inclusión. (Dos mil qui-
nientas voces, etc.)
Arranchar. — Como arrancar. "El gobernante arranchó con todo" o
se apropió de cuanto pudo. Es viejo vocablo colonial y viejo
achaque al par. En el siglo XVI ya el poeta historiador Juan
de Castellanos versificaba así (Elegías, P. II, E .1, C. 1):
"Luego salieron otros arráncheos
diciendo que el hurtar es dulce cosa."
Reparto. — Fraccionamiento de un terreno en solares, para su urba-
nización. Antaño se dijo repartimiento:
"Hizo micer Ambrosio de solares,
según orden, común repartimiento.
nivelando las calles y lugares
para mejor trazar aquel asiento."
Castellanos, Elegías, etc. P. II, E. I, C. 1.)
222 FEBÍÍANDO OÉTÍZÍ
Bravo, a — Adj. El Dic. de la A. que aplica esta voz a los animales en
el sentido de "fiero o feroz", que anota la 5.a acepción como
"áspero, inculto, fragoso", que cita las locuciones palma brava,
paloma brava, tuna brava, y las va explicando en sus papeletas
respectivas como silvestre, no reconoce expresamente esta acep-
ción del vocablo, que fué y es aun muy corriente en estas In-
dias. Un indio bravo, fué un salvaje, aunque no fuese feroz ni
fiero. Castellanos (Elegía XIV, C. 1) distinguió claramente y
fijó el sentido de bravo:
"Domésticas y bravas muchas aves,
ningunas tan gustosas y suaves."
Monifato. — Monicaco. Muy probable contaminación fonética del ad-
jetivo latino de los glosadores, bonifatus.
Cutara. — La chinela o pantufla. Suárez atribuye a Zayas una etimo-
logía caribe. Creemos que Zayas no se metió en tales honduras,
aparte de que el vocablo parece taino, del aruaca kotiro, "pie".
Y, además, Bartolomé de las Casas en su Apologética dice
textualmente: "cotaras o cacles, que era lo que traían por za-
patos, que sólo tienen suela de cierto hilo y con ciertas aguje-
tas de muy bien adobado cuero con que se las atan, y son muy
bien hechas. En la lengua desta isla Española se llamaron cu-
taras y cacles en la de México".
Caraira. — Suárez define el animal de ese nombre. Zayas no, pero di-
ce que es voz indígena. Mucho afirmar parece, porque siendo
el vocablo aruaca o taino, y este pueblo no siendo aborigen, es
lo más probable que la palabreja no sea originaria de Cuba,
que eso querría decir indígena, y que penetrara en este país
con la invasión precolombina de los aruacas.
Cuaba, — Familiarmente se dice hoy en Cuba, que es cuaba la per-
sona que no cumple sus obligaciones." Así dice Zayas, muy
bien. Suárez, que tanto crédito ha concedido a Zayas en ma-
teria etimológica, en esta ocasión parece no haberlo seguido.
Bijirita. — Este vocablo, que en Cuba tiene hasta cuatro acepciones
registradas por Suárez, parece derivarse del vocablo vigirima,
que usaron los indios del Darien, denominando una ave fan-
tástica, "que ojos humanos no han visto". Por sus funciones
mitológicas parece ser zoomorfización del lucero matutino.
(Juan de Ocampo, Nueva umbría, pág. 144.)
buniato. — Vocablo del latín y del griego, según la Academia. Pudiera
suceder. Pero los historiadores de Indias dicen que la voz 6o-
niata fué aplicada a la yuca que era buena, que no mata, que
no tenía ponzoña; así como se dijo boniama a cierta especie
de pina buena. (Oviedo. I. 269; Cobo I. pág. 353). En 1553 ya
se usaba en Cuba decir boniato. Esa transformación de la o en
u es corrupción de sabor africano. Véase la voz boniata en este
catauro.
Barrer. — Es usual en Cuba la expresión al barrer, cuando se com-
ÜN CATAURO DE CUBANISMOS k22ü
pra la totalidad de un ganado, de una cosecha, de una mer-
cancía, sin seleccionar, barriendo con todo.
El erudito lexicógrafo cubano Félix Ramos Duarte, en su
Diccionario de Observaciones Críticas sobre el lenguaje de es-
critores cubanos (Habana, 1912, 1er. cuaderno), al estudiar la
locución al barrer, copia el siguiente párrafo de Hacías:
"Al barrer, expresión adverbial que tiene dos significados:
"(I) uno familiar, que denota la generalidad co nque se habla,
"obra o saluda, v. b. : "sois unos haraganes al barrer; es decir,
"sin excepción sois unos haraganes: "adiós al barrer, esto es.
"adiós a todos; y (II) otro comercial, que se aplica general-
"mente en las ventas de café, en contraposición de al vaciar
"para que se entienda vendida la mercancía junto consu en-
"vase." (Jóse Miguel Macias, Dice. Cubano.)
Critica luego atinadamente Ramos Duarte la expresión a
la luz de la sintaxis contemporánea, tildándola de incorrecta
en relación con su significado.
La locución, sin duda, se deriva por corrupción, y esto expli-
ca la incorrección sintáxtica, de la voz abarrisco, "de golpe".
como afirma Ramos y Duarte, quien añade:
"Abarrisco quiere decir "inmediata y desordenadamente, sin
"modo ni consideración alguna, y lo mismo que sin reparo y
"atropelladamente." (Dice, de Autoridades.) "Voto a tal y a
' cual, un todo lo había de llevar abarrisco:' (D. Francisco dk
Quevedo, Cuento.)
"Cata que vendrá el pedrisco.
Que lleva todo abarrisco."
(Mingo Revulgo, copla 28.)
"Ha parecido acá que lo más conveniente es que después que
"dicho capitán llegare con su gente, y hayan descansado y re-
frescado, que toda la gente de esa ciudad (Santo Domingo)
"e isla se junten é abarrisco vayan de un golpe todos a buscar
"los contrarios (los indios sublevados con Bnriquillo) y to-
"marlos." (Relación testimoniada del asiervto que se ha tomado
"con el capitán Francisco de Barrionuevo para ir a la paz y
"quietud de los indios de la Sierra del Baraisco (Balioruco),
"en el distrito de la Audiencia de Santo Domingo, año de
"1553). (i)
"Abarrisco (Del vasco abarescu, a diestro y siniestro; aba-
"rots. zipizape, contienda), m. adv. U. con el v. llevar. Incon-
sideradamente, sin orden ni concierto." (Miguel Seguí. Enci-
clopedia Ilustrada.)
Pudiéramos añadir que, más propiamente, al barrer procede
(1) Doc. del Archivo de Indias, 1.a serie, t. 1.°, p. 484.
224 FEBNANDO OÉTÍ¿
de abarrer, voz castiza que reporta el Dic. de la Academia,
equivalente a barrer, "llevarse todo lo que había de una parte."
Abarrisco, según el mismo diccionario, también se escribe a ba-
rrisco y esta expresión adverbial significa "en junto, sin dis-
tinción". Al barrer, pues, equivale a la locución a barrer, y lo
único incorecto en esta expresión, . como en la al vaciar, reco-
gida por Maclas, es la ele adherida por contaminación, como
diría Rufino J. Cuervo, a la preposición a.
Yucal. — Sitio poblado de yucas.
Es voz hispanoamericana empleada por Juan de Castellanos
en sus Elegías, tantas veces citadas en este Catauro.
"Habrá fértilísimos yucales.
que son unas raíces conocidas,
que si se comen verdes, son mortales,
y ansí, privan a muchos de las vidas..."
Chapeador. — El que chapea.
Desenyugar. — Desuncir.
Desenyuntar. — Desuncir.
Requerir. — Aplicado a las peleas de gallos, equivale a "anunciar". Y
dicho se está, pues, que no hay que suponerlo cubanismo, sien-
do bien castiza esa acepción. Acaso, no obstante, puede decirse
que para algunos el vocablo equivale a "concertar", casar; pe-
ro trátase entonces de una impropiedad de lenguaje.
Calcuta. — Natural de Calcuta, o de raza de Calcuta, si se aplica a un
gallo de pelea. "El rabón era calaíta:'
Deseonflautaeión. — fam. Acción y efecto de desconflautar. ¿Qué ten-
drá que ver la flauta en estas cosas?
Barbero. — Además de la acepción de Suárez, se dice del gallo de pe-
lea dado a atacar al rival en la barba, con sus espolones, y has-
ta con las navajas, en cuyo caso el vocablo está aun más jus-
tificado.
Onza. — Estar una cuestión debatida de onza a peso en favor de una
de las partes contendientes, es presentársele muy favorable.
Es frase antigua de las gallerías y vallas, cuando en las apues-
tas se llega a casar una pelea ofreciendo un logro de una onza
de oro contra un peso.
Llerene. — Dieren o yerén. "Véase el Vocabulario de cubanismos de
Suárez, y, sobre todo, léase el cap. XIII, lib. VII de la Historia
General y Natural de las Indias de Fernández de Oviedo, y se
hallará la definición indiana de lirén, muy abundante y culti-
vada entonces en la Española. Vocablo indio, pero no caribe.
Machetazo. — No sólo es el golpe que se da con un machete, como dice
la Academia, sino la herida que así se produce.
Machetear. — Amachetear, como diría el académico, que aquí no se
oye.
ÜÜ CATAUBO DE CUBANÍSitOS -Jlió
Detective. — Policía secreto. Es anglicismo. El vulgo lo pronuncia
dando a las letras el valor fonético que en castellano. Los cul-
tos o que de tales presumen pronuncian detcctiv. o, lo que es
igual, lo dicen en inglés.
Dollar. — Peso duro, moneda de los Estados Unidos de América que
se divide en cien centavos.
Ea otro anglicismo, americanismo debiéramos decir, que se
ha difundido mucho hasta penetrar en el Dic. de la Academia.
Lo escribimos aquí en inglés, y lo pronunciamos próximamen-
te en igual forma, como dólar. Así lo escribe la Academia cas-
tellanizando atinadamente la ortografía y forzando la pronun-
ciación correcta; pero en Cuba insistimos malamente en es-
cribir dollar.
Ji. — Usase en las expresiones o ji o ja "una cosa u otra"; ni ji ni ja
"ni una cosa ni otra, ni oste ni moste".
Sagüería. — Hemos oído en la región oriental la locución comparativa
"más tieso que sagüería"; pero no hemos dado con el signifi-
cado del último de esos vocablos. Suponemos se refiera a algún
árbol o planta.
Matojal. — Matorral, conjunto de mato jos. Véase en Suárez esta últi-
ma voz.
Matonismo. — Bravuconería, conducta propia de matones.
Masa. — Dice el D. de la A. en la 4.a acepción: "Instrumento de ma-
dera dura, que sirve para machacar el esparto y el lino." Y de
esta acepción derivóse la cubana. "Pieza cilindrica y horizon-
tal de acero, que con otras compone un trapiche de cañadulce,
con que ésta se machaca."
Y el Dic. añade en la 7.a acepción. "Tronco u otra cosa pe-
sada, en que prende y asegura la cadena a los monos y a los
micos para que no se huyan." Podríase decir "y a los escla-
vos". El castigo de la maza fué muy usado en las plantaciones
indianas. Véase el capítulo dedicado a tales penalidades en
nuestro libro "Los Negros Esclavos".
Mosto. — Hez del jugo de la caña dulce o melar. "Los mostos del in-
genio corrompían el agua del río."
Pijirigua. — Ridículo, mezquino. "Baile de pijirigua:' Es apodo fre-
cuente de personas pequeñas.
Pormenor. — Detalle, dato minucioso de algo.
Pormenorizar. — Dar pormenores.
Dulce— Darle dulce es locución cubana que se explicaría el lector si
leyere la papeleta correspondiente a pelota, en este catauro.
Cutáneo. — Acción y efecto de cubanear.
Desgreñado. — Con los cabellos en desorden, greñudo. La palabrita
peca de antinómica porque un desgreñado se dice precisamen-
te a quien tiene sobra de greñas.
Acubanado. — 'Aplatanado. Análogamente se dijo acastellanado por los
226 FERNANDO OJEITÍ2
clásicos. Así lo recuerda Rodríguez Marín (Dos mil quinientas
voces, etc.)
Rebumbio. — Dice Suárez: "Amer. m. fam. Alboroto, desorden, confu-
sión." Y dice bien.
La Academia no reconoce la palabreja. Es vocablo que pro-
cede del clásico rebumbar, que usó Lope de Vega, en El Cuer-
do en su casa (act. 1), y que tampoco registra la corporación,
según observa Rodríguez Marín:
"Y no digo a quien desvela
el rebumbar la pelota..."
Burocrático. — Dice la Academia: "Perteneciente o relativo a la bu-
rocracia." Y en burocracia: "Influencia excesiva de los emplea-
dos públicos en los negocios del Estado." Muy atinada definición
por razón etimológica de la cracia griega. Resulta, pues, impropio
llamar burocracia al "conjunto de empleados", como en Cuba
y otras partes del mundo acostumbramos decir, por falta de un
vocablo expresamente formado para significar esa idea, abs-
tracción hecba de si la influencia del "conjunto de empleados"
es excesiva, normal o deficiente.
Así mismo, úsase aplicar la voz burocrático a lo relativo a los
empleados públicos sea o no excesiva su influencia. Así se oye
decir "reorganización burocrática", que no significa, como aca-
démicamente debiera significar "reorganización de la influen-
cia excesiva de los empleados públicos", sino, simplemente,
"reorganización de los empleos o del sistema o costumbres bue-
nas o malas de los mismos".
Si fuéramos a forjar neologismos, y conste que en este caso
estimamos la empresa como tentadora y necesaria, y si no qui-
siéramos prescindir del francés burean, castellanizaríamos la
raiz y habría forzosamente que pensar en buroría. burorío,
blindad, que saldrían voces horriblemente híbridas y amulares.
Mejor es partir de empleo (véase el vocablo empleomanía en
este catauro) o de oficina. De esta playa podríamos bogar ha-
cia puertos menos inseguros, tales como oficinado (como epis-
copado, parentado. senado o sindicado); oficinato (como sin-
dicato, pr otóme dk ato, patronato, etc.); ofxinería (como frai-
lería, gendarmería, chiquillería, y los cubanismos hembrería,
piratería, etc.), u oficinidad (como oficialidad, hermandad, cris-
tiandad, etc.).
Necesitamos evidentemente un neologismo para expresar
"conjunto de empleados", así como otro para sustituir a ofici-
nesco, que se toma a mala parte, al decir atinado del D. de
la A. Pero para éste bastaría con autorizar una acepción de
oficinal; mientras que para lo otro se requiere mayor forcejo.
Espuela. — Espolón del gallo.
trN CAtAUEO t)E CUBANISMOS 227
Espueíazo. — Espolazo. Golpe dado por el gallo con el espolón.
Espuelero. — Se dice del gallo que sabe pelear bien con sus espuelas
o espolones.
Familiar. — Pariente. Para la Academia es adjetivo, y aquí lo usamos
también como sustantivo. "Es un familiar mío."
Guarapetería. — Hábito vicioso de la embriaguez. "Se entregó a la
guarapetería."
