REFLEXIONES PARA UNA POLÍTICA SOBRE ORGANISMOS TRANSGÉNICOS EN MÉXICO: EL CASO DEL MAÍZ Pag. 8 LOS PARÁSITOS EN EL CONTEXTO DE LA BIODIVERSIDAD Y LA CONSERVACIÓN Pág. 11 TRANSGÉNICOS BOLETÍN BIMESTRAL DE LA COMISIÓN NACIONAL Los ORGANISMOS vivos MODIFICADOS avanzan rápi- damente por la ruta que nace en la investigación bási- ca, pasa por las aplicaciones industriales y termina en los alimentos de las mesas mayoritarias. Los transgéni- cos también recorren la confusa vereda que va de las revistas científicas a los pasquines de diversa índole. La biología no debe permanecer indiferente en el pro- ceso de discusión ciudadana sobre la biotecnología y sus productos. Es mucho lo que el gremio puede perder en una discusión desinformada, pero es más aún lo que se puede ganar formando opinión. Los biólogos deben contribuir sistemáticamente a estos debates y ayudar a racionalizar los retos que plantea aislar y manipular ge- nes para insertarlos en otros organismos y lograr la ex- presión de caracteres novedosos. BIODIVERSIDAD Jorge Larson Guerra* Plantación de algodón transgénico en la Comarca Lagunera © Jorge Larson TRANSGÉNICOS : CIENCIA Y CIUDADANÍA Nuestra generación presencia una transformación paradigmática de las ciencias de la vida de equiva- lente profundidad a la que tuvo la teoría de la evolución en el siglo xix. Pero sus consecuencias serán cualitativamente distintas para la humanidad y la vida en el planeta. Aquella revolución conceptual le dio a la biología una perspectiva teórica para desarrollarse y ubicó con mayor honestidad el lugar de nuestra especie entre los seres que habitan en la Tierra. Sin embargo, el nuevo paradigma tiene otros ejes: una visión de los seres vivos como información (el código gené- tico para poseer y manipular); transformaciones de la vida con in- tensidad técnica nunca vista, así co- mo una penetración de las ciencias de la vida como tecnologías aplica- das en todas las áreas de la produc- ción primaria y la industria. Resulta un privilegio ver a las ciencias de la vida descubrir, desci- frar y transformar con mayor preci- sión sus objetos de estudio. Es emocionante ver a la biología mo- lecular y a la genética derribando dogmas y profundizando nuestra comprensión de los seres vivos. Las herramientas que posibilitan estas maravillas son las mismas que potencian nuestra capacidad intervencionista sobre la privacidad evolutiva. Nos movemos en un te- rritorio fronterizo minado de con- tradicciones. ¿Qué es un transgénico? Adoptada recientemente dentro del Protocolo de Cartagena sobre Bio- seguridad (2000), la definición en- cadena tres conceptos: el organis- mo vivo, el organismo vivo modificado y la biotecnología mo- derna. El organismo vivo es “cual- quier entidad biológica capaz de transferir o replicar material genéti- co, incluyendo organismos estéri- les, virus y viroides”. El organismo vivo modificado (OVM) es “cual- quier organismo que posea una combinación novedosa de material genético obtenida mediante el uso de biotecnología moderna”. Final- mente, la biotecnología moderna es “la aplicación de: i] técnicas in vi- tro de ácidos nucleicos, incluyendo el ácido desoxirribonucleico (dna) recombinante y la inyección directa de ácidos nucleicos a células u or- ganelos, o ii] la fusión celular más allá de la familia taxonómica, tales que sobrepasan barreras naturales fisiológicas, reproductivas o de re- combinación y que no sean técnicas utilizadas en la selección y el mejo- ramiento tradicional”. Dentro del organismo vivo se incluyen organismos estériles, vi- rus y viroides para evitar interpreta- ciones sobre la capacidad de trans- ferir y replicar genes que pudieran tener ciertos organismos modifica- dos, mismas que podrían dar lugar a subterfugios para evitar las eva- luaciones de riesgo, el etiquetado o las notificaciones. El punto central del OVM es su novedad y no la téc- nica mediante la cual fue creado; esta posición fue impulsada por México durante la negociación del Protocolo. El concepto de novedad establece una relación positiva con 2 las derechos de propiedad intelec- tual relacionados con ovm: si no es novedoso no es candidato a protec- ción y si es patentado o protegido entonces es novedoso y se deben evaluar sus riegos. La relación esta- blecida permite ubicar a quienes producen, utilizan o poseen OVM con el fin de identificar claramente a los responsables de estos nuevos productos biotecnológicos. Final- mente, la novedad debe ser produ- cida mediante biotecnología mo- derna, definición cuyo sustento es que se sobrepasen las barreras na- turales de la recombinación. Sin embargo, en la definición hay dos incisos que semejan una lista de biotecnologías modernas. México se opuso constantemente a esta es- trategia ya que la definición de lo que es un OVM es la primera deli- mitación del ámbito del Protocolo. Con el tiempo y la experiencia ve- remos los efectos de esta definición y están también por verse las impli- caciones del concepto de familia taxonómica utilizado o los paráme- tros que separan lo tradicional de lo moderno en materia de selección y mejoramiento genético. La defini- ción de la biotecnología moderna introduce ciertos recovecos en el Protocolo. México buscó en Mon- treal (1998) y Cartagena (1999) una definición más amplia de la biotecnología moderna porque es más importante la calidad de un or- © Jorge Larson ganismo nuevo que la manera en que fue creado. También en la ge- nética vale más la calidad que la cantidad. Las biotecnologías van a seguir cambiando rápidamente, pero el in- terés de evaluar y manejar riesgos se relaciona con la novedad de los productos. En nuestro país se está discutiendo la legislación y regula- ción de la bioseguridad: podemos suponer una definición sutil pero sustancialmente diferente de la del Protocolo. Será más útil para el país una definición amplia que no caduque junto con las tecnologías sino que nos mantenga actualiza- dos respecto a la novedad de los productos de la biotecnología. Tampoco es sano tener una defini- ción que regula el proceso de pro- ducción y no el producto: se coloca a la regulación ambiental en una ló- gica inversa a la comercial, en la que se evalúa el producto y no el proceso. De cualquier manera, en el ám- bito internacional esta definición delimitará por unos años qué orga- nismos serán sujetos de notificacio- nes entre estados y de evaluaciones de riesgo antes de realizar un movi- miento transfronterizo de transgé- nicos. Éste es un ejemplo claro de que las ciencias de la vida han en- trado de lleno en el terreno