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DIALKCI IC AM) PHILANTHROPIC
SOCIKTIES
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the last date síamped under "Date Due." If not on hold it
may be renewed by bringing it to the library.
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Rev 1/84
TALUWWi AirriSTKJOS DE
"LA f RáüCE"
RlVeHA y LIVRAMENTO
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OBRAS DE VARGAS VILA
Edición (le la Librería de la Vda de Ch. Bourel — París.
Publicadas.
Aura (Novela).
Lo Irreparable (Novela).
Emma (Novela).
Copos de Espuma (Cuentos).
Flor del Fango (Novela).
Ibis (Novela).
Las Rosas de la Tarde (Novela).
Alba Roja (Novelaj.
Los Parias (Novela).
El Alma de los Lirios (Novela).
Política.
Historia de una Revolución.
La Rciíencración.
Siluetas Políticas,
n.ijo Vilelio.
Los Providenciales.
Verbo de Admonición y de
Combate.
Los Divinos v los Humanos.
Para Prensa.
Palabras de Arte.
La Simiente.
Orfebre.
Nínive.
El Libro de las Desolaciones.
En preparación.
Cés.'ires de la Decadencia.
Las Murallas Malditas.
El Alm;i de l;i Raza,
Mis Memorias*
J. M. VARGAS VILA
Verbo nos
de Admonición
y de Combate
Un sembrador salió para sembrar.
LIBRERÍA DE LA V-^ DE GIL BOURET
PAUÍS I MÉXICO
•23, Hue Visconti, 23 | li, Cinco de Mayo, li
^^'' The üDrary
Vr^B Universíty of N£)rfr Carol
Chaoel Hill
Quedan asegurados los derechos de propiedad
conforme á la ley.
r:
Y, ol verbo denunciador iniítil fué en los
labios profélicos...
Los pueblos cayeron en la esclavitud y
los hombres en la demencia...
Y de Babilonia no quedaron sino los
sauces melancólicos para llorar sobre ella...
MlOlÜ^ü
J'eMPORTE CHEZ les MOHTS MOX liKVE SOLITAIRE...
Miré hacia la cuna de la raza, y en la cuna de la
raza no había sino el polvo de la muerte.,.
miré hacia la Historia de la raza, y la Historia de
la raza no era sino un gran gesto heroico hacia la
muertes-
miré hacia el porvenir de la raza, y el porvenir de
la raza no era sino una marcha desesperada hacia la
decadencia, hacia la desaparición y hacia la muerte;
por todas parles la Muerte, envolviendo la raza
heroica^ herida de espanto y caída en decrepitud;
porque había sido una raza de Fe, pero no una
raza de Libertad ;
la Fe es la virtud de los rebaños;
la Libertad es el alma de los pueblos;
y y la raza moría de su alma rhiustral, quena había
ítnhidn nmnr la Libortad ;
//, un Cristo^ vi'rde y pútrido^ miraba desde el pe-
nasen erepuüeidai\ la marcha de la raza esj^eclral
hacia ¡a niurrlr;
era su a})risco de él, que envenenado por sus pará-
bolas de Ilusión, no había sabido hallar el camino
de la Verdad, de la Libertad y de la Vida; . . .
•......,.
y la raza iba hacia la Muerte ;
y, yo me alcé en el camino de la raza^ y dije mis
palabras de Admonición y de Combate;
y, denunciéy tras de los cerros lejanos, el aluvión
de la conquista, que venía con un rumor sordo de
marea;
y, mostré en el horizonte pálido, abrumado de au-
(jurios, las crines incendiadas y los cascos de fuerjo,
de la cuadrifja devastadora que iba á asolar la tierra ;
é, hice en el silencio de la noche, escuchar los cor-
celes de infinitos Alejandros, que piafaban en las
colinas cercanas, esperando el alba próxima, para
descender á la llanura y arrollar y vencer y destruir
la raza confiada, indolente y presuntuosa, que mar-
rhaba en la esclavitud, feliz de su ignominia;
y, el alba trágica, el alba de la conquista, llegó ;
y, los conquistadores bajaron á la llanura, y caye-
ron sobre los mares romo halcones en furia, y por
todas partes vencieron, destrozaron y despojaron la
raza inerte y caduca, que en vano tendía al horizonte
sus brazos desarmados, llamando al Dios de sus
— Xí —
Ipijendns, mnrrto hace sifjlmi, trafi el azul pñüdo del
cielo, en su trono de nubes en derrota;
í/, la raza crcijente y pueril cencida fué ;
vencida por los pirataSy en Santiago y en Manila;
esclavizada por los mercaderes, en Cuba y Pwrto
Rico ;
abofeteada por los esclavos blondos de un Mi la
bufo, en la Guaira y en Puerto Cabello;
mutilada y despojada por los mercetiarios en Co-
lón y en Panamá;
así, vendida por sus amos, y mutilada por sus con-
quistadores, asi castigada fué, la raza épica y obtusa,
que no cuenta en la Historia más rebeldías que sus
perpetuas rebeldías contra la libertad;
,j, los pueblos serviles nada oyeron ;
se dieron á la esclavitud con la voluptuosidad de
una histeria deforme;
cerraron los ojos y se dieron nuevos amos, besaron
el Cristo q la cadena, y se dejaron llevar al mata-
dero ;
y, cuando sus amos los vendieron, ellos besaron
las manos de sus amos;
?/, cuando los conquistadores los mutilaron, ellos,
como inmensos lagartos á quienes les cortasen la
cola, continuaron en marchar...
¿hacia dónde?
rs bajo el horror cumplido de esas projecias, que
vr la luz este libro ;
— XII —
voces de sinceridad y vocrs do inutilidad, claman
en él ;
perdidas fueron en la soledad de las almas, como
un gemido de olas en la noche negra;
el grano cayó sobre la roca estéril, y los pájaros
del abismo devoraron la simiente;
los bárbaros han vencido;
y, los pueblos de rodillas, los ven llegar, tendiendo
hacia ellos los cuellos y las manos en señal de sumi^
sión ;
nuevos cesares escalan los Capitolios, m el hizan-
tinismo lúgubre de la noche tropical ;
nuevas razas, se engendran en los aduares y las
llanuras de aquellos ¡pueblos vencidos ;
el hálito de una resignación musulmana liona la
llora ;
se escucha la respiración plácida de los apriscos
rondidos que duermon en el crepúsculo ;
y, yo de pie, sobre la roca batida por el oleaje de
veinte añ<fs de ostracismo voluntario y do invencible
rebeldía, continúo en denunciar al mundo, la miseria
de los esclavos:, la insolencia de los amos, la tristeza
sin misericordia en que agonizan y desaparecen, las
tribus heteróclitas, que el dospoíismo doma y la con-
quista viola, on la América Latina ;
para mi verbo anunciador y donunciador, yo no
deseo la triste cerlidumbro maravillosa que lo ha hecho
una REALIDAD tangible ;
me martiriza el dolor de mi visión hecha Vida;
ante la realización terrífica de mi verbo hecho
— XIII —
ACTO, mi a 1)11(1 sii'nlt' Id rslHpcfdcciún de una selva
eu duelo;
(icri\ inquieto y vertiginoso, mi verbo lleno de
culeras ij de éxtasis^ después de haber anunciado la
catástrofe^ se detiene asombrado ante lo infinito de
mis SUCHOS, ij solloza ante la Verdad, que empurpura
como un incendio el horizonte...
vencido por la Verdad de mis palabras, aparto
con horror las manos de aqjiellas rosas de Victoria,
que crecieron en el duelo y se abrieron en el desastre ;
su florecimiento prodigioso me tortura;
¿por qué existe la Visión?
¿por qué brilla como un sol en los sueños de
Vidente?
¿por qué existe la Verdad?
¿por qué la pone el Destino en los labios de ciertos
hombres ?
¿porqué?
puesto que fxiste la Verdad, digamos la Verdad ;
morir aplastado por ella, es mil veces más glorioso
que morir combatiendo contra ella;
sembremos en las almas la Verdad;
g, si ella florece en flores de anonadamiento g de
desastre;
¡ bendita sea la flor de la Verdad !
VARGAS VILA.
París, 19Ü.J.
No deshonremos con la bajeza el duelo de la
libertad ;
si no podemos salvarla, permanezcamos dignos
de servirla ;
sepamos llevar con majestad el duelo del dere-
cho asesinado ;
no coronemos con las flores del Silencio la frente
del delito vencedor;
en esta apostasía colectiva de los pueblos contra
la libertad;
en el espanto doloroso de las sociedades venci-
das ;
en el derrumbamiento de tantas cosas sagradas
que parecían eternas, pongámonos de pie, acari-
ciando las imágenes que surgen de esas ruinas al
lado de las cosas inmutables, y vueltos los ojos ú
las tormentas futuras, agitemos en las tinieblas la
llama que no se extingue, y arrojemos el Yerbo de
— \VI —
la Esperanza á la tierra que gime bajo los escom-
bros...
una marea angustiosa, una marea de infamia,
sube con silencios de muerte al horizonte;
grandes cimas han desaparecido ya, y las que
quedan de pie, tiemblan bajo el crepúsculo;
las últimas cumbres melancólicas, se ven aún
perfilarse en agonía, bajo la tristeza infinita de los
cielos ;
todo desaparece, todo se hunde, en la bruma
siniestra del naufragio ;
y, el sol del vencimiento, alumbra con palideces
vesperales, esa decoración de catástrofe ;
un huracán de devastación, pasa por sobre los
campos del Ideal, talados por hoces invisibles, y
lleva los hombres y los hechos en un turbión de
ráfaga otoñal, hacia abismos muy hondos, muy re-
motos...
es la hora del espanto indescifrable ;
y, es necesario hablar al horror de esa hora, en
ese limbo de miseria, donde grita el desastre;
el oprobio vence, y es necesario luchar contra el
oprobio;
si los dioses y los hombres decretan el silencio y
la quietud, es necesario removerse aún en el fondo
del sepulcro, rebeldes á los hombres y á los dioses;
es bello el gesto del vencido, que abofetea á dos
manos la Victoria;
la Victoria no es la Gloria;
— XVII —
el Crimen vencedor, es siempre : el Crimen ;
el Triunfo, no transfigura, el Monstruo;
no se está definitivamente vencido, sino cuando
se acepta cobardemente la derrota ;
alcémonos contra el Crimen;
combatamos contra él;
y si los dioses están del lado del Crimen, comba-
tamos también contra los dioses;
tal es el deber de la hora actual ;
resucitar en plena derrota un pasado de victo-
rias ;
contar en la esterilidad vergonzosa de este ins-
tante de oprobio, la fecundidad prodigiosa de las
virtudes antiguas;
revivir en la declinación rápida de la raza, el
culto de las grandezas extintas y de las glorias
olvidadas;
atizar la hoguera de la ilusión, en las negras
horas de la desesperanza ;
fabricar con el prodigio del Verbo, el edificio
del porvenir, sobre los campos de la devastación
y de la ruina;
gritar la vitalidad indestructible de las ideas, en
el momento de las derrotas definitivas ;
cantar las epopeyas del derecíio salvador, ante
la lanza brutal del hecho violador ;
hacer del polvo de los vencimientos inmerecidos,
la columna de fuego que conduzca las nuevas gene-
raciones á los heroicos triunfos presentidos;
— XVIII —
marcar rumbos al espíritu nuevo, sobre ese
mismo terreno removido por las catástrofes re-
cientes ;
prender con las últimas tablas del naufragio,
una hoguera en la playa desierta, bajo la noche
impenetrable, para orientar á los que van aún per-
didos, en el horror de la tormenta cercana;
no dejar lugar al desaliento, á la inercia, á la
desesperanza...
gritar á todos los tiempos y en todas las horas,
que la libertad es intangible y la América es indi-
visible ;
que si somos ingobernables, somos también in-
conquistables ;
que preferimos morir en el desorden, á perecer
en la conquista ;
resistir la Opresión y la Invasión;
denunciar los despotismos que nos deshonran
y los protectorados que nos asechan;
romper los sables que nos asesinan dentro, y no
temblar ante los cañones que nos amenazan fuera;
ser los sagitarios terribles, con el arco tendido
siempre, denunciando el vuelo de las águilas
siniestras ;
despertar el alma de la raza amenazada ;
proclamar la Unión, como único remedio á la
Invasión ;
unirnos para combatir, si escrito está que com-
batamos, y abrazarnos para morir, si decretado
esta que desaparezcamos ;
— \I\ —
pero, morir de pie, morir como un pueblo y no
como un rebaño : morir matando;
nos agitamos entre la conquista pacífica y la
conquista bélica, entre la absorción y la agresión ;
entre los que quieren fundirnos y los que quieren
hundirnos;
lodo tiende á nuestra desaparición ;
negarlo, es añadir la maldad á la ceguedad;
silenciarlo, es añadir la impotencia a la incon-
ciencia;
decir lo contrario es añadir la imbecilidad á la
debilidad ;
es el derecho de los ciegos, negar la luz, y es
acaso su consuelo ;
el derecho de conquista y el de las nacionali-
dades se disputan el mundo ;
esa lucha es nuestro peligro, y puede ser ¡ ay !
nuestra muerte ;
¡es tiempo de revivir la nacionalidad!
es hora de reaccionar contra la debilidad;
las tiranías han educado nuestros pueblos para
el yugo ;
la Tiranía precede á la Conquista;
el Despotismo es el heraldo de la Invasión ;
los dictadores han abierto el campo á los inva-
sores ;
ellos, haciendo perder á los pueblos el sentido
de la libertad, mataron en los corazones el senti-
miento de la independencia ;
pueblo esclavo, pueblo apto á la conquista ;
— \\ —
los dictadores llaman á los conquistadores ;
ellos atraen las águilas terribles ;
reaccionar contra su dominación, es reaccionar
contra la invasión ;
defender la Libertad, para conservar la Nacio-
nalidad ;
combatir por la Libertad de los pueblos, para
defender la independencia de América ;
combatir por la Libertad, no es ser libre, pero
es mostrarse digno de serlo;
tal es el destino de los pueblos heroicos ;
pactar con el Despotismo es la agonía de un
pueblo ;
pactar con la Conquista es su muerte ;
denunciarlos ambos es el deber del hombre
libre ;
el deber no se discute : se cumple.
VERBO DE ADMONICIÓN
Y DE COMBATE
el Verbo es Vida...
La amarga desesperanza, que los problemas in-
solutos de la política tormentosa y servil de nues-
tros pueblos, deja en las almas apasionadas y al-
tivas ;
la tristeza insondable, que la crueldad de la vida
arroja sobre los espírifus luchadores, que han visto
sus quimeras de libertad plegarse en el crepúsculo
de sus sueños, como estandartes heroicos, des-
garrados, que desaparecen sin rendirse, dejando
solitaria el asta en que llamearon;
el espanto que el bramido bestial de la multitud
estulta, causa en el sagrado pudor de las ideas ;
el asombro probado ante el contacto de la vileza
humana, que hace diluir en desprecio las cimas
rispidas de la más alta ambición ;
22 VERBO DE ADMONICIÓN
el asco que inspira la lucha inevitable con la
Envidia anafrodita, inconsolable y soberbia ante
la fecundidad prodigiosa del Genio;
la desilusión colérica de quien ha creído en el
apostolado de la palabra, en el sacerdocio del pen-
samiento, y ve de súbito la Histrionía tribunicia
profanando la cátedra, y el ara y el santuario man-
cillados ;
el desencanto de las almas que han visto la
esterilidad de su vida, la inanidad de sus sacrificios,
la torpeza de su adhesión al culto de ideales piso-
teados por la multitud irresponsable y trágica — á
un mismo tiempo augusta y vil — y que han sor-
prendido en la faz de ese monstruo, poliforme y ru-
moroso, la expresión de desdén estúpido que le
inspiran los hombres superiores, porque ella no
ama sino la mediocridad sumisa, que mira y no
fascina, lame y no muerde, gime y no ruge, aca-
ricia y no desgarra... ¡Tiene miedo á la zarpa del
león!
el desaliento invasor, la suprema desconfianza,
que caen sobre el ánimo ala interrogación del por-
venir, de la Quimera formidable, que se esboza en
el fondo del Misterio ;
la resignación al vencimiento, la nostalgia del
ideal, todo eso que sume al alma en una quietud
augusta y cineraria, y la envuelve en un halo me-
lancólico de tristeza infinita, como la de las naves y
Y DE CdMHATl-: 23
los soles que se pierden en las lontananzas maravi-
llosas de los horizontes marinos ;
todo eso arroja el alma asombrada y vencida, en
el reino inmutable del Silencio !...
pero, el Silencio, no es la Vida ;
el Silencio, es el sello de la Muerte ;
la Muerte, no combate ;
Sillo la palabra siembra la Vida ;
ella crea, ella vivifica y ella salva ;
el Verbo, es Vida ;
he ahí por qué callar es un oprobio;
las esterilidades del Silencio, asfixian ;'i aquel que
vive en ellas ;
el Silencio, no reina sino sobre la Muerte y la De-
solaci(m... Es el sol de Pompeya y de Herculano ;
la brisa que agita las olas bituminosas del Mar
Muerto ;
es á causa del Silencio, que muere nuestro cora-
zón, y que los pueblos mueren ;
es ;i la sombra del Silencio, que prospera el Mal ;
el Verbo, es germen y el alma humana es surco
abierto ante nosotros ;
Sembremos en él el germen de la Verdad y de la
Vida;
el sembrador tiene el deber de la simiente ;
sembrador que devora el grano y no lo siembra,
mutila la humanidad y defrauda la herencia de los
hombres :
±i VERBO DE ADMONICIÓN
la maravilla de la palabra es hecha como las au-
roras de los cielos, para esplender sobre la Vida;
la Tiranía se llama Silencio ;
la Libertad se llama Verbo ;
el Verbo es el rayo de I>ivinidad que brota de los
labios del hombre para herir la Iniquidad ;
el Verbo es el águila triunfal, que lleva la tem-
pestad bajo las alas y desflora y rompe con su
vuelo todas las soledades del Silencio ;
i dejémosla volar !...
las cimas y los valles especiantes, escuchan ab-
sortos la música lejana de ese vuelo ;...
j Paso a las águilas del Verbo !
es la hora del Sembrador...
Hay una palabra que condensa la Vida, y la llena
toda : el Deber.
y hay para el hombre de pensamiento, á quien
las multitudes están habituadas á escuchar, una
forma ineludible de ese deber ; la de hablar alto y
sin miedo en las horas trágicas de la Historia ;
la Musa divulgatriz de la Verdad, debe poseer su
espíritu, atormentado por la adivinación del peli-
gro, inspirado por los dioses del prodigio, por la
visión anunciatriz de la catástrofe y debe fulgurar
en sus labios proféticos y aletear en sus frases in-
cendiadas;
su palabra, dominadora y sugestiva, como una
admonición y un sortilegio, debe pasar como una
oriflama conquistadora por sobre las almas atentas
y sorprendidas, mudas en esa hora de su revela-
ción ;
su frase, incitativa como una caricia, magnífica
como un crepúsculo, luminosa como un sol, debe
26 VERBO DE ADMONICIÓN
vibrar sobre las multitudes, con el sonido augusta
y grave, de una lira dórica, pulsada por la mano de
un Profeta;
como una rosa de oro y púrpura, la palabra reve-
ladora debe brotar de sus labios prodigiosos ;
como de un cornucopio mágico, toda la flora de
la Elocuencia, todos los frutos de la Belleza y de la
Verdad, deben fluir de su boca reveladora, hecha
augusta, por la majestad del Verbo anunciador ;
y, su grito anútebo, debe sonar como una diana,
en la calma somnolienta de los pueblos ;
y, debe ofrecer la linfa inagotable de la Espe-
ranza, al labio sitibundo de la Multitud, ardiente y
pueril, exhausta de ideales ;
y, debe, como la figura del Cristo mitológico,
proyectar la fiera mansedumbre de su virtud es-
quiva, sobre las ondas en furia del incalmable mar
humano, misterioso;..
la caricia brutal de su palabra denunciadora,
debe pasar por sobre la multitud, como una ala de
fuego, y debe aplicar el beso sangriento de sus la-
bios vengadores, sobre la máscara deforme del
grande Enigma de Inconstancia y de Dolor : la
Muchedumbre ;
y, su Verbo, embriagador y despótico, capcioso
como un licor, vibrante como un Epinicio, debe
sacudir la cabeza de esa Multitud, — fiera dormida
— y despertar en ella toda la brutalidad de sus
Y DE COMBATE 27
pasiones atávicas, pasiones heroicas, salvadoras en
la hora del peligro ;
y, ii su acento, los pueblos deben sentir la vibra-
ción sonora de una heroicidad ancestral vibrar en
ellos, la levadura épica de generaciones guerreras
hervir en su sangre, el grito sonoro del combate
subirles á la garganta, como una marea de grandes
olas bélicas, mientras la Visión de púrpura y de
luz, la radiosa visi(m de la Victoria, les arde las pu-
pilas como un deslumbramiento;
tal es el deber del hombre de pensamiento, en la
hora que precede á la conquista ;
y, los lustros son horas en la vida de los pue-
blos;
y, la hora de la conquista va ;l sonar para la Amé-
rica ;
¡la hora fatal !...
... Porque el momento es doloroso y solemne ;
porque la caricia pérfida viene del Norte, fría
como el ala de un halcón de la (iroenlandia, disi-
mulada y brutal, como la garra de un oso polar;
porque los hijos de Jacob llaman á su hermano
y le hacen señas á orillas de la cisterna, desde la
puerta de la tienda del mercader egipcio ;
porque José, candido, va hacia ellos, y vendido
será y hecho esclavo, y en esclavitud morirá, por-
28 VERBO DE ADMONICIÓN
que la ciencia de los sueños ha acabado y las ser-
pientes del Mago no se retiran ya al conjuro ado-
lescente ;
porque el lobo del Septentrión ríe á los corderos
del Sud ;
porque las palomas acuden al grito del milano ;
porque es la hora crepuscular vecina de la
Noche ;
porque la vida sería vil si el culto del deber no la
llenara ;
porque del deber lo sublime es el dolor ;
porque el deber no sabe del Éxito ;
porque ha llegado la hora del deber, la hora de
la palabra admonitriz ;
por eso sale del Silencio la palabra ;
sale del Silencio y va hacia el Tumulto ;
es la hora del crepúsculo sobre los cielos y de la
conquista sobre la tierra;
la hora en que los pueblos dormidos van á ser
encadenados ;
es la hora del grito en las conciencias ;
es la hora de arrojar sobre los corazones, la se-
milla de la Rebelión, del Heroísmo y de la Gloria ;
es la hora del sembrador.
la hora fatal...
¡ Todo parece inclinarse bajo el ala formidable !
la cerrazón del horizonte aumenta el pavor de la
hora trágica;
¡bajo el cielo lívido, el pájaro sangriento !
el águila imperial señorea sola, omnipotente en
el espacio desolado... Sus alas ocultan el sol de la
Justicia;
y, el mundo tiembla, bajo las garras del ave car-
nicera;
no recuerda la mente de la Historia, otro mo-
mento de pavor igual ;
el águila del Lacio cubrió con sus alas toda la
extensión del mundo conocido, pero, perseguida
fué por los halcones furiosos de Cartago, por los
cernícalos de Tartaria, por los pájaros negros del
desierto, que en nubes tumultuosas, eclipsaron un
día el sol de la Victoria ;
y, herida fué y desplomada cayó de lo más alto
de los cielos, y la tierra bebió su sangre y se clava-
30 VERBO DE ADMOMCTÓN
ron bajo sus alas todas las flechas de la derrota,
todas, hasta la flecha del Partho fugitivo ;
el águila anuncialriz de las legiones dominó el
mundo, pero dejó un reguero de sus plumas del
Ponto al Eufrates y de Sarmacia al Ebro ;
y, ¡ asustada tembló un día ! Tembló ante el hijo
de Amílcar Barca ;
tembló ante la mirada del Cíclope ;
aquel ojo formidable brillaba como un sol de
sangre, al día siguiente de Gannes ;
y, el águila del Sena, también cubrió con la som-
bra de sus alas el mundo sometido, y su vuelo de
simoun dispersó ejércitos y aventó pueblos, como
arenas del desierto ;
y, con el sol, que la Gloria hizo para ella la
mañana de Austerlitz, vio huir despavoridos, ante
el fulgor de su pupila roja, las águilas de Federico
y las de Habsbourg y la nube de aguiluchos emble-
máticos de la heráldica sajona, con gritos de pavor,
exangües, desplumados, como una bandada de ga-
viotas fugitivas;...
pero, vencida fué á su turno, y acosada y herida
en Badajoz, y chamuscadas en Zaragoza las plumas
ensangrentadas, y expulsada por el incendio de las
torres y minaretes de Mosco w, y azotada por la
nieve en Beresina, y rotas las alas en Waterloo, y
arrojada por la tempestad en un peñón abrupto,
para morir allí, nostálgica y bravia, entre la incle-
Y DE COMBATE 31
niencia del cielo y la del mar, y la colera impla-
cable, la salvaje fiereza de un pueblo sin piedad ;
¡ hoy, no hay contrario para el águila sajona I
los corceles alados de la conquista, llevan por
todo el Orbe conocido su cuadriga incendiada ;
y, en este apocalipsis del Derecho, parece que
Arcángeles monstruosos, vuelta la faz á los cuatro
puntos del horizonte, anunciaran en sus trompetas,
la ruina total de los débiles y el triunfo definitivo
de la fuerza ;
las hordas adventicias delpillaje llenan el mundo,
y los perros que lamieron la sangre de Jetzabel,
aullan en la sombra, cerca al cadáver insepulto de
pueblos despedazados ;
la nave de la Equidad humana ha hecho nau-
fragio ;
arrojada fué sobre los arrecifes de la barbarie,
como la galera de Cleopatra sobre las costas de la
Táurida ;
el siglo XIX, reclinó en el seno de las edades
muertas su frente cargada de desastres, y murió
en un estremecimiento de horror, en la derrota de-
finitiva de todos sus ideales;
el sol del nuevo siglo se alza sobre un horizonte
cárdeno, mientras el rumor de pueblos esclavos ó
vencidos, llena el espacio, semejante al grito de los
seis mil samnitas degollados en el Circo ;
y, el templo de Marte, con sus puertas abiertas
32 VERBO DE ADMONICIÓN
sobre la colina sangrienta, destina sus altares a
nuevos sacrificios;
¡ es la hora de la sangre, la hora roja I
¡ la hora del Terror y la Conquista !...
y el leopardo y las águilas devoran..
El Oriente es la tierra del prodigio;
en el seno de sus selvas, como en el de la hembra
de la Biblia, se libra el duelo formidable ;
y el fuerte vence al justo ;
el Archipiélago malayo es como el vientre de
Livia, el lugar de la tragedia ;
allí, toda una nacionalidad, toda una raza está
próxima á desaparecer bajo el aluvión de la con-
quista;
las hordas de los bárbaros del Norte, asuelan,
asesinan, roban los hogares de un pueblo entero,
que sucumbe bajo el número, bajo las turbas
ebrias de los voluntarios blancos y de los negros
semisalvajes de la República Modelo;....
el silencio del horror cerca el Archipiélago incen-
diado, donde en nombre de la Civilización, un
pueblo ebrio de avaricia, como si hubiese visto
abrirse ante él, el tonel que hizo locos los centau-
ros, eclipsa la crueldad de los tártaros y el horror
3
34 VERBO DE ADMONICIÓN
de las conquistas asirías, y sembrando la desola-
ción y la muerte, va como los godos del Fonto
Euxino, resuelto á tener la soledad por único testigo
de su victoria ;....