Guayaeán. — Lo define la Academia. Aquí tiene una acepción vulgar
el vocablo: duro, peso, moneda de cinco pesetas. Y véase su
origen. El guayaeán es madera de gran dureza, tanto que deci-
mos: "duro como el guayaeán", y por eso duro y guayaeán se
equivalen en el lenguaje del populacho. Y de guayaeán. mo-
neda de un peso, se derivaron guayo y guaya, en igual senti-
do vulgar.
Tumbada. — Acción y efecto de tumbar. "Le dio la gran tumbada."
Dos. — Decimos en dos, equivalente a "por mitad". "Le partió en dos. '
Alforzar. — Coser alforzas. Es voz muy corriente en Cuba. Fué clásica,
como demuestra Rodríguez Marín (Dos mil quinientas vo-
ces, etc).
Emballenado. — Conjunto de las barbas de ballena o ballenas de un
corsé o vestido.
Guijo. — El eje de las mazas o cilindros en los trapiches de ingenio.
Así dice bien El Españolito en su Vocabulario Cubano.
En rigor, es un casticismo más; vocablo olvidado en España
y por la Academia. Rodríguez Marín lo encuentra en una
obra de Fr. Juan de Pineda {.Agricultura cliristiana) y trata
de devolverlo al léxico. Escribió el fraile: "...que como en
los quicios de la puerta el guijo asienta y entra en el tejuelo,
ansi el vn hueso tiene su comcavidad y el otro su prominencia
o espigo que entra y encaxa en ella al justo..."
Desengañado, a. — El que ha experimentado desengaño. "Ese amigo
ea un desengañado"
Desempatar. — Deshacer un empate, desatar.
Casar. — Concertar una apuesta o pelea de gallos.
Descasar.- — Deshacer una casa. "¿Vamos a descasar la pelea?"
Casa. — Acción y efecto "e casar. "La casa era muy igual."
Garete (Ir o irse al). — Esta voz marinesca, que la Academia limita
a "las embarcaciones sin gobierno", en Cuba la aplicamos cons-
tantemente a los asuntos terrestres. "Familia al garete, cole-
gio al garete, ingenio al garete, etc." Aquí tenemos muchas
cosas al garete. Hemos llegado r. tener hasta el gobierno al
garete, o sea un gobierno sin gobierno, que debe ser un col-
mo de. . . garete:
Eticar, se. — Transmitir o contraer la enfermedad de la tisis. Debiera
escribirse Jieticar o heticarse.
Etico, ca. — Tísico, hético. En Cuba hemos suprimido la hache, supo-
228 i-B*TAÍít>0 6BT1Z
nemos que por mor de la ética o sea de la moral, dicho sea
sin jugar del vocablo.
etiquencia. — 'Etiquez o hetiquez.
Feminista. — Partidario del feminismo.
Gambarse. — Torcerse lais piernas. De gamba (pierna) + combarse
(encorvarse o torcerse).
Indio. — Dícese del gallo que tiene el plumaje colorado oscuro, excep-
to el de la pechuga, que es de color negro.
¿Y por qué se llama indio? Porque asi se pintaban los in-
dios, de rojo con el achiote o bija, y de negro con la yagua y>
otros tintes. Es, pues, la palabrita gallera una muy curiosa
supervivencia folklórica de multisecular raigón.
Empolleta. — Diminutivo de ampolla, que significa "molestia, fasti-
dio, daño".
Empozarse. — Llenarse de pozos un terreno.
Enterrar. — Hincar. U. t. c. r. "Ella se enterró una aguja, queriendo
enterrar un clavo en la tabla."
Hincar. — Arrodillarse. "¡Híncate, niña!" No necesitamos decir "hin-
car de rodillas", aunque solemos decir así por supervivencia de
una hipérbole mística.
Hincada. — Hincadura. Añade Suárez que el único uso dado en Cuba
al vocablo es en el sentido de lastimarse con una aguja, clavo
u otro objeto punzante. Diferimos de esta opinión. También
se aplica a la acción y efecto de arrodillarse o hincarse de
rodillas. "La mujer se dio en la iglesia una hincada de más
de una hora."
■lobero. — Por hovero u overo. Aplícase a los animales amarillentos.
Overo decimos i los mestizos que tienen manchas blanqueci-
nas en la epidermis.
Guariminica. — Dícese en Oriente a la mujer que en la Habana deci-
mos picúa, la cursi, la que en Camagüey a veces apellidan
marcopérez. "Esa es una guariminica, una marcopérez."
Marcopérez. — Cursi, picúa. Es un localismo camagüeyano, un ca-
magüeyanismo. "Es una marcopérez."1 ¿Quién sería ese Don
Marcos Pérez de tan abundante prole?
Camera. — La planta del ñame. Poco empleado el vocablo. Ya hemos
explicado como en Cuba solemos usar y abusar de la voz ma-
ta, y así decimos cas¿ siempre: "mata de ñames, mata de
plátanos", y hasta "mata de palma o de naranja"
Enfangar. — Dice la Academia: "Meter una cosa en el fango o lodo."
En Cuba no necesitamos meterla para enfangaría, nos basta
con ensuciarla en cualquier forma con el fango, con emba-
rrarla.
Escobillón. — Deshollinador, 4.a acepción. Deriva del escobillón arti-
llero, que nos cuenta la Academia.
Fornalla. — Según la Academia es voz anticuada; aquí es de uso cons-
tante.
UN CATAUB0 DE CUBANISMOS 229
Gavilán. — Uñero. Suponemos que el vocablo es una mala "traduc-
ción" te esparaván.
Inalámbrico, ca.— Aplicase a la "telegrafía sin hilos".
Pulguero. — Pulguera.
Pupitre. — Según la Academia es un "mueble de madera, con tapa en
forma de plano inclinado, que se pone en la mesa para escri-
bir sobre él". En Cuba los tenemos ya de hierro, y casi nin-
guno se pone nn la mesa, porque pupitre y mesa forman un
solo mueble, por ejemplo, los de las escuelas públicas y pri-
vadas, los de las oficinas de contabilidad, etc.
Chiqueón, a. — Muy ehiqaeador o que chiquen mucho. Suárez dice
chiquión, pero creemos que lo propio es decir chiqueón. Y si
el chiqueo aumenta y pasa de chiqueón, hasta decimos chi-
queoncito. "Ella es muy chiqueoncita."
Ratonero, a. — Que caza ratones. "Perro ratonero.'' "El majá es ra-
tonero."
Estropajear. — fam. Estropear a una persona, hacerla estropajo. Se
propone este vocablo intensificar la acción de estropear.
Forro. — Funda, especialmente aplicado a la del catre.
Guagua. — Dice la Academia: "(Voz cubana) f. Cosa baladí." Se equi-
voca la limpiadora corporación, que sin duda interpretó erró-
neamente un texto de Esteban Pichardo. Guagua se refiere aquí
siempre al ningún costo o precio de las cosas, y sólo por ex-
tensión figurativa a la baratura. En uno y otro caso, siempre
es el "precio", y no el "aprecio" lo que define nuestra "guaga".
Una cosa baladí será guagua, si no vale nada o si tiene pre-
cio ínfimo; de modo que baladí no equivale a guagua.
Jeringón. — Quien jeringa, fastidia o molesta. Es voz vulgarota, pero
muy oída.
Tubatuba. — Nombre que también se da en Oriente a la tuatúa. que
registra el Dic. académico. Ya Pichardo recogía la creencia de
que arrancadas las hojas tirando hacia arriba sirven para vo-
mitivo, y si hacia abajo para purgante. Se me dice que ello se
debe a que tirando hacia arriba suele romperse y arrancarse
algo de corteza y que en ésta se halla la virtud vómica.
Macanear. — Golpear con la macana.
Macanudo. — Excelente, superior, bonísimo. "La fiesta estuvo maca-
nuda, es una mujer macanuda."
Perencejo. — Persona del anónimo pero muy sonado grupo de los fu-
lano, merengano, zutano y perengano.
Explotar. — Hacer explosión. "El cañón explotó."
¡Hole! — Por ¡hola!. ¡Hola! + ¡ole! = ¡Hole! Y luego habrá quien
desconozca nuestra progenie andaluza . . .
Ilusionismo. — Acción y efecto de ilusionar.
Ilusionista. — Fácil a las ilusiones, empresas y negocios ilusivos.
Jerónimo. — Usase en la locución sin Jerónimo de duda, para expresar
sin duda alguna, sin átomo de duda. Este Jerónimo antillano.
230 FEBNANDO OETIZ
es uno de los más misteriosos personajes andariegos del habla
vernacular de estas Antillas. ¿De qué convento se escaparía?
Porque a juzgar por la influencia de los padres Jerónimos o
jeronimianos en la colonización de estas Indias, y por su
relación con las cosas dudosas, cuyo esclarecimiento filosófico
era propio de su misión monacal, parece probable su frailía. ¿No
vendría de Sevilla como el dominico, Fr. Bartolomé de las Ca-
sas? Averigüelo Rodríguez Marín, que es el Vargas de las
pesquisas andaluzas.
Junquillo. — Bastoncillo delgado y flexible, aunque no sea hecho de
junco. || Cadenilla de oro que usaban las mujeres al cuello.
Lanchaje. — Gabela o precio del uso de una lancha.
Largar. — Aflojar, soltar. Es voz marinesca muy empleada en Cuba,
como lo es por igual origen "aflojar". "Le aflojó o largó una
bofetada, le aflojó o largó los papeles, aflójame o lárgame el
dinero!"
Toro mean. — La poco refinada expresión corre en Vueltarriba por
equivalente a "guapo, valiente, dominador". De un político de
"mucho arrastre" oímos decir varias veces entre potrereros y
hacendados: "Ese es el toro meón de Camagüey."
Machetín. — Machete corto, especiaJmente el adaptado a la guerra en
forma que ajusta al extremo del fusil, como bayoneta.
Majaderear. — Hacer majaderías.
Ordeño. — Acción y efecto de ordeñar.
Orejón. — La Academia escribe: "Pedazo de melocotón en forma de
cinta secado al aire y al sol." En Cuba lo decimos al "plátano
maduro aplastado secado al aire y al sol". Pero el vocablo tie-
ne poco uso, como no lo va teniendo tampoco tal golosina. Fué
muy saboreada en los primeros tiempos, como puede verse en
Oviedo. Hoy solemos decir "plátano paso''.
Patiseco. — Esmirriado.
Pifiar. — Cometer una pifia (2.a acepción) en cualquier juego o acto
de la vida.
Porra. — A la porra es expresión vulgarota, pero muy sonada y di-
cha, aun por personas honestas, come inocente; y fué antaño
indecencia velada por eufemismo poco tupido. Irse a la porra
o solamente ¡a la porra! se truecan aun hoy, cuando la ira o
la incivilidad desatan la grosería, en las mismas locuciones
impúdicas, dichas sin eufemismos que velen la pornografía.
2 ristonazo. — Algo triste o tristón.
Tristón. — Algo triste.
Destartalar. — Descomponer, desbaratar, desordenar. ¿De tartalear? La
Academia acepta destartalado. ¿Por qué no el verbo? "La ma-
rejada destartaló el cayuco:''
Elevado. — Tranvía o ferrocarril que va sobre una fábrica de hierro,
elevada del suelo por columnas. "Tomó el elevado:' || Esta fá-
brica. "Se cayó del elevado."
UN CATAURO DE CUBANISMOS 231
Elevador. — Ascensor. Del inglés Elevator.
Endiablado. — Difícil, peligroso. También decimos de todos los dia-
blos. "Ese pleito es endiablado."
Endemoniado.— Endiablado. "El viaje es endiablado."
Latente. — Latiente. Y en sentido figurado "vivo, animado, intenso", es
decir, casi lo contrario a lo que acepta el Dic. de la A. Es
americanismo muy generalizado. "El patriotismo del presidente
está latente'1 dicho en castellano puede ser una verdad, pero es
un insulto o poco menos; dicho en... cubiche es un elogio. No
en vano el crítico español, Martínez Villergas, dijo de Cuba que
era el "país de los viceversas".
Renegrido, da. — Muy negro o denegrido.
Parece corrupción del vocablo denegrido; pero suele aplicar-
se a seres que no denegrecen, como una gallina, un negro, etc,
por extensión del sentido. Es en rigor un cubanismo porque
aquí se usa a diario y no en España, si bien puede hallars?
el vocablo entre los clásicos (Quiñones de Benavente. Entre-
més del Burlón, apud Rodríguez Marín) :
"Pues ¿no me he de quexar, si ya me tienes,
a pellizcos la carne renegrida?
Desflecar. — Desbaratar una cosa en forma de flecos. "Le desflecó el
palo en la cabeza." || Azotar.
Estanquero. — Empleado de una valla de gallos con funciones princi-
pales de juez de las lidias. Así vino en decirse, probablemente,
porque las peleas de tales crestadas alimañas fueron para el
Estado rentas estancadas ; y acaso vuelvan a serlo, porque va-
mos a pasos redoblados a época de estancamiento, como el
añejo.
Desmeritar. — Desmerecer. Lo contrario de ameritar. || Denigrar, des-
acreditar.
Despreocupado. — El que no tiene preocupaciones. Suele también de-
cirse despectivamene y por extensión al descuidado y abandona-
do. Usase como si y como adj.
Desprestigiado. — Se dice este adjetivo de quien ha perdido todo pres-
tigio, que está desacreditado. U. t. c. s. "Ese chino es un des-
prestigiado."
Embarrar. — Fig. Desacreditar, manchar el prestigio de alguien. U. t.
c. r. "El senador se embarró.'' [| Ensuciar. "El niño se embarró
de chocolate." "La pared quedó embarrada de pintura."
Embarrada. — Embarradura. "El gobernador se dio la gran embarrada''
Imposible. — De imposible tratamiento, incorregible, incurable. "El en-
fermo está imposible." "El niño de majadero está imposible."
Jeremiquero. — Persona que jeremiquea con frecuencia. Voz de poco
uso, con: o jeremiqueo.
232 FEBNANDO OBTIZ '**
La Academia ya tiene "jeremiada". ¡Oh lamentable prole de
Jeremías!
Lagartija. — (Comer lagartijas.) Estar muy flaco.
Lastimón. — Lastimamiento, lastimadura.
Lavamanos. — La Academia dice: "Depósito de agua con caño, llave
y pila para lavarse las manos." Ese aparato ya es anticuado.
Ya se usan pocos lavamanos con depósito. Bastaría decir pila
para lavarse las manos.
Algo análogo sucede con la voz lavabo, que el Diccionario de-
fine "mesa con jofaina, etc." Puede la Academia quitar la me-
sa y la jofaina, y decir sencilla y genéricamente: "pila para
lavarse una persona".
Tornapurga. — Período en que se halla el enfermo que ha tomado un
purgante hasta que cesan los efectos de éste. Análogo a los
castizos tornaboda, tornaguía y tornaviaje.
Siniestro. — 'Accidente que en caso de seguro motiva la indemnización.
No es sólo el accidente marítimo, sino el incendio terrestre, el
choque, el robo o pérdida, etc., según fuese el objeto del seguro.
