LO QUE USTED SIEMPRE QUISO SABER SOBRE LAS CACTÁCEAS Y NUNCA SE ATREVIÓ A PREGUNTAR PÁG.4 LAS CACTÁCEAS MEXICANAS EN EL CONTEXTO DE LA CITES PÁG.8 EL PEYOTE Y OTROS CACTOS ALUCINÓGENOS DE MEXICO PÁG. 12 HELIA BRAVO P OR EL TIEMPO Y LAS CIRCUNSTANCIAS que le tocaron vivir, fue una pionera excepcional: primera bióloga titulada en México, creado- ra del Jardín Botánico de la unam y máxima autoridad en cactáceas. La doctora Helia Bra- vo exhaló su último suspiro la tarde del miér- coles 28 de septiembre pasado, en medio de los preparativos para celebrar unos días des- pués su cumpleaños número cien. La doctora Bravo era tan modesta que prefería que la llamaran maestra Bravo. "Es que los maestros de antes sí eran grandes maestros. Una de las causas por las que esta- mos en el tercer mundo es porque no tenemos grandes maestros hoy día". Murió con esa preocupación, entre otros pensamientos que le ocupaban todo el tiempo en una lucidez ex- trema. Sus preocupaciones sociales eran igualmente vastas, lo mismo que su amor por el trabajo. © Lourdes Almeida Pablo Espinosa y Ángel Vargas PIONERA E INOLVIDABLE MAESTRA* Hace diez años, Jesusa Rodríguez escribió la letra y Liliana Felipe la música de la canción Las suculen- tas (para la doctora Helia Bravo- Hollis). Por ello, hoy también la comunidad artística está de luto. Los cactos recibieron el bautizo de la maestra Bravo en México. Ella había recibido el último diploma que firmó Porfirio Díaz y el primer título profesional, cuando tenía respectivamente 6 y 27 años, que fueron los primeros testimonios de una brillante trayectoria: el prime- ro, porque fue la alumna más ade- lantada en la primaria; el segundo, porque inauguró la carrera de bio- logía en nuestro país, por supues- to que también con calificaciones de excelencia. En el diccionario, la palabra cacto está muy cerca del término cacumen. Se necesita mucho ca- cumen para estudiar las cactáceas y también mucha pasión y amor, cualidades ambas de la maestra, doctora Bravo. Así que cactáceas, aizoáceas, asclepiadáceas, crasu- láceas, euforbiáceas y liliáceas, de tejidos carnosos, con presencia de espinas y aguijones, manantiales de metáforas y guisos, en México se llaman nochtli, comitl, nochez- tli, tlalnopal, tlapalnopalli, coc- cum, chahuixtlenopal, xoconoch- tli, nombres que les confirieron los antiguos mexicanos pero que los colegas de la doctora Bravo re- conocen por las nuevas denomi- naciones que les confirió la maes- tra merced a su sapiencia: realizó 59 cambios nomenclaturales y describió muchas nuevas especies de cactáceas mexicanas. La suya fue una vida siempre Helia Bravo-Hollis, 1901-2001 Jordán Golubov y María C. Mandujano a Bravo con ejemplar de inocactus yacanthus , uacán, 1936 Archivo Helia La doctora Helia Bravo- Hollis nació el 30 de sep- tiembre de 1901 en la Ciu- dad de México. Muy joven se inició en la investigación bio- lógica bajo la tutela del pro- fesor Isaac Ochotorena. He- lia Bravo-Hollis estudió en la Facultad de Medicina y de Altos Estudios, para conver- tirse, en 1927, en la primera bióloga graduada en México. En 1929 la Universidad al- canza su autonomía y los centros de investigación pa- san a formar parte de ella. El profesor Ochotorena, funda- dor y primer director del Ins- tituto de Biología, incorpora a Helia Bravo-Hollis como curadora del ahora Herbario Nacional mexu. Sus primeros trabajos se concentraron en la familia Lemnaceae, sobre todo en las algas de agua dulce de Xochimilco. En 1932 se acerca a la familia que habría de ser la obra de su vida: las cactáceas. A ins- tancias del profesor Ochoto- rena, en 1937 se publica la primera edición de Las cac- táceas de México, trabajo con el cual Helia Bravo obtu- vo el grado de maestra en ciencias. Durante tres años trabajó en el herbario del Ins- tituto Politécnico Nacional, antes de regresar a la unam invitada por el doctor Rober- to Llamas, director del Insti- tuto de Biología. En el otoño de 1951 se funda la Socie- dad Mexicana de Cactología con cinco miembros: Helia Bravo-Hollis, Hernando Sán- chez-Mejorada, Eizi Matuda, Dudley Gold y Jorge Meyrán. Como presidenta de la So- ciedad. la doctora Bravo nombra al doctor Meyrán editor de la revista Cactá- ceas y Suculentas Mexica- nas, que publica su primer número en junio de 1955. Realiza un intenso trabajo de campo y con sus ejemplares colectados contribuye a la fundación del ahora Jardín Botánico de la unam, obra iniciada con Hernando Sán- chez-Mejorada. La nueva edición de Las cactáceas de México, en tres tomos, fue un trabajo de casi treinta años. La doctora Bravo fue invitada por el doctor Peter Raven, director del Jardín Botánico de Missouri, para escribir sobre las cactáceas de Mesoamérica, trabajo que será publicado en la se- rie Flora Mesoamericana. Varios centenares de es- pecies han sido nombradas 2 Portadas de algunos de los primeros ejemplares de la revista Cactáceas y Suculentas Mexicanas. 1 MCUtflnat surtí» 1 W' íj ' ¿ 0 : y. jpp ;. ^ ‘¿«14 j. 1 £. y j£¿ ; «wnn* «"*“ luminosa: "Nací el 30 de septiem- bre de 1 90 1 en la Villa de Mixcoac (así se llamaba antes); era una pe- queña población en lo que ahora es la delegación Benito Juárez. La in- tegraban calles angostas (quedan restos aún), residencias de gente bien, casas más modestas, las igle- sias de San Juan y La Candelaria, un mercado municipal y la escue- la llamada Olavarría y Ferrari (que aún existe), así como varios con- ventos de monjas con tapias altas como lo están ahora", según lee- mos en un texto biográfico facili- tado generosamente a La Jornada por la revista Artes de México. Allí deja la maestra, doctora Bravo, la siguiente imagen con una precisión semej ante a la belle- za que plasmó durante los últimos años mediante la pintura al pastel, una de sus pasiones adquiridas muy recientemente: "al suroeste se veían el Ajusco y el Xitle, tam- bién cubiertos de pináceas... Por los lomeríos de Becerra descendía el río Mixcoac, un verdadero río, con agua cristalina y a los lados florida vegetación herbácea... Mis padres amaban la naturale- za. .. Mi madre, a la caída de la tar- de, me llevaba a ver el crepúsculo con nubes que se revolvían entre colores púrpura, rojo y oro, en tan- to que los volcanes se revestían de un color violeta que gradulamen- te se disolvía al anochecer... Cuento todo esto para que ustedes, ya en otro siglo, conozcan cómo fue nuestra preciosa ciudad". * Texto tomado de La Jornada del 27 de septiembre de 2001 , editado por Biodiversitas. en honor de la doctora Bra- vo; por ejemplo, Ariocarpus bravoanus, Opuntia heliae, Opuntia bravoanus , Mammi- llaria hahniana ssp. bravoae. La repercusión del trabajo de la doctora Bravo en la biolo- gía de las cactáceas ha tras- cendido fronteras, y ella tuvo la humildad y el conocimien- to científico suficientes para afirmar que "a pesar de to- do, creo que mi trabajo dejó mucho que desear, pues el conocimiento de las cactá- ceas no está acabado, siem- pre se está haciendo. Es una familia en la que la siste- mática siempre se está mo- viendo. Tenemos que encon- trar un método bioquímico que nos ayude a interpretar la morfología". Se retira del Instituto de Biología de la unam a los 90 años, por pro- blemas de salud. Un poco antes de la Se- gunda Reunión de Cactá- ceas y Suculentas Mexica- nas, celebrada en Oaxaca en 1999, quiso visitar San Pedro Nolasco, cerca de Guelatao, Oaxaca, para ver las especies de cactáceas descritas por Karwinski, ya que había una confusión geográfica en su ubicación. Posteriormente se trasladó al istmo de Tehuantepec para revisar las poblaciones de Mitrocereus militaris (Audot) Bravo. A finales del año 2000 fue invitada a la inauguración de la Reserva de Metztitlán. La Sociedad Mexicana de Cactología ha crecido de cinco miembros en 1951 a casi 350 en 2001 , con cerca de la mitad de ellos de origen extranjero, y cuenta con nue- ve sociedades filiales en la República mexicana (Jalis- co, Querétaro, Hidalgo, Esta- do de México, Oaxaca, San Luis Potosí, Puebla, Hidalgo y Tamaulipas). A lo largo de 45 años, la Sociedad Mexi- cana de Cactología ha apor- tado de manera ininterrumpi- da material sobre cactáceas y otras suculentas mexica- nas por medio de su publica- ción periódica, además de realizar reuniones mensua- les informativas abiertas a todo el público. La doctora Bravo no sólo enriqueció el conocimiento sobre muchas especies mexicanas y contri- buyó con la descripción de varias decenas, entre otras, Lophophora diffusa, Opuntia huajuapensis, O. jaliscana, Peniocereus occidentalis, Mammillaria matudae, M. perezdetarosae y el género Backebergia, sino que fue un ejemplo a seguir por todos los botánicos en México. Unas palabras de Helia Bra- vo-Hollis son un ejemplo pa- ra la labor científica que se lleva a cabo en México y muestran la vocación de un verdadero maestro: "Hice mi trabajo con sentido de res- ponsabilidad ante la unam, con amor, con pasión, con coraje; no fue un trabajo con sueldo, fue una grata investi- gación". 