HACIA UN EC0TUR1SM0 SUSTENTABLE PÁG.8 HERRAMIENTAS MOLECULARES Y SUS APLICACIONES EN TAXONOMÍA: EJEMPLOS CON TORTUGAS MARINAS PÁG. 12 LAS ARDILLAS DE MÉXICO CONOCIMIENTO Y USO DE LA BIODIVERSIDAD Las ardillas son uno de los grupos de mamíferos sil- vestres más conocidos en las ciudades y sus alrededo- res; se les puede ver en los parques, en los jardines de muchas casas y algunas veces hasta se les mantiene co- mo mascotas. Esta familiaridad con las ardillas se debe en gran parte a su actividad diurna y a sus hábitos gre- garios. Hace no más de cuatro o cinco décadas, algunos pioneros de la mastozoología mexica- na narraban sus experiencias sobre la presencia y la abundancia de ardillas; “En la tierra caliente del mismo estado [refiriéndose a Guerrero], los cuiniques ( Sper - mophilus adocetus) eran de tal manera abundantes que al cruzar los caminos, los caballos y recuas de los arrie- ros los aplastaban con las patas” (Villa, 1986). Manuel Valdés Alarcón* LAS ARDILLAS DE MEXICO A su vez, Álvarez del Toro escribía en 1977, sobre el género Sciurus: “Se oyó algo así como un fuerte aguacero que se aproximaba. Sin embargo el cielo estaba despejado; a los pocos momentos se escuchó un rumor difícil de identificar hasta que hicieron su aparición las primeras ardillas y se resolvió el origen del ruido, mas no así el motivo, porque eran tantos los individuos que avan- zaban por los bejucos, ramas y sue- lo que fue muy difícil calcular el nú- mero”. A las ardillas e les puede encon- trar desde en regiones templadas y tropicales hasta en zonas áridas o de- siertos, por lo que el estudio de su his- toria natural ha tenido una profunda influencia en el desarrollo de las teo- rías ecológicas y pueden considerar- se como indicadores de algunas aso- ciaciones ecológicas particulares. La importancia de las ardillas justifica cualquier esfuerzo por difundir el co- nocimiento actualmente disponible acerca de ellas. En el México antiguo, en gene- ral se conoció a las ardillas grandes como techálotl y a las pequeñas co- mo mototli. El conocimiento indí- gena alcanzaba ciertos detalles más allá de este nivel y distinguía tipos de ardillas terrestres y arborícolas, y ocasionalmente ciertos morfotipos y colores. Así, llamaban cuauhte- chálotl a las ardillas grandes de ár- bol y cuauhtechalotlíltic a las ardi- llas arborícolas diurnas de color ne- gro. Por otra parte, a las ardillas “vo- ladoras” o planeadoras ( Glaucomys volans ) se les daba el nombre de quimichpatlan o quimichpatlani ( quimichin = ratones + patlani = que surcan el aire), lo que hacía referen- cia a la membrana que tienen entre sus extremidades y que les sirve pa- ra planear entre los árboles. Igualmente, la partícula tlal (de llalli = tierra) parece haberse aplica- do a ardillas terrestres como en tlal- lechálotl (ardilla terrestre grande), probablemente del género Cynomys, y tlalmototli (ardilla terrestre peque- ña), probablemente a las especies menores del género Spermophilus, puesto que a las especies mayores de este género (como Spermophilus va- riegatus ) simplemente se les deno- mina -aun hoy día- “techalotes”. Diversidad Las ardillas son roedores pertene- cientes a la familia Sciuridae, que se encuentra ampliamente distribuida por todo el mundo y sólo están au- sentes en Australia, Madagascar, las regiones polares, el sur de Suramé- rica y algunas zonas áridas del vie- jo mundo. En esta familia se reconocen ac- tualmente 261 especies en el mun- do, distribuidas en 5 1 géneros que incluyen las ardillas terrestres, mar- motas y “perritos” de las praderas (. Spermophilus , Ammospermophi- lus, Marmota y Cynomys), ardillas “voladoras” o planeadoras (Glau- comys), arborícolas ( Sciurus ) y las Tamias, que tienen sus madrigueras en la tierra o nidos en huecos de ár- boles. Todas son de actividad diur- na, a excepción de las ardillas “vo- ladoras”, que son nocturnas. Actualmente se reconocen 35 especies de ardillas en México, in- cluidas en 7 géneros, y 13 de ellas son endémicas (véase cuadro 1). Representan 41.2% de las 86 espe- cies registradas para Norte y Cen- troamérica. La mayoría de las espe- cies que se encuentran en México son de hábitos terrestres (21 espe- cies) y 14 son arborícolas. Sin em- bargo, estos extremos no son estric- tos; algunas especies construyen sus madrigueras en la tierra y pasan gran parte de su actividad diaria en los árboles, como los chimocos (Ta- mias sp.) y las ardillas de tierra tro- picales (tezmos, Spermophilus an- nulatus). Su distribución en México Los esciúridos son un grupo de roe- dores de origen neártico; existen re- gistros fósiles desde el Oligoceno medio en Norteamérica y el Pleisto- ceno en Suramérica; al parecer, las ardillas terrestres, arborícolas y pla- neadoras no aparecieron hasta el Mioceno. La mayoría de las especies de ar- dillas tiene una distribución amplia, 2 lo que indica que pueden vi vir en una gran variedad de ambientes. Sin em- bargo, varias de las especies endémi- cas tienen una distribución restringi- da y son el resultado de poblaciones relictuales que se separaron de las es- pecies más cercanas por los cambios de vegetación ocurridos durante la última glaciación; tal es el caso de Spermophilus perotensis, S. madre ti- sis, Cynomys mexicanas y Tamias- ciurus mearnsi ; algunas especies co- mo Cynomys ludovicianus tienen una distribución restringida en nues- tro país porque sólo un extremo de su distribución llega a México. La mayor diversidad de especies en México se encuentra en la Sierra Madre Occidental, particularmente en la Sierra de Chihuahua-Durango y el Eje Neovolcánico. Estas áreas son de importancia por su alto gra- do de endemismo, ocasionado por la intrincada topografía y los tipos de vegetación que limitan la dispersión de muchos pequeños mamíferos. Una de las áreas con mayor