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Full text of "Verdadera historia de los sucesos de la conquista de la Nueva-España"

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THE  LIBRARY  OF  THE 

UNIVERSITY  OF 

NORTH  CAROLINA 

AT  CHAPEL  HILL 


ENDOWED  BY  THE 

DIALECTIC  AND  PHILANTHROPIC 

SOC1ETIES 


F  1230 

.D533 
1862 

t.  3 


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This  book  is  due  at  the  LOUIS  R.  W1LSON  LIBRARY  on  t 
last  date  stamped  under  "Date  Due."  If  not  on  hold  it  may 
renewed  by  bringing  it  to  the  library. 


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DATE 
DUE 

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)  No.  513 

CONQUISTADE  NUEVA-ESPAÑA 


POR 


BERNAL  DÍAZ  DEL  CASTILLO. 


tí 


VERDADERA  HISTORIA 


DE  LOS  SUCESOS 


DE  LA  CONQUISTA  DE  LA  NUEVA-ESPADA, 


POR  EL  CAPITÁN  BERNAL  DÍAZ  DIL  CASTILLO, 


UNO  DE  SUS  CONQUISTADORES. 


TOMO  III. 


M 


Imprenta  de  Tejado,  calle  de  Silva,  número  12, 


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18(1 


HONÍPSTA  DK  LA  NUEVA-flSPAfiA 

POR 

BERNAL  DÍAZ  DEL  CASTILLO. 


CAPITULO  CLXVIII. 


CÓMO  FUERON  ANTE  SU  MAJESTAD  PANFILO  BE  NAR- 
VAEZ  Y  CRISTÓBAL  DE  TAPIA,  Y  UN  PILOTO  QUE  SE 
DECU  GONZALO  DE  UMBRÍA  Y  OTRO  SOLDADO  QUE  SE 
LLAMABA  CÁRDENAS,  CON  FAVOR  DEL  OBISPO  DE 
BÚRG08,  AUNQUE  NO  TENIA  CARGO  DE  ENTENDER  EN 
COSAS  DE  INDIAS,  QUE  YA  LE  HABÍAN  QUITADO  EL 
CARGO  Y  SE  ESTABA  EN  TORO:  TODOS  LOS  POR  MÍ 
REFERIDOS  DIERON  ANTE  SU  MAJESTAD  MUCHAS  QUE- 
JAS DE  CORTÉS,  Y  LO  QUE  SOBRE  ELLO  SE  I1IZO. 


Ya  he  dicho  en  el  capítulo  pasado  cómo  Su 
Santidad  vio  y  entendió  los  grandes  servicios 
que  Cortés  y  todos  nosotros  los  conquistadores 
que  en  su  compañía  militábamos  habíamos  he- 
cho á  Dios  Nuestro  Señor  é  á  Su  Majestad  é  á 
toda  la  cristiandad,  y  de  cómo  se  le  hizo  mer- 
ced á  Cortes  de  le  hacer  gobernador  de  la  Nue- 
va-España, é   las  bulas   é  indulgencias  que 


6  BSRKAL  DU2. 

envió  para  las  iglesias  é  hospitales,  y  las  san- 
tas absoluciones  para  todos  nosotros;  7  visto 
por  su  majestad  lo  que  el  Santo  Padre  man- 
daba, después  de  bien  informado  de  toda  la 
verdad,  lo  confirmó  con  otros  Reales  mandos; 
7  en  aquella  sazón  se  quitó  el  cargo  de  presi- 
dente de  Indias  al  Obispo  de  Burgos,  7  se  fué 
á  vivir  á  la  ciudad  de  Toro;  7  en  este  ins- 
tante llegó  á  Castilla  Panfilo  de  Narvaez,  el 
cual  habia  sido  capitán  de  la  armada  que  envió 
Diego  Velazquez  contra  nosotros;  7  también  en 
aquel  tiempo  llegó  Cristóbal  de  Tapia ,  el  que 
habia  enviado  el  mismo  Obispo  á  tomar  la  go- 
bernación de  la  Nueva-España  ,  7  llevaron  en 
su  compañia  á  un  Gonzalo  de  Umbría  ,  piloto,  é 
á  otro  soldado  que  se  decia  Cárdenas  ,  7  todos 
juntos  se  fueron  á  Tora  á  demandar  favor  al 
Obispo  de  Burgos  para  se  ir  á  quejar  de  Cortés 
delante  de  su  majestad  ,  porque  7a  su  majestad 
habia  venido  de  Flandes,  7  el  Obispo  no  desea- 
ba otra  cosa  sino  que  hubiese  quejas  de  Cortés 
7  de  nosotros;  é  tales  favores  é  presas  les  dio  el 
Obispo  ,  que  se  juntaron  los  procuradores  del 
Diego  Velazquez  que  estaban  en  la  corte  ,  que 
se  decían  Bernardino  Velazquez ,  que  ya  le  ha- 
bia enviado  desde  Cuba  para  que  procurase  por 
él,  7  Benito  Martin  é  Manuel  de  Rojas  ,  7  fue- 
ron todos  juntos  delante  del  Emperador  nuestro 
señor,  7  se  quejaron  reciamente  de  Cortés;  7  los 
¡[capítulos  que  contra  él  pusieron  fué ,  que  Diego 
Velazquez  envió  á  descubrir  y  poblar  la  Hueva- 


CONQUISTA    DE    NUKYA-ESPANA.  7 

España  tres  veces  ,  y  que  gastó  gran  suma  de 
pesos  de  oro  en  navios  y  armas  y  matalotaje,  y 
en  cosas  que  dio  á  los  soldados  ,  y  que  envió 
con  la  armada  á  Hernando  Cortés  por  capitán, 
y  se  alzó  con  ella,  y  que  no  le  acudió  con  nin- 
guna cosa.  También  le  acusaron  que  ,  no  em- 
bargante todo  esto  ,  que  envió  el  Diego  Velaz- 
quez  á  Panfilo  de  Narvaez  por  capitán  de  más 
de  mil  trescientos  soldados  ,  con  diez  y  ocho 
navios  y  muchos  caballos  y  escopeteros  y  ba- 
llesteros, y  con  cartas  y  provisiones  de  su  ma- 
jestad, y  firmadas  de  su  presidente  de  Indias, 
que  era  el  Obispo  de  Burgos  é  Arzobispo  de 
Rosano  ,  para  que  le  diesen  gobernación  de  la 
Nueva-España,  y  no  lo  quiso  obedecer  ;  antes 
le  dio  guerra  y  desbarató  ,  y  mató  su  alférez  y 
sus  capitanes  ,  y  le  quebró  un  ojo  ,  y  que  le 
quemó  cuanta  hacienda  tenia  ,  y  le  prendió  al 
mismo  Narvaez  y  á  otros  capitanes  que  tenia 
en  su  compañía.  Y  que  ,  no  embargante  este 
desbarate,  que  proveyó  el  mismo  Obispo  de 
Burgos  para  que  fuese  el  Cristóbal  de  Tapia, 
que  presente  estaba  ,  como  fué  á  tomar  la  go- 
bernación de  aquellas  tierras  en  nombre  de  su 
majestad  ,  y  que  no  lo  quiso  obedecer  ,  y  que 
por  fuerza  le  hizo  volver  á  embarcar  ;  y  acusá- 
banle que  habia  demandado  á  los  indios  de  to- 
das las  ciudades  de  la  Nueva-España  mucho 
oro  en  nombre  de  su  majestad,  y  se  lo  tomaba  y 
encubría  y  lo  tenia  en  su  poder  ;  acusábanle 
que,  á  pesar  de  todos  sus  soldados,  llevó  quinto 


8  BERNAL  DÍAZ. 

como  Rey  de  todas  las  partes  que  se  habían  ha- 
bido en  Méjico  ;  acusábanle  que  mandó  quemar 
los  pies  á  Guatemuz  é  á  otros  caciques   porque 
diesen  oro;  acusáronle  que  no  dio  ni  acudió  con 
las  partes  del  oro  á  los  soldados,  y  que  $o<do  lo 
resumió  en  sí;  acusábanle  los  palacios  que  hizo 
y  casas  muy  fuertes  ,  y  que  eran  tan  grandes 
como  gran  aldea,  y  que  hacia  servir  en  ellas  á 
todas  las  ciudades  de  la  redonda  de  Méjico  ,  y 
que  les  hacia  traer  grandes  cipreses  y  piedra 
desde  lejas  tierras,  y  que  habia  dado  ponzoña  á 
Francisco  de  Garay  por  le  tomar  su  gente  y  ar- 
mada; y  le  pusieron  otras  muchas  cosas  y  acu- 
saciones, y  tantas,  que  su  majestad  estaba  eno- 
jado jleoir  tantas  sinjusticias  como  del  Cortés 
decían,  creyendo  que  era  verdad.  Y  demás  degto, 
como  el  Narvaez  hablaba  muy  entonado  ,  dijo 
estas  palabras  que  oirán:   aY  porque  vuestra 
majestad  sepa  cuál  andaba  la  cosa,  la  noche  que 
me  prendieron  y  desbarataron ,   que  teniendo 
vuestras  reales  provisiones  en  el  seno,  que  las 
saqué  de  priesa,  y  mi  ojo  quebrado,  porque  no 
me  quemasen,  porque  ardía  en  aquella  sazón  el 
aposento  en  que  estabo,  me  las  tomó  por  fuerza 
del  seno  un  capitán  de  Certés,  que  se  dice  Alon- 
so de  Avila,  y  es  el  que  ahora  está  preso  en 
Francia,  y  no  me  los  quiso  dar,  y  publicó  que  no 
eran  provisiones,  sino  obligaciones  que  venia  á 
cobrar.  Entonces  dice  que  se  rio  el  Emperador, 
y  la  respuesta  que  dio  fué,  que  en  todo  manda- 
ría hacer  justicia;  y  luego  mandó  juntar  ciertos 


CQ8QVWTA  »H  I|ü*V4'ESJ?4Íí4.  9 

caballeros  de  sus  Reales  consejos  y  de  su  Real 
cámara,  personas  de  quien  S.  M.  tuvo  confianza 
que  harían  recta  justicia,  que  se  decían,  Mercu- 
rio Catirinario,  gran  canciller  italiano,  y  mosiur 
de  Lasao  y  el  doctor  de  La-Rocha,  flamencos,  y 
Hernando  de  Vega,  señor  de  Grajales  y  comen- 
dador mayor  de  Castilla,  y  el  doctor  Lorenzo 
Galindez  dé  Carvajal  y  el  licenciado  Vargas,  te- 
sorero general  de  Castilla;  y  desque  á  su  ma- 
jestad le  dijeron  que  estaban  juntos,  les  mandó 
que  mirasen  muy  justificadamente  los  pleitos  y 
debates  entre  Cortés  y  Diego  Velazquez  é  aque- 
llos querellosos,  y  que  en  todo  hiciesen  justi- 
cia, no  teniendo  afición  á  las  personas  ni  favore- 
ciesen á  ninguno  dellos,  excepto  á  la  justicia;  y 
luego  visto  por  aquellos  caballeros  el  Real  man- 
do, acordaron  de  se  juntar  en  unas  casas  y  pala» 
cios  donde  posaba  el  gran  canciller,  y  mandaron 
parecer  al  Narvaez  y  al  Cristóbal  de  Tapia,  y  al 
piloto  de  Umbria  y  á  Cárdenas,  y  á  Manuel  de 
Rojas  y  á  Benito  Martin  y  á  un  Velazquez,  que 
estos  eran  procuradores  del  Diego  Velazquez;  y 
asimismo  parecieron  por  la  parte  de  Cortés  su 
padre  Martin  Cortés  y  el  licenciado  Francisco 
Nuñez  y  Francisco  de  Monte  jo  y  Diego  de  Or- 
dás,  y  mandaron  á  los  procuradores  del  Diego 
Velazquez  que  propusiesen  todas   las  quejas  y 
demandas  y  capítulos  contra  Cortés,  y  dan    as 
mismas  quejas  que  dieron  ante  su  majestad.  A 
esto  respondieron  por  Cortés  sus  procuradores, 
que  á  lo  que  decían  que  había  enviado  el  Diego 
3 


10  BSftNAL  DÍAZ. 

Telazquez  á?<m¡mmvfo  *Nüft?ftMeS$raña  de  los 

asatoH* jipwsft  %ÉwliMr  *#o«é»íjH   . 
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CONQUISTA   DE   NUEVA- ESPAÑA.  lt 

Cortés  con  otra  aráAííaf^(1ñ??ué  elegido  priiSe- 
mmvte  ^)gr%oH9ÜeofóoAfi7o0iqvé«fbaraeiáel 

«*Q>ftiJ^petí4Qr,»ue^wHC¿Bte¿í?aeibr^sét<|!tílB 
fe^qe^poriflie^q^sioOl^O  tóFrtaiir/enVishrao¿ 
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rero^j  a.u^ef>j#ra(§l  to&ftAjfcajtftt*  ¿íy  ^Ufecaando 
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kvJpSí/telfefciiyn-q^jea  ifíom üitogni&L>A*jÜ£v& 
ve^dftdqr amen t e  Ioí «que:  em,  obligado  á-  n uestrfl 
Rey  y^ñQ-5»  y  -que porque  núes  tros,  procurado- 
re*  querían  k  á  Fijan-dea  delante  de.au.Raal  per- 
iBbncm  ¿  noujivaD  ol   eoiobfiaiodüg  loq  aséíii 


12  BERNAL  BIAZ. 

sona,  eehó  preso  al  tino  del  los  ,  que  sé  decia 
Alonso  Hernández  Puertocarrero ,  primo  del 
conde  de  Mcdellin  y  que  murió  en  la  cárcel,  y 
que  mandaba  el  mesmo  Obispo  á  los  oficiales 
de  la  casa  de  la  contratación  de  Sevilla  que  no 
diesen  ayuda  ninguna  á  Cortés  >  asi  de  armas 
como  de  soldados  ,  sino  que  en  todo  le  contra- 
dijesen ,  é  que  á  boca  llena  nos  llamaban  de 
traidores;  é  que  todo  esto  hacia  el  Obispo  por- 
que tenia  tratado  casamiento  con  el  Diego  Ve- 
lazquez ó  con  el  Tapia  de  casar  una  sobrina 
que  se  decia  doña  Petronila  de  Fonseca  ,  y  le 
habia  prometido  que  le  haría  gobernador  de 
Méjico  ;  y  para  todo  esto  que  he  dicho  mostra- 
ron traslados  de  las  cartas  que  hubimos  escrito 
á  su  majestad,  é  otras  grandes  probanzas  ;  y  la 
parte  de  Diego  Velazquez  no  contradijo  en  cosa 
ninguna,  porque  no  habia  en  qué.  E  que  á  lo 
que  decian  de  Panfilo  de  Narváez,  que  envió  el 
Diego  Velazquez  con  diez  y  ocho  navios  y  mil 
trescientos  soldados  y  cien  caballos  ,  y  ochenta 
escopeteros  ó  otros  tantos  ballesteros  ,  é  habia 
hecho  mucha  costa,  á  esto  respondieron  que  el 
Diego  Velazquez  es  digno  de  pena  de  muerte 
por  haber  enviado  aquella  armada,  sin  licencia 
de  su  majestad,  y  que  cuando  enviaba  sus  pro- 
curadores á  Castilla,  en  nada  ocurría  á  nuestro 
Rey  y  señor,  como  era  obligado,  sino  solamente 
al  Obispo  de  Burgos,  y  que  la  Real  audiencia  de 
Santo  Domingo  y  los  frailes  Jerónimos  que  es- 
taban por  gobernadores  le  enviaron  á  mandar 


CONQUISTA  DE  NUEVA-ESPAÑA.  13 

•1  Diego  Velazquez  á  la  isla  de  Cuba,  so  graves 
penas,  que  no  enviase  aquella  armada  hasta 
que  su  majestad  fuese  sabidor  dello  ,  y  que  con 
su  Real  licencia  le  enviase  \  porque  hacer  otra 
cosa  era  grande  deservido  de  Dios  y  de  su  ma- 
jestad, poner  zizañas  en  la  Nueva-España  en  el 
tiempo  que  Cortés  y  sus  compañeros  estábamos 
en  las  conquistas  y  conversión  de  tantos  cuentos 
de  los  naturales  que  se  convertían  á  nuestra 
santa  fe  católica,  y  que  para  detener  la  armada 
le  enviaron  á  un  oidor  de  la  misma  audiencia 
Real,  que  se  decia  el  licenciado  Lúeas  Vázquez 
de  Ayllon,  y  en  lugar  de  le  obedecer,  y  los  Rea- 
les mandos  que  llevaba,  le  echaron  preso,  y  sin 
ningún  acato  le  enviaron  en  un  navio  ;  y  que 
pues  que  Narváez  estaba  delante  ,  que  fué  el 
que  hizo  aquel  tan  desacatado  delito ,  por  tocar 
en  crimen  lasos  majestatis  ,  es  digno  de  muerte, 
que  suplicaban  á  aquellos  caballeros  por  mi 
nombrados  ,  que  estaban  por  jueces  ,  que  le 
mandasen  castigar  ;  y  respondieron  que  hadan 
justicia  sobre  ello.  Volvamos  á  decir  en  los  des- 
cargos que  daban  nuestros  procuradores  ,  y  es, 
que  á  lo  que  dicen  que  no  quiso  Cortés  obede- 
cer las  Reales  provisiones  que  llevaba  Narvaez, 
y  le  dio  guerra  y  le  desbarató  y  quebró  un  ojo, 
y  prendió  á  él  y  todos  sus  compañeros  y  capita- 
nes, y  les  puso  fuego  á  los  aposentos.  A  esto 
respondieron  que  ,  asi  como  llegó  Narvaez  á  la 
Nueva-España  y  desembarcó  ,  que  la  primera 
cosa  que  hizo  el  Narvaez  fué  enviar  á  decir  al 


14  BERNAL    DÍAZ. 

gran  cacique  Montezulma,aqueT6oi£íSi:tenia  pre- 
so/qra  te  v«á*á)á>Bo4tar#  á  KEBdfre¿faMao|$n<|iift 

Gálébkmá&aaTuC&fáé&ivyí;  -qneialboarofeó/  |b  ,  tierna 
de  jnaqepa,  q&e3>OTq©e  testaba; jpácifleGÍ¿:se  vobdf 
«Ugueceaj  é  qpe  cppo^-Gocrfcésí  súpootjüeL&übia: 
vftTíidto: al  puert^^e la YcFaccuz,  leescribió  m«y< 
amorosamente,; y  que  si  trajaipraviaioaea  do  «tí 
majestad  ^  que  las  quería  y  er  y  obedeqeriq i coñt 
aqüeb>acatbqWse  deberá- su  Hdyi¡ypí»eserl;fy> 
que  &o  le  quiso  'responder;  áp  sus  cartas  ,  sané* 
siempre  eh  su  real ilam¡ándple  de/traidor'i  no. lo 
sie^o  psinoi imiy  leal  servídocf de  y8ui  majestad} 
é'que  mandó  pregonar  Narvae^  en  au<  real  güeií-í 
ra  álfue%9  y.  sangre  y  rtfpa>; franca  eontr a/ G.or* 
tés  é;  sustoompróetos  ?ly  quevleífirpgó-i'mueb&d 
veces  -pon  ¡la  pazi  vy  que  mirase  no  rero-ivieaenia 
Nueva-España  ¡de  manera  q n e.  diese  ^causa  para 
que  A  od  os «  se  perdiese n  ,  y  que  beu  a  partar  ia  * 
una  parte,  cual, el  quisiese ,  Á  conquistar :-j  y  el 
Narvae^z  fuese  por  la  parte,  que  más-  le  agrada** 
sé, -y  que  entrambos  sirviesen  sbsQios  y  á  suma* 
j estad!,  é.  pacificasen  aq«ella$  tierras^ y. tampoco 
te:  qoiiso  responder  -amelló  ;/  y  comGKiCortiés  yiq 
que  <  no  aprovechaban  todos  .s  aquellos  cumplí-? 
mientes  ni  le  mostraba  las  [Reales  pro.v.isionestóyi 
supoelgran  desacato  que: babia,  hecho; íeliSar-? 
yaiez  en  prender  ^IjoiddEdeoéirmijds^to  que. 
para  lo  castigar  por  aquei  delito  acordóüda  ir  á 
háiriafc  comékpajja  ver  lastlj^esiprqvjsiloi^&sft 
ál8ábeir;p©rr4uéyoaiisait  préadip-ftlp  oidorí  fc> i  y  que 
el  Narvaezi  tenia  concertado  de/pren^er:  ^á  Gor^ 
Ir  jh)b  a   iüívíio  áut  SD¿r<ncíd  Í9  osid  9üp  £¿oo 


CONOÜlStA   DE   NÚEVA-ÉSPANA.  Í5 

».  ,  .SAI<I    JíViiiaa  fíí 

tes  sobre  seguro  ;  y  para  ello  presentaron  pro- 
babas y  test!  foo$k>s- bastantes  ^Jr'fc'tfn^pertesJ 
tgg^í*  uUfo>és>ti#  Men^^qm»  mú&\ítiupb#hteí 
parte  d«*  i-N&rvaesí.»e&a7}i<te  lab,  vialto  "piiJdfy  >y«0l 
mfeeíd<©aerdifiié  teíiqaé  Sió  aVfetf  a^Gortés  tiellof 
y  á* todo* ¡esto  ta  ¡ parte  del  Diego  ;V el azquezn> 
había-  eH  qué-  'Contradecir  co&a-niíigu na sobre 
etlw<J?áI4o«ifu«I«l6Íc08a*a^^Ue^^o^©á:átf^ 
5YaoriscpfdédSarfeiy  ,,»y-tofi>B>  grjm^éPfttbadavV 
provisiones  de  so  majestad- en  qn^^élhadary^go^ 
fepjroádar  deáq43etla.p(TO<yínc¡'a,  y*  ^ü&€ort<é&-tav<y 
astadas*  y 'gran  diligencia  para  que  se  ¡le'amo- 
fe&laséhtal^a?^  «as  t»fel*d©sy  «y  Am  i&Gibtf  ílfe'lW 
misma.. provincia 'patarob  d-muóhosi ' dello^1,  y1 
kiitótaó. ciegos  tímim  ,té  hizo  'dtras  demasías' 
bastan  qoe  ebGráray -sjs;  yfó  {perdido»  y>  desampa- 
rado y  si  Capitanes  y  sQ4dados,iy  %efu<é  &*Bk-t 
ten  pbnkáslpiíePtasideíCortes^l^ft^otóhtoiefl  pus* 
cat*a*j>#lqoen'ende«á  ootfso  dlaS'\$tte'Jle:d4¿i{rtílal¿> 
muerzo «H q«d > murió,  tíe Ipo^tfío^k  qbe4 e<diiero» 
eii»éil?«á^0¿tolre8por^pr^n^i«í4^<ef^í»asil  |>wú 
qué  i*®it8M>ai  rrecesidlwl  «le»  los  sbldaíáoS^e*  (¿l<$ab 
layttttia 'paratas*  ftaoer  anmtánar^sínoMjue:,  <tt>^ 
mO'el'^apajyi-no'tejpaílwMfe^e'^ar^  latguefirra^íW 
88' jJaba'maiña'COtt'  l«8 1  Boldadbs/>^HJembJ  ñb  i  Ifrb 
par^w^cmi  'la:  tiet  r*  cuáttdg*  $e«én4bartó¿»*Shíe> 

grabde*  tík>tíiyu>fcalafcadéh>Agab  ybttJosíi«íte9uy 
ia«rkiiégttld9rr)y>lk)8'que  -tojúa  te*isu  "compañía'  tan 
Rieron '  We/ticia  d e1  te'  gfaff  'prosperidad  oV  Méjiétf 
y  Jastial  uezas,  y>  Usuíbtíena;  faina1  de>  la1  Mtefa'Hb'atf 
ds> GJortésy  que  ip©»í  esta  ¡causa  Be* lte!  ífeBd  >£'»Mé  ji¿ 
n¿  oí.  oh)i?ií>i  ii')  Jíinaj  oíntu  i   í:«Ij¡Jíji;^  t»Dq«»b 


31 

16  BBRBAL  DÍAZ. 

co,  y  que  por  los  pueblos  de  aquellas  provincias 
andaban  á  robar  sus  soldados  á  los  naturales  y 
les  tomaban  sus  hijas  y  mujeres,  y  que  se  le- 
vantaron contra  ellos  y  le  mataron  los  soldados 
que  dicen,  y  que  los  navios  ,  que  no  los  tomó, 
sino  que  dieron  al  través;  y  si  envió  sus  capita- 
nes Cortés,  fué  para  que  hablasen  al  Garay, 
ofreciéndoseles  por  Cortés,  y  también  para  ver 
las  Reales  provisiones,  si  eran  contrarias  de  las 
que  antes  tenia  Cortés;  y  que  viéndose  el  Garay 
desbaratado  de  sus  soldados,  y  navios  dados  al 
través,  que  se  vino  á  socorrerá  Méjico,  y  Cortés 
le  mandó  hacer  mucha  honra  por  los  caminos  y 
banquetes  de  Tezeuco,  y  cuando  entró  en  Méji- 
co le  salió  á  recebir  y  le  aposentó  en  sus  casas, 
y  habian  tratado  casamiento  de  los  hijos,  é  que 
le  quería  dar  favor  é  ayudar  para  poblar  el  rio 
de  Palmas,  éque  si  cayó  malo,  que  Dios  fué 
servido  dele  llevar  deste  mundo,  ¿qué culpa 
tiene  Cortés  para  ello?  Y  que  se  le  hicieron  mu- 
chas honras  al  enterramiento  y  se  pusieron  lu- 
tos, y  que  los  médicos  que  lo  curaban  juraron 
que  era  dolor  de  costado,*  y  que  esta  es  ja  ver- 
dad; y  no  hubo  otra  contradicción.  E  á  lo  que 
decian  que  llevaba  quinto  como  Rey,  respondie- 
ron que  cuando  lo  hicieron  capitán  general  y 
justicia  mayor  hasta  que  su  majestad  mandase 
en  ello  otracosarle  prometiéronlos  soldados  que 
le  darian  quinto  de  las  partes,  después  de  saca- 
do el  real  quinto,  é  que  lo  tomó  por  causa  que 
después  gastaba  cuanto  tenia  en  servicio  de  su 


CONQUISTA.  W  NUEVA-ESPAÑA.  '17 

majestad,  como  fué  en  lo  de  la  provincia  dé  Pa- 
nuco ,  que  pagó  de  su  hacienda  sobre  seis  mil 
pesos  de  oro,  y  envió  en  presentes  á  su  majes- 
tad mucho  oro  de  lo  que  le  habia  caido  del  quin- 
to; y  mostraron  probanzas  de  todo  lo  que  de- 
cían, y  no  hubo  contradicción  por  los  procura- 
dores de  Diego  Velazquez.  E  á  lo  que  decían  que 
á  los  soldados  les  habia  tomado  Cortés  sus  par- 
tes del  oro  que  les  cabia,  dijeron  que  les  dieron 
conforme  á  la  cuenta  del  oro  que  se  halló  en  la 
toma  de  Méjico,  porque  se  halló  muy  poco*  que 
todo  lo  habían  robado  los  nidios  de  Tlascala  y 
Tezcuco  y  los  demás  guerreros  que  se  hallaron 
en  las  batallas  y  guerras ;  y  no  hubo  contra- 
dicción sobre  ello.  E  á  lo  que  dijeron  que  Cortés 
habia  mandado  quemar  los  pies  con  aceite  á 
Guatemuz  é  otros  caciques  porque  diesen  oro,  á 
esto  respondieron  que  los  oficiales  de  su  majes- 
tad se  los  quemaron,  contra  la  voluntad  de  Cor- 
tés, porque  descubriesen  el  tesoro  de  Montezu- 
ma;  y  para  esto  dieron  información  bastante.  Y 
á  lo  que  le  acusaban  que  habia  labrado  muy 
grandes  casas,  y  habia  en  ellas  una  villa,  y  que 
hacia  traer  los  árboles  y  cipreses  y  piedras  de 
lejas  tierras,  á  esto  respondieron  que  las  casas 
es  verdad  que  son  muy  suntuosas,  y  que  para 
servir  con  ellas  y  cuanto  tiene  Cortés  á  su  ma- 
jestad las  hizo  fabricar  en  su  Real  nombre,  é  que 
los  árboles  é  cipreses,  que  están  junto  á  la  ciu- 
dad é  que  los  traían  por  agua,  é  que  piedra,  que 
habia  tanta  de  los  adoratorios  que  deshicieron 
3 


18  BERMAL  DÍAZ. 

de  lo 8  ídolos,  que  no  había  menester  traella  de 
fuera,  é  que  para  las  labrar  no  hubo  menester 
más  de  mandar  al  gran  cacique  Guatemuz  que 
las  labrase  con  los  indios  oficiales,  que  hay  mu- 
chos de  hacer  casas  é  carpinteros,  c  que  el  Gua- 
temuz  llamó  de  todos  sus  pueblos  para  ello,  é 
que  así  se  usaba  entre  los  indios  hacer  las  casas 
y  palacios  de  los  señores.  E  á  lo  que  se  quejaba 
Narvaez  que  le  sacó  Alonso  de  Avila  las  provi- 
siones Reales  por  fuerza,  y  no  se  las  quiso  dar 
y  publicó  que  eran  obligaciones  que  le  debían  al 
Narvaez  de  ciertos  caballos  é  yeguas  que  habian 
vendido,  que  venia  á  cobrar,  é  que  fué  por  man- 
dado de  Cortés;  á  esto  respondieron  que  no  vie- 
ron provisiones,  sino  solamente  tres  obligaciones 
que  le  debían  al  Narvaez  de  caballos  é  yeguas 
que  había  vendido  fiadas,  é  que  Cortés  nunca 
tales  provisiones  vio  ni  le  mandó  tomar.  E  á  lo 
que  se  quejaba  el  piloto  Umbría,  que  Cortés  le 
mandó  cortar  y  deszocar  los  pies  sin  causa  nin- 
guna, á  esto  respondieron  que  por  justicia  y 
sentencia  que  sobre  ello  hubo  se  le  cortaron, 
porque  se  quería  alzar  con  un  navio  y  dejar  en 
la  guerra  á  su  capitán  y  venirse  á  Cuba  él  y 
otros  dos  hombres  que  Cortés  mandó  ahorcar 
por  justicia.  E  á  lo  que  el  Cárdenas  demandaba, 
que  no  le  habian  dado  parte  del  primer  oro  que 
se  envió  á  su  majestad,  dijeron  que  él  firmó  con 
otros  muchos  que  no  quería  parte  de  ello,  sino 
que  se  enviase  á  su  majestad,  y  que  allende 
desto,  le  dio  Cortés  trescientos  pesos  para  que 


CONQUISTA  DI  HUEVA-ESPAÑA.  19 

trújese  á  su  mujer  é  hijos,  é  que  el  Cárdenas  no 
era  hombre  para  la  guerra,  é  que  era  mentecato 
é  de  poca  calidad,  c  que  con  los  trescientos  pe- 
sos estaba  muy  bien  pagado.  Y  á  la  postre  res- 
pondieron que,  si  fué  Cortés  contra  el  Narvaez, 
y  le  desbarató  y  quebró  el  ojo,  y  le  prendió  áél 
y  á  sus  capitanes,  y  se  le  quemó  su  aposento, 
que  el  Narvaez  fué  causa  dello  por  lo  que  dicho 
y  alegado  tienen,  y  por  le  castigar  el  gran  des- 
acato que  tuvo  de  prender  á  un  oidor  de  su  ma- 
jestad, y  como  la  justicia  era  por  la  parte  de 
Cortés  y  sus  compañeros,  que  en  aquella  bata- 
lla que  hubo  con  Narvaez  fué-nuestro  Señor  ser- 
vido dar  victoria  á  Cortés,  que  con  ducientos  y 
sesenta  y  seis  soldados,  sin  caballos  é  sin  arca- 
buces ni  ballestas,  desbarató  con  buena  maña  y 
con  dádivas  de  oro  al  Narvaez,  y  le  quebró  el 
ojo,  y  prendió  á  él  y  sus  capitanes,  siendo  con- 
tra Cortés  mil  trescientos  soldados ,  y  entre 
ellos  ciento  de  á  caballo  y  otros  tantos  escope- 
teros y  ballesteros,  y  que  si  Narvaez  quedara 
por  capitán.  Ja  Nueva-España  se  perdiera.  Y  á 
lo  que  decían  el  Cristóbal  de  Tapia,  que  venia 
para  tomar  la  gobernación  de  la  Nueva-Espa- 
ña cen  provisiones  de  su  majestad,  y  que  no 
le  quisieron  obedecer,  á  esto  responden  que 
el  Cristóbal  de  Tapia,  que  delante  estaba, 
fué  contento  de  vender  unos  cabalUs  y  ne- 
gros; que  si  él  fuera  á  Méjico,  adonde  Cortés 
estaba,  y  le  mostrara  sus  recaudos,  obedeciera; 
más  que  viendo  todos  los  caballeros  y  cabildos 


20  BERHAL  WAZ. 

de  todas  las  ciudades  y  villas  que  convetiiá  que 
Cortés  gobernase  en  aquella  sazón,  porque 
vieron  que  el  Tapia  no  era  capaz  para  ello,  que 
suplicaron  de  las  Reales  provisiones  para  ante 
su  majestad,  y  según  parecerá  de  los  autos  que 
sobre  ello  pasaron.  Y  cuando  hubieron  acabado 
de  poner  por  la  parte  del  Diego  Yelazquez  y 
del  Karvaez  sus  demandas ,  é  aquellos  caballe- 
ros que  estaban  por  jueces  vieron  las  respuestas 
y  lo  que  por  la  parte  de  Cortés  fué  alegado,  y 
todo  probado,  y  sobre  ello  habían  estado  emba- 
razados cinco  dias  en  ir  á  los  unos  y  á  los  otros, 
acordaron  de  ponello  todo  en  la  consulta  con  su 
majestad;  y  después  de  muy  acordado  por  todos 
en  ella,  lo  que  fué  sentenciado  es  esto:  lo  pri- 
mero, que  dieron  por  muy  bueno  y  leal  servi- 
dor de  su  majestad  á  Cortés  y  á  todos  nosotros 
los  verdaderos  conquistadores  que  con  él  pasa- 
mos, y  tuvieron  en  mucho  nuestra  gran  felici- 
dad, y  loaron  y  ensalzaron  en  gran  manera  las 
grandes  batallas  y  osadía  que  contra  los  indios 
tuvimos ,  y  no  se  olvidó  de  decir  cómo  ,  siendo 
nosotros  tan  pocos,  desbaratamos  al  Narvaez; 
y  luego  ma  ndaron  poner  silencio  al  Diego  Ve- 
lazquez  acerca  del  pleito  de  la  gobernación 
de  la  Nueva-España ,  y  que  si  algo  había  gas- 
tado en  los  armadas ,  que  por  justicia  lo  pidie- 
se á  Cortés;  y  luego  declararon  por  sentencia 
que  Cortés  fuese  gobernador  de  lá  Nueva- 
España  ,  según  lo  mandó  él  Sumo  Pontífi- 
ce ,  é  que  daban  en  nombre  de  su  majestad  loa 


CONQUISTA  DE  ÍIÜEVA-ESPANA.  21 

repartimientos  por  buenos ,  que  Cortés  habia 
hecho,  y  le  dieron  poder  para  repartir  la  tier- 
ra desde  allí  adelante,  y  por  bueno  todo  lo  que 
habia  hecho,  porque  claramente  era  servicio  de 
Dios  y  de  su  majestad.  En  lo  de  Garay  ni  en 
otras  cosas  de  las  acusaciones  que  le  ponian,  que 
pues  no  daban  informaciones  tocantes  acerca 
dello,  que  lo  reservaban  para  el  tiempo  andan- 
do, y  le  enviarían  á  tomar  residencia;  y  en  lo 
que  Narvaez  pedia,  que  le  tomaron  sus  provi- 
siones del  seno,  é  que  fué  Alonso  de  Avila,  que 
estaba  en  aquella  sazón  preso  en  Francia,  que 
le  prendió  Juan  Florín,  francés,  gran  corsario, 
cuando  robó  la  recámara  que  llamábamos  de 
Montezuma,  dijeron  aquellos  caballeros  que  lo 
fuese  á  pedir  á  Francia,  y  que  le  citasen  pare- 
ciese en  la  corte  de  su  majestad,  para  ver  lo  que 
sobre  ello  respondia ;  y  á  los  dos  pilotos  Umbría 
y  Cárdenas  les  mandaron  dar  cédulas  Reales 
para  que  en  la  Nueva-España  les  den  indios 
que  renten  á  cada  uno  rríil  pesos  de  oro.  Y  man- 
daron que  todos  los  conquistadores  fuésemos 
antepuestos  y  nos  diesen  buenas  encomiendas 
de  indios ,  y  que  nos  pudiésemos  asentar  en  los 
más  preeminentes  lugares,  así  en  las  santas 
iglesias  como  en  otras  partes.  Pues  ya  dada  y 
pronunciada  esta  sentencia  por  aquellos  caba- 
lleros que  su  majestad  puso  por  jueces,  llevá- 
ronla á  firmar  á  Valladolid,  donde  su  majestad 
estaba,  porque  en  aquel  tiempo  pasó  de  Flan- 
des,  y  en  aquella  sazón  mandó  pasar  allí  toda 


22  BÉRNAL  DÍAZ. 

su  Real  corte  y  consejo,  y  firmóla  su  majestad, 
y  dio  otras  sus  Reales  provisiones  para  echar 
los  tornadizos  de  la  Nueva-España ,  porque  no 
hubiese  contradicion  en  la  conversión  de  los 
naturales.  Y  asimismo  mandó  que  no  hubiese 
letrados  por  ciertos  años,  porque  do  quiera  que 
estaban  revolvían  pleitos  é  debates  y  zizañas;  y 
diéronse  todos  estos  recaudos  firmados  de  su  ma- 
jestad y  señalados  de  aquellos  caballeros  que 
fueron  jueces,  y  de  don  García  de  Padilla,  en  la 
misma  villa  de  Valladolid,  á  17  de  Mayo  de  mil 
y  quinientos  y  tantos  años,  y  venían  refrendadas 
del  secretario  don  Francisco  de  los  Cobos,  que 
después  fué  comendador  mayor  de  León  ;  y  en- 
tonces escribió  su  majestad  cesárea  á  Cortes  é  á 
todos  los  que  con  él  pasamos,  agradeciéndonos 
los  muchos  y  buenos  é  notables  servicios  que  le 
hacíamos  ;  y  también  en  aquella  sazón  el  Rey 
don  Hernando  de  Hungría,  Rey  de  romanos,  que 
ansí  se  nombraba,  padre  del  Emperador  que  ago- 
ra es,  escribió  otra  carta  en  respuesta  de  lo  que 
Cortés  le  habia  escrito,  y  enviado  presentadas 
muchas  joyas  de  oro  ;  y  lo  que  decia  el  Rey  de 
Hungría  en  la  carta  que  escribió  á  Cortés  era, 
que  ya  tenia  noticia  de  los  muchos  y  grandes 
servicios  que  habia  hecho  á  Dios  primeramente, 
y  á  su  señor  y  hermano  el  Emperador,  y  á  toda 
la  Cristiandad,  y  que  en  todo  lo  que  se  le  ofre- 
ciese, que  se  lo  haga  saber,  porque  sea  interce- 
sor en  ello  con  su  señor  y  hermano  el  Empera- 
dor, porque  de  mucho  más  era  merecedora  su 


CONQUISTA    DE    HUEVA-ESPAÑA.  23 

generosa  persona,  y  que  diese  sus  encomiendas 
á  los  fuertes  soldados  que  le  ayudaron  ;  y  decia 
otras  palabras  de  ofrecimientos;  y  acuérdaseme 
que  en  la  firma  decia  :  aYo  el  Rey,  é  Infante  de 
Castilla;»  y  refrendada  de  su  secretario,  que  se 
decia  Fulano  de  Castillejo ;  y  esta  carta  yo  la  leí 
dos  ó  tres  veces  en  Méjico,  porque  Cortés  me  la 
mostró  para  que  viese  en  cuan  grande  estima 
éramos  tenidos  los  verdaderos  conquistadores, 
de  su  majestad.  Pues  como  todos  estos  despa- 
chos tuvieron  nuestros  procuradores,  luego  en- 
viaron con  ellos  por  la  posta  á  un  Rodrigo  de 
Paz,  primo  de  Cortés  y  deudo  del  licenciado 
Francisco  Nuñez,  y  también  vino  con  ellos  un 
hidalgo  de  Extremadura,  pariente  del  mismo 
Cortés,  que  se  decia  Francisco  de  las  Casas,  y 
trajeion  un  buen  navio  velero,  y  vinieron  cami- 
no de  la  isla  de  Cuba,  y  en  Santiago  de  Cuba, 
donde  Diego  Velazquez  estaba  por  gobernador, 
se  le  notificaron  las  Reales  provisiones  y  senten- 
cia, para  que  se  dejase  del  pleito  de  Cortés  y  le 
demandase  los  gastos  que  habia  hecho  ;  la  cual 
notificación  se  hizo  con  trompetas;  y  el  Diego 
Velazquez,  de  pesar,  cayó  malo,  y  dende  á  po- 
coá  meses  murió  muy  pobre  y  descontento  ,  y 
por  no  volver  yo  otra  vez  á  recitar  lo  que  en 
Castilla  negoció  el  Francisco  de  Montejo  y  el 
Diego  de  Ordás,  dirélo  ahora,  y  fué  así :  que  al 
Francisco  de  Montejo  su  majestad  le  hizo  mer- 
ced de  la  gobernación  y  adelantamiento  de  Yu- 
catán é  Cozumel,  y  trajo  don  y  señoría,  y  al 


24  BERWAL  DÍAZ. 

Diego  de  Ordás  su  majestad  le  confirmó  los  in- 
dios que  tenía  en  lía  Nueva-España  y  le  díó  una 
encomienda  del  señor  Santiago,  y  el  volcan  que 
estaba  cabe  Guaxocingo  por  armas,  y  con  ello 
se  vinieron  á  la  Nueva^Espáñá.  Desde  á  dos  ó 
tres  años  el  mismo  Ordas  volvió  á  CaátiHá  y  de- 
mandó la  conquista  del  Marañon,  donde  sé  per- 
dió él  y  su  hacienda.  Dejemos  desto,  y  digamos 
cómo  el  Obispo  de  Burgos,  que  en  aquella  sazón 
supo  los  grandes  favores  que  su  majestad  hizo  á 
Cortés  y  á  todos  nosotros  los  conquistadores,  y 
cómo  muy  claramente  aquellos  caballeros  que 
fueron  jueces  habían  alcanzado  á  saber  los  tratos 
que  entre  él  y  Diego  Velazquez  habiá,  y  cómo 
tomaba  el  oro  que  enviábamos  á  su  majestad,  y 
encubría  y  torciá  nuestros  muchos  servicios ,  y 
aprobaba  por  buenos  los  dé  su  amigo  Diego  Ve- 
lazquez, si  muy  triste  y  pensativo  estaba  de  an- 
tes, ahora  desta  vez  cayó  malo  déllo  y  de  otros 
enojos  que  tuvo  coa  un  Caballero  su  sobrino, 
que  se  decia  D.  Alonso  de  Fonseca  ,  Arzobispo 
que  fué  de  Santiago  ,  porque  pretendía  aquel 
arzobispado  de  Santiago  el  don  Juan  Rodrí- 
guez de  Fonseca.  Dejemos  de  hablar  desto  ,  y 
digamos  cómo  el  Francisco  de  las  Casas  y  el 
Rodrigo  de  Paz  llegaron  á  la  Nueva-España  ,  y 
entraron  en  Méjico  con  las  Reales  provisiones 
que  de  su  majestad  traían  para  ser  gobernador 
Cortés,  qué  alegrías  y  regocijos  se  hicieron  ,  y 
qué  de  correos  fueron  por  todas  las  provincias 
de  la  Nueva-España  á  demandar  albricias  á  las 


CONQUISTA  DE   NUEVA-ESPAÑA.  25 

villas  que  estaban  pobladas  ,  y  qué  mercedes 
hizo  Cortés  al  de  las  Casas  y  al  Rodrigo  de  Paz 
y  á  otros  que  venian  en  su  compañía  ,  que  eran 
de  Medfíllin  ,  su  tierra  de  Cortés  ;  y  es  ,  que  al 
Francisco  de  las  Casas  le  hizo  capitán  y  le  dio 
luego  un  buen  pueblo  que  se  dice  Anguitlan,  y 
al  Rodrigo  de  Paz  le  dio  otros  muy  buenos  y 
ricos  pueblos,  y  le  hizo  su  mayordamo  mayor  y 
su  secretario,  y  mandaba  absolutamente  al  mis- 
mo Cortés  ;  y  también  á  los  que  vinieron  de  su 
tierra  de  Medellin  ,  á. todos  les  dio  indios  ,  y  al 
maestre  del  navio  en  que  trajeron  la  nueva  de 
cómo  Cortés  era  gob  mador  le  dio  oro,  con  que 
volvió  rico  á  Castilla.  Dejemos  ahora  esto  de 
recitar  las  alegrías  y  albricias  que  se  dieron 
por  las  nuevas  ,  y  quiero  decir  lo  que  me  han 
preguntado  algunos  curiosos  letores,  y  tienen 
razón  de  poner  plática  sobre  ello,  que  ,  ¿cómo 
cómo  pude  yo  alcanzar  á  saber  lo  que  pasó  en 
España,  asi  de  lo  que  mandó  Su  Santidad  como 
de  las  quejas  que  dieron  de  Cortés  ,  y  las  res- 
puestas que  sobre  ello  propusieron  nuestros 
procuradores  ,  y  la  sentencia  que  sobre-ello  se 
dio,  y  otras  muchas  particularidades  que  aquí 
digo  y  declaro  ,  estando  yo  en  aquella  sazón 
conquistando  en  la  Nueva-España  é  sus  provin- 
cias, no  lo  pudiendo  ver  ni  oir?  Yo  les  respondí 
que,  no  solamente  lo  alcancé  yo  á  saber,  sino 
que  todos  los  más  conquistadores  que  lo  quisie- 
ron ver  y  leer  en  cuatro  ó  cinco  cartas  y  rela- 
ciones por  sus  capítulos  declarado  ,  cómo  y 
4 


26  SERBAL' DÍAZ. 

Cuándo  y  en  qué  tiempo  acaeció  lo  por  mí  dicho; 
las  cuales  cartas  y  memoria  las  escribieron  de 
Castilla  nuestros  procuradores  porque  conocié- 
semos que  entendían  con  mucho  calor  en  uues- 
tros  negocios.  Yo  dije  en  aquel  tiempo  muchas 
veces  que  solamente  lo  que  procuraban  ,  según 
pareció,  era  por  las  cosas  de  Cortés  y  las  suyas 
dellos,  y  que  nosotros  los  que  lo  ganábamos  y 
conquistábamos,  y  le  pusimos  en  el  estado  que 
Cortés  estaba,  quedamos  siempre  con  un  traba- 
jo sobre  otro,  y  roguemos  á  nuestro  Señor  Dios 
nos  dé  favor  y  ánimo  ,  y  ponga  en  corazón  á 
nuestro  gran  César  mande  que  su  recta  justicia 
se  cumpla  ,  pues  que  en  todo  es  muy  católico. 
Pasemos  adelante,  y  digamos  en  lo  que  Cortés 
entendió  desque  le  vino  la  gobernación. 


CAPITULO  CLXIX. 


DE  EN  LO  QUE  CORTÉS  ENTENDIÓ  DESPUÉS  QUE  LE  VINO 
LA  GOBERNACIÓN  DE  LA  NUEVA-ESPAÑA  ,  CÓMO  Y  DE 
QUÉ  MANERA  REPARTIÓ  LOS  PUEBLOS  DE  INDIOS  ,  É 
OTRAS  COSAS  QUE  MAS  PASARON  ,  Y  UNA  MANERA 
DE  PLATICAR  QUE  SOBRE  ELLO  SE  HA  DECLARADO 
ENTRE  PERSONAS  DOCTAS* 


Ya  que  le  vino  la  gobernación  de  la  Nueva- 
España  á  Hernando  Cortés  ,  paréceme  á  mí  y  á 
otros  conquistadores  de  los  antiguos  ,  de  los 


CONQUISTA   DE  NUEVA-ESFANA  .  27 

más  experimentados  y  maduro  consejo  ,  que  lo 
que  había  de  mirar  Cortés  era  acordarse  desde 
el  día  que  salió  de  la  isla  de  de  Cuba  y  tener 
atención  á  todos  los  trabajos  en  que  se  tío, 
asi  cuando  en  lo  de  los  arenales  ,  cuando  des- 
embarcamos ,  qué  personas  fueron  en  le  fa- 
vorecer para  que  fuese  capitán  general  y  justi- 
cia mayor  de  la  Nueva-España;  y  lo  otro,  quién 
fueron  los  que  se  hallaron  siempre  á  su  lado  en 
todas  las  guerras  ,  así  de  Tabasco  y  Cingapacin- 
ga ,  y  en  tres  batallas  de  Tlascala  ,  y  en  la  de 
Cholula  cuando  tenian  puestas  las  ollas  con  ají 
para  nos  comer  cocidos  ;  y  también  quién  fueron 
en  favorecer  su  partido  cuando  por  seis  ó  siete 
soldados  que  no  estaban  bien  con  él  le  hacian 
requirimientos  que  se  volviese  á  la  Villa-Rica  y 
no  fuese  á  Méjico  ,  poniéndole  por  delante  la 
gran  pujanza  de  guerreros  y  gran  fortaleza  de 
la  ciudad ;  y  quién  fueron  los  que  entraron  con 
él  en  Méjico  y  se  hallaron  en  prender  al  gran 
Montezuma ;  y  luego  que  vino  Panfilo  de  Nar- 
vaez  con  su  armada  ,  qué  soldados  fueron  los 
que  llevó  en  su  compañía  y  le  ayudaron  á  pren- 
der y  desbaratar  al  Narvaez;  y  luego  quiénfueron 
los  que  volvieron  con  él  á  Méjico  al  socorro  de  Pe- 
dro de  Albarado,  y  se  hallaron  en  aquellas  fuer- 
tes y  grandes  batallas  que  nos  dieron,  hasta  que 
salimos  huyendo  de  Méjico,  que  de  mil  y  trecien- 
tos soldados  quedaron  muertos  sobre  ochocien- 
tos y  cincuenta ,  con  los  que  mataron  en  Tuste- 
peque  é  por  los  caminos ,  y  no  escapamos  sino 


28  BERNA L  BIAZ. 

cuatrocientos  y  cuarenta  muy  Jieridos »  y  á  Dios 
misericordia.  Y  también  se  le  fyabja  &?  acordar 
de  aquella  muy  temerosa  batalla  de  Obtumba, 
quién  ,  después  de  dos  dias  ,  se  la  ajudó  á  ven- 
cer y  salir  de  aquel  tan  gran  peligro  ;  y  des- 
pués quién  y  cuántos  le  ayudaron  á  conquistar 
lo  de  Tepeaca  y  Cachula  y  sus  comarcas  ,  como 
fué  Ozucar  y  Guacachula  y  otros  pueblos ;  y 
la  vuelta  que  dimos  por  Tezcuco  para  Méjico, 
y  de  otras  muchas  entradas  que  desde  Tezcuco 
hicimos,  asi  como  la  de  Iztapalapa,  cuando  nos 
quisieron  anegar  con  echar  el  agua  de  la  lagu- 
na, como  echaron,  creyéndonos  ahogar;  y  asi- 
mismo las  batallas  que  hubimos  con  los  natura- 
les de  aquel  pueblo  y  mejicanos  que  les  ayuda- 
ron; y  luego  la  entrada  del  Saltocan  y  los  peño- 
les que  llaman  hoy  dia  del  Marques,  y  otras 
muchas  entradas;  y  el  rodear  de  los  grandes 
pueblos  de  la  laguna,  y  de  los  muchos  rencuen- 
tros y  batallas  que  eu  aquel  viaje  tuvimos,,  -asi 
de  los  de  Súchimileco  como  de  los  de  Tacuba;  y 
vueltos  á  Tezcuco,  quién  le  ayudó  contra  la 
conjuración  que  tenían  concertado  de  le  matar, 
cuando  sobre  ello  ahorcó  un  Villafaña;  y  pasado 
esto,  quién  fueron  los  que  le  ayudaron  á  con- 
quistar á  Méjico,  y  en  noventa  y  tres  dias,  á  la 
continua  de  dia  y  de  noche,  tener  batallas  y 
muchas  heridas  y  trabajos,  hasta  que  se  pren- 
dió á  Guatemuz,  que  era  el  que  mandaba  en 
aquella  sazona  Méjico;  y  quién  fueron  en  le 
ayudar  y  favorecer  cuando  vino  á  la  Nueva-Es- 


CONQUISTA   DÉ  NUEVA-ESPANA.  29 

paña  un  Cristóbal  de  Tapia  para  que  le  diese  la 
gobernación.  Y  demás  de  todo  esto,  quiénes  fue- 
ron los  soldados  que  escribimos  tres  veces  á  su 
majestad  en  loor  de  los  grandes  y  muchos  y 
buenos  servicios  que  Cortés  le  habia  hecho,  y 
que  era  digno  de  grandes  mercedes  y  le  hiciese 
gobernador  de  la  nueva-España.  No  quiero  aquí 
traer  á  la  memoria  otros  servicios  que  siempre  á 
Cortés  hacíamos;  pues  los  varones  y  fuertes  sol- 
dados que  en  todo  esto  nos  hallamos,  y  ahora 
que  le  vino  la  gobernación,  que,  después  de 
Dios,  con  nuestra  ayuda  se  la  dieron,  bien  fuera 
que  tuviera  cuenta  con  Pedro,  Sancho  y  Martin 
y  otros  que  lo  merecían;  y  el  soldado  y  compa- 
ñero que  estaba  por  su  ventura  en  Colima  ó  en 
Zacatula,  ó  en  Panuco  ó  en  Guacacualco,  y  los 
que  andaban  huyendo  cuando  despoblaron  á 
Tutepeque,y  estaban  pobres  y no  les  cupo  suer- 
te de  buenos  indios,  pues  que  habia  bien  que 
dalles;  y  sacalles  de  mala  tierra,  pues  que  su 
majestad  muchas  veces  se  lo  mandaba  y  encar- 
gaba por  sus  Reales  cartas  misivas,  y  no  daba 
Cortés  nada  de  su  hacienda,  habíales  de  dar  con 
que  se  remediasen,  y  en  todo  anteponelles;  y 
siempre  cuando  escribiese  á  los  procuradores 
que  estaban  en  Castilla  en  nuestro  nombre,  que 
procurasen  por  nosotros;  y  el  mismo  Cortés  ha- 
bia de  escrib  r  muy  aíectuosameate  para  que  nos 
diese  para  nosotros  y  nuestros  hijos  cargos  y  ofi- 
cios Reales,  todos  los  que  en  la  Nueva-España 
hubiese  ;  mas  digo  que  mal  ageno  de  pelo  cuel- 


30  BERNAL    DÍAZ. 

ga ,  á  que  no  procaraba  sino  para  él ;  lo  uno 
la  gobernación  que  le  trajeron  antes  que  fuese 
marques,  é  después  que  fué  á  Castilla  y  vino 
marques.  Dejemos  esto,  y  pongamos  aqui  otra 
manera,  que  fuera  harto  buena  y  justa  para  re- 
partir todos  los  pueblos  de  la  Nueva-España, 
según  dicen  muy  doctos  conquistadores,  que  lo 
ganamos,  de  prudente  y  maduro  juicio;  que  lo 
que  habia  de  hacer  es  esto;  hacer  cinco  partes 
la  Nueva  España.,  y  la  quinta  parte  délas  mejo- 
res ciudades  y  cabeceras  de  todo  lo  poblado 
dalla  á  su  majestad  de  su  Real  quinto,  y  otra 
parte  dejalla  por  repartir,  para  que  tuese  la  renta 
della  para  iglesias  y  hospitales  y  monasterios,  y 
para  que  S.  M.„  si;quisiese  hacer  algunas  merce- 
des á  caballeros  que  le  hayan  servido  en  Italia,  de 
allí  pudiera  haber  para  todos  ;  y  las  tres  partes 
que  quedaran  repartillas  en  su  persona  de  Cor- 
tes y  en  todos  nosotros  los  verdaderos  conquis- 
tadores ,  según  y  de  la  calidad  que  sentía  que 
era  cada  un©  ,  y  dallas  perpetuos  ,  porque  en 
aquella  sazón  su  majestad  lo  tuviera  por  bien; 
porque,  como  no  habia  gastado  cosa  ninguna  en 
estas  conquistas  ,  ni  sabia  ni  tenia  noticia  destas 
tierras ,  estando  como  estaba  ,  en  aquella  sazón 
enFlandes,  y  viendo  una  buena  parte  de  las  del 
mundo  que  le  entregamos  ,  como  sus  muy  lea- 
les vasallos  ,  lo  tuviera  por  bien  y  nos  hiciera 
merced  dellas/,  y  con  ello  quedáramos;  y  no 
anduviéramos  ahora,  como  andamos,  abatidos  y 
de  mal  en  peor,  y  muchos  de  los  conquistadores 


CONQUISTA  DE   NÜEVA-ESPANA.  §1 

no  tenemos  con  qué  nos  sustentar  ;  ¿  qué  harán 
los  hijos  que  dejamos  ?  Quiero  decir  lo  que  hizo 
Cortés  ,  y  á  quién  dio  los  pueblos.  Primeramen- 
te al  Francisco  de  las  Casas  ,  á  Rodrigo  de  Paz, 
al  factor  y  veedor  y  contador  que  en  aquella 
sazón  vinieron  de  Castilla  ;  á  un  Avalos  y  á  Sa- 
avedra,  sus  deudos;  aun  Barrios,  con  quien  casó 
su  cuñada,  hermana  de  su  mujer  doña  Catalina 
Juárez  ;  y  á  Alonso  Lucas  ,  y  á  un  Juan  de  la 
Torre  ,  y  á  Luis  de  la  Torre,  á  Villegas,  y  á  un 
Alonso  Valiente,  y  á  un  Ribera  el  tuerto.  Y,  ¿para 
qué  cuento  yo  estos  pocos?  Que  á  todos  cuantos 
vinieron  de  Medellin  ,  á  otros  criados  de  gran- 
des señores  ,  que  le  contaban  cuentos  de  cosas 
que  le  agradaban,  los  dio  lo  mejor  de  la  Nueva- 
España.  No  digo  yo  que  era  malo  el  dar  á  todos, 
pues  habia  de  qué ;  mas  que  habia  de  anteponer 
primero  lo  que  su  majestad  la  mandaba,  y  á  los 
soldados  que  le  ayudaron  á  tener  el  ser  y  valor 
que  tenia  ,  ayudalles ;  y  pues  que  ya  es  hecho, 
no  quiero  volver  á  repetirlo;  y  para  ir  á  entra- 
das y  guerras  y  á  cosas  que  le  convenían  ,  bien 
se  acordaba  adonde  estábamos,  y  nos  enviaba  á 
llamar  para  las  batallas  y  guerras,  como  adelan- 
te diré.  Y  dejaré  de  contar  más 'ástimas  y  de 
cuan  avasallados  nos  traia,  pues  no  se  puede  ya 
remediar.  Y  no  dejaré  de  decir  lo  que  Cortés  de- 
cía después  que  le  quitaron  la  gobernación,  que 
fué  cuando  vino  Luis  Ponce  de  León,  y  como 
murió  el  Luis  Ponce  ,  dejó  por  su  teniente  á 
Marcos  de  Aguilar,  como  adelante  diré;  yes, 


32  BERNAL   DÍAZ. 

que  íbamos  á  Cortés  á  decille  algunos  caballe- 
ros y  capitanes  de  los  antiguos  que  le  ayudamos 
en  las  conquistas,  que  nos  <Jiese  de  los  indios, 
de  loa  muchss  que  en  aquel  instante  Cortés  te- 
nia, pues  que  su  majestad  mandaba  que  le  qui- 
tasen algunos  dellos,  como  se  los  habiap  de 
quitar,  é  luego  se  los  quitaron;  y  la  respuesta 
que  daba  era,  que  se  sufriesen  como  él  se  sufría; 
que  si  le  volvía  su  majestad  á  hacer  merced  de 
la  gobernación,  que  en  su  conciencia  (que  asi 
juraba)  que  no  lo  erraría  como  en  lo  pasado,  y 
que  daría  buenos  repartimientos  á  quien  su 
'majestad  le  mandó,  y  enmendaría  el  gran  yerro 
pasado  que  hizo;  y  con  aquellos  prometimientos 
y  palabras  blandas  creia  que  quedaban  conten- 
tos aquellos  conquistadores.  Dejémoslo  ya,  y 
digamos  que  en  aquella  sazón,  á  pocos  dias  áa- 
tes,  vinieron  de  Castilla  los  oficiales  de  la  ha- 
cienda Real  de  su  majestad  ,  que  fué  Alonso 
de  Estrada,  tesorero  ,  y  era  natural  de  Ciu- 
dad-Real ,  y  vino  el  factor  Gonzalo  de  Sala- 
zar,  y  vino  Rodrigo  de  Albornoz  por  contador, 
que  ya  había  fallecido  Julián  de  Alderete ,  y 
este  Albornoz  era  natural  de  Paladinas  ú  de 
la  Gama  ,  y  vino  el  veedor  Pedro  Almíndes 
Chirino ,  natural  de  Ubeda  ó  Baeza  ,  y  vinieron 
muchas  personas  con  cargos.  Dejemos  esto  ,  y 
quiero  decir  que  en  este  instante  rogó  un  Ro- 
drigo Rangel  á  Cortés  (el  cual  Rangel  muchas 
veces  le  he  nombrado)  que ,  pues  no  se  había 
hallado  en  toma  de  Méjico  ni  en  ningunas  ba- 


CONQUISTA    DE   NUEVA-ESPAÑA.  33 

tallas  con  nosotros  en  toda  la  Nueva-España, 
que  porque  hubiese  alguna  fama  del,  que  le  hi- 
ciese merced  de  le  dar  una  capitanía  para  ir  á 
conquistar  á  los  pueblos  de  los  zapotecas,  que 
estaban  de  guerra ,  y  llevar  en  su  compañía  á 
Pedro  de  Ircio  ,  para  ser  su  consejero  en  lo  que 
habia  de  hacer ;  y  como  Cortés  conocía  al  Ro- 
drigo Rangel ,  que  no  era  para  dalle  ningún 
cargo ,  á  causa  que  estaba  siempre  doliente  y 
con  grandes  dolores  y  bubas  ,  y  muy  flaco  y  las 
zancas  y  piernas  muy  delgadas,  y  todo  lleno  de 
llagas,  cuerpo  y  cabeza  abierta,  denegaba 
aquella  entrada,  diciendo  que  los  indios  zapote- 
cas  eran  gente  mala  de  domar  por  las  grandes  y 
altas  sierras  adonde  están  poblados  ,  y  que  no 
podían  llevar  caballos  ;  y  que  siempre  hay  ne- 
blinas y  rocíos  ,  y  que  los  caminos  eran  angos- 
tos y  resbalosos  ,  y  que  no  pueden  andar  por 
ellos  sino  á  manera  de  decir  los  pies  junto  á  las 
cabezas  de  los  que  vienen  atrás :  entiéndanlo  de 
la  manera  que  aquí  lo  digo  ,  que  así  es  verdad; 
porque  los  que  van  arriba  ,  con  los  que  vienen 
detrás  vienen  cabezas  con  pies  ;  y  que  no  era 
cosa  de  irá  aquellos  pueblos,  y  que  ya  que 
fuese,  que  habia  de  llevar  soldados  bien  sueltos 
y  robustos  ,  y  experimentados  en  las  guerras;  y 
como  el  Rangel  era  muy  porfiado  y  de  su  tierra 
de  Cortés  ,  húbole  de  conceder  lo  que  pedia  ;  y 
según  después  supimos ,  Cortes  lo  hubo  por 
bueno  embialle  do  se  muriese,  porque  era  de 
mala  lengua;  é  Cortés  escribió  á  Guacacualco  á 
& 


34  bERNÁL  DÍAZ. 

diez  ó  doce  que  nombró  en  la  carta,  que  nos  ro- 
gaba que  fuésemos  con  el  Rangel  á  le  ayudar, 
y  entre  los  soldados  que  mandó  ir  me  nombró  á 
mi,  y  fuimos  todos  los  vecinos  á  quien  Cortés 
escribió.  Ya  he  dicho  que  hay  grandes  sierras 
en  lo  poblado  de  los  zapotecas,  y  que  los  natu- 
rales de  allí  son  gente  muy  ligeros  é  sueltos,  y 
con  unas  voces  é  silbos  que  dan*  retumban  to- 
dos los  valles  como  á  manera  de  ecos;  y  como 
habiamos  de  llevar  al  Rangel,  no  podíamos  an- 
dar ni  hacer  cosa  que  buena  fuese.  E  ya  que 
íbamos  á  algún  pueblo,  hallábamosle  despobla- 
do, y  como  no  estaban  juntas  las  casas,  sino 
unas  en  un  cerro  y  otras  en  un  valle,  y  en  aquel 
tiempo  llovia,  y  el  pobre  Rangel  dando  voces 
de  dolor  de  las  bubas,  y  la  mala  gana  que  todos 
teníamos  de  andar  en  su  compañía,  y  viendo  que 
era  tiempo  perdido,  y  que  si  por  ventura  los  za- 
potecas, como  son  ligeros  y  tienen  grandes  lan- 
zas, muy  mayores  que  las  nuestras,  y  son  gran- 
des flecheros,  que  si  nos  aguardaban  é  hiciesen 
cara,  como  no  podíamos  ir  por  los  caminos  sino 
uno  á  uno,  temíamos  no  nos  viniese  algún  des- 
mán, y  el  Rangel  estaba  más  malo  que  cuando 
Vino,  acordó  de  dejar  la  negra  conquista,  que 
negra  se  podia  llamar,  y  volverse  cada  uno  á 
su  casa'j  y  el  Pedro  de  Ircio,  que  traía  por  con  • 
séjero,  fué  el  primero  que  se  lo  aconsejó,  y  le 
dejó  solo,  y  se  fué  á  la  Villa-Rica,  donde  vivia; 
y  el  Rangel  dijo  que  se  quería  ir  á  Guacacualco 
Con  nosotros,  por  ser  la  tierra  caliente,  para 


'fe 


COMQUÍStAbE    HUEVA-ESPAÑA.  35 

prevalecerse  de  su  mal,  y  los  que  éramos  vecinos 
de  Gaacacualco  que  allí  estábamos,  por  peor 
tuvimos  llevarle  con  nosotros  que  á  la  venida 
que  venimos  con  él  á  la  guerra;  y  llegados  á 
Guacacualco,  luego  dijo  que  quería  ir  á  pacifi- 
car las  provincias  de  Cimatan  y  Talatupan,  que 
ya  he  dicho  muchas  veces  en  el  capítulo  que 
dello  habla  cómo  no  habian  querido  venir  de 
paz  á  causa  de  los  grandes  rios  y  ciénagas  tem- 
bladeras entre  quien  estaban  poblados;  y  demás 
de  la  fortaleza  de  las  ciénagas,  ellos  de  su  na- 
turaleza son  grandes  flecheros,  y  tenían  muy 
grandes  arcos  y  tiran  muy  á  certero.  Volvamos 
á  nu~  stro  cuento:  que  mostró  Rangel  provisio- 
nes en  aquella  villa,  de  Hernando  Cortés,  cómo 
le  enviaba  por  capitán  para  que  conquistase  las 
provincias  que  estuviesen  de  guerra,  y  señala- 
damente la  de  Cimatan  y  Tulapan;  y  apercibió 
todos  los  mas  vecinos  de  aquella  villa  que  fué- 
semos con  él;  y  era  tan  temido  Cortés,  que  aun- 
que nos  pesó,  no  osamos  hacer  otra  cosa,  como 
vimos  sus  provisiones,  y  fuimos  con  el  Rangel 
sobre  cien  soldados,  dellos  á  caballo  y  á  pié, 
con  obra  de  veinte  y  seis  ballesteros  y  escope- 
teros; é  fuimos  por  Tonala  é  Ayagualulco,  é 
Copiico,  Zacualco,  y  pasamos  muchos  rios  en 
canoas  y  en  barcas,  y  pasamos  por  Teutitan, 
Copilco  y  por  todos  los  pueblos  que  llamamos  la 
Chontalpa,  que  estaban  de  paz,  é  llegamos  obra 
de  cinco  leguas  de  Cimatan,  é  en  unas  ciénagas 
y  malos  pasos  estaban  juntos  todos  los  más 


36  BERHAL  DÍAZ. 

guerreros  de  aquella  provincia,  y  tenian  he- 
chos unos  cercados  y  grandes  áíbarradas  de 
palos  y  maderos  gruesos,  y  ellos  de  dentro  con 
unos  petriles  y  saeteras,  por  dónde  podían  fle- 
char; é  de  presto  nos  dan  una  tan  buena  refrie- 
ga derecha  y  vara  tostada  con  tiraderas,  que 
mataron  siete  caballos  é  hirieron  ocho  soldados, 
y  al  mismo  Rangel,  que  iba  á  caballo,  le  dieron 
un  flechazo  en  un  brazo,  y  no  le  entró  sino  muy 
poco;  y  como  los  conquistadores  viejos  había- 
mos dicho  al  Rangel  que  siempre  tuesen  hom- 
bres sueltos  á  pié  descubriendo  caminos  y  cela- 
das ,  y  le  habíamos  tiicho  de  otras  veces  cómo 
aquellos  indios  solían  peíear  muy  bren  y  con 
maña  ,  y  como  él  era  hombre  que  hablaba  mu- 
cho ,  dijo  que  votaba  á  tal  ¿  que  si  nos  creyera, 
que  no  le  aconteciera  aquello ,  y  que  de  allí 
adelante  que  nosotros  fuésemos  los  capitanes  y 
le  mandásemos  en  aquella  guerra  ;  y  luego  co- 
mo fueron  curados  los  soldados  y  ciertos  caba- 
llos que  también  hirieron  ,  demás  de  los  siete 
que  mataron,  mandóme  á  mí  que  fuese  adelante 
descubriendo  ,  y  llevaba  un  lebrel  muy  bravo, 
que  era  del  Rangel ,  y  otros  dos  soldados  muy 
sueltos  y  ballesteros ,  y  le  dijeron  que  se  que- 
dase bien  atrás  con  los  de  á  caballo ,  y  los  sol- 
dados y  ballesteros  fuesen  junto  conmigo;  é  yen- 
do nuestro  camino  para  el  pueblo  de  Oimatan, 
que  era  en  aquel  tiempo  bien  poblado,  hallamos 
otras  al  barradas  y  fuerzas,  ni  más  ni  menos  que 
las  pasadas  ,  y  tírannos  á  los  que  íbamos  delan- 


CONQUISTA    DE    ITOEVA-ESPANA.  37 

te  tanta  flecha  y  vara ,  que  de  presto  mataron 
el  lebrel ,  é  si  yo  no  fuera  muy  armado ,  allí 
quedara ,  porque  me  dieron  siete  flechas  ,  que 
con  el  mucho  algodón  de  las  armas  se  detuvie- 
ron ,  y  todavía  salí  herido  en  una  pierna ,  y  á 
mis  compañeros  á  todos  hirieron;  y  entonces  yo 
di  voces  á  unos  indios  nuestros  amigos  ,  que 
venían  un  poco  atrás  de  nosotros ,  para  que  vi- 
niesen de  presto  los  ballesteros  y  escopeteros  y 
peone s,  y  que  los  de  á  caballo  quedasen  atrás, 
porque  allí  no  podian  correr  ni  aprovecharse 
dellos  ,  y  se  los  flecharían  ;  y  luego  acudieron 
ansí  como  lo  envié  á  decir,  porque  deantes  cuan- 
do yó  me  adelanté  así  lo  tenia  concertado  \  que 
los  de  á  caballo  quedasen  muy  atrás  y  que  todos 
los  demás  estuviesen  muy  prestos  en  teniendo 
señal  ó  mandado  ,  y  como  vinieron  los  balleste- 
ros y  escopeteros,  les  hicimos  desembarazar  las 
albaradas  ,  y  se  acojieron  á  unas  grandes  ciéna- 
gas que  temblaban  ,  y  no  habia  hombre  que  en 
ellas  entrase  ,  que  pudiese  salir  sino  á  gatas  ó 
con  grande  ayuda.  En  esto  llegó  Rangel  con  los 
de  á  caballo  ,  é  allí  cerca  estaban  muchas  casas 
que  entonces  despoblaron  los  moradores  dellas, 
y  reposamos  aquel  dia  y  se  curaron  los  heridos. 
Otro  dia  caminamos  para  ir  al  pueblo  de  Gima- 
tan  ,  y  hay  grandes  cabanas  llenas  ,  y  en  medio 
de  las  cabanas  muy  malísimas  ciénagas  ,  y  en 
una  dellas  nos  aguardaron  ,  y  fué  con  ardid  que 
entre  ellos  concertaron  para  aguardar  en  el 
campo  raso  de  las  cabanas  ,  y  propusieron  que 


83  BERNA L  DÍAZ. 

los  caballos  ,  por  codicia  de  los  alcanzar  y  alan- 
cear ,  irian  corriendo  tras  ellos  á  rienda  suelta 
y  atollarían  en  las  ciénagas  ,  y  ansí  fué  como 
lo  concertaron  ,  que  por  más  que  habíamos  di- 
cho y  aconsejado  á  Rangel  que  mirase  que  ha- 
bía muchas  ciénagas  y  que  no  corriese  por  aque- 
llas cabanas  á  rienda  suelta  ,  que  atollarían  los 
caballos  ,  y  que  suelen  tener  aquellos  indios  es- 
tas astucias  ,  y  hechas  saeteras  y  fuerzas  jun- 
to á  las  ciénagas,  no  la  quiso  creer;  y  el  primero 
que  atolló  en  ellas  fué  el  mismo  Rangel ,  y  allí 
le  mataron  el  caballo  ,  y  si  de  presto  no  fuera 
socorrido,  ya  se  habían  echado  en  aquellas  malas 
ciénagas  muchos  indios  para  le  apañar  y  llevar 
vivo  á  sacrificar  ,  y  todavía  salió  descalabrado 
en  las  llagas  que  tenia  en  la  cabeza;  y  como  .toda 
aquella  provincia  era  muy  poblada,  y  estaba  allí 
junto  otro  pueblezuelo,  fuimos  á  él,  y  entonces 
huyeron  los  moradores,  y  se  curó  el  Rangel  y 
tres  soldados  que  habían  herido;  y  dende  allí 
fuimos  á  otras  casas  que  también  estaban  sin 
gente,  que  entonces  las  despoblaron  sus  due- 
ños, y  hallamos  otra  fuerza  con  grandes  made- 
ros y  bien  cercada  y  sus  saeteras;  y  estando  re- 
posando aún  no  había  un  cuarto  de  hora,  vienen 
tantos  guerreros  cimatecas,  y  nos  cercan  en  el 
pueblezuelo,  que  mataron  un  soldado  y  á  dos 
caballos,  y  tuvimos  bien  que  hacer  en  hacellos 
apartar;  y  entonces  nuestro  Rangel  estaba  muy 
doliente  de  la  cabeza',  é  habia  muchos  mosqui- 
tos, que  no  dormía  de  noche  ni  dia,  y  murciéga- 


C0NQÜI8ÍA   Í>E   NÚEVÁ-ESPANA.  ¿& 

los  muy  grandes  que  le  mordían  y  desangraban; 
y  como  siempre  llovía,  y  algunos  soldados  que 
el  Rangel  había  traído  consigo,  de  los  que  nue- 
vamente habían  venido  de  Castilla,  vieron  que 
en  tres  partes  nos  habían  aguardado  los  indios 
(fe  aquella  provincia,  y  habían  muerto  once  ca- 
ballos y  dos  soldados,  y  herido  á  otros  muchos, 
aconsejaron  al  Rangel  que^e  volviese  dende 
allí,  pues  la  tierra  era  mala  de  ciénagas  y  esta- 
ba muy  malo;  y  el  Rangel,  que  lo  tenia  en  gana, 
y  porque  parecí  ese  que  no  era  de  su  albedrio  y 
voluntad  aquella  vuelta,  sino  por  consejo  de 
muchos,  acordó  de  llamar  á  consejo  sobre  ello  á 
personas  que  eran  de  su  parecer  para  que  se 
volviesen;  y  en  aquel  instante  habíamos  ido 
veinte  soldados  á  ver  si  podíamos  tomar  alguna 
gente  de  unas  huertas  de  cacaguatales  que  allí 
junto  estaban,  y  trujimos  dos  indios  y  tres  in- 
dias; y  entonces  el  Rangel  me  llamó  á  mi  aparte 
é  á  consejo,  y  díjome  de  su  mal  de  cabeza,  é  que 
le  aconsejaban  todos  Los  demás  soldados  que  se 
volviese  donde  estaba  CJortés,  y  me  declaró  todo 
lo  que  había  pasado;  y  entonces  le  reprendí  su 
vuelta,  y  como  nos  conocíamos  de  más  de  cuatro 
años  atrás,  de  la  isla  de  Cuba,  le  dije:  «¿Cómo, 
Señor?  ¿Qué  dirán  de  vuesa  merced,  estando 
cerca  del  pueblo  de  Cimatan  quererse  volver? 
Pues  Cortés  no  lo  terna  á  bien,  y  maliciosos 
que  os  quieren  mal  os  lo  darán  en  cara,  que  en 
la  entrada  de  las  zapotecas  ni  aquí  no  habéis 
hecho  cosa  ninguna  que  buena  sea,  trayendo, 


40  BERNAL   Dl.iZ. 

como  traéis,  tan  buenos  conquistadores,  que  son 
los  de  nuestra  villa  de  Guacacualco;  pues  por  lo 
que  toca  á  nuestra  honra  y  á  la  de  vuesamer- 
ced,  é  yo  y  otros  soldados  somos  de  parecer  que 
pasemos  adelante;  y  iré  con  todos  mis  compañe- 
ros descubriendo  ciénagas  y  montes,  y  con*  los 
escopeteros  pasaremos  hasta  la  cabecera  de  Ci- 
ma tan,  y  mi  caballo  déle  vuesa  merced  á  otro 
caballero  que  sepa  muy  bien  menear  la  lanza  é 
tener  ánimo  para  mandalie,  que  yo  no  puedo 
servirme  del  yendo  á  lo  que  voy,  y  que  va  más 
en  alancear,  y  véngase  con  las  de  á  caballo  al- 
go atrás.»  Y  como  el  Rodrigo  Rangel  aquello 
me  oyó,  como  era  hombre  vocinglero  y  hablaba 
mucho,  salió  de  la  casilla  en  que  estaba  el  con- 
sejo, éá  muy  grandes  voces  llamó  á  todos  los 
soldados;  é  dijo  el  Rodrigo  Rangel:  «Ya  es  echa- 
da la  suerte  que  hemos  de  ir  adelante,  que  voto 
á  tal  (que  siempre  era  este  su  jurar  y  su  ha- 
blar), que  Bernal  Diaz  del  Cast  illo  me  ha  dicho 
la  verdal  y  lo  que  á  todos  conviene;»  y  puesto 
que  á  algunos  soldados  les  pesó,  otros  lo  hubie- 
ron por  muy  bueno;  y  luego  comenzamos  á  cami- 
nar puestos  en  gran  concierto,  los  ballesteros  y 
escopeteros  junto  conmigo,  y  los  de  á  caballo 
atrás  por  amor  de  los  montes  y  ciénagas,  donde 
no  podian  correr  caballos,  hasta  que  llegamos  á 
otro  pueblo,  que  entonces  lo  despoblaron  los 
naturales  del,  y  dende  allí  fuimos  á  la  cabecera 
de  Cimatan,  y  tuvimos  otra  buena  refriega  de 
flecha  y  vara,   y  de  presto  les  hicimos  huir.,  y 


Conquista  de  nueva-espana.  41 

quemaran  los  mismos  vecinos  naturales  de  aquel 
pueblo  muchas  casas  de  las  suyas,  y  allí  pren- 
dimos hasta  quince  hombres  y  mujeres,  y  les 
enviamos  á  llamar  con  ellos  á  los  cimatecas  que 
viniesen  de  paz,  y  les  dijimos  que  en  lo  de  las 
guerras  se  les  perdonaría;  y  vinieron  los  «pa- 
rientes y  maridos  de  las  mujeres  y  gente  menu- 
da que  teníamos  presos,  y  díñaosles  toda  la  pre- 
sa, é  dijeron  que  traerían  de  paz  á  todo  el  pue- 
blo ,  é  jamás  volvieron  con  la  respuesta;  y 
entonces  me  dijo  á  mí  el  Kangel:  «Voto  á  tal, 
que  me  habéis  engañado,  é  que  habéis  de  ir  á 
entrar  con  otros  compañeros,  é  que  me  habéis 
de  buscar  otros  tantos  indios  é  indias  como  los 
que  me  hicisteis  soltar  por  vuestro  consejo;»  y 
luego  fuimos  cincuenta  soldados,  é  yo  por  capi- 
tán, é  dimos  en  unos  ranchos  que  tenían  en 
unas  ciénagas  que  temblaban,  que  no  osamos 
entrar  en  ellas;  y  dende  allí  se  fueron  huyendo 
por  unos  grandes  breñales  y  espinos,  que  se  lla- 
man entre  ellos  Xiguaquetlan,  muy  malos,  que 
pasan  los  pies,  y  en  unas  huertas  de  cacaguata- 
les prendimos  seis  hombres  y  mujeres  con  sus 
hijos  chicos,  y  nos  volvimos  adonde  quedaba  el 
capitán,  y  con  aquello  le  apaciguamos;  y  les 
tornó  luego  á  soltar  para  que  llamasen  de  paz 
á  los  cimatecas,  y  en  fin  de  razones,  no  quisie- 
ron venir,  y  acordamos  de  nos  volver  á  nuestra 
villa  de  Guacacualco;  y  en  esto  paró  la  entrada 
de  zapotecas  é  la  de  Cimatlan,  y  esta  es  la  fama 
que  quería  que  hubiese  del  Rangel  cuando  pidió 
6 


42  BERNAL  DÍAZ.' 

á  Cortés  aquella  conquista.  Y  dende  allí  á  dos 
años,  ó  poco  tiempo  más,  volvimos  de  hecho  á 
los  zapotecas  y  á  las  demás  provincias,  y  las 
conquistamos  y  trujimos  de  paz;  y  el  buen  Fray 
Bartolomé  de  Olmedo,  que  era  santo  fraile,  tra- 
bajó mucho  con  ellos,  y  les  predicaba  y  enseña- 
ba los  artículos  de  la  fe,  y  bautizó  en  aquellas 
provincias  más  de  quinientos  indios;  pero,  en 
verdad  que  estaba  cansado  y  viejo,  y  que  no 
podia  ya  andar  caminos,  que  tenia  una  mala 
enfermedad:  y  dejemos  esto,  y  digamos  cómo 
Cortés  envió  á  Castilla  á  su  majestad  sobre 
ochenta  mil  pesos  de  oro  con  un  Diego  de  Soto, 
natural  de  Toro ,  y  paréceme  que  con  un  Ribera 
el  tuerto,  que  fué  su  secretario;  y  entonces  en- 
vió el  tiro  muy  rico,  que  era  de  oro  bajo  y  pla- 
ta, que  le  llamaba  el  Ave  Fénix,  y  también  en- 
vió á  su  padre  Martin  Cortés  muchos  millares 
de  pesos  de  ero.  Y  lo  que  sobre  ello  pasó  diré 
adelante. 


.-'  -■  V 


CONQUISTA   DE    NUEVA-ESPAÑA.  43 

CAPITULO  CLXX. 


CÓMO  EL  CAPITÁN  HERNANDO  CORTES  ENVIÓ  Á  CASTILLA, 
Á  SU  MAJESTAD,  OCHENTA  MIL  PESOS  EN  ORO  T  PLA- 
TA ,  T  ENVIÓ  UN  TIRO  ,  QUE  ERA  UNA  CULEBRINA 
MUY  RICAMENTE  LABRADA  DE  MUCHAS  FIGURAS  >  Y 
TODA  ELLA,  Ó  LA  MAYOR  PARTE,  ERA  DE  ORO  BAJO, 
REVUELTO  CON  PLATA  DE  MECHOACAN  ,  QUE  POR 
NOMBRE  SE  DECÍA  EL  FÉNIX,  Y  TAMBIÉN  ENVIÓ  A  SU 
PADRE,  MARTIN  CORTES,  SOBRE  CINCO  MIL  PESOS  DE 
ORO;  Y  LO  QUE  SOBRE  ELLO  AVINO  DIRÉ   ADELANTE. 


Pues  como  Cortés  había  recojido  y  allegado 
obra  de  ochenta  mil  pesos  de  oro  ,  y  la  cule- 
brina que  se  decia  el  Fénix  ya  era  acabada  de 
forjar,  y  salió  muy  extremada  pieza  para  pre- 
sentar á  un  tan  alto  Emperador  como  nuestro 
gran  señor  César  ,  y  decia  en  un  letrero  que 
tenia  escrito  en  la  mesma  culebrina:  «Esta  ave 
nació  sin  par  ,  yo  sin  segundo  ,  y  vos  sin  igual 
en  el  mundo.»  Todo  lo  envió  á  su  majestad  con 
un  hidalgo  natural  de  Toro,  que  se  decia  Diego 
de  Soto,  y  no  me  acuerdo  bien  si  fué  en  aquella 
sazón  un  Juan  de  Ribera ,  que  era  tuerto  de  un 
ojo,  que  tenia  una  nube  ,  el  cual  habia  sido  se- 
cretario de  Cortés.  A  lo  que  yo  sentí  del  Ribe- 
ra, era  un  hombre  no  de  buenas  entrañas  ,  por- 
que cuando  jugaba  á  naipes  é  á  dados  no  me 


44  BERNAL  DÍAZ. 

parecía  que  jugaba  bien  ,  y  demás  desto  ,  tenia 
muchos  malos  reveses;  y  esto  digo  porque  ,  lle- 
gado á  Castilla  se  alzó  con  los  pesos  de  oro  que 
le  dio  Cortés  para  su  padre  Martin  Cortés ,    y 
porque  se  lo  pidió  Martin  Cortés  ,  y  por  ser  el 
Ribera  de  suyo  mal  inclinado ,  no  mirando  á  los 
bienes  que  Cortés  le  habia  hecho  siendo  un 
pobre  hpnabre,  en  lugar  de  decir  verdad  y  bien 
de  su  amo,  dijo  tantos  males  ,  y  por  tal  manera 
los  razonaba  ,  que  ,  como  tenia  gran  retórica  é 
habia  sido  su  secretario  del  mismo  Cortés  ,  le 
daban  crédito  ,  especial  el  Obispo  de  Burgos.  Y 
como  el  ií arráez  y  el  Cristóbal  de  Tapia ,  y  los 
procuradores  del  Diego  Yelazquez  y  otros  que 
les  ayudaban  ,  y  habia  acaecido  en  aquella  sa- 
zón la   muerte  de  Francisco  de  Garay  ,  todos 
juntos  tornaron  otra  vez  á  dar  muchas  quejas 
de  Cortés  ante  su  majestad  ,  y  tantas  y  de  tal 
manera,  é  dijeron  que  fueron  parciales  los  jue- 
ces que  puso  su  majestad .  por  dádivas  que 
Cortés  les  envió  para  aquel  efeto  ,  que  otra  vez 
estaba  revuelta  la  cosa  ,  y  Cortés  tan  desfavo- 
recido, que  lo  pasara  mal  si  no  fuera  por  el  du- 
que de  Béjar  ,  que  le  favoreció  y  quedó  por  su 
fiador,  que  le  enviase  su  majestad  á  tomar  resi- 
dencia é  que  no  le  hallaría  culpado.  Y  esto 
hizo  el  duque  porque  ya  tenia  tratado  casa- 
miento á  Cortés  con  una  señora  sobrina  suya, 
que  se  decía  doña  Juana  de  Zúñiga  ,  hija  del 
conde  de  Aguilar ,  don  Carlos  de  Arellano  ,  y 
hermana  de  unos  caballeros  y  privados  del 


CONQUISTA,  DE  NUEVA-ESPAÑA.  45 

Emperador.  Y  como  en  aquella  sazón  llagaron 
los  ochenta  mil  pesos  de  oro  y  las  cartas  de 
Cortés  .  dando  en  ellas  muchas  gracias  y  ofre- 
cimientos á  su  majestad  por  las  grandes  merce- 
des que  le  había  hecho  en  dalle  la  gobernación 
de  Méjico,  y  haber  sido  servido  mandalle  favo- 
recer con  justicia  en  la  sentencia  que  dio  en  su 
favor,  cuando  la  junta  que  mandó  hacer  de  los 
caballeros  de  su  Real  consejo  y  cámara.  En  fin 
de  más  razones,  todo  lo  que  estaba  dicho  contra' 
Cortés  se  tornó  á  sosegar  con  que  le  fuesen  á 
tomar  residencia  ,  y  por  entonces  no  se  habló 
más  en  ello.  Y  dejemos  ya  de  decir  destos  nu- 
blados que  sobre  Cortés  estaban  ya  para  des- 
cargar, y  digamos  del  tiro  y  de  su  letrero  de  tan 
sublimado  servidor  como  Cortés  se  nombró;  que, 
como  se  supo  en  la  corte  ,  y  ciertos  duques  y 
marqueses,  y  condes  y  hombres  de  gran  valía  se 
tenían  por  tan  grandes  servidores  de  su  majes- 
tad, y  tenían  en  sus  pensamientos  que  otros  ca- 
balleros tanto  como  ellos  no  hubiesen  servido  á 
su  majestad  ,  tuvieron  que  murmurar  del  tiro, 
y  aun  de  Cortés  porque  tal  blasón  escribió. 
También  otros  grandes  señores,  como  fué  el  al- 
mirante de  Castilla  y  el  duque  de  Béjaryel  con- 
de de  Aguilar  ,  dijeron  á  ios  mismos  caballeros 
que  habían  puesto  en  pláticas  que  era  muy  bra- 
voso el  blasón  de  la  culebrina,  no  se  maravillen 
que  Cortés  ponga  aquel  escrito  en  el  tiro.  Vea- 
mos ahora,  ¿en  nuestros  tiempos  ha  habido  capi- 
tán que  tales  hazañas  haga,  y  que  tantas  tierras 


46  BEflNAL  DIA2. 

haya  ganado  sin  gastar  ni  poner  en  ello  su  ma- 
jestad cosa  ninguna,  y  tantos  cuentos  de  gentes 
se  hayan  convertido  á  nuestra  santa  fe?  Y  de- 
más desto,  no  solamente  el  Cortés,  sino  los  sol- 
dados y  compañeros  que  tiene,  que  le  ayudaron 
á  ganar  una  tan  fuerte  ciudad,  y  de  tantos  ve- 
cinos y  de  tantas  tierras,  son  dignos  de  que  su 
majestad  les  haga  muchas  mercedes;  porque,  si 
miramos  en  ello,  nosotros  de  nuestros  antepasa- 
dos, que  hicieron  heroicos  hechos  y  sirvieron  á 
la  corona  real  y  á  los  reyes  que  en  aquel  tiempo 
reinaron,  como  Cortés  y  sus  conipañeros  han 
hecho,  lo  heredamos,  y  nuestros  blasones  y  tier- 
ras é  rentas;  y  con  estas  palabras  se  olvidó  lo 
del  blasón;  y  porque  no  pasase  de  Sevilla  la 
culebrina,  tuvimos  nueva  que  á  don  Francisco 
de  los  Cobos,  comendador  mayor  de  León,  le 
hizo  su  majestad  merced  della,  y  que  la  deshi- 
cieron y  afinaron  el  oro,  y  lo  fundieron  en  Sevi- 
lla, é  dijeron  que  valió  sobre  veinte  mil  duca- 
dos. Y  en  aquel  tiempo,  como  Cortes  envió  aquel 
oro  y  el  tiro,  y  las  riquezas  que  habia  enviado 
la  primera  vez,  que  fueron  la  luna  de  plata  y  el 
sol  de  oro,  y  otras  muchas  joyas  de  oro  con 
Francisco  de  Montejo  y  Alonso  Hernández 
Puertocarrero,  y  lo  que  hubo  enviado  la  segun- 
da vez  con  Alonso  de  Avila  y  Quiñones,  que 
esto  fué  la  cosa  más  rica  que  hubo  en  la  Nueva- 
España,  que  era  la  recámara  de  Montezuma  y  de 
Guatemuz  y  de  los  grandes  señores  de  Méjico, 
y  lo  robó  Juan  Florín,  francés;  y  como  esto  se 


CONMISTA  DE   NUEVA-ESPAÑA.  47 

supo  en  Castilla,  tuvo  Cortés  gran  fama,  ansí 
en  Castilla  como  en  otras  muchas  partes  de  la 
cristiandad,  y  en  todas  partes  fué  muy  loado. 
Dejemos  esto,  y  digamos  en  qué  paró  el  pleito 
de  Martin  Cortés  con  el  Ribera  sobre  los  tantos 
mil  pesos  que  enviaba  Cortés  á  su  padre,  y  es, 
que  andando  en  el  pleito,  y  pasando  Ribera  por 
la  villa  de  Cadahalso,  comió  ó  almorzó  unos 
torreznos,  y  ansí  como  los  comió  murió  súpita- 
mente y  tin  confesión  ;  perdónele  Dios,  amen. 
Dejemos  lo  acaecido  en  Castilla,  y  volvamos  á 
decir  de  la  Nueva-España,  cómo  Cortés  estaba 
siempre  entendido  en  la  ciudad  de  Méjico  que 
fuese  muy  bien  poblada  de  los  naturales  meji- 
canos, como  de  antes  estaba,  y  les  dio  franque- 
zas y  libertades  que  no  pagasen  tributo  á  su 
majestad  hasta  que  tuviesen  hechas  sus  casas  y 
aderezadas  calzadas  y  puentes,  y  todos  los  edi- 
ficios y  caños  por  donde  solia  venir  el  agua  de 
Chalputepeque  para  entrar  en  Méjico,  y  en  la 
población  de  los  españoles  tuviesen  hechas  igle- 
sias y  hospitales,  de  los  cuales  cuidaba  como 
superior  y  vicario  el  buen  Padre  Fray  Bartolo- 
mé de  Olmedo,  y  habia  él  mismo  recojido  en  un 
hospital  todos  los  indios  enfermos  y  los  curaba 
con  mucha  caridad,  y  otras  cosas  que  conve- 
nían. Y  en  aquel  tiempo  vinieron  de  Castilla  al 
puerto  de  Veracruz  doce  frailes  franciscos,  y 
por  Vicario  general  de  ellos  un  muy  buen  reli- 
gioso que  se  decia  Fray  Martin  de  Valencia,  y 
era  natural  de  una  villa  de  tierra  de  campo  que j 


48  BERNAL   DÍAZ. 

se  decía  Valencia  de  don  Juan;  y  este  muy  re- 
verendo religioso  venia  nombrado  por  el  Santo 
Padre  para  ser  vicario,  y  lo  que  en  su  venida  y 
recebimiento  se  hizo  diré  adelante, 


CAPITULO  CLXXI. 


COMO  VINIERON  AL  PUERTO  DE  LA  VERACRUZ  DOCE 
FRAILES  FRANCISCOS  DE.MUY  SANTA  VIDA,  Y  VENIA 
POR  SU  VICARIO  Y  GUARDIAN  FRAY  MARTIN  DE  VA- 
LENCIA, Y  ERA  TAN  BUEN  RELIGIOSO,  QUE  HUBO  FA- 
MA QUE  HACIA  MILAGROS',  Y  ERA  NATURAL  DE  UNA 
VILLA  DE  TIERRA  CAMPO  QUE  SE  DICE  VALENCIA  DE 
DON  JUAN,    Y  LO  QUE  CORTES  HIZO  EN  SU  VENIDA. 


Como  ya  he  dicho  en  los  capítulos  pasa- 
dos que  sobre  ello  hablan  .habíamos  escrito 
á  su  majestad  suplicándole  nos  envíase  religio- 
sos franciscos  de  buena  y  santa  vida  para  que 
nos  ayudasen  á  la  conversión  y  santa  doctrina 
de  los  naturales  desta  tierra  para  que  se  volvie- 
sen cristianos,  y  les  predicasen  nuestra  santa  fe, 
como  se  la  habia  fray  Bartolomé  de  Olmedo  da- 
do á  entender  dende  que  entramos  en  la  Nueva- 
España,  y  sobre  ello  hab^a  escrito  Cortés,  junta- 
mente con  todos  nosotros  los  conquistadores 
que  ganamos  la  Nueva-España,  á  don  fray  Fran- 


CONQUISTA  ME  KtíkVA.-fiSPANA.  49 

cisco  de  los  Angeles,  que  era  general  de  los 
franciscos,  que  después  fue  Cardenal,  para  que 
nos  hiciese  mercedes  que  fuesen  los  religiosos 
que  enviase  de  santa  vida,  para  que  nuestra 
santa  fe  siempre  fuese  ensalzada,  y  los  naturales 
destas  tierras  conociesen  lo  que  les  decíamos 
cuando  estábamos  batallando  cóndilos,  y  les  de- 
ciamos  que  su  majestad  enviaría  religiosos,  y  de 
mucha  mejor  vida  que  nosotros  éramos,  para 
que  les  diesen  á  entender  los  razonamientos  y 
predicaciones  de  nuestra  fe;  y  ellos  nos  pregun- 
taban si  eran  como  el  padre  fray  Bartolomé  de 
Olmedo,  y  nosotros  decíamos  que  sí.  Dejemos 
esto,  y  digamos  cómo  el  general  don  fray  Fran 
cisco  de  los  Angeles  nos  hizo  merced  que  luego 
envió  los  religiosos  que  dicho  tengo;  y  entonces 
vino  con  ellos  fray  rJ  oribio  Motolinea,  y  pusié- 
ronle este  nombre  de  Motolinea  los  caciques  y 
señores  de  Méjico,  que  quiere  decir  el  fraile  po- 
bre, porque  cuanto  le  daban  por  Dios  lo  daba  á 
los  indios,  y  se  quedaba  algunas  veces  sin  co- 
mer, y  traia  unos  hábitos  muy  rotos  y  andaba 
descalzo  ,  y  siempre  les  predicaba,   y  los  indios 
le  querian  mucho,  porque  era  una  santa  perso- 
na. Tolvamos  á  nuestra  relación.  Como  Cortés 
supo  que  estaban  en  el  puerto  de  la  Veracruz, 
mandó  en  todos  los  pueblos,  ansi  de  indios  como 
donde  vivían  españoles,  que  por  donde  viniesen 
les  barriesen  los  caminos,  y  adonde  pasasen  les 
hiciesen  ranchos  si  fuese  en  el  campo,  y  en  po- 
blado, cuando  llegasen  á  las  villas  ó  pueblos  de 
7 


50  BERNAL  BIAZ» 

indios,  les  saliesen  á  recebir  y  les  repicasen  las 
campanas,  y  que  todos  comunmente,  después  de 
los  haber  recébido,  les  hiciesen  mucho  acato;  y 
que  los  naturaleá  llevasen  candelas  de  cera  en- 
cendidas y  con  las  cruces  que  hubiese,  y  por  más 
humildad,  y  porque  los  indios  lo  viesen,  para  que 
tomasen  ejemplo,  mandó  á  los  españoles  se  hin- 
casen de  rodillas  á  besarles  las  manos  y  hábitos, 
y  aun  les  envió  Cortés  al  camino  mucho  refres- 
co y  les  escribió  muy  amorosamente.  Y  viniendo 
por  su  camino,  ya  que  llegaban  cerca  de  Méjico, 
el  mismo  Cortés,  acompañado  de  fray  Bartolomé 
de  Olmedo  y  de  nuestros  valerosos  capitanes  y 
esforzados  soldados,  los  salimos  á  recebir,  y  jun- 
tamente fueron  con  nosotros  Guatemuz.,  el  señor 
de  Méjico,  con  todos  los  más  principales  meji- 
canos y  otros  muchos  caciques  de  otras  ciudades; 
y  cuando  Cortés  supo  que  allegaban  cerca,  se 
apeó  del  caballo,  y  todos  nosotros  juntamente 
con  él;  é  ya  que  nos  encontramos  con  los  reve- 
rendos religiosos  ,  el  primero  que  se  arrodilló 
delante  del  fray  Martin  de  Valencia  y  le  fué  á 
besar  las  manos  fué  Cortés  ,  y  no  lo  consintió  y 
le  besó  los  hábitos;  é  el  padre  fray  Bartolomé 
les  abrazó  é  saludó  muy  tiernamente,  y  los  be- 
samos el  hábito  arrodillados  todos  los  capitanes 
y  soldados  que  allí  íbamos,  y  el  Guatemuz  y  los 
señores  de  Méjico;  y  de  que  el  Guatemuz  y  los 
demás  caciques  vieron  ir  á  Cortés  de  rodillas  á 
besarles  las  manos,  espantáronse  en  gran  mane- 
ra; y  como  vieron  á  dos  frailes  descalzos  y  flacos, 


CONQUISTA     DE    NUEVA- ESPAÑA.  51 

y  los  hábitos  rotos,  y  no  llevar  caballo,  sino  á 
pié  y  muy  amarillos,  y  vsr  á  Cortés,  que  le  te- 
nían por  ídolo  é  cosa  como  sus  dioses,  ansi  arro- 
dillado delante  dellos,  dende  entonces  tomaron 
ejemplo  todos  los  indios,  que  cuando  agora  vie- 
nen religiosos  les  hacen  aquellos  recebimientos 
y  acatos,  según  y  de  la  manera  que  dicho  tengo; 
y  más  digo,  que  cuando  Cortés  con  aquellos  re- 
ligiosos hablaba,  que  siempre  tenia  la  gorra  en 
la  mano  quitada  y  en  todo  les  tenia  grande  aca- 
to; é  digo  que  se  me  olvidaba  que  fray  Barto- 
lomé les  hospedó  por  orden  de  Cortés  en  una 
muy  buena  casa,  é  se  fué  á  vivir  con  ellos  é  los 
regaló  mucho.  Dejémoslos  en  buena  hora  y  di- 
gamos de  otra  materia,  y  es,  que  de  ahí  á  tres 
años  y  medio,  ó  poco  tiempo  más  adelante,  vi- 
nieron doce  frailes  dominicos,  é  venia  por  pro- 
vincial ó  por  prior  dellos  un  religioso  que  se  de- 
cia  Fray  Tomás  Ortiz;  era  vizcaíno,  é  decían 
que  habia  estado  por  prior  ó  provincial  en  unas 
tierras  que  se  dice  la  Punta  del  Drago;  é  quiso 
Dios  que  cuando  vinieron  les  dio  dolencia  de 
mal  de  modorra,  de  que  todos  los  más  murie- 
ron; lo  cual  diré  adelante,  é  cómo  é  cuándo  é 
con  quién  vinieron,  é  la  condición  que  decian 
que  tenia  el  prior,  é  otras  cosas  que  pasaron;  é 
después  han  venido  otros  muchos  y  buenos  reli- 
giosos y  de  santa  vida,  y  de  la  misma  orden  de 
señor  Santo  Domingo,  en  ejemplo  muy  santos, 
é  han  industriado  á  los  naturales  destas  pro- 
vincias de  Guatimala  en  nuestra  santa  fe  muy 


52  BERNA L   DÍAZ. 

bien,  é  han  sido  muy  provechosos  partí  todos. 
Quiero  dejar  esta  materia  de  los  religiosos,  é 
diré  que,  como  Cortés  siefn^re  témia  qué  éñ 
Castilla,  por  parte  del  Obispo  de  Burgos,  se  jun- 
tarían los  procuradores  de  Diego  Velazquez, 
gobernador  de  Cuba,  é  dirían  mal  del  delante 
del  Emperador  nuestro  señor,  é  como  tuvo  nue- 
va cierta,  por  cartas  que  le  escribió  su  padre 
Martin  Cortés  ó  Diego  de  Ordás,  que  le  trata- 
ban casamiento  Con  la  señora  doña  Juana  dé  Zú- 
ñiga,  sobrina  del  duque  de  Béjar,  don  Alvaro 
de  Zúñiga,  procuró  de  enviar  todos  los  más  pe- 
sos quepódia  allegar,  ansí  de  sus  tributos  cómo 
de  los  ^ue  le  presentaban  los  caciques  áé  toda 
la  tierra,  lo  uno  para  que  conociese  el  duque  de 
Béjar  sus  grandes  riquezas,  juntamente  con  sus 
heroicos  hechos  é  hazañas;  é  lo  más  principal, 
para  que  su  majestad  lé  favoreciese  é  hiciese 
mercedes;  é  entonces  le  envió  treinta  mil  pesos," 
é  con  ellos  escribió  á  su  majestad;  lo  cual  diré 
adelanté. 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  53 

CAPITULO  CLXXIL 


CÓMO  CORTÉS  ESCRIBIÓ  Á  SU  MAJESTAD  Y  LE  ENVIÓ 
TREINTA  MIL  PESOS  DE  ORO,  Y  GOMO  ESTABAN  EN- 
TENDIENDO EN  IA  CONVERSIÓN  DE  LOS  NATURALES  É 
REEDIFICACIÓN  DE  MÉJICO,  Y  DE  COMO  HABÍA  MANDA- 
DO UN  CAPITÁN  QUE  SE  DECÍA  CRISTÓBAL  DE  OLÍ  Á 
PACIFICAR  LAS  PROVINCIAS  DE  HON1URAS  CON  UNA 
BUENA  ARMADA,  Y  8E  ALZÓ  CON  ELLA,  Y  DIO  RELA* 
CION  DE  OTRAS  COSAS  QUE  HABÍAN  PA8ADO  EN  MÉ- 
JICO, Y  EN  EL  NAVIO  QUE  IBAN  LAS  CARTAS  DE  COR- 
TES ENVIÓ  OTRAS  CARTAS  MUY  SECRETAS  EL  CONTA- 
DOR DE  SU  MAJESTAD,  QUE  SE  DECÍA  RODRIGO  DE 
ALBORNOZ,  Y  EN  ELLAS  DECÍAN  MUCHO  MAL  DE  COR- 
TES, Y  DE  TODOS  LOS  QUE  CON  EL  PASAMOS,  Y  LO  QUE 
SU  MAJESTAD  SOBRE  ELLO  MANDÓ  QUE  SE  PROVE- 
YESE. 