"Al mes del incendio le pagaron el siniestro.''
Chorote.— Dulce espeso de maiz y miel. Por extensión dícese del cho-
colate "a la española", y de cualquier bebida análoga, densa y
casi pastosa. Suponemos que sea voz traída de Méjico.
Mameluco. — Prenda infantil de vestir, compuesta de pantalón y ca-
misa en una pieza.
Manigua. — El Dic. de la A. da esta voz como aplicada solamente al
"terreno de la isla de Cuba cubierto de malezas", aunque no la
anota como cubanismo. Pero hay manigua en las otras Antillas
hispanoparlantes. La manigua fué la revolución separatista,
y se dijo irse a la manigua, al alzarse en armas, etc.
Manigüero. — Que vive en la manigua. \ | Alzado en armas contra la ^
metrópoli. 1 1 Que juega manigua o sea una especie de juego de
monte, que por no llegar a ser "monte bravo" no pasa de ser
manigua.
Embotellar. — Aprender de memoria un discurso.
Embotellado. — Discurso aprendido de memoria. "No le dejaron soltar
el embotellado."
Alambrado. — Acción y efecto de alambrar. Se dice vino alambrado al
embotellado y garantizado por una redecilla de alambre que
envuelve la botella.
Dicho sea de paso, alambrar no es aquí lo que dice el Dic de
la A. cuyo alambrar es "cercar un sitio". Aquí alambramos
las cosas, como las botellas, o una parcela de terreno, sin ne-
cesidad de "circunvalarla", como requeriría el alambrado aca-
démico.
Embuchado. — Secreto. "Suelta el embuchado." || Entripado, 3.a a.
Embuchar. — Callar un secreto. "Se tenía embuchado el notición."
UN CATAURO DE CUBANISMOS 033
Lider. — Director de un partido o agrupación social. "Esa dama es la
lider de la alta sociedad. El lider del Senado." Del inglés leader.
Ameritar. — Merecer. Vocablo muy oído en Cuba.
Empleomanía.— Conjunto de empleados. "Redujo la empleomanía de
la casa." Esta acepción ba nacido por faJta de otra voz apropia-
da, que es muy necesaria al castellano. En realidad, la manía
se ha tomado erróneamente como desinencia abundancial; pero
este es un craso error e infracción inexcusable de las leyes del
lenguaje. Suele decirse en igual sentido burocracia; pero esta
voz tiene una significación muy acertada y propia, reconocida
ya por la Academia. Empleomanía y burocracia son vocablos
que se dicen en mala parte, que envuelven una intención despec-
tiva, y necesitamos en castellano una palabra que exprese el
"conjunto de empleados" sin referencia a "manías", "afanes
codiciosos" y "excesivas influencias", que sugieren aquellos vo-
cablos a que se suele echar mano como sustitutivos. Casi es de
extrañar que los empleados, especialmente los públicos, no ha-
yan pensado en emplear algo del sobrante tiempo de su empleo
para impedir que corra más por ahí con pretensiones de de-
corosa presencia, hasta entre legajos y balduques, la despectiva
empleomanía. ¿Haría al caso empleadería o empleaderío? Que-
da hecha la propuesta.
También habría de ser útilísimo un neologismo para expre-
sar lo relativo al empleo y al empleado; y forzados a forjarlo
se tendría que batir un empieal, o emplear, o empleista y un
empieadal o empleadesco o empleadista. (Véase el vocablo bu-
rocracia.)
Decidirán los lingüistas y la Academia. Y Dios sobre todos,
como rezan los calendarios populares en materia de pronósticos.
Frita. — Se suele decir, como vulgarismo, a la comida. "No gana ni pa-
ra la frita, hay que buscarse la frita.'1
Latería. — Comida conservada en lata. "Hoy comí de latería."
Lavada. — Lavadura. "Tan sucio se puso, que hubo de darse varias
lavadas."
Doliente. — Persona doliente por la muerte reciente de un familiar.
"Di el pésame a los dolientes, que iban al entierro."
Efectismo. — Efecto impresionante que se produce en la opinión sin
razón ni motivo serio, ni finalidad sustancial. Calidad de lo
efectista. "Ese anuncio es sólo efectismo'''
Efectista. — Que produce efectismo. "Mengano es un discurseador
efectista.''
Emocionar. — Producir emoción.
Emocionante. — Que emociona.
Empapada. — Acción y efecto de empapar o empaparse.
Lejísimo. — Muy lejos. A este adverbio le damos no sólo forma super-
lativa, sino que lo adjetivamos. "Ellas estaban lejísimo o le-
lísimas."
234 FERNANDO ORTIZ
Lejito. a. — fam. Poco lejos. No conforme con lejitos, adverbio en di-
minutivo (sic), hemos creado el adjetivo: "La casa esta tejUa."
Lejitos. — Forma patológica diminutiva del adverbio lejos.
Lejos. — También convertimos este proteiforme vocablo en conjunción:
'•lejos de venir, se fué, Jejos de ayunar, comió." Equivale a en
vez de, en lugar de.
Silenciar. — Dejar algo en silencio, no decirlo.
Tramposería. — Acción propia de tramposo.
Grulla. — El folklore cubano de la región oriental conserva la expre-
sión cantarle la grulla. Díoese que cuando una persona tarda
en morir y es víctima de una larga y penosa agonía bay que
cantarle la grulla para acabar sus males, y a ese efecto piado-
so un amigo desde una esquina o algo lejos de la casa grita:
"¡Fulano comió grulla!"; y otro contesta a distancia: ¡No la
comió!. ¡Si la comió! replica el primero. ¡No la comió! repite
el segundo; y así varias veces. Y cuéntannos que el infeliz
muere pronto y sin sufrir. Nótese que en realidad no bay canto
alguno, y sólo un diálogo en alta voz y al parecer, real y po-
sitivamente anodino.
¿Cuál es el origen de la anodina costumbre? ¿Será de origen
indio, remontándose a perdidas prácticas totemistas? ¡Quién
sabe! ¿Podremos algún día llegar a asegurarlo? Quizás antes
nos canten la grulla.
Girioilla. — Miedo. Esta acepción la tomamos del Glosario de Ramón
Martínez, como propia de Santiago de Cuba.
Pretorio. — Dice Suárez: "Escalón o escalera de pocos peldaños, de
piedra o manipostería, que en algunas poblaciones hay en las
aceras, delante de las puertas, para librar el desnivel entre
el pavimento y el piso de las casas." Esta es acepción nacida
por extensión de la propia: "Pórtico o "portal" al frente de
una casa alta, de nivel superior al de la calle, con escalera de
entrada generalmente comprendida en el pavimento de aquél."
Cuando el desnivel es poco, pueden las escaleras estar en la
acera, como dice El Españolito; pero si la altura del piso de
la casa es considerable, es imposible tender una escalera en
la acera y entonces se construye en el interior del portal, des-
de la calle al piso de éste, que se llama en Oriente pretorio,
como se dijo antaño en la Habana.
¿Etimología? Creemos que religiosa. Fueron numerosas las
estampas y pinturas del gobernador o presidente de la provincia
romana de Grlilea Poncio Pilatos, dirigiéndose a la multitud
hebrea desrle el "pretorio", figurado por un pórtico con ante-
pecho sobre la vía pública. Y si de ahí no provino el "pretorio"
cubano, dígasenos de dónde, que bien quisiéramos otra eti-
mología de más gratos recuerdos, por más que aquel presiden-
te es sin duda el único de quien no se puede decir que "jar
más tuvo las manos limpias".
UN CATAURO DE CUBANISMOS 235
Tripoteo. — Al tripoteo. Al retortero, al estricote, a mal traer. Voca-
blo usual en Oriente. (R. M.).
¿Procederá del francés tripoter?
Amellar. — Por mellar. (R. M.). Prótesis muy frecuente en Cuba.
Mamonciliero. — El árbol que da el mamoncillo, en Oriente, según
R. Martínez.
Apachurrar. — Por despachurrar. (R. M.).
Apazote. — Pazote. Esta hedionda planta en Cuba se emplea para
brevajes de brujería, y bay quien supone que la mata trae for-
tuna a su poseedor. (R. M.).
Aplazado, a. — Unido en concubinato, con promesa de matrimonio
aplazado. Es voz de Oriente, según R. M. ¡Honesto eufemismo!
"Vivían aplazados."
Aplazarse. — Unirse en concubinato.
Barbaján. — Ramón Martínez no cree que se aplica a los rústicos, co-
mo dice Suárez, sino que equivale a malo, acerbo, etc. "¡Que
barbaján !"
Bayoya. — Vulg. Barriga. Voz de Santiago de Cuba. (R. M.).
Bejuquero. — Bejucal. (R. M.).
Caía7«?;.^Antaño fué sinónimo de "bodeguero'', modesto comercian-
te de víveres, que entre nosotros es cabeza de turco de befas
y bromas, como en Madrid el hortera.
Por eso se cantó la guaracha:
"Al pasar por un barranco,
Gritó un negrito bozal:
;Ay, mi Dio! ¡Quién fuera branco,
Aunque fuera catalán!"
Bacía. — Lavazas. Voz de Santiago de Cuba y su región, según R. M.
Badajazos. — Badajada.
Balance. — Mecedora. (R. M.).
Balandrero. — Pescador que embarca en un balandro. El Dic. acadé-
mico acepta "balandro"', como voz usada en Cuba.
Ballestilla. — Arco de violín. || fig. Persona delgada. (R. M.).
Probable derivación de la acepción marinesca, que nos da
el Dic. de la A.
Duro, a. — Ponte duro o dura, es locución vulgar, que hemos oído mu-
cho en Oriente, aun entre gente "bien", como desde hace pocos
años hemos dado en decir. Y significa: "anímate, embúllate,
avívate". Y para más dato, oímos un nuevo son, que dice:
"Ponte dura, Isabel, ponte dura..." No tenemos por qué dar
fe de la decencia original de la expresión.
xeñe. — Excremento, porquería. (Oriente. R. M.).
¡Ojo! — Interjección de desprecio e indiferencia, como diciendo: ¡A
mi qué! ¡No me importa! (R. M.).
Panguango. — Pazguato, "sanguango". (R. M.).
Peje. — fig. Mujer, amante. (Oriente. R. M.) .
236 FERNANDO ORTIZ
Arrebolada. — Se dice en Santiago de Cuba y su región a la mujer
emperejilada, y no sólo con arrebol. (R. M.).
Arriero. — Suárez describe el ave de ese nombre. Es creencia muy
generalizada, según R. Martínez, la de que el arriero en salsa
cura la desgana.
Atrozonarse. — Atorozonarse.
Babucha. — Especie de chambra o corpino, según R. M. Voz de Oriente.
Senserenico. — Tomeguín. (Oriente. R. M.).
El senserenico canta chiquilianes, tirulíes y repeticiones, que
así se clasifican sus encantadores trinos: su canto exaltado, su
canto normal, o su disputa con un compañero.
Chiquiliún. — Trino de un tomeguín o senserenico. Voz onomatopéyi-
ca. (R. M.).
Tirulí. — Trino de un tomeguín. Voz onomatopéyica. (R. M.).
Yaba. — Probablemente la misma yaba. Según R. Martínez, era usual
en Santiago de Cuba, cuando al llamar a alguien contestaba
éste "¡ya va!", replicarle: "¡buena madera para taburetes!"
Apreparar. — Por preparar. Al decir de R. M. hubo en Oriente una
tonadilla que decía:
"Aprepárate mandinga,
Que frutan va,
El que dice que no quiere
Y queriendo etá."
Aroma, — "Estar en su aroma'', equivale a "estar en su apogeo, a su
gusto, etc."
Llamamos aroma y mata de aroma al aromo.
"En el patio de mi casa,
Hay una mata de aroma;
El que hable mal de mí
Que la lengua se le coma." (R. M.).
Ludio. — Listo, picaro. (Oriente. R. M.). ¿De largo y larguirucho.
Mabinga, — Especie de tasajo. (R. M.).
Macho, a. — Puerco, cerdo. (Oriente. R. M.). Pero no se dice "carne
de macho'', sino de puerco.
Mayal. — Cerca de mayas o "matas de maya". (R. M.). "Brincar el
mayal", equivale a saltar la cerca, y si se dice de una guajirita
significa que se fué con el novio.
Mejer. — Comer. Voz anticuada, de uso actual en Oriente. (R. M.). Es
allá expresión en el juego de naipes, cuando un jugador come
las cartas a otro, decir "me je meje, ya devolverás." Así debió
de decirlo Hernán Cortés, el primer alcalde de Santiago de
Cuba.
Alfajolrico. — Alfajor rico. Clase de alfajor. (R. M.). Dice este escri-
tor: "Se hace una pasta de harina de yuca (o sea de casabe re-1
ÜX CATAURO DE CUBANISMOS 237
hiojado en miel o en almíbar), pina y jengibre; y se corta en
romboides."
Alfajor de panocha. — Según R. Martínez: "Se lleva a punto de mel-
cocha cierta miel o almíbar, y se le echa clavo, canela, culan-
tro tostado, ajonjolí tostado y almendras. Se deja embeber una
hora y luego se vacía en cajitas, cucuruchus, etc., y se le riega
ajonjolí y canela en polvo."
Altarito. — Diminutivo incorrecto de altar, en vez de "altarcito". 1 1
Conjunto de ilusiones. En esta acepción se emplea en la frase
muy oída de "se le cayó o derrumbó el altarito".
Sudón, na. — Sudoroso, sa.
Comelón, na. — Por comilón, na.
Chiripa. — Dice la Academia: "En el juego del billar, suerte favora-
ble que se gana por casualidad |[ 2 fig. y fam. Casualidad fa-
vorable."
No dice nada acerca de su origen. ¿Será americano? Quizá.
Chiripa es vocablo que aun se usa en tribus aruacas y guara-
níes de Suramérica (Ebland Xordexskiold. Comparative Eth-
nographical studies. Vol. 2. Goteborg, 1920, pág. 59), y signi-
fica pampanilla o taparrabo. Recuerde ahora el lector hispano,
y el iberoamericano, como en la coprolalia vernacular es fre-
cuente simbolizar en partes y líquidos sexuales la buena suer-
te en el juego y en la vida, o sea la frecuencia de "casualida-
des favorables". ¿Es, pues, inverosímil que se introdujera el
uso de la voz chiripa, a modo de eufemismo que encubriera
como taparrabo lingüístico otros de los desnudos vocablos, que
aun se exhiben por esos mundos, sin pudor ni recato? Decirle
a uno que tiene chiripa, equivale en Cuba a decirle suciamente
que tiene... Perdónenos el lector que no apuremos el argu-
mento ni volvamos sobre él... ni por chiripa; no acertamos
a dar con honesta pampanilla que lo cubra con abastanza.
Marteño. — Clase de plátano guineo, conocido en Oriente.
Tajona. — Tambora africana. ]| El son de esa tambora. || Baile al son
de ese instrumento.
Tahona. — Tajona.
Taona. — Tajona.
Caclianchán. — Alcahuete. Servidor político incondicional.
Morenaje. — Conjunto de los morenos o negros. "Todo el morenaje in-
gresó en el partido."