3 María C. Mandujano, J. Golubov y Jerónimo Reyes* LO QUE USTED SIEMPRE QUISO SABER SOBRE LAS CACTÁCEAS Y NUNCA SE ATREVIÓ A PREGUNTAR La familia Cactaceae, origina- ria de América, comprende tres sub- familias de plantas perennes (es de- cir, que viven más de una estación): Pereskioideae, Cactoideae y Opun- tioideae (Britton y Rose, 1919- 1923; Bravo-Hollis, 1978). Esta fa- milia ocupa el quinto lugar en diversidad, con alrededor de 55 gé- neros y 850 especies en el ámbito nacional (Rzedowski, 1983). Méxi- co es el centro de diversificación de cactáceas más importante, con un elevado índice de endemismos (Bra- vo-Hollis y Sánchez-Mej orada, 1991). Hernández y Godínez (1994) calculan que el grado de endemis- mos de las especies es del orden de 78% y de 73% a nivel de géneros, mientras que Arias (1993) estima que el endemismo a nivel de géne- ros es de 35% y el de especies es de 84%; aunque las cifras difieren, am- bos trabajos coinciden en que el por- centaje de endemismos en México es muy alto. De las tres subfamilias, Cactoideae es la que más especies tiene y comprende aproximadamen- te 110 géneros (Gibons y Nobel, 1986; y Bravo-Hollis, 1978); la Opuntioideae está representada en México por tres géneros {Pereskiop- sis, Nopalea y Opuntia; Bravo-Ho- llis, 1978). Los géneros Opuntia y Mammillaria son ecológicamente los grupos más diversos, con mayor número de especies (ca. 160 y ca. 200, respectivamente; Gibson y No- bel, 1986) y en proporción, los me- nos estudiados tanto desde el punto de vista taxonómico como ecológi- co. Hay reportes del uso y aprove- chamiento de las cactáceas desde la época prehispánica; diversas espe- cies se han manejado con fines me- dicinales, alimenticios, mágico-reli- giosos y ornamentales (Del Paso y Troncoso, 1886; Bravo-Hollis 1978; ColungaG-M., etal. 1986; Casas et al, 1999). Por estas razones la ma- yoría de las cactáceas están amena- zadas de desaparecer o en peligro de extinción (Glass, 1998). Sin embar- go, otras especies sufren presiones indirectas como cambios de uso de suelo para agricultura y ganadería. Los factores conocidos que afectan a estas especies son la agricultura, la ganadería (caprino y bovino), los asentamientos humanos, el desarro- llo industrial, la construcción de ca- minos y carreteras, los tendidos de líneas eléctricas y telefónicas, la ex- tracción de materiales de construc- ción, la construcción de presas y so- bre todo por la colecta ilegal de ejemplares para el comercio nacio- nal e internacional (Reyes y Terra- zas, 1991). Con la actual degrada- ción de los ecosistemas naturales donde se distribuyen y crecen las cactáceas, es urgente implementar un programa de manejo y conserva- ción de esta familia. Por ejemplo, al- ternativas de rescate y conservación como es el desarrollo de métodos eficientes de reproducción de espe- cies con problemas de sobreviven- cia en el campo como Ariocarpus agavoides, Astrophytum asterias, Mammillaria carmenae, M. plumo- sa, M. solisioides, M. teresae, Orte- gocactus macdougallii, por mencio- nar los más dramáticos en el país. Una parte muy importante de es- te fascinante conjunto de plantas es- ta conformado por los nopales (gé- nero Opuntia ), que son un grupo con más de 120 especies y que habitan ambientes por demás diversos en México. Los nopales pueden ser parte dominante del paisaje y formar vastas extensiones de terreno deno- minadas nopaleras. Se ha considera- do que las nopaleras son de los eco- sistemas más diversos de las zonas áridas, como por ejemplo en los es- tados de Guanajuato, Chihuahua, San Luis Potosí y Zacatecas, o pue- den estar representados por algunos individuos esporádicos en casi todos los tipos de vegetación (Miranda y Hernández-X., 1963; Rzedowski, 1983; Mandujano etal, 1996; Gon- zález-Espinosa, 1999). Además de la gran diversidad de ambientes en los que pueden encontrarse, los no- pales pueden presentar formas de vi- da distintas: rastreras, arbustivas y arborescentes, por lo que no es de sorprender que la copa de algunos árboles de las selvas secas no sea otra cosa que un penacho de pencas (por ejemplo, de Opuntia excelsa). 4 Plantación de nopales en Tlayacapan, Morelos (arriba) y cosecha de nopalitos en Milpa Alta, Distrito Federal (abajo). Fotos © Fulvio Eccardi En nuestro país, principalmente en la región centro, se acostumbra comer nopalitos como verdura fres- ca, cuya venta genera anualmente más de 8 millones de dólares (Sobe- rón y Golubov, en prensa); hay otras regiones que se caracterizan por consumir otros cactos. El 6% del to- tal de frutos consumidos por mexi- canos está representado por las ju- gosas tunas reinas, blancas o los xoconostle. Desafortunadamente, el primer productor-exportador de tu- nas en el ámbito mundial es Italia (Pimienta-Barrios y Muñoz-Urías, 1995). En ciertas regiones de Méxi- co, como por ejemplo en el estado de Puebla, se produce el acitrón o biznaga en dulce, preparado de la cocción del tallo de una hermosa es- pecie en riesgo de desaparecer, Echinoccictus platyacanthus (C. Ji- ménez, com. pers.). Otro maravillo- so ejemplo es el consumo de un fru- to rarísimo, con cáscara de color rosa mexicano, de textura tersa, con pulpa blanca, jugosa, de puntitos ne- gros: es el fruto de una cactácea tre- padora, la pitaya o para otros pitaja- ya, y que entre los científicos se conoce con el nombre de Hyloce- reus undatus. En Oaxaca se consu- me en todos los mercados la nieve de sorbete con tuna, del fruto de un cacto columnar, Escontria chiotilla; y en el norte de México se consu- men los "chilitos" de sabor dulce, o las agridulces lunillas, que son los frutos de varias especies de Mammi- llaria y de Ferocactus haemata- canthus, respectivamente. Todas estas maravillas, parte im- portantísima de nuestra tradición culinaria, gastronómica, cultural, geográfica y ecológica están ligadas desde tiempos ancestrales a la his- toria de México. Seguramente, en alguna conversación o en algún li- bro o periódico, todos hemos tenido la oportunidad de conocer la leyen- da de la fundación de la gran Te- nochtitlan (del náhuatl tenochtli, que significa tuna de piedra, y tlan, que significa lugar): el águila posa- da en un nopal (Bravo-Hollis, 1978; Hoffmann, 1995). Además, no hay otra familia de plantas más honrada que la Cactaceae, ya que la bandera de México ostenta el águila devo- rando a una serpiente con una rama de nopal en su base, posiblemente de la especie Opuntia streptacantha (, sensu Nobel, 1994). No obstante, no falta el naturalista meticuloso que ha comentado al respecto el he- cho de que el águila real no tiene en su dieta a la serpiente, y que posible- mente la especie de nopal sea un "cultivar". Pero no vamos a quitarle el romanticismo a esa hermosa pá- gina de la historia. Bien, hemos logrado una aproxi- mación a lo que es un cactos en lo más inmediato para nuestra socie- dad. ¿Pero qué pasa con un cacto que no veo, no uso o no conozco? ¿Por qué importa un cacto si no lo puedo tocar o hasta ahora he vivido sin saber siquiera que existe? Para los amantes de la naturaleza, la res- puesta inmediata es conservar, por un principio de respeto a la vida. Pe- ro todos tenemos la misma respon- sabilidad de conservar los recursos naturales paralas futuras generacio- nes y el mismo derecho a compartir el conocimiento. Quizá todo empiece en el posi- ble origen de estas plantas raras por sus formas, sus colores y sus flores; las que resaltan en los paisajes agrestes y áridos que asociamos con los cactos. Estas especies desatan una gran pasión para muchos aficio- 5 Opuntia sp. en floración. nados y coleccionistas, quienes es- tán dispuestos a pagar "lo que sea" por un ejemplar de tal o cual forma distinta. Pero no le sorprendería sa- ber que el origen de los cactos po- dría haber sido en una selva. ¡Qué extraño! : plantas especialistas en al- macenar agua, estar despiertas en la noche para tomar aire y listas para almacenar energía durante el día, que las imaginamos siempre bajo un sol inclemente. Las novedades: re- sulta que para poder vivir, la mayo- ría de los cactos, cuando son "jóve- nes" requieren todos los cuidados de las plantas más delicadas de nuestro jardín: agua, sol suave y por supues- to nada de frío. Entonces en los de- siertos, en donde las cactáceas al- canzan el mayor despliegue de su diversidad, ¿cuántas y cada cuánto se pueden establecer? Pues en muy pocas, poquísimas ocasiones, posi- blemente una vez cada siglo (Man- dujano, 1995). De esta manera, el establecimiento y la supervivencia de los cactos al iniciar su vida es bastante improbable. Se ha estima- do que sólo una se mill a en 13 millo- nes puede llegar a establecerse y reproducirse (Mandujano, et al, s 2001). Estas son las primeras razo- nes para preocuparnos por su con- servación. Hasta el momento no existe un programa integral a nivel nacional para definir los criterios y trabajos prioritarios para cada re- gión de alta diversidad de especies. Además, como ya se ha indicado, la familia Cactaceae es dominante en las zonas áridas y semiáridas del país; en México poseemos cerca de 45% de las especies de la familia y un alto porcentaje es endémico; las cactáceas ocupan el primer lugar en el listado de la Norma Oficial Me- xicana, con 260 taxa (. Diario Oficial de la Federación , 1994); también ocupan el primer lugar en la lista de la CITES (Convención sobre Comer- cio Internacional de Especies Ame- nazadas de Fauna y Flora Silvestres) y de la UICN (Unión Mundial para la Natrualeza); es una de las familias que más se detecta en el comercio nacional e internacional como plan- tas silvestres (Glass, 1998); el creci- miento de la mayoría de los indivi- duos es muy lento, es una familia que posee ejemplares longevos que llegan a vivir más de 2000 años de edad (Mandujano, 1995); existe un marcado endemismo estricto, y la destrucción de hábitats sigue en au- mento. Estas son algunas de las jus- tificaciones para iniciar el programa de protección de la familia Cacta- ceae. Recientemente, varios miem- bros de la comunidad científica y aficionados a este grupo de plantas hemos participado en la fundación del Subcomité técnico para el estu- dio, conservación, recuperación y utilización de la familia Cactaceae, por medio del cual se pretende in- corporar y apoyar en la conserva- ción, producción, uso y protección de estas especies. Finalmente, es nuestra responsabilidad que las cac- táceas no desaparezcan de nuestros paisajes agrestes, de nuestras casas, nuestras mesas, nuestros jardines y mercados. Además, sometemos a su consideración el hecho de que los principales productores y vendedo- res son alemanes y japoneses que en algunos casos jamás han visto un cacto en su hábitat natural, es decir, quienes van a capitalizarse durante la extinción de estas excepcionales y fascinantes plantas no son mexi- canos. instituto de Ecología, UNAM; CONABlO; Jar- dín Botánico, UNAM; Sociedad Mexicana de Cac- tología. Bibliografía Arias, S. 1993. Cactáceas: conservación y diversidad en México. Revista de la Sociedad Mexicana de Historia Naturcd XLIV : 1 09- 1 1 5 . Bravo-Hollis, H. 1978. Las cactáceas de México. Vol. I. Universidad Nacio- nal Autónoma de México, México. Bravo-Hollis, H. y H. Sánchez-Mej ora- da. 1991. Las cactáceas de México. Vols. II y III. Universidad Nacional Autónoma de México, México. Britton, N. L. y J.N. Rose. 1919-23. The Cactaceae. 4 vols. Carnegie Institute, Publication 248, Washington, D. C. Colunga, G.-M.P., E. Hernández-X y A. Castillo. 1986. Variación morfológi- 6 ca, manejo agrícola tradicional y grado de domesticación de Opuntia spp. en el Bajío Guanajuatense. Agrociencia 65:7-49. Casas, A., J. Caballero y A. Valiente-Ba- nuet. 1999. Use, management and domestication of columnar cacti in south-central México: A historical perspective. Journal of Ethnobio- logy 19: 71-95. Del Paso y Troncoso, F. 1886. Estudios sobre la historia de la medicina en México. 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Establecimien- Párido desértico ( Auriparus flaviceps), comiendo una fruta de cactos (arriba) y plantas de Opuntia sp. con frutos en Ixmiquilpan, Hidalgo. to por semilla y propagación vegeta- tiva de Opuntia rastrera en la Re- serva de la Biosfera de Mapimí, Mé- xico. Tesis doctoral, Centro de Ecología-UNAM, México. Mandujano, M.C., C. Montaña y L.E. Eguiarte. 1996. Reproductive eco- logy and inbreeding depression in Opuntia rastrera (Cactaceae) in the Chihuahuan Desert. Why are sexually derived recruitments so rare? Ameri- can Journal ofBotany 83: 63-70. Mandujano, M.C., C. Montaña, M. Fran- co, J. Golubov y A. Flores-Martínez. 2001. Integration of demographic annual variability in a clonal desert cactus. Ecology 82: 344-359. Miranda, F. y E. Hernández- X. 1963. Ti- pos de vegetación de México y su clasificación. Boletín de la Sociedad Botánica de México 28:29-179. Nobel, P.S. 1994. Remarkable Agaves and Cacti. Oxford University Press, Los Angeles. Pimienta-Barrios, E. y A. 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Fotos© Fulvio Eccardi La Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amena- zadas de Fauna y Flora Silvestres (cites) es un acuerdo internacional que tiene como finalidad velar por- que el comercio de especímenes de animales y plantas silvestres no constituya una amenaza para su su- pervivencia. Tomando en conside- ración que dicho comercio trascien- de las fronteras entre países, su reglamentación requiere la coopera- ción internacional, a fin de proteger ciertas especies de la explotación excesiva. Así, la CITES se concibió con este espíritu de cooperación y entró en vigor el I o de julio de 1975. Ala fecha han ratificado la Conven- ción 155 países, entre ellos México, que firmó la ratificación el 27 de ju- nio de 1991. En el marco de la CITES se crea un sistema mediante el cual toda im- portación, exportación, reexporta- ción o introducción de especies am- paradas por esta Convención sólo pueden llevarse a cabo mediante permisos expedidos por las autori- dades administrativas de las partes. Fas especies amparadas por la CITES están incluidas en tres apéndi- ces, según el grado de protección que requieran. En el Apéndice I se incluyen todas las especies en peli- gro de extinción que están someti- das a comercio internacional; su comercio está prácticamente prohi- bido salvo en casos excepcionales, tales como intercambio científico o ejemplares propagados artificial- mente en viveros registrados ante la Secretaría de la CITES. En este Apén- dice se encuentran varias especies de cactáceas mexicanas de los géneros Ariocarpus , Astrophytum, Aztekium, Coryphantha, Disocactus, Echino- cereus, Escobaría, Mammillaria, Melocactus, Obregonia, Pachyce- reus, Pediocactus, Pelecyphora, Sclerocactus, Strombocactus , Turbi- nocarpus y Uebelmannia. Para im- portar especies incluidas en este Apéndice se requiere tanto un per- miso de exportación expedido por la autoridad administrativa del país de origen, como un permiso de impor- tación expedido por la autoridad ad- ministrativa del Estado de importa- ción, que sólo se dará para fines no comerciales y si no es perjudicial pa- ra la supervivencia de la especie. En el Apéndice II se incluyen aquellas especies que no se encuen- tran necesariamente en peligro de ex- tinción, pero cuyo comercio debe controlarse a fin de evitar una utili- zación incompatible con su supervi- vencia. En este apéndice quedan con- templadas el resto de las cactáceas mexicanas, incluyendo sus semillas. En el Apéndice III están inclui- das las especies que son vulnerables en al menos un país-parte, el cual ha solicitado la ayuda de otras partes de la CITES para controlar su comercio. En el caso de las cactáceas, no exis- ten especies en este apéndice. Cada país-parte designa en el marco de la CITES a una autoridad administrativa, que en el caso de México es la Dirección General de Vida Silvestre de la SEMARNAT, y una autoridad científica, que en nuestro país recae en la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso delaBiodiversidad (CONABIO). En particular, México cuenta ade- más con la autoridad de aplicación de la ley, representada por la Procu- raduría Federal de Protección al Ambiente. En este sentido, las tres autoridades trabajan coordinada- mente para velar por la protección de especies animales y vegetales que por su comercialización pudie- sen poner en peligro a sus poblacio- nes, siendo la autoridad científica 8 Tabla 1. Cactáceas mexicanas incluidas en el Apéndice I, que se propone transferir al Apéndice II. Ariocarpus agavoides Astrophytum asterias Aztekium rittieri Obregonia denegrii Mammillaria carmenae Mamm i 1 1 aria pectinife ra Mamm i 1 la ría so liso ides Pe lecypho ra strobil ifo rm is Turbinicarpus schmiedickeanus Tabla 2. Especialistas que contribuyeron a fundamentar el estado poblacional de algunas especies de cactáceas José Guadalupe Martínez Ávalos Alfonso Valiente Banuet Salvador Arias Montes Ulises Guzmán Eduardo Peters Carlos Martorell Fidencio López Camacho quien tiene a su cargo la labor de re- copilar, coordinar y promover el tra- bajo taxonómico, ecológico y social que realizan los diferentes investi- gadores del país y que permitirá la documentación adecuada de estas especies. En esta nota nos referiremos bá- sicamente a la situación actual de las cactáceas mexicanas que son obje- to de comercio ilícito y al papel que en el contexto de la CITES ha desem- peñado la autoridad científica. Las cactáceas en México desem- peñan un papel muy importante des- de el punto de vista biológico, social y económico. En el país existen al- rededor de 715 especies de cactá- ceas, de las cuales cerca de 80% son endémicas, y casi todas las demás son compartidas con el sur de Esta- dos Unidos o con Centro y Sudamé- rica. Muchos de sus frutos y tallos son alimentos importantes en la dieta de los mexicanos, aunque tam- bién se usan como forraje, ornamen- to y fuente de obtención de sustan- cias químicas de interés médico y farmacológico; asimismo, existen pruebas claras que apuntan al papel ecológico sobresaliente de muchas de las cactáceas en las zonas áridas y semiáridas del país. En contraste, también se sabe que este grupo ha sido el blanco de un intenso saqueo ilegal (de plantas y semillas), con el fin de satisfacer el mercado interna- cional, especialmente en Estados Unidos, Japón y varios países euro- peos. Este saqueo se ha llevado a ca- bo por varias decenas de años, y en la actualidad hay indicios de que se sigue practicando, aun cuando las medidas de protección de los am- bientes silvestres en México son más eficientes que en el pasado. Dada la diversidad de especies y formas de vida de las cactáceas y la facilidad con que los saqueadores obtienen semillas que pueden sacar del país de manera subrepticia y sin que haya mucho que se pueda hacer al respecto, resulta prioritario para México que muchas de sus especies permanezcan incluidas en los apén- dices I y II de la CITES, ya que esto les otorga una protección importan- te en el ámbito internacional, inde- pendientemente de las regulaciones nacionales que existan para este mismo fin. Sin embargo, en las últimas