oa^ BOSQUEJO m DEL ARCHIPIÉLAGO FILIPINO POB DON RAMÓN JORDANA Y MORERA, Ingeniero de Montes, ex-Inspector del ramo en agüellas Islas. Publicado de Real orden en vista del favorable informe de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. MADRID IMPRENTA DE MORENO Y ROJAS Calle de Isabel la Católica , núm. 10» ( SB5 \ -^■í-'-^-^íU'n^^ ¿ÍV^^/-*^^ ■ '<:> Úr-a')'T'--t> C^ ^.L^ ¿:£a^<^ik^ ¿'VZ'Z-^x^ /;v>^¿^-<í^ • ¿?¿c_ /m^^^^ ^K^y^tre^ \ r^^ 5/; ^H¿>. índice Páginas Correcciones y adiciones • • ^ xm Pauta para la colocación be las láminas xv Prólogo < . » . • • 1 PARTE PRIMERA GEOGRAFÍA S15GGION PRIMERA SITUACIÓN Y ÁREA 1. Nximero de islas.— 2. Latitudes y longitudes extremas.— 3. Superficie de las islas más importantes. — 4. Superficie total 7 SECCIÓN SEGUNDA OROGRAFÍA 1. Isla de Luxón: Caraballo Sur.— Caraballos occidentales. — Oaraballo central.— Sier- ras de los Pinos, de Bayabas, de Paiquot y de Baguio. — Divisoria entre la provin- cia de la Union y el distrito de Benguét.— Monte Data.-— Montañas de Saban- gán. — ídem de Polis. — Ramal de Besao.— Cordilleras del Tila y del Malaya.— Divisoria entre las provincias del Abra é llocos Sur. — Caraballo Cbico. — Cor- dilleras que de él se derivan. —Últimos eslabones de ,k cordillera principal. — Carababo de Balér. — Sierra Madre. —Monte Cagua.— Ramal del Mamparan. — Cordillera principal del Sur.— Ramal de Bondóg.— Ramal de Camarines Norte, Camarines Sur y Albay.— El Mayon.— El Bulusan.— Cordilleras secundarias.— Sierra de Zambales. — ídem del Sungay y Maq^uilin.— 2. Isla de Mindanao: Descripción de sus cordilleras principales.—- 3. Isla de la Paragua: Cordillera central.— 4. Isla de Samar: Cordillera central y montes principales de -da misma. — 5- Isla de Panay: Cordillera del monte Opao.— Ramificaciones de la * misma. — Cordillera de Buruanga.— 6. Isla de Mindoro: Cordilleras que limitan la planicie central de la isla.™ Nombres de los montes más importantes. — 7. Isla DE Leyte: Cordillera central. — Montes más notables de la misma. — 8. Isla de Negros: Cordillera central. — Volcan Canlaón. —Principales ramiñcaciones. — 9. Isla de Cebú: l)ÍAdsoria central. — 10. Isla de Mase ate: Cordillera princi™ VI pal.— 11. Isla de }3ohol: (irupo orográíico central.— 12. Isla de Catanduanes: .■Píúcleo central y ramificaciones.— 13. Isla de Polillo: Montes Malalod y Ca- pote.—14. Isla de Marinduque : Cordillera del Malindíg y San Antonio.— -llá- males qne de ella se derivan. -15. Isla de Tablas: Monte Palaopao.— 16, Isla DE Btjpjas: Montaña Engañosa. —17. Isla de Ticao : Cordillera central 9 SECCIÓN 'CERGERA HIDROGRAFÍA 1. Isla de Luzón: Bio grande de Cagayán y sus afluentes principales.— Eio Agno Grande. — Eio Abra. — Eios Chico y Grande de la Pampanga. — Eio Vicol. — Eio Pasig. — Laguna de Bay. — ídem de Bombón ó de Taal. — Pinag de Candava.-— Laguna de Cañaron. ^Pinag de Mangaból. — Laguna de Cagayán.-- 2. Isla de MiNDAiSTAO: Eio Agusan ó Butuan. — Eio Painán ó Grande de Mindanao. — Eio Iligán. — Eio Lubungan. —Laguna de Buhayen ó de Maguindanao. — ídem de Liguasan. — ídem de Buluan. — -ídem de Malanao. — ídem de Maynit. — 3. Isla de LA Paragua: Escasa importancia de sus rios.— 4. Isla de Samar: Eio Oras. — ídem Suribao. — ídem Burulian. — ídem Laguán. — ídem Bato.— ídem Timoni- ni. — ídem Basey. — ídem Oalbayóg. — 5. Isla de Panav: Eio Panay. — ídem Aclan. — ídem Taland.— ídem Salog.— ídem Madiaas. — ídem Dalanás. — ídem Cairnaon. — ídem Palinan.— ídem Cangaran.— 6. Isla de Mindoro: Escasa im- portancia de sus rios.— Laguna de Nauján.— 7. Isla de Leyte: Eio Burauen.— ídem Maya.-— ídem Bito.— ídem Maasí.— ídem Leyte.-— Lago de Bito. — B. Isla DE Negros: Eios Hinigaran, liimamailan é Ilog.— Eios Danao y Marianas. — 9. Isla de Cebú: Escasa importancia de sus rios.— 10. Isla de Masbate : Eios Lauán y Asit.—ll. Isla de Bohol: Escasa importancia de sus numerosos rios. — 12. Isla de Catanduaííes: Ríos Himoto y Tinago.— ídem Bato.— 13. Isla de Polillo: Eios Upata y Monleo.—M. Isla de Marinduque: Eio Layláy.— 15. Isla DE Tablas: liscasa importancia de sus rios.— 16. Isla de Burias: Carencia de rios.— 17. Isla de Ticao: Como la anterior 18 SECCIÓN CUARTA METEOROLOGÍA 1. Caracteres generales del clima de las islas Filipinas.— Falta de medios de observa- ción.—2. Temperatura.— 3. Presión atmosférica.— 4. Humedad del aire é hidro- meteoros, — 5. Vientos, brisas, monzones, huracanes ciclónicos ó baguios. —Teorm y descripción de estos últimos. Sus efectos en Filipinas.— 6. Electricidad.— Mar- cha y efectos de las tormentas eléctricas en el país > 26 SECCIÓN QUINTA POBLAOION 1. Dificultades que ofrece la formación del censo de población en Filipinas. — Procedi- miento empleado. -Número de habitantes y su clasificación por razas.— 2. Hazas interoceánicas. — 3. Negritos ó Áetas.— Caracteres^ costumbres y creencias reli- giosas de los mismos. -4. Razas mestizas de negrito y malayo.— Balugas, Du- magas, Mamanuas, Buquiles.~5. Origen de la raza malaya.— Caracteres físicos y cualidades morales de los indios filipinos.— 6. Igorr otes. —Caracteres, costum- bres é ideas religiosas de los mismos.-»?. Buriks.— 8. Busaos.— 9. Tinguianes VII Fascinas ó Itauegs. — 10. Itatapaánes. — 11- Griiinaánes. — 12 Apayáos.-~13. Adangtas, Adanginos'' Adanes ó Adamitas — 14. Ifiigaoñ.~-15. Gaddanes. — 16. Calañas.-:- - 17. Calingas y Aripas.— 18. Ibilaos, Ilongotes é Italones.— Caracteres físicos y morales, y costumbres de los Ilongotes. —19 Irayas.™20. Catalanganes. — 21. Igorrotes del Isaróg.— -22. Infieles de Mindanao.— Malayos raahoiíretanos ó moros.— 23. Manobos.—24, Mandayas. — Sus caracteres, creencias y costum- bres»)—25. Manguangas— 26. Guiangas y Bagobos.— 27. Tagacaolos.— 28. San- guiles y Bilanes.— 29. Tirurayes. — 80. Súbanos.— 31. Infieles de Mindoro.— Manguianes. —Su división en castas. — Caracteres, costumbres y creencias de los mismos. —32. Infieles de la Paragua.— -Tagbanuas. —33. Tinitianos. — 34. Bulala- caunos. — 35. Dialectos que se hablan en el Archipiélago 41 PAETE SEGÜFDA HISTORIA NATURAL SECCIÓN PRIMERA GEOLOGÍA Y GEOGNOSIA CAPITULO PRIMERO ORÍGEN DEL ARCHIPIÉLAGO. 1. Estudios geológicos publicados hasta el dia acerca de las Islas Filipinas — 2. Prin- cipios generales para determinar la edad relativa de los continentes y.de las is- las.— 3. Aplicación de los mismos á la región australásica. — L Deducciones. .... 115 CAPÍTULO II ZOKA VOLCÁNICA OCCIDENTAL. 1. Zona volcánica oceánica y su bifurcación en el Archipiélago. ~2. Volcan de TaaL— Cordilleras del Sungay y del Maquilin,— Montes Banajao y Malarayat.— 3. Com- posición geognóstica del Pico de Loro, isla del Corregidor, sierra de M:ariveles y sierra de Zambales. — 4. ídem de los terrenos comprendidos entre las sierras de San Mateo y Angat por el E., y la de Zambales por el O. —5. ídem de la cordi- llera de los Caraballos occidentales. — 6. Deducciones acerca de la naturaleza geognóstica de la región occidental de la parte JST. de Luzón. — 7. Prolongación, por el S. de la zona volcánica occidental. .*....' X22 CAPÍTULO III ZONA VOLCÁNICA ORIENTAL, 1. Volcan Mayon.— -2. Terrenos inmediatos al rio Vicol.~3. Prolongación de la zoila oriental por los montes Malinao, Iriga, Isarog, sierra de Colasi y monte Labóo.— 4. Composición geognóstica de la cordillera central de la provincia de Tayabas.— 5. Sección septentrional de la zona volcánica oriental. Volcanes Cagua, Cami- quin y Babuyan claro.— 6. Prolongación meridional de la misma zona volcánica. Volcan Bulusan. Solfataras de Leyie.— 7. Composición geognóstica de las islas de Cebú, Bohol y Samar. —8. Volcanes Camiguín, Apo y Saranganí. 147 VIH Páginas SECCIÓN SEGUNDA REINO ANIMAL CAPITULO PRIMERO GENERALIDADES. 1. Deficiencia de los actuales conocimientos acerca de la Fauna filipina.— -2. Examen de los mismos en conjunto.— 3. Su relación con la historia geológica del i^rchi- piélago lt)3 CAPITULO II VERTEBRADOS J[.— Su división en clases. B. — Mamíferos. 1. Relación numérica entre los mamíferos filipinos y los de Java. — 2. Cdadrumaiíos.— 3. Carkiceros.— 4. Roedores.— 5. Paquidermos.— 6. Rumiantes.— 7. Cetáceos. 162 (7.— Aves. 1. Número total de especies filipinas conocidas hasta el dia.— 2. Rapaces.— 3. Zigodác- TILAS.— 4. PlSERES.— 5. GALLINÁCEAS.— 6. ZaNCUDAS.— 7. PALMÍPEDAS. — 8. Rc- lacion de las especies más comunes ó notables 176 D. — Reptiles. 1. QuELONios.— 2. Saurios.— 3. Ofidios,~-4. Batracios 191 E. — Peces. 1. ACANTOPTERIGIOS.— 2. AnACANTINOS.— 3. FlSOSTOMOS.— 4. LOFOBRANQUIOS. — 5. PlEO- TOGNATOS.— 6. Plagiostomos.— -7. Rclacion de las especies más comunes ó no- tables • . - » • • ' CAPÍTULO III ANILLADOS A,, -Su división en clases. ,, B. — Insectos. 1. Caracteres distintivos.™ 2. Coleópteros. —Comparación de los coleópteros filipinos con los de los países inmediatos.— Reseña de las familias y géneros más notables.— Relación de las especies características ó encontradas por vez primera en el Ar- chipiélago.—3. Ortópteros.— Noticias acerca de algunas familias y gpneros.— Relación de las especies más comunes,- 4. Neurópteros.— Comparación con los 207 IX Páginas de los países inmediatos.— División en tres secciones.—Caracteres de éstas é indi- cación de las familias y géneros más importantes.—Eelacion de las especies más ' comunes.--5. Himenópteros. -División en dos secciones.^Caracteres de éstas y enumeración de algunas familias y géneros.— Relación de las especies conocidas.— 6. Lepidópteros.— División en dos secciones.— Eeseña de las familias y géneros más notables. -Eelacion de las especies conocidas.— 7. Hemíptbros.— Compara- ción pon los de los países inmediatos.— División en dos secciones.— Indicación de las familias y géneros más notables.— Eelacion de las especies conocidas.— 8. Díp- teros.—Comparación con los de los países inmediatos.— Eeseña de las familias y géneros más importantes.— Eelacion de las especies conocidas.— 9. Eipípteros.— 10. Parásitos.— 11. Tisaküros 228 (7.— Miriátpodos. 1. Caracteres distintivos. -2. División en dos órdenes.— 3. Miriápodos filipinos.. ...... 311 D. — Aréicnidos. 1. Caracteres distintivos.— 2. Aráneidos.— 3. Pedipalpos.— 4. Escorpiones.— 5. Hole- trios. — 6. Eelacion de las especies filipinas 312 E, — Crustáceos. 1. Caracteres distintivos.— 2. Deficiencia de los actnales conocimientos acerca de los crustáceos filipinos.— 3. Indicación general acerca de los mismos 315 i^.— Anélidos. 1. Caracteres distintivos.— 2. Tübícolas.-3. Dorsibranquios.— 4. Abranqüios.-S. Ee- lacion de las especies filipinas , 317 CAPÍTULO IV MOLUSCOS J..— Su división en clases. ^.—Cefalópodos. 1. Caracteres distintivos.— 2. Dibranquiales.-3. Tetrabranqüiales 324 C.— Pterópodos. . . 1. Caracteres distintivos.-2. Géneros Clio, Pneumodermon, Hyalcea y Limacina.- 3. Falta de noticias acerca de las especies filipinas. .''..... .^ 325 D. — Gasterópodos. 1. Caracteres distintivos.-2. División en órdenes.-3. Püemonados.~4. Nudieran- QUI0S.-~5. IííFER0BRAKQlTI0S.-6. TECTIBRAKQmOS.-7. PECTmiBRANQUIOS : falsi- ficacion de las conclias.-8. Tubülibraííquios.-9. Scütibrakqüios.-10. Ciclo- ^ BRAISÍQÜIOS.— 11. lÍETERÓPODOS ^ j¿ E. — Acéfalos. 1. Caracteres distintivos.-2. División en órdenes.-3. Lamelibraííquios: familias Os- TRACEos, MxTiLÁcEos, Camáceos, Carblíceos y Excerrados, con indicación de h X Pág*mas los géneros y especies filipinas más importantes.— 4. Braquiopodos: especies fili- pinas ... . . * '. 332 jP. — Tunicarios y Briozoarios. 1. Caracteres (listintivos.—2. Géneros más notables 835 CAPÍTULO V ZOÓFITOS A .—Su división en clases. B^ — Equmodermos. 1. Caracteres distintivos. — 2, Esteléridos. —3. EQüíí>rn)OS. — 4. Holotúridos: especies filipinas: propiedades y costumbres: comercio y preparación del balate: parásitos de los Holotúridos.— 5. Especies de los géneros T?rtapulus, Sipünculus y Bo- NELLIA ..„..»..•... ,....*. » 336 (7.-- Acalefos. 1. Caracteres distintivos. — 2. División en Sencillos é Hidrostáticos. — 3. Géneros principales de cada uno de estos dos grupos: Medusa, Cyaiíüsa, Ehizostoma, PoKPiTA, Physalia y Physsophoba , 347 i).— Pólipos. 1. Caracteres distintivos.— -2. División en Carnosos, Gelatinosos y De polipero.— 3. Géneros principales de los tres grupos: Actinia, Lücernaría, Hydra, Ma- DRiíPOiiA, Coralium, Gorgona y Sertularia ..... ....»..-.. 348 í;.— Infusorios. 1. Caracteres distintivos. — 2. División en Rotíferos y Homogéneos. —3. Géneros prin- cipales. ......,,. « ,.,....» , . 352 i7^.-— Espongiarios. 1. Caracteres distintivos.— 2. Géneros Eüpleotella y Spongia. 353 SECCIÓN TERCERA REINO VEGBTAL CAPITULO PEIMERO GENERALIDADES 1. Trabajos botánicos del siglo xvii acerca del Archipiélago filipino -—2. Expedición científica de Malaspina.-.-3. Colecciones formadas por Cuming. — 4, Flora de Filipinas, por el P. Blanco. — 5. Trabajos del P. Llanos.— 6. Publicaciones mo- dernas. . . o . - ^ , . , . . 3o5 Páginas CAPÍTULO II DIGOTILEDÓIsrEAS DIALIPÉTALAS 1. Caracteres distintiyos.— 2. Eakunculíckas.— 3. Dílentáceas.— 4. Magnoliáceas.-— 5. AlíOKÁCEAS. — 6. M^ENISPERMÁCEAS.— 7. K'í-NEEÁCEAS.~-8. PAPAVERÁCEAS J Ckü- CÍFEY.AS.— 9. CAPAKÍDEAS.--10. VlOLÁliEAS.— 11, 13IXÍNEAS.—12. PoLIGÁEEAS y CaRIOFÍLEAS. — 13. HlPERICÍKEAS.— -14. GCTÍFERAS.™-15. TeRNSTREMIÁCEAS-— 16. DrPTER0cÁRPEAS.-~17. Malva €JEAs.— IB. Esterculiáceas.— 19. Tiliáceas.— 20. Malpigiáceas, Zigofíleas y Oxalídeas.— 21. AuRyíNCíicEAS.-— 22. Simaré- bbÁs.— 23. BüRSERÁcEAs.~-24. Meliáceas.— 25. Olací/ííeas, Celastríiíeas y Hámneas.— 26. Ampelídeas.-— 27. Sapindáceas.— 28. Anacarbiáceas.— 29. Mo- ríngeas y CoNüTAREAS.— 30. LEGUM[írosAS.—31. Cesalptííeas. — 32. Mimoseas.— 33. KosÁcEAS.~-34. Saxtpráoeas, Crasüláceas, Proseráceas y Haloráceas.— 35. KizoFÓREAS.— 36. CoMBRETÁcEAS.— 37. MiRTÁcEAs.— 38. Melastomáceas.— 39. LíTRARIEAS.— 40. OlíAGRARÍEAS, SaMIDÁCEAS y PASIFLÓREAS.— 41. CUCURBI- TÁCEAS.—42. Begoniáceas,— -43. Cácteas.— 44. Ficoídeas.-45. umbelíferas.— 46. Araliáceas.— 47. Cornáceas . .... 362 CAPITULO III dicotiledóneas gamopétalas Caracteres distintivos. — 2. Caprifoliáceas. — 3» Kubiáceas.— 4. Compuestas.— 5. GooDENiÁcEAS, CAMPANULÁCEAS y Ericáceas — 6. Plümbagíneas.— 7. Myr- siNÁCEAs.— 8. Sapotáceas.— 9. Ebenáceas.— -10. Estiráceas y Oleáceas.— 11. Salvadoráceas y Apocíneas. — 12. Asclepiádeas.— 13. Loganiáceas. — 14. Gencianáceas.— -15. Hidrofiláceas y Borragíneas.— 16. Convolvuláceas.— 17. Solanáceas.— 18. Escropularíneas.— 19. Orobánqueas. — 20. Gesnerá- ceas.— 21. BiGNONiÁcEAs.— 22. Acantáceas.— 23.— Pedalíneas.— 24. Verbe- náceas.—25. Labiadas ^ 382 CAPITULO IV dicotiledóneas apétalas Caracteres distintivos.— 2. Myristicáceas.— 3. Lorantáceas.— 4. Plantagíneas y NiCTAGÍNEAS. — 5. POLIGÓNEAS. — 6. ClIENOPODIÁCEAS. — 7. AmARANTÁCEAS. — 8. Molugíneas, Proteáoeas y Tímela ceas.— 9. Santaláceas, Eleágneas, Hernandiáce AS y Lauráceas. — 10. Cupülífbras. — 11, Juglándeas.— 12. Utj- ticáceas. — 13. Casuaríneasí— 14. Euforbiáceas.— 15. Nepentáceas.— 16. Aris- , toloquieas, Stockhoussiáceas y Piperáceas. — »17. Salicíneas y Gnetáceas.— 18. CoNÍFERAs. — 19. Rafflexiáceas. — 20. Balanofóráceas, Clorantácbas, Podestomáceas V Cripteeoniáceas « 399 CAPITULO V ' monocotiledóneas '* 1. Caracteres distintivos.— 2. Orquídeas. — 3. Zingiberáceas.— 4. Marantáceas.— 5. MUSÁOEAS, — 6. PONTEDERÁGEAS y CoMELTNÁOEAS. — 7. A3IARnJDEAS.— 8. TaC- cÁCEAs, Irídeas y Esmiláceas- — 9. BRO^rELiÁCEAS.— JLO. DioscÓREAS.— 11., Pan- DÁNEAS.~~12. Palmas.— 13. Tifáceas, Pístiáceas é Hidrocharídeas. — 14. Aroi- Xll ^^'-m^- Páginas DEAS.— 15. Liliáceas. — 16. Eriocaülácbas, Juncáceas, Ciperáceas y Naya- deas.— 17. Gramíneas , 412 CAPITULO VI CRIPTÓGAMAS SEMI-YASCULARES -» 1. Caracteres distintivos. — 2. Heléchos. —8. Lícopodiáceas. — 4. Marsiláceas.. . 434 CAPÍTULO VII criptógamas celulares 1. Caracteres distintivos y división en Foliáceas y Afilas.— 2. Musgos y Hepáticas.— 3. LÍQUENES, Hypoxilons, Hongos y Algas.—- 4. Deficiencia de los actuales co- nocimientos acerca de las plantas filipinas de los grupos inferiores del reino ve- getal ; 436 Apéndice A < 441 Apéndice B 445 v\ COBRECCIOiS Y ADICIOiS PÁGINA LÍNEA DICE DEBE DECIR 2 16 . porteriormente posteriormente 11 9 la lo í Esta llamada debe estar al 27 15 (1) ' final de la línea 12 de la misma página. 82 21 Sindagan Sindangan 103 33 constumbre costumbre 147 8 Camiquín Camiguín 147 21 Camiquín Camiguín 174 7 compuestas compuestos 197 21 TlPHLOPS, DlARDII, TlI-HLOPS DiABDII, 216 1 mnosé menos 216 3 respladeciente resplandeciente 219 35 cubiertos cubierto 226 38 Butbutan Bulhutmi 226 39 Tulú fulis 229 31 Overthur Overthier ,235 1 Malacodermos Malacodérmidos 241 if2."coi.^; ) lencogramma leucogramraa 241 37(l.^col.^: 1 multiguttata multoguttata 241 40(l.^col.«; ) multiguttulata multoguttulata 243 2(l.^coL^^ ) augusticollis augusticollis 243 24 (1.^ col.") Lucióla infuscata — infuscata 244 28(2.^col.^; ) asticollis articollis 244 41 (2." col/; ) Literius Lyterius 245 15(l.^coL^; ) Eucorymus Eucorynus 245 16(l."col.^; ) Araeocorymus Araeocorynus * 245 35(1.^ col/; ) j addietuní addictum 246 25 (2/ col/; ) sevis »^ levis 246 40 (2/ col/; ) pbilipinensis . pbilippinensis 247 7 (2/ col/; ) paliaita paliata 247 8 (2 /col/; ) vittulba * vittula 247 14 (2/ col/; ) octopuntulata octopustulata 248 2(1/ col/; ) Eucymon * Encymon 249 1 en las las .^ 256 6 (2/ col/; 1 Derocalymna Derocalymma 256 14(1/ col/; > Pseudophyllodroniia Pseudophillodroma 256 21(1/ col/; ) circumclura circumclusa 256 34 (2/ col/ ) hoedulus hoedulus 256 38(1/ col/; ) ferruginea "> ferruginosa 256 43(1/ col/"; ) Ar colaría Areolaris 257 1(1/ col/; Arrliidíeus Arrídseus XIV PÁGíNA LÍNEA DICE DEBE DECIR 25? *2(i.*coi.^; ) vitipennis yilipennis 257 3 (2/ col.*; ) Theuthras ThentÜras 257 24(1." col/; ) Elimaca Elimaea 257 - 30 (2.^ col.^'; ) Banssurei Sanssurii 257 38 (1.^ col."; ) Thimantes Timanthes 258 24(1." col." ) Oastula Cartilla 282 19 (1." col."; ) Aethaea Althaea. 282 34 (1.^ coi."; ) Negrita Negrito 282 35(1. "col."; ) Larquinii Lorqninii 283 10(l."coL"; ) Semper Felder 283 20 (1.^ col." ) Meparas Messaras 283 35(1." col."; ) Str atonía Stratonice 284 6(1." col."; 1 Autonius Antonius 284 9(1." col."; ) Prothoe spec. Prothoe Semperi, Honrath. 284 39 (2." col." ) Hewitson. Fabr. 284 46 (2." col,"; ) Dendorix Dendorix 285 4 (1." col."^ ) liniata ciniata - 285 22 (2." col.". ) Bocbera Boebera 285 32(1." col."; ) Harinaí Harina 286 10(1." col,"; ) Walling Walleng 286 20 (2." col."; ) Teisthamelix Feistliameli 287 7 (2." col." ) EgeuB Egens 287 23 (2." col."; ) Bütler Butler 287 27 (2." col."; ) Utetheria Utetbesia 288 9 (2." col." ) Dnomitus Duomítus 288 14 (2." col."; Nuctuo Noctuo 291 86 (2." col."; ) Euschenia Enschema 292 3 (1." col."; ) Craspedoris Craspedosis 292 14 (2." coi." ) Zinctrenia Zinckenia 298 25 (1." col." ) Plantía Plaiitia 299 20 (2." col." ) Falienüi Fallenii 299 29 (2." col."; Tingitidos Tíngidos ,^ 300 15(l."coL"; ) Enagoras EuagoraB 300 32 (2." col."; ) Anlacogenia Anlacogenia 300 46 (2." col."; ) villata yittata 301 38 (2." col." ) Antón oé Autonoé 313 ■28 And. AUD. 315 15 L. L. Koch. 318 28 (1." col."^ ) trissocüactus trissochaetus 320 11(1." col." ) Maldanc Maldane 370 " 32 Arede AZEDE 372 24 LiTSCHI a) LiTCHI 375 18 ,;^ Clitona Clitoria 389 6 ELLIPTICA elíptica 389 27- Cejsttrostemka Centrostemma 390 34 loé' Convolvuláceos las Convolvuláceas 410 14 Betle Betel 421 16 Betle Betel 457 , i malaauonan malaanonan 458 12 Dicoteledóneas ADVERTENCIA Dicotiledóneas v^ En la lámina 6." falta la indicación de que la figura representada está en la escala de -^ del tamaño natural. .•^^'"'' PAUTA PARA LA COLOCACIÓN DE LAS LÁMINAS Páginas Lámina 1/ , 44 — 2.^... 54 — 3.* 123 — 4/ 163 — 5.^ 178 — 6/ 200 — 7.^.... .. 213 — 8.\ 308 — 9.^ 329 — 10 .., 339 — 11 ...:,.., 354 — 12.... 426 ■^i) PRÓLOGO La bibliografía hispano-filipina, rica en obras históricas y religiosas, es, por el contrario, tan pobre en las de ciencias naturales que, excepción hecha de la Flora del P. Blanco, y de un corto número de escritos aún más antiguos, incom- pletos y rudimentarios en reaUdad, pero dignos de estima por ser los primeros ensayos de un estudio serio y cientí- fico, en vano es buscar en ella un solo libro que pueda ser- vir al lector para adquirir un conocimiento medianamente exacto y minucioso, no ya del brillante conjunto queja Naturaleza ofrece en aquel privilegiado Archipiélago, sino ni aun de una cualquiera de sus más insignificantes par- tes. Breves ó incompletas noticias, ligeros apuntes, datos erróneos, ridiculas consejas, es únicamente loque consig- nado se encuentra acerca de la historia natural de las Islas en muchos libros que bajo otros conceptos gozan mere- cido aprecio. Y no es en verdad ^ extraño que así suceda. Las Islas Filipinas, país tan espléndidamente dotado por la Providencia que difícilmente habrá otro en el mundo que le aventaje en abundancia y variedad de productos natura- les, han sido, por desgracia, tan poco estudiadas y entendi- das hasta los modernos tiempos, que con razón puede de- cirse que permanecen todavía para nosotros punto monos que desconocidas. No se crea, sin embargo, que este mal que lamentamos sea tan general y absoluto como de lo ex- 2* puesto parece deducirse, pues si desatendiendo España el brillante ejemplo que desde antiguo le vienen dando Ingla- terra en la India y Holanda en las islas de la Sonda, no ha pensado hasta estos últimos años en confiar a funcionarios ilustrados y competentes el interesante estudio del suelo y de la vegetación de sus posesiones de la Oceania, ño han faltado en cambio sabios extranjeros que, impulsados por su amor á la ciencia, se hayan decidido á hacer por su cuenta y riesgo grandes sacrificios para arrancar á las Is- las Filipinas el secreto de sus maravillas naturales. Mr. Hugh Cuming, inteligente é infatigable colecciona- dor que, llegando al Archipiélago en 1837 y permaneciendo en él cuatro años lo visitó detenidamente, no sólo formó una riquisima colección conchiológica, sino también dife- rentes herbarios, recogiendo al propio tiempo gran número de insectos, clasificados y descritos porteriormente por dis- tinguidos naturalistas. Más tarde, el Dr. Carlos Semper, notable zoólogo, especialmente dedicado al estudio de los moluscos, fijó su residencia en el país desde 1859 á 1865, y reunió en tan largo periodo, los interesantes datos que han servido de base á la excelente obra, que todavía está publicando con la colaboración de los sabios profesores Bergh y Selenka. Al mismo Semper dóbense también las preciosas colecciones de insectos filipinos que hoy dia figu- ran en los principales museos de Europa ó se hallan en poder de ios más eminentes entomólogos, quienes han pu- blicado ya diversos trabajos de gran mérito acerca de los mismos.' El Dr. Jagor, ilustrado y juicioso observador, re- corrió las Islas en 1859 y 1860, contribuyendo a su vez en gran manera al adelantamiento de su estudio histórico - natural con la formacion^de valiosas colecciones de cráneos -y rocas, sometidas después al inteligente examen de los' profesores Wirschow y Roth. Por último,' las explora- ciones geológicas llevadas á cabo en 1875 y 1876 por el ■ Dr. Drasche en varias comarcas de la isla de Luzon han sido una de las más briUantes etapas de esa serie de cam- pañas científicas verificadas en Filipinas en los modernos tiempos. . Las noticias recogidas en sus expediciones por los na- turalistas que acabamos de citar, juntamente con las pocas que anteriormente existían como resultado de alguna que otra observación local, forman, pues, en definitiva el con- junto de los actuales conocimientos histórico-naturales acerca del Archipiélago filipino. Presentar el bosquejo más completo posible del mismo, bajo el punto de vista de que se trata, reuniendo y coordinando al efecto los datos exis- tentes, es únicamente el objeto que nos hemos propuesto al escribir el presente libro. Según esto, en vano seria buscar en las siguientes páginas el concienzudo y minucioso tra- bajo del naturalista dedicado á la clasificación y descripción de las especies, -asi del mundo orgánico como del inorgá- nico, á su distribución metódica y á la resolución de los difíciles problemas que lleva consigo la formación de una obra verdaderamente taxonómica. Nuestro propósito es mucho más humilde y se limita á llenar el vacio con que tropieza actualmente todo el que, sin querer ó poder dedi- carse á serios estudios científicos, desea sin embargo poseer algunas noticias, elementales pero exactas, acerca de los productos naturales de un país que tanta riqueza y varie- dad ofrece bajo tal concepto. Para conseguirlo, necesario era poner especial cuidado en acomodar nuestro trabajo á los límites de la comprensión de aquellas personas que no poseen más que ligeras nociones de historia natural, -y esto es lo que hemos hecho, prescindiendo en él del rigorismo técnico, del cual no hemos conservado más que lo absolu- tamente indispensable para evitar la confusión y el error. A pesar de ello, no desconfiamos^enteramente de que este libro pueda también ser de alguna utiHdad para los^doctos . en ciencias naturales. En él encontrarán éstos interesantes datos, relaciones de especies poco conocidas y aun inéditas^ citas bibliográficas y otras noticias, que tal vez podrán ser- virles para rectificar sus ideas, completar sus conocimien- tos ó señalar nuevo rumbo á sus ulteriores estudios. Si asi sucediere; si consiguiésemos propagar los conocimientos histórico-naturales relativos al Archipiélago ó despertar la afición de algunos hacia un ramo que tanto atractivo é in- terés ofrece; si acertásemos á compilar las noticias hoy dia esparcidas en su mayor parte en multitud de obras que por ser extranjeras, esencialmente técnicas y de mucho costo, no están al alcance de la generahdad de las gentes; si lográsemos, en fin, realizar nuestro propósito sin incur- rir en los groseros errores científicos que hemos visto es- tampados en acreditadas pubhcaciones, bajo la firma de personas que pasan, sin embargo, por ilustradas, nos da- ríamos por satisfechos y por sobradamente recompensados de nuestras tareas. Cualquiera que sea el éxito de éstas, séanos licito rendir aqui el homenaje de nuestra gratitud á los sabios natura- listas que nos han prestado su valioso concurso. Al Barón de Selys-Longchamps, al de Osten-Sacken, al H. Georg Semper, á Mr. Eugene Simón, somos deudores de varios folletos, apantes y manuscritos, algunos todavía inéditos. Por su parte, los distinguidos naturalistas espa-, ñoles D. Ignacio BoUvar y D. Joaquín González Hidalgo, cuya competencia en entomología y malacologia es justa- mente apreciada en el mundo científico, nos han auxiliado también eficazmente, llevando el último su condescendencia hasta el extremo de redactar por sí mismo algunos de los párrafos referentes á los moluscos que en este libro apare- cen. En la imposibilidad, de corresponder dignamente á los favores que todos nos han dispensado, cúmplenos consignar aquí su generoso comportamiento. PARTE PRIMERA geografía PARTE PRIMERA geografía SECCIÓN PEIMEEA SITUACIÓN Y ÁREA LJSÍúmero de islas.— 2. Latitudes y longitudes extremas.— 3. Superficie de las islas más impor- tantes.—4. Superficie total. 1. — De unas mil doscientas islas consta el Archipiélago filipino, aun sin contar los cayos, atolles y arrecifes de corales, cuya determinación exacta sería punto menos que imposible, ya por su extraordinario nú- mero , ya por las incesantes variaciones á que están sujetos. 2.— La vasta superflcie'que dichas islas abrazan, prescindiendo del Archipiélago de las Marianas , que aun cuando política y administrati- vamente estén agregadas lias Filipinas forman un grupo geográfico completamente independiente, se extiende d.esde los o° 9' hasta los 21° 3' de latitud N. , desde el extremo meridional de la islita de Saran-gan al Sur de Mindanao , hasta el septentrional de las islas Baschí , y desde los 120° 40' hasta los 130° 37' de longitud oriental del meridiano de Madrid, ó sea desde la extremidad occidental de la isla de la Paragua ó Palawan, hasta la oriental de la islita de San Juan, Mide, pues, el Archipiélago, unas ciento ochenta leguas en su parte más ancha, y unas trescientas veinte en la más larga. 3. — Prescindiendo en nuestro estudio de aquellas islas que por su escasa extensión carecen de verdadera importancia, nos ocuparemos únicamente de las de Luzon, Mindanao, Paragua, Samar, Panay, Min- doro, Leyte, Negros, Cebú, Masbate, Bohol, Gatanduanes, Polillo, Ma- rinduque , Tablas , Burlas y Ticao. A continuación indicamos la situa- do geográfica y la superficie de cada una de ellas: NOMBRE DE LAS ISLAS LATITUDES EXTREMAS Al N. del Ecuador LONGITUDES EXTREMAS Al B. del meridiano de Madrid SUPERFICIE en kilómetros cuadrados Luzon • . 12« 10' y 18^ 43' 5^81' y 9«49'30" T 14' y 12^ 28' ir 1' y 12" 36' 10" 23' y ir 48' 12" 12' y 13^ 31' 30" 9° 49' y ir 34' 9*^ 5' y 10" 58' 9" 25' 40" y 11** . 11" 49' y 12" 36' 9^42' yl0n4' 13*' 30' yl4« 7' 30" 10M2' yl5« 4' 50" 13^ 11' 10" y 13" 33' 30" 12° 2' y 12" 42' 50" 13° 7' 30" y 13« 10' 30" 12^ 21' 20" yl2°4B' 123« 22' y 127'' 53' 30" 125° 30' y 129° 44' 122^ 48' y 125« 12' 127^ 53' y 129^ 23' 119^30' y 120^ 54' 123« 58' y 125" 15' 127° 53' y 128" 53' 126° 2' y 127° 2' 126° 40' y 127*^32' 30" 126° 47' y 127° 35' 127° 15' y 128° 2' 127° 43' 30" y 128° 10' 125° 23' y 125" 46' 10" 125° 31' y 125° 51' 125° 36' y 125° 44' 126° 34' 50" y 126° 38' 127° 11' 30" y 127° 28' 30" 106.145 86.140 14.584 12.956 12.246 10.167 9.267 8.982 5.714 3 418 3.067 '' 1.668 779 773 724 720 373 Mindanao Paragua Samar Panay Mindoro Leyte. .... Nee'ros Cebú Masbate ... .... Bobol. Gatanduanes .... Polillo . Marindaque . . . . Tablas...., Burias Ticao '. . , 4. — Adicionando á las superficies consignadas en el anterior estado las correspondientes á las demás islas pequeñas de que consta el Archipié- lago, resulta que éste mi9e"üna área total de 290.437 kilómetros ciia- dradog'; de modo que su cabida es mayor que la de la Gran Bretaña , la mitad próximamente de la de Francia, y cerca de dos tercios de la que abraza el territorio español en la Península Ibérica. SECCIÓN SEGUNDA OROGRAFÍA 1. Isla db Ldzón; Caraballo Sur.-Caraballos occidentales— Caraballo central.-Sierras de los Pinos, de Bayabas, de Paiquet y de Baguio.— Divisoria entre la provincia de la Union y el distrito de Benguét. -Monte Data. -Montañas de Sabangán.-Idem de Polis. —Kamal de Besao.-Cordilleras del Tila y del Malaya. - Divisoria entre las provincias del Abra é llocos Sur.-Caraballo Chico,.— Cordilleras que de él se derivan. -Últimos eslabones de la cordillera principal— Caraballo de Balér.-Sierra Madre. -Monte Oagua.-Éamal del Mamparan.- Cordillera principal del Sur. -Ramal de Bondóg. -Ramal de Camarines Norte, Camarines Sur y Albay.-El Mayon.-El Bulusan.- Cordilleras secundarias. -Sierra de Zambales ~ ídem del Sungay y Maquilin.-2. Isla db Mindanao: Descripción de sus cordilleras princi- pales. ~3. Isla de la Paeagua: Cordillera central.-4. Isla de Samae: Cordillera central v montes principales de la misma. -5. Isla db Panat: Cordillera del monte Opao.-Ramifica'- cíones de la misma. -Cordillera de Baruanga.-6. Isla db MmDoao: Cordilleras que limitan la planicie central de la isla. -Nombres de los montes más importantes.- 7. Isla de Leytb- " Cordillera central.-Montes más notables de la misma.-8. Isla db Negeos: Cordillera cen- tral.—Volcan Canlaón.-Principales ramificaciones.— 9. Isla de Cebú: Divisoria central ~ 10. Isla de Masbate: Cordillera principal. -11. Isla de Bohol: Grupo orográfico central.- 12. Isla de Catanduanbs: Núcleo central y ramificaciones. ~13. Isla de Polili o • Montes Malalod y Capote.~14. Isla de Maeindüqüe: Cordillera del Malindíg y San Antonio.— Ra- males que de ella se derivan. -15. Isla de Tablas: Monte Palaopao.— 16. Isla de Bueias: Montaña Engañosa.— 17. Isla de Tioao : Cordillera central. 1. Isla, de Luzón. — Desígnase con el nombre de Caraballo Sur el grupo de montañas que fornian el verdadero núcleo del sistema orográ- fico de la isla de Luzón. Los montes más importantes de este grupo son: el Lagsig, situado á los 124° 36' de longitud oriental del meridiano de Madrid y 16° 15' de latitud Norte, y el Cabalisian, que se encuentra á 124° 29' de longitud y 16° 8' de latitud. Desde el indicado centro arrancan tres grandes cordilleras: la primera, cuya dirección general es de S. á N., recibe el nombre de Caraballo oc- cidental y se divide en dos secciones, la de los Garahallos centrales , que abraza los dos primeros tercios de su longitud, y la de los Garahallos del 10 Norte^ que comprende la porción restante. La extensión total ele la cor- dillera desde su punto de arranque en el Garaballo Sur, hasta el monte denominado Garaballo Norte ^ inmediato á la punta Pata de la costa septentrional de la isla, en que termina, viene á ser aproximadamente de cincuenta leguas. Sin embargo, el desarrollo de toda la divisoria daría una cifra mucho mayor, en razón á las grandes curvas é inflexiones que presenta en muchos puntos de su largo trayecto. La anchura media en la base, con inclusión de los estribos ó contrafuertes que por E. y O. flan- quean la cordillera principal, puede apreciarse, por término medio , en unas quince leguas , que es la distancia aproximada que en línea recta separa los pueblos cristianos de las provincias de Pangasinán , Union, Abra é llocos más apartados de la costa, de los de las provincias de Nueva Vizcaya , Isabela y Cagayán, que están más próximos, por el lado opuesto de la gran divisoria. Partiendo del monte Gabalisian hacia el N. , se deja al O. de la cor- dillera principal el distrito político-militar de Benguét, en el cual se le- vantan las sierras de Pinos y Bayabas , la de Paiquet y la de Baguio. Los rios Abra y Aguo Grande nacen á opuestos lados de una serie de cerros de escasa importancia, desde donde siguen su marcha en dirección contraria, el primero hacia el N. y el segundo hacia el S. Los montes San Fabián, Tual, Tongloc, Lusong y el pico de Bayabas son los eslabo- nes más importantes de la divisoria entre la provincia de la Union y el distrito de Benguet. La altitud del pico de Bayabas se calcula en 1.520 metros. El monte Data, situado al SE. de Gayan, en el distrito político- militar de Lepanto, es uno de los más notables de la cordillera principal, y constituye el centro orográfico de una extensa comarca esencialmente montañosa. Las largas, tortuosas y ásperas ramificaciones que de él se desprenden corren generalmente de N. á S. Entre ellas sobresalen la serie de montañas de Sabangdn;' que se dirigen hacia el distrito de Bon- toc, y él grupo de montes tle*nominado el Polis , que forma la región más elevada de todo aquel territorio. De los montes del Polis se derivan á su vez otros ramales que van á enlazarse por el NÉ. con los montes de Besao. Por el Kmite occidental del distrito de Lepanto, /formando la divisoria entre el mismo y la pro- vincia de llocos Sur, se extienden las cordilleras del Tila y del Malaya, -ir cuya prolongación hacia el SE. penetra en el distrito de Benguet, tor- ciendo laégo ti.acia el O. para venir á morir en la costa occidental, junto á Namagpacan. La divisoria entre las provincias del Abra ó llocos Sur consiste en una cordillera que corre paralelamente á la costa de S. á N., presentando sus picos más elevados en los montes denominados Patac^ Malasam^ Coba- tingan, Maquinaiem j Tibangrán, l'odo el espacio comprendido entre esta divisoria y la cordillera de los Garaballos, se encuentra surcado de ramificaciones y salpicado de montes, que la convierten en fragosísima comarca, en donde tienen seguro albergue numerosas tribus de igorrotes. Las cumbres más notables que en ese vasto territorio se descubren son las de los montes Posdey^ Alipapu y Alumbubunig . Del Garaballo Norte, que forma el extremo septentriogal de la gran cordillera, parte hacia el O. un ramal que recibe el nombre de Garaballo Chico. Desde este úl- timo arrancan dos series do montañas, que avanzando paralelamente hacia el Mediodía, se internan en la provincia de llocos Sur. Los montes principales de la más occidental reciben los nombres de Pan de Azúcar^ Balutid^ Asud^ Pasuqidn y Gabon; los de la otra se denominan Gahur- tanca^ Bimugun^ Batad^ Cargar^ Madungas^ Baoay^ Magalis^ Maoac-- oacar^ Aludig y 5'^í&6^^^, descollando sobre todos en el extremo N. el fragoso Adang, En la cordillera principal, los picos más altos de esta última sección, son los llamados Maribali^ Agannamali y Limay^ ade- más del Garaballo Norte, en que termina. Las ramificaciones de los Garaballos occidentales, por la parte del E., parecen ser menos notables y han sido todavía poco exploradas. La segunda cordillera principal de la isla de Luzón, es la llamada comunmente Sierra Madre ^ que arranca del Garaballo de Balér^ situado hacia el E y á corta distanSia del Garaballo Sur. Sa dirección general es hacia el NE., y en conjunto forma una cadena continua de montañas, que se prolonga desde el citado GarabaÜQ de Balér hasta el cabo Engaño, midiendo en su totalidad una longitud próxiuüamente igual á la de los Garaballos occidentales. Ni es conocida la verdadera anchura de esta •I gran cordillera que, no sólo es la más importante de la isla de Luzón, sino también de todo el Archipiélago, ni ha sido determinada la al- tura de sus principales crestas. Únicamente se, sabe que junto al cabo Engaño^ en donde muere, existe el monte Cag^t^a, promontorio volca- 12 nico, cuya altitud, determinada por D. Claudio Montero, es de unos 808 metros. Del Caraballo Sur, y entre los Garaballos occidentales y la Sierra Madre, nace otra ramificación denominada el Mamparan, que enca- minándose hacia el N;, avanza por la provincia de Nueva Vizcaya. Las ramificaciones de esta cordillera secundaria, se enlazan por derecha é izquierda con las estribaciones de las dos principales antes menciona- das, mientras que por la parte del S. varias derivaciones del Caraballo de Balór se internan en la provincia de Nueva Écija. Menos encumbrada que las otras dos, se presenta en general la ter- cera cordillera principal que del Caraballo Sur se desprende. Su rumbo desde el punto de arranque hasta el monte Bmiajao^ situado en el límite de las provincias de la Laguna y Tayabas, es de N. á S., y sus montes más elevados son los de Mingan^ Dupinigan y AUntutuan en término de Santor y Bongabon, los de Auló y Mapay en el de Cabanatúan, el de Bitlac en el de Peñaranda, y los que forman las sierras de Angat y San Mateo, en jurisdicción de los pueblos del mismo nombre. Desde el Banajao, cuya altura sobre el nivel del mar es de unos i .900 metros, tuerce la cordillera hacia el SE., dirección que invariablemente conserva hasta cerca de Guinayangan, en donde se bifurca. De los dos brazos en que allí se divide, uno se encamina hacia el S. y viene á ter- minar en el monte Bondóg^ en la punta del mismo nombre, sita en ju- risdiccion de Mulanáy. El otro toma el rumbo contrario, inclínase des- pués hacia el E.. en termino de Calagua, cruzando la provincia de Camarines Norte; tuerce en seguida hacia el SE., recorriendo las de Ca- marines Sur y Albay, y viene á morir, por último, en el Bulusan, Los eslabones más notables de esta gran cadena de montañas, cuya longitud desde el Caraballo de Balér, en que nace, hasta el estrecho de San Ber- nardino, en que muere, es d§ unas 1 10 leguas, son, en la provincia de Tayabas, además del Banajao, los montes denominados Ligan, Salimao^ Inijarij Dalaga^ Lipata^ Balete^^ Galantes^ Canlatan y Nacaob; en la de Camarines Norte, el Labóa 6^„Tetas de Polantuna y la sierra de Colasí; en la 4^ Camarines Sur, los de Lupi^ Bantuin^ Siparot^ Isarog^ Elizario y Bullí ^ y en la de Albay los de Quitinan^ Sorsogon, Borin^ PocdóL Bu- lusan^ Masaranga y el famoso Mayón, cono volcánico que mide 1.950 metros sobre el nivel del-mar. La altitud del Bulusan, que también es un volcan activo, viene á ser de 1.400 metros. Varias son las cordilleras de segundo orden que existen en la isla de Luzón. La má^ importante, tanto por su longitud como por su altura, es la Sierra de Zambales, que recorre el limité oriental de la provincia del mismo nombre, y prolongándose por el eje de la de Ba^aan, termina al N. en cabo Bolinao y al S. en el monte Mariveles. Las sierras del Sungay y Maquilin forman la divisoria de las provin- cias de Gavite y la Laguna con la de Batangas. El monte Batulao de la primera, el Mapait y el Ulila, sitos en las estribaciones meridionales de la segunda, y por último, el San Cristóbal, en jurisdicción del pueblo de San Pablo, son los puntos culminantes de esta cordillera, que viene á enlazarse en el Banajao con la general últimamente descrita. 2. Isla de Mindanao.— Cuatro grandes divisorias de aguas presenta esta isla. La primera es la que, naciendo entre Surigao y Butuan siguiendo después constantemente el rumbo S., y presentando su punto más culmi- nante en el monte Calalan, á la altura de Bangabanga, se deprime bas- tante hacia los 6^30' de latitud, ó sea cerca de su extremo meridional, vuelve á elevarse al S. del puerto de Pujaga y desciende por fin suave- mente hasta el promontorio ó cabo de San Agustín. La segunda se extiende desde los montes de Hingog, al O. de la desembocadura del Agusan, en la costa N., hasta la bahía Saranganí, junto al cabo del mismo nombre, que es el más avanzado hacia el S, Es, por consiguiente, paralela á la primera, excepto en el último tercio de su curso, en que se inclina algo al SO. Su punto más elevado parece ser el monte llamado Pantadón^ en cuya base nacen varios rios que corren en diversos sentidos. La tercera cordillera tiene probablemente su origen en el volcan Apo, cuya situa- ción no está bien determinada, pero que se encuentra situado próxima- mente á la misma latitud de Dávao y hacia la mitad de la distancia que en hnea recta separa dicho pueblo del de Gpttabató. Desde el citado vol- can la cordillera se dirige hacia el NO. hasta el istmo de Misamís ó de Panguil. Por último, la cuarta cordillera arranca de la punta Cauit, en la costa oriental, sigue hacia el O., corta 1% primera cordillera, continúa en la misma dirección por el S. de Butuan, corta también á la segunda * cordillera en el monte Pantadón, y prosiguiendo su marcha al O. se enlaza con la tercera cordillera en el istmo de Misamís, formando el pico de Randaya, después de lo cual se divido en varias ramas, siendo las más importantes la que, encaminándose al NO., se sumerge en el mar - ■ ■ 14 en la punta Maralag ó Divait, y la que, prolongándose por el centro de la faja de tierra que circunda por el NO. el golfo ó senoide Sibuguey, recorre el resto de la isla y viene á terminar cerca de Zamboanga, en el sitio en qug existió elantiguo fuerte de la Caldera. Al S. del volcan Apo se levantan varias sierras secundarias que cor- ren en distintas direcciones. 