de las leyes, las obligaciones y la diplo- macia internacional. Los biotecnólogos han partici- pado activamente en estas discusio- nes, pero muchas otras disciplinas deberían interesarse en opinar. La delimitación que hagamos de los diversos ámbitos de la bioseguri- dad tendrá implicaciones importan- tes para la investigación básica y aplicada. En esta discusión la bio- logía tiene mucho que decir. México en la negociación del Protocolo La construcción de la posición de México involucró a más de diez di- recciones generales en cinco secre- tarías de Estado, consulta con cien- tíficos del Comité Nacional de Bioseguridad Agrícola, así como consultas informales con los secto- res social y privado, particular- mente con Greenpeace-México y el grupo Pulsar (ahora Savia). La pre- misa que sustentó la posición de © Jorge Larson 3 Bacterias nuestro país fue que somos uno de los centros de origen y diversidad de plantas cultivadas, y de ahí nuestro compromiso con el Proto- colo como instrumento de carácter ambiental emanado del Convenio sobre la Diversidad Biológica y con el principio precautorio aplica- do con bases científicas. El primer logro de esta posición fue que Mé- xico se sentó en la mesa con los países que eventualmente se cono- cieron como el grupo comprometi- do con el Protocolo, entre los que estaban Japón, Corea, Noruega, Nueva Zelanda y Suiza. Las presio- nes para que nos acercáramos al grupo de Miami no fueron pocas y resistirlas fue posible gracias a que llegamos con una posición clara- mente distanciada de la de los agroexportadores de granos trans- génicos. La negociación fue intensa y, para la primera mitad de la reunión de Cartagena, en el Preámbulo no había mención alguna de los recur- sos fitogenéticos para la agricultura y la alimentación. México realizó una escaramuza diplomática para lograr el considerando siguiente: “Reconociendo también la crucial importancia que tienen para la hu- manidad los centros de origen y los centros de diversidad genética”. El lenguaje preambular es auxiliar en la interpretación del texto legal: es- to evidentemente nos debe ayudar a aplicar el principio precautorio en casos como el maíz o las calabazas, pero el uso real que le demos de- penderá más de lo que hagamos dentro del país que del Protocolo mismo. De manera constante se valoró la relación del Protocolo con nues- tra realidad para promover solucio- nes administrativas acordes con nuestra institucionalidad. Final- mente, se trabajó intensamente en el asunto de la responsabilidad y la indemnización, asunto que aún lle- vará algunos años en el marco del Protocolo. Sin embargo, el tema si- gue pendiente en la agenda nacio- nal. El Protocolo es un instrumento para regular el movimiento trans- fronterizo de los transgénicos; la obligación de regularlos para evitar riesgos a la diversidad biológica es un asunto de conservación in situ que debemos cumplir en todo el ámbito nacional. Niveles de riesgo para la diversidad biológica Los nuevos organismos tienen combinaciones de material genéti- co que no se habrían producido de manera natural y pueden ser libera- dos al medio ambiente; es más, mu- chos de éstos tienen aplicaciones que implican su liberación al medio ambiente. Existe una amplia tradi- ción de bioseguridad para el trabajo en laboratorio con microorganis- mos patógenos y estas prácticas se pueden adaptar a la producción in- dustrial confinada en laboratorios. Sin embargo, no existe una cultura de bioseguridad respecto al manejo de organismos modificados en el medio ambiente. ¿Vamos a clasifi- car los niveles de riesgo para la di- versidad biológica? ¿Qué criterios utilizaremos? Evidentes son la pa- togenicidad, la toxicidad y la com- patibilidad reproductiva entre el transgénico y sus congéneres. Otros más sutiles son la irreversibilidad de la liberación al medio ambiente, los efectos inesperados y las trans- formaciones que tienen que ver con los sistemas reproductivos o las hormonas de crecimiento. La clasi- ficación de los niveles de riesgo es una tarea clave para llegar a una ra- cionalización de los posibles efec- tos sobre la diversidad biológica. Riesgos ecológicos La biología evolutiva, entendida de forma amplia e incluyente, tiene la responsabilidad de participar de manera informada, crítica y propo- sitiva en el debate de los transgéni- cos. Sin esta contribución será muy difícil construir una política de Es- tado coherente en esos espacios de decisión donde se juntan la biotec- nología y la diversidad biológica. Justo es reconocer que muchos científicos independientes y organi- zados han contribuido a estos deba- 4 tes; resaltan la Sociedad Mexicana de Biotecnología y Bioingeniería, la Sociedad Botánica de México y la Academia Mexicana de Cien- cias. Sin embargo, insisto en que las ciencias de la vida deben ayudar sistemáticamente a racionalizar las implicaciones de la biotecnología moderna y sus productos para evi- tar que fundamentalismos de diver- sa índole ocupen el nicho vacío. Los costos de esta ausencia pueden ser altos para la investigación bási- ca y aplicada. Las aristas de la bioseguridad La agenda es amplia ya que se rela- ciona con temas como los derechos de los consumidores y los agricul- tores, la libertad de investigación, el acceso a la información, la ética, el uso de plaguicidas y herbicidas, la conservación de los recursos biológicos nacionales, la produc- ción primaria en ambientes extre- mos y marginales, nuestro desarro- llo biotecnológico y las políticas de propiedad industrial. En todos estos asuntos la biología tiene mucho que decir. Nutrir el debate dentro de las ciencias de la vida segura- mente elevará el nivel de las discu- siones en los medios y alimentará positivamente la construcción de políticas públicas racionales de bioseguridad. Los biólogos estamos inicián- donos en los territorios de la res- ponsabilidad profesional. El inge- niero que calcula mal un puente o el médico negligente tienen que en- frentar las consecuencias de sus ac- tos. La biología debe profundizar en este aspecto de su actividad pro- fesional antes de que la realidad nos lleve al tema con casos que la- mentar. La responsabilidad jurídica promoverá un ejercicio responsable de la aplicación de las nuevas tec- nologías. El terreno de la responsa- bilidad y la indemnización por da- ños es un asunto relevante en materia de biotecnología pero no lo es menos en el derecho ambiental en general. Liberación al medio ambiente En la decisión específica de liberar al medio ambiente un “bicho” nove- doso la última palabra la