¡i m
vw>.
■1
ww »
W$t lü&rarp
of tfje
Unttoeráítp of JSorth Carolina
■1
05 i I
=
G» S 1
cnS 1
•-...-• r s
i '
en 3 ■
"i
•
i ~ r
:
i
en y 1
~ i r
c--- S5 1
-
s
i
en S 1
t
- "2
«n S 1
1
v :
i -»
«n 5 1
s 1
í
í ' •
t
en »
Z,
.
en S
"
1
en 5
'.l .
=
■']
en 3
Lü l
~
a r
«^ S |
THE LIBRARY OF THE
UNIVERSITY OF
NORTH CAROLINA
AT CHAPEL HILL
ENDOWED BY THE
DIALECTIC AND PHILANTHROPIC
SOC1ETIES
F 1230
.D533
1862
t. 3
a 00001 79073 4
This book is due at the LOUIS R. W1LSON LIBRARY on t
last date stamped under "Date Due." If not on hold it may
renewed by bringing it to the library.
oí" ret
DATE
DUE
CCT -A ;■. 2C-,
n
ersrr
leí t s «i
) No. 513
CONQUISTADE NUEVA-ESPAÑA
POR
BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO.
tí
VERDADERA HISTORIA
DE LOS SUCESOS
DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA-ESPADA,
POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DIL CASTILLO,
UNO DE SUS CONQUISTADORES.
TOMO III.
M
Imprenta de Tejado, calle de Silva, número 12,
iittnnt tmimt
18(1
HONÍPSTA DK LA NUEVA-flSPAfiA
POR
BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO.
CAPITULO CLXVIII.
CÓMO FUERON ANTE SU MAJESTAD PANFILO BE NAR-
VAEZ Y CRISTÓBAL DE TAPIA, Y UN PILOTO QUE SE
DECU GONZALO DE UMBRÍA Y OTRO SOLDADO QUE SE
LLAMABA CÁRDENAS, CON FAVOR DEL OBISPO DE
BÚRG08, AUNQUE NO TENIA CARGO DE ENTENDER EN
COSAS DE INDIAS, QUE YA LE HABÍAN QUITADO EL
CARGO Y SE ESTABA EN TORO: TODOS LOS POR MÍ
REFERIDOS DIERON ANTE SU MAJESTAD MUCHAS QUE-
JAS DE CORTÉS, Y LO QUE SOBRE ELLO SE I1IZO.
Ya he dicho en el capítulo pasado cómo Su
Santidad vio y entendió los grandes servicios
que Cortés y todos nosotros los conquistadores
que en su compañía militábamos habíamos he-
cho á Dios Nuestro Señor é á Su Majestad é á
toda la cristiandad, y de cómo se le hizo mer-
ced á Cortes de le hacer gobernador de la Nue-
va-España, é las bulas é indulgencias que
6 BSRKAL DU2.
envió para las iglesias é hospitales, y las san-
tas absoluciones para todos nosotros; 7 visto
por su majestad lo que el Santo Padre man-
daba, después de bien informado de toda la
verdad, lo confirmó con otros Reales mandos;
7 en aquella sazón se quitó el cargo de presi-
dente de Indias al Obispo de Burgos, 7 se fué
á vivir á la ciudad de Toro; 7 en este ins-
tante llegó á Castilla Panfilo de Narvaez, el
cual habia sido capitán de la armada que envió
Diego Velazquez contra nosotros; 7 también en
aquel tiempo llegó Cristóbal de Tapia , el que
habia enviado el mismo Obispo á tomar la go-
bernación de la Nueva-España , 7 llevaron en
su compañia á un Gonzalo de Umbría , piloto, é
á otro soldado que se decia Cárdenas , 7 todos
juntos se fueron á Tora á demandar favor al
Obispo de Burgos para se ir á quejar de Cortés
delante de su majestad , porque 7a su majestad
habia venido de Flandes, 7 el Obispo no desea-
ba otra cosa sino que hubiese quejas de Cortés
7 de nosotros; é tales favores é presas les dio el
Obispo , que se juntaron los procuradores del
Diego Velazquez que estaban en la corte , que
se decían Bernardino Velazquez , que ya le ha-
bia enviado desde Cuba para que procurase por
él, 7 Benito Martin é Manuel de Rojas , 7 fue-
ron todos juntos delante del Emperador nuestro
señor, 7 se quejaron reciamente de Cortés; 7 los
¡[capítulos que contra él pusieron fué , que Diego
Velazquez envió á descubrir y poblar la Hueva-
CONQUISTA DE NUKYA-ESPANA. 7
España tres veces , y que gastó gran suma de
pesos de oro en navios y armas y matalotaje, y
en cosas que dio á los soldados , y que envió
con la armada á Hernando Cortés por capitán,
y se alzó con ella, y que no le acudió con nin-
guna cosa. También le acusaron que , no em-
bargante todo esto , que envió el Diego Velaz-
quez á Panfilo de Narvaez por capitán de más
de mil trescientos soldados , con diez y ocho
navios y muchos caballos y escopeteros y ba-
llesteros, y con cartas y provisiones de su ma-
jestad, y firmadas de su presidente de Indias,
que era el Obispo de Burgos é Arzobispo de
Rosano , para que le diesen gobernación de la
Nueva-España, y no lo quiso obedecer ; antes
le dio guerra y desbarató , y mató su alférez y
sus capitanes , y le quebró un ojo , y que le
quemó cuanta hacienda tenia , y le prendió al
mismo Narvaez y á otros capitanes que tenia
en su compañía. Y que , no embargante este
desbarate, que proveyó el mismo Obispo de
Burgos para que fuese el Cristóbal de Tapia,
que presente estaba , como fué á tomar la go-
bernación de aquellas tierras en nombre de su
majestad , y que no lo quiso obedecer , y que
por fuerza le hizo volver á embarcar ; y acusá-
banle que habia demandado á los indios de to-
das las ciudades de la Nueva-España mucho
oro en nombre de su majestad, y se lo tomaba y
encubría y lo tenia en su poder ; acusábanle
que, á pesar de todos sus soldados, llevó quinto
8 BERNAL DÍAZ.
como Rey de todas las partes que se habían ha-
bido en Méjico ; acusábanle que mandó quemar
los pies á Guatemuz é á otros caciques porque
diesen oro; acusáronle que no dio ni acudió con
las partes del oro á los soldados, y que $o<do lo
resumió en sí; acusábanle los palacios que hizo
y casas muy fuertes , y que eran tan grandes
como gran aldea, y que hacia servir en ellas á
todas las ciudades de la redonda de Méjico , y
que les hacia traer grandes cipreses y piedra
desde lejas tierras, y que habia dado ponzoña á
Francisco de Garay por le tomar su gente y ar-
mada; y le pusieron otras muchas cosas y acu-
saciones, y tantas, que su majestad estaba eno-
jado jleoir tantas sinjusticias como del Cortés
decían, creyendo que era verdad. Y demás degto,
como el Narvaez hablaba muy entonado , dijo
estas palabras que oirán: aY porque vuestra
majestad sepa cuál andaba la cosa, la noche que
me prendieron y desbarataron , que teniendo
vuestras reales provisiones en el seno, que las
saqué de priesa, y mi ojo quebrado, porque no
me quemasen, porque ardía en aquella sazón el
aposento en que estabo, me las tomó por fuerza
del seno un capitán de Certés, que se dice Alon-
so de Avila, y es el que ahora está preso en
Francia, y no me los quiso dar, y publicó que no
eran provisiones, sino obligaciones que venia á
cobrar. Entonces dice que se rio el Emperador,
y la respuesta que dio fué, que en todo manda-
ría hacer justicia; y luego mandó juntar ciertos
CQ8QVWTA »H I|ü*V4'ESJ?4Íí4. 9
caballeros de sus Reales consejos y de su Real
cámara, personas de quien S. M. tuvo confianza
que harían recta justicia, que se decían, Mercu-
rio Catirinario, gran canciller italiano, y mosiur
de Lasao y el doctor de La-Rocha, flamencos, y
Hernando de Vega, señor de Grajales y comen-
dador mayor de Castilla, y el doctor Lorenzo
Galindez dé Carvajal y el licenciado Vargas, te-
sorero general de Castilla; y desque á su ma-
jestad le dijeron que estaban juntos, les mandó
que mirasen muy justificadamente los pleitos y
debates entre Cortés y Diego Velazquez é aque-
llos querellosos, y que en todo hiciesen justi-
cia, no teniendo afición á las personas ni favore-
ciesen á ninguno dellos, excepto á la justicia; y
luego visto por aquellos caballeros el Real man-
do, acordaron de se juntar en unas casas y pala»
cios donde posaba el gran canciller, y mandaron
parecer al Narvaez y al Cristóbal de Tapia, y al
piloto de Umbria y á Cárdenas, y á Manuel de
Rojas y á Benito Martin y á un Velazquez, que
estos eran procuradores del Diego Velazquez; y
asimismo parecieron por la parte de Cortés su
padre Martin Cortés y el licenciado Francisco
Nuñez y Francisco de Monte jo y Diego de Or-
dás, y mandaron á los procuradores del Diego
Velazquez que propusiesen todas las quejas y
demandas y capítulos contra Cortés, y dan as
mismas quejas que dieron ante su majestad. A
esto respondieron por Cortés sus procuradores,
que á lo que decían que había enviado el Diego
3
10 BSftNAL DÍAZ.
Telazquez á?<m¡mmvfo *Nüft?ftMeS$raña de los
asatoH* jipwsft %ÉwliMr *#o«é»íjH .
tiHwí te p8$& °ffé mm wté&»g&&*
aF^a*a9Wfti *$><)£ h*vfy ^i %89ifó<^8s«
^^¿?A^n^^Uí;H^í^/.é A^ej$iak4flft|lQ>fiom,t0ín
B^IP^;0¿>|s£>qe^ ^:>jfiJflMdflGttfo*,iq;siiS Ipsacatf
Qkisfífcb ^ Jq^H^ bufo? o by<e&i3 ¡probanza* i y ino i
^bj9}íQQQ¿raí3i^i^níeQjfillob stip t^üp **a» si m
j9to&f&&d^3H&te$V& mo<f nuiá áiíff.epnando;»
QgaíG laobLí-no ¿fósil íu/p n/ibíib »up ol i; e>íi{>
CONQUISTA DE NUEVA- ESPAÑA. lt
Cortés con otra aráAííaf^(1ñ??ué elegido priiSe-
mmvte ^)gr%oH9ÜeofóoAfi7o0iqvé«fbaraeiáel
«*Q>ftiJ^petí4Qr,»ue^wHC¿Bte¿í?aeibr^sét<|!tílB
fe^qe^poriflie^q^sioOl^O tóFrtaiir/enVishrao¿
qufeleiáe^bfirfttaraife^ígttnJaimfrititüd.dftjgiieT-
rero^j a.u^ef>j#ra(§l to&ftAjfcajtftt* ¿íy ^Ufecaando
ken.Y!Íáí€l;iíie^,Maz<|u^iq^fií)inol^en!viñbá
áipflWarfcSiDío.i jescafor ;die lo.4«átí^u*to.pK^
panzas] Mío;; ícftufi si se ^uetí&;á .pablar faé-por
l^^r$KJ©if*tgfoflHeo|o.a QdK»pSBej^á0ihl«faw
SttSWés&fl, Bfcklá. y^fu#CQr9ji ínuy ajcerfcada>,y
ftP^eiie^^aj^l^ip^Á^ilBBWJefitSMlbjBtfadp
esqiy^s^^eilrp^ .^^ajíxJiasién^lfiosá^de
ksfíí^é^PJG^^^féwj^i 8fi»ttojdpjpf)sm0[«ainf«*
¡tos^ p&<&ft*o8<*ríit Crasis fi&\&o>>leiüi»4> ©eto^
^pqj d^^dap.btf^í^s^ciiftíe^^^^fBúigaa
teWfrWSP&S&liMmiMnti&l qüe.enviamos
PW#8Íro5^ftcwa5brf s jísofi jt&j <8Qtfrüttit*&>i$
YÍfliq?. y que-iflfc£.eft>pabai.8,i su- jo ajotad n-ues-
^a ^rAWt^^^a*^ la¿n>sttiei^^e Lfilo^iiefí
5)ífe>IJlu§l£l Af&iqW» eA¥*atoo«f^u^^e!'^Qe(^dfl
Q<?^ití>4PílftíJ»lístdfAlQ«!iyDflBeotojfQÍa5 iod&á laf
c-Wf aue fia«m^a^lqueo^tt4in^j,Q^a^j[]tte3e¿safe
kvJpSí/telfefciiyn-q^jea ifíom üitogni&L>A*jÜ£v&
ve^dftdqr amen t e Ioí «que: em, obligado á- n uestrfl
Rey y^ñQ-5» y -que porque núes tros, procurado-
re* querían k á Fijan-dea delante de.au.Raal per-
iBbncm ¿ noujivaD ol eoiobfiaiodüg loq aséíii
12 BERNAL BIAZ.
sona, eehó preso al tino del los , que sé decia
Alonso Hernández Puertocarrero , primo del
conde de Mcdellin y que murió en la cárcel, y
que mandaba el mesmo Obispo á los oficiales
de la casa de la contratación de Sevilla que no
diesen ayuda ninguna á Cortés > asi de armas
como de soldados , sino que en todo le contra-
dijesen , é que á boca llena nos llamaban de
traidores; é que todo esto hacia el Obispo por-
que tenia tratado casamiento con el Diego Ve-
lazquez ó con el Tapia de casar una sobrina
que se decia doña Petronila de Fonseca , y le
habia prometido que le haría gobernador de
Méjico ; y para todo esto que he dicho mostra-
ron traslados de las cartas que hubimos escrito
á su majestad, é otras grandes probanzas ; y la
parte de Diego Velazquez no contradijo en cosa
ninguna, porque no habia en qué. E que á lo
que decian de Panfilo de Narváez, que envió el
Diego Velazquez con diez y ocho navios y mil
trescientos soldados y cien caballos , y ochenta
escopeteros ó otros tantos ballesteros , é habia
hecho mucha costa, á esto respondieron que el
Diego Velazquez es digno de pena de muerte
por haber enviado aquella armada, sin licencia
de su majestad, y que cuando enviaba sus pro-
curadores á Castilla, en nada ocurría á nuestro
Rey y señor, como era obligado, sino solamente
al Obispo de Burgos, y que la Real audiencia de
Santo Domingo y los frailes Jerónimos que es-
taban por gobernadores le enviaron á mandar
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 13
•1 Diego Velazquez á la isla de Cuba, so graves
penas, que no enviase aquella armada hasta
que su majestad fuese sabidor dello , y que con
su Real licencia le enviase \ porque hacer otra
cosa era grande deservido de Dios y de su ma-
jestad, poner zizañas en la Nueva-España en el
tiempo que Cortés y sus compañeros estábamos
en las conquistas y conversión de tantos cuentos
de los naturales que se convertían á nuestra
santa fe católica, y que para detener la armada
le enviaron á un oidor de la misma audiencia
Real, que se decia el licenciado Lúeas Vázquez
de Ayllon, y en lugar de le obedecer, y los Rea-
les mandos que llevaba, le echaron preso, y sin
ningún acato le enviaron en un navio ; y que
pues que Narváez estaba delante , que fué el
que hizo aquel tan desacatado delito , por tocar
en crimen lasos majestatis , es digno de muerte,
que suplicaban á aquellos caballeros por mi
nombrados , que estaban por jueces , que le
mandasen castigar ; y respondieron que hadan
justicia sobre ello. Volvamos á decir en los des-
cargos que daban nuestros procuradores , y es,
que á lo que dicen que no quiso Cortés obede-
cer las Reales provisiones que llevaba Narvaez,
y le dio guerra y le desbarató y quebró un ojo,
y prendió á él y todos sus compañeros y capita-
nes, y les puso fuego á los aposentos. A esto
respondieron que , asi como llegó Narvaez á la
Nueva-España y desembarcó , que la primera
cosa que hizo el Narvaez fué enviar á decir al
14 BERNAL DÍAZ.
gran cacique Montezulma,aqueT6oi£íSi:tenia pre-
so/qra te v«á*á)á>Bo4tar# á KEBdfre¿faMao|$n<|iift
Gálébkmá&aaTuC&fáé&ivyí; -qneialboarofeó/ |b , tierna
de jnaqepa, q&e3>OTq©e testaba; jpácifleGÍ¿:se vobdf
«Ugueceaj é qpe cppo^-Gocrfcésí súpootjüeL&übia:
vftTíidto: al puert^^e la YcFaccuz, leescribió m«y<
amorosamente,; y que si trajaipraviaioaea do «tí
majestad ^ que las quería y er y obedeqeriq i coñt
aqüeb>acatbqWse deberá- su Hdyi¡ypí»eserl;fy>
que &o le quiso 'responder; áp sus cartas , sané*
siempre eh su real ilam¡ándple de/traidor'i no. lo
sie^o psinoi imiy leal servídocf de y8ui majestad}
é'que mandó pregonar Narvae^ en au< real güeií-í
ra álfue%9 y. sangre y rtfpa>; franca eontr a/ G.or*
tés é; sustoompróetos ?ly quevleífirpgó-i'mueb&d
veces -pon ¡la pazi vy que mirase no rero-ivieaenia
Nueva-España ¡de manera q n e. diese ^causa para
que A od os « se perdiese n , y que beu a partar ia *
una parte, cual, el quisiese , Á conquistar :-j y el
Narvae^z fuese por la parte, que más- le agrada**
sé, -y que entrambos sirviesen sbsQios y á suma*
j estad!, é. pacificasen aq«ella$ tierras^ y. tampoco
te: qoiiso responder -amelló ;/ y comGKiCortiés yiq
que < no aprovechaban todos .s aquellos cumplí-?
mientes ni le mostraba las [Reales pro.v.isionestóyi
supoelgran desacato que: babia, hecho; íeliSar-?
yaiez en prender ^IjoiddEdeoéirmijds^to que.
para lo castigar por aquei delito acordóüda ir á
háiriafc comékpajja ver lastlj^esiprqvjsiloi^&sft
ál8ábeir;p©rr4uéyoaiisait préadip-ftlp oidorí fc> i y que
el Narvaezi tenia concertado de/pren^er: ^á Gor^
Ir jh)b a iüívíio áut SD¿r<ncíd Í9 osid 9üp £¿oo
CONOÜlStA DE NÚEVA-ÉSPANA. Í5
». , .SAI<I JíViiiaa fíí
tes sobre seguro ; y para ello presentaron pro-
babas y test! foo$k>s- bastantes ^Jr'fc'tfn^pertesJ
tgg^í* uUfo>és>ti# Men^^qm» mú&\ítiupb#hteí
parte d«* i-N&rvaesí.»e&a7}i<te lab, vialto "piiJdfy >y«0l
mfeeíd<©aerdifiié teíiqaé Sió aVfetf a^Gortés tiellof
y á* todo* ¡esto ta ¡ parte del Diego ;V el azquezn>
había- eH qué- 'Contradecir co&a-niíigu na sobre
etlw<J?áI4o«ifu«I«l6Íc08a*a^^Ue^^o^©á:átf^
5YaoriscpfdédSarfeiy ,,»y-tofi>B> grjm^éPfttbadavV
provisiones de so majestad- en qn^^élhadary^go^
fepjroádar deáq43etla.p(TO<yínc¡'a, y* ^ü&€ort<é&-tav<y
astadas* y 'gran diligencia para que se ¡le'amo-
fe&laséhtal^a?^ «as t»fel*d©sy «y Am i&Gibtf ílfe'lW
misma.. provincia 'patarob d-muóhosi ' dello^1, y1
kiitótaó. ciegos tímim ,té hizo 'dtras demasías'
bastan qoe ebGráray -sjs; yfó {perdido» y> desampa-
rado y si Capitanes y sQ4dados,iy %efu<é &*Bk-t
ten pbnkáslpiíePtasideíCortes^l^ft^otóhtoiefl pus*
cat*a*j>#lqoen'ende«á ootfso dlaS'\$tte'Jle:d4¿i{rtílal¿>
muerzo «H q«d > murió, tíe Ipo^tfío^k qbe4 e<diiero»
eii»éil?«á^0¿tolre8por^pr^n^i«í4^<ef^í»asil |>wú
qué i*®it8M>ai rrecesidlwl «le» los sbldaíáoS^e* (¿l<$ab
layttttia 'paratas* ftaoer anmtánar^sínoMjue:, <tt>^
mO'el'^apajyi-no'tejpaílwMfe^e'^ar^ latguefirra^íW
88' jJaba'maiña'COtt' l«8 1 Boldadbs/>^HJembJ ñb i Ifrb
par^w^cmi 'la: tiet r* cuáttdg* $e«én4bartó¿»*Shíe>
grabde* tík>tíiyu>fcalafcadéh>Agab ybttJosíi«íte9uy
ia«rkiiégttld9rr)y>lk)8'que -tojúa te*isu "compañía' tan
Rieron ' We/ticia d e1 te' gfaff 'prosperidad oV Méjiétf
y Jastial uezas, y> Usuíbtíena; faina1 de> la1 Mtefa'Hb'atf
ds> GJortésy que ip©»í esta ¡causa Be* lte! ífeBd >£'»Mé ji¿
n¿ oí. oh)i?ií>i ii') Jíinaj oíntu i í:«Ij¡Jíji;^ t»Dq«»b
31
16 BBRBAL DÍAZ.
co, y que por los pueblos de aquellas provincias
andaban á robar sus soldados á los naturales y
les tomaban sus hijas y mujeres, y que se le-
vantaron contra ellos y le mataron los soldados
que dicen, y que los navios , que no los tomó,
sino que dieron al través; y si envió sus capita-
nes Cortés, fué para que hablasen al Garay,
ofreciéndoseles por Cortés, y también para ver
las Reales provisiones, si eran contrarias de las
que antes tenia Cortés; y que viéndose el Garay
desbaratado de sus soldados, y navios dados al
través, que se vino á socorrerá Méjico, y Cortés
le mandó hacer mucha honra por los caminos y
banquetes de Tezeuco, y cuando entró en Méji-
co le salió á recebir y le aposentó en sus casas,
y habian tratado casamiento de los hijos, é que
le quería dar favor é ayudar para poblar el rio
de Palmas, éque si cayó malo, que Dios fué
servido dele llevar deste mundo, ¿qué culpa
tiene Cortés para ello? Y que se le hicieron mu-
chas honras al enterramiento y se pusieron lu-
tos, y que los médicos que lo curaban juraron
que era dolor de costado,* y que esta es ja ver-
dad; y no hubo otra contradicción. E á lo que
decian que llevaba quinto como Rey, respondie-
ron que cuando lo hicieron capitán general y
justicia mayor hasta que su majestad mandase
en ello otracosarle prometiéronlos soldados que
le darian quinto de las partes, después de saca-
do el real quinto, é que lo tomó por causa que
después gastaba cuanto tenia en servicio de su
CONQUISTA. W NUEVA-ESPAÑA. '17
majestad, como fué en lo de la provincia dé Pa-
nuco , que pagó de su hacienda sobre seis mil
pesos de oro, y envió en presentes á su majes-
tad mucho oro de lo que le habia caido del quin-
to; y mostraron probanzas de todo lo que de-
cían, y no hubo contradicción por los procura-
dores de Diego Velazquez. E á lo que decían que
á los soldados les habia tomado Cortés sus par-
tes del oro que les cabia, dijeron que les dieron
conforme á la cuenta del oro que se halló en la
toma de Méjico, porque se halló muy poco* que
todo lo habían robado los nidios de Tlascala y
Tezcuco y los demás guerreros que se hallaron
en las batallas y guerras ; y no hubo contra-
dicción sobre ello. E á lo que dijeron que Cortés
habia mandado quemar los pies con aceite á
Guatemuz é otros caciques porque diesen oro, á
esto respondieron que los oficiales de su majes-
tad se los quemaron, contra la voluntad de Cor-
tés, porque descubriesen el tesoro de Montezu-
ma; y para esto dieron información bastante. Y
á lo que le acusaban que habia labrado muy
grandes casas, y habia en ellas una villa, y que
hacia traer los árboles y cipreses y piedras de
lejas tierras, á esto respondieron que las casas
es verdad que son muy suntuosas, y que para
servir con ellas y cuanto tiene Cortés á su ma-
jestad las hizo fabricar en su Real nombre, é que
los árboles é cipreses, que están junto á la ciu-
dad é que los traían por agua, é que piedra, que
habia tanta de los adoratorios que deshicieron
3
18 BERMAL DÍAZ.
de lo 8 ídolos, que no había menester traella de
fuera, é que para las labrar no hubo menester
más de mandar al gran cacique Guatemuz que
las labrase con los indios oficiales, que hay mu-
chos de hacer casas é carpinteros, c que el Gua-
temuz llamó de todos sus pueblos para ello, é
que así se usaba entre los indios hacer las casas
y palacios de los señores. E á lo que se quejaba
Narvaez que le sacó Alonso de Avila las provi-
siones Reales por fuerza, y no se las quiso dar
y publicó que eran obligaciones que le debían al
Narvaez de ciertos caballos é yeguas que habian
vendido, que venia á cobrar, é que fué por man-
dado de Cortés; á esto respondieron que no vie-
ron provisiones, sino solamente tres obligaciones
que le debían al Narvaez de caballos é yeguas
que había vendido fiadas, é que Cortés nunca
tales provisiones vio ni le mandó tomar. E á lo
que se quejaba el piloto Umbría, que Cortés le
mandó cortar y deszocar los pies sin causa nin-
guna, á esto respondieron que por justicia y
sentencia que sobre ello hubo se le cortaron,
porque se quería alzar con un navio y dejar en
la guerra á su capitán y venirse á Cuba él y
otros dos hombres que Cortés mandó ahorcar
por justicia. E á lo que el Cárdenas demandaba,
que no le habian dado parte del primer oro que
se envió á su majestad, dijeron que él firmó con
otros muchos que no quería parte de ello, sino
que se enviase á su majestad, y que allende
desto, le dio Cortés trescientos pesos para que
CONQUISTA DI HUEVA-ESPAÑA. 19
trújese á su mujer é hijos, é que el Cárdenas no
era hombre para la guerra, é que era mentecato
é de poca calidad, c que con los trescientos pe-
sos estaba muy bien pagado. Y á la postre res-
pondieron que, si fué Cortés contra el Narvaez,
y le desbarató y quebró el ojo, y le prendió áél
y á sus capitanes, y se le quemó su aposento,
que el Narvaez fué causa dello por lo que dicho
y alegado tienen, y por le castigar el gran des-
acato que tuvo de prender á un oidor de su ma-
jestad, y como la justicia era por la parte de
Cortés y sus compañeros, que en aquella bata-
lla que hubo con Narvaez fué-nuestro Señor ser-
vido dar victoria á Cortés, que con ducientos y
sesenta y seis soldados, sin caballos é sin arca-
buces ni ballestas, desbarató con buena maña y
con dádivas de oro al Narvaez, y le quebró el
ojo, y prendió á él y sus capitanes, siendo con-
tra Cortés mil trescientos soldados , y entre
ellos ciento de á caballo y otros tantos escope-
teros y ballesteros, y que si Narvaez quedara
por capitán. Ja Nueva-España se perdiera. Y á
lo que decían el Cristóbal de Tapia, que venia
para tomar la gobernación de la Nueva-Espa-
ña cen provisiones de su majestad, y que no
le quisieron obedecer, á esto responden que
el Cristóbal de Tapia, que delante estaba,
fué contento de vender unos cabalUs y ne-
gros; que si él fuera á Méjico, adonde Cortés
estaba, y le mostrara sus recaudos, obedeciera;
más que viendo todos los caballeros y cabildos
20 BERHAL WAZ.
de todas las ciudades y villas que convetiiá que
Cortés gobernase en aquella sazón, porque
vieron que el Tapia no era capaz para ello, que
suplicaron de las Reales provisiones para ante
su majestad, y según parecerá de los autos que
sobre ello pasaron. Y cuando hubieron acabado
de poner por la parte del Diego Yelazquez y
del Karvaez sus demandas , é aquellos caballe-
ros que estaban por jueces vieron las respuestas
y lo que por la parte de Cortés fué alegado, y
todo probado, y sobre ello habían estado emba-
razados cinco dias en ir á los unos y á los otros,
acordaron de ponello todo en la consulta con su
majestad; y después de muy acordado por todos
en ella, lo que fué sentenciado es esto: lo pri-
mero, que dieron por muy bueno y leal servi-
dor de su majestad á Cortés y á todos nosotros
los verdaderos conquistadores que con él pasa-
mos, y tuvieron en mucho nuestra gran felici-
dad, y loaron y ensalzaron en gran manera las
grandes batallas y osadía que contra los indios
tuvimos , y no se olvidó de decir cómo , siendo
nosotros tan pocos, desbaratamos al Narvaez;
y luego ma ndaron poner silencio al Diego Ve-
lazquez acerca del pleito de la gobernación
de la Nueva-España , y que si algo había gas-
tado en los armadas , que por justicia lo pidie-
se á Cortés; y luego declararon por sentencia
que Cortés fuese gobernador de lá Nueva-
España , según lo mandó él Sumo Pontífi-
ce , é que daban en nombre de su majestad loa
CONQUISTA DE ÍIÜEVA-ESPANA. 21
repartimientos por buenos , que Cortés habia
hecho, y le dieron poder para repartir la tier-
ra desde allí adelante, y por bueno todo lo que
habia hecho, porque claramente era servicio de
Dios y de su majestad. En lo de Garay ni en
otras cosas de las acusaciones que le ponian, que
pues no daban informaciones tocantes acerca
dello, que lo reservaban para el tiempo andan-
do, y le enviarían á tomar residencia; y en lo
que Narvaez pedia, que le tomaron sus provi-
siones del seno, é que fué Alonso de Avila, que
estaba en aquella sazón preso en Francia, que
le prendió Juan Florín, francés, gran corsario,
cuando robó la recámara que llamábamos de
Montezuma, dijeron aquellos caballeros que lo
fuese á pedir á Francia, y que le citasen pare-
ciese en la corte de su majestad, para ver lo que
sobre ello respondia ; y á los dos pilotos Umbría
y Cárdenas les mandaron dar cédulas Reales
para que en la Nueva-España les den indios
que renten á cada uno rríil pesos de oro. Y man-
daron que todos los conquistadores fuésemos
antepuestos y nos diesen buenas encomiendas
de indios , y que nos pudiésemos asentar en los
más preeminentes lugares, así en las santas
iglesias como en otras partes. Pues ya dada y
pronunciada esta sentencia por aquellos caba-
lleros que su majestad puso por jueces, llevá-
ronla á firmar á Valladolid, donde su majestad
estaba, porque en aquel tiempo pasó de Flan-
des, y en aquella sazón mandó pasar allí toda
22 BÉRNAL DÍAZ.
su Real corte y consejo, y firmóla su majestad,
y dio otras sus Reales provisiones para echar
los tornadizos de la Nueva-España , porque no
hubiese contradicion en la conversión de los
naturales. Y asimismo mandó que no hubiese
letrados por ciertos años, porque do quiera que
estaban revolvían pleitos é debates y zizañas; y
diéronse todos estos recaudos firmados de su ma-
jestad y señalados de aquellos caballeros que
fueron jueces, y de don García de Padilla, en la
misma villa de Valladolid, á 17 de Mayo de mil
y quinientos y tantos años, y venían refrendadas
del secretario don Francisco de los Cobos, que
después fué comendador mayor de León ; y en-
tonces escribió su majestad cesárea á Cortes é á
todos los que con él pasamos, agradeciéndonos
los muchos y buenos é notables servicios que le
hacíamos ; y también en aquella sazón el Rey
don Hernando de Hungría, Rey de romanos, que
ansí se nombraba, padre del Emperador que ago-
ra es, escribió otra carta en respuesta de lo que
Cortés le habia escrito, y enviado presentadas
muchas joyas de oro ; y lo que decia el Rey de
Hungría en la carta que escribió á Cortés era,
que ya tenia noticia de los muchos y grandes
servicios que habia hecho á Dios primeramente,
y á su señor y hermano el Emperador, y á toda
la Cristiandad, y que en todo lo que se le ofre-
ciese, que se lo haga saber, porque sea interce-
sor en ello con su señor y hermano el Empera-
dor, porque de mucho más era merecedora su
CONQUISTA DE HUEVA-ESPAÑA. 23
generosa persona, y que diese sus encomiendas
á los fuertes soldados que le ayudaron ; y decia
otras palabras de ofrecimientos; y acuérdaseme
que en la firma decia : aYo el Rey, é Infante de
Castilla;» y refrendada de su secretario, que se
decia Fulano de Castillejo ; y esta carta yo la leí
dos ó tres veces en Méjico, porque Cortés me la
mostró para que viese en cuan grande estima
éramos tenidos los verdaderos conquistadores,
de su majestad. Pues como todos estos despa-
chos tuvieron nuestros procuradores, luego en-
viaron con ellos por la posta á un Rodrigo de
Paz, primo de Cortés y deudo del licenciado
Francisco Nuñez, y también vino con ellos un
hidalgo de Extremadura, pariente del mismo
Cortés, que se decia Francisco de las Casas, y
trajeion un buen navio velero, y vinieron cami-
no de la isla de Cuba, y en Santiago de Cuba,
donde Diego Velazquez estaba por gobernador,
se le notificaron las Reales provisiones y senten-
cia, para que se dejase del pleito de Cortés y le
demandase los gastos que habia hecho ; la cual
notificación se hizo con trompetas; y el Diego
Velazquez, de pesar, cayó malo, y dende á po-
coá meses murió muy pobre y descontento , y
por no volver yo otra vez á recitar lo que en
Castilla negoció el Francisco de Montejo y el
Diego de Ordás, dirélo ahora, y fué así : que al
Francisco de Montejo su majestad le hizo mer-
ced de la gobernación y adelantamiento de Yu-
catán é Cozumel, y trajo don y señoría, y al
24 BERWAL DÍAZ.
Diego de Ordás su majestad le confirmó los in-
dios que tenía en lía Nueva-España y le díó una
encomienda del señor Santiago, y el volcan que
estaba cabe Guaxocingo por armas, y con ello
se vinieron á la Nueva^Espáñá. Desde á dos ó
tres años el mismo Ordas volvió á CaátiHá y de-
mandó la conquista del Marañon, donde sé per-
dió él y su hacienda. Dejemos desto, y digamos
cómo el Obispo de Burgos, que en aquella sazón
supo los grandes favores que su majestad hizo á
Cortés y á todos nosotros los conquistadores, y
cómo muy claramente aquellos caballeros que
fueron jueces habían alcanzado á saber los tratos
que entre él y Diego Velazquez habiá, y cómo
tomaba el oro que enviábamos á su majestad, y
encubría y torciá nuestros muchos servicios , y
aprobaba por buenos los dé su amigo Diego Ve-
lazquez, si muy triste y pensativo estaba de an-
tes, ahora desta vez cayó malo déllo y de otros
enojos que tuvo coa un Caballero su sobrino,
que se decia D. Alonso de Fonseca , Arzobispo
que fué de Santiago , porque pretendía aquel
arzobispado de Santiago el don Juan Rodrí-
guez de Fonseca. Dejemos de hablar desto , y
digamos cómo el Francisco de las Casas y el
Rodrigo de Paz llegaron á la Nueva-España , y
entraron en Méjico con las Reales provisiones
que de su majestad traían para ser gobernador
Cortés, qué alegrías y regocijos se hicieron , y
qué de correos fueron por todas las provincias
de la Nueva-España á demandar albricias á las
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 25
villas que estaban pobladas , y qué mercedes
hizo Cortés al de las Casas y al Rodrigo de Paz
y á otros que venian en su compañía , que eran
de Medfíllin , su tierra de Cortés ; y es , que al
Francisco de las Casas le hizo capitán y le dio
luego un buen pueblo que se dice Anguitlan, y
al Rodrigo de Paz le dio otros muy buenos y
ricos pueblos, y le hizo su mayordamo mayor y
su secretario, y mandaba absolutamente al mis-
mo Cortés ; y también á los que vinieron de su
tierra de Medellin , á. todos les dio indios , y al
maestre del navio en que trajeron la nueva de
cómo Cortés era gob mador le dio oro, con que
volvió rico á Castilla. Dejemos ahora esto de
recitar las alegrías y albricias que se dieron
por las nuevas , y quiero decir lo que me han
preguntado algunos curiosos letores, y tienen
razón de poner plática sobre ello, que , ¿cómo
cómo pude yo alcanzar á saber lo que pasó en
España, asi de lo que mandó Su Santidad como
de las quejas que dieron de Cortés , y las res-
puestas que sobre ello propusieron nuestros
procuradores , y la sentencia que sobre-ello se
dio, y otras muchas particularidades que aquí
digo y declaro , estando yo en aquella sazón
conquistando en la Nueva-España é sus provin-
cias, no lo pudiendo ver ni oir? Yo les respondí
que, no solamente lo alcancé yo á saber, sino
que todos los más conquistadores que lo quisie-
ron ver y leer en cuatro ó cinco cartas y rela-
ciones por sus capítulos declarado , cómo y
4
26 SERBAL' DÍAZ.
Cuándo y en qué tiempo acaeció lo por mí dicho;
las cuales cartas y memoria las escribieron de
Castilla nuestros procuradores porque conocié-
semos que entendían con mucho calor en uues-
tros negocios. Yo dije en aquel tiempo muchas
veces que solamente lo que procuraban , según
pareció, era por las cosas de Cortés y las suyas
dellos, y que nosotros los que lo ganábamos y
conquistábamos, y le pusimos en el estado que
Cortés estaba, quedamos siempre con un traba-
jo sobre otro, y roguemos á nuestro Señor Dios
nos dé favor y ánimo , y ponga en corazón á
nuestro gran César mande que su recta justicia
se cumpla , pues que en todo es muy católico.
Pasemos adelante, y digamos en lo que Cortés
entendió desque le vino la gobernación.
CAPITULO CLXIX.
DE EN LO QUE CORTÉS ENTENDIÓ DESPUÉS QUE LE VINO
LA GOBERNACIÓN DE LA NUEVA-ESPAÑA , CÓMO Y DE
QUÉ MANERA REPARTIÓ LOS PUEBLOS DE INDIOS , É
OTRAS COSAS QUE MAS PASARON , Y UNA MANERA
DE PLATICAR QUE SOBRE ELLO SE HA DECLARADO
ENTRE PERSONAS DOCTAS*
Ya que le vino la gobernación de la Nueva-
España á Hernando Cortés , paréceme á mí y á
otros conquistadores de los antiguos , de los
CONQUISTA DE NUEVA-ESFANA . 27
más experimentados y maduro consejo , que lo
que había de mirar Cortés era acordarse desde
el día que salió de la isla de de Cuba y tener
atención á todos los trabajos en que se tío,
asi cuando en lo de los arenales , cuando des-
embarcamos , qué personas fueron en le fa-
vorecer para que fuese capitán general y justi-
cia mayor de la Nueva-España; y lo otro, quién
fueron los que se hallaron siempre á su lado en
todas las guerras , así de Tabasco y Cingapacin-
ga , y en tres batallas de Tlascala , y en la de
Cholula cuando tenian puestas las ollas con ají
para nos comer cocidos ; y también quién fueron
en favorecer su partido cuando por seis ó siete
soldados que no estaban bien con él le hacian
requirimientos que se volviese á la Villa-Rica y
no fuese á Méjico , poniéndole por delante la
gran pujanza de guerreros y gran fortaleza de
la ciudad ; y quién fueron los que entraron con
él en Méjico y se hallaron en prender al gran
Montezuma ; y luego que vino Panfilo de Nar-
vaez con su armada , qué soldados fueron los
que llevó en su compañía y le ayudaron á pren-
der y desbaratar al Narvaez; y luego quiénfueron
los que volvieron con él á Méjico al socorro de Pe-
dro de Albarado, y se hallaron en aquellas fuer-
tes y grandes batallas que nos dieron, hasta que
salimos huyendo de Méjico, que de mil y trecien-
tos soldados quedaron muertos sobre ochocien-
tos y cincuenta , con los que mataron en Tuste-
peque é por los caminos , y no escapamos sino
28 BERNA L BIAZ.
cuatrocientos y cuarenta muy Jieridos » y á Dios
misericordia. Y también se le fyabja &? acordar
de aquella muy temerosa batalla de Obtumba,
quién , después de dos dias , se la ajudó á ven-
cer y salir de aquel tan gran peligro ; y des-
pués quién y cuántos le ayudaron á conquistar
lo de Tepeaca y Cachula y sus comarcas , como
fué Ozucar y Guacachula y otros pueblos ; y
la vuelta que dimos por Tezcuco para Méjico,
y de otras muchas entradas que desde Tezcuco
hicimos, asi como la de Iztapalapa, cuando nos
quisieron anegar con echar el agua de la lagu-
na, como echaron, creyéndonos ahogar; y asi-
mismo las batallas que hubimos con los natura-
les de aquel pueblo y mejicanos que les ayuda-
ron; y luego la entrada del Saltocan y los peño-
les que llaman hoy dia del Marques, y otras
muchas entradas; y el rodear de los grandes
pueblos de la laguna, y de los muchos rencuen-
tros y batallas que eu aquel viaje tuvimos,, -asi
de los de Súchimileco como de los de Tacuba; y
vueltos á Tezcuco, quién le ayudó contra la
conjuración que tenían concertado de le matar,
cuando sobre ello ahorcó un Villafaña; y pasado
esto, quién fueron los que le ayudaron á con-
quistar á Méjico, y en noventa y tres dias, á la
continua de dia y de noche, tener batallas y
muchas heridas y trabajos, hasta que se pren-
dió á Guatemuz, que era el que mandaba en
aquella sazona Méjico; y quién fueron en le
ayudar y favorecer cuando vino á la Nueva-Es-
CONQUISTA DÉ NUEVA-ESPANA. 29
paña un Cristóbal de Tapia para que le diese la
gobernación. Y demás de todo esto, quiénes fue-
ron los soldados que escribimos tres veces á su
majestad en loor de los grandes y muchos y
buenos servicios que Cortés le habia hecho, y
que era digno de grandes mercedes y le hiciese
gobernador de la nueva-España. No quiero aquí
traer á la memoria otros servicios que siempre á
Cortés hacíamos; pues los varones y fuertes sol-
dados que en todo esto nos hallamos, y ahora
que le vino la gobernación, que, después de
Dios, con nuestra ayuda se la dieron, bien fuera
que tuviera cuenta con Pedro, Sancho y Martin
y otros que lo merecían; y el soldado y compa-
ñero que estaba por su ventura en Colima ó en
Zacatula, ó en Panuco ó en Guacacualco, y los
que andaban huyendo cuando despoblaron á
Tutepeque,y estaban pobres y no les cupo suer-
te de buenos indios, pues que habia bien que
dalles; y sacalles de mala tierra, pues que su
majestad muchas veces se lo mandaba y encar-
gaba por sus Reales cartas misivas, y no daba
Cortés nada de su hacienda, habíales de dar con
que se remediasen, y en todo anteponelles; y
siempre cuando escribiese á los procuradores
que estaban en Castilla en nuestro nombre, que
procurasen por nosotros; y el mismo Cortés ha-
bia de escrib r muy aíectuosameate para que nos
diese para nosotros y nuestros hijos cargos y ofi-
cios Reales, todos los que en la Nueva-España
hubiese ; mas digo que mal ageno de pelo cuel-
30 BERNAL DÍAZ.
ga , á que no procaraba sino para él ; lo uno
la gobernación que le trajeron antes que fuese
marques, é después que fué á Castilla y vino
marques. Dejemos esto, y pongamos aqui otra
manera, que fuera harto buena y justa para re-
partir todos los pueblos de la Nueva-España,
según dicen muy doctos conquistadores, que lo
ganamos, de prudente y maduro juicio; que lo
que habia de hacer es esto; hacer cinco partes
la Nueva España., y la quinta parte délas mejo-
res ciudades y cabeceras de todo lo poblado
dalla á su majestad de su Real quinto, y otra
parte dejalla por repartir, para que tuese la renta
della para iglesias y hospitales y monasterios, y
para que S. M.„ si;quisiese hacer algunas merce-
des á caballeros que le hayan servido en Italia, de
allí pudiera haber para todos ; y las tres partes
que quedaran repartillas en su persona de Cor-
tes y en todos nosotros los verdaderos conquis-
tadores , según y de la calidad que sentía que
era cada un© , y dallas perpetuos , porque en
aquella sazón su majestad lo tuviera por bien;
porque, como no habia gastado cosa ninguna en
estas conquistas , ni sabia ni tenia noticia destas
tierras , estando como estaba , en aquella sazón
enFlandes, y viendo una buena parte de las del
mundo que le entregamos , como sus muy lea-
les vasallos , lo tuviera por bien y nos hiciera
merced dellas/, y con ello quedáramos; y no
anduviéramos ahora, como andamos, abatidos y
de mal en peor, y muchos de los conquistadores
CONQUISTA DE NÜEVA-ESPANA. §1
no tenemos con qué nos sustentar ; ¿ qué harán
los hijos que dejamos ? Quiero decir lo que hizo
Cortés , y á quién dio los pueblos. Primeramen-
te al Francisco de las Casas , á Rodrigo de Paz,
al factor y veedor y contador que en aquella
sazón vinieron de Castilla ; á un Avalos y á Sa-
avedra, sus deudos; aun Barrios, con quien casó
su cuñada, hermana de su mujer doña Catalina
Juárez ; y á Alonso Lucas , y á un Juan de la
Torre , y á Luis de la Torre, á Villegas, y á un
Alonso Valiente, y á un Ribera el tuerto. Y, ¿para
qué cuento yo estos pocos? Que á todos cuantos
vinieron de Medellin , á otros criados de gran-
des señores , que le contaban cuentos de cosas
que le agradaban, los dio lo mejor de la Nueva-
España. No digo yo que era malo el dar á todos,
pues habia de qué ; mas que habia de anteponer
primero lo que su majestad la mandaba, y á los
soldados que le ayudaron á tener el ser y valor
que tenia , ayudalles ; y pues que ya es hecho,
no quiero volver á repetirlo; y para ir á entra-
das y guerras y á cosas que le convenían , bien
se acordaba adonde estábamos, y nos enviaba á
llamar para las batallas y guerras, como adelan-
te diré. Y dejaré de contar más 'ástimas y de
cuan avasallados nos traia, pues no se puede ya
remediar. Y no dejaré de decir lo que Cortés de-
cía después que le quitaron la gobernación, que
fué cuando vino Luis Ponce de León, y como
murió el Luis Ponce , dejó por su teniente á
Marcos de Aguilar, como adelante diré; yes,
32 BERNAL DÍAZ.
que íbamos á Cortés á decille algunos caballe-
ros y capitanes de los antiguos que le ayudamos
en las conquistas, que nos <Jiese de los indios,
de loa muchss que en aquel instante Cortés te-
nia, pues que su majestad mandaba que le qui-
tasen algunos dellos, como se los habiap de
quitar, é luego se los quitaron; y la respuesta
que daba era, que se sufriesen como él se sufría;
que si le volvía su majestad á hacer merced de
la gobernación, que en su conciencia (que asi
juraba) que no lo erraría como en lo pasado, y
que daría buenos repartimientos á quien su
'majestad le mandó, y enmendaría el gran yerro
pasado que hizo; y con aquellos prometimientos
y palabras blandas creia que quedaban conten-
tos aquellos conquistadores. Dejémoslo ya, y
digamos que en aquella sazón, á pocos dias áa-
tes, vinieron de Castilla los oficiales de la ha-
cienda Real de su majestad , que fué Alonso
de Estrada, tesorero , y era natural de Ciu-
dad-Real , y vino el factor Gonzalo de Sala-
zar, y vino Rodrigo de Albornoz por contador,
que ya había fallecido Julián de Alderete , y
este Albornoz era natural de Paladinas ú de
la Gama , y vino el veedor Pedro Almíndes
Chirino , natural de Ubeda ó Baeza , y vinieron
muchas personas con cargos. Dejemos esto , y
quiero decir que en este instante rogó un Ro-
drigo Rangel á Cortés (el cual Rangel muchas
veces le he nombrado) que , pues no se había
hallado en toma de Méjico ni en ningunas ba-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 33
tallas con nosotros en toda la Nueva-España,
que porque hubiese alguna fama del, que le hi-
ciese merced de le dar una capitanía para ir á
conquistar á los pueblos de los zapotecas, que
estaban de guerra , y llevar en su compañía á
Pedro de Ircio , para ser su consejero en lo que
habia de hacer ; y como Cortés conocía al Ro-
drigo Rangel , que no era para dalle ningún
cargo , á causa que estaba siempre doliente y
con grandes dolores y bubas , y muy flaco y las
zancas y piernas muy delgadas, y todo lleno de
llagas, cuerpo y cabeza abierta, denegaba
aquella entrada, diciendo que los indios zapote-
cas eran gente mala de domar por las grandes y
altas sierras adonde están poblados , y que no
podían llevar caballos ; y que siempre hay ne-
blinas y rocíos , y que los caminos eran angos-
tos y resbalosos , y que no pueden andar por
ellos sino á manera de decir los pies junto á las
cabezas de los que vienen atrás : entiéndanlo de
la manera que aquí lo digo , que así es verdad;
porque los que van arriba , con los que vienen
detrás vienen cabezas con pies ; y que no era
cosa de irá aquellos pueblos, y que ya que
fuese, que habia de llevar soldados bien sueltos
y robustos , y experimentados en las guerras; y
como el Rangel era muy porfiado y de su tierra
de Cortés , húbole de conceder lo que pedia ; y
según después supimos , Cortes lo hubo por
bueno embialle do se muriese, porque era de
mala lengua; é Cortés escribió á Guacacualco á
&
34 bERNÁL DÍAZ.
diez ó doce que nombró en la carta, que nos ro-
gaba que fuésemos con el Rangel á le ayudar,
y entre los soldados que mandó ir me nombró á
mi, y fuimos todos los vecinos á quien Cortés
escribió. Ya he dicho que hay grandes sierras
en lo poblado de los zapotecas, y que los natu-
rales de allí son gente muy ligeros é sueltos, y
con unas voces é silbos que dan* retumban to-
dos los valles como á manera de ecos; y como
habiamos de llevar al Rangel, no podíamos an-
dar ni hacer cosa que buena fuese. E ya que
íbamos á algún pueblo, hallábamosle despobla-
do, y como no estaban juntas las casas, sino
unas en un cerro y otras en un valle, y en aquel
tiempo llovia, y el pobre Rangel dando voces
de dolor de las bubas, y la mala gana que todos
teníamos de andar en su compañía, y viendo que
era tiempo perdido, y que si por ventura los za-
potecas, como son ligeros y tienen grandes lan-
zas, muy mayores que las nuestras, y son gran-
des flecheros, que si nos aguardaban é hiciesen
cara, como no podíamos ir por los caminos sino
uno á uno, temíamos no nos viniese algún des-
mán, y el Rangel estaba más malo que cuando
Vino, acordó de dejar la negra conquista, que
negra se podia llamar, y volverse cada uno á
su casa'j y el Pedro de Ircio, que traía por con •
séjero, fué el primero que se lo aconsejó, y le
dejó solo, y se fué á la Villa-Rica, donde vivia;
y el Rangel dijo que se quería ir á Guacacualco
Con nosotros, por ser la tierra caliente, para
'fe
COMQUÍStAbE HUEVA-ESPAÑA. 35
prevalecerse de su mal, y los que éramos vecinos
de Gaacacualco que allí estábamos, por peor
tuvimos llevarle con nosotros que á la venida
que venimos con él á la guerra; y llegados á
Guacacualco, luego dijo que quería ir á pacifi-
car las provincias de Cimatan y Talatupan, que
ya he dicho muchas veces en el capítulo que
dello habla cómo no habian querido venir de
paz á causa de los grandes rios y ciénagas tem-
bladeras entre quien estaban poblados; y demás
de la fortaleza de las ciénagas, ellos de su na-
turaleza son grandes flecheros, y tenían muy
grandes arcos y tiran muy á certero. Volvamos
á nu~ stro cuento: que mostró Rangel provisio-
nes en aquella villa, de Hernando Cortés, cómo
le enviaba por capitán para que conquistase las
provincias que estuviesen de guerra, y señala-
damente la de Cimatan y Tulapan; y apercibió
todos los mas vecinos de aquella villa que fué-
semos con él; y era tan temido Cortés, que aun-
que nos pesó, no osamos hacer otra cosa, como
vimos sus provisiones, y fuimos con el Rangel
sobre cien soldados, dellos á caballo y á pié,
con obra de veinte y seis ballesteros y escope-
teros; é fuimos por Tonala é Ayagualulco, é
Copiico, Zacualco, y pasamos muchos rios en
canoas y en barcas, y pasamos por Teutitan,
Copilco y por todos los pueblos que llamamos la
Chontalpa, que estaban de paz, é llegamos obra
de cinco leguas de Cimatan, é en unas ciénagas
y malos pasos estaban juntos todos los más
36 BERHAL DÍAZ.
guerreros de aquella provincia, y tenian he-
chos unos cercados y grandes áíbarradas de
palos y maderos gruesos, y ellos de dentro con
unos petriles y saeteras, por dónde podían fle-
char; é de presto nos dan una tan buena refrie-
ga derecha y vara tostada con tiraderas, que
mataron siete caballos é hirieron ocho soldados,
y al mismo Rangel, que iba á caballo, le dieron
un flechazo en un brazo, y no le entró sino muy
poco; y como los conquistadores viejos había-
mos dicho al Rangel que siempre tuesen hom-
bres sueltos á pié descubriendo caminos y cela-
das , y le habíamos tiicho de otras veces cómo
aquellos indios solían peíear muy bren y con
maña , y como él era hombre que hablaba mu-
cho , dijo que votaba á tal ¿ que si nos creyera,
que no le aconteciera aquello , y que de allí
adelante que nosotros fuésemos los capitanes y
le mandásemos en aquella guerra ; y luego co-
mo fueron curados los soldados y ciertos caba-
llos que también hirieron , demás de los siete
que mataron, mandóme á mí que fuese adelante
descubriendo , y llevaba un lebrel muy bravo,
que era del Rangel , y otros dos soldados muy
sueltos y ballesteros , y le dijeron que se que-
dase bien atrás con los de á caballo , y los sol-
dados y ballesteros fuesen junto conmigo; é yen-
do nuestro camino para el pueblo de Oimatan,
que era en aquel tiempo bien poblado, hallamos
otras al barradas y fuerzas, ni más ni menos que
las pasadas , y tírannos á los que íbamos delan-
CONQUISTA DE ITOEVA-ESPANA. 37
te tanta flecha y vara , que de presto mataron
el lebrel , é si yo no fuera muy armado , allí
quedara , porque me dieron siete flechas , que
con el mucho algodón de las armas se detuvie-
ron , y todavía salí herido en una pierna , y á
mis compañeros á todos hirieron; y entonces yo
di voces á unos indios nuestros amigos , que
venían un poco atrás de nosotros , para que vi-
niesen de presto los ballesteros y escopeteros y
peone s, y que los de á caballo quedasen atrás,
porque allí no podian correr ni aprovecharse
dellos , y se los flecharían ; y luego acudieron
ansí como lo envié á decir, porque deantes cuan-
do yó me adelanté así lo tenia concertado \ que
los de á caballo quedasen muy atrás y que todos
los demás estuviesen muy prestos en teniendo
señal ó mandado , y como vinieron los balleste-
ros y escopeteros, les hicimos desembarazar las
albaradas , y se acojieron á unas grandes ciéna-
gas que temblaban , y no habia hombre que en
ellas entrase , que pudiese salir sino á gatas ó
con grande ayuda. En esto llegó Rangel con los
de á caballo , é allí cerca estaban muchas casas
que entonces despoblaron los moradores dellas,
y reposamos aquel dia y se curaron los heridos.
Otro dia caminamos para ir al pueblo de Gima-
tan , y hay grandes cabanas llenas , y en medio
de las cabanas muy malísimas ciénagas , y en
una dellas nos aguardaron , y fué con ardid que
entre ellos concertaron para aguardar en el
campo raso de las cabanas , y propusieron que
83 BERNA L DÍAZ.
los caballos , por codicia de los alcanzar y alan-
cear , irian corriendo tras ellos á rienda suelta
y atollarían en las ciénagas , y ansí fué como
lo concertaron , que por más que habíamos di-
cho y aconsejado á Rangel que mirase que ha-
bía muchas ciénagas y que no corriese por aque-
llas cabanas á rienda suelta , que atollarían los
caballos , y que suelen tener aquellos indios es-
tas astucias , y hechas saeteras y fuerzas jun-
to á las ciénagas, no la quiso creer; y el primero
que atolló en ellas fué el mismo Rangel , y allí
le mataron el caballo , y si de presto no fuera
socorrido, ya se habían echado en aquellas malas
ciénagas muchos indios para le apañar y llevar
vivo á sacrificar , y todavía salió descalabrado
en las llagas que tenia en la cabeza; y como .toda
aquella provincia era muy poblada, y estaba allí
junto otro pueblezuelo, fuimos á él, y entonces
huyeron los moradores, y se curó el Rangel y
tres soldados que habían herido; y dende allí
fuimos á otras casas que también estaban sin
gente, que entonces las despoblaron sus due-
ños, y hallamos otra fuerza con grandes made-
ros y bien cercada y sus saeteras; y estando re-
posando aún no había un cuarto de hora, vienen
tantos guerreros cimatecas, y nos cercan en el
pueblezuelo, que mataron un soldado y á dos
caballos, y tuvimos bien que hacer en hacellos
apartar; y entonces nuestro Rangel estaba muy
doliente de la cabeza', é habia muchos mosqui-
tos, que no dormía de noche ni dia, y murciéga-
C0NQÜI8ÍA Í>E NÚEVÁ-ESPANA. ¿&
los muy grandes que le mordían y desangraban;
y como siempre llovía, y algunos soldados que
el Rangel había traído consigo, de los que nue-
vamente habían venido de Castilla, vieron que
en tres partes nos habían aguardado los indios
(fe aquella provincia, y habían muerto once ca-
ballos y dos soldados, y herido á otros muchos,
aconsejaron al Rangel que^e volviese dende
allí, pues la tierra era mala de ciénagas y esta-
ba muy malo; y el Rangel, que lo tenia en gana,
y porque parecí ese que no era de su albedrio y
voluntad aquella vuelta, sino por consejo de
muchos, acordó de llamar á consejo sobre ello á
personas que eran de su parecer para que se
volviesen; y en aquel instante habíamos ido
veinte soldados á ver si podíamos tomar alguna
gente de unas huertas de cacaguatales que allí
junto estaban, y trujimos dos indios y tres in-
dias; y entonces el Rangel me llamó á mi aparte
é á consejo, y díjome de su mal de cabeza, é que
le aconsejaban todos Los demás soldados que se
volviese donde estaba CJortés, y me declaró todo
lo que había pasado; y entonces le reprendí su
vuelta, y como nos conocíamos de más de cuatro
años atrás, de la isla de Cuba, le dije: «¿Cómo,
Señor? ¿Qué dirán de vuesa merced, estando
cerca del pueblo de Cimatan quererse volver?
Pues Cortés no lo terna á bien, y maliciosos
que os quieren mal os lo darán en cara, que en
la entrada de las zapotecas ni aquí no habéis
hecho cosa ninguna que buena sea, trayendo,
40 BERNAL Dl.iZ.
como traéis, tan buenos conquistadores, que son
los de nuestra villa de Guacacualco; pues por lo
que toca á nuestra honra y á la de vuesamer-
ced, é yo y otros soldados somos de parecer que
pasemos adelante; y iré con todos mis compañe-
ros descubriendo ciénagas y montes, y con* los
escopeteros pasaremos hasta la cabecera de Ci-
ma tan, y mi caballo déle vuesa merced á otro
caballero que sepa muy bien menear la lanza é
tener ánimo para mandalie, que yo no puedo
servirme del yendo á lo que voy, y que va más
en alancear, y véngase con las de á caballo al-
go atrás.» Y como el Rodrigo Rangel aquello
me oyó, como era hombre vocinglero y hablaba
mucho, salió de la casilla en que estaba el con-
sejo, éá muy grandes voces llamó á todos los
soldados; é dijo el Rodrigo Rangel: «Ya es echa-
da la suerte que hemos de ir adelante, que voto
á tal (que siempre era este su jurar y su ha-
blar), que Bernal Diaz del Cast illo me ha dicho
la verdal y lo que á todos conviene;» y puesto
que á algunos soldados les pesó, otros lo hubie-
ron por muy bueno; y luego comenzamos á cami-
nar puestos en gran concierto, los ballesteros y
escopeteros junto conmigo, y los de á caballo
atrás por amor de los montes y ciénagas, donde
no podian correr caballos, hasta que llegamos á
otro pueblo, que entonces lo despoblaron los
naturales del, y dende allí fuimos á la cabecera
de Cimatan, y tuvimos otra buena refriega de
flecha y vara, y de presto les hicimos huir., y
Conquista de nueva-espana. 41
quemaran los mismos vecinos naturales de aquel
pueblo muchas casas de las suyas, y allí pren-
dimos hasta quince hombres y mujeres, y les
enviamos á llamar con ellos á los cimatecas que
viniesen de paz, y les dijimos que en lo de las
guerras se les perdonaría; y vinieron los «pa-
rientes y maridos de las mujeres y gente menu-
da que teníamos presos, y díñaosles toda la pre-
sa, é dijeron que traerían de paz á todo el pue-
blo , é jamás volvieron con la respuesta; y
entonces me dijo á mí el Kangel: «Voto á tal,
que me habéis engañado, é que habéis de ir á
entrar con otros compañeros, é que me habéis
de buscar otros tantos indios é indias como los
que me hicisteis soltar por vuestro consejo;» y
luego fuimos cincuenta soldados, é yo por capi-
tán, é dimos en unos ranchos que tenían en
unas ciénagas que temblaban, que no osamos
entrar en ellas; y dende allí se fueron huyendo
por unos grandes breñales y espinos, que se lla-
man entre ellos Xiguaquetlan, muy malos, que
pasan los pies, y en unas huertas de cacaguata-
les prendimos seis hombres y mujeres con sus
hijos chicos, y nos volvimos adonde quedaba el
capitán, y con aquello le apaciguamos; y les
tornó luego á soltar para que llamasen de paz
á los cimatecas, y en fin de razones, no quisie-
ron venir, y acordamos de nos volver á nuestra
villa de Guacacualco; y en esto paró la entrada
de zapotecas é la de Cimatlan, y esta es la fama
que quería que hubiese del Rangel cuando pidió
6
42 BERNAL DÍAZ.'
á Cortés aquella conquista. Y dende allí á dos
años, ó poco tiempo más, volvimos de hecho á
los zapotecas y á las demás provincias, y las
conquistamos y trujimos de paz; y el buen Fray
Bartolomé de Olmedo, que era santo fraile, tra-
bajó mucho con ellos, y les predicaba y enseña-
ba los artículos de la fe, y bautizó en aquellas
provincias más de quinientos indios; pero, en
verdad que estaba cansado y viejo, y que no
podia ya andar caminos, que tenia una mala
enfermedad: y dejemos esto, y digamos cómo
Cortés envió á Castilla á su majestad sobre
ochenta mil pesos de oro con un Diego de Soto,
natural de Toro , y paréceme que con un Ribera
el tuerto, que fué su secretario; y entonces en-
vió el tiro muy rico, que era de oro bajo y pla-
ta, que le llamaba el Ave Fénix, y también en-
vió á su padre Martin Cortés muchos millares
de pesos de ero. Y lo que sobre ello pasó diré
adelante.
.-' -■ V
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 43
CAPITULO CLXX.
CÓMO EL CAPITÁN HERNANDO CORTES ENVIÓ Á CASTILLA,
Á SU MAJESTAD, OCHENTA MIL PESOS EN ORO T PLA-
TA , T ENVIÓ UN TIRO , QUE ERA UNA CULEBRINA
MUY RICAMENTE LABRADA DE MUCHAS FIGURAS > Y
TODA ELLA, Ó LA MAYOR PARTE, ERA DE ORO BAJO,
REVUELTO CON PLATA DE MECHOACAN , QUE POR
NOMBRE SE DECÍA EL FÉNIX, Y TAMBIÉN ENVIÓ A SU
PADRE, MARTIN CORTES, SOBRE CINCO MIL PESOS DE
ORO; Y LO QUE SOBRE ELLO AVINO DIRÉ ADELANTE.
Pues como Cortés había recojido y allegado
obra de ochenta mil pesos de oro , y la cule-
brina que se decia el Fénix ya era acabada de
forjar, y salió muy extremada pieza para pre-
sentar á un tan alto Emperador como nuestro
gran señor César , y decia en un letrero que
tenia escrito en la mesma culebrina: «Esta ave
nació sin par , yo sin segundo , y vos sin igual
en el mundo.» Todo lo envió á su majestad con
un hidalgo natural de Toro, que se decia Diego
de Soto, y no me acuerdo bien si fué en aquella
sazón un Juan de Ribera , que era tuerto de un
ojo, que tenia una nube , el cual habia sido se-
cretario de Cortés. A lo que yo sentí del Ribe-
ra, era un hombre no de buenas entrañas , por-
que cuando jugaba á naipes é á dados no me
44 BERNAL DÍAZ.
parecía que jugaba bien , y demás desto , tenia
muchos malos reveses; y esto digo porque , lle-
gado á Castilla se alzó con los pesos de oro que
le dio Cortés para su padre Martin Cortés , y
porque se lo pidió Martin Cortés , y por ser el
Ribera de suyo mal inclinado , no mirando á los
bienes que Cortés le habia hecho siendo un
pobre hpnabre, en lugar de decir verdad y bien
de su amo, dijo tantos males , y por tal manera
los razonaba , que , como tenia gran retórica é
habia sido su secretario del mismo Cortés , le
daban crédito , especial el Obispo de Burgos. Y
como el ií arráez y el Cristóbal de Tapia , y los
procuradores del Diego Yelazquez y otros que
les ayudaban , y habia acaecido en aquella sa-
zón la muerte de Francisco de Garay , todos
juntos tornaron otra vez á dar muchas quejas
de Cortés ante su majestad , y tantas y de tal
manera, é dijeron que fueron parciales los jue-
ces que puso su majestad . por dádivas que
Cortés les envió para aquel efeto , que otra vez
estaba revuelta la cosa , y Cortés tan desfavo-
recido, que lo pasara mal si no fuera por el du-
que de Béjar , que le favoreció y quedó por su
fiador, que le enviase su majestad á tomar resi-
dencia é que no le hallaría culpado. Y esto
hizo el duque porque ya tenia tratado casa-
miento á Cortés con una señora sobrina suya,
que se decía doña Juana de Zúñiga , hija del
conde de Aguilar , don Carlos de Arellano , y
hermana de unos caballeros y privados del
CONQUISTA, DE NUEVA-ESPAÑA. 45
Emperador. Y como en aquella sazón llagaron
los ochenta mil pesos de oro y las cartas de
Cortés . dando en ellas muchas gracias y ofre-
cimientos á su majestad por las grandes merce-
des que le había hecho en dalle la gobernación
de Méjico, y haber sido servido mandalle favo-
recer con justicia en la sentencia que dio en su
favor, cuando la junta que mandó hacer de los
caballeros de su Real consejo y cámara. En fin
de más razones, todo lo que estaba dicho contra'
Cortés se tornó á sosegar con que le fuesen á
tomar residencia , y por entonces no se habló
más en ello. Y dejemos ya de decir destos nu-
blados que sobre Cortés estaban ya para des-
cargar, y digamos del tiro y de su letrero de tan
sublimado servidor como Cortés se nombró; que,
como se supo en la corte , y ciertos duques y
marqueses, y condes y hombres de gran valía se
tenían por tan grandes servidores de su majes-
tad, y tenían en sus pensamientos que otros ca-
balleros tanto como ellos no hubiesen servido á
su majestad , tuvieron que murmurar del tiro,
y aun de Cortés porque tal blasón escribió.
También otros grandes señores, como fué el al-
mirante de Castilla y el duque de Béjaryel con-
de de Aguilar , dijeron á ios mismos caballeros
que habían puesto en pláticas que era muy bra-
voso el blasón de la culebrina, no se maravillen
que Cortés ponga aquel escrito en el tiro. Vea-
mos ahora, ¿en nuestros tiempos ha habido capi-
tán que tales hazañas haga, y que tantas tierras
46 BEflNAL DIA2.
haya ganado sin gastar ni poner en ello su ma-
jestad cosa ninguna, y tantos cuentos de gentes
se hayan convertido á nuestra santa fe? Y de-
más desto, no solamente el Cortés, sino los sol-
dados y compañeros que tiene, que le ayudaron
á ganar una tan fuerte ciudad, y de tantos ve-
cinos y de tantas tierras, son dignos de que su
majestad les haga muchas mercedes; porque, si
miramos en ello, nosotros de nuestros antepasa-
dos, que hicieron heroicos hechos y sirvieron á
la corona real y á los reyes que en aquel tiempo
reinaron, como Cortés y sus conipañeros han
hecho, lo heredamos, y nuestros blasones y tier-
ras é rentas; y con estas palabras se olvidó lo
del blasón; y porque no pasase de Sevilla la
culebrina, tuvimos nueva que á don Francisco
de los Cobos, comendador mayor de León, le
hizo su majestad merced della, y que la deshi-
cieron y afinaron el oro, y lo fundieron en Sevi-
lla, é dijeron que valió sobre veinte mil duca-
dos. Y en aquel tiempo, como Cortes envió aquel
oro y el tiro, y las riquezas que habia enviado
la primera vez, que fueron la luna de plata y el
sol de oro, y otras muchas joyas de oro con
Francisco de Montejo y Alonso Hernández
Puertocarrero, y lo que hubo enviado la segun-
da vez con Alonso de Avila y Quiñones, que
esto fué la cosa más rica que hubo en la Nueva-
España, que era la recámara de Montezuma y de
Guatemuz y de los grandes señores de Méjico,
y lo robó Juan Florín, francés; y como esto se
CONMISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 47
supo en Castilla, tuvo Cortés gran fama, ansí
en Castilla como en otras muchas partes de la
cristiandad, y en todas partes fué muy loado.
Dejemos esto, y digamos en qué paró el pleito
de Martin Cortés con el Ribera sobre los tantos
mil pesos que enviaba Cortés á su padre, y es,
que andando en el pleito, y pasando Ribera por
la villa de Cadahalso, comió ó almorzó unos
torreznos, y ansí como los comió murió súpita-
mente y tin confesión ; perdónele Dios, amen.
Dejemos lo acaecido en Castilla, y volvamos á
decir de la Nueva-España, cómo Cortés estaba
siempre entendido en la ciudad de Méjico que
fuese muy bien poblada de los naturales meji-
canos, como de antes estaba, y les dio franque-
zas y libertades que no pagasen tributo á su
majestad hasta que tuviesen hechas sus casas y
aderezadas calzadas y puentes, y todos los edi-
ficios y caños por donde solia venir el agua de
Chalputepeque para entrar en Méjico, y en la
población de los españoles tuviesen hechas igle-
sias y hospitales, de los cuales cuidaba como
superior y vicario el buen Padre Fray Bartolo-
mé de Olmedo, y habia él mismo recojido en un
hospital todos los indios enfermos y los curaba
con mucha caridad, y otras cosas que conve-
nían. Y en aquel tiempo vinieron de Castilla al
puerto de Veracruz doce frailes franciscos, y
por Vicario general de ellos un muy buen reli-
gioso que se decia Fray Martin de Valencia, y
era natural de una villa de tierra de campo que j
48 BERNAL DÍAZ.
se decía Valencia de don Juan; y este muy re-
verendo religioso venia nombrado por el Santo
Padre para ser vicario, y lo que en su venida y
recebimiento se hizo diré adelante,
CAPITULO CLXXI.
COMO VINIERON AL PUERTO DE LA VERACRUZ DOCE
FRAILES FRANCISCOS DE.MUY SANTA VIDA, Y VENIA
POR SU VICARIO Y GUARDIAN FRAY MARTIN DE VA-
LENCIA, Y ERA TAN BUEN RELIGIOSO, QUE HUBO FA-
MA QUE HACIA MILAGROS', Y ERA NATURAL DE UNA
VILLA DE TIERRA CAMPO QUE SE DICE VALENCIA DE
DON JUAN, Y LO QUE CORTES HIZO EN SU VENIDA.
Como ya he dicho en los capítulos pasa-
dos que sobre ello hablan .habíamos escrito
á su majestad suplicándole nos envíase religio-
sos franciscos de buena y santa vida para que
nos ayudasen á la conversión y santa doctrina
de los naturales desta tierra para que se volvie-
sen cristianos, y les predicasen nuestra santa fe,
como se la habia fray Bartolomé de Olmedo da-
do á entender dende que entramos en la Nueva-
España, y sobre ello hab^a escrito Cortés, junta-
mente con todos nosotros los conquistadores
que ganamos la Nueva-España, á don fray Fran-
CONQUISTA ME KtíkVA.-fiSPANA. 49
cisco de los Angeles, que era general de los
franciscos, que después fue Cardenal, para que
nos hiciese mercedes que fuesen los religiosos
que enviase de santa vida, para que nuestra
santa fe siempre fuese ensalzada, y los naturales
destas tierras conociesen lo que les decíamos
cuando estábamos batallando cóndilos, y les de-
ciamos que su majestad enviaría religiosos, y de
mucha mejor vida que nosotros éramos, para
que les diesen á entender los razonamientos y
predicaciones de nuestra fe; y ellos nos pregun-
taban si eran como el padre fray Bartolomé de
Olmedo, y nosotros decíamos que sí. Dejemos
esto, y digamos cómo el general don fray Fran
cisco de los Angeles nos hizo merced que luego
envió los religiosos que dicho tengo; y entonces
vino con ellos fray rJ oribio Motolinea, y pusié-
ronle este nombre de Motolinea los caciques y
señores de Méjico, que quiere decir el fraile po-
bre, porque cuanto le daban por Dios lo daba á
los indios, y se quedaba algunas veces sin co-
mer, y traia unos hábitos muy rotos y andaba
descalzo , y siempre les predicaba, y los indios
le querian mucho, porque era una santa perso-
na. Tolvamos á nuestra relación. Como Cortés
supo que estaban en el puerto de la Veracruz,
mandó en todos los pueblos, ansi de indios como
donde vivían españoles, que por donde viniesen
les barriesen los caminos, y adonde pasasen les
hiciesen ranchos si fuese en el campo, y en po-
blado, cuando llegasen á las villas ó pueblos de
7
50 BERNAL BIAZ»
indios, les saliesen á recebir y les repicasen las
campanas, y que todos comunmente, después de
los haber recébido, les hiciesen mucho acato; y
que los naturaleá llevasen candelas de cera en-
cendidas y con las cruces que hubiese, y por más
humildad, y porque los indios lo viesen, para que
tomasen ejemplo, mandó á los españoles se hin-
casen de rodillas á besarles las manos y hábitos,
y aun les envió Cortés al camino mucho refres-
co y les escribió muy amorosamente. Y viniendo
por su camino, ya que llegaban cerca de Méjico,
el mismo Cortés, acompañado de fray Bartolomé
de Olmedo y de nuestros valerosos capitanes y
esforzados soldados, los salimos á recebir, y jun-
tamente fueron con nosotros Guatemuz., el señor
de Méjico, con todos los más principales meji-
canos y otros muchos caciques de otras ciudades;
y cuando Cortés supo que allegaban cerca, se
apeó del caballo, y todos nosotros juntamente
con él; é ya que nos encontramos con los reve-
rendos religiosos , el primero que se arrodilló
delante del fray Martin de Valencia y le fué á
besar las manos fué Cortés , y no lo consintió y
le besó los hábitos; é el padre fray Bartolomé
les abrazó é saludó muy tiernamente, y los be-
samos el hábito arrodillados todos los capitanes
y soldados que allí íbamos, y el Guatemuz y los
señores de Méjico; y de que el Guatemuz y los
demás caciques vieron ir á Cortés de rodillas á
besarles las manos, espantáronse en gran mane-
ra; y como vieron á dos frailes descalzos y flacos,
CONQUISTA DE NUEVA- ESPAÑA. 51
y los hábitos rotos, y no llevar caballo, sino á
pié y muy amarillos, y vsr á Cortés, que le te-
nían por ídolo é cosa como sus dioses, ansi arro-
dillado delante dellos, dende entonces tomaron
ejemplo todos los indios, que cuando agora vie-
nen religiosos les hacen aquellos recebimientos
y acatos, según y de la manera que dicho tengo;
y más digo, que cuando Cortés con aquellos re-
ligiosos hablaba, que siempre tenia la gorra en
la mano quitada y en todo les tenia grande aca-
to; é digo que se me olvidaba que fray Barto-
lomé les hospedó por orden de Cortés en una
muy buena casa, é se fué á vivir con ellos é los
regaló mucho. Dejémoslos en buena hora y di-
gamos de otra materia, y es, que de ahí á tres
años y medio, ó poco tiempo más adelante, vi-
nieron doce frailes dominicos, é venia por pro-
vincial ó por prior dellos un religioso que se de-
cia Fray Tomás Ortiz; era vizcaíno, é decían
que habia estado por prior ó provincial en unas
tierras que se dice la Punta del Drago; é quiso
Dios que cuando vinieron les dio dolencia de
mal de modorra, de que todos los más murie-
ron; lo cual diré adelante, é cómo é cuándo é
con quién vinieron, é la condición que decian
que tenia el prior, é otras cosas que pasaron; é
después han venido otros muchos y buenos reli-
giosos y de santa vida, y de la misma orden de
señor Santo Domingo, en ejemplo muy santos,
é han industriado á los naturales destas pro-
vincias de Guatimala en nuestra santa fe muy
52 BERNA L DÍAZ.
bien, é han sido muy provechosos partí todos.
Quiero dejar esta materia de los religiosos, é
diré que, como Cortés siefn^re témia qué éñ
Castilla, por parte del Obispo de Burgos, se jun-
tarían los procuradores de Diego Velazquez,
gobernador de Cuba, é dirían mal del delante
del Emperador nuestro señor, é como tuvo nue-
va cierta, por cartas que le escribió su padre
Martin Cortés ó Diego de Ordás, que le trata-
ban casamiento Con la señora doña Juana dé Zú-
ñiga, sobrina del duque de Béjar, don Alvaro
de Zúñiga, procuró de enviar todos los más pe-
sos quepódia allegar, ansí de sus tributos cómo
de los ^ue le presentaban los caciques áé toda
la tierra, lo uno para que conociese el duque de
Béjar sus grandes riquezas, juntamente con sus
heroicos hechos é hazañas; é lo más principal,
para que su majestad lé favoreciese é hiciese
mercedes; é entonces le envió treinta mil pesos,"
é con ellos escribió á su majestad; lo cual diré
adelanté.