di- versidad de esciúridos en el noroes- te de México es el estado de Sonora ( 1 0 especies en 5 géneros), que pre- senta tres influencias faunísticas: especies de bosques templados de la Sierra Madre Occidental, especies desérticas con un amplio rango que se extiende hasta Arizona y especies de pastizales que se extienden hasta Nuevo México y Chihuahua. Importancia ecológica En algunas ocasiones son indicado- res del estado de conservación del ecosistema por su estrecha relación con asociaciones vegetales particu- lares y son importantes dentro de las Sciurus colliaei (arriba) Sciurus niger (abajo) © Gerardo Ceballos cadenas tróficas, ya que no sólo con- sumen una gran cantidad de semi- llas sino que pueden serdispersores de éstas y por otra parte pueden con- sumir muchos insectos que podrían convertirse en plagas. Asimismo, las ardillas son una fuente de prote- ína para las aves de presa (halcones, águilas), así como para otros carní- voros menores (coyote, zorro, gato montés, tejón, comadreja) e incluso de algunos reptiles como serpientes de cascabel, por lo que representan un papel ecológico destacado en las comunidades naturales. Alimentación y adaptaciones al medio Las ardillas tienen una alimentación muy variada; las terrestres del gé- nero Spermophilus se alimentan de una gran cantidad de insectos y sus larvas, diversas plantas anuales y ra- íces. Las arborícolas consumen los brotes y cortezas de ramas en creci- miento, los conos de las coniferas, polen, frutos, semillas y hongos. En algunos casos pueden ser oportu- nistas y consumir los huevos o po- lluelos de algunas aves. Estas especies tienen el hábito de almacenar semillas en los huecos de los árboles; en ocasiones las entie- rran y aunque siempre recuerdan dónde las han ocultado, algunas no son consumidas. Las semillas son transportadas por las ardillas en un par de abazones (bolsas en las meji- 3 Tamias memami © Gerardo Ceballos lias de roedores) hasta donde las ocultan o almacenan, que no es ne- cesariamente en su madriguera o ni- do y posteriormente las seleccionan y consumen. A lo largo de su evolución las ar- dillas han mostrado una gran capa- cidad de adaptación a los cambios continuos del medio ambiente me- diante mecanismos fisiológicos, morfológicos y conductuales, lo- grando sobrevivir en desiertos ex- tremosos y en áreas donde se pre- sentan bajas temperaturas y nieve durante gran parte del año. Sper- mophilus sp. hiberna durante 8 a 9 meses y reduce sus patrones de actividad a sólo cuatro meses. La ar- dilla de Mojave, Spermophilus mo- havensis, y la ardilla antílope, Am- mospermophilus spp., coexisten en la misma zona y han seguido estra- tegias diferentes para sobrevivir. La ardilla antílope presenta adaptacio- nes fisiológicas y conductuales pa- ra resistir temperaturas ambientales altas y se mantiene activa durante todo el año, en tanto que la ardilla de Mojave resuelve el problema me- diante la estrategia de letargo de sie- te meses en el periodo más crítico, de agosto a febrero. Las ardillas presentan compor- tamiento de hibernación o estiva- ción. El comportamiento rítmico diario de muchas especies de ardi- llas está determinado por un “reloj biológico” endógeno, usualmente en combinación con factores físicos extemos, como la variación diaria en la luz del día y la noche. Las es- trategias de hibernación varían en- tre las especies dependiendo de lo riguroso de las condiciones climáti- cas, la disponibilidad de alimento y el tamaño corporal. Algunas ardillas como las Ta- mias presentan periodos breves de letargo que se alternan con actividad y alimentación, mientras que algu- nas Spermophilus acumulan la sufi- ciente cantidad de grasa para sopor- tar periodos de 4 a 5 días continuos de letargo. El tamaño corporal y el costo energético de reducir y elevar la temperatura corporal de los lími- tes de su temperatura basal es deter- minante para seguir una estrategia. Estrategias de historia de vida Las ardillas arborícolas general- mente son solitarias; sólo en la épo- ca de apareamiento llegan a formar grandes comunidades; las planea- doras suelen pasar el invierno en grupos como una estrategia de ter- morregulación y evitar la pérdida de calor durante esta época. Las ardillas presentan una am- plia gama de sistemas sociales, des- de especies solitarias hasta especies muy sociales que forman harenes (e.g. Cynomys sp.), donde mantie- nen complejas jerarquías e interac- ciones. Armitage (1961) ha defini- do cinco grados de sociabilidad, usando como criterio el grado de traslapamiento en las áreas de acti- vidad: 1] Especies esencialmente solitarias; 2] Especies que viven en colonias o agregaciones de hábitat favorables pero donde todos los miembros viven individualmente; 3] Especies en las que los machos defienden el territorio de varias hembras, pero en los cuales las hem- bras viven separadas; 4] Especies en las que un macho forma un harén, en el que varias hembras comparten una madriguera, y 5] especies con sistemas de multiharenes. El periodo de reproducción de las ardillas arborícolas puede variar en el año, pero generalmente está asociado con los periodos de lluvia y mayor disponibilidad de alimento. Tienen de 2 a 6 crías por parto, con un promedio de 4 a 5. Las ardillas de tierra tienen un periodo de repro- ducción más definido y asociado a la disponibilidad de recursos, pre- sentando incluso una marcada in- fluencia en las formas de agrupación y grados de sociabilidad. Sin em- bargo, los cuiniques (S. adocetus) ardillas de tierra tropicales, al pare- cer no presentan un periodo repro- ductivo claramente definido. Gene- ralmente las especies de ardillas más sociables son aquellas que tienen un mayor tamaño corporal, con un pe- riodo de cría relativamente corto y una disponibilidad de recursos mar- cadamente estacional. 