deben te- ner grupos interdisciplinarios donde estén bien representadas la ecología evolutiva, la biogeografía y la bio- tecnología. También se debe cons- truir la institucionalidad para que, una vez evaluados los riesgos, éstos sean manejados responsablemente y se establezca un monitoreo de largo plazo respecto a sus efectos sobre el medio ambiente y la diversidad bio- lógica de México. Paradójicamente, el potencial predictivo de la ecolo- gía evolutiva sobre los riesgos es a un tiempo vigoroso y especulativo. De ahí la necesidad de proceder con inteligencia y precaución, constru- yendo políticas coherentes sobre lo que podemos predecir y sobre la ex- periencia que se va acumulando. Respecto a los beneficios es funda- mental evaluarlos adecuadamente para colocarlos en la balanza y to- mar decisiones útiles para el país en términos de costos y beneficios a mediano y largo plazos. Mezclando los reinos de la vida Para los biólogos también es muy importante reconocer que si bien las plantas, en el terreno de la agri- cultura, son la vanguardia en estos asuntos, veremos desarrollos bio- tecnológicos basados en organis- mos de todos los reinos de la vida. Esto implica que para poder eva- luar los riesgos se requiere conocer la historia natural de los organis- mos involucrados en la producción de cualquier transgénico, el origen de los genes que se insertan y la biología del organismo receptor. No habrá biólogo capacitado para evaluar los riesgos de todo lo que vendrá. Sin interdisciplina y una participación amplia será difícil va- lorar adecuadamente riesgos para la biodiversidad y beneficios pro- ductivos y ambientales. La CONABIO ha financiado cen- tenares de proyectos que nutren un sistema de información biológica. Estos datos ya se comienzan a utili- zar para evaluar los riesgos de trans- génicos que son mayoritariamente 5 Jitomates, maíces y algodones Hace ya más de 12 años que en nuestro país se sembró por prime- ra vez un transgénico: fue un jitomate con genes de una bacteria llamada Bacillus thuringiensis (Bt), mismos que codifican para la expresión de una proteína cristalina tóxica para algunas plagas. El experimento fue realizado por Campbells-Sinalopasta y sólo duró una temporada. Tres años después siguieron pruebas del jitomate FlavrSavr™, con una modificación antisentido de rna que retrasa la maduración del fruto (se anula la expresión de un gen más que introducir uno nue- vo). Después de varias temporadas de evaluación agronómica, las variedades de Calgene y Zeneca que tienen la modificación resul- tante de la tecnología del FlavrSavr™ fueron desreguladas, es de- cir, se les liberó de la supervisión del Estado. Hasta ahora, esta ex- periencia parece haber sido neutra en sus efectos ambientales, sa- nitarios y comerciales. El hecho de que haya sido desregulado y que los mexicanos lo hayamos consumido durante años, ya sea fresco o en productos derivados, plantea muchas preguntas en tor- no a los alcances de la desregulación, del derecho a la información y de los derechos de los consumidores, interrogantes que con el tiempo habrá de responder la recientemente creada Comisión In- tersecretarial de Bioseguridad y Organismos Modificados Genética- mente. Aun hoy resulta justo que se nos informe si estamos consu- miendo estos jitomates. Desde la perspectiva específica de la diversidad biológica es im- portante saber si hubo un monitoreo preciso de estos organismos en el medio ambiente. La posibilidad de que se transfiera el carác- ter novedoso a los parientes domesticados o silvestres del jitomate es baja debido a que sus sistemas reproductivos tienden a la In- compatibilidad y la autopolinización. Sin embargo, una liberación involuntaria al medio ambiente puede suceder mediante muchos mecanismos. ¿Se han establecido poblaciones ferales de este jito- mate en el país? ¿Qué efectos podría tener la maduración retarda- da en variedades criollas cultivadas en temporal o sobre poblacio- nes silvestres? Estas son preguntas que no podremos contestar sin un monitoreo permanente de la diversidad biológica, incluidos los transgénicos. Sería penoso que el año 2025 un biólogo quisiera ha- cer su tesis sobre los efectos de largo plazo de los organismos vi- vos modificados y no se le pudiera dar información precisa y mate- riales de referencia adecuados (por ejemplo, fechas, localidades, semillas viables y secuencias insertas). Para la biodiversidad, lo más preocupante es la poca variedad de jitomates disponibles en los mercados de la región que fue su cen- tro de origen. Italia, por ejemplo, tiene ahora una gran diversidad de jitomates en sus estantes: nosotros sólo tenemos tres o cuatro. ¿Cómo actuar para detener y revertir la pérdida de diversidad ge- nética en la agricultura? La respuesta no está en la bioseguridad si- no en la planeación de largo plazo de la oferta agrícola nacional y de la cultura alimentaria que desarrollará México en el largo plazo. En este asunto de seguridad nacional enfrentamos un largo proce- so en el cual tendrán que definirse derechos y obligaciones para to- das las formas que tiene en nuestro país la agricultura. Las primeras solicitudes para hacer evaluaciones de campo en Mé- xico catalizaron la creación del Comité Nacional de Bioseguridad Agrícola (cnba), grupo interdisciplinario de científicos que ha adqui- rido experiencia en la evaluación de riesgos. Este grupo autorizó entre 1993 y 1998 algunos experimentos con maíz modificado en invernaderos contenidos de alta seguridad y en el campo, con la estricta restricción de cosechar antes de la floración del maíz. Mercado de San Remo, Italia. © Fulvio Eccardi productos privados. La información de estos proyectos es un patrimo- nio público cuyo uso en este contexto está plena- mente justificado por ra- zones de seguridad na- cional. Sin embargo, no debemos perder de vista que es costoso consoli- dar los inventarios bio- lógicos de México. Esta situación pone sobre la mesa la disyuntiva de cobrar o no por el uso de esta infor- mación. De no hacerlo se debe ga- rantizar un presupuesto suficiente para consolidar las capacidades de la CONABIO en esta materia; si se opta por el cobro, se deben estable- cer reglas para garantizar que los fondos obtenidos sustenten el pro- yecto de información para la eva- luación de riesgos que está imple- mentando la CONABIO. Bioseguridad y conservación de la diversidad genética En cualquier caso, debemos tener claro que pretender la conservación de los recursos genéticos a partir de la regulación de los OVM es iluso- 6 En 1998 el cnba tomó la