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 53
CAPITULO CLXXIL
CÓMO CORTÉS ESCRIBIÓ Á SU MAJESTAD Y LE ENVIÓ
TREINTA MIL PESOS DE ORO, Y GOMO ESTABAN EN-
TENDIENDO EN IA CONVERSIÓN DE LOS NATURALES É
REEDIFICACIÓN DE MÉJICO, Y DE COMO HABÍA MANDA-
DO UN CAPITÁN QUE SE DECÍA CRISTÓBAL DE OLÍ Á
PACIFICAR LAS PROVINCIAS DE HON1URAS CON UNA
BUENA ARMADA, Y 8E ALZÓ CON ELLA, Y DIO RELA*
CION DE OTRAS COSAS QUE HABÍAN PA8ADO EN MÉ-
JICO, Y EN EL NAVIO QUE IBAN LAS CARTAS DE COR-
TES ENVIÓ OTRAS CARTAS MUY SECRETAS EL CONTA-
DOR DE SU MAJESTAD, QUE SE DECÍA RODRIGO DE
ALBORNOZ, Y EN ELLAS DECÍAN MUCHO MAL DE COR-
TES, Y DE TODOS LOS QUE CON EL PASAMOS, Y LO QUE
SU MAJESTAD SOBRE ELLO MANDÓ QUE SE PROVE-
YESE.
Teniendo ya Cortés en si la gobernación de la
Nueva-España por mandado de su majestad,
parecióle seria bien hacerle sabidor cómo esta-
ba entendiendo en la santa conversión de los
naturales y la reedificación de la gran ciudad de
Tenustitlan, Méjico; y también le dio relación
de cómo habia enviado un capitán que se decía
Cristóbal de Olí á poblar unas provincias que se
nombraron Honduras, y que le dio cinco navios
bien abastecidos, é gran copia de soldados y mu-
54 BERNAL Í)ÍA'¿.
chos caballos y tiros, y escopeteros y balleste-
ros, y todo género de armas, y que gastó mu-
chos millares de pesos de oro en hacerla arma-
da, y que el Cristóbal de Olí se le alzó con ella,
y quien le aconsejó que se alzase fué un Diego
Velazquez, gobernador de la isla de Cuba, que
hizo compañía eon él en el armada, y que si su
majestad era servido, que tenia determinado de
enviar con brevedad otro capitán para que le
tome la misma armada ó le traiga preso, ó ir él
en persona por ella ; porque, si quedaba sin cas-
tigo, se atreverían otros capitanes á se levantar
con otras armadas que por fuerza habia de en-
viar á conquistar y poblar otras tierras que es-
tán de guerra, é á esta causa suplicaba á su ma-
jestad que le diese licencia para ello ; y también
se envió á quejar del Diego Velazquez, no tan
solamente de lo del capitán Cristóbal de Olí, si-
no por las conjuraciones y escándalos, y por sus
cartas que enviaba dende la isla de Cuba para
que le matasen á Cortés ; porque, en saliendo de
aquella ciudad de Méjico para ir á conquistar
algunos pueblos recios, que se levantaban y ha-
cían conjuraciones los de la parte del Diego Ve-
lazquez para le matar y levantarse con la go-
bernación, y que habia hecho justicia de uno de
los más culpados ; y que este favor les daba el
Obispo de Burgos, que estaba por presidente de
Indias, por ser muy amigo del Diego Velazquez;
y esetibió cómo le enviaba y servia con treinta
mil pesos do oro, y que si no fuera por los bullí-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 55
«osos y conjuraciones pasadas, que recojiera
mucho más oro, y que con el ayuda de Dios y en
la buenaventura de su Real majestad, que en to-
dos los navios que de Méjico fuesen cnviaria lo
que pudiese; y ansimismo escribió á su padre
Martin Cortés é á un su deudo, que se decia el
licenciado Francisco Nuñcz, que era relator del
Real consejo de su majestad, y también escribió
á Diego de Ordás, en que les hacia saber todo lo
atrás dicho ; y también dio noticia como un Ro-
drigo de Albornoz, que estaba por gobernador
en Méjico, que secretamente andaba murmuran-
do en Méjico de Cortés porque no le dio tan
buenos indios como él quisiera, y también por-
que le demandó una cacica, hija del señor de
Tezcuco, y no se la quiso dar, porque en aque-
lla sazón la casó con una persona de calidad; y les
dio aviso que habia sabido que fué secretario en
Flándes y que era muy servidor de don Juan
Rodríguez de Fonseca, Obispo de Burgos, y
que era hombre que tenia costumbre de escri-
bir cosas nuevas y aun por cifras, y que por
ventura escribiría al Obispo, como era presiden-
te de Indias, porque en aqnel tiempo no sabía-
mos que le habían quitado el cargo, cosas con-
trarias de la verdad; que tuviesen aviso de todo;
y estas cartas envió Cortés duplicadas, porque
Lsiempre se temió que el Obispo de Burgos, como
\era presidente, habia mandado á Pedro de Isa-
zaga y á Juan López de Recalte, oficiales de la
casa de la contratación de Sevilla, que todas las
56 BERNAL DUZ.
cartas y despachos de Cortés se las enviasen por
la posta para saber io que en ellas iba, porque
en aquella sazón su majestad habia venido de
Flandes y estaba en Castilla, para hacer rela-
ción á su majestad cesárea, y el Obispo de Bur-
gos, por ganar por la mano, antes que nues-
tros procuradores le diesen las cartas de Cortés;
y aun en aquella sazón no sabíamos en la Nue-
va-España qué habían quitado el cargo al Obis-
po de Burgos, don Juan Rodríguez de Fonséca,
de ser presidente de Indias. Dejémonos de las
cartas de Cortés, y diré que deste navio donde
iba el pliego que dicho tengo de Cortés , envió
eí contador Albornoz, ya por mí memorado*
otras cartas á su majestad y al Obispo de Bur-
gos y al Real consejo de Indias, y lo que en
ellas decia por capítulos, hizo saber todas las
causas y cosas que de antes habia sido acusado
Cortés, cuando su Real majestad le mandó poner
jueces á los caballeros de su Real consejo, ya
otra vez por mi nombrados en el capítulo que
dello habla, cuando por sentencia que sobre
ello dieron, nos dieron por muy leales servido-
res de su majestad; y demás de aquellos capítu-
los que hubieron acusado á Cortés, agora de
nuevo escribió él Albornoz que Cortés deman-
daba á todos los caciques de la Nueva-España
muchos tejuelos de oro y les mandaba sacar
mucho oro de minas, y esto que les decia Cor-
tés que era para enviar á su Real majestad, y
se quedaba con todo ello y no lo enviaba á su
CGÍK0UI8TA DE NUEVA-ESPANA. 57
majestad, y que hizo unas casas muy fortaleci-
das, y que ha juntado muchas hijas de grandes
señores para las casar con soldados españoles, y
se las piden hombres honrados por mujeres y
que no se las quiere dar, por tenerlas por ami-
gas; y dijo que todos los caciques y principales
le tenían en tanta estima como si fuese Rey, y
que en esta tierra no conocen á otro Rey ni se-
ñor sino es á Cortés, é como Rey llevaba quin-
to, y que tiene muy grande cantidad de barras
de 010 atesorado, y que no ha sentido bien de
su persona, si está alzado ó será leal para ade-
lante, y que habia necesidad que su majestad
con brevedad mandase venir á estas partes un
caballero con grande copia de soldados muy
bien apercebidos para le quitar el man lo y se-
ñorío; y escribió otras cosas sobre esta materia.
Quiero dejar de más particularizar lo que iba en
las cartas, y diré que fueron á manos del Obis-
po de Burgos, que residía en Toro; y como en
aquella sazón estaba en la corte el Panfilo de
Narvaez y Cristóbal de Tapia, ya otras muchas
veces por mí nombrados, y todos los procurado-
res del Diego Velazquez, é con aquella carta de
Albornoz les avisó el Obispo de Burgos para que
nuevamente se quejasen ante su majestad de Cor-
tés de todo lo que de antes le hubieron dado rela-
ción y dijesen que los jueces que puso su majes-
tad se mostraron mucho por la parte de Cortés, y
que su majestad fuese servido viese agora nue-
vamente lo que escribe el contador su oficial;
8
58 BERNAL DÍAZ.
y para testigo dello hicieron presentación de las
cartas que dicho tengo. Pues viendo su majes-
tad las cartas y las palabras y quejas que el
Narvaez decia muy entonado , porque ansí ha-
blaba , demandando justicia, creyó que eran
verdaderas; y el Obispo de Burgos don Juan
Rodríguez de Fonseca, que les ayudó con otras
muchas cartas de favor; dijo su majestad: «Yo
quiero enviar á castigar á Cortés, pues tanto
maldicen del que hace, aunque más oro envié;
porque más riqueza es hacer justicia que no to-
dos los tesoros que puede enviar;» y mandó
proveer que luego despachasen al almirante de
Santo Domingo que viniese á costa de Cortés
con seiscientos soldados, y si se hallase culpado
le cortase la cabeza, y castigase á todos los que
fuimos en desbaratar á Panfilo de Narvaez ; y
porque viniese el almirante le habia prometi-
do su majestad el almirantazgo de la Nueva-
España , que en aquella sazón traia pleito
en la corte sobre él. Pues ya dadas las provi-
siones , pareció ser el almirante se detuvo cier-
tos dias ó no se atrevió á venir , porque no tenia
dineros, y ansímismo porque le aconsejaron que
mirase la buenaventura de Cortés, que con haber
traído Narvaez toda la armada que trajo le
desbarató, y que era aventurar su vida y es-
tado , y no saldría con la demanda , especial-
mente que no hallarían en Cortés ni en ningu-
no de sus compañeros culpa ninguna, sino mu-
cha lealtad ; y demás desto , según pareció,
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 59
dijeron á su majestad que era gran cosa dar
el almirantazgo de la Nueva-España por pocos
servicios que le podría hacer en aquella jornada
que le enviaba ; é ya que se andaba apercibien-
do el almirante para venir á la Nueva-España,
alcanzáronlo á saber los procuradores de Cortés
y su padre Martin Cortés y un fraile que se de-
cía fray Pedro Melgarejo de Urrea , y como te-
nían las cartas que les envió Cortés duplicadas,
y entendieron por ellas que habia trato doble
en el contador Albornoz ó en otras personas que
no estaban muy bien con Cortés , todos juntos
se fueron luego al duque de Béjar y le dieron
relación de todo lo arriba por mi memorado y le
mostraron las cartas de Cortés ; y como supo
que enviaban tan de repente al almirante con
muchos soldados, hubo muy grande sentimiento
dello el duque , porque ya estaba concertado de
casar á Cortés con la señora doña Juana de Zú-
ñiga, sobrina del mismo duque de Béjar; y
luego sin más dilación fué delante de su majes-
tad , acompañado con ciertos condes amigos su-
yos y deudos, y con ellos iba el viejo Martin
Cortés , padre del mismo Cortés , y fray Pedro
Melgarejo de Urrea , y cuando llegaron delante
del Emperador nuestro señor se humillaron é
hicieron todo el acatamiento debido , que eran
obligados á nuestro Rey y señor , y dijo el mis-
mo duque que suplicaba á su majestad que no
diese oídos á una carta de un hombre como era
el contador Albornoz , que era muy contrario á
60 BEhNAL DÍAZ.
Cortés , hasta que hubiese ot^as isfarmacionea
de fe y de creer , y que »•> enviase armada ; y
más dijo el duque á su majestad, que ¿ cómo,
siendo tan cristianísimo y recto en hacer justi-
cia, tan deliberadamente enviaba á mandar pren-
der á Cortés y á sus soletados , habiéndole hecho
tan buenos y leales servicios, que otros en el
mundo no se han hecho, ni aún hallado en nin-
gunas escrituras que hayan hecha otros vasa-
llos á los Reyes pasados? Y qo,e> ya una vez ha
ducsío. la cabeza por fiadora de Cortés y por to-
dos sus soldados, y que son muy leales y lo ae-
ran de aquí adelante, y que agora la torna á
poner de nuevo por fiadora, con todo su estado,
con mucho gusto, de que siempre nos hallaría
muy leales , lo cual su majestad vería adelante;
d,emas desto, le mostraron las cartas que Cortés
enviaba á su padre Martin Cortés , en que en
ellas daba relación por qué causa el contador
Albornoz escribía nial contra Cortés, que fué,
como dicho tengo, porque no le dio buenos in-
dios, como él los demandaba , y una hija de una
cacica muy principal ; y más le dijo el duque»
que mirase su Real majestad cuántas veces ler
había enviado y servido con mucha cantidad de
oro, é dio otros muchos descargos por Cortés; y
viendo su majestad la justicia clara que Cortés y
todos nosotros los conquistadores teníamos, ma -
dó proveer que le viniese á tomar la residencia
personaqu© fuese de calidad y ciencia y temoro-
so de Nuestro Señor. En aquella sazón estaba la
CqÑGtíiSTA. DB JÍUKVA.-E8PA5ÍA, §Í
carie en Toledo, y por teniente de corregidor
del conde de Alcaudete un caballero que se de-
cía el licenciado Luis Ponce de León, primo del
mismo conde don Martin de Córdoba, que ansí
se llamaba, porque en aquella sazón era corregi-
dor de aquella ciudad; y su majestad mandó
llamar á este licenciado Luis Ponce de León,
y Le mandó que fuese luego á la Nueva-España
y tomase residencia á Cortés, y que si en algo
fuese culpante dele que le acusaban, que con
rigor de justicia le castigase; y el licenciado
Luis Ponce de León dijo que él cumpliría el
Real mandato, y se comenzó á apercibir para el
camino, y no vino con tanta priesa, porque tardó
en llegar á Nueva-España más de dos años y
medio. Y dejallos hé aquí , ansí á los del bando
del gobernador de Cuba , Diego Velazquez, que
acusaban á Cortes, como i\ licenciado Luis Pon-
ce de León , que se aderezaba para el viaje,
como dicho tengo ; y aunque vaya muy íuera
de mi relación y pase adelante , es por lo que
agora diré , que al cabo de dos años alcanzamos
á saber todo lo por mí aquí dicho de las cartas
de Cortés y del Albornoz , poique lo escribió
Martin Cortés de la corte ; y para que sepan los
curiosos letores cómo siempre tenia por costum-
bre el mismo Albornoz de escribir á su majes-
tad lo que no pasó , bien ternán noticia las per-
sonas que han estado en la Nueva-España y en
la ciudad de Méjico cómo en el tiempo que era
virey D. Antonio de Mendoza , que fué muy
62 BERHAL DÍAZ.
ilustrísimo varón , digno de gran memoria , que
haya santa gloria , y como gobernaba tan justi-
ficadamente y con tan recta justicia, el Rodrigo
Albornoz no estaba bien con él y escribió á su
majestad diciendo mal de su gobernación , y las
mismas cartas que envió á la corte volvieron á
la Nueva-España á manos del mismo virey ; y
como las hubo entendido , y el mal que decia,
envió á llamar al Rodrigo de Albornoz , y con
palabras, muy blandas y de espacio , que ansí
hablaba vagoroso el virey, le mostró las cartas
y le dijo : «Pues que tenéis por costumbre de
escribir á su majestad , escribid la verdad , y
andad con Dios , para ruin hombre ;» y quedó
muy avergonzado y corrido el contador. Deje-
mos de hablar de esta materia t y diré cómo
Cortés , sin saber en aquella sazón cosa de todo
lo pasado que en la corte se habia tratado con
él , envió una armada contra Cristóbal de Olí á
Honduras , y lo que pasó diré adelante.
C0NQUI8TA DE NUEVA-E8PAWA. 63
CAPITULO CLXXIII.
CÓMO, SABIENDO COATES QUE CRISTÓBAL DE OLÍ 8B
HABÍA ALZADO CON LA AKMABA Y HABÍA HECHO
COMPAÑÍA CON DIEGO VELaZQUEZ , GOBERNADOR DE
CUBA , ENVIÓ CONTRA EL Á UN CAPITÁN QUE SE
LLAMABA FRANCISCO DE LAS CASAS, Y LO QUE EN-
TONCES SUCEDIÓ DIRÉ ADELANTE.
Hé menester volver muy atrás de nuestra
relación para que bien se entienda. Ya he dicho
en el capítulo que dello habla , cómo Cortés
envió á Cristóbal de Olí con una armada á las
Higueras y Honduras , y se alzó con ella ; é
como Cortés supo que Cristóbal de Olí se habia
alzado con la armada „ con favor de Diego Ve-
lazquez, gobernador de Cuba , estaba muy pen-
sativo; y como era animoso y no se dejaba mu-
cho burlar en tales casos , y como ya habia
hecho relación dello á su majestad , como dicho
tengo, en la carta que le escribió , y que en-
tendía de ir ó enviar contra el Cristóbal de Olí
á otros capitanes; en aquella sazón habia ve-
nido de Castilla á Méjico un caballero que se
decia Francisco de las Casas , persona de quien
se podia fiar , é su deudo de Cortés ; acordó de
enviar contra el Cristóbal de Olí cinco navios
bien artillados y bastecidos , y cien soldados, y
64 BERNAL DÍAZ.
entre ellos iban conquistadores de Méjico , de
los que Cortés habia traído de la isla de Cuba
en su compañía, que era uu Pedro Moreno Me-
drano y un Juan Nuñez de Mercado y un Juan
Bello, y otros que aqui no nombro, que mu-
rieron en el camino. Pues ya despachado el
Francisco de las Casas con poderes muy bastan-
tes y mandamientos para prender al Cristóbal
de Olí, salió del puerto de la Veracruz , con sus
navios buenos y abastecidos , y con sus pendo-
nes con las armas Reales , y con buen tiempo
llegó á una bahía que llamaron el triunfo de
la Cruz, dotrde el Cristóbal de Olí tenia su ar-
mada , y al li junto poblada una villa que se
llamó Triunfo de la Cruz , y se^un ya otras ve-
ces he dicho en el capítulo que dello habla ; y
como el Cristóbal de Olí vio aquellos navios
surtos en su puerto, puesto que el Francisco de
las Casas mandó poner en sus navios banderas
de paz, no lo tuvo por cierto el Cristóbal de Olí,
antes mandó apercebir dos carabelas muy arti-
lladas con muchos soldados , y les defendió el
puerto para no les dejar saltar en tierra; y como
aquello vio el de las Casas , que era hombre
animoso, mandó sacar y echar á la mar sus ba-
teles con muchos hombres aperccbidos , y con
unos tiros, falconetes y escopetas y ballestas,
y él con ellos, con pensamiento de tomar tierra
de una manera ó de otra , y el Cristóbal de Olí
para defendella , tuvieron buena pelea , y el de
las Casas echó una de las dos carabelas del con-
CONQUISTA DE NUEVA-E8PAÑA. 65
trario á fondo , y mató á cuatro soldados é
hirieron á otros; y como vio el Cristóbal de Olí
que no tenia allí todos los soldados , por-
que los había enviado pocos dias había en dos
capitanías, á entrar en un rio que llaman de
Pechin , á prender á otro capitán que estaba
conquistando en aquella provincia , que se de-
cía Gil González de Avila, porque aquel rio del
Pechin caia en la gobernación del Golfo-Dul-
ce, y estaba aguardando por horas á sus gentes,
acordó el Cristóbal de Olí de demandar partidos
de paz al Francisco de las Casas, porque bien
entendió el Cristóbal de Olí que si tomaba tierra,
que habían de venir á las manos, y por tener
soldados juntos demandó las Jpaces; y el de las
Casas acordó de estar aquella noche coa "sus na-
vios en la mar, apartado de tierra al reparo, ó
esperando con intención de se ir á otra bahía á
desembarcar, y también porque cuando anda-
ban las diferencias y pelea de la mar le dieron
al de las Casas una carta secretamente que se-
rían en su ayuda ciertos soldados de la parte de
Cortés que estaban con el Cristóbal de Olí , y
que no dejase de venir por tierra para prender
al Cristóbal de Olí. Pues estando con este acuer-
do, fué la ventura tal de Cristóbal de Olí, y des-
dicha del de las Casas, que hubo aquella noche
un viento norte muy recio, y como es travesía en
aquella costa, dio con los navios de Francisco
de las Casas al través en tierra, de manera que
se perdió cuanto traía y se ahogaron treinta sol-
9
66 ' BERNAL DÍAZ.
dados, y todos los demás fueron "presos y estu-
vieron sin comer dos dias , muy mojados del
agua salada, porque en aquel tiempo llovía mu-
cho, y tuvieron trabajo y frió; y el Cristóbal de
Olí estaba muy gozoso y triunfante por tener
preso al Francisco de las Casas, y á los demás
soldados que prendió les hizo luego jurar que
siempre serian en su ayuda, y serian contra Cor-
tés si viniese á aquella tierra en persona; y co-
mo hubieron jurado, los soltó de las prisiones;
solamente tuvo preso al Francisco de las Casas;
y dende á poco tiempo vinieron sus capitanes
que había enviado á prender á Gil González de
Avila; que, según pareció, el Gil González de
Avila habia venido por gobernador y capitán de
Golfo-Dulce, y habia poblado una villa que la
nombraron San Gil de Buena- Vista, que estaba
obra de una legua del puerto que agora llaman
Golfo-Dulce, porque el rio del Chipin en aquel
tiempo era poblado de buenos pueblos, y el Gil
González no tenia consigo sino muy pocos sol-
dados , porque habian adolecido todos los más,
é dejaba poblada con todos los soldados la misma
villa de San Gil de Buena- Vista; y como el Cris-
tóbal de Olí tuvo noticia delio, les envió á pren-
der, y sobre no dejarse prender , le mataron
ocho españoles de los de Gil González y á un su
sobiino, que se decia Gil de Avila; y como el
Cristóbal de Olí se vio con dos prisioneros que
eran capitanes, estaba muy alegre y contento;
y como tenia fama de esforzado, y ciertamente
CONQUISTA Í>E NUEVA-ESPAÑA. 67
lo era por su persona, para que se supiese en
todas las islas, lo escribió á la isla de Cuba á su
amigo Diego Velazquez, y luego se fué dende el
Triunfo de la Cruz la tierra adentro á un pueblo
que en aquel tiempo estaba muy poblado, y ha-
bía otros muchos pueblos en aquella comarca;
el cual pueblo se dice Naco, que agora está des-
truido él y todos los demás; y esto digo porque
yo los vi y me hallé en ellos, y en San Gil de
Buena- Vista y en el rio de Pichin y en el rio de
Balama, y lo he andado en el tiempo que fui
con Cortés , según más largamente lo diré
cuando venga su tiempo y lugar. Volvamos á
nuestra relación : que ya que el Cristóbal de
Olí estaba de asiento en Naco con sus pri-
sioneros y copia de soldados, dende allí enviaba
á hacer entradas á otras partes, y envió por ca-
pitán aun Briones, el cual Briones fué uno de los
primeros consejeros para que se alzara el Cristó-
bal de Olí, y de suyo era bullicioso, y aun tenia
cortadas las asillas bajas de las orejas , y decia
el mismo Briones que estando en una fortaleza
siendo soldado se las habían cortado porque no
se quería dar él ni otros capitanes; el cual Brio-
nes ahorcaron después en Guatiraala por revol-
vedor y amotinador de ejércitos. Volvamos á
nuestra relación : pues yendo por capitán aquel
Briones con gran copia de soldados , túvose
j fama en el real de Cristóbal de Olí que se ha-
bia alzado el Bi iones con todos los soldados que
llevaba en su compañía , y se iba á la Nueva-
68 BERNA L DÍAZ.
España f y salió verdad. Y viendo esto Francis-
co de las Casas y el Gil González de Avila, que
estaban presos y hallaban tiempo oportuno
para matar á Cristóbal de Olí , y como andaban
sueltos sin prisiones , por no tenellos en nada,
porque se tenia por muy valiente el Cristóbal de
Olí , muy secretamente se concertaron con los
soldados y amigos de Cortés que en diciendo:
«¡Aquí del Rey, y Cortés en su real nombre,
contra este tirano !» le diesen de cuchilladas.
Pues hecho este concierto , el Francisco de las
Casas, medio burlando y riendo, le decia al Olí:
«Señor capitán, soltadme; iré á la Nueva-Espa-
ña á hablar á Cortés y á dalle razón de mi des-
barate, é yo seré tercero para que vuestra mer-
ced quede con esta gobernación y por su capi-
tán , y mire que es su hechura de Cortés ; pues
mi prisión no hace á su caso , antes le estorbo
en las conquistas;» y el Cristóbal de Olí respon-
dió que él estaba muy bien ansí , y que se hol-
gaba de tener un tal varón en su compañía ;» y
de que aquello vio el Francisco de las Casas le
dijo : «Pues mire bien vuesamerced por su per-
sona , que un dia ó otro tengo de procurar de le
matar;» esto se lo decia medio burlando y rien-
do. Y al Cristóbal deOlí no se le dio nada por lo
que le decia , y teníalo como cosa de burla ; y
como el concierto que he dicho estaba hecho
por los amigos de Cortés , estando cenando á
una mesa y habiendo alzado los manteles , y se
habian ido á cenar los maestresalas y pajes , y
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 69
estaban delante Juan Nuñez de Mercado y otros
soldados de la parte de Cortés que sabían el
concierto , el Francisco de las Casas y el Gil
González de Avila cada uno tenia escondido un
cuchillo de escribanía muy agudos como nava-
jas , porque ningunas armas se las dejaban
traer ; y estando platicando con el Cristóbal de
Olí de las conquistas de Méjico y ventura de
Cortés, y muy descuidado el Cristóbal de Olí de
lo que le avino , el Francisco de las Casas le
echó mano de las barbas y le dio por la gargan-
ta con el cuchillo , que le traia hecho como una
navaja para aquel efecto, y juntamente con él,
el Gil González de Avila y los soldades de Cor-
tés de presto le dieron tantas heridas , que no
se pudo valer, y como era muy recio é membru-
do y de muchas fuerzas, se escabulló dando vo-
ces: «¡Aquí de los mios !» Mas como todos esta-
ban cenando , ó su ventura fué tal que no
acudieron tan presto , se fué huyendo á es-
conder entre unos matorrales, creyendo que los
suyos le ayudarían , y puesto que vinieron de
presto muchos dellos á le ayudar, el Francisco
de las Casas dada voces y apellidando : «¡Aquí
del Rey é de Cortés contra este tirano; que ya no
es tiempo de más sufrir sus tiranías!» Pues como
oyeron el nombre de su majestad y de Cortés,
todos los que venían á favorecer la parte del Cris-
tóbal de Olí no osaron defenderle, antes luego
les mandó prender el de las Casas; y después de
hecho, se pregonó que cualquiera persona que
70 BERNAL DÍAZ.
supiese de Cristóbal de Olí y no le descubriese,
muriese por ello; y luego se supo dónde estaba
y le prendieron, y se hizo proceso contra él, y
por sentencia que entrambos á dos capitanes
dieron, le degollaron en la plaza de Naco; y ansí
murió por se haber alzado por malos consejeros,
con ser hombre muy esforzado, é sin mirar que
Cortés le habia hecho su maese de campo y da-
do muy bueuos indios, y era easado con. una
portuguesa que se decia doña Filipa de Araujo,
y tenia una hija en ella. Y porque en el capítu-
lo pasado tengo dicho el estatura de Cristóbal
de Olí y facciones, y de qué tierra era y qué
condición tenia-, en esto no diré más sino de que
el Francisco de las Casas y Gil González de Avi-
la se vieron libres, y su enemigo muerto, junta-
ron sus soldados, y entrambos á dos fueron ca-
pitanes muy conformes, y el de las Casas pobló
á Trujillo y púsole aquel nombre porque era él
natural de Trujillo de Extremadura; y el Gil
González envió mensajeros á San Gil de Buena-
Vista, que dejaba poblada, á hacer saber lo que
habia pasado, y á mandar á su teniente , que se
decia Armenta, que se estuviesen poblados como
los dejaba y no hiciesen alguna novedad, por-
que iba á la Nueva España á demandar socorro
é ayuda de soldados á Cortés, y que presto vol-
veiia. Pues ya todo esto que he dicho concerta-
do, acordaron entrambos capitanes de se venir á
Méjico á hacer saber á Cortés todo lo acaecido.
Y dejallo hé aquí hasta su tiempo y lugar, y
CONQUISTA DE HUEVA-ESPAÑA. 71
diré lo que Cortés concertó sin saber cosa nin-
guna de lo pasado que se hizo en Naco.
CAPITULO CLXXIV.
CÓMO HERNANDO CORTES SALIÓ DE MÉJICO PARA IR
CAMINO DE LAS HIGUERAS EN BUSCA DE CRISTÓ-
BAL DE OLÍ Y DE FRANCISCO DE LAS CASAS T DE LOS
DEMÁS CAPITANES Y SOLDAD08 ; DASE CUENTA DE
L08 CABALLEROS Y CAPITANES QUE SACÓ DE MÉJICO
PARA IR EN SU COMPAÑÍA , Y DEL GRANDE APARATO
Y SERVICIO QUE LLEVÓ HASTA LLEGAR Á LA VILLA
DE GUACACUALCO, Y DE OTRAS COSAS QUE ENTONCES
PASARON.
Como el capitán Hernando Cortés habia pocos
meses que habia enviado al Francisco de las
Casas contra el Cristóbal de Olí , como dicho
tengo en capítulo pasado, parecióle que por
ventura no habria buen suceso la armada que
habia enviado , y también porque le decian que
aquella tierra era rica de minas de oro.yá
esta causa estaba muy codicioso , ansí por las
minas , como pensativo en los contrastes que
podrian acaecer á la armada , poniéndosele por
delante las desdichas que en tales jornadas Ja
mala fortuna suele acarrear ; y como de su con-
72 BERNAl DUZ.
dicioa era de gran corazón, habíase arrepentido
por haber enviado al Francisco de las Casas,
sino haber ido él en persona, y no porque no co-
nocía muy bien que el que envió era varón para
cualquiera cosa de afrenta ; y estando en estos
pensamientos , acordó de ir , y dejó en Méjico
buen recaudo de artillería, ansí en las fortalezas
como en las atarazanas , y dejó por gobernado-
res en su lugar como tenientes al tesorero
Alonso de Estrada y al contador Albornoz , y
si supiera de las cartas que al contador Albor-
noz hubo escrito á Castilla á su majestad di-
ciendo mucho mal del , no le dejara tal poder,
y aun no sé yo cómo le aviniera por -elfo-; y dejó
por su alcalde mayor ni licenciado Zuazo, ya
otras muchas veces por mí nombrado, y por te-
niente de alguacil mayor y su mayordomo de
todas sus haciendas á un Rodrigo de Paz, su
deudo, y dejó el mayor recaudo que pudo en<Mé-
jico, y encomendó á todos aquellos oficiales de
la hacienda de su majestad, á quien dejaba el
cargo de la gobernación, que tuviesenmuy gran-
de cuidado de la conversión de los naturales, y
ansimismo lo encomendó á un fray Toribio Mo-
tolinea,de la orden del señor San Francisco, y
al Padre fray Bartolomé de Olmedo, de mí tan-
tas veces nombrado, fraile de la orden de nues-
tra Señora de la Merced, é que tenia mucha
mano y estimación en todo Méjico, é lo merecía,
porque era muy buen fraile é religioso ; y les
encargó que mirasen no se alzase Méjico ni
C0M0UISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 73
©tras provincias ; y porque quedase más pacífi-
co y sin cabeceras de los mayores caciques, VA-
jo consigo al mayor de Méjico, que se decia Gua-
te mu z, otras muchas veces por mí memorado,
que fué el que nos dio guerra cuando gañamos á
Méjico, y también al señor de Taeuba, y á un
Juan Velazquez, capitán del mismo Guatemuz,
y á otros muchos principales, y entre ellos á
Tapiezuela, que era muy principal; y aun de la
provincia de Mechoacan trajo otros caciques, y
á doña Marina la lengua, porque Jerónimo de
Aguilar ya habia fallecido, y trajo en su compa-
ñía muchos caballeros y capitanes vecinos de
Méjico, que fueron Gonzalo de Sandoval, que
era alguacil mayor, y Luis Mario y Francisco
Marmolejo, Gonzalo Rodríguez de QcafflpO,
Pedro de Ircio, Avalos y Saavedra^ que eran
hermanos, y un Palacios Rubios, y Pedro de
Saucedo el Romo, y Jerónimo Ruiz de la Mora,
Alonso de Grado Santa Cruz, burgalés ; Pedro
de Solís Casquete, que ansí le llamábamos ; Juan
Jaramillo, Alonso Valiente, y un Navarrete y
un Serna, y Diego de Mazariegos, primo del te-
sorero, y Gil González de Benavides, y Hernán
López de Avila y Gaspar de Garnica, y otros
muchos que no se me acuerdan sus nombres; y
trajo á fray Juan de las Varillas el de Sala-
manca, fraile de la Merced, y un clérigo y dos
trailes franciscos, flamencos, buenos teólogos,
que predicaban, y trajo por mayordomo á un
Carranza y por maestresala á Juan de Iasso y á
10
74 BERNAL DÍAZ.
un Rodrigo Mañueco, y por botiller á Cervan
Bejarano, y por repostero á un Fulano de San
Miguel, que solia vivir en Guaxaca ; por des-
pensero a un Guinea, qué ansimisino fué vecino
de Guaxaca ; y trajo grandes vajillas de oro y de
plata, y quien tenia cargo de la plata era un
Tello de Medina, y por camarero un Salazar,
natural de Madrid; por médico á un licenciado
Pero Lopes, vecino que fué de Méjico, y ciru-
jano á maese Diego de Pcdraza, y otros muchos
pajes, y uno del os era don Francisco de Monte-
jo, el cual fué capitán en Yucatán el tiempo an-
dando, no digo al adelantado su padre ; y dos
pajes de lanza, que el uno se decía Puebla, y
ocho mozos de espuelas, y dos cazadores halco-
neros, que se decian Perales y Garcicaro y Al-
taro Montañés^ y llevó cinco chirimías y saca-
buches y dulzainas, y un volteador, y otro que
jugaba de manos y hacia títeres, y caballerizo
Gonzalo Rodríguez de Ocampo, y acémilas con
tres acemileros españoles, y una gran manada
de puercos, que venian comiendo por el camino;
y venian con los caciques que dicho tengo sobre
tres mil indios mejicanos con sus armas de
guerra, sin otros muchos que eran de su servi-
cio de aquellos caciques; é ya que estaba Cortés
de partida para venir su viaje, viendo el factor
Salazar y el veedor Chirinos, que quedaban en
Méjico, que no les dejaba Cortés cargo ninguno
ni se hacia tanta cuenta dellos como quisieran,
Acordaron de se hacer muy amigos del licencia-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 75
do Zuazo y de Rodrigo de Paz y de todos los
amigos y viejos conquistadores de Cortés que
quedaban en Méjico, y todos juntos le hicieron
un requiriiniento á Cortés que no salga de Mé-
jico, sino que gobierne la tierra, y le ponen por
delante que se alzará toda la Nueva-España, y
sobre ellos pasaron grandes pláticas y respues-
tas de Cortés á los que le hacian el requiri-
miento; y de que no le pudieron convencer á
que se quedase, dijo el factor y el veedor que le
querían venir á servir y acompañarle hasta
Guacacualco, que por allí era su viaje. Pues ya
partidos de Méjico de la manera que he dicho,
saber yo decir los grandes recebimientos y fies-
tas que en todos los pueblos por donde pasaban
se les hacia, fuera cosa maravillosa; y más se
le juntaron en el camino de otros cincuenta sol-
dados y gente estravagante, nuevamente veni-
dos de Castilla, y Cortés les mandó ir por dos
caminos hasta Guacacualco, porque para todos
juntos no habria tantos bastimentos. Pues yen-
do por sus jornadas el factor, Gonzalo de San-
doval y el veedor, íbanle haciendo mil servicios
á Cortés, en especial el factor, que cuando con
Cortés hablaba estaba la gorra quitada hasta el
suelo, y con muy grandes reverencias y pala-
bras delicadas y de grande amistad, y con retó-
rica muy subida, le iba diciendo que se volviese
á Méjico y no se pusiese en tan largo y traba-
joso camino, y poniéndole por delante muchos
inconvenientes; y aun algunas veces por le com-
76 BEKNAL DÍAZ.
placer iba cantando por el camino junto á "Cor-
tés, y decia en los cantares: «Ay tío, volvámo-
nos; ay tio, volvámonos;» y respondía Cortes
cantando: «Adelante, mi sobrino; adelante, mi
sobrino, y no creáis en agüeros; que será lo
que Dios quisiere; adelante, mi sobrino,» etc.
Dejemos de hablar en el factor y de sus blandas
y delicadas palabras, y diré cómo en el camino,
en un pueblezuelodaun Ojeda el tuerto, cerca
de otro pueblo que se dice Orizaba, se casó
Juan Jaramillo con doña Marina la lengua de-
lante de testigos. Pasemos adelante, y diré có-
mo iban camino de Guacacualco, y llegan á un
pueblo grande que se dice Guazpaltepeque, que
era de la encomienda de Gonzalo de Sandoval,
y como lo supimos en Guacacualco, que venia
Cortes con tanto caballero, ansí alcalde mayor
como capitanes, y todo el cabildo y regidores,
fuimos treinta y tres leguas á le recebir y dalle
el parabién -venido, como quien va á ganar be-
neficio; y esto digo aquí para que vean los cu-
riosos letores á otras personas cuan tenido y aun
temido estaba Cortés, porque no se hacia más
de lo que él quería, ahora sea bueuo ó malo; y
dende Guazpaltepeque fué caminando á nuestra
villa, y en un rio grande que hay en el camino
comenzó á tener contrastes, porque al pasar se le
trastornaron tres canoas y se le perdió cierta pla-
ta y ropa, y aun al Juan Jaramillo se le perdió
la mitad de su fardaje, y no se pudo saber cosa
ninguna á causa que estaba el rio lleno de lagar-
CONQUISTA DE NÜEVA-ESPANA . 77
tos muy grandes; y dendeallí fuimos á un pueblo
que sé dice Uluta, y hasta llegar á Guacacuat-
co le fuimos acompañando , y todo por poblado;
y quiero decir el gran recaudo de canoas que
teníamos ya mandado que estuviesen apareja-
das y atadas de dos en dos en el gran rio junto
á la villa , que pasaban de trecientas. Pues el
gran recebimiento que le hicimos con arcos
triunfales y con ciertas emboscadas de cristia-
nos é moros , y otros grandes regocijos é inven-
ciones de fuegos, y le aposentamos lo mejor que
pudimos t ansí á Cortés como á todos los que
traia en su compañía ; y estuvo allí seis dias , y
siempre el factor le iba diciendo que se volviese
del camino que iba , y que mirase á quién deja-
ba en su poder ; que tenia al contador por muy
revoltoso y doblado f amigo de novedades , y
que el tesorero se jactanciaba que era hijo del
Rey católico , y que no sentía bien de algunas
cosas de pláticas que en ellos vio que hablaban
en secreto después que les dio el poder , y aun
de antes ; y demás desto , ya en el camino tenia
Cortés cartas que enviaba dende Méjico diciendo
mal de su gobernación de los que deiaba, y de-
11o avisaban al factor sus amigos ; y sobre ello
decia el factor á Cortés que también sabría él
gobernar, y el veedor que allí estaba delante,
como los que dejaba en Méjico t y se le ofrecie-
ron por muy servidores ; y decia tantas cosas
melosas y con tan amorosas palabras , que le
convenció para que le diese poder al factor y al
78 BERNAL DÍAZ.
veedor Chirinos para que fuesen gobernadores,
y fué con esta condición : que si viesen que el
Estrada y el Albornoz no hacían lo que debian
al servicio de nuestro Señor y de su majestad,
gobernasen ellos solos. Estos poderes fueron
causa de muchos males y revueltas que hubo en
Méjico , como diré de que haya pasado cuatro
capítulos é hayamos hecho un muy trabajoso
camino , y hasta le haber acabado y estar en
una villa que se llama Trujillo no contaré en
esta relación lo acaecido en Méjico ; pero diré
que el padre fray Bartolomé de Olmedo y los
frailes de San Francisco murmuraban de Cortés
porque habia dado estos poderes , y decían que
plegué á Dios no haya Cortés arrepentimiento
dello ; y no decían muy mal , como luego vere-
mos ; pero poco importó que ellos lo murmura-
sen "i que no hacia Cortés mucha monta dellos,
aunque eran buenos frailes , porque no les tenia
tanta voluntad como al padre fray Bartolomé
de Olmedo, que era siempre su consejero. Pero
dejemos esto, y diré que cuando se despidieron
el factor y el veedor de Cortés para se volver á
Méjico, ¡ con cuántos cumplimientos y abrazos!
Y tenia el factor una manera como de sollozos,
que parecía que quería llorar al despedirse , y
con sus provisiones en el seno de la manera que
él las quiso notar , y el secretario , que se decía
Alonso Valiente , que era su amigo , las hizo.
Vuélvense para Méjico, y con ellos Hernán Ló-
pez de Avila , que estaba malo de dolores y tu-
COHQÜISTA DE NUEVA-ESPANA. Í9
Ilido de bubas , y dejémosles ir su camino ; que
no tocaré en esta relación en cosa ninguna de
los grandes alborotos y zizañas que en Méjico
hubo, hasta su tiempo y lugar., desque hubié-
remos llegado con Curtes todos los caballeros
por mí nombrados , con otros muchos que sali-
mos de Guacacualco , y hasta que ya hayamos
hecho esta tan trabajosa jornada , que estuvi-
mos en punto de nos perder , según adelante
diré : y porque en una sazón acaecen dos ó tres
cosas, y por no quebrar el hilo de lo uno por
decir de lo otro , acordé de seguir el de nuestro
trabajosísimo camino.
CAPITULO CLXXV.
DE LO QUE CORTÉS ORDENÓ DESPUÉS QUE SE VOLVIÓ EL
FACTOR Y VEEDOR Á MÉJICO, Y DEL TRABAJO QUE
LLEVAMOS EN EL LARGO CAMHO, Y DE LOS GRAN BES
PUENTES QUE HICIMOS, Y HAMBRE QUE PASAMOS EN
DOS AÑOS Y TRES MESES QUE TARDAMOS EN ESTE
VIAJE.
f "Después de despedidos el factor y el veedor,
lo primero que mandó Cortés fué escribir á la
Villa- Rica á un su mayordomo, que se decia
Simón de Cuenca, que cargase dos navios que
80 BERNA L DÍAZ.
fuesen de poco porte, de bizcocho de maiz, por-
que en aquella sazón no se cojia pan de trigo en
Méjico, y seis pipas de vino y aceite y vinagre y
tocinos, herraje, y otras cosas de bastimentos,
y mandó que se fuesen costa á costa del norte, y
que le escribiría y haria saber dónde había de
aportar, y que el mismo Simón de Cuenca vi-
niese por capitán; y luego mandó que todos los
vecinos de Guacacualco fuésemos con él, que no
quedaron sino los dolientes. Ya he dicho otras
veces que estaba poblada aquella villa de los
conquistadores más antiguos de Méjico, y todos
los más hijosdalgo, que se habían hallado en
las conquistas pasadas de Méjico, y en el tiem-
po que habíamos de reposar de los grandes tra-
bajos y procurar de haber algunos bienes y
granjerias, nos mandó ir jornada de más de
quinientas leguas, y toda la más tierra por don-
de íbamos de guerra, y dejamos perdido cuanto
teníamos, y estuvimos en el viaje más de dos
años y tres meses. Pues volviendo á nuestra
plática, ya estábamos todos apercebidos con
nuestras armas y caballos, que no le osábamos
decir de no ; é ya que alguno se lo decia , por
fuerza le hacia ir ; y éramos por todos , ansí los
de Guacacualco como los de Méjico , sobre du-
cientos y cincuenta soldados, y los ciento y
treinta de á caballo , y los demás escopeteros y
ballesteros , sin otros muchos soldados nueva-
mente venidos de Castilla ; y luego me mandó
á mí que fuese por capitán de treinta españoles
. . CONQUISTA DE NUEVA-E8PAÑA. 81
St)& plOq ,019Í89^9
y de tres mil indios mejicanos » y fuese á unos
pueblos que estaban de guerra , que se decian
Cimatan, é que en aquellos pueblos mantuviese
los tres mil indios mejicanos , y si los naturales
de aquella provincia estuviesen de paz ó se vi-
niesen á someter al servicio de su majestad, que
no les hiciese enojo ni fuerza ninguna , salvo
mandar dar de comer á aquellas gentes ; y si no
quisiesen venir , que los enviase á llamar tres
veces de paz, de manera que lo entendiesen muy
bien , é por ante un escribano que iba conmigo
é testigos ; y si no quisiesen venir , que lea die-
se guerra , y para ello me dio poder y sus ins-
trucciones, las cuales tengo, hoy dia firmadas de
su nombre y de su secretario Alonso Valiente;
y ansí hice aquel viaje como lo mandó, quedan-
do de paz aquellos pueblos ; mas dende á pocos
meses , como vieron que quedaban pocos espa-
ñoles en Guacacualco , é íbamos los conquista-
dores con Cortés , se tornaron á alzar , y luego
salí con mis soldados españoles é indios mejica-
nos al pueblo donde Cortés mandó que saliese,
que se decia Iquinuapa. Volvamos á Cortés y á
su viaje : que salió de Guacacualco y fué á To-
nala .que hay ocho leguas, y luego pasó un rio
en canoas y fué á otro pueblo que se dice el
Ayagualulco, y pasó otro rio en canoas, y dende
el Ayagualulco pasó siete leguas de allí un esw
tero que entra en el mar» y le hicieron una
puente que habia de largc* cerca de modio cuar-
to de legua; cosa espantosa cómo la hicieron en
lt
82 BERNAL DÍAZ.
él estero, porqué siempre Cortés enviaba ade-
lante dos capitanes de los vecinos de Guacacual-
co, y uno dellos se decia Francisco de Medina,
hombre diligente, que sabia muy bien mandar
á los naturales desta tierra. Pasada aquella
gran puente, fué por unos pueblezuelos, basta
llegar á otro gran rio que se dice Mazapa, que
es el que viene de Cbiapa, que los marineros
llaman rio de dos bocas ; allí tenían muchas ca-
noas atadas de dos en dos; y pasado aquel gran
rio, fué por otros pueblos, adonde yo salí con
mi compañía de soldados, que se dice Iquinapa,
como dicho tengo, y dende allí pasó otro rio en
puentes que hicimos de maderos, y luego un
estero, y llegó áotro gran pueblo que se dice
Copilco, y dende allí comienza la provincia que
llaman la Ghontalpa, y estaba toda muy pobla-
da y llena de huertas de cacao, y muy de paz;
y dende Copilco pasamos por Nacaxuxuica, y
llegamos áZagutan.yen el camino pasamos otro
rio por canoas. Aquí se le perdió á Cortés cierto
herraje; y este pueblo cuando á él allegamos es-
taba de paz, y luego á la noche se fueron hu-
yendo los moradores del, y se pasaron de la
parte de un gran rio entre unas ciénagas, y man-
dó Cortés que les fuésemos á buscar por los mon-
tes, que fué cosa bien inconsiderada ésin prove-
cho aquello que mandó, y los soldados que los
fuimos á buscar pasamos aquel gran rio con
harto trabajo, y trujimos siete principales y
gente menuda ; mas poco api ovecharon , que
CONQUISTA DE KüEVA-ISPAÑA. 83
luego se volvieron á huir , y quedamos solos
y sin guias. En aquella sazón vinieron allí los
caciques de Tabasco con cincuenta canoas car-
gadas de maiz y bastimento; también vinieron
unos indios de los pueblos de mi encomienda
que en aquella sazón yo tenia, é trajeron car-
gadas ciertas canoas de bastimentos; los cuales
pueblos se dicen Teapan; é fuimos á Tepetitan
é Iztapa, y en el camino habia un rio muy cau-
daloso que se dice Chilapa, y estuvimos cuatro
dia en hacer barcas. Yo dije á Cortés que el rio
arriba, por relación que tenia, habia un pueblo
que se dice Chilapa, que es del nombre del mis-
mo rio, que seria bien enviar cinco indios de los
que traíamos por guias en una canoa quebrada
que allí hallamos, y les enviase á decir que tra-
jesen canoas; y con los cinco indios fué un sol-
dado, y como se lo dije á Cortés; y ansí lo man-
dó; y fueron el rio arriba é toparon dos caciques
que traian seis grandes canoas y bastimento, y
con aquellas canoas y barcas pasamos, y estu-
vimos cuatro dias en el pasaje; y dende allí fui-
mos á Tepetitan, y hallárnosle despoblado y
quemadas las casas; y según supimos, habíanles
dado guerra otros pueblos y llevado mucha gen-
te cautiva, y quemado el pueblo de pocos dias
pasados, y en todos los tres dias que anduvimos
de camino, después de pasado el rio de Chilapa,
era muy cenagoso, y atollaban los caballos has-
ta las cinchas, y habia muy grandes campos; y
desde allí fuimos á otro pueblo que se dice Iz-
í;8 .A¿Aqai-AV.TdVT 3C1 AT3írJQ*0!}
$4 BERNAL DUZ.
tapa, y de„mie<lo se fueron, los iu4ios*y se pa¿a/-
jqu 4e la. paf te de otro rio. muy caudaloso, y
fu#ao$Jos,i tmscar, y trajimos, ios cagues y
muc&fls indios, con sus mujeres y Wjos, y Cortes
les habló con halagos,, y m^ndé que Jes volvié-
semos cuatro indias y tres indios que les había-
mos tjoma^o en loa montes; y en pag;o, 4sllQ* y
de buena voluntad, trajeron presentabas á Cor-
tés ciertas piezas de oro de poca valía; y estuvi-
mos en este pueblo tres djas, porque habia bqe«-
na yerba; para, los caballos y sancho maiz, y der-
cia Cortés, q¡ue era, buena tierra para, poblar allí
una villa; porque tenia nueva que en ios, rede-
dores, habia buenas poblaciones, para servicio de
& tal, vMJa; y eu este pueblo de Iztapa: se> infor-
ma Qortés de los caciques y mercaderes de los
naturales del mismo pueblo, el camino que ha-
bíamos de llevar; y aun les. mostró Cortés, un
pa£o 4e nequen que traia, de Guacacualco,, do¡n-
de, veaian señalados todos, los. pueblos del cami-
no por donde habíamos de ir hasta Huyacala,
que en su lengua se dice la Gran Acala,, porque
nabia otro pueblo que se decia. Acala la Cbica¿,y
allí dijeron que en todo lo, más de nuestro car
mino habia muchos rios y esteros, y para, liega*
á otro pueblo que se dice Tamaztepeque bat>ia
otros tres rios y un gran estero, y que habia-
mos de estar en el camino tres jornadas;, y des-
que aquello entendió Corsés, e* supo de los rios,
í¿s rogó que faesen; todos los caciques á hacer
puentes y llevasen canoas, y no lo hicieron; y
C0NQÜI8TA DE «UEVA-ESPANA. 85
con maís tostado y otras legumbres hicimos rao-
elula para los tres dias, creyendo que era como
lo decían» y por echarnos de sus casas dijeron
que no habia más jornada, y había siete jorna-
das, y hallamos los ríos sin puentes ni canoas, y
hubimos de hacer una puente de muy gruesos
maderos, por donde pasaron los caballos, y tor-
dos nuestros soldados y capitanes fuimos en
cortar la madera y acarrealla, y los mejicanos
ayi^dan.do lo que podían; y estuvimos en hacella
tres dias, que no teníamos que comer sino yer-
bas y unas raices de. unas que llaman en esta
tierra queouexque, montesinas, las cuales nos
abrasaron las lenguas y bocas. Pues, ya pasado
aquel esteren, no hallábamos camino ninguno,
y hubimos de abrirle con las espada» á manos,
y anduvimos dos dias por el camino que abri-
mos, creyendo que iba derecho al pueblo; y una
mañana tomamos el mismo camino qr,ue abrimos
y desque Cortés lo vio» quería reventar de eno-
jo, y como oyó él murmurar del mal que decían
del y aún de su viaje, con la gran hambre que
habia, y que no miraba más de su apetito, sin
pensar bien lo que hacia, y que era mejor que
nos volviésemos para Méjico que no morir to-
dos de hambre. Pues otra cosa habia„ que eran
los montes muy altos en demasía y^, espesos, y á
mala vez podíamos ver el cielo, pues ya que
quisieron subir en algunos árboles para atala-
yar la tierra, no vian cosa ninguna, según eran
muy cerradas todas las montañas; y las guias
86 BERRAL DÍAZ. •
que traíamos las dos huyeron, y la otra qué
quedaba estaba malo, que no sabia dar razón
de camino ni de otra cosa ; y como Cortés
en todo era diligente, y por falta de solicitud
no se descuidaba, traíamos una aguja de ma-
rear , y á un piloto que se dccia Pedro Ló-
pez, y con el dibujo del paño que traíamos de
Guacacualco , donde venían señalados los pue-
blos , mandó Cortés que fuésemos con el agu*
ja por los montes, y con las espadas abríamos
caminos hacia el leste, que era la señal del paño
donde estaba el pueblo; y aun dijo Cortés que
si otro día estábamos sin dar en pueblo, que no
sabia qué hiciésemos; y muchos de nuestros
soldados, y aún todos los más, deseábamos yol-
vernos á la Nueva-España; y todavía seguíamos
nuestra derrota por los montes, y quiso Dios
que vimos unos árboles antiguamente cortados,
y luego una vereda chica, é yo y el Pedro Ló-
pez, que íbamos delante abriendo camino con
otros soldados, volvimos á decir á Cortés que se
alegrase, que había estancias; con lo cual todo
nuestro ejército tomó mucho contento; y antes
de llegar á las estancias estaba un rio y ciéna-
gas, mas con harto trabajo lo pasamos de pres-
to, y dimos en el pueblo, q^üe aquel dia se habia
despoblado, y hallamos muy bien de comer
maiz y frísoles y otras legumbres; y como íba-
mos muertos de hambre, dímonos buena haz-
tazga, y aún los caballos se reformaron, y por
todos muchas grados á Dios; y ya en el camino
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 8?
se habia muerto el volteador que llevábamos,
ya por mí nombrado, y otros tres españoles de
los recien venidos de Castilla; pues indios de los
de Mechoacan y mejicanos morian muchos, é
otros muchos caian malos y se quedaban en el
camino como desesperados. Pues como estaba
despoblado aquel pueblo, y no teníamos lengua
ni quien nos guiase, mandó Cortés que fuésemos
dos capitanes por los montee y estancias á los
buscar, y en unas canoas que estaban en un
gran rio junto al pueblo fueron otros soldados y
dieron con muchos indios de aquel pueblo, y con
buenas palabras y halagos vinieron sobre trein-
ta dellos, y todos los más caciques y papas; y
Cortés les habló amorosamente con doña Mari-
na, y trajeron mucho maiz y gallinas, y señala-
ron el camino que habíamos de llevar hasta otro
pueblo que se dice Izguatepeque, el cual estaba
tres jornadas, que serian diez y seis leguas; y
antes de llegar á él estaba otro pueblo sujeto
deste Tamaztepeque, donde salimos. Antes que
pase más adelante, quiero decir que con gran
hambre que traíamos, así españoles como meji-
canos , pareció ser que ciertos caciques de Mé-
jico apañaron dos ó tres indios de los pueblos
que dejábamos atrás, y traíanlos escondidos con
sus cargas, á manera y trage como ellos, y con
la hambre, en el camino los mataron y los asa-
ron en hornos que para ello hicieron debajo de
tierra y con piedras , como en su tiempo lo so-
lian hacer en Méjico, y se los comieron; y. asi-
88 BERNAL DÍAZ.
n 9¿
mismo habían apañado las dos guias que trai-
moS) que se habían huido, y se los comieron; y
alcanzólo á saber Cortés, y mandp ;l\*m V los
caciques mejicanos, y riñó malamente con ellos,
que si otra tal hacían que losrC&stigaria; y pre-
dicó un Fraile, francisco de los que traíamos,
cosas muy santas y buenas; y de que hubo aca-
bado el ser mon* mandó Cortés por justicia, que-
mar, á un indio mejicano por la muerte de los
indios que comierod» gusstPrque, supo que todos
eran culpantes en elio, porque pareciese que
hacia justicia, y que él no sabia de otros, culpan-
tes sino el que acuernó- Dejemos, de contar muy
por extenso otros muchos- trabajos que pasába-
mos, y cómo las chirimías 3f sapabuches yd$lr
zainas que Cortés traia, que otra vez he hecho
memoria dellos, como en Castilla eran acostum-
brados á regalos j np sabían de trabajos, y con
la hambre habían adolecido y no le daban músi-
ca, excepto unpr y renegábamos todos, loq solda-
dos de lo oír, y decíamos que, parecían zorros ó
adibes que aullahan, que más valiera tener maiz
que comer que, música. Yolvames á nuestra re-
lación, y diré cómo algunas personas me han
preguntado que cómo habiendo tanta hambre
como dicho tengo, por que no comíamos la ma-
nada de los puercos que traían para Cortes, pues
á la necesidad.de hambre no hay ley¡; J viendo
la hambre que habia* que Cortés los había de
mandar repartir por todos en; tales tiempos. A
esto digo que ya habia echado fama uno que ve-
CONOTJISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 89
nia por dispensare y mayordomo de Cortés, que
se decia Guinea y era hombre doblado, y hacia
en creyente que en los rios al pasar dellos los
habian comido tiburones y lagartos; y porque
no los viésemos venían siempre cuatro jornadas
atrás rezagados; y demás desto, para tantos
soldados como éramos, para un dia no habia en
todos ellos, y á esta causa no se comieron; y
demás desto, para no enojar á Oortés. Dejemos
esta plática, y diré que siempre por los pueblos
y caminos por donde pasábamos dejábamos
puestas cruces donde habia árboles para se la-
brar, en especial ceibas, y quedaban señaladas
las cruces, y son más fijas hechas en aquellos
árboles que no de maderos, porque crece la cor-
teza y quedan más perfectas, y quedaban cartas
en partes que las pudiesen leer, y decia en
ellas: «Por aquí pasó Cortés en tal tiempo;» y
esto se hacia porque si viniesen otras personas
en nuestra busca supiesen cómo íbamos adelan-
te. Volvamos á nuestro camino para ir á Cigua-
tepecad, que fueron con nosotros sobre veinte
indios de aquel pueblo de Tamaztepeque, y nos
ayudaron á pasar dos rios y en barcas y canoas,
y aun fueron por mensajeros á decir á los caci-
ques del pueblo donde íbamos que no hubiesen
miedo, que no los haríamos ningún enojo; y -así,
aguardaron en sus casas muchos dellos; y lo
que allí pasó diré adelante.
12
90 BERNAL DÍAZ.
CAPITULO CLXXIV.
COMO DESQUE HUBIMOS LLEGADO AL PUEBLO DE CI-
GUATEPECAD ENVIÓ CORTÉS POR CAPITÁN Á FRAN-
CISCO DE MEDINA PARA QUE, TOPANDO Á SIMÓN DE
CUENCA, VINIE8EN CON LOS DOS NAVÍOS YA OTRA VEZ
POR MÍ MEMORADOS AL TRIUNFO DE LA SANTA CRUZ,
AL GOLFO-DULCE, Y DE LO QUE MAS PASÓ.
Pues como hubimos llegado á este pueblo que
dicho tengo, Cortés halagó mucho á los caci-
ques y principales y les dio buenos chalchinuíes
de Méjico, y se informaron á qué parte salia un
rio muy caudaloso y recio que junto á aquel
pueblo pasaba, y le dijeron que iba á dar en unos
esteros donde habia una población que se dice
Gueyatasta, y que junto del estaba otro gran
pueblo que dice Xicalango; parecióle á Cortés
que seria bien luego enviar dos españoles en
canoas para que saliesen á la costa del Norte y
supiesen del capitán Simón de Cuenca y sus dos
navios, que habia mandado cargar de vituallas
para el camino que dicho tengo, y escribióle
haciéndole saber nuestros trabajos y que salie-
se por la costa adelante; y después de bien in-
formado cómo podria ir por aquel rio hasta las
poblaciones por mí dichas, envió dos españoles,
y el más principal dellos, que ya le he nombra-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 91
do otras veces, se decia Francisco de Medina, y
dióle poder para ser capitán, juntamente con el
Simón de Cuenca, que este Medina era muy di-
ligente y tenia lengua de toda la tierra, y este
fué el soldado que hizo levantar el pueblo de Cha-
mula cuando fuimos con el capitán Luis Marin á la
conquista de Chiapa, como dicho tengo en el ca-
pitulo que dello habla; y valiera más que tal
poder nunca le diera Cortés, por lo que en ade-
lante acaeció, y es, que fué por el rio abajo has-
ta que llegó adonde el Simón de Cuenca estaba
con sus dos navios en lo de Xicolango, esperan-
do nuevas de Cortés, y después de dadas las
cartas de Cortés, presentó sus provisiones para
ser capitán, y sobre el mandar tuvieron pala-
bras entrambos capitanes, de manera que vinie-
ron á las armas, y de la parte del uno y del
otro murieron todos los españoles que iban en
el navio, que no quedaron sino seis ó siete; y
cuando vieron los indios de Xicalango é Gueya-
tasta aquella revuelta, dan en ellos y acabáron-
los de matar á todos, é queman los navios, que
nunca supimos "cosa ninguna dellos hasta de ahí
á dos años y medio. Dejemos más de hablar en
esto, y volvamos al puebio donde estábamos,
que se dice Ciguatepecad, y diré cómo los indios
principales dijeron á Cortés que habia dende
allí á Gueyacala tres jornadas y que en el cami-
no habia de pasar dos rios, y el uno dellos era
muy hondo y ancho, y luego habia unos malos
tremedales y grandes ciénagas, y que si no te-
92 BERIÍAL DÍAZ.
nia eanoas que no podría pasar caballos ni aun
ninguno de su ejército; y luego Cortés envió á
dos soldados con tres indios principales de aquel
pueblo para que se lo mostrasen y tanteasen el
rio y ciénagas, y viesen de qué manera podría-
mos pasar, é que trajesen buena relación dellos;
y llamábanse los soldados que envió, Martin
García, y era valenciano y alguacil de nuestro
ejército, y el otro se decia Pedro de Ribera; y el
Martin García, que era á quien más se lo enco-
mendó Cortés, vio los rios, y con unas canoas
chicas que tenían en el mismo rio lo vio, y miró
que con hacer puentes podría pasar, y no curó
de ver las malas ciénagas que estaban una legua
adelante; y volvió á Cortés y le dijo que con
hacer puentes podrían pasar, creyendo que las
ciénagas no eran trabajosas, como después las
hallamos; y luego Cortés me mandó á mi y aun
Gonzalo Mejía, y mandó que fuésemos con cier-
tos principales de Ciguatepecad á los pueblos
de Acala, y que halagásemos á los caciques y
con buenas palabras los atrajésemos para que
no huyesen, porque aquella población de Aca-
la eran sobre veinte pueblezuelos, dellos en
tierra firme y otros en unas como isletas, y to-
do se andaba en canoas por ríos y esteros; y
llevamos con nosotros los tres indios de los de
Ciguatepecad por guias, y la primera noche que
dormimos en el camino se nos huyeron, que no
osaron ir con nosotros; porque, según después^
supimos, eran sus enemigos y tenían guerra
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 93
unos con otros; y sin guias hubimos de ir, y con
trabajos pasamos las ciénagas; y llegados al
primer pueblo de Acala, puesto que estaban
alborotados y parecia estar de guerra, con pa-
labras amorosas y con dalles unas cuentas les
halagamos, y les rogamos que fuesen á Ciguate-
pecad á ver á Malinche y le llevasen de comer.
Pareció ser que el dia que llegamos á aquel
pueblo no sabian nuevas ningunas de cómo
había venido Cortés y que traia mucha gen-
te así de á caballo como raeiicanos , é otro
dia tuvieron nueva de indios mercaderes del
gran poder que traia, y los caciques mostraron
más voluntad de enviar comida que cuan-
do llegamos , y dijeron que cuando hubiese
llegado á aquellos pueblos le servirían y harían
lo que pudiesen en dalle de comer, y en cuanto
ir adonde estaba, que no querían ir, porque eran
sus enemigos. Pues estando que estábamos en
estas pláticas con los caciques, vinieron dos es-
pañoles con cartas de Cortés, en que me man-
daba que con todo el bastimento que pudiese
haber saliese de allí á tres dias de camino con
ello, por causa que ya le habían despoblado to-
da la gente de aquel pueblo donde le habia de-
jado, y me hizo saber que venia ya camino de
Acala, y que no habia traído maíz ninguno ni
lo hallaba, y que pusiese mucha diligencia en
los caciques no se ausentasen; y también los es-
pañoles que me trajeron las cartas me dijeron
cómo Cortés habia enviado el rio arriba de Ci-
94 BÉKNAt DÍAZ.
guatepecad cuatro españoles, y los tres delloa
de los nuevamente venidos de Castilla, en ca-
noas, á demandar bastimento á otros pueblos
que decían que estaban alli cerca, y que no ha-
bían vuelto y que creían que loshabian muerto,
y asi salió verdad. Volvamos á Cortés, que co-
menzó de caminar, y en dos dias llegó al gran
rio que ya otras veces he dicho, y luego puso
mucha diligencia en hacer una puente, y fué con
tanto trabajo y con maderos gruesos y grandes
que, después de hecha, se admiraron los indios
de Acala del haber de tal manera puesto los ma-
deros, y estúvose en hacer cuatro dias; y como
salió Cortés del pueblo ya otras veces por mí
nombrado con todos sus soldados , no traían
maíz ni bastimento, y con los cuatro dias que
estuvo en el camino pasaron muy gran hambre é
trabajo, é lo peor de todo> que no sabían si ade-
lante temían maíz ó si estaba de paz aquella
provincia; aunque algunos soldados viejos se
remediaban con cortar árboles muy altos que
parecen palmas, q je tienen por fruta unas al pa-
recer de nueces muy encarceladas, y aquellas
asaban y quebraban y comían.
Dejemos de hablar en esta hambre, y diré có-
mo la misma noche que acabaron de hacer la
puente llegué yo con mis tres compañeros y con
ciento y treinta cargas de maíz y ochenta galli-
nas y miel y frisóles y sal t y otras frutas , y
como llegué de noche ya que escurecia, estaban
todos los más soldados aguardando el bastimen-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 95
to, porque ya sabían que yo habia ido á lo traer;
y Cortés les decia á los capitanes y soldados, que
tenia esperanza en Dios que presto tendrían to-
dos de comer , pues que yo habia ido á Acala
para tracllo, si no me habian muerto los indios,
como mataron á los otros cuatro españoles que
envióá buscar comida. E volviendo á nuestra ma-
teria: asi como llegué con el maíz y bastimento á
la puente, como era de noche, cargaron todos los
soldados dello y lo tomaron todo, que no dejaron
á Cortés ni á ningún capitán ni á Sandoyal cosa
ninguna, con dar voces: «Dejadlo, que es para el
capitán Cortés;» y asimismo su mayordomo Car-
ranza, que así se llamaba, y el despensero Gui-
nea daban voces y se abrazaban con el maíz, que
les dejasen siquiera una carga; y como era de
noche , decíanle los soldados : «Buenos puercos
habéis comido vosotros y Cortés, y nos habéis
visto morir de hambre é no nos dábadcs nada
dellos;» y no curaban de cosa que les decían,
sino que todo se lo apañaban. Pues como Cortés
supo que se lo habian tomado y que no le deja-
ron cosa ninguna, renegaba de la paciencia y pa-
teaba, y estaba tan enojado, que decia que quería
hacer pesquisa y castigar á quien se lo tomó, é
dijeron, lo de los puercos que Comió. Y como vio
y consideró que el enojo era por demás y dar
voces en desierto, me mandó llamar á mí, y muy
enojado me dijo que cómo puse tal cobro en el
bastimento. Yo le dije que procurara su merced
de enviar adelante guardias para ello, y aun-
96 BERNAL DIÁZ.
que él en persona estuviera guardándolo, se lo
tomaran, porque le guarde Dios de la hambre»
que no tiene ley; v como vio que no habia reme-
dio ninguno, y que tenia mucha necesidad, me
halagó con palabras melosas, estando delante el
capitán Gonzalo de Sandoval, y me dijo: «Oh
señor hermano Bernal Diaz del Castillo, por
amor de mí, que si dejastes algo escondido en el
camino, que partáis conmigo, que bien creido
tengo de vuestra buena diligencia que traería-
des para vos y para vuestro amigo Sandoval.»
Y como vi sus palabras y de la manera que lo
dijo, hube lástima del; y también Sandoval me
dijo: aPues yo juro á tal, tampoco tengo un
puño de maíz de que tostar y hacer cacalote;»
y entonces concerté y dije que conviene que
esta noche al cuarto de la modorra, después que
esté reposado él real, vamos por doce carros de
maíz y veinte gallinas y tres jarros de miel y
frisóles y sal, y dos indias para hacer pan, que
me dieron en aquellos pueblos para mí, y hemos
de venir de noche, que nos lo arrebatarán en el
camino los soldados, y esto hemos de partir en-
tre vuestra merced y Sandoval y yo é mi gente;
y él se holgó en el alma y me abrazó; y Sando-
val dijo que queria ir aquella noche conmigo
por el bastimento,, y lo trajimos, con que pasa-
ron aquella hambre, y también le di una de las
dos indias á Sandoval; é preguntó Cortés si
los frailes tenian qué comer, é yo le respondí
que cuidaba Dios mejor dellos que él, porque
CONQUISTA DE NUE V A-ESP AK A . 97
todos los soldados les daban de lo que habían
tomado por la noche, é que no morirían de ham-
bre. He traído aquí esto á la memoria para que
vean en cuánto trabajo se ponen los capitanes
en tierras nuevas; que á Cortés, que era muy
temido, no le dejaron maíz que comer, y que el
capitán Sandoval no quiso fiar de otro la parte
que le habia de caber, que él mismo fué conmi-
go por ello, teniendo muchos soldados que pu-
diera enviar. Dejemos de contar del gran tra-
bajo del hacer de la puente y de la hambre pa-
sada, y diré cómo obra de una legua adelante
dimos en las ciénagas muy malas, y eran de tal
manera, que no aprovechaba poner maderos ni
ramos ni hacer otra manera de remedios para
poder pasar los caballos, que atollaban todo el
cuerpo sumido en las grandes ciénagas , que
creímos no escapar ninguno dellos, sino que to-
dos quedarían allí muertos; y todavía porfiamos
de ir adelante, porque estaba obra de medio tiro
de ballesta tierra firme y buen camino, y como
iban los caballos con tanto trabajo y se hizo un
callejón por la ciénaga de lodo y agua , que pa»
saron sin tanto riesgo de se quedar muertos,
puesto que iban á veces medio á nado entre
, aquella ciénaga y el agua; pues ya llegados en
tierra firme, dimos gracias á Dios por ello, y
luego Cortés me mandó que con brevedad vol-
viese áAcala y que pusiese gran recaudo en
los caciques que estuviesen de paz, y que luego
enviase al camino bastimento; y así lo hice, que
13
98 BERNAL DÍAZ.
el mismo dia que llegué á Acala de noche envié
tres españoles que ibau conmigo con más de cien
indios cargados de maiz é otras cosas ; y cuando
Cortés me envió por ello, dije que mirase que él
en persona lo aguardase, no lo tomasen como la
otra vez ; y así lo hizo, que se adelantó con San-
doval y Luis Marin, y lo hubieron todo y lo re-
partieron ; y otro dia, á obra de mediodía lle-
garon á Acala, y los caciques le fueron á dar el
bienvenido y le llevaron bastimento; y dejallo
he aquí, y diré lo que más pasó.
CAPITULO CLXXVII.
DE EN LO QÍE CORTES ENTENDIÓ DESPUÉS DE LLEGADO
A ACALA, Y CÓMO EN OTRO PUEBLO MAS ADELANTE,
SUJETO AL MISMO ACALA, MANDÓ AHORCAR Á GUA-
TEMUZ, QUE ERA GRAN CACIQUE DE MÉJICO, Y Á
OTRO CACIQUE QUE ERA SEÑOR DE TACUBA, Y LA
CAUSA POR QUÉ ; Y OTRAS COSAS QUE ENTONCES
PASARON.
Desque Cortés hubo llegado á Gueyacala, que
así se llamaba, y loscaciques de aquel pueblo le
vinieron de paz, y les habló con doña Marina la
lengua de tal manera que al parecer se holga-
ban, y Cortés les daba cosas de Castilla, y traje-
CONQUISTA DE HUEVA-ISPANA. 99
ron maíz y bastimento, y luego mandó llamar
todos los caciques, y se informó del los del cami-
no que habíamos de llevar, y les preguntó que
si sabían de otros hombres como nosotros con
barbas y caballos, y si habian visto navios ir
por la mar ; y dijeron que ocho jornadas de allí
había muchos hombres con barbas y mujeres de
Castilla y caballos, y tres acales (que en su len-
gua acales llaman á los navios) ; de la cual nue-
va se holgó Cortés de saber; y preguntando por
los pueblos y camino por donde habíamos de ir,
todo se lo trujeron ñgurado en unas mantas, y
aun los ríos y ciénagas y atolladeros ; y les rogó
que en los rios pusiesen puentes y llevasen ca-
noas, pues tenia mucha gente y eran grandes
poblaciones ; y los caciques dijeron que, puesto
que eran sobre veinte pueblos, que no les que-
rían obedecer todos los más dellos, en especial
unos que estaban entre unos rios, y que era ne-
cesario que luego enviase de sus teules, que así
nos llamaban á los soldados, á les hacer traer
maíz y otras cosas, y que les mandase que los
obedeciesen, pues que eran sus sujetos. Y como
aquello entendió Cortés, luego mandó á un Die-
go de Mazariegos, primo del tesorero Alonso de
Estrada, que quedaba por gobernador en Méjico,
que porque viese y conociese que Cortés tenia
mucha cuenta de su persona, que le hacia honra
de envialle por capitán á aquellos pueblos y á
otros comarcanos ; cuando le envió, secretamen-
te le dijo que porque él no entendía muy bien
100 BERNAL DUZ.
las -cosas de la tierra* por ser nuevamente veni-
do de Castilla, y no tenia tanta experiencia por
ser en cosa de indios, que me llevase á» mí en su
compañía, y lo que yo le aconsejase no saliese
dello ; y asi lo hizo, y no quisiera escribir esto
en esta relación, porque no pareciese que me
jactanciaba dello ; y no lo escribiera, sino por-
que fué público en todo el real, y aun después lo
vi escrito de molde en unas cartas y relaciones'
que Cortés escribió a su majestad, haciéndole
saber todo lo que pasaba y del viaje de Honduras,
y por esta causa lo escribo. Volvamos á nuestra
materia. Fuimos con el Mazariegos hasta ochenta
soldados en canoas que nos dieron los caciques, y
cuando hubimos llegado á las poblaciones, todos
de buena voluntad nos dieron de lo que tenian , y
trajimos sobre cien canoas de maiz é bastimento
y gallinas y miel y sal, y diez indias que tenian
por esclavas , y vinieron los caciques á verá
Cortés ; de manera que todo el Real tuvo muy
bien que comer , y dentro de cuatro dias se hu-
yeron todos los más caciques, que no quedaron
sino tres guias , con los cuales fuimos nuestro
camino y pasamos dos rios , el uno en puentes,
que luego se quebraron al pasar , y el otro en
barcas , y fuimos á otro pueblo sujeto al mismo
Acala, y estaba ya despoblado, y allí buscamos
comida y maiz que tenian escondido por los
montes. Dejemos de contar nuestros trabajos y
caminos , y digamos cómo Guatemuz , gran ca-
cique de Méjico , y otros principales mejica-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 101
dos i qne< iban con nosotros , habian puesto en;
plática, ó lo ordenaban, de nos matar á todos y
volverse á Méjico , y llegados á su ciudad, jun-
tar sus grandes poderes y dar guerra á los que
en Méjico quedaban i, y tornarse á levantar ; y
quien lo descubrió á Gortés fueron dos grandes
caciques mejicanos, que se decían Tapia y- Juan
Velazquez; este Juan Velazquez fué capitán ge-
neral de Guatemuz cuando nos dieron guerra en
Méjico. Y como Cortés lo alcanzó á saber;, hizo
informaciones sobre ello , no solamente de los
dos que lo descubrieron , sino de otros caciques
que eran en ello , y lo que confesaron era que,
como nos vian ir por el camino descuidados y
descontentos, y que muchos soldados habian
adolecido, y que siempre nos faltaba la comida,
y que ya se habian muerto de hambre cuatro
chirimías y el volteador y otros cinco soldados, y
también se habían- vuelto otros tres soldados ca-
mino de Méjico, y se iban á su aventura por los
caminos por donde habian venido, y que más
querían morir que ir adelante ; que seria bien
que cuando pasásemos algún rio ó ciénaga dar en
nosotros, porque eran los mejicanos sobre tres
mil y traían sus armas y lanzas , y algunos con
espadas. El Guatemuz confesó que asi era como
lo habian dicho los demás; empero que no salió
del aquel concierto; y que no sabe si todos fue-
ron en ello ó se efectuaría , y que nunca- tuvo
pensamiento de salir con ello, sino solamente la
plática que sobre «lio hubo; y el cacique de Ta-
102 BERNA L DÍAZ.
cuba dijo que entre él y Guatemuz habían dicho
que valia más morir de una vez que morir cada
dia en el camino , viendo la gran hambre que
pasaban sus macechuelas y parientes. Y sin ha-
ber más probanzas , Cortés mandó ahorcar al
Guatemuz y al señor de Tacuba , que era su
primo , y antes que los ahorcasen , los frailes
franciscos y el mercenario fueron esforzándolos
y encomendando á Dios con la lengua doña
Marina ; y cuando le ahorcaron dijo el Guate-
muz: «¡Oh capitán M a linche! Dias habia que yo
tenia entendido é habia conocido tus falsas pa-
labras, que esta muerte me habías de dar, pues
yo no me la di cuando te entregaste en mi ciu-
dad de Méjico : ¿por qué me matas sin justicia?