Y, ¿Cuba?
¡ agoniza entre las garras del águila también !
allí no hay un pueblo sino una sombra;
desde que la independencia falta á un pueblo, se
hace en el mapa un vacío;
aquel hueco sombrío, allí donde se hunde la
Grande Antilla, atrae nuestros ojos con la fascina-
ción pavorosa del abismo;
Cuba es como el vaso roto, que arroja el Profeta,
en el camino de los pueblos de la América;
es el hierro clavado en la entraña ;
sus llagas son nuestras llagas, sus dolores son
nuestros dolores, y su hundimiento marcará el
principio de nuestra desaparición ;
Cuba, no puede acabar de renacer ó de morir ^ sin
que nosotros todos, nos sintamos vivir de su vida ó
morir de su muerte;
no puede ser extraña á pueblos débiles, la des-
aparición total de un pueblo hermano, los funerales
de una nacionalidad, desaparecida en medio á los
festines de la fuerza;
i Oh, Polonia del trópico ! ¡ Oh Marti !
¡ Inanidad de un sueño generoso ! . . . .
Y DE COMBATE 35
el África es la tierra del Misterio;
es la Esfinge, en cuyo labio calcáreo duerme el
pavor de la palabra trágica;
la virgen negra, la virgen tenebrosa, tiende sus
. labios de fuego al conquistador sajón, y sobre su
seno de Isis, insaciable y mortal, caen los hijos de
^ Albión, cuyas cabelleras blondas, fingen rayos de
sol en una urna de basalto;
y el suelo austral se hace rojo de sangre humana ;
y el grito que ensordeció á Caín, entre el ramaje
de la fronda edénica, no suena ya sobre la selva
africana ;
ya el fratricidio no conmueve á Dios ;
ya la sangre de Abel no clama á la Justicia;
el Mal es omnipotente y el Crimen es sagrado;...
y, el leopardo devora repúblicas en ílor ;
y, pueblos libres expiran bajo la garra potente ;
y ante ese espectáculo de horror la Europa calla
ó aplaude, cómplice ó cobarde ;
y el Gobierno republicano, de Washington, cele-
bra el hundimiento de la República en Pretoria.
y, Alemania golpea con el martillo de Thor, en
las puertas de Windsor ;
y, el mundo es un festín de razas ;
Ghamberlain, anuncia al mundo la liga anglo-
sajona ;
3G VERBO DE ADMONICIÓN
Inglaterra, Alemania y los Estados Unidos, sue-
ñan la grande hegemonía de su raza, que se cree
destinada al dominio del mundo, en virtud del De-
recho Divino de la Fuerza;
Salisbury, ha dado la palabra de orden de la liga
formidable : los fuertes serán siempre los fuertes^ y
los débiles están llamados á desaparecer ;
y, en virtud de este aforismo monstruoso, que
como los cascos del caballo de Atila, pasa extin-
guiendo el germen del derecho, en las llanuras
sombrías, asoladas por la guerra, va la raza visiona-
ria, la tremenda usurpadora, como una pantera
hambrienta, ora en las selvas malayas, cazando
hombres amarillos, ora en el África Austral, asal-
tando y destruyendo los hogares de un pueblo puro
y heroico, religioso y bravio ;
es verdad que los filipinos hacen morder el polvo
á los aventureros de la América y que la derrota ha
llenado de tristeza y de oprobio, las legiones orgu-
llosas de Su Majestad Británica, ¡ay! pero, todo
eso no es sino un miraje del Destino, perspectivas
del Deseo, en el brumoso país de la Quimera;
la victoria es voluble y es esquiva, la fuerza
es permanente y es tenaz ;
y el triunfo definitivo será de ella;...
y, ante este huracán de conquistas, que por todas
partes avienta pueblos y razas, y barre los débiles,
como ramas secas de una selva, ¿qué hacen éstos?
Y DE Cü.MliAii; 37
¿qué hace la América Latina, que después del
Celeste Imperio, será la presa codiciada por la Am-
bición para el desmembramiento y la conquista?
la América, sueña y calla ;
cuando se habla de conquista, sus hombres dn
Estado ríen...
eso los libra del trabajo de pensar ;
cada vez que un grito de angustia, una alerta
cualquiera, llega a sus oídos, ellos ríen....
y, una prensa mediocre y. venal les hace coro ;
y, es una carcajada homérica;
y, los Sumos Pontífices de la Histrionía, ríen de
la Conquista ;
y, sienten que las uñas de la zarpa se clavan en
el corazíjn del Continente, y ríen, ríen, y ríen ;....
ese idiotismo amable y bufo, es la única coraza
puesta sobre el corazón de América ;
y, ven que los alemanes poseen casi todo el Bra-
sil, que los ingleses velan la hora de llegar al Ori-
noco, que los yankees han tomado á Puerto Rico,
y nuestros hombres de Eslado, ríen, ríen...
¡oh, hilaridad sagrada y bestial!
la prensa seria se ocupa por intervalos de este
problema, pero una prensa tumultuosa y pueril,
ahoga la voz del patriotismo, con sus gritos de se-
rrallo y con sus muecas de clown ;
se tiene miedo, un miedo cerval, de mirar al pur-
venir:
38 ^fERBO DE ADMONICIÓN
¥1'
el Carpe diem, de Horacio, parece ser la divisa
de los gobiernos y de los pueblos ;
los grandes pensamientos y los grandes hombres
han desaparecido;
nadie protesta, nadie se mueve, nadie avanza
contra la Conquista ;
los pueblos, inermes y desamparados mueren
solos ;
y el pensamiento avanza....
en Cuba, hay un partido anexionista potente,
una turba descastada, en busca de nuevo Amo ;
Cuba es tierra y conquista de los yankees;
vixit, podría escribir la Historia, como epitafio a
la independencia de aquel pueblo;
un patriotismo, escaso y glorioso, vela aún ;
la juventud y el pueblo, sueñan con la defensa
de la patria, y como el león de mármol de Lucerna,
cubren con el pecho y con las manos, el escudo
paterno amenazado;
pero, aventados serán, y devorados, y hechos
polvo ;
la conquista implacable no perdona ; . . . .
en tanto, las voces de unión y de Concordia, las
llamadas á la raza y a la vida, se pierden en la
obscura lejanía del horizonte, en la inmutable apa-
tía de unos pueblos y la vocinglería fratricida de
los otros :
V di: (;OMlJATE|f * 'iO
y mienlríis ellos duermen en una inctiferencia
culpable, i» se desangran en una lid homicida, la
invasión avanza : la invasión rubia y astuta, el tu-
desco y el normando ;
y, en su bandera estrellada y en las alas de suB
águilas, lleva escrito el lema formidable, la senten-
cia de muerte de una raza :
Finís latinorum...
Verba fluminea.
La Verdad ha dejado de florecer sobre los labios
inspirados ;
el gran lirio albo, se marchita y muere, bajo
este viento de pavor que hoy sopla sobre América;
el Miedo, centinela vil, guarda en la boca la pa-
labra esclava ;
la rosa púrpura, la frase ígnea, que brota de los
labios en cólera, no tiene ya valor para nacer ;
el anatema fúlgido estalla y muere sin eco, como
el rayo sin fulgores en la tormenta polar ;
solo un himno, el himno á la Victoria Omnipo-
tente, llena el espacio ;
y, se oye un rumor, como salido de las ergástu-
las y el Circo al paso del triunfador antiguo, como
el canto de los vencidos esclavos, en torno a la
tienda, donde el jefe de los mercenarios duerme,
harto de vino y de botín ;
la embriaguez de la Victoria posee al mundo ;
VEHBO DE ADMONICIÓN Y DE COMBATE U
lii América tiembla, ante el éxilo coronado y san-
griento;
la Victoria brutal, el Despojo vil, la Insolencia
del bárbaro, marchan erguidas y soberbias, lle-
vando como séquito, al mundo, silencioso y asom-
brado ;
así, como el galo en pos del César, así, como el
númida uncido al carro del publicano de Arpiño,
así, esclavo del Miedo, así va el mundo ;
estupefacta por la Audacia está la tierra, en un
momento de asombro ;
despertada ha sido, despertada por las águilas, y
tiembla de pavor ;
conquistada ha sido por la Fuerza, dominada ha
sido por el Crimen, y dobla la rodilla ante los bár-
baros
ved la zambra en el campo de batalla ;
ved los conquistadores victoriosos ;
contemplad la Odisea de ese pillaje ;
al grito de libertad, se lanzaron sobre Cuba,
sobre las Filipinas, sobre Puerto Rico y las hicie-
ron suyas ;
se anunciaron como los hijos de Washington y
fueron los filibusteros de Walker ;
cayeron sobre esos pueblos como el pie de un
paquidermo, y aplastaron su corazón ;
así, agoniza entre sus brazos la República Cu-
42 VERBO DE ADMONICIÓN
baña, así muri(3 ahogada en sangre la República
Filipina, así estranguladas por la mano amiga de
los republicanos del Norte ;
en Cuba, la protecci(jn, conquista disfrazada; en
Manila, la batalla, conquista descarada ; en Puerto
Rico la posesión, conquista tolerada. . siempre y
doquiera, la Conquista;
y áeste despojo vil lo llaman : la Victoria;
y escritores, pensadores, diaristas de nuestra
América latina, noblemente engañados por el mi-
raje lejano, han aplaudido este engaño pérfido, esta
burla a la generosidad humana, este zarpazo de un
tigre disfrazado de Tartufo ;
y deslumbrados por la Victoria se han convertido
al culto de la Fuerza ;
y, así, ¡se han empeñado en hacer creer d esos
pueblos en la generosidad de aquel coloso, en po-
nerles como modelo la Gran República^ en pintár-
sela como amiga y como hermana!
i Oh doloroso y funesto error ;
él dará sus frutos^ frutos de maldición y de Con-
quista ;
¿por qué no hacer ver á esos países lo que son
en realidad esta raza y este pueblo ?, raza voraz,
enemiga y desdeñosa, pueblo inmenso, bastardo y
cruel, insolente y despectivo hacia nosotros, con
una idea monstruosa de su superioridad y una in-
vencible idea de conquistarnos ;
Y DE C0M15ATE Í3
. ¿por qué no pintarles como es este país hetercj-
clíto, orgulloso y dominante, que nos codicia y nos
desprecia, turbión de razas aún informe y ame-
nazante, que va sobre nosotros?
¿por qué no mostrarles tal como es, esta oligar-
quía poderosa, más que la oligarquía de los Eupa-
tridas, aristocracia moderna salida del fondo de las
minas de California y de las hulleras de Pensilva-
nia, armada de cuarzos gigantescos, despreciando
la grandeza de las viejas armaduras y de los muer-
tos caballeros, vergonzosa de su sangre plebeya,
orguUosa de su civilización monstruosa, de la be-
lleza tenebrosa, inquietante y viril, de sus vírgenes
auríferas, mito deseado, vaso de oro, en que van á
apagar su sed los hijos de viejas noblezas europeas,
decrépitas y arruinadas?
pero, no;
se les pinta como generosidad lo que fué ambi-
ción, como desinterés lo que fué emboscada, como
heroísmo lo que fué pillaje y robo ;
y en una horda opulenta, que regresa de la con-
quista, se les hace ver un ejército de héroes que
vuelve de la victoria ; fama mendax;
y esos pueblos lo creerán, porque el espíritu
humano es ávido de fábulas, y así se hace de la
Historia, una conspiración contra la Verdad, como
dijo José de Maistre, y así abre la Admiraci('>n el
camino á la Invasión ;
^4 VERBO DE ADMONICIÓN
frente á ese error terrible y generoso, hay un
deber inflexible é imperioso : el de decirla verdad,
toda la verdad, á los pueblos de la América ;
y ante el desenlace inesperado de aquella gue-
rra (1), que cambió la suerte de los pueblos conquis-
tados y amenaza llevar el imperio de su fuerza y el
tum,ulto de sus hordas, hasta los mares del sur, al
corazón de esos pueblos lusitanos, que viven can-
tando himnos al vencedor, sin temor de su salvaje
violación;
ante el avance fabuloso de la bandera estrellada,
que ondea hoy, no ya a pocas millas de distancia,
sino en las costas mismas del continente latino ;
ante la llamada teoría imperialista, que no es otra
cosa que la doctrina del pillaje, del robo y la con-
quis ta;
ante el Walkerismo oficial, ó sea el filibusterismo
yankee, proclamado y aplicado al Asia y á la Amé-
rica en presencia del mundo sometido;
ante esas olas de fuego y sangre, arrojadas sobre
los filipinos, para ahogar su derecho á tener patria,
su sagrada aspiración á ser libres ;
ante la conquista simulada de Cuba, ante esta
anexión solapada y cobarde ;
ante la actitud de los papeles periódicos yankecs,
tan despectivos, tan ignorantes, tan agresivos para
nosotros;
(1) Guerra Ilispano-Americana.
Y DE COMBATE 45
ante el pensamiento conquistador, que avanza
como una ola y crece y se hincha en el corazón de
aquel gigante;
ante el giro tortuoso que han tomado los aconte-
cimientos ;
ante la lúgubre visión del mañana, amenazante ;
Ante la ocupación próxima de Panamá, que puede
YA considerarse COMO TIERRA POR YANKEES CONQUIS-
TADA (1) ;
ante tanta nube en el horizonte ;
ante el tropel de aventureros que marchan, ca-
llar es un delito;
es la hora trágica para los débiles ; y debe anun-
ciárseles;
el triunfo, cayendo sobre la fuerza, como un to-
rrente que engruesa otro torrente, lo ha hecho
irresistible ;
la Victoria ha hecho augusto el Crimen ;
el apetito del monstruo se ha despertado ;
el león no conoce otra enfermedad que el dis-
gusto de los alimentos, dice Plinio ;
este león no está saciado, y su fiebre es de con-
quistas ;
es la hora nostálgica del bruto ; ¡ guay, de los dé-
biles !
Ante las hordas del Norte que se aprestan á
(1) ¡Escrito en 1898 !... enNew-York.
46 VERBO DE ADMONICIÓN
AVANZAR SOBRE NOSOTROS, demos cl grilo de :
j Alerta !
los últimos de una raza destinada acaso á la des-
aparición y á la conquista, denunciemos el peli-
ligro ;
y pongamos nuestra voz entre el pueblo y la con-
quista, como pondríamos nuestro cuerpo entre los
invasores y la patria, si ese cuerpo pudiera detener
un instante, siquiera un solo instante la Victoria...
Fatal exodus...
Uno como soplo de tempestad pasó sobre la
América;
el huracán de la guerra asordó el espacio, en-
crespó los mares, sepultó las escuadras, como las
caravanas el vendaval de los desiertos, quebró un
poder cuatro veces secular, desgarró la bandera de
Lepanto, borró fronteras de reinos, hizo retroceder
asombrados los tercios de Pavía, y d su conjuro
formidable, se alzaron legiones de combatientes en
una selva de esclavos;...
temblaron á su paso las islas y los hombres ;
en el incendio de la selva, el viejo león hispano
huyó despavorido, y el águila salvaje persiguiólo,
batió sobre él las alas formidables, desgarróle el
flanco ensangrentado, desgreñó su melena encane-
cida y tinto en sangre lo dejó partir ;
y se fué... se borró su silueta enflaquecida en
esas lontananzas incendiadas, en el crepúsculo gris
de la derrota .. mudo en el dolor Tlel vencimiento...
48 VERBO DE ADMONICIÓN
y SU rugido que tantos siglos repercutió en la His-
toria, no estremeció las selvas ni los valles ;...
sólo se fué el viejo león de los combates;
y, los cachorros que deja en América, se ocultan
en sus selvas, asombrados, confusos ante el vuelo
de las águilas ;
y la bandera hispana desapareció del horizonte
americano ;
y, allí, donde extendía su rojo y gualda, señal
de la Victoria, abren sus alas sangrientas, flámulas
del combate, las águilas de Zaratoga y de York-
town, señal de la conquista ;
¡lábaro de la Fuerza vencedora!...
la Europa, vuelta de su asombro, de su pavor in-
menso, herida en su orgullo con el despojo de su
hermanadébil, silenciosa y hosca, vuelve sus ojos al
Oriente, donde el oso del Cáucaso, vela el letargo
del hombre amarillo opiatizado ;
y el águila del Norte, avergonzada de su lucha
sin gloria, sedienta de conquistas, se resigna ape-
nas á plegar las alas ansiosas de espacio y á cerrar
las garras nostálgicas de presas ;...
el reparto de Oriente no la seduce ;
no despiertan su apetito los miembros enflaque-
cidos de esos pueblos, que duermen como faquires,
en las faldas del Godjar y en las riberas del Petchili ;
V DE COMBATE 49
cuando hayan sido despedazados por otros, cxIlmi-
dcrd su vuelo desde el archipiélago malayo, dundo
colgó su nido, iril al festín de carne y se posará
allí, silenciosa y hosca, sobre su presa escogida,
con las alas extendidas y los ojos desmesurada-
mente abiertos sobre el inmenso y silencioso
oriente ;
por hoy, no piensa en eso;
su pupila roja se vuelve hacia el sur, que es su
pertinaz visi('>n ;
es el país de su ensueño ;
Cuba es tierra suya. Puerto Rico es su conquista;
y eriza las plumas de sus alas y va uacia Pa-
namá, que le oculta la vista de Ilaw ai ;
leed los periódicos del día;
todos ellos hablan del destino manifiesto de este
pueblo hacia el Sur;
todos marcan el Istmo, como el límite momen-
táneo á su ambición ;
y van sobre él ;
nada detendrá á ese pueblo en su camino de in-
vasión, nada, sino la Fuerza;
un destino fatal é inapelable lo impulsa allá, y
parece que oyera vibrar en el espacio las palabras
(le la Escritura : date priesa al despojo y apresúrate
'i la presa.
los instintos brutales de su raza los llaman ;í la
conquista ;
4
50 VERBO DE ADMONICIÓN
son los hombres del Norte, los descendientes de
los normandos, de los piratas del Báltico, que en
las barcas de cuero cruzaron la ola negra bajo el
cielo brumoso para dar principio al pillaje de los
pueblos ;
son los hijos de los teutones, que enterraron en
el silencio de sus selvas'líís legiones de Varo, que
hicieron la desesperación de Octavio, y asaltaron
el Capitolio con sus cabezas blondas, como un tri-
gal movible, y sus ojos azules, llenos del estupor
salvaje de sus montañas sagradas ;
son los descendientes de los peores mendigos de
Albión y deGermania, venidos en obscura emigra-
ción á América, hechos poderosos, y que hoy sien-
ten vibrar en sí todos los atavismos de su raza
aventurera ;
lo que pasó en Cuba, no fué sino el prólogo de
un drama : la conquista de América.
no fué una reflexión filantrópica, fué un odio
etnológico, lo que levantó aquellas olas de fuego y
sangre en que naufragó la independencia de dos
pueblos.
no fué una guerra de dos países, fué un duelo de
dos razas ;
un pensador sajón lo dijo ya;
y el fracaso de la raza latina se acentúa;
todo es vencimiento, todo es ruina, en torno de
esta raza, que parece herida por la cólera de los
Y DE COMBATE 51
dioses, denunciada por el verbo de los profetas,
locada por la lepra de Lázaro ;
¡derrota y decadencia!
algo más que el i)er¡plo de
Ilannón, que las medallas de que habla el historia-
dor, que los versos de Plinio y el recuerdo de Aní-
bal, queda de Cartago ;
queda su espíritu, encarnado en la raza sajona ;
queda el odio latente de las dos viejas razas;
Cartago vive contra Roma;
Cartago vence ;
el triunfo es suyo;
hoy el mundo es cartaginés, sí, porque es inglés ;
hoy el alma latina está vencida ;
nada puede el fantasma de Escipión ;
todos los muertos de Zama están en pie ;
los fenicios rotos por Ciro, y los cartagineses,
muertos por las legiones, se han rehecho y son los
vencedores ;
las ruinas de Tiro se animan con nueva vida, sin
recordar el paso de Alejandro, y de la hoguera de
Cartago, sale un cisne inmaculado, cisne con alas
de oro ;
Tyro, Babilonia, Capadocia, resucitan bajo otros
nombres, Mercurio, el dios de alados pies, impera
-olo ;
52 VERBO DE ADMONICIÓN
la India, el Soudán, Matabelán, Egipto, Dongola,
Gibraltar, Malta, Manila, Haway, Cuba, Puerto Rico,
tales son las grandes avanzadas de los modernos
fenicios ;
y el verso de Homero, que hizo llorar al romano,
parece vibrar, no ya para un pueblo, sino para una
raza ;
Troya también verá su último día.
y el crepúsculo de ese día aciago avanza ya;
los vencedores de Salamina son mendigos bajo
el cetro de un Glencksbourg ó esclavos bajo la cimi-
tarra del Tártaro ;
los campeones de Himera, no encuentran tierra
donde posar el pie, y el último HohenzoUern, se
unió al turco para asesinarlos en Armenia ;
y los sajones crecen, marchan, se dilatan, y un-
cen á su destino la Victoria;
tienen sus reyes en Escocia é Irlanda, su alma
mater^ en Windsord, los nietos de su reina en Ber-
lín y Petersburg, sus abuelos en Copenhaghen,
reinan bajo el cielo de Ática, tienen sus legiones
en Egipto, en la India, en África, y los bastardos de
sus pecheros y lacayos tienen la garra puesta sobre
América ;
con tanta razón como Garlos V, pueden decir que
V DE combatí-: rj3
en el Imperio de su raza no se pone el Sol, pues
los primeros ojos que lo ven surgir en el Oriente,
y los últimos que lo ven ocultarse en el Ocaso, ojos
sajones son ;
el águila que se escapaba de las hogueras en las
orgías tirianas, cubre hoy con sus alas toda la
extensión del globo ;
nada detiene su vuelo majestuoso ;
su aleteo formidable pone pavor en la conciencia
humana, y una sola pluma caída de sus alas, basta
para aplastar á un pueblo ;
raza soberbia y triste, soñadora y sensual, avara
y cruel, va bajo las banderas de Mercurio con-
quistando el mundo, rapaz como los lobeznos
de Sarmacia, astuta como las panteras de Su-
matra ;
libre ya de la neurosis semítica que la agitó en la
antigüedad, más cultos sus atavismos de dominio,
ya no crucifica los leones ;l la vera de los caminos,
pero crucifica los pueblos en las grandes veredas
de la Historia;
ahí están, puestos en cruz, los tres últimos ven-
cidos ;
las águilas remolinean en torno á esos islotes de
allende el océano, donde los pueblos conquistados
principian su agonía;
y parten en obscura emigración ;
¿á dónde van las águilas del Norte?
54 VERBO DE ADMONICIÓN
allá van en columna triangular ú los bosques del
trópico;
¡ allá van ! . . .
despertad los cóndores de Ayacucho ;
¡despertad los cóndores de Maipu!...
Ex ungue leonem
Y, nuestros pueblos duermen indolentes, en me-
dio de su pompa florestal;
soberbios, descuidados, nada escuchan ; ciegos
por sus pasiones nada ven ;
el rumor de sus escándalos atruena sus oídos, y
el fulgor de sus hogueras les deslumhra las pu-
pilas ;
ocupados en forjarse ídolos en la Iliada intermi-
nable de las contiendas civiles, no alzan su cabeza
poderosa, inclinada hacia la fragua formidable ;
ensordecidos por sus querellas, por el rumor de
sus disputas bizantinas, no sienten los pasos del
conquistador que avanza...
y despertarán ante el invasor^ con la candida sor-
presa de los habitantes de Tárenlo, al ver la blanca
aparición de las velas latinas, como la proyecciíjn
de un vuelo de palomas, aparecer tras el Junius
Lacinianum, el Promontorio Sagrado;
y el Conquistador avanza...
56 VERBO DE ADMONICIÓN
avanza en medio del Silencio, como Escipión, á
cuyo paso enmudecían los perros cuando iba al
Capitolio ;
avanza entre la inmovilidad ó el miedo de unos
gobiernos de la América del Sur, y la complicidad
bochornosa, la venalidad aleve de los dictatoriales de
Colombia, (1) que viendo que por sí solos no tienen
precio, señalan al invasor el camino y le sirven de
puente, aunque perezcan luego como la hija de
Tarpeyo, bajo el escudo del Conquistador, y el oro
que les arroje encima, en pago de su infamia.
cuando los bárbaros, como las olas de un mar en
cólera, se abalanzaban sobre el Lacio, extraviados
en las selvas, las bestias feroces les servían de
guías, dice el historiador;
y estas hordas del Norte, que van sobre nosotros,
encuentran también bestias salvajes que las guíen ;
los ambiciosos van á la cabeza de la invasión y
reciben como Priscus su imperio de manos de los
bárbaros ;
la conquista los corona antes de devorarlos;
y el conquistador avanza, entre el silencio y el
elogio de los diarios latinos, indiferentes ó abstraí-
dos en el problema diario de su sociología parro-
quial ;
y avanza, entre la inercia, la incredulidad, la
(1) Escrito en 1898. — i Seis años antes de la venta de
Panamá !
Y DK COMUATK .) i
burla, de esos pueblos de nuestra raza, que arma-
dos del heroísmo do la muerte, no temen nada, ni
su desaparición del globo ;
es tiempo de despertarlos ;
es tiempo de decirles que en este sif,'lo el heroísmo
es nada y la fuerza es todo ;
que el yelmo de don Quijote y su lanza enmohe-
cida, no son ya armas de combate ;
que los pecheros del .Xorte lian dado cuenta de
los hidalgos de la Mancha ;
que avanzan sobre sus nietos;
que el jjvoximus ardcl Ucalegon^ ese grito que
despertó á Eneas en el incendio de Troya, ha de vi-
brar sobre América ;
que el conquistador, veloz como Atalante, no se
detiene ;
que las manzanas de Hipómene no estorban su
marcha, porque él las lleva en las manos ;
que en esas democracias nuestras, no hay para
el criterio de ese pueblo, sino turbas insurrectas,
semibárbaras, agrupaciones de negros, aptas á la
conquista ;
que así lo dice todos los días, á todas horas, en
todos los tonos, la prensa del país, indocta, es ver-
dad, pero sincera;
que todo el poder y el apetito de los conquista-
dores antiguos, reside en los músculos y el vientre
de ese gigante sajón;
58 VERBO DE ADMONICIÓN
que ya extendió un brazo hacia el Oriente y em-
puñó las Filipinas ;
QUE EL OTRO LO EXTIENDE HACIA NOSOTROS, y hace
ya sombra la proyección de su mano sobre los
pueblos del Sud ;
los bárbaros van al Capitolio;
¿adonde están los gansos divinos que perturben
el sueño de esos pueblos?
¿á dónde está el Manlio desconocido ?