decisión de suspender cualquier experi- mento con maíz transgénlco en el campo mexicano. Aplicando el principio precautorio con bases científicas, un grupo de profesionales comprometidos estableció una moratoria de fado a cualquier liberación al medio ambiente de maíz transgénico. Para cambiar esta decisión no sólo habrá de construirse un amplio y difí- cil consenso: primero habrá que establecer una política racional pa- ra la conservación in situ de los maíces criollos del México indígena y campesino. Nuestro país importa maíz y sus derivados para uso en la industria alimentaria. Vienen mezclados transgénicos e híbridos tradiciona- les cuyo bajo precio beneficia a algunos, al mismo tiempo que des- truye la economía maicera de temporal. La producción de la franja maicera norteamericana, sea o no transgénica, está fuertemente subsidiada de múltiples maneras: más de cincuenta años de inves- tigación y apropiación de germoplasma, estímulos directos, ¡nsu- mos energéticos y costos ambientales no considerados en los pre- cios. En mi opinión, hay muestras claras de un dumping ecológico que justificaría ampliamente una medida comercial para elevar los precios internos de los maíces que son cultural y biológicamente importantes para México. No hablo de un subsidio generalizado o precios de garantía, sino del apoyo a los agricultores temporaleros mediante la promoción de la conservación in situ y de los mercados para los maíces nuestros. En el marco de los acuerdos comerciales multilaterales hay terreno para construir este proceso. Lo que falta es consensar una política coherente para la agricultura del país. La diversidad del maíz está intrínsecamente relacionada con nuestra cultura alimentaria y, al igual que en el caso de los jitomates, para consen/ar in situ estos recursos fitogenéticos se requiere una siner- gia planeada entre el Estado, los productores y los consumidores. El caso del algodón transgénlco Bt en Tamaulipas y la Comarca La- gunera muestra otra cara de la moneda. El beneficio ambiental ob- tenido hasta ahora tiene valores ambientales incontestables. El cul- tivo del algodón ha sido el mayor consumidor de insecticidas en el mundo y el uso de estas tecnologías reduce sustancialmente el nú- mero de aspersiones. Por primera vez en la historia de la región Lagunera el cultivo del algodón consume menos insecticidas que el maíz y las hortalizas. Enhorabuena, pero debemos avanzar en eva- luar los efectos positivos o negativos de los defoliadores químicos utilizados y en la posible adopción de transgénicos con resistencia a herbicidas. Las preguntas ecológicas se modifican cuando cam- bia el rasgo novedoso del transgénico y con la intensidad tecnológi- ca de los procesos productivos. Quiero insistir en mi punto de vista. El eventual etiquetado del jito- mate transgénico no nos devolverá la diversidad de los jitomates al campo o a nuestras mesas. Prohibir la siembra de maíz transgéni- co en México no implica que tengamos una política de Estado que proteja la diversidad del maíz para nuestro sustento cultural y para el futuro de la humanidad. Los apoyos dados por el Estado al culti- vo de algodón transgénlco se justifican por los beneficios ambienta- les logrados en entornos altamente contaminados, pero esto sólo evidencia la ausencia de apoyos para los productores orgánicos o para los que trabajan con algodones tradicionales de color natural. Es decir, que la bioseguridad es una práctica para evitar y manejar riesgos pero de ninguna manera constituye una política de conser- vación de los recursos genéticos; que cada paso que demos en materia de conservación sea en realidad una preocupación menos en materia de bioseguridad. rio. Son muchos los procesos que inciden sobre la pérdida de diversi- dad genética y los transgénicos no son ni de lejos la principal amena- za. Es mucho más urgente orques- tar acciones concretas de conser- vación in situ y ex situ de recursos genéticos mexicanos, articuladas con las políticas de producción en el sector primario. La tragedia ambiental es cono- cida de todos y sus causas están ín- timamente ligadas a las políticas que han prevalecido en el campo mexicano. La biotecnología y sus productos no son el nuevo enemigo a vencer. Pueden ser aliados si en la delincación de su desarrollo nacio- nal participan activamente sectores más amplios de las ciencias de la vida. En el siglo XX presenciamos un desarrollo biológicamente des- ordenado en el México rural, con costos ambientales muy altos. Ape- nas estamos a tiempo para iniciar acciones que eviten que esto se re- pita en el siglo que comienza. La relación entre biodiversidad y biotecnología tiene muchos más aspectos positivos que negativos. Una parte de la población comien- za a percibir más riesgos y privati- zaciones que beneficios colectivos. Si la sociedad ha de compartir una postura positiva respecto al uso de la biotecnología, las ciencias de la vida no pueden darse el lujo de per- manecer indiferentes. 'V ■"Biólogo de la Facultad de Ciencias de la UNAM y colaborador de la CONA- BIO. Fue coordinador técnico de la delegación mexicana a la negocia- ción del Protocolo de Cartagena so- bre Bioseguridad. 7 Daniel Piñero* REFLEXIONES PARA UNA POLÍTICA SOBRE ORGANISMOS TRANSGÉNICOS EN MÉXICO: EL CASO DEL MAÍZ Fotos: © Fulvio Eccardi La introducción de una nueva tecnología al mercado tiene siempre ventajas y desventajas. Debemos recordar, sin embargo, que la mayo- ría de las tecnologías que utiliza- mos tienen o pueden tener riesgos. En ocasiones, la utilización de tal o cual nueva tecnología ha tenido un costo muy elevado, pero por otro la- do es difícil demostrar que algo no hace daño. ¿Quién afirmaría, por ejemplo, que los teléfonos celulares no causan ningún problema a la sa- lud? Demostrar que algo es la causa de un fenómeno es más simple. Es- ta disyuntiva la enfrentan también la biotecnología y los organismos transgénicos. La demostración de que un determinado organismo no es dañino es imposible porque no se pueden hacer todos los experimen- tos que se requerirían para ello. Algunas definiciones Los transgénicos (también llama- dos organismos vivos genética- mente modificados) son organismos que tienen en su material genético genes que de forma natural no po- drían entrar a su acervo. Por ejem- plo, si tenemos un gene de un hon- go transferido por tecnología de ADN recombinante a una papa, lla- maríamos a la papa transgénica. La papa puede adquirir genes de otras razas o especies de papa por una cruza con ellas o por la unión de sus granos de polen con