3. Isla de la Paragua.— Una cordillera de montañas la cruza lon- gitudinalmente, ó sea de N. á S., midiendo una extensión de 50 leguas, que es la que en dicho sentido presenta la isla. Los montes que la for- man no han sido explorados ; pero su altura sobre el nivel del mar es poco considerable, 4. Isla de Samar. — Los montes de la isla de Samar son también poco conocidos. Una cordillera central que corre de N. á S. forma la divisoria de aguas más importante, de la cual arrancan por uno y otro lado numerosas ramificaciones que se deprimen hacia las costas. En el corazón de esta isla el territorio es muy fragoso y accidentado. Los picos más elevados de la cordillera principal son el Curao^ Capotaan y Palapa en el N. y el Matugidnao en el S. 5. Isla de Panay.— Del extremo NO, de esta isla arranca una gran cadena de montañas que forma una extensa curva hacia el SE. y se eleva paulatinamente hasta la visita de las Navas, en donde está cortada, por un valle trasversal. Sigue desde allí elevándose todavía hasta el monte Opao^ que es el más encumbrado de la isla, se inclina luego al E , y en seguida al NE., describiendo un arco que pasa por el pico Arcángel 6 Balison y viene á morir por fin en la costa oriental junto al pueblo de Dumarao. Tres brazos se derivan de esta cordillera, y los tres son de poca altura y siguen la dirección de SO. á NE. Sus montes más impor- tantes son: en el primero, el llamado Á^Yo/T; en el segundo, el Cudio- narij y en el tercero, el Bara-ay. Otra divisoria bastante notable es la que, desprendiéndose de la cordillera matriz anteriormente descrita, en jurisdicción de Buruanga, .marcha de N, á S., dando origen á diversas . ramificaciones que se dirigen de NE. á SO. 6. Isla de Mindoro. — Consta esta isla de una gran planicie central ñanqueada por tres cordilleras principales. Una de ellas corre, formando varias inflexiones, desde el monte Calavite^ junto á la punta del mismo nombre en la costa NO., hasta el termino de Nauján, pueblo cercano á is la costa oriental. La dirección general de la divisoria que nos ocupa es de NO. á SE.^ Y de ella se desprenden varios ramales hacia el N. y hacia el S. Los primeros van á morir en la costa septentrional de una manera más ó menos abrupta. Los montes de Calavite y Abra de llog ^ y los de Bacóo^ que no medirán menos de 1.200 metros de altitud, son los más encumbrados. Gerca de Nauján se desprende un gran ramal que, to- mando el rumbo NE. á SO., penetra bastante por el interior de la isla, pero sin llegar al centro de la misma. Las otras dos cordilleras que sirven de límite á la planicie central son las que, corriendo paralelam.ente á las costas oriental y occidental, vienen á unirse en su extremidad S. La paralela á la costa O. nace en el monte Abra de Ilog, continúa de N. á S. hasta Sablayan, en donde se interrumpe, y reapareciendo cerca de Irurun, prosigue en la misma di- rección hasta la punta Rumban, al NO., de la de Bagsanga, que es una de las que forman la ensenada de Mangarin. La paralela á la costa E. arranca del ramal que, cerca de Nauján y en sentido de NE. á SO. , se desprende de la primera, pasa por el O. de la laguna existente cerca del mismo pueblo, prosigue hacia el SE. por la serie de montañas que se extienden desde el citado pueblo de Nauján al de Pola, tuerce de rumbo para encaminarse al S., y formando los cerros Banilat^ Bahainatubig y Matuhag^ entre Pola y Socol; los de Tangot^ Bongábon y Batangan, entre Socol y Ticling; y por último, los de Mabujo^ Agún y Taitican^ entre Mansalay y Bulalácao, se une, como hemos dicho anteriormente, á la cordillera central. 7. Isla DE Leyte. — Su territorio es muy accidentado. Una gran di- visoria que recorre toda la isla de NO. á SE,, separa las aguas que se dirigen á las costas oriental y occidental. Los montes más elevados de esa cordillera son: el pico Cb/a5^, en jurisdicción de Leyte; el Mandivin^ en la de Palompon, y los de Capo-^ocan^ Aslum y Sibiigay^ en la parte central. Gerca de la costa oriental se elevan algunas montañas, como son las de Camburalao j Nalangcapan, en jurisdicción de Liloan; la de Mag- sanga^ en término de Merida, y la de Labiranan^ en el de Dulag.^ 8. Isla de Neoros, — El esqueleto orográflco de esta isla está formado por una gran cordillera que la ci*uza á lo largo, ó sea de N. á S., y por varios ramales que de ella se desprenden por. ambas vertientes. Entre estos últimos, los más notables son: el que encaminándose al O. termina I>g. en la punta Solcoton, y los dos que marchando hacia el E. mueren res- pectivamente en las puntas de San José y Manguyoc. Las, crestas más elevadas de la cordillera central son: ei monte Solitario^ enír ente de Silay; el volcan Canlaón^ cuya altura es de unos 1.400 metros sohre el nivel del mar, en la parte media; el Tipasí, hacia el S., y la sierra de Dumaguete^ en' la extremidad SE. de la isla. 9. Isla de Cebú. — Hállase atravesada de N. á S., como las demás grandes islas contiguas, por una cordillera , pero la altura de ésta es tan insignificante que no dificulta la comunicación entre las opuestas costas. Ninguna particularidad digna de mención ofrece por tanto la'isla de Cebú bajo el punto de vista orográflco. 10. Isla de Masbate.~E1 territorio de esta isla es sumamente que- brado. El eje de su cordillera principal afecta la forma de un semi- círculo, que comienza en el extremo SO. y termina en el SE. , pasando por el N. Las abundantes y tortuosas ramificaciones que de dicha cordi- llera se desprenden van á terminar más ó menos cerca de las costas, que es en donde se encuentran únicamente terrenos llanos y aptos para el cultivo agrario. Los cerros más elevados de la gran divisoria indi-- cada son: el Bagasimbahan^ en término de Baleno; el Cavarían^ en el de Palanog, y el Bagalayag, en el de Palanas. 11. Isla de Bohol. — Es bastante montuosa en su parte central. Las montañas más elevadas son las llamadas Alimerio y Bunucan^ en jurisdicción de Tubígon; Mahangin y Lunday^ en la de Gruindulman; Carohábol^ Canhumanga y Caloyhuan^ en la de Hagua, y Canlóboj y Campusa^ en la de Gatigbian, 12. Isla Oatanduanbs.— El relieve del terreno de esta isla está de- terminado por tres cordilleras que, partiendo de un mismo núcleo cen- tral, se dirigen, la primera hacia el N. hasta la punta Yot, la segunda hacia el SE, hasta la de Nagiimbuaya, y la tercera hacia el SO. hasta la* de Agojo. 13. Isla de Polillo.— J^n el centro se levantan los montes denomi- , nados Malalod y Capote^ de Jos cuales se desprenden varias ramifica- ciones de escasa importancia. 14. Isla de Marindüque. — El sistema orográfico de esta isla se com- pone de una cordillera principal que desde el monte Malindíg corre en dirección N. hasta el de Smi Antonio^ situado hacia el centro del tercio ir septentrional de aquélla, y en diversas ramificaciones que parten en di- rección E. y O. por ambos lados de la divisoria indicada. El monte Malindig es el más alto de todcfs y mide unos 1,240 metros sobre el nivel del mar. El San Antonio es menos elevado, y entre uno y otro se encuentran los montes de Bamigbiig, Masalacot^ Ilitmagabúj Sibuyao, Mambadn y otros. Entre los ramales que se desprenden de la cordillera principal y corren en dirección E. hacia la costa, son los más notables, al S., los de los montes A dúas, Pacascasan, Bahity Maranlít y Casii- bindolj y al N. los de Ltisog^ Ligbohó, Bq¿icoangan^ Nmnmtgan, Dolores y Binagogon. Del monte Mesangbató^ situado en la prolongación N. dé la cordi- llera principal que termina en el San Antonio, se deriva un ramal que va á parar á la ensenada de Sayao, al NE. de la isla, y del monte San- iique^ que es el segundo eslabón de ese ramal, parte otro brazo que, marcando el límite entre los términos jurisdiccionales de Mogpóg y Bóac, sigue la dirección NE, á SO. por los montes Maragonót, Malaydg, LumanddSj Mapaitdn^ Camagon y otros. Varias ramificaciones menos importantes cruzan los térmiiios jurisdiccionales de Boac y Gasan. 15. Isla de Tablas. — En el centro de la misma se encuentra el cerro llamado Palaopao^ cuyas laderas descienden suavemente hacia la costa. 16. Isla de Bürias.— Una pequeña cadena de montañas corre por el centro de esta isla en dirección del SE. al NO. En el punto medio de la misma se levanta la montaña denominada Engañosa. 17. Isla de Tigao,— Cruza esta isla en sentido longitudinal una línea de montañas, entrecortadas por diferentes barrancos. SECCIÓN TEECEEA HIDROGRAFÍA 1. Isla de Luzón: Rio grande de Cagayán y sus afluentes principales.— Rio Agno Grande.— Rio Abra.— Ríos Chico y Grande de la Pampanga.— Rio YicoL— Rio Pasig.—Laguna de Bay.— ídem de Bombón ó de Taal.— Pinagde Candava.— Laguna de Cañaren.-— Pin ag de Mangaból. Laguna de Cagayán.— 2. Isla de Mindanao: Rio Agusan ó Butuan.— Rio Painán ó Grande de Mindanao.— Rio Iligán.— Rio Lubungan.—LagunadeBuhayen ó de'.Maguindanao.— ídem de Liguasan.— Idem,de Buluan.— ídem de Malanao.— ídem de Maynit.— 3. Isla de la Para- gua: Escasa importancia de sus rios.— 4. Isla de Samar: Rio Oras.— ídem Suribao.— ídem Burulian.— ídem Laguán.-— ídem Bato.— -ídem Timonini.— ídem Basey.— ídem Calbayóg.— 5. Isla de Panay: Rio Panay.— ídem Aclan.— ídem Tal and.— ídem Salog.— ídem Madiaas.— ídem Dalariás.— ídem Cairnaon.— ídem Palinan.— ídem Cangaran.— 6, Isla de Mindoro: Escasa importancia de sus rios. — Laguna de Nauján.— 7. Isla de Leyte: Rio Burauen.— ídem Maya.— ídem Bito.— ídem Maasí.— ídem Leyte.— Lago de Bito.-8. Isla de Negros: Ríos Hinigaran, Himamailan é Ilog.— Rios Danao y Marianas.— 9, Isla de Cebú: Escasa importancia de sus rios. —10. Isla de Masbatb : Rios Lauán y Asit.— IL Isla de Bohol: Escasa importancia de sus numerosos rios.— 12. Isla de Catanduanes : Rios ílimoto y Ti- nago.— ídem Bato.— 13. Isla de Polillo: Ríos Upata y Monleo,— 14. Isla de Marindüque: Rio Layláy.— 15. Isla de Tablas: Escasa importancia de sus rios. — 16. Isla de Burias: Ca- rencia de rios.— 17. Isla de TrCAO: Como la anterior. 1. Isla de Lüzón.— El más largo y caudaloso ele todos los rios del Archipiélago es el llamado Tajo ó Rio Grande de Cagayán ^ cuya cuenca hidrográfica abarca el dilatado espacio de la isla de Luzón, comprendido entre los Garaballos occidentales, la Sierra Madre y el Caraballo Sur, ó sea unos 32.520 kilómetros cuadrados. Su origen se encuentra en la vertiente septentrional del Caraballo Norte, alE. del punto de arranque de la cordillera del Mamparan. Corriendo al principio hacia el NE., y recogiendo las aguas que ba- jan por la vertiente oriental de la citada cordillera, así como las que descienden por la vertiente occidental de la Sierra Madre, conserva por espacio de unas doce leguas la misma dirección^ tuerce después hacia el N. * y sigue con este rumbo unas tres leguas, ó sea hasti cerca de Gamú , en donde S3 le incorpora el Magát; inclínase en el trayecto de las seis leguas siguientes hacia el NO., pasandü por llagan y Tumauiní, y continúa, por último, fijamente hacia el N*, aunque formando muchas inflexiones, en una longitud de veinticuatro leguas, desde cerca de Tamauiní hasta Aparrí, situado junto á,su desembocadura en el mar de China, que baña la costa septentrional de la isla. Los afluentes que este notable rio recibe por ambas orillas son numerosos; pero sobresalen por su importancia los de la izquierda. El Magdt, que es el primero que se le incorpora por dicho lado, tiene ufi curso que no baja de veinticinco leguas. Nace en el rin- cón SO. de la provincia de Nueva Vizcaya, formado por el arranque de las cordilleras de los Caraballos occidentales y el Mamparan. Encamínase primero hacia el n! , pasando por Aritao, riega los términos de Bayom- bón, Lumabang y Bagabág, continúa con la misma dirección hasta mucho más adelante, tuerce después hacia el E., pasando por Calanu™ sian y Furao , y se une por último al Rio Grande en término de este último pueblo. El Bangdg ó Rio Chico ^ que también desagua en el Rio Grande por la izquierda, casi enfrente de Nasipín, recoge, por medio de numerosos tributarios que descienden en distintas direcciones de las es- cabrosas montañas situadas al O. del llamado partido de Itaves, todas las aguas procedentes de las mismas y de las vertientes orientales del Cara- bailo central, en donde nace. La longitud de su curso es de unas diez y siete leguas, y en este trayecto marcha al principio de O. á E. hasta cerca de Piat, y tuerce después hacia el NE. hasta su unión con el Rio Grande. Los afluentes más notables de este último por la orilla derecha son: el Pinacanaiidn de Ilagdn^ el rio de Cdbagan^ el Pinacanaüdn de Tugue- garao^ el Fulay y el Dumúm. Todos ellos descienden por las vertientes occidentales de la Sierra Madre, cruzan en la parte superior de su curso comarcas habitadas únicamente por salvajes y presentan una longitud que no excede de ocho ó diez leguas. El segundo lugar entre los rios de la isla de Luzón corresponde por orden de importancia al Agno Grande^ que nace hacia el N. de la ran- chería de Loó, en la vertiente meridional de las montañas que forman el límite N. del distrito de Benguét. El desarrollo de su curso no baja de treinta y dos leguas. La dirección general que sigue desde su origen hasta la ranchería de Bagnao, en el expresado distrito, es de NE. á SO.; de allí hasta él pueblo de San Nicolás, dentro ya de la provincia de Pan- gasinán, se encamina hacia el S.; sigue después marchando hacia el SE. hasta cerca de Villasís, contimia hacia el O. hasta el de Bayambán, y describiendo luego una curva, se dirige al NO. hasta cerca del pueblo de Aguilár, hacia el N. hasta el de Salasa, y al N. NO. hasta su desembo- cadura en el golfo de Lingayén. Los afluentes del rio Agno Grande son muy numerosos, como consecuencia de lo muy quebrado del territorio que recorre, pero los de mayor caudal son los que recibe en la segunda mitad de su curso, mereciendo citarse entre ellos los rios de Tarlac y CamiUng, que se le unen por la izquierda en las llanuras de la provincia de Pangasinán. El rio Abra^ que nace en el distrito político-militar de Lepante y en la vertiente opuesta de la misma cordillera en que tiene su origen el Agno Grande, cede muy poco á este último en importancia. Recogiendo en un principio las aguas que proceden de las vertientes occidentales del monte Data, y las que le lleva el rio Suyoc que, teniendo su origen en la ladera meridionaLdel mismo monte, forma un grande arco hacia el S. para remontarse después al N. y rendir á aquel su tributo entre Man- cayan y Cervantes, preséntase desde luego muy caudaloso. Su dirección general, desde Cervantes á Ángaqui, es hacia el NO.; inclínase después al N. hasta cerca de Tayúm, en la provincia del Abra, describe allí un semicírculo tomando el rumbo S. que vuelve á dejar muy pronto para marchar al SO., y pasando por último por una cortadura de la cordillera que separa la provincia del Abra de la de llocos Sur, divídese ya dentro de esta última, en tres brazos que desaguan en el mar de China por las barras de Butao, Nioig y Dile. La longitud total de su curso alcanza un desarrollo de unas veinticinco leguas. De la laguna de Cañaren, sita en la provincia de Tarlac, parte un rio que siguiendo constantemente la dirección N. á S. aumenta su caudal con el de muchos afluentes. Desde su origen hasta las inmediaciones del pueblo de Arayat lleva el nambre de Rio Chico ^ pero su prolongación desde este punto, en donde recibe por la izquierda el importante tributo que le presta el rio de Gapán^ hasta su desembocadura en la costa sep- tentrional de la bahía de Manila, constituye el llamado Rio Grande de la Pampanga. Este último* mide una longitud de unas doce leguas, poco mayor que la del Rio Chico, y después de reunir por medio del citado 21' rio de Gapén todas las aguas que descienden de las montañas que limi- tan la provincia de Nueva Écija por el E; j el N., así como por medio del rio de San José recoge las que proceden .de la sierra de Angát, límite E. de la provincia de Bulacán^ se divide cerca de su desembocadura en infinitos brazos que forman una complicada red de canales y esteros. El Vicol, que tiene su origen en la falda septentrional del monte Isarog, en la provincia de Camarines Sur, y que se divide en dos brazos, de los cuales el uno desemboca en el lago de Bato y el otro en la bahía de San Miguel, y el Pasig, que es el desagüe de la gran laguna de Bay y que va á parar á la bahía de Manila, junto á la misma ciudad, son los dos únicos rios dignos de mención después de los descritos anterior- mente. El número de lagunas que contiene la isla de Luzón es muy crecido. La más extensa es la de Bay^ poco distante de la capital del Archipiélago. Su bojeo es de unas treinta y cinco leguas, y en ella desaguan quincenos. Existe en la misma una isla bastante grande, separada de la costa N. por un estrecho canal. En la provincia de Batangas se halla enclavada la laguna de Bombón ó de Taal, cuyo bojeo es de unas quince leguas, te- niendo también en el centro una isla en donde se levanta un volcan activo. La laguna ó Pinag de Candava, situada en la parte meridional de la provincia de la Pampanga, á la izquierda del Rio Grande, mide más de cuatro leguas de largo por dos de ancho, pero su profundidad es escasa, secándose casi completamente al terminar la estación lluviosa. La la- guna de Ganaren^ mencionada ya, se encuentra en la provincia de Tarlac, recibe el caudal de dos rios, es mucho más pequeña que la ante- rior y merma considerablemente en verano. La laguna ó Pinag de Mangdból está situada al NO. y á corta distancia de la de Ganaren, alcanza unas cinco leguas de bojeo, y sus aguas desaparecen en la esta- ción seca. Por último, en la parte septentrional de la isla y en el ex- tremo NE. de la provincia de Cagayán, existe la laguna del mismo nombre, que abraza una superficie de una^ dos leguas de ancho por otras tantas de largo, y se comunica con el mar por medio de un rio, que so . dirige hacia el N» De la parte meridional sólo son dignos de mención el lago de Bato y el de Biihi^ enclavados ambos en la provincia de Camarines Sur. En uno y otro desaguan varios rios. 22' 2. Isla de Mindanao.— El rio Agusan 6 Butúan disputa casi la preeminencia di Tajo ó río Grande de Cagayánj de la isla de Luzón, tanto por la longitud de su curso como por su caudal de aguas. Hállase su nacimiento al E. del seno de Davao, entre los 7^ y T 30' de lati- tud, y cruzando á lo largo la extensa cuenca formada por las dos gran- des cadenas de montañas que recorren paralelamente toda la parte oriental de la isla de S. á N,, va á desaguar en la ensenada de Butúan, en la costa septentrional. Con el nombre de Polanguí desciende hacia el S. por la vertiente meridional de la cordillera que se extiende desde el volcan Apo hasta el pico de Randaya, en el istmo de Misamís, un rio que viene á ser el brazo principal del Paindn ó rio Grande de Mindanao. Este brazo recoge los sobrantes de la laguna de Buhayen ó Maguinda- nao, y uniéndose más adelante con otro, que procede del SE. y que con- duce los derrames de las lagunas de Ligtiasan y Buluan, forma el ci- tado rio Grande, el cual, encaminándose al O., va á desembocar en la bahía Illana, junto á los pueblos de Painán y Gottabató. El desarrollo de su curso es de unas veinticinco leguas* Después de los citados, los rios más importanteá de la isla son el Iligan^ que lleva á la bahía del mismo nombre las aguas de la laguna de Malanao, y el Lubtmgan, que desemboca en la ensenada de Dapitan^, á la cualllega por el SE. La isla de Mindanao contiene varias lagunas. Las inciertas noticias referentes á la existencia de una central de vastísima extensión, no me- recen ya crédito alguno en vista de datos muy recientes y fidedignos. Ya hemos dicho que el rio Grande ó Painán se forma con los derrames de tres lagunas, la Aq Buhayen 6 Maguindanao, la de Liguasán y la de ' Bulúan. Más considerable que éstas es aún la de Malanao, que se halla situada en el territorio Ulano y tiene trece leguas de bojeo. La de May- nity hacia Surigao, es bastante grande y desagua en la ensenada de Butúan por el rio de Tabáy. 3. Isla de la Paragua.^t— Jís muy crecido el número de rios que rie- gan esta isla, mas como es angosta y aquellos proceden todos de la cordillera central, que la recorre de NE. á SO., dirigiéndose á las costas del E. y 0.^, ninguno presenta un curso mayor de cinco ó seis leguas. 4. Isla de Samar. — Sus principales rios son: el Oras que, naciendo 23 en el extremo N, de la divisoria central, se dirige primero hacia el SE. y luego al E., desaguando en la ensenada de Uguls, en el Pacífico, des- pués de un curso de siete leguas; el Suribao^ que desciende de los mis- mos montes y se dirige luego hacia el E., desembocando, en la misma costa que el anterior; el Buruhan, que arrancando de las montañas centrales y encaminándose hacia el NE., para torcer después al E. y desaguar en el Pacífico, recorre una distancia de cinco á seis leguas; el Laguán^ el Bato y el Timoniní^ que proceden de las vertientes septen- trionales del monte Salta Sangley, y marchando de S. á N, desaguan en ]a costa N. de la isla; el Baséy y el Calbayóg, que desembocan en la costa occidental, y otros muchos de igual importancia. En la isla de Samar existen muchas lagunas^ pero todas ellas son insignificantes. 5. Isla de Panay.— En la costa N. de esta isla desaguan el Panáy^ que tiene un curso de once leguas, nace en los montes de Tapas y pasa por los pueblos de Dumalag, Cuartero, Dao, Panitan, Loctuban y Capiz, marchando constantemente de S. á N., y el A clan, que baja del monte Opao, corre de SO. á NE., baña los pueblos de Libacao, Madala, Mali- nao, Lezo y Calivo, y termina en este ultimo, á trece leguas de su orí- gen. En las costas E. y S. desembocan: el Taland, que nace en la ver- tiente S. de los montes de Tapas, en que tiene su origen el Panáy, corre primero hacia el S. y después al SE., engruesa su caudal con el de los rios ülian ó Lambunao y Tagbacan 6 Passi, que se le unen en el sitio llamado Capuhn y viene á desaguar junto á Dumangas; y el Salog, que corre de NO, á SE., nace en los montes de Maasim, recibe el caudal de los rios Tigum y Ayuman y sale al mar junto á Iloilo. A la costa O. van á parar, entre otros rios menos notables, el Madiads^ el Balands, el Cairnaon, el Palinah y el 'Cangaran, que nacen todos en la cordillera divisoria del distrito de Antique con el de Iloilo y marchan de E. á O. con una corriente más ó menos impetuosa. 6. Isla de Mindoro. — Entre los muchísimos rios con que cuenta esta isla, ninguno hay de verdadera importancia. En término de Nauján existe una laguna de unas cuatro leguas y media de bojeo que se comu- nica con el mar. 7. Isla de Leyte. — Sus rios principales son los que desaguan por la costa oriental en el Océano Pacífico. Entre ellos figuran: el Barauen^ qiíe nace en los montes centrales y corre hacia el E, hasta el pueblo del mismo nombre; el Maya, que sale del lago de Bito por el NE. y pasa por el S. del pueblo de Dagamí; y el Biío, que parte igualmente del lago expresado por el SE. y va á terminar poco más arriba de Abuyog. En la costa S. desemboca el Mausi^qüe procede de los montes del extre- mo S. de la isla, corre unas ocho leguas de NE. á SO., y bañando el término de Maasím, termina en la punta Gigantigan. En la del N. des- agua el Leyte, que sale de un lago situado. al O. de Jaro, se dirige de S. á N. y concluye junto al puei)lo de su mismo nombre. Lqs rios de la costa O. son todos insignificantes. El lago de Bito mide más de tres leguas de bojeo. 8. Isla de Negros. — Al contrario de lo que sucede en la isla de Leyte, los rios más importantes de ésta son los que desaguan en la costa occidental. Entre ,ellos sobresalen el Ilinigaran, el Ilimamaüdn y el Ilog. En la costa N. desembocan el Danao y el Marianas con su gran brazo llamado Tanao, que á pesar de su breve curso presentan grande anchura y profundidad. 9. Isla de Cebú.— Todos sus rios son de escasa importancia. 10. Isla de Masbate.—Dc todos los rios de esta isla sólo son dignos de mención el Laudn y el Asit. El primero desciende de los montes de Bagasimbahan y corre de S. á N. hasta su desembocadura en el puerto de Barreras. El segundo nace en la vertiente opuesta de los mismos montes, se dirige en sentido contrario y termina en el seno de su propio nombre. 11. Isla de BoHOL.r— A pesar de su escasa superficie, contiene un crecido número de rios; pero casi todos son de breve curso y quedan secos al terminar las lluvias. 12. Isla de Gatanduanes.— Entre sus pequeños rios figuran, como más importantes, los llamados Eimoío y Tinago, que ambos desem- bocan en la costa oriental, y el Bato, que desagua en la meridional, junto al pueblo de su nombra, y es quizás el más largo y caudaloso de todos. 13. Isla DE Polillo,— De los montes centrales de la isla descienden el Upata, Monteo y otros varios rios menos importantes, 14. Isla de Marinduíjub.— El Laytdy , que riega el término de Ga- san, es el más notable de sus insignificantes rios. 25 15. Isla de Tablas.— Discurren por la superficie de esta isla varios riachuelos de escaso caudal. 16. Isla de Burias.— Carece de verdaderos rios. 17. Isla de Tígao. — Se encuentra en el mismo caso que la an- terior. SECCIÓN CUAETA METEOROLOGÍA 1. Caracteres generales del clima de las islas Filipinas. — Falta de medios de observación.— 2. Temperatura. — 3. Presión atmosférica.— 4. Humedad del aire é hidrometeoros.-^5. Vien- tos, brisas, monzones, huracanes ciclónicos ó baguios, —Teoría, y descripción de estos últimos. Sus efectos en Filipinas — 6. Electricidad.— Marcha y efectos de las tormentas eléctricas en el país. 1. — «El clima del Archipiélago filipino, dice el Dr. Semper, puede caracterizarse en general con el nombre de tropical-insular, en la acep- ción más concreta de esta palabra. Carencia completa de cambios bruscos de temperatura,* una máxima anual media alta, gran cantidad de lluvia y de humedad en la atmósfera, así como cambios periódicos en la direc- ción de los vientos reinantes, son los principales rasgos del clima de aquellas comarcas , caracteres que se expücan satisfactoriamente por la situación geográfica de las islas» (1). Tales son, en efecto, las condiciones climatológicas que en general presentan las islas Filipinas, según se deduce de los datos meteorológicos que más adelante consignamos; mas dentro^ de esas mismas condiciones se observan necesariamente -numerosas modificaciones, hijas de las cir- cunstancias especiales de ciertas localidades. La considerable diferencia de latitud entre los extremos N. y S. del Archipiélago, la existencia de grandes masas forestales, la de extensas lagunas y caudalosos rios, la de elevadas montanas, imprimen necesariamente en todos los meteoros va- (1) El folleto publicado por D. Sebastian Vidal con el título Estudios sobre el clima de Fili- pinas contiene la traducción de las noticias consignadas por Semper en su obra Die Fhilippinen U7id ihre Bewohmr^ y las insertas por Jagor cu su libro Reisen in den PhiUppinen. 27 Hacíones más ó menos profundas, sin que el clima deje de presentar en conjunto la fisonomía por Semper indicada. Faltan, sin embargo, toda>vía los medios materiales necesarios para poder apreciar con exactitud tales modificaciones. Manila cuenta con un observatorio bien dotado de instru- mentos y aparatos, que está á cargo de los ilustrados PP. de la Compañía de Jesús; pero fuera de la capital, no existe establecimiento alguno que pueda facilitar datos meteorológicos medianamente exactos y completos, y sólo en las estaciones telegráficas es donde se observa y anota la marcha diaria del termómetro y barómetro. Conveniente sería, pues, la instalación en las Islas de algunos observatorios acertadamente distribuidos y telegráfica- mente enlazados, para llegar al perfecto conocimiento del climay para ga- rantir por ese medio los intereses de la agricultura y del comercio marítimo. 2. Temperatura. — Las observaciones termométrioas hechas en el observatorio de Manila, durante el año de 1874, arrojan el siguiente resumen (1): MESES Enero .... Febrero. . . Marzo .... Abril Mayo Junio. ... Julio , Agosto . , • Setiembre. Octubre. . . Noviembre Diciembre. TERiVlÓMETRO CENTÍGRADO MÁXIMA ABSOLUTA 30,0 82,4 33,0 35,0 35,4 35,7 33,7 33,0 35,8 33,4 33,5 31,9 MÍNIMA ABSOLUTA 18,9 18,8 21,0 24,0 23,7 23,5 22,6 23,0 23,4 22,6 20,7 19,0 OSCILACIÓN MENSUAL 11,1 13,6 12,0 11,0 11,7 12,2 11,1 10,0 12,4 10,8 12,8 12,9 MEDIA ANUAL 21,3 26,6 28,0 29,5 29,9 29,0 27,6 28,2 28,4 28,2 26,6 26,8 La temperatura máxima absoluta del año fué, según se ve, de 35,8, correspondiendo al dia 10 de Setiembre; la mínima tuvo lugar el 18 de (1) VéaBe al final el Apéndice A. 28 Febrero y llegó á 18,8. Estos resultados difleren algo de los correspon- dientes á otros años, pues por regla general el calor aurn.enta paulatina- mente desde Enero hasta fines de Mayo, disminuyendo después sucesi- vamente hasta fines de Diciembre. La máxima anual suele, en su con- secuencia,, presentarse en el citado mes de Mayo, mientras reina la monzón del SO., y la mínima en Enero en la estación de nortes frescos. Las medias anuales que aparecen en el anterior estado, se ajustan mejor ala marcha termomótrica normal. De la escasa diferencia de. 17^ que entre la máxima y míuima anuales existe, así como del corto alcance de las oscilaciones mensuales, de las cuales la más considerable llega únicamente á 13*^,6, se deduce la uniformidad casi constante de la tem- peratura, mientras que por otra parte la media anual de 27,5 deducida de los datos anteriores, prueba que el calor es siempre tan elevado como corresponde al verdadero clima tropical. Los meses más frios son los de Diciembre, Enero y Febrero; los más calurosos los de Abril y Mayo. En cuanto á la marcha de la temperatura durante el dia, se observa que presenta siempre su mínimum entre seis y siete de la mañana, que aumenta después gradualmente, llegando á su máximum á las tres de la tarde, y que en seguida disminuye lentamente hasta la noche, durante la cual permanece estacionaria para descender rápidamente al amanecer. Expuestas la mayor parte de las provincias del Archipiélago á 1^3 causas modificadoras del calor atmosférico, es evidente que en general gozan una temperatura más moderada que Manila. La provincia de Bu- lacan es más fresca por su inmediación á los montes de Angat; las de llocos y Gagayán por su mayor latitud; la del Abra y los distritos polí- tico-militares de Lepante y Benguét por su mayor altitud, y en las islas Visayas, situadas al S. del Archipiélago, reina una temperatura por lo común agradable, por; efecto de las continuas brisas. En general puede asegurarse que en cualquiera punto del Archipiélago el calor es menos molesto que en Manila, y sobre todo que en la parte murada de la población, en donde la taita de circulación de los vientos produce á veces una temperatura sofocante. De los datos recogidos por el Dr. Semper en el distrito de Benguét, á 1.075 metros sobre el nivel del mar, resulta que la temperatura media anual es allí de 18^,2 centígrados, de donde se deduce que aproximada- mente disminuye á razón de un grado por cada 133'^544 de elevación. 29 3. Presión ATMOSFÉRICA.— Siendo el barómetro un instrumento que acusa las cantidad3s de vapores acuosos que existen en las regiojies altas de la atmósfera, sirven especialmente sus indicaciones para cono- cer la proximidad ó alejamiento de las lluvias estacionales y de las gran- des tormentas. En la época de aguas, la existencia de gran cantidad de vapores se revela por la disminución de la presión barométrica, mien- tras que en la época de secas, presenta el barómetro su altura máxima por ser mayor el peso específico del aire. Las observaciones hechas en Manila en 1874 dieron el siguiente resultado: MESES Enero . .,. Febrero. » . Marzo Abril Mayo Junio » Julio Agosto .... Setiembre. . Octubre. . . . Noviembre Diciembre. . BARÓMETRO REDUCIDO. Á O*' MÁXIiVIA media mensual 758,11 757,87 756,07 755,48 754,32 754,08 753,68 753,85 753,78 754,35 755,81 756,11 IVIÍNÜVIA media mensual 755,04 755,03 753,89 753,07 752,29 752,93 752,00 751,97 752,89 752,46 754,38 753,88 OSCILACIÓN 8,07 2,34 2,18 2,41 2,03 1,15 1,68 1,58 1,89 1,89 1,43 2,23 ALTURA media mensual 756,84 756,23 754,87 754,34 753,26 753,52 752,88 752,82 752,63 753,69 754,91 755,25 La altura media anual de la columna, barométrica fué en 1874 de 754,27 milímetros, resultado que difiere poco de los obtenidos en otros años; así, por ejemplo, en 1865 fué de 754,57; en 1866 de 753,37, y en 1867 de 755,5. Puede, pues, considerarse la altura media de 754 mi- límetros como normal. La presión máxima del año fué la de 760,95, observada el 16 de Febrero, y la mínima la de 747,15, correspondiente al 30 de Agosto. La diferenoia entre los extremos barométricos no pasó de 13,80. La marcha ordinaria del barómetro és como sigue: en Diciem- bre, Enero y Febrero presenta su altura máxima (altura normal 756); 3a en Marzo, Abril j Majo desciende; en Junio, Julio y Agosto llega al mínimum (altura normal 753) ^ y en Setiembre, Octubre y Noviembre vuelve á subir. Según esto, las monzones ejercen una marcada influen- cia en dichas variaciones. La del NE. determina un aumento en la pre- sión atmosférica; la del SO., produce, por el contrario, una disminución. En las bajas latitudes, los grandes descensos barométricos indican casi siempre la existencia de temporales de primer orden. La disminución rá- pida de 7 á 10 milímetros en la presión atmosférica, casi siempre va seguida en Filipinas de los terribles huracanes , conocidos con el nombre de baguios. Respecto á la marcha diaria del barómetro, se observa que sube cons- tantemente desde las primeras horas de la mañana hasta las nueve, des- ciende luego hasta las tres ó las cuatro de la tarde, vuelve á subir hasta las nueve de la noche, y baja por fin de nuevo hasta la madrugada. La escasa importancia de las oscilaciones diarias y mensuales prueba la no- table regularidad que se observa siempre en la presión atmosférica. 4. Humí:dad del aire é hidrometeoros. — En 1874 se obtuvieron los siguientes resultados: 31 s s § « ,« i> CO CQ 6^ <=>■■•■' ^ 00 00 C>í rH iO ; O^ ■ o .- ^^S ^' '■ ^1 1 o O* o C^í ÍN (M CO o O O CM <^ o = ^ ^ s s Tí< cT • l> O »n Í2 .o 00 ^ i-f ^ CO CO S- 1-1 T-l CO CO CM «c í=í o 13 -c 00 etf S .S tí á 1 co 1-1 O CO •i!ff ■'■■■•■ •• 1-i ka..' .. o. T— 1 r> CD íO «e H o s 03 '-"., r-4 ^ i í> ia> xO 00 CO t> ^ O - o o CO , 1-í 00 rH oí rH r-T O rH r-i -r-í r-í rH co__ rH .«q o § ■ *^ 00 00^ o" rH O CM SÍ 00^ i-h' o '"1 00 oo ■»— ( rH r-i o^ !>• CO l> l> l> i>. 00 CO l> t- t> ■ ■ SE H--( O E-H o 00 OO 00 00 l> 00 l> CO rH l> lO ^ iO (J<1 CO CO iO I>- CO Oí ^ CO ^ CM k~3 O tH 1-1 rH rH tH rH rH tH T-1 rH T-l í/5 o tí É r- t- ia> CO •^ O r-* CO c:> I-- CO "co W Z ^ ¡3 CO "^ c:> »o s ^ CO CO CO CM cT l> ^ s ^ «» cS ^ íO CO CO !>► t> t^ l> CO co t^ a M S5 E S --3 t> ^ CO t-l 0^ l> C^ CO CM 00 CO 00 ^ .2 ^ - xO o cv o rH f' iO CO CO OO ^ Gi S 00 t^ !>. l> ce 00 00 00 CX) OO 00 l> . » • CO 1 W co W su eje de rotación, se explica satisfactoriamente por las resistencias que el huracán encuentra al avanzar vertiginosamente por las capas inferio- res de la atmósfera, por la desigualdad de las corrientes que entran á formar parte del ciclón y por las variaciones de forma de este mismo, en razón á la natural instabilidad del fluido que lo constituye. Los efectos 37 del movimiento oscilatorio se traducen eii curvas cicloidales que el vór- tice describe á lo largo de la trayectoria media. Conocido ya el mecanismo especial de las tormentas giratorias, pa- semos á examinar los diversos fenómenos que las preceden y acompañan en sus diversas fases. La presencia del anticiclón, precursor obligado de la tormenta, se revela por un grande y rápido ascenso de la columna barométrica, por la circulación de vientos frescos, que á veces llegan á adquirir la inten- sidad de fuertes brisotes y aun de temporales, y por la presencia de un tiempo apacible y hermoso con cielo puro y despejado. Después de este primer período, y en tanto que el barómetro con su constante descenso anuncia la aproximación del Imracan, va cubriéndose la atmósfera de un tenue velo opalino, que- descomponiendo los rayos solares y dando paso únicamente á los rojos, difunde por la región superior un tinte rojizo homogéneo, cada vez más oscuro y violáceo á medida que el crepúsculo se extingue. Las nubes, por su parte, se presentan entonces en forma de masas redondeadas y amontonadas, constituyendo lo que los meteoro- logistas llaman cumulus y estrato-cumulus^ y en tanto que sus bordes superiores brillan con vivos reflejos, es su aspecto violáceo y bastante oscuro por la base. El cielo en tales momentos ofrece por lo regular nn admirable cuadro por sus deslumbrantes y bellísimos contrastes de luces, de sombras, de tintas y de matices. Más tarde, el velo opalino va adqui- riendo un aspecto lechoso, y anticipándose las tintas rojizas á la puesta del sol, simulan por su grande intensidad un vasto incendio. Esa tinta rojiza adquiere insensiblemente el matiz rojo cobrizo, tan pronto como el sol comienza á hundirse bajo el horizonte. El cielo entonces presenta un aspecto siniestro y amenazador, Al mismo tiempo que la atmósfera, perdiendo su primitiva traspa- rencia, se va cubriendo sucesivamente del velo opalino y lechoso que acabamos de indicar, preséntanse también, como señales claramente vi- sibles de la proximidad del huracán, unas nubes en forma de blancas y delicadas plumas ó de grandes y vistosos penachos que cruzan el hemis- ferio. Estas nubes, que reciben vulgarmente el nombre de rabos de gallo ^ permanecen fijas, y á veces sin cambiar sensiblemente de formas durante horas enteras, y cuando son varias, se observa' que todas están orienta- das en un mismo sentido, que se presentan algo divergentes entre si y 38 qué tienen su foco de divergencia hacia un punto determinado del hori- zonte. El estudio de esas nubes, bajo el punto de vista de su forma, estructura y dirección, puede conducir á deducciones bastante exactas respecto á la naturaleza y proporciones de la tormenta, la demora de su vórtice y otras circunstancias importantes del meteoro. Al avanzar este último más y más , el velo lechoso que recubre la atmósfera va adquiriendo un color blancuzco sucio ó ceniciento que des- pués pasa insensiblemente al gris ó plomizo oscuro. En este último caso, el cielo presenta un aspecto pesado y triste, y la oscuridad sigue aumen- tando hasta que empiezan las lluvias continuas, acompañadas siempre en Filipinas de un viento flojo del NO. é interrumpidas de cuando en cuando por breves chubascos. En tales circunstancias se percibe un calor pega- joso y húmedo, y una extraña pesadez y malestar, que instintivamente suelen considerarse como seguro presagio del mal tiempo. Este último no tarda en presentarse. Al principio se ven cruzar por la atmósfera con creciente velocidad masas informes de oscuras y apiña- das nubes que dan lugar á violentos y repetidos chubascos. Después esas nubes se reúnen y acumulan^ ocupando todo el espacio del disco girato- rio é interceptando no sólo la vista clara del cielo, sino aun la misma luz del dia. Finalmente, en medio de la creciente y siniestra oscuridad que invade el espacio , el viento se desata en furiosas rachas , los chubascos se vuelven copiosos y continuos , las nubes se deshacen en verdaderos torrentes, la lluvia azota con irresistible violencia, y el agua, que cae en enorme cantidad en un corto espacio de tiempo, forma, al parecer, al desprenderse de las nubes , una continua masa compacta y homogénea. A esta fase culminante del temporal acompañan siempre otros fenó- menos característicos, tales como la harra de densas nubes en el hori- zonte, las rachas y los giros y saltos del viento. La barra de oscuras y apiñadas nubes se forma siempre en el horizonte al comenzar el verda- dero temporal, y no desaparece hasta el completo paso del huracán. Su aparición se verifica constantemente hacia la región en que demora el meteoro, presentando distintos aspectos, según la mayor ó menor proxi- midad de la tormenta. En el primer período, cuando esta última todavía está distante, la barra parece un objeto lejano que asoma por el hori- zonte, alcanzando poco espacio y escasa altura. En el segundo período, cuando la tormenta avanza hacia el observador, las nubes de la barra se 39 leyantan y destacan más sobre el horizonte, aumentando la amplitiid del arco que abrazan, y presentándose como objetos menos apartados. Más adelante, cuando desatado el temporal la lluvia cae á torrentes y cierra completamente los horizontes, todavía es posible descubrir, entre uno y otro chubasco, cierta cargazón hacia un determinado punto de la atmósfera, que constituye el tercer aspecto de la barra. Finalmente, el cuarto período corresponde al vórtice misnlo del huracán, y en el la barra aparece más amenazadora que nunca, pues circuyendo todo el ho- rizonte á modo de barrera, parece encerrar al observador en un círculo fatal, del cual no es posible salir sin experimentar nuevamente los terri- . bles furores del huracán. Las rachas, los giros y saltos del viento son , como hemos dicho an- teriormente, otros tantos fenómenos característicos del temporal cicló- nico. Las primeras consisten en ciertas intermitencias bruscas, por las cuales las corrientes aéreas pasan en pocos segundos del furor del hura- can á una especie de calma relativa, interrumpida en breve por otro repentino y violento soplo. Las rachas van generalmente acompañadas de agudos y espantosos rugidos. El rolar dé los vientos, dependiente del movimiento giratorio y de traslación del meteoro, verifícase etf Filipinas comenzando comunmente por el NO., y corriéndose sucesivamente al N., NE., ENE. , E. y SE. , para terminar por el S. , de suerte que el viento recorre, por lo menos , tres cuadrantes del círculo con terrible fuerza. Por último , los saltos ó cambios repentinos de dirección del viento de- penden, al parecer, principalmente de la posición relativa del vórtice y de otras varias causas accidentales que hasta el presente no están bien definidas. En Filipinas los baguios suelen ser de una duración variable de seis á diez y ocho horas, limitando generalmente sus estragos á círculos ó zonas de pocas leguas de extensión. A pesar de esto, sus efectos son tan terribles y funestos que en tan breve período sepultan en los mares centenares de embarcaciones, destruyen las cosechas, arrebatan á mi- llares las casas de los indios, arrancan los árboles más corpulentos, pro- ducen espantosas inundaciones y dejan, en fin, impresa por donde pasan su huella fatídica de luto y desolación. 