¿surgirá de las tinieblas?
¿se perderá la voz admonitriz como la de Casan-
dra, bajo la maldición de los dioses?
¿la indiferencia y el miedo devorarán al que
grita, como las serpientes al sacerdote que extendía
su mano impidiendo la brecha en la muralla?
eso no importa;
la hija de Priamo fué arrastrada por la turba sol-
dadesca, Laocoón fué devorado por las víboras mari-
nas, pero, la ciudad sorda pereció en una noche,
bajo el arado del fuego, y en pos de sus profetas,
va el fantasma de Ilion, ensangrentado ; (1)
ante el peligro anunciado habrá quien dude y
ría;....
en la onda de cretinismo que sube al horizonte
todo es posible;
(1) Así como los que anunciamos la invasión yankee y
la desmembración de la Patria. Panamá vendida y conquis-
tada atestigua la lucidez del patriotismo vidente.
Y DE COMKATE 59
v¿t' ridenlibus
y el águila del Norte eriza sus plumas ?/ mira (d
Sud;...
ya va á extender su vuelo ;...
Aníbal, niño, en las playas de Andrumeta, apri-
sionando una águila, la ahogaba contra su corazón,
aunque le ensangrentara el pecho con las garras ;
¡acaso la presentía como escapada de una legión
en el desastre de Zama !
nosotros no podemos aprisionar el águila del
Norte, y la presentimos ya señoreando sobre el
horizonte patrio;
cumplimos con señalar su rumho, designándola
al tiro del Arquero ;
¡sagitarios de pampas y montañas, allá van las
águilas del Norte !...
el último rey de los hérulos, habiendo prohibido
que le anunciasen una derrota, no la impidió, ni la
aplazó siquiera, y cuando el centinela apuñaleado
gritó á las puertas de su propia tienda, ¡desgra-
ciado rey! ¡desgraciados hérulos! las lanzas de los
lombardos le traían algo más terrible que la de-
rrota : la muerte.
en este trance supremo, cuando merced á la con-
fusión y ai desconcierto y á la espesa sombra que
60 VERBO DE ADMONICIÓN
el estupor produce en la conciencia, el enemigo
avanza silencioso como los soldados de Brunswick,
el escritor como el caballero de Assas, debe dar el
grito de alerta : ¡ á mí Auvergne ! ¡ he ahí el
enemigo!...
aunque caiga después, cubierto de dardos y ba-
ñado en sangre ;
Caer sin haber temblado es la Victoria.
Hoc erat in votis...
Procelaria de esta tormenta, ¿cuál la palabra de
consuelo?
augur de la catástrofe, ¿ cuál el conjuro á tanto
mal?
profeta de la invasión, ¿cuál el remedio de esca-
par á ella ?
¿qué diques levantaremos ante la ola de los bár-
baros?
¿qué muro alzaremos entre ellos y nosotros?
así exclamarán las almas asombradas ;
así nos dirán sonriendo, bajo su espléndida más-
enla bilis, los apóstoles del yan/dsismo ;
la fuerza se repele con la fuerza;
y la Unión hace la Fuerza;
Bolívar, dio la palabra salvadora, en los espantos
de la muerte, envuelto en las brumas augúrales de
su inmortalidad ;
Unión, UnióUy Unión ;
así dijo el Genio^ moribundo ;
62 VERBO DE ADMONICIÓN
unión de Méjico y de los pueblos de Centro Amé-
rica en una Gran Confederación, más grande que
esta que vinieron á romper la ambición nefasta y
sanguinaria de Estrada Cabrera y las intrigas avie-
sas del ex-Presidente Iglesias ;
unión, liga ofensiva y defensiva de los fragmen-
tos de la Antigua Colombia, algo que levante en los
mares del Sur la sombra augusta de aquella visión
imponente y grandiosa;
unión del Perú y Bolivia, las dos hijas gloriosas
de Ayacucho ;
unión de Chile y de los pueblos del Plata ;
unión por todo el Continente ;
un Congreso de esos pueblos y de esa raza, con-
vocado por la Argentina y reunido en Buenos Aires,
precisamente frente á ese Congreso Pan-Ameri-
cano, que la diplomacia pérfida pudo reunir, al lla-
mamiento de la Nación Invasora ;
la declaración formal de ese Congreso de man-
tener la INTEGRIDAD DEL TERRITORIO LATINO AMERI-
CANO, Y LA Soberanía indiscutida é indiscutible de
Colombia sobre las costas y las aguas del canal
interoceánico construido al través de territorio
suyo ; (1)
(1) Si eso hubiera sucedido así ¿ Panamá habría podido
ser cercenado sin una gota de sangre y vendido por un
aventurero francés al sórdido impudor del gobierno ameri-
cano ?
Y DE COMBATE 63
una Convencitm, un Tratado formal en que esas
repúblicas todas, se comprometan á defender mutua
y colectivamente, su Integridad y su Independen-
cia, contra toda tentativa de anexión y de Conquista,
intentada por yankees y europeos;
liga de fraternidad, liga de defensa mutua : un-
guibus et rostro ;
un Tribunal Arbitral, permanente en esa misma
ciudad;
la Gran Metrópoli del Sur, haciéndose el nido del
alma latina, frente á la Gran Metrópoli del Norte,
hecha el nido sombrío del alma sajona ;
las guerras internacionales conjuradas por el Tri-
bunal Arbitral de Buenos Aires, sin necesidad de
ir á mendigar justicia á la ignorancia ó la mala fe
de Gobiernos extranjeros;
las guerras civiles suprimidas por la equidad de
los gobiernos v el buen sentido de los pueblos:
PAZ Y unión;
liga ofensiva y defensiva de todos esos pueblos,
retoños del latinismo vencido, contra las invasiones
crecientes de ese retoño soberbio del sajonismo
vencedor;
liga de esos países contra la Invasión y la Extor-
sión, contra Europa y contra Norte-América ;
admitir la invasión del Progreso y rechazar el
progreso de la Invasión ;
estrechar más y mus nuestras relaciones diplo-
64 VERBO DE ADMONICIÓN
máticas y comerciales con los países latinos de Eu-
ropa, especialmente con Italia y con España;
promover por todos los medios la populosa emi-
gración española é italiana, hasta mezclar, mejorar
y cambiar las bajas capas de nuestro pueblo indí-
gena y formar ciudadanos laboriosos y conscientes,
aptos para el ejercicio de sus derechos y prontos al
cumplimiento de sus deberes ;
hacer ciudadanos y soldados ;
formar ejércitos permanentes, disciplinarlos y
prepáralos : Si vis Pacem, para Bellum;
las repúblicas del África austral nos han dado el
ejemplo ;
á la unión y á la previsión debieron su fuerza y
sus victorias ;
ellas se unieron, ellas se armaron en silencio y
se hicieron formidables previendo al invasor ;
y la invasión llegó ;
. por la unión pudieron resistir y por la unión pu-
dieron combatir ;
por ella acabaron con Jamesson, por ella han te-
nido tanto tiempo en jaque las fuerzas fabulosas
del Reino Unido ;
¿qué no seríamos, qué no haríamos nosotros,
mucho más fuertes, más numerosos, más aguerri-
dos á la lucha ?
la unión será nuestra vida;
paz y unión, he ahí el muro;
Y DE COMUATE 65
unión, he ahí el lema;
¿ideología? sea, pero generosa;
¿ensueño? sea, pero luminoso;
nadie puede obligarnos á pensar vil, ni ;i soñar
ruin...
¿que es imposible?
¿ que esos pueblos anarquizados, divididos, rotos
como las legiones de Perseo, sienten penetrar en
ellos la muerte ?
¿que están abiertos á la derrota, á la invasión y
á la conquista?
que el caudillaje los ahoga, los debilita y los en-
trega;
que allí no hay lugar para las grandes ideas,
espacio para los grandes pensamientos ;
que allí no hay calor sino para la polémica local,
ruidosa y estéril en su ruindad inconsolable ;
que entre las recriminaciones del pasado y las
querellas del presente nadie piensa en los peligros
del lejano porvenir ;
que en aquellos climas abrumadores, todo se
arrastra y nada vuela ;
que los cóndores emblemáticos han muerto ;
que nuestros símbolos de victoria han sucum-
bido ;
5
66 VERBO DE ADMOiMCIÓN
que no hay alma latina en América ;...
¡ mentira ! ¡ mentira ! sofisma vil ;...
no lo digamos, no lo pensemos siquiera, bajo las
miradas del águila que olea ;
aunque así fuera de])eríamos ocultarlo y recor-
dar á la América su alma salvaje, para que esca-
para por el suicidio del horror de la cadena ;
la mujer de Asdrúbal, apuñaleando sus hijos y
arrojándose con ellos á las llamas, de lo alto del
Acrópolis, fué como el alma de su patria, escapando
por la muerte del horror de la Victoria, y de la
suerte de Gorinto ;
¿que allí no hay unión, ni fuerza, ni pueblos que
organicen una sabia resistencia?
¿que no es posible salvarse?
¿que un fatalismo musulmán prepara aquellos
pueblos á la esclavitud y á la conquista ?
está bien ;
entonces, que esa América duerma en sus orgías
de sangre y lama como un lebrel los pies de sus
Señores ;
los bárbaros velan... y ellos la despertarán...
pueblos que se duermen en la abyección, des-
piertan en la conquista ;
la América del Sud despertará pisoteada por los
hombres del Norte, y no se oirá siquiera su grito
al perecer bajo el tacón del invasor ;
y después de haber deshonrado la libertad con
\ iii: co.Mr.ATi; »)/
sus escándalos, deshonrará la esclaviliid con sus
])ajezas ;
y los que le anunciaron la hora trágica, morirán
lejos... ¿ do dolor? no, de vergüenza...
el dolor es para el infortunio inmerecido ;
la vergüenza para la infamia consentida ;
¡ellos que se creían concebidos en la matriz de
una leona, resultarán ser los hijos de una liebre;
y, ocultarán lejos el dolor de su derrota, ya que
no podrán ocultar la vergüenza de su origen ;
¡ pero, no!...
la América no perecerá así ; ella se alzará y ve -
lará ;
ella defenderá como leona la frontera del de-
.--ierto ;
Bolívar, Sanmartín, Hidalgo, Morazán, no fueron
hombres, fueron pueblos ;
y esos pueblos viven ;
son cóndores que duermen en las cimas ;
ellos despertarán, centelleando en el peñón la
pupila somnolienta, enarcando el cuello rojo, como
llama del volcán, y extendiendo el ala negra, pa-
bellón de la Victoria ;
esperan la llegada de las águilas ;
¿ que traen sangre en las garras ?
ellos conocen esa sangre, porque desgarraron
primero el vientre de ese león ;
¿ avanzan las águilas ?
68 VERBO DE ADMONICIÓN
habrá choque en el aire y en las peñas, gritos de
guerra, nubes de plumas desgarradas, sonidos de
alas rotas, desbandada de águilas que huyen...
j salve América!...
tú serás libre, mientras quede un cóndor sobre
tus cimas;
¡ despertémoslos cóndores bravios!
¡ las águilas avanzan !
¡ al ver los centinelas del desierto detendrán el
vuelo !
ellas no temen al deshonor, sino á la Fuerza ;
seamos la Fuerza ;
Alejandro, arrastrando la Pitia por los cabellos,
hizo hablar á los dioses : nada te resistirá, hijo mío,
dijo la Pitonisa profanada ;
seamos fuertes y arrancaremos la palabra de la
victoria, de la boca del oráculo ;
y haremos hablar al dios Éxito para nosotros ;
La Fuerza esclaviza la Victoria ;
seamos fuertes ;
así, no seremos nunca esclavos ;
seamos fuertes... (1)
(1) Los acontecimientos desmintieron todo este bello
sueño. La América fué mutilada por el yankee. Y desde la
Argentina á México, la cobardía selló los labios de un Con-
tinente. Cobardes y mendaces esos pueblos latinos conti-
nuaron en vivir sin protestar. Panamá es la espina clavada
en su garganta. ¡ Morirán de ella...!
Per inania regna...
Todo se hunde en la sombra, en un vago crepús-
culo de crimen ;
rojo como un mar de púrpura el horizonte y va-
gas esperanzas de idealidad cayendo en él, como
rosas blancas en el fondo de una ánfora de sangre ;
un sollozo gigantesco, amenazante saliendo del
pecho de los pueblos, del alma inconsolable de las
multitudes, una sinfonía de dolor hecha de espe-
ranzas perdidas y de sueños imposibles ;
nunca siglo alguno había muerto en un fracaso
más completo de todos sus ideales ;
la mentira de la civilización se ha roto, y de su
seno de Esfinge, como de la cabeza del Dios del
Serapeum, han salido las quimeras como un tropel
de insectos asustados ;
y sobre sus labios lacerados, no se posa ya,
aquel rayo de sol, que hacía cantar la verdad
entre los labios del ídolo ;
70 VERBO DE ADMONICIÓN
el eclipse de la Esperanza es completo en el alma
de los hombres;
y la sombra brutal, impenetrable, se hace noche
en el horizonte de los pueblos ;
la Fe, que es la esperanza en Dios, ha muerto y
la multitud estulta va como un toro ciego al
ateísmo ;
la Esperanza, que es la fe en los hombres, tam-
bién ha muerto, y las turbas desilusionadas, van
como un rebaño asustado al pesimismo ;
la Caridad, que es la Fe en el Bien, también mu -
rió, y el hombre entregado á sus instintos de bes-
tia, va en carrera precipitada albarbarismo ;
el mundo ya no cree, ya no espera, ya no
ama ;
todas las formas del Entusiasmo, de la Esperanza
y del Amor, se mueren ;
y, es, que todo nos ha mentido, todo nos ha en-
gañado, á nosotros, los hijos ilusos de ese siglo de
miseria y de dolor;
todo ha sido estéril, todo es triste, en esta hora
fatal de negaci(jn ;
y el mundo tiembla aterido, desconsolado, som-
brío, en un campo de conizas ;
todas las grandes ideas han hecho quiebra frau-
dulenta, arrastrando en su fracaso las ilusiones to-
das de la conciencia universal ;
la Libertad, ha sido una quimera ;
Y DE COMnATi: 71
lii Civilizacii'm, una iiienlira ; el Derecho, un sar-
easmo ;
y la liuuianidad miserable, despojada, liani-
brieula de Ideal, pide cuenta álos explotadores de
su Fe ;
y delira sitibunda, como el camello rendido, que
en una larde de marcha, se lleva al torrente seco y
se le dice : bebe, camello, ese fué un torrente, si tú
(¡uieres un mar, muy cerca está la Mar Muerta ¡j el
pasto de sus orillas 1/ la sal de sus guijarros : bebe la
muerte...
y se da la Muerte, como único premio ala Espe-
ranza...
¿qué queda de las que fueron luces de alba y es-
trellas de la aurora, en ese siglo muerto de men-
tira?
el Derecho, la Justicia, la Ley, ¿ qué queda de
ellos ?
¿ habrá quien ose decir que aún viven ?
el Derecho, se llama Fuerza ;
la Justicia, se llama Fuerza ;
la Ley, se llama Fuerza;
ningún Ideal queda en pie, todos han sido vol-
cados ;
ninguna Idea queda pura, todas han sido vio-
ladas ;
sólo la Fuerza queda, erguida, vencedora, omni-
potente, sobre la tumba de ese siglo mentiroso y
72 VERBO DE ADMONICIÓN
venal, nacido en el cri'iler de un volcán y muerto
como Job, en un estercolero ;
la Libertad, la Igualdad, la Fraternidad, esas
tres Musas que velaron la cuna del siglo muerto,
¿ qué se hicieron ?
] desvanecidas fueron como fantasmas ! i rotas
como estatuas de diosas de una religión pros-
cripta!...
¡la Libertad!...
en su nombre se vieron los bárbaros del Norte,
alzarse como un huracán devastador, caer sobre
la hispánica Nación, desprevenida, herirla, despo-
jarla sin combate, sin gloria, sin esfuerzo, expulsar
del Continente los restos de sus legiones que
... un día
sorprendieron al sol que se dormía
tras los remotos mares del Occidente...
y el gran cerdo de Pensilvania, gloria del escudo
de esos bárbaros, alzó su mole grasa, allí donde los
leones de Castilla, perfilaban su silueta de gloria
en un horizonte de leyenda ;
¡la Igualdad !...
preguntad por la caricia de esa diosa, á las tur-
bas dolientes que se arrastran en la senda tortuosa
de la vida;
álos obreros esclavos, que nacen, viven, luchan
y se mueren en las entrañas de la mina obscura ;
Y UK CO.MnATi: '•>
á los judíos, insultados, perseguidos, dispersa-
dos por el mundo;
á los rebaños de niños que la tisis consume en
las fábricas de vidrios, y cuyos labios adolescentes
sólo los desdora el beso de la Muerte, en el seno
de la tumba ;
á los neutros, linchados diariamente, en espectá-
culo público en los Estados del Sud, de la Hepú-
blica Modelo, y cazados como fieras, á plena luz
meridiana, en las calles de New York ;
á las multitudes analfabetas, que pululan en
vida vegetal, bajo las altas capas sociales ;
á los campesinos que mueren de hambre y de
fiebre, cerca á la azada inútil, sobre la tierra es-
téril ;
¡ la Fraternidad !
preguntad á las mujeres y los niños boers, fusi-
lados por Lord Koberts, sobre las cenizas de sus
casas incendiadas ;
á las poblaciones filipinas, asesinadas durante el
sueño ó cazadas y fusiladas en masa, en las calles
y en las plazas, por orden del General Arthur ;
á los Ministros y á la familia de la reina de los
Hobas, hechos fusilar en Tamanariva por el (lene-
ral Galiani ;
á los cuarenta mil derviches, asesinados en un
solo día, por Lord Kitchener, en Odurmán ;
alas poblaciones de Tien-Sing, de Cing-Fou, de
74 VERBO DE ADMONICIÓN
Pekín, que han visto pasar sobre ellas el espectro
rojo de la Civilización europea ;...
las mujeres violadas; los niños desventrados ó
estrellados contra los muros, por los soldados
ebrios del Emperador de Alemania ; los hombres
asesinados en los brazos de las esposas ; los hijos
en el seno de las madres ; los templos en ruinas, las
tumbas profanadas, os hablarán de ese vocablo ;
¡ la Civilización!...
¿no visteis su última epopeya? (1)
¿ no visteis las hordas de los soldados europeos,
al grito del Atila teutón, cuya espada virgen tiem-
bla en el brazo roto, lanzarse sobre las costas del
mar amarillo, para castigar un pueblo culpable del
solo crimen de amar sus dioses, su patria y su de-
recho?
al grito de esos nuevos bárbaros, salidos del
fondo de la Europa, para imponer á pueblos leja-
nos nuevos dioses, nuevas leyes, nuevos amos,
¿no escuchasteis mezclado el grave rumor de los
diplomáticos discutiéndolas cabezas que habían de
cortarse, los tormentos que habían de infligirse á
Príncipes y generales culpables del crimen de haber
amado á su país y defenderlo de una invasión ex-
tranjera?
(1) La invasión á China predicada y ordenada por Gui-
llermo de Prusia, cuyas hordas desenfrenadas de hotentotes
rubios, eclipsaron la barbarie de los hombres primitivos.
los enviados de Alila, de Marico, de hcn^frico, á
pesar del !> ]'iriis del galo, no discutieron tanto
la tortura, no vendieron el martirio, no metodiza-
ron el asesinato con una ferocidad semejante á la
de ese grupo de ministros europeos, discutiendo la
muerte al pie délas murallas de Pekín incendiadas
por sus hordas tumultuarias ;
la onda de la barbarie europea sumergi(') el viejo
Oriente ;
y sobre las olas rojas de esa inundaci(')n que hi-
cieron un mar de sangre, las piedras mismas pro-
testaron contra tanta iniquidad;
y la alta marea no desciende, la ciUera de los
fuertes no se aplaca ;
¿ cuándo se íetirarán esas olas de barbarie que
hoy se rompen contra los pechos inermes de pue-
blos cuyos brazos desarmados se alzan para pedir
Misericordia ?
¿ qué nuevo solitario saldrá al encuentro de
estos nuevos Vándalos, dicióndoles como Isac á
Valente : cesa tu iniquidad^ tú haces la guerra á
Dios ?
los altares de la Piedad no humean ;
el crimen no detiene su carrera;
los tiempos son de Intolerancia y de Injusticia;
las jornadas sangrientas se suceden con la rapi-
dez de un vértigo rojo ;
los pueblos desaparecen en el torbellino de la
76 VERKO DE ADMONICIÓN
conquista como envueltos en un manto de rayos;
la fuerza pasa como el caballo de Atila, sem-
brando la desolación sobre la tierra ;
los hombres se precipitan en la iniquidad y los
pueblas en la demencia ;
tal es la tristeza del momento actual ;
per Inania Regna.
verso la vita.
Es la hora fatídica del Caos;
los pliegues de la bruma monstruosa se detienen
estupefactos en las grandes cimas sombrías;
y en el misterio del horizonte se sienten remo-
ver sudarios invisibles y vuelos letárgicos de
larvas gigantescas ;
los soñadores tenebrosos y sinceros, con la
pupila fija en el abismo profundo, meditan sobre
Patmos invisibles ;
la insania divina los posee ;
olas de blancura estremecida vienen hasta ellos;
y en la bruma, su palabra florece, como una pri-
mavera de mirtos, y revienta en la noche, como una
floración de estrellas ;
y sus sueños van fingiendo en la sombra dolo-
rosa, un tropel de cisnes negros, en un lago espe-
cular ;
porque es la hora fatídica del Caos;
78 YERRO DE ADMONICIÓN
gérmenes de Muerte trabajan en el seno de la
Vida ;
y son luces trémulas de noctículos lívidos, las
que bordan como tenues luces de oro el horizonte
escarlata ;
blancuras de mortajas y albas ropas bautismales,
silencios de tumba y rumores de cuna se miran y
se escuchan ;
y el alba permanece inquieta, envuelta en densas
vaguedades de crepúsculo ;
la tumba abierta en que cayó un siglo triste de
mentira, de agitacifm y de conquista ;
y la cuna donde ha abierto sus ojos á la luz un
siglo niño, nacido entre la guerra y el escándalo,
el dolor y la iniquidad ;
y la Muerte, como un pelícano de mito, exten-
diendo sus alas inmóviles sobre estos dos extremos
de la Vida ;
una época que no tiene ya fuerzas parala Vida,
y otra que no tiene aún conciencia de ella ;
algo que ha dejado de ser y algo que no es to-
davía ;
tales son los signos del tiempo informe y azaroso
en que vivimos ;
hora de descomposición y de transformación ;
vestigio de lo que fué, germen de loque será;
montón de ruinas, bajo las cuales germina se-
pultada la nueva vida ;
Y di: comhatk 79
restos de incendio, on cuyas cenizas, se ocnlla el
fuego en i^^iicion eterna ;
algo testigo de duelos inacabables y sombríos;
rastros de una nueva titanomaquía, de una lu-
cha formidable, aún indecisa, entre los dioses y los
hombres ;
momento sociológico informe y confuso, que no
tendrá nombre en la Historia, porque no es la Fe,
ni la incredulidad:
ni la Paz, ni la Guerra ;
ni la plena Barbarie, ni la plena Civilizaci('»n ;
ni la inviolabilidad de las naciones, ni la legiti-
midad de las conquistas ;
ni la revolución ni la estabilidad ;
ni la anarquía, ni el orden ;
ni el yugo de la tiranía, ni el reinado de la liber-
tad;
ni el régimen del privilegio, ni la plenitud de la
igualdad ;
ni el triunfo del individualismo, ni el del colec-
tivismo ;
niel de la aristocracia, ni el de la democracia;
ni la hora de la Monarquía, ni la de la República ;
no es ya el derecho divino y no es aún el dere-
cho humano ; no es la hora de los reyes, ni la liora
de los pueblos ;
es la incoherencia, la inconsecuenci i, la impo-
tencia:
(SU VERBO DE ADMONICIÓN
la confusión de todos los principios, el contuber-
nio de todos los errores ;
la duda, la incertidumbre, el caos ;
sobre la tumba aun entreabierta de ese siglo,
crece la Esperanza como un lis ;
y en la vaga penumbra astral, el siglo niño se
yergue y con pie alado, como de ninfa que des-
flora la vaga quietud de un lago escandinavo,
avanza, ¡ blanco Mago ! en los hondos silencios del
Misterio ;
y avanza, bajo el cielo que se incendia sobre su
cabeza y la tierra que tiembla bajo sus pies ;
¿ á dónde va?
va hacia la Vida...
y nosotros con él ;
verso la vila, verso la vita...
di servo arbitrio...
El parlamentarismo expira deshonrado y vencido,
profanado por los gobiernos, que no ha podido
salvar, despreciado por los pueblos que no ha sa-
bido defender ;
instrumento de tortura y rebelión, ha servido
más para oprimir que para libertar, y no se ha
alzado indignado sino para caer más pronto de
rodillas ;
el carnerismo vergonzoso de las asambleas, ha
hecho que el alma heroica del pueblo huya de
ellas ;
la última en que palpitó vibrante y tenaz el alma
pública, se llam(') : la Convención franc<;aa ;
en aquel grandioso y lúgubre cenáculo de abo-
gados sombríos y de asesinos togados, Pretorio el
más alto, que registran Jas cimas de la Historia,
respiraba toda el alma de una época, con soplo de
muerte y de exterminio, y se alzó, trágica y san-
82 VEHIJO DE ADMONICIÓN
grienta, roja y negra como un rayo espectral, la
Venganza de los Siglos ;
el alma de la Libertad, seescap») como un cántico
de los labios del último girondino asesinado;
¡bandada de cisnes trágicos, con los cuellos de
ánforas tronchados por la mano inllexible de la
Muerte, en el lago crepuscular de los ensueños !
de aquellas rosas líricas, deshojadas, se escapó
como un perfume, el alma dolorosa de la Repú-
blica ;
con los jacobinos terminó la grandeza del Poema
Rojo, imponente y devastador como el cich'tn ;
y cuando las cabezas pálidas de Robespierre y de
Saint-Just, juntaron sus labios fríos, entre la cesta
sangrienta, con aquel beso de tigres muertos, con
ese estremecimiento de leones agarrotados, murió
el alma déla grande y soberbia Asamblea Popular,
se apagó el trágico aliento de la Revuelta, que hizo
temblar el mundo, se eclipsó el Mito formidable, y
se extinguió ese ciclo rojo del Ideal bermejo, que
tuvo por tribuna la Convención, por altar el Patí-
bulo, por dios la Libertad, por sacerdote el Ver-
dugo, y por Código, esa Biblia de la Histeria, que
escribió en la soledad, el alma ingrata, desolada y
triste, del filósofo de Ginebra ;
el Consejo de los Quinientos, no fué ya sino el
nidar de gansos capitolinos, mudos de espanto
sobre la tumba de Manilo .