tres reuniones del Comité de Flora de la CITES ha habido diferentes propues- tas, especialmente de Suiza, enca- minadas a transferir algunas cactá- ceas mexicanas del Apéndice I al II (véase tabla 1). La argumentación de esta propuesta está basada en que no existe comercio internacional importante de ellas, en que sus po- blaciones no están amenazadas y en que no existen indicios de saqueo ilegal de las mismas. En este senti- do, en la última reunión del Comité de Flora, efectuado en Malasia el pasado septiembre de 2001 (PCll), la delegación mexicana se opuso a esta transferencia con base en la in- formación ecológica que obtuvo de diferentes científicos (véase tabla 2). Esta información permitió mos- trar al pleno del Comité de Flora de la CITES que existen argumentos ecológicos y de sobreexplotación, incluyendo saqueos ilegales, por los cuales algunas de las especies no pueden ser transferidas al Apéndice II (Astrophytum asterias, Aztekium rittieri, Obregonia denegrii. Mam- miliaria pectinifera y M. solisoi- des ). Del resto de las cactáceas, el argumento utilizado fue la falta de conocimiento sobre el estado pobla- cional de sus especies. Después de un intenso debate en el que algunos países europeos apoyaban la pro- puesta suiza, frente a la opinión de Chile, EUA y los representantes de América Central, del Sur y del Ca- ✓ ribe, Asia y Africa, que apoyaban la posición mexicana, dicho Comité decidió posponer la propuesta, has- ta que Suiza, México, Paraguay, Brasil y EUA (países de origen de cactáceas enlistadas en el Apéndice I), establecieran contacto y valida- ran la información de tal manera que puedan cooperar para contar con más elementos y elaborar una nue- va propuesta. También durante la PCll se pre- sentó la propuesta formal por parte de la Delegación de Suiza para la eli- 9 Jardín Botánico de Villa Hambury en Liguria, Italia (izquierda) y venta de cactos en un mercado de Amsterdam, Holanda (derecha). minación de las especies del grupo Opuntioidea y Pereskioidea del Apéndice II. Esta propuesta incluye más de 300 especies de los géneros Opuntia, Pereskia, Pereskiopsis y Gmsonia. México se opuso a la pro- puesta suiza argumentando, nueva- mente, la falta de conocimiento so- bre las poblaciones de la mayoría de estas especies y aun tomando en cuenta que quizá sí hay algunas que no deberían estar en este Apéndice. Después de un largo debate entre Suiza y los representantes de Europa y Austria frente a México, EUA, Chile y los representantes de Améri- ca Central, del Sur y del Caribe y el de Asia, el Comité recomendó pos- poner dicha propuesta hasta que Sui- za, en conjunto con los países de ori- gen, elaboren un nuevo documento con la información necesaria y sufi- ciente. Por lo tanto, estas dos pro- puestas afortunadamente no proce- dieron por el momento, pero estamos seguros de que en el futuro próximo nuevamente saldrán a la luz. Conse- cuentemente, resulta indispensable que México tome una posición más activa y resolutiva que le permita en- frentar estas propuestas con argu- mentos académicos concretos. Existen dos razones principales por las cuales la delegación de Sui- za ha puesto sobre la mesa estas pro- puestas. En primera instancia, exis- te, en el marco de la CITES, un ejercicio encaminado a revisar el lis- tado de especies de sus apéndices, por lo cual el Secretariado del Comi- té de Flora encargó a Suiza hacer la revisión de las cactáceas. Sin embar- go, existe otro motivo importante, el cual tiene que ver con la demanda en el mercado internacional que existe de varias cactáceas mexicanas. En este sentido, la información que se ha podido obtener plantea va- rias vertientes en lo que respecta a las cactáceas y a su mercado inter- nacional. En primera instancia, existen viveros en diferentes partes del mundo (algunos con registro y otros sin él) que tienen a la venta cactáceas mexicanas, y la mayoría de ellos concuerda en que el mate- rial que está a la venta no es de ori- gen silvestre; sin embargo, la prohi- bición del comercio de cactáceas que ha existido en el país hasta el año pasado, cuando apareció la nue- va Ley de Vida Silvestre, contradi- ce estas aseveraciones. Otros vive- ros, por el contrario, dicen que obtuvieron material silvestre antes de que México entrase a formar par- te de la CITES y que, a partir de estas plantas, ahora ponen a la venta sólo plantas propagadas artificialmente. Es claro que conocer el origen real de este material en venta es prácti- camente imposible, pero lo que he- mos podido constatar es que existe un mercado muy amplio de cactá- ceas, lo cual obviamente se debe a que existe una demanda. A partir de una investigación que ha hecho la autoridad científica de México por medio de la búsqueda vía internet, se ha podido compro- bar la existencia de 19 proveedores internacionales provenientes de 8 países en los que se anuncian en venta cactáceas mexicanas. Aunque este ejercicio no ha sido concluido y se encuentra al 50% de su desarro- llo, en la base de datos que se ha ela- borado se han podido registrar 531 especies de cactáceas de México que están en venta. Las especies que son más frecuentemente anunciadas en venta se presentan en la tabla 3. Estas especies pertenecen a géneros diversos, dentro de los cuales se in- cluyen principalmente los que se muestran en la tabla 4. Con todos estos antecedentes, resulta prioritario enfrentar la pro- blemática de las cactáceas mexica- nas en el contexto de la CITES, con el fin de evitar que por propuestas con poca fundamentación ecológi- ca y social algunas especies puedan quedar fuera de esta protección in- ternacional. Esto nos lleva necesa- riamente al planteamiento de una estrategia de tipo nacional, median- te la cual se pueda, por un lado, re- copilar y analizar toda la informa- ción disponible de tipo taxonómico y ecológico de las cactáceas mexi- canas, pero además también nos conduzca a proponer trabajos de in- vestigación concretos encaminados 10 Tabla 3. Géneros más comunes de las especies de cactáceas mexicanas Acanthocereus Acharagma Ancistro cactus Aporo cactus Ariocarpus Astrophytum Aztekium Bartschella Carnegiea Cephalocereus Coryphantha Cylindropuntia Disocactus Echinocactus Echinocereus Echinomastus Encephalocarpus Epiphyllum ra venta en internet Epithelantha Neoevansia Escobaría Neolloydia Escontria Obregonia Eerocactus Opuntia Geohintonia Ortegocactus Glandulicactus Pachycereus Grusonia Pelecyphora Hylocereus Peniocereus Leuchtenbergia Pereskiopsis Lophocereus Pilosocereus Lophophora Polaskia Mammillaria Rhipsalis Mammilloydia Selenicereus Marginatocereus Stenocactus Meló cactus Stenocereus Mitrocereus Strombocactus Myrtillocactus Thelocactus Neobuxbaumia Turbinicarpus Wilcoxia Cultivo de cactos para venta como plantas ornamentales en Liguria, Italia. a documentar el estado poblacional de muchas otras especies. Esta es- trategia nacional deberá tener dos componentes básicos; el primero implica que todos aquellos especia- listas que cunten con información estén dispuestos a compartirla para el fin antes mencionado. En este sentido, utilizamos este medio para hacer un llamado a todos los cientí- ficos que quieran mandar su infor- mación a la CONABIO, para que lo hagan tomando en consideración que la misma solamente será utili- zada para documentar aspectos re- lacionados con la CITES. En segun- do lugar, se requiere el apoyo guber- namental que permita paulatina- mente ir llenando las lagunas de información que sobre la taxonomía y el estado poblacional de muchas especies de cactáceas existe actual- mente. Se espera que tanto la CONA- BIO como la SEMARNAT apoyen, me- diante sus convocatorias, la realiza- ción de proyectos de investigación de cactáceas mexicanas. Asimismo, resulta claro que co- mo resultado de este ejercicio, Mé- xico estará alcanzando paulatina- mente una buena situación para de- terminar con certidumbre aquellas especies que no requieren ser in- cluidas en los apéndices de la CITES y de otras cuya permanencia en ellos es indispensable. *Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad. **ENEP-Iztacala, UNAM. Tabla 4. Especies de cactáceas que más frecuentemente son anunciadas para venta en internet. Frecuencia = número de registros de venta encontrados en internet Especie Frecuencia Ariocarpus retusus 79 Echinocereus triglochidiatus 68 Turbinicarpus schmiedickeanus 63 Opuntia potyacantha 61 Escobaría vivípara 54 Opuntia macrorhiza 53 Echinocereus reichenbachii 50 Echinocereus viridiflorus 48 Astrophytum myriostigma 43 Thelocactus bicolor 42 Especie Frecuencia Epithelantha micromeris 41 Astrophytum capricorne 34 Mammillaria heyderi 33 Mammillaria magnimamma 31 Echinocereus fendlerii 30 Ariocarpus kotschoubeyanus 29 Echinocactus platyacanthus 28 Stenocactus multicostatus 27 Thelocactus conothelos 26 Opuntia erinacea 26 Especie Frecuencia Thelocactus hexaedrophorus 26 Ariocarpus fissuratus 26 Mammillaria lasiacantha 25 Mammillaria haageana 24 Astrophytum ornatum 24 Mammillaria microcarpa 23 Escobada tuberculosa 22 Echinocereus mojavensis 22 Ferocactus latispinus 21 Turbinicarpus pseudomacrochele 20 Echinocereus pectinatus 20 11 Ana I. Batís y Mariana Rojas- Aréchiga* EL PEYOTE Y OTROS CACTOS ALUCINÓGENOS DE MEXICO Peyote ( Lophophora williamsii), Cuatro Ciénegas, Coahuila. © Fulvio Eccardi En la América indígena, el em- pleo de plantas alucinógenas se