Champiura. — Vulg. Acción propia de un ehampion. Alarde vanidoso.
"Me soltó la champiura de que era rico." Vocablo de Oriente.
Albur. — La expresión albur de arranque, significa el último albur, en
que suele jugarse el todo por el todo. Se ha dicho reiteradas
veces de los gobernantes, que próximos a cesar en la presiden-
cia u otros cargos, han realizado vergonzosos y desvergonzados
Ü3S FERNANDO ORTÍZ
apoderarnientos de fondos públicos. "El general está en su
albur de arranque."
Hemos oído decir ahur de arranque, sin duda, por lo que de
despedida han tenido esos albures; pero ello es una corrupción
más, la del vocablo sumada a la de la acción. De paso diga-
mos que antaño, como para significar más lo poco católico de
ahur, que tan hereje debe de ser como el albur, se decía siem-
pre al que despedíase con esa vulgar interjección: "abur dijo
el diablo por no mencionar a Dios". Pero seguimos diciendo
abur, y ya, académicamente. ¡Las diabluras del lenguaje!
Jandango. — Una planta muy alta y sin rama. Así dice R. Martínez
en su "Glosario". Voz de Oriente.
Jandangón. — Individuo alto y desgarbado. (R. M.).
Jigüe. — Debió de tenerse por característico de este ser invisible y
fantástico, creado por la imaginación india, especie de gnomo,
la de ser negro, pues, según R. Martínez, a los negritos se les
decía antaño: "Parece un jigüe:'
Patagüevos. — Especie de matas de color gris, con que jugaban los
muchachos. (R. M.).
Lengüín. — Hablador, lenguaraz, chismoso.
Lengüino. — Hablador, lenguaraz. (R. M.).
Leyista. — Leguleyo. (Oriente. R. M.).
Dentada. — Dentellada.
Desapartarse. — Por apartarse.
Emborujar. — Aborujar.
Empanjarse. — Empacharse. Cubanismo de Oriente. (R. M.).
Empañetar. — Enlucir, blanquear una casa. (R. M.).
Empapazón. — Aguazal. (R. M.).
Empinado. — En Oriente, trebejo de cocina donde se coloca el colador
del café. (R. M.).
Fachendo. — Fachendoso. Orientalismo, según R. Martínez.
Fafaratina. — En Oriente, confusión, barullo, escándalo. "Se armó una
fafaratina.''
Celebrarse. — Cortejarse. Es vocablo de Oriente, que se aplica a las
conversaciones de los enamorados. "Esos novios se están cele-
brando en el pretorito." Y no está mal inspirada, que digamos,
la palabreja. En aquella región cubana no se acostumbra de-
cir cortejar, porque cortejo significa "amante, querido".
Enterito. — Válganos este diminutivo, como pudieran valemos otros
muchos (Manguito, callandito, desnudito, derechito, cerradito,
lejitos, clarito, etc.) para poner de relieve en el uso o abuso
de formas diminutivas que hacemos en Indias, la aplicación
de éstas para intensificar el sentido de un vocablo. Enterito
quiere decir "entero del todo", "muy entero", como lejitos es
"muy lejos", blanquito es "muy blanco", áescaraáito es "muy
descarado", jorobadito es "muy jorobado", etc. Por donde una
ÚX CATAUKO DE CUBANISMOS 239
forma diminutiva viene a ser aumentativa. Y solemos usar
para mayor intensidad, de esa forma aumentativa de los len-
guajes primitivos, por contaminación africana acaso, consis-
tente en la duplicación del vocablo: "El agua está clarita
clarita; me queda un billete enterito enterito; se fué callan-
dito callandito", etc.
Burar. — Por aburar. Dícese aplicada a la ropa que se plancha. "¡Vas
a burar esa ropa!"
Burena. — fam. Santiago de Cuba. Docena. "Tengo una burena de ma-
tes." (R. M.).
Caballero pobre. — Torrija, Voz de Oriente. (R. M.).
Canchanchara. — Se aplica a unos terrones de azúcar prieto, muy du-
ros que no se pueden mascar y se chupan. (R. M.).
Cañambú. — Caña de bambú. Análogo el vocablo a cañaduz, canale-
ra, etc.
Guaraguo. — fig. Guapo, matón. "Orientalismo", según R. Martínez.
Guayar. — Trabajar. Vulg. de Santiago de Cuba. (R. M.) .
Sirica. — Miedo, güica. (R. M.).
Habladera.— Habladuría. (R. M.).
Hervor. — Acedías. (Oriente. R. M.).
Hurguetear. — Hurgar. Algunos dicen jurguetear. (Oriente. R. M.) .
Desguatacar. — Descortezar, mondar, pelar, descascarar. Dícese en
Oriente aplicándose a la yuca. (R. M.).
Caricato. — Comida de plátano pintón asado y machacado en pebre.
(R. M.).
Cosita. — La hora de la cosita, fué antaño de una a una y cuarto en
las escuelas públicas, para la merienda o cosita o dulce seco
que se llevaba para comerlo. (R. M.).
Cositera. — Vendedora de cosita, como alfajor, merengue, panqué, ale-
gría, etc. (R. M.).
Mazamorra. — Majarete, en Oriente.
Cosuba. — 'Residuo inservible de la yuca después de extraer de ella
las materias utilizables. De ahí derívase cosubc.
Zurrupía. — Zurrapa. (R. M.).
Buije. — Brujo, duende. Hemos recogido el vocablo en las Villas. ¿Se-'á
formado por "brujo" y "jigüe"?
Rencorista. — Por "rencoroso".
Curtiembre. — Curtiduría. Cubanismo oriental. (R M.).
Cutarear. — Sonar las cutaras o chancletas. (R. M.).
Cutarera. — Chancletera, aplicada a la mujer.
Chaguala. — Zapato viejo. Usase en Oriente y en Sur América.
Chivato. — El chivo capaz de padrear. (R. M.).
Chochó. — Bijirita. Voz de Santiago de Cuba. (R. M.).
Churrupiarse. — Zurruscarse. Cubanismo de Oriente. (R. M.).
Fresconaza. — Lampusa, atrevida; aplicado el vocablo a la mujer.
(R. M.).
¿40 ¿-ERRANDO OBTIZ
Furo. — Hoyo. Este vocablo de rancia y castiza raiz aun se usa en
Santiago de Cuba. (R. M.).
Gambado.— 'Estevado, o sea: "que tiene las piernas torcidas en arco,
como la esteva". Al patizambo o sea al de "piernas torcidas
bacia afuera", le decimos siempre gambado; pero al estevado
cuyas piernas se curvan bacia adentro, solemos decirle patas
de catre, con muy poca piedad.
Blaneuso. — Blancuzco. Solían decir los negros despectivamente al
blanco. Hoy suelen decirle "blanquito amarilloso", según Ra-
món Martínez.
Empañetada. — Esta palabra se usa en la expresión "pared empañe-
tada'', para significar que es de "embarrado". (R. M.).
Bolillos. — Baquetas o palillos con que se toca el tambor. (R. M.).
Bomba. — Además de las académicas conocemos en Cuba otras bom-
bas. Algunas trae el Vocabulario cubano de Suárez.
Al sombrero de copa alta, trebejo que ba motivado chanzas
desde su aparición primera, se le llamó en Cuba bomba, por
comparación con las registradas en las acepciones 2.a y 3.a
del D. de la A. Y para especificar se le dice aun bomba de pelo,
Bomba de iglesia solía llamarse a la guardabrisa; y bomba
de fuego a la girándula pirotécnica. (R. M.).
Bonúo. — Puñetazo. Voz de Santiago de Cuba. (R. M.).
Botaganado. — Apéndice delantero que llevan las locomotoras en Cu-
ba para defenderse en caso de choque contra un animal. De
botar y ganado. (R. M.).
Firulístieo. — En Oriente, según R. M., se dice al negro que abusa de
la ese en la pronunciación.
Equivale a veces al superferolítico del resto de Cuba.
Francés. — Oro francés, se dijo al cobre. (R. M.).
Los franceses inmigrados de Haití, cuando la revolución se-
paratista de aquella colonia francesa, y los constantes contac-
tos con haitianos han dejado su sello en la región oriental
cubana. Allí se dijo para denostar al francés inmigrado: "fran-
cés judío, bautizao con agua de bacalao", y acaso se remonte
el insulto a la época de los hugonotes, cuando los bucaneros
y filibusteros franceses, dueños de la isla Tortuga, eran harto
temidos de los santiagueros.
¡Ajila! — Interjección ordenando a una persona que se vaya. Equivale
a ¡fuera!, ¡vaya! Derivación de ahilar, que está en el D. de
la A.
Ajilarse. — Irse. De ahilarse.
Aceite de gas. — Petróleo.
Aceite de carbón. — Petróleo.
Luz brillante. — Petróleo.
Gasolina. — En Vueltarriba se dice al vehículo ferroviario o náutico
UN CATAURO DE CUBANISMOS 241
inovido por motor de gasolina: "Descarrilé en ia gasolina, nos
embarcamos en la gasolina."
Yagua. — Cortar yagua. Ciscarse.
Caciento. — Bija, achiote, según Ramón Martínez.
Aguacamola— Guacamol o guacamole. Corrupción muy frecuente.
Aguachirre. — Por aguachirle. (R. Martínez).
Cafagua. — fam. Aguachirle de café. (Oriente. R. M.).
Aguar áientúo. — Entregado a la embriaguez del aguardiente. (R. M.j.
Aguatero. — Se dice despectivamente del que no bebe licores y sí
sólo agua.
Vinatero, a. — Además de las acepciones académica", aquí poco usadas,
se dice de la persona bebedora de vino.
Ahogato. — Vulg. Or. Cusubé. (R. M.).
Ajiaco. — Dice la Academia: "Especie de olla podrida usrda en
América, que se hace de legumbres y carne en pedazos pe-
queños y se sazona con ají." Es verdad que "legumbre'' so
dice por extensión a toda hortaliza; pero esa no es la acep-
ción propia, y como quiera que al ajiaco no se le echa ningún
género de "fruto que se cría en vainas", es de creer que si en
esa definición se cambiara legumbres por hortalizas, ganaría
en precisión y claridad. Y acaso también estaría mejor decir
"carnes", en plural, porque en el ajiaco entra la carne fresca
y la cecina o tasajo, y la de "res", y la de puerco, y hasta la
de pollo.
En Cuba tenemos ajiaco montuno, de Carne güey, bayamés
y habanero, según sus componentes y condimentación.
Tropezón. — Especie de dulce, análogo al atropellado. Ramón Martí-
nez recoge el pregón, bolero o crítica, que se cantaba en San-
tiago de Cuba:
"Alegría de coco,
dulce de limón,
a nadie le falta
su buen tropezón."
Aleluya. — Cierto dulce de leche. El Dic. de la Academia, en la "i.3
registra esta acepción. Ramón Martínez recoge el vocablo en
Santiago de Cuba, y nos da la receta: "Para tres litros de le-
che, una libra de almendras molidas y cinco de azúcar. Cuan-
do tiene "el punto" se echa la mfsa en un tablero y se cortan
las aleluyas con moldes de hojalata de la figura que se quiera,
echándole grajea encima." Para el Dic es dulce de monjas,
que se repartía en Pascua de Resurrección. En las Indias lo
hemos secularizado y vendido con este pregón:
"¡Aleluya! ¡Aleluya!
Cada uno con la suya."
2Í'Ú FERNANDO ORTIZ
Y del pregón hicimos dicharacho de bien distintas y poco
monjiles aplicaciones.
Guaniao. — Abundante en dinero. Es vocablo poco usado, que hemos
oído alguna que otra vez en Oriente. Procede, sin duda, de gua-
nín, oro de baja ley o cobre, voz indoantillana que corre por
todas las Américas, como difundida por los conquistadores
europeos.
En estas Antillas conservamos aun muchas voces toponími-
cas derivadas "al parecer" del guaní o guanín precolombino,
como Guaniano en Haití, Guanica en Puerto Rico, y Guaní
cun, Guaniguanico, Guanimar, Guaninao, Guaninaguas, Guaní-
nao, Guaninicú y Cayaguaní en Cuba.
No aseguramos que todas e~as voces procedan de guaní;
pues dada la influencia del prefijo determinativo gua en el
habla indoantillana, y la del gentilicio guane, de que en ocasión
más propicia habremos de tratar ampliamente, sería muy
aventurado sostener esa opinión.
De todos modos es interesante el vulgarismo guaniao, que
con castellanizada prosodia debiera ser guaniado, y su persis-
tencia a través de los siglos.
Protocolista. — Empleado de un notario encargado del protocolo y re-
dacción de escrituras matrices. Es vocablo usual en la región
oriental de Cuba; en la occidental decimos cartulario.
Cartulario. — Véase protocolista. Las acepciones académicas no son
ya usadas en Cuba.
Ajilimójili. — fig. Barullo, mescolanza. (R. M.).
Ajoto. — Vulg. Or. Repulsa, desprecio. (R. M.) . "Recibió un gran
ajoto.'" ¿Derívase de hoto?
Ajotar. — Vulg. Oriente. Repulsar, despreciar. "¡Te ajotaron!" ¿De
hoto, como ahotado y ahotas?
Alcaraira. — Caraira. (R. M.). Se cree por los montunos que las auras
no comen de la carne putrefacta hasta que la caraira toma su
parte primero.
Alebretarse— Vulg. Or. Excitarse sexualmente. (R. M.). Forma de!
vocablo alebrestarse, en su acepción indecentona.
Fanguero. — Fangal.
Finado. — Difunto. Maiz de finaos, es un plato culinario de granos de
maiz.
Acaso tenga relación con ese maiz la vieja costumbre, san-
tiaguera o cubana, que nos cuenta Ramón Martínez en su Glo-
sario. Antaño era la época o semana de los finaos, la que se-
guía del 2 de Noviembre, o dedicación religiosa a los difuntos
hasta el día 9 del mismo mes. Los hermanos mayores obli-
gaban a los menores a que guardaran su merienda y parte de
su comida para los finaos; y cuando estaban dormidos los her-
manitos, los grandullones se comían lo guardado inocentemen-
ÜN CATAURO DE CUBANISMOS 243
te. Estos solían con voz hueca y gangosa decir ocultos para
amedrentar a sus pueriles víctimas:
"Angeles somos,
Del cielo venimos,
Carne tenemos,
Casabe pedimos."
En la región occidental de Cuba también se conoció la cos-
tumbre, traída sin duda de España. El maiz de finaos se prepa-
raba dejándolo remojar en agua con een.'za, lo cual si para al-
gunos recordaba el pulvis eris del rito cuaresmal del miércoles
de ceniza, en que la iglesia católica recuerda a sus fieles la
triste condición de mortales, para otros es una simple práctica
casera de culinaria para reblandecer los granos de maiz, al
igual que se suele hacer con los garbanzos, habichuelas, etc.
El maiz de finaos se preparaba el día 1.° de Noviembre y se
comía el día 2. Probablemente antaño debió de dejarse servido
en la mesa, para los finaos, durante la noche o vigilia del día
de difuntos, como sucede en numerosas regiones de Europa;
pero no tenemos prueba de que así fuera.