Y DE COMBATi: H.'i
y, el bárbaro, que venía, seguido de sus águilas,
espanto con el extremo de su fusta esa bandada de
aves de corral ;
cuando Júpiter Scappín, el corso funambulesco,
estrangul») la República, hacía ya mucho tiempo
que la voz imponente y grave del Pueblo había
huido de su garganta ;
su alma trágica y bravia, dormía con Dantón y
con Vergniaud, en la noche de la Muerte ;
el espíritu invencible y puro de las asambleas
desapareció con aquellos hombres;
después no ha quedado, sino algo como la
mueca de la Elocuencia en la Tribuna de los Rostros ;
¡ bandadas de pericos ebrios de vocablos, revol-
cándose entre el fiemo de las águilas caudales;
los senados de Napoleón, serrallos galoneados;
la C.'imara introuvahle, rebaño de camellos, con
accesos de furor •
aquella otra imprevisora y desleal, que forjó en
la fragua de las jornadas de julio el cetro de Luis
Felipe ;
el aula en que dio Guizot sus cursos de pedante
pedagogía y Berryer hizo oir las sinfonías de su
elegante vaciedad;
la sala de espectáculos parlamentarios, en que
di(j sus conciertos líricos Lamartine y exhibió sus
juegos de prestidigitación, Thiers, el espiritual ina-
riunettede la tribuna;
84 VERBO DE ADMOiMClOiN
la cámara del 2 de Diciembre, aquel prostíbulo de
infamia !
el desierto en que gritó Hugo ;
el estercolero sobre el cual lanzó el poeta el rayo
de su cólera ;
las asambleas del segundo Imperio, esas turbas
de libertos, que temblaban de rodillas ante el hijo
de Hortensia, que deslumhraba con su abyecta ver-
bigeración el Duque de Morny y sedujo con la
armonía de su sonora vacuidad Emile Olivier ;
después. . . el silencio donde suena, como el grito
de una águila en la noche, una voz... la de Gam-
betta;
y... una calma de aprisco poblada de balidos ;
así la Europa toda;
en Alemania, parlamentos sumisos y apacibles,
como jumentos éticos, desgarrados los ijares por
las espuelas de Bismarck, corriendo en manada,
azotados por los tropos bélicos del canciller Caprivi,
ó durmiendo con placidez de rumiantes, distraída
su hambre de grano por las metáforas agrarias del
conde de Bulow ;
en Austria-Hungría, los diputados czekes, sir-
viendo de Cristos á la mayoría austríaca, como en el
Parlamento británico los diputados irlandeses sir-
viendo de mofa á la lealtad mastodontesca de los
hijos de John BuU;
y en todas partes un socialismo escolástico extra-
Y DE COMBATE ^">
viando las almas de acción con la insLabilidad do
sus mirajes, la vaí^uedad temblorosa do sus adosó-
la ductilidad elei^antc de sus metáforas y la esteri-
lidad dolorosa de su vida ;
uno como viento de fronda, sopla á veces sobre
los parlamentos sometidos;
pero no es el alma de la rebeli<'>n, sino el alma
del tumulto, la que grita en ellos, y llena los ám-
bitos del escándalo ;
y si la Elocuencia triunfa, es arrojada del recinto,
donde toda virtud es crimen y la voz déla Justicia
es Rebeldía.
y el exilio de la Verdad, completa el triunfo de la
Iniquidad ;
y el éxodo de los grandes tribunos deja en pos
de sí la soledad y el silencio, donde suena el estri-
dor de sus últimas palabras, con el sangriento
horror de las catástrofes futuras ;
esa mudez engendrará el tumulto ;
de esas bocas cerradas estallará el clamor como
una tempestad ;
esas lenguas mutiladas serán banderas de Rebe-
li.'.n ;
y como la cabeza del Rautista, las faces abofetea-
das de los tribunos, pálidas en las manos del
Pueblo, harán retroceder espantado al Despotismo
que ordenó cortarlas ;
los labios cerrados de esos tribunos, condenados
8() VERBO DE ADMONICIÓN
al silencio, harán temblar ú Heredes Anlipater, aún
iTiJis que su verbo fracasante, lleno de verdades
abrumadoras y frases de esplendor ;
la elocuencia del martirio supera la elocuencia
del lenguaje ;
la mano de la fuerza magnifícalo que tritura ;
la derrota es sagrada, como la muerte ;
revolcado en el polvo, se transfigura el vencido ;
toda violencia engrandece á quien la sufre ;
toda injusticia es halo de martirio y luz de gloria
sobre la frente ultrajada ;
710 es verdad que un crimen haya sido nunca úlil^
ni una injusticia haya sido necesaria;
esos parlamentos, ebrios de servilismo, suicidán-
dose con su propia indignidad, entregando sus tri-
bunos á la venganza implacable de sus amos, dando
maniatados sus grandes apóstoles como presa á la
Tiranía bestial, acusan más que la decadencia opro-
biosa del sistema, la quiebra estallante de su men-
talidad, y la ignominia absoluta de sus hombres;
ellos, han hecho recordar los tiempos nefastos,
en que Manuel pudo ser tomado del cuello por la
mano brutal del polizonte, y arrancado de la tri-
buna, entre la estupefacción y el miedo de una Cá-
mara imbécil (> cobarde ;
y, aquellos otros días tumultuosos, en que Lui;?
Blanc, abandonado de todos, como un Cristo en el
Pretorio, fué entregado al furor de sus enemigos.
Y DK COMUATi: iS /
por una cámara abyecta y amedrentada, á quien la
gloria de aquel grande hombre exasperaba;
y, aquellos otros, en que Blanqui, el eterno sos-
pechado, fué dado como gaje á la reacción en un
verdadero vértigo de infamia ;
dentro de la Justicia no hay partidos ;
y, para una alma honrada, no hay mas partido
que el de la Justicia ;
no hay Justicia política; sino Venganza polí-
tica;
la Justicia tiene en sus manos una balanza, la
política tiene una hacha : hiere, no pesa, mata, no
juzga ;
todo juez político es un verdugo ;
no, no hay, no ha habido, no puede haber Jus-
ticia política ;
no hay sino atentados políticos ;
los atributos de la Justicia son la Imparcialidad
y la Verdad ;
y, la política es ciencia de pasiim y de mentira ;
la política es á la Justicíalo que la Magia ala
Ciencia : una farsa, pero una farsa sangrienta;
la política y la Justicia son rivales ;
cuando una sociedad, cree no tener otro medio
de salvarse que la justicia política, esa sociedad
está irremediablemente perdida, porque como Bru-
nechilda bajo su escudo, ella se ampara bajo la
fuerza ;
88 VERHO DE ADMONICIÓN
y las sociedades perecen por la fuerza ;
ellas no se salvan sino por la Justicia :
todo abuso de la Victoria, aprovecha á la De-
rrota ;
en la Cámara austriaca, los jóvenes czeches, se
insurreccionan y ensayan el obstruccionismo, esa
forma letal de rebelión, que es como la cólera de la
inercia ;
osan hablar en lengua czecha entre el tumulto
de los alemanes que protestan ;
la lengua natal de los vencidos, es criminal álos
oídos del vencedor ;
el esclavo no tiene derecho á hablar sino la len-
gua del amo, y eso para el cántico...
en Inglaterra en la Cámara de las Comunas, los
diputados irlandeses que se negaron á tomar parte
en una discusión, fueron expulsados manu mili-
tari, y arrastrados por la fuerza fuera del salón ;
y, se fueron abofeteados y vencidos, entonando
el : God save (he Ireland...
\ protesta conmovedora en su simplicidad lírica!
pero estéril, como los versículos de la Biblia y los
himnos sagrados de los boers en las selvas del
África incendiada ; ^
la fuerza, pájaro ebrio de sombra, no detiene su
vuelo vencedor, no pliega sus alas, que se agitan
V DE COMIlATi: !S".)
sobre el mundo, con la obócsion siniestra áv, un
mal sueño ;
y en el vértigo de sus triunfos, éntrela dolorosa
ruptura de los ritmos, y las sonoridades tristes de
un mundo que ora y que se queja, ella prende en
su horizonte, cada día, nuevas conquistas, que
brillan sobre la tierra ensangrentada, que hace on-
dulaciones de roja mar reverberante, como astros
muertos, en un cielo llorecido, sobre un fondo de
grana ;
I oh, la salvaje fuerza vencedora I
Sunt lacrimse rerum...
Lasólas de la barbarie se retiran lentamente. ..(1)
la marea del crimen baja, dejando la desolación
y el espanto sobre la playa silenciosa, que cubrió
con su ola roja ;
las hordas adventicias del pillaje vuelven la es-
palda á la conquista imposible y huyen ;
los bárbaros, tornan á sus hogares ;
y la China sangrienta, despedazada, mira desde la
altura de su cruz, los pretorianos occidentales, que
se alejan, cargados con el botín de sus despojos;
la Europa, al retirarse de China, se retira des-
lionrada y vencida ;
deshonrada por sus propios crímenes, vencida
por la inercia hostil de sus contrarios ;
en pos de esas hordas ebrias y rapaces, que
vuelven á Occidente, las águilas augustales de la
Gloria, no trazan las curvas gigantescas de su vuelo ;
(1) Retirada de las hordas europeas invasores de China
(1901%
\i;i;i:() lu; Aii.Md.Mcio.N v in, co.miiaik \n
nubes (le cuervos voraces las lu'eceden y las si-
guen ;
¡ pájaros heráldicos de aquellos legionarios del
saqueo !
¡ pájaros agoreros de la muerte, únicos dignos de
hacer compañía á aquella legión merodeadora, que
huye !
¡ vencidos de las ruinas y el honor, vuelven los
pretorianos del Estrago !
ni un rayo de gloria ilumina la marcha de esos
bárbaros funambuh^scos;
sonámbulos de un sueño trágico, empujados por
manos superiores, en la tormenta vertiginosa del
momento, se retiran en la bruma, roto el arco de
Atila, irresponsables y malditos, dejando en pos
de sí, un hormigueamiento lívido de espectros, un
lúgubre estancamiento de sombras;
ciegos ejecutores de un designio criminal, po-
seídos de un extraño furor de destrucci('>n, cum-
pliendo la consigna est(')lida de un impei'ial de-
mente, (1) abordando todas las riberas del oprobio,
sembrando la desolaciím y la tristeza, pasaron
como llevados por un viento de tempestad, esos
sembradores de la muerte, sin valor, sin genio y
sin grandeza;
todo les ha sido propicio ;
(1) Guillermo de Prusia.
92 VERBO DE ADMONICIÓN
la bajeza délos hombres, la Irisleza de la época,
la complicidad de los acontecimientos ;
todo .. menos la Gloria y el Honor ;
el Atila tudesco, que ordenó aquella invasión
salvaje, y predicando la ley del talión ante su pue-
blo Cándido y cruel, envió sus hordas destructoras
al asesinato y al pillaje, las ve regresar hoy, y cree
su bandera muy altamente colocada, porque ondea
sobre un montículo de cadáveres en putrefacción,
sobre muros en llamas, sobre un estercolero en
fermento ;
y taciturno y demente como Genserico, este ex-
traño destructor de pueblos, que no afronta la
muerte, pero la decreta, ve indiferente el regreso
de sus turbas vencidas, y sus ojos lügubressueñan,
ebrios de obscuridad, en el seno tenebroso de la
insania;
cuando Alarico, sitió por tercera vez á Roma, se
conformó con exigir todo el dinero, todos los mue-
bles de valor, todos los esclavos de origen bár-
baro ;
¡ rey I exclamaron los enviados del Senado, ¿qué
quedará pues á los romanos !
la vida, respondió el bárbaro impasible ;
¡ la vida ! ni eso quedó á los chinos desventura-
dos, que no huyeron á la aproximaciihi de la bar-
barie occidental ;
el espectáculo que el mundo romano presentaba
Y DE comhatl: y-i
después do las excursiones do los bárbaros, cuando
los godos extendían la desolación sobre la tierra,
saqueaban el Ponto Euxino, caían sobre el Asia
Menor, y reducían á cenizas la tercera Grecia ;
cuando los alanos destruían en pocos días cua-
renta y cinco ciudades, empujando ante ellos como
un rebaño, senadores y matronas, amos y esclavos,
mujeres y niños ;
cuando los hunos, sembraban la muerte en
aquellos campos en que Salvianó vio las ciudades
llenas de cadáveres y pájaros y perros de presa
ahitándose de carne infecta, como únicos habita-
dores de esa tierra ;
cuando los thuringios, cometían aquellas cruel-
dades desconocidas, que Theodorico, hijo de
Khlowigh, recordaba ochenta años después, para
excitar los francos á la venganza ;
cuando Atila, el marl'úlo de Dios, puso el sello de
la muerte sobre la vida de la tierra, el horror, la
barbarie, el crimen, no llegaron al extremo de fría
y terrible ferocidad, que las hordas germanas, es-
pantables y miserables, desplegaron en los silen-
cios del extremo Oriente ;
así, con una desolación trágica, como aquella que
después de la derrota de Valente, se extendió desde
los muros de Constan tinopla, hasta los Alpes julia-
nos, cuando las dos Thraseas ofrecían desde lejos
el espectáculo de una soledad verde blanqueada de
94 VEHBO DE ADMONICIÓN
osamentas, así ha quedado la China, al retirarse de
sus playas el siniestro aluvión de la barbarie ;
las ciudades fueron devastadas, los hombres de-
gollados, el suelo se cubrió de cadáveres y ruinas ;
en la intemperie de todos los derechos, no quedó
á los grandes patriotas chinos, libertad, sino para
escoger el género de su muerte : el suicidio ó el
cadalso ;
y la Europa insaciable, pedía á cada ejecución,
el sacrificio de nuevos mártires ;
de un mar al otro, la mano sacrilega de los bár-
baros paseó el incendio, ardió las ciudades y los
campos, y barrió como una lengua roja, las costas
del océano oriental ;
á su paso se prostituyeron los hogares, se de-
rrumbaron los templos, los sacerdotes y los pue-
blos perecieron por el hierro y por el fuego, los
muertos mismos se vieron profanados, y las tum-
bas sagradas, sintieron las manos de la invasión
penetrar en sus entrañas ;
sobre los fragmentos de los templos, sobre las
piedras de los altares, sobre los sepulcros violados,
la devastación extendió su imperio ;
los desgraciados que escapaban al desastre de las
ciudades, eran perseguidos y degollados en los
campos ;
todo fué arrasado, todo destruido, y los bárbaros
llevaron la peste á las ciudades sitiadas, para dar
Y DE COMBATE 95
al vienlo la inisiúii tío Uevaí- l;i imici-lQ más allá de
los uniros ({ue ellos no osaban asaltar ;
¡ntrr>')\(la nobis nidilinhi sinil : slrmirs, /nrln in-
ri'ndidy nip'niíCy itili'rfeclíones, excrarialionr.s lionii-
)iu))i... Omni II (jruiimus, sicpc jhivimus, vix conso-
lali sinnus, pudieron exclamar los chinos, como San
Agustín, ante la desolación del África, asolada por
los vándalos ;
y, ya vuelven, los bárbaros, vencidos ;
¿vuelven de la confjuista?
no, porque nada han podido conquistar ;
¿vuelven de la victoria?
no, porque no han sabido combatir ;
vuelven del asesinato, del estupro, del incendio
y del pillaje...
¡hurrah á los bárbaros que vuelven !...
¡ hurrah á la civilización que pasa con el César
teutón á la cabeza !...
hurrah !
y el mundo estupefacto nada
dice ;
se apaga apenas en el espacio el gemido de dos-
cientos mil chinos asesinados ;
se asienta en el desierto el polvo levantado por
tantas hordas en marcha ;
caen las últimas piedras de tantos templos un
ruinas ;
1)Ü VERnO DE ADMOMCIÓN
se extinguen los últimos fulgores de las ciudades
en llamas;
vuelven los huesos dispersos, por manos de la
piedad, á los sepulcros abiertos ;
y pasa, y se aleja, y muere el huracán de la bar-
barie ;
y el mundo calla...
¡ sobre la tierra cae la sombra ! ¡ sobre la tierra
cae la noche !...
Nuü cVombrc, niiit tragiquc, ó nuit déscspcrcc;
en el horizonte bermejo, en los ponientes cár-
denos de todas esas glorias sanguinarias, mueren
los ideales en el trágico y desconsolado gesto del
martirio ;
y fingen en su muerte dolorosa, crepúsculos de
dioses y de soles; "*
y el mundo entra en la noche como en su Im-
perio ;
i la sombra es su conquista ! . . .
Ecce Deus...
Un viento de desolación y de espanto, pasa en
este momento por sobre la Europa sorprendida...
los sabios callan, guardando el secreto en la boca
amarga, seguros de que la aurora del verbo no ha
llegado ;
los héroes, nostálgicos de gloria, no mueven sus
espadas, pues saben que los siglos heroicos han
pasado ;
las águilas de la Victoria, se han posado sobre
cimas inaccesibles, y se niegan á seguir esas tur-
bas obscuras, que en marejadas de barbarie, partea
de Europa sobre el África, el Asia y la América, por-
tadoras de la muerte y del pillaje;
y, la angustia sube formidable, con lamentos de
treno enfurecido ;
y, ese clamor viene de lejos, de muy lejos, de las
selvas insondables del dolor ;
esa voz de marejada (|ue se escucha, es la voz de
un océano que no ruge, sino en muy raras horas de
la Historia;
\)H VERBO DE ADMONICIÓN
el océano de las lágrimas del mundo ;
ese aullido que llena las ciudades y los campos,
no es el de las fieras del desierto, es el de un noble
animal que muere de hambre sobre los campos in-
cultos y en las ciudades hostiles ;
es el grito del hombre miserable, que antes de
morir en el combate de la vida, ensaya la lucha,
rebelde á pronunciar ante los felices de la tierra, el :
moritiiri ie salutant, de los antiguos gladiadores ;
esos nuevos esclavos que se rebelan á entrar en
el Circo, para morir en él, bajo las grandes fieras
potentadas, no vienen del desierto y de la estepa,
sedientos de la sangre y del botín ;
vienen del fondo de la mina obscura, larvas
ciegas en busca de la luz ; ,^
vienen del campo triste, donde la helada mató
en germen, el mísero alimento del mañana ;
vienen del taller, donde la máquina hace inútil*
la mano del hombre ;
son los sin pan, los sin trabajo ;
no son las legiones de Atila las que llegan, son
las legiones del Hambre, de aquel pálido hermano
de la Muerte ;
ya los pueblos no van á la conquista de la Gloria ;
ese miraje astral no los seduce ;
ya no van á la conquista de la Libertad 5
la sangrienta Quimera no los toca;
no van á la conquista del Derecho ;
\ HE CUMIiAlK
99
dejan .1 Prometeo sobre su roca ;
van á la conquista del pan ;
ya no piden ser grandes, no piden ser libres, no
piden sino : ser ;
no aspiran á combatir, no aspiran á gobernar, no
aspiran sino á vivir ;
¡ la vida, la vida !, he ahí el grito formidable de
los grandes miserandos de la tierra;
¡la Vida!
he ahí el grito que resuena en Roma, en Turín,
en Trieste, en Marsella, en Barcelona, en Amster^
dam ;...
y la invasiíjn pavorosa avanza;...
¿en qué Campos Cataláunicos, contra qué escudo
invencible se romperá esta invasión de la Miseria?
¿se romperá? ¿nos romperá?
la onda sangrienta sube,
sube ;.. .
los sembradores de la Muerte, arrojan la semilla
en el surco rojo, abierto con sus picas demoledoras,
y esperan ver surgir la gran cosecha libertaria y
renovatriz del mundo ;
sus trágicas siluetas se proyectan en la hora cre-
puscular, desmesuradas, en las livideces del paisaje
campesino, ú se diseñan formidables en el horizonte
cárdeno, sobre los muros negros de las ciudades
incendiadas;
100 VERBO DE ADMONICIÓN
son los lívidos sembradores del Espanto;
¡los amos del mañana!...
en esta hora dolorosa de la Historia, hora de re-
volución universal, hora de gestación caótica, en
que todo el pasado se derrumba, con siniestro fra-
gor de catástrofe y un porvenir incierto se anuncia
en una alba rojiza amenazante ;
en este instante psicológico de la vida universal,
en que un hondo lamento anuncia la muerte dolo-
rosa del mundo antiguo, mientras un quejido como
de niño enfermo, anuncia la aparición de un mundo
nuevo, los pensadores, los escritores, los conduc-
tores de conciencias y de pueblos, tienen el dere-
cho y el deber de detenerse á contemplar esta hora
crepuscular y decisiva,' las luces rojas de este
ocaso, el incendio de esta aurora;
hombres y dioses, todo se sepulta;
hombres y dioses, todo va á surgir ;
cuando los dioses sonrientes y bellos de la He-
liada, cayeron bajo el hacha de los bárbaros, sali-
dos de los más remotos puntos del planeta, para
insultar la Belleza y sepultar el Arte, ascetas repug-
nantes, venidos de los desiertos, con pieles y con
almas de fieras, monjes ignorantes y groseros, pre-
dicadores enfurecidos ó tiernos, anunciaron al
mundo la Libertad, la Redención, la Paz, entre los
hombres ;
de los confines del mundo bárbaro, los mendigos,
V DE CO.MIJATE 1 01
los libertos, los misenibles, trajeron el Dios de una
horda esclava, lo alzaron desgarrado y muerto, en
lo alto do un monto, clavado Á dos maderos en
cruz, por sobre la tierra incendiada y penitente;...
era la bandera de todas las reivindicaciones ;
la rebelión contra los dioses, contra los sacer-
dotes, contra los Césares;
la condenación implacable dol pasado;
los dioses y los hombres, todos fueron hallados
falsos, ante el tribunal de aquel plebeyo triste, de
aquel insurrecto, que había amotinado con su pala-
bra los esclavos, los mendigos, los anarquistas de
esa época obscura de la Historia, que se oculta más
allá de la falda opuesta del G('>lgota ;
y el visionario destructor Iriunfi» ;
y, al pie de la cruz, que fué su trono, la humani-
dad desarrapada, sembr(') la semilla do la libertad,
y esper(') ver surgir el árbol inmortal ;
i y aguardó siglos I
y el árbol no nació;
extrañas larvas salieron dol pie mismo de la cruz,
horribles monstruos coronados y mitrados, con
mantos de púrpura y de armiño, grandes capas
pluviales, coronas y tiaras y un brillo cegador de
orientales pedrerías ;
todo el pasado resurgii) del pie dol mismo árbol
ya podrido de la cruz ;
y hubo Césares y Pontífices, y esclavos y rebaños
102 VEHRO DE ADMONICIÓN
como antes de que el extraño Cristo paslóforo, su-
biera á su patíbulo, entre los gritos de la plebe soez,
que tanto amaba;
el ensayo de aquel anarquismo pastoril, fué un
fracaso ;
su triunfo fué efímero ;
el despotismo reinó más fuerte, después de aquel
abono de sangre ;
hoy, el Galileo, agoniza de nuevo sobre su ma-
dero negro, en una desolación mayor que la que lo
rodeó aquella tarde triste, en que entregó su cuerpo
á los verdugos ;
y su reinado agoniza con él ;
en un noble gesto de fatiga, el ajusticiado, parece
querer desprender sus manos del madero y arran-
carse la corona de su reinado quimérico, para coro-
nar con ella el nuevo dios ;
¿quién será él? ¿de dónde vendrá?
¿en qué oscuro rincón del mundo lo engendrará
el milagro de la plebe ?
¿en medio de qué conmoción profunda lo pari-
rán las entrañas de la tierra?
la época no es propicia para el nacimiento de los
héroes ni de los dioses ;
ya el gesto extinto de los viejos héroes no mues-
tra á los pueblos el camino de la Gloria;
ya los mártires no mueren señalando el
cielo ;
Y DE COMBATE 103
la plebe que avanza á devorarlo lodo, no tiene
ideas ;
no tiene sino apetitos;
es la gran bestia apocalíptica, somnolienta y
triunfal ;
lo que asoma en el horizonte no es una pálida
cabeza de mártir, pidiendo la corona y la aureola ;
es un inmenso vientre, pidiendo pan;
la lucha de las grandes ideas, pas(j;
la lucha de los grandes apetitos ha llegado;
ha muerto el Ideal ;
no queda en pie, sino el Instinto ;
el nuevo dios se llama: Vientre;
¡salud al nuevo dios!
Cristo rojo...
El mundo es un campo abierto á todas las ca-
rreras del espanto ;
en el horror de la bruma insondable, el estreme-
cimiento del pavor pasa sobre el alma de los hom-
bres, llenándola de una extraña, inexplicable in-
quietud ;
los reyes tiemblan, en el soberbio aislamiento de
su grandeza quimérica; -^
los pueblos espantados se refugian en un raro
sueño de soberbia, enarbolando el pabellón rojo de
un desastroso sueño sombrío ;
en aquel peñón de todos los dolores, se organiza
la rugidora invasión, que como una manada ham-
brienta de lobos de Circasia, ha de caer sobre el
mundo y devorarlo ;
la revolución de la Miseria organiza su legiones,
y como en todo período histórico que precede ;i
una submersión del mundo en la barbarie, una
angustia formidable priva sobre la tierra;
vnnno de AnMONicióN y de coMnATr. in."»
los poderosos lieinblan de soberbia, los ricos
tiemblan de espanto, los pueblos se estremecen de
piedad y los miserables rugen de hambre y de
cólera ;
la crisálida de un gran sueno se rompe en la
estepa solitaria, en medio de uno de esos grandes,
pavorosos silencios de la Historia ;
rayos de Helios penetran en las almas sona-
doras ;
y el problema avanza, más augusto, más angus-
tioso que nunca, y aprieta la garganta del mundo,
sofocándolo ;
el ejército del Hambre, hace su tremenda apari-
ción ;
el anarquismo, desarrapado y sucio, es su Re-
dentor, su Ap(')Stol, su Profeta ;
es él, quien avanza, trágico como la Muerte, y
dice al mundo sorprendido : ¡ heme aquí !
es. el Mesías de las turbas miserables, el sombrío
conductor de los hambrientos, que se presenta á
los ahitos, pidiéndoles cuenta de su hartazgo;
conquistador implacable, cuya bandera es un
harapo, llama y reúne bajo ella, todos los miseran-
dos de la tierra ;
y avalanchas de turbas famélicas, van en pos de
ese lívido guerrero, que parece evadido de la
tumba de un nuevo Gengis-Kahn ;
y el fúnebre Ap(')stol de la Destrucción, fija su
106 VERBO DK ADMONICIÓN
mirada asesina sobre el mundo, y avanza contra
él;
y da sus grandes batallas ;
¿ no lo sentís estremecerse formidable, en el co-
razón de la Europa amedrentada?
¿ qué son esos motines sangrientos y terribles,
á cuyos gritos de rebelión responden los cañones,
las fusiladas y la muerte ?