los óvulos de las otras papas, pero no hay nin- guna forma de intercambio de ge- nes entre un hongo y una papa, por lo que la transferencia de ellos esta- ría violando las barreras naturales de la reproducción. La tecnología de adn recombi nante pone dentro del organismo vi- vo modificado no solamente el gene que interesa introducir para incre- mentar el rendimiento agronómico o la calidad alimentaria, sino tam- bién otros genes que están dentro del vehículo (una molécula de ADN circular que se utiliza para introdu- cir y manipular los genes en forma mas fácil). Estos vehículos tienen, entre otros genes, algunos que con- fieren resistencia a ciertos antibióti- cos a las bacterias que los portan. México es un país de alta diver- sidad biológica, esto es, tiene una gran cantidad de especies animales y vegetales; por ello se le llama un país megadiverso. Dentro de esta gran cantidad de especies están in- cluidas muchas que son parientes silvestres de las especies cultiva- das. Entre ellas se encuentran el 8 Una política para la evaluación de organismos transgénicos debe determinar cuáles son los beneficios para la sociedad y las comunidades rurales que los producirían y cuáles serían los costos. maíz, el frijol, la calabaza, el toma- te, etc. Así, en México tenemos de- cenas de especies silvestres que son parientes de las especies cultivadas, lo que quiere decir que en muchos casos se pueden cruzar entre ellas en forma natural, simplemente con que los granos de polen de una de ellas se pongan en contacto con los estigmas de la otra. Análisis básico: costo/beneficio Una política para la evaluación de organismos transgénicos debe in- cluir como un primer aspecto un análisis de costo-beneficio. Se debe determinar cuáles son los benefi- cios para la sociedad y las comuni- dades rurales que los producirían y cuáles serían los costos. Estos últi- mos se pueden dividir en dos gran- des sectores: los costos asociados a la salud humana y aquellos asocia- dos a la salud de los ecosistemas. En este contexto, considero que un análisis de las condiciones del maíz podría dar luz acerca de las políti- cas generales que, como país, debe- ría adoptar México. Los tipos de maíces transgénicos Hay dos tipos de maíces transgéni- cos que actualmente se podrían producir en México. El primero de ellos contiene un gene de la bacte- ria Bacillus thuringiensis que codi- fica para una proteína que tiene una actividad de insecticida. El segun- do contiene un gene que proporcio- na resistencia a herbicidas. En el caso del maíz que contie- ne la proteína que confiere resisten- cia a ataques de insectos, la ventaja en principio parece obvia porque una alta proporción de la produc- ción de maíz se pierde por ese tipo de herbivoría. Desgraciadamente la resistencia se ha probado con insec- tos que atacan el maíz cultivado en Estados Unidos y no tenemos prue- bas de que esa resistencia sirva pa- ra proteger el maíz de los insectos que lo atacan en México. Así, las ventajas del maíz transgénico no están claras en nuestro país ni para la sociedad ni para los campesinos que lo sembrarían. En el caso del maíz transgénico que contiene un herbicida, sabemos que los resultados experimentales, en Estados Unidos, muestran un in- cremento en el rendimiento de los maíces cuando se usan insecticidas, porque matan las malas hierbas que de otra manera crecerían a su lado e impedirían la absorción de nutrien- tes, agua y luz fundamentales para el crecimiento vegetal. Otra vez, en México estas ventajas no se han de- mostrado en condiciones experi- mentales y por lo tanto el país no tiene criterios para determinar en forma cuantitativa cuáles serían los beneficios de introducirlas ni para la sociedad ni para el agricultor. Los riesgos para la salud en am- bos casos son parecidos. Los genes de resistencia al herbicida o los ge- nes de resistencia a insectos no pa- recen tener ningún riesgo para la salud humana, pero la pregunta que se hacen los investigadores es la si- guiente: ¿en una sociedad que usa tantos antibióticos para protegerse de bacterias patógenas, cuál es el riesgo de incluir los genes conti- nuamente en nuestra dieta? La res- puesta teórica a esta pregunta es un fenómeno demostrado en 1927 que se llama transformación genética en bacterias, por el que se demostró que el ADN libre en el medio puede entrar a las células bacterianas e in- corporarse al cromosoma bacteria- no. En este caso le conferiría la resistencia a los antibióticos utili- zados. Es decir, las bacterias de nuestro organismo estarían expues- tas a pedazos de ADN que les confe- rirían resistencia a diversos antibió- ticos y esto puede a la larga ser un risego para nuestra salud. Los riesgos para el ambiente en ambos casos son un poco diferen- tes. La razón es que mientras el her- bicida estaría en el ambiente un tiempo similar al de su permanen- cia en el mercado (normalmente es- tos compuestos duran unas pocas décadas en el mercado), por otro la- do los insectos estarían en el medio un tiempo mucho mayor. La teoría de la selección natural nos dice que si la presión de selección (el insec- No debiera sembrarse maíz transgénico hasta no garantizar un riesgo cero y un beneficio claro para nuestro país, sobre todo para los agricultores que viven y han vivido por centenares de años de sembrar tan importante cultivo. to o el herbicida) se mantiene en el ambiente, se va a desarrollar una resistencia a ella. En el caso del in- secto, sus poblaciones desarrolla- rían en unas pocas generaciones (como pasó con el ddt) una resis- tencia genética a la protema de Ba- cillus thuringiensis. En el caso del herbicida, la resistencia que pudiera desarrollarse en las poblaciones con el gene de resistencia al herbicida sería menos probable porque la pre- sión selectiva desaparecería al de- saparecer el herbicida del mercado. Existe un riesgo adicional en es- pecies que tienen parientes silves- tres cerca de las plantas transgéni- cas que tiene que ver con el riesgo de que los genes transgénicos se pasen a los parientes silvestres por medio de la reproducción sexual entre ellas (que es común en mu- chos casos). Mantenerlos separa- dos es muy difícil porque otra vez las reglas básicas de la evolución nos dicen que sólo es necesario que en cada generación se crucen dos individuos adultos de las dos po- blaciones para que a la larga com- partan todos sus genes (incluyendo los transgénicos). Así, si se siembra maíz transgénico en lugares donde se puede cruzar con parientes sil- vestres sólo es necesario que pase el tiempo para que los genes