Dios te lo demande.» El señor de Tacuba dijo
que daba por bien empleada su muerte por mo-
rir junto con su señor Guatemuz. Y antes que los
ahorcasen los fué confesando fray Juan el mer-
cenario., que sabia, como dicho he , algo de la
lengua , y los caciques les rogaban les enco-
mendasen á Dios , que eran para indios buenos
cristianos, y creian bien é verdaderamente; é yo
tuve gran lástima del Guatemuz y de su primo,
por habelles conocido tan grandes señores, y aun
ellos me hacían honra en el camino en cosas que
se me ofrecían, especial en darmealgunos indios
para traer yerba para mi caballo. Y fué esta
muerte que les dieron muy injustamente dada, y
pareció mal á todos los que íbamos aquella jor-
nada. Volvamos á ir nuestro camino con gran
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 103
concierto, por temor que los mejicanos , viendo
ahorcar á su señor , no se alzasen ; mas traían
tanta mala ventura de hambre y dolencia , que
no se les acordaba del lo ; y después que los
hubieron ahorcado, según dicho tengo , luego
fuimos camino de otro pueblezuelo , y antes de
entrar en él pasamos un rio bien hondable en
barcas , y hallamos el pueblo sin gente , que
aquel dia se habían ido , é buscamos de comer
por las estancias , é hallamos ocho indios que
eran Sacerdotes de ídolos, y de buena voluntad
se vinieron á su pueblo con nosotros, é Cortés
les habló con doña Marina para que llamasen
sus vecinos , y que no hubiesen miedo y que
trujesen de comer ; y ellos dijeron á Cortés
que le rogaban que mandase que no les lle-
gasen á unos ídolos que estaban junto á la casa
donde Cortés posaba, é que le traerían comida y
harían lo que pudiesen ; y Cortés dijo que él
haria lo que decían , é que no llegarían á cosa
ninguna ; mas que para qué querían aquellas
cosas de ídolos , que son de barro y de maderos
viejos, y que eran cosas malas, que les engaña-
ban ; y tales cosas les predicó con los frailes
y doña Marina , que respondieron muy bien á
lo que les decían , que los dejarían , y trajeron
veinte cargas de maíz y unas gallinas ; y Cor-
tés se informó dellos que si sabían qué tantos
soles de allí había hombres con barbas como
nosotros , y caballos ; y dijeron que siete soles,
que se decía el pueblo donde estaban los de á
104. BERJIAL. DÍAZ.
caballo Nito, y que-' ellos irían por guias hasta
otro pueblo , y que habiamos de dormir una
noche en despoblado antes de llegar á él; y
Cortés les mandó hacer una cruz en un árbol
muy grande, que se dice ceiba, que está junto á
las casas adonde tenian los ídolos. También
quiero decir que, como Cortés andaba mal dis-
puesto, y aun muy pensativo y descontento del
trabajoso camino que llevábamos, é como habia
mandado ahorcar á Guatemuz é su primo el se-
ñor de Tacuba sin tener justicia para, ello, é'
habia cada dia hambre, é que adolescian espa-
ñoles é morían muchos mejicanos, pareció ser
que de noche no reposaba de pensar en ello, y
salíase de la cama donde dormia á pasear en una
sala adonde habia ídolos, que era aposento prin-
cipal de aquel pueblezuelo, adonde tenian otros
ídolos, y descuidóse y cayó más de dos estados
abajo y sedescalabró la cabeza, y calló, que no
dijo cosa buena ni mala sobre ello, salvo curar-
se la descalabradura, y todo se lo pasaba y su-
fría. E otro dia muy de mañana proseguimos á
caminar con nuestras guias, y sin acontecer cosa
que de contar sea, fuimos á dormir cabe un es-
tero y cerca de unos montes muy altos; é otro
dia fuimos por nuestro camino, é á hora de Misa
mayor llegamos á un pueblo nuevo, y en aquel
dia se habia despoblado y metido en unas ciéna-
gas, y eran nuevamente hechas las casas y de
pocos dias, y tenian en el pueblo hechas albarra-
das de maderos gruesos, y todo cercado de otros
CONQUISTA DK NUEVA-ESPAÑA. 105
maderos muy recios, y hechas cavas hondas antes
de la entrada on él, y dentro dos cercas, la una
oomo barbacana, y con sus cubos y troneras; y
tenian á otra parte por cerca unas peñas, muy
altas , llenas de piedras hechizas á mano,
con grandes mamparos; y por otra parte una
gran ciénaga , que era fortaleza. Pues desque
hubimos entrado en las casas hallamos tantos
gallos de papada y gallinas cocidas, como los
indios las comen , con sus ajíes y pan de maíz,
que se dice entre ellos tamales , que por una
parte nos admirábamos de cosa tan nueva , y
por otra nos alegrábamos con la mucha comida,
y dio que pensar en tan nuevo caso ; y también
hallamos una gran casa llena de lanzas chicas 7
arcos y flechas , y buscamos por los rededores
de aquel pueblo si había maizales y gente, y no
había ninguna , ni aun grano de maíz. Estando
desta manera, vinieron hasta quince indios que
salieron de las ciénagas , que eran principales
de aquel pueblo, y pusieron las manos en el
suelo y besaron la tierra , y dicen á Cortés me-
dio llorando que le piden por merced que aquel
pueblo ni cosa alguna no se la quemen , porque
son nuevamente venidos allí á hacerse fuertes
por causa de sus enemigos , que me parece que
dijeron que se decían lacandones , porque les
han quemado y destruido dos pueblos en tierra
llana, adonde vivían, y les han robado y muerto
mucha gente ; los cuales pueblos habíamos de
ver abrasados adelante por el camino adonde
U
106 BERNAL DÍAZ.
habíamos de ir, que están en tierra muy llana; y
allí dieron cuenta cómo y de qué manera les
daban guerra ; y la causa porque eran sus ene-
migos ; é Cortés les preguntó que cómo tenian
tanto gallo y gallinas a cocer ; y dijeron que
por horas aguardaban á sus enemigos, que les
habían de venir á dar guerra, é que si les ven-
cían, les babian de tomar sus haciendas y ga-
llos y lie valles cautivos ; que porque no lo hu-
biesen ni gozasen se lo querían antes comer ; y
que si ellos les desbarataban a los enemigos, que
irían á sus pueblos y les tomarían sus haciendas;
y Cortés dijo que le pesaba deilo y de su guerra,
y por ir de camino no lo podia remediar. Lla-
mábase aquel pueblo, y otras grandes' poblacio-
nes por donde otro día pasamos, las Mazotecas,
que quiere decir ea su lengua los pueblos ó tier-
ras de venados; y tuvieron razón de ponelles
aquel nombre, por lo que adelante diré Y des-
de allí fueron con nosotros dos indios dellos, y
nos fueron mostrando sus poblaciones quema-
das, y dieron relación á Cortés cómo estaban los
españoles adelante. Y dejallo he aquí, y diré
cómo otro dia salimos de aquel pueblo, y lo que
más hubo en el camino.
CONQUISTA M NUEVA-ESPAÑA. 107
CAPITULO CLXXVIII.
COMO SEGUIMOS NUESTRO VIAJE, Y LO QUE EN ELLO NOS
AYINO.
Como salimos del pueblo cercado, que ansí
le llamábamos de allí adelante, entramos en bue-
no y llano camino, y todo cabanas y sin árboles,
y hacia un sol tan caluroso y recio, que otro
mayor resistero no habíamos tenido en el cami-
no. E yendo por aquellos campos rasos, habia
tantos de venados y corrian tan poco, que luego
los alcanzábamos á caballo, por poco que cor-
ríamos tras ellos, y se mataron sobre veinte; y
preguntando á las guias que llevábamos que
cómo corrian tan poco aquellos venados, y no
se espantaban de los caballos ni de otra cosa
ninguna, dijeron que en aquellos pueblos, que
ya he dicho que se decían los Mazotecas, que los
tienen por sus dioses, porque les ha parecido en
su ñgura, y que les mandó su ídolo que no les
ten ni espanten, y que ansí lo han hecho, y quo
á esta causa no huyen, y en aquella caza, á un
pariente de Cortés, que se decia Palacios Ru-
bios, se le murió un caballo porque se le derri-
tió la manteca en el cuerpo con el gran calor y
corrió mucho. Dejemos la caza, y digamos que
luego llegamos á las poblaciones quemadas,
108 BEftNAL DIÁZ.
que era mancilla verlo todo destruido é quema-
do. E yendo por nuestras jornadas, como Cor-
tés siempre enviaba adelante corredores del
campo á caballo y sueltos peones, alcanzaron
dos indios naturales de otro, pueblo que estaba
adelante, por donde habíamos de ir, que venian
de caza y cargados de un gran león y muchas
iguanas, que son de hechura de sierpes chicas,
que en estas partes ansi las llaman, iguanas,
que son muy buenas de comer; y les pregunta-
ron que si estaba cerca su pueblo, y dijeron
que si y que ellos guiarían hasta el pueblo, y
estaba en una islcta cercada de agua dulce, que
no podíamos pasar por la parte que íbamos sino
en canoas, y rodeamos poco más de media le-
gua; y tenían paso, que daba el agua hasta la
cinta, y hallárnosle poblado con la mitad de los
vecinos, porque los demás se habían dado bue-
na priesa á esconder con sus haciendas entre
unos carrizales, donde tenían cerca sus semen-
teras , donde durmieron muchos de nuestros
soldados que se quedaron en los maizales, y tu-
vieron bien de cenar y se bastecieron para otros
dias; y hallamos en el pueblo un gran lago de
agua dulce, y tan llena de pescados grandes,
que parecían cómo sábalos muy desabridos, que
tienen muchas espinas, y con unas mantas vie-
jas y con redes rotas que hallamos en aquel
pueblo, porque ya estaba despoblado, se pesca-
ron todos los peces que habia en el agua, que
eran mas de mil; y allí buscamos guias, las cua-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 109
les se tomaron en unas labranzas; y de que
Cortés les hubo hablado con doña Marina que
nos encaminasen á los pueblos adonde habia
hombres con barbas y caballos, se alegraron
como no les hacíamos mal ninguno; y dijeron
que ellos nos mostrarían el camino de buena vo-
luntad, que de antes creían que los queríamos
matar; y fueron cinco dellos con nosotros por un
camino bien ancho, y mientras más adelante
íbamos se iba ensangostando, á causa de un
gran rio y estero que allí cerca estaba, que pa-
rece ser en él se embarcaban y desembarcaban
en canoas, é iban por agua al pueblo donde ha-
bíamos de ir, que se dice Tayasal, el cual está
en una isleta cerca de agua, é si no es en ca-
noas no pueden entrar en él por tierra, y blan-
queaban las casas y adoratorios de más de dos
leguas que se parecían, y era cabecera de otros
pueblos chicos que allí cerca están. Volvamos á
nuestra relación: que como vimos que el camino
ancho que de antes traíamos se habia vuelto en
vereda muy angosta, bien entendimos que por
el estero se mandaban, é ansí nos lo dijeron los
guias que traíamos; acordamos de dormir cerca
de unos altos montes, y aquella noche fueron cua-
tro capitanías de soldados por las veredas que sa-
lían al estero, á tomar guias, y quiso Dios que se
tomaron dos canoas con diez indios y dos mujeres,
y traían las canoas cargadas con maiz y sal, y
luego los llevaron á Cortés, y les halagó y habló
muy amorosamente con la lengua doña Marina,
tlO BERNAL DÍAZ.'
y dijeron que eran naturales del pueblo que esta-
ba en la isleta, y que estaría de allí, á loque se-
ñalaban, obra de cuatro leguas; y luego Cortés
mandó que se quedase con nosotros la mayor
canoa y cuatro indios y las dos mujeres, y la
otra canoa envió al pueblo con seis indios y dos I
españoles, á rogar al Cacique que traiga canoas
al pasar del rio, y que no se le haria ningún
enojo, y le envió unas cuentas de Castilla, y
luego fuimos nuestro camino por tierra hasta el
gran rio, y la una canoa fué por el estero hasta
llegar al rio; é ya estaba el Cacique con otros
muchos principales aguardando al pasaje con
cinco canoas, y trujeron cinco gallinas y maiz,
y Cortés les mostró gran voluntad; y después
de muchos buenos razonamientos que hubo de
los caciques á Cortés, acordó de ir con ellos á su
pueblo en aquellas canoas, y llevó consigo trein-
ta ballesteros; y llegado á las casas, le dieron
de comer y poco oro bajo y de poca valía, y
unas mantas, y le dijeron que había españoles
así como nosotros en dos pueblos, que el uno ya
he dicho que se decia Nito, que es el San Gil de
Buena- Vista, al Golfo-Dulce; y agora le dan
nuevas que hay otros muchos españoles en Na-
co, y que habrá del un pueblo al otro diez dias
de camino, y que el Nito es en la costa del Norte
y el Naco en la tierra adentre; y Cortés nos
dijo que por ventura el Cristóbal de Oli había
repartido su gente en dos villas; que entonces
no sabíamos de los de Gil González de Avila,
CONQUISTA DS NUEVA-ESPAÑA. 111
que pobló á San Gil de Buena- Vista. Volvamos
á nuestro viaje, que todos pasamos aquel gran
rio en canoas, y dormimos obra de dos leguas
de allí, y no anduvimos más porque aguarda-
mos á Cortés que viniese del pueblo, y como vi-
no, mandó que dejásemos en aquel pueblo un
caballo morcillo, que estaba malo de la caza de
los venados y se le habia derretido el unto en el
cuerpo y no se podía tener; y en este pueblo se
huyó un negro y dos indias naborias, y se que-
daron tres españoles, que no se echaron menos
hasta de ahí á tres dias; que más querian que-
dar entre enemigos que venir con tanto trabajo
con nosotros. Este día estuve yo muy malo de
calenturas y del gran sol que se me habia en-
trado en la cabeza, porque ya he dicho otra vez
que entonces hacia recio sol; y bien se pareció,
porque luego comenzó á llover tan recias aguas,
que en tres dias y noches no dejó de llover; y
no nos paramos en el camino, porque aunque
quisiéramos aguardar que hiciera buen tiempo,
no teníamos bastimento de maiz, y por temor no
faltase íbamos caminando. Volvamos á nuestra
relación: que desde á dos dias dimos en una sier-
rezuela de unas piedras que cortaban como na-
vajas; y puesto que fueron nuestros soldados á
buscar otros caminos para dejar aquella sierra
de los pedernales, más de una legua á una parte
é á otra no hallaron otro camino, sino pasar por
el que íbamos; é hicieron tanto daño aquellas
piedras á los caballos, que como llovia resbala-
112 BERNA L DÍAZ.
ban y caian, y cortábanse .piernas y brazos y
aun en los cuerpos, y mientras más abajába-
mos, peor era, porque ya era Ja bajada de la
sierrezuela; allí se nos quedaron ocho caba-
llos muertos , y los más que escaparon de-
jarretados ; y se le quebró una pierna á un
soldado que se decia Palacios Rubios, deudo
de Cortés; y cuando nos vimos fuera <le la sier-
ra de los Pedernales , que así la llamába-
mos desde allí adelante,, dimos muchas gra-
cias y loores á Dios. Pues ya que llegábamos
cerca de un pueblo que se dice Taica, bamos
gozosos creyendo hallar bastimentos, y antes de
llegar á él venia un rio de una sierra entre
grandes peñascos y derrumbaderos, y como ha-
tya llovido tres días y tres noches , venia tan
furioso y con tanto ruido, que bien se oia á dos
leguas , por caer entre grandes peñas ; y demás
desto , venia muy hondo , y pasalle era por de-
mas , y acordamos de hacer una puente desde
unas peñas á otras , y tanta priesa nos dimos en
tenella hecha , con árboles muy gruesos , que
en tres dias comenzamos á pasar para ir al pue-
blo ; y como estuvimos allí los tres dias hacien-
do la puente, los indios naturales del pueblo
tuvieron lugar de esconder el maíz y todo el
bastimento y ponerse en cobro , que no los po-
díamos hallar en todos los rededores; y con la
hambre , que ya nos aquejaba , estábamos todos
como atónitos , pensando en la comida é traba-
jos. Yo digo que verdaderamente nunca habia
C0KQÜI8TA PE 10TB VA-ESPAÑA. 113
sentido tanto dolor en mi corazón como enton-
ces i Tiendo que no tenia de comer ni qué dar á
mi gente , y estar con calenturas , puesto que
con diligencia lo bureábamos más de dos leguas
del pueblo en todos los rededores ; y esto era
víspera de Pascua de la Resurrección de nues-
tro Salvador Jesucristo. Miren los letores qué
Pascua podiamos tener sin comer, que con maíz
fuéramos muy contentos. Pues como aquesto vio
Cortés, luego envió de sus criados y mozos de
espuelas , con las guias , á buscar por los mon-
tes y barrancos maíz : el primer dia de Pascua
trujieron obra de una hanega ; y como vio la
gran necesidad , mandó llamar ciertos soldados,
todos los más vecinos de Guacacualco , y entre
ellos me nombró á mí, y nos dijo que nos roga-
ba mucho que trastornásemos toda la tierra y
buscásemos de comer , que ya víamos en que
estado estaba todo el real ; y en aquella sazón
estaba delante de Cortés , cuando nos lo man-
daba , Pedro de Ircio , que hablaba mucho , y
dijo que le suplicaba que le enviase por nuestro
capitán , y le dijo Cortés : oíd en buen hora; o y
como aquello yo entendí t y sabia que Pedro de
Ircio no podia andar á pié , y nos había de es-
torbar antes que ayudar , secretamente dije á
Cortés , y al capitán Sandoval que no fuese Pe-
dro de Ircio , que no podia andar por los lodos
y ciénagas con nosotros , porque era paticorto
y no era para ello , sino para mucho hablar , y
que no era para ir á entradas ; que se pararía ó
15
114 BERNAL DÍAZ.
sentaría en el camino de rato en rato. Y luego
mandó Cortés que se quedase , y fuimos cinco
soldados con dos guias por unos ríos bien hon-
dos , y después de pasados los rios , dimos en
unas ciénagas , y luego en unas estancias , don-
de estaba recojida toda la mayoi parte de gente
de aquel pueblo, y hallamos cuatro casas llenas
de maíz y muchos frisóles y sobre treinta galli-
nas , y melones de la tierra , que se dicen en
estas* tierras ayotes , y apañamos cuatro indios
y tres mujeres , y tuvimos buena Pascua , y esa
noche llegaron á aquellas estancias sobre mil
mejicanos que mandó Cortés que fuesen tras
nosotros y nos siguiesen porque tuviesen de co-
mer; y todos muy alegres cargamos á los meji-
canos todo el maiz que pudieron llevar, y que
Cortés lo repartiese, y también le enviamos
veinte gallinas para Cortés y Sandoval, y los
indios y las indias, y quedamos guardando dos
casas de maiz, no las quemasen ó llevasen de
noche los naturales del pueblo; y luego otro dia
pasamos más adelante con otras guias, y topa-
mos otras estancias, y habia maiz y gallinas , y
i otras cosas de legumbres, y luego hice tinta, y
en un cuero de atambor escribí á Cortés que en-
viase muchos indios, porque habia hallado otras
estancias con maiz; y como le envié las indias y
los indios y lo por mí dicho, y lo supieron en
todo el real, otro dia vinieron sobre treinta sol-
dados y más de quinientos indios, y todos lleva-
ron recaudo, y desta manera, gracias a Dios, se
CONQUISTA DE NUEVA- ESPAÑA. 115
proveyó el real; y estuvimos en aquel pueblo
cinco días, y ya he dicho que se d ice Taica. De-
jemos desto, y quiero decir que , como hicimos
esta pnente, y en todos los caminos hicimos las
grandes puentes, y después que aquellas tier-
ras y provincias estuvieron de paz, los españoles
que por aquellos caminos estaban y pasaban, y
hallaban algunas de las puentes sin se haber
deshecho al cabo de muchos años, y los grandes
árboles que en ellas poníamos, se admiran dello,
y suelen decir agora: «Aquí son las puentes de
Cortés;» como si dijesen , las columnas de Hér-
cules. Dejémonos de estas memorias, pues no
hacen á nuestro caso, y digamos cómo fuimos
por nuestro camino á otro pueblo que se dice
Tania, y estuvimos en llegar á él dos días, y
hallárnosle despoblado y buscamos de comer, y
hallamos maiz é otras legumbres, mas no muy
abastado ; y fuimos por los rededores del á
buscar camino , y no le hallábamos , sino to-
dos rios y arroyos, y las guias que habíamos
traído del pueblo que dejamos atrás se huye-
ron una noche á ciertos soldados que las guar-
daban, que eran de los recien venidos de Cas-
tilla, que pareció ser se durmieron; y de que
Cortés lo supo, quiso castigará los soldados por
ello, y por ruegos los dejó, y entonces envió á
buscar guias y camino, y era por demás hallarlo
por tierra enjuta, porque todo el pueblo es-
taba cercado de rios y arroyos, y no se podían
tomar ningunos indios ni indias; y demás desto.
116 BERNA L DÍAZ.
llovía á la contina, y no nos podíamos valer de
tanta agua, y Cortés y todos1 nosotros estaban
espantados y penosos de no saber ni hallar ca-
mino por donde ir, y entonces muy enojado dijo
Cortés á Pedro de Ircio y á otros capitanes, que
eran los de Méjico: «Agora querría yo que hu-
biese quien dijese que quería ir á buscar guias
ó camino, y no dejallo todo á los vecinos de Gua-
cacualco;» y Pedro de Ircio, como oyó aquellas
palabras, se apercibió con seis soldados, sus co-
nocidos y amigos, y fué por una parte, y un
Francisco Marmol ejo, que era persona de cali-
dad, con otros seis soldados, por otra paite, y
un Santa Cruz, burgalés, regidor que fué de
Méjico, fué por otra con otros soldados, y an-
duvieron todos tres dias, y puesto que fueron á
una parte y á otra, no hallaron camino ni guias,
sino todo agua y arroyos y rios, y cuando hubie-
ron venido sin recaudo ninguno, quería reven-
tar Cortés de enojo, y dijo ai Sandoval que me
dijese á mí el gran trabajo en que estábamos, y
que me rogase de su parte que fuese á bus-
car guias y camino; y esto lo dijo con palabras
amorosas y á manera de ruegos, por causa que
supo cierto que yo estaba malo, como dicho ten-
go, que aún tenia calenturas; y aún me habian
apercibido antes que á Sandoval, me hallase
para ir con Francisco Marmolejo, que era mi
amigo, y dije que no podia ir por estar malo y
cansado, que siempre me daban á mí el trabajo,
y ^ue enviasen á otro ; y luego vino Sandoval
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 117
otra vez a mi rancho, y me dijo por ruegos que
fuese con otros dos compañeros, los que yo es-
cojiese, porque decia Cortés que, después de
Dios, en mí tenia confianza que traería recau-
do; y puesto que yo estaba malo, no le pude
perder vergüenza, y demandé que fuese conmi-
go un Hernando de Aguilar y un Hinojosa,
hombres que sabia que eran de sufrir trabajo; y
salimos, y fuimos por unos arroyos abajo, y fue-
ra de los arroyos, en el monte habia unas seña-
les de ramas cortadas, y seguimos aquel rastro
más de una legua , y luego salimos del arroyo,
y dimos en unos ranchos pequeños, despobla-
dos de aquel dia, y seguimos el mismo rastro,
y desde lejos en una cuesta vimos unos maiza-
les y una casa, y sentimos gente en ella; y como
era ya puesta del sol , estuvimos en el monte
hasta buen rato de la noche, que nos pareció
que debían de dormir los moradores de aquellas
milpas, y muy callando dimos presto en la casa
y prendimos tres indios y dos mujeres mozas y
hermosas para ser indias, y una vieja, y tenían
dos gallinas y un poco de maíz y trujimos el
maíz y gallinas con los indios é indias, y muy
alegres volvimos al real; y cuando Sandoval lo
supo, que fué el primero que estaba aguardando
en el camino sobre tarde, de gozo no podia ca-
ber, y fuimos delante de Cortés, que lo tuvo en
más que si le dieran otra buena cosa. Entonces
dijo Sandoval á Pedro de Ircio si tuvo Bernal
Díaz del Castillo razón el otro dia cuando fué á
US BERNAL DÍAZ.
buscar maiz, en decir que no quería ir sino con
hombres sueltos, y no con quien vaya todo el
camino muy de espacio, contando lo que le acae-
ció al conde de Urueña y á don Pedro Ji-
rón, su hijo (porque estos cuantos decia el Pe-
dro de lrcio muchas veces) ; no tenéis razón
de decir que él os revolvia con el señor capitán
é conmigo; é todos se rieron dello; y esto dijo el
Sandoval porque el Pedro de lrcio estaba mal
conmigo; y luego Cortés me dio las gracias por
ello y dijo: «Siempre tuve que habia de traer
recaudo.» Quiero dejar destas alabanzas, pues
son vaciadizas, que no traen provecho ninguno;
que otros las dijeron en Méjico cuando contaban
deste trabajoso viaje. Volvamos á decir que
Cortés se informó de las guias y de las dos mu-
jeres, y todos conformaron que por un rió abajo
habíamos de ir á un pueblo que está de allí dos
días de camino: el nombre del pueblo se decia
Oculizti, que era de más de ducienlas casas, y
estaba despoblado de pocos dias pasados; é yen-
do por nuestro rio abajo, topamos unos grandes
ranchos, que eran de indios mercaderes, donde
hacían jornada, y allí dormimos; y otro dia en-
tramos en el mismo rio y arroyo, y fuimos obra
de media legua por él, y dimos en buen camino,
y á aquel pueblo de Coliste llegamos aquel dia,
y habia mucho maíz y legumbres , y en una
casa de adoratorios de ídolos se halló un bo-
nete viejo colorado y un alparagate ofreci-
do á los ídolos; y ciertos soldados que fue-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPADA. 119
ron por las barrancas trujeron á Cortés dos
indios viejos y cuatro indias que se tomaron en
los maizales de aquel pueblo, y Cortés les pre-
guntó con nuestra lengua doña Marina por el
camino, y qué tanto estaban de allí los españo-
les, y dijeron que dos dias, y que no habia pobla-
do ninguno hasta allá, y que tenian las casas
junto a la costa de la mar; y luego incontinenti
mandó Cortés á Sandoval que fuese á pié con
otros seis soldados, y que saliese á la mar, y
que de una manera ú de otra procurase saber é
inquirir si eran muchos españoles los que alli
estaban poblados con Cristóbal de Olí , porque
en aquella sazón no creíamos que hubiese otro
capitán en aquella tierra : y esto quería saber
Cortés para que diésemos sobre Cristóbal de Olí
de noche si alli estuviese, ó prendehe á él ó á
sus soldados; y el Gonzalo de Sandóbal fué con
los seis soldados, y tres indios por guias, que
para ello llevaba de aquel pueblo de Oculizti;
é yendo por la costa del Norte, vio que venia
por la mar una canoa á remo y con la vela, y
se escondió de dia en un monte, porque vieron
venir la canoa con los indios mercaderes, y ve-
nia costa á costa, y traían mercaderías de sal y
de maíz, é iban á entrar en el rio grande del
Golfo-Dulce, y de noche la tomaron en un an-
cón que era puerto de canoas, y en la misma ca-
noa se metió el Sandoval con dos compañeros y
con los indios remeros que traía la misma ca-¿
noa y con las tres guias, y se fué costa á costa,
120 BERNAL DUZ.
y los demás soldados se fueron por tierra, por-
que supo que estaba cerca el rio grande, y lle-
gados que hubieron cerca del rio grande, quiso
la ventura que habían venido aquella mañana
cuatro vecinos de la villa, que estaba poblada,
y un indio de Cuba, de los de Gil González de
Avila, en una canoa, y pasaron de la parte del
rio á buscar una fruta que llaman zapotes para
comer asados, porque en la villa donde estaban
pasaban mucha hambre y estaban todos los más
dolientes , y no osaban salir á buscar bastimen-
tos á los pueblos, porque les habían dado guer-
ra los indios cercanos y muerto diez soldados
después que los dejé allí Gil González de Avila.
Pues estando derrocando los de Gil González
los zapotes del árbol , y estaban encima del ár-
bol los dos hombres , cuando vieron venir la
canoa por lama , en que venia Gonzalo de San-
doval; y sus compañeros se espantaron y admi-
raron de cosa tan nueva, y no sabían si huir , si
esperar; y como llegó Sandoval á ellos les dijo
que no hubiesen miedo , y asi, estuvieron que-
dos y muy espantados; y después de bien infor-
mados el Sandoval y sus compañeros de los es-
pañoles cómo y de qué manera estaban alli
poblados los 'de Gil González de Aviia , del mal
suceso de la armada del de las Casas , que se
perdió, y cómo Cristóbal de Olí los tuvo presos
al de las Casas y al Gil González de Avila , y
cómo degollaron en Naco á Cristóbal de Olí por
sentencia que dieron contra él , y cómo eran
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 121
partidos para Méjico, y supieron quién y cuán-
tos estaban en la villa , y la gran hambre que
pasaban , y cómo había pocos dias que habian <
ahorcado en aquella villa al teniente capitán
que les dejó alii el Gil González de Avila, que
se decia Amienta , y por qué causa le ahorca-
ron , que fué porque no les dejaba ir á Cuba;
acordó Sandoval de llevar luego aquellos hom-
bres á Cortés, y no hacer novedad ni ir á la villa
sin él, para que de sus personas fuese informa-
do; y entonces un soldado que se decia Alonso
Ortiz, vecino que después fué de una villa que
se dice San Pedro , suplicó á Sandoval que le
hiciese merced de darle licencia para adelan-
tarse una hora para llevar las nuevas á Cortés
y á todos los que con él estábamos , porque le
diésemos albricias , y asi lo hizo ; de las cuales
nuevas se holgó Cortés y todo nuestro Real,
creyendo que allí acabáramos de pasar tantos
trabajos como pasábamos , y se nos doblaron
mucho más , según adelante diré ; é á Alonso
Ortiz, que llevó estas nuevas, Cortés le dio lue-
go un caballo muy bueno rosillo , que llaman
Cabeza de Moro, y todos le dimos de lo que en-
tonces teniamos; y luego llegó el capitán San-
doval con los soldados y el indio de Cuba , y
dieron relación á Cortés de todo lo por mí dicho,
y de otras muchas cosas que les preguntaba , y
cómo tenían en aquella villa un navio que esta-
ban calafateando en un puerto obra de media
legua de allí , el cual tenían para se embarcar
16
122 BEÜ5AL DÍAZ.
todos en él é irse á Cuba , y que porque no les
había dejado embarcar el teniente Armenia le
ahorcaron, y también porque mandaba dar gar-
rote á un clérigo que revolvía la villa, y alzaron
por teniente á un Antonio Nieto en lugar del
Armcnta, que ahorcaron. Dejemos de hablar de
las nuevas de los dos españoles , y digamos los
lloros que en su villa se hicieron viendo que no
volvían aquella noche los vecinos y el indio de
Cuba, que habían ido á buscar la fruta, que cre-
yeron que indios los habían muerto , ó tigres ó
leones, y el uno de los vecinos era casado , y su
mujer lloraba por él, y todos los vecinos, y tam-
bién el clérigo, que se llamaba el bachiller Hu-
lano Velazquez ; y se juntaron en la iglesia, y
rogaban á Dios que les ayudase y que no viniesen
más males sobre ellos, y no hacia la mujer sino
rogará Dios por el ánima del marido. Volvamos
á nuestra relación: que luego Cortés nos man-
dó á todo nuestro ejército ir camino de la mar,
que seria seis leguas , y aun en el camino había
un estero muy crecido y hondo, que crecía y men-
guaba, y estuvimos aguardando que menguase
medio dia, y lo pasamos á vuelapié é á nado, y
llegamos al rio del Golfo-Dulce, y el primero
que quiso ir á la villa , que estaba de allí dos
leguas, fué el mismo Cortés con seis soldados,
sus mozos de espuelas, y fué, á las dos canoas
atadas, que una era en que habían venido los
soldados de Gil González á buscar zapotes, y la
otra que Sandoval había tomado en la costa á
CONQUISTA »l NUEVA-ISFANA. 123
los indios; que para aquel menester las habían
varado en tierra y escondido en el monte para
pasar en ellas, y las tornaron á echar al agua,
y se ataron una con otra de manera que estaban
bien fijas, y en ellas pasó Cortés y sus criados,
y luego en las mismas canoas mandó que se pa-
sasen dos caballos, y es desta manera, en las
canoas remando, y los caballos del cabestro na-
dando junto á las canoas y con maña, y no dar
mucho lazo al caballo, porque no trastórnela
canoa; mandó que hasta que viésemos su carta
ó mandato, que no pasásemos ningunos en las
mismas canoas, por el gran riesgo que habia en
el pasaje, que Cortés se vio arrepentido de
haber ido en ellas, porque venia el rio con
gran furia. Ydejallo hé aquí, y diré lo que más
nos pasó.
CAPITULO CLXXIX.
»
CÓMO CORTÉS ENTRO IN LA VILLA DONDB ESTABAN
POBLADOS LOS DE GIL GONZÁLEZ DE AVILA, Y DB LA
GRAN ALEGRÍA QUE TODOS LOS VECINOS HUBIIRON,
Y LO QUE CORTÉS ORDENÓ.
Después que Cortés hubo pasado el gran rio
del Golfo-Dulce de la manera que dicho tengo,
fué á la villa donde estaban poblados los espa-
124 BERNA L DÍAZ.
ñoles de Gil González de Avila, que seria de
allí á dos leguas, que estaban junto á la mar,
y no adonde solían estar primero poblados, que
llamaron San Gil de Buena- Vista; y cuando vie-
ron entre sus casas hombres á caballo y otros
seis á pié, espantáronse en gran manera, y co-
mo supieron que era Cortés, que tan nombrado
era en todas estas partes de las Indias y en Cas-
tilla, no sabian qué se hacer de placer; y des-
pués de venir todos á besarle las manos y darle
el parabién-venido, Cortés les habló muy amo-
rosamente, y mandó al teniente, que se decia
Nieto, fuese donde daban carena al navio y tru-
jesen dos bateles que tenían, y que si había ca-
noas, que asimismo las trujesen atadas de dos
en dos, y mandó que se buscase todo el cazabe
que allí tenian y llevasen al capitán Sandoval,
que otro pan de maiz no habia para que comie-
sen, y repartiese entre todos nosotros los de su
ejército; y el teniente lo buscó luego y no se
hallaron cincuenta libras dello, porque no co-
mían sino zapotes asados y legumbres y algún
marisco que pescaban; y aun aquel cazabe que
dieron guardaron para el matalotaje para irse á
Cuba cuando estuviese calafateado el navio; y
con dos bateles y ocho marineros que luego
vinieron, escribió Cortés á Sandoval que él
mismo en persona y el capitán Luis Marín fue-
sen los postreros que pasasen aquel gran rio,
y que mirase que no se embarcasen más de
]os que él mandase; y los bateles pasaron sin
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 125
macha carga, por causa de la gran corriente
del rio, que venia muy crecido y recio, y con
cada batel dos caballos, y en las canoas no pa-
sase caballo ninguno, que se perderian y tras-
tornarían, según la furia del corriente; y so-
bre el pasar delante uno que *e decia Saave-
dra, hermano de otro Abalos, parientes de Cor-
tés, querían pasar primero, puesto que Sando-
val decia que en la primera barca pasarían, por-
que pasaban en aquella sazón los tres religiosos,
y que era justo tener primero cumplimiento con
ellos; y como el Saavedra era pariente de Cor-
tés, no quisiera que Sandoval le pusiera impe-
dimento, sino que callara; y respondióle no tan
bien mirado como convenia; y el Sandoval, que
no se las sufría, tuvieron palabras, de manera
que el Saavedra echó mano á un puñal; y puesto
que el Sandoval, como estaba dentro en el rio
á más de la rodilla el agua deteniendo que los
bateles no se cargasen demasiado, ansí como
estaba arremetió al Saavedra, y le tenia tomada
la mano donde tenia el puñal, y le derrocó en el
agua, y si de presto no nos metiéramos entre
ellos y los despartiéramos, ciertamente el Saa-
vedra librara mal, porque todos los más solda-
dos nos mostramos de la parte de Sandoval. De-
jemos esta cuestión, y diré cómo estuvimos cua-
tro dias en pasar aquel rio, y de comer, ni por
pensamiento, si no era de unas pacayas que na-
cen de unas palmillas chicas, y otras como nue-
ces, que asábamos y las partíamos, y los meo-
126 BÍRNAL DÍAZ.
líos dellas comíamos; y en aquel rio se ahogó
un soldado con su caballo, el cual soldado se
decía Tarifa, que pasaba en una canoa, y no pa-
reció más él ni el caballo. También se ahogaron
dos caballos, y el uno era de un soldado que se
decía Solís Casquete, que hacia bramuras por
él é maldecía á Cortés y á su viaje. Quiero decir
de la grande hambre que ellí en el pasar del
rio hubo, y aún del murmurar de Cortés y de
su Tenida, y aún de todos nosotros que le se-
guíamos; pues cuando hubimos llegado al pue-
blo no había bocado de cazabe que comer, ni
aun los vecinos lo tenían, ni sabían caminos, si
no era de dos pueblos que allí cerca solían es-
tar, que se habían ya despoblado, y luego Cor-
tés mandó al capitán Luis Marín que con los
vecinos de Guacacualcó fuésemos á buscar maíz;
lo cual adelante diré.
CAPITULO CLXXX.
CÓMO OTRO DÍA DESPUÉS DE HABER LLEGADO Á AQUELLA
VILLA, QUE VO NO LE SE OTRO NOMBRE SINO SAN GIL
DE BUENA-VISTA, FUIMOS CON EL CAPITÁN LUIS
MARÍN HASTA OCHENTA SOLDADOS, TODOS Á PIE, Á
BUSCAR MAÍZ Y Á DESCUBRIR LA TIERRA , Y LO QUE
MÁS PASÓ DIRÉ ADELANTE.
Ya he dicho que como llegamos á aquella
villa que Gil González ds Avila tenia poblada,
no tenían qué comer , y eran hasta cuarenta
C0«QUl8tA DK KUEVA-ESPAÑA. 127
hombres y cuatro mujeres de Castilla y las dos
mulatas, y todos dolientes y las colores muy
amarillas; y como no teníamos qué comer nos-
otros ni ellos, no víamos la hora de illo á buscar;
y Cortés mandó que saliese el capitán Luis Ma-
rín con los de Guacacualco y buscásemos maíz;
y fuimos con él sobre ochenta soldados á pié
hasta ver si había caminos para caballos, y lle-
vábamos con nosotros un indio de Cuba que nos
fuese guiando á unas estancias y pueblos que
estaban de allí ocho leguas, donde hallamos mu-
cho maíz é infinitos cacaguatales y frísoles y otras
legumbres, donde tuvimos bien que comer, y
aun enviamos á decir á Cortés que enviase to-
dos los indios mejicanos y llevarían maíz, y
le socorrimos entonces con otros indios con
diez hanegas de ello, y luego enviamos por
nuestros caballos ; y como Cortés supo que es-
tábamos en buena tierra, y se informó de indios
mercaderes que entonces se habían prendido en
el rio del Golfo-Dulce, que para ir á Naco,
donde degollaron á Cristóbal de Olí, era camino
derecho por donde estábamos, envió á Gonzalo
de Sandoval con toda la mayor parte de su ejér-
cito que nos siguiese, y que nos estuviésemos
en aquellas estancias hasta ver su mandado. Y
como llegó el Sandoval adonde estábamos, y vio
que habia abastadamente que comer, se holgó
mucho, y luego envió á Co*.és sobre treinta ha-
negas de maíz con indios mejicanos, lo cual re-
partió á los vecinos qne en aquella villa queda-
128 bernal días.
ban; y como estaban hambrientos y no eran
acostumbrados sino á comer zapotecas asados y
cazabe, y como se hartaron de tortillas, con el
maíz que les enviamos, se les hincharon las
barrigas, é como estaban dolientes, se murieron
siete d ellos; y estando desta manera con tanta
hambre, quiso Dios que aportó allí un navíoque
venia cargado de las islas de Cuba con siete ca-
ballos, y cuarenta puercos, y ocho pipas de ta-
sajos salados, y pan cazabe, y venían hasta
quince pasajeros y ocho marineros, y cuya era
toda la más cargazón de aquel navio se decia An-
tón de Camargo, y Cortés compró fiado todo
cuanto bastimento traia , y repartió dello á
los vecinos ; y como estaban de antes en
tanta necesidad y debilitados, y se harta-
ron de la carne salada, dio á muchos de-
llos cámaras, de que murieron catorce. Pues
como vino aquel navio con la gente y marineros,
parecióle á Cortés que era bien ir á ver y calar
y bojar aquel tan poderoso rio, si habia pobla-
ciones arriba, y qué tierra era; y luego mandó
calafatear un bergantín que estaba al través,, que
era de los de Gil González de Avila, y adobar un
batel y hacelle como barco del descargo, y con
cuatro canoas , atadas unas con otras , y con
treinta soldados y los ocho hombres de la mar
de los nuevamente venidos en el navio, y Cortés
por su capitán , y con veinte indios mejicanos,
se fue por el rio, y obra de diez leguas que hubo
ido el rio arriba, halló una laguna muy ancha,
, CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 129
que tenia el ojo de anchor seis leguas , y no
habia población ninguna alrededor delta , por-
que todo era anegadizo; y siguiendo el rio arriba,
venia ya muy corriente más que de antes , y
habia unos saltaderos , que no podían ir con el
bergartin y los bateles y las canoas , acordó do
las dejar alli en el rio en un remanso con seis
españoles en guarda dellas, y fué por tierra por
un camino angosto, y llegó á unos pueblezuelos
despoblados, y luego dio en unos maizales, y de
alli tomó tres indios por guias, que le llevaron
á unos pueblos chicos, donde tenían mucho maíz
y gallinas, y aun tenían faisanes , que en estas
tierras llaman sacachueles , y perdices de la
tierra y palomas; y esto de tener perdices desta
manera, yo lo he visto y hallado en pueblos que
están en comarca destos d'e Golfo-Dulce, cuan-
do fui en busca de Cortés , como adelante diré.
Volvamos á nuestra relación : que alli tomó
Cortés guias y pasó adelante,. y fué á otros
pueblezuelos que se dicen Cinacan , Tencintle,
donde tenían grandes cacaguatales y maizales
y algodón, y antes que á ellos llegasen oyeron
tañer atabalejos y trompetillas , haciendo fies-
tas y borracheras; y por no ser sentido Cortés,
estuvo escondido con sus soldados en un mon-
te; y cuando vio que era tiempo de ir á ellos,
arremeten todos á una, y prendieron hasta diez
indios y quince mujeres, y todos los más indios
de aquel pueblo de presto se fueron á tomar
sus armas, y vuelven con arcos y flechas y lan-
17
130 BERNAL DÍAZ.
zas , y comenzaron á flechar á los nuestros, y
Cortés con los suyos fué contra ellos, y acuchi-
llaron ocho indios que eran principales; y como
vieron el pleito mal parado y las mujeres toma-
das, enviaron cuatro hombres viejos, y los dos
eran sacerdotes de ídolos, é vinieron muy man-
sos á rogar á Cortés que les diese los presos, y
trujeron ciertas joyezuelas de oro de poca valía;
y Cortés les habló con doña Marina, que iba
allí con Juan Jaramillo, su marido, porque
Cortés sin ella no podia entender los indios , y
les dijo que llevasen el maiz é gallinas y sal y
bastimento que allí les señaló, é dio á entender
adonde habian quedado los bergantines y el
barco y las canoas, y luego les daria los pre-
sos; y les dieron á entender en qué parte del rio
quedaban, y dijeron que sí harian, y que cerca
de allí estaba uno como estero que salia al rio;
y luego hicieron barcas, y medio nadando las
llevaron hasta que dieron en fondo , que pu-
dieron nadar bien. Pues como Cortés habia
quedado de les dar todos los presos, paree ó
ser mandó Cortés que se quedasen tres muje-
res con sus maridos para hacer pan y ser-
virse de los indios., y no se las dieron ; y sobre
ello apellídanse todos los indios de aquel pue-
blo, y sobre las barrancas del rio dan una buena
mano de vara, flecha y piedra á Cortés y á sus
soldados, de manera que hirieron á Cortés en la
cara y á otros doce soldados; allí se les desba-
rató una barca y se perdió la mitad de lo que
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 131
traía, y se ahogó un mejicano; y en aquel rio
hay tantos moxicotes, que no se podían valer,
y Cortés todo lo sufría , y da vuelta para su
villa, que no sé cómo se la nombró, y bastécela
mucho más de lo que estaba. Ya he dicho que
el pueblo do llegó Cortés se decia Cinacan, y
me han dicho ahora que estará de Guatimala se-
tenta leguas, y tardó Cortés en este viaje y vol-
ver á la villa veinte y seis dias; y como vio que
no era bien poblar allí, por no haber pueblos de
indios, y como tenia mucho bastimento, ansí de
lo que antes estaba como de lo que al presente
traia, acordó de escribir á Gonzalo de Sandoval
que luego se fuese á Naco, y le hizo saber todo
lo aquí por mí dicho de su viaje del Golfo-Dul-
ce, según lo tengo aquí relatado, y cómo iba á
poblar á Puerto de Caballos, y que le enviase
diez soldados de los de Guacacualco , que sin
ellos no se hallaba en las entradas.
CAPITULO CLXXXI.
CÓMO CORTÉS SE EMBARCÓ CON TODOS LOS SOLDADOS
QUE HABU TRAÍDO EN SU COMPAÑÍA Y LOS QUE HA-
BÍA EN SAN GIL DE BUEÑA-VISTA, Y FUE Á POBLAR
ADONDE AGORA LLAMAN PUERTO DE CABALLOS, Y
SE LE PU80 NOMBRE LA NATIVIDAD, Y LO QUE EN EL
SE HIZO.
Pues como Cortés vio que en aquel asiento
que halló poblando á los de Gil González de Avi-
la no era bueno, acordó de se embarcar en los
132 BERNAL DÍAZ.
dos navios y bergantín con todos cuantos en
aquella villa estaban, que no quedó ninguno, y
en ocho días de navegación fué á desembarcar
adonde agora llaman Puerto de Caballos, y como
vio aquella bahía buena para puerto, y supo de
indios que habia cerca poblaciones, acordó de
poblar una villa que la nombró Natividad, y
puso por su teniente á un Diego de Godoy, y
dende allí hizo dos entradas en la tierra adentro
á unos pueblos cercanos, que ahora están des-
poblados; tomó lengua dellos cómo habia cer-
ca otros pueblos, basteció la villa de maiz, y su-
po que estaba el pueblo de Naco, donde dego-
llaron á Cristóbal de Olí, cerca, y escribió á
Gonzalo de Sandoval, creyendo que ya habia
llegado y estaba de asiento en Naco, que le en-
viase diez soldados de ios de Guacacuaíco, y de-
cía en la carta que sin ellos no se hallaba en
hacer entradas; y le escribió cómo quería ir den-
de allí al puerto de Honduras, adonde estaba
poblada la villa de Trujillo, y que el Sandoval
con sus soldados pacificasen aquellas tierras y
poblasen una villa; la cual carta vino á Sando-
val estando que estábamos en las estancias por
mí ya dichas, que no habiamos llegado á Naco.
Y dejemos de decir de Cortés y sus entradas que
hacia dende Puerto de Caballos, y de los mu-
chos mosquitos que en ella le picaban, ansí de
dia como de noche; que á lo que después le oia
decir, tenia con ellos tan malas noches, que es-
taba la cabeza sin sentido, de no dormir. Pues
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 133
como Gonzalo de Sandoval vio las cartas de
Cortés, luego se fué dende aquellas estancias
que dicho tengo, á unos pueblezuelos que se
dicen Cuyoacan, que estaban de allí siete leguas,
y no se pudo ir luego á Naco, como Cortés le
babia mandado, por no dejar atrás en los cami-
nos muchos soldados que se habían apartado á
otras estancias por tener qué comer ellos y sus
caballos, y por causa que al pasar de un rio muy
hondo que no se podia vadear, y era camino de
las estancias, é por dejar recaudo de una canoa
con que pasasen los españoles que quedaban re-
zagados y muchos indios mejicanos que venían
dolientes; y esto fué también porque de unos
pueblos cercanos de las estancias, que confina-
ban con el rio y Golfo-Dulce, venian cada dia
allí de guerra muchos indios de los pueblos, y
porque no hiciesen algún mal recaudo y muer-
tes de españoles y de indios mejicanos, mandó
Sandoval que quedásemos á aquel paso ocho
soldados, y á mi me dejó por caudillo dellos, y
que tuviésemos una canoa del pasaje siempre
varada en tierra, y que estuviésemos alerta si
daban voces pasajeros de los que estaban en las
estancias, para luego les pasar; y una noche vi-
nieron muchos indios guerreros de los pueblos
cercanos y de las estancias, creyendo que no
nos velábamos; é por tomarnos la canoa dan de
repente en los ranchos en que estábamos y les
pusieron fuego, y no vinieron tan secreto, que
ya les habíamos sentido; y nos recojimos todos
134 BERNA L DÍAZ.
ocho soldados y cuatro mejicanos de los que es-
taban sanos, y arremetimos á los guerreros, y
á cuchilladas les hicimos volver por donde ha-
bían venido, puesto que flecharon á dos solda-
dos y á un indio, mas no fueron mucho las heri-
das; y como aquello vimos, fuimos tres compa-
ñeros á las estancias adonde sentíamos que ha-
bían quedado indios y españoles dolientes, que
sería una legua de allí, y trujimos á un Diego
de Mazariegos, ya otras veces por mi nombra-
do, y á otros españoles que estaban en su com-
pañía y á indios mejicanos que estaban dolien-
tes, y luego les pasamos el rio y fuimos adonde
Sandovol estaba; é yendo que íbamos nuestro
camino, como un español de los que habíamos
recojido en las estancias iba muy malo, y era de
los nuevamente venidos de Castilla, y medio is-
leño, hijo de ginovés, y como iba malo, y sin te-
ner qué le dar de comer, sino tortillas y pi-
nol , ya que llegábamos obra de media le-
gua de donde estaba Sandoval, se murió en
el camino y no tuve gente para llevar el cuerpo
muerto hasta el real; y llegado donde el Sando-
val estaba, le dije de nuestro viaje y del hom-
bre que se quedó muerto, y hubo enojo conmi-
go porque entre todos nosotros no le trujimos
á cuestas ó en un caballo, y le dijimos al San-
doval que traíamos dos dolientes en cada caba-
llo é nos veníamos á pié, y que por esta causa
no se pudo traer; y un soldado que se decía
Bartolomé de Villanueva , que era mi compañe-
CONQUISTA DE MUEVA-ESPAÑA. 135
ro, respondió al Sandoval muy soberbio que
harto teníamos que traer nuestras personas, sin
traer muertos á cuestas, y que renegaba de
tanto trabajo é pérdida como Cortés nos había
causado: y luego mandó Sandoval á mi y al Vi-
llanueva, sin más parar le fuésemos á enterrar;
y llevamos dos indios mejicanos y un azadón, é
hicímosle su sepultura y lo enterramos y le pu-
simos una cruz, y hallamos en la faltriquera
del muerto una taleguilla con muchos dados y
un papel escrito , que era una memoria de don-
de era natural y cuyo hijo era y qué bienes te-
nia en Tenerife; é después, el tiempo andando,
se envió aquello memoria á Tenerife; perdónele
Dios, amen. Dejemos de contar cuentos, y quie-
ro decir que luego Sandoval acordó que fuése-
mos á otros pueblos que agora están cerca de
unas minas que descubrieron dende á tres años;
y dende allí fuimos á otro pueblo que se dice
Quinistan, y otro dia á hora de Misa fuimos á
Naco, y en aquella sazón era buen pueblo y
hallárnosle despoblado de aquel mismo dia; y
después de nos aposentar en unos patios muy
grandes, adonde habian degollado ai maestre
de campo Cristóbal de Olí, otras veces por mí
nombrado, que estaba el pueblo bien bastecido
de maíz y de frisóles y ají, y también hallamos
un poco de sal, que era la cosa que más deseá-
bamos, y allí asentamos nuestro fardaje, como
si hubiéramos de estar en él para siempre. Hay
en ebte pueblo la mejor agua que habiamos vis-
136 BERNAL DItZ.
to en toda la Nueva-España, y un árbol que en
mitad de la siesta, por recio sol que hiciese, pa-
recía que la sombra del árbol refrescaba el co-
razón, y caía del uno como rocío muy delgado
que confortaba las cabezas; y aqueste pueblo en
aquella sazón fué muy poblado y en buen asien-
to, y habia fruta de los zapotes colorados y de
los chicos, y estaba en comarca de otros pueblos
chicos. Y dejallo hé aquí, y diré lo que allí nos
avino.
CAPITULO CLXXXII.
COMO EL CAPITÁN GONZALO DE SANDOVAL COMENZÓ A
PACIFICAR AQUELLA PROVINCIA DE NACO, Y DE LOS
GRANDES REENCUENTROS QUE CON LOS DE AQUELLA
PROVINCIA TUVO, Y LO QUE MÁS SE HIZO.
Desde que hubimos allegado al pueblo de Na-
co y recojido maíz , frisóles y ají, y con tres
principales de aquel pueblo que allí en los mai-
zales prendimos, á los cuales Gonzalo de Sando-
val halagó y dio cuentas de Castilla, y les rogó
que fuesen á llamar á los demás caciques, que
no se les haria enojo ninguno, fueron así como
se lo mandó, y vinieron dos caciques; mas no
pudo acabar con ellos que se poblase el puejblo,
e<HJ$UWTA DE HUEVAtESPASa. 137
salvo traer de cuando en cuando poca comida; ni
nos hacían bien ni mal, ni nosotros á ellos; y
ansi estuvimos los primeros dias, y Cortés ha-
bía escrito á Gonzalo de Sandoval, como de an-
tes dicho tengo, que luego le enviase á Puer-
to de Caballos diez soldados de los de Gua-
cacualco, y todos nombrados por sus nom-
bres, y entre ellos era yo uno , y en aquella sa-
zón estaba yo algo malo, y dije á Sandoval que
me excusase, porque estaba mal dispuesto, y él,
que lo habia gana , y ansí quedé; y envió ocho
soldados muy buenos varones para cualquiera
afrenta, y aún fueron de tan mala voluntad,
que renegaban de Cortés y aún de su viaje, y
tenian mucha razón , porque no sabían cierto si
la tierra por donde habían de ir estaba de paz.
Acordó Sandoval de demandar á los caciques de
Naco cinco principales indios, que fuesen con
ellos hasta el Puerto de Caballos, y les puso te-
mores que si algún enojo recebia alguno de sus
soldados, que les quemaría el pueblo y que les
iria á buscar y dar guerra; y mandó que en to-
dos los pueblos por donde pasasen les diesen
muy bien de comer; y fueron su viaje hasta el
Puerto de Caballos, donde hallaron á Cortés,
que se quería embarcar para ir á Trujiílo, y se
holgó con ellos, y supo cómo quedábamos bue-
nos, y los llevó consigo en los navios, y luego
se embarcó, y dejó en aquella villa de Puerto
de Caballos á un Diego de Godoy por su capi-
tán, con hasta cuarenta vecinos, que eran todos
18
138 BEftNAL DÍAZ.
los más de los que solian ser de Gil González
de Avila .y de los nuevamente venidos de las
islas; y de que Cortes se hubo embarcado y su
teniente Godoy quedó en la villa, con los sol-
dados que más sanos tenia hacia entradas en
los pueblos comarcanos, é trujo dos dellos de
paz; mas como los indios vieron que los sol-
dados que allí quedaban estaban todos los
más dellos dolientes y se morian cada día, no
hacian cuenta dellos, y á esta causa no les acu-
dían con comida, ni ellos eran para illo á buscar,
y pasaban gran necesidad de hambre, y en po-
ces dias se murieron la mitad dellos, y se des-
poblaron otros tres dellos, que se vinieron hu-
yendo donde estábamos con Sandoval. Y dejallo
he aquí en este estado, y volveré á Naco, que,
como Sandoval habia visto que no se querían
venir á poblar el pueblo los indios vecinos y na-
turales de Naco, aunque los enviaba á llamar
muchas veces, y á los demás pueblos comarca-
nos, no venían ni hacian cuenta de nosotros,
acordó de ir en persona y hacer de manera que
viniesen ; y fuimos luego á unos pueblos que se
decían Girimonga y Aculaco, y á otros tres pue-
blos que estaban cerca de Naco, y todos vinie-
ron á dar la obediencia á su majestad, y luego
fuimos á Quizmitan y á otro pueblo de la sierra,
y ansimesmo vinieron; por manera que todos
los indios de aquella comarca venían de paz, y
como no se les demandaba cosa ninguna más de
lo que ellos querían dar, no tenían pesadumbre
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 139
de venir, y desta manera estaba todo de paz
hasta donde pobló Cortés la villa que agora se
dice Puerto de Caballos Y dejémonos esta ma-
teria, porque por fuerza tengo devolver á decir
de Cortés, que fué á desembarcar al puerto de
Trujillo; y porque en una sazón acaecen dos ó
tres cosas, como otras veces he dicho en los ca-
pítulos pasados; y tengo de meter la pluma por
los pasos contados, dónde y de qué manera nos-
otros conquistábamos y poblábamos, como muy
claramente lo habrán visto los curiosos letores;
y aunque se deje por agora de decir de Sando-
val y todo lo que en la provincia de Naco le avi-
no, quiero decir lo que Cortés hizo en Trujillo.
CAPITULO CLXXXIII.
CÓMO CORTÉS DESEMBARCÓ EN EL PUERTO QUE LLAMAN
DE TRUJILLO. Y CÓMO TODOS LOS VECINOS DE AQUE-
LLA VILLA LE SALIERON Á RECEBIR Y SE HOLGARON
MUCHO CON ÉL, Y DE TODO LO QUE ALLÍ HIZO.
Como Cortés se hubo embarcado en el puerto
de Caballos, y llevó en su compañía muchos sol-
dados de los que trujo de Méjico y los que le
envió Gonzalo de Sandoval, y con buen tiempo
en seisdias llegó al puerto de Trujillo; y cuan-
1|0 BERNAL DÍAZ.
do !o9 vecinos que allí vivían, que dejó poblar-
dos Francisco de las Casas, supieron que era
Cortés, todos fueron á la mar, que estaba cerca^
á le recibir, y le besaron las manos, porque mu-
chos vecinos de aquellos eran bandoleros de los
que echaron de Panuco, y fueron en dar conse-
jo á Cristóbal de Olí para que se alzase, y los
habían desterrado de Panuco, según dicho ten-
ho en el capítulo que dello habla; y como se ha-
llaban culpantes, suplicaron á Cortés que les
perdonase; y Cortés con muchas caricias y ofre-
cimientos ios abrazó á todos y los perdonó, y
luego se fué á la iglesia, y después de hecha
oración, le aposentaron lo mejor que pudieron,
y le dieron cuenta de todo lo acaecido del Fran-
cisco de las Casas y del Gil González de Avi-
la, y por qué causa degollaron á Cristóbal de
Olí, y cómo se habían ido camino de Méjico,
y cómo habían pacificado algunos pueblos de
aquella provincia; y como Cortés bien lo hu-
bo entendido, á todos los honró de palabras
y con dejalles los cargos según y de la ma-
nera que los tenían, excepto que hizo capi-
tán general de aquellas provincias á su primo
Saavedra, que ansí se llamaba, lo cual tuvieron
por bien; y luego envió á llamar á todos los
pueblos comarcanos, y como tuvieron nueva que
era el capitán Malinche, que ansí le llamaban,
y sabían quehabia conquistado á Méjico, luego
vinieron á su llamada y le trujeron presentes
de bastimentos; y cuando se hubieron juntado
CONQUISTA DB NUEVA-ESPANA. 141
los caciques de cuatro pueblos más principales.
Cortés les habló con doña Marina y les dijo las
cosas tocantes á nuestra santa fe; y que todos
éramos vasallos del gran Emperador que se dice
don Carlos de Austria, y que tiene muy gran-
des señores por vasallos, y que nos envió á es-
tas partes para quitar sodomías y robos é ido-
latrías, y para que no consienta comer carne
humana, ni hubiesen sacrificios ni robasen, ni
se diesen guerra unos á otros, sino que fuesen
hermanos y como tales se tratasen, y también
venia para que diesen la obediencia á tan alto
Rey y señor como les habia dicho que tenemos,
y le contribuyan con servicios y de lo que tu-
vieren, como hacemos todos sus vasallos; y les
dijo otras muchas cosas la doña Marina, que lo
sabia bien decir; y los que no quisiesen venir á
se someter al dominio de su mujestad, que les
castigaría, y aun Fray Juan de las Varillas y
los dos religiosos franciscos que Cortés traíales
predicaron cosas muy santas y buenas, y lo que
decían los frailes franciscos se lo declaraban dos
indios mejicanos que sabían la lengua española,
con otros intérpretes de aquella lengua; y más
les dijo, que en todo les guardaría justicia, por-
que ansí lo mandaba nuestro Rey y señor; y
porque hubo otros muchos razonamientos y
los entendieron muy bien los caciques, dijeron
que se daban por vasallos de su majestad y que
harían lo que Cortés les mandaba , y luego les
dijo que trujeseo bastimento á aquella villa ; y
142 BKRNAL DÍAZ.
también les mandó que viniesen muchos indios
y trujesen hachas , y que talasen un monte que
estaba dentro de la villa, para que desde allí se
pudiese ver la mar y puerto ; y también íes
mandó que fuesen en canoas á llamar tres ó
cuatro pueblos que están en unas isletas que se
llaman los Guanajes , que en aquella sazón es-
taban pobladas , y que trujesen pescado , pues
que tenían mucho ; y ansí lo hicieron, que den-
tro en cinco dias vinieron los pueblos de las
isletas , y todos traían presentes de pescado y
gallinas ; y Cortés les mandó dar unas puercas
y un barraco que se halló en Trujillo, y de los
que traia de Méjico , para que hiciesen casta,
porque le dijo un español que era buena tierra
para multiplicar con soltalles en las isletas sin
ponerles guarda: y ansí fué como dijo, que'den-
tro en dos años hubo muchos puercos y los iban
á montear. Dejemos esto, pues no hace á nues-
tra relación , y no me lo tengan por prolijidad
en contar cosas viejas; y diré que vinieron tan-
tos indios á talar los montes de la villa que
Cortés les mandó en dos dias se vio claramente
muy bien la mar, é hicieron quince casas, y una
para Cortés muy buena; y esto hecho, se informó
pueblos y tierras estaban rebeldes y no que-
Cortés querían venir de paz ; y unos caciques de
un pueblo que se dice Papayeca , que era ca-
becera de otros pueblos, que en aquella sa-
zón era grande pueblo , que agora está con
muy poca gente ó casi ninguna , le dio á Cor-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 143
tés una memoria de muchos pueblos que no que-
rían venir de paz, que estaban en grandes sier-
ras y tenian fuerzas hechas; y luego Cortés en-
vió al capitán Saavedra con los soldados que le
pareció que convenían ir conél , y con los ocho
de Guacacualco fué por su camino hasta que
llegó á las poblaciones que solían estar de guer-
ra , y salieron de paz los más dellos ; excepto
tres pueblos , que no se quisieron venir ; y tan
temido era Cortés de los naturales y tan nom-
brado , que hasta los pueblos de Olancho, donde
fueron las minas ricas que después se descu-
brieron , era temido y acatado, y llamábanle en
todas aquellas provincias el capitán Hue , Hue
de Marina , que quiere decir el capitán viejo
que trae á doña Marina. Dejemos á Saavedra,
que está con su gente sobre los pueblos que no
se querían dar, que me parece que se decían los
acaltecas , y volvamos á Cortés , que estaba en
Trujillo , é ya le habían adolescido los frailes
franciscos y un su primo que se decia Abalos, y
el licenciado Pedro López, y Carranza el mayor-
domo, y Guinea el despensero y un Juan Flamen-
co, y otros muchos soldados, ansí de los que traía
como de los que halló en Trujillo, y aun el Antón
de Carmona, que trujo el navio con el bastimen-
to ; y acordó de los enviar á la isla de Cuba , á
la Habana, ó á Santo Domingo si viesen que el
tiempo hacía bueno en la mar , y para ello les
dio el un navio bien aderezado y calafateado,
con el mejor matalotaje que se pudo haber; y es-
144 BERNA*. DÍAZ.
cribió á la audiencia Real de Santo Domingo y á
los frailes gerónimos y á la Habana, dando cuen-
ta cómo habia salido de Méjico en busca de Cris-
tóbal de OH , y cómo dejó sus poderes á los ofi-
ciales de su majestad , y del trabajoso cansino
que habia traído , y cómo el Cristóbal de Olí
hubo preso á un capitán que se decia Francisco de
las Casas, que Cortés-habia enviado para tomar
el armada al mismo Cristóbal de Olí, y que
también habia preso á ua Gil González de Avi-
la, siendo gobernador del Golfo-Dulce; y que
teniéndolos presos, los dos capitanes se concer-
taron y le dieron de cuchilladas, y por senten-
cia, después que lo tuvieron preso, le degolla-
ron, y que al presente estaba poblando la tierra
y pueblos sujetos á aquella villa de Trujillo, y
que era tierra rica de minas, y que enviasen
soldados; que en aquella tierra de Santo Domin-
go no tenian con qué se sustentar; y para dar
crédito que habia oro envió muchas joyas y pie-
zas de las que traia en su recámara, é vajilla de
lo que trujo de Méjico, y aun de la vajilla de su
aparador, y por su capitán de aquel navio á un
suprimo que se decia Abalos, y le mandó que
de camino tomase veinte y cinco soldados que
habia dejado un capitán, que tuvo nueva que
andaba á saltear indios en las isletas en ló de
Cozumel. Y partido del puerto de Honduras, que
ansí se llamaba, unas veces con buen tiempo é
otras con contrario, pasaron adelante déla Pun-
ta de Sant- Antón, que está junto á las sierras
CONQUISTA DE NUEVA-BSPAÑA. 145
qué llaman de Guaniguanico, que será de la
Habana sesenta ó setenta leguas, y con tempo-
ral dieron con el navio en tierra, de manera que
se ahogaron los frailes y el capitán Abálos y
muchos soldados, y dellos se salvaron en el Üak
tel y en tablas, y con mucho trabajo aportaron
á la Habana, y dénde allí fué la fama volando
por toda la isla de Cuba cómo Cortés y todos
nosotros éramos vivos, y én pocos días fué la
nueva á Santo Domingo, porque el licenciado
Pedro López, médico que iba allí, que escapó en
una tabla, escribió á la Real audiencia de Santo
Domingo en nombre de Cortés, y todo lo acaeci-
do, y cómo estaba poblando en Trujillo, y que
habia menester bastimento y vino y caballos, y
que para lo comprar traian mucho oró, y que se
perdió en la mar de la manera que ya dicho' ten-
go. Y como aquella nueva se supo, todos se ale-
graron, porque ya habia fama, é lo tenian por
cierto, que Cortés y todos nosotros sus compa-
ñeros éramos muertos ; las cuales nuevas supie-
ron en la Española de un navio que fué de la
Nueva-España ; y como en Santo Domingo se
supo que estaba de asiento poblando Cortés las
provincias que dicho tengo, luego los oidores y
mercaderes comenzaron de cargar dos navios
viejos con caballos y potros, y camisas y bone-
tes y cosas de bujerías, y no trujeron cosa deco-
mer, sino una pipa de vino, ni fruta, salvo los
caballos y todo lo demás de tarabusteríaí?, entre
tanto que se armaban los navios para venir, que
19
146 BERNAL DUZ.
aun no habían llegado al puerto. Quiero decir
que como Cortés estaba en Trujillo, se le vinie-
ron á quejar ciertos indios de las islas de ios
Guanajes, que seria de allí ocho leguas, y dije-
ron que estaba anclado un navio junto á su
pueblo , y el batel del navio lleno de espa-
ñoles con escopetas y ballestas , y que les
querían tomar por fuerza sus mazaguales, que
que se dice entre ellos vasallos, y que á lo que
han entendido, son robadores, y que ansí les to-
maron los años pasados muchos indios, y los
llevaron presos en otro navio como aquel que
estaba surto ; y que enviase Cortes a poner co-
bro en ello ; y como Corte* io supo, iuego man-
dó armar un bergantin con la mejor artille-
ría que habia y con veinte soldados y con buen
capitán , y les mando que en todo caso tomasen
el navio que los indios decian , y se lo-trujesen
preso con todos los españoles que dentro anda-
ban , pues que eran robadores de los vasallos
de su majestad; y mandó á los indios que arma-
sen sus canoas, y con varas y flechas que fuesen
junto al bergantin , y que ayudasen á prender
aquellos hombres , y para ello dio poder al ca-
pitán. Pues yendo con su bergantin armado y
muchas canoas de los naturales de aquellas is-
letas , como los del navio que estaba surto los
vieron ir á la vela , no aguardaron mucho , que
alzaron velas y se fueron huyendo, porque bien
entendieron que iban contra ellos , y no los
pudo alcanzar el bergantin ; y después se al-
CONQUISTA DK NUEVA-ESPAÑA. 147
canzóá saber que era un bachiller Moreno, que
habia enviado la audiencia Real de Santo Do-
mingo á cierto negocio á Nombre de Dios , y
parece ser descayeron del viaje, ó vino de hecho
sobre cosa pensada á robar los indios de Guana-
les. Y volvamos á Cortés, que se quedó en aque-
lla provincia pacificándola, y volveré á decir lo
que á Sandoval le acaeció en Naco.
CAPITULO CLXXXIV.
CÓMO EL CAPITÁN GONZALO DE SANDOVAL , QUE ES-
TABA EN NACO, PRENDIÓ Á CUARENTA SOLDADOS ES-
PAÑOLES Y A SU CAPITÁN, QUE VENÍAN DE LA PRO-
VINCIA DE NICARAGUA , Y Ha CÍAN MUCHOS Din OS Y
ROBOS Á LOS INDIOS DE LOS PUEBLOS POR DONDE
PASABAN.
Estando Sandoval en el pueblo de Naco atra-
yendo de paz todos los más pueblos de aquella
comarca, vinieron ante él cuatro caciques de dos
pueblos que se decían Quecuspan y Tanchinal-
chapa, y dijeron que estaban en sus pueblos
muchos españoles de la manera de los que con
él estábamos, con armas y caballos, y que les
tomaban sus haciendas é hijas y mujeres, y que
las echaban en cadenas de hierro, de lo cual
148 BEHNAL DÍAZ.
hubo gran enojo el Sandoval; y preguntando
que qué tanto seria de allí donde estaban, dije-
ron que en ün dia llegaríamos; y luego nos man-
dó apercebir á los que habíamos de ir con el, lo
mejor que podíamos, con nuestras armas y ca-
ballos y ballestas y escopetas, y fuimos con él
letenta hombres; y llegados á los pueblos don-
de estaban los soldados, les hallamos muy de
reposo, sin pensamiento que los habíamos de
prender; y como nos vieron ir de aquella mane-
ra, se alborotaron y echaron mano á las armas,
y de presto prendimos al capitán y á otros mu-
chos dellos, sin que hubiese sangre ni de una
parte ni de otra; y Sandoval les dijo con pala-
bras algo desabridas, sí les parecía bien andar
robando á los vasallos de su majestad, y si sería
buena conquista y pacificación aquella; y unos
indios é indias que traían en collares se los hizo
sacar dellos y se los dio á los caciques xte aquel
pueblo, y á los demás mandó que se fuesen á
sus tierras, que era cerca de allí. Pues como
aquello fué hecho, mandó al capitán que allí ve-
nia, que se decia Pedro de Garro, que él y sus
soldados fuesen presos y se fuesen con nosotros
al pueblo de Naco, y caminamos con ellos; y
traían los soldados muchas indias de Nicara-
gua, y algunas dellas hermosas, é indias nabo-
rías que tenían en su servicio, y todos los más
de los traían caballos; y coma nosotros estába-
mos trillados y deshechos de los caminos pasa-
dos , y no teníamos indias que nos hiciesen
CONQUISTA DE KUEVA-KSPANA. 149
pan, eran ellos unos condes en el servirse, se-
gún nuestra pobreza. Pues como llegamos con
ellos á Naco, Sandoval les dio posadas en partes
convenibles, porque venian entre ellos ciertos
hidalgos y personas de calidad; y cuando hubie-
ron repasado un dia, y su capitán Garro vio que
éramos de los de Cortés, hízose muy amigo de
Sandoval y de nosotros y se holgaban con nues-
tra^compañía; y quiero decir cómo y de qué ma-
nera é por qué causa venia aquel capitán con
aquellos soldados, y es désta manera que diré:
pareció ser que Pedro Arias de Avila, goberna-
dor que fué en aquella sazón de Tierra-Firme,
envió un su capitán que se decia Francisco Her-
nández, persona muy principal entre ellos, á
conquistar y pacificar las tierras de Nicaragua y
lo más que descubriese, y dióle copia de solda-
dos, ansí á caballo como ballesteros, y llegó á
las provincias de Nicaragua y León, que ansí
las llaman, las cuales pacificó y pobló; y como
se vio con muchos soldados y próspero, y apar-
tado del Pedro Arias de Avila, y por consejeros
que tuvo para ello, y también, según entendí,
un bachiller Moreno, por mí ya nombrado, que
el audiencia Real de Santo Domingo y los frai-
les Jerónimos que gobernaban en las islas le
habian enviado á Tierra-Firme á cierto plei-
to, que tengo en mi pensamiento que era sobre
la muerte de Balboa, yerno de Pedro Arias, al
cual degolló sin justicia cuando le hubo casado
con su hija doña Isabel Arias de Peñalosa, que
150 BERNAL DÍAZ.
así se llamaba; y el bachiller Moreno dijo al ca-
pitán Francisco Hernández que como conquis-
tase cualquiera tierra, acudiese á nuestro
Rey y señor para que le hiciese gobernador de-
11a, que no hacia traición; y que el Balboa, que
degolló Pedro Arias , siendo su yerno, que fué
contra toda justicia, pues que el Balboa prime-
ro envió sus procuradores á su majestad para
ser adelantado; y so color destas palabras que
tomó del bachiller Moreno, envió el Francisco
Hernández á su capitán Pedro de. Garro para
que por banda del Norte le buscase puerto para
hacer sabidor á su majestad de las provincias
que habia pac ificado y poblado, para que le hi-
ciese merced que él fuese gobernador dellas,
pues estaban tan apartadas de la gobernación
de Pedro Arias. E viniendo que venia el Pedro
de Garro para aquel efeto , le prendimos, como
dicho tengo. Y como el Sandoval entendió el in-
tento á lo que venian, platicó con el Garro y el
Garro con él secretamente, y diese orden que
lo hiciésemos saber á Cortés, que estaba en Tru-
jillo; y que el Sandoval tenia por cierto que
Cortés le ayudada para que quedase el Fran-
cisco Hernández por gobernador de Nicaragua.
Pues ya esto concertado , envían Sandovfl y
el Garro diez hombres, los cinco de los nues-
tros y los otros cinco del Garro, para que cos-
ta á costa fuesen á Trujillo con las cartas, por-
que allí residía Cortés entonces , como dicho
tengo en el capítulo que dello habla ; y He-
C0K0UI8TA DE NUEVA-ESPAÑA. Í5Í
varón sobre veinte indios de Nicaragua de los
que trujo Garro para que les ayudasen á pa-
sar los ríos, é yendo por sus jornadas, no pu-
dieron pasar el rio de Pichia ni otro que se
decia Balama, porque venían muy crecidos, y
á cabo de quince dias vuelven los soldados á
Naco sin hacer cosa ninguna de lo que les fué
mandado; de lo cual hubo tanto enojo el San-
doval, que de palabra trató mal al que iba
por caudillo; y luego sin más tardar ordena
que vaya por la tierra adentro el capitán Luis
Marín con diez soldados, los cinco de Garro y
los demás de los nuestros, é yo fui con ellos , y
fuimos todos á pié y atravesamos muchos pue-
blos que estaban de guerra ; y si hubiese de
escribir por extenso los grandes trabajoc y re-
encuentros que con indios de guerra tuvimos,
y los rios y ancones que pasamos en barcas y
á nado* y la hambre que algunos dias tuvimos,
era para no acabar tan presto, y cosas muy de
notar; mas digo que habia dia que pasábamos
tres rios caudalosos en barcas y á nado; y como
llegamos á la costa, hubo muchos esteros , don-
de habia lagartos ; y en un rio que se dice Xa-
gua, que está del Triunfo de la Cruz diez le-
guas, estuvimos dos dias en el pasar en barcas,
según venia de recio , y alli hallamos calaveras
y huesos de siete caballos que los habian muer-
to de mala yerba que habian pacido , y fueron
de los de Cristóbal de Olí ; y de alli fuimos ai
Triunfo de la Cruz, y hallamos naos quebradas
152 SERVAL DÍAZ.
dadas al través, y de alli fuimos cñ cuatro días
á un pueblo que se dice Quemará , y salieron
muchos indios dé gue ra contra nosotros' , y
traían unas lanzas grandes y gordas , que con
sus rodelas mandaban con la maño derecha y
sobre el brazo izquierdo , y jugaban de lá máí-
nera que nosotros peleamos con las picas , y se
nos venían á juntar pié con pié , y con las ba-
llestas que llevábamos y á cuchilladas nos die-
ron lugar qué pasásemos adelante, y allí hirie-
ron dos de nuestros soldados: y estos indios que
he dicho qué salieron dé guerra no creyeron
que éramos de los de Cortés , sino de otros ca-
pitanes , que les íbamos á robar sus indios. De-
jemos de contar trabajos pasados, y digo que en
otros dos días de calino llegamos á Trujílio, y
antes de entrar en él, que seria hora de vísperas,
vimos á cinco de á caballo, y era Cortés y otros
Caballeros, que se habían salido á pasear por la
costa, y cuando nos vieron de lejos no sabían
qué cosa nueva podía ser; y como nos conoció
Cortés, se apeó del caballo y con las lágrimas en
los ojos nos vino á abrazar, y nosotros á él, y
nos dijo: «¡Oh hermanos y compañeros míos,
qué deseo tenia de veros y saber qué tales está-
bades!» Y estaba tan flaco, que hubimos lástima
de verle; porque, según supimos, había estado
á punto de morir de calentnras y tristeza que
en si tenia, y aun en aquella sazón no sabia co-
sa buena ni mala de lo de Méjico; y dijeron
otras personas que estaba ya tan á punto de
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAWA. 153
morir, que le tenían hechos unos hábitos de San
Francisco para le enterrar con ellos; y luego á
pié se fué con todos nosotros á la villa, y nos
aposentó y ceñíamos con él; y tétiitf 'ftlftá pSoftN&'
zff, qué'atinMe cazabe hb'nós hártame; y-! confio
le hubimos dado relación á' loqué' ventamos, y
leido las cartas sobre lo de Francisco Hernán-
dez para que le ayudase, dijo que haría cuanto
pudiese' por él. T en aquélla sázbn qúeT alle-
gamos á Trujilló' había fres Miás1 qW habto
venido los dbs navios chícbsf con las mércadfe-
rías que enviaban de Santo Domingo, quV erá!
caballos y potros y armas viejas, y nnaVcatóstó
y bonetes colocados, ycbsastíe poca valía, y no'
trujeron sino una pipa de vino;' ni fruta ni cosa
de provecho; que valiera máá que aquellos na-
vios no vinieran, según todos nos adeudadlos en
comprar de aquellas bujerías. Pues estando quév
estábamos con Cortés dando cuenta de nuéáír'ó
Jrabajoso camino, vieron venir' en alta mar un
navio á la vela, y llegaáo al puefto, Vehiá°dé íá'
Habana, qué enviaba el licenciado Zuazo, el cual
licenciado habia dejado Cortés en Méjico poié'
alcalde mayor, y enviaba un poco de refrescó*
para Cortés con una carta, la cual es estaque
se sigue; y si no dijere las palabras formales
que en ella venían, á lo menos diré lasustaneia
della.