¿ qué son esas huelgas amenazantes de Marsella,
de Barcelona, de Genova, de Turín, de Madrid, del
Havre ?
son os estremecimientos de la gran bestia dolo-
rosa y terrible : la multitud ;
es ella, que se despierta, llena de sueños brumo-
sos y de apetitos insaciables ;
sus ojos lúgubres, sueñan con visiones de sangre
y de exterminio, y su gran vientre, inapaciguado,
sueña con el hartazgo indefinido ;
su grito de guerra paradoxal y extraño, estre-
mece al mundo, como un gemido en la noche ;
como un rugido en la selva ;
manifestaciones de una alma soberana brillan en
esta triste visionaria del horror, que no tiene la
apacible mansedumbre de aquel otro desarrapado
de la Historia, aquel humilde Cristo de Betania, que
la precedió en los senderos de la predicación y del
patíbulo ;
en la ambigüedad sangrienta de sus sueños, en
\ lii: Ctt.MHATi: lo.
la incortidiiiul)!-»' Uirhadora de sus aspiracioiu'.-,,
surgen, como una primavera de horror, todos ]«><
fermentos y los venenos del odio secular ;
ni un rayo de azul atraviesa las pupilas y los
sueños de ese monstruo ;
es ciego á la piedad y á la esperanza ;
en vano habla del amor á todos los dolores, .i
todas las miserias, á todas las angustias, á todas
las tristezas de la plebe, y pone en el canto litúr-
gico de sus aspiraciones las notas modulatorias de
la Caridad y del Amor ;
su rugido es refractario á las conmiseraciones y
al perdón ;
es implacable é inexorable ;
el mundo había olvidado la piedad ;
y este extraño destructor, viene ú recordársela,
en nombre de la Muerte ;
los dioses y los cultos, los sistemas y las ideas
no mueren : se transforman ;
y, este anarquismo, vengador y tenebroso, no es
sino el discípulo y el continuador de aquel Cristia-
nismo primitivo ; como él desarrapado y triste,
como él perseguido, y que, como él, camino al
triunfo por el Dolor y por la Muerte ;
el anarquismo es el Cristo Ilojo de la Historia:
el Cristo Blanco, el Cristo de la Piedad y del
Amor, ha muerto ;
el Cristo de la Venganza y la Justicia, el (risto
IOS VnRnO DE ADMONICIÓN
Rojo, ha nacido, y adoctrina, como el otro, ontrc
los harapientos de la tierra ;
Tiberio, ignor(') el obscuro vagabundo que con sus
parábolas de amor, sembraba sueños de redención
en las almas de Judea ;
y los herederos de ese dulce visionario, llega-
ron un día á Roma, y hendieron con los brazos do
la Cruz, el cráneo del Imperio, moribundo ;
los poderosos de hoy, fingen ignorar ó desfiguran
la apariciím de este otro novador, nacido como
aquél de las entrafias de ia plebe y sembrador como
él, de sueños de rebelión en la mente de los hom-
bres ;
y, ese terrible visionario, henderá con su hacha
ensangrentada, la cabeza del mundo enveje-
cido ;
el Cristo del Amor, ha muerto ;
el Cristo del Odio, ha aparecido ;
el Apóstol de la Piedad, se borra y muere en las
perspectivas candidas de vaguedades infinitas,
como una rosa mustia, en la luz de un crepúsculo
doliente ;
el Apóstol de la Venganza, aparece entre el in-
cendio y el horror, como una flor de sangre, bro-
tada de las entrañas del Averno ;
Algo muy albo, muy triste, se ve perderse en las
lejanías del horizonte ;
es el Cristo Blanco, que se aleja, recogiendo sus
409
Y DE (-.U.Ml'.Ail- ^"-^
albas vesliduras, cual las alas úc u., pájaro ,,,„.
muere ;
y algo sonoro y purpúreo, se ve surgir en la
densa cerrazón del horiz-onle, como un relámpago
cárdeno, que rompe una nube negra ;
es el Crhlo ¡tojo, que hace su aparición si-
niestra ; . 1 1
como una lloración de rosas blancas, bajo el he-
lado beso del invierno, las parábolas del Irisle He-
denlor, se mueren en las almas de los hombres ;
como una lloraciun de cactus rojos, bajo el sol
ce-ador de los desiertos, las paradoxas del nuevo
Redenlor, estallan en la mente de los pue-
blos ;
„mo,., fué la palabra del Cristo que se va ;
odio, es la palabra del Cristo que aparece ;
amaos los unos d los oíros, exclama, agonizante
el Galileo, cuando cerró sus labios, como elcal.zde
una flor que dio polen de Verdad :
mataos los unos á los otros, ps la palabra del
nuevo Salvador, cuya boca se abre como el cráter
de un volcán, para dar la palabra de la Muerte ;
el Cristo mítico y blanco, se elevó sobre el la-
bor, en una nube de ensueños ;
el Cristo trágico y rojo, aparece sobre el mundo
en una nube de horrores ;
el Cristo nianaj, era la promesa pueril de la Ls-
peraazii ;
lio VERBO DE ADMONICIÓN
el Cris lo Mojo, es la promesa viril de la Ven-
ganza :
más allá de la cruz del Cristo Blanco, se exten-
dían los reinos fabulosos de la Vida ;
y, en torno al pedestal del Cristo Rojo, los reinos
silenciosos de la Muerte...
¡ oh, el Cristo Blanco !
\ oh, el Cristo Rojo .'...
las águilas latinas.
Porque el momento hislúrico es triste, de una
tristeza abrumadora ;
porque la cerrazón del horizonte es densa, de
una densidad pavorosa ;
porque un estremecimiento de angustia agita el
mundo todo ;
y, porque la humanidad dolorosa, no sabe dónde
volver los ojos alligidos ;
por eso, en la sombría tristeza del momento,
todo rayo de esperanza finge fulgores de sol ;
mientras el Oriente tiembla profanado bajo la
mutilación y el pillaje de los bárbaros occidentales ;
y el Transvaal, sucumbió en el heroísmo como
un mártir en la hoguera prendida por las manos
de Lord Kitchener ;
y en Rusia, la juventud de liis escuelas, como un
trigal bajo el huracán, cae arrollada i)0r la onda
férrea de los cosacos ;
mientras tanto crimen y tanta sangre caen sobre
112 VERBO DE ADMONICIÓN
la tierra, una sonrisa de Paz, brilla como un rayo
de alba en los mares de Occidente ;
un estremecimiento de alegría, un rumor de
fiesta, pasan por los jardines y los parajes encan-
tados de la costa azul ;
y la ribera se enllora, coronándose como una
desposada, con todos los azahares de sus naranjos
en Oor ;
y, va, como una canéfora nubil, á ofrecer todas
las flores de su primavera espléndida, al altar de
una diosa abandonada y perseguida : la Frater-
nidad ;
y, el Mediterráneo, azul, profundo, rumoroso, se
muestra como una copa de zafiro, ornada de lirios
heráldicos, y en cuyo fondo han caído negros pé-
talos sombríos ;
son los vapores de guerra, los heraldos del terror
y de la muerte, que van allí, á saludar sumisos :
el Amor y la Paz ; (1)
es allí que se dan el beso dos hermanas, largo
tiempo separadas, que vuelven de muy lejos, de
viajes tormentosos por el estéril país de la qui-
mera ; . . .
es el abrazo de fraternidad de dos grandes na-
ciones, de dos hijas gloriosas de la vieja madre
Roma, de la raza del Lacio, que un día cubrió como
una inundación la tierra toda;...
(1) La visita de la Escuadra Italiana á Tolón.
V DK COMUATK I 13
hi ludia y la Friiiicia, las dos hijas dik'clas du la
Historia, se han abrazado de nuevo en la rada de
Toh'tn;
el mundo mira hosco y airado aposentarse esas
extrañas águilas, las del Sena y las del Lacio, en
los mástiles de los mismos buques, y abrir frater-
nalmente las alas, al calor del mismo sol ;
la hora de la fraternidad de las razas se aproxima ;
el viento del peligro, que sopla sobre la tierra,
las llama á la uni(')n y á la defensa ;
Salisbury, Chamberlain, de Inglaterra, Gui-
llermo de Prusia, proclaman la unión de la raza
sajona, y del Capitolio de Washington, los marmi-
tones de esa raza, responden en un ¡ Intrrah ! for-
midable, al grito de esa unión ;
grandes hombres de Estado de nuestra raza, han
pensado, que si no era la liora de una un¡('»n defini-
tiva, era al menos la de una aproximación cari-
ñosa de los pueblos latinos de Europa ;
en la entrevista de Tolón, el corazón de los dos
más poderosos países latinos ha palpitado al uní-
sono ;
la España, vencida, pero no destruida, despo-
jada, pero no muerta, ha concurrido á la cita fra-
ternal ;
es una hora trascendental, esta hora de la recon-
ciliación y de la paz;
las áí^íiilas fraternizan v los leones sonríen ;
lli VERBO DE ADMONICIÓN
el gallo galo ha cantado desde lo alto de los más-
tiles, en la rada de Tolón ;
es la hora del Alba ;
el Alba de una raza que despierta...
dios del siglo..
Vencido hasta en el corazón, el siglo traidor mu-
Tiñy dejándonos como herencia, la adoraci('>n de su
ídolo deforme : el Miedo ;
he ahí el dios del nuevo siglo ;
los reyes tiemblan de espanto, viendo la som-
bra de su grandeza decrecer, como la de una cima
á la aparición del alba ;
los pueblos tienen miedo de sí mismos, y se
asombran de ver su propia sombra, engrandecida
en el crepúsculo, reflejarse sobre la onda turbia de
las revoluciones indescifrables ;
y, los mil tentáculos del monstruo insaciable,
abarcan el mundo y lo sumergen bajo la trasparen-
cia pérfida de una serenidad halagadora ;
y, los conductores de los pueblos, los hombres
trágicos, van hacia la noche, sin presentir la au-
rora, que se alza detrás de ellos, con blancuras
ideales, infinitas ;
y, lasólas enormes del pensamiento humano, se
116 VERBO DE ADMONICIÓN
alzan en el horizonte, y pasan sobre el mundo, im-
pulsando el largo estremecimiento de las muche-
dumbres dolorosas, semejante al oleaje de una mar
misteriosa, incógnita;
y sobre la vertiginosa tormenta de los pueblos,
el Destino pone el pavoroso sello de lo desconocido ;
en la opacidad siniestra de los acontecimientos,
solo alcanza á verse la sombra del Derecho fugi-
tivo, que huye vencido, en la aridez ilimitada de
una desolación sin nombre ;
en los mares taciturnos de la Infamia, la Justicia
Suprema hace naufragio, cual si la batiese sobre
el escollo, la terrible brutalidad de un mar Egeo;
y, todo es indescifrable en la bruma angustiante
del momento ;
y, sellada está como un enigma, la palabra sal-
vadora de la época ;
por todas partes, la incertidumbre, la incoheren-
cia, el miedo ;
al equilibrio europeo, sucede la instabilidad eu-
ropea ;
¿ cuál será el orden nuevo, que ha de suceder á
esta instabilidad amenazante, que poniéndolo todo
en duda, lo pone todo en peligro ?
¿qué forma definitiva de gobierno se despren-
derá de todo esto ?
el derecho divino y el sufragio universal, ¿pueden
coexistir?
Y ni; coMiuTi: I I /
¿cómo se L'oncilian el derecho lieredilario y el
derecho popular ?
si los acontecimientos hacen necesaria una nueva
partición de la Europa, ¿cómo se hará esa parti-
ción, sin herir el sentimiento de las nacionalida-
des, que parece no haber sido erigido en derecho,
sino para ser violado en hecho?
¿qué significa esa palabra : nacionalidades?
¿ dónde comienzan ?
en realidad y sin frases, ¿existe ó ha existido en
Europa, otro derecho que el derecho de la fuerza,
más ó menos temperado por la prudencia ?
si es posible otro derecho en esta era de conquis-
tas, ¿porqué no apresurarse á instituirlo?
nunca fueron. para ello las circunstancias más
propicias ;
el mundo está hambriento de paz, ¿por qué no
dársela ?
y, la interrogación formidable está en el hori-
zonte de los pueblos, oscilante, como la cauda de
un cometa mortal;
y, el mundo marcha ;
¿ hacia dónde ?
vacilante entre la Revolución y la Reacción,
¿hacia cuál inclinará el género humano la cabeza
cargada de dolores ?
¿Cuándo el mundo moral, inclinará el eje hacia
el Derecho?
118 VERBO DE ADMONICIÓN
¿Cuándo, i oh Justicia ! llegará tu día?
los pueblos lloran en la desolación de tu or-
fandad ;
¡ oh ! siglo mentiroso el siglo muerto ;
habló de todos los derechos, y todos los violó ;
por él, despedazada fué la Polonia, entre las
garras de las águiLogjajonas y las del oso polar;
y la Dinamarca fué despedazada por el Austria y
por la Prusia ;
y, desapareció el Hanover ;
y, la Francia fué mutilada ;
y, España despojada fué;
y, Grecia vencida por el bárbaro ;
y, Creta gime asustada, en las manos del Sul-
án ;
y la Armenia, se desangra y muere, como una
virgen cristiana en las arenas del Circo ;
y, la Macedonia de Alejandro, se debate en sus
cadenas ;
y la Albania desmaya;
y, el Transvaal desapareció ;
y Cuba agoniza, con la bandera estrellada cla-
vada en el corazón ;
y, ¿ esa fué tu conquista ? ; oh civilización men-
tida y sanguinaria 1
¡ oh precursores I ¡ oh luchadores del Ideal I vues-
tra es la derrota ;
¡oh, Kosciusko! sobre tu obra, los czares han
Y DE COMIJAIL 119
escrito el epitalio que trazó tu espada : /''mis l*n-
loniíc...
¡oh, Martí! sobre tu sueño y sobre tu pueblo, los
bárbaros del Norte, liau escrito la trágica palabra :
Vi.rit.
¡ dormid en paz ! oh soñadores ;
los tiempos heroicos han pasado ;
la gloria ha muerto ;
no hay sino una epopeya digna de estos tiempos :
la expedición de China ;
y una (jlor'ia digna de este siglo : la de Aguinaldo,
el tagalo traidor...
leviatán feroz ..
En el triste silencio omnipresente, la augusta
reb,elión abre las alas ;
y semeja un pájaro de púrpura, sobre la gris
quietud de un mar de estaño ;
es el ave fulgente del mañana, el ave Redención,
que vuela y grita, desgranando sus notas vengado-
ras, en la quietud servil de un pueblo esclavo ;
el lobo adolescente y taciturno lame su herida en
la silente estepa;
y el misterio profundo de las masas liiervc en
aquel oleaje doloroso ;
y, el incurable loco, el despotismo, azota el dorso
de la mar gigante ;
y, es un océano en cólera la turba, que encadena
en su entraña desgarrada, el leviatán feroz : el
alma rusa ;
y, como extraña floración de espumas, sobre el
mar agitado y tempestuoso, se ven abrir las almas
juveniles, en las ondas furiosas del tumulto ;
Vi:i!l;(i DK AI>.^1(».M( 1(')> '^ |»1. (().\ir, \ll i _; I
¡ salve á la adolescencia legionaria !
¡ salve al Apóstol Juvenlud ! ¡ olí salve!
y, es una aurora, aurora de venganza, la (lue
rompe en el pálido horizonte ;.
una alba es la protesta, una alba roja ;
y, tifió en sangre su veste inmaculada, como la
virgen pávida, en el Circo ;
¿escucháis ese grito que desgarra el silencio en
los montes del üral?
es Prometeo, que aun vive encadonad(.» del C;íu-
caso en la Cima ; ,
el mito visionario se hace eterno >
¡ eterno, como el mal que lo encadena !
y, perdura el rebelde formidable, perdura bajo
el ala que lo azota, con el pico asesino en las entra-
ñas;
¿ no lo oís cómo grita en la penumbra, el grito
de dolor iiondo, insondable?
¿no lo escucháis clamar por la Justicia, por la
justicia eterna, que es su madre?
¡olí Justicia ! oli^ madre mía, ved mi din'lo, dice el
Titñn.
y, en su duelo lleno de venganzas, como en el
seno de una tempestad, ¿novéis el rayo?
encadenado será y clavado á la roca formi-
dable ;
pero, robó el fuego del cielo, arrebató el rayo á
las manos de Júpiter ;
12:2 VERBO DE ADMONICIÓN
y, el dios tiembla ;
la agonía del Olimpo ha comenzado ;
Jove, está herido de muerte ;
y morirá
y, en tanto, la Hidra Implacable, tiende la pompa
sacerdotal de sus alas de tinieblas, sobre la floridez
de lirios en botón ;
¡ una siega de flores en capullo !
j una siega de pámpanos floridos !
y, el nubil heroísmo encadenado fué ;
y, sobre su corazón rojo y latente, abre el buitre
letárgico las alas ;
¿escucháis el rumor de los cosacos en carrera
tendida?
¿á dónde van?
¿qué quieren esas fieras del desierto?
¿qué busca su apetito ?
¿á quién devoran?
van al asesinato despiadado, ¡ centauros de
Error contra la Luz !
y, hay gritos de protesta y de agonía y rumor de
la muerte en las tinieblas ;
y un estremecimiento trágico, como viento de
Octubre en la montaña, pasa por sobre el corazón
del mundo ;
es, que la fuerza brutal mata al Derecho ;
la lanza de los cosacos asesina la Esperanza;
Y DK C<»MMATi: l:i3
¡ es la iiora crepuscular en que agoniza la Idea ! ( 1 )
bajo aquel huracán de barbarie, cae la Juventud,
muere la aurora ;
y, en la noche que desciende, se ahogan en
sangre sobrenatural los lises candidos;
¡ oh momento de horror y de tinieblas !
¡ decid si es la hora del dolor para el pensa-
miento !
... el drama del cosaco vencedor, la epopeya san-
grienta del genízaro, ese epinicio lúgubre de la
fuerza omnipotente, esa victoria de la soldadesca
ebria sobre la juventud desarmada y gloriosa, esa
tragedia sangrienta que el Imperio del Czar ofrece
al mundo, es el complemento lógico del estado de
insania en que vivimos;
¡la misma lucha, agonía y muerte del Derecho,
en todas partes!
los mismos sayones en el huerto, los mismos es-
cribas del Pretorio, los mismos legionarios y la
plebe, y la misma ascensión hacia el Calvario, las
mismas livideces de la cumbre, y el mismo Mártir
pálido en la cruz...
j oh eternidad del drama doloroso !
¡ y, allí también el Justo fué vencido !
¡y, allí también el Crimen vencedor !
(1) Aáesinalü de ios estudiaates de Riew, Moscou y
Petersbouríí.
124 VERBO DE AÜMOMCIUN
y el Justo era gallardo, adolescente, fuerte como
el arcángel de la Biblia ;
era la juventud ;
traía en sus manos como oliva mítica : la Idea ;
entre sus labios, como una flor purpúrea : la
Protesta ;
sobre su frente pálida, se abrían, como alas de
libélulas gigantes, nimbándolas con luces de cre-
púsculo, todos los blancos sueños del Ideal;
y ese David sin honda, fué vencido;
y, degollado fué por el cosaco lleno de aquel
orgullo pavoroso, del bárbaro que viola la Ver-
dad ;
y, la protesta que expiró en sus labios, era una
flor de sueño, flor de símbolo ;
y, salido había de las escuelas como de un nido
de águilas heroicas ;
y, fué hasta el pie del trono, rumoreando una
sola súplica : Juslicia;
y, el pálido perfil del autijcrata, del taciturno y
místico déspota, tuvo un ceño de cólera incle-
mente, y la nube siniestra de venganzas, cayó des-
mesurada, asoladora, ahogando aquellas voces que
pedían '.Justicia, nada más, sólo : Justicia;
y, la virgen protesta fué violada, muerta como
Hipatia, sobre el Propileo ;
y la soldadesca feliz, ebria de sangre, gozosa de
insultar las nieves luminosas de la Idea, se preci-
Y DK COMBATÍ': 1 li.»
piló como un lorrente de acero y romp¡<» la |>io-
testa generosa ;
¡ qué jornadas de mengua y de dolor!
toda la juventud de las escuelas atacada, arro-
llada por los cosacos, muriendo desarmada bajo
los cascos de los caballos, atravesado el coraztm por
las bayonetas asesinas, expirando en las sombras
de la noche bajo el golpe del látigo ó fusilada
en grupos al aclarar el alba, en el patio de un
cuartel;
y, mil setecientos niños deportados á Siberia;
de Moscow á Pietroburgo, de Pietroburgo á
Kiew, una onda rumorosa de protesta ha seguido
estos asesinatos colectivos ;
y uno como estremecimiento misterioso, de sorda
cólera nacional, conmueve el coraz<'»n de todas las
Rusias ;
el alma eslava, melancólica y grandiosa, des-
pierta al ruido de la fusilería que asesina su juven-
tud, que es la esperanza, y que cae así como las
hojas de un rosal sacudido que se desgaja sobre un
pantano ;
¡ oh, momento desesperante y trágico !
¡oh. Justicia! ¿tu reino ha acabado sobre la
tierra?
no ;
vives en el vientre de esa rebelión fecunda, te
nutres de esa sangre generosa;
120 YERRO DE ADMONICIÓN
y, surgirás un día; ¡ oh, fénix inmortal! de tus
cenizas;
tras de aquellos féretros de adolescentes, que
siguen sollozando las madres dolorosas ;
tras de esas caravanas de niños deportados, que
no han de volver jamás al hogar enlutecido ;
tras de todo ese duelo y esa desaparición, va
sollozante el alma de la Patria ;
y, sobre todas esas livideces que caen sobre el
vencimiento, blancuras de sudario y blancuras de
estepa, ella escribe esta palabra inconmensurable:
Esperanza;
■ y la Esperanza se abre como un asfódelo inmor-
tal, en las losas del sepulcro, y brota como un lirio
de fuego en las nieves de Siberia ;
la Esperanza es la aurora del vencido ;
la tumba de los héroes es genitriz de las victo-
rias;
mañana, en el silencio infinito en que ha muerto
el grito de esas turbas, el oleaje estremecido del
pueblo, y el clamor de las ciudades, se despertará
el insólito rumor de la turbulencia inacabable ;
la Revolución, implacable y trágica, pasará, es-
cribiendo sobre el mármol y las nieves que cubren
la Protesta asesinada, las palabras que sonaron á
los oídos de Lázaro : surge et amhula;
y los muertos se alzarán y caminarán hacia tu
^ trono, 1 oh César !
V DR COMMATE 1 ÍÍ7
y, 110 habrá espesor en las pajreiluinbres de lii
purpura donde puedas esconder ía frente, ni plu-
iñonés en las almohadas donde los cortesanos sofo-
caron tus abuelos, para taparte los oídos y no es-
cuchar en el vértigo del miedo, el estallido de las
voces formidables ;
¡ oh César ! los días del absolutismo están conta-
dos :
el pueblo camina en la sombra contra él ;
y llegará ;
el trágico incendio del horizonte, formando un
círculo de fuego en torno á tu aislamiento, te
anunciará que ha sonado la hora en que el rayo de
la Justicia, respondiendo al clamor del Universo,
ha caído sobre tu trono (1) ;
y, entonces, ¡ oh, sombra de Baltasar ! el muro
incendiado te dirá la leyenda de tu gloria;...
Mane, TJiccel, Phnres...
(1) La mano de ioá hombres amarillos, ha suplido la mano
de Dios, escribiendo en las soledades de Mandchuria, con
un pincel de llamas, el formidable dístico de muerte... Bal-
tasar idiota llora como Boabdil... Sus lágrimas no apa;4a-
rán el incendio, ni vengarán la sangre derramada... La Jus-
ticia vive... (1904)
lucha mortal.
El monstruo gime, herido en las entrañas, se
agita estoico en convulsión violenta ;
y, el mundo que presencia su agonía, espera ver
surgir de sus despojos, toda la floración de la vic-
toria ;...
el duelo es formidable, duelo á muerte, entre la
libertad y el fanatismo ;
y, es un momento sociológico grandioso;
vientos de persecución y de derrota soplan sobre
las teocráticas legiones ;
y, ellas, luchan terribles en la brecha, con una
ciega fe de iluminados ;
y es horrible en su trágica armadura el espectro
siniestro del pasado ;
la rebelión de las almas ha roto el suelo bajo sus
plantas ;
la explosión déla luz ha incendiado el cielo sobre
su cabeza ;
y, hundido á mitad entre las ruinas, en las livi-
MililiO |)K Al>.MuM(.lt'».N ^ DK CoMlJAll-: 1 21)
llecos do eso crepúsculo san^i-iento, combate aún,
como un buitre rencoroso, agitando sus alas mori-
bundas, en pos de la presa que se escapa ;
y, sus alas fatigadas bacen sombra, y su pico
sangriento biere aún;
trágica agonía del monstruo ;
por todas partes el clericalismo atacado acude ú
la breclia, y por todas partes retrocede, sintiendo
la explosión de la muralla ;
y, soldado de Dios, como él se llama, permanece
estupefacto, viendo las bordas de los bombres lle-
gar victoriosas sobre el muro ;
el cielo lo ba abandonado ;
las legiones divinas no vienen ya en su ayuda ;
los ángeles no combaten á su lado ;
el borizonte no se incendia con el fulgor de alas
divinas ;
el Milagro ba muerto;
ya el lábaro de Constantino es un barapo entre
sus manos ;
por todas partes la nave de San Pedro bace agua ;
el naufragio crece ;
y, en los borizontes lejanos, no bay ni cima, ni
faro, ni esperanza;...
la cólera del cielo encima, la inclemencia del
mar abajo...
sobre su cabeza el rayo, bajo sus tablas rotas, el
abismo ;
ü
130 VERBO DE ADMONICIÓN
y, el conductor en pie, blanco lirio del naufra-
gio, como hecho de la espuma de las olas, envuelto
como en un sudario entre los blancos jirones de
las velas desgarradas ;
¡ ay, los tiempos han cambiado !
de los castillos abiertos no salen ya caballeros
misteriosos, armados de todas armas, para ir á la
conquista del Santo Sepulcro ;
nubes de turistas van ú Jerusalen en ferrocarril ;
los nuevos cruzados son los viajeros de Cook;
la Biblia de ese viaje, es el Birdecker ;
el fantasma de Godofredo no cabalga ya en los
llanos de Palestina;
y, don Quijote, duerme para siempre, bajo la
majestad de sus arreos, en las llanuras polvorien-
tas de la Mancha ;
de los castillos feudales, hechos fábricas y talle-
res, en vez de caballeros armados, salen obreros
pensativos ;
ya no se oye el ruido de las espadas sino el del
martillo ;
esas multitudes no van á la conquista del sepul-
cro, sino á la conquista del pan ;
ya no se combate por Dios, sino por la Vida ;
el reino de la Fe ha pasado ;
y el Conde.de Man es uno de sus últimos pro-
fetas ;
Y PE COMIlAli; i:{I
la logion del pusado, osliiperada, .-. í.í. p.ua ,t la
última batalla ;
el alma humana, tanlo l¡omj)0 prisiouora en las
redes de la sombra, empieza á despertar ;
los leones nost;'ilgicos no quieren ser ya las bes-
tias donK'sticas que el Papado ha llevado en pos de
-í, mutiladas y vencidas ;
y, el alma de la multitud es ondeante y traidora
como el mar ;
como él, tiene descensos magnéticos y marejadas
sombrías ;
en la vaga inconsciencia de su oleaje, ella siem-
l»ra la muerte y da la vida :
¡ guay ! del domador de mullitudes cuando la
fiera trágica despierta :
el rayo no vendrá de dios sino del pueblo ;
dios es un mito ;
el pueblo una verdad;
dios, es el pasado ;
los cadáveres no fecundan ;
la muerte es estéril !
el apóstol.