6. Electricidad.— En un país como Filipinas, cubierto por todas partes de una exuberante vegetación, con vastísimos bosques formados 40 ppr gigantescos árboles y situado á corta distancia del ecuador, es de suponer desde luego que la atmósfera ha de estar constantemente car- gada de una gran cantidad de fluido eléctrico, y que los fenómenos dependientes de este último, han de revestir el carácter de imponente grandeza, característico de todos los países intertropicales. En el mes de Mayo, época en que tiene lugar el cambio de la mon- zón del NE. por la del SO., el cielo se presenta casi constantemente sal- picado de nubes de color aplomado, parduzco ó blanco rojizo que, hallan-^ dose preñadas de electricidad y en continuo choque, iluminan con vivos reflejos el horizonte y estallan en fuertes tronadas, durante las cuales los rayos se suceden con pasmosa rapidez. Este imponente espectáculo se reproduce casi diariamente, hasta que, cesando la lucha de las monzo- nes, quedan verdaderamente entabladas las lluvias; mas hay algunos años en que las tronadas se repiten con frecuencia hasta la llegada de los nortes, ó sea durante los meses de Mayo, Junio, Julio, Agosto, Se- tiembre, Octubre y parte de Noviembre. Esto último suele suceder cuando la prolongación de los calores introduce cierta perturbación ó irregularidad en la marcha ó sucesión normal de las estaciones. Las víctimas ^producidas por la electricidad, ascienden anualmente á una cifra muy crecida. * SECCIÓN QUINTA POBLACIÓN Dificultades que ofrece la formación del censo de población en Filipinas. — Procedimiento em- pleado.-Número de habitantes y su clasificación por razas. --2. Eazas interoceánicas. — 3. Negritos ó Aetas.— Caracteres, costumbres y creencias religiosas de los mismos. --4. Eazas mestizas de negrito y malayo. — Balugas, Dumagas, Mamanuas, Buquiles. — 5. Origen de la raza malaya. — Caracteres físicos y cualidades morales de los indios filipinos. — 6. Igorrotes. — Caracteres, costumbres é ideas religiosas de los mismos.— 7. Buriks. — 8. Busaos.~9. Tin- guianes ó Itauegs. — 10. Itatapaánes. — 11. Guinaánes.-— 12. Apayáos. — 13. Adangtas, Adan- ginos, Adanes ó Adamitas — 14. Ifugaos.— 15. Gaddañes. — 16. Calañas. — 17. Calingas y Ari- pas. — 18. Ibilaos, Ilongotes é Italones.— Caracteres físicos y morales, y costumbres délos llongotes.— 19. Irayas.— -20. Catalanganes.— 21. Igorrotes del Isaróg.— 22. Infieles de Min- danao.— Malayos mahometanos ó moros.— 23. Manobos.— 24. Mandayas.— Sus caracteres, creencias y costumbres.— 25. Manguangas — 26. Guiangas y Bagobos. — 27. Tagacaolos. — ^ 28. Sanguiles y Bilanes.— 29, Tirurayes. — 30. Súbanos.— 31. Infieles de Mindoro.— Man- guianes.— Su diyision en castas. — Caracteres, costumbres y creencias délos mismos.— 32. In- fieles de la Paragua.— Tagbanuas.— 33. Tinitianos.-— 34. Bulalacaunos. — 35. Dialectos que se hablan en el Archipiélago. 1. La existencia de vastísimas comarcas, todavía inexploradas y ha- bitadas por indómitos y belicosos salvajes, la dificultad de las comunica- ciones, la índole y costumbres de los indígenas, y hasta el mismo clima, oponen en Filipinas dificultades poco menos' que invencibles á todo tra- bajo encaminado á determinar con alguna exactitud el número de habi- tantes que las Islas encierran. Las tentativas hechas hasta el dia para conseguirlo por medio de un recuento general en dia señalado, han te- nido un éxito poco feliz, y es que ni la escasa inteligencia del indio, ni el natural recelo que cierta clase de investigaciones le infunde, ni los ordinarios hábitos de una gran parte de los haljitantes, dedicados al trá- fico marítimo y á la pesca, permiten todavía la aplicación de procedí- 42 ■ míentos propios de países diferentemente constituidos, y en otro grado muy distinto de civilización y adelanto. En la necesidad de resolver el problema, se ha recurrido desde antiguo á otros medios que pudieran ofrecer alguna garantía de acierto. Los padrones de tributantes han me- recido siempre bastante confianza bajo este último concepto, puesto que su formación ha corrido constantemente á cargo de agentes oficiales qae, teniendo una participación en los productos de la recaudación, es- taban interesados en consignar la verdad. Tomando, pues, por base esos padrones, teniendo en cuenta que cada tributo entero se compone de dos individuos por lo común, marido y mujer, adoptando la relación'^ que se ha creido más exacta entre el número de tributantes y el de indi- viduos exentos de pago por no llegar á diez y ocho años ó exceder de sesenta, determinando aproximadamente el tanto por ciento de exentos por razón de edad, enfermedad, ejercicio de cargos municipales y otras causas, y calculando, por último, prudencialmente el número de infieles de todas castas, que viven independientes en el interior de las Islas, es como ha venido á deducirse en todas ocasiones la población que contiene el Archipiélago. Guán inciertos han de ser los datos así obtenidos, échase fácilmente de ver. La proporción entre cada tributo entero y ios correspondien- tes individuos no tributantes se fijó primero en 1 : 4, poco después en 1 : 4,5, más tarde en 1 : 5, y últimamente en 1 : 6, El tanto por ciento de exentos por enfermedad, ejercicio de cargos públicos, etc., que Gomyn (1) y otros autores calcularon en un cinco, parece algo exage- rado, á juzgar por los datos obtenidos directamente al formar varios censos. Por último, el cómputo de los infieles independientes jamás ha podido hacerse más que por conjeturas, basadas en las noticias su- ' ministradas por personas en general demasiado rudas ó ignorantes, para que pueda abrigarse gran confianza en la exactitud de sus aprecia- ciones. Las noticias suministradas por los centros oficiales al Dr. Jagor (2) arrojaban en 1873 un resultado de 7.451.352 almas, con exclusión (1) Estado de las Islas Filipinas en 1810, por D. Tomás de Comyn: edición publicada en Manila en 1877. (2) Meisen in den Philippinen^ von F. Jagor; Berlin, 1873. 43 únicamente de los alzados ó monteses. En cuanto á éstos, los cálculos difieren mucho. El mismo Jagor inserta en su obra una nota relativa á la población de Mindanao, tomada de otra obra más antigua (1), en que se afirma que en dicha isla existen 541.000 infieles; pero esta cifra es evidentemente e:?cagerada á juicio de modernos exploradores. Más vero- símiles parecen sobre el particular los datos de procedencia oficial inser- tos por D. Agustín de la Cavada en su Historia geográfica^ geológica y estadística de Filipinas^ según los cuales los infieles independientes de Mindanao ascienden á 28Ó.623; los de Visayas (con inclusión de Min- doro) á 60.785, y los de Luzón á 59.640. Admitiendo estas cifras resultarla lo siguiente : ALMAS Población Bometida. 7.451.352 Indígenas infieles de Luzón 59.640 ídem id. de Visayas _....... 60.785 ídem id. de Mindanao 280.623 Número total de almas 7.852.400 (2) Heterogéneos son en sumo grado , bajo el punto de vista etnográfico, los elementos de que esta cifra se compone. La población sometida consta de europeos (españoles y extranjeros), españoles filipinos, chinos, mestizos españoles, mestizos chinos ó indios. Los infieles independientes pertenecen á la misma raza malaya que los indios cristianos y á la negrita ó aeta, presentando además una multitud de variedades procedentes de cruzamientos, ya entre sí, ya con individuos de distinto origen. Los datos más dignos de confianza hacen ascender el total de europeos, españoles y extranjeros, con inclusión de un corto número de norte-americanos, á unos 10.000; los criollos, ó es- (1) La isla de Mindanao, su historia y su estado presente, con algunas reflexiones acerca de su porvenir, por D. Agustín de Bantayana; Madrid, 1862. (2) Según el censo oficial, la población de Filipinas era en 31 de Diciembre de 1877, sin in- cluir los infieles independientes , de 5.567.685 habitantes. En el publicado por el Sr. Arzobispo de Manila en 1876 llegaba á 6.173.632; pero con inclusión de dichos infieles independientes, cuyo número se calculaba en 602.853. 4á pañoles filipinos, á 15.000; los chinos, á 35.000; los mestizos es- pañoles, á 20.000, y los mestizos chinos, á 300.000. Los otros siete millones y medio de habitantes, que aproximadamente quedan, perte- necen á las dos razas verdaderamente indígenas, únicas de cuyo estudio nos. ocuparemos aquí, por ser las menos conocidas y que mayor interés ofrecen. 2.— La gran masa de individuos de la especie humana que pueblan las numerosas islas de los océanos índico y Pacífico, ó sea la región del globo comprendida entre la costa oriental de África por el O., el conti- nente americano por el E., la costa de Asia hasta el estrecho de Bering por el N., y el océano Antartico por el S., incluyendo la península de Malaca que etnológicamente considerada forma parte del mismo grupo, y e:?^cluyendo la isla de Ceylan, todas las islas chinas excepto Formosa, los archipiélagos del Japón, Kuriles' y Aleutianas, y las islas lla- madas Príncipe de Gales, Reina Carlota, Vancouver y Galápagos, puede dividirse en cuatro razas principales, comprendidas bajo la deno- minación genérica de Interoceánicas. Tres de estas razas son negras y seg^esignan con los nombres de Austral, Negrita y Papua. La cuarta es parda y se subdivide en otras tres denominadas Mahorí, Micronésica y Malaya. 3. — Los Negritos Aetas ó Itas (de Itim^ palabra tagala que signi- fica negro), son considerados unánimemente como los aborígenes ó raza autóctona de Filipinas. Sus íntimas relaciones físicas con los Samangs^ de las montañas de Kedah y de otros puntos de la península de Malaga, así como los MincopieSy q^úe OQU^Sin las islas del archipiélago de Andamán, hacen verosímil la hipótesis de la existencia en tiempos remotos de una raza negra de corta estatura, que se extendía por todos los archipiélagos orientales y la inmediata costa de Asia. Los Negritos, los Samangs y los Mincopies deben considerarse, bajo este supuesto, como los escasos y esparcidos restos de esa raza primitiva, circunscrita hoy á un corto nú- mero de localidades, por afecto de las conmociones geológicas que pro- dujeron el desmembramiento del continente asiático, y de la ulterior in- vasión de la raza malaya. Los negritos ó aetas {Ldm. 1 .^) presentan,' por término medio, una estatura de cinco pies, u-na pulgada y diez líneas españolas (l'^jéSS) en los hombres, y de cuatro pies, diez pulgadas y cinco líneas (1"^,360) en j *" .*;' 4fc ' ,'||^ ijt ' ^¡$1^ ' . / ^ í " 45 las mujeres (1), sus miembros son proporcionados aunque de notable delgadez; la cara, especialmente en las mujeres, es redonda, muy gruesa, coronada por un pelo lanoso crespo, negro parduzéo mate; las mandíbulas por lo común poco salientes, los labios ligeramente abul- tados, la nariz ancha y aplastada, y el color de la piel pardo cobrizo oscuro Estos caracteres los separají marcadamente de las otras dos razas negras de la gran familia interoceánica. Ninguna relación presentan, por de pronto, con los negros australianos de pelo laso, si bien la extre- mada delgadez de las piernas y el desproporcionado abultamiento del abdomen, establecen entre unos y otros cierta semejanza. Por otra parte^, á pesar de la opinión vulgarmente admitida y del error en que Meyer incurrió hace pocos años (2), ninguna afinidad verdadera ofrecen con los papuas, los cuales se distinguen por su mayor estatura, su pelo estoposo y crespo repartido en cortos mechones que con la edad adquieren gran longitud, la barba rizada, el vello en los brazos, piernas y pecho, la cara comunmente alargada, con la frente plana, las cejas muy prominentes, la nariz ancha, arqueada y alta, gruesa en la base, de grandes ventanas y subida abertura, y por último, la boca ancha y de labios gruesos y salientes. En cuanto á la diferencia etnológica entre los negritos' de Fi- li]3inas y los negros africanos, se encuentra unání mente confirmada por los sabios más eminentes. El estudio osteológico que el Sr. Virchow ha hecho de los esqueletos traídos de Filipinas por Semper, Jagor y Schetelig (3), comprueba tam- bién de un modo concluyente, que los negritos forman una raza especial, completamente distinta de las restantes del grupo interoceánico. Comenzando por el cráneo, ha encontrado que el de los negritos pre- senta una anchura considerable por una altura nada más que regular y una capacidad pequeña, de donde se deduce que pertenecen al tipo craneoscópico denominado braquicéfalo. Otra particularidad de dichos cráneos consiste en la forma aquillada ú ojival^ que en ellos se observa. (1) DiePhiUppinenundihreBewohner^YoriT>v.Q,^Qxn.^Qr^l^^^, (2) Ueber die Negritos oder aétas der Philippmen^ von Dr. Am B. Meyer. (8) Vortrag-In der Zeitschritt für Ethnologie 1872, pág. 204. — Ueher alte and nene Schádel c^on dm Fhilipfmen^ apéndice # la obra de Jagor titulada Reisen in den Fhili'ppinen^ 1873. 46 ya se les mire de frente ó por la parte posterior. Los costados son bas- tante verticales, y la verdadera bóveda craneal está formada por dos planos inclinados entre sí que á su vez forman un pequeño ángulo con las superficies laterales. Aunque esta configuración no sea exclusiva de los negritos, por cuanto se ha observado ya en otras razas, no por eso deja de ser muy singular, hallándose ordinariamente acompañada, como sucede en los Groenlandeses, de otra particularidad, que consiste en una extraordinaria altura de inserción de los músculos de la cara. Estos ca- racteres y otros no menos notables, como son el grande prognatismo de las mandíbulas y la considerable anchura de la parte inferior de la nariz, imprimen indudablemente al tipo craneal de los negritos bastante seme- janza con los monos. Las demás partes del esqueleto ofrecen también algunas singulari- dades. La tibia, ó sea el hueso que forma la parte inferior de la pierna, afecta una configuración enteramente distinta de la que se observa en los esqueletos de europeos. Contemplada la de estos últimos por detrás, presenta á la vista una ancha superficie, con fuertes apéndices muscu- lares. La de los negritos, por el contrario, está tan comprimida que queda plana como la hoja de un sable, y reducida por delante y por de- trás á una estrecha cresta. Igualmente característica es la conformación dei fémur, ó sea del hueso que ocupa la parte superior de la pierna. La marcada curvatura que hacia delante presenta, así como la cortedad y abrupta inclinación de su cuello, debido á su colocación profunda y al considerable tamaño del cóndilo externo, dan á la pierna una forma bas- tante oblicua. Por último, el hueso superior del brazo, ó sea el húmero, suele tener un agujero sobre la articulación del codo, presentándose al propio tiempo menos arqueado por lo común que en los europeos. Trátase, pues, de una raza cuyas grandes y múltiples singularidades contribuyen, no sólo á demostrar su inferior desarrollo, sino también á evidenciar que tiene tan escasas relaciones con las razas negras de Nueva Holanda, Nueva Guinea y Nueva Galedonia, como con las de África. Aparte de lo expuesto, presentan por lo general los cráneos de los negritos ciertas modificaciones, debidas á procedimientos artificiales. Las modernas investigaciones han demostrado que en muchos y muy apar- tados pueblos de la antigüedad ha existido la costumbre de aplastar el 47 cráneo de los recien nacidos en ciertos sentidos, alterando de este modo notablemente su configuración natural. Hipócrates indicó ya la existen- cia de tal costumbre entre algunos pueblos de la Crimea, y descubri- mientos más recientes hechos en Alemania y otros puntos, han revelado que esa misma práctica era tan común en otros tiempos en v^ias loca- lidades de Europa como en las islas del Asia. Catlin, por su parte, ha descrito minuciosamente los medios empleados con el mismo fin por los Ghinooks, que habitan la parte occidental de la America del Norte, y entre los cuales subsiste todavía la práctica referida. La única indicación que en los autores antiguos se encuentra sobre la existencia de la misma entre los habitantes de Filipinas, es la consig-. nada por Thevenot en su obra Relation.de divers voyages curieux^ publi- cada en el siglo xvii. Haciendo en este libro la descripción del Archipié- lago, dice, con referencia á un religioso, que los naturales del mismo tenian la costumbre de colocar la cabeza de los niños recien nacidos entre dos tablas, comprimiéndola de modo que, en vez de conservar la forma redondeada, se dilatase en sentido longitudinal. Añade 'que tam- bién aplastaban la frente, considerando esta forma más bella. El estudio que el Sr. Virchov^ ha hecho de los cráneos de negritos traídos de Fili- pinas por el Dr. Meyer, ha confirmado plenamente dicha afirmación. Uno, sobre todo, de esos cráneos, es tan ancho y está de tal modo aplas- tado en el vórtice, que su forma no puede explicarse de otro modo. Por lo común la parte posterior está muy bruscamente inclinada, y los pa- rietales se arquean hacia abajo, casi en ángulo recto, inmediatamente detrás de la tubera parietalia. Debe observarse, sin embargo, que entre los cráneos examinados existia uno que carecía de deformación, presen- tando, por el contrario, todo el aspecto de un desarrollo normal y que ese cráneo era indudablemente de hombre, mientras que los deformados eran de mujer. En otro lugar de la obra de Thevenot, anteriormente citada, se en- cuentra otro pasaje relativo á los indígenas, de FiUpinas. ,,i.- •',.»'*, »>i^H''fi|,4 , ,;-u 'íjV ;i¡j*i,'. ,;.- . ,.** ..■t ,>|'*' '55' tadas aspiraciones y sentimientos de libertad se encuentran deprimidos por las serviles ocupaciones necesarias para proporcionarse el sustento . Distínguense, sin embargo, de las demás razas del Archipiélago índico, por su mayor energía y adquisividad^ aun cuando el islamismo ha arre- batado á los que lo profesan las altas aspiraciones de la vida, ó intro- duciendo la división entre los pueblos ha reducido sus empresas á la navegación y la piratería. Convertidos fácilmente en ladrones y ra-. teros, vengan de un modo salvaje los insultos reales ó imaginarios, jamás olvidan las ofensas, y son falsos y viles hasta el e^ctremo de pro- nunciar los más solemnes juramentos con deliberada intención de que- brantarlos. Son muy aficionados á fumar opio, aunque este vicio es en ellos menos frecuente que entre los chinos, y tienen una decidida pa- sión por las riñas de gallos, llegando á arriesgar en ellas todos sus bie- nes y hasta su propia libertad. Por otra parte, son muy frugales y su alimento consiste principalmente en arroz, algo de carne, pescado y legumbres cocidas. En los indios filipinos, tanto los caracteres físicos como la^ cualidades morales que acabamos de consignar como distintivas de la raza malaya, se hallan modificados en mayor ó menor grado, según sus creencias religiosas y su estado de cultura. El examen hecho por el Sr. Virschow de los cráneos de indios pro- cedentes del Archipiélago flUpino, ha dado resultados diversos. Los crá- neos de los modernos pobladores de la costa se distinguen por un prog- natismo tan notable y una braquicefalia tan marcada, que supera á la de cualquiera otro pueblo del Oriente de Asia. Son, en efecto, dichos cráneos de mucha anchura y poca longitud y de una capacidad relati- vamente considerable. En cambio algunos de los cráneos de indios salva- jes, hasta ahora estudiados, *han revelado la existencia de una raza dolichocéfala, ó sea de cabeza estrecha y larga, notable además por el escaso prognatismo del borde alveolar, la altura relativamente conside- rable de las cavidades de los ojos y la altura de .la nariz con la base es- trecha y una gran protuberancia encima. Esta raza dolichocéfala parece bastante afine á los hypsistinocófalos ó de cráneo muy estrecho y de grande longitud y altura, que se encuentran en la Polinesia y en las is- las de la Sonda. Es indudable que entre los habitantes de Filipinas, pertenecientes á 56 la raza malaya, ha existido lo mismo que entre los negritos, si es que no existe todavía entre algunas tribus salvajes, la costumbre de someter los cráneos á una deformación artificial. Los cráneos recogidos por el Dr. Jagor en la cueva de Lanang (Samar), en las de Nipa-nipa (entre Samar y Leyte), y por último, en la de Caramuan (provincia de Cama- rines Sur), presentaban todos, de una manera más ó menos marcada, dicha deformación, consistente en un aplastamiento de arriba y de frente hacia abajo y atrás. Gomo efecto de este aplastamiento, las eminencias parietales estaban corridas hacia la parte posterior, y esta última, casi completamente aplanada, se extendía oblicuamente en plano inclinado hacia abajo, en dirección al gran agujero occipital. Lo que no se ha ob- servado hasta ahora en los cráneos malayos es indicio alguno de lima- dura de los dientes, lo cual induce á creer que esa costumbre era exclu- siva y propia de la raza negrita. 6.— Dentro del tipo malayo, característico y común á todas las tri- bus que no pertenecen á la raza negra ó aeta y que viven indepen- dientes y entregadas á la idolatría en las montañas de las principales islas, existen, como hemos dicho, innumerables variantes, que .al- canzan al lenguaje, costumbres, trajes, carácter y condiciones físicas de sus individuos, descubriéndose á veces indudables indicios de sangre extranjera. Vamos á indicar los caracteres diferenciales de las castas más impor- tantes. Bajo el nombre de Igorrotes, palabra que entre los indígenas parece tener la acepción de infiel, por oposición á la de Hocos que se aplica á los indios cristianos, se comprende comunmente á todos los salvajes de ori- gen malayo que habitan el interior de las islas, cualesquiera que éstas sean. Empléase, sin embargo, con preferencia tal denominación para designar á la multitud de tribus que tienen su morada en las quebradas montañas de los Garaballos occidentales, en la isla de Luzón y espe- cialmente á las que, desde los montes Lagsig y Gabalisian pueblan la gran divisoria y sus vertientes occidentales hasta el distrito político- militar de Benguét. Los igorrotes son corpulentos, robustos y bien formados, de color moreno tirando á cobrizo, ojos grandes y rasgados, los pómulos de la cara muy prominentes y el pelo largo y áspero. Los hombres no llevan 57 más traje que un taparrabos (bahaque) de lienzo ó de corteza de árbol y una manta de llocos sobre el hombro, con la cual envuelven el cuerpo cuando sienten frió. Los del territorio de Benguét sustituyen el bahaque por otra manta, ordinariamente de color de plomo y con rayas negras, la cual ciñen á la cintura, pasando por entre las piernas uno de sus ex- tremos que sujetan en la parte posterior. Las mujeres gastan una cha- quetilla de cualquier genero, atada con unos cordones, ,y una especie de saya corta 6 tapis de corteza de árbol, ó en su lugar una manta de colo- res vistosos. Éstas y aquéllos suelen pintarse el cuerpo con dibujos azu- lados. Los hombres lo verifican en los brazos, piernas y pecho, pero las mujeres suelen concretarse á las manos y brazos hasta los hombros. En las manos llevan todos sin excepción una figura parecida á un sol, y los demás dibujos consisten en rayas estrechas ó anchas y en franjas for- mando ángulos. La operación de pintarse (tatuaje), se ejecuta pinchando la piel con dos ó más agujas gruesas unidas y mojadas en un tinte compuesto de aceite y tela de algodón azul, quemada y pulverizada. Hechos los dibujos frotan la piel con el tinte indicado, sobreviniendo una inflamación, después de la cual las heridas se cicatrizan y la epidermis queda lisa, apareciendo las lineas hechas, con un color azul sucio que jamás desaparece (1). Es común á ambos sexos el uso de pendientes de oro, cobre ú otras materias. Los de las mujeres tienen por lo general desmesuradas proporciones. También llevan collares de abalorios ó de monedas y aros de cobre en los brazos y las piernas. Su arma ordinaria es el talibón ó iuning, que es una hoja de dos cortes con punta roma y mango de búfalo, de la cual se sirven para todas las faenas ordinarias; pero los igorrotes que habitan más al interior ó que son de carácter beli- coso, usan constantemente la lanza ó pica, llamada ordinariamente ga- yang, sirviéndoles de arma arrojadiza, que manejan con gran precisión á cortas distancias. La aligua, que es otra de sus armas de combate, con- siste en una especie de hacha sumamente afilada y muy ancha, con uno de los ángulos posteriores prolongado en forma de pico agudo, en el cual clavan la cabeza que de un sólo golpe cercenan. Como arma defen- siva les sirve un escudo estrecho y prolongado llamado calata 6 calasag. (1) Descripción general del distrito de Lepanto, por D. Maximino Lillo, 1877. 8 58 En los combates los ataques se veriflcan siempre por emboscadas, si bien una vez empeñada la lucha sólo ceden al mayor número de los contra- rios. Los vencedores se ensañan cruelmente con las víctimas. A pesar de esto, prefieren la paz á la guerra, que sólo emprenden para satisfacer venganzas. Los igorrotes sometidos á las autoridades españolas son dóciles y su- misos, dedicándose á la caza y al cultivo del camote, gabe, ube y palay, que con la carne de carabao ó búfalo y de cerdo, constituyen su ali- mento. Tampoco repugnan la carne de perro y caballo, y antes por el contrario, la apetecen bastante aunque se halle en cierto grado de putre- facción. En las faenas agrícolas, el hombre labra la tierra y construye los cabitis ó paredes de piedra que sostienen las sementeras; la mujer desempeña los demás trabajos y aun sustituye al hombre en los de ser- vicio público. Los niños mayores acompañan á sus madres al campo, y entre tanto el marido cuece el arroz y las viandas y entretiene á los niños en lactancia dándoles con su propia boca morisqueta mascada. Las casas de los igorrotes inmediatas á los pueblos cristianos, son como las de éstos, de caña y cogon; pero siempre sucias y pequeñas. Las de los que viven en el interior de las montañas están hechas de madera de pino y tienen una forma piramidal, prolongándose la cubierta hasta cubrir la mitad de los pies derechos en que se apoyan, los cuales no son troncos enteros de árboles, sino tablones de un decímetro de grueso. Gomo no tienen ventana alguna, ni más abertura que una pequeña puerta á la cual se sube por una escalera de mano, y como los igorrotes usan para alumbrarse teas de pino que todo lo ennegrecen, presentan tales viviendas un aspecto muy desagradable, despidiendo un olor tan repugnante y característico que se percibe en todos los objetos de la pertenencia de aquéllos. La misma incuria reina en lo relativo al aseo personal, pues los igorrotes no se lavan, ni se mudan las pocas prendas de su uso hasta que se caen á pedazos. Gomo consecuencia de tanto abandono, la piel de estos infieles aparece constantemente cubierta de empeines y otras enfermedades cutáneas. En algunas rancherías de igorrotes se cultiva el tabaco, que llevan á las colecciones establecidas por el Gobierno, ó que expenden clan- destinamente á los indios cristianos, juntamente con la caza y otros productos de los montes. Existen también entre ellos algunas indus- m trias (1). Con las cortezas de hálete j pitican (sLbñcan telas y cuerdas; con la madera de madasang tambores y otros objetos; con la de diversas es pecios arbóreas, escudos, platos y cucharas; con cañas y bejucos los cestos de diversas formas, llamados cábayang, sacufit y rangaya, así como 5a- lacots ó sombreros; con barro, ollas y las pipas llamadas cuacos; con cobre, pipas, aros para las piernas y brazos y el instrumento musical llamado gansá, que tiene la forma de una cazuela y produce el sonido de unos platillos cascados, y con hierro, los cuchillos y las puntas de las lanzas. Funden además el oro que recogen de entre las arenas de los arroyos ó extraen de los minerales, sirviéndoles de artículo de comercio con los cristianos. El uso del huyo no es conocido entre los igorrotes, pero tanto los hombres como las mujeres fuman tabaco en pequeñas pipas, sirviéndoles para llevarlo el upit, especie de cajita semejante á una cartuchera de bejuco ó madera, que llevan pendiente de unos cordo- nes á modo de bandolera. Por lo que se refiere á sus ideas religiosas, se sabe que reconocen la existencia de un Ser Supremo y de ciertas divinidades secundarias, cuyo número y nombres varían en las diversas rancherías. Los anuos vienen á ser unos espíritus buenos ó malos, que á las órdenes de la divinidad suprema procuran al hombre el premio ó el castigo, y unas veces care- cen de forma material, mientras que otras consisten en toscas figuras de madera representando hombres en pié y más comunmente sentados, con los brazos apoyados sobre las rodillas y la cabeza entre ambas manos. No existe entre los igorrotes indicio alguno de verdadero culto. Sus ceremonias religiosas consisten en cañaos ó fiestas de familia, en las cuales no se admite personas extrañas, y que se celebran con objeto de impetrar el auxilio de los anitos ó para aplacar su cólera y conjurar una desgracia. Una enfermedad, la muerte de algunas reses, una defun- ción, la aparición de cierto pájaro, el cruzar una rata el camino cuando van de viaje, el deseo de realizar una venganza, el levantar una casa, la celebración de una boda y otros motivos análogos, bastan para orga- nizar un cañao, en el cual desempeñan un papel importante las aniteras, viejas repugnantes que, fingiéndose inspiradas por el anito, ejecutan ridiculas ceremonias y declaran lo que los espíritus les han comunicado. (1) Memoria descriptiTa y económica del distrito de Benguét, por D. Manuel Scheidnagel. 60 Sus prescripciones son ejecutadas con escrupulosa exactitud. El medio para captarse la benevolencia de los anitos suele consistir siempre en sacrificios de reses, gallinas ó pollos, ejecutándose debajo de un árbol existente en cada ranchería, que se considera como sagrado. Las anite- ras, después de repetidas y abundantes libaciones con hasi^ licor proce- dente de la caña dulce, prorumpen en exclamaciones extrañas y gestos ridículos, consumando en seguida el sacrificio, después del cual todos los concurrentes se entregan á la más abyecta embriaguez. Los cañaos destinados á celebrar los triunfos sobre las tribus enemigas, se llevan á cabo todavía entre los igorrotes que habitan fuera de los distritos mili- tares y lejos de la acción de las autoridades, en algún sitio público de la ranchería, en donde, después de depositar en el suelo las cabezas de sus contrarios y de consumir algunas reses y muchas tinajas de basi, bailan todos completamente ebrios alrededor de los sangrientos trofeos, con descompasados gritos, ridiculas gesticulaciones y contorsiones vio- lentas. Estas salvajes orgías se repiten por más ó menos tiempo, según la importancia de la victoria. Las fiestas que no tienen carácter reli- gioso y cuyo único fin es el esparcimiento del ánimo, reciben el nombre de regnaSj si en ellas toma parte toda la ranchería, y el de bumaquü si se reducen á una sola familia. En ellas son admitidas las personas extrañas, á quienes obsequian con esmero, y se ejecutan danzas y can- tos al compás del gansá, instrumento de cobre cuya forma hemos indi- cado anteriormente, del sulibao, tambor de madera que se toca con los dedos, j del pacongy caña partida en dos lengüetas, que golpeada con la mano produce un sonido particular. Los cantos son siempre monótonos y discordantes, convirtiéndose en verdaderos alaridos y salvaje gritería cuando los motiva alguna empresa guerrera. Las danzas se ejecutan colocándose en círculo con los brazos abiertos y saltando alternativa- mente sobre uno ú otro pié, de modo que siempre tienen uno en el aire, ó poniéndose enfrente unos de otros, hombres y mujeres, moviendo pre- cipitadamente los pies sin levantarlos del suelo, mientras el cuerpo per- manece derecho, y trasladándose por el citado movimiento de los pies de derecha á izquierda. Las mujeres llevan siempre un pañuelo cogido por ambas puntas, con el cual hacen ademan de ocultarse. Como el ejercicio indicado es muy fatigoso, los bailarines se renuevan por pare- jas con. mucha frecuencia. En las rancherías más salvajes los hombres 61 danzan de igual manera, imitando con sus lanzas y escudos un com- bate. Muchas son las supersticiones que entre los igorrotes existen. Todos ellos están en la persuasión de que cualquier desperfecto causado en el árbol que cada ranchería considera como sagrado, atraeria á ésta alguna calamidad, y que la tala del mismo producirla infaliblemente la destruc- ción del pueblo y la muerte de todos sus habitantes. Cuando oyen tronar hacen fiestas, porque dicen que su Dios pide cerdos. La presencia del arco iris es para ellos de buen agüero. Antes de emprender un viaje encien- den una hoguera, y si el humo corre en dirección opuesta á la que se proponían seguir, desisten de su intento* Lo mismo hacen cuando una vez emprendido el viaje cruza una rata el camino ó divisan cierto pájaro, y sobre todo cuando descubren alguna culebra. Si al construir una casa estornuda alguno de los presentes, abandonan inmediatamente la obra y la emprenden en otro sitio, pues de lo contrario aseguran que ha de morir alguno. En sus disidencias apelan á recursos semejantes á los juicios de Dios, tan comunes en la Edad Media. Si las partes contrarias no llegan á una avenencia y persisten en sus afirmaciones, toman un pequeño clavo de hierro y lo introducen unas cuantas líneas en la cabeza de los disi- dentes. Aquel á quien esta operación produce menos sangre es para ellos el que indudablemente lleva la razón, y á este fallo se somete el vencido sin resistencia alguna. Otras veces encienden una hoguera, toma cada uno de los litigantes un pollo de igual tamaño y arrojan al fuego las aves atadas. Cuando están muertas las sacan, las abren, examinan cuál tiene mayor la hiél, y el dueño de ella pierde la contienda. Por superstición también, consideran como sobrenatural que una mujer dé á luz dos me- llizos, y en tal caso creen necesario, para conjurar el mal agüero que dicho acontecimiento encierra', que el últimamente nacido salga inmedia- tamente de la casa, ya sea regalándolo á otra familia que quiera adop- tarlo, ya extrangulándolo ó enterrándolo vivo. Hoy dia las tribus más civilizadas se limitan á lo primero. En muchas rancherías de igorrotes hay casas especiales, en donde con la debida separación se albergan los jóvenes de ambos sexos. Son llevados allí por las noches los niños desde que tienen uso de razón, y quedan respectivamente al cuidado de un viejo 6» de una vieja que impi- den las salidas nocturnas y conservan el orden en el interior. En dichos 6S locales reina la más completa suciedad. Todos los dias, al amanecer; salen los jóvenes para sus casas y de allí para las labores del campo, es- tando siempre acompañadas las solteras de sus padres ó de alguna per- sona de edad. Los mozos pueden dirigirse á la mujer que más les plazca para tomarla por compañera. Para expresar á esta su intención se valen de señas y otras manifestaciones análogas, y conocida por los padres la inclinación de los novios, les permiten vivir juntos por algún tiempo. Si trascurrido cierto plazo la elegida dá señales de maternidad, la boda se celebra y la unión es indisoluble; pero si, por el contrario, pierden la esperanza de sucesión, quedan nuevamente desligados de todo compro- miso, pudiendo la mujer aceptar otros pretendientes, con los cuales se sigue el mismo sistema. Las prácticas de la boda consisten en una cere- monia religiosa en la cual interviene la agorera y los anitos, así como los parientes, y durante la cual la mujer tiene su pió debajo de el del hombre. Sigue después el festin en que toma parte toda la ranchería y en el cual se hace extraordinario consumo de basi ó de siniput, procedente del arroz fermentado, así como de carnes, terminando constantemente con la embriaguez de todos los concurrentes. En estos festines suelen gastar cuanto poseen, y las cabezas de las reses consumidas se cuelgan después en largas cuerdas á manera de trofeos en la parte exterior de las casas. Galvey, en una de sus expediciones militares verificadas por los años de 1829 á 1831, vio en la ranchería de Gapangar una casa en la cual habia 407 cabezas de búfalos ó vacas y más de 1 .000 de puerco (1). Las mujeres guardan ordinariamente la más estricta fidelidad al marido, el cual suele ser extremadamente celoso. El adulterio se castiga todavía entre las tribus más feroces con la muerte, pero entre las sometidas al dominio de las autoridades españolas, se aplican á los delincuentes azotes y otras penas semejantes. El contacto con ' los europeos ha introducido en varios puntos cierta relajación de costumbres, encontrándose en los pueblos en que esto sucede algunas igorrotas menos escrupulosas en cuestiones de castidad. . La organización social de todas las rancherías viene á ser uniforme. En todas ellas se tributa extraordinario respeto á los ancianos, los cuales, reunidos en consejo, dirimen las diferencias entre los individuos de la (1) Estado de las islas Filipinas en 18á2, por D. Sinibaldo de Mas, 1843. 63 misma ranchería y deciden la conducta que debe observarse con las tri- bus extrañas. No reconocenj sin embargo, jefe alguno que ejerza mando sobre una extensión considerable de terreno, ni tienen más leyes que ciertas costumbres, respetadas y obedecidas por común consentimiento. Los ricos ó magnates ejercen naturalmente cierta influencia; son -los dueños de las tierras, y tienen á manera de esclavos ó cailianes á los individuos más pobres, á quienes emplean principalmente en las faenas del campo. La autoridad de los padres sobre los hijos es ilimitada, dis- poniendo de ellos como les place. El robo y el asesinato se castigan con gran rigor, si por medio de dádivas no se llega á un arreglo entre el ofendido ó los parientes del difunto y los ofensores. Si la muerte ha sido causada por un individuo de otra ranchería, todos los que forman parte de la de la víctima se consideran en la obligación de tomar ven- ganza, y hacen, en su consecuencia, sus preparativos de guerra, si no obtienen la satisfacción exigida. Guando en sus luchas se ven sorpren- didos por los enemigos, prorumpen en horribles gritos, y si temen un ataque en su propia ranchería, abren hoyos que cubren con pequeñas y ligeras cañas tapándolas con hierbar, y llenan los senderos y avenidas de agudas puntas de caña ó palma brava ocultas entre la maleza. La defunción de un individuo que por su edad ó por su posición ha merecido el respeto de los demás, es motivo de ciertas ceremonias. La anitera practica sus farsas, hablando al oido del difunto y preguntándole las causas por que se ausenta de este mundo, abandonando á sus parien- tes y amigos que tanto le veneran. Igual pregunta le dirigen cuantos acuden á darle la mano y saludarle, y á fin de que no falte ninguno de los parientes, pasan aviso á las rancherías en que se encuentren, por dis- tantes que estén, á fin de que acudan á la visita que es de religiosa obli- gación. Entre tanto el cadáver permanece insepulto en la casa hasta tanto que pueda llegar á saludarle el iiltimo pariente, celebrándose al mismo tiempo por los concurrentes un cañao, en el cual se consumen los ganados y el arroz del difunto, con sendas tinajas de basi, que con- vierten la escena en una repugnante bacanal, acompañada de los fingidos lamentos de las plañideras. Asegúrase que en algunas rancherías existe todavía la costumbre de colocar los cadáveres sobre un cañizo, con fuego debajo, para desecarlos y convertirlos en momias. En las más civilizadas se va desterrando, no sólo esta costumbre, sino también la de dejar los 64 cadáveres insepultos por varios dias, pues en muchas suelen ya enterrar- los,, al dia siguiente de la defunción. Las inhumaciones se veriflcaUj unas veces debajo de las mismas casas jotras en cementerios, llamados ludduty ó en cavidades naturales de las rocas, poniendo los cadáveres en cajas pequeñas, vaciadas en el tronco de algún árbol de madera incorruptible, en donde aquellos tienen que estar encogidos como si estuviesen sentados También depositan en el féretro algunas viandas, que suponen ha de co- mer el difunto en su viaje á la eternidad. Los medicamentos de los igorrotes se reducen á ciertas plantas, cuyas virtudes son conocidas por los ancianos y experimentados. Otras veces se valen de amuletos y aniterías, haciendo abluciones y orando al cerdo ó poUo^ que después engullen los que asisten al enfermo. Guando la en- fermedad es grave y no cede al tratamiento empleado, se hace preciso un cañao, en el cual interviene la anitera para aplacar á los anitos y conseguir el alivio del paciente. La epidemia de viruelas es muy fre- cuente y produce muchas víctimas entre los igorrotes. En tales casos abandonan consternados á los enfermos y hasta se ausentan de las ran- cherías. Para la curación de las calenturas intermitentes usan la corteza de una planta llamada uplay. 7. — En inmediato contacto con los verdaderos igorrotes, y en la mis- ma vertiente O. de los Garaballos occidentales, encuóntranse los infieles denominados Buriks, que constituyen la mayor parte de las rancherías del distrito político-militar de Lepante, lindando al N. con los Busaos, al E. con las cumbres de la cordillera, al S. con los igorrotes y al O. con los pueblos cristianos de la provincia de llocos Sur. Los Buriks son más robustos y vigorosos que los igorrotes, y tienen la costumbre de pin- tarse el cuerpo figurando una cota de malla, así como culebras enrosca- das en los brazos y piernas. Algo más apacibles y humanitarios que sus vecinos, no difieren^ Sin embargo, de ellos en cuanto á sus costumbres y creencias religiosas. Sobresalen por su actividad ó inteligencia en el trabajo agrícola. Para el riego de sus sementeras utilizan las aguas de los arroyos, que conducen á los campos por medio de acequias muy bien hechas, obteniendo de este modo dos cosechas de arroz al año; pero en lo que más se distinguen de las demás tribus afines es en su inventiva para construir aparatos con que espantar los pájaros que acuden á co- mer el arroz de sus sementeras. Algunos de estos aparatos consisten en 65 una multitud de pértigas flexibles, clavadas á distancias próximamente iguales entre sí por toda la superficie del terreno, y enlazadas por el extre- mo superior por medio de una cuerda. De la punta de cada pértiga pen- den varios palillos de madera, que al moverse aquélla chocan contra un travesano. La cuerda que enlaza todas la pértigas se ata por su extremi- dad á una especie de balancin, que tiene por contrapeso una piedra grande pendiente de otra cuerda. Gomo el balancin está situado en el cauce de un arroyo y junto á un salto de agua, ésta empuja á la piedra, la cual vuelve por su propio peso á buscar su centro de gravedad, y siendo em- pujada nuevamente por la corriente, adquiere un movimiento de vaivén ó á manera de péndulo que, comunicándose á las pértigas por la cuerda unida al balancin, hace que aquéllas se muevan •todas á la vez de una manera acompasada, y que por tanto los palillos de ellas pendientes choquen á su vez, acompasadamente también, contra los travesanos, produciendo un constante golpeteo que ahuyenta los pájaros. Son tam- bién los Buriks diestros herreros y forjadores, fabricando excelentes hachas ó aliguas^ que encuentran sahda aun fuera de su país. La ran- chería de Bugiás es muy conocida por los cuchillos de su mismo nom- bre, por sus vasijas de cobre, y por las pipas de cobre y de arcilla, que se elaboran en ella con rara perfección. Igualmente trabajan los Buriks . el oro, que extraen de los filones de cuarzo ó lavando las arenas de al- gunos rios. Con él hacen cadenas y pequeños adornos, no siéndoles des- conocido el arte de mezclarle la plata que el comercio les proporciona. Antes de que sociedad alguna española emprendiese la explotación de las minas de cobre de Mancayan, los Buriks las beneficiaban ya por medios toscos, pero muy ingeniosos. 