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Full text of "Venezuela misionera."

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JUL  2 1 2003 


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no  omite  esfuerzos  por  darle  amplio  cumplimiento  a los  huma- 
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La  Lotería  de  Beneficencia 
Pública  del  Distrito  Federal 

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AÑO  VI. 


FEBRERO  DE  1944. 


No.  61. 


l ST I O a e.  r O 


Como  el  Padre  me  ha  enviado,  así  os  envío  yo  a vosotros: 
así  habló  Jesús  a sus  apóstoles  y discípulos,  al  confiarles  la 
misión  de  predicar  y de  enseñar;  así  habla  en  la  actualidad  a 
sus  ministros,  los  sacerdotes,  embajadores  ante  los  pueblos  y 
las  naciones,  ante  los  hombres  de  todas  las  razas,  y de  todos  los 
colores,  y de  todas  las  latitudes. 

¡El  Misionero!  El  hombre  grande,  de  corazón  magnánimo, 
de  vida  errante,  que  tiene  por  patria  el  mundo  entero,  por  casa 
la  inmensidad  de  les  campos,  la  espesura  del  bosque  y que  se 
ve  cobijado  con  frecuencia  por  el  azul  del  cielo. 

¡El  Misionero!  Que  generosamente  da  un  adiós  de  despe- 
dida a su  hogar,  se  desprende  de  losi  brazos  del  padre,  de  la 
ma,dre,  de  sus  hermanos,  que  abandona  la  patria  y los  más 
caros  intereses,  para  lanzarse  a un  mundo  nuevo  y buscar,  como 
el  Buen  Pastor,  las  ovejas  errantes,  que  vagan  aún  fuera  del 
redil. 

¿Quién  es  ese  Misionero?  Es  el  misino  Jesucristo,  el  Hijo  • 
de  Dios,  enviado  por  el  Padre  para  arrojar  en  las  almas  la 
semilla  de  su  palabra  de  vida  eterna;  que  “predica  a los  pobres, 
que  cura  a los  contritos  de  corazón,  que  anuncia  la  libertad  a 
los  cautivos  y da  a los  ciegos  vista,  y viene  a libertar  a los  opri- 
midos, y a promulgar  el  año  de  las  misericordias  y el  día  de  la 
retribución”. 

Ese  es  el  primero,  y más  grande,  y el  principal  de  los  Mi- 
sioneros: Cristo  Jesús. 


EDITORIAL 

& í 


30 


VENEZUELA  MISIONERA 


Y en  pos  de  él,  y predicando  las  mismas  enseñanzas  de  vida, 
y arrojando  la  misma  semilla  en  los  corazones  de  los  hombres, 
vienen  los  apóstoles,  y con  los  apóstoles  los  setenta  y dos  dis- 
cípulos, cuya  voz  ha  resonado  ya  hasta  los  últimos  confines  de 
la  tierra,  cuyas  palabras  han  caído  en  la  inteligencia  y han 
penetrado  en  el  corazón  de  sus  oyentes. 

Estos  son  los  Misioneros  consagrados  por  el  Hijo  de  Dios 
y por  El  enviados  a anunciar  su  doctrina. 

Pero  ¿cómo  será  posible  continuar  esa  tan  gran  empresa, 
si  todos  ellos  han  caído  bañados  en  su  misma  sangre,  si  han 
muerto  por  defender  su  fe,  y por  su  Dios? 

Nada  importa,  esa  sangre  regará  la  tierra  y de  ella  brota- 
rán retoños  frescos,  que  muy  pronto  se  convertirán  en  gigan- 
tescos árboles,  cuyas  ramas  se  han  de  extender  por  el  mundo 
entero. 

Como  así  fue;  porque  fueron  apareciendo  después  cente- 
nares y miles  de  esforzados  operarios,  que  entraron  en  el  cam- 
po para  recoger  lo  que  otros  habían  sembrado;  porque  en  el 
correr  de  los  siglos  son  miles  y miles  de  misioneros  los  que  siem- 
bran y recogen  Siembran  la  doctrina  salvadora  del  Hombre- 
Dios  crucificado;  recogen  frutos  de  civilización,  de  cultura,  de 
progreso  material,  y más  que  todo,  de  progreso  moral  de  vida 
cristiana,  de  costumbres  puras,  donde  antes  tan  sólo  reinaba 
el  vicio,  el  desorden,  la  degradación  de  costumbres. 

Estos  son  los  Misioneros  llamados  por  Cristo;  misioneros  de 
lodos  los  siglos,  de  todos  los  tiempos. 

Que  se  llama  Pablo  de  Tarso,  que  se  llama  Agustín  y pre- 
dica en  Inglaterra,  y Patricio  que  enseña  en  Irlanda,  y Guiller- 
mo de  Rusbrok,  que  penetra  en  Mongolia,  llevando  la  luz  de  la 
fe,  y Raimundo  Lulio,  predicador  de  los  turcos  y de  los  moros, 
y Juan  de  Montecorvino  que  en  los  siglos  de  la  Edad  Media  ha 
penetrado  en  el  gran  imperio  de  China... 

Misioneros  del  temple  de  Francisco  Javier,  que  muere  abra- 
sado por  la  fiebre  en  medio  de  la  soledad  y más  abrasado  por 
el  amor  a las  almas,  y Bartolomé  de  las  Casas,  y el  P.  Ricci,  y 
Francisco  Solano,  y Pedro  Claver,  el  apóstol  de  los  negros,  y el 
P.  Damián  el  apóstol  de  los  leprosos,  y.  . . centenares  y miles 
más,  cuyos  nombres  están  escritos  en  el  libro  de  la  vida. 

¡Misioneros!  Los  hérces  anónimos,  que  tienen  una  historia 
muy  brillante,  pero  que  nadie  la  ha  escrito,  y no  por  eso  es 
desconocida  para  Dios;  ellos  la  llevan  en  su  conciencia  rebo- 
sante de  alegría,  y sus  hijos  espirituales,  conquistas  arrebata- 
das al  enemigo  con  esfuerzo  sobrehumano,  se  encargarán  de 
contarla. 

Ese  es  el  misionero,  cuyo  programa  de  acción,  según  sentir 
de  un  moderno  misionero,  “fué  escrito  ya  cerca  de  dos  mil 


VENEZUELA  MISIONERA 


31 


años,  y aun  en  nuestros  días  permanece  substancialmente  el 
mismo,  pudiéndose  resumir  en  estas  sencillas  palabras:  Recon- 
quistar el  mundo  para  Dios,  arrojando  de  él  al  usurpador.  A 
pesar  de  ser  la  tierra  tan  grande  el  misionero  la  recorre  toda 
entera,  atraviesa  sus  bosques  inmensos  y sus  desiertos  areno- 
sos; sube  a los  montes  más  altos  y desciende  a los  valles  más 
profundos;  surca  impávido  las  aguas  de  sus  mares,  de  sus  ríos, 
de  sus  lagos;  se  adapta  a todos  sus  climas,  sean  benignos  o 
insalubres;  en  una  palabra,  la  huella  del  misionero  se  encuen- 
tra por  todas  partes”. 

“El  misionero  es  por  lo  tanto  el  hombre  universal.  Maestro 
de  lectura,  de  escritui'a,  de  aritmética,  procura  iluminar  los  ce- 
rebros obscurecidos  de  los  indígenas;  catequista,  repite  y en- 
seña a Ies  mozos,  a los  niños,  a los  ancianos  las  ideas  religiosas 
y los  artículos  fundamentales  de  la  fe;  como  sacerdote,  predica, 
bautiza,  casa,  absuelve  y sacrifica;  médico,  farmacéutico,  enfer- 
mero, tiene  que  visitar  y asistir  a los  enfermos,  prepara  reme- 
dios y los  aplica,  construye  féretros  y entierra  a los  muertos; 
como  abogado,  defiende  a los  débiles  contra  los  fuertes,  a los 
extranjeros  contra  la  prevención  de  los  indígenas  y a éstos 
contra  la  explotación  de  aquéllos;  carpintero,  zapatero,  alba- 
ñil, labrador,  arquitecto,  ingeniero,  se  ve  obligado  a levantar 
casas,  iglesias,  escuelas,  pueblos,  y traza  caminos,  deseca  pan- 
tanos tala  los  bosques”...  ^ 

Esta  es  su  acción,  esta  es  su  obra,  estos  sus  trabajos  ordina- 
i'ios,  esta  toda  una  vida.  Vida  de  abnegación  y de  sacrificio. 

Las  palabras  de  San  Pablo  todos  los  misioneros  las  llevan 
muy  grabadas  en  el  fondo  del  alma:  “La  caridad  de  Cristo  nos 
estimula  poderosamente  al  trabajo  por  el  bien  de  los  demás”. 
El  celo  los  retira  a los  pies  del  sagrario,  y luego  los  lanza  al 
trabajo  intenso,  y en  estas  alternativas  de  comunicación  con 
Dios  y de  trato  con  las  almas,  su  labor  es  más  eficaz  y sus  es- 
fuerzos rinden  mayores  frutos. 

Ese  es  el  misionero,  esa  la  labor  que  desarrolla.  ¿Los  fru- 
tos? Algún  día  se  verán  y por  ellos  recibirán  el  aplauso  de  los 
hombres  y el  premio  de  parte  de  Dios. 


Fr.  ANTONINO  Ma.  de  madridanos. 

o.  F.  M.  CAP. 


Endulza  más  y no  se  reviene. 
La  Reina  del  azúcar. 


EL  P.  DAMIAIV 

APOSTOL  PE  LOS  LEPROSOS 

POR  X - IRIARTE  S.  J. 

CAPITULO  U 
A la  conquista  de  almas. 


El  19  de  Marzo  de  1864,  fiesta  de  San  José,  su  Patrono,  llegaba  en  un 
velero  al  puerto  de  Honolulú,  capital  de  las  Islas  Hawai.  La  trarvesía  había 
durado  139  días.  Ordenado  de  sacerdote  por  Mons.  Maigret  el  21  de  Mayo, 
sus  sentimientos  quedan  claramente  consignados  en  una  carta  a su  hermano 
Pánfilo: 

“Cuando  por  primera  vez  distribuí  la  comunión  como  a unas  cien  per- 
sonas, me  impresionó  el  pensamiento  de  que  muchos  de  aquellos,  vestidos 
entonces  de  blanco  y arrodillados  ante  Cristo,  antes  se  habían  hincado  ante 
los  ídolos”. 

No  había  tiempo  que  perder  y el  mismo  día  de  la  ordenación,  le  fue 
señalado  el  distrito  de  Puna,  en*la  gran  isla  Hawai. 

“El  archipiélago,  escribe  el  P.  Damián,  consta  de  ocho  islas,  cuatro 
grandes  y cuatro  pequeñas.  Hawai,  isla  de  mi  residencia,  es  mayor  que 
todas  las  demás  juntas.  La  superficie  es  como  la  de  Bélgica.  Para  recorrer 
mi  distrito  de  parte  a parte,  necesito  tres  días.  Se  encuentran  con  frecuen- 
cia pueblecitos  diseminados.  Hace  años  que  no  residía  aquí  ningún  sacer- 
dote. Con  razón  me  decía  Monseñor  que  la  misión  comenzaba  ahora  en  mi 
distrito”. 