El apóstol es solo ;
¡glorioso y conmovedor deslino el suyo !
su corazón, aislado del corazón de las multitudes,
las fecunda como el sol á la tierra, sin tocarlas ;
la soledad es su reino ;
toda alma es un universo, cuando deja de amarse
ama, cuando deja de escuchar se escucha;
y, el Apóstol vive en el limbo radioso de su sole-
dad, en mudo coloquio con su pensamiento, bajo el
ojo fulgurante de su dios ;
se siente pensar, y el ruido de su pensamiento se
hace Verbo ;
el coloquio del Sinaí es eterno ; vibra siempre en
las ondas del Misterio;
las águilas de Patmos, vuelan, vuelan...
no se cansan jamás ;
la curva luminosa de sus alas y el salvaje fulgor
de sus pupilas brillan siempre en la roca formi-
dable ;
VERBO DE ADMONICIÓN Y DE CUMIJATE lii.i
y, pasan, como Hechas de lo eterno, iluminando
el horizonte obscuro ;
¡terrible sai^itario el pensador!
aquel que no se aisla, se dispersa ;
y, el apóstol se aisla ;
y, como todo le es hostil, refugia en la soledad
su cabeza lapidada, mientras puede reclinarla en la
tumba cariñosa; casi siempre una tumba en tierra
i'Ktrafia ;
la patria del apóstol : el Dolor ;
bajo su inspiración sagrada, confía como la Pito-
nisa, su pensamiento al ala tenebrosa de las tem-
pestades ;
y dice la palabra fecunda de la Vida y la Verdad ;
sus ojos, viudos de emoci('»n, no lloran nunca;
sus oídos, vírgenes de la lisonja, no la sienten ;
sus labios inaccesibles á la mentira, no la dicen;
y, en el círculo simbf'tlico de su aislamiento, el
flemiurgo borrascoso é insociable, alza su frenle
como un faro ;
y, su mano es la columna de fuego en el desierto
de las almas : eris siciil deas...
airado, inaccesible, como un dios ;
es fuente de Verdad ;
el Dolor tocó en su pensamiento, y la Verdad
brotó de él, como el agua del seno de la roca ;
y, como un pelícano salvaje, da su inabarcable
<oraz(')n á devorar ;
134 VERBO DE ADMONICIÓN.
Dios, lo hizo inagotable y formidable ;
el carbón de Isaías, que ardió sus labios, tam-
bién cauterizó su corazón ;
el dardo del insulto no lo hiere ;
inclina por piedad, su cabeza, cargada de pen-
samientos eternos, hacia la efímera lucha, hacia las
turbulencias de los hombres, y siente venir á él, el
vértigo de la Muerte ;
y, como un cisne en agonía, da entonces la pa-
labra de la Vida;
el grito del espanto, el sollozo de la misericor-
dia, la voz de la consolación, brotan de sus labios,
pero no la palabra de : Adorar :
no adorará ;
si el pilar de un templo, conmovido de adora-
ción, quisiera doblarse y adorar como los fieles, el
templo se derrumbaría, sepultando en sus ruinas
los dioses, los creyentes y el altar ;
la adoración del hombre por el hombre, es vil ;
el evomerismo de la política es servil ;
¿ qué hay digno de adorar, en esas turbulentas
insanias de la fuerza, en ese fangal hirviente,
donde al calor del lodo, el Escolopendro crece hasta
el Tifón ?
sólo la Verdad es inmutable ;
la nobleza de una Vida, es servir ú la Verdad :
Vilam impenderé Vero;
la gloria de un talento es ser fiel á las ideas ;
V DE COMDATE l.*Jo
y, el Apóstol, desprecia el crecimiento fenome-
nal de los hombres de la fuerza, en las orgías san-
grientas de la política ;
I trágicas flores de sangre, efímeras y crueles,
como la angustia de un mal sueño!
y, va al encuentro de los pueblos, que marchan
en manada, condenados inocentes, como los cerdos
de Agrippa, llevados al sacrificio por parásitos
ciegos de soberbia ;
y, de pie, sobre el sendero de la piara, les pre-
gunta como el Apóstol al Maestro : /. qiio vadis?
¿ á dónde vais ?
y, con la grandilocuencia de su C(')lera, con su
intlexihle querer de Taumaturgo, rompe los ídolos
en presencia de la muchedumbre estupefacta,
mientras tendiendo, en el crepúsculo, su mano
pálida de sembrador de sueños, les muestra en
lontananza el polo inmóvil de la Idea ;
y con el acento del legislador hebraico les grita :
No adorarás ;
no adorarás esos amos de un momento, esos
dioses de carne que tu corrupción engendró y tu
servilismo nutre ;
no adorarás esos ídolos pretorianos, iiijos de la
turbulencia, que en una hora de insania se acosta-
ron hechos monstruos y despertaron hechos
dioses ;
no adorarás esas libélulas fugitivas, alzadas de
13G VERBO I»E ADMONICIÓN
tu propia corrupción, que han arrojado sobre sus
hombros de insectos, un harapo sangriento como
púrpura ;
no adorarás esos cesares de un día, esos hijos
del acaso, nacidos de las entrañas de la guerra,
como la larva de las entraíias del volcán ;
no adorarás ese monstruo : el Déspota;
no lo adorarás ;
como al ídolo de la Biblia, rómpelo en pedazos;
forjado en la fragua de tus pasiones, fúndelo de
nuevo y arroja al viento la miseria de sus metales
en fusión ;
y con el verso mosaico les repite ;
no adorarás sino al señor tu Dios ;
y Dios tiene un solo nombre : Libertad;
adorarás la Libertad ;
he ahí la palabra del Apóstol...
God save the King.
Bajo el cielo negro, en el horror de la tinicbla
engrandeciente, entre el largo rugido del universo
que sufre y cuyo lamento sube en la noche impe-
netrable como un grito de dolores amotinados, se
escuchan, cual himnos de olas en la mañana triun-
fal, los cánticos maravillosos, las salutaciones
adoratrices de muchedumbres en fiestas;
es un rey que pasa;
un rumor como de mar que sube en el silencio,
se escucha sonar bajo los cielos serenos, en las
inmensas avenidas, bajo los altos pórticos de la
Ciudad Sol ;
son las aclamaciones de la Francia ;l su enemigo
tradicional que la visita ;
todas las frentes vueltas hacia el Rey de Ingla-
terra, lo saludan ;
¡ irrlromc / ¡ welcomc I
y, los rencores nacionales huyen^ como un vuelo
circular de buitres que se pierden en el crepúsculo;
138 VERBO DE ADMONICIÓN
ese Rey, viene de la Ciudad Eterna, de esa gran
ruina pétrea, que atestigua en su melancolía glo-
riosa, la triste inanidad de las conquistas, la esteri-
lidad dolorosa de las obras de la fuerza ;
él, alcanzó á ver, en el encanto triste de las tar-
des romanas, la soledad de los grandes arcos triun-
fales, alzándose en las vías desiertas, donde hace
siglos el viento borró las huellas de los conquista-
dores hechos Césares y de los Césares hechos dioses
por voluntad augusta del Senado ;
la inmortalidad que les decretaron, yace con
ellos en el silencio y el olvido...
el fantasma de aquel grande Imperio desvane-
cido, ¿no diría nada á ese Aníbal pacífico. Empe-
rador de la nueva Cartago, cuyas turbas mercena-
rias, pilladoras de pueblos, acaban de ser vencidas,
por allá en las fronteras del mundo bárbaro, por
un nuevo Jugurta, que levantó con los cuerpos de
sus subditos y el pecho de sus caballos, la muralla
impenetrable, á la invasión creciente de la barbarie
saxona?
él, fué el huésped del heredero de los nuevos
conquistadores romanos, los gloriosos lobatonesde
Saboya, prendidos hoy al pez('»n de la gran loba la-
tina, que al pie del Capitolio, sueña aún con la con-
quista, como en los días que lastimaban sus ubres
generosas, los dientes ya feroces de los gemelos de
lihea :
Y DE COMÜATE Ki"J
y, ese rey pas(') el Tíber, y puso su mano en la
mano nonagenaria del Pontífice, su más terrible
rival, en el reinado espiritual de sus subditos;
y, por primera vez el Papa Luterano, entr(') co-
ronado y radioso, bajo los altos p('>rticos de San
Diimaso, hasta la celda austera donde el Papa Ca-
tólico, extiende su cayado sobre la grey dispersa,
en esta hora terrible, de rebelión y de tormenta;
el Cisma, puso sus manos en las manos de la
Fé;
el Papa Anglicano y el Papa Romano se estre-
charon ;
Cristo y elanlicristo se abrazaron:
no fueron dos reinos, fueron dos iglesias, que se
besaron ;
por sobre todas las reconciliaciones de los reinos
efectivos de la tierra, la reconciliaci('tn de estos dos
reinos quiméricos del cielo, extiendo en su conmo-
vedora puerilidad, una como bandera de paz ante el
horizonte blanco y la universal tristeza de las almas
Cándidas y pías;
el beso de los dos Papas, tiende uno como arco
iris, sobre el mar agitado de las almas ;
es la hora de las grandes reconciliaciones ;
un minuto de Paz ;
¡ bendito sea !
los pensadores se inclinan sobre los aconteci-
1 ÍO YERRO DE ADMONICIÓN
mientos como á la orilla de un océano, lleno del
infinito de las olas ;
la poderosa voz de la marea humana, sube en la
sombra profunda, donde apenas pueden distin-
guirse vagas cimas, nimbadas de crepúsculos, en la
triste gloria de un sol pálido ;
extraños focos de luz, como radiosos semáforos,
brillan en la lontananza brumosa, allá sobre las
costas lejanas de la Historia ;
en la placidez del momento, el velo rojo de la
guerra se recoge lentamente, sobre los horizontes
serenos ;
en el cielo, que semeja un gran velo franjeado
de oro, donde se abren los lises albos de la Espe-
ranza, tiende su vuelo ondulante la paloma inma-
culada de la paz ;
y entre los cánticos de las alegres salutaciones,
sobre las multitudes felices y las banderas desple-
gadas, parece que la voz de un dios desconocido,
vibrando en el aire calmado, murmurara desde lo'
alto, las eternas palabras, que perdonan y ben-
dicen :
Pax vobis.
Imperial Barnum,
El iillimo viaje do Guillermo, el de Prusia, á
Roma, ha demostrado bien que este extraño aliado
no entiende ser sino el huésped condicional de
Víctor Manuel III y que su política confesional,
tiene en más aliarse al Papa contra la Francia li-
beral, que al Rey contra la Francia militar ;
esta vez, el viaje del Barnum Imperial, revistió
la fastuosa decoraci(Jn de un peregrinaje teatral ;
y, la comicidad abyecta de las pompas reales,
dijo al mundo, cómo aquel monarca, escoltado de
sus coraceros blancos, en la Ciudad Intangible,
hacía honores de soberano, al enemigo implacable
de la Italia libre ;
las águilas de Prusia, no hicieron sino un alto
en el Quirinal, y do allí emprendieron el vuelo á la
colina hostil : al Vaticano ;
y, el aliado pérfido, probo así, que más que al
Rey de Italia, su aliado material, la visita era al
Papa Romano, su aliado espiritual
[\-l VERBO DE ADMONICIÓN
la Italia liberal lo ha comprendido
de Roma, el InfaLigable Anacarsis del ridículo,
fué hasta el Monte Casino ;
y, la grande Abadía, blanca sobre la roca negra
y bajo el cielo azul, vi(311egaraquel descendiente de
Federico el Grande-, precioso fruto de degenera-
ción, alucinado como su antecesor, obsesionado
por las neurosis de su temperamento de eslavo
bárbaro ;
su espada, de una virginidad inofensiva, le servía
de uno como humilde bastón de peregrino, para
ascender hasta la roca abrupta, donde su impla-
cable abuelo, había llegado en alas de la muerte y
del pillaje ;
allí, de pie sobre la Roca Janula, que la devas-
tación de los antiguos tudescos conmovió tan ru-
damente con sus ondas de barbarie, pudo ver ex-
tenderse : á un lado, los grandes llanos melancóli-
cos, que van hasta los Alpes Julianos ; y al ptro,
los parajes encantados de la Gran Grecia, que se
extienden como una caricia de belleza, hasta los
mares córsicos ;
por todas partes, la decoración y el cántico, de
esa cosa esquiva á su nombre y su reinado : la
Gloria ;
los rudos abates, que duermen el sueño eterno, en
el claustro sombrío, condottieres tonsurados, que
Y DE COMHATE lío
se acostabiin en la muerte eon la espada al lado y
la cruz abacial enlrc las manos sangrientas, debie-
ron sonreír de desdén en su sepulcro, ante la apari-
ción de aquel conquistador de opereta, tan sobe-
ranamente bufo, de aquel matador de chinos, Iván
el Terrible, que, esquivo á los combates y al peligro,
quiere desde su palacio de Polsdam, con su brazo
corto y deforme, ensayar el gesto que encadena
los siglos ;
y, de las llanuras inmortales, de los mares pací-
ficos de índigo, debió sentir llegar hasta él, como
una carcajada sonora, como una fanfarria gozosa,
ese ruido que acoge y envuelve su vida, sus em-
presas y su nombre : el Ridículo ;
el ridículo que lo inmortaliza y que lo aplasta ;
ese es su reino...
caput mortuum,
La acre cólera de los pueblos se había disemi-
nado en el horizonte como un aluvión de llamas ;
tras las montañas incendiadas, el sol de la de-
vastación se ocultaba, proyectando un crepúsculo
de púrpura, sobre paisajes siniestros de extermi-
nio ;
en el duelo inmenso de la naturaleza, estallaba
la cólera de los hombres, como un volcán humano,
rugiendo en erupción, bajo la indiferencia taciturna
de los dioses ;
dispersada á los cuatro vientos del horizonte, la
ceniza de la desolación marcaba la tierra peni-
tente, sobre cuyas llanuras anafródicas, relincha-
ban desbocados los caballos de Ezequiel;
el mundo era como un abismo enorme, donde se
incubaban las catástrofes, en el flujo y reflujo del
Misterio, bajo el ojo ataraxeo de lo Eterno ;
el duelo inmenso de la hora, hacía siniestra-
mente tristes los hombres y las cosa&;
VERnO DE ADMONICIÓN V DE COMnATE 1 'i."J
y, la tierra parecía gemir, como sacudida por la
carrera vertiginosa de todas las cuadrigas aladas
del Apocalipsis ;
sobre las más altas cimas del pensamiento, pro-
fetas dolorosos y extraños, arrojaban la simiente
del Ideal, sobre muchedumbres estupefactas, tar-
das en devorarla ;
y, bajo la noche de los cielos y la obscuridad se-
pulcral de los astros, sus ojos hambrientos de es-
plendores, devoraban las tinieblas, sin ver lucir
un rayo salvador, en la derrota deíinitiva de la luz;
y, en la soledad de sus almas heridas é inapaci-
guadas ;
ante el abandono de los hombres y de las cosas;
absortos ante la ruta incierta de los aconteci-
mientos, que como ríos fangosos, iban hacia la
desaparición y hacia la muerte ;
los profetas callaron ;
era el alba de la barbarie;
\ la hora más triste de la historia humana I
la civilización agonizaba ;
el bárbaro había vencido ;
las hordas de Marico habían de nuevo escalado
el Capitolio ;
y, la tristeza, se extendía sobre el mundo como
un manto de duelo;
10
146 VERBO DE ADMONICIÓN
el pueblo más grande de la tierra, había sido
vencido y humillado ;
las hordas adventicias de los germanos, habían
regresado á sus hogares, hartas de asesinato y de
pillaje ;
los príncipes teutones, feroces y taciturnos,
habían vuelto á sus castillos feudales, en el fondo
de las selvas negras, ó en las cimas abruptas, y con-
taban su botín, traído por esclavos blancos, que
recordaban los quince mil elefantes de Antioco ;
la Europa cómplice, temblaba ante el espanto de
su propia iniquidad ;
pueblos desencadenados en el dolor, aventando
lejos sus cadenas y alzando en un gesto formidable,
sus brazos lacerados al vacío ;
las águilas napoleónicas, muertas bajo las picas
populares de la conmoción, ó fugitivas ante el res-
plandor siniestro de las teas, portadoras del incen-
dio ;
y los aguiluchos sajones, repasando el Rhin,
hartos de sangre y podredumbre ;
la República, brotada como un prodigio, en me-
dio á escenas terribles de heroísmo y de degolla-
ción ;
un Imperio derrumbado ;
un gran pueblo mutilado ;
la gloria prostituida ;
la libertad vencida ;
Y DE COMBATE 147
el género humano en duelo ;
tal era el cuadro del mundo, en esa hora trágica
de miseria, en que se anunció á la tierra, esa lif^.i
formidable de Odio, de Ingratitud é Indignidad,
que se llamó : la Triple Alianza ;
el Odio : la Alemania;
la Ingratitud : Italia ;
la Indignidad ; el Austria ;
¡ el triángulo terrible !
Víctor Manuel II había muerto ;
el águila saboyarda, que un siglo atrás había sa-
lido de Cerdeña, famélica y terrible á caza de pue-
blos y coronas ;
y, había caído sobre Aix, y pasado los Alpes, y
llegado al Po, y atravesado el Arno, y volado por
sobre el Adriático hasta Venecia y por sobre el Me-
diterráneo hasta Ñapóles y había cruzado el estrecho
hastaposarse en Sicilia, alpic de la solfa tara extinta ;
y, arrebatado de Milán, la corona de hierro del
Grande Imperio, y abatídose sobre la cúpula de San
Pedro en Roma, aprisionando en sus garras las
llaves del Pescador, el cayado del Pastor, la tiara
del Pontífice, extendiendo la sombra de sus alas
conquistadoras sobre el silencio de la Ciudad
Eterna, yacía exánime y rendida sobre un gran
bosque de laureles, en los mármoles del Panteón,
sobre la tumba del gran Rey ;...
148 VERBO DE ADMOMCIÓN
Garibaldi, había desaparecido, y con él, el más
fulgurante rayo de heroísmo que haya iluminado
la leyenda y la historia, de Homero á Teócrito, y
de Plutarco á Bovio ;
los días heroicos de la Italia habían pasado ;
los héroes se habían ido ;
los políticos habían llegado ;
á los fundadores seguían los destructores ;
los leviatanes del peculado removían ya los mares
fangosos de esa política obscura y nefasta, en cuyo
fondo no se vio por luengos años reflejarse ya el
rostroheroicoyelalmagrandiosadelajoven Italia ;
se estaba lejos, bien lejos, de los tiempos de Ma-
nín y de Mazzini ;
los enanos jugaban con la melena del león de
Venecia y desgarraban el Evangelio del soñador
augusto ;
Crispí había llegado al poder ;
Crispí no era el genio, era el rencor, era la pasión
baja, enconada y sórdida ;
su odio á la Libertad, cuando gobernó, no es
comparable sino á su pasión por ella mientras la
deshonró sirviéndola ;
el ex Pretor de Sicilia, estranguló la Libertad
con mano más brutal, que la que empleó antes en
estrangular la Monarquía;
Crispí, no era un hombre de Estado, como la
hipérbole adulatriz lo ha dicho ;
^ DE COMlJATi: I V.l
era un jacobino apóstata y violento, qno después
de traicionar la Libertad, no pons<'. sino on des-
truirla ;
era un Saint-.hist sin virtud, un Uol)espicrre sin
austeridad, puesto al servicio del Rey;
era un Collot d'Herbois, hecho Ministro;
¡ tránsfuga oprobioso, que empleó la mitad de
su vida en traicionar la otra mitad !
Bismarck, magnífico y odioso, lo meduseaba ;
y, fué la caricatura de Bismarck ;
desde su palacio de Berlín, oteaba el cuervo té-
trico que había llegado al Quirinal y posado en la
Consulta, afilaba el pico hostil y las garras brutales,
para ir contra la grandeza y el corazón de la liber-
tad italiana;
y lo sedujo ;
y llevó la Italia al pacto abominable ;
llevó al Gobierno, no llev(') al pueblo italiano, á
íormar el triángulo fatal ;
la Italia, ha amado siempre la Francia : su liber-
tadora ;
ha odiado siempre al Austria : su torturadora ;
y desdeña á la Germania, que as}>ira á ser su
explotadora ;
y el pacto abominable se hizo ;
y, la Italia mutilada abrazó á sus verdugos ;
y, la Alemania se unió á su viejo adversario ;
y, el Austria, tendií» una mano al Hey de Prusia,
150 VERBO DE ADMONICIÓN
por sobre los campos sangrientos de Sadowa, y
otra al Rey de Italia, por sobre el recuerdo terrible
de Solferino y de Palestro ;
y, estrech(3 contra su corazón cobarde, aquellos
dos terribles enemigos de su raza y de su pueblo,
aquellos vencedores suyos, que habían infligido
las más sangrientas derrotas y las más tristes muti-
laciones á su Imperio ;
y, por un cuarto de siglo el crimen fué ; . . .
hoy, la obra se derrumba;
la Triple Alianza^ agoniza;
obra del Odio, los odios históricos la matan ;
entre Prusia y Austria, se alza el fantasma de
Sadowa ;
entre Austria é Italia, los fantasmas de Trieste y
del Tirol ;
el Imperio auslriaco, agrietado y vacilante, se
derrumba ;
sobre la tumba del trágico y siniestro empera-
dor, se hará pedazos ;
el heredero de esa raza de atridas, verá su reino
dividido y disperso, como aquellos que aventaba
lejos, la maldición de los dioses de la Biblia ;
la Hungría clama ;
el alma madgiar se incorpora, despertada, como
si pasase sobre ella, el soplo profético de Kossuth ;
la Polonia se mueve en el sepulcro, rebelde al
Y DE COMUATK l.'il
Finís /'o/o/í/.r, de Kosciuslvo ; y el lenix inmortal
aguarda el alba ;
el Tirol, tiende sus brazos suplicantes á la madre
Italia;
el león somnoliento de Venecia, ve con dolor,
sus últimos cachorros, dormidos bajo las alas de
las águilas austríacas ;
y, las tres grandes frentes pensativas de Mazzini,
de Manín, de Garibaldi, se inclinan sobre la Italia
irredenta, llamándola á la Vida ;
surgirá ;
en tanto, la Italia libre, mira hacia la Francia ;
desaparecida y olvidada la mediocridad rencorosa
de Crispi, la Italia liberal tiende la mano á la nación
hermana, á la gran genitora de su liberación, á la
gran sembradora de fecundas utopías ;
y, á través de los Alpes, las dos grandes manos
de la latinidad gloriosa se estrechan con amor;
y en las alturas del Janículo, la estatua de Gari-
baldi se ilumina, como si miríadas de soles se
extendiesen sobre ella, cual una guirnalda de iris
sobre su frente heroica ;
es el fulgor de todos sus sueños, surgiendo rea-
lizados del seno de la obscura noche ;
la época es de nuevas orientaciones ;
la \ía estí'i trazada inmensa, luminosa y recta,
hacia la paz ;
el sol de la fraternidad remonta el horizonte como
\:\^1 VERBO DE ADMONICIÓN
una ave mitolí'igica, á lentos golpes de ala, entre el
clamor formidable de dos grandes pueblos, orgu-
llosos de su gloria y de su fuerza ;
el Rey de Italia, huésped de París, sintió en
la Ciudad Sol , el deslumbramiento de la apo-
teosis ;
el alba engrandeciente de la Simpatía estalló á su
paso, como una sinfonía gigantesca de clamores
entusiastas ;
y, á las sonoridades largas y épicas de los cla-
rines, el corazón de los dos pueblos hermanos vibró
unísono, escuchando como un toque de llamada á
combates no remotos, que la latinidad, hoy dis-
persa y vencida, lidiará mañana, en la lucha impla-
cable y definitiva de las razas;
en tanto, el gran crimen de la Triplicidad, ago-
niza ;
en vano el Emperador funámbulo, tiende sus
manos suplicatorias para impedir la ruina de sus
sueños ;
como una lluvia de estrellas filantes, uno á uno,
desaparecen de su horizonte, donde el ridículo,
como una máscara grotesca, lo saluda ;
y la Historia, con un foete de yámbicos aristofa-
nescos, azota al retórico imperial, que como Actcón
por los lebreles de Diana, grita, triturado por los
dientes implacables, de la risa universal, que lo
devora ;
^ di: cM.Mr.A 1 1
la disolución do la Triph' A l'xnizit será la primera
etapa de la decadencia alemana ;
su epopeya habrá sido bastante á despertar la
hilaridad de los siglos, y, Guillermo el grotesco,
habrá sido la íiel representación de ese Imperio
fugitivo ;
sin ciertos pueblos y ciertos hombres, la Historia
sería triste ;
el Emperador Alemán es la única nota jocosa de
la política europea;
su figura pueril, empenachada y ruidosa, es el
heraldo de la carcajada ;
sin él, el mundo político sería un teatro sin
bufón ;
él, es el único que hace vibrar lo bufo en la tra-
gedia ;
por la sinceridad de su ridículo desarma la crítica
y la Historia;
yo lo admiro, como á Fregó li ;
amo mi clown imperial ;
él, solo, me divierte ;
los demás, me fatigan ñ me enojan ;
y como á todo bufí'm, después de reir lo liaría
azotar, por su impudencia ;
tanto así me divierte S. M. Arlcíiuín...
la inexorable ola. .
El peregrinaje devastador de la Conquista no
detiene su marcha;
va por entre los granos magníficos y los campos
florecidos, tronchando las espigas del derecho,
sembrando la esterilidad en los llanos arados por
sus garras de pillaje ;
los pueblos en un espanto de agonía, apenas si
alzan sus frentes de larvas, hundidas en la tierra
para verlo pasar ;
y no ven la Muerte, que llega, sino al resplandor
de la espada que cercena sus cabezas ;
un gran silencio, grande como el de un mar ante
los náufragos, parece escuchar la majestuosa voz
evocatriz, que puebla el horizonte con la pesada
gloria rítmica de las grandes evocaciones ;
el vértigo de la gloria no pasa ya sobre los co-
razones trágicos ;
los herederos de las grandes epopeyas, no saben
resucitar de entre el lodo sangriento, la sombra de
VEÍ1150 di: admonición V Di: COMlJATi: l.")0
aquellos í^randes victoriosos, que se alineaban para
morir, ebrios de gloria, al sonido de las fanfarrias
épicas, que sonaban sobre sus cabezas transfigura-
das, como el himno luminoso de una tempestad do
prodigios ;
degenerados, enervados, se debaten en las tinie-
blas, sin acertar á salir de la angustia, por las
puertas del esfuerzo ;
su enervamiento poderoso es cuasi la apoteosis
del marasmo ;
las palabras, sonoras y grandiosas no dicen nada
á sus corazones atrofiados ;
¡ la Gloria I ¿es que dice algo ;i sus oídos ese vo-
cablo, intraducibie y cuasi extraño á sus almas
nostálgicas del yugo?
las visiones radiosas, apote(')SÍcas de heroísmos
antiguos ¿no dicen nada á sus pupilas turbias,
obscurecidas por el llanto del esclavo?
¡nada, nada !
nada despierta los cóndores, que duermen con
las alas rotas, sobre los estandartes vencidos ;
nada ;
y, las águilas llegaron, llegaron de mares muy
remotos poblados de maravillas y posadas sobre el
pecho de los pueblos inertes devoraron su corazim,
su cobarde corazón, que no había sabido ni latir
para la libertad, ni ofrecerse á hi muerte en el
amor heroico de la gloria;
150 VERnO DE ADMONICIÓN
ahora que el conquistador avanza, mutilando los
pueblos que vence, insolente y feliz entre la turba
de libertos, que baten palmas de victoria, delante
del carro vencedor, ¿qué dirán aquellos profetas de
la servidumbre, que rieron al anuncio de los profe-
tas de la libertad que anunciaban la aparicii'tn te-
rrible de los bárbaros?
¿qué dirán de la, miseria infinita de sus mentes
sin vuelo y de la enorme estulticia de sus palabras
sin portada?
¿ qué dirán ?
¿ conservarán aún adeptos en presencia del mentís
que los bárbaros les dan golpeando con sus picas,
sobre sus cráneos sin pensamientos y sobre sus
corazones sin valor?
¿qué actitud guardarán en presencia de la derrota
que los acontecimientos les infligen ?
¿la enfatuación del sofisma les cerrará los ojos,
ante la sangrienta lección que los hechos terrifi-
cantes y sangrientos les han dado ?
ese contagio bélico que gana todos los podero-
sos, y resucita las orgías de sangre, la saturnal de
las hecatombes que parecían cerradas para siempre ;
esos gestos sangrientos del furor humano, te-
rribles gestos de barbarie, que hacen recular asom-
brada la pobre piedad consoladora, relegada á los
limbos del olvido, ¿serán hallados bellos por estos
indigentes de la mentalidad, por estos terribles
V ni: coMiJATK i:;;
acéfalos de la banalidad, cuya miseria iuleleclual se
ejerce en trazar eternamente una curva ignominiosa
en el vacío?
tal vez;
voluntariamente ciegos o ignominiosamente ser-
viles, continúan en negar la amenaza que se alza
formidable ante la clarividencia y la lucidez tri'igica
de los grandes visionarios ;
¡ oh, pueblos de América ! ¡ la hora ha llegado !
las hordas mercenarias que devastan la tierra
han llegado hasta vosotros ;
no se detendrán;
marchamos á reculones ante ellas, por un llano
sin senderos, ante un horizonte iluminado de re-
lámpagos ;
el movimiento de devastación avanza;
ó armarse anlecl 6 sucunihir bajo el;
he ahí el dilema.
los mercenarios (Ij
Los pretorianos de Colombia entran en el luiiuiUo
y van á la traición;...
La paz enérvalos ejércitos que la guerra enno-
blece;
¿qué no hará de las turbas mercenarias que el
despotismo asuelda contra la libertad y lanza contra
el derecho ?
1 así han perecido siempre esas demagogias des-
póticas, asesinadas por los mismos mercenarios á
los cuales habían confiado su defensa ;
los pretorianos de Panamá llaman la conquista ;
si los americanos llegan á desembarcar allí, no se
embarcarán jamás;
el istmo será definitivamente suyo ;
(1) Esto fué escrito y publicado por Vargas Vila, en su
periódico « Nóniesis » de New- York, meses antes que los
pretorianos colombianos vendieran el Istmo á Buneau Va-
rilla y el sucio aventurero traspasara su venta á los EE.
UU. con la tranquila insolencia de un vendedor de esclavos
en las costas de Benadir...
VEUnO DE ADMONICIÓN Y DE COMUATE lüü
los legionarios rcbcklrs (pie llaman esa dcsaslr<\
ESTÁN VENDIDOS?
todo tiende á acotar, á desacreditar, á acabar la
débil soberanía de Colombia soljre el Islmo;
el corazón se hiela, viendo así la patria desapa-
recer, recogiéndose hacia sus montañas salviíjes;
y, el alma se llena de angustia, ante la lenta
agonía de esta nación, que parece destinada á des-
aparecer con la libertad que asesinó^
viendo ese lento y continuo trabajo de una nación
por suicidarse, la conmiseración cede el lugar á la
indignación ;
la suerte de ese país interesa al Continente ;
si los pretorianos traen una nueva intervención,
será definitiva;
si los ijankees ponen la mano sobre el Istmo^ no lo
soltarán jamás ;
la América latina estará ya cogida por el cuello,
y para siempre...
y, la raza débil y cobarde, morirá estrangulada
por el bárbaro ;
¡ah, la política nefanda de Núfiez, llamando á
los americanos en su ayuda !
¡ ah, la intervención de 1885 !
¡ah, Ricardo Becerra implorando de rodillas la
invasión !...
IGO VEU150 DE ADMONICIÓN
cuando los bárbaros fueron aceptados como alia-
dos, Roma desapareció;
el día en que acabó el mundo romano, dice un
historiador, fué aquel en que Casiodoro, escribió
estas Jíneas en los fastos consulares:
EN ESTE AÑO EL REY DE LOS GODOS, TeODORICO,
LLAMADO POR LOS VOTOS DE TODOS, INVADIÓ Á ROMA ;
TRATÓ AL Senado con dulzura, é nizo larguezas
AL pueblo.
el día en que Rafael Núñez llamó álos.americanos
al Istmo y Ricardo Becerra, suplicó de rodillas el
asesinato de la integridad nacional, Colombia
abdicó de su soberanía, por el asentimiento dado
á la Invasión ;
hoy y yendo ante el yugo ^ por los senderos del escán-
dalo, no hace sino cumplir su trágico destino;
la pluma de Núñez abrió el camino a los bárbaros ;
la espada de los pretorianos les abre la brecha
en la muralla;
por ella pasarán;
¿ qué recogerá el Istmo conquistado?
recogerá la servidumbre de los vencedores,
unida á la servidumbre de los vencidos ;
j la misma persecución de la raza, la misma
opresión, el ilotismo oficial imperante en Filipi-
nas, en Hawai, en Puerto Rico!
Y DE COMBATE IGl
semn los tácalos de Occidente ;
ellos verí'in desaparecer su nacionalidad sin
obtener otra ;
como en Puerto Rico, sus nuevos amos no se
dignarán hacerlos siquiera ciudadanos ;
ir;'in de la anarquía al vasallaje, como los filipi-
nos del coloniaje á la muerte, y como los por-
torriqueños, de la riqueza á la servidumbre ;
¡ pobre Istmo amado !
¡ desgraciada Colombia !
y aun eres bella, pobre patria mía, con la belleza
implacable de la Muerte, que pesa sobre tí...
11
esclavos blondos..
Es bello ser clemente, pero á condición de ser
consecuente;
en Europa, la clemencia está muy lejos de la
consecuencia ;
la piedad de la Europa, es una piedad intermi-
tente, un histerismo político, epidémico é inocuo;
I con qué sagrado horror, la coalición visible del
miedo vuelve los ojos al Oriente, y compadece los
asesinatos de cristianos !
¡ qué amargos reproches le merecen las tropas
turcas, las carnicerías de Monadir, los crímenes de
Albania !
I cómo afrenta al Sultán !
¿ dónde estaba el corazón de esa Europa senti-
mental, cuando otro Sultán, el de Berlín, que no
tiene, sobre el de Constantinopla, otra superioridad
que la del ridículo, desató sus turbas armadas,
como un huracán de muerte y destrucción sóbrela
Ghina inerme, recomendándoles no perdonar la
Vl.miU IM. AliMuMi.Ui.N \ 1»E l.U.MHAll': 103
villa a nadie, no ahorrar prisioneros, no dar cuar-
tel?
¿ dónde estuvo su grito de horror, cuando más
de trescientos mil chinos, cayeron asesinados por la
barbarie tudesca, y las ciudades fueron incendia-
das y los campos talados y las mujeres violadas y
los niños estrellados contra las murallas, y lacla
de la ferocidad subi(') tan alto, como no se recuerda
igual en los tiempos inmemoriales prehistóri-
cos ?
¿ dónde ?
¡ el silencio y la complicidad !
los ejércitos de la Europa coaligada se hicieron
solidarios de los genízaros blondos de Germania;
el (ienserico tudesco, virgen de batallas, vio sus
esclavos armados pasear la muerte en el Extremo-
Oriente, y todos los soldados de Europa, combatir
bajo el ala de sus águilas imperiales, al mando
supremo del Feld-Mariscal de Waldersee ;
la Francia misma fué al pillaje á las órdenes de
un general prusiano ;
¡ oh vergüenza !
¿ dí'inde pues el derecho á la indignaciím, des-
pués de tanta indignidad?
¿ por qué calla la Europa ante el asesinato oficial,
sistemático de los hebreos en Rusia?
i se grita contra el asesinato de los armenios !
y, los chinos, ¿ no eran hombres?
104 VERBO DE ADMONICIÓN
los judíos polacos de Alemania y los de Uusia,
¿ no lo son ?
¡ se clama contra las varas y el foete de los tur-
cos !
y ¿ los estudiantes rusos azotados en los cuar-
teles, muriendo bajo el kniick en los hielos de Sibe-
ria?
y los esclavos blancos de Germania, esos pobres
soldados bestializados, brutalizados, muriendo
bajo el foete de los caporales tudescos, ó esca-
pando el las torturas por la puerta del suicidio...
¿ quién los defiende ?
¿ quién clama contra eso ?
¿ dónde pues principia la justicia ?
¿ dónde la equidad?
yo no acierto á definir esos grados del horror,
esos matices de la compasión, más insultantes
para la generosidad, que la absoluta indiferencia ;
en los campos de la crueldad y la barbarie, ¿ en
qué se diferencian los genízaros reprimiendo la in-
surrección de Albania, ú los cosacos reprimiendo
las de San-Petersbourg, ó los uhlanos blancos re-
primiendo las de los boxers ?
si alguien lo sabe, que lo diga ;
las tres barbaries son idénticas ;
la barbarie turca, la barbarie moscovita, la bar-
barie tudesca...
todas una sola : la Barbarie ;
Y DE COMhATt: 165
ardiente y fanática más allá de los Dardanelos ;
fría, implacable, más allá de los montes urales;
pesada, charlatanesca, ebria, más allá de Metz y
de Strasbourg ;
pero, siempre la barbarie, la implacable barba-
rie asoladora ;
el Sultán negro, el Sultán rojo, el Sultán blanco;
los tres idénticos, ebrios de misticismo bárbaro,
de feudalismo anacrónico, reinando y matando en
nombre de Dios y de su orgullo ;
la Turquía y la Rusia, están moralmente fuera
de la civilización y de la Europa ;
sólo la Alemania feudal, afrenta el mapa de la
civilización europea ;
¡ los alemanes ! he ahí los b;irbaros de Occidente ;
¡ los terribles esclavos blancos de la selva negra!
¿ por qué extrañar que el Sultán de Berlín, sea
el más poderoso sostén del Sultán de Constanti-
nopla?
¿quién ha disciplinado los ejércitos turcos, que
han ido á pacificar la Macedonia y la Albania?
los esclavos galoneados de Guillermo el In-
efable ;
¿quién provee de cañones, fusiles y municiones
las tropas musulmanas que asesinan los cristianos
y colman el horror en la península balkánica?
los parques y los armadores del Lohengí ín fu-
nambulesco;
166 VERBO DE ADMONICIÓN
¿por quiún triunfa Abdul, el tétrico?
por Guillermo el cómico ;
estas dos máscaras de la tragedia y la comedia,
se confunden y se funden en un solo rostro : el del
Horror ;
son los sembradores del Espanto ;
y, ¿qué hacen los poderes cristianos, en pre-
sencia de este protector de mahometanos?
S. M. Apostólica, el viejo y taciturno Emperador
de Austria es su aliado ;
y el fantasma blanco, el Papa, de Roma, hace
pocole abrió los brazos... y extendió la mano sobre
él, no para anonadarlo, sino para bendecirlo ;
y, sobre la cabeza teológica de aquel Teodorico
de opereta, batió sus alas de armiño la téurgica
paloma de la paz ;
¡ y, el pájaro celestial no se hizo rojo, al tocar
aquel bárbaro ensangrentado I
así va el mundo ;
así, con la mentira en los labios y el miedo en el
corazón ;
así, de rodillas por la infamia, camino hacia la
muerte ;
los aliados de Rusia hablan de libertad, sin
atreverse á mirar á las nieves de Siberia ;
los aliados de Alemania, osan hablar de Piedad,
sin querer mirar hacia la China incendiada;
y la mentira no los ahoga ;
\ l»E COMBATE 107
los tiempos heroicos y dignos lian pasado ;
la Verdad, la Justicia y el Ideal, expiran solita-
rios, sin una mano que sostenga en el aire su ban-
dera, sobre la cual se ha ajado y caído en polvo, el
oro de sus lises inmortales ;
el Miedo, cauteloso y feroz, impera solo;
los amplios caminos del heroísmo están de-
siertos ;
las cimas del Ideal, se envuelven en la bruma;
la lenta procesión de soñadores que iba hacia las
alturas solitarias, para coger la rosa pálida, la rosa
inmortal del Sacrificio, no aja ya el polvo de los
senderos con las caudas de sus mantos de mártires
ó de héroes ;
ya no se va camino de la quimera á morir al pie
mismo de la Cruz ;
ni se va camino de la libertad á morir al pie de
una bandera ;
el mundo muere bajo la planta del Miedo, como
un esclavo degollado, bajo el pie del eunuco que lo
mata;
y sobre las ruinas de ese mundo en agonía, como
la síntesis de esta época nefanda, como el símbolo
de la barbarie actual implacable y grandílocua, se
alza un hombre : (núllmno el Turco^ con una
hacha de sílex en la mano...
ante el Czar...
Si pedimos justicia á los gobiernos, tenemos el
deber de pedirla también á los partidos ;
el socialismo italiano, amenazando silbar al Czar
de Rusia en las calles de Roma, se demuestra
vehemente, pero no consecuente ;
los brazos que permanecieron inmóviles al paso
del Emperador de Alemania, marchando del pa-
lacio Caffarelli al Vaticano, no tienen el derecho de
alzarse amenazantes, hacia el Emperador de Rusia,
en camino al Quirinal;
en virtud de esa abstención ante el cesarismo,
han perdido el derecho de tensión ante el despo-
tismo ;
los labios que permanecieron mudos al paso del
asesino coronado de Berlín, no tienen el derecho de
contraerse para el silbido insultador, al paso del
asesino coronado de San Petersburgo ;
cuando Guillermo de Prusia, rodeado de sus co-
raceros blancos, las águilas de cuyos cascos seme-
VERBO DE ADMONICIÓN Y DE COMBATE 109
jaban inmensos bniitcs do oro, cernióndoso sobre
la Ciudad Eterna, atravesó en sus coches de gala,
con libreas emocionantes, para ir á visitar al Pon-
tífice romano, haciendo con esa visita un doble in-
sulto ;i la libertad y á la lealtad, ¿ dónde estaban los
socialistas italianos, defensores de la justicia uni-
versal?
¿por qué no extendieron sus brazos lapidadores,
hacia ese déspota bizantino, que á diario los in-
sulta, con la verbigeración agresiva de sus arengas
reales ;
que finge despreciarlos, con su arrogancia, y los
humilla con su jactancia;
que los condena ala muerte, provocándola con-
mocií'm pretoriana contra la conmocicm ciuda-
dana ;
y, que, arengando á sus legiones, arma el brazo
de sus hijos contra ellos, haciendo el gesto orde-
nador de la irremediable muerte?
ese hombre acababa de insultarlos ante la momia
del armador Krupp, y apuntaba aún las bayonetas
de su Ejército contra el pecho de los últimos elec-
tores del socialismo ;
¿por qué callaron ante él?
¿por qué no silbaron entonces?
¿por qué enmudecieron ante ese demente coro-
nado, sanguinario y terrible, enormemente ridículo
y fastuoso?
170 VERBO DE ADMONICIÓN
¿ dónde estalla la fraternidad universal en esa
hora?
¿la política italiana, los intereses de la JViple
Alianza^ lo ahogaba todo ?
el socialismo italiano, haciendo retroceder ante
su actitud, al oso uraño que les venía de los montes
Urales, ha obtenido una gran victoria ;
si hubiera hecho retroceder así, al lobo audaz
que un día les vino de los linderos de la Selva
Negra, se habría cubierto de gloria ;
los déspotas están fuera de la humanidad ;
con ellos la hospitalidad es una complicidad;
no tienen el derecho de asilo ;
habiendo destruido todas las leyes, no tienen el
derecho de ampararse bajo ninguna ;
abandonados del cielo, odiados de la tierra, no
deben tener sino su casco imperial para guarecerse
bajo él;
¡ay, de ellos! cuando el rayo inesperado, caído
de cielos ignotos, funda sobre sus frentes, el hierro
de las águilas doradas ;
de la sombra estallará el castigo, como una cer-
tidumbre luminosa ;
la Justicia se perfila, como un arco iris sin límites,
sobre el desierto que cruje bajo el pie de los cha-
cales ;
y, en medio del gran silencio que dobla todas las
Y DE COMRATr: 171
frentes, alj^^o se levanta como una hostia pi'ilida y
luminosa;
esa hostia ser¿i un sol;
Esperémoslo.
triste descenso...
La onda negra avanza ;
¡la onda negra y sombría! tristemente agitada
en su silencio obscuro ;
en la sombra morlal la onda no es sonora ;
¡ es la onda áfona y muerta ! ¡la onda letal !
el soplo estremecido de la gran borrasca está
lejano ;
el soplo desmesurado de la fiebre bélica, que
agit(') el alma impávida de los grandes paladines de
la rebelión y los hizo lanzar su ronco grito de
guerra, en la decoraci(3n terrible del incendio y el
horror de las matanzas, se ha extinguido bajo los
horizontes malditos, en la calma glacial, en la triste
calma del vencimiento, en la amarga memoria de
las irremediables catástrofes ;
el rumoroso mar está distante ;
el mar de la guerra, el mar enfurecido, el mar
vesperal, rojo y tétrico, sobre el cual van los ba-
VEIU50 DE ADMONICIÓN Y DE COMUATE 17.'J
jeles de la muerte, llevados por los vientos del es-
panto... está lejano...
su onda de fuego y exterminio besa otra ribera
y azótalos farallones de otra costa ;
no es ya el mar : es el pantano que amenaza ;
¡ el pantano ! el monstruo híbrido de olas turbias,
el agua triste y calmada, de cuyo fondo emerge la
muerte como una tenebrosa (lor fatal ; no es la
conquista bélica, es la conquista ¡jact/icu, que
avanza...
¡ la onda fangosa y sin rumor ! la onda pálida,
que invade, y sube, y mata en el silencio ;
¡la muerte tétrica sucediendo ala muerte bélica;
el espanto, al coraje; el estupor, al grito;
no es ya la tempestad, es la inundación que sube
al horizonte ;
¡calmada y trágica! como un tropel de sombras
hacia la selva agreste ;
su atmósfera es la paz, los juncos de sus riberas
el Silencio y el Misterio ;
las cimas amenazadas, no ven en su ataraxia
pétrea, subir la onda que mata, la onda que ha de
sumergirlas en la sombra y en la muerte ;
hechas á ser heridas de lo alto, en su eterno com-
bate con el cielo, sienten la nostalgia del rayo, que
ha de mellar sus cotas de granito, pero no temen
el agua silenciosa, que besa sus plantas de gi-
gantes ;
174 VERBO DE ADMONICIÓN
y, la ola carcome y roe y sube...
y, ha de sorprenderlas en su mudo coloquio con
los astros ;
y, con su beso de fango, apagará en los labios de
piedra, la última palabra impenetrable ;...
y, las cimas hechas á ser pulverizadas, morirán
ahogadas ;
el rayo fulmina, la onda borra ;
y, la onda sube...
denunciemos esa onda ;
esa onda traidora, que no ruge, que no se alza,
que no muestra sus lomos de cetáceo, que no se
bota contra la roca negra, como un león con mele-
nas de cristal ;...
denunciemos la inundación fatal ;
seamos como los pájaros sagrados del Capitolio,
en la noche negra, ante el tumulto de los bárbaros ;
gritemos comolahijadePríamo, al ver la máquina
fatal pasar los muros de Ilion ;
clamemos como Laocoón, sin temor á las víboras
monstruosas, que han de apagar en los labios pro-
féticos el grito denunciador...
denunciar, anunciar, castigar... ¿para qué
¿á quién ?.
la América duerme en una atonía abyecta, y ce-
rrados los ojos desaparece lentamente, como una
isla tragada por el océano ;
Y DE COMILVTE 175
la lí loria y la Vicloria han plegado las alas en
cimas muy remotas, cercanas á cielos inacce-
sibles :
y, en ese hormigueamiento de pueblos en de-
rrota, que pululan sobre aquel continente esclavo,
el espanto ha cerrado todos los labios y el interés
ha entregado á la cadena todos los corazones ;
nadie, ni los siervos ni los amos, tienen talla para
vivir ;
nadie esboza un gesto viril en el espacio ;
en ese campo de la devastación, no aparece ni un
hombre, ni una idea ;
ni una espada libertadora en el horizonte, ni
una palabra vibradora en la agonía glacial;
¡ la sombra y el silencio I
el momento actual se desarrolla en lontananzas
moncjtcnas de crimen y de tristeza ;
y, el espíritu humano, pliega con dolor las alasj
ante la inmutable obscuridad de aquel imperio
triste de la fuerza, de la esterilidad y de la muerte :
y, todo degenera en nuestras democracias tumul-
tuosas ;
todo, bástala rebeldía ;
la epopeya se prostituye ;
los héroes duermen, desaparecidos de la Historia
y de la Vida, bajo el manto insondable del olvido
y de la tierra ;
en el escenario desierto, antes ucupadu por los
176 VERBO DE ADMONICIÓN
grandes hombres, entre las armaduras rotas de los
héroes legendarios, los enanos hacen irrupción,
convirtiendo en campo de feria, lo que fué el teatro
de las más sangrientas lides de la Historia ;
y, los gitanos vandalizan donde los héroes mo-
rían ;
los héroes desaparecen de la escena ;
la tragedia pasa, llega la farsa ;
lo heroico se elimina y lo bufo entra en escena ;
y, suplen á las águilas bravias, las bandadas de
pavos de corral ;
murió la epopeya ; . . .
el crimen mismo, entra en la zona de la imbeci-
lidad ;
los amos valen menos aún que los esclavos ;
¡ pústulas pestilenciales ! deshonran el bisturí
que las revienta ;
no merecen el puñal de Bruto, y deshonran la
cloaca de Nerón ;
al ir á castigarlos, la Historia no encuentra casi
hombres en su camino ;
guiñapos de nombres, plantas rastreras é incul-
tas se enredan á los pies del historiador, que no se
libra de ellas sino dignándose romperlas con des-
precio ;
ya no hay á quien castigar ;
la cólera se desarma y el dicterio se aplaca, al
llegar á esos titís dominadores, que hacen visajes
Y DE nOMHATE 177
all;'i en esa /ona vegetativa de pura animalidad,
zona Irisle, donde mueren las Tiltimas manifesta-
ciones de vida del pensamiento humano ;
son la diversif'm y la vergüenza de su época ;
son la mueca del atentado y la caricatura del
crimen ;
¡oh ! las tristes larvas de la ambición, nacidas en
el estercolero del ridículo y muriendo aplastadas
bajo las plantas formidables del desprecio uni-
versal ;
da pena prostituir el estilo, un estilo hecho á los
grandes hecatonqueros de la Epopeya, modelado
para la estrofa en los grandes himnos bélicos de la
Historia, forjado en las fraguas magníficas de la
inspiración para caer como rayos sobre las frentes
de los déspotas y como un desgarramiento de tem-
pestad sobre las púrpuras de los cesares, y haber
de mancillarlo, de hacerlo descender, hasta esas
bajas capas de la vida, donde la casualidad hizo
nacer esas larvas perturbadoras de la libertad y de
la paz ;
j qué tristes son estos descensos de la historia 1
i cuan melancólicamente dolorosa, esta necesi-
dad de tocar con la clava de Hércules, tinta en
sangre de la hidra, los crótalos venenosos, que los
acontecimientos hacen brotar en los senderos fan-
gosos de la política !
á veces descender es un deber ;
12
178 VERBO DE ADMONICIÓN
la pluma es faro y es cauterio;
alumbra y quema ;
cae lo mismo sobre la gloria de César, que sobre
la llaga de Tiberio ;
se enoja, no se sonroja ;
aunque descienda no se mancilla, ni cayendo
sobre el lecho de Heliogabálo ;
vibra lo mismo en el Sinaí que en el estercolero ;
y con el rayo de Jeliová, mata los gusanos de
Job ;
pongamos el cauterio vengador encima de la
pústula sangrienta...
es la hora...
todo desaparece, todo se hunde, en aquel nau-
fragio doloroso de los pueblos ;
y si el destino no detiene la catástrofe, pronto
se extenderá sobre ellos, no una bandera sino un
sudario ;
un pueblo oprimido es un pueblo herido ;
pero, ¡ ay I un pueblo conquistado es un pueblo
amortajado ;
y la conquista va sobre ellos...
los tiempos han venido en que sería necesario
un hombre ó un pueblo que tuviese la superioridad,
la iniciativa, la grandeza, el genio...
todo el pasado de discordias abdicaría el cetro
entre sus manos ;
V í)E roMiiATn i 79
en la cstcrilidiul ¡nfjuiie dt'l inoincnlo, no liay
ese hombre ni ese pueblo ;
nadie ;
nada ;
cuando el destino quiere castigar una época, la
condena á la esterilidad;
el primer síntoma de los pueblos en decadencia
es su imposibilidad absoluta de producir grandes
ideas ;
y la señal definitiva de su desaparición, es la
impotencia de producir héroes capaces de morir
por ellas ;
los pueblos mueren con el Ideal quealiment(j su
vida ;
de las ruinas misericordiosas de los pueblos, sue-
len alzarse genios heroicos, que parecen heredar
la grandeza del mundo destruido ;
¿ quién se alzará del fermento de estos pueblos
en descomposición ?
¿ nadie ?
¿ nada ?
i)i solitudine vacat Ierra...
la tierra está en desolación ;
y, las ruinas arraigan en la iMuert(3...
noble heroísmo...
Al heroísmo de la guerra, sucede el heroísmo de
la paz ;
hay una virtud más amarga en combatir la inso-
lencia del despotismo vencedor, que en atacarlo
cara á cara, entro horizontes de fuego y decora-
ciones de matanza ;
la sabiduría de los héroes de esa hora, se com-
pone de acritud y de arrebato, de desdén y de fe ;
el gesto del Apóstol, que se alza sobre la tierra
florecida de cadáveres, cuando el ultraje aulla
sobre las riberas de la Envidia, y el aire está eri-
zado de manos levantadas contra él, no es menos
noble que el del Rey de Esparta, cayendo ante las
flechas enemigas, de pie frente al muro pelásgico;
al resplandor de la hora épica sucede el fulgor
de la hora profética ;
á la epopeya del cañón debe suceder la epopeya
de la pluma ;
el pensador engendra al luchador ;
vi:iu;u DL AUMu.MciO.N V ui: l(j.mi;aii. hsi
es el verbo quien críala guerra ;
Marte, nace armado de la cabeza de Minerva;
la vida es guerra ;
en la frontera de dus pueblos est;'i el dios Tér-
mino : la guerra ;
en el límite de dos partidos, está, la Idea : la
guerra ;
entre dos individuos está, el interés : la guerra;
los pueblos no han sido grandes sino por la
guerra ;
Roma no dominó al mundo por la paz ; *
la paz no cría sino intereses;
sólo la guerra ci ía ideales ;
la guerra frente al despotismo no es un placer,
es un deber ;
la patria sin la libertad no es la patria, es un de-
sierto ;
predicar la paz frente al despotismo, es la for-
mula más vil del servilismo ;
toda tierra oprimida debe ser como la gleba
gloriosa, de donde salieron armados los hijos de
Cadmos, de los dientes del dragón;
á la guerra fracasada, debe suceder la guerra
predicada;
no dar tregua al despotismo ;
tal es el deber del pensador ;
en nuestra América, el monstruo caiUico forma,
como un pedazo de imperio africano, en el cual
18^ VERBO DE ADMONICIÓN
esboza su gesto obscuro, de monarquía Oriental, en
trabajo de devastación;
sobre las guerras domadas y los pueblos venci-
dos, el despotismo aspira el humo de la adulación,
como aquel Rey de Nínive, que un fresco asirio nos
muestra, respirando largamente, con los párpados
cerrados, una flor de lotus, sentado en un trono
hecho de cabezas cortadas, absorto en el frenesí de
su sueño ;
la omnipotencia hace caer en la infancia al hombre
que no es de talla de soportarla ;
el vértigo se apodera del déspota y le hace per-
der el sentido de la realidad y la noción de los
límites ;
la palabra, imposible^ que no era más persa para
Ciro, que latina para Calígula, no es española para
nuestros déspotas bozales, sumidos en su sueño
monstruoso y bárbaro ;
en la postración unánime que los rodea, extrañan
que haya hombres de pie, más altos que ellos ;
las garras arrogantes, las fauces pedidoras de
sangre, los monstruos sueñan en devorar los pen-
sadores, como última satisfacción de su apetito
bestial ;
frente á las fauces abiertas de la bestia, ¿cuál
es el deber del pensador?
azotar más rudamente la cabeza estupefacta del
monstruo;
Y It|' r(iMi!\li: ISi)
lio callarse ;
no rendirse ;
al ver la libertad bajo los talones de un bai-baro,
el pensador extiende su dedo denunciador hacia el
perverso y lo señala;
la acrimonia de sus aliteraciones lo marca ;
y sus elipsis enigmáticos, caen sobre la cabeza
del protervo, como un vuelo de pájaros de fuego;
él, se erguir;! soberbio y amenazante ante la me-
diocridad escoltada por la imbecilidad, ante el trono
de esos déspotas rurales, creadores de un desierto
de vergüenza más allá de un río de sangre, que se
empeñan en poner un velo de leyenda sobre su
usurpación, y cuya púrpura no logra ocultar su,
actitud deplorable de pretorianos en acecho;
en vano se agitar;in contra él los gusanos pulu-
lantes de la demagogia oficial, los defensores de
esos gobiernos de aventura, los heraldos del pena-
cho, los cameláis de la dictadura y de la infamia ;
esas hordas arengadas por el foete no le dan
pavor ;
él, continúa en subir en el dolor la pendiente que
lleva hacia la libertad, mientras los otros continúan
en descender en el triunfo, la pendiente que lleva
hacia la infamia ;
él, no desciende á esas profundidades de la ba-
jeza de las cuales no se remonta nunca ;
su gloria es exasperar la Envidia;
184 VERBO DE ADMONICIÓN
no se ama su nombre, porque su resplandor
arroja en la sombra todas las mediocridades ;
y, los aplastados se denuncian por el grito, ya
que no pueden levantarse por el vuelo ;
haciendo frente a todos lados, como los toros de
una hecatombe, él es invulnerable ;
su gloria es hecha para el asalto ;
levantarse contra ella, es una forma de caer ante
ella;
como una fortaleza asaltada por bárbaros, los
dardos de sus enemigos no la derrumban sino la
coronan ;
atacarla es uno como abordaje á las estrellas ;
ir al asalto de esa gloria, es algo así como pillar
el sol...
la paz infame.
Después de una tempestad la mar no se serena,
las ondas quedan largo tiempo tumultuosas;
estremecido en su derrota, el espíritu público
hace apenas el gesto de vivir, bajo la cimitarra de
aquellas sombras de Bajo Imperio, que reinan
en América, convulsionándose sobre pueblos en
agonía;
en la sombría tristeza del momento, la conciencia
del vacío y de la decadencia inminente, crece en
las grandes almas hasta el gesto sombrío de lo
trágico ;
se siente con horror subir la muerte;
¡con qué acre deseo, con qué fuerza de pasión
inapaciguada, los pueblos se dan al servilismo,
como á una terrible, imperiosa voluptuosidad!
se nace esclavo aun sin tener amo;
lo que hay de terriíicante en estas fuerzas ciegas
que se desencadenan contra el bien, es la especie
de trágica y salvaje inconsciencia que las impulsa :
180 VEHIJO DE ADMONICIÓN
el vértigo de la servidumbre lleva esos pueblos
esclavos á la podre ;
vertebrado como un áspid mitológico, el mons-
truo enorme y terrible del despotismo, se despe-
reza ó salta, sobre la carne exhausta de aquellos
pueblos en martirio;
el vuelo silencioso de los ideales, como una lluvia
de estrellas filantes, se pierde en el horizonte, sin
deslumhrar las pupilas de la gran bestia, en éxtasis
de sangre ;
la ferocidad tranquila de aquellos asesinos no
impone, pero asombra ;
sobre los campos largamente enrojecidos con la
sangre reciente ;
en la calma de los horizontes, confusamente so-
nora con los últimos ruidos del clarín guerrero;
en esa como égloga roja, se ven cual una bandada
de buitres bajando de las cimas taciturnas, los pája-
ros siniestros del despotismo, abatirse sobre la mi-
seria de aquellos pueblos casi en descomposición ;
y en el horizonte lívido, (Iota la proyección negra
de esas alas de vampiros, como grandes nubes cre-
pusculares, arrastrándose en campos de la muerte ;
j y, en aquellos pueblos antes heroicos, no hay un
brazo armado que detenga el Crimen!
se muere humildemente, silenciosamente; casi
feliz de agonizar bajo las plantas del César ;
Y DR CUMlíATE IST
¡extraño feíKJmeno de cobardía!
no se teme á la muerte, sino á la forma de
muerte ;
no se sabe morir frente al César, sino bajo el
César ;
se tiene miedo de la muerte heroica ;
no se sabe ya morir sino de rodillas;
¡ pobres pueblos !
ya no les queda más recurso que el de las lá-
grimas ;
han conquistado el derecho triste de vivir, ya
que han renunciado al derecho heroico de saber
morir ;
ya merecen la paz ;
han obtenido el derecho supremo á la cadena ;
así, como los galeotes : ya que es más delito re-
nunciar á la libertad que atentar á ella ;
así, vencidas liastaen el alma van, esas tribus su-
misas, desaparecidas de la vía heroica, borrándose
de la Historia, excomulgadas de la vida sublime...
¿ dónde está el alma de esos pueblos ?
¿no saldrá ya de ellos nunca, el clamor formi-
dable de los antiguos pueblos viriles, pronto á las
grandes justicias y á las supremas reivindica-
ciones?
¿desaparecerán coronados por el halo del mar-
tirio estéril, que atrae sobre las almas y los pue-
ltS(S VERBO DE ADMONICIÓN
blos viles, la misericordia y el desprecio de los
hombres?
la resignación es virtud de esclavos ;
sólo la rebelión es virtud de hombres ;
el despotismo no se vence con lágrimas ;
se le ahoga en sangre ;
su corazón no está hecho para la conmiseración
y la piedad, no está fabricado sino para taberná-
culo del mal y receptáculo á la punta de una espada ;
por el hierro y por el fuego ;
he ahí cómo se combate el despotismo ;
todo lo que liberta es santo ;
todo lo que rompe un yugo, es sagrado ;
tener misericordia con el despotismo es una de-
bilidad indisculpable ;
esperarla de él, es una indignidad abominable ;
la lucha sin tregua y sin cuartel ;
la lucha á la medida de sus fuerzas y aun más
allá... '.
he ahí q1 deber ;
¿ es que no hay ya quien se dispute el derecho
de morir por un pueblo ?
¿no tiene ya heraldos ese derecho terrible?
¡ hora maravillosa de la vida aquella en que se
puede morir por la libertad !
ó morir bajo las garras de la fiera ;
ó cortárselas de un golpe ;
he ahí el dilema.
la cólera sagrada
No liay relurica posibhí frente al crimen irre-
ductible;
el trabajo de la frase, el brillo de la metáfora, se
rompen ante las sinuosidades del delito, como la
ola contra la roca, y saltan coléricos con el desgre-
ñamiento tormentoso de una cabellera de Medusa ;
meditando sobre las vastas obscuridades de la
Historia, la cólera puede hacerse serena como en
Tácito ;
la lontananza tenebrosa, lima los hoscos y leja-
nos lincamientos del delito ;
pero, ante el encuentro tumultuoso, inmediato,
del crimen, y la aparici('>n fantástica de los hara-
pientos de la crápula, la serenidad sería una com-
plicidad;
el grito es un deber;
la vasta meditación religiosa del pensador, inte-
rrumpida porel tumulto, hade convertirse en C('»lera
sagrada y su frase en látigo de luz vibrante en los
190 VERBO DE ADMOMCIÓiN
espesores de la sombra, con ceguera inexorable,
castigadora de larvas insurrectas, en el tormentoso
abismo, donde fluye y refluye el oleaje tenebroso
del delito ;
Isaías, prometiendo Nínive á los topos ;
Ezequiel, prometiendo Jerusalem d las llamas ;
¿qué son?...
son el encuentro trágico de la conciencia hu-
mana con el cínico crimen vencedor ;...
la fidelidad á las ignominias de su tiempo, es la
mayor vileza de las mediocridades y la mayor tris-
teza de las grandes almas, que ven, con espanto
doloroso, la declinación rápida de su tiempo hacia
el oprobio ;
cada hora de la Historia tiene su Tiberio y su
Cristo, su Capitolio y su Calvario, su César y su
Mártir ;
adorar lo que ella adora, vilipendiar lo que ella
vilipendia, es la triste misión de las turbas in-
conscientes, la sola noción de vida de las mayorías
abyectas, ineluctablemente enfermas del torpe pe-
corismo nazareno ;
el alma del hombre libre no sigue esa corriente
de bajezas;
aislada en esa tempestad de fango, es como un
gran farallón iluminado en la sombría tragedia de
la noche ;
Y DE COMHATE lí)l
el refractario es la protesta ;
es el grito contra las cosas viles de su siglo ;
sobre él caen todas las violencias y todas las in-
clemencias del rayo y del insulto ;
porque no sigue las debilidades de su época ;
porque no adora sino la libertad y no corteja
sino á ella ;
porque no cántalas ab'luijns de la victoria, mise-
rable y vil ;
porque no se inclina ante las grandes imposi-
ciones del Destino adverso ;
porque en medio del desaliento invasor que pa-
raliza los ánimos, las tempestades de sus cóleras
decoran con una emoci('»n de incendio, el horizonte
fastuoso de sus grandes pensamientos ;
porque sus brazos, perfilados en el gesto del es-
panto y del reproche, no se extienden en actitud
suplicatoria ;
porque su frente se alza hacia la tempestad,
desafiadora, buscando el rayo, sin temerlo ;
^ porque sus rodillas no se doblan ;
porque desprecia los recursos del silencio igno-
minioso ;
porque sabe que el silencio quema los lalnos que
sella ;
porque mira con horror y castiga con rigor á los
amos de los hombres ;
porque no se inclina ante la talla de esos pig-
11)2 VERI50 DE ADMONICIÓN
meos, que para verse pjrandes hacen ponerlos otros
de rodillas ;
porque su risa agobia la triste grandeza de esos
ídolos, que no pueden verse altos sino en un liori-
zonte de cabezas inclinadas ;
porque su desdén es implacable para aquellos
que deshonran el suceso por la ineptitud y sacri-
fican los caprichos de la victoria por el exceso de
su mediocridad y que ciegos ante el horizonte
negro, provocan las tormentas, no por exceso de
valor sino por falta de genio ;
porque afrenta esos déspotas ridículos y sen-
suales, que viven bajo el solio como en un esce-
nario de opereta y se revuelcan en la púrpura
como en el calor hospitalario de un lecho de man-
cebía ;
porque se indigna ante esos pueblos ávidos de
milagros y de azote, que esperando la grande Epi-
fanía de la Quimera, se desbordan de ese entu-
siasmo con que el servilismo de las multitudes sa-
luda ;í los amos que la casualidad les da;
porque sonríe de misericordia y de desprecio,
ante esos zoófitos de la omnipotencia, pobres seres
de miseria, que no tienen nada en torno suyo, ni
siquiera las tristes mentiras del prestigio ;
porque sacude y hace estremecer la cabeza es-
tupefacta de esos ídolos de la Idiotía, monstruos de
arcilla, instrumentos de destrucción al servicio de
Y DE COMIIATK iWA
una fiicr/a l)rulal, trágicos como el incendio, irres-
ponsables y fatales como el hacha de un verdugo,
gesticulando en la insolencia de sus pretensiones
ya que no pueden tener el orgullo de ellas ;
¡ tristes electos del acaso y del favor, cuya des-
mesurada n"íaldad, está en razón directa de su sa-
grada nulidad !
porque se rebela á reconocer que el esfuerzo
noble sea impotente á conjurar las catástrofes y
arroja una mirada de legítimo orgullo sobre su
obra redentora;
porque el magnetismo del peligro lo seduce en
las cargas heroicas de la prensa y ama la atroz
poesía del combate, el gesto del último vencido,
cabalgando hacia la muerte ;
porque en la pertinaz visión de las cosas huma-
nas, sus ojos se hacen tristes y sus frases se hacen
amargas ante la interminable procesión de los re-
baños de hombres en camino hacia los rojos mata-
deros, bajo la sangrienta aprobación de ponientes
incendiados, en la tristeza infinita de un horizonte
de cenizas ;
porque con un amplio gesto indignado, como el
de Antonio descubriendo el rostro de César apuña-
leado, descubre el cuerpo sangriento del derecho
asesinado y clama por su venganza ;
porque no capitula, no se rinde, no se calla;
porque persiste en denunciar el crimen, cuando
13
194 VEKIiO DE ADMONICIÓN
la tierra tiembla y enmudece ante él, como dice la
palabra de la Biblia ;
por eso lo insultan, por eso vociferan, por eso
amotinan los pueblos y los lacayos contra él : .
y todas las flagrancias de la tortura no podrán
nada contra él;
los Xerxes del espanto y del terror, retrocederán
ante su cólera, que es santa, ó temblarán ante su
serenidad, que es augusta;
el Destino lo hizo así, inquebrantable como la
roca, inexpugnable como el sol;
alumbrará, quemará y carbonizará;
así estaba escrito en la génesis de su vida;
su lumbre de astro, iluminará y fulminará, sobre
las podredumbres desoladas de los siglos ;
y, el paso de su vida se sentirá como los truenos
del Sinaí ; como el tropel de las águilas enloquecidas
de Efeso ; como las cabalgadas astrales del Apoca-
lipsis ;
la soledad potente de su vuelo apaga los rumores
del tumulto...
el rayo duerme.
El fracaso del espanto aterra las almas, y el cla-
mor délas derrotas llena los corazones;
el pensador habla;
y, el insulto vocifera ;
y, van los redentores, lapidados, en su serenidad
inalterable y fiera, abstraídos en el desprecio so-
brenatural del peligro y del insulto, sordos ante las
olas amotinadas que rugen contra ellos ;
la vida es inclemente, el suelo hostil, el cielo tur-
bulento, para los sembradores del Ideal ;
el gesto apostólico se pierde en el horizonte in-
diferente, ante la gran noche que avanza inexo-
rable ;
de la tierra ensangrentada por las batallas, donde
heroicidades ancestrales regaron las más bellas
flores del asesinato y del martirio, se alzan voces de
una pacificación cobarde, como si en vez de sangre
hubiese bebido lágrimas la tierra ;
á las generaciones de aquellos que supieron mo-
196 VEIIBO 1)1^ ADMONICIÓN
rir, lian sucedido las de aquellos que no piden sino
vivir ;
se pacía con la infamia, al precio de la vida ;
la hora de los grandes hechos ha pasado, y el
sueño de las grandes cosas se ha desvanecido ;
y, sobre la tumba de los supremos heroísmos,
los silencios del Olvido se cierran, como las olas de
un mar sin rumores ;
los grandes vientos de la pacificación pasan
sobre la tierra, exacerbando el pánico anhelante de
los esclavos y la crueldad omnipotente de los amos ;
todo el terror que contiene la hora actual, se tra-
duce en el silencio oprobioso de una abdicación
colectiva de las almas ;
el gran león Rebeldía, sucumbió bajo las acres
torturas de los dardos, convulsionado de angustia,
en el incendio asesino de sus melenas reales;
el sol Libertad, desaparecido fué del horizonte,
en el pérfido candor de un cielo sin fronteras;
el monstruo de la desesperación, se contorsiona
mudo, sobre la gran boca del abismo, donde antes
aullaba el huracán ;
venidas de un horizonte inmensamente lejano, se
agrupan, se extienden, se confunden, en una lividez
armoniosa y unísona, las nubes letárgicas de la in-
diferencia, del miedo, y de la paz ;
nuestro mundo americano está feliz en sus cade-
nas, rotó y domado por la fuerza;
V I»L: Clt.MUATlO 1!)7
los salvajes profetas, hoscos en su duelo f(»iMiii-
dable con la tierra, callan bajo esta (»Ia profunda,
llena de extraños misterios ;
como grandes águilas quietas, sus palaljras ar-
dientes velan, con las alas plegadas en un ritmo de
amor;
y, el largo estremecimiento de las venganzas que
germinan, se siente apenas pasar bajo sus alas
inmóviles;
las víperas en orgía, se desperezan al pie de las
águilas en duelo ;
sobre el mágico río de la esperanza, no titila el
lucero de las quimeras, y sus ondas ennegrecidas
van á perderse en el abismo vertiginoso, de las
cosas profundas éinnombradas ;
en los grandes senderos de la lucha, donde antes
se abrían en una floración de gloria roja, las
grandes flores del peligro, del triunfo y de la
muerte, se abren hoy, bajo un cielo de quietud,
flores pálidas de infamia, de vencimiento y de letar-
go, bajo la caricia acre de un viento de voluptuosi-
dades inquietantes ;
los pájaros enloquecidos del espanto, hienden
el aire, por donde ayer cruzaban los pájaros
canoros del ideal, junto al ¡iguila roja de la
gloria ;
en el enervamiento universal, bajo la sondara
mala del silencio, plegadas como sudarios, duer-
19S VEHHO DE ADMONICIÓN
men despedazadas, las fuertes hojas bélicas del
poema de acero de la guerra;
el clarín de los grandes anatemas yace mudo,
cerca al lecho de los últimos guerreros, dormidos
en un gran sueño próximo al de la muerte, repo-
sando sobre la almohada altanera del desdén y
del Olvido;
confusos clamores gruñen en el horizonte, pesado
aún de la gran tiniebla nocturna;
es el odio en demencia;
la miseria alza su faz taciturna, en la lejana cla-
ridad de un terrible cielo rojo ;
flor gloriosa y sombría, la Venganza abre sus
hojas en la tiniebla implacable ;
el desastre gesticula en la sombra;
el rostro del estupor va á diseñarse, como una
gran mueca trágica, por entre las desgarraduras
de un cielo de muerte ;
voces confusas gritan en la sombra, y dicen :
— ¡ Es necesario marchar !
y, algo marcha ;
— Sacudid la vida inútil.
y, algo se pone en movimiento ;
un largo rugido pavoroso, fatal aún á los dioses
mismos, va á mezclarse al horror de los clarines de
ayer y á engrosar el océano de las antiguas cóle-
ras ;
Y DE CdMHATE 199
y, los déspotas do América, los vencedores do
los pueblos, duermen su sueno allanero y teme-
rario ;...
dejadlos dormir ;
ellos despertarán cuando el puño lerriblo caiga
sobre sus bocas insolentes ;
no morirán por la espada ;
dejad dormir los pueblos serviles su sueno de
muerte, estrechando en sus labios esclavos el tallo
de la flor letárgica, la pálida rosa mortal : la Paz ;
del horizonte divino vendrá el soplo que destro-
zará uno á uno los pétalos de esa flor fatal ;
vendrá ;i la hora inexorable en que la palabra
sobrehumana de los pensadores, cayendo majes-
tuosa en la gran sombra mortuoria, haya florecido
en la rosa mortal de la Venganza...
dejadlos dormir ;
¡ el rayo los despertará !...
vae victis. .
Porque de agotamiento en agotamiento, de falta
en falta fueron ciegos al abismo ;
porque mandamiento tras mandamiento, gloria
tras gloria, heroísmo tras heroísmo, todo lo viola-
ron y lo olvidaron todo ;
porque sometidos fueron y dóciles se prestaron
íi la sumisión y al yugo del amo mercenario que
encadenó su cobardía ;
porque vencidos fueron, vencidos hasta en el co-
razón protervo, y de su vencimiento hicieron gala,
y de sus coyundas fingiéronse diademas, y rieron y
gozaron en la servidumbre, como esclavos ebrios,
que huelgan en jocundía, para diversión del amo ;
porque deshonraron la esclavitud amándola', y
fueron voluptuosos del azote, y pobladores del es-
panto hicieron concierto con la cadena y acuerdo
con la muerte, para esperarla en holgorio y alegría,
felices de ser hollados ;
porque con labios tartamudos elogiaron la ini-
NtKBO ItE Al>Mt>.MLlÓN Y DE COMUAIH '2()[
(juidad y en lengua extraña insultaron la virtud, y
verbo de servidumbre fué su verbo ;
porque el guijarro, pronto fué en sus manos á la
lapidación de sus profetas, y la i)i('dra de la honda
hendi('» los aires para herirlos ;
porque en esas manos tlorecieron las rosas
monstruos de la adulación, cuando los amos vinie-
ron ;
porque como hembras de serrallo se afanaron en
tejerles coronas y se tendieron ante ellos para ser
violados ;
porque su fortaleza, si la tuvieron, arrancada
fué, y hollada fué, como ílor caduca, que el torbe-
llino trastornador dispersó en polvo, sobre el valle
estéril ;
porque todo lo que en ellos era corona de gloria
y diadema de hermosura, desapareció, como frutas
de la vendimia, castigadas con turbión de gra«>
nizos y ahogadas en aguas recias que salen de
madre ;
porque hicieron ídolos de los hombres, y adora-
ron la esclavitud ;
por eso heridos han sido los pueblos de la Amé-
rica ;
¡ heridos de gangrena moral I
¡ y, mueren de ella !
202 VERP.O DE ADMONICIÓN
y, he allí que el cielo de las misericordias cerrado
esta sobre sus cabezas ;
y como un viento recio en día de solano, el dolor
y Ja desolación pasan sobre ellos, como viento de
exterminio, castigador de iniquidades;
y, desde las riberas de los ríos á lo alto de los
montes, el sol no alumbra sino espaldas inclinadas,
rotas por el azote, y cabezas de varones dobladas
ante los amos enseñoreados sobre los pueblos ;
y, como sombra de la noche priva el silencio
sobre la tierra triste con la garganta llena de gemi-
dos y los flancos repletos de dolores ;
y, como en el valle de la Visión, la sombra de la
cólera oculta, todo lo torna en espanto ;
y, ¡ el corazón tiembla oyendo !
y, el alma se espanta viendo ;
y, cuándo, ¡ oh ! ¿ cuándo terminará la iniqui-
dad?
¿ volverá la voz á los pueblos, la fuerza al brazo,
el corte á la espada, el valor ante el arco entesado
y el coraje al mirar de la batalla ?
¿cuándo quebrantada será la Ciudad del Error y
quebrantada y puesta en polvo la muralla dentro
de la cual los prevaricadores prevaricaron, la tierra
fué mentirosa, el ánimo cobarde, el labio falso, el
corazón del hombre bajo y vil ?
Y di: comhatr 20:í
¿ su {gemido se har.'t cesar y de lo postrero de la
tierra salmos de gloria oiremos ?
¡ es tiempo ! j es tiempo !...
de lo contrario, el cantar de la conquista cantnn'i
sobre esos pueblos...
rjy extraños vendrán de tierras lejanas, instrumen-
tos de oculto furor para destruirlos ;
?/, como asolamiento omnipotente caerán sobre
ellos ;
y, en vano henchirse han de terror y enojo, y
ardor de ira han de sentir, porque tornados serán
en soledad, y arados del haz de los pueblos libres;
murmullos de multitudes ávidas y de naciones
congregadas siienanya, hambrientas de devorarlos y
furiosas de raerlos de la superficie de la tienda;
y, del Támesis y del Rhin y del Hudsón, partirá
la altivez de los hombres blondos para abatirlos;
y, como corzas amontadas, como ovejas sin pas-
tor, sucumbirán ante ellos y caídos serán y atra-
vesados á espada y á cuchillo ;
y, el sajón, como el medo antiguo, no tendrá
misericordia de fruto de vientre, ni perdonará á
hijo nacido :
y, las águilas que hacen sombra sobre la tierra,
caerán sobre ellos ;
y, devorados serán ;
y la luna y el sol se avergonzarán de haberlos
alumbrado, cuando caigan para no levantarse y
204
VERBO DE ADMONICIÓN
atados por sus propias manos hayan ido al invasor,
temblando de bajeza ;
y hollados hasta en el polvo, cansados de
deshonrar la vida, irán con pasos menesteroso^ á
deshonrarla muerte...
V¿e Victis...
FIN
ÍNDICE
el Verbo es Vida 21
es la hora del Sembrador 2.'i
la bora fatal. . . 29
y el leopardo y la? ágiiüas devoran 33
verba fluminea '*')
fatal Exodus 47
ex iingue Iconem -j"»
hoc eral in votis <''l
per inania regna
(-.9
verso la Vita < '
di servo arbitrio ^1
sunt lacrima} rerum ''O
ecce deus '•^'í
Cristo Rojo loi
las águilas latinas 111
dios del siglo H'j
leviatán feroz 120
lucha mortal 128
el apóstol 132
God save the Ring 131
imperial Rarnum l'*l
caput morluum l'»4
la inexorable ola 1-J4
los mercenarios 158
esclavos blondos 162
ante el czar 168
200 ÍNDICE
triste descenso : íli
noble heroísmo 180
hi paz infame 185
la cólera sagrada 189
el rayo duerme 195
vce victis -00
PARÍS. — LIBRERÍA É IMPRENTA DK LA vda DE CH. BOURKT.
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