También era corriente que la noche del Io de Noviembre los
muchachos guardasen bajo la almohada alguna comida, como
pastelitos, galletas o fruta, para los difuntos o finaos. Fué ésta,
también, costumbre muy extendida en el Viejo Mundo, de la
cual sobreviven en Cuba los catalanes panallets, que suelen
venderse en algunas casas de la Habana el día de Todos los
Santos.
Los antecedentes y explicación de esta supervivencia de an-
cestral superstición, que se remonta a las más oscuras y pri-
mitivas edades de la evolución humana, nos haría salir del
catauro lingüístico.
Velorio. — Reunión aburrida, poco animada. "El mitin fué un velorio''
Güititía. — Persona insignificante, "picúa", cursi.
Huyan, a. — Que huye con facilidad. "Un gallo huyan.''
Cumplido. — Decimos cumplió, del gallo cuya edad le impide ser bravo
luchador.
Rosita. — Decimos ir o estar de rositas al que va o está en condicio-
nes muy ventajosas o preferentes. "El fué a la lucha, electoral
sin gastar dinero, o sea de rositas.
Flor. — "Ir o estar de flor" es ir o estar como se desea, ventajosa-
mente, perfectamente. "La fiesta quedó de flor.''
Jajonear. — Tamborilear en un cajón. "Toda la noche se la pasaron
cajoneando una rumba."
Desratizar. — Vocablo inventado por nuestra burocracia sanitaria,
para poder decir fina y sencillamente "matar ratas", o sea
'244 FERNANDO OjRTÍfc
destruir esos roedores, que propagan epidemias, mediante pro-
cedimientos enérgicos de fumigaciones raticidas.
Pero acaso el neologismo oficinesco, que ya figura en nues-
tras leyes de salubridad no está en un todo de acuerdo con las
del lenguaje. Quizás habría sido más lógico decir desratar o des-
ratonar, aunque no sonara tan fizno; así como decimos "de-
salar" y no "desalizar", "desairar" y no "desairizar", "desba-
ratar" y no "desbaratizar", "descarar" y no "descarizar", o "des-
ramar", "desrizar", "destapar", "destarar", etc.
Desratizado?: — Que desratiza.
Desratizaeión. — Acción y efecto de desratizar, o sea matar ratas bu-
rocráticamente. "El negociado de desratizaeión.''
Mangal. — Sitio poblado de mangos.
Reporte. — Informe burocrático referente a infracciones administra-
tivas. Anglicismo.
Reportar. — Informar a un superior en contra de un inferior, denun-
ciar. Anglicismo.
Jabao, jaba. — Además de la acepción ya recogida, se dice metafóri-
camente de la persona de opinión intermedia u oscilante entre
dos partidos o bandos. "Esos son unos liberales jábaos:''
El folklore infantil cubano conserva en sus cantos y juegos
el vocablo, diciendo así:
i
"La gallina la jaba,
puso el huevo en la nidá,
puso 1, puso 2, puso 3, puso 4, puso 5, puso 6, puso 7, puso 8.
guárdame ese bizcocho
para mañana a las ocho."
Voluntario. — Igual a la acepción anticuada de voluntarioso: "deseo-
so, que hace con voluntad y gusto una cosa". Decimos: "Fula-
no es poco voluntario para dar dinero."
Movilizado. — Soldado irregular o guerrillero gubernamental de nues-
tras guerras civiles.
Guerrea. — Nombre que solemos dar a nuestras revoluciones armadas
o guerras civiles, por su brevedad. "La guerrita de Febrero,
la de Agosto." Pero respetamos algo más la corta contienda
separatista que siguió a la guerra nacional de los diez años,
llamándola no "guerrita", sino la "guerra chiquita".
Manglero, a. — Que habita en los manglares. "Jaiba manglera." De
un individuo muy fiera, se oye decir: "es una jaiba manglera
de cuatro bocas."
Tender. — Tender un muerto es prepararlo como exigen las costum-
bres funerales.
Tendido. — Preparación de un cadáver para las exequias. || Conjunto
i;n catauro de cubanismos 2-ió
de objetos propios para los funerales, como ataúd, cirios, cor-
tinajes, etc. "Todo el día se trabajó en el tendido.'' "El tendido
era muy pobre."
Por extensión de la acepción 3.a del D. de la A. y de este
fúnebre cubanismo, ha venido a llamarse también tendido, el
conjunto de adornos de papeles, colorines, palmr.s y bandera
con que solemos adornar una "cuadra", cuando vamos a ce-
lebrar un mitin político. "Para el tendido del mitin me dieron
una picada."
Chavetear. — Cortar reiteradamente con la chaveta. "La mesa estaba
toda chaveteada.'' Golpear con la chaveta. En sentido figurado
se dice por desaprobar ruidosa y públicamente. Es costumbre
de las fábricas de tabaco cubanas, que mientras los tabaqueros
están en su labor de tocar el tabaco, un lector de fuerte y bien
entonada voz, lea para todos, unos periódicos del día, la novela
de moda o el libro sociológico de rojo subido. Y con frecuen-
cia cuando un editorial, un pensamiento o un párrafo de la
lectura excita la oposición del auditorio, éste golpea repetida-
mente scbre la mesa de trabajo en señal de desaprobación, y,
a veces, si el chaveteo es insistente no continúa la lectura y
se pasa a otro tema.
Chaveteo. — Acción de chavetear.
Taña. — Viene esta voz al catauro tomada de la locución del viejo
folklore infantil:
"Huevo, araña,
pico o taña."
Esta expresión se usa en un juego, que suele recibir el nom-
bre de toda ella, así se dice: Vamos a jugar a "huevo araña,
pico-o taña".
El juego y el sonsonete que le es .característico debe de ha-
bernos llegado de España.
Adriano García-Lomas en su reciente Estudio del dialecto
popular montañés (San Sebastián, 1922) recoge el entreteni-
miento de la muchachería de Cantabria, diciendo:
Burros... "Juego de los tres burros." Colocado el que hace
de burro para que los demás se monten en él, es preguntado
por el que está en la parte superior, en esta forma :e
"Escudilla, barreñón.
De codín de codón.
De la cabra cabritón
Si me dices lo que son.
Tijeretas o punzón
cazueluca o cazolón.
246 FEBIÍANDO ORTIZ
Y si el burro acierta la posición en que el preguntador tiene
los dedos, es sustituido por aquél, y si no continúa con la car-
ga. También se llama, sigue diciendo García-Lomas, juego del
gr-rbancito, con este estribillo:
"¿Garbancito? ¿haba? ¡Que bien salta la mi pava!
Chorro, morro, pico o tallo, ¿qué será?"
La variante cubana de este juego de niños y de su sonso-
nete, acaso derive de esta última, al través de una forma an-
daluza, que desconocemos. Sabido es cuan frecuente y soste-
nida fué la emigración montañesa a las provincias héticas.
Ignoramos el significado de la voz taña, que quizás sea co-
rrupción de tallo, usada en la Montaña. Pero pudiera haber
sucedido que de tallo (de tallar, 7.a acepción), pasara a talla
(tercer artículo) y de ahí, por fuerza del consonante de araña,
se convirtiera en taña.
La forma de poner los dedos es la siguiente: huevo, hácese
con los dedos pulgar e índice de ambas manos un óvalo; araña,
se imita con los dedos de las manos abiertas las patas de ese
insecto; pico, los dedos índice y pulgar de ambas manos se unen,
los de una contra los de otra, formando dos picos; taña, ce-
rradas ambas manos se unen tocándose por las primeras fa-
langes. Esta posición puede dar idea de la talla, voz marinera,
como araña puede ser también un marinismo.
Jorocón. — Hombre valiente y de confianza.
Cachurra. — Dulce de guayabas enteras hervidas y en melado. Cachu-
rra es voz montañesa, o del antiguo castellano, que en Canta-
bria significa "porra", o cierta bola de madera. Véase en El
Sabor de la Tierruca de Pereda, y el Estudio del Dialecto Po-
pular Montañés, de García-Lomas.
Esterado (Estar). — Esta locución suele oirse en Oriente para signi-
ficar abundancia. "El coco está esterado", o hay cocos en
abundancia.
Apoyar. — Se dice por nuestros guajiros que un ternero apoya, cuan-
do se le hace mamar la ubre de la vaca, para facilitar el inicio
del ordeño.
Flaconazu. — Dícese del gallo flojo para la pelea con su semejante
("Aventuras de un mayoral", p. 221).
Dona. — Esta anticuada voz castellana, la oimos a las veces como una
de tantas palabras sin clara o ya perdida significación, manteni-
das por la tradición.
Es ejemplo curioso de ello el siguiente verso folklórico que
usan los niños para contar los veinte dedos, señalando uno a
cada acento:
UN' CATAURO DE CUBANISMOS 247
"Una, dona,
Trena, catona,
Quina, quineta
Estaba la reina
En su gabinete.
Vino Gil,
Rompió el cuadril.
Cuadril, cuadrón,
Cuéntalos bien
Que los veinte son."
Tumbasaco. — Clase de boniato, según Juan J. Jiménez: "Aventuras
de un mayoral" (Matanzas, 1882, pág. 131).
Rebatido)'. — Se dice del gallo que rebate bien.
Pipisigallo. — Cantan en Cuba los niños jugando:
"Pipisigallo
jugando a caballo,
la mano cortada,
¿quién la cortó?
Lechonato. — Diminutivo usual de lechan.
Malangal. — Siembra de malangas. Suárez trae malangar.
Garitero. — Dueño de un garito.
Revolador. — Se dice del gallo de pelea, que revuela mucho.
Repetidor. — Dícese del gallo que repite el mismo ataque.
Lunera. — Suena esta palabra en el canto infantil siguiente:
"Luna, lunera, cascabelera.
cinco toritos y una ternera.
Estaba la Virgen en un corredor
cosiendo la capa de Nuestro Señor.
Tírame la lima, tírame el limón,
tírame la llave de tu corazón."
No respondemos de que los dos primeros versos vayan siempre
unidos a los segundos, aunque así los hayamos oído varias
veces.
Cubichería. — Condición o cosa propia de los cubiches, apelativo des-
l pectivo, y no sólo festivamente, como dice Suárez, que nos
damos los cubanos. Atribuyéndonos la característica de des-
preocupación e informalidad, a un acto informal y poco serio
le décimo?, cubichería. Bien podemos, pues, llamar cubicherías
lexicográficas a e^jta pila de cubanismos y disquisiciones volan-
deras.
* *
248 FERNANDO OKTIZ
LOCUCIONES CUBANAS
A las locuciones anotadas por Suárez, añádanse las que siguen:
Juntarse el hambre con las ganas de comer; La cascara guar-
da, el palo; Al que se va del trozo se lo come el gíbaro; Al pie
del coco se bebe el agua; La dicha de la fea la bonita la de-
sea; Más jalan dos tetas que dos carretas; Llevarse a uno de
encuentro; Mejorando los presentes; Mentar la madre; Parar
una casa; Parar las orejas; Parar el rabo; Pararse derecho;
Pararse el pelo; Caer parado; Cuello parado; Parar a uno de
cabeza; Parado de bigotes; Parado de manos; Parado en dos
patas; Veremos a ver; Quedar enamorado en veremos; Calen-
tarse gusanera; Comer a pulso una cosa; Hacer una cosa a
pulmón o a pulso; Dar largas a un asunto; Comulgar con
tortas de casabe; Tener güiro; Descubrirle a uno el güiro; Más
que ajonjolí dan por medio; Ya no suena su maruga; Da y
quita jorobita; A gato viejo, guayabito; Apearse por la cola;
Bravo como ají; El palo tiene jutía; Cuando los gallos pelones
cantan el Ave María; Meter la Habana en Guanabacoa; Quien
tiene nigua no puede caminar; Freir un huevo; Aquí quiqui-
riquí, arroz con ají, me pica la lengua y no lo quiero decir;
Ábrete, penca de guano; Hacerse la mosquita muerta o hacerse
el majá muerto; Acabar con la quinta y con los mangos; A
como quiera van los mangos; Sacarlo de cantador; Dejarse
caer; Pegarse a la batea; Hacerse el chivo loco; No comer de
eso; No mascar de ese lado; Comer de cantina; Nunca le eché
maloja; Candela que juman gato; Estar a punto de caramelo;
Mude el catre, que caen goteras; Ni por un gallo inglés.
Y aun pudieran espigarse muchas en el campo de nuestra
habla popular.
CERRANDO EL "CATAURO"
No queremos terminar estas apuntaciones al vocabulario cu-
bano de Suárez, sin dejar anotado que, como dice atinada-
mente Toro y Gisbert, en su libro acerca de los americanis-
mos, muchos de éstos se conocen y se usan en Madrid y son,
cuando menos, andalucismo?.. No quiere esto decir que no
sean americanismos a la vez, que pueden hasta haberse ori-
ginado en América y haberse difundido más tarde por las re-
giones de la Metrópoli más en relación con nuestros países.
Toro y Gisbert da una lista de americanismos, que son tam-
bién provincialismos españoles: de ellos se usan en Cuba,
amén de otros ya comentados, los que siguen con las acep-
ciones o peculiaridades por dicho lingüista registradas (pá-
gina 145 y sigts.), a saber: Acabóse (ser el), adulón, aflojar,
ahogo, almíbar, almohada, anchar, andavete, aproximación,
VVt CATAURO DE CUBANISMOS 249
apurar, armatroste, ayer noche, tarro, berrear, borococo, borrachín,
caballitos, caca, caldtrero, camino de, canturria, calabacear,
cascanueces, casco d$ fruta, cerrado, cigarro, cortapapel, cos-
turero, churretada, chupado, desgarrar, de pie, álceselo, en-
sartar la aguja, entierro, escobillar, esperpento, extrañar, de
firme, -flojonazo, frito, guagua, guardapelo, guisado, guiso, ha-
bilidoso, hartada, hincarse, holán, indino, inglés, no ver ni
jota, lacena, malhaya sea, maluco, por mor de, mayúsculo,
navaja, nieve, ojén, pagano, panteón, dar el pecho, perencejo,
pijotería, pijotero, salir pintado, polvorón, mandar a uno a la
porra, al pelo, por medio, puntilla, qué sé yo ni qué sé cuan-
do, requeteviejo, rinconera, sangre de horchata, ten con ten,
tipo, trompada, tunantería y velorio. Como dice Toro y Gis-
bert, el Dic. de la A. es "particularmente pobre en materia
de lenguaje vulgar", y en el vulgo es donde se opera con pre-
ferencia la renovación de un idioma. Los vulgarismos más
que los cultismos dan vida al árbol de un lenguaje, éstos lo
vestirán con follaje esplendoroso, pero de aquéllos viene la
savia, la robustez de su tronco y la lozanía de su vida. Por
eso las recopilaciones de vocablos vulgares tienen especial va-
lor para el conocimiento de un idioma y para las investiga-
ciones de la filología comparada. Es indispensable, efectiva-
mente, un diccionario de andalucismos para poder con mayor
provecho estudiar los americanismos, ya que Andalucía fué
la zona de contacto entre España y sus Indias, y éstas le de-
ben su cultura básica. De allá nos llegó el vocabulario del
descubrimiento, de la conquista y de la colonización, y por los
puertos andaluces de Palos, Sevilla, Cádiz y Sanlúcar pene-
traron las voces indianas, que pasaron el mar para significar
nuevas cosas, hasta entonces desconocidas, o nuevas acepcio-
nes de voces viejas, que al contacto con los idiomas y costum-
bres aborígenes adquirían reflejos y matices inesperados y
sorprendentes.