Las  cualidades  físicas  y morales  del  P.  Damián  eran  como  para  en- 
tusiasmar a los  indígenas:  alto,  colorado,  voz  dulce  y pastosa,  sonrisa  bon- 
dadosa, trato  dulce  y agradable.  Añádase  a esto  un  alma  simpática  y afec- 
tuosa, un  corazón  bueno  e indulgente,  una  piedad  tierna  y expansiva,  una 
actividad  que  los  naturales,  en  su  pintoresco  lenguaje,  comparan  con  el 
fuego  y el  viento.  Pronto  tendremos  ocasión  de  admirar  su  espíritu  de  ini- 
ciativa y energía  indomable. 

A los  tres  meses  de  su  llegada  había  recorrido  dos  veces  todo  el  dis- 
trito. La  impresión  fué  espantosa.  Ni  Iglesias  ni  escuelas.  Los  católicos, 
diseminados  por  los  pueblos,  cuando  no  caían  en  las  redes  de  los  brujos 
paganos,  sucumbían  a los  halagos  de  los  ministros  protestantes.  Desde  que 
contó  con  unos  fondos  comenzó  la  tarea  y al  poco  tiempo  levantó  personal- 
mente cuatro  capillas.  La  situación  mejoró  con  rapidez  y ovejas  descarria- 
das, vueltas  al  redil,  fueron  lenitivo  de  sus  fatigas  y angustias. 


VENEZUELA  MISIONERA 


3J 


I 


iQué  alegre  y satisfe- 
cho está  este  chinito  de 
la  Misión  ' de  Ch.eng- 
chow,  después  de  haber 
recibido  el  Santo 
Bautismo ! 


“Si  el  Buen  Pastor,  escribe  al  Superior,  me  diera  el  celo  ardiente  de 
S.  Francisco  Javier  o de  un  Cura  de  Ars  ¡cuántos  bautizaría!  ¡cuántos  ig- 
norantes instruiría!  ¡cuántos  alejaría  del  vicio!”. 

“Hubiera  aquí  un  Cura  de  Ars,  dice  a su  hermano  Pánfilo,  y pronto 
volvería  al  redil  tanta  oveja  errante.  En  medio  de  los  volcanes  de  Puna 
querría  tener  el  celo  ardiente  y puro  amor  de  Dtos  del  Cura  Vianney.  Mi 
buen  hermano!  ruega  y haz  que  rueguen  por  mí  y mi  pobre  rebaño”. 

No  sembraba  en  tierra  ingrata  y él  mismo  se  manifiesta  contento. 

“Aquí,  en  medio.de  privaciones  y miserias  sin  cuento,  estoy  muy  ale- 
gre, pues  Dios  se  ha  vuelto  mi  consolador.  ¡ Cuántas  veces  durante  estos 
90  días  he  sido  llevado,  por  no  sé  quién,  a chozitas  aisladas,  a bautizar  un 


Crema  de  afeitar  “GILLETTE”  PARA  USAR  SIN  BROCHA.  De  acción 

emoliente.  Suaviza  la  barba  más  rebelde  y da  frescor  a su  cutis. 


34 


VENEZUELA  MISIONERA 


anciano  o un  moribundo  que  esperaba  mi  visita  para  emprender  la  ruta  de 
la  eternidad”. 

Solamente  un  año  perm.aneció  el  P.  Damián  en  el  distrito  de  Puna. 
Vistos  los  resultados  de  sus  labores,  su  Obispo  le  confió,  a principios  de  1865, 
el  distrito  de  Kohala,  mucho  mayor  que  el  primero.  La  población  de  3.000 
almas,  se  hallaba  dispersa  en  una  superficie  de  6.500  kmtrs.  cuadrados.  La 
extensión  de  la  diócesis  de  Malinas  y para  esa  diócesis  él . . . sólo,  el  único 
sacerdote.  Pronto  comenzaron  las  visitas  a las  cristiandades.  Oigámosle: 

“Tengo  en  mi  distrito  una  cristiandad  de  difícil  acceso.  Por  tierra  no 
hay  camino:  por  mar  es  difícil  la  travesía.  Como  los  amo  mucho,  quise 
pasar  allí  el  primer  domingo  de  Octubre.  El  sábado,  el  mar  estaba  en  cal- 
ma. Muy  de  madrugada  bajé  al  puerto  para  tomar  una  pequeña  lancha,  una 
curiara.  Antes  de  embarcarme  hice  un  acto  de  contrición.  Salimos  de  aquel 
puerto,  llamémoslo  así,  y rápidamente  enfilamos  proa  hacia  nuestra  cristian- 
dad. De  pronto  el  patrón  lanzó  un  grito:  ¡Se  acabó!  Aquí  morimos!!!  En 
efecto,  nuestra  piragua  dió  media  vuelta  y...  a nadar.  Los  ejercicios  de 
nado,  tan  frecuentes  en  mi  infancia,  me  sirvieron  a maravilla.  Nadando  con 
un  brazo  y empujando  con  el  otro  la  traidora  lancha,  tras  muchas  peripecias 
y esfuerzos,  llegamos  al  puerto  de  salida”. 

El  fracaso  por  mar,  le  animó  a una  tentativa  por  tierra.  Después  de  , 
una  jornada  de  cuatro  días,  a pie,  a caballo  y andando,  por  fin  llegó  a la 
meta  ansiada. 

“En  medio  de  estos  cristianos,  tan  separados  del  mundo,  he  sentido 
honda  alegría.  Todos,  fuera  de  dos  o tres  son  bautizados.  Llegué  en  el  mo- 
mento preciso  en  que  acababa  de  nacer  un  niño,  lo  bauticé  y en  seguida 
batió  sus  alas  para  el  cielo”. 

Otro  misionero  nos  pone  de  relieve  esa  indomable  energía  del  P. 
Damián. 

“En  una  de  sus  excursiones  lo  detiene  una  altísima  montaña,  en  cuya 
falda  posterior  hay  una  cristiandad.  Resuelto  a escalarla,  sube  ayudándose 
de  pies  y manos.  Llegado  a la  cumbre  no  divisa  en  el  fondo  más  que  una 
torrentera  profunda  y en  frente  otra  montaña  tan  elevada  como  la  primera. 
Desciende  rápidamente  para  iniciar  la  nueva  subida.  En  la  cima  no  se  des- 
cubre más  que  una  gran  llanura,  cerrada  por  una  nueva  montaña.  Mira  el 
misionero  sus  manos . . . todo  ensangrentadas.  Sus  zapatos . . . deshechos. 
Mas  el  ejemplo  del  Buen  Pastor  que  ha  dado  la  sangre  por  aquellas  almas 
que  viven  en  el  remoto  pueblo,  lo  estimula  a continuar.  Pronto  los  gritos 
de  alegría  y las  lágrimas  tiernas  de  los  cristianos,  reunidos  para  festejar  la 
llegada  del  nuevo  pastor,  le  hicieron  olvidar  sus  penosas  jornadas”. 


Ay,  que  me  pica!!.  . . Nada  le  pica,  si  SALICIL  MENTOL  se  aplica. 


VENEZUELA  MISIONERA 


35 


Con  estas  excursiones  se  dió  cuenta  de  que  una  de  las  necesidades 
más  urgentes  era  la  construcción  de  capillas.  No  titubeó.  Con  aquella  de- 
cisión tan  suya,  puso  inmediatamente  manos  a la  obra.  La  primera  capilla, 
en  plena  montaña,  fué  por  él  mismo  diseñada  y levantada. 

“Aquí,  escribe,  un  carpintero  cuesta  mucho.  Hechos  los  planos,  yo 
mismo  comencé  a trabajar  con  dos  indígenas  canacos.  En  medio  de  una  cris- 
tiandad floreciente,  pronto  tendremos  una  lindísima  capilla.  Bendito  sea 
Dios”. 

Claro  está  que  este  ejemplo  del  P.  Damián  entusiasmaba  a los  cris- 
tianos, mucho  más  que  sus  palabras.  En  1869  contaba  el  Vicario  Apostólico 
al  P.  Pánfilo  que  los  canacos  estaban  maravillados  al  ver  a su  hermano 
trasladar  desde  el  mar  hasta  la  montaña,  vigas  que  tres  o cuatro  de  ellos, 
apenas  podían  mover. 

Ocurrió  por  este  tiempo  un  suceso  que  lo  hizo  muy  popular: 

“Un  día,  cuenta  un  misionero,  vió  el  P.  Damián,  a pequeña  distancia 
de  la  costa  una  pequeña  embarcación  al  garete.  Llamó  su  atención  el  que 
no  fuese  una  piragua.  Baja  de  su  caballo,  entra  en  el  mar  y se  empeña  en 
llegar  a la  barca.  Allí  encontró  ocho  hombres  tumbados,  con  el  remo  en 
las  manos,  pero  tan  agotados  por  la  fatiga  que  nada  podían  hacer.  Eran  unos 
náufrgos:  tres  americanos,  cuatro  ingleses  y un  holandés.  Sahdos  de  Cah- 


36 


VENEZUELA  MISIONERA 


forn^  eR_un  vapor  mercante  que  iba  a las  Indias,  un  incendio  lo  devoró  y 
ellos  se  vieron  forzados  a salvarse  en  aquel  bote;  ocho  días  más  tarde  la 
corriente  los  arrebataba  a aquel  rincón,  donde  el  misionero  los  salvó  y 
atendió”. 

Las  escuelas  católicas  del  distrito  Kohala,  sin  recursos  ni  maestros, 
estaban  en  plena  decadencia.  Y era  para  el  misionero  un  tormento  atroz, 
ver  a sus  niños  frecuentar  las  escuelas  protestantes.  Tras  representaciones 
sin  cuento,  consiguió  del  Inspector  General  cuatro  maestros  católicos. 

Dos  años  más  tarde,  en  1867,  el  Obispo  Maigret  hacía  la  visita  del 
distrito  de  Kohala,  viendo  con  pasmo  los  progresos  realizados  en  tan  corto 
espacio. 

“La  visita  de  nuestro  Obispo  ha  sido  este  año,  como  un  triunfo  con- 
tinuado para  la  religión.  Fué  lo  primero  la  procesión  del  Santísimo  en  la 
Iglesia  de  San  Miguel,  con  magnífico  esplendor.  Se  celebraron  por  la  con- 
versión general  y sincera  de  los  antiguos  cristianos.  Durante  dos  meses,  el 
P.  Regis  que  me  acompañaba  y yo  tuvimos  ocupación  incesante  en  el  con- 
fesionario. La  pompa  de  nuestras  fiestas  ha  causado  honda  impresión  en 
herejes  e idólatras  y muchos  de  ellos  se  inscriben  entre  los  nuevos  cate- 
cismos”. 

Nueve  años  pasó  el  P.  Damián  en  el  distrito  de  Kohala  y nueve  fue- 
ron las  capillas  que  inauguró.  Donde  quiera  que  encontraba  un  núcleo  im- 
portante de  católicos,  abría  una  escuela.  Así  se  explica  la  piedad  y el  fervor 
que  reinaba  en  todas  partes.  Ni  es  de  extrañar  que  afirmara  uno  de  los 
Consejeros  de  la  Congregación:  “Doce  hombres  como  el  P.  Damián  y Mons. 
Maigret  pronto  evangelizarían  su  Vicariato  del  Pacífico”. 

Satisfecho  podía  descansar  el  misionero.  Dios  ¿no  le  pediría  más? 


(Continuará) . 


¡ ¡ í^y>  rn®  pica! ! ! . . . Nada  le  pica 
si  SALICIL  MENTOL  se  aplica. 