Teniendo  ya  Cortés  en  si  la  gobernación  de  la 
Nueva-España  por  mandado  de  su  majestad, 
parecióle  seria  bien  hacerle  sabidor  cómo  esta- 
ba entendiendo  en  la  santa  conversión  de  los 
naturales  y  la  reedificación  de  la  gran  ciudad  de 
Tenustitlan,  Méjico;  y  también  le  dio  relación 
de  cómo  habia  enviado  un  capitán  que  se  decía 
Cristóbal  de  Olí  á  poblar  unas  provincias  que  se 
nombraron  Honduras,  y  que  le  dio  cinco  navios 
bien  abastecidos,  é  gran  copia  de  soldados  y  mu- 


54  BERNAL   Í)ÍA'¿. 

chos  caballos  y  tiros,  y  escopeteros  y  balleste- 
ros, y  todo  género  de  armas,  y  que  gastó  mu- 
chos millares  de  pesos  de  oro  en  hacerla  arma- 
da, y  que  el  Cristóbal  de  Olí  se  le  alzó  con  ella, 
y  quien  le  aconsejó  que  se  alzase  fué  un  Diego 
Velazquez,  gobernador  de  la  isla  de  Cuba,  que 
hizo  compañía  eon  él  en  el  armada,  y  que  si  su 
majestad  era  servido,  que  tenia  determinado  de 
enviar  con  brevedad  otro  capitán  para  que  le 
tome  la  misma  armada  ó  le  traiga  preso,  ó  ir  él 
en  persona  por  ella  ;  porque,  si  quedaba  sin  cas- 
tigo, se  atreverían  otros  capitanes  á  se  levantar 
con  otras  armadas  que  por  fuerza  habia  de  en- 
viar á  conquistar  y  poblar  otras  tierras  que  es- 
tán de  guerra,  é  á  esta  causa  suplicaba  á  su  ma- 
jestad que  le  diese  licencia  para  ello ;  y  también 
se  envió  á  quejar  del  Diego  Velazquez,  no  tan 
solamente  de  lo  del  capitán  Cristóbal  de  Olí,  si- 
no por  las  conjuraciones  y  escándalos,  y  por  sus 
cartas  que  enviaba  dende  la  isla  de  Cuba  para 
que  le  matasen  á  Cortés  ;  porque,  en  saliendo  de 
aquella  ciudad  de  Méjico  para  ir  á  conquistar 
algunos  pueblos  recios,  que  se  levantaban  y  ha- 
cían conjuraciones  los  de  la  parte  del  Diego  Ve- 
lazquez para  le  matar  y  levantarse  con  la  go- 
bernación, y  que  habia  hecho  justicia  de  uno  de 
los  más  culpados ;  y  que  este  favor  les  daba  el 
Obispo  de  Burgos,  que  estaba  por  presidente  de 
Indias,  por  ser  muy  amigo  del  Diego  Velazquez; 
y  esetibió  cómo  le  enviaba  y  servia  con  treinta 
mil  pesos  do  oro,  y  que  si  no  fuera  por  los  bullí- 


CONQUISTA    DE   NUEVA-ESPANA.  55 

«osos  y  conjuraciones  pasadas,  que  recojiera 
mucho  más  oro,  y  que  con  el  ayuda  de  Dios  y  en 
la  buenaventura  de  su  Real  majestad,  que  en  to- 
dos los  navios  que  de  Méjico  fuesen  cnviaria  lo 
que  pudiese;  y  ansimismo  escribió  á  su  padre 
Martin  Cortés  é  á  un  su  deudo,  que  se  decia  el 
licenciado  Francisco  Nuñcz,  que  era  relator  del 
Real  consejo  de  su  majestad,  y  también  escribió 
á  Diego  de  Ordás,  en  que  les  hacia  saber  todo  lo 
atrás  dicho ;  y  también  dio  noticia  como  un  Ro- 
drigo de  Albornoz,  que  estaba  por  gobernador 
en  Méjico,  que  secretamente  andaba  murmuran- 
do en  Méjico  de  Cortés  porque  no  le  dio  tan 
buenos  indios  como  él  quisiera,  y  también  por- 
que le  demandó  una  cacica,  hija  del  señor  de 
Tezcuco,  y  no  se  la  quiso  dar,  porque  en  aque- 
lla sazón  la  casó  con  una  persona  de  calidad;  y  les 
dio  aviso  que  habia  sabido  que  fué  secretario  en 
Flándes  y  que  era  muy  servidor  de  don  Juan 
Rodríguez  de  Fonseca,  Obispo  de  Burgos,  y 
que  era  hombre  que  tenia  costumbre  de  escri- 
bir cosas  nuevas  y  aun  por  cifras,  y  que  por 
ventura  escribiría  al  Obispo,  como  era  presiden- 
te de  Indias,  porque  en  aqnel  tiempo  no  sabía- 
mos que  le  habían  quitado  el  cargo,  cosas  con- 
trarias de  la  verdad;  que  tuviesen  aviso  de  todo; 
y  estas  cartas  envió  Cortés  duplicadas,  porque 
Lsiempre  se  temió  que  el  Obispo  de  Burgos,  como 
\era  presidente,  habia  mandado  á  Pedro  de  Isa- 
zaga  y  á  Juan  López  de  Recalte,  oficiales  de  la 
casa  de  la  contratación  de  Sevilla,  que  todas  las 


56  BERNAL   DUZ. 

cartas  y  despachos  de  Cortés  se  las  enviasen  por 
la  posta  para  saber  io  que  en  ellas  iba,  porque 
en  aquella  sazón  su  majestad  habia  venido  de 
Flandes  y  estaba  en  Castilla,  para  hacer  rela- 
ción á  su  majestad  cesárea,  y  el  Obispo  de  Bur- 
gos, por  ganar  por  la  mano,  antes  que  nues- 
tros procuradores  le  diesen  las  cartas  de  Cortés; 
y  aun  en  aquella  sazón  no  sabíamos  en  la  Nue- 
va-España qué  habían  quitado  el  cargo  al  Obis- 
po de  Burgos,  don  Juan  Rodríguez  de  Fonséca, 
de  ser  presidente  de  Indias.  Dejémonos  de  las 
cartas  de  Cortés,  y  diré  que  deste  navio  donde 
iba  el  pliego  que  dicho  tengo  de  Cortés ,  envió 
eí  contador  Albornoz,  ya  por  mí  memorado* 
otras  cartas  á  su  majestad  y  al  Obispo  de  Bur- 
gos y  al  Real  consejo  de  Indias,  y  lo  que  en 
ellas  decia  por  capítulos,  hizo  saber  todas  las 
causas  y  cosas  que  de  antes  habia  sido  acusado 
Cortés,  cuando  su  Real  majestad  le  mandó  poner 
jueces  á  los  caballeros  de  su  Real  consejo,  ya 
otra  vez  por  mi  nombrados  en  el  capítulo  que 
dello  habla,  cuando  por  sentencia  que  sobre 
ello  dieron,  nos  dieron  por  muy  leales  servido- 
res de  su  majestad;  y  demás  de  aquellos  capítu- 
los que  hubieron  acusado  á  Cortés,  agora  de 
nuevo  escribió  él  Albornoz  que  Cortés  deman- 
daba á  todos  los  caciques  de  la  Nueva-España 
muchos  tejuelos  de  oro  y  les  mandaba  sacar 
mucho  oro  de  minas,  y  esto  que  les  decia  Cor- 
tés que  era  para  enviar  á  su  Real  majestad,  y 
se  quedaba  con  todo  ello  y  no  lo  enviaba  á  su 


CGÍK0UI8TA   DE   NUEVA-ESPANA.  57 

majestad,  y  que  hizo  unas  casas  muy  fortaleci- 
das, y  que  ha  juntado  muchas  hijas  de  grandes 
señores  para  las  casar  con  soldados  españoles,  y 
se  las  piden  hombres  honrados  por  mujeres  y 
que  no  se  las  quiere  dar,  por  tenerlas  por  ami- 
gas; y  dijo  que  todos  los  caciques  y  principales 
le  tenían  en  tanta  estima  como  si  fuese  Rey,  y 
que  en  esta  tierra  no  conocen  á  otro  Rey  ni  se- 
ñor sino  es  á  Cortés,  é  como  Rey  llevaba  quin- 
to, y  que  tiene  muy  grande  cantidad  de  barras 
de  010  atesorado,  y  que  no  ha  sentido  bien  de 
su  persona,  si  está  alzado  ó  será  leal  para  ade- 
lante, y  que  habia  necesidad  que  su  majestad 
con  brevedad  mandase  venir  á  estas  partes  un 
caballero  con  grande  copia  de  soldados  muy 
bien  apercebidos  para  le  quitar  el  man  lo  y  se- 
ñorío; y  escribió  otras  cosas  sobre  esta  materia. 
Quiero  dejar  de  más  particularizar  lo  que  iba  en 
las  cartas,  y  diré  que  fueron  á  manos  del  Obis- 
po de  Burgos,  que  residía  en  Toro;  y  como  en 
aquella  sazón  estaba  en  la  corte  el  Panfilo  de 
Narvaez  y  Cristóbal  de  Tapia,  ya  otras  muchas 
veces  por  mí  nombrados,  y  todos  los  procurado- 
res del  Diego  Velazquez,  é  con  aquella  carta  de 
Albornoz  les  avisó  el  Obispo  de  Burgos  para  que 
nuevamente  se  quejasen  ante  su  majestad  de  Cor- 
tés de  todo  lo  que  de  antes  le  hubieron  dado  rela- 
ción y  dijesen  que  los  jueces  que  puso  su  majes- 
tad se  mostraron  mucho  por  la  parte  de  Cortés,  y 
que  su  majestad  fuese  servido  viese  agora  nue- 
vamente lo  que  escribe  el  contador  su  oficial; 
8 


58  BERNAL  DÍAZ. 

y  para  testigo  dello  hicieron  presentación  de  las 
cartas  que  dicho  tengo.  Pues  viendo  su  majes- 
tad las  cartas  y  las  palabras  y  quejas  que  el 
Narvaez  decia  muy  entonado ,  porque  ansí  ha- 
blaba ,  demandando  justicia,  creyó  que  eran 
verdaderas;  y  el  Obispo  de  Burgos  don  Juan 
Rodríguez  de  Fonseca,  que  les  ayudó  con  otras 
muchas  cartas  de  favor;  dijo  su  majestad:  «Yo 
quiero  enviar  á  castigar  á  Cortés,  pues  tanto 
maldicen  del  que  hace,  aunque  más  oro  envié; 
porque  más  riqueza  es  hacer  justicia  que  no  to- 
dos los  tesoros  que  puede  enviar;»  y  mandó 
proveer  que  luego  despachasen  al  almirante  de 
Santo  Domingo  que  viniese  á  costa  de  Cortés 
con  seiscientos  soldados,  y  si  se  hallase  culpado 
le  cortase  la  cabeza,  y  castigase  á  todos  los  que 
fuimos  en  desbaratar  á  Panfilo  de  Narvaez ;  y 
porque  viniese  el  almirante  le  habia  prometi- 
do su  majestad  el  almirantazgo  de  la  Nueva- 
España  ,  que  en  aquella  sazón  traia  pleito 
en  la  corte  sobre  él.  Pues  ya  dadas  las  provi- 
siones ,  pareció  ser  el  almirante  se  detuvo  cier- 
tos dias  ó  no  se  atrevió  á  venir ,  porque  no  tenia 
dineros,  y  ansímismo  porque  le  aconsejaron  que 
mirase  la  buenaventura  de  Cortés,  que  con  haber 
traído  Narvaez  toda  la  armada  que  trajo  le 
desbarató,  y  que  era  aventurar  su  vida  y  es- 
tado ,  y  no  saldría  con  la  demanda ,  especial- 
mente que  no  hallarían  en  Cortés  ni  en  ningu- 
no de  sus  compañeros  culpa  ninguna,  sino  mu- 
cha lealtad ;  y  demás  desto  ,  según  pareció, 


CONQUISTA   DE    NUEVA-ESPAÑA.  59 

dijeron  á  su  majestad  que  era  gran  cosa  dar 
el  almirantazgo  de  la  Nueva-España  por  pocos 
servicios  que  le  podría  hacer  en  aquella  jornada 
que  le  enviaba ;  é  ya  que  se  andaba  apercibien- 
do el  almirante  para  venir  á  la  Nueva-España, 
alcanzáronlo  á  saber  los  procuradores  de  Cortés 
y  su  padre  Martin  Cortés  y  un  fraile  que  se  de- 
cía fray  Pedro  Melgarejo  de  Urrea  ,  y  como  te- 
nían las  cartas  que  les  envió  Cortés  duplicadas, 
y  entendieron  por  ellas  que  habia  trato  doble 
en  el  contador  Albornoz  ó  en  otras  personas  que 
no  estaban  muy  bien  con  Cortés ,  todos  juntos 
se  fueron  luego  al  duque  de  Béjar  y  le  dieron 
relación  de  todo  lo  arriba  por  mi  memorado  y  le 
mostraron  las  cartas  de  Cortés  ;  y  como  supo 
que  enviaban  tan  de  repente  al  almirante  con 
muchos  soldados,  hubo  muy  grande  sentimiento 
dello  el  duque  ,  porque  ya  estaba  concertado  de 
casar  á  Cortés  con  la  señora  doña  Juana  de  Zú- 
ñiga,  sobrina  del  mismo  duque  de  Béjar;  y 
luego  sin  más  dilación  fué  delante  de  su  majes- 
tad ,  acompañado  con  ciertos  condes  amigos  su- 
yos y  deudos,  y  con  ellos  iba  el  viejo  Martin 
Cortés ,  padre  del  mismo  Cortés  ,  y  fray  Pedro 
Melgarejo  de  Urrea  ,  y  cuando  llegaron  delante 
del  Emperador  nuestro  señor  se  humillaron  é 
hicieron  todo  el  acatamiento  debido  ,  que  eran 
obligados  á  nuestro  Rey  y  señor ,  y  dijo  el  mis- 
mo duque  que  suplicaba  á  su  majestad  que  no 
diese  oídos  á  una  carta  de  un  hombre  como  era 
el  contador  Albornoz  ,  que  era  muy  contrario  á 


60  BEhNAL  DÍAZ. 

Cortés  ,  hasta  que  hubiese  ot^as  isfarmacionea 
de  fe  y  de  creer  ,  y  que  »•>  enviase  armada  ;  y 
más  dijo  el  duque  á  su  majestad,  que  ¿  cómo, 
siendo  tan  cristianísimo  y  recto  en  hacer  justi- 
cia, tan  deliberadamente  enviaba  á  mandar  pren- 
der á  Cortés  y  á  sus  soletados ,  habiéndole  hecho 
tan  buenos  y  leales  servicios,  que  otros  en   el 
mundo  no  se  han  hecho,  ni  aún  hallado  en  nin- 
gunas escrituras  que  hayan  hecha  otros  vasa- 
llos á  los  Reyes  pasados?  Y  qo,e>  ya  una  vez  ha 
ducsío.  la  cabeza  por  fiadora  de  Cortés  y  por  to- 
dos sus  soldados,  y  que  son  muy  leales  y  lo  ae- 
ran  de  aquí  adelante,  y  que  agora  la  torna  á 
poner  de  nuevo  por  fiadora,  con  todo  su  estado, 
con  mucho  gusto,  de  que  siempre  nos  hallaría 
muy  leales ,  lo  cual  su  majestad  vería  adelante; 
d,emas  desto,  le  mostraron  las  cartas  que  Cortés 
enviaba  á  su  padre  Martin  Cortés  ,  en  que  en 
ellas  daba  relación  por  qué  causa  el  contador 
Albornoz  escribía  nial  contra  Cortés,  que  fué, 
como  dicho  tengo,  porque  no  le  dio  buenos  in- 
dios, como  él  los  demandaba ,  y  una  hija  de  una 
cacica  muy  principal ;  y  más  le  dijo  el  duque» 
que  mirase  su  Real  majestad  cuántas  veces  ler 
había  enviado  y  servido  con  mucha  cantidad  de 
oro,  é  dio  otros  muchos  descargos  por  Cortés;  y 
viendo  su  majestad  la  justicia  clara  que  Cortés  y 
todos  nosotros  los  conquistadores  teníamos,  ma  - 
dó  proveer  que  le  viniese  á  tomar  la  residencia 
personaqu©  fuese  de  calidad  y  ciencia  y  temoro- 
so  de  Nuestro  Señor.  En  aquella  sazón  estaba  la 


CqÑGtíiSTA.  DB  JÍUKVA.-E8PA5ÍA,  §Í 

carie  en  Toledo,  y  por  teniente  de  corregidor 
del  conde  de  Alcaudete  un  caballero  que  se  de- 
cía el  licenciado  Luis  Ponce  de  León,  primo  del 
mismo  conde  don  Martin  de  Córdoba,  que  ansí 
se  llamaba,  porque  en  aquella  sazón  era  corregi- 
dor de  aquella  ciudad;  y  su  majestad  mandó 
llamar  á  este  licenciado  Luis  Ponce  de  León, 
y  Le  mandó  que  fuese  luego  á  la  Nueva-España 
y  tomase  residencia  á  Cortés,  y  que  si  en  algo 
fuese  culpante  dele  que  le  acusaban,  que  con 
rigor  de  justicia  le  castigase;  y  el  licenciado 
Luis  Ponce  de  León  dijo  que  él  cumpliría  el 
Real  mandato,  y  se  comenzó  á  apercibir  para  el 
camino,  y  no  vino  con  tanta  priesa,  porque  tardó 
en  llegar  á  Nueva-España  más  de  dos  años  y 
medio.  Y  dejallos  hé  aquí ,  ansí  á  los  del  bando 
del  gobernador  de  Cuba  ,  Diego  Velazquez,  que 
acusaban  á  Cortes,  como  i\  licenciado  Luis  Pon- 
ce  de  León ,  que  se  aderezaba  para  el  viaje, 
como  dicho  tengo ;  y  aunque  vaya  muy  íuera 
de  mi  relación  y  pase  adelante  ,  es  por  lo  que 
agora  diré ,  que  al  cabo  de  dos  años  alcanzamos 
á  saber  todo  lo  por  mí  aquí  dicho  de  las  cartas 
de  Cortés  y  del  Albornoz  ,  poique  lo  escribió 
Martin  Cortés  de  la  corte  ;  y  para  que  sepan  los 
curiosos  letores  cómo  siempre  tenia  por  costum- 
bre el  mismo  Albornoz  de  escribir  á  su  majes- 
tad lo  que  no  pasó  ,  bien  ternán  noticia  las  per- 
sonas que  han  estado  en  la  Nueva-España  y  en 
la  ciudad  de  Méjico  cómo  en  el  tiempo  que  era 
virey  D.  Antonio  de  Mendoza ,  que  fué  muy 


62  BERHAL    DÍAZ. 

ilustrísimo  varón  ,  digno  de  gran  memoria  ,  que 
haya  santa  gloria ,  y  como  gobernaba  tan  justi- 
ficadamente y  con  tan  recta  justicia,  el  Rodrigo 
Albornoz  no  estaba  bien  con  él  y  escribió  á  su 
majestad  diciendo  mal  de  su  gobernación  ,  y  las 
mismas  cartas  que  envió  á  la  corte  volvieron  á 
la  Nueva-España  á  manos  del  mismo  virey  ;  y 
como  las  hubo  entendido ,  y  el  mal  que  decia, 
envió  á  llamar  al  Rodrigo  de  Albornoz  ,  y  con 
palabras,  muy  blandas  y  de  espacio  ,  que  ansí 
hablaba  vagoroso  el  virey,  le  mostró  las  cartas 
y  le  dijo  :  «Pues  que  tenéis  por  costumbre  de 
escribir  á  su  majestad ,  escribid  la  verdad  ,  y 
andad  con  Dios ,  para  ruin  hombre  ;»  y  quedó 
muy  avergonzado  y  corrido  el  contador.  Deje- 
mos de  hablar  de  esta  materia  t  y  diré  cómo 
Cortés ,  sin  saber  en  aquella  sazón  cosa  de  todo 
lo  pasado  que  en  la  corte  se  habia  tratado  con 
él ,  envió  una  armada  contra  Cristóbal  de  Olí  á 
Honduras ,  y  lo  que  pasó  diré  adelante. 


C0NQUI8TA   DE   NUEVA-E8PAWA.  63 

CAPITULO  CLXXIII. 


CÓMO,  SABIENDO  COATES  QUE  CRISTÓBAL  DE  OLÍ  8B 
HABÍA  ALZADO  CON  LA  AKMABA  Y  HABÍA  HECHO 
COMPAÑÍA  CON  DIEGO  VELaZQUEZ  ,  GOBERNADOR  DE 
CUBA  ,  ENVIÓ  CONTRA  EL  Á  UN  CAPITÁN  QUE  SE 
LLAMABA  FRANCISCO  DE  LAS  CASAS,  Y  LO  QUE  EN- 
TONCES SUCEDIÓ  DIRÉ  ADELANTE. 


Hé  menester  volver  muy  atrás  de  nuestra 
relación  para  que  bien  se  entienda.  Ya  he  dicho 
en  el  capítulo  que  dello  habla  ,  cómo  Cortés 
envió  á  Cristóbal  de  Olí  con  una  armada  á  las 
Higueras  y  Honduras  ,  y  se  alzó  con  ella  ;  é 
como  Cortés  supo  que  Cristóbal  de  Olí  se  habia 
alzado  con  la  armada  „  con  favor  de  Diego  Ve- 
lazquez,  gobernador  de  Cuba  ,  estaba  muy  pen- 
sativo; y  como  era  animoso  y  no  se  dejaba  mu- 
cho burlar  en  tales  casos  ,  y  como  ya  habia 
hecho  relación  dello  á  su  majestad ,  como  dicho 
tengo,  en  la  carta  que  le  escribió  ,  y  que  en- 
tendía de  ir  ó  enviar  contra  el  Cristóbal  de  Olí 
á  otros  capitanes;  en  aquella  sazón  habia  ve- 
nido de  Castilla  á  Méjico  un  caballero  que  se 
decia  Francisco  de  las  Casas  ,  persona  de  quien 
se  podia  fiar  ,  é  su  deudo  de  Cortés  ;  acordó  de 
enviar  contra  el  Cristóbal  de  Olí  cinco  navios 
bien  artillados  y  bastecidos  ,  y  cien  soldados,  y 


64  BERNAL  DÍAZ. 

entre  ellos  iban  conquistadores  de  Méjico  ,  de 
los  que  Cortés  habia  traído  de  la  isla  de  Cuba 
en  su  compañía,  que  era  uu  Pedro  Moreno  Me- 
drano  y  un  Juan  Nuñez  de  Mercado  y  un  Juan 
Bello,  y  otros  que  aqui  no  nombro,  que  mu- 
rieron en  el  camino.  Pues  ya  despachado  el 
Francisco  de  las  Casas  con  poderes  muy  bastan- 
tes y  mandamientos  para  prender  al  Cristóbal 
de  Olí,  salió  del  puerto  de  la  Veracruz  ,  con  sus 
navios  buenos  y  abastecidos  ,  y  con  sus  pendo- 
nes con  las  armas  Reales  ,  y  con  buen  tiempo 
llegó  á  una  bahía  que  llamaron  el  triunfo  de 
la  Cruz,  dotrde  el  Cristóbal  de  Olí  tenia  su  ar- 
mada ,  y  al li  junto  poblada  una  villa  que  se 
llamó  Triunfo  de  la  Cruz  ,  y  se^un  ya  otras  ve- 
ces he  dicho  en  el  capítulo  que  dello  habla  ;  y 
como  el  Cristóbal  de  Olí  vio  aquellos  navios 
surtos  en  su  puerto,  puesto  que  el  Francisco  de 
las  Casas  mandó  poner  en  sus  navios  banderas 
de  paz,  no  lo  tuvo  por  cierto  el  Cristóbal  de  Olí, 
antes  mandó  apercebir  dos  carabelas  muy  arti- 
lladas con  muchos  soldados  ,  y  les  defendió  el 
puerto  para  no  les  dejar  saltar  en  tierra;  y  como 
aquello  vio  el  de  las  Casas  ,  que  era  hombre 
animoso,  mandó  sacar  y  echar  á  la  mar  sus  ba- 
teles con  muchos  hombres  aperccbidos  ,  y  con 
unos  tiros,  falconetes  y  escopetas  y  ballestas, 
y  él  con  ellos,  con  pensamiento  de  tomar  tierra 
de  una  manera  ó  de  otra  ,  y  el  Cristóbal  de  Olí 
para  defendella  ,  tuvieron  buena  pelea ,  y  el  de 
las  Casas  echó  una  de  las  dos  carabelas  del  con- 


CONQUISTA  DE    NUEVA-E8PAÑA.  65 

trario  á  fondo  ,  y  mató  á  cuatro  soldados  é 
hirieron  á  otros;  y  como  vio  el  Cristóbal  de  Olí 
que    no  tenia    allí  todos  los  soldados  ,    por- 
que los  había  enviado   pocos  dias  había  en  dos 
capitanías,  á  entrar  en  un  rio  que  llaman  de 
Pechin  ,  á  prender  á  otro  capitán  que  estaba 
conquistando  en  aquella  provincia  ,  que  se  de- 
cía Gil  González  de  Avila,  porque  aquel  rio  del 
Pechin  caia  en  la  gobernación  del  Golfo-Dul- 
ce, y  estaba  aguardando  por  horas  á  sus  gentes, 
acordó  el  Cristóbal  de  Olí  de  demandar  partidos 
de  paz  al  Francisco  de  las  Casas,  porque  bien 
entendió  el  Cristóbal  de  Olí  que  si  tomaba  tierra, 
que  habían  de  venir  á  las  manos,  y  por  tener 
soldados  juntos  demandó  las  Jpaces;  y  el  de  las 
Casas  acordó  de  estar  aquella  noche  coa  "sus  na- 
vios en  la  mar,  apartado  de  tierra  al  reparo,  ó 
esperando  con  intención  de  se  ir  á  otra  bahía  á 
desembarcar,  y  también   porque  cuando  anda- 
ban las  diferencias  y  pelea  de  la  mar  le  dieron 
al  de  las  Casas  una  carta  secretamente  que  se- 
rían en  su  ayuda  ciertos  soldados  de  la  parte  de 
Cortés  que  estaban  con  el  Cristóbal  de  Olí ,  y 
que  no  dejase  de  venir  por  tierra  para  prender 
al  Cristóbal  de  Olí.  Pues  estando  con  este  acuer- 
do, fué  la  ventura  tal  de  Cristóbal  de  Olí,  y  des- 
dicha del  de  las  Casas,  que  hubo  aquella  noche 
un  viento  norte  muy  recio,  y  como  es  travesía  en 
aquella  costa,  dio  con  los  navios  de  Francisco 
de  las  Casas  al  través  en  tierra,  de  manera  que 
se  perdió  cuanto  traía  y  se  ahogaron  treinta  sol- 
9 


66  '  BERNAL  DÍAZ. 

dados,  y  todos  los  demás  fueron  "presos  y  estu- 
vieron sin  comer  dos  dias  ,  muy  mojados  del 
agua  salada,  porque  en  aquel  tiempo  llovía  mu- 
cho, y  tuvieron  trabajo  y  frió;  y  el  Cristóbal  de 
Olí  estaba  muy  gozoso  y  triunfante  por  tener 
preso  al  Francisco  de  las  Casas,  y  á  los  demás 
soldados  que  prendió  les  hizo  luego  jurar  que 
siempre  serian  en  su  ayuda,  y  serian  contra  Cor- 
tés si  viniese  á  aquella  tierra  en  persona;  y  co- 
mo hubieron  jurado,  los  soltó  de  las  prisiones; 
solamente  tuvo  preso  al  Francisco  de  las  Casas; 
y  dende  á  poco  tiempo  vinieron  sus  capitanes 
que  había  enviado  á  prender  á  Gil  González  de 
Avila;  que,  según  pareció,  el  Gil  González  de 
Avila  habia  venido  por  gobernador  y  capitán  de 
Golfo-Dulce,  y  habia  poblado  una  villa  que  la 
nombraron  San  Gil  de  Buena- Vista,  que  estaba 
obra  de  una  legua  del  puerto  que  agora  llaman 
Golfo-Dulce,  porque  el  rio  del  Chipin  en  aquel 
tiempo  era  poblado  de  buenos  pueblos,  y  el  Gil 
González  no  tenia  consigo  sino  muy  pocos  sol- 
dados ,  porque  habian  adolecido  todos  los  más, 
é  dejaba  poblada  con  todos  los  soldados  la  misma 
villa  de  San  Gil  de  Buena- Vista;  y  como  el  Cris- 
tóbal de  Olí  tuvo  noticia  delio,  les  envió  á  pren- 
der, y  sobre  no  dejarse  prender ,  le  mataron 
ocho  españoles  de  los  de  Gil  González  y  á  un  su 
sobiino,  que  se  decia  Gil  de  Avila;  y  como  el 
Cristóbal  de  Olí  se  vio  con  dos  prisioneros  que 
eran  capitanes,  estaba  muy  alegre  y  contento; 
y  como  tenia  fama  de  esforzado,  y  ciertamente 


CONQUISTA    Í>E  NUEVA-ESPAÑA.  67 

lo  era  por  su  persona,  para  que  se  supiese  en 
todas  las  islas,  lo  escribió  á  la  isla  de  Cuba  á  su 
amigo  Diego  Velazquez,  y  luego  se  fué  dende  el 
Triunfo  de  la  Cruz  la  tierra  adentro  á  un  pueblo 
que  en  aquel  tiempo  estaba  muy  poblado,  y  ha- 
bía otros  muchos  pueblos  en  aquella  comarca; 
el  cual  pueblo  se  dice  Naco,  que  agora  está  des- 
truido él  y  todos  los  demás;  y  esto  digo  porque 
yo  los  vi  y  me  hallé  en  ellos,  y  en  San  Gil  de 
Buena- Vista  y  en  el  rio  de  Pichin  y  en  el  rio  de 
Balama,  y  lo  he  andado  en  el  tiempo  que  fui 
con  Cortés ,  según  más  largamente  lo  diré 
cuando  venga  su  tiempo  y  lugar.  Volvamos  á 
nuestra  relación  :  que  ya  que  el  Cristóbal  de 
Olí  estaba  de  asiento  en  Naco  con  sus  pri- 
sioneros y  copia  de  soldados,  dende  allí  enviaba 
á  hacer  entradas  á  otras  partes,  y  envió  por  ca- 
pitán aun  Briones,  el  cual  Briones  fué  uno  de  los 
primeros  consejeros  para  que  se  alzara  el  Cristó- 
bal de  Olí,  y  de  suyo  era  bullicioso,  y  aun  tenia 
cortadas  las  asillas  bajas  de  las  orejas  ,  y  decia 
el  mismo  Briones  que  estando  en  una  fortaleza 
siendo  soldado  se  las  habían  cortado  porque  no 
se  quería  dar  él  ni  otros  capitanes;  el  cual  Brio- 
nes ahorcaron  después  en  Guatiraala  por  revol- 
vedor y  amotinador  de  ejércitos.  Volvamos  á 
nuestra  relación  :  pues  yendo  por  capitán  aquel 
Briones  con  gran  copia  de  soldados ,  túvose 
j  fama  en  el  real  de  Cristóbal  de  Olí  que  se  ha- 
bia  alzado  el  Bi iones  con  todos  los  soldados  que 
llevaba  en  su  compañía ,  y  se  iba  á  la  Nueva- 


68  BERNA L   DÍAZ. 

España  f  y  salió  verdad.  Y  viendo  esto  Francis- 
co de  las  Casas  y  el  Gil  González  de  Avila,  que 
estaban  presos  y  hallaban  tiempo  oportuno 
para  matar  á  Cristóbal  de  Olí ,  y  como  andaban 
sueltos  sin  prisiones ,  por  no  tenellos  en  nada, 
porque  se  tenia  por  muy  valiente  el  Cristóbal  de 
Olí ,  muy  secretamente  se  concertaron  con  los 
soldados  y  amigos  de  Cortés  que  en  diciendo: 
«¡Aquí  del  Rey,  y  Cortés  en  su  real  nombre, 
contra  este  tirano  !»  le  diesen  de  cuchilladas. 
Pues  hecho  este  concierto  ,  el  Francisco  de  las 
Casas,  medio  burlando  y  riendo,  le  decia  al  Olí: 
«Señor  capitán,  soltadme;  iré  á  la  Nueva-Espa- 
ña á  hablar  á  Cortés  y  á  dalle  razón  de  mi  des- 
barate, é  yo  seré  tercero  para  que  vuestra  mer- 
ced quede  con  esta  gobernación  y  por  su  capi- 
tán ,  y  mire  que  es  su  hechura  de  Cortés ;  pues 
mi  prisión  no  hace  á  su  caso ,  antes  le  estorbo 
en  las  conquistas;»  y  el  Cristóbal  de  Olí  respon- 
dió que  él  estaba  muy  bien  ansí ,  y  que  se  hol- 
gaba de  tener  un  tal  varón  en  su  compañía ;»  y 
de  que  aquello  vio  el  Francisco  de  las  Casas  le 
dijo  :  «Pues  mire  bien  vuesamerced  por  su  per- 
sona ,  que  un  dia  ó  otro  tengo  de  procurar  de  le 
matar;»  esto  se  lo  decia  medio  burlando  y  rien- 
do. Y  al  Cristóbal  deOlí  no  se  le  dio  nada  por  lo 
que  le  decia ,  y  teníalo  como  cosa  de  burla  ;  y 
como  el  concierto  que  he  dicho  estaba  hecho 
por  los  amigos  de  Cortés ,  estando  cenando  á 
una  mesa  y  habiendo  alzado  los  manteles  ,  y  se 
habian  ido  á  cenar  los  maestresalas  y  pajes  ,  y 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPANA.  69 

estaban  delante  Juan  Nuñez  de  Mercado  y  otros 
soldados  de  la  parte  de  Cortés  que  sabían  el 
concierto ,  el  Francisco  de  las  Casas  y  el  Gil 
González  de  Avila  cada  uno  tenia  escondido  un 
cuchillo  de  escribanía  muy  agudos  como  nava- 
jas ,  porque  ningunas  armas  se  las  dejaban 
traer  ;  y  estando  platicando  con  el  Cristóbal  de 
Olí  de  las  conquistas  de  Méjico  y  ventura  de 
Cortés,  y  muy  descuidado  el  Cristóbal  de  Olí  de 
lo  que  le  avino  ,  el  Francisco  de  las  Casas  le 
echó  mano  de  las  barbas  y  le  dio  por  la  gargan- 
ta con  el  cuchillo ,  que  le  traia  hecho  como  una 
navaja  para  aquel  efecto,  y  juntamente  con  él, 
el  Gil  González  de  Avila  y  los  soldades  de  Cor- 
tés de  presto  le  dieron  tantas  heridas  ,  que  no 
se  pudo  valer, y  como  era  muy  recio  é  membru- 
do y  de  muchas  fuerzas,  se  escabulló  dando  vo- 
ces: «¡Aquí  de  los  mios !»  Mas  como  todos  esta- 
ban cenando  ,  ó  su  ventura  fué  tal  que  no 
acudieron  tan  presto ,  se  fué  huyendo  á  es- 
conder entre  unos  matorrales,  creyendo  que  los 
suyos  le  ayudarían  ,  y  puesto  que  vinieron  de 
presto  muchos  dellos  á  le  ayudar,  el  Francisco 
de  las  Casas  dada  voces  y  apellidando  :  «¡Aquí 
del  Rey  é  de  Cortés  contra  este  tirano;  que  ya  no 
es  tiempo  de  más  sufrir  sus  tiranías!»  Pues  como 
oyeron  el  nombre  de  su  majestad  y  de  Cortés, 
todos  los  que  venían  á  favorecer  la  parte  del  Cris- 
tóbal de  Olí  no  osaron  defenderle,  antes  luego 
les  mandó  prender  el  de  las  Casas;  y  después  de 
hecho,  se  pregonó  que  cualquiera  persona  que 


70  BERNAL  DÍAZ. 

supiese  de  Cristóbal  de  Olí  y  no  le  descubriese, 
muriese  por  ello;  y  luego  se  supo  dónde  estaba 
y  le  prendieron,  y  se  hizo  proceso  contra  él,  y 
por  sentencia  que  entrambos  á  dos  capitanes 
dieron,  le  degollaron  en  la  plaza  de  Naco;  y  ansí 
murió  por  se  haber  alzado  por  malos  consejeros, 
con  ser  hombre  muy  esforzado,  é  sin  mirar  que 
Cortés  le  habia  hecho  su  maese  de  campo  y  da- 
do muy  bueuos  indios,  y  era  easado  con.  una 
portuguesa  que  se  decia  doña  Filipa  de  Araujo, 
y  tenia  una  hija  en  ella.  Y  porque  en  el  capítu- 
lo pasado  tengo  dicho  el  estatura  de  Cristóbal 
de  Olí  y  facciones,  y  de  qué  tierra  era  y  qué 
condición  tenia-,  en  esto  no  diré  más  sino  de  que 
el  Francisco  de  las  Casas  y  Gil  González  de  Avi- 
la se  vieron  libres,  y  su  enemigo  muerto,  junta- 
ron sus  soldados,  y  entrambos  á  dos  fueron  ca- 
pitanes muy  conformes,  y  el  de  las  Casas  pobló 
á  Trujillo  y  púsole  aquel  nombre  porque  era  él 
natural  de  Trujillo  de  Extremadura;  y  el  Gil 
González  envió  mensajeros  á  San  Gil  de  Buena- 
Vista,  que  dejaba  poblada,  á  hacer  saber  lo  que 
habia  pasado,  y  á  mandar  á  su  teniente ,  que  se 
decia  Armenta,  que  se  estuviesen  poblados  como 
los  dejaba  y  no  hiciesen  alguna  novedad,  por- 
que iba  á  la  Nueva  España  á  demandar  socorro 
é  ayuda  de  soldados  á  Cortés,  y  que  presto  vol- 
veiia.  Pues  ya  todo  esto  que  he  dicho  concerta- 
do, acordaron  entrambos  capitanes  de  se  venir  á 
Méjico  á  hacer  saber  á  Cortés  todo  lo  acaecido. 
Y  dejallo  hé  aquí  hasta  su  tiempo  y  lugar,  y 


CONQUISTA   DE   HUEVA-ESPAÑA.  71 

diré  lo  que  Cortés  concertó  sin  saber  cosa  nin- 
guna de  lo  pasado  que  se  hizo  en  Naco. 


CAPITULO  CLXXIV. 


CÓMO  HERNANDO  CORTES  SALIÓ  DE  MÉJICO  PARA  IR 
CAMINO  DE  LAS  HIGUERAS  EN  BUSCA  DE  CRISTÓ- 
BAL DE  OLÍ  Y  DE  FRANCISCO  DE  LAS  CASAS  T  DE  LOS 
DEMÁS  CAPITANES  Y  SOLDAD08  ;  DASE  CUENTA  DE 
L08  CABALLEROS  Y  CAPITANES  QUE  SACÓ  DE  MÉJICO 
PARA  IR  EN  SU  COMPAÑÍA  ,  Y  DEL  GRANDE  APARATO 
Y  SERVICIO  QUE  LLEVÓ  HASTA  LLEGAR  Á  LA  VILLA 
DE  GUACACUALCO,  Y  DE  OTRAS  COSAS  QUE  ENTONCES 
PASARON. 


Como  el  capitán  Hernando  Cortés  habia  pocos 
meses  que  habia  enviado  al  Francisco  de  las 
Casas  contra  el  Cristóbal  de  Olí ,  como  dicho 
tengo  en  capítulo  pasado,  parecióle  que  por 
ventura  no  habria  buen  suceso  la  armada  que 
habia  enviado  ,  y  también  porque  le  decian  que 
aquella  tierra  era  rica  de  minas  de  oro.yá 
esta  causa  estaba  muy  codicioso ,  ansí  por  las 
minas  ,  como  pensativo  en  los  contrastes  que 
podrian  acaecer  á  la  armada  ,  poniéndosele  por 
delante  las  desdichas  que  en  tales  jornadas  Ja 
mala  fortuna  suele  acarrear ;  y  como  de  su  con- 


72  BERNAl  DUZ. 

dicioa  era  de  gran  corazón,  habíase  arrepentido 
por  haber  enviado  al  Francisco  de  las  Casas, 
sino  haber  ido  él  en  persona,  y  no  porque  no  co- 
nocía muy  bien  que  el  que  envió  era  varón  para 
cualquiera  cosa  de  afrenta  ;  y  estando  en  estos 
pensamientos  ,  acordó  de  ir ,  y  dejó  en  Méjico 
buen  recaudo  de  artillería,  ansí  en  las  fortalezas 
como  en  las  atarazanas  ,  y  dejó  por  gobernado- 
res en  su  lugar  como  tenientes  al  tesorero 
Alonso  de  Estrada  y  al  contador  Albornoz  ,  y 
si  supiera  de  las  cartas  que  al  contador  Albor- 
noz hubo  escrito  á  Castilla  á  su  majestad  di- 
ciendo mucho  mal  del  ,  no  le  dejara  tal  poder, 
y  aun  no  sé  yo  cómo  le  aviniera  por -elfo-;  y  dejó 
por  su  alcalde  mayor  ni  licenciado  Zuazo,  ya 
otras  muchas  veces  por  mí  nombrado,  y  por  te- 
niente de  alguacil  mayor  y  su  mayordomo  de 
todas  sus  haciendas  á  un  Rodrigo  de  Paz,  su 
deudo,  y  dejó  el  mayor  recaudo  que  pudo  en<Mé- 
jico,  y  encomendó  á  todos  aquellos  oficiales  de 
la  hacienda  de  su  majestad,  á  quien  dejaba  el 
cargo  de  la  gobernación,  que  tuviesenmuy  gran- 
de cuidado  de  la  conversión  de  los  naturales,  y 
ansimismo  lo  encomendó  á  un  fray  Toribio  Mo- 
tolinea,de  la  orden  del  señor  San  Francisco,  y 
al  Padre  fray  Bartolomé  de  Olmedo,  de  mí  tan- 
tas veces  nombrado,  fraile  de  la  orden  de  nues- 
tra Señora  de  la  Merced,  é  que  tenia  mucha 
mano  y  estimación  en  todo  Méjico,  é  lo  merecía, 
porque  era  muy  buen  fraile  é  religioso  ;  y  les 
encargó  que  mirasen  no  se  alzase  Méjico  ni 


C0M0UISTA  DE   NUEVA-ESPAÑA.  73 

©tras  provincias ;  y  porque  quedase  más  pacífi- 
co y  sin  cabeceras  de  los  mayores  caciques,  VA- 
jo  consigo  al  mayor  de  Méjico,  que  se  decia  Gua- 
te mu  z,  otras  muchas  veces  por  mí  memorado, 
que  fué  el  que  nos  dio  guerra  cuando  gañamos  á 
Méjico,  y  también  al  señor  de  Taeuba,  y  á  un 
Juan  Velazquez,  capitán  del  mismo  Guatemuz, 
y  á  otros  muchos  principales,  y  entre  ellos  á 
Tapiezuela,  que  era  muy  principal;  y  aun  de  la 
provincia  de  Mechoacan  trajo  otros  caciques,  y 
á  doña  Marina  la  lengua,  porque  Jerónimo  de 
Aguilar  ya  habia  fallecido,  y  trajo  en  su  compa- 
ñía muchos  caballeros  y  capitanes  vecinos  de 
Méjico,  que  fueron  Gonzalo  de  Sandoval,  que 
era  alguacil  mayor,  y  Luis  Mario  y  Francisco 
Marmolejo,  Gonzalo  Rodríguez  de  QcafflpO, 
Pedro  de  Ircio,  Avalos  y  Saavedra^  que  eran 
hermanos,  y  un  Palacios  Rubios,  y  Pedro  de 
Saucedo  el  Romo,  y  Jerónimo  Ruiz  de  la  Mora, 
Alonso  de  Grado  Santa  Cruz,  burgalés  ;  Pedro 
de  Solís  Casquete,  que  ansí  le  llamábamos ;  Juan 
Jaramillo,  Alonso  Valiente,  y  un  Navarrete  y 
un  Serna,  y  Diego  de  Mazariegos,  primo  del  te- 
sorero, y  Gil  González  de  Benavides,  y  Hernán 
López  de  Avila  y  Gaspar  de  Garnica,  y  otros 
muchos  que  no  se  me  acuerdan  sus  nombres;  y 
trajo  á  fray  Juan  de  las  Varillas  el  de  Sala- 
manca, fraile  de  la  Merced,  y  un  clérigo  y  dos 
trailes  franciscos,  flamencos,  buenos  teólogos, 
que  predicaban,  y  trajo  por  mayordomo  á  un 
Carranza  y  por  maestresala  á  Juan  de  Iasso  y  á 
10 


74  BERNAL   DÍAZ. 

un  Rodrigo  Mañueco,  y  por  botiller  á  Cervan 
Bejarano,  y  por  repostero  á  un  Fulano  de  San 
Miguel,  que  solia  vivir  en  Guaxaca ;  por  des- 
pensero a  un  Guinea,  qué  ansimisino  fué  vecino 
de  Guaxaca ;  y  trajo  grandes  vajillas  de  oro  y  de 
plata,  y  quien  tenia  cargo  de  la  plata  era  un 
Tello  de  Medina,  y  por  camarero  un  Salazar, 
natural  de  Madrid;  por  médico  á  un  licenciado 
Pero  Lopes,  vecino  que  fué  de  Méjico,  y  ciru- 
jano á  maese  Diego  de  Pcdraza,  y  otros  muchos 
pajes,  y  uno  del  os  era  don  Francisco  de  Monte- 
jo,  el  cual  fué  capitán  en  Yucatán  el  tiempo  an- 
dando, no  digo  al  adelantado  su  padre  ;  y  dos 
pajes  de  lanza,  que  el  uno  se  decía  Puebla,  y 
ocho  mozos  de  espuelas,  y  dos  cazadores  halco- 
neros, que  se  decian  Perales  y  Garcicaro  y  Al- 
taro  Montañés^  y  llevó  cinco  chirimías  y  saca- 
buches y  dulzainas,  y  un  volteador,  y  otro  que 
jugaba  de  manos  y  hacia  títeres,  y  caballerizo 
Gonzalo  Rodríguez  de  Ocampo,  y  acémilas  con 
tres  acemileros  españoles,  y  una  gran  manada 
de  puercos,  que  venian  comiendo  por  el  camino; 
y  venian  con  los  caciques  que  dicho  tengo  sobre 
tres  mil  indios  mejicanos  con  sus  armas  de 
guerra,  sin  otros  muchos  que  eran  de  su  servi- 
cio de  aquellos  caciques;  é  ya  que  estaba  Cortés 
de  partida  para  venir  su  viaje,  viendo  el  factor 
Salazar  y  el  veedor  Chirinos,  que  quedaban  en 
Méjico,  que  no  les  dejaba  Cortés  cargo  ninguno 
ni  se  hacia  tanta  cuenta  dellos  como  quisieran, 
Acordaron  de  se  hacer  muy  amigos  del  licencia- 


CONQUISTA   DE    NUEVA-ESPANA.  75 

do  Zuazo  y  de  Rodrigo  de  Paz  y  de  todos  los 
amigos  y  viejos  conquistadores  de  Cortés  que 
quedaban  en  Méjico,  y  todos  juntos  le  hicieron 
un  requiriiniento  á  Cortés  que  no  salga  de  Mé- 
jico, sino  que  gobierne  la  tierra,  y  le  ponen  por 
delante  que  se  alzará  toda  la  Nueva-España,  y 
sobre  ellos  pasaron  grandes  pláticas  y  respues- 
tas de  Cortés  á  los  que  le  hacian  el  requiri- 
miento;  y  de  que  no  le  pudieron  convencer  á 
que  se  quedase,  dijo  el  factor  y  el  veedor  que  le 
querían  venir  á  servir  y  acompañarle  hasta 
Guacacualco,  que  por  allí  era  su  viaje.  Pues  ya 
partidos  de  Méjico  de  la  manera  que  he  dicho, 
saber  yo  decir  los  grandes  recebimientos  y  fies- 
tas que  en  todos  los  pueblos  por  donde  pasaban 
se  les  hacia,  fuera  cosa  maravillosa;  y  más  se 
le  juntaron  en  el  camino  de  otros  cincuenta  sol- 
dados y  gente  estravagante,  nuevamente  veni- 
dos de  Castilla,  y  Cortés  les  mandó  ir  por  dos 
caminos  hasta  Guacacualco,  porque  para  todos 
juntos  no  habria  tantos  bastimentos.  Pues  yen- 
do por  sus  jornadas  el  factor,  Gonzalo  de  San- 
doval  y  el  veedor,  íbanle  haciendo  mil  servicios 
á  Cortés,  en  especial  el  factor,  que  cuando  con 
Cortés  hablaba  estaba  la  gorra  quitada  hasta  el 
suelo,  y  con  muy  grandes  reverencias  y  pala- 
bras delicadas  y  de  grande  amistad,  y  con  retó- 
rica muy  subida,  le  iba  diciendo  que  se  volviese 
á  Méjico  y  no  se  pusiese  en  tan  largo  y  traba- 
joso camino,  y  poniéndole  por  delante  muchos 
inconvenientes;  y  aun  algunas  veces  por  le  com- 


76  BEKNAL  DÍAZ. 

placer  iba  cantando  por  el  camino  junto  á  "Cor- 
tés, y  decia  en  los  cantares:  «Ay  tío,  volvámo- 
nos; ay  tio,  volvámonos;»  y  respondía  Cortes 
cantando:  «Adelante,  mi  sobrino;  adelante,  mi 
sobrino,  y  no  creáis  en  agüeros;  que  será  lo 
que  Dios  quisiere;  adelante,  mi  sobrino,»  etc. 
Dejemos  de  hablar  en  el  factor  y  de  sus  blandas 
y  delicadas  palabras,  y  diré  cómo  en  el  camino, 
en  un  pueblezuelodaun  Ojeda  el  tuerto,  cerca 
de  otro  pueblo  que  se  dice  Orizaba,  se  casó 
Juan  Jaramillo  con  doña  Marina  la  lengua  de- 
lante de  testigos.  Pasemos  adelante,  y  diré  có- 
mo iban  camino  de  Guacacualco,  y  llegan  á  un 
pueblo  grande  que  se  dice  Guazpaltepeque,  que 
era  de  la  encomienda  de  Gonzalo  de  Sandoval, 
y  como  lo  supimos  en  Guacacualco,  que  venia 
Cortes  con  tanto  caballero,  ansí  alcalde  mayor 
como  capitanes,  y  todo  el  cabildo  y  regidores, 
fuimos  treinta  y  tres  leguas  á  le  recebir  y  dalle 
el  parabién -venido,  como  quien  va  á  ganar  be- 
neficio; y  esto  digo  aquí  para  que  vean  los  cu- 
riosos letores  á  otras  personas  cuan  tenido  y  aun 
temido  estaba  Cortés,  porque  no  se  hacia  más 
de  lo  que  él  quería,  ahora  sea  bueuo  ó  malo;  y 
dende  Guazpaltepeque  fué  caminando  á  nuestra 
villa,  y  en  un  rio  grande  que  hay  en  el  camino 
comenzó  á  tener  contrastes,  porque  al  pasar  se  le 
trastornaron  tres  canoas  y  se  le  perdió  cierta  pla- 
ta y  ropa,  y  aun  al  Juan  Jaramillo  se  le  perdió 
la  mitad  de  su  fardaje,  y  no  se  pudo  saber  cosa 
ninguna  á  causa  que  estaba  el  rio  lleno  de  lagar- 


CONQUISTA   DE   NÜEVA-ESPANA .  77 

tos  muy  grandes;  y  dendeallí  fuimos  á  un  pueblo 
que  sé  dice  Uluta,  y  hasta  llegar  á  Guacacuat- 
co  le  fuimos  acompañando  ,  y  todo  por  poblado; 
y  quiero  decir  el  gran  recaudo  de  canoas  que 
teníamos  ya  mandado  que  estuviesen  apareja- 
das y  atadas  de  dos  en  dos  en  el  gran  rio  junto 
á  la  villa ,  que  pasaban  de  trecientas.  Pues  el 
gran  recebimiento  que  le  hicimos  con  arcos 
triunfales  y  con  ciertas  emboscadas  de  cristia- 
nos é  moros ,  y  otros  grandes  regocijos  é  inven- 
ciones de  fuegos,  y  le  aposentamos  lo  mejor  que 
pudimos  t  ansí  á  Cortés  como  á  todos  los  que 
traia  en  su  compañía  ;  y  estuvo  allí  seis  dias  ,  y 
siempre  el  factor  le  iba  diciendo  que  se  volviese 
del  camino  que  iba  ,  y  que  mirase  á  quién  deja- 
ba en  su  poder  ;  que  tenia  al  contador  por  muy 
revoltoso  y  doblado  f  amigo  de  novedades  ,  y 
que  el  tesorero  se  jactanciaba  que  era  hijo  del 
Rey  católico  ,  y  que  no  sentía  bien  de  algunas 
cosas  de  pláticas  que  en  ellos  vio  que  hablaban 
en  secreto  después  que  les  dio  el  poder ,  y  aun 
de  antes  ;  y  demás  desto  ,  ya  en  el  camino  tenia 
Cortés  cartas  que  enviaba  dende  Méjico  diciendo 
mal  de  su  gobernación  de  los  que  deiaba,  y  de- 
11o  avisaban  al  factor  sus  amigos  ;  y  sobre  ello 
decia  el  factor  á  Cortés  que  también  sabría  él 
gobernar,  y  el  veedor  que  allí  estaba  delante, 
como  los  que  dejaba  en  Méjico  t  y  se  le  ofrecie- 
ron por  muy  servidores  ;  y  decia  tantas  cosas 
melosas  y  con  tan  amorosas  palabras  ,  que  le 
convenció  para  que  le  diese  poder  al  factor  y  al 


78  BERNAL    DÍAZ. 

veedor  Chirinos  para  que  fuesen  gobernadores, 
y  fué  con  esta  condición  :  que  si  viesen  que  el 
Estrada  y  el  Albornoz  no  hacían  lo  que  debian 
al  servicio  de  nuestro  Señor  y  de  su  majestad, 
gobernasen  ellos  solos.  Estos  poderes  fueron 
causa  de  muchos  males  y  revueltas  que  hubo  en 
Méjico  ,  como  diré  de  que  haya  pasado  cuatro 
capítulos  é  hayamos  hecho  un  muy  trabajoso 
camino ,  y  hasta  le  haber  acabado  y  estar  en 
una  villa  que  se  llama  Trujillo  no  contaré  en 
esta  relación  lo  acaecido  en  Méjico  ;  pero  diré 
que  el  padre  fray  Bartolomé  de  Olmedo  y  los 
frailes  de  San  Francisco  murmuraban  de  Cortés 
porque  habia  dado  estos  poderes  ,  y  decían  que 
plegué  á  Dios  no  haya  Cortés  arrepentimiento 
dello  ;  y  no  decían  muy  mal ,  como  luego  vere- 
mos ;  pero  poco  importó  que  ellos  lo  murmura- 
sen "i  que  no  hacia  Cortés  mucha  monta  dellos, 
aunque  eran  buenos  frailes ,  porque  no  les  tenia 
tanta  voluntad  como  al  padre  fray  Bartolomé 
de  Olmedo,  que  era  siempre  su  consejero.  Pero 
dejemos  esto,  y  diré  que  cuando  se  despidieron 
el  factor  y  el  veedor  de  Cortés  para  se  volver  á 
Méjico,  ¡  con  cuántos  cumplimientos  y  abrazos! 
Y  tenia  el  factor  una  manera  como  de  sollozos, 
que  parecía  que  quería  llorar  al  despedirse  ,  y 
con  sus  provisiones  en  el  seno  de  la  manera  que 
él  las  quiso  notar ,  y  el  secretario  ,  que  se  decía 
Alonso  Valiente ,  que  era  su  amigo  ,  las  hizo. 
Vuélvense  para  Méjico,  y  con  ellos  Hernán  Ló- 
pez de  Avila  ,  que  estaba  malo  de  dolores  y  tu- 


COHQÜISTA  DE  NUEVA-ESPANA.  Í9 

Ilido  de  bubas ,  y  dejémosles  ir  su  camino  ;  que 
no  tocaré  en  esta  relación  en  cosa  ninguna  de 
los  grandes  alborotos  y  zizañas  que  en  Méjico 
hubo,  hasta  su  tiempo  y  lugar.,  desque  hubié- 
remos llegado  con  Curtes  todos  los  caballeros 
por  mí  nombrados  ,  con  otros  muchos  que  sali- 
mos de  Guacacualco  ,  y  hasta  que  ya  hayamos 
hecho  esta  tan  trabajosa  jornada  ,  que  estuvi- 
mos en  punto  de  nos  perder  ,  según  adelante 
diré :  y  porque  en  una  sazón  acaecen  dos  ó  tres 
cosas,  y  por  no  quebrar  el  hilo  de  lo  uno  por 
decir  de  lo  otro  ,  acordé  de  seguir  el  de  nuestro 
trabajosísimo  camino. 


CAPITULO  CLXXV. 


DE  LO  QUE  CORTÉS  ORDENÓ  DESPUÉS  QUE  SE  VOLVIÓ  EL 
FACTOR  Y  VEEDOR  Á  MÉJICO,  Y  DEL  TRABAJO  QUE 
LLEVAMOS  EN  EL  LARGO  CAMHO,  Y  DE  LOS  GRAN  BES 
PUENTES  QUE  HICIMOS,  Y  HAMBRE  QUE  PASAMOS  EN 
DOS  AÑOS  Y  TRES  MESES  QUE  TARDAMOS  EN  ESTE 
VIAJE. 


f  "Después  de  despedidos  el  factor  y  el  veedor, 
lo  primero  que  mandó  Cortés  fué  escribir  á  la 
Villa- Rica  á  un  su  mayordomo,  que  se  decia 
Simón  de  Cuenca,  que  cargase  dos  navios  que 


80  BERNA L  DÍAZ. 

fuesen  de  poco  porte,  de  bizcocho  de  maiz,  por- 
que en  aquella  sazón  no  se  cojia  pan  de  trigo  en 
Méjico,  y  seis  pipas  de  vino  y  aceite  y  vinagre  y 
tocinos,  herraje,  y  otras  cosas  de  bastimentos, 
y  mandó  que  se  fuesen  costa  á  costa  del  norte,  y 
que  le  escribiría  y  haria  saber  dónde  había  de 
aportar,  y  que  el  mismo  Simón  de  Cuenca  vi- 
niese por  capitán;  y  luego  mandó  que  todos  los 
vecinos  de  Guacacualco  fuésemos  con  él,  que  no 
quedaron  sino  los  dolientes.  Ya  he  dicho  otras 
veces  que  estaba  poblada  aquella  villa  de  los 
conquistadores  más  antiguos  de  Méjico,  y  todos 
los  más  hijosdalgo,  que  se  habían  hallado  en 
las  conquistas  pasadas  de  Méjico,  y  en  el  tiem- 
po que  habíamos  de  reposar  de  los  grandes  tra- 
bajos y  procurar  de  haber  algunos  bienes  y 
granjerias,  nos  mandó  ir  jornada  de  más  de 
quinientas  leguas,  y  toda  la  más  tierra  por  don- 
de íbamos  de  guerra,  y  dejamos  perdido  cuanto 
teníamos,  y  estuvimos  en  el  viaje  más  de  dos 
años  y  tres  meses.  Pues  volviendo  á  nuestra 
plática,  ya  estábamos  todos  apercebidos  con 
nuestras  armas  y  caballos,  que  no  le  osábamos 
decir  de  no  ;  é  ya  que  alguno  se  lo  decia  ,  por 
fuerza  le  hacia  ir  ;  y  éramos  por  todos ,  ansí  los 
de  Guacacualco  como  los  de  Méjico  ,  sobre  du- 
cientos  y  cincuenta  soldados,  y  los  ciento  y 
treinta  de  á  caballo  ,  y  los  demás  escopeteros  y 
ballesteros  ,  sin  otros  muchos  soldados  nueva- 
mente venidos  de  Castilla  ;  y  luego  me  mandó 
á  mí  que  fuese  por  capitán  de  treinta  españoles 


.    .  CONQUISTA  DE  NUEVA-E8PAÑA.  81 

St)&  plOq     ,019Í89^9 

y  de  tres  mil  indios  mejicanos  »  y  fuese  á  unos 
pueblos  que  estaban  de  guerra  ,  que  se  decian 
Cimatan,  é  que  en  aquellos  pueblos  mantuviese 
los  tres  mil  indios  mejicanos  ,  y  si  los  naturales 
de  aquella  provincia  estuviesen  de  paz  ó  se  vi- 
niesen á  someter  al  servicio  de  su  majestad,  que 
no  les  hiciese  enojo  ni  fuerza   ninguna  ,  salvo 
mandar  dar  de  comer  á  aquellas  gentes  ;  y  si  no 
quisiesen  venir  ,  que  los  enviase  á  llamar  tres 
veces  de  paz,  de  manera  que  lo  entendiesen  muy 
bien  ,  é  por  ante  un  escribano  que  iba  conmigo 
é  testigos  ;  y  si  no  quisiesen  venir ,  que  lea  die- 
se guerra  ,  y  para  ello  me  dio  poder  y  sus  ins- 
trucciones,  las  cuales  tengo,  hoy  dia  firmadas  de 
su  nombre  y  de  su  secretario  Alonso  Valiente; 
y  ansí  hice  aquel  viaje  como  lo  mandó,  quedan- 
do de  paz  aquellos  pueblos  ;  mas  dende  á  pocos 
meses ,  como  vieron  que  quedaban  pocos  espa- 
ñoles en  Guacacualco  ,  é  íbamos  los  conquista- 
dores con  Cortés ,  se  tornaron  á  alzar ,  y  luego 
salí  con  mis  soldados  españoles  é  indios  mejica- 
nos al  pueblo  donde  Cortés  mandó  que  saliese, 
que  se  decia  Iquinuapa.   Volvamos  á  Cortés  y  á 
su  viaje  :  que  salió  de  Guacacualco  y  fué  á  To- 
nala  .que  hay  ocho  leguas,  y  luego  pasó  un  rio 
en  canoas  y  fué  á  otro  pueblo  que  se  dice  el 
Ayagualulco,  y  pasó  otro  rio  en  canoas,  y  dende 
el  Ayagualulco  pasó  siete  leguas  de  allí  un  esw 
tero  que  entra  en  el  mar»  y  le  hicieron  una 
puente  que  habia  de  largc*  cerca  de  modio  cuar- 
to de  legua;  cosa  espantosa  cómo  la  hicieron  en 
lt 


82  BERNAL  DÍAZ. 

él  estero,  porqué  siempre  Cortés  enviaba  ade- 
lante dos  capitanes  de  los  vecinos  de  Guacacual- 
co,  y  uno  dellos  se  decia  Francisco  de  Medina, 
hombre  diligente,  que  sabia  muy  bien  mandar 
á  los  naturales  desta  tierra.  Pasada  aquella 
gran  puente,  fué  por  unos  pueblezuelos,  basta 
llegar  á  otro  gran  rio  que  se  dice  Mazapa,  que 
es  el  que  viene  de  Cbiapa,  que  los  marineros 
llaman  rio  de  dos  bocas  ;  allí  tenían  muchas  ca- 
noas atadas  de  dos  en  dos;  y  pasado  aquel  gran 
rio,  fué  por  otros  pueblos,  adonde  yo  salí  con 
mi  compañía  de  soldados,  que  se  dice  Iquinapa, 
como  dicho  tengo,  y  dende  allí  pasó  otro  rio  en 
puentes  que  hicimos  de  maderos,  y  luego  un 
estero,  y  llegó  áotro  gran  pueblo  que  se  dice 
Copilco,  y  dende  allí  comienza  la  provincia  que 
llaman  la  Ghontalpa,  y  estaba  toda  muy  pobla- 
da y  llena  de  huertas  de  cacao,  y  muy  de  paz; 
y  dende  Copilco  pasamos  por  Nacaxuxuica,  y 
llegamos  áZagutan.yen  el  camino  pasamos  otro 
rio  por  canoas.  Aquí  se  le  perdió  á  Cortés  cierto 
herraje;  y  este  pueblo  cuando  á  él  allegamos  es- 
taba de  paz,  y  luego  á  la  noche  se  fueron  hu- 
yendo los  moradores  del,  y  se  pasaron  de  la 
parte  de  un  gran  rio  entre  unas  ciénagas,  y  man- 
dó Cortés  que  les  fuésemos  á  buscar  por  los  mon- 
tes, que  fué  cosa  bien  inconsiderada  ésin  prove- 
cho aquello  que  mandó,  y  los  soldados  que  los 
fuimos  á  buscar  pasamos  aquel  gran  rio  con 
harto  trabajo,  y  trujimos  siete  principales  y 
gente  menuda ;  mas  poco  api  ovecharon ,  que 


CONQUISTA    DE  KüEVA-ISPAÑA.  83 

luego  se  volvieron  á  huir ,  y  quedamos  solos 
y  sin  guias.  En  aquella  sazón  vinieron  allí  los 
caciques  de  Tabasco  con  cincuenta  canoas  car- 
gadas de  maiz  y  bastimento;  también  vinieron 
unos  indios  de  los  pueblos  de  mi  encomienda 
que  en  aquella  sazón  yo  tenia,  é  trajeron  car- 
gadas ciertas  canoas  de  bastimentos;  los  cuales 
pueblos  se  dicen  Teapan;  é  fuimos  á  Tepetitan 
é  Iztapa,  y  en  el  camino  habia  un  rio  muy  cau- 
daloso que  se  dice  Chilapa,  y  estuvimos  cuatro 
dia  en  hacer  barcas.  Yo  dije  á  Cortés  que  el  rio 
arriba,  por  relación  que  tenia,  habia  un  pueblo 
que  se  dice  Chilapa,  que  es  del  nombre  del  mis- 
mo rio,  que  seria  bien  enviar  cinco  indios  de  los 
que  traíamos  por  guias  en  una  canoa  quebrada 
que  allí  hallamos,  y  les  enviase  á  decir  que  tra- 
jesen canoas;  y  con  los  cinco  indios  fué  un  sol- 
dado, y  como  se  lo  dije  á  Cortés;  y  ansí  lo  man- 
dó; y  fueron  el  rio  arriba  é  toparon  dos  caciques 
que  traian  seis  grandes  canoas  y  bastimento,  y 
con  aquellas  canoas  y  barcas  pasamos,  y  estu- 
vimos cuatro  dias  en  el  pasaje;  y  dende  allí  fui- 
mos á  Tepetitan,  y  hallárnosle  despoblado  y 
quemadas  las  casas;  y  según  supimos,  habíanles 
dado  guerra  otros  pueblos  y  llevado  mucha  gen- 
te cautiva,  y  quemado  el  pueblo  de  pocos  dias 
pasados,  y  en  todos  los  tres  dias  que  anduvimos 
de  camino,  después  de  pasado  el  rio  de  Chilapa, 
era  muy  cenagoso,  y  atollaban  los  caballos  has- 
ta las  cinchas,  y  habia  muy  grandes  campos;  y 
desde  allí  fuimos  á  otro  pueblo  que  se  dice  Iz- 


í;8  .A¿Aqai-AV.TdVT    3C1     AT3írJQ*0!} 

$4  BERNAL  DUZ. 

tapa,  y  de„mie<lo  se  fueron,  los  iu4ios*y  se  pa¿a/- 
jqu  4e  la.  paf  te  de  otro  rio.  muy  caudaloso,  y 
fu#ao$Jos,i  tmscar,  y  trajimos,  ios  cagues  y 
muc&fls  indios,  con  sus  mujeres  y  Wjos,  y  Cortes 
les  habló  con  halagos,,  y  m^ndé  que  Jes  volvié- 
semos cuatro  indias  y  tres  indios  que  les  había- 
mos tjoma^o  en  loa  montes;  y  en  pag;o,  4sllQ*  y 
de  buena  voluntad,  trajeron  presentabas  á  Cor- 
tés ciertas  piezas  de  oro  de  poca  valía;  y  estuvi- 
mos en  este  pueblo  tres  djas,  porque  habia  bqe«- 
na  yerba;  para,  los  caballos  y  sancho  maiz,  y  der- 
cia Cortés,  q¡ue  era,  buena  tierra  para,  poblar  allí 
una  villa;  porque  tenia  nueva  que  en  ios,  rede- 
dores, habia  buenas  poblaciones,  para  servicio  de 
&  tal,  vMJa;  y  eu  este  pueblo  de  Iztapa:  se>  infor- 
ma Qortés  de  los  caciques  y  mercaderes  de  los 
naturales  del  mismo  pueblo,  el  camino  que  ha- 
bíamos de  llevar;  y  aun  les.  mostró  Cortés,  un 
pa£o  4e  nequen  que  traia,  de  Guacacualco,,  do¡n- 
de,  veaian  señalados  todos,  los.  pueblos  del  cami- 
no por  donde  habíamos  de  ir  hasta  Huyacala, 
que  en  su  lengua  se  dice  la  Gran  Acala,,  porque 
nabia  otro  pueblo  que  se  decia.  Acala  la  Cbica¿,y 
allí  dijeron  que  en  todo  lo,  más  de  nuestro  car 
mino  habia  muchos  rios  y  esteros,  y  para,  liega* 
á  otro  pueblo  que  se  dice  Tamaztepeque  bat>ia 
otros  tres  rios  y  un  gran  estero,  y  que  habia- 
mos  de  estar  en  el  camino  tres  jornadas;,  y  des- 
que aquello  entendió  Corsés,  e*  supo  de  los  rios, 
í¿s  rogó  que  faesen;  todos  los  caciques  á  hacer 
puentes  y  llevasen  canoas,  y  no  lo  hicieron;  y 


C0NQÜI8TA  DE  «UEVA-ESPANA.  85 

con  maís  tostado  y  otras  legumbres  hicimos  rao- 
elula  para  los  tres  dias,  creyendo  que  era  como 
lo  decían»  y  por  echarnos  de  sus  casas  dijeron 
que  no  habia  más  jornada,  y  había  siete  jorna- 
das, y  hallamos  los  ríos  sin  puentes  ni  canoas,  y 
hubimos  de  hacer  una  puente  de  muy  gruesos 
maderos,  por  donde  pasaron  los  caballos,  y  tor- 
dos nuestros  soldados  y  capitanes  fuimos  en 
cortar  la  madera  y  acarrealla,  y  los  mejicanos 
ayi^dan.do  lo  que  podían;  y  estuvimos  en  hacella 
tres  dias,  que  no  teníamos  que  comer  sino  yer- 
bas y  unas  raices  de.  unas  que  llaman  en  esta 
tierra  queouexque,  montesinas,  las  cuales  nos 
abrasaron  las  lenguas  y  bocas.  Pues,  ya  pasado 
aquel  esteren,  no  hallábamos  camino  ninguno, 
y  hubimos  de  abrirle  con  las  espada»  á  manos, 
y  anduvimos  dos  dias  por  el  camino  que  abri- 
mos, creyendo  que  iba  derecho  al  pueblo;  y  una 
mañana  tomamos  el  mismo  camino  qr,ue  abrimos 
y  desque  Cortés  lo  vio»  quería  reventar  de  eno- 
jo, y  como  oyó  él  murmurar  del  mal  que  decían 
del  y  aún  de  su  viaje,  con  la  gran  hambre  que 
habia,  y  que  no  miraba  más  de  su  apetito,  sin 
pensar  bien  lo  que  hacia,  y  que  era  mejor  que 
nos  volviésemos  para  Méjico  que  no  morir  to- 
dos de  hambre.  Pues  otra  cosa  habia„  que  eran 
los  montes  muy  altos  en  demasía  y^, espesos,  y  á 
mala  vez  podíamos  ver  el  cielo,  pues  ya  que 
quisieron  subir  en  algunos  árboles  para  atala- 
yar la  tierra,  no  vian  cosa  ninguna,  según  eran 
muy  cerradas  todas  las  montañas;  y  las  guias 


86  BERRAL  DÍAZ.  • 

que  traíamos  las  dos  huyeron,  y  la  otra  qué 
quedaba  estaba  malo,  que  no  sabia  dar  razón 
de  camino  ni  de  otra  cosa ;  y  como  Cortés 
en  todo  era  diligente,  y  por  falta  de  solicitud 
no  se  descuidaba,  traíamos  una  aguja  de  ma- 
rear ,  y  á  un  piloto  que  se  dccia  Pedro  Ló- 
pez, y  con  el  dibujo  del  paño  que  traíamos  de 
Guacacualco  ,  donde  venían  señalados  los  pue- 
blos ,  mandó  Cortés  que  fuésemos  con  el  agu* 
ja  por  los  montes,  y  con  las  espadas  abríamos 
caminos  hacia  el  leste,  que  era  la  señal  del  paño 
donde  estaba  el  pueblo;  y  aun  dijo  Cortés  que 
si  otro  día  estábamos  sin  dar  en  pueblo,  que  no 
sabia  qué  hiciésemos;  y  muchos  de  nuestros 
soldados,  y  aún  todos  los  más,  deseábamos  yol- 
vernos  á  la  Nueva-España;  y  todavía  seguíamos 
nuestra  derrota  por  los  montes,  y  quiso  Dios 
que  vimos  unos  árboles  antiguamente  cortados, 
y  luego  una  vereda  chica,  é  yo  y  el  Pedro  Ló- 
pez, que  íbamos  delante  abriendo  camino  con 
otros  soldados,  volvimos  á  decir  á  Cortés  que  se 
alegrase,  que  había  estancias;  con  lo  cual  todo 
nuestro  ejército  tomó  mucho  contento;  y  antes 
de  llegar  á  las  estancias  estaba  un  rio  y  ciéna- 
gas, mas  con  harto  trabajo  lo  pasamos  de  pres- 
to, y  dimos  en  el  pueblo,  q^üe  aquel  dia  se  habia 
despoblado,  y  hallamos  muy  bien  de  comer 
maiz  y  frísoles  y  otras  legumbres;  y  como  íba- 
mos muertos  de  hambre,  dímonos  buena  haz- 
tazga,  y  aún  los  caballos  se  reformaron,  y  por 
todos  muchas  grados  á  Dios;  y  ya  en  el  camino 


CONQUISTA   DE    NUEVA-ESPANA.  8? 

se  habia  muerto  el  volteador  que  llevábamos, 
ya  por  mí  nombrado,  y  otros  tres  españoles  de 
los  recien  venidos  de  Castilla;  pues  indios  de  los 
de  Mechoacan  y  mejicanos  morian  muchos,  é 
otros  muchos  caian  malos  y  se  quedaban  en  el 
camino  como  desesperados.  Pues  como  estaba 
despoblado  aquel  pueblo,  y  no  teníamos  lengua 
ni  quien  nos  guiase,  mandó  Cortés  que  fuésemos 
dos  capitanes  por  los  montee  y  estancias  á  los 
buscar,  y  en  unas  canoas  que  estaban  en  un 
gran  rio  junto  al  pueblo  fueron  otros  soldados  y 
dieron  con  muchos  indios  de  aquel  pueblo,  y  con 
buenas  palabras  y  halagos  vinieron  sobre  trein- 
ta dellos,  y  todos  los  más  caciques  y  papas;  y 
Cortés  les  habló  amorosamente  con  doña  Mari- 
na, y  trajeron  mucho  maiz  y  gallinas,  y  señala- 
ron el  camino  que  habíamos  de  llevar  hasta  otro 
pueblo  que  se  dice  Izguatepeque,  el  cual  estaba 
tres  jornadas,  que  serian  diez  y  seis  leguas;  y 
antes  de  llegar  á  él  estaba  otro  pueblo  sujeto 
deste  Tamaztepeque,  donde  salimos.  Antes  que 
pase  más  adelante,  quiero  decir  que  con  gran 
hambre  que  traíamos,  así  españoles  como  meji- 
canos ,  pareció  ser  que  ciertos  caciques  de  Mé- 
jico apañaron  dos  ó  tres  indios  de  los  pueblos 
que  dejábamos  atrás,  y  traíanlos  escondidos  con 
sus  cargas,  á  manera  y  trage  como  ellos,  y  con 
la  hambre,  en  el  camino  los  mataron  y  los  asa- 
ron en  hornos  que  para  ello  hicieron  debajo  de 
tierra  y  con  piedras ,  como  en  su  tiempo  lo  so- 
lian  hacer  en  Méjico,  y  se  los  comieron;  y.  asi- 


88  BERNAL  DÍAZ. 

n  9¿ 
mismo  habían  apañado  las  dos  guias  que  trai- 
moS)  que  se  habían  huido,  y  se  los  comieron;  y 
alcanzólo  á  saber  Cortés,  y  mandp ;l\*m V  los 
caciques  mejicanos,  y  riñó  malamente  con  ellos, 
que  si  otra  tal  hacían  que  losrC&stigaria;  y  pre- 
dicó un  Fraile,  francisco  de  los  que  traíamos, 
cosas  muy  santas  y  buenas;  y  de  que  hubo  aca- 
bado el  ser mon*  mandó  Cortés  por  justicia,  que- 
mar, á  un  indio  mejicano  por  la  muerte  de  los 
indios  que  comierod»  gusstPrque,  supo  que  todos 
eran  culpantes  en  elio,  porque  pareciese  que 
hacia  justicia,  y  que  él  no  sabia  de  otros,  culpan- 
tes sino  el  que  acuernó-  Dejemos,  de  contar  muy 
por  extenso  otros  muchos- trabajos  que  pasába- 
mos, y  cómo  las  chirimías  3f  sapabuches  yd$lr 
zainas  que  Cortés  traia,  que  otra  vez  he  hecho 
memoria  dellos,  como  en  Castilla  eran  acostum- 
brados á  regalos  j  np  sabían  de  trabajos,  y  con 
la  hambre  habían  adolecido  y  no  le  daban  músi- 
ca, excepto  unpr  y  renegábamos  todos,  loq  solda- 
dos de  lo  oír,  y  decíamos  que,  parecían  zorros  ó 
adibes  que  aullahan,  que  más  valiera  tener  maiz 
que  comer  que,  música.  Yolvames  á  nuestra  re- 
lación, y  diré  cómo  algunas  personas  me  han 
preguntado  que  cómo  habiendo  tanta  hambre 
como  dicho  tengo,  por  que  no  comíamos  la  ma- 
nada de  los  puercos  que  traían  para  Cortes,  pues 
á  la  necesidad.de  hambre  no  hay  ley¡;  J  viendo 
la  hambre  que  habia*  que  Cortés  los  había  de 
mandar  repartir  por  todos  en;  tales  tiempos.  A 
esto  digo  que  ya  habia  echado  fama  uno  que  ve- 


CONOTJISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  89 

nia  por  dispensare  y  mayordomo  de  Cortés,  que 
se  decia  Guinea  y  era  hombre  doblado,  y  hacia 
en  creyente  que  en  los  rios  al  pasar  dellos  los 
habian  comido  tiburones  y  lagartos;  y  porque 
no  los  viésemos  venían  siempre  cuatro  jornadas 
atrás  rezagados;   y   demás  desto,  para  tantos 
soldados  como  éramos,  para  un  dia  no  habia  en 
todos  ellos,  y  á  esta  causa  no  se  comieron;  y 
demás  desto,  para  no  enojar  á  Oortés.  Dejemos 
esta  plática,  y  diré  que  siempre  por  los  pueblos 
y  caminos    por  donde  pasábamos    dejábamos 
puestas  cruces  donde  habia  árboles  para  se  la- 
brar, en  especial  ceibas,  y  quedaban  señaladas 
las  cruces,  y  son  más  fijas   hechas  en  aquellos 
árboles  que  no  de  maderos,  porque  crece  la  cor- 
teza y  quedan  más  perfectas,  y  quedaban  cartas 
en  partes  que   las  pudiesen  leer,  y  decia  en 
ellas:  «Por  aquí  pasó  Cortés  en   tal   tiempo;»  y 
esto  se  hacia  porque  si  viniesen  otras  personas 
en  nuestra  busca  supiesen  cómo  íbamos  adelan- 
te. Volvamos  á  nuestro  camino  para  ir  á  Cigua- 
tepecad,  que  fueron  con  nosotros  sobre   veinte 
indios  de  aquel  pueblo  de  Tamaztepeque,  y  nos 
ayudaron  á  pasar  dos  rios  y  en  barcas  y  canoas, 
y  aun  fueron  por  mensajeros  á  decir  á   los  caci- 
ques del  pueblo  donde  íbamos  que  no  hubiesen 
miedo,  que  no  los  haríamos  ningún  enojo;  y -así, 
aguardaron  en   sus  casas  muchos  dellos;  y  lo 
que  allí  pasó  diré  adelante. 


12 


90  BERNAL  DÍAZ. 

CAPITULO  CLXXIV. 


COMO  DESQUE  HUBIMOS  LLEGADO  AL  PUEBLO  DE  CI- 
GUATEPECAD  ENVIÓ  CORTÉS  POR  CAPITÁN  Á  FRAN- 
CISCO DE  MEDINA  PARA  QUE,  TOPANDO  Á  SIMÓN  DE 
CUENCA,  VINIE8EN  CON  LOS  DOS  NAVÍOS  YA  OTRA  VEZ 
POR  MÍ  MEMORADOS  AL  TRIUNFO  DE  LA  SANTA  CRUZ, 
AL  GOLFO-DULCE,  Y  DE  LO  QUE  MAS  PASÓ. 


Pues  como  hubimos  llegado  á  este  pueblo  que 
dicho  tengo,  Cortés  halagó  mucho  á  los  caci- 
ques y  principales  y  les  dio  buenos  chalchinuíes 
de  Méjico,  y  se  informaron  á  qué  parte  salia  un 
rio  muy  caudaloso  y  recio  que  junto  á  aquel 
pueblo  pasaba,  y  le  dijeron  que  iba  á  dar  en  unos 
esteros  donde  habia  una  población  que  se  dice 
Gueyatasta,  y  que  junto  del  estaba  otro  gran 
pueblo  que  dice  Xicalango;  parecióle  á  Cortés 
que  seria  bien  luego  enviar  dos  españoles  en 
canoas  para  que  saliesen  á  la  costa  del  Norte  y 
supiesen  del  capitán  Simón  de  Cuenca  y  sus  dos 
navios,  que  habia  mandado  cargar  de  vituallas 
para  el  camino  que  dicho  tengo,  y  escribióle 
haciéndole  saber  nuestros  trabajos  y  que  salie- 
se por  la  costa  adelante;  y  después  de  bien  in- 
formado cómo  podria  ir  por  aquel  rio  hasta  las 
poblaciones  por  mí  dichas,  envió  dos  españoles, 
y  el  más  principal  dellos,  que  ya  le  he  nombra- 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPANA.  91 

do  otras  veces,  se  decia  Francisco  de  Medina,  y 
dióle  poder  para  ser  capitán,  juntamente  con  el 
Simón  de  Cuenca,  que  este  Medina  era  muy  di- 
ligente y  tenia  lengua  de  toda  la  tierra,  y  este 
fué  el  soldado  que  hizo  levantar  el  pueblo  de  Cha- 
mula  cuando  fuimos  con  el  capitán  Luis  Marin  á  la 
conquista  de  Chiapa,  como  dicho  tengo  en  el  ca- 
pitulo que  dello  habla;  y  valiera  más  que  tal 
poder  nunca  le  diera  Cortés,  por  lo  que  en  ade- 
lante acaeció,  y  es,  que  fué  por  el  rio  abajo  has- 
ta que  llegó  adonde  el  Simón  de  Cuenca  estaba 
con  sus  dos  navios  en  lo  de  Xicolango,  esperan- 
do nuevas  de  Cortés,  y  después  de  dadas  las 
cartas  de  Cortés,  presentó  sus  provisiones  para 
ser  capitán,  y  sobre  el  mandar  tuvieron  pala- 
bras entrambos  capitanes,  de  manera  que  vinie- 
ron á  las  armas,  y  de  la  parte  del  uno  y  del 
otro  murieron  todos  los  españoles  que  iban  en 
el  navio,  que  no  quedaron  sino  seis  ó  siete;  y 
cuando  vieron  los  indios  de  Xicalango  é  Gueya- 
tasta  aquella  revuelta,  dan  en  ellos  y  acabáron- 
los de  matar  á  todos,  é  queman  los  navios,  que 
nunca  supimos  "cosa  ninguna  dellos  hasta  de  ahí 
á  dos  años  y  medio.  Dejemos  más  de  hablar  en 
esto,  y  volvamos  al  puebio  donde  estábamos, 
que  se  dice  Ciguatepecad,  y  diré  cómo  los  indios 
principales  dijeron  á  Cortés  que  habia  dende 
allí  á  Gueyacala  tres  jornadas  y  que  en  el  cami- 
no habia  de  pasar  dos  rios,  y  el  uno  dellos  era 
muy  hondo  y  ancho,  y  luego  habia  unos  malos 
tremedales  y  grandes  ciénagas,  y  que  si  no  te- 


92  BERIÍAL   DÍAZ. 

nia  eanoas  que  no  podría  pasar  caballos  ni  aun 
ninguno  de  su  ejército;  y  luego  Cortés  envió  á 
dos  soldados  con  tres  indios  principales  de  aquel 
pueblo  para  que  se  lo  mostrasen  y  tanteasen  el 
rio  y  ciénagas,  y  viesen  de  qué  manera  podría- 
mos pasar,  é  que  trajesen  buena  relación  dellos; 
y  llamábanse  los  soldados  que  envió,  Martin 
García,  y  era  valenciano  y  alguacil  de  nuestro 
ejército,  y  el  otro  se  decia  Pedro  de  Ribera;  y  el 
Martin  García,  que  era  á  quien  más  se  lo  enco- 
mendó Cortés,  vio  los  rios,  y  con  unas  canoas 
chicas  que  tenían  en  el  mismo  rio  lo  vio,  y  miró 
que  con  hacer  puentes  podría  pasar,  y  no  curó 
de  ver  las  malas  ciénagas  que  estaban  una  legua 
adelante;  y  volvió  á  Cortés  y  le  dijo  que  con 
hacer  puentes  podrían  pasar,  creyendo  que  las 
ciénagas  no  eran  trabajosas,  como  después  las 
hallamos;  y  luego  Cortés  me  mandó  á  mi  y  aun 
Gonzalo  Mejía,  y  mandó  que  fuésemos  con  cier- 
tos principales  de  Ciguatepecad  á  los  pueblos 
de  Acala,  y  que  halagásemos  á  los  caciques  y 
con  buenas  palabras  los  atrajésemos  para  que 
no  huyesen,  porque  aquella  población  de  Aca- 
la eran  sobre  veinte  pueblezuelos,  dellos  en 
tierra  firme  y  otros  en  unas  como  isletas,  y  to- 
do se  andaba  en  canoas  por  ríos  y  esteros;  y 
llevamos  con  nosotros  los  tres  indios  de  los  de 
Ciguatepecad  por  guias,  y  la  primera  noche  que 
dormimos  en  el  camino  se  nos  huyeron,  que  no 
osaron  ir  con  nosotros;  porque,  según  después^ 
supimos,  eran  sus  enemigos  y  tenían  guerra 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  93 

unos  con  otros;  y  sin  guias  hubimos  de  ir,  y  con 
trabajos  pasamos  las  ciénagas;  y  llegados  al 
primer  pueblo  de  Acala,  puesto  que  estaban 
alborotados  y  parecia  estar  de  guerra,  con  pa- 
labras amorosas  y  con  dalles  unas  cuentas  les 
halagamos,  y  les  rogamos  que  fuesen  á  Ciguate- 
pecad  á  ver  á  Malinche  y  le  llevasen  de  comer. 
Pareció  ser  que  el  dia  que  llegamos  á  aquel 
pueblo  no  sabian  nuevas  ningunas  de  cómo 
había  venido  Cortés  y  que  traia  mucha  gen- 
te así  de  á  caballo  como  raeiicanos ,  é  otro 
dia  tuvieron  nueva  de  indios  mercaderes  del 
gran  poder  que  traia,  y  los  caciques  mostraron 
más  voluntad  de  enviar  comida  que  cuan- 
do llegamos  ,  y  dijeron  que  cuando  hubiese 
llegado  á  aquellos  pueblos  le  servirían  y  harían 
lo  que  pudiesen  en  dalle  de  comer,  y  en  cuanto 
ir  adonde  estaba,  que  no  querían  ir,  porque  eran 
sus  enemigos.  Pues  estando  que  estábamos  en 
estas  pláticas  con  los  caciques,  vinieron  dos  es- 
pañoles con  cartas  de  Cortés,  en  que  me  man- 
daba que  con  todo  el  bastimento  que  pudiese 
haber  saliese  de  allí  á  tres  dias  de  camino  con 
ello,  por  causa  que  ya  le  habían  despoblado  to- 
da la  gente  de  aquel  pueblo  donde  le  habia  de- 
jado, y  me  hizo  saber  que  venia  ya  camino  de 
Acala,  y  que  no  habia  traído  maíz  ninguno  ni 
lo  hallaba,  y  que  pusiese  mucha  diligencia  en 
los  caciques  no  se  ausentasen;  y  también  los  es- 
pañoles que  me  trajeron  las  cartas  me  dijeron 
cómo  Cortés  habia  enviado  el  rio  arriba  de  Ci- 


94  BÉKNAt  DÍAZ. 

guatepecad  cuatro  españoles,  y  los  tres  delloa 
de  los  nuevamente  venidos  de  Castilla,  en  ca- 
noas, á  demandar  bastimento  á  otros  pueblos 
que  decían  que  estaban  alli  cerca,  y  que  no  ha- 
bían vuelto  y  que  creían  que  loshabian  muerto, 
y  asi  salió  verdad.  Volvamos  á  Cortés,  que  co- 
menzó de  caminar,  y  en  dos  dias  llegó  al  gran 
rio  que  ya  otras  veces  he  dicho,  y  luego  puso 
mucha  diligencia  en  hacer  una  puente,  y  fué  con 
tanto  trabajo  y  con  maderos  gruesos  y  grandes 
que,  después  de  hecha,  se  admiraron  los  indios 
de  Acala  del  haber  de  tal  manera  puesto  los  ma- 
deros, y  estúvose  en  hacer  cuatro  dias;  y  como 
salió  Cortés  del  pueblo  ya  otras  veces  por  mí 
nombrado  con  todos  sus  soldados  ,  no  traían 
maíz  ni  bastimento,  y  con  los  cuatro  dias  que 
estuvo  en  el  camino  pasaron  muy  gran  hambre  é 
trabajo,  é  lo  peor  de  todo>  que  no  sabían  si  ade- 
lante temían  maíz  ó  si  estaba  de  paz  aquella 
provincia;  aunque  algunos  soldados  viejos  se 
remediaban  con  cortar  árboles  muy  altos  que 
parecen  palmas,  q  je  tienen  por  fruta  unas  al  pa- 
recer de  nueces  muy  encarceladas,  y  aquellas 
asaban  y  quebraban  y  comían. 

Dejemos  de  hablar  en  esta  hambre,  y  diré  có- 
mo la  misma  noche  que  acabaron  de  hacer  la 
puente  llegué  yo  con  mis  tres  compañeros  y  con 
ciento  y  treinta  cargas  de  maíz  y  ochenta  galli- 
nas y  miel  y  frisóles  y  sal  t  y  otras  frutas  ,  y 
como  llegué  de  noche  ya  que  escurecia,  estaban 
todos  los  más  soldados  aguardando  el  bastimen- 


CONQUISTA  DE   NUEVA-ESPANA.  95 

to,  porque  ya  sabían  que  yo  habia  ido  á  lo  traer; 
y  Cortés  les  decia  á  los  capitanes  y  soldados,  que 
tenia  esperanza  en  Dios  que  presto  tendrían  to- 
dos de  comer  ,  pues  que  yo  habia  ido  á  Acala 
para  tracllo,  si  no  me  habian  muerto  los  indios, 
como  mataron  á  los  otros  cuatro  españoles  que 
envióá  buscar  comida.  E  volviendo  á  nuestra  ma- 
teria: asi  como  llegué  con  el  maíz  y  bastimento  á 
la  puente,  como  era  de  noche,  cargaron  todos  los 
soldados  dello  y  lo  tomaron  todo,  que  no  dejaron 
á  Cortés  ni  á  ningún  capitán  ni  á  Sandoyal  cosa 
ninguna,  con  dar  voces:  «Dejadlo,  que  es  para  el 
capitán  Cortés;»  y  asimismo  su  mayordomo  Car- 
ranza, que  así  se  llamaba,  y  el  despensero  Gui- 
nea daban  voces  y  se  abrazaban  con  el  maíz,  que 
les  dejasen  siquiera  una  carga;  y  como  era  de 
noche ,  decíanle  los  soldados  :  «Buenos  puercos 
habéis  comido  vosotros  y  Cortés,  y  nos  habéis 
visto  morir  de  hambre  é  no  nos  dábadcs  nada 
dellos;»  y  no  curaban  de  cosa  que  les  decían, 
sino  que  todo  se  lo  apañaban.  Pues  como  Cortés 
supo  que  se  lo  habian  tomado  y  que  no  le  deja- 
ron cosa  ninguna,  renegaba  de  la  paciencia  y  pa- 
teaba, y  estaba  tan  enojado,  que  decia  que  quería 
hacer  pesquisa  y  castigar  á  quien  se  lo  tomó,  é 
dijeron,  lo  de  los  puercos  que  Comió.  Y  como  vio 
y  consideró  que  el  enojo  era  por  demás  y  dar 
voces  en  desierto,  me  mandó  llamar  á  mí,  y  muy 
enojado  me  dijo  que  cómo  puse  tal  cobro  en  el 
bastimento.  Yo  le  dije  que  procurara  su  merced 
de  enviar  adelante  guardias  para  ello,  y   aun- 


96  BERNAL   DIÁZ. 

que  él  en  persona  estuviera  guardándolo,  se  lo 
tomaran,  porque  le  guarde  Dios  de  la  hambre» 
que  no  tiene  ley;  v  como  vio  que  no  habia  reme- 
dio ninguno,  y  que  tenia  mucha  necesidad,  me 
halagó  con  palabras  melosas,  estando  delante  el 
capitán  Gonzalo  de  Sandoval,  y  me  dijo:  «Oh 
señor  hermano  Bernal  Diaz  del  Castillo,  por 
amor  de  mí,  que  si  dejastes  algo  escondido  en  el 
camino,  que  partáis  conmigo,  que  bien  creido 
tengo  de  vuestra  buena  diligencia  que  traería- 
des  para  vos  y  para  vuestro  amigo  Sandoval.» 
Y  como  vi  sus  palabras  y  de  la  manera  que  lo 
dijo,  hube  lástima  del;  y  también  Sandoval  me 
dijo:  aPues  yo  juro  á  tal,  tampoco  tengo  un 
puño  de  maíz  de  que  tostar  y  hacer  cacalote;» 
y  entonces  concerté  y  dije  que  conviene  que 
esta  noche  al  cuarto  de  la  modorra,  después  que 
esté  reposado  él  real,  vamos  por  doce  carros  de 
maíz  y  veinte  gallinas  y  tres  jarros  de  miel  y 
frisóles  y  sal,  y  dos  indias  para  hacer  pan,  que 
me  dieron  en  aquellos  pueblos  para  mí,  y  hemos 
de  venir  de  noche,  que  nos  lo  arrebatarán  en  el 
camino  los  soldados,  y  esto  hemos  de  partir  en- 
tre vuestra  merced  y  Sandoval  y  yo  é  mi  gente; 
y  él  se  holgó  en  el  alma  y  me  abrazó;  y  Sando- 
val dijo  que  queria  ir  aquella  noche  conmigo 
por  el  bastimento,,  y  lo  trajimos,  con  que  pasa- 
ron aquella  hambre,  y  también  le  di  una  de  las 
dos  indias  á  Sandoval;  é  preguntó  Cortés  si 
los  frailes  tenian  qué  comer,  é  yo  le  respondí 
que  cuidaba  Dios  mejor  dellos  que  él,  porque 


CONQUISTA  DE   NUE  V  A-ESP  AK  A .  97 

todos  los  soldados  les  daban  de  lo  que  habían 
tomado  por  la  noche,  é  que  no  morirían  de  ham- 
bre. He  traído  aquí  esto  á  la  memoria  para  que 
vean  en  cuánto  trabajo  se  ponen  los  capitanes 
en  tierras  nuevas;  que  á  Cortés,  que  era  muy 
temido,  no  le  dejaron  maíz  que  comer,  y  que  el 
capitán  Sandoval  no  quiso  fiar  de  otro  la  parte 
que  le  habia  de  caber,  que  él  mismo  fué  conmi- 
go por  ello,  teniendo  muchos  soldados  que  pu- 
diera enviar.  Dejemos  de  contar  del  gran  tra- 
bajo del  hacer  de  la  puente  y  de  la  hambre  pa- 
sada, y  diré  cómo  obra  de  una  legua  adelante 
dimos  en  las  ciénagas  muy  malas,  y  eran  de  tal 
manera,  que  no  aprovechaba  poner  maderos  ni 
ramos  ni  hacer  otra  manera  de  remedios  para 
poder  pasar  los  caballos,  que  atollaban  todo  el 
cuerpo  sumido  en  las  grandes  ciénagas ,  que 
creímos  no  escapar  ninguno  dellos,  sino  que  to- 
dos quedarían  allí  muertos;  y  todavía  porfiamos 
de  ir  adelante,  porque  estaba  obra  de  medio  tiro 
de  ballesta  tierra  firme  y  buen  camino,  y  como 
iban  los  caballos  con  tanto  trabajo  y  se  hizo  un 
callejón  por  la  ciénaga  de  lodo  y  agua ,  que  pa» 
saron  sin  tanto  riesgo  de   se  quedar  muertos, 
puesto  que  iban  á  veces  medio  á  nado  entre 
, aquella  ciénaga  y  el  agua;  pues  ya  llegados  en 
tierra  firme,  dimos  gracias  á  Dios  por  ello,  y 
luego  Cortés  me  mandó  que  con  brevedad  vol- 
viese áAcala  y  que  pusiese   gran   recaudo   en 
los  caciques  que  estuviesen  de  paz,  y  que  luego 
enviase  al  camino  bastimento;  y  así  lo  hice,  que 
13 


98  BERNAL  DÍAZ. 

el  mismo  dia  que  llegué  á  Acala  de  noche  envié 
tres  españoles  que  ibau  conmigo  con  más  de  cien 
indios  cargados  de  maiz  é  otras  cosas  ;  y  cuando 
Cortés  me  envió  por  ello,  dije  que  mirase  que  él 
en  persona  lo  aguardase,  no  lo  tomasen  como  la 
otra  vez ;  y  así  lo  hizo,  que  se  adelantó  con  San- 
doval  y  Luis  Marin,  y  lo  hubieron  todo  y  lo  re- 
partieron ;  y  otro  dia,  á  obra  de  mediodía  lle- 
garon á  Acala,  y  los  caciques  le  fueron  á  dar  el 
bienvenido  y  le  llevaron  bastimento;  y  dejallo 
he  aquí,  y  diré  lo  que  más  pasó. 


CAPITULO  CLXXVII. 


DE  EN  LO  QÍE  CORTES  ENTENDIÓ  DESPUÉS  DE  LLEGADO 
A  ACALA,  Y  CÓMO  EN  OTRO  PUEBLO  MAS  ADELANTE, 
SUJETO  AL  MISMO  ACALA,  MANDÓ  AHORCAR  Á  GUA- 
TEMUZ,  QUE  ERA  GRAN  CACIQUE  DE  MÉJICO,  Y  Á 
OTRO  CACIQUE  QUE  ERA  SEÑOR  DE  TACUBA,  Y  LA 
CAUSA  POR  QUÉ  ;  Y  OTRAS  COSAS  QUE  ENTONCES 
PASARON. 


Desque  Cortés  hubo  llegado  á  Gueyacala,  que 
así  se  llamaba,  y  loscaciques  de  aquel  pueblo  le 
vinieron  de  paz,  y  les  habló  con  doña  Marina  la 
lengua  de  tal  manera  que  al  parecer  se  holga- 
ban, y  Cortés  les  daba  cosas  de  Castilla,  y  traje- 


CONQUISTA     DE   HUEVA-ISPANA.  99 

ron  maíz  y  bastimento,  y  luego  mandó  llamar 
todos  los  caciques,  y  se  informó  del  los  del  cami- 
no que  habíamos  de  llevar,  y  les  preguntó  que 
si  sabían  de  otros  hombres  como  nosotros  con 
barbas  y  caballos,  y  si  habian  visto  navios  ir 
por  la  mar  ;  y  dijeron  que  ocho  jornadas  de  allí 
había  muchos  hombres  con  barbas  y  mujeres  de 
Castilla  y  caballos,  y  tres  acales  (que  en  su  len- 
gua acales  llaman  á  los  navios) ;  de  la  cual  nue- 
va se  holgó  Cortés  de  saber;  y  preguntando  por 
los  pueblos  y  camino  por  donde  habíamos  de  ir, 
todo  se  lo  trujeron  ñgurado  en  unas  mantas,  y 
aun  los  ríos  y  ciénagas  y  atolladeros ;  y  les  rogó 
que  en  los  rios  pusiesen  puentes  y  llevasen  ca- 
noas, pues  tenia  mucha  gente  y  eran  grandes 
poblaciones ;  y  los  caciques  dijeron  que,  puesto 
que  eran  sobre  veinte  pueblos,  que  no  les  que- 
rían obedecer  todos  los  más  dellos,  en  especial 
unos  que  estaban  entre  unos  rios,  y  que  era  ne- 
cesario que  luego  enviase  de  sus  teules,  que  así 
nos  llamaban  á  los  soldados,  á  les  hacer  traer 
maíz  y  otras  cosas,  y  que  les  mandase  que  los 
obedeciesen,  pues  que  eran  sus  sujetos.  Y  como 
aquello  entendió  Cortés,  luego  mandó  á  un  Die- 
go de  Mazariegos,  primo  del  tesorero  Alonso  de 
Estrada,  que  quedaba  por  gobernador  en  Méjico, 
que  porque  viese  y  conociese  que  Cortés  tenia 
mucha  cuenta  de  su  persona,  que  le  hacia  honra 
de  envialle  por  capitán  á  aquellos  pueblos  y  á 
otros  comarcanos ;  cuando  le  envió,  secretamen- 
te le  dijo  que  porque  él  no  entendía  muy  bien 


100  BERNAL   DUZ. 

las -cosas  de  la  tierra*  por  ser  nuevamente  veni- 
do de  Castilla,  y  no  tenia  tanta  experiencia  por 
ser  en  cosa  de  indios,  que  me  llevase  á»  mí en  su 
compañía,  y  lo  que  yo  le  aconsejase  no  saliese 
dello  ;  y  asi  lo  hizo,  y  no  quisiera  escribir  esto 
en  esta  relación,  porque  no  pareciese  que  me 
jactanciaba  dello  ;  y  no  lo  escribiera,  sino  por- 
que fué  público  en  todo  el  real,  y  aun  después  lo 
vi  escrito  de  molde  en  unas  cartas  y  relaciones' 
que  Cortés  escribió  a  su  majestad,  haciéndole 
saber  todo  lo  que  pasaba  y  del  viaje  de  Honduras, 
y  por  esta  causa  lo  escribo.  Volvamos  á  nuestra 
materia.  Fuimos  con  el Mazariegos  hasta  ochenta 
soldados  en  canoas  que  nos  dieron  los  caciques,  y 
cuando  hubimos  llegado  á  las  poblaciones,  todos 
de  buena  voluntad  nos  dieron  de  lo  que  tenian ,  y 
trajimos  sobre  cien  canoas  de  maiz  é  bastimento 
y  gallinas  y  miel  y  sal,  y  diez  indias  que  tenian 
por  esclavas ,  y  vinieron  los  caciques  á  verá 
Cortés  ;  de  manera  que  todo  el  Real  tuvo  muy 
bien  que  comer  ,  y  dentro  de  cuatro  dias  se  hu- 
yeron todos  los  más  caciques,  que  no  quedaron 
sino  tres  guias  ,  con  los  cuales  fuimos  nuestro 
camino  y  pasamos  dos  rios  ,  el  uno  en  puentes, 
que  luego  se  quebraron  al  pasar  ,  y  el  otro  en 
barcas  ,  y  fuimos  á  otro  pueblo  sujeto  al  mismo 
Acala,  y  estaba  ya  despoblado,  y  allí  buscamos 
comida  y  maiz  que  tenian  escondido  por  los 
montes.  Dejemos  de  contar  nuestros  trabajos  y 
caminos  ,  y  digamos  cómo  Guatemuz  ,  gran  ca- 
cique de  Méjico ,  y  otros  principales  mejica- 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPANA.  101 

dos  i  qne<  iban  con  nosotros  ,  habian  puesto  en; 
plática,  ó  lo  ordenaban,  de  nos  matar  á  todos  y 
volverse  á  Méjico  ,  y  llegados  á  su  ciudad,  jun- 
tar sus  grandes  poderes  y  dar  guerra  á  los  que 
en  Méjico  quedaban  i,  y  tornarse  á  levantar ;  y 
quien  lo  descubrió  á  Gortés  fueron  dos  grandes 
caciques  mejicanos,  que  se  decían  Tapia  y- Juan 
Velazquez;  este  Juan  Velazquez  fué  capitán  ge- 
neral de  Guatemuz  cuando  nos  dieron  guerra  en 
Méjico.  Y  como  Cortés  lo  alcanzó  á  saber;,  hizo 
informaciones  sobre  ello ,  no  solamente  de  los 
dos  que  lo  descubrieron  ,  sino  de  otros  caciques 
que  eran  en  ello ,  y  lo  que  confesaron  era  que, 
como  nos  vian  ir  por  el  camino  descuidados  y 
descontentos,  y  que  muchos  soldados  habian 
adolecido,  y  que  siempre  nos  faltaba  la  comida, 
y  que  ya  se  habian  muerto  de  hambre  cuatro 
chirimías  y  el  volteador  y  otros  cinco  soldados,  y 
también  se  habían- vuelto  otros  tres  soldados  ca- 
mino de  Méjico,  y  se  iban  á  su  aventura  por  los 
caminos  por  donde  habian  venido,  y  que  más 
querían  morir  que  ir  adelante  ;  que  seria  bien 
que  cuando  pasásemos  algún  rio  ó  ciénaga  dar  en 
nosotros,  porque  eran  los  mejicanos  sobre  tres 
mil  y  traían  sus  armas  y  lanzas ,  y  algunos  con 
espadas.  El  Guatemuz  confesó  que  asi  era  como 
lo  habian  dicho  los  demás;  empero  que  no  salió 
del  aquel  concierto;  y  que  no  sabe  si  todos  fue- 
ron en  ello  ó  se  efectuaría  ,  y  que  nunca-  tuvo 
pensamiento  de  salir  con  ello,  sino  solamente  la 
plática  que  sobre  «lio  hubo;  y  el  cacique  de  Ta- 


102  BERNA L  DÍAZ. 

cuba  dijo  que  entre  él  y  Guatemuz  habían  dicho 
que  valia  más  morir  de  una  vez  que  morir  cada 
dia  en  el  camino ,  viendo  la  gran  hambre  que 
pasaban  sus  macechuelas  y  parientes.  Y  sin  ha- 
ber más  probanzas  ,  Cortés  mandó  ahorcar  al 
Guatemuz  y  al  señor  de  Tacuba ,  que  era  su 
primo  ,  y  antes  que  los  ahorcasen  ,  los  frailes 
franciscos  y  el  mercenario  fueron  esforzándolos 
y  encomendando  á  Dios  con  la  lengua  doña 
Marina ;  y  cuando  le  ahorcaron  dijo  el  Guate- 
muz: «¡Oh  capitán  M  a  linche!  Dias  habia  que  yo 
tenia  entendido  é  habia  conocido  tus  falsas  pa- 
labras, que  esta  muerte  me  habías  de  dar,  pues 
yo  no  me  la  di  cuando  te  entregaste  en  mi  ciu- 
dad de  Méjico  :  ¿por  qué  me  matas  sin  justicia? 
Dios  te  lo  demande.»  El  señor  de  Tacuba  dijo 
que  daba  por  bien  empleada  su  muerte  por  mo- 
rir junto  con  su  señor  Guatemuz.  Y  antes  que  los 
ahorcasen  los  fué  confesando  fray  Juan  el  mer- 
cenario., que  sabia,  como  dicho  he  ,  algo  de  la 
lengua ,  y  los  caciques  les  rogaban  les  enco- 
mendasen á  Dios ,  que  eran  para  indios  buenos 
cristianos,  y  creian  bien  é  verdaderamente;  é  yo 
tuve  gran  lástima  del  Guatemuz  y  de  su  primo, 
por  habelles  conocido  tan  grandes  señores,  y  aun 
ellos  me  hacían  honra  en  el  camino  en  cosas  que 
se  me  ofrecían,  especial  en  darmealgunos  indios 
para  traer  yerba  para  mi  caballo.  Y  fué  esta 
muerte  que  les  dieron  muy  injustamente  dada,  y 
pareció  mal  á  todos  los  que  íbamos  aquella  jor- 
nada. Volvamos  á  ir  nuestro  camino  con  gran 


CONQUISTA  DE   NUEVA-ESPANA.  103 

concierto,  por  temor  que  los  mejicanos  ,  viendo 
ahorcar  á  su  señor  ,  no  se  alzasen  ;  mas  traían 
tanta  mala  ventura  de  hambre  y  dolencia  ,  que 
no  se  les  acordaba  del  lo  ;  y  después  que  los 
hubieron  ahorcado,  según  dicho  tengo  ,  luego 
fuimos  camino  de  otro  pueblezuelo  ,  y  antes  de 
entrar  en  él  pasamos  un  rio  bien  hondable  en 
barcas  ,  y  hallamos  el  pueblo  sin  gente  ,  que 
aquel  dia  se  habían  ido  ,  é  buscamos  de  comer 
por  las  estancias  ,  é  hallamos  ocho  indios  que 
eran  Sacerdotes  de  ídolos,  y  de  buena  voluntad 
se  vinieron  á  su  pueblo  con  nosotros,  é  Cortés 
les  habló  con  doña  Marina  para  que  llamasen 
sus  vecinos  ,  y  que  no  hubiesen  miedo  y  que 
trujesen  de  comer  ;  y  ellos  dijeron  á  Cortés 
que  le  rogaban  que  mandase  que  no  les  lle- 
gasen á  unos  ídolos  que  estaban  junto  á  la  casa 
donde  Cortés  posaba,  é  que  le  traerían  comida  y 
harían  lo  que  pudiesen  ;  y  Cortés  dijo  que  él 
haria  lo  que  decían  ,  é  que  no  llegarían  á  cosa 
ninguna  ;  mas  que  para  qué  querían  aquellas 
cosas  de  ídolos  ,  que  son  de  barro  y  de  maderos 
viejos,  y  que  eran  cosas  malas,  que  les  engaña- 
ban ;  y  tales  cosas  les  predicó  con  los  frailes 
y  doña  Marina  ,  que  respondieron  muy  bien  á 
lo  que  les  decían  ,  que  los  dejarían  ,  y  trajeron 
veinte  cargas  de  maíz  y  unas  gallinas  ;  y  Cor- 
tés se  informó  dellos  que  si  sabían  qué  tantos 
soles  de  allí  había  hombres  con  barbas  como 
nosotros  ,  y  caballos  ;  y  dijeron  que  siete  soles, 
que  se  decía  el  pueblo  donde  estaban  los  de  á 


104.  BERJIAL.  DÍAZ. 

caballo  Nito,  y  que-' ellos  irían  por  guias  hasta 
otro  pueblo ,  y  que  habiamos  de  dormir  una 
noche  en  despoblado  antes  de  llegar  á  él;   y 
Cortés  les  mandó  hacer  una  cruz  en  un  árbol 
muy  grande,  que  se  dice  ceiba,  que  está  junto  á 
las  casas  adonde  tenian    los  ídolos.   También 
quiero  decir  que,  como  Cortés  andaba  mal  dis- 
puesto, y  aun  muy  pensativo  y  descontento  del 
trabajoso  camino  que  llevábamos,  é  como  habia 
mandado  ahorcar  á  Guatemuz  é  su  primo  el  se- 
ñor de  Tacuba  sin  tener  justicia  para,  ello,  é' 
habia  cada  dia  hambre,  é  que  adolescian  espa- 
ñoles é  morían  muchos  mejicanos,  pareció   ser 
que  de  noche  no  reposaba  de  pensar  en  ello,  y 
salíase  de  la  cama  donde  dormia  á  pasear  en  una 
sala  adonde  habia  ídolos,  que  era  aposento  prin- 
cipal de  aquel  pueblezuelo,  adonde  tenian  otros 
ídolos,  y  descuidóse  y  cayó  más  de  dos   estados 
abajo  y  sedescalabró  la  cabeza,  y  calló,  que  no 
dijo  cosa  buena  ni  mala  sobre  ello,  salvo  curar- 
se la  descalabradura,  y  todo  se  lo  pasaba  y  su- 
fría. E  otro  dia  muy  de  mañana  proseguimos  á 
caminar  con  nuestras  guias,  y  sin  acontecer  cosa 
que  de  contar  sea,  fuimos  á  dormir  cabe  un  es- 
tero y  cerca  de  unos  montes  muy  altos;   é  otro 
dia  fuimos  por  nuestro  camino,  é  á  hora  de  Misa 
mayor  llegamos  á  un  pueblo  nuevo,  y  en  aquel 
dia  se  habia  despoblado  y  metido  en  unas  ciéna- 
gas, y  eran  nuevamente  hechas  las  casas  y  de 
pocos  dias,  y  tenian  en  el  pueblo  hechas  albarra- 
das  de  maderos  gruesos,  y  todo  cercado  de  otros 


CONQUISTA  DK  NUEVA-ESPAÑA.  105 

maderos  muy  recios,  y  hechas  cavas  hondas  antes 
de  la  entrada  on  él,  y  dentro  dos  cercas,  la  una 
oomo  barbacana,  y  con  sus  cubos  y  troneras;  y 
tenian  á  otra  parte  por  cerca  unas  peñas,  muy 
altas ,  llenas  de  piedras  hechizas  á  mano, 
con  grandes  mamparos;  y  por  otra  parte  una 
gran  ciénaga  ,  que  era  fortaleza.  Pues  desque 
hubimos  entrado  en  las  casas  hallamos  tantos 
gallos  de  papada  y  gallinas  cocidas,  como  los 
indios  las  comen  ,  con  sus  ajíes  y  pan  de  maíz, 
que  se  dice  entre  ellos  tamales  ,  que  por  una 
parte  nos  admirábamos  de  cosa  tan  nueva  ,  y 
por  otra  nos  alegrábamos  con  la  mucha  comida, 
y  dio  que  pensar  en  tan  nuevo  caso  ;  y  también 
hallamos  una  gran  casa  llena  de  lanzas  chicas  7 
arcos  y  flechas  ,  y  buscamos  por  los  rededores 
de  aquel  pueblo  si  había  maizales  y  gente,  y  no 
había  ninguna ,  ni  aun  grano  de  maíz.  Estando 
desta  manera,  vinieron  hasta  quince  indios  que 
salieron  de  las  ciénagas  ,  que  eran  principales 
de  aquel  pueblo,  y  pusieron  las  manos  en  el 
suelo  y  besaron  la  tierra  ,  y  dicen  á  Cortés  me- 
dio llorando  que  le  piden  por  merced  que  aquel 
pueblo  ni  cosa  alguna  no  se  la  quemen  ,  porque 
son  nuevamente  venidos  allí  á  hacerse  fuertes 
por  causa  de  sus  enemigos  ,  que  me  parece  que 
dijeron  que  se  decían  lacandones  ,  porque  les 
han  quemado  y  destruido  dos  pueblos  en  tierra 
llana,  adonde  vivían,  y  les  han  robado  y  muerto 
mucha  gente  ;  los  cuales  pueblos  habíamos  de 
ver  abrasados  adelante  por  el  camino  adonde 
U 


106  BERNAL   DÍAZ. 

habíamos  de  ir,  que  están  en  tierra  muy  llana;  y 
allí  dieron  cuenta  cómo  y  de  qué  manera  les 
daban  guerra  ;  y  la  causa  porque  eran  sus  ene- 
migos ;  é  Cortés  les  preguntó  que  cómo  tenian 
tanto  gallo  y  gallinas  a  cocer ;  y  dijeron  que 
por  horas  aguardaban  á  sus  enemigos,  que  les 
habían  de  venir  á  dar  guerra,  é  que  si  les  ven- 
cían, les  babian  de  tomar  sus  haciendas  y  ga- 
llos y  lie  valles  cautivos  ;  que  porque  no  lo  hu- 
biesen ni  gozasen  se  lo  querían  antes  comer ;  y 
que  si  ellos  les  desbarataban  a  los  enemigos,  que 
irían  á  sus  pueblos  y  les  tomarían  sus  haciendas; 
y  Cortés  dijo  que  le  pesaba  deilo  y  de  su  guerra, 
y  por  ir  de  camino  no  lo  podia  remediar.  Lla- 
mábase aquel  pueblo,  y  otras  grandes' poblacio- 
nes por  donde  otro  día  pasamos,  las  Mazotecas, 
que  quiere  decir  ea  su  lengua  los  pueblos  ó  tier- 
ras de  venados;  y  tuvieron  razón  de  ponelles 
aquel  nombre,  por  lo  que  adelante  diré  Y  des- 
de allí  fueron  con  nosotros  dos  indios  dellos,  y 
nos  fueron  mostrando  sus  poblaciones  quema- 
das, y  dieron  relación  á  Cortés  cómo  estaban  los 
españoles  adelante.  Y  dejallo  he  aquí,  y  diré 
cómo  otro  dia  salimos  de  aquel  pueblo,  y  lo  que 
más  hubo  en  el  camino. 


