TITULO: Expedición científica al popocs AUTOR: Aguilera, José Guadalupe, aul UNAM INSTITUTO DE GEOLOGÍA - CU NOMBRE DEL LECTOR «g| iy s;.. ■ .,-*m-c?íp«58E¡ S -&C/2T- .n COZMIISlÓlsr GEOLÓGICA MEXICAUA. DlHKCrolt, A. SKI. Castilt.o. * . EXPEDICIÓN CIENTÍFICA POPOC'ATEPETL JOSÉ G. AGUILERA Y EZEQUIEL ORDOÑEZ MÉXICO OFICINA TIP. DE LA SECRETARÍA DE FOMENTO r DONACION 1 COOUOINACIQN DE CUwcUs 17 OC;. -012 . Wb T- a.n -x I .Pf m Lam.1 I Según las observaciones y determinaciones últimas hedías por la Comisión Geográfica Exploradora, laci- nia do esta montaña se halla situada á los 19°01'17" de latitud Ni y á 0°30'20" de longitud E. con relación al meridiano de la ciudad de México. El volcán Po- pocatepetl ocupa entre las montañas de la República el segundo lugar en altura, correspondiendo el prime- ro al Pico de Orizaba, la montaña más elevada de la América del Norte. El Popocatepetl, situado casi á 45’ S.E. de la Capi- tal, es el extremo meridional do la Sierra que separa la cuenca de México del gran vallo de Puebla, sierra conocida con varios nombres, entre otros el de Sierra JN evada, de Ahualco ó Aliualulco. a en 1789 el Padre Alzate nos daba la primera descripción sucinta del aspecto físico de aquella serra- nía y su importancia hidrográfica. , Considerada individualmente la sierra de Ahualco ó Sierra Nevada, es uno de los elementos orográfieos principales del país, no obstante su corta extensión; pues que á la vez que contribuye al relieve general del suelo en la parte alta de la Mesa Central, subdivide esta región imprimiéndole su fisonomía caracterís- tica. Esta pequeña sierra, con lina dirección media de JN\ á S. y elevándose á alturas tan grandes, que como di- jimos se baila entre ellas la segunda de la República, forma la barrera que limita la cuenca de México por el E. separándola del valle de Puebla. La extremidad S. de dicha Sierra, justamente por medio del Popocate- petl, al enlazar sus faldas con las montañas de la se- rranía de Ajusco, cierra también la parte S. de la cuenca de México; teniendo que observar que el porte- zuelo que enlaza el Popocatepetl con dichas montañas, forma una de las líneas do división de las aguas entre dos cuencas vecinas y constituye uno de los pasos más altos de México entre dos serranías distintas. Se extiende la sierra de que hablamos desde el N.E - de Jonacatepec en el Estado de Morelos hasta cerca de Otumba en el Estado de Hidalgo, con una longitud de 9u k, próximamente y con una anchura media de 30 k., tomando en cuenta solamente los estribos y con- trafuertes principales que definen su relieve; pues que estos mismos elementos vienen á morir á las depresio- nes de los lagos de Chalco y Texcoco, y por el lado de Puebla se ligan por transiciones insensibles á elemen- tos topográficos interiores de dicho valle, y por conse- cuencia la anchura en la base tiene que ser mucho mayor. Forman la Sierra Nevada como elementos esencia- les por sus dimensiones y altura los siguientes: los ce- rros de Tlaloc, Telapón, Papayo y los inmediatos al ranclio de la Taquería, que se enlazan directamente con el pico septentrional ó cabeza del Ixtaccihuatl; el pico del medio de la misma montaña nevada llamado la Panza; los Pies; y por último, el Popocatepetl que se une al anterior por intermedio del llano de Pelagalli- nas y cerros llamados de las Minas y Yenacho. Des- prendense hacia el P., como contrafuertes principales, algunos ramales de estas eminencias, do altura un poco inferior á aquellas principales. La arista de la Sierra Nevada no es una línea recta de direción exacta N.S. sino quo desalojamientos de esta dirección general, on- dulaciones, etc., hacen su conjunto irregular y por de- más interesante. Pero siendo una sola la arista quo define la longi- tud, dirección y separación hidrográfica de los dos grandes valles que divide, resulta naturalmente sim- ple y hasta cierto punto ordenada la distribución de las corrientes quo por sus cañadas, barrancas y tahvegs se reparten en las dos vertientes; y así vemos los arro- yos correr en direción casi transversal á la dirección de la sierra, y desviarse de esta dirección á medida que avanzan en las planicies de los valles donde la influen- cia de nuevos accidentes provoca esa modificación. En los extremos N. y S., por el contrario, la forma ra- diante ó divergente de las corrientes se adapta á la for- ma que en todo caso realiza una montaña aislada. Co- mo el extremo S. de la sierra lo forma el macizo cul- minante del Popocatepetl, se puede observar sin gran trabajo esta ramificación, como los rayos de unaestre- Ha, en corrientes que se prolongan á distancias más con- siderables. Es digno de notarse que la importancia de las corrientes superficiales, que siguen las rutas indi- cadas, no está en relación con la media pluviométri- ca de la región, cuya cifra es fuerte, ya por su grande elevación como por la vegetación abundante que cubre sus extensos flancos, y la fusión de las nieves que tie- ne lugar en las cimas prominentes. Esto se debe sin duda á la gran permeabilidad de la formación de la superficie de sus laderas, donde el material volcánico pomoso en ella extendido en capas poderosas, permite la pronta infiltración de aquellas aguas que vienen á a lmeü ^ ar á profundidades no muy grandes, parte de nuestros lechos subterráneos de aguas no brotantes y artesianas, que la sonda descubre tanto en el valle de México como en el de Puebla. Las corrientes de agua que alimentan al valle de exico por su lado oriental, mueren unas en el lago cíe i. excoco y otras en el de Cbalco. as principales que van al Texcoco descienden por 3 aaco ® occidentales de los cerros de Tlaloc, Papa- yOj e apon, recama, etc., y son: el arroyo de Papalo- a > e do Magdalena, el de Texcoco que pasa cerca de esta población, el de Ohapingo, San Bernardino, San- a ornea, Tlamimilalpa y el que pasa cerca do CJoa- Pee, muchos de los cuales sólo llevan agua en la es- °, n „ e as ^ uv ' as - contrafuerte alargado de las mon anas de Río Erío, que se enlaza con los cerros ojo ote y el Pino, sirve de línea de separación entre esta pequeña cuenca del Texcoco y la del lago de Chalco, al cual van á terminar las aguas que cir- 7 culan en la vertiente occidental del Ixtacihuatl, porin- 1 medio de los canales principales denominados de mimanalco y el río de Ameca que recibe multitud afluentes. -Log cerros do Coatepec y do Zoyatzingo, dcpenden- CIas geográficas de las montañas del Cautzo y del Tla- *^ 0c » que á su vez forman parte de la Serranía de Jasco, al unirse á los estribos que bajan del Popoca- Petl, forman la línea divisoria de las aguas entre la Pequeña cuenca del Chaleo y el valle de Cuautla. Las aguas que descienden por la vertiente oriental do la Sierra nevada constituyen tres grupos de corrien- tes de dirección y destino diversos, á saber: el grupo del N. formado por las de los cerros de Tlaloc, Tela- pon, etc., so dirige á los receptáculos de los Llanos de Apara; el grupo central, aguas que bajan principal- mente del Ixtaccihuatl, ae dirigen al valle de Puebla formando numerosos afluentes del río Atoyac, y por último, el grupo del S. comprende aguas que vienen del Popocatepetl y después de regar el valle de Mata- moros se unen adelante al mismo río Atoyac. Dadas estas ideas generales del conjunto de la Sie- rra Nevada, concretémonos á 8U más importante ele- mentó, el punto culminante, objeto esencial de este trabajo, el volcán Popocatepetl. El Popocatepetl, visto desde lejos, tiene la forma do nn cono interrumpido por un pico lateral saliente del lado N.O. y otro más pequeño, apenas perceptible por el lado S.O. Este cono superior asienta por el S. en en otro más obtuso que extiende sus flancos & los pro- fundos valles de Cuautla y Matamoros, y por el H\ se apoya en el macizo de la Sierra. Las pendientes del cono hacia el E. son más uniformes que las del O., las primeras mueren por gradaciones insensibles en el va- lle de Puebla y las últimas son interrumpidas por el relieve de la serranía de Ajusco con la que se ligan. Visto desde un lugar más próximo, esta regularidad desaparece y el volcán se presenta entonces con dos pendientes generales, la oriental más débil que la oc- cidental, mientras que las del N. y S. son casi iguales, dando lugar á que el conjunto se presente como un cono elíptico cuyo eje mayor de la base siguiera la di- rección N.O. S.E., pronunciada aún más por la pre- sencia del pico llamado del Fraile (véase la lám. 1). El cono está compuesto de tres partes: la superior for- mada por un casquete de nieve de superficie y pen- diente uniformes, que constituye un cono perfecto, cuya base es irregular y dentellada, debido á la línea que marca el límite de las nieves persistentes y los sur- cos por donde las aguas de fusión descienden; la parte media constituye un tronco de cono formado por las arenas, cuya superficie está cortada por líneas radian- tes que dan curso á las aguas de fusión y cuyo talud es propio de este material detrítico, es menor que el del cono de nieve; y ] a parte inferior, que es la falda, sumamente irregular en su contorno, tanto por la pre- sencia de. rocas macizas