Ni siquiera hemos de sostener que todas las voces acopiadas
sean verdaderos cubanismos; pero se estilan en Cuba, y la
Academia no ha reconocido a todas ellas la ciudadanía oficial.
Aqaso muchas rodarán, también, por las regiones peninsulares
de España; pero, en la imposibilidad de comprobar, desde esta
ínsula, su vecindad en tal o cual provincia hispana, y hasta en
la propia corte donde tiene su asiento la_docta_ corporación lin-
güística, hemos preferido, antes que despreciarlas y omitirlas,
apretujarlas en este catauro de frutos de la tierra criolla, pa-
ra que el botánico, que un día quiera entretenerse en clasifi-
carlas en relación con la lujuriosa flora hispánica, pueda
darles su lugar en la fronda antillana, si de esltos países son
250 FERNANDO OETIZ
peculiares, o en cualquier otro cayo de monte del enmarañado
léxico castellano. a
Y quizás habrían de ser contadisimos los vocablos exclusi-
vamente cubanos, porque aun cuando nuestras relaciones con las
otras Antillas hispanoparlantes, Santo Domingo y Puerto Rico,
no sean tan íntimas como fueran de desear, no obstante, es lo
cierto que de los cubanismos que registra el Dic. de la Academia,
no pocos son corrientes en labios borinqueños o de los hijos de
Quisqueya, y en razón de verdad antillanismos debieran de
llamarse los más de ellos, que no cubanismos, como han sido
motejados malamente.
Pero cubanismos son, a fin de cuentas, con criterio algo am-
plio, por ser voces usuales en Cuba, aun cuando también lo
sean en Puerto Rico o en Sevilla, pongamos por caso, y como
tales habrá que admitirlos, provisionalmente al menos, que si
hubiéramos de mover la zaranda del análisis hasta el extremo
que algunos quisieran, muchas de las palabras que como co-
munes aporta «1 catálogo académico habrían de tenerse por so-
lo oídas en Extremadura, en Andalucía o en la Maragatería,
o en la misma Castilla. Aunque ello parezca paradógico y qui-
zás lo sea, no todas las voces privativas de Castilla deben en-
trar a velas desplegadas en el mar del castellano, sin llevar su
matrícula provincial; pues gracias a circunstancias históri-
cas cuya exposición está muy fuera de lugar, el idioma cas-
tellano, aun cuando no podamos llamarlo español, es algo más
que el habla regional exclusiva de unas provincias españolas,
cuna de una cultura, pues bajo su augusto manto se cobijan
pueblos, que, aun hablando castellano, no serían bien entendidos
en Castilla; de igual manera que algunos de sus castizos y sola-
riegos poblanos de Salamanca o de Santander no habrían de
ser comprendidos, con sus localismos o provincialismos ran-
ciamente castellanos, en tierras de América, ni acaso en el
propio Madrid.
Uno de los factores que más influyeron en el vocabulario
criollo, fué la larga navegación a la vela que obligaba al in-
migrante y colonizador al contacto duradero por meses con la
gente marinera y con la parla peculiar, que luego trataba de
aplicar en tierra. En Cuba se nota muy especialmente, esa
influencia, debido a la larga permanencia de las flotas en la
Habana, de uno a dos meies cuando menos y, a veces, invier-
nos enteros; a los arsenales que se crearon y mantuvieron para
la construcción naval, gracias a las ricas maderas cubanas; y a
las guardadas bahías en el centro de un inmenso golfo sin ver-
daderos puertos naturales.
Y en el mamotreto que antecede, como, mejor aun, en el vo-
cabulario de Suárez, el lector puede hallar esta característica
DATOS HISTÓRICOS CUBANOS 251
que ya el cubano Armas notó en sus Orígenes del Lenguaje
criollo hace medio siglo, y luego Cuervo en sus famosas Apun-
taciones críticas, y Toro y Gisbert en sus Americanismos. Tra-
tando de completar los marinisvios o nauticismos registrados
por Suárez y por nosotros, recogemos de Armas, Cuervo y To-
ro y Gisbert, como usados en Cuba, los que siguen, además de
otros ya tratados, con las acepciones en tales libros expresa-
das: falcas, flete, fletar (y en Cuba fletear, fletera), tolete, trin-
car, vientos, zafacoca, abarrotar, aguaje, amarrar, asocar, ba-
rrenar la ley, botar, boyar, dotación, embicar, embonar, em-
paque, escorar, fondearse, gaza, guinda, halar o jalar, janga-
da, largar, motón, rebenque, regatear, resaca y varar. Armas
apunta como marinescas cabuya, radios, tesar, desguazar,
tumbar, pasar, crujía, morrocoyo, chubasco, chinchorro, cima-
rrón, dengue, banquearlo, esquifación, bija, mucura, damajuana,
batea, abra, rol, brisa, morro, rasqueta, matolaje y otras.
Revisando esos libros puede Suárez completar su valioso vo-
cabulario y arriarnos una segunda edición cuanto antes.
Estimamos, además, digno de ser observado, que El Españo-
lito dice siempre que a las estimologías zayistas se refiere.
"Voz caribe, según Zayas.', y esto resulta impropio porque en
la lexicografía antillana de este autor, nunca se dice que las
voces recopiladas sean caribes, antes al contrario, como puede
verse en la introducción a su libro, donde se sostiene que el
léxico se refiere al lenguaje de los precolombinos de las Anti-
llas mayores, Lucayas y Babamas, excluyendo las de Barloven-
to, de los caribes. Zayas acepta para gentilicio de los indocu-
banos el vocablo ciboney, y no emplea ni una vez, cosa de que
con razón se sorprende el arqueólogo Harrington (Cuba before
Columbus), los vocablos aruaca o araguaca, y taino, que entre
los lingüistas expresan científicamente la especie de lenguaje
hablado comúnmente en dichas Antillas. El nombre de caribe
tiene una significación etimológica y lingüística bien determi-
nada desde hace mucho tiempo, y, naturalmente, es error ina-
ceptable caracterizar como caribes todas las voces que como
antillanas recopila Zayas, más cuando éste no ha cfído en
realidad en este error, aunque haya dado otras bien indis-
culpables caídas. Y no habiendo podido Zayas estudiar cien-
tíficamente el parentesco idiomático de los vocablos por él co-
leccionados, por desconocer la bibliografía de tal disciplina
americanista, al aludir a su opinión etimológica, caso de que
se estime necesario, lo que está bien lejos de ser así, habría
que decir simplemente "india" o "indoantillana" o, cuando
más "ciboney". Pero, si El Españolito desea sostener sus re-
ferencias etimológicas, preferible es que no cite autor, o que.
no saliendo del radio cubano, se limite a Bachiller, cuya hon-
¿0¿ ¿"EfiNAÑDO ORTÍ2
radez y valimiento mental está fuera de duda, hasta, que se
haga en realidad el ciclópeo trabajo de reconstruir la básica
sustentación etimológica de los cubanismos, especialmente de
los indianos. Dicho sea esto en obsequio de la obra lexicográ-
gráflca de Suárez, que nos inspira simpatías, destinada a la
gran circulación y no a la meramente cubiche, donde quizás
podrían disculparse ciertos cubaneos.
Habría de ser también muy útil revisar todas las etimo-
logías americanas académicas, porque a buen seguro que al-
guna de ellas habría de ser reivindicada para Cuba y demás
Antillas. Así, en la voz enaguas, se dice por el Dic. de la Aca-
demia que procede de la mejicana naguas, siendo esta voz
antillanísima por testimonio de historiadores de Indias, como
Oviedo, Fr. B. de las Casas, Encizo y Bernal Díaz del Castillo,
ratificado, si era ello necesario, por Cuervo, Zayas y otros. En
cambio la voz coco, la atribuyen académicamente al lenguaje
aimará cuando es conocidísimo el origen español de la misma
expuesto por Oviedo, y vayase lo uno por lo otro.
Y reiteramos una vez más, que estas apuntaciones carecen
de toda pretensión científica. La manifestación es, ciertamen-
te ociosa; pero no es malo poner la yagua antes que caiga la
gotera.
No se sorprenderá el lector si decimos que los cubanismos
han ido al catauro "sin pelar", tales como los íbamos halando
al correr de nuestras lecturas, arrancados del follaje de los
libros o caídos de puro maduros en los hierbazales del habla
vernacular.
Han ido a la publicidad de la Revista Bimestre Cubana,
a medida que el editor nos reclamaba cuartillas y sólo po-
díamos ofrecerle la zafra de unas semanas, sin la monda de
una buena técnica y el aderezo y aliño con que debieran haber
sido acompañados. Pero tenemos la esperanza de que no ha de
faltar quien en breve pueda extraerles el jugo, y con el dulzor
de su propio ingenio haga de esos frutos cimarrones de nues-
tro catauro, rica y sabrosa golosina para lexicógrafos de buen
gusto.
¿Van en este catauro todos los cubanismos? No. No caben
en él muchos de los centenares registrados por El Españolito
en su Vocabulario cubano. Otros hemos separado para nuestro
próximo Glosario de afronegrismos reales o supuestos que
habrá de ser obrita complementaria del catauro, cuyas ya-
guas cerramos hoy definitivamente. Y aun podrían recogerse
algunas ambuestas más de frutos idiomáticos de la tierra, con
que colmar el catauro criollo. Por hoy bastan los acopiados,
que nos es fuerza dar de mano a estos tarbajos, aun cuando
deleitosos, para ultimar otros de mayor apremio.
ÚÑ CATAURO DE CUBANISMOS ¿óá
No hemos de cerrar el Catauro de Cubanismos con la hoja-
rasca de estos párrafos, sin prender en ella unas florecitas de
gratitud, aunque sean humildes romerillos, para los que nos
han aportado algunas apuntaciones, como los Dres. Gaspar
Agüero Israel Castellanos y Ramiro Cabrera, y los Sres. Fer-
nando Flores y Ramón Martínez desde Santiago de Cuba. Y
para los estudiantes que desde España, Chile y Estados
Unidos de América nos han mostrado interés en coleccio-
nar nuestras "cubicherías" lexicográficas. Para éstos, además,
hemos de decir que, amén de una breve tirada aparte de los
"plomos" de la Revista Bimestre Cubana, verá probablemente
la luz de la publicidad cuando florezcan los aguinaldos, una
edición del catauro, con las papeletas por orden alfabético,
adicionadas muchas de ellas con nuevas observaciones "cubi-
ches", y rectificadas y limpias otras, que fueron picadas por el
gusanito del error.
Con lo cual, dejamos diccionarios, vocabularios, léxicos y de-
más amapuches, quedando colmado este catauro de cubanismos
más o menos jojotos, apolismados, socatos y papandujos. Acaao
pueda brindarlos a cualquier lexicólogo talentudo, de ésos que
saben por donde le entra el agua al coco, y hasta dónde el jején
puso el huevo, para que los acoteje o se apuchinche de ellos si
a bien lo tuviere; pues, después de todo por mucho que el
aura vuele, siempre la pica el pitirre.
UNA AMBUESTA DE CUBANISMOS
Poco tiempo ha que en la Revista Bimestre Cubana hu-
bimos de publicar, en una serie de sus periódicos ejemplares,
no pocas anotaciones lexicográficas, aportando a la obra nada
fácil de un léxico cubano los apuntes que veníamos obtenien-
do a consecuencia de otros trabajos sobre cosas de nuestra tie-
rra, como pobres virutas saltadas por el escoplo o el cepillo en
la labor desde hace años emprendida sobre el fuste del hampa
afrocubana i1).
Esas apuntaciones de lexicografía, espigueo de voces ol-
vidadas por otros antecesores en el esquilmo del lenguaje ver-
náculo, comentarios volanderos a etimologías inseguras, acla-
raciones de semántica cubana y remembranzas del abandona-
do folklore criollo, fueron a las cajas, o a los "linotipos"
como hoy se dice, tales como salían de la pluma, sin orden
alfabético ni aderezo de la técnica lexicográfica, y formaron
un verdadero mamotreto, que titulamos cubanamente Ca-
tauro de cubanismos, en cuyas yaguas podrá encontrar el es-
tudioso algunas sugestiones, datos y críticas, amén de no po-
cos frutos hueros o jojotos, que quizás le sirvan para empresas
de otra monta y cuidado.
Fuera del Catauro de cubanismos hemos venido recopi-
lando, labor de selección que al catauro dio origen, las voces
(1) Véanse los tomos ya publicados: Hampa Afrocubana, Los Negros
Esclavos; Hampa Afrocubana. Los Negros Brujos. Están para terminarse
otros dos volúmenes : Hampa Afrocubana. Los Negros Horros y Hampa
Afrocubana, Los Negros Curros. Y en el telar ha entrado ya la última
obra de la serie : Hampa Afrocubana, Los Negros Ñañigos.
256 FEBTTANDO OBTIZ
que a nuestro lenguaje popular fueron traídas por la in-
fluencia de las poblaciones africanas, o deformadas o colorea-
das por los idiomas negros. De esta labor lexicográfica saldrán
varios ensayos, ya casi ultimados, siendo el principal un Glo-
sario de afranegrismos, que está ya en prensa.
En el Catauro no se ban incluido los cubanismos de real
o supuesto origen africano, que en el Glosario ban tenido ca-
bida, por donde éste en buena parte vendrá a ser a modo de
complemento de aquél.
El resultado de esos ensayos, inexperta recolección de
herbolario, pone de manifiesto que la flora idiomática de estas
Antillas es tan rica como su botánica, y cuan abundante her-
bario lingüístico puede obtener el hombre de ciencia que her-
borice en los tupidos maniguales y cerrados montes del habla
de estos pueblos, abonada por tantas razas y lenguas. Ella
será labor científica altamente meritoria, al nivel de la ele-
vadísima preparación especial que se requiere en quien pre-
tenda llevarla a cabo con éxito.
Horros nosotros de esa pretensión, no dudaremos, sin em-
bargo, en recoger y dar a otros las apuntaciones que hagamos
al margen de otras actividades mentales, como se recogen las
Conchitas de las playas o las florecitas del bosque, por irrefre-
nable impulso de curiosidad ante la obra infinita y bella de la
Naturaleza.
Que otra cosa no son las palabras sino corales, nácares o
alimañas, rodados por el incesante aguaje de las ideas hasta
las playas del idioma ; sino corolas o frutos, que en la fronda
de i lenguaje hace brotar de hondas raíces y simientes ignotas
la germinación eterna del pensamiento.
A continuación van otros cubanismos, pocos, apenas una
ambuesta, de los recogidos en nuestras últimas correrías por
los montes, sabanas y cayeríos cubanos, en busca de otras ricas
cosas de la tierra. Que sirvan para colmar el catauro.