CONQUISTA  M   NUEVA-ESPAÑA.  107 

CAPITULO  CLXXVIII. 


COMO  SEGUIMOS  NUESTRO  VIAJE,  Y  LO  QUE  EN  ELLO  NOS 
AYINO. 


Como  salimos  del  pueblo  cercado,  que  ansí 
le  llamábamos  de  allí  adelante,  entramos  en  bue- 
no y  llano  camino,  y  todo  cabanas  y  sin  árboles, 
y  hacia  un  sol  tan  caluroso  y  recio,  que  otro 
mayor  resistero  no  habíamos  tenido  en  el  cami- 
no. E  yendo  por  aquellos  campos  rasos,  habia 
tantos  de  venados  y  corrian  tan  poco,  que  luego 
los  alcanzábamos  á  caballo,  por  poco  que  cor- 
ríamos tras  ellos,  y  se  mataron  sobre  veinte;  y 
preguntando  á  las  guias  que  llevábamos  que 
cómo  corrian  tan  poco  aquellos  venados,  y  no 
se  espantaban  de  los  caballos  ni  de  otra  cosa 
ninguna,  dijeron  que  en  aquellos  pueblos,  que 
ya  he  dicho  que  se  decían  los  Mazotecas,  que  los 
tienen  por  sus  dioses,  porque  les  ha  parecido  en 
su  ñgura,  y  que  les  mandó  su  ídolo  que  no  les 
ten  ni  espanten,  y  que  ansí  lo  han  hecho,  y  quo 
á  esta  causa  no  huyen,  y  en  aquella  caza,  á  un 
pariente  de  Cortés,  que  se  decia  Palacios  Ru- 
bios, se  le  murió  un  caballo  porque  se  le  derri- 
tió la  manteca  en  el  cuerpo  con  el  gran  calor  y 
corrió  mucho.  Dejemos  la  caza,  y  digamos  que 
luego  llegamos  á  las  poblaciones  quemadas, 


108  BEftNAL  DIÁZ. 

que  era  mancilla  verlo  todo  destruido  é  quema- 
do. E  yendo  por  nuestras  jornadas,  como  Cor- 
tés siempre  enviaba  adelante  corredores  del 
campo  á  caballo  y  sueltos  peones,  alcanzaron 
dos  indios  naturales  de  otro,  pueblo  que  estaba 
adelante,  por  donde  habíamos  de  ir,  que  venian 
de  caza  y  cargados  de  un  gran  león  y  muchas 
iguanas,  que  son  de  hechura  de  sierpes  chicas, 
que  en  estas  partes  ansi  las  llaman,  iguanas, 
que  son  muy  buenas  de  comer;  y  les  pregunta- 
ron que  si  estaba  cerca  su  pueblo,  y  dijeron 
que  si  y  que  ellos  guiarían  hasta  el  pueblo,  y 
estaba  en  una  islcta  cercada  de  agua  dulce,  que 
no  podíamos  pasar  por  la  parte  que  íbamos  sino 
en  canoas,  y  rodeamos  poco  más  de  media  le- 
gua; y  tenían  paso,  que  daba  el  agua  hasta  la 
cinta,  y  hallárnosle  poblado  con  la  mitad  de  los 
vecinos,  porque  los  demás  se  habían  dado  bue- 
na priesa  á  esconder  con  sus  haciendas  entre 
unos  carrizales,  donde  tenían  cerca  sus  semen- 
teras ,  donde  durmieron  muchos  de  nuestros 
soldados  que  se  quedaron  en  los  maizales,  y  tu- 
vieron bien  de  cenar  y  se  bastecieron  para  otros 
dias;  y  hallamos  en  el  pueblo  un  gran  lago  de 
agua  dulce,  y  tan  llena  de  pescados  grandes, 
que  parecían  cómo  sábalos  muy  desabridos,  que 
tienen  muchas  espinas,  y  con  unas  mantas  vie- 
jas y  con  redes  rotas  que  hallamos  en  aquel 
pueblo,  porque  ya  estaba  despoblado,  se  pesca- 
ron todos  los  peces  que  habia  en  el  agua,  que 
eran  mas  de  mil;  y  allí  buscamos  guias,  las  cua- 


CONQUISTA  DE   NUEVA-ESPANA.  109 

les  se  tomaron  en  unas  labranzas;  y  de  que 
Cortés  les  hubo  hablado  con  doña  Marina  que 
nos  encaminasen  á  los  pueblos  adonde  habia 
hombres  con  barbas  y  caballos,  se  alegraron 
como  no  les  hacíamos  mal  ninguno;  y  dijeron 
que  ellos  nos  mostrarían  el  camino  de  buena  vo- 
luntad, que  de  antes  creían  que  los  queríamos 
matar;  y  fueron  cinco  dellos  con  nosotros  por  un 
camino  bien  ancho,  y  mientras  más  adelante 
íbamos  se  iba  ensangostando,  á  causa  de  un 
gran  rio  y  estero  que  allí  cerca  estaba,  que  pa- 
rece ser  en  él  se  embarcaban  y  desembarcaban 
en  canoas,  é  iban  por  agua  al  pueblo  donde  ha- 
bíamos de  ir,  que  se  dice  Tayasal,  el  cual  está 
en  una  isleta  cerca  de  agua,  é  si  no  es  en  ca- 
noas no  pueden  entrar  en  él  por  tierra,  y  blan- 
queaban las  casas  y  adoratorios  de  más  de  dos 
leguas  que  se  parecían,  y  era  cabecera  de  otros 
pueblos  chicos  que  allí  cerca  están.  Volvamos  á 
nuestra  relación:  que  como  vimos  que  el  camino 
ancho  que  de  antes  traíamos  se  habia  vuelto  en 
vereda  muy  angosta,  bien  entendimos  que  por 
el  estero  se  mandaban,  é  ansí  nos  lo  dijeron  los 
guias  que  traíamos;  acordamos  de  dormir  cerca 
de  unos  altos  montes,  y  aquella  noche  fueron  cua- 
tro capitanías  de  soldados  por  las  veredas  que  sa- 
lían al  estero,  á  tomar  guias,  y  quiso  Dios  que  se 
tomaron  dos  canoas  con  diez  indios  y  dos  mujeres, 
y  traían  las  canoas  cargadas  con  maiz  y  sal,  y 
luego  los  llevaron  á  Cortés,  y  les  halagó  y  habló 
muy  amorosamente  con  la  lengua  doña  Marina, 


tlO  BERNAL  DÍAZ.' 

y  dijeron  que  eran  naturales  del  pueblo  que  esta- 
ba en  la  isleta,  y  que  estaría  de  allí,  á  loque  se- 
ñalaban, obra  de  cuatro  leguas;  y  luego  Cortés 
mandó  que  se  quedase  con  nosotros  la  mayor 
canoa  y  cuatro  indios  y  las  dos  mujeres,  y  la 
otra  canoa  envió  al  pueblo  con  seis  indios  y  dos  I 
españoles,  á  rogar  al  Cacique  que  traiga  canoas 
al  pasar  del  rio,  y  que  no  se  le  haria  ningún 
enojo,  y  le  envió  unas  cuentas  de  Castilla,  y 
luego  fuimos  nuestro  camino  por  tierra  hasta  el 
gran  rio,  y  la  una  canoa  fué  por  el  estero  hasta 
llegar  al  rio;  é  ya  estaba  el  Cacique  con  otros 
muchos  principales  aguardando  al  pasaje  con 
cinco  canoas,  y  trujeron  cinco  gallinas  y  maiz, 
y  Cortés  les  mostró  gran  voluntad;  y  después 
de  muchos  buenos  razonamientos  que  hubo  de 
los  caciques  á  Cortés,  acordó  de  ir  con  ellos  á  su 
pueblo  en  aquellas  canoas,  y  llevó  consigo  trein- 
ta ballesteros;  y  llegado  á  las  casas,  le  dieron 
de  comer  y  poco  oro  bajo  y  de  poca  valía,  y 
unas  mantas,  y  le  dijeron  que  había  españoles 
así  como  nosotros  en  dos  pueblos,  que  el  uno  ya 
he  dicho  que  se  decia  Nito,  que  es  el  San  Gil  de 
Buena- Vista,  al  Golfo-Dulce;  y  agora  le  dan 
nuevas  que  hay  otros  muchos  españoles  en  Na- 
co, y  que  habrá  del  un  pueblo  al  otro  diez  dias 
de  camino,  y  que  el  Nito  es  en  la  costa  del  Norte 
y  el  Naco  en  la  tierra  adentre;  y  Cortés  nos 
dijo  que  por  ventura  el  Cristóbal  de  Oli  había 
repartido  su  gente  en  dos  villas;  que  entonces 
no  sabíamos  de  los  de  Gil  González  de  Avila, 


CONQUISTA  DS   NUEVA-ESPAÑA.  111 

que  pobló  á  San  Gil  de  Buena- Vista.  Volvamos 
á  nuestro  viaje,  que  todos  pasamos  aquel  gran 
rio  en  canoas,  y  dormimos  obra  de  dos  leguas 
de  allí,  y  no  anduvimos  más  porque  aguarda- 
mos á  Cortés  que  viniese  del  pueblo,  y  como  vi- 
no, mandó  que  dejásemos  en  aquel  pueblo  un 
caballo  morcillo,  que  estaba  malo  de  la  caza  de 
los  venados  y  se  le  habia  derretido  el  unto  en  el 
cuerpo  y  no  se  podía  tener;  y  en  este  pueblo  se 
huyó  un  negro  y  dos  indias  naborias,  y  se  que- 
daron tres  españoles,  que  no  se  echaron  menos 
hasta  de  ahí  á  tres  dias;  que  más  querian  que- 
dar entre  enemigos  que  venir  con  tanto  trabajo 
con  nosotros.  Este  día  estuve  yo  muy  malo  de 
calenturas  y  del  gran  sol  que  se  me  habia  en- 
trado en  la  cabeza,  porque  ya  he  dicho  otra  vez 
que  entonces  hacia  recio  sol;  y  bien  se  pareció, 
porque  luego  comenzó  á  llover  tan  recias  aguas, 
que  en  tres  dias  y  noches  no  dejó  de  llover;  y 
no  nos  paramos  en  el  camino,  porque  aunque 
quisiéramos  aguardar  que  hiciera  buen  tiempo, 
no  teníamos  bastimento  de  maiz,  y  por  temor  no 
faltase  íbamos  caminando.  Volvamos  á  nuestra 
relación:  que  desde  á  dos  dias  dimos  en  una  sier- 
rezuela  de  unas  piedras  que  cortaban  como  na- 
vajas; y  puesto  que  fueron  nuestros  soldados  á 
buscar  otros  caminos  para  dejar  aquella  sierra 
de  los  pedernales,  más  de  una  legua  á  una  parte 
é  á  otra  no  hallaron  otro  camino,  sino  pasar  por 
el  que  íbamos;  é  hicieron  tanto  daño  aquellas 
piedras  á  los  caballos,  que  como  llovia  resbala- 


112  BERNA L   DÍAZ. 

ban  y  caian,  y  cortábanse  .piernas  y  brazos  y 
aun  en  los  cuerpos,  y  mientras  más  abajába- 
mos, peor  era,  porque  ya  era  Ja  bajada  de  la 
sierrezuela;  allí  se  nos  quedaron  ocho  caba- 
llos muertos  ,  y  los  más  que  escaparon  de- 
jarretados  ;  y  se  le  quebró  una  pierna  á  un 
soldado  que  se  decia  Palacios  Rubios,  deudo 
de  Cortés;  y  cuando  nos  vimos  fuera  <le  la  sier- 
ra de  los  Pedernales  ,  que  así  la  llamába- 
mos desde  allí  adelante,,  dimos  muchas  gra- 
cias y  loores  á  Dios.  Pues  ya  que  llegábamos 
cerca  de  un  pueblo  que  se  dice  Taica,  bamos 
gozosos  creyendo  hallar  bastimentos,  y  antes  de 
llegar  á  él  venia  un  rio  de  una  sierra  entre 
grandes  peñascos  y  derrumbaderos,  y  como  ha- 
tya  llovido  tres  días  y  tres  noches  ,  venia  tan 
furioso  y  con  tanto  ruido,  que  bien  se  oia  á  dos 
leguas  ,  por  caer  entre  grandes  peñas ;  y  demás 
desto  ,  venia  muy  hondo  ,  y  pasalle  era  por  de- 
mas  ,  y  acordamos  de  hacer  una  puente  desde 
unas  peñas  á  otras  ,  y  tanta  priesa  nos  dimos  en 
tenella  hecha ,  con  árboles  muy  gruesos  ,  que 
en  tres  dias  comenzamos  á  pasar  para  ir  al  pue- 
blo ;  y  como  estuvimos  allí  los  tres  dias  hacien- 
do la  puente,  los  indios  naturales  del  pueblo 
tuvieron  lugar  de  esconder  el  maíz  y  todo  el 
bastimento  y  ponerse  en  cobro  ,  que  no  los  po- 
díamos hallar  en  todos  los  rededores;  y  con  la 
hambre ,  que  ya  nos  aquejaba  ,  estábamos  todos 
como  atónitos ,  pensando  en  la  comida  é  traba- 
jos. Yo  digo  que  verdaderamente  nunca  habia 


C0KQÜI8TA   PE  10TB VA-ESPAÑA.  113 

sentido  tanto  dolor  en  mi  corazón  como  enton- 
ces i  Tiendo  que  no  tenia  de  comer  ni  qué  dar  á 
mi  gente  ,  y  estar  con  calenturas  ,  puesto  que 
con  diligencia  lo  bureábamos  más  de  dos  leguas 
del  pueblo  en  todos  los  rededores ;  y  esto  era 
víspera  de  Pascua  de  la  Resurrección  de  nues- 
tro Salvador  Jesucristo.  Miren  los  letores  qué 
Pascua  podiamos  tener  sin  comer,  que  con  maíz 
fuéramos  muy  contentos.  Pues  como  aquesto  vio 
Cortés,  luego  envió  de  sus  criados  y  mozos  de 
espuelas  ,  con  las  guias  ,  á  buscar  por  los  mon- 
tes y  barrancos  maíz  :  el  primer  dia  de  Pascua 
trujieron  obra  de  una  hanega  ;  y  como  vio  la 
gran  necesidad ,  mandó  llamar  ciertos  soldados, 
todos  los  más  vecinos  de  Guacacualco  ,  y  entre 
ellos  me  nombró  á  mí,  y  nos  dijo  que  nos  roga- 
ba mucho  que  trastornásemos  toda  la  tierra  y 
buscásemos  de  comer ,  que  ya  víamos  en  que 
estado  estaba  todo  el  real ;  y  en  aquella  sazón 
estaba  delante  de  Cortés ,  cuando  nos  lo  man- 
daba ,  Pedro  de  Ircio  ,  que  hablaba  mucho  ,  y 
dijo  que  le  suplicaba  que  le  enviase  por  nuestro 
capitán  ,  y  le  dijo  Cortés  :  oíd  en  buen  hora; o  y 
como  aquello  yo  entendí  t  y  sabia  que  Pedro  de 
Ircio  no  podia  andar  á  pié  ,  y  nos  había  de  es- 
torbar antes  que  ayudar ,  secretamente  dije  á 
Cortés  ,  y  al  capitán  Sandoval  que  no  fuese  Pe- 
dro de  Ircio  ,  que  no  podia  andar  por  los  lodos 
y  ciénagas  con  nosotros  ,  porque  era  paticorto 
y  no  era  para  ello  ,  sino  para  mucho  hablar ,  y 
que  no  era  para  ir  á  entradas ;  que  se  pararía  ó 
15 


114  BERNAL  DÍAZ. 

sentaría  en  el  camino  de  rato  en  rato.  Y  luego 
mandó  Cortés  que  se  quedase ,  y  fuimos  cinco 
soldados  con  dos  guias  por  unos  ríos  bien  hon- 
dos ,  y  después  de  pasados  los  rios  ,  dimos  en 
unas  ciénagas ,  y  luego  en  unas  estancias ,  don- 
de estaba  recojida  toda  la  mayoi  parte  de  gente 
de  aquel  pueblo,  y  hallamos  cuatro  casas  llenas 
de  maíz  y  muchos  frisóles  y  sobre  treinta  galli- 
nas ,   y  melones  de  la  tierra  ,  que  se  dicen  en 
estas*  tierras  ayotes  ,  y  apañamos  cuatro  indios 
y  tres  mujeres  ,  y  tuvimos  buena  Pascua  ,  y  esa 
noche  llegaron  á  aquellas  estancias  sobre  mil 
mejicanos  que  mandó  Cortés  que  fuesen  tras 
nosotros  y  nos  siguiesen  porque  tuviesen  de  co- 
mer; y  todos  muy  alegres  cargamos  á  los  meji- 
canos todo  el  maiz  que  pudieron   llevar,  y  que 
Cortés  lo  repartiese,   y  también   le  enviamos 
veinte  gallinas  para  Cortés  y  Sandoval,  y  los 
indios  y  las  indias,   y  quedamos  guardando  dos 
casas  de  maiz,  no  las  quemasen  ó  llevasen  de 
noche  los  naturales  del  pueblo;  y  luego  otro  dia 
pasamos  más  adelante  con  otras  guias,  y  topa- 
mos otras  estancias,  y  habia  maiz  y  gallinas ,  y 
i  otras  cosas  de  legumbres,  y  luego  hice  tinta,  y 
en  un  cuero  de  atambor  escribí  á  Cortés  que  en- 
viase muchos  indios,  porque  habia  hallado  otras 
estancias  con  maiz;  y  como  le  envié  las  indias  y 
los  indios  y  lo  por  mí  dicho,  y  lo   supieron  en 
todo  el  real,  otro  dia  vinieron  sobre  treinta  sol- 
dados y  más  de  quinientos  indios,  y  todos  lleva- 
ron recaudo,  y  desta  manera,  gracias  a  Dios,  se 


CONQUISTA  DE   NUEVA- ESPAÑA.  115 

proveyó  el  real;  y  estuvimos  en  aquel  pueblo 
cinco  días,  y  ya  he  dicho  que  se  d  ice  Taica.  De- 
jemos desto,  y  quiero  decir  que  ,  como  hicimos 
esta  pnente,  y  en  todos  los  caminos  hicimos  las 
grandes  puentes,  y  después  que  aquellas  tier- 
ras y  provincias  estuvieron  de  paz,  los  españoles 
que  por  aquellos  caminos  estaban  y  pasaban,  y 
hallaban  algunas  de  las  puentes  sin  se  haber 
deshecho  al  cabo  de  muchos  años,  y  los  grandes 
árboles  que  en  ellas  poníamos,  se  admiran  dello, 
y  suelen  decir  agora:  «Aquí  son  las  puentes  de 
Cortés;»  como  si  dijesen ,  las  columnas  de  Hér- 
cules. Dejémonos  de  estas  memorias,  pues  no 
hacen  á  nuestro  caso,  y  digamos  cómo  fuimos 
por  nuestro  camino  á  otro  pueblo  que  se  dice 
Tania,  y  estuvimos  en  llegar  á  él  dos  días,  y 
hallárnosle  despoblado  y  buscamos  de  comer,  y 
hallamos  maiz  é  otras  legumbres,  mas  no  muy 
abastado ;  y  fuimos  por  los  rededores  del  á 
buscar  camino  ,  y  no  le  hallábamos ,  sino  to- 
dos rios  y  arroyos,  y  las  guias  que  habíamos 
traído  del  pueblo  que  dejamos  atrás  se  huye- 
ron una  noche  á  ciertos  soldados  que  las  guar- 
daban, que  eran  de  los  recien  venidos  de  Cas- 
tilla, que  pareció  ser  se  durmieron;  y  de  que 
Cortés  lo  supo,  quiso  castigará  los  soldados  por 
ello,  y  por  ruegos  los  dejó,  y  entonces  envió  á 
buscar  guias  y  camino,  y  era  por  demás  hallarlo 
por  tierra  enjuta,  porque  todo  el  pueblo  es- 
taba cercado  de  rios  y  arroyos,  y  no  se  podían 
tomar  ningunos  indios  ni  indias;  y  demás  desto. 


116  BERNA L  DÍAZ. 

llovía  á  la  contina,  y  no  nos  podíamos  valer  de 
tanta  agua,  y  Cortés  y  todos1  nosotros  estaban 
espantados  y  penosos  de  no  saber  ni  hallar  ca- 
mino por  donde  ir,  y  entonces  muy  enojado  dijo 
Cortés  á  Pedro  de  Ircio  y  á  otros  capitanes,  que 
eran  los  de  Méjico:  «Agora  querría  yo  que  hu- 
biese quien  dijese  que  quería  ir  á  buscar  guias 
ó  camino,  y  no  dejallo  todo  á  los  vecinos  de  Gua- 
cacualco;»  y  Pedro  de  Ircio,  como  oyó  aquellas 
palabras,  se  apercibió  con  seis  soldados,  sus  co- 
nocidos y  amigos,  y  fué  por  una  parte,  y  un 
Francisco  Marmol ejo,  que  era  persona  de  cali- 
dad, con  otros  seis  soldados,  por  otra  paite,  y 
un  Santa  Cruz,  burgalés,  regidor  que  fué  de 
Méjico,  fué  por  otra  con  otros  soldados,  y  an- 
duvieron todos  tres  dias,  y  puesto  que  fueron  á 
una  parte  y  á  otra,  no  hallaron  camino  ni  guias, 
sino  todo  agua  y  arroyos  y  rios,  y  cuando  hubie- 
ron venido  sin  recaudo  ninguno,  quería  reven- 
tar Cortés  de  enojo,  y  dijo  ai  Sandoval  que  me 
dijese  á  mí  el  gran  trabajo  en  que  estábamos,  y 
que  me  rogase  de  su  parte  que  fuese  á  bus- 
car guias  y  camino;  y  esto  lo  dijo  con  palabras 
amorosas  y  á  manera  de  ruegos,  por  causa  que 
supo  cierto  que  yo  estaba  malo,  como  dicho  ten- 
go, que  aún  tenia  calenturas;  y  aún  me  habian 
apercibido  antes  que  á  Sandoval,  me  hallase 
para  ir  con  Francisco  Marmolejo,  que  era  mi 
amigo,  y  dije  que  no  podia  ir  por  estar  malo  y 
cansado,  que  siempre  me  daban  á  mí  el  trabajo, 
y  ^ue  enviasen  á  otro ;  y  luego  vino  Sandoval 


CONQUISTA  DE   NUEVA-ESPAÑA.  117 

otra  vez  a  mi  rancho,  y  me  dijo  por  ruegos  que 
fuese  con  otros  dos  compañeros,  los  que  yo  es- 
cojiese,  porque  decia  Cortés  que,  después  de 
Dios,  en  mí  tenia  confianza  que  traería  recau- 
do; y  puesto  que  yo  estaba  malo,  no  le  pude 
perder  vergüenza,  y  demandé  que  fuese  conmi- 
go un  Hernando  de  Aguilar  y  un  Hinojosa, 
hombres  que  sabia  que  eran  de  sufrir  trabajo;  y 
salimos,  y  fuimos  por  unos  arroyos  abajo,  y  fue- 
ra de  los  arroyos,  en  el  monte  habia  unas  seña- 
les de  ramas  cortadas,  y  seguimos  aquel  rastro 
más  de  una  legua ,  y  luego  salimos  del  arroyo, 
y  dimos  en  unos  ranchos  pequeños,  despobla- 
dos de  aquel  dia,  y  seguimos  el  mismo  rastro, 
y  desde  lejos  en  una  cuesta  vimos  unos  maiza- 
les y  una  casa,  y  sentimos  gente  en  ella;  y  como 
era  ya  puesta  del  sol ,  estuvimos  en  el  monte 
hasta  buen  rato  de  la  noche,  que  nos  pareció 
que  debían  de  dormir  los  moradores  de  aquellas 
milpas,  y  muy  callando  dimos  presto  en  la  casa 
y  prendimos  tres  indios  y  dos  mujeres  mozas  y 
hermosas  para  ser  indias,  y  una  vieja,  y  tenían 
dos  gallinas  y  un  poco  de  maíz  y  trujimos  el 
maíz  y  gallinas  con  los  indios  é  indias,  y  muy 
alegres  volvimos  al  real;  y  cuando  Sandoval  lo 
supo,  que  fué  el  primero  que  estaba  aguardando 
en  el  camino  sobre  tarde,  de  gozo  no  podia  ca- 
ber, y  fuimos  delante  de  Cortés,  que  lo  tuvo  en 
más  que  si  le  dieran  otra  buena  cosa.  Entonces 
dijo  Sandoval  á  Pedro  de  Ircio  si  tuvo  Bernal 
Díaz  del  Castillo  razón  el  otro  dia  cuando  fué  á 


US  BERNAL  DÍAZ. 

buscar  maiz,  en  decir  que  no  quería  ir  sino  con 
hombres  sueltos,  y  no  con  quien  vaya  todo  el 
camino  muy  de  espacio,  contando  lo  que  le  acae- 
ció al  conde  de  Urueña  y  á  don  Pedro  Ji- 
rón, su  hijo  (porque  estos  cuantos  decia  el  Pe- 
dro de  lrcio  muchas  veces)  ;  no  tenéis  razón 
de  decir  que  él  os  revolvia  con  el  señor  capitán 
é  conmigo;  é  todos  se  rieron  dello;  y  esto  dijo  el 
Sandoval  porque  el  Pedro  de  lrcio  estaba  mal 
conmigo;  y  luego  Cortés  me  dio  las  gracias  por 
ello  y  dijo:  «Siempre  tuve  que  habia  de  traer 
recaudo.»  Quiero  dejar  destas  alabanzas,  pues 
son  vaciadizas,  que  no  traen  provecho  ninguno; 
que  otros  las  dijeron  en  Méjico  cuando  contaban 
deste  trabajoso  viaje.  Volvamos  á  decir  que 
Cortés  se  informó  de  las  guias  y  de  las  dos  mu- 
jeres, y  todos  conformaron  que  por  un  rió  abajo 
habíamos  de  ir  á  un  pueblo  que  está  de  allí  dos 
días  de  camino:  el  nombre  del  pueblo  se  decia 
Oculizti,  que  era  de  más  de  ducienlas  casas,  y 
estaba  despoblado  de  pocos  dias  pasados;  é  yen- 
do por  nuestro  rio  abajo,  topamos  unos  grandes 
ranchos,  que  eran  de  indios  mercaderes,  donde 
hacían  jornada,  y  allí  dormimos;  y  otro  dia  en- 
tramos en  el  mismo  rio  y  arroyo,  y  fuimos  obra 
de  media  legua  por  él,  y  dimos  en  buen  camino, 
y  á  aquel  pueblo  de  Coliste  llegamos  aquel  dia, 
y  habia  mucho  maíz  y  legumbres ,  y  en  una 
casa  de  adoratorios  de  ídolos  se  halló  un  bo- 
nete viejo  colorado  y  un  alparagate  ofreci- 
do á  los  ídolos;  y  ciertos  soldados  que  fue- 


CONQUISTA     DE  NUEVA-ESPADA.  119 

ron  por  las  barrancas  trujeron  á  Cortés  dos 
indios  viejos  y  cuatro  indias  que  se  tomaron  en 
los  maizales  de  aquel  pueblo,  y  Cortés  les  pre- 
guntó con  nuestra  lengua  doña  Marina  por  el 
camino,  y  qué  tanto  estaban  de  allí  los  españo- 
les, y  dijeron  que  dos  dias,  y  que  no  habia  pobla- 
do ninguno  hasta  allá,  y  que  tenian  las  casas 
junto  a  la  costa  de  la  mar;  y  luego  incontinenti 
mandó  Cortés  á  Sandoval  que  fuese  á  pié  con 
otros  seis  soldados,  y  que  saliese  á  la  mar,  y 
que  de  una  manera  ú  de  otra  procurase  saber  é 
inquirir  si  eran  muchos  españoles  los  que  alli 
estaban  poblados  con  Cristóbal  de  Olí ,  porque 
en  aquella  sazón  no  creíamos  que  hubiese  otro 
capitán  en  aquella  tierra  :  y  esto  quería  saber 
Cortés  para  que  diésemos  sobre  Cristóbal  de  Olí 
de  noche  si  alli  estuviese,  ó  prendehe  á  él  ó  á 
sus  soldados;  y  el  Gonzalo  de  Sandóbal  fué  con 
los  seis  soldados,  y  tres  indios  por  guias,  que 
para  ello  llevaba  de  aquel  pueblo  de  Oculizti; 
é  yendo  por  la  costa  del  Norte,  vio  que  venia 
por  la  mar  una  canoa  á  remo  y  con  la  vela,  y 
se  escondió  de  dia  en  un  monte,  porque  vieron 
venir  la  canoa  con  los  indios  mercaderes,  y  ve- 
nia costa  á  costa,  y  traían  mercaderías  de  sal  y 
de  maíz,  é  iban  á  entrar  en  el  rio  grande  del 
Golfo-Dulce,  y  de  noche  la  tomaron  en  un  an- 
cón que  era  puerto  de  canoas,  y  en  la  misma  ca- 
noa se  metió  el  Sandoval  con  dos  compañeros  y 
con  los  indios  remeros  que  traía  la  misma  ca-¿ 
noa  y  con  las  tres  guias,  y  se  fué  costa  á  costa, 


120  BERNAL   DUZ. 

y  los  demás  soldados  se  fueron  por  tierra,  por- 
que supo  que  estaba  cerca  el  rio  grande,  y  lle- 
gados que  hubieron  cerca  del  rio  grande,  quiso 
la  ventura  que  habían  venido  aquella  mañana 
cuatro  vecinos  de  la  villa,  que  estaba  poblada, 
y  un  indio  de  Cuba,  de  los  de  Gil  González  de 
Avila,  en  una  canoa,  y  pasaron  de  la  parte  del 
rio  á  buscar  una  fruta  que  llaman  zapotes  para 
comer  asados,  porque  en  la  villa  donde  estaban 
pasaban  mucha  hambre  y  estaban  todos  los  más 
dolientes  ,  y  no  osaban  salir  á  buscar  bastimen- 
tos á  los  pueblos,  porque  les  habían  dado  guer- 
ra los  indios  cercanos  y  muerto  diez  soldados 
después  que  los  dejé  allí  Gil  González  de  Avila. 
Pues  estando  derrocando  los  de  Gil  González 
los  zapotes  del  árbol ,  y  estaban  encima  del  ár- 
bol los  dos  hombres  ,  cuando  vieron  venir  la 
canoa  por  lama  ,  en  que  venia  Gonzalo  de  San- 
doval; y  sus  compañeros  se  espantaron  y  admi- 
raron de  cosa  tan  nueva,  y  no  sabían  si  huir ,  si 
esperar;  y  como  llegó  Sandoval  á  ellos  les  dijo 
que  no  hubiesen  miedo  ,  y  asi,  estuvieron  que- 
dos y  muy  espantados;  y  después  de  bien  infor- 
mados el  Sandoval  y  sus  compañeros  de  los  es- 
pañoles cómo  y  de  qué  manera  estaban  alli 
poblados  los 'de  Gil  González  de  Aviia  ,  del  mal 
suceso  de  la  armada  del  de  las  Casas  ,  que  se 
perdió,  y  cómo  Cristóbal  de  Olí  los  tuvo  presos 
al  de  las  Casas  y  al  Gil  González  de  Avila  ,  y 
cómo  degollaron  en  Naco  á  Cristóbal  de  Olí  por 
sentencia  que  dieron  contra  él ,  y  cómo  eran 


CONQUISTA   DE  NUEVA-ESPAÑA.  121 

partidos  para  Méjico,  y  supieron  quién  y  cuán- 
tos estaban  en  la  villa  ,  y  la  gran  hambre  que 
pasaban  ,  y  cómo  había  pocos  dias  que  habian  < 
ahorcado  en  aquella  villa  al  teniente  capitán 
que  les  dejó  alii  el  Gil  González  de  Avila,  que 
se  decia  Amienta  ,  y  por  qué  causa  le  ahorca- 
ron ,  que  fué  porque  no  les  dejaba  ir  á  Cuba; 
acordó  Sandoval  de  llevar  luego  aquellos  hom- 
bres á  Cortés,  y  no  hacer  novedad  ni  ir  á  la  villa 
sin  él,  para  que  de  sus  personas  fuese  informa- 
do; y  entonces  un  soldado  que  se  decia  Alonso 
Ortiz,  vecino  que  después  fué  de  una  villa  que 
se  dice  San  Pedro  ,  suplicó  á  Sandoval  que  le 
hiciese  merced  de  darle  licencia  para  adelan- 
tarse una  hora  para  llevar  las  nuevas  á  Cortés 
y  á  todos  los  que  con  él  estábamos  ,  porque  le 
diésemos  albricias  ,  y  asi  lo  hizo  ;  de  las  cuales 
nuevas  se  holgó  Cortés  y  todo  nuestro  Real, 
creyendo  que  allí  acabáramos  de  pasar  tantos 
trabajos  como  pasábamos  ,  y  se  nos  doblaron 
mucho  más  ,  según  adelante  diré  ;  é  á  Alonso 
Ortiz,  que  llevó  estas  nuevas,  Cortés  le  dio  lue- 
go un  caballo  muy  bueno  rosillo  ,  que  llaman 
Cabeza  de  Moro,  y  todos  le  dimos  de  lo  que  en- 
tonces teniamos;  y  luego  llegó  el  capitán  San- 
doval con  los  soldados  y  el  indio  de  Cuba  ,  y 
dieron  relación  á  Cortés  de  todo  lo  por  mí  dicho, 
y  de  otras  muchas  cosas  que  les  preguntaba  ,  y 
cómo  tenían  en  aquella  villa  un  navio  que  esta- 
ban calafateando  en  un  puerto  obra  de  media 
legua  de  allí ,  el  cual  tenían  para  se  embarcar 
16 


122  BEÜ5AL  DÍAZ. 

todos  en  él  é  irse  á  Cuba , y  que  porque  no  les 
había  dejado  embarcar  el  teniente  Armenia  le 
ahorcaron,  y  también  porque  mandaba  dar  gar- 
rote á  un  clérigo  que  revolvía  la  villa,  y  alzaron 
por  teniente  á  un  Antonio  Nieto  en  lugar  del 
Armcnta,  que  ahorcaron.  Dejemos  de  hablar  de 
las  nuevas  de  los  dos  españoles  ,  y  digamos  los 
lloros  que  en  su  villa  se  hicieron  viendo  que  no 
volvían  aquella  noche  los  vecinos  y  el  indio  de 
Cuba,  que  habían  ido  á  buscar  la  fruta,  que  cre- 
yeron que  indios  los  habían  muerto  ,  ó  tigres  ó 
leones,  y  el  uno  de  los  vecinos  era  casado ,  y  su 
mujer  lloraba  por  él,  y  todos  los  vecinos,  y  tam- 
bién el  clérigo,  que  se  llamaba  el  bachiller  Hu- 
lano  Velazquez  ;  y  se  juntaron  en  la  iglesia,  y 
rogaban  á  Dios  que  les  ayudase  y  que  no  viniesen 
más  males  sobre  ellos,  y  no  hacia  la  mujer  sino 
rogará  Dios  por  el  ánima  del  marido.  Volvamos 
á  nuestra  relación:  que  luego  Cortés  nos  man- 
dó á  todo  nuestro  ejército  ir  camino  de  la  mar, 
que  seria  seis  leguas  ,  y  aun  en  el  camino  había 
un  estero  muy  crecido  y  hondo,  que  crecía  y  men- 
guaba, y  estuvimos  aguardando  que  menguase 
medio  dia,  y  lo  pasamos  á  vuelapié  é  á  nado,  y 
llegamos  al  rio  del  Golfo-Dulce,  y  el  primero 
que  quiso  ir  á  la  villa  ,  que  estaba  de  allí  dos 
leguas,  fué  el  mismo  Cortés  con  seis  soldados, 
sus  mozos  de  espuelas,  y  fué,  á  las  dos  canoas 
atadas,  que  una  era  en  que  habían  venido  los 
soldados  de  Gil  González  á  buscar  zapotes,  y  la 
otra  que  Sandoval  había  tomado  en  la  costa  á 


CONQUISTA   »l   NUEVA-ISFANA.  123 

los  indios;  que  para  aquel  menester  las  habían 
varado  en  tierra  y  escondido  en  el  monte  para 
pasar  en  ellas,  y  las  tornaron  á  echar  al  agua, 
y  se  ataron  una  con  otra  de  manera  que  estaban 
bien  fijas,  y  en  ellas  pasó  Cortés  y  sus  criados, 
y  luego  en  las  mismas  canoas  mandó  que  se  pa- 
sasen dos  caballos,  y  es  desta  manera,  en  las 
canoas  remando,  y  los  caballos  del  cabestro  na- 
dando junto  á  las  canoas  y  con  maña,  y  no  dar 
mucho  lazo  al  caballo,  porque  no  trastórnela 
canoa;  mandó  que  hasta  que  viésemos  su  carta 
ó  mandato,  que  no  pasásemos  ningunos  en  las 
mismas  canoas,  por  el  gran  riesgo  que  habia  en 
el  pasaje,  que  Cortés  se  vio  arrepentido  de 
haber  ido  en  ellas,  porque  venia  el  rio  con 
gran  furia.  Ydejallo  hé  aquí,  y  diré  lo  que  más 
nos  pasó. 


CAPITULO  CLXXIX. 

» 

CÓMO  CORTÉS  ENTRO  IN  LA  VILLA  DONDB  ESTABAN 
POBLADOS  LOS  DE  GIL  GONZÁLEZ  DE  AVILA,  Y  DB  LA 
GRAN  ALEGRÍA  QUE  TODOS  LOS  VECINOS  HUBIIRON, 
Y  LO  QUE  CORTÉS  ORDENÓ. 

Después  que  Cortés  hubo  pasado  el  gran  rio 
del  Golfo-Dulce  de  la  manera  que  dicho  tengo, 
fué  á  la  villa  donde  estaban  poblados  los  espa- 


124  BERNA L  DÍAZ. 

ñoles  de  Gil  González  de  Avila,  que  seria  de 
allí  á  dos  leguas,  que  estaban  junto  á  la  mar, 
y  no  adonde  solían  estar  primero  poblados,  que 
llamaron  San  Gil  de  Buena- Vista;  y  cuando  vie- 
ron entre  sus  casas  hombres  á  caballo  y  otros 
seis  á  pié,  espantáronse  en  gran  manera,  y  co- 
mo supieron  que  era  Cortés,  que  tan  nombrado 
era  en  todas  estas  partes  de  las  Indias  y  en  Cas- 
tilla, no  sabian  qué  se  hacer  de  placer;  y  des- 
pués de  venir  todos  á  besarle  las  manos  y  darle 
el  parabién-venido,  Cortés  les  habló  muy  amo- 
rosamente, y  mandó  al  teniente,  que  se  decia 
Nieto,  fuese  donde  daban  carena  al  navio  y  tru- 
jesen  dos  bateles  que  tenían,  y  que  si  había  ca- 
noas, que  asimismo  las  trujesen  atadas  de  dos 
en  dos,  y  mandó  que  se  buscase  todo  el  cazabe 
que  allí  tenian  y  llevasen  al  capitán  Sandoval, 
que  otro  pan  de  maiz  no  habia  para  que  comie- 
sen, y  repartiese  entre  todos  nosotros  los  de  su 
ejército;  y  el  teniente  lo  buscó  luego  y  no  se 
hallaron  cincuenta  libras  dello,  porque  no  co- 
mían sino  zapotes  asados  y  legumbres  y  algún 
marisco  que  pescaban;  y  aun  aquel  cazabe  que 
dieron  guardaron  para  el  matalotaje  para  irse  á 
Cuba  cuando  estuviese  calafateado  el  navio;  y 
con  dos  bateles  y  ocho  marineros  que  luego 
vinieron,  escribió  Cortés  á  Sandoval  que  él 
mismo  en  persona  y  el  capitán  Luis  Marín  fue- 
sen los  postreros  que  pasasen  aquel  gran  rio, 
y  que  mirase  que  no  se  embarcasen  más  de 
]os  que  él  mandase;  y  los  bateles  pasaron  sin 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  125 

macha  carga,  por  causa  de  la  gran  corriente 
del  rio,  que  venia  muy  crecido  y  recio,  y  con 
cada  batel  dos  caballos,  y  en  las  canoas  no  pa- 
sase caballo  ninguno,  que  se  perderian  y  tras- 
tornarían, según  la  furia  del  corriente;  y  so- 
bre el  pasar  delante  uno  que  *e  decia  Saave- 
dra,  hermano  de  otro  Abalos,  parientes  de  Cor- 
tés, querían  pasar  primero,  puesto  que  Sando- 
val  decia  que  en  la  primera  barca  pasarían,  por- 
que pasaban  en  aquella  sazón  los  tres  religiosos, 
y  que  era  justo  tener  primero  cumplimiento  con 
ellos;  y  como  el  Saavedra  era  pariente  de  Cor- 
tés, no  quisiera  que  Sandoval  le  pusiera  impe- 
dimento, sino  que  callara;  y  respondióle  no  tan 
bien  mirado  como  convenia;  y  el  Sandoval,  que 
no  se  las  sufría,  tuvieron  palabras,  de  manera 
que  el  Saavedra  echó  mano  á  un  puñal;  y  puesto 
que  el  Sandoval,  como  estaba  dentro  en  el  rio 
á  más  de  la  rodilla  el  agua  deteniendo  que  los 
bateles  no  se  cargasen  demasiado,  ansí  como 
estaba  arremetió  al  Saavedra,  y  le  tenia  tomada 
la  mano  donde  tenia  el  puñal,  y  le  derrocó  en  el 
agua,  y  si  de  presto  no  nos  metiéramos  entre 
ellos  y  los  despartiéramos,  ciertamente  el  Saa- 
vedra librara  mal,  porque  todos  los  más  solda- 
dos nos  mostramos  de  la  parte  de  Sandoval.  De- 
jemos esta  cuestión,  y  diré  cómo  estuvimos  cua- 
tro dias  en  pasar  aquel  rio,  y  de  comer,  ni  por 
pensamiento,  si  no  era  de  unas  pacayas  que  na- 
cen de  unas  palmillas  chicas,  y  otras  como  nue- 
ces,  que  asábamos  y  las  partíamos,  y  los  meo- 


126  BÍRNAL   DÍAZ. 

líos  dellas  comíamos;  y  en  aquel  rio  se  ahogó 
un  soldado  con  su  caballo,  el  cual  soldado  se 
decía  Tarifa,  que  pasaba  en  una  canoa,  y  no  pa- 
reció más  él  ni  el  caballo.  También  se  ahogaron 
dos  caballos,  y  el  uno  era  de  un  soldado  que  se 
decía  Solís  Casquete,  que  hacia  bramuras  por 
él  é  maldecía  á  Cortés  y  á  su  viaje.  Quiero  decir 
de  la  grande  hambre  que  ellí  en  el  pasar  del 
rio  hubo,  y  aún  del  murmurar  de  Cortés  y  de 
su  Tenida,  y  aún  de  todos  nosotros  que  le  se- 
guíamos; pues  cuando  hubimos  llegado  al  pue- 
blo no  había  bocado  de  cazabe  que  comer,  ni 
aun  los  vecinos  lo  tenían,  ni  sabían  caminos,  si 
no  era  de  dos  pueblos  que  allí  cerca  solían  es- 
tar, que  se  habían  ya  despoblado,  y  luego  Cor- 
tés mandó  al  capitán  Luis  Marín  que  con  los 
vecinos  de  Guacacualcó  fuésemos  á  buscar  maíz; 
lo  cual  adelante  diré. 


CAPITULO  CLXXX. 

CÓMO  OTRO  DÍA  DESPUÉS  DE  HABER  LLEGADO  Á  AQUELLA 
VILLA,  QUE  VO  NO  LE  SE  OTRO  NOMBRE  SINO  SAN  GIL 
DE  BUENA-VISTA,  FUIMOS  CON  EL  CAPITÁN  LUIS 
MARÍN  HASTA  OCHENTA  SOLDADOS,  TODOS  Á  PIE,  Á 
BUSCAR  MAÍZ  Y  Á  DESCUBRIR  LA  TIERRA ,  Y  LO  QUE 
MÁS  PASÓ  DIRÉ  ADELANTE. 

Ya  he  dicho  que  como  llegamos  á  aquella 
villa  que  Gil  González  ds  Avila  tenia  poblada, 
no  tenían  qué  comer  ,  y  eran  hasta  cuarenta 


C0«QUl8tA   DK   KUEVA-ESPAÑA.  127 

hombres  y  cuatro  mujeres  de  Castilla  y  las  dos 
mulatas,  y  todos  dolientes  y  las  colores  muy 
amarillas;  y  como  no  teníamos  qué  comer  nos- 
otros ni  ellos,  no  víamos  la  hora  de  illo  á  buscar; 
y  Cortés  mandó  que  saliese  el  capitán  Luis  Ma- 
rín con  los  de  Guacacualco  y  buscásemos  maíz; 
y  fuimos  con  él  sobre  ochenta  soldados  á  pié 
hasta  ver  si  había  caminos  para  caballos,  y  lle- 
vábamos con  nosotros  un  indio  de  Cuba  que  nos 
fuese  guiando  á  unas  estancias  y  pueblos  que 
estaban  de  allí  ocho  leguas,  donde  hallamos  mu- 
cho maíz  é  infinitos  cacaguatales  y  frísoles  y  otras 
legumbres,  donde  tuvimos  bien  que  comer,  y 
aun  enviamos  á  decir  á  Cortés  que  enviase  to- 
dos los  indios  mejicanos  y  llevarían  maíz,  y 
le  socorrimos  entonces  con  otros  indios  con 
diez  hanegas  de  ello,  y  luego  enviamos  por 
nuestros  caballos ;  y  como  Cortés  supo  que  es- 
tábamos en  buena  tierra,  y  se  informó  de  indios 
mercaderes  que  entonces  se  habían  prendido  en 
el  rio  del  Golfo-Dulce,  que  para  ir  á  Naco, 
donde  degollaron  á  Cristóbal  de  Olí,  era  camino 
derecho  por  donde  estábamos,  envió  á  Gonzalo 
de  Sandoval  con  toda  la  mayor  parte  de  su  ejér- 
cito que  nos  siguiese,  y  que  nos  estuviésemos 
en  aquellas  estancias  hasta  ver  su  mandado.  Y 
como  llegó  el  Sandoval  adonde  estábamos,  y  vio 
que  habia  abastadamente  que  comer,  se  holgó 
mucho,  y  luego  envió  á  Co*.és  sobre  treinta  ha- 
negas de  maíz  con  indios  mejicanos,  lo  cual  re- 
partió á  los  vecinos  qne  en  aquella  villa  queda- 


128  bernal  días. 

ban;  y  como  estaban  hambrientos  y  no  eran 
acostumbrados  sino  á  comer  zapotecas  asados  y 
cazabe,  y  como  se  hartaron  de  tortillas,  con  el 
maíz  que  les  enviamos,  se  les  hincharon  las 
barrigas,  é  como  estaban  dolientes,  se  murieron 
siete  d ellos;  y  estando  desta  manera  con  tanta 
hambre,  quiso  Dios  que  aportó  allí  un  navíoque 
venia  cargado  de  las  islas  de  Cuba  con  siete  ca- 
ballos, y  cuarenta  puercos,  y  ocho  pipas  de  ta- 
sajos salados,  y  pan  cazabe,  y  venían  hasta 
quince  pasajeros  y  ocho  marineros,  y  cuya  era 
toda  la  más  cargazón  de  aquel  navio  se  decia  An- 
tón de  Camargo,  y  Cortés  compró  fiado  todo 
cuanto  bastimento  traia ,  y  repartió  dello  á 
los  vecinos ;  y  como  estaban  de  antes  en 
tanta  necesidad  y  debilitados,  y  se  harta- 
ron de  la  carne  salada,  dio  á  muchos  de- 
llos  cámaras,  de  que  murieron  catorce.  Pues 
como  vino  aquel  navio  con  la  gente  y  marineros, 
parecióle  á  Cortés  que  era  bien  ir  á  ver  y  calar 
y  bojar  aquel  tan  poderoso  rio,  si  habia  pobla- 
ciones arriba,  y  qué  tierra  era;  y  luego  mandó 
calafatear  un  bergantín  que  estaba  al  través,,  que 
era  de  los  de  Gil  González  de  Avila,  y  adobar  un 
batel  y  hacelle  como  barco  del  descargo,  y  con 
cuatro  canoas  ,  atadas  unas  con  otras  ,  y  con 
treinta  soldados  y  los  ocho  hombres  de  la  mar 
de  los  nuevamente  venidos  en  el  navio,  y  Cortés 
por  su  capitán  ,  y  con  veinte  indios  mejicanos, 
se  fue  por  el  rio,  y  obra  de  diez  leguas  que  hubo 
ido  el  rio  arriba,  halló  una  laguna  muy  ancha, 


,    CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  129 

que  tenia  el  ojo  de  anchor  seis  leguas  ,  y  no 
habia  población  ninguna  alrededor  delta  ,  por- 
que todo  era  anegadizo;  y  siguiendo  el  rio  arriba, 
venia  ya  muy  corriente  más  que  de  antes  ,  y 
habia  unos  saltaderos  ,  que  no  podían  ir  con  el 
bergartin  y  los  bateles  y  las  canoas  ,  acordó  do 
las  dejar  alli  en  el  rio  en  un  remanso  con  seis 
españoles  en  guarda  dellas,  y  fué  por  tierra  por 
un  camino  angosto,  y  llegó  á  unos  pueblezuelos 
despoblados,  y  luego  dio  en  unos  maizales,  y  de 
alli  tomó  tres  indios  por  guias,  que  le  llevaron 
á  unos  pueblos  chicos,  donde  tenían  mucho  maíz 
y  gallinas,  y  aun  tenían  faisanes  ,  que  en  estas 
tierras  llaman  sacachueles  ,  y  perdices  de  la 
tierra  y  palomas;  y  esto  de  tener  perdices  desta 
manera,  yo  lo  he  visto  y  hallado  en  pueblos  que 
están  en  comarca  destos  d'e  Golfo-Dulce,  cuan- 
do fui  en  busca  de  Cortés  ,  como  adelante  diré. 
Volvamos  á  nuestra  relación  :  que  alli  tomó 
Cortés  guias  y  pasó   adelante,. y  fué  á  otros 
pueblezuelos  que  se  dicen  Cinacan  ,  Tencintle, 
donde  tenían  grandes  cacaguatales  y  maizales 
y  algodón,  y  antes  que  á  ellos  llegasen  oyeron 
tañer  atabalejos  y  trompetillas  ,  haciendo  fies- 
tas y  borracheras;  y  por  no  ser  sentido  Cortés, 
estuvo  escondido  con  sus  soldados  en  un  mon- 
te; y  cuando  vio  que  era  tiempo  de  ir  á  ellos, 
arremeten  todos  á  una,  y  prendieron  hasta  diez 
indios  y  quince  mujeres,  y  todos  los  más  indios 
de  aquel  pueblo  de  presto  se  fueron  á  tomar 
sus  armas,  y  vuelven  con  arcos  y  flechas  y  lan- 
17 


130  BERNAL  DÍAZ. 

zas  ,  y  comenzaron  á  flechar  á  los  nuestros,  y 
Cortés  con  los  suyos  fué  contra  ellos,  y  acuchi- 
llaron ocho  indios  que  eran  principales;  y  como 
vieron  el  pleito  mal  parado  y  las  mujeres  toma- 
das, enviaron  cuatro  hombres  viejos,  y  los  dos 
eran  sacerdotes  de  ídolos,  é  vinieron  muy  man- 
sos á  rogar  á  Cortés  que  les  diese  los  presos,  y 
trujeron  ciertas  joyezuelas  de  oro  de  poca  valía; 
y  Cortés  les  habló  con  doña  Marina,  que  iba 
allí  con  Juan  Jaramillo,  su  marido,  porque 
Cortés  sin  ella  no  podia  entender  los  indios ,  y 
les  dijo  que  llevasen  el  maiz  é  gallinas  y  sal  y 
bastimento  que  allí  les  señaló,  é  dio  á  entender 
adonde  habian  quedado  los  bergantines  y  el 
barco  y  las  canoas,  y  luego  les  daria  los  pre- 
sos; y  les  dieron  á  entender  en  qué  parte  del  rio 
quedaban,  y  dijeron  que  sí  harian,  y  que  cerca 
de  allí  estaba  uno  como  estero  que  salia  al  rio; 
y  luego  hicieron  barcas,  y  medio  nadando  las 
llevaron  hasta  que  dieron  en  fondo ,  que  pu- 
dieron nadar  bien.  Pues  como  Cortés  habia 
quedado  de  les  dar  todos  los  presos,  paree  ó 
ser  mandó  Cortés  que  se  quedasen  tres  muje- 
res con  sus  maridos  para  hacer  pan  y  ser- 
virse de  los  indios.,  y  no  se  las  dieron ;  y  sobre 
ello  apellídanse  todos  los  indios  de  aquel  pue- 
blo, y  sobre  las  barrancas  del  rio  dan  una  buena 
mano  de  vara,  flecha  y  piedra  á  Cortés  y  á  sus 
soldados,  de  manera  que  hirieron  á  Cortés  en  la 
cara  y  á  otros  doce  soldados;  allí  se  les  desba- 
rató una  barca  y  se  perdió  la  mitad  de  lo  que 


CONQUISTA  DE   NUEVA-ESPAÑA.  131 

traía,  y  se  ahogó  un  mejicano;  y  en  aquel  rio 
hay  tantos  moxicotes,  que  no  se  podían  valer, 
y  Cortés  todo  lo  sufría ,  y  da  vuelta  para  su 
villa,  que  no  sé  cómo  se  la  nombró,  y  bastécela 
mucho  más  de  lo  que  estaba.  Ya  he  dicho  que 
el  pueblo  do  llegó  Cortés  se  decia  Cinacan,  y 
me  han  dicho  ahora  que  estará  de  Guatimala  se- 
tenta leguas,  y  tardó  Cortés  en  este  viaje  y  vol- 
ver á  la  villa  veinte  y  seis  dias;  y  como  vio  que 
no  era  bien  poblar  allí,  por  no  haber  pueblos  de 
indios,  y  como  tenia  mucho  bastimento,  ansí  de 
lo  que  antes  estaba  como  de  lo  que  al  presente 
traia,  acordó  de  escribir  á  Gonzalo  de  Sandoval 
que  luego  se  fuese  á  Naco,  y  le  hizo  saber  todo 
lo  aquí  por  mí  dicho  de  su  viaje  del  Golfo-Dul- 
ce, según  lo  tengo  aquí  relatado,  y  cómo  iba  á 
poblar  á  Puerto  de  Caballos,  y  que  le  enviase 
diez  soldados  de  los  de  Guacacualco ,  que  sin 
ellos  no  se  hallaba  en  las  entradas. 

CAPITULO  CLXXXI. 

CÓMO  CORTÉS  SE  EMBARCÓ  CON  TODOS  LOS  SOLDADOS 
QUE  HABU  TRAÍDO  EN  SU  COMPAÑÍA  Y  LOS  QUE  HA- 
BÍA EN  SAN  GIL  DE  BUEÑA-VISTA,  Y  FUE  Á  POBLAR 
ADONDE  AGORA  LLAMAN  PUERTO  DE  CABALLOS,  Y 
SE  LE  PU80  NOMBRE  LA  NATIVIDAD,  Y  LO  QUE  EN  EL 
SE  HIZO. 

Pues  como  Cortés  vio  que  en  aquel  asiento 
que  halló  poblando  á  los  de  Gil  González  de  Avi- 
la no  era  bueno,  acordó  de  se  embarcar  en  los 


132  BERNAL  DÍAZ. 

dos  navios  y  bergantín  con  todos  cuantos  en 
aquella  villa  estaban,  que  no  quedó  ninguno,  y 
en  ocho  días  de  navegación  fué  á  desembarcar 
adonde  agora  llaman  Puerto  de  Caballos,  y  como 
vio  aquella  bahía  buena  para  puerto,  y  supo  de 
indios  que  habia  cerca  poblaciones,  acordó  de 
poblar  una  villa  que  la  nombró  Natividad,  y 
puso  por  su  teniente  á  un  Diego  de  Godoy,  y 
dende  allí  hizo  dos  entradas  en  la  tierra  adentro 
á  unos  pueblos  cercanos,  que  ahora  están  des- 
poblados; tomó  lengua  dellos  cómo  habia  cer- 
ca otros  pueblos,  basteció  la  villa  de  maiz,  y  su- 
po que  estaba  el  pueblo  de  Naco,  donde  dego- 
llaron á  Cristóbal  de  Olí,  cerca,  y  escribió  á 
Gonzalo  de  Sandoval,  creyendo  que  ya  habia 
llegado  y  estaba  de  asiento  en  Naco,  que  le  en- 
viase diez  soldados  de  ios  de  Guacacuaíco,  y  de- 
cía en  la  carta  que  sin  ellos  no  se  hallaba  en 
hacer  entradas;  y  le  escribió  cómo  quería  ir  den- 
de  allí  al  puerto  de  Honduras,  adonde  estaba 
poblada  la  villa  de  Trujillo,  y  que  el  Sandoval 
con  sus  soldados  pacificasen  aquellas  tierras  y 
poblasen  una  villa;  la  cual  carta  vino  á  Sando- 
val estando  que  estábamos  en  las  estancias  por 
mí  ya  dichas,  que  no  habiamos  llegado  á  Naco. 
Y  dejemos  de  decir  de  Cortés  y  sus  entradas  que 
hacia  dende  Puerto  de  Caballos,  y  de  los  mu- 
chos mosquitos  que  en  ella  le  picaban,  ansí  de 
dia  como  de  noche;  que  á  lo  que  después  le  oia 
decir,  tenia  con  ellos  tan  malas  noches,  que  es- 
taba la  cabeza  sin  sentido,  de  no  dormir.  Pues 


CONQUISTA   DE  NUEVA-ESPAÑA.  133 

como  Gonzalo  de  Sandoval  vio  las  cartas  de 
Cortés,  luego  se  fué  dende  aquellas  estancias 
que  dicho  tengo,  á  unos  pueblezuelos  que  se 
dicen  Cuyoacan,  que  estaban  de  allí  siete  leguas, 
y  no  se  pudo  ir  luego  á  Naco,  como  Cortés  le 
babia  mandado,  por  no  dejar  atrás  en  los  cami- 
nos muchos  soldados  que  se  habían  apartado  á 
otras  estancias  por  tener  qué  comer  ellos  y  sus 
caballos,  y  por  causa  que  al  pasar  de  un  rio  muy 
hondo  que  no  se  podia  vadear,  y  era  camino  de 
las  estancias,  é  por  dejar  recaudo  de  una  canoa 
con  que  pasasen  los  españoles  que  quedaban  re- 
zagados y  muchos  indios  mejicanos  que  venían 
dolientes;  y  esto  fué  también  porque  de  unos 
pueblos  cercanos  de  las  estancias,  que  confina- 
ban con  el  rio  y  Golfo-Dulce,  venian  cada  dia 
allí  de  guerra  muchos  indios  de  los  pueblos,  y 
porque  no  hiciesen  algún  mal  recaudo  y  muer- 
tes de  españoles  y  de  indios  mejicanos,  mandó 
Sandoval  que  quedásemos  á  aquel  paso  ocho 
soldados,  y  á  mi  me  dejó  por  caudillo  dellos,  y 
que  tuviésemos  una  canoa  del  pasaje  siempre 
varada  en  tierra,  y  que  estuviésemos  alerta  si 
daban  voces  pasajeros  de  los  que  estaban  en  las 
estancias,  para  luego  les  pasar;  y  una  noche  vi- 
nieron muchos  indios  guerreros  de  los  pueblos 
cercanos  y  de  las  estancias,  creyendo  que  no 
nos  velábamos;  é  por  tomarnos  la  canoa  dan  de 
repente  en  los  ranchos  en  que  estábamos  y  les 
pusieron  fuego,  y  no  vinieron  tan  secreto,  que 
ya  les  habíamos  sentido;  y  nos  recojimos  todos 


134  BERNA L  DÍAZ. 

ocho  soldados  y  cuatro  mejicanos  de  los  que  es- 
taban sanos,  y  arremetimos  á  los  guerreros,  y 
á  cuchilladas  les  hicimos  volver  por  donde  ha- 
bían venido,  puesto  que  flecharon  á  dos  solda- 
dos y  á  un  indio,  mas  no  fueron  mucho  las  heri- 
das; y  como  aquello  vimos,  fuimos  tres  compa- 
ñeros á  las  estancias  adonde  sentíamos  que  ha- 
bían quedado  indios  y  españoles  dolientes,  que 
sería  una  legua  de  allí,  y  trujimos  á  un  Diego 
de  Mazariegos,  ya  otras  veces  por  mi  nombra- 
do, y  á  otros  españoles  que  estaban  en  su  com- 
pañía y  á  indios  mejicanos  que  estaban  dolien- 
tes, y  luego  les  pasamos  el  rio  y  fuimos  adonde 
Sandovol  estaba;  é  yendo  que  íbamos  nuestro 
camino,  como  un  español  de  los  que  habíamos 
recojido  en  las  estancias  iba  muy  malo,  y  era  de 
los  nuevamente  venidos  de  Castilla,  y  medio  is- 
leño, hijo  de  ginovés,  y  como  iba  malo,  y  sin  te- 
ner qué  le  dar  de  comer,  sino  tortillas  y  pi- 
nol ,  ya  que  llegábamos  obra  de  media  le- 
gua de  donde  estaba  Sandoval,  se  murió  en 
el  camino  y  no  tuve  gente  para  llevar  el  cuerpo 
muerto  hasta  el  real;  y  llegado  donde  el  Sando- 
val estaba,  le  dije  de  nuestro  viaje  y  del  hom- 
bre que  se  quedó  muerto,  y  hubo  enojo  conmi- 
go porque  entre  todos  nosotros  no  le  trujimos 
á  cuestas  ó  en  un  caballo,  y  le  dijimos  al  San- 
doval que  traíamos  dos  dolientes  en  cada  caba- 
llo é  nos  veníamos  á  pié,  y  que  por  esta  causa 
no  se  pudo  traer;  y  un  soldado  que  se  decía 
Bartolomé  de  Villanueva ,  que  era  mi  compañe- 


CONQUISTA     DE   MUEVA-ESPAÑA.  135 

ro,  respondió  al  Sandoval  muy  soberbio  que 
harto  teníamos  que  traer  nuestras  personas,  sin 
traer  muertos  á  cuestas,  y  que  renegaba  de 
tanto  trabajo  é  pérdida  como  Cortés  nos  había 
causado:  y  luego  mandó  Sandoval  á  mi  y  al  Vi- 
llanueva,  sin  más  parar  le  fuésemos  á  enterrar; 
y  llevamos  dos  indios  mejicanos  y  un  azadón,  é 
hicímosle  su  sepultura  y  lo  enterramos  y  le  pu- 
simos una  cruz,  y  hallamos  en  la  faltriquera 
del  muerto  una  taleguilla  con  muchos  dados  y 
un  papel  escrito  ,  que  era  una  memoria  de  don- 
de era  natural  y  cuyo  hijo  era  y  qué  bienes  te- 
nia en  Tenerife;  é  después,  el  tiempo  andando, 
se  envió  aquello  memoria  á  Tenerife;  perdónele 
Dios,  amen.  Dejemos  de  contar  cuentos, y  quie- 
ro decir  que  luego  Sandoval  acordó  que  fuése- 
mos á  otros  pueblos  que  agora  están  cerca  de 
unas  minas  que  descubrieron  dende  á  tres  años; 
y  dende  allí  fuimos  á  otro  pueblo  que  se  dice 
Quinistan,  y  otro  dia  á  hora  de  Misa  fuimos  á 
Naco,  y  en  aquella  sazón  era  buen  pueblo  y 
hallárnosle  despoblado  de  aquel  mismo  dia;  y 
después  de  nos  aposentar  en  unos  patios  muy 
grandes,  adonde  habian  degollado  ai  maestre 
de  campo  Cristóbal  de  Olí,  otras  veces  por  mí 
nombrado,  que  estaba  el  pueblo  bien  bastecido 
de  maíz  y  de  frisóles  y  ají,  y  también  hallamos 
un  poco  de  sal,  que  era  la  cosa  que  más  deseá- 
bamos, y  allí  asentamos  nuestro  fardaje,  como 
si  hubiéramos  de  estar  en  él  para  siempre.  Hay 
en  ebte  pueblo  la  mejor  agua  que  habiamos  vis- 


136  BERNAL    DItZ. 

to  en  toda  la  Nueva-España,  y  un  árbol  que  en 
mitad  de  la  siesta,  por  recio  sol  que  hiciese,  pa- 
recía que  la  sombra  del  árbol  refrescaba  el  co- 
razón, y  caía  del  uno  como  rocío  muy  delgado 
que  confortaba  las  cabezas;  y  aqueste  pueblo  en 
aquella  sazón  fué  muy  poblado  y  en  buen  asien- 
to, y  habia  fruta  de  los  zapotes  colorados  y  de 
los  chicos,  y  estaba  en  comarca  de  otros  pueblos 
chicos.  Y  dejallo  hé  aquí,  y  diré  lo  que  allí  nos 
avino. 


CAPITULO  CLXXXII. 


COMO  EL  CAPITÁN  GONZALO  DE  SANDOVAL  COMENZÓ  A 
PACIFICAR  AQUELLA  PROVINCIA  DE  NACO,  Y  DE  LOS 
GRANDES  REENCUENTROS  QUE  CON  LOS  DE  AQUELLA 
PROVINCIA  TUVO,  Y  LO  QUE  MÁS  SE  HIZO. 


Desde  que  hubimos  allegado  al  pueblo  de  Na- 
co y  recojido  maíz ,  frisóles  y  ají,  y  con  tres 
principales  de  aquel  pueblo  que  allí  en  los  mai- 
zales prendimos,  á  los  cuales  Gonzalo  de  Sando- 
val  halagó  y  dio  cuentas  de  Castilla,  y  les  rogó 
que  fuesen  á  llamar  á  los  demás  caciques,  que 
no  se  les  haria  enojo  ninguno,  fueron  así  como 
se  lo  mandó,  y  vinieron  dos  caciques;  mas  no 
pudo  acabar  con  ellos  que  se  poblase  el  puejblo, 


e<HJ$UWTA  DE  HUEVAtESPASa.  137 

salvo  traer  de  cuando  en  cuando  poca  comida;  ni 
nos  hacían  bien  ni  mal,  ni  nosotros  á  ellos;  y 
ansi  estuvimos  los  primeros  dias,  y  Cortés  ha- 
bía escrito  á  Gonzalo  de  Sandoval,  como  de  an- 
tes dicho  tengo,  que  luego  le  enviase  á  Puer- 
to de  Caballos  diez  soldados  de  los  de  Gua- 
cacualco,  y  todos  nombrados  por  sus  nom- 
bres, y  entre  ellos  era  yo  uno ,  y  en  aquella  sa- 
zón estaba  yo  algo  malo,  y  dije  á  Sandoval  que 
me  excusase,  porque  estaba  mal  dispuesto,  y  él, 
que  lo  habia  gana ,  y  ansí  quedé;  y  envió  ocho 
soldados  muy  buenos  varones  para  cualquiera 
afrenta,  y  aún  fueron  de  tan  mala  voluntad, 
que  renegaban  de  Cortés  y  aún  de  su  viaje,  y 
tenian  mucha  razón  ,  porque  no  sabían  cierto  si 
la  tierra  por  donde  habían  de  ir  estaba  de  paz. 
Acordó  Sandoval  de  demandar  á  los  caciques  de 
Naco  cinco  principales  indios,  que  fuesen  con 
ellos  hasta  el  Puerto  de  Caballos,  y  les  puso  te- 
mores que  si  algún  enojo  recebia  alguno  de  sus 
soldados,  que  les  quemaría  el  pueblo  y  que  les 
iria  á  buscar  y  dar  guerra;  y  mandó  que  en  to- 
dos los  pueblos  por  donde  pasasen  les  diesen 
muy  bien  de  comer;  y  fueron  su  viaje  hasta  el 
Puerto  de  Caballos,  donde  hallaron  á  Cortés, 
que  se  quería  embarcar  para  ir  á  Trujiílo,  y  se 
holgó  con  ellos,  y  supo  cómo  quedábamos  bue- 
nos, y  los  llevó  consigo  en  los  navios,  y  luego 
se  embarcó,  y  dejó  en  aquella  villa  de  Puerto 
de  Caballos  á  un  Diego  de  Godoy  por  su  capi- 
tán, con  hasta  cuarenta  vecinos,  que  eran  todos 
18 


138  BEftNAL  DÍAZ. 

los  más  de  los  que  solian  ser  de  Gil  González 
de  Avila  .y  de  los  nuevamente  venidos  de  las 
islas;  y  de  que  Cortes  se  hubo  embarcado  y  su 
teniente  Godoy  quedó  en  la  villa,  con  los  sol- 
dados que  más  sanos  tenia  hacia  entradas  en 
los  pueblos  comarcanos,  é  trujo  dos  dellos  de 
paz;  mas  como  los  indios  vieron  que  los  sol- 
dados que  allí  quedaban  estaban  todos  los 
más  dellos  dolientes  y  se  morian  cada  día,  no 
hacian  cuenta  dellos,  y  á  esta  causa  no  les  acu- 
dían con  comida,  ni  ellos  eran  para  illo  á  buscar, 
y  pasaban  gran  necesidad  de  hambre,  y  en  po- 
ces dias  se  murieron  la  mitad  dellos,  y  se  des- 
poblaron otros  tres  dellos,  que  se  vinieron  hu- 
yendo donde  estábamos  con  Sandoval.  Y  dejallo 
he  aquí  en  este  estado,  y  volveré  á  Naco,  que, 
como  Sandoval  habia  visto  que  no  se  querían 
venir  á  poblar  el  pueblo  los  indios  vecinos  y  na- 
turales de  Naco,  aunque  los  enviaba  á  llamar 
muchas  veces,  y  á  los  demás  pueblos  comarca- 
nos, no  venían  ni  hacian  cuenta  de  nosotros, 
acordó  de  ir  en  persona  y  hacer  de  manera  que 
viniesen ;  y  fuimos  luego  á  unos  pueblos  que  se 
decían  Girimonga  y  Aculaco,  y  á  otros  tres  pue- 
blos que  estaban  cerca  de  Naco,  y  todos  vinie- 
ron á  dar  la  obediencia  á  su  majestad,  y  luego 
fuimos  á  Quizmitan  y  á  otro  pueblo  de  la  sierra, 
y  ansimesmo  vinieron;  por  manera  que  todos 
los  indios  de  aquella  comarca  venían  de  paz,  y 
como  no  se  les  demandaba  cosa  ninguna  más  de 
lo  que  ellos  querían  dar,  no  tenían  pesadumbre 


CONQUISTA   DE  NUEVA-ESPAÑA.  139 

de  venir,  y  desta  manera  estaba  todo  de  paz 
hasta  donde  pobló  Cortés  la  villa  que  agora  se 
dice  Puerto  de  Caballos  Y  dejémonos  esta  ma- 
teria, porque  por  fuerza  tengo  devolver  á decir 
de  Cortés,  que  fué  á  desembarcar  al  puerto  de 
Trujillo;  y  porque  en  una  sazón  acaecen  dos  ó 
tres  cosas,  como  otras  veces  he  dicho  en  los  ca- 
pítulos pasados;  y  tengo  de  meter  la  pluma  por 
los  pasos  contados,  dónde  y  de  qué  manera  nos- 
otros conquistábamos  y  poblábamos,  como  muy 
claramente  lo  habrán  visto  los  curiosos  letores; 
y  aunque  se  deje  por  agora  de  decir  de  Sando- 
val  y  todo  lo  que  en  la  provincia  de  Naco  le  avi- 
no, quiero  decir  lo  que  Cortés  hizo  en  Trujillo. 


CAPITULO  CLXXXIII. 


CÓMO  CORTÉS  DESEMBARCÓ  EN  EL  PUERTO  QUE  LLAMAN 
DE  TRUJILLO.  Y  CÓMO  TODOS  LOS  VECINOS  DE  AQUE- 
LLA VILLA  LE  SALIERON  Á  RECEBIR  Y  SE  HOLGARON 
MUCHO  CON  ÉL,  Y  DE  TODO  LO  QUE  ALLÍ  HIZO. 


Como  Cortés  se  hubo  embarcado  en  el  puerto 
de  Caballos,  y  llevó  en  su  compañía  muchos  sol- 
dados de  los  que  trujo  de  Méjico  y  los  que  le 
envió  Gonzalo  de  Sandoval,  y  con  buen  tiempo 
en  seisdias  llegó  al  puerto  de  Trujillo;  y  cuan- 


1|0  BERNAL  DÍAZ. 

do  !o9  vecinos  que  allí  vivían,  que  dejó  poblar- 
dos  Francisco  de  las  Casas,  supieron  que  era 
Cortés,  todos  fueron  á  la  mar,  que  estaba  cerca^ 
á  le  recibir,  y  le  besaron  las  manos,  porque  mu- 
chos vecinos  de  aquellos  eran  bandoleros  de  los 
que  echaron  de  Panuco,  y  fueron  en  dar  conse- 
jo á  Cristóbal  de  Olí  para  que  se  alzase,  y  los 
habían  desterrado  de  Panuco,  según  dicho  ten- 
ho  en  el  capítulo  que  dello  habla;  y  como  se  ha- 
llaban culpantes,  suplicaron  á  Cortés  que  les 
perdonase;  y  Cortés  con  muchas  caricias  y  ofre- 
cimientos ios  abrazó  á  todos  y  los  perdonó,  y 
luego  se  fué  á  la  iglesia,  y  después  de  hecha 
oración,  le  aposentaron  lo  mejor  que  pudieron, 
y  le  dieron  cuenta  de  todo  lo  acaecido  del  Fran- 
cisco de  las  Casas  y  del  Gil  González  de  Avi- 
la, y  por  qué  causa  degollaron  á  Cristóbal  de 
Olí,  y  cómo  se  habían  ido  camino  de  Méjico, 
y  cómo  habían  pacificado  algunos  pueblos  de 
aquella  provincia;  y  como  Cortés  bien  lo  hu- 
bo entendido,  á  todos  los  honró  de  palabras 
y  con  dejalles  los  cargos  según  y  de  la  ma- 
nera que  los  tenían,  excepto  que  hizo  capi- 
tán general  de  aquellas  provincias  á  su  primo 
Saavedra,  que  ansí  se  llamaba,  lo  cual  tuvieron 
por  bien;  y  luego  envió  á  llamar  á  todos  los 
pueblos  comarcanos,  y  como  tuvieron  nueva  que 
era  el  capitán  Malinche,  que  ansí  le  llamaban, 
y  sabían  quehabia  conquistado  á  Méjico,  luego 
vinieron  á  su  llamada  y  le  trujeron  presentes 
de  bastimentos;  y  cuando  se  hubieron  juntado 


CONQUISTA   DB   NUEVA-ESPANA.  141 

los  caciques  de  cuatro  pueblos  más  principales. 
Cortés  les  habló  con  doña  Marina  y  les  dijo  las 
cosas  tocantes  á  nuestra  santa  fe;  y  que  todos 
éramos  vasallos  del  gran  Emperador  que  se  dice 
don  Carlos  de  Austria,  y  que  tiene  muy  gran- 
des señores  por  vasallos,  y  que  nos  envió  á  es- 
tas partes  para  quitar  sodomías  y  robos  é  ido- 
latrías, y  para  que  no  consienta  comer  carne 
humana,  ni  hubiesen  sacrificios  ni  robasen,  ni 
se  diesen  guerra  unos  á  otros,  sino  que  fuesen 
hermanos  y  como  tales  se  tratasen,  y  también 
venia  para  que  diesen  la  obediencia  á  tan  alto 
Rey  y  señor  como  les  habia  dicho  que  tenemos, 
y  le  contribuyan  con  servicios  y  de  lo  que  tu- 
vieren, como  hacemos  todos  sus  vasallos;  y  les 
dijo  otras  muchas  cosas  la  doña  Marina,  que  lo 
sabia  bien  decir;  y  los  que  no  quisiesen  venir  á 
se  someter  al  dominio  de  su  mujestad,  que  les 
castigaría,  y  aun  Fray  Juan  de  las  Varillas  y 
los  dos  religiosos  franciscos  que  Cortés  traíales 
predicaron  cosas  muy  santas  y  buenas,  y  lo  que 
decían  los  frailes  franciscos  se  lo  declaraban  dos 
indios  mejicanos  que  sabían  la  lengua  española, 
con  otros  intérpretes  de  aquella  lengua;  y  más 
les  dijo,  que  en  todo  les  guardaría  justicia,  por- 
que ansí  lo  mandaba  nuestro  Rey  y  señor;  y 
porque  hubo  otros  muchos  razonamientos  y 
los  entendieron  muy  bien  los  caciques,  dijeron 
que  se  daban  por  vasallos  de  su  majestad  y  que 
harían  lo  que  Cortés  les  mandaba  ,  y  luego  les 
dijo  que  trujeseo  bastimento  á  aquella  villa  ;  y 


142  BKRNAL    DÍAZ. 

también  les  mandó  que  viniesen  muchos  indios 
y  trujesen  hachas  ,  y  que  talasen  un  monte  que 
estaba  dentro  de  la  villa,  para  que  desde  allí  se 
pudiese  ver  la  mar  y  puerto ;  y  también  íes 
mandó  que  fuesen  en  canoas  á  llamar  tres  ó 
cuatro  pueblos  que  están  en  unas  isletas  que  se 
llaman  los  Guanajes  ,  que  en  aquella  sazón  es- 
taban pobladas  ,  y  que  trujesen  pescado ,  pues 
que  tenían  mucho ;  y  ansí  lo  hicieron,  que  den- 
tro en  cinco  dias  vinieron  los  pueblos  de  las 
isletas  ,  y  todos  traían  presentes  de  pescado  y 
gallinas  ;  y  Cortés  les  mandó  dar  unas  puercas 
y  un  barraco  que  se  halló  en  Trujillo,  y  de  los 
que  traia  de  Méjico  ,  para  que  hiciesen  casta, 
porque  le  dijo  un  español  que  era  buena  tierra 
para  multiplicar  con  soltalles  en  las  isletas  sin 
ponerles  guarda:  y  ansí  fué  como  dijo,  que'den- 
tro  en  dos  años  hubo  muchos  puercos  y  los  iban 
á  montear.  Dejemos  esto,  pues  no  hace  á  nues- 
tra relación  ,  y  no  me  lo  tengan  por  prolijidad 
en  contar  cosas  viejas;  y  diré  que  vinieron  tan- 
tos indios  á  talar  los  montes  de  la  villa  que 
Cortés  les  mandó  en  dos  dias  se  vio  claramente 
muy  bien  la  mar,  é  hicieron  quince  casas,  y  una 
para  Cortés  muy  buena;  y  esto  hecho,  se  informó 
pueblos  y  tierras  estaban  rebeldes  y  no  que- 
Cortés  querían  venir  de  paz  ;  y  unos  caciques  de 
un  pueblo  que  se  dice  Papayeca  ,  que  era  ca- 
becera de  otros  pueblos,  que  en  aquella  sa- 
zón era  grande  pueblo  ,  que  agora  está  con 
muy  poca  gente  ó  casi  ninguna  ,  le  dio  á  Cor- 


CONQUISTA   DE  NUEVA-ESPAÑA.  143 

tés  una  memoria  de  muchos  pueblos  que  no  que- 
rían venir  de  paz,  que  estaban  en  grandes  sier- 
ras y  tenian  fuerzas  hechas;  y  luego  Cortés  en- 
vió al  capitán  Saavedra  con  los  soldados  que  le 
pareció  que  convenían  ir  conél ,  y  con  los  ocho 
de  Guacacualco  fué  por  su  camino  hasta  que 
llegó  á  las  poblaciones  que  solían  estar  de  guer- 
ra ,  y  salieron  de  paz  los  más  dellos  ;  excepto 
tres  pueblos  ,  que  no  se  quisieron  venir ;  y  tan 
temido  era  Cortés  de  los  naturales  y  tan  nom- 
brado ,  que  hasta  los  pueblos  de  Olancho,  donde 
fueron  las  minas  ricas  que  después  se  descu- 
brieron ,  era  temido  y  acatado,  y  llamábanle  en 
todas  aquellas  provincias  el  capitán  Hue  ,  Hue 
de  Marina  ,  que  quiere  decir  el  capitán  viejo 
que  trae  á  doña  Marina.  Dejemos  á  Saavedra, 
que  está  con  su  gente  sobre  los  pueblos  que  no 
se  querían  dar,  que  me  parece  que  se  decían  los 
acaltecas ,  y  volvamos  á  Cortés ,  que  estaba  en 
Trujillo ,  é  ya  le  habían  adolescido  los  frailes 
franciscos  y  un  su  primo  que  se  decia  Abalos,  y 
el  licenciado  Pedro  López,  y  Carranza  el  mayor- 
domo, y  Guinea  el  despensero  y  un  Juan  Flamen- 
co, y  otros  muchos  soldados,  ansí  de  los  que  traía 
como  de  los  que  halló  en  Trujillo,  y  aun  el  Antón 
de  Carmona,  que  trujo  el  navio  con  el  bastimen- 
to ;  y  acordó  de  los  enviar  á  la  isla  de  Cuba  ,  á 
la  Habana,  ó  á  Santo  Domingo  si  viesen  que  el 
tiempo  hacía  bueno  en  la  mar ,  y  para  ello  les 
dio  el  un  navio  bien  aderezado  y  calafateado, 
con  el  mejor  matalotaje  que  se  pudo  haber;  y  es- 


144  BERNA*.   DÍAZ. 

cribió  á  la  audiencia  Real  de  Santo  Domingo  y  á 
los  frailes  gerónimos  y  á  la  Habana,  dando  cuen- 
ta cómo  habia  salido  de  Méjico  en  busca  de  Cris- 
tóbal de  OH  ,  y  cómo  dejó  sus  poderes  á  los  ofi- 
ciales de  su  majestad ,  y  del  trabajoso  cansino 
que  habia  traído  ,  y  cómo  el  Cristóbal  de  Olí 
hubo  preso  á  un  capitán  que  se  decia  Francisco  de 
las  Casas,  que  Cortés-habia  enviado  para  tomar 
el  armada  al  mismo  Cristóbal  de  Olí,  y  que 
también  habia  preso  á  ua  Gil  González  de  Avi- 
la, siendo  gobernador  del  Golfo-Dulce;  y  que 
teniéndolos  presos,  los  dos  capitanes  se  concer- 
taron y  le  dieron  de  cuchilladas,  y  por  senten- 
cia, después  que  lo  tuvieron  preso,  le  degolla- 
ron, y  que  al  presente  estaba  poblando  la  tierra 
y  pueblos  sujetos  á  aquella  villa  de  Trujillo,  y 
que  era  tierra  rica  de  minas,  y  que  enviasen 
soldados;  que  en  aquella  tierra  de  Santo  Domin- 
go no  tenian  con  qué  se  sustentar;  y  para  dar 
crédito  que  habia  oro  envió  muchas  joyas  y  pie- 
zas de  las  que  traia  en  su  recámara,  é  vajilla  de 
lo  que  trujo  de  Méjico,  y  aun  de  la  vajilla  de  su 
aparador,  y  por  su  capitán  de  aquel  navio  á  un 
suprimo  que  se  decia  Abalos,  y  le  mandó  que 
de  camino  tomase  veinte  y  cinco  soldados  que 
habia  dejado  un  capitán,  que  tuvo  nueva  que 
andaba  á  saltear  indios  en  las  isletas  en  ló  de 
Cozumel.  Y  partido  del  puerto  de  Honduras,  que 
ansí  se  llamaba,  unas  veces  con  buen  tiempo  é 
otras  con  contrario,  pasaron  adelante  déla  Pun- 
ta de  Sant- Antón,  que  está  junto  á  las  sierras 


CONQUISTA    DE  NUEVA-BSPAÑA.  145 

qué  llaman  de  Guaniguanico,  que  será  de  la 
Habana  sesenta  ó  setenta  leguas,  y  con  tempo- 
ral dieron  con  el  navio  en  tierra,  de  manera  que 
se  ahogaron  los  frailes  y  el  capitán  Abálos  y 
muchos  soldados,  y  dellos  se  salvaron  en  el  Üak 
tel  y  en  tablas,  y  con  mucho  trabajo  aportaron 
á  la  Habana,  y  dénde  allí  fué  la  fama  volando 
por  toda  la  isla  de  Cuba  cómo  Cortés  y  todos 
nosotros  éramos  vivos,  y  én  pocos  días  fué  la 
nueva  á  Santo  Domingo,  porque  el  licenciado 
Pedro  López,  médico  que  iba  allí,  que  escapó  en 
una  tabla,  escribió  á  la  Real  audiencia  de  Santo 
Domingo  en  nombre  de  Cortés,  y  todo  lo  acaeci- 
do, y  cómo  estaba  poblando  en  Trujillo,  y  que 
habia  menester  bastimento  y  vino  y  caballos,  y 
que  para  lo  comprar  traian  mucho  oró,  y  que  se 
perdió  en  la  mar  de  la  manera  que  ya  dicho'  ten- 
go. Y  como  aquella  nueva  se  supo,  todos  se  ale- 
graron, porque  ya  habia  fama,  é  lo  tenian  por 
cierto,  que  Cortés  y  todos  nosotros  sus  compa- 
ñeros éramos  muertos  ;  las  cuales  nuevas  supie- 
ron en  la  Española  de  un  navio  que  fué  de  la 
Nueva-España  ;  y  como  en  Santo  Domingo  se 
supo  que  estaba  de  asiento  poblando  Cortés  las 
provincias  que  dicho  tengo,  luego  los  oidores  y 
mercaderes  comenzaron  de  cargar  dos  navios 
viejos  con  caballos  y  potros,  y  camisas  y  bone- 
tes y  cosas  de  bujerías,  y  no  trujeron  cosa  deco- 
mer, sino  una  pipa  de  vino,  ni  fruta,  salvo  los 
caballos  y  todo  lo  demás  de  tarabusteríaí?,  entre 
tanto  que  se  armaban  los  navios  para  venir,  que 
19 


146  BERNAL   DUZ. 

aun  no  habían  llegado  al  puerto.  Quiero  decir 
que  como  Cortés  estaba  en  Trujillo,  se  le  vinie- 
ron á  quejar  ciertos  indios  de  las  islas  de  ios 
Guanajes,  que  seria  de  allí  ocho  leguas,  y  dije- 
ron que  estaba  anclado  un  navio  junto  á  su 
pueblo ,  y  el  batel  del  navio  lleno  de  espa- 
ñoles con  escopetas  y  ballestas ,  y  que  les 
querían  tomar  por  fuerza  sus  mazaguales,  que 
que  se  dice  entre  ellos  vasallos,  y  que  á  lo  que 
han  entendido,  son  robadores,  y  que  ansí  les  to- 
maron los  años  pasados  muchos  indios,  y  los 
llevaron  presos  en  otro  navio  como  aquel  que 
estaba  surto ;  y  que  enviase  Cortes  a  poner  co- 
bro en  ello ;  y  como  Corte*  io  supo,  iuego  man- 
dó armar  un  bergantin  con  la  mejor  artille- 
ría que  habia  y  con  veinte  soldados  y  con  buen 
capitán ,  y  les  mando  que  en  todo  caso  tomasen 
el  navio  que  los  indios  decian  ,  y  se  lo-trujesen 
preso  con  todos  los  españoles  que  dentro  anda- 
ban ,  pues  que  eran  robadores  de  los  vasallos 
de  su  majestad;  y  mandó  á  los  indios  que  arma- 
sen sus  canoas,  y  con  varas  y  flechas  que  fuesen 
junto  al  bergantin  ,  y  que  ayudasen  á  prender 
aquellos  hombres  ,  y  para  ello  dio  poder  al  ca- 
pitán. Pues  yendo  con  su  bergantin  armado  y 
muchas  canoas  de  los  naturales  de  aquellas  is- 
letas ,  como  los  del  navio  que  estaba  surto  los 
vieron  ir  á  la  vela  ,  no  aguardaron  mucho ,  que 
alzaron  velas  y  se  fueron  huyendo,  porque  bien 
entendieron  que  iban  contra  ellos ,  y  no  los 
pudo  alcanzar  el  bergantin ;  y  después  se  al- 


CONQUISTA   DK   NUEVA-ESPAÑA.  147 

canzóá  saber  que  era  un  bachiller  Moreno,  que 
habia  enviado  la  audiencia  Real  de  Santo  Do- 
mingo á  cierto  negocio  á  Nombre  de  Dios ,  y 
parece  ser  descayeron  del  viaje,  ó  vino  de  hecho 
sobre  cosa  pensada  á  robar  los  indios  de  Guana- 
les. Y  volvamos  á  Cortés,  que  se  quedó  en  aque- 
lla provincia  pacificándola,  y  volveré  á  decir  lo 
que  á  Sandoval  le  acaeció  en  Naco. 


CAPITULO  CLXXXIV. 


CÓMO  EL  CAPITÁN  GONZALO  DE  SANDOVAL  ,  QUE  ES- 
TABA EN  NACO,  PRENDIÓ  Á  CUARENTA  SOLDADOS  ES- 
PAÑOLES Y  A  SU  CAPITÁN,  QUE  VENÍAN  DE  LA  PRO- 
VINCIA DE  NICARAGUA  ,  Y  Ha  CÍAN  MUCHOS  Din  OS  Y 
ROBOS  Á  LOS  INDIOS  DE  LOS  PUEBLOS  POR  DONDE 
PASABAN. 


Estando  Sandoval  en  el  pueblo  de  Naco  atra- 
yendo de  paz  todos  los  más  pueblos  de  aquella 
comarca,  vinieron  ante  él  cuatro  caciques  de  dos 
pueblos  que  se  decían  Quecuspan  y  Tanchinal- 
chapa,  y  dijeron  que  estaban  en  sus  pueblos 
muchos  españoles  de  la  manera  de  los  que  con 
él  estábamos,  con  armas  y  caballos,  y  que  les 
tomaban  sus  haciendas  é  hijas  y  mujeres,  y  que 
las  echaban  en  cadenas  de  hierro,  de  lo  cual 


148  BEHNAL  DÍAZ. 

hubo  gran  enojo  el  Sandoval;  y  preguntando 
que  qué  tanto  seria  de  allí  donde  estaban,  dije- 
ron que  en  ün  dia  llegaríamos;  y  luego  nos  man- 
dó apercebir  á  los  que  habíamos  de  ir  con  el,  lo 
mejor  que  podíamos,  con  nuestras  armas  y  ca- 
ballos y  ballestas  y  escopetas,  y  fuimos  con  él 
letenta  hombres;  y  llegados  á  los  pueblos  don- 
de estaban  los  soldados,  les  hallamos  muy  de 
reposo,  sin  pensamiento  que  los  habíamos  de 
prender;  y  como  nos  vieron  ir  de  aquella  mane- 
ra, se  alborotaron  y  echaron  mano  á  las  armas, 
y  de  presto  prendimos  al  capitán  y  á  otros  mu- 
chos dellos,  sin  que  hubiese  sangre  ni  de  una 
parte  ni  de  otra;  y  Sandoval  les  dijo  con  pala- 
bras algo  desabridas,  sí  les  parecía  bien  andar 
robando  á  los  vasallos  de  su  majestad,  y  si  sería 
buena  conquista  y  pacificación  aquella;  y  unos 
indios  é  indias  que  traían  en  collares  se  los  hizo 
sacar  dellos  y  se  los  dio  á  los  caciques  xte  aquel 
pueblo,  y  á  los  demás  mandó  que  se  fuesen  á 
sus  tierras,  que  era  cerca  de  allí.  Pues  como 
aquello  fué  hecho,  mandó  al  capitán  que  allí  ve- 
nia, que  se  decia  Pedro  de  Garro,  que  él  y  sus 
soldados  fuesen  presos  y  se  fuesen  con  nosotros 
al  pueblo  de  Naco,  y  caminamos  con  ellos;  y 
traían  los  soldados  muchas  indias  de  Nicara- 
gua, y  algunas  dellas  hermosas,  é  indias  nabo- 
rías que  tenían  en  su  servicio,  y  todos  los  más 
de  los  traían  caballos;  y  coma  nosotros  estába- 
mos trillados  y  deshechos  de  los  caminos  pasa- 
dos ,  y  no  teníamos  indias  que  nos  hiciesen 


CONQUISTA  DE  KUEVA-KSPANA.  149 

pan,  eran  ellos  unos  condes  en  el  servirse,  se- 
gún nuestra  pobreza.  Pues  como  llegamos  con 
ellos  á  Naco,  Sandoval  les  dio  posadas  en  partes 
convenibles,  porque  venian  entre  ellos  ciertos 
hidalgos  y  personas  de  calidad;  y  cuando  hubie- 
ron repasado  un  dia,  y  su  capitán  Garro  vio  que 
éramos  de  los  de  Cortés,  hízose  muy  amigo  de 
Sandoval  y  de  nosotros  y  se  holgaban  con  nues- 
tra^compañía;  y  quiero  decir  cómo  y  de  qué  ma- 
nera é  por  qué  causa  venia  aquel  capitán  con 
aquellos  soldados,  y  es  désta  manera  que  diré: 
pareció  ser  que  Pedro  Arias  de  Avila,  goberna- 
dor que  fué  en  aquella  sazón  de  Tierra-Firme, 
envió  un  su  capitán  que  se  decia  Francisco  Her- 
nández, persona  muy  principal  entre  ellos,  á 
conquistar  y  pacificar  las  tierras  de  Nicaragua  y 
lo  más  que  descubriese,  y  dióle  copia  de  solda- 
dos, ansí  á  caballo  como  ballesteros,  y  llegó  á 
las  provincias  de  Nicaragua  y  León,  que  ansí 
las  llaman,  las  cuales  pacificó  y  pobló;  y  como 
se  vio  con  muchos  soldados  y  próspero,  y  apar- 
tado del  Pedro  Arias  de  Avila,  y  por  consejeros 
que  tuvo  para  ello,  y  también,  según  entendí, 
un  bachiller  Moreno,  por  mí  ya  nombrado,  que 
el  audiencia  Real  de  Santo  Domingo  y  los  frai- 
les Jerónimos  que  gobernaban  en  las  islas  le 
habian  enviado  á  Tierra-Firme  á  cierto  plei- 
to, que  tengo  en  mi  pensamiento  que  era  sobre 
la  muerte  de  Balboa,  yerno  de  Pedro  Arias,  al 
cual  degolló  sin  justicia  cuando  le  hubo  casado 
con  su  hija  doña  Isabel  Arias  de  Peñalosa,  que 


150  BERNAL  DÍAZ. 

así  se  llamaba;  y  el  bachiller  Moreno  dijo  al  ca- 
pitán Francisco  Hernández  que  como  conquis- 
tase cualquiera  tierra,  acudiese  á  nuestro 
Rey  y  señor  para  que  le  hiciese  gobernador  de- 
11a,  que  no  hacia  traición;  y  que  el  Balboa,  que 
degolló  Pedro  Arias  ,  siendo  su  yerno,  que  fué 
contra  toda  justicia,  pues  que  el  Balboa  prime- 
ro envió  sus  procuradores  á  su  majestad  para 
ser  adelantado;  y  so  color  destas  palabras  que 
tomó  del  bachiller  Moreno,  envió  el  Francisco 
Hernández  á  su  capitán  Pedro  de.  Garro  para 
que  por  banda  del  Norte  le  buscase  puerto  para 
hacer  sabidor  á  su  majestad  de  las  provincias 
que  habia  pac  ificado  y  poblado,  para  que  le  hi- 
ciese merced  que  él  fuese  gobernador  dellas, 
pues  estaban  tan  apartadas  de  la  gobernación 
de  Pedro  Arias.  E  viniendo  que  venia  el  Pedro 
de  Garro  para  aquel  efeto  ,  le  prendimos,  como 
dicho  tengo.  Y  como  el  Sandoval  entendió  el  in- 
tento á  lo  que  venian,  platicó  con  el  Garro  y  el 
Garro  con  él  secretamente,  y  diese  orden  que 
lo  hiciésemos  saber  á  Cortés,  que  estaba  en  Tru- 
jillo;  y  que  el  Sandoval  tenia  por  cierto  que 
Cortés  le  ayudada  para  que  quedase  el  Fran- 
cisco Hernández  por  gobernador  de  Nicaragua. 
Pues  ya  esto  concertado  ,  envían  Sandovfl  y 
el  Garro  diez  hombres,  los  cinco  de  los  nues- 
tros y  los  otros  cinco  del  Garro,  para  que  cos- 
ta á  costa  fuesen  á  Trujillo  con  las  cartas,  por- 
que allí  residía  Cortés  entonces ,  como  dicho 
tengo  en  el  capítulo  que  dello  habla ;  y  He- 


C0K0UI8TA  DE  NUEVA-ESPAÑA.  Í5Í 

varón  sobre  veinte  indios  de  Nicaragua  de  los 
que  trujo  Garro  para  que  les  ayudasen  á  pa- 
sar los  ríos,  é  yendo  por  sus  jornadas,  no  pu- 
dieron pasar  el  rio  de  Pichia  ni  otro  que  se 
decia  Balama,  porque  venían  muy  crecidos,  y 
á  cabo  de  quince  dias  vuelven  los  soldados  á 
Naco  sin  hacer  cosa  ninguna  de  lo  que  les  fué 
mandado;  de  lo  cual  hubo  tanto  enojo  el  San- 
doval,  que  de  palabra  trató  mal  al  que  iba 
por  caudillo;  y  luego  sin  más  tardar  ordena 
que  vaya  por  la  tierra  adentro  el  capitán  Luis 
Marín  con  diez  soldados,  los  cinco  de  Garro  y 
los  demás  de  los  nuestros,  é  yo  fui  con  ellos  ,  y 
fuimos  todos  á  pié  y  atravesamos  muchos  pue- 
blos que  estaban  de  guerra  ;  y  si  hubiese  de 
escribir  por  extenso  los  grandes  trabajoc  y  re- 
encuentros que  con  indios  de  guerra  tuvimos, 
y  los  rios  y  ancones  que  pasamos  en  barcas  y 
á  nado*  y  la  hambre  que  algunos  dias  tuvimos, 
era  para  no  acabar  tan  presto,  y  cosas  muy  de 
notar;  mas  digo  que  habia  dia  que  pasábamos 
tres  rios  caudalosos  en  barcas  y  á  nado;  y  como 
llegamos  á  la  costa,  hubo  muchos  esteros  ,  don- 
de habia  lagartos  ;  y  en  un  rio  que  se  dice  Xa- 
gua,  que  está  del  Triunfo  de  la  Cruz  diez  le- 
guas, estuvimos  dos  dias  en  el  pasar  en  barcas, 
según  venia  de  recio  ,  y  alli  hallamos  calaveras 
y  huesos  de  siete  caballos  que  los  habian  muer- 
to de  mala  yerba  que  habian  pacido  ,  y  fueron 
de  los  de  Cristóbal  de  Olí ;  y  de  alli  fuimos  ai 
Triunfo  de  la  Cruz,  y  hallamos  naos  quebradas 


152  SERVAL  DÍAZ. 

dadas  al  través,  y  de  alli  fuimos  cñ  cuatro  días 
á  un  pueblo  que  se  dice  Quemará  ,  y  salieron 
muchos  indios  dé  gue  ra  contra  nosotros' ,  y 
traían  unas  lanzas  grandes  y  gordas  ,  que  con 
sus  rodelas  mandaban  con  la  maño  derecha  y 
sobre  el  brazo  izquierdo  ,  y  jugaban  de  lá  máí- 
nera  que  nosotros  peleamos  con  las  picas  ,  y  se 
nos  venían  á  juntar  pié  con  pié  ,  y  con  las  ba- 
llestas que  llevábamos  y  á  cuchilladas  nos  die- 
ron lugar  qué  pasásemos  adelante,  y  allí  hirie- 
ron dos  de  nuestros  soldados:  y  estos  indios  que 
he  dicho  qué  salieron  dé  guerra  no  creyeron 
que  éramos  de  los  de  Cortés  ,  sino  de  otros  ca- 
pitanes ,  que  les  íbamos  á  robar  sus  indios.  De- 
jemos de  contar  trabajos  pasados,  y  digo  que  en 
otros  dos  días  de  calino  llegamos  á  Trujílio,  y 
antes  de  entrar  en  él,  que  seria  hora  de  vísperas, 
vimos  á  cinco  de  á  caballo,  y  era  Cortés  y  otros 
Caballeros,  que  se  habían  salido  á  pasear  por  la 
costa,  y  cuando  nos  vieron  de  lejos  no  sabían 
qué  cosa  nueva  podía  ser;  y  como  nos  conoció 
Cortés,  se  apeó  del  caballo  y  con  las  lágrimas  en 
los  ojos  nos  vino  á  abrazar,  y  nosotros  á  él,  y 
nos  dijo:  «¡Oh  hermanos  y  compañeros  míos, 
qué  deseo  tenia  de  veros  y  saber  qué  tales  está- 
bades!»  Y  estaba  tan  flaco,  que  hubimos  lástima 
de  verle;  porque,  según  supimos,  había  estado 
á  punto  de  morir  de  calentnras  y  tristeza  que 
en  si  tenia,  y  aun  en  aquella  sazón  no  sabia  co- 
sa buena  ni  mala  de  lo  de  Méjico;  y  dijeron 
otras  personas  que  estaba  ya  tan  á  punto  de 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAWA.  153 

morir,  que  le  tenían  hechos  unos  hábitos  de  San 
Francisco  para  le  enterrar  con  ellos;  y  luego  á 
pié  se  fué  con  todos  nosotros  á  la  villa,  y  nos 
aposentó  y  ceñíamos  con  él;  y  tétiitf 'ftlftá  pSoftN&' 
zff,  qué'atinMe  cazabe  hb'nós  hártame;  y-!  confio 
le  hubimos  dado  relación  á'  loqué'  ventamos,  y 
leido  las  cartas  sobre  lo  de  Francisco  Hernán- 
dez para  que  le  ayudase,  dijo  que  haría  cuanto 
pudiese'  por  él.  T  en  aquélla  sázbn  qúeT  alle- 
gamos á  Trujilló' había  fres  Miás1  qW  habto 
venido  los  dbs  navios  chícbsf  con  las  mércadfe- 
rías  que  enviaban  de  Santo  Domingo,  quV  erá! 
caballos  y  potros  y  armas  viejas,  y  nnaVcatóstó 
y  bonetes  colocados,  ycbsastíe  poca  valía,  y  no' 
trujeron  sino  una  pipa  de  vino;'  ni  fruta  ni  cosa 
de  provecho;  que  valiera  máá  que  aquellos  na- 
vios no  vinieran,  según  todos  nos  adeudadlos  en 
comprar  de  aquellas  bujerías.  Pues  estando  quév 
estábamos  con  Cortés  dando  cuenta  de  nuéáír'ó 
Jrabajoso  camino,  vieron  venir'  en  alta  mar  un 
navio  á  la  vela,  y  llegaáo  al  puefto,  Vehiá°dé  íá' 
Habana,  qué  enviaba  el  licenciado  Zuazo,  el  cual 
licenciado  habia  dejado  Cortés  en  Méjico  poié' 
alcalde  mayor,  y  enviaba  un  poco  de  refrescó* 
para  Cortés  con  una  carta,  la  cual  es  estaque 
se  sigue;  y  si  no  dijere  las  palabras  formales 
que  en  ella  venían,  á  lo  menos  diré  lasustaneia 
della. 


154  BEftNAL  DÍAZ. 

•••  CAPITULO   CLXXXV. 


CÓMO  EL  LICENCIADO  ZUAZO  ENVIÓ  UNA  CARTA  DEN- 
DB  LA  HABANA  A  CORTÉS,  Y  LO  QUE  EN  ELLA  SE 
CONTIENE  ES  LO  QUE  DIRÉ  ADELANTE. 