tran- génicos se transfieran a los parien- tes silvestres. Las implicaciones de esto son aparentes si consideramos que los parientes silvestres del maíz, por ejemplo el teozintle, pue- den incorporar genes que les con- fieren resistencia a herbicidas o a insectos y que por ello los harían una especie de supermalezas. Conclusiones Por lo anterior, creo que es claro que en un país de alta diversidad de parientes silvestres de maíz, en el que los beneficios agronómicos no están definidos ni estudiados y donde existen riesgos conocidos y desconocidos en materia sanitaria y ambiental, no debiera sembrarse este tipo de maíz hasta no garanti- zar un riesgo cero (aquel en el que no existen riesgos ni ambientales ni para la salud) y un beneficio claro para nuestro país y sobre todo para los agricultores que viven y han vi- vido por centenares de años de sembrar tan importante cultivo. Es- ta conclusión no quiere decir que debemos rechazar definitivamente la biotecnología, sino que por aho- ra la debemos rechazar, hasta ga- rantizar que en el futuro la podre- mos usar sin riesgos y en beneficio de nuestra sociedad. *Departamento de Ecología Evolutiva, Instituto de Ecología, UNAM. 10 Gerardo Pérez-Ponce de León y Luis García Prieto* LOS PARÁSITOS EN EL CONTEXTO DE LA BIODIVERSIDAD Y LA CONSERVACIÓN El conocimiento de la diversi- dad biológica es un aspecto que día a día adquiere mayor importancia tanto para la comunidad científica como para la sociedad en general, independientemente de la escala a la que ésta pretenda ser abordada (a nivel local, regional, de una región biótica, de un país, etc.). Las cre- cientes iniciativas sobre biodiversi- dad, entendida ésta como la varie- dad y variabilidad entre los seres vivos, incluyendo el número de es- pecies, de ciados (= grupos mono- filéticos), la variación genética intraespecífica y la diversidad “fun- cional”, invariablememte abordan la siguiente pregunta: ¿cuántas es- pecies de organismos habitan en la Tierra? Desafortunadamente esta pregunta no puede ser contestada con el grado de conocimiento que actualmente se tiene, especialmen- te para algunos grupos, ya sea por su enorme diversidad y riqueza es- pecífica, por la falta de estudios sis- temáticos sobre ellos, o bien por una combinación de ambos facto- res. No resulta difícil imaginar el enorme beneficio que arrojaría un pleno conocimiento de la biodiver- sidad que existe en el planeta, tanto para la comunidad científica como para la sociedad en general . El valor de la biodiversidad La biodiversidad puede ser “valora- da” de maneras diferentes: algunas especies tienen valor porque produ- cen un beneficio económico direc- to, en forma de bienes comerciali- zables tales como el ecoturismo, así como la materia prima para la in- vestigación y generación de pro- ductos de diversa índole. La elabo- ración de medicinas y agentes de control biológico a partir de mate- ria prima obtenida en tierras vírge- nes es una actividad común en va- rios sectores productivos. Otras especies tienen valor porque pro- porcionan al ecosistema diferentes servicios, tales como la biodegra- dación de desechos agrícolas o la fijación del nitrógeno. Otras más tienen valor porque proveen la re- creación (física e intelectual) nece- saria para mantener el equilibrio en la sociedad. Asimismo, muchas es- pecies son esenciales para el bie- nestar y la permanencia de especies que tienen un valor más directo pa- ra el hombre, lo que determina su importancia. A partir de lo anterior, podemos concluir que no existe una forma objetiva de asignar un valor a la biodiversidad y que, por ende, es prácticamente imposible señalar que unas especies son más importantes que otras. En este sen- tido, los parásitos conforman un grupo de organismos a los que po- dría otorgárseles algún tipo de “va- lor”, a partir de lo señalado líneas arriba; el propósito de este ensayo es mostrar que los parásitos repre- sentan un componente importante del inventario de la diversidad bio- lógica del planeta y, además, seña- lar la utilidad que tienen éstos al proveer información adicional de gran calidad para la toma de deci- siones sobre el manejo y la conser- vación de los recursos naturales. El parasitismo como forma de vida El parasitismo representa una de las formas de vida más exitosas so- bre el planeta. Con base en datos obtenidos a partir de insectos en Gran Bretaña, se presume que al menos 50% de las especies de plan- tas y animales que habitan la Tierra tienen esta forma de vida. Los pará- sitos constituyen uno de esos gru- pos en donde cualquier cálculo so bre biodiversidad resulta subesti- mado. A la pregunta ¿cuántas espe- cies de parásitos existen? debe adi- cionarse otra: ¿cuántas especies de plantas y animales están parasita- das?; estimaciones de Esch y Fer- nández (1993) apuntan que la tota- lidad de éstos lo estaría, es decir, prácticamente cualquier organismo que sea estudiado albergará interna o externamente al menos algún tipo de parásito en su cuerpo. El nú mero de especies de parásitos en un hospedero depende de varios facto- res interrelacionados, algunos atri- buibles al hospedero, otros al am- biente en el que éste vive y algu nos inherentes a la biología del pa- Koranacantha mexicana © Scott Monks y Gerardo Pérez-Ponce de León 11 rásito mismo, por lo que la fauna parasitaria puede aportar una nueva dimensión al entendimiento de las interacciones ecológicas, al de los patrones de distribución de los hos- pederos y al de la compleja historia de muchas regiones y biotas. Cuantificar el número de espe- cies de parásitos que habitan en la Tierra no es, por supuesto, una ta- rea sencilla. El primer problema deriva de la concepción misma del término parásito. Price (1980) ha señalado que probablemente exis- ten tantas definiciones de parásito, como libros de parasitología en el mundo. Las definiciones de este término tradicionalmente se han basado en algún aspecto ecológico de la relación parásito-hospedero, sea ésta la forma de alimentación y por tanto la dependencia metabóli- ca que establecen, la especificidad por el hábitat que ocupan en sus hospederos o bien el efecto dañino que producen. Por muchos años se han buscado los rasgos que caracte- ricen a un organismo parásito de manera precisa, sin haberlos de- finido. Recientemente, Brooks y McLennan (1993) señalaron que la respuesta a este enigma se encuen- tra en la biología evolutiva: los pa- rásitos no representan un grupo monofilético. Debido a la inevita- ble y estrecha asociación de los tér- minos parásito y enfermedad, en