8.— Los BusAos Undantes al N. y O. con los Tinguianes, al E. con los Itetapaanes, y al S. con los Buriks, no se distinguen de estos últi- mos sino en que llevan en las orejas grandes aros de cobre, ó en su de- fecto unos pedazos de madera de bastante peso que les alargan la terni- lla inferior hasta cerca del hombro; en que su tatuaje se limita á los brazos, en los cuales se pintan flores, y en que cubren la cabeza con un casquete de madera ó de bejuco de forma cilindrica, abierto por todos lados y adornado á veces con plumas. Son de carácter dulce y apacible, y tan industriosos como los Buriks. En Benang 'fabrican buenas aliguas, y por lo común cuidan bien sus sementeras. Por la costumbre indicada 9 ■r'7'M 66 de usar grandes aros d§ cobre en las orejas, suponen algunos que estos salvajes deben proceder de una mezcla de indios con individuos de Va- nikoro, Tahití y otros archipiélagos del Océano PacíflcOj arrojados á las costas de Luzón por las tempestades. 9.— Al N. y O. del territorio ocupado por los Basaos viven los Tin- GUiANBS ó Itaueos, los cualcs se encuentran en inmediato contacto con los pueblos cristianos de la provincia de llocos Sur y se extienden por el interior hasta la cordillera del Tila, en el distrito político-militar de Lepante, ocupando además una gran parte de la provincia del Abra. Hay quien asegura que descienden de los chinos, en razón á su color bastante claro, á ciertos rasgos de su fisonomía y al traje que usan. Al- gunos de ellos tienen^la nariz alta y aguileña, ojos inteligentes y el án- gulo facial bastante recto. Distínguense además de los salvajes inmedia- tos por su carácter, virtudes, comercio ó industria, hasta el punto de que debe considerárseles tan civilizados como los indios cristianos. Los Tinguianes son pacíficos, sumisos y laboriosos. Los hombres llevan unos pantalones largos y una chupa cerrada por delante; algunos usan faja y un pañuelo atado á la cabeza á manera de turbante, con las puntas colgando por detrás. Las mujeres gastan una chaquetilla y un zagalejo á semejanza de las igorrotas, con la diferencia de que suele ser blanco. Otras veces usan, ricos vestidos con bandas bordadas de color blanco y encarnado, y van invariablemente adornadas con unos manguitos de abalorios de colores, que se extienden desde el puño hasta el codo. Tam- bién se adornan las piernas de una manera parecida. Dichos manguitos se los ponen cuando niñas y jamás se los quitan, de modo que al cabo de cierto tiempo les oprimen de tal manera los brazos que les producen heridas ó una hinchazón extraordinaria en las manos. La cabeza se la ciñen con una espétele de banda. Hombres y mujeres son limpios, y viven tranquilos en sus pueblos dedicados á la agricultura, en la cual sobre- salen, á la cria de ganados, pues poseen grandes piaras de búfalos, ca- ballos y bueyes, y á la industria, siendo hábiles en la fabricación de ob- jetos de barro y de varias telas. A los Tinguianes atribuyen algunos el brillo manufacturero de las provincias de llocos Sur y Norte. Con los indios cristianos mantienen un importante comercio de arroz, ganado, cera, oro y maderas, qrfe truecan por los demás artículos que necesitan. En sus creencias, costumbres y gobierno se asemejan á los igorrotes. 67 10.— Al E. de los Busaos, y ocupando el espacio comprendido entre los mismos y la cresta de la cordillera, hállanse los Itetapaanbs, que confinan por el S. con los Igorrotes y por el N. con los Guinaanes. Son de baja estatura, bien configurados, nariz gruesa y muy chata, ojos ne- gros y redondos, y de color más oscuro que sus vecinos. Su aspecto es repugnante y sucio, y llevan en la cabeza, como los Busaos, un cas- quete de madera que pintan de encarnado. También usan en tiempo de lluvias una especie de esclavina hecha de hojas de la palmera llamada anajao. No difieren en lo demás de las tribus inmediatas. ll._Gon el nombre de Guinaanes se distinguen los salvajes dé la comarca limitada al O. por los Tinguianes, al E. por las crestas del Ga- raballo, al S. por los Itetapaanes, y.al N. por los Apayaos. Por sus ins- tintos feroces hállanse constantemente en lucha con los Tinguianes, á quienes atacan con audacia talándoles sus plantaciones y sembrados. Sus caracteres físicos y morales son muy distintos de los de aquellos. 12.— Los Apavaos habitan las montañas situadas al N. del territorio ocupado por los Guinaanes, extendiéndose, por tanto, desde los últimos pueblos cristianos de la provincia de llocos Norte, hasta lo más alto de la gran cordillera y aun por la vertiente oriental de la misma en la provincia de Cagayán. Son pacíficos y laboriosos. Sus casas, mejor cons- truidas que las de las demás tribus independientes, son cuadradas, tienen el^piso de tablas de cedro, el techo de caña y se hallan colocadas sobre cuatro pies derechos muy altos. Las conservan muy aseadas y tienen el hogar ó fogón en una esquina de la habitación principal. Procuran te- nerlas amuebladas y se ven en ellas tibores ó cajas de China y otros ob- jetos que adquieren en su comercio con los Ilocanos. Este último consiste en cera, buen cacao y tabaco, el cual bajan de contrabando á la provin- cia de Gagayán por el valle de Abulug, ó por el Caraballo Norte á llocos y el Abra. 13.— Los Adangtas, Adanginos, Adanes ó Adamitas, se albergan en las fragosas montañas cuyo centro ocupa el monte Adang, junto á la extremidad Norte de la cordiUera de los Garaballos occidentales. Son su- misos y la mayor parte de ellos pagan el tributo de vasallaje. En su ca- rácter, costumbres y creencias se asemejan á los demás igorrotes. 14. —Recorriendo de S. á N, la misma cordillera por la falda orien- tal, ó sea por las vertientes que caen á las provincias de Nueva Viz- 68 caya, Isabela y Cagayán, encuéntrase otra serie de tribus muy distintas entre sí. * * La de los Ipügaos abraza un gran número de rancherías que se ex- tienden por la orilla izquierda del rio Magát, confinando con las misio- nes de Ituy y con los Silipanes ó Isinayas, reducidos ya, que están si- tuados respectivamente hacia el N. y el SO. de la provincia de Nueva Vizcaya. Los Ifugaos son de carácter sanguinario, y aunque tienen grandes siembras de arroz no renuncian al hábito de guerrear con sus vecinos., y sobre todo con los Gaddanes, que están al N. y ocupan el territorio de las misiones de Paniquí que les pertenecía. Gustan del feroz placer de asaltar á los pasajeros para robarlos y asesinarlos, y aun se dice que les cortan la cabeza, chupan la sangre y adornan sus casas con tan horribles trofeos. Suelen ponerse en las orejas un arete de bejuco por cada asesinato que cometen, y para consumar sus crímenes se em- boscan y permanecen ocultos acechando la ocasión propicia. Sus armas son la lanza, la ñecha y el arco, el cuchillo llamado bujías y la aligua. También manejan con gran destreza el lazo, con el cual enredan á la víctima y la derriban, sin darle tiempo para la defensa. Su carácter be- licoso llega al extremo de estar en continua lucha entre sí mismos, como sucede entre los Mayoyaos y Quianganes. Por sus caracteres físi- cos se asemejan á los japoneses, suponiendo algunos por tal motivo que son mestizos de dicha raza. 15.— Inmediatamente al N. de los anteriores se encuentran en la misma vertiente de los Caraballos occidentales los Gaddanes, que pre- sentan condiciones físicas y morales muy distintas. La región que ocu- pan se extiende desde las orillas del rio Magát hasta cerca del rio chico de Gagayán, confinando por el NO- con los Calañas. Se asemejan mu- cho á los Itetapaanes, que son sus vecinos por la parte O., en cuanto al color de su piel, que es más oscuro que en los demás salvajes, así como en los rasgos de su fisonomía. Son sucios y estúpidos, pero pacíficos y de fácil reducción. Sus costumbres y creencias son las mismas que las de los Itetapaanes. 16.— Los Galauas ó Galaouas habitan las alturas inmediatas al pue- blo de Malaneg y las cañadas del rio Ghico, en el partido de Itaves, pro- vincia de Gagayán, y se hallan comprendidos entre los Gaddanes al S., los pueblos cristianos al E., los Calingas al N. y los Guinaanes al O. 69 Aunque se asemejan mucho á los últimos por el traje, difieren comple- tamente de ellos por su índole y rasgos físicos. Siendo de carácter pací- fico, viven tranquilos en sus casas dedicados al cultivo del arroz y otras plantas, sobre todo al del tabaco, que benefician con esmero. El tabaco procedente de los Galanas se considera como el mejor de la provincia. Con él ejercen un activo contrabando por las provincias de llocos Sur é llocos Norte. 17.— A continuación de los Galanas, hállanse hacia el N. los Calin- gas, cuyas rancherías están situadas en la cordillera que corre de SO, á NE., entre el rio Grande y el Abulug ó Apayao. Los Aripas, que ha- bitan en las inmediaciones de Tabáng, difieren poco de ellos, siendo unos y otros pacíficos. Por el O. lindan con los Apayaos, que se extien- den hasta la opuesta vertiente de los Garaballos. 18.— Gon los nombres de Ibilaos, Ilonootes ó Italones se designan otras tantas tribus de salvajes crueles y sanguinarios, instaladas en las ásperas montañas del Garaballo Sur, que forman el límite N. de la pro- vincia de Nueva Écija, y las no menos escabrosas del Garaballo de Ba- lér, entre el pueblo de este último nombre y el de Gasiguran, en el dis- trito político-militar del Príncipe. Difiriendo muy poco entre sí, son aplicables á todas esas tribus las noticias que vamos á insertar acerca de los Ilongotes (i). Son éstos ordinariamente robustos, esbeltos, extre- madamente fuertes, más bien altos que bajos y con la vista muy fina, como suele acontecer entre los salvajes. El color de su piel es moreno cobrizo, como el de los indios cristianos, de quienes no se diferencian en los restantes caracteres físicos. Los Ilongotes llevan el pelo largo, como las mujeres. Las ilongotas tampoco difieren de las indias cristianas, si bien son de baja estatura y de aspecto sucio y desagradable. Los indi- viduos de ambos sexos padecen muchas enfermedades cutáneas, y su cuerpo está cubierto de empeines y asf uero^ás escamas. Considerados bajo el aspecto moral, son los Ilongotes los seres más degradados que puede concebirse. Desconociendo toda idea de amor á sus semejantes, ni abrigan seíitimiento alguno humanitario, ni cabe en su corazón mezquino y miserable acción alguna generosa. Cobardes en ex- tremo, sedientos de la sangre de sus enemigos, implacables con las (1) Debemos estas noticias al ex-comandante del distrito del Príncipe, D. Maximino Lillo. 70 indefensas víctimas y vengativos por tradición, á nadie conceden hospi- talidad y hasta se de&truyen mutuamente. Poseen, pues, las más per- versas inclinaciones, excepto la del robo, que por extrañeza jamás eje- cutan. En la vida doméstica presentan muchos puntos de contacto con los indios cristianos. Sus casas son de caña y ñipa, cogon ó anajao, el piso es de bejuco perfectamente unido y las paredes suelen estar revestidas de corteza de árbol. Apóyanse sobre troncos, y para evitarse el corte, acarreo y erección de los mismos, suelen utilizar cuatro árboles conve- nientemente situados, á los cuales despojan de las ramas que pueden es- torbar la construcción, y con ellos por base forman á bastante altura la casa, que es siempre de pequeñas proporciones. A pesar de esto, en cada una de ellas habita toda la familia, juntamente con asquerosos perros, sin el más ligero asomo de limpieza, de suerte que en tales viviendas se percibe siempre un olor repugnante, que se hace característico en los habitantes y en todos los objetos de su pertenencia. Los enseres domésticos se reducen á una vasija de cobre, una especie de sartén de hierro, una cuchara de corteza de coco, colocada al extre- mo de un mango de madera, un coco hueco para beber y un recipiente para el agua, que consiste en un trozo largo de bambú. Sobre el piso de la casa forman con tierra un fogón, en donde cuecen sus alimentos, sirviéndoles de olla para cocer el arroz ó el maíz un grueso canuto de bambú. Guando necesitan luz artificial la alimentan cod resina, y para encender fuego se valen de dos pedazos de caña que frotan fuertemente entre sí hasta que entran en combustión. Unas cestas de bejuco colga- das del techo y las paredes, algunos cuernos de venado y multitud de mandíbulas de jabalí, juntamente con alguna piel de venado que les sirve de cama, completan todo su ajuar. Su aumentación es sana, com^poniéndose de la caza que les propor- cionan los bosques y que comen asada, de peces que extraen de los rios y charcos, y de arroz, maíz, camote, gabe y otras plantas y raíces ali- menticias que cultivan en abundancia. Para la caza se sirven de la flecha, de los perros, por los cuales son muy apasionados aunque los tienen flacos y hambrientos, y de redes hechas con los filamentos procedentes de varias cortezas de árboles, que colocan en los parajes en que las reses suelen tener su salida. Con los perros ahuyentan las reses, las cuales van 71 á parar á la red, en la cual quedan sujetas hasta que reciben la muerte por los mismos perros ó por un golpe de lanza. Aun cuando son indo- lentes por lo general, cuidan sin embargo bastante bien sus sementeras, y sobre todo las de tabaco, el cual, á pesar de su inferior calidad por la mala semilla que emplean, no es del todo despreciable y constituye un buen artículo de comercio con los pueblos cristianos. Carecen de juegos, de escritura, y tienen escaso conocimiento de los sonidos musicales, tanto que no usan más instrumentos que una especie de pito y otro formado de un pedazo de caña bambú, al cual adaptan en sentido" longitudinal unas cuerdas, que sacudidas con el dedo producen un ruido sin sonoridad ni armonía. Al son de esos dos instrumentos, danzan y gritan sin el menor gusto y afinación. Temerosos del agua, asegúrase que no hay uno que sepa nadar, cir- cunstancia á que en muchos casos han debido su salvación los indios cristianos. No tienen industria alguna y toda su habilidad se reduce á fabricar sus casuchas y algunas cuerdas, á preparar sus armas y á utili- zar alguna corteza filamentosa, con la cual á falta de tela se cubren al- gunas partes del cuerpo. Creen, lo mismo que losigorrotes, en un Ser Supremo, creador de todo lo existente; pero ni tienen ritos ni forma alguna de culto. Todas sus ceremonias religiosas se reducen á sacrificar en obsequio á la divinidad algún cerdo ó gallina que engalanan á su manera y que consumen los presentes, después de ciertas danzas y gritos alusivos á su idea. En cam- bio tildan á los cristiaíios de idólatras porque, según ellos, adoran á mu- chos dioses que se fabrican de madera á su capricho. Entre ellos no existe la pohgamia. El que desea obtener una compa- ñera se conviene en primer lugar con la elegida, é inmediatamente se trata el asunto por las familias de ambos. Los padres de la novia ponen á esta un precio, que suele consistir en varios meses de servidumbre del pretendiente ó en un cierto número de reses ó gallinas, á lo cual suele añadir la interesada la petición de algunas cabezas de cristianos ó de enemigos de su familia. Cumplido el contrato más ó menos fielmente, pues no siempre es posible satisfacer el capricho de la novia, se señala el dia de la unión, siendo convocados á la ceremonia los deudos y amigos de ambas familias, los cuales se reúnen en la casa más capaz, matan ce- remoniosamente algún cerdo ó gallina, y chillan y danzan, según su 72 costumbre. Una vez dispuesto todo, los padres de los novios declaran ante los concurrentes que desde aquel momento queda legitimada la unión de los dos jóvenes, y en seguida se consumen las viandas, que- dando terminada la ceremonia. El que enviuda, ya sea de uno ú otro sexo, está facultado para tomar otra mujer ó marido. Parece que las mujeres guardan completa fidelidad á sus esposos, y que las solteras tie- nen en estima y procuran conservar su pureza. Cuando los casados tie- nen algún hijo, asisten á la madre mujeres prácticas, y al quinto dia se pone nombre al recien nacido. El nombre es elegido por las asistentes al parto, y el hombre, durante los cinco dias que trascurren desde el naci- miento del niño hasta la celebración de la ceremonia, se procura caza con que obsequiar á los concurrentes, que son los parientes más cerca- nos. Ante ellos declara si el recien nacido es varón ó hembra, y el nom- bre con que debe reconocérsele en adelante. Con esto y con varios cánti- cos y danzas termina la fiesta. Cuando hay un enfermo grave, después de aplicarle algunos medica- mentos hechos con plantas dotadas de determinadas virtudes, entonan á coro súplicas para que el paciente se cure, y si fallece, le lloran los pa- rientes por veinticuatro horas, consumiendo en tanto cuanto hallan á mano, por vía de lenitivo á su dolor. Después abren una fosa al pié de la casa y en ella sepultan el cadáver, cubierto con alguna ropa, si el difunto la tenía, lo cual no suele ser muy frecuente. Los hombres, que, como hemos dicho anteriormente, llevan el pelo largo como las mujeres, se forman un moño sujeto con un sucio pedazo de tela, á modo de tocado. Llevan también, pendientes del cuello y de la cintura multitud de alambres y otros adornos semejantes, como sartas de semillas, de frutas, cuentas de vidrio, etc.; poniéndose, asimismo, en los brazos, aros muy ceñidos de alambre dorado. No usan vestido alguno, á excepción de un trapo muy estrecho que colocan entre ambas piernas, sujetándolo por delante y por detrás á la cuerda ó alambres que llevan en la cintura. Algunos de los más pudientes suelen tener un pantalón, una chaqueta ó camisa y un salacot, adquiridos de los cristianos á costa de muchos miles de hojas de tabaco. Las mujeres gastan el zagalejo ó tapis al igual de las indias cristianas, pero las piernas y el cuerpo quedan com- pletamente al descubierto. Se adornan como los hombres, y como ellos manejan también las armas. Las hay que poseen alguna saya corta y 73 estrecha, y alguna camisa de india, pero son pocas; no porque no les agraden tales prendas, sino por los altos precios que por ellas les exigen los cristianos. Los niños y niñas van completamente desnudos, y llevan sus correspondientes armas, de las cuales no se separan ni un instante, desde el momento que tienen fuerza bastante para manejarlas. Los adul- tos conservan también sus armas constantemente, aun cuando no tengan que apartarse mucho de la casa, prueba indudable de la desconfianza mutua que entre ellos reina. Las mujeres ayudan á los hombres en las faenas del campo, en la caza y hasta en los combates. El espíritu belicoso de los ilongotes no se ejercita únicamente contra los cristianos^ sino también entre sí mismos. El más frivolo pretexto basta para que se suscite una querella entre una ranchería compuesta de quince ó veinte familias y otra de igual ó mayor número de individuos. De la querella se pasa á las amenazas y de éstas á la emboscada, pues jamás pelean frente á frente. El resultado de todo viene á ser la muerte * de uno ó más individuos, y como una vez cortada la cabeza á uno, la ranchería á que pertenece tiene forzosamente que tomar venganza, la querella se hace interminable, pasando de generación en generación, sin que se olviden jamás del número de cabezas que deben reivindicar. Esta guerra feroz concluye generalmente por aniquilar ambas rancherías, y los pocos individuos que sobreviven se agregan á otra tribu, sin renun- ciar por eso á la venganza en tanto quede algún descendiente de sus con- trarios. Las cuestiones particulares entre dos familias se ventilan de la misma manera, sin tomar parte los demás individuos de la ranchería. A pesar de lo expuesto, amigos y enemigos se asocian sin reparo alguno cuando s.e trata de combatir contra los indios cristianos ó contra los du- magas, sus vecinos. Las rancherías de los ilofagotes están situadas en el interior de los bosques y en la cumbre de cerros perfectamente escogidos para que les sirvan de atalaya, y á la vez de defensa natural por su difícil acceso. Abrazan, sin embargo, el terreno necesario para el cultivo. Los habi- tantes de las rancherías inmediatas á los pueblos cristianos son los que están en directas relaciones con los vecinos de éstos y que llevan á cabo los tratos comerciales con los mismos; pero los de las rancherías más apartadas jamás han tenido roce alguno con los indios civilizados, ni aun con muchos individuos de su propia raza. La tendencia á huir del 10 74 trato de los cristianos es innata en los ilongotes, y prescindirían de él en absoluto, si no les fuera de todo punto indispensable para adquirir el hierro para sus armas y otros artículos que no pueden procurarse en los bosques. Miden el tiempo de un modo especial. Los dias los dividen en cuar- tos, según la altura del sol sobre el horizonte; pero las noches no las subdividen. La duración de una luna constituye para ellos un mes, y á la suma de doce lunas le dan un nombre especial equivalente al de año. Gomo carecen de ideas perfectas acerca de la numeración, cuando dos individuos se citan para un dia determinado, toman un pedazo de be- juco, al cual hacen tantas fracturas como dias tienen que trascurrir hasta el señalado, y á medida que van pasando los dias, arrancan uno á uno los pedazos de bejuco, sabiendo de esta manera los dias que restan para acudir al punto convenido. Para designar un crecido número de objetos, cuentan los dedos de las manos y dan á la suma un nombre; agregan luego los de los pies y dan al total otro nombre, formándose de este modo la idea del millar, que les es necesaria para contar las hojas de tabaco en sus transacciones comerciales con los cristianos. Temen mucho á los españoles y su pavor es infinito cuando divisan un soldado. Las armas de fuego son las únicas que les intimidan, pues en el manejo de las blancas se consideran superiores. Tienen la idea de que la bala de un fusil produce los efectos del rayo y que puede alcan- zarles aunque estén ocultos tras de una roca. Sumisos en apariencia cuando se encuentran delante de un misionero ó de un español cual- quiera, hacen mil protestas de obediencia; pero éstas duran sólo el tiempo preciso para recibir algunas dádivas, pues en cuanto éstas terminan se acaba su humildad y van desfilando uno á uno sin volver á presentarse ni á acordarse de sus promesas. Noticiosos por sus espías de alguna ocasión propicia para cortar la cabeza á un cristiano, se convocan para un dia dado y señalan de ante-, mano el lugar en que deberán reunirse todos los que van á tomar parte en la empresa. Cuentan después el número de los convidados, que nunca debe bajar de ochenta á ciento, y el iniciador tiene el deber de explicar detalladamente todas las circunstancias por las cuales es de esperar un éxito satisfactorio. Indica el sitio en que deben emboscarse, el número de cristianos que van á pasar por él, las armas que llevarán, hace re- 75 saltar la seguridad del triunfo, y jura por último que si sus oálcr los sa- lieren fallidos matará al primero que se presente, aunque sea su propio padre, juramento que le exigen sus compañeros, pues no quieren verse burlados. Si esto último llega á suceder, el asunto suele terminar con la muerte del iniciador, por lo cual se comprende las precauciones con que procederán al urdir sus infernales proyectos. Una vez llegada la ocasión oportuna, toman todas las armas de que pueden disponer, tales como el campilán, la lanza, el arco, las flechas y el escudo. El campildn es un cuchillo en forma de machete, y de pié y medio de longitud próxima- mente, que adquieren siempre en sus tratos con los cristianos. Los ilon- gotes adelgazan la hoja á fuerza de desgastarla, la afilan con esmero, sustituyen el primitivo puño por otro formado con pedazos de cobre de vasijas viejas, lian á él, para afianzar mejor el arma, algunos trapos que atan con una cuerda fina á cuyo extremo hay un anzuelo para la pesca, y resguardan la hoja con una vaina de madera á la cual va unido una especie de cinturon que ciñen al cuerpo. La lanza tiene el asta de unos ' dos ó tres metros de longitud y de palma brava, terminando en una punta de hierro de tamaño y forma variable, pues unas veces tiene la figura oval prolongada y otras la de arpón sencillo ó doble. El arco es de palma brava, de unos dos metros de longitud, completamente liso, más grueso por el centro que por las extremidades, y la cuerda es un fuerte filamento de corteza de árbol. Las flechas tienen todas el asta de caña, de un dedo de grueso, llevando encajado en uno de sus extremos un palo corto, al cual está sujeta la punta de hierro, cuya forma y di- mensiones son variables. El extremo opuesto del asta lleva siempre dos medias plumas para dar dirección á la flecha y una pequeña incisión en que se aflanza la cuerda del arco en el acto del disparo. Usan los ilongo- tes dos clases de flechas, unafe para la caza y otras para el combate. El hierro de aetas últimas es de longitud muy variable, pues mientras las hay que miden un decímetro, son otras sumamente pequeñas. Su forma es de hoja sencilla ó formando arpón, y á veces colocan espinas en la base para hacer más dolorosa la herida. No tienen, sin embargo, la cos- tumbre de impregnarlas con sustancias venenosas. Las flechas de caza son semejantes á las anteriores, pero la punta es estrecha y arponada, con una prolongación en la parte inferior que s§ introduce en una con- cavidad del asta. A esta última se sujeta el arpón por medio de una la- 76 zada de cuerda muy delgada, que rodeando la espiga del arpón y el asta, hace que ambas partes permanezcan unidas y en una misma línea. La espiga del arpón sirve también para unirlo al asta por medio de un grueso cordel arrollado á ésta. Al penetrar la punta de la flecha en el cuerpo de la res, se escurre la lazada que sostiene el arpón deshaciéndose el arti- ficio con que está sujeto, y por su propio peso cae el asta al suelo, desar- rollando el cordel y quedando el arpón clavado en la res. Ésta en su huida, engancha en las malezas la caña de la flecha que va arrastrando y no puede proseguir en su carrera á causa^del dolor que le produce el arpón, siendo fácil entonces apoderarse de ella. El escudo es de madera muy porosa, liso y teñido de encarnado oscuro, de más de un metro de longitud y de unos tres decímetros de anchura, con un agarradero en el centro de su parte interna. Sírveles para cubrirse y defenderse de las flechas y golpes de los contrarios, en el caso rarísimo de una verdadera lucha. Con las armas indicadas, provistos de alimentos y ceñida la cabeza con una banda ó trapo que les sirve de distintivo para reconocerse entre sí, avanzan cautelosamente por la espesura délos bosques, hasta que lle- gan á la proximidad del punto designado para la emboscada Acechan desde lo alto de un árbol todos los alrededores, y cuando adquieren la convicción de que no han sido vistos, ni se oye el menor ruido, se divi- den en dos grupos, que se colocan á uno y otro lado de la senda por donde deben pasar los cristianos que esperan. Cada bando se divide en tres filas. Los individuos de la primera, ocultos entre el cogon, se sien- tan á tres ó cuatro pasos de la senda con el campilán y el escudo en la mano; los de la segunda se sitúan en igual forma un poco más atrás, preparados con la lanza, y por último, los de la tercera se colocan á la espalda de pió y con el arco y las flechas, jjor si fuese necesario su uso. En esta disposición permanecen largas horas sin hacer el menor ruido ó movimiento, después de borrada toda huella por la cual pueda descu- brirse su presencia. Aparecen, por fin, los caminantes, que siempre sue- len ser doce ó más, provistos de armas semejantes á las de los salvajes; pero que, sin sospechar la inminencia del peligro, marchan confiados y á la desfilada, por no permitir otra cosa la senda. El perspicaz oido de los ilongotes percibe pronto la proximidad de gentes, y toda la partida se prepara, en su consecuencia, para el ataque. Este tiene lugar en el 77 preciso momento en que el último de los caminantes llega al centro de la emboscada. Levántase entonces de súbito una salvaje gritería- Los cristianos, sorprendidos, apelan á la fuga, arrojando cuanto llevan en- cima j sin hacer uso de sus armas, no cesando en su precipitada car- rera hasta que se encuentran por lo menos á una legua de distancia. Allí se miran atónitos unos á otros, prorumpen en exclamaciones y lamen- tos, notan la falta de uno ó varios compañeros y prosiguen luego imper- turbables su camino hasta el primer pueblo, en donde dan parte del suceso, refiriendo comunmente alguna hazaña suya que jamás debe to- marse como artículo de fe. La fuga de los cristianos favorece mucho el intento de los ilongotes, pues como los que v&n delante son los primeros en huir, difícilmente pueden escapar los últimos sin recibir un golpe mortal. El desgraciado que se siente herido por un golpe de lanza, ases- tado por lo común en la espalda, cae al suelo inmediatamente, y enton- ces comienza la fiesta triunfal de los ilongotes y el cruel martirio de la víctima. Todos le rodean con grande algazara y descompuestas danzas, ' y le van clavando uno á uno sus lanzas en el cuerpo. Por último, cuando todavía conserva un resto de vida, uno de los agresores le corta la ca- beza, la arroja al aire y todos se precipitan á cogerla, reputándose como más bravo al que consigue apoderarse de ella. Unas veces la abandonan al lado del inanimado tronco y otras la llevan á la ranchería para pro- seguir en ella su horrible fiesta. Los indios cristianos aseguran que los ilongotes acostumbran comerse el corazón y el hígado de sus víctimas cuando los sangrientos despojos ds éstas están todavía palpitantes; pero dicha aseveración no ha sido comprobada todavía. Las «mismas prácticas que acabamos de referir, observan en sus lu- chas con cualquiera otro enemigo. De nadie se apiadan, y antes por el contrario, se ensangrientan fcon el vencido hasta el punto de no dejar el espacio de una pulgada entre las heridas,' de arrancar las carnes con los arpones de sus lanzas y de triturar los huesos á golpes de campilán. A pesar de esa ferocidad y de la confianza que pudieran tener en la im- penetrabilidad de los bosques, en cuanto oyen el estampido de una arma de fuego se dispersan precipitadamente sin hacer la menor resistencia. Cada casa ocupa una altura de difícil acceso, ya por las cortaduras de las rocas, ya por la espesura del bosque que la rodea, y sólo queda prac- ticable una vsenda tortuosa y áspera, que tapizan de erizadas púas y de '78 otros artificios semejantes ocultos entre la hierba, á fin de que los inva- sores reciban dolorosas heridas en los pies, que por de pronto les dejan fuera de combate, si no les producen más fatales consecuencias. Como están vigilantes noche y dia, es imposible sorprenderlos, y cuando fuerza enviada por las autoridades avanza para castigarlos por cualquier hecho criminal, huyen precipitadamente por sendas ocultas, se guare- cen en los bosques lindantes, y desde ahí observan á sus perseguidores y aun les hablan, sin que sea posible alcanzarlos. Aquéllos hacen algu- nos disparos sin resultado, ó al menos sin gue pueda jamás saberse si lo han tenido, y cuando persistiendo en el ataque encuentran, después de largas pesquisas, algún clal'o por donde poder andar y llegan por fin al bosque en que los ilongotes se ocultaron nuevamente, éstos han desapa- recido ya todos, no quedando más recurso que el de quemarles las casas, cuya pérdida les es poco sensible. Cada ranchería nombra de entre sus individuos más caracterizados un jefe que dirime las cuestiones que surjen, castigando á veces con el bejuco. Su autoridad, sin embargo, no siempre es acatada, y con mucha frecuencia se hace caso omiso de sus mandatos, acudiéndose para legi- timar los actos y resolver las diferencias al derecho del más fuerte. La paternal autoridad de los ancianos es la más respetada; pero éstos son los primeros que procuran conservar incólumes las costumbres tradicio- nales, manteniendo á la tribu en el estado más abyecto de barbarie. 19. — Si partiendo del Caraballo Sur y dejando á la espalda el Cara- baller de Balór y sus ilongotes se avanza hacia el NE. por la Gran Cordillera ó Sierra Madre, se tropieza igualmente con otras varias tribus salvajes pertenecientes á diversas castas. En la vertiente orient&l de di- cha cordillera, desde Balór al Cabo Engaño, habitan, como hemos dicho ya, los dumagas^ que se extienden hasta la'costa del Pacífico. Las cum- bres de la Sierra Madre y las vertientes occidentales de la misma, ó sea las del lado de las provincias de Nueva Vizcaya, Isabela y Gagayán, es- tán ocupadas por los Gatalanoanes y los Irayas. Estos últimos viven en las márgenes del Harón, en sociedad con los dumagas de los alrededores y aun á veces con cristianos remontados^ denominación que se aplica á los que se refugian en las montañas para burlar la persecución dejas autoridades. Sus casas tienen la techumbre plana y están construidas con bambúes partidos; dejan crecer libremente 79 la hierba alrededor y echan todas las inmundicias á través de las cañas que forman el piso de sus habitaciones. En su adorno de tatuaje adoptan únicamente sencillas combinaciones de líneas rectas ó curvas á semejanza de los negritos. Afables y hospitalarios, se prestan gustosos á servir á los forasteros, á quienes obsequian con esmero. Aparte de algunas parejas de dioses, acerca de cuyas relaciones y atributos nada ha podido averiguarse, los Irayas adoran particularmente las almas de sus antepasados que, con el nombre de anitos, colocan entre sus divinidades inferiereis. Estos son los genios tutelares de la casa, en un rincón de la cual hay siempre una vasija en que tiene su morada el anito, y que por tal motivo, es objeto de la veneración y respeto de todos los individuos de la familia. El suelo que está debajo de la casa sirve de sepultura y se halla consagrado á otros anitos, como lo indican dife- rentes signos. De igual privilegio disfrutan la entrada junto á la puerta, la meseta de la escalera, bajo techado, la choza donde trabajan los her- reros, y sobre todo, la plazoleta señalada con casitas en forma de alta- res que hay delante de cada casa. También hay anitos protectores de las cosechas en cuyo honor se celebran fiestas. Tienen sementeras bastante extensas, para cuyo cultivo se sirven del búfalo; pero que no rinden todo el producto debido por falta de esmero y asiduidad en las labores. Protegen, sin embargo, los arrozales y taba- cales de las inundaciones por medio de diques; persiguen en los rios á los peces grandes con armas agudas, y saben pescar con redes. Teniendo provistos sus graneros hacen frente á la escasez producida por las plagas de langosta y otros accidentes, y en todos los actos de su vida muestran una previsión y un dominio de la naturaleza superiores á la que se ob- serva entre los dumagas. 20.— Los Gatalanganes establecidos en el brazo oriental del rio de llagan difieren poco de los Irayas; pero en su fisonomía se descubren ras- gos que indican que por sus venas corre algo de sangre china. Confirma también esta suposición su índole especial; pues en tanto que los Irayas son atentos y obsequiosos, son los Gatalanganes poco hospitalarios. Me- nos indolentes que aquéllos^ tienen sus campos limpios de hierbas y pie- dras, y aun cuando carecen de animales de labor obtienen cosechas más abundantes que los Irayas. En trajes y adornos apenas se diferencian ambos pueblos, pero sí en sus dibujos de tatuaje, en los cuales los Gata- 80 langajies emplean caracteres de escritura que parecen chinos ó japone- ses. Tampoco hay diferencia esencial en sus creencias religiosas, si bien entre los Gatalanganes se tributa cierto culto á la divinidad suprema, á cuyo efecto tienen toscos templos y pequeños monumentos. 21. — La provincia de Camarines Sur es quizá la única de la parte meridional de Luzón en donde quedan todavía salvajes de raza malaya. Su refugio es el monte Isaróg, cuya cumbre alcanza á unos 1.950 me- tros sobre el nivel del mar. Los Igorrotes del Isaróg apenas se diferen- cian en sus caracteres físicos y en su traje de los indios sometidos. Sus casas, construidas con bambúes y hojas de palmera, tienen la misma forma que las de éstos, aunque son más pequeñas y miserables. Alrededor de las casas hay pequeñas sementeras de camote, maíz, gabe y caña dulce, y plantaciones de tabaco defendidas por cercados de caña. Estos productos agrícolas y los de la caza^ para la cual emplean los perros, constituyen su alimento y al propio tiempo la base de su co- mercio con los indios cristianos. Su tráfico con éstos comprende también la cera, resinas de pilí, apnik, dagiangan (una especie de copal) y algo de abacá. Las transacciones se efectúan mediante contratos entre el ne- gociante y los igorrotes, los cuales recogen los productos y los llevan al sitio designado, retirando en cambio el precio estipulado. Las armas de caza consisten en arcos, flechas y lanzas, en parte envenenadas y en -parte sin veneno. En las casas tienen ollas y otros enseres, y tanto las mujeres como los hombres usan el cuchillo ó guloc^ que les sirve así para las labores domésticas como para las faenas agrícolas. Viven por familias aisladas, y el padre es en cada una de ellas el jefe de la casa, sin que reconozca autoridad superior á la suya. La caza y trabajos duros competen al hombre; las mujeres sólo desempeñan un trabajo moderado y son bien tratadas. Tienen varios instrumentos rústicos para amenizar sus fiestas. Uno de ellos es una flauta de bambú; otro una especie de guitarra, y por último, el llamado baringbau^ formado por el tallo seca de una escitamínea, que no tiene cuerdas, y está tendido y encorvado por una enredadera corta. En medio de la curva se ata una cascara de coco, y se toca con una especie de arco, produciendo así sonidos agra- dables. En las empresas guarreras se pone al frente el de más valor perso- nal, siguiéndole los demás hasta donde pueden. Por lo común son pací- 81 fleos; pero los más perezosos no dejan de robar los frutos cultivados por los más laboriosos. Si el ladrón es habido se le castiga con fuertes azo- tes, sin temor de que tome venganza. Guando muere un individuo, los parientes más próximos procuran, en desagravio, dar la muerte á otro individuo extraño. Por cada hombre debe sacrificarse otro hombre, por cada mujer otra mujer y por cada niño otro niño Esta costumbre va desapareciendo, y sólo se observa ya en aquellos casos en que se trata de una mujer amada ó de un niño querido. Cuando un hombre mata á una mujer de otra familia, el pariente más próximo de la víctima pro- cura matar á otra mujer de la familia del asesino; pero no á éste. En una palabra: la venganza se ejercita implacablemente, y si ésta no puede recaer sobre el mismo matador por ser demasiado fuerte, se ejecuta en otro ser más débil de la misma famiUa. De esta manera se entiende el honor entre los igorrotes. La poligamia es permitida^ pero hasta los más fuertes y hábiles sue- len tener una sola mujer. El padre del novio trata con el de la mucha- cha, para convenir en el precio ó dote que aquél deberá aprontar. Ordi- nariamente consiste en diez guióos de 4 á 6 rs, fuertes cada uno y 10 á 12 pesos en dinero. Para reunir esta cantidad necesita á veces el novio un par de años. El precio recibido se reparte entre el padre de la novia y sus parientes más cercanos, de ftiodo que á veces no le queda casi nada al primero, el cual tiene la obligación de dar una gran comida regada con abundante tuba (vino de coco ó ñipa.) , La violación de una mujer se castiga con la muerte. Si ella se ha entregado voluntariamente, el padre exige el dinero de la dote, y si el interesado se niega, le cogen los parientes de la novia, le atan á un árbol y le azotan con bejucos. El divorcio es desconocido, y si se efectúa, la mujer ó su seductor tienen que devolver al rnarido el dinero satisfecho en la boda. Desde el momento en que el último lo acepta, pierde el derecho de retener á su -lado la mujer, pero sí cuando lo rehusa; caso que raras veces se presenta, puesto que por la misma cantidad puede adquirir otra mujer. Fuera de la caza y la agricultura, su industria se reduce á fabricar armas bastante groseras con el hierro que compran á los indios cristia- nos, así como también telas y tejidos toscamente hechos por las mujeres. Sus medicamentos consisten en plantas y raíces de especiales virtudes, 11 82^ y en cuanto á sus ideas religiosas, parece que creen en un Ser Supremo, habiendo adoptado algunos actos externos del catolicismo, que aplican á manera de fórmulas mágicas. Los igorrotes del Isaróg están ya reducidos á un número escaso. 22.