El  SALICIL  MENTOL,  Agua  de  Colonia  Germicida,  está  indicada  en  los  ca- 
sos siguientes:  Sarna,  Sabañones,  Eczema,  Herpes,  Excoriaciones,  Infecciones  del 
tejido  epitelial.  Caspa,  Infecciones  capilares.  Afecciones  de  la  piel.  Pies  fungosos. 
Tiña  eczematoidea,  y en  general,  contra  la  Epidermomicosis.  El  SALICIL  MEN- 
TOL para  ablandar  la  barba.  El  SALICIL  MENTOL  para  después  de  afeitarse. 
El  SALICIL  MENTOL,  el  enemigo  número  uno  de  la  comezón.  Además  es  un 
delicioso  perfume. 


‘Niñetas  DUiSiónaíei 


★ 

“Monikata”  llaman  los  indios  guárannos  de  las  bocas  del  Orinoco  a 
cualquier  asunto,  pleito,  litigio  o cuestión,  que  ellos  tienen  entre  sí  o entre 
unas  y otras  rancherías. 

Tales  asuntos  los  resuelve,  ordinariamente,  el  respectivo  gohenajoro, 
■en  unión  de  sus  kapitá  y fisikari;  pero,  cuando  el  Misionero  se  halla  entre 
los  indígenas,  a él  acuden  con  todas  sus  quejas,  cuitas  y pleitos,  haciendo  a 
la  vez  de  padre,  maestro,  sacerdote,  juez,  médico  y árbitro  de  todos  los  indios. 
Su  voz  es  la  ultima  palabra,  a la  que  se  atienen  las  partes  litigantes. 

La  “monikata”  famosa,  a que  hago  referencia,  comprueba  mi  aserto 
y nos  pone  de  manifiesto  la  nxdidad  del  cálcido  de  los  indios,  cuando  se  trata 
■de  números,  exigiendo  cantidades  fabidosas  por  cosas  de  poco  o ningiin  valor. 

En  marzo  de  1942  se  hallaba  el  R.  P.  Rodrigo  de  Las  Muñecas  en  la 
ranchería  de  Nabasanuka,  al  que  acxidieron,  ya  anochecido,  los  indios  de 
Araguabisi,  trayéndole  un  asunto  gravísimo,  a sxi  parecer. 

Después  del  consabido  saludo,  pregunta  el  P.  a Jesusito  García,  jefe 
de  la  comisión:  “¿Que  es  lo  que  pasa?  ¿qué  asunto  grave  ha  sucedido,  para 
•venir  a mí,  a las  altas  horas  de  la  noche?”  — Sí,  Padre;  Romerito  monikata 
iridaja;  Romerito  tiene  un  asunto  importante. 

— ¿Qué  ha  hecho?  — Que  ha  robado  todo  el  conuco  del  indio  Pedro, 
<caña.  ocximo,  todo. 

— ¡Ajá,  ajá,  añadió  el  P.;  mañana  tempranito  lo  mandaré  buscar  y 
le  daremos  el  bien  merecido  castigo,  para  que  se  enmiende. 

— No,  Padre,  no;  no  quiero  que  lo  castigue,  replicó  Pedro,  el  dueño 
del  conuco;  quiero,  más  bien,  que  me  pague  4.000  (cuatro  mil)  bolívares  de 
mxdta,  por  la  caña  y el  ocumo  robados . . . 

' — Muchacho,  eso  es  mucho.  ¿De  dónde  va  a sacar  el  pobrecito  Ro- 

Tixerito  los  cxxatro  mil  bolívares? 


Azúcar  “BLANGA  NIEVE” 


la  más  pura, 
y de  mejor  dulzura. 


38 


VENEZUELA  MtSIONERA 


— Nada,  nada;  lo  dicho;  que  me  pague  los  cuatro  mil  bolívares  de 
multa  o que  me  plante  de  nuevo  la  caña  y el  ocumo. 

— Bueno,  bueno;  está  bien;  es  ya  muy  tarde;  vuelvan  mañana  y arre- 
glaremos el  asunto,  a gusto  y plena  satisfacción  de  todos. 

Advierto  que  el  conuco  del  indio  Pedro  era  bien  pequeño,  como  el 
de  todos  los  indios,  y el  valor  del  ocumo  y caña  robados  no  valía  más  de 
veinte  bolívares.  Sigamos. 

Aquella  noche  mandó  el  gobenajoro  una  comisión,  para  buscar  al 
culpable  Romeiñto,  que  acudió  inmediatametne  a la  llamada  de  la  autoridad 
mayor. 

A hora  conveniente  se  reunieron  los  litigantes  y autoridades  en  la 
casa,  que  se  hospedaba  el  P.  Rodrigo,  quien  abrió  la  sesión  con  estas  o pa- 
recidas palabras: 

— ¡Romerito!  El  fiscal  Jesusito  se  queja  de  que  tú  y tu  gente  robas- 
teis el  conuco  del  indio  Pedro.  ¿Es  verdad? 

— ¿Robar?  ¿yo  y mi  gente  robar?  No,  Padre,  no;  nosotros  no  somos 
ladrones;  tiarone  ine  nome  dibate;  sin  embargo  te  voy  a decir  la  verdad. 

— Cuando  nosotros  salíamos  de  pescar  de  la  barra,  entramos  en  el 
conuco,  arrancamos  unos  ocumos,  cortamos  unas  cañas,  pues  teníamos  mu- 
cha hambre;  pero  siempre  tuvimos  intención  de  pagarlas  al  dueño  del  co- 
nuco. Eso  es  todo,  Nobo,  Padre;  pero  que  conste  que  ni  yo  ni  mi  gente  so- 
mos ladrones”. 

— Bien,  repuso  el  indio  Pedro;  eso  es  precisamente  lo  que  yo  quiero; 
que  me  pagues  el  ociano  y caña  robados,  que  te  cuestan  cuatro  mil  bolíva- 
res de  multa. 

— ¡Cuatro  mil  bolívares  de  multa!  ¿De  dónde  saco  yo  ciiatro  mil  bo- 
lívares, siendo  un  pobrecito,  como  tú? 

El  P.  Rodrigo,  que  escuchaba  la  reyerta  e ideaba  la  manera  de  de- 
jarlos a todos  contentos,  tuvo  una  ocurrencia  genial,  genialísima: 

Vamos  a ver,  Romerito,  qué  tienes  en  el  “torotoro” , baid  hecho  de 
tirite.  Abierto  el  baúl,  apareció  un  pantalón,  que  seguramente  no  era  ca- 
chemir ni  recamado  de  oro.  El  P.  lo  coge,  se  lo  alarga  al  indio  Pedro  y le 
dice:  “Toma;  este  es  el  pago  del  ocnimo  y vale  tres  mil  bolívares”. 

— Ah,  Padre;  y ¿la  caña?  ¿mi  caña? 


y 


1>R.  H.  F.  PARRA  LEOA 

Médico  - Cirujano. 

VIAS  DIGESTIVAS 

Carabobo  N°  28.  Teléfono  3958 

MARACAIBO 


VENEZUELA  MISIONERA 


39 


— Sí  hombre;  ahora  mismo  te  pagará  Romerito  la  caña. 

Echó  mano  nuevamente  el  P.  Rodrigo  a una  paila  pequeña,  que  no 
valía  más  de  diez  bolívares  y se  la  entregó  al  indio  Pedro  diciendo:  “Toma; 
este  es  el  pago  de  la  caña  robada  y vale  mil  bolívares.  ¿Quedas  ahora  con- 
tento? — Sí,  Dima;  sí.  Padre;  tú,  bueno  para  mí;  tú,  mucho,  mucho  quiere 
a los  indios;  tú,  mucho  sabiendo. 

No  es  para  decir  la  alegría,  el  contento,  el  gozo,  la  satisfacción  de  am- 
bos contrincantes,  del  iridio  Pedro  y del  indio  Romerito,  por  haberles  el  P. 
solucionado,  tan  fácilmente,  el  intrincado  asunto.  El  primero,  por  haber  co- 
brado cuatro  mil  bolívares,  por  la  caña  y el  ocumo;  y el  segundo,  por  haber 
pagado  cantidad  tan  fabidosa  de  dinero,  que,  sin  saber,  tenía  en  su  “toroto- 
ro”  encerrado. 


F R.  GASPAR  MA.  DE  PINILLA. 

o.  F.  M.  Cap.  Mis.  Apost. 


Comience  bien  cada  día,  con  la  afeitada  “GILLETTE”  perfecta. 
Máquina,  Hoja  y Crema  “GILLETTE”. 


Misiones  Saiesianas 
del  Alto  Orinoco 


i 


Si  yo  debiera  pintar  la  embriaguez,  pintaria  un  hombre  de  mi- 
rada estúpida,  paso  vacilante,  pómulos  morados  y nariz  también  mo- 
rada, boquiabierto  y con  un  palo  amenazador  en  su  mano. 

Y allá  en  el  fondo  del  cuadro,  pondría  a unos  niños,  (pie  lloran 
por  ver  llorar  a una  mujer,  cjue  es  su  buena  madre  y es  la  esposa  del' 
miserable  borracho. 

Y en  la  sombra  que  este  hombre  proyectara,  colocaría  estas- 
palabras:  Yo  todo  lo  arruino;  el  cuerpo,  el  alma  y la  familia. 

Y si  debiera  pintar  la  religión,  lo  baria  así.  Colocaría  una  ma- 
drona de  noble  aspecto,  envuelta  en  regio  manto,  con  mucha  luz  cil- 
la frente  para  indicar  la  fe  que  nos  hace  ver  a Jesús  en  la  persona- 
,del  necesitado ; con  una  rosa  sobre  el  corazón,  para  significar  la  ca- 
ridad; con  sonrisa  celestial  en  los  labios,  que  sería  el  amor  visible,  y 
en  sus  manos  pondría  muchas  perlas,  y juguetes  y golosinas,  que  se- 
rían otras  tantas  limosnas  de  la  dicha. 

Y allá  en  el  fondo,  junto  a un  lecho,  llorando  lágrimas  de  dulce 

afecto,  a unos  niños  pálidos  y probreménte  vestidos,  -y  a una  mujer,, 
que  sería  su  buena  madre,  la  esjiosa  del  enfermo.  Y en  la  sombra  que- 
esta  matrona  dejara  en  pos  de  sí,  escribiría  estas  palabras:  todo  lo 

remedio;  remedio  el  alma,  el  cuerpo  y la  familia. 

Vengamos  a hechos,  que  son  pinturas  vividas.  Hay  en  el  Terri- 
torio Federal  Amazonas,  un  pueblo,  que  no  quiere  nombrar,  y que 
cuenta  entre  sus  días  uno  de  muy  triste  alborada. 

Vivía  en  él  un  hombre  enfermo,  y por  añadidura  dado  al  vicio- 
de  la  embriaguez.  Carente  de  religión  que  da  fuerzas  morales  para; 
superar  las  enfermedades  y penas  de  la  vida,  y dado  al  licor,  que  es 
siempre  mal  consejero,  ¿qué  podrá  esperarse  de  un  hombre  asi,  en- 
fermo y vicioso?  ¿El  suicidio?  Sí,  el  suicidio,  y el  más  trágico. 