Pues  como  hubo  tomado  puerto  el  navio  que 
dicho  tengo,  un  hidalgo  que  venia  por  capitán 
del,  cuando  saltó  en  tierra  luego  fué  á  besar  las 
manos  á  Cortés  y  le  dio  una  carta  del  licenciado 
Zuazo;  y  después  que  Cortés  la  hubo  leido,  to- 
mó tanta  tristeza,  que  luego  comenzó  al  parecer 
á  sollozar  en  su  aposento,  y  no  salió  de  donde 
estaba  hasta  otro  dia  por  la  mañana,  que  era 
sábado,  é  se  confesó  con  fray  Juan  aquella  no- 
che, y  le  mandó  que  dijese  Misa  de  Nuestra  Se- 
ñora muy  de  mañana,  é  comulgó;  é  después  de 
dicha  Misa,  nos  rogó  que  le  escuchásemos,  y  sa- 
bríamos nuevas  de  la  Nueva -España  ,  cómo" 
echaron  fama  que  todos  éramos  muertos,  y  cómo 
nos  habian  tomado  nuestras  haciendas  y  las 
habian  vendido  en  el  almoneda,  y  quitado  nues- 
tros indios  y  repartido  en  otros  españoles,  sin 
tener  méritos,  y  comenzó  á  leer  la  carta,  y  de- 
cía ansí.  E  lo  primero  que  leyó  fué  las  nuevas 
que  vinieron  de  Castilla  de  su  padre  Martin 
Cortés  y  de  Ordás,  y  cómo  el  contador  Albornoz 
le  habia  sido  contrario  en  las  cartas  que  escribió 


CONQUISTA  SÉ   NUEVA-ESPANA.  ií>5 

el  Albornoz  á  su  majestad  y  al  Obispo  de  Burgos, 
y  lo  que  su  majestad  sobre  ellas  había  mandado 
proveer,  de  enviar  al  almirante  de  Santo  Do- 
mingo con  seiscientos  hombres,  según  ya  lo 
tengo  dicho  en  el  capítulo  que  dello  habla;  y 
cómo  el  duque  de  Bejar  quedó  por  su  fiador,  y 
puso  su  estado  y  cabeza  por  el  Cortés  y  por 
nosotros,  que  éramos  muy  leales  servidores  de 
su  majestad,  y  otras  cosas  que  ya  las  he  referí' 
do  en  el  capítulo  que  dello  habla;  y  cómo  al  ca- 
pitán Narvaez  le  dieron  una  conquista  del  rio  de 
Palmas,  y  que  á  un  Ñuño  de  Guzman  le  dieron 
la  gobernación  de  Panuco,  y  que  el  Obispo  do 
Burgos  era  fallecido;  y  en  las  cosas  de  la  Nue- 
va-España dijo  que,  como  Cortés  hubo  dado  en 
Guacacualco  los  poderes  y  provisiones  al  factor 
Gonzalo  de  Salazar  y  á  Pedro  Almindez  Chiri- 
nos  para  ser  gobernadores  de  Méjico  si  viesen 
que  el  tesorero  Alonso  de  Estrada  y  el  contador 
Albornoz  no  gobernaban  bien,  ansí  como  llega- 
ron á  Méjico  el  factor  y  veedor  con  sus  poderes, 
se  hicieron  muy  amigos  del  mismo  licenciado 
Zuazo,  que  era  alcalde  mayor,,y  de  Rodrigo  de 
Paz,  que  era  alguacil  mayor  del  capitán,  y  de 
Andrés  de  Tapia  y  Jorge  de  Albarado,  y  de  to- 
dos los  demás  conquistadores  de  Méjico;  y  cuan- 
do se  vio  el  factor  con  tantos  amigos  de  su  ban- 
da dijo  que  el  mismo  factor  y  veedor  habían  de 
gobernar,  y  no  el  tesorero  ni  el  contador,  y  so- 
bre ello  hubo  muchos  ruidos  y  muertes  de 
hombres,  los  unos  por  favorecer  al  factor  y 


1 56  BERNAL  DÍAZ'. 

al  veedor,  y.  otros  por  ser  amigos  dtel  teso- 
rero y  el  contador;  dé  manera  que  quedaron 
con  el  cargo  de  gobernadores  el  factor  y  vee- 
dor, y  echaron  presos  á  los  contrarios,  tesorero 
y  contador,  y  á  otros  muchos  que  fueron  en  su 
favor,  y  cada  dia  había  cuchilladas  y  revueltas, 
y  que  los  indios  que  vacaban  los  daban  á  sus 
amigos,  aunque  no  tenián  méritos;  y  que  al  li- 
cenciado Zoazo  que  no  lé  dejaban  hacer  justi- 
cia, y  que  al  Rodrigo  de  Paz  le  habia  echado 
preso  porque  le  iba  á  la  mano,  y  que  el  mismo 
licenciado  Zuazo  los  volvió  á  concertar  y  hacer 
amigos,  ansí  al  factor  é  tesorero  y  contador  é  á 
Rodrigo  de  Paz,  y  que  estuvieron  ocho  dias  en 
concordia,  y  que  en  esta  sazón  se  levantaron 
ciertas  provincias  que  se  decian  los  zapo  tecas  y 
minxes,  y  un  pueblo  y  fortaleza  do  habia  un 
gran  peñol  que  se  dice  Coatlan,  y  que  enviaron 
á  él  muchos  soldados  de  los  que  habian  venido 
nuevamente  de  Castilla  y  dé  otros  que  no  eran 
conquistadores,  y  envió  por  capitán  dellos  ai 
veedor  Chirinos,  y  que  gastaban  muchos  pesos, 
de  oro  de  las  haciendas  de  su  majestad  y  lo  que 
estabaen  su  Real  caja,  y  que  llevaban  tantos 
bastimentos  al  real  donde  estaban,  que  todo  era 
veetrías  y  juegos  de  naipes,  y  que  á  los  indios 
no  se  les  daba  por  ellos  cosa  ninguna,  y  que  de 
repente  de  noche  se  salían  los  indios  del  peñol  y 
daban  en  el  real  del  veedor,  y  le  mataron  cier- 
tos soldados  y  le  hirieron  otros  muchos,  y  á 
esta  causa  envió  el  factor  con  el  mismo  cargo  á 


CONQUISTA   DE    NUEVA-ESPANA.  157 

un  capitán  de  los  de  Cortés,  que  se  decia  An- 
drés dé  Mbnjaraz,  para  que  estuviese  en  com- 
pañía del  veedor.,  porque  este  Monjaraz  se  ha- 
bia  hecho  muy  amigo  del  factor,  y   en  aquella 
sazón  estaba  tullido  el  Monjaraz  de  bubas,  que 
no.  era  para  hacer  cosa  que  buena  fuese,  y  los 
indios  estaban  muy  vitoriosos,  y  que  Méjico  es- 
taba cada  día  para  se  alzar;  y  que  el  factor  procu- 
ró por. todas  vías  de  enviar  oro  á  Castilla  á  su  ma- 
jestad é  al  comendador  mayor  de  León  D.  Fran- 
cisco de  los  Cobos ;  porque  en  aquella  sazón 
echó  fama  el  factor  que  Cortés  y  todos  nosotros 
éramos  muertos  en  poder  de  indios  ,  en  un  pue- 
blo que  se  dice  Xicalango  ,  y  en*  aquel  tiempo 
había  venido  de  Castilla  Diego  de  Ordás ,  que 
es"  el  que  Cortés  hubo  enviado  por  procurador 
de  la  Nueva-España ,  y  lo  que  procuró  fué  para 
él  una  encomienda  de  Santiago  ,  y  trujo  por  cé- 
dula de  su  majestad  sus  indios  y  unas  armas  del 
volcan  que  está  cabe  Guaxocingo  ,  y  que  como 
llegó  á  Méjico ,  dijo  el  Ordás  que  queria  ir  á 
buscar  á  Cortés .  y  esto  fué  porque  vio  las  re- 
vueltas y  zizañas  ,  y  que  se  hizo  muy  amigo  del 
factor ,  y  fué  por  la  mar  á  ver  si  era  vivo  ó 
muerto  Cortés  ,  con  un  navio  grande  y  un  ber- 
gantín, y  fué  costa  á  costa  hasta  que  llegó  á  un 
pueblo  que  se  dice  Xicalango  ,  adonde  habían 
muerto  al  Simón  de  Cuenca  y  al  capitán  Fran- 
cisco de  Medina  y  á  los  españoles  que  consigo 
estaban,  según  más  largo  lo  tengo  escrito  en  el 
capítulo  que  dello  habla ;  y  como  aquella  nueva 


158  BERNAL   DÍAZ. 

supo  el  Ordás,  se  volvió  á  la  Nueva-España,  y  sin 
desembarcar  en  tierra  escribió  al  factor  con  unos 
pasajeros,  que  tiene  por  cierto  que  Cortés  es 
muerto.  Y  como  echó  esta  nueva  el  Ordás,  en  el 
mismo  navio  que  fué  en  busca  de  Cortés,  luego 
atravesó  la  isla  de  Cuba  á  comprar  becerras  y 
yeguas.  Y  cuando  el  factor  vio  la  carta  de  Ordás, 
la  anduvo  mostrando  en  Méjico  á  unos  y  á  otros, 
y  echó  fama  que  era  muerto  Cortés  y  todos  los 
que  con  él  fuimos ,  é  se  puso  luto ,  é  hizo  hacer 
un  túmulo  é  monumento  en  la  iglesia  mayor  de 
Méjico  ,  é  hizo  las  honras  por  Cortés ;  y  luego 
se  hizo  pregonar  con  trompetas  y  atabales  por 
gobernador  y  capitán  general  de  la  Nueva-Es- 
paña, y  mandó  que  todas  las  mnjeres  que  se  ha- 
bían muerto  sus  maridos  en  compañía  de  Cortés, 
que  hiciesen  bien  por  sus  almas  y  sé  casasen,  y 
aun  lo  envió  á  decir  á  Guacacualco  é  á  otras 
villas  ;  é  porque  una  mujer  de  un  Alonso  Va- 
liente ,  que  se  decía  Juana  de  Mansilla  ,  no  se 
quiso  casar  ,  y  dijo  que  su  marido  y  Cortés  y 
todos  nosotros  éramos  vivos  ,  y  que  no  éramos 
los  conquistadores  viejos  personas  de  tan  poco 
ánimo  como  los  que  estaban  en  el  peñol  de 
Coatlan  con  el  veedor  Chirinos  ,  porque  los  in- 
dios les  daban  guerra,  y  no  ellos  á  los  indios, 
y  que  tenia  esperanza  en  Dios  que  presto  veria 
á  su  marido  Alonso  Valiente  y  á  Cortés  y  á  to- 
dos los  más  conquistadores  viejos  de  vuelta 
para  Méjico ,  y  que  no  se  quería  casar  ;  porque 
dijo  estas   palabras  la  mandó  el  factor  azotar 


COK  QUISTA   DE  KUE  VA-ESPAÑA.  159 

por  las  calles  públicas  de  Méjico  ,  por  hechice- 
ra ;  y  también  ,  como  hay  en  este  mundo  hom- 
bres traidores  aduladores ,  y  era  uno  dellos  uno 
que  le  teníamos  por  hombre  honrado  ,  que  por 
su  honor  aquí  no  le  nombro  ,  dijo  al  factor  de- 
lante otras  muchas  personas  que  estaba  malo 
de  espanto  porque ,  yendo  una  noche  pasada 
cerca  del  Taltelulco  ,  que  es  la  iglesia  de  señor 
Santiago,  donde  solia  estar  el  ídolo  mayor  ,  que 
se  decia  Huichilóbos  ,  que  vio  en  el  patio  que  se 
ardían  en  vivas  llamas  el  alma  de  Cortés  y  de 
doña  Marina  é  la  del  capitán  Sandoval  ,  é 
que  de  espanto  dello  estaba  muy  malo.  Tam- 
bién vino  otro  hombre  que  no  nombro ,  que 
también  le  tenían  en  buena  reputación ,  é  di- 
jo al  factor  que  andaban  en  los  patios  de 
Tezcuco  unas  cosas  malas ,  y  que  decían  los 
indios  que  era  el  alma  de  doña  Marina  y  la  de 
Cortés;  y  todas  eran  mentiras  y  traiciones,  sino 
por  se  congraciar'con  el  factor  dijeron  aquello, 
ó  el  factor  se  lo  mandó  decir.  Y  en  aquel  tiempo 
ha  bia  llegado  á  Méjico  Francisco  de  las  Casas 
y  Gil  González  de  Avila ,  que  son  los  capitales 
por  mí  muchas  veces  nombrados,  que  degolla- 
ron á  Cristóbal  de  Olí;  y  de  que  el  de  las  Casas 
vio  aquellas  revueltas  y  que  el  factor  se  habia 
hecho  pregonar  por  gobernador,  dijo  pública- 
mente que  era  mal  hecho,  y  que  no  se  habia  de 
consentir  tal  cosa,  porque  Cortés  era  vivo,  y 
que  él  ansí  lo  creia  ,  é  que  ya  que  eso  fuese,  lo 
cual  Dios  no  permitiese ,  que  para  gobernador, 


160  BERNAL  DIAB. 

que  más  persona  y  caballero  y  mar  méritos  te- 
nia Pedro  de  Albarado  que  no  el  factor,  y  quef 
le  enriasen  á  llamar  al  Pedro  de  Albarado  ;  y> 
secretamente  su  hermano  Jorge  de  Albarado  y 
aún  el  tesorero  y  otros  vecinos  mejicanos  le  es- 
cribieron para  que  se  viniese  en  todo  caso  á 
Méjico  con  todos  los  soldados  que  tenia,  y  que 
procurarían  de  le  dar  la  gobernación  hasta  sa- 
ber si  Cortés  era  vivo,  y  enviar  á  hacer  saber  á 
su  majestad  si  fuese  servido  mandar  otra  cosa; 
é  que  ya  que  el  Pedro  de  Albarado  con  aquellas 
cartas  se  venia  para  Méjico  ,  tuvo  temor  del 
factor,  según  las  amenazas  le  envió  á  decir  al 
camino  que  le  mataría;  é  como  supo  que  habian 
ahorcado  á  Rodrigo  de  Paz  y  preso  al  licenciado; 
Zuazo,  se  volvió  á  su  conquista;  y  en  aquel 
tiempo  que  habia  recojido  el  factor  cuanto  oro 
pudo  haber  en  Méjico  y  Nueva-España,  para 
hacer  con  ello  mensajero  á  sumajestad,  y  en- 
viar con  ello  á  un  su  amigo  que  se  decia  Peña 
con  sus  cartas  secretas;  y  el  Francisco  de  las' 
Casps  y  el  licenciado  Zuazo  y  Rodrigo  de  Paz 
se  lo  contradijeron,  y  aun  también  el  tesorero  y 
contador,  que  hasta  saber  nuevas  ciertas  si  Cor- 
tés era  vivo,  que  no  hiciese  relación  que  era 
muerto,  pues  no  lo  tenían  por  cierto,  y  que  si 
oro  quería  enviar  á  su  majestad  de  sus  reales 
quintos,  que  era  muy  bien,  más  que  fuese  jun- 
tamente con  parecer  y  acuerdo  del  tesorero  y 
contador,  y  no  solo  en  su  nombre;  y  porque  lo 
tenían  ya  en  los  navios  y  para  hacerse  á  la  vela 


CONQUISTA   MI   NUEVA-ESPAÑA.  161 

con  ello,  fué  el  de  la.s  Casas  con  mandamientos 
del  alcalde  mayor  Zuazo  y  con  favor  de  Rodri- 
go de  Paz  y  de  los  demás  oficiales  de  la  hacien- 
da de  su  majestad  y  conquistadores,  que  detu- 
viesen el  navio  hasta  que  escribiesen  á  nuestro 
Rey  de  la  manera  que  estaba  la  Nueva-España; 
porque,  según  pareció,  el  factor  no  consentía 
que  otras  personas  escribiesen,  sino  solamente 
sus  cartas;  y  después  que  el  factor  vio  que  el 
de  las  Casas  y  el  licenciado  no  eran  buenos 
amigos  y  le  iban  á  la  mano,  luego  los  mandó 
prender,  é  hizo  proceso  contra  el  Francisco  de 
las  Casas  y  contra  el  Gil  González  de  Avila  so- 
bre la  muerte  de  Olí,  y  los  sentenció  á  degollar, 
y  de  hecho  quería  ejecutar  la  sentencia,  por 
más  que  apelaban  ante  su  Majestad;  y  con  gran 
importunidad  les  otorgó  la  apelación,  y  los  en- 
vió á  Castilla  presos  con  los  procesos  que  contra 
ellos  hizo;  y  hecho  esto,  dá  luego  tras  el  mis- 
mo Zuazo,  y  que  en  justo  y  en  creyente  lo  arre- 
bataron y  llevaron  en  una  acémila  al  puerto  de 
la  Veracruz  y  le  embarcaron  para  la  isla  de  Cuba, 
diciendo  que  porque  fuese  á  dar  residencia  del 
tiempo  que  fué  en  ella  jue7;  y  que  al  Rodrigo 
de  Paz,  que  le  echó  preso  y  le  demandó  el 
oro  y  plata  que  era  de  Cortés,  porque  como  Su 
mayordomo  sabia  dello,  diciendo  que  lo  tenia 
escondido,  porque  lo  quería  enviar  á  su  Majes- 
tad, pues  era  de  los  bienes  que  tenia  Cortés 
usurpados  á  su  majestad;  y  porque  no  lo  dio, 
pues  era  claro  que  lo  tenia  ,  sobre  ello  le  dio 
21 


162  BERNAL   DÍAZ. 

tormento,  y  con  aceite  y  fuego  le  quemó  los  pies 
y  aun  parte  de  las  piernas  ,  y  estaba  muy  flaco 
malo  de  las  prisiones,  y  para  morir  ;  y  no  con- 
tento con  los  tormentos,  viendo  el  factor  que  si 
le  daba  vida  ,  que  se  iria  á  quejar  del  á  su  ma- 
jestad, le  mandó  ahorcar  por  revoltoso  y  ban- 
dolero, y  que  á  todos  los  más  soldados  y  vecinos 
de  Méjico  que  eran  de  la  banda  de  Cortes  los 
mandó  prender  ,  y  se  retrujeron  en  la  casa  de 
los  frailes  franciscos  Jorge  de  Albarado  y  An- 
drés de  Tapia;  y  todos  los  más  eran  con  Cortés, 
puesto  que  otros  muchos  conquistadores  se 
allegaron  al  factor  porque  les  daba  buenos  in- 
dios, y  que  andaban  á  viva  quien  vence  ,  y  que 
en  la  casa  de  la  munición  de  las  armas  todas  las 
sacó  el  factor  y  las  mandó  llevar  á  sus  palacios, 
y  que  la  artillería  que  estaba  en  la  fortaleza  y 
atarazanas  las  mandó  asestar  delante  de  sus 
casas  ,  é  hizo  capitán  de  ella  á  un  don  Luis  de 
Guzraan,  deudo  del  duque  de  Medina- Sidonia, 
y  puso  por  capitán  de  su  guarda  á  un  Artiaga, 
que  ya  no  se  me  acuerda  el  nombre,  y  para 
guarda  de  su  persona  á  un  Gines  Nortes  y  un 
Pedro  González  Sabiote,  y  otros  soldados  que 
eran  de  los  de  Cortés  ;  y  más  decia  en  la  carta 
que  escribió  Zuazo  á  Cortés,  que  mirase  que 
fuese  luego  á  poner  recaudo  en  Méjico  ,  por- 
que, demás  de  todos  estos  males  y  escándalos, 
habia  otros  peores  ,  que  habia  escrito  el  fac- 
tor á  su  majestad  que  le  habian  hallado  en 
su  recámara  de  Cortés  un  cuño  con  que  mar- 


CONQUISTA     DE  NUEVA-ESPAÑA.  163 

caba  el  oro  que  los  indios  le  traían  á  escon- 
didas, é  que  no»  pagaba  quinto  dello  ;  y  tam- 
bién 'dijo  que  porque  viese  cuál  andaba  la 
cosa  en  Méjico,  que  porque  un  vecino  de  Gua- 
cacualco  que  vino  á  aquella  ciudad  á  demandar 
unos  indios  que  en  aquel  tiempo  vacaron  por 
muerte  de  otro  vecino  de  los  que  estaban  pobla- 
dos en  la  villa,  por  muy  secretamente  que  dijo 
el  vecino  de  Guacacualco  á  una  mujer  donde 
posaba,  que  por  qué  se  habia  casado,  que  cier- 
tamente era  vivo  su  marido  y  todos  los  que  fue- 
ron con  Cortés,  y  dio  causas  y  razones  para  ello; 
como  lo  supo  el  factor,  que  luego  le  fueron  con 
la  parlería,  envió  por  él  á  cuatro  alguaciles,  y 
lo  llevaron  engarrafado  á  la  cárcel,  y  lo  quería 
mandar  ahorcar  por  revolvedor,  hasta  que  el 
pobre  vecino;  que  se  decia  Gonzalo  Hernández, 
tornó  á  decir  que,  como  vido  llorar  á  la  mujer 
por  su  marido,  que  por  la  consolar  le  habia  di- 
cho que  era  vivo,  mas  que  ciertamente  todos 
éramos  muertos;  y  luego  le  dio  bs  indios  que 
demandaba,  y  le  mandó  que  no  estuviese  más 
en  Méjico  y  que  no  dijese  otra  cosa,  porque  le 
mandaría  ahorcar;  y  más  decia  en  el  cabo  de  su 
carta,  cómo  luego  de  á  poco  tiempo  que  habia 
salido  de  Méjico  Cortés  habia  muerto  el  buen 
Padre  fray  Bartolomé,  que  era  un  santo  hom- 
bre, y  que  le  habia  llorado  todo  Méjico,  y*que 
le  habian  enterrado  con  grande  pompa  en  señor 
Santiago,  é  que  los  indios  habian  estado  to- 
do el  tiempo  desque  murió  hasta  que  le  enter- 


164  BERNÁL  DÍAZ. 

raron  sin  comer  bocado  f  é  que  los  Padres 
franciscos  habían  predicado  á  sus  honras  y  en- 
terramiento, y  que  habían  dicho  del  que  era  un 
santo  varón,  y  que  le  debía  mucho  el  Empe- 
rador, pero  más  los  indios;  pues  si  al  Empera- 
dor le  habia  dado  aquellos  vasallos,  comoCortés 
y  los  demás  conquistadores  viejos,  á  los  indios 
les  habia  dado  el  conocimiento  de  Dios,  y  gana- 
do sus  almas  para  el  cielo;  é  que  había  conver- 
tido é  bautizado  más  de  dos  mil  y  quinientos  in- 
dios en  Nueva- España  ,  que  ansí  se  lo  habia 
dicho  el  Padre  fray  Bartolomé  de  Olmedo  al- 
gunas-veces  al  tal  predicador.  ;  á  que  habia  he- 
cho mucha  falta  fray  Bartolomé  de  Olmedo, 
porque  con  su  autoridad  é  santidad  componía  las 
disensiones  é  ruidos,  y  hacia  bien  á  los  pobres; 
é  luego  decía  Zuazo  que  todo  en  Méjico  estaba 
perdido,  y  acababa  su  carta  diciendo:  «Esto  que 
»aqui  escribo  á  vuestra  merced  ,  pasa  ansí  ,  y 
«déjelos  allá  ,  y  embarcáronme  preso  ,  y  trujá- 
ronme con  grillos  aqui  donde  estoy.»  Y  desr 
pues  que  Cortés  ía  hubo  leído  ,  estábamos  tan 
tristes  y  enojados,  ansí  del  Cortés,  que  nos  trujo 
con  tantos  trabajos,  como  del  factor  ,  y  cchá- 
bamoslcs  dos  mil  maldiciones,  ansí  al  uno  como 
el  otro ,  y  se  nos  saltaban  los  corazones  de 
coraje  Pues  Cortés  no  pudo  tener  las  lágri- 
mas ,  que  con  la  misma  carta  se  fué  luego  á 
encerrar  á  su  aposento  ,  y  no  quiso  que  le  vié- 
semos hasta  más  de  medio  dia  ,  y  todos-  nos- 
otros aun  le  dijimos  é  rogamos  que  luego  se 


COHQTJI8TA.DE   NUEVA-ESPAÑA.  165 

embarcase  en  tres  navios  que  alli  estaban,  y 
que  oes  fuésemos  á  la  Nueva-España  ;  y  él  nos 
respondió  muy  amorosa  y  mansamente  ,  y  nos 
dijo:  «¡Oh  hijos  y  compañeros  mios  ,   que  veo 
por  una  parte  aquel  mal  hombre  del  factor,  que 
está  muy  poderoso  ,  y  temo  cuando  sepa  que 
estamos  en  el  puerto,  ho  haga  otras  desvergüen- 
zas y  atrevimientos  aun  más  de  lo  que  ha  hecho, 
ó  me  mate  ó  ahogue  ó  eche  preso  ,  ansi  á  mí 
como  á  vuestras  personas ;  yo  me  embarcaré 
luego  con  el  ayuda  de  Dios  t  y  ha  de  ser  sola- 
mente con  cuatro  ó  cinco  de  vuestras  mercedes, 
y  tengo  de  ir  muy  secretamente  á  desembarcar  á 
puerto  que  no  sepan  en  Méjico  de  nosotros,  has- 
ta que  desconocidos  entremos  en  la  ciudad;  y 
demás  desto,  Sandoval  está  en  Naco  con  pocos 
soldados,  y  ha  de  ir  por  tierra  de  guerra,  en  es- 
pecial por  Guatimala,  que  no  está  en  paz.  Con- 
viene que  vos,  señor  Luis  Mario,  con  todos  los 
compañeros  que  aquí  venistes  en  mi  busca,   os 
volváis  y  os  juntéis  con  Sandoval,  y  se   vayan 
camino  de  Méjico.»  Dejemos  esto,  y  quiero  vol- 
ver á  decir  que  luego  que  Cortés  escribió  al  ca- 
pitán Francisco  Hernández,  que  estaba  en  Ni- 
caragua, que  fué  el  que  enviaba  á  buscar  puerto 
con  el  Pedro  de  Garro,  y  se  le  ofreció  Cortés  que 
haria  por  él  todo  lo  que  pudiese,  y  le  envió  dos 
acémilas  cargadas  de  herraje,  porque  sabia  que 
tenia  falta  dello,  y  también  le  envió  herramien- 
tas de  minas,  y  ropas  ricas  para  su  vestir,  y 
cuatro  tazas  y  jarros  de  plata  de  su  vajilla,  y 


166  BERNAL   DÍAZ. 

otras  joyas  de  oro;  lo  cual  entregó  á  un  hidalgo 
que  se  decia  Fulano  de  Cabrera,   que  fué  uno 
de  los  cinco  soldados  que  fueron  con  nosotros  en 
busca  de  Cortés,  y  este  Cabrera  fué  después  ca- 
pitán de  Venalcázar,  y  fué  muy  esforzado  capi- 
tán y  extremado  hombre  por   su  persona,  na- 
tural de  Castilla  la  Vieja;  el  cual  fué  maestre 
decampo  de  Blasco  Nuñez  Vela,   é  murió  en  la 
misma  batalla  que  murió  el  Virey.  Quiero  dejar 
cuentos  viejos,  y  quierodecir  que  como  yo  vi  que 
Cortés  se  habia  de  ir  á  la  Nueva-España  por  la 
mar,  le  fui  á  pedir  por  merced  que  en  todo  caso 
me  llevase  en  su  compañía,  y  que  mirase  que  en 
todos  sus  trabajos  y  guerras  me  habia  hallado 
siempre  á  su  lado  y  le  habia  ayudado,  y  que 
agora  era  tiempo  que  yo  conociese  del  si  tenia 
respeto  á  los  servicios  que  yo  le  habia  hecho,  y 
amistad  y  ruego  presente.  Entonces  me  abrazó 
y  me  dijo:  «Pues  si  os  llevo  conmigo,  ¿quién 
irá  con  Sandoval?  Ruégoos.  hijo,  que  vais    con 
vuestro  amigo  Sandoval;  que  yo  os  prometo  y 
empeño  estas  barbas  yo  os  haga  muchas  merce- 
des, que  bien  os  lo  debo  antes  de  ahora.»   En 
fin,  no  aprovechó  cosa  ninguna,  que  no  me  dejó 
ir  consigo.  También  quiero  decir  cómo  estando 
que  estábamos  en  aquella  villa  de  Trujillo,  un 
hidalgo  que  se  decia  Rodrigo  Mañueco,  maes- 
tresala de  Cortés,  hombre  de  palacio,  por  dar 
contento  y  alegría  á  Cortés,  que  estaba   muy 
triste,  y  tenia  razón,  apostó  con  otros  caballe- 
ros que  subiria  armado  de  todas  armas  á  una 


CONQUISTA   DE  NUEVA-ESPAÑA.  167 

casa  que  nuevamente  habían  hecho  los  indios 
de  aquella  provincia  para  Cortés,  según  lo  he 
declarado  en  el  capítulo  que  dello  habla,  las 
cuales  casas  estaban  en  un  cerro  algo  alto;  y  su- 
biendo armado,  reventó  al  subir  de  la  cuesta,  y 
murió  dello;  y  ansimismo,  como  vieron  ciertos 
hidalgos  de  los  que  halló  Cortés  en  aquella  villa 
que  no  les  dejaba  cargos,  como  ellos  quisieran, 
estaban  revolviendo  bandos,  é  Cortés  lo  apaci- 
guó con  decir  que  los  llevaría  en  su  compañía  á 
Méjico,  é  que  allá  les  daria  cargos  honrosos.  Y 
dejémoslo  aquí,  y  diré  lo  que  Cortés  más  hi- 
zo, y  es,  que  mandó  á  un  Diego  de  Godoy, 
que  habia  puesto  por  capitán  en  el  Puerto  de 
Caballos,  con  ciertos  vecinos  que  estaban  ma- 
los, y  no  se  podían  valer  de  pulgas  y  mos- 
quitos y  no  tenían  con  qué  se  mantener,  que 
todas  estas  miseiias  tenían,  que  se  pasasen  á 
Naco,  pues  era  buena  tierra,  é  que  nosotros 
nos  fuésemos  con  el  capitán  Luis  Marin  cami- 
no de  Méjico,  é  si  hubiese  lugar,  que  fuésemos 
á  ver  la  provincia  de  Nicaragua,  para  deman- 
dalla  á  su  majestad  en  gobernación  el  tiempo  an- 
dando, si  aportase  á  Méjico;  y  después  que  Cor- 
tés nos  abrazó  y  nosotros  á  él,  y  le  dejamos  em- 
barcado, se  fué  á  la  vela  para  su  vía  de  Méjico, 
y  nosotros  partimos  para  Naco  ,  y  muy  alegres 
en  saber  que  habíamos  de  caminar  la  vía  de  Mé- 
jico; y  con  muy  gran  trabajo  é  falta  de  comida 
llegamos  á  Naco,  y  Sandoval  se  holgó  con  nos- 
otros, y  cuando  llegamos,  ya  el  Pedro  de  Gar- 


168  BERNAL  Dllt, 

ro,  con  todos  sus  soldados,  se  había  despedido 
del  Sandoval ,  y  se  fué  muy  gozosa  á  Nicaragua 
á  dar  cuenta  á  su  capitán  Francisco  Hernández 
de  lo  que  habia  concertado  con  Sandoval;  y  lue- 
go otro  dia  que  llegamos  á  Naco  nos  partimos 
y  fuimos  camino  de  Méjico,  y  los  soldados  de 
la  compañía  de  Garro  que  habían  ido  con  nos- 
otros á  Trujillo  se  fueron  camino  de  Nicaragua 
con  el  presente  y  carta  que  Cortés  enviaba  á 
Francisco  Hernández.  Dejaré  de  decir  de  nues- 
tro camino,  y  diré  lo  qne  sobre  el  presente  su- 
cedió á  Francisco  Hernández  con  el»  gobernador 
Pedro  Arias  de  Avila. 


CAPITULO  CLXXXVL 


COMO  FUERON  POR  LA  POSTA  DENDE  NICARAGUA  CIER- 
TOS AMIGOS  DEL  PEDRO  ARIAS  DE  ÁVILA  A  HACELLE 
SABER  CÓMO  FRANCISCO  HERNÁNDEZ  ,  QUE  ENVIÓ 
POR  CAPITÁN  A  NICARAGUA,  SE  CARTEABA  CON 
CORTES  Y  SE  LE  HABÍA  ALZADO  CON  LAS  PROVIN- 
CIAS DE  NICARAGUA,  Y  LO  QUE  SOBRE  ELLO  PEDRO 
ARIAS  HIZO. 


Como  un  soldado  que  se  decía  Fulano  Ga- 
rabito, y  un  compañero,  y  otro  que  se  decia  Za- 
morano  eran  íntimos  amigos  de  Pedro  Arias 


CONQUISTA  DE   NUEVA-ESPAÑA.  169 

de  Avila,   gobernador  dé  Tierra-Firme,  vie- 
ron que  Cortés  había  enviado  presentes  á  Fran- 
cisco Hernández,  y  habían  entendido  que  Pedro 
de  Garro  y  otros  soldados   hablaban   secreta- 
mente con  el  Francisco  Hernández ,  y  tuvieron 
sospecha  que  quería'  dar  amellas  prOvfrídás  é 
tierras  á  Cortés,  y  demás  desto,  el  Garabito  era 
enemigo  de  Cortés,  porque  siendo  mancebos  ,  en 
la  isla  de  Santo  Domingo  el  Cortés  le  hábiaracu- 
chillado  sobre  amores  áei  úná  mujer;  y  como0 el 
Pedro  Arias  lo  alcanzó,  por  eartas^  mensaje* 
ros,  á  saber ,  viene  más  que  de  páíso  con  gran 
copia  de  soldados  á  pié  y  á  caballo1 ,  y  pretfdé'ftl 
Francisco  Hernández ;  é  ya  el  Pedro  dtí  G&rró, 
como  alcanzó  á  saber  que  venia  el  Pedro  Arias, 
y  muy  enojado  contra  él,  de  presto  se  huyó  y  se 
vina  á  nosotros,  y  si  el  Francisco  Hertiández 
quisiera  venir,  tiempo  tuvo  parar  hacer  ro  mis- 
mo, y  no  quiso,  creyendo  que  Pedro   Arias  lo 
hiciera  de  otra  manera  con  él ,  perqué  habían 
sido  muy  grandes  amigos;  y  después  que  el  Pen- 
dro Arias  hubo  hecho  proceso  contra  el  Frafr- 
1  cisco  Hernández,  y  halló  que  se  le  alzaba  £br 
sentencia,   le  degolló  en  la  misma  villa  dondo 
estaba  poblando,  y  en  esto  paró  la  venida  de 
Garro  y  los  presentes  de  Cortés.  Y  dejarlo  hé 
aquí,  y  diré  cómo  Cortés  volvió  al  puerto  de 
Trujillo  con  tormento,  y  lo  que  más  pasa. 


ti 


170  BEKNAL'DIAZ. 


CAPITULO  CLXXXVII. 


COMO  YENDO  CORTES  POR  LA  MAR  LA  DERROTA  DE  MÉ- 
JICO TUVO  TORMENTA,  Y  DOS  VECES  TORNÓ  ARRIBA 
AL  PUERTO  DE  TRUJILLO,  Y  LO  QUE  ALLÍ  LE  AVINO. 


Pues  como  dicho  tengo  en  el  capítulo  pasado 
que  Cortés  se  embarcó  en  Trujillo  para  ir  á  Mé- 
jico, pareció  ser  tuvo  tormentas  en  la  mar,  unas 
veces  con  viento  contrario,  é  otra  vez  se  le  que- 
bró el  mástil  del  trinquete  y  mandó  arribar  á 
Truiillo;  y  como  estaba  flaco  y  mal  dispuesto  y 
quebrantado  de  la  mar ,  y  muy  temeroso  de  ir 
á  la  Nueva-España  ,  por  temor  no  le  prendiese 
el  factor ,  parecióle  que  no  era  bien  ir  en  aque- 
lla sazón  á  Méjico;  y  desembarcado  en  Trujillo, 
mandó  á  fray  Juan  ,  que  se  habia  embarcado 
con  Cortés,  que  dijese  Misas  al  Espíritu  Santo 
é  hiciese  procesión  y  rogativas  á  nuestro  Señor 
Dios  y  á  Santa  Maria  nuestra  Señora  la  Virgen, 
que  le  encaminase  lo  que  más  fuese  para  su 
santo  servicio  ;  y  pareció  ser  él  Espíritu  Santo 
le  alumbró  de  no  ir  por  entonces  aquel  viaje, 
sino  que  conquistase  y  poblase  aquellas, tierras; 
y  luego  sin  más  dilación  envió  por  la  posta  á 
mata-caballo  tres  mensajeros  tras  nosotrüs, 
que  íbamos  camino  de  Méjico  ,  é  nos  envió  sus 
cartas  rogándonos  que  no  pasásemos  más  ade- 


CONQUISTA   DE  NüEVA-ESPANA.  171 

lante  ,  y  que  conquistásemos  y  poblásemos  la 
tierra,  porque  el  Santo  Ángel  de  su  guarda  se. 
lo  ha  alumbrado  y  puesto  en  el  pensamiento  t  y 
que  él  ansi  lo  piensa  hacer.  Y  cuando  vimos 
la  carta  y  que  tan  de  hecho  lo  mandaba  ,  no 
lo  pudimos  sufrir  y  le  echábamos  mil  maldi- 
ciones, y  que  no  hubiese  ventura  en  todo  cuan- 
to pusiese  mano  ,  pues  ansi  nos  habia  echa- 
do á  perder  ;  y  demás  desto  ,  dijimos  todos  á 
una  al  capitán  Sandoval  que  si  quería  poblar, 
que  se  quedase  con  los  que  quisiese  ,  que  harto 
conquistados  y  perdidos  nos  traia  ,  y  que  jurá- 
bamos que  no  le  habíamos  de  guardar  más,  sino 
irnos  á  las  tierras  de  Méjico  ,  que  ganamos  ;  y 
ansimismo  el  Sandoval  era  de  nuestro  pare- 
cer ;  y  lo  que  con  nosotros  pudo  acabar  fué, 
que  le  escribiésemos  por  la  posta  con  los  mis- 
mos sus  mensajeros  que  nos  trujeron  las  cartas, 
dándole  á  entender  nuestra  voluntad;  y  en  po- 
cos dias  recibió  nuestras  cartas  con  firmas  de 
todos;  y  las  respuestas  que  á  ellas  nos  dio,  fué 
ofrecerse  en  gran  manera  á  los  que  quisiése- 
mos quedar  á  poblar  aquella  tierra,  y  en  cabo 
de  aquella  carta  traia  una  cortapisa  que  decia 
que  si  no  le  querían  obedecer  como  lo  manda- 
ba, que  en  Castilla  y  en  todas  partes  habia  sol- 
dados. Y  de  que  aquella  respuesta  vimos,  todos 
nos  queríamos  ir  camino  de  Méjico  é  perdelle  la 
vergüenza;  y  como  aquello  vio  Sandoval,  muy 
afectuosamente  y  con  grandes  ruegos  nos  im- 
portunó que  aguardásemos  algunos  dias ,  que  él 


172  BERNAL  DÍAZ. 

en  persona  iría  á  hacer  embarcar  á  Cortés;  y  le 
escribimos  en  respuesta  de  la  carta,  que  ya  ha- 
bía de  tener  compás isn  y  otro  miramiento  del 
que  tiene,  de  habernos  traído  de  aquella,  ma- 
nera, y  que  por  su  causa  nos  han  robado  y 
vendido  nuestras  haciendas  y  tomado  los  in- 
dios; y  los  más  soldados  que  allí  con  nosotros 
estaban,  que  eran  casados,  dijeron  que  ni  sa- 
bían de  sus  mujeres  é  hijos;  y  le  suplicamos  to- 
dos que  luego  se  volviese  á  embarcar  y  se  fue- 
se camino  de  Méjico;  porque,  ansí  como  dice 
que  hay  soldados  en  Castilla  y  en  todas  partes, 
que  también  sabe  que  hay  gobernadores  y  capi- 
tanes puestos  en  Méjico,  é  que  do  quiera  que 
llegáremos  nos  darán  nuestros  indios  aunque 
les  pese,  y  no  le  estaremos  á  Cortés  aguardan- 
do que  por  su  mano  nos  los  dé;  y  luego  fué 
Sandoval,  y  llevó  en  su  compañía  á  un  Pedro 
de  Saucedo  el  romo,  y  á  un  herrador  que  se  de- 
cía Francisco  Donaire,  y  llevó  consigo  su  buen 
caballo,  que  se  decia  Motilla,  y  juró  que  ha- 
bía de  hacer  embarcar  á  Cortés  y  que  se  fue- 
se á  Méjico.  Y  porque  he  traído  aquí  á  la 
memoria  del  caballo  Motilla  ,  fué  de  mejor 
carrera  y  revuelto,  y  en  todo  de  buen  pare- 
cer, castaño  escuro,  que  hubo  en  la  Nueva-Es- 
paña; y  tauto  fué  de  bueno,  que  su  majestad 
tuvo  noticia  del,  y  aun  el  Sandoval  se  lo  quiso 
enviar  presentado.  Dejemos  de  hablar  del  ca- 
ballo Motilla,  y  volvamos  á  decir  que  Sandoval 
íüe  demandó  á  mí  mi  caballo,  que  era  muy  bue- 


C0N0ÜI8TA   DE    NUEVA-ESPANA.  í?3 

no,  así  de  juego  corrió  de  carrera  y  de  camino,  y 
este  caballo  hube  en  seiscientos  pesos,  que  so- 
lia  ser  de  un  Abalos,  hermano  de  Saavedra, 
porque  otro  que  truje  me  le  mataron  en  una 
entrada  de  un  pueblo  que  se  dice  Zulaco,  que 
me  habia  costado  en  aquella  sazón  sobre  seis- 
cientos pesos;  y  el  Sandoval  me  dio  otro  de  los 
suyos  á  trueco  del  que  le  di,  que  no  me  duró  el 
que  me  dio  dos  meses,  que  también  me  lo  mata- 
ron en  otra  guerra;  y  no  me  quedó  sino  un  po- 
tro muy  ruin  qué  habia  mercado  de  los  merca- 
deres que  vinieron  de  Trujillo,  como  otras  ve- 
ces he  dicho  en  el  capítulo  que  dello  habla. 
Volvamos  á  nuestra  relación,  y  dejemos  de  con- 
tar de  las  averías  de  caballos  y  de  mi  trabajo,  é 
que  antes  que  Sandoval  de  nosotros  partiese, 
nos  habló  á  todos  con  mucho  amor  y  dejó  á  Luis 
Maria  por  capitán,  y  nos  fuimos  luego  á  unos 
pueblos  que  se  dicen  Marayani,  y  desde  allí  á 
otro  pueblo  que  en  aquella  sazón  era  de  muchas 
casas,  que  se  decia  Acalteca,  y  que  allí  espe- 
rásemos la  respuesta  de  Cortés;  y  en  pocos  dias 
llegó  Sandoval  á  Trujiilo,  y  se  holgó  mucho  el 
Cortés  de  ver  al  Sandoval,  y  como  vio  lo  que  le 
escribíamos,  no  sabia  qué  consejo  tomar,  porque 
ya  habia  mandado  á  su  primo  Saavedra,  que 
era  capitán,  que  fuese  con  todos  los  soldados 
á  pacificar  los  pueblos  que  estaban  de  guerra;  y 
por  más  palabras  é  importunaciones  que  el 
Sandoval  dijo  á  Cortés  y  Pedro  de  Saucedo  el 
romo  y  el  fray  Juan  de  Varillas,  que  también 


i 74  BERNA L    DÍAZ. 

deseaba  volverse  á  Méjico  para  ver  qué  dejó  or- 
denado fray  Bartolomé,  é  si  babian  venido  más 
frailes  de  su  hábito,  nunca  se  quiso  embarcar 
Cortés;  y  lo  que  pasó  diré  adelante. 


CAPITULO  CLXXXVIII. 


CÓMO  CORTÉS  ENVIÓ  UN  NAVIO  Á  LA  NUEVA-E8PANA, 
Y  POR  CAPITÁN  DEL  Á  UN  CRIADO  SUYO  QUE  SE  DE- 
CÍA MARTIN  DE  ORANTES,  Y  CON  CARTAS  Y  PODERE8 
PARA  QUE  GOBERNASE  FRANCISCO  DE  LAS  CASAS  Y 
PEDRO  DE  ALB ARADO  SI  AHÍ  ESTUVIESE,  Y  SI  NO,  EL 
ALONSO  DE  ESTRADA  Y  EL  ALBORNOZ. 


Pues  como  Gonzalo  de  Sandoval  no  pudo  aca- 
bar que  Cortés  se  embarcase,  sino  que  todavía 
quiso  conquistar  y  poblar  aquella  tierra,  que  en 
aquella  sazón  era  bien  poblada  y  habia  fama  de 
minas  de  oro,  fué  acordado  por  Cortés  é  Sando- 
val que  luego  sin  más  dilación  enviase  un  navio 
á  Méjico  con  un  criado  suyo  que  se  decia  Mar- 
tin de  Orantes,  hombre  diligente,  que  se  podia 
fiar  del  cualquier  negocio  de  importancia,  y 
fuese  por  capitán  del  navio,  y  llevó  poderes  pa- 
ra Pedro  de  Albarado  y  Francisco  de  las  Casas, 
si  estuviesen  en  Méjico,  para  que  fuesen  gober- 
nadores de  la  Nueva-España  hasta  qnc  Cortés 


COÍlQtlISTA  DE  NUEVA-ESPANA.  Üb 

fuese;  y  si  no  estaban  en  Méjico,  que  goberna- 
se el  tesorero  Alonso  de  Estrada  y  el  contador 
Albornoz,  según  y  de  la  manera  que  les  habia 
de  antes  dado  el  poder;  y  revocó  los  poderes  del 
factor  y  veedor,  y  escribió  muy  amorosamente, 
así  al  tesorero  como  á  Albornoz,  puesto  que  su- 
po de  las  cartas  contrarias  que  hubo  escrito  á 
su  majestad  contra  Cortés;  y  también  escri- 
bió á  todos  sus  amigos  de  los  conquistadores,  y 
mandó  al  Martin  de  Orantes  que  fuese  á  desem- 
barcar á  una  bahía  entre  Panuco  y  la  Veracruz; 
y  así  se  lo  mandó  Cortés  al  piloto  y  marineros, 
y  aun  se  lo  pagó  muy  bien,  y  que  no  echasen  en 
tierra  otra  persona,  salvo  al  Martin  de  Orantes, 
y  que  luego  en  echándolo  en  tierra,  alzasen 
anclas  y  diesen  velas  y  se  fuesen  á  Panuco. 
Pues  ya  dado  uno  de  los  mejores  navios  de  los 
tres  que  allí  estaban,  y  metido  matalotaje,  y 
después  de  haber  oido  Misa,  dan  velas,  y  quie- 
re nuestro  Señor  dalles  tan  buen  tiempo,  que 
en  pocos  dias  llegaron  á  la  Nueva-España,  y 
vanse  derechamente  á  la  bahía  cerca  de  Panu- 
co, la  cual  bahía  sabia  muy  bien  el  Martin  de 
Orantes;  y  como  saltó  en  tierra,  dando  muchas 
gracias  á  Dios  por  ello,  luego  se  disfrazó  el 
Martin  de  Orantes  porque  no  le  conociesen, 
y  quitó  sus  vestidos,  y  tomó  otros  como  de 
labrador,  porque  así  le  fué  mandado  por  Cor- 
tés, y  aun  llevó  hechos  los  vestidos  de  Tru- 
jillo;  y  con  todas  sus  cartas  y  poderes  bien  lia- 
dos en  el  cuerpo,  de  manera  que  no  hiciesen  bul- 


tía 


BERNAL   DÍAZ. 


to,  iba  á  más  andar  por  su  camino  á  pié,  que 
era  suelto  peón,  á  Méjico,  y  cuando  llegaba  á 
los  pueblos  de  indios  donde  habia  españoles, 
metíase  entre  los  indios  por  no  tener  pláti- 
cas, no  le  conociesen  los  españoles;  é  ya  que 
no  podia  menos  de' tratar  con  españoles,  no  le 
podian  conocer,  porque  ya  habia  dos  años  y  tres 
meses  que  salimos  de  Méjico  y  le  habían  cre- 
cido las  barbas ,  y  cuando  le  preguntaban  al- 
gunos cómo  se  llamaba,  adonde  iba  ó  venia, 
que  acaso  no  podia  menos  de  respondeiles,  decía 
que  se  decia  Juan  de  Flechilla  é  que  era  labra- 
dor; por  manera  que  en  cuatro  dias  que  salió  del 
navio,  entró  en  Méjico  de  noche  y  se  fué  á  la 
casa  de  los  frailes  de  señor  San  Francisco,  don- 
de halló  muchos  retraidos,  y  entre  ellos  á  Jorge 
de  Albarado  y  á  Andrés  de  Tapia,  y  á  Juan 
Nunez  de  Mercado  é  á  Pedro  Moreno  Medrano, 
y  á  otros  conquistadores  y  amigos  de  Cortés;  y 
como  vieron  al  de  Orantes  y  supieron  que  Cor- 
tés" era  vivo,  y  vieron  sus  cartas,  no  podian  es- 
tar de  placer  los  unos  é  los  otros,  y  saltaban  y 
bailaban ;  pues  los  frailes  franciscos,  y  entre 
ellos  Fray  Toribio  Motolinea  y  un  Fray  Do- 
mingo Altamirano,  daban  todos.saltos  de  placer 
y  muchas  gracias  á  Dios  por  ello,  y  luego  sin 
más  dilación  cierran  todas  sus  puertas  del  mo- 
nasterio, porque  ninguno  de  los  traidores,  que 
habia  muchos,  fuesen  ádar  mandado  ni  hubiese 
pláticas  sobre  ello;  y  á  medianoche  lo  hacen 
saber  al  tesorero  y  al  contador  Albornoz  y  á 


CONQUISTA   DE  Í1UEVA-ESPAKA.  177 

otros  amigos  de  Cortés;  y  así  como  lo  supieron, 
sin  hacer  ruido,  vinieron  á  San  Francisco  y  vie- 
ron los  poderes  que  Cortés  les  enviaba,  y  acor- 
daron sobre  todas  cosas  de  ir  á  prender  al  fac- 
tor; y  toda  la  noche  se  les  fué  en  apercebir  ami- 
gos é  armas  para  otro  día  por  la  mañana  le 
prender,  porque   el  veedor  en  aquel  tiempo 
estaba  sobre  el  peñol   de  Ooatlan ;   y   como 
amaneció,  fué  el  tesorero  con  todos  los  del  ban- 
do de  Cortés,  y  el  Martin  de  Orantes  con  ellos, 
jorque  le  conociesen  y  se  alegrasen;  y  fueron  á 
las  casas  del  factor  diciendo:  «Viva,  viva  el  Rey 
nuestro  Señor,  y  Hernando  Cortés  en  su  Real  nom- 
bre, que  es  vivo  é  viene  agora  á  esta  ciudad,  éyo 
soy  su  criado  Orantes;»  y  como  oian  aquel  ruido 
los  vecinos,  y  tan  de  mañana  oian  decir  «Viva 
el  Rey,»  todos  acudieron,  como  eran  obligados, 
á  tomar  armas,  creyendo  quehabia  alguna  otra 
cosa,  para  favorecer  las  cosas  de  su  Majestad; 
y  después  que  oyeron  decir  que  Cortés  era  vivo 
é  vieron  al  Orantes,  se  holgaban  ;  y  luego  se 
juntaron  con  el  tesorero  para  ayüdalle  muchos 
vecinos  de  Méjico,   porque  ,  según  pareció  ,  el 
contador  no  ponía  en  ello  mucho  calor  ;  antes 
le  pesaba  y  andaba  doblado,  hasta  que  el  Alón- 
so  de  Estrada  se  lo  reprendió  ,  y  aun  sobre  ello 
tuvieron  palabras  muy  sentidas  y  feas  ,  que  no 
le  contentaron  mucho  al  contador;  é  yendo  quo 
iban  á  las  casas  del  factor,  ya  estaba  muy  aper- 
cebido;  que  luego  lo  supo,  que  le  avisó  deilo  el 
mismo  contador  cómo  le  iban  á  prender;  y 
23 


178  BERNAL  DU2. 

dó  asestar  su  artillería  delante  de  sus  casas,  y 
era  capitán  del  la  D.  Luis  de  Guzman  ,  primo 
del  duque  de  Medina-Sidonia  ,  y  tenia  sus  ca- 
pitanes apercebidos  con  muchos  soldados  ;  de- 
cíanse los  capitanes  Artiaga  y  Gines  y  Pedro 
González;  y  asi  como  llegó  el  tesorero  y  Jorge 
de  Albarado  y  Andrés  de  Tapia  é  Pedro  More- 
no, con  todos  los  demás  conquistadores ,  y  el 
contador  ,  aunque  flojamente  y  de  mala  gana, 
'  con  todas  sus  gentes  ,  apellidando:  «Aqui  del 
Rey  ,  y  Hernando  Cortés  en  su  Real  nombre;» 
les  comenzaron  á  entrar  ,  unos  por  las  azuteas, 
y  otros  por  las  puertas  de  los  aposentos  y  por 
dos  partes.  Todos  los  que  eran  de  la  parte  del 
factor  desmayaron,  porque  el  capitán  de  la  ar- 
tillería, que  fué  D.  Luis  de  Guzman,  tiró  por  su 
parte,  é  los  artilleros  por  la  suya  ,  y  desmam- 
pararon los  tiros  ;  pues  el  capitán  Artiaga 
dio  priesa  en  se  esconder  ,  y  el  Gines  Nortes 
se  descolgó  y  echó  por  unos  corredores  abajo; 
que  no  quedó  con  el  factor  sino  Pedro  Gon- 
zales  Sabiote  y  otros  cuatro  criados  del  factor; 
y  como  se  vtó  desmamparado  ,  el  mismo  factor 
tpmó  un  tizón  para  poner  fuego  á  los  tiros; 
más  diéronle  tanta  priesa,  que  no  pudo  más  ,  y 
allí  le  prendieron  y  le  pusieron  guardas  ,  hasta 
que  hicieron  una  red  de  maderos  gruesos  y  le 
metieron  dentro,  y  alli  le  daban  de  comer,  y  en 
esto  paró  la  cosa  de  su  gobernación ;  y  luego 
hicieron  mensajeros  á  todas  las  villas  de  la 
Nueva-España,  dando  relación  de  todo  lo  acae- 


CONQUISTA     DE   HUÉTA-lSPANA.  179 

cido;  y  estando  desta  manera  ¿  á  unas  personas 
les  placía  ,  y  á  los  que  el  factor  había  dado  in- 
dios y  cargos  les  pesaba.  Y  fué  la  nuera  al  pe- 
ñol de  Coatlan  y  á  Guaxaca  ,  donde  estaba  el 
veedor;  y  como  lo  supo  él  y  sus  amigos,  fué  tan 
grande  la  tristeza  y  pesar  que  tomó  ,  que  luego 
cayó  malo,  y  dejó  el  cargo  de  capitán  á  Andrés 
de  Monjaraz,  que  estaba  malo  de  bubas  ,  ya 
otra  vez  por  mí  nombrado,  y  se  vino  en  posta  á 
la  ciudad  de  Tezcuco  y  se  metió  en  el  monaste- 
rio de  San  Francisco  ;  y  como  el  tesorero  y  el 
contador,  que  ya  eran  gobernadores,  lo  supie- 
ron ,  le  enviaron  á  prender  allí  en  el  monaste- 
rio; porque  antes  que  se  viniese  el  veedor  había 
enviado  alguaciles  con  mandamientos  y  solda- 
dos á  le  prender  do  quiera  que  le  hallasen  ,  y 
aun  á  quitarle  el  cargo  de  capitán  ;  y  como  su- 
pieron los  alguaciles  que  estaba  en  Tezcuco,  le 
sacaron  del  monasterio  y  le  trujeron  á  Méjico, 
y  le  echaron  en  otra  jaula  como  al  factor  ;  y 
luego  en  posta  envían  mensajeros  á  Guatimala, 
á  Pedro  de  Albarado  ,  y  le  hacen  saber  de  la 
prisión  del  factor  y  veedor;  y  como  Cortés  esta- 
ba en  Trujillo  ,  que  no  es  muy  lejos  de  su  con- 
quista, que  fuese  luego  en  su  busca  y  le  hiciese 
venir  á  Méjico  ,  y  le  dieron  cartas  y  relación  de 
todo  lo  por  mí  arriba  dicho  ,  según  y  de  la  ma- 
nera que  pasó.  Y  demás  desto  ,  la  primera  cosa 
que  el  tesorero  hizo,  fué  mandar  honrar  á  Jua- 
na de  Mansilla  ,  que  habia  mandado  azotar  el 
factor  por  hechicera;  y  fué  desta  manera,  que 


180  BERNAL  DÍAZ. 

mandó  cabalgar  á  caballo  á  todos  los  caballeros 
de  Méjico  ,  y  el  mismo  tesorero  la  llovó  á  las 
ancas  de  su  caballo  por  las  calles  de  Méjico  ,  y 
decía  que  como  matrona  romana  hizo  lo  que 
hizo,  y  la  volvió  en  su  honra  de  la  afrenta  que 
el  factor  la  habia  hecho  ;  y  con  mucho  regocijo 
la  llamaron  de  alli  adelante  doña  Juana  de 
Mansilla  ,  y  dijeron  que  era  digna  de  mucho 
loor  ,  pues  no  la  pudo  hacer  el  factor  que  se 
casase  ni  dijese  menos  de  lo  qué  primero  habia 
dicho,  que  su  marido  y  Cortés  y  todos  éramos 
vivos. 


CAPÍTULO  CLXXXIX. 


COMO  EL  TESORERO  ,  CON  OTROS  MUCHOS  CABALLEROS, 
ROGARON  Á  LOS  FRAILES  FRANCISCOS  QUE  ENVIASEN 
Á  UN  FRAY  DIEGO  DE  ALTAMIRANO,  QUE  ERA  DEUDO 
DE  CORTES  ,  QUE  FUESE  EN  UN  NAVÍO  Á  TRUÍILLO  Y 
LO  HICIESE  VENIR,  Y  LO  QUE  SUCEDIÓ. 


Como  el  tesorero  y  otros  caballeros  de  la  parte 
de  Cortés  vieron  que  convenia  que  luego  vinie- 
se Cortés  á  la  Nueva-España,  porque  ya  se  co- 
menzaban bandos  ,  y  el  contador  no  estaba  de 
buena  voluntad  para  que  el  factor  ni  el  veedor 
estuviesen  presos,  y  sobre  todo,  temia  el  conta- 


CONQUISTA  DE    NUEVA-ESPANA.  161 

dor  á  Cortés  en  gran  manera  cuando  supiese  lo 
que  había  escrito  del  á  su  majestad  ,  según  lo 
tengo  ya  dicho  en  dos  partes  ,  en  los  capítulos 
pasados  que  dello  hablan ,  acordaron  de  ir  á  rogar 
á  los  frailes  franciscos  que  diesen  licencia  á  fray 
Diego  Altamirano  que  en  un  navio  que  le  te- 
nían presto  y  bien  abastecido  ,  y  con  buena 
compañía  ,  fuese  á  Trujillo  é  hiciese  venir  á 
Cortés;  porque  aqueste  religioso  era  su  pariente., 
y  hombre  que  antes  que  se  metiese  fraile  había 
sido  soldado  é  hombre  de  guerra,  y  sabia  de 
negocios,  y  los  frailes  lo  hubieron  por  bien,  y 
el  fraile  Altamirano  ,  que  lo  tenia  en  voluntad. 
Dejemos  de  hablar  en  el  viaje  del  fraile,  que 
se  está  apercibiendo,  y  diré  que,  como  el  factor 
y  veedor  estaban  presos ,  y  pareció  ser  que, 
como  dicho  tengo  otras  veces ,  el  contador  an- 
daba muy  doblado  y  de  mala  voluntad,  y  viendo 
que  las  cosas  de  Cortés  se  hacían  prósperamen- 
mente;  y  como  el  factor  solia  tener  por  amigos 
á  muchos  hombres  bandoleros  que  siempre  qui- 
sieron cuestiones  y  revueltas,  y  porque  tenían 
buena  voluntad  al  factor  y  al  Chirinos ,  porque 
les  daban  pesos  de  oro  c  indios  ,  acordaron  de 
se  juntar  muchos  dellos,  y  aún  algunas  perso- 
nas de  calidad  y  de  todos  jaeces,  y  tenian  con- 
certado de  soltar  al  factor  y  al  veedor  t  y  de 
matar  al  tesorero  y  á  los  carceleros ,  y  dicen 
que  lo  sabia  el  contador  é  se  holgaría  mucho 
dello;  y  para  ponello  en  efecto  hablaron  muy 
secretamente  aun  cerrajero  que  hacia  bailes- 


182  BERHAL  DIÁZ. 

tas,  que  se  decia  Guzman,  hombre  soez,  que 
decía  gracias  y  chocarrerías;  y  le  dijeron  muy 
secreto  que  les  hiciese  unas  llaves  para  abrir 
las  puertas  de  la  cárcel  y  de  las  redes  don-, 
de  estaba  el  factor  y  el  veedor,  y  que  se  lo  pa- 
garían muy  bien ,  y  le  dieron  un  pedazo  de 
oro  en  señal  de  la  hechura  de  las  llaves  ,  y 
le  previnieron  y  dijeron  y  encargaron  que 
mirase  que  lo  tuviese  en  muy  secreto;  y  el 
cerrajero  dijo  con  palabras  muy  halagüeñas 
é  alegres  que  le  placía  ,  y  que  hubiesen  ellos 
más  secreto  de  lo  que  mostraban  ,  pues  aquel 
caso  en  que  tanto  iba,  se  lo  descubrieron  á  él, 
sabiendo  quién  era,  que  no  lo  descubriesen  á 
otros ,  y  que  se  holgaba  que  el  factor  y  el 
veedor  saliesen  de  la  prisión;  y  preguntándoles 
que  quién  y  cuántos  eran  en  el  negocio,  é  adon- 
de se  habían  de  llegar  cuando  fuesen  á  hacer 
aquella  buena  obra,  é  qué  dia  é  qué  hora,  y 
todo  se  lo  decían  muy  claramente,  según  lo  te- 
nían acordado;  y  comenzó  á  forjar  unas  llaves 
según  la  forma  de  los  moldes  que  le  traían  para 
hacerlas,  y  no  para  que  las  hiciese  perfectas  ni 
podrían  abrir  con  ellas,  y  esto  hacia  adrede, 
porque  fuesen  y  viniesen  á  su  tienda  á  la  obra 
de  las  llaves  para  que  las  hiciese  buenas,  y  en- 
tre tanto  saber  más  de  raíz  el  concierto  que  es- 
taba hecho;  y  mientras  más  se  dilató  la  hechu- 
ra de  las  llaves,  mejor  lo  alcanzó  á  saber;  y  ve- 
nido el  dia  que  habían  de  ir  con  sus  llaves,  que 
ya  habia  hecho  buenas,  y  todos  puestos  á  punto 


CONQUISTA   DE   HUEVA-KSPANA .  183 

con  sos  armas,  fué  el  cerrajero  de  presto  en  casa 
del  tesorero  Alonso  de  Estrada  y  le  dá  relación 
dello,  y  sin  más  dilación,  cuando  lo  supo  el  te- 
sorero, envia  secretamente  á  apercebir  á  todos 
los  que  eran  del  bando  de  Cortés,  sin  hacello 
saber  al  contador,  y  Tan  á  la  casa  donde  estaban 
recojidos  los  que  habian  de  soltar  al  factor,  y  de 
presto  prenden  hasta  veinte  hombres  de  los  que 
estaban  armados,  y  otros  se  huyeron,  que  no  se 
pudieron  haber;  y  hecha  la  pesquisa  á  que  se 
habian  juntado,  hallóse  que  era  para  soltará 
los  por  mí  nombrados  y  matar  al  tesorero;  y 
allí  también  se  supo  que  el  contador  lo  habia 
por  bien,  y  cómo  habia  entre  ellos  tres  ó  cuatro 
hombres  muy  revoltosos  y  bandoleros,  y  en  to- 
das las  zizañas  y  revueltas  que  en  Méjico  en 
aquella  sazón  habian  pasado  se  habian  hallado, 
y  aun  el  uno  dellos  habia  hecho  fuerza  á  una 
mujer  de  Castilla. 

Después  que  se  hizo  proceso  contra  ellos,  el 
cual  hizo  un  bachiller  que  se  decia  Ortega, 
que  estaba  por  alcalde  mayor  y  era  de  su  tierra 
de  Cortés,  sentenció  los  tres  dellos  á  ahorca- 
y  á  otros  á  azotar,  y  decíanse  los  que  ahorca- 
ron, el  uno  Pastrana  y  el  otro  Valverde  y  el  otro 
Escobar,  y  los  que  azotaron  no  nie  acuerdo  sus 
nombres;  y  el  cerrajero  se  entendió  por  muchos 
dias,  que  hubo  miedo  no  le  matase  la  parciali- 
dad del  factor  por  haber  descubierto  aquello 
que  con  tanto  secreto  se  lo  dijeron.  Dejemos  de 
hablar  en  esto  ,  pues  que  ya  son  muertos ,  y 


164  BERNAL  DÍAZ. 

aunque  Taya  tan  gran  salto,  como  diré,  fuera 
de  nuestra  relación ,  también  lo  qu  e  agora  diré 
viene  á  coyuntura  ,  y  es  que,  como  el  factor  hu- 
bo enviado  la  nao  con  todo  el  oro  que  pudó  ha- 
ber para  su  majestad  ,  según  dicho  tengo  en  los 
capítulos  pasados  ,  y  escribió  á  sü  majestad 
que  Cortés  era  muerto ,  y  como  se  lé  hicieron 
las  honras,  y  hizo  saber  otras  cosas  que  le  con- 
venían ,  y  enviaba  á  suplicar  á  su  cesárea 
majestad  que  lé  hiciese  mercer  de  la  goberna- 
ción ;  pareció  ser  que  en  la  misma  nao  qué  él 
envió  sus  despachos  iban  otras  cartas  muy  éh-  ■ 
cubiertas,  qué  el  factor  no  pudo  saber  dellas; 
las  cuales  cartas  eran  para  su  majestad ,  y 
que  supiese  todo  lo  que  pasaba  en  la  Nueva- 
España  y  de  las  injusticias  y  cosas  atroces 
que  el  factor  y  veedor  habian  hecho;  y  demás 
desto  ,  ya  tenia  su  majestad  relación  del  lo  por 
parte  de  la  audiencia  Real  dé  Santo  Domin- 
go y  de  los  frailes  Jerónimos,  cómo  Cortés 
era  vivo  y  que  estaba  sirviendo  á  sU  Real 
Corona  en  conquistar  y  poblar  la  provincia  de 
Honduras;  y  de  que  los  del  Real  Consejo  de 
los  Indias  y  el  comendador  de  León  lo  supie- 
ron, lo  hicieron  saber  á  su  majestad;  y  en- 
tonces dicen  que  dijo  el  Emperador  nuestro 
señor.  «Mal  hecho  ha  sido  todo  loque  han  hecho 
en  la  Nueva-España  en  se  haber  levantado  con- 
tra Cortés,  y  mucho  me  han  deservido;  pues  es 
vivo  (téngole  por  tal),  serán  castigados  por  jus- 
ticia los  malhechores  én  llegando  que  llegué  á 


CONQUISTA   DK   NUEVA-ESPAÑA.  185 

Méjico. «  Volvamos  á  nuestra  relación,  yes,  que 
el  fraile  Altamirano  se  embarcó  en  el  puerto  de 
la  Veracruz,  según  estaba  acordado,  y  con  buen 
tiempo  en  pocos  dias  llegó  al  puerto  de  Trujillo, 
donde  estaba  Cortés;  y  cuando  los  de  la  villa  y 
Cortés  vieron  un  navio  poderoso  venir  á  la  vela 
hacia  el  puerto,  luego  pensaron  lo  que  fué,  que 
venia  de  la  Nueva-España  para  le  llevar  á  Mé- 
jico. Y  como  hubo  tomado  puerto,  y  salió  el 
fraile  á  tierra  muy  acompañado  de  los  que  traía 
en  su  compañía,  y  Corsés  conoció  algunos  de- 
llos  que  habia  visto  en  Méjico,  todos  le  fueron  á 
besar  las  manos ,  y  el  fraile  le  abrazó,  y  con 
palabras  muy  santas  y  buenas  se  fueron  á  la 
iglesia  á  hacer  oración,  y  dende  allí  á  los  apo- 
sentos, adonde  el  Padre  Fray  Diego  Altamirano 
le  dijo  que  era  su  primo,  y  le  contó  lo  acaecido 
en  Méjico,  según  más  largamente  lo  tengo  es- 
crito, y  lo  que  Francisco  de  las  Casas  habia 
hecho  por  Cortés,  y  cómo  era  ido  á  Castilla; 
todo  lo  cual  que  le  dijo  el  fraile,  lo  sabia  Cor- 
tés por  la  carta  del  licenciado  Zuazo,  como  di- 
cho tengo  en  el  capítulo  quedello  hablan  y  Cor- 
tés mostró  gran  sentimiento  dello,  y  dijo  que, 
pues  nuestro  Señor  Dios  fué  servido  que  aquello 
pasase  ,  que  le  daba  muchas  gracias  por  ello  y 
por  estar  Méjico  ya  en  paz  ,  y  que  él  se  queria 
ir  luego  por  tierra  ,  porque  por  la  mar  no  se 
atrevía  ,  porque  ,  como  se  hubo  embarcado  la 
otra  vez  dos  veces  ,  y  no  pudo  navegar  porque 
las  aguas  vienen  muy  corrientes  y  contrarias,  y 
24 


186  BERNAL  DÍAZ. 

había  de  ir  siempre  con  trabajo,  y  también  como 
estaba  flaco.  Luego  le  dijeron  los  pilotos  que  en 
aquel  tiempo  era  en  el  mes  de  Abril ,  y  que  no 
hay  corrientes  y  es  la  mar  bonanza,  por  mane- 
ra que  acordó  de  embarcarse;  y  nose  pudo  hacer 
luego  á  la  vela  ,  hasta  que  viniese  el  capitán 
Gonzalo  de  Sandoval ,  que  le  había  enviado  á 
unos  pueblos  que  se  dicen  Olancho,  que  estaban 
de  allí  hasta  cincuenta  y  cinco  leguas  ,  porque 
habia  ido  pocos  dias  habia  á  echar  de  aquella 
tierra  un  capitán  de  Pedro  Arias  de  Avila  ,  que 
se  decia  Hojas  ,  el  que  habia  enviado  Pedro 
Arias  á  descubrir  tierras  y  buscar  minas  dende 
Nicaragua,  después  que  hube  degollado  ai  Fran- 
cisco Hernández  ,  como  dicho  tengo  ;  porque, 
según  pareció  ,  los  indios  de  aquella  provincia 
de  Olancho  se  vinieron  á  quejar  á  .Cortés  cómo 
muchos  soldados  de  los  de  Nicaragua  les  toma- 
ban sus  hijas  y  sus  mujeres  ,  y  les  robaban  sus 
gallinas  y  todo  lo  que  tenían;  y  el  Sandoval  fué 
con  brevedad,  y  llevó  sesenta  hombres,  y  quiso 
prender  al  Rojas  ,  y  por  ciertos  caballeros  que 
se  metieron  de  por  medio  de  la  una  parte  y  de 
la  otra  ,  los  hicieron  amigos  ,  y  aun  le  dio  el 
Rojas  al  Sandoval  un  indio  paje  para  que  le 
sirviese;  y  luego  en  aquella  sazón  llegó  la  carta 
de  Cortés  al  Sandoval  para  qué  luego  sin  más 
dilación  se  viniese  con  todos  sus  soldados  ,  y  le 
dio  relación  de  cómo  vino  el  fraile  ,  y  todo  lo 
acaecido  en  Méjico  ;  y  como  lo  entendió  ,  hubo 
mucho  placer  y  no  via  la  hora  que  dar  vuelta. 


CONQUISTA  DE   NUEVA-ESPAÑA.  187 

y  vino  en  posta  después  de  haber  echado  de  alli 
al  Rojas;  y  luego  Cortés,  como  vido  al  Sandoval, 
hubo  mucho  placer ,  é  da  sus  instrucciones  al 
capitán  Saavedra,  que  quedaba  por  su  teniente 
en  aquella  provincia  ,  y  lo  que  tenia  que  hacer; 
y  escribió  al  capitán  Luis  Marin  y  á  todos  nos- 
otros que  luego  nos  fuésemos  camino  de  Gua- 
timala  ,  y  nos  hizo  saber  todo  lo  acaecido  en 
Méjico,  según  y  de  la  manera  que  aqui  se  hace 
mención  ,  y  lo  de  la  venida  del  fraile  ,  y  de  la 
prisión  del  factor  y  veedor  ,  según  y  como  aqui 
va  declarado  ;  y  también  mandó  que  el  capitán 
Godoy,  que  quedaba  en  Puerto  de  Caballos  po- 
blado ,  se  pasase  á  Naco  con  toda  su  gente  ;  las 
cuales  cartas  dio  á  Saavedra  para  que  con  gran 
diligencia  nos  las  enviase  ,  y  el  Saavedra  no 
quiso  encaminarlas,  por  malicia,  y  se  descuidó, 
y  supimos  que  de  hecho  no  quiso  dallas  ;  que 
nunca  supimos  dellas.  Y  volviendo  á  nuestra 
relación,  Cortés  se  confesó  con  su  confesor  fray 
Juan  ,  y  recibió  al  cuerpo  de  Cristo  una  maña- 
na, porque  ,  como  estaba  tan  malo  ,  temia  mo- 
rirse; é  se  embarcó  con  todos  sus  amigos,  y  con 
buen  tiempo  llegó  en  el  paraje  de  la  Habana,  y 
porque  le  hizo  mejor  tiempo  que  para  la  Nue- 
va-España, fué  al  puerto;  con  el  cual  se  holga- 
ron todos  los  vecinos  de  la  Habana  sus  cono- 
cidos,  y  tomaron  refresco;  y  supo  nuevas,  de  un 
navio  que  habia  pocos  dias  que  habia  aportado 
é  venido  de  la  Nueva-España  ,  que  estaba  en 
paz  é  soregado  Méjieo  ,  y  que  el  peñol  de  Coa- 


1S§  1BRNAL   DIA3. 

tlau,  como  supieron  los  indios  que  en  él  estaban 
hechos  fuentes  y  daban  guerra  á  los  españoles, 
que  Corsés  y  los  conquistadores  éramos  vivos, 
vinieron  do  paz  al  tesorero  debajo  de  ciertas 
condiciones;  y  pasaré  adelante. 


CAPITULO  CXC. 


COMO  CORTES  SE  EMBARCO  EN  LA  HABANA  PARA  IR  A 
LA  NUEVA-ESPAÑA,  Y  CONBUEN  TIEMPO  LLEGÓ  Á  LA 
VERACRUZ ,  Y  DE  LAS  ALEGRÍAS  QUE  TOROS  HICIERON 
CON  SU  VENIDA. 


Como  Cortés  hubo  descansado  en  la  Habana 
cinco  dias,  no  via  la  hora  que.  estar  en  Méjico,  y 
luego  manda  embarcar  toda  su  gente  y  se  ha- 
cen á  la  vela,  y  en  doce  dias,  con  buen  tiempo, 
llegó  cerca  del  puerto  de  Medellin ,  enfrente  de 
la  isla  de  Sacrificios,  y  allí  mandó  anclear  los 
navios  por  aquella  noche,  é  acordó  con  veinte 
soldados  sus  amigos  que  saltaron  en  tierra,  y 
vanse  á  pié  obra  de  media  legua  junto  á  San 
Juan  de  Ulúa,  que  así  se  llamaba ,  é  quiso  su 
ventura  que  toparon  una  arria  de  caballos  que 
venia  á  aquel  puerto  de  Ulúa  con  ciertos  pasa- 
jeros para  se  embarcar  para  Castilla ,  é  vase 
Cortés  á  la  Veracruz  en  los  caballos  é  mulos  de 


CONQUISTA  DE  NUEVA-ESPAÑA.  189 

la  arria ,  que  serian  cinco  leguas  de  andadura, 
y  mandó  que  no  fuesen  ningunos  á  avisar 
cómo  venia ;  y  antes  que  amaneciese  con  dos 
horas  llegó  á  la  villa,  y  fuese  derecho  á  la 
iglesia,  que  estaba  abierta  la  puerta  ,  y  se 
metió  dentro  en  ella  con  toda  su  compañía;  y 
como  era  muy  de  mañana,  vino  el  sacristán, 
que  era  nuevamente  venido  de  Castilla ,  y  como 
vio  la  iglesia  toda  llena  de  gente  forastera ,  y 
no  conocia  á  Cortés  ni  á  los  que  con  él  estaban, 
salió  dando  voces  á  la  calle  ,  llamando  á  la  jus- 
ticia, que  estaban  en  la  iglesia  muchos  hom- 
bres forasteros,  para  que  les  mandasen  salir 
della;  y  á  las  voces  que  dio  el  sacristán ,  vino 
el  alcalde  mayor  é  otros  alcaldes  ordinarios, 
con  tres  alguaciles  é  otros  muchos  vecinos 
con  armas  ,  pensando  que  era  otra  cosa,  y  en- 
traron de  repente  y  comenzaron  á  decir  con 
palabras  airadas  que  saliesen  de  la  iglesia; 
y  como  Cortés  estaba  flaco  del  camino,  no  le  co- 
nocieron hasta  que  le  oyeron  hablar,  é  por  los 
hábitos  blancos  conocieron  á  fray  Juan  de  las 
Varillas,  aunque  él  los  traia  bien  sucios  de  la 
mar ;  y  como  vieron  que  era  Cortés,  vanle  todos 
á  besar  las  manos  y  dalle  la  buena  venida ;  pues 
á  los  conquistadores  que  vivían  en  aque  la  villa 
Cortés  los  abrazaba  y  los  nombraba  por  sus  nom- 
bres, qué  tales  estaban,  y  les  decia  palabras 
amorosas;  y  luego  se  dijo  Misa,  y  le  llevaron  á 
aposentar  en  las  mejores  casas  que  habia  de  Pe- 
dro Moreno  Medrano,  y  estuvo  allí  ocho  dias,  y 


190  BKttWAL  DÍAZ. 

le  hicieron  muchas  fiestas  y  regocijos,  y  luego 
por  la  posta  envían  mensajeros  á  Méjico  á  decir 
cómo  habia  llegado  ;  y  Cortés  escribió  al  teso- 
rero y  al  contador,  puesto  que  supo  que  no  era 
su  amigo  el  contador,  y  á  todos  sus  amigos  y  al 
monasterio  de  San  Francisco  ;  de  las  cuales  nue- 
vas todos  se  alegraron ;  y  como  lo  supieron  to- 
dos los  indios  de  la  redonda,  tráenle  presentes 
de  oro  y  mantas,  y  cacao  y  gallinas  y  frutas,  y 
luego  se  partió  de  Medellin  ;  é  yendo  por  su 
jornada,  le  tenían  el  camino  limpio,  y  hechos 
aposentos  con  grandes  .enramadas  é  con  mucho 
bastimento  para  Cortés  y  todos  los  que  iban  en  su 
compañía.  Pues  saber  yo  decir  lo  que  los  mejica- 
nos hicieron  de  alegrías,  que  se  juntaron  con  to- 
dos los  pueblos  de  la  redonda  de  la  laguna,  y  le 
enviaron  al  camino  gran  presente  de  joyas  de  oro 
y  ropa  é  gallinas,  y  todo  género  de  frutas  de  la 
tierra  que  en  aquella  sazón  habia,  y  le  envia- 
ron á  decir  que  les  perdone,  por  ser  de  repen- 
te su  llegada,  que  no  le  envían  más;  que  deque 
vaya  á  sn  ciudad  harán  lo  que  son  obligados,  y 
le  servirán  como  á  su  capitán  que  los  conquistó 
y  los  tiene  en  justicia;  y  de  aquella  misma  ma- 
nera vinieron  otros  pueblos.  Pues  la  provincia 
de  Tlascala  no  se  olvidó  mucho,  que  todos  los 
principales  le  salieron  á  recebir  con  danzas  y 
bailes  y  regocijos  y  muchos  bastimentos,  y  des- 
que llegó  á  obra  de  tres  leguas  de  la  ciudad  de 
Tezcuco,  que  es  casi  aquella  ciudad  tamaña  po- 
blación con  sus  sujetos  como  Méjico;  de  allí  sa- 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  191 

lió  el  contador  Albornoz,  que  á  aquel  efecto  ha- 
bía venido  para  recibir  á  Cortes  por  estar  bien 
con  él,  que  le  temia  en  gran  manera;  y  juntó 
muchos  españoles  de  todos  los  pueblos  de  la  re- 
donda, y  con  los  que  estaban  en  su  compañía  y 
los  caciques  de  aquella  ciudad,  con  grandes  in- 
venciones deiuegosy  danzas, fueron  árecebirá 
Cortés  más  de  dos  leguas;  con  lo  cual  se  holgó; 
y  cuando  llegó  á  Tezcuco  le  hicieron  otro  gran 
recibimiento,  y  durmió  allí  aquella  noche;  y 
otro  dia  de  mañana  fué  camino  de  Méjico,  y  es- 
cribióle el  tesorero  y  el  cabildo,  y  todos  los  ca- 
balleros y  conquistadores  amigos  de  Cortés,  que 
se  detuviese  en  unos  pueblos  dos  leguas  de  Te- 
nustitlan  ,  Méjico ;  que  bien  pudiera  entrar 
aquel  dia,  y  que  lo  dejase  para  otro  día  por 
la  mañana  ,  porque  gozasen  todos  del  gran  re- 
cebimiento  que  le  hicieron  ,  y  salió  el  teso- 
rero con  lodos  los  conquistadores  y  caballeros 
y  cabildo  de  aquella  ciudad,  y  todos  los  oficia- 
les en  ordenanza  ,  y  llevaron  los  más  ricos 
vestidos  y  calzas  y  jubones  que  pudieron  con 
todo  género  de  instrumentos ;  y  los  caciques 
mejicanos  por  su  parte  con  muchas  maneras 
de  invenciones  de  divisas  y  libreas  que  pudieron 
haber;  y  la  laguna  llena  de  canoas,  é  indios 
guerreros  en  ellas,  según  y  de  la  manera  que 
solian  pelear  con  nosotros,  en  el  tiempo  de  Gua- 
temuz,  los  que  salieron  por  las  calzadas.  Fueron 
tantos  los  juegos  y  regocijos,  que  se  quedarán 
por  decir,  pues  en  todo  el  dia  por  las  calles  de 


192  BBRNAL  DIA2. 

Méjico  todo  era  bailes  y  danzas,  y  después  que 
anocheció  muchas  lumbres  á  las  puertas.  Pues 
aun  lo  mejor  quedaba  por  decir,  que  los  frailes 
franciscos,  otro  dia  después  que  Cortés  hubo 
llegado,  hicieron  procesiones,  dando  muchos 
loores  á  Dios  por  las  mercedes  que  les  habia  he- 
cho en  haber  venido  Cortés.  Pues  volviendo  á 
su  entrada  en  Méjico,  se  fué  luego  al  monaste- 
rio de  señor  San  Francisco,  adonde  hizo  decir 
Misas,  y  daba  loores  á  Dios,  que  le  sacó  de  los' 
trabajos  pasados  de  Honduras  y  le  trujo  á  aque- 
lla ciudad;  y  luego  se  pasó  á  sus  casas,  que  es- 
taban muy  bien  labradas,  con  ricos  palacios,  y 
allí  era  servido  y  temido  y  tenido  de  todos  como 
un  príncipe;  y  los  indios  de  todas  las  provincias 
le  venían  á  ver,  y  le  traían  presentes  de  oro,  y 
aun  los  caciques  del  peñol  de  Coatlan,  que  se 
habían  alzado,  le  vinieron  á  dar  la  bienvenida  y 
le  trujeron  presentes;  y  fué  su  entrada  de  Cor- 
tés en  Méjico  por  el  mes  de  Junio,  año  de  1524 
ó  25;  y  como  Cortés  hubo  descansado,  luego 
mandó  prender  á  los  bandoleros,  y  comenzó  á 
hacer  pesquisas  sobre  los  tratos  del  factor  y 
veedor;  y  también  prendió  á  Gonzalo  de  Ocam- 
po  ó  á  Diego  de  Ocampo,  que  no  sé  bien  el  nom- 
bre de  pila,  que  fué  al  que  hallaron  los  papeles 
de  los  libelos  infamatorios;  y  también  se  prendió 
á  un  Ocaña,  escribano,  que  era  muy  viejo,  que 
llamaban  cuerpo  y  alma  del  factor;  y  después 
que  los  tuvo  presos,  tenia  pensamiento  Cortés, 
viendo  la  justicia  que  para  ello  habia,  de  hacer 


CONQUISTA   DE  NUEVA-ESPAÑA .  193 

procesó  contra  el  factor  y  veedor;  y  por  senten- 
cia los  despachó,  y  si  de  presto  lo  hiciera,  no 
hubiera  en  Castilla  quien  dijera:  «Mal  hizo 
Cortés;»  y  su  Majestad  lo  tuviera  por  bien  he- 
cho; y  esto  yo  lo  oí  decir  á  lo ;  del  Real  consejo 
de  Indias,  estando  presente  el  señor  Obispo 
Fray  Bartolomé  de  las  Casas,  en  el  año  de  1540, 
cuando  yo  allá  fui  sobre  mis  pleitos,  que  se  des- 
cuidó mucho  Cortés  en  ello,  y  se  lo  tuvieron  á 
flojedad. 


CAPITULO  CXCI. 


CÓMO  EN  ESTE  INSTANTE  LLEGÓ  AL  PUERTO  DE  SAK 
JUAN  DE  ULtfA,  CON  TRES  NAVIOS,  EL  LICENCIADO 
IUIS  PONCE  DÉ  LEÓN,  QUE  VINO  Á  TOMAR  RESIDEN- 
CIA á  CORTÉS,  Y  LO  QUE  SOBRE  ELLO  PASÓ;  É  HAY 
NECE81D  oD  DE  VOLVER  ALGO  ATRÁS  PARA  QUÉ  BIEN 
SE  ENTIENDA  LO  QUE  AGORA  DIRÉ. 


Ya  he  dicho  en  los  capítulos  pasados  las 
grandes  quejas  que  de  Cortés  dieron  ante  su 
majestad,  estando  la  corte  en  Toledo;  y  los 
que  dieron  las  quejas  fueron  los  de  la  parte  de 
Diego  Velazquez,  con  todos  los  por  mí  nombra- 
dos, y  también  ayudaron  á  ellas  las  cartas  del 
Albornoz;  y  como  su  majestad  creyó  que  era 
verdad,  habia  mandado  al  almirante  de  Santo 
25 


194  BERNAL   1>ÍXZ. 

Domingo  que  viniese  con  gran  copia  de  sol- 
dados á  prender  á  Cortés  y  á  todos  los  que 
fuimos  en  desbaratar  á   Narvaez;   y    también 
he  dicho  que,  como  lo  supo  el  duque  de  Béjar 
don  Alvaro  de  Zúñiga,  que  fué  á  suplicar  á  su 
majestad  que  hasta  saber  la  verdad  que  no^  se 
creyese  de  cartas  de  hombres  que  estaban  muy 
mal  con  Cortés;  é  cómo  no  vino  el  almirante,  élas 
causas  por  qué;  y  cómo  su  majestad  proveyó  que 
viniese  un  hidalgo  que  en  aquella  sazón  esta- 
ba en  Toledo  ,  que  se  decia  el  licenciado  Luis 
Ponce  de  León  ,  primo  del  conde  de  Alcaudete, 
y  le  mandó  que  le  viniese  á  tomar  residencia,  y 
si  le  hallase  culpado  en  las  acusaciones  que  le 
pusieron  ,  que  le  castigase  de  manera  que  en 
todas  partes  fuese  sonada  la  justicia  que  sobre 
ello  hiciese  ;  y  para  que  tuviese  noticia  de  todas 
las  acusaciones  que  acusaban  á  Cortés  ,  trujo 
consigo*  las  memorias  de  las  cosas  que  habían 
dicho  contra  Cortts  ,  é  instrucciones  por  donde 
había  de  tomar  la  residencia;  y  luego  se  puso  en 
la  jornada  y  viaje  con  Ires  navios,  que  esto  no 
se  me  acuerda  bien,  si  eran  tres  ó  cuatro ,  y  con 
buen  tiempo  que  le  hizo  llegó  al  puerto  de  San 
Juan  de  Uiúa  ,  y  luego  se  desembarcó  y  se  vino 
á  la  villa  de  Medellin  ;  y  como  supieron  quién 
era  y  que  venia  por  juez  á  tomar  residencia  á 
Cortés,  luego  un  mayordomo  de  Cortés  que  allí 
residía,  que  se  decia  Gregorio  de  Villalobos,  en 
posta  se  lo  hiza  saber  á  Cortes,  y  en  cuatro  dias 
io  supo  en  Méjico;  de  que  se  admiró  Cortés,  que 


CONQUISTA     DE  NUEVA-ESPAÑA.  195 

tan  de  repente  le  tomaba  su  venida  t  porque 
quisiera  sabelio  más  temprano  para  irle  á  ha- 
cer la  mayor  honra  y  recebimíento  que  pudie- 
ra ;  y  ai  tiempo  que- le  vinieron  las  cartas  esta- 
ba en  señor  San  Francisco ,  que  quería  recebir 
el  cuerpo  de  nuestro  Señor  Jesucristo ,  con  y 
mucha  humildad  rogaba  á  Dios  que  en  todo 
le  ayudase  ;  y  como  tuvo  las  nuevas  por  muy 
ciertas,  de  presto  despachó  mensajeros  para 
saber  quién  eran  los  que  venían,  y  si  traían 
cartas  de  su  majestad ;  y  desque  vino  la 
primera  nueva  dende  á  dos  días  vinieron 
tres  mensajeros  que  enviaba  el  licenciado  Luis 
Ponce  de  León  con  cartas  para  Cortés,  y  una  era 
de  su  majestad,  por  las  cuales  supo  que  su  ma- 
jestad mandaba  que  le  tomasen  residencia;  y 
vistas  las  Reales  cartas,  con  mucho  acato  é  hu- 
mildad las  besó  y  puso  sobre  su  cabeza,  y  dijo 
que  recibía  gran  merced  que  su  majestad  le  en- 
viase quien  le  oyese  de  justicia,  y  luego  despa- 
chó mensajeros  con  respuesta  para  el  mismo 
Luis  Ponce,  con  palabras  sabrosos  y  ofrecimien- 
tos muy  mejor  dichos  que  yo  lo  sabré  decir,  é 
que  le  diese  aviso  por  cuál  de  los  dos  caminos 
quería  venir,  porque  para  Méjico  habia  un  cami- 
no por  una  parte  é  otro  por  un  atajo,  para  que 
tuviese  aparejado  lo  que  convenia  para  servir  á 
criado  de  tan  alto  Rey  y  señor;  y  desque  el  li- 
cenciado vio  las  cartas,  respondió  que  venia  muy 
cansado  de  la  mar  y  que  quería  reposar  algu- 
nos días,  y  dándole  muchas  gracias  y  mercedes 


196  BERNAL  DÍAZ. 

por  la  gran  voluntad  que  mostraba.  Pues  como 
algunos  vecinos  de  aquella  villa  que  eran  ene- 
migos de  Cortés,  y  otros  de  los  que  trujo  Cortés 
consigo  de  lo  de  Honduras  que  no  estaban  bien 
con  él,  que  fueron  de  los  que  hubo  desterrado 
de  Panuco,  y  por  cartas  que  luego  le  escribie- 
ron á  Luis  Ponce,  de  Méjico,  otros  contrarios 
de  Cortés,  le  dijeron  que  Cortés  quería  hacer 
justicia  del  factor  y  veedor  antes  que  llegase  á 
Méjico  el  licenciado;  y  más  le  dijeron,  que  mi- 
rase bien  por  su  persona,  qué  si  Cortés  le  escri- 
bió con  tantos  ofrecimientos,  es  para  saber  por 
cuál  de  los  dos  caminos  quería  venir,  que  era  para 
despachalle,  y  que  no  se  fíase  de  sus  palabras  ni 
ofertas;  y  le  dijeron  otras  muchas  cosas  de  males 
que  decían  habia  hecho  Cortés,  así  á  Narvaez 
como  á  Garay,  y  de  los  soldados  que  dejaba  per- 
didos en  Honduras,  y  sobre  tres  mil  mejicanos 
qué  murieron  en  el  camino,  y  que  un  capitán 
que  se  decia  Diego  de  Godoy,  que  dejó  allá  po- 
blando con  obra  de  treinta  soldados,  todos  do- 
lientes, que  creen  que  serán  muertos ;  é  salió 
verdad  así  como  se  lo  dijeron,  lo  de  Godoy  y 
soldados ;  y  que  le  suplicaban  que  luego  en  posta 
fuese  á  Méjico,  y  que  no  curase  de  hacer  otra 
cosa,  é  que  tomase  ejemplo  en  lo  del  capitán 
Narvaez  y  en  lo  del  adelantado  Garay  y  en  lo  de 
Cristóbal  de  Tapia,  que  no  le  quiso  obedecer,  y 
■  le  hizo  embarcar,  é  se  volvió  por  donde  vino ;  y 
le  dijeron  otros  muchos  daños  y  desatinos  con- 
tra Cortés,  por  ponelle  mal  con  él,  y  aun  le  hi- 


C0NQUI8TA   DE   NÜEVA-fcSPAÑA.  19$ 

cieron  eücreyente  que  no  le  obedecería.  Y  como 
aquello  vio  el  licenciado  Luis  Ponce,  é  traia  con- 
sigo otros  hidalgos,  que  fueron  el  alguacil  ma- 
yor Proaño,  natural  de  Córdoba,  y  á  un  su  her- 
mano, y  á  Salazar  de  la  Pedrada,  que  venia  por 
alcaide  de  la  fortaleza,  que  murió  luego  de  do- 
lor de  costado,  y  á  un  licenciado  ó  bachiller  que 
se  decia  Marcos  de  Aguilar,  y  á  un  soldado  que 
sedecia  Bocanegra,  de  Córdoba,  y  á  ciertos  frai- 
les de  Santo  Domingo,  y  por  provincial  dellos 
un  fray  Tomás  Ortiz,  que  decian  habia  estado 
ciertos  años  por  Prior  en  una  tierra  que  llama- 
ban, no  me  acuerdó  el  nombre;  y  deste  reli- 
gioso, que  venia  por  Prior,  decian  todos  los 
que  venían  en  su  compañía  que  era  más  des- 
envuelto para  entender  en  negocios  que  no 
para  el  santo  cargo  que  traia.  Pues  volviendo 
á  nuestra  relación,  el  Luis  Ponce  tomó  consejo 
con  estos  hidalgos  que  traia  en  su  compañía  si 
iria  luego  á  Méjico  ó  no,  y  todos  le  aconseja- 
ron que  no  se  separase  ni  de  día  ni  áe  noche, 
creyendo  que  era  verdad  lo  que  decian  de  los  ma- 
les de  Cortés;  por  manera  que  cuando  los  men- 
sajeros de  Cortés  llegaron  con  otras  cartas  en 
respuesta  de  las  que  le  escribió  el  licenciado 
y  mucho  refresco  que  le  traían,  ya  estaba  el  li- 
cenciado cerca  de  Iztapalapa,  donde  se  le  hizo 
un  gran  recebimiento  con  mucha  alegría  y  con- 
tento que  Cortés  tenia  con  su  venida,  y  le  man- 
dó hacer  un  banquete  muy  cumplido;  y  después 
de  bien  servidos  en  la  comida  de  muchos  y  bue- 


198 


BÉRNAL  DÍAZ. 


nos  manjares,  dijo  Andrés  de  Tapia,  que  sirvió 
en  aquella  fiesta  de  maestresala,  que  por  ser  co- 
sa de  apetito  para  en  aquel  tiempo  en  estas  tier- 
ras ,  porque  era  cosa  nueva,  que  si-  quería  su 
merced  que  le  sirviesen  de  natas  y  requesones; 
y  todos  los  caballeros  que  allí  comian  con  el  li- 
cenciado se  holgaron  que  los  trujesen,  y  esta- 
ban muy  buenas  las  natas  y  requesones,  y  co- 
mieron algunos  tanto  dellos,  que  se  le  resolvió 
el  estómago  á  uno  dellos  y  rebosó,  y  este  por- 
que comió  demasiado  dellos,  y  otros  no  tuvieron 
ningún  sentimiento  de  les  haber  hecho  mal  ni 
daño  en  el  estómago;  y  entonces  dijo  aquel  re- 
ligioso que  venia  por  prior  ó  provincial,  que  se 
decia  fray  Tomás  Ortiz,  que  las  natas  é  reque- 
sones venian  revueltas  con  rejalgar,  y  que  él  no 
las  quiso  comer  por  aquel  temor;  y  otros  que 
alli  comieron  dijeron  que  vieron  comer  al  fraile 
dellas  hasta  hartarse,  y  había  dicho  que  esta- 
ban muy  buenas;  y  por  haber  servido  de  maes- 
tresala el  Tapia  sospecharon  lo  que  nunca  por 
el  pensamiento  le  pasó  Y  vol/amos  á  nuestra 
relación;  que  en  este  recebimiento  de  Iztapalapa 
no  se  halló  Cortés,  que  en  Méjico  se  quedó; 
más  fama  hubo  echadiza  muy  secretamente  que 
enviaba  á  Luis  Ponce  un  buen  presente  de  te- 
juelos y  barras  de  oro;  esto  no  lo  sé  bien  ni  lo 
afirmo;  otros  dijeron  que  nunca  tal  pasó.  Pues  co- 
mo Iztapalapa  está  dos  leguas  de  Méjico.,  y  tenia 
puestos  hombres  para  que  le  avisasen  á  qué  hora 
venia  á  Méjico  parasalirle  á  recebir,  fué  Cortés 


CONQUISTA  DE   NUEVA-ESPAÑA.  199 

con  toda  la  caballería  que  en  Méjico  habia ,  en 
que  iban  el  mismo  Cortés  é  Gonzalo  deSandoval, 
y  el  tesorero  Alonso  de  Estrada  y  el  contador, 
y  todo  el  Cabildo  de  Méjico  y  los  conquistado- 
res, y  Jorge  de  Albaradoy  Gómez  de  Albarado, 
porque  Pedro  de  Albarado  en  aquella  sazón  ño 
estaba  en  Méjico ,  sino  en  Guatimala,  que  habia 
ido  en  busca  de  Cortés  é  de  nosotros ;  y  salieron 
otros  muchos  caballeros  que  nuevamente  ha- 
bían venido  de  Castilla;  y  cuando  encontraron 
á  Luis  Ponce  en  la  calzada  se  hicieron  grandes 
acatos  entre  él  é  Cortés  ;  y  el  licenciado  Luis 
Ponce  en  todo  pareció  muy  bien  mirado ,  que  se 
hizo  muy  de  rogar  sobre  que  Cortés  le  dio  la 
mano  derecha  y  él  no  la  queria  tomar  ,  y  estu- 
vieron en  cortesías  hasta  que  la  tomó ;  y  como 
entraron  en  la  ciudad,  el  licenciado  iba  admira- 
do de  la  gran  fortaleza  que  en  ella  habia  y  de 
las  muchas  ciudades  y  poblaciones  que  habia 
visto  en  la  laguna,  y  decia  que  tenia  por  cierto 
no  haber  habido  capitán  en  el  universo  que  con 
tan  pocos  soldados  hubiese  ganado  tantas  tier- 
ras ni  haber  tomado  tan  fuerte  ciudad  ;  é  yendo 
hablando  en  esto  ,  se  fueron  derechos  al  monas- 
terio de  San  Francisco  ,  adonde  les  dijeron  Mi- 
sa ;  y  después  de  acabada  la  Misa ,  Cortés  dijo 
al  licenciado  Luis  Ponce  que  presentase  las 
Reales  provisiones  y  entendiese  en  hacer  lo  que 
su  majestad  le  mandaba  ,  porque  él  tenia  que 
pedir  j  usticia  contra  el  factor  y  veedor;  y  respon  - 
dio  que  se  quedase  para  otro  dia;  y  de  allí  le 


20Ó  *  BfcftirkL  DÍAZ. 

llevó  Cortés,  acompañado  de  toda  la  caballería 
que  le  había  salido  á  recetor,  á  aposentar  en  sus 
palacios,  donde  le  tenían  todo  entapizado  yuna 
muy  solene  comida,  y  servida  con  tantas  vajillas 
de  oro  y  plata,  y  con  tal  concierto,  que  el  mis- 
mo Luis  Ponce  dijo  secretamente  al  alguacil 
mayor  Proaño  y  á  un  Bocanegra  que  ciertamen- 
te que  parecía  que  Cortés  en  todos  los  cumpli- 
mientos y  en  sus  palabras  y  obras  que  era  de 
muchos  años  atrás  gran  señor.  Y  dejaré  dé  ha- 
blar destas  loas,  pues  no  hacen  á  nuestra  rela- 
ción, y  diré  que  otro  dia  fueron  á  la  iglesia  ma- 
yor, y  después  de  dicha  Misa,  mandó  que  el 
cabildo  de  aíjuella  ciudad  estuviese  presente,  y 
los  oficiales  de  la  Real  hacienda  y  los  capitanes  y 
conquistadores  de  Méjico:  y  cuando  á  todos  los 
vio  juntos,  delante  de  dos  escribanos,  y  el  uno 
era  de  los  del  cabildo  y  el  otro  que  Luis  Ponce 
traia  consigo,  presentó  sus  Reales  provisiones,  y 
Cortés  con  mucho  acato  las  besó  y  puso  sobre 
su  cabeza,  é  dijo  que  las  obedecía  como  manda- 
miento é  cartas  de  su  Rey  y  señor,  é  las  cumpli- 
ría pecho  por  tierra;  y  asi  lo  hicieron   todos  los 
caballeros  conquistadores  y  cabildo  y  oficiales 
de  la  Real  hacienda  de  su  majestad;  y  después 
que  esto  fué  hecho,  tomó  el  licenciada  las  va- 
ras de  la  justicia  al  alcalde  mayor  y  alcaldes 
ordinarios,  y  de  la  hermandad  y  alguaciles,  y 
como  las  tuvo  en  su  poder,  se  las  volvió  á  dar, 
y  dijo  á  Cortés:  «Señor  capitán,  esta  goberna- 
ción de  vuesamerccd  me  manda  su  majestad  qué 


CONQUISTA  DK   NUEVA-ESPAÑA.  201 

tome  en  mí,  no  porque  deja  de  ser  merecedor 
de  otros  muchos  y  mayores  cargos,  más  hemos 
de  hacer  lo  que  nuestro  Rey  y  señor  nos  man- 
da.» Y  Cortés  con  mucho  acato  le  dio  gracias 
por  ello,  y  dijo  que  él  siempre  está  presto  para 
lo  que  en  servicio  de  su  majestad  le  fuese  man- 
dado; lo  cual  vería  muy  presto,  y  conocería  cuan 
lealmentc  habia  servido  á  nuestro  Rey  y  señor, 
por  las  informaciones  y  residencia  que  de  él  to- 
marían, y  conocería  las  malicias  de  algunas  per- 
sonas, que  ya  le  habrán  á  él  ido  con  consejos  y 
cartas  llenas  de  malicias;  y  el  licenciado  respon- 
dió que  adonde  hay  hombres  buenos  también  hay 
otros  que  no  lo  son  tales,  que  así  es  el  mundo; 
que  á  los  que  ha  hecho  buenas  obras  dirán  bien 
del,  y  á  los  que  malas,  al  contrario;  y  en  esto 
se  pasó  aquel  dia;  é  otro  dia,  después  de  haber 
oido  Misa,  aue  se  le  dijo  en  los  mismos  palacios 
donde  posaba  el  licenciado,  co.n  mucho  acato 
envió  con  un  caballero  á  que  llamase  á  Cortés, 
estando  delante  el  fray  Tomás  Ortiz,  que  venia 
por  prior,  sin  haber  otras  personas  delante, 
sino  todos  tres  en  secreto,  con  mucho  acato  le 
dijo  el  licenciado  Luis  Ponce:  «Señor  capitán, 
9abrá  vuesamerced  que  su  majestad  me  mandó 
y  encargó  que  á  todos  los  conquistadores  que 
pasaron  desde  la  isla  de  Cuba,  que  se  hallaron 
en  ganar  estas  tierras  y  ciudad,  y  á  todos  los 
demás    conquistadores  que  después  vinieron, 
que  les  dé  buenos  indios  en  encomienda,  y  an- 
teponga y  favorezca  algo  más  á  los  primeros; 
26 


202  BERNA L   DÍAZ. 

y  esto  digo,  porque  soy  informado  que  muchos 
de  los  conquistadores  que  con  vuesamerced  pa- 
saron están  con  pobres  repartimientos,  y  los  ha 
dado  á  personas  que  agora  nuevamente  han 
venido  de  Castilla,  que  no  tienen  méritos;  si  asi 
es,  no  le  dio  su  majestad  lá  gobernación  para 
este  efecto,  sino  para  cumplir  sus  Reales  man- 
dos; y  Cortés  dijo  que  á  todos  había  dado  in- 
dios, y  que  la  ventura  de  cada  uno  era,  que  á 
unos  cupieron  buenos  indios  y  á  otros  no  tales, 
y  que  lo  podrá  enmendar,  pues  para  ello  es  ve- 
nido, y  los  conquistadores  son  merecedores 
dello;  y  también  íe  preguntó  que  qué  era  de  los 
conquistadores  que  habia  llevado  á  Honduras 
en  su  compañía,  que  cómo  los  dejaba  allá  perdi- 
dos y  muertos  de  hambre,  en  especial  que  le 
informaron  que  un  Diego  de  Godoy,  que  dejó 
por  caudillo  de  treinta  ó  cuarenta  hombres  en 
Puerto  de  Caballos,  <jue  le  habían  muerto  in- 
dios, porque  todos  estaban  muy  malos;  y  así 
como  lo  dijeron  salió  verdad,  como  adelante 
diré;  y  que  fuera  bueno  que,  pues  habían  gana 
do  aquella  ciudad  y  la  Nueva-España ,  que 
quedaran  á  gozar  el  provecho,  y  á  los  que  ha- 
bían nuevamente  venido  de  Castilla  aquellos 
llevara  á  conquistar  y  poblar;  y  preguntó  por 
el  capitán  Luis  Marín  é  por  Bernal  Diaz  del 
Castillo  y  por  ciertos  soldados  é  los  demás  sol- 
dados que  consigo  llevó;  é  Cortés  le  respondió 
que.para  cosas  de  afrenta  y  guerras  no  se  atre- 
viera á  ir  á  tierras  largas  si  no  llevara  soldados 


CONQUISTA  DE  HUÍVA-ftSPANA.  203 

eonocidos,  y  que  presto  vernian  á  aquella  ciu- 
dad porque  ya  debeu  de  venir  camino,  y  que  en 
todo  su  merced  les  ayudase,  y  les  diese  buenas 
encomiendas  de  indios.  Y  también  le  dijo  el  li- 
cenciado Luis  Ponce  algo  con  palabras  ásperas, 
que  cómo  habia  ido  contra  el  Cristóbal  de 
Olí  tan  léjo>  y  largos  caminos  sin  tener  li- 
cencia de  su  majestad,  y  ,dejar  á  Méjico  en 
condición  de  se  perder.  A  esto  respondió  que 
como  capitán  general  de  su  majestad,  que  le 
pareció  que  convenia  aquello  á  su  Real  ser- 
vicio porque  otros  capitanes  no  se  alzasen, 
que  dello  hizo  primero  relación  á  su  majestad;. 
y  domas  desto  ,  le  preguntó  sobre  la  prisión  y 
desbarate  de  Narvaez  ,  y  de  cómo  se  le  perdió 
la  armada  y  soldados  de  Francisco  de  Garay,  y 
de  qué  murió  tan  presto  ,  y  de  cómo  hizo  em- 
barcar á  Cristóbal  de  Tapia  ;  y  le  preguntó  de 
otras  muchas  cosas  que  aqui  no  relato  ;  y  Cor- 
tés á  todo  le  respondió  dándole  razones  muy 
buenas,  de  que  Luis  Ponce  en  algo  parecía  que5 
quedaba  contento;  y  todo  esto  que  le  pregunta- 
ba traia  por  memoria  de  Castilla  y  de  otras  ma- 
chas cosas  que  ya  le  habian  dicho  en  el  camino, 
y  en  Méjico  le  habian  informado  dello  :  y  como 
á  aquestas  preguntas  que  hizo  estaba  presente 
el  fray  Tomás  Ortiz,  como  las  hubieron  acabado 
de  decir,  se  fué  Cortés  á  su  posada  ,  y  secreta- 
mente apartó  el  fraile  á  tres  conquistadores 
amigos  de  Cortés  ,  y  les  dijo  que  Luis  Ponce 
quería  cortar  la  cabeza  á  Cortés  ,  porque  asi  lo 


204  •  BERNAL  DÍAZ. 

traía  mandado  por  su  majestad ,  é  á  acfOGlf  efeto 
le  habia  preguntado  lo  sobredicho  ;  y  aun  el 
mesmo  fraile  otro  dia  muy  de  mañana* de  secreto 
se  lo  dijo  á  Cortés  por  estas  palabras  :  «Señor 
capitán  ,  por  lo  que  os  quiero,  y  de  mi  oficio  y 
religión  es  avisar  en  tales  tiasos,  hágoos,  Señor, 
saber  que  Luis  Ponce  trae  provisiones  de  su 
majestad  para  os  degollar.»  Y  cuando  Cortés 
esto  oyó  ,  é  habian  pasado  los  razonamientos 
por  mi  dichos  ,  estaba  muy  penoso  y  pensativo; 
y  por  otra  parte  le  habían  dicho  que  aquel  frai- 
le era  de  mala  condición  y  bulliciosa,  y  que  no 
le  creyese  muchas  cosas  de  lo  que  decia  ;  y 
según  apareció ,  dijo  el  fraile  aquellas  pala- 
bras á  Cortés  á  efeto  que  le  echase  por  interce- 
sor yTOgador  que  no  le  ejecutase  el  tal  manda- 
do, y  porque  le  diese  por  ello  algunas  barras  de 
oro.  Otras  personas  dijeron  que  el  Luis  Ponce  lo 
dijo  por  metelle  temor  á  Cortés  é  le  echase  ro- 
gadores que  no  le  degollase;  y  como  aquello 
sintió  Cortés,  respondió  al  fraile  con  mucha  cor- 
tesía y  con  grandes  ofrecimientos,  y  le  dijo  que 
antes  tenia  creído  que  su  majestad,  como  cris- 
tianísimo Rey,  que  le  enviaría  á  hacer  mercedes 
por  sus  muchos  y  buenos  y  leales  servicios  que 
siempre  le  hizo,  y  no  se  hallará  deservicio  nin- 
guno que  haya  hecho;  y  que  con  esta  confianza 
estaba,  y  que  él  tenia  al  Sr.  Luis  Ponce  por  per- 
sona que  no  saldría  de  lo  que  su  majestad  le 
mandaba,  y  como  aquello  oyó  el  fraile,  y  no  le 
rogó  que  fuese  su  intercesor  para  con  Luis  Pon- 


CONQUISTA  J>E  N UE V AtESPAÑA  .  205 

ce,  quedó  confuso;  y  diré  lo  quemas  pasó;  por- 
que Cortés  jamas  le  dio  ningunos  dineros  de  lo 
que  le  habia  prometido. 


CAPITULO  CXCII. 


COMO  EL  LICENCIADO  LUIS  PONCE  ,  DESPUÉS  QUE 
HUBO  PRESENTADO  LAS  REALES  PROVISIONES  Y  FUE 
OBEDECIDO,  MANDÓ  PREGONAR  RESIDENCIA  CONTRA 
CORTÉS  É  LOS  QUE  HABÍAN  TENIDO  CARGOS  DE  JUS- 
TICIA, Y  CÓMO  CAYÓ  MALO  DE  MAL  DE  MODORRA  Y 
DELLA  FALLECIÓ,  Y  LO  QUE  MÁS  LE  8UCEDIÓ. 