— Hecha ya la descripción de las tribus salvajes de la isla de Luzón, pasemos ahora á ocuparnos de las que pueblan la de Mindanao. Al revés de lo que en aquélla sucede, la población cristiana se encuentra en esta última muy por bajo, en cuanto al número, de la representada por los infieles, y tiene principalmente su asiento en las costas y desem- bocaduras de los rios , pues los individuos de que se compone son, como los moros ó mahometanos, esencialmente ¡ufaos, que en malayo vale lo mismo que hombres flotantes (1), es decir, gentes cuyos hábitos consisten ordinariamente en la pesca y la navegación. La raza malaya mahometana ocupa hoy dia en Mindanao el espacio comprendido entre el istmo de Pujaga y el cabo de San Agustín en la ex- tremidad SE, de la isla, la costa del seno de Davao hasta Tagum, la isla de Samal, las playas del seno de Saranganí y toda la costa S. y SO. hasta la desembocadura del rio Painan ó Grande, las extensas cuencas de este rio y del Pulanguí, con los terrenos inmediatos á las lagunas de Buhayen, Liguasan y Buluan, toda la costa de la bahía Illana hasta Sibuguey, la bahía de Sindagan en la costa occidental de la isla, el seno de Misamís ó de Iligan con los terrenos del interior inmediatos á la la- guna de Manalao, y por último, algunos otros puntos de la costa N., desde Misamís á Surigao. Hay además en algunos sitios del interior tribus idó.- latras que han adoptado muchas costumbres de los moros. Conservan éstos los principales caracteres físicos de los habitantes de los archipiélagos malayos, de donde proceden. Su estatura es pequeña, su color pardo cobrizo, sus jniembros endebles y en algunos de ellos se descubren ciertos rasgos de la fisonomía árabe, indostánica ó mongola. Sus trajes son semejantes á los que usan los indígenas de Java, pero . siempre sucios y andrajosos. Los hombres llevan un pañuelo ceñido á la cabeza á manera de turbante y con una punta colgando á un lado, una especie de chaquetilla blanca ó de varios colores, que apenas alcanza á la (1) Conferencias pronunciadas en 8 de Junio y 7 de Julio de 1876 ante la Sociedad Geográfica de Madrid por el Excmo. Sr. D. Claudio Montero. cintura, y la falda ó patadion propio de los pueblos indios y malayos, que sólo les cubre las piernas hasta las rodillas. Muchos gastan fajas y los más acomodados babuchas. Las mujeres van vestidas con una especié de bata, sujeta por debajo del pecho. En cuanto á su carácter, son los moros desconfiados, falsos, altivos y holgazanes. Sus casas están construidas con caña y ñipa, y no tienen más adorno que algunas cajas ordinarias de madera y de hechura china, claveteadas de hierro con estaño, vacías y puestas unas sobre otras formando pared. Las armas consisten en el campüdn, sable largo de hoja ancha muy afilada y de puño parecido al yatagán indio, con penacho de pelo; el cm, machete corto, de hoja más estrecha, recta ó flameada, con puño de marfil ó hueso y madera (gene- ralmente Camuning; Connarüs santaloides D. G.); el puñal^ también recto ó flameado; el guloc, más corto que el cris y de hoja ancha, recta siempre y con empuñadura larga y estrecha, que es eL más usual y les sirve también paralas faenas del campo; la lanza con asta de madera ó bambú y una larga y ancha punta flameada ó recta, y por último, las flechas, que suelen envenenar. Las armas de fuego son escasas entre los moros de Mindanao. Aprecian mucho las lantaoas, especie de culebrinas con que guarnecen sus cottas ó fortalezas. Las tribus inmediatas á la la- guna de Manalao usan corazas y capacetes, siendo aquéllas de búfalo y bronce ó cobre, y muy pesadas. El arma defensiva más común es el es- cudo ó la rodela, que les sirve también de sombrero (1). Existe entre los mahometanos cierta organización social, basada en un Gobierno despótico. Hay Sultanes que ejercen la autoridad suprema sobre extensos territorios, aun cuando aquella no es siempre acatada por los Dattps, especie de señores feudales que constituyen la aristocracia. El cargo de Sultán es hereditario en una familia, pero no recae precisamente en el primogénito. Los Dattos constituyen una especie de consejo, del cual no puede prescindir el Sultán cuando se trata de asuntos de interés ge- neral, y tienen bajo su inmediata dependencia un número más ó menos considerable de subditos que están á la merced y arbitrio de sus señores^ y que se dividen en sácopes y esclavos. Los primeros están obligados, en cambio de la protección que del Datto reciben, á defender hasta la muerte (1) Apuntes sobre la isla de Mmá&xi^o.^ Apéndice B de la IVlemoria sobre el ramo de Montes en las Islas Filipinas, por D, Sebastian Vidal y Soler, 1874. 84 á éste y á su familia, y á cederle sus bienes y aun sus mujeres é hijas. Para sustraerse á las vejaciones de su señor, no tienen más recurso que el de abandonarle y acogerse al amparo de otro. Los esclavos son los pri- sioneros hechos en las guerras y piraterías; están excluidos de la sociedad mahometana, no pueden abandonar á su dueño y constituyen la princi- pal riqueza del mismo, pues le sirven así para el combate como para las labores de la tierra, soportando las más duras fatigas y privaciones. La adhesión de los esclavos es ilimitada, pues únicamente de esa niodo es como obtienen alguna consideración. Su valentía y arrojo les permite á veces elevarse á la clase de Dattos; por eso aman tanto la guerra y la pi- ratería. La poligamia está admitida entre los moros, pero sólo la ejercen los que tienen recursos bastantes para el mantenimiento de sus mujeres. No se muestran tan celosos de estas como los verdaderos musulmanes, ni las tienen encerradas en impenetrables serrallos. Tampoco son muy escrupulosos en sus prácticas religiosas, si bien suele haber en cada ran- chería un pandita, con turbante y traje blanco, que ordinariamente ha hecho la peregrinación á la Meca y que así sirve para explicar el Coran como para dar consejos en asuntos graves y empuñar el campilán en las campañas. A las anteriores noticias sobre los moros de Mindanao, que habitan la bahía Illana y las orillas del rio Grande ó Painan, añadiremos las que se refieren á los que ocupan la parte oriental de la isla, trascribiendo al efecto lo consignado por un misionero (1): «Son los moros de este país de un carácter sumamente solapado, hipócritas, traidores, estafadores, suspicaces, cobardes, nada serviciales y pedigüeños hasta la última expresión. Muy obsequiosos de palabra, pero nada cumplidos en la obra, desobedientes y holgazanes, son, por lo tanto, una gran remora "de la reducción en este país. Se muestran tan obstinados á la gracia de. Dios y tan aferrados á sus creencias, que es casi moralmente imposible su conversión al cristianismo. Los hom- bres visten camisa partida, calzones anchos, pañuelo blanco ó colorado en la cabeza, van descalzos como los indios, llevan cris á la cintura, su lanza en la mano y su tabaquera en las espaldas. Las mujeres visten de (1) Cartas de los PP. de la Compañía de Jesús de la Misión de Filipinas, 1879. 85 blanco. Los Dattos añaden al vestido de los hombres, los botones en la camisa y el pañuelo, que no sueltan de la mano. Los que saben leer se llaman panditas^ y el maestro de los panditas se denomina Gurú. Los panditas vienen á ser como los fiscales entre ellos, Al sacerdote le lla- man Sarip; cuando rezan los panditas visten* una camisa muy larga. El canduU sirve de rosario entre ellos. Durante el sambayang^ tiempo en que celebran su pascua, deben permanecer todos en ayuno riguroso por espacio de siete dias, sin comer más que una sola vez á la media noche, hora en que sorprenden dormido á su Dios. Concluidos los siete dias, se purifican tomando un baño general, después del cual celebran el con- vite de la pascua, comiendo el poniam y sindo (clases de sopa) hervidas con aceite de coco. Dicho sambayang lo celebran en su propio langa ^ que es la mezquita ó camarin donde ejecutan sus actos religiosos. Cuen- tan el tiempo, no como los Mandayas, por lunas, sino como los cristia- nos, por dias de la semana; así es que al lunes le llaman sapto^ al mar- tes ahat y así sucesivamente hasta el domingo, isnín^ sarasa^ arobaja^ cammis y diammat. Bautizan á sus hijos con agua rezando conforme su rito, y después de bautizado el niño celebran su convite. Tienen también sus novenas, en cuya función, que dura nueve dias, después de haber to- cado el águng y reunida ya la gente, el pandita corta la cabeza á un pollo, rogando á Dios los libre de calamidades y enfermedades, rezando al tiempo de consumar el sacrificio estas palabras: «hismil-la'herrac-man'-'herra- hím.» Cortada ya la cabeza y colocada sobre el altarcillo debajo de un tizón encendido, adoran á su Dios. Les está terminantemente prohibido, no digo ya el comer, sino hasta oler la carne de cerdo; desde el mo- mento en que la huelen, creen que van á morir, por cuya razón, cuando se ven obligados á cocer su camote ó morisqueta en olla, la purifican primero, no sea que haya entrado en ella manteca ó carne de cerdo, murmurando durante la purificación las siguientes palabras: < Al-la orno saling moham mad.» Les está asimismo vedada la carne de tor- tuga, más no los huevos, que los consideran como frutos de las playas. El casamiento entre los moros se verifica, del mismo modo que entre los Mandayas, en todas las mujeres que tomen, pues rige entre ellos también la poligamia. Tienen cementerios en donde entierran sus muer- tos, y sobre la sepultura, después de la inhumación del cadáver, colocan un tizón de fuego sobre la cabeza cortada de un gallo. Pagan tributos ó 86 pagdattos á ms Dattos respectivos, los cuaies lo exigen también, á veces, de los mismos mandayas, y consiste en la entrega de un jabol^ un boloc y veinte gantas de palay por cada casado. El Datto es entre los moros quien arregla los pleitos de sus sácopes exigiéndoles por su servicio real por peso. Guando las diferencias median entre Dattos de distintas juris- dicciones, esas se componen entre los embajadores ó Tumangun de los dos Dattos. Guando no se avienen las partes y el negocio lo vale, apelan á la guerra. La usura rige de una manera inconcebible entre ellos. Sus costumbres en el arreglo de los pleitos son, poco más ó menos, como los de los mandayas. Lo mismo decimos acerca de su creencia en el canto del Limoco. Su comercio consiste en cera, balate, carey , almáciga, peta- tes y biao. Admiten la moneda, pero está muy en boga la permutación. La escritura, parecida al árabe, es exclusiva de su ritual. Se circunci- dan entre ellos hombres y mujeres, y aun los esclavos y demás de otra ranchería, sean quienes fueren, que hagan vida común con ellos. Las autoridades se componen del Tuan, ó gobernadorcillo, y su mujer Dayan- dayan; del Guano ó teniente; Ladiamuda ó juez primero; Nacuda 6 juez segundo; Timuay ó juez tercero, Sangaliaó alguacil; Baguadato ó prin- cipal ó cabeza y Marad-diadinda ó primogénito de cabeza.» 23.— La población idólatra de Mindanao se compone de varias cas- tas, de las cuales son las más importantes las de los Manobos, Manda- yas, Minguanoas, GuiANGAS, Baoobos, Taoaoaolos, Sanouilbs, Bilanes, TiRURAYES y Súbanos. Los Manobos habitan la larga y anchurosa cuenca del rio Agusan, desde el punto en que recibe el afluente denominado Naán hasta la des- embocadura. Gobardes en extremo y al propio tiempo vengativos; suje- tos á arrebatos coléricos parecidos al amok de los indígenas de Java y Malaca, viven aislados en los bosques sin formar pueblos ni rancherías, diferenciándose en esto de los infieles del N. de Luzón, á quienes, por otra parte, se asemejan bastante por sus caracteres físicos. Gada nota- ble reúne en torno suyo los pocos hombres que dependen de él. Levanta unas cuantas chozas junto al cainin ó sementera que forma talando un pedazo de bosque, y allí permanece con sus mujeres, hijos y esclavos, tres ó cuatro años á lo sumo, trasladándose después á otro sitio, en donde procede de igual manera. El número de mujeres varía con las fa- cultades pecuniarias del señor, y una de ellas es la esposa legítima y 9 ' • 87 manda sobre las demás. Estas últimas, los hijos, los cuñados, cuando no han fundado familia propia, y los esclavos, tienen el deber de ejecutar las labores agrícolas y de proporc ionar el sustento diario. Las cosechas consisten en arroz, que obtienen en cantidad bastante, no sólo para su propio consumo, sino también para comerciar con los pueblos cristianos, tabaco, maíz, plátanos, caña dulce y camote. La escasa densidad de la población y la extraordinaria fertilidad del suelo permiten á los mano- bos practicar un sistema nómada de cultÍYO, mediante el cual conservan vivas sus tendencias al aislamiento. Por lo que se refiere á sus creencias religiosas, se sabe que, además de tributar homenaje á los espíritus de sus antepasados, ó sea á los ani- tos, reconocen, á semejanza de los mandayas, sus vecinos, la existencia de un Ser Supremo, denominado Manaug, así como la de otras divini- dades inferiores. Para ellos el trueno es como la palabra del rayo, que veneran bajo la figura de un monstruoso animal. El caimán es igual- mente para ellos un animal sagrado, emblema de las enfermedades y desgracias; pero después del Diuata ó anito de la cosecha, el Dios que más veneran es el Taghusan, que les protege en sus empresas belicosas. Estas tienen siempre lugar después de terminadas las faenas de la reco- lección. Entonces los caudillos 6 haganis vexmen é. sus sacones y mar- chan todos en busca de sus enemigos. Si logran sorprenderlos, asesinan sin compasión á los hombres y se llevan como esclavos á los niños y mujeres. La victoria se celebra después con festines y repugnantes esce- nas de canibalismo. 24.~A1 S. de los manobos encuóntranse los Mandayas, en cuya fiso- nomía se descubren algunos rasgos de la raza china. El área que ocupan se extiende desde la parte alta de la cuenca del Agusan y la divisoria entre la misma y la del rio Hijo, que desagua en el seno de Davao, hasta este mismo seno por el S., las lagunas de Liguasan y Buluan por O., y toda la costa oriental de la isla hasta más arriba de Bislíg. Para dar á conocer el carácter y costumbres de estos infieles, trascribimos á conti- nuación las noticias recogidas por el propio misionero á quien es debida la descripción que hemos copiado anteriormente acerca de los moros de la misma región de la isla. «Los mandayas son una raza noble, pacífica, obsequiosa, dócil, sumisa y sufrida; muchos tienen la barba poblada, cu- yos pelos se arrancan con pinzas ó con los dedos; tienen la nariz larga 88 • y aun aguileña. Su color moreno, y algunas veces blanco y hasta rubio. Déianse crecer el cabello como las mujeres. Su entendimiento es claro y despejado por lo general en los niños, por cuya razón son susceptibles, á mi modo de ver, de cualquier clase de educación. Son hospitalarios y amigos del trato social. Se gobiernan por gobernadorcillos, principales, tenientes, jueces y alguaciles. El que más se ha distinguido en la ran- chería por su influencia, suele ser el Harí-harí {veyeznelo) ó el Tigu-- lang (anciano); á él obedecen todos y van á consultarle, inclusos el Go- bernadorcillo y principales; él es quien declara la guerra á los demás; en su ranchería él es quien pide satisfacción de los ultrajes, y él, por fln, es quien falla en última apelación, después de oido el parecer de los principales, los pleitos de sus subordinados. Cada principal suele ser . señor de un determinado número de sdcopes de su ranchería. Por lo ge- neral, aspiran los parientes á vivir siempre reunidos, y he aquí la razón por la cual conservan tan arraigadas sus tradiciones. Tienen su código legal y penal tradicional, del cual no les es lícito separarse; lo mismo digo respecto de sus creencias y ritos religiosos. Y empezando por estos últimos, su apego á ellos es tal, que creen van á morir si los abandonan y se hacen cristianos. Reina entre ellos la idolatría, la poligamia y la esclavitud. Sa diuata 6 manaug consiste en un pedazo de madera de hayog^ exclusiva para este uso, pintado con la savia de la narra, al cual pretenden dar figura humana hasta el pecho. En vez de ojos le colocan la encarnada fruta del magabujay. Los brazos están eliminados del cuerpo por elegancia. E\ manaug varón se distingue del manaug hem- bra por la supresión de la peineta. A sostener su culto se dedican con esmero, movidas del interés que de alio reportan, las bailanes ó sa- cerdotisas. Las funciones religiosas se dividen en sacrificios y en fun- ciones puramente ceremoniales. Los sacrificios pueden ser humanos ó de simples animales. Los sacrificios humanos existen solamente en- tre los hagóbos^ que no pertenecen á nuestra misión, y los baganis; estos últimos acostumbran, cuando quieren ensañarse en alguna víc- tima, especialmente si es cristiana, abrir un hoyo, meter dentro al que han de sacrificar, de modo que quede enterrado solamente hasta la cintura, y después de haber bailado á su alrededor, todos los de la ranchería , hasta et último niño , van á clavar en su cuerpo la lanza ó el balarao; algunas veces, durante el banquete, suelen presen- 89 tarse como plato escogido las entrañas crudas del hombre sacrificado. Tan repugnantes escenas no se presencian sino entre aquellos fora- gidos, y lo más ordinario son los sacrificios de animales; pero antes de describirlos haremos notar que los mandayas creen en dos principios bue- nos, que son: Mansilatan y Badla^ padre ó hijo, y en dos principios malos, Pundangnon y Malimbong^ marido y mujer; el Busao entre ellos no es más que una virtud que se desprende de Mansilatan, y se participa á los haganís para comunicarles valor: cuando uno sufre dolor de cabeza cree se le mitigará si invoca á Mansilatan y á Badla; lo mismo sucede cuando pretenden alejar las otras enfermedades, en especial la epilepsia y la parálisis; entonces obsequian las baüanes á los principios buenos hiriendo á los ídolos de los principios malos mientras cantan, bailando y estre- meciéndose á la vez, los siguientes versos: Mi minsad si Mansilatan^ ba- jará del cielo Mansilatan; Opud si Badla ñga magadayao m.angdunia^ luego Badla arreglará la tierra. El primer sacrificio y el más solemne para ellos es el Bililic. Para celebrarlo se reúnen diez ó doce bailanes 6 más, según el esplendor que se pretende dar á la fiesta, y habiéndose levantado de antemano el altarcillo del diuata enfrente de la casa del que paga el gasto de la función, sale el dueño de ella con un gran cerdo y se lo presenta á las bailanes delante de un numeroso concurso de ciento ó doscientos invitados á la función; colocado el cerdo en el altar^ lo rodean al instante las bailanes vestidas de gran etiqueta; luego dos mandayas tocan con el guimbao (tamboril) las piezas consagradas á los diuatas, cuyo compás van siguiendo las bailanes con los pies y bailando alrededor del cerdo y del altar, cantando entonces el Mi minsad^ etc., tiemblan, es- tremeciéndose de pies á cabeza, é inclinándose de un lado á otro van describiendo con sus evoluciojues varios semicírculos; levantan su mano derecha al sol ó á la luna, según sea de dia ó de noche, rogando á la in- tención del que ha liecho celebrar aquel Bililic; inmediatamente la bailan principal, separándose de las demás, hiere con su balarao (especie de pu- ñalito) al cerdo colocado sobre el altar, y es la primera que participa del sacrificio aplicando su boca á la herida, chupa y bebe la sangre del ani- mal vivo aún, y en pos de ella siguen las demás haciendo lo mismo. Si dicha operación llega á provocar náuseas á alguna de ellas, ya es mala bailan. Luego vuelven á su lugar, repiten el baile, tiemblan y eructan, se sientan luego, hablan con Mansilatan, que dicen les ha bajado del cielo 12 90 para inspirarles lo que luego inmediatamente profetizan, y suele ser el anu-ncio de una buena cosecha, ó de la curación de alguna enfermedad, ó de algún triunfo sobre los enemigos. Así concluye el Bililic; se limpia el cerdo, se ofrece parte al ídolo y se corona la función con una borra- chera. Otro sacrificio es el Talihung. Para celebrarlo levantan cuatro altares en forma de rectángulo, y cada esquina del altar es adornada con flores. En medio de estos cuatro altares colocan una caña gruesa de tres brazas de largo con sus hojas. Se inaugura la función al" son del guimbao 6 tamboril, salen tres ó cuatro hailanes bien vestidas y organi- zan un baile alrededor de dichos altares. Al cabo de cuatro ó cinco vuel- tas se sientan á la vez, tiemblan, eructan prolongadamente, sigue luego un silencio sepulcral, en cuyo tiempo fingen el descenso de Mansilatan y su conversación con ellas, infundiéndolas el espíritu profético, le adoran luego y le ofrece cada cual un pollo asado y partido juntamente con al- gunos camarones, los cuales mezclan con huyo hecho de tabaco, cal, fruta y hoja de la bonga; después de cuya ofrenda repiten su baile,, sién- tanse, tiemblan, eructan, escuchan á su Dios, anuncian la buena cosecha, la curación de la enfermedad, el buen viaje, y luego sigue la acción de gracias con el festín y la borrachera de costumbre. El Pagcayag lo cele- bran de esta manera: cogen lo que ellos llaman bobo (instrumento de pescar), lo cubren con hojas de árboles, y dentro de él meten siete buyQS ya preparados, un vaso de tuba y siete cangrejos; colocado en medio de la casa lo dejan así por el espacio de tres días y tres noches. En la ma- drugada del cuarto día, al despertar, principian todos con grande alga- zara y gritería á destrozarlo con los sundanes, echando los restos á pun- tapiés fuera de casa. Con esto piensan impedir los males que les amagan, en especial la enfermedad de la epilepsia.^ Para celebrar el Cayag se reúne la gente con gran gritería á eso de las diez de la mañana, plan- tan una caña gruesa y verde, y cuelgan de ella un grueso racimo de bonga. Inmediatamente aparecen tres hailanes con su pollo cada una, llevando la principal el balarao en la mano, cantan, bailan, etc.; ofre- cen luego los tres pollos al sol con puñados de arroz, que esparcen al aire, y la que trae el balarao se arrima á la caña y destroza con dicha arma la fruta tierna de la bonga, mientras tanto las otras retuercen el pescuezo de los pollos, chupan su sangre, los pelan, y después de asados ofrecen una partecilla á su Dios y lo restante se lo comen, bebiendo 91 tuba hasta la embriaguez. Creen además y ejercitan por medio de sus hailanes la palmomancía y la palomancía: en la primera miden sus armas blancas, cuales son el sundan, balarao y lanza; si al medir sobra del palmo, es buena señal; pero si falta, es mal agüero: en la segunda miden por un número determinado de oscilaciones; si sobran, buena se- ñal; si faltan, mal éxito se aguarda. Creen además en la dirección del humo que despiden las entrañas de las víctimas cuando no hace viento, y en el Pagtalí, que consiste en un palo del cual pende un hilo, en cuya extremidad atan un pequeño tizón de fuego; y según el movimiento que tome, perpendicular ó paralelo al sujeto que lo ha hecho girar en forma de círculo, la empresa ha de ser favorable ó desgraciada. En cuanto á los agüeros del Limoco, especie de paloma silvestre, estas son sus creen- cias: 1.^, si el Limoco canta enfrente del sujeto por el lado izquierdo, alcanzará éste lo que pretende; 2.% si canta por el lado derecho, debe prepararse muy bien para que pueda defenderse de sus enemigos; S."", si por el lado derecho de la espalda, enfermará pronto; 4.% si por la parte anterior del pecho, retroceda al instante porque es inminente el peligro; 5.^ si canta cuando se halla el sujeto al umbral de la puerta de alguna casa, va á morderle algún animal dañino; 6.'', si estando debajo del tejado canta el Limoco, huya, pues el peligro es inmediato; 7."^, si canta estando el sujeto entre dos árboles, los enemigos le preparan una em- boscada. Cuando por el camino encuentran algún animal muerto, retro- ceden inmediatamente para evitar la muerte. Y en todos estos casos de mal agüero del Limoco vuelven al lugar de su salida para estampar la planta del pié derecho sobre la ceniza, á fin de que en ella queden sepul- tados para siempre los males que les amenazan. Cuando sobreviene algún eclipse de sol ó luna creen que una tarántula ó culebra lo va á comer; y para impedirlo, á fin de que no se perpetúe la oscuridad, hieren los árboles con cañas, ó bien con gran gritería, hombres, mujeres y ni- ños, cogen y disparan flechas al animal, y animan al sol ó á la luna con estas palabras: Pagcabaton cay ompo; abuelo, déjate ver Cuando hay temblor creen que junto al tronco de la tierra se ha reclinado un gran- cerdo que llaman Bayhulan, el cual con su movimiento hace estremecer la tierra. Entonces se. agacha todo el mundo al suelo, y con repetidos huus pretenden apaciguar al Baybulan y reducirle á la quietud. Otros creen que hay un caimán escondido en el centro de la tierra y que al 92 desperezarse la sacude; En las rancherías más supersticiosas, frente de cada casa se halla un altar con su ídolo lleno de ofrendas. En los rios construyen sus barquichuelos con sus remos y comida respectiva para el ídolo. Entierran sus muertos dentro del bosque en los agujeros de las pe- ñas, y algunas veces construyen sus camarines donde depositan el cadá- ver. Junto al cadáver entierran sus armas y escudo con una olla de mo- risqueta para que tenga con que defenderse y de qué comer durante el viaje. Los mandayas construyen nueva casa cuando ha muerto alguno en la antigua. Y si hay epidemia abandonan la ranchería y van á si- tuarse en otro lugar. Dentro de sus casas, y á una altura proporcionada, colocan á su ídolo bajo dosel colorado, rodeado con fruta de la bonga y pendiente de su cuello una boisita llena de arroz; todos los dias al ano- checer mientras se prepara la cena suele tocarse al diuata^ y una hai-- lan bien vestida, acompañada de sus discípulas, salen para dar comienzo á la Lovena, que consiste en dar tres ó cuatro vueltas alrededor de la sala, cantando en el entre tanto sus oraciones: «situados entre el bien y el mal, rogamos al libertador que baje del cielo en este gran dia para nuestro bien; bailen las Bailanas, bailen alrededor.» Luego se sientan, se estremecen y eructan prolongadamente, repitiendo la misma función hasta que la cena esté ya del todo preparada. Estas Lovenas duran por espacio de tres ó cuatro meses, y en tiempo de hambre todo el año, hasta alcanzar una buena cosecha. Durante sus veladas de la noche cuentan los padres á sus hijos varias anécdotas curiosas acerca de la asuang (hechicera), del tagamaUn (gigante), del c^^c^¿ (enano) y de los dichos de las viejas, etc., que en otra ocasión refiera quizá detenida- mente. El mandaya tiene la costumbre de no vestir á sus hijos varones hasta la edad en que pueden ya ayudarle en el trabajo. Las niñas suelen ves- tirlas antes ó al llegar al uso de la razón. Sus nombres, adquiridos á la edad de cuatro años, son ó algún apodo ó el nombre trocado de algún santo cristiano, v. gr.: Osman por Guzman, Osto por Justo, Talion por Pantaleon, Gol-lás por Nicolás, etc. Los hombres visten una especie de zaragüelles y una camiseta que les llega hasta la cintura, abierta por de- lante del pecho. Ambas prendas suelen ir orladas de una cinta de algo- don encarnado. El sombrero es de una corteza de árbol, semejante á los de los módicos de regimiento y lo adornan con plumas de gallo por de- 93 tras. Las mujeres visten el jahol por saya y la camisa como los hombres. Ambos se adornan con abalorios, manillas en los brazos y tobillos, cas- cabeles, patenas, etc. Las to'kn^^ se distinguen por su jubón encarnado. Cuando visten de gala se adornan la cintura con cascabeles, muelas de cerdo y caimán y hacecillos de hierbas olorosas; el cuello y el pecho con sartas de abalorios, collar de oro, patenas de plata fabricadas y labradas por ellas mismas. Adornan el pecho, las manos y pies, con gruesos ani- ms de alambre y de taclobos de cierta clase que llaman damas y cierta planta negra que se cria en el mar, llamada sagaysay. Guando salen de viaje á acompañar mujeres van armados de sus lanzas, sundanes, bala- raos y escudos, y en sus casas suelen tener además arco y flechas para defenderse de los famosos baganis ó asesinos de profesión. Los baganls se distinguen en su vestido según el número de sus asesinatos. De cinco á diez muertes, llevan en la cabeza pañuelo encarnado; de diez á veinte, pañuelo y camisa colorada; de veinte en adelante pañuelo, camisa y pan- talón encarnado. Luego que han consumado su crimen cortan un me ^ * chon de cabellos de la víctima para engalanar el borde de su escudo, y cuentan el número de las víctimas por el número de mechones. Usan coraza de dos y tres dobles de bejuco partido, con que defienden su pe- ch® y sus espaldas; cuando son perseguidos entorpecen el paso de sus enemigos clavando en el suelo puntas de caña de diversas longitudes, y preparan en forma de lazos unas flechas dentro de arcos, que disparados por el que los pisa se da la muerte atravesándose por el costado. Colocan sus casas en puntos estratégicos y casi inaccesibles, en lo más alto de las colinas y en las copas de los árboles. Acometen por lo general á la ma- drugada;* pero antes se cercioran por medio de espías de la probabilidad ó certeza que puedan tener del buen éxito de su empresa. Preparan ce- ladas en lugares de espesos y'altos matorrales junto al camino, y cuando no pueden saciar su venganza en el enemigo, blanco de sus iras, la sacian vertiendo la sangre de sus inmediatos ó próximos parientes, ó la de sus amigos ó individuos que encuentren de su ranchería. Entre los baganis se encuentran algunos antropófagos, los cuales arrancan las entrañas palpitantes de la víctima y se las comen juntamente con carne de cerdo y pollos, ó con camote, ó morisqueta simplemente. Muy cebados han de estar los baganis para que no corra riesgo la vida del P. Misionero. Con todo, no han dejado de pensar alguna vez en hacer tapa de sus carnes; 94 pero hasta ahora, por fortuna, sus palabras no se han traducido en obras. Casi todas las muertes entre los mandajas traen origen de las deu- das ó de las mujeres. El marido debe antes comprar su mujer á los pa- dres de ella, sirviéndoles en primer lugar por espacio de cuatro ó seis años, de donde se origina la costumbre semejante de los cristianos de estos países, y que tanto persiguen los PP. Misioneros, de trabajar y vivir los novios en casa de los padres de la novia. Si el esposo es de los que llaman dacungtao (hombre respetable), entrega por la mujer ha^ seis esclavos, siendo uno el mínimo de la compra. En caso de no poder pagar, cede su persona y la de sus futuros hijos. Los hijos, nietos, etc., del esclavo pertenecen al dueño, como la fruta del árbol. Además de los esclavos regala el pretendiente, de cuando en cuando, cerdos, tuba, arroz, platos, bolocs y lanzas á los padres de la pretendida. El varón que rompe los esponsales pierde, por el mero hecho, todo lo entregado; la mujer que los rescinde debe volver lo que han recibido sus padres, y además entregar un esclavo en sustitución de su persona. El casamiento entre los mandayas se verifica entregándose el esposo á la esposa, y vice- versa, un puñado de morisqueta en señal de que se han de sustentar mutuamente. Esto se verifica en todas las mujeres que toman. Si los padres que han vendido á la mujer mueren, el hermano mayor, como heredero, le sustituye en sus derechos. El hijo mayor carga siempre con los haberes y deberes de sus padres, y es el tutor de sus hermanos me- nores durante su minoría. El mandaya no reconoce la moneda, y si ad- mite la plata es para fabricar las patenas y otros objetos de lujo con que se adornan á sí y embellecen sus armas. En vez de moneda se acos- tumbra entre ellos la permuta de los objetos. Un esclavo vale> 15, 20 ó 30 pesos, conforme la edad y robustez del individuo. Creen que es un deber vengar las injurias, aunque sea con ^muerte del injuriador; pero antes apelan siempre al juicio y fallo de un juez de paz. La venganza suele durar por el espacio de varias generaciones. El mandaya que mur- mura gravemente de otro y llamado á juicio no alaga pruebas convin- centes, incurre en la multa de 15 pesos; el que hiere levemente á otro, paga 5 pesos y ha de entregar el instrumento; si la herida es grave, 15 pesos y el instrumento. Si muere el herido, el agresor ha de entregar tres esclavos; si es persona notable, seis esclavos. La afrenta cuesta 5 pesos; el robo de un peso cuesta al ladrón 30 pesos y un esclavo; de lo 95 contrario queda él constituido esclavo. El que desflora una doncella paga á los padres de ella 30 pesos y un esclavo ó la vida; el adúltero ha de pagar al marido propio 60 pesos y dos esclavos ó la vida. El deudor que se niega á pagar lo sentenciado por primera vez, es condenado á pagar el doble en la segunda; si á pesar de esto no paga la deuda, si es que lo valga, lo satisface con la esclavitud ó la vida. Se da plazo ó tér- mino por medio de un bejuco partido, con tantos nudos como pesos ó dias se quiera significar. El culpable en un juicio carga con las costas de él. Los leguleyos visayas hacian pagar dos reales por cada juicio, y por cada pleito, bien terminado, 5 pesos. Los mandayas son muy afi- cionados al huyo y á mascar tabaco, y mezclando este último con el amoñg, clase de la enredadera denominada Sak^ww, componen el Umu- iéican; mezclan también un buyo con el caniñgag, especie de canela basta que abunda mucho en este país. Con el among se ennegrecen los dientes como el azabache; ésta es la única pintura con que se adornan: los Ma- nodos pintan además sus pechos, espaldas, brazos y piernas.» 25.— Desde la orilla izquierda del rio Agusan hasta Misamís y desde la costa N. de la isla hasta la laguna de Buhayen ó Maguindanao, hay un vastísimo territorio habitado por otros salvajes denominados Man- guangas. Semejantes bajo muchos conceptos á los manobos, con quienes confinan por el E., son aún más indolentes que éstos y muy inclinados al robo de ganados. 26.— Los GuiANGAS y Bagobos habitan las orillas del rio Pulanguí y los terrenos comprendidos entre el mismo y el seno de Davao. Son los más feroces entre todos los salvajes y quizás los únicos antropófagos de las islas.o Tienen la costumbre de hacer sacrificios humanos en honor del dios Busao. Fabrican tejidos de algodón y de abacá, y labran sementeras de arroz. 27.— Los Tagagaolos son los infieles que habitan la falda meridional de la cordillera del monte Apo y toda la costa que rodea el seno de Saran- gani. Son bien formados é inteligentes. Los hombres se agujerean las orejas y llevan en ellas grandes botones de marfil, de los que cuelgan largas sartas de abalorios, gastando mucho en tales adornos. Entre ellos se castigan con mucho rigor los robos y el adulterio, teniendo todos en general apreciables cualidades. 28.— En la vertiente SO. de la cordillera del monte Apo y en el 96 territorio que se extiende hasta la costa E. de la bahía Illana, habitan lo^ Sangüiles y Bilanbs, valientes y muy dispuestos para la civilización. 29.— Los TiRURAYES ocupan los montes de Tamontaca y los que cir- cunvalan la bahía Illana, cuya costa habitan los moros. Los hombres no gastan traje determinado, bastándoles un pedazo de lienzo, cualquiera que sea su forma. Las mujeres llevan un jubón abierto por delante y su- jeto al cuello con un botón, una falda corta hasta la rodilla, y en la cabeza un sombrero de palma de forma cónica-cóncava con grandes alas. En los brazos y piernas, que van desnudas, colocan anillos de me- tal, en el cuerpo un cinturon ancho de sortijas de latón y en las orejas pendientes tan grandes y pesados que alargan desmesuradamente el lóbulo inferior, por cuyo agujero podría pasar un dedo. En cuanto á su físico, son bien proporcionadas desde la cintura para arriba^ pero de cortas y y delgadas piernas. Su cara es ancha, mofletuda, los ojos saltones, la nariz aplastada y los pómulos salientes. Asegúrase que tienen en poco aprecio la castidad y que se entregan fácilmente á los europeos con asen- timiento de los padres ó maridos, que tienen á honor tales actos. Cul- tivan arroz, caña dulce, tabaco y otros productos agrícolas. 30. — Toda la costa O. de la isla de Mindanao, desde Misamís á Zam- boanga, en los puntos que dejan libres los moros, sirve de morada á los Súbanos, idólatras también, dóciles y poco guerreros, bastante semejan- tes á los mandayas de la parte oriental, pero de color más oscuro; Hay, por último, en algunos pueblos de la isla varias castas espe- ciales procedentes de cruzamientos entre los individuos de las anterior- mente enumeradas. 31.— La isla de Mindoro es, después de las de Luzón y Mindanao, la que contiene mayor número de infieles más ó menos salvajes. Sabido es que los piratas moros la escogieron en antiguos tiempos por teatro de sus hazañas, y que en el siglo pasado llegaron á posesionarse de algunas comarcas de ella, ya por la parte de Pola, ya por la de Sablayan, apro- vechando durante largas temporadas los abundantísimos productos de su fecundo suelo. Las piráticas invasiones han cedido posteriormente ante la incesante persecución de la marina de guerrao Regístranse, sin em- bargo, ataques todavía muy recientes, tales como el de Bulalacao, Tulin y Socól en 1870, y el de Santa Cruz de Ñapo (isla de Marinduque) en Junio de 1871. 97 El azote déla piratería, ha sido eí principal obstáculo para el incre- mento de la población cristiana en la isla de Mindoro. Los pocos pueblos que hoy dia existen en ella, se encuentran situados en las costas, y basta internarse un par de leguas para tropezar con las razas infieles, de ín- dole pacífica, que se distinguen en general con el nombre de Man- GUIANES.,. Prescindiendo de los llamados Buquiles, individuos mestizos, de raza negrita, que según hemos indicado en otro lugar habitan cerca de Bacóo y Subaan, distínguense entre los Manguianes tres castas distintas. Los que se extienden por la costa O. de la isla, ocupando los montes que hay desde Paluan á Irurun son casi blancos, de fisonomía inteligente, cabello y barba abundantes, de color castaño en muchos de ellos, de conforma- ción robusta y airosa y apacible trato. Los que habitan los terrenos com- ' prendidos entre Abra de Ilog y Pinamalayan tienen el color de cuero curtido, pelo laso, pómulos salientes, frente aplanada, nariz algo prolon- gada y fisonomía estúpida. Por último, desde Pinamalayan hacia el S. se encuentran individuos de otra casta que tienen, al parecer, algo de san- gre china, no sólo por su fisonomía, de ojos oblicuos, nariz roma, pómu- los salientes, frente achatada y color aceitunado de la piel, sino también por la costumbre de dejarse en la parte posterior de la cabeza una larga trenza de pelo, mientras que el resto lo llevan, si no afeitado, por lo menos muy corto. Esta casta, bastante trabajadora, á juzgar por los pro- ductos que lleva á los pueblos cristianos, es indudablemente menos pobre que las anteriores. Existe bastante vaguedad respecto á las denominaciones con que las citadas castas se distinguen. Entre Socol y Bulalacao se designa con el nombre de Manguianes á los infieles que pueblan las orillas de los rios; con el de Bangot á los que ocupan las llanuras; con el de Buquil á los que se albergan en los faldas de los montes, y con el de BeriU á los que se hallan refugiados en las cumbres de los mismos. En Pinamalayan se aplican respectivamente á los habitantes de análogas localidades las de- nominaciones de Bangot, Buquil, Tadianan y Durugmun ó Buctulan. En Naujan sustituyen la última por la de Tirón, y desde este punto hasta Abra de Ilog sólo se aplica el nombre genérico de Manguian. Por último, en Mangarin llaman Lactan á la casta de las llanuras; Buquil á la de las orillas de los rios; Manguian á la de las laderas de las montañas, y # 13 98 Barangan á la que habita los puntos más altos de Jas grandes cordi- lleras. Por lo expuesto se comprende que la población infiel de Mindoro, presenta una notable mezcla de razas. Fuera de los verdaderos malayos, hemos visto que los Buquil son evidentemente mestizos de la raza negrita ó aeta, y que los infieles que habitan al S. de Pinamalajan son verdaderos mestizos chinos. En cuanto á los salvajes de color muy claro que habitan los montes de Sablayan, hay quien supone que descienden de algunos náufragos ingleses, holandeses ó americanos que en tiempos remotos arribaron á aquellas costas. Todos los infieles de Mindoro son dóciles y hasta tímidos, pues *á no ser los más familiarizados con el trato de los cristianos, huyen y se re- fugian en sus bosques á la vista de un europeo- Los menos ariscos se prestan á servir de guías, y desempeñan su cometido con tal puntualidad, que al traspasarse de unos á otros el viajero á quien acompañan, el que lo entrega exige al que lo recibe la promesa de que ha de portarse bien y fielmente, haciendo constar al mismo tiempo que por su parte así lo ha ejecutado, pues lo deja sano y salvo. Lo que jamás puede conseguirse, es que un guía rebase el límite del terreno que ocupa su tribu ó ranchería. Con igual escrupulosidad llevan pliegos de un punto á otro, siendo muy notable el que, á pesar de carecer de bolsillos, carteras ó ropas en que envolverlos, y no disponiendo para ello más que de hojas de plantas, lle- gan aquellos á su destino sin una arruga, sin una mancha y sin la me- nor señal de deterioro, aunque sea en época de lluvias. El traje de los Manguianes se reduce á un taparrabo de tela fuerte, blanca en su origen, pero de color indefinido después por su auciedad, que les cubre desde la cintura hasta seis ú ocho dedos por bajo del naci- miento de los muslos. La cabeza va siempre descubierta, sin más defensa que su enmarañado y sucio cabello, sujeto por medio de un bejuco en forma de cintillo. En la cintura llevan atada fuertemente una cuerda ó bejuco, de donde pende el guloc ó cuchillo. Algunos llevan anillos grose- ros de madera pintada de encarnado, ó aros de alambre en la cintura y brazos; hilos triples ó cuádruples de cuentas azules, á modo de brazaletes, zarcillos ridiculamente vistosos por su longitud, formados también con cuentas de colores, y por último, sartas de botones heterogéneos al cue- llo. Estos adornos están reservados únicamente á los que han tenido la 99 suerte de adquirirlos al cabo de largos años de trato con los índibs cris- tianos, y son objeto de tanto aprecio entre los infieles, que infunden al poseedor un ridículo aire de satisfacción, alimentado por las envidiosas miradas de los menos afortunados que no han podido todavía gozar de igual opulencia. Las mujeres usan una saya semejante á la de las indias cristianas, mientras que la parte superior del cuerpo va desnuda ó cu- bierta con una especie de camisa muy ceñida, que pasa por bajo de los brazos y *les cubre el pecho. Los Manguianes que habitan el territorio comprendido entre Abra de Ilog y Pola, son muy pobres y sus sementeras de arroz se hallan redu- cidas á lo puramente indispensable para su subsistencia. Los qÜe se en- cuentran desde Mansalay á Bulalacao y Mangarín, por el contrario, cul- tivan con abundancia arroz, maíz, cacao, café y tabaco, teniendo búfalos ó carabaos para el trabajo. Las armas que usan los Manguianes son el boloc ó guloc, la lanza con punta de hierro y las flechas. Estas últimas suelen estar envenena- das con el jugo del árbol llamado Salugon^ que someten á varias prepa- raciones. Casi todos tienen casas, siendo muy pocos los que vagan al azar por los bosques sin albergue fijo. Dichas casas son pequeñas y mi- serables, por lo general, construidas de caña y bejuco, y de forma com- pletamente igual á las de los indios cristianos. Su ajuar se compone de aígunas ollas, una especie de sartén, petates y algunas mesas muy pe- queñas; los platos de loza y los vasos de cristal son objetos de lujo, por ellos muy codiciados, que suelen obtener en su tráfico con los indios cris- tianos á subido precio. En algunos puntos hay Manguianes dedicados á la fabriaacion de ollas y otros objetos de barro. Los alimentos consisten principalmente en arroz, gabe, camote, ube, otras raíces y pescado. Las ocupaciones son las que exige su tosca agri- cultura, y la pesca, la caza de jabalíes, la recolección de cera, para lo cual trepan por las más empinadas cortaduras en busca de panales de abejas, y por fin el corte y acopio de bejucos y otros productos de los montes, que llevan á los pueblos cristianos para trocarlos por arroz^ cu- chillos, telas, abalorios azules, alambres, cascabeles, tabaco elaborado y buyo. Los Manguianes creen en la existencia de un Ser Supremo, así como en la inmortaüdad del alma, pero de una manera vaga, que no se tra- 100 duce eH prácticas religiosas ni ceremonias de niiiguna clase. Para ellos los espíritus de los muertos no se separan de los sitios mismos que habitaron los individuos durante su existencia, y por esta razón se creen siempre rodeados de las almas de sus padres, abuelos y demás ascendientes, los cuales les protegen y defienden en los peligros ó les castigan cuando se portan mal. Están además sujetos, como todos los salvajes, á absurdas supersticiones, siendo general entre elfos la creencia de que en los bosques hay un pájaro cuyo canto es. anuncio de alguna desgracia próxima , por lo cual cuando lo oyen ni salen de sus casas ni emprenden trabajo alguno en aquel dia. Las diversiones de los Mang^iianes se reducen al canto y baile, pero con poca frecuencia. Gomo único instrumento músico emplean una especie de violin de dos cuerdas , parecido al de los chinos. Sus cantares y sonatas no difieren de los de los indios cristianos, y para pedir lluvias al Ser Supremo en tiempo de sequía, entonan una plegaria, á la que llaman Malagia en •> algunas localidades, Al acto del casamiento precede siempre el conocimiento y convenio de las familias de los contrayentes. Reunidas después éstas, los padres ó parientes más cercanos toman una olla ú otro objeto quebradizo, que arrojan contra el suelo para dar á entender así la indisolubilidad del matrimonio. Algunas tribus añaden á esta ceremonia la de acostar al novio en una hamaca y á la novia en otra, columpiándolos después los padres respectivos, y al acercarse ambas hamacas el varón salta á la de la hembra, y el acto queda terminado. Después se celebra una fiesta en la cual se come, se canta y se baila. Cada tribu ó ranchería tiene un jefe, designado por elección -ó conve- nio general, al cual obedecen todos respetuosamente. Los Manguianes más inmediatos á los pueblos cristianos suelen pedir al Jefe de la pro- vincia que robustezca la autoridad de su caudillo por medio de un nom- bramiento por escrito; pero esta costumbre es poco frecuente y ajena en absoluto á las rancherías del interior. Lo que se hace por el Gobernador de la provincia es nombrar en cada pueblo cristiano un Comisario de Manguianes^ que es algún individuo de las tribus más próximas, el cual sirve de intermediario para todos los asuntos oficiales de interés general ó local. Las prácticas penales de los Manguianes son muy severas, según 101 ellos mismos aseguran. El adulterio se castiga con la muerte, y tienen también establecidas penas muy duras para el robo, si bien entre algu- nas tribus, como, por ejemplo, las que habitan cerca de Sablayan, no se aplican con grande rigor. En términos generales, puede decirse que en las costumbres de los Manguianes hay un fondo notable de rectitud y moralidad. Cumplen religiosamente sus promesas, no engañan ni esta- fan, y, antes por el contrario, estas prendas de gran valía, juntamente con su natural sencillez, les convierten en víctimas de los indios cris- tianos, los cuales los explotan á su antojo haciéndoles trabajar ruda- mente en sus sementeras y en el corte y acopio de maderas por un pu- ñado de arroz. En sus tratos comerciales sufren también los efectos de la codicia de los indios de los pueblos, teniendo que entregar considerables cantidades de cera, bejucos y demás productos, por los objetos insignifi- cantes y de escasa valía que en cambio reciben. El abuso llega á un ex- tremo escandaloso, pues además del fraude comercial existe el de la ser- vidumbre, muy extendido aun entre los mismos indios cristianos. Acos- tumbran éstos á dar anticipado á los Manguianes palay, telas ú otros objetos, por los cuales no quieren al pronto recibir retribución, convi- nieigdo en que ésta se verifique por medio de trabajos en las sementeras de los acreedores. Este convenio, al parecer justo, llega á convertir al Manguian en verdadero esclavo, pues el dueño de las sementeras afora el trabajo á muy bajo precio, carga un rédito á la cantidad no reinte- grada, para cobrarlo igualmente en servicios del deudor, y cuando suce- sivas necesidades vienen á exigir un nuevo préstamo, procede de igual manera, de modo que la deuda contraída por el Manguian aumenta con- siderablemente en vez de disminuir, viéndose aquél precisado á trabajar toda su vida por una pequeña suma que en un principio recibiera. Lo admirable es la buena fe y docilidad del Manguian, que se somete resig- nado á estos odiosos vejámenes sin resistencia alguna, cuando le bas- taría la fuga para refugiarse en los bosques, con entera seguridad de que ningún indio cristiano penetrara en ellos para arrancarle de su guarida. 