Tataya. f. — Tatagua. La hemos recogido en la región oriental.
Juntar. — Dícese juntar candela por " hacer una hoguera o
lumbre en el hogar".
UNA AMBUESTA DE CUBANISMOS 257
Lo que se junta no es precisamente la candela, sino
las materias combustibles para encenderlas.
Chipojo, adj. m. — Enfadado, irritado.
Suele decirse en Oriente: "¡Qué chipojo está!"
Es una acepción metafórica, pues el vocablo significa
en Cuba un reptil parecido al camaleón.
Despetroncarse, r. fam. — Descuajaringarse.
Hoy está en desuso. En 1886 había en la Habaua
un baile titulado "Mulata me despetronco".
Yaguancazo. m. — Golpe con una yagua.
En 1886 hubo un baile popular en la Habana, lla-
mado "Acuérdate del yaguancazo".
Araña, f. — Vehículo de lujo muy ligero, de cuatro ruedas, de
ordinario tirado por un solo caballo, que suele guiar el
dueño. Tiene capota, que se baja cuando el sol o la llu-
via no la hacen necesaria. En la parte posterior lleva
un asiento, muy reducido, para el lacayo.
Así leemos en el Diccionario de Füipinismos de
W. E. Retana. Es voz corriente en Cuba.
Convoy, m. — Angarillas, 4.a acep.
En Cuba jamás decimos angarillas, y muy poco
vinagreras.
Parteador. m. — Partero. Porque "partea".
Parteadora. f. — Partera.
Cocal, m. — Dice la R. A. que en Venezuela se llama así al
cocotal. Y en Cuba, pudiera añadirse, porque aquí jamás
suena este último vocablo académico.
Pareja, f. — Tronco de animales de tiro.
¡ Caray ! m. — Caramba.
Es un vocablo eufemismo, de la socorrida serie de
los caramba, carape, caracoles, carambola, carijo, etc.,
para encubertar una indecentona palabrota.
Según el D. de Autoridades caray se dijo eii Espa-
ña antes de 1680, equivalente a carey. Todavía nosotros
lo hemos oído en el Levante español : caray marí. Pare-
ce que es voz antillana. (Rufino J. Cuervo. Apuntacio-
nes criticas sobre el lenguaje bogotano. París, 1914,
p. 671.)
258 FERNANDO 0RTI7
Verdolaga, f. — Antiguo billete cubano de un peso. Se llamó
así popularmente por ser verde de color.
Pollo enterrao. — Con esta locución se significó popularmen-
te el "arroz con pollo", o sea el pollo muerto y enterrado
en arroz.
Merengue. — Tener asco a la clara de huevo y comer merengue.
Expresión antaño muy oída en Cuba para expresar co-
mo una persona caía en el defecto que más había cri-
ticado.
Chancletear, a. — No es en Cuba, precisamente, "andar en
chancletas", como dice la Academia, sino producir
chancleteo.
Socollón, m. — Animal de tiro que no hala parejo.
Este vocablo parece ser uno de tantos curiosos apla-
tanamientos de voces marítimas. El diccionario acadé-
mico nos dice que socollada es el "estirón o sacudida
que dan las velas cuando hay poco viento y las jarcias
cuando están flojas", y también "vaivén y cabezada
que la mar que viene de proa hace dar al buque, levan-
tando y sumergiendo con violencia el tajamar en el
agua". De modo que el buey socollón es el que al tirar
de la carreta da socolladas.
La Academia dice que socollada procede de so,
3er. art. y cuello; y debe de ser así. Mas habría que ex-
plicar, cosa quizás no imposible, por qué a su vez pro-
cede de "cuello", la voz collada, que siguificó
"Continuación o duración del viento de una misma
parte por algún tiempo" (Dic. de Socs. de Lit.) ; y
palabreja que dio sin duda origen a socollada, es decir
el estirón o estrapada que dan las velas cuando súbi-
mente cae el viento, o sea la collada. Esa caída de la
collada la expresa el vocablo anticuado so. So -f- collada
viene a ser "caída del viento".
Pero collad'a, más que de "cuello", parece derivarse
de colla, que siendo monzón o temporal de los mares de Fi-
lipinas, que se caracteriza, precisamente, por su fuerza
varia y alternativas de chubascos violentos y recalmo-
nes, bien puede suponerse que diera paternidad a la
collada o socollad/a en cuestión.
UNA AMBUESTA DE CUBANISMOS 259
Para demostrar la etimología académica, de "cue-
llo", acaso habría que proceder inversamente, y pensar
que en vez de ascender del cubanismo socollón, de las
bestias de tiro, por socollada, collada y colla, hasta cue-
llo, a pesar del peldaño que nos falta entre estas últi-
mas voces; habría que bajar mejor de cuello y de un
originario, castizo y hoy perdido socollar, o socollada
animal (de cuya voz sería supervivencia el socollón
criollo) ; que significara "la acción de tirar con fuerza o
embestida la bestia de arrastre", embestida que siempre
se produce "bajando el cuello" para empujar la collera
o collar que reguarda el horcate. Y así de cuello, por
socollar, por collar o collera, términos de la industria
terrestre, que nos darían una socollada, muy propia de
los animales, que tienen cuello, llegaríamos por vía de
metáfora a la socollada marítima, prescindiendo en este
caso de la colla de los mares índicos.
Malembo, m. Vulg. — Enfermo. "Estoy malembo." Creemos
que el vocablo es un afronegrismo.
Comelata. f. Vulg. — Comilona.
Revirado, da. adj. — Estrábico, bizco.
Tuhbao, bá. adj. Vulg. — Enfermo. De tumbado.
Sangrona, f. — Molestia, fastidio. "Ya vienes con tu sangrona.
Derívase del adjetivo sangrón, "sangrepesao".
Paritorio, m. — Parto. Lo concerniente al mismo. "Ayer estu-
vieron de paritorio en su casa."
Corneta, f. Vulg. — Nariz. "Rompióle la cometa".
Maluquera, f . — Dolencia. José Martí escribió al reseñar su
breve vida en la manigua separatista: "A cada momen-
to alzo la pluma o dejo el taburete y el corte de palma
en que escribo, para adivinarle a un doliente la malu-
quera, porque de piedad o casualidad, se me han jun-
tado ^n el bagaje más remedios que ropa, y no para mí
que no estuve más sano nunca." Pero pudiera suceder
que maluquera fuese vocablo traído por Martí de sus
patrióticas andanzas y correrías continentales. Toro y
Gispert da la palabra como colombianismo. Malunquear,
por "estropear", leemos en el Diccionario de FiUpi-
nismos de W. E. Retana.
2ÜÚ FEBÍÍAtfDO OBTÍZ
Tres. m. — Instrumento popular cubano, similar a la bandurria,
pero que, como su. nombre lo indica, sólo consta de tres
cuerdas dobles.
Sacramento, m. — Compadre o comadre, unido espiritualmen-
te por el ''sacramento" del bautismo. "La comadre que
no quiere a su sacramento..." Este vulgarismo ha ido
cayendo en desuso; fué muy sonado en el siglo pasado.
Azuquita. f. — Diminutivo de azúcar.
Atusadero. m. — Establecimiento donde se tusa a las caba-
ballerías.
Juba. f. — La hembra del jubo.
Jubera. f. — Conjunto de jubos. Cuando la juba está en celo,
"le caen" varios jubos, que en sus asaltos forman una
enmarañada masa con la hembra. A ese agrupamiento
de entrelazadas serpientes le llaman nuestros guaji-
ros jubera.
Descompuesta. — Aplícase este adjetivo femenino, como eufe-
mismo, a la hembra que está en celo. "La perra está
descompuesta."
Bongosero. m. — Tocador de longo.
Maraquero, m. — Tocador de maracas.
Botijuela, f . — Instrumento de viento de las orquestas afro-
cubanas, consistente en una antigua botija de aceite per-
forada en uno de sus costados. Los negros viejos la sue-
len llamar bunga.
Pascualear. a. — Cacarear de la gallina guinea, que dice: pas-
cual. . . pascual, según la interpretación folklórica.
Mojo. m. — Bebida compuesta de ron, azúcar, limón y agua
gaseosa.
Plorimbó. adj. — Tabloncillo o madera aserrada para pisos o
construcciones análogas. "Un tabique de florimbó."
Derívase de las voces inglesas floaring board, que es
el término comercial con que se suele importar.
Otra locución vulgar ha surgido hace poco. Ir de
florimbó, es ir de flor, o sea de gratis, o "de primera",
muy cómodamente, o "a pedir de boca". La locución
propia es "ir de flor", y la otra es una corrupción por
semejanza fonética, simplemente.
UNA AMBUESTA DE CUBANISMOS 261
i Cafuinga! m. — Café muy malo. Usase en Oriente. ||2 Interjección
indecentona, como ¡car. . . acoles! ¡car. . . amo a !
Este vocablo debe de estar influido por Cafunga, tér-
mino de nuestro folklore, que explicaremos en nuestro
próximo Glosario de Afronegrismos.
Roleta, f. — Juego de bolas en el cual se coloca dentro de un
círculo el número de bolas acordado. Se sortea el turno
u orden de los jugadores. Todas las que logre sacar
con su bola el tirador, le pertenecen. Mientras esté sa-
cando bolas de la roleta o del rolo, como también lo lla-
man los muchachos, el jugador está en el Uro. Hay en
este juego una regla, que los muchachos establecen di-
ciendo: "El que vomita, pierde." Es decir, el jugador
que deja la bola dentro de la roleta, pierde. (Israel Cas-
tellanos.)
Tejo. m. — Juego que hacen los muchachos con botones. Ponen
una lata con el fondo hacia arriba y en él ponen los bo-
tones que se juegan. Desde la raya establecida, por el
orden que les ha tocado tiran el tejo, hecho con un pe-
dazo de ladrillo. Los botones que caigan debajo del tejo,
serán del tirador. Los vendedores de periódicos juegan el
tejo con centavos, en vez de botones. Pero el juego es
el mismo. (I. C.)
Palitos, m. pl. — En la música popular se da el nombre de
palitos a dos cilindritos de madera dura, que se hacen
sonar golpeándolos por su mitad.
Salado, m. — Sabor de sal. "El guiso tiene un salaito muy sa-
broso. ' '
Chivato, ta. adj. — Asustado, miedoso. "Estaba chivato."
Chivatearse, r. — Asustarse, coger miedo.
Altamiba. f. — Artemisa.
Cara vela. f. — Significó entre los negros "compañera, amiga,
querida, etc." Decía la canción afrocubana :
"Yo me muero
Si tú no so mi
Caravelá."
¿ Será derivación de carabela como se supone ? No.
Es vocablo africano, que explicaremos en nuestro Glo-
sario.
262 FEBÍÍANDO OBTÍ2
Quien sabe. — Quizá. En Cuba se usa mucho esta locución ad-
verbial, más que quizás. "Quien sabe iremos." Con lo
cual en rigor sólo mantenemos vivo y modernizado un
giro antiguo, el representado por el vocablo quizabes,
que recopila el Diccionario de la R. Academia, antece-
sor de quizás y quizá. Y quien sabe no estaría mal que
llegáramos a escribir quiensabe, acoplando los vocablos,
como hicieron en quizabes y siguen haciendo en quien-
quiera y quienesquiera. Ello habría de ser con más razón
que en este último caso, porque no hay peligro de llegar
hoy a caer en el uso de un innato quienesabe, como se ha
caído en un autorizado quienesquiera.
Titulación, f. — Conjunto de títulos de una propiedad inmue-
ble. '"La casa tiene muy mala titulación." Es término
de origen forense ya difundido y aceptado en el habla
general.
Sambe. m. — Era un juego entre niños. Consistía en regalarse
mutuamente un distintivo, como un lazo, un alfiler, una
cinta, un collar, etc., quedando obligado a llevarlo a la
vista hasta el primer encuentro, horas después, al día
siguiente, etc. El que había dado el distintivo decía, en
cuanto recordaba el juego : sambé que lo vi, o sambé que
mo lo vi, según los casos, y suponemos que el infractor
pegaba prenda. Es recuerdo de infancia. Hoy no hemos
visto ni oído ningún sa-mbé. Parécenos' voz africana,
acaso juego de negritos.
Algunos dicen sambeque.-
Manganzón, na. adj. — Holgazán, vago, zangolotino. Es una de
tantas voces heredadas de los portugueses. En el len-
guaje lusitano mangar es "burlarse de uno", mangacao
es "burla", maganao "tunantear", magano "tuno",
"pillo". El vocablo corre por toda América.
Tataguaya. f. — Cabeza. Es vocablo poco usado, que oimos en
las Villas. "Le dio en la tataguaya."
Chorreado, m. — Juego infantil consistente en arrojar tarjetas
o figuras desde una altura mediana. El que logre montar
una de las tarjetas o figuras lanzadas, gana el chorrea-
do. Para el chorreado se utilizan las figuras que distri-
UNA AMBUESTA DE CUBANISMOS 263
buyen las fábricas de confituras y las de cigarros.
(Apunte de Israel Castellanos.)
Vapor, m. — Dícese de la manera de arrojar el trompo a dis-
tancia.
Charro, m. — Nombre que se da al también juego de las chi-
natas. (Véase Suárez.)
PiquiniqueN, m. — Los muchachos llaman piquiniquén al jue-
go siguiente. Ponen de base una piedra y desde ella
arrojan una lata de conserva que tiene en su interior
piedras o clavos. A uno de los muchachos le toca ir a re-
coger la lata o piedra lanzada. Y mientras que lo hace,
sus compañeros se ocultan. Después que recoge la lata
o piedra tiene que ir descubriendo el escondite de cada
uno. Si mientras llena su cometido uno de los mucha-
chos sale y pisa la base, el que la pisa grita piquiniquén,
salen los que aun quedaban escondidos, y el muchacho
paga su descuido volviendo a recoger la lata o piedra
que lanzan sus compañeros. Si por fortuna descubre el
escondite de todos, al primero en ser descubierto le toca
recoger la lata. Cuando algún descubierto se hace el re-
molón, el muchacho dice: "Con permiso de la piedra
voy a sacar a Juanito detrás de la columna" (o del
punto en que esté oculto). Mientras hace esto los es-
condidos no pueden salir para pisar la piedra y gritar
piquiniquén. (Israel Castellanos.)
Caguama, f. Vulg. — Cabeza. Usase en sentido despectivo. "¡Qué
caguama tienes ! ' ' equivale a ' ' ¡ qué bruto eres ! ' '
Cascarilla, f. — No solamente es el blanquete de cascara de
huevo, según cree la R. Academia. También lo hubo de
caracol marino.
Ponqué, m. — Especie de bizcochuelo.
En Oriente, según Ramiro Martínez, suele decir
en sentido figurado: "Fulanita se da mucho ponqué o
tono."
QuitaipoN". m. — Cierre de bambúes con que se improvisa una
talanquera en un portillo.
Yayero, ra. adj. U. t. c. s. — Dice Suárez : "Aplícase a la perso-
na inoportuna y entrometida", y que es de poco uso.