4 Spermophilus adocetus Amenazas De las 35 especies que existen en México, 8 se encuentran en alguna categoría de riesgo y por lo menos 13 son endémicas (Semamat NOM- 059-ECOL-2001; tabla 1). Los cambios en la composición y riqueza de las comunidades vege- tales han favorecido a unas especies y perjudicado a muchas otras. Las ardillas no son la excepción; algu- nas de ellas, como Spermophilus adocetus y S. variegatus han am- pliado su distribución llegando in- cluso a convertirse en plaga; otras, como Glaucomys volans y Sper- mophilus perotensis han mostrado una reducción en sus poblaciones. Si bien es cierto que la capacidad de adaptación y reproducción de al- gunas especies de ardillas les per- mite superar o resistir las presiones que ocasionan los cambios de uso del suelo, otras presentan asociacio- nes a ecosistemas muy particulares con requerimientos de hábitat espe- cíficos, como las ardillas “volado- ras”, que viven en poblaciones ais- ladas en áreas montañosas de bosques deciduos mixtos de pino- encino, pino-encino-abeto, y ac- tualmente la especie ha desapareci- do en varias localidades por la tala inmoderada de estos bosques. Otro caso similar es el de Sciurus aberti que se encuentra particularmente asociada con la presencia de pino amarillo {Pinus ponderosa); sus po- blaciones, que son generalmente es- casas, han disminuido debido a las tasas de deforestación que ocasio- nan la fragmentación del hábitat, poniendo en riesgo la existencia de esta especie. Por otra parte, el comercio de subsistencia de estas especies se realiza por medio de la captura de crías por los campesinos para ven- derlas como mascotas en los merca- dos de las ciudades o en las carrete- ras, sin una autorización legal, y por lo menos unas diez especies (e.g. Sciurus aureogaster, Spermophilus mexicanus) están sujetas al aprove- chamiento cinegético bajo los linca- mientos de la Ley General de Vida Silvestre. Sin embargo no existen datos cuantitativos que permitan evaluar si estas especies son real- mente de un interés cinegético o so- lamente son de interés en la caza tra- dicional de algunas comunidades rurales. ^ * Unidos para la Conservación. A.C. y Agru- pación Sierra Madre, S.C. Bibliografía Álvarez del Toro, M. 1977. Los mamífe- ros de Chiapas. Gobierno del estado de Chiapas. Consejo Estatal de Fo- mento a la Investigación y Difusión de la Cultura (Series Científicas). DIF-Chiapas-Instituto Chiapaneco de Cultura. Arita, T.FI. y G. Ceballos. 1997. Los ma- míferos de México: distribución y estado de conservación. Revista Me- xicana de Mastozoología 2:33-71. Armitage, B.K. 1981. Sociality as a life history tactic of ground squirrels. Oecologia 48: 36-49. Ceballos, G., G. Arroyo-Cabrales y R. Medellín. 2002. The mammals of México: Composition, distribution and conservation status. Occasional Papers. Museumof Texas Tech Uni- versity 218: 1-27. Michenier, G.R. 1984. 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Los nombres comunes que aquí aparecen son los más conocidos y sólo se indica el número de subespecies para México. Nombre común Nombre científico Hábitat Categoría Juancito o ardilla antílope Ammospermophilus insularis Especie monotípica Desiertos y pastizales Endémica, amenazada Juancito Ammospermophilus harrisií 2 subespecies Desiertos, suelos rocosos Juancito Ammospermophilus interpres Especie monotípica Desiertos y matorrales, bosques de Quercus y Juniperus Juancito Ammospermophilus leucurus 4 subespecies Desiertos Perrito de las praderas mexicano Cynomys mexicanus Especie monotípica Pastizales Endémica, peligro Perrito de las praderas de cola negra Cynomys ludovicianus 1 subespecie Pastizales Amenazada Ardilla Sciurus alleni Especie monotípica Bosques de pino-abeto, encino, madroño, chaparral Endémica, amenazada Ardilla gris Sciurus colliaei 4 subespecies Bosques tropicales, caducifolios, palmares Endémica Ardilla Sciurus oculatus 3 subespecies Bosques de oyamel, de pino-encino Endémica, frágil, protección Ardilla Sciurus aberti 2 subespecies Bosques de pino ponderosa Frágil, protección Ardilla Sciurus arizonensis 1 subespecie Bosques de coniferas y encinos, desiertos, chaparrales Amenazada Ardilla gris o de vientre rojo Sciurus aureogaster 2 subespecies Bosques de pino, pino-encino, selvas altas, bosques de niebla, desiertos Ardilla selvática o ardilla moto Sciurus deppei 3 subespecies Selvas húmedas y secas, bosques de niebla Ardilla Sciurus griseus 1 subespecie Bosques de encino, ciprés, pino ponderosa y Pseudotsuga Amenazada Ardilla Sciurus nayaritensis 2 subespecies Bosques riparios, bosques de pino-encino Ardilla o ardilla zorro Sciurus niger 1 subespecie Bosques de pino y encino Ardilla Sciurus yucatanensis 2 subespecies Selvas secas Ardilla orejona Sciurus variegatoides 1 subespecie Selvas húmedas Frágil, protección Cynomys ludovicianus 6 Nombre común Nombre científico Hábitat Categoría Ardilla voladora o planeadora Glaucomys volans 4 subespecies Bosques de pino, pino-encino Amenazada Culnique Spermophilus adocetus 2 subespecies Matorrales espinosos Endémica Tezmo o ardilla de cola anillada Spermophilus annulatus 2 subespecies Selvas secas, matorrales, suelos rocosos Endémica Ardillón Spermophilus atricapillus Especie monotípica Desiertos y pastizales Endémica Chalote jolino Spermophilus madrensis Especie monotípica Bosques de pino, pino-encino suelos rocosos Endémica, frágil, protección Moto Spermophilus perotensis Especie monotípica Desiertos y pastizales Endémica, amenazada Motocle Spermophilus mexicanus 2 subespecies Pastizales, matorrales Techalote o ardilla de las rocas Spermophilus variegatus 4 subespecies Bosques de pino-encino, selvas secas, desiertos, laderas pedregosas Ardillón Spermophilus beecheyi 2 subespecies Desiertos Ardilla moteada Spermophilus spilosoma 10 subespecies