Después  que  hubo  presentado  Luis  Ponce  las 
Reales  provisiones,  con  mucho  acato  de  Cortés 
y  el  cabildo  y  los  demás  conquistadores  fué 
obedecido;  mandó  pregonar  residencia  general 
contra  Cortés  y  contra  los  que  habían  tenido 
cargo  de  justicia  y  habían  sido  capitanes;  y  como 
muchas  personas  que  no  estaban  bien  con  Cor- 
tés, é  otros  que  tenían  justicia  sobre  lo  que  pe- 
dían., qué  priesa  se  daban  de  dar  quejas  de  Cor- 
tés y  de  presentar  testigos,  que  en  toda  la  ciu- 
dad andaban  pleitos;  y  las  demandas  que  le  po- 
nían, unos  que  no  les  dio  partes  de  oro,  como  era 
obligado,  é  otros  le  demandaban  que  no  les  dio 
indios,  conforme  á  lo  que  su  majestad  mandaba,  y 


206  BÉUNAL  DÍAZ. 

los  dio  á  criados  de  su  padre  Martin  Cortés  y  á 
otras  personas  sin  méritos,  criados  de  señores 
de  Castilla.  Otros  le  demandaban  caballos  que 
le3  mataron  en  las  guerras,  que  puesto  que  ha- 
blan habido  mucho  oro  de  que  se  les  pudiera 
pagar,  que  no  se  les  satisfizo  por  quedarse  con 
el  oro.  Otros  demandaban  afrentas  de  sus  per- 
sonas, que  por  mandado  de  Cortés  les  habían 
hecho.  Volvamos  á  nuestra  residencia,  que  lue- 
go que  se  comenzó  á  tomar  quiso  nuestro  Señor 
Jeoucristo  que  por  nuestros  pecados  y  desdicha 
cayó  malo  de  modorra  el  licenciado  Luis  Ponce, 
y  fué  desta  manera,  que  viniendo  del  monaste- 
rio de  señor  San  Francisco  de  oir  Misa,  le  dio 
una  muy  recia  calentura,  y  echóse  en  la  cama  y 
estuvo  cuatro  dias  amodorrido,  sin  tener  el  sen- 
tido que  convenia,  y  todo  lo  más  del  dia  y  de  la 
noche  era  dormir;  y  como  aquello  vieron  los 
médicos  que  le  curaban,  que  se  decían  el  licen- 
ciado Pedro  López  y  el  doctor  Ojeda  y  otro  me 
dico  que  él  traia  de  Castilla,  todos  á  una  les 
pareció  que  se  confesase  y  recibiese  los  Santos 
Sacramentos,  y  el  mismo  licenciado  lo  tuvo  en 
gran  voluntad;  y  después  de  recibidos  con  gran 
humildad  y  contrición,  hizo  testamento,  y  dejó 
por  su  teniente  de  gobernador  al  licenciado 
Marcos  de  Aguilar,  que  había  traído  consigo 
desde  la  Española.  Otros  dijeron  que  era  ba- 
chiller, y  no  licenciado,  y  que  no  tenia  au- 
toridad para  mandar;  y  dejóle  el  poder  des- 
ta manera  :  que  todas  las   cosas    de   pleitos 


C0NQÜI8TÁ  DE   NÜEVA-ESPANA .  207 

y  debates  y  residencias,  y  1  a  prisión  del  fac- 
tor y  veedor,  se  estuviese  en  el  estado  que 
lo  dejaba  hasta  que  su  majestad  fuese  sa- 
bidor  de  lo  que  pasaba,  y  que  luego  hiciese 
mensajeros  en  un  navio  á  su  majestad.  Y  ya  he- 
cho su  testamento  y  ordenada  su  ánima,  al  no- 
veno dia  que  cayó  malo  dio  la  ánima  á  nuestro 
Señor  Jesucristo,  y  como  hubo  fallecido,  fueron 
grandes  los  lutos  y  tristezas  que  todos  los  con- 
quistadores á  una  sintieron:  como  si  fuera  padre 
de  todos,  así  lo  lloraban,  porque  ciertamente 
él  venia  para  remediar  á  los  que  hallase  que 
derechamente  habían  servido  á  su  majestad,  y 
antes  que  muriese  así  lo  suplicaba;  y  le  halla- 
ron en  los  capítulos  é  instrucciones  que  de  su 
majestad  traia,  que  diese  de  los  mejores  repar- 
timientos de  indios  á  los  conquistadores,  de 
manera  que  conociesen  mejoría  en  todo;  y  Cor- 
tés, con  todos  los  más  caballeros  de  la  ciudad, 
se  pusieron  luto  y  le  llevaron  á  enterrar  con 
gran  pompa  á  San  Francisco,  y  con  toda  la  cera 
que  entonces  se  pudo  haber  :  fué  su  enterra- 
miento muy  solene  para  en  aquel  tiempo  Oí  de- 
cir á  ciertos  caballeros  que  se  hallaron  presentes 
cuando  cayó  malo,  que  como  Luis  Ponce  era 
músico  y  de  suyo  regocijado,  por  alegralle  le 
iban  á  tañer  con  una  vigüela  y  á  dar  música,  y 
que  mandó  que  le  tañesen  una  baja,  y  con  los 
pies  estando  en  la  cama  hacia  sentido  en  la  boca 
y  los  meneaba  h*sta  acabarla,  y  acabada,  per- 
dió el  habla,  que  fué  todo  uno.   Pues  como  fué 


208  BERNAL   DÍAZ. 

muerto  y  enterrado  de  la  manera  que  dicho  ten-, 
go,  oir  el.murmurar  que  en  Méjico  habia  de  las. 
personas  que  estaban  mal  con  Cortés  y  con  San- 
doval,  que  dijeron  y  afirmaron  que  le  dieron 
ponzoña  con  que  murió,  que  así  habia  hecho  al 
Francisco  de  Garay;  é  quien  más  lo  afirmaba 
era  fray  Tomás  Ortiz,  ya  que  venia  por  prior  de, 
ciertos  frailes  que  traia  en  su  compañía,  que 
también  murió  de  modorra  el  mesmo ,  prior 
de  ahí  á  dos  meses,  él  y  otros  frailes;  y  también 
quiero  decir  que  pareció  ser  que  en  el  navio  en 
que  vino  el  Luis  Ponce,  que  dio  pestilencia  en 
ellos,  porque  á  más  de  cien  personas  que  en  él 
venian  les  dio  modorra  y  dolencia  deque  murie- 
ron en  la  mar,  y  después  de  desembarcados  en 
la  villa  de  Medellin  murieron  muchos  dellos,  y 
aún  de  los  frailes  quedaron  muy  pocos,  y  fué  fa- 
ma que  aquella  modorra  cundió  en  Méjico. 

CAPITULÓ  CXCIII. 

CÓMO  DESPUÉS  QUE  MURÍÓ  EL  LICENCIADO  PONCE  DE 
LEÓN  COMENZÓ  Á  GOBERNAR  EL  LICENCIADO  MARCOS 
DE  AGUILAR,  Y  LAS  CONTIENDAS  QUE  SOBRE  ELLO 
HUBO,  Y  CÓMO  EL  CAPITÁN  LUIS  MARÍN  CON  TODOS 
LOS  QUÉ  VENÍAMOS  EN  SU  COMPAÑÍA  TOPAMOS  CON 
PEDRO  DE  ALBARADO,  QUE  ANDABA  EN  BUSCA  DE 
CORTES,  Y  NOS  ALEGRAMOS  LOS  UN08CON  LOS  OTROS, 
PORQUE  ESTABA  LA  TIERRA  DE  GUERRA,  PORLA  PO- 
DER PASAR  SIN  TANTO  PELIGRO. 

Según  que  lo  habia  dejado  en  el  testamento 
Luis  Ponce,  todos  los  conquistadores  que  es.ta- 


CONQUISTA   D8    NUEVA-ESPAÑA.  209 

ban  mal  con  Cortés  quisieran  que  fuera  la  resi- 
dencia adelante,  como  le  habían  comenzado  á 
tomar;  y  Cortés  dijo  que  no  se  podía  entender 
en  él,  conforme  al  testamento  de  Luis  Ponce; 
mas  que  si  quisiera  tomársela  el  Marcos  de 
Aguilar  ,  que  fuesen  mucho  en  buena  hora;  y 
había  otra  contradicción  por  parte  del  Cabildo 
de  Méjico,  en  que  decían  que  no  podía  mandar 
Luis  Ponce  en  su  testamento  que  gobernase  el 
licenciado  Aguilar  sólo,  lo  uno  porque  era  muy 
viejo  y  caducaba ,  y  estaba  tullido  de  bubas  y 
era  de  poco  autoridad,  y  asi  lo  mostraba  en  su 
persona,  y  no  sabia  las  cosas  de  la  tierra,  ni 
tenia  noticia  della  ni  de  las  personas  que  tenían 
méritos;  y  que  demás  desto,  que  no  le  ternian 
respeto  ni  le  atacarían  ,  y  que  seria  bien  que 
para  que  todos  temiesen,  y  la  justicia  de  su  ma- 
jestad fuese  de  todos  muy  acatada,  que  tomase 
acompañado  en  la  gobernación  á  Cortés  hasta 
que  su  maiestad  mandase  otra  cosa  ;  y  el  Mar- 
cos de  Aguilar  dijo  que  no  saldría  poco  ni  mu- 
cho de  lo  que  Luis  Ponce  mandó  en  el  testa- 
mento, y  que  él  solo  había  de  gobernar ,  y  que 
si  querían  poner  otro  gobernador  por  fuerza  que 
no  hacían  lo  que  su  majestad  mandaba;  y  demás 
desto  que  dijo  Marcos  de  Aguilar,  Cortés  temió 
si  otra  cosa  se  hiciese  ,  por  más  palabras  que  le 
decían  los  procuradores  de  las  ciudades  y  villas 
de  la  Nueva-España,  que  procurase  de  gobernar 
y  que  ellos  atraerían  con  buenas  palabras  al 
Marcos  de  Aguilar  para  ello  ,  pues  que  estaba 
27 


210  BERNAL   DIJLZ. 

claro  que  estaba  muy  doliente,  y  era  servicio  de 
Dios  y  de  su  majestad;  y  por  más  que  le  decían 
á  Cortés,  nunca  quiso  tocar  más  en  aquella  te- 
cla, sino  que  el  viejo  Aguilar  solo  gobernase;  y 
aunque  estaba  tan  doliente  y  ético,  que  le  daba 
de  mamar  una  mujer  de  Castilla  ,  y  tenia  unas 
cabras  ,  que  también  bebía  lecbe  dellás  ;  y  en 
aquella  sazón  se  le  murió  un  hijo  que  traia  con- 
sigo, de  modorra  ,  según  y  de  la  manera  que 
murió  Luis  Ponce;  dejaré  esto  hasta  su  tiempo, 
é  quiero  volver  muy  atrás  de  lo  de  mi  relación, 
é  diré  lo  que  el  capitán  Luis  Marín  hizo  ,  que 
quedaba  con  toda  su  gente  en  Naco  esperan- 
do respuesta  de  Sandoval  para  saber  si  Cor- 
tés era  embarcado  ó  no  ,  y  nunca  habíamos 
tenido  respuesta  ninguna.  Ya  he  dicho  cómo 
Sandoval  se  partió  de  nosotros  para  hacer  em- 
barcar á  Cortés  que  fuese  á  la  Nueva-Es- 
paña ,  y  que  nos  escribiría  lo  que  sucediese, 
para  que  nos  fuésemos  con  Luis  Marín  camino 
de  Mélico;  y  puesto  que  escribió  Sandoval  y 
Cortés  por  dos  partes,  nunca  tuvimos  respues- 
ta ,  porque  el  Saavedra  nunca  nos  quiso  escri- 
bir ,  con  malicia  ;  y  fué  acordado  por  Luis 
Marín  y  por  todos  los  que  con  él  veníamos  que 
con  brevedad  fuésemos  soldados  á  caballo  á 
Trujillo  á  saber  de  Cortés,  y  fué  Francisco  Mar- 
mole  jo  por  nuestro  capitán,  é  yo  fui  uno  de  los 
diez,  y  fuimos  por  la  tierra  adentro  de  guerra 
hasta  llegar  á  Olancho,  que  agora  llaman  Gua- 
yape,  donde  fueron  las  minas  ricas  de  oro,  y  al  lí 


CONQUISTA     DE   NUEVA-ESPAÑA.  211 

tuvimos  nueva  de  dos  españoles  que  estaban  do- 
lientes y  de  un  negro,  cómo  Cortés  era  embar- 
cado pocos  días  habia  con  los  caballeros  y  con- 
quistadores que  consigo  traia,  y  que  le  envió  á 
llamar  la  ciudad  de  Méjico,  que  todos  los  veci- 
nos mejicanos  estaban  con  voluntad  de  le  servir, 
y  que  vino  un  fraile  francisco  por  él,  y  que  su 
primo  de  Cortés,  Saavedra,  quedaba  por  capitán 
cerca  de  allí  en  unos  pueblos  de  guerra;  de  las 
cuales  nuevas  nos  alegramos ,  y  luego  escribi- 
mos al  capitán  Saavedra  con  indios  de  aquel 
pueblo  de  Olancho,  que  estaba  de  paz,  y  en 
cuatro  dias  vino  respuesta  del  Saavedra,  y  nos 
hizo  relación  de  algunas  cosas,  y  dimos  muchas 
gracias  á  Dios  por  ello,  y  á  buenas  jornadas 
volvimos  donde  LuisMarin  estaba;  y  acuerdóme 
que  tiramos  piedras  á  la  tierra  que  dejábamos 
atrás,  y  con  la  ayuda  de  Dios  iremos  á  Méjico,  é 
yendo  por  nuestras  jornadas  hallamos  á  Luis 
Marin  en  un  pueblo  que  se  dice  Acalteca;  y  así 
como  llegamos  con  aquellas  nuevas  tomó  mu- 
cha alegría,  y  luego  tiramos  camino  de  un  pue- 
bloque  se  dice  Maniani,  y  hallamos  en  él  á  seis 
soldados  que  eran  de  la  compañía  de  Pedro  de 
Albarado,  que  andaba  en  nuestra  busca,  y  uno 
d  líos  fué  Diego  de  Villanueva,  conquistrdor, 
buen  soldado  y  uno  de  los  fundadores  desta 
ciudad  de  Guatimala  ,  natural  de  Villanueva  de 
la  Serena  ,  que  es  en  el  maestrazgo  de  Alcán- 
tara ;  y  cuando  ¿os  conocimos  nos  abrazamos 
los  unos  á  los  otros  ,  y  preguntando  por  su  ca- 


212  BERNAL  DÍAZ. 

pitan  Pedro  de  Albarado,  dijeron  que  alli  cerca 
venia  con  muchos  caballeros  ,  y  que  venían  en 
busca  de  Cortés  y  de  nosotros  ,  y  nos  contaron 
todo  lo  acaecido  en  Méjico  ,  ya  por  mí  dicho, 
y  cómo  habian  enviado  á  llamar  á  Pedro  de 
Albarado  para  que  fuese  gobernador ,  y  la  cau- 
sa por  qué  no  fué,  según  he  dicho  en  el  capítulo 
que  dello  habla  ,  fué  por  temor  del  factor  ;  é 
yendo  por  nuestro  camino  ,  luego  de  ahí  á  dos 
días  nos  encontramos  con  el  Pedro  de  Albarado 
y  sus  soldados  ,  que  fué  junto  á  un  pueblo  que 
se  dice  la  Choluteca  Malalaca.  Pues  saber  decir 
cómo  se  holgó  en  saber  que  Cortés  era  ido  á 
Méjico  ,  porque  excusaba  el  trabajoso  camino 
que  había  de  llevar  en  su  busca,  fué  harto  des- 
canso para  todos;  y  estando  alli  en  el  pueblo  de 
la  Choluteca  ,  habian  llegado  en  aquella  sazón 
ciertos  capitanes  de  Pedro  Arias  de  Avila  ,  que 
se  decían  Garabito  y  Campañon,  y  otros  que  no 
se  me  acuerdan  los  nombres  ,  que  ,  según  ellos 
decían,  venían  á  descubrir  tierras  yá  partir  tér- 
minos con  el  Pedro  de  Albarado;  y  como  llega- 
mos á  aquel  pueblo  con  el  capitán  Luis  Marín, 
estuvimos  juntos  tres  dias  los  de  Pedro  Arias  y 
Pedro  de  Albarado  y  nosotros;  y  desde  alli  en- 
vió el  Pedro  de  Albarado  á  un  Gaspar  Arias  de 
Avila,  vecino  que  fué  de  Guatímala,  á  tratar  cier- 
tos negocios  con  el  gobernador  Pedro  Arias  de 
Avila,  é  oí  decir  que  era  sobre  casamientos,  por- 
que el  Gaspar  Arias  era  gran  servidor  de  Pedro 
de  Albarado.  Y  volviendo  á  nuestro  viaje,  en 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  213 

aquel  pueblo  se  quedaron  los  de  Pedro  Arias,  y 
nosotros  fuimos  camino  de  Guatimala,  y  antes  de 
llegar  á  la  provincia  de  Cuzcatlan,  en  aquella 
sazón  llovía  mucho  y  venia  un  rio  que  se  decía 
Lempa  muy  crecido*,  y  no  le  pudimos  pasar  en  nin- 
guna manera;  acordamos  de  cortar  un  árbol  que 
se  llama  ceiba,  y  era  de  tal  gordor,  que  del  se 
hizo  una  canoa  que  en  estas  partes  otra  mayor 
no  la  habia  visto,  y  con  gran  trabajo  estuvimos 
cinco  dias  en  pasar  el  rio,  y  aun  hubo  mucha 
falta  de  maíz;  é  pasado  el  rio,  dimos  en  unos 
pueblos  que  pusimos  por  nombre  los  Chapanas- 
tiques,  que  era  así  su  nombre,  adonde  mataron 
los  indios  naturales  de  aquellos  pueblos  un  sol- 
dado que  sé  decia  Nicuesa,  é  hirieron  otros  tres 
de  los  nuestros  que  habian  ido  á  buscar  de  co- 
mer, y  venían  ya  desbaratados,  y  les  fuimos  á 
socorrer,  y  por  no  nos  detener  se  quedaron  sin 
castigo;  y  esto  es  en  la  provincia  donde  agora 
está  poblada  la  villa  de  San  Miguel;  y  desde  allí 
entramos  en  la  provincia  de  Cuzcatlan,  que  esta- 
ba de  guerra,  y  hallamos  bien  de  comer;  y  desde 
allí  veníamos  á  unos  pueblos  cerca  de  Petapa,  y 
en  el  camino  tenían  los  guatimaltecas  unas  sier- 
ras cortadas  y  unas  barrancas  muy  hondas, 
donde  nos  aguardaron,  y  estuvimos  en  se  las 
tomar  y  pasar  tres  dias:  allí  me  hirieron  de  un 
flechazo,  más  no  fué  nada  la  herida,  y  luego 
venimos  á  Petapa,  y  otro  dia  dimos  en  este  va- 
lle que  llamamos  del  Tuerto,  donde  agora  está 
poblada  esta  ciudad  de  Guatimala,  que  entonces 


214  BERNAL  DÍAZ. 

todo  estaba  de  guerra  sobre  pasallos  con  los 
naturales;  y  acuerdóme  que  caando  veníamos 
pOr  un  repecho  abajo  comenzó  á  temblar  la  tier- 
ra de  tal  manera,  que  muchos  soldados  cayeron 
en  el  suelo,  porque  duró  gran  rato  el  temblor; 
y  luego  fuimos  camino  del  asiento  de  la  ciudad 
de  Guatimala  la  vieja,  donde  solian  estar  los 
caciques  que  se  decian  Cinacan  y  Sacachul,  y 
antes  de  entrar  en  la  dicha  ciudad  estaba  una 
barranca  muy  honda,  y  aguardándonos  todos 
lo  i  escuadrones  de  los  guatimaltecas  para  no 
dejarnos  pasar,  y  les  hicimos  ir  con  la  mala 
ventura,  y  pasamos  á  dormir  á  la  ciudad,  y  cs- 
.taban  los  aposentos  y  las  casas  con  tan  buenos 
edificios  y  ricos,  en  fin  como  de  caciques  que 
mandaban  todas  las  providcias  comarcanas;  y 
desde  allí  nos  salimos  á  lo  llano  y  hicimos  ran- 
chos y  chozas,  y  estuvimos  en  ellos  diez  dias, 
porque  el  Pedro  de  Alvarado  envió  dos  veces  á 
llamar  de  paz  á  los  de  Guatimala  y  á  otros 
pueblos  que  estaban  en  aquella  comarca,  y  hasta 
ver  su  respuesta  aguardamos  los  dias  que  he 
dicho,  y  de  que  no  quisieron  venir  ninguno  de- 
llos,  fuimos  por  nuestras  jornadas  largas,  sin 
parar  hasta  donde  Pedro  de  Albarado  habia 
dejado  su  ejército,  porque  estaba  todo  de  guer- 
ra, y  estaba  en  él  por  capitán  un  hermano  que 
se  decia  Gonzalo  de  Albarado.  Llamábase 
aquella  población  donde  los  hallamos  Olinte- 
peque,  y  estuvimos  descansando  ciertos  dias, 
y  luego  fuimos  á  Soconusco,  y  dende  allí  á  Te- 


CONQUISTA  DÉ   NXJEV  A-E8PAÑA .  215 

guantepeque,  y  entonces  fallecieron  en  el 
camino  dos  vecinos  españoles  de  Méjico  que 
venían  de  aquella  trabajosa  jornada  con  nos- 
otros, y  un  cacique  mejicano  que  se  decia  Juan 
Velazquez,  capitán  que  fué  de  Guatemuz;  y 
por  la  posta  fuimos  á  Guaxaca,  porque  en- 
tonces alcanzamos  á  saber  la  muerte  de  Luis 
Ponce  y  otras  cosas  por  mí  ya  dichas,  y  decían 
muchos  bienes  de  su  persona  y  que  venia  para 
cumplir  lo  que  su  majestad  le  mandaba,  y  no 
víamos  la  hora  de  haber  llegado  á  Méjico.  Pues 
como  veníamos  sobre  ochenta  soldados,  y  entre 
ellos  Pedro  de  Albarado,  y  llegamos  á  un  pue- 
blo que  se  dice  Chalco,  dende  allí  enviamos  á 
hacer  saber  á  Cortés  cómo  habíamos  de  entrar 
en  Méjico  otro  día,  que  nos  tuviesen  aparejadas 
posadas,  porque  veníamos  destrozados;  que  ha- 
bía más  de  dos  años  y  tres  meses  que  salimos 
de  aquella  ciudad.  Y  de  que  se  supo  en  Méjico 
que  llegábamos  á  Iztapalapa  á  las  calzadas,  sa- 
lió Cortés  con  muchos  caballeros  y  el  Cabildo  á 
nos  recebir;  y  antes  de  ir  á  parte  ninguna,  ansí 
como  veníamos  fuimos  á  la  iglesia  mayor  á  dar 
gracias  á  nuestro  Señor  Jesucristorque  nos  vol- 
vió á  aquella  ciudad,  y  dende  la  iglesia  Cortés 
nos  llevó  á  sus  palacios,  adonde  nos  tenia  apa- 
;  rejada  una  muy  solene  comida  é  muy  bien  ser- 
vida; é  ya  tenia  aderezada  la  posada  de  Pedro 
de  Albarado, que  entonces  era  su  casa  la  forta- 
leza, porque  en  aquella  sazón  estaba  nombrado 
por  alcaide della  y  de  las  atarazanas;  y  al  capi- 


216  BERNA L  DÍAZ. 

tan  Luis  Marin  llevó  Sandoval  á  posar  á  sus 
casas,  éá  mié  á  otro  amigo  mió,  que   se  decía 
el  capitán  Luis  Sánchez,  nos  llevó  Andrés  de 
Tapia  á  las  suyas  y  nos  hizo  mucha  honra,  y  el 
Sandoval  me  envió  ropas  para  me  ataviar  é  oro 
é  cacao  para  gastar;  y  ansí  hizo  Cortés  é  otros 
vecinos  de  aqueila  ciudad  á  soldados  amigos  co- 
nocidos de  los  que  veníamos  allí.  Y  otro  dia, 
después  de    nos   encomendar    á  Dios ,    sali- 
mos por    la  ciudad  yo    y  mi    compañero  el 
capitán  Luis  Sánchez  ,  y  llevamos   por   in- 
tercesores al  capitán  Sandoval  é  Andrés  de 
Tapia,  y  fuimos  á  ver  y  hablar  al  licencia- 
do Marcos  de  Aguilar,  que.,  como   he  dicho, 
estaba  por  gobernador  por  el  poder  que  para 
ello  le  dejó  el  licenciado  Luis  Poáce;  y  los  in- 
tercesores que  fueron  con  nosotros,  que  ya  he 
dicho  que  era  el  capitán  Sandoval  y  Andrés  de 
Tapia,  hicieron  relación  á  Marcos  de  Aguilar  de 
nuestras  personas  y  servicios  para  suplicalle 
que  nos  diese  indios  en  Méjico,  porque  los  in- 
dios de  Guacacualco  no  eran  de  provecho;  y 
después  de  muchas  palabras  y  ofertas  que  sobre 
ello  nos  dio  el  Marcos  de  Aguilar,  con  prometi- 
mientos, dijo  que  no  tenia  poder  para  dar  ni 
qnitar  indios,  porque  ansí  lo  dejó  en  el  testa- 
mento Luis  Ponce  de  León  al  tiempo  que  falle- 
ció, que  todas  las  cosas  de  pleitos  y  vacaciones 
de  indios  de  la  Nueva-España  se  estuviesen  en 
el  estado  que  estaban  hasta  que  su  majestad 
enviara  á  mandar  otra  cosa,  y  que  si  le  envia- 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPANA.  217 

ban  poder  para  dar  indios,  que  nos  daria  de  lo 
mejor  que  hubiese  en  la  tierra;  y  luego  nos  des- 
pedimos del.  En  este  tiempo  vino  de  la  isla  de 
Cuba  Diego  de  Ordás,  y  como  fué  el  que  hubo 
escrito  las  cartas  que  envió  el  factor  diciendo 
que  todos  éramos  muertos  cuantos  habiomos 
salido  de  Méjico  con  Cortés,  Sandoval  é  otros 
caballeros  con  palabras  muy  desabridas  le  dije- 
pon  que  por  qué  habia  escrito  lo  que  no  sabia, 
no  teniendo  noticia  dello,  y  que  fueron  aquellas 
cartas  tan  malas,  que  se  Rubiera  de  perder  la 
Nueva-España  por  ellas.  Y  el  Diego  de  Ordás 
respondió  con  grandes  juramentos  que  nunca  tai 
escribió,  sino  solamente  que  tuvo  nueva,  de  un 
pueblo  que  se  dice  Xicalango,  que  habian  venido 
los  pilosos  y  capitanes  y  marineros  de  dos  na- 
vios, y  se  habian  muerto  los  del  un  bando  con  el 
otro,  y  que  los  indios  acabaron  de  matará  cier- 
tos marineros  que  quedaban  en  los  navios;  y 
que  pareciesen  las  mismas  cartas  ,  y  verian  si 
era  ansí;  que  si  el  factor  las  glosó  é  hizo  otras, 
que  no  tenia  culpa.  Pues  para  saber  Cortesía 
verdad,  el  factor  y  veedor  estaban  presos  en  las 
jaulas  y  no  se  atrevía  á  hacer  justicia  dellos, 
según  lo  dejó  mandado  Luis  Ponce  de  León;  y 
como  Cortqs  t^nia  otros  muchos  debates,  acordó 
de  callaren  lpdel  factor  hasta  que  viniese  man- 
dado de  su  majestad,  y  temió  no  le  viniesen  más 
males  sobre  ello;  y  porque  entonces  puso  de- 
manda que  le  volviesen  mucha  cantidad  de  sus 
haciendas  que  le  vendieron  y  tomaron  para  de-» 
28 


218  BERNAL   Dí Ai. 

cir  Misas  y  honras  por  su  alma,  pues  que  fueron 
hechas  todas  aquellas  honras  con  malicia,  no 
siendo  mué  to,  y  por  dar  crédito  á  toda  la  ciu- 
dad que  éramos  muertos,  é  no  por  su  alma;  que 
pues  vian  que  hacian  bienes  y  honras  por  Cortés 
y  por  nosotros,  creyesen  que  era  verdad  que 
éramos  muertos.  Y  andando  en  estos  pleitos,  un 
vecino  de  Méjico,  que  se  decia  Juan  de  Cáceres 
el  Rico,  compró  los  bienes  y  Misas  que  habian 
hecho  por  el  alma  de  Cortés,  que  fuesen  por  la 
de  Cáceres.  Y  dejaré  de  contar  cosas  viejas,  y 
diré  cómo  el  Diego  de  Ordás,  como  era  hombre 
de  buenos  consejos,  viendo  que  á  Cortés  ya  no 
le  tenían  acato  ni  se  daban  nada  por  él  después 
que  vino  Luis  Ponce  de  León,  y  le  habian  qui- 
tado la  gobernación  ,  y  que  muchas  personas  se 
le  desvergonzaban  y  no  le  tenian  en  nada ,  le 
aconsejó  que  se  sirviese  como  señor  y  se  llama- 
se señoría  y  pusiese  dosel,  y  que  no  solamente 
se  nombrase  Cortés,  sino  don  Hernando  Cortés. 
También  le  dijo  el  Ordás  que  mirase  que  el  fac- 
tor fué  criado  del  comendador  mayor  don 
Francisco  de  los  Cobos,  que  es  el  que  manda  á 
toda  Castilla  y  que  algún  diale  habria  menester 
al  D.  Francisco  de  los  Cobos,  y  que  el  mismo 
Cortés  no  estaba  bien  acreditado  con  su  majes- 
tad ni  con  los  de  su  Real  consejo  de  Indias;  y 
que  no  curase  de  matar  al  factor  hasta  que  por 
justicia  fuese  sentenciado,  porque  habia  gran- 
des sospechas  en  Méjico  que  le  quería  despa- 
char y  matar  en  la  misma  jaula.  Y  pues  viene 


COHQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  219 

agora  á  coyuntura,  quiero  decir,  antes  que  más 
pase  adelante  en  esta  mi  relación,  por  qué  tan 
secretamente  en  todo  lo  que  escribo,  cuando 
viene  á  pláticas  de  decir  de  Cortés  no  le  he 
nombrado  ni  nombro  D.  Hernando  Cortés,  ni 
otros  títulos  de  marques  ni  capitán,  salvo  Cor- 
tesa boca  llena.  La  causa  del  lo  es,  porque  él 
mismo  se  preciaba  de  que  le  llamasen  solamen- 
te Cortés;  y  en  aquel  tiempo  aun  no  era  mar- 
ques; porque  era  tan  tenido  y  estimado  este 
nombre  de  Cortés  en  toda  Castilla  como  en 
tiempo  de  los  romanos  solían  tener  á  Julio  Cé- 
sar ó  á  Pompeyo,  y  en  nuestros  tiempos  tenía- 
mos á  Gonzalo  Hernández,  por  sobrenombre 
Gran  Capitán,  y  entre  los  cartagineses  Amri- 
bal,  ó  de  aquel  valiente  nunca  vencido  caba- 
llero Diego  García  de  Paredes.  Dejemos  de 
hablar  en  los  blasones  pasados,  y  diré  cómo  el 
tesorero  Alonso  de  Estrada  en  aquella  sazón 
casó  dos  hijas,  la  una  con  Jorge  de  Albara- 
do,  hermano  de  D.  Pedro  de  Albarado,  y  la 
otra  con  un  caballero  que  se  decia  D.  Luis  de 
Guzman,  hijo  de  D.  Juan  deSaavedra,  conde  del 
Castellar;  y  entonces  se  concertó  que  Pedro  de 
Albarado  fuese  á  Castilla  á  suplicar  á  su  ma- 
jestad le  hiciese  merced  de  la  gobernación  de 
Guatimala  ;  y  entre  tanto  que  iba  envió  á 
Jorge  de  Albarado  por  su  capitán  á  la  pacifica- 
ción della;  y  cuando  el  Jorge  de  A  barado  vino 
trujo  consigo  de  camino  sobre  ducientos  indios  de 
Tlascala  y  de  Cholula  y  mejicanos  ,  y  de  Gua- 


220  BERNAL  DÍAZ. 

cachula  y  de  otras  provincias  que  les  ayudaron 
en  las  guerras.  También  en  aquella  sazón  envió 
el  Marcos  de  Aguilar  á  poblar  la  provincia  de 
Chiapa  ,  y  fué  un  caballero  que  se  decia  don 
Juan  Enriquez  de  Guzman,  deudo  muy  cercano 
del  duque  de  Medina-Sidonia  ;  y  también  envió 
á  poblar  la  provincia  de  Tabasco ,  que  es  el  rio 
que" llaman  de  Grijalva  ,  y  fué  por  capitán  un 
hidalgo  que  se  decia  Baltasar  Osorio  ,  natural 
de  Sevilla  ;  y  ansimismo  envió  á  pacificar  los 
pueblos  de  los  zapotecas  ,  que  están  en  unas 
muy  altas  sierras,  y  fué  por  capitán  un  Alonso 
de  Herrera,  natural  de  Jerez,  y  este  capitán  fué 
de  los  soldados  de  Cortés  ;  y  por  no  contar  al 
presente  lo  que  cada  uno  destos  capitanes  hizo 
en  sus  conquistas,  lo  dejaré  de  decir  hasta  que 
venga  á  tiempo  y  sazón  ;  é  quiero  hacer  rela- 
ción de  cómo  en  este  tiempo  falleció  el  Marcos 
de  Aguilar  ,  y  lo  que  pasó  sobre  el  testamento 
que  hizo  para  que  gobernase  el  tesorero. 

CAPITULO  CXC1V. 

CÓMO  MARCOS  DE  AGUILAR  FALLECIÓ  ,  Y  DEJÓ  EN  EL 
TESTAMENTO  QUE  GOBERNASE  El,  TESORERO  ALONSO 
DE  ESTRADA,  Y  QUE  NO  ENTENDIESE  EN  PLEITOS  DEL 
FACTOR  NI  VEEDOR  NI  DAR  NI  QUITAR  INDIOS  HASTA 
QUE  SU  MAJESTAD  MANDASE  LO  QUE  MAS  EN  ELLO  ■ 
FUESE  SERVIDO  ,  SEGÚN  Y  DE  LA  MANERA  QUE  LE 
DEJÓ  EL  PODER  LUIS  PONCE  DE  LEÓN. 

Teniendo  en  sí  la  gobernación   Marcos  de 
Aguilar,  como  dicho  tengo,  estaba  muy  ético  y 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  221 

doliente  y  malo  de  bubas  ;  los  médicos  le  man- 
daron que  mamase  á  una  mujer  de  Castilla  ,  y 
con  leche  de  cabras  se  sostuvo  cerca  de  ocho 
meses,  y  de  aquella  dolencia  y  calenturas  que 
le  dieron  falleció,  y  en  el  testamento  que  hizo 
mandó  que  sólo  gobernase  el  tesorero  Alonso 
de  Estrada,  ni  más  ni  menos  que  tuvo  el  poder 
de  Luis  Poncede  León;  y  viendo  el  cabildo  de 
Méjico  é  otros  procuradores  de  ciertas  ciudades, 
que  en  aquella  sazón  se  hallaron  en  Méjico,  que 
el  Alonso  de  Estrada  solo  no  podia  gobernar 
tan  bien  como  convenia,  por  causa  que  Ñuño  de 
Guzman,  que  habia  dos  años  que  vino  de  Cas- 
tilla por  gobernador  de  la  provincia  de  Panuco, 
se  metia  en  los  términos  de  Méjico  y  decia  que 
eran  sujetos  de  su  provincia;  é  como  venia  fu- 
rioso, é  no  miraba  á  lo  que  su  majestad  le 
mandaba  en  las  provisiones  que  dello  traia;  por- 
que un  vecino  de  Méjico  que  se  decia  Pedro 
González  de  Trujillo,  perso'na  muy  noble,  dijo 
que  no  quería  estar  debajo  de  su  gobernación, 
sino  de  la  de  Méjico,  pues  los  indios  de  su  enco- 
mienda no  eran  de  los  de  Panuco,  y  por  otras 
palabras  que  pasaron,  sin  más  ser  oido,  le  man 
dó  ahorcar;  y  demás  desto,  hizo  otros  desatinos, 
que  ahorcó  á  otros  españoles  por  hacerse  temer, 
y  no  tenia  acato  ni  se  le  daba  nada  por  Alonso 
de  Estrada  el  tesorero,  aunque  era  gobernador, 
ni  le  tenia  en  la  estima  que  era  obligado;  y 
viendo  aquellos  desatinos  de  Ñuño  de  Guzman 
el  cabildo  de  Méjico  y  otros  caballeros  vecinos 


222  BERNAL   DÍAZ. 

de  aquella  ciudad,  porque  temiese  el  Ñuño  de 
Guzman  é  hiciese  lo  que  su  majestad  mandaba, 
suplicaron  al  tesorero  que  juntamente  con  él 
gobernase  Cortés,  pues  convenia  al  servicio  de 
Dios  nuestro  Señor  y  de  su  majestad;  y  el 
tesorero  no  quiso,  é  otras  personas  dicen  que 
Cortés  no  lo  quiso  acetar,  porque  no  dijesen 
maliciosos  que  por  fuerza  quería  señorear,  y 
también  porque  hubo  murmuraciones  que  te- 
nian  sospecha  en  la  muerte  de  Marcos  de  Agui- 
lar  ,  que  Cortés  fué  causa  della  é  dio  con  qué 
murió:  y  lo  que  se  concertó  fué,  que  juntamente 
con  el  tesorero  gobernase  Gonzalo  de  Sando  - 
val ,  que  era  alguacil  mayor  y  persona  que  se 
hacia  mucha  cuenta  del  ;  é  lo  hubo  por  bien  el 
tesorero;  más  otras  personas  dijeron  que  si  lo 
aceptó  fué  por  casar  una  hija  con  el  Sandoval, 
y  si  se  casara  con  ella  ,  fuera  el  Sandoval  muy 
más  estimado  y  por  ventura  hubiera  la  gober- 
nación, porque  en  aquella  sazón  no  se  tenia  en 
tanta  estima  esta  Nueva-España  como  agora. 
Pues  estando  gobernando  el  tesorero  y  el  Gon- 
zalo de  Sandoval  ,  pareció  ser  ,  como  en  este 
mundo  hay  hombres  muy  desatinados  ,  que  un 
Fulano  Proaño,  que  dicen  que  se  fué  en  aquella  j 
sazón  á  lo  de  Xalisco  ,  huyendo  de  Méjico,  que 
después  fué  muy  rico;  y  el  Sandoval,  como  go- 
bernador que  era  ,  que  habia  de  hacer  justicia 
sobre  ello  y  prender  al  Proaño  ,  no  lo  hizo, 
porque  se  fué  huyendo  adonde  no  podia  ser 
habido  ,  por  mucha  diligencia  que  sobre  ello 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  223 

puso;  y  puesto  que  claramente  se  supo  que  no 
podría  alcanzar  justicia,  lo  disimuló. 

Dejemos  esto,  y  quiero  decir  que  en  aquellos 
dias  que  anduvieron  los  conciertos  dichos  para 
que  Cortés  gobernase  con  el  tesorero ,  y  pu- 
sieron al  Sandoval  por  compañero  en  la  gober- 
nación ,  según  ya  dicho  tengo,  aconsejaron 
á  Alonso  de  Estrada  que  luego  por  la  posta 
fuese  en  un  navio  á  Castilla  é  hiciese  relación 
dello  á  su  majestad  ,  y  aun  le  indujeron  que 
dijese  que  por  fuerza  le  pusieron  á  Sandoval 
por  compañero  ,  ssgun  ya  dicho  tengo  ,  porque 
no  quiso  ni  consintió  que  Cortés  juntamente 
gobernase  con  él  ;  y  demás  desto  ,  ciertas  per- 
sonas, que  no  estaban  bien  con  Cortés,  escribie- 
ron otras  cartas  de  por  sí,  y  en  ellas  decian  que 
Cortés  habia  mandado  dar  ponzoña  á  Luis  Pon- 
ce  de  León  y  á  Marcos  de  Aguilar,  é  que  ansi- 
mismo  al  adelantado  Garay,  é  que  en  unos  re- 
quesones que  les  dieron  en  un  pueblo  que  se 
dice  Iztapalapa  creian  que  les  dieron  rejalgar 
en  ellos,  y  que  por  aquella  causa  no  quiso  co- 
mer un  fraile  de  la  orden  de  señor  Santo  Do- 
mingo dellos;  y  todo  lo  que  escribían  de  Cor- 
tés eran  maldades  y  traiciones  que  le  levanta- 
ron, y  también  escribieron  que  Cortés  quería 
matar  al  factor  y  veedor ;  y  en  aquella  sazón 
también  fué  á  Castilla  el  contador  Albornoz, 
que  jamas  estuvo  bien  con  Cortés.  Y  como  su 
majestad  y  los  del  Real  Consejo  de  Indias  vie- 
ron las  cartas  que  he  dicho  que  enviaron  di- 


224  BERNAL  DÍAZ. 

ciendo  mal  de  Cortee,  y  se  informaron  del  con- 
tador Albornoz,  é  lo  de  Luis  Ponce  é  lo  de 
Marcos  de  Aguilar ,  ayudó  muy  mal  contra 
Cortés,  ó  haber  oido  lo  del  desbarate  del  Nar- 
vaez  y  del  Garay,  y  lo  de  Tapia  y  lo  de  Catali- 
na Suarez  la  Marcayda,  su  primera  majer;  y 
estaban  mal  informados  de  otras  cosas ,  c  creye- 
ron ser  verdad  lo  que  agora  escribían ;  luego 
mandó  su  majestad  proveer  que  solo  Alonso 
de  Estrada  gobernase,  y  dio  por  bueno  cuanto 
habia  hecho  ,  y  en  los  indios  que  encomendó; 
que  sacasen  de  las  prisiones  y  jaulas  al  factor  y 
veedor  y  les  volviesen  sus  bienes,  y  por  la  posta 
vino  un  navio  con  las  provisiones ;  y  paja  cas- 
tigar á  Cortés  de  lo  que  le  acusaban,  mandó 
que  luego  viniese  un  caballero  que  se  decia  don 
Pedro  de  la  Cueva,  comendador  mayor  de  Al- 
cántara, y  que  á  costa  de  Cortés  trújese  tres^ 
cientos  soldados,  y  que  si  le  hallase  culpado 
le  cortase  la  cabeza ,  y  á  los  que  juntamente 
con  él  habian  hecho  algún  deservicio  á  su  ma- 
jestad, é  que  á  los  verdaderos  conquistadores 
que  les  diese  de  los  pueblos  que  quitasen  á. 
Cortee;  y  ansimismo  mandó  proveer  que  viniese 
audiencial  Real  ,  creyendo  con  ella  habria  recta 
justicia.  E  ya  que  se  estaba  apercibiendo  el  co- 
mendador don  Pedro  de  la  Cueva  para  venir  á 
la  Nueva-España  j  por  ciertas  pláticas  que  des- 
pués hubo  en  la  corte  ,  ó  porque  no  le  dieron 
tantos  mil  ducados  como  pedia  para  el  viaje  ,  y 
porque  con  el  audiencia  Real ,  creyendo  que  lo 


C0NQUI8TA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  225 

puderan  en  justicia  ,  se  estorbó  su  jornada,  que 
no  vino,  é  porque  el  duque  de  Bcjar  quedó  por 
nuestro  fiador  otra  vez.  Y  quiero  volver  al  teso- 
rero, que,  como  se  vio  tan  favorecido  de  su  ma- 
jestad ,  é  haber  sido  tantas  veces  gobernador,  y 
agora  de  nuevo  le  mandaba  su  majestad  gober- 
nar solo  ;  y  aun  le  hicieron  creer  al  tesorero 
que  habían  informado  al  Emperador  nuestro 
señor  qué  era  hijo  del  Rey  Católico ,  y  estaba 
muy  ufano,  y  tenia  razón;  é  lo  primero  que  hizo 
fué  enviar  á  Chiapa  por  capitán  á  un  su  primo, 
que  se  decia  Diego  de  Mazaricgos,  y  mandó  tomar 
residencia  á  don  Juan  Enriquez  de  Guzman  ,  el 
que  había  enviado  por  capitán  Marcos  de  Agui- 
lar  ,  y  más  robos  y  quejas  se  halló  que  habia 
hecho  en  aquella  provincia  que  bienes  ;  y  tam- 
bién envió  á  conquistar  é  pacificar  los  pueblos 
de  los  zapotecas  y  minxes,  y  que  fuesen  por  dos 
partes  ,  para  que  mejor  los  prendiesen  ,  á  traer 
de  paz  ,  que  fuese  por  la  parte  de  la  banda  del 
Norte,  é  envió  á  un  Fulano  de  Barrios  ,  que  de- 
cian  que  habia  sido  capitán  en  Italia  y  que  era 
muy  esforzado  ,  que  nuevamente  habia  venido 
de  Castilla  á  Méjico  (no  digo  por  Barrios  el  de 
Sevilla,  el  cuñado  que  fué  de  Cortés),  y  le  dio 
sobre  cien  soldados,  y  entre  ello3  muchos  esco- 
peteros y  ballesteros.  Llegado  este  capitán  con 
sus  soldados  á  los  pueblos  de  los  zapotecas, 
que  se  decían  los  titepeques,  una  noche  salen 
los  indios  naturales  de  aquellos  pueblos  y  dan 
sobre  el  capitán  y  sus  soldados;  y  tan  de  repen- 
29 


226  BERNAL   DÍAZ. 

te  dieron  en  ellos,  que  mataron  al  capitán  Bar- 
rios y  á  otros  siete  soldados,  y  á  todos  los  más 
hirieron,  y  si  de  presto  no  tomaran  las  de  Villa- 
diego, y  se  vinieran  á  acojer  á  unos  pueblos  de 
paz,  todos  murieran.  Aquí  verán  cuánto  va  de 
los  conquistadores  viejos  á  los  nuevamente  ve- 
nidos de  Castilla,  que  no  saben  qué  cosa  es 

'  guerra  de  indios  ni  sus  astucias :  en  esto  paró 
aquella  conquista.  Digamos  agora  del  otro  ca- 
pitán que  fué  por  la  parte  de  Guaxaca,  que  se 
decía  Figuero,  natural  de  Cáceres,  que  también 
dijeron  que  habia  sido  capitán  en  Castilla,  y  era 
muy  amigo  del  tesorero  Alonso  de  Estrada,  y 
llevó  otros  cien  soldados  de  los  nuevamente  ve- 
nidos de  Castilla  á  Méjico,  y  muchos  escopete- 
ros y  ballesteros  y  aun  diez  de  á  caballo;  y  co- 
mo llegaron  á  las  provincias  de  los  zapoteca8, 
envió  á  llamar  á  un  Alonso  de  Herrera,  que  es- 
taba en  aquellos  pueblos  por  capitán  de  treinta 
soldados,  por  mandado  de  Marcos  de  Aguilar 
en  el  tiempo  que  gobernaba,  según  lo  tengo  di- 
cho en  el  capítulo  que  dello  hace  mención;  y 
Venido  el  Alonso  de  Herrera  á  su  llamada,  por- 

'  que,  según  apareció,  traia  poder  el  Figuero 
para  que  estuviese  debajo  de  su  mano,  é  sobre 
Ciertas  pláticas  que  tuvieron,  ó  porque  no  quiso 
quedar  en  su  compañía,  vinieron  á  echar  mano  á 
las  espadas,  y  el  Herrera  acuchilló  á  el  Figuero 
y  á  otros  tres  de  los  soldados  que  traia,  que  le 
ayudaban.  Pues  viendo  el  Figuero  que  csta- 
ba  herido  y  manco  de  un  brazo,  y  no  se  atrevía 


CONQUISTA     DE   NUEVA-ESPAÑA.  227 

á  entrar  en  las  sierras  de  los  miuxes,  que  eran 
muy  altas  y  malas  de  conquistar,  y  los  solda- 
dos que  traía  no  sabían  conquistar  aquellas  tier- 
ras, acordó  de  andarse  á  desenterrar  sepulturas 
de  los  enterramientos  de  los  caciques  de  aque- 
lla provincia,  porque  en  ellas  halló  cantidad  de 
joyas  de  oro,  con  que  antiguamente  tenían  cos- 
tumbre de  se  enterrar  los  principales  de  aque- 
llos pueblos;  y  dióse  tal  maña,  que  sacó  dellas 
sobre  cien  mil  pesos  de  oro,  y  con  otras  joyas 
que  hubo  de  dos  pueblos,  acordó  de  dejar  la 
conquista  é  pueblos  en  que  estaba,  y  dejólos 
muy  más  de  guerra  á  algunos  dellos  que  los  ha- 
lló, y  fué  á  Méjico,  y  dende  allí  se  iba  á  Cas- 
tilla el  Figuero  con  su  oro;  y  embarcado  en  la 
Veracruz,  fué  su  ventura  tal,  que  el  navio  en 
que  iba  dio  con  recio  temporal  al  través  junto  á 
la  Veracruz,  de  manera  que  se  perdió  él  y  su 
oro  y  se  ahogaron  quince  pasajeros,  y  todo  se 
perdió;  y  en  aquello  pararon  los  capitanes  que 
envió  el  tesorero  á  conquistar  aquellos  pueblos, 
que  nunca  vinieron  de  paz  hasta  que  los  vecinos 
de  Guacacualco  los  conquistamos,  y  como  tie- 
nen altas  sierras  y  no  pueden  ir  caballos,  me 
quebranté  el  cuerpo,  de  tres  veces  que  me  ha- 
llé en  aquellas  conquistas;  porque,  puesto  que 
en  los  veranos  los  atraimos  de  paz,  en  entrando 
las  aguas  se  tornaban  á  levantar  y  mataban  á 
los  españoles  que  podían  haber  desmandados; 
y  como  siempre  les  seguíamos  ,  vinieron  de 
paz,  y  está  poblada  una  villa  que  dicen  San 


22S  BERNAL  DÍAZ. 

Alfonso.  Pasemos  adelante,  y  dejaré  de  tFaer 
á  la  memoria  desastres  de  capitanes  que 
no  han  sabido  conquistar,  y  digo  que,  co- 
mo el  tesorero  supo  que  habian  acuchillado  á  su 
amigo  el  capitán  Figuero ,  como  dicho  tengo, 
envió  luego  á  prender  á  Alonso  de  Herrera ,  é 
no  se  pudo  haber,  porque  se  fué  huyendo  á 
unas  sierras  ,  y  los  alguaciles  que  envió  truje- 
ron  preso  á  un  soldado  de  los  que  solia  tener  el 
Herrera  consigo  ;  y  asi  como  llegó  á  Méjico,  sis 
más  ser  oido ,  le  mandó  el  tesorero  cortar  la 
mano  derecha.  Llamábase  el  soldado  Cortejo, 
y  era  hijodalgo  ;  y  demás  desto,  en  aquel  tiem- 
po un  mozo  de  espuelas  de  Gonzalo  de  Sando- 
val  tuvo  otra  quistion  con  otro  criado  del  teso- 
rero, y  le  acuchilló,  deque  hubo  muy  gran  enojo 
el  tesorero,  y  le  mandó  cortar  la  mano;  y  esto  fué 
en  tiempo  que  Cortés  ni  Sandoval  no  estaban  en 
Méjico;  que  se  habian  ido  á  un  gran  pueblo  que 
se  dioe  Cornabaca  ,  y  se  fueron  por  quitarse  de 
bullicios  y  parlerías  ,  y  también  por  apaciguar 
ciertos  encuentros  que  habia  entre  los  caciques 
de  aquel  pueblo.  Pues  como  supieron  Cortés  y 
Gonzalo  de  Sandoval  por  cartas  que  el  Cortejo 
y  mozo  de  espuelas  estaban  presos  y  que  les 
querían  cortar  las  manos  ,  de  presto  vinieron  á 
Méjico;  y  de  que  hallaron  lo  que  dicho  tengo, 
y  no  habia  remedio  en  ello  ,  sintieron  mucho 
aquella  afrenta  que  el  tesorero  hizo  á  Cortés  y 
á  Sandoval,  y  dicen  que  le  dijo  Coriés  tales  pa- 
labras al  tesorero  en  su  presencia ,  que  no  las 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  229 

quisiera  oír  ,  y  aun  tuvo  temor  que  le  quería 
mandar  matar ,  y  con  este  temor  allegó  el  teso- 
rero soldados  y  amigos  para  tener  en  su  guar- 
da, y  sacó  de  la  jaulas  al  factor  y  veedor  para 
que ,  como  oficiales  de  su  majestad  ,  se  fa- 
voreciesen los  unos  á  los  otros  contra  Cor- 
tés ;  y  de  que  los  hubo  sacado  ,  de  ahí  á 
ocho  dias ,  por  consejo  del  factor  y  otras 
personas  que  no  estaban  bien  con  Cortés, 
le  dijeron  al  tesorero  que  en  todo  caso  luego 
desterrase  á  Cortés  de  Méjico;  porque  entre  tan- 
to que  estuviese  en  aquella  ciudad  jamas  podría 
gobernar  bien  ni  habría  paz,  y  siempre  habría 
bandos.  Pues  ya  este  destierro  firmado  del  teso- 
rero,- se  lo  fueron  á  notificar  á  Cortés,  y  dijo 
que  lo  cumpliría  muy  bien,  y  que  daba  gracias 
á  Dios,  que  dello  era  servido,  que  de  las  tierras 
y  ciudad  que  él  con  sus  compañeros  habia  des- 
cubierto y  ganado,  derramando  de  diay  de  no- 
che mucha  sangre  de  su  cuerpo,  y  muerte  de 
tantos  soldados,  que  le  viniesen  á  desterrar 
personas  que  no  eran  dignas  de  bien  ninguno  ni 
detener  los  oficios  que  tienen,  y  que  él  iria  á 
Castilla  á  dar  relación  dello  á  su  majestad  y 
demandar  justicia  contra  ellos;  y  que  fué  gran 
ingratitud  la  del  tesorero,  desconocido  del  bien 
que  le  habia  hecho  Cortés;  y  luego  se  salió  de 
Méjico  y  se  fué  á  una  villa  suya  que  se  dice 
Cuyoacan.y  dende  allí  á  Tezcuco,  y  dende  allí 
á  pocos  dias  á  Tlascala;  y  en  aquel  instante  la 
mujer  del  tesorero,  que  se  decia  doña  Marina 


230  BERNAL  DÍAZ. 

Gutiérrez  de  la  Caballería,  cierto  digna  de  bue- 
na memoria  por  sus  mucbas  virtudes,  como  su- 
po el  desconcierto  que  su  marido  habia  hecho 
en  sacar  de  las  jaulas  al  factor  y  veedor  y  ha- 
ber desterrado  á  Cortés,  con  gran  pesar  que 
tenia,  le  dijo  á  su  marido:  «Plega  á  Dios  que  por 
estas  cosas  que  habéis  hecho  no  os  venga  mal 
dello;»  y  le  trujo  á  la  memoria  los  bienes  y  mer- 
cedes que  siempre  Cortés  le  habia  hecho,  y  los 
pueblos  de  indios  que  le  dio,  y  que  procurase  de 
tornar  á  hacer  amistades  con  él  para  que  vuelva 
á  la  ciudad  de  Méjico,  ó  que  se  guardase  muy 
bien,  no  le  matasen;  y  tantas  cosas  le  dijo,  que, 
según  muchas  personas  después  platicaban  ,  se 
habia  arrepentido  el  tesorero  de  lo  haber  des- 
terrado ,  y  aun  de  haber  sacado  de  las  jaulas  al 
factor  y  veedor  ,  porque  en  todo  le  iban  á  la 
mano  y  eran  muy  contrarios  á  Cortés.  Y  en 
aquella  sazón  vino  de  Castilla  don  fray  Julián 
Garcés  ,  primer  Obispo  que  fué  de  Tlascala  ,  y 
era  natural  de  Aragón  ,  y  por  honra  del  cristia- 
nísimo Emperador  nuestro  señor  se  llamó  Caro- 
lense ,  y  fué  gran  predicador  ,  y  se  vino  por  su 
obispado  de  Tlascala;  y  como  supo  lo  que  el  te- 
sorero habia  hecho  en  el  destierro  de  Cortés,  le 
pareció  muy  mal  y  por  poner  concordia  entre 
ellos  se  vino  á  una  ciudad ,  ya  otras  veces  por 
mí  nombrada ,  que  se  dice  Tezcuco;  y  como  es- 
taba junto  á  la  laguna,  se  embarcó  en  dos  ca- 
noas grandes  ,  y  con  dos  clérigos  y  un  fraile  y 
su  fardaje  se  vino  á  la  ciudad  de  Méjico,  y  antes 


COKQUÍSÍ A  DE   NÜEVA-ÉSPANA.  231 

de  entrar  en  ella  supieron  su  venida  en  Mé- 
jico, y  le  salieron  á  receñir  con  toda  la  pompa 
y  cruces  y  clerecía  y  religiosos  y  Cabildos  ,  6 
conquistadores  é  caballeros  y  soldados  que  en 
Méjico  se  hallaron  ;  y  cuando  el  Obispo  hubo 
descansado  dos  dias,  el  tesorero  le  echó  por  in- 
tercesor para  que  fuese  adonde  Cortés  estaba 
en  aquella  sazón  y  los  hiciese  amigos,  é  le  al- 
zaba el  destierro,  y  que  se  volviese  á  Méjico;  y 
fué  el  Obispo  y  trató  las  amistades,  y  nunca 
pudo  acabar  cosa  ninguna  con  Cortés ;  antes, 
como  dicho  tengo,  se  fué  á  Tezcuco  ó  á  Tlasca- 
la  muy  acompañado  de  caballeros  é  otras  perso- 
nas y  en  lo  que  entendia  Cortés  era  en  allegar 
todo  el  oro  y  plata  que  podia  para  ir  á  Casti- 
lla; y  demás  de  lo  que  le  daban  de  los  tributos 
de  sus  pueblos,  empeñaba  otras  rentas  é  in- 
dios que  le  prestaban  amigos;  y  ansimismo 
se  aparejaban  el  capitán  Gonzalo  de  Sandoval 
y  Andrés  de  Tapia,  y  llegaron  y  recojian  todo  el 
oro  y  plata  que  podían  de  sus  pueblos,  porque 
estos  dos  capitanes  fueron  en  compañía  de  Cor- 
tés á  Castilla.  Pues  como  estaba  Cortés  en  Tlas- 
cala,  íbanle  á  ver  muchos  vecinos  de  Méjico  y 
de  otras  villas,  y  soldados  que  no  tenían  enco- 
miendas de  indios,  y  los  caciques  de  Méjico  le 
iban  á  servir;  y  aun,  como  hay  hombres  bulli- 
ciosos y  amigos  de  escándalos  é  novedades,  le 
iban  á  aconsejar  para  que  si  se  quería  alzar  por 
Rey  en  la  Nueva-España,  que  en  aquel  tiempo 
tenia  lugar  y  que  ellos  serian  en  le  ayudar;  y 


232  BERNAL   DÍAZ. 

Cortés  echó  presos  á  dos  hombres  de  los  que  le 
vinieron  con  aquellas  pláticas,  y  les  trató  mal, 
llamándoles  de  traidores,  y  estuvo  para  los 
ahorcar;  y  también  le  trujeron  otra  carta  de 
otros  bandoleros,  que  le  enviaron  de  Méjico,  y 
le  decían  lo  mismo;  y  esto  era,  según  dijeron, 
para  tentar  á  Cortés  ó  tomarle  en  algunas  pala- 
bras que  de  su  boca  dijese  sobre  aquel  mal  caso; 
y  como  Cortés  en  todo  era  servidor  de  su  majes- 
tad, con  amenazas  dijo  á  los  que  le  venían  con 
aquellos  tratos  que  no  viniesen  más  adelante 
del  con  aquellas  parlerías  de  traiciones,  que  los 
mandaría  ahorcar;  y  luego  escribió  al  Obispo  lo 
que  pasaba,  para  que  él  dijese  al  tesorero  que, 
como  gobernador,  mandase  castigar  á  los  trai- 
dores que  le  venían  con  aquellos  consejos;  si 
no,  que  él  los  mandaria  ahorcar.  Dejemos  á 
Cortés  en  Tlascala  aderezando  para  se  ir  á  Cas- 
tilla, y  volvamos  al  tesorero  y  factor  y  veedor, 
que  ,  ansí  como  venían  á  Cortés  hombres  ban- 
doleros que  deseaban  ruidos  y  andar  en  bulli- 
cios ,  también  iban  y  decían  al  tesorero  y  al 
factor  que  ciertamente  Cortés  estaba  llegando 
gente  para  los  venir  á  matar,  aunque  echaba 
fama  que  para  venir  á  Castilla,  y  á  aquel  efeto 
estaban  todos  los  caciques  mejicanos  y  de  Tez- 
cuco  en  Tlascala,  y  de  todos  los  más  pueblos  de 
alrededor  de  la  laguna  en  su  compañía,  para  ver 
cuándo  les  mandaba  dar  guerra.  Entonces  te- 
mió mucho  el  factor  y  veedor  y  el  tesorero, 
creyendo  que  les  quería  matar;  y  para  saber  é 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  233 

inpuirir  si  era  verdad,  volvieron  á  importunar  al 
mismo  Obispo  que  fuese  á  ver  qué  cosa  era,  y 
escribieron  con  grandes  ofertas  á  Cortés,  deman- 
dándole perdón;  y  el  Obispo  lo  hubo  por  bueno 
el  ir  á  hacer  amistades,  por  visitar  á  Tlascala; 
y  desque  llegó  donde  Cortés  estaba,  después  de 
le  salir  á  recebir  toda  aquella  provincia,  y  ver 
la  gran  lealtad  y  lo  qus  había  hecho  Cortés  en 
prender  los  bandoleros,  y  las  palabras  que  sobre 
aquel  caso  le  escribió,  luego  hizo  mensajeros  al 
tesorero,  y  dijo  que  Cortés  era  muy  leal  caba- 
llero y  gran  servidor  de  su  majestad,  y  que  en 
nuestros  tiempos  se  podia  poner  en  la  cuenta 
de  los  muy  afamados  servidores  de  la  corona 
Real,  y  que  en  lo  que  estabo  entendiendo  era 
aviarse  para  ir  ante  su  majestad,  y  que  podían 
estar  sin  sospecha  de  lo  que  pensaban;  y  tam- 
bién le  escribió  que  tuvo  mala  consideración  en 
le  haber  desterrado,  y  que  no  lo  acertó.  Enton- 
ces diz  que  le  dijo  en  la*  carta  que  1«  escribió: 
«Oh  señor  tesorero  Alonso  de  Estrada,  y  ¡có- 
mo ha  dañado  y  estragado  este  negocio!»  De- 
jemos esto  de  la  carta;  *que   no  me  acuerdo 
bien  si  volvió  Cortés  á  Méjico  para  dejar  re- 
caudo á  las   personas  á  quien  habia  de  dar  los 
poderes  para  entender  en  su  estado  y  casa  é 
cobrar  los  tributos  de  los  pueblos  de  su  enco- 
mienda; salvo  sé  que  dejó  el  poder   mayor  al 
licenciado  Juan  Altamirano  y  á  Diego  de  Ocara- 
po  y  Alonso  Valiente  y  á  Santa  Cruz  burgalés, 
y  sobre  todos  á  Altamirano;  é  ya  tenia  llegado 
30 


f    234  BERHAL   DÍAZ. 

muchas  aves  de  las  diferenciadas  de  otras  que 
hay  en  Castilla,  que  era  cosa  muy  de  ver,  y  dos 
tigres,  y  muchos  barriles  de  liquidámbar  y  bál- 
samo cuajado  y  otro  como  aceite,  y  cuatro  in- 
dios maestros  de  jugar  el  palo  con  los  pies,  que# 
en  Castilla  y  en  todas  partes  es  cosa  de  ver,  y 
otros  indios  bailadores,  que  suelen  hacer  una 
manera  de  ingenio,  al  parecer  como  que  vuelan 
por  alto  estando  bailando;  y  llevó  tres  indios 
corcovados  de  tal  manera,  que  era  cosa  mons- 
truosa, porque  estaban  quebrados  por  el  cuerpo 
y  eran  muy  enanos;  y  también  llevó  indios  é  in- 
dias muy  blancos,  que  con  el  gran  blancor  no 
veian  bien;  y  entonces  los  caciques  de  Tlascala 
le  rogaron  que  llevase  en  su  compañía  tres  hi- 
los de  los  más  principales  de  aquella  provincia, 
y  entre  ellos  fué  un  hijo  de  Xicotenga  el  viejo 
ciego,  que  después  se  llamó  don  Lorenzo  de 
Vargas,  y  llevó  otros  caciques  mejicanos;  y  es- 
tando aderezando  su  partida,  le  llegaron  nue- 
vas de  la  Veracruz  que  habian  venido  dos  na- 
vios muy  buenos  veleros,  yeu  ellos  le  trujeron 
cartas  de  Castillar  y  lo  que  se  contenia  en  ellas 
diré  adelante. 


CONQUISTA    DE   NUEVA-ESPAÑA.  235 


CAPITULÓ  CXCV. 


COMO  VINIERON  CARTAS  A  CORTES  DE  ESPAÑA,  DEL 
CARDENAL  DE  SIGUENZA  DON  GARCÍA  DE  LOYOSA, 
QUE  ERA  PRESIDENTE  DE  INDIAS  Y  LUEGO  FUÉ  ARZO- 
BISPO DE  SEVILLA,  Y  DE  OTROS  CABALLEROS,  PARA 
QUE  EN  TODO  CASO  SE  FUESE  LUEGO  Á  CASTILLA,  Y 
LE  TRUJERON  NUEVAS  QUE  ERA  MUERTO  SU  PADRE 
MARTIN  CORTES,  Y  LO  QUE  SOBRE  ELLO  HIZO. 


Ya  he  dicho  en  el  capítulo  pasado  lo  acaecido 
entre  Cortés  y  el  tesorero  y  el  factor  y  veedor, 
é  por  qué  causa  lo  desterró  de  Méjico,  y  cómo 
vino  dos  veces  el  obispo  de  Tlascala  á  entender 
en  amistades,  y  Cortés  nunca  quiso  responderá 
cartas  ni  á  cosa  ninguna  que  le  dijesen,  y  se 
apercibió  para  ir  á  Castilla;  y  le  vinieron  cartas 
del  presidente  de  Indias  don  García  de  Loyosa, 
y  del  duque  de  Béjar  y  de  otros  caballeros,  en 
que  le  decian  que,  como  estaba  ausente,  daban 
quejas  delante  de  su  majestad,  y  decian  en  las 
quejas  muchos  males  y  muertes  que  había  he- 
cho dar  á  los  gobernadores  que  su  majestad  en- 
viaba, y  que  fuese  en  todo  caso  á  volver  por  su 
honra;  y  le  trujeron  nuevas  que  su  padre  Mar- 
tin Cortés  era  fallecido;  y  como  vio  las  cartas, 


236  BÉRNAL  DÍAZ. 

le  pesó  mucho,  ansí  de  la  muerte  de  su  padre 
como  de  las  cosas  que  del  decían  que  había  he- 
cho, no  siendo  ansí;  y  se  puso  luto,  puesto  que 
lo  traía  en  aquel  tiempo  por  la  muerte  de  su 
mujer  doña  Catalina  Suarez  la  Marcayda,  é  hi- 
zo gran  sentimiento  por  su  padre,  y  las  honras 
lo  mejor  que  pudo;  y  si  mucho  deseo  tenia  de 
antes  de  ir  á  Castilla,  dende  allí  adelante  se  dio 
mayor  priesa,  porque  luego  mandó  á  su  mayor- 
domo, que  se  decia  Pedro  Ruiz  de  Esquivel, 
natural  de  Sevilla,  que  fuese  á  la  Veracruz,  y 
de  dos  navios  que  habían  llegado,  que  tenían  fa- 
ma que  eran  nuevos  y  veleros,  que  los  compra- 
se; y  estaba  apercibiendo  bizcocho  y  cecina  y^ 
tocinos  y  lo  perteneciente  para  el  matalotaje 
muy  cumplidamente,  como  convenia  para  un 
gran  señor  y  rico  que  Cortés  era,  y  cuantas  co- 
sas se  pudieron  haber  en  la  Nueva-España  que 
eran  buenas  para  el  mar,  y  conservas  que  á 
Castilla  vinieron;  y  fueron  tantas  y  de  tanto  gé- 
nero, que  para  dos  años  se  pudieran  mantener 
otros  dos  navios,  aunque  tuvieran  mucha  más 
gente,  con  lo  que  en  Castilla  les  sobró. 

Pues  yendo  el  mayordomo  por  la  laguna  de 
Méjico  en  una  canoa  grande  para  ir  á  un  pueblo 
que  se  dice  Ayotcjngo,  que  es  donde  desembar- 
can las  canoas,  que  por  ir  más  prestó  á  hacer  lo 
que  Cortés  le  mandaba  fué  por  allí,  y  llevó  seis 
indios  mejicanos  remeros  y  un  negro,  é  ciertas 
barras  de  oro  para  comprarlos  navios;  y  quien 
quiera  que  fué,  le  aguardó  en  la  misma  laguna 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  237 

y  le  mató,  que  nunca  se  supo  quién  n¡  quién 
no„  ni  pareció  canoa  ni  indios  ni  el  negro  que  la 
remaba,  salvo  que  dende  allí  á  cuatro  dias  ha- 
llaron al  Esquivcl  en  una  isleta  de  la  laguna, 
til  medio  cuerpo  comido  de  aves  carniceras.  So- 
bre la  muerte  deste  mayordomo  hubo  grandes 
sospechas,  porque  unos  decian  que  era  hombre 
que  se  alababa  de  cosas  que  decia  él  misino  que 
pasaba  con  damas  écon  otras  señoras,  é  decian 
otras  cosas  malas  que  diz  que  hacia;  é  á  esta 
causa  estaba  malquisto,  y  ponían  sospechas  de 
otras  muchas  cosas  que  aquí  no  declaro;  por 
manera  que  no  se  supo  de  su  muerte,  ni  aun  se 
pesquisó  muy  de  raíz  quién  le  mató,  perdónele 
Dios;  y  luego  Cortés  volvió  á  enviar  de  presto 
á  otros  mayordomos  para  que  le  tuviesen  apa- 
rejados los  navios  é  metido  el  bastimento  é  pi- 
pas de  vino,  y  mandó  dar  pregones  que  cuales- 
quier  personas  que  quisieren  irá  Castilla  les 
dará  pasaje  y  comida  de  balde,  yendo  con  licen- 
cia del  gobernador.  Y  luego  Cortés,  acompaña- 
do de  Gonzalo  de  Sandoval  y  de  Andrés  dcTapia 
y  de  otros  caballeros,  se  fué  ala  Veracruz.  y 
como  se  hubo  confesado  y  comulgado  se  em- 
barcó; y  quiso  nuestro  Señor  Dios  dalle  tal  via- 
je, que  en  cuarenta  y  un  dias  llegó  á  Castilla  sin 
parar  en  la  Habana  nien  isla  ninguna,  y  fué  á 
desembarcar  cerca  de  la  villa  de  Palos,  junto  á 
Nuestra  Señora  de  la  Rávida  ;  y  como  se  vieron 
en  salvamento  en  aquella  tierra,  hincan  las  ro- 
dillas en  tierra  y  alzan  las  manos  al  Cielo,  dan- 


238  BERNA L    DÍAZ. 

do  muchas  gracias  á  Dios  por  las  mercedes  que 
siempre  les  hacia ;  y  llegaron  á  Castilla  en  el 
mes  de  Diciembre  de  1527  años.  Y  pareció  ser 
que  Gonzalo  de  Sandoval  iba  muy  doliente,  y  á 
grandes  alegrías  hubo  tristezas,  que  fué  Dios 
servido  dende  ahí  á  pocos  dias  de  le  llevar  desta 
vida  en  la  villa  de  Palos,  y  en  la  posada  que  es- 
taba era  de  un  cordonero  de  hacer  jarcias  y  ca- 
bles y  maromas,  y  antes  que  muriese  le  hurtó 
el  huésped  trece  barras  de  oro  ;  lo  cual  vio  el 
Sandoval  por  sus  ojos  que  se  las  sacaron  de  una 
caja,  porque  aguardó  el  cordonero  que  no  estu- 
viese allí  persona  ninguna  en  compañía  del 
Sandoval ;  é  tuvo  tales  astucias,  que  envió  á  sus 
criados  deL  Sandoval  que  fuesen  por  la  posta  á 
la  Rávida  á  llamará  Cortés;  y  el  Sandoval. 
puesto  que  lo  vio,  no  osó  dar  voces,  porque,  co- 
mo estaba  muy  debilitado  y  flaco  y  malo,  temió 
que  el  cordonero,  que  le  pareció  mal  hombre, 
no  le  echase  el  colchón  ó  almohada  sobre  la  boca 
y  le  ahogase ;  y  luego  se  fué  el  huésped  á  Por- 
tugal, huyendo  con  las  barras  de  oro  y  no  se 
pudo  cobrar  cosa  ninguna.  Volvamos  á  Cortés, 
que  cuando  supo  que  estaba  muy  malo  el  San- 
doval vino  luego  por  la  posta  adonde  estaba,  y 
el  Sandoval  le  dijo  la  maldad  que  su  huésped  le 
había  hecho,  y  cómo  le  hurtó  las  barras  de  oro  y 
se  fué  huyendo  ;  en  lo  cual,  puesto  que  pusieron 
gran  diligencia  para  que  se  cobrasen,  como  se  pa- 
só en  Portugal,  se  quedó  con  ello ;  y  el  Sandoval 
cada  día  iba  empeorando  de  su  mal,  y  los  médicos 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  239 

que  le  curaban  le  dijeron  que  luego  se  confesase 
y  recibiese  los  Santos  Sacramentos  é  hiciese 
testamento ,  y  él  lo  hizo  con  grande  devoción, 
y  mandó  muchas  mandas  ansí  á  pobres  como  á 
monasterios ,  y  nombró  por  su  albacea  á  Cortés 
y  heredera  á  una  hermana  ó  hermanas;  é  la  una 
hermana  ,  el  tiempo  andando  ,  se  casó  con  un 
hijo  bastardo  del  conde  de  Medellin  ;  y  como 
hubo  ordenado  su  alma  y  hecho  testamento, 
dio  el  ánima  á  Luestro  Señor  Dios ,  que  la  crió, 
y  por  su  muerte  se  hizo  gran  sentimiento  ,  y 
con  toda  la  pompa  que  pudieron  le  enterraron 
en  el  monasterio  de  nuestra  Señora  de  la  Rá- 
vida  ;  y  Cortes  ,  con  todos  los  caballeros  que 
iban  en  su  compañia  ,  se  pusieron  luto  ;  perdó- 
nele Dios  ,  amen.  Y  luego  Cortés  envió  correo 
á  su  majestad  y  al  Cardenal  de  Sigüenza,  y  al 
duque  de  Béjar  y  al  conde  de  Aguilar  y  á  otros 
caballeros  ,  é  hizo  saber  cómo  habia  llegado  á 
aquel  puerto  y  de  cómo  Gonzalo  de  Sandoval 
habia  fallecido,  é  hizo  relación  de  la  calidad  de 
su  persona  y  de  los  grandes  servicios  que  habia 
hecho  á  su  majestad,  y  que  fué  capitán  de  mu- 
cha estima  ansí  para  mandar  ejércitos  como 
para  pelear  por  su  persona  ;  y  como  aquellas 
cartas  llegaron  ante  su  majestad  ,  recibió  ale- 
gria  de  la  venida  de  Cortés,  puesto  que  le  pesó 
de  la  muerte  del  Sandoval,  porque  ya  tenia  no- 
ticia de  su  generosa  persona  ,  y  ansimismo  le 
pesó  al  Cardenal  don  García  de  Loyosa  y  al 
Real  Consejo  de  Indias;  pues  el  duque  de  Béjar 


240  BERNAL  DI4Z. 

y  el  conde  de  Aguilar  y  otros  caballeros  se  hol- 
garon en  gran  manera  ,  puerto  que  á  todos  lss 
pesó  de  la  muerte  de  Sandoval ;  y  luego  fué  el 
duque  de  Béjar  ,  juntamente  con  el  conde  de 
Aguijar,  á  dar  más  relación  dello  á  su  majes- 
tad, puesto  que  ya  tenia  la  carta  de  Cortés,  y  di- 
jo que  bien  sabia  la  gran  lealtad  de  quien  habia 
fiado,  y  que  caballero  que  tan  grandes  servicios 
le  habia  hecho,  que  en  todo  lo  demás  lo  habia 
de  mostrar  en  lealtad,  como  era  obligado  á  su 
Rey  y  señor,  lo  cual  se  ha  parecido  bien  ahora 
por  la  obra  ;  y  esto  dijo  el  duque  porque  en  el 
tiempo  que  ponian  las  acusaciones  y  decian  mu- 
chos males  contra  Cortés  delante  de  su  majes- 
tad, puso  tres  veces  su  cabeza  y  estado  por  fia- 
dor de  Cortés  y  de  ios  soldados  que  estábamos 
en  su  compañía,  que  éramos  muy  leales  y  gran- 
des servidores  de  s a  majestad  y  dignos  de  gran- 
des mercedes,  porque  en  aquel  tiempo  no  estaba 
descubierto  el  Pirú  ni  habia  la  fama  de  lo  que 
después  hubo ;  y  luego  su  majestad  envió  á 
mandar  que  por  todas  las  ciudades  y  villas  por 
donde  Cortés  pasase  le  hiciesen  mucha  honra,  y 
el  duque  de  Medina-Sidonia  le  hizo  gran  rece- 
bimiento  en  Sevilla  y  le  presentó  caballos  muy 
buenos;  y  después  que  reposó  allí  dos  dias,  fué 
á  jornadas  largas  á  Nuestra  Señora  de  Guada- 
lupe para  tener  novenas,  y  fué  su  ventura  tal, 
que  en  aquella  sazón  habia  allí  llegado  la  se- 
ñora doña  María  de  Mendoza,  mujer  del  comen- 
dador mayor  de  León  don  Francisco  de  los  Co- 


C0NQUI8TA    DE   HUEV  A-ESPANA .  241 

bos,  y  habia  traido  en  su  compañía  muchas  se- 
ñoras de  grande  estado,,  y  entre  ellas  una  seño- 
ra doncella,  hermana  suya,  que  de  ahí  á  dos 
años  casó  con  el  adelantado  de  Canaria ;  y  como 
Cortés  lo  supo,  hubo  gran  placer,  y  luego  como 
llegó,  después  de  haber  hecho  oración  delante 
de  Nuestra  Señora  y  dado  limosna  á  pobres  y 
mandar  decir  Misa,  puesto  que  llevaba  luto  por 
su  padre  y  su  mujer  y  por  Gonzalo  de  Sandoval, 
fué  muy  acompañado  de  ios  caballeros  que  llevó 
de  la  Nueva-España  y  con  otros  que  se  le  habian 
allegado  para  su  servicio,  y  fué  á  hacer  gran  acato 
ala  señora  doña  Maria  de  Mendoza,  y  á  una  se- 
ñora doncella,  su  hermana  ,  que  era  muy  her- 
mosa ,  y  á  todas  las  demás  señoras  que  con 
ellas  venian  ,  y  como  Cortés  en  todo  era  muy 
cumplido  y  regocijado  t  y  la  fama  de  sus  gran- 
des hechos  volaba  por  toda  Castilla  ,  pues  plá- 
tica y  agraciada  expresiva  no  le  faltaba  ,  y  so- 
bre todo  ,  mostrarse  muy  franco  y  tener  rique- 
zas de  que  dar,  comenzó  á  hacer  grandes  pre- 
sentes de  muchas  joyas  de  oro  de  diversas 
hechuras  á  todas  aquellas  señoras,  y  después  de 
las  joyas,  dio  penachos  de  plumas  verdes  llenas 
de  argenteria  de  oro  y  de  perlas,  y  en  todo  lo 
que  dio  fué  muy  aventajada  la  señora  doña 
Maria  de  Mendoza  y  la  señora  su  hermana  ;  y 
óVespues  que  hubo  hecho  aquellos  ricos  presen- 
tes ,  dio  por  sí  sola  á  la  señora  doncella  ciertos 
tejuelos  de  oro  muy  fino  para  que  hiciese  joyas, 
y  tras  esto  ,  mandó  dar  mucho  liquidámbar  y 
31 


242  BERNAL   DÍAZ. 

bálsamo  para  que  se  sahumasen;  y  mandó  á  los 
■  indios  maestros  de  jugar  el  palo  con  los  pies, 
que  delante  de  aquellas  señoras  les  hiciesen 
fiesta  y  trujesen  el  palo  de  un  pié  al  otro  ,  que 
fué  cosa  dé  que  se  contentaron  y  aun  se  admi- 
raron de  lo  ver  ;  y  demaü  de  todo  esto  ,  supo 
Cortés  que  de  la  tierra  por  donde  habia  venido 
la  señora  doncella  se  le  mancó  una  acémila,  y 
secretamente  mandó  comprar  dos  muy  buenas 
y  que  las  entregasen  á  los  mayordomos  que 
traían  cargo  de  su  servicio ;  y  aguardó  en  la 
villa  de  Guadalupe  hasta  que  partiesen  para  la 
corte  ,  que  en  aquella  sazón  estaba  en  Toledo, 
y  fuéles  acompañando  y  sirviendo  é  haciendo 
banquetes  y  fiestas,  y  tan  gran  servidor  se  mos- 
tró, que  lo  sabia  muy  bien  hacer  y  representar, 
que  la  señora  doña  María  de  Mendoza  le  trató 
casamiento  con  su  hermana ;  y  si  Cortés  no  fue- 
Ira  desposado  con  la  señora  doña  Juana  de  Guz- 
man,  sobrina  del  duque  de  Béjar,  ciertamente 
tuviera  grandísimos  favores  del  comendador 
mayor  de  León  y  de  la  señora  doña  María  de 
Mendoza,  su  mujer,  y  su  majestad  le  diera  la 
gobernación  de  la  Nueva-España.  Dejemos  de 
hablaren  este  casamiento,  pues  todas  las  cosas' 
son  guiadas  y  encaminadas  por  la  mano  de 
Dios,  y  diré  cómo  cscribip  la  señora  doña  María 
de  Mendoza  al  comendador  mayor  de  León,  su 
marido,  sublimando  en  gran  manera  las  cosas  de 
Cortés,  y  que  no  era  nada  la  fama  que  tiene  de 
sus  heroicos  hechos  para  lo  que  ha  visto  y  co- 


CONQUISTA     DE  NUEVA-ESPAÑA.  243 

nocido  de  su  persona  y  conversación  y  franque- 
za, y  le  representó  otras  gracias  que  en  él  ha- 
bía conocido  y  los  servicios  que  le  habia  hecho, 
y  que  le  tenga  por  su  muy  gran  servidor,  y  que 
á  su  majestad  le  haga  sabidor  de  todo  y  le  su- 
plique que  ie  haga  mercedes.  Y  como  el  co- 
mendador mayor  vio  la  carta  de  su  mujer,  se 
holgó  con  ella;  y  como  era  el  más  privado  que 
hubo  en  nuestros  tiempos  del  Emperador,  llevóle 
la  misma  carta  á  su  majestad  ,  y  de  su  parte  le 
suplicó  que  en  todo  le  favoreciese,  y  ansí  su  ma- 
jestad lo  hizo,  como  adelante  diré;  é  dijo  el  duque 
de  Béjar  y  el  almirante  al  Cortés,  como  por  pa- 
satiempo ,  cuando  hubo  llegado  á  la  corte,  que 
habían  oido  decir  á  su  majestad ,  cuando  supo 
que  habia  venido  á  Castilla  ,  que  tenia  deseos 
de  ver  y  conocer  á  su  persona,  que  tantos  y  tan 
buenos  servicios  le  ha  hecho,  y  de  quien  tan- 
tos males  le  han  informado  que  hacia  con  ma- 
ñas y  astucias.  Pues  llegado  Cortés  á  la  cor- 
te ,  su  majestad  le  mandó  señalar  posada. 
Pues  por  parte  del  duque  de  Béjar  y  del  conde 
de  Aguilar  y  de  otros  grandes  señores,  sus  deu- 
dos ,  le  salieron  á  recebir  y  se  le  hizo  mucha 
honra;  y  otro  dia  ,  con  licencia  de  su  majestad, 
fué  á  le  besar  sus  Reales  pies  ,  llevando  en  su 
compañia  por  sus  intercesores,  por  más  le  hon- 
rar, al  Almirante  y  al  duque  de  Béjar  y  al  co- 
mendador mayor  de  León;  y  Cortés,  después  de 
demandar  licencia  para  hablar,  se  arrodilló  en  el 
suelo,  y  su  majestad  le  mandó  levantar  ,  y  lúe» 


244  '     BERSAl  DIA.2 

go  representó  sus  muchos  y  notables  servicios, 
todo  lo  acontecido  en  las  conquistaa  é  ida  de 
Honduras,  y  las  tramas  que  hubo  en  Méjico  del 
factor  y  veedor  ,  y  recontó  todo  lo  que  llevaba 
en  la  memoria  ;  y  porque  era  muy  larga  rela- 
ción ,  y  por  no  embarazar  más  á  su  majestad, 
entre  otras  pláticas,  dijo;  «Ya  vuestra  majestad 
estará  cansado  de  me  oir  ,  y  para  un  tan  gran 
Emperador  y  Monarca  de  todo  el  mundo  ,  como 
vuestra  majestad  es,  no  es  justo  que  un  vasallo 
como  yo  tenga  tanto  atrevimiento,  y  mi  lengua 
no  está  acostumbrada  á  hablar  co¿  vuestra  ma- 
jestad, y  podria  ser  que  mi  sentido  no  diga  con 
aquel  tan  debido  acato  que  debo  todas  las  cosas 
acaecidas;  aqui  tengo  este  memorial,  por  donde 
vuestra  majestad  podrá  ver  ,  si  fuese  servido, 
todas  las  cosas  muy  por  extenso  cómo  pasa- 
ron;» y  entonces  se  hincó  de  rodillas  para  be- 
sarle los  pies  por  las  mercedes  que  fué  servido 
hacerle  en  le  haber  oido,  y  el  Emperador  nues- 
tro señor  le  mandó  levantar  ;  y  el  Almirante 
y  el  duque  de  Béjar  dijeron  á  su  majestad  que 
era  digno  de  grandes  mercedes ,  y  luego  le 
hizo  marques  del  Valle  y  le  mandó  dar  ciertos 
pueblos,  y  aun  le  mandaba  dar  el  hábito  de  señor 
Santiago,  y  como  no  se  lo  señalaron  con  renta, 
se  calló  por  entonces;  que  esto  yo  no  lo  sé  bien 
de  qué  manera  fué;  y  le  hizo  capitán  general  de 
la  Nueva-España  y  mar  del  Sur,  y  Cortés  se 
tornó  á  humillar  para  besarle  sus  Reales  pies,  y 
§u  majestad  le  mandó  que  se  levantase.  Y  des- 


CONQUISTA    DE    NUEVA-ESPAÑA.  245 

pnes  de  hechas  estas  grandes  mercedes,  deade 
ahí  á  pocos  días  que  habia  llegado  á  Toledo 
adoleció  Cortés,  que  llegó  á  estar  taü  al  cabo, 
que  creyeron  que  se  muriera;  y  el  duque  de 
Béjar  y  el  comendador  mayor  don  Francisco  de 
los  Cobos  suplicaron  á  su  majestad  que,  pues 
que  Cortés  tan  grandes  servicios  le  habia  he- 
cho, que  le  fuese  á  visitar  antes  de  su  muerte  á 
su  posada;  y  su  maiestad  fué  acompañado  de 
duques,  marqueses  y -condes  y  del  don  Francis- 
co de  los  Cobos,  y  le  visitó;  que  fué  muy  gran- 
de favor,  y  por  tal  se  tuvo  en  la  corte;  y  des- 
pués que  estuvo  Cortés  bueno,  como  se  tenia 
por  tan  grande  privado  de  su  majestad,  y  el 
conde  de  Nasao  le  favorecía,  y  el  duque  de  Be- 
jar  y  el  almirante  de  Castilla,  un  domingo  yen- 
do á  Misa,  ya  su  majestad  estaba  en  la  iglesia 
mayor,  acompañado  de  duques  y  marqueses  y 
eondes.  y  estaban  asentados  en  sus  asientos  con- 
forme al  estilo  y  calidad  que  entre  ellos  se  te- 
nia por  costumbre  de  se  asentar,  vino  Coríés 
algo  tarde  á  Misa,  sobre  cosa  pensada,  y  pa- 
só por  delante  de  aquellos  ilustrísimos  seño- 
res con  su  falda  de  luto  alzada,  y  se  fué  á  asen- 
tar cerca  del  conde  de  Nasao,  que  estaba  su 
asiento  el  más  cercano  del  Emperador;  y  de  que 
ansí  lo  vieron  pasar  delaate  de  aquellos  gran- 
des señores  de  salva,  murmuráronlo  de  su  gran- 
de presunción  y  osadía,  y  tuviéronlo  por  de- 
sacato, y  que  no  se  le  habia  de  atribuir  á  la 
policía  de  lo  que  del  decían;  y  entre  aquellos  du- 


246  BERNAL  DÍAZ. 

ques  y  marqueses  estaba  el  duque  de  Béjar  y  el  al- 
mirante de  Castilla  y  el  duque  de  Aguilar,  y  di- 
jeron que  aquello  no  se  le  habia  de  tener  á  Cor- 
tés á  mal  miramiento,  porque  su  majestad  por 
le  honrar  le  habia  mandado  que  se  fuese  á  sen- 
tar cerca  del  conde  de  Nasao:  y  que  ademas  de 
aquello,  que  su  majestad  mandó  que  mirasen 
y  tuviesen  noticia  que  Cortés,  con  sus  compañe- 
ros, habia  ganado  tantas  tierras,  que  toda  la 
cristiandad  le  era  en  cargo;  que  ellos,,  los  esta- 
dos que  tenían  que  los  habian  heredado  de  sus 
antepasados  por  servicios  que  habian  hecho,  y 
que  por  estar  desposado  Cortés  con  su  sobrina 
su  majestad  le  mandaba  honrar.  Volvamos  á 
Cortés,  y  diré  que,  viéndose  tan  sublimado  en 
privanza  con  el  Emperador  y  el  duque  de  Na- 
sao y  con  el  duque  de  Béjar,  y  aun  del  almiran- 
te, é  ya  con  título  de  marques,  comenzó  á  te- 
nerse en  tanta  estima,  que  no  tenia  cuenta, 
como  era  razón  con  quien  le  habia  favorecido  é 
ayudado  para  que  su  majestad  le  diese  el  mar- 
quesado, ni  al  Cardenal  Fray  García  de  Loyosa 
ni  á  Cobos,  ni  á  la  señora  doña  María  de  Men- 
doza ni  á  los  del  Real  consejo  de  Indias,  que  todo 
se  le  pasaba  por  alto,  y  todos  sus  cumplimientos 
eran  con  el  duque  de  Béjar  y  conde  Nasao  y  el 
almirante;  é  creyendo  que  tenia  muy  bien  en- 
tablado su  juego  con  tener  privanza  con  tan 
grandes  señores,  comenzó  á  suplicar  con  mu- 
cha instancia  á  su  majestad  que  le  hiciese  mer- 
ced de  la  gobernación  de  la  Nueva-España,  y 


CONQUISTA  DE   NUEVA-E8PANA .  247 

para  ello  representó  otra  vez  sus  servicios,  y 
que  siendo  gobernador  entendía  descubrir  por 
la  mar  del  Sur  islas  é  tierras  muy  ricas,  y 
se  ofreció  con  otros  muchos  cumplimientos;  y 
aun  hecho  otra  vez  por  intercesores  al  conde 
Nasao  y  al  duque  de  Béjar  y  al  almirante ;  y  su 
majestad  le  respondió  que  se  contentase  que  le 
habia  dado  el  marquesado  de  mucha  renta,  y 
que  también  habia  de  dar  á  los  que  le  ayuda- 
ron á  ganar  la  tierra,  que  eran  merecedores  de» 
lio;  que  pues  lo  conquistaron,  que  lo  gocen.  Y 
dende  allí  adelante  comenzó  de  caer  de  la  gran- 
de privanza  que  tenia;  porque,  según  dijeron 
muchas  personas,  el  Cardenal,  que  era  presi- 
dente del  Real  consejo  de  Indias,  y  los  del  Real 
consejo  de  India3  habían  entrado  en  consulta 
con  su  majestad  sobre  las  cosas  y  mercedes  de 
Cortés,  y  les  pareció  que  no  fuese  gobernador; 
otros  dijeron  que  el  comendador  mayor  y  la  se- 
ñora doña  María  de  Mendoza  le  fueron  algo 
contrarios  porque  no  hacia  cuenta  dellos;  ora 
sea  por  lo  uno  ó  por  lo  otro,  el  Emperador  no 
le  quiso  más  oir,  por  más  que  le  importunaban, 
sobre  la  gobernación.  Y  en  este  instante  se  fué 
su  majestad  á  embarcar  á  Barcelona  para  pasar 
á  Flandes,  y  fueron  acompañándole  muchos  du- 
ques y  marqueses,  y  siempre  él  echaba  por  in- 
tercesores aquellos  duques  y  marqueses  para 
suplicar  á  su  majestad  que  le  diese  la  gober- 
nación; y  su  majestad  respondió  al  conde  Na- 
sao que  no    le  hablase    más   en  aquel  caso, 


248  BEílKAL   DíkL. 

que  ya  le  habia  dado  un  marquesado  que  te-* 
nia  más  renta  de  la  que  el  conde  Nasao  te- 
nia con  todo  su  estado.  Dejemos  á  su  majes- 
tad embarcado  con  buen  viaje,  y  volvamos  á 
Cortés  y  las  grandes  fiestas  que  se  hicieron  á 
sus  velaciones,  y  de  las  ricas  joyas  que  dióá  la 
señora  doña  Juana  de  Zúñiga  su  mujer;  é  fue- 
ron tales,  que,  según  dijeron  quien  las  vio,  y  la 
riqueza  dellas,  que  en  toda  Castilla  no  se  habían 
dado  más  estimadas;  y  de  algunas  dellas  la  sere- 
nísima Emperatriz  doña  Isabel,  nuestra  señora, 
tuvo  voluntad  de  las  haber,  según  lo  que  dellas 
le  contaban  los  lapidarios,  y  aun  dijeron  que 
ciertas  piedras  que  Cortés  le  hubo  presentado, 
que  se  descuidó  ó  no  quiso  dalle  de  las  más  ri- 
cas, como  las  que  dio  á  la  marquesa,  su  mujer. 
Quiero  traer  á  la  memoria  otras  cosas  que  á 
Cortés  le  acaecieron  en  Castilla  el  tiempo  que 
estuvo  en  la  corte,  y  fué,  que  triunfaba  con  mu- 
cha alegría,  y  según  dijeron  muchas  personas 
que  vinieron  de  allá,  que  estaban  en  su  compa- 
ñía, que  hubo  fama  que  la  serenísima  Empera- 
triz doña  Isabel,  nuestra  señora,  no  estaba  tan 
bien  en  los  negocios  de  Cortés  cómo  al  principio 
que  llegó  á  la  corte,  cuando  alcanzó  á  saber  que 
habia  sido  ingrato  al  Cardenal  y  al  Real  Con- 
sejo de  Indias,  y  aun  al  comendador  mayor  de 
León  y  con  la  señora  doña  María  de  Mendoza, 
y  alcanzó  á  saber  que  tenia  otras  muy  ricas  pie- 
dras, mejores  que  las  que  le  hubo  dado  ;  y  con 
todo  esto  que  le  informaron,  mandó  á  los  del 


COHQUISTA   DE   NUEVA-ESPANA.  249 

Real  Consejo  de  Indias  que  en  todo  fuese  ayuda- 
do ;  y  entonces  capituló  Cortés  que  enviaría  por 
ciertos  años  por  lámar  del  Sur  dos  navios  de  ar- 
mada bien  abastecidos,  y  con  setenta  soldados  y 
capitanes  con  todo  género  de  armas,  á  su  costa, 
á  descubrir  islas  é  otras  tierras,  y  que  de  lo  que 
descubriese  le  harian  ciertas   mercedes  ;  á  las 
cuales  capitulaciones  me  remito,  porque  ya  no  se 
me  acuerdan.  Y  también  en  aquelinstante  estaba 
en  la  corte  un  don  Pedro  de  la  Cueva,  comenda- 
dor mayor  de  Alcántara,  hermano  del  duque  de 
Alburquerque,  aporque  este  caballero  fué  el  que 
su  majestad  había  mandado  que  fuese  á  la  Nue- 
va-España con  gran  copia  de  soldados  á  cortar 
la  cabeza  á  Cortés  si  le  hallase  culpado,   é  á 
otras  cualesquier  personas  que  hubiesen  hecho 
alguna  cosa  ea  deservicio  de  su  majestan  ;  y  co- 
mo vio  á  Cortés,  y  supo  que  su  majestad  le  ha- 
bia  hecho  marques  ,  y  era  casa  lo  con  la  señora 
doña  Juana  de  Zúñiga,  se    holgó  mucho  dello, 
y  se  comunicaba  cada   dia   el    comendador  don 
Pedro  de  la  Cucvacon  el  marques  don  Fernando 
Corté*;  y  dijo  al  mismo  Cortés  que  si  por  ventu- 
ra fuera  á  la  Nueva-España  y  llevara  los  solda- 
dos que  su  majestad  le  mandaba,  que  por  más 
leal  y  justificado  que  le  hallase,  que  por  fuerza 
habia  de  pagar  la-costa  de  los  soldados,  y  aún 
su  huida,  y   que  fueran  más  de  trescientos  mil 
pesos;  y  que  lo  hizo  mejor  de  venir  ante  su  ma- 
jestad. Y  porque  tuvieron  otras  muchas  pláti- 
cas, que  aquí  no  relato,  las  cuales  de  Castilla 
32 


g|25U  BERNA L   DÍAZ» 

nos  escribieron  personas}  que  se  bailaron  pre- 
sentes á  ellas,  y  de  todo  lo  demás  por  mí  relata- 
do en  el  capítulo  quedello  habla;  y  demás  desto, 
nuestros  procuradores  lo  escribieron,  y  aún  el 
mismo  marques  escribió  ios  grandes  favores  que 
de  su  majestad  alcanzó,  y  no  declaró  la  causa  por 
k  que  no  le  dieron  la  gobernación.  Dejemos  esto, 
y  digo  que  desde  ahí  á  pocos  dias  después  que  fué 
marques  envió  á  Roma  a  besar  ios  santos  pies  de 
nuestro  muy  Santo  Padre  el  Papa  Clemente; 
porque  Adriano,  que  hacia  por  nosotros,  ya 
habia  fallecido  tres  ó  cuatro  años  habia,  y  en- 
vió por  su  embajador  á  un  hidalgo  que  se  decia 
Juan  de  Herrada,  y  con  él  envió  un  rico  pre- 
sente de  piedras  ricas  é  joyas  de  oro,  y  dos  in- 
dios maestros  de  jugar  el  palo  con  los  pies;  y  le 
hizo  relación  de  su  llegada  á  Castilla  y  de  las 
tierras  que  habia  ganado ,  y  de  los  servicios 
que  hizo  á  Dios  primeramente  y  á  nuestro 
gran  Emperador,  y  le  dio  toda  la  relación  por 
un  memorial  de  las  tierras,  como  son  muy  gran- 
des y  la  manera  que  en  elias  hay,  y^que  todos 
los  indios  eran  idólatras  y  que  se  han  vuelto 
cristianos,  y  otras  muchas  cosas  que  convcnian 
decir  á  nuestro  muy  Santo  Padre;  y  porque  yo 
no  lo  alcancé  á  saber  tan  por  extenso  como  en 
la  carta  iba,  lo  dejaré  aquí  de  decir,  y  aun  esto 
que  aquí  digo,  después  lo  alcanzamos  á  saber 
del  mismo  Juan  de  Herrada  cuando  vino  de 
Roma  á  la  Nueva-España;  é  supimos  que  en* 
viaba  á  suplicar  á  nuestro  muy  Santo  Padre 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  251 

que  se  quitasen  parte  de  los  diezmos.  Y  para 
que  bien  entiendan  los  curiosos  lectores  quién 
es  este  Juan  de  Herrada,  fué  un  buen  soldado 
que  hubo  ido  en  nuestra  compañía  á  las  Hon- 
duras cuando  fué  Cortés;  y  después  que  vino 
de  Roma  fué  al  Pirú,  y  le  dejó  D.  Diego  de 
Almagro  por  ayo  de  su  hijo  D.  Diego  el  mozo; 
y  este  fué  tan  privado  de  D.  Diego  de  Alma- 
gro, é  fué  el  capitán  de  los  que  mataron  á  don 
Francisco  Pizarro  el  viejo,  y  después  maese 
de  campo  de  Almagro  el  mozo.  Volvamos  á 
decir  lo  que  le  aconteció  en  Roma  ai  Juan 
de  Herrada,  que  después  que  fué  á  besar  los 
santos  pies  de  Su  Santidad,  y  presentó  los  do- 
nes que  Cortés  le  envió  y  los  indios  que  traian 
el  palo  con  los  pies,  Su  Santidad  lo  tuvo  en 
mucho,  y  dijo  que  daba  gracias  á  Dios,  que 
en  sus  tiempos  tan  grandes  tierras  se  hubiesen 
descubierto  y  tantos  números  de  gentes  se  hu- 
biesen vuelto  á  nuestra  santa  fe;  y  mandó  hacer 
procesiones,  y  que  todos  diesen  gracias  por  ello, 
á  Dios  nuestro  Señor  ;  y  dijo  que  Cortés  y 
todos  sus  soldados  habíamos  hecho  grandes 
servicios  á  Dios  primeramente,  y  al  Emperador 
don  Carlos,  nuestro  señor,  y  á  toda  la  cristian- 
dad, y  que  éramos  dignos  de  grandes  mercedes; 
y  entonces  nos  envió  bulas  para  nos  absolver  á 
culpa  y  á  pena  de  todos  nuestros  pecados,  é 
otras  indulgencias  para  los  hospitales  é  igle- 
sias ,  con  grandes  perdones  ;  y  dio  por  muy 
bueno  todo  lo  que  Cortés  habia  hecho  en  la 


252  BERNÁL  DÍAZ. 

Nueva-España  ,  según  y  como  su  antecesor  el 
Papa  Adriano  ;  y  en  lo  de  los  diezmos  no  se  si 
le  hizo  cierta  merced  ;  y  escribió  á  Cortés  en 
respuesta  de  su  carta,  y  lo  que  en  ella  se  conte- 
nia yo  no  lo  supe  ,  porque  ,  como  dicho  tengo, 
desde  Juan  de  Herrada  y  de  un  soldado  que  se 
decía  Campo  ,  que  volvieron  dende  Roma  ,  al- 
cancé á  saber  lo  que  aqui  escribió;  porque  ,  se- 
gún dijeron,  después  que  hubo  estado  en  Roma 
diez  dias,  y  habían  los  indios  maestros  de  jugar 
el  palo  con  los  pies  estado  delante  de  Su  San- 
tidad y  de  los  sacros  Cardenales  ,  que  se  holga- 
ron mucho  de  lo  ver  ,  Su  Santidad  le  hizo  mer- 
ced al  Juan  de  Herrada  de  le  hacer  conde  pala- 
tino y  le  mandó  dar  cierta  cantidad  de  ducados 
para  que  se  volviese,  y  una  carta  dé  favor  para 
el  Emperador  nuestro  señor  ,  que  le  hiciese  su 
capitán  y  le  diese  buenos  indios  de  encomienda. 
Y  como  Cortés  ya  no  tenia  mando  en  la  Nueva- 
España  ,  yno  le  dio  cosa  ninguna  de  lo  que  el 
Santo  Padre  mandaba  ,  se  pasó  al  Pirú  ,  donde 
fué  capitán. 


CAPITULO  CXCV1. 

CÓMO  ENTRE  TANTO  QUE  CORTES  ESTABA  EN  CASTILLA 
CON  TÍTULO  DE  MARQUES,  VINO  LA  REAL'ATJDIENCIA 
Á  MÉJICO,  Y  EN  LO  QUE  ENTENDIÓ. 