la historia y en la mente humana, a los parásitos se les ha asignado el mis- mo rango taxonómico que tienen grupos naturales como los mamífe- ros y las aves y, puesto que los pará- sitos no son un grupo natural, la búsqueda de las características que definen al “grupo” no arroja resulta- dos consistentes. Debido a lo ante- rior, la cuantificación de especies de parásitos dependerá en gran medida del concepto que el investigador aplique a las entidades que estudia. Parásitos, biodiversidad y conservación Las evaluaciones sobre biodiversi- dad global establecen la existencia de entre 30 y 100 millones de espe- cies, representadas principalmente por artrópodos; si la naturaleza ubi- cua de los nemátodos zooparásitos de vertebrados e invertebrados fue- ra considerada, es claro que los pa- rásitos conformarían una faceta sustancial de la biodiversidad que no ha sido evaluada en detalle. Aun cuando se conoce poco sobre la sis- temática, distribución e historias de vida de parásitos y a pesar de que la información obtenida ha sido de in- terés principalmente para los para- sitólogos, ahora se le considera un complemento que contribuye a au- mentar el conocimiento acumulado de los organismos de vida libre con los cuales éstos interactúan. Así, los datos obtenidos a partir de estu- dios parasitológicos sobre la evolu- ción de interacciones ecológicas y de estructura de la comunidad, han determinado que la parasitología constituya una parte integral de programas de investigación sobre biodiversidad. A pesar de lo anterior, la asocia- ción de los términos parásito-enfer- medad-hombre, aunque general- mente mal concebida por los biólogos y por la sociedad, ha pues- to en desventaja considerable el pa- pel que los parásitos pueden tener en programas de investigación que intenten inventariar la diversidad biológica, sobre todo cuando éstos son contrastados con grupos de or- ganismos representantes de la “me- gafauna carismática” tales como los vertebrados, las plantas, los hongos y las mariposas. Desafortu- nadamente, la presencia de organis- mos patógenos representa una ame- naza para la biodiversidad en general y para la conservación de recursos genéticos, principalmente aquellos de importancia económi- ca, hecho que ha sido documentado recientemente. Desde el punto de vista de la sa- lud pública, cabe destacar que mi- les de millones de personas en el mundo padecen enfermedades cau- sadas por distintos tipos de patóge- nos (virus, bacterias, protozoarios, gusanos y hongos). En muchas ocasiones, haber abordado esta pro- blemática sin un adecuado conoci- 12 De izquierda a derecha: Digéneo parásito de anfibios de México Tomado de Gerardo Pérez-Ponce de León Glypthelmins hepática O Ulises Raso Mendivil Winteria pacifica O Gerardo Pérez-Ponce de León miento de la sistemática (identifca- ción taxonómica y determinación de relaciones evolutivas) de los agentes causales ha determinado la ineficacia de los tratamientos, en virtud de que el patógeno específi- co no fue particularmente el blanco de tales tratamientos. Desde un punto de vista antropocéntrico, el conocimiento de la diversidad de parásitos permitirá evaluar el riesgo potencial de emergencia de patóge- nos que afecten a la población hu- mana. De esta forma, para la indus- tria del ecoturismo por ejemplo, el conocimiento de los parásitos de la fauna silvestre permitirá evaluar el impacto potencial que estos pueden tener sobre el hombre y, de igual manera, el impacto que los parási- tos humanos puedan tener sobre la fauna silvestre de las regiones des- tinadas para tal actividad. Igual- mente, el establecimiento de las lla- madas zonas de amortiguamiento alrededor de las reservas de la bios- fera, debe considerar el potencial impacto de los parásitos de anima- les domésticos hacia la fauna sil- vestre y viceversa. Manter (1966) fue uno de los primeros parasitólogos de las gene- raciones “modernas” en reconocer a estos organismos como elemen- tos clave para comprender la histo- ria de la biota, al establecer su importancia como indicadores filo- genéticos, ecológicos y biogeográ- ficos de sus grupos de hospederos, aunque previamente autores como Von Ihering, Metcalf, Kellog y otros, habían sugerido aspectos si- milares a principios del siglo XX. Así, los helmintos han sido utiliza- dos como pruebas contemporáneas de biodiversidad, y como organis- mos que permiten monitorear el es- tado de los ecosistemas, puesto que su presencia o ausencia hace posi- ble inferir la riqueza de vertebrados e invertebrados en un hábitat parti- cular, mediante el conocimiento de sus ciclos biológicos; de igual ma- nera, la ausencia de ciertos helmin- tos o la presencia de otros puede ser indicativa del estrés de un hos- pedero individual, lo que a menudo refleja las alteraciones ambientales. El futuro A partir de lo referido anteriormen- te, resulta innegable que los parási- tos forman un componente de gran importancia en términos de diversi- dad biológica; no obstante, en mu- chas ocasiones su aspecto y forma de vida han propiciado su exclu- sión de las iniciativas que sobre biodiversidad y conservación de recursos naturales se desarrollan. Lo anterior es un hecho desafortu- nado, pues en primera instancia, por la simple riqueza específicaque exhiben, deberían ser considerados junto con grupos “carismáticos” como los mamíferos, las aves y las mariposas (entre otros), como una parte importante de la diversidad que nos rodea. Por otra parte, los parásitos pue- den constituir por sí mismos un ele- mento clave para el estudio de la diversidad biológica y la compren- sión de cómo ésta se encuentra or- ganizada, factores indispensables para el uso sustentable de los recur- sos bióticos. Sin embargo, nuestro planteamiento no pretende señalar a estos organismos como la única o la mejor fuente de información, si- no resaltar que el estudio de los pa- rásitos y, en general, el de la asocia- ción parásito-hospedero, constituye un valioso elemento que debe ser considerado al tomar decisiones con respecto a la conservación y el manejo de la diversidad biológica. Nuestro programa de investiga- ción pretende ser acorde con el planteamiento referido en el senti- do de que buscamos continuar in- ventariando la diversidad de hel- mintos que parasitan a vertebrados silvestres de México y, al mismo tiempo, llevamos a cabo estudios particulares sobre la filogenia y biogeografía de algunos taxones de helmintos. Se busca así entender la historia de las asociaciones parási- to-hospedero, como un medio para aportar información sobre los