Típicos  indios  del 
Vicariato  Apostó- 
lico de  Urubam- 
ba  y la  Madre  de 
Dios,  conversando 
con  uno  de  los 
PP.  Misioneros 
Dominicos,  a 
quienes  está  con- 
fiada esta  Misión. 


i Prevaleció  en  el  ánimo  del  paciente  el  licor  sobre  los  principios 

religiosos,  y para  dar  fin  a su  dolor,  se  aplicó  un  petardo  de  dinamita 
¡ al  vientre,  prendió  fuego  a la  mecha,  y al  llegar  la  llama  al  expkísivo, 
un  estallido  despertó  sobresaltados  a los  vecinos  para  hacerlos  testi- 
gos de  una  horrible  escena. 

I El  dinamitado  aparecia  con  una  grande  oquedad  en  el  tronco; 

las  costillas  estaban,  unas  colgadas  del  techo  de  paja,  y otras  despa- 
[ rramadas  por  el  suelo,  y por  todas  parles  manchas  de  sangre.  En  esto 
paró  el  cuerpo  del  suicida. 

¿Y  la  familia? 

; Ante  esta  escena  tan  triste  la  religión  apareció  en  la  persona 

de  su  ministro  el  sacerdote-misionero,  (juien  a vista  de  la  tragedia, 
derramó  lágrimas  sobre  aquel  cuerpo  deshecho,  rogó  por  su  alma,  y 
I al  ver  a los  huérfanos,  y considerando  el  tristisimo  porvenir  que  les 
i aguardaba,  los  envolvió  con  el  manto  de  la  caridad,  sonrió  blanda  y 
amorosamente  y sus  mgnos  se  vaciaron  en  provecho  de  los  necesitados. 
' Unos  dias  más  tarde,  cuatro  niños  llegaban  a Puerto  Ayacuclio ; 

tres  niñas  y un  varoncito.  Todos  con  grandes  ojeras,  con  mucha  pali- 
dez, con  debilidad  extrema  y minados  por  la  fiebre. 

Í'  Las  niñas  ingresaron  en  el  Asilo  “Madre  Mazzarello”,  que  diri- 

gen las  buenas  Hijas  de  María  Auxiliadora,  y el  niño  fné  recogido  en 
!j  el  Asilo  “Pío  XP’;  todos  completamente  gratis;  alli  han  enconti’ado  en 
sus  respectivos  superiores  abundancia  de  amor  y buenos  alimentos, 
que  rehabilitan  a la  par  que  sus  cuerpos,  también  sus  almas. 

Puerto  Ayacucho,  diciembre  de  1943. 


Si  le  pica  no  se  rasque;  use  SALICIL  MENTOL. 


Mientras  boreal  destello, 
—símbolo  de  las  almas- 
poetizare  el  paisaje 
de  los  perennes  hielos, 
habrá  Misioneros. 


Mientras  el  sol  plasmare 
con  sus  rayos  de  fuego 
lo:  fúlgidos  diamantes 
de  los  cafres  más  negros, 
habrá  Misioneros. 


Mientras  el  Sol  eterno 
espirituales  gemas 
modelare  en  el  pecho 
del  patagón  gigante, 
habrá  Misioneros. 


Mientras  lanzar  quisieren 
el  vuelo  postrimero 
las  águilas  caudales 
que  aprisionan  los  cuerpos, 
habré  Misioneros. 


Mientras  por  los  senderos 
de  nuestra  vida  triste 
se  sienta  el  aleteo 
de  infantiles  querubes, 
habrá  Misioneros. 


Mientras  bajo  el  alero 
de  una  leprosería 
se  escucharen  los  ayes 
de  carcomidos  cuerpos, 
habrá  Misioneros. 

Mientras  exista  el  plectro 
de  poesía  perenne 
en  el  azul  del  Cielo, 

—el  centro  de  las  almas,— 
habrá  Misioneros. 

Mientras  la  viva  llama 
del  ideal  del  Celo 
alentare  el  pecho 
de  tan  sólo  un  apóstol, 
habrá  Misioneros. 

Mientras  por  nuestras  selvas 
de  exabruptos  senderos 
vegetaren  los  indios 
sedientos  de  consuelos, 
habrá  Misioneros. 


Ca'acas,  Día  Misional  de  1943. 


A 


II 

DICEN  que  Santa  Teresa  de  Jesús  convirtió  más  almas  con  su  oración  sin 
salir  del  convento,  que  San  Francisco  Javier,  que  vivió  en  la  India  y en  Japón. 

★ 

EL  apostolado  de  la  oración  por  las  misiones  es  el  más  oculto,  el  más  desco- 
nocido, pero  seguramente  que  es  el  más  eficaz. 

★ 

CUANDO  oramos  por  las  misiones  contribuimos  con  Jesús  a la  grandiosa  obra 
de  la  redención.  Cuando  pedimos  por  las  misiones,  nos  compenetramos  de  los  mismos 
sentimientos  de  Jesucristo  al  pedir:  Venga  a nos  tu  reino. 

★ 

NOSOTROS,  que  por  una  misericordia  de  Dios  no  merecida,  fuimos  favoreci- 
dos desde  nuestros  primeros  años  con  el  don  inapreciable  de  la  fe,  pidamos  para  que 
los  mil  millones  de  infieles  sean  iluminados  con  esta  antorcha. 

★ 

JESUS  moribundo  en  el  árbol  de  la  cruz  sintió  sed  ardiente  y devoradora.  Era 
sed  de  almas.  Ayudemos  a apagar  esa  sed.  Hagamos  algo  cada  día  por  las  Misiones. 

★ 

LA  OBRA  de  la  Propagación  de  la  Fe  no  exige  a sus  miembros  más  que 
rezar  un  Padre  nuestro,  un  Ave  María  y hacer  una  invocación  a San  Francisco  .Ja- 
vier. Y dar  la  pequeñísima  suma  de  cinco  céntimos  semanales. 

★ 

PUES  estas  pequeñas  limosnas  van  formando  el  gran  acervo  que  remediará 
muchas  necesidades  en  las  Misiones. 


★ 

¿QUIEN  mira  como  cosa  propia,  como  algo  de  casa,  con  interés,  con  verda- 
dero amor  las  Misiones  católicas?  No  es  asunto  que  han  de  resolver  solamente  los 
Misioneros;  también  nosotros,  sin  necesidad  de  internarnos  en  los  campos  de  Misión 
podemos  ser  misioneros. 

★ 

DIJO  .Jesús:  Yo  he  venido  para  que  las  almas  tengan  vida,  y la  tengan  en 
abundancia,  y nunca  les  llegue  a faltar.  Y pensar  que  son  tantos  millones  de  almas, 
que  no  tienen  esa  vida... 

★ 

NO  dejes  de  rogar  todos  los  días  en  tus  oraciones  por  esta  necesidad  urgente 
de  las  Misiones  Católicas. 


EL  PEREGRINO 


D E 


UMBRIA 


Indios  de  M ureitá,  llegados  a la  Misión  de  Santa  Elena  de  Uairén,  co 

allí  se  está  educando. 


PANTON  ICHIPUE 


Así  cuentan  los  indios  p e m o n e s 
EL  FIAIMA  Y LOS  TRUENOS 


1 —  Un  indio,  ido  a flechar  pájai’os 
con  su  cerbatana,  encontró  un  Piai- 
má  columpiándose  en  un  árbol.  El 
Piaimá  era  uno  solo. 

2 —  Después  de  haberlo  visto,  re- 
gresó a la  casa,  lleno  de  miedo,  a 
buscar  un  compañero  para  ir  los  dos 
a matarlo. 

3 —  Los  dos  juntos  se  fueron  a ver 
el  Piaimti,  pero  se  encontraron  con 
que  en  vez  de  uno  eran  dos  los  Piai- 
má y de  un  tamaño  descomunal,  por 
lo  que  se  llenaron  de  miedo,  y re- 
gresaron a la  casa  a buscar  más 
compañeros. 

4 —  “Allá  hay  unos  bichos  horribles, 
pegados  a un  árbol  como  ios  mur- 

. ciélagos,  que  re  ven  como  uno  y lue- 
go se  convierten  en  dos”,  dijeron  a 
sus  compañeros. 

5 —  “Vámonos  a ver  si  es  verdad”, 
^contestaron  ellos.  “Vámonos  tcdos 


juntos  a matarlos”,  volvieron  a de- 
cir. 

6 —  Y entonces,  tantos  como  los 
dedos  de  una  mano,  y tantos  como 
los  de  la  otra  mano,  y tantos  como 
los  del  pie  (es  decir,  15)  reunidos 
en  gran  número  se  fueron  allá. 

7 —  “En  dónde  están?”,  pregunta- 
ron ellos.  Y el  primero  que  los  ha- 
bía visto  les  dijo:  “Allá  están  entre 
la  espesura,  en  medio  de  un  beju- 
quero”. 

8 —  Se  internaron  un  poco  más  en 
el  bosque  y allá  los  encontraron. 
Caramba!,  no  eran  dos;  ya  eran  tan- 
tos como  ellos. 

9 —  “Colocándonos  al  igual  de  ellos 
vamos  a matarlos”,  se  dijeron.  Pero 
uno  de  ellos,  el  primero  que  los  ha- 
bía visto,  estaba  medrosísimo. 

10 —  Entonces,  bien  colocados  al- 
rededor de  los  mismos,  se  dispusie- 


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R.  P.  Víctor  de  Carva- 
jal, activo  y entusiasta 
Misionero  de  la  nueva 
Casa-Misión  de  Santa 
Teresa  de  Kavanayén, 
en  la  Gran  Sabana. 


ron  a matarlos;  pero  no  pudieron 
con  ellos,  al  contrario,  los  bichos  se 
comieron  a los  indios. 

11 —  Aquel  miedoso,  que  se  había 
quedado  detrás,  al  ver  que  los  bi- 
chos se  comían  a sus  compañeros, 
huyó  corriendo. 

12 —  Al  quedar  solo  se  afligió  gran- 
demente; y cuando  iba  huyendo  allá 
por  la  cima  de  un  cerro,  vió  en  el 
valle,  al  pie  del  cerro,  humo  como 
de  gente  que  pega  fuego  a su  roza 
o conuco. 


1.3 — Hacia  allá  dirigió  sus  pasos; 
bajó  por  el  cerro  y en  la  falda  del 
mismo  vió  a un  viejito  con  su  mu- 
jer, que  estaba  pegando,  fuego. 

14 —  “Qué  estás  haciendo,  abue- 
lo?”, le  dijo.  El  viejo  le  contestó: 
“Nada,  aquí  estoy  entretenido  qtie- 
mando  mi  roza.  Y tú  a qué  vienes?” 

15 —  El  indio  le  contestó:  “Por 

aquí  ando  sufriendo  y desconso- 
lado porque  he  quedado  solo;  unos 
bichos  me  comieron  a los  compañe- 
ros y ando  llorándolos”. 


BLANCA  NIEVE 


Azúcar  la  más  pura 
y de  mejor  dulzura. 


VENEZUELA  MISIONERA 


• 48 


16 —  “Bueno,  bueno,  mi  nieto,  ven- 
te para  que  hablemos  en  la  casa”, 
le  dijo  el  viejo,  que  era  el  padre  de 
los  truenes.  Se  fueron  a la  casa  y 
el  indio  con  ellcs. 

17 —  El  indio  vió  en  la  casa  una 
gran  cantidad  de  escopetas  guinda- 

~das  (y  no  se  daba  cuenta  de  que 
eran  los  truenos) . 