Desiertos, pastizales, matorrales, suelos arenosos Ardilla de tierra de cola redonda Spermophilus tereticaudus 3 subespecies Desiertos, pastizales, matorrales, suelos arenosos Chimoco o chipmunk Tamias bulleri Especie monotípica Bosques de pino, pino-encino Endémica Chimoco Tamias durangae 2 subespecies Bosques de pino, pino-encino Endémica Chimoco Tamias dorsalis 4 subespecies Bosques de pino, pino-encino, desiertos Chimoco Tamias merriami 1 subespecie Bosques de pino, pino-encino Frágil, protección Chimoco Tamias obscurus 2 subespecies Bosques de pino, pino-encino, chaparral Ardilla roja Tamiasciurus mearnsi Especie monotípica Bosques de pino, pino-abeto, encino Endémica, amenazada Spermophilus annulatus © Gerardo Ceballos 7 Orlik Gómez García* y Dianne Dredge** HACIA UN ECOTURISMO SUSTENTABLE Entre los segmentos emergen- tes del mercado turístico nacional, el ecoturismo sobresale por el nú- mero de participantes, por la impor- tante derrama económica que éstos generan y por la aparición de una gran cantidad de oportunidades eti- quetadas como ecoturísticas. Basta echar una mirada por la web para darse cuenta de la infinidad de des- tinos y actividades promovidos co- mo ecoturismo. Al hablar de ecoturismo es muy probable que aún se evoquen imá- genes de excursionistas vestidos con ropa de safari, explorando los rincones de una selva, escalando en las barrancas más escarpadas o qui- zás acechando a un jaguar, listos pa- ra obtener fotografías de una expe- riencia memorable. También es posible que se plantee como una ac- tividad para un pequeño segmento de la población: aquellos que tienen los recursos (dinero y tiempo) para explorar los rincones más exóticos y desconocidos. ¿Qué es el ecoturismo? La Di- rección de Fomento al Turismo Al- ternativo de la Secretaría de Turis- mo lo define como aquellos viajes que tienen como finalidad realizar actividades recreativas, de aprecia- ción y conocimiento de la natu- raleza mediante el contacto con la misma. Sin embargo, aun esta defi- nición es muy general y da lugar a muchas interpretaciones y, por lo tanto, a confusiones por su aplica- ción a diversos destinos y activida- des. Por ejemplo, un turista puede “apreciar y conocer” la naturaleza desde un autobús con todas las co- modidades, o en una excursión a pie para observar aves y orquídeas en un sitio silvestre y aislado. Dicha definición tampoco menciona la im- portancia que tiene el contexto so- ciocultural de las localidades para el desarrollo del ecoturismo. Por ello, más que sujetamos a una definición, en lugar de clasifi- car el ecoturismo como un destino, actividad o experiencia específica, es mejor caracterizarlo como una actitud y un estilo de comporta- miento compatible con el conoci- miento, la apreciación y disfrute, el uso sustentable y la conservación del medio natural in situ con fines turísticos, que tienen como funda- mento el concepto de desarrollo sus- tentable. No hay otro tipo de turismo que esté tan estrechamente relacionado con la naturaleza, su integridad y funcionamiento. De hecho entre ambos existe una relación práctica- mente simbiótica, pues la sustenta- bilidad del medio natural es funda- mental para el éxito y la viabilidad del ecoturismo a largo plazo. Para México, país con una gran diversi- dad de paisajes, ecosistemas, espe- cies y culturas, el desarrollo del eco- turismo puede ser una herramienta que favorezca el conocimiento cer- cano de los componentes de esta di- versidad y, como meta a alcanzar, su protección y conservación. Pero tampoco es una panacea: aunque se presenta como una opción maravi- llosa, el ecoturismo por sí solo no es una herramienta autosuficiente pa- ra la conservación de la naturaleza ni una posibilidad realista para el progreso económico de las co- munidades a largo plazo, si no está acompañada por el diseño, la plani- ficación y el manejo sustentable, apropiado, riguroso y cuidadoso de los atractivos del medio natural y de las actividades ecoturísticas. Desde el punto de vista comer- cial, el ecoturismo representa im- portantes ventajas competitivas por su singularidad. Es, en teoría, una óptima combinación de atrac- tivos naturales y culturales, inte- grados en circuitos o como desti- nos, con una amplia oferta en el territorio nacional. La popularidad actual del ecotu- rismo se debe en principio al cre- ciente interés de los consumidores por el medio ambiente, lo cual ha impulsado el incremento en la de- manda por los “ecoproductos”. La situación ha llegado a un punto tal que se presenta como ecoturismo to- do tipo de turismo que esté relacio- nado con la naturaleza, como el lla- mado turismo de aventura. Dentro de este panorama, los verdadera- 8 Actividad turística Impacto ambiental Consecuencia Excursionismo Pisoteo de la vegetación, erosión de pendientes abruptas, ruido Deterioro de la estructura del suelo, cambios en los hábitats, cambios en la vegetación y la fauna, deterioro del atractivo del sitio Descenso de ríos Erosión de riberas, depósitos de basura Contaminación, cambios en la calidad del agua, cambios en las poblaciones de fauna Campismo Corte de árboles, depósitos de basura, cambios en las poblaciones de fauna, ruido Mayor riesgo de incendios, cambios en el comportamiento animal, contaminación, destrucción de hábitats Observación de flora y fauna Pisoteo de la vegetación, ruido, modificaciones a las poblaciones Interrupción de ciclos reproductivos, cambios en los hábitats Paseos a caballo Pisoteo de la vegetación, contami- nación por excrementos, erosión. Introducción de especies vegetales exóticas, cambios en los hábitats Ciclismo de montaña Erosión, ruido Perturbaciones en hábitats, erosión, cambios en las poblaciones animales locales Turismo en canoa en la isla Espíritu Santo, Golfo.de California. mente interesados en la