pre- senta como una costumbre de pro- fundo arraigo y antigüedad milena- ria. El continente americano es el espacio geográfico donde se ha re- gistrado la mayor diversidad de plantas que contienen principios psicoactivos (más de 100 especies). Estas plantas contienen sustancias químicas -alcaloides- capaces de promover estados anormales de conciencia que ocasionan alteracio- nes visuales, auditivas, táctiles, ol- fativas e incluso gustativas. Por es- ta razón son vistas por algunas culturas como portadoras de inteli- gencia y son consideradas instru- mentos divinos, fuente de una pro- funda y misteriosa sabiduría, y de belleza e inspiración, así como un medio para mantener la integridad cultural. Los grupos prehispánicos ame- ricanos llevaban a cabo prácticas ri- tuales alucinatorias en diferentes contextos religiosos para abrirse a otro tipo de realidades, para inducir experiencias de iniciación a ciertos misterios y para curar enfermedades del cuerpo y del alma. Cierto tipo de hongos y plantas eran consumidos por los curanderos, sacerdotes o chamanes, considerados personas con talentos curativos y respetados por sus poderes especiales para co- municarse con los espíritus e influir sobre ellos. Algunas de las prácticas rituales se conservan entre los tara- humaras, tepehuanes, coras y hui- choles, etnias de México a cuyas le- yendas, tradiciones e historia están asociadas de manera importante las cactáceas. Cuando hablamos de especies alucinógenas de México casi siem- pre pensamos en los famosos hon- gos psicodélicos ( Psylocybe spp.) utilizados por María Sabina (Santa Sabina de los hongos), en ceremo- nias realizadas en Huautla de Jimé- nez, Oaxaca, y en ciertas plantas como el toloache ( Datura stramo- nium, D. innoxia ), el ololiuqui (Ipo- 12 Representación mítica femenina del peyote: Tatei Hicuri, nuestra bisabuela peyote (tomado de Schultes y Hofmann, 1982). mea violácea, I. tricolor. Turbina corymbosa ), la hierba de la pastora (, Salvia divinorum), la mariguana (Cannabis sativa ) y por supuesto en el peyote (Lophophora Williams ii ), una cactácea descubierta por los es- pañoles en 1560 y que aún sigue siendo la planta sagrada que rige la vida espiritual de los huicholes. El peyote ha despertado interés mundial por los efectos singulares que produce en el organismo cuan- do se ingiere. Su sabor es amargo, debido a la presencia de unos 60 al- caloides. Sin lugar a dudas su prin- cipal alcaloide es la mescalina, que normalmente alcanza niveles que van de 1 a 6% del peso del “botón” de peyote seco (0. 1 a 0.6% del peso del “botón” fresco). La mayoría de sus alcaloides pueden ser clasifica- dos como |3-fenetilaminas, como la mescalina, o tetrahidroisoquinoli- nas, como la hordenina. Estos alca- loides generan embriaguez, visio- nes coloreadas, sensación de flotación, pérdida del sentido del tiempo, es decir, un conjunto de sen- saciones que según los indígenas son atribuidas a un “poder sobrena- tural conferido por los dioses”. En 1896 el farmacólogo alemán Arthur Heffter extrajo la mescalina / del peyote. Este fue el primer com- puesto alucinógeno aislado por el hombre. Esta sustancia actúa en el cuerpo humano de la misma mane- ra como lo hace el neurotransmisor norepinefrina y su ingestión provo- ca alteración de la conciencia. Es tó- xica en dosis mayores a 0.5 gramos y produce síntomas como náusea se- vera, vómito, taquicardia, ansiedad e hipertensión arterial. Un riesgo importante al consumir la mescali- na es la aparición de un síndrome psicótico en algunas personas. De las crónicas españolas se ha- ce referencia a “que aquellos nati- vos que comían el peyote eran po- seídos por terroríficas visiones demoníacas”. El consumo del peyo- te fue duramente sancionado por la Santa Inquisición desde 1617. En 1720 se prohíbe el uso en todo Mé- xico y en 1997, representantes de 22 grupos étnicos del país solicitan la despenalización del uso de plantas y animales rituales y exigen poner fin a persecuciones en su contra, acusa- dos de narcotráfico. Además del peyote (el más fa- moso de los cactos alucinógenos), se sabe que muchos otros cactos pueden tener propiedades farmaco- lógicas y/o psicoactivas (véase cua- dro 1). Entre ellos destaca el cacto Doñana, de México, el cacto San Pedro, de los Andes y alrededor de 15 especies usadas por los indios de México y bautizadas como falsos peyotes no precisamente por sus propiedades alucinógenas, sino más bien por su efectividad como agen- tes medicinales. Es importante men- cionar que no todas las cactáceas in- 13 La corona del peyote toma diversas formas según su edad (tomado de Schultes y Hofmann, 1982). cluidas en el cuadro cuentan con un registro histórico de haber sido usa- das como narcóticos o alucinóge- nos, que muchas de ellas aún tienen que ser científicamente analizadas y que casi todas ellas figuran hoy día en la lista de especies raras, amena- zadas y/o en peligro de extinción (CITES). El género Coryphantha tiene di- versos alcaloides químicamente si- milares a la epinefrina. La especie Coryphantha macromeris (Doñana) posee un alcaloide llamado macro- merina, droga con aproximadamen- te 20% de la potencia de la mesca- lina. Considerando que hay nor- malmente no más de 0.1 % de macromerina en Doñana y que pue- de necesitarse un gramo o más de es- te alcaloide para producir un efecto psicotrópico, uno tendría que consu- mir más de un kilo del cacto seco o 9 kilos de la planta fresca para con- seguir este efecto. El género Mam- miliaria contiene sustancias enteó- genas, tales como tetrahidroisoqui- nolinas. Este género agrupa a los falsos peyotes más importantes usa- dos por los tarahumaras como susti- tuto del peyote. El cacto Pachyce- reus pecten-aboriginum se usa de vez en cuando como narcótico. Entre los cactos que también producen mescalina destacan varias especies de Sudamérica pertene- cientes al género Trichocereus, siendo el principal exponente la es- pecie T. pachanoi (=. Echinopsis pa- chanoi ) o cacto de San Pedro. Otros cactos como Aztekium rit- terii, Lophophora diffusa y Pe- lecyphora aselliformis también la producen pero en dosis sumamente Primera ilustración botánica de Lophophora wiliamsii, publicada en 1847 (tomado de Schultes y Hofmann, 1982). pequeñas como para producir algún efecto psicotrópico. Varias especies de cactos contie- nen los alcaloides hordenina (peyo- cactina) y tiramina, ambos con propiedades antisépticas. Los indí- genas usan los jugos de diferentes cactos para limpiarse la piel y como agente antibacteriano. Durante cientos de años los huicholes han frotado el peyote en las heridas pa- ra prevenir la infección y promover la curación. Se ha probado que la hordenina muestra una acción inhi- bitoria contra un espectro amplio de bacterias resistentes a la penicilina. El peyote tiene muchos usos en la medicina tradicional: para tratar la influenza, la artritis, la diabetes, los desórdenes intestinales, la mor- dedura de serpiente, el piquete de escorpión y el envenenamiento por Datura. Los tarahumaras consumen can- tidades pequeñas de peyote para combatir el hambre, la sed y el ago- tamiento mientras van a cazar y cuando corren detrás de un ciervo durante días sin comida, agua o des- canso alguno. El peyote se prescribe en la ac- tualidad como un emético (induce el vómito), como un estimulante car- díaco y como un narcótico (reduce o alivia el dolor). Todas las especies de Ariocar- pus son conocidas en México con el nombre vernáculo de chaute. Desde 14 En la geografía huichola, Wirikuta, el lugar de los dioses ancestrales, es el sitio donde se origina la vida sagrada de la tribu; allí crece el peyote que los huicholes, en pequeños grupos, recogen anualmente (tomado de Schultes y Hofmann, 1982). épocas prehispánicas el mucílago se ha utilizado para la preparación de pegamentos y adhesivos. Los tarahumaras creen que Ario- carpos fissuratus es un maestro tan poderoso como el peyote. Le atribu- yen propiedades mágicas y lo valo- ran mucho en la brujería. Lo usan co- mo narcótico, para remediar fiebres y dolores reumáticos. Con esta plan- ta preparan una bebida sumamente embriagante que dicen que si es con- sumida por ellos los protege contra los ladrones, poniendo un ejército de soldados a su orden. Los huicholes lo consideran un cacto malo y una fuente de locura permanente. A. kotschoubeyanus se usa sobre todo como un analgésico para los gol- pes y para los moretones. Recolectan las plantas y las conservan en alcohol. Usan el mucílago como pegamento para reparar la alfarería rota. A. retusus es considerado por los huicholes como un falso peyote. Le atribuyen propiedades mágicas. Creen que puede ser una planta per- versa o mala y que aquellos que no sean puros, que hayan cometido in- cesto o que hayan recibido un adies- tramiento inadecuado por el cha- man de su localidad, al ingerir este cacto les ocasionará locura o por lo menos un mal viaje. Coryphantha macromeris es muy popular y respetada entre los chamanes. La utilizan como alucinó- geno. Se dice que su ingesta produce náuseas intensas y efectos posterio- res tales como visiones distorsiona- das y sentimientos de irrealidad que pueden perdurar por semanas. Epithelantha mi crome ris es otro de los falsos peyotes, valorado por los tarahumaras como un narcótico o estimulante. Proporciona protec- ción y velocidad a los corredores. Ellos creen que prolonga la vida y que provoca en las personas malas demencia o locura. La fruta (chili- tos) es comestible. Los tallos de Pachycereus pec- ten-aboriginum se utilizan para cu- rar úlceras gástricas y como apósi- tos para calmar dolores reumáticos y procesos inflamatorios. Con la pulpa, las mujeres preparan una miel, con las semillas hacen una pas- ta aceitosa con la que aderezan pla- tillos regionales o las muelen para formar una harina. Producen una be- bida que a los tarahumaras les cau- sa vértigo y alucinaciones visuales. * Instituto de Ecología, UNAM. Bibliografía Bravo-Hollis, Helia. 1978. Las cactá- ceas de México. Tomo I. México, UNAM. Schultes, R.E. y A. Hoffman. 1982. Plantas de los dioses: orígenes del uso de los alucinógenos. México, Fondo de Cultura Económica. Smith, M.S. Cactus narcóticos y aluci- nógenos del Nuevo Mundo, http :// www.cactusland.com/pachanoi /default.htm 15 Especie Nombres comunes Estatus* Distribución Ariocarpus agavoides Magueyito 1 Tamps., SLP. Ariocarpus fissuratus Sunami, suname, hikuli, chautle, chaute, peyote cimarrón, falso peyote, living rock 2 SLP., Dgo., Coah., Zac. Ariocarpus kotschoubeyanus Pata o pezuña de venado. 2 Qro., SLR, Zac., NL., Tamps., Coah. Ariocarpus retusus spp. retusus Tsuwiri, chaute, chautle, falso peyote NL., Tamps. Ariocarpus trigonus Pezuña de venado, cacto estrella, birrete de obispo, bishop's cap 2 Tamps., NL. Aztekium ritterii Peyotillo 2 NL. Pachycereus militaris 3 Mich., Gro., Col. Carnegiea gigantea Saguaro o sahuaro Son., BC. Coryphantha calipensis Bravo Pue. Coryphantha compacta Bakana, bakanawa, hikuli, wichuri Chih. Coryphantha cornifera Qro., Hgo., Valle de Méx., Gto., SLP. Coryphantha durangensis 3 Dgo., Coah. Coryphantha elephantidens 2 Mich. Coryphantha bumamma Mor., Gro. Coryphantha macromeris Doñana, Santa Polli, bakana, peyote wichuri Chih., Dgo., Coah., Tamps. Coryphantha ottonis Pue., Zac., Gto., Qro., Hgo., Tlax. Coryphantha echinus Coah., Chih. Coryphantha poseigeriana 2 Coah., SLP., NL., Zac., Dgo. Coryphantha ramillosa Cutak 2 Coah., Chih. Coryphantha macromeris spp. runyonii Tamps. Echinocactus grusonii Golden barrel cactus 1 Hgo., Qro., SLP. Epithelantha micromeris Hikuli mulato, hikuli, rosapara, falso peyote, dark skinned peyote 3 NL., Coah. Lophophora diffusa Peyote 2 Qro. Lophophora williamsii Peyote (náhuatl), kamaba (tepehuanes), hicore, hikuli ojiculi (huicholes), huaname (tarahumaras), wokow (comanches), señi (kiowas), mescalito, botones de mescal o mescal button (n. comercial) 1 Tamps., Coah., NL., Zac., SLP. Mammillaria heyderii Son., Tamps., Zac., SLP., Chih., Coah. Mammillaria longimamma Peyotillo, peotillo 2 Hgo. Mammillaria pectinifera Peyotillo, cochinito 2 Pue., Oax. Mammillaria senilis 2 Chih., Dgo., Jal. Mammillaria sphaerica Tamps. Mammillaria surculosa 3 Tamps., SLP. Obregonia denegrii Peyotillo, obregona, obregonita, artichoke cactus 2 Tamps. Opuntia imbricata Cholla Qro. Gto., Mich., Zac., Pue., Dgo., Chih., Son., Coah., NL. Pachycereus pecten-aboriginum Cawe, chawe, wichowaka, Son., Sin., BC., Oax., Jal., hecho (Sin.), chik (Son.) Col., Nay., Gro Pachycereus pringlei Cardón BC., Son. Pachycereus weberi Chico, cardón Pue., Oax. Pelecyphora aselliformis Peyotillo, peote, peotillo, pióte, peyote meco, woodlouse o hatchet cactus 2 SLP. Pelecyphora pseudopectinata Tamps. Stenocereus beneckei Gro. Stenocereus eruca 2 BC. Stenocereus stellatus Pitaya, xoconochtli Oax., Pue. Turbinocarpus pseudomacrochele Peyotillo 1 Hgo., Qro., SLP. *1: en peligro de extinción; 2: amenazada; 3 rara. 16 Sustancia activas (alcaloides) N,N-dimetil-4-hidroxi-3-metoxifenetilamina, N-metil-3,4-dimetoxifenetilamina, hordenina Hordenina, N-metiltiramina, N-metil-3,4- dimetoxifenetilamina Hordenina, N-metiltiramina Hordenina, N- metiltiramina, N-metil-3,4-dimetoxifenetilamina, N-metil-4-hidroxifenetilamina, N-metil-4-metoxifenetilamina, Se han encontrado p-fenetilaminas N-metiltiramina, hordenina, anhalidina, mescalina, N,N-3,4-dimetoxi PHA, peyotina, 3-metoxitiramina Backbergina, heliamina (0.75-1 .0%), N-metilhelamina, dehidro-helamina, iso-backbergina, lemairocereína (0.03%), dehidro-lemairocereína, 3-metoxitiramina (0.02%), 3-4-dimetoxifenetilamina (0.025%), N-metil-3,4-dimetoxifenetilamina, N,N,-dietil-3,4-dimetoxifenetilamina (0.06%). 3-metoxitiramina, 3,4-dimetoxifenetilamina, 3,4-dimetoxi-5-hidroxifenetilamina, 3,5-dimetoxi-4-hidroxifenetilamina, arizonina, dopamina, heliamina, dehidromescalina, tiramina, carnegina, gigantina (5-hidroxicarnegina), salsolidina (norcarnegina) N-metiltiramina, hordenina, N-metii-3,4-dimetoxifenetilamina, normacromerina, p-metoxi-3,4-dimetoxi-N,N-dimetilfenetilamina y p-metoxi-3,4-dimetoxi-N-metilfenetilamina Macromerina, metanefrina, normacromerina Hordinina, 4-metoxifenetilamina, sineferina, N-metiltiramina, N-metil-3-4-dimetoxifenetilamina, 4-metoxi-p-hdroxifenetilamina. Hordenina, sineferina, N-metiitiramina, N-metil-3-4-dimetoxifenetilamina Hordenina, N-metiltiramina, N-metil-3,4-dimetoxifeniletilamina, N-metil-4-metoxifenetilamina, macromerina, sinefrina, 4-metoxi-hidroxifenetilamina Hordenina, N-metil-3-4-dimetoxifenetilamina , N-metil-4-metoxifenetilamina Macromerina, metanefrina, normacromerina Macromerina, metanefrina, normacromerina, hordenina, sineferina, 4-metoxifenetilamina, N-metiliramina Macromerina, metanefrina, normacromerina Macromerina, metanefrina, normacromerina Macromerina, metanefrina, normacromerina Hordenina, macromerina (.003%), N-formilmacromerina (.008%), normacromerina (.08%), N-metil-3-4-dimetoxi-fenetilamina, N-metil-4-metoxifenetilamina, metanefrina, tiramina, sineferina, N-metiltiramina, N-metilmetanefrina Mescalina Tiramina, N-metiltiramina, hordenina, 3-metoxitiramina, 3,4-dimetoxifenetilamina, N-metil-3,4-dimetoxifenetilamina Hordenina, peyotina, anhalinina, gigantina, anhalonidina, isopeyotina, mescalina, N-metilmescalina, O-metilpeyotina, lophophorina Hay alrededor de 60 alcaloides. Es conocido por contener 56 componentes nitrogenados derivados de la tiroxina base, así como 20 componentes derivados de la tiramina N-metil-3,4-dimetoxifenetilamina. Hordenina, longimammatina, (-) normacromerina, (-) sinefrina, (c//)sinefrina, N-metiltiramina, uberina, ubina, N-metil-3-4-dimetoxifenetilamina, N-metil-4-metoxifenetilamina, N-metil-4-metoxi-p-hidroxifenetilamina. Contiene triterpenos y alcaloides similares a la epinefrina. N-metiltiramina, hordenina Dolicothelina, N-metilfenetilamina, N-metiltiramina, sinefrina, p-o-metilsinefrina N-metilfenetilamina, hordenina, N-metiltiramina, sinefrina Hordenina (0.002%), tiramina (0.003%), N-metiltiramina (0.0002%). Mescalina, 3-metoxitiramina , 3-4- dimetoxifenetilamina, tiramina. 3,4-dimetoxifenetilamina, salsolidina 3-hidroxi-4-metoxifenetilamina, 4-hidroxi-3-metoxifenetilamina, arizonina, carnegina, heliamina, isosolsolina, solsolina. Heliamina, lemaireocereína, tehuanina, N-oxidotehuanina, weberina Heliamina, lemaireocereína, O-metilcorypallina, nortehuanina, pilocereína Anhalidina, 3-dimetiltricocereina, 3,4-dimetoxifenetilamina, hordenina, mescalina (0.003%), N-metilmescalina, N-metil-3,4-dimetoxifenetilamina , peyotina. Hordenina Mescalina, 3-4-dimetoxifenetilamina (0.01%), 4-hidroxi-3-5-dimetoxifenetilamina (0.01%) Mescalina, 3-4-dimetoxifenetilamina (0.01%), 4-hidroxi-3-5-dimetoxifenetilamina (0.01%) Mescalina, 3-4-dimetoxifenetilamina (0.01%), 4-hidroxi-3-5-dimetoxifenetilamina (0.01%) Hordenina, mescalina Ariocarpus agavoides Ephitelantha micromeris Coryphantha macromeris Pelecyphora pseudopectinata Mammillaria grahamii 17 Alejandro Casas * USO Y MANEJO DE CACTÁCEAS COLUMNARES MESOAMERIC AN AS Las cactáceas columnares in- cluyen alrededor de 170 especies, de las cuales 80 se encuentran en México (Bravo-Hollis, 1978; Va- liente-Banuet et al, en prensa). Es- tas plantas son componentes princi- pales de los bosques tropicales caducifolios y matorrales xerófilos de las zonas áridas y semiáridas, que cubren cerca de dos tercios del terri- torio nacional. Los arqueólogos han revelado que, junto con varias especies de Opuntia y biznagas, las cactáceas columnares fueron algunos de los principales recursos utilizados por los humanos durante la prehistoria de Mesoamérica. Smith (1967) en- contró restos de nueve especies de cactos (cuadro 1) en excavaciones de cuevas del Valle de Tehuacán, de las cuales seis eran cactáceas colum- nares. Callen (1967), por su parte, encontró que en coprolitos huma- nos de la fase El Riego (8 500- 7 000 años A.R), los restos de cac- tos ( Opuntia , cactáceas columnares y otras cactáceas no identificadas) fueron parte de la dieta de comida silvestre, junto con semillas de Se- taria spp., raíces de pochote ( Ceiba parvifolia ), hojas de maguey ( Aga- ve spp.) y carne. En la fase Coxca- tlán (7 000-5 500 años A.R), los res- tos de tejido de tallos y frutos de Opuntia y cactáceas columnares fueron materiales igualmente domi- nantes. Los restos de las fases Abe- jas, Ajalpan, Santa María, Palo Blanco y Venta Salada (5 500-460 años A.P.), sugieren que el consumo de tejido de tallo, frutos y semillas de cactáceas columnares fueron más importantes que los de Opuntia. La importancia de las cactáceas columnares en la historia de las cul- turas mesoamericanas puede apre- ciarse en la Historia Natural y Ge- neral de las Indias de Gonzalo Fer- nández de Oviedo y Valdés, el Códice De la Cruz-Badiano, el Có- dice Florentino, los libros de Fran- cisco Hernández y las Relaciones Geográficas del Siglo XV f. En el si- glo XVI, Fernández de Oviedo y Fray Bernardino de Sahagún descri- bieron cómo la cosecha de frutos de Cuadro 1 . Restos arqueológicos de cactáceas del Valle de Tehuacán (con base en MacNeish, 1967 y Smith, 1967) Phase Ajuereado El Riego Coxcatlán Abejas Purrón Ajalpan Sta. María Palo Blanco Venta Salada Fecha 14 000- 8 800- 7 000- 5 400- 4 300- 3 500- 2 800- 2 150- 1300- (años A.R) 8 800 7 000 5 400 4 300 3 500 2 800 2 150 1 300 500 Cephalocereus hoppenstedtii 1 X X X X Echinocactus platyacanthus X X Es contria chiotilla 1 X X Ferocactus latispinus X X Myrtillocactus geometrizans 1 X X X Opuntia spp. X X X X X X X X X Pachycereus hollianus 1 X X X Pachycereus weberi 1 X X X X X Stenocereus stellatus 1 X X 'Cactáceas columnares. 18 Opuntia spp. y de cactáceas colum- nares era crucial para la subsisten- cia de algunos pueblos precolombi- nos y aun después de la Conquista. Algunos pueblos indígenas de la costa del Golfo de México migraban durante el verano a las tierras altas del altiplano en busca de frutos de Opuntia. En esa región la gente per- manecía durante dos meses, mi- grando de sitio en sitio consumien- do los frutos. En los siglos xvill y xix, Miguel Barco y Francisco Ja- vier Clavijero mencionaron que la de pitayas era la “principal cosecha de los indios” en Baja California, to- das ellas provenientes de poblacio- nes silvestres de Stenocereus turbe- ri, S. gummosus, Lophocereus scho- tii y Pachycereus pringlei. De acuerdo con Bravo-Hollis (1978) y Bravo-Hollis y Sánchez- Mejorada (1991), en la región me- soamericana de México se han re- gistrado alrededor de 420 especies de cactáceas, de las cuales 118, se- gún han documentado los estudios etnobotánicos, son utilizadas por los pueblos indígenas de la región y, en- tre éstas, 45 especies son cactáceas columnares (cuadro 2). De ellas, 22 especies son gigantes, de hasta 15 m de alto, con un crecimiento vegeta- tivo lento, que alcanzan la floración después de varias décadas de haber germinado sus semillas, no presen- tan propagación vegetativa ni son cultivadas (Casas et al, 1999). No Cuadro 2. Cactáceas columnares mesoamericanas. Usos: 1 = frutos comestibles (*calidad regular, **buena calidad); 2 = forraje; 3 = bebida alcohólica; 4 = semillas comestibles; 5 = tallos y flores comestibles; 6 = construcción; 7 = cercas vivas; 8 = medicina; 9 = ornamental; 10 = adhesivos; 11 = leña. Estatus cultural: s = silvestre recolectada; m = manejada in situ; c = cultivada. Especies Usos Estatus cultural Backebergia militaris 1,2 s Cephalocereus apicicephalium 1,2 s C. chrysacanthus 1*, 2 s C. collinsii 1*, 2 s C. columna-trajani 1*, 2, 6 s C. guerreronis 1,2 s C. nizandensis 1,2 s C. palmeri var. Sartorianus 1*, 2 s C. purpusii 1,2 s C. quadricentralis 1,2 s C. senilis 9 s, c C. totolapensis 1,2 s Escontria chiotilla 1**, 2, 3, 4, 5, 7, 11 s, m M ¡troce re us fulviceps 1*, 2, 6 s Myrtillocactus geometrizans 1**, 2, 3, 5, 7 s, m M. schenkii 1**, 2, 3, 5, 7 s, m, c Neobuxbaumia macrocephala 1,2,6 s N. mezcalaensis 1**, 2, 4, 5, 6 s N. multiareolata 1,2 s N. scoparia 1,2 s N. tetetzo 1**, 2, 4, 5, 6 s Pachycereus grandis 1**, 2, 4 s P hollianus 1**, 2, 3, 4, 7 s, m, c P. marginatus 1**, 2, 7, 8 s, m, c P. pectin-aboriginum 1**, 2, 4, 6, 8, 11 s, m Pachycereus weberi 1**, 2, 3,4, 6,11 s, m Polaskia chende 1**, 2, 4, 7, 11 s, m P chichipe 1**, 2, 4, 7, 11 s, m, c Stenocereus beneckei 1*, 2, 7 s S. chacalapensis 1**, 2 s S. chrysocarpus 1**, 2 s, m S. eichlamii -| ** s S. fricii 1**, 2, 4, 7 s, m, c S. montanus 1* s S. pruinosus 1*, 2, 7, 11 s, m, c S. queretaroensis 1**, 2, 7 s, m, c S. quevedonis 1**, 2, 4, 7 s, m, c S. stellatus 1**, 2,3,4, 5, 7, 11 s, m, c S. standleyi 1**, 2, 4, 7 s, m, c S. treleasei 1**, 2, 4, 7, 11 s, m, c 19 Arriba, Ferocactus diguetii, Isla Catalina, Golfo de California. © Fulvio Eccardi Abajo, mujer limpiando frutos de cactos para preparar mermelada. ©Adalberto Ríos Szalay (tomado de Suculentas mexicanas/Cactáceas. 1 997. cvs Publicaciones- cONABio-UNAM-Semarnap, México) obstante, 23 especies son relativa- mente más pequeñas (de 2 a 8 m de alto), crecen más rápido y la mayo- ría de ellas presenta propagación ve- getativa; florecen después de 6 a 8 años de haber germinado y de 2 a 4 años después de haber sido propaga- das vegetativamente. De entre estas últimas especies, 12 son cultivadas. Los frutos de todas las cactáceas columnares son comestibles. No obstante, algunas especies tienen “frutos de buena calidad”, jugosos y de sabor dulce o agridulce (cuadro 2), mientras que otras tienen “frutos de calidad regular”, las cuales se co- sechan sólo ocasionalmente debido a que presentan espinas largas y/o abundantes, y/o a que tienen sabor no muy agradable (agrio o insípido) y/o a que son difíciles de obtener de- bido a que las poblaciones o indivi- duos son escasos o a que se dificul- ta su cosecha. Otras tienen “frutos de mala calidad”, debido a que ca- recen de una pulpa jugosa y rara vez son consumidos. Los frutos en ge- neral se consumen frescos, pero al- gunos se utilizan para preparar aguas, mermeladas y helados. De S. stellatus y P. chichipe se ha registra- do la elaboración de frutos “pasa- dos”, dejándolos secar al sol (Casas etal, 1997 y Carmona, 2001). Con los de P. chichipe se prepara mole (Carmona, 2001). Los tallos y los frutos de todas las especies son utilizados como fo- 20 Cactáceas columnares en el Valle de Tehuacán, Puebla. © Fulvio Eccardi rraje. Con este fin, los pastores cor- tan ramas y en ocasiones quitan las aréolas con el machete. También suelen recolectar frutos o sus cásca- ras para dárselas directamente al ga- nado o para preparar ensilados. Con los frutos de algunas especies se prepara una bebida fermentada co- nocida como nochoctli o colonche , a manera de pulque o vino. Las se- millas de algunas especies se consu- men separadas de la pulpa. Se secan, se asan y muelen para preparar una pasta comestible a manera de man- tequilla o bien para preparar salsas. Los botones florales de varias es- pecies también son comestibles. Ge- neralmente se preparan hervidos y fritos con huevo o encurtidos con vi- nagre, cebolla y orégano. Los tallos tiernos de algunas especies también son comestibles. Generalmente se quitan las espinas y se hacen cortes longitudinales a la rama con el fin de eliminar la porción medular. Las ti- ras de tejido fotosintético pueden hervirse o asarse y de esa forma la cutícula puede eliminarse con faci- lidad. Se consumen guisadas o en- curtidas con vinagre. La madera de varias especies de cactáceas colum- nares gigantes se utiliza comúnmen- te en la construcción de techos y cercas de las casas campesinas tra- dicionales. Algunas especies se uti- lizan como cercas vivas y como bor- dos de contención en terrazas (Casas etal, 1997, 1999). Los tallos secos de algunas especies se utilizan como leña para calentar y preparar alimen- tos, y los de Polaskia chichipe, P. chende y Stenocereus stellatus se usan en hornos para la manufactura de cerámica tradicional. La recolección de productos úti- les en poblaciones silvestres de to- das las especies es una práctica co- mún. En general, la recolección de frutos ocurre de manera selectiva; la gente prefiere los frutos de las espe- cies o de las variantes de una espe- cie que tienen pulpa jugosa, mayor tamaño, en ocasiones los frutos más dulces, en otras los más ácidos, de- pendiendo del destino del producto (para elaborar mermeladas se pre- fieren los agrios). En ocasiones los frutos con cáscara delgada (para consumo directo) o los de cáscara gruesa (si se piensa comercializar- los, ya que la cáscara gruesa es más resistente a la pudrición) (Casas et al, 1997). Sin embargo, es posible observar otro tipo de interacciones en algunas de las especies. Por ejemplo, las poblaciones silvestres de 19 especies son sujetas a formas de manejo in situ (cuadro 2). Por medio de este manejo, los campesi- nos dejan en pie algunos individuos cuando talan la vegetación y en oca- siones también promueven su abun- dancia por medio de propagación vegetativa. En el caso de Polaskia spp. y Escontria chiotilla, la planta- ción de ramas, aunque no imposible, es rara, pues la propagación vegeta- tiva es menos exitosa que en los ca- sos de Stenocereus. Más bien, la gente practica el transplante de in- dividuos jóvenes (de entre 20 y 30 cm) con el fin de optimizar el uso del espacio abierto con fines agrícolas (Arellano, 2001; Carmona, 2001). Debido a que los individuos así to- lerados compiten por espacio con las plantas cultivadas, la gente se- lecciona cuáles especies son las me- jores para tolerarse, de acuerdo con su utilidad, así como cuáles indivi- duos son los mejores, de acuerdo con la calidad de sus frutos. La gen- te prefiere dejar en pie los indivi- duos con frutos relativamente más grandes, con sabor más dulce, con cáscara delgada y con pocas espi- nas. Finalmente, 12 especies son cultivadas en las huertas y solares, principalmente por medio de propa- gación vegetativa. La gente selec- ciona los fenotipos deseables tanto en poblaciones silvestres como en individuos previamente cultivados, corta sus ramas y las planta en el si- tio conveniente. En los casos de Ste- nocereus stellatus, S. pruinosus y Pachycereus hollianus, general- mente se cortan ramas de entre 1 y 1.5 m; en los casos de Polaskia chende, P. chichipe, Escontria chio- tilla y Myrtillo cactus schenkii se cortan brazos completos desde la ar- ticulación, de 40 cm o más. Estas ra- mas se dejan secar al sol durante dos 21 Arriba, cactáceas columnares en el Valle de Tehuacán, Puebla. Abajo, corte de Fer ocactus histrix para la elaboración del dulce conocido como acitrón. © Fulvio Eccardi semanas con el fin de prevenir in- fecciones en el área de corte; poste- riormente se plantan en hoyos en los cuales se ha depositado previamen- te estiércol de cabra. La plantación se lleva a cabo a finales de abril y principios de mayo, unas cuantas semanas antes del periodo lluvioso. Los individuos que se encuentran en las huertas también pueden derivar- se de plántulas toleradas por los campesinos, las cuales se estable- cieron en las huertas a partir de se- millas dispersadas por medio de ex- cretas de aves, murciélagos o humanos o a partir del transplante de individuos jóvenes, los cuales aportan nueva variación genética junto con las plántulas que se esta- blecen y se toleran. Debido a que la gente no reconoce las diferentes va- riantes de frutos con base en carac- terísticas vegetativas, la decisión de eliminar o dejar en pie los indivi- duos establecidos por esta vía se to- ma después de que los individuos producen frutos por primera vez (véase Casas etal, 1997, 1999). Las cactáceas columnares no só- lo constituyen especies clave en las comunidades bióticas de las zonas áridas y semiáridas, sino que ade- más son recursos de un considera- ble potencial económico. Hoy día, cientos de comunidades rurales las utilizan para satisfacer sus necesida- des de subsistencia y comercializan sus productos a escala local o regio- nal. Sin embargo, algunas especies podrían tener importancia en merca- dos internacionales y su comercia- lización contribuiría a beneficiar la economía campesina. Ante tal pers- pectiva, el estudio y conservación de los recursos genéticos de estas plantas es una prioridad para el país. *Instituto de Ecología, UNAM, Campus Morelia. Bibliografía Arellano, E. 2001. Manejo tradicional y variación morfológica en poblacio- nes silvestres y manejadas de Escon- tria chiotilla (F.A.C. Weber) Rose (Cactaceae) en el Valle de Tehuacán, Puebla. Tesis de licenciatura. Facul- tad de Biología, Universidad Mi- choacana de San Nicolás de Hidal- go, Morelia. Bravo-Hollis, H. 1978. Las cactáceas de México. Vol. I. Universidad Nacio- nal Autónoma de México, México. Bravo-Hollis, H. y H. Sánchez-Mej ora- da. 1991. Las cactáceas de México. Vols. II y III. Universidad Nacional Autónoma de México, México. Callen, E.O. 1967. Analysis of the Te- huacán coprolites. En: Prehistory of 22 LIBROS LIBROS LIBROS EL GÉNERO OPUNTIA EN JALISCO. GUÍA DE CAMPO the Tehuacan Valley. Vol. 1. Environ- ment and Subsistence (D.S. Byers, ed.). The University of Texas Press, Austin, pp. 261-289. Carmona, A.R. 2001. Variación morfo- lógica en poblaciones silvestres, manejadas y cultivadas de Polaskia chichipe en el Valle de Tehuacán- Cuicatlán. Tesis de maestría. Univer- sidad de Colima, Colima. Casas, A., B. Pickersgill, J. Caballero y A. Valiente-Banuet. 1997. Ethnobo- tany and the process of domestica- tion of the xoconochtli Stenocereus stellatus (Cactaceae) in the Tehua- cán Valley and La Mixteca Baja, Mé- xico. Economic Botany 5 1 : 279-292. Casas, A., J. Caballero y A. Valiente-Ba- nuet. 1999. Use, management and domestication of columnar cacti in south-central México: A historical perspective. Journal of Etlmobio- logy 19: 71-95. Flannery, K.V. (ed.). 1986. GuiláNa- quitz. Academic Press, Nueva York. MacNeish, R.S. 1967. Asummary ofthe subsistence. En: The Prehistory of the Tehuacán Valley (D.S. Byers, ed.). University of Texas Press, Aus- tin, pp. 290-23 1 . Smith, C.E. 1967. Plant remains. En: The Prehistory ofthe Tehuacán Va- lley. S. Byers (ed.). University of Te- xas Press, Austin, pp. 220-225. Valiente-Banuet, A., M. Coro Arizmen- di, A. Rojas-Martínez, A. Casas, H. Godínez-Alvarez, C. Silva y P. Dá- vila. En prensa. Biotic interactions and population dynamics of colum- nar cacti. En: T. Flemming y A. Va- liente-Banuet (eds.). Evolution, Eco- logy, and Conservation of Columnar Cacti and Their Mutualists. Arizona, University Press. Con el apoyo de la Universidad de Guadalajara y la CONABIO, Adria- na González Durán, Ménica E. Rio- jas López e Hilda J. Arreóla Nava han elaborado esta guía de campo para la identificación del género Opuntia en el estado de Jalisco. Esta guía nos proporciona infor- mación general sobre los nopales, su importancia y usos tradicionales tanto en México como en Jalisco. En los primeros capítulos se propor- ciona información básica sobre la clasificación y morfología del géne- ro, con ilustraciones que ayudan al lector a introducirse en el género. Para la determinación de las es- pecies en el campo se incluyen cla- ves dicotómicas y la diagnosis de cada una de las especies que se en- cuentran en Jalisco, con informa- ción de sus principales característi- cas morfológicas, fenología, distri- bución reportada en México y particularmente en Jalisco, su hábi- tat y el nombre común. Además se incluye una sección de fotografías a color, así como mapas de distribu- ción de las especies en Jalisco, lo que apoya la determinación. La guía contiene también un capítulo sobre la colecta y preparación de ejempla- res para herbario. Sobre la conservación de estas plantas tan representativas de nues- tro país, las autoras nos advierten: “Es importante impulsar el estudio del género Opuntia , para, entre otras í; u faite, ampo cosas, conocer el estado actual de sus poblaciones silvestres y contar con programas encaminados a refo- restar las zonas áridas y semiáridas degradadas, considerando a las es- pecies silvestres del género Opuntia como una opción ecológico-pro- ductiva para estas regiones. Por otra parte, sería importante la creación de un jardín botánico que tenga co- mo finalidad preservar la diversidad no sólo del género sino de la fami- lia Cactaceae de la región semiárida de Jalisco.” Un libro de gran utilidad tanto para especialistas dedicados al estu- dio de las cactáceas como para todos aquellos que se quieran acercar y co- nocer un poco más de esta familia. 23 UNIVERSIDAD DE CIENFUEGOS, CUBA Encuentro Internacional de Instituciones y Organizaciones Promotoras de la Agricultura Sostenible, Cienfuegos, Cuba Del 12 al 15 de febrero de 2002 Informes: correo-e: agronal2002@yahoo.com agropec@ucfinfo.ucf.edu.cu Web: http://www.geocities.com/agronat2002/ UNIVERSITY OF FLORIDA, INSTITUTE OF FOOD AND CONSERVATION AND THE FOREST MANAGEMEN TRUST, UNIVERSIDAD DE FLORIDA, ESTADOS UNIDOS Working Forests in the Tropics: Conservaron Through Sustainable Management Del 25 al 26 de febrero de 2002 Informes: Dr. Daniel J. Zarin, Conference Chair University of Florida PO Box 110760 Gainesville, FL 32611-0760 Tel: (352) 846-1247 Fax: (352) 846-1332 Correo e: zarin@ufl.edu ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL PARA EL ESTUDIO DE PLANTAS SUCULENTAS (IOS), ESTADOS UNIDOS 27th IOS Congress, Desert Botanic Garden, Phoenix, Arizona Del 7 al 14 de abril de 2002 UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE TAMAULIPAS, SOCIEDAD MEXICANA DE CACTOLOGÍA, A.C., ASOCIACIÓN CACTOLÓGICATAMAULIPECA, A.C. III Congreso Mexicano y II Latinoamericano, del Caribe sobre Cactáceas y otras Plantas Suculentas.. Ciudad Victoria, Tamaulipas Del 23 al 27 de septiembre de 2002 Informes: Biól. José Guadalupe Martínez Avalos Instituto de Ecología y Alimentos-UAT, 13 Blvd. López Mateos 928 Cd. Victoria, Tamaulipas 87040, México Tel y fax: 01(834) 316 27 21 Correo e: jmartin@cactus.uat.mx jgavalos@correoweb.com sucoland@hotmail.com COMISIÓN NACIONAL PARA EL CONOCIMIENTO Y USO DE LA BIODIVERSIDAD La conabio es una comisión intersecretarial dedicada a coordinar y establecer un sistema de inventarios biológicos del país, promover proyectos de uso de los recursos naturales que conserven la diversidad biológica y difundir en los ámbitos nacional y regional el conocimiento sobre la riqueza biológica del país y sus formas de uso y aprovechamiento. SECRETARIO TÉCNICO: Victor Lichtinger COORDINADOR NACIONAL: José Sarukhán Kermez SECRETARIO EJECUTIVO: Jorge Soberón Mainero DIRECTOR DE SERVICIOS EXTERNOS: Hesiquio Benítez Díaz Informes: Paty Wilson, IOS Organising Committe 1201 N.Galvin Parway, Phoenix, Arizona 85008, USA. Tel: 480-941-1225; fax: 480-481-8124. Web: www.iosweb.org/ WESSEX INSTITUTE OF TECHNOLOGY, REINO UNIDO Segunda Conferencia Internacional sobre Regeneración Urbana y Sustentabilidad Segovia, España Del 3 al 5 de julio de 2002 Informes: Gabriella Cossutta, Conference Secretariat The Sustainable City 2002, Wessex Institute of Technology, Ashurst Lodge, Ashurst, Southampton, SO40 7AA, UK. Correo e:gcossutta@wessex.ac.uk with Fax: 44 (0) 238 029 2853 El contenido de Biodiversitas puede reproducirse siempre que la fuente sea citada. Web: www.wessex.ac.uk/conferences/2002/urs02/index.html COORDINADOR: Fulvio Eccardi ASISTENTE: Rosalba Becerra CORREO E: biodiversitas@xolo.conabio.gob.mx DISEÑO: Luis Almeida. Ricardo Real PRODUCCIÓN: BioGraphica Liga Periférico Sur-Insurgentes 4903, Col. Parques del Pedregal. 14010 México. D.F. Tel. 5528 9100. fax 5528 9125. http://www.conabio.gob.mx Registro en trámite