18 —  Antes  de  preguntarle  nada,  le 
dió  comida  al  indio.  Comido  que  hu- 
bieron, le  interrogó  diciendo:  “Cómo 
fué  que  los  bichos  comúeren  a tus 
compañeros;  y cómo  eran  los  tales 
bichos?”  — “Los  bichos  eran  gran- 
dísimos, como  los  Piaimá,  y estaban 
columpiándose  en  un  árbol”,  con- 
testó el  indio. 

19 —  El  padre  de  los  truenos  le  di- 
jo: “Evidentemente,  esos  bichos  eran 
Piaimá,  devoradores  de  indios”. 

20 —  Al  oír  esto,  las  escopetas  se 
descolgaron  convirtiéndose  en  hom- 
bres y diciendo:  “En  dónde  están 
ellos?”  El  indio  les  contestó:  “Es- 
tán allá  y son  muchos  esos  bichos”. 
Ellos  le  replicaron:  “Ea,  pues;  vá- 
monos a verlos”. 

21 —  Entonces  subieren  al  cerro 
por  donde  había  bajado  el  indio; 
tramontaron  la  cumbre;  y el  indio 
les  señaló  el  lugar  de  los  bichos 
aquellos. 

22 —  “En  dónde  están?”,  le  dijeron. 
— “Allá  están  entre  la  espesura,  en 
medio  de  un  bejuquero”,  les  respon- 
dió el  indio.  Caminaron  un  poco 
más  y llegaron  al  sitio. 

23 —  Llegados  allá,  los  truenos  di- 
jeron al  indio:  “Estate  quedo  junto 


a este  árbol  y no  te  muevas;  y no 
te  asustes  cuando  disparemos  nues- 
tras escopetas”.  Y el  indio  se  quedó 
arrimado  a un  ceibo. 

24 —  Entonces  aquellos  seres,  con- 
vertidos en  truenos  y viento,  mata- 
ren a los  Piaimá  y resquebrajaron 
los  árboles  con  repetidas  descargas 
de  plomo  y viento  huracanado.  Pero 
el  indio  se  estuvo  tranquilo,  según 
le  habían  conminado,  al  pie  del  ár- 
bol. 

25 —  “Tal  era  la  paga  que  esos  se 
merecían”,  dijeron  los  truenos.  Esto 
dicho,  entregaron  al  indio  dos  esco- 
petas y le  dijeron:  “Esta  la  dispa- 
rarás cuando  des  vista  a tu  casa  pa- 
ra que  nosotros,  desde  la  nuestra, 
cepamos  cuando  llegas  allá;  esta 
otra,  la  dispararás  cuando  vengas  a 
nuestra  casa”.  Dicho  esto,  los  true- 
nes convertidos  en  viento,  se  aleja- 
ron. 

26 —  El  indio  se  fué  a casa  de  su 
madre;  y cuando  ya  estaba  para  lle- 
gar disparó  la  escopeta  que  le  habían 
dado  los  truenos.  El  disparo  resonó 
muchísimo. 

27 —  Llegado  a la  casa,  el  indio  di- 
jo a su  madre:  “Ea,  vámonos  de  aquí 
a casa  del  padre  de  los  truenos;  allí 
había  mucha  comida,  había  carne  de 
danta  (tapir) , y la  carne  de  váqumo 
era  no  poca”. 

28 —  Por  eso,  el  indio  con  su  ma- 
dre y tías,  sus  hermanas  y primas 
se  puso  en  camino. 

29 —  Cuando  subieron  el  cerro  y 
desde  la  cumbre  dieron  vista  a la 


• Cuando  tenga  que  h:icer  un  bautizo  en  MARACAIBO  visite  siempre 


“EL  BEBE”. 


VENEZUELA  MISIONERA 


49 


casa  de  los  truenos,  el  indio  disparó 
la  otra  escopeta. 

30 — Entonces  el  viejo  padre  de  los 
truenos:  “Ya  está  viniendo  mi 

nieto”,  dijo. 

Sl^Poco  después  el  indio  llegó  a 
la  casa  de  los  truenos  y se  anunció 


diciendo:  “Aquí  estoy  llegando  con 
mis  madres  y hermanas”. 

32 — Entonces  entregó  a sus  her- 
manas por  esposas  de  los  truenos;  y 
allí,  al  lado  de  los  truenos,  se  mul- 
tiplicaron con  sus  casas  y conucos. 

Así  dice  el  cuento. 


NOTAS: 

1 — En  este  cuento  se  nos  habla  de  dos  clases  de  seres,  los  Piaimá  y los  True- 
7WS.  Los  Piaimá,  según  se  dice  en  esta  narración  y en  otras  muchas,  son  seres 
antropoides  o antropomorfos,  de  gran  tamaño,  gigantescos,  cuelli,  braci  y perni- 
largos: sus  dimensiones  son  tales  que,  por  el  lóbulo  auricular  agujereado,  por  donde 
los  indios  suelen  introducir  cañutos  de  pajitas,  ellos  meten  los  pies  de  un  indio; 
cuando  están  sentados,  las  rodillas  les  tocan  con  las  orejas,  por  donde  se  ve  que  las 
orejas  son  también  enormes  o que  el  tronco  (pecho  y vientre)  son  muy  reducidos 
•en  proporción  con  las  extremidades  Estos  seres  siempre  viven  en  las  selvas,  entre 
espesuras,  tienen  sus  caminos  por  barrancos  y escarpados  y una  ^ de  sus  diver- 
siones favoritas  consiste  en  columpiarse  de  las  ramas  altas  o agarrándose  de  beiu- 
cos.  Una  clase  de  éstos  precisamente  tiene  el  nombre  de  chinchorro  de  Piaimá.  En 
otros  cuentos  tendremos  ocasión  de  ver  varias  otras  propiedades,  que  los  ¡ndios  les 
atribuyen. 

2 —  Los  Truenos  (Uaranapí)  suelen  sernos  descritos  por  los  indios  como  enanos, 
también  antropomorfos,  habitando  en  las  nubes;  sus  rostros  son  rojizos,  sus  cabe- 
llos ensortijados;  sus  escopetas,  si  bien  pequeñas,  producen  estallidos  horrí- 
sonos y resquebrajan  árboles  y peñascos. 

3 —  Adviéi’tase  en  el  vers.  6 la  manera  de  contar  por  las  manos  y los  pies,  que 
en  el  caío  presente  dan  un  número  de  15,  que  para  los  indios  es  ya  un  gran  número. 

4 —  En  el  vers.  14  nótese  el  tratamiento  que  el  indio  da  al  viejo  de  ahucio. 
Ningún  tratamiento  más  halagador  se  le  puede  dar  a un  anciano;  y entre  los  in- 
dios todos  se  tratan  en  términos  de  parentesco,  reales  o imaginarios,  en  conformidad 
del  sexo  y edad : los  indios  todos  son  cuñados,  hermanos  o hermanas,  abuelos  o abue- 
las, etc.  Lo  contrario  es  muy  mal  visto  entre  ellos. 

5 —  Tienen  los  indios  costumbre  de  hacer  salvas  de  escopeta  para  anunciar 
su  llegada  y,  a falta  de  escopeta,  pegan  fuego  a los  pajonales  de  las  sabanas.  A 
esta  costumbre  aluden  los  vers.  25,  26  y 29. 

6 —  La  necesidad  de  la  agricultura  la  tienen  tan  arraigada  los  indios  que 
hasta  los  seres  fantásticos  como  los  Piaimá,  los  Truenos,  los  Rato,  según  ellos  tienen 
sus  conucos.  Existe  una  paja,  que  crece  hasta  un  metro  de  alta  y que  suele  espigar 
en  octubre  y noviembre,  a la  que  llaman  maíz  de  los  Truenos. 

— 7 — Si  los  Piaimá  son  seres  absolutamente  fantásticos  o son  reminiscencias 
abultadas  de  otra  tribu  de  indios  más  corpulentos  que  ellos,  sus  enemigos  y en  veces 
sus  devoradores,  no  nos  atrevemos  a definir,  pero  lo  cierto  es  que,  a lo  menos,  prueba 
que  la  antropofagia  no  fué  un  mito  inventado  por  los  europeos  contra  los  indios. 

Fr.  CESAREO  DE  ARMELLADA. 

MIS.  CAP. 


Complete  el  confort  de  su  afeitad?,  con  1-  CREMA  GILLETTE 

para  usar  sin  brocha 


XVI 


SEGUNDO  CONVENTO  DE  CUMANA 

Ya  hemos  hablado  extensamente  en  otro  lugar  de  esta  Revista  (enero,  fe- 
brero, marzo  y julio  de  1941),  del  primitivo  Convento  franciscano  de  Cumaná, 
fundado  por  los  años  1514-1516,  el  cual  duró  poco  tiempo  a causa  de  las  gran- 
des vicisitudes  que  tuvieron  lugar  en  aquella  época  lejana  y azarosa.  La  reedi- 
ficación del  mentado  Convento  fué  en  extremo  tardia,  pues  no  se  llevó  a cabo> 
hasta  el  año  1641,  fecha  en  que  el  Rey  expidió  una  Real  Cédula  autorizando  di- 
cha reedificación. 

Sobre  este  segundo  Convento  de  Cumaná  publicamos  en  1926  un  estudio 
histórico  bastante  amplio,  que  el  curioso  lector  puede  leer  en  nuestro  libro  Me- 
morias para  la  Historia  de  Cainanú,  pp.  321-338.  Con  pequeñas  variantes  y adi- 
ciones daremos  aqui  una  breve  sintesis  de  aquel  nuestro  trabajo. 

1.  — La  reedificación.  — El  nuevo  Convento  cuyo  titular  fué  Nuestra  Se- 
ñora de  Aguas  Santas,  aunque  popularmente  se  le  llamaba  San  Francisco,  se  edi- 
ficó en  lugar  distinto  del  primero,  es  decir,  al  Sur  de  la  ciudad  y en  las  proxi- 
midades del  pintoresco  Manzanares,  recibiendo  después  esta  parte  de  la  pobla- 
ción el  nombre  que  aún  conserva  de  Barrio  de  San  Francisco. 

El  Libro  Becerro  del  Convento  de  Cumaná  dice  sobre  el  particular:  “Eu 
25  de  Marzo  de  1641  expidió  la  Magestad  Cathólica  de  nuestro  Soberano  la  real 
Cédula  de  reedificación  para  este  Convento  de  Cumaná,  por  haberse  arruinada 
el  que  antes  habia,  como  consta  de  este  Archivo  donde  se  halla  original”  (foL 
3).  Este  es  el  único  dato  que  tenemos  acerca  de  los  orígenes  de  este  segunda 
convento  cumanés. 

2.  — ¡AIS  Memorias  o Fundaciones  pias.  — En  1799  en  que  era  Guardián  del 
Convento  el  P.  Fr.  Marcelino  Reigada  habiá  fundadas  en  él  94  Memorias,  cuyo 
capital  ascendía  a 29.261  pesos,  de  los  cuales,  en  el  citado  año,  sólo  existían  vi- 
gentes 20.013,  habiéndose  perdido  desde  el  principio  del  siglo  XVllI,  9.248  pe- 
sos. De  todas  estas  Memorias  habla  el  expresado  Libro  Becerro,  del  cual  toma- 
mos los  siguientes  datos,  los  más  antiguos  que  poseemos  acerca  del  Convento  de 
San  Francisco. 