explora- ción, apreciación y conocimiento del medio ambiente natural ya no pueden confiar en los destinos que se promueven como ecoturísticos. Como resultado de esta amplitud de ofertas, el término “ecoturismo” es una moda; existen muchas con- fusiones por su aplicación a una va- riedad de destinos y actividades tu- rísticas que van desde playas hasta selvas tropicales, desde la visita a un zoológico urbano hasta campamen- tos en sitios silvestres. En cambio, otros lugares, como los jardines bo- tánicos, que podrían ser excelentes ámbitos para aprender a hacer eco- turismo por sus particularidades na- turales y ambientales, y su potencial educativo, ni siquiera son mencio- nados como destinos, a pesar de que en algunos casos entre sus objetivos está el fomentar la recreación y el tu- rismo. Los jardines botánicos pue- den ser en muchos casos una de las pocas oportunidades que tienen los habitantes urbanos de visitar un si- tio silvestre o semisilvestre cercano y por ello cumplen un papel impor- tante en la educación y la sensibili- zación del público. Sitios como és- tos pueden representar una forma de estimular, en la vida de niños, jóve- nes y adultos, el amor a la naturale- za y a las prácticas ecoturísticas sus- tentables, mediante el desarrollo de cursos, talleres, excursiones a espa- cios naturales con vegetación, fau- na y paisajes atractivos, con el so- porte que brinda la investigación científica. No obstante, en un contexto muy general podemos decir que son tres los elementos básicos que caracteri- zan al ecoturismo: el mercado, el destino y las actividades. 1] El mercado ecoturístico se compone de turistas motivados principalmente por apreciar, obser- var, respetar y aprender del medio ambiente natural silvestre y semi- silvestre. Dentro de este mercado, el rango varía entre quienes, después de explorar el entorno natural, pre- fieren usar los bienes y servicios del centro urbano más cercano, o bien aquellos que prefieren sitios total- mente silvestres y aislados donde puedan conocer, de primera mano, determinados aspectos del medio natural y las manifestaciones repre- sentativas de la cultura local. 2] El destino en donde se reali- zan las actividades ecoturísticas usualmente es un sitio silvestre o poco modificado en el cual es posi- ble apreciar y conocer el paisaje, los ecosistemas, la flora y la fauna nati- vas, o bien alguna manifestación cultural local. Los ecoturistas en- cuentran más atractivos los ambien- tes que son diferentes de su lugar de procedencia. Así, para los habitan- tes de las ciudades los sitios natura- les o seminaturales resultan atracti- vos porque son sitios donde pueden observar de cerca la naturaleza, dis- frutar del aire fresco, el sol y la quie- tud; representan un respiro a su vi- da cotidiana. 3] Las actividades ecoturísticas se caracterizan por experiencias que combinan aventura, educación y re- creo. Usualmente se llevan a cabo en grupos pequeños o de manera in- dividual, dependiendo de la expe- riencia deseada. Actividades ecotu- rísticas típicas en el mercado estadounidense son el excursionis- mo, la observación de aves, la foto- grafía de la naturaleza, safaris, alpi- nismo, descenso de ríos en balsa y la observación de plantas. Desarrollo sustentable y ecoturismo El ecoturismo es un segmento del mercado turístico muy importante debido al aumento en la conciencia ambiental en todo el mundo. Con su desarrollo se han puesto en marcha opciones turísticas sensibles al me- 9 Observación de fauna en las islas del Golfo de California. dio natural y afines con su conser- vación y uso sustentable. Se ha di- cho que el ecoturismo absorbe estos retos mostrándose como alternativa ante otras formas de desarrollo eco- nómico consumidoras de los recur- sos naturales. Budowski (1976), Kusler (1991) y Valentine (1992) coinciden al decir que con el ecotu- rismo se puede lograr el progreso económico sin perjudicar el patri- monio natural, dado que representa una herramienta excelente para pro- mover la conservación y el uso sus- tentable de los recursos naturales, en la medida en que el producto ecotu- rístico se basa en los recursos del medio ambiente y les suministra un valor económico. En teoría, al abrir oportunidades de empleo y fuentes de trabajo asociadas para las comu- nidades poseedoras de los atractivos ecoturísticos, se promueve la con- servación y el manejo responsable del medio natural para que el turis- mo se sostenga a largo plazo. Las experiencias de ecoturismo comunitario en la comunidad de Pe- ña Hermosa, en Los Tuxtlas, Vera- cruz, donde los turistas realizan ac- tividades recreativas y educativas conociendo la vida diaria de la co- munidad, demuestran que un desa- rrollo de este tipo es posible. Igual- mente importante es el esfuerzo de la Asociación Mexicana de Turismo de Aventura y Ecoturismo, A.C (Amtave) por reunir a las empresas dedicadas al descenso de ríos en un organismo integrador, buscando re- gular esta actividad en el río Los Pescados, en Jalcomulco, Veracruz, de manera que se beneficie tanto a las empresas como a los habitantes de la región con nuevos empleos, derrama económica y educación di- rigida al respeto por la naturaleza; únicamente falta examinar con ma- yor detenimiento los resultados, lo- gros y avances de este esfuerzo. Por otro lado, podría pensarse que el ecoturismo implica un repar- to justo y equitativo de los beneficios económicos producidos entre las empresas turísticas especializadas, las autoridades y los pobladores lo- cales; sin embargo, al existir un mar- co jurídico regulador incompleto, muchas iniciativas no consideran el ordenamiento ecológico del territo- rio o el establecimiento de capacida- des de carga y tampoco existe una obligación de transferir los benefi- cios económicos, sociales y ambien- tales. Lo más común es