Pues  estando  Cortés  en  Castilla  con  título  de 
marques,  en  aquel  instante  llegó  la  Real  au- 


CONQUISTA    DE   NUEVA-ESPAÑA.  253 

diencia  á  Méjico ,  según  su  majestad  la  había 
mandado  ,  como  dicho  tengo  en  el  capítulo  que 
dello  habla,  y  por  presidente  Ñuño  de  Guzman, 
que  solia  estar  por  gobernador  en  Panuco  ,  y 
cuatro  licenciados  por  oidores;  los  nombres  de- 
llos  se  decían  Matienzo,  que  era  natural  de  Viz- 
caya ó  cerca  de  Navarra,  y  Delgadillo,  de  Gra- 
nada, y  un  Maldonado,  de  Salamanca;  no  es 
este  el  licenciado  Alonso  Maldonado  el  bueno, 
que  fué  gobernador  de  Guatimala;  y  vino  un  li- 
cenciado Parada,  que  solia  estar  en  la  isla  de 
Cuba;  y  ansí  como  llegaron  estos  oidores  á  Mé- 
jico, después  que  les  hicieron  gran  recebimien- 
to  en  la  entrada  de  la  ciudad,  en  obra  de  quince 
ó  veinte  dias  que  habían  llegado,  se  mostraron 
muy  justificados  en  hacer  justicia,  y  traían  los 
mayores  poderes  que  nunca  á  la  Nueva-España 
después  trujeron  vireyes  ni  presidentes,  y  era 
para  hacer  el  repartimiento  perpetuo,  y  ante- 
poner á  los  conquistadores  y  hacelles  muchas 
mercedes,  porque  ansí  se  lo  mandó  su  majes- 
tad; y  luego  hacen  saber  de  su  venida  á  todas 
las  ciudades  é  villas  que  en  aquella  sazón  esta- 
ban pobladas  en  la  Nueva-España,  para  que  en- 
víen procuradores  con  las  memorias  y  copias  de 
los  indios  que  hay  en  cada  provincia,  para  ha- 
cer el  repartimiento  perpetuo,  y  en  pocos  dias 
se  juntaron  en  Méjico  los  procuradores  de  las 
ciudades  é  villas  y  otros  conquistadores;  y  en 
aquella  sazón  estaba  yo  en  Méjico  por  procu- 
rador síndico  de  la  villa  de  Guacacualco,  donde 


254  BERNAL    DIA2. 

en  aquel  tiempo  era  vecino;  y  como  vi  lo  que  el 
presidente  y  oidores  mandaron,  fui  por  la  posta 
á  nuestra  villa  para  elegir  quiénes  habían  de 
venir  por  procuradores  para  hacer  el  repar- 
timiento perpetuo;  y  cuando  llegué  hubo  mu- 
chas contrariedades  en  elegir  los  que  habian 
de  venir,  porque  unos  vecinos  querían  que  vi- 
niesen sus  amigos,  y  otros  no  io  consentían,  y 
por  votos  hubimos  de  salir  elegidos  el  capitán 
Luis  Marin  y  yo.  Llegados  a  Méjico,  deman- 
damos todos  los  procuradores  de  las  más  villas 
y  ciudades  que  se  habian  juntado  el  reparti- 
miento perpetuo,  según  su  majestad  mandaba; 
y  en  aqueila  sazón  estaba  trastrocado  el  Ñuño 
de  Guzman  y  el  Marienzo  y  Delgadillo,  porque 
los  otros  dos  oidores,  que  fueron  Maldonado  y 
Parada,  luego  que  á  aquella  ciudad  llegaron 
fallecieron  de  dolor  de  costado;  y  si  allí  estu- 
viera Cortés,  según  hay  maliciosos ,  también  le 
infamaran  y  dijeran  que  Cortés  los  habia  muer- 
to. Y  volviendo  á  nuestra  relación,  fué  causa 
de  les  volver  el  propósito  que  no  hiciesen  el 
repartimiento  según  su  majestad  mandaba,  di- 
jeron muchas  personas  que  lo  entendieron  muy 
bien,  que  fué  el  factor  Salazar,  porque  se  hizo 
tan  íntimo  amigo  de  Muño  de  Guzman  y  de  Del- 
gadiilo,  que  no  se  hacia  otra  cosa  sino  lo  que 
mandaba,  y  tal  como  el  consejo  dieron,  en  tal 
paró  todo;  y  lo  que  le  aconsejaron  fué,  que  no 
hiciesen  ei  repartimiento  perpetuo  por  vía  nin- 
guna; porque,  si  lo  hacían,  que  no  serian  tap 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  255 

señores  ni  los  ternian  en  tanto  acato  los  con- 
quistadores y  pobladores,  con  decir  que  no  les 
podia  dar  ni  quitar  más  indios  de  los  que  enton- 
ces les  diese;  y  de  otra  manera,  que  los  ter- 
nian siempre  debajo  de  su  mano,  y  podrían 
dar  y  quitar  a  quien  quisiesen  ,  y  serian  muy 
ricos  y  poderosos;  y  también  trataron  entre 
el  factor  y  Ñuño  de  Guzman  y  Delgadillo 
que  fuese  el  mismo  factor  á  Castilla  por  la 
gobernación  de  la  Nueva-España  para  Ñuño  de 
Guzman,  porque  ya  sabían  que  Cortés  no  te- 
nia tanto  favor  con  su  majestad  como  al  princi- 
pio que  fue  á  Castilla ,  y  no  se  le  habían  dado, 
por  más  intercesores  que  echó  ante  su  majestad 
para  que  la  diesen.  Pues  ya  embarcado  el  factor 
en  una  nao  que  llamaban  la  Sornosa  ,  dio  al 
través  con  gran  tormenta  en  la  costa  de  Gua- 
cacualco,  y  se  salvo  en  un  batel  y  volvió  á  Mé- 
jico, y  no  hubo  efecto  su  ida  á  Castilla.  Deje- 
"mos  desto ,  y  diré  en  lo  que  entendieron  luego 
que  á  Méjico  llegaron  el  Ñuño  de  Guzman  y 
Matienzo  y  Delgadillo,  y  fué  en  tomar  residen- 
cia al  tesorero  Alonso  de  Estrada  ,  la  cual  dio 
muy  buena  ;  y  si  se  mostrara  tan  varón  como 
creimos  que  lo  fuera  ,  él  se  quedara  por  gober- 
nador, porque  su  majestad  no  le  mandaba  qui- 
tar la  gobernación;  antes,  como  dicho  tengo  en 
el  capítulo  pasado  ,  había  venido  mandado  po- 
cos meses  había  de  su  majestad  que  gobernase 
sólo  el  tesoreo,  y  no  juntamente  con  el  Gonzalo 
de  Sandoval  ,  y  dio  por  muy  buenas  las  enco- 


256  berwal  Díaz. 

miendas  que  había  de  antes  dado,  y  al  Ñuño  de 
Guzman  no  le  nombraban  en  las  provisiones 
más  de  por  presidente  y  repartidor  juntamente 
con  los  oidores  ;  y  demás  desto,  si  se  pusiera  de 
hecho  en  tener  la  gobernación  en  sí,  todos  los 
vecinos  de  Méjico  y  los  conquistadores  que  en 
aquella  sazón  estábamos  en  aquella  ciudad  le 
favoreciéramos  ,  pues  viamos  que  su  majestad 
no  le  quitaba  del  cargo  que  tenia ;  y  demás 
desto  ,  vimos  en  el  tiempo  que  gobernó  hacia 
justicia  y  tenia  mucha  voluntad  y  buen  ce- 
lo de  cumplir  lo  que  su  majestad  manda- 
ba ;  y  dende  á  pocos  dias  falleció  de  enojo 
dello.  Dejemos  de  hablar  en  esto,  y  diré  en 
lo  que  luego  entendieron  en  la  audiencia 
Real ,  y  fueron  muy  contrarios  en  las  cosas 
del  Marques  ;  y  enviaron  á  Guatimala  á  tomar 
residencia  á  Jorge  de  Albarado,  y  vino  un  Or- 
duña  el  viejo,  natural  de  Tordesillas,  y  lo  qu« 
pasó  en  la  residencia  yo  no  lo  sé  ;  y  luego  le 
pusieron  en  Méjico  muchas  demandas  á  Cortés 
por  via  del  fiscal  y  el  factor  Salazar,  y  ansimis- 
mo  le  puso  otras  demandas,  y  los  escritos  que 
daba  en  los  estrados  era  con  muy  gran  desacato 
y  palabras  muy  mal  dichas,  y  que  habia  hecho 
muchos  deservicios  á  su  cesárea  majestad,  y 
otras  muchas  cosas  feas,  y  tan  malas,  que  el  li- 
cenciado Juan  Altamirano,  ya  por  mí  otra  vez 
nombrado,  que  era  la  persona  á  quien  Cortés 
hubo  dejado  su  poder  cuando  fué  á  Castilla,  se 
levantó  en  pié,  con  su  gorra  quitada,  en  los  mis* 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPANA.  257 

mos  estrados,  y  dijo  al  presidente  é  oidores  con 
mucho  acato  que  suplicaba  á  su  alteza  que  le 
mandasen  al  factor  que  en  los  escritos  que  die- 
se, que  fuese  bien  mirado,  y  que  no  le  consien- 
tan que  diga  del  Marques,  pues  es  buen  caba- 
llero y  tan  grande  servidor  de  vuestra  alteza, 
tan  malas  y  feas  palabras,  é  que  demande  su 
justicia  como  debe  ;  y  no  aprovechó  cosa  ningu- 
na lo  que  el  licenciado  Altamirano  allí  en  los 
estrados  les  suplicó,  porque  para  otro  dia  tuvo 
el  factor  otros  más  feos  escritos  ;  y  fué  la  cosa, 
según  después  alcanzamos  á  saber,  que  el  Ñuño 
de  Guzman  y  el  Delgadillo  le  daban  lugar  á 
ello  en  tal  manera,  que  el  licenciado  Altamira- 
no y  el  factor,  y  del  presidente  é  oidores,  sobre 
los  escritos  vinieron  á  palabras  muy  feas  é  sen- 
tidas que  entre  ellos  dijeron,  y  el  Altamirano 
echó  mano  á  un  puñal  para  el  factor,  y  le  iba  á 
dar  si  no  se  abrazara  con  él  Ñuño  de  Guzman  y 
Matienzo  y  Delgadillo,  y  luego  toda  la  ciudad 
revuelta,  y  llevaron  preso  á  las  atarazanas  al 
licenciado  Al'amirano,  y  al  factor  á  la  posada;  y 
los  conquistadores  fuimos  al  presidente  á  supli- 
car por  el  Altamirano,  y  dende  allí  á  tres  dias 
le  sacaron  de  la  prisión  y  los  hicimos  amigos. 
Y  pasemos  adelante,  que  hubo  luego  otra  tor- 
menta mayor,  y  fué,  que  en  aquella  sazón  ha- 
bía aportado  allí  á  Méjico  un  daudo  del  capitán 
Panfilo  de  Narvaez,  el  cual  se  decía  Zavallos, 
que  le  enviaba  dende  Cuba  su  mujer  del  Panfilo 
de  Narvaez,  la  cual  sedecia  María  de  Valenzue- 
33 


2»S  BERNAL   DIJIZ. 

la,  en  busca  de  su  marido  Narvaez,  que  había 
ido  por  gobernador  al  rio  de  Palmas,  porque 
ya  tenia  fama  que  era  perdido  ó  muerto;  y  trujo 
su  poder  para  haber  sus  bienes  do  quiera  que; 
los  hallase,  y  también  creyendo  que  habia  apor- 
tado á  la  Nueva-España;  y  como  llegó  á  Méjico 
este  Zavallos,  secretamente,  según  el  Zavallos 
dijo  y  ansí  fué  fama,  el  Ñuño  de  Guzman  y  el 
Matienzo  y  Delgadillo  le  hablaron  para  que 
ponga  demanda  y  dé  queja  de  todos  los  conquis- 
tadores que  fuimos  juntamente  con  Cortés  en 
desbaratar  á  Narvaez,  y  se  le  quebró  el  ojo  y  se 
quemó  su  hacienda,  y  también  demandó  la  muer- 
te délos  que  allí  murieron;  y  el  Zavallos,  dada  su 
queja  como  se  lo  mandaron,  y  grandes  informa- 
ciones del  lo,  prendieron  á  todos  los  conquista- 
dores que  en  aquella  ciudad  nos  hallamos, 
que  en  las  probanzas  vieron  que  fueron  en  ello, 
que  pasaron  de  más  do  ducientos  y  cincuenta, 
y  á  mí  también  me  prendieron,  y  nos  senten- 
ciaron en  ciertos  j  pesos  de  oro  de  tipuzque,  y 
nos  desterraron  de  cinco  leguas  de  Méjico  ,  y 
luego  nos  alzaron  él  destierro  ,  y  aún  á  mu- 
chos de  nosotros  no  nos  demandaron  el  dinero 
de  la  sentencia  ,  porque  era  poca  cosa;  y  tras 
esta  tormenta,  ponen  á  Cortés  otra  demanda  las 
personas  que  mal  le  querían,  y  fué,  que  se  habia 
alzado  con  mucha  cantidad  de  oro  y  joyas  y  pla- 
ta de  gran  valia,  que  se  hubo  en  la  toma  de  Mé- 
jico, y  aún  la  recámara  de  Guatemqz,  y  que  no 
dio  parte  del  lo  á  los  conquistadores,  sino  á  cosa 


Conquista   de  ñuéva-españa.  259 

de  ochenta  pesos,  y  que  en  su  nombre  le  envió 
á  Castilla,  diciendo  que  servia  á  su  majestad 
con  ello,  y  se  quedó  con  la  msyor  parte  dello, 
que  no  lo  envió  todo:  y  eso  que  envió,  que  lo 
robó  en  el  mar  un  Juan  Florín,  francés,  corsario, 
que  fué  el  que  ahorcaron  en  el  Pu»rto  Pico, 
como  dicho  tengo  en  los  capítulos  que  dello  ha- 
blan, y  que  era  obligado  el  Cortés  á  pagar  todo 
aquello  que  el  Juan  Florín  robó,  y  más  lo  que 
escondió,  y  le  pusieron  otras  demandas,  y  en  to- 
das le  condenaban  que  lo  pagase  de  sus  bienes, 
y  se  los  vendían;  y  también  tuvieron  manera  y 
concertaron  para  que  un  Juan  Suarez,  cuñado 
de  Cortés,  demandase  públicamente  en  los  es- 
trados, como  se  lo  mandaron,  y  presentó  testi- 
gos cómo  y  de  qué  manera  dicen  que  fué  su 
muerte;  y  luego  tras  esto  hubo  otros  impedi- 
mentos, y  fué  que,  como  le  pusieron  á  Cortés  la 
demanda  que  dicho  tengo  de  la  recámara  de 
Guatemuz,  y  del  oro  y  plata  que  se  hubo  en  Mé- 
jico, muchos  de  los  que  éramos  amigos  de  Cor- 
tés nos  juntamos,  con  licencia  de  un  alcalde  or- 
dinario, en  casa  de  un  García  Holguin,  y  firma- 
mos que  no  queríamos  parte  de  aquellas  de- 
mandas del  oro  ni  de  la  recámara,  ni  por  nues- 
tra parte  fuese  competido  Cortés  á  que  pagase 
ninguna  cosa  dello,  y  decíamos  que  sabíamos 
cierto  y  claramente  que  lo  enviaba  á  su  majes- 
tad, y  lo  hubimos  por  bueno  hacer  aquel  servi- 
cio á  nuestro  Rey  y  señor;  y  como  el  presidente 
y  los  oidores  vieron  que  dimos  peticiones  sobre 


260  BERNAL  DÍAZ. 

ello,  nos  mandaron  prender  á  todos,  diciendo 
que  sin  su  licencia  no  nos  habíamos  de  juntar  ni 
firmar  cosa  ninguna;  y  como  vieron  la  licencia 
del  alcalde ,  puesto  que  nos  sentenciaron  en 
destierro  de  Méjico  cinco  leguas,  luego  nos  le 
alzaron ,  y  todavía  lo  recebíamos  por  grandes 
molestias  y  agravios  ;  y  luego  tras  esto  se  pre- 
gonó que  todos  los  que  venían  del  linaje  de  in- 
dios, ó  moros  que  hubiesen  quemado  ó  ensam- 
benitado  por  la  santa  Inquisición  en*  el  cuarto 
grado  á  sus  padres  ó  abuelos,  que  dentro  de  seis 
meses  saliesen  de  la  Nueva-España,  so  pena  de 
perdimiento  de  la  mitad  de  sus  bienes;  y  en 
aquel  tiempo  vieran  el  acusar  que  acusaban 
unos  á  otros,  y  el  infamar  que  hacían,  y  no  sa- 
lieron de  la  Nueva-España  sino  dos.  Y  para  los 
conquistadores,  como  eran  tan  buenos  y  cum- 
plian  loque  su  majestad  mandaba,  en  cuanto 
al  dar  indios  á  los  que  eran  verdaderos  conquis- 
tadores, á  ninguno  dejaban  de  dar  indios,  éde 
lo  que  vacaba  les  hacían  muchas  mercedes.  Lo 
que  les  echó  á  perder  fué  la  demasiada  licencia 
que  daban  para  hemr  esclavos.  Pues  en  lo  de 
Panuco  se  herraron  tantos ,  que  casi  despo- 
blaron aquella  provincia;  y  el  Ñuño  de  Guz- 
man,  que  era  franco  y  de  noble  condición,  envió 
en  aguinaldo  una  cédula  de  un  pueblo  que  se 
dice  Guazpaltepeque  al  contador  Albornoz  ,  que 
habia  pocos  dias  que  volvió  de  Castilla  é  vi- 
no casado  con  una  señora  que  se  decia  doña 
Catalina  de  Loaisa,  y  aun  trujo  el  Rodrigo  de 


CONQUISTA   DE    KUEVA-ESPANA.  261 

Albornoz  dé  España  licencia  de  su  majestad 
para  hacer  un  ingenio  de  azúcar  en  un  pueblo 
que  se  dice  Ccmpoal ,  el  cual  pueblo  en  pocos 
años  destruyó.  Volvamos  á  nuestro  cuento: 
que  ,  como  el  Ñuño  de  Guzman  hacia  aquellas 
franquezas  y  herraba  tantos  indios  por  esclavos, 
é  hizo  muchas  molestias  á  Cortés ;  y  del  licen- 
ciado Delgadillo  decían  que  hacia  dar  indios  á 
personas  que  le  acudían  con  cierta  renta,  y  ha- 
cia compañías  ,  y  también  porque  puso  por  al- 
calde mayor  en  la  villa  de  Guaxaca  á  su  her- 
mano ,  que  se  decia  Berrio  ,  y  hallaron  que  el 
hermano  llevaba  cohechos  y  hacia  muchos 
agravios  á  los  vecinos ;  y  también  se  halló  que 
en  la  villa  de  los  zapotecas  puso  otro  teniente, 
que  se  decia  Delgadillo  como  él ,  que  también 
llevaba  cohechos  y  hacia  injusticias,  y  el  licen- 
ciado Matienzo  era  viejo  ;  y  fueron  tantas  las 
cosas  que  dellos  decian  con  probanzas,  y  aun 
cartas  de  los  Prelados  y  religiosos  ,  que  ,  vien- 
do su  majestad  y  los  del  Real  consejo  de  Indias 
las  informaciones  y  cartas  que  contra  ellos  fue- 
ron ,  mandó  que  luego  sin  más  dilación  se  qui- 
tase redondamente  toda  la  Real  audiencia  y  los 
castigasen  ,  y  pusiesen  otro  presidente  é  oido- 
res que  fuesen  de  ciencia  y  buena  conciencia  y 
rectos  en  hacer  justicia  ;  y  mandó  que  luego 
fuesen  á  la  provincia  de  Panuco  á  saber  qué 
tantos  mil  esclavos  habían  herrado  ,  y  fué  el 
mismo  Matienzo  por  mandado  de  su  majestad, 
que  á  este  viejo  oidor  hallaron  con  menos  car- 


262  BERNAL  DIA¿. 

gos  y  mejor  juez  que  á  los  demás;  y  demás  des- 
to,  luego  se  dieron  por  ningu  -ías  las  cédulas  que 
habían  dado  para  herrar  esclavos,  y  se  manda- 
ron quebrar  todos  los  hierros  con  que  se  her- 
raban, y  que  dende  alli  adelante  no  se  hicie- 
sen más  esclavos,  y  aun  se  mandó  hacer  memo- 
ria de  los  que  habia  en  toda  la  Nueva-España, 
para  que  no  se  vendiesen  ni  se  sacasen  de  una 
provincia  á  otra;  y  demás  desto  ,  mandó  que  to- 
dos los  repartimientos  y  encomiendas  de  indios 
que  habia  dado  el  Ñuño  de  Guzman  y  los  demás 
oidores  á  deudos  y  paniaguados  y  á  sus  amigos, 
ó  á  otras  personas  que  no  tenían  méritos  ,  que 
luego  sin  ser  más  oidos  se  los  quitasen  ,  y  los 
diesen  á  las  personas  que  su  majestad  habia 
mandado  que  los  hubiese.  Quiero  traer  aquí  á  la 
memoria  qué  pleitos  y  debates  hubo  sobre  este 
tornar  á  quitar  los  indios  de  encomienda  que  ya 
les  habia  dado  él  Ñuño  de  Guzman,  juntamente 
con  los  oidores  ;  unos  alegaban  ser  conquista- 
dores no  lo  siendo,  é  otros  pobladores  de  tantos 
años  ,  y  que  si  entraban  y  salian  en  casa  del 
presidente  é  oidores  ,  que  era  para  les  servir 
y  honrar  y  acompañar,  é  hacer  lo  que  por  ellos 
les  fuese  mandado  en  cosas  que  fuesen  cum- 
plideras al  servicio  de  su  majestad  ,  y  que  no 
entraban  en  sus  casas  por  criados  ni  paniagua- 
dos ,  y  cada  uno  defendía  y  alegaba  lo  que 
más  á  su  provecho  podia  ;  y  fué  de  tal  manera 
la  cosa ,  que  á  pocos  de  los  que  les  habían 
dado  los  indios  ,  se  los  tornaron  á  quitar  ,  sino 


CONQUISTA  DE   NUEVA-ESPAÑA  .  263 

fué  á  los  que  diré  aqui  :  el  p  ueblo  de  Guazpal- 
tepeque  al  contador  Rodrigo  de  Albornoz,  que 
le  hubo  enviado  el  Ñuño  de  Guzman  en  agui- 
naldo; y  también  le  quitaron  á  un  Villaroel,  ma- 
rido que  fué  de  Isabel  de  Ojeda ,  otro  pueblo  de 
Cornabaca,  y  también  los  quitaron  á  un  mayor- 
domo de  Ñuño  de  Guzman  ,  que  se  decia  Ville- 
gas, y  á  otros  deudos  y  criados  de  los  mismos 
oidores,  y  otros  se  quedaron  con  ellos.  Pues  co- 
mo se  supo  esta  nueva  en  Méjico  ,  que  vino  de 
Castilla,  que  quitaban  redondamente  toda  la  au- 
diencia Real,  en  lo  que  entendieron  Ñuño  de  Guz  - 
man  y  Delgadillo  y  Matienzo  fué  luego  enviar 
procuradores  á  Castilla  para  abonar  sus  cosas 
con  probanzas  de  testigos  que  ellos  quisieron 
tomar  como  quisieron,  para  que  dijesen  que 
eran  muy  buenos  jueces  y  que  bacian  lo  que  su 
majestad  les  mandaba,  y  otros  abonos  que  les 
convenia  decir  para  que  en  Castilla  los  diesen 
porbuenos  jueces.  Pues  para  elegir  á  las  per- 
sonas que  habían  de  ir  con  los  poderes,  ansi 
para  que  procurasen  por  ellos  como  para  cosas 
que  convenían  á  aquella  ciudad  y  Nueva-Espa- 
ña, y  á  la  gobernación  della,  mandaron  que  nos 
juntásemos  en  la  iglesia  mayor  todos  los  procu- 
radores que  teníamos  poder  de  las  ciudades  é 
villas,  que  en  aquella  sazón  nos  hallamos  en 
Méjico,  y  con  nosotros  juntamente  algunos  con- 
quistadores, personas  de  cuenta,  y  por  nuestros 
votos  quisieron  que  elijiéramos  para  que  fuese 
procurador  á  Castilla  al  factor  Salazar ;  porque. 


264  BERNA L   DIA2. 

como  ya  he  dicho  otras  veces,  puesto  que  el 
Ñuño  de  Guzman  y  el  Matienzo  y  Delgadillo 
hacían  algunos  desatinos,  ya  atrás  por  mí  me- 
morados, por  otra  parte  eran  tan  buenos  para 
todos  los  conquistadores  y  pobladores ,  que  nos 
daban  de  los  indios  que  Tacaban;  y  con  esta 
confianza  creyeron  que  votáramos  por  el  factor, 
que  era  la  persona  que  ellos  querían  enviar  en 
nombre.  Pues  como  nos  hubimos  juntado  en  la 
iglesia  mayor  de  aquella  ciudad,  como  nos  fué 
mandado,  eran  tantas  las  voces  y  tabaola  y  be- 
hetría quedaban  muchas  personas  délas  que 
no  eran  llamadas  para  aquel  efeto,  que  se  en- 
traron por  fuerza  en  la  iglesia,  que,  aunque  les 
mandábamos  salir  fuera  della,  no  querían  ni 
aun  callar;  en  fin,  como  cosa  de  comunidad  da- 
ban voces;  y  como  aquello  vimos,  fuimos  á  de- 
cir al  presidente  é  oidores  que  para  otro  día  lo 
dejábamos,  y  que  en  casa  del  mismo  presidente, 
donde  hacian  la  Real  audiencia,  elij  i  riamos  á 
quien  viésemos  que  convenia;  y  después  nos  pa- 
reció que  solamente  querían  nombrar  personas 
amigas  del  Ñuño  de  Guzman  y  Delgadillo  y 
Matienzo;  y  acordamos  se  elijiese  una  persona 
por  parte  de  los  mismos  Oidores  y  otra  por  la 
parte  de  Cortés;  y  fueron  nombrados,  á  Bernar- 
dino  Yazquez  de  Tapia  por  la  parte  de  Cortés, 
y  por  la  parte  de  los  oidores  á  un  Antonio  de 
Carvajal,  que  fué  capitán  de  bergantines;  más, 
á  lo  que  entonces  á  mí  me  pareció,  ansí  el  Ber- 
nardino  Yelazquez  de  Tapia  como  el  Carvajal 


■ 

CONQUISTA   DE   NUEVA-E  PAÑA.  265 

eran  aficionados  á  las  cosas  de  Ñuño  deGuzraan 
mucho  más  que  á  las  de  Cortés,  y  teman  razón, 
porque  ciertamente  nos  hacían  más  bien  y  cum- 
plian  algo  de  lo  que  su  majestad  mandaba  en 
dar  indios  que  no  Corte's,  puesto  que  los  pudiera 
dar  muy  mejor  que  todos  en  el  tiempo  que  tuvo 
el  mando;  mas,  como  somos  tan  leales  los  espa- 
ñoles, por  haber  sido  Cortés  nuestro  capitán  le 
teníamos  afición,  más  que  él  tuvo  voluntad  de 
nos  hacer  bien,  habiéndoselo  mandado  su  ma- 
jestad, pudiendo  cuando  era  gobernador.  Pues 
ya  elegidos,  sobre  los  capítulos  que  habían  de 
llevar  hubo  otras  contienda-?;  porque  decian  el 
presidente  é  oidores  que  era  cumplidero  al  ser- 
vicio de  Dios  y  de  su  majestad,  y  con  parecer 
de  todos  los  procuradores,  que  no  volviese  Cor- 
tés á  la  Nueva -España,  porque  estando  en  ella 
siempre  habría  bandos  y  revueltas,  y  quedando 
en  el  la  no  habría  buena  gobernación ,  y  por  ven- 
tura se  alzaría  con  ella;  y  todos  los  más  procu- 
radores lo  contradecíamos,  y  que  era  muy  leal  y 
gran  servidor  de  su  majestad;  y  en  aquella  sa- 
zón llegó  don  Pedro  de  Albarado  á  Méjico ,  que 
habia  venido  de  Castilla  y  traía  la  gobernación 
de  Guatimala,  é  adelantado,  é  comendador  de 
Santiago,  y  casado  con  una  señora  que  se  decía 
doña  Francisca  de  la  Cueva,  y  falleció  aquella 
señora  así  como  llegó  á  la  Veracruz.  Pues  como 
llegó  á  Méjico,  con  mucho  luto  él  y  sus  criados, 
y  como  entendió  los  capítulos  que  enviaban  por 
parte  del  presidente  é  oidores,  túvose  orden  que 


266  BERÑAL    DÍAZ. 

el  mismo  adelantado,  con  los  demás  procurado- 
res, escribiésemos  á  su  majestad  todo  lo  que  la 
audiencia  Real  intentaba;  y  como  fueron  los 
procuradores,  por  mí  ya  nombrados,  á  Castilla 
con  los  recaudos  y  capítulos  que  habían  de  pe- 
dir, y  los  del  Real£onsejo  de  Indias  conocieron 
que  todo  iba  guiado  contra  Cortés  por  pasión, 
no  quisieron  hacer  cosa  que  .conviniese  al  Ñuño 
de  Guzman  ni  á  los  demás  oidores,  porque  ya 
estaba  mandado  por  su  majestad  que  de  hecho 
les  quitasen  el  cargo;  y  también  en  este  instan- 
te Cortés  estaba  en  Castilla,  que  en  todo  les  fu¿ 
muy  contrario,  é  volvía  por  su  honra  y  estado, 
y  luego  se  apercibió  Cortés  para  venir  á  la  Nue- 
va-España con  la  señora  marquesa  su  mujer  y 
casa;  y  entre  tanto  que  viene,  diré  cómo  Ñuño 
de  Guzman  fué  á  poblar  una  provincia  que  se 
-dice  Xalisco,  é  acertó  en  ello  muy  mejor  que  no 
Cortés  en  lo  que  envió  á  descubrir,  como  ade- 
lante verán. 

CAPITULO  CXCV1I. 

CÓMO  NUNO  DE  GUZMAN  SUPO  POR  CARTAS  CIERTAS  DE 
CASTILLA  QUE  LE  QUITABAN  EL  CARGO  ,  PORQUE 
HABÍA  MA.NDADO  SU  MAJESTAD  QUE  LE  QUITASEN  DE 
PRESIDENTE  A  EL  Y  Á  LOS  OIDORES  ,  Y  VINIESEN 
OTR08  EN  SU  LUGAR  ,  ACORDÓ  DE  IR  Á  PACIFICAR  Y 
CONQUISTAR  LA  PROVINCIA  DE  XALISCO,  QUE  AGORA 
SE  DICE  LA  NUEVA-GALICIA. 

Pues  como  Ñuño  de  Guzman  supo  por  cartas 
Ciertas  que  le  quitaban  el  cargo  de  ser  presi- 


COftQÜIStA   DÉ   MJEVA-ÉSPAÑA.  267 

dente  á  él  y  á  los  oidores  ,  é  venían  otros  oido- 
res ;  como  en  aquella  sazón  todavía  era  pre- 
sidente el  Ñuño  de  Guzman  ,  allegó  todos  loa 
más  soldados  que  pudo  ,  asi  de  á  caballo  como 
escopeteros  y  ballesteros  ,  para  que  fuesen  con 
él  á  una  provincia  que  se  dice  Xalisco  ;  y  los 
que  no  querían  ir  de  grado  ,  apremiábalos  que 
fuesen,  ó  por  fuerza  ,  ó  habían  de  dar  dineros  á 
otros  soldados  que  fuesen  en  su  lugar  ,  y  si  te- 
nían caballos  se  los  tomaban  ,  y  cuando  mucho, 
no  les  pagaban  sino  la  mitad  menos  de  lo  que 
valían  ;  y  los  vecinos  ricos  de  Méjico  ayudaron 
con  lo  que  podían  ,  y  llevó  muchos  indios  me- 
jicanos cargados  y  otros  de  guerra  para  que  le 
ayudasen,  y  por  los  pueblos  que  pasaba  con  su 
fardaje  hacíales  grandes  molestias  ;  y  fué  á  la 
provincia  de  Mechoacan  ,  que  por  allí  era  su 
camino  ,  y  tenian  los  naturales  de  los  pueblos 
de  aquella  provincia  ,  de  los  tiempos  pasados, 
mucho  oro  ,  é  aunque  era  bajo  ,  porque  estaba 
revuelto  con  piala  ,  le  dieron  cantidad  dello; 
y  porque  el  Cazonci  era  el  mayor  cacique  de 
aquella  provincia  ,  que  asi  se  llamaba  ,  no  le 
dio  tanto  oro  como  le  demandaba  el  Ñuño 
de  Guzman  ,  le  atormentó  y  le  quemó  los  pies, 
y  porque  le  demandaba  indios  é  indias  para  su 
servicio  ,  y  por  otras  trancanillas  que  se  le 
levantaron  al  pobre  cacique,  lo  ahorcó,  que  fué 
una  de  las  más  malas  é  feas' cosas  que  presiden- 
te ni  otras  personas  podían  hacer  ,  y  todos  los 
que  iban  en  su  compañía  se  lo  tuvieron  á  mal  é 


268  BERNAL  DÍAZ. 

crueldad;  y  llevó  de  aquella  provincia  muchos 
indios  cargados  hasta  donde  pobló  la  ciudad  que 
agora  llaman  de  Compostela,  con  harta  costa  de 
la  hacienda  de  su  majestad  y  de  los  vecinos  de 
Méjico,  que  llevó  por  fuerza;  y  porque  yo  no  me 
liallé  en  acuesta  jornada,  se  quedará  aquí;  más 
cierto  que  Cortés  ni  el  Ñuño  de  Guzman  jamas 
se  hubieron  bien;  y  también  sé  que  siempre  se 
estuvo  en  aquella  provincia  el  Ñuño  de  Guzman 
hasta  que  su  majestad  mandó  que  enviasen 
por  él  á  Xalisco  á  su  costa,  y  le  trujeron  preso 
á  Méjico  á  dar  cuenta  de  las  demandas  y  sen- 
tencias que  contra  él  dieron  en  la  Real  audien- 
cia que  nuevamente  en  aquella  sazón  vino,  y 
le  prendiesen  á  pedimiento  de  Matienzo  ,  y 
Delgadillo.  Quiérolo  dejar  en  este  estado,  y  di- 
ré cómo  liego  la  Real  audiencia  á  Méjico,  y  lo 
que  hizo 

CAPITULO  CXCVI1I. 


CÓMO  LLEGÓ  l A  REAL  AUDIENCIA  A  MÉJICO,  Y  LOQUE  SE 
HIZO. 


Ya  he  dicho  en  el  capítulo  pasado  cómo  su  ma- 
jestad mandó  quitar  toda  la  Real  audiencia  de 
Méjico,  y  dio  por  ningunas  las  encomiendas 
de  indios  que  habían  dado  el  presidente  é  oído- 


CONQUISTA   I)K   NUEVA-ÉSPANA.  269 

res  que  en  ella  residían;  porque  los  daban  á  sus 
deudos  y  paniaguados  y  á  otras  personas  que 
no  tenían  méritos;  y  mandó  su  majestad  que 
se  los  quitasen  y  los  diesen  á  los  conquista- 
dores que  estaban  con  pobres  repartimientos; 
y  porque  tuvieron  noticia  que  no  hacian  jus- 
ticia ni  cumplieron  sus  Reales  mandatos  ;  é 
mandó  venir  otros  oidores  que  fuesen  de  cien- 
cia y  conciencia  ,  y  les  encargó  que  en  todo 
hiciesen  justicia,  y  por  presidente  vino  don  Se- 
bastian Ramírez  de  Villaescusa  ,  que  en  aquella 
pazon  era  Obispo  de  Santo  Domingo  ,  y  cuatro 
licenciados  por  oidores  ,  que  se  decían  el  licen- 
ciado Alonso  Maldonado  de  Salamanca  ,  y  el 
licenciado  Zainos  ,  de  Toro  ó  de  Zamora  ,  y  el 
licenciado  Vasco  de  Quiroga,  de  Madrigal ,  que 
después  fué  Obispo  de  Mechoacan  ,  y  ei  licen- 
ciado Salmerón,  de  Madrid;  y  primero  llegaron 
á  Méjico  los  oidores  que  llegase  el  Obispo  de 
Santo  Domingo;  y  se  les  hizo  dos  grandes  rece- 
bimicntos,  asi  á  los  oidores,  que  vinieron  prime- 
ro, como  ai  presidente,  que  vino  de  ahí  á  pocos 
días;  y  luego  mandaron  pregonar  residencia  ge- 
neral, y  de  todas  las  ciudades  y  villas  vinieron 
muchos  vecinos  y  procuradores,  y  aun  caciques 
y  principales  ,  y  dieron  tantas  quejas  del  pre- 
sidente é  oidores  pasados  ,  de  agravios  y  cohe- 
chos é  injusticias  que  les  habían  hecho,  que  es- 
taban espantados  el  presidente  é  oidores  que 
)r s  tomaban  la  residencia.  Pues  los  procurado- 
res de  Cortés  les  ponen  tantas  demandas  de  los 


270,  BERNA L    DÍAZ. 

bienes  é  hacienda  que  les  hicieron,  vender  en  las 
almonedas  ,  como  dicho  tengo  antes  de  agora, 
que  si  todo  en  lo  que  les  condenaban  hubieran 
de  pagar  ,  montaba  sobre  ducientos  mil  pesos 
de  oro.  Y  como  el  Ñuño  de  Guzman  estaba  en 
Xalisco  ,  é  no  quería  venir  á  la  Nueva-España 
á  dar  su  residencia  ,  respondía  el  Delgadillo  y 
Matienzo  en  la  residencia  que  les  tomaban,  que 
todas  aquellas  demandas  que  les  ponían  eran 
á  cargo  del  Ñuño  de  Guzman  ,  que  como  pre- 
sidente lo  mandaba  de  hecho  ,  y  no  eran  á  su 
cargo,  y  que  mandaren  enviar  por  él,  que  venga 
á  Méjico  á  descargarse  de  los  cargos  que  le  po- 
nen; y  puesto  que  ya  habia  enviado  á  Xalisco 
la  Real  audiencia  provisiones  para  que  parecie- 
se personalmente  en  Méjico,  no  quiso  venir;  y 
el  presidente  é  oidores,  por  no  alborotar  la 
Nueva-España,  disimularon  la  cosa,  y  hacen 
saber  dello  á  su  Majestad,  y  luego  enviaron 
sobre  ello  el  Real  consejo  de  Indias  á  un  licen- 
ciado que  se  decia  Fulano  de  la  Torre,  el  cual 
decían  que  era  natural  de  Badajoz,  para  que  le 
tomase  residencia  en  la  provincia  de  Xalisco  y 
para  que  le  traiga  preso  á  Méjico  y  que  le  eche 
preso  en  la  cárcel  pública;  y  trujo  comisión 
para  que  nos  pagase  el  Ñuño  de  Guzman  todo 
en  lo  que  nos  sentenció  á  las  conquistadores  so- 
bre lo  de  Narvaez,  y  lo  de  las  firmas  cuando 
nos  echaron  presos,  como  dicho  tengo  en  el  ca- 
pítulo pasado  que  dello  habla,  y  dejaré  aperci- 
biendo á  este  licenciado  de  la  Torre  para  venir 


COWQUISTA   DE    NUEVA-ESPAÑA.  271 

á  la  Nueva-España,  y  diré  en  qué  paró  la  re- 
sidencia. Y  es,  que  al  Delgadillo  y  Matienzo 
les  vendieron  sus  bienes  para  pagar  las  senten- 
cias que  contra  ellos  dieron  ,  y  los  echaron 
presos  en  la  cárcel  pública  por  lo  que  más  de- 
bían, que  no  alcanzó  á  pagar  con  sus  bienes;  y  á 
un  hermano  de  Delgadillo,  que  se  decia  Berrio, 
que  estaba  por  alcalde  mayor  en  Guaxaca, 
hallaron  contra  él  tantos  agravios  y  cohechos 
que  habia  llevado,  que  le  vendieron  sus  bie- 
nes para  pagar  á  quien  los  había  tomado,  y 
le  echaron  preso  por  lo  que  no  alcanzaba, 
y  murió  en  la  cárcel:  y  otro  tanto  hallaron 
contra  otro  pariente  de  Delgadillo  que  estaba 
por  alcalde  mayor  en  los  zapotecas,  que  tr ra- 
bien se  llamaba  Delgadillo,  como  el  pariente, 
y  murió  en  la  cárcel  ;  y  ciertamente  eran 
tan  buenos  jueces  y  rectos  en  hacer  justi- 
cias los  nuevamente  venidos,  que  no  entendían 
sino  solamente  en  hacer  lo  que  Dios  y  su  majes- 
tad manda,  y  en  que  los  indios  conociesen  que 
les  favorecían  y  que  fuesen  bien  doctrinados  en 
la  santa  doctrina;  y  demás  deslo,  luego  quita- 
ron que  no  se  herrasen  esclavos,  y  hicieron 
otras  buenas  cosas;  y  como  el  licenciado  Salme- 
rón y  el  licenciado  Zainos  eran  viejos,  acorda- 
ron de  enviar  á  demandar  licencia  á  su  majes- 
tad para  ee  ir  á  Castilla,  porque  ya  habian  esta- 
do cuatro  años  en  Méjico  y  estaban  ricos  y  ha- 
bian servido  bien  en  los  cargos  que  habian  traí- 
do, é  su  majestad  les  envió  licencia,  después  de 


272  BEHNAL  DÍAZ. 

haber  dado  residencia,  que  dieron  muy  buena; 
pues  el  presidente  don  Sebastian  Ramírez, 
Obispo  que  en  aquella  sazón  era  de  Santo  Do- 
mingo, también  fué  á  Castilla,  porque  su  ma- 
jestad le  envió  á  llamar  para  se  informar  del  de 
cosas  de  la  Nueva-España  y  para  ponelle  por 
presidente  de  la  cnancillería  Real  de  Granada;  y 
desde  cierto  tiempo  lo  pasaron  á  la  de  Valla- 
dolid  y  le  dieron  el  obispado  de  Tuy;  y  dende  á 
pocos  dias  vacó  el  de  León,  y  se  le  dieron,  y  era 
presidente,  como  dicho  tengo,  en  la  cnancillería 
de  Valladolid,  y  en  aquel  instante  vaco  el  obis- 
pado de  Cuenca,  y  se  le  dieron.  Por  manera  que 
se  alcanzaban  unas  bulas  de  los  obispados  á 
otras,  y  por  ser  buen  juez  vino  á  subir  en  el 
estado  que  he  dicho;  y  en  esta  sazón  vino  la 
muerte  á  llamarle ,  y  paréceme  á  mí,  según 
nuestra  santa  fe,  que  está  en  la  gloria  con 
los  bienaventurados,  porqué,  á  lo  que  conocí  y 
comuniqué  con  él  cuando  era  presidente  en  Mé- 
jico, en  todo  era  muy  recto  y  bueno,  y  como  tal 
persona,  habia  sido,  antes  que  fuese  Obispo  de 
Santo  Domingo,  inquisidor  en  Sevilla.  Volva% 
mos  á  nuestra  relación,  y  diré  del  licenciado 
Alonso  Maldonado,  que  su  majestad  le  mandó 
que  viniese  á  ia  provincia  de  Guatimala  é  Hon- 
duras é  Nicaragua  por  presidente  y  gobernador, 
y  en  te&d  fué  muy  bueno  y  recto  juez  y  gran 
servidor  de  su  majestad,  y  aun  tuvo  título  de 
adelantado  de  Yucatán  por  capitulación  que 
tuvo  hecha  con  su  suegro  don  Francisco  de  Mon- 


\ .. 


CONQUISTA     DE  NUEVA-ESPAÑA.  273 

tejo.  Pues  el  licenciado  Quiroga  fué  tan  bueno, 
que  le  dieron  el  obispado  de  Mechoacan.  Deje- 
mos de  contar  destos  prosperados  por  sus  vir- 
tudes, y  volvamos  á  decir  del  Delgadillo  y  Ma- 
ticnzo,  que  fueron  á  Castilla  y  á  sus  tierras  muy 
pobres,  y  no  con  buenas  famas;  y  dende  á  dos 
ó  tres  años  dijeron  que  murieron,  é  ya  en  esta 
sazón  habia  su  majestad  mandado  que  viniese  á 
la  Nueva-España  por  visorey  el  ilustrísirao  y 
buen  caballero,  é  digno  de  loable  memoria,  don 
Antonio  de  Mendoza,  hermano  del  marques  de 
Mondejar;  y  vinieron  por  oidores  el  doctor  Que- 
sada,  natural  de  Lesdema,  y  eí  licenciado  Te- 
jada, de  Logroño,  y  aun  en  aquel  tiempo  estaba 
por  oidor  el  licenciado  Maldonado,  que  aun  no 
habia  ido  á  ser  presidente  de  Guatimala;  y  tam- 
bién vioo  por  oidor  un  licenciado  que  se  decia 
Loaysa,  natural  de  Ciudad-Real,  y  como  era 
hombre  viejo,  estuvo  tres  ó  cuatro  años  en  Mé- 
jico, y  allegó  pesos  de  oro  para  irse  á  Castilla  y 
se  volvió  á  su  casa;  y  de  ahí  á  poco  tiempo  vino 
un  licenciado  de  Sevilla,  que  se  decia  Santilla- 
na,  que  después  fué  doctor,  y  todos  fueron 
muy  buenos  jueces;  y  después  que  se  les  hizo 
grandes  recebimientos  en  la  entrada  de  aquella 
ciudad,  se  pregonó  residencia  general  contra  el 
presidente  é  oidores  pasados,  y  todos  los  halla- 
ron muy  rectos  y  buenos,  y  usaron  de  sus  car- 
gos conforme  ajusticia.  Y  volviendo  á  nuestra 
relación  cerca  del  Ñuño  de  Guzman,  que  se  es- 
taba en  Xalisco,  y  como  el  virey  doq  Antonio 
35 


274  BERNAL   DIA.Z. 

de  Mendoza  alcanzó  á  saber  que  su  majestad 
mandó  venir  al  licenciado  de  la  Torre  á  tomalle 
residencia  en  Xalisco  y  echalle  preso  en  la  cár- 
cel pública,  y  hacerle  que  pagase  al  marques 
del  Valle  lo  que  se  hallase  deberle,  y  á  los  con- 
quistadores también  nos  pagase  en  lo  que  nos 
sentenció  sobre  lo  de  Narvaez,  por  hacerle  bien 
y  porque  no  fuese  molestado  y  afrentado,  le 
envió  á  llamar  que  viniese  luego  á  Méjico  sobre 
su  palabra,  y  le  señaló  por  posada  sus  pala- 
cios; y  el  Ñuño  de  Guzman  así  lo  hizo,  que  se 
vino  luego;  y  el  virey  le  hacia  mucha  honra  y  le 
favorecía,  y  comia  con  él;  y  en  este  instante  lle- 
gó á  Méjico  el  licenciado  de  la  Torre,  y  como 
traia  mandado  de  su  majestad  que  luego  echase 
preso  á  Ñuño  de  Guzman  y  que  en  todo  hiciese 
justicia,  puesto  que  primero  lo  comunicó  con  el 
tirey ,  y  parece  ser  no  halló  tanta  voluntad 
para  ello  como  quisiera,  acordó  de  le  sacar  de 
la  posada  del  virey,  á  do  estaba;  y  decia  á  vo- 
ces: «E.-to  manda  su  majestad;  ansí  se  hade 
hacer,  y  no  otra  cosa;»  y  lo  llevó  á  la  cárcel 
.  jntblica  de  aquella  cindod,  y  estuvo  preso  cier- 
tos dias,  hasta  que  rogó  por  él  el  virey,  que 
le  sacaron  de  la  cárcel ;  y  como  conocieron  en 
et de  la" Torre  que  traia  recios  aceros  para  no 
dejar  de  ejecutar  la  justicia  ,  y  tomar  residen- 
cia muy  á  las  derechas  al  Ñuño  de  Guzman ;  y 
como  la  malicia  humana  muchas  veces  no  deja 
cosa  en  qué  pueda  infamar  que  no  infame, 
parece  ser  que  ,  como  el  licenciado  de  la  Tor- 


CONQUISTA    DE    NUEVA-ESPAÑA.  275 

re  era  algo  aficionado  al  juego ,  especial  de 
naipes;  puesto  que  no  jugaba  sino  al  triunfo,  é 
á  la  primera  por  pasatiempo,  quien  quiera  que 
fué,  por  parte  de  Ñuño  de  Guzman,  como  en 
aquel  tiempo  se  usaban  traer  unos  tabardos  con 
mangas  largas,  especial  los  juristas,  metieron 
en  una  de  las  mangas  del  tabardo  del  licenciado 
de  la  Torre  una  baraja  de  naipes  de  los  chinos, 
y  ataron  la  manga  de  arte  que  no  se  pudiesen 
salir  en  aquel  instante;  é  yendo  el  licenciado 
por  la  plaza  de  Méjieo,  acompañado  de  perso- 
nas de  calidad,  quien  quiera  que  fué  en  metelle 
los  naipes,  tuvo  manera  que  se  le  desató,  é  sa- 
liéronsele  los  naipes  pocos  á  pocos,  y  dejó  ras- 
tro dellos  en  el  suelo  en  la  plaza  por  donde  iba, 
é  las  personas  que  le  iban  acompañando,  desque 
vieron  salir  de  aquella  manera  los  naipes,  se  lo 
dijeron,  que  mirase  lo  que  traia  en  la  manga 
del  tabardo;  y  cuando  el  licenciado  vio  tan 
grande  burla  dijo  con  grande  enojo:  «Bien  pa- 
rece que  no  quieren  que  haga  yo  justicia  á  las 
derechas;  mas  si  no  me  muero,  yo  la  haré  de 
manera  que  su  majestad  sepa  deste  desacato' 
que  conmigo  se  ha  hecho;»  y  dende  á  pocos 
días  cayó  malo,  y  de  pensamiento  dello  ó  de 
otras  cosas,  de  calenturas  que  le  ocurrieron 
murió. 


276  BEftNAl  DÁtZ. 

CAPITULO    CXCIX, 


CÓMO  VIÜO  DON  FERNANDO  CORTES,  MARQUES  DfcL  VA- 
HE, DE  ESPAÑA,  CASADO  CON  DONA  MARÍA  DE  ZU- 
NK5A.  CON  TITULO  DE  MARQUES  DEL  VALLE  Y  CAPI- 
TÁN GEÍSÉRAL  DE  LA  NUEVa-ESPAÑA  Y  DE  LA  MAR 
DEL  SUR;  Y  CÓMO  TRUJO  CONSIGO  AL  PADRE  FRAY 
JUAN  LEGUIZAMto  Y  OTROS  ÓNClE  FRAILES  DE  LA 
MERCED,  Y  DEL  RECEBIMIENTO  QUE  SE  LE  HIZO. 


Como  habia  mucho  tiempo  que  Cortés  estaba 
en  Castilla,  é  ya  casado,  como  dicho  tengo,  y 
con  título  de  marques  y  capitán  general  dé  la 
Nueva-España  y  de  la  mar  del  Sur,  tuvo  gran 
deseo  dése  volver  á  la  Nueva-España  á  su  casa 
y  estado  é  tomar  posesión  de  su  marquesado;  y 
como  supo  que  estaban  las  cosas  en  Méjico  en 
el  estado  que  he  referido,  de  lá  manera  ya  por 
mí  dicha,  se  dio  priesa,  é  se  embarcó  con  toda 
su  casa,  é  trujo  en  su  compañía  doce  frailes  de 
la  Merced  para  que  llevasen  adelante  lo  que 
habia  dejado  empezado  fray  Barlolomé,  $8t  por 
mí  memorado,  y  los  que  después  del  fueron,  y 
estos  de  ahora  no  eran  menos  virtuosos  é  bue- 
nos que  los  otros;  que  se  los  dio  por  tales  á 
Cortés  el  general  de  la  Merced  por  manda  lo  del 
consejo  de  las  Indias,  é  venia  por  cabeza  dellos 
un  fray  Juan  de  Leguizamo,  vizcaíno,  buen  le- 


CONQUISTA  bfe  NUEVÁ-K8PANA.  277 

trado  y  santo,  según  decían,  y  con  él  se  confe- 
saba el  marques  y  la  marquesa;  é  como  dicho 
he,  embarcáronse  todos,  é  con  buen  tiempo  que 
leshtéo  en  la  mar,  llegó  Cortés  con  los  suyos, 
menos  un  fraile  de  los  doce,  que  se  murió  á  po- 
cos días  de  embarcación  al  puerto  de  la  Vera- 
cruz,  é  se  hizo  recebimiento,  mas  no  con  la  sole- 
nidad  que  solia;  y  luego  se  fué  por  ciertas  villas 
de  su  marquesado;  y  llegado  á  Méjico,  se  le 
hizo  otro  recebimiento;  y  en  lo  que  entendió  fué 
en  presentar  sus  provisiones  de  marques  y  ha- 
cerse pregonar  por  capitán  de  la  Nueva-España 
y  del  mar  del  Sur,  y  demandar  al  viso-rey  y  au- 
diencia Real  que  le  contasen  sus  vasallos  de  la 
manera  que  él  pensó;  y  esto  me  parece  á  mí 
que  vino  mandado  de  su  majestad  para  que  se 
los  contase;  porque,  á  lo  que  y©  entendí,  cuan- 
do le  dieron  el  marquesado  demandó  á  su  ma- 
jestad que  le  hiciese  merced  de  ciertas  villas  y 
pueblos  con  tantos  mil  vecinos  tributarios;  y 
porque  esto  yo  no  losé  bien,  remítom^  álos  ca- 
balleros é  otras  personas  que  lo  saben  mejor,  y 
á  los  pleitos  que  sobre  ello  se  han  traído;  por- 
que tenia  el  marques  en  el  pensamiento,  cuando 
demandó  á  su  majestad  aquella  merced  de 
los  vasallos,  que  se  habia  de  contar  cada  casa 
de  vecino  ó  cacique  ó  principal  de  aquellas 
villas  por  un  tributario  ,  como  si  dijésemos 
ahora  que  no  se  habían  de  contar  los  hijos  va- 
rones que  eran  ya  casados,  ni  yernos,  ni  otros 
muchos  indios  que  estaban  en  cada  casa  en  ser- 


278  BERNA l  Díaz. 

vicio  del  dueño  della,  sino  solamente  cada  veci- 
no por  un  tributario,  ora  tuviese  muchos  hijos 
ó  yernos  ó  <Hros  allegados  criados;  y  la  audien- 
cia Real  de  Méjico  proveyó  que  lo  fuese  á  con- 
tar un  oidor  de  la  misma  Real  audiencia,  que  se 
decia  el  doctor  Quesada,  y  comenzó  á  contar 
desta  manera:  el  dueño  de  cada  casa  por  un 
tributario ,  y  si  tenían  hijos  de  edad  ,  cada 
hijo  un  tributario,  y  si  tenia  yernos,  cada  yerno 
un  tributario,  y  los  indios  que  lenia  en  su  ser- 
vicio, aunque  fuesen  esclavos,  cada  uno  conta- 
ban por  un  tributario.  Por  manera  que  en 
muchas  de  las  casas  contaban  diez  y  doce 
y  quince  tributarios;  y  Cortés  tenia  por  sí,  y 
asi  lo  proponía,  y  demandó  á  la  Real  audien- 
cia queseada  casa  era  un  vecino  y  se  Tiabia 
de  contar  solo  un  tributario;  y  si  cuando  el 
marques  suplicó  á  su  majestad  le  hiciese 
merced  del  marquesado,  le  declarara  que  le 
diera  tal  villa  y  tal  villa  con  los  vecinos  y  mo- 
radores que  tenia,  su  majestad  le  hiciera  mer- 
ced dellas;  y  el  marques  creyó  y  tenia  por 
cierto  que  demandando  los  vasallos  que  acer- 
taba en  ello,  y  salió  al  contrario.  Por  manera 
que  nunca  le  faltaron  pleitos,  y  á  esta  causa  es- 
tuvo mal  con  !as  cosas  del  doctor  Quesada,  que 
se  los  fué  acontar,  y  aun  con  el  vieo-rey  y  audien- 
cia Real  no  le  faltaron  cosquillas,  y  se  hizo  re- 
lación delío  á  su  majestad  por  parte  de  la  Real 
audiencia,  para  saber  de  la  manera  que  habían 
de  contar;  y  se  estuvo  suspenso  el  contar  de  los 


CONQUISTA  DE   NUEVA-ESPAN  A .  279 

vasallos  ciertos  años,  que  siempre  el  marques 
Hevó  sus  tributos  dellos  sin  haber  cuenta.  Vol- 
vamos á  nuestra  materia:  como  osto  pasó,  de 
ahí  á  pocos  dias  se  fué  desde  Méjico  á  una  villa 
de  su  marquesado,  que  se  diceCornabaca,  y  lle- 
vó á  la  marquesa,  é  hizo  allí  su  asiento,  que 
nunca  más  la  trujo  á  la  ciudad  de  Méjico.  Y  do- 
mas desto,  como  dejó  capitulado  con  la  serení- 
sima Emperatriz  doña  Isabel,  nuestra  señora,  de 
gloriosa  memoria,  y  con  los  del  Real  consejo  de 
Indias,  que  habia  de  enviar  armadas  por  la  mar 
del  Sur  á  descubrir  islas  y  tierras,  y  todo  á  su 
costa,  comenzó  á  hacer  navios  en  un  puerto  de 
una  su  villa,  que  era  en  aquel  tiempo  del  mar- 
quesado, que  se  dice  Teguantepeque,  y  en  otros 
puertos  de  Zacatulay  Acapulco;  y  las  armadas 
que  envió  diré  adelante,  que  nunca  tuvo  ventu- 
ra en  cosa  que  pusiese  la  mano,  sino  todo  se  le 
tornaba  espinas  y  se  le  hacia  mal;  muy  mejor 
acertó  Ñuño  de  Gazman,  como  adelante  diré. 


CAPITULO  CC. 


DÉLOS  GASTOS  QUE  EL  MARQUES  DON  HERNANDO  COR- 
TES HIZO  EN  LAS  ARMADAS  QUEEWIÓ  Á  DESCUBRIR, 
Y  CÓMO  EN  TODO  L<>  DEMÁS  NO  TUVO  VENTURA;  E  HE 
MENESTER  VOLVER  MUCHO  ATRÁS  DE  MI  RELACIÓN 
PARA  QUE  BIEN  SE  ENTIENDA  LO  QUE  AHORA  DIJERE. 

En  el  tiempo  que  gobernaba  la  Nueva-Espa- 
ña Marcos  de  Aguilar  por  virtud  del  poder  que 


¿80 


BERHAL   DÍAZ. 


para  ello  le  dejó  el  licenciado  Luis  Ponce  de 
León  al  tiempo  que  falleció  ,  según  ya  lo  he 
declarado  muchas  veces  antes  que  Cortés  fuese 
á  Castilla  ,  envió  el  mismo  marques  del  Valle 
cuatro  navios  que  habia  labrado  en  una  provin- 
cia que  se  dice  Zacatula  ,  bien  bastecidos  de 
bastimento  y  artillería,  con  buenos  marineros  y 
con  ducientos  y  cincuenta  soldados  ,  y  mucho 
rescate  de  cosas  de  mercería  de  Castilla ,  y  todo 
lo  que  era  menester  de  vituallas  y  pan  bizcocho 
para  más  de  un  año  ,  y  envió  en  ellos  por  capi- 
tán general  á  un  hidalgo  que  se  decia  Albarado 
de  Saavedra  ;  fué*  su  viaje  y  derrota  para  las 
islas  de  los  Malucos  y  Especería  ó  la  China  ,  y 
este  fué  por  mandado  de  su  majestad  ,  que  se  lo 
hubo  escrito  á  Cortés  desde  la  ciudad  de  Grana- 
da en  22  de  Junio  de  1526  años  ;  y  porque  Cor- 
tés me  mostró  la  misma  carta  á  mí  y  á  otros 
conquistadores  que  le  estábamos  teniendo  com- 
pañía ,  lo  digo  y  declaro  aquí ;  y  aun  le  mandó 
su  majestad  á  Cortés  que  á  los  capitanes  que 
enviase  ,  que  fuesen  á  buscar  una  armada  que 
habia  calido  de  Castilla  para  la  China  ,  é  iba  en 
ella  por  capitán  un  frey  don  García  de  Loaysa, 
comendador  de  San  Jüáft  de  Rodas  ;  y  en  está 
sazón  que  se  apercebia  el  Saavedra  para  el  via- 
je, aportó  á  la  costa  de  Guantepeque  un  pata- 
che, que  era  de  los  que  habían  salido  de  Cas- 
tilla con  la  armada  del  mismo  comendador  que 
dicho  tengo  ,  y  venia  en  el  mismo  patache  por 
capitán  un  Ortuño  de  Lango  ,  natural  de  Por- 


CONQUISTA  DE  NUEVA-E  PAÑA.  281 

tugalete;  del  cual  dicho  capitán  y  pilotos  que 
en  el  patache  venían  se  informó  el  Alvaro  de 
Saavedra  Cerón  de  todo  lo  que  quiso  saber, 
y  aun  llevó  en  su  compañía  á  un  piloto  y  á 
dos  marineros,  y  se  lo  pagó  muy  bien  t  porque 
volviesen  otra  vez  con  él,  y  tomó  plática  de  to- 
do el  viaje  que  habían  traído  y  de  las  derrotas 
que  habían  de  llevar;  y  después  de  haber  dado 
las  instrucciones  y  avisos  que  los  capitanes  y 
pilotos  que  van  á  descubrir  suelen  dar  en  sus 
armadas,  después  de  haber  oido  Misa  y  enco- 
mendádose  á  Dios  ,  se  hicieron  á  la  vela  en  el 
puerto- de  Esguatanejo,  que  es  la  provincia  de 
Colima  ó  Zacatula,  que  no  lo  sé  bien,  y  fué  en  el 
mes  de  Diciembre  en  el  año  de  1527  ó  28,  y  qui- 
so Nuestro  Señor  Jesucristo  encaminalles,  que 
fueron  á  los  Malucos  é  á  otras  islas;  y  los  tra- 
bajos y  hambres  y  dolencias  que  pasaron,  y  aún 
muchos  que  se  murieron  en  aquel  viaje,  yo  no 
lo  sé;  mas  yo  vi  dende  á  tres  años  en  Méjico  á 
un  marinero  de  los  que  habían  ido  con  el  Saa- 
vedra, y  contaba  cosas  de  aquellas  islas  y  ciu- 
dades donde  fueron  ,  que  yo  me  estaba  admira- 
do; y  estas  son  las  tierras  é  islas  que  ahora  van 
desde  Méjico  con  armada  á  descubrir  y  tratar;  y 
aún  oí  decir  que  los  portugueses  que  estaban 
por  capitanes  en  ellas,  que  prendieron  al  Saa- 
vedra ó  á  gente  suya  y  que  los  llevaron  á  Cas- 
tilla, ó  que  tuvo  dello  noticia  su  majestad  ;  y 
como  há  tantos  años  que  pasó  y  yo  no  me  hallé 
en  ello,  más  de,  como  tengo  dicho,  haber  visto 
36 


282  BERNA I^DIAZ. 

la  carta  que  su  majestad  escribió  á  Cortés,  en 
esto  no  diré  más.  Quiero  decir  ahora  cómo  en 
el  mes  de  Mayo  de  1532  años,  después  que  Cor- 
tés vino  de  Castilla,  envió  desde  el  puerto  de 
Acapulco  otra  armada  con  dos  navios  bien  bas- 
tecidos con  todo  genero  de  bastimentos  y  mari- 
neros ,  los  que  eran  menester,  y  artillería  y 
rescate,  y  ochenta  soldados  escopeteros  y  ba- 
llesteros, y  envió  por  capitán  general  á  un  Diego 
Hurtado  de  Mendoza;  y  estos  dos  navios  envió 
á  descubrir  por  la  costa  del  Sur  á  buscar  islas 
y  tierras  nuevas;  y  la  causa  dello  es,  porque, 
como  dicho  tengo  en  el  capítulo  que  dello  ha- 
bla, así  lo  tenia  capitulado  Cortés  con  los  del 
Real  consejo  de  Indias  cuando  su  majestad  se 
fué  á  Flandes.  Y  volviendo  á  decir  del  viaje  de 
los  dos  navios,  fué  que,  yendo  el  capitán  Hurta- 
do sin  ir  á  buscar  islas  ni  se  meter  mucho  en  la 
mar  ni  hacer  cosa  que  de  contar  sea,  se  aparta- 
ron de  su  compañía  amotinados  más  de  la  mitad 
de  los  soldados  que  llevaba  con  él  un  navio;  y 
dicen  que  ellos  mismos,  por  concierto  que  entre 
el  capitán  y  los  amotinados  se  hizo,  fué  dalles 
el  navio  en  que  iban  para  volver  á  la  Nueva- 
España;  mas  nunca  tal  es  de  creer,  que  el  capi- 
tán les  diera  licencia,  sino  que  ellos  se  la  toma- 
ron; é  ya  que  daban  vuelta  los  amotinados,  les 
hizo  el  tiempo  contrario  y  les  echó  en  tierra, 
y  fueron  á  tomar  agua,  y  con  mucho  trabajo 
vinieron  á  Xalisco,  y  dieron  nuevas  dello,  y 
desde  allí  voló  la  nueva  á  Méjico,  de  lo  cual  le 


COHQUISTA   DE   NUEVA-E8PANA  283 

pesó  mucho  á  Cortés;  y  el  Diego  Hurtado  cor- 
rió siempre  la  costa,  y  nunca  se  oyó  decir 
más  del  ni  del  navio,  ni  jamas  pareció.  Quiero 
dejar  de  decir  desta  armada  ,  pues  se  per- 
dió; y  diré  eómo  Cortés  luego  despachó  otros 
dos  navios  que  estaban  ya  hechos  en  el  puer- 
to de  Guantepeque,  los  cuales  basteció  muy 
cumplidamente,  asi  de  pan  como  de  carne, 
y  todo  lo  necesario  que  en  aquel  tiempo  se 
pudo  haber,  y  con  mucha  artillería  y  buenos 
marineros ,  y  setenta  soldados  y  cierto  res- 
cate ,  y  por  capitán  dellos  á  un  hidalgo 
que  se  decia  Diego  Becerra  de  Mendoza,  de 
los  Becerras  de  Badajoz  ó  Mérida;  y  fué  en 
el  otro  navio  por  capitán  un  Hernando  de 
Grijalva,  y  este  Grijalva  iba  debajo  de  la  mano 
deste  Becerra;  y  fué  por  piloto  mayor  un  vizcaí- 
no que  se  decia  Ortuño  Jiménez,  gran  cosmó- 
grafo ;  y  Cortés  mandó  á  Becerra  que  fuese  por 
la  mar  en  busca  del  Diego  Hurtado,  y  si  no  le 
hallase,  se  metiese  en  mar  alta,  y  buscasen  islas 
y  tierras  nuevas,  porque  babiafama  de  ricas  is- 
las de  perlas  ;  y  el  piloto  Ortuño  Jiménez  cuan- 
do estaba  platicando  con  otros  pilotos  en  las 
cosas  de  la  mar,  antes  que  partiese  para  aquella 
jornada,  decia  y  prometía  de  les  llevar  á  tierras 
bien  afortunadas  de  riquezas,  que  así  las  llama- 
ban, y  decían  tantas  cosas,  cómo  serian  todos 
ricos,  que  algunas  personas  lo  creían ;  y  después 
que  salieron  del  puerto  de  Guantepeque,  la  pri- 
mera noche  se  levantó  un  yicpto  contrario,  quo 


2§4  BERNAL  DÍAZ. 

apartó  los  dos  navios  el  uno  del  otro,  que  nunca 
más  se  vieron  \  y  bien  se  pudieran  tornar  á  jun- 
tar, porque  luego  hizo  buen  tiempo,  salvo  que 
el  Hernando  de  Grijalva,  por  no  ir  debajo  de  la 
mano  de  Becerra,  se  hizo  luego  á  la  mar  y  se 
apartó  con  su  navio,  porque  el  Becerra  era  muy 
soberbio  y  mal  acondicionado  ;  y  en  tal  paró, 
según  adelante  diré;  y  también  se  apartó  el 
Hernando  de  Grijalva  porque  quiso  ganar  honra 
por  sí  mismo  si  descubria  alguna  buena  isla,  y 
metióse  dentro  en  la  mar  más  de  ducientas  le- 
guas ,  y  descubrió  una  isla  que  le  puso  nom- 
bre Santo  Tome,  y  estaba  despoblada.  De- 
jemos á  Grijalva  y  á  su  derrota,  y  volveré  á 
decir  lo  que  le  acaeció  al  Becerra  con  el  pi- 
loto Ortuño  Jiménez  :  es  que  riñeron  en  el 
viaje,  y  como  el  Becerra  iba  malquisto  con  to- 
dos los  más  soldados  que  iban  en  la  nao,  concer- 
tó el  Ortuño,  con  otros  vizcaínos  marineros  y 
con  los  soldados  con  quien  habia  tenido  palabras 
el  Becerra  ,  de  dar  en  él  una  noche  y  matarle,  y 
así  lo  hicieron,  que  estando  durmiendo  le  despa- 
charon al  Becerra  y  á  otros  soldados  ;  y  si  no 
fuera  por  dos  frailes  franciscos  que  iban  en  aque- 
lla armada ,  que  se  metieron  en  despartillos, 
más  males  hubiera  ;  y  el  piloto  Jiménez  con  sus 
compañeros  se  alzaron  con  el  navio ,  y  por  rue- 
go de  los  frailes  les  fueron  á  echar  en  tierra  de 
Xalisco,  así  á  los  religiosos  como  á  otros  heri- 
dos ;  y  el  Ortuño  Jiménez  dio  vela  ,  y  fué  á  una 
isla  que  la  puso  nombre  Santa-Cruz  ,  donde  di- 


CONQUISTA   DE    NUEVA-ESPANA.  205 

jeron  que  habia  perlas  y  estaba  poblada  de  in- 
dios como  salvajes  ;  y  como  saltó  en  tierra  para 
tomar  agua  ,  y  los  naturales  de  aquella  bahía  ó 
isla  estaban  de  guerra  ,  los  mataron  ,  que  no 
quedaron  salvo  los  marineros  que  quedaban  en 
el  navio ;  y  como  vieron  que  todos  eran  muer- 
tos ,  se  volvieron  al  puerto  de  Xalisco  con  el  na- 
vio, y  dieron  nuevas  de  loacaecido,  y  certificaron 
que  la  tierra  era  buena  y  bien  poblada  y  rica  de 
perlas;  y  luego  fué  esta  nueva  á  Méjico,  y  como 
Cortés  lo  supo,  hubo  gran  pesar  de  lo  acaecido; 
y  como  era  hombre  de  corazón  que  no  reposaba, 
con  tales  sucesos  acordó  de  no  enviar  más  capi- 
tanes ,  sino  ir  él  en  persona ;  y  en  aquel  tiempo 
tenia  sacados  de  astillero  tres  navios  de  buen 
porte  en  el  puerto  de  Guantepeque  ;  y  como  le 
dieron  las  nuevas  quehabia  perlas  adonde  mata  • 
ron  al  Ortuño  Jiménez,  y  porque  siempre  tuvo  en 
pensamiento  de  descubrir  por  la  mar  del  Sur 
grandes  poblaciones,  tuvo  voluntad  de  lo  irá  po- 
blar, porque  así  lo  tenia  capitulado  con  la  sere- 
nísima Emperatriz  doña  Isabel,  de  gloriosa  me- 
moria ,  como  ya  dicho  tengo,  y  los  de  Real  con- 
sejo de  Indias,  cuando  su  majestad  pasó  á  Flan- 
des;  y  como  en  la  Nueva-España  se  supo  que  el 
Marques  iba  en  persona  ,  creyeron  que  era  á 
cosa  cierta  y  rica  ,  y  viniéronle  á  servir  tantos 
soldados  ,  así  de  á  caballo  y  otros  arcabuceros 
y  ballesteros,  y  entre  ellos  treinta  y  cuatro  ca- 
sados ,  que  se  le  juntaron  por  todos  sobre  tre- 
cientas y  veinte  personas  ,  con  las  mujeres  ca- 


286  BERNAL   DÍAZ. 

sadas  ;  y  después  de  bien  bastecidos  Jos  navios 
de  mucho  bizcocho  y  carne  y  aceite  ,  y  aun  di- 
jeron vino  y  vinagre  y  otras  cosas  pertenecien- 
tes para  bastimento  ;  y  llevó  mucho  rescate  y 
tres  herreros  con  sus  fraguas  y  dos  carpinteros 
de  ribera  con  sus  herramientas,  y  otras  muchas 
cosas  que  aquí  no  relato  por  no  me  detener,  y 
con  buenos  y  expertos  pilotos  y  marineros, 
mandó  que  los  que  se  quisiesen  ir  á  embarcar 
al  puerto  de  Guantepeque  ,  donde  estaban  los 
tres  navios ,  que  se  fuesen,  y  esto  por  no  llevar 
tanto  embarazo  por  tierra  ;  y  él  se  fué  desde 
Méjico  con  el  capitán  Andrés  de  Tapia  y  otros 
capitanes  y  soldados,  y  llevó  clérigos  y  religio- 
sos que  le  decían  Misa  ,  y  llevó  médicos  y  ciru- 
janos y  botica ;  y  llegados  al  puerto"  adonde  se 
habían  de  hacer  á  la  vela  ,  ya  estaban  allí  los 
tres  navios  que  vinieron  de  Guantepeque  ;  y 
como  todos  los  soldados  se  vinieron  juntos,  con 
sus  caballos  y  á  pié  ,  Cortés  se  embarcó  con  los 
que  le  pareció  que  podrían  ir  de  la  primera 
barcada  hasta  la  isla  ó  bahía  que  nombraron  de 
SaDta-Cruz ,  adonde  decían  que  había  perlas;  y 
como  Cortés  llegó  con  buen  viaje  á  la  isla, 
que  fué  en  el  mes  de  Mayo  de  1536  ó  7  años, 
que  ya  no  me  acuerdo  ,  y  luego  despachó  los 
navios  para  que  volviesen  los  demás  solda- 
dos y  mujeres  casadas ,  y  caballos  que  que- 
daban aguardando  con  el  capitán  Andrés  de 
Tapia,  y  luego  se  embarcaron,  y  alzadas  velas, 
yendo  por  su  derrota,  dióles  un  temporal  que 


CONQUISTA   DE    NUEVA-ESPANA.  287 

les  echó  cabe  un  gran  rio,  que  le  pusieron  nom-f 
bre  fcan  Pedro  y  San  Pablo  ;  y  asegurado  el 
tiempo,  volvieron á seguir  su  viaje,  y  dióles  otra 
tormenta  que  les  despartió  á  todos  tres  navios, 
y  el  uno  dellos  fué  al  puerto  de  Santa-Cruz, 
adonde  Cortés  estaba,  y  el  otro  fué  á  encallar  y 
dar  al  través  en  tierra  de  Xalisco ;  y  los  soldados 
que  en  él  iban  estaban  muy  descontentos  del 
viaje  ,  y  de  muchos  trabajos  ,  se  volvieron  á  la 
Nueva-España,  y  otros  se  quedaron  en  Xalisco; 
y  el  otro  navio  aportó  á  una  bahía  que  llamaron 
el  Guayabal  ;  y  pusiéronle  este  nombre  porque 
habia  allí  mucha  fruta  que  llaman  guayabas;  y 
como  habian  dado  el  través  ,  tardaban  tanto  y 
no  acudían  donde  Cortes  estaba ,  y  les  aguarda- 
ban por  horas  ,  porque  se  les  habian  acabado 
los  bastimentos ;  y  en  el  navio  que  dio  al  través 
en  tierra  de  Xalisco  iba  la  carne  y  bizcocho  y 
todo  el  más  bastimento;  á  esta  causa  estaban  muy 
congojosos  así  Cortés  como  todos  los  soldados, 
porque  no  tenían  qué  comer;  y  en  aquella  tierra 
no  cojen  los  naturales  del  maíz  ,  que  son  gente 
salvaje  y  sin  policía  ,  y  lo  que  comen  es  frutas 
de  las  que  hay  entre  ellos  ,  y  pesquerías  y  ma- 
riscos ,  y  de  los  soldados  que  estaban  con  Cor- 
tés, de  hambres  y  de  dolencias  se  murieron  veinte 
y  tres ,  y  muchos  más  estaban  dolientes  ,  y 
maldecían  á  Cortés  y  á  su  isla  y  bahía  y  descubri- 
miento; y  cuando  aquello  vio  ,  acordó  de  ir  en 
persona  con  el  navio  que  allí  aportó ,  y  con  cin- 
cuenta soldados  y  con  dos  herreros  y  carpinte- 


BEKNAL  DÍAZ. 


ros  y  tres  calafates  ,  en  busca  de  los  otros  dos 
navios  f  porque  por  los  tiempos  y  vientos  que 
habían  corrido ,  entendió  que  habían  dado  al 
través;  é  yendo  en  busca  dellos,  halló  al  uno  en- 
callado ,  como  dicho  tengo ,  en  la  costa  de  Xa- 
lisco,  y  sin  soldados  ningunos ,  y  el  otro  estaba 
cerca  de  unos  arrecifes  ,  y  con  gran  trabaja  y 
con  tornallos  á  aderezar  y  calafatear,  volvió  á 
la  isla  de  Santa-Cruz  con  sus  tres  navios  y  bas- 
timento ,  y  comieron  tanta  carne  los  soldados 
que  lo  aguardaban  ,  que  como  estaban  debilita- 
dos de  no  comer  cosas  de  sustancia  de  muchos 
dias  atrás ,  les  dio  cámaras  y  tanta  dolencia, 
que  se  murieron  la  mitad  dellos  ,  y  por  no  ver 
Cortés  delante  de  sus  ojos  tantos-males  ,  fué  á 
descubrir  á  otras  tierras  ,  y  entonces  toparon 
con  la  California ,  que  es  una  bahia  ;  y  como 
Cortés  estaba  tan  trabajado  y  flaco ,  deseábase 
volver  á  la  Nueva-España  ;  sino  que  de  empa- 
cho ,  porque  no  dijesen  del  que  habia  gastado 
gran  cantidad  de  pesos  de  oro  ,  y  no  habia  to- 
pado tierras  de  provecho  ni  tenia  ventura  en 
cosa  que  pusiese  la  mano,  y  que  eran  maldicio- 
nes de  los  soldados  y  conquistadores  verdaderos 
de  la  Nueva-España  ,  á  este  efeto  no  se  iba  ;  y 
en  aquel  instante,  como  la  marquesa  doña  Jua- 
na de  Zúñiga,  su  mujer,  no  sabia  ningunas  nue- 
vas ,  más  que  habia  dado  al  través  un  navio  en 
la  costa  de  Xalisco,  estaba  muy  penosa,  creyen- 
do no  se  hubiese  muerto  ó. perdido;  y  luego  en- 
vió en  su  busca  dos  navios ,  los  cuales  uno  de- 


CONQUISTA     DE  NUEVA-ESPAÑA.  289 

líos  fué  en  que  había  vuelto  á  la  Nueva-España 
el  Grijalva  ,  que  había  ido  con  el  Becerra  ,  y  el 
otro  navio  era  nuevo,  que  lo  acabaron  de  labrar 
en  Guántepegue  ;  los  cuáles  dos  navios  carga- 
ron de  bastimento  lo  que  en  aquella  sazón  pu- 
dieron haber  ,  y  envió  por  capitán  de) los  á  un 
fulano  de  Ulloa,  y  escribió  muy  afectuosamente 
al  marques ,  su  marido ,  con  palabras  y  ruegos 
que  luego  se  volviese  á  Méjico  á  su  Estado  y 
marquesado,  y  que  mirase  los  hijos  é  hijas  que 
tenia,  y  déjase  de  porfiar  más  con  la  fortuna,  y 
se  Contentase  con  los  heroicos  hechos  y  fama 
que  en  todas  partes  hay  de  su  persona;  y  asi- 
mismo le  escribió  el  Virey  D.  Antonio  de  Men- 
doza muy  sabrosa  y  amorosamente,  pidiéndole 
por  merced  que  se  volviese  á  la  Nueva-España^ 
los  cuales  dos  navios  con  buen  viaje  llegaron 
donde  Cortés  estaba,  y  cuando  vio  cartas  del  Vi- 
rey  y  los  ruegos  de  la  marquesa  é  hijos,  dejó 
por  capitán  con  la  gente  que  allí  tenia  á  Fran- 
cisco de  Ulloa,  y  todos  los  bastimentos  que  para 
él  traia,  y  luego  se  embarcó,  y  vino  al  puerto 
de  Acapulco,  y  tomado  tierra,  á  buenas  jornadas 
vino  á  Cornabaca,  á  donde  estaba  la  marquesa, 
con  la  cual  hubo  mucho  placer;  y  todos  los  ve- 
cinos de  Méjico  se  Holgaron  con  su  venida,  y 
aun  el  Virey  y  Audiencia  Real;  porque  habia 
fama  qHe  se  decia  en  Méjico  que  se  querían  al- 
zar todos  los  caciques  de  la  Nueva-España  vien- 
do que  no  estaba  en  la  tierra  Cortés;  y  demás 
desto,  luego  se  vinieron  todos  los  soldados  y 
37 


290  BERNAL    DÍAZ. 

capitanes  que  había  dejado  en  aquella  isla  ó 
bahía  que  llaman  la  California ;  y  esto  de  su 
Tenida  no  sé  de  qué  manera  fué,  si  ellos  de 
hecho  se  vinieron,  ó  el  Virey  y  la  Audien- 
cia Real  les  dio  licencia  para  ello;  y  desde  á 
pocos  meses,  como  Cortés  estaba  algo  mas  re- 
posado, envió  otros  navios  bien  bastecidos,  así 
de  pan  y  carne  como  de.  buenos  marineros,  y 
sesenta  soldados  y  buenos  pilotos,  y  fué  en  ellos 
por  capitán  el  Francisco  de  Ulloa,  otras  veces 
por  mi  nombrado;  y  aquestos  navios  que  en- 
vió, fué  que  la  Audiencia  Real  de  Méjico  se  lo 
mandaba  expresamente  que  los  enviase,  para 
«cumplir  Cortés  lo  capitulado  con  su  majestad, 
según  dicho  tengo  en  los  capítulos  pasados  que 
dello  hablan.  Volvamos  á  nuestra  Telacion,  y 
es  que  salieron  del  puerto  de  la  Natividad  por 
el  mes  de  Junio  de  mil  y  quinientos  y  treinta  y 
tantos  años,  y  esto  de  los  años  no  me  acuerdo 
bien;  y  le  mandó  Cortés  al  capitán  que  corriesen 
la  costa  adelante  y  acabasen  de  bajar  la  Cali- 
fornia, y  procurasen  de  buscar  al  capitán  Diego 
Hurtado,  que  nunca  más  pareció;  y  tardó  en  el 
viaje  en  ir  y  venir  siete  meses,  y  sé  que  no  hizo 
Cosa  que  de  contar  sea;  y  volvió  al  puerto  de 
Xalisco,  y  den  de  á  pocos  dias  que  el  Ulloa  esta- 
ba en  tierra  descansando,  un  soldado  de  los  que 
habia  llevado  en  su  capitanía  le  aguardó  en 
parte  que  le  dio  de  estocadas,  donde  le  mató;  y 
•n  esto  que  he  dicho  paró  los  viajes  y  descubri- 
mientos que  el  marques  hizo;  y  aun  le  oí  decir 


C0NQUI8TA    DE   NUEVA-ESPAÑA.  291 

muchas  veces  que  había  gastado  en  las  armadas 
sobre  trecientos  mil  pesos  de  oro;  y  para  que  su 
majestad  le  pagase  alguna  cosa  dello,  y  sobre 
el  contar  de  los  vasallos,  determinó  de  ir  á  Cas- 
tilla, y  para  "demandar  á  Ñuño  de  Guzman 
cierta  cantidad  de  pesos  de  oro  de  los  que  la 
Real  audiencia  le  hubo  sentenciado  al  Ñuño  de 
Guzman  que  pagase  á  Cortés  de  cuando  le 
mandó  vender  sus  bienes;  porque  en  aquel  tiem- 
po el  Ñuño  de  Guzman  fué  preso  á  Castilla;  y  si 
miramos  en  ello,  en  cosa  ninguna  tuvo  ventura 
después  que  ganó  la  Nueva  España,  y  dicen  que 
son  maldiciones  que  le  echaron. 


CAPITULO  CCI. 


CÓMO  EN  MÉJICO  SE  HICIERON  GRANDES  F1ESTA8  Y  BAN- 
QUETES POR  ALEGRÍA  DE  LAS  PACES  DEL  CRISTIA- 
NÍSIMO EMPERADOR  NUESTRO  SEÑOR  ,  DE  GLORIOSA 
MEMORIA  ,  CON  EL  REY  FRANCISCO  DE  FRANCIA, 
CUANDO  LAS  VISTAS  DE  AGUAS-MUERTAS. 


En  el  año  de  38  vino  nueva  á  Méjico  qué 
el  Cristianísimo  Emperador  nuestro  señor ,  de 
gloriosa  memoria  ,  fué  á  Francia  ,  y  el  Rey 
Francisco  de  Francia  le  hizo  gran  recebimiento 
en  un  puerto  que  se  dice  Aguas-Muertas,  don- 


292  BERNAL  DÍAZ. 

de  se  hicieron  paces  y  se  abrazaron  los  Reyes 
con  gran  amor,  estando  presente  madama  Leo- 
nor ,  Reina  de  Francia  ,  mujer  del  Rey  Fran- 
cisco y  hermana  del  Emperador  ,  de  felice  re- 
cordación ,  nuestro  señor  ,  donde  se  hizo  gran 
golemnidad  y  fiestas  en  aquellas  pace*  ,  y  por 
honra  y  alegría  dellas,  el  Virey  don  Antonio  de 
Mendoza  y  el  marques  del  Valle  y  la  Real  au- 
diencia y  ciertos  caballeros  conquistadores  hicie- 
ron grandes  fiestas.  En  esta  sazón  habian  hecho- 
amistades  el  marques  del  Valle  y  el  Visorey 
don  Antonio  de  Mendoza  ,  que  estaban  algo 
amordazados  sobre  el  contar  de  los  vasallos  del 
marquesado  y  sobre'que  el  Virey  favoreció  mu- 
cho al  Ñuño  de  Guzman  para  que  no  pagase 
la  cantidad  de  pesos.de  oro  que  se  debia  á  Cor- 
tés desde  el  tiempo  que  fué  el  Ñuño  de  Guzman 
presidente  en  Méjico  ;  y  acordaron  de  hacer 
grandes  fiestas  y  regocijos  ,  y  fueron  tales,  que 
otras  como  ellas  ,  á  lo  que  á  mí  me  parece  ,  no 
he  visto  hacer  en  Castilla,  asi  de  justas  y  juegos 
de  cañas,  correr  toros,  encontrarse  unos  caballe- 
ros con  otros,  y  otros  grandes  disfraces  que  ha- 
bía ;  é  todo  esto  que  he  dicho  no  es  nada  para 
las  muchas  invenciones  de  otros  juegos  ,  como 
se  solían  hacer  en  Roma  cuando  entraban  triun- 
fando los  cónsules  y  capitanes  que  habian  ven- 
cido batallas,  y  los  epitafios  y  carteles  que  so- 
bre cada  cosa  habia;  y  el  inventor  de  aquellas 
cosas  fué  un  caballero  romano  que  se  decía  Luis 
de  León,  persona  que  decían  que  era  de  linaje 


CONQUISTA    DE   NUEVA-ESPAÑA.  293 

de  los  patricios,  natural  de  Roma;  y  es,  que  co- 
mo se  acabaron  de  hacer  las  fiestas,  mandó  el 
marques  apercebir  navios  y  matalotaje  para  ir 
á  Castilla,  para  suplicar  á  su  majestad  que  le 
mandase  pagar  algunos  pesos  de  oro  de  los 
muchos  que  habia  gastado  en  las  armadas  que 
envió  á  descubrir;  y  porque  tenia  pleitos  con 
Ñuño  de  Guzman,  que  en  aquella  s.azon  le  en- 
vió preso  al  Ñuño  de  Guzman  la  audiencia  Real 
á  España,  y  también  tenia  pleitos  sobre  el  con- 
tar de  los  vasallos;  y  entonces  Cortés  me  rogó  á 
raí  que  fuese  con  él,  y  que  en  la  corte  deman- 
daría mejor  mis  pueblos  ante  los  señores  del 
Real  consejo  de  Indias  que  no  en  la  audiencia 
Real  de  Méjico;  y  luego  me  embarqué  y  fui  á 
Castilla,  y  el  marques  no  fué  de  ahí  á  dos  me- 
ses, porque  dijo  que  no  tenia  allegado  tanto  oro 
como  quisiera  llevar,  y  porque  estaba  malo  del 
empeine  del  pié,  del  caño  que  le  dieron,  y  esto 
fué  en  el  año  de  540;  y  porque  el  año  pasado  de 
539  falleció  la  serenísima  Emperatriz  nuestra 
señora,  doña  Isabel,  de  gloriosa  memoria,  la 
cual  falleció  en  Toledo  en  1.°  dia  del  mes  de 
Mayo,  y  fué  llevado  á  sepultar  su  cuerpo  á  la 
ciudad  de  Granada,  y  por  su  muerte  se  hizo  gran 
sentimiento  en  la  Nueva-España,  y  se  pusieron 
todos  los  más  conquistadores  grandes  lutos,  é 
yo,  como  regidor  que  era  de  la  villa  de  Guaca- 
cualco  ó  conquistador  más  antiguo,  me  puse 
grandes  lutos,  y  con  ellos  uí  áCastilla;  y  llegado 
á  la  corte,  me  los  torné  á  poner  mucho  mayo- 


294  BERNAL  DÍAZ. 

res,  como  era  obligado ,  por  la  muerte  de  nues- 
tra Reina  y  señora ,  y  en  aquel  tiempo  también 
llegó  á  la  corte  Hernando  Pizarro,  que  vino 
del  Perú,  y  fué  cargado  de  luto,  con  más  de 
cuarenta  hombres  que  llevaba  consigo,  que  le 
acompañaban;  y  también  en  esa  sazón  llegó 
Cortesa  la  corte  con  luto  él  y  sus  criados,  que 
estaba  en  aquella  sazón  la  corte  en  Madrid;  y 
los  señores  del  Real  Consejo  de  Indias,  como 
supieron  que  Cortés  llegaba  cerca  de  Madrid,  le 
mandaron  salir  á  recebir,  y  le  señalaron  por  po- 
sada las  casas  del  comendador  don  Juan  de  Cas- 
tilla; y  cuando  algunas  veces  iba  Cortés  al  Real 
Consejo  de  Indias,  salía  un  oidor  hasta  la  puer- 
ta donde  hacían  el  acuerdo  del  Real  Consejo,  y 
le  llevaba  con  mucho  acato  á  los  estrados  donde 
estaba  el  presidente  don  Fray  García  de  Loay- 
sa,  Cardenal  de  Sigüenza,  y  después  fué  Arzo- 
bispo de  Sevilla;  y  oidores  el  licenciado  Gutierre 
Velazquez  y  el  Obispo  de  Lugo  y  el  doctor  don 
Juan  Bernal  Diaz  de  Luco  y  el  doctor  Beltran;  y 
un  poco  junto  de  las  s;llas  de  aquellos  señores 
caballeros  le  ponían  á  Cortés  otra  silla  é  le 
oían;  y  desde  entonces  nunca  más  volvió  á  la 
Nueva-España,  porque  entonces  le  tomaron  re- 
sidencia, y  su  majestad  no  le  quiso  dar  licencia 
para  que  se  volviese  á  la  Nueva-España,  puesto 
que  echó  por  intercesores  al  almirante  de  Cas- 
tilla y  ai  duque  de  Béjar  y  al  comendador, 
mayor  de  León;  y  aún  también  echó  por  inter- 
cesora  á  la  señora  doña  María  de  Mendoza,  y 


CONQUISTA  DE   NTJEVA-E8PANA .  295 

nunca  le  quiso  dar  licencia  su  majestad;  antes 
mandó  que  ledetuvicsen  hasta  acabar  de  dar 
la  residencia,  y  nunca  la  quisieron  concluir;  y 
la  respuesta  que  le  daban  en  el  Real  Consejo 
de  Indias  era,  que  hasta  que  su  majestad  viniese 
de  Flándes  de  hacer  el  castigo  de  Gante,  que 
no  podían  dalle  licencia.  Y  también  en  aquella 
sazón  al  Ñuño  de  Guzman  le  mandaron  dester- 
rar de  su  tierra  y  que  siempre  anduviese  en  la 
corte,  y  le  sentenciaron  en  cierta  cantidad  de 
pesos  de  oro;  mas  no  le  quitaron  los  indios  de 
su  encomienda  de  Xalisco;  y  también  andaba  él 
y  sus  criados  cargados  de  luto;  y  como  en  la 
corte  nos  veian,  así  al  marques  Cortés  como  al 
Pizarro  y  al  Ñuño  de  Guzman  y  todos  los  demás 
que  veniamos  de  la  Nueva-España  á  negocios, 
y  otras  personas  del  Perú  con  lutos,  tenían  por 
chiste  de  llamarnos  los  indianos  peruleros  en- 
lutados. Volvamos  á  nuestra  relación:  que  tam- 
bién en  aquel  tiempo  á  Hernando  Pizarro  le 
mandaron  echar  preso  en  la  Mota  de  Medina,  y 
entonces  me  vine  yo  á  la  Nueva-España,  y  supe 
que  habia  pocos  meses  que  se  habían  alzado  en 
las  provincias  de  Xalisco  unos  peñoles  que  se 
llaman  Cochitlan,  y  que  el  virey  don  Antonio 
de  Mendoza  los  envió  á  pacificar  á  ciertos  capi- 
tanes, y  á  uno  que  se  decia  Cristóbal  de  Oñate, 
y  los  indios  alzados  daban  grandes  combates  á 
los  españoles  y  soldados,  que  de  Méjico  envia- 
ron á  demandar  socorro  al  don  Pedro  de  Alba- 
rado,  que  en  aquella  sazón  estaba  en  unos  sus 


29b  BERHAL  DÍAZ. 

navios  de  una  gran  armada  que.  hizo  en  lo  de 
Guatimala  para  la  China;  y  fué  á  favorecer  á 
los  españoles  que  estaban  sobre  los  peñoles  por 
mí  ya  nombrados,  y  llevó  gran  copia  de  solda- 
dos, y  dende  á  pocos  dias  murió  por  causa  de  un 
caballo  que  le  tomó  debajo  y  le  machucó  el 
cuerpo,  como  adelante  diré.  Y  quiero  dejar  esta 
plática,  y  traeré  á  la  memoria  dos  armadas  que 
salieron  de  la  Nueva-España:  la  una  era  la  que 
hizo  el  virey  don  Antonio  de  Mendoza,  y  la 
otra  fué  la  que  hizo  don  Pedro  de  Albarado,  se- 
gún dicho  tengo. 


CAPITULO    CCII. 


COMO  EL  VIREY  DON  ANTONIO  DE  MENDOZA  ENVIÓ  TRES 
NAVIOS  Á  DESCUBRIR  POR  LA  BANDA  DEL  SUR  EN 
BUSCA  DE  FRANCISCO  VÁZQUEZ  CORONADO  ,  Y  LE  EN- 
VIÓ BASTIMENTOS  Y  SOLDADOS,  QUE  ESTABAN  EN  LA 
CONQUISTA  DE    LA  CÍBOLA.     ¿ 


Ya  he  dicho  en  el  capítulo  pasado  que  dello 
habla  que  el  virey  don  Antonio  de  Mendoza  y 
la  Real  audiencia  de  Méjico  enviaron  á  descu- 
brir las  siete  ciudades,  que  por  otro  nombre  se 
llama  Cibola,  y  fué  por  capitán  general  un  hi- 
dalgo que  se  decia  Francisco  Vazquez|Corona- 


CONQUISTA   DE   NUEVA-E  PAÑA.  297 

do,  natural  de  Salamanca,  que  en  aquella  sazón 
se  había  casado  con  una  señora  que,  ademas  de 
ser  virtuosa,  era  hermosa,  hija  del  tesorero 
Alonso  de  Estrada,  y  en  aquel  tiempo  estaba  ei 
Francisco  Vázquez  por  gobernador,  aunque  se 
lo  habian  quitado,  Pues  partidos  por  tierra  coa 
muchos  soldados  de  á  caballo  y  escopeteros  y 
ballesteros,  habia  dejado  por  sutcnienteen  lode 
Xalisco  aun  hidalgo  que.se  decia  Fulano  de 
Oñate;  y  después  de  ciertos  meses  que  hubo  lle- 
gado á  las  siete  ciudades ,  pareció  ser  que  un 
fraile  francisco  que  se  decia  Fray  Marcos  de  Ni- 
ca, habia  ido  de  antes  Á  descubrir  aquellas  tier- 
ras, ó  fué  en  aquel  viaje  con  el  mismo  Francisco 
Vázquez  Coronado,  que  estándose  bien;y  cuan- 
do llegaron  á  las  tierras  de  la  Cíbola,  y  vieron 
los  campos  tan  llanos  y  llenos  de  vacas  y  toros 
disformes  de  los  nuestros  de  Castilla,  y  los  pueblos 
y  casas  con  sobrados,  y  subían  por  escaleras, 
parecióle  al  fraile  que  seria  bien  volver  á  la 
Nueva-España,  como  luego  vino  ,  á  dar  relación 
ai  virey  don  Antonio  de  Mendoza  que  enviase 
navios  por  la  costa  del  Sur,  con  herraje  y  tiros 
y  pólvora  y  ballestas  y  armas  de  todas  mane- 
ras, y  vino  y  aceite  y  bizcocho,  porque  le  hizo 
relación  que  las  tierras  de  la  Cíbola  estaban  en 
la  comarca  de  la  costa  del  Sur,  y  que  con  los 
bastimentos  y  herraje  serian  ayudados  ei  Fran- 
cisco Vázquez  y  sus  compañeros,  que  ya  que- 
daban en  aquella  tierra;  y  á  esta  causa  envió  los 
tres  navios  que  dicho  tengo,  y  fué  por  capitán 
3S 


298  BERNAL   DÍAZ. 

general  un  Hernando  de  Alarcon,  maestresala 
que  fué  del  mismo  Virey,  y  fué  por  capitán  de 
otro  navio  un  hidalgo  que  se  dice  Marcos  Ruiz 
de  Rojas,  natural  de  Madrid;  otros  dijeron  que 
habia  ido  por  capitán  de  otro  navio  un  Fulano 
Maldonado;  y  porque  yo  no  fui  en  aquella  ar- 
mada, mas  de  por  oidas  lo  digo  desta  manera; 
y  fueron  dadas  todas  las  instrucciones  á  los  pi- 
lotos y  capitanes  de  lo  que  habían  de  hacer  y 
cómo  se  habian  de  regir  y  navegar. 


CAPITULO    CC111, 


Di  UNA  MUY  GRANDE  ARMADA  QUE  HIZO  EL  ADE- 
LANTADO DON  PEDRO  DE  ALB ARADO  EN  EL  AÑO 
DE  1537. 


Razón  el  que  se  traiga  á  la  memoria  y  no 
quede  por  olvido  una  muy  buena  armada  que  el 
Adelantado  don  Pedro  de  Albarado  hizo  ei  año 
de  1537  en  la  provincia  de  Guatimala  ,  donde 
era  gobernador  ,  y  en  un  puerto  que  se  dice 
Acaxatla,  en  la  banda  del  Sur,  y  fué  para  cum- 
plir ciertas  capitulaciones  que  con  su  majestad 
hixo  la  segunda  vez  que  volvió  á  Castilla,  y  vino 
casado  con  una  señora  que  se  decía  doña  Bea- 
trií  de  la  Cueva  ;  y  fué  el  concierto  que  se  ca- 


CONQUISTA    DE   NUEVA-ESPAÑA.  299 

pituló  con  su  majestad,  que  el  Adelantado  pusie- 
se ciertos  navios  y  pilotos  y  marineros  y  solda- 
dos y  bastimentos  ,  y  todo  lo  que  hubiese  me- 
nester, á  su  costa  ,  para  enviar  á  descubrir  por 
la  via  del  poniente  á  la  China  ó  Malucos  ó  otras 
cualesquier  islas  de  la  Especeria,  y  para  lo  que 
descubriese,  su  majestad  le  prometió  en  las  mis- 
mas tierras  que  le  haria  ciertas  mercedes  y  da- 
ría renta  en  ellas  ;  y  porque  yo  no  he  visto  lo 
capitulado  ,  me  remito  á  ello  ,  y  por  esta  causa 
lo  dejo  de  poner  en  esta  relación.  Y  volviendo  á 
nuestra  materia  ,  y  es  que  ,  como  siempre  el 
Adelantado  fué  muy  servidor  de  su  majestad, 
lo  cual  se  pareció  en  las  conquistas  de  la  Nue- 
va-España é  ida  del  Pirú  ,  y  en  todo  puso  su 
persona,  con  cuatro  hermanos  suyos,  que  sirvie- 
ron á  su  majestad  en  lo  que  pudieron;  y  en  esto 
de  ir  á  lo  del  Poniente  con  buena  armada  ,  se 
quiso  aventajar  á  todas  las  armadas  que  hizo  el 
marques  del  Valle  ;  de  las  cuales  tengo  hecha 
larga  re.acion  en  los  capítulos  que  dello  hablan; 
y  esto  que  digo  es  porque,  puso  en  la  mar  del 
Sur  trece  navios  de  buen  porte,  y  entre  ellos  una 
galera  y  un  patache,  y  todos  muy  bien  basteci- 
dos, asi  de  pan  como  de  carne  y  pipas  de  agua,  y 
todo  bastimento  que  en  aquella  sazón  pudieron 
haber,  y  muy  bien  artillados,  y  con  buenos  pilo* 
tos  y  marineros,  los  que  habían  menester.  Pues 
para  hacer  tan  pujante  armada  ,  y  estando  tan 
apartados  del  puerto  de  la  Veracruz  ,  que  son 
más  de  ducientas  leguas  hasta  donde  se  J»- 


300  BSRNAL  DÍAZ. 

braron  los  navios  ,  que  en  aquella  sazón  de  la 
Veracruz  se  trajo  el  hierro  para  la  clavazón  y 
anclas  y  pipas  ,  y  otras  muchas  cosas  pertene- 
cientes para  aquella  flota  ,  gastó  en  ella  más 
millares  de  pesos  de  oro  que  cnCastilla  se  pudie- 
ran gastar  aunque  se  labraran  en  Sevilla  ochen- 
ta navios  ;  y  fueron  tantos  los  gastos  que  hizo, 
que  no  le  bastó  la  riqueza  que  trajo  del  Pirú, 
ni  el  oro  que  le  sacaban  de  las  minas  en  la  pro- 
vincia de  Guatimala,  ni  los  tributos  de  sus  pue- 
blos, ni  lo  que  le  presentaron  sus  deudos  y  ami- 
gos y  lo  que  tomó  fiado  de  mercaderes ;  é  ya 
que  en  aquella  ocasión  se  quisiera  ayudar  de 
traer  anclas  é  hierro  y  otras  muchas  cosas  per- 
tenecientes para  los  navios,  desde  el  Puerto  de 
Caballos  no  venían  navios  ni  mercaderes,  ni  se 
trataba  aquel  puerto  en  aquella  sazón  como 
ahora.  Volvamos  á  nuestra  relación:  que  aún 
no  es  nada  los  pesos  de  oro  que  gastó  en  los 
navios  para  lo  que  dio  á  capitanes  y  alférez  y 
maeses  de  campo  y  á  seiscientos  y  cincuenta 
soldados,  y  los  muchos  caballos  que  entonces 
compró,  que  valíanlos  buenos  á  trecientos  pe- 
sos, y  los  comunes  á  ciento  y  cincuenta  y  á  du- 
cientos;  pues  arcabuces  y  pólvora  y  ballestas 
y  todo  género  de  armas  fueron  tan  excesivos 
gastos  ,  los  cuales  se  podrán  colegir;  y  fueron 
tan  altos  los  peasamientos  que  tuvo  de  hacer 
gran  servicio  á  su  majestad,  y  descubrille  por 
el  Poniente  la  China  ó  Malucos  y  Especería, 
y  aún  de  conquistar  algunas  islas  della,  y  á  lo 


C0N&UI8TA   DE   NUEVA-ESPANA.  30 1 

menos  dar  tfaza  que  por  la  parte  de  su  gober- 
nación hubiese  el  trato  della,  pues  que  aven- 
turaba toda  su  hacienda  y  persona.  Pues  ya 
puesto  á  punto  sus  naos  para  navegar,  y  en 
cada  una  sus  estandartes  Reales,  y  señalados 
pilotos  y  capitanes,  y  dadas  las  instrucciones  de 
lo  que  habian  de  hacer  y  derrotas  que  habían 
de  llevar,  y  las  señas  de  los  faroles  para  de  no- 
che, y  á  todos  los  soldados,  como  dicho  tengo, 
que  fueron  sobre  seiscientos  y  cincuenta,  con 
másde  duciíntos  caballos;  y  después  de  oido 
Misa  del  Espíritu  Santo,  el  mismo  Adelantado 
por  capitán  general  de  toda  su  armada,  dan  ve- 
las en  ciertos  dias  del  año  de  153S,  y  fué  nave- 
gando por  su  derrota  hasta  el  puerto  de  la  Puri- 
ficación, que  es  en  la  provincia  de  Xalisco,  por- 
que en  aquel  puerto  babia  de  tomar  agua  y  más 
soldados  y  bastimento.  Pues  como  supo  el  Virey 
D.  Antonio  de  Mendoza  desta  tan  pujante  ar- 
mada, que  para  en  estas  partes  era  muy  gran- 
de., y  de  los  muchos  soldados  y  caballos  y  arti- 
llería que  llevaba,  tuvo  por  muy  gran  cosa  de 
cómo  pudo  juntar  y  armar  trece  navios  en  la 
costa  del  Sur,  y  allegar  tantos  soldados,  estan- 
do tan  apartado  del  puerto  de  la  Veracruz  y  de 
Méjico:  es  cosa  de  pensar  en  ello  á  las  personas 
que  tienen  noticia  destas  tierras  y  saben  los 
gastos  que  hacen .  Pues  como  el  Virey  D.  Antonio 
de  Mendoza  supo  y  se  informó  que  era  para  des- 
cubrir la  China,  y  alcanzó  á  saber  de  pilotos  y 
cosmógrafos  a  ue  se  podia  descubrir  muy  bien 


302  BERNAL    DÍAZ. 

por  ct  Poniente,  y  se  lo  certificó  un  deudo  suyo 
que  se  decia  Villalobos,  que  sabia  mucho  de  al- 
turas y  del  arte  de  navegación,  acordó  de  es- 
cribir desde  Méjico  al  Adelantado  con  ofertas  y 
buenos  prometimientos  para  que  se  diese  orden 
en  que  la  armada  hiciese  compañía  con  él: 
para  lo  efetuar  fueron  á  hacer  el  concierto 
D.  Luis  de  Castilla  y  un  mayordomo  mayor 
del  Virey.,  que  se  decia  Agustín  Guerrero;  y 
después  que  el  Adelantado  vio  los  recaudos 
que  llevaban  para  hacer  concierto,  y  bien  plati- 
cado sobre  el  negocio,  se  concertó  que  se  vie- 
sen el  Virey  y  el  Adelantado  en  un  pueblo  que 
se  dice  Chiribitio,  que  es  en  la  provincia  de 
Mechoacan,  que  era  déla  encomienda  de  un  Juan 
de  Albarado,  deudo  del  mismo  Adelantado;  y 
como  el  Virey  supo  adonde  se  habían  de  ver, 
fué  en  posta  desde  Méjico  al  pueblo  por  mí 
nombrado,  donde  estaba  el  Adelantado  aguar- 
dando al  Virey  para  hacer  la  plática,  y  allí  se 
vieron,  y  concertaron  que  fuesen  entrambos  á 
dos  á  ver  la  armada,  y  luego  fueron,  y  cuando 
lo  hubieron  visto,  se  volvieron  á  Méjico,  para 
desde  allí  enviar  capitán  general  de  toda  la  flo- 
ta; y  el  Adelantado  quería  que  fuese  un  deudo 
suyo  por  general,  que  se  decia  Juan  de  Albara- 
do  (no  digo  por  el  de  Chiribitio,  sino  otro  su  so- 
brino), que  tenia  indios  en  Guatimala;  y  el  Vi- 
rey quería  que  fuese  juntamente  con  él  un  Fu- 
lano Villalobos;  y  en  este  tiempo  tuvo  mucha 
n&cesidad  el  Adelantado  de  venir  ¿  su*  goberna- 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  308 

cion  de  Guatimala  á  cosas  que  le  convenían,  y 
lo  dejó  todo  aparte  por  estar  presente  en  su  ar- 
mada, y  fué  al  puerto  de  la  Natividad  por  tier- 
ra, donde  en  aquella  sazón  estaban  todos  sus 
navios  y  soldados,  para  que  por  su  mano  fuesen 
despachados;  é  ya  que  estaban  para  se  hacer  á 
la  vela,  le  vino  una  carta  que  le  envió  un  Cris- 
tóbal de  Oñate,  que  estaba  por  teniente  de  go- 
bernador de  aquella  provincia  de  Xalisco,  por 
ausencia  de  Francisco  Vázquez  Coronado,  que 
habia  ido  por  capitán  alas  siete  ciudades  que  lia 
man  de  Cibola,  como  dicho  tengo  en  el  capítulo 
que  del  lo  habla;  y  lo  que  el  Oñate  en  la  carta  le 
decía,  era  que,  pues  en  todo  era  gran  servidor  de 
su  majestai,  en  este  caso  que  ahora  ha  ocurrido 
9e  parecerán  muy  mejor  sus  servicios;  que  por 
amor  de  Dios,  que  luego  con  brevedad  le  vaya  á 
socorrer  con  su  persona  y  soldados  y  caballos 
y  arcabuceros,  porque  está  cercado  en  partes 
que  si  no  son  socorridos  no  se  podrá  defender  de 
muchas  capitanías  de  indios  guerreros  que  es- 
tán en  unas  fuerzas  y  peñoles  que  se  dicen  de 
Cochitlan,  y  que  han  muerto  á  muchos  españo- 
les de  los  que  estaban  en  su  compañía,  y  se  te- 
mia  no  le  acabasen  de  desbaratar;  y  le  significó 
en  la  carta  otras  muchas  lástimas,  y  que  á  salir 
los  indios  de  aquellos  peñoles  é  fortaleza  vito- 
riosos,  la  Nueva-España  estaba  en  gran  peli- 
gro. Y  como  ol  Adelantado  vio  la  carta,  y  en 
ella  las  palabras  que  dicho  tengo,  y  otros  es- 
pañoles le  dijeron  en  el  peligro  en  que  estaban, 


304  BÉKNAL  DÍAZ. 

luego  mandó  juntar  sus  soldados,  así  de  caballo 
como  arcabuceros  y  ballesteros,  y  fué  en  posta 
á  hacer  aquel  socorro,  y  cuando  llegó  al  real 
estaban  tan  afligidos  los  cercados,  que  si  no 
fuera  por  él,  según  se  vio,  los  mataran  los  in- 
dios, y  con  su  llegada  aflojaron  algo,  y  no  que 
dejasen  de  dar  muy  bravosa  guerra;  y  estando 
peleando  entre  unos  peñoles  un  soldpdo,  pare- 
ció ser  que  el  caballo  en  que  iba  se  le  derris- 
có, y  vino  rodando  por  el  peñol  abajo  con  tan 
gran  furia  y  saltos  por  donde  el  Adelantado  es- 
taba, que  no  se  pudo  apartar  á  cabo  ninguno, 
sino  que  el  caballo  le  encontró  de  arte,  que  le 
trató  mal  y  le  quebrantó  todo  el  cuerpo  ,  por- 
que le  tomó  debajo,  y  fué  de  tal  manera,  que  se 
sintió  muy  malo,  y  para  guarecelle  y  curallo, 
creyendo  que  no  fuera  tanto  el  quebramiento, 
le  llevaron  en  andas  á  curar  á  una  orilla,  que 
era  la  más  cercana  de  aquellos  peñoles,  que  se 
dice  la  Purificación;  é  yendo  por  el  camino  se 
comenzó  á  pasmar,  y  llegado  á  la  villa,  de  ahí 
á  pocos  dias,  después  de  se  haber  confesado  y 
comulgado,  dio  el  á  cima  á  Dios  nuestro  Señor, 
que  la  crió.  Algunas  personas  dijeron  que  hizo 
testamento,  y  no  ha  parecido. 

Falleció  aqueste  caballero  por  sacalle  luego 
del  real,  que  si  de  allí  no  le  sacaran  y  le  cura- 
ran como  era  razón,  no  se  pasmara;  y  á  todas 
las  cosas  que  Nuestro  Señor  hace  y  ordena  dé- 
jaosle muchas  gracias  y  loores  por  ello;  pues  ya 
es  fallecido,  perdónele  Dios.  En  aquella  villa  le 


CONQUISTA     DE   NUEVA-ESPAÑA.  305 

enterraron  con  la  mayor  pompa  qwe  pudieron;  y 
después  he  oido  decir  que  Juan  de  Albarado,  el 
encomendero  de  Chiribitio,  llevó  sus  huesos  de 
donde  estaban  enterrados  al  mismo  pueblo  de  su 
encomienda,  y  mandó  hacer  muchas  honras  y 
Misas  y  limosnas  por  su  ánima.  Pues  como  se 
supo  su  muerte  en  el  real  de  Cochitlan  y  en  su 
flota  y  armada,  como  no  habia  capitán  general 
ni  cabeza  que  los  mandase,  muchos  de  los  sol- 
dados se  fueron  cada  uno  por  su  parte  con  las 
pagas  que  les  dieron,  y  cuando  á  Méjico  llegó 
esta  nueva,  todos  los  más  caballeros,  juntamen- 
te con  el  Virey,  la  sintieron;   y  como  faltó  el 
Adelantado,  luego  en  posta  envían  por  el  Virey 
para  que  les  vaya  á  socorrer,  y  el  Virey  no  pudo 
ir  luego,  y  envió  al   licenciado  Maldonado,  é 
hizo  lo  que  pudo  en  aquel  socorro;  y  luego  fué 
el  Virey  y  llevó  todos  los  soldados  que  pudo 
allegar,  y  quiso  Dios  que  venció  á  los  indios  de 
los  peñoles,  y  desbaratados,  se  volvieron  á  Mé- 
jico á  cabo  de  muchos  dias  que  en  esta  guerra 
estuvieron  con  gran  trabajo.  Dejemos  aquel  so- 
corro que  el  Adelantado  hizo,  pues  á  todos  loa 
cercados  ayudó,  y  él  murió  del  arte  que  ya   he 
dicho;  é  quifro  decir  que,  como  se  supo  enGua- 
timala  de  su   muerte,  la  tristeza  y  lloros  que 
hubo  en  su  casa,  y  su  querida  mujer  doña  Bea- 
triz de  la  Cueva  rompía  la  cara  y  se  mesaba  los 
cabellos,  juntamente  con  sos  damas  y  doncellas 
que  tenia  para  casar;  pues  su  amada  hija  y 
señores  hijos  ,  y  Un  caballero ,  yerno  suyo, 


306  BE  FIN  AL    DÍAZ. 

que  se  dice  don  Francisco  de  la  Cueva,  primo 
segundo  del  duque  de  Alburquerque,  que  de- 
jaba por  gobernador  de  aquella  provincia, 
tuvieron  mucho  pesar  ,  y  to  os  los  vecinos 
conquistadores  hicieron  sentimiento  y  le  hicie- 
ron solenes  honras,  porque  el  Obispo  don  Fran- 
cisco Marroquin,  de  buena  memoria,  sintió  mu- 
cho su  muerte,  y  con  toda  la  clerecía  y  cera  y 
pompa  que  pudieron  rogaban  á  Dios  por  su  áni- 
ma cada  día;  y  en  esto  de  las  honras  puso  el 
Obispo  gran  solicitud.  ¥  también  quiero  decir 
que  un  mayordomo  del  Adelantado,  por  mos- 
trar mas  tristeza  por  la  muerte  de  su  señor, 
mandó  que  se  entintasen  todas  las  paredes  de 
las  casas  con  un  betún  de  tinta  que  no  se  pudie- 
se quitar.  Y  también  oí  decir  que  muchos  caba- 
lleros iban  á  consolar  a  la  señora  doña  Beatriz 
de  la  Cueva,  mujer  del  Adelantado,  porque  no 
tomase  tanta  tristeza  por  su  marido,  y  le  decian 
que  diese  gracias  á  Dios,  pues  que  dello  fué  ser- 
vido ;  y  e.la,  como  buena  cristiana,  decia  que  así 
se  las  daba  ;  y  como  las  mujeres  son  tan  lasti- 
mosas por  lo  que  bien  quieren,  y  que  deseaba 
morirse  y  no  estar  en  este  triste  mundo  con 
tantos  trabajos  :  traigo  aquí  esto  á  la  memoria 
por  lo  que  el  coronista  Francisco  López  de  Go- 
mera dice  en  su  Corónica,  que  dijo  aquella 
señora  que  ya  no  tenia  nuestro  Señor  Jesu- 
cristo en  qué  más  mal  la  pudiese  hacer  de 
lo  hecho ,  y  por  aquella  blasfemia  fué  ser- 
vido o^ue  desde  á  pocos  días  vino  en  esta  ciu- 


C0NQUI8TA    DE   HUEVA-ESPAÑA.  307 

dad  una  tormenta  y  tempestad  de  agua  y 
cieno  y  piedras  muy  grandes  y  maderos  muy 
gordos,  que  descendió  de  un  volcan  que  está  me- 
dia legua  de  Guatimala,que  derribó  toda  la  ma- 
yor parte  de  las  casas  donde  vi via  aquella  seño- 
ra, mujer  del  Adelantado,  estando  en  una  recá- 
mara rezando  con  sus  damas  y  doncellas,  que 
las  tomo  á  todas  debajo,  y  las  más  se  ahogaron. 
Y  en  las  palabras  que  dijo  el  Gómora  que  habia 
dicho  aquella  señora,  no  pasó  como  dice,  sino 
como  dicho  tengo;  y  si  nuestro  Señor  Jesucristo 
fué  servido  de  la  llevar  deste  mundo,  fué  secre- 
to  de  Dios;  de  la  cual  avenida  y  terremoto  diré 
adelante  en  su  tiempo  y  lugar;  y  quiero  ahora 
referir  otras  cosas  que  son  muy  de  notar:  que 
con  haber  servido  el  Adelantado  tan  bien  á  su 
majestad,  y  con  sus  cuatro  hermanos,  que  se 
decían  Jorge,  Gonzalo  y  Gómez  y  Juan,  y  to- 
dos Albarados,  cuando  falleció,  como  dicho  ten- 
go,  no  les  quedaron  a  sus  hijos  é  hijas  ningunos 
pueblos  de  los  que  tenia  en  su  encomienda,  ha- 
biéndolos él  ganado  y  conquistado,  y  haber  ve- 
nido á  descubrir  esta  Nueva-España  con  Juan 
de  Grijalva  y  después  con  Cortés.  Pues  digamos 
agora  adonde  murieron  él  y  sus  hijos  y  mujer  y 
hermanos,  que  es  cosa  de  mirar  en  ello.  Ya  he 
dicho  que  murió  en  lo  de  Achitlan,  y  su  herma- 
no Jorge  de  Albarado  en  la  viUa  de  Madrid, 
yendo  á  suplicar  á  su  m.-i je^tad  le  gratificase 
sus  servicios,  y  esto  fué  en  el  año  de  1540;  y  el 
Gotets  de  Albaratfcí  et»  el  Prrú  ;  el  Gtmsaio  <fe 


308 


BERNAL  DÍAZ. 