El  Pbro.  Don  Juan  Gómez  Zambrano,  en  1635,  mandó  imponer  a censo  la 
suma  de  1.500  pesos,  para  que  con  su  rédito  anual  se  aplicasen  por  su  intención 
52  misas  cantadas,  en  los  sábados  del  año,  a la  Pura  y Limpia  Concepción  de 


BLANCA  NIEVE 


La  Reina  del  azúcar. 

Endulza  más  con  menos  cantidad. 


VENEZUELA  MISIONERA 


51 


Ntra.  Sra.,  saliendo  el  estipendio  a 13  reales.  La  prim.era  escritura  de  esta  pía 
fundación  se  otorgó  el  28  de  junio  de  1635,  y en  ella  se  nombran  únicos  cape- 
llanes los  Religiosos  Franciscanos,  lo  cual  parece  indicar  que  éstos  ya  se  encon- 
traban en  Cuinaná  para  esa  fecha. 

La  segunda  Memoria  perpetua  es  la  del  señor  Alonso  Martin  del  Serró, 
el  cual  en  24  de  octubre  de  1640  otorgó  su  testamento  ante  el  escribano  Don 
Sancho  Mendoza,  haciendo  constar  en  él  que  tenia  hecha  una  fundación  de  500 
pesos  a favor  de  este  Convento,  y además  otra  de  340  pesos  a beneficio  del  Padre 
Don  Juan  de  Ramos  Viena,  la  cual  a su  muerte  pasarla  al  mismo  Convento. 
Finalmente,  dispuso  que  el  remanente  de  todos  sus  bienes  se  impusiese  en  Me- 
moria perpetua  a favor  de  la  Comunidad  franciscana,  y que  las  tres  fundaciones 
unidas  se  aplicasen  en  misas  rezadas. 

Sigue  a continuación  la  Memoria  perpetua  de  Doña  Claudia  Coutino.  Por 
escritura  de  reconocimiento  que  otorgó  Don  Mateo  Cordón  en  26  de  abril  de 
1652  ante  el  escribano  Don  Juan  Martínez  Solis,  se  hace  constar  que  correspon- 
den al  Convento  300  pesos,  que  él  reconoce,  valor  de  varias  piezas  que  remata 
de  los  bienes  de  Doña  Claudia  Coutino;  y en  otra  otorgada  en  1680  ante  el  escri- 
bano Don  Juan  Ortega  por  Francisco  Duque,  reconoce  éste  otra  Memoria  de  270 
pesos  de  principal  por  otros  tantos  que  su  padre  tenia  recibidos  del  Licenciado 
Don  Antonio  Orieres,  su  sobrino  y Patrono  de  la  Memuria  de  dicha  Coutino. 

Los  limites  fijados  a este  breve  estudio  nos  impiden  hacer  mención  de 
'Otras  muchas  memorias  que  existieron  en  el  Convento  de  San  Francisco  y de  cu- 
yos réditos  vivían  los  Religiosos. 


Y recuerde:  SALICIL  MENTOL,  excelente  perfume  contra  sarna, 

sabañones  y eczema. 


52 


VENEZUELA  MISIONERA 


3.  — Personajes  ilustres  sepultados  en  San  Francisco.  — Si  las  nuichas  Ca- 
pellanías fundadas  en  el  Convento  franciscano  demuestran  la  acendrada  piedad 
de  los  cumaneses  y su  particular  afecto  a los  hijos  del  Poverello  de  Asis,  no  lo 
dem.ucstra  menos  otro  hecho  importante,  esto  es,  la  devoción  de  muchas  fami- 
lias en  ser  enterradas  en  el  expresado  cenobio,  según  se  desprende  de  los  libros 
parroquiales  de  Santa  Inés. 

Allí,  dentro  de  los  claustros  franciscanos,  recibieron  cristiana  sepultura, 
entre  otros  muchos  que  sería  prolijo  enumerar,  los  siguientes:  Don  Diego  An- 
tonio Alcalá  hijo  legítimo  de  Don  Pedro  de  Alcalá  y de  Doña  Andrea  de  Gue- 
vara, casado  con  Doña  Isabel  María  Rendón,  y sobrino  del  Phro.  Don  Antonio 
Patricio  de  Alcalá;  Doña  Estefanía  Soro,  mujer  que  fué  de  Don  Antonio  López 
de  la  Puente;  Doña  Leonor  Parejo,  casada  con  el  Sargento  Don'  Manuel  Rodrí- 
guez, (piien  dispuso  se  le  dijeran  en  el  Convento  de  San  Francisco  las  misas  del 
alma  y otras;  Don  Francisco  José  Muñoz,  Subteniente  de  Infantería  retirado  de 
la  Plaza,  marido  que  fué  de  Jacinta  Almirante;  Don  Francisco  Montes,  Sargenta 
retirado,  casado  con  Margarita  Abren;  Don  Ignacio  Sotillo,  hijo  legítimo  del  Al- 
calde provincial  y Alcalde  de  primera  elección,  Don  Antonio  Sotillo,  y de  Do- 
ña Inés  María  Santaelia;  Don  Francisco  Jerónimo  Astudillo,  Sargento  retirado; 
Don  José  Sánchez,  marido  de  María  de  la  Luz  Maiz,  Teniente  de  Milicias  reti- 
rado; Don  Francisco  Avendaño,  Contador  de  la  Renta  del  Tabaco,  casado  con 
Doña  Francisca  Brito,  padre  del  célebre  General  Francisco  de  Paula  Avendaño; 
y finainiente,  el  General  José  Francisco  Bermúdez,  cuya  partida  de  enterramien- 
to es  como  sigue:  “En  la  bóveda  de  los  Padres  Franciscanos,  convento  de  Cu- 
maná,  hoi  diez  y seis  de  dicicni.bre  de  mil  ochocientos  treinta  i uno,  di  sepultu- 
ra con  entierro  rezado.  Vigilia  y Misa  cantada  al  cadáver  del  Sr.  general  en  Jefe 
de  esta  República  de  Venezuela,  José  Francisco  Bermúdez,  marido  de  la  Sríl.  Ca- 
simira Guerra.  No  recibió  ningún  sacramento  porque  fué  muerto  anoche  ale- 
vosamente de  un  balazo,  y para  que  conste  lo  certifico  y firmo. — Andrés  Padi- 
lla Morón”. 

4.  — Lo  que  dice  Caulin.  — Algunos  de  los  personajes  arriba  mencionados 
fueron  enterrados  en  el  altar  de  la  Virgen  do  la  Soledad,  el  cual  existió  en  el 
Templo  franciscano  de  Cumaná,  donde  existió  también  otro  dedicado  a San  Jo- 
sé. Sobre  la  imagen  de  Nuestra  Señora  de  la  Soledad  dice  el  P.  Caulin:  “en  su 
iglesia  (la  del  Convento)  se  venera  la  milagrosa  Imagen  de  Nuestra  Señora  de 
la  Soledad  en  cuadro  muy  devoto,  a quien  intitula  Patrona  la  tropa  de  los  Mili- 
tares, haciéndole  anualmente  su  honorífica  Fiesta;  y es  cosa  de  adnwrar  que  vi- 
niendo todos  los  años  de  Vera-Cruz  el  pagamento  de  los  sueldos  por  unos  mares 
donde  se  cruzan  los  corsarios  enemigos  y piratas,  sin  embargo  de  baber  sido- 
muchas  veces  perseguido  de  ellos,  jamás  ha  padecido  detrimento,  por  la  espe- 
cial devoción  con  que  veneran  a esta  Sagrada  Reina,  y le  ruegan  por  este  favor 
sus  cordiales  devotos.  Igualmente  se  experimenta  su  protección  en  los  años 
de  esterilidad,  sacándola  procesionalmente  para  recibir  el  beneficio  de  las  llu- 
vias, que  a su  salida  suelen  caer  muy  copiosas,  con  que  se  aumenta  cada  día  la 
devoción  de  las  almas.  La  titular  de  este  convento  es  nuestra  Señora  de  Aguas 
Santas,  cuya  milagrosa  imagen  se  venera  en  una  iglesia  Ermita,  que  está  funda- 
da junto  al  Castillo  o Real  F’uerza  de  Araya.  Por  la  demolición  del  Castillo,  y 


Crema  de  afeitar  “GILLETTE”.  La  sensación  más  grata  para  el  complementa 

perfecto  de  su  afeitada  diaria. 


VENEZUELA  MISIONERA 


53 


abandono  de  la  pequeña  población  de  Araya  que  se  transmigró  a Cumaná,  se 
trasladó  también  esta  Santa  Imagen  a dicha  ciudad”.  Historia  de  la  Nueva  An- 
dalucia,  p.  128;  edic.  1779). 

5.  — Número  de  Religiosos.  — Cuando  escribía  Caulin  residían  en  el  Con- 
vento de  Cumaná  12  Religiosos;  en  1740,  ocho;  en  1761,  once;  en  1809,  seis,  ^ 
saber:  Padres  Tomás  Garmcndia,  Presidente,  Juan  Marcelo  Laguna,  Juan  Bau- 
tista Molinar,  Predicador  conventual,  Fernando  Pérez  y José  Espinosa,  más  un 
corista  Fr.  Marcos  Martínez. 

El  P.  Molinar,  nacido  en  Cumaná  en  1780  y fallecido  en  1853,  fué  uno  de 
los  franciscanos  más  meritorios  y que  prestaron  más  relevantes  servicios  a la 
Diócesis  de  Guayana  en  la  primera  mitad  del  siglo  pasado,  habiendo  sido  Cura 
Párroco  de  San  José  de  Areocuar  durante  doce  años,  y de  Carúpano  por  más  de 
treinta.  El  P.  Laguna  prestó  también  buenos’ servicios  a la  Parroquia  de  Santa 
Inés  de  Cumaná,  y el  P.  Espinosa  fué  Cura  de  Aricagua. 

6.  — La  exclaustración.  — El  Convento  de  San  Francisco  fué  suprimido 
por  las  leyes  de  28  de  julio  de  1821  y de  7 de  abril  de  1826.  Más  tarde  por  de- 
creto del  General  Páez,  Presidente  de  la  República,  de  fecha  28  de  fébrero  de 
1834,  Sfc  erigió  en  él  el  Colegio  Nacional,  aplicándosele  todos  sus'  bienes,  rentas 
y capellanias.  Alli  permaneció  dicho  instituto  hasta  que  fué  destruido  por  el 
terremoto  de  1853. 

A partir  de  aquella  época,  el  arruinado  edificio  tuvo  otros  usos  profanos, 
como  teatro,  etc.,  hasta  que  fué  adquirido  por  Don  Andrés  A.  Bruzual,  quien 
habiéndolo  reedificado  en  su  planta  baja,  estableció  en  él  una  jabonería.  La 
entrada  a este  establecimiento  es  indiscutiblemente  la  misma  del  antiguo  con- 
vento; sobre,  ella  existe  aún  en  relieve  el  escudo  franciscano,  y a su  izquierda 
se  distingue  perfectamente  el  primer  cuerpo  de  la  faehada  principal  de  la  igle- 
sia, con  cuatro  contrafuertes  o estribos  al  exterior'  y la  puerta  mayor,  tapiada, 
en  el  centro,  como  igualmente  sus  solares  enladrillados;  contigua  y paralela  al 
lemiplo  conventual  se  hallaba  la  Capilla  de  la  Orden  Tercera,  cuya  construcción 
se  había  comenzado  en  1779  se  había  terminado  en  1795.  Fuera  de  esto,  no 
se  conserva  del  antiguo  e histórico  convento  otra  cosa  que  algunos  restos  de 
manipostería  de  sus  viejos  muros.  El  terremoto  de  1929  causó  nuevos  desper- 
fectos en  ellos,  que  fueron  luego  reparados  por  el  señor  Bruzual,  llevado  del  afec- 
to y veneración  que  siente  por  tan  venerables  reliquias  coloniales. 

Muchas  *de  las  aL:-ajas  ue  oro  y plata,  ([ue  habían  pertenecido  al  Conven.- 
to,  fueron  vendidas  en  1327,  y los  ornameatos,  imágenes  y demás  enseres  se  dis- 
tribuyeron entre  las  iglesias  de  los  pueblos  de  la  provincia. 

Asi  desapareció  el  segundo  Convento  franciscano  de  Cumaná. 

FR.  CAYETANO  DE  CARROCERA. 

o.  F.  M.  Cap. 


Azúcar  refinada. 

Endulza  más  con  menos  cantidad 


^ 1 
^2 
^3 

★ 4 

*5 


¿QUIENES  estaban  encargados  de  estas  Misiones? 


¿CUANTAS  Misiones  hubo  antes  de  la 
Independencia  en  Venezuela? 


¿CUAL  es  el  número  de  católicos  de  toda  América? 


¿DE  qué  Obra  Misional  es  Patr^ona  Santa  Teresita 
del  Niño  Jesús? 


¿QUIEN  la  declaró? 


LECCION  DE  MISIONES 


Contestando  a las  preguntas  del  número  anterior: 

1.  El  primer  Misionero  del  Evangelio  fué  Nuestro  Señor  Jesucristo,  Hijo  de  Dios 

y Salvador  del  mundo,  enviado  por  el  Eterno  Padre  “para  que  el  mundo  se  salve  por 
El”.  Fué  asimismo  el  Fundador  de  las  Misiones,  enviando  a sus  Apóstoles  “a  instruir 
a todas  las  gentes”  y “a  predicar  el  Evangelio  a toda  criatura”. 

2.  La  población  total  del  mundo,  según  cálculos  aproximados,  es  de  2.136.000.000 

(dos  mil  ciento  treinta  y seis  millones).  ( 

3.  — Los  católicos  en  la  actualidad  somos  unos  400.000.000  (cuatrocientos  mi- 
llones). 

4.  San  Francisco  Javier.  Fué  declarado  Patrón  oficial  de  la  Obra  de  la  Propa- 
gación de  la  Fe  por  Sv  S.  el  Papa  Pío  X,  según  decreto  del  25  de  tnarzo  de  1904. 

5.  Nació  este  esclarecido  Misionero  el  7 de  abril  de  1506  en  el  castillo  de  los 

nobles  de  Javier,  lugar  de  la  Provincia  de  Navarra  (España).  Movido  por  la  gracia 
de  Dios,  se  unió  a los  primeros  compañeros  de  San  Ignacio  de  Loyola,  Fundador  de 
los  Religiosos  Jesuítas. 

Misionó  con  celo  incansable  en  la  India,  fijando  primero  su  residencia  en  Goa, 
capital  entonces  de  aquel  vasto  territorio;  después  pasó  a Ceilán,  a las  islas  Molucaa 
y al  Japón,  dejando  en  todas  partes  sembrada  la  semilla  del  Evangelio  de  Cristo.  Qui- 
so introducirse  a misionar  en  China;  pero  rendido  por  los  trabajos  y privaciones  de 
su  apostólico  Ministerio,  murió  en  la  isla  de  Saucián,  a la  vista  de  Cantón,  el  día  3 
de  diciembre  de  1552,  a los  46  años  de  edad. 

NOTA.— El  premio  ofreoido  a las  mejores  respuestas  del  número  anterior,  no  hemos  podido  en- 
tregarlo, pues  son  m\iy  pocas  las  contestacioness  rocibid.''s,  y ninguna  de  ollas  es  enteramente  exacta. 
Lo  reservaremos,  esperando  que  las  que  sigan  viniendo  estén  rnejor.  Propagad,  niñas  venezolanos, 
entre  vuestros  amiguitos  esta  LECCION  DE  MISIONES,  para  que  todos  se  apliquen  a conocer  la 
propagíación  del  Santo  Evangelio  en  el  mundo. 

O bendice  vuestro  amigo. 


E L 


MISIONERO. 


I 


-★  Maracaibo,  8 de  noviembre  de 
1943.  Rdo.  Fr.  Antonino  M9  de 
THadridanos.  Caracas.  Estimado  Pa- 
dre: He  sábido  por  medio  de  lo 
que  tantas  veces!  nos  explica  nues- 
tra Hermana  Profesora,  cuántos 
indiecitos  hay  que  no  conocen  a 
Dios.  Ese  es  el  objeto  de  mi  car- 
ta, remitirle  Bs.  % para  el  bau- 
tizo de  una  indiecita  con  el  nom- 
bre de  Carmen  Josefina  Romero. 
En  recompensa  solamente  deseo 
participar  en  sus  ruegos  y ora- 
ciones. Quien  desea  mucho  la  ben« 
■diga. 


.Carme'n\  Hercilia  Ttomero  V. 
Alumna  del  Colegio 
“Santa  Ana"”. 


~Ár  Y se  ve  bien,  Carmencita,  qne  te 
aprovechas  de  esas  explicaciones  de 
■ la  Hermana  sobre  los  indiecitos. 
Dios  recompense  tu  ccóridad;  será 
bautizada  la  niñita  como  tú  lo  de- 
seas y con  nombre  tan  lindo.  Dios 
.te  bendipa. 


Misiones.  Y hemos  logrado  recolectar  entre  las  niñas  del  5» 
Grado  Bs.  10  para  bautizar  des  indiecitos  con  los  nombres  de 
María  Rafols  y Teresita  del  Pilar.  Nuestra  Maestra  nos  da 
siempre  buenos  consejes  para  que  ayudemos  a la  salvación 
de  las  almas.  Por  ahora  nos  despedimos  de  Ud.,  deseando  nos 
bendiga. 

Las  Alumnas  del  51  Grado, 
Colegio  “Santa  Ana”. 

★ Maravillosa  vuestra  carta,  más  maravillosos  vuestros  pia- 
dosos sentirréentos,  y vuestros  sacrificios...  de  gran  mérito 
delante  dA  Dios.  Conforme  con  el  encargo  de  los  bautizos.  Se 
harán.  Dios  os  bendiga  y os  conserve  siempre  buenas. 

★ Mabacaibo,  13  de  noviembre  de  1943.  Rdo.  P.  Fr.  Antoni- 
no de  Madridanos,  Caracas.  Rdo.  Padre:  Nosotras,  las  niñi» 
tas  del  4?  Grado  del  Colegio  “Santa  Ana”  hemos  reunido  la 
cantidad  de  Bs.  10,  acordándonos  de  los  pobres  indiecitos  del 
Caroni,  que  estarán  sin  bautizo  por  falta  de  padrinos.  Que- 
remos que  nos  bauticen  dos  con  los  nombres  de  Pablita  Bés- 
eos y Ana.  Quisiéramos  ver  también  la  fotografía  de  estas 
indiecitas  en  la  Revista  Venezuela  Misionera,  y esto  porque 
nuestras  compañeritas  se  entusiasmaróan.  Deseando  nos  ben- 
digas 


Las  Alumnas  del  4?  Grado. 


★ Maracaibo,  13  de  noviembre  de 
1943.  Rdo.  P.  Fr.  Antonino  M?. 
■ de  Madridanos,  Caracas.  Rdo.  Pa- 
■dre:  Nosotras,  las  Alumnas  de  59 
Grado  del  Colegio  '.Santa  Ana,  nos 
■dirigimos  a Ud.  con  él  objeto  de 
enviarle  nuestro  más  respetuoso 
■saludo,  deseando  ál  mismo  tiempo 
nos  eche  su  santa  bendición.  Tam- 
bién nos  dirigimos  para  manifes- 
tarle el  inmenso  cariño  que  de 
nuestros  corazones  nace  para  con 
Jos  indiecitos  de  esa  Misión  del  Ca- 
roitf.  Le  diremos  que  tenemos  un 
día  semanal  dedicado  especialmente 
a.  las  Misiones ; también  semanal- 
'.mente  hacemos  una  pequeña  reco- 
lecta para  las  Misiones.  Todos  es- 
tos sacrificios  los  hacemos  con  el 
fin  de  ayudar  ál  sostenimiento  de 
■estos  pobres  indiecitos.  El  domin- 
;go,  24  de  octubre,  todas  nuestras 
«¡omuniones  las  ofrecimos  por  las 


■k  No  podían  faltar  las  entusiastas  y buenas  niñas  del  J9  Gra- 
do. Ahí  está  su  carta  respirando  fervor  misional.  ¿Qué  di- 
ces, lector,  a esto?  Lo  que  yo  tengo  que  alegar,  es  que  en 
la  Misión  no  es  •tan  fácil  conseguir  la  foto  de  los  ahijadvtos 
como  en  Maracaibo.  Y los  indios  reclamiam  las  de  sus  madri- 
nitas,  que  tienen  más  facilidades  paira  sacársela  y mandarla. 
Dios  os  bendiga. 

* Maracaibo,  9 de  noviembre  de  1943.  Rdo.  P.  Fr.  Antonino 
de  Madridanos,  Caracas.  Muy  Rdo.  Padre : Le  hago  esta  car- 
tica  con  el  objeto  d'í  enviarle  la  suma  de  Bs.  5 para  el  bau- 
tizo de  una  indiecita,  a quien  quiera  le  ponga  el  nombre  de 
Julia  Margarita  Prado.  He  reunido  esta  suma  de  dinero  con 
mucho  placer^  privándome  de  los  dulces,  helados  y demás  go- 
losinas que  acostumbro  comer,  porque  don  este  dinero  puedo 
salvar  un  alma  de  esos  indiecitos,  a quien  tanto  queremos 
las  Alumnas  del  Colegio  “Santa  Ana”.  Yo  rezaréi  mucho  por 
mi  ahijadita,  para  que  sea  buena  cristiana.  Espero  su  ben- 
dición. Se  despide  de  Ud.  esta  misionerita. 


Raisa  J.  Prado. 

•k  Y Misionerita  de  cuerpo  entero  lo  es  Raisa,  que  sabe  im- 
ponerse sacrificios  por  el  buen  Jesús  y por  las  almas.  Eso  si 


56 


VENEZUELA'  MIS10NE«A(i 


tiene  mérito.  Y qué  satisfacción 
para  tí  y qué  contento  estará  Je- 
sús de  esta  niña.  IHos  te  bendiga. 

★ Carúpano,  11  de  noviembre  de 
1943.  Rdo.  P.  Antonino  de  Madri- 
danos,  Caracas.  Rdo.  Padre:  Lo 

saludamos  muy  religiosamente  y 
deseamos  se  encuentre  bien.  La 
presente  tiene  por  objeto  enviarle 
para  las  Misiones  la  insignificante 
suma  de  Bs.  30  por  Giro  Postal : 
cantidad  que  hemos  recolectado  las 
Alumnas  de  este  Colegio  “Nuestra 
Señora  del  Carmen”.  Hubiéramos 
querido  que  dicha  cantidad  hubiese 
sido  más  crecida ; pero  esperamos, 
Dios  mediante,  que  el  próximo  año, 
generosamente  i>odrán  contribuir 
todas  las  alumnas  y ayudar  de  esa 
manera  a la  sublime  Obra  de  las 
Misiones.  Esperamos  nos  bendiga 
y ruegue  por  nosotras. 