154 BEftNAL DÍAZ.
••• CAPITULO CLXXXV.
CÓMO EL LICENCIADO ZUAZO ENVIÓ UNA CARTA DEN-
DB LA HABANA A CORTÉS, Y LO QUE EN ELLA SE
CONTIENE ES LO QUE DIRÉ ADELANTE.
Pues como hubo tomado puerto el navio que
dicho tengo, un hidalgo que venia por capitán
del, cuando saltó en tierra luego fué á besar las
manos á Cortés y le dio una carta del licenciado
Zuazo; y después que Cortés la hubo leido, to-
mó tanta tristeza, que luego comenzó al parecer
á sollozar en su aposento, y no salió de donde
estaba hasta otro dia por la mañana, que era
sábado, é se confesó con fray Juan aquella no-
che, y le mandó que dijese Misa de Nuestra Se-
ñora muy de mañana, é comulgó; é después de
dicha Misa, nos rogó que le escuchásemos, y sa-
bríamos nuevas de la Nueva -España , cómo"
echaron fama que todos éramos muertos, y cómo
nos habian tomado nuestras haciendas y las
habian vendido en el almoneda, y quitado nues-
tros indios y repartido en otros españoles, sin
tener méritos, y comenzó á leer la carta, y de-
cía ansí. E lo primero que leyó fué las nuevas
que vinieron de Castilla de su padre Martin
Cortés y de Ordás, y cómo el contador Albornoz
le habia sido contrario en las cartas que escribió
CONQUISTA SÉ NUEVA-ESPANA. ií>5
el Albornoz á su majestad y al Obispo de Burgos,
y lo que su majestad sobre ellas había mandado
proveer, de enviar al almirante de Santo Do-
mingo con seiscientos hombres, según ya lo
tengo dicho en el capítulo que dello habla; y
cómo el duque de Bejar quedó por su fiador, y
puso su estado y cabeza por el Cortés y por
nosotros, que éramos muy leales servidores de
su majestad, y otras cosas que ya las he referí'
do en el capítulo que dello habla; y cómo al ca-
pitán Narvaez le dieron una conquista del rio de
Palmas, y que á un Ñuño de Guzman le dieron
la gobernación de Panuco, y que el Obispo do
Burgos era fallecido; y en las cosas de la Nue-
va-España dijo que, como Cortés hubo dado en
Guacacualco los poderes y provisiones al factor
Gonzalo de Salazar y á Pedro Almindez Chiri-
nos para ser gobernadores de Méjico si viesen
que el tesorero Alonso de Estrada y el contador
Albornoz no gobernaban bien, ansí como llega-
ron á Méjico el factor y veedor con sus poderes,
se hicieron muy amigos del mismo licenciado
Zuazo, que era alcalde mayor,,y de Rodrigo de
Paz, que era alguacil mayor del capitán, y de
Andrés de Tapia y Jorge de Albarado, y de to-
dos los demás conquistadores de Méjico; y cuan-
do se vio el factor con tantos amigos de su ban-
da dijo que el mismo factor y veedor habían de
gobernar, y no el tesorero ni el contador, y so-
bre ello hubo muchos ruidos y muertes de
hombres, los unos por favorecer al factor y
1 56 BERNAL DÍAZ'.
al veedor, y. otros por ser amigos dtel teso-
rero y el contador; dé manera que quedaron
con el cargo de gobernadores el factor y vee-
dor, y echaron presos á los contrarios, tesorero
y contador, y á otros muchos que fueron en su
favor, y cada dia había cuchilladas y revueltas,
y que los indios que vacaban los daban á sus
amigos, aunque no tenián méritos; y que al li-
cenciado Zoazo que no lé dejaban hacer justi-
cia, y que al Rodrigo de Paz le habia echado
preso porque le iba á la mano, y que el mismo
licenciado Zuazo los volvió á concertar y hacer
amigos, ansí al factor é tesorero y contador é á
Rodrigo de Paz, y que estuvieron ocho dias en
concordia, y que en esta sazón se levantaron
ciertas provincias que se decian los zapo tecas y
minxes, y un pueblo y fortaleza do habia un
gran peñol que se dice Coatlan, y que enviaron
á él muchos soldados de los que habian venido
nuevamente de Castilla y dé otros que no eran
conquistadores, y envió por capitán dellos ai
veedor Chirinos, y que gastaban muchos pesos,
de oro de las haciendas de su majestad y lo que
estabaen su Real caja, y que llevaban tantos
bastimentos al real donde estaban, que todo era
veetrías y juegos de naipes, y que á los indios
no se les daba por ellos cosa ninguna, y que de
repente de noche se salían los indios del peñol y
daban en el real del veedor, y le mataron cier-
tos soldados y le hirieron otros muchos, y á
esta causa envió el factor con el mismo cargo á
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 157
un capitán de los de Cortés, que se decia An-
drés dé Mbnjaraz, para que estuviese en com-
pañía del veedor., porque este Monjaraz se ha-
bia hecho muy amigo del factor, y en aquella
sazón estaba tullido el Monjaraz de bubas, que
no. era para hacer cosa que buena fuese, y los
indios estaban muy vitoriosos, y que Méjico es-
taba cada día para se alzar; y que el factor procu-
ró por. todas vías de enviar oro á Castilla á su ma-
jestad é al comendador mayor de León D. Fran-
cisco de los Cobos ; porque en aquella sazón
echó fama el factor que Cortés y todos nosotros
éramos muertos en poder de indios , en un pue-
blo que se dice Xicalango , y en* aquel tiempo
había venido de Castilla Diego de Ordás , que
es" el que Cortés hubo enviado por procurador
de la Nueva-España , y lo que procuró fué para
él una encomienda de Santiago , y trujo por cé-
dula de su majestad sus indios y unas armas del
volcan que está cabe Guaxocingo , y que como
llegó á Méjico , dijo el Ordás que queria ir á
buscar á Cortés . y esto fué porque vio las re-
vueltas y zizañas , y que se hizo muy amigo del
factor , y fué por la mar á ver si era vivo ó
muerto Cortés , con un navio grande y un ber-
gantín, y fué costa á costa hasta que llegó á un
pueblo que se dice Xicalango , adonde habían
muerto al Simón de Cuenca y al capitán Fran-
cisco de Medina y á los españoles que consigo
estaban, según más largo lo tengo escrito en el
capítulo que dello habla ; y como aquella nueva
158 BERNAL DÍAZ.
supo el Ordás, se volvió á la Nueva-España, y sin
desembarcar en tierra escribió al factor con unos
pasajeros, que tiene por cierto que Cortés es
muerto. Y como echó esta nueva el Ordás, en el
mismo navio que fué en busca de Cortés, luego
atravesó la isla de Cuba á comprar becerras y
yeguas. Y cuando el factor vio la carta de Ordás,
la anduvo mostrando en Méjico á unos y á otros,
y echó fama que era muerto Cortés y todos los
que con él fuimos , é se puso luto , é hizo hacer
un túmulo é monumento en la iglesia mayor de
Méjico , é hizo las honras por Cortés ; y luego
se hizo pregonar con trompetas y atabales por
gobernador y capitán general de la Nueva-Es-
paña, y mandó que todas las mnjeres que se ha-
bían muerto sus maridos en compañía de Cortés,
que hiciesen bien por sus almas y sé casasen, y
aun lo envió á decir á Guacacualco é á otras
villas ; é porque una mujer de un Alonso Va-
liente , que se decía Juana de Mansilla , no se
quiso casar , y dijo que su marido y Cortés y
todos nosotros éramos vivos , y que no éramos
los conquistadores viejos personas de tan poco
ánimo como los que estaban en el peñol de
Coatlan con el veedor Chirinos , porque los in-
dios les daban guerra, y no ellos á los indios,
y que tenia esperanza en Dios que presto veria
á su marido Alonso Valiente y á Cortés y á to-
dos los más conquistadores viejos de vuelta
para Méjico , y que no se quería casar ; porque
dijo estas palabras la mandó el factor azotar
COK QUISTA DE KUE VA-ESPAÑA. 159
por las calles públicas de Méjico , por hechice-
ra ; y también , como hay en este mundo hom-
bres traidores aduladores , y era uno dellos uno
que le teníamos por hombre honrado , que por
su honor aquí no le nombro , dijo al factor de-
lante otras muchas personas que estaba malo
de espanto porque , yendo una noche pasada
cerca del Taltelulco , que es la iglesia de señor
Santiago, donde solia estar el ídolo mayor , que
se decia Huichilóbos , que vio en el patio que se
ardían en vivas llamas el alma de Cortés y de
doña Marina é la del capitán Sandoval , é
que de espanto dello estaba muy malo. Tam-
bién vino otro hombre que no nombro , que
también le tenían en buena reputación , é di-
jo al factor que andaban en los patios de
Tezcuco unas cosas malas , y que decían los
indios que era el alma de doña Marina y la de
Cortés; y todas eran mentiras y traiciones, sino
por se congraciar'con el factor dijeron aquello,
ó el factor se lo mandó decir. Y en aquel tiempo
ha bia llegado á Méjico Francisco de las Casas
y Gil González de Avila , que son los capitales
por mí muchas veces nombrados, que degolla-
ron á Cristóbal de Olí; y de que el de las Casas
vio aquellas revueltas y que el factor se habia
hecho pregonar por gobernador, dijo pública-
mente que era mal hecho, y que no se habia de
consentir tal cosa, porque Cortés era vivo, y
que él ansí lo creia , é que ya que eso fuese, lo
cual Dios no permitiese , que para gobernador,
160 BERNAL DIAB.
que más persona y caballero y mar méritos te-
nia Pedro de Albarado que no el factor, y quef
le enriasen á llamar al Pedro de Albarado ; y>
secretamente su hermano Jorge de Albarado y
aún el tesorero y otros vecinos mejicanos le es-
cribieron para que se viniese en todo caso á
Méjico con todos los soldados que tenia, y que
procurarían de le dar la gobernación hasta sa-
ber si Cortés era vivo, y enviar á hacer saber á
su majestad si fuese servido mandar otra cosa;
é que ya que el Pedro de Albarado con aquellas
cartas se venia para Méjico , tuvo temor del
factor, según las amenazas le envió á decir al
camino que le mataría; é como supo que habian
ahorcado á Rodrigo de Paz y preso al licenciado;
Zuazo, se volvió á su conquista; y en aquel
tiempo que habia recojido el factor cuanto oro
pudo haber en Méjico y Nueva-España, para
hacer con ello mensajero á sumajestad, y en-
viar con ello á un su amigo que se decia Peña
con sus cartas secretas; y el Francisco de las'
Casps y el licenciado Zuazo y Rodrigo de Paz
se lo contradijeron, y aun también el tesorero y
contador, que hasta saber nuevas ciertas si Cor-
tés era vivo, que no hiciese relación que era
muerto, pues no lo tenían por cierto, y que si
oro quería enviar á su majestad de sus reales
quintos, que era muy bien, más que fuese jun-
tamente con parecer y acuerdo del tesorero y
contador, y no solo en su nombre; y porque lo
tenían ya en los navios y para hacerse á la vela
CONQUISTA MI NUEVA-ESPAÑA. 161
con ello, fué el de la.s Casas con mandamientos
del alcalde mayor Zuazo y con favor de Rodri-
go de Paz y de los demás oficiales de la hacien-
da de su majestad y conquistadores, que detu-
viesen el navio hasta que escribiesen á nuestro
Rey de la manera que estaba la Nueva-España;
porque, según pareció, el factor no consentía
que otras personas escribiesen, sino solamente
sus cartas; y después que el factor vio que el
de las Casas y el licenciado no eran buenos
amigos y le iban á la mano, luego los mandó
prender, é hizo proceso contra el Francisco de
las Casas y contra el Gil González de Avila so-
bre la muerte de Olí, y los sentenció á degollar,
y de hecho quería ejecutar la sentencia, por
más que apelaban ante su Majestad; y con gran
importunidad les otorgó la apelación, y los en-
vió á Castilla presos con los procesos que contra
ellos hizo; y hecho esto, dá luego tras el mis-
mo Zuazo, y que en justo y en creyente lo arre-
bataron y llevaron en una acémila al puerto de
la Veracruz y le embarcaron para la isla de Cuba,
diciendo que porque fuese á dar residencia del
tiempo que fué en ella jue7; y que al Rodrigo
de Paz, que le echó preso y le demandó el
oro y plata que era de Cortés, porque como Su
mayordomo sabia dello, diciendo que lo tenia
escondido, porque lo quería enviar á su Majes-
tad, pues era de los bienes que tenia Cortés
usurpados á su majestad; y porque no lo dio,
pues era claro que lo tenia , sobre ello le dio
21
162 BERNAL DÍAZ.
tormento, y con aceite y fuego le quemó los pies
y aun parte de las piernas , y estaba muy flaco
malo de las prisiones, y para morir ; y no con-
tento con los tormentos, viendo el factor que si
le daba vida , que se iria á quejar del á su ma-
jestad, le mandó ahorcar por revoltoso y ban-
dolero, y que á todos los más soldados y vecinos
de Méjico que eran de la banda de Cortes los
mandó prender , y se retrujeron en la casa de
los frailes franciscos Jorge de Albarado y An-
drés de Tapia; y todos los más eran con Cortés,
puesto que otros muchos conquistadores se
allegaron al factor porque les daba buenos in-
dios, y que andaban á viva quien vence , y que
en la casa de la munición de las armas todas las
sacó el factor y las mandó llevar á sus palacios,
y que la artillería que estaba en la fortaleza y
atarazanas las mandó asestar delante de sus
casas , é hizo capitán de ella á un don Luis de
Guzraan, deudo del duque de Medina- Sidonia,
y puso por capitán de su guarda á un Artiaga,
que ya no se me acuerda el nombre, y para
guarda de su persona á un Gines Nortes y un
Pedro González Sabiote, y otros soldados que
eran de los de Cortés ; y más decia en la carta
que escribió Zuazo á Cortés, que mirase que
fuese luego á poner recaudo en Méjico , por-
que, demás de todos estos males y escándalos,
habia otros peores , que habia escrito el fac-
tor á su majestad que le habian hallado en
su recámara de Cortés un cuño con que mar-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 163
caba el oro que los indios le traían á escon-
didas, é que no» pagaba quinto dello ; y tam-
bién 'dijo que porque viese cuál andaba la
cosa en Méjico, que porque un vecino de Gua-
cacualco que vino á aquella ciudad á demandar
unos indios que en aquel tiempo vacaron por
muerte de otro vecino de los que estaban pobla-
dos en la villa, por muy secretamente que dijo
el vecino de Guacacualco á una mujer donde
posaba, que por qué se habia casado, que cier-
tamente era vivo su marido y todos los que fue-
ron con Cortés, y dio causas y razones para ello;
como lo supo el factor, que luego le fueron con
la parlería, envió por él á cuatro alguaciles, y
lo llevaron engarrafado á la cárcel, y lo quería
mandar ahorcar por revolvedor, hasta que el
pobre vecino; que se decia Gonzalo Hernández,
tornó á decir que, como vido llorar á la mujer
por su marido, que por la consolar le habia di-
cho que era vivo, mas que ciertamente todos
éramos muertos; y luego le dio bs indios que
demandaba, y le mandó que no estuviese más
en Méjico y que no dijese otra cosa, porque le
mandaría ahorcar; y más decia en el cabo de su
carta, cómo luego de á poco tiempo que habia
salido de Méjico Cortés habia muerto el buen
Padre fray Bartolomé, que era un santo hom-
bre, y que le habia llorado todo Méjico, y*que
le habian enterrado con grande pompa en señor
Santiago, é que los indios habian estado to-
do el tiempo desque murió hasta que le enter-
164 BERNÁL DÍAZ.
raron sin comer bocado f é que los Padres
franciscos habían predicado á sus honras y en-
terramiento, y que habían dicho del que era un
santo varón, y que le debía mucho el Empe-
rador, pero más los indios; pues si al Empera-
dor le habia dado aquellos vasallos, comoCortés
y los demás conquistadores viejos, á los indios
les habia dado el conocimiento de Dios, y gana-
do sus almas para el cielo; é que había conver-
tido é bautizado más de dos mil y quinientos in-
dios en Nueva- España , que ansí se lo habia
dicho el Padre fray Bartolomé de Olmedo al-
gunas-veces al tal predicador. ; á que habia he-
cho mucha falta fray Bartolomé de Olmedo,
porque con su autoridad é santidad componía las
disensiones é ruidos, y hacia bien á los pobres;
é luego decía Zuazo que todo en Méjico estaba
perdido, y acababa su carta diciendo: «Esto que
»aqui escribo á vuestra merced , pasa ansí , y
«déjelos allá , y embarcáronme preso , y trujá-
ronme con grillos aqui donde estoy.» Y desr
pues que Cortés ía hubo leído , estábamos tan
tristes y enojados, ansí del Cortés, que nos trujo
con tantos trabajos, como del factor , y cchá-
bamoslcs dos mil maldiciones, ansí al uno como
el otro , y se nos saltaban los corazones de
coraje Pues Cortés no pudo tener las lágri-
mas , que con la misma carta se fué luego á
encerrar á su aposento , y no quiso que le vié-
semos hasta más de medio dia , y todos- nos-
otros aun le dijimos é rogamos que luego se
COHQTJI8TA.DE NUEVA-ESPAÑA. 165
embarcase en tres navios que alli estaban, y
que oes fuésemos á la Nueva-España ; y él nos
respondió muy amorosa y mansamente , y nos
dijo: «¡Oh hijos y compañeros mios , que veo
por una parte aquel mal hombre del factor, que
está muy poderoso , y temo cuando sepa que
estamos en el puerto, ho haga otras desvergüen-
zas y atrevimientos aun más de lo que ha hecho,
ó me mate ó ahogue ó eche preso , ansi á mí
como á vuestras personas ; yo me embarcaré
luego con el ayuda de Dios t y ha de ser sola-
mente con cuatro ó cinco de vuestras mercedes,
y tengo de ir muy secretamente á desembarcar á
puerto que no sepan en Méjico de nosotros, has-
ta que desconocidos entremos en la ciudad; y
demás desto, Sandoval está en Naco con pocos
soldados, y ha de ir por tierra de guerra, en es-
pecial por Guatimala, que no está en paz. Con-
viene que vos, señor Luis Mario, con todos los
compañeros que aquí venistes en mi busca, os
volváis y os juntéis con Sandoval, y se vayan
camino de Méjico.» Dejemos esto, y quiero vol-
ver á decir que luego que Cortés escribió al ca-
pitán Francisco Hernández, que estaba en Ni-
caragua, que fué el que enviaba á buscar puerto
con el Pedro de Garro, y se le ofreció Cortés que
haria por él todo lo que pudiese, y le envió dos
acémilas cargadas de herraje, porque sabia que
tenia falta dello, y también le envió herramien-
tas de minas, y ropas ricas para su vestir, y
cuatro tazas y jarros de plata de su vajilla, y
166 BERNAL DÍAZ.
otras joyas de oro; lo cual entregó á un hidalgo
que se decia Fulano de Cabrera, que fué uno
de los cinco soldados que fueron con nosotros en
busca de Cortés, y este Cabrera fué después ca-
pitán de Venalcázar, y fué muy esforzado capi-
tán y extremado hombre por su persona, na-
tural de Castilla la Vieja; el cual fué maestre
decampo de Blasco Nuñez Vela, é murió en la
misma batalla que murió el Virey. Quiero dejar
cuentos viejos, y quierodecir que como yo vi que
Cortés se habia de ir á la Nueva-España por la
mar, le fui á pedir por merced que en todo caso
me llevase en su compañía, y que mirase que en
todos sus trabajos y guerras me habia hallado
siempre á su lado y le habia ayudado, y que
agora era tiempo que yo conociese del si tenia
respeto á los servicios que yo le habia hecho, y
amistad y ruego presente. Entonces me abrazó
y me dijo: «Pues si os llevo conmigo, ¿quién
irá con Sandoval? Ruégoos. hijo, que vais con
vuestro amigo Sandoval; que yo os prometo y
empeño estas barbas yo os haga muchas merce-
des, que bien os lo debo antes de ahora.» En
fin, no aprovechó cosa ninguna, que no me dejó
ir consigo. También quiero decir cómo estando
que estábamos en aquella villa de Trujillo, un
hidalgo que se decia Rodrigo Mañueco, maes-
tresala de Cortés, hombre de palacio, por dar
contento y alegría á Cortés, que estaba muy
triste, y tenia razón, apostó con otros caballe-
ros que subiria armado de todas armas á una
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 167
casa que nuevamente habían hecho los indios
de aquella provincia para Cortés, según lo he
declarado en el capítulo que dello habla, las
cuales casas estaban en un cerro algo alto; y su-
biendo armado, reventó al subir de la cuesta, y
murió dello; y ansimismo, como vieron ciertos
hidalgos de los que halló Cortés en aquella villa
que no les dejaba cargos, como ellos quisieran,
estaban revolviendo bandos, é Cortés lo apaci-
guó con decir que los llevaría en su compañía á
Méjico, é que allá les daria cargos honrosos. Y
dejémoslo aquí, y diré lo que Cortés más hi-
zo, y es, que mandó á un Diego de Godoy,
que habia puesto por capitán en el Puerto de
Caballos, con ciertos vecinos que estaban ma-
los, y no se podían valer de pulgas y mos-
quitos y no tenían con qué se mantener, que
todas estas miseiias tenían, que se pasasen á
Naco, pues era buena tierra, é que nosotros
nos fuésemos con el capitán Luis Marin cami-
no de Méjico, é si hubiese lugar, que fuésemos
á ver la provincia de Nicaragua, para deman-
dalla á su majestad en gobernación el tiempo an-
dando, si aportase á Méjico; y después que Cor-
tés nos abrazó y nosotros á él, y le dejamos em-
barcado, se fué á la vela para su vía de Méjico,
y nosotros partimos para Naco , y muy alegres
en saber que habíamos de caminar la vía de Mé-
jico; y con muy gran trabajo é falta de comida
llegamos á Naco, y Sandoval se holgó con nos-
otros, y cuando llegamos, ya el Pedro de Gar-
168 BERNAL Dllt,
ro, con todos sus soldados, se había despedido
del Sandoval , y se fué muy gozosa á Nicaragua
á dar cuenta á su capitán Francisco Hernández
de lo que habia concertado con Sandoval; y lue-
go otro dia que llegamos á Naco nos partimos
y fuimos camino de Méjico, y los soldados de
la compañía de Garro que habían ido con nos-
otros á Trujillo se fueron camino de Nicaragua
con el presente y carta que Cortés enviaba á
Francisco Hernández. Dejaré de decir de nues-
tro camino, y diré lo qne sobre el presente su-
cedió á Francisco Hernández con el» gobernador
Pedro Arias de Avila.
CAPITULO CLXXXVL
COMO FUERON POR LA POSTA DENDE NICARAGUA CIER-
TOS AMIGOS DEL PEDRO ARIAS DE ÁVILA A HACELLE
SABER CÓMO FRANCISCO HERNÁNDEZ , QUE ENVIÓ
POR CAPITÁN A NICARAGUA, SE CARTEABA CON
CORTES Y SE LE HABÍA ALZADO CON LAS PROVIN-
CIAS DE NICARAGUA, Y LO QUE SOBRE ELLO PEDRO
ARIAS HIZO.
Como un soldado que se decía Fulano Ga-
rabito, y un compañero, y otro que se decia Za-
morano eran íntimos amigos de Pedro Arias
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 169
de Avila, gobernador dé Tierra-Firme, vie-
ron que Cortés había enviado presentes á Fran-
cisco Hernández, y habían entendido que Pedro
de Garro y otros soldados hablaban secreta-
mente con el Francisco Hernández , y tuvieron
sospecha que quería' dar amellas prOvfrídás é
tierras á Cortés, y demás desto, el Garabito era
enemigo de Cortés, porque siendo mancebos , en
la isla de Santo Domingo el Cortés le hábiaracu-
chillado sobre amores áei úná mujer; y como0 el
Pedro Arias lo alcanzó, por eartas^ mensaje*
ros, á saber , viene más que de páíso con gran
copia de soldados á pié y á caballo1 , y pretfdé'ftl
Francisco Hernández ; é ya el Pedro dtí G&rró,
como alcanzó á saber que venia el Pedro Arias,
y muy enojado contra él, de presto se huyó y se
vina á nosotros, y si el Francisco Hertiández
quisiera venir, tiempo tuvo parar hacer ro mis-
mo, y no quiso, creyendo que Pedro Arias lo
hiciera de otra manera con él , perqué habían
sido muy grandes amigos; y después que el Pen-
dro Arias hubo hecho proceso contra el Frafr-
1 cisco Hernández, y halló que se le alzaba £br
sentencia, le degolló en la misma villa dondo
estaba poblando, y en esto paró la venida de
Garro y los presentes de Cortés. Y dejarlo hé
aquí, y diré cómo Cortés volvió al puerto de
Trujillo con tormento, y lo que más pasa.
ti
170 BEKNAL'DIAZ.
CAPITULO CLXXXVII.
COMO YENDO CORTES POR LA MAR LA DERROTA DE MÉ-
JICO TUVO TORMENTA, Y DOS VECES TORNÓ ARRIBA
AL PUERTO DE TRUJILLO, Y LO QUE ALLÍ LE AVINO.
Pues como dicho tengo en el capítulo pasado
que Cortés se embarcó en Trujillo para ir á Mé-
jico, pareció ser tuvo tormentas en la mar, unas
veces con viento contrario, é otra vez se le que-
bró el mástil del trinquete y mandó arribar á
Truiillo; y como estaba flaco y mal dispuesto y
quebrantado de la mar , y muy temeroso de ir
á la Nueva-España , por temor no le prendiese
el factor , parecióle que no era bien ir en aque-
lla sazón á Méjico; y desembarcado en Trujillo,
mandó á fray Juan , que se habia embarcado
con Cortés, que dijese Misas al Espíritu Santo
é hiciese procesión y rogativas á nuestro Señor
Dios y á Santa Maria nuestra Señora la Virgen,
que le encaminase lo que más fuese para su
santo servicio ; y pareció ser él Espíritu Santo
le alumbró de no ir por entonces aquel viaje,
sino que conquistase y poblase aquellas, tierras;
y luego sin más dilación envió por la posta á
mata-caballo tres mensajeros tras nosotrüs,
que íbamos camino de Méjico , é nos envió sus
cartas rogándonos que no pasásemos más ade-
CONQUISTA DE NüEVA-ESPANA. 171
lante , y que conquistásemos y poblásemos la
tierra, porque el Santo Ángel de su guarda se.
lo ha alumbrado y puesto en el pensamiento t y
que él ansi lo piensa hacer. Y cuando vimos
la carta y que tan de hecho lo mandaba , no
lo pudimos sufrir y le echábamos mil maldi-
ciones, y que no hubiese ventura en todo cuan-
to pusiese mano , pues ansi nos habia echa-
do á perder ; y demás desto , dijimos todos á
una al capitán Sandoval que si quería poblar,
que se quedase con los que quisiese , que harto
conquistados y perdidos nos traia , y que jurá-
bamos que no le habíamos de guardar más, sino
irnos á las tierras de Méjico , que ganamos ; y
ansimismo el Sandoval era de nuestro pare-
cer ; y lo que con nosotros pudo acabar fué,
que le escribiésemos por la posta con los mis-
mos sus mensajeros que nos trujeron las cartas,
dándole á entender nuestra voluntad; y en po-
cos dias recibió nuestras cartas con firmas de
todos; y las respuestas que á ellas nos dio, fué
ofrecerse en gran manera á los que quisiése-
mos quedar á poblar aquella tierra, y en cabo
de aquella carta traia una cortapisa que decia
que si no le querían obedecer como lo manda-
ba, que en Castilla y en todas partes habia sol-
dados. Y de que aquella respuesta vimos, todos
nos queríamos ir camino de Méjico é perdelle la
vergüenza; y como aquello vio Sandoval, muy
afectuosamente y con grandes ruegos nos im-
portunó que aguardásemos algunos dias , que él
172 BERNAL DÍAZ.
en persona iría á hacer embarcar á Cortés; y le
escribimos en respuesta de la carta, que ya ha-
bía de tener compás isn y otro miramiento del
que tiene, de habernos traído de aquella, ma-
nera, y que por su causa nos han robado y
vendido nuestras haciendas y tomado los in-
dios; y los más soldados que allí con nosotros
estaban, que eran casados, dijeron que ni sa-
bían de sus mujeres é hijos; y le suplicamos to-
dos que luego se volviese á embarcar y se fue-
se camino de Méjico; porque, ansí como dice
que hay soldados en Castilla y en todas partes,
que también sabe que hay gobernadores y capi-
tanes puestos en Méjico, é que do quiera que
llegáremos nos darán nuestros indios aunque
les pese, y no le estaremos á Cortés aguardan-
do que por su mano nos los dé; y luego fué
Sandoval, y llevó en su compañía á un Pedro
de Saucedo el romo, y á un herrador que se de-
cía Francisco Donaire, y llevó consigo su buen
caballo, que se decia Motilla, y juró que ha-
bía de hacer embarcar á Cortés y que se fue-
se á Méjico. Y porque he traído aquí á la
memoria del caballo Motilla , fué de mejor
carrera y revuelto, y en todo de buen pare-
cer, castaño escuro, que hubo en la Nueva-Es-
paña; y tauto fué de bueno, que su majestad
tuvo noticia del, y aun el Sandoval se lo quiso
enviar presentado. Dejemos de hablar del ca-
ballo Motilla, y volvamos á decir que Sandoval
íüe demandó á mí mi caballo, que era muy bue-
C0N0ÜI8TA DE NUEVA-ESPANA. í?3
no, así de juego corrió de carrera y de camino, y
este caballo hube en seiscientos pesos, que so-
lia ser de un Abalos, hermano de Saavedra,
porque otro que truje me le mataron en una
entrada de un pueblo que se dice Zulaco, que
me habia costado en aquella sazón sobre seis-
cientos pesos; y el Sandoval me dio otro de los
suyos á trueco del que le di, que no me duró el
que me dio dos meses, que también me lo mata-
ron en otra guerra; y no me quedó sino un po-
tro muy ruin qué habia mercado de los merca-
deres que vinieron de Trujillo, como otras ve-
ces he dicho en el capítulo que dello habla.
Volvamos á nuestra relación, y dejemos de con-
tar de las averías de caballos y de mi trabajo, é
que antes que Sandoval de nosotros partiese,
nos habló á todos con mucho amor y dejó á Luis
Maria por capitán, y nos fuimos luego á unos
pueblos que se dicen Marayani, y desde allí á
otro pueblo que en aquella sazón era de muchas
casas, que se decia Acalteca, y que allí espe-
rásemos la respuesta de Cortés; y en pocos dias
llegó Sandoval á Trujiilo, y se holgó mucho el
Cortés de ver al Sandoval, y como vio lo que le
escribíamos, no sabia qué consejo tomar, porque
ya habia mandado á su primo Saavedra, que
era capitán, que fuese con todos los soldados
á pacificar los pueblos que estaban de guerra; y
por más palabras é importunaciones que el
Sandoval dijo á Cortés y Pedro de Saucedo el
romo y el fray Juan de Varillas, que también
i 74 BERNA L DÍAZ.
deseaba volverse á Méjico para ver qué dejó or-
denado fray Bartolomé, é si babian venido más
frailes de su hábito, nunca se quiso embarcar
Cortés; y lo que pasó diré adelante.
CAPITULO CLXXXVIII.
CÓMO CORTÉS ENVIÓ UN NAVIO Á LA NUEVA-E8PANA,
Y POR CAPITÁN DEL Á UN CRIADO SUYO QUE SE DE-
CÍA MARTIN DE ORANTES, Y CON CARTAS Y PODERE8
PARA QUE GOBERNASE FRANCISCO DE LAS CASAS Y
PEDRO DE ALB ARADO SI AHÍ ESTUVIESE, Y SI NO, EL
ALONSO DE ESTRADA Y EL ALBORNOZ.
Pues como Gonzalo de Sandoval no pudo aca-
bar que Cortés se embarcase, sino que todavía
quiso conquistar y poblar aquella tierra, que en
aquella sazón era bien poblada y habia fama de
minas de oro, fué acordado por Cortés é Sando-
val que luego sin más dilación enviase un navio
á Méjico con un criado suyo que se decia Mar-
tin de Orantes, hombre diligente, que se podia
fiar del cualquier negocio de importancia, y
fuese por capitán del navio, y llevó poderes pa-
ra Pedro de Albarado y Francisco de las Casas,
si estuviesen en Méjico, para que fuesen gober-
nadores de la Nueva-España hasta qnc Cortés
COÍlQtlISTA DE NUEVA-ESPANA. Üb
fuese; y si no estaban en Méjico, que goberna-
se el tesorero Alonso de Estrada y el contador
Albornoz, según y de la manera que les habia
de antes dado el poder; y revocó los poderes del
factor y veedor, y escribió muy amorosamente,
así al tesorero como á Albornoz, puesto que su-
po de las cartas contrarias que hubo escrito á
su majestad contra Cortés; y también escri-
bió á todos sus amigos de los conquistadores, y
mandó al Martin de Orantes que fuese á desem-
barcar á una bahía entre Panuco y la Veracruz;
y así se lo mandó Cortés al piloto y marineros,
y aun se lo pagó muy bien, y que no echasen en
tierra otra persona, salvo al Martin de Orantes,
y que luego en echándolo en tierra, alzasen
anclas y diesen velas y se fuesen á Panuco.
Pues ya dado uno de los mejores navios de los
tres que allí estaban, y metido matalotaje, y
después de haber oido Misa, dan velas, y quie-
re nuestro Señor dalles tan buen tiempo, que
en pocos dias llegaron á la Nueva-España, y
vanse derechamente á la bahía cerca de Panu-
co, la cual bahía sabia muy bien el Martin de
Orantes; y como saltó en tierra, dando muchas
gracias á Dios por ello, luego se disfrazó el
Martin de Orantes porque no le conociesen,
y quitó sus vestidos, y tomó otros como de
labrador, porque así le fué mandado por Cor-
tés, y aun llevó hechos los vestidos de Tru-
jillo; y con todas sus cartas y poderes bien lia-
dos en el cuerpo, de manera que no hiciesen bul-
tía
BERNAL DÍAZ.
to, iba á más andar por su camino á pié, que
era suelto peón, á Méjico, y cuando llegaba á
los pueblos de indios donde habia españoles,
metíase entre los indios por no tener pláti-
cas, no le conociesen los españoles; é ya que
no podia menos de' tratar con españoles, no le
podian conocer, porque ya habia dos años y tres
meses que salimos de Méjico y le habían cre-
cido las barbas , y cuando le preguntaban al-
gunos cómo se llamaba, adonde iba ó venia,
que acaso no podia menos de respondeiles, decía
que se decia Juan de Flechilla é que era labra-
dor; por manera que en cuatro dias que salió del
navio, entró en Méjico de noche y se fué á la
casa de los frailes de señor San Francisco, don-
de halló muchos retraidos, y entre ellos á Jorge
de Albarado y á Andrés de Tapia, y á Juan
Nunez de Mercado é á Pedro Moreno Medrano,
y á otros conquistadores y amigos de Cortés; y
como vieron al de Orantes y supieron que Cor-
tés" era vivo, y vieron sus cartas, no podian es-
tar de placer los unos é los otros, y saltaban y
bailaban ; pues los frailes franciscos, y entre
ellos Fray Toribio Motolinea y un Fray Do-
mingo Altamirano, daban todos.saltos de placer
y muchas gracias á Dios por ello, y luego sin
más dilación cierran todas sus puertas del mo-
nasterio, porque ninguno de los traidores, que
habia muchos, fuesen ádar mandado ni hubiese
pláticas sobre ello; y á medianoche lo hacen
saber al tesorero y al contador Albornoz y á
CONQUISTA DE Í1UEVA-ESPAKA. 177
otros amigos de Cortés; y así como lo supieron,
sin hacer ruido, vinieron á San Francisco y vie-
ron los poderes que Cortés les enviaba, y acor-
daron sobre todas cosas de ir á prender al fac-
tor; y toda la noche se les fué en apercebir ami-
gos é armas para otro día por la mañana le
prender, porque el veedor en aquel tiempo
estaba sobre el peñol de Ooatlan ; y como
amaneció, fué el tesorero con todos los del ban-
do de Cortés, y el Martin de Orantes con ellos,
jorque le conociesen y se alegrasen; y fueron á
las casas del factor diciendo: «Viva, viva el Rey
nuestro Señor, y Hernando Cortés en su Real nom-
bre, que es vivo é viene agora á esta ciudad, éyo
soy su criado Orantes;» y como oian aquel ruido
los vecinos, y tan de mañana oian decir «Viva
el Rey,» todos acudieron, como eran obligados,
á tomar armas, creyendo quehabia alguna otra
cosa, para favorecer las cosas de su Majestad;
y después que oyeron decir que Cortés era vivo
é vieron al Orantes, se holgaban ; y luego se
juntaron con el tesorero para ayüdalle muchos
vecinos de Méjico, porque , según pareció , el
contador no ponía en ello mucho calor ; antes
le pesaba y andaba doblado, hasta que el Alón-
so de Estrada se lo reprendió , y aun sobre ello
tuvieron palabras muy sentidas y feas , que no
le contentaron mucho al contador; é yendo quo
iban á las casas del factor, ya estaba muy aper-
cebido; que luego lo supo, que le avisó deilo el
mismo contador cómo le iban á prender; y
23
178 BERNAL DU2.
dó asestar su artillería delante de sus casas, y
era capitán del la D. Luis de Guzman , primo
del duque de Medina-Sidonia , y tenia sus ca-
pitanes apercebidos con muchos soldados ; de-
cíanse los capitanes Artiaga y Gines y Pedro
González; y asi como llegó el tesorero y Jorge
de Albarado y Andrés de Tapia é Pedro More-
no, con todos los demás conquistadores , y el
contador , aunque flojamente y de mala gana,
' con todas sus gentes , apellidando: «Aqui del
Rey , y Hernando Cortés en su Real nombre;»
les comenzaron á entrar , unos por las azuteas,
y otros por las puertas de los aposentos y por
dos partes. Todos los que eran de la parte del
factor desmayaron, porque el capitán de la ar-
tillería, que fué D. Luis de Guzman, tiró por su
parte, é los artilleros por la suya , y desmam-
pararon los tiros ; pues el capitán Artiaga
dio priesa en se esconder , y el Gines Nortes
se descolgó y echó por unos corredores abajo;
que no quedó con el factor sino Pedro Gon-
zales Sabiote y otros cuatro criados del factor;
y como se vtó desmamparado , el mismo factor
tpmó un tizón para poner fuego á los tiros;
más diéronle tanta priesa, que no pudo más , y
allí le prendieron y le pusieron guardas , hasta
que hicieron una red de maderos gruesos y le
metieron dentro, y alli le daban de comer, y en
esto paró la cosa de su gobernación ; y luego
hicieron mensajeros á todas las villas de la
Nueva-España, dando relación de todo lo acae-
CONQUISTA DE HUÉTA-lSPANA. 179
cido; y estando desta manera ¿ á unas personas
les placía , y á los que el factor había dado in-
dios y cargos les pesaba. Y fué la nuera al pe-
ñol de Coatlan y á Guaxaca , donde estaba el
veedor; y como lo supo él y sus amigos, fué tan
grande la tristeza y pesar que tomó , que luego
cayó malo, y dejó el cargo de capitán á Andrés
de Monjaraz, que estaba malo de bubas , ya
otra vez por mí nombrado, y se vino en posta á
la ciudad de Tezcuco y se metió en el monaste-
rio de San Francisco ; y como el tesorero y el
contador, que ya eran gobernadores, lo supie-
ron , le enviaron á prender allí en el monaste-
rio; porque antes que se viniese el veedor había
enviado alguaciles con mandamientos y solda-
dos á le prender do quiera que le hallasen , y
aun á quitarle el cargo de capitán ; y como su-
pieron los alguaciles que estaba en Tezcuco, le
sacaron del monasterio y le trujeron á Méjico,
y le echaron en otra jaula como al factor ; y
luego en posta envían mensajeros á Guatimala,
á Pedro de Albarado , y le hacen saber de la
prisión del factor y veedor; y como Cortés esta-
ba en Trujillo , que no es muy lejos de su con-
quista, que fuese luego en su busca y le hiciese
venir á Méjico , y le dieron cartas y relación de
todo lo por mí arriba dicho , según y de la ma-
nera que pasó. Y demás desto , la primera cosa
que el tesorero hizo, fué mandar honrar á Jua-
na de Mansilla , que habia mandado azotar el
factor por hechicera; y fué desta manera, que
180 BERNAL DÍAZ.
mandó cabalgar á caballo á todos los caballeros
de Méjico , y el mismo tesorero la llovó á las
ancas de su caballo por las calles de Méjico , y
decía que como matrona romana hizo lo que
hizo, y la volvió en su honra de la afrenta que
el factor la habia hecho ; y con mucho regocijo
la llamaron de alli adelante doña Juana de
Mansilla , y dijeron que era digna de mucho
loor , pues no la pudo hacer el factor que se
casase ni dijese menos de lo qué primero habia
dicho, que su marido y Cortés y todos éramos
vivos.
CAPÍTULO CLXXXIX.
COMO EL TESORERO , CON OTROS MUCHOS CABALLEROS,
ROGARON Á LOS FRAILES FRANCISCOS QUE ENVIASEN
Á UN FRAY DIEGO DE ALTAMIRANO, QUE ERA DEUDO
DE CORTES , QUE FUESE EN UN NAVÍO Á TRUÍILLO Y
LO HICIESE VENIR, Y LO QUE SUCEDIÓ.
Como el tesorero y otros caballeros de la parte
de Cortés vieron que convenia que luego vinie-
se Cortés á la Nueva-España, porque ya se co-
menzaban bandos , y el contador no estaba de
buena voluntad para que el factor ni el veedor
estuviesen presos, y sobre todo, temia el conta-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 161
dor á Cortés en gran manera cuando supiese lo
que había escrito del á su majestad , según lo
tengo ya dicho en dos partes , en los capítulos
pasados que dello hablan , acordaron de ir á rogar
á los frailes franciscos que diesen licencia á fray
Diego Altamirano que en un navio que le te-
nían presto y bien abastecido , y con buena
compañía , fuese á Trujillo é hiciese venir á
Cortés; porque aqueste religioso era su pariente.,
y hombre que antes que se metiese fraile había
sido soldado é hombre de guerra, y sabia de
negocios, y los frailes lo hubieron por bien, y
el fraile Altamirano , que lo tenia en voluntad.
Dejemos de hablar en el viaje del fraile, que
se está apercibiendo, y diré que, como el factor
y veedor estaban presos , y pareció ser que,
como dicho tengo otras veces , el contador an-
daba muy doblado y de mala voluntad, y viendo
que las cosas de Cortés se hacían prósperamen-
mente; y como el factor solia tener por amigos
á muchos hombres bandoleros que siempre qui-
sieron cuestiones y revueltas, y porque tenían
buena voluntad al factor y al Chirinos , porque
les daban pesos de oro c indios , acordaron de
se juntar muchos dellos, y aún algunas perso-
nas de calidad y de todos jaeces, y tenian con-
certado de soltar al factor y al veedor t y de
matar al tesorero y á los carceleros , y dicen
que lo sabia el contador é se holgaría mucho
dello; y para ponello en efecto hablaron muy
secretamente aun cerrajero que hacia bailes-
182 BERHAL DIÁZ.
tas, que se decia Guzman, hombre soez, que
decía gracias y chocarrerías; y le dijeron muy
secreto que les hiciese unas llaves para abrir
las puertas de la cárcel y de las redes don-,
de estaba el factor y el veedor, y que se lo pa-
garían muy bien , y le dieron un pedazo de
oro en señal de la hechura de las llaves , y
le previnieron y dijeron y encargaron que
mirase que lo tuviese en muy secreto; y el
cerrajero dijo con palabras muy halagüeñas
é alegres que le placía , y que hubiesen ellos
más secreto de lo que mostraban , pues aquel
caso en que tanto iba, se lo descubrieron á él,
sabiendo quién era, que no lo descubriesen á
otros , y que se holgaba que el factor y el
veedor saliesen de la prisión; y preguntándoles
que quién y cuántos eran en el negocio, é adon-
de se habían de llegar cuando fuesen á hacer
aquella buena obra, é qué dia é qué hora, y
todo se lo decían muy claramente, según lo te-
nían acordado; y comenzó á forjar unas llaves
según la forma de los moldes que le traían para
hacerlas, y no para que las hiciese perfectas ni
podrían abrir con ellas, y esto hacia adrede,
porque fuesen y viniesen á su tienda á la obra
de las llaves para que las hiciese buenas, y en-
tre tanto saber más de raíz el concierto que es-
taba hecho; y mientras más se dilató la hechu-
ra de las llaves, mejor lo alcanzó á saber; y ve-
nido el dia que habían de ir con sus llaves, que
ya habia hecho buenas, y todos puestos á punto
CONQUISTA DE HUEVA-KSPANA . 183
con sos armas, fué el cerrajero de presto en casa
del tesorero Alonso de Estrada y le dá relación
dello, y sin más dilación, cuando lo supo el te-
sorero, envia secretamente á apercebir á todos
los que eran del bando de Cortés, sin hacello
saber al contador, y Tan á la casa donde estaban
recojidos los que habian de soltar al factor, y de
presto prenden hasta veinte hombres de los que
estaban armados, y otros se huyeron, que no se
pudieron haber; y hecha la pesquisa á que se
habian juntado, hallóse que era para soltará
los por mí nombrados y matar al tesorero; y
allí también se supo que el contador lo habia
por bien, y cómo habia entre ellos tres ó cuatro
hombres muy revoltosos y bandoleros, y en to-
das las zizañas y revueltas que en Méjico en
aquella sazón habian pasado se habian hallado,
y aun el uno dellos habia hecho fuerza á una
mujer de Castilla.
Después que se hizo proceso contra ellos, el
cual hizo un bachiller que se decia Ortega,
que estaba por alcalde mayor y era de su tierra
de Cortés, sentenció los tres dellos á ahorca-
y á otros á azotar, y decíanse los que ahorca-
ron, el uno Pastrana y el otro Valverde y el otro
Escobar, y los que azotaron no nie acuerdo sus
nombres; y el cerrajero se entendió por muchos
dias, que hubo miedo no le matase la parciali-
dad del factor por haber descubierto aquello
que con tanto secreto se lo dijeron. Dejemos de
hablar en esto , pues que ya son muertos , y
164 BERNAL DÍAZ.
aunque Taya tan gran salto, como diré, fuera
de nuestra relación , también lo qu e agora diré
viene á coyuntura , y es que, como el factor hu-
bo enviado la nao con todo el oro que pudó ha-
ber para su majestad , según dicho tengo en los
capítulos pasados , y escribió á sü majestad
que Cortés era muerto , y como se lé hicieron
las honras, y hizo saber otras cosas que le con-
venían , y enviaba á suplicar á su cesárea
majestad que lé hiciese mercer de la goberna-
ción ; pareció ser que en la misma nao qué él
envió sus despachos iban otras cartas muy éh- ■
cubiertas, qué el factor no pudo saber dellas;
las cuales cartas eran para su majestad , y
que supiese todo lo que pasaba en la Nueva-
España y de las injusticias y cosas atroces
que el factor y veedor habian hecho; y demás
desto , ya tenia su majestad relación del lo por
parte de la audiencia Real dé Santo Domin-
go y de los frailes Jerónimos, cómo Cortés
era vivo y que estaba sirviendo á sU Real
Corona en conquistar y poblar la provincia de
Honduras; y de que los del Real Consejo de
los Indias y el comendador de León lo supie-
ron, lo hicieron saber á su majestad; y en-
tonces dicen que dijo el Emperador nuestro
señor. «Mal hecho ha sido todo loque han hecho
en la Nueva-España en se haber levantado con-
tra Cortés, y mucho me han deservido; pues es
vivo (téngole por tal), serán castigados por jus-
ticia los malhechores én llegando que llegué á
CONQUISTA DK NUEVA-ESPAÑA. 185
Méjico. « Volvamos á nuestra relación, yes, que
el fraile Altamirano se embarcó en el puerto de
la Veracruz, según estaba acordado, y con buen
tiempo en pocos dias llegó al puerto de Trujillo,
donde estaba Cortés; y cuando los de la villa y
Cortés vieron un navio poderoso venir á la vela
hacia el puerto, luego pensaron lo que fué, que
venia de la Nueva-España para le llevar á Mé-
jico. Y como hubo tomado puerto, y salió el
fraile á tierra muy acompañado de los que traía
en su compañía, y Corsés conoció algunos de-
llos que habia visto en Méjico, todos le fueron á
besar las manos , y el fraile le abrazó, y con
palabras muy santas y buenas se fueron á la
iglesia á hacer oración, y dende allí á los apo-
sentos, adonde el Padre Fray Diego Altamirano
le dijo que era su primo, y le contó lo acaecido
en Méjico, según más largamente lo tengo es-
crito, y lo que Francisco de las Casas habia
hecho por Cortés, y cómo era ido á Castilla;
todo lo cual que le dijo el fraile, lo sabia Cor-
tés por la carta del licenciado Zuazo, como di-
cho tengo en el capítulo quedello hablan y Cor-
tés mostró gran sentimiento dello, y dijo que,
pues nuestro Señor Dios fué servido que aquello
pasase , que le daba muchas gracias por ello y
por estar Méjico ya en paz , y que él se queria
ir luego por tierra , porque por la mar no se
atrevía , porque , como se hubo embarcado la
otra vez dos veces , y no pudo navegar porque
las aguas vienen muy corrientes y contrarias, y
24
186 BERNAL DÍAZ.
había de ir siempre con trabajo, y también como
estaba flaco. Luego le dijeron los pilotos que en
aquel tiempo era en el mes de Abril , y que no
hay corrientes y es la mar bonanza, por mane-
ra que acordó de embarcarse; y nose pudo hacer
luego á la vela , hasta que viniese el capitán
Gonzalo de Sandoval , que le había enviado á
unos pueblos que se dicen Olancho, que estaban
de allí hasta cincuenta y cinco leguas , porque
habia ido pocos dias habia á echar de aquella
tierra un capitán de Pedro Arias de Avila , que
se decia Hojas , el que habia enviado Pedro
Arias á descubrir tierras y buscar minas dende
Nicaragua, después que hube degollado ai Fran-
cisco Hernández , como dicho tengo ; porque,
según pareció , los indios de aquella provincia
de Olancho se vinieron á quejar á .Cortés cómo
muchos soldados de los de Nicaragua les toma-
ban sus hijas y sus mujeres , y les robaban sus
gallinas y todo lo que tenían; y el Sandoval fué
con brevedad, y llevó sesenta hombres, y quiso
prender al Rojas , y por ciertos caballeros que
se metieron de por medio de la una parte y de
la otra , los hicieron amigos , y aun le dio el
Rojas al Sandoval un indio paje para que le
sirviese; y luego en aquella sazón llegó la carta
de Cortés al Sandoval para qué luego sin más
dilación se viniese con todos sus soldados , y le
dio relación de cómo vino el fraile , y todo lo
acaecido en Méjico ; y como lo entendió , hubo
mucho placer y no via la hora que dar vuelta.
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 187
y vino en posta después de haber echado de alli
al Rojas; y luego Cortés, como vido al Sandoval,
hubo mucho placer , é da sus instrucciones al
capitán Saavedra, que quedaba por su teniente
en aquella provincia , y lo que tenia que hacer;
y escribió al capitán Luis Marin y á todos nos-
otros que luego nos fuésemos camino de Gua-
timala , y nos hizo saber todo lo acaecido en
Méjico, según y de la manera que aqui se hace
mención , y lo de la venida del fraile , y de la
prisión del factor y veedor , según y como aqui
va declarado ; y también mandó que el capitán
Godoy, que quedaba en Puerto de Caballos po-
blado , se pasase á Naco con toda su gente ; las
cuales cartas dio á Saavedra para que con gran
diligencia nos las enviase , y el Saavedra no
quiso encaminarlas, por malicia, y se descuidó,
y supimos que de hecho no quiso dallas ; que
nunca supimos dellas. Y volviendo á nuestra
relación, Cortés se confesó con su confesor fray
Juan , y recibió al cuerpo de Cristo una maña-
na, porque , como estaba tan malo , temia mo-
rirse; é se embarcó con todos sus amigos, y con
buen tiempo llegó en el paraje de la Habana, y
porque le hizo mejor tiempo que para la Nue-
va-España, fué al puerto; con el cual se holga-
ron todos los vecinos de la Habana sus cono-
cidos, y tomaron refresco; y supo nuevas, de un
navio que habia pocos dias que habia aportado
é venido de la Nueva-España , que estaba en
paz é soregado Méjieo , y que el peñol de Coa-
1S§ 1BRNAL DIA3.
tlau, como supieron los indios que en él estaban
hechos fuentes y daban guerra á los españoles,
que Corsés y los conquistadores éramos vivos,
vinieron do paz al tesorero debajo de ciertas
condiciones; y pasaré adelante.
CAPITULO CXC.
COMO CORTES SE EMBARCO EN LA HABANA PARA IR A
LA NUEVA-ESPAÑA, Y CONBUEN TIEMPO LLEGÓ Á LA
VERACRUZ , Y DE LAS ALEGRÍAS QUE TOROS HICIERON
CON SU VENIDA.
Como Cortés hubo descansado en la Habana
cinco dias, no via la hora que. estar en Méjico, y
luego manda embarcar toda su gente y se ha-
cen á la vela, y en doce dias, con buen tiempo,
llegó cerca del puerto de Medellin , enfrente de
la isla de Sacrificios, y allí mandó anclear los
navios por aquella noche, é acordó con veinte
soldados sus amigos que saltaron en tierra, y
vanse á pié obra de media legua junto á San
Juan de Ulúa, que así se llamaba , é quiso su
ventura que toparon una arria de caballos que
venia á aquel puerto de Ulúa con ciertos pasa-
jeros para se embarcar para Castilla , é vase
Cortés á la Veracruz en los caballos é mulos de
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 189
la arria , que serian cinco leguas de andadura,
y mandó que no fuesen ningunos á avisar
cómo venia ; y antes que amaneciese con dos
horas llegó á la villa, y fuese derecho á la
iglesia, que estaba abierta la puerta , y se
metió dentro en ella con toda su compañía; y
como era muy de mañana, vino el sacristán,
que era nuevamente venido de Castilla , y como
vio la iglesia toda llena de gente forastera , y
no conocia á Cortés ni á los que con él estaban,
salió dando voces á la calle , llamando á la jus-
ticia, que estaban en la iglesia muchos hom-
bres forasteros, para que les mandasen salir
della; y á las voces que dio el sacristán , vino
el alcalde mayor é otros alcaldes ordinarios,
con tres alguaciles é otros muchos vecinos
con armas , pensando que era otra cosa, y en-
traron de repente y comenzaron á decir con
palabras airadas que saliesen de la iglesia;
y como Cortés estaba flaco del camino, no le co-
nocieron hasta que le oyeron hablar, é por los
hábitos blancos conocieron á fray Juan de las
Varillas, aunque él los traia bien sucios de la
mar ; y como vieron que era Cortés, vanle todos
á besar las manos y dalle la buena venida ; pues
á los conquistadores que vivían en aque la villa
Cortés los abrazaba y los nombraba por sus nom-
bres, qué tales estaban, y les decia palabras
amorosas; y luego se dijo Misa, y le llevaron á
aposentar en las mejores casas que habia de Pe-
dro Moreno Medrano, y estuvo allí ocho dias, y
190 BKttWAL DÍAZ.
le hicieron muchas fiestas y regocijos, y luego
por la posta envían mensajeros á Méjico á decir
cómo habia llegado ; y Cortés escribió al teso-
rero y al contador, puesto que supo que no era
su amigo el contador, y á todos sus amigos y al
monasterio de San Francisco ; de las cuales nue-
vas todos se alegraron ; y como lo supieron to-
dos los indios de la redonda, tráenle presentes
de oro y mantas, y cacao y gallinas y frutas, y
luego se partió de Medellin ; é yendo por su
jornada, le tenían el camino limpio, y hechos
aposentos con grandes .enramadas é con mucho
bastimento para Cortés y todos los que iban en su
compañía. Pues saber yo decir lo que los mejica-
nos hicieron de alegrías, que se juntaron con to-
dos los pueblos de la redonda de la laguna, y le
enviaron al camino gran presente de joyas de oro
y ropa é gallinas, y todo género de frutas de la
tierra que en aquella sazón habia, y le envia-
ron á decir que les perdone, por ser de repen-
te su llegada, que no le envían más; que deque
vaya á sn ciudad harán lo que son obligados, y
le servirán como á su capitán que los conquistó
y los tiene en justicia; y de aquella misma ma-
nera vinieron otros pueblos. Pues la provincia
de Tlascala no se olvidó mucho, que todos los
principales le salieron á recebir con danzas y
bailes y regocijos y muchos bastimentos, y des-
que llegó á obra de tres leguas de la ciudad de
Tezcuco, que es casi aquella ciudad tamaña po-
blación con sus sujetos como Méjico; de allí sa-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 191
lió el contador Albornoz, que á aquel efecto ha-
bía venido para recibir á Cortes por estar bien
con él, que le temia en gran manera; y juntó
muchos españoles de todos los pueblos de la re-
donda, y con los que estaban en su compañía y
los caciques de aquella ciudad, con grandes in-
venciones deiuegosy danzas, fueron árecebirá
Cortés más de dos leguas; con lo cual se holgó;
y cuando llegó á Tezcuco le hicieron otro gran
recibimiento, y durmió allí aquella noche; y
otro dia de mañana fué camino de Méjico, y es-
cribióle el tesorero y el cabildo, y todos los ca-
balleros y conquistadores amigos de Cortés, que
se detuviese en unos pueblos dos leguas de Te-
nustitlan , Méjico ; que bien pudiera entrar
aquel dia, y que lo dejase para otro día por
la mañana , porque gozasen todos del gran re-
cebimiento que le hicieron , y salió el teso-
rero con lodos los conquistadores y caballeros
y cabildo de aquella ciudad, y todos los oficia-
les en ordenanza , y llevaron los más ricos
vestidos y calzas y jubones que pudieron con
todo género de instrumentos ; y los caciques
mejicanos por su parte con muchas maneras
de invenciones de divisas y libreas que pudieron
haber; y la laguna llena de canoas, é indios
guerreros en ellas, según y de la manera que
solian pelear con nosotros, en el tiempo de Gua-
temuz, los que salieron por las calzadas. Fueron
tantos los juegos y regocijos, que se quedarán
por decir, pues en todo el dia por las calles de
192 BBRNAL DIA2.
Méjico todo era bailes y danzas, y después que
anocheció muchas lumbres á las puertas. Pues
aun lo mejor quedaba por decir, que los frailes
franciscos, otro dia después que Cortés hubo
llegado, hicieron procesiones, dando muchos
loores á Dios por las mercedes que les habia he-
cho en haber venido Cortés. Pues volviendo á
su entrada en Méjico, se fué luego al monaste-
rio de señor San Francisco, adonde hizo decir
Misas, y daba loores á Dios, que le sacó de los'
trabajos pasados de Honduras y le trujo á aque-
lla ciudad; y luego se pasó á sus casas, que es-
taban muy bien labradas, con ricos palacios, y
allí era servido y temido y tenido de todos como
un príncipe; y los indios de todas las provincias
le venían á ver, y le traían presentes de oro, y
aun los caciques del peñol de Coatlan, que se
habían alzado, le vinieron á dar la bienvenida y
le trujeron presentes; y fué su entrada de Cor-
tés en Méjico por el mes de Junio, año de 1524
ó 25; y como Cortés hubo descansado, luego
mandó prender á los bandoleros, y comenzó á
hacer pesquisas sobre los tratos del factor y
veedor; y también prendió á Gonzalo de Ocam-
po ó á Diego de Ocampo, que no sé bien el nom-
bre de pila, que fué al que hallaron los papeles
de los libelos infamatorios; y también se prendió
á un Ocaña, escribano, que era muy viejo, que
llamaban cuerpo y alma del factor; y después
que los tuvo presos, tenia pensamiento Cortés,
viendo la justicia que para ello habia, de hacer
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA . 193
procesó contra el factor y veedor; y por senten-
cia los despachó, y si de presto lo hiciera, no
hubiera en Castilla quien dijera: «Mal hizo
Cortés;» y su Majestad lo tuviera por bien he-
cho; y esto yo lo oí decir á lo ; del Real consejo
de Indias, estando presente el señor Obispo
Fray Bartolomé de las Casas, en el año de 1540,
cuando yo allá fui sobre mis pleitos, que se des-
cuidó mucho Cortés en ello, y se lo tuvieron á
flojedad.
CAPITULO CXCI.
CÓMO EN ESTE INSTANTE LLEGÓ AL PUERTO DE SAK
JUAN DE ULtfA, CON TRES NAVIOS, EL LICENCIADO
IUIS PONCE DÉ LEÓN, QUE VINO Á TOMAR RESIDEN-
CIA á CORTÉS, Y LO QUE SOBRE ELLO PASÓ; É HAY
NECE81D oD DE VOLVER ALGO ATRÁS PARA QUÉ BIEN
SE ENTIENDA LO QUE AGORA DIRÉ.
Ya he dicho en los capítulos pasados las
grandes quejas que de Cortés dieron ante su
majestad, estando la corte en Toledo; y los
que dieron las quejas fueron los de la parte de
Diego Velazquez, con todos los por mí nombra-
dos, y también ayudaron á ellas las cartas del
Albornoz; y como su majestad creyó que era
verdad, habia mandado al almirante de Santo
25
194 BERNAL 1>ÍXZ.
Domingo que viniese con gran copia de sol-
dados á prender á Cortés y á todos los que
fuimos en desbaratar á Narvaez; y también
he dicho que, como lo supo el duque de Béjar
don Alvaro de Zúñiga, que fué á suplicar á su
majestad que hasta saber la verdad que no^ se
creyese de cartas de hombres que estaban muy
mal con Cortés; é cómo no vino el almirante, élas
causas por qué; y cómo su majestad proveyó que
viniese un hidalgo que en aquella sazón esta-
ba en Toledo , que se decia el licenciado Luis
Ponce de León , primo del conde de Alcaudete,
y le mandó que le viniese á tomar residencia, y
si le hallase culpado en las acusaciones que le
pusieron , que le castigase de manera que en
todas partes fuese sonada la justicia que sobre
ello hiciese ; y para que tuviese noticia de todas
las acusaciones que acusaban á Cortés , trujo
consigo* las memorias de las cosas que habían
dicho contra Cortts , é instrucciones por donde
había de tomar la residencia; y luego se puso en
la jornada y viaje con Ires navios, que esto no
se me acuerda bien, si eran tres ó cuatro , y con
buen tiempo que le hizo llegó al puerto de San
Juan de Uiúa , y luego se desembarcó y se vino
á la villa de Medellin ; y como supieron quién
era y que venia por juez á tomar residencia á
Cortés, luego un mayordomo de Cortés que allí
residía, que se decia Gregorio de Villalobos, en
posta se lo hiza saber á Cortes, y en cuatro dias
io supo en Méjico; de que se admiró Cortés, que
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 195
tan de repente le tomaba su venida t porque
quisiera sabelio más temprano para irle á ha-
cer la mayor honra y recebimíento que pudie-
ra ; y ai tiempo que- le vinieron las cartas esta-
ba en señor San Francisco , que quería recebir
el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo , con y
mucha humildad rogaba á Dios que en todo
le ayudase ; y como tuvo las nuevas por muy
ciertas, de presto despachó mensajeros para
saber quién eran los que venían, y si traían
cartas de su majestad ; y desque vino la
primera nueva dende á dos días vinieron
tres mensajeros que enviaba el licenciado Luis
Ponce de León con cartas para Cortés, y una era
de su majestad, por las cuales supo que su ma-
jestad mandaba que le tomasen residencia; y
vistas las Reales cartas, con mucho acato é hu-
mildad las besó y puso sobre su cabeza, y dijo
que recibía gran merced que su majestad le en-
viase quien le oyese de justicia, y luego despa-
chó mensajeros con respuesta para el mismo
Luis Ponce, con palabras sabrosos y ofrecimien-
tos muy mejor dichos que yo lo sabré decir, é
que le diese aviso por cuál de los dos caminos
quería venir, porque para Méjico habia un cami-
no por una parte é otro por un atajo, para que
tuviese aparejado lo que convenia para servir á
criado de tan alto Rey y señor; y desque el li-
cenciado vio las cartas, respondió que venia muy
cansado de la mar y que quería reposar algu-
nos días, y dándole muchas gracias y mercedes
196 BERNAL DÍAZ.
por la gran voluntad que mostraba. Pues como
algunos vecinos de aquella villa que eran ene-
migos de Cortés, y otros de los que trujo Cortés
consigo de lo de Honduras que no estaban bien
con él, que fueron de los que hubo desterrado
de Panuco, y por cartas que luego le escribie-
ron á Luis Ponce, de Méjico, otros contrarios
de Cortés, le dijeron que Cortés quería hacer
justicia del factor y veedor antes que llegase á
Méjico el licenciado; y más le dijeron, que mi-
rase bien por su persona, qué si Cortés le escri-
bió con tantos ofrecimientos, es para saber por
cuál de los dos caminos quería venir, que era para
despachalle, y que no se fíase de sus palabras ni
ofertas; y le dijeron otras muchas cosas de males
que decían habia hecho Cortés, así á Narvaez
como á Garay, y de los soldados que dejaba per-
didos en Honduras, y sobre tres mil mejicanos
qué murieron en el camino, y que un capitán
que se decia Diego de Godoy, que dejó allá po-
blando con obra de treinta soldados, todos do-
lientes, que creen que serán muertos ; é salió
verdad así como se lo dijeron, lo de Godoy y
soldados ; y que le suplicaban que luego en posta
fuese á Méjico, y que no curase de hacer otra
cosa, é que tomase ejemplo en lo del capitán
Narvaez y en lo del adelantado Garay y en lo de
Cristóbal de Tapia, que no le quiso obedecer, y
■ le hizo embarcar, é se volvió por donde vino ; y
le dijeron otros muchos daños y desatinos con-
tra Cortés, por ponelle mal con él, y aun le hi-
C0NQUI8TA DE NÜEVA-fcSPAÑA. 19$
cieron eücreyente que no le obedecería. Y como
aquello vio el licenciado Luis Ponce, é traia con-
sigo otros hidalgos, que fueron el alguacil ma-
yor Proaño, natural de Córdoba, y á un su her-
mano, y á Salazar de la Pedrada, que venia por
alcaide de la fortaleza, que murió luego de do-
lor de costado, y á un licenciado ó bachiller que
se decia Marcos de Aguilar, y á un soldado que
sedecia Bocanegra, de Córdoba, y á ciertos frai-
les de Santo Domingo, y por provincial dellos
un fray Tomás Ortiz, que decian habia estado
ciertos años por Prior en una tierra que llama-
ban, no me acuerdó el nombre; y deste reli-
gioso, que venia por Prior, decian todos los
que venían en su compañía que era más des-
envuelto para entender en negocios que no
para el santo cargo que traia. Pues volviendo
á nuestra relación, el Luis Ponce tomó consejo
con estos hidalgos que traia en su compañía si
iria luego á Méjico ó no, y todos le aconseja-
ron que no se separase ni de día ni áe noche,
creyendo que era verdad lo que decian de los ma-
les de Cortés; por manera que cuando los men-
sajeros de Cortés llegaron con otras cartas en
respuesta de las que le escribió el licenciado
y mucho refresco que le traían, ya estaba el li-
cenciado cerca de Iztapalapa, donde se le hizo
un gran recebimiento con mucha alegría y con-
tento que Cortés tenia con su venida, y le man-
dó hacer un banquete muy cumplido; y después
de bien servidos en la comida de muchos y bue-
198
BÉRNAL DÍAZ.
nos manjares, dijo Andrés de Tapia, que sirvió
en aquella fiesta de maestresala, que por ser co-
sa de apetito para en aquel tiempo en estas tier-
ras , porque era cosa nueva, que si- quería su
merced que le sirviesen de natas y requesones;
y todos los caballeros que allí comian con el li-
cenciado se holgaron que los trujesen, y esta-
ban muy buenas las natas y requesones, y co-
mieron algunos tanto dellos, que se le resolvió
el estómago á uno dellos y rebosó, y este por-
que comió demasiado dellos, y otros no tuvieron
ningún sentimiento de les haber hecho mal ni
daño en el estómago; y entonces dijo aquel re-
ligioso que venia por prior ó provincial, que se
decia fray Tomás Ortiz, que las natas é reque-
sones venian revueltas con rejalgar, y que él no
las quiso comer por aquel temor; y otros que
alli comieron dijeron que vieron comer al fraile
dellas hasta hartarse, y había dicho que esta-
ban muy buenas; y por haber servido de maes-
tresala el Tapia sospecharon lo que nunca por
el pensamiento le pasó Y vol/amos á nuestra
relación; que en este recebimiento de Iztapalapa
no se halló Cortés, que en Méjico se quedó;
más fama hubo echadiza muy secretamente que
enviaba á Luis Ponce un buen presente de te-
juelos y barras de oro; esto no lo sé bien ni lo
afirmo; otros dijeron que nunca tal pasó. Pues co-
mo Iztapalapa está dos leguas de Méjico., y tenia
puestos hombres para que le avisasen á qué hora
venia á Méjico parasalirle á recebir, fué Cortés
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 199
con toda la caballería que en Méjico habia , en
que iban el mismo Cortés é Gonzalo deSandoval,
y el tesorero Alonso de Estrada y el contador,
y todo el Cabildo de Méjico y los conquistado-
res, y Jorge de Albaradoy Gómez de Albarado,
porque Pedro de Albarado en aquella sazón ño
estaba en Méjico , sino en Guatimala, que habia
ido en busca de Cortés é de nosotros ; y salieron
otros muchos caballeros que nuevamente ha-
bían venido de Castilla; y cuando encontraron
á Luis Ponce en la calzada se hicieron grandes
acatos entre él é Cortés ; y el licenciado Luis
Ponce en todo pareció muy bien mirado , que se
hizo muy de rogar sobre que Cortés le dio la
mano derecha y él no la queria tomar , y estu-
vieron en cortesías hasta que la tomó ; y como
entraron en la ciudad, el licenciado iba admira-
do de la gran fortaleza que en ella habia y de
las muchas ciudades y poblaciones que habia
visto en la laguna, y decia que tenia por cierto
no haber habido capitán en el universo que con
tan pocos soldados hubiese ganado tantas tier-
ras ni haber tomado tan fuerte ciudad ; é yendo
hablando en esto , se fueron derechos al monas-
terio de San Francisco , adonde les dijeron Mi-
sa ; y después de acabada la Misa , Cortés dijo
al licenciado Luis Ponce que presentase las
Reales provisiones y entendiese en hacer lo que
su majestad le mandaba , porque él tenia que
pedir j usticia contra el factor y veedor; y respon -
dio que se quedase para otro dia; y de allí le
20Ó * BfcftirkL DÍAZ.
llevó Cortés, acompañado de toda la caballería
que le había salido á recetor, á aposentar en sus
palacios, donde le tenían todo entapizado yuna
muy solene comida, y servida con tantas vajillas
de oro y plata, y con tal concierto, que el mis-
mo Luis Ponce dijo secretamente al alguacil
mayor Proaño y á un Bocanegra que ciertamen-
te que parecía que Cortés en todos los cumpli-
mientos y en sus palabras y obras que era de
muchos años atrás gran señor. Y dejaré dé ha-
blar destas loas, pues no hacen á nuestra rela-
ción, y diré que otro dia fueron á la iglesia ma-
yor, y después de dicha Misa, mandó que el
cabildo de aíjuella ciudad estuviese presente, y
los oficiales de la Real hacienda y los capitanes y
conquistadores de Méjico: y cuando á todos los
vio juntos, delante de dos escribanos, y el uno
era de los del cabildo y el otro que Luis Ponce
traia consigo, presentó sus Reales provisiones, y
Cortés con mucho acato las besó y puso sobre
su cabeza, é dijo que las obedecía como manda-
miento é cartas de su Rey y señor, é las cumpli-
ría pecho por tierra; y asi lo hicieron todos los
caballeros conquistadores y cabildo y oficiales
de la Real hacienda de su majestad; y después
que esto fué hecho, tomó el licenciada las va-
ras de la justicia al alcalde mayor y alcaldes
ordinarios, y de la hermandad y alguaciles, y
como las tuvo en su poder, se las volvió á dar,
y dijo á Cortés: «Señor capitán, esta goberna-
ción de vuesamerccd me manda su majestad qué
CONQUISTA DK NUEVA-ESPAÑA. 201
tome en mí, no porque deja de ser merecedor
de otros muchos y mayores cargos, más hemos
de hacer lo que nuestro Rey y señor nos man-
da.» Y Cortés con mucho acato le dio gracias
por ello, y dijo que él siempre está presto para
lo que en servicio de su majestad le fuese man-
dado; lo cual vería muy presto, y conocería cuan
lealmentc habia servido á nuestro Rey y señor,
por las informaciones y residencia que de él to-
marían, y conocería las malicias de algunas per-
sonas, que ya le habrán á él ido con consejos y
cartas llenas de malicias; y el licenciado respon-
dió que adonde hay hombres buenos también hay
otros que no lo son tales, que así es el mundo;
que á los que ha hecho buenas obras dirán bien
del, y á los que malas, al contrario; y en esto
se pasó aquel dia; é otro dia, después de haber
oido Misa, aue se le dijo en los mismos palacios
donde posaba el licenciado, co.n mucho acato
envió con un caballero á que llamase á Cortés,
estando delante el fray Tomás Ortiz, que venia
por prior, sin haber otras personas delante,
sino todos tres en secreto, con mucho acato le
dijo el licenciado Luis Ponce: «Señor capitán,
9abrá vuesamerced que su majestad me mandó
y encargó que á todos los conquistadores que
pasaron desde la isla de Cuba, que se hallaron
en ganar estas tierras y ciudad, y á todos los
demás conquistadores que después vinieron,
que les dé buenos indios en encomienda, y an-
teponga y favorezca algo más á los primeros;
26
202 BERNA L DÍAZ.
y esto digo, porque soy informado que muchos
de los conquistadores que con vuesamerced pa-
saron están con pobres repartimientos, y los ha
dado á personas que agora nuevamente han
venido de Castilla, que no tienen méritos; si asi
es, no le dio su majestad lá gobernación para
este efecto, sino para cumplir sus Reales man-
dos; y Cortés dijo que á todos había dado in-
dios, y que la ventura de cada uno era, que á
unos cupieron buenos indios y á otros no tales,
y que lo podrá enmendar, pues para ello es ve-
nido, y los conquistadores son merecedores
dello; y también íe preguntó que qué era de los
conquistadores que habia llevado á Honduras
en su compañía, que cómo los dejaba allá perdi-
dos y muertos de hambre, en especial que le
informaron que un Diego de Godoy, que dejó
por caudillo de treinta ó cuarenta hombres en
Puerto de Caballos, <jue le habían muerto in-
dios, porque todos estaban muy malos; y así
como lo dijeron salió verdad, como adelante
diré; y que fuera bueno que, pues habían gana
do aquella ciudad y la Nueva-España , que
quedaran á gozar el provecho, y á los que ha-
bían nuevamente venido de Castilla aquellos
llevara á conquistar y poblar; y preguntó por
el capitán Luis Marín é por Bernal Diaz del
Castillo y por ciertos soldados é los demás sol-
dados que consigo llevó; é Cortés le respondió
que.para cosas de afrenta y guerras no se atre-
viera á ir á tierras largas si no llevara soldados
CONQUISTA DE HUÍVA-ftSPANA. 203
eonocidos, y que presto vernian á aquella ciu-
dad porque ya debeu de venir camino, y que en
todo su merced les ayudase, y les diese buenas
encomiendas de indios. Y también le dijo el li-
cenciado Luis Ponce algo con palabras ásperas,
que cómo habia ido contra el Cristóbal de
Olí tan léjo> y largos caminos sin tener li-
cencia de su majestad, y ,dejar á Méjico en
condición de se perder. A esto respondió que
como capitán general de su majestad, que le
pareció que convenia aquello á su Real ser-
vicio porque otros capitanes no se alzasen,
que dello hizo primero relación á su majestad;.
y domas desto , le preguntó sobre la prisión y
desbarate de Narvaez , y de cómo se le perdió
la armada y soldados de Francisco de Garay, y
de qué murió tan presto , y de cómo hizo em-
barcar á Cristóbal de Tapia ; y le preguntó de
otras muchas cosas que aqui no relato ; y Cor-
tés á todo le respondió dándole razones muy
buenas, de que Luis Ponce en algo parecía que5
quedaba contento; y todo esto que le pregunta-
ba traia por memoria de Castilla y de otras ma-
chas cosas que ya le habian dicho en el camino,
y en Méjico le habian informado dello : y como
á aquestas preguntas que hizo estaba presente
el fray Tomás Ortiz, como las hubieron acabado
de decir, se fué Cortés á su posada , y secreta-
mente apartó el fraile á tres conquistadores
amigos de Cortés , y les dijo que Luis Ponce
quería cortar la cabeza á Cortés , porque asi lo
204 • BERNAL DÍAZ.
traía mandado por su majestad , é á acfOGlf efeto
le habia preguntado lo sobredicho ; y aun el
mesmo fraile otro dia muy de mañana* de secreto
se lo dijo á Cortés por estas palabras : «Señor
capitán , por lo que os quiero, y de mi oficio y
religión es avisar en tales tiasos, hágoos, Señor,
saber que Luis Ponce trae provisiones de su
majestad para os degollar.» Y cuando Cortés
esto oyó , é habian pasado los razonamientos
por mi dichos , estaba muy penoso y pensativo;
y por otra parte le habían dicho que aquel frai-
le era de mala condición y bulliciosa, y que no
le creyese muchas cosas de lo que decia ; y
según apareció , dijo el fraile aquellas pala-
bras á Cortés á efeto que le echase por interce-
sor yTOgador que no le ejecutase el tal manda-
do, y porque le diese por ello algunas barras de
oro. Otras personas dijeron que el Luis Ponce lo
dijo por metelle temor á Cortés é le echase ro-
gadores que no le degollase; y como aquello
sintió Cortés, respondió al fraile con mucha cor-
tesía y con grandes ofrecimientos, y le dijo que
antes tenia creído que su majestad, como cris-
tianísimo Rey, que le enviaría á hacer mercedes
por sus muchos y buenos y leales servicios que
siempre le hizo, y no se hallará deservicio nin-
guno que haya hecho; y que con esta confianza
estaba, y que él tenia al Sr. Luis Ponce por per-
sona que no saldría de lo que su majestad le
mandaba, y como aquello oyó el fraile, y no le
rogó que fuese su intercesor para con Luis Pon-
CONQUISTA J>E N UE V AtESPAÑA . 205
ce, quedó confuso; y diré lo quemas pasó; por-
que Cortés jamas le dio ningunos dineros de lo
que le habia prometido.
CAPITULO CXCII.
COMO EL LICENCIADO LUIS PONCE , DESPUÉS QUE
HUBO PRESENTADO LAS REALES PROVISIONES Y FUE
OBEDECIDO, MANDÓ PREGONAR RESIDENCIA CONTRA
CORTÉS É LOS QUE HABÍAN TENIDO CARGOS DE JUS-
TICIA, Y CÓMO CAYÓ MALO DE MAL DE MODORRA Y
DELLA FALLECIÓ, Y LO QUE MÁS LE 8UCEDIÓ.
Después que hubo presentado Luis Ponce las
Reales provisiones, con mucho acato de Cortés
y el cabildo y los demás conquistadores fué
obedecido; mandó pregonar residencia general
contra Cortés y contra los que habían tenido
cargo de justicia y habían sido capitanes; y como
muchas personas que no estaban bien con Cor-
tés, é otros que tenían justicia sobre lo que pe-
dían., qué priesa se daban de dar quejas de Cor-
tés y de presentar testigos, que en toda la ciu-
dad andaban pleitos; y las demandas que le po-
nían, unos que no les dio partes de oro, como era
obligado, é otros le demandaban que no les dio
indios, conforme á lo que su majestad mandaba, y
206 BÉUNAL DÍAZ.
los dio á criados de su padre Martin Cortés y á
otras personas sin méritos, criados de señores
de Castilla. Otros le demandaban caballos que
le3 mataron en las guerras, que puesto que ha-
blan habido mucho oro de que se les pudiera
pagar, que no se les satisfizo por quedarse con
el oro. Otros demandaban afrentas de sus per-
sonas, que por mandado de Cortés les habían
hecho. Volvamos á nuestra residencia, que lue-
go que se comenzó á tomar quiso nuestro Señor
Jeoucristo que por nuestros pecados y desdicha
cayó malo de modorra el licenciado Luis Ponce,
y fué desta manera, que viniendo del monaste-
rio de señor San Francisco de oir Misa, le dio
una muy recia calentura, y echóse en la cama y
estuvo cuatro dias amodorrido, sin tener el sen-
tido que convenia, y todo lo más del dia y de la
noche era dormir; y como aquello vieron los
médicos que le curaban, que se decían el licen-
ciado Pedro López y el doctor Ojeda y otro me
dico que él traia de Castilla, todos á una les
pareció que se confesase y recibiese los Santos
Sacramentos, y el mismo licenciado lo tuvo en
gran voluntad; y después de recibidos con gran
humildad y contrición, hizo testamento, y dejó
por su teniente de gobernador al licenciado
Marcos de Aguilar, que había traído consigo
desde la Española. Otros dijeron que era ba-
chiller, y no licenciado, y que no tenia au-
toridad para mandar; y dejóle el poder des-
ta manera : que todas las cosas de pleitos
C0NQÜI8TÁ DE NÜEVA-ESPANA . 207
y debates y residencias, y 1 a prisión del fac-
tor y veedor, se estuviese en el estado que
lo dejaba hasta que su majestad fuese sa-
bidor de lo que pasaba, y que luego hiciese
mensajeros en un navio á su majestad. Y ya he-
cho su testamento y ordenada su ánima, al no-
veno dia que cayó malo dio la ánima á nuestro
Señor Jesucristo, y como hubo fallecido, fueron
grandes los lutos y tristezas que todos los con-
quistadores á una sintieron: como si fuera padre
de todos, así lo lloraban, porque ciertamente
él venia para remediar á los que hallase que
derechamente habían servido á su majestad, y
antes que muriese así lo suplicaba; y le halla-
ron en los capítulos é instrucciones que de su
majestad traia, que diese de los mejores repar-
timientos de indios á los conquistadores, de
manera que conociesen mejoría en todo; y Cor-
tés, con todos los más caballeros de la ciudad,
se pusieron luto y le llevaron á enterrar con
gran pompa á San Francisco, y con toda la cera
que entonces se pudo haber : fué su enterra-
miento muy solene para en aquel tiempo Oí de-
cir á ciertos caballeros que se hallaron presentes
cuando cayó malo, que como Luis Ponce era
músico y de suyo regocijado, por alegralle le
iban á tañer con una vigüela y á dar música, y
que mandó que le tañesen una baja, y con los
pies estando en la cama hacia sentido en la boca
y los meneaba h*sta acabarla, y acabada, per-
dió el habla, que fué todo uno. Pues como fué
208 BERNAL DÍAZ.
muerto y enterrado de la manera que dicho ten-,
go, oir el.murmurar que en Méjico habia de las.
personas que estaban mal con Cortés y con San-
doval, que dijeron y afirmaron que le dieron
ponzoña con que murió, que así habia hecho al
Francisco de Garay; é quien más lo afirmaba
era fray Tomás Ortiz, ya que venia por prior de,
ciertos frailes que traia en su compañía, que
también murió de modorra el mesmo , prior
de ahí á dos meses, él y otros frailes; y también
quiero decir que pareció ser que en el navio en
que vino el Luis Ponce, que dio pestilencia en
ellos, porque á más de cien personas que en él
venian les dio modorra y dolencia deque murie-
ron en la mar, y después de desembarcados en
la villa de Medellin murieron muchos dellos, y
aún de los frailes quedaron muy pocos, y fué fa-
ma que aquella modorra cundió en Méjico.
CAPITULÓ CXCIII.
CÓMO DESPUÉS QUE MURÍÓ EL LICENCIADO PONCE DE
LEÓN COMENZÓ Á GOBERNAR EL LICENCIADO MARCOS
DE AGUILAR, Y LAS CONTIENDAS QUE SOBRE ELLO
HUBO, Y CÓMO EL CAPITÁN LUIS MARÍN CON TODOS
LOS QUÉ VENÍAMOS EN SU COMPAÑÍA TOPAMOS CON
PEDRO DE ALBARADO, QUE ANDABA EN BUSCA DE
CORTES, Y NOS ALEGRAMOS LOS UN08CON LOS OTROS,
PORQUE ESTABA LA TIERRA DE GUERRA, PORLA PO-
DER PASAR SIN TANTO PELIGRO.
Según que lo habia dejado en el testamento
Luis Ponce, todos los conquistadores que es.ta-
CONQUISTA D8 NUEVA-ESPAÑA. 209
ban mal con Cortés quisieran que fuera la resi-
dencia adelante, como le habían comenzado á
tomar; y Cortés dijo que no se podía entender
en él, conforme al testamento de Luis Ponce;
mas que si quisiera tomársela el Marcos de
Aguilar , que fuesen mucho en buena hora; y
había otra contradicción por parte del Cabildo
de Méjico, en que decían que no podía mandar
Luis Ponce en su testamento que gobernase el
licenciado Aguilar sólo, lo uno porque era muy
viejo y caducaba , y estaba tullido de bubas y
era de poco autoridad, y asi lo mostraba en su
persona, y no sabia las cosas de la tierra, ni
tenia noticia della ni de las personas que tenían
méritos; y que demás desto, que no le ternian
respeto ni le atacarían , y que seria bien que
para que todos temiesen, y la justicia de su ma-
jestad fuese de todos muy acatada, que tomase
acompañado en la gobernación á Cortés hasta
que su maiestad mandase otra cosa ; y el Mar-
cos de Aguilar dijo que no saldría poco ni mu-
cho de lo que Luis Ponce mandó en el testa-
mento, y que él solo había de gobernar , y que
si querían poner otro gobernador por fuerza que
no hacían lo que su majestad mandaba; y demás
desto que dijo Marcos de Aguilar, Cortés temió
si otra cosa se hiciese , por más palabras que le
decían los procuradores de las ciudades y villas
de la Nueva-España, que procurase de gobernar
y que ellos atraerían con buenas palabras al
Marcos de Aguilar para ello , pues que estaba
27
210 BERNAL DIJLZ.
claro que estaba muy doliente, y era servicio de
Dios y de su majestad; y por más que le decían
á Cortés, nunca quiso tocar más en aquella te-
cla, sino que el viejo Aguilar solo gobernase; y
aunque estaba tan doliente y ético, que le daba
de mamar una mujer de Castilla , y tenia unas
cabras , que también bebía lecbe dellás ; y en
aquella sazón se le murió un hijo que traia con-
sigo, de modorra , según y de la manera que
murió Luis Ponce; dejaré esto hasta su tiempo,
é quiero volver muy atrás de lo de mi relación,
é diré lo que el capitán Luis Marín hizo , que
quedaba con toda su gente en Naco esperan-
do respuesta de Sandoval para saber si Cor-
tés era embarcado ó no , y nunca habíamos
tenido respuesta ninguna. Ya he dicho cómo
Sandoval se partió de nosotros para hacer em-
barcar á Cortés que fuese á la Nueva-Es-
paña , y que nos escribiría lo que sucediese,
para que nos fuésemos con Luis Marín camino
de Mélico; y puesto que escribió Sandoval y
Cortés por dos partes, nunca tuvimos respues-
ta , porque el Saavedra nunca nos quiso escri-
bir , con malicia ; y fué acordado por Luis
Marín y por todos los que con él veníamos que
con brevedad fuésemos soldados á caballo á
Trujillo á saber de Cortés, y fué Francisco Mar-
mole jo por nuestro capitán, é yo fui uno de los
diez, y fuimos por la tierra adentro de guerra
hasta llegar á Olancho, que agora llaman Gua-
yape, donde fueron las minas ricas de oro, y al lí
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 211
tuvimos nueva de dos españoles que estaban do-
lientes y de un negro, cómo Cortés era embar-
cado pocos días habia con los caballeros y con-
quistadores que consigo traia, y que le envió á
llamar la ciudad de Méjico, que todos los veci-
nos mejicanos estaban con voluntad de le servir,
y que vino un fraile francisco por él, y que su
primo de Cortés, Saavedra, quedaba por capitán
cerca de allí en unos pueblos de guerra; de las
cuales nuevas nos alegramos , y luego escribi-
mos al capitán Saavedra con indios de aquel
pueblo de Olancho, que estaba de paz, y en
cuatro dias vino respuesta del Saavedra, y nos
hizo relación de algunas cosas, y dimos muchas
gracias á Dios por ello, y á buenas jornadas
volvimos donde LuisMarin estaba; y acuerdóme
que tiramos piedras á la tierra que dejábamos
atrás, y con la ayuda de Dios iremos á Méjico, é
yendo por nuestras jornadas hallamos á Luis
Marin en un pueblo que se dice Acalteca; y así
como llegamos con aquellas nuevas tomó mu-
cha alegría, y luego tiramos camino de un pue-
bloque se dice Maniani, y hallamos en él á seis
soldados que eran de la compañía de Pedro de
Albarado, que andaba en nuestra busca, y uno
d líos fué Diego de Villanueva, conquistrdor,
buen soldado y uno de los fundadores desta
ciudad de Guatimala , natural de Villanueva de
la Serena , que es en el maestrazgo de Alcán-
tara ; y cuando ¿os conocimos nos abrazamos
los unos á los otros , y preguntando por su ca-
212 BERNAL DÍAZ.
pitan Pedro de Albarado, dijeron que alli cerca
venia con muchos caballeros , y que venían en
busca de Cortés y de nosotros , y nos contaron
todo lo acaecido en Méjico , ya por mí dicho,
y cómo habian enviado á llamar á Pedro de
Albarado para que fuese gobernador , y la cau-
sa por qué no fué, según he dicho en el capítulo
que dello habla , fué por temor del factor ; é
yendo por nuestro camino , luego de ahí á dos
días nos encontramos con el Pedro de Albarado
y sus soldados , que fué junto á un pueblo que
se dice la Choluteca Malalaca. Pues saber decir
cómo se holgó en saber que Cortés era ido á
Méjico , porque excusaba el trabajoso camino
que había de llevar en su busca, fué harto des-
canso para todos; y estando alli en el pueblo de
la Choluteca , habian llegado en aquella sazón
ciertos capitanes de Pedro Arias de Avila , que
se decían Garabito y Campañon, y otros que no
se me acuerdan los nombres , que , según ellos
decían, venían á descubrir tierras yá partir tér-
minos con el Pedro de Albarado; y como llega-
mos á aquel pueblo con el capitán Luis Marín,
estuvimos juntos tres dias los de Pedro Arias y
Pedro de Albarado y nosotros; y desde alli en-
vió el Pedro de Albarado á un Gaspar Arias de
Avila, vecino que fué de Guatímala, á tratar cier-
tos negocios con el gobernador Pedro Arias de
Avila, é oí decir que era sobre casamientos, por-
que el Gaspar Arias era gran servidor de Pedro
de Albarado. Y volviendo á nuestro viaje, en
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 213
aquel pueblo se quedaron los de Pedro Arias, y
nosotros fuimos camino de Guatimala, y antes de
llegar á la provincia de Cuzcatlan, en aquella
sazón llovía mucho y venia un rio que se decía
Lempa muy crecido*, y no le pudimos pasar en nin-
guna manera; acordamos de cortar un árbol que
se llama ceiba, y era de tal gordor, que del se
hizo una canoa que en estas partes otra mayor
no la habia visto, y con gran trabajo estuvimos
cinco dias en pasar el rio, y aun hubo mucha
falta de maíz; é pasado el rio, dimos en unos
pueblos que pusimos por nombre los Chapanas-
tiques, que era así su nombre, adonde mataron
los indios naturales de aquellos pueblos un sol-
dado que sé decia Nicuesa, é hirieron otros tres
de los nuestros que habian ido á buscar de co-
mer, y venían ya desbaratados, y les fuimos á
socorrer, y por no nos detener se quedaron sin
castigo; y esto es en la provincia donde agora
está poblada la villa de San Miguel; y desde allí
entramos en la provincia de Cuzcatlan, que esta-
ba de guerra, y hallamos bien de comer; y desde
allí veníamos á unos pueblos cerca de Petapa, y
en el camino tenían los guatimaltecas unas sier-
ras cortadas y unas barrancas muy hondas,
donde nos aguardaron, y estuvimos en se las
tomar y pasar tres dias: allí me hirieron de un
flechazo, más no fué nada la herida, y luego
venimos á Petapa, y otro dia dimos en este va-
lle que llamamos del Tuerto, donde agora está
poblada esta ciudad de Guatimala, que entonces
214 BERNAL DÍAZ.
todo estaba de guerra sobre pasallos con los
naturales; y acuerdóme que caando veníamos
pOr un repecho abajo comenzó á temblar la tier-
ra de tal manera, que muchos soldados cayeron
en el suelo, porque duró gran rato el temblor;
y luego fuimos camino del asiento de la ciudad
de Guatimala la vieja, donde solian estar los
caciques que se decian Cinacan y Sacachul, y
antes de entrar en la dicha ciudad estaba una
barranca muy honda, y aguardándonos todos
lo i escuadrones de los guatimaltecas para no
dejarnos pasar, y les hicimos ir con la mala
ventura, y pasamos á dormir á la ciudad, y cs-
.taban los aposentos y las casas con tan buenos
edificios y ricos, en fin como de caciques que
mandaban todas las providcias comarcanas; y
desde allí nos salimos á lo llano y hicimos ran-
chos y chozas, y estuvimos en ellos diez dias,
porque el Pedro de Alvarado envió dos veces á
llamar de paz á los de Guatimala y á otros
pueblos que estaban en aquella comarca, y hasta
ver su respuesta aguardamos los dias que he
dicho, y de que no quisieron venir ninguno de-
llos, fuimos por nuestras jornadas largas, sin
parar hasta donde Pedro de Albarado habia
dejado su ejército, porque estaba todo de guer-
ra, y estaba en él por capitán un hermano que
se decia Gonzalo de Albarado. Llamábase
aquella población donde los hallamos Olinte-
peque, y estuvimos descansando ciertos dias,
y luego fuimos á Soconusco, y dende allí á Te-
CONQUISTA DÉ NXJEV A-E8PAÑA . 215
guantepeque, y entonces fallecieron en el
camino dos vecinos españoles de Méjico que
venían de aquella trabajosa jornada con nos-
otros, y un cacique mejicano que se decia Juan
Velazquez, capitán que fué de Guatemuz; y
por la posta fuimos á Guaxaca, porque en-
tonces alcanzamos á saber la muerte de Luis
Ponce y otras cosas por mí ya dichas, y decían
muchos bienes de su persona y que venia para
cumplir lo que su majestad le mandaba, y no
víamos la hora de haber llegado á Méjico. Pues
como veníamos sobre ochenta soldados, y entre
ellos Pedro de Albarado, y llegamos á un pue-
blo que se dice Chalco, dende allí enviamos á
hacer saber á Cortés cómo habíamos de entrar
en Méjico otro día, que nos tuviesen aparejadas
posadas, porque veníamos destrozados; que ha-
bía más de dos años y tres meses que salimos
de aquella ciudad. Y de que se supo en Méjico
que llegábamos á Iztapalapa á las calzadas, sa-
lió Cortés con muchos caballeros y el Cabildo á
nos recebir; y antes de ir á parte ninguna, ansí
como veníamos fuimos á la iglesia mayor á dar
gracias á nuestro Señor Jesucristorque nos vol-
vió á aquella ciudad, y dende la iglesia Cortés
nos llevó á sus palacios, adonde nos tenia apa-
; rejada una muy solene comida é muy bien ser-
vida; é ya tenia aderezada la posada de Pedro
de Albarado, que entonces era su casa la forta-
leza, porque en aquella sazón estaba nombrado
por alcaide della y de las atarazanas; y al capi-
216 BERNA L DÍAZ.
tan Luis Marin llevó Sandoval á posar á sus
casas, éá mié á otro amigo mió, que se decía
el capitán Luis Sánchez, nos llevó Andrés de
Tapia á las suyas y nos hizo mucha honra, y el
Sandoval me envió ropas para me ataviar é oro
é cacao para gastar; y ansí hizo Cortés é otros
vecinos de aqueila ciudad á soldados amigos co-
nocidos de los que veníamos allí. Y otro dia,
después de nos encomendar á Dios , sali-
mos por la ciudad yo y mi compañero el
capitán Luis Sánchez , y llevamos por in-
tercesores al capitán Sandoval é Andrés de
Tapia, y fuimos á ver y hablar al licencia-
do Marcos de Aguilar, que., como he dicho,
estaba por gobernador por el poder que para
ello le dejó el licenciado Luis Poáce; y los in-
tercesores que fueron con nosotros, que ya he
dicho que era el capitán Sandoval y Andrés de
Tapia, hicieron relación á Marcos de Aguilar de
nuestras personas y servicios para suplicalle
que nos diese indios en Méjico, porque los in-
dios de Guacacualco no eran de provecho; y
después de muchas palabras y ofertas que sobre
ello nos dio el Marcos de Aguilar, con prometi-
mientos, dijo que no tenia poder para dar ni
qnitar indios, porque ansí lo dejó en el testa-
mento Luis Ponce de León al tiempo que falle-
ció, que todas las cosas de pleitos y vacaciones
de indios de la Nueva-España se estuviesen en
el estado que estaban hasta que su majestad
enviara á mandar otra cosa, y que si le envia-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 217
ban poder para dar indios, que nos daria de lo
mejor que hubiese en la tierra; y luego nos des-
pedimos del. En este tiempo vino de la isla de
Cuba Diego de Ordás, y como fué el que hubo
escrito las cartas que envió el factor diciendo
que todos éramos muertos cuantos habiomos
salido de Méjico con Cortés, Sandoval é otros
caballeros con palabras muy desabridas le dije-
pon que por qué habia escrito lo que no sabia,
no teniendo noticia dello, y que fueron aquellas
cartas tan malas, que se Rubiera de perder la
Nueva-España por ellas. Y el Diego de Ordás
respondió con grandes juramentos que nunca tai
escribió, sino solamente que tuvo nueva, de un
pueblo que se dice Xicalango, que habian venido
los pilosos y capitanes y marineros de dos na-
vios, y se habian muerto los del un bando con el
otro, y que los indios acabaron de matará cier-
tos marineros que quedaban en los navios; y
que pareciesen las mismas cartas , y verian si
era ansí; que si el factor las glosó é hizo otras,
que no tenia culpa. Pues para saber Cortesía
verdad, el factor y veedor estaban presos en las
jaulas y no se atrevía á hacer justicia dellos,
según lo dejó mandado Luis Ponce de León; y
como Cortqs t^nia otros muchos debates, acordó
de callaren lpdel factor hasta que viniese man-
dado de su majestad, y temió no le viniesen más
males sobre ello; y porque entonces puso de-
manda que le volviesen mucha cantidad de sus
haciendas que le vendieron y tomaron para de-»
28
218 BERNAL Dí Ai.
cir Misas y honras por su alma, pues que fueron
hechas todas aquellas honras con malicia, no
siendo mué to, y por dar crédito á toda la ciu-
dad que éramos muertos, é no por su alma; que
pues vian que hacian bienes y honras por Cortés
y por nosotros, creyesen que era verdad que
éramos muertos. Y andando en estos pleitos, un
vecino de Méjico, que se decia Juan de Cáceres
el Rico, compró los bienes y Misas que habian
hecho por el alma de Cortés, que fuesen por la
de Cáceres. Y dejaré de contar cosas viejas, y
diré cómo el Diego de Ordás, como era hombre
de buenos consejos, viendo que á Cortés ya no
le tenían acato ni se daban nada por él después
que vino Luis Ponce de León, y le habian qui-
tado la gobernación , y que muchas personas se
le desvergonzaban y no le tenian en nada , le
aconsejó que se sirviese como señor y se llama-
se señoría y pusiese dosel, y que no solamente
se nombrase Cortés, sino don Hernando Cortés.
También le dijo el Ordás que mirase que el fac-
tor fué criado del comendador mayor don
Francisco de los Cobos, que es el que manda á
toda Castilla y que algún diale habria menester
al D. Francisco de los Cobos, y que el mismo
Cortés no estaba bien acreditado con su majes-
tad ni con los de su Real consejo de Indias; y
que no curase de matar al factor hasta que por
justicia fuese sentenciado, porque habia gran-
des sospechas en Méjico que le quería despa-
char y matar en la misma jaula. Y pues viene
COHQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 219
agora á coyuntura, quiero decir, antes que más
pase adelante en esta mi relación, por qué tan
secretamente en todo lo que escribo, cuando
viene á pláticas de decir de Cortés no le he
nombrado ni nombro D. Hernando Cortés, ni
otros títulos de marques ni capitán, salvo Cor-
tesa boca llena. La causa del lo es, porque él
mismo se preciaba de que le llamasen solamen-
te Cortés; y en aquel tiempo aun no era mar-
ques; porque era tan tenido y estimado este
nombre de Cortés en toda Castilla como en
tiempo de los romanos solían tener á Julio Cé-
sar ó á Pompeyo, y en nuestros tiempos tenía-
mos á Gonzalo Hernández, por sobrenombre
Gran Capitán, y entre los cartagineses Amri-
bal, ó de aquel valiente nunca vencido caba-
llero Diego García de Paredes. Dejemos de
hablar en los blasones pasados, y diré cómo el
tesorero Alonso de Estrada en aquella sazón
casó dos hijas, la una con Jorge de Albara-
do, hermano de D. Pedro de Albarado, y la
otra con un caballero que se decia D. Luis de
Guzman, hijo de D. Juan deSaavedra, conde del
Castellar; y entonces se concertó que Pedro de
Albarado fuese á Castilla á suplicar á su ma-
jestad le hiciese merced de la gobernación de
Guatimala ; y entre tanto que iba envió á
Jorge de Albarado por su capitán á la pacifica-
ción della; y cuando el Jorge de A barado vino
trujo consigo de camino sobre ducientos indios de
Tlascala y de Cholula y mejicanos , y de Gua-
220 BERNAL DÍAZ.
cachula y de otras provincias que les ayudaron
en las guerras. También en aquella sazón envió
el Marcos de Aguilar á poblar la provincia de
Chiapa , y fué un caballero que se decia don
Juan Enriquez de Guzman, deudo muy cercano
del duque de Medina-Sidonia ; y también envió
á poblar la provincia de Tabasco , que es el rio
que" llaman de Grijalva , y fué por capitán un
hidalgo que se decia Baltasar Osorio , natural
de Sevilla ; y ansimismo envió á pacificar los
pueblos de los zapotecas , que están en unas
muy altas sierras, y fué por capitán un Alonso
de Herrera, natural de Jerez, y este capitán fué
de los soldados de Cortés ; y por no contar al
presente lo que cada uno destos capitanes hizo
en sus conquistas, lo dejaré de decir hasta que
venga á tiempo y sazón ; é quiero hacer rela-
ción de cómo en este tiempo falleció el Marcos
de Aguilar , y lo que pasó sobre el testamento
que hizo para que gobernase el tesorero.
CAPITULO CXC1V.
CÓMO MARCOS DE AGUILAR FALLECIÓ , Y DEJÓ EN EL
TESTAMENTO QUE GOBERNASE El, TESORERO ALONSO
DE ESTRADA, Y QUE NO ENTENDIESE EN PLEITOS DEL
FACTOR NI VEEDOR NI DAR NI QUITAR INDIOS HASTA
QUE SU MAJESTAD MANDASE LO QUE MAS EN ELLO ■
FUESE SERVIDO , SEGÚN Y DE LA MANERA QUE LE
DEJÓ EL PODER LUIS PONCE DE LEÓN.
Teniendo en sí la gobernación Marcos de
Aguilar, como dicho tengo, estaba muy ético y
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 221
doliente y malo de bubas ; los médicos le man-
daron que mamase á una mujer de Castilla , y
con leche de cabras se sostuvo cerca de ocho
meses, y de aquella dolencia y calenturas que
le dieron falleció, y en el testamento que hizo
mandó que sólo gobernase el tesorero Alonso
de Estrada, ni más ni menos que tuvo el poder
de Luis Poncede León; y viendo el cabildo de
Méjico é otros procuradores de ciertas ciudades,
que en aquella sazón se hallaron en Méjico, que
el Alonso de Estrada solo no podia gobernar
tan bien como convenia, por causa que Ñuño de
Guzman, que habia dos años que vino de Cas-
tilla por gobernador de la provincia de Panuco,
se metia en los términos de Méjico y decia que
eran sujetos de su provincia; é como venia fu-
rioso, é no miraba á lo que su majestad le
mandaba en las provisiones que dello traia; por-
que un vecino de Méjico que se decia Pedro
González de Trujillo, perso'na muy noble, dijo
que no quería estar debajo de su gobernación,
sino de la de Méjico, pues los indios de su enco-
mienda no eran de los de Panuco, y por otras
palabras que pasaron, sin más ser oido, le man
dó ahorcar; y demás desto, hizo otros desatinos,
que ahorcó á otros españoles por hacerse temer,
y no tenia acato ni se le daba nada por Alonso
de Estrada el tesorero, aunque era gobernador,
ni le tenia en la estima que era obligado; y
viendo aquellos desatinos de Ñuño de Guzman
el cabildo de Méjico y otros caballeros vecinos
222 BERNAL DÍAZ.
de aquella ciudad, porque temiese el Ñuño de
Guzman é hiciese lo que su majestad mandaba,
suplicaron al tesorero que juntamente con él
gobernase Cortés, pues convenia al servicio de
Dios nuestro Señor y de su majestad; y el
tesorero no quiso, é otras personas dicen que
Cortés no lo quiso acetar, porque no dijesen
maliciosos que por fuerza quería señorear, y
también porque hubo murmuraciones que te-
nian sospecha en la muerte de Marcos de Agui-
lar , que Cortés fué causa della é dio con qué
murió: y lo que se concertó fué, que juntamente
con el tesorero gobernase Gonzalo de Sando -
val , que era alguacil mayor y persona que se
hacia mucha cuenta del ; é lo hubo por bien el
tesorero; más otras personas dijeron que si lo
aceptó fué por casar una hija con el Sandoval,
y si se casara con ella , fuera el Sandoval muy
más estimado y por ventura hubiera la gober-
nación, porque en aquella sazón no se tenia en
tanta estima esta Nueva-España como agora.
Pues estando gobernando el tesorero y el Gon-
zalo de Sandoval , pareció ser , como en este
mundo hay hombres muy desatinados , que un
Fulano Proaño, que dicen que se fué en aquella j
sazón á lo de Xalisco , huyendo de Méjico, que
después fué muy rico; y el Sandoval, como go-
bernador que era , que habia de hacer justicia
sobre ello y prender al Proaño , no lo hizo,
porque se fué huyendo adonde no podia ser
habido , por mucha diligencia que sobre ello
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 223
puso; y puesto que claramente se supo que no
podría alcanzar justicia, lo disimuló.
Dejemos esto, y quiero decir que en aquellos
dias que anduvieron los conciertos dichos para
que Cortés gobernase con el tesorero , y pu-
sieron al Sandoval por compañero en la gober-
nación , según ya dicho tengo, aconsejaron
á Alonso de Estrada que luego por la posta
fuese en un navio á Castilla é hiciese relación
dello á su majestad , y aun le indujeron que
dijese que por fuerza le pusieron á Sandoval
por compañero , ssgun ya dicho tengo , porque
no quiso ni consintió que Cortés juntamente
gobernase con él ; y demás desto , ciertas per-
sonas, que no estaban bien con Cortés, escribie-
ron otras cartas de por sí, y en ellas decian que
Cortés habia mandado dar ponzoña á Luis Pon-
ce de León y á Marcos de Aguilar, é que ansi-
mismo al adelantado Garay, é que en unos re-
quesones que les dieron en un pueblo que se
dice Iztapalapa creian que les dieron rejalgar
en ellos, y que por aquella causa no quiso co-
mer un fraile de la orden de señor Santo Do-
mingo dellos; y todo lo que escribían de Cor-
tés eran maldades y traiciones que le levanta-
ron, y también escribieron que Cortés quería
matar al factor y veedor ; y en aquella sazón
también fué á Castilla el contador Albornoz,
que jamas estuvo bien con Cortés. Y como su
majestad y los del Real Consejo de Indias vie-
ron las cartas que he dicho que enviaron di-
224 BERNAL DÍAZ.
ciendo mal de Cortee, y se informaron del con-
tador Albornoz, é lo de Luis Ponce é lo de
Marcos de Aguilar , ayudó muy mal contra
Cortés, ó haber oido lo del desbarate del Nar-
vaez y del Garay, y lo de Tapia y lo de Catali-
na Suarez la Marcayda, su primera majer; y
estaban mal informados de otras cosas , c creye-
ron ser verdad lo que agora escribían ; luego
mandó su majestad proveer que solo Alonso
de Estrada gobernase, y dio por bueno cuanto
habia hecho , y en los indios que encomendó;
que sacasen de las prisiones y jaulas al factor y
veedor y les volviesen sus bienes, y por la posta
vino un navio con las provisiones ; y paja cas-
tigar á Cortés de lo que le acusaban, mandó
que luego viniese un caballero que se decia don
Pedro de la Cueva, comendador mayor de Al-
cántara, y que á costa de Cortés trújese tres^
cientos soldados, y que si le hallase culpado
le cortase la cabeza , y á los que juntamente
con él habian hecho algún deservicio á su ma-
jestad, é que á los verdaderos conquistadores
que les diese de los pueblos que quitasen á.
Cortee; y ansimismo mandó proveer que viniese
audiencial Real , creyendo con ella habria recta
justicia. E ya que se estaba apercibiendo el co-
mendador don Pedro de la Cueva para venir á
la Nueva-España j por ciertas pláticas que des-
pués hubo en la corte , ó porque no le dieron
tantos mil ducados como pedia para el viaje , y
porque con el audiencia Real , creyendo que lo
C0NQUI8TA DE NUEVA-ESPAÑA. 225
puderan en justicia , se estorbó su jornada, que
no vino, é porque el duque de Bcjar quedó por
nuestro fiador otra vez. Y quiero volver al teso-
rero, que, como se vio tan favorecido de su ma-
jestad , é haber sido tantas veces gobernador, y
agora de nuevo le mandaba su majestad gober-
nar solo ; y aun le hicieron creer al tesorero
que habían informado al Emperador nuestro
señor qué era hijo del Rey Católico , y estaba
muy ufano, y tenia razón; é lo primero que hizo
fué enviar á Chiapa por capitán á un su primo,
que se decia Diego de Mazaricgos, y mandó tomar
residencia á don Juan Enriquez de Guzman , el
que había enviado por capitán Marcos de Agui-
lar , y más robos y quejas se halló que habia
hecho en aquella provincia que bienes ; y tam-
bién envió á conquistar é pacificar los pueblos
de los zapotecas y minxes, y que fuesen por dos
partes , para que mejor los prendiesen , á traer
de paz , que fuese por la parte de la banda del
Norte, é envió á un Fulano de Barrios , que de-
cian que habia sido capitán en Italia y que era
muy esforzado , que nuevamente habia venido
de Castilla á Méjico (no digo por Barrios el de
Sevilla, el cuñado que fué de Cortés), y le dio
sobre cien soldados, y entre ello3 muchos esco-
peteros y ballesteros. Llegado este capitán con
sus soldados á los pueblos de los zapotecas,
que se decían los titepeques, una noche salen
los indios naturales de aquellos pueblos y dan
sobre el capitán y sus soldados; y tan de repen-
29
226 BERNAL DÍAZ.
te dieron en ellos, que mataron al capitán Bar-
rios y á otros siete soldados, y á todos los más
hirieron, y si de presto no tomaran las de Villa-
diego, y se vinieran á acojer á unos pueblos de
paz, todos murieran. Aquí verán cuánto va de
los conquistadores viejos á los nuevamente ve-
nidos de Castilla, que no saben qué cosa es
' guerra de indios ni sus astucias : en esto paró
aquella conquista. Digamos agora del otro ca-
pitán que fué por la parte de Guaxaca, que se
decía Figuero, natural de Cáceres, que también
dijeron que habia sido capitán en Castilla, y era
muy amigo del tesorero Alonso de Estrada, y
llevó otros cien soldados de los nuevamente ve-
nidos de Castilla á Méjico, y muchos escopete-
ros y ballesteros y aun diez de á caballo; y co-
mo llegaron á las provincias de los zapoteca8,
envió á llamar á un Alonso de Herrera, que es-
taba en aquellos pueblos por capitán de treinta
soldados, por mandado de Marcos de Aguilar
en el tiempo que gobernaba, según lo tengo di-
cho en el capítulo que dello hace mención; y
Venido el Alonso de Herrera á su llamada, por-
' que, según apareció, traia poder el Figuero
para que estuviese debajo de su mano, é sobre
Ciertas pláticas que tuvieron, ó porque no quiso
quedar en su compañía, vinieron á echar mano á
las espadas, y el Herrera acuchilló á el Figuero
y á otros tres de los soldados que traia, que le
ayudaban. Pues viendo el Figuero que csta-
ba herido y manco de un brazo, y no se atrevía
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 227
á entrar en las sierras de los miuxes, que eran
muy altas y malas de conquistar, y los solda-
dos que traía no sabían conquistar aquellas tier-
ras, acordó de andarse á desenterrar sepulturas
de los enterramientos de los caciques de aque-
lla provincia, porque en ellas halló cantidad de
joyas de oro, con que antiguamente tenían cos-
tumbre de se enterrar los principales de aque-
llos pueblos; y dióse tal maña, que sacó dellas
sobre cien mil pesos de oro, y con otras joyas
que hubo de dos pueblos, acordó de dejar la
conquista é pueblos en que estaba, y dejólos
muy más de guerra á algunos dellos que los ha-
lló, y fué á Méjico, y dende allí se iba á Cas-
tilla el Figuero con su oro; y embarcado en la
Veracruz, fué su ventura tal, que el navio en
que iba dio con recio temporal al través junto á
la Veracruz, de manera que se perdió él y su
oro y se ahogaron quince pasajeros, y todo se
perdió; y en aquello pararon los capitanes que
envió el tesorero á conquistar aquellos pueblos,
que nunca vinieron de paz hasta que los vecinos
de Guacacualco los conquistamos, y como tie-
nen altas sierras y no pueden ir caballos, me
quebranté el cuerpo, de tres veces que me ha-
llé en aquellas conquistas; porque, puesto que
en los veranos los atraimos de paz, en entrando
las aguas se tornaban á levantar y mataban á
los españoles que podían haber desmandados;
y como siempre les seguíamos , vinieron de
paz, y está poblada una villa que dicen San
22S BERNAL DÍAZ.
Alfonso. Pasemos adelante, y dejaré de tFaer
á la memoria desastres de capitanes que
no han sabido conquistar, y digo que, co-
mo el tesorero supo que habian acuchillado á su
amigo el capitán Figuero , como dicho tengo,
envió luego á prender á Alonso de Herrera , é
no se pudo haber, porque se fué huyendo á
unas sierras , y los alguaciles que envió truje-
ron preso á un soldado de los que solia tener el
Herrera consigo ; y asi como llegó á Méjico, sis
más ser oido , le mandó el tesorero cortar la
mano derecha. Llamábase el soldado Cortejo,
y era hijodalgo ; y demás desto, en aquel tiem-
po un mozo de espuelas de Gonzalo de Sando-
val tuvo otra quistion con otro criado del teso-
rero, y le acuchilló, deque hubo muy gran enojo
el tesorero, y le mandó cortar la mano; y esto fué
en tiempo que Cortés ni Sandoval no estaban en
Méjico; que se habian ido á un gran pueblo que
se dioe Cornabaca , y se fueron por quitarse de
bullicios y parlerías , y también por apaciguar
ciertos encuentros que habia entre los caciques
de aquel pueblo. Pues como supieron Cortés y
Gonzalo de Sandoval por cartas que el Cortejo
y mozo de espuelas estaban presos y que les
querían cortar las manos , de presto vinieron á
Méjico; y de que hallaron lo que dicho tengo,
y no habia remedio en ello , sintieron mucho
aquella afrenta que el tesorero hizo á Cortés y
á Sandoval, y dicen que le dijo Coriés tales pa-
labras al tesorero en su presencia , que no las
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 229
quisiera oír , y aun tuvo temor que le quería
mandar matar , y con este temor allegó el teso-
rero soldados y amigos para tener en su guar-
da, y sacó de la jaulas al factor y veedor para
que , como oficiales de su majestad , se fa-
voreciesen los unos á los otros contra Cor-
tés ; y de que los hubo sacado , de ahí á
ocho dias , por consejo del factor y otras
personas que no estaban bien con Cortés,
le dijeron al tesorero que en todo caso luego
desterrase á Cortés de Méjico; porque entre tan-
to que estuviese en aquella ciudad jamas podría
gobernar bien ni habría paz, y siempre habría
bandos. Pues ya este destierro firmado del teso-
rero,- se lo fueron á notificar á Cortés, y dijo
que lo cumpliría muy bien, y que daba gracias
á Dios, que dello era servido, que de las tierras
y ciudad que él con sus compañeros habia des-
cubierto y ganado, derramando de diay de no-
che mucha sangre de su cuerpo, y muerte de
tantos soldados, que le viniesen á desterrar
personas que no eran dignas de bien ninguno ni
detener los oficios que tienen, y que él iria á
Castilla á dar relación dello á su majestad y
demandar justicia contra ellos; y que fué gran
ingratitud la del tesorero, desconocido del bien
que le habia hecho Cortés; y luego se salió de
Méjico y se fué á una villa suya que se dice
Cuyoacan.y dende allí á Tezcuco, y dende allí
á pocos dias á Tlascala; y en aquel instante la
mujer del tesorero, que se decia doña Marina
230 BERNAL DÍAZ.
Gutiérrez de la Caballería, cierto digna de bue-
na memoria por sus mucbas virtudes, como su-
po el desconcierto que su marido habia hecho
en sacar de las jaulas al factor y veedor y ha-
ber desterrado á Cortés, con gran pesar que
tenia, le dijo á su marido: «Plega á Dios que por
estas cosas que habéis hecho no os venga mal
dello;» y le trujo á la memoria los bienes y mer-
cedes que siempre Cortés le habia hecho, y los
pueblos de indios que le dio, y que procurase de
tornar á hacer amistades con él para que vuelva
á la ciudad de Méjico, ó que se guardase muy
bien, no le matasen; y tantas cosas le dijo, que,
según muchas personas después platicaban , se
habia arrepentido el tesorero de lo haber des-
terrado , y aun de haber sacado de las jaulas al
factor y veedor , porque en todo le iban á la
mano y eran muy contrarios á Cortés. Y en
aquella sazón vino de Castilla don fray Julián
Garcés , primer Obispo que fué de Tlascala , y
era natural de Aragón , y por honra del cristia-
nísimo Emperador nuestro señor se llamó Caro-
lense , y fué gran predicador , y se vino por su
obispado de Tlascala; y como supo lo que el te-
sorero habia hecho en el destierro de Cortés, le
pareció muy mal y por poner concordia entre
ellos se vino á una ciudad , ya otras veces por
mí nombrada , que se dice Tezcuco; y como es-
taba junto á la laguna, se embarcó en dos ca-
noas grandes , y con dos clérigos y un fraile y
su fardaje se vino á la ciudad de Méjico, y antes
COKQUÍSÍ A DE NÜEVA-ÉSPANA. 231
de entrar en ella supieron su venida en Mé-
jico, y le salieron á receñir con toda la pompa
y cruces y clerecía y religiosos y Cabildos , 6
conquistadores é caballeros y soldados que en
Méjico se hallaron ; y cuando el Obispo hubo
descansado dos dias, el tesorero le echó por in-
tercesor para que fuese adonde Cortés estaba
en aquella sazón y los hiciese amigos, é le al-
zaba el destierro, y que se volviese á Méjico; y
fué el Obispo y trató las amistades, y nunca
pudo acabar cosa ninguna con Cortés ; antes,
como dicho tengo, se fué á Tezcuco ó á Tlasca-
la muy acompañado de caballeros é otras perso-
nas y en lo que entendia Cortés era en allegar
todo el oro y plata que podia para ir á Casti-
lla; y demás de lo que le daban de los tributos
de sus pueblos, empeñaba otras rentas é in-
dios que le prestaban amigos; y ansimismo
se aparejaban el capitán Gonzalo de Sandoval
y Andrés de Tapia, y llegaron y recojian todo el
oro y plata que podían de sus pueblos, porque
estos dos capitanes fueron en compañía de Cor-
tés á Castilla. Pues como estaba Cortés en Tlas-
cala, íbanle á ver muchos vecinos de Méjico y
de otras villas, y soldados que no tenían enco-
miendas de indios, y los caciques de Méjico le
iban á servir; y aun, como hay hombres bulli-
ciosos y amigos de escándalos é novedades, le
iban á aconsejar para que si se quería alzar por
Rey en la Nueva-España, que en aquel tiempo
tenia lugar y que ellos serian en le ayudar; y
232 BERNAL DÍAZ.
Cortés echó presos á dos hombres de los que le
vinieron con aquellas pláticas, y les trató mal,
llamándoles de traidores, y estuvo para los
ahorcar; y también le trujeron otra carta de
otros bandoleros, que le enviaron de Méjico, y
le decían lo mismo; y esto era, según dijeron,
para tentar á Cortés ó tomarle en algunas pala-
bras que de su boca dijese sobre aquel mal caso;
y como Cortés en todo era servidor de su majes-
tad, con amenazas dijo á los que le venían con
aquellos tratos que no viniesen más adelante
del con aquellas parlerías de traiciones, que los
mandaría ahorcar; y luego escribió al Obispo lo
que pasaba, para que él dijese al tesorero que,
como gobernador, mandase castigar á los trai-
dores que le venían con aquellos consejos; si
no, que él los mandaria ahorcar. Dejemos á
Cortés en Tlascala aderezando para se ir á Cas-
tilla, y volvamos al tesorero y factor y veedor,
que , ansí como venían á Cortés hombres ban-
doleros que deseaban ruidos y andar en bulli-
cios , también iban y decían al tesorero y al
factor que ciertamente Cortés estaba llegando
gente para los venir á matar, aunque echaba
fama que para venir á Castilla, y á aquel efeto
estaban todos los caciques mejicanos y de Tez-
cuco en Tlascala, y de todos los más pueblos de
alrededor de la laguna en su compañía, para ver
cuándo les mandaba dar guerra. Entonces te-
mió mucho el factor y veedor y el tesorero,
creyendo que les quería matar; y para saber é
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 233
inpuirir si era verdad, volvieron á importunar al
mismo Obispo que fuese á ver qué cosa era, y
escribieron con grandes ofertas á Cortés, deman-
dándole perdón; y el Obispo lo hubo por bueno
el ir á hacer amistades, por visitar á Tlascala;
y desque llegó donde Cortés estaba, después de
le salir á recebir toda aquella provincia, y ver
la gran lealtad y lo qus había hecho Cortés en
prender los bandoleros, y las palabras que sobre
aquel caso le escribió, luego hizo mensajeros al
tesorero, y dijo que Cortés era muy leal caba-
llero y gran servidor de su majestad, y que en
nuestros tiempos se podia poner en la cuenta
de los muy afamados servidores de la corona
Real, y que en lo que estabo entendiendo era
aviarse para ir ante su majestad, y que podían
estar sin sospecha de lo que pensaban; y tam-
bién le escribió que tuvo mala consideración en
le haber desterrado, y que no lo acertó. Enton-
ces diz que le dijo en la* carta que 1« escribió:
«Oh señor tesorero Alonso de Estrada, y ¡có-
mo ha dañado y estragado este negocio!» De-
jemos esto de la carta; *que no me acuerdo
bien si volvió Cortés á Méjico para dejar re-
caudo á las personas á quien habia de dar los
poderes para entender en su estado y casa é
cobrar los tributos de los pueblos de su enco-
mienda; salvo sé que dejó el poder mayor al
licenciado Juan Altamirano y á Diego de Ocara-
po y Alonso Valiente y á Santa Cruz burgalés,
y sobre todos á Altamirano; é ya tenia llegado
30
f 234 BERHAL DÍAZ.
muchas aves de las diferenciadas de otras que
hay en Castilla, que era cosa muy de ver, y dos
tigres, y muchos barriles de liquidámbar y bál-
samo cuajado y otro como aceite, y cuatro in-
dios maestros de jugar el palo con los pies, que#
en Castilla y en todas partes es cosa de ver, y
otros indios bailadores, que suelen hacer una
manera de ingenio, al parecer como que vuelan
por alto estando bailando; y llevó tres indios
corcovados de tal manera, que era cosa mons-
truosa, porque estaban quebrados por el cuerpo
y eran muy enanos; y también llevó indios é in-
dias muy blancos, que con el gran blancor no
veian bien; y entonces los caciques de Tlascala
le rogaron que llevase en su compañía tres hi-
los de los más principales de aquella provincia,
y entre ellos fué un hijo de Xicotenga el viejo
ciego, que después se llamó don Lorenzo de
Vargas, y llevó otros caciques mejicanos; y es-
tando aderezando su partida, le llegaron nue-
vas de la Veracruz que habian venido dos na-
vios muy buenos veleros, yeu ellos le trujeron
cartas de Castillar y lo que se contenia en ellas
diré adelante.
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 235
CAPITULÓ CXCV.
COMO VINIERON CARTAS A CORTES DE ESPAÑA, DEL
CARDENAL DE SIGUENZA DON GARCÍA DE LOYOSA,
QUE ERA PRESIDENTE DE INDIAS Y LUEGO FUÉ ARZO-
BISPO DE SEVILLA, Y DE OTROS CABALLEROS, PARA
QUE EN TODO CASO SE FUESE LUEGO Á CASTILLA, Y
LE TRUJERON NUEVAS QUE ERA MUERTO SU PADRE
MARTIN CORTES, Y LO QUE SOBRE ELLO HIZO.
Ya he dicho en el capítulo pasado lo acaecido
entre Cortés y el tesorero y el factor y veedor,
é por qué causa lo desterró de Méjico, y cómo
vino dos veces el obispo de Tlascala á entender
en amistades, y Cortés nunca quiso responderá
cartas ni á cosa ninguna que le dijesen, y se
apercibió para ir á Castilla; y le vinieron cartas
del presidente de Indias don García de Loyosa,
y del duque de Béjar y de otros caballeros, en
que le decian que, como estaba ausente, daban
quejas delante de su majestad, y decian en las
quejas muchos males y muertes que había he-
cho dar á los gobernadores que su majestad en-
viaba, y que fuese en todo caso á volver por su
honra; y le trujeron nuevas que su padre Mar-
tin Cortés era fallecido; y como vio las cartas,
236 BÉRNAL DÍAZ.
le pesó mucho, ansí de la muerte de su padre
como de las cosas que del decían que había he-
cho, no siendo ansí; y se puso luto, puesto que
lo traía en aquel tiempo por la muerte de su
mujer doña Catalina Suarez la Marcayda, é hi-
zo gran sentimiento por su padre, y las honras
lo mejor que pudo; y si mucho deseo tenia de
antes de ir á Castilla, dende allí adelante se dio
mayor priesa, porque luego mandó á su mayor-
domo, que se decia Pedro Ruiz de Esquivel,
natural de Sevilla, que fuese á la Veracruz, y
de dos navios que habían llegado, que tenían fa-
ma que eran nuevos y veleros, que los compra-
se; y estaba apercibiendo bizcocho y cecina y^
tocinos y lo perteneciente para el matalotaje
muy cumplidamente, como convenia para un
gran señor y rico que Cortés era, y cuantas co-
sas se pudieron haber en la Nueva-España que
eran buenas para el mar, y conservas que á
Castilla vinieron; y fueron tantas y de tanto gé-
nero, que para dos años se pudieran mantener
otros dos navios, aunque tuvieran mucha más
gente, con lo que en Castilla les sobró.
Pues yendo el mayordomo por la laguna de
Méjico en una canoa grande para ir á un pueblo
que se dice Ayotcjngo, que es donde desembar-
can las canoas, que por ir más prestó á hacer lo
que Cortés le mandaba fué por allí, y llevó seis
indios mejicanos remeros y un negro, é ciertas
barras de oro para comprarlos navios; y quien
quiera que fué, le aguardó en la misma laguna
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 237
y le mató, que nunca se supo quién n¡ quién
no„ ni pareció canoa ni indios ni el negro que la
remaba, salvo que dende allí á cuatro dias ha-
llaron al Esquivcl en una isleta de la laguna,
til medio cuerpo comido de aves carniceras. So-
bre la muerte deste mayordomo hubo grandes
sospechas, porque unos decian que era hombre
que se alababa de cosas que decia él misino que
pasaba con damas écon otras señoras, é decian
otras cosas malas que diz que hacia; é á esta
causa estaba malquisto, y ponían sospechas de
otras muchas cosas que aquí no declaro; por
manera que no se supo de su muerte, ni aun se
pesquisó muy de raíz quién le mató, perdónele
Dios; y luego Cortés volvió á enviar de presto
á otros mayordomos para que le tuviesen apa-
rejados los navios é metido el bastimento é pi-
pas de vino, y mandó dar pregones que cuales-
quier personas que quisieren irá Castilla les
dará pasaje y comida de balde, yendo con licen-
cia del gobernador. Y luego Cortés, acompaña-
do de Gonzalo de Sandoval y de Andrés dcTapia
y de otros caballeros, se fué ala Veracruz. y
como se hubo confesado y comulgado se em-
barcó; y quiso nuestro Señor Dios dalle tal via-
je, que en cuarenta y un dias llegó á Castilla sin
parar en la Habana nien isla ninguna, y fué á
desembarcar cerca de la villa de Palos, junto á
Nuestra Señora de la Rávida ; y como se vieron
en salvamento en aquella tierra, hincan las ro-
dillas en tierra y alzan las manos al Cielo, dan-
238 BERNA L DÍAZ.
do muchas gracias á Dios por las mercedes que
siempre les hacia ; y llegaron á Castilla en el
mes de Diciembre de 1527 años. Y pareció ser
que Gonzalo de Sandoval iba muy doliente, y á
grandes alegrías hubo tristezas, que fué Dios
servido dende ahí á pocos dias de le llevar desta
vida en la villa de Palos, y en la posada que es-
taba era de un cordonero de hacer jarcias y ca-
bles y maromas, y antes que muriese le hurtó
el huésped trece barras de oro ; lo cual vio el
Sandoval por sus ojos que se las sacaron de una
caja, porque aguardó el cordonero que no estu-
viese allí persona ninguna en compañía del
Sandoval ; é tuvo tales astucias, que envió á sus
criados deL Sandoval que fuesen por la posta á
la Rávida á llamará Cortés; y el Sandoval.
puesto que lo vio, no osó dar voces, porque, co-
mo estaba muy debilitado y flaco y malo, temió
que el cordonero, que le pareció mal hombre,
no le echase el colchón ó almohada sobre la boca
y le ahogase ; y luego se fué el huésped á Por-
tugal, huyendo con las barras de oro y no se
pudo cobrar cosa ninguna. Volvamos á Cortés,
que cuando supo que estaba muy malo el San-
doval vino luego por la posta adonde estaba, y
el Sandoval le dijo la maldad que su huésped le
había hecho, y cómo le hurtó las barras de oro y
se fué huyendo ; en lo cual, puesto que pusieron
gran diligencia para que se cobrasen, como se pa-
só en Portugal, se quedó con ello ; y el Sandoval
cada día iba empeorando de su mal, y los médicos
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 239
que le curaban le dijeron que luego se confesase
y recibiese los Santos Sacramentos é hiciese
testamento , y él lo hizo con grande devoción,
y mandó muchas mandas ansí á pobres como á
monasterios , y nombró por su albacea á Cortés
y heredera á una hermana ó hermanas; é la una
hermana , el tiempo andando , se casó con un
hijo bastardo del conde de Medellin ; y como
hubo ordenado su alma y hecho testamento,
dio el ánima á Luestro Señor Dios , que la crió,
y por su muerte se hizo gran sentimiento , y
con toda la pompa que pudieron le enterraron
en el monasterio de nuestra Señora de la Rá-
vida ; y Cortes , con todos los caballeros que
iban en su compañia , se pusieron luto ; perdó-
nele Dios , amen. Y luego Cortés envió correo
á su majestad y al Cardenal de Sigüenza, y al
duque de Béjar y al conde de Aguilar y á otros
caballeros , é hizo saber cómo habia llegado á
aquel puerto y de cómo Gonzalo de Sandoval
habia fallecido, é hizo relación de la calidad de
su persona y de los grandes servicios que habia
hecho á su majestad, y que fué capitán de mu-
cha estima ansí para mandar ejércitos como
para pelear por su persona ; y como aquellas
cartas llegaron ante su majestad , recibió ale-
gria de la venida de Cortés, puesto que le pesó
de la muerte del Sandoval, porque ya tenia no-
ticia de su generosa persona , y ansimismo le
pesó al Cardenal don García de Loyosa y al
Real Consejo de Indias; pues el duque de Béjar
240 BERNAL DI4Z.
y el conde de Aguilar y otros caballeros se hol-
garon en gran manera , puerto que á todos lss
pesó de la muerte de Sandoval ; y luego fué el
duque de Béjar , juntamente con el conde de
Aguijar, á dar más relación dello á su majes-
tad, puesto que ya tenia la carta de Cortés, y di-
jo que bien sabia la gran lealtad de quien habia
fiado, y que caballero que tan grandes servicios
le habia hecho, que en todo lo demás lo habia
de mostrar en lealtad, como era obligado á su
Rey y señor, lo cual se ha parecido bien ahora
por la obra ; y esto dijo el duque porque en el
tiempo que ponian las acusaciones y decian mu-
chos males contra Cortés delante de su majes-
tad, puso tres veces su cabeza y estado por fia-
dor de Cortés y de ios soldados que estábamos
en su compañía, que éramos muy leales y gran-
des servidores de s a majestad y dignos de gran-
des mercedes, porque en aquel tiempo no estaba
descubierto el Pirú ni habia la fama de lo que
después hubo ; y luego su majestad envió á
mandar que por todas las ciudades y villas por
donde Cortés pasase le hiciesen mucha honra, y
el duque de Medina-Sidonia le hizo gran rece-
bimiento en Sevilla y le presentó caballos muy
buenos; y después que reposó allí dos dias, fué
á jornadas largas á Nuestra Señora de Guada-
lupe para tener novenas, y fué su ventura tal,
que en aquella sazón habia allí llegado la se-
ñora doña María de Mendoza, mujer del comen-
dador mayor de León don Francisco de los Co-
C0NQUI8TA DE HUEV A-ESPANA . 241
bos, y habia traido en su compañía muchas se-
ñoras de grande estado,, y entre ellas una seño-
ra doncella, hermana suya, que de ahí á dos
años casó con el adelantado de Canaria ; y como
Cortés lo supo, hubo gran placer, y luego como
llegó, después de haber hecho oración delante
de Nuestra Señora y dado limosna á pobres y
mandar decir Misa, puesto que llevaba luto por
su padre y su mujer y por Gonzalo de Sandoval,
fué muy acompañado de ios caballeros que llevó
de la Nueva-España y con otros que se le habian
allegado para su servicio, y fué á hacer gran acato
ala señora doña Maria de Mendoza, y á una se-
ñora doncella, su hermana , que era muy her-
mosa , y á todas las demás señoras que con
ellas venian , y como Cortés en todo era muy
cumplido y regocijado t y la fama de sus gran-
des hechos volaba por toda Castilla , pues plá-
tica y agraciada expresiva no le faltaba , y so-
bre todo , mostrarse muy franco y tener rique-
zas de que dar, comenzó á hacer grandes pre-
sentes de muchas joyas de oro de diversas
hechuras á todas aquellas señoras, y después de
las joyas, dio penachos de plumas verdes llenas
de argenteria de oro y de perlas, y en todo lo
que dio fué muy aventajada la señora doña
Maria de Mendoza y la señora su hermana ; y
óVespues que hubo hecho aquellos ricos presen-
tes , dio por sí sola á la señora doncella ciertos
tejuelos de oro muy fino para que hiciese joyas,
y tras esto , mandó dar mucho liquidámbar y
31
242 BERNAL DÍAZ.
bálsamo para que se sahumasen; y mandó á los
■ indios maestros de jugar el palo con los pies,
que delante de aquellas señoras les hiciesen
fiesta y trujesen el palo de un pié al otro , que
fué cosa dé que se contentaron y aun se admi-
raron de lo ver ; y demaü de todo esto , supo
Cortés que de la tierra por donde habia venido
la señora doncella se le mancó una acémila, y
secretamente mandó comprar dos muy buenas
y que las entregasen á los mayordomos que
traían cargo de su servicio ; y aguardó en la
villa de Guadalupe hasta que partiesen para la
corte , que en aquella sazón estaba en Toledo,
y fuéles acompañando y sirviendo é haciendo
banquetes y fiestas, y tan gran servidor se mos-
tró, que lo sabia muy bien hacer y representar,
que la señora doña María de Mendoza le trató
casamiento con su hermana ; y si Cortés no fue-
Ira desposado con la señora doña Juana de Guz-
man, sobrina del duque de Béjar, ciertamente
tuviera grandísimos favores del comendador
mayor de León y de la señora doña María de
Mendoza, su mujer, y su majestad le diera la
gobernación de la Nueva-España. Dejemos de
hablaren este casamiento, pues todas las cosas'
son guiadas y encaminadas por la mano de
Dios, y diré cómo cscribip la señora doña María
de Mendoza al comendador mayor de León, su
marido, sublimando en gran manera las cosas de
Cortés, y que no era nada la fama que tiene de
sus heroicos hechos para lo que ha visto y co-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 243
nocido de su persona y conversación y franque-
za, y le representó otras gracias que en él ha-
bía conocido y los servicios que le habia hecho,
y que le tenga por su muy gran servidor, y que
á su majestad le haga sabidor de todo y le su-
plique que ie haga mercedes. Y como el co-
mendador mayor vio la carta de su mujer, se
holgó con ella; y como era el más privado que
hubo en nuestros tiempos del Emperador, llevóle
la misma carta á su majestad , y de su parte le
suplicó que en todo le favoreciese, y ansí su ma-
jestad lo hizo, como adelante diré; é dijo el duque
de Béjar y el almirante al Cortés, como por pa-
satiempo , cuando hubo llegado á la corte, que
habían oido decir á su majestad , cuando supo
que habia venido á Castilla , que tenia deseos
de ver y conocer á su persona, que tantos y tan
buenos servicios le ha hecho, y de quien tan-
tos males le han informado que hacia con ma-
ñas y astucias. Pues llegado Cortés á la cor-
te , su majestad le mandó señalar posada.
Pues por parte del duque de Béjar y del conde
de Aguilar y de otros grandes señores, sus deu-
dos , le salieron á recebir y se le hizo mucha
honra; y otro dia , con licencia de su majestad,
fué á le besar sus Reales pies , llevando en su
compañia por sus intercesores, por más le hon-
rar, al Almirante y al duque de Béjar y al co-
mendador mayor de León; y Cortés, después de
demandar licencia para hablar, se arrodilló en el
suelo, y su majestad le mandó levantar , y lúe»
244 ' BERSAl DIA.2
go representó sus muchos y notables servicios,
todo lo acontecido en las conquistaa é ida de
Honduras, y las tramas que hubo en Méjico del
factor y veedor , y recontó todo lo que llevaba
en la memoria ; y porque era muy larga rela-
ción , y por no embarazar más á su majestad,
entre otras pláticas, dijo; «Ya vuestra majestad
estará cansado de me oir , y para un tan gran
Emperador y Monarca de todo el mundo , como
vuestra majestad es, no es justo que un vasallo
como yo tenga tanto atrevimiento, y mi lengua
no está acostumbrada á hablar co¿ vuestra ma-
jestad, y podria ser que mi sentido no diga con
aquel tan debido acato que debo todas las cosas
acaecidas; aqui tengo este memorial, por donde
vuestra majestad podrá ver , si fuese servido,
todas las cosas muy por extenso cómo pasa-
ron;» y entonces se hincó de rodillas para be-
sarle los pies por las mercedes que fué servido
hacerle en le haber oido, y el Emperador nues-
tro señor le mandó levantar ; y el Almirante
y el duque de Béjar dijeron á su majestad que
era digno de grandes mercedes , y luego le
hizo marques del Valle y le mandó dar ciertos
pueblos, y aun le mandaba dar el hábito de señor
Santiago, y como no se lo señalaron con renta,
se calló por entonces; que esto yo no lo sé bien
de qué manera fué; y le hizo capitán general de
la Nueva-España y mar del Sur, y Cortés se
tornó á humillar para besarle sus Reales pies, y
§u majestad le mandó que se levantase. Y des-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 245
pnes de hechas estas grandes mercedes, deade
ahí á pocos días que habia llegado á Toledo
adoleció Cortés, que llegó á estar taü al cabo,
que creyeron que se muriera; y el duque de
Béjar y el comendador mayor don Francisco de
los Cobos suplicaron á su majestad que, pues
que Cortés tan grandes servicios le habia he-
cho, que le fuese á visitar antes de su muerte á
su posada; y su maiestad fué acompañado de
duques, marqueses y -condes y del don Francis-
co de los Cobos, y le visitó; que fué muy gran-
de favor, y por tal se tuvo en la corte; y des-
pués que estuvo Cortés bueno, como se tenia
por tan grande privado de su majestad, y el
conde de Nasao le favorecía, y el duque de Be-
jar y el almirante de Castilla, un domingo yen-
do á Misa, ya su majestad estaba en la iglesia
mayor, acompañado de duques y marqueses y
eondes. y estaban asentados en sus asientos con-
forme al estilo y calidad que entre ellos se te-
nia por costumbre de se asentar, vino Coríés
algo tarde á Misa, sobre cosa pensada, y pa-
só por delante de aquellos ilustrísimos seño-
res con su falda de luto alzada, y se fué á asen-
tar cerca del conde de Nasao, que estaba su
asiento el más cercano del Emperador; y de que
ansí lo vieron pasar delaate de aquellos gran-
des señores de salva, murmuráronlo de su gran-
de presunción y osadía, y tuviéronlo por de-
sacato, y que no se le habia de atribuir á la
policía de lo que del decían; y entre aquellos du-
246 BERNAL DÍAZ.
ques y marqueses estaba el duque de Béjar y el al-
mirante de Castilla y el duque de Aguilar, y di-
jeron que aquello no se le habia de tener á Cor-
tés á mal miramiento, porque su majestad por
le honrar le habia mandado que se fuese á sen-
tar cerca del conde de Nasao: y que ademas de
aquello, que su majestad mandó que mirasen
y tuviesen noticia que Cortés, con sus compañe-
ros, habia ganado tantas tierras, que toda la
cristiandad le era en cargo; que ellos,, los esta-
dos que tenían que los habian heredado de sus
antepasados por servicios que habian hecho, y
que por estar desposado Cortés con su sobrina
su majestad le mandaba honrar. Volvamos á
Cortés, y diré que, viéndose tan sublimado en
privanza con el Emperador y el duque de Na-
sao y con el duque de Béjar, y aun del almiran-
te, é ya con título de marques, comenzó á te-
nerse en tanta estima, que no tenia cuenta,
como era razón con quien le habia favorecido é
ayudado para que su majestad le diese el mar-
quesado, ni al Cardenal Fray García de Loyosa
ni á Cobos, ni á la señora doña María de Men-
doza ni á los del Real consejo de Indias, que todo
se le pasaba por alto, y todos sus cumplimientos
eran con el duque de Béjar y conde Nasao y el
almirante; é creyendo que tenia muy bien en-
tablado su juego con tener privanza con tan
grandes señores, comenzó á suplicar con mu-
cha instancia á su majestad que le hiciese mer-
ced de la gobernación de la Nueva-España, y
CONQUISTA DE NUEVA-E8PANA . 247
para ello representó otra vez sus servicios, y
que siendo gobernador entendía descubrir por
la mar del Sur islas é tierras muy ricas, y
se ofreció con otros muchos cumplimientos; y
aun hecho otra vez por intercesores al conde
Nasao y al duque de Béjar y al almirante ; y su
majestad le respondió que se contentase que le
habia dado el marquesado de mucha renta, y
que también habia de dar á los que le ayuda-
ron á ganar la tierra, que eran merecedores de»
lio; que pues lo conquistaron, que lo gocen. Y
dende allí adelante comenzó de caer de la gran-
de privanza que tenia; porque, según dijeron
muchas personas, el Cardenal, que era presi-
dente del Real consejo de Indias, y los del Real
consejo de India3 habían entrado en consulta
con su majestad sobre las cosas y mercedes de
Cortés, y les pareció que no fuese gobernador;
otros dijeron que el comendador mayor y la se-
ñora doña María de Mendoza le fueron algo
contrarios porque no hacia cuenta dellos; ora
sea por lo uno ó por lo otro, el Emperador no
le quiso más oir, por más que le importunaban,
sobre la gobernación. Y en este instante se fué
su majestad á embarcar á Barcelona para pasar
á Flandes, y fueron acompañándole muchos du-
ques y marqueses, y siempre él echaba por in-
tercesores aquellos duques y marqueses para
suplicar á su majestad que le diese la gober-
nación; y su majestad respondió al conde Na-
sao que no le hablase más en aquel caso,
248 BEílKAL DíkL.
que ya le habia dado un marquesado que te-*
nia más renta de la que el conde Nasao te-
nia con todo su estado. Dejemos á su majes-
tad embarcado con buen viaje, y volvamos á
Cortés y las grandes fiestas que se hicieron á
sus velaciones, y de las ricas joyas que dióá la
señora doña Juana de Zúñiga su mujer; é fue-
ron tales, que, según dijeron quien las vio, y la
riqueza dellas, que en toda Castilla no se habían
dado más estimadas; y de algunas dellas la sere-
nísima Emperatriz doña Isabel, nuestra señora,
tuvo voluntad de las haber, según lo que dellas
le contaban los lapidarios, y aun dijeron que
ciertas piedras que Cortés le hubo presentado,
que se descuidó ó no quiso dalle de las más ri-
cas, como las que dio á la marquesa, su mujer.
Quiero traer á la memoria otras cosas que á
Cortés le acaecieron en Castilla el tiempo que
estuvo en la corte, y fué, que triunfaba con mu-
cha alegría, y según dijeron muchas personas
que vinieron de allá, que estaban en su compa-
ñía, que hubo fama que la serenísima Empera-
triz doña Isabel, nuestra señora, no estaba tan
bien en los negocios de Cortés cómo al principio
que llegó á la corte, cuando alcanzó á saber que
habia sido ingrato al Cardenal y al Real Con-
sejo de Indias, y aun al comendador mayor de
León y con la señora doña María de Mendoza,
y alcanzó á saber que tenia otras muy ricas pie-
dras, mejores que las que le hubo dado ; y con
todo esto que le informaron, mandó á los del
COHQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 249
Real Consejo de Indias que en todo fuese ayuda-
do ; y entonces capituló Cortés que enviaría por
ciertos años por lámar del Sur dos navios de ar-
mada bien abastecidos, y con setenta soldados y
capitanes con todo género de armas, á su costa,
á descubrir islas é otras tierras, y que de lo que
descubriese le harian ciertas mercedes ; á las
cuales capitulaciones me remito, porque ya no se
me acuerdan. Y también en aquelinstante estaba
en la corte un don Pedro de la Cueva, comenda-
dor mayor de Alcántara, hermano del duque de
Alburquerque, aporque este caballero fué el que
su majestad había mandado que fuese á la Nue-
va-España con gran copia de soldados á cortar
la cabeza á Cortés si le hallase culpado, é á
otras cualesquier personas que hubiesen hecho
alguna cosa ea deservicio de su majestan ; y co-
mo vio á Cortés, y supo que su majestad le ha-
bia hecho marques , y era casa lo con la señora
doña Juana de Zúñiga, se holgó mucho dello,
y se comunicaba cada dia el comendador don
Pedro de la Cucvacon el marques don Fernando
Corté*; y dijo al mismo Cortés que si por ventu-
ra fuera á la Nueva-España y llevara los solda-
dos que su majestad le mandaba, que por más
leal y justificado que le hallase, que por fuerza
habia de pagar la-costa de los soldados, y aún
su huida, y que fueran más de trescientos mil
pesos; y que lo hizo mejor de venir ante su ma-
jestad. Y porque tuvieron otras muchas pláti-
cas, que aquí no relato, las cuales de Castilla
32
g|25U BERNA L DÍAZ»
nos escribieron personas} que se bailaron pre-
sentes á ellas, y de todo lo demás por mí relata-
do en el capítulo quedello habla; y demás desto,
nuestros procuradores lo escribieron, y aún el
mismo marques escribió ios grandes favores que
de su majestad alcanzó, y no declaró la causa por
k que no le dieron la gobernación. Dejemos esto,
y digo que desde ahí á pocos dias después que fué
marques envió á Roma a besar ios santos pies de
nuestro muy Santo Padre el Papa Clemente;
porque Adriano, que hacia por nosotros, ya
habia fallecido tres ó cuatro años habia, y en-
vió por su embajador á un hidalgo que se decia
Juan de Herrada, y con él envió un rico pre-
sente de piedras ricas é joyas de oro, y dos in-
dios maestros de jugar el palo con los pies; y le
hizo relación de su llegada á Castilla y de las
tierras que habia ganado , y de los servicios
que hizo á Dios primeramente y á nuestro
gran Emperador, y le dio toda la relación por
un memorial de las tierras, como son muy gran-
des y la manera que en elias hay, y^que todos
los indios eran idólatras y que se han vuelto
cristianos, y otras muchas cosas que convcnian
decir á nuestro muy Santo Padre; y porque yo
no lo alcancé á saber tan por extenso como en
la carta iba, lo dejaré aquí de decir, y aun esto
que aquí digo, después lo alcanzamos á saber
del mismo Juan de Herrada cuando vino de
Roma á la Nueva-España; é supimos que en*
viaba á suplicar á nuestro muy Santo Padre
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 251
que se quitasen parte de los diezmos. Y para
que bien entiendan los curiosos lectores quién
es este Juan de Herrada, fué un buen soldado
que hubo ido en nuestra compañía á las Hon-
duras cuando fué Cortés; y después que vino
de Roma fué al Pirú, y le dejó D. Diego de
Almagro por ayo de su hijo D. Diego el mozo;
y este fué tan privado de D. Diego de Alma-
gro, é fué el capitán de los que mataron á don
Francisco Pizarro el viejo, y después maese
de campo de Almagro el mozo. Volvamos á
decir lo que le aconteció en Roma ai Juan
de Herrada, que después que fué á besar los
santos pies de Su Santidad, y presentó los do-
nes que Cortés le envió y los indios que traian
el palo con los pies, Su Santidad lo tuvo en
mucho, y dijo que daba gracias á Dios, que
en sus tiempos tan grandes tierras se hubiesen
descubierto y tantos números de gentes se hu-
biesen vuelto á nuestra santa fe; y mandó hacer
procesiones, y que todos diesen gracias por ello,
á Dios nuestro Señor ; y dijo que Cortés y
todos sus soldados habíamos hecho grandes
servicios á Dios primeramente, y al Emperador
don Carlos, nuestro señor, y á toda la cristian-
dad, y que éramos dignos de grandes mercedes;
y entonces nos envió bulas para nos absolver á
culpa y á pena de todos nuestros pecados, é
otras indulgencias para los hospitales é igle-
sias , con grandes perdones ; y dio por muy
bueno todo lo que Cortés habia hecho en la
252 BERNÁL DÍAZ.
Nueva-España , según y como su antecesor el
Papa Adriano ; y en lo de los diezmos no se si
le hizo cierta merced ; y escribió á Cortés en
respuesta de su carta, y lo que en ella se conte-
nia yo no lo supe , porque , como dicho tengo,
desde Juan de Herrada y de un soldado que se
decía Campo , que volvieron dende Roma , al-
cancé á saber lo que aqui escribió; porque , se-
gún dijeron, después que hubo estado en Roma
diez dias, y habían los indios maestros de jugar
el palo con los pies estado delante de Su San-
tidad y de los sacros Cardenales , que se holga-
ron mucho de lo ver , Su Santidad le hizo mer-
ced al Juan de Herrada de le hacer conde pala-
tino y le mandó dar cierta cantidad de ducados
para que se volviese, y una carta dé favor para
el Emperador nuestro señor , que le hiciese su
capitán y le diese buenos indios de encomienda.
Y como Cortés ya no tenia mando en la Nueva-
España , yno le dio cosa ninguna de lo que el
Santo Padre mandaba , se pasó al Pirú , donde
fué capitán.
CAPITULO CXCV1.
CÓMO ENTRE TANTO QUE CORTES ESTABA EN CASTILLA
CON TÍTULO DE MARQUES, VINO LA REAL'ATJDIENCIA
Á MÉJICO, Y EN LO QUE ENTENDIÓ.
Pues estando Cortés en Castilla con título de
marques, en aquel instante llegó la Real au-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 253
diencia á Méjico , según su majestad la había
mandado , como dicho tengo en el capítulo que
dello habla, y por presidente Ñuño de Guzman,
que solia estar por gobernador en Panuco , y
cuatro licenciados por oidores; los nombres de-
llos se decían Matienzo, que era natural de Viz-
caya ó cerca de Navarra, y Delgadillo, de Gra-
nada, y un Maldonado, de Salamanca; no es
este el licenciado Alonso Maldonado el bueno,
que fué gobernador de Guatimala; y vino un li-
cenciado Parada, que solia estar en la isla de
Cuba; y ansí como llegaron estos oidores á Mé-
jico, después que les hicieron gran recebimien-
to en la entrada de la ciudad, en obra de quince
ó veinte dias que habían llegado, se mostraron
muy justificados en hacer justicia, y traían los
mayores poderes que nunca á la Nueva-España
después trujeron vireyes ni presidentes, y era
para hacer el repartimiento perpetuo, y ante-
poner á los conquistadores y hacelles muchas
mercedes, porque ansí se lo mandó su majes-
tad; y luego hacen saber de su venida á todas
las ciudades é villas que en aquella sazón esta-
ban pobladas en la Nueva-España, para que en-
víen procuradores con las memorias y copias de
los indios que hay en cada provincia, para ha-
cer el repartimiento perpetuo, y en pocos dias
se juntaron en Méjico los procuradores de las
ciudades é villas y otros conquistadores; y en
aquella sazón estaba yo en Méjico por procu-
rador síndico de la villa de Guacacualco, donde
254 BERNAL DIA2.
en aquel tiempo era vecino; y como vi lo que el
presidente y oidores mandaron, fui por la posta
á nuestra villa para elegir quiénes habían de
venir por procuradores para hacer el repar-
timiento perpetuo; y cuando llegué hubo mu-
chas contrariedades en elegir los que habian
de venir, porque unos vecinos querían que vi-
niesen sus amigos, y otros no io consentían, y
por votos hubimos de salir elegidos el capitán
Luis Marin y yo. Llegados a Méjico, deman-
damos todos los procuradores de las más villas
y ciudades que se habian juntado el reparti-
miento perpetuo, según su majestad mandaba;
y en aqueila sazón estaba trastrocado el Ñuño
de Guzman y el Marienzo y Delgadillo, porque
los otros dos oidores, que fueron Maldonado y
Parada, luego que á aquella ciudad llegaron
fallecieron de dolor de costado; y si allí estu-
viera Cortés, según hay maliciosos , también le
infamaran y dijeran que Cortés los habia muer-
to. Y volviendo á nuestra relación, fué causa
de les volver el propósito que no hiciesen el
repartimiento según su majestad mandaba, di-
jeron muchas personas que lo entendieron muy
bien, que fué el factor Salazar, porque se hizo
tan íntimo amigo de Muño de Guzman y de Del-
gadiilo, que no se hacia otra cosa sino lo que
mandaba, y tal como el consejo dieron, en tal
paró todo; y lo que le aconsejaron fué, que no
hiciesen ei repartimiento perpetuo por vía nin-
guna; porque, si lo hacían, que no serian tap
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 255
señores ni los ternian en tanto acato los con-
quistadores y pobladores, con decir que no les
podia dar ni quitar más indios de los que enton-
ces les diese; y de otra manera, que los ter-
nian siempre debajo de su mano, y podrían
dar y quitar a quien quisiesen , y serian muy
ricos y poderosos; y también trataron entre
el factor y Ñuño de Guzman y Delgadillo
que fuese el mismo factor á Castilla por la
gobernación de la Nueva-España para Ñuño de
Guzman, porque ya sabían que Cortés no te-
nia tanto favor con su majestad como al princi-
pio que fue á Castilla , y no se le habían dado,
por más intercesores que echó ante su majestad
para que la diesen. Pues ya embarcado el factor
en una nao que llamaban la Sornosa , dio al
través con gran tormenta en la costa de Gua-
cacualco, y se salvo en un batel y volvió á Mé-
jico, y no hubo efecto su ida á Castilla. Deje-
"mos desto , y diré en lo que entendieron luego
que á Méjico llegaron el Ñuño de Guzman y
Matienzo y Delgadillo, y fué en tomar residen-
cia al tesorero Alonso de Estrada , la cual dio
muy buena ; y si se mostrara tan varón como
creimos que lo fuera , él se quedara por gober-
nador, porque su majestad no le mandaba qui-
tar la gobernación; antes, como dicho tengo en
el capítulo pasado , había venido mandado po-
cos meses había de su majestad que gobernase
sólo el tesoreo, y no juntamente con el Gonzalo
de Sandoval , y dio por muy buenas las enco-
256 berwal Díaz.
miendas que había de antes dado, y al Ñuño de
Guzman no le nombraban en las provisiones
más de por presidente y repartidor juntamente
con los oidores ; y demás desto, si se pusiera de
hecho en tener la gobernación en sí, todos los
vecinos de Méjico y los conquistadores que en
aquella sazón estábamos en aquella ciudad le
favoreciéramos , pues viamos que su majestad
no le quitaba del cargo que tenia ; y demás
desto , vimos en el tiempo que gobernó hacia
justicia y tenia mucha voluntad y buen ce-
lo de cumplir lo que su majestad manda-
ba ; y dende á pocos dias falleció de enojo
dello. Dejemos de hablar en esto, y diré en
lo que luego entendieron en la audiencia
Real , y fueron muy contrarios en las cosas
del Marques ; y enviaron á Guatimala á tomar
residencia á Jorge de Albarado, y vino un Or-
duña el viejo, natural de Tordesillas, y lo qu«
pasó en la residencia yo no lo sé ; y luego le
pusieron en Méjico muchas demandas á Cortés
por via del fiscal y el factor Salazar, y ansimis-
mo le puso otras demandas, y los escritos que
daba en los estrados era con muy gran desacato
y palabras muy mal dichas, y que habia hecho
muchos deservicios á su cesárea majestad, y
otras muchas cosas feas, y tan malas, que el li-
cenciado Juan Altamirano, ya por mí otra vez
nombrado, que era la persona á quien Cortés
hubo dejado su poder cuando fué á Castilla, se
levantó en pié, con su gorra quitada, en los mis*
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 257
mos estrados, y dijo al presidente é oidores con
mucho acato que suplicaba á su alteza que le
mandasen al factor que en los escritos que die-
se, que fuese bien mirado, y que no le consien-
tan que diga del Marques, pues es buen caba-
llero y tan grande servidor de vuestra alteza,
tan malas y feas palabras, é que demande su
justicia como debe ; y no aprovechó cosa ningu-
na lo que el licenciado Altamirano allí en los
estrados les suplicó, porque para otro dia tuvo
el factor otros más feos escritos ; y fué la cosa,
según después alcanzamos á saber, que el Ñuño
de Guzman y el Delgadillo le daban lugar á
ello en tal manera, que el licenciado Altamira-
no y el factor, y del presidente é oidores, sobre
los escritos vinieron á palabras muy feas é sen-
tidas que entre ellos dijeron, y el Altamirano
echó mano á un puñal para el factor, y le iba á
dar si no se abrazara con él Ñuño de Guzman y
Matienzo y Delgadillo, y luego toda la ciudad
revuelta, y llevaron preso á las atarazanas al
licenciado Al'amirano, y al factor á la posada; y
los conquistadores fuimos al presidente á supli-
car por el Altamirano, y dende allí á tres dias
le sacaron de la prisión y los hicimos amigos.
Y pasemos adelante, que hubo luego otra tor-
menta mayor, y fué, que en aquella sazón ha-
bía aportado allí á Méjico un daudo del capitán
Panfilo de Narvaez, el cual se decía Zavallos,
que le enviaba dende Cuba su mujer del Panfilo
de Narvaez, la cual sedecia María de Valenzue-
33
2»S BERNAL DIJIZ.
la, en busca de su marido Narvaez, que había
ido por gobernador al rio de Palmas, porque
ya tenia fama que era perdido ó muerto; y trujo
su poder para haber sus bienes do quiera que;
los hallase, y también creyendo que habia apor-
tado á la Nueva-España; y como llegó á Méjico
este Zavallos, secretamente, según el Zavallos
dijo y ansí fué fama, el Ñuño de Guzman y el
Matienzo y Delgadillo le hablaron para que
ponga demanda y dé queja de todos los conquis-
tadores que fuimos juntamente con Cortés en
desbaratar á Narvaez, y se le quebró el ojo y se
quemó su hacienda, y también demandó la muer-
te délos que allí murieron; y el Zavallos, dada su
queja como se lo mandaron, y grandes informa-
ciones del lo, prendieron á todos los conquista-
dores que en aquella ciudad nos hallamos,
que en las probanzas vieron que fueron en ello,
que pasaron de más do ducientos y cincuenta,
y á mí también me prendieron, y nos senten-
ciaron en ciertos j pesos de oro de tipuzque, y
nos desterraron de cinco leguas de Méjico , y
luego nos alzaron él destierro , y aún á mu-
chos de nosotros no nos demandaron el dinero
de la sentencia , porque era poca cosa; y tras
esta tormenta, ponen á Cortés otra demanda las
personas que mal le querían, y fué, que se habia
alzado con mucha cantidad de oro y joyas y pla-
ta de gran valia, que se hubo en la toma de Mé-
jico, y aún la recámara de Guatemqz, y que no
dio parte del lo á los conquistadores, sino á cosa
Conquista de ñuéva-españa. 259
de ochenta pesos, y que en su nombre le envió
á Castilla, diciendo que servia á su majestad
con ello, y se quedó con la msyor parte dello,
que no lo envió todo: y eso que envió, que lo
robó en el mar un Juan Florín, francés, corsario,
que fué el que ahorcaron en el Pu»rto Pico,
como dicho tengo en los capítulos que dello ha-
blan, y que era obligado el Cortés á pagar todo
aquello que el Juan Florín robó, y más lo que
escondió, y le pusieron otras demandas, y en to-
das le condenaban que lo pagase de sus bienes,
y se los vendían; y también tuvieron manera y
concertaron para que un Juan Suarez, cuñado
de Cortés, demandase públicamente en los es-
trados, como se lo mandaron, y presentó testi-
gos cómo y de qué manera dicen que fué su
muerte; y luego tras esto hubo otros impedi-
mentos, y fué que, como le pusieron á Cortés la
demanda que dicho tengo de la recámara de
Guatemuz, y del oro y plata que se hubo en Mé-
jico, muchos de los que éramos amigos de Cor-
tés nos juntamos, con licencia de un alcalde or-
dinario, en casa de un García Holguin, y firma-
mos que no queríamos parte de aquellas de-
mandas del oro ni de la recámara, ni por nues-
tra parte fuese competido Cortés á que pagase
ninguna cosa dello, y decíamos que sabíamos
cierto y claramente que lo enviaba á su majes-
tad, y lo hubimos por bueno hacer aquel servi-
cio á nuestro Rey y señor; y como el presidente
y los oidores vieron que dimos peticiones sobre
260 BERNAL DÍAZ.
ello, nos mandaron prender á todos, diciendo
que sin su licencia no nos habíamos de juntar ni
firmar cosa ninguna; y como vieron la licencia
del alcalde , puesto que nos sentenciaron en
destierro de Méjico cinco leguas, luego nos le
alzaron , y todavía lo recebíamos por grandes
molestias y agravios ; y luego tras esto se pre-
gonó que todos los que venían del linaje de in-
dios, ó moros que hubiesen quemado ó ensam-
benitado por la santa Inquisición en* el cuarto
grado á sus padres ó abuelos, que dentro de seis
meses saliesen de la Nueva-España, so pena de
perdimiento de la mitad de sus bienes; y en
aquel tiempo vieran el acusar que acusaban
unos á otros, y el infamar que hacían, y no sa-
lieron de la Nueva-España sino dos. Y para los
conquistadores, como eran tan buenos y cum-
plian loque su majestad mandaba, en cuanto
al dar indios á los que eran verdaderos conquis-
tadores, á ninguno dejaban de dar indios, éde
lo que vacaba les hacían muchas mercedes. Lo
que les echó á perder fué la demasiada licencia
que daban para hemr esclavos. Pues en lo de
Panuco se herraron tantos , que casi despo-
blaron aquella provincia; y el Ñuño de Guz-
man, que era franco y de noble condición, envió
en aguinaldo una cédula de un pueblo que se
dice Guazpaltepeque al contador Albornoz , que
habia pocos dias que volvió de Castilla é vi-
no casado con una señora que se decia doña
Catalina de Loaisa, y aun trujo el Rodrigo de
CONQUISTA DE KUEVA-ESPANA. 261
Albornoz dé España licencia de su majestad
para hacer un ingenio de azúcar en un pueblo
que se dice Ccmpoal , el cual pueblo en pocos
años destruyó. Volvamos á nuestro cuento:
que , como el Ñuño de Guzman hacia aquellas
franquezas y herraba tantos indios por esclavos,
é hizo muchas molestias á Cortés ; y del licen-
ciado Delgadillo decían que hacia dar indios á
personas que le acudían con cierta renta, y ha-
cia compañías , y también porque puso por al-
calde mayor en la villa de Guaxaca á su her-
mano , que se decia Berrio , y hallaron que el
hermano llevaba cohechos y hacia muchos
agravios á los vecinos ; y también se halló que
en la villa de los zapotecas puso otro teniente,
que se decia Delgadillo como él , que también
llevaba cohechos y hacia injusticias, y el licen-
ciado Matienzo era viejo ; y fueron tantas las
cosas que dellos decian con probanzas, y aun
cartas de los Prelados y religiosos , que , vien-
do su majestad y los del Real consejo de Indias
las informaciones y cartas que contra ellos fue-
ron , mandó que luego sin más dilación se qui-
tase redondamente toda la Real audiencia y los
castigasen , y pusiesen otro presidente é oido-
res que fuesen de ciencia y buena conciencia y
rectos en hacer justicia ; y mandó que luego
fuesen á la provincia de Panuco á saber qué
tantos mil esclavos habían herrado , y fué el
mismo Matienzo por mandado de su majestad,
que á este viejo oidor hallaron con menos car-
262 BERNAL DIA¿.
gos y mejor juez que á los demás; y demás des-
to, luego se dieron por ningu -ías las cédulas que
habían dado para herrar esclavos, y se manda-
ron quebrar todos los hierros con que se her-
raban, y que dende alli adelante no se hicie-
sen más esclavos, y aun se mandó hacer memo-
ria de los que habia en toda la Nueva-España,
para que no se vendiesen ni se sacasen de una
provincia á otra; y demás desto , mandó que to-
dos los repartimientos y encomiendas de indios
que habia dado el Ñuño de Guzman y los demás
oidores á deudos y paniaguados y á sus amigos,
ó á otras personas que no tenían méritos , que
luego sin ser más oidos se los quitasen , y los
diesen á las personas que su majestad habia
mandado que los hubiese. Quiero traer aquí á la
memoria qué pleitos y debates hubo sobre este
tornar á quitar los indios de encomienda que ya
les habia dado él Ñuño de Guzman, juntamente
con los oidores ; unos alegaban ser conquista-
dores no lo siendo, é otros pobladores de tantos
años , y que si entraban y salian en casa del
presidente é oidores , que era para les servir
y honrar y acompañar, é hacer lo que por ellos
les fuese mandado en cosas que fuesen cum-
plideras al servicio de su majestad , y que no
entraban en sus casas por criados ni paniagua-
dos , y cada uno defendía y alegaba lo que
más á su provecho podia ; y fué de tal manera
la cosa , que á pocos de los que les habían
dado los indios , se los tornaron á quitar , sino
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA . 263
fué á los que diré aqui : el p ueblo de Guazpal-
tepeque al contador Rodrigo de Albornoz, que
le hubo enviado el Ñuño de Guzman en agui-
naldo; y también le quitaron á un Villaroel, ma-
rido que fué de Isabel de Ojeda , otro pueblo de
Cornabaca, y también los quitaron á un mayor-
domo de Ñuño de Guzman , que se decia Ville-
gas, y á otros deudos y criados de los mismos
oidores, y otros se quedaron con ellos. Pues co-
mo se supo esta nueva en Méjico , que vino de
Castilla, que quitaban redondamente toda la au-
diencia Real, en lo que entendieron Ñuño de Guz -
man y Delgadillo y Matienzo fué luego enviar
procuradores á Castilla para abonar sus cosas
con probanzas de testigos que ellos quisieron
tomar como quisieron, para que dijesen que
eran muy buenos jueces y que bacian lo que su
majestad les mandaba, y otros abonos que les
convenia decir para que en Castilla los diesen
porbuenos jueces. Pues para elegir á las per-
sonas que habían de ir con los poderes, ansi
para que procurasen por ellos como para cosas
que convenían á aquella ciudad y Nueva-Espa-
ña, y á la gobernación della, mandaron que nos
juntásemos en la iglesia mayor todos los procu-
radores que teníamos poder de las ciudades é
villas, que en aquella sazón nos hallamos en
Méjico, y con nosotros juntamente algunos con-
quistadores, personas de cuenta, y por nuestros
votos quisieron que elijiéramos para que fuese
procurador á Castilla al factor Salazar ; porque.
264 BERNA L DIA2.
como ya he dicho otras veces, puesto que el
Ñuño de Guzman y el Matienzo y Delgadillo
hacían algunos desatinos, ya atrás por mí me-
morados, por otra parte eran tan buenos para
todos los conquistadores y pobladores , que nos
daban de los indios que Tacaban; y con esta
confianza creyeron que votáramos por el factor,
que era la persona que ellos querían enviar en
nombre. Pues como nos hubimos juntado en la
iglesia mayor de aquella ciudad, como nos fué
mandado, eran tantas las voces y tabaola y be-
hetría quedaban muchas personas délas que
no eran llamadas para aquel efeto, que se en-
traron por fuerza en la iglesia, que, aunque les
mandábamos salir fuera della, no querían ni
aun callar; en fin, como cosa de comunidad da-
ban voces; y como aquello vimos, fuimos á de-
cir al presidente é oidores que para otro día lo
dejábamos, y que en casa del mismo presidente,
donde hacian la Real audiencia, elij i riamos á
quien viésemos que convenia; y después nos pa-
reció que solamente querían nombrar personas
amigas del Ñuño de Guzman y Delgadillo y
Matienzo; y acordamos se elijiese una persona
por parte de los mismos Oidores y otra por la
parte de Cortés; y fueron nombrados, á Bernar-
dino Yazquez de Tapia por la parte de Cortés,
y por la parte de los oidores á un Antonio de
Carvajal, que fué capitán de bergantines; más,
á lo que entonces á mí me pareció, ansí el Ber-
nardino Yelazquez de Tapia como el Carvajal
■
CONQUISTA DE NUEVA-E PAÑA. 265
eran aficionados á las cosas de Ñuño deGuzraan
mucho más que á las de Cortés, y teman razón,
porque ciertamente nos hacían más bien y cum-
plian algo de lo que su majestad mandaba en
dar indios que no Corte's, puesto que los pudiera
dar muy mejor que todos en el tiempo que tuvo
el mando; mas, como somos tan leales los espa-
ñoles, por haber sido Cortés nuestro capitán le
teníamos afición, más que él tuvo voluntad de
nos hacer bien, habiéndoselo mandado su ma-
jestad, pudiendo cuando era gobernador. Pues
ya elegidos, sobre los capítulos que habían de
llevar hubo otras contienda-?; porque decian el
presidente é oidores que era cumplidero al ser-
vicio de Dios y de su majestad, y con parecer
de todos los procuradores, que no volviese Cor-
tés á la Nueva -España, porque estando en ella
siempre habría bandos y revueltas, y quedando
en el la no habría buena gobernación , y por ven-
tura se alzaría con ella; y todos los más procu-
radores lo contradecíamos, y que era muy leal y
gran servidor de su majestad; y en aquella sa-
zón llegó don Pedro de Albarado á Méjico , que
habia venido de Castilla y traía la gobernación
de Guatimala, é adelantado, é comendador de
Santiago, y casado con una señora que se decía
doña Francisca de la Cueva, y falleció aquella
señora así como llegó á la Veracruz. Pues como
llegó á Méjico, con mucho luto él y sus criados,
y como entendió los capítulos que enviaban por
parte del presidente é oidores, túvose orden que
266 BERÑAL DÍAZ.
el mismo adelantado, con los demás procurado-
res, escribiésemos á su majestad todo lo que la
audiencia Real intentaba; y como fueron los
procuradores, por mí ya nombrados, á Castilla
con los recaudos y capítulos que habían de pe-
dir, y los del Real£onsejo de Indias conocieron
que todo iba guiado contra Cortés por pasión,
no quisieron hacer cosa que .conviniese al Ñuño
de Guzman ni á los demás oidores, porque ya
estaba mandado por su majestad que de hecho
les quitasen el cargo; y también en este instan-
te Cortés estaba en Castilla, que en todo les fu¿
muy contrario, é volvía por su honra y estado,
y luego se apercibió Cortés para venir á la Nue-
va-España con la señora marquesa su mujer y
casa; y entre tanto que viene, diré cómo Ñuño
de Guzman fué á poblar una provincia que se
-dice Xalisco, é acertó en ello muy mejor que no
Cortés en lo que envió á descubrir, como ade-
lante verán.
CAPITULO CXCV1I.
CÓMO NUNO DE GUZMAN SUPO POR CARTAS CIERTAS DE
CASTILLA QUE LE QUITABAN EL CARGO , PORQUE
HABÍA MA.NDADO SU MAJESTAD QUE LE QUITASEN DE
PRESIDENTE A EL Y Á LOS OIDORES , Y VINIESEN
OTR08 EN SU LUGAR , ACORDÓ DE IR Á PACIFICAR Y
CONQUISTAR LA PROVINCIA DE XALISCO, QUE AGORA
SE DICE LA NUEVA-GALICIA.
Pues como Ñuño de Guzman supo por cartas
Ciertas que le quitaban el cargo de ser presi-
COftQÜIStA DÉ MJEVA-ÉSPAÑA. 267
dente á él y á los oidores , é venían otros oido-
res ; como en aquella sazón todavía era pre-
sidente el Ñuño de Guzman , allegó todos loa
más soldados que pudo , asi de á caballo como
escopeteros y ballesteros , para que fuesen con
él á una provincia que se dice Xalisco ; y los
que no querían ir de grado , apremiábalos que
fuesen, ó por fuerza , ó habían de dar dineros á
otros soldados que fuesen en su lugar , y si te-
nían caballos se los tomaban , y cuando mucho,
no les pagaban sino la mitad menos de lo que
valían ; y los vecinos ricos de Méjico ayudaron
con lo que podían , y llevó muchos indios me-
jicanos cargados y otros de guerra para que le
ayudasen, y por los pueblos que pasaba con su
fardaje hacíales grandes molestias ; y fué á la
provincia de Mechoacan , que por allí era su
camino , y tenian los naturales de los pueblos
de aquella provincia , de los tiempos pasados,
mucho oro , é aunque era bajo , porque estaba
revuelto con piala , le dieron cantidad dello;
y porque el Cazonci era el mayor cacique de
aquella provincia , que asi se llamaba , no le
dio tanto oro como le demandaba el Ñuño
de Guzman , le atormentó y le quemó los pies,
y porque le demandaba indios é indias para su
servicio , y por otras trancanillas que se le
levantaron al pobre cacique, lo ahorcó, que fué
una de las más malas é feas' cosas que presiden-
te ni otras personas podían hacer , y todos los
que iban en su compañía se lo tuvieron á mal é
268 BERNAL DÍAZ.
crueldad; y llevó de aquella provincia muchos
indios cargados hasta donde pobló la ciudad que
agora llaman de Compostela, con harta costa de
la hacienda de su majestad y de los vecinos de
Méjico, que llevó por fuerza; y porque yo no me
liallé en acuesta jornada, se quedará aquí; más
cierto que Cortés ni el Ñuño de Guzman jamas
se hubieron bien; y también sé que siempre se
estuvo en aquella provincia el Ñuño de Guzman
hasta que su majestad mandó que enviasen
por él á Xalisco á su costa, y le trujeron preso
á Méjico á dar cuenta de las demandas y sen-
tencias que contra él dieron en la Real audien-
cia que nuevamente en aquella sazón vino, y
le prendiesen á pedimiento de Matienzo , y
Delgadillo. Quiérolo dejar en este estado, y di-
ré cómo liego la Real audiencia á Méjico, y lo
que hizo
CAPITULO CXCVI1I.
CÓMO LLEGÓ l A REAL AUDIENCIA A MÉJICO, Y LOQUE SE
HIZO.
Ya he dicho en el capítulo pasado cómo su ma-
jestad mandó quitar toda la Real audiencia de
Méjico, y dio por ningunas las encomiendas
de indios que habían dado el presidente é oído-
CONQUISTA I)K NUEVA-ÉSPANA. 269
res que en ella residían; porque los daban á sus
deudos y paniaguados y á otras personas que
no tenían méritos; y mandó su majestad que
se los quitasen y los diesen á los conquista-
dores que estaban con pobres repartimientos;
y porque tuvieron noticia que no hacian jus-
ticia ni cumplieron sus Reales mandatos ; é
mandó venir otros oidores que fuesen de cien-
cia y conciencia , y les encargó que en todo
hiciesen justicia, y por presidente vino don Se-
bastian Ramírez de Villaescusa , que en aquella
pazon era Obispo de Santo Domingo , y cuatro
licenciados por oidores , que se decían el licen-
ciado Alonso Maldonado de Salamanca , y el
licenciado Zainos , de Toro ó de Zamora , y el
licenciado Vasco de Quiroga, de Madrigal , que
después fué Obispo de Mechoacan , y ei licen-
ciado Salmerón, de Madrid; y primero llegaron
á Méjico los oidores que llegase el Obispo de
Santo Domingo; y se les hizo dos grandes rece-
bimicntos, asi á los oidores, que vinieron prime-
ro, como ai presidente, que vino de ahí á pocos
días; y luego mandaron pregonar residencia ge-
neral, y de todas las ciudades y villas vinieron
muchos vecinos y procuradores, y aun caciques
y principales , y dieron tantas quejas del pre-
sidente é oidores pasados , de agravios y cohe-
chos é injusticias que les habían hecho, que es-
taban espantados el presidente é oidores que
)r s tomaban la residencia. Pues los procurado-
res de Cortés les ponen tantas demandas de los
270, BERNA L DÍAZ.
bienes é hacienda que les hicieron, vender en las
almonedas , como dicho tengo antes de agora,
que si todo en lo que les condenaban hubieran
de pagar , montaba sobre ducientos mil pesos
de oro. Y como el Ñuño de Guzman estaba en
Xalisco , é no quería venir á la Nueva-España
á dar su residencia , respondía el Delgadillo y
Matienzo en la residencia que les tomaban, que
todas aquellas demandas que les ponían eran
á cargo del Ñuño de Guzman , que como pre-
sidente lo mandaba de hecho , y no eran á su
cargo, y que mandaren enviar por él, que venga
á Méjico á descargarse de los cargos que le po-
nen; y puesto que ya habia enviado á Xalisco
la Real audiencia provisiones para que parecie-
se personalmente en Méjico, no quiso venir; y
el presidente é oidores, por no alborotar la
Nueva-España, disimularon la cosa, y hacen
saber dello á su Majestad, y luego enviaron
sobre ello el Real consejo de Indias á un licen-
ciado que se decia Fulano de la Torre, el cual
decían que era natural de Badajoz, para que le
tomase residencia en la provincia de Xalisco y
para que le traiga preso á Méjico y que le eche
preso en la cárcel pública; y trujo comisión
para que nos pagase el Ñuño de Guzman todo
en lo que nos sentenció á las conquistadores so-
bre lo de Narvaez, y lo de las firmas cuando
nos echaron presos, como dicho tengo en el ca-
pítulo pasado que dello habla, y dejaré aperci-
biendo á este licenciado de la Torre para venir
COWQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 271
á la Nueva-España, y diré en qué paró la re-
sidencia. Y es, que al Delgadillo y Matienzo
les vendieron sus bienes para pagar las senten-
cias que contra ellos dieron , y los echaron
presos en la cárcel pública por lo que más de-
bían, que no alcanzó á pagar con sus bienes; y á
un hermano de Delgadillo, que se decia Berrio,
que estaba por alcalde mayor en Guaxaca,
hallaron contra él tantos agravios y cohechos
que habia llevado, que le vendieron sus bie-
nes para pagar á quien los había tomado, y
le echaron preso por lo que no alcanzaba,
y murió en la cárcel: y otro tanto hallaron
contra otro pariente de Delgadillo que estaba
por alcalde mayor en los zapotecas, que tr ra-
bien se llamaba Delgadillo, como el pariente,
y murió en la cárcel ; y ciertamente eran
tan buenos jueces y rectos en hacer justi-
cias los nuevamente venidos, que no entendían
sino solamente en hacer lo que Dios y su majes-
tad manda, y en que los indios conociesen que
les favorecían y que fuesen bien doctrinados en
la santa doctrina; y demás deslo, luego quita-
ron que no se herrasen esclavos, y hicieron
otras buenas cosas; y como el licenciado Salme-
rón y el licenciado Zainos eran viejos, acorda-
ron de enviar á demandar licencia á su majes-
tad para ee ir á Castilla, porque ya habian esta-
do cuatro años en Méjico y estaban ricos y ha-
bian servido bien en los cargos que habian traí-
do, é su majestad les envió licencia, después de
272 BEHNAL DÍAZ.
haber dado residencia, que dieron muy buena;
pues el presidente don Sebastian Ramírez,
Obispo que en aquella sazón era de Santo Do-
mingo, también fué á Castilla, porque su ma-
jestad le envió á llamar para se informar del de
cosas de la Nueva-España y para ponelle por
presidente de la cnancillería Real de Granada; y
desde cierto tiempo lo pasaron á la de Valla-
dolid y le dieron el obispado de Tuy; y dende á
pocos dias vacó el de León, y se le dieron, y era
presidente, como dicho tengo, en la cnancillería
de Valladolid, y en aquel instante vaco el obis-
pado de Cuenca, y se le dieron. Por manera que
se alcanzaban unas bulas de los obispados á
otras, y por ser buen juez vino á subir en el
estado que he dicho; y en esta sazón vino la
muerte á llamarle , y paréceme á mí, según
nuestra santa fe, que está en la gloria con
los bienaventurados, porqué, á lo que conocí y
comuniqué con él cuando era presidente en Mé-
jico, en todo era muy recto y bueno, y como tal
persona, habia sido, antes que fuese Obispo de
Santo Domingo, inquisidor en Sevilla. Volva%
mos á nuestra relación, y diré del licenciado
Alonso Maldonado, que su majestad le mandó
que viniese á ia provincia de Guatimala é Hon-
duras é Nicaragua por presidente y gobernador,
y en te&d fué muy bueno y recto juez y gran
servidor de su majestad, y aun tuvo título de
adelantado de Yucatán por capitulación que
tuvo hecha con su suegro don Francisco de Mon-
\ ..
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 273
tejo. Pues el licenciado Quiroga fué tan bueno,
que le dieron el obispado de Mechoacan. Deje-
mos de contar destos prosperados por sus vir-
tudes, y volvamos á decir del Delgadillo y Ma-
ticnzo, que fueron á Castilla y á sus tierras muy
pobres, y no con buenas famas; y dende á dos
ó tres años dijeron que murieron, é ya en esta
sazón habia su majestad mandado que viniese á
la Nueva-España por visorey el ilustrísirao y
buen caballero, é digno de loable memoria, don
Antonio de Mendoza, hermano del marques de
Mondejar; y vinieron por oidores el doctor Que-
sada, natural de Lesdema, y eí licenciado Te-
jada, de Logroño, y aun en aquel tiempo estaba
por oidor el licenciado Maldonado, que aun no
habia ido á ser presidente de Guatimala; y tam-
bién vioo por oidor un licenciado que se decia
Loaysa, natural de Ciudad-Real, y como era
hombre viejo, estuvo tres ó cuatro años en Mé-
jico, y allegó pesos de oro para irse á Castilla y
se volvió á su casa; y de ahí á poco tiempo vino
un licenciado de Sevilla, que se decia Santilla-
na, que después fué doctor, y todos fueron
muy buenos jueces; y después que se les hizo
grandes recebimientos en la entrada de aquella
ciudad, se pregonó residencia general contra el
presidente é oidores pasados, y todos los halla-
ron muy rectos y buenos, y usaron de sus car-
gos conforme ajusticia. Y volviendo á nuestra
relación cerca del Ñuño de Guzman, que se es-
taba en Xalisco, y como el virey doq Antonio
35
274 BERNAL DIA.Z.
de Mendoza alcanzó á saber que su majestad
mandó venir al licenciado de la Torre á tomalle
residencia en Xalisco y echalle preso en la cár-
cel pública, y hacerle que pagase al marques
del Valle lo que se hallase deberle, y á los con-
quistadores también nos pagase en lo que nos
sentenció sobre lo de Narvaez, por hacerle bien
y porque no fuese molestado y afrentado, le
envió á llamar que viniese luego á Méjico sobre
su palabra, y le señaló por posada sus pala-
cios; y el Ñuño de Guzman así lo hizo, que se
vino luego; y el virey le hacia mucha honra y le
favorecía, y comia con él; y en este instante lle-
gó á Méjico el licenciado de la Torre, y como
traia mandado de su majestad que luego echase
preso á Ñuño de Guzman y que en todo hiciese
justicia, puesto que primero lo comunicó con el
tirey , y parece ser no halló tanta voluntad
para ello como quisiera, acordó de le sacar de
la posada del virey, á do estaba; y decia á vo-
ces: «E.-to manda su majestad; ansí se hade
hacer, y no otra cosa;» y lo llevó á la cárcel
. jntblica de aquella cindod, y estuvo preso cier-
tos dias, hasta que rogó por él el virey, que
le sacaron de la cárcel ; y como conocieron en
et de la" Torre que traia recios aceros para no
dejar de ejecutar la justicia , y tomar residen-
cia muy á las derechas al Ñuño de Guzman ; y
como la malicia humana muchas veces no deja
cosa en qué pueda infamar que no infame,
parece ser que , como el licenciado de la Tor-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 275
re era algo aficionado al juego , especial de
naipes; puesto que no jugaba sino al triunfo, é
á la primera por pasatiempo, quien quiera que
fué, por parte de Ñuño de Guzman, como en
aquel tiempo se usaban traer unos tabardos con
mangas largas, especial los juristas, metieron
en una de las mangas del tabardo del licenciado
de la Torre una baraja de naipes de los chinos,
y ataron la manga de arte que no se pudiesen
salir en aquel instante; é yendo el licenciado
por la plaza de Méjieo, acompañado de perso-
nas de calidad, quien quiera que fué en metelle
los naipes, tuvo manera que se le desató, é sa-
liéronsele los naipes pocos á pocos, y dejó ras-
tro dellos en el suelo en la plaza por donde iba,
é las personas que le iban acompañando, desque
vieron salir de aquella manera los naipes, se lo
dijeron, que mirase lo que traia en la manga
del tabardo; y cuando el licenciado vio tan
grande burla dijo con grande enojo: «Bien pa-
rece que no quieren que haga yo justicia á las
derechas; mas si no me muero, yo la haré de
manera que su majestad sepa deste desacato'
que conmigo se ha hecho;» y dende á pocos
días cayó malo, y de pensamiento dello ó de
otras cosas, de calenturas que le ocurrieron
murió.
276 BEftNAl DÁtZ.
CAPITULO CXCIX,
CÓMO VIÜO DON FERNANDO CORTES, MARQUES DfcL VA-
HE, DE ESPAÑA, CASADO CON DONA MARÍA DE ZU-
NK5A. CON TITULO DE MARQUES DEL VALLE Y CAPI-
TÁN GEÍSÉRAL DE LA NUEVa-ESPAÑA Y DE LA MAR
DEL SUR; Y CÓMO TRUJO CONSIGO AL PADRE FRAY
JUAN LEGUIZAMto Y OTROS ÓNClE FRAILES DE LA
MERCED, Y DEL RECEBIMIENTO QUE SE LE HIZO.
Como habia mucho tiempo que Cortés estaba
en Castilla, é ya casado, como dicho tengo, y
con título de marques y capitán general dé la
Nueva-España y de la mar del Sur, tuvo gran
deseo dése volver á la Nueva-España á su casa
y estado é tomar posesión de su marquesado; y
como supo que estaban las cosas en Méjico en
el estado que he referido, de lá manera ya por
mí dicha, se dio priesa, é se embarcó con toda
su casa, é trujo en su compañía doce frailes de
la Merced para que llevasen adelante lo que
habia dejado empezado fray Barlolomé, $8t por
mí memorado, y los que después del fueron, y
estos de ahora no eran menos virtuosos é bue-
nos que los otros; que se los dio por tales á
Cortés el general de la Merced por manda lo del
consejo de las Indias, é venia por cabeza dellos
un fray Juan de Leguizamo, vizcaíno, buen le-
CONQUISTA bfe NUEVÁ-K8PANA. 277
trado y santo, según decían, y con él se confe-
saba el marques y la marquesa; é como dicho
he, embarcáronse todos, é con buen tiempo que
leshtéo en la mar, llegó Cortés con los suyos,
menos un fraile de los doce, que se murió á po-
cos días de embarcación al puerto de la Vera-
cruz, é se hizo recebimiento, mas no con la sole-
nidad que solia; y luego se fué por ciertas villas
de su marquesado; y llegado á Méjico, se le
hizo otro recebimiento; y en lo que entendió fué
en presentar sus provisiones de marques y ha-
cerse pregonar por capitán de la Nueva-España
y del mar del Sur, y demandar al viso-rey y au-
diencia Real que le contasen sus vasallos de la
manera que él pensó; y esto me parece á mí
que vino mandado de su majestad para que se
los contase; porque, á lo que y© entendí, cuan-
do le dieron el marquesado demandó á su ma-
jestad que le hiciese merced de ciertas villas y
pueblos con tantos mil vecinos tributarios; y
porque esto yo no losé bien, remítom^ álos ca-
balleros é otras personas que lo saben mejor, y
á los pleitos que sobre ello se han traído; por-
que tenia el marques en el pensamiento, cuando
demandó á su majestad aquella merced de
los vasallos, que se habia de contar cada casa
de vecino ó cacique ó principal de aquellas
villas por un tributario , como si dijésemos
ahora que no se habían de contar los hijos va-
rones que eran ya casados, ni yernos, ni otros
muchos indios que estaban en cada casa en ser-
278 BERNA l Díaz.
vicio del dueño della, sino solamente cada veci-
no por un tributario, ora tuviese muchos hijos
ó yernos ó <Hros allegados criados; y la audien-
cia Real de Méjico proveyó que lo fuese á con-
tar un oidor de la misma Real audiencia, que se
decia el doctor Quesada, y comenzó á contar
desta manera: el dueño de cada casa por un
tributario , y si tenían hijos de edad , cada
hijo un tributario, y si tenia yernos, cada yerno
un tributario, y los indios que lenia en su ser-
vicio, aunque fuesen esclavos, cada uno conta-
ban por un tributario. Por manera que en
muchas de las casas contaban diez y doce
y quince tributarios; y Cortés tenia por sí, y
asi lo proponía, y demandó á la Real audien-
cia queseada casa era un vecino y se Tiabia
de contar solo un tributario; y si cuando el
marques suplicó á su majestad le hiciese
merced del marquesado, le declarara que le
diera tal villa y tal villa con los vecinos y mo-
radores que tenia, su majestad le hiciera mer-
ced dellas; y el marques creyó y tenia por
cierto que demandando los vasallos que acer-
taba en ello, y salió al contrario. Por manera
que nunca le faltaron pleitos, y á esta causa es-
tuvo mal con !as cosas del doctor Quesada, que
se los fué acontar, y aun con el vieo-rey y audien-
cia Real no le faltaron cosquillas, y se hizo re-
lación delío á su majestad por parte de la Real
audiencia, para saber de la manera que habían
de contar; y se estuvo suspenso el contar de los
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAN A . 279
vasallos ciertos años, que siempre el marques
Hevó sus tributos dellos sin haber cuenta. Vol-
vamos á nuestra materia: como osto pasó, de
ahí á pocos dias se fué desde Méjico á una villa
de su marquesado, que se diceCornabaca, y lle-
vó á la marquesa, é hizo allí su asiento, que
nunca más la trujo á la ciudad de Méjico. Y do-
mas desto, como dejó capitulado con la serení-
sima Emperatriz doña Isabel, nuestra señora, de
gloriosa memoria, y con los del Real consejo de
Indias, que habia de enviar armadas por la mar
del Sur á descubrir islas y tierras, y todo á su
costa, comenzó á hacer navios en un puerto de
una su villa, que era en aquel tiempo del mar-
quesado, que se dice Teguantepeque, y en otros
puertos de Zacatulay Acapulco; y las armadas
que envió diré adelante, que nunca tuvo ventu-
ra en cosa que pusiese la mano, sino todo se le
tornaba espinas y se le hacia mal; muy mejor
acertó Ñuño de Gazman, como adelante diré.
CAPITULO CC.
DÉLOS GASTOS QUE EL MARQUES DON HERNANDO COR-
TES HIZO EN LAS ARMADAS QUEEWIÓ Á DESCUBRIR,
Y CÓMO EN TODO L<> DEMÁS NO TUVO VENTURA; E HE
MENESTER VOLVER MUCHO ATRÁS DE MI RELACIÓN
PARA QUE BIEN SE ENTIENDA LO QUE AHORA DIJERE.
En el tiempo que gobernaba la Nueva-Espa-
ña Marcos de Aguilar por virtud del poder que
¿80
BERHAL DÍAZ.
para ello le dejó el licenciado Luis Ponce de
León al tiempo que falleció , según ya lo he
declarado muchas veces antes que Cortés fuese
á Castilla , envió el mismo marques del Valle
cuatro navios que habia labrado en una provin-
cia que se dice Zacatula , bien bastecidos de
bastimento y artillería, con buenos marineros y
con ducientos y cincuenta soldados , y mucho
rescate de cosas de mercería de Castilla , y todo
lo que era menester de vituallas y pan bizcocho
para más de un año , y envió en ellos por capi-
tán general á un hidalgo que se decia Albarado
de Saavedra ; fué* su viaje y derrota para las
islas de los Malucos y Especería ó la China , y
este fué por mandado de su majestad , que se lo
hubo escrito á Cortés desde la ciudad de Grana-
da en 22 de Junio de 1526 años ; y porque Cor-
tés me mostró la misma carta á mí y á otros
conquistadores que le estábamos teniendo com-
pañía , lo digo y declaro aquí ; y aun le mandó
su majestad á Cortés que á los capitanes que
enviase , que fuesen á buscar una armada que
habia calido de Castilla para la China , é iba en
ella por capitán un frey don García de Loaysa,
comendador de San Jüáft de Rodas ; y en está
sazón que se apercebia el Saavedra para el via-
je, aportó á la costa de Guantepeque un pata-
che, que era de los que habían salido de Cas-
tilla con la armada del mismo comendador que
dicho tengo , y venia en el mismo patache por
capitán un Ortuño de Lango , natural de Por-
CONQUISTA DE NUEVA-E PAÑA. 281
tugalete; del cual dicho capitán y pilotos que
en el patache venían se informó el Alvaro de
Saavedra Cerón de todo lo que quiso saber,
y aun llevó en su compañía á un piloto y á
dos marineros, y se lo pagó muy bien t porque
volviesen otra vez con él, y tomó plática de to-
do el viaje que habían traído y de las derrotas
que habían de llevar; y después de haber dado
las instrucciones y avisos que los capitanes y
pilotos que van á descubrir suelen dar en sus
armadas, después de haber oido Misa y enco-
mendádose á Dios , se hicieron á la vela en el
puerto- de Esguatanejo, que es la provincia de
Colima ó Zacatula, que no lo sé bien, y fué en el
mes de Diciembre en el año de 1527 ó 28, y qui-
so Nuestro Señor Jesucristo encaminalles, que
fueron á los Malucos é á otras islas; y los tra-
bajos y hambres y dolencias que pasaron, y aún
muchos que se murieron en aquel viaje, yo no
lo sé; mas yo vi dende á tres años en Méjico á
un marinero de los que habían ido con el Saa-
vedra, y contaba cosas de aquellas islas y ciu-
dades donde fueron , que yo me estaba admira-
do; y estas son las tierras é islas que ahora van
desde Méjico con armada á descubrir y tratar; y
aún oí decir que los portugueses que estaban
por capitanes en ellas, que prendieron al Saa-
vedra ó á gente suya y que los llevaron á Cas-
tilla, ó que tuvo dello noticia su majestad ; y
como há tantos años que pasó y yo no me hallé
en ello, más de, como tengo dicho, haber visto
36
282 BERNA I^DIAZ.
la carta que su majestad escribió á Cortés, en
esto no diré más. Quiero decir ahora cómo en
el mes de Mayo de 1532 años, después que Cor-
tés vino de Castilla, envió desde el puerto de
Acapulco otra armada con dos navios bien bas-
tecidos con todo genero de bastimentos y mari-
neros , los que eran menester, y artillería y
rescate, y ochenta soldados escopeteros y ba-
llesteros, y envió por capitán general á un Diego
Hurtado de Mendoza; y estos dos navios envió
á descubrir por la costa del Sur á buscar islas
y tierras nuevas; y la causa dello es, porque,
como dicho tengo en el capítulo que dello ha-
bla, así lo tenia capitulado Cortés con los del
Real consejo de Indias cuando su majestad se
fué á Flandes. Y volviendo á decir del viaje de
los dos navios, fué que, yendo el capitán Hurta-
do sin ir á buscar islas ni se meter mucho en la
mar ni hacer cosa que de contar sea, se aparta-
ron de su compañía amotinados más de la mitad
de los soldados que llevaba con él un navio; y
dicen que ellos mismos, por concierto que entre
el capitán y los amotinados se hizo, fué dalles
el navio en que iban para volver á la Nueva-
España; mas nunca tal es de creer, que el capi-
tán les diera licencia, sino que ellos se la toma-
ron; é ya que daban vuelta los amotinados, les
hizo el tiempo contrario y les echó en tierra,
y fueron á tomar agua, y con mucho trabajo
vinieron á Xalisco, y dieron nuevas dello, y
desde allí voló la nueva á Méjico, de lo cual le
COHQUISTA DE NUEVA-E8PANA 283
pesó mucho á Cortés; y el Diego Hurtado cor-
rió siempre la costa, y nunca se oyó decir
más del ni del navio, ni jamas pareció. Quiero
dejar de decir desta armada , pues se per-
dió; y diré eómo Cortés luego despachó otros
dos navios que estaban ya hechos en el puer-
to de Guantepeque, los cuales basteció muy
cumplidamente, asi de pan como de carne,
y todo lo necesario que en aquel tiempo se
pudo haber, y con mucha artillería y buenos
marineros , y setenta soldados y cierto res-
cate , y por capitán dellos á un hidalgo
que se decia Diego Becerra de Mendoza, de
los Becerras de Badajoz ó Mérida; y fué en
el otro navio por capitán un Hernando de
Grijalva, y este Grijalva iba debajo de la mano
deste Becerra; y fué por piloto mayor un vizcaí-
no que se decia Ortuño Jiménez, gran cosmó-
grafo ; y Cortés mandó á Becerra que fuese por
la mar en busca del Diego Hurtado, y si no le
hallase, se metiese en mar alta, y buscasen islas
y tierras nuevas, porque babiafama de ricas is-
las de perlas ; y el piloto Ortuño Jiménez cuan-
do estaba platicando con otros pilotos en las
cosas de la mar, antes que partiese para aquella
jornada, decia y prometía de les llevar á tierras
bien afortunadas de riquezas, que así las llama-
ban, y decían tantas cosas, cómo serian todos
ricos, que algunas personas lo creían ; y después
que salieron del puerto de Guantepeque, la pri-
mera noche se levantó un yicpto contrario, quo
2§4 BERNAL DÍAZ.
apartó los dos navios el uno del otro, que nunca
más se vieron \ y bien se pudieran tornar á jun-
tar, porque luego hizo buen tiempo, salvo que
el Hernando de Grijalva, por no ir debajo de la
mano de Becerra, se hizo luego á la mar y se
apartó con su navio, porque el Becerra era muy
soberbio y mal acondicionado ; y en tal paró,
según adelante diré; y también se apartó el
Hernando de Grijalva porque quiso ganar honra
por sí mismo si descubria alguna buena isla, y
metióse dentro en la mar más de ducientas le-
guas , y descubrió una isla que le puso nom-
bre Santo Tome, y estaba despoblada. De-
jemos á Grijalva y á su derrota, y volveré á
decir lo que le acaeció al Becerra con el pi-
loto Ortuño Jiménez : es que riñeron en el
viaje, y como el Becerra iba malquisto con to-
dos los más soldados que iban en la nao, concer-
tó el Ortuño, con otros vizcaínos marineros y
con los soldados con quien habia tenido palabras
el Becerra , de dar en él una noche y matarle, y
así lo hicieron, que estando durmiendo le despa-
charon al Becerra y á otros soldados ; y si no
fuera por dos frailes franciscos que iban en aque-
lla armada , que se metieron en despartillos,
más males hubiera ; y el piloto Jiménez con sus
compañeros se alzaron con el navio , y por rue-
go de los frailes les fueron á echar en tierra de
Xalisco, así á los religiosos como á otros heri-
dos ; y el Ortuño Jiménez dio vela , y fué á una
isla que la puso nombre Santa-Cruz , donde di-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 205
jeron que habia perlas y estaba poblada de in-
dios como salvajes ; y como saltó en tierra para
tomar agua , y los naturales de aquella bahía ó
isla estaban de guerra , los mataron , que no
quedaron salvo los marineros que quedaban en
el navio ; y como vieron que todos eran muer-
tos , se volvieron al puerto de Xalisco con el na-
vio, y dieron nuevas de loacaecido, y certificaron
que la tierra era buena y bien poblada y rica de
perlas; y luego fué esta nueva á Méjico, y como
Cortés lo supo, hubo gran pesar de lo acaecido;
y como era hombre de corazón que no reposaba,
con tales sucesos acordó de no enviar más capi-
tanes , sino ir él en persona ; y en aquel tiempo
tenia sacados de astillero tres navios de buen
porte en el puerto de Guantepeque ; y como le
dieron las nuevas quehabia perlas adonde mata •
ron al Ortuño Jiménez, y porque siempre tuvo en
pensamiento de descubrir por la mar del Sur
grandes poblaciones, tuvo voluntad de lo irá po-
blar, porque así lo tenia capitulado con la sere-
nísima Emperatriz doña Isabel, de gloriosa me-
moria , como ya dicho tengo, y los de Real con-
sejo de Indias, cuando su majestad pasó á Flan-
des; y como en la Nueva-España se supo que el
Marques iba en persona , creyeron que era á
cosa cierta y rica , y viniéronle á servir tantos
soldados , así de á caballo y otros arcabuceros
y ballesteros, y entre ellos treinta y cuatro ca-
sados , que se le juntaron por todos sobre tre-
cientas y veinte personas , con las mujeres ca-
286 BERNAL DÍAZ.
sadas ; y después de bien bastecidos Jos navios
de mucho bizcocho y carne y aceite , y aun di-
jeron vino y vinagre y otras cosas pertenecien-
tes para bastimento ; y llevó mucho rescate y
tres herreros con sus fraguas y dos carpinteros
de ribera con sus herramientas, y otras muchas
cosas que aquí no relato por no me detener, y
con buenos y expertos pilotos y marineros,
mandó que los que se quisiesen ir á embarcar
al puerto de Guantepeque , donde estaban los
tres navios , que se fuesen, y esto por no llevar
tanto embarazo por tierra ; y él se fué desde
Méjico con el capitán Andrés de Tapia y otros
capitanes y soldados, y llevó clérigos y religio-
sos que le decían Misa , y llevó médicos y ciru-
janos y botica ; y llegados al puerto" adonde se
habían de hacer á la vela , ya estaban allí los
tres navios que vinieron de Guantepeque ; y
como todos los soldados se vinieron juntos, con
sus caballos y á pié , Cortés se embarcó con los
que le pareció que podrían ir de la primera
barcada hasta la isla ó bahía que nombraron de
SaDta-Cruz , adonde decían que había perlas; y
como Cortés llegó con buen viaje á la isla,
que fué en el mes de Mayo de 1536 ó 7 años,
que ya no me acuerdo , y luego despachó los
navios para que volviesen los demás solda-
dos y mujeres casadas , y caballos que que-
daban aguardando con el capitán Andrés de
Tapia, y luego se embarcaron, y alzadas velas,
yendo por su derrota, dióles un temporal que
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 287
les echó cabe un gran rio, que le pusieron nom-f
bre fcan Pedro y San Pablo ; y asegurado el
tiempo, volvieron á seguir su viaje, y dióles otra
tormenta que les despartió á todos tres navios,
y el uno dellos fué al puerto de Santa-Cruz,
adonde Cortés estaba, y el otro fué á encallar y
dar al través en tierra de Xalisco ; y los soldados
que en él iban estaban muy descontentos del
viaje , y de muchos trabajos , se volvieron á la
Nueva-España, y otros se quedaron en Xalisco;
y el otro navio aportó á una bahía que llamaron
el Guayabal ; y pusiéronle este nombre porque
habia allí mucha fruta que llaman guayabas; y
como habian dado el través , tardaban tanto y
no acudían donde Cortes estaba , y les aguarda-
ban por horas , porque se les habian acabado
los bastimentos ; y en el navio que dio al través
en tierra de Xalisco iba la carne y bizcocho y
todo el más bastimento; á esta causa estaban muy
congojosos así Cortés como todos los soldados,
porque no tenían qué comer; y en aquella tierra
no cojen los naturales del maíz , que son gente
salvaje y sin policía , y lo que comen es frutas
de las que hay entre ellos , y pesquerías y ma-
riscos , y de los soldados que estaban con Cor-
tés, de hambres y de dolencias se murieron veinte
y tres , y muchos más estaban dolientes , y
maldecían á Cortés y á su isla y bahía y descubri-
miento; y cuando aquello vio , acordó de ir en
persona con el navio que allí aportó , y con cin-
cuenta soldados y con dos herreros y carpinte-
BEKNAL DÍAZ.
ros y tres calafates , en busca de los otros dos
navios f porque por los tiempos y vientos que
habían corrido , entendió que habían dado al
través; é yendo en busca dellos, halló al uno en-
callado , como dicho tengo , en la costa de Xa-
lisco, y sin soldados ningunos , y el otro estaba
cerca de unos arrecifes , y con gran trabaja y
con tornallos á aderezar y calafatear, volvió á
la isla de Santa-Cruz con sus tres navios y bas-
timento , y comieron tanta carne los soldados
que lo aguardaban , que como estaban debilita-
dos de no comer cosas de sustancia de muchos
dias atrás , les dio cámaras y tanta dolencia,
que se murieron la mitad dellos , y por no ver
Cortés delante de sus ojos tantos-males , fué á
descubrir á otras tierras , y entonces toparon
con la California , que es una bahia ; y como
Cortés estaba tan trabajado y flaco , deseábase
volver á la Nueva-España ; sino que de empa-
cho , porque no dijesen del que habia gastado
gran cantidad de pesos de oro , y no habia to-
pado tierras de provecho ni tenia ventura en
cosa que pusiese la mano, y que eran maldicio-
nes de los soldados y conquistadores verdaderos
de la Nueva-España , á este efeto no se iba ; y
en aquel instante, como la marquesa doña Jua-
na de Zúñiga, su mujer, no sabia ningunas nue-
vas , más que habia dado al través un navio en
la costa de Xalisco, estaba muy penosa, creyen-
do no se hubiese muerto ó. perdido; y luego en-
vió en su busca dos navios , los cuales uno de-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 289
líos fué en que había vuelto á la Nueva-España
el Grijalva , que había ido con el Becerra , y el
otro navio era nuevo, que lo acabaron de labrar
en Guántepegue ; los cuáles dos navios carga-
ron de bastimento lo que en aquella sazón pu-
dieron haber , y envió por capitán de) los á un
fulano de Ulloa, y escribió muy afectuosamente
al marques , su marido , con palabras y ruegos
que luego se volviese á Méjico á su Estado y
marquesado, y que mirase los hijos é hijas que
tenia, y déjase de porfiar más con la fortuna, y
se Contentase con los heroicos hechos y fama
que en todas partes hay de su persona; y asi-
mismo le escribió el Virey D. Antonio de Men-
doza muy sabrosa y amorosamente, pidiéndole
por merced que se volviese á la Nueva-España^
los cuales dos navios con buen viaje llegaron
donde Cortés estaba, y cuando vio cartas del Vi-
rey y los ruegos de la marquesa é hijos, dejó
por capitán con la gente que allí tenia á Fran-
cisco de Ulloa, y todos los bastimentos que para
él traia, y luego se embarcó, y vino al puerto
de Acapulco, y tomado tierra, á buenas jornadas
vino á Cornabaca, á donde estaba la marquesa,
con la cual hubo mucho placer; y todos los ve-
cinos de Méjico se Holgaron con su venida, y
aun el Virey y Audiencia Real; porque habia
fama qHe se decia en Méjico que se querían al-
zar todos los caciques de la Nueva-España vien-
do que no estaba en la tierra Cortés; y demás
desto, luego se vinieron todos los soldados y
37
290 BERNAL DÍAZ.
capitanes que había dejado en aquella isla ó
bahía que llaman la California ; y esto de su
Tenida no sé de qué manera fué, si ellos de
hecho se vinieron, ó el Virey y la Audien-
cia Real les dio licencia para ello; y desde á
pocos meses, como Cortés estaba algo mas re-
posado, envió otros navios bien bastecidos, así
de pan y carne como de. buenos marineros, y
sesenta soldados y buenos pilotos, y fué en ellos
por capitán el Francisco de Ulloa, otras veces
por mi nombrado; y aquestos navios que en-
vió, fué que la Audiencia Real de Méjico se lo
mandaba expresamente que los enviase, para
«cumplir Cortés lo capitulado con su majestad,
según dicho tengo en los capítulos pasados que
dello hablan. Volvamos á nuestra Telacion, y
es que salieron del puerto de la Natividad por
el mes de Junio de mil y quinientos y treinta y
tantos años, y esto de los años no me acuerdo
bien; y le mandó Cortés al capitán que corriesen
la costa adelante y acabasen de bajar la Cali-
fornia, y procurasen de buscar al capitán Diego
Hurtado, que nunca más pareció; y tardó en el
viaje en ir y venir siete meses, y sé que no hizo
Cosa que de contar sea; y volvió al puerto de
Xalisco, y den de á pocos dias que el Ulloa esta-
ba en tierra descansando, un soldado de los que
habia llevado en su capitanía le aguardó en
parte que le dio de estocadas, donde le mató; y
•n esto que he dicho paró los viajes y descubri-
mientos que el marques hizo; y aun le oí decir
C0NQUI8TA DE NUEVA-ESPAÑA. 291
muchas veces que había gastado en las armadas
sobre trecientos mil pesos de oro; y para que su
majestad le pagase alguna cosa dello, y sobre
el contar de los vasallos, determinó de ir á Cas-
tilla, y para "demandar á Ñuño de Guzman
cierta cantidad de pesos de oro de los que la
Real audiencia le hubo sentenciado al Ñuño de
Guzman que pagase á Cortés de cuando le
mandó vender sus bienes; porque en aquel tiem-
po el Ñuño de Guzman fué preso á Castilla; y si
miramos en ello, en cosa ninguna tuvo ventura
después que ganó la Nueva España, y dicen que
son maldiciones que le echaron.
CAPITULO CCI.
CÓMO EN MÉJICO SE HICIERON GRANDES F1ESTA8 Y BAN-
QUETES POR ALEGRÍA DE LAS PACES DEL CRISTIA-
NÍSIMO EMPERADOR NUESTRO SEÑOR , DE GLORIOSA
MEMORIA , CON EL REY FRANCISCO DE FRANCIA,
CUANDO LAS VISTAS DE AGUAS-MUERTAS.
En el año de 38 vino nueva á Méjico qué
el Cristianísimo Emperador nuestro señor , de
gloriosa memoria , fué á Francia , y el Rey
Francisco de Francia le hizo gran recebimiento
en un puerto que se dice Aguas-Muertas, don-
292 BERNAL DÍAZ.
de se hicieron paces y se abrazaron los Reyes
con gran amor, estando presente madama Leo-
nor , Reina de Francia , mujer del Rey Fran-
cisco y hermana del Emperador , de felice re-
cordación , nuestro señor , donde se hizo gran
golemnidad y fiestas en aquellas pace* , y por
honra y alegría dellas, el Virey don Antonio de
Mendoza y el marques del Valle y la Real au-
diencia y ciertos caballeros conquistadores hicie-
ron grandes fiestas. En esta sazón habian hecho-
amistades el marques del Valle y el Visorey
don Antonio de Mendoza , que estaban algo
amordazados sobre el contar de los vasallos del
marquesado y sobre'que el Virey favoreció mu-
cho al Ñuño de Guzman para que no pagase
la cantidad de pesos.de oro que se debia á Cor-
tés desde el tiempo que fué el Ñuño de Guzman
presidente en Méjico ; y acordaron de hacer
grandes fiestas y regocijos , y fueron tales, que
otras como ellas , á lo que á mí me parece , no
he visto hacer en Castilla, asi de justas y juegos
de cañas, correr toros, encontrarse unos caballe-
ros con otros, y otros grandes disfraces que ha-
bía ; é todo esto que he dicho no es nada para
las muchas invenciones de otros juegos , como
se solían hacer en Roma cuando entraban triun-
fando los cónsules y capitanes que habian ven-
cido batallas, y los epitafios y carteles que so-
bre cada cosa habia; y el inventor de aquellas
cosas fué un caballero romano que se decía Luis
de León, persona que decían que era de linaje
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 293
de los patricios, natural de Roma; y es, que co-
mo se acabaron de hacer las fiestas, mandó el
marques apercebir navios y matalotaje para ir
á Castilla, para suplicar á su majestad que le
mandase pagar algunos pesos de oro de los
muchos que habia gastado en las armadas que
envió á descubrir; y porque tenia pleitos con
Ñuño de Guzman, que en aquella s.azon le en-
vió preso al Ñuño de Guzman la audiencia Real
á España, y también tenia pleitos sobre el con-
tar de los vasallos; y entonces Cortés me rogó á
raí que fuese con él, y que en la corte deman-
daría mejor mis pueblos ante los señores del
Real consejo de Indias que no en la audiencia
Real de Méjico; y luego me embarqué y fui á
Castilla, y el marques no fué de ahí á dos me-
ses, porque dijo que no tenia allegado tanto oro
como quisiera llevar, y porque estaba malo del
empeine del pié, del caño que le dieron, y esto
fué en el año de 540; y porque el año pasado de
539 falleció la serenísima Emperatriz nuestra
señora, doña Isabel, de gloriosa memoria, la
cual falleció en Toledo en 1.° dia del mes de
Mayo, y fué llevado á sepultar su cuerpo á la
ciudad de Granada, y por su muerte se hizo gran
sentimiento en la Nueva-España, y se pusieron
todos los más conquistadores grandes lutos, é
yo, como regidor que era de la villa de Guaca-
cualco ó conquistador más antiguo, me puse
grandes lutos, y con ellos uí áCastilla; y llegado
á la corte, me los torné á poner mucho mayo-
294 BERNAL DÍAZ.
res, como era obligado , por la muerte de nues-
tra Reina y señora , y en aquel tiempo también
llegó á la corte Hernando Pizarro, que vino
del Perú, y fué cargado de luto, con más de
cuarenta hombres que llevaba consigo, que le
acompañaban; y también en esa sazón llegó
Cortesa la corte con luto él y sus criados, que
estaba en aquella sazón la corte en Madrid; y
los señores del Real Consejo de Indias, como
supieron que Cortés llegaba cerca de Madrid, le
mandaron salir á recebir, y le señalaron por po-
sada las casas del comendador don Juan de Cas-
tilla; y cuando algunas veces iba Cortés al Real
Consejo de Indias, salía un oidor hasta la puer-
ta donde hacían el acuerdo del Real Consejo, y
le llevaba con mucho acato á los estrados donde
estaba el presidente don Fray García de Loay-
sa, Cardenal de Sigüenza, y después fué Arzo-
bispo de Sevilla; y oidores el licenciado Gutierre
Velazquez y el Obispo de Lugo y el doctor don
Juan Bernal Diaz de Luco y el doctor Beltran; y
un poco junto de las s;llas de aquellos señores
caballeros le ponían á Cortés otra silla é le
oían; y desde entonces nunca más volvió á la
Nueva-España, porque entonces le tomaron re-
sidencia, y su majestad no le quiso dar licencia
para que se volviese á la Nueva-España, puesto
que echó por intercesores al almirante de Cas-
tilla y ai duque de Béjar y al comendador,
mayor de León; y aún también echó por inter-
cesora á la señora doña María de Mendoza, y
CONQUISTA DE NTJEVA-E8PANA . 295
nunca le quiso dar licencia su majestad; antes
mandó que ledetuvicsen hasta acabar de dar
la residencia, y nunca la quisieron concluir; y
la respuesta que le daban en el Real Consejo
de Indias era, que hasta que su majestad viniese
de Flándes de hacer el castigo de Gante, que
no podían dalle licencia. Y también en aquella
sazón al Ñuño de Guzman le mandaron dester-
rar de su tierra y que siempre anduviese en la
corte, y le sentenciaron en cierta cantidad de
pesos de oro; mas no le quitaron los indios de
su encomienda de Xalisco; y también andaba él
y sus criados cargados de luto; y como en la
corte nos veian, así al marques Cortés como al
Pizarro y al Ñuño de Guzman y todos los demás
que veniamos de la Nueva-España á negocios,
y otras personas del Perú con lutos, tenían por
chiste de llamarnos los indianos peruleros en-
lutados. Volvamos á nuestra relación: que tam-
bién en aquel tiempo á Hernando Pizarro le
mandaron echar preso en la Mota de Medina, y
entonces me vine yo á la Nueva-España, y supe
que habia pocos meses que se habían alzado en
las provincias de Xalisco unos peñoles que se
llaman Cochitlan, y que el virey don Antonio
de Mendoza los envió á pacificar á ciertos capi-
tanes, y á uno que se decia Cristóbal de Oñate,
y los indios alzados daban grandes combates á
los españoles y soldados, que de Méjico envia-
ron á demandar socorro al don Pedro de Alba-
rado, que en aquella sazón estaba en unos sus
29b BERHAL DÍAZ.
navios de una gran armada que. hizo en lo de
Guatimala para la China; y fué á favorecer á
los españoles que estaban sobre los peñoles por
mí ya nombrados, y llevó gran copia de solda-
dos, y dende á pocos dias murió por causa de un
caballo que le tomó debajo y le machucó el
cuerpo, como adelante diré. Y quiero dejar esta
plática, y traeré á la memoria dos armadas que
salieron de la Nueva-España: la una era la que
hizo el virey don Antonio de Mendoza, y la
otra fué la que hizo don Pedro de Albarado, se-
gún dicho tengo.
CAPITULO CCII.
COMO EL VIREY DON ANTONIO DE MENDOZA ENVIÓ TRES
NAVIOS Á DESCUBRIR POR LA BANDA DEL SUR EN
BUSCA DE FRANCISCO VÁZQUEZ CORONADO , Y LE EN-
VIÓ BASTIMENTOS Y SOLDADOS, QUE ESTABAN EN LA
CONQUISTA DE LA CÍBOLA. ¿
Ya he dicho en el capítulo pasado que dello
habla que el virey don Antonio de Mendoza y
la Real audiencia de Méjico enviaron á descu-
brir las siete ciudades, que por otro nombre se
llama Cibola, y fué por capitán general un hi-
dalgo que se decia Francisco Vazquez|Corona-
CONQUISTA DE NUEVA-E PAÑA. 297
do, natural de Salamanca, que en aquella sazón
se había casado con una señora que, ademas de
ser virtuosa, era hermosa, hija del tesorero
Alonso de Estrada, y en aquel tiempo estaba ei
Francisco Vázquez por gobernador, aunque se
lo habian quitado, Pues partidos por tierra coa
muchos soldados de á caballo y escopeteros y
ballesteros, habia dejado por sutcnienteen lode
Xalisco aun hidalgo que.se decia Fulano de
Oñate; y después de ciertos meses que hubo lle-
gado á las siete ciudades , pareció ser que un
fraile francisco que se decia Fray Marcos de Ni-
ca, habia ido de antes Á descubrir aquellas tier-
ras, ó fué en aquel viaje con el mismo Francisco
Vázquez Coronado, que estándose bien;y cuan-
do llegaron á las tierras de la Cíbola, y vieron
los campos tan llanos y llenos de vacas y toros
disformes de los nuestros de Castilla, y los pueblos
y casas con sobrados, y subían por escaleras,
parecióle al fraile que seria bien volver á la
Nueva-España, como luego vino , á dar relación
ai virey don Antonio de Mendoza que enviase
navios por la costa del Sur, con herraje y tiros
y pólvora y ballestas y armas de todas mane-
ras, y vino y aceite y bizcocho, porque le hizo
relación que las tierras de la Cíbola estaban en
la comarca de la costa del Sur, y que con los
bastimentos y herraje serian ayudados ei Fran-
cisco Vázquez y sus compañeros, que ya que-
daban en aquella tierra; y á esta causa envió los
tres navios que dicho tengo, y fué por capitán
3S
298 BERNAL DÍAZ.
general un Hernando de Alarcon, maestresala
que fué del mismo Virey, y fué por capitán de
otro navio un hidalgo que se dice Marcos Ruiz
de Rojas, natural de Madrid; otros dijeron que
habia ido por capitán de otro navio un Fulano
Maldonado; y porque yo no fui en aquella ar-
mada, mas de por oidas lo digo desta manera;
y fueron dadas todas las instrucciones á los pi-
lotos y capitanes de lo que habían de hacer y
cómo se habian de regir y navegar.
CAPITULO CC111,
Di UNA MUY GRANDE ARMADA QUE HIZO EL ADE-
LANTADO DON PEDRO DE ALB ARADO EN EL AÑO
DE 1537.
Razón el que se traiga á la memoria y no
quede por olvido una muy buena armada que el
Adelantado don Pedro de Albarado hizo ei año
de 1537 en la provincia de Guatimala , donde
era gobernador , y en un puerto que se dice
Acaxatla, en la banda del Sur, y fué para cum-
plir ciertas capitulaciones que con su majestad
hixo la segunda vez que volvió á Castilla, y vino
casado con una señora que se decía doña Bea-
trií de la Cueva ; y fué el concierto que se ca-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 299
pituló con su majestad, que el Adelantado pusie-
se ciertos navios y pilotos y marineros y solda-
dos y bastimentos , y todo lo que hubiese me-
nester, á su costa , para enviar á descubrir por
la via del poniente á la China ó Malucos ó otras
cualesquier islas de la Especeria, y para lo que
descubriese, su majestad le prometió en las mis-
mas tierras que le haria ciertas mercedes y da-
ría renta en ellas ; y porque yo no he visto lo
capitulado , me remito á ello , y por esta causa
lo dejo de poner en esta relación. Y volviendo á
nuestra materia , y es que , como siempre el
Adelantado fué muy servidor de su majestad,
lo cual se pareció en las conquistas de la Nue-
va-España é ida del Pirú , y en todo puso su
persona, con cuatro hermanos suyos, que sirvie-
ron á su majestad en lo que pudieron; y en esto
de ir á lo del Poniente con buena armada , se
quiso aventajar á todas las armadas que hizo el
marques del Valle ; de las cuales tengo hecha
larga re.acion en los capítulos que dello hablan;
y esto que digo es porque, puso en la mar del
Sur trece navios de buen porte, y entre ellos una
galera y un patache, y todos muy bien basteci-
dos, asi de pan como de carne y pipas de agua, y
todo bastimento que en aquella sazón pudieron
haber, y muy bien artillados, y con buenos pilo*
tos y marineros, los que habían menester. Pues
para hacer tan pujante armada , y estando tan
apartados del puerto de la Veracruz , que son
más de ducientas leguas hasta donde se J»-
300 BSRNAL DÍAZ.
braron los navios , que en aquella sazón de la
Veracruz se trajo el hierro para la clavazón y
anclas y pipas , y otras muchas cosas pertene-
cientes para aquella flota , gastó en ella más
millares de pesos de oro que cnCastilla se pudie-
ran gastar aunque se labraran en Sevilla ochen-
ta navios ; y fueron tantos los gastos que hizo,
que no le bastó la riqueza que trajo del Pirú,
ni el oro que le sacaban de las minas en la pro-
vincia de Guatimala, ni los tributos de sus pue-
blos, ni lo que le presentaron sus deudos y ami-
gos y lo que tomó fiado de mercaderes ; é ya
que en aquella ocasión se quisiera ayudar de
traer anclas é hierro y otras muchas cosas per-
tenecientes para los navios, desde el Puerto de
Caballos no venían navios ni mercaderes, ni se
trataba aquel puerto en aquella sazón como
ahora. Volvamos á nuestra relación: que aún
no es nada los pesos de oro que gastó en los
navios para lo que dio á capitanes y alférez y
maeses de campo y á seiscientos y cincuenta
soldados, y los muchos caballos que entonces
compró, que valíanlos buenos á trecientos pe-
sos, y los comunes á ciento y cincuenta y á du-
cientos; pues arcabuces y pólvora y ballestas
y todo género de armas fueron tan excesivos
gastos , los cuales se podrán colegir; y fueron
tan altos los peasamientos que tuvo de hacer
gran servicio á su majestad, y descubrille por
el Poniente la China ó Malucos y Especería,
y aún de conquistar algunas islas della, y á lo
C0N&UI8TA DE NUEVA-ESPANA. 30 1
menos dar tfaza que por la parte de su gober-
nación hubiese el trato della, pues que aven-
turaba toda su hacienda y persona. Pues ya
puesto á punto sus naos para navegar, y en
cada una sus estandartes Reales, y señalados
pilotos y capitanes, y dadas las instrucciones de
lo que habian de hacer y derrotas que habían
de llevar, y las señas de los faroles para de no-
che, y á todos los soldados, como dicho tengo,
que fueron sobre seiscientos y cincuenta, con
másde duciíntos caballos; y después de oido
Misa del Espíritu Santo, el mismo Adelantado
por capitán general de toda su armada, dan ve-
las en ciertos dias del año de 153S, y fué nave-
gando por su derrota hasta el puerto de la Puri-
ficación, que es en la provincia de Xalisco, por-
que en aquel puerto babia de tomar agua y más
soldados y bastimento. Pues como supo el Virey
D. Antonio de Mendoza desta tan pujante ar-
mada, que para en estas partes era muy gran-
de., y de los muchos soldados y caballos y arti-
llería que llevaba, tuvo por muy gran cosa de
cómo pudo juntar y armar trece navios en la
costa del Sur, y allegar tantos soldados, estan-
do tan apartado del puerto de la Veracruz y de
Méjico: es cosa de pensar en ello á las personas
que tienen noticia destas tierras y saben los
gastos que hacen . Pues como el Virey D. Antonio
de Mendoza supo y se informó que era para des-
cubrir la China, y alcanzó á saber de pilotos y
cosmógrafos a ue se podia descubrir muy bien
302 BERNAL DÍAZ.
por ct Poniente, y se lo certificó un deudo suyo
que se decia Villalobos, que sabia mucho de al-
turas y del arte de navegación, acordó de es-
cribir desde Méjico al Adelantado con ofertas y
buenos prometimientos para que se diese orden
en que la armada hiciese compañía con él:
para lo efetuar fueron á hacer el concierto
D. Luis de Castilla y un mayordomo mayor
del Virey., que se decia Agustín Guerrero; y
después que el Adelantado vio los recaudos
que llevaban para hacer concierto, y bien plati-
cado sobre el negocio, se concertó que se vie-
sen el Virey y el Adelantado en un pueblo que
se dice Chiribitio, que es en la provincia de
Mechoacan, que era déla encomienda de un Juan
de Albarado, deudo del mismo Adelantado; y
como el Virey supo adonde se habían de ver,
fué en posta desde Méjico al pueblo por mí
nombrado, donde estaba el Adelantado aguar-
dando al Virey para hacer la plática, y allí se
vieron, y concertaron que fuesen entrambos á
dos á ver la armada, y luego fueron, y cuando
lo hubieron visto, se volvieron á Méjico, para
desde allí enviar capitán general de toda la flo-
ta; y el Adelantado quería que fuese un deudo
suyo por general, que se decia Juan de Albara-
do (no digo por el de Chiribitio, sino otro su so-
brino), que tenia indios en Guatimala; y el Vi-
rey quería que fuese juntamente con él un Fu-
lano Villalobos; y en este tiempo tuvo mucha
n&cesidad el Adelantado de venir ¿ su* goberna-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 308
cion de Guatimala á cosas que le convenían, y
lo dejó todo aparte por estar presente en su ar-
mada, y fué al puerto de la Natividad por tier-
ra, donde en aquella sazón estaban todos sus
navios y soldados, para que por su mano fuesen
despachados; é ya que estaban para se hacer á
la vela, le vino una carta que le envió un Cris-
tóbal de Oñate, que estaba por teniente de go-
bernador de aquella provincia de Xalisco, por
ausencia de Francisco Vázquez Coronado, que
habia ido por capitán alas siete ciudades que lia
man de Cibola, como dicho tengo en el capítulo
que del lo habla; y lo que el Oñate en la carta le
decía, era que, pues en todo era gran servidor de
su majestai, en este caso que ahora ha ocurrido
9e parecerán muy mejor sus servicios; que por
amor de Dios, que luego con brevedad le vaya á
socorrer con su persona y soldados y caballos
y arcabuceros, porque está cercado en partes
que si no son socorridos no se podrá defender de
muchas capitanías de indios guerreros que es-
tán en unas fuerzas y peñoles que se dicen de
Cochitlan, y que han muerto á muchos españo-
les de los que estaban en su compañía, y se te-
mia no le acabasen de desbaratar; y le significó
en la carta otras muchas lástimas, y que á salir
los indios de aquellos peñoles é fortaleza vito-
riosos, la Nueva-España estaba en gran peli-
gro. Y como ol Adelantado vio la carta, y en
ella las palabras que dicho tengo, y otros es-
pañoles le dijeron en el peligro en que estaban,
304 BÉKNAL DÍAZ.
luego mandó juntar sus soldados, así de caballo
como arcabuceros y ballesteros, y fué en posta
á hacer aquel socorro, y cuando llegó al real
estaban tan afligidos los cercados, que si no
fuera por él, según se vio, los mataran los in-
dios, y con su llegada aflojaron algo, y no que
dejasen de dar muy bravosa guerra; y estando
peleando entre unos peñoles un soldpdo, pare-
ció ser que el caballo en que iba se le derris-
có, y vino rodando por el peñol abajo con tan
gran furia y saltos por donde el Adelantado es-
taba, que no se pudo apartar á cabo ninguno,
sino que el caballo le encontró de arte, que le
trató mal y le quebrantó todo el cuerpo , por-
que le tomó debajo, y fué de tal manera, que se
sintió muy malo, y para guarecelle y curallo,
creyendo que no fuera tanto el quebramiento,
le llevaron en andas á curar á una orilla, que
era la más cercana de aquellos peñoles, que se
dice la Purificación; é yendo por el camino se
comenzó á pasmar, y llegado á la villa, de ahí
á pocos dias, después de se haber confesado y
comulgado, dio el á cima á Dios nuestro Señor,
que la crió. Algunas personas dijeron que hizo
testamento, y no ha parecido.
Falleció aqueste caballero por sacalle luego
del real, que si de allí no le sacaran y le cura-
ran como era razón, no se pasmara; y á todas
las cosas que Nuestro Señor hace y ordena dé-
jaosle muchas gracias y loores por ello; pues ya
es fallecido, perdónele Dios. En aquella villa le
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 305
enterraron con la mayor pompa qwe pudieron; y
después he oido decir que Juan de Albarado, el
encomendero de Chiribitio, llevó sus huesos de
donde estaban enterrados al mismo pueblo de su
encomienda, y mandó hacer muchas honras y
Misas y limosnas por su ánima. Pues como se
supo su muerte en el real de Cochitlan y en su
flota y armada, como no habia capitán general
ni cabeza que los mandase, muchos de los sol-
dados se fueron cada uno por su parte con las
pagas que les dieron, y cuando á Méjico llegó
esta nueva, todos los más caballeros, juntamen-
te con el Virey, la sintieron; y como faltó el
Adelantado, luego en posta envían por el Virey
para que les vaya á socorrer, y el Virey no pudo
ir luego, y envió al licenciado Maldonado, é
hizo lo que pudo en aquel socorro; y luego fué
el Virey y llevó todos los soldados que pudo
allegar, y quiso Dios que venció á los indios de
los peñoles, y desbaratados, se volvieron á Mé-
jico á cabo de muchos dias que en esta guerra
estuvieron con gran trabajo. Dejemos aquel so-
corro que el Adelantado hizo, pues á todos loa
cercados ayudó, y él murió del arte que ya he
dicho; é quifro decir que, como se supo enGua-
timala de su muerte, la tristeza y lloros que
hubo en su casa, y su querida mujer doña Bea-
triz de la Cueva rompía la cara y se mesaba los
cabellos, juntamente con sos damas y doncellas
que tenia para casar; pues su amada hija y
señores hijos , y Un caballero , yerno suyo,
306 BE FIN AL DÍAZ.
que se dice don Francisco de la Cueva, primo
segundo del duque de Alburquerque, que de-
jaba por gobernador de aquella provincia,
tuvieron mucho pesar , y to os los vecinos
conquistadores hicieron sentimiento y le hicie-
ron solenes honras, porque el Obispo don Fran-
cisco Marroquin, de buena memoria, sintió mu-
cho su muerte, y con toda la clerecía y cera y
pompa que pudieron rogaban á Dios por su áni-
ma cada día; y en esto de las honras puso el
Obispo gran solicitud. ¥ también quiero decir
que un mayordomo del Adelantado, por mos-
trar mas tristeza por la muerte de su señor,
mandó que se entintasen todas las paredes de
las casas con un betún de tinta que no se pudie-
se quitar. Y también oí decir que muchos caba-
lleros iban á consolar a la señora doña Beatriz
de la Cueva, mujer del Adelantado, porque no
tomase tanta tristeza por su marido, y le decian
que diese gracias á Dios, pues que dello fué ser-
vido ; y e.la, como buena cristiana, decia que así
se las daba ; y como las mujeres son tan lasti-
mosas por lo que bien quieren, y que deseaba
morirse y no estar en este triste mundo con
tantos trabajos : traigo aquí esto á la memoria
por lo que el coronista Francisco López de Go-
mera dice en su Corónica, que dijo aquella
señora que ya no tenia nuestro Señor Jesu-
cristo en qué más mal la pudiese hacer de
lo hecho , y por aquella blasfemia fué ser-
vido o^ue desde á pocos días vino en esta ciu-
C0NQUI8TA DE HUEVA-ESPAÑA. 307
dad una tormenta y tempestad de agua y
cieno y piedras muy grandes y maderos muy
gordos, que descendió de un volcan que está me-
dia legua de Guatimala,que derribó toda la ma-
yor parte de las casas donde vi via aquella seño-
ra, mujer del Adelantado, estando en una recá-
mara rezando con sus damas y doncellas, que
las tomo á todas debajo, y las más se ahogaron.