que la parti- cipación tanto de autoridades como de pobladores locales se limite, por ejemplo, a la expedición de permi- sos de explotación de los recursos naturales y culturales de la comuni- dad, a la renta de parcelas y, cuando más, a la contratación de miembros de la comunidad como guías o vigi- lantes, o a que la basura generada en los campamentos sea depositada en un tiradero a cielo abierto a unos ki- lómetros del poblado. Ecoturismo e impactos ambientales Ciertamente, en la práctica el ecotu- rismo ha sido identificado como productor de una variedad de im- pactos ambientales, algunos de tal grado que han afectado el atractivo de los destinos en poco tiempo. Por sus propias características, el ecotu- rismo es introducido a los ambien- tes naturales poco modificados y por lo tanto más sensibles que otros sitios donde existe un mayor grado de desarrollo. El problema es que al haber una visión incompleta y frag- mentaria de lo que implica el desa- rrollo del ecoturismo, tanto opera- dores como ecoturistas ejercen presión sobre los recursos naturales con el consecuente impacto am- biental, y pueden además originar conflictos socioculturales con los residentes, particularmente si estos últimos sólo participan marginal- mente en el desarrollo y en los beneficios económicos. Diversos estudios muestran que las conse- cuencias incluyen la explotación y destrucción de hábitats sensibles, cambios en el paisaje, cambios en el comportamiento animal, contami- nación y otras afectaciones al sus- tento del ambiente natural, origi- nando en poco tiempo el deterioro del atractivo del sitio y una dismi- nución gradual de los visitantes. La complejidad de beneficios y 10 Modelo para la planificación y el manejo del ecoturismo Producto Industria turística Mercado Manejo de cada atractivo específico Manejo del conjunto de atractivos Manejo de los sistemas naturales que sustentan el entorno ecoturístico Manejo de las actividades ecoturísticas y sus impactos Creación del producto ecoturístico Desarrollo de una imagen llamativa Unión y coordinación de esfuerzos del sector turístico ESTRATEGIA PARA EL DESAROLLO Y EL MANEJO DEL ECOTURISMO Promoción del destino Elaboración y difusión de infor- mación turística sobre el destino Proceso de compra-venta Capacitación y promoción de la participación por la comunidad Identificación del mercado potencial, sus características, necesidades y expectativas Identificación de las estrategias de promoción y estímulo del mercado Difusión de información turística del destino Manejo de visitantes y sus actividades por medio de información CONTEXTO ambiental, político, económico y cultural desventajas que se asocian con el ecoturismo muestran que debe for- mar parte de una estrategia para el desarrollo de las regiones que pose- en atractivos. La planificación del ecoturismo debe reconocer su res- ponsabilidad con el medio natural y fomentar una actividad sustentable, con los mínimos impactos negati- vos sobre el medio y la población local, para ser, de esta manera, una herramienta excelente para fomen- tar el conocimiento y la conserva- ción de la biodiversidad mexicana. * Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero, Instituto de Ecología, A.C. ** School of Environmental Planning, GrifFith University, Queensland, Australia, f Bibliografía Asociación Mexicana de Turismo de Aventura y Ecoturismo. "Propuesta de Amtave para llevar a Veracruz a la vanguardia del turismo alternati- vo, ecológico y de aventura a nivel mundial", www.planeta.com/ecotra- vel/ mexico/amtave/0799verapropuesta. html Asociación Mexicana de Turismo de Aventura y Ecoturismo. “Antece- dentes del turismo alternativo”. www.amtave.org/antecedentes.htm Wheelan, T. 1991. N ature Tourism. Ma- naging for Nature. Island Press, Washington, D.C. Nieva, A. 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Ecological impacts of tourism. En: C. Ryan. Recreational Tourism: A Social Science Perspective. Rou- tledge, Londres, pp. 95-130. Wyse Jackson, P.S. y L.A. Sutherland. 2000. International Agenda for Bó- tame Gardens in Conservation. Bó- tame Gardens Conservation Interna- tional, Reino Unido, 56 pp. 11 Omar Chassin-Noria* y Ken Oyama* Cópula de tortuga negra: el macho está sobre la hembra. © Omar Chassin-Noria HERRAMIENTAS MOLECULARES Y SUS APLICACIONES EN TAXONOMÍA: EJEMPLOS CON TORTUGAS MARINAS Idealmente la clasificación taxo- nómica de los organismos vivos tie- ne que reflejar sus relaciones filo- genéticas, con la finalidad de comprender el proceso y las rutas evolutivas de los eventos de espe- ciación (proceso por el que se origi- nan nuevas especies de organis- mos). Sin embargo, existen diversas complicaciones que afectan la iden- tificación del inicio y terminación de estos eventos; es decir, ¿cómo se puede definir objetivamente el lí- mite entre una especie y otra? Existen múltiples conceptos de especie que hacen énfasis en diver- sos atributos de los organismos. Fu- tuyma en 1998 plantea que existen al menos siete definiciones de espe- cie, de manera que no siempre es posible que una especie sea consi- derada como tal, de acuerdo con to- das las definiciones. Actualmente, la situación taxo- nómica de la tortuga negra es moti- vo de controversia: algunos autores, principalmente investigadores que usan herramientas “clásicas” (cinta métrica, balanzas), sugieren que la tortuga negra es una especie, Che- lonia agassizii. Otros investigado- res, partidarios del uso de herra- mientas novedosas como las secuencias de ADN, sugieren que es sólo una población singular de la tortuga verde Ch. mydas. Esta con- troversia sobre la posición taxonó- mica está inmersa en otra gran con- troversia: ¿qué herramientas deben utilizarse, las clásicas o las novedo- sas? Muy fácil: ¡las dos! A la fecha existe cierta reticencia por