Alumnas  del  Colegio 
“Ntra.  Sra.  del  Carmen”. 


★ Muy  bien  por  estas  entusiastas 
amiguitas  de  nuestras  Misiones  y 
pór  sus  Profesoras  las  Religiosas 
Carmelitas  Venezolanas.  Ya  me 
doy  euenta  de  que  todos  los  añas 
mandáis  vuestra  limosna.Que  Dios 
os  lo  pague  y os  bendiga. 


simos  como  locas  i entonces  Hna.  Teresa  quería  ver  y las  ni- 
ñas no  dejaban  y entonces  subió  en  una  escalera  que  hay  en- 
ropería y dectfa  así:  yo  soy  Zaqueo  del  evangelio  y nosotras- 
reimos  mucho  cuando  la  vimos  allá.  Nosotras  rezamos  mu- 
cho con  las  Hnas.  por  todas  las  personas  tan  buenas  que  nos- 
mandan  tantas  cositas.  Ya  bajó  el  agua  gracias  a Dios.  Los- 
Padres  no  tienen  casa  y tienen  que  estar  en  lá  sacristía  y 
a nosotras  nos  da  mucha  compación  y trabajan  mucho  ha- 
ciendo otro  conuco  y sembrando  maíz  porque  quedamos  sin- 
nada.  La  M.  Marcelina  y las  Hnlas.  y todas  las  niñas  man- 
da muchos  saludos  a los  Padres  de  allá,  nuestros  biénhechores- 
y también  Rvma.  Madre  Gloria.  Haga  el  favor  de  mandar-- 
me  una  cadenitai  con  Crucifijo  y Asunción  lo  saluda.  Padre,-. 
no  tengo  más  que  decirle ; bendígame, 

Florencia  Medina. 

★ Santa  Elena  del  Uairén,  28  de  diciembre  de  1943.  Muy 
querido  P.  Antonino  de  Madridanosj  Paz  y Bien  en  el  Señor- 
nos  de  su  santa  paz.  Caracas.  Aquí  te  escribo  saludándote- 
a Ud.  a la  vez  pido  la  bendición.  Aquí  estoy  en  la  maloca- 
cerca  de  la  Misión  trabajando  en  la  Misión,  haciendo  una- 
casa.  Estamos  techando  con  cins  yo  le  cuento  para  que  lo- 
seva  que  estamos  trabajando  aquí.  Después  de  contar  eso- 
pido  una  cosita  para  mi  hijo  unai  ropita  pequeña  de  los  ni-^ 
ñitos  con  sus  zapaticos  y media  y un  juego  para  él.  Pido  esa 
cosita  porque  tengo  niño.  Si  no  hubiese  niño  yo  no  pido  niñ«- 
gún  regalito ; pero  como  tengo  niño  pido  ese  regalito  para, 
que  lo  mande.  También  pido  para  mí  una  pluma  fuente^  con 
tinta  y un  libro  se  llama  Gramática.  Pido  ese  libro  porque- 
me está  olvidándome  a leer  y escribir,  per  eso  te  pido  eso. 
Mire  Padre  mi  letra  no  está  bueno  escrito.  El  niñito  mío  se- 
llama  Angel  Ramón  y le  escribo  el  nombre  para  que  lo  seva'.. 
Sin  más  nada. 

Juan  M.‘  Robres  de  Pérez. 


ESCRIBEN  DE  LA  MISION 

★ Divina  Pastora  de  Araguaimujo, 
24  de  noviembre  de  1943.  R.  P. 
Antonino  de  Madridanos.  Caracas. 
El  Señor  nos  de  su  santa  paz.  Muy 
apreciado  Padre : Con  placer  y mu- 
cho gusto  le  escribo  esta  cartita 
para  saludarle  y le  pido  lo  bendU 
ción  y le  pregunto  ¿cómo  está  su 
Rvcia.  ? Nosotros  estamos  bien,  gra- 
cias a Dios,  pero  se  han  muerto 
dos  niñas  y hay  una  enferma. 
Después  de  la  creciente  nos  dió  di- 
sentería, fiebre  y catarro  y a to- 
dos los  criollos  y a los  indios  y mue- 
re muchas  personas.  Le  cuento 
Padre  Antonino  que  cuando  bien- 
hechores de  Caracas  mandaron  tan. 
tas  cosa,  la  Madre  nos  llamó  pa- 
ra mirar  y nosotras  gritamos  y 
corría  mucho  de  alegría  y nos  pu« 


★ Esta  caria,  amigos  lectores,  merece  la  pena  ser  contesta- 
da y el  indí  gena  Juan  Robles  merece  también  se  le  mande  lo- 
que pide.  ¿Quién  de  vosotros  hará  esta  cOridad  de  mandar- 
le esos  obsequios  para  su  niñito  ? 

El  Rdo.  P.  Baltasar  de  MataUana,  Superior  de  la  Misión- 
de  Santa  Elena  en  la  Gran  Sabana,  avisa  tjue  han  hecho  ios- 
siguientes  bautizos:  José  María,  Luis,  Roberto,  Augusto,  Ma- 
nuel, Carmen,  Ana  Juáit,  Odorico  dé  Jesús,  Rolando,  Alby 
Mercedes,  Beatriz,  Asunción-,  Jorge  Ernesto,  Luisa  Margari- 
ta, Carmen  Margarita,  Carmen  Telma,  Franciseo  Javier,  Asun- 
ción, Mercedes,  Ibán  José,'  Josefa  y Carmen  Pérez. 

* Algunos  más  que  se  enviaron  a las.  Casas-Misión: 
de  Araguaimujo  y San  Francisco  de  Luepa,  hoy  es. 
ya  Santa  Teresa  de  Kavanayén,  no  sabemos  si  loa- 
ban hecho.  Roganros  muy  encarecidamente  a los. 
PP.  Misioneros,  tengan  la  bondad  de  enviar  la  listai 
de  los  bautizos  hechos,  pues  los  lectores  y bienhe- 
chores quieren  saber  dónde  están  sus  ahijaditos. 

P.  A. 

Capuchino- 


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CHINOS 


50  Misiones 


769  Estaciones 
o residencias 
principales. 


1.575  Misio- 
neros Capuchi- 


116  Millones 
de  habitantes 
en  sus  misio. 
nes 


Más  de  millón 
y medio  de 
católicos. 


15  Seminarios 
con  643  semi- 
naristas. 


2.729  Cate- 
quistas 


25  Vicariatos 
Apostólicos. 


La  Obra  Seráfica  de  las  Misas  tiene  por 
fin  el  sostenimiento  de  las  Misiones  Ca- 
puchinas entre  infieles.  Fué  fundada  el 
año  1889.  La  han  aprobado  y bendeci- 
do los  Sumos  Pontífices  León  Xlll,  Pío  X, 
Benedicto  XV  y Pío  XII. 

GRACIAS  ESPIRITUALES 

Participación  del  fruto  de  5.000  mi- 
sas que  cada  año  celebran  los  Padres  Ca- 
puchinos exclusivamente  a intención  de 
los  bienhechores  de  sus  Misiones. 

2^  Participación  de  500  misas  Con- 
ventuales diarias  que  se  celebran  en  nues- 
tros Conventos  por  los  difuntos  y bienhe- 
chores de  la  Orden  Capuchina. 

3®  Participación  en  las  penitencias  y 
obras  practicadas  por  los  mismos  Reli- 
giosos (que  son  unos  13.000)  y por  las 
Misiones  que  les  están  encomendadas. 

4^  Indulgencia  plenaria  y Bendición  A- 
postólica  “in  artículo  mortis’’. 

5^  Indulgencia  plenaria  en  las  fiestas 
siguientes:  Epifanía  del  Señor,  Exaltación 
de  la  Cruz,  Virgen  de  los  Dolores  (15  de 
setiembre)  y San  Fidel  de  Sigmaringa  (24 
de  abril). 

6®  Indulgencia  de  300  días  cada  vez 
que  sé  haga  algo  para  ayudar  a la  Obra 
Seráfica  de  Misas. 

LIMOSNAS  PARA  HACERSE  PARTICI- 
PE DE  LOS  BENEFICIOS  DE  LA  OBRA 

Los  difuntos  participan  por  un  año,  dán- 
dose por  ellos  la  cuota  de  Bs.  1,  y parti- 
ciparán “In  perpetuum”  si  la  limosna  es 
de  Bs.  6.  Cuando  se  trata  de  los  propios 
padres  difuntos,  con  esta  última  limos- 
na se  h^cen  ambos  participantes. 

Los  vivos,  dando  Bs.  I de  limosna,  se- 
rán participantes  por  un  solo  año;  y si 
dan  Bs.  25,  lo  serán  perpetuamente  en  vi- 
da y en  muerte. 

Para  cada  una  de  estas  participaciones 
se  entrega  al  donante  una  patente,  donde 
consta  la  inscripción  de  la  persona  partí- 
cipe de  la  Obra  Seráfica  de  Misas. 


TIENEN  A SU 
CARGO  LOS 
PP.  CAPU- 
CHINOS 


13  Escuelas  de 
Artes  y Ofi- 
cios. 


1.312  Religio- 


41.000  Tercia- 
rios seculares 


190  Entre  Hos- 
pitales y orfa- 
notrofios con 
8.000  huérfa- 


12  Leprosería» 


120  Farmacias 
y boticas. 


20  Tipografía» 


2.742  Escuelas 
y 119.400  A- 
lumnos  (8.000 
internos). 


L A 


« Wa  de  Beaetlieada 
PMia  del  Estado  Zulla» 

MARACAIBO  - VENEZUELA 

Es  la  que  reparte  mayor  porcentaje 
entre  el  público  que  le  presta  su 
ayuda  comprando  sus  billetes:  MAS 
DEL  SESENTIOCHO  POR  CIENTO 
ES  EL  REPARTO  EN  CADA  UNO  DE 
SUS  SORTEOS. 

Ayude  al  sostenimiento  de  nuestros 
Hospitales  y al  Servicio  de  Asisten- 
cia Social  comprando  los  Billetes  de 
nuestra  Lotería. 


OYOI^TIKA 

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' íi  ' " . ■'  ' ■ 

les  encanta  el  sabor  delicioso  y 
refrescante  de  este  alimento.  , 

Los  médicos  recomiendan  especialmente  la  Ovo- 
maltina  paradlos  niños  por  sus  notables  propied.a- 
des  fortificantes;  saben  que  lleva  al  organismo  in- 
fantil todos  los  elementos  nutritivos,  energéticos  y 
^ vitamínicos  necesarios  para  crecer  robusto  y sano. 

Deles  a sus  niños  cada  dia  dos  o tres  tazas  de 
Ovomaltina;  es  el  sobrealimento  más  económico 
gracias  a su  elevadisima  concentración. 

De  venta  en  todas  partes  en  tarros  oriyinales. 

Dr.  A.WANDER  S.  A.,  BERNA  (Suiza) 


Osp  20 


Princeton  Theological  Seminarv  Li^ 


1 1012  01465  4869 


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