Y en las palabras que dijo el Gómora que habia
dicho aquella señora, no pasó como dice, sino
como dicho tengo; y si nuestro Señor Jesucristo
fué servido de la llevar deste mundo, fué secre-
to de Dios; de la cual avenida y terremoto diré
adelante en su tiempo y lugar; y quiero ahora
referir otras cosas que son muy de notar: que
con haber servido el Adelantado tan bien á su
majestad, y con sus cuatro hermanos, que se
decían Jorge, Gonzalo y Gómez y Juan, y to-
dos Albarados, cuando falleció, como dicho ten-
go, no les quedaron a sus hijos é hijas ningunos
pueblos de los que tenia en su encomienda, ha-
biéndolos él ganado y conquistado, y haber ve-
nido á descubrir esta Nueva-España con Juan
de Grijalva y después con Cortés. Pues digamos
agora adonde murieron él y sus hijos y mujer y
hermanos, que es cosa de mirar en ello. Ya he
dicho que murió en lo de Achitlan, y su herma-
no Jorge de Albarado en la viUa de Madrid,
yendo á suplicar á su m.-i je^tad le gratificase
sus servicios, y esto fué en el año de 1540; y el
Gotets de Albaratfcí et» el Prrú ; el Gtmsaio <fe
308
BERNAL DÍAZ.
Álbarado no se me acuerda si murió en Guaxaca
ó en Méjico; el Juan de Álbarado yendo á la isla
de Cuba á poner cobro en la hacienda que dejó
en aquella isla. Pues sus hijos, el mayor, que
se decía don Pedro, fué á Castilla en compañía
de un su tío que se decía Juan de Álbarado
el mozo, vecino que fué de Guatimala, c iba
á besar los pies del Emperador nuestro señor y
traerle á la memoria los servicios de su padre;
y nunca más se supo nueva dellos, porque cre-
yeron que se perdieron en la mar ó los cautiva-
ron moros. Pues don Diego, el hijo menor, como
se vio perdido, volvió al Pirú , y en una batalla
murió. Pues doña Beatriz, su mujer, ya he dicho
dos veces cómo la tormenta la llevó deste mun-
do , á ella y á otras señoras que estaban en su
compañía. Tengan agora más cuenta los curio-
sos letores desto que aqui tengo referido, y mi-
ren que el Adelantado murió sólo sin su querida
mujer y amadas hijas, y la mujer sin su querido
marido, y los hijos el uno yendo á Castilla y el
otro en una batalla en el Pirú , y los hermanos
segrun y de la manera que dicha tengo. Nuestro
Señor Jesucristo los lleve i su santa gloria,
amen. Agora nuevamente se han hecho en esta
ciudad de Guatimaia dos sepulcros juntos al
altar de la santa iglesia mayor para traer los
huesos del Adelantado don Pedro de Álbara-
do, que están enterrados en el pueblo de Chiri-
bítio, y traídos que sean á esta ciudad , enter-
raras er» el un sepulcro , f(Á otro afepttícro es
V
CONQUISTA DE NUEVA-ESPADA. ¿09
para que cuando Dios nuestro Señor sea servido
llevar desta presente vida á don Francisco de
la Cueva y á doña Leonor de Albarado , su mu-
jer, é hija del mismo Adelantado, enterrarse en
ellos; porque á su costa traen los huesos de
su padre y mandaron hacer el sepulcro en la
santa iglesia , como dicho tengo. Dejemos esta
materia, y volveré á decir en lo que paró la ar-
mada , y es , que después que murió , como he
referido, dende á un año , poco más ó menos
tiempo, el Virey don Antonio de Mendoza man-
dó que tomasen ciertos navios , los mejores y
más nuevos de los trece que enviaba el Adelan-
tado á descubrir la China por la banda del Po-
niente , y envió por capitán da los navios á un
su deudo , que se decia Fulano de Villalobos , y
que se fuese la mesma derrota que tenia con-
certado de enviar á descubrir; y en lo que paró
este viaje yo no lo sé bien t y á esta causa no
doy más relación dello; y también he oido de-
cir que nunca los herederos del Adelantado co-
braron cosa ninguna , ansi de navios como de
bastimento , sii.o que todo se perdió. Dejemos
esta materia, é diré lo que Cortés hizo,
310 BERKAL DÍAZ.
CAPITULO CC1V.
DE LO QUE EL MARQUES DEL VALLE HIZO DESDE QUE
ESTABA EN CA8TILLA.
Como su majestad volvió á Castilla á hacer el
castigo de Gante, é hizo la gran armada para ir
sobre Argel, le fué á servir en ella el marques del
Valle , y llevó en su compañía á su hijo el ma-
yorazgo : también llevó á don Martin Cortés, el
que hubo en doña Marina , y llevó muchos es-
cuderos y criados y caballos , y gran copia y
servicio , y se embarcó en una buena galera, en
compañía de don Enrique Enriquez;y como
Dios fué servido hubiese tan recia tormenta, se
perdió casi que toda la Real armada ; también
dio al través la galera en que iba Cortés, y es-
capó él y sus hijos y todos los más caballeros
qué en ella iban , con gran riesgo de sus perso*
sonas ; y en aquel instante , como no hay tanto
acuerdo como debía haber , especialmente vien-
do la muerte al ojo, dijeron muchos de los cria-
dos de Cortes que le vieron que se -.tó en unos
paños revueltos al brazo y en el paño ciertas jo-
yas de piedras muy riquísimas que llevaba como
grpn señor, como se suele decir, para no me-
nester, y con la revuelta del salir en salvo de la
gatera, y ctm ia mucha multitud de *eaw aue
CONQUISTA DE NÚEVA-E8PANA . 311
habia, se le perdieron todas las joyas y piedras
que llevaba, que, á lo que decian, valian mu-
chos pesos de oro. Y volve. é á decir de la gran
tormenta y pérdida de caballeros y soldados
que se perdieron. Aconsejaron á su majestad
los capitanes y maestres de campo que eran del
Real consejo de guerra, que luego alzase el
cerco y real de sobre Argel, y se fuese por Bu-
jía, pues que veian que nuestro Señor Dios fué
servido dalles aquel tiempo contrario, y no se
podia hacer más de lo hecho; en el cual acuerdo
y consejo no llamaron á Cortés para que diese
su parecer; y de que lo supo, dijo que si su ma-
jestad era servido, que él entendía, coa el ayu-
da de Dios y con la buena ventura de nuestro
César, que con los soldados que estaban en el
campo, de tomar á Argel; y también dijo á
vueltas destas palabras muchos loores de sus
capitanes y compañeros que nos hallamos con
¿1 en la conquista de Méjico, diciendo que fui-
mos para sufrir hambres y trabajos, y que do
quiera que les llamase nocía con ellos heroi-
cos hechos, y que heridos y entrapajados no
dejaban de pelear y tomar cualquier ciudad
y fortaleza , aunque sobre ello aventurasen
á perder las vidas; y como muchos caballeros
le oyeron 'aquellas palabra^ dijeron á su-ma-
jesta 1 que fuera bien haberle llamado á con-
sejo de guerra, y que se tuvo á descuido no
haberle llamado; otros caballeros dijeron que
si no fué ilutado foé porque «entntn en el war-
312 BERMA!. DÍAZ.
ques que seria de contrario parecer, y aquel
tiempo de tanta tormenta no daba lugar á mu-
chos consrjeros , salvo que su majestad y
los más caballeros de la Real armada se pusie-
sen en salvo, porque estaban en muy gran peli-
gro, y que el tiempo andando, con el ayuda de
Dios volverían á poner cerco á Argel; y ansí,
se fueron por Bujía. Dejamos esta materia, y
diré cómo volvieron á Castilla de aquella traba-
josa jornada Y como el marques estaba muy
cansado, ansí^de estar en Castilla en la corte y
haber venido por Bujía, é ya era *iejo, quebran-
tado del camino ya por mí dicho, deseaba en
gran manera volver á la Nueva-España si le
dieran licencia; y como había enviado á Méjico
por su hija la mayor, que se decia doña María
Cortés, que tenia concertado de la casar Con
D. Alvaro Pérez Osorio, hijo del marques de
Astorga y herederc del marquesado, y le había
prometido sobre cien mil ducados de oro en
casamiento, y otras muchas cosas de vestidos y
joyas, y vico á recibirla á Sevilla; y este ca-
samiento se desconcertó, según dijeron muchos
caballeros, por culpa do D. Alvaro Pérez
Osorio ; de que el marques recibió tanto
enojo, que de calenturas y cámaras que tuvo
recias estuvo al cabo; y andando con su dolen-
cia, que siempre empeoraba, acordó salir de
Sevilla por quitarse de muchas personas que
le importunaban en negocios, y se fué á Cas-
tilteja da' la Cuesta pura allí entsntíer on
COHQUISTA DE NT7EVA-E PANA. 313
su alma y ordenar su testamento; y cuando
lo hubo ordenado como convenia, y haber re-
ceñido los santos Sacramentos , fué nuestro
Señor Jesucristo servido de lie val le deste
trabajoso mundo, y murió en 2 dias del mes
de Diciembre de 1547 años, y llevóse su cuer-
po á enterrar con grande pompa y muchos lu-
tos y clerecía, y grande sentimiento de muchos
caballeros, y fué enterrado en la capilla de los
duques de Medina-Sidonia; y después fueron
traídos sus huesos á la Nueva-España, y están
en un sepulcro en Guyoacan ó en Tezcuco; esto
no lo sé bien; porque ansí lo mandó en su testa-
mento. Quiero decir la edad que tenia, á loque
á mí se me acuerda; lo declararé por esta cuen-
ta que diré: en el año que pasamos con Cortés
dende Cuba á la Nueva-España fué el de 519
años, y entonces solia decir, estando en conver-
sación de todos nosotros los compañeros que
con él pasamos, que habia treinta y cuatro
años, y veinte y ocho que habian pasado hasta
que murió, que son sesenta y dos años. Las hi-
jas é hijos que dejó legítimos fué don Martin
Cortés, marques que agora es, y doña María
Cortés, la que he dicho que estaba concertada
en el casamiento con don Alvaro Pérez Osorio,
heredero del marquesado de Astorga; que des-
pués casó esta doña María con el conde de Lu-
na, de León; y á doña Juana, que casó con don
Hernando Enriquez, que ha de heredar el mar-
quesado de Tarifa, y á doña Catalina de Are-
40
314 - BERTUL DÍAZ.
llano, que murió en Sevilla; y más digo, que
las llevó la señora marquesa doña Juana de Zú-
ñiga, su madre, ¿Castilla cuando vino por ellas
un fraile de Santo Domingo, qué áe dice fray
Antonio de Zúñiga, el cual fraile era hermano
de la misma marquesa; y también se casó otra
señora doncella que estaba en Méjico, que se
decia doña Leonor Cortés, con un Juanes de
Tolosa, vizcaino, persona rica, que tenia sobre
cien mil pesos y unas buenas minas de plata;
[ del cual casamiento tuvo mucho enojo el mar-
ques el mozo, que vino á la Nueva-España; y
también tuvo dos hijos varones bastardos, que
se decían don Martin Cortés, que fué comenda-
dor de Santiago; este caballero hubo en doñas
Marina la lengua; é á don Luís Cortés, que tam-i
bien fué comendador de Santiago, que hubo ei
otra señora que se decia doña Fulana de Her-
mosilla; y hubo otras tres hijas bastardas; lí
una hubo en una indiana de Cuba que se decia
doña Fulana Pizarro, y la otra en otra, indianii
mejicana; y sé yo que estas señoras doncella
tenían buen dote, porque dende niñas les di
buenos indios, que fueron unos pueblos que s
dicen Chinanta,.y en el testamento y manda
que hizo, yo no lo sé bien, mas tengo en mí que
como sabio, lo haria bien, y tuvo mucho tiemp¡
para ello, y como era viejo, que lo haria co¡
mucha cordura y mandaría descargar su con?
ciencia; y mandó qne hiciesen un hospital
Méjico, y también mandó que en una su vill
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 315
que se dice Cuyoacan, que está obra de dos le-
guas de Méjico, que se hiciese un monasterio
de monjas, y que le trajesen sus huesos á la
Nueva-España; y dejó buenas rentas para cum-
plir su testamento, y las mandas fueron muchas
y buenas y de muy buen cristiano; y por excu-
sar prolijidad no lo declaro, é también por no
me acordar de todas, aquí no las relato. La le-
tra y blasón que traia en sus armas é reposte-
ros fueron de muy esforzado varón y confor-?
me á sus heroicos hechos, y estaban en latín,
y como yo no sé latin, no lo declaro; y traia en
ellos siete cabezas de Reyes presos en una ca-
dena, é á lo que á mí me parece, según vi y en-
tiendo, fueron los Reyes que agora diré: Mon-
tezuma, gran señor de Méjico, é Cacamaizia,
su sobrino de Montezuma , que también fué
gran señor de Tezcuco, é áCoadlabaca, que an-
simismo era señor de Iztapalapa y de otros pue-
blos, y al señor de Tacuba é al señor de Cuyoa-
can, é á otro gran cacique de dos provincias que
se decian Tulapa, junto á Matalcingo. Este que
dicho tengo, decian que era hijo de una su her-
mana de Montezuma, y muy propincuo heredera
de Méjico; y el postrer Rey fué Guatemuz, el
que nos dio guerra é defendía la ciudad cuando
la ganamos á ella y á sus provincias; y estos
siele grandes caciques son los que el marques
traia en sus reposteros y blasones por armas,
porque de otros Reyes yo no me acuerdo que
se hubiesen preso que fuesen Reyes, como di-
316 BERNA L DÍAZ.
cho tengo en el capítulo que dello habla; pasa-
ré adelante, y diré su proporción y condición de
Cortés. Fué de buena estatura y cuerpo y bien
proporcionado y membrudo, y la color de la cara
tiraba algo á cenicienta, é no muy alegre; y si
tuviera el rostro más largo, mejor le pareciera;
¡os ojos en el mirar amorosos, y por otra gra-
ves; Tas barbas tenia algo prietas y pocas y rasas,
y el cabello que en aquel tiempo se usaba era
de la misma manera que las barbas, y tenia el
pecbo alto y la espalda de buena manera, y era
cenceño y de poca barriga y algo eptevado, y
las piernas y muslos bien sacados, y era buen
jinete y diestro de todas armas , ansí á pié;
como i caballo , y sabia muy bien menear-
las , y sobre todo , corazón y ánimo, que es
loque hace al caso. Oí decir que cuando man-
cebo, en la isla Española fué algo travieso so-
bre muieres, é que se acuchillaba algunas veces,
con hombres esforzados y diestros, y siempre
salió con vitoria; y tenia una señal de cuchilla-
da cerca de un bezo debajo, que si miraban bien
en ello, se le parecía, mas cubríanselo las bar-
bas* la cual señal le dieron cuando andaba en:
aquellas quistiones. En todo lo que mostraba,
ansí en su presencia y meneo como en pláticas y¡
conversación, y en comer y en el vestir, en todo:
daba señales de gran señor. Los vestidos que
ge ponia eran según el tiempo y usanza, y no sá
le daba nada de no traer muohas sedas ni da-
jnascos ni rasos, sino llanamente y muy pulido;
*M
CONOUISTA DK NUEVA-ESPANA. 317
di tampoco traia cadenas grandes de oro, salvo
una cadenita de oro de primera hechura, con un
joyel con la imájen de nuestra Señora la virgen
Santa María, con su Hijo precioso en los brazos,
y con un letrero en latin en lo que era de nues-
tra Señora, y de la otra parte del joyel el señor
San Juan Bantista con otro letrero; y también
traia en el dedo un anillo muy rico con un dia-
mante; y en la gorra, que entonces se usaba de
terciopelo, traia una medalla, y no me acuerdo
el rostro que en la medalla traia figurado la le-
tra del; mas después, el tiempo andando, siem-
pre traia gorra de paño sin medalla. Servíase
ricamente, como gran señor, con dos maestre-
salas y mayordomos y muchos pajes, y todo el
servicio de su casa muy cumplido, é# grandes
vajillas de plata y de oro. Comia á medio día
bien, y bebia una buena taza de vino aguado,
que cabria un cuartillo , y también cenaba,
y no era nada regalado ni se le daba nada
por comer manjares delicados ni costosos, sal-
vo cuando veia que habia necesidad que se
gastase ó los hubiese menester. Era muy afa-
ble con todos nuestros capitanes y compañe-
ros, especial con los que pasamos con él de
la isla de Cuba la primera vez; y era latino,
y oí decir que era bachiller en leyes , y cuando
hablaba con letrados y hombres latinos , res-
pondía á lo que le decian en latin. Era algo
poeta , hacia coplas en metros y en prosa ; y en
lo que platicaba lo decía muy apacible y con
318 BERNAL DÍAZ.
muy buena retórica , y rezaba por las mañanas
én unas horas , é oia Misa con devoción ; tenia
por su muy abogada á la Virgen Maria nuestra
Señora , la cual todo fiel cristiano la debemos
tener por nuestra intercesora y abogada ; y
también tenia á señor San Pedro , Santiago , y
al señor San Juan Bautista , y era limosnero.
Cuando juraba decia : aEn mi conciencia;» y
cuando se enojaba con algún soldado délos
nuestros sus amigos le decia : a ¡Oh , mal pese á
vos!» Y cuando estaba muy enojado se le hin-
chaba una vena de la garganta y otra de la
frente > y aun algunas vecjes , de muy enojado,
arrojaba una manta , y no decia palabra fea ni
injuriosa á ningún capitán- ni soldado ; y era
muy sufrido, porque soldados hubo desconside-
rados que decían palabras muy descomed id as, y
no les respondía cosa muy sobrada ni mala ; y
aunque había materia para ello, lo más que les
decia era : «Callad , ó idos con Dios , y de aquí
adelante tened más miramiento en lo que dijé-
redes, porque os costará caro por ello , é os
haré castigar.» Era muy porfiado , en especial
en cosas de la guerra , que , por más consejo y
palabras que le decíamos sobre cosas desconsi-
deradas de combates que nos mandaba dar cuan-
do rodeamos los pueblos grandes de la lagu-
na, y en los peñoles que agora llaman del Mar-
ques, le dijimos que no subiésemos arriba en unas
fuerzas y peñoles^ sino que les tuviésemos cerca-
dos, por causa de las muchas galgas que dende lo
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 319
alto déla fortaleza venían derriscando , que nos
echaban, porque era imposible defendernos del
golpe é ímpetu con que venían, y era aventu-
rarnos todos á morir, porque no bastaría es-
fuerzo ni consejo ni cordura; y todavía porfió
contra todos nosotros , y hubimos de comenzar
á subir, y corrimos harto peligro, y murieron
diez ó doee soldados, y todos los más salimos
descalabrados y heridos, sin hacer cosa que de
contar sea hasta que mudamos otro consejo. Y
demás desto, en el camino que fuimos á las Hi-
gueras ó á lo de Cristóbal de Olí cuando se alzó
con la armada, yo le dije muchas veces que fué-
semos por las sierras, y porfió que mejor era
por la costa; y tampoco acertó, porque si fuéra-
mos por donde yo decía, era toda la tierra po-
blada. Y para que bien la entienda quien lo ha
andado, es de Guacacualco, camino derecho de
Chiapa, y de Chiapa á Guatimala, y de Guati-
mala á Naco, que es adonde en aquella sazón
estaba el Cristóbal de Olí. Dejemos esta plática,
y diré que cuando luego venimos con nuestra
armada á la Villa-Rica y comenzamos á hacer
la fortaleza, el primero que cavó y sacó tierra
en los cimientos fué Cortés , y siempre en las
batallas le vi que entraba en ellas juntamente
con nosotros. Comenzaré á decir en las batallas
de Tabasco, que él fué por capitán de los de á
caballo y peleó muy bien. Vamos á la Villa-Ri-
ca, ya he dicho acerca de lo de la fortaleza.
Pues en dar, como dimos, con trece navios al
320 BEftNAL DÍAZ.
través por consejo de nuestros valerosos capi-
tanes y fuertes soldados, y no como lo dice Gó-
mora. Pues en las guerras de Tlascala, en tres
batallas se mostró muy esforzado capitán. Y en
la entrada de Méjico con cuatrocientos solda-
dos, cosa es de pensar en ello, y más tener atre-
vimiento de prender al gran Montezuma dentro
de sus palacios , teniendo tan grandes números
de guerreros, y también digo que lo prendimos
por consejo de nuestros capitanes y de todos
los más soldados. Y otra cosa , que no es de ol-
vidar de la memoria, el quemar delante de sus
palacios á capitanes del Montezuma porque
fueron en la muerte de un nuestro capitán que
se decia Juan de Escalante , y de otros siete
soldados ; de los cuales capitanes indios no me
acuerdo sus nombres ; poco va en ello , que no
hace á nuestro caso. Y también qué atrevimien-
to y osadia fué que con dádivas y joyas de oro,
y por buenas mañas y ardides de guerra que se
dio contra Panfilo de Narvaez, capitán de Diego
Yelazquez , que traia sobre mil y trescientos
soldados , contados en ellos hombres de mar , y
traía noventa de á caballo y otros tantos ba-
llesteros, y ochenta espingarderos , que ansi se
llamaban; y nosotros con ducientos y sesenta y
seis compañeros , sin caballos ni escopetas ni
ballestas , sino solamente nuestras picas y es-
padas y puñales y rodelas , los desbaratamos, y
prendimos á Narvaez. Pasemos adelante , y
quiero decir que cuando entramos otra vez en
C0NQUI8TA DE NUEVA-ESPAÑA* 321
Méjico al socorro de Pedro de Albarado , y án=
tes que saliésemos huyendo cuando subimos al
cu de Huichilóbos, vi que se mostró muy varón,
puesto que no nos aprovecharon nada sus va-
lentías ni las nuestras. Pues en la derrota y
muy nombrada guerra de Obtumba, cuando nos
estaban esperando toda la fior y valientes guer-
reros mejicanos y todos sus sujetos para nos
matar alli. También se mostró muy esforzado
cuando dio un encuentro al capitán y alférez de
Guatemuz, que le hizo abatir sus banderas y
perder el gran brio de su valeroso pelear de
todos sus escuadrones, con tanto esfuerzo como
peleaban, y después de Dios , nuestros esforza-
dos capitanes que le ayudaban , que fué Pedro
de Albarado é Gonzalo de Sandoval , y Cristó-
bal de Olí y Diego de Ordá3, é Gonzalo Domín-
guez y un Lares é Andrés de Tapia , y otros
esforzados soldados que aqui no nombro, de los
que no teníamos caballos y de los de Naryaez,
también ayudaron muy bien ; y quien luego
mató al capitán del estandarte fué un Juan de
Salamanca, natural de Ontiveros , y le quitó un
rico penacho , y se le dio á Cortés. Pasemos
adelante , y diré que también se halló Cortés
juntamente con nosotros en una batalla bien
peligrosa en lo de Iztapalapa , y lo hizo como
buen capitán. Y en lo de Suchimileco , cuando
le derribaron los escuadrones mejicanos de!
eab3llo , y le ayudaron ciertos tlascaltecas
nuestros amigo9 , y sobre todos un nuestro
41
322 BERNAL DÍAZ.
esforzado soldado que se decia Cristóbal de
Olea, natural de Castilla la Vieja (tengan aten-
ción á esto que diré) t que uno era Cristóbal
de Olí , que fué maestre de campo , y otro es
Cristóbal de Olea ; y esto declaro aquí porque
no arguyan sobre ello y no digan que voy er-
rado. También se mostró Ccrtés muy como es-
forzado cuando sobre Méjico estábamos , y en
una calzadilla le desbarataron los mejicanos,
y le llevaron á sacrificar sesenta y dos solda-
dos , y á Cortés le ténian engarrafado para le
llevar á sacrificar , y le habían herido en una
pierna, y quiso Dios que por su buen esfuerzo y
pelear, y porque le socorrió el mismo Cristóbal
de Olea, que fué el que la otra vez en Suchimi-
Ieco le libró de los mejicanos y le ayudó á ca-
balgar, y salvó á Cortés la vida, y el esforzado
Olea quedó allí muerto con los demás que dicho
tengo; y ahora que lo estoy escribiendo se me
representa la manera y proporción de la perso-
na del Cristóbal de Olea y de su gran esfuerzo,
y aun se me pone tristeza por ser de mi tierra y
deudo de mis deudos. No quiero decir otras mu-
chas proezas y valentías que hizo nuestro mar-
ques del Valle, porque son dantas y de tal ma-
nera, que no acabaré tan presto de las relatar, y
volveré á decir de su condición, y que era muy
aficionado á juegos de naipes é dados, y cuando
jugaba era muy afable en el juego, y decia ciér-
tes remoquetes que suelen decir los que juegan
á los dados. Era muy cuidadoso en todas las
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 323
conquistas que hicimos, y muchas noches ron-
daba y andaba requiriendo las velas, y entraba
en los ranchos y aposentos de nuestros solda-
dos, y al que hallaba sin armas ó estaba descal-
zo los alpargates le reprendía y le decía que á
lá oveja ruin le pesaba la lana, y le reprendía
con palabras agras. Cuando fuimos á las Higue-
ras vi que habia tomado una maña ó condición
que no solía tener eu las guerras pasadas, que
cuando comía, sino dormía un sueño, se le re-
volvía el estómago y rebosaba y estaba malo, y
por escusar este mal cuando íbamos camino, le
ponían debajo de un árbol ó otra sombra, una
alfombra que llevaban á mano para aquel efe-
to, ó una capa, y aunque más sol hiciese ó llo-
viese, no dejaba de dormir un poco, y luego ca-
minar. Y también vi que cuando estábamos en
las guerras de la Nueva-España era cenceño y
de poca barriga , y después que volvimos de las
Higueras engordó mucho y de gran barriga. Y
también vi que se paraba la barba prieta , sien-
do de antes que blanqueaba. También quiero
decir que solía ser muy franco cuando estaba en
la Nueva-España y la primera vez que fué á
Castilla , y cuando volvió la segunda vez, en el
año de 1540 , le tenían por escaso , y le puso
pleito un su criado que se decía Ulloa, hermano
de otro que mataron , que no le pagaba su ser-
vicio ; y también , si bien se quiere considerar y
miramos en ello, después que ganamos la Nueva-
España siempre tuvo trabajos , y gastó muchos
334 8ERNAL DÍAZ.
pesos de oro en las armadas que hizo ; en la Ca-
lifornia ni ida de las Higueras tuvo ventura , ni
en otra cosas desque acabó de conquistar la
tierra , quizás para que la tuviese en el cielo ; é
yo lo creo ansí , que era buen caballero y muy
devoto de la Virgen y del Apóstol San Pedro y
de otros Santos. Dios le perdone sus pecados, y
á mí también , y me dé buen acabamiento , que
importa más que las conquistas y Vitorias que
hubimos de los indios.
CAPITULO CCV.
DE IOS VALEROSOS CAPITANES Y FUERTES SOLDADOS
QUE PASAMOS DENDE LA ISLA DE CUBA CON EL VEN-
TUROSO Y MUY ANIMOSO CAPITÁN DON HERNANDO
CORTÉS, QUE DESPUÉS DE GANADO MÉJICO FUE MAR-
QUES DEL VALLE Y TUVO OTROS DITADOS.
Primeramente ; el mismo marques D. Hernan-
do Cortés murió junto á Sevilla, en una villa
que se dic i Castilleja de la Cuesta ; y pasó don
Pedro de Albarado , que después de ganado
Méjico fué comendador de Santiago y Adelan-
tado y gobernador de Guatimala y Honduras y
Chiapa; murió en lo de Xalisco yendo que fué á
socorrer un ejército de españoles que estaba so-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. &25
bre el peñol de Cochitlan, según lo he dicho y
declarado en el capítulo que dello habla; y pasó
Gonzalo de Sandoval, que fué capitán muy pre-
eminente y alguacil mayor, y fué gobernador
cierto tiempo en la Nueva-España cuando Alon-
so de Estrada gobernaba. Tuvo del grande noti-
cia, y de sus heroicos hechos, su majestad, y
murió en la villa de Palos yendo que iba con
don Hernando Cortés á besar los pies á su ma-
jestad; y pasó un Cristóbal de Olí, esforzado
capitán y maestre de campo que fué en lasguer-
ras de Méjico, y murió en lo de Naco degollado
por justicia, porque se alzó con una armada que
le habia dado Cortés. Estos tres capitanes que
dicho tengo, fueron muy loados y alabados de-
lante de su majestad cuando Cortés fué ala cor*
te, porque dijo al Emperador nuestro señor que
tuvo en su ejército, cuando conquistó á Méjico
y Nueva-España, tres capitanes que podían ser
tenidos en tanta estima como los muy afamados
que hubo en el mundo. El primero que dijo fué
D. Pedro de Albarado, que, demás de ser esfor-
zado, tenia gracia en su persona y parecer para
hacer gente de guerra; y dijo por el Cristóbal
de Olí que era un Héctor en el esfuerzo para
combatir persona por persona, y que si como era
esforzado tuviera consejo, fuera muy más te-
nido en el esfuerzo que suelen decir de Héc-
tor, mas habia de ser mandado; y dijo por el
Gonzalo de Sandoval que era tan valeroso y
esforzado capitán y de buenos consejos, que
32 H BERNA L Í)IAZ.
podia ser uno de los buenos coroneles que ha
habido en España, y que en todo era tan bas-
tante, que osara decir y hacer; y también
dijo Cortés que tuvo muy buenos y valero-
sos soldados , y que peleábamos con muy gran
esfuerzo ; y lo que sobre este caso propone Ber-
nal Diaz del Castillo es , que si esto que ahora
dice Cortés , escribiera la primera vez que hizo
relación á su majestad de las cosas de la Nueva-
España , bueno fuera ; mas en aquel tiempo que
escribió á su majestad , toda la honra y prez
de nuestras conquistas se daba á sí mismo, y no
hacia relación de cómo se llamaban los capita-
nes y fuertes soldados , ni de nuestros heroicos
hechos; sino escribía á su majestad: «Esto hice,
esto otro mandé hacer á uno de mis capitanes;»
é quedábamos en blanco hasta ya á la postre,
que no podia ser menos de nombrarnos. Volva-
mos á nuestra relación : pasó otro muy buen
capitán y bien animoso , que se decía Joan Ve-
lazquez de León , murió en las puentes ; pasó
D. Francisco de Montejo , que después de ga-
nado Méjico fué Adelantado de Yucatán , murió
en Castilla ; y pasó Luis Marin, capitán que lué
en lo de Méjico , persona preeminente y bien
esforzado , murió de su muerte ; y pasó un Pe-
dro de Ircio, era ardid de corazón y de mediana
estatura é pasicorto , é hablaba mucho que ha-
bía hecho y acontecido en Castilla por su per-
sona , y lo que víamos é conocíamos del no era
para nada , y llamábamosle que era otro Agrá-
CONQUISTA DE NUEVA-E8PANA . 327
jes , sin obras ; fué cierto tiemp > capitán en la
calzada de Tepeaquillaen el real de Sandoval; y
pasó otro buen capitán que se decia Andrés de
Tapia, fué muy esforzado, murió en Méjico de su
muerte ; pasó un Juan de Escalante, capitán
que fué en la Villa-Rica cuando fuimos sobre
Méjico, murió en poder de indios en la batalla
que nombramos de Almería, que son unos pue-
blos que están entre Tucapan y Cempoal ; tam-
bién mataron en su compañía siete soldados que
ya no se me acuerdan sus nombres, y le mataron
el caballo: este fué el primer desmán que tuvi-
mos en la Nueva-España; y también pasó un
Alonso de Avila, fué capitán y el primer conta-
dor puesto por Cortes que hubo en la Nueva-
España ; persona muy esforzada, fué algo ami-
go de ruidos, y don Hernando Cortés, conocien-
do su inclinación, porque no hubiese zizañas,
procuró de lo enviar por procurador de la isla
Española, do residía la audiencia Real y los
frailes gerónimos que estaban por gobernadores,
y cuando le envió le dio buenas barras y joyas
de oro por contentalle. Pasemos adelante: pasó
un Francisco de Lugo, capitán que fué en al-
gunas entradas, hombre bien esforzado ; fué hijo
bastardo de un caballero de Medina del Campo
que se decia Alvaro de Lugo el viejo, señor de
unas villas que están cabe Medina del Campo,
murió de su muerte; y pasó un Andrés de Monja-
raz, capitanque fué cierto tiempo en lo de Méji-
co; estaba muy malo de bubas y dolores que le im-
328 BERSAL DÍAZ.
pedian harto para la guerrarmurió de su muerte;
y pasó un su hermano que se decía Gregorio de
Monjaraz, buen soldado, ensordeció estando en
la guerra de Méjico, murió de su muerte; y
pasó Diego de Ordás, capitán que fué en la pri-
mera vez que fuimos sobre Méjico, y después de
ganada la Nueva-España fué comendador do
Santiago y fué al rio de Marañon por goberna-
dor, donde murió; y pasaron cuatro hermanos
de don Pedro de Albarado, que se decían Jorge
de Albarado, fué capitán cierto tiempo en lo de
Méjico y en la provincia de Guatimala , murió
en Madrid en el año de 1540 ; y el otro su her-
mano se decía Gómez de Albarado , murió en el
Perú; y el otro se llamaba Gonzalo de Albara-
do ; Juan de Albarado era bastardo , murió en
la mar yendo que iba á la isla de Cuba á com-
prar caballos; pasó Juan Jaramillo, capitán que
fué de un bergantín cuando estábamos sobre
Méjico, y este es el que casó con doña Marina
la lengua ; fué persona preeminente > murió de
su muerte ; pasó un Cristóbal Flores , hombre
de valia, murió en lo de Xalisco , yendo que fué
con Ñuño de Guzman ; y pasó un Cristóbal
Martin de Gamboa, caballerizo que fué de Cor-
tés, murió de &u muerte ; pasó un Caicedo , fué
hombre rico , murió de su muerte ; y pasó un
Francisco de Saucedo , natural de Medina de
Rioseco, y porque era muy pulido le llamába-
mos el Galán ; decían que habia sido maestre-
sala del almirante de Castilla , murió en las
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 329
puentes ; pasó un Gonzalo Domínguez , muy
esforzado y gran ginete , y murió en poder de
indios; y pasó un Francisco de Moría , muy es-
forzado soldado y buen ginete, natural de Je-
rez , murió en las puentes ; también pasó otro
buen soldado que se decia Fulano de Mora,
natural de Ciudad-Rodrigo, murió en los peño-
les que están en la provincia de Guatimala ; y
pasó un Francisco de Bonal , persona de valia,
natural de Salamanca , murió de su muerte;
pasó un Fulano de Lares, bien esforzado y buen
ginete , murió en las puentes ; pasó otro La-
res, ballestero , también murió en las puentes;
pasó un Simón de Cuenca, que fué mayordomo
de Cortés , matáronlo indios en lo de Xacalan-
go; tambin murieron en su compañía otros diez
soldados que no se me acuerdan sus nombres; y
también pasó un Francisco de Medina, natural
de Aracena, fué capitán en una entrada, murió
en lo de Xicalango en poder de los indios; tam-
bién murieron en su compañía otros quince sol-
dados que tampoco me acuerdo sus nombres; y
también pasó un Maldonado, que le llamábamos
el Ancho, natural de Salamanca, persona pree-
minente, y habia sido capitán de entradas, mu-
rió de su muerte; y pasaron dos hermanos que
se decían Francisco Alvarcz Chico y Juan Al-
varez Chico, naturales de Fregenal; el Francis-
co Alvarez era hombre de negocios y estaba do-
liente, y murió en la isla de Santo Domingo; el
Juan Alvarez murió en lo de Colima, en poder
42
330 ' BERNAL DÍAZ.
de indios; y pasó un Francisco de Terrazas, ma-
yordomo que fué de Cortés, persona preeminen-
te, murió de su muerte; y pasó un Cristóbal üel
Corral, el primer alférez que tuvimos en lo de
Méjico, persona bien esforzada, fuese á Castilla
y allá murió; pasó un Antonio de Villa-Real,
marido que fué de Isabel de Ojeda, que después
se mudó el nombre de Villa-Real y dijo que se
decia Antonio Serrano de Cardona, murió de su
muerte; pasó un Francisco Rodríguez Magarino,
persona preeminente, murió de su muerte; y
Francisco Flores pasó ansimismo, que fué veci-
no de Guaxaca, persona muy noble, murió de su
muerte; y pasó un Alonso de Grado, y era hom-
bre más por entender en negocios que guerra,
y este, con importunaciones que tuvo con Cor-
tés, le casó con doña Isabel, hija de Montezuma,
murió de su muerte; pasaron cuatro soldados
que tenían por sobrenombres Solíses: el uno,
que era hombre anciano, murió en las puentes,
y el otro se decia Solís, y porque era travieso
le llamábamos Casquete , murió de su muerte
en Guatimala ; el ctro se decia Pedro de Solis
Tras-de-la-puerta , porque estaba siempre en
su casa tras de la puerta mirando los que pasa-
ban por la calle , y él no podia ser visto ; fué
yerno de Orduña el vieio , vecino de la Puebla,
y murió de su muerte ; y el otro Solis se decia
el de la Huerta, y nosotros le llamábamos Sayo
de seda , porque se preciaba mucho de traer
sayo de seda, y murió de su muerte ; é pasó un
CONQUISTA DE NÜEVA-E8PANA. 331
esforzado soldado que se decia Benitez t murió
en las puentes ; é pasó otro muy esforzado sol-
dado que se decia Juan Ruano , murió en las
puentes: y pasó Bercardino Vazques de Tapia,
persona muy preeminente y rico , murió de su
muerte; é pasó un muy esforzado soldado que
se decia Cristóbal de Olea , natural de tierra
de Medina del Campo , y bien se puede decir
que , después de Dios , por este salvó la vida
Cortés la primera vez en lo de Suchimileco,
cuando se vio Cortés en gran aprieto , que le
derribaron los indios mejicanos del caballo, que
se decia el Romo , y este Olea llegó de los pri-
meros á socorrerle, é hizo tales cosas por su per-
sona , que tuvo lugar Cortés de cabalgar en el
caballo , y luego le socorrimos ciertos soldados
que en aquel tiempo llegamos , y el Olea quedó
mal herido ; y la postrera vez que le socorrió
este Olea , cuando en Méjico en la calzadilla le
desbarataron los mejicanos y le mataron sesenta
y dos soldados , y á Cortés le tenia ya engar-
rafado un escuadrón de mejicanos para le llevar
á sacrificar , y le habían dado una cuchillada
en una pierna, y el buen Olea con su ánimo tan
esforzado peleó tan bravosamente que se le
quitó, y allí perdió la vida este esforzado va-
ron; que ahora que lo estoy escribiendo se me
enternece el corazón, é me parece qué ahora le
veo y se me representa su presencia y grande
ánimo como muchas veces nos ayudaba á pelear;
y de aquella derrota escribió Cortés á su majes-
332 BSRNAL DÍAZ.
tad que no fueron sino veinte y ocho los que
murieron, y como he dicho, fueron sesenta y
dos. Y para que bien se entienda esto que escri-
bo del Olea, y no digan algunas personas que
salgo de la orden de lo que ¡pasó, sepan que el
uno es Cristóbal de Olea, natural de Castilla la
Vieja, y este que he dicho; y otro fué Cristóbal
de Olí, qué fué maese de campo, natural que
fué de Ubeda ó de Linares, porque estos dos.ca-
pitanes casi que tienen un nombre. Volvamos
á nuestro cuento: que también pasó con nos-
otros un buen soldado que tenia una mano me-
nos, que se la cortaron en Castilla por justicia,
murió en poder de indios; pasó otro soldado que
se decia Tuvilla, que cojeaba de una pierna,
que decia él que se habia hallado en la del Ga-
rellano con el Gran Capitán, murió en poder de
indios; pasaron dos hermanos que se decian
Gonzalo López de Jimenay Juan López de Jime-
na; el Gonzalo López murió en poder de indios,
y el Juan López fué alcalde mayor en la Vera-
cruz y murió de su muerte; y pasó un Juan de
Cuellar, buen ginete; este casó primera ve2
con una hija del señor de Tezcuco, la cual se
decia doña Ana y era hermosa, murió de si
muerte; y pasó otro Fulano que se decia Cue- ¡
llar, deudo de Francisco Verdugo, vecino d(
Méjico, murió de su muerte; y pasó un Santos
Hernández, hombre anciano, natural de Soria,
que por sobrenombre le llamábamos el Buer
Viejo, ginete batidor , murió de su muerte;
CONQUISTA J>E NUEVA-ÉSPANA. 333
y pasó un Pedro Moreno Medrano, vecino que
fué de la Veracruz, y muchas veces fué en ella
alcalde ordinario, y era recto en hacer justicia,
y después fué á vivir á la Puebla; fué hombre
que sirvió muy bien á su majestad, ansí de sol-
dado como de hacer justicia, murió de su muer-
te; y pasó un Juan de Limpias Carvajal, buen
soldado, capitán que fué de bergantines, y en-
sordeció estando en Ja guerra, murió de su
muerte; y pasó un Melchor de Gálvez, vecino
que fué de Guaxaca, murió de su muerte; y pasó
un Ramón López, que después de ganado Méji-
co se le quebró un ojo, persona preeminente,
murió en Guaxaca; pasó un Villandrando, que
decían que era deudo del conde de Ribadeo,
persona preeminente, murió de su muerte, pasó
un Osorio, natural de Castilla la Vieja, buen
soldado y persona de mucha cuenta, murió en la
Veracruz; pasó un Rodrigo de Castañeda, fué
naguatato y buen soldado, murió en Castilla;
pasó un Fulano de Pilar, fué buena lengua , mu-
rió en lo de Cuyoacan cuando fué con Ñuño de
Guzman; pasó otro soldado que se dice Grana-
do, vive en Méjico; pasó un Martin López, fué
un muy buen soldado, este fué el maestre de
hacer los trece bergantines, que fué harta ayu-
da para ganar á Méjico, y de soldado sirvió
bien á su majestad, vive en Méjico; pasó un
Juan de Najara, buen soldado y ballestero,
sirvió bien en la guerra; y pasó un Ojeda, ve-
cino de los zapotecas, y quebráronle un ojo en
334 BERNAL DÍAZ.
lo de Méjico; pasó un Fulano de la Serna, que
tuvo unas minas de plata, tenia una cuchillada
por la cara, que le dieron en la guerra, no me
acuerdo qué se hizo del; y pasó un Alonso Her-
nández Puertocarrero, primo del conde [de Me-
dellin, caballero preeminente, y este fué á Cas-
tilla la primera vez que enviamos presentes á
su majestad, y en su compañía fué D. Fran-
cisco de Montejo antes que fuese Adelantado, y
llevaron mucho oro en granos sacado de las
minas, y joyas de diversas hechuras, y el sol
de oro y la luna de plata. Y según pareció, el
Obispo de Burgos, que se decia D. Juan Rodrí-
guez de Fonseca, Arzobispo de Rosano, mandó
prender al Alonso Hernández Puertocarrero
porque decia al mismo Obispo que quería ir á
Flandes con el presente ante su majestad, y
porque procuraba por las cosas de Cortés, y
tuvo achaque el Obispo para le prender por-
que le acusaron al Puertocarrero que habia
traído á la isla isla de Cuba una mujer casada, y
en Castilla murió; y puesto que era uno de los
principales compañeros que con nosotros pasa-
ron se me olvidaba de poner en esta cuenta,
hasta queme acordé del; y también pasó otro
muy buen soldado que se decia Alonso Luis ó
Juan Luisr y era muy alto de cuerpo y le decia-
mos por sobrenombre el Niño, murió en poder de
indios; y pasó otro buen soldado que se decia Her-
nando Burgueño, natural de Aranda de Duero,
murió de su muerte; é pasó ot re buen soldado que
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 335
se decia Alonso de Monroy, é porque se decía que
era hijo de un comendador de Santistéban, por-
que no le conociesen se llamaba Salamanca, mu-
rió en poder de indios; y vamos adelante, que
también pasó un Fulano de Villalobos, natural
de Santa Olalla, que se fué á Castilla rico;
y pasó un Tirado déla Puebla, era hombre de
negocios, murió de su muerte; y pasó un Juan
del Rio, fué á Castilla; y pasó un Juan Rico de
Alanis, buen soldado, murió en poder de indios;
y pasó un Gonzalo Hernández de Alanis, bien
esforzado soldado; pasó un Juan Rico de Ala-
nis, murió de su muerte; é pasó un Fulano Na-
varrete, vecino que fué de Panuco, murió de su
muerte; pasó un Francisco Martin de Vendabal,
vivo le llevaron los indios á sacrificar, y ansi-
mismo á otro su compañero que se decia Pedro
Gallego, y desto echamos mucha culpa á Cor-
tés, porque quiso echar una celada á unos es-
cuadrones mejicanos, y los mejicanos se la echa-
ran al mismo Cortés y le arrebataron los dos
soldados, y los llevaron á sacrificar delante de
sus ojos, que no se pudieron valer; y pasaron
tres soldados que se decían Trujillos, el uno na-
tural de Trujillo, y era muy esforzado y murió
en poder de indios; y el otro, natural de Güelva,
también fué de mucho ánimo, murió en poder
de indios, y el otro era natural de León, tam-
bién murió en poder de indios; y pasó un solda-
do que se decia Juan Flamenco, murió de su
muerte; y pasó un Franciseo del Barco, natu-
336 BEKNAL DÍAZ.
ral del Barco de Avila, capitán que fué en la
Cholulteca, murió de su muerte; pasó un Juan
Pérez, que mató á su mujer, que se dech la
hija de la Vaquera, murió de su muerte; y pasó
otro buen soldado que se decia Nájera el Cor-
covado, extremado hombre por su persona, mu-
rió en Colima ó en Zacatula; é pasó otro buen sol-
dado que se decia Madrid el Corcovado, murió
en Colima ó Zacatula; y pasó otro soldado que
se decia Juan de Inhiesta, fué ballestero, mu-
rió de su muerte ; y pasó un Fulano de Ala-
milla, vecino que fué de Panuco, buen balleste-
ro, murió de su muerte; y pasó un Fulano Mo-
rón, gran músico, vecino de Colima ó Zacaca-
tula, murió de su muerte; pasó un Fulano de
Várela, buen soldado, vecino que fué de Colima
ó Zacatula, murió de su muerte; pasó un Fula-
no de Valladolid, vecino de Colima ó Zacatula,
murió en poder de indios; é pasó un Fulano
de Villafuerte, persona de valía, que casó con
una deuda de la mujer que primero tuvo Her-
nando Cortés, y era vecino de Zacatula ó de
Colima, murió de su muerte; y pasó un Fulano
Gutiérrez, vecino de Colima ó Zacatula, murie-
ron de su muerte; y pasó otro buen soldado que
se decia Valladolid el Gordo, murió en poder de
indios; y pasó un Pacheco, vecino que fué de
Méjico, persona preeminente, murió de su muer-
te; y pasó un Hernando de Lerma ó de Lema,
hombre anciano, que fné capitán, murió de su
muerte; pasó un Fulano Suarcz el Viejo, que
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA . 337
mató á su mujer con una piedra de moler maíz,
murió de su muerte; y pasó un Fulano de Án-
gulo é un Francisco Gutiérrez y otro mancebo
que se decia Santaclara, vecinos que fueron de
la Habana, que murieron en poder de indios; y
pasó un Garci-Caro, vecino que fué de Méjico,
murió le su muerte; y pasó un mancebo que se
decia Larios, vecino que fué de Méjico, murió
de su muerte, que tuvo pleito sobre sus indios;
pasó un Juan Gómez, vecino que fué de Guati-
mala, fué rico á Castilla; y pasaron dos herma-
nos que se decian los Jiménez, naturales que
fueron de Linguijuela de Estremadura; el uno
murió en poder de indios, el otro de su muerte;
y pasaron dos hermanos que se decian los Flo-
rines, murieron en poder de indios; y pasó un
Francisco González de Nájera éunsu hijo que
se decia Pero González de Nájera, y dos sobri-
nos del Francisco González que se decian los
Ramirez ; el Francisco González murió en los
peñoles que están en la provincia de Guatima-
la , y los sobrinos en las puentes de Méjico;
y pasó otro buen soldado que se decia Amaya,
vecino que fué de Guaxaca , murió de su muer-
te; y pasaron dos hermanos que se decian Car-
monas, naturales de Jerez , murieron de t.us
muertes ; y pasaron otros dos hermanos que se
decian los Vargas, naturales de Sevilla ; el uno
murió en poder de indios, y el otro de su muer-
te ; y pasó otro buen soldado que se decia Po-
lanco, natural de Avila, vecino que fué de Gua-
43
338 BERJÍAL DÍAZ.
tímala, murió de su muerte ; y pasó un Hernán
López de Avila , tenedor que fué de los bienes
de los difuntos , fué rico á Castilla ; y pasó un
Juan de Aragón, ""vecino de Guatiraala, murió de
su muerte; y pasó un Fulano de Cieza, que tira-
bá bien una barra , murió en poder de indios;
pasó un Santisteban , viejo , ballestero , ve-
cino de Chiapa , murió de su muerte ; pasó un
Bartolomé Pardo, murió en poder de indios; pasó
un Bernardino de Coria, vecino que fué de Chia-
pa, padre de uno que se decia Centena, murió de
su muerte; y pasó un Pedro Escudero y un Juan
Cermeño , y otro su hermano que se llamaba
como él , buenos soldados ; al Pedro Escudero
y á Juan Cermeño mandó Cortés ahorcar por-
que se alzaban con un navio para ir á la isla de
Cuba á dar mando á Diego Velazquez, de cuan-
do enviamos los embajadores , oro y plata á
su majestad, para que los saliese á tomar en la
Habana, y quien lo descubrió fué el Bernardino
de Coria, y murieron ahorcados; y pasó un Gon-
gzalo de Umbria, piloto, muy buen soldado; á este
[ también mandó Cortés cortar los dedos de los
pies porque se iba por piloto con los demás, y
fuese á Castilla aquejar ante su majestad, y le
fué muy contrario á Cortés, y su majestad le
mandó dar su Real cédula para que en la Nue-
va-España le diesen mil pesos de oro cada año
de renta en pueblos de indios, y nunca volvió
de Castilla , porque temió á Cortés; y pasó un
Rodrigo Rangel, que fué persona preeminente,
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 339
y estaba muy tullido de bubas , nunca fué á la
guerra para que del se haga memoria, y de do-
lores murió; y pasó un Francisco de Orozco,
que también estaba malo de bubas y muy do-
liente, y habia sido soldado en Italia , que estu-
vo ciertos dias por capitán en lo de Tepeaca
entre tanto que estuvimos en la guerra de Mé-
jico, no sé qué se hizo ni dónde murió; y pasó
un soldado que se decia Mesa, y habia sido ar-
tillero en Italia, y ansí lo fué en la Nueva-Es-
paña, y murió ahogado en un rio después de ga-
nado Méjico; y pasó ot o muy esforzado soldado
que se decia Fulano Arbolanche, natural de
Castilla la Tieja, murió en poder de indios; y
pasó otro soldado que se decia Luis Velazquez ,
natural de Arévalo, murió en las Higueras cuan-
do fuimos con Cortés ; y pasó un Martin García,
valenciano , buen soldado , murió en lo de
Higueras; y pasó otro buen soldado que se de-
cia Alonso de Barrientos ; este se fué dende
Tuztepeque á se acojer entre los indios de Chi-
nanta cuando se alzó Méjico, y en lo de Tuzte-
peque murieron sesenta y seis soldados y cinco
mujeres de Castilla de los de Narvaez y de los
nuestros, que mataron los mejicanos que esta-
ban en guarnición en aquella provincia; y pasó
un Almodóvar el viejo é un su hijo que se de-
cia Alvaro de Almodóvar, y dos sobrinos que
tenían el mesmo sobrenombre de Almodóvar,
é el un sobrino murió en poder de indios, y
el viejo y el Alvaro y el sobrino murieron sus
340 BERNAL DÍAZ.
muertes; y pasaron dos hermanos que se decían
los Martínez, naturales de Fregenal , buenos
hombres por sus personas, murieron en poder
de indios; y pasó un buen soldado que se decía
Juan del Puerto, murió tullido de bubas; y pasó
otro buen soldado que sedecia Lagos, murió en
poder de indios; y pasó un fraile de nuestra Se-
ñora de la Merced que se decia fray Bartolomé
de Olmedo, y era teólogo y gran cantor y vir-
tuoso, murió su muerte; y pasó otro soldado
que se decia Sancho de Avila, natural de las
Garrovillas; este, según decían, habia llevado
á Castilla de la isla de Santo Domingo seis mil
pesos de oro en unos borceguíes, que cojió
de unas minas ricas, y como llegó á Castilla
lo jugó y lo gastó, y se vino con nosotros, é
indios le mataron; y pasó un Alonso Hernán-
dez de Palo, ya hombre viejo, y dos sobrinos;
el uno se decia Alonso Hernández, buen balles-
tero, y el otro no se me acuerda el nombre, y
el Alonso Hernández murió en poder de indios
y los demás murieron de sus muertes; y pasó
otro buen soldado que se decia Alonso de la
Mesta, natural de' Sevilla ó del Ajarafe, murió
en poder de indios, y los demás murieron de
sus muertes; y pasó otro buen soldado que se
decia Rabanal, montañés, murió en poder de in-
dios; pasó otro muy buen hombre por su perso-
na, que se decia Pedro de Guzman, é se casó
con una valenciana que se decia doña Francisca
de Valtierra; fuese al Pirú, é hubo fama que
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 34 1
murieron helados él y la mujer y un caballo y
unos negros y otras gentes; é pasó un buen ba-
llestero que se decía Cristóbal Díaz, natural de
Colmenar de Arenas, murió de su muerte; é
pasó otro soldado que se decía Retamales, ma-
táronle indios en lo de Tabasco; é pasó otro es-
forzado soldado que se decia Ginés Nortes, mu-
rió en lo de Yucatán en poder de indios; pasó
otro muy diestro soldado é bien esforzado, que
se decia Luis Alonso, é cortaba muy bien con
una espada, murió en poder de indios; é pasó un
Alonso Catalán, buen soldado, murió en poder
de indios; é otro soldado que se decia Juan Si-
ciliano, vecino que fué de Méjico, murió de su
muerte; é pasó otro buen soldado que se decia
Canillas, fué en Italia atambor, y también en la
Nueva-España , murió en poder de indios; é
pasó un Hernández, secretario que fué de Cor-
tés, natural de Sevilla, murió en poder de in-
dios; pasó un Juan Diaz, que tenia una gran
nube en un ojo, natural de Burgos, que traía á
cargo el rescate é vituallas de Cortés, murió en
poder de indios; pasó un Diego de Coria, vecino
que fué de Méjico, murió de su muerte; pasó
otro buen soldado, mancebo, que se decia Juan
Nuñez de Mercado, que era natural de Cuéllar,
otros decían que era natural de Madrigal; este
soldado cegó de los ojos, vecino que ahora es de
la Puebla; y pasó otro buen soldado, y el más
rico que todos los que pasamos con Cortés, que
se decia Juan Sedeño, natural de Arévalo, é tru-
542 BÉRNAL DÍAZ.
jo un navio suyoé una yegua é un negro, é toei-
nos é mucho pan é cazabe, murió de su muerte é
fué persona preeminente; é pasó un Fulano de
Balnor, vecino que fué de la Trinidad, murió en
poder de indios; é pasó un Zaragoza, ya hom-
bre viejo, padre que fué de Zaragoza el es-
cribano de Méjico, murió de su muerte; é pasó
un buen soldado que se decia Diego Martin de
Ayamonte , murió de su muerte ; é pasó otro
soldado que se decia Cárdenas , decia él mismo
que era nieto del comendador mayor don Fu-
lano de Cárdenas, murió en poder de indios ; y
pasó otro soldado que se decia Cárdenas, hom-
bre de la mar, piloto , natural de Triana ; este
fué el que dijo que no habia visto tierra adon-
de hubiese dos Reyes como en la Nueva-Es-
paña, porque Cortés llevaba quinto como Rey,
después de sacado el real quinto , é de pen-
samiento dello cayó malo, é fué á Castilla é dio
relación dello á su majestad , é de otras cosas
de agravios que le habían hecho , é fué muy
contrario á Cortés , é su majestad le mandó dar
su Real cédula para que le diesen indios que
rentasen mil pesos ; y ansi como vino á Méjico
con ella., murió de su muerte ; é pasó otro buen
soldado que se decia Arguello, natural de León,
murió en poder de los indios; y pasó otro solda-
do que se decia Diego Hernández , natural de
Salces de los Gallegos , ayudó á aserrar la ma-
dera de los bergantines , é cegó é murió de su
muerte ; é pasó otro soldado de muchas fuer-
CONQUISTA DÉ IÍUEVA-E8PANA . 343
zas é animoso , que se decia Fulano Vázquez,
murió en poder de indios ; é pasó otro soldado
ballestero que se decia Arroyuelo , decían que
era natural de Olmedo , murió en poder de in-
dios; é pasó un Fulano Pizarro, capitán que fué
en entradas , decia Cortés que era su deudo;
en aquel tiempo no habia nombre de Pizarros
ni el Pirú estaba descubierto , murió en poder
de indios; é pasó un Alvaro López , vecino que
fué de la Puebla, murió de su muerte; é pasó
otro soldado que se decia Yañez, natural de
Córdoba, y este soldado fué con nosotros á las
Higueras, y entre tanto que fué se le casóla
la mujer con otro marido, é de que volvimos de
aquel viaje no quiso tomar á la mujer, murió de
su muerte; é pasó un buen soldado é bien suelto
peón que se decia Magallanes, portugués, mu-
rió en poder de indios; é pasó otro portugués
Platero, murió en poder de indios; é pasó otro
portugués, ya hombre anciano, que se decia
Martin de Alpedrino, murió de su muerte; é
pasó otro portugués que se decia Juan Alvarez
Rubazo, murió de su muerte; é pasó otro muy
esforzado portugués que se decia Gonzalo Sán-
chez, murió de su muerte; é pasó otro portu-
gués, vecino que fué de la Puebla, que se decia
Gonzalo Rodríguez, persona preeminente, mu-
rió de su muerte; é pasaron otros dos portugue-
ses, vecinos de la Puebla, que se decían los Vi-
llanuevas, altos de cuerpo, no sé qué se hicie-
ron ó dónde murieron; é pasaron tres soldados
344 BERHAL DÍAZ.
que tenían por sobrenombres Fulanos de Avi-
la; el uno que se deeia Gaspar de Avila, fué
yerno de Hortigosa, el escribano, murió de su
muerte; é el otro Avila se allegaba con el ca-
pitán Andrés de Tapia , murió en poder de
indios ; é también pasaron dos hermanos, hom-
bres ancianos, que se decian los Vandadas,
decían que eran naturales de tierra de Avi-
la, murieron en poder de indios ; é pasaron
otros tres soldados que tenían por sobrenombres
Espinosas; el uno era vizcaíno, é murió en po-
der de indios; y el otro se decía Espinosa de la
Bendición, porque siempre traia por plática con
la buena bendición ; era muy buena aquella
plática, é murió de su muerte; y el otro Espino-
sa era natural de Espinosa de los Monteros, mu-
rió en poder de indios ; é pasó un Pedro Peton
de Toledo , murió de su muerte ; é vino otro
buen soldado que se decía Villasinda , natural
de Portillo , que se metió fraile francisco , mu-
rió de su muerte ; é pasaron dos buenos sol-
dados que se decian por sobrenombre San Juan;
al uno llamábamos San Juan el Entonado, por-
que era muy presuntuoso , murió en poder de
indios; y el otro se decía San Juan de Vichilla,
era gallego, murió de su muerte ; é pasó otro
buen soldado que se decia Izquierdo , natural
de Castromocho , fué vecino en la villa de San
Miguel, sujeta á Guatimala, murió de su muer-
te ; é pasó un Aparicio Martin , que casó con
una que se decia la Medina , natural de Medina
CONQUISTA BE NUEVA-ESPAÑA. 345
de Rioseco , vecino que fué de San Miguel,
murió de su muerte ; é pasó un buen soldado
que se decia Cáceres, natural de Trujillo, murió
en poder de indios ; é pasó otro buen soldado
que se decia Alonso de Herrera, natural de Je-
rez; este fué capitán en los zapotecas, é acuchi-
lló á otro capitán que se decia Figueto sobre
ciertas contiendas de las capitanías, é por temor
del tesorero Alonso de Estrada, que en aquella
sazón era gobernador , porque no le prendiese,
se fué á lo de Marañon , é allá murió en poder
de indios, y el Figuero se ahogó en la mar yendo
á Castilla ; é también pasó un mancebo que se
decia Maldonado , natural de Medellin , estuvo
malo de bubas , é no sé si murió de su muerte;
no lo digo por Maldonado de la Veracruz , ma-
rido que fué de doña Maria del Rincón ; é pasó
otro soldado que se decia Morales , ya hombre
anciano, que cojeaba de una pierna ; decian que
fué soldado del comendador Sol;s, fué alcalde
ordinario en la Villa-Rica, é hacia recta justi-
cia; é pasó otro soldado que se decia Escalona
el mozo, murió en poder de indios; é pasaron
tres soldados, que todos tres fueron vecinos en
la Villa-Rica, que nunca fueron á guerra ni á
entrada ninguna de la Nueva-España; aluno
decian Arévaio é al otro Juan León é al otro
Madrigal, murieron de su muerte; é pasó otro
soldado que se decia por sobrenombre Lencero,
cuya fué la venta que agora se dice de Lencero,
que está entre la Veracruz é la Puebla, que fué
44
346 BERNA L DÍAZ.
buen soldado y se metió fraile mercenario ; pasó
un Alonso Duran, que era algo viejo y no via
bien, que ayudaba de sacristán é se metió fraile
mercenario ; é pasó otro soldado que se decia
Navarro , que se allegaba en casa del capitán
Sandoval , é después se casó en la Veracruz,
murió de su muerte; é pasó otro buen soldado
que se decia Alonso de Talavera, que se alle-
gaba en casa del capitán Sandoval, murió en
poder de indios; é pasaron dos indios, que se
decia el uno Juan de Manzanilla y el otro Pedro
Manzanilla; el Pedro Manzanilla murió en po-
der de indios, el Juan de Manzanilla fué veci-
no de la Puebla, murió de su muerte; é pasó
un soldado que se decia Benito Bejel , fué
atambor de cjércifos de Italia , y también lo
fué en la Nueva-España, murió de su muerte;
é pasó un Alonso Romero , que fué vecino, de
la Veracruz, persona rica y preeminente, mu-
rió de su muerte; é pasó un soldado que se
decia Síndos de Portillo , natural de Portillo,
é tuvo muy buenos iadios y estuvo rico, é dejó
[sus indios y vendió sus bienes, é lo repartió á
pobres é se metió fraile, é fué de santa vida;
é otro buen soldado que se decia Quintero,
natural de Moguel , é tuvo buenos indios y es-
tuvo rico , é lo dio por Dios é se metió fraile
francisco y fué buen religioso ; é otro soldado
que se decia Alonso de Aguilar , cuya fué la
venta que ahora llaman de Aguilar , que está
entre la Veracruz y la Puebla , y fué persona .
CONQUISTA D* NUEVA-E8PAÑA. 347
rica y tuvo buen repartimiento de indios , todo
lo yendió y dio por Dios , é se metió fraile
dominico y fué muy buen religioso ; é otro sol-
dado que se decía Fulano Burguillos , tenia
buenos indios y estuvo rico , é lo dejó é se me-
tió fraile francisco , y este Burguillos después
se salió de la orden ; é otro buen soldado que
se decia Escalante , era galán y buen ginete,
metióse fraile francisco , que después se salió
del monasterio é se volvió á triunfar , é de ahi
obra de un mes t»e tornó á tomar los hábitos y
fué buen religioso ; otro soldado que se decia
Gaspar Díaz, natural de Castilla la Vieja, é fué
rico, ansi de sus indios como de sus tratos , todo
lo dio por Dios, é se íué á los pinaresde Guaxo-
cingo, en parte muy solitaria, é hizo una ermita
é se puso en ella por ermitaño t é fué de tan
buena vida é se daba á ayunos y disciplinas, que
se paró muy flaco é debilitado, é decían que dor-
mía en el suelo en unas pajis ; é de que lo supo
el Obispo D. fray Juan de Zumarraga le mandó
que no hiciese tan áspera vida, étuvo tan buena
fama el ermitaño Gaspar Díaz, que se metieron
en su compañía otros ermitaños , é todos hicie-
ron buenas vidas , é á cuatro años que alli es-
taban fué Dios servido llevarle á su santa glo-
ria ; é pasó otro soldado que se decia Ribadeo,
gallego , que por sobrenombre le llamábamos
Beberreo , porque bebia mucho vino , murió en
poder de indios en lo de Almería; pasó otro
soldado que llamábamos el Galleguülo por-
348 BERNAL DÍAZ.
que era chico de cuerpo, murió en poder de in-
dios; pasó un esforzado soldado que se decía
Lerma; éste fué uno de ios que ayudaron á sal-
var la vida á Cortés, como dicho tengo en el
capítulo que dello habla, y se fué entre los in-
dios como aburrido de temor del mismo Cortés,
á quien habia ayudado á salvar la vida, por cier-
tas cosas de enojo que Cortés contra él tuvo,
que aquí no declaro por su honor; nunca más
supimos del vivo ni muerto; mala sospecha tu-
vimos; también pasó otro buen soldado que se
decía Pinedo, criado que habia sido de Diego
Velazquez , gobernador de Cuba, y cuando
vino Narvaez, se iba de Méjico para el mismo
capitán Narvaez, y en el camino le mataron
indios, sospechóse que por mandado de Cortés;
pasó otro soldado y buen ballestero que se de-
cía Pedro López, murió de su muerte; y asi-
mismo pasó otro Pedro López, ballestero, que
fué con Alonso de Avila á la isla Española, é
allá se quedó; é pasaron tres herreros, el uno
se llamaba Juan García y el otro Hernán Mar
tin, que casó con la Bermuda, que se llamaba
Catalina Márquez, y el otro no me acuerdo su
nombre; el uno murió en poder de indios é los
des de sus muertes; é pasó otro soldado que se
decia Alvaro Gallego, vecino que fué de Méji-
co, cuñado de unos Zamoras, murió de su muer-
te; é pasó otro soldado, ya hombre anciano,
que se decia Paredes , padre de un Paredes
que agora está en lo de Yucatán, murió en po-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 349
der de indios; é pasó otro soldado que se decia
Gonzalo Mejía Rapapelo, porque decia él mis-
mo que era nieto de un Mejía que andaba á
robar en el tiempo del Rey D. Juan en compa-
ñía de un Centeno, murió en poder de indios; pa-
só un Pedro de Tapia, y murió tullido después de
ganado Méjico ; é pasaron ciertos pilotos que se
decian Antón de Alaminos ó un su hijo que tam-
bién tenia el mismo nombre que su padre, eran
naturales de Palos ; é un Camacho de Triana, é
un Juan Alvarez, el Manquillo de Güelva, é un
Sopuerta del Condado, ya hombre anciano, é un
Cárdenas. Este fué el que estuvo malo de pen-
samiento cómo sacaban dos quintos del oro, el
uno para Cortés ; é un Gonzalo de Umbría, é
hubo otro piloto que se decia Galdin, c también
hubo más pilotos, que ya no se acuerdan sus
nombres; mas el que yo vi que se quedó para
vecino en Méjico fué el Sopuerta, que todos los
demás se fueron á Cuba é Jamaica é á otras is-
las é á Castilla á ganar pilotajes, por temor del
Cortés, porque estaba mal con ellos porque die-
ron aviso á Franciscojde Garay de las tierras que
demandó á su majestad que le hiciese mercedes;
y aun fueron cuatro pilotos dellos ase quejar de
Cortés delante de su majestad, los cuales fueron
los Alaminos é el Cárdenas é el Gonzalo de Um-
bría, é les maridó dar cédulas Reales para que en
la Nueva-España diesen á cada uno mil pesos de
renta ; é el Cárdenas vino, é los demás nunca
vinieron. E pasó otro soldado que se decia Lú-
350 BERNAL DÍAZ.
cas Ginovés, y era piloto, murió en poder de in-
dios; é también pasó -otro Lorenzo Ginovés,
vecino que fué de Guaxaca, marido de una por-
tuguesa vieja, murió de su muerte; é pasó otro
soldado que se decia Enrique, natural de tier-
ra de Palencia ; este soldado se ahogó de
cansado é del peso de las armas é del calor
que le daban; é pasó otro soldado que se decia
Cristóbal de Jaén, era carpintero, murió en po-
der de indios; é pasó un Ochoa, vizcainq, hom-
bre rico y preeminente, vecino que fué de Gua-
xaca, murió de su muerte; é pasó un bien esfor-
zado soldado que se decia Zamudio, fuese á
Castilla porque acuchilló á unos en Méjico; en
Castilla fué capitán de una capitanía de hom-
bres de armas, murió en Locastil con otros mu-
chos caballeros españoles; é pasó otro soldado
que se decia Cervantes el Loco, era chocarrero
é truhán, murió en poder de indios; é pasó uno
que llamaban Plazuela, matáronlo indios; é pasó
un buen soldado que se decia Alonso Pérez Mai-
te, que vino casado con una india muy hermosa
del Bayamo, murió en poder de indios; é pasó
un Martin Vázquez, natural de Olmedo, hombre
rico é preeminente, vecino que fué de Méjico,
murió de su muerte; pasó un Sebastian Rodrí-
guez, buen ballestero, y después de ganado
Méjico fué trompeta, murió de su muerte; é
pasó atro ballestero que se decia Pcñalosa,com-
pañero del Sebastian Rodríguez, murió de su
muerte; é pasó un soldado que se decia Alvaro,
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 35Í
hombre de la mar, natural de Palos, que decían
que tuvo en indias de la tierra treinta hijos en
obra de tres años, matáronlo indios en lo de las
Higueras; é pasó otro soldado que se dccia Juan
Pérez Malinche, que después le oí nombrar Ar-
teaga, vecino de la Puebla, fué hombre rico y mu-
rió de su muerte; pasó un buen soldado que se
decía Pedro González Sabote, murió de su muer-
te; paso otro buen soldado que se decia Jerónimo
de Aguilar; este Aguilar pongo en esta cuenta
porque fué el que hallamosen la Punta de Coto-
che, que estaba en poder de indios, é fué nuestra
lengua, murió tullido de bubas; é pasó otro
soldado que se decia Pedro Valenciano, vecino
de Méjico, murió de su muerte; pasaron tres
soldados que tenían por sobrenombres Tarifas;
el uno fué vecino de Guaxaca, marido de una
mujer que se decia Catalina Muñoz, murió de
su muerte; el otro se decia Tarifa el de los ser-
vicios, porque siempre andaba diciendo que ser-
via á su majestad é que no le daban na la, y era
natural de Sevilla, hombre hablador, murió de
su muerte; y el otro llamaban Tarifa el de las
manos blancas, también era natural de Sevilla,
llamábamosle ansí porque no era para la guer-
ra ni para cosa de trabajo, sino hablar de cosas
pasadas que le habían acaecido en Sevilla, mu-
rió en el rio del Golfo-Dulce en el viaje de Hi-
gueras, ahogóse él é su caballo, que nunca pa-
recieron mas; pasó otro buen soldado que se
decia Pedro Sánchez Farfan, que estuvo por ca-
352 BEhNAL DÍAZ.
pitan en Tezcuco entre tanto que andábamos
en la guerra, murió de su muerte; é pasó otro
soldado que se decía Alonso de Escobar, el paje
que fué de Diego Velazquez, de quien se tuvo
mucha cuenta, matáronlo indios; é pasó otro
soldado que se decia el bachiller Escobar, era
boticario, é curaba ansí de cirujía como de me-
dicina, enloqueció y murió de su muerte; é pasó
otro soldado que se decia también Escobar, bien
esforzado; mas fué tan bullicioso , que murió
ahorcado porque forzó á una mujer casada y por
revoltoso; é pasó otro soldado que se decia Fu-
lano de Santiago, natural de Güelva, fuese á
Castilla rico; pasó otro su compañero del San-
tiago que se decia Ponce, murió en poder de in-
dios; pasó un Fulano Méndez, ya hombre anciano,
matáronlo indios ; otros tres soldados que mu-
rieron en las guerras que tuvimos en lo de Ta-
basco ; el uno se decia Saldaña, los ofros dos no
me acuerdo sus nombres ; é pasó otro buen sol-
dado é ballestero, era hombre ya anciano, que
jugaba mucho á los naipes, murió en poder de
indios; é pasó otro soldado anciano que trajo un
su hijo que se decia Orteguilla, paje que fué del
gran Montezuma, así al viejo como al hijo ma-
taron los indios ; é pasó otro soldado que se de-
cia fulano de Gaona, natural de Medina de Rio-
seco, murió en poder de indios; é pasó otro sol-
dado que se decia Juan de Cáceres, que después
de ganado Méjico fué hombre muy rico y vecino
de Méjico, murió de su muerte; pasó otro sol-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 353
dado que se decía Gonzalo Hurones, natural de
la9 Garrovilla9, murió de su muerte; é pasó otro
soldado, ya hombre anciano, que se decia Ramí-
rez el viejo, murió de su muerte, vecino que fué
de Méjico; pasó otro soldado, y muy esforzado,
qne 8C decia Luis Farfan, murió en poder de in-
dios; é pasó otro soldado que se decia Morillas;
murió en poder de indios; é pasó otro soldado que
se decia Fulano de Rojas, que después pasó ai
Pirú; é pasó un Astorga, hombre anciano y ve-
cino que fué de Guaxaca, murió de su muerte;
pasaron dos hermanos que se llamaban Tosta-
dos, el uno murió en poder de indios y el otro
de su muerte; y pasó otro buen soldado que se
decia Baldovinos, murió en poder de indios;
también quiero aquí poner á Guillen de la Loa
é á Andrés Nuñez é á maese Pedro el de la
Harpa é á otros tres soldados que tomamos
del navio que venian de los de Garay, como
dicho tengo, é por esta causa los pongo aquí
con los de Cortés , por ser todo en un tiem-
po; el Guillen de la Loa murió de un cañonazo, y
los otros dellos de su muerte, y otros en poder
de indios ; y pasó un Porras , muy bermejo y
gran cantor, murió en poder de indios ; é pasó
un Ortiz, gran tañedor de vigüela, y enseñaba á
danzar , y vino un su compañero que se decia
Bartolomé Garcia . fué minero en la isla de
Cuba; este Ortiz y el Bartolomé Garcia pasa-
ron el mejor caballo de todos los que pasaron
en nuestra compañía , el cual caballo Jes tomo
45
354 BERNAL DIJLZ.
Cortés é se lo pagó ; murieron entrambos com-
pañeros en poder de indios; pasó otro buen sol-
dado que se decia Serrano, era buen ballestero,
murió en poder de indios; y pasó un hombre an-
ciano que se decia Pedro Valencia , natural de
un lugar de cabe Plasencia, murió de su muerte;
pasó otro soldado que se decia Quintero , fué
maestre de navios t matáronle indios ; pasó un
Alonso Rodríguez, que dejó buenas minas en la
isla de Cuba, estaba rico, murió en poder-de in-
dios en los Peñoles, que ahora llaman, que ganó
Cortés; é también murió alli otro buen soldado
que se decia Gaspar Sánchez, sobrino del teso-
rero de Cuba, con otros seis soldados que fueron
de los de Narvaez ; é también pasó un Pedro de
Palma, primer marido que tuvo Elvira López la
Larga; murió ahorcado él y otro soldado que se
decia Trebejo , natural de Fuenteguinaldo , los
cuales mandó ahorcar Gil González de Avila ó
Francisco de las Casas , y juntamente con ellos
á un Clérigo de Misa," por revoltosos y hombres
amotinadores de ejércitos cuando se venían á
la Nueva-España desde Naco , después que
hubieron degollado á Cristóbal de Olí , como
dicho tengo en el capítulo que dello habla. Estos
soldados y Clérigo eran de los que habían ido
con Cristóbal de Olí, puesto que erando los que
pasaron con Cortés. A mí me enseñaron un ár-
bol gordo donde los ahorcaron , viniendo que
veníamos de las Higueras en compañía de Luis
Clarín. E volviendo á nuestro cuento, también
C0NQUI8TA DE NUEVA-ESPAÑA. 355
pasó un Fray Juan de las Varillas, mercenario,
buen teólogo y virtuoso , é murió su muerte;
un Andrés de Mola Levantisco, murió en poder
de indios; é también pasó un buen soldado que
se decia Alberza, natural de Yillanueva de la
Serena, murió en poder de indios; pasaron otros
muy buenos soldados que solían ser hombres
de la mar, como fueron pilotos , maestres y
contra-maestresj de los más mancebos de los,
navios que dimos al través, muchos dellos fue-
ron animosos en las guerras y batallas, y por
no me acordar de todos no pongo aquí sus
nombres. E también pasaron otros soldados,
hombres de la mar, que se decían los Penates,
y otros Pinzones, los unos naturales de Gibra-
leon y otros de Palos; dellos murieron en poder
de indios , y otros fueron á Castilla é. quejarse
de Cortés. También me quiero yo poner aquí en
esta relación á la postre de todos, puesto que
vine 4 descubrir dos veces primero que Cortés,
y la tercera con el mismo Cortas, según lo ten-*
go ya dicho en el capítulo que dello fyabla, y
doy muchas gracias y loores á Dios Nuestro
Señor y á Nuestra Señora la Virgen Santa Ma-
ría, su bendita Madre, que me ha guardado que
no sea sacrificado, como en aquellos tiempos sa-
crificaron todos los más de mis compañeros que
nombrados tengo, para que ahora §e descubran
muy claramente nuestros heroicos hechos, y
quién fueron los valerosos capitanes y fuertes
soldados que ganamos estas partes del Nuevo-
356 BERNAL DÍAZ.
Mundo, y no refieran la honra y prez y nuestra
valía á un solo capitán.
CAPITULO CCVI
DE LAS ESTATURAS, PROPORCIONES Y EDADES OUE TU-
VIERON CIERTOS CAPITANES Y VALEROSOS SOLDA-
DOS QUE FUERON DE CORTES , CUANDO VENIMOS Á
CONQUISTAR LA NUEVA-ESPANA.