Álbarado  no  se  me  acuerda  si  murió  en  Guaxaca 
ó  en  Méjico;  el  Juan  de  Álbarado  yendo  á  la  isla 
de  Cuba  á  poner  cobro  en  la  hacienda  que  dejó 
en  aquella  isla.  Pues  sus  hijos,  el  mayor,  que 
se  decía  don  Pedro,  fué  á  Castilla  en  compañía 
de  un  su  tío  que  se  decía  Juan  de  Álbarado 
el  mozo,  vecino  que  fué  de  Guatimala,  c  iba 
á  besar  los  pies  del  Emperador  nuestro  señor  y 
traerle  á  la  memoria  los  servicios  de  su  padre; 
y  nunca  más  se  supo  nueva  dellos,  porque  cre- 
yeron que  se  perdieron  en  la  mar  ó  los  cautiva- 
ron moros.  Pues  don  Diego,  el  hijo  menor,  como 
se  vio  perdido,  volvió  al  Pirú ,  y  en  una  batalla 
murió.  Pues  doña  Beatriz,  su  mujer,  ya  he  dicho 
dos  veces  cómo  la  tormenta  la  llevó  deste  mun- 
do ,  á  ella  y  á  otras  señoras  que  estaban  en  su 
compañía.  Tengan  agora  más  cuenta  los  curio- 
sos letores  desto  que  aqui  tengo  referido,  y  mi- 
ren que  el  Adelantado  murió  sólo  sin  su  querida 
mujer  y  amadas  hijas,  y  la  mujer  sin  su  querido 
marido,  y  los  hijos  el  uno  yendo  á  Castilla  y  el 
otro  en  una  batalla  en  el  Pirú  ,  y  los  hermanos 
segrun  y  de  la  manera  que  dicha  tengo.  Nuestro 
Señor  Jesucristo  los  lleve  i  su  santa  gloria, 
amen.  Agora  nuevamente  se  han  hecho  en  esta 
ciudad  de  Guatimaia  dos  sepulcros  juntos  al 
altar  de  la  santa  iglesia  mayor  para  traer  los 
huesos  del  Adelantado  don  Pedro  de  Álbara- 
do, que  están  enterrados  en  el  pueblo  de  Chiri- 
bítio,  y  traídos  que  sean  á  esta  ciudad  ,  enter- 
raras er»  el  un  sepulcro  ,  f(Á  otro  afepttícro  es 

V 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPADA.  ¿09 

para  que  cuando  Dios  nuestro  Señor  sea  servido 
llevar  desta  presente  vida  á  don  Francisco  de 
la  Cueva  y  á  doña  Leonor  de  Albarado ,  su  mu- 
jer, é  hija  del  mismo  Adelantado,  enterrarse  en 
ellos;  porque  á  su  costa  traen  los  huesos  de 
su  padre  y  mandaron  hacer  el  sepulcro  en  la 
santa  iglesia  ,  como  dicho  tengo.  Dejemos  esta 
materia,  y  volveré  á  decir  en  lo  que  paró  la  ar- 
mada ,  y  es  ,  que  después  que  murió  ,  como  he 
referido,  dende  á  un  año  ,  poco  más  ó  menos 
tiempo,  el  Virey  don  Antonio  de  Mendoza  man- 
dó que  tomasen  ciertos  navios  ,  los  mejores  y 
más  nuevos  de  los  trece  que  enviaba  el  Adelan- 
tado á  descubrir  la  China  por  la  banda  del  Po- 
niente ,  y  envió  por  capitán  da  los  navios  á  un 
su  deudo  ,  que  se  decia  Fulano  de  Villalobos  ,  y 
que  se  fuese  la  mesma  derrota  que  tenia  con- 
certado de  enviar  á  descubrir;  y  en  lo  que  paró 
este  viaje  yo  no  lo  sé  bien  t  y  á  esta  causa  no 
doy  más  relación  dello;  y  también  he  oido  de- 
cir que  nunca  los  herederos  del  Adelantado  co- 
braron cosa  ninguna  ,  ansi  de  navios  como  de 
bastimento  ,  sii.o  que  todo  se  perdió.  Dejemos 
esta  materia,  é  diré  lo  que  Cortés  hizo, 


310  BERKAL  DÍAZ. 

CAPITULO    CC1V. 


DE    LO  QUE  EL  MARQUES    DEL   VALLE  HIZO    DESDE  QUE 
ESTABA  EN  CA8TILLA. 


Como  su  majestad  volvió  á  Castilla  á  hacer  el 
castigo  de  Gante,  é  hizo  la  gran  armada  para  ir 
sobre  Argel,  le  fué  á  servir  en  ella  el  marques  del 
Valle  ,  y  llevó  en  su  compañía  á  su  hijo  el  ma- 
yorazgo :  también  llevó  á  don  Martin  Cortés,  el 
que  hubo  en  doña  Marina ,  y  llevó  muchos  es- 
cuderos y  criados  y  caballos ,  y  gran  copia  y 
servicio  ,  y  se  embarcó  en  una  buena  galera,  en 
compañía  de  don  Enrique  Enriquez;y  como 
Dios  fué  servido  hubiese  tan  recia  tormenta,  se 
perdió  casi  que  toda  la  Real  armada  ;  también 
dio  al  través  la  galera  en  que  iba  Cortés,  y  es- 
capó él  y  sus  hijos  y  todos  los  más  caballeros 
qué  en  ella  iban ,  con  gran  riesgo  de  sus  perso* 
sonas  ;  y  en  aquel  instante  ,  como  no  hay  tanto 
acuerdo  como  debía  haber ,  especialmente  vien- 
do la  muerte  al  ojo,  dijeron  muchos  de  los  cria- 
dos de  Cortes  que  le  vieron  que  se  -.tó  en  unos 
paños  revueltos  al  brazo  y  en  el  paño  ciertas  jo- 
yas de  piedras  muy  riquísimas  que  llevaba  como 
grpn  señor,  como  se  suele  decir,  para  no  me- 
nester, y  con  la  revuelta  del  salir  en  salvo  de  la 
gatera,  y  ctm  ia  mucha  multitud  de  *eaw  aue 


CONQUISTA  DE    NÚEVA-E8PANA .  311 

habia,  se  le  perdieron  todas  las  joyas  y  piedras 
que  llevaba,  que,  á  lo  que  decian,  valian  mu- 
chos pesos  de  oro.  Y  volve.  é  á  decir  de  la  gran 
tormenta  y  pérdida  de  caballeros  y  soldados 
que  se  perdieron.  Aconsejaron  á  su  majestad 
los  capitanes  y  maestres  de  campo  que  eran  del 
Real  consejo  de  guerra,  que  luego  alzase  el 
cerco  y  real  de  sobre  Argel,  y  se  fuese  por  Bu- 
jía, pues  que  veian  que  nuestro  Señor  Dios  fué 
servido  dalles  aquel  tiempo  contrario,  y  no  se 
podia  hacer  más  de  lo  hecho;  en  el  cual  acuerdo 
y  consejo  no  llamaron  á  Cortés  para  que  diese 
su  parecer;  y  de  que  lo  supo,  dijo  que  si  su  ma- 
jestad era  servido,  que  él  entendía,  coa  el  ayu- 
da de  Dios  y  con  la  buena  ventura  de  nuestro 
César,  que  con  los  soldados  que  estaban  en  el 
campo,  de  tomar  á  Argel;  y  también  dijo  á 
vueltas  destas  palabras  muchos  loores  de  sus 
capitanes  y  compañeros  que  nos  hallamos  con 
¿1  en  la  conquista  de  Méjico,  diciendo  que  fui- 
mos para  sufrir  hambres  y  trabajos,  y  que  do 
quiera  que  les  llamase  nocía  con  ellos  heroi- 
cos hechos,  y  que  heridos  y  entrapajados  no 
dejaban  de  pelear  y  tomar  cualquier  ciudad 
y  fortaleza ,  aunque  sobre  ello  aventurasen 
á  perder  las  vidas;  y  como  muchos  caballeros 
le  oyeron 'aquellas  palabra^  dijeron  á  su-ma- 
jesta  1  que  fuera  bien  haberle  llamado  á  con- 
sejo de  guerra,  y  que  se  tuvo  á  descuido  no 
haberle  llamado;  otros  caballeros  dijeron  que 
si  no  fué  ilutado  foé  porque  «entntn  en  el  war- 


312  BERMA!.   DÍAZ. 

ques  que  seria  de  contrario  parecer,  y  aquel 
tiempo  de  tanta  tormenta  no  daba  lugar  á  mu- 
chos consrjeros  ,  salvo  que  su  majestad  y 
los  más  caballeros  de  la  Real  armada  se  pusie- 
sen en  salvo,  porque  estaban  en  muy  gran  peli- 
gro, y  que  el  tiempo  andando,  con  el  ayuda  de 
Dios  volverían  á  poner  cerco  á  Argel;  y  ansí, 
se  fueron  por  Bujía.  Dejamos  esta  materia,  y 
diré  cómo  volvieron  á  Castilla  de  aquella  traba- 
josa jornada  Y  como  el  marques  estaba  muy 
cansado,  ansí^de  estar  en  Castilla  en  la  corte  y 
haber  venido  por  Bujía,  é  ya  era  *iejo,  quebran- 
tado del  camino  ya  por  mí  dicho,  deseaba  en 
gran  manera  volver  á  la  Nueva-España  si  le 
dieran  licencia;  y  como  había  enviado  á  Méjico 
por  su  hija  la  mayor,  que  se  decia  doña  María 
Cortés,  que  tenia  concertado  de  la  casar  Con 
D.  Alvaro  Pérez  Osorio,  hijo  del  marques  de 
Astorga  y  herederc  del  marquesado,  y  le  había 
prometido  sobre  cien  mil  ducados  de  oro  en 
casamiento,  y  otras  muchas  cosas  de  vestidos  y 
joyas,  y  vico  á  recibirla  á  Sevilla;  y  este  ca- 
samiento se  desconcertó,  según  dijeron  muchos 
caballeros,  por  culpa  do  D.  Alvaro  Pérez 
Osorio ;  de  que  el  marques  recibió  tanto 
enojo,  que  de  calenturas  y  cámaras  que  tuvo 
recias  estuvo  al  cabo;  y  andando  con  su  dolen- 
cia, que  siempre  empeoraba,  acordó  salir  de 
Sevilla  por  quitarse  de  muchas  personas  que 
le  importunaban  en  negocios,  y  se  fué  á  Cas- 
tilteja   da'  la    Cuesta    pura   allí  entsntíer    on 


COHQUISTA   DE   NT7EVA-E    PANA.  313 

su  alma  y  ordenar  su  testamento;  y  cuando 
lo  hubo  ordenado  como  convenia,  y  haber  re- 
ceñido los  santos  Sacramentos ,  fué  nuestro 
Señor  Jesucristo  servido  de  lie  val  le  deste 
trabajoso  mundo,  y  murió  en  2  dias  del  mes 
de  Diciembre  de  1547  años,  y  llevóse  su  cuer- 
po á  enterrar  con  grande  pompa  y  muchos  lu- 
tos y  clerecía,  y  grande  sentimiento  de  muchos 
caballeros,  y  fué  enterrado  en  la  capilla  de  los 
duques  de  Medina-Sidonia;  y  después  fueron 
traídos  sus  huesos  á  la  Nueva-España,  y  están 
en  un  sepulcro  en  Guyoacan  ó  en  Tezcuco;  esto 
no  lo  sé  bien;  porque  ansí  lo  mandó  en  su  testa- 
mento. Quiero  decir  la  edad  que  tenia,  á  loque 
á  mí  se  me  acuerda;  lo  declararé  por  esta  cuen- 
ta que  diré:  en  el  año  que  pasamos  con  Cortés 
dende  Cuba  á  la  Nueva-España  fué  el  de  519 
años,  y  entonces  solia  decir,  estando  en  conver- 
sación de  todos  nosotros  los  compañeros  que 
con  él  pasamos,  que  habia  treinta  y  cuatro 
años,  y  veinte  y  ocho  que  habian  pasado  hasta 
que  murió,  que  son  sesenta  y  dos  años.  Las  hi- 
jas é  hijos  que  dejó  legítimos  fué  don  Martin 
Cortés,  marques  que  agora  es,  y  doña  María 
Cortés,  la  que  he  dicho  que  estaba  concertada 
en  el  casamiento  con  don  Alvaro  Pérez  Osorio, 
heredero  del  marquesado  de  Astorga;  que  des- 
pués casó  esta  doña  María  con  el  conde  de  Lu- 
na, de  León;  y  á  doña  Juana,  que  casó  con  don 
Hernando  Enriquez,  que  ha  de  heredar  el  mar- 
quesado de  Tarifa,  y  á  doña  Catalina  de  Are- 
40 


314  -       BERTUL   DÍAZ. 

llano,  que  murió  en  Sevilla;  y  más  digo,  que 
las  llevó  la  señora  marquesa  doña  Juana  de  Zú- 
ñiga,  su  madre,  ¿Castilla  cuando  vino  por  ellas 
un  fraile  de  Santo  Domingo,  qué  áe  dice  fray 
Antonio  de  Zúñiga,  el  cual  fraile  era  hermano 
de  la  misma  marquesa;  y  también  se  casó  otra 
señora  doncella  que  estaba  en  Méjico,  que  se 
decia  doña  Leonor  Cortés,  con  un  Juanes  de 
Tolosa,  vizcaino,  persona  rica,  que  tenia  sobre 
cien  mil  pesos  y  unas  buenas  minas  de  plata; 
[  del  cual  casamiento  tuvo  mucho  enojo  el  mar- 
ques el  mozo,  que  vino  á  la  Nueva-España;  y 
también  tuvo  dos  hijos  varones  bastardos,  que 
se  decían  don  Martin  Cortés,  que  fué  comenda- 
dor de  Santiago;  este  caballero  hubo  en  doñas 
Marina  la  lengua;  é  á  don  Luís  Cortés,  que  tam-i 
bien  fué  comendador  de  Santiago,  que  hubo  ei 
otra  señora  que  se  decia  doña  Fulana  de  Her- 
mosilla;  y  hubo  otras  tres  hijas  bastardas;  lí 
una  hubo  en  una  indiana  de  Cuba  que  se  decia 
doña  Fulana  Pizarro,  y  la  otra  en  otra,  indianii 
mejicana;  y  sé  yo  que  estas  señoras  doncella 
tenían  buen  dote,  porque  dende  niñas  les  di 
buenos  indios,  que  fueron  unos  pueblos  que  s 
dicen  Chinanta,.y  en  el  testamento  y  manda 
que  hizo,  yo  no  lo  sé  bien,  mas  tengo  en  mí  que 
como  sabio,  lo  haria  bien,  y  tuvo  mucho  tiemp¡ 
para  ello,  y  como  era  viejo,  que  lo  haria  co¡ 
mucha  cordura  y  mandaría  descargar  su  con? 
ciencia;  y  mandó  qne  hiciesen  un  hospital 
Méjico,  y  también  mandó  que  en  una  su  vill 


CONQUISTA  DE  NUEVA-ESPAÑA.  315 

que  se  dice  Cuyoacan,  que  está  obra  de  dos  le- 
guas de  Méjico,  que  se  hiciese  un  monasterio 
de  monjas,  y  que  le  trajesen  sus  huesos  á  la 
Nueva-España;  y  dejó  buenas  rentas  para  cum- 
plir su  testamento,  y  las  mandas  fueron  muchas 
y  buenas  y  de  muy  buen  cristiano;  y  por  excu- 
sar prolijidad  no  lo  declaro,  é  también  por  no 
me  acordar  de  todas,  aquí  no  las  relato.  La  le- 
tra y  blasón  que  traia  en  sus  armas  é  reposte- 
ros fueron  de  muy  esforzado  varón  y  confor-? 
me  á  sus  heroicos  hechos,  y  estaban  en  latín, 
y  como  yo  no  sé  latin,  no  lo  declaro;  y  traia  en 
ellos  siete  cabezas  de  Reyes  presos  en  una  ca- 
dena, é  á  lo  que  á  mí  me  parece,  según  vi  y  en- 
tiendo, fueron  los  Reyes  que  agora  diré:   Mon- 
tezuma,  gran  señor  de  Méjico,  é  Cacamaizia, 
su  sobrino  de  Montezuma ,  que  también  fué 
gran  señor  de  Tezcuco,  é  áCoadlabaca,  que  an- 
simismo  era  señor  de  Iztapalapa  y  de  otros  pue- 
blos, y  al  señor  de  Tacuba  é  al  señor  de  Cuyoa- 
can,  é  á  otro  gran  cacique  de  dos  provincias  que 
se  decian  Tulapa,  junto  á  Matalcingo.  Este  que 
dicho  tengo,  decian  que  era  hijo  de  una  su  her- 
mana de  Montezuma,  y  muy  propincuo  heredera 
de  Méjico;  y  el  postrer  Rey  fué  Guatemuz,  el 
que  nos  dio  guerra  é  defendía  la  ciudad  cuando 
la  ganamos  á  ella  y  á  sus  provincias;   y  estos 
siele  grandes  caciques  son  los  que  el  marques 
traia  en  sus  reposteros  y  blasones  por  armas, 
porque  de  otros  Reyes  yo  no  me  acuerdo  que 
se  hubiesen  preso  que  fuesen  Reyes,  como  di- 


316  BERNA L  DÍAZ. 

cho  tengo  en  el  capítulo  que  dello  habla;  pasa- 
ré adelante,  y  diré  su  proporción  y  condición  de 
Cortés.  Fué  de  buena  estatura  y  cuerpo  y  bien 
proporcionado  y  membrudo,  y  la  color  de  la  cara 
tiraba  algo  á  cenicienta,  é  no  muy  alegre;  y  si 
tuviera  el  rostro  más  largo,  mejor  le  pareciera; 
¡os  ojos  en  el  mirar  amorosos,  y  por  otra  gra- 
ves; Tas  barbas  tenia  algo  prietas  y  pocas  y  rasas, 
y  el  cabello  que  en  aquel  tiempo  se  usaba  era 
de  la  misma  manera  que  las  barbas,  y  tenia  el 
pecbo  alto  y  la  espalda  de  buena  manera,  y  era 
cenceño  y  de  poca  barriga  y  algo  eptevado,  y 
las  piernas  y  muslos  bien  sacados,  y  era  buen 
jinete  y  diestro  de  todas  armas  ,  ansí  á  pié; 
como  i  caballo  ,  y  sabia  muy  bien  menear- 
las ,  y  sobre  todo  ,   corazón  y  ánimo,  que  es 
loque  hace  al  caso.  Oí  decir  que  cuando  man- 
cebo, en  la  isla  Española  fué  algo  travieso  so- 
bre muieres,  é  que  se  acuchillaba  algunas  veces, 
con  hombres  esforzados  y  diestros,  y  siempre 
salió  con  vitoria;  y  tenia  una  señal  de  cuchilla- 
da cerca  de  un  bezo  debajo,  que  si  miraban  bien 
en  ello,  se  le  parecía,  mas  cubríanselo  las  bar- 
bas* la  cual  señal  le  dieron  cuando  andaba  en: 
aquellas  quistiones.  En  todo  lo  que  mostraba, 
ansí  en  su  presencia  y  meneo  como  en  pláticas  y¡ 
conversación,  y  en  comer  y  en  el  vestir,  en  todo: 
daba  señales  de  gran  señor.   Los  vestidos  que 
ge  ponia  eran  según  el  tiempo  y  usanza,  y  no  sá 
le  daba  nada  de  no  traer  muohas  sedas  ni  da- 
jnascos  ni  rasos,  sino  llanamente  y  muy  pulido; 


*M 


CONOUISTA   DK   NUEVA-ESPANA.  317 

di  tampoco  traia  cadenas  grandes  de  oro,  salvo 
una  cadenita  de  oro  de  primera  hechura,  con  un 
joyel  con  la  imájen  de  nuestra  Señora  la  virgen 
Santa  María,  con  su  Hijo  precioso  en  los  brazos, 
y  con  un  letrero  en  latin  en  lo  que  era  de  nues- 
tra Señora,  y  de  la  otra  parte  del  joyel  el  señor 
San  Juan  Bantista  con  otro  letrero;  y  también 
traia  en  el  dedo  un  anillo  muy  rico  con  un  dia- 
mante; y  en  la  gorra,  que  entonces  se  usaba  de 
terciopelo,  traia  una  medalla,  y  no  me  acuerdo 
el  rostro  que  en  la  medalla  traia  figurado  la  le- 
tra del;  mas  después,  el  tiempo  andando,  siem- 
pre traia  gorra  de  paño  sin  medalla.  Servíase 
ricamente,  como  gran  señor,  con  dos  maestre- 
salas y  mayordomos  y  muchos  pajes,  y  todo  el 
servicio  de  su  casa  muy  cumplido,  é#  grandes 
vajillas  de  plata  y  de  oro.  Comia  á  medio  día 
bien,  y  bebia  una  buena  taza  de  vino  aguado, 
que  cabria  un  cuartillo  ,  y  también  cenaba, 
y  no  era  nada  regalado  ni  se  le  daba  nada 
por  comer  manjares  delicados  ni  costosos,  sal- 
vo cuando  veia  que  habia  necesidad  que  se 
gastase  ó  los  hubiese  menester.  Era  muy  afa- 
ble con  todos  nuestros  capitanes  y  compañe- 
ros, especial  con  los  que  pasamos  con  él  de 
la  isla  de  Cuba  la  primera  vez;  y  era  latino, 
y  oí  decir  que  era  bachiller  en  leyes  ,  y  cuando 
hablaba  con  letrados  y  hombres  latinos  ,  res- 
pondía á  lo  que  le  decian  en  latin.  Era  algo 
poeta  ,  hacia  coplas  en  metros  y  en  prosa ;  y  en 
lo  que  platicaba  lo  decía  muy  apacible  y  con 


318  BERNAL    DÍAZ. 

muy  buena  retórica  ,  y  rezaba  por  las  mañanas 
én  unas  horas  ,  é  oia  Misa  con  devoción  ;  tenia 
por  su  muy  abogada  á  la  Virgen  Maria  nuestra 
Señora  ,  la  cual  todo  fiel  cristiano  la  debemos 
tener  por  nuestra  intercesora  y  abogada ;  y 
también  tenia  á  señor  San  Pedro ,  Santiago  ,  y 
al  señor  San  Juan  Bautista  ,  y  era  limosnero. 
Cuando  juraba  decia  :  aEn  mi  conciencia;»  y 
cuando  se  enojaba  con  algún  soldado  délos 
nuestros  sus  amigos  le  decia  :  a  ¡Oh ,  mal  pese  á 
vos!»  Y  cuando  estaba  muy  enojado  se  le  hin- 
chaba una  vena  de  la  garganta  y  otra  de  la 
frente  >  y  aun  algunas  vecjes  ,  de  muy  enojado, 
arrojaba  una  manta  ,  y  no  decia  palabra  fea  ni 
injuriosa  á  ningún  capitán-  ni  soldado  ;  y  era 
muy  sufrido,  porque  soldados  hubo  desconside- 
rados  que  decían  palabras  muy  descomed  id  as,  y 
no  les  respondía  cosa  muy  sobrada  ni  mala  ;  y 
aunque  había  materia  para  ello,  lo  más  que  les 
decia  era  :  «Callad  ,  ó  idos  con  Dios ,  y  de  aquí 
adelante  tened  más  miramiento  en  lo  que  dijé- 
redes,  porque  os  costará  caro  por  ello  ,  é  os 
haré  castigar.»  Era  muy  porfiado  ,  en  especial 
en  cosas  de  la  guerra  ,  que  ,  por  más  consejo  y 
palabras  que  le  decíamos  sobre  cosas  desconsi- 
deradas de  combates  que  nos  mandaba  dar  cuan- 
do rodeamos  los  pueblos  grandes  de  la  lagu- 
na, y  en  los  peñoles  que  agora  llaman  del  Mar- 
ques, le  dijimos  que  no  subiésemos  arriba  en  unas 
fuerzas  y  peñoles^  sino  que  les  tuviésemos  cerca- 
dos, por  causa  de  las  muchas  galgas  que  dende  lo 


CONQUISTA  DE  NUEVA-ESPAÑA.  319 

alto  déla  fortaleza  venían  derriscando  ,  que  nos 
echaban,  porque  era  imposible  defendernos  del 
golpe  é  ímpetu  con  que  venían,  y  era  aventu- 
rarnos todos  á  morir,  porque  no  bastaría  es- 
fuerzo ni  consejo  ni  cordura;  y  todavía  porfió 
contra  todos  nosotros ,  y  hubimos  de  comenzar 
á  subir,  y  corrimos  harto  peligro,  y  murieron 
diez  ó  doee  soldados,  y  todos  los  más  salimos 
descalabrados  y  heridos,  sin  hacer  cosa  que  de 
contar  sea  hasta  que  mudamos  otro  consejo.  Y 
demás  desto,  en  el  camino  que  fuimos  á  las  Hi- 
gueras ó  á  lo  de  Cristóbal  de  Olí  cuando  se  alzó 
con  la  armada,  yo  le  dije  muchas  veces  que  fué- 
semos por  las  sierras,  y  porfió  que  mejor  era 
por  la  costa;  y  tampoco  acertó,  porque  si  fuéra- 
mos por  donde  yo  decía,  era  toda  la  tierra  po- 
blada. Y  para  que  bien  la  entienda  quien  lo  ha 
andado,  es  de  Guacacualco,  camino  derecho  de 
Chiapa,  y  de  Chiapa  á  Guatimala,  y  de  Guati- 
mala  á  Naco,  que  es  adonde  en  aquella  sazón 
estaba  el  Cristóbal  de  Olí.  Dejemos  esta  plática, 
y  diré  que  cuando  luego  venimos  con  nuestra 
armada  á  la  Villa-Rica  y  comenzamos  á  hacer 
la  fortaleza,  el  primero  que  cavó  y  sacó  tierra 
en  los  cimientos  fué  Cortés  ,  y  siempre  en  las 
batallas  le  vi  que  entraba  en  ellas  juntamente 
con  nosotros.  Comenzaré  á  decir  en  las  batallas 
de  Tabasco,  que  él  fué  por  capitán  de  los  de  á 
caballo  y  peleó  muy  bien.  Vamos  á  la  Villa-Ri- 
ca, ya  he  dicho  acerca  de  lo  de  la  fortaleza. 
Pues  en  dar,  como  dimos,  con  trece  navios  al 


320  BEftNAL  DÍAZ. 

través  por  consejo  de  nuestros  valerosos  capi- 
tanes y  fuertes  soldados,  y  no  como  lo  dice  Gó- 
mora.  Pues  en  las  guerras  de  Tlascala,  en  tres 
batallas  se  mostró  muy  esforzado  capitán.  Y  en 
la  entrada  de  Méjico  con  cuatrocientos  solda- 
dos, cosa  es  de  pensar  en  ello,  y  más  tener  atre- 
vimiento de  prender  al  gran  Montezuma  dentro 
de  sus  palacios  ,  teniendo  tan  grandes  números 
de  guerreros,  y  también  digo  que  lo  prendimos 
por  consejo  de  nuestros  capitanes  y  de  todos 
los  más  soldados.  Y  otra  cosa ,  que  no  es  de  ol- 
vidar de  la  memoria,  el  quemar  delante  de  sus 
palacios  á  capitanes  del  Montezuma  porque 
fueron  en  la  muerte  de  un  nuestro  capitán  que 
se  decia  Juan  de  Escalante  ,  y  de  otros  siete 
soldados  ;  de  los  cuales  capitanes  indios  no  me 
acuerdo  sus  nombres  ;  poco  va  en  ello  ,  que  no 
hace  á  nuestro  caso.  Y  también  qué  atrevimien- 
to y  osadia  fué  que  con  dádivas  y  joyas  de  oro, 
y  por  buenas  mañas  y  ardides  de  guerra  que  se 
dio  contra  Panfilo  de  Narvaez,  capitán  de  Diego 
Yelazquez  ,  que  traia  sobre  mil  y  trescientos 
soldados  ,  contados  en  ellos  hombres  de  mar  ,  y 
traía  noventa  de  á  caballo  y  otros  tantos  ba- 
llesteros, y  ochenta  espingarderos ,  que  ansi  se 
llamaban;  y  nosotros  con  ducientos  y  sesenta  y 
seis  compañeros  ,  sin  caballos  ni  escopetas  ni 
ballestas  ,  sino  solamente  nuestras  picas  y  es- 
padas y  puñales  y  rodelas  ,  los  desbaratamos,  y 
prendimos  á  Narvaez.  Pasemos  adelante  ,  y 
quiero  decir  que  cuando  entramos  otra  vez  en 


C0NQUI8TA    DE  NUEVA-ESPAÑA*  321 

Méjico  al  socorro  de  Pedro  de  Albarado ,  y  án= 
tes  que  saliésemos  huyendo  cuando  subimos  al 
cu  de  Huichilóbos,  vi  que  se  mostró  muy  varón, 
puesto  que  no  nos  aprovecharon  nada  sus  va- 
lentías ni  las  nuestras.  Pues  en  la  derrota  y 
muy  nombrada  guerra  de  Obtumba,  cuando  nos 
estaban  esperando  toda  la  fior  y  valientes  guer- 
reros mejicanos  y  todos  sus  sujetos  para  nos 
matar  alli.  También  se  mostró  muy  esforzado 
cuando  dio  un  encuentro  al  capitán  y  alférez  de 
Guatemuz,  que  le  hizo  abatir  sus  banderas  y 
perder  el  gran  brio  de  su  valeroso  pelear  de 
todos  sus  escuadrones,  con  tanto  esfuerzo  como 
peleaban,  y  después  de  Dios  ,  nuestros  esforza- 
dos capitanes  que  le  ayudaban  ,  que  fué  Pedro 
de  Albarado  é  Gonzalo  de  Sandoval  ,  y  Cristó- 
bal de  Olí  y  Diego  de  Ordá3,  é  Gonzalo  Domín- 
guez y  un  Lares  é  Andrés  de  Tapia  ,  y  otros 
esforzados  soldados  que  aqui  no  nombro,  de  los 
que  no  teníamos  caballos  y  de  los  de  Naryaez, 
también  ayudaron  muy  bien  ;  y  quien  luego 
mató  al  capitán  del  estandarte  fué  un  Juan  de 
Salamanca,  natural  de  Ontiveros  ,  y  le  quitó  un 
rico  penacho  ,  y  se  le  dio  á  Cortés.  Pasemos 
adelante  ,  y  diré  que  también  se  halló  Cortés 
juntamente  con  nosotros  en  una  batalla  bien 
peligrosa  en  lo  de  Iztapalapa  ,  y  lo  hizo  como 
buen  capitán.  Y  en  lo  de  Suchimileco  ,  cuando 
le  derribaron  los  escuadrones  mejicanos  de! 
eab3llo  ,  y  le  ayudaron  ciertos  tlascaltecas 
nuestros  amigo9  ,  y  sobre  todos  un  nuestro 
41 


322  BERNAL   DÍAZ. 

esforzado  soldado  que   se  decia  Cristóbal  de 
Olea,  natural  de  Castilla  la  Vieja  (tengan  aten- 
ción á  esto  que  diré)  t  que  uno  era  Cristóbal 
de  Olí ,  que  fué  maestre  de  campo  ,  y  otro  es 
Cristóbal  de  Olea  ;   y  esto  declaro  aquí  porque 
no  arguyan  sobre  ello  y  no  digan  que  voy  er- 
rado. También  se  mostró  Ccrtés  muy  como  es- 
forzado cuando  sobre  Méjico  estábamos  ,  y  en 
una  calzadilla  le  desbarataron  los  mejicanos, 
y  le  llevaron  á  sacrificar  sesenta   y  dos  solda- 
dos ,  y  á  Cortés  le  ténian  engarrafado  para  le 
llevar  á  sacrificar  ,   y  le  habían   herido  en  una 
pierna,  y  quiso  Dios  que  por  su  buen  esfuerzo  y 
pelear,  y  porque  le  socorrió  el  mismo  Cristóbal 
de  Olea,  que  fué  el  que  la  otra  vez  en  Suchimi- 
Ieco  le  libró  de  los  mejicanos  y  le  ayudó  á  ca- 
balgar, y  salvó  á  Cortés  la  vida,  y  el  esforzado 
Olea  quedó  allí  muerto  con  los  demás  que  dicho 
tengo;  y  ahora  que  lo  estoy  escribiendo  se  me 
representa  la  manera  y  proporción  de  la  perso- 
na del  Cristóbal  de  Olea  y  de  su  gran  esfuerzo, 
y  aun  se  me  pone  tristeza  por  ser  de  mi  tierra  y 
deudo  de  mis  deudos.  No  quiero  decir  otras  mu- 
chas proezas  y  valentías  que  hizo  nuestro  mar- 
ques del  Valle,  porque  son  dantas  y  de  tal  ma- 
nera, que  no  acabaré  tan  presto  de  las  relatar,  y 
volveré  á  decir  de  su  condición,  y  que  era  muy 
aficionado  á  juegos  de  naipes  é  dados,  y  cuando 
jugaba  era  muy  afable  en  el  juego,  y  decia  ciér- 
tes  remoquetes  que  suelen  decir  los  que  juegan 
á  los  dados.   Era  muy  cuidadoso  en  todas  las 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPANA.  323 

conquistas  que  hicimos,  y  muchas  noches  ron- 
daba y  andaba  requiriendo  las  velas,  y  entraba 
en  los  ranchos  y  aposentos  de  nuestros  solda- 
dos, y  al  que  hallaba  sin  armas  ó  estaba  descal- 
zo los  alpargates  le  reprendía  y  le  decía  que  á 
lá  oveja  ruin  le  pesaba  la  lana,  y  le  reprendía 
con  palabras  agras.  Cuando  fuimos  á  las  Higue- 
ras vi  que  habia  tomado  una  maña  ó  condición 
que  no  solía  tener  eu  las  guerras  pasadas,  que 
cuando  comía,  sino  dormía  un  sueño,  se  le  re- 
volvía el  estómago  y  rebosaba  y  estaba  malo,  y 
por  escusar  este  mal  cuando  íbamos  camino,  le 
ponían  debajo  de  un  árbol  ó  otra  sombra,  una 
alfombra  que  llevaban  á  mano  para  aquel  efe- 
to,  ó  una  capa,  y  aunque  más  sol  hiciese  ó  llo- 
viese, no  dejaba  de  dormir  un  poco,  y  luego  ca- 
minar. Y  también  vi  que  cuando  estábamos  en 
las  guerras  de  la  Nueva-España  era  cenceño  y 
de  poca  barriga  ,  y  después  que  volvimos  de  las 
Higueras  engordó  mucho  y  de  gran  barriga.  Y 
también  vi  que  se  paraba  la  barba  prieta  ,  sien- 
do de  antes  que  blanqueaba.  También  quiero 
decir  que  solía  ser  muy  franco  cuando  estaba  en 
la  Nueva-España  y  la  primera  vez  que  fué  á 
Castilla  ,  y  cuando  volvió  la  segunda  vez,  en  el 
año  de  1540  ,  le  tenían  por  escaso ,  y  le  puso 
pleito  un  su  criado  que  se  decía  Ulloa,  hermano 
de  otro  que  mataron  ,  que  no  le  pagaba  su  ser- 
vicio ;  y  también  ,  si  bien  se  quiere  considerar  y 
miramos  en  ello,  después  que  ganamos  la  Nueva- 
España  siempre  tuvo  trabajos  ,  y  gastó  muchos 


334  8ERNAL  DÍAZ. 

pesos  de  oro  en  las  armadas  que  hizo  ;  en  la  Ca- 
lifornia ni  ida  de  las  Higueras  tuvo  ventura  ,  ni 
en  otra  cosas  desque  acabó  de  conquistar  la 
tierra  ,  quizás  para  que  la  tuviese  en  el  cielo  ;  é 
yo  lo  creo  ansí ,  que  era  buen  caballero  y  muy 
devoto  de  la  Virgen  y  del  Apóstol  San  Pedro  y 
de  otros  Santos.  Dios  le  perdone  sus  pecados,  y 
á  mí  también  ,  y  me  dé  buen  acabamiento  ,  que 
importa  más  que  las  conquistas  y  Vitorias  que 
hubimos  de  los  indios. 


CAPITULO  CCV. 


DE  IOS  VALEROSOS  CAPITANES  Y  FUERTES  SOLDADOS 
QUE  PASAMOS  DENDE  LA  ISLA  DE  CUBA  CON  EL  VEN- 
TUROSO Y  MUY  ANIMOSO  CAPITÁN  DON  HERNANDO 
CORTÉS,  QUE  DESPUÉS  DE  GANADO  MÉJICO  FUE  MAR- 
QUES DEL  VALLE  Y  TUVO  OTROS  DITADOS. 


Primeramente  ;  el  mismo  marques  D.  Hernan- 
do Cortés  murió  junto  á  Sevilla,  en  una  villa 
que  se  dic  i  Castilleja  de  la  Cuesta  ;  y  pasó  don 
Pedro  de  Albarado ,  que  después  de  ganado 
Méjico  fué  comendador  de  Santiago  y  Adelan- 
tado y  gobernador  de  Guatimala  y  Honduras  y 
Chiapa;  murió  en  lo  de  Xalisco  yendo  que  fué  á 
socorrer  un  ejército  de  españoles  que  estaba  so- 


CONQUISTA   DE  NUEVA-ESPAÑA.  &25 

bre  el  peñol  de  Cochitlan,  según  lo  he  dicho  y 
declarado  en  el  capítulo  que  dello  habla;  y  pasó 
Gonzalo  de  Sandoval,  que  fué  capitán  muy  pre- 
eminente y  alguacil  mayor,  y  fué  gobernador 
cierto  tiempo  en  la  Nueva-España  cuando  Alon- 
so de  Estrada  gobernaba.  Tuvo  del  grande  noti- 
cia, y  de  sus  heroicos  hechos,  su  majestad,  y 
murió  en  la  villa  de  Palos  yendo  que  iba  con 
don  Hernando  Cortés  á  besar  los  pies  á  su  ma- 
jestad; y  pasó  un  Cristóbal  de  Olí,  esforzado 
capitán  y  maestre  de  campo  que  fué  en  lasguer- 
ras  de  Méjico,  y  murió  en  lo  de  Naco  degollado 
por  justicia,  porque  se  alzó  con  una  armada  que 
le  habia  dado  Cortés.  Estos  tres  capitanes  que 
dicho  tengo,  fueron  muy  loados  y  alabados  de- 
lante de  su  majestad  cuando  Cortés  fué  ala  cor* 
te,  porque  dijo  al  Emperador  nuestro  señor  que 
tuvo  en  su  ejército,  cuando  conquistó  á  Méjico 
y  Nueva-España,  tres  capitanes  que  podían  ser 
tenidos  en  tanta  estima  como  los  muy  afamados 
que  hubo  en  el  mundo.  El  primero  que  dijo  fué 
D.  Pedro  de  Albarado,  que,  demás  de  ser  esfor- 
zado, tenia  gracia  en  su  persona  y  parecer  para 
hacer  gente  de  guerra;  y  dijo  por  el  Cristóbal 
de  Olí  que  era  un  Héctor  en  el  esfuerzo  para 
combatir  persona  por  persona,  y  que  si  como  era 
esforzado  tuviera  consejo,  fuera  muy  más  te- 
nido en  el  esfuerzo  que  suelen  decir  de  Héc- 
tor, mas  habia  de  ser  mandado;  y  dijo  por  el 
Gonzalo  de  Sandoval  que  era  tan  valeroso  y 
esforzado  capitán  y  de  buenos  consejos,  que 


32 H  BERNA L  Í)IAZ. 

podia  ser  uno  de  los  buenos  coroneles  que  ha 
habido  en  España,  y  que  en  todo  era  tan  bas- 
tante, que  osara  decir  y  hacer;  y  también 
dijo  Cortés  que  tuvo  muy  buenos  y  valero- 
sos soldados  ,  y  que  peleábamos  con  muy  gran 
esfuerzo ;  y  lo  que  sobre  este  caso  propone  Ber- 
nal  Diaz  del  Castillo  es  ,  que  si  esto  que  ahora 
dice  Cortés ,  escribiera  la  primera  vez  que  hizo 
relación  á  su  majestad  de  las  cosas  de  la  Nueva- 
España  ,  bueno  fuera  ;  mas  en  aquel  tiempo  que 
escribió  á  su  majestad  ,  toda  la  honra  y  prez 
de  nuestras  conquistas  se  daba  á  sí  mismo,  y  no 
hacia  relación  de  cómo  se  llamaban  los  capita- 
nes y  fuertes  soldados ,  ni  de  nuestros  heroicos 
hechos;  sino  escribía  á  su  majestad:  «Esto hice, 
esto  otro  mandé  hacer  á  uno  de  mis  capitanes;» 
é  quedábamos  en  blanco  hasta  ya  á  la  postre, 
que  no  podia  ser  menos  de  nombrarnos.  Volva- 
mos á  nuestra  relación  :  pasó  otro  muy  buen 
capitán  y  bien  animoso  ,  que  se  decía  Joan  Ve- 
lazquez  de  León ,  murió  en  las  puentes  ;  pasó 
D.  Francisco  de  Montejo ,  que  después  de  ga- 
nado Méjico  fué  Adelantado  de  Yucatán  ,  murió 
en  Castilla  ;  y  pasó  Luis  Marin,  capitán  que  lué 
en  lo  de  Méjico ,  persona  preeminente  y  bien 
esforzado  ,  murió  de  su  muerte  ;  y  pasó  un  Pe- 
dro de  Ircio,  era  ardid  de  corazón  y  de  mediana 
estatura  é  pasicorto  ,  é  hablaba  mucho  que  ha- 
bía hecho  y  acontecido  en  Castilla  por  su  per- 
sona ,  y  lo  que  víamos  é  conocíamos  del  no  era 
para  nada ,  y  llamábamosle  que  era  otro  Agrá- 


CONQUISTA  DE    NUEVA-E8PANA  .  327 

jes  ,  sin  obras  ;  fué  cierto  tiemp  >  capitán  en  la 
calzada  de  Tepeaquillaen  el  real  de  Sandoval;  y 
pasó  otro  buen  capitán  que  se  decia  Andrés  de 
Tapia,  fué  muy  esforzado,  murió  en  Méjico  de  su 
muerte ;  pasó  un  Juan  de  Escalante,  capitán 
que  fué  en  la  Villa-Rica  cuando  fuimos  sobre 
Méjico,  murió  en  poder  de  indios  en  la  batalla 
que  nombramos  de  Almería,  que  son  unos  pue- 
blos que  están  entre  Tucapan  y  Cempoal ;  tam- 
bién mataron  en  su  compañía  siete  soldados  que 
ya  no  se  me  acuerdan  sus  nombres,  y  le  mataron 
el  caballo:  este  fué  el  primer  desmán  que  tuvi- 
mos en  la  Nueva-España;  y  también  pasó  un 
Alonso  de  Avila,  fué  capitán  y  el  primer  conta- 
dor puesto  por  Cortes  que  hubo  en  la  Nueva- 
España  ;  persona  muy  esforzada,  fué  algo  ami- 
go de  ruidos,  y  don  Hernando  Cortés,  conocien- 
do su  inclinación,  porque  no  hubiese  zizañas, 
procuró  de  lo  enviar  por  procurador  de  la  isla 
Española,  do  residía  la  audiencia  Real  y  los 
frailes  gerónimos  que  estaban  por  gobernadores, 
y  cuando  le  envió  le  dio  buenas  barras  y  joyas 
de  oro  por  contentalle.  Pasemos  adelante:  pasó 
un  Francisco  de  Lugo,  capitán  que  fué  en  al- 
gunas entradas,  hombre  bien  esforzado ;  fué  hijo 
bastardo  de  un  caballero  de  Medina  del  Campo 
que  se  decia  Alvaro  de  Lugo  el  viejo,  señor  de 
unas  villas  que  están  cabe  Medina  del  Campo, 
murió  de  su  muerte;  y  pasó  un  Andrés  de  Monja- 
raz,  capitanque  fué  cierto  tiempo  en  lo  de  Méji- 
co; estaba  muy  malo  de  bubas  y  dolores  que  le  im- 


328  BERSAL   DÍAZ. 

pedian  harto  para  la  guerrarmurió  de  su  muerte; 
y  pasó  un  su  hermano  que  se  decía  Gregorio  de 
Monjaraz,  buen  soldado,  ensordeció  estando  en 
la  guerra  de  Méjico,  murió  de  su  muerte;  y 
pasó  Diego  de  Ordás,  capitán  que  fué  en  la  pri- 
mera vez  que  fuimos  sobre  Méjico,  y  después  de 
ganada  la  Nueva-España  fué  comendador  do 
Santiago  y  fué  al  rio  de  Marañon  por  goberna- 
dor, donde  murió;  y  pasaron  cuatro  hermanos 
de  don  Pedro  de  Albarado,  que  se  decían  Jorge 
de  Albarado,  fué  capitán  cierto  tiempo  en  lo  de 
Méjico  y  en  la  provincia  de  Guatimala  ,  murió 
en  Madrid  en  el  año  de  1540  ;  y  el  otro  su  her- 
mano se  decía  Gómez  de  Albarado  ,  murió  en  el 
Perú;  y  el  otro  se  llamaba  Gonzalo  de  Albara- 
do ;  Juan  de  Albarado  era  bastardo  ,  murió  en 
la  mar  yendo  que  iba  á  la  isla  de  Cuba  á  com- 
prar caballos;  pasó  Juan  Jaramillo,  capitán  que 
fué  de  un  bergantín  cuando  estábamos  sobre 
Méjico,  y  este  es  el  que  casó  con  doña  Marina 
la  lengua  ;  fué  persona  preeminente  >  murió  de 
su  muerte  ;  pasó  un  Cristóbal  Flores  ,  hombre 
de  valia,  murió  en  lo  de  Xalisco  ,  yendo  que  fué 
con  Ñuño  de  Guzman  ;  y  pasó  un  Cristóbal 
Martin  de  Gamboa,  caballerizo  que  fué  de  Cor- 
tés, murió  de  &u  muerte  ;  pasó  un  Caicedo  ,  fué 
hombre  rico  ,  murió  de  su  muerte  ;  y  pasó  un 
Francisco  de  Saucedo  ,  natural  de  Medina  de 
Rioseco,  y  porque  era  muy  pulido  le  llamába- 
mos el  Galán  ;  decían  que  habia  sido  maestre- 
sala del  almirante  de  Castilla  ,  murió  en  las 


CONQUISTA   DE  NUEVA-ESPAÑA.  329 

puentes  ;  pasó  un  Gonzalo  Domínguez  ,  muy 
esforzado  y  gran  ginete  ,  y  murió  en  poder  de 
indios;  y  pasó  un  Francisco  de  Moría  ,  muy  es- 
forzado soldado  y  buen  ginete,  natural  de  Je- 
rez ,  murió  en  las  puentes  ;  también  pasó  otro 
buen  soldado  que  se  decia  Fulano  de  Mora, 
natural  de  Ciudad-Rodrigo,  murió  en  los  peño- 
les que  están  en  la  provincia  de  Guatimala  ;  y 
pasó  un  Francisco  de  Bonal  ,  persona  de  valia, 
natural  de  Salamanca  ,  murió  de  su  muerte; 
pasó  un  Fulano  de  Lares,  bien  esforzado  y  buen 
ginete  ,  murió  en  las  puentes  ;  pasó  otro  La- 
res, ballestero  ,  también  murió  en  las  puentes; 
pasó  un  Simón  de  Cuenca,  que  fué  mayordomo 
de  Cortés  ,  matáronlo  indios  en  lo  de  Xacalan- 
go;  tambin  murieron  en  su  compañía  otros  diez 
soldados  que  no  se  me  acuerdan  sus  nombres;  y 
también  pasó  un  Francisco  de  Medina,  natural 
de  Aracena,  fué  capitán  en  una  entrada,  murió 
en  lo  de  Xicalango  en  poder  de  los  indios;  tam- 
bién murieron  en  su  compañía  otros  quince  sol- 
dados que  tampoco  me  acuerdo  sus  nombres;  y 
también  pasó  un  Maldonado,  que  le  llamábamos 
el  Ancho,  natural  de  Salamanca,  persona  pree- 
minente, y  habia  sido  capitán  de  entradas,  mu- 
rió de  su  muerte;  y  pasaron  dos  hermanos  que 
se  decían  Francisco  Alvarcz  Chico  y  Juan  Al- 
varez  Chico,  naturales  de  Fregenal;  el  Francis- 
co Alvarez  era  hombre  de  negocios  y  estaba  do- 
liente, y  murió  en  la  isla  de  Santo  Domingo;  el 
Juan  Alvarez  murió  en  lo  de  Colima,  en  poder 
42 


330  '  BERNAL   DÍAZ. 

de  indios;  y  pasó  un  Francisco  de  Terrazas,  ma- 
yordomo que  fué  de  Cortés,  persona  preeminen- 
te, murió  de  su  muerte;  y  pasó  un  Cristóbal  üel 
Corral,  el  primer  alférez  que  tuvimos  en  lo  de 
Méjico,  persona  bien  esforzada,  fuese  á  Castilla 
y  allá  murió;  pasó  un  Antonio  de  Villa-Real, 
marido  que  fué  de  Isabel  de  Ojeda,  que  después 
se  mudó  el  nombre  de  Villa-Real  y  dijo  que  se 
decia  Antonio  Serrano  de  Cardona,  murió  de  su 
muerte;  pasó  un  Francisco  Rodríguez  Magarino, 
persona  preeminente,  murió  de  su  muerte;  y 
Francisco  Flores  pasó  ansimismo,  que  fué  veci- 
no de  Guaxaca,  persona  muy  noble,  murió  de  su 
muerte;  y  pasó  un  Alonso  de  Grado,  y  era  hom- 
bre más  por  entender  en  negocios  que  guerra, 
y  este,  con  importunaciones  que  tuvo  con  Cor- 
tés, le  casó  con  doña  Isabel,  hija  de  Montezuma, 
murió  de  su  muerte;  pasaron  cuatro  soldados 
que  tenían  por  sobrenombres  Solíses:  el  uno, 
que  era  hombre  anciano,  murió  en  las  puentes, 
y  el  otro  se  decia  Solís,  y  porque  era  travieso 
le  llamábamos  Casquete ,  murió  de  su  muerte 
en  Guatimala  ;  el  ctro  se  decia  Pedro  de  Solis 
Tras-de-la-puerta  ,  porque  estaba  siempre  en 
su  casa  tras  de  la  puerta  mirando  los  que  pasa- 
ban por  la  calle  ,  y  él  no  podia  ser  visto  ;  fué 
yerno  de  Orduña  el  vieio  ,  vecino  de  la  Puebla, 
y  murió  de  su  muerte  ;  y  el  otro  Solis  se  decia 
el  de  la  Huerta,  y  nosotros  le  llamábamos  Sayo 
de  seda ,  porque  se  preciaba  mucho  de  traer 
sayo  de  seda,  y  murió  de  su  muerte  ;  é  pasó  un 


CONQUISTA   DE   NÜEVA-E8PANA.  331 

esforzado  soldado  que  se  decia  Benitez  t  murió 
en  las  puentes  ;  é  pasó  otro  muy  esforzado  sol- 
dado que  se  decia  Juan  Ruano  ,  murió  en  las 
puentes:  y  pasó  Bercardino  Vazques  de  Tapia, 
persona  muy  preeminente  y  rico  ,  murió  de  su 
muerte;  é  pasó  un  muy  esforzado  soldado  que 
se  decia  Cristóbal  de  Olea  ,  natural  de  tierra 
de  Medina  del  Campo  ,  y  bien  se  puede  decir 
que  ,  después  de  Dios  ,  por  este  salvó  la  vida 
Cortés  la  primera  vez  en  lo  de  Suchimileco, 
cuando  se  vio  Cortés  en  gran  aprieto  ,  que  le 
derribaron  los  indios  mejicanos  del  caballo,  que 
se  decia  el  Romo  ,  y  este  Olea  llegó  de  los  pri- 
meros á  socorrerle,  é  hizo  tales  cosas  por  su  per- 
sona ,  que  tuvo  lugar  Cortés  de  cabalgar  en  el 
caballo  ,  y  luego  le  socorrimos  ciertos  soldados 
que  en  aquel  tiempo  llegamos  ,  y  el  Olea  quedó 
mal  herido  ;  y  la  postrera  vez  que  le  socorrió 
este  Olea  ,  cuando  en  Méjico  en  la  calzadilla  le 
desbarataron  los  mejicanos  y  le  mataron  sesenta 
y  dos  soldados  ,  y  á  Cortés  le  tenia  ya  engar- 
rafado un  escuadrón  de  mejicanos  para  le  llevar 
á  sacrificar  ,  y  le  habían  dado  una  cuchillada 
en  una  pierna,  y  el  buen  Olea  con  su  ánimo  tan 
esforzado  peleó  tan  bravosamente  que  se  le 
quitó,  y  allí  perdió  la  vida  este  esforzado  va- 
ron;  que  ahora  que  lo  estoy  escribiendo  se  me 
enternece  el  corazón,  é  me  parece  qué  ahora  le 
veo  y  se  me  representa  su  presencia  y  grande 
ánimo  como  muchas  veces  nos  ayudaba  á  pelear; 
y  de  aquella  derrota  escribió  Cortés  á  su  majes- 


332  BSRNAL  DÍAZ. 

tad  que  no  fueron  sino  veinte  y  ocho  los  que 
murieron,  y  como  he  dicho,  fueron  sesenta  y 
dos.  Y  para  que  bien  se  entienda  esto  que  escri- 
bo del  Olea,  y  no  digan  algunas  personas  que 
salgo  de  la  orden  de  lo  que  ¡pasó,  sepan  que  el 
uno  es  Cristóbal  de  Olea,  natural  de  Castilla  la 
Vieja,  y  este  que  he  dicho;  y  otro  fué  Cristóbal 
de  Olí,  qué  fué  maese  de  campo,  natural  que 
fué  de  Ubeda  ó  de  Linares,  porque  estos  dos.ca- 
pitanes  casi  que  tienen  un  nombre.  Volvamos 
á  nuestro  cuento:  que  también  pasó  con  nos- 
otros un  buen  soldado  que  tenia  una  mano  me- 
nos, que  se  la  cortaron  en  Castilla  por  justicia, 
murió  en  poder  de  indios;  pasó  otro  soldado  que 
se  decia  Tuvilla,  que  cojeaba  de  una  pierna, 
que  decia  él  que  se  habia  hallado  en  la  del  Ga- 
rellano  con  el  Gran  Capitán,  murió  en  poder  de 
indios;  pasaron  dos  hermanos  que  se  decian 
Gonzalo  López  de  Jimenay  Juan  López  de  Jime- 
na;  el  Gonzalo  López  murió  en  poder  de  indios, 
y  el  Juan  López  fué  alcalde  mayor  en  la  Vera- 
cruz  y  murió  de  su  muerte;  y  pasó  un  Juan  de 
Cuellar,  buen  ginete;  este  casó  primera  ve2 
con  una  hija  del  señor  de  Tezcuco,  la  cual  se 
decia  doña  Ana  y  era  hermosa,  murió  de  si 
muerte;  y  pasó  otro  Fulano  que  se  decia  Cue-  ¡ 
llar,  deudo  de  Francisco  Verdugo,  vecino  d( 
Méjico,  murió  de  su  muerte;  y  pasó  un  Santos 
Hernández,  hombre  anciano,  natural  de  Soria, 
que  por  sobrenombre  le  llamábamos  el  Buer 
Viejo,  ginete  batidor ,    murió    de  su  muerte; 


CONQUISTA   J>E  NUEVA-ÉSPANA.  333 

y  pasó  un  Pedro  Moreno  Medrano,  vecino  que 
fué  de  la  Veracruz,  y  muchas  veces  fué  en  ella 
alcalde  ordinario,  y  era  recto  en  hacer  justicia, 
y  después  fué  á  vivir  á  la  Puebla;  fué  hombre 
que  sirvió  muy  bien  á  su  majestad,  ansí  de  sol- 
dado como  de  hacer  justicia,  murió  de  su  muer- 
te; y  pasó  un  Juan  de  Limpias  Carvajal,  buen 
soldado,  capitán  que  fué  de  bergantines,  y  en- 
sordeció estando  en  Ja  guerra,  murió  de  su 
muerte;  y  pasó  un  Melchor  de  Gálvez,  vecino 
que  fué  de  Guaxaca,  murió  de  su  muerte;  y  pasó 
un  Ramón  López,  que  después  de  ganado  Méji- 
co se  le  quebró  un  ojo,  persona  preeminente, 
murió  en  Guaxaca;  pasó  un  Villandrando,  que 
decían  que  era  deudo  del  conde  de  Ribadeo, 
persona  preeminente,  murió  de  su  muerte,  pasó 
un  Osorio,  natural  de  Castilla  la  Vieja,  buen 
soldado  y  persona  de  mucha  cuenta,  murió  en  la 
Veracruz;  pasó  un  Rodrigo  de  Castañeda,  fué 
naguatato  y  buen  soldado,  murió  en  Castilla; 
pasó  un  Fulano  de  Pilar,  fué  buena  lengua ,  mu- 
rió en  lo  de  Cuyoacan  cuando  fué  con  Ñuño  de 
Guzman;  pasó  otro  soldado  que  se  dice  Grana- 
do, vive  en  Méjico;  pasó  un  Martin  López,  fué 
un  muy  buen  soldado,  este  fué  el  maestre  de 
hacer  los  trece  bergantines,  que  fué  harta  ayu- 
da para  ganar  á  Méjico,  y  de  soldado  sirvió 
bien  á  su  majestad,  vive  en  Méjico;  pasó  un 
Juan  de  Najara,  buen  soldado  y  ballestero, 
sirvió  bien  en  la  guerra;  y  pasó  un  Ojeda,  ve- 
cino de  los  zapotecas,  y  quebráronle  un  ojo  en 


334  BERNAL    DÍAZ. 

lo  de  Méjico;  pasó  un  Fulano  de  la  Serna,  que 
tuvo  unas  minas  de  plata,  tenia  una  cuchillada 
por  la  cara,  que  le  dieron  en  la  guerra,  no  me 
acuerdo  qué  se  hizo  del;  y  pasó  un  Alonso  Her- 
nández Puertocarrero,  primo  del  conde  [de  Me- 
dellin,  caballero  preeminente,  y  este  fué  á  Cas- 
tilla la  primera  vez  que  enviamos  presentes  á 
su  majestad,  y  en  su  compañía  fué  D.  Fran- 
cisco de  Montejo  antes  que  fuese  Adelantado,  y 
llevaron  mucho  oro  en  granos  sacado  de  las 
minas,  y  joyas  de  diversas  hechuras,  y  el  sol 
de  oro  y  la  luna  de  plata.  Y  según  pareció,  el 
Obispo  de  Burgos,  que  se  decia  D.  Juan  Rodrí- 
guez de  Fonseca,  Arzobispo  de  Rosano,  mandó 
prender  al  Alonso  Hernández  Puertocarrero 
porque  decia  al  mismo  Obispo  que  quería  ir  á 
Flandes  con  el  presente  ante  su  majestad,  y 
porque  procuraba  por  las  cosas  de  Cortés,  y 
tuvo  achaque  el  Obispo  para  le  prender  por- 
que le  acusaron  al  Puertocarrero  que  habia 
traído  á  la  isla  isla  de  Cuba  una  mujer  casada,  y 
en  Castilla  murió;  y  puesto  que  era  uno  de  los 
principales  compañeros  que  con  nosotros  pasa- 
ron se  me  olvidaba  de  poner  en  esta  cuenta, 
hasta  queme  acordé  del;  y  también  pasó  otro 
muy  buen  soldado  que  se  decia  Alonso  Luis  ó 
Juan  Luisr  y  era  muy  alto  de  cuerpo  y  le  decia- 
mos  por  sobrenombre  el  Niño,  murió  en  poder  de 
indios;  y  pasó  otro  buen  soldado  que  se  decia  Her- 
nando Burgueño,  natural  de  Aranda  de  Duero, 
murió  de  su  muerte;  é  pasó  ot  re  buen  soldado  que 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  335 

se  decia  Alonso  de  Monroy,  é  porque  se  decía  que 
era  hijo  de  un  comendador  de  Santistéban,  por- 
que no  le  conociesen  se  llamaba  Salamanca,  mu- 
rió en  poder  de  indios;  y  vamos  adelante,  que 
también  pasó  un  Fulano  de  Villalobos,  natural 
de  Santa  Olalla,  que  se  fué  á  Castilla  rico; 
y  pasó  un  Tirado  déla  Puebla,  era  hombre  de 
negocios,  murió  de  su  muerte;  y  pasó  un  Juan 
del  Rio,  fué  á  Castilla;  y  pasó  un  Juan  Rico  de 
Alanis,  buen  soldado,  murió  en  poder  de  indios; 
y  pasó  un  Gonzalo  Hernández  de  Alanis,  bien 
esforzado  soldado;  pasó  un  Juan  Rico  de  Ala- 
nis, murió  de  su  muerte;  é  pasó  un  Fulano  Na- 
varrete,  vecino  que  fué  de  Panuco,  murió  de  su 
muerte;  pasó  un  Francisco  Martin  de  Vendabal, 
vivo  le  llevaron  los  indios  á  sacrificar,  y  ansi- 
mismo  á  otro  su  compañero  que  se  decia  Pedro 
Gallego,  y  desto  echamos  mucha  culpa  á  Cor- 
tés, porque  quiso  echar  una  celada  á  unos  es- 
cuadrones mejicanos,  y  los  mejicanos  se  la  echa- 
ran al  mismo  Cortés  y  le  arrebataron  los  dos 
soldados,  y  los  llevaron  á  sacrificar  delante  de 
sus  ojos,  que  no  se  pudieron  valer;  y  pasaron 
tres  soldados  que  se  decían  Trujillos,  el  uno  na- 
tural de  Trujillo,  y  era  muy  esforzado  y  murió 
en  poder  de  indios;  y  el  otro,  natural  de  Güelva, 
también  fué  de  mucho  ánimo,  murió  en  poder 
de  indios,  y  el  otro  era  natural  de  León,  tam- 
bién murió  en  poder  de  indios;  y  pasó  un  solda- 
do que  se  decia  Juan  Flamenco,  murió  de  su 
muerte;  y  pasó  un  Franciseo  del  Barco,  natu- 


336  BEKNAL  DÍAZ. 

ral  del  Barco  de  Avila,  capitán  que  fué  en  la 
Cholulteca,  murió  de  su  muerte;  pasó  un  Juan 
Pérez,  que  mató  á  su  mujer,  que  se  dech  la 
hija  de  la  Vaquera,  murió  de  su  muerte;  y  pasó 
otro  buen  soldado  que  se  decia  Nájera  el  Cor- 
covado, extremado  hombre  por  su  persona,  mu- 
rió en  Colima  ó  en  Zacatula;  é  pasó  otro  buen  sol- 
dado que  se  decia  Madrid  el  Corcovado,  murió 
en  Colima  ó  Zacatula;  y  pasó  otro  soldado  que 
se  decia  Juan  de  Inhiesta,  fué  ballestero,  mu- 
rió de  su  muerte  ;  y  pasó  un  Fulano  de  Ala- 
milla,  vecino  que  fué  de  Panuco,  buen  balleste- 
ro, murió  de  su  muerte;  y  pasó  un  Fulano  Mo- 
rón, gran  músico,  vecino  de  Colima  ó  Zacaca- 
tula,  murió  de  su  muerte;  pasó  un  Fulano  de 
Várela,  buen  soldado,  vecino  que  fué  de  Colima 
ó  Zacatula,  murió  de  su  muerte;  pasó  un  Fula- 
no de  Valladolid,  vecino  de  Colima  ó  Zacatula, 
murió  en  poder  de  indios;  é  pasó  un  Fulano 
de  Villafuerte,  persona  de  valía,  que  casó  con 
una  deuda  de  la  mujer  que  primero  tuvo  Her- 
nando Cortés,  y  era  vecino  de  Zacatula  ó  de 
Colima,  murió  de  su  muerte;  y  pasó  un  Fulano 
Gutiérrez,  vecino  de  Colima  ó  Zacatula,  murie- 
ron de  su  muerte;  y  pasó  otro  buen  soldado  que 
se  decia  Valladolid  el  Gordo,  murió  en  poder  de 
indios;  y  pasó  un  Pacheco,  vecino  que  fué  de 
Méjico,  persona  preeminente,  murió  de  su  muer- 
te; y  pasó  un  Hernando  de  Lerma  ó  de  Lema, 
hombre  anciano,  que  fné  capitán,  murió  de  su 
muerte;  pasó  un  Fulano  Suarcz  el   Viejo,   que 


CONQUISTA     DE  NUEVA-ESPANA .  337 

mató  á  su  mujer  con  una  piedra  de  moler  maíz, 
murió  de  su  muerte;  y  pasó  un  Fulano  de  Án- 
gulo é  un  Francisco  Gutiérrez  y  otro  mancebo 
que  se  decia  Santaclara,  vecinos  que  fueron  de 
la  Habana,  que  murieron  en  poder  de  indios;  y 
pasó  un  Garci-Caro,  vecino  que  fué  de  Méjico, 
murió  le  su  muerte;  y  pasó  un  mancebo  que  se 
decia  Larios,  vecino  que  fué  de  Méjico,  murió 
de  su  muerte,  que  tuvo  pleito  sobre  sus  indios; 
pasó  un  Juan  Gómez,  vecino  que  fué  de  Guati- 
mala,  fué  rico  á  Castilla;  y  pasaron  dos  herma- 
nos que  se  decian  los  Jiménez,  naturales  que 
fueron  de  Linguijuela  de  Estremadura;   el   uno 
murió  en  poder  de  indios,  el  otro  de  su  muerte; 
y  pasaron  dos  hermanos  que  se  decian  los  Flo- 
rines, murieron  en  poder  de  indios;   y  pasó  un 
Francisco   González  de  Nájera  éunsu  hijo  que 
se  decia  Pero  González  de  Nájera,  y  dos  sobri- 
nos del  Francisco  González  que  se  decian  los 
Ramirez ;  el  Francisco  González  murió  en  los 
peñoles  que  están  en  la   provincia  de  Guatima- 
la  ,  y  los  sobrinos  en   las   puentes  de  Méjico; 
y  pasó  otro  buen  soldado  que  se  decia  Amaya, 
vecino  que  fué  de  Guaxaca  ,  murió  de  su  muer- 
te; y  pasaron  dos  hermanos  que  se  decian  Car- 
monas,  naturales  de  Jerez  ,   murieron  de  t.us 
muertes  ;  y  pasaron  otros  dos  hermanos  que  se 
decian  los  Vargas,  naturales  de  Sevilla  ;  el  uno 
murió  en  poder  de  indios,  y  el  otro  de  su  muer- 
te ;  y  pasó  otro  buen  soldado  que  se  decia  Po- 
lanco,  natural  de  Avila,  vecino  que  fué  de  Gua- 
43 


338  BERJÍAL  DÍAZ. 

tímala,  murió  de  su  muerte  ;  y  pasó  un  Hernán 
López  de  Avila  ,  tenedor  que  fué  de  los  bienes 
de  los  difuntos  ,  fué  rico  á  Castilla  ;  y  pasó  un 
Juan  de  Aragón, ""vecino  de  Guatiraala,  murió  de 
su  muerte;  y  pasó  un  Fulano  de  Cieza,  que  tira- 
bá  bien  una  barra  ,  murió  en  poder  de  indios; 
pasó  un  Santisteban  ,  viejo  ,  ballestero  ,  ve- 
cino de  Chiapa  ,  murió  de  su  muerte  ;  pasó  un 
Bartolomé  Pardo,  murió  en  poder  de  indios;  pasó 
un  Bernardino  de  Coria,  vecino  que  fué  de  Chia- 
pa, padre  de  uno  que  se  decia  Centena,  murió  de 
su  muerte;  y  pasó  un  Pedro  Escudero  y  un  Juan 
Cermeño  ,  y  otro  su  hermano  que  se  llamaba 
como  él  ,  buenos  soldados  ;  al  Pedro  Escudero 
y  á  Juan  Cermeño  mandó  Cortés  ahorcar  por- 
que se  alzaban  con  un  navio  para  ir  á  la  isla  de 
Cuba  á  dar  mando  á  Diego  Velazquez,  de  cuan- 
do enviamos  los  embajadores  ,  oro  y  plata  á 
su  majestad,  para  que  los  saliese  á  tomar  en  la 
Habana,  y  quien  lo  descubrió  fué  el  Bernardino 
de  Coria,  y  murieron  ahorcados;  y  pasó  un  Gon- 
gzalo  de  Umbria,  piloto,  muy  buen  soldado;  á  este 
[  también  mandó  Cortés  cortar  los  dedos  de  los 
pies  porque  se  iba  por  piloto  con  los  demás,  y 
fuese  á  Castilla  aquejar  ante  su  majestad,  y  le 
fué  muy  contrario  á  Cortés,  y  su  majestad  le 
mandó  dar  su  Real  cédula  para  que  en  la  Nue- 
va-España le  diesen  mil  pesos  de  oro  cada  año 
de  renta  en  pueblos  de  indios,  y  nunca  volvió 
de  Castilla  ,  porque  temió  á  Cortés;  y  pasó  un 
Rodrigo  Rangel,  que  fué  persona  preeminente, 


CONQUISTA    DE   NUEVA-ESPANA.  339 

y  estaba  muy  tullido  de  bubas ,  nunca  fué  á  la 
guerra  para  que  del  se  haga  memoria,  y  de  do- 
lores murió;  y  pasó  un  Francisco  de  Orozco, 
que  también  estaba  malo  de  bubas  y  muy  do- 
liente, y  habia  sido  soldado  en  Italia  ,  que  estu- 
vo ciertos  dias  por  capitán  en  lo  de  Tepeaca 
entre  tanto  que  estuvimos  en  la  guerra  de  Mé- 
jico, no  sé  qué  se  hizo  ni  dónde  murió;  y  pasó 
un  soldado  que  se  decia  Mesa,  y  habia  sido  ar- 
tillero en  Italia,  y  ansí  lo  fué  en  la  Nueva-Es- 
paña, y  murió  ahogado  en  un  rio  después  de  ga- 
nado Méjico;  y  pasó  ot  o  muy  esforzado  soldado 
que  se  decia  Fulano  Arbolanche,  natural  de 
Castilla  la  Tieja,  murió  en  poder  de  indios;  y 
pasó  otro  soldado  que  se  decia  Luis  Velazquez , 
natural  de  Arévalo,  murió  en  las  Higueras  cuan- 
do fuimos  con  Cortés  ;  y  pasó  un  Martin  García, 
valenciano ,  buen  soldado  ,  murió  en  lo  de 
Higueras;  y  pasó  otro  buen  soldado  que  se  de- 
cia Alonso  de  Barrientos ;  este  se  fué  dende 
Tuztepeque  á  se  acojer  entre  los  indios  de  Chi- 
nanta  cuando  se  alzó  Méjico,  y  en  lo  de  Tuzte- 
peque murieron  sesenta  y  seis  soldados  y  cinco 
mujeres  de  Castilla  de  los  de  Narvaez  y  de  los 
nuestros,  que  mataron  los  mejicanos  que  esta- 
ban en  guarnición  en  aquella  provincia;  y  pasó 
un  Almodóvar  el  viejo  é  un  su  hijo  que  se  de- 
cia Alvaro  de  Almodóvar,  y  dos  sobrinos  que 
tenían  el  mesmo  sobrenombre  de  Almodóvar, 
é  el  un  sobrino  murió  en  poder  de  indios,  y 
el  viejo  y  el  Alvaro  y  el  sobrino  murieron  sus 


340  BERNAL  DÍAZ. 

muertes;  y  pasaron  dos  hermanos  que  se  decían 
los  Martínez,  naturales  de  Fregenal ,  buenos 
hombres  por  sus  personas,  murieron  en  poder 
de  indios;  y  pasó  un  buen  soldado  que  se  decía 
Juan  del  Puerto,  murió  tullido  de  bubas;  y  pasó 
otro  buen  soldado  que  sedecia  Lagos,  murió  en 
poder  de  indios;  y  pasó  un  fraile  de  nuestra  Se- 
ñora de  la  Merced  que  se  decia  fray  Bartolomé 
de  Olmedo,  y  era  teólogo  y  gran  cantor  y  vir- 
tuoso, murió  su  muerte;  y  pasó  otro  soldado 
que  se  decia  Sancho  de  Avila,  natural  de  las 
Garrovillas;  este,  según  decían,  habia  llevado 
á  Castilla  de  la  isla  de  Santo  Domingo  seis  mil 
pesos  de  oro  en  unos  borceguíes,  que  cojió 
de  unas  minas  ricas,  y  como  llegó  á  Castilla 
lo  jugó  y  lo  gastó,  y  se  vino  con  nosotros,  é 
indios  le  mataron;  y  pasó  un  Alonso  Hernán- 
dez de  Palo,  ya  hombre  viejo,  y  dos  sobrinos; 
el  uno  se  decia  Alonso  Hernández,  buen  balles- 
tero, y  el  otro  no  se  me  acuerda  el  nombre,  y 
el  Alonso  Hernández  murió  en  poder  de  indios 
y  los  demás  murieron  de  sus  muertes;  y  pasó 
otro  buen  soldado  que  se  decia  Alonso  de  la 
Mesta,  natural  de' Sevilla  ó  del  Ajarafe,  murió 
en  poder  de  indios,  y  los  demás  murieron  de 
sus  muertes;  y  pasó  otro  buen  soldado  que  se 
decia  Rabanal,  montañés,  murió  en  poder  de  in- 
dios; pasó  otro  muy  buen  hombre  por  su  perso- 
na, que  se  decia  Pedro  de  Guzman,  é  se  casó 
con  una  valenciana  que  se  decia  doña  Francisca 
de  Valtierra;  fuese  al  Pirú,  é  hubo  fama  que 


CONQUISTA   DE  NUEVA-ESPAÑA.  34 1 

murieron  helados  él  y  la  mujer  y  un  caballo  y 
unos  negros  y  otras  gentes;  é  pasó  un  buen  ba- 
llestero que  se  decía  Cristóbal  Díaz,  natural  de 
Colmenar  de  Arenas,  murió  de  su  muerte;  é 
pasó  otro  soldado  que  se  decía  Retamales,  ma- 
táronle indios  en  lo  de  Tabasco;  é  pasó  otro  es- 
forzado soldado  que  se  decia  Ginés  Nortes,  mu- 
rió en  lo  de  Yucatán  en  poder  de  indios;  pasó 
otro  muy  diestro  soldado  é  bien  esforzado,  que 
se  decia  Luis  Alonso,  é  cortaba  muy  bien  con 
una  espada,  murió  en  poder  de  indios;  é  pasó  un 
Alonso  Catalán,  buen  soldado,  murió  en  poder 
de  indios;  é  otro  soldado  que  se  decia  Juan  Si- 
ciliano, vecino  que  fué  de  Méjico,  murió  de  su 
muerte;  é  pasó  otro  buen  soldado  que  se  decia 
Canillas,  fué  en  Italia  atambor,  y  también  en  la 
Nueva-España ,  murió  en  poder  de  indios;  é 
pasó  un  Hernández,  secretario  que  fué  de  Cor- 
tés, natural  de  Sevilla,  murió  en  poder  de  in- 
dios; pasó  un  Juan  Diaz,  que  tenia  una  gran 
nube  en  un  ojo,  natural  de  Burgos,  que  traía  á 
cargo  el  rescate  é  vituallas  de  Cortés,  murió  en 
poder  de  indios;  pasó  un  Diego  de  Coria,  vecino 
que  fué  de  Méjico,  murió  de  su  muerte;  pasó 
otro  buen  soldado,  mancebo,  que  se  decia  Juan 
Nuñez  de  Mercado,  que  era  natural  de  Cuéllar, 
otros  decían  que  era  natural  de  Madrigal;  este 
soldado  cegó  de  los  ojos,  vecino  que  ahora  es  de 
la  Puebla;  y  pasó  otro  buen  soldado,  y  el  más 
rico  que  todos  los  que  pasamos  con  Cortés,  que 
se  decia  Juan  Sedeño,  natural  de  Arévalo,  é  tru- 


542  BÉRNAL  DÍAZ. 

jo  un  navio  suyoé  una  yegua  é  un  negro,  é  toei- 
nos  é  mucho  pan  é  cazabe,  murió  de  su  muerte  é 
fué  persona  preeminente;  é  pasó  un  Fulano  de 
Balnor,  vecino  que  fué  de  la  Trinidad,  murió  en 
poder  de  indios;  é  pasó  un  Zaragoza,  ya  hom- 
bre viejo,  padre  que  fué  de  Zaragoza  el  es- 
cribano de  Méjico,  murió  de  su  muerte;  é  pasó 
un  buen  soldado  que  se  decia  Diego  Martin  de 
Ayamonte  ,  murió  de  su  muerte ;  é  pasó  otro 
soldado  que  se  decia  Cárdenas  ,  decia  él  mismo 
que  era  nieto  del  comendador  mayor  don  Fu- 
lano de  Cárdenas,  murió  en  poder  de  indios  ;  y 
pasó  otro  soldado  que  se  decia  Cárdenas,  hom- 
bre de  la  mar,  piloto  ,  natural  de  Triana  ;  este 
fué  el  que  dijo  que  no  habia  visto  tierra  adon- 
de hubiese  dos  Reyes  como  en  la  Nueva-Es- 
paña, porque  Cortés  llevaba  quinto  como  Rey, 
después  de  sacado  el  real  quinto  ,  é  de  pen- 
samiento dello  cayó  malo,  é  fué  á  Castilla  é  dio 
relación  dello  á  su  majestad  ,  é  de  otras  cosas 
de  agravios  que  le  habían  hecho  ,  é  fué  muy 
contrario  á  Cortés  ,  é  su  majestad  le  mandó  dar 
su  Real  cédula  para  que  le  diesen  indios  que 
rentasen  mil  pesos  ;  y  ansi  como  vino  á  Méjico 
con  ella.,  murió  de  su  muerte  ;  é  pasó  otro  buen 
soldado  que  se  decia  Arguello,  natural  de  León, 
murió  en  poder  de  los  indios;  y  pasó  otro  solda- 
do que  se  decia  Diego  Hernández  ,  natural  de 
Salces  de  los  Gallegos  ,  ayudó  á  aserrar  la  ma- 
dera de  los  bergantines  ,  é  cegó  é  murió  de  su 
muerte  ;  é  pasó  otro  soldado  de  muchas  fuer- 


CONQUISTA  DÉ   IÍUEVA-E8PANA .  343 

zas  é  animoso  ,  que  se  decia  Fulano  Vázquez, 
murió  en  poder  de  indios  ;  é  pasó  otro  soldado 
ballestero  que  se  decia  Arroyuelo  ,  decían  que 
era  natural  de  Olmedo  ,  murió  en  poder  de  in- 
dios; é  pasó  un  Fulano  Pizarro,  capitán  que  fué 
en  entradas ,  decia  Cortés  que  era  su  deudo; 
en  aquel  tiempo  no  habia  nombre  de  Pizarros 
ni  el  Pirú  estaba  descubierto  ,  murió  en  poder 
de  indios;  é  pasó  un  Alvaro  López  ,  vecino  que 
fué  de  la  Puebla,  murió  de  su  muerte;  é  pasó 
otro  soldado  que  se  decia  Yañez,  natural  de 
Córdoba,  y  este  soldado  fué  con  nosotros  á  las 
Higueras,  y  entre  tanto  que  fué  se  le  casóla 
la  mujer  con  otro  marido,  é  de  que  volvimos  de 
aquel  viaje  no  quiso  tomar  á  la  mujer,  murió  de 
su  muerte;  é  pasó  un  buen  soldado  é  bien  suelto 
peón  que  se  decia  Magallanes,  portugués,  mu- 
rió en  poder  de  indios;  é  pasó  otro  portugués 
Platero,  murió  en  poder  de  indios;  é  pasó  otro 
portugués,  ya  hombre  anciano,  que  se  decia 
Martin  de  Alpedrino,  murió  de  su  muerte;  é 
pasó  otro  portugués  que  se  decia  Juan  Alvarez 
Rubazo,  murió  de  su  muerte;  é  pasó  otro  muy 
esforzado  portugués  que  se  decia  Gonzalo  Sán- 
chez, murió  de  su  muerte;  é  pasó  otro  portu- 
gués, vecino  que  fué  de  la  Puebla,  que  se  decia 
Gonzalo  Rodríguez,  persona  preeminente,  mu- 
rió de  su  muerte;  é  pasaron  otros  dos  portugue- 
ses, vecinos  de  la  Puebla,  que  se  decían  los  Vi- 
llanuevas,  altos  de  cuerpo,  no  sé  qué  se  hicie- 
ron ó  dónde  murieron;  é  pasaron  tres  soldados 


344  BERHAL  DÍAZ. 

que  tenían  por  sobrenombres  Fulanos  de  Avi- 
la; el  uno  que  se  deeia  Gaspar  de  Avila,  fué 
yerno  de  Hortigosa,  el  escribano,  murió  de  su 
muerte;  é  el  otro  Avila  se  allegaba  con  el  ca- 
pitán Andrés  de  Tapia ,  murió  en  poder  de 
indios ;  é  también  pasaron  dos  hermanos,  hom- 
bres ancianos,  que  se  decian  los  Vandadas, 
decían  que  eran  naturales  de  tierra  de  Avi- 
la, murieron  en  poder  de  indios ;  é  pasaron 
otros  tres  soldados  que  tenían  por  sobrenombres 
Espinosas;  el  uno  era  vizcaíno,  é  murió  en  po- 
der de  indios;  y  el  otro  se  decía  Espinosa  de  la 
Bendición,  porque  siempre  traia  por  plática  con 
la  buena  bendición ;  era  muy  buena  aquella 
plática,  é  murió  de  su  muerte;  y  el  otro  Espino- 
sa era  natural  de  Espinosa  de  los  Monteros,  mu- 
rió en  poder  de  indios  ;  é  pasó  un  Pedro  Peton 
de  Toledo  ,  murió  de  su  muerte  ;  é  vino  otro 
buen  soldado  que  se  decía  Villasinda  ,  natural 
de  Portillo  ,  que  se  metió  fraile  francisco  ,  mu- 
rió de  su  muerte  ;  é  pasaron  dos  buenos  sol- 
dados que  se  decian  por  sobrenombre  San  Juan; 
al  uno  llamábamos  San  Juan  el  Entonado,  por- 
que era  muy  presuntuoso  ,  murió  en  poder  de 
indios;  y  el  otro  se  decía  San  Juan  de  Vichilla, 
era  gallego,  murió  de  su  muerte  ;  é  pasó  otro 
buen  soldado  que  se  decia  Izquierdo  ,  natural 
de  Castromocho  ,  fué  vecino  en  la  villa  de  San 
Miguel,  sujeta  á  Guatimala,  murió  de  su  muer- 
te ;  é  pasó  un  Aparicio  Martin  ,  que  casó  con 
una  que  se  decia  la  Medina  ,  natural  de  Medina 


CONQUISTA  BE  NUEVA-ESPAÑA.  345 

de  Rioseco  ,  vecino  que  fué  de  San  Miguel, 
murió  de  su  muerte  ;  é  pasó  un  buen  soldado 
que  se  decia  Cáceres,  natural  de  Trujillo,  murió 
en  poder  de  indios  ;  é  pasó  otro  buen  soldado 
que  se  decia  Alonso  de  Herrera,  natural  de  Je- 
rez; este  fué  capitán  en  los  zapotecas,  é  acuchi- 
lló á  otro  capitán  que  se  decia  Figueto  sobre 
ciertas  contiendas  de  las  capitanías,  é  por  temor 
del  tesorero  Alonso  de  Estrada,  que  en  aquella 
sazón  era  gobernador  ,  porque  no  le  prendiese, 
se  fué  á  lo  de  Marañon  ,  é  allá  murió  en  poder 
de  indios,  y  el  Figuero  se  ahogó  en  la  mar  yendo 
á  Castilla  ;  é  también  pasó  un  mancebo  que  se 
decia  Maldonado  ,  natural  de  Medellin  ,  estuvo 
malo  de  bubas  ,  é  no  sé  si  murió  de  su  muerte; 
no  lo  digo  por  Maldonado  de  la  Veracruz  ,  ma- 
rido que  fué  de  doña  Maria  del  Rincón  ;  é  pasó 
otro  soldado  que  se  decia  Morales  ,  ya  hombre 
anciano,  que  cojeaba  de  una  pierna  ;  decian  que 
fué  soldado  del  comendador  Sol;s,  fué  alcalde 
ordinario  en  la  Villa-Rica,  é  hacia  recta  justi- 
cia; é  pasó  otro  soldado  que  se  decia  Escalona 
el  mozo,  murió  en  poder  de  indios;  é  pasaron 
tres  soldados,  que  todos  tres  fueron  vecinos  en 
la  Villa-Rica,  que  nunca  fueron  á  guerra  ni  á 
entrada  ninguna  de  la  Nueva-España;  aluno 
decian  Arévaio  é  al  otro  Juan  León  é  al  otro 
Madrigal,  murieron  de  su  muerte;  é  pasó  otro 
soldado  que  se  decia  por  sobrenombre  Lencero, 
cuya  fué  la  venta  que  agora  se  dice  de  Lencero, 
que  está  entre  la  Veracruz  é  la  Puebla,  que  fué 
44 


346  BERNA L    DÍAZ. 

buen  soldado  y  se  metió  fraile  mercenario ;  pasó 
un  Alonso  Duran,  que  era  algo  viejo  y  no  via 
bien,  que  ayudaba  de  sacristán  é  se  metió  fraile 
mercenario ;  é  pasó  otro  soldado  que  se  decia 
Navarro  ,  que  se  allegaba  en  casa  del  capitán 
Sandoval  ,  é  después  se  casó  en  la  Veracruz, 
murió  de  su  muerte;  é  pasó  otro  buen  soldado 
que  se  decia  Alonso  de  Talavera,  que  se  alle- 
gaba en  casa  del  capitán  Sandoval,  murió  en 
poder  de  indios;  é  pasaron  dos  indios,  que  se 
decia  el  uno  Juan  de  Manzanilla  y  el  otro  Pedro 
Manzanilla;  el  Pedro  Manzanilla  murió  en  po- 
der de  indios,  el  Juan  de  Manzanilla  fué  veci- 
no de  la  Puebla,  murió  de  su  muerte;  é  pasó 
un  soldado  que  se  decia  Benito  Bejel ,  fué 
atambor  de  cjércifos  de  Italia ,  y  también  lo 
fué  en  la  Nueva-España,  murió  de  su  muerte; 
é  pasó  un  Alonso  Romero  ,  que  fué  vecino,  de 
la  Veracruz,  persona  rica  y  preeminente,  mu- 
rió de  su  muerte;  é  pasó  un  soldado  que  se 
decia  Síndos  de  Portillo ,  natural  de  Portillo, 
é  tuvo  muy  buenos  iadios  y  estuvo  rico,  é  dejó 
[sus  indios  y  vendió  sus  bienes,  é  lo  repartió  á 
pobres  é  se  metió  fraile,  é  fué  de  santa  vida; 
é  otro  buen  soldado  que  se  decia  Quintero, 
natural  de  Moguel ,  é  tuvo  buenos  indios  y  es- 
tuvo rico  ,  é  lo  dio  por  Dios  é  se  metió  fraile 
francisco  y  fué  buen  religioso  ;  é  otro  soldado 
que  se  decia  Alonso  de  Aguilar  ,  cuya  fué  la 
venta  que  ahora  llaman  de  Aguilar  ,  que  está 
entre  la  Veracruz  y  la  Puebla  ,  y  fué  persona . 


CONQUISTA   D*   NUEVA-E8PAÑA.  347 

rica  y  tuvo  buen  repartimiento  de  indios  ,  todo 
lo  yendió  y  dio  por  Dios  ,  é  se  metió  fraile 
dominico  y  fué  muy  buen  religioso  ;  é  otro  sol- 
dado que  se  decía  Fulano  Burguillos  ,  tenia 
buenos  indios  y  estuvo  rico  ,  é  lo  dejó  é  se  me- 
tió fraile  francisco ,  y  este  Burguillos  después 
se  salió  de  la  orden  ;  é  otro  buen  soldado  que 
se  decia  Escalante  ,  era  galán  y  buen  ginete, 
metióse  fraile  francisco  ,  que  después  se  salió 
del  monasterio  é  se  volvió  á  triunfar  ,  é  de  ahi 
obra  de  un  mes  t»e  tornó  á  tomar  los  hábitos  y 
fué  buen  religioso  ;  otro  soldado  que  se  decia 
Gaspar  Díaz,  natural  de  Castilla  la  Vieja,  é  fué 
rico,  ansi  de  sus  indios  como  de  sus  tratos ,  todo 
lo  dio  por  Dios,  é  se  íué  á  los  pinaresde  Guaxo- 
cingo,  en  parte  muy  solitaria,  é  hizo  una  ermita 
é  se  puso  en  ella  por  ermitaño  t  é  fué  de  tan 
buena  vida  é  se  daba  á  ayunos  y  disciplinas,  que 
se  paró  muy  flaco  é  debilitado,  é  decían  que  dor- 
mía en  el  suelo  en  unas  pajis  ;  é  de  que  lo  supo 
el  Obispo  D.  fray  Juan  de  Zumarraga  le  mandó 
que  no  hiciese  tan  áspera  vida,  étuvo  tan  buena 
fama  el  ermitaño  Gaspar  Díaz,  que  se  metieron 
en  su  compañía  otros  ermitaños  ,  é  todos  hicie- 
ron buenas  vidas  ,  é  á  cuatro  años  que  alli  es- 
taban fué  Dios  servido  llevarle  á  su  santa  glo- 
ria ;  é  pasó  otro  soldado  que  se  decia  Ribadeo, 
gallego  ,  que  por  sobrenombre  le  llamábamos 
Beberreo  ,  porque  bebia  mucho  vino  ,  murió  en 
poder  de  indios  en  lo  de  Almería;  pasó  otro 
soldado  que  llamábamos  el  Galleguülo  por- 


348  BERNAL  DÍAZ. 

que  era  chico  de  cuerpo,  murió  en  poder  de  in- 
dios; pasó  un  esforzado  soldado  que  se  decía 
Lerma;  éste  fué  uno  de  ios  que  ayudaron  á  sal- 
var la  vida  á  Cortés,  como  dicho  tengo  en  el 
capítulo  que  dello  habla,  y  se  fué  entre  los  in- 
dios como  aburrido  de  temor  del  mismo  Cortés, 
á  quien  habia  ayudado  á  salvar  la  vida,  por  cier- 
tas cosas  de  enojo  que  Cortés  contra  él  tuvo, 
que  aquí  no  declaro  por  su  honor;  nunca  más 
supimos  del  vivo  ni  muerto;  mala  sospecha  tu- 
vimos; también  pasó  otro  buen  soldado  que  se 
decía  Pinedo,  criado  que  habia  sido  de  Diego 
Velazquez  ,  gobernador  de  Cuba,  y  cuando 
vino  Narvaez,  se  iba  de  Méjico  para  el  mismo 
capitán  Narvaez,  y  en  el  camino  le  mataron 
indios,  sospechóse  que  por  mandado  de  Cortés; 
pasó  otro  soldado  y  buen  ballestero  que  se  de- 
cía Pedro  López,  murió  de  su  muerte;  y  asi- 
mismo pasó  otro  Pedro  López,  ballestero,  que 
fué  con  Alonso  de  Avila  á  la  isla  Española,  é 
allá  se  quedó;  é  pasaron  tres  herreros,  el  uno 
se  llamaba  Juan  García  y  el  otro  Hernán  Mar 
tin,  que  casó  con  la  Bermuda,  que  se  llamaba 
Catalina  Márquez,  y  el  otro  no  me  acuerdo  su 
nombre;  el  uno  murió  en  poder  de  indios  é  los 
des  de  sus  muertes;  é  pasó  otro  soldado  que  se 
decia  Alvaro  Gallego,  vecino  que  fué  de  Méji- 
co, cuñado  de  unos  Zamoras,  murió  de  su  muer- 
te; é  pasó  otro  soldado,  ya  hombre  anciano, 
que  se  decia  Paredes ,  padre  de  un  Paredes 
que  agora  está  en  lo  de  Yucatán,  murió  en  po- 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  349 

der  de  indios;  é  pasó  otro  soldado  que  se  decia 
Gonzalo  Mejía  Rapapelo,  porque  decia  él  mis- 
mo que  era  nieto  de  un  Mejía  que  andaba  á 
robar  en  el  tiempo  del  Rey  D.  Juan  en  compa- 
ñía de  un  Centeno,  murió  en  poder  de  indios;  pa- 
só un  Pedro  de  Tapia,  y  murió  tullido  después  de 
ganado  Méjico  ;  é  pasaron  ciertos  pilotos  que  se 
decian  Antón  de  Alaminos  ó  un  su  hijo  que  tam- 
bién tenia  el  mismo  nombre  que  su  padre,  eran 
naturales  de  Palos  ;  é  un  Camacho  de  Triana,  é 
un  Juan  Alvarez,  el  Manquillo  de  Güelva,  é  un 
Sopuerta  del  Condado,  ya  hombre  anciano,  é  un 
Cárdenas.  Este  fué  el  que  estuvo  malo  de  pen- 
samiento cómo  sacaban  dos  quintos  del  oro,  el 
uno  para  Cortés  ;  é  un  Gonzalo  de  Umbría,  é 
hubo  otro  piloto  que  se  decia  Galdin,  c  también 
hubo  más  pilotos,  que  ya  no  se  acuerdan  sus 
nombres;  mas  el  que  yo  vi  que  se  quedó  para 
vecino  en  Méjico  fué  el  Sopuerta,  que  todos  los 
demás  se  fueron  á  Cuba  é  Jamaica  é  á  otras  is- 
las é  á  Castilla  á  ganar  pilotajes,  por  temor  del 
Cortés,  porque  estaba  mal  con  ellos  porque  die- 
ron aviso  á  Franciscojde  Garay  de  las  tierras  que 
demandó  á  su  majestad  que  le  hiciese  mercedes; 
y  aun  fueron  cuatro  pilotos  dellos  ase  quejar  de 
Cortés  delante  de  su  majestad,  los  cuales  fueron 
los  Alaminos  é  el  Cárdenas  é  el  Gonzalo  de  Um- 
bría, é  les  maridó  dar  cédulas  Reales  para  que  en 
la  Nueva-España  diesen  á  cada  uno  mil  pesos  de 
renta ;  é  el  Cárdenas  vino,  é  los  demás  nunca 
vinieron.  E  pasó  otro  soldado  que  se  decia  Lú- 


350  BERNAL   DÍAZ. 

cas  Ginovés,  y  era  piloto,  murió  en  poder  de  in- 
dios; é  también  pasó  -otro  Lorenzo  Ginovés, 
vecino  que  fué  de  Guaxaca,  marido  de  una  por- 
tuguesa vieja,  murió  de  su  muerte;  é  pasó  otro 
soldado  que  se  decia  Enrique,  natural  de  tier- 
ra de  Palencia  ;  este  soldado  se  ahogó  de 
cansado  é  del  peso  de  las  armas  é  del  calor 
que  le  daban;  é  pasó  otro  soldado  que  se  decia 
Cristóbal  de  Jaén,  era  carpintero,  murió  en  po- 
der de  indios;  é  pasó  un  Ochoa,  vizcainq,  hom- 
bre rico  y  preeminente,  vecino  que  fué  de  Gua- 
xaca, murió  de  su  muerte;  é  pasó  un  bien  esfor- 
zado soldado  que  se  decia  Zamudio,  fuese  á 
Castilla  porque  acuchilló  á  unos  en  Méjico;  en 
Castilla  fué  capitán  de  una  capitanía  de  hom- 
bres de  armas,  murió  en  Locastil  con  otros  mu- 
chos caballeros  españoles;  é  pasó  otro  soldado 
que  se  decia  Cervantes  el  Loco,  era  chocarrero 
é  truhán,  murió  en  poder  de  indios;  é  pasó  uno 
que  llamaban  Plazuela,  matáronlo  indios;  é  pasó 
un  buen  soldado  que  se  decia  Alonso  Pérez  Mai- 
te,  que  vino  casado  con  una  india  muy  hermosa 
del  Bayamo,  murió  en  poder  de  indios;  é  pasó 
un  Martin  Vázquez,  natural  de  Olmedo,  hombre 
rico  é  preeminente,  vecino  que  fué  de  Méjico, 
murió  de  su  muerte;  pasó  un  Sebastian  Rodrí- 
guez, buen  ballestero,  y  después  de  ganado 
Méjico  fué  trompeta,  murió  de  su  muerte;  é 
pasó  atro  ballestero  que  se  decia  Pcñalosa,com- 
pañero  del  Sebastian  Rodríguez,  murió  de  su 
muerte;  é  pasó  un  soldado  que  se  decia  Alvaro, 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  35Í 

hombre  de  la  mar,  natural  de  Palos,  que  decían 
que  tuvo  en  indias  de  la  tierra  treinta  hijos  en 
obra  de  tres  años,  matáronlo  indios  en  lo  de  las 
Higueras;  é  pasó  otro  soldado  que  se  dccia  Juan 
Pérez  Malinche,  que  después  le  oí  nombrar  Ar- 
teaga,  vecino  de  la  Puebla,  fué  hombre  rico  y  mu- 
rió de  su  muerte;  pasó  un  buen  soldado  que  se 
decía  Pedro  González  Sabote,  murió  de  su  muer- 
te; paso  otro  buen  soldado  que  se  decia  Jerónimo 
de  Aguilar;  este  Aguilar  pongo  en  esta  cuenta 
porque  fué  el  que  hallamosen  la  Punta  de  Coto- 
che,  que  estaba  en  poder  de  indios,  é  fué  nuestra 
lengua,  murió  tullido  de  bubas;  é  pasó  otro 
soldado  que  se  decia  Pedro  Valenciano,  vecino 
de  Méjico,  murió  de  su  muerte;  pasaron  tres 
soldados  que  tenían  por  sobrenombres  Tarifas; 
el  uno  fué  vecino  de  Guaxaca,  marido  de  una 
mujer  que  se  decia  Catalina  Muñoz,  murió  de 
su  muerte;  el  otro  se  decia  Tarifa  el  de  los  ser- 
vicios, porque  siempre  andaba  diciendo  que  ser- 
via á  su  majestad  é  que  no  le  daban  na  la,  y  era 
natural  de  Sevilla,  hombre  hablador,  murió  de 
su  muerte;  y  el  otro  llamaban  Tarifa  el  de  las 
manos  blancas,  también  era  natural  de  Sevilla, 
llamábamosle  ansí  porque  no  era  para  la  guer- 
ra ni  para  cosa  de  trabajo,  sino  hablar  de  cosas 
pasadas  que  le  habían  acaecido  en  Sevilla,  mu- 
rió en  el  rio  del  Golfo-Dulce  en  el  viaje  de  Hi- 
gueras, ahogóse  él  é  su  caballo,  que  nunca  pa- 
recieron mas;  pasó  otro  buen  soldado  que  se 
decia  Pedro  Sánchez  Farfan,  que  estuvo  por  ca- 


352  BEhNAL  DÍAZ. 

pitan  en  Tezcuco  entre  tanto  que  andábamos 
en  la  guerra,  murió  de  su  muerte;  é  pasó  otro 
soldado  que  se  decía  Alonso  de  Escobar,  el  paje 
que  fué  de  Diego  Velazquez,  de  quien  se  tuvo 
mucha  cuenta,  matáronlo  indios;  é  pasó  otro 
soldado  que  se  decia  el  bachiller  Escobar,  era 
boticario,  é  curaba  ansí  de  cirujía  como  de  me- 
dicina, enloqueció  y  murió  de  su  muerte;  é  pasó 
otro  soldado  que  se  decia  también  Escobar,  bien 
esforzado;  mas  fué  tan  bullicioso ,  que  murió 
ahorcado  porque  forzó  á  una  mujer  casada  y  por 
revoltoso;  é  pasó  otro  soldado  que  se  decia  Fu- 
lano de  Santiago,  natural  de  Güelva,  fuese  á 
Castilla  rico;  pasó  otro  su  compañero  del  San- 
tiago que  se  decia  Ponce,  murió  en  poder  de  in- 
dios; pasó  un  Fulano  Méndez,  ya  hombre  anciano, 
matáronlo  indios  ;  otros  tres  soldados  que  mu- 
rieron en  las  guerras  que  tuvimos  en  lo  de  Ta- 
basco  ;  el  uno  se  decia  Saldaña,  los  ofros  dos  no 
me  acuerdo  sus  nombres  ;  é  pasó  otro  buen  sol- 
dado é  ballestero,  era  hombre  ya  anciano,  que 
jugaba  mucho  á  los  naipes,  murió  en  poder  de 
indios;  é  pasó  otro  soldado  anciano  que  trajo  un 
su  hijo  que  se  decia  Orteguilla,  paje  que  fué  del 
gran  Montezuma,  así  al  viejo  como  al  hijo  ma- 
taron los  indios  ;  é  pasó  otro  soldado  que  se  de- 
cia fulano  de  Gaona,  natural  de  Medina  de  Rio- 
seco,  murió  en  poder  de  indios;  é  pasó  otro  sol- 
dado que  se  decia  Juan  de  Cáceres,  que  después 
de  ganado  Méjico  fué  hombre  muy  rico  y  vecino 
de  Méjico,  murió  de  su  muerte;  pasó  otro  sol- 


CONQUISTA     DE   NUEVA-ESPAÑA.  353 

dado  que  se  decía  Gonzalo  Hurones,  natural  de 
la9  Garrovilla9,  murió  de  su  muerte;  é  pasó  otro 
soldado,  ya  hombre  anciano,  que  se  decia  Ramí- 
rez el  viejo,  murió  de  su  muerte,  vecino  que  fué 
de  Méjico;  pasó  otro  soldado,  y  muy  esforzado, 
qne  8C  decia  Luis  Farfan,  murió  en  poder  de  in- 
dios; é  pasó  otro  soldado  que  se  decia  Morillas; 
murió  en  poder  de  indios;  é  pasó  otro  soldado  que 
se  decia  Fulano  de  Rojas,   que  después  pasó  ai 
Pirú;  é  pasó  un  Astorga,  hombre  anciano  y  ve- 
cino que  fué  de  Guaxaca,   murió  de  su  muerte; 
pasaron  dos  hermanos  que  se  llamaban  Tosta- 
dos, el  uno  murió  en   poder  de  indios  y  el  otro 
de  su  muerte;  y  pasó  otro  buen  soldado  que  se 
decia  Baldovinos,   murió   en   poder  de  indios; 
también  quiero  aquí  poner  á  Guillen  de  la  Loa 
é  á   Andrés  Nuñez  é   á  maese  Pedro  el  de  la 
Harpa   é  á  otros  tres  soldados  que  tomamos 
del  navio  que  venian  de  los  de  Garay,   como 
dicho  tengo,  é  por  esta  causa  los  pongo  aquí 
con  los  de  Cortés  ,  por  ser  todo  en  un  tiem- 
po; el  Guillen  de  la  Loa  murió  de  un  cañonazo,  y 
los  otros  dellos  de  su  muerte,  y  otros  en  poder 
de  indios  ;  y  pasó  un  Porras  ,  muy  bermejo  y 
gran  cantor,  murió  en  poder  de  indios  ;  é  pasó 
un  Ortiz,  gran  tañedor  de  vigüela,  y  enseñaba  á 
danzar  ,  y  vino  un  su  compañero  que  se  decia 
Bartolomé  Garcia  .  fué  minero   en   la  isla  de 
Cuba;  este  Ortiz  y  el  Bartolomé  Garcia   pasa- 
ron el  mejor  caballo  de  todos   los  que  pasaron 
en  nuestra  compañía  ,  el  cual  caballo  Jes  tomo 
45 


354  BERNAL   DIJLZ. 

Cortés  é  se  lo  pagó  ;  murieron  entrambos  com- 
pañeros en  poder  de  indios;  pasó  otro  buen  sol- 
dado que  se  decia  Serrano,  era  buen  ballestero, 
murió  en  poder  de  indios;  y  pasó  un  hombre  an- 
ciano que  se  decia  Pedro  Valencia  ,  natural  de 
un  lugar  de  cabe  Plasencia,  murió  de  su  muerte; 
pasó  otro  soldado  que  se  decia  Quintero  ,  fué 
maestre  de  navios  t  matáronle  indios  ;  pasó  un 
Alonso  Rodríguez,  que  dejó  buenas  minas  en  la 
isla  de  Cuba,  estaba  rico,  murió  en  poder-de  in- 
dios en  los  Peñoles,  que  ahora  llaman,  que  ganó 
Cortés;  é  también  murió  alli  otro  buen  soldado 
que  se  decia  Gaspar  Sánchez,  sobrino  del  teso- 
rero de  Cuba,  con  otros  seis  soldados  que  fueron 
de  los  de  Narvaez  ;  é  también  pasó  un  Pedro  de 
Palma,  primer  marido  que  tuvo  Elvira  López  la 
Larga;  murió  ahorcado  él  y  otro  soldado  que  se 
decia  Trebejo  ,  natural  de  Fuenteguinaldo  ,  los 
cuales  mandó  ahorcar  Gil  González  de  Avila  ó 
Francisco  de  las  Casas  ,  y  juntamente  con  ellos 
á  un  Clérigo  de  Misa," por  revoltosos  y  hombres 
amotinadores  de  ejércitos  cuando  se  venían  á 
la  Nueva-España  desde  Naco  ,  después  que 
hubieron  degollado  á  Cristóbal  de  Olí ,  como 
dicho  tengo  en  el  capítulo  que  dello  habla.  Estos 
soldados  y  Clérigo  eran  de  los  que  habían  ido 
con  Cristóbal  de  Olí,  puesto  que  erando  los  que 
pasaron  con  Cortés.  A  mí  me  enseñaron  un  ár- 
bol gordo  donde  los  ahorcaron  ,  viniendo  que 
veníamos  de  las  Higueras  en  compañía  de  Luis 
Clarín.  E  volviendo  á  nuestro  cuento,  también 


C0NQUI8TA    DE   NUEVA-ESPAÑA.  355 

pasó  un  Fray  Juan  de  las  Varillas,  mercenario, 
buen  teólogo  y  virtuoso ,  é  murió  su  muerte; 
un  Andrés  de  Mola  Levantisco,  murió  en  poder 
de  indios;  é  también  pasó  un  buen  soldado  que 
se  decia  Alberza,  natural  de  Yillanueva  de  la 
Serena,  murió  en  poder  de  indios;  pasaron  otros 
muy  buenos  soldados  que  solían  ser  hombres 
de  la  mar,  como  fueron  pilotos ,  maestres  y 
contra-maestresj  de  los  más  mancebos  de  los, 
navios  que  dimos  al  través,  muchos  dellos  fue- 
ron animosos  en  las  guerras  y  batallas,  y  por 
no  me  acordar  de  todos  no  pongo  aquí  sus 
nombres.  E  también  pasaron  otros  soldados, 
hombres  de  la  mar,  que  se  decían  los  Penates, 
y  otros  Pinzones,  los  unos  naturales  de  Gibra- 
leon  y  otros  de  Palos;  dellos  murieron  en  poder 
de  indios  ,  y  otros  fueron  á  Castilla  é.  quejarse 
de  Cortés.  También  me  quiero  yo  poner  aquí  en 
esta  relación  á  la  postre  de  todos,  puesto  que 
vine  4  descubrir  dos  veces  primero  que  Cortés, 
y  la  tercera  con  el  mismo  Cortas,  según  lo  ten-* 
go  ya  dicho  en  el  capítulo  que  dello  fyabla,  y 
doy  muchas  gracias  y  loores  á  Dios  Nuestro 
Señor  y  á  Nuestra  Señora  la  Virgen  Santa  Ma- 
ría, su  bendita  Madre,  que  me  ha  guardado  que 
no  sea  sacrificado,  como  en  aquellos  tiempos  sa- 
crificaron todos  los  más  de  mis  compañeros  que 
nombrados  tengo,  para  que  ahora  §e  descubran 
muy  claramente  nuestros  heroicos  hechos,  y 
quién  fueron  los  valerosos  capitanes  y  fuertes 
soldados  que  ganamos  estas  partes  del  Nuevo- 


356  BERNAL  DÍAZ. 

Mundo,  y  no  refieran  la  honra  y  prez  y  nuestra 
valía  á  un  solo  capitán. 