hos- pederos a los que parasitan y las re- giones donde ambos asociados ha- bitan, que en nuestra opinión 13 Los parásitos pueden constituir por sí mismos un elemento clave para el estudio de la diversidad biológica y la comprensión de cómo ésta se encuentra organizada. debería ser tomada en cuenta en iniciativas sobre biodiversidad y conservación. Al respecto, debe- mos puntualizar que el conoci- miento de los parásitos que infec- tan a un hospedero o grupos de hospederos es un fuerte indicio de las relaciones tróficas en un ecosis- tema, pues podemos conocer de qué organismos se alimenta el hos- pedero y a cuáles sirve de alimento, con lo cual el parásito podría com- pletar su ciclo de vida. Asimismo, podemos establecer las preferen- cias y patrones de alimentación de los hospederos, los posibles patro- nes de migración y, finalmente, va- lorar el riesgo del surgimiento de enfermedades que afecten a la po- blación humana. Con base en todo lo anterior reiteramos nuestra opi- nión de que el estudio de los parási- tos debería ser considerado como un elemento importante en iniciati- vas futuras en las que se pretenda inventariar la biodiversidad de una región geográfica determinada, constituyendo un trabajo paralelo al que se realiza con los hospederos en dichas regiones. \ *Laboratorio de Helmintología, Institu- to de Biología, UNAM Bibliografía Anónimo. 1994. Systematics Agenda 2000: Charting the Biosphere. Technical Report. American Society of Plant Taxonomists, Society of Systematic Biologists, Willi Hennig Society, Association of Systematic Collections. E.U.A., 33 pp. Brooks, R.D. y D. McLennan. 1993. Parascript. Parasites and the Lan- guaje of Evolution. 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En la introducción, el autor nos explica la importancia del rastreo como un método para aprender so- bre la biología de los animales: “. . . la clave para una correcta iden- tificación e interpretación es el co- nocimiento de la biología de los animales; pero a la vez, una correc- ta identificación e interpretación puede aportar nuevos conocimien- tos; es una situación de retroali- mentación.” El libro está dividido en tres ca- pítulos: en el primero se analizan aspectos importantes para la identi- ficación e interpretación correcta de las huellas de los mamíferos, co- mo son la marcha, el terreno, las condiciones ambientales y la colec- ta. En el segundo capítulo se anali- zan los usos y las limitaciones de la actividad de rastrear como un mé- todo de estudio de los mamíferos silvestres y, finalmente, en el tercer capítulo se hace un análisis de los rastros de 106 especies de mamífe- ros. Para cada una de ellas se pre- Marcelo Aranda Huellas y otros rastros de los mamíferos grandes y medianos de México senta información básica, como son sus nombres comunes, la des- cripción del animal, su hábitat, su distribución general y en México, y su biología, así como un análisis detallado y claramente ilustrado de sus rastros; cada especie incluye también una ilustración del animal. El libro tiene, además, un apéndice con los mapas de distribución en México de las especies estudiadas en la obra. Huellas y otros rastros de los mamíferos grandes y medianos de México constituye, sin duda, una aportación importante para el estu- dio de la mastozoología en México; es un libro en el cual, tanto investi- gadores y estudiantes, como aficio- nados al estudio de los animales, encontrarán información valiosa y muy interesante. “W _4 15 CONVENTION ON BIOLOGICA!. CENTRO AGRONÓMICO TROPICAL DE INVESTIGACIÓN DIVERSITY. COSTA RICA Y ENSEÑANZA (CATIE). COSTA RICA Global Taxonomy Initiative Regional Meeting in Central Simposio Internacional sobre Sistemas Silvopastoriles y II Congreso sobre Agro- America, San José de Costa Rica, Costa Rica forestería y Producción Ganadera en América Latina. Costa Rica Del 5 al 8 de febrero de 2001 Informes: Mr. Hamdallah Zedan Executive Secretary Secretariat of the Convention on Biological Diversity Tel: 514 288 2220 Fax: 514 288 6588 Correo e: secretariat@biodiv.org Web: http://www.biodiv.org INTERNATIONAL CENTRE FOR GENETIC ENGINEERING AND BIOTECHNOLOGY. TRIESTE, ITALIA Introduction to Biosafety and Risk Assessment for the Envi- ronmental Release of Genetically Modified Organism (GMOs): Theoretical Approach and Scientific Background. Trieste, Italy Del 5 al 9 de marzo de 2001 Informes: Dr. Giovanni Ferraiolo Tel: (39 040) 375 7364 Fax: (39040)226555 Correo e: ferraiol@icgeb.trieste.it Web: http://www.icgeb.trieste.it/biosafety THE ASSOCIATION FOR THE ENVIRON- MENTAL HEALTH OF SOILS (AEHS) AND THE NAVY. ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA llth Annual West Coast Conference on Contaminated Soils, Sediments and Water. San Diego, California Del 19 al 22 de marzo de 2001 Informes: Marc Nascarella Tel.: 413 549 5170 Correo e: marc@aehs.com Web: http://www.aehs.com/conferences UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BAJA CALIFORNIA, FACULTAD DE CIENCIAS MARINAS, INSTITUTO DE INVESTIGA- CIONES OCEANOGRAFICAS. MÉXICO VIII Congreso Nacional y II Simposium Internacional sobre el Mar de Cortés. Baja California, México Del 3 al 7 de abril de 2001 Informes: Ariadne Jiménez Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza Apdo. 44, 7170 Turrialba, Costa Rica. Tel. 506 556 1789 o 506 556 7830 Fax. 506 556 1576 o 506 556 7766 Correo e: ajimenez@catie.ac.cr COMISIÓN NACIONAL PARA EL CONOCIMIENTO Y USO DE LA BIODIVERSIDAD La CONABIO es una comisión intersecretarial dedicada a coordinar y establecer un sistema de inventarios biológicos del país, promover proyectos de uso de los recursos naturales que conserven la diversidad biológica y difundir en los ámbitos nacional y regional el conocimiento sobre la riqueza biológica del país y sus formas de uso y aprovechamiento. SECRETARIO TÉCNICO: Víctor Lichtinger coordinador nacional: José Sarukhán Kermez SECRETARIO EJECUTIVO: Jorge Soberón Mainero DIRECTOR DE SERVICIOS EXTERNOS: Hesiquio Benítez Díaz Del 29 de mayo al 1 de junio de 2001 El contenido de Biodiversitas puede reproducirse siempre que la fuente sea citada. Informes: Ocean. Luis E. Aguilar Rosas y Dr. Eduardo Santamaría del Angel Correo e: aimac@faro.ens.uabc.mx Web: http://aimac.ens.uabc.mx COORDINADOR: Fulvio Eccardi ASISTENTE: Rosalba Becerra CORREO E: biodiversitas@xolo.conabio.gob.mx DISEÑO: Luis Almeida, Ricardo Real PRODUCCIÓN: BioGraphica Liga Periférico Sur-Insurgentes 4903, Col. Parques del Pedregal, 14010 México, D.F. Tel. 5528 9100, fax 5528 9125, http://www.conabio.gob.mx Registro en trámite