El marques don Hernando Cortés, ya he di-
cho en el capítulo que del habla, en el tiempo
que falleció en Castilleja de la Cuenca, de su
edad, proporción y persona, é qué condiciones
tenia, é otras cosas que hallarán escritas en es-
ta relación, ri lo quisieren ver. También he di-
cho en el capítulo que dello habla, del capitán
Cristóbal de Oh, de cuándo fué con la armada
alas Higueras, de la edad que tenia, y de sus
condiciones é proporciones; allí lo hallaran.
Quiero ahora poner la edad é proporciones y
parecer de don Pedro de Albarado. Fué comen-
dador de Santiago, Adelantado y gobernador de
Guatimala é Honduras é Chiapa, seria de obra
de treinta y cuatro años cuando acá pasó; fué
de muy buen cuerpo é bien proporcionado, é
tenia el rostro y cara muy alegre y en el mirar
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 357
muy amoroso; é por ser tan agraciado le pusie-
ron por nombre los indios mejicanos Tonatio,
que quiere decir el sol. Era muy suelto é buen
jinete, y sobre todo, ser franco é de buena con-
versación, y en el vestirse traia muy pulido y
con ropas ricas, y traia al cuello una cadenita
de oro con un joyel, ya no se me acuerdan las
letras que tenia el joyel; y en un dedo un anillo
de diamante; y porque ya he dicho dónde fa-
lleció y otras cosas acerca de la persona, en
esta no quiero poner más. El Adelantado Fran-
cisco de Montejo fué de mediana estatura, el ros-
tro alegre, y amigo de regocijos é buen jinete;
é cuando acá pasó sería de edad de treinta y
cinco años, y era más dado á negocios que para
la guerra; era franco y gastaba más de lo que
tenia de renta; fué Adelantado y gobernador de
Yucatán, murió en Castilla. El capitán Gonzalo
de Sandóval fué muy esforzado, y sería cuando
acá pasó de hasta veinte y dos años; fué algua-
cil mayor de la Nueva-España y fué goberna-
dor della, juntamente con el tesorero Alonso de
Estrada, obra de once meses; su estatura muy
bien proporcionada y de razonable cuerpo y
membrudo; el pecho alto y ancho, y asimismo
tenia la espalda, y de las piernas algo esteva-
do; el rostro tiraba algo á robusto, y la barba y
el cabello que se usaba algo crespo y acastaña-
do, y la voz no la tenia muy clara, sino algo es-
pantosa, y ceceaba tanto cuanto; no era hombre
que sabia letras, sino á las buenas llanas, ni era
358 BERNAL DÍAZ.
codicioso de haber oro, sino solamente hacer
sus cosas como buen capitán esforzado, y en las
guerras que tuvimos en la Nueva-Empaña siem-
pre tenia cuenta en mirar por los soldados
que le parecía que lo hacían bien, y les favo-
recia y ayudaba; no era hombre que traía ricos
vestidos, sino muy llanamente, como buen sol-
dado; tuvo el mejor caballo y de mejor car-
rera, revuelto á una mano y á otra, que de-
cían que no se había visto mejor en Castilla
ni en esla tierra; era castaño acastañado, y una
estrella en la frente y un pié izquierdo cal-
zado, que se decía el caballo Motilla; é cuando
hay ahora diferencia sobre buenos caballos
suelen decir: «Es en bondad tan bueno co-
mo Motilla.» Dejaré lo del caballo, y diré deste
valeroso capitán que alleció en la villa de Pa-
los cuando fué á Castilla con don Hernando
Cortés á besar los pies á su majestad ; y deste
Gonzalo de Sandoval fué de quien dijo el mar-
ques Cortés á su majestad que, demás de los
fuertes y valerosos soldados que tuvo en su
compañía, que fué tan animoso capitán, que se
podia nombrar entre los muy esforzados que
hubo en el mundo, y que podia ser coronel a\e
muchos ejércitos, y para decir y hacer. Fué na-
tural de Medellin, hijodalgo; su padre fué al-
caide de una fortaleza. Pasemos á decir de otrjo
buen capitán que se decía Juan Velazquez de
León, natural de Castilla la Vieja: seria de has-
ta veinte y seis años cuando acá pasó; era de
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA . 359
buen cuerpo, é derecho é membrudo, é buena
espalda é pecho, é todo bien proporcionado é
bien sacado, el rostro rohusto, la barba algo
crespa é alheñada, é la voz espantosa é gorda,
é algo tartamudo; fué muy animoso é de buena
conversación; é si algunos bienes tenia en aquel
tiempo los repartía con sus compañeros. Dijose
que en la isla Española mató á un caballero per-
sona por persona, en aquella tierra principal,
que era hombre rico, que se decia Basaltas; y
desque le hubo muerto se retrujo^y la justicia de
aquella isla nunca lo pudo haber, ni la Real .au-
diencia, para hacer sobre el caso justicia; y aun-
que le iban á prender, por su personase defendía
de los alguaciles, é se vino á la isla de Cuba , é de
Cuba á la Nueva-España , é fué muy buen jinete,
é á pie c á caballo muy extremado varón; murió
en las puentes cuando salimos huyendo de Méji-
co. Y Diego de Ordás fué natural de Tierra de
Campos, y seria de edad de 40 años cuando
acá pasó : fué capitán de soldados de espada y
rodela, porque no era hombre de á caballo ; fué
muy esforzado y de buenos consejos, era de
buena estatura é membrudo, é tenia el rostro
muy robusto é la barba algo prieta é no mucha;
en la habla no acertaba bien á pronunciar algu-
nas palabras, sino algo tartajoso : era franco é
de buena conversación ;fué comendador de San-
tiago; murió en lo de Marañon, siendo capitán
ó gobernador, que esto no lo sé muy bien. El
capitán Luis Marín fué de buen cuerpo é mem-
360 BBRNAL DÍAZ.
brudo y esforzado ; era estevado é la barba algo
rubia, el rostro largo é alegre, excepto que te-
nia unas señales como que habia tenido virue-
las ; seria de hasta treinta años cuando acá pa-
só ; era natural de Sanlúcar, ceceaba un poco
como sevillano. Fué buen ginete y de buena
conversación, murió en lo de Mechoacan. El ca-
pitán Pedro de Ircio era de mediana estatura y
paticorto, é tenia el rostro alegre, é muy plati-
co en demasía que baria y acontecería, é siem-
pre contaba cuentos de don Pedro Jirón é del
conde de Ureña ; era ardid de corazón, é á esta
causa le llamábamos Agrajes sin obras, é sin
hacer cosas que de contar sean murió en Méji-
co. El primer contador de su majestad que elijió
Cortés hasta que el Rey nuestro señor mandase
otra cosa, era de buen cuerpo é rostro alegre, en
la plática expresiva, muy clara c de buenas ra-
zones, é muy esforzado ; sería de hasta treinta y
tres años cuando acá pasó; é tenia otracosa,que
era franco con sus compañeros ; mas era tan so-
berbio é amigo de mandar é no ser mandado, é
algo envidioso; era orgulloso y bullicioso, que
Cortés no le podia sufrir, é á esta causa lé envió á
Castilla por procurador juntamente con un Anto-
nio de Quiñones, natural de Zamora, é con ellos
envió la recámara é riquezas de Montczuma é
de Guatemuz, é franceses lo robaron, é prendie-
ron al Alonso de Avila, porque el Quiñones ya
era muerto en la Tercera, é desde á dos años
volvió el Alonso de Avila á la Nueva-España; ó
CONQUISTA BE NUEVA-ESPAÑA. 361
en Yucatán ó en Méjico murió. Este Alonso le
Avila fué tio de los caballeros que degollaron
en Méjico, hijos de Gil González de BenaYides,
lo cual tengo ya dicho y declarado en mi histo-
ria. Andrés de Monjaraz fué capitán cuando la
guerra de Méjico, y era de razonable estatura,
y el rostro alegre y la barba prieta, y de buena
conversación; siempre estuvo malo de bubas, é
á esta causa no hizo cosa que de contar sea, mas
póngolo aquí en esta relación para que sepan
que fué capitán, y sería de hasta treinta años
cuando acá pasó; murió de dolor de las bubas.
Pasemos á un muy esforzado soldado que se de-
cía Cristóbal de Olea, natural de tierra de Me-
dina del Campo; seria de edad de veinte y seis
años cuando acá pasó; era de buen cuerpo é
membrudo, ni muy alto ni bajo; tenia buen pe-
cho é espalda, el rostro algo robusto, mas era
apacible, é la barba é cabello tiraba algo como
crespo, é la voz clara; este soldado fué en todo
lo que le víamos hacer tan esforzado é presto
en las armas, que le teníamos muy buena volun-
tad é le honrábamos, y él fué el que escapó de
muerte á D. Fernando Cortés en lo de Suchimi-
leco, cuando Tos escuadrones mejicanos le ha-
bían derribado del caballo el Romo, é le tenían
asido y engarrafado para lo llevar á sacrificar,
é asimismo le libró otra vez cuando en lo de la
calzadilla de Méjico lo tenían otra vez asido
muchos mejicanos para lo llevar vivo á. sacrifi-
car, é le habían ya herido en una pierna al mis-»
46
362 BERNAL DÍAZ.
mo Cortés, y le llevaron vivos sesenta y dos
soldados. Este esforzado soldado hizo cosas por
su persona, que, aunque estaba muy mal heri-
do, mató é acuchilló é dio estocadas á todos los
indios que le llevaban á Cortés, que les hizo
que lo dejasen ; é así le salvó la vida, y el Cris-
tóbal de Olea quedó muerto allí por Jo salvar.
Quiero decir de dos soldados que se decian Gon-
zalo Domínguez é un Lares; digo que fueron
tan esforzados, que los teníamos en tanto como
Cristóbal de Olea; eran de buenos cuerpos é
membrudos, é los rostros alegres, é bien habla-
dos, é muy buenas condiciones ; é por no gastar
más palabras en sus loas, podránse contar con
los más esforzados soldados que ha habido en
Castilla; murieron en las batallas de Obturaba,
digo el Lares, y el Dominguez en lo de Guan-
tepeque , de un caballo que le tomó debajo.
Vamos á otro buen capitán é esforzado solda-
do que se decia Andrés de Tapia: seria de
obra de veinte y cuatro años cuando acá pasó;
era de color el rostro algo ceniciento, é no muy
alegre, é de buen cuerpo é de poca barba; era
y fué buen capitán, así á pié comoá caballo,
murió de su muerte. Si hubiera de escribir to-
das las facciones é proporciones de todos nues-
tros capitanes é fuertes soldados que pasamos
con Cortés, era gran proligidad ; porque, se-
gún todos eran esforzados é de mucha cuenta,
dignos éramos de estar escritos con letras de
oro; é no pongo aquí otros muchos valerosos
CONQUISTA DE IÍUEVA-E8PAÑA. 363
capitanes que fueron de los de Narvaez; porque
mi intento desde que comencé á hacer mi rela-
ción no fué sino para escribir nuestros he-
roicos hechos é hazañas de Igs que pasamos con
Cortés; sólo quiero poner al capitán Panfilo de
Narvaez, que fué el que vino contra Cortés
desde la isla de Cuba con mil y trescientos sol-
dados, sin contar en ellos hombres de la mar, é
con ducientos y sesenta y seis soldados los des-
baratamos, según se verá en mi relación, é có-
mo é cuándo é de qué manera pasó aquel he-
cho. E volviendo á mi materia, era el Narvaez
al parecer obra de cuarenta y dos años, é alto
de cuerpo é de recios miembros, é tenia el ros-
tro largo é la barba rubia, é agradable presen-
cia, é la plática é voz muy vagorosa é entona-
da, como que salia de bóveda; era buen ginete é
decianque era esforzado; era natural de Valla-
dolid ó de Tudela de Duero; era casado con una
señora que se decia María de Valenzuela; fué
en la isla de Cuba capitán é hombre rico; decian
que era muy escaso, é cuando le desbaratamos
se le quebró un ojo, y, tenia buenas razones en
lo que hablaba: fué á Castilla delante de su ma-
jestad á quejarse de Cortés é de nosotros, é su
majestad le hizo merced de la gobernación de
cierta tierra en lo de la Florida, é allá se per-
dió é gastó cuanto tenia. Como los caballeros
curiosos han visto é leido la memoria atrás di-
cha de todos los capitanes é soldados que pasa-
mos con el venturoso é esforzado don Fernando
364 BERNAL DÍAZ.
Cortés marques del Valle, á la Nueva-España
desde la isla de Cuba, é pongo por escrito sus
proporciones, así de cuerpo como de rostro é eda-
des, é las condiciones que tenian, é en que parte
murieron, é de que partes eran, me han dicho
gue se maravillaban de mí que cómo á cabo de
pantos años no se me haolvidado é tengo memo-
ria dellos. A esto respondoy digo que no es mu-
cho que se me acuerde ahora sus nombres, pues
éramos quinientos y cincuenta compañeros que
siempre conversábamos juntos, asi en las entra-
das como en las velas , y en las batallas y en-
cuentros de guerras, é los que mataban de nos-
otros en las tales peleas é cómo los llevaban á
sacrificar. Por manera que comunicábamos los
unos con los otros , en especial cuando salíamos
de algunas muy sangrientas é dudosas batallas
echábamos menos los que allá quedaban muer-
tos, é á esta causa los pongo en esta relación;
é no es de maravillar dello, pues en los tiempos
pasados hubo valerosos capitanes que andando
en las guerras sabian los nombres de sus solda-
dos, é los conocian é los nombraban , é aun sa-
bian de qué provincias é tierras eran naturales,
é comunmente eran en aquellos tiempos cada
uno de los ejércitos que traían treinta mil hom-
bres; y decían las historias que dellos han es-
crito, que Mitridatefs, Rey de Ponto, fué uno de
los que conocian á sus ejércitos , y otro fué el
Rey de los epirotas, y por otro nombre se deeia
Alejandro. También dicen que Aníbal, gran ca-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 365
pitan de Gartago, conocía á todos sus soldados;
y en nuestros tiempos el esforzado y gran ca-
pitán Gonzalo Hernández de Córdoba conocia á
todos los más soldados que traian en sus capita-
nías, y asi han hecho otros muchos valerosos
capitanes. Y más digo, que como ahora los ten-
go en la mente y sentido y memoria , supiera
pintar y esculpir sus cuerpos y figuras y talles
y meneos , y rostros y facciones , como hacia
aquel gran pintor y muy honrado Apéies, é los
pintores de nuestros tiempos Berruguete, é Mi-
caei Ángel, ó el muy afamado Burgalés , que
dicen que es otro Apeles , dibujara á todos los
que dicho tengo al natural , y aun según cada
uno entraba en las batallas y el ánimo que mos-
traba; ¿ gracias á Dios y á su bendita Madre
nuestra Señora, que me escapó de no ser sacri-
ficado á los ídolos , é me libró de otros muehos
peligros é trances , para que haga ahora esta
memoria.
CAPITULO CCVII.
DE LAS COSAS QUE aQUI VAN DECLARADAS CERCA DE
LOS MÉRITOS QUE TENEMOS LOS VERDADEROS CON-
QUISTADORES', LAS CUALES SERÁN APACIBLES DE
LAS OÍR.
Ya he recontado los soldados que pasamos con
Cortés, y dónde murieron; y si bien se quiere te-
ner noticia de nuestras personas, éramos todos
366 BERNAL DÍAZ.
los más hijos-dalgo, aunque algunos no pueden
ser de tan claros linajes, porque vista cosa es
que en este mundo no nacen todos los hombres
iguales, así en generosidad como en virtudes.
Dejando esta plática aparte, de nuestras anti-
guas noblezas, con heroicos hechos y grandes
hazañas que en las guerras hicimos, peleando de
dia y de noche, sirviendo á nuestro Rey y se-
ñor, descubriendo estas tierras, y hasta ganar
esta Nueva-España y gran ciudad de Méjico y
otras muchas provincias á nuestra costa, estan-
do tan apartados de Castilla, ni tener- otro
socorro ninguno, salvo el de Nuestro Señor
Jesucristo, que es el socorro y ayuda verda-
dera, nos ilustramos mucho más que de antes;
y si miramos las escrituras antiguas que dello
hablan, si son asi como dicen, en los tiempos
pasados fueron ensalzados y puestos en gran
estado muchos caballeros , así en España
como en otras partes, sirviendo, como en aque-
lla sazón sirvieron en las guerras, y por otros
servicios que eran aceptos á los Reyes que en
aquella sazón reinaban. Y también he notado
que algunos de aquellos caballeros que enton-
ces subieron á tener títulos de Estados y de
ilustres, no iban á tales guerras ni entraban en
batallas sin que se les diesen sueldos y salarios;
y no embargante que se lo pagaban, les dieron
villas y castillos y grandes tierras perpetuas, y
privilegios con franquezas, los cuales tienen sus
descendientes, Y demás desto, cuando el Rey
CONQUISTA DE NUEVA«ESPAÑA. 3H7
don Jaime de Aragón conquistó y ganó de los
moros mucha parte de sus reinos, los repartió á
los caballeros y soldados que se hallaron en lo
ganar, y desde aquellos tiempos tienen sus bla-
sones y son valerosos; y también cuando se ga-
nó Granada, y del tiempo del gran capitán á
Ñapóles, y también el Príncipe de Orange en lo
de Ñapóles, dieron tierras y señoríos á los que
ayudaron en las guerras y batallas; é nosotros,
sin saber su majestad cosa ninguna, le ganamos
esta Nueva-España. He traído esto aquí á la
memoria para que se vean nuestros muchos y
buenos y notables y leales servicios que hici-
mos á Dios y al Rey y á toda la cristiandad, y
se pongan en una balanza y medida cada co-
sa en su cantidad, y hallarán que somos dig-
nos y merecedores de ser puestos y remune-
rados como los caballeros por mí atrás di-
chos; y aunque entre los valerosos soldados
que en estas hojas de atrás pasadas he puesto
por memoria hubo muchos esforzados y vale-
rosos compañeros, que me tenían á mí en re-
putación de razonable soldado , volviendo á
mi materia , miren los curiosos letores con
atención esta mi relación, y verán en cuántas
batallas y rencuentros de guerras muy peligro-
sos me he hallado desque vine á descubrir, y
dos veces estuve asido y engarrafado de muchos
indios mejicanos, con quien en aquella sazón
estaba peleando, para me llevar á sacrificar, y
Dios me dio esfuerzo que me escapé, como en
368 BEhNAL DÍAZ.
aquel instante llevaron á otros muchos mis
compañeros,- sin otros grandes peligros y tra-
bajos, así de hambre y sed, ó infinitas fatigas
que suelen recrecer á los que semejantes des-
cubrimientos van á hacer en tierras nuevas; lo
cual hallarán escrito parte por parte en esta mí
relación; y quiero dejar de entrar más la pluma
en esto, y diré los bienes que se han seguido de
nuestras ilustres conquistas.
CAPITULO CCVIII.
COMO LOS INDIOS DE TODA LA NUEVA-ESPANA TENÍAN
MUCHOS SACRIFICIOS Y TORPEDADES, Y SE LOS QUI-
TAMOS, Y LE» IMPUSIMOS EN LAS COSAS SANTAS DE
BUENA DOCTRINA.
Pues he dado cuenta de cosas que se contie-
nen, bien es que diga los bienes que se han he-
cho, así para el servicio de Dios y de su majes-
tad, con nuestras ilustres conquistas: y aunque
fueron tan costosas de las vidas de todos los
más de mis compañeros, porque muy pocos que-
damos vivos, y los que murieron fueron sacrifi-
cados, y con sus corazones y sangre ofrecidos
á los ídolos mejicanos, que se decian Tezcate-
puca, y Huichilóbos, quiero comenzar á decir
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. áÓVí
de los sacrificios que hallamos por las tierras
y provincias que conquistamos, las cuales es-
taban llenas de sacrificios y maldades, por-
que mataban cada un año, solamente en Méjico,
y ciertos pueblos que están en la laguna , sus
vecinos , según hallo por cuenta que dello hi^
cieron religiosos franciscos , que fueron los pri-
meros que vinieron á l¿t Nueva-España, después
de fray Bartolomé de Olmedo., tres años y me-
dio antes que viniesen los dominicos, que fueron
muy buenos religiosos y de santa doctrina; y
hallaron sobre dos mil y quinientas personas,
chicas y grandes. Pues en otras provincias á
esta cuenta muchos más serian ; y tenian otras
maldades de sacrificios, y por ser de tantas .
maneras, no las acabaré de escribir todas por
extenso: mas las que yo vi y entendí porné aquí
por memoria Tenian por costumbre que sacrifi-
caban las frentes y las orejas, lenguas y labios,
los pechos , brazos y molledos,. y las piernas; y
en algunas provincias eran retajados, y tenian
pedernales de navajas, con que s« retajaban.
Pues los adoratorios , que son cues , que así los
llaman entre ellos , eran tantos , que los doy á
la maldición , y me parece que eran casi que al
modo como tenemos en Castilla y en cada ciu-
dad nuestras santas iglesias y parroquias , y
ermitas y humilladeros, así tenian en esta tier-
ra de la Nueva-España sus casas de ídolos lle-
nas de demonios y diabólicas figuras , y deraai
destos cues , tenian cada indio é india dos alta-
47
370 BERNAL DU2.
res, él uno junto adonde dormían, y el otro á la
puerta de su casa , y en ellos muchas arquillas
de maderas, y otros que llaman petacas, llenos
de ídolos , unos chicos y otros grandes , y pie-
drezuelas y pedernales , y librillos de un papel
de cortezas de árbol, que llaman umatl, y en
eyos hechos sus 3eñales del tiempo y de cosas
pasadas. Y demás desto, eran los más del los so-
meticos, en especial los que vivían en las costas
y tierra caliente, en tanta manera, que andaban
vestidos en hábito de mujeres muchachos á
ganar en aquel diabólico y abominable oficio.
Pues comer carne humana, así como nosotros
traemos vaca de las carnicerías ; y tenían
en todos los pueblos , de madera gruesa hechas
á manera de casas, como jaulas , y en ellas me-
tían á engordar muchos indios é indias y mucha-
chos, y en estando gordus los sacrificaban y co-
mían; y deraac desto, las guerras que se daban
unas provincias y pueblos á otros , y los que
cautivaban y prendían los sacrificaban y co-
mían. Pues tener excesos carnales hijos con
madres , y hermanos con hermanas , y tios con
sobrinas , halláronse muchos que tenian este
vicio desta torpedad. Pues de borrachos , no lo
sé decir, tantas suciedades que entre ellos pa-
[ saban; sola una quier^ aquí poner, que hallamos
¿en la provincia de Panuco , que se embudaban
por el sieso con unos cañutos, y se henchían los
vientres de vino de lo que entre ellos se hacia,
como cuapdo entre nosotros se echa una melé-
CONQUISTA DE NUEVA. -ESPAÑA. 37 í
ciña; torpedad jamas oida. Pues tener mujeres,
cuantas querían ; tenían otros muchos vicios y
maldades ; y todas estas cosas por mí reconta-
das , quiso nuestro Señor Jesucristo que con
santa ayuda, que nosotros los verdaderos con-
quistadores que escapamos de las guerras y
batallas y peligros de muerte , ya otras veces
por mí dicho, se lo quitamos , y les pusimos en
buena policía de vivir y les íbamos enseñando
la santa doctrina. Verdad es que después des-
de á dos años pasados , y que todas las más
tierras teníamos de paz, y con la policía y ma-
nera de vivir que he dicho, vinieron á la Nueva-
España unos buenos religiosos franciscos , que
dieron muy buen ejemplo y doctrina, y desde
ahí á otros tres ó cuatro años vinieron otros
buenos religiosos de señor Santo Domingo , que
se lo han quitado muy de raiz, y han hecho mu-
cho fruto en la santa doctrina y cristiandad de
los naturales. Mas , si bien se quiere notar,
después de Dios, á nosotros los verdaderos con-
quistadores que los descubrimos y conquista-
mos, y desde el principio les quitamos sus ído-
los y les dimos á entender la santa doctrina, se
nos debe el premio y galardón de todo ello,
primero que á otras pe sonas , aunque sean re-
ligiosos ; demás que religiosos llevamos con
nosotros de la Merced; porque cuando el prin-
cipio es bueno, el medio y el cabo todo es digno
de loor ; lo cual pueden ver los curiosos letores
déla policía y cristiandad y justicia que les mos-
W$ BERZAL DlAz.
tramos en la Nueva-España. Y dejaré esta ma-
teria, y diré los más bienes que , después de
Dios, por nuestra causa han venido á los natu-
rales de la Nueva-España.
CAPITULO CCIX.
DE CÓMO IMPUSIMOS EN MUY BUENAS Y SANTAS DOCTRI-
NAS Á LOS INDIOS DE LA NUEVA-ESPANA, Y DE SU
CONVERSIÓN , Y DE CÓMO SE BAUTIZARON, Y VOL-
VIERON Á NUESTRA SANTA FE , Y LES ENSEÑAMOS
OFICIOS QUE SE USAN EN CASTILLA , Y A TENER Y
GUARDAR JUSTICIA .
Después de quitadas las idolatrías y todos los
malos vicios que se usaban, quiso Nuestro Se-
ñor Dios que con su santa ayuda, y con la bue-
na ventura y santas cristiandades de los cristia-
nísimos Emperador don Carlos, de gloriosa me-
moria, y de nuestro Rey y Señor, felicísimo y
invictísimo Rey de las Españas , don Felipe
nuestro señor, sü muy amado y querido hijo,
que Dios le dé muchos años de vida, con acre-
centamiento de más reinos, para que en este su
santo y feliz tiempo lo goce él y sus descen-
dientes, se han bautizado desde que los conquis-
tamos todas cuantas personas habia , asi hora-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 3?3
bres como mujeres , y niños que después han
nacido , que de antes iban perdidas sus ánimas
á los infiernos , y ahora , como hay muchos y
buenos religiosos de señor San Francisco y de
Santo Domingo y de nuestra Señora de la Mer-
ced , y de otras órdenes , andan en !qs pueblos
predicando , y en siendo la criatura de los dias
que manda nuesta santa madre Iglesia de Ro-
ma, los bautizan; y demás desto , con los santos
sermones que les hacen , el santo Evangelio
está muy bien plantado en sus corazones , y
se confiesan cada año , y algunos de los que
tienen más conocimiento á nuestra santa fe se
comulgan. Y demás desto , tienen sus iglesias
muy ricamente adornadas de altares , y todo
lo perteneciente para el santo culto divino,
con cruces y candeleros y ciriales, y cáliz y pa-
tenas , y platos , unos chicos y otros grandes,
de plata, é incensario , todo labrado de plata.
Pues capas, casullas y frontales , en pueblos
ricos los tienen , y comunmente de terciopelo
y damasco y raso y de tafetán , diferenciados
en las colores y labores , y las mangas de las
cruces muy labradas de oro y seda , y en algu-
nas tienen perlas ; y las cruces de los difuntos
de raso negro , y en ellas figurada la misma
cara de la muerte, con su disforme semejanza y
huesos, y el cobertor de las mismas andas, unos
las tienen buenas y otros no tan buenas. Pues
campanas, las que han menester según la cali-
dad que es cada pueblo. Pues cantores de capí-
374 BKRNAL DÍAZ.
lia de voces bien concertadas, asi tenores como
tiples y contraltos, no hay falta; y en algunos
pueblos hay órganos, y en todos los mas tienen
flautas y chirimías y sacabuches y dulzainas.
Pues trompetas altas y sordas, no hay tantas en
mi tierra, que es Castilla la Vieja, como hay en
esta provincia de Guatimala; y es para dar gra-
cias á Dios, y cosa muy de contemplación, ver
cómo los naturales ayudan á decir una santa
Misa, en especial si la dicen franciscos ó merce-
narios, que tienen cargo del curato del pueblo
donde la dicen. Otra cosa buena tienen, que les
han enseñado los religiosos, que asi hombres
como mujeres, é niños que son de edad para las
deprender, saben todas las santas oraciones en
sus mismas lenguas, que son obligados á saber;
y tienen otras buenas costumbres cerca de la
santa cristiandad, que cuando pasan cabe un
santo altar ó cruz abajan la cabeza con humil-
dad y se hincan de rodillas, y dicen la oración
del Pater-noster ó el Ave-María; y más les
mostramos los conquistadores á tener candelas
de cera encendidas delante los santos altares y
cruces, porque de antes no se sabian aprovechar
della en hacer candelas. Y demás de lo que di-
cho tengo, les enseñamos á tener mucho acato
y obediencia á todos los religiosos y á los clé-
rigos, y que cuando fuesen á sus pueblos les
saliesen á recibir con candelas de cera encendi-
das y repicasen las campanas, y les diesen bien
de comer, y asi lo hacen con los religiosos; y té-
CONQUISTA DE 1HJEVA-E8PAÑA . 375
nian estos cumplimientos con los clérigos. De-
mas de las buenas costumbres por mi dichas,
tienen otras santas y buenas, porque cuando
es el dia del Corpus Ohristi ó de Nuestra Señora,
ú de otras fiestas solenes que entre nosotros ha-
cemos procesiones, salen todos los más pueblos
cercanos de esta ciudad de Guatimala en proce-
sión con sus cruces y con candelas de cera en-
cendidas, y traen en los* hombros en andas la
imagen del Santo ó Santa de que es la advoca-
ción de su pueblo, lo más ricamente que pueden,
y vienen cantando las letanías y otras santas
oraciones, y tañen sus flautas y trompetas; y
otro tanto hacen en sus pueblos cuando es el dia
de las tales solenes fiestas, y tienen costumbre
dé ofrecer los domingos y pascuas, especialmen-
te el dia de Todos-Santos. Y pasemos adelante,
y digamos cómo todos los más indios naturales
destas tierras han deprendido muy bien todos
los oficios que hay en Castilla entre nosotros, y
tienen sus tiendas de los oficios y obreros, y ga-
nan de comer á ello, y los plateros de oro y de
plata, asi de martillo como de vaciadizo, son
muy extremados oficiales, y asimismo lapidarios
y pintores; y los entalladores hacen tan primas
obras con sus sutiles alegras de hierro, especial-
mente entallan esmeriles, y dentro dellos figu-
rados todos los pasos de la santa Pasión de
[ nuestro Redentor y Salvador Jesucristo, que si
no los hubiera visto, no pudiera creer que in-
dios lo hacian; que se me significa á mi juicio
376 BERHAL DÍAZ.
que aquel tan nombrado pintor como fué el muy
antiguo Apeles, y de los de nuestros tiempos,
que se dicen Berruguete y Micael Ángel, ni
de otro moderno ahora nuevamente nombrado,
natural de Burgos, que se dice que en sus obras
tan primas es otro Apeles, del cual se tiene
gs&n fama, no harán con sus muy sutiles pince-
les las obras de los esmeriles, ni relicarios que
hacen tres indios grandes maestros de aquel
oficio, mejicanos, que se dicen Andiés de Aqui-
no y Juan de la Cruz y el Crespillo. Y demás
desto, todos los más hijos de principales solian
ser gramáticos, y lo deprendían muy bien, si no
se mandara quitar en el santo sínodo que mandó
hacer el reverendísimo Arzobispo de Méjico; y
muchos hijos de principales saben leer y escri-
bir y componer libros de canto Ikno; y hay ofi-
ciales de tejer seda, raso y tafetán, y hacer pa-
ños de lana, aunque sean veinticuatrenos, "hasta
frisas y sayal, y mantas y frazadas, y son carda-
dores y peraües y tejedores, según y de la ma-
nera que se hace en Segovia y en Cuenca, y
otros sombrereros y jaboneros; solos dos oficios
no han podido entrar en ellos, aunque lo han
procurado, que es hacer el vidrio ni ser botica-
rios; mas yo los tengo por de tan buenos inge-
nios, que lo deprenderán muy bien, porque al-
gunos dellos son cirujanos y herbolarios, y sa-
ben jugar de mano y hacer títeres, y hacen
vihuelas muy buenas. Pues labradores, de su
naturaleza lo son antes que viniésemos á la
CONQUISTA BE MUEVA-ESPAÑA. 377
Nueva-España, y ahora crian ganado de todas
suertes y doman bueyes, y aran Jas tierras, y
siembran trigo, y lo benefician y cejen, -y lo
venden, y hacen pan y bizcocho, y han plantado
sus tierras y heredades de todos los árboles y
frutas que hemos traído de España, y venden el
fruto que procede dello; y han puesto tantos
árboles, que porque los duraznos no son buenos
para la salud y los platanales les hacen mucha
sombra, han cortado y cortan muchos, y lo po-
nen de membrillares y manzanas y perales, que
los tienen en más estima. Pasemos adelante y
diré de la justicia que les hemos enseñado á
guardar y cumplir, y cómo cada año elijen sus
alcaldes ordinarios y regidores y escribanos y
alguaciles, fiscales y mayoraomos, y tienen sus
casas de cabildo, donde se juntan dos diasde la
semana, y ponen en ellas sus porteros y senten-
cian y mandan pagar deudas que se deben unos
á otros, y por algunos delitos de crimen azotan
y castigan; y si es por muertes ó cosas atroces,
remítenlo á los gobernadores, si no hay audien-
cia Real; y según me han dicho personas que lo
saben muy bien, en Tlascala y en Tezcuco y en
Cholula, y en Guaxocingo y en Tepeaca, y en
otras ciudades grandes, cuando hacen los indios
cabildo, que salen delante de los que están por
gobernadores y alcaldes, maceros con mazas
doradas, según sacan ios Vireyes de la Nueva-
España; y hacen justicia con tanto primor y au-
toridad como entre nosotros, y se precian y de*»
48
378 BÉRNAL DÍAZ.
sean saber mucho de las leyes del reino por
donde sentencien. Demás desto, todos los caci-
ques tienon caballos y son ricos, traen jaeces
con buenas sillas, y so pasean por las ciudades,
villas y lue-ares donde se van á holgar ó son
naturales, y llevan sus indios por pajes que les
acompasan, y aun en algunos pueblos juegan
cañas y corren toros y corren sortijas, especial
si es dia de Corpus ChrUti ú de señor San Juan
ó señor Santiago, ú de Nuestra Señora de Agos-
to, ó la advocación de la iglesia del santo de su
pueblo; y hay muchos que aguardan los to-
ros, y aunque sean bravos, y muchos dellos
son jinetes, en especial en un pueblo que se
dice Cbiapa de los Indiios, y los que son caci-
ques todos los más tienen caballos y algunos
hatos de yeguas y muías, y se ayudan con ello
á traer leña y maíz y cal, y otras cosas deste
arte, y lo venden por las plazas, y son muchos
dellos arrieros según y de la manera que en
nuestra castilla se usa. Y por no gastar más pa-
labras, todos los oficios hacen muy perfecta-
mente, hasta paños de tapicería. Dejaré de ha-
blar más en esta materia, y diré otras muchas
grandezas que por nuestra causa ha habido y
hay en esta Nueva-España.
CONQUISTA DE NUEVA-E8PAÑA. 379
CAPITULO CCX.
DE OTRA8 COSAS Y PROVECHOS QUE SE HAN SEGUIDO
DE NUESTRAS ILUSTRES CONQU1STA8 Y TRABAJOS.
Ya habrán oido en los capítulos pasados lo
por mi recontado acerca de los bienes y prove-
chos que se han hecho con nuestras ilustres ha-
zañas y conquistas; diré ahora del oro, plata y
piedras preciosas, y otras riquezas de granas é
lanas, y hasta zarzaparrilla y cueros de vacas,
que desta Nueva-España han ido y van cada
año á Castilla á nuestro Rey y Señor, así lo de
sus reales quintos como otros muchos presentes
que le hubimos enviado así como le ganamos
estas tierras, sin las grandes cantidades que
llevan mercaderes y pasajeros; que después que
el sabio Rey Salomón fabricó y mandó hacer el
santo templo de Jerusajeh con el oro y plata
que le trujeron de las islas de Társis y Ofir y
Sabá, no se ha oido en ninguna escritura anti-
gua que más oro, plata y riquezas han ido coti-
dianamente á Castilla que de estas tierras, y es-
to digo así, porque ya que del Pirú, como es no-
torio, han ido muchos millares de oro y plata,
en el tiempo que ganamos esta Nueva-España
no habia nombre del Pirú ni estaba descubierto,
ni se conquistó desde ahí á diez años, y nos-
$50 BERNÁL DÍAZ.
otros siempre desde el principio, como dicho
tengo, comenzamos á enviar á su majestad pre-
sentes riquísimos, y por esta causa, y por otras
que diré, antepongo á la Nueva-España, porque
bien sabemos que en las cosas acaecidas del Pi-
rú siempre los capitanes y gobernadores y sol-
dados han tenido guerras civiles, y todo revuel-
to en sangre y en muertes de muchos soldados;
y en esta Nueva-España siempre tenemos, y
tememos para siempre jamás el pecho por tier-
ra, como somos obligados, á nuestro Rey y señor,
y pornemos nuestras vidas y haciendas en cual-
quiera cosa que se ofrezca para servir á su ma-
jestad. Y demás desto, miren los curiosos leto-
res qué de ciudades, villas y lugares están po-
bladas en estas partes de españoles que, por ser
tantos y no saber yo los nombres de todos, se
quedarán en silencio; y tengan atención á los
Obispados que hay, qué son diez, sin el arzobis-
pado de la muy insigne ciudad de Méjico, y có-
mo hay tres audiencias Reales, todo lo cual diré
adelante, asi de los que Jaan gobernado, como
de los Arzobispos y Obispos que ha habido; y
miren las santas iglesias catedrales y los monas-
terios donde estáa dominicos, como franciscos
y mercenarios y agustinos; y miren qué hay de
hospitales, y los grandes perdones que tienen,
y la santa casa de nuestra Señora de Guadalupe,
que está en lo de Tepeaquilla, donde solia estar
asentado el real de Gonzalo de Sandoval cuando
ganamos á Méjico; y miren los santos milagros
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 381
que ha hecho y hace de cada dia, y démosle mu-
chas gracias áDios y á su bendita Madre nuestra
Señora por ello, que nos dio gracia y ayuda
que ganásemos estas tierras, donde hay tanta
cristiandad. Y también tengan cuenta cómo en
Méjico hay colegio universal, donde estudian y
deprenden la gramática, teología, retórica y
lógica y filosofía, y otros artes y estudios, é
hay moldes y maestros de imprimir libros, así
en latin como en romance, y se gradúan de li-
cenciados y doctores; y otras muchas grande-
zas pudiera decir, así de minas ricas de plata
que en ellas están descubiertes y se descubren á
la continua, por donde nuestra Castilla es pros-
perada y tenida y acatada; y si no basta lo bien
que ya he dicho y propuesto de nuestras con-
quistas, quiero decir que miren las personas sa-
bias y leídas esta mi relación desde el principio
hasta el cabo, y verán que en ningunas escritu-
ras en el mundo, ni en hechos hazañosos huma-
nos, ha habido hombres que más reinos y se-
ñoríos hayan ganado, como nosotros los verda-
deros conquistadores para nuestro Rey y Se-
ñor, y entre los fuertes conquistadores mis
compañeros, puesto que los hubo muy esforza-
dos, á mí me tenían en la cuenta dellos, y el
más antiguo de todos; y digo otra vez que yo,
yo, yo lo digo tantas veces, que yo soy el más
antiguo y he servido como muy buen soldado á
su majestad; y quiero poner una cuestión á ma-
nera de diálogo; y es, que habiendo visto la
382 BKRNAL DÍAZ.
buena é ilustre fama que suena en el mun-
do de nuestras muchos y buenos y notables
servicios que hemos h^ho a D¡os y á su ma-
jestad y á tod i la cristiandad, da grandes vo-
ces y dice que fuera justicia y razón que
tuviéramos buenas rentas, y más aventaja-
das que tienen otras personas que no han ser-
vido en estas conquistas ni en otras pnrtes á su
majestad; y asimismo pregunta que donde están
nuestros palacios y moradas, y qué blasones te-
nemos en ellas diferenciadas de las demás; y si
están en el ios esculpidos y puestos por memoria
nuestros heroicos hechos y armas, según y de la
manera que tienen en España los caballeros
que dicho tengo en el capítulo pasado, que sir-
vieron en los tiempos pasados á los Reyes que
en aquella sazón reinaban, pues nuestras haza-
ñas no son menores que las que ellos hicieron;
antes son de muy memorable fama, y se pueden
contar entre los nombrados que ha habido en el
mundo. Y demás desto, pregunta la ilustre fama
por los conquistadores que hemos escapado de
las batallas pasadas y por los muertos , dónde
están sus sepulcros y qué blasones tienen en
ellos. A estas cosas se le puede responder con
mucha brevedad: «Oh excelente é ilustre Fama,
y entre buenos y virtuosos deseada y loada, y
entre maliciosos y personas que han procurado
escurecer nuestros heroicos hechos no querrían
ver. ni oir vuestro ilustre nombre, porque nues-
tras personas no ensalcéis como conviene; há-
CONQUISTA DE NUEVA-ESPANA. 383
goos, señora, saber que dé quinientos cincuen-
ta soldados que pasamos con Coi fes desde la
isla de Cuba, no SO'1109 vivosen toda la Nueva-
España de todos ellos, hasta este año de 1568,
que estoy trasladando esta relación, sino cinco;
que todos los demás murieron en las guerras ya
pur mí dichas, en poder d<- indios, y fueron sacri-
ficados a los ídolos, y los demás murieron de sus
muertes. Y los sepulcros, que me pregunta dónde
los tienen, digo q ue son los vientres de los indios,
que los comieron las piernas y muslos , ferazos
y molledos, pies y manos ; y lo demás , fueron
sepultados sus vientres , que echaban á los ti-
gres y sierpes y aleones , que en aquel tiempo
tenían por grandeza en casas fuerces, y aquellos
fueron sus sepulcros y allí están sus blasones;
y á lo que á mí se me figura , con letras de oro
habían de estar escritos sus nombres, pues mu-
rieron aquella cruelísima muerte, y por servir
á Dios y á su majestad y dar luz á los que esta-
ban en tinieblas, y también por haber riquezas,
que todos los hombres comunmente venimos á
buscar ; y demás de le haber dado cuenta á la
ilustre Fama , me pregunta por los que pasa-
ron con Narvaez y con Garay ; digo que los de
Narvaez fueron mil y trecientos, sin contar en-
tre ellos hombres de la mar , y no son vivos de
todos ellos sino diez ó once, que todos los más
murieron en las guerras y sacrificados , y sus
cuerpos comidos de indios, ni más ni menos que
los nuestros ; y los que pasaron con Garay de la
384 BERNAL DÍAZ.
isla de Jamaica , á mi cuenta , con las tres capi-
tanías que vinieron á San Juan (Je Ulúa , antes
que pasase el Garay con los que trajo á la pos-
tre cuando él vino , serian por todos mil y du-
cientos soldados, y todos los más fueron sacrifi-
cados en la provincia de Panuco, y comidos sus
cuerpos de los naturales de la provincia. Y demás
desto, pregunta la loable Fama por otros quince
soldados que aportaron á la Nueva-España, que
fueron de los de Lúeas Vázquez de Ay llon cuando
le desbarataron, y él murió en la Florida. A esto
digo que todos son muertos; y hágoos saber, exce-
lente Fama, que todos los que he recontado y aho-
ra somos vivos de los de Cortés , hay cinco y es-
tamos muy viejoa y dolientes de enfermedades,
y muy pobres y cargados de hijos, é hijas para
casar y nietos, y con poca renta, y así pasamos
nuestras vidas con trabajos y miserias. Y pues
ya he dado cuenta de lo que me han pregunta-
do, y de nuestros palacios y blasones y sepul-
cros, suplicóos, ilustrísima Fama, que de aquí
adelante alcéis más vuestra excelente y virtuo-
sísima voz, para que en todo el mundo se vean
claramente nuestras grandes proezas; porque
hombres maliciosos, con sus sacudidas y envi-
diosas lenguas, no las escurezcan.o A esto que
he suplicado á la virtuosísima Fama, me res-
ponde que lo hará de muy buena voluntad, y
que se espauta cómo no tenemos los mejores re-
partimientos de indios, pues los ganamos, y su
majestad lo manda dar como lo tiene el mar-
CONQUISTA DE NUIVA-ISPANA. 385
ques Cortés; no se entiende que sea tanto, sino
moderadamente. Y más dice la loable Fama,
que las cosas dei valeroso y animoso Cortés han
de ser siempre muy estimadas y contadas entre
los hechos de valerosos capitanes, y qae no hay
memoria de ninguno de nosotros en los libros
históricos que están escritos del coronista Fran-
cisco López de Gómora, ni en la del doctor
Illescas , que escribió el Pontifical , ni en
otros modernos coronistas ; y sólo el marques
Cortés dicen en sus libros que es el que lo des-
cubrió y conquistó, y que los capitanes y sol-
dados que los ganamos quedamos en blanco,
sin haber memoria de nuestras personas y con-
quistas, y que ahora se ha holgado mucho en
saber claramente que todo lo que he escrito
en mi relación es verdad; y que la misma escri-
tura consigo al pié de la letra dice lo que pasó,
y no lisonjas viciosas, ni por, sublimar á un solo
capitán quieren deshacer á muchos capitanes y
valerosos soldados, como ha hecho el Francisco
López de Gómora y los dema3 coronistas que
siguen su propia historia. Y más me prometió
la buena Fama, que por su parte lo poma con
voz muy clara á doquiera que se hallare. Y
demás de lo que ella declara, que mi historia si
se imprime, cuando la vean é oyan, la darán fe
verdadera, y escurecerá las lisonjas de los pa-
sados. Y demás <ie lo que he propuesto á ma-
nera de diálogo, me preguntó un doctor, oidor
déla pudiencia Real de Guatimala, q»ie c$pjo
49
3?6 BÉRfíAL DUÍ5.
Cortés, cuando escribía á su majestad y fué la
primera veza Castilla, no procuró pornosotros,
pues por nuestra causa, despue.. de Dios , fuó
marques y gobernador. A esto respondí enton-
ces, y ahora lo digo, que, como tomó para sí al
principio, cuando su majestad le hizo merced de
la gobernación, todo lo mejor de la Nueva-Es-
paña, creyendo que siempre fuera señor absolu-
to y que por su mano nos diera indios ó quita-
ra, y á esta causa se presumió que no lo hizo ni
quiso escribir; y también, porque en aquel tiem-
po su majestad le dio ol marquesado que tiene,
y como le importunaba que le diese luego la
gobernación de la Nueva-España, como de an-
tes la habia tenido, y le respondió que ya le ha-
bia dado el marquesado, no curó de demandar
cosa ninguna para nosotros que bien nos hi-
ciese, sino solamente para él. Y demás desto,
habian informado el factor y veedor y otros ca-
balleros i o Méjico á su majestad que Cortés ha-
bia tomado para sí las mejores provincias y pue-
blos de la Nueva-España , y que habia dado
á sus amigos y parientes que nuevamente ha-
bian venido de Castilla otros buenos pueblos
y que no dejaba para el Real patrimonio sino
poca cosa; después supimos mandó su majestad
que de lo que tenia sobrado diese á los que
con él pasamos ; y en aquel tiempo su majes-
tad se embarcó en Barcelona para ir á Flan-
des ; y si Cortés en el tiempo que ganamos la
Nueva-España la hiciera cinco partes , y la
COSíQtJÍSiA DÉ NtJEVA-ESPANA. 387
mejor y de más ricas provincias y ciudades
diera la quinta parte á nuestro Rey y señor de
su Real quinto , bien hecho fuera , y tomara
para sí una parte y media , y dejara para igle-
sias y monasterios y propios de ciudades, y que
su majestad tuviera que dar y hacer mercedes á
caballeros que le servian en las guerras de Ita-
lia ó contra turcos ó moros , y las dos partes y
media nos repartiría perpetuas , con ellas nos
quedáramos, asi Cortés con la una parte como
nosotros ; porque , como nuestro César tué tan
cristianísimo y no le costó el conquistar cosa
ninguna , nos hiciera estas mercedes ; y demás
deslo , como en aquella sazón no sabíamos qué
cosa era demandar justicia , ni á quién la pedir
sobre nuestros servicios , ni otros agravios y
fuerzas que pasaban en las guerras , sino sola-
mente al mismo Cortés como capitán , y que lo
mandaba muy de hecho, nos quedamos en blan-
co con lo poco que nos habían depositado , has-
ta que vimos que á don Francisco de Montejo.,
que fué á Castilla ante su majestad , le hizo
merced de ser Adelantado y gobernador de Yu-
catán , y le dio los indios que tenia en Méjico
y le hizo otras mercedes; y Diego de Ordás, que
asimismo fué ante su majestad , le dio una en-
comienda de Santiago y los indios que tenia en
la Nueva-España ; y á don Pedro de Albarado,
que también fué á besar los pies á su majestad,
le hizo Adelantado y gobernador de Guatimala
y Chiapa , y comendador de Santiago , y otras
3IS B1RNAL DÍAZ.
mercedes de los indios que tenia ; y á la postre
fué Cortés y le dio ei marquesado y capitán ge-
neral del mar del Sar ; y desque los conquista-
dores vimo<* que los aue no parecían ante su
majestad no tenían quien suplicase nos hiciese
el Rey mercedes , envir.mos á supliralic que io
que de allí adelante vacase, nos lo mandase dar
perpetuo ; y como se vieron nuestras justifica-
ciones , cuando envió la primera audiencia Real
á Méjico, y vino en ella por presidente Nuno de
Guzmnn y por oidores ei licenciado DHgadillo,
natural de Granada, y Matienzo, de Vizcaya, y
otros do9 oidores que llegando á Méjico murie-
ron ; y mandó su majestad expresamente al
Ñuño de Guzman que todos los indios de la
Nueva-España se hiciesen un cuerpo , á fin que
las personas que tenian repartiminntos grandes
que les había dado Cortés, que no les quedasen
tanto y les quitasen dello, y que á los verdade-
ros conquistadoresno diese los mejores pueblos
y de mas renta , y que para su Real patrimonio
dejaseu las cabeceras y mejores ciudades. Y
también mandó su majestad que á Cortés que
le contasen ios vasallos , y que le dejasen los
que tenian capitulados en su marquesado , y lo
demás no me acuerdo qué mandó sobre ello;
y la causa por donde no hizo el repartimiento
perpetuo el Ñuño de Guzman y los oidores,
fué por malos terceros, que por su honor aquí no
nombro, porque le dijeron que ei repartía la tier-
ra, que cuando los conquistadores y pobladores
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 889
se viesen con sus indios perpetuos no les ternian
en tanto acato ni serian tan señores de les man-
dar, porque no tenían que quitar ni poner , ni
les cernían a suplicar que les diesen de comer;
y de otra manera, que ternian que dar de lo
que vacase á quien quisiesen , y ellos serian ri-
cos y ternian mayores poderes ; y á este fin se
dejó de hacer. Verdad es que el Ñuño de Guz-
m3n y los oidores , en vacando indios, luego los
depositaban á conquistadores y pobladores, y no
eran tan malos como los hacían para los vecinos
y pobladores , que á todos les contentaban y
daban de comer ; y si les quitaron redondamen-
te de la audiencia Rea!, fué por las contrarieda-
des que tuvieron con Cortés y sobre el herrar de
los indios libres por esclavos Quiero dejar este
capitulo y pasaré á otro, y diré acerca del re-
partimiento perpetuo.
CAPITULO CCXI.
CÓMO EL AÑO DE 1550 , ESTANDO L* CORTE EN VALLA-
DOLID, SF JUNTARON EN Él. REAL CONSFJO I>E INDIA»
CIERTOS PRELADAS Y CABALLEROS, Qll VINIERON DE
LA NUEVA-ESPAÑA Y DEL PIRU POR PROCURADORES,
Y OTR' S HIDALGOS QUE SE HALLARON PRESENTES,
PARA T>AR ORDEN gUE SE HICIESE EL REPARTIMIENTO
PERPETUO; Y LO QUE EN LA JUNTA 8E HIZO Y PLA-
TICÓ ES LO QUE DIRÉ.
En el año de 1 550 vino del Pirú el licenciado do
la Gasea, y fué á la corte, que en aquella sazón es-
390 BERNAL DÍAZ.
taba en Valladolid, y trujo en su compañía á un
fraile dominico que se decia den fray Martin el
Regente; y en aquel tiempo su majestad le mandó
hacer merced al mismo Regente del obispado de
ias Cnarcas ; y entonces se juntaron en la corte
don fray Bartolomé de las Casas, Obisoo de
Chiapa, y don Vasco dé Quiroga, Obispo de Me-
choacan , y otros caballeros que vinieron por
procuradores de la Nueva-España y del Pirú,
y ciertos hidalgos que venían á pleitos ante su
majestad , que todos se hallaron en aquella sa-
zón en la corte , y juntamente con ellos , á mí
me mandaron llamar, comoá conquistador más
antiguo de la Nueva-España ; y como el de la
Gasea y todos los demás peruleros habian traí-
do cantidad de millares de pesos de oro , así
para su majestad como para ello, y lo que traían
de su majestad se le envió desde Sevilla á Au-
gusta de Alemania, donde en aquella sazón
estaba su majestad , y en su Real compañía
nuestro felicísimo don Felipe, Rey de las Espa-
ñas, nuestro señor, su muy amado y querido
hijo, que Dios guarde; y en aquel tiempo fueron
ciertos caballeros con el oro y por procuradores
del Pirú á suplicar á su majestad que fuese
servido hacernos mercedes para que mandase
hacer el repartimiento perpetuo ; y según pa-
reció, otras veces antes de aquella se lo habian
suplicado por parte de la Nueva-España, cuan-
do fué un Gonzalo López y un Alonso de Villa-
nueva con otros caballeros procuradores de
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 391
Méjico ; y su majestad mandó en aquel tien po
dar el obispadu de Falencia al licenciado de la
Gasea, que fué Übiáno y conde de Pernia, por-
que tuvo ventura que asi como llegó a Castilla
habia vacado ; y *>e decía en la corte que por
estar de paz el Pwú y turnar a haber el oro y
plata que le habían robado los Contreras. Y
volviendo á mi relación , lo que proveyó su ma-
jestad sobre la perpetuidad de los repaitimien-
tos de indios , fué enviar á mandar al marques
de Mondéjar , que era presidente en el Real
consejo de Indias, y al licenciado Gutierre Vc-
lazquez, y al licenciado Teilo deSandoval, y al
doctor Hernán Pérez de laFuente, y A licenciado
Gregorio López , y al doctor Riberadencyra , y
al licenciado Briviesca, que eran oidores del mis-
mo Real Consejo de Indias, y á otros caballeros
de otros Reales Consejos, que todos se juntasen
y que viesen y platicasen como se pouia hacer
el repartimiento , de manera que en todo fuese
bien mirado el servicio de Dios , y su Real pa-
trimonio no viniese á menos ; y desque todos es-
tos Prelados y caballeros estuvieron juntos en
las casas de Pero González de León , donde re-
sidía el Real Consejo de Indias , se platicó en
aquella muy ilustrísima junta que 0e diesen los
indios perpetuos en la Nueva-España y en el
Pirú , no me acuerdo bien si nombró el nuevo
reino de Granada é Borbotan ; mas paréceme que
también entraron con los demás , y las causas
que se propusieron en aquel negocio fueron san-
592 BfcRNAL DÍAS, .
tas y buenas. Lo primero se platicó que , siendo
perpetuos , serian rauy mejor tratados é in-
dustriados en nuestra santa fe, y que si
algunos adoleciesen , los curarían como á hi-
jos y les quitarían parte de sus tributos ; y que
los encomenderos se perpetuarían mucho más
en poner heredades y viñas y sementeras , y
criarían ganados y cesarían pleitos y contiendas
sobre indios ; y no habia menester visitadores
en los pueblos , y habría paz y concordia entre
los soldados en saber que ya no tienen poder
los presidentes y gobernadores para en vacando
indios se los dar por via de parentesco ni por
otras maneras que en aquella sazón les daban;
y con dalles perpetuos á los que han ser-
vido á su majestad, descargaba su Real concien-
cia; y le dijo otras muy buenas razones; y más le
dijo, que se habian de quitar en el Pirú á hom-
bres bandoleros, los que se hallasen que habían
deservido á su majestad Y después que por to-
dos aquellos de la ilustre junta fué muy bien
platicado lo que dicho tengo, todos los más
procuradores, con otros caballeros, dimos nues-
tros pareceres y votos que se hiciesen perpe-
tuos los repartimientos; luego en aquella sazón
hubo votos contrarios, y fué el primero el Obis-
po de Chiapa, y lo ayudó su compañero Fray
Rodrigo, de la órdeü de Santo Domingo , y an-
simismo el licenciado Gasea, que era Obispo de
Palencia y conde de Pernia, y el marques de
Mondéjar y dos oidores del Consejo Real de su
CONQUISTA »E NUEVA-ESPANA. 393
majestad; y lo que propusieron en la contra-
dicion aquellos caballeros por mí dichos, salvo
el marques de Mondéjar, que no se quiso mos-
trar á una parte ni á otra, sino que se estuvo á
la mira á ver lo qne decían y ver los que más
votos tenían, fué decir que ¿cómo habían de dar
indios perpetuos? Ni aún: de otra manera por
sus vidas no los habían de tener , sino quitárse-
los á los que en aquélla sazón los tenían, por-
que personas había entre ellos en el Pirú qUe
tenían buena renta de indios, que merecían que
los hubieran castigado, cuanto y más dárselos
ahora perpetuos; y que do creían que había en
el Pirú paz y asentada la tierra, habría solda-
dos que, como viesen que no había que les dar,
se amotinarían y habría más discordias. En-
tonces respondió don Vasco de Quiroga, Obis-
po de Mechoacan, que era de nuestra parte, y
dijo al licenciado de la Gasea, que ¿por qué no
castigó á los bandoleros y traidores, pues cono-
cía y leerán notorias sus maldades, y que él mis-
mo le» dio indios? Y á esto respondió el de la
Gasea, y se paró á reir, y dijo: «Creerán , seño-
res, que no hice poco en salir en paz y en silvo
de entre ellos , y algunos descuarticé y hice
justicia;» y pasaron otras razones sobre aque-
lla materia; y entonces dijimos nosotros, y mu-
chos de aquellos señores que alli estábamos
juntos, que se diesen perpetuos en la Nueva-
España á los verdaderos conquistadores que pa-
samos con Cortés, y á los de Narvaez y á los do
50
394 BKHMAL DÍAZ.
(iaray , pues habíamos quedado muy pocos,
porque todos los demás murieron en las bata-
llas peleando en servicio de su majestad , y lo
hablamos servido bien; y que con los demás
se hubiese otra moderación. E ya que teniamos
esta plática por nuestra parte , y la orden que
dicho tengo, unos de aquellos Prelados y seño-
res del Consejo de su majestad dijeron que ce-
sase todo hasta que el Emperador nuestro señor
viniese á Castilla , que se esperaba cada dia,
para que en una cosa de tanto peso y calidad
se hallase presente; y puesto que por el Obispo
de Mechoacan é ciertos caballeros , é yo junta-
mente con ellos, que éramos de la parte de la
Nueva-España , fué tornado á replicar , pues
que estaban ya dados los votos conformes , se
diesen perpetuos en la Nueva-España ; y que
los procuradores del Pirú • procurasen por sí,
pues su majestad lo habia enviado á mandar,
y en su Real mando mostraba afición para que
en la Nueva- España se diesen perpetúes; y so-
bre ello hubo muchas platicas y alegaciones ; y
dijimos que , ya que en el Pirú no se diesen,
que mirasen los muchos servicios que hicimos á
su majestad y á toda la cristiandad; y no apro-
vecho cosa ninguna con los señores del Real
Consejo Je Indias y que el Obispo fray Bartolomé
de las Casas, y fray Rodrigo, su compañero, y
con el Obispo de las Chcicas; y dijeron que en
viniendo su majestad de Augusta de Alemania,
se proveerla de manera que los conquistadores
CONQUISTA DE NUEVA-ESPAÑA. 395
serian muy contentos; y ansí se quedó por ha-
cer. Dejaré esta plática, y diré que en posta se
escribió en un navio á la Nueva España, como
se supo en la ciudad de Méjico las cosas arriba
dichas que pasaron en la corte. Concertaban los
conquistadores de enviar por sí solos procura-
dores ante su majestad, y aun á mí me escribió
de Méjico á esta ciudad de Guatimala el capitán
Andrés de Tapia y un Pedro Moreno Medrano y
Juan de Limpias Carvajal el sordo, dende la
Puebla, porque ya en aquella sazón era yo ve-
nido de la corte; y lo que me escribían, fué
dándome cuenta y relación de los conquistado-
res que enviaban su poder; y en la memoria me
contaban á mí por uno de los mas antiguos, é yo
mostré las cartas en esta ciudad de Guatimala
á otros conquistadores, para que las ayudáse-
mos con dineros para enviar los procuradores; y
según pareció, no se concertó la ida por falta
de pesos de oro, y lo que se concertó en Méji-
co, fué que los conquistadores, juntamente con
toda la comunidad, enviasen á Castilla procura-,
dores, pero no se negoció. Y después desto,
mandó ei invictísimo nuestro Rey y* Señor Don
Felipe (que Dios guarde y d<\je vivir muchos
años, con aumento de raág reinos) en sus Reales
ordenauzas y provisiones que para ello ha dado,
que los conquistadores y sus hijos en todo co-
nozcamos mejoría, y luego ios antiguos pobla-
dores casados, según se verá en sus Reales cé-
dulas.
BERNAL DÍAZ.
CAPITCJLQ QQJÍI.
DE OTRAS PLATICAS Y RELACIONES QUE. AQUÍ IRÁN PE-
CLARADAS, QUE SERÁN AGRADABLES DE OÍR.
Como acabé de sacar en limpio esta mi rela-
ción, me rogaron dos licenciados que se la em-
prestase para saber muy por extenso las cosas
que pasaron en las conquistas de Méjico y Nue-
va-España, y ver en qué diferencia lo que te-
nían escrito los conmistas Francisco López de
Gómora y el doctor II I óseas acerca de las heroi-
cas hazañas que hizo el marques del Valle, de
lo que en esta relación escribo; é yo se la pres-
té, porque de sabios siempre se pega algo á los
idiotas sin letras como yo soy, y les dije que no
enmendasen cosa ninguna de las conquistas, ni
poner ni quitar, porque todo lo que yo escribo
es muy verdadero; y cuando lo hubieron visto y
ieido los dos licenciados, el uno del los era muy
retórico, y tal presunción tenia de sí, que des-
pués de la sublimar y alabar de la gran memo-
ria que tuve para no se me olvidar cosa de todo
lo que pasamos dende que venimos á descubrir
primero que viniese Cortés dos veces, y la pos-
trera vine con Cortés, que fué en el año de 17
con Francisco Hernández de Córdoba, y en el
18 con un Juan deGrijalva, y en el de 19 vine
COHQUISTA M£ IWBVA-ESPANA . 397
con el mismo Cortés; y volviendo á mi plática,
me dijeron los licenciados que cnanto á la retó-
rica, qneva según nuestro comnn hablar de
Castilla la Vieja, é que en estos tiempos se tie-
ne por m?s agradable, porque no van razo-
nes hermoseadas ni afeitadas, que suelen com-
poner los coronistas que han escrito en cosas
de guerras, sino toda una llaneza , y de-
bajo de decir verdad se encierran las hermo-
seadas raaones; y más dijeron , que les parece
7<$ue me alabo mucho de mí mismo en lo de las
batallas y reencuentros de guerra en que me
hallé, y que otras personas lo habían de decir y
escribir primero que yo; y también, que paTa
dar más crédito á lo que he dicho , que diese
testigos y razones de algunos coronistas que
lo hayan escrito, como suelen poner y alegar
los que escriben, y aprueban con otros libros
de cosas pasadas, y no decir, como digo ran se-
camente, esto hice y tal me aconteció, porque
yo no soy testigo de mí mismo. A esto respon^
di, y digo agora, que en el primer capítulo de
mi relación, en una carta que escribió el mar-
gues del Valle en el año 1540 dende la gran ciu-
dad de Méjico á Castilla, á su majestad, hacién-
dole relación de mi persona y servicios, le hizo
saber cómo vine á descubrir la Nueva-España
dos veces primero que no él, y tercera vez vol-
ví en su compañía , y como testigo de vista me
vio muchas veces batallar en las guerras me-
jicanas y en toma de otras ciudades como es-
398 BERJUL DÍAZ.
forzado soldado, hacer en ellas cosas nota-
bles y salir muchas veces de las batallas mal
herido, y cómo fui en su compañía á Hondu-
ras é Higueras , que ansí nombran en esta
tierra, y otras particularidades que en la carta
se contenían, que por excusar prolijidad aquí
no declaro; y ansimismo escribió á su majes-
tad el ilustrísimo virey don Antonio de Men-
doza , haciendo relación de lo que había sido
informado de los capitanes, en compañía de
los que en aquei tiempo militaban, y conforma-
ba todo con lo que el marques del Valle escri-
bió; y ansimismo por probanzas muy bastantes
que por mi parte fueron presentadas en el Real
Consejo de Indias en el año 540. Ansí , se-
ñores licenciados, vean si son buenos testigos
Cortés y el Virey don Antonio de Mendoza y
mis probanzas ; y si esto no basta , quiero dar
otro testigo , que no lo habia mejor en el mun-
do, que fué el Emperador nuestro señor don
Carlos V, que por su Real carta, cerrada con su
Real selSo, mandó á los Vireyes y presidentes
que teniendo respeto á los muchos y buenos ser-
vicios que le constó haberle hecho , sea ante-
puesto y conozca mejoría yo f mis hijos ; todas
las cuales cartas tengo guardados los originales
dcHas , y los traslados se quedaron en la corte
en el archivo del secretario Ochoa de Luyando;
y es todo y por descargo de lo que los licencia-
dos me propusieron. Y volviendo a la plática,
&i quieren más testigos tengan atención y miren
C0N0UI8TA DK NUEVA-ESPAÑA. 399
la Nueva-España , que es tres veces más que
nuestra Castilla y está más poblada de españo-
les, que por ser tantas ciudades y villas aquí no
nombro, y miren las grandes riquezas que destas
partes van cotidianamente á Castilla ; y demás
desto , he mirado que nunca quieren escribir
de nuestros heroicos hechos los dos coronistas
Gómora y el doctor Illescas , sino que de toda
nuestra prez y honra nos dejaron en blanco,
si agora yo no hiciera esta verdadera relación;
porque toda la honra dan á Cortés ; y puesto
que tengan razón , no nos habían de dejar en
olvido á los conquistadores, y de las grandes
hazañas que hizo Cortés me cabe á mí parte,
pues me hallé en su compañia de los primeros
en todas las batallas que él se halló , y después
en otras muchas que me envió con capitanes á
conquistar otras provincias ; lo cual hallarán
esciito en esta mi relación, donde, cuándo y en
qué tiempo , y también mi parte de lo que
escribió en i,nblosonque puso en una culebri-
na , que fué un tiro que se nombró el Ave
Fénix, el cual se forjó en Méjico de oro y plata
y cobre, y le enviamos presentado á su ma-
jestad, y decían las letras del blasón : «Esta
ave uarió sin par, yo en serviros sin segundo,
y vos »in igualen el mundo.» \ An. i que parte
me cabe desta loa de Cortés; y demás desto,
cuando fué Cortés la primera vez á Castilla á
bisarlos pies ásu majestad, le hizo relación
que tuvo en las guerras mejicanas muy esfor-
400 BÉKNAL DÍAZ.
zados y valerosos capitanes y compañeros, que,
á lo que creia, ningunos más animosos que ellos
había oído en corónicas pasadas de los roma-
nos; también me cabe parte dcllo. Y cuando
fué á servir á su majestad en lo de Argel, so-
bre cosas que allá acaecieron cuando alzaron
el campo por la gran tormenta que hubo , dicen
que dijo en aquella sazón muchas loas de los
conquistadores sus compañeros; ansí, que de
todas 3us hazañas me cabe á mí parte dellas,
pues yo fué en le ayudar Y volviendo á nuestra
relación délo que dijeron los licenciados, que me
alabo mucho de mi persona y que otros Lo ha-
bían de decir, y esto respondí que en este mun-
do las cosas que se suelen alabar unos vecinos
á otros las virtudes y bondades que en ellos
hay, y no ellos mesmos; más él no se halló en
la guerra ni lo vio ni lo entendió , ¿cómo lo pue-
de decir? ¿Habíanlo de parlar los pájaros en el
tiempo que estábamos en las batallas , que
iban volando, ó las nubes que pasaban por al-
to, sino solamente los capitanes y soldados que
en ello nos hallamos? Y si hubiérades visto, se-
ñores licenciados, que en esta mi relación hu-
biera yo quitado su prez y honra á algunos de
los valerosos capitanes y fuertes saldados, mis
compañeros , que en las conquistas nos halla-
mos, y aquella misma honra me pusiera á mí
sólo , justo fuera quitarme parte ; más aun no
me alabo tanto cuanto yo puedo y debo , y á
esta causa lo escribo para que quede memoria
CONQUISTA PE MUEYA-ISPAÍÍA. 401
de mi; y quiero poner aquí una comparación , y
aunque es por la una parte muy alta , y de la
otra de oin pobre soldado como yo , dicen los
coronistas en los comentarios del Emperador y
gran batallador Julio César que se halló en cin-
cuenta y tres batallas aplazadas , yo digo que
me hallé en muchas más batallas que el Julio
César; lo cual, como dicho tengo , verán en mi
relación. Y también dicen los coronistas que fué
muy animoso y presto en las armas y muy es-
forzado en dar una batalla , y cuando tenia es-
pacio, de noche escribia por propias manos sus
heroicos hechos; y puesto que tuvo muchos co-
ronistas, no lo quiso fiar dellos, que él lo escri-
bió, é há muchos años , y no lo sabemos cierto;
y lo que yo digo, ayer fué, á manera de decir;
ansi que no es mucho que yo ahora en esta
relación declare en las batallas que me hallé
peleando y en todo lo acaecido , para que digan
en los tiempos venideros: «Esto hizo Bernal
Diaz del Castillo , para que sus hijos y descen-
dientes gocen las loas de sus heroicos hechos;»
como agora vemos las famas y blasones que hay
de tiempos pasados de valerosos capitanes , y
aun de muchos caballeros y señores de vasa-
llos. Quiero dejar esta plática, porque si hubie-
se de meter más en ella la pluma , dirían algu-
nas personas maliciosas y desparcidas lenguas,
quo no me querrán oir de buena gana, que salgo
del orden que debo, y por ventura les sera muy
odioso ; y esto que dicho tengo de mí raesmo,
n
402 BSRNAL DUZ.
¿ayer fué, á manera de decir , que no son mu-
chos años pasados, como las historias romanas;
y testigos hay conquistadores que dirán que
todo lo que digo es ansi , que si en alguna cosa
me hallasen vicioso ó escuro , es de tal manera
el mundo , que me lo contradirían ; mas la mis-
ma relación da testimonio; y aun con decir ver-
dad , hay maliciosos que lo contradirían si pu-
diesen. Y para que bien se entienda todo lo que
dicho tengo, y en las batallas y reencuentros de
guerra en que me he hallado desde que vine á
descubrir la Nueva-España hasta que estuvo
pacificada, sin las que adelante diré ; y puesto
que hubo otras muchas guerras y reencuentros,
I y que yo no me hallé en ellas ,. ansi por estar
mal herido como por tener otros males que con
los trabajos de las guerras suelen recrecer ; y
también , como habia muchas provincias que
conquistar, unos soldados íbamos á unas entra-
das y provincias y otros iban á otras ; mas en
las que yo me hallé son Tas siguientes:
Primeramente , cuando vine á descubrir á la
Nueva-España y lo de Yucatán con un capitán
que se decia Francisco Hernández de Córdoba,
en la Punta de Cotoche un buen reencuentro de
guerra.)
Luego más adelante , en lo de Champoton,
una buena batalla campal , en que nos mataron
la mitad de todos nuestros compañeros é yo •
salí mal herido, y el capitán con dos heridas, de
que murió.
COHOUISTA DE N til VA -ESPAÑA. 403
Luego de aquel viaje en lo de la Florida,
cuando fuimos á tomar agua , un buen reen-
cuentro de guerra, donde salí herido , y alli nos
llevaron vivo un soldado.
Y cuando vine con otro capitán que se decia
Juan de Grijalva, una batalla campal que fué
con los de Champoton, que fué en el mismo pue-
blo la primera vez cuando lo de Franeisco Her-
nández, y nos mataron diez soldados, y el capi-
tán salió mal herido.
Despuee cuando vine tercera vez con el capi-
tán Cortes, en lo de Tabasco, que se dice el rio
de Grijalva, en dos batallas campales, yendo
por capitán Cortés.
De que llegamos ala Nueva-España, en ia de
Cingapacinga, con el mismo Cortés.
De ahí á pocos dias en tres batallas campales
en la provincia de Tlascala, con Cortés.
Luego el peligro de lo de Cholula.
Entrados en Méjico, me hallé en la prisión de
Montezuma; no lo escribo por cosa que sea de
contar de guerra, sino por el gran atrevimien-
to que tuvimos en prender aquel tan grande
cacique.
De ahí obra de cuatro meses, cuando vino el
capitán Narvaez contra nosotros, y traia mil y
trescientos soldados , noventa de á caballo y
ochenta ballesteros y noventa espingarderos,
y nosotros fuimos sobre él ducientos y sesenta
y seis , y le desbaratamos y prendimos coa
Cortés.
404 BERNAL DÍAZ.
Luego fuimos al socorro de Albarado, que
ie dejamos en Méjico en guarda del gran
Montezuma, y se alzó Méjico, y en ocho dias
con sus noches que nos dieron guerca los meji-
canos, nos mataron sobre ochocientos y sesenta
soldados; pongo aquí en estos dias , que bata-
llamos seis dias, y batallas en que me hallé.
Luego en la batalla que dimos en esta tierra
de Obtumba; «luego cuando fuimos sobre Tepea-
ca, en una batalla campal, yendo por capitán el
marques Cortés.
Después cuando íbamos sobre Tezcuco, en un
reencuentro de guerra con mejicanos y los de
Tezcuco, yendo Cortés por capitán.
En dos batallas campales, y salí bien herido
de un bote de lanza en la garganta, en compa-
ñía de Cortés.
Luego en dos reencuentros de guerra con los
mejicanos cuando íbamos á socorrer á ciertos
pueblos de Tezcuco, sobre la cuestión de unos
maizales de una vega; que están entre Tezcuco y
Méjico. Luego cuando fui con el capitán Cortés,
que dimos vuelta á la laguna de Méjico, en los
pueblos más recios que en la comarco habia, los
Peñoles, que ahora se llaman del Marques,
donde nos mataron ocho soldados y tuvimos mu-
cho riesgo en nuestras personas, que fué descon-
siderada aquella subida y tomada del peñol, con
Cortés Luegoen la batalla de Cuernavaca, con
Cortés. Luego en tres batallas en Suchimileco,
donde estuvimos en gran riesgo todos de núes-
COH QUISTA DE NUEVA-ESPAÍíA. 405
tras personas, y nos mataron cuatro soldados,
con el mismo Cortés.
Luego cuando volvimos sobre Méjico, en no-
venta y tres dias que estuvimos en la gajiar,
todos los más destos dias y noches temarnos ba-
tallas campales, y hallo por cuenta que serian
más de ochenta batallas, reencuentros de guer-
ras en las que entonces me hallé.
Después de ganado Méjico, me envió si capi-
tán Cortés á pacificar las provincias de Guaca-
cualco y Chiapa y Zapotecas, y me hallé en to-
mar la ciudad de Chiapa, y tuvimos dos batallas
campales y un reencuentro.
Después en los de Chamula y Cuitlan otros
dos encuentros de guerra.
Después en Teapa y Cimatan otros dos reen-
cuentros de guerra, y mataron dos compañeros
mios y á mí me hirieron malamente en la gargan-
ta. Más, que se olvidaba, cuando nos echaron de
Méjico, que salimos huyendo, en nueve dias que
peleamos de uia y de noche, en otras cuatro ba-
tallas. Después la ida de Higueras y Honduras
con Cortés, que estuvimos dos años y tres meses
hajsta volver á Méjico, y en un pueblo que lla-
maban Culacotu hubimos una batalla campal,
y á amí me mataron el caballo, que me costó
seiscientos pesos.
Después de vuelto á Méjico ayudé á pacifi-
car las sierras de los zapotecas y ininxes , que
se habían alzado entre tanto que estuvimos en
aquella guerra.
406 BIRNAL DI Ai .
No cuento otros muchos reencuentros de guer-
ra, porque seria Dunca acabar, ni digo de cosas
de grandes peligros en que me hallé y se vido
mi persona.
Y tampoco quiero decir cómo soy uno de los
primeros que volvimos á poner cerco á Méjico
primero que Cortés cuatro ó cinco dias; por ma-
nera que vine primero que el mismo Cortés á
descubrir la Nueva-España dos veces, y como
dicho tengo, me hallé en tomar la gran ciudad
de Méjico y en quitarles el agua de Chalpute-
pequc, y hasta que se ganó Méjico no entró
agua dulce en aquella ciudad.
Por manera que, á la cuenta que en esta re-
lación hallarán, me he hallado en ciento y diez
y nueve batallas y reencuentros de guerra, y
no es mucho que me alabe dello, pues que es la
mera verdad; y estos no son cuentos viejos ni de
muchos años pasados, de historias romanas ni
ficciones de poetas; que claros y verdaderos es-
tán mis muchos y notables servicios que he he-
cho á Dios primeramente, y á su majestad y á
toda la cristiandad, y muchas gracias y loores
doy á nuestro Señor Jesucristo, que me ha es-
capado para que agora tan claramente lo escri-
ba; é mas digo, é me alabo dello, que me hallé
yo en tantas batallas y rencuentros de guerra
como dicen las historias en que se halló el Em-
perador Enrique IV.
FIN DI LA CONQUISTA DE NÜEVA-ISPANA .
ÍNDICE.
Páginas.
Capitulo CLXVin 5
— CLX1X 26
— CLXX 43
— CLXXI. ........ 48
— CLXII 53
— CLlXIII 63
— CLXXIV 71
— CLXXV 79
— CLXXVI 90
— CLXXV11 98
— CLXXVIII 107
— CLXXIX 123
— CLXXX 126
— CLXXXI 131
— CLXXXII. . ...... 136
— CLXXXIIl 139
— CLXXXIV 147
— CLXXXV 154
— CLXXXV1 168
— CLXXXVII 170
— CLXXXV11I 174
Páginas.
Capitulo CLXXXIX "¿¡T"
CXC. ... ice
- cxci : : • ■ • 5
- cxcu ; ; • g
- cxcm ' zz
- cxciv.. ...:::;• 220
- CXCV ™
- CXCVI • -52
- cxcvn. ... " i™
- cxcviu. . ..'■•• g
- gci*-- — : : : : .£
- ccix. ;. g
- cera v Sb
- cciv ; ; f0
- ccv g
- ccvu • • ' g
- ccvra ' g
- ccxi . g
- ccxir-- , : : 396
.
•>»*¥
it#i
4&&í£!