parte de los partidarios de las he- rramientas clásicas a aceptar las hi- pótesis propuestas por los taxóno- mos moleculares. Sin embargo, esta reticencia no ha sido acompañada, como habría de esperarse, por hipó- tesis alternativas planteadas a partir de los datos clásicos analizados con procedimientos filogenéticos. A pesar de que los taxónomos moleculares se involucraron en esta controversia taxonómica hace poco más de una década, se ha obtenido información comparable de las ca- racterísticas genéticas de toda el área de distribución del género Che- lonia: Océano Atlántico, Mar Medi- terráneo, Océano Indico, Océano Pacífico. ¿Y qué hay de las características morfológicas usadas por taxónomos tradicionales que llevan mucho más de una década trabajando con tortu- gas marinas? Por supuesto hay da- tos de muchas localidades pe- ro... ¡no han podido compartir su información! Uno de los problemas, por ejemplo, es que en Papua Nue- va Guinea miden el largo del capa- razón de una manera distinta a co- mo lo hacen los biólogos de las Islas Galápagos; esto, aunado al error asociado a estas medidas, dificulta la inclusión de toda esta informa- ción para un análisis filogenético conjunto. El escenario ideal para definir la posición taxonómica de la tortuga 12 Machos cortejando a una hembra de tortuga negra; la hembra es la tercera de arriba abajo. © Omar Chassin-Noria negra es tener información molecu- lar, morfológica y ecológica. Ahora carecemos de toda esta información pero podemos sugerir hipótesis con los datos disponibles. La información molecular de to- da el área de distribución del géne- ro Chelonia demuestra que existe una relación más estrecha entre la tortuga negra y las poblaciones de la tortuga verde Ch. mydas del Pacífi- co queda existente entre las Ch. my- das del Pacífico y las del Atlántico (figura 1), por lo que nuestros aná- lisis no apoyan la posición de espe- cie para esta población. A la fecha, entre los defensores y opositores de que la tortuga negra sea considerada como una especie independiente existe consenso con respecto a que: 1] La tortuga negra es singular en cuanto a composición genética y características morfológi- cas; 2] Es importante definir la posi- ción taxonómica de la tortuga negra y es fundamental mantener las acti- vidades de conservación de esta po- blación, pues si se extingue se per- derían caracteres genéticos únicos. En este problema taxonómico, el análisis de moléculas es sólo una he- rramienta que contribuye a la reso- lución de la controversia, pero no la resuelve. En otros casos, sólo las herra- mientas moleculares permiten res- ponder interrogantes. En el estudio de los sistemas de apareamiento en- contramos algunos ejemplos: 1] En Passerina cynea, un ave de la fami- lia Emberizidae, se observa un com- portamiento en el que sólo 3.3% de las cópulas de una hembra son extra- pareja; sin embargo cuando se reali- zaron estudios de paternidad con es- ta ave se encontró que de 27 a 42% de las fertilizaciones eran resultado de cópulas extra-pareja (CEP); 2] En cormoranes del género Phalacroco- rax se cuantificaron las CEP y se de- mostró que su frecuencia es propor- cional a las fertilizaciones extra- pareja (FEP); 3] En el ave Phyllosco- pus trochilus las CEP tienen un 13% de frecuencia y el resultado de las FEP es igual a cero. En tortugas marinas existe in- formación interesante. Peare en 1998 reporta que la frecuencia de paternidad múltiple en Ch. mydas es de 62% en Costa Rica; en Australia la paternidad múltiple en esta mis- ma especie es inferior a 1%. En 30% de los nidos de Caretta caretta de Australia se presenta paternidad múltiple. En la tortuga laúd Dermo- chelys coriácea no se ha detectado evidencia de paternidad múltiple y en tortuga lora Lepidochelys kempii, la paternidad múltiple se presenta en más de 50% de los nidos. Aparentemente la frecuencia de paternidad múltiple en tortugas ma- rinas es variable dependiendo de la especie y población; en algunos ca- sos los múltiples machos que regu- larmente participan en las cópulas, sí fertilizan los huevos y en otros no. 13 Arriba: tortuga laúd (Dermochelys coriaceae) después de desovar en una playa de Oaxaca. 90 153 240 301 333 - caretta 21 59 64 77 129 147 171 193 202 203 237 242 303 364 - olivácea 227 241 254 278 302 310 CM13/Enca CM2/Enca CMIO/Enca -CM12/Enca I Atlántico C. mydas Cría de tortuga negra ( Chelonia agassizii). © Omar Chassin-Noria 28 43 44 59 61 298 g c c g la i Pacifico oriental (México) C. agassizii Pacífico occidental (Java) C. mydas Pacífico central (Hawai) C. mydas I Pacífico oriental (México) C. agassizii Figura 1. Cladograma que refleja las relaciones filogenéticas (evolutivas) de tortugas del género Chelonia. Los puntos negros representan cambios exclusivos de esa rama (sinapomorfias o autapomorfias) y los puntos grises representan cambios presentes en otras ramas. Los números encima de los círculos representan la posición en la que se encuentran los cambios, y la letra debajo de las ramas representa el carácter adquirido (una de 4 nucleótidos A,G,C,T). Caretta y olivácea son grupos externos. 