32,— En la isla de la Paragua, sometida tan sólo nominalmente al dominio español, puesto que en ella no existe más que el establecimiento militar de Puerto Princesa, habitan también uil crecido número de ín- fleles que pertenecen á tres castas distintas, las de los Tagbanuas, Tini- 102 TiANOs y BuLALACAüNos (1). Los Tagbanuas constitujeii una raza seme- ja)(i.e á la de los malayos mahometanos de Mindanao, si bien difieren de ellos por sus creencias religiosas. Su traje se compone, como el de los moros, de un calzón estrecho por abajo, una chaquetilla azul con cuello de color, generalmente rojo, y un pañuelo ceñido á'la cabeza á manera de turbante. Reconocen la existencia de buenos y malos espíritus, en- cargados del premio y del castigo de los mortales, según sus obras, y admiten las recompensas y penas espirituales al suponer que el justo descansa en paz al morir, mientras que el malo vaga sin cesar, ator- mentado, por los espacios. Guando muere algún individuo notable, es colocado en el piso de su propia casa, cubierto de hojas de palmera, le- vantándose alrededor de aquélla una alta y fuerte estacada. El cadáver, á cuyo lado ponen también armas y ropas, permanece en tal estado hasta su completa descomposición. Los de personas de condición más humilde son depositados entre dos bancas ó canoas, habiendo para ello un sitio especial muy respetado por todos. Si se trata de un forastero, se observa un rito extraño. Al extremo de un poste de madera clavado en el suelo, disponen un travesano movible á manera de la cruz de una ba- lanza. En uno de los brazos deV travesano fijan un palo, del cual pende el muerto, y en el otro cuelgan un madero que tenga próximamente el mismo peso. Preguntan al muerto si quiere ser enterrado en su patria ó en el pueblo, ó imprimen en seguida un fuerte movimiento á la balanza. Si al pararse ésta queda inclinada hacia el pueblo en que falleció el indi- viduo, se entiende que éste quiere ser enterrado en él, y si, por el con- trario, queda fija hacia el lado opuesto, se supone que quiere ser sepul- tado en el lugar de su nacimiento. En este último caso los restos son cuidadosamente enviados á dicho punto. Gomo muestra de estimación hacia las personas que han sido muy buenas en el mundo, suelen darles sepultura al aire libre, ó sea colocando el cadáver en un féretro comple- tamente cerrado, que suspenden de las ramas de los árboles. El Babai- lan, que lo mismo puede ser hombre que mujer, es entre los Tagbanuas el encargado de evocar los espíritus, de aplicar los medicamentos, de decidir los pleitos y de auxiliar á todos con sus consejos. Él es el que al (1) Véanse los artículos que bajo el título La isla de la Paragua publicó en la Revista de Fi- lipinas D. José Baamoude y Ortega. 103 efectuarse una boda canta, gira y reúne á las gentes que á fuerza de gritos ahuyentan á los espíritus malignos; él el que en el nacimiento de un niño dirige la fiesta con el propio objeto, y él, en fin, el que* en los funerales vocifera con sus acompañantes, grita y gira en torno para que el difunto descanse en paz si ha sido bueno, pues de lo contrario perma- necerá errante mientras duren los árboles, los rios, los hombres y los animales. Para* contratar una boda, el pretendiente á quien agrada una mujer, se presenta sin haberla hablado anteriormente, en su casa, y la hace el regalo de unos cuantos platos de barro vidriado groserísimo. Si la mujer los admite, la boda se lleva á cabo; si los rechaza, el pretendiente queda desahuciado. En el primer caso, se concierta el casamiento, y al llegar el dia señalado, el Babailan, acompañado del novio y de otras muchas personas, se dirige entre estrepitosos gritos é infernal algazara á casa de la novia, de donde la sacan de igual manera para conducirla á la de su futuro esposo. En ésta se reúnen las familias de los contrayentes y de- más convidados, sentándose los novios sobre una estera en la cual está colocado uno de los platos que fueron objeto del regalo, lleno de moris- queta, ó sea de arroz cocido en blanco* Los novios se miran uno á otro por un breve rato, y después de esta pausa coge el hombre con su mano derecha un poco de morisqueta, hace con ella una bolita y la introduce dulcemente en la boca de la novia. Esta hace lo mismo y el matrimonio queda realizado. En seguida comienza la algazara para ahuyentar los malos espíritus, y termina todo con la comida, el baile y los can- tares. Dóciles y de fácil sumisión son los Tagbanuas, pero al mismo tiempo sumamente refractarios al trabajo corporaí, así es que en vez de dedi- carse con ahinco al cultivo denlos campos, suelen mantenerse con el pro- ducto de los huevos, gallinas, gogo, bejucos y ñipas con que trafican. Entre ellos el derecho de propiedad no está garantido más que por el propio convencimiento, sin ley ni acuerdo alguno de la comunidad, y en cuanto al respeto á la familia y á la mujer, no tiene más base que una constumbre inconsciente. 33.— Los TiNiTiÁNOs que habitan al N, de la ensenada de Babuyán, en la misma isla de la Paragua, son menos hospitalarios y dóciles que los Tagbanuas, de los cuales no se diferencian mucho en cuanto á sus . 104 costumbres. Admiten la existencia de un Ser Supremo llamado Banna^ j la de otras divinidades inferiores. También creen en los espíritus malos y buenos, y para ahuyentar los primeros invocan el auxilio analogías con los actuales polinesios, siendo considerados por lo tanto como individuos de la raza mahorí que han conservado invariablemente su antigua residencia, así también se observa en su idioma el carácter primitivo, así como el escaso desarrollo y la gran abundancia de vocales que caracterizan el lenguaje que actualmente usan los habitantes de la Polinesia^ El idioma malayo es menos primitivo que el mahorí, y aun cuanáo conserva su unidad radical en todos los puntos en que se habla, se presenta mucho más desarrollado que el último, y mucho más modifi- cado por la asimilación de extraños elementos. La influencia de estos es evidente. Muchas palabras malayas son idénticas á otras que se, usan en el Indostán, en Persia y Arabia, descubriéndose en esto las huellas de los pueblos budhistas y mahometanos que sucesivamente invadieron las islas del mar índico. La fusión y rnezcla de razas que esas invasiones determi- naron, han sido, pues, la causa de las sorprendentes diferencias físicas y lingüísticas que existen hoy dia entre la multitud de individuos que per- tenecen al grupo malayo. En el Archipiélago filipino esas diferencias se presentan en vasta escala, y para demostrarlo exponemos á continuación los dialectos cono- cidos que, con exclusión, de los usados en las islas Marianas, se hablan en el mismo. Dichos dialectos son los siguientes: 109 Aeta ó Idayan. Se usa en cuatro pueblos y siete visitas de la pro- vincia de Zambales y en muchas rancherías de negritos de la de Ca- gayán, Agutaino. En el pueblo de Agutaya, de las islas Galamianes. Apayao. En el pueblo de Pamplona, provincia de Gagayán. Benouetano. En varias rancherías del distrito político-militar de Benguét. Galamiano. En cuatro pueblos de las islas Galamianes. Cebuano. En toda la isla de Cebú y en veintitrés pueblos de la de Negros. Dadaya. En trece rancherías y en los pueblos de Nassipín, Gattaran y anejos de la provincia de Gagayán. GrADDAN. En Bayombong y Bagabag, pueblos de la provincia de Nueva Vizcaya; en el de Amulung, de la de Gagayán, y en muchas rancherías de la misma y de la Isabela de Luzón. Ibanáo.— En todos los pueblos de la provincia de Gagayán, excepto el de Amulung, y en cuatro de la provincia de la Isabela de Luzón y los de islas Batanes. Ibilao. En un pueblo y ocho rancherías de infieles de la provincia de Nueva Vizcaya. ^ Ifügao. En el pueblo de Solano, en las misiones de Quiangan y gui- pan de la provincia de Nueva Vizcaya y en ciento cuarenta y cinco ran- cherías de la misma. Igorrote. En todo el distrito político-militar de Lepante. looRROTE del Abra. Eu cíuco rancherías del distrito político-militar de Bontoc. Igorrote de la Gran cordillera. En cuatro rancherías de igorrotes sometidos y en las tribus selváticas del Garaballo que permanecen in- dependientes. Igorrote suplin. En quince rancherías de la misma cordillera. Ilogano. En las provincias de llocos Norte, llocos Sur, Abra y Union, y en el pueblo de Alcalá de la de Gagayán, en varios del distrito de Ben- guét, en una visita del pueblo de Gapas y otra del de O'Donnell, provin- cia de Tarlac; en algunos pueblos de la de Zambales, en siete de Pan- gasinan y en diferentes de Nueva Écija. Ilongote. En dos pueblos y veintidós rancherías de Nueva Viz- lio caya y en cuatro rancherías del distrito político-militar del Prín- cipe. Itaues. En nueve pueblos y varias rancherías de la provincia de Gagayán. Malaneg. En el pueblo del mismo nombre, provincia de Gagayán, y en las islas Babuyanes. Mandaya. En veintidós rancherías de Surigao, tercer distrito de Mindanao. Manobo. En treinta y dos rancherías de Surigao y en Gottabató, quinto distrito de Mindanao. Moro. En tres rancherías de la Isabela de Basilan, sexto distrito de Mindanao. Pampango. En la provincia de la Pampanga y gran parte de la de Tarlac, menos las visitas citadas de Capas y O'Donnell; en el pueblo de Mabatang de la provincia de Bataan; en el barrio de Marangla del pue- blo de Iba, cabecera de la provincia de Zambales, y en algunos barrios de los pueblos de Bongabon, Santór, Pantabangán, Garranglán y Pun- cán, de la provincia de Nueva Écijar Pangasinán. En la mayor parte de la provincia de este nombre. Panayano. En varios pueblos y rancherías de las islas de Panay y Negros. Tagalo. En las provincias de Batangas, Bulacan, Bataan (menos. el pueblo de Mabatang), Camarines Norte (menos Daet y Basud), Cavite (menos la capital y San Roque); isla del Corregidor, distrito de la In- fanta; en el pueblo de Panalag, provincia de la Isabela de Luzón; en las provincias de la Laguna, Mindoro y muchos barrios de Maniia; en el distrito de Morong; en nueve pueblos y diferentes barrios de otros de la provincia de Nueva Ecija; en tres pueblos ó rancherías del distrito del Príncipe; en toda la provincia de Tayabas, excepto el pueblo de Mula- nay; en un barrio del pueblo de Castillejo, provincia de Zambales, y en dos del de Subic, de la misma provincia. TiNGUiAN. En las rancherías de infieles reducidos de llocos Norte. ViGOL. En Mulanay, de la provincia de Tayabas; en Daet y Basud, de la de Camarines Norte; en todas las de Camarines Sur y Albay, y en las islas Catanduanes y Burlas. VisAYA, En Antique, Bohol, Gapiz, Iloilo, distrito de la Concepción, 111 Leyte, Masbate y Ticao, Romblon, Samar, Misamís, Davao y en cua- renta y seis pueblos de Surigao. Zámbal. En casi toda la provincia de Zambales. Faltan indudablemente en la anterior relación, otros muchos dialec- tos desconocidos todavía, y usados por las tribus salvajes que habitan los sitios más altos y apartados de las principales cordilleras. PARTE SEGUNDA HISTORIA NATURAL 15 PARTE SEGUNDA HISTORIA NATURAL SECCIÓN PEIMEEA GEOLOGÍA Y GEOGNOSIA CAPÍTULO PRIMERO ORIGEN DEL ARCHIPIÉLAGO. 1. Estudios geológicos publicados hasta el dia acerca de las Islas Filipinas.— 2. Principios gene- rales para determinar la edad relativa de los continentes y de las islas.-— 3. Aplicación de los mismos á la región australásica. — 4.» Deducciones. 1. — El vasto campo que á las investigaciones geológicas ofrecen las Islas Filipinas, se encuentra todavía muy poco explorado. Prescindiendo de las generalidades que sobre el origen probable del Archipiélago, las cualidades de sus terrenos y los fenómenos volcánicos que han trastor- nado su superficie durante el período histórico, han consignado en sus obras Comyn, Más, Buzeta, Mallat y otros autores, los únicos trabajos de carácter científico que hasta hace pocos años se conocían, eran los de 116 Chamisso (1), Hoffman (2), Sainz de Baranda (3), Ghevaller (4), Dana (5), Minard (6), Itier (7), Meycn (8), Leopoldo de Buch, Hochstetter y Sem- per, quienes se concretaron á la descripción geognóstica de reducidas lo- calidades, ó á dar una ligera idea de los principales grupos de rocas que forman el suelo de las islas. Más tarde, el profesor J, Roth, utilizando los trabajos de los geólogos indicados y estudiando por sí mismo las rocas recogidas en Filipinas por el Dr, Jagor en 1859 y 1860, redactó la reseña geognóstica inserta en la obra publicada por este último. Dicha reseña, digna del mayor aprecio por los interesantes datos que contiene, no deja, sin embargo, de ser muy incompleta. En 1876 vio la luz pública, por cuenta del Gobierno, una Memoria geológico-minera del Inspector del ramo en Filipinas, Sr. Centeno, justamente celebrada por su mérito científico. Por último, en 1878 publicó el Dr. Richard von Drasche un interesante libro (9) que contiene exactas y minuciosas noticias geognós- ticas acerca de varias comarcas de la isla de Luzón (10). Acudiendo nosotros á las indicadas fuentes, así como á las investi- gaciones de Wallace acerca del archipiélago malayo (11), procuraremos presentar aquí con la mayor exactitud posible, las noticias más recientes acerca de la formación y naturaleza geognóstica de las Islas. 2. — Los autores del Diccionario geográfico^-estadístico-histórico de las (1) A. de Chamisso.— Bemerkungen und Anssichten auf der Entdeckungsreise von O. von Kotzebué.— 1821. (2) E. Hoffman.— Geognostische Beobachtungen auf der Reise von O. von Kotzebué.— 1829. (3) Sainz de Baranda.— Constitución geognóstica de las Islas Filipinas.— Anales de Mi- nas.-2, 197, 212.-1841. (4) Chevalier.— Voyage de la Bonite. — G-eologie.— París 1844. (5) Dana.— U. S. Exploring expedition under the command of C. Wilkes.— Geology by Dana. —1849. (6) Minard. — Sur les gisements d'or des Philippines. — Bulletin de la Societé Geologique de France, Tom. II, 3."' serie, pág. 403. (7) J. Itier.— Fragment d'un journal de voyage aux Philippines. —Bulletin de la Societé de Geographie, 3.*^ serie, tom. V, pág. 365. (8) Meyen. — Reise um die Erde. — Berlin 1855. (9) Fragmente zu einer geologie der insel Luzon (Philippinen).— Yien. 1878. (10) El Ministerio de Ultramar ha dispuesto recientemente la publicación de un folleto titu- lado ((Estudio geológico sobre el volcan de Taal,» del Inspector de Minas, Sr. Centeno, y de los siguientes, escritos por el Ingeniero del mismo Cuerpo Sr. Abella: ((El Maquilin y sus actuales emanaciones volcánicas;)) ((Monografía geológica del volcan de Albay,)) ((Emanaciones volcánicas del Malinao,)) «Memoria sobre los temblores de tierra de Nueva Vizcaya y Estudios físicos y geológicos hechos durante el viaje de Manila á dicha provincia)) y «La isla de Biliran y sus azú- frales.)) (11) The Malay archipelago, the land of the Orangután and the bird of Paradise. — Lon- don, 1872. 117 Islas Filipinas^ RR. PP. Buzeta y Bravo, reconocieron ya, aunque fun- dándose únicamente en vagas relaciones de semejanza, la uniformidad de origen entre las diferentes islas del Archipiélago, las cuales suponen ser restos de un antiguo y vasto continente despedazado y sumergido por un admirable cataclismo. Pero al emitir tal opinión no se concretaron á la región que las Islas Filipinas abarcan, sino que haciéndola exten- siva á la que en su concepto pudiera llamarse m'undo marítimo, 6 sea al dilatadísimo espacio que media entre América y Asia, creyeron que toda esa vasta superficie debió estar ocupada en los primitivos tiempos por un inmenso continente, cuyo desmembramiento vino á originar las innumerables islas que constituyen esa gran división del globo, designada comunmente con el nombre de Oceanía, y á la cual se aplica ya la deno- minación más significativa y propia de Australasia. El resultado de las modernas investigaciones, confirma en gran parte dicha hipótesis. Por medio de repetidos y minuciosos sondeos, ha llegado á determinarse con bastante precisión el relieve de las tierras que bajo » los mares se esconden; las exploraciones científicas han dadoá conocer, á su vez, las formas peculiares de los seres vivientes en la mayor parte de las islas, y aunados ambos conocimientos, han proporcionado una só- lida base para deducciones que no pueden calificarse ya de aventuradas. Admiten hoy día los naturalistas que la actual distribución de los seres vivientes sobre la superficie terrestre, es debida principalmente á la índole de las alteraciones más recientes que dicha superficie ha experi- mentado, y los geólogos están acordes en que las fuerzas determinantes de tales alteraciones, han ejercido constantemente su acción desde los primitivos tiempos, y siguen ejerciéndola, sin interrupción, en los pre- sentes de una manera más ó menos lenta y eficaz. De aquí se deduce, que la extensión relativa de los continentes y de los mares, está sujeta á una modificación incesante, fenómeno que va acompañado de otra modifica- ción análoga en las formas de los animales y de las plantas, como lo de- muestran los restos fósiles que en los diferentes depósitos sedimentarios se encuentran. Y en verdad, sólo así se explican ciertas anomalías que en la dis- tribución de los seres orgánicos se observan. Los animales y vegetales de las Islas Británicas presentan completa identidad con los del continente inmediato, mientras que en las islas de Córcega y Cerdeña se hallan 118 ciertas especies exclusivas y peculiares, que faltan eñ absoluto en el con-^ tiguo territorio italiano. La isla de Geylan, menos distante de la India inglesa que el Reino Unido del continente europeo, presenta un crecido número de seres orgánicos que en el Indostan no existen, y en la fauna y en la flora de la isla de los Galápagos, tan próxima á la costa de Amé- rica, figuran muchas especies que en vano se han buscado en ésta. Tales hechos, se atribuyen hoy á la mayor ó menor duración del período tras- currido desde que las islas fueron levantadas sobre el nivel de Jas aguas ó desmembradas de la tierra firme, circunstancia indicada generalmente por la profundidad más ó menos grande del mar que de aquélla las se- para. De aquí el que dicha profundidad sea considerada como una me- dida de tiempo, y que en su consecuencia se admita que la separación de dos porciones terrestres ha sido tanto más remota cuanto más profundo es el mar intermedio, y por el contrario, tanto más reciente cuanto más somero es dicho mar. Por otra parte, las modificaciones que en su estruc- tura y distribución ofrezcan los seres orgánicos, serán también otra me- dida de tiempo, ya que siendo tales modificaciones paralelas y simultá- neas con los fenómenos geológicos indicarán que la separación de los continentes ó de las islas es tanto más antigua cuanto menor sea el nú- mero de animales y plantas comunes, mientras que si las especies son idénticas en su totalidad ó en su mayoría, podrá deducirse con certeza, que la separación no ha tenido lugar en época muy remota. . 3.— Haciendo aplicación de estos principios á la vasta región que la Australasia ocupa, es como ha podido adivinarse algo de su historia anti- gua. El extraordinario número de sondeos verificados ya, ha demostrado que la porción del Océano índico que separa entre sí y de las costas de Malaca y Siam, las islas de Sumatra, Java y Borneo, tiene una profun- didad tan escasa que, por lo común, no excede de cuarenta brazas, y que las costas accidentales de las Islas Filipinas se hallan bañadas por un mar, cuya profundidad, si bien es algo mayor, no excede de cien brazas, excepción hecha de una cuenca submarina situada en el mar de China y al O. del Archipiélago en que la sonda desciende hasta 3,510 metros, y otra en el mar de Joló, cuyo fondo se halla á los 4.180 metros. Avan- zando hacia el E., la profundidad del mar va, por el contrario, aumen- tando considerablemente. Entre las Islas Filipinas y las Marianas hay sitios en que se aproxima á 7.500 metros, y en general, las profundida- H9 des que el Océano Pacífico ofrece desde el ecuador hacia el N. nunca bajan de 4,000, creciendo progresivamente al aproximarse al continente Asiático. Desde el ecuador hacia el Sur los sondeos han dado resultados que várian entre 2.670 y 4.000 metros, siendo tanto más considerables cuanto mayor es la proximidad á las grandes islas. Sin embargo, Aus- tralia se halla rodeada de un mar comparativamente somero, cuya pro- fundidad aumenta poco á poco al apartarse de las costas, y el que une á dicho país^ con Nueva Guinea y las Molucas es también relativamente poco profundo, si se prescinde de ciertas hoyas submarinas intermedias, cuyo fondo no se encuentra sino á enormes distancias de la superficie de las aguas. Resulta de lo expuesto que toda el área que abrazan las islas de Su- matra, Java, Borneo y Filipinas, forma una extensa meseta submarina situada á una profundidad que no pasa comunmente de cien brazas, mientras que desde el límite de esta meseta hacia el E. se encuentra siempre un mar mucho más profundo, cuyo fondo se halla por termino medio entre 4.180 y 4,736 metros. Si de esta clase (Je investigaciones se pasa á las relativas al reino animal, preséntanse fenómenos no menos notables. Todos los grandes mamíferos de Sumatra, Java y Borneo, habitan igualmente uno ú otro punto de la región meridional de Asia, y como no es posible que ninguno de ellos haya atravesado los brazos de mar que separan hoy dia las islas de la costa, dedúcese lógicamente que con posterioridad al origen de ta- les especies ha debido existir una comunicación terrestre entre los países ' indicados. Los mamíferos de menor tamaño, ofrecen también grande iden- tidad, si bien existen entre los mismos muchas especies que difieren bas- tante, lo cual demuestra que los cambios físicos que acompañaron á los fenómenos en virtud de los cuales se formaron las islas, debieron veri- ficarse con suficiente lentitud para producir la modificación ó extinción completa de ciertas especies zoológicas. Respecto á las aves é insectos se observa lo mismo, pues no hay familia ó género en las islas indicadas que no se encuentre también en el continente asiático, y con frecuencia estos grupos están representados hasta por las mismas especies, con la particularidad de que las aves, con exclusión de las acuáticas y de las eminentemente erráticas, son precisamente las 'que mejor sirven para determinar las leyes de distribución del reino animal, pues á pesar de la 120 facilidad con que al parecer pudieran atravesar grandes superficies de agua, demuestra la experiencia que ciertos géneros y especies, sobre todo del orden de los Páseres, se hallan tan marcadamente separadas por los estrechos y brazos de mar como los mismos mamíferos. De las islas indicadas, Java es la que presenta relativamente menor número de aves comunes con las del continente asiático; sigúela inmediatamente Borneo, y por último Sumatra, cuya fauna ornitológica es completa- mente semejante a la de la península de Malaca, hechos de los' cuales se infiere que Sumatra es la que más recientemente se ha desprendido del continente, al paso que Borneo se formó en una época anterior, aunque menos remota que Java. En la fauna y flora de las Islas Filipinas se observan igualmente grandes analogías con las de Asia y de las islas citadas, más nótanse al propio tiempo ciertas anomalías, que parecen indicar que su separación del continente tuvo lugar en una época n^^s remota, habiendo sufrido después grandes trastornos físicos y geológicos. El estudio de la fauna de Australia, por extremo curioso é intere- sante, ha dado á conocer que dicho país constituye realmente el centro de un mundo orgánico enteramente distinto del que caracteriza las de- más partes del globo, y cuyas formas animales difieren más de las domi- nantes en Asia, África, Europa y América, de lo que entre sí difieren las de dos cualesquiera de estas grandes divisiones de la tierra. Mas esa es- pecialidad en las formas orgánicas no se limita al continente australiano, sino que se extiende á la multitud de islas y archipiélagos que desde las Célebes y Lombock hacia el E. salpican todo el ámbito del Océano Pací- fico, formando las regiones llamadas hasta ahora Melanesia, Polinesia y Micronesia, y aunque los tipos orgánicos que en dichas regiones domi- nan, presentan notables modificaciones en las diversas localidades de las mismas, conservan siempre, sin embargo, su fisonomía australiana, reve- lando así su procedencia ó por lo menos afinidades y semejanzas que acusan la unión más ó menos efectiva y prolongada de los respectivos territorios en las primitivas edades geológicas. 4.— Los hechos que sumariamente hemos expuesto conducen á los naturalistas á las conclusiones siguientes: 1.^, que en época sumamente remota, debió existir un inmenso continente que abrazaba en su totalidad ó en su mayor parte, el vastísimo espacio que se extiende desde las Ge- 121 lebes y demás islas orientales del archipiélago malayo, hasta las más distantes islas de la Polinesia por la parte E., y desde Nueva Zelanda por el S. hasta las islas Marianas y Sandwich por el N.; 2.^, que este continente permaneció siempre separado del resto de la superficie terres- tre, ó si estuvo unido al continente asiático, debió ser en una época an- terior á los primeros tiempos del período secundario ó mesozoico; 3.^, que en tal caso la separación debió tener lugar antes que las islas de Suma- tra, Java, Borneo y Filipinas se desmembrasen del citado continente, del cual han formado parte en época relativamente moderna; y 4.^, que otros fenómenos y catacHsmos parciales han ejercido indudablemente más tarde su acción en las grandes masas de terreno desmembradas, deter- minando la actual estructura y condiciones físico-naturales de todas las islas que de ellas proceden. 16 CAPITULO II ZONA VOLCÁNICA OCCIDENTAL. 1. Zona volcánica oceánica y su bifurcación en el Archipiélago.— -2. Volcan de Taal.*-Gor dille- ras del Sungay y del Maquilin— Montes Banajao y Malarayat.— 3. Composición geognóstica del Pico de Loro, isla del Corregidor, sierra de Mariveles y sierra de Zambales.— 4. ídem de los terrenos comprendidos entre las sierras de San Mateo y Angat por el E., y la de Zamba- Íes por el O. — 5. ídem de la cordillera de los Caraballos occidentales. — 6. Peducciones acerca de la naturaleza geognóstica de la región occidental de la parte N. de Luzón . — 7. Prolon- gación por el S. de la zona volcánica occidental. 1. — Que el Archipiélago filipino ocupa una de las regiones más ator- mentadas por los cataclismos antes indicados^ es, al parecer, indudable. En el extremo NO. de Sumatra tiene su 'arígen una extensa zona terrestre que pasando por las ísl|.s de Java, Baíí, Lombock, Sumbawa, Flores, Serwaty. Banda, Amboina, Batchian, Makian, Tidore, Témate y Grilolo termina en la de Morty, describiendo una gran curva que, des- pués de dirigirse hacia el SE. se remonta hacia el N. Ésta zona terrestre contiene un crecido número de volcanes activos y centenares de volcanes apagados. En la isla Morty presenta nna solución de continuidad, y re- apareciendo á unas doscientas millas al O. de la misma, prosigue su rumbo N. por Siao y Sanguir hasta las Filipinas, por las cuales cruza longitudinalmente desde el extremo S. de Mindanao hasta las Batanes y Babuyanes al N, de Luzón. En toda la porción de su trayecto por el Archipiélago filipino, la zona volcánica parece dividida en dos sensiblemente paralelas, de las cuales una recorre la parte oriental y otra la occidental de aquél, en la dirección aproximada de SSE. á NNO. Estas dos Hneas convergen, sin embargo, en realidad hacia el S., debiendo reunirse y confundirse en una sola hacia la isla de Sanguir, pues en tanto que en la parte septen- ^,y,if.^c^/. 123 trional de Luzón se hallan separadas por una distancia de ciento setenta kilómetros, en la isla de Mindanao no distan entre sí más de ochenta y nueve. 2.— El principal eslabón de la faja ó zona wcidental es el volcan de Tml (Ldm. 3/), situado en una pequeña isla que ocupa el centro de la laguna de Bombón, en la provincia de Batangas. Dicha isla, que as de forma triangular, presenta tres cerros volcánicos, de los cuales uno ocupa la extremidad NO;, otro la del S. y el tercero el mismo centro, constituyendo los dos primeros los volcanes extinguidos que llevan los nombres de Biningtian grande y Biningtian pequeña^ y el último el vol- can activo denominado de Taal^ cuyas paredes no se elevan más de 165 metros sobre el nivel de la laguna. La forma del volcan es cónica, mas sus laderas son de pendiente muy suave, no excediendo su inclinación de 25"". Hállanse además cortadas, sobre todo, por el lado delN., que es ^^el ni'^s escarpado, por numerosos barrancos que á veces se prolongan hasta la misma laguna. El cono se compone, al menos en su parte su- perior, de masas de cenizas divididas en capas, cuya superficie se pre- senta algo rojiza y vitrificada/Abundantes fragmentos angulosos de ro- cas se ven empotrados en la masa de toba ó sueltos sobre él suelo, y unos y otros aparecen siempre cubiertos de una costra vitrea, debida quizás al rozamiento y á la descomposición de las rocas por la acciqíi de los ácidos. La masa principal de la roca consiste ordinariamente en basalto feldespático magníficamente desarrollado, el cual presenta sobre un ce- mento oscuro laminitas muy perceptibles de brillante plagioklasa, au- gita de color verde botella, y con menos frecuencia granos de olivino. Los cristales están por lo común alterados por la masa que los une, pre- sentando numerosos poros gaseosos y vitrificados, y alguna que otra vez mucho hierro magnético. Ciertos ejemplares deben tal vez ser conside- rados como una andesita-augítica, pues constan desuna masa de un color gris claro^ formada en su mayor parte por pequeños granos feldes- páticos con brillo craso, sobre la cual existen muchos cristales de augita verde. Las escorias son, por lo común, de un color negro intenso y muy porosas, encerrando fragmentos sueltos de plagioklasa y augita, así como de otras varias rocas menos reconocibles. Hasta ahora no se han descubierto indicios de corriente alguna de lava. El cráter es próximamente circular, pero el muro de la parte Sur 124 avanza hacia el interior. Los puntos más bajos se encuentran en el borde del N. y el más alto en el del SSO., en donde llega aproximada- mente á 234 metros sobre el nivel del mar. Las paredes del cráter son verticales en su parte superior, pero en la inferior ^presentan una incli- nación debida á la acumulación de materiales desprendidos de los bor- des. La profundidad de aquél ha sido apreciada en unos 75 metros. En el fondo del cráter existen dos humeantes lagunas de desigual ta- mañOj de las cuales la más grande es la que está situada más hacia el O. A juzgar por las numerosas burbujas de gas que de estas lagunas se des- prenden, el agua de las mismas debe encontrarse en ebullición, presen- tando en la superficie una tenue capa de color verde azulado, que debe atribuirse al sulfato de hierro que contiene. Dejando el agua en reposo, se separa un polvo amarillo y el líquido se enturbia. El sabor del último es igual al del sulfato de hierro, pero tan pronunciado que apenas se puede retener un momento en la boca. Contiene además una considera- ^ ble cantidad de ácido sulfuroso y probablemente también de ácido sul- fúrico. El terreno inmediato á las lagunas es sumamente pantanoso, y se encuentra muy removido por los vapores ácidos que lo atraviesan; así es que el número y forma de aquéllas debe estar sujeto á frecuentes varia- ciones. Hacia el lado oriental, el fondo del cráter está cerrado por un muro semicircular lleno de cenizas, y en medio de oste muro, que se abre hacia el SO., presentándose escarpado hacia el interior, se levanta una colina de toba bastante destrozada que, en algún tiempo debió contener otro cráter en su cumbre. Encuentranse además en el interior otras tres colinas de toba muy dividida. El resto del suelo está cubierto de nume- rosos fragmentos multicolores de rocas descompuestas, y salpicado de abundantes fumarolas. En la parte exterior del cono y hacia ef lado O. existen muchos ma- nantiales termales y fumarolas, que han requemado los pequeños arbus- tos que en su proximidad habia. El Biningtian grande^ que se levanta en la extremidad NO. de la isla, tiene una forma cónica perfecta y un cráter circular. Al E. de este cono, y entre el Biningtian y el Taal, se ven dos muros semicirculares concéntricos y abiertos hacia el S., com- puestos casi exclusivamente de lapilli negro. El otro Biningtian forma, en la extremidad S. de da isla, un pequeño cono volcánico de ancha base. 125 Once son las erupciones del volcan de Taal que registra la historia. Menciónanse dos dudosas en los años de 1634 y 1645, sin indicar el crá- ter por donde se verificaron. Las de 1707 á 1733 fueron alternantes entre los dos Biningtiangs, hasta que en 1749 apareció el cráter central, que desde aquella fecha es el único que ha dado señales da actividad. La erupción más terrible que se recuerda es la de 1754 que, precedida de fuertes temblores de tierra y acompañada de imponentes explosiones, produjo u'na densa lluvia de cenizas- que fueron arrastradas por el viento hasta las comarcas más septentrionales de Luzón, quedando completa- mente arruinados los pueblos de Taal, Lipa, Tanauan y Sala, que no lejos del volcan se levantaban. La laguna de Bombón se halla rodeada por la parte occidental por un muro de montañas que forman un cuarto de círculo, y cuyos puntos extremos son el monte Suñgay y el Batulao. La vertiente exterior de esta cordillera es sumamente suave, al paso que se presenta más escar- pada hacia el lado del mar. La roca de que se compone parece una toba muy porosa. Hacia el S. de la laguna el terreno es muy llano hasta la misma costa, y al E. se levanta el aislado monte Macolod, compuesto también probablemente de toba volcánica. Al NE. del volcan de Taal, y en la cordillera que forma la divisoria de las provincias de la Laguna y Batangas, elévase el monte denomi- nado Maquilin, el cual , visto desde el pueblo de Santo Tomás, situado al pié del mismo, presenta la forma de un cono de laderas bastante es- carpadas y cubierto de espesa vegetación. Desde su cumbre, se ve debajo el extinguido cráter, de unos 250 metros seguramente de profundidad y abierto por el lado del SE., con sus paredes verticales y el fondo densa- mente poblado. En la falda de este monte abundan los cantos rodados de andesita augítica y hornabléndica de grano fino y poroso con estruc- tura perlítica. Vistos esos cantos con el microscopio, constan de una masa compuesta únicamente de agujas de plagioklasa, con numerosos puntitos que, al parecer, son de hierro magnético, y en la masa se ha- llan además incrustados cristales de augita y hornablenda. Encuén- transe también cantos rodados de otra roca agrisada y de grano fino, que contiene cristales sumamente pequeños de olivino, la cual, exami- nada con el microscopio, presenta el aspecto de (in tejido fino y regular de agujas de hornablenda y plagioklasa. Todos estos cristales se hallan 126 ----^vS ■- ■; incrustados en una masa incolora y amorfa. Por último, en otros sitios la roca consiste en una masa arcillosa y compacta, algo descompuesta, dividida en fajas perfectamente separadas de color gris y rojo, en la cual se encuentran diseminados fragmentos vitrificados de plagioklasa. Alre- dedor del Maquilin existen muchos manantiales termales, cuyas aguas tienen á ¥eces una temperatura sumamente elevada. Al E. del monte Maquilin se encuentra otro volcan apagado, el Banajao^ en cuya falda N. existen grandes masas de toba fina amarilla, en la cual se descubren fragmentos de un componente augítico. Esta misma toba aparece en todo el camino que conduce de Majaijay á Mau- ban. A la izquierda de dicho camino, marchando en la dirección indi- cada, se encuentra la célebre cascada del Botocan. El arroyo que la pro- duce se desliza por una roca parecida al peperino, la cual en las orillas se presenta dividida en hermosos prismas y separada parcialmente en bancos horizontales. Más arriba, estos bancos se encuentran de nuevo cubiertos por la toba amarilla. En las vertientes oriental y meridional del monte se descubren vestigios de las antiguas corrientes de lava, así como también fragmentos de andesita augítica, con aspecto cristalino y color claro, que contiene principalmente mucha plagioklasa y augita en una masa casi esponjosa^ El monte Malarayat, situado en la provincia de Batangas y no muy distante del Banajao, debe ser también volcánico y componerse principalmente de toba porosa. 