De ahí ha debido de tomar su dato García-Lomas
264 tEBÑANÜO OBTifc
para escribir lo que sigue en su reciente y erudito Es-
tudio del dialecto popular montañés (S. Sebastián,
1922) : "Yañeru. Pertenece a importación indiana. De-
rivado de yayero: En Cuba: entrometido, que se mete
donde no le llaman o no le importa". No creemos que
sea imposible la paternidad cubana del yañeru monta-
ñés, dada la abundancia de "indianos" en aquella her-
mosa Cantabria; estimamos que la acepción de "inopor-
tuno o entrometido" no es la precisa en Cuba. Sigue
diciendo García-Lomas : "En el sentido figurado se usa
en la Montaña el verbo ynñear, diciéndose que yañea
a quien llora de mentirijucas. Quizás corresponda a un
vocablo onomatopéyico esta última y curiosa acepción."
Y esta muy atinada observación del lexicógrafo cánta-
bro nos lleva de la mano a la acepción cubana. Yayero
significa "llorón", quien siempre está con lástimas y
quejumbroso, exagerando sus contrariedades y disgus-
tos, y, naturalmente, "importunando" al prójimo, por
donde en metáfora se haya podido aplicar yayero al
"importuno" y después, con otro esfuerzo de figura-
ción, al "entrometido".
Y yayero procede de yaya, voz infantil, onomato-
péyica, que significa "dolor, daño, mal". Véase en
nuestro Catauro de Cubanismos.
Paripé, m. — Simulación, acto hipócrita. "Hizo el paripé de
quererla." "Hizo el paripé que se suicidaba."
Chambel. m. — Aparato de pesca formado por una varita ho-
rizontal atada al cordel, que sostiene en cada uno de
sus extremos una pita o reinal con un anzuelo. ¿Será
este vocablo y no el toponímico Chambas, el origen eti-
mológico de la popular chambelonaf
Reinal, m. — Pita o cordel atado a, un extremo del chambel y
que sostiene el anzuelo.
Grilla, f. — Mentira, broma verbal. "No me metas esa grilla."
El Diccionario de la Academia trae esta voz en la
locución "esa es grilla"; pero no trae la acepción más
concreta que reconocemos en Cuba, y probablemente en
la misma España. En Italia grillo, además de su acep-
ción zoológica, igual a la castellana, quiere decir "ca-
UNA AMBUESTA DE CUBANISMOS 265
pricho, chifladura", sentido ideológicamente próximo al
cubano. Se dice que el origen del doble significado es
latino clásico, pues según Plinio (Sympos, XXV. 37) :
"Antiphilus jocosis nomine Gryllum deridiculi habitus
pinxit, unde id genus picturse grylli vocantür." Y fué
costumbre romana la de los amuletos, grylli, constituí-
dos por figuras de animales, grotescas y humorística-
mente monstruosas, contra el mal de ojo o fascinación.
(F. T. Elworthy. The Evil Eye. Londres, 1895, p. 144.)
Ñangueta. f. — Aplícase vulgarmente a la persona que tiene un
miembro deformado o ñangado. "Ese es un ñangueta."
Chivo, m. — La fecundidad de la picaresca palabreja es extra-
ordinaria.
Llámase chivo al golpe dado con la rodilla o ro-
dillazo. Los muchachos cuando riñen, según Israel Cas-
tellanos, procuran bajar la cabeza del contrario, po-
niéndola a la altura de la cintura, a fin de darle el ro-
dillazo, el chivo en la cara.
Guarapetas, m. Vulg. — Copa de algún licor. "Ya se tomó
cinco guarapetazos.
Jirimica, f. Vulg. — Lloriqueo.
Cócora, f. — Dícese vulgarmente de la persona que infunde
temor. "El encargado es la cócora del solar."
Catana, f. — Aparato mecánico defectuoso. Se aplica a un re-
loj, a un carruaje, a una máquina de coser, etc. Es,
pues, vocablo despectivo.
¿Etimología? De Santa Catalina. El martirio de es-
ta santa, mediante una rueda dentada, dio origen a que
las ruedas dentadas, especialmente las de dientes agu-
dos y oblicuos que hacen mover el volante de ciertos re-
lojes, se llamen ruedas catalinas. La rueda catalina, o
la catalina, simplemente, fué después pieza popular de
los ingenios, cuando fueron desaparciendo los antiguos
cachimbos y trapiches de extraer guarapo y hacer azú-
car. Y aun se oye decir: "Fulano tiene rota la catali-
na" por "tiene trastornado el cerebro". Y ha fijado el
nombre nuestra toponimia : Catalina de Güines. Y poco
a poco Catalina fué casi sinónimo de "maquinaria".
Pero nuestra dulzona habla familiar convirtió el
266 FERNANDO ORTI2
nombre de Catalina en el apocorístico Catana, en sentido
de cariñoso despectivo, suprimiéndole la sílaba U, que
parecía darle al vocablo un sonido desinencia! diminu-
tivo. Catana es, pues, una Catalina despreciable, o sea una
máquina de poco o ningún mérito.
En Filipinas, según W. E. Retana, la voz catana
significa "arma blanca, propia de chinos y japoneses, es-
pecie de sable corto, bien afilado". No creemos que este
filipinismo tenga relación con el cubanismo.
Choteada, f. — Acción y efecto de chotear. " Le dieron la
gran choteada."
Grajo, m — Olor a grajos. Llámase así al olor que despiden los
negros sudorosos. "En el mitin había un grajo horri-
ble." Es voz traída de España, pues en Cuba no hay
grajos.
Maturraca, f. — Ardid ilícito, treta, marrullería, enredijo amo-
roso. Algunos dicen maturranga, forma que creemos de-
rivada de maturraca, por acción del despectivo nga.
"El hombre tiene su maturraca."
Siguapa, f. — Lechuza o corúa, en el sentido aplicable a la
mujer.
Derrenguera. f. — Derrengadura. "Se sentía con mucha de-
rr enguera."
Echador, m. — Bambollero, que alardea de riquezas.
Toa. f. antic. — Voz dada onomatopéyicamente a la "rana" por
los indios. Así dicen Pichardo, Zayas y Suárez. La ono-
matopeya es verosímil; y puede justificar, igualmente,
que toad sea voz común del idioma inglés, de donde pudo
venirnos el vocablo, sin acudir a los indios haitianos. Y
hasta del mandinga, como diremos en el Glosario de
afronegrismos.
Tinguaro. — Voz toponímica. No es india, como dice Zayas, si-
no guanche, o isleña de Tenerife.
Taoro. — Voz toponímica, antigua finca en Punta Brava. Pro-
cede de Canarias, como Tinguaro.
Zacatecas, m. — Sepulturero. Agente de pompas fúnebres. Sue-
le decirse también en forma irregular femenina : zaca-
teca; pero nunca se dice zacateco, como se deduce del
Diccionario de la R. Academia.
UNA AMBUESTA DE CUBANISMOS 267
Suponemos que el uso del vocablo comenzara por
haber sido dedicados a tan ingratos oficios algunos de
los indios que de Yucatán y otras regiones mejicanas,
fueron importados durante el siglo pasado, tratando de
conjurar la crisis de braceros al prohibirse la trata es-
clavista.
Manflorita. m. — Hermafrodita. Corrupción motivada por el
influjo fonético de manfla, manflota y manflotesco, vo-
ces hamponas que pueden verse en el diccionario de
la R. A.
Zumba, m. — El pájaro zun-zun o colibrí, también llamado
zumbete, en la región oriental.
Antaño los muchachos acostumbraban sacarle el co-
razón al pajarito para hacer "brujería". El corazón do
zumbete era propio para dejar enamorada a la. persona
que se escogía como víctima, a la que se le hacía beber
un brebaje que contenía partículas del corazoncito.
Freidera, f. — Cazuela donde se fríe.
Fridera. f. — Corrupción frecuente de "freidera".
Giro. adj. — Atolondrado. "Me tenían giro, lo traían giro, lo
volvían giro."
Mabinga, f. — Tasajo o "carne de Montevideo", según se oye
en Oriente. Vocablo africano, que se analizará en el
Glosario de afronegrismos.
Bacán, m. — Especie de tamal, hecho con harina fina de maiz
tierno.
Mediamanta. f. — Turrón melcochado hecho con azúcar prieto.
Tiene la forma de un triángulo isósceles y de ahí debió de
recibir el nombre, de esa forma, como sucede con el dul-
ce aljófar, pues las mantas o chales de nuestras abue-
las, al doblarlas para echarlas al hombro, tomaban esa
forma triangular.
Afarolado, da. adj. Forma de sombrero que usaban los negros
curros, según puede verse en Tipos y Costumbres, etc.,
y en los artículos de José V. Betancourt.
Bruja. — Además de la acepción de este sustantivo de género
masculino, ya tratada en el Catauro de cubanismos
("Ese es un bruja") ■ en Cuba usamos el vocablo como
adjetivo y como sustantivo. Véase brujo.
268 FERNANDO OBTIZ
Matazonero, m. — Dueño de una matazón. Usase en Camagüey
y Oriente.
Frutero, ni. — Arboleda de frutales. "La finca tenía un buen
frutero." Oído en Camagüey.
Plateado, adj. — Durante la "guerra grande" llamaban así
en Cuba a los latrofacciosos o insurrectos, por usar ma-
chete con puño de plata.
Así dice Vergara (p. 243), Es posible que los mis-
mos que aplicaban indistintamente a los cubanos en ar-
mas contra España los dictados de "latrofacciosos" e
"insurrectos", los llamaran también plateados.
En Cuba solíase llamar plateados a los españoles y
cubanos, que durante las guerras de liberación se dedica-
ban al pillaje de los indefensos, fingiéndose soldados de
España o de Cuba, según les convenía.
Brujo, ja. adj. — Que practica la brujería. Que es propio de
la brujería,
Con las voces bruja y brujo el léxico - académico
no ha sido del todo cuidadoso.
En el artículo bruja entiende este vocablo como ad-
jetivo, en todas sus acepciones, inclusive en la tercera :
"Mujer que, según la opinión vulgar (y a veces según
la docta eclesiástica, pudiera añadirse), tiene pacto con
el diablo, y hace cosas extraordinarias por su medio."
Esta acepción parece la definición de un sustantivo ; si
se quiere, de un adjetivo sustantivado. Creemos que o
bruja es, además de adjetivo, sustantivo, como lo es,
según el propio diccionario, la voz brujo; o no lo es
tampoco este último vocablo. Si ambos son sustantivos,
la Academia ha debido indicarlo, señalando al frente de
esa acepción tercera la inicial efe, del género femenino.
O redactar un artículo más, que sería más apropiado.
En cambio, en el artículo brujo marca exclusiva-
mente su carácter de sustantivo masculino, y no recoge
la frecuente acepción adjetival. En Cuba decimos: "de-
lito brujo, santo brujo, baile brujo, boniato brujo."
Pero en Cuba tiene otra acepción el adjetivo, apli-
cado exclusivamente al tasajo. Suárez dice: "Sirve de
aditamento al tasajo, boniato, etc."; pero no especifica
UNA AMBUESTA DE CUBANISMOS 269
su sentido en ese caso, ni la razón del mismo. Pichardo
decía: "tasajo. Por antonomasia se entiende el que vie-
ne de ultramar, Tampieo, Costafirme, Buenos Aires, etc.
Este se trae en pedazos mayores o menores que se lla-
man Tmajo en Penca-, entre ellos se distingue el Pato,
que es masa; Manta, la barrigada y demás, que abierta
parece una manta y tiene más pellejo. Todo este Tasajo
se clasifica a veces con el nombre de Brujo por la creen-
cia de que se aumenta guisándole para distinguirle de
los otros; pues hay también Tasajo fresco del país y el
afamado de Cayo Romano e Isla de Pinos, de consumo
particular a diferencia del Brujo destinado para las
Fincas de campo. El Tasajo de Caja viene en cajas de
Norte América. Tasajo Rebenque es el nervioso o piltra-
fudo. Tasajito se dice regularmente al ahumado de
puerco."
La opinión folklórica, recogida por Pichardo, es
inexacta, nacida del deseo popular de hallar un expli-
cación al adjetivo brujo, aplicado a ese tasajo. Hoy día
suele concretarse más el sentido refiriéndolo al "tasajo
salcochado sin condimentación", o al "de ínfima ca-
lidad".
Cuando se aplica al boniato, ello se justifica por la
precocidad extraordinaria que se atribuye a la especie
boniato morado, como también se llama, y se quiere apli-
car como cosa de encantamiento o brujería. Pero esto
no fué así con el tasajo. Al "tasajo malo" se le llamó
brujo, porque los lucumíes lo dijeron buruh "malo", y
buruju "peor". (Crowther, 99.) Y sabido es que el tasajo
brujo fué en Cuba la base de la alimentación del esclavo.
La acepción cubana, o afrocubana, pues, debemos
recogerla así: "Dícese del tasajo de mala calidad."
Desguabilar, a. — Desarreglar, descuajaringar. "Lleva el som-
brero desguabilao."
Culillo. f. — Prisa, ímpetu, impaciente. "Tenía un culillo de
irse." Como fuguilla.
Hachador, m. — Hachero. 2. art. Se lee así en los periódicos
de hace un siglo, de la Habana.
Pilador, ra. adj. — Majador de granos en el pilón. U. m. c. s.
270 FERNANDO ORTIZ
Negeo de aemazón. — Decíase del negro bozal recién llegado de
África, en la armazón de un buque negrero.
Guandoli. m. Vulg. — Se ha venido diciendo este anglicismo
por "un peso". De one dollar o sea "un dólar".
Colón, m. Ant. Vulg. — Se dijo al billete de a peso, porque lle-
vaba estampada la efigie del Descubridor.
Encabezado, da. adj. Ant. — Persona que se suscribía para su-
fragar los gastos de un baile.
Fué usual antaño el vocablo adjetivo en esta acep-
ción y forma sustantiva, especialmente entre la gente
de color. Para celebrar un baile, después de extingui-
dos los "cabildos" cuando desapareció la esclavitud, so-
lían reunirse varios individuos que se llamaban "em-
presarios". Estos eran los organizadores y respondían
de los gastos: alquiler de la casa, alumbrado, adorno,
comidas y bebidas, etc. Anunciaban el baile por medio
de hojas sueltas chabacanamente redactadas, en las cua-
les, además del título del baile ("Los hijos de la San-
dunga", "Los Caballitos de San Vicente", "Antonio
dale serrucho", "La Masucamba", "A los Pitimbú",
"Mandinga moro azul", "Mulata me despetronco",
"Acuérdate del Yaguancazo", etc.) se publicaban los
nombres de los "empresarios", de los "bastoneros" y
"bastoneras", y de los "encabezados" y "encabezadas".
Suponemos que estas personas recibieron esa de-
nominación porque "encabezaban" la lista de las ins-
criptas como suscriptoras y futuras asistentes. La pu-
blicidad de sus nombres, alguno siéndolo "de guerra",
era un atractivo más para los bailadores, que acudían
al baile pagando su cuota correspondiente.
El Dr. Manuel Pérez Beato conserva una curiosa
colección de tales anuncios de bailes, y de ahí se toman
estos datos.
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