desnudas, como por el desga- rramiento profundo á que da lugar la prolongación de los mismos acccidentes déla parte superior. Esta divi- sión concuerda por otra parte con las modificaciones de pendiente, siendo natural que la parte inferior sea la de menor pendiente, y la superior donde alcanza su mayor valor. La cima del gran cono está truncada oblicuamente, dando lugar á una enorme cavidad ó cráter, cuyo bor- de más elevado se halla hacia el ÜST.O., lugar llamado el pico mayor, y la porción más baja queda al N.E. La porción superior del cono cubierta por las nieves está formada en parte por la roca dura y compacta y parte por las cenizas y productos triturados arrojados durante las modernas erupciones; y estas porciones, ya de roca ó de material detrítico, no ofrecen distribución regular, aunque parecen dominar del lado S. estas úl- timas. En los flancos del IL y en el límite de las nieves se descubren esencialmente las rocas duras. La regu- laridad del cono de nievo es interrumpida algunas ve- ces por pequeños acantilados, igualmente cubiertos, los cuales aparecen como pequeños escalones en los flancos. En la parte N. y N.O. se encuentran varias grietas con dirección de S.E. á N.O., anchas y más ó menos profundas, que interrumpen la regularidad de la pen- diente, y donde se observan estalactitas de nieve en los bordes salientes, donde la acumulación de nieves per- mite su regelación. El aspecto de la nieve está en directa relación con las condiciones atmosféricas que varían constantemen- te. Durante el invierno y en los días lluviosos de cual- quiera época del año, la superficie del manto ofrece notable solidez, es lisa y hace difícil y peligrosa la mar- cha. Este carácter que es el de la nievo regelada es frecuente á la puesta del Sol, y obliga, por lo gene- ral á los viajeros, á descender violentamente cuando so- P a un aire frío y húmedo, precursor de este estado de la n . leve - En los días serenos y en las mañanas, la nieve ^ eQe poca consistencia y es granuda, lo cual permite acer la ascensión con más facilidad. El espesor de la nieve varía dentro de ciertos límites, que tienen rela- ción con la naturaleza de la superficie sobre la que a P°y a i de la inclinación ó pendiente, de los accidentes- topográficos; y la regularidad del cono do nieve, resul- ta de la acumulación en las depresiones del terreno y de la movilidad de las nieves. El espesor mínimo de la capa de nieve, que es ape- nas de unos cuantos centímetros, se observa sobre los lugares de mayor pendiente, y en los de pendiente me- nos fuerte donde la nieve se apoya sobre las arenas. n es te caso, probablemente el poco espesor debe atri- uirse á la absorción de las aguas del deshielo por las arenas cuya permeabilidad es grande y cuya tempera- uia superior á la de congelación, permite la fusión y l' a circulación fácil délas aguas en su masa, pues que en a cima del Pico Mayor, en donde una capa de cenizas y testiozos cubre á las brechas, la nieve no adquiere un espesor mayor de 10 centímetros y aun se observan pun os, que aunque no de muy fuerte pendiente están t esprovistos de ella. Que hay una fusión determinada P01 e Ca ^ 01 ' retenido en las arenas, se prueba por la hu- medad constante que encierran. íj irnos ya que en las depresiones la acumulación de as nieves es mayor y adquiere entonces un espesor de ¿ a 2 } m. ; solamente en el nacimiento de las ba- rí ancas, en las faldas del cono, cuando son bastante profundas para abrigar ó proteger de la acción del sol 11 á la nieve acumulada, ésta llega á tener un espesor mayor, como se observa en el borde ÍT.E. de la base del Pico del Fraile, donde la acumulación es tan gran- de que ha permitido el descenso de las nieves abajo del límite ordinario de las persistentes y presentar ios caracteres de hielo de ventisquero. La altura del limite de las nieves persistentes varía mucho durante las distintas épocas del año, siendo ésta mayor en verano que en el invierno; no variando en todo su contorno en la misma cifra, pues mientras que en el lado 1ST. la variación en la altura alcanza unos 100 metros próximamente, en el lado S. varía de una ma- nera tan notable, que hay años que, en la estación de la secas, la nieve desaparece por completo, dejando des- cubierta la superficie de cenizas. Este fenómeno se ex- plica por recibir por ese lado el volcán las corrientes de aire caliente y seco que suben de los valles más bajos de los Estados de Puebla y Morelos, debiéndose á esto también que aun cuando el lado S. del volcán esté cubierto de nieve, esta se halle mucho más alta que del lado N. y siempre en capa más delgada. La línea que representara este límite sobre un plano tendría la forma de una línea quebrada semejante á una estrella de muchos y desiguales picos, pues que donde la nieve está expuesta á la acción directa del sol y al frotamiento de las corrientes de aire, conserva un nivel superior, mientras que en los talwegs, prote- gida de la acción directa del sol y de la de las corrien- tes de aire, y además, por su mayor acumulación á causa de la pendiente de las laderas, avanza la nieve á un nivel más bajo. 12 Tomando el término medio de los diferentes niveles en los cuales se encuentra la nieve persistente en el lado 1ST. de la montaña, se puede fijar este límite en los 4,3-50 metros sobre el nivel del mar. El interés que despierta el examen de la gran mon- taña del Popocatepetl, abajo del límite de la nievo, es grande. Por el lado S., desde Atlixco, Tochimilco y otros muchos puntos, se ven extenderse los grandes contrafuertes y las profundas barrancas que al partir de la nieve se separan. Del lado de Ameca, y desde las vertientes hacia Puebla, se observa igual disposición. En el lado !N\, frente al rancho de Tlamacas, podemos estudiar la variedad del relieve, así como los acciden- tes que las lavas y las brechas nos ofrecen. Hemos dicho que por este lado y un poco abajo la roca des- nuda se cubre de arenas volcánicas con un manto que aumenta de espesor á medida que se desciende, como 31 est:e material movedizo buscase una pendiente más moderada para extender su talud. Lo tortuoso de las barrancas de más ó menos pro- undidad, formadas en ambos lados de rampas de ai ena, divide el terreno en una serie de montículos en- azados de mil maneras, en los que su material se dis- pone por orden de tamaño y densidad; la superficie lisa y ersa do los taludes se cambia en su base en aglome- 1 a< L 10nes piedras de tamaños más y más grandes. a P ers Poctiva de la barranca de Tlamacas (lámina -1 tía una idea de estos montículos de arena. Al ."N .E. de la montaña y al E. -de la vereda que desde el rancho conduce á la cima del volcán, esta regulari- dad de los montículos de arena se pierde, y se obser- BARRANCA DE HAMACAS. 13 van alargados, tortuosos y bizarros cordones de rocas duras, brechas compactas de color rojo y pardo rojizo, extendiéndose ya en cordones rectos, ya en grandes semicírculos escarpados en su borde y cubiertos de arena y brechas en su medio, que bajan hasta donde la pendiente se modera mucho, y suben hasta la orilla de la nieve para corresponderse en la cima y borde del eráter con crestones acantilados semejantes, haciendo perder la continuación el poder denudador y regulan- zador de la nieve. No cabe duda, dada la frescura y rugosidad de estas rocas, fuera del carácter petrográfico que veremos des- pués, quo se trata de lavas de las más modernas erup- ciones de este grandioso volcán. Caminando en esto sentido del E. para el S. so ve de nuevo regularizarse el cono por el manto de cenizas, para ser á poco interrumpido por nuevas corrientes que forman agujas, picachos, etc., de gran belleza, que sobresalen del talud de las arenas. En el cuadrante que se extiende desde el punto lla- mado “La Cruz” hasta el borde oriental de la profunda barranca que naco abajo del Pico del Fraile, se extiende una gran depresión semicircular, en la cual nacen multi- tud de pequeñas barrancas, y una de grandes dimensio- nes llamada de “Tlamacas,” alimentada por los deshie- los del incipiente ventisquero que se forma en la gran hondonada formada entre el cono propiamente dicho del Popocatepetl y el Pico del Fraile. Esta barranca sigue al principio una dirección de S. á N. sufriendo después una inflexión al N.E. para descender rumbo al E. hacia el valle de Puebla. Las otras pequeñas barrancas de la misma vertiente se le unen en diferentes lugares. El gran semicírculo á que nos referimos se completa por el alargado estribo que camina hacia el N., borde oriental de la profunda barranca del Fraile, y la pro- longada cresta que remata en ej cerro llamado de Tla- macas, al N. del rancho, á cuyo pie marcha otra pe- queña barranca, afluente también de la que acabamos de hablar. La cresta del Tlamacas, al despi-enderse como un ramal de la cresta principal que baja del Pico del Fraile, hace una gran inflexión, mientras que la cresta principal, siguiendo su dirección Norte, se ligaá la Sierra Nevada, siendo ésta la única directa conexión del Popocatepetl con el resto do la sierra. Situado el Pico del Fraile en la mitad del cono de nieve al N.O., se levanta de ese lado con su pendiente c e nieve de cerca de 45° hasta su cima, cortándose brus- camente enfrente de la barranca en un colosal y pro- íuudo acantilado casi vertical. Leí exterior del Popocatepetl es sin disputa este pi- cac o desgarrado la más imponente y hermosa vista de conjunto. En este corte casi vertical, la nieve no ha podido ser acumulada más que en los pequofíos escalones, relati- vamente poco inclinados, que dejan entre sí los gran- '■ es ancos de lava separados unos de otros por bancos , c roa ena no muy coherente, que la erosión desgasta mas prontamente que la roca dura. En las partes sa- lentes que resisten á esta acción se forman grandes co- lumnas de hielo, verdaderas estalactitas de grandes di- mensiones. Esto gran muro del Pico del Fraile, ligado por los dos bordes de la barranca, define un semicírculo en- trante cuyo aspecto á la simple vista simula la parte conservada de un cráter, y aun así lia sido considerado por algunos geólogos viajeros que han visitado esta región ; 1 pero un estudio detenido hace ver que esta opi- ni ón es errónea, por la estructura misma del gran mu- 10 - Más adelante diremos á nuestro modo de ver cómo Puede explicarse esta forma sin recurrir á la idea de un cráter destruido, cuya semejanza es tan grande que d Pernera vista todos sufrimos el mismo error. -Tanto el borde oriental como el occidental son más menos rocallosos, escalonándose desdo al partir del lco huncos de rocas duras, separadas por pequeñas rampas de arena, que también se extienden algunas voces en los extremaos de los bancos. Debemos hacer notar desde luego, que los bancos de roca dura que 01 man estos acantilados so hallan separados unos de otros por bancos de brechas que indican desde luego corrientes lávicas sucesivas. El fondo do la barranca se halla subdividido por grandes macizos de brechas que se extienden hasta muy abajo do la barranca. Los dos bordes, al partir de su origen, base del Pico, se abren poco á poco. El bordo oriental llamado el “Ventorrillo” es la línea que separa las vertientes de los dos valles. Desde la cresta del Ventorrillo se observa hacia el O. parto del origen de la barranca llamada del Potrero, formada por el borde occidental de la del Fraile ó de 1 Polixy Lenk.— Beilragczur Geologic Ürtá PaUéonlologie der Re- publik México— 1890. 10 Cuixtlíi y un estribo alargado del cono del Popocate- petl. El contorno semicircular del origen de la barran- ca de pendiente suave y cubierta de arena, forma en su base un medio embudo que da la apariencia desde dicho lugar de otro resto de gran cráter (lám. 3). Las profundas barrancas que nacen de la falda del cono de nieve del Popocatepetl, se forman de la misma manera que acabamos de bosquejar para las dos gran- des barrancas del N.O., es decir, de contrafuertes del cono un semicírculo en su medio, ora rocalloso y es- carpado, ora de pendiente suave y arenosa; disposición regular y uniforme, enteramente de acuerdo con la for- ma general cónica de esta elevada montana. En otras grandes eminencias como en el Ixtaccihuatl, hemos observado una disposición semejante, aunque no tan regular: cada nacimiento de barranca es un semi- círculo; en su base hay una planicie humedecida por aguas de deshielo que se denomina ciénega, y un salto acantilado donde propiamente nace la barranca. Las dos barrancas del N.O., la de Cuixtla y del Po- trero, se desvían poco á poco hacia el O. y S.O. y sus aguas descienden y salen al valle de Amilpas. Siendo El Ventorrillo ó borde oriental de la barranca de Cuix- tla, la cresta de división de las aguas, resulta que el valle ó cuenca de México no recibe aguas que vengan directamente de la montaña propiamente dicha del Po- pocatepetl. líos resta hablar tan sólo de la configuración de la gran cavidad cratérica que ocupa la cima de esta mon- taña, que hemos podido estudiar con cierto detenimien- to durante las 48 horas que permanecimos en el fondo POPOCATEPETL LamIV 17 de ella, y la excursión no menos interesante á la parte culminante del cono llamado el Pico Mayor. La posición del cráter es excéntrica con relación al eje de la montaña, estando avanzado hacia el S.E. quedando el borde más grueso del labio á la vez que el más elevado, en dirección opuesta, es decir, hacia el N.O. La cavidad que en su origen debió haber tenido la forma de un embudo ó cono invertido, más ó menos abierto y de sección circular, ha perdido á consecuen- cia de grandes derrumbes de las paredes en unas par- tes y do la obstrucción por brechas y destrozos acumu- lados en otras, la forma primitiva, y hoy se presenta como una cavidad de sección elíptica irregular, de pa- redes acantiladas, casi verticales, de fondo sinuoso cu- ya parte más baja queda hacia el S.E. A consecuencia de los derrumbes de las paredes, el borde del cráter ha perdido su forma característica ó sea la de una cresta separando dos pendientes, la pendiente exterior o en e- ral del cono y la interior formada por el material de- trítico arrojado y caído después de nuevo en el interior del cráter. De esta pendiente solamente quedan peque- ños restos pegados á las paredes del N.E. en el lugar llamado el Malacate ó Brecha Silíceo, que es el lu- gar más bajo de todo el borde. Al derrumbarse las paredes, el cráter se ha ido ensanchando gradualmente y el material al caer al fondo ha rellenado la parte es- trecha del cráter primitivo, y después, continuando el fenómeno sin interrupción, una vez que el fondo hubo adquirido mayor extensión y menos pendiente, y que el desalojamiento lateral de las paredes fué bastante Popocotepetl.— 2 18 sensible, los materiales de los derrumbes comenzaron á acumularse al pie de las paredes ya acantiladas, for- mando con su talud una corona de diferente altura é inclinación; es decir, que el cráter se compone en la actualidad de paredes acantiladas que corresponden á la mayor parte de su profundidad y de un talud de escombros en la base, de manera que la gran cavidad resulta ser un cilindro elíptico que se apoya sobre un trozo de cono invertido (véase plano). La altura de los derrumbes sobre el fondo del crá- ter no es la misma en todo el derredor, pues que la importancia de éstos no ha sido siempre igual. Su in- clinación ó talud es diferente también, debido á que los materiales no han sido de iguales dimensiones. Así, mientras que al pie de los acantilados del E., S. y o! alcanzan su mayor pendiente, teniendo sobre el fondo apenas unos 30 metros, en el N. y N.E. son mucho más altos y de menor pendiente, pues la parte saliente y angosta del cráter, como se ve en el plano, es indu- dablemente debida á grandes derrumbes de piedras de grandes dimensiones, que han formado una rampa de 32° hasta 40° de pendiente y de una altura sobre el fondo de 118 metros. El fondo del cráter no es una superficie plana ni es tampoco bien definido, sino que se observa una super- ficie desigual, sumamente irregular, tal como corres- ponde á su origen, pues que proviene, como se ha di- cho, del azolve del primitivo; así es que se encuentran montículos de destrozos, grandes bloclts rocallosos di- seminados, superficies curvas, y, por último, en la par- te más baja y aproximada á la pared del S.E., donde el montón de escombros es menor, se halla una peque- ña laguna de dimensiones que varían durante las épo- cas del año, y cuyo fondo está formado de piedras y arenas, lo mismo que el resto de los derrumbres. La irregularidad y aspereza del fondo está encubierta por la nieve que cubre la rampa de escombros del N. y el fondo propiamente dicho, de tal manera que solo en uno que otro punto asoman los grandes peñascos des- prendidos. El eje mayor de la elipse de la boca del cráter está dirigido de N.E. á S.O., tiene una longitud aproxima- da de 612 metros, como resulta de una pequeña trian- gulación hecha con brújula en el fondo del cráter; el eje menor tan sólo mide 400 metros. La profundidad del cráter tomada desde la orilla de la laguna hasta el Malacate, situado como se sabe en el paraje llamado Brecha Silíceo, á 30 metros aproxi- madamente abajo del borde más bajo del cráter, es de 205 metros, obtenida por observaciones hipsométricas hechas en los dos puntos mencianados. Por el mis- mo procedimiento hemos determinado la profundidad máxima, es decir, del Pico Mayor á la laguna del fon- do, encontrando 505 metros, como se ve, muy diferen- te de las que han sido calculadas anteriormente. El cráter no está definido por una arista uniforme, sino profundamente dentellada, sobre todo en las regio- nes del S. y E., recibiendo en los cuatro rumbos prin- cipales distintas denominaciones; así: al N.O., parte más elevada “Pico Mayor;” al S. y S.E. “El Portezue- lo;” al E. “El Espinazo del Diablo,” y por la parte más baja que comprende el N. y N.E. “El Labio infe- 20 rior.” De esta forma dentellada, de la acción de los derrumbes y de la diversidad de modificaciones sufri- das durante las últimas erupciones del volcán, resulta la diferencia de altura bastante sensible en los labios, pues que del Malacate, muy cerca de la cresta del La- bio inferior, al Pico Mayor, hay una diferencia de 300 metros, cifra muy respetable. II. El Popocatepetl es uno de aquellos volcanes que por su posición, en la región media y central del joaís, por sus dimensiones y la larga serie de erupciones volcá- nicas que por él ban tenido lugar, representa un papel preponderante en los acontecimientos geológicos de Mé- xico de las últimas edades; pues á su aparición y pro- longada vida ó actividad han precedido y seguido otros muchos fenómenos, no sólo en las regiones vecinas de su posición sino aun á largas distancias, de tal mane- ra, que podremos tomarlo como punto de partida ó tér- mino de comparación para nuestras especulaciones re- lativas á la demarcación de la edad de un grupo ex- tenso de rocas eruptivas. Podemos partir para esta determinación de dos caminos diferentes aunque no de igual valor: ya tomando sólo en cuenta la composición y estructura de las rocas, sabiendo la relación media que existe enti-e éstas y su edad relativa; ya determi- nando la situación de los productos de sus erupciones con íespecto alas otras formaciones, esencialmente las inferiores ó en las que se apoya. si El Popocatepetl es un cono formado por la sobrepo- sición de una grande serie de corrientes de lavas coro- nadas por material detrítico, brechas, arenas, cenizas, etc. Correspondo al tipo de los volcanes denominados por algunos geólogos volcanes estratificados , en razón déla semejanza que las corrientes tienen con los estra- tos do las formaciones sedimentarias. En esta serie de corrientes, que corresponden al pe- ríodo de mayor energía del volcán, se notan, en aque- llas que son accesibles, las modificaciones en estructu- ra y composición siguientes: las lavas délas corrientes más bajas que hemos podido estudiar al microscopio tienen una estructura diversa de las lavas de las co- rrientes superiores. Este contraste de estructura se percibe también á la simple vista cuando se comparan fragmentos pertenecientes á diferentes corrientes, y se ve entonces que las rocas de las corrientes inferiores tienen una estructura más granuda y un lustre menor que las rocas de más arriba, las cuales presentan el lustre resinoso más ó menos intenso, característico de muchas rocas eruptivas, que motivó que en épocas an- teriores, cuando la Petrografía estaba todavía muy atrasada, se les diera el nombre de retinitas ó piedra pez, mientras que á las más granudas de las capas infe- riores las designaban con los nombres de pórfidos tra- quíticos ó traquitas, según que la estructura porfiroido estaba ó no bien desarrollada. Otra circunstancia dig- na de notarse, y que está on perfecta consonancia con la diferente edad de estas rocas, es que el color rojo, que en ellas generalmente se debe á la mayor ó menor descomposición de los elementos ferromagnesianos de la roca, por la acción eminentemente oxidante que des- empeña 3a chimenea del volcán, se nota también que tiene tonos diversos en las rocas de estas diferentes corrientes. Estudiadas al microscopio las rocas de las diferen- tes corrientes de lavas, presentan en su estructura las siguientes modificaciones graduales que se notan al partir de las más antiguas. El magma fundamental cLe estas rocas va sufriendo una notable degeneración en su cristalinidad, de manera que en las corrientes inferiores en que la roca ofrece la estructura traquitoi- de más perfecta, la materia amorfa es sumamente es- casa, y se ve siempre individualizada, al grado de ser los elementos en que se ha devitrificado sensibles á la acción de la luz polarizada; mientras que en las co- rrientes más modernas, la parte amorfa domina siem- pre con los caracteres correspondientes de las rocas vi- treas^ Entre los elementos microlíticos de la desinte- gración del magma y aquellos elementos que constitu- yen la primera consolidación que se verifica en la roca antes, de su aparición al exterior, existen las mayores semejanzas, de modo que puede pasarse de los unos á los otros por graduaciones insensibles, salvo algunos cuya época de cristalización es la más antigua, como el divino, que en cristales poco alterados ó más bien poco corroídos viene en la roca más baja que hemos podido descubrir. A medida que nos acercamos á las comentes superiores las dos fases de la cristalización se definen más fácilmente, al mismo tiempo que Ja de- vitrificación del magma amorfo se hace más incom- pleta. 28 Estas modificaciones de la estructura están de acuer- do con las condiciones de calor ó temperatura de las • lavas, que indudablemente no lian sido las mismas pa- ra toda la serie de erupciones lávicas, y así, mientras que en las primeras corrientes la temperatura era ma- yor por ser menor la distancia de la chimenea al mag- ma interior fundido, las rocas al aparecer al exterior ve- nían con más calor, y al enfriarse lentamente se po- dían formar cristales aun de la misma naturaleza que aquellos que vienen ya formados del interior, en los momentos en que tiene lugar la completa consolida- ción del magma, y de aquí que la separación de dos tiempos de consolidación no sea completa. La misma fluidez con que aparecieron estas primeras corrientes les permitió cubrir extensiones superficiales muy con- siderables, acumulándose bajo débiles pendientes, y dar nacimiento á la gran base en que descanza el co- no pendiente del volcán. ISTo así las más modernas corrientes, que habiendo llegado al exterior más frías, con sus elementos primero consolidados completamen- te formados, eran más pastosas, se extendían en su- perficies más reducidas y al enfriarse bruscamente que- daba una parte del magma amorfo y otra en devitrifi- cación incipiente, cuyas formas cristalíticas descubre el microscopio. La poca fluidez originó las gruesas co- rrientes de lava, que presentando obstáculos á las corrientes superiores han venido á formar el cono de fuerte pendiente del volcán. La composición mineralógica ha sufrido igualmente algunas variaciones al partir de las lavas más anti- guas accesibles. Estas, que pueden 1 considerarse como 24 del grupo de los basaltos cambian su composición pa- ra llegar á las andesitas en las corrientes superiores. Así, el olivino, elemento característico de aquéllos, en extraordinaria abundancia, Como puede verse en las rocas qüe forman la barranca llamada del Provincial, en el camino de Ameca para el rancho de Tlamacas, se pierde completamente en la roca de la cuchilla del Ventorrillo que desciende al O. del mismo rancho co- mo un contrafuerte del Pico del Praile. La augita, el otro elemento característico, y que se presenta en gra- nos en el magma y en cristales, desaparece en el pri- mero y disminuye lentamente bajo la segunda forma * á medida que la hiperstena, mineral esencial de las andesitas de las corrientes del cono superior, va en au- mento, presentándose primero como cristales de pri- mera consolidación y después también como cristalitos en la devitrificación del magma consolidado al último El labrador, casi el único feldespato de la rocadel Pro- vincial, queda solamente al estado de cristales prirni- 1V0S en las lavas más modernas, en donde es susti- imdo 2„r la oligoclasa bajo la forma mierolítica. La Oxidación del fierro que acompaña á las rocas ha sido mayor para las nuevas corrientes, pues mientras que as primeras, no obstante contener el fierro en abun- dancia, son de color gris, á las últimas el fierro oxi- dado les comunica un intenso color rojo ó pardo ro- jizo. Estas modificaciones de estructura, composición y grado de oxidación de una manera gradual, tal como las hemos indicado, demuestran una serie de diferen- ciaciones del mismo magma fundido, que han tenido lugar debido á diferentes condiciones de temperatura,- presión y enfriamiento. De acuerdo con estas mismas modificaciones que nos indican la diminución gradual do la energía volcánica, se han verificado durante la historia de la vida del volcán, acontecimientos que pue- den agruparse en tres períodos á los cuales les con- vendrían las denominaciones de Período lávico, brccJió- geno y cincrógeno, atendiendo á la naturaleza y estruc- tura de los productos de las erupciones que tuvieron lugar en cada uno de los diferentes períodos. La estructura de la montaña hasta en su parte su- perior nos hace ver que el mayor efecto y durante la mayor parte del tiempo de su actividad ha sido consa- grado á la emisión de lavas que, en un estado más ó menos líquido ó pastoso, han aparecido en su mayor parte por una sola chimenea, como lo demuestra la estructura pseudo-esiratificada de las capas de lava que forman las paredes del gran cráter en los 500 metros que tiene de profundidad, y que la disposición gene- ral ó la manera por la cual se ha formado el cono prin- cipal ha sido en todo caso con poca diferencia la mis- ma, solamente que los esfuerzos han sido cada vez menores. Cada corriente de lava compacta se halla sepa- rada déla inmediata inferior por una capa más ó me- nos gruesa do brechas compuestas de fragmentos de roca de variados espesores semejante á la lava en que se apoyan, cimentados por una materia terrosa, are- nas aglutinadas ó lapilli, unas veces de color amari- llento ó amarillo rojizo, como se observa en las brechas Inas bajas, y otras de color rojo, como en las que que- ^ an más corea de los bordes del cráter. La manera lna ® fácil de explicarse la posición y la producción de es te material detrítico es simplemente por el gran es- fuerzo que en el momento de un paroxismo desarro- llaban los vapores acumulados abajo de la chimenea, precursores de la salida de las lavas que vencían el ta- P°n de lava recalloso que obstruía el canal de salida y que eran restos de la corriente de lava inmediatamente anterior. En esta gran tensión de los gases y vapoi’es, las rocas del tapón eran en parte pulverizadas y calci- nadas, y unas eran lanzadas en grandes fragmentos co- mo bombas, otras como productos triturados que se acumulaban en el anillo ó corona del cráter que esta- ba en vía de formación. Algunos fragmentos de aquellas brechas se ven cal- cinados y porosos en la superficie, vitreos y compac- os en el interior, indicando que habían estado bajo la influencia del calor antes de su proyección. Es de no- tarse la no existencia de lechos de arena fina interpues- tos entre cada corriente y semejante á la que ahora cu- bre una gran parte de los flancos exteriores del gran cono, lo que sin duda es debido á que, ó la fuerza de proyección no permitía una fina trituración, ó á que por su poco peso era arrojada á mayores distancias durante la proyección. Terminada la destrucción del tapón sólido de la chimenea, la emisión relativamente tranquila de la lava se hacía por desbordamiento, cu- briendo todo ó parte de la corona del cráter, con una simetría perfecta en las corrientes más antiguas como lo dejan ver los cortes naturales de los bordes. POPOCftTEPETL Lam.V- 1 1 27 Este doble fenómeno, la producción de brechas y emi- sión de lavas se verificó un gran número de veces; pri- mero en proporciones verdaderamente grandes, como lo indican los espesores délas corrientes inferiores, dismi- nuyendo después gradualmente, como que la lava tenía que ascender á mayor altura. Este movimiento lento de la lava Huida por la chimenea la enfriaba bruscamente al aire antes de escurrir, y de ahí proviene la menor extensión y el aumento progresivo de la materia vitrea que se observa en las corrientes modernas. Cada capa debrecha y su vecina delava marcan, pues, un paroxismo en que el período de tiempo transcurri- do de uno á otro producto variaba en amplios límites. Así, mientras que en algunas lavas no se observa alte- ración alguna en su superficie superior, en otras un profundo agrietamiento, su irregularidad y su aspecto fragmentario indican un desgaste por erosión y tra- bajo de la atmósfera durante el tiempo transcurrido desde su depósito á la emisión lávica del nuevo pa- roxismo. Hasta en las más antiguas é inferiores corrientes se observa la alternancia de lavas y de brechas como pue- de verse en las gruesas capas de basalto de divino que quedan descubiertas en la barranca del Provincial, ca- mino de Ameca para Tlamacas, separadas por un lecho delgado de brecha, y como se ve claramente también en las distintas series que se encuentran recorriendo la cu- chilla del Ventorrillo, borde oriental de la barranca del Fraile y estribo del Pico do ese nombre. (Lám. 3). En el lado N.O. del cono del Popocatepetl, una se- rie de corrientes que avanzaron hasta el mismo lugar 28' formaron, por su sobreposición en la extremidad, un gran acantilado en el cual tenían lugar grandes y muy frecuentes derrumbes. Intercaladas entre las capas de iava, capas de brechas menos resistentes, por haber sa- lido de la chimenea ya alteradas y ejerciéndose en unas y otras la acción combinada de la nieve, de las aguas de fusión y de la atmósfera; las brechas cediendo más fácilmente á esta acción, al destruirse dejaban sin apo- yo á las lavas que en dichas brechas se apoyaban; y como este desgaste de la brecha se continuaba hacia el interior, los huecos que así se originaban alcanza- an á veces grandes dimensiones y entonces quedaban grandes comizas voladas de lava, que cuando adqui- rían grandes proporciones, bajo la acción de la grave- ad^ se desplomaban formando blocks de variados ta- maños, que acumulándose en la base del acantilado llegaron á formar un medio cono de escombros. Con- tinuando sin interrupción estos derrumbes han venido a íansformar esta serie de corrientes en un pico gi- gantesco llamado Pi co del Fraile, separado del cono por una cresta ó caballete, originado por la acción de la nieve que lo cubre; la falda ó parto inferior de la sene ce corrientes se ha convertido finalmente en una especie de anfiteatro, del cual nace la profunda barranca llamada del Fraile. Esta es á nuestro modo do ver la manera más satis- factor, a do explicarse la formación del Pico dol Fraile quo no está de acuerdo con la opinión de los ilustres viajeros, los Doctores Félix y Lenlc, quienes conside- ran aquel macizo saliente, desprendido del gran cono, 20 como los restos de un antiguo cráter del que se con- servaría solamente su cuadrante S.E. 1 Decimos no estar de acuerdo con aquella autorizada opinión, fundándonos solamente en la disposición de las series de corrientes y brechas que forman dicho pi- co. Las lavas y capas de brechas desde la base del Pico del Fraile tienen una inclinación hacia el 1S T .0. de cerca de 15°; es decir, están inclinadas en el mismo sentido que aquellas que forman el gran cráter, han escurrido, pues, lo mismo que aquéllas, en el sentido de la pendiente del cono. Si al decir de aquellos geó- logos el Pico y acantilado del Fraile son los restos del cuadrante S.E. de un antiguo cráter, no podemos ex- plicarnos cómo las capas de lava y brechas se inclina- ban del labio del cráter á su fondo y no del borde á la pendiente exterior, es decir, del centro hacia la perife- ria, como es lo que tiene siempre lugar para lavas por desbordamiento. Todas las corrientes del Popocate- potl están inclinadas en el sentido de la pendiente del cono exterior sobro el que han escurrido, como se pue- de ver en cualquier lugar donde se hallan á descu- bierto las lavas. Sería más aceptable suponer que el Pico del Fraile lo mismo que un picacho que queda en el cuadrante S.O. y que se distingue con facilidad por aquel rumbo, fueran los restos del borde de un antiguo cráter en el centro del cual se hubiera venido á formar poste- riormente el cono principal, pero aun este supuesto aparentemente más fundado, pues que tanto en el Pi- 1 Bertrage sur Geologie und Palmontologie der Republik México. # co del Fraile como en el del cuadrante S.O., las co- rrientes de lava se dirigen hacia el exterior, en el sen- tido de la pendiente del cono, nos par’ece, sin embargo, que no es de aceptarse, por no encontrarse diferencia de pendiente entre las corrientes de estos picos y la del cono principal, como debiera suceder si este último hubiera venido á llenar la cavidad de ese gran cráter. La naturaleza de las rocas es idéntica y correspondien- te al mismo estado de diferenciación del magma, y finalmente en el resto del contorno del volcán, ni á la altura de estos picos, ni en su falda, se encuentran res- tos de corrientes que debieran tener inclinación distin- ta, y sí se nota j a un jf orin j ( j a( j en j a disposición de las corrientes sobrepuestas, enteramente análoga á las del gran cono actual. Nosotros creemos que basta para explicarse la pre- sencia de estos picos caprichosamente aislados de la paite principal de la montaña, hacer intervenir sim- plemente Ja erosión de las aguas á favor de grietas transversales preexistentes en los flancos del volcán, con profundidad más ó menos grande, y de las cuales se presentan todavía ejemplos en la parte N. y N.O. del cono. La erosión obrando sobre las capas de bre- cha menos resistentes, que debieron cubrir de una ma- nera uniforme tanto á estos picos como al resto del cono, ha podido, durante el tiempo que precedió al de- pósito de las nieves, de una manera estable, separar del cono principal estos picachos por espacios que la acción destructora de la nieve se ha encargado, en el transcurso del tiempo, de darle mayores proporciones tanto en el sentido horizontal como en el vertical. •si Las últimas corrientes de lava que han tenido lugar en el gran cono del Popocotepetl se hallan extendi- das en su cuadrante N.E., en donde afectan una dis- posición escalonada, que el manto de arenas que las cubre en parte se ha encargado de hacer sensiblemente más regular. Se pueden distinguir tres corrientes, en que la inferior, la más antigua, está más abajo del lí- mite de la vegetación arborescente, reconocible por acantilados que sobresalen de la capa de arenas; esta es la más extensa, tanto en longitud como en anchura. So halla separada de la inmediata superior por una capa gruesa de brechas que forma otro escalón. La ex- tremidad de la segunda corriente de lava forma un gran semicírculo sobre la primera, su estructura es en lajas más ó menos onduladas, semejando una estruc- tura de escurrí miento; la roca es de color gris obscuro. Nuevas brechas se interponen en la base de la tercera corriente; las lavas forman de nuevo un semicírculo; la parte media de la corriente se alarga como un cor- dón despedazado, y la superficie es escoriácea, notán- dose en cada uno de estos tramos en que se divide la cresta, que la porción central es compacta y la super- ficie es esponjosa como la de los tezontles. La superfi- cie lisa, el color dispuesto en zonas en la parte com- pacta de la lava que forma bancos sinuosos, marcan bien una estructura fluidal. Esta última corriente pa- rece terminar en el lugar llamado La Cruz y un poco más arriba en el punto que llaman el Cargadero, es- trechándose siempre esta corriente de abajo hacia arri- ba, hasta terminar en una cresta aguda y algo saliente de la superficie. Hay que notar que el Cargadero es el 32 punto de la línea que determina el límite medio de las meves persistentes, y que de allí hasta el Donde del cráter la generaban, por decirlo así, del cono de nieve es casi uniforme pues que sólo presenta ligeras varia- Clones en su pendiente. Esta desaparición de la corriente de La Cruz debajo délas arenas y de la nieve simni., • . 7 , , J L > simula una interrupción brusca en el curso do la corriente, circunstancia que lia hecho creer a algunos geólogos, como los Sres. Félix y Lenh entre otros, que la corriente se había originado r— “““«..isas: de esta instalado el malacate nnro i« *. • , i i . „ P a, a la extracción del azufre, punto a donde llegan todos los viajeros y que en otro tiempo fué llamado T 5 ^ i 0 J 1 ’ y q nno i» u™ , aa ° -^^cha Silíceo, demuestra T ía er ,7 4» dos ram^s de nieve y la e, esta aguda y saliente llamada el Espinazo del Diablo es de naturaleza enteramente semejante, igual, mejor dicho, a la lava de La Cruz, en composición, es- IT ™ la f0 ™“ Gal 'i a da y rugosa de la su- ! , Est0 nos mclina á creer que la corriente de luz ^ a P love, iido por desbordamiento, por el bor- ce ce ciater, y que l a interrupción de que hablamos ha sido solamente producida por la acción destructora de la nieve que, al acumularse después definitivamen- te, ha regularizado la pendiente del cono, y ha contri- buido a hacer más palpable la independencia entro el cráter y la corriente de La Cruz. Desde cualquier pun- to del Cargadero ó La Cruz pueden verse pedazos de la misma corriente que aun quedan cerca y en los bor- des del cráter en condiciones de posición tales, que na hay dificultad alguna en reconstruir la corriente con su pendiente do escurriiniento desde la parto supe- rior. lío creemos imposible la existencia de grietas ó pla- nos eruptivos en la parte Oriental y Occidental del cono del Popocatepol, toda vez que nosotros hemos tenido la oportunidad de descubrir diques de lava cortando á las lavas y brechas en la parte lí.O. de la falda de la barranca que nace del Pico del Fraile. Estos di- ques, de un espesor aproximado de 2 m. se distinguen perfectamente en tramos bastante considerables con rumbo N. 20°0, sin que se perciba en ellos el enlace que los ligara con corrientes cuya salida se hubiera hecho por las grietas que ellos llenan. Son verdaderos diques aislados que mueren en forma de cuñas y que indican que las lavas que los rellanaron hacían sil des- bordamiento por otros lugares. Es, pues, muy posible que así como existen estos diques haya habido grietas de mayor extensión por las cuales haya tenido lugar la aparición de corrientes ex- tensas de lavas. En la corriente de La Cruz, lo mismo que en las que bajan por la cuchilla del Ventorrillo y la del Potrero del lado N.O. del volcán, se encuentra la parte com- pacta de la lava completamente pulida, efecto que in- dudablemente se debe en su mayor parte, si no en su totalidad, á la acción de la nieve, y no exclusivamente á la de la arena levantada por los vientos que soplan constantemente con mayor ó menor intensidad. Los Popoealepoü.— 8 34 Sres. Félix y Lenk 1 atribuyen á esta última causa el fenómeno de que, nos ocupamos, pues que habiendo he- cho su ascensión en el invierno, época durante la cual las precipitaciones son más escasas, el límite de las nieves se conserva á un nivel mucho más elevado que en la estación de las lluvias, en que á favor de preci- pitaeiones más abundantes y más numerosas, que to- das se resuelven bajo la forma de granizo en la parte b a j a y de nieve en la parte alta, el agua congelada ex- tiende su dominio hasta el rancho de Hamacas y esta a gua al fundirse por suescurrimiento, siguelas líneas do mayor pendiente, y por su deslizamiento en masa sobre las rocas, produce el pulimento de éstas. Hemos tenido cuidado de observar la dirección en que se ve- rifica este pulimento de la roca, y no hemos encontra- 0 ninguna relación constante entre la dirección de los ■v lentos reinantes y la de las superficies pulidas; antes por el contrario, hemos encontrado con más frecuencia completo desacuerdo entre estas direcciones. Llevando o uestra observación á piedras amontonadas natural- ícente ó por la mano del hombre, como se ve en elYen- oui 1 ° j hemos descubierto que siempre la superficie pu i a se encuentra en la dirección de las líneas de es- cuirimiento de las aguas de fusión, que pertenecen na- ana mente á las superficies de deslizamiento de la nie- ■v e granizo acumulado. Para cerciorarnos más, hemos cuidadosamente comparado los efectos de este fenóme- no en locas que se encuentran en la cresta de las cu- chillas constantemente batidas por el viento, con rocas 1 BeilKcge zur Geologie und Palteoatologie der Republik México. corap etaraente abrigadas, y el efecto es enteramente oí mismo, cosa que no debiera suceder si ól hubiera sido producido Tínicamente por los vientos, tal como se ase- gura por los viajeros mencionados. La segunda fase de actividad del volcán que antes dejamos enunciada, es decir, aquella en la cual los pro- ductos de las erupciones están constituidos casi exclu- sivamente por brechas, correspondo á un espacio de tiempo bastante considerable, durante el cual la acti- vidad tuvo sus alternativas de intensidad, sin llegar jamás á producir corrientes de lava, sino que las bre- chas, productos do estos nuevos paroxismos, eran unas veces do consistencia sumamente débil, muy ligeras, formadas en su mayor parto de pómez; otras veces el estado pomoso de los productos era menos perfecto, como transición del tezontle á la pómez, y finalmente, con elementos de esta naturaleza salieron lanzados, bajo la forma de bombas, bloclcs de dimensiones considera- bles de la roca andesítica, idéntica á la de las corrientes de lava. Estos tres tipos de productos se acumularon bajo la influencia de las aguas en estratos concordan- tes en inclinación, pero cuyos espesores y extensiones son diferentes. En la parte más baja se bailan frag- mentos y blocks andesíticos mezclados con lapilli y te- zontles muy ligeros pasando á pómez; en la parte me- dia predominan los fragmentos pomosos y sólo se en- cuentra uno que otro fragmento andesítico fresco; en la parte superior se encuentra únicamente la pómez en diversos estados de división unidos por cemento arci- lloso y ferruginoso. Aquí, en esta serie de erupciones de brechas, lo misino que en las erupciones do lavas, JW se nota también que los productos son más oxidados á medida que son más modernos, y entre ellos se encuen- tran tres horizontes representados por capas de bre- chas de color rojo intenso y de consistencia ó cohesión mayor que corresponden á tres épocas de tranquilidad más ó menos prolongada, durante las cuales los pro- ductos de la superficie alcanzan su mayor alteración. La capa roja superior marca el límite del período bre- chógeno é inicia un período de quietud que precedió á la fase cinerógena, último período en el cual ha salido materia sólida del volcán. Llama la atención que en todo el conjunto de capas de brechas no so descubran arenas y cenizas, como si éstas no hubieran sido for- madas en las erupciones de brechas, ó más bien, que habiéndose formado eran transportadas á mayor dis* tancia, tanto en los momentos de los paroxismos como después, pór la acción combinada do las aguas circu- lantes y de los vientos. Estas capas de brechas pomo- sas deben su formación á verdaderas lluvias de lapilli, etc '’ que se sobreponían unas á otras y eran ordenadas paicialmente por las aguas en los intervalos de una á o ra erupción. Que este es el origen de estas capas de lechas, lo prueba la circunstancia de encontrarse aso- ciadas en la misma capa, al mismo nivel, y por consi- guiente bajo la misma pendiente, deslaves de pómez y fragmentos de andesita compacta, como se ve en las capas inferiores, y además el que los elementos de la brecha no tienen la disposición uniforme á que obede- cen los depósitos sedimentarios, pues que se les en- cuentra en todas las posiciones posibles dentro de la capa. . 37 La barranca de Tlamacas es uno de los lugares en que pueden estudiarse con más facilidad esta serie de capas, pues que la profundidad de la barranca permi- to observarlas en un gran espesor. Podemos distinguir esencialmente tres clases de tipos de capas, á saber: capas de brechas, compuestas de fragmentos de varia- das dimensiones de rocas andesíticas, como las lavas po- co alteradas acompañadas de fragmentos de tezontle cimentadas por una pasta de arcillo-pomosa, no tienen consistencia y es el tipo más bajo; capas do brecha po- co coherentes, verdaderas aglomeraciones de fragmen- tos más ó menos claramente pomosos con lapilli y pó- mez remolida que le sirve de cemento, de color gene- ralmente gris amarillento ó blanco agrisado, éstas son las de mayor espesor y las más abundantes, las capas no conservan un espesor uniforme sino que tienen es- trechamientos y algunas terminan en cuña después de un trayecto relativamente corto; capas do brechas ro- jas bastante resistentes, de elementos en lo general de menor dimensión que los de las capas inferiores, reu- nidos por un cemento notablemente arcilloso; estas ca- pas menos numerosas, pues sólo se encuentran tres que no tienen la misma extensión, conservan un espe- sor más uniforme y presentan en su masa general un endurecimiento análogo al que ocasiona en las tobas volcánicas el contacto de corrientes de lava; teniendo cuando los elementos son pequeños, el aspecto de un ladrillo poroso. Los fragmentos que asociados forman estas brechas parecen en parte calcinados, y aunque entre ellos se nota mayor ordenación como indicando que el agua tuvo mayor participio en la formación de 88 la "brecha, sin embargo no están subdivididas en lechos sobrepuestos de diverso grano, como correspondería á un conglomerado perfecto formado por las aguas. La pendiente en estas capas varía entre 30° pegado al co- no del volcán donde está casi en contacto con las rocas macizas y 5 o que alcanza álos 2,500 metros de distan- cia. Es pues de suponerse que los elementos que for- man la capa, al caer se depositaron conforme á la pen- diente del suelo, y la forma, consistencia y demás par- ticularidades de la brecha demuestran que su depósito fue inmediato al momento de proyección. El corte ad- junto da una idea de la disposición de las capas de la barranca de Tlamacas. La fase cinerógena que cierra la serie de erupciones el Pcpocatepetl, ha tenido también una larga duración y energía bastante para formar el manto de arenas que cu re álos otros productos eruptivos en una extensión jftuy considerable, y para que removidos por los vien- 08 y por las aguas corrientes hayan, en diferente pro- porción y estados de alteración diversos, tomado parte en a formación de las tobas arenosas volcánicas de las ^ c as de la montaña. Al pie del cono del volcán al- canzan estas arenas, casi inalteradas, espesores muy variables, dacla su movilidad que les permite acumu- larse en las hondonadas y depresiones ligeras del sue- lo, así como ser transportadas por los vientos á las ci- mas y crestas de los elementos secundarios del relieve de esta parte de la montaña. Cubren las arenas, como se ha dicho ya en otra parte de este informe, al cono en casi toda su sujierfície con un espesor que depende de las pendientes del cono y de las irregularidades que POPOCATEPETL Lam.VI. ' - en él ocasionan las lavas más ó menos desgarradas, así como las barran quitas que en dicho cono han for- mado las aguas de los deshielos. Sedimentos de este material volcánico y de pómez se extienden en sus faldas en capas de variados espe- sores, en las que se intercalan algunas veces lentes del- gadas de aluvión que indican los tiempos de reposo del volcán y en el que las aguas operaban su trabajo de acarreo; las capas tobosas unas veces compuestas ex- clusivamente de fragmentos de pómez aglomerados, nos marcan, como los aluviones, transportes violentos, mientras que las tobas de la capa superior ó superfi- cial son de grano fino, como si este material fuese re- molido mezclado de arcilla, y es indudablemente el re- sultado de deslaves ó de un depósito lento. Las capas de arena intercaladas entre algunas capas de toba son de muy débil espesor. Ilay que hacer no- tar la semejanza en la manera de depósito de los ma- teriales de trituración que provienen del Popocatepetl, con los productos igualmente de trituración do las rocas pliocenas que circundan la cuenca de México por el O.: á las capas de brechas pomosas de depósito violento que se sobreponen inmediatamente á las andesitas de hiperstena y hornblenda de aquella región, les siguen tobas pomosas de grano fino, deslaves y redepósito de las anteriores, solamente que éstas encierran con fre- cuencia restos de vertebrados cuaternarios. Las andesitas de hiperstena que abundan en la cuen- ca de México en macizos aislados, ó en pequeñas sie- rras en el interior, han aparecido muchas de ellas an- tes de las erupciones de aquel grande volcán, otras les 40 han sido contemporáneas, y aquellas más antiguas que comenzaron á fines del Plioceno pudieron continuar hasta el periodo reciente casi sin interrupción sensi- ble. Las primeras erupciones de andesitas hipertóni- cas casi ligadas á las de hiperstena y hornblenda del O. de la cuenca, han sido en parte cubiertas por los sedimentos con “equus,” “cariacus,” “elephas,” etc., del fondo plano de la cuenca, y conservan aún muy imperfectos y destruidos en su mayor parte los cráte- res que les han dado nacimiento, como se ve en los ce- rros del S. de la sierra de Guadalupe al N. de la ciu- dad de México, y lo mismo sucede en el cerro del Ti- gre, la sierra de Monte Alto al N.O. y cerca de Atiza- pán en la misma cuenca mexicana. Pero debió haber una interrupción bien marcada en las apariciones, en la superficie, de las andesitas de hi- perstena para dar lugar á la do los basaltos con poco olivino (Labradoritas) ó muy óliviníferos, que las cor- tai on en diques ó en masas intrusivas, como en el Pe- ñón de los Baños se observa; ó constituir series de cráteres que arrojaban lavas basálticas, como la sierra e volcanes de esta especie que ocupa la parte S. déla cuenca al pie de la montaña del Ajusco hasta los flan- cos actuales del Popocatepetl, cubriendo á las andesi- tas de hornblenda anteriores y que en algunos puntos quedaban descubiertas al través de estos basaltos. El Popocateptl comenzó á manifestarse con las primeras erupciones de basaltos, como lo prueban las más ba- jas corrientes que de este volcán so descubren, que son basaltos de olivino (roca del Provincial), en las que la 41 transformación en andesita de liiperstena con augita se hace sensible. El Popocatepetl sigue vomitando sus lavas hipers- ténicas á la vez que engrosaban los sedimentos plioce- nos del fondo de la cuenca y que se formaban los pe- queños volcanes de la sierra de Santa Catarina, tam- bién do rocas hipcrsténicas. Pero lo más notable que se ofrecía ya cerca del fin de esa grande y prolongada actividad, era la presencia simultánea de volcanes en acción á muy cortas distancias, unos basálticos, otros andesítícos . El volcán Xitli al S. de la cuenca cubría con una corriente de basalto muy fluido, no sólo los depósitos de tobas pomosas con fósiles vertebrados, sino aun la capa más superficial del suelo ocupado ya por el hom- bre, como lo prueban los cráneos y vestigios de su in- dustria encontrados debajo de las lavas. Las corrien- tes hipcrsténicas de los volcanes de Tlalmanalco des- canzan en capas enteramente semejantes (una pi’ofun- da, con vertebrados fósiles, y la de contacto inmediato con restos de la industria náhuatl). Hay, pues, que establecer una contemporaneidad relativa en la emi- sión de estos dos tipos de rocas, contemporaneidad que se realiza hasta en las erupciones de nuestros días co- mo las del Jorullo, basálticas, y las del Colima y Ce- boruco andesíticas. Ponemos á continuación la descripción sucinta de las rocas del Popocatepetl: liemos indicado ya la presencia del divino, de la augita y de la hiperstena en la serie de lavas del Po- pocatepetl, así como la predominancia de uno ó do otro de estos elementos en relación con el tiempo. Podemos referir á tres especies distintas toda la serie de lavas, á saber: 1- Basalto labradórico. “• Andesitas de hiperstena. 3. Traquitas. 1. Las más bajas rocas que pueden observarse á la vez que 1 as más antiguas, son las que se encuentran formando dos grandes corrientes sobrepuestas, separa- das por una capa de brechas en la barranca que nace cerca del paraje llamado Provincia], en el camino de Ameca para el rancho de Hamacas. Estas rocas en la- jas son de color gris, y á la simple vista puede obser- arSe a £ rnn entidad de olivino que contienen en granos y en cristales, que alcanzan hasta 8 mm. de ongitud. La estructura al microscopio es claramente microlítica.Ja materia amorfa es escasa con granos mu) pequeños y barritas de óxido de fierro. La pasta micro Ií tica es esencialmente de labrador y granos de flnfi 1’ t f mendo Jos Prime™ una marcada alineación a ". al rededor délos cristales y granos de olivino a ? lera cons °iidación, de abundancia en las lámi- . e o a dns aun más notable. Algunos cristales de e mineral se hallan fuertemente corroídos y altera- óe! y ™ tV ? S d Jf n T” la forma Piramidal do sus seccio- , . i amb ’ en de notarse la escases de cristales de P -ojoc asa y de augita de primera consolidación. Otros basaltos de k misma región son de color gris rojizo; el olivino y las microlitas de augita están más altera- das, sobre todo el olivino, que ofrece una zona obscu- ra y granuda en la periferia de cada cristal 2. Andesitas de hypmtena . — A las andesitas de hi- perstena pertenecen la totalidad de las lavas que rodean el gran cono del Popocatepetl hasta las últimas corrien- tes que coronan, por decirlo asi, el gran cráter de la ci- ma. Ofrecen desde una estructura casi holocristalina microlítica que degenera poco á poco hasta la estruc- tura vitrofírica de algunas obsidianas; el magma, co- mo veremos, es unas veces transparente y otras par- do. Dominan en los elementos de primera consoli ■ dación el labrador, aunque para este feldespato no siempre se observa claramente dicho tiempo; la hiper- tena y por último la augita, mineral cuya abundancia relativa varía constantemente de una corriente á otra de lava, no ofreciéndose sino muy accidentalmente en las corrientes más modernas. Por esta razón hemos hecho la subdivisión de las andesitas de hiperstena, en andesitas de hiperstena con y sin augita. a. En el fondo de la barranca del Fraile al pie del gran acantilado del pico del mismo nombre, dos co- rrientes de lava aparecen separadas por una gruesa capa de brechas; la lava inferior presenta al microsco- pio un magma amorfo incoloro sembrado de glohuli- tas, puntuaciones de óxido do fierro y numerosas y pequeñas microlitas feJ despáticas; bandas y manchas amarillo verdosas se distribuyen irregulannonto y po- larizan en amarillo, pareciendo ser el resultado de la alteración de la augita y déla hiperstena; dichas man- chas son más intensas en la proximidad de estos cris- tales, de contorno no bien definido y rodeados de una banda obscura. Los cristales de hiperstena á media iteración, ofrecen un dicroismo intenso. El labrador 8e talla en grandes cristales rotos y corroídos en su ma yor parte. -® n la lava superior, el magma amorfo esligeramen, pardo como en algunas lavas del borde del cráter- Co . u numerosos cristalitos incipientes de plagioclasa y pivoxena. La de vitrificación del magma es más avan- za da qn e en j a roca an t er i or> La aU gita, é hiperstena en Proporciones casi iguales son muy abundantes y de grandes dimensiones, la augita presenta macles según 9l 9 SUs cristales llenan á veces nidos ó segregaciones. Algu na semejanza ofrecen microscópicamente las an- csitas de hiperstena con augita de la loma del Vento- 1 0 (contrafuerte del Pico del Fraile), con la capa de a ^a de la pared del fondo del cráter; á no ser por una \ a y°i cristalinidad en la de este último punto y la n,r cia ma ^ or can tidad de fierro en puntos disemi- C °^’ como producto de alteración, la semejanza sería inpleta. Se observa la estructura fluidal por el alinea- p 0 c * e * as niicrolitas; y la presencia de playitas iin- charV amente hexa S° nales y impidas, nos hacen sospe- cr ¡ , t ? re8enc ^ a c l e I a tridymita. La augita abunda en r a „ eS a S ru P a dos en nidos, y en algunos ejemplares se hallan dominados granitos de pir¡ta i la roca bastante vitrea se presenta en un acanti- , v "" a .° ma ck ^- ca ltltla, lugar también llamado tiufe * S “ m ” gma se lalk devitrificado en cris- tamos feldespdticosyde piroxena, contielle oAWw de plagioclasa, hiperstena y menos numerosos de au- glta. A la luz polarizada el magma aparece obscuro tachonado de muy pequeños y numerosos jnintosjó agujas alumbradas. b. En las tres corrientes que están escal .onadas al N.E. del cono del Popocatepetl y que parece terminar la xiltima en la Cruz, so pueden seguir fácilmente las modificaciones de estructura. La más baja que 3e des- cubre hasta el límite de la vegetación arborescente, tiene un aspecto traquítico muy marcado á la simple vista y de color gris más ó menos rojizo. El magma que aparece á la luz natural como amorfo con algunas cristalitas diseminadas, da á la luz pola- rizada un tapiz de mierolitas sin contornos apreciables y en algunos lugares manchas con aspecto de polari- zación de agregado, que en fuertes aumentos apenas puede reconocerse que la apariencia resulta de agrupa- ciones de mierolitas; pues no son muy sensibles los con- tornos individuales y esta polarización conlusa de la pasta de la roca le imprime un habitus traquítico, y aun es muy posible que un buen número de microli- tas no bien reconocibles, sean de sanidiúo. Los grandes cristales diseminados son unos de sani- dino y otros de labrador, hijjerstena con numerosas in- clusiones vitreas y algunos cristales de augita. Esta roca pasa sensiblemente á ser una traquiandesita de hiperstena con augita. La corriente inmediata superior qs de color gris y más compacta que la anterior, su estructura en masa es en lajas delgadas algunas veces onduladas. Al mi- croscopio es un poco más vitrea que la anterior y le es muy semejante aun á la luz polarizada, sin presentar como en aquella, manchas muy alumbradas de polari» 46 zación de agregado. Contiene cristales de labrador y sanidino, y en abundancia de augita é hiperstena al- gunos de los primeros macleados. c. Yiene por último la tercera corriente que, en en forma de cordón, parte desde La Cruz bacía abajo, y que aparece también en el lado N.E. del cráter, y que hemos considerado como una corriente de las iiltimas emitidas por el cráter del volcán, en que la nieve se ha encargado de destruir el cordón que ligaría á la cres- ta del bordo del cráter con las puntas del Cargadero y La Cruz. En las partes de la corriente, en donde la roca es compacta, tiene un aspecto muy vitreo parecido al de las obsidianas; de color negro parduzco y negro. El magma amorfo abundante, es de color ligeramente par- do con numerosas cristalitas, pequeñas microlitas de oligoclasa y puntitos de óxido de fierro. La estructura fluidal es débilmente marcada; los cristales, general- mente de pequeñas dimensiones, son de labrador, de hiperstena y algunos muy raros de augita. Este es el aspecto más común de las rocas de la parte superior del cono del Popoeatepetl. El magma amorfo llega á veces hasta ser enteramen- te pardo y los cristales hasta de muy pequeñas dimen- siones, es decir, verdaderas obsidianas, de acuerdo, como dijimos, con la diminución de calor y de energía del volcán. Es muy característico en la serie de corrientes que se escalonan en la parte superior del Pico del Fraile, quizá tan modernas como las de La Cruz, una sucesión alternada y varias veces repetida de lavas de composi- ción y estructura semejante á las obsidianas de La Cruz 47 ele color negro - parduzco y ele superficies de ruptura curvas, que semejan en grande la superficie concoide ele la obsidiana, con lavas muy compactas de color gris negruzco ó gris en lajas, algunas veces muy delgadas y onduladas. Su magma es incoloro manchado de par- do, con cristalitas de piroxena y numerosas microlitas feldespáticas, es decir, menos vitreas que las anteriores. Domina el labrador y la hiperstena en cristales y raras veces contiene augita. La andesita vitrea de la base del cerro de Tlamacas, que baja casi desde la cima en un gran acantilado del lado S.E. de dicho cerro, y al IST.O. del rancho, es de pasta vitrea incolora, contiene numerosas microlitas finas de plagioclasa, cristales de hiperstena y labrador. 3. Traquitas. — Muy interesantes son las rocas que forman las crestas ó pequeños acantilados en la cima de la loma de Acal ti tía, en el Ventorrillo, así como en la cima del cerro de Tlamacas: son de color gris ro- sado, de superficie áspera como la de las traquitas. Al microscopio se observa con sorpresa, que parte de las microlitas que abundan en la pasta, son de sanidino, de formas rectangulares no macleadas, de extensión recta y con contornos no bien definidos. Los cristales de primera consolidación en su mayor parte son de sani- dino y de hiperstena, con inclusiones de granos de fierro oxidulado. Ko contiene augita la roca. Ao cabe duda que se trata de traquitas de hiperstena y que hay una relación genética entre ambos lugares, únicos en que hemos encontrado las traquitas, relación que topográ- ficamente conservan, pues que el cerro de Tlamacas se liga al Ventorrillo por una angosta y alargada ere; • MR , J I 4S ta. La proporción de siliza en estas traquitas es por término medio de 65 por 100. Damos á continuación la lista de las alturas y me- didas practicadas durante la excursión; las observacio- nes de alturas hechas con hipsómetro son: Altura del rancho de Hamacas 3,931 metros. Limite de la vegetación arborescente por el lado N. 4,030 „ Altura media de las nieves persistentes; lado N.... 4,350 „ Altura del Malacate sobre el fondo 205 Altura del Pico Mayor sobre el fondo ó máxima profundidad del cráter ggg Altura del Pico Mayor sobre el Malacate 300 Diámetro mayor del cráter gj 2 Altura de México sobre el mar 2 280 Acompañamos á este informe un plano geológico que comprende la zona en la que se halla el camino de México al Popocatepetl y un perfil geológico en línea recta desde el Pico Mayor del Popocatepetl hasta la ciudad de México. Hemos adoptado la carta topográ- ca á la 100,000* publicada por la Comisión Geográfi- xplor adora, aunque no estamos de acuerdo entera- m ^., e ? on * a con %uración que trae dicha carta. México, Octubre de 1894.— José <7. Aguilera.— Eze- qmel Ordóñez. CORTE GEDLÓGI ée México al PcpccatepEt o *?MÉXICÓ ESCtUfl - 1 100000 IKÉXI