3. — Desde la región que acabamos de describir hacia el N. la zona volcánica occidental se prolonga por el Pico de Loro, la isla del Gorregi- dor , las sierras de Mariveles y Zambales , abrazando los montes de San Mateo y Mental van, el de Arayat, las lagunas de Candaba, Ganaren y Mangábol, y por último, la cordillera del Garaballo hasta los distritos de Benguét y Lepante. El Pico de Loro, la isla del Gorregidor y la sierra de Mariveles, así como el cerro Butilao, separado de la última por una depresión, constan, al parecer, de una misma roca, que no es otra cosa que una lava dole- rítica. En las inmediaciones de Porac, pueblo de la provincia de la Pam- panga, situado hacia el extremo S. de la sierra de Zambales, el terreno se compone de arenas feldespáticas con nodulos más ó menos grandes de traquita, alternando con capas de arcilla. La roca que constituye los 127 nodulos es una traquita sanidínica blanca, extraordinariamente espon- josa y parecida á la piedra pómeff^En sus oquedades se encuentran cris- tales blancos, grandes y agrietados de sanidina, y otros, gruesos, cortos y columnares de hornablenda. Más cerca de la cordillera los fragmentos traquíticos aumentan, encontrándose además traquita sanidínica y hor- nabléndica con una masa principal más compacta, de color blanco ó rojo de ladrillo. El mismo rio de Porac arrastra fragmentos correspon- dientes á un gran número de variedades de traquita, mezclados con otros de pizarra silícea roja y dura. Avanzando desde Porac, hacia el NE. y aproximándose más al pié de la cordillera, se observan. de nuevo las ya citadas arenas, constituyendo una toba amarilla bien estratificada. Los primeros cerros están formados por una brecha traquítica grosera y des- compuesta. Hacia el SO. de Porac las estribaciones están constituidas por colinas de la misma roca. Algo más arriba, se encuentra en seguida una brecha grosera de una especie de dolerita de grano grueso, en la cual se distingue fácilmente augita y plagioklasa, en un abundante ce- mento de una materia no vitrificada, con incrustaciones de hierro mag- nético. Estos fragmentos doleríticos, están cubiertos de una corteza des- compuesta de color negro. A mayor elevación parece que la roca se presenta ya más compacta. Estos datos se refieren á la sierra de Ma- banga ó sea almas oriental de los tres contrafuertes paralelos que cons- tituyen en su extremidad S la cordillera de Zambales. Es probable que toda la sierra de Mabanga se componga de la indicada toba dole- rítica, dispuesta en capas horizontales ó ligeramente inclinadas ha» eia el E. Bastante más al N. de Porac, y enfrente del pueblo de Capas, existe un camino de herradura que conduce desde este último pueblo al de Bo- tolan, perteneciente ya á lá provincia de Zambales y situado al lado opuesto de la cordillera. El camino indicado,' se dirige desde Capas hacia el O., pasando por O'Donnell, último pueblo de la provincia de Tarlac por dicho lado, que tiene su asiento en la misma falda de la divisoria» En las inmediaciones de O'Donnell, la toba anteriormente indicada apa- rece en capas dirigidas de NE. á SO., ó sea en sentido completamente perpendicular á la dirección de la cordillera; pero esta circunstancia sólo debe atribuirse á una perturbación local. La toba es en dicha localidad blanca y extremadamente friable, constando en su mayor parte de fel- 128 despato descompuesto y casi transformado en kaolín, con granos negros de un mineral augítico. En ella se venTFagmentos de pizarra hornablén- dica groseramente cristalina. Pasando de O'Donnell y penetrando en el interior de la sierra, vuelve á presentarse la toba estratificada, semejante en un todo á la de las inme- diaciones de Porac; pero á medida que se va avanzando y subiendo, se descubre una roca clorítico-feldespática, y más adelante grandes masas de gabbro compuestas de plagioklasa de brillo craso / con magníficas rayas gemelas, dialaga parda y algo de pirita de cobre, hallándose esta roca asociada con frecuencia á hermosas serpentinas. Si desde el pueblo de Botolan se toma la dirección N. y se sigue mar- chando paralelamente á la costa, se llega á Iba, cabecera de la provincia de Zambales, y después á Palauig. La distancia que media entre Palauig y Masinloc puede salvarse brevemente atravesando en una embarcación la bahía del último de dichos pueblos, mas también puede recorrerse por ' tierra, aunque dando un gran rodeo, por un camino que pasa por las úl- timas estribaciones occidentales de la cordillera. La primera roca que siguiendo este camino se encuentra, es una toba margosa finamente estratificada, que consta en su mayor parte de una mezcla de tenues frag- mentos de rocas volcánicas feldespáticas y de foraminíferos. La presencia de estos últimos revela que los estratos corresponden al período mioceno moderno. Diluyendo la materia en el agua hasta formar una especie de fango, se descubren también abundantes fragmentos de plagioklasa, hor- nablenda, olí vino y lava negra. Contienen igualmente con frecuencia estas margas terciarias, restos de hojas de plantas dicotiledóneas. La di- rección de los estratos es, al parecer, de N. á S. con una ligera, desvia- ción hacia el O., y alcanzan hasta la altura de 80 á 110 metros. En los barrancos, en donde por casualidad existe alguna cortadura, se ve apa- recer de nuevo la roca compuesta de gabbro y dialaga, cubierta por las capas de marga foraminífera. Prosiguiendo la marcha hacia el N. desde Masijiloc á Candelaria encuéntrase otra vez la misma marga, la cual en algunas depresiones del terreno llega á presentar un espesor de 12 metros. El color pardo rojizo que se observa en el monte Lanat, inmediato al pueblo de Cande- laria, así como los cantos rodados que en su falda se encuentran, per- miten suponer que por aquellos sitios la cordillera se compone también 129 de gabbro. Desde Candelaria á Santa Cruz hállase igualmente la citada marga foraminífera. Del pueblo de Santa Groz parte un camino que, cruzando la sierra y siguiendo al principio por el cauce de un rio que de la misma se des- prende^ conduce á la proyincia de Pangasinán. En cuanto se entra en el indicado cauce a-^are^e ana roca, que constituye toda la vertiente occi- dental de la sier, ^u y cuyos fragmentos redondeados se desprenden y son arrastrados por las aguas hasta las Uanuí^as, de modo que hacen muy dificultosa la marcha. Esta roca, compuesta de feldespato blanco .con granos de color de aceituna ó pardo claro, que no son más que varieda- des de augita con tendencia á veces á ciertas dialagas, ofrece tales par- ticularidades por la índole de sus elementos mineralógicos, su estructura y composición química, que el Dr. Drasche no se atrevió á clasificarla fijamente, y para evitar la aplicación de un nombre nuevo^ la designó con el de diabasa granudo-cristalina, aunque, casi con igual fundamento, pudiera llamarse gabbro en ciertas ocasiones. Hállase la roca de que se trata dividida en bancos, presentando por el N. fajas y fov el O, incli- naciones bajo ángulos distintos. En relación con ella existe una pizarra diorítica, formada de plagioklasa descompuesta y otro mineral que debe ser hornablenda, aun cuando sus cristales no están completamente aislados, sino irregularmente agrupados entre la plagioklasa. íntima- mente asociada con la misma roca, aparece una pizarra cristalina, bien reconocible, aunque el feldespato se halla en ella tan descompuesto, que probablemente debe estar mezclado con gran cantidad de ortoklasa. Los cantos rodados que se encuentran en el cauce del rio, tienen el aspecto de una rocar augítica plagioklásica cristalina. En algunas localidades se ve una hermosa diaiaga-olivinica, dispuesta en capas que recubren el gabbro anteriormente descrito. Dejando á un lado el rio de Santa Cruz, junto á su %ígen, y pa- sando un monte situado al N. del mismo, se llega á un arroyo que corre ya en dirección E, En esta parte déla ladera oriental de la sierra, vuelve á presentarse la serpentina , enteramente semejante á la que se en- cuentra en la travesía de O'Donnell á Botolan. Descendiendo más toda- vía hacia el E., se encuentra nuevamente el gabbro en masas de grano fino ó grosero. Resulta, pues, de los reconocimientos practicados por el Dr, Drasche 17 130 en la sierra de Zambales, que aun cuando no es posible determinar con entera seguridad la composición geognóstica de dicha cordillera, por la insuficiencia de los estudios ejecutados y la dificultad que las exploracio- nes ofrecen, en razón á la existencia de muchas tribus de salvajes, puede admitirse con mucha probabilidad de acierto, que la roca de que princi- palmente se compone es un gabbro-diorítico ó más bien diabásico, que se presenta comunmente estratificado y en íntima relación con gabbros y serpentinas comunes. En la* vertiente oriental, estas rocas están cu- biertas por grandes tobas traquíticas, que contienen abundantes frag- mentos de traquita, y que se elevan por la falda de la cordillera hasta la altura de 840 metros. Por la parte occidental se encuentra á lo largo de la costa, entre Palauig y Santa Cruz y quizás más al N., una marga fo- raminífera tobácea, que alcanza hasta í 10 metros sobre el nivel del mar. 4.— -Retrocediendo hacia el Mediodía para proceder al estudio de la zona que abraza las provincias de Manila, Bulacan, Pampanga, Tarlac y Pangasinan y se halla limitada al E. por los montes de San Mateo y Angat, y al O. por la descrita sierra de Zambales, obsérvase desde luego, que en los alrededores de la capital del Archipiélago abunda un terreno arcilloso, bajo cuya capa de humus se descubren abundantes restos de conchas marinas recientes, lo cual no deja duda alguna, de que la costa de Manila ha surgido del mar en una época geológica muy moderna. Remontando el curso del rio Pasig, no tarda en encontrarse una especie de toba parda y blanda, que está dividida en gruesos bancos y forma re- dondeadas colinas. Esta toba presenta dos variedades; una que es rica en fragmentos cristalinos y se compone exclusivamente de una materia parecida á la piedra pómez finamente pulverizada, y otra que consiste en un conglomerado de piedra pómez, con fragmentos de rocas volcánicas. Las mejores canteras de dicha toba se encuentran en Guadalupe, á la orilla izquierda del Pasig, de donde se sacan grandes masas. El trass está ahí dividido en gruesos bancos, y contiene muchos troncos de árbo- les carbonizados y otros restos informes de plantas. La extensión super- ficial que ocupa esta toba, es muy considerable. Todo el lecho del Pasig está enclavado en ella, formando en ambas orillas dos muros que en al- gunos sitios se levantan hasta 10 metros. Por la orilla derecha, la toba se remonta hasta cerca de San Mateo; en la parte N. de Manila se extiende también hasta más allá de San Francisco del Monte. 131 Desde la desembocadura del rio de San Mateo hasta el pueblo de Bi- nangonan, situado al N. de la laguna de Bay, se levantan una porción de colinas formadas también por la expresada toba. Alrededor del pueblo indicado predomina la traquita, y un poco más al N. aparecen unos bancos de caliza conchífera, que no se elevan más de cuatro metros so- bre el actual nivel de la laguna y ocupan un área poco extensa. Esta caliza, perteneciente, tal vez, al periodo eocénico, encierra conchas que corresponden á especies todavía vivientes , predominando el Tapes vir- GiNBUs y el Gbrithium monolífebüxM. La isla de Talím, situada al S. de Binangonan, está formada, lo mismo que la península de Jalajalá, que se halla al E., de bancos de toba, análoga á la ya descrita anteriormente, sustituida en los puntos más elevados por la dolerita. Caminando hacia el N. se pasa por Antipolo, en donde existe un pequeño manchón de ca- liza enteramente igual á la de Binangonan; y más al N. todavía, junto al pueblo de San Mateo, existen otros dos, de los cuales el uno encierra la renombrada cueva del mismo nombre, y el otro está situado hacia el origen del rio Puray, afluente del rio principal. Los montes de San Ma- teo, con excepción de dichos manchones calizos y de algunas masas tra- quíticas, constan, al parecer, de las mismas rocas que forman la sierra de Zambales. En los montes de Angát y San Miguel de Mayumo, prolongación de los de San Mateo, predominan las rocas cristalinas antiguas, tales como el gneis, la pizarra hornabléndica y otras. Las orillas del rio de Angát están formadas de capas de caliza vertical mente levantadas, que contie- nen madréporas, ostras y equinidos. Es dudoso, sin embargo, si estas calizas pertenecen al período eocénico, ó si deben ser consideradas como calizas coralíferas modernas. Al N. de la bahía de Manila se extiende la vasta llanura central ó de la Pampanga, que alcanza por la parte septentrional hasta el golfo de ' Lingayén, hallándose limitada al O. por la sierra de Zambales, y al E. por los montes de Angát y primeras estribaciones de la cordillera oriental de Nueva Écija. Hacia el S. de esa llanura se levanta el aislado monte de Arayat, cuya cumbre se compone de dos picos grandes y uno pequeño, alineados de N. á S. y separados entre sí por profundas cortaduras. Ni señal alguna de cráter, ni indicios de productos -volcánicos se descubren en dicho monte. La roca de que consta es una dolerita, ya vesicular, ya 132 compacta, compuesta de una masa de color gris claro, en la cual existen fragmentos de augita y olivino. En' la falda SO. se presenta una loma más larga, más bajá y más estrecha, que se asemeja á una antigua cor- riente de lava. El aislamiento del monte, la estructura vesicular de la roca, y al propio tiempo la falta de cráter y de masas de lapilli y ce- nizas, inducen á suponer con fundamento, que el Arayat no es más que el esqueleto de un volcan, apagado desde una época sumamente remota. . En los alrededores del monte Arayat, así como en todo el resto de la gran llanura central, el suelo se compone de arena feldespática, en la cual se encuentran con frecuencia nodulos informes de traquita sanidí- nica. Estas arenas proceden de la descomposición de la roca que forma el subsuelo, la cual consiste en una toba completamente semejante á la de la sierra de Zambales, que debió depositarse en un mar poco profundo. Según Itier, el subsuelo de la provincia de Bulacán, compuesto única- mente de toba volcánica, debió formarse en el mar que rellenó, lo cual explica la presencia de numerosas conchas marinas en estado fósil en el peperinoque lo constituye. Por su parte Semper añade lo siguiente: «En la llanura central' de Luzóu, cuyo punto más elevado no excede 150 pies sobre el nivel del mar, se encuentra en muchos sitios, según las ob- servaciones del P. Llanos, un sedimento marino bajo las delgadas ca- pas arcillosas de la superficie; y en algunos puntos de la provincia de Pangasinan, al N. del Arayat, existen lagos de agua salada (pinag de Gandava, laguna de Ganaren, pinag de Mangaból), en los cuales, lo mis- mo que en muchos arroyos de agua dulce ó salobre de la misma provin- cia, se encuentran, según aseguran los párrocos, terebrátulas vivientes todavía.» Esos lagos de agua salada, debieron subsistir como tales cuando se verificó el levantamiento del' fondo del mar, y como la mayor parte de ellos reciben el caudal de varios arroyos, sus aguas se fueron convir- tiendo de -salobres en dulces, como se presentan hoy dia. Suponiendo que las tobas existentes en la sierra de Zambales, entre O'Donnell y Botolan, hayan tenido un origen análogo, resulta que dicha sierra debió experimentar un levantamiento de más de 835 metros en una época geológica reciente, hecho que concuerda con las observaciones practicadas al NO. de buzón. Hubo, pues, probablemente un tiempo en que la sierra de Zambales surgió del fondo del mar, de una manera ana- 133 loga á la que hoy dia presenta la isla de la Paragua. Por la parte O. las margas foraminíferas se levantaban entre los detritus volcánicos del en- turbiado mar, mientras que por la del E. se depositaban capas de toba con cantos volcánicos. Posteriores levantamientos produjeron, final- mente, la llanura central de Luzón, en la cual probablemente se está verificando todavía el mismo fenómeno. Una de las últimas manifesta- ciones de la fuerza volcánica, debió ser el monte Arayat, el cual, en vez de las antiguas erupciones traquíticas, arrojó lavas doleríticas. En nin- gún punto se han encontrado todavía, las tobas traquíticas cubiertas por las lavas doleríticas; pero el no haberse descubierto tampoco fragmentos de estas últimas encerrados en las primeras, abona hasta cierto punto la exactitud de la hipótesis indicada. Descrita anteriormente la región en que se encuentra enclavada la laguna de Bay, debemos exponer aquí la versión más verosímil acerca del origen de esta última. Opina el Dr. ürasche, que esa laguna debió formar en los tiempos antiguos un golfo que, separado posteriormente del mar por los materiales arrojados por el volcan de Taal, quedó con- vertido en an lago, cuyas aguas se fueron endulzando paulatinamente. Poco después de la aparición del volcan de Taal, tanto por los levanta- mientos que tuvieron lugar en varios puntos, como por la acumulación de las ligeras tobas, pudo formarse la bahía. En qué época surgieron el Pico de Loro, la isla del Corregidor, los montes de Mariveles y Butilao, es difícil de determinar. Investigaciones más minuciosas en las faldas del Pico de Loro, tal vez pondrían de manifiesto la superposición de las la- vas doleríticas en las tobas procedentes del volcan de Taal. 5.— El reconocimiento de la cordillera del Garaballo, desde San Ni- colás, en la provincia de Pangasinan, hasta Bambáng y Aritao en la de Nueva Vizcaya, ha demostrado que, por lo_ menos en varios sitios, la parte superior de aquélla se compone de una roca andesítica hornablén- 'dica, completamente idéntica á la que se encuentra en la sierra de Zam- bales. Después de pasar el monte Dalemdem, que es el más alto de la divisoria, se desciende rápidamente á la cuenca del Pinquiang, que vierte sus aguas en el Magát. En dicha cuenca aparece con gran desarrollo una roca de color rojizo y sumamente agrietada, que más abajo toma un color verdoso, siendo tan abundantes las grietan verticales que en ella existen, que ofrecen el aspecto de una verdadera estratificación. Esta 134 roca produce mucha efervescencia con los ácidos, por efecto de las nume- rosas vetas calizas que la atraviesan. A simple vista pudiera creerse que es una marga caliza dura, teñida por un óxido de hierro; pero el examen microscópico demuestra que consta de una masa parda informe, en la cual se halla encerrado un tejido de agujas incoloras, que parecen ser de feldespato. El avanzado estado de descomposición en que la roca se encuentra no permite su clasificación exacta,, mas por la expresada cir- cunstancia de contener mucho carbonato de cal, debe suponerse que es muy semejante á la diabasa. Prosiguiendo la marcha por el cauce del rio, dicha roca desaparece pronto y es sustituida por una diabasa afa- nítica de color verde oscuro, semejante á la que se encuentra en el monte Dalemdem. El estudio de la última no deja duda alguna acerca de su identidad geognóstica con la afanita del rio Bucao, en la sierra de Zam- bales, diferenciándose únicamente, en que el elemento augítico ha sido reemplazado por una sustancia clorí tica. Antes de llegar á la confluencia de los rios Pinquiang y Magát se descubre hacia la izquierda una colina de color blanquecino. Para llegar á ella se atraviesa un pequeño arroyo, en cuyo lecho se encuentran can- tos rodados de una caliza gris medio cristalina, pero sin fósiles. Al pié de la colina citada, existen margas yesosas que contienen interpoladas algunas capas de yeso filamentoso. Estas margas se dirigen de N. á S. y están atravesadas por una roca eruptiva que, en su mayor parte, consta de feldespato muy descompuesto. Sobre las margas se levanta un cerro acampanado, completamente incrustado de yeso y sal, y del cual penden grandes estalactitas de ambas sustancias. Trepando á la cumbre se en- cuentra una hoya poca profunda, de la cual brota un escaso manantial rodeado de vapores sulfurosos. El agua tiene una temperatura un poco más baja que la del aire y un sabor salado, y en los bordes de la hoya, constantemente llena de agua, se depositan hermosos cristales de azufre. Los Igorrotes aprovechan por evaporación la sal de esta colina, y de otras varias análogas que detrás de ella existen. Si las margas yesosas fuesen consideradas como el resultado de la sedimentación producida por los manantiales, constituirían una manifestación extraordinariamente re- ciente de actividad volcánica en la masa feldespática. Si su origen se atribuye á dichos manantiales, deben encontrarse capas de yeso y sal recubiertas por rocas volcánicas. Tal vez suceda así en la parte oriental 135 de la cordillera. Los cantos rodados allí encontrados, revelan la existen- cia de rocas sedimentarias. Cerca del punto de reunión del Pinquiang con el Magát vuelve á aparecer la roca feldespática. A la izquierda del camino que conduce ha- cia el S. por el valle del Magát, desde Bambáng á Aritao, se descubren varias colinas de tra^uita friable con grandes cristales de feldespato. En la ladera meridional del Caraballo Sur, abunda mucho una hermosa roca cristalina grosera, que es un gabbro muy semejante al que existe en la vertiente oriental de la sierra de Zambales, del cual únicamente difiere, en que contiene con frecuencia un mineral clorítico, de color verde os- curo, entre los cristales de dialaga-augítica. La existencia de numerosas tribus de Igorrotes independientes, im- pide toda exploración científica en la parte más encumbrada de los Ca- raballos Centrales y del Norte. Las investigaciones hechas hasta ahora se limitan, pues, á la provincia del Abra y distritos político-militares de Benguét y Lepanto, colindantes con las comarcas habitadas por Jos sal- vajes no sometidos todavía á las autoridades españolas. El camino que desde el pueblo de Aríngay, en la provincia de la Union, conduce al de Galiano y de éste al de la Trinidad, cabecera del distrito de Benguét, va remontando el cauce del rio de Aríngay, abierto en una toba terrosa de un color amarillo claro. En los alrededores de Galiano las tobas ño son ya terrosas, si no muy duras, cristalinas y are- nosas, y los bancos que forman alternan con capas de marga, que con- tiene restos fósiles de plantas dicotiledóneas. Desde Galiano en adelante • los bancos de toba son muy grandes, pero presentan una estratificación sumameiite irregular, volviendo á aparecer la toba blanquecina y friable antes de llegar al valle en que está situado el pueblo de la Trinidad. El citado valle es casi circular y'tiene 762 metros de diámetro, hallándose atravesado de 0. á E. por un arroyo, que corta sus muros por dos estre- chas gargantas. Hacia el O. existe una pequeña laguna, que en tiempo de lluvias adquiere grandes proporciones. El arroyo se extingue hacia la mitad del valle, reapareciendo más adelante. Las montañas que circundan el valle y forman sus muros son de poca altura, y trepando por ellas se observa inmediatamente que se componen principalmente de caliza coralífera, la cual es an algunos sitios suma- mente cristalina, pero presentándose siempre muy escarpada, dividida 136 en agudos picos y con muchas hendiduras. Contemplada desde abajo, se ve que está dividida en gruesas capas ó estratos que buzan hacia el O, La parte superior de las colinas, está cubierta de una tierra tenue de color rojo, que llena los espacios intermedios entre los picos de aquéllas, presentándose en algunos sitios sumamente fina y con el espesor de al- gunos pies. En la parte SO. del valle se han encontrado en ella fósiles de un gasterópodo semejante á un Cerithium. Por la tenuidad de las capas y la extremada finura del material de que se componen,. sé deduce que han debido formarse en un sitio tranquilo y libre de la agitación de las olas del mar, y nada más propio para ello que la cerrada laguna de un atoll ó arrecife madrepórico circular. La parte inferior de las colinas que rodean el valle, se compone de toba andesítica-hornablóndica her- mosamente estratificada, en la cual se descubren claramente negras agu- jas de hornablenda y mucho feldespato reducido á kaolin. En la misma toba existen algunos guijarros del tamaño del puño, de una roca erup- tiva verdosa y muy descompuesta. En los sitios en que el muro que ro- dea el valle es más bajo, como sucede en la parte SO., se ven, tanto en la toba como en las grandes masas de tierra roja, agujas aisladas de ca- liza coralífera. Semper cree que en dicho sitio debió existir un canal por donde la laguna se comunicaba con el mar. Hacia el NE. de la Trinidad y en una ramificación de la cordillera central, que avanza desde muy cerca del punto en que tiene su naci- miento el rio Agno, se encuentra la ranchería de Capunga, cuyos habi- tantes se dedican al beneficio de los lavaderos de oro. Hasta la ranchería de Taquilín no se ve más que la caliza coralífera y la arcilla roja, pero la primera desaparece de repente, y es sustituida por una andesita- augítica que contiene algo de hornablenda. Al O. de la loma andesítica hay un valle, en el cual está situada la citada ranchería de Gapunga. Si se prosigue adelante y se sube á la otra ladera del valle, se ve aparecer una diorita de grano grueso. La hornablenda se presenta en pequeñas columnas, la plagioklasa es blanca y de brillo algo craso, hallándose salpicados en ella algunos granos de cuarzo. En los sitios en que el agua ha abierto algún barranco, que por abajo se comunica con algún afluente del rio Agno, sacan los Igorrotes oro por medio del lavado de grandes cantidades de mineral. En la diorita se descubren hendiduras que están llenas de una roca muy descompuesta, blanca y arcillosa, impregnada 137 de uno á otro extremo, de pirita sulfurosa. Esta masa descompuesta, es la que se reduce á barro para extraer el oro. Para ello, los Igorro- tes han abierto por debajo, canales y pequeños hoyos á donde conducen el barro. Remontando el curso del rio Agno se sigue encontrando la misma diorita, cubierta á veces por capas de toba, semejante á la de Benguét, de modo que dicha roca diorítica, análoga á la de la sierra de Zambales, parece formar todas las montañas inmediatas al expresado rio Agno. A la izquierda de este último, y entre las rancherías de Magangán y Acnal, se descubren algunos cerros de traquita-sanidínica y hornabléndica, y en el lecho de un arroyo, aparecen manantiales termales que desprenden vapores sulfurosos y producen incrustaciones cristalinas de azufre. En la orilla derecha del mismo arroyo, se presenta nuevamente la roca diorítica. Desde Acnal hasta Adoay se encuentra otra colina de traquita sani- dínica y hornabléndica, y en seguida aparece una caliza coralífera ente- ' ramente igual á la de Benguét, que contiene muchos fósiles, aunque mal conservados, y parece ocupar poca extensión, pues pronto vuelve á en- contrarse la roca diorítica formando una verdadera nleseta de complejas capas. Esta meseta está dividida en bancos repetidamente dislocados, cuyas capas inferiores están formadas por brechas y conglomerados de la roca diorítica. Más arriba, el grano es más fino y casi arenoso, y, finalmente, los bancos siguientes constan de una roca completamente descompuesta, verde ó violeta, llena de un extremo á otro de vetas de espato calizo. Semejante en un todo es esta roca, á la ya descrita como caracterí^stica de la parte superior del rio Pinquiang, pues si bien en esta última faltan las capas inferiores, los fragmentos de brecha encontrados en el cauce del rio, revelan la existencia de las mismas. De igual manera que en el rio Pinquiang, la roca antes indicada descansa sobre otras ro- cas compactas verdes plagioklásicas. A derecha é izquierda del camino de Adoay á Lutab aparece constantemente. Cerca de Gabayán se descubre una pequeña colina de traquita cuar- zosa, en cuya masa blanca y arcillosa existen numerosos huecos de forma paralelipípeda, llenos de óxido de hierro ú ocre, procedente de los descompuestos feldespatos, y además cuarzo en 'bien formados dihexae- dros. Después de atravesar una estrecha faja de la diorita en capas an- ís 138 tenormente indieada, ñállanse de nuevo grandes masas de traquita cuar- zosa. Junto á un afluente del Agno existe una andesita-hornablóndiGa, formando una masa gris que contiene una multitud de cristales grandes de hornablenda, juntamente con mal contorneados feldespatos de color blanco de leche. Dentro de la masa expresada hay encerrados fragmen- tos de una roca, compuesta únicamente de pequeños cristales de horna- blenda. Entre el punto anterior y la ranchería de Anlimay, los bancos de diorita se convierten en estratos de pizarra silícea de varios colores. Antes de Buguías aparece de nuevo la traquita sanidínica-hornabléndica, sobre la cual está situada la ranchería de Lubay. En los alrededores de Loó. predomina una traquita cuarzosa-arcillosa, semejante á la de Gaba- yán, que contiene diseminados hermosos dihexaedros. La divisoria entre los grandes rios Abra y Agno, consiste únicamente en una serie de pequeñas colinas^ dispuestas en tres filas paralelas forma- das por una traquita sanidínica muy descompuesta, que se extiende hasta Mancayán. En este último punto existen unas minas de cobre, beneficia- das ya antiguamente por los Igorrotes y después por una empresa. El mineral de cobre se encuentra en los pequeños nodulos cuarzosos disemi- nados en la traquita sanidínica, siendo su desarrollo de E. á O. En esa ganga, el mineral cobrizo se presenta en filones paralelos dirigidos igualmente de E. á O., de modo que las galerías abiertas de N. á S. cor- 0) tan los filones indicados, los cuáles llegan á tener en algunos puntos siete metros de espesor, presentando siempre un gran buzamiento. La distancia intermedia entre los filones es muy escasa. La ganga consta principalmente de luzonita, enargita y covelina; la primera ordinaria^ mente en hermosos cristales, encontrándose además barita, espaío calizo, pirita de cobre, malaquita, estalactitas de caparrosa, ácido arsenioso y un mineral jabonoso teñido de azul por las sales de cobre. Para la fun- dición del mineral se emplea una caliza procedente de las inmediaciones del monte Malaya, situado en la cordillera que está al O. de Mancayán. Dicha caliza es coralífera, y al parecer toda la cordillera, que forma un arco desde Süyóc al pico ¡Tila, tomando después la dirección N., debe estar compuesta casi exclusivamente de la misma roca. Para dirigirse de Mancayán á Gayan, cabecera del distrito de Le- pante, es preciso cruzaf el río Abra. En la bajada se encuentra primero la traquita hornabléndica-sanidínica, y después la diorita estratificada 139 semejante á la del rio Agno* En la orilla izquierda del rió Abra, hay grandes cantos rodados de traquita cuarzosa, la cual presenta dos varie- dades, una en que la masa principal es gris oscura, y otra en que es roja, conteniendo un crecido número de astillas de cuarzo, muy comprimidas y perfectamente trasparentes, que jamás son redondeadas ó de formas regulares, sino que, por el contrario, se distinguen por su aspecto frag- mentario, alcanzando á veces un diámetro de cuatro milímetros. Las márgenes del mismo río Abra, están formadas por una brecha dolerítica grosera, que consta de fragmentos algo redondeados y del ta- maño del puno, reunidos por un cemento terroso. En la de la izquierda no tarda en aparecer una masa de roca*, claramente dividida en bancos, que buzan fuertemente hacia el N., siendo la misma roca clorítica- hornabléndica-plagioklásica, que constituye la base de la diorita estra- tificada del Agno, alternando con bancos feldespáticos blancos, en los cuales hay diseminada mucha pirita. Todo el camino que desde el lecho del rio Abra conduce á Gayan en dirección E. se halla abierto en una toba amarilla desmenuzable, divi- dida generalmente en bancos horizontales. Esta toba está cortada por una multitud de arroyos, que han abierto sus cauces en la blanda roca; así es que el camino se remonta formando una serie de subidas y baja- das. Gayan está situado en una pequeña meseta á unos 1.100 metros sobre el nivel del mar, y hacia el S. se levanta el monte Data, que es. un volcan apagado. Al pié del mismo se encuentran muchos manantia- les termales y también mineral de cobre, que proceden tal vez de la, prolongación hacia el E. de los cuarzos lenticulares de Mancayán. La ranchería de Sabangan, situada á seis horas de camino al E. de Gayan, es la más avanzada hacia la cordillera central, entre todas las que están sometidas á las autoridades españolas. Marchando desde Gayan hacia dicha ranchería, se encuentran primero enormes brechas de rocas doleríticas, después otras de traquita sanidínica-hornabléndica , y más adelante aparecen groseros bancos de una roca brechiforme estratificada, que consta de fragmentos irregulares, grandes y pequeños, de caliza y de una roca traquítica ya muy descompuesta, conteniendo fragmentos de feldespato y cuarcita. Este conglomerado alterna con bancos de caliza coralífera, completamente semejante á la del distrito de Benguét. Los bancos presentan un buzamiento hacia el SE. de 8^ á lO''. Mas al E. tm reaparece la toba blanda y amarillenta, que se extiende hasta la misma confluencia de los rios Sabangan y Bontoc. El camino que conduce desde Sabangan á Bontoc, cabecera del dis- trito político-militar de este último nombre, va por el mismo cauce del rio. Las orillas de éste, se componen cerca de Sabangan, de una toba traquítica roja completamente descompuesta, que á causa de la variable intensidad de su coloración, presenta una especie de estratiñcacion. El rio arrastra enormes masas de una roca cristalina grosera, que se com- pone de cuarzo, ortoklasa, mucha plagioklasa, y un minerar cristalino en hojitas flexibles de color verde oscuro. En la orilla izquierda del pe- queño rio Sabangan, se encuentran hermosas traquitas cuarzosas, que ocupan una extensión bastante considerable. Estas rocas son compactas, blancas, duras y tienen la fractura astillosa. En la masa compacta se descubre sanidina blanca de brillo vitreo, y un feldespato gris, opaco, cristalizado en laminitas, cuarzo en granos informes, y pequeños crista- les de augita, combinación de minerales ciertamente muy rara. En el trayecto que media entre las rancherías de Sagada, Balugan y Anquilen, reaparece el sistema de capas de brecha traquítica, alternantes con tobas amarillas que buzan hacia el SO. Estas capas forman proba- blemente la prolongación N. de las observadas entre Gayan y Sabangan. Junto á Sagada se presentan de nuevo con gran ^desarrollo los arrecifes de caliza coralífera, extendiéndose casi hasta Balugan y avanzando por el N. hasta Tetenan. Estos arrecifes ofrecen igualmente una marcada estratiflcacion en bancos, que generalmente buzan de 15'* á ^O"" hacia el S., y entre ellos se descubren delgadas capas de toba verdosa. Desde Tetenan á Bontoc se encuentran traquitas descompuestas, y endos sitios se vé, aunque ocupando poco espacio, la roca que forma la base de la diorita estratificada del rio, Agno. Desde Bontoc á la ranchería d0 Guinaan la roca consiste en caliza coralífera, brechas de la misma y traquita. Desde Guinaan hasta Maynit, predominan las traquitas astillosas de un hermoso color verde, que con- tienen aquí y allí cristales aislados de feldespato descompuesto. Junto á Maynit, brotan del suelo varios manantiales calientes y vapores sulfuro- sos. El agua de los manantiales tiene un sabor salado, y los Igorrotes benefician ó recogen la sal que deposita. En la ranchería de Sadanga, situada sobre una roca feldespática des- 141 compuestav brota de una hendidura de esta última un abundante ma- nantial de agua muy clara, que tiene una temperatura de 34^ Reaumur, un sabor extremadamente salado, deposita mucha sal de hierro y des- prende un débil olor sulfuroso. Desde Sagada á Gayan las rocas que se encuentran son dolerí ticas, conteniendo en una masa parda, augita escoriforme, olivino rojo muy ferruginosa y feldespato descompuesto Las colinas de caliza amarilla que antes de llegar á Gayan se tiene que subir y bajar, se componen de una roca eruptiva completamente descompuesta. La ladera occidental de la meseta de Gayan, por la cual se baja hacia el rio, está formada por una hermosa andesita hornablóndica, perfecta- mente dividida en colinas cónicas estratificadas. Las capas exteriores están generalmente muy descompuestas, pero en el interior presentan su grano entero. Desde Cervantes hacia Angaquí el camino sigue la orilla izquierda del rio. Los arroyos que por este lado desaguan en el Abra, arrastran ' muchos cantos rodados y amígdalas de caliza. A entrambos lados del rio se ven bancos estratificados de cantos rodados, y el pueblo cristiano de Angaquí está erigido en un cerro de caliza^ roca que constituye la divi- soria entre el rio Abra y las aguas que vierten al mar de China. En esta divisoria es donde se encuentra el alto monte de la Tovalina, y uno de los picos más notables junto á Angaquí es el monte Tila. La caliza que constituye la cordillera es á veces cristalina, y contiene innumerables restos de corales que, por desgracia^ están en mal estado de conser- vación. Tan'pronto como se empieza á descender, desde lo más alto del paso de la Tovalina, aparece una marga tobácea estratificada de color rojizo, con buzamiento hacia el SSO., en la cual se encuentran algunas capas ^ con restos de plantas carbonizadas. Cerca de Tiagan están las margas muy dobladas y dislocadas. Desde Tiagan á Liliddá se encuentra cons- tantemente la misma marga, alternando con gruesos bancos de caliza coralífera. En Nueva Cobeta se llega al llano, y se sigue la costa del mar hasta Vigan. Esta última se compone de arrecifes de coral, que se levan- tan algunos metros sobre el nivel de las aguas, y se hallan en inmediata relación con otros arrecifes vivientes. Las rocas* que en las inmediaciones aparecen, están compuestas de cuarzo, ortoklasa y clorita. 142 La ciudad de Vigan se asienta sobre el delta del rio Abra, en un suelo compuesto de arenas y cantos rodados. La cortadura ó abra de la cordi- llera paralela á la costa que dicho rio atraviesa, cuando dejando su di- rección de S. á N. toma la de E. á O. para desaguar en el mar, está á muy poca distancia de la ciudad. Las rocas que en ella aparecen for- mando estratos, son de dos especies distintas. Una consiste en una pi- zarra clorítica con muchas vetas de espato calizo, y la otra en una es- pecie de gneis protogínico, de estructura grosera cristalina. ^ 6.— Expuesto ya el resultado de los estudios hechos por el Dr. Dras- che en la parte occidental de Luzón/ debemos también consignar, para precisar más las ideas, las conclusiones que de los mismos ha deducido. Las investigaciones indicadas acusan la existencia en el N. de Luzón de cinco grupos distintos de rocas: 1.^ Los arrecifes de coral y brechas de caliza coralífera con rocas volcánicas modernas. 2.'' Toba y arenisca tobácea, conteniendo en parte depósitos forma- dos por bancos de caliza coralífera y margas con restos de plantas. 3.^ Rocas eruptivas modernas (traquita cuarzosa, traquita horna- bléndica y sanidínica, andesita-hornabléndica, dolerita). 4.^ Formación de areniscas groseras y conglomerados, cuyos mate- riales proceden de las rocas diabásicas y afaníticas subyacentes. 5.^ Diorita, gneis protogínico y pizarra clorítica. Las calizas coralíferas son indudablemente las rocas más modernas del N. de Luzón, como lo demuestra el encontrarse siempre en la parte superior de todas las formaciones, sin que se hallen cubiertas en sitio al- guno por otra roca, exceptuando en Benguót, en donde existen sobre ellas finas capas de tierra roja. Dichas calizas contienen abundantes res- tos de corales, por desgracia mal conservados, así como también, aun- que en menor cantidad , restos de Lamelibranquios , Gasterópodos, Equinodermos, etc., cuyos fósiles están siempre muy alterados por la cristalización de la roca. Del estudio de estos restos orgánicos se deduce que pertenecen á géneros (Galaxaca, Favia, Meandrina, Porites ¿Astraeo- copora), que todavía se encuentran entre los vivientes en el Océano ín- dico, y cuyas formas específicas pueden referirse á las de la fauna actual de dicho mar. Por lo expuesto, no puede menos de admitirse que los arre- cifes de coral, pertenecen evidentemente á una época geológica muy mo- 143 derna. Cuáles hayan sido las causas que han producido la estratificación, no es posible, por ahora, determinarlo satisfactoriamente. La existencia en todas las costas, de altos arrecifes de corales que es- tán todavía unidos á otros vivientes, así como el encontrarse arrecifes modernos á 1.115 metros de altitud, como sucede en los distritos político- militares de Benguét y de Lepante, es una prueba de que todo el Archi- piélago filipino está sujeto á un constante levantamiento. En el centro del mismo se encuentran, sin embargo, arrecifes madrepóricos circulares todavía vivientes, cuya formación no pudo verificarse según la teoría de Darwin y Dana, sino por un hundimiento del fondo del mar. Estos he- chos han llamado la atención de infatigables observadores, los cuales han procedido á investigaciones sumamente minuciosas sobre el particu- lar. Según las observaciones hechas por Garpenter en las costas de la Florida, la formación de arrecifes de coral es posible aun á las mayores profundidades, y los diferentes aspectos que los mismos presentan son debidos á la influencia de las corrientes, etc. La existencia de arrecifes * de coral en la isla de Luzón, no se halla limitada á las comarcas citadas. Semper los ha visto en el N. y E. de la misma isla, en Mindanao, etc., é igualmente se encuentran, según refiere Junghuhn, en la costa S. de Java^ Más antiguas, en absoluto, que los arrecifes de coral son las tobas y areniscas tobáceas, las cuales, prescindiendo de algunos repliegues y fa- llas, presentan masas de un extraordinario desarrollo. Desde Aringay hasta Benguét, que está á 1.115 metros sobre el nivel del mar, se en- cuentran sin interrupción, y lo mismo sucede desde Nueva Gobeta, hasta casi la misma falda occidental del monte la Tovalina (cerca de 56 me- tros). En los largos períodos de reposo que mediaron durante el desar- rollo de dicha formación, aparecieron los bancos de coral que encierra, depositándose en los terrenos inmediatos, los restos de plantas dicotiledó- neas contenidos en las margas. Las rocas fundamentales del N. de Luzón, son exclusivamente la for- mación de brechas y conglomerados del rio Agno, diabasa, gabbro, sie- nita, diorita, afanita y el gneis protogínico, que es probablemente la más antigua de todas. Respecto á la verdadera edad de las rocas eruptivas modernas^ nin- guna deducción acertada puede hacerse. La erupción de dichas rocas 144 pudo veriflcarse durante la formación de las tobas; pero no liay circuns- tancia alguna que impida suponer, que continuó después del levanta- miento de los arrecifes. La activa solfatara de Acnal, las fuentes terma- les de Bontoc, son las últimas huellas de ese colosal fenómeno, que tal vez tuvo su foco en el monte Data. Bebemos, pues, suponer que toda la parte O. de Luzón constituyó .primitivamente una cordillera de pizarras cristalinas, la cual fué después dislocada por potentes erupciones de diabasa y sienita, cuyos fragmentos dieron origen á una formación estratificada de areniscas y brechas. Un largo período de tiempo trascurrió indudablemente, hasta que las fuerzas volcánicas renovaron su actividad. Tan pronto como esto sucedió, se for- maron en la costa occidental grandes masas de toba, siendo éste el pe- ríodo de hundimiento, el cual debió durar mucho, puesto que tan enormes sedimentos se depositaron. En los intervalos de reposo pudieron los co- rales desplegar su actividad en pequeños espacios, y con los restos flotan- tes de la vegetación de la tierra firme, formáronse las margas con fósiles vegetales. Antes de terminar el período de hundimiento, debió cesar la actividad volcánica, y sobre las tobas submarinas, labraron los corales sus habitaciones y formaron arrecifes paralelos á las costas, tales como los que se contemplan todavía en el monte de la Tovalina, y en algunos cerros aislados de la izquierda del rio Agno. Más afuera del mar apare- cieron arrecifes madrepóricos circulares, como el que constituye el valle de Benguót. El conocimiento exacto de todos los arrecifes aislados, permitiría de- ducir consecuencias acertadas acerca de la primitiva forma del territorio, el cual constaba probablemente de pequeñas islas dirigidas de N. á S. Últimamente se inició el período de levantamiento actual que, á juzgar por la edad de los arrecifes, procede de una época geológica muy re- ciente. Este levantamiento ha dado lugar á que las diferentes islas se hayan unido entre sí, formando un todo en el cual se descubren todavía por la configuración del terreno y la dirección de los principales rios, las primitivas Hneas de separación. Por lo demás, dicho levantamiento ha alcanzado una imponente proporción, llegando á 1.110 metros, y debe, por tanto, ser considerado como un caso muy notable de variación de nivel en épocas tan recientes. En el espacio ocupado por el canal que separaba la tierra firme de los 145 arrecifes existentes hoy día en la Tovalina, abrió el rio Abra su lecho, y aprovechando la cortadura inmediata áVigan, torció hacia el O, en busca del mar. Los dos rios paralelos Pan y Agno, debieron desaguar en una época geológica no muy remota, cerca de Tayug y Santo Niño, en el mar que entonces cubria las llanuras de Pangasinan y la Pampanga. Tan pronto como estas llanuras se levantaron, torcieron su curso hacia el O. siguiendo la suave pendiente de la llanura. Tal ha debido ser, á grandes rasgos, la historia geológica de la parte occidental del N. de Luzón. 