CAPITULO  CCVI 


DE  LAS  ESTATURAS,  PROPORCIONES  Y  EDADES  OUE  TU- 
VIERON CIERTOS  CAPITANES  Y  VALEROSOS  SOLDA- 
DOS QUE  FUERON  DE  CORTES  ,  CUANDO  VENIMOS  Á 
CONQUISTAR  LA  NUEVA-ESPANA. 


El  marques  don  Hernando  Cortés,  ya  he  di- 
cho en  el  capítulo  que  del  habla,  en  el  tiempo 
que  falleció  en  Castilleja  de  la  Cuenca,  de  su 
edad,  proporción  y  persona,  é  qué  condiciones 
tenia,  é  otras  cosas  que  hallarán  escritas  en  es- 
ta relación,  ri  lo  quisieren  ver.  También  he  di- 
cho en  el  capítulo  que  dello  habla,  del  capitán 
Cristóbal  de  Oh,  de  cuándo  fué  con  la  armada 
alas  Higueras,  de  la  edad  que  tenia,  y  de  sus 
condiciones  é  proporciones;  allí  lo  hallaran. 
Quiero  ahora  poner  la  edad  é  proporciones  y 
parecer  de  don  Pedro  de  Albarado.  Fué  comen- 
dador de  Santiago,  Adelantado  y  gobernador  de 
Guatimala  é  Honduras  é  Chiapa,  seria  de  obra 
de  treinta  y  cuatro  años  cuando  acá  pasó;  fué 
de  muy  buen  cuerpo  é  bien  proporcionado,  é 
tenia  el  rostro  y  cara  muy  alegre  y  en  el  mirar 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  357 

muy  amoroso;  é  por  ser  tan  agraciado  le  pusie- 
ron por  nombre  los  indios  mejicanos  Tonatio, 
que  quiere  decir  el  sol.  Era  muy  suelto  é  buen 
jinete,  y  sobre  todo,  ser  franco  é  de  buena  con- 
versación, y  en  el  vestirse  traia  muy  pulido  y 
con  ropas  ricas,  y  traia  al  cuello  una  cadenita 
de  oro  con  un  joyel,  ya  no  se  me  acuerdan  las 
letras  que  tenia  el  joyel;  y  en  un  dedo  un  anillo 
de  diamante;  y  porque  ya  he  dicho  dónde  fa- 
lleció y  otras  cosas  acerca  de  la  persona,  en 
esta  no  quiero  poner  más.  El  Adelantado  Fran- 
cisco de  Montejo  fué  de  mediana  estatura,  el  ros- 
tro alegre,  y  amigo  de  regocijos  é  buen  jinete; 
é  cuando  acá  pasó  sería  de  edad  de  treinta  y 
cinco  años,  y  era  más  dado  á  negocios  que  para 
la  guerra;  era  franco  y  gastaba  más  de  lo  que 
tenia  de  renta;  fué  Adelantado  y  gobernador  de 
Yucatán,  murió  en  Castilla.  El  capitán  Gonzalo 
de  Sandóval  fué  muy  esforzado,  y  sería  cuando 
acá  pasó  de  hasta  veinte  y  dos  años;  fué  algua- 
cil mayor  de  la  Nueva-España  y  fué  goberna- 
dor della,  juntamente  con  el  tesorero  Alonso  de 
Estrada,  obra  de  once  meses;  su  estatura  muy 
bien  proporcionada  y  de  razonable  cuerpo  y 
membrudo;  el  pecho  alto  y  ancho,  y  asimismo 
tenia  la  espalda,  y  de  las  piernas  algo  esteva- 
do; el  rostro  tiraba  algo  á  robusto,  y  la  barba  y 
el  cabello  que  se  usaba  algo  crespo  y  acastaña- 
do, y  la  voz  no  la  tenia  muy  clara,  sino  algo  es- 
pantosa, y  ceceaba  tanto  cuanto;  no  era  hombre 
que  sabia  letras,  sino  á  las  buenas  llanas,  ni  era 


358  BERNAL  DÍAZ. 

codicioso  de  haber  oro,  sino  solamente  hacer 
sus  cosas  como  buen  capitán  esforzado,  y  en  las 
guerras  que  tuvimos  en  la  Nueva-Empaña  siem- 
pre tenia  cuenta  en  mirar  por  los  soldados 
que  le  parecía  que  lo  hacían  bien,  y  les  favo- 
recia  y  ayudaba;  no  era  hombre  que  traía  ricos 
vestidos,  sino  muy  llanamente,  como  buen  sol- 
dado; tuvo  el  mejor  caballo  y  de  mejor  car- 
rera, revuelto  á  una  mano  y  á  otra,  que  de- 
cían que  no  se  había  visto  mejor  en  Castilla 
ni  en  esla  tierra;  era  castaño  acastañado,  y  una 
estrella  en  la  frente  y  un  pié  izquierdo  cal- 
zado, que  se  decía  el  caballo  Motilla;  é  cuando 
hay  ahora  diferencia  sobre  buenos  caballos 
suelen  decir:  «Es  en  bondad  tan  bueno  co- 
mo Motilla.»  Dejaré  lo  del  caballo,  y  diré  deste 
valeroso  capitán  que  alleció  en  la  villa  de  Pa- 
los cuando  fué  á  Castilla  con  don  Hernando 
Cortés  á  besar  los  pies  á  su  majestad ;  y  deste 
Gonzalo  de  Sandoval  fué  de  quien  dijo  el  mar- 
ques Cortés  á  su  majestad  que,  demás  de  los 
fuertes  y  valerosos  soldados  que  tuvo  en  su 
compañía,  que  fué  tan  animoso  capitán,  que  se 
podia  nombrar  entre  los  muy  esforzados  que 
hubo  en  el  mundo,  y  que  podia  ser  coronel  a\e 
muchos  ejércitos,  y  para  decir  y  hacer.  Fué  na- 
tural de  Medellin,  hijodalgo;  su  padre  fué  al- 
caide de  una  fortaleza.  Pasemos  á  decir  de  otrjo 
buen  capitán  que  se  decía  Juan  Velazquez  de 
León,  natural  de  Castilla  la  Vieja:  seria  de  has- 
ta veinte  y  seis  años  cuando  acá  pasó;  era  de 


CONQUISTA  DE   NUEVA-ESPAÑA .  359 

buen  cuerpo,  é  derecho  é  membrudo,  é  buena 
espalda  é  pecho,  é  todo  bien  proporcionado  é 
bien  sacado,  el  rostro  rohusto,  la  barba  algo 
crespa é  alheñada,  é  la  voz  espantosa  é  gorda, 
é  algo  tartamudo;  fué  muy  animoso  é  de  buena 
conversación;  é  si  algunos  bienes  tenia  en  aquel 
tiempo  los  repartía  con  sus  compañeros.  Dijose 
que  en  la  isla  Española  mató  á  un  caballero  per- 
sona por  persona,  en  aquella  tierra  principal, 
que  era  hombre  rico,  que  se  decia  Basaltas;  y 
desque  le  hubo  muerto  se  retrujo^y  la  justicia  de 
aquella  isla  nunca  lo  pudo  haber,  ni  la  Real  .au- 
diencia, para  hacer  sobre  el  caso  justicia;  y  aun- 
que le  iban  á  prender,  por  su  personase  defendía 
de  los  alguaciles,  é  se  vino  á  la  isla  de  Cuba ,  é  de 
Cuba  á  la  Nueva-España ,  é  fué  muy  buen  jinete, 
é  á  pie  c  á  caballo  muy  extremado  varón;  murió 
en  las  puentes  cuando  salimos  huyendo  de  Méji- 
co. Y  Diego  de  Ordás  fué  natural  de  Tierra  de 
Campos,  y  seria  de  edad  de  40  años  cuando 
acá  pasó :  fué  capitán  de  soldados  de  espada  y 
rodela,  porque  no  era  hombre  de  á  caballo  ;  fué 
muy  esforzado  y  de  buenos  consejos,  era  de 
buena  estatura  é  membrudo,  é  tenia  el  rostro 
muy  robusto  é  la  barba  algo  prieta  é  no  mucha; 
en  la  habla  no  acertaba  bien  á  pronunciar  algu- 
nas palabras,  sino  algo  tartajoso :  era  franco  é 
de  buena  conversación  ;fué  comendador  de  San- 
tiago; murió  en  lo  de  Marañon,  siendo  capitán 
ó  gobernador,  que  esto  no  lo  sé  muy  bien.  El 
capitán  Luis  Marín  fué  de  buen  cuerpo  é  mem- 


360  BBRNAL  DÍAZ. 

brudo  y  esforzado  ;  era  estevado é  la  barba  algo 
rubia,  el  rostro  largo  é  alegre,  excepto  que  te- 
nia unas  señales  como  que  habia  tenido  virue- 
las ;  seria  de  hasta  treinta  años  cuando  acá  pa- 
só ;  era  natural  de  Sanlúcar,  ceceaba  un  poco 
como  sevillano.  Fué  buen  ginete  y  de  buena 
conversación,  murió  en  lo  de  Mechoacan.  El  ca- 
pitán Pedro  de  Ircio  era  de  mediana  estatura  y 
paticorto,  é  tenia  el  rostro  alegre,  é  muy  plati- 
co en  demasía  que  baria  y  acontecería,  é  siem- 
pre contaba  cuentos  de  don  Pedro  Jirón  é  del 
conde  de  Ureña  ;  era  ardid  de  corazón,  é  á  esta 
causa  le  llamábamos  Agrajes  sin  obras,  é  sin 
hacer  cosas  que  de  contar  sean  murió  en  Méji- 
co. El  primer  contador  de  su  majestad  que  elijió 
Cortés  hasta  que  el  Rey  nuestro  señor  mandase 
otra  cosa,  era  de  buen  cuerpo  é  rostro  alegre,  en 
la  plática  expresiva,  muy  clara  c  de  buenas  ra- 
zones, é  muy  esforzado  ;  sería  de  hasta  treinta  y 
tres  años  cuando  acá  pasó;  é  tenia  otracosa,que 
era  franco  con  sus  compañeros  ;  mas  era  tan  so- 
berbio é  amigo  de  mandar  é  no  ser  mandado,  é 
algo  envidioso;  era  orgulloso  y  bullicioso,  que 
Cortés  no  le  podia  sufrir,  é  á  esta  causa  lé  envió  á 
Castilla  por  procurador  juntamente  con  un  Anto- 
nio de  Quiñones,  natural  de  Zamora,  é  con  ellos 
envió  la  recámara  é  riquezas  de  Montczuma  é 
de  Guatemuz,  é  franceses  lo  robaron,  é  prendie- 
ron al  Alonso  de  Avila,  porque  el  Quiñones  ya 
era  muerto  en  la  Tercera,  é  desde  á  dos  años 
volvió  el  Alonso  de  Avila  á  la  Nueva-España;  ó 


CONQUISTA  BE  NUEVA-ESPAÑA.  361 

en  Yucatán  ó  en  Méjico  murió.  Este  Alonso  le 
Avila  fué  tio  de  los   caballeros   que  degollaron 
en  Méjico,  hijos  de  Gil  González  de  BenaYides, 
lo  cual  tengo  ya  dicho  y  declarado  en  mi  histo- 
ria. Andrés  de  Monjaraz  fué  capitán  cuando  la 
guerra  de  Méjico,  y  era  de  razonable  estatura, 
y  el  rostro  alegre  y  la  barba  prieta,  y  de  buena 
conversación;  siempre  estuvo  malo  de  bubas,  é 
á  esta  causa  no  hizo  cosa  que  de  contar  sea,  mas 
póngolo  aquí  en  esta  relación  para  que  sepan 
que  fué  capitán,  y  sería  de  hasta   treinta  años 
cuando  acá  pasó;  murió  de  dolor  de  las  bubas. 
Pasemos  á  un  muy  esforzado  soldado  que  se  de- 
cía Cristóbal  de  Olea,  natural  de  tierra  de  Me- 
dina del  Campo;  seria  de  edad   de  veinte  y  seis 
años   cuando  acá  pasó;    era  de  buen   cuerpo  é 
membrudo,  ni  muy  alto  ni  bajo;  tenia  buen  pe- 
cho é  espalda,  el  rostro  algo   robusto,   mas  era 
apacible,  é  la  barba  é  cabello  tiraba  algo  como 
crespo,  é  la  voz  clara;  este  soldado  fué   en  todo 
lo  que  le  víamos   hacer   tan   esforzado  é  presto 
en  las  armas,  que  le  teníamos  muy  buena  volun- 
tad é  le  honrábamos,  y  él  fué  el  que  escapó  de 
muerte  á  D.  Fernando  Cortés  en  lo  de  Suchimi- 
leco,  cuando  Tos  escuadrones  mejicanos  le   ha- 
bían derribado  del  caballo  el  Romo,  é  le   tenían 
asido  y  engarrafado  para  lo  llevar  á  sacrificar, 
é  asimismo  le  libró  otra  vez  cuando   en   lo  de  la 
calzadilla   de   Méjico   lo  tenían  otra  vez   asido 
muchos  mejicanos  para  lo  llevar  vivo  á. sacrifi- 
car, é  le  habían  ya  herido  en  una  pierna  al  mis-» 
46 


362  BERNAL   DÍAZ. 

mo  Cortés,  y  le  llevaron  vivos  sesenta  y  dos 
soldados.  Este  esforzado  soldado  hizo  cosas  por 
su  persona,  que,  aunque  estaba  muy  mal  heri- 
do, mató  é  acuchilló  é  dio  estocadas  á  todos  los 
indios  que  le  llevaban  á  Cortés,  que  les  hizo 
que  lo  dejasen  ;  é  así  le  salvó  la  vida,  y  el  Cris- 
tóbal de  Olea  quedó  muerto  allí  por  Jo  salvar. 
Quiero  decir  de  dos  soldados  que  se  decian  Gon- 
zalo Domínguez  é  un  Lares;  digo  que  fueron 
tan  esforzados,  que  los  teníamos  en  tanto  como 
Cristóbal  de  Olea;  eran  de  buenos  cuerpos  é 
membrudos,  é  los  rostros  alegres,  é  bien  habla- 
dos, é  muy  buenas  condiciones  ;  é  por  no  gastar 
más  palabras  en  sus  loas,  podránse  contar  con 
los  más  esforzados  soldados  que  ha  habido  en 
Castilla;  murieron  en  las  batallas  de  Obturaba, 
digo  el  Lares,  y  el  Dominguez  en  lo  de  Guan- 
tepeque ,  de  un  caballo  que  le  tomó  debajo. 
Vamos  á  otro  buen  capitán  é  esforzado  solda- 
do que  se  decia  Andrés  de  Tapia:  seria  de 
obra  de  veinte  y  cuatro  años  cuando  acá  pasó; 
era  de  color  el  rostro  algo  ceniciento,  é  no  muy 
alegre,  é  de  buen  cuerpo  é  de  poca  barba;  era 
y  fué  buen  capitán,  así  á  pié  comoá  caballo, 
murió  de  su  muerte.  Si  hubiera  de  escribir  to- 
das las  facciones  é  proporciones  de  todos  nues- 
tros capitanes  é  fuertes  soldados  que  pasamos 
con  Cortés,  era  gran  proligidad  ;  porque,  se- 
gún todos  eran  esforzados  é  de  mucha  cuenta, 
dignos  éramos  de  estar  escritos  con  letras  de 
oro;  é  no  pongo  aquí  otros  muchos  valerosos 


CONQUISTA    DE    IÍUEVA-E8PAÑA.  363 

capitanes  que  fueron  de  los  de  Narvaez;  porque 
mi  intento  desde  que  comencé  á  hacer  mi  rela- 
ción no  fué  sino  para  escribir  nuestros  he- 
roicos hechos  é  hazañas  de  Igs  que  pasamos  con 
Cortés;  sólo  quiero  poner  al  capitán  Panfilo  de 
Narvaez,  que  fué  el  que  vino  contra  Cortés 
desde  la  isla  de  Cuba  con  mil  y  trescientos  sol- 
dados, sin  contar  en  ellos  hombres  de  la  mar,  é 
con  ducientos  y  sesenta  y  seis  soldados  los  des- 
baratamos, según  se  verá  en  mi  relación,  é  có- 
mo é  cuándo  é  de  qué  manera  pasó  aquel  he- 
cho. E  volviendo  á  mi  materia,  era  el  Narvaez 
al  parecer  obra  de  cuarenta  y  dos  años,  é  alto 
de  cuerpo  é  de  recios  miembros,  é  tenia  el  ros- 
tro largo  é  la  barba  rubia,  é  agradable  presen- 
cia, é  la  plática  é  voz  muy  vagorosa  é  entona- 
da, como  que  salia  de  bóveda;  era  buen  ginete  é 
decianque  era  esforzado;  era  natural  de  Valla- 
dolid  ó  de  Tudela  de  Duero;  era  casado  con  una 
señora  que  se  decia  María  de  Valenzuela;  fué 
en  la  isla  de  Cuba  capitán  é  hombre  rico;  decian 
que  era  muy  escaso,  é  cuando  le  desbaratamos 
se  le  quebró  un  ojo,  y,  tenia  buenas  razones  en 
lo  que  hablaba:  fué  á  Castilla  delante  de  su  ma- 
jestad á  quejarse  de  Cortés  é  de  nosotros,  é  su 
majestad  le  hizo  merced  de  la  gobernación  de 
cierta  tierra  en  lo  de  la  Florida,  é  allá  se  per- 
dió é  gastó  cuanto  tenia.  Como  los  caballeros 
curiosos  han  visto  é  leido  la  memoria  atrás  di- 
cha de  todos  los  capitanes  é  soldados  que  pasa- 
mos con  el  venturoso  é  esforzado  don  Fernando 


364  BERNAL  DÍAZ. 

Cortés  marques  del  Valle,  á  la  Nueva-España 
desde  la  isla  de  Cuba,  é  pongo  por  escrito  sus 
proporciones,  así  de  cuerpo  como  de  rostro  é  eda- 
des, é  las  condiciones  que  tenian,  é  en  que  parte 
murieron,  é  de  que  partes  eran,  me  han  dicho 
gue  se  maravillaban  de  mí  que  cómo  á  cabo  de 
pantos  años  no  se  me  haolvidado  é  tengo  memo- 
ria dellos.  A  esto  respondoy  digo  que  no  es  mu- 
cho que  se  me  acuerde  ahora  sus  nombres,  pues 
éramos  quinientos  y  cincuenta  compañeros  que 
siempre  conversábamos  juntos,  asi  en  las  entra- 
das como  en  las  velas  ,  y  en  las  batallas  y  en- 
cuentros de  guerras,  é  los  que  mataban  de  nos- 
otros en  las  tales  peleas  é  cómo  los  llevaban  á 
sacrificar.  Por  manera  que  comunicábamos  los 
unos  con  los  otros  ,  en  especial  cuando  salíamos 
de  algunas  muy  sangrientas  é  dudosas  batallas 
echábamos  menos  los  que  allá  quedaban  muer- 
tos, é  á  esta  causa  los  pongo  en  esta  relación; 
é  no  es  de  maravillar  dello,  pues  en  los  tiempos 
pasados  hubo  valerosos  capitanes  que  andando 
en  las  guerras  sabian  los  nombres  de  sus  solda- 
dos, é  los  conocian  é  los  nombraban  ,  é  aun  sa- 
bian de  qué  provincias  é  tierras  eran  naturales, 
é  comunmente  eran  en  aquellos  tiempos  cada 
uno  de  los  ejércitos  que  traían  treinta  mil  hom- 
bres; y  decían  las  historias  que  dellos  han  es- 
crito, que  Mitridatefs,  Rey  de  Ponto,  fué  uno  de 
los  que  conocian  á  sus  ejércitos  ,  y  otro  fué  el 
Rey  de  los  epirotas,  y  por  otro  nombre  se  deeia 
Alejandro.  También  dicen  que  Aníbal,  gran  ca- 


CONQUISTA    DE    NUEVA-ESPANA.  365 

pitan  de  Gartago,  conocía  á  todos  sus  soldados; 
y  en  nuestros  tiempos  el  esforzado  y  gran  ca- 
pitán Gonzalo  Hernández  de  Córdoba  conocia  á 
todos  los  más  soldados  que  traian  en  sus  capita- 
nías, y  asi  han  hecho  otros  muchos  valerosos 
capitanes.  Y  más  digo,  que  como  ahora  los  ten- 
go en  la  mente  y  sentido  y  memoria  ,  supiera 
pintar  y  esculpir  sus  cuerpos  y  figuras  y  talles 
y  meneos  ,  y  rostros  y  facciones  ,  como  hacia 
aquel  gran  pintor  y  muy  honrado  Apéies,  é  los 
pintores  de  nuestros  tiempos  Berruguete,  é  Mi- 
caei  Ángel,  ó  el  muy  afamado  Burgalés  ,  que 
dicen  que  es  otro  Apeles  ,  dibujara  á  todos  los 
que  dicho  tengo  al  natural  ,  y  aun  según  cada 
uno  entraba  en  las  batallas  y  el  ánimo  que  mos- 
traba; ¿  gracias  á  Dios  y  á  su  bendita  Madre 
nuestra  Señora,  que  me  escapó  de  no  ser  sacri- 
ficado á  los  ídolos ,  é  me  libró  de  otros  muehos 
peligros  é  trances  ,  para  que  haga  ahora  esta 
memoria. 

CAPITULO  CCVII. 

DE  LAS  COSAS  QUE  aQUI  VAN  DECLARADAS  CERCA  DE 
LOS  MÉRITOS  QUE  TENEMOS  LOS  VERDADEROS  CON- 
QUISTADORES', LAS  CUALES  SERÁN  APACIBLES  DE 
LAS  OÍR. 

Ya  he  recontado  los  soldados  que  pasamos  con 
Cortés,  y  dónde  murieron;  y  si  bien  se  quiere  te- 
ner noticia  de  nuestras  personas,  éramos  todos 


366  BERNAL    DÍAZ. 

los  más  hijos-dalgo,  aunque  algunos  no  pueden 
ser  de  tan  claros  linajes,  porque  vista  cosa  es 
que  en  este  mundo  no  nacen  todos  los  hombres 
iguales,  así  en  generosidad  como  en  virtudes. 
Dejando  esta  plática  aparte,  de  nuestras  anti- 
guas noblezas,  con  heroicos  hechos  y  grandes 
hazañas  que  en  las  guerras  hicimos,  peleando  de 
dia  y  de  noche,  sirviendo  á  nuestro  Rey  y  se- 
ñor, descubriendo  estas  tierras,  y  hasta  ganar 
esta  Nueva-España  y  gran  ciudad  de  Méjico  y 
otras  muchas  provincias  á  nuestra  costa,  estan- 
do tan  apartados  de  Castilla,  ni  tener-  otro 
socorro  ninguno,  salvo  el  de  Nuestro  Señor 
Jesucristo,  que  es  el  socorro  y  ayuda  verda- 
dera, nos  ilustramos  mucho  más  que  de  antes; 
y  si  miramos  las  escrituras  antiguas  que  dello 
hablan,  si  son  asi  como  dicen,  en  los  tiempos 
pasados  fueron  ensalzados  y  puestos  en  gran 
estado  muchos  caballeros  ,  así  en  España 
como  en  otras  partes,  sirviendo,  como  en  aque- 
lla sazón  sirvieron  en  las  guerras,  y  por  otros 
servicios  que  eran  aceptos  á  los  Reyes  que  en 
aquella  sazón  reinaban.  Y  también  he  notado 
que  algunos  de  aquellos  caballeros  que  enton- 
ces subieron  á  tener  títulos  de  Estados  y  de 
ilustres,  no  iban  á  tales  guerras  ni  entraban  en 
batallas  sin  que  se  les  diesen  sueldos  y  salarios; 
y  no  embargante  que  se  lo  pagaban,  les  dieron 
villas  y  castillos  y  grandes  tierras  perpetuas,  y 
privilegios  con  franquezas,  los  cuales  tienen  sus 
descendientes,  Y  demás  desto,  cuando  el  Rey 


CONQUISTA   DE    NUEVA«ESPAÑA.  3H7 

don  Jaime  de  Aragón  conquistó  y  ganó  de  los 
moros  mucha  parte  de  sus  reinos,  los  repartió  á 
los  caballeros  y  soldados  que  se  hallaron  en  lo 
ganar,  y  desde  aquellos  tiempos  tienen  sus  bla- 
sones y  son  valerosos;  y  también  cuando  se  ga- 
nó Granada,  y  del  tiempo  del  gran  capitán  á 
Ñapóles,  y  también  el  Príncipe  de  Orange  en  lo 
de  Ñapóles,  dieron  tierras  y  señoríos  á  los  que 
ayudaron  en  las  guerras  y  batallas;  é  nosotros, 
sin  saber  su  majestad  cosa  ninguna,  le  ganamos 
esta  Nueva-España.  He  traído  esto  aquí  á  la 
memoria  para  que  se  vean  nuestros  muchos  y 
buenos  y  notables  y  leales  servicios  que  hici- 
mos á  Dios  y  al  Rey  y  á  toda  la  cristiandad,  y 
se  pongan  en  una  balanza  y  medida  cada  co- 
sa en  su  cantidad,  y  hallarán  que  somos  dig- 
nos y  merecedores  de  ser  puestos  y  remune- 
rados como  los  caballeros  por  mí  atrás  di- 
chos; y  aunque  entre  los  valerosos  soldados 
que  en  estas  hojas  de  atrás  pasadas  he  puesto 
por  memoria  hubo  muchos  esforzados  y  vale- 
rosos compañeros,  que  me  tenían  á  mí  en  re- 
putación de  razonable  soldado ,  volviendo  á 
mi  materia  ,  miren  los  curiosos  letores  con 
atención  esta  mi  relación,  y  verán  en  cuántas 
batallas  y  rencuentros  de  guerras  muy  peligro- 
sos me  he  hallado  desque  vine  á  descubrir,  y 
dos  veces  estuve  asido  y  engarrafado  de  muchos 
indios  mejicanos,  con  quien  en  aquella  sazón 
estaba  peleando,  para  me  llevar  á  sacrificar,  y 
Dios  me  dio  esfuerzo  que  me  escapé,  como  en 


368  BEhNAL  DÍAZ. 

aquel  instante  llevaron  á  otros  muchos  mis 
compañeros,-  sin  otros  grandes  peligros  y  tra- 
bajos, así  de  hambre  y  sed,  ó  infinitas  fatigas 
que  suelen  recrecer  á  los  que  semejantes  des- 
cubrimientos van  á  hacer  en  tierras  nuevas;  lo 
cual  hallarán  escrito  parte  por  parte  en  esta  mí 
relación;  y  quiero  dejar  de  entrar  más  la  pluma 
en  esto,  y  diré  los  bienes  que  se  han  seguido  de 
nuestras  ilustres  conquistas. 


CAPITULO  CCVIII. 


COMO  LOS  INDIOS  DE  TODA  LA  NUEVA-ESPANA  TENÍAN 
MUCHOS  SACRIFICIOS  Y  TORPEDADES,  Y  SE  LOS  QUI- 
TAMOS, Y  LE»  IMPUSIMOS  EN  LAS  COSAS  SANTAS  DE 
BUENA  DOCTRINA. 


Pues  he  dado  cuenta  de  cosas  que  se  contie- 
nen, bien  es  que  diga  los  bienes  que  se  han  he- 
cho, así  para  el  servicio  de  Dios  y  de  su  majes- 
tad, con  nuestras  ilustres  conquistas:  y  aunque 
fueron  tan  costosas  de  las  vidas  de  todos  los 
más  de  mis  compañeros,  porque  muy  pocos  que- 
damos vivos,  y  los  que  murieron  fueron  sacrifi- 
cados, y  con  sus  corazones  y  sangre  ofrecidos 
á  los  ídolos  mejicanos,  que  se  decian  Tezcate- 
puca,  y  Huichilóbos,  quiero  comenzar  á  decir 


CONQUISTA     DE  NUEVA-ESPANA.  áÓVí 

de  los  sacrificios  que  hallamos  por  las  tierras 
y  provincias  que  conquistamos,  las  cuales  es- 
taban llenas  de  sacrificios  y  maldades,  por- 
que mataban  cada  un  año,  solamente  en  Méjico, 
y  ciertos  pueblos  que  están  en  la  laguna  ,  sus 
vecinos  ,  según  hallo  por  cuenta  que  dello  hi^ 
cieron  religiosos  franciscos ,  que  fueron  los  pri- 
meros que  vinieron  á  l¿t  Nueva-España,  después 
de  fray  Bartolomé  de  Olmedo.,  tres  años  y  me- 
dio antes  que  viniesen  los  dominicos,  que  fueron 
muy  buenos  religiosos  y  de  santa  doctrina;  y 
hallaron  sobre  dos  mil  y  quinientas  personas, 
chicas  y  grandes.  Pues  en  otras  provincias  á 
esta  cuenta  muchos  más  serian  ;  y  tenian  otras 
maldades  de   sacrificios,  y  por  ser  de  tantas  . 
maneras,  no  las  acabaré  de  escribir  todas  por 
extenso:  mas  las  que  yo  vi  y  entendí  porné  aquí 
por  memoria  Tenian  por  costumbre  que  sacrifi- 
caban las  frentes  y  las  orejas,  lenguas  y  labios, 
los  pechos  ,  brazos  y  molledos,. y  las  piernas;  y 
en  algunas  provincias  eran  retajados,  y  tenian 
pedernales  de  navajas,  con  que  s«  retajaban. 
Pues  los  adoratorios ,  que  son  cues ,  que  así  los 
llaman  entre  ellos  ,  eran  tantos  ,  que  los  doy  á 
la  maldición  ,  y  me  parece  que  eran  casi  que  al 
modo  como  tenemos  en  Castilla  y  en  cada  ciu- 
dad nuestras  santas  iglesias  y  parroquias ,  y 
ermitas  y  humilladeros,  así  tenian  en  esta  tier- 
ra de  la  Nueva-España  sus  casas  de  ídolos  lle- 
nas de  demonios  y  diabólicas  figuras  ,  y  deraai 
destos  cues  ,  tenian  cada  indio  é  india  dos  alta- 
47 


370  BERNAL   DU2. 

res,  él  uno  junto  adonde  dormían,  y  el  otro  á  la 
puerta  de  su  casa  ,  y  en  ellos  muchas  arquillas 
de  maderas,  y  otros  que  llaman  petacas,  llenos 
de  ídolos  ,  unos  chicos  y  otros  grandes  ,  y  pie- 
drezuelas  y  pedernales ,  y  librillos  de  un  papel 
de  cortezas  de  árbol,  que  llaman  umatl,  y  en 
eyos  hechos  sus  3eñales  del  tiempo  y  de  cosas 
pasadas.  Y  demás  desto,  eran  los  más  del  los  so- 
meticos, en  especial  los  que  vivían  en  las  costas 
y  tierra  caliente,  en  tanta  manera,  que  andaban 
vestidos  en  hábito  de  mujeres  muchachos  á 
ganar  en  aquel  diabólico  y  abominable  oficio. 
Pues  comer  carne  humana,  así  como  nosotros 
traemos  vaca  de  las  carnicerías  ;  y  tenían 
en  todos  los  pueblos  ,  de  madera  gruesa  hechas 
á  manera  de  casas,  como  jaulas  ,  y  en  ellas  me- 
tían á  engordar  muchos  indios  é  indias  y  mucha- 
chos, y  en  estando  gordus  los  sacrificaban  y  co- 
mían; y  deraac  desto,  las  guerras  que  se  daban 
unas  provincias  y  pueblos  á  otros ,  y  los  que 
cautivaban  y  prendían  los  sacrificaban  y  co- 
mían. Pues  tener  excesos  carnales  hijos  con 
madres  ,  y  hermanos  con  hermanas  ,  y  tios  con 
sobrinas  ,  halláronse  muchos  que  tenian  este 
vicio  desta  torpedad.  Pues  de  borrachos  ,  no  lo 
sé  decir,  tantas  suciedades  que  entre  ellos  pa- 
[  saban;  sola  una  quier^  aquí  poner,  que  hallamos 
¿en  la  provincia  de  Panuco  ,  que  se  embudaban 
por  el  sieso  con  unos  cañutos,  y  se  henchían  los 
vientres  de  vino  de  lo  que  entre  ellos  se  hacia, 
como  cuapdo  entre  nosotros  se  echa  una  melé- 


CONQUISTA    DE   NUEVA. -ESPAÑA.  37 í 

ciña;  torpedad  jamas  oida.  Pues  tener  mujeres, 
cuantas  querían  ;  tenían  otros  muchos  vicios  y 
maldades  ;  y  todas  estas  cosas  por  mí  reconta- 
das ,  quiso  nuestro  Señor  Jesucristo  que  con 
santa  ayuda,  que  nosotros  los  verdaderos  con- 
quistadores que  escapamos  de  las  guerras  y 
batallas  y  peligros  de  muerte  ,  ya  otras  veces 
por  mí  dicho,  se  lo  quitamos  ,  y  les  pusimos  en 
buena  policía  de  vivir  y  les  íbamos  enseñando 
la  santa  doctrina.  Verdad  es  que  después  des- 
de á  dos  años  pasados  ,  y  que  todas  las  más 
tierras  teníamos  de  paz,  y  con  la  policía  y  ma- 
nera de  vivir  que  he  dicho,  vinieron  á  la  Nueva- 
España  unos  buenos  religiosos  franciscos ,  que 
dieron  muy  buen  ejemplo  y  doctrina,  y  desde 
ahí  á  otros  tres  ó  cuatro  años  vinieron  otros 
buenos  religiosos  de  señor  Santo  Domingo  ,  que 
se  lo  han  quitado  muy  de  raiz,  y  han  hecho  mu- 
cho fruto  en  la  santa  doctrina  y  cristiandad  de 
los  naturales.  Mas ,  si  bien  se  quiere  notar, 
después  de  Dios,  á  nosotros  los  verdaderos  con- 
quistadores que  los  descubrimos  y  conquista- 
mos, y  desde  el  principio  les  quitamos  sus  ído- 
los y  les  dimos  á  entender  la  santa  doctrina,  se 
nos  debe  el  premio  y  galardón  de  todo  ello, 
primero  que  á  otras  pe  sonas  ,  aunque  sean  re- 
ligiosos ;  demás  que  religiosos  llevamos  con 
nosotros  de  la  Merced;  porque  cuando  el  prin- 
cipio es  bueno,  el  medio  y  el  cabo  todo  es  digno 
de  loor ;  lo  cual  pueden  ver  los  curiosos  letores 
déla  policía  y  cristiandad  y  justicia  que  les  mos- 


W$  BERZAL  DlAz. 

tramos  en  la  Nueva-España.  Y  dejaré  esta  ma- 
teria, y  diré  los  más  bienes  que  ,  después  de 
Dios,  por  nuestra  causa  han  venido  á  los  natu- 
rales de  la  Nueva-España. 


CAPITULO  CCIX. 


DE  CÓMO  IMPUSIMOS  EN  MUY  BUENAS  Y  SANTAS  DOCTRI- 
NAS Á  LOS  INDIOS  DE  LA  NUEVA-ESPANA,  Y  DE  SU 
CONVERSIÓN  ,  Y  DE  CÓMO  SE  BAUTIZARON,  Y  VOL- 
VIERON Á  NUESTRA  SANTA  FE  ,  Y  LES  ENSEÑAMOS 
OFICIOS  QUE  SE  USAN  EN  CASTILLA  ,  Y  A  TENER  Y 
GUARDAR  JUSTICIA . 


Después  de  quitadas  las  idolatrías  y  todos  los 
malos  vicios  que  se  usaban,  quiso  Nuestro  Se- 
ñor Dios  que  con  su  santa  ayuda,  y  con  la  bue- 
na ventura  y  santas  cristiandades  de  los  cristia- 
nísimos Emperador  don  Carlos,  de  gloriosa  me- 
moria, y  de  nuestro  Rey  y  Señor,  felicísimo  y 
invictísimo  Rey  de  las  Españas  ,  don  Felipe 
nuestro  señor,  sü  muy  amado  y  querido  hijo, 
que  Dios  le  dé  muchos  años  de  vida,  con  acre- 
centamiento de  más  reinos,  para  que  en  este  su 
santo  y  feliz  tiempo  lo  goce  él  y  sus  descen- 
dientes, se  han  bautizado  desde  que  los  conquis- 
tamos todas  cuantas  personas  habia  ,  asi  hora- 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPANA.  3?3 

bres  como  mujeres  ,  y  niños  que  después  han 
nacido  ,  que  de  antes  iban  perdidas  sus  ánimas 
á  los  infiernos  ,  y  ahora  ,  como  hay  muchos  y 
buenos  religiosos  de  señor  San  Francisco  y  de 
Santo  Domingo  y  de  nuestra  Señora  de  la  Mer- 
ced ,  y  de  otras  órdenes  ,  andan  en  !qs  pueblos 
predicando  ,  y  en  siendo  la  criatura  de  los  dias 
que  manda  nuesta  santa  madre  Iglesia  de  Ro- 
ma, los  bautizan;  y  demás  desto  ,  con  los  santos 
sermones  que  les  hacen  ,  el  santo  Evangelio 
está  muy  bien  plantado  en  sus  corazones  ,  y 
se  confiesan  cada  año  ,  y  algunos  de  los  que 
tienen  más  conocimiento  á  nuestra  santa  fe  se 
comulgan.  Y  demás  desto  ,  tienen  sus  iglesias 
muy  ricamente  adornadas  de  altares  ,  y  todo 
lo  perteneciente  para  el  santo  culto  divino, 
con  cruces  y  candeleros  y  ciriales,  y  cáliz  y  pa- 
tenas ,  y  platos  ,  unos  chicos  y  otros  grandes, 
de  plata,  é  incensario  ,  todo  labrado  de  plata. 
Pues  capas,  casullas  y  frontales ,  en  pueblos 
ricos  los  tienen  ,  y  comunmente  de  terciopelo 
y  damasco  y  raso  y  de  tafetán  ,  diferenciados 
en  las  colores  y  labores  ,  y  las  mangas  de  las 
cruces  muy  labradas  de  oro  y  seda  ,  y  en  algu- 
nas tienen  perlas  ;  y  las  cruces  de  los  difuntos 
de  raso  negro  ,  y  en  ellas  figurada  la  misma 
cara  de  la  muerte,  con  su  disforme  semejanza  y 
huesos,  y  el  cobertor  de  las  mismas  andas,  unos 
las  tienen  buenas  y  otros  no  tan  buenas.  Pues 
campanas,  las  que  han  menester  según  la  cali- 
dad que  es  cada  pueblo.  Pues  cantores  de  capí- 


374  BKRNAL  DÍAZ. 

lia  de  voces  bien  concertadas,  asi  tenores  como 
tiples  y  contraltos,  no  hay  falta;  y  en  algunos 
pueblos  hay  órganos,  y  en  todos  los  mas  tienen 
flautas  y  chirimías  y  sacabuches  y  dulzainas. 
Pues  trompetas  altas  y  sordas,  no  hay  tantas  en 
mi  tierra,  que  es  Castilla  la  Vieja,  como  hay  en 
esta  provincia  de  Guatimala;  y  es  para  dar  gra- 
cias á  Dios,  y  cosa  muy  de  contemplación,  ver 
cómo  los  naturales  ayudan  á  decir  una  santa 
Misa,  en  especial  si  la  dicen  franciscos  ó  merce- 
narios, que  tienen  cargo  del  curato  del  pueblo 
donde  la  dicen.  Otra  cosa  buena  tienen,  que  les 
han  enseñado  los  religiosos,  que  asi  hombres 
como  mujeres,  é  niños  que  son  de  edad  para  las 
deprender,  saben  todas  las  santas  oraciones  en 
sus  mismas  lenguas,  que  son  obligados  á  saber; 
y  tienen  otras  buenas  costumbres  cerca  de  la 
santa  cristiandad,  que  cuando  pasan  cabe  un 
santo  altar  ó  cruz  abajan  la  cabeza  con  humil- 
dad y  se  hincan  de  rodillas,  y  dicen  la  oración 
del  Pater-noster  ó  el  Ave-María;  y  más  les 
mostramos  los  conquistadores  á  tener  candelas 
de  cera  encendidas  delante  los  santos  altares  y 
cruces,  porque  de  antes  no  se  sabian  aprovechar 
della  en  hacer  candelas.  Y  demás  de  lo  que  di- 
cho tengo,  les  enseñamos  á  tener  mucho  acato 
y  obediencia  á  todos  los  religiosos  y  á  los  clé- 
rigos, y  que  cuando  fuesen  á  sus  pueblos  les 
saliesen  á  recibir  con  candelas  de  cera  encendi- 
das y  repicasen  las  campanas,  y  les  diesen  bien 
de  comer,  y  asi  lo  hacen  con  los  religiosos;  y  té- 


CONQUISTA  DE   1HJEVA-E8PAÑA .  375 

nian  estos  cumplimientos  con  los  clérigos.  De- 
mas  de  las  buenas  costumbres  por  mi  dichas, 
tienen  otras  santas  y  buenas,  porque  cuando 
es  el  dia  del  Corpus  Ohristi  ó  de  Nuestra  Señora, 
ú  de  otras  fiestas  solenes  que  entre  nosotros  ha- 
cemos procesiones,  salen  todos  los  más  pueblos 
cercanos  de  esta  ciudad  de  Guatimala  en  proce- 
sión con  sus  cruces  y  con  candelas  de  cera  en- 
cendidas, y  traen  en  los*  hombros  en  andas  la 
imagen  del  Santo  ó  Santa  de  que  es  la  advoca- 
ción de  su  pueblo,  lo  más  ricamente  que  pueden, 
y  vienen  cantando  las  letanías  y  otras  santas 
oraciones,  y  tañen  sus  flautas  y  trompetas;  y 
otro  tanto  hacen  en  sus  pueblos  cuando  es  el  dia 
de  las  tales  solenes  fiestas,  y  tienen  costumbre 
dé  ofrecer  los  domingos  y  pascuas,  especialmen- 
te el  dia  de  Todos-Santos.  Y  pasemos  adelante, 
y  digamos  cómo  todos  los  más  indios  naturales 
destas  tierras  han  deprendido  muy  bien  todos 
los  oficios  que  hay  en  Castilla  entre  nosotros,  y 
tienen  sus  tiendas  de  los  oficios  y  obreros,  y  ga- 
nan de  comer  á  ello,  y  los  plateros  de  oro  y  de 
plata,  asi  de  martillo  como  de  vaciadizo,  son 
muy  extremados  oficiales,  y  asimismo  lapidarios 
y  pintores;  y  los  entalladores  hacen  tan  primas 
obras  con  sus  sutiles  alegras  de  hierro,  especial- 
mente entallan  esmeriles,  y  dentro  dellos  figu- 
rados todos  los  pasos  de  la  santa  Pasión  de 
[  nuestro  Redentor  y  Salvador  Jesucristo,  que  si 
no  los  hubiera  visto,  no  pudiera  creer  que  in- 
dios lo  hacian;  que  se  me  significa  á  mi  juicio 


376  BERHAL  DÍAZ. 

que  aquel  tan  nombrado  pintor  como  fué  el  muy 
antiguo  Apeles,  y  de  los  de  nuestros  tiempos, 
que  se  dicen  Berruguete  y  Micael  Ángel,  ni 
de  otro  moderno  ahora  nuevamente  nombrado, 
natural  de  Burgos,  que  se  dice  que  en  sus  obras 
tan  primas  es  otro  Apeles,  del  cual  se  tiene 
gs&n  fama,  no  harán  con  sus  muy  sutiles  pince- 
les las  obras  de  los  esmeriles,  ni  relicarios  que 
hacen  tres  indios  grandes  maestros  de  aquel 
oficio,  mejicanos,  que  se  dicen  Andiés  de  Aqui- 
no  y  Juan  de  la  Cruz  y  el  Crespillo.  Y  demás 
desto,  todos  los  más  hijos  de  principales  solian 
ser  gramáticos,  y  lo  deprendían  muy  bien,  si  no 
se  mandara  quitar  en  el  santo  sínodo  que  mandó 
hacer  el  reverendísimo  Arzobispo  de  Méjico;  y 
muchos  hijos  de  principales  saben  leer  y  escri- 
bir y  componer  libros  de  canto  Ikno;  y  hay  ofi- 
ciales de  tejer  seda,  raso  y  tafetán,  y  hacer  pa- 
ños de  lana,  aunque  sean  veinticuatrenos, "hasta 
frisas  y  sayal,  y  mantas  y  frazadas,  y  son  carda- 
dores y  peraües  y  tejedores,  según  y  de  la  ma- 
nera que  se  hace  en  Segovia  y  en  Cuenca,  y 
otros  sombrereros  y  jaboneros;  solos  dos  oficios 
no  han  podido  entrar  en  ellos,  aunque  lo  han 
procurado,  que  es  hacer  el  vidrio  ni  ser  botica- 
rios; mas  yo  los  tengo  por  de  tan  buenos  inge- 
nios, que  lo  deprenderán  muy  bien,  porque  al- 
gunos dellos  son  cirujanos  y  herbolarios,  y  sa- 
ben jugar  de  mano  y  hacer  títeres,  y  hacen 
vihuelas  muy  buenas.  Pues  labradores,  de  su 
naturaleza  lo  son  antes  que  viniésemos  á  la 


CONQUISTA  BE  MUEVA-ESPAÑA.  377 

Nueva-España,  y  ahora  crian  ganado  de  todas 
suertes  y  doman  bueyes,  y  aran  Jas  tierras,  y 
siembran  trigo,  y  lo  benefician   y  cejen, -y  lo 
venden,  y  hacen  pan  y  bizcocho,  y  han  plantado 
sus  tierras  y  heredades  de  todos  los  árboles  y 
frutas  que  hemos  traído  de  España,  y  venden  el 
fruto  que  procede  dello;  y  han  puesto   tantos 
árboles,  que  porque  los  duraznos  no  son  buenos 
para  la  salud  y  los  platanales  les  hacen  mucha 
sombra,  han  cortado  y  cortan  muchos,  y  lo  po- 
nen de  membrillares  y  manzanas  y  perales,  que 
los  tienen  en  más  estima.   Pasemos  adelante  y 
diré  de  la  justicia  que  les  hemos  enseñado  á 
guardar  y  cumplir,  y  cómo  cada  año  elijen  sus 
alcaldes  ordinarios  y  regidores  y  escribanos  y 
alguaciles,  fiscales  y  mayoraomos,  y  tienen  sus 
casas  de  cabildo,  donde  se  juntan  dos  diasde  la 
semana,  y  ponen  en  ellas  sus  porteros  y  senten- 
cian y  mandan  pagar  deudas  que  se  deben  unos 
á  otros,  y  por  algunos  delitos  de  crimen  azotan 
y  castigan;  y  si  es  por  muertes  ó  cosas  atroces, 
remítenlo  á  los  gobernadores,  si  no  hay  audien- 
cia Real;  y  según  me  han  dicho  personas  que  lo 
saben  muy  bien,  en  Tlascala  y  en  Tezcuco  y  en 
Cholula,  y  en  Guaxocingo  y  en  Tepeaca,  y   en 
otras  ciudades  grandes,  cuando  hacen  los  indios 
cabildo,  que  salen  delante  de  los  que  están  por 
gobernadores   y  alcaldes,   maceros  con  mazas 
doradas,  según  sacan  ios  Vireyes  de  la   Nueva- 
España;  y  hacen  justicia  con  tanto  primor  y  au- 
toridad como  entre  nosotros,  y  se  precian  y  de*» 
48 


378  BÉRNAL  DÍAZ. 

sean  saber  mucho  de  las  leyes  del  reino  por 
donde  sentencien.  Demás  desto,  todos  los  caci- 
ques tienon  caballos  y  son  ricos,  traen  jaeces 
con  buenas  sillas,  y  so  pasean  por  las  ciudades, 
villas  y  lue-ares  donde  se  van  á  holgar  ó  son 
naturales,  y  llevan  sus  indios  por  pajes  que  les 
acompasan,  y  aun  en  algunos  pueblos  juegan 
cañas  y  corren  toros  y  corren  sortijas,  especial 
si  es  dia  de  Corpus  ChrUti  ú  de  señor  San  Juan 
ó  señor  Santiago,  ú  de  Nuestra  Señora  de  Agos- 
to, ó  la  advocación  de  la  iglesia  del  santo  de  su 
pueblo;  y  hay  muchos  que  aguardan  los  to- 
ros, y  aunque  sean  bravos,  y  muchos  dellos 
son  jinetes,  en  especial  en  un  pueblo  que  se 
dice  Cbiapa  de  los  Indiios,  y  los  que  son  caci- 
ques todos  los  más  tienen  caballos  y  algunos 
hatos  de  yeguas  y  muías,  y  se  ayudan  con  ello 
á  traer  leña  y  maíz  y  cal,  y  otras  cosas  deste 
arte,  y  lo  venden  por  las  plazas,  y  son  muchos 
dellos  arrieros  según  y  de  la  manera  que  en 
nuestra  castilla  se  usa.  Y  por  no  gastar  más  pa- 
labras, todos  los  oficios  hacen  muy  perfecta- 
mente, hasta  paños  de  tapicería.  Dejaré  de  ha- 
blar más  en  esta  materia,  y  diré  otras  muchas 
grandezas  que  por  nuestra  causa  ha  habido  y 
hay  en  esta  Nueva-España. 


CONQUISTA   DE   NUEVA-E8PAÑA.  379 

CAPITULO  CCX. 


DE  OTRA8  COSAS  Y  PROVECHOS  QUE    SE    HAN    SEGUIDO 
DE  NUESTRAS  ILUSTRES  CONQU1STA8  Y  TRABAJOS. 


Ya  habrán  oido  en  los  capítulos  pasados  lo 
por  mi  recontado  acerca  de  los  bienes  y  prove- 
chos que  se  han  hecho  con  nuestras  ilustres  ha- 
zañas y  conquistas;  diré  ahora  del  oro,  plata  y 
piedras  preciosas,  y  otras  riquezas  de  granas  é 
lanas,  y  hasta  zarzaparrilla  y  cueros  de  vacas, 
que  desta  Nueva-España  han  ido  y  van  cada 
año  á  Castilla  á  nuestro  Rey  y  Señor,  así  lo  de 
sus  reales  quintos  como  otros  muchos  presentes 
que  le  hubimos  enviado  así  como  le  ganamos 
estas  tierras,  sin  las  grandes  cantidades  que 
llevan  mercaderes  y  pasajeros;  que  después  que 
el  sabio  Rey  Salomón  fabricó  y  mandó  hacer  el 
santo  templo  de  Jerusajeh  con  el  oro  y  plata 
que  le  trujeron  de  las  islas  de  Társis  y  Ofir  y 
Sabá,  no  se  ha  oido  en  ninguna  escritura  anti- 
gua que  más  oro,  plata  y  riquezas  han  ido  coti- 
dianamente á  Castilla  que  de  estas  tierras,  y  es- 
to digo  así,  porque  ya  que  del  Pirú,  como  es  no- 
torio, han  ido  muchos  millares  de  oro  y  plata, 
en  el  tiempo  que  ganamos  esta  Nueva-España 
no  habia  nombre  del  Pirú  ni  estaba  descubierto, 
ni  se  conquistó  desde  ahí  á  diez  años,  y  nos- 


$50  BERNÁL  DÍAZ. 

otros  siempre  desde  el  principio,  como  dicho 
tengo,  comenzamos  á  enviar  á  su  majestad  pre- 
sentes riquísimos,  y  por  esta  causa,  y  por  otras 
que  diré,  antepongo  á  la  Nueva-España,  porque 
bien  sabemos  que  en  las  cosas  acaecidas  del  Pi- 
rú  siempre  los  capitanes  y  gobernadores  y  sol- 
dados han  tenido  guerras  civiles,  y  todo  revuel- 
to en  sangre  y  en  muertes  de  muchos  soldados; 
y  en  esta  Nueva-España  siempre  tenemos,  y 
tememos  para  siempre  jamás  el  pecho  por  tier- 
ra, como  somos  obligados,  á  nuestro  Rey  y  señor, 
y  pornemos  nuestras  vidas  y  haciendas  en  cual- 
quiera cosa  que  se  ofrezca  para  servir  á  su  ma- 
jestad. Y  demás  desto,  miren  los  curiosos  leto- 
res  qué  de  ciudades,  villas  y  lugares  están  po- 
bladas en  estas  partes  de  españoles  que,  por  ser 
tantos  y  no  saber  yo  los  nombres  de  todos,  se 
quedarán  en  silencio;  y  tengan  atención  á  los 
Obispados  que  hay,  qué  son  diez,  sin  el  arzobis- 
pado de  la  muy  insigne  ciudad  de  Méjico,  y  có- 
mo hay  tres  audiencias  Reales,  todo  lo  cual  diré 
adelante,  asi  de  los  que  Jaan  gobernado,  como 
de  los  Arzobispos  y  Obispos  que  ha  habido;  y 
miren  las  santas  iglesias  catedrales  y  los  monas- 
terios donde  estáa  dominicos,  como  franciscos 
y  mercenarios  y  agustinos;  y  miren  qué  hay  de 
hospitales,  y  los  grandes  perdones  que  tienen, 
y  la  santa  casa  de  nuestra  Señora  de  Guadalupe, 
que  está  en  lo  de  Tepeaquilla,  donde  solia  estar 
asentado  el  real  de  Gonzalo  de  Sandoval  cuando 
ganamos  á  Méjico;  y  miren  los  santos  milagros 


CONQUISTA   DE   NUEVA-ESPAÑA.  381 

que  ha  hecho  y  hace  de  cada  dia,  y  démosle  mu- 
chas gracias  áDios  y  á  su  bendita  Madre  nuestra 
Señora  por  ello,  que  nos  dio  gracia  y   ayuda 
que  ganásemos  estas  tierras,   donde   hay  tanta 
cristiandad.  Y  también  tengan  cuenta  cómo  en 
Méjico  hay  colegio  universal,  donde  estudian  y 
deprenden  la  gramática,  teología,   retórica  y 
lógica  y  filosofía,  y  otros  artes  y  estudios,  é 
hay  moldes  y  maestros  de  imprimir  libros,  así 
en  latin  como  en  romance,  y  se  gradúan  de  li- 
cenciados y  doctores;  y  otras  muchas  grande- 
zas pudiera  decir,  así  de  minas  ricas  de  plata 
que  en  ellas  están  descubiertes  y  se  descubren  á 
la  continua,  por  donde  nuestra  Castilla  es  pros- 
perada y  tenida  y  acatada;  y  si  no  basta  lo  bien 
que  ya  he  dicho  y  propuesto  de  nuestras  con- 
quistas, quiero  decir  que  miren  las  personas  sa- 
bias y  leídas  esta  mi  relación  desde  el  principio 
hasta  el  cabo,  y  verán  que  en  ningunas  escritu- 
ras en  el  mundo,  ni  en  hechos  hazañosos  huma- 
nos, ha  habido  hombres  que  más  reinos  y  se- 
ñoríos hayan  ganado,  como  nosotros  los  verda- 
deros conquistadores  para  nuestro  Rey  y  Se- 
ñor,  y  entre  los    fuertes    conquistadores  mis 
compañeros,  puesto  que  los  hubo  muy  esforza- 
dos, á  mí  me  tenían  en  la  cuenta  dellos,  y  el 
más  antiguo  de  todos;  y  digo  otra  vez  que  yo, 
yo,  yo  lo  digo  tantas  veces,  que  yo  soy   el  más 
antiguo  y  he  servido  como  muy  buen  soldado  á 
su  majestad;  y  quiero  poner  una  cuestión  á  ma- 
nera de  diálogo;  y  es,  que  habiendo  visto  la 


382  BKRNAL   DÍAZ. 

buena  é  ilustre  fama  que   suena  en  el   mun- 
do de   nuestras   muchos  y  buenos   y  notables 
servicios  que  hemos  h^ho  a  D¡os  y  á  su   ma- 
jestad y  á  tod  i  la  cristiandad,  da  grandes   vo- 
ces  y  dice    que    fuera  justicia    y    razón    que 
tuviéramos  buenas  rentas,    y    más   aventaja- 
das que  tienen  otras  personas  que  no  han   ser- 
vido en  estas  conquistas  ni  en  otras  pnrtes  á  su 
majestad;  y  asimismo  pregunta  que  donde  están 
nuestros  palacios  y  moradas,  y  qué  blasones  te- 
nemos en  ellas  diferenciadas  de  las  demás;  y  si 
están  en  el  ios  esculpidos  y  puestos  por  memoria 
nuestros  heroicos  hechos  y  armas,  según  y  de  la 
manera  que  tienen   en   España  los  caballeros 
que  dicho  tengo  en  el  capítulo  pasado,  que  sir- 
vieron en  los  tiempos  pasados  á  los  Reyes  que 
en  aquella  sazón  reinaban,  pues  nuestras  haza- 
ñas no  son  menores  que  las  que  ellos  hicieron; 
antes  son  de  muy  memorable  fama,  y  se  pueden 
contar  entre  los  nombrados  que  ha  habido  en  el 
mundo.  Y  demás  desto,  pregunta  la  ilustre  fama 
por  los  conquistadores  que  hemos  escapado  de 
las  batallas  pasadas  y  por  los  muertos  ,  dónde 
están  sus  sepulcros  y  qué  blasones  tienen  en 
ellos.  A  estas  cosas  se  le  puede  responder  con 
mucha  brevedad:  «Oh  excelente  é  ilustre  Fama, 
y  entre  buenos  y  virtuosos  deseada  y  loada,  y 
entre  maliciosos  y  personas  que  han  procurado 
escurecer  nuestros  heroicos  hechos  no  querrían 
ver.  ni  oir  vuestro  ilustre  nombre,  porque  nues- 
tras personas  no  ensalcéis  como  conviene;  há- 


CONQUISTA    DE    NUEVA-ESPANA.  383 

goos,  señora,  saber  que  dé  quinientos  cincuen- 
ta soldados  que  pasamos  con  Coi  fes  desde  la 
isla  de  Cuba,  no  SO'1109  vivosen  toda  la  Nueva- 
España  de  todos  ellos,  hasta  este  año  de  1568, 
que  estoy  trasladando  esta  relación,  sino  cinco; 
que  todos  los  demás  murieron  en  las  guerras  ya 
pur  mí  dichas,  en  poder  d<-  indios,  y  fueron  sacri- 
ficados a  los  ídolos,  y  los  demás  murieron  de  sus 
muertes.  Y  los  sepulcros,  que  me  pregunta  dónde 
los  tienen,  digo  q  ue  son  los  vientres  de  los  indios, 
que  los  comieron  las  piernas  y  muslos  ,  ferazos 
y  molledos,  pies  y  manos  ;  y  lo  demás  ,  fueron 
sepultados  sus  vientres ,  que  echaban  á  los  ti- 
gres y  sierpes  y  aleones  ,  que  en  aquel  tiempo 
tenían  por  grandeza  en  casas  fuerces,  y  aquellos 
fueron  sus  sepulcros  y  allí  están  sus  blasones; 
y  á  lo  que  á  mí  se  me  figura  ,  con  letras  de  oro 
habían  de  estar  escritos  sus  nombres,  pues  mu- 
rieron aquella  cruelísima  muerte,  y  por  servir 
á  Dios  y  á  su  majestad  y  dar  luz  á  los  que  esta- 
ban en  tinieblas,  y  también  por  haber  riquezas, 
que  todos  los  hombres  comunmente  venimos  á 
buscar  ;  y  demás  de  le  haber  dado  cuenta  á  la 
ilustre  Fama  ,  me  pregunta  por  los  que  pasa- 
ron con  Narvaez  y  con  Garay  ;  digo  que  los  de 
Narvaez  fueron  mil  y  trecientos,  sin  contar  en- 
tre ellos  hombres  de  la  mar  ,  y  no  son  vivos  de 
todos  ellos  sino  diez  ó  once,  que  todos  los  más 
murieron  en  las  guerras  y  sacrificados ,  y  sus 
cuerpos  comidos  de  indios,  ni  más  ni  menos  que 
los  nuestros  ;  y  los  que  pasaron  con  Garay  de  la 


384  BERNAL  DÍAZ. 

isla  de  Jamaica ,  á  mi  cuenta ,  con  las  tres  capi- 
tanías que  vinieron  á  San  Juan  (Je  Ulúa  ,  antes 
que  pasase  el  Garay  con  los  que  trajo  á  la  pos- 
tre cuando  él  vino ,  serian  por  todos  mil  y  du- 
cientos  soldados,  y  todos  los  más  fueron  sacrifi- 
cados en  la  provincia  de  Panuco,  y  comidos  sus 
cuerpos  de  los  naturales  de  la  provincia.  Y  demás 
desto,  pregunta  la  loable  Fama  por  otros  quince 
soldados  que  aportaron á  la  Nueva-España,  que 
fueron  de  los  de  Lúeas  Vázquez  de  Ay  llon  cuando 
le  desbarataron,  y  él  murió  en  la  Florida.  A  esto 
digo  que  todos  son  muertos;  y  hágoos  saber,  exce- 
lente Fama,  que  todos  los  que  he  recontado  y  aho- 
ra somos  vivos  de  los  de  Cortés  ,  hay  cinco  y  es- 
tamos muy  viejoa  y  dolientes  de  enfermedades, 
y  muy  pobres  y  cargados  de  hijos,  é  hijas  para 
casar  y  nietos,  y  con  poca  renta,  y  así  pasamos 
nuestras  vidas  con  trabajos  y  miserias.  Y  pues 
ya  he  dado  cuenta  de  lo  que  me  han  pregunta- 
do, y  de  nuestros  palacios  y  blasones  y  sepul- 
cros, suplicóos,  ilustrísima  Fama,  que  de  aquí 
adelante  alcéis  más  vuestra  excelente  y  virtuo- 
sísima voz,  para  que  en  todo  el  mundo  se  vean 
claramente  nuestras  grandes  proezas;  porque 
hombres  maliciosos,  con  sus  sacudidas  y  envi- 
diosas lenguas,  no  las  escurezcan.o  A  esto  que 
he  suplicado  á  la  virtuosísima  Fama,  me  res- 
ponde que  lo  hará  de  muy  buena  voluntad,  y 
que  se  espauta  cómo  no  tenemos  los  mejores  re- 
partimientos de  indios,  pues  los  ganamos,  y  su 
majestad  lo  manda  dar  como  lo  tiene  el  mar- 


CONQUISTA     DE   NUIVA-ISPANA.  385 

ques  Cortés;  no  se  entiende  que  sea  tanto,  sino 
moderadamente.  Y  más  dice  la  loable  Fama, 
que  las  cosas  dei  valeroso  y  animoso  Cortés  han 
de  ser  siempre  muy  estimadas  y  contadas  entre 
los  hechos  de  valerosos  capitanes,  y  qae  no  hay 
memoria  de  ninguno  de  nosotros  en  los  libros 
históricos  que  están  escritos  del  coronista  Fran- 
cisco López  de  Gómora,  ni  en  la  del  doctor 
Illescas ,  que  escribió  el  Pontifical ,  ni  en 
otros  modernos  coronistas  ;  y  sólo  el  marques 
Cortés  dicen  en  sus  libros  que  es  el  que  lo  des- 
cubrió y  conquistó,  y  que  los  capitanes  y  sol- 
dados que  los  ganamos  quedamos  en  blanco, 
sin  haber  memoria  de  nuestras  personas  y  con- 
quistas, y  que  ahora  se  ha  holgado  mucho  en 
saber  claramente  que  todo  lo  que  he  escrito 
en  mi  relación  es  verdad;  y  que  la  misma  escri- 
tura consigo  al  pié  de  la  letra  dice  lo  que  pasó, 
y  no  lisonjas  viciosas,  ni  por,  sublimar  á  un  solo 
capitán  quieren  deshacer  á  muchos  capitanes  y 
valerosos  soldados,  como  ha  hecho  el  Francisco 
López  de  Gómora  y  los  dema3  coronistas  que 
siguen  su  propia  historia.  Y  más  me  prometió 
la  buena  Fama,  que  por  su  parte  lo  poma  con 
voz  muy  clara  á  doquiera  que  se  hallare.  Y 
demás  de  lo  que  ella  declara,  que  mi  historia  si 
se  imprime,  cuando  la  vean  é  oyan,  la  darán  fe 
verdadera,  y  escurecerá  las  lisonjas  de  los  pa- 
sados. Y  demás  <ie  lo  que  he  propuesto  á  ma- 
nera de  diálogo,  me  preguntó  un  doctor,  oidor 
déla  pudiencia  Real  de  Guatimala,  q»ie  c$pjo 
49 


3?6  BÉRfíAL   DUÍ5. 

Cortés,  cuando  escribía  á  su  majestad  y  fué  la 
primera  veza  Castilla,  no  procuró  pornosotros, 
pues  por  nuestra  causa,  despue..  de  Dios  ,  fuó 
marques  y  gobernador.  A  esto  respondí  enton- 
ces, y  ahora  lo  digo,  que,  como  tomó  para  sí  al 
principio,  cuando  su  majestad  le  hizo  merced  de 
la  gobernación,  todo  lo  mejor  de  la  Nueva-Es- 
paña, creyendo  que  siempre  fuera  señor  absolu- 
to y  que  por  su  mano  nos  diera  indios  ó  quita- 
ra, y  á  esta  causa  se  presumió  que  no  lo  hizo  ni 
quiso  escribir;  y  también,  porque  en  aquel  tiem- 
po su  majestad  le  dio  ol  marquesado  que  tiene, 
y  como  le  importunaba  que  le  diese  luego  la 
gobernación  de  la  Nueva-España,  como  de  an- 
tes la  habia  tenido,  y  le  respondió  que  ya  le  ha- 
bia  dado  el  marquesado,  no  curó  de  demandar 
cosa  ninguna  para  nosotros  que  bien  nos  hi- 
ciese, sino  solamente  para  él.  Y  demás  desto, 
habian  informado  el  factor  y  veedor  y  otros  ca- 
balleros i  o  Méjico  á  su  majestad  que  Cortés  ha- 
bia tomado  para  sí  las  mejores  provincias  y  pue- 
blos de  la  Nueva-España ,  y  que  habia  dado 
á  sus  amigos  y  parientes  que  nuevamente  ha- 
bian venido  de  Castilla  otros  buenos  pueblos 
y  que  no  dejaba  para  el  Real  patrimonio  sino 
poca  cosa;  después  supimos  mandó  su  majestad 
que  de  lo  que  tenia  sobrado  diese  á  los  que 
con  él  pasamos  ;  y  en  aquel  tiempo  su  majes- 
tad se  embarcó  en  Barcelona  para  ir  á  Flan- 
des  ;  y  si  Cortés  en  el  tiempo  que  ganamos  la 
Nueva-España  la  hiciera  cinco  partes  ,  y  la 


COSíQtJÍSiA    DÉ   NtJEVA-ESPANA.  387 

mejor  y  de  más  ricas  provincias  y  ciudades 
diera  la  quinta  parte  á  nuestro  Rey  y  señor  de 
su  Real  quinto  ,  bien  hecho  fuera  ,  y  tomara 
para  sí  una  parte  y  media  ,  y  dejara  para  igle- 
sias y  monasterios  y  propios  de  ciudades,  y  que 
su  majestad  tuviera  que  dar  y  hacer  mercedes  á 
caballeros  que  le  servian  en  las  guerras  de  Ita- 
lia ó  contra  turcos  ó  moros  ,  y  las  dos  partes  y 
media  nos  repartiría  perpetuas  ,  con  ellas  nos 
quedáramos,  asi  Cortés  con  la  una  parte  como 
nosotros  ;  porque  ,  como  nuestro  César  tué  tan 
cristianísimo  y  no  le  costó  el  conquistar  cosa 
ninguna  ,  nos  hiciera  estas  mercedes  ;  y  demás 
deslo  ,  como  en  aquella  sazón  no  sabíamos  qué 
cosa  era  demandar  justicia  ,  ni  á  quién  la  pedir 
sobre  nuestros  servicios  ,  ni  otros  agravios  y 
fuerzas  que  pasaban  en  las  guerras  ,  sino  sola- 
mente al  mismo  Cortés  como  capitán  ,  y  que  lo 
mandaba  muy  de  hecho,  nos  quedamos  en  blan- 
co con  lo  poco  que  nos  habían  depositado  ,  has- 
ta que  vimos  que  á  don  Francisco  de  Montejo., 
que  fué  á  Castilla  ante  su  majestad  ,  le  hizo 
merced  de  ser  Adelantado  y  gobernador  de  Yu- 
catán ,  y  le  dio  los  indios  que  tenia  en  Méjico 
y  le  hizo  otras  mercedes;  y  Diego  de  Ordás,  que 
asimismo  fué  ante  su  majestad  ,  le  dio  una  en- 
comienda de  Santiago  y  los  indios  que  tenia  en 
la  Nueva-España  ;  y  á  don  Pedro  de  Albarado, 
que  también  fué  á  besar  los  pies  á  su  majestad, 
le  hizo  Adelantado  y  gobernador  de  Guatimala 
y  Chiapa  ,  y  comendador  de  Santiago  ,  y  otras 


3IS  B1RNAL  DÍAZ. 

mercedes  de  los  indios  que  tenia  ;  y  á  la  postre 
fué  Cortés  y  le  dio  ei  marquesado  y  capitán  ge- 
neral del  mar  del  Sar  ;  y  desque  los  conquista- 
dores vimo<*  que  los  aue  no  parecían  ante  su 
majestad  no  tenían  quien  suplicase  nos  hiciese 
el  Rey  mercedes  ,  envir.mos  á  supliralic  que  io 
que  de  allí  adelante  vacase,  nos  lo  mandase  dar 
perpetuo  ;  y  como  se  vieron  nuestras  justifica- 
ciones ,  cuando  envió  la  primera  audiencia  Real 
á  Méjico,  y  vino  en  ella  por  presidente  Nuno  de 
Guzmnn  y  por  oidores  ei  licenciado  DHgadillo, 
natural  de  Granada,  y  Matienzo,  de  Vizcaya,  y 
otros  do9  oidores  que  llegando  á  Méjico  murie- 
ron ;  y  mandó  su  majestad  expresamente  al 
Ñuño  de  Guzman  que  todos  los  indios  de  la 
Nueva-España  se  hiciesen  un  cuerpo  ,  á  fin  que 
las  personas  que  tenian  repartiminntos  grandes 
que  les  había  dado  Cortés,  que  no  les  quedasen 
tanto  y  les  quitasen  dello,  y  que  á  los  verdade- 
ros conquistadoresno  diese  los  mejores  pueblos 
y  de  mas  renta ,  y  que  para  su  Real  patrimonio 
dejaseu  las  cabeceras  y  mejores  ciudades.  Y 
también  mandó  su  majestad  que  á  Cortés  que 
le  contasen  ios  vasallos ,  y  que  le  dejasen  los 
que  tenian  capitulados  en  su  marquesado  ,  y  lo 
demás  no  me  acuerdo  qué  mandó  sobre  ello; 
y  la  causa  por  donde  no  hizo  el  repartimiento 
perpetuo  el  Ñuño  de  Guzman  y  los  oidores, 
fué  por  malos  terceros,  que  por  su  honor  aquí  no 
nombro,  porque  le  dijeron  que  ei  repartía  la  tier- 
ra, que  cuando  los  conquistadores  y  pobladores 


CONQUISTA    DE   NUEVA-ESPAÑA.  889 

se  viesen  con  sus  indios  perpetuos  no  les  ternian 
en  tanto  acato  ni  serian  tan  señores  de  les  man- 
dar, porque  no  tenían  que  quitar  ni  poner  ,  ni 
les  cernían  a  suplicar  que  les  diesen  de  comer; 
y  de  otra  manera,  que  ternian  que  dar  de  lo 
que  vacase  á  quien  quisiesen  ,  y  ellos  serian  ri- 
cos y  ternian  mayores  poderes  ;  y  á  este  fin  se 
dejó  de  hacer.  Verdad  es  que  el  Ñuño  de  Guz- 
m3n  y  los  oidores  ,  en  vacando  indios,  luego  los 
depositaban  á  conquistadores  y  pobladores,  y  no 
eran  tan  malos  como  los  hacían  para  los  vecinos 
y  pobladores  ,  que  á  todos  les  contentaban  y 
daban  de  comer  ;  y  si  les  quitaron  redondamen- 
te de  la  audiencia  Rea!,  fué  por  las  contrarieda- 
des que  tuvieron  con  Cortés  y  sobre  el  herrar  de 
los  indios  libres  por  esclavos  Quiero  dejar  este 
capitulo  y  pasaré  á  otro,  y  diré  acerca  del  re- 
partimiento perpetuo. 

CAPITULO  CCXI. 

CÓMO  EL  AÑO  DE  1550  ,  ESTANDO  L*  CORTE  EN  VALLA- 
DOLID,  SF  JUNTARON  EN  Él.  REAL  CONSFJO  I>E  INDIA» 
CIERTOS  PRELADAS  Y  CABALLEROS,  Qll  VINIERON  DE 
LA  NUEVA-ESPAÑA  Y  DEL  PIRU  POR  PROCURADORES, 
Y  OTR'  S  HIDALGOS  QUE  SE  HALLARON  PRESENTES, 
PARA  T>AR  ORDEN  gUE  SE  HICIESE  EL  REPARTIMIENTO 
PERPETUO;  Y  LO  QUE  EN  LA  JUNTA  8E  HIZO  Y  PLA- 
TICÓ ES  LO  QUE  DIRÉ. 

En  el  año  de  1 550  vino  del  Pirú  el  licenciado  do 
la  Gasea,  y  fué  á  la  corte,  que  en  aquella  sazón  es- 


390  BERNAL  DÍAZ. 

taba  en  Valladolid,  y  trujo  en  su  compañía  á  un 
fraile  dominico  que  se  decia  den  fray  Martin  el 
Regente;  y  en  aquel  tiempo  su  majestad  le  mandó 
hacer  merced  al  mismo  Regente  del  obispado  de 
ias  Cnarcas  ;  y  entonces  se  juntaron  en  la  corte 
don  fray  Bartolomé  de  las  Casas,  Obisoo  de 
Chiapa,  y  don  Vasco  dé  Quiroga,  Obispo  de  Me- 
choacan  ,  y  otros  caballeros  que  vinieron  por 
procuradores  de  la  Nueva-España  y  del  Pirú, 
y  ciertos  hidalgos  que  venían  á  pleitos  ante  su 
majestad  ,  que  todos  se  hallaron  en  aquella  sa- 
zón en  la  corte  ,  y  juntamente  con  ellos  ,  á  mí 
me  mandaron  llamar,  comoá  conquistador  más 
antiguo  de  la  Nueva-España  ;  y  como  el  de  la 
Gasea  y  todos  los  demás  peruleros  habian  traí- 
do cantidad  de  millares  de  pesos  de  oro  ,  así 
para  su  majestad  como  para  ello,  y  lo  que  traían 
de  su  majestad  se  le  envió  desde  Sevilla  á  Au- 
gusta de  Alemania,  donde  en  aquella  sazón 
estaba  su  majestad  ,  y  en  su  Real  compañía 
nuestro  felicísimo  don  Felipe,  Rey  de  las  Espa- 
ñas,  nuestro  señor,  su  muy  amado  y  querido 
hijo,  que  Dios  guarde;  y  en  aquel  tiempo  fueron 
ciertos  caballeros  con  el  oro  y  por  procuradores 
del  Pirú  á  suplicar  á  su  majestad  que  fuese 
servido  hacernos  mercedes  para  que  mandase 
hacer  el  repartimiento  perpetuo ;  y  según  pa- 
reció, otras  veces  antes  de  aquella  se  lo  habian 
suplicado  por  parte  de  la  Nueva-España,  cuan- 
do fué  un  Gonzalo  López  y  un  Alonso  de  Villa- 
nueva  con  otros    caballeros  procuradores  de 


CONQUISTA  DE   NUEVA-ESPAÑA.  391 

Méjico  ;  y  su  majestad  mandó  en  aquel  tien  po 
dar  el  obispadu  de  Falencia  al  licenciado  de  la 
Gasea,  que  fué  Übiáno  y  conde  de  Pernia,  por- 
que tuvo  ventura  que  asi  como  llegó  a  Castilla 
habia  vacado  ;  y  *>e  decía  en  la  corte  que  por 
estar  de  paz  el  Pwú  y  turnar  a  haber  el  oro  y 
plata  que  le  habían  robado  los  Contreras.  Y 
volviendo  á  mi  relación  ,  lo  que  proveyó  su  ma- 
jestad sobre  la  perpetuidad  de  los  repaitimien- 
tos  de  indios  ,  fué  enviar  á  mandar  al  marques 
de  Mondéjar  ,  que  era  presidente  en  el  Real 
consejo  de  Indias,  y  al  licenciado  Gutierre  Vc- 
lazquez,  y  al  licenciado  Teilo  deSandoval,  y  al 
doctor  Hernán  Pérez  de  laFuente,  y  A  licenciado 
Gregorio  López  ,  y  al  doctor  Riberadencyra  ,  y 
al  licenciado  Briviesca,  que  eran  oidores  del  mis- 
mo Real  Consejo  de  Indias,  y  á  otros  caballeros 
de  otros  Reales  Consejos,  que  todos  se  juntasen 
y  que  viesen  y  platicasen  como  se  pouia  hacer 
el  repartimiento  ,  de  manera  que  en  todo  fuese 
bien  mirado  el  servicio  de  Dios  ,  y  su  Real  pa- 
trimonio no  viniese  á  menos  ;  y  desque  todos  es- 
tos Prelados  y  caballeros  estuvieron  juntos  en 
las  casas  de  Pero  González  de  León  ,  donde  re- 
sidía el  Real  Consejo  de  Indias  ,  se  platicó  en 
aquella  muy  ilustrísima  junta  que  0e  diesen  los 
indios  perpetuos  en  la  Nueva-España  y  en  el 
Pirú ,  no  me  acuerdo  bien  si  nombró  el  nuevo 
reino  de  Granada  é  Borbotan ;  mas  paréceme  que 
también  entraron  con  los  demás  ,  y  las  causas 
que  se  propusieron  en  aquel  negocio  fueron  san- 


592  BfcRNAL   DÍAS, . 

tas  y  buenas.  Lo  primero  se  platicó  que  ,  siendo 
perpetuos  ,  serian  rauy  mejor  tratados  é  in- 
dustriados en  nuestra  santa  fe,  y  que  si 
algunos  adoleciesen  ,  los  curarían  como  á  hi- 
jos y  les  quitarían  parte  de  sus  tributos  ;  y  que 
los  encomenderos  se  perpetuarían  mucho  más 
en  poner  heredades  y  viñas  y  sementeras  ,  y 
criarían  ganados  y  cesarían  pleitos  y  contiendas 
sobre  indios  ;  y  no  habia  menester  visitadores 
en  los  pueblos  ,  y  habría  paz  y  concordia  entre 
los  soldados  en  saber  que  ya  no  tienen  poder 
los  presidentes  y  gobernadores  para  en  vacando 
indios  se  los  dar  por  via  de  parentesco  ni  por 
otras  maneras  que  en  aquella  sazón  les  daban; 
y  con  dalles  perpetuos  á  los  que  han  ser- 
vido á  su  majestad,  descargaba  su  Real  concien- 
cia; y  le  dijo  otras  muy  buenas  razones;  y  más  le 
dijo,  que  se  habian  de  quitar  en  el  Pirú  á  hom- 
bres bandoleros,  los  que  se  hallasen  que  habían 
deservido  á  su  majestad  Y  después  que  por  to- 
dos aquellos  de  la  ilustre  junta  fué  muy  bien 
platicado  lo  que  dicho  tengo,  todos  los  más 
procuradores,  con  otros  caballeros,  dimos  nues- 
tros pareceres  y  votos  que  se  hiciesen  perpe- 
tuos los  repartimientos;  luego  en  aquella  sazón 
hubo  votos  contrarios,  y  fué  el  primero  el  Obis- 
po de  Chiapa,  y  lo  ayudó  su  compañero  Fray 
Rodrigo,  de  la  órdeü  de  Santo  Domingo  ,  y  an- 
simismo  el  licenciado  Gasea,  que  era  Obispo  de 
Palencia  y  conde  de  Pernia,  y  el  marques  de 
Mondéjar  y  dos  oidores  del  Consejo  Real  de  su 


CONQUISTA  »E   NUEVA-ESPANA.  393 

majestad;  y  lo  que  propusieron  en  la  contra- 
dicion  aquellos  caballeros  por  mí  dichos,  salvo 
el  marques  de  Mondéjar,  que  no  se  quiso  mos- 
trar á  una  parte  ni  á  otra,  sino  que  se  estuvo  á 
la  mira  á  ver  lo  qne  decían  y  ver  los  que  más 
votos  tenían,  fué  decir  que  ¿cómo  habían  de  dar 
indios  perpetuos?  Ni  aún:  de  otra  manera  por 
sus  vidas  no  los  habían  de  tener  ,  sino  quitárse- 
los á  los  que  en  aquélla  sazón  los  tenían,  por- 
que personas  había  entre  ellos  en  el  Pirú  qUe 
tenían  buena  renta  de  indios,  que  merecían  que 
los  hubieran  castigado,  cuanto  y  más  dárselos 
ahora  perpetuos;  y  que  do  creían  que  había  en 
el  Pirú  paz  y  asentada  la  tierra,  habría  solda- 
dos que,  como  viesen  que  no  había  que  les  dar, 
se  amotinarían  y  habría  más  discordias.  En- 
tonces respondió  don  Vasco  de  Quiroga,  Obis- 
po de  Mechoacan,  que  era  de  nuestra  parte,  y 
dijo  al  licenciado  de  la  Gasea,  que  ¿por  qué  no 
castigó  á  los  bandoleros  y  traidores,  pues  cono- 
cía y  leerán  notorias  sus  maldades,  y  que  él  mis- 
mo le»  dio  indios?  Y  á  esto  respondió  el  de  la 
Gasea,  y  se  paró  á  reir,  y  dijo:  «Creerán  ,  seño- 
res, que  no  hice  poco  en  salir  en  paz  y  en  silvo 
de  entre  ellos  ,  y  algunos  descuarticé  y  hice 
justicia;»  y  pasaron  otras  razones  sobre  aque- 
lla materia;  y  entonces  dijimos  nosotros,  y  mu- 
chos de  aquellos  señores  que  alli  estábamos 
juntos,  que  se  diesen  perpetuos  en  la  Nueva- 
España  á  los  verdaderos  conquistadores  que  pa- 
samos con  Cortés,  y  á  los  de  Narvaez  y  á  los  do 
50 


394  BKHMAL    DÍAZ. 

(iaray  ,  pues  habíamos  quedado  muy  pocos, 
porque  todos  los  demás  murieron  en  las  bata- 
llas peleando  en  servicio  de  su  majestad  ,  y  lo 
hablamos  servido  bien;  y  que  con  los  demás 
se  hubiese  otra  moderación.  E  ya  que  teniamos 
esta  plática  por  nuestra  parte  ,  y  la  orden  que 
dicho  tengo,  unos  de  aquellos  Prelados  y  seño- 
res del  Consejo  de  su  majestad  dijeron  que  ce- 
sase todo  hasta  que  el  Emperador  nuestro  señor 
viniese  á  Castilla  ,  que  se  esperaba  cada  dia, 
para  que  en  una  cosa  de  tanto  peso  y  calidad 
se  hallase  presente;  y  puesto  que  por  el  Obispo 
de  Mechoacan  é  ciertos  caballeros  ,  é  yo  junta- 
mente con  ellos,  que  éramos  de  la  parte  de  la 
Nueva-España  ,  fué  tornado  á  replicar  ,  pues 
que  estaban  ya  dados  los  votos  conformes  ,  se 
diesen  perpetuos  en  la  Nueva-España  ;  y  que 
los  procuradores  del  Pirú  •  procurasen  por  sí, 
pues  su  majestad  lo  habia  enviado  á  mandar, 
y  en  su  Real  mando  mostraba  afición  para  que 
en  la  Nueva- España  se  diesen  perpetúes;  y  so- 
bre ello  hubo  muchas  platicas  y  alegaciones  ;  y 
dijimos  que  ,  ya  que  en  el  Pirú  no  se  diesen, 
que  mirasen  los  muchos  servicios  que  hicimos  á 
su  majestad  y  á  toda  la  cristiandad;  y  no  apro- 
vecho cosa  ninguna  con  los  señores  del  Real 
Consejo  Je  Indias  y  que  el  Obispo  fray  Bartolomé 
de  las  Casas,  y  fray  Rodrigo,  su  compañero,  y 
con  el  Obispo  de  las  Chcicas;  y  dijeron  que  en 
viniendo  su  majestad  de  Augusta  de  Alemania, 
se  proveerla  de  manera  que  los  conquistadores 


CONQUISTA    DE    NUEVA-ESPAÑA.  395 

serian  muy  contentos;  y  ansí  se  quedó  por  ha- 
cer. Dejaré  esta  plática,  y  diré  que  en  posta  se 
escribió  en  un  navio  á  la  Nueva  España,  como 
se  supo  en  la  ciudad  de  Méjico  las  cosas  arriba 
dichas  que  pasaron  en  la  corte.  Concertaban  los 
conquistadores  de  enviar  por  sí  solos  procura- 
dores ante  su  majestad,  y  aun  á  mí  me  escribió 
de  Méjico  á  esta  ciudad  de  Guatimala  el  capitán 
Andrés  de  Tapia  y  un  Pedro  Moreno  Medrano  y 
Juan  de  Limpias  Carvajal  el  sordo,  dende  la 
Puebla,  porque  ya  en  aquella  sazón  era  yo  ve- 
nido de  la  corte;  y  lo  que  me  escribían,  fué 
dándome  cuenta  y  relación  de  los  conquistado- 
res que  enviaban  su  poder;  y  en  la  memoria  me 
contaban  á  mí  por  uno  de  los  mas  antiguos,  é  yo 
mostré  las  cartas  en  esta  ciudad  de  Guatimala 
á  otros  conquistadores,  para  que  las  ayudáse- 
mos con  dineros  para  enviar  los  procuradores;  y 
según  pareció,  no  se  concertó  la  ida  por  falta 
de  pesos  de  oro,  y  lo  que  se  concertó  en  Méji- 
co, fué  que  los  conquistadores,  juntamente  con 
toda  la  comunidad,  enviasen  á  Castilla  procura-, 
dores,  pero  no  se  negoció.  Y  después  desto, 
mandó  ei  invictísimo  nuestro  Rey  y*  Señor  Don 
Felipe  (que  Dios  guarde  y  d<\je  vivir  muchos 
años,  con  aumento  de  raág  reinos)  en  sus  Reales 
ordenauzas  y  provisiones  que  para  ello  ha  dado, 
que  los  conquistadores  y  sus  hijos  en  todo  co- 
nozcamos mejoría,  y  luego  ios  antiguos  pobla- 
dores casados,  según  se  verá  en  sus  Reales  cé- 
dulas. 


BERNAL  DÍAZ. 

CAPITCJLQ  QQJÍI. 


DE  OTRAS  PLATICAS  Y  RELACIONES  QUE.  AQUÍ  IRÁN  PE- 
CLARADAS,  QUE  SERÁN  AGRADABLES  DE  OÍR. 


Como  acabé  de  sacar  en  limpio  esta  mi  rela- 
ción, me  rogaron  dos  licenciados  que  se  la  em- 
prestase para  saber  muy  por  extenso  las  cosas 
que  pasaron  en  las  conquistas  de  Méjico  y  Nue- 
va-España, y  ver  en  qué  diferencia  lo  que  te- 
nían escrito  los  conmistas  Francisco  López  de 
Gómora  y  el  doctor  II I  óseas  acerca  de  las  heroi- 
cas hazañas  que  hizo  el  marques  del  Valle,  de 
lo  que  en  esta  relación  escribo;  é  yo  se  la  pres- 
té, porque  de  sabios  siempre  se  pega  algo  á  los 
idiotas  sin  letras  como  yo  soy, y  les  dije  que  no 
enmendasen  cosa  ninguna  de  las  conquistas,  ni 
poner  ni  quitar,  porque  todo  lo  que  yo  escribo 
es  muy  verdadero;  y  cuando  lo  hubieron  visto  y 
ieido  los  dos  licenciados,  el  uno  del  los  era  muy 
retórico,  y  tal  presunción  tenia  de  sí,  que  des- 
pués de  la  sublimar  y  alabar  de  la  gran  memo- 
ria que  tuve  para  no  se  me  olvidar  cosa  de  todo 
lo  que  pasamos  dende  que  venimos  á  descubrir 
primero  que  viniese  Cortés  dos  veces,  y  la  pos- 
trera vine  con  Cortés,  que  fué  en  el  año  de  17 
con  Francisco  Hernández  de  Córdoba,  y  en  el 
18  con  un  Juan  deGrijalva,  y  en  el  de  19  vine 


COHQUISTA  M£  IWBVA-ESPANA .  397 

con  el  mismo  Cortés;  y  volviendo  á  mi  plática, 
me  dijeron  los  licenciados  que  cnanto  á  la  retó- 
rica, qneva  según  nuestro  comnn  hablar  de 
Castilla  la  Vieja,  é  que  en  estos  tiempos  se  tie- 
ne por  m?s  agradable,  porque  no  van  razo- 
nes hermoseadas  ni  afeitadas,  que  suelen  com- 
poner los  coronistas  que  han  escrito  en  cosas 
de  guerras,  sino  toda  una  llaneza  ,  y  de- 
bajo de  decir  verdad  se  encierran  las  hermo- 
seadas raaones;  y  más  dijeron  ,  que  les  parece 
7<$ue  me  alabo  mucho  de  mí  mismo  en  lo  de  las 
batallas  y  reencuentros  de  guerra  en  que  me 
hallé,  y  que  otras  personas  lo  habían  de  decir  y 
escribir  primero  que  yo;  y  también,  que  paTa 
dar  más  crédito  á  lo  que  he  dicho ,  que  diese 
testigos  y  razones  de  algunos  coronistas  que 
lo  hayan  escrito,  como  suelen  poner  y  alegar 
los  que  escriben,  y  aprueban  con  otros  libros 
de  cosas  pasadas,  y  no  decir,  como  digo  ran  se- 
camente, esto  hice  y  tal  me  aconteció,  porque 
yo  no  soy  testigo  de  mí  mismo.  A  esto  respon^ 
di,  y  digo  agora,  que  en  el  primer  capítulo  de 
mi  relación,  en  una  carta  que  escribió  el  mar- 
gues del  Valle  en  el  año  1540  dende  la  gran  ciu- 
dad de  Méjico  á  Castilla,  á  su  majestad,  hacién- 
dole relación  de  mi  persona  y  servicios,  le  hizo 
saber  cómo  vine  á  descubrir  la  Nueva-España 
dos  veces  primero  que  no  él,  y  tercera  vez  vol- 
ví en  su  compañía  ,  y  como  testigo  de  vista  me 
vio  muchas  veces  batallar  en  las  guerras  me- 
jicanas y  en  toma  de  otras  ciudades  como  es- 


398  BERJUL   DÍAZ. 

forzado  soldado,  hacer  en  ellas  cosas  nota- 
bles y  salir  muchas  veces  de  las  batallas  mal 
herido,  y  cómo  fui  en  su  compañía  á  Hondu- 
ras é  Higueras  ,  que  ansí  nombran  en  esta 
tierra,  y  otras  particularidades  que  en  la  carta 
se  contenían,  que  por  excusar  prolijidad  aquí 
no  declaro;  y  ansimismo  escribió  á  su  majes- 
tad el  ilustrísimo  virey  don  Antonio  de  Men- 
doza ,  haciendo  relación  de  lo  que  había  sido 
informado  de  los  capitanes,  en  compañía  de 
los  que  en  aquei  tiempo  militaban,  y  conforma- 
ba todo  con  lo  que  el  marques  del  Valle  escri- 
bió; y  ansimismo  por  probanzas  muy  bastantes 
que  por  mi  parte  fueron  presentadas  en  el  Real 
Consejo  de  Indias  en  el  año  540.  Ansí ,  se- 
ñores licenciados,  vean  si  son  buenos  testigos 
Cortés  y  el  Virey  don  Antonio  de  Mendoza  y 
mis  probanzas ;  y  si  esto  no  basta ,  quiero  dar 
otro  testigo  ,  que  no  lo  habia  mejor  en  el  mun- 
do, que  fué  el  Emperador  nuestro  señor  don 
Carlos  V,  que  por  su  Real  carta,  cerrada  con  su 
Real  selSo,  mandó  á  los  Vireyes  y  presidentes 
que  teniendo  respeto  á  los  muchos  y  buenos  ser- 
vicios que  le  constó  haberle  hecho  ,  sea  ante- 
puesto y  conozca  mejoría  yo  f  mis  hijos  ;  todas 
las  cuales  cartas  tengo  guardados  los  originales 
dcHas  ,  y  los  traslados  se  quedaron  en  la  corte 
en  el  archivo  del  secretario  Ochoa  de  Luyando; 
y  es  todo  y  por  descargo  de  lo  que  los  licencia- 
dos me  propusieron.  Y  volviendo  a  la  plática, 
&i  quieren  más  testigos  tengan  atención  y  miren 


C0N0UI8TA   DK   NUEVA-ESPAÑA.  399 

la  Nueva-España  ,  que  es  tres  veces  más  que 
nuestra  Castilla  y  está  más  poblada  de  españo- 
les, que  por  ser  tantas  ciudades  y  villas  aquí  no 
nombro,  y  miren  las  grandes  riquezas  que  destas 
partes  van  cotidianamente  á  Castilla  ;  y  demás 
desto  ,  he  mirado  que  nunca  quieren  escribir 
de  nuestros  heroicos  hechos  los  dos  coronistas 
Gómora  y  el  doctor  Illescas  ,  sino  que  de  toda 
nuestra  prez  y  honra  nos  dejaron  en  blanco, 
si  agora  yo  no  hiciera  esta  verdadera  relación; 
porque  toda  la  honra  dan  á  Cortés  ;  y  puesto 
que  tengan  razón  ,  no  nos  habían  de  dejar  en 
olvido  á  los  conquistadores,  y  de  las  grandes 
hazañas  que  hizo  Cortés  me  cabe  á  mí  parte, 
pues  me  hallé  en  su  compañia  de  los  primeros 
en  todas  las  batallas  que  él  se  halló  ,  y  después 
en  otras  muchas  que  me  envió  con  capitanes  á 
conquistar  otras  provincias  ;  lo  cual  hallarán 
esciito  en  esta  mi  relación,  donde,  cuándo  y  en 
qué  tiempo  ,  y  también  mi  parte  de  lo  que 
escribió  en  i,nblosonque  puso  en  una  culebri- 
na ,  que  fué  un  tiro  que  se  nombró  el  Ave 
Fénix,  el  cual  se  forjó  en  Méjico  de  oro  y  plata 
y  cobre,  y  le  enviamos  presentado  á  su  ma- 
jestad, y  decían  las  letras  del  blasón  :  «Esta 
ave  uarió  sin  par,  yo  en  serviros  sin  segundo, 
y  vos  »in  igualen  el  mundo.»  \  An.  i  que  parte 
me  cabe  desta  loa  de  Cortés;  y  demás  desto, 
cuando  fué  Cortés  la  primera  vez  á  Castilla  á 
bisarlos  pies  ásu  majestad,  le  hizo  relación 
que  tuvo  en  las  guerras  mejicanas  muy  esfor- 


400  BÉKNAL  DÍAZ. 

zados  y  valerosos  capitanes  y  compañeros,  que, 
á  lo  que  creia,  ningunos  más  animosos  que  ellos 
había  oído  en  corónicas  pasadas  de  los  roma- 
nos; también  me  cabe  parte  dcllo.  Y  cuando 
fué  á  servir  á  su  majestad  en  lo  de  Argel,  so- 
bre cosas  que  allá  acaecieron  cuando  alzaron 
el  campo  por  la  gran  tormenta  que  hubo  ,  dicen 
que  dijo  en  aquella  sazón  muchas  loas  de  los 
conquistadores  sus  compañeros;  ansí,  que  de 
todas  3us  hazañas  me  cabe  á  mí  parte  dellas, 
pues  yo  fué  en  le  ayudar  Y  volviendo  á  nuestra 
relación  délo  que  dijeron  los  licenciados,  que  me 
alabo  mucho  de  mi  persona  y  que  otros  Lo  ha- 
bían de  decir,  y  esto  respondí  que  en  este  mun- 
do las  cosas  que  se  suelen  alabar  unos  vecinos 
á  otros  las  virtudes  y  bondades  que  en  ellos 
hay,  y  no  ellos  mesmos;  más  él  no  se  halló  en 
la  guerra  ni  lo  vio  ni  lo  entendió  ,  ¿cómo  lo  pue- 
de decir?  ¿Habíanlo  de  parlar  los  pájaros  en  el 
tiempo  que  estábamos  en  las  batallas  ,  que 
iban  volando,  ó  las  nubes  que  pasaban  por  al- 
to, sino  solamente  los  capitanes  y  soldados  que 
en  ello  nos  hallamos?  Y  si  hubiérades  visto,  se- 
ñores licenciados,  que  en  esta  mi  relación  hu- 
biera yo  quitado  su  prez  y  honra  á  algunos  de 
los  valerosos  capitanes  y  fuertes  saldados,  mis 
compañeros  ,  que  en  las  conquistas  nos  halla- 
mos, y  aquella  misma  honra  me  pusiera  á  mí 
sólo  ,  justo  fuera  quitarme  parte  ;  más  aun  no 
me  alabo  tanto  cuanto  yo  puedo  y  debo  ,  y  á 
esta  causa  lo  escribo  para  que  quede  memoria 


CONQUISTA    PE  MUEYA-ISPAÍÍA.  401 

de  mi;  y  quiero  poner  aquí  una  comparación  ,  y 
aunque  es  por  la  una  parte  muy  alta  ,  y  de  la 
otra  de  oin  pobre  soldado  como  yo  ,  dicen  los 
coronistas  en  los  comentarios  del  Emperador  y 
gran  batallador  Julio  César  que  se  halló  en  cin- 
cuenta y  tres  batallas  aplazadas  ,  yo  digo  que 
me  hallé  en  muchas  más  batallas  que  el  Julio 
César;  lo  cual,  como  dicho  tengo  ,  verán  en  mi 
relación.  Y  también  dicen  los  coronistas  que  fué 
muy  animoso  y  presto  en  las  armas  y  muy  es- 
forzado en  dar  una  batalla  ,  y  cuando  tenia  es- 
pacio, de  noche  escribia  por  propias  manos  sus 
heroicos  hechos;  y  puesto  que  tuvo  muchos  co- 
ronistas, no  lo  quiso  fiar  dellos,  que  él  lo  escri- 
bió, é  há  muchos  años  ,  y  no  lo  sabemos  cierto; 
y  lo  que  yo  digo,  ayer  fué,  á  manera  de  decir; 
ansi  que  no  es  mucho  que  yo  ahora  en  esta 
relación  declare  en  las  batallas  que  me  hallé 
peleando  y  en  todo  lo  acaecido  ,  para  que  digan 
en  los    tiempos  venideros:   «Esto  hizo  Bernal 
Diaz  del  Castillo  ,  para  que  sus  hijos  y  descen- 
dientes gocen  las  loas  de  sus  heroicos  hechos;» 
como  agora  vemos  las  famas  y  blasones  que  hay 
de  tiempos  pasados  de  valerosos  capitanes  ,  y 
aun  de  muchos  caballeros  y  señores  de  vasa- 
llos. Quiero  dejar  esta  plática,  porque  si  hubie- 
se de  meter  más  en  ella  la  pluma  ,  dirían  algu- 
nas personas  maliciosas  y  desparcidas  lenguas, 
quo  no  me  querrán  oir  de  buena  gana,  que  salgo 
del  orden  que  debo,  y  por  ventura  les  sera  muy 
odioso  ;  y  esto  que  dicho  tengo  de  mí  raesmo, 

n 


402  BSRNAL  DUZ. 

¿ayer  fué,  á  manera  de  decir ,  que  no  son  mu- 
chos años  pasados,  como  las  historias  romanas; 
y  testigos  hay  conquistadores  que  dirán  que 
todo  lo  que  digo  es  ansi ,  que  si  en  alguna  cosa 
me  hallasen  vicioso  ó  escuro  ,  es  de  tal  manera 
el  mundo ,  que  me  lo  contradirían  ;  mas  la  mis- 
ma relación  da  testimonio;  y  aun  con  decir  ver- 
dad ,  hay  maliciosos  que  lo  contradirían  si  pu- 
diesen. Y  para  que  bien  se  entienda  todo  lo  que 
dicho  tengo,  y  en  las  batallas  y  reencuentros  de 
guerra  en  que  me  he  hallado  desde  que  vine  á 
descubrir  la  Nueva-España  hasta  que  estuvo 
pacificada,  sin  las  que  adelante  diré ;  y  puesto 
que  hubo  otras  muchas  guerras  y  reencuentros, 
I  y  que  yo  no  me  hallé  en  ellas  ,.  ansi  por  estar 
mal  herido  como  por  tener  otros  males  que  con 
los  trabajos  de  las  guerras  suelen  recrecer ;  y 
también  ,  como  habia   muchas  provincias  que 
conquistar,  unos  soldados  íbamos  á  unas  entra- 
das y  provincias  y  otros  iban  á  otras  ;  mas  en 
las  que  yo  me  hallé  son  Tas  siguientes: 

Primeramente  ,  cuando  vine  á  descubrir  á  la 
Nueva-España  y  lo  de  Yucatán  con  un  capitán 
que  se  decia  Francisco  Hernández  de  Córdoba, 
en  la  Punta  de  Cotoche  un  buen  reencuentro  de 
guerra.) 

Luego  más  adelante  ,  en  lo  de  Champoton, 
una  buena  batalla  campal  ,  en  que  nos  mataron 
la  mitad  de  todos  nuestros  compañeros  é  yo  • 
salí  mal  herido,  y  el  capitán  con  dos  heridas,  de 
que  murió. 


COHOUISTA    DE   N  til  VA -ESPAÑA.  403 

Luego  de  aquel  viaje  en  lo  de  la  Florida, 
cuando  fuimos  á  tomar  agua  ,  un  buen  reen- 
cuentro de  guerra,  donde  salí  herido  ,  y  alli  nos 
llevaron  vivo  un  soldado. 

Y  cuando  vine  con  otro  capitán  que  se  decia 
Juan  de  Grijalva,  una  batalla  campal  que  fué 
con  los  de  Champoton,  que  fué  en  el  mismo  pue- 
blo la  primera  vez  cuando  lo  de  Franeisco  Her- 
nández, y  nos  mataron  diez  soldados,  y  el  capi- 
tán salió  mal  herido. 

Despuee  cuando  vine  tercera  vez  con  el  capi- 
tán Cortes,  en  lo  de  Tabasco,  que  se  dice  el  rio 
de  Grijalva,  en  dos  batallas  campales,  yendo 
por  capitán  Cortés. 

De  que  llegamos  ala  Nueva-España,  en  ia  de 
Cingapacinga,  con  el  mismo  Cortés. 

De  ahí  á  pocos  dias  en  tres  batallas  campales 
en  la  provincia  de  Tlascala,  con  Cortés. 

Luego  el  peligro  de  lo  de  Cholula. 

Entrados  en  Méjico,  me  hallé  en  la  prisión  de 
Montezuma;  no  lo  escribo  por  cosa  que  sea  de 
contar  de  guerra,  sino  por  el  gran  atrevimien- 
to que  tuvimos  en  prender  aquel  tan  grande 
cacique. 

De  ahí  obra  de  cuatro  meses,  cuando  vino  el 
capitán  Narvaez  contra  nosotros,  y  traia  mil  y 
trescientos  soldados  ,  noventa  de  á  caballo  y 
ochenta  ballesteros  y  noventa  espingarderos, 
y  nosotros  fuimos  sobre  él  ducientos  y  sesenta 
y  seis ,  y  le  desbaratamos  y  prendimos  coa 
Cortés. 


404  BERNAL  DÍAZ. 

Luego  fuimos  al  socorro  de  Albarado,  que 
ie  dejamos  en  Méjico  en  guarda  del  gran 
Montezuma,  y  se  alzó  Méjico,  y  en  ocho  dias 
con  sus  noches  que  nos  dieron  guerca  los  meji- 
canos, nos  mataron  sobre  ochocientos  y  sesenta 
soldados;  pongo  aquí  en  estos  dias  ,  que  bata- 
llamos seis  dias,  y  batallas  en  que  me  hallé. 

Luego  en  la  batalla  que  dimos  en  esta  tierra 
de  Obtumba;  «luego  cuando  fuimos  sobre  Tepea- 
ca,  en  una  batalla  campal,  yendo  por  capitán  el 
marques  Cortés. 

Después  cuando  íbamos  sobre  Tezcuco,  en  un 
reencuentro  de  guerra  con  mejicanos  y  los  de 
Tezcuco,  yendo  Cortés  por  capitán. 

En  dos  batallas  campales,  y  salí  bien  herido 
de  un  bote  de  lanza  en  la  garganta,  en  compa- 
ñía de  Cortés. 

Luego  en  dos  reencuentros  de  guerra  con  los 
mejicanos  cuando  íbamos  á  socorrer  á  ciertos 
pueblos  de  Tezcuco,  sobre  la  cuestión  de  unos 
maizales  de  una  vega;  que  están  entre  Tezcuco  y 
Méjico.  Luego  cuando  fui  con  el  capitán  Cortés, 
que  dimos  vuelta  á  la  laguna  de  Méjico,  en  los 
pueblos  más  recios  que  en  la  comarco  habia,  los 
Peñoles,  que  ahora  se  llaman  del  Marques, 
donde  nos  mataron  ocho  soldados  y  tuvimos  mu- 
cho riesgo  en  nuestras  personas,  que  fué  descon- 
siderada aquella  subida  y  tomada  del  peñol,  con 
Cortés  Luegoen  la  batalla  de  Cuernavaca,  con 
Cortés.  Luego  en  tres  batallas  en  Suchimileco, 
donde  estuvimos  en  gran  riesgo  todos  de  núes- 


COH QUISTA   DE   NUEVA-ESPAÍíA.  405 

tras  personas,  y  nos  mataron  cuatro  soldados, 
con  el  mismo  Cortés. 

Luego  cuando  volvimos  sobre  Méjico,  en  no- 
venta y  tres  dias  que  estuvimos  en  la  gajiar, 
todos  los  más  destos  dias  y  noches  temarnos  ba- 
tallas campales,  y  hallo  por  cuenta  que  serian 
más  de  ochenta  batallas,  reencuentros  de  guer- 
ras en  las  que  entonces  me  hallé. 

Después  de  ganado  Méjico,  me  envió  si  capi- 
tán Cortés  á  pacificar  las  provincias  de  Guaca- 
cualco  y  Chiapa  y  Zapotecas,  y  me  hallé  en  to- 
mar la  ciudad  de  Chiapa,  y  tuvimos  dos  batallas 
campales  y  un  reencuentro. 

Después  en  los  de  Chamula  y  Cuitlan  otros 
dos  encuentros  de  guerra. 

Después  en  Teapa  y  Cimatan  otros  dos  reen- 
cuentros de  guerra,  y  mataron  dos  compañeros 
mios  y  á  mí  me  hirieron  malamente  en  la  gargan- 
ta. Más,  que  se  olvidaba,  cuando  nos  echaron  de 
Méjico,  que  salimos  huyendo,  en  nueve  dias  que 
peleamos  de  uia  y  de  noche,  en  otras  cuatro  ba- 
tallas. Después  la  ida  de  Higueras  y  Honduras 
con  Cortés,  que  estuvimos  dos  años  y  tres  meses 
hajsta  volver  á  Méjico,  y  en  un  pueblo  que  lla- 
maban Culacotu  hubimos  una  batalla  campal, 
y  á  amí  me  mataron  el  caballo,  que  me  costó 
seiscientos  pesos. 

Después  de  vuelto  á  Méjico  ayudé  á  pacifi- 
car las  sierras  de  los  zapotecas  y  ininxes  ,  que 
se  habían  alzado  entre  tanto  que  estuvimos  en 
aquella  guerra. 


406  BIRNAL  DI  Ai . 

No  cuento  otros  muchos  reencuentros  de  guer- 
ra, porque  seria  Dunca  acabar,  ni  digo  de  cosas 
de  grandes  peligros  en  que  me  hallé  y  se  vido 
mi  persona. 

Y  tampoco  quiero  decir  cómo  soy  uno  de  los 
primeros  que  volvimos  á  poner  cerco  á  Méjico 
primero  que  Cortés  cuatro  ó  cinco  dias;  por  ma- 
nera que  vine  primero  que  el  mismo  Cortés  á 
descubrir  la  Nueva-España  dos  veces,  y  como 
dicho  tengo,  me  hallé  en  tomar  la  gran  ciudad 
de  Méjico  y  en  quitarles  el  agua  de  Chalpute- 
pequc,  y  hasta  que  se  ganó  Méjico  no  entró 
agua  dulce  en  aquella  ciudad. 

Por  manera  que,  á  la  cuenta  que  en  esta  re- 
lación hallarán,  me  he  hallado  en  ciento  y  diez 
y  nueve  batallas  y  reencuentros  de  guerra,  y 
no  es  mucho  que  me  alabe  dello,  pues  que  es  la 
mera  verdad;  y  estos  no  son  cuentos  viejos  ni  de 
muchos  años  pasados,  de  historias  romanas  ni 
ficciones  de  poetas;  que  claros  y  verdaderos  es- 
tán mis  muchos  y  notables  servicios  que  he  he- 
cho á  Dios  primeramente,  y  á  su  majestad  y  á 
toda  la  cristiandad,  y  muchas  gracias  y  loores 
doy  á  nuestro  Señor  Jesucristo,  que  me  ha  es- 
capado para  que  agora  tan  claramente  lo  escri- 
ba; é  mas  digo,  é  me  alabo  dello,  que  me  hallé 
yo  en  tantas  batallas  y  rencuentros  de  guerra 
como  dicen  las  historias  en  que  se  halló  el  Em- 
perador Enrique  IV. 

FIN  DI  LA  CONQUISTA  DE  NÜEVA-ISPANA . 


ÍNDICE. 


Páginas. 

Capitulo  CLXVin 5 

—  CLX1X 26 

—  CLXX 43 

—  CLXXI.      ........  48 

—  CLXII 53 

—  CLlXIII 63 

—  CLXXIV 71 

—  CLXXV 79 

—  CLXXVI 90 

—  CLXXV11 98 

—  CLXXVIII 107 

—  CLXXIX 123 

—  CLXXX 126 

—  CLXXXI 131 

—  CLXXXII.     .     ......  136 

—  CLXXXIIl 139 

—  CLXXXIV 147 

—  CLXXXV 154 

—  CLXXXV1 168 

—  CLXXXVII 170 

—  CLXXXV11I 174 


Páginas. 

Capitulo  CLXXXIX "¿¡T" 

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