14 La información obtenida con técnicas moleculares no sólo ha otorgado mayor certidumbre para describir los sistemas de apareamiento, sino que ha abierto nuevas hipótesis. En los casos en que la paternidad múltiple está ausente, ¿por qué la hembra realiza múltiples cópulas?; ¿qué función tiene la cópula? En las lagartijas unisexuales del género Cnemidophorus se ha en- contrado que la cópula sirve para es- timular el desarrollo de los óvulos. Posiblemente las múltiples cópulas de las tortugas marinas tengan una función similar. En el caso de la tor- tuga verde de Michoacán (conocida también como tortuga negra), he- mos encontrado la presencia de pa- ternidad múltiple; esto, además de ser interesante, tiene implicaciones importantes para la conservación de las tortugas: cuanto mayor sea la proporción de paternidad múltiple, mayor será la diversidad genética de la progenie. Y la diversidad genéti- ca está asociada positivamente a la capacidad de adaptación de las po- blaciones. La información obtenida con técnicas moleculares no sólo ha otorgado mayor certidumbre para describir los sistemas de aparea- miento, sino que ha abierto nuevas hipótesis: hay que explicar el valor en cuanto adecuación de las CEP, que en algunos casos es alto y en otros es aparentemente de cero. En este último escenario, ¿por qué hay CEP si no aumenta la adecuación del ejecutante? Antes del uso de herra- mientas moleculares se sospechaba que las tortugas marinas eran igual- mente polígamas, pero ahora sabe- mos que esta predicción es sólo par- cialmente correcta. Igualmente se creía que la monogamia era abun- dante en las aves, y ahora se sabe que solo la minoría es genéticamen- te monógama. Existen preguntas fascinantes que están esperando a ser respondi- das con ayuda de herramientas mo- leculares cuando sea necesario y con herramientas clásicas, como hasta hace pocos años. ^ * Centro Multidiciplinario de Estudios en Bio- tecnología, t.'MSNH, Morelia. ** Centro de Investigaciones en Ecosistemas, UNAM, Bibliografía Futuyma, J.D. 1998. Evolutionary Bio- logy. Sinauer Associates. Sunder- land, Mass., 763 pp. Hirth, F.H. 1997. Synopsis of the biolo- gical data on the green turtle, Chelo- nia mydas (Linnaeus, 1758). Bioló- gica! Report 97 (1) FWS-US, pp. 120 . Huges, C. 1998. Integrating molecular techniques with field methods in stu- dies of social behaviour: A revolu- tion results. Ecology 79:383-399. Peare, T. 1998. Patemity analysis in the green sea turtle. Proceedings of the Sixteenth Annual Symposium on Sea Turtle Biology and Conservation. NOAA Technical Memorándum NMFS-SEFSC-412, 158 pp. FitzSimmons, N. 1997. Male Marine Turtles: Gene Flow, Philopatry and Mating Systems of the Green Turtle Chelonia mydas Chelonia mydas. Tesis Doctoral, e Pablo Cervantes Universidad de Queensland, Austra- lia. 241 pp. Harry, J.L. 1988. Múltiple patemity in the loggerhead turtle Caretta caret- ta. Journal ofHeredity 79:96-99. Dutton, P.H. y S.K. Davis. 1996. Use of molecular markers for stock identi- fication, fingerprinting, and the study of mating behavior in leather- backs. Proceedings of the Sixteenth Annual Symposium on Sea Turtle Biology and Conservation. NOAA Technical Memorándum NMFS- SEFSC-412, 158 pp. Kichler, K„ M.T. Holder, S.K. Davis, R. Márquez y D.W. 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Además de los trabajos de investigación, el Ceamish se ha da- do a la tarea de impulsar actividades de conservación y educa- ción ambiental que permitan a los visitantes de la reserva y al público en general contar con información para poder apreciar y conservar la región. Como parte de este esfuerzo, el Ceamish, con el apoyo de la CONABIO y el FMCN, ha publicado una guía de Anfibios y reptiles de la Sierra de Huautla. En esta guía, ela- borada por Rafael Aguilar, Óscar Dorado, Dulce Ma. Arias, He- rald Alcaraz y Raymundo Castro, se encuentran algunas de las especies más comunes de anfibios y reptiles que viven en la Sie- rra de Huautla. Cada ficha aparece con una fotografía de la es- pecie y con una breve descripción de su biología y sus usos, y especifica si la especie representa algún peligro para el hombre por su veneno. Se incluye además la lista de especies de anfi- bios y reptiles registrados en la reserva, una lista de las especies que se encuentran sujetas a protección especial y una sección sobre cómo tratar las mordeduras de serpientes. Esta pequeña publicación es de gran utilidad para todos aquellos que quieran visitar y conocer con más detalle la riqueza natural de este her- moso lugar del estado de Morelos y constituye, sin duda algu- na, una aportación concreta al conocimiento y la difusión de la rica herpetofauna mexicana. ANFIBIOS Y REPTILES DF. LA SIERRA I)F. HIAL'TLA 1 studo do 'lorclos R.lt.ioi Ác|i ulp .Cnstro La CONABIO tiene un centro de documentación e imágenes con libros, revistas, mapas, fotos e ilustraciones sobre temas relacionados con la biodiversidad; más de 1 500 títulos están disponibles al público para su consulta. Además distribuye cerca de 150 títulos que ha coeditado, que pueden adquirirse en sus oficinas a costo de recuperación o donarse a bibliotecas que lo soliciten. Para obtener más información, por favor llame al teléfono 5528-9172, escriba a cendoc@xolo.conabio.gob.mx, o consulte los apartados de Centro de Documentación y de Publicaciones en la página web de la CONABIO (www.conabio.gob.mx). COMISIÓN NACIONAL PARA EL CONOCIMIENTO Y USO DE LA BIODIVERSIDAD La misión de la CONABIO es promover, coordinar y apoyar actividades dirigidas a crear, organizar, actualizar y difundir l a información sobre la biodiversidad de México, para lograr su conservación, uso y manejo sustentable. SECRETARIO TÉCNICO: Alberto Cárdenas Jiménez COORDINADOR NACIONAL: José Sarukhán Kermez SECRETARIO EJECUTIVO: Jorge Soberón Mainero DIRECTORA DE EVALUACIÓN DE PROYECTOS: Ana Luisa Guzmán Los artículos reflejan la opinión de sus autores y no necesariamente la de la CONABIO. El contenido de Biodiversitas puede reproducirse siempre que se cite la fuente. Registro en trámite. coordinación Y fotografías: Fulvio Eccardi asistente: Rosalba Becerra biodiversitas@ xolo.conabio.gob.mx DISEÑO: Luis Almeida, Ricardo Real PRODUCCIÓN: BioGraphica CUIDADO DE LA EDICIÓN: Antonio Bolívar IMPRESIÓN: Offset Rebosán, S.A. de C.V. COMISIÓN NACIONAL PARA EL CONOCIMIENTO Y USO DE LA BIODIVERSIDAD Liga Periférico Sur-Insurgentes 4903, Col. Parques del Pedregal, 14010 México, D.F. Tel. 5528 9100, fax 5528 9131, www.conabio.gob.mx