7, — La gran línea ó zona volcánica occidental sufre hacia el S. del volcan de Taal una interrupción, desapareciendo bajo las aguas del mar de Mindoro. Ni la isla de este nombre, ni las restantes delArchipiélago, han sido estudiadas todavía con el detenimiento necesario para conocer detalladamente las rocas de que se componen, y para poder hacer acerta- das deducciones acerca de su origen y edad geológica. Sólo sabemos que en la isla de Panay, existen algunos sitios en que se observan emanacio- nes gaseosas inflamables, como sucede en Haniuay, siendo esto indicio de la existencia de una formación volcánica; que en la isla de Negros se levanta el volcan Ganlaon ó Malaspina, el cual en algunas ocasiones da señales de moderada actividad, y que siguiendo hacia el S., la misma lí- nea de volcanes activos, viene á pasar por el Macaturín, situado eji la cordillera Illaria en la parte occidental de Mindanao, el cual ha dado en otros tiempos muestras de prodigiosa actividad, arrojando enormes ma- sas de rocas ígneas, como las que hoy dia se ven en el puerto de Pollok, distante siete leguas del mismo. De eatas escasas noticias puede deducirse con algún fundamento, que la zona volcánica occidental del Archipiélago se prolonga realmente por el S,, ha-sta reunirse con la oriental; pero faltan todavía datos cien- tíficos que vengan á corroborar esta hipótesis, confirmada en parte por los cerros volcánicos de las inmediaciones de Cottabató, que presentan también indudables indicios de su origen volcánico. Fuera de esto, son muy escasas las noticias geognósticas que exis- ten, acerca de las islas*!jue la zona volcánica occidental atraviesa. En la de Luban se encuentran pizarras talcosas y cloríticas que avanzan hacia la isla de Mindoro, en donde son sustituidas por la serpentina. En la costa O. de la isla de Panay, se ven guijarros de pizarra talcosa y 19 146 cuarzo. En el distrito de Misamís, de la isla de Mindanao, existen con- glomerados y areniscas diversas con cemento calizo, cubiertas en mu- chos sitios por calizas coralíferas, cuyas capas están rotas á veces por las dioritas y serpentinas. El orden de colocación de estas rocas es el siguiente: pizarra arcillosa (potencia 0), grueso desconocido; conglome- rado poligénico (grueso 10 metros); arenisca poligénica (30 metros); caliza coralífera arcillosa (30 metros); arcilla estratificada (15 metros); aluviones antiguos sin oro (10-12 metros); aluviones modernos con oro (6-8 metros). Los conglomerados se componen de las rocas siguien- tes: 1.% anflbolita negra en grandes hojas; 2.'', diorita con grandes cristales de anflbol y feldespato triklinoódrico, con tránsito á veces á la roca anterior. Los componentes accesorios son, pirita de hierro, cuarzo, epídota; 3.^ diorita de grano mediano; 4,^ diorita granitoide con abundancia de mica; 5.^ afanita; 6.^ feldespato marmóreo granu- lar, con granate y anflbol en zonas; 7.^ serpentina dialagica magné- tica, variedad ofiolita; S."", serpentina noble con vetas de amianto; Q."", pórfido diorítico; 10, pórfido augítico; 11, epidota cuarzosa; 12, jaspe en hermosas variedades. Los aluviones auríferos descansan siempre sobre las formaciones sedimentarias enumeradas, especialmente sobre los conglomerados. CAPÍTULO III ZONA VOLCÁNICA ORIENTAL, 1. Volcan Mayon. — 2. Terrenos inmediatos al rio Vicol. — 3. Prolongación de la zona oriental por los montes Malinao, Iriga, Isarog, sierra de Colasi y monte Labóo.— á. Composición geognóstica de la cordillera central de la provincia de Tayabas. — 5. Sección septentrional de la zona volcánica oriental. Volcanes Oagua, Camiquin y Babuyan claro. -~6. Prolongación meridional de la misma zona volcánica. Volcan Bulusan. Solfataras de Leyte.— 7. Com- posición geognóstica de las islas de Cebú, Bohol y Samar. — 8. Volcanes Camiquin, Apo y Saranganí. 1.— Pasando ahora á estudiar la segunda zona volcánica del Archi- piélago, ó sea la oriental, vemos que su eslabón más importante es el Mayón, desde donde se prolonga hacia el NNO. por el Isaróg y otras montañas volcánicas inmediatas, desaparece en seguida bajo las aguas del Océano Pacífico y se manifiesta de nuevo en el monte Gagua, situado en el extremo oriental del N. de Luzón, junto al cabo Engaño, termi- nando en las pequeñas islas denominadas Babuyan claro, Camiquin y escollos de Didica, pertenecientes al grupo de las Babuyanes. Por la parte mendional la expresada zona volcánica corre en dirección SSE. desde el Mayón al Bulusan, en la extre-midad S. de la isla de Luzón, y pasa después por la isla de Leyte, donde existen grandes depósitos de azufre, por el volcan reciente de la isla Camiquin, adscrita al distrito de Misamís de la isla de Mindanao,- y finalmente por el volcan Saranganí, junto á la punta del mismo nombre, que es, la de esta última isla, más avanzada hacia el Sur, El Mayón, situado en el fondo del gran seno de Albáy, es uno de los volcanes más notables, no sólo de Filipinas, sino quizás también de todo el mundo, por la perfecta regularidad de formas que presenta, pues cons- tituye un cono matemático de 2.734 metros de altura, según Jagor, 148 cuya base circular tiene unas cinco leguas de diámetro. Por la parte del NO. está separado por una depresión del monte Mazaraga, compuesto de dolerita. La subida al ¥olcan es muy dificultosa, y se ha realizado hasta ahora por muy pocas personas. El Dr. Drasche la emprendió desde Da- raga, por donde la montaña ofrece una suave pendiente; pero pronto las masas de cenizas y de lapilli comenzaron á entorpecer su marcha, produ- ciéndose á cada momento desprendimientos de grandes fragmentos de rocas que ponían en peligro la vida del explorador. Aprovechando, sin embargo, una quebrada por donde la agrieteada superficie de una antigua corriente de lava ofrecía puntos de apoyo, prosiguió la ascensión. La pen- diente era ya tan grande, que sólo podia treparse á gatas. Enfrente se levantaba la humeante cumbre cubierta de eflorescencias, y hacia la izquierda y un poco más abajo, se observaba un pico rodeado en su base de fragmentos de rocas, que demostraban que debió ser primitivamente mucho más considerable. Cuanto más se avanzaba hacia la cumbre, más frecuentes eran las corrientes de lava, y á la derecha se descubría una de muchos metros de espesor recubriendo el lapilli, cuyas masas presen- taban una inclinación de Sg"" á 34''. ^El pico más elevado que á la simple vista se observa desde Daraga, tiene por lo menos unos 20 metros de altura desde su base, está muy rajado y ha debido perder muchos frag- mentos por los sacudimientos más recientes. Al E. de este pico, y algo más arriba de la punta del mismo, se encuentra la verdadera cumbre. Lo que desde el pié de la montaña parece ser el borde del cráter, es un montón de enormes fragmentos de rocas, recubiertos por una gruesa corteza de yeso y azufre, y blanqueados por los vapores ácidos, que for- man una especie de meseta. Por los intersticios que existen entre los fragmentos de rocas, surgen silbando miles y miles de columnas de vapor caliente, que esparcen un penetrante olor sulfuroso. No existen, sin em- bargo, indicios de verdadero cráter. De las siete erupciones de este volcan que la historia registra, las dos más imponentes fueron las de 24 de Octubre de 1767 y 1.^ de Enero de 1814, que con sus corrientes de lava y temblores de tierra, destru- yeron muchos pueblos situados al pió de la montaña, arrebatando la exis- tencia á centenares de personas. 2. — Muy importante, bajo el punto de vista geológico, es la línea demarcada por el curso del rio Vicol y su prolongación hasta Gamalig. 149 Al N. de esta línea las formaciones volcánicas alcanzan más desarrollo que en cualquiera otro punto de Luzón^ mientras que al S. de la misiíia no se observa el menor vestigio de volcanismo y todo el terreno se com- pone de margas calizas y blandas, con gran cantidad de fósiles, estando la costa formada por una hermosa caliza coralífera, que no es más que un elevado arrecife. En esa cordillera de la costa, y cerca de Libma- nan, existe una cueva muy celebrada que se conoce con el nombre de cueva de Calapnitan, en cuyo interior abundan las estalactitas y esta- lacmitas. El estudio de la localidad, revela que en una época relativa- mente moderna, debió existir un canal ó estrecho que ponia en comu- nicación el fondo de la bahía de San Miguel con la ensenada de Pasa- cao, de modo que las provincias de Camarines Sur y Albáy formaban una isla. Cerca de Quitang y Pasacao, observó el Dr. Jagor que la costa está formada por la caliza anteriormente indicada, rica en corales y conchas, existiendo en el mismo sitio varias cuevas. Su observación más importante es, sin embargo^ la de la existencia de una roca crista- lina hornataléndica á la orilla izquierda de un pequeño rio, y en la ladera interior de la cordillera de la costa, roca que habiendo roto la masa de caliza se presenta completamente aislada. Muy conveniente sería in- vestigar si esa roca es una pizarra hornablendica, pues entonces podría considerarse, casi como indudable, que las pizarras cristalinas constitu- jen la base de todas las demás formaciones del S. de Luzón. Si, por el contrario, fuese una andesita hornablendica, procedería estudiar si se trataba de una simple transición, ó de un recubrimiento de las calizas coralíferas. Hacia el S. del lago de Bato, existe igualmente la cordillera de caliza» paralela á la costa ; pero tan pronto como se pasa su cresta y se desciende hacia el mar, se encuentra una formación de margas, que contienen pirita sulfurosa con numerosas vetas de alabastro, areniscas y calizas bituminosas. En estas margas, cuya coloración es muy varia- ble, existen algunos depósitos de lignito. 3. — Desde el Mayón y el monte Mazaraga, la zona volcánica se pro- longa hacia el NNO. por el monte Malinao, el Triga yial Isaróg. El pri- mero se halla formado por rocas doleríticas, á juzgar por las lavas, pro- cedentes indudablemente de este volcan apagado, que se encuentran en el camino que conduce desde Ligao á Polangui'/ El Iriga, que tiene una altura de 1.212 metros, se compone de dolerita con un poco de olivino; 150 pero en algunos sitios se descubren ciertas masas de lava, que con- tienen una considerable cantidad de hornablenda, aproximándose, por tanto, á la and'esita, hasta el extremo de que es muy difícil clasificar la roca con exactitud. Hacia el S. del monte, y en el caminó que conduce á Buhí, aparece una toba pumítica que es muy suelta, y se compone de pequeños fragmentos blancos de piedra pómez. El cono que consti- tuye el monte Iriga, presenta una cortadura por el lado de la laguna de Bullí, la cual se encuentra rodeada de grandes fragmentos de rocas, levantándose al S. de la misma un muro vertical, en el cual se percibe claramente la estratificación de los bancos de lava Esta cortadura debió producirse por el repentino hundimiento de una parte de la montaña, dando lugar, al propio tiempo, á la trasformacion del arroyo de Buhí en una laguna. Las colosales rocas que se encuentran casi hasta la mitad del camino de Buhí á Quinalí, son una prueba evidente de ello. El Isaróg, situado más al NNO., mide una altara de 1.966 metros y tiene la forma de un cono truncado. Por su parte oriental presenta una cortadura, por la cual se puede penetrar hacia el interior. La roca de que se compone es una andesita hornablóndica, y es probable que las erup- ciones de este volcan, produjeron la unión de la que primitivamente debió ser isla de Caramuan con la provincia de Camarines Sur. Según Roth, dicha comarca de Caramuan -debe estar formada por rocas cris- talinas. La sierra de Golasí y el monte Labóo ó Tetas de Polantuna, consti- tuyen en la provincia de Camarines Norte la prolongación de la zona volcánica oriental. Cerca de Lupi, al S. de la sierra de Colasí, se encuen- tra una caliza con conchas, que hacia la parte superior es brechiforme. Esta roca marina, procedente de levantamientos, está cubierta hasta 560 metros de altura, por una andesita hornabíendica gris porosa y rica en feldespato. Desde Lupi á Sipocot, las orillas del rio de este último nom- bre consisten en tobas amarillas dispuestas en bancos. Desde Sipocot á Barceloneta, en la bahía de San Miguel, se cruzan unas pequeñas coli- nas que forman las estribaciones de la sierra de Golasí y que, como ésta, se componen de andesita hornabíendica. En la playa de Barceloneta se encuentran grandes brechas de una traquita sanidínica-hornabléndica espumosa y semejante á las tobas de la Pampanga. La andesita horna- bíendica que forma la sierra de Colasí, presenta una masa gris de grano 151 fino con numerosos cristales grandes de hornablenda, algunos de los cuales tienen alrededor un borde negro. La masa insoluble contiene pe- queños cristales de plagioklasa y augita, siendo tan reducida á veces la proporción de hornablenda, que realmente la roca se convierte en una andesita aügítica. Desde Colasí á Daet vuelven á encontrarse brechas volcánicas, ente- ramente semejantes á las de Barceloneta. Consisten en una traquita blanca, 'arcillosa^ salpicada de puntitos negros. En el trayecto indicado se presentan claros indicios del levantamien to del terreno, pues no sólo . se ven arrecifes de coral que se elevan sobre el nivel de las altas ma- reas, sino también una faja de cantos rodados de unos cien pasos de anchura, por la cual avanza el espeso bosque. Dicha faja termina brus- camente, marcando el levantado límite de la antigua costa. Al SE. de Daet se eleva el monte Labóo ó Tetas de Polantuna, cu- bierto de impenetrables bosques. Que es un volcan extinguido, se deduce de su aislamiento y de la naturaleza de los cantos rodados que arrastran los arroyos que por su falda descienden, pues constan de andesita horna- bléndica. Dirigiéndose desde Daet á Paracah', se pasa por Indang, en donde termina la llanura formada de arenas ricas en hornablenda oscura y magnetita, lo cual induce á suponer que la pequeña sierra de Bagacay, situada al N. del monte Labóo, está compuesta de rocas hornablóndicas. En los abandonados socabones que hay en dicha sierra, se descubre mi- neral de hierro magnético, y junto al camino, que siguiendo á lo largo de la costa atraviesa elevadas cortaduras, se ve un gneis descompuesto (que parepe constar principalmente de protogina) y además pizarras tai- cosas. El oro se encuentra en dichas pizarras, pero con más abundancia en las vetas cuarzosas que laS atraviesan. Desde Paracalí á Mambulao predominan las pizarras talcosas. Algunas de las minas que en este úl- timo punto se explotan, se hallan abiertas en una pizarra arcillosa negra dividida en bancos. Estas pizarras están atravesadas por numerosos filo- nes de cuarzo, en donde se halla contenido el oro, el cual se obtiene también por el lavado de los cantos rodados y arenas que los arroyos arrastran. 4.— Desde el límite occidental de las provincias de Camarines N. y S. hasta el Banajao, volcan apagado, mencionado ya en otro lugar, corre 152 una cordillera que atraviesa en toda su longitud la estrecha faja de tierra que constituye la provincia de Tajabas. La divisoria entre esta última y la de Camarines Norte la trazan los rios Calauag ó Taba- gon, que corre hacia el N. y desagua en el PacíflcOj y el A'iñas ó Gabi- biján, que se dirige hacia el S, y desemboca en el seno de Ragáy. Los orígenes de ambos rios se hallan á corta distancia entre sí, y separados únicamente por una línea de pequeñas lomas, siendo indudable que en una época geológica reciente, existia en aquel sitio un estrecha que unia el mar Pacífico con el de China y que, por consiguiente, separaba el territorio de Camarines Norte del que constituye la provincia de Taya- bas. La divisoria de aguas entre los rios citados, está formada de tobas calizas amarillentas, friables y divididas en capas horizontales, que con- tienen confusos restos de conchas de los géneros Pectén, Gardium, etc. Estas capas constituyen una formación marina de reciente levanta- miento. En la costa de Camarines Sur^ cerca de la desembocadura del rio de Ragáy, se observan grandes brechas de una andesita hornablén- dica verde, cuya masa está impregnada escasamente de una sustancia verde amorfa. La hornablenda presenta generalmente un reborde negro y ancho que consta tal vez de magnetita, rellenando todo el espacio ocupado primitivamente por la hornablenda. Esta brecha forma proba- blemente también los numerosos escollos situados á la izquierda de la entrada del seno de Ragáy, dificultando el acceso al mismo. Al SE. de dicha entrada hay numerosas colinas perfectamente redondeadas, y algo más atrás de ellas, un grande y poco elevado cono de suaves laderas, que es el llamado monté Bantuin, de origen indudablemente volcánico. En Laguimanoc, situado en la parte S., la costa se compone de to- bas arenosas, pardas y groseras, que se hallan estratificadas y á veces divididas en masas esferoidales. Estas tobas* contienen abundantes granos de hornablenda, y tal vez deben su origen á la erupción del Banajao. Cruzando desde Laguimanoc á Antimonan, situado en la costa N, ó sea en la del Pacífico, se ve que las tobas forman la mayor parte de la divi- soria poblada de bosque, cuya altura no excede tal vez de 140 metros sobre el nivel del mar. Primeramente aparecen las tobas solas, más arri- ba alternan con brechas de caliza coralífera, y finalmente se ven única- mente aislados arrecifeSode coral abundantes en fósiles confusos. Las ca- lizas son en parte cristalinas. En la vertiente opuesta se encuentra una 15a roca pizarrosa verde, muy descompuesta, clorítico-talcosa. También existen sobre estas pizarras, aislados escollos de arrecifes madrepóricos. La última parte del terreno, junto al mar, consta de una toba arenosa grosera muy escarpada. 5. — ^A partir del Isaróg hacia el NNO. la zona volcánica oriental des- aparece bajo las aguas del Pacífico y no vuelve á presentarse hasta el monte Gagua, en el extremo E. de la costa N. de Luzón. Este volcan pre- senta una altitud de 808 metros, según la medición hecha por D. Claudio Montero, y parece hallarse en actividad, pues el Dr. Semper vio desde Aparri la nube de humo que brotaba de su cumbre. Enfrente del monte Gagua y á corta distancia, hacia el N. del mismo, se eleva el volcan de Gamiquín, situado en la isla del mismo nombre, perteneciente al grupo de las Babuyanes. La altura de este volcan no excede de 835 metros. Al NE. de la citada isla existen los escollos lla- mados de Dídica. Encontrándose el Dr. Semper á ñnes de 1860 en la isla de Gamiquín, con objeto de hacer algunos estudios zoológicos, obtuvo de un español residente en ella, noticias detalladas sobre un volcan que surgió del mar en 1856. Según la relación de aquel testigo ocular, en la madrugada de uno de los días de Setiembre ú Octubre del año expresado, vieron los indígenas que de entre los escollos de Dídica, conocidos desde antiguo, se elevaba una columna de humo, que al pronto supusieron pro- cedente de algún barco de vapor El humo notaba al principio á manera de ligera nube sobre las aguas, pero después se fué levantando gradual- mente más y más, concluyendo por formar una columna vertical. Pa- recía como si una gran parte de las materias que ese humo arrastraba, esparciéndose en todas direcciones, volviesen á caer en forma de para- guas, originándose con tales depósitos una isla que iba agrandándose paulatinamente. Dui*ante la noche precedente, había estallado una fuerte tormenta con violentas ráfagas de viento, pero sin temblor alguno de >tierra. En 1857 ocurrió una erupción acompañada de fuertes temblores. El mismo día del año 1856 en que surgió de las aguas la masa volcá- nica, se sumergieron las mitades superiores de los escollos de Dídica, de entre los cuales había brotado aquélla. Desde la fecha expresada el volcan se halla constantemente en actividad, y según refieren los indígenas se ha elevado á una notable altura, que comparan con la del volcan de Ga- miquín. En otra isla del mismo grupo de las Babuyanes, la designada 20 154 con el nombre de Babuyan claro, existe, por último, otro volcan cono- cido ya desde fecha muy remota. 6. — Pasando ahora á describir la porción meridional de la zona vol- cánica del E. del Archipiélago, y volviendo para ello al Mayón que nos ha servido de punto de partida, vemos que al SE. del mismo y casi á la mitad de la distancia que lo separa de otro volcan activo, el Bulusan, situado en el extremo S. de Luzón, se levanta la sierra de Pocdól, que es evidentemente de origen volcánico. Hacia Bacon^ al E. de dicha sierra, se encuentran fragmentos de rocas volcánicas y arcillas, procedentes de la descomposición producida por los gases. Las arcillas yesosas que for- man las crestas de las montañas que existen entre Bacon y Grubat, per- miten deducir que la toba dolerítica ha sido descompuesta por la acción de los fumarolas. El Bulusan, aunque no tan activo como el Mayón, des- prende, sin embargo, en algunas ocasiones vapores acuosos y sulfuro- sos. En sus faldas se encuentran tobas pumíticas hasta la altura de 28 metros. Avanzando hacia el Mediodía, la zona volcánica desaparece induda- blemente bajo las aguas del mar, para mostrarse de nuevo en la dirección antes indicada en las islas situadas más al S. Esto es al menos lo que fundadamente debe creerse, á juzgar por las solfataras que existen en la isla de Ley te. De las exploraciones hechas en la misma por el Dr. Jagor, resulta que la cordillera de Dagamí consta de andesita anflbolítica. En la masa agrisada, compacta y de grano fino de la misma, que por efecto de la descomposición toma un color gris parduzco, se encuentra una gran cantidad de hornablenda columnar parda, pequeños fragmentos de feldespato vitreo triklinoédrico y algo de hierro magnético. En la horna- blenda verdosa, divisible en delgadas astillas, hállase muchas veces fel- despato. La roca es completamente igual á'la del Isaróg. Más al N. apa- rece una montaña de lapilli y debajo arena volcánica. En la falda oriental de la sierra de Dagamí^ existe una solfatara de la cual brota un arroyo cuyas aguas tienen la temperatura de 50^ Reaumur. Las orillas del mismo están llenas de incrustaciones silíceas rojizas, cuya superficie presenta ramosas prolongaciones. En la roca de la solfatara, descom- puesta hasta el punto de convertirse en tierra blanca por un lado y en arcilla por otro, no falta una costra de sulfato de hierro y depósitos de cristales de azufre, y aun en las rocas en mejor estado de conservación 155- ■ . ,, existe una costra de yeso. Junta á la hornablenda casi intacta, la masa principal menos rica se presenta compuesta de hierro magnético y fel- despato. La solfatara del monte Dinaan, ofrece condiciones análogas. Un manantial silíceo, depósitos de azufre y formaciones de alunita, existen en la blanqueada y descompuesta andesita-anflbólica. En la costa del mar, al S. de Tanauan, se encuentran pizarras cloríticas cuarzosas, atra- vesadas por vetas de epidota. 7. — D'esviándonos algo hacia el O. de la línea volcánica que venimos estudiando, encontramos las islas de Cebú y Bohol rodeadas de arrecifes madrepóricos vivientes, los cuales se enlazan con otros que, levantados sobre el nivel de las aguas, forman las costas. Hacia el interior de la primera de dichas islas, aparece una caliza azulada bastante dura, sobre la cual reposan en estratificación concordante capas más ó menos po- tentes de pizarras arcillosas y areniscas, alternando con otras de carbón. Esta formación parece pertenecer al grupo carbonífero de los terrenos paleozoicos, aunque no han podido encontrarse todavía fósiles bastantes que lo comprueben de un modo indudable. El descubrimiento de aflora- mientos carboníferos en la costa oriental de la isla de Negros, con capas que presentan la misma dirección y una inclinación enteramente contraria á las de la parte occidental de la isla de Cebú, hace sospechar la:^existencia de una cuenca carbonífera que pasa por debajo del estrecho que separa ambas islas. Desviada también de la zona volcánica, pero por el lado opuesto, ó sea al E. de la isla de Leyte, se encuentra la de Samar, cuya extensión superficial es muy considerable. En el rio Catarmán, que desagua en la costa N.'de la isla, se descubren bancos de arcilla ferruginosa bastante compacta y de un color pardo claro, desprovista de caliza, con restos de plantas carbonizadas y muchos agujeros de foraminíferos. Por el lavado ,deja esa arcilla un depósito de cuarzo, que se presenta^ en parte, en gra- nos redondos y astillas angulosas, con hierro, algo de hierro magnético, mica blanca, parda y verde y feldespato. Los depósitos de arenas casi puras, ferruginosas, pardas, de grano bastante grosero, presentan la misma composición. Depósitos análogos de arena, pero de color verdoso, se encuentran en toda la mitad superior del rio Catarmán, Más al S., en el monte denominado Salta Sangley, existen arcillas de un color gris 156 azulado, con depósitos de arenas verdosas. En el rio que procede del Salta Sangley, y se dirige desde la visita de Tragbucan al pueblo de Gal- bayog, se encuentran muchos guijarros de una roca completamente des- compuesta, cuyo examen manifiesta que es un gneis ó una pizarra mi- cácea, rica en feldespato. Aguas abajo del mismo rio, pasada la visita de Tragbucan, hállase de nuevo una arenisca parda, ferruginosa y poco compacta, con grano grueso y la misma composición mineralógica antes indicada, formando bancos, de la propia manera que el descompuesto gneis ó pizarra micácea con feldespato. En estos depósitos arcillosos y arenosos, no se encuentran grandes fragmentos de rocas. Siguen más abajo bancos de arcilla parda, fina, compacta, y caliza, con fósiles con- fusos, que tratada por los ácidos acusa la presencia de hojuelas de mica y granos de cuarzo. Hacia el SE., junto á Gatbalogan y en la inmediata isla Majaba, aparecen tobas volcánicas bastante compactas, poco arci- llosas, de grano grueso y de color gris verdoso. En esa toba se encuen- tran pequeños fragmentos de una roca, que forma también grandes gui- jarros sueltos. Por los minerales de que se compone, se reconoce que es una dolerita porfídica ó una andesita piroxénica. En las inmediaciones de Gatbalogan existen también bancos de arena fina, en parte arcillosos y de color gris y pardo. Esta formación, así como la de la isla Majaba, debe considerarse como de rocas dolerí ticas. Los bancos citados están recübiertos por una caliza, en parte friable, gris amarillenta, de grano fino. Las capas inferiores se componen de toba volcánica y caliza mez- cladas. Más hacia la costa, y junto á Paranás, se ven brechas compues- tas de fragmentos de conchas, unidos por un cemento calizo. Entre di- chas conchas se reconoce la Plicatula depressa, Lam., que vive todavía en el Océano índico. En las arcillas de color gris amarillento que exis- ten debajo de las calizas, hay igualmente conchas y pteropodos de gene- ros ó especies, vivientes también en la actualidad en el citado mar. En los montes existentes entre Paranás y la visita de Loquilocum, situada en el interior hacia el NE., se observa una roca caliza brechi- forme compacta, de color blanco agrisado con vetas de espato calizo, en la cual se descubren confusos restos, probablemente de corales. En el rio Loquilocum, que desagua en la costa oriental de la isla, se presentan grandes masas de caliza muy descompuesta, friable y amarillo parduzca. El depósito carbonífero existente más abajo de Loquilocum, parece ser 157 de lignito, pues á la simple vista se puede distinguir su estructura le- ñosa. Más abajo de la misma visita, se encuentra también una roca, que parece corresponder á la serie feldespática de las pizarras hornablén- dicas. Los guijarros del rio Basey, en la costa S. de la isla, pertenecen á una roca eruptiva antigua. Por su composición mineralógica puede clasificarse como pórfido augítico-oligoklásico. En el lecho del mismo rio Sagoton, al N. de Basey, se encuentran cantos rodados de rocas tai- cosas y cloríticas. La gruta de Sagoton está compuesta de calizas, en las cuales se ven indicios de conchas bivalvas y equinidos. Delante de la gruta y en la orilla derecha del rio, hay bancos con conchas marinas, que se elevan á seis metros de altura. Las especies que contienen son todas vivientes. En una de las pequeñas islas inmediatas á Nipa-nipa hay igualmente bancos que llegan á 17 metros, con conchas de especies igualmente vivientes. En la playa, al 0. de Basey, se presenta un agre- gado suelto de fragmentos de conchas, con guijarros pequeños y redon- dos aislados, 8. — Prosiguiendo hacia el S., la zona volcánica oriental del Archi- piélago viene á pasar por la isla de Gamiguín, situada cerca de la costa N, de Mindanao. El volcan que en esa isla existe, apareció en 30 de Abril de 1871. Precedieron á dicho fenómeno fuertes temblores de tierra, cuya fuerza iba aumentando hasta que cesaron bruscamente para reconcen- trarse en el punto en que brotó el volcan, á unos 300 metros al SO. del pueblo de Oatarmán. Una espesa columna de humo con fuerte olor de azufre surgió del sitio indicado, é inflamándose repentinamente, comu- nicó el fuego al bosque inmediato, reduciéndolo á cenizas. Al cabo de una semana, la actividad volcánica quedó circunscrita á un pequeño cono de dos metros de elevación, que iba aumentando gradualmente en altura y superficie, por la acumulación de las lavas que de él mismo se despren- 'dian. En la actualidad mide una altura de 418 metros sobre el nivel del mar. La isla de Mindanao ofrece por todas partes indicios evidentes de volcanismo, pero son todavía muy escasos los datos recogidos acerca de las formaciones de que se compone. Dentro de la zona general que veni- mos describiendo, existen en dicha isla dos volcanes: uno activo, el Apo, y otro extinguido, el Saranganí. El primero, situado al O. y cerca de 158 Davao, forma un alto monte que desde la mitad ó algo más de su total elevación desciende suavemente hasta la playa del mismo pueblo. De la mitad para arriba es muy escarpado, con cortaduras de 140 á 280 metros y barrancos profundísimos hasta la altura de una laguna, situada en el mismo estribo del monte hacia el E., desde la cual la cima, formada de masas negruzcas, perpendiculares y descarnadas, y dividida por hendidu- ras de las cuales salen dos grandes manantiales, el uno de agua caliente y el otro de agua fria, es completamente inaccesible. La cumbre está for- mada por tres picos cubiertos de azufre, que al salir del volcan se con- densa y deposita formando enormes masas, las cuales, desprendiéndose por su peso, vienen á caer por el barranco divisorio de la laguna, y aun á precipitarse en gruesos pedazos por el rio que sale de la misma. Al aproximarse al volcan, se perciben ruidos subterráneos intermitentes, pareciendo que tiembla la tierra y que va á sobrevenir una erupción. El pico más elevado de los tres en que remata el vQlcan es el del SO., cuya altura, según resulta de la ascensión verificada en 1882 por los alema- nes Alex. Schadenberg y Otto Koch, es de 3.300 metros, siendo por tanto el más encumbrado de todo el Archipiélago. En otra expedición verificada en 1880 por el Gobernador de Davao, Sr. Rajal, en compa- ñía de varios españoles peninsulares, se determinó la altitud del pico del NE. resultando ser de 3.130 metros (1). Él volcan Saranganí está apagado, citándose una erupción del mismo ocurrida en 1645. (1) Para más detalles acerca de la expedición de 1880, véanse las «Cartas de los PP. de la Compañía de Jesús de las misiones de Filipinas,» cuaderno á.°, Manila 1881. SECCIÓN SEGUNDA REINO ANIMAL CAPÍTULO PRIMERO GENERALIDADES. 1. Deficiencia de los actuales conocimientos acerca de la Fauna filipina.— 2. Examen de los mis- mos en conjunto. — 3. Su relación con la historia geológica del Archipiélago. ^ 1.— -El estudio de la Fauna filipina, aunque algo menos atrasado, que el de los otros dos reinos de la nat u raleza , no deja, sin embargo, de ser todavía muy incompleto. Consúltese para convencerse de ello cualquiera obra descriptiva de alguno de los grandes grupos zoológicos, y se obser- vará inmediatamente una extraordinaria desproporción entre el número de especies filipinas en ella citadas y descritas, y las que en la misma se registren como propias de ^Java, Sumatra, Borneo, Célebes, el conti- nente asiático y demás países de la misma región del globo. Esta cir- )Cunstancia, depende de que las exploraciones científicas han sido siempre muy escasas en las posesiones españolas de la Oceanía. La dificultad y exagerado coste de los viajes, la ignorancia y el recelo de los Gobiernos, suscitaron hasta fines del pasado siglo demasiados obstáculos á los natu- ralistas, para que se aventurasen á una empresa que, aun en los presen- tes tiempos, sólo puede llevarse á cabo con buen éxito bajo el amparo oficial ó el de poderosas corporaciones. No es, pues, extraño que bajo el 160 punto de vista zoológico no aparezca estudio alguno del Archipiélago anterior al presente siglo, fuera del titulado De variis animalüms Pki- lippinensibus^ eoo Mon. Geo. Camelli communicavit Petiver^ publicado en las London. PhÜosophical Transacíions, 1709, vol. 26, al cual no puede atribuirse actualmente más valor que el puramente histórico. Las circunstancias han variado después notablemente, y las Islas Fi- lipinas, que antes yacían en profundo olvido, han sido visitadas por va- rias comisiones científicas en sus viajes de exploración, mientras que á su vez diferentes naturalistas y colectores, han recogido en ellas gran copia de datos y ejemplares, que han servido de base á estudios parcia- les, debidos en su mayor parte á las primeras autoridades científicas de Europa. Puede, pues, decirse que los materiales hoy dia existentes, aun- que incompletos aun para constituir una verdadera Fauna, permiten ya trazar un bosquejo de la misma, por el cual pueda venirse en conoci- miento de su carácter y especialidad, así como de sus relaciones con las Faunas de los países inmediatos. 2. — Considerados dichos materiales en conjunto, obsérvase desde luego que, aun cuando los animales de Filipinas* se asemejan mucho á los de las grandes islas del archipiélago malayo, faltan entre ellos un gran número de especies propias de este último, en tanto que por otro lado presentan una multitud de tipos y formas propias ó especiales* En cuanto al primer extremo, la deficiencia es tanto más marcada cuanto más elevado este en la escala zoológica el grupo que se examine; así es que comparando, por ejemplo, la fauna de Java con la ae las Islas Filipinas, se ve que el número de mamíferos de aquélla que faltan en las últimas es muy crecido, mientras que dicha falta va disminuyendo á medida que se pasa á comparar las aves, leptiles, peces, insectos y demás grupos zoológicos inferiores. Respecto á la especialidad de formas, el número de animales exclusivamente flUpinos es tan considerable, que bien puede decirse que la fauna del Archipiélago , á pesar de sus muchos puntos do contacto con las de los demás países malayos, presenta verdaderamente una fisonomía peculiar y característica, 3. — Los hechos que acabamos de consignar, corroboran eficazmente lo que en otro lugar hemos expuesto respecto á la historia geológica del Archipiélago. La existencia en éste de un buen número de mamíferos íntimamente afines á los de las inmediatas islas, así como á los de la 161 costa meridional de Asia, prueba que el aislamiento de las Filipinas data de una época geológica no muy remota^ mientras que la ausencia én ellas de otras muchas especies del mismo grupo, debe atribuirse á la des- trucción producida por las convulsiones terrestres. Esta última hipótesis, está confirmada por la existencia de grandes superficies ocupadas por arrecifes de coral levantados, que contienen conchas semejantes á las que actualmente viven en los mares inmediatos, demostrando así que en una fecha relativamente reciente, las Islas Filipinas han estado parcialmente sumergidas, siendo por tanto menos extensas que hoy dia. Los levanta- mientos y depresiones establecieron, pues, unas veces la comunicación con los países inmediatos, facilitando la introducción de nuevos animales, y sumergieron en otras ocasiones extensas áreas, dando lugar al exter- minio de muchas formas vivientes. Tales son indudablemente las causas que han producido esa Fauna tan rica y especial, que caracteriza hoy dia á las Islas Filipinas. 21 CAPITULO II VERTEBRADOS ^ . — Su división ' en clases. Los zoólogos dividen el grupo de los animales llamados Vertebrados ú OsTEOzoARios on cuatro clases, á saber: Mamíferos, Aves, Reptiles y Peces, Vamos á ocuparnos sucesivamente de cada una de ellas. i^.— Mamíferos <*>. 1. Eelacion numérica entre los mamíferos filipinos y los de Java. — 2. Cuadrumanos,— 3. Car- niceros.—4. Roedores.— 5. Paquidermos.— 6. Rumiantes.— 7. Cetáceos. í, — La clase de los mamíferos se encuentra muy pobremente repre- sentada en Filipinas. Excluyendo los voladores ó murciélagos que llegan aunas veinticuatro especies, y los marinos ó cetáceos que comprenden otras dos, no quedan más que unos veinte mamíferos terrestres, mien- tras que en Java estos últimos ascienden á cincuenta y seis, siendo el número total de especies de la clase que nos ocupa el de noventa. La di- ferencia indicada es tanto más singular, cuanto que el Archipiélago fili- pino mide una superficie mucho más extensa que Java, y consta de una multitud de islas de condiciones muy diversas, 2. — En el orden de los Cuadrumanos se presenta en primer tér- mino el Macaco común, Macacus cynomolgus, Desm., abundante, no sólo en los bosques de Filipinas, sino también en Java, Sumatra, Borneo, (1) Entre las obras descriptivas de la clase Mamíferos, recomendamos la titulada Die Sáu- getJiiere, del Dr. C. G, Gfiebel. 163 Célebes, Timor y península de Malaca. Propia de Filipinas y exclusiva, al parecer, de Mindanao, es otra especie del mismo genero, de color completamente blanco, que ha recibido el nombre de M. philippinení^is. Geoff. La especie denominada Gynopithegus niger, Geofp., debe ser se- guramente la que los PP. Buzeta y Bravo citan como habitante en la isla de Negros. En efecto, el mono de que se trata es, como indican dichos autores, completamente negro y lleva una especie de penacho en la ca- beza, distinguiéndose además por la falta de cola y por tener el hocico poco prolongado. En Samar se encuentra otro cuadrumano curioso, el Mago 6 Tarsiro espectro^ Tarsius spegtrüm, Geoff. {Ldm.4,^)^ pequeño animal de color pardo oscuro ligeramente aceitunado y cuyo cuello está adornado con una franja negra, presentando la cara y la frente de un color algo más oscuro que el resto del cuerpo. Sus manos posteriores son sumamente largas, circunstancia que proviene de la considerable prolon- gación de los tarsos. Los dedos de las manos tienen por debajo de sus extremidades una convexidad, y terminan en pequeñas garras ó uñas triangulares. Los ojos son grandes y convexos. Habita preferentemente en los árboles, y sus brincos, cortos y rá- pidos, pueden compararse á los de la ardilla. El Tarsiro se encuentra igualmente en las Molucas y en el archipiélago índico. Fuera de las es- pecies indicadas sólo existe otro cuadrumano, el llamado Caguang^ Ga- leopithegüs Philippinensis, Wath., que forma ya un tránsito enti'^e los monos y los murciélagos. Habita en Bohol, Samar, Mindanao, y proba- blemente en las demás islas inmediatas. Su tamaño es el de un gato do- méstico, y su piel presenta dos repliegues ó apéndices laterales, que unen las extremidades anteriores con las posteriores. Mr. Guming dice que este animal es inofensivo, que vive en los árboles de los bosques más es- pesos y que se alimenta de las hojas de los mismos, suspendiéndose á las ramas por las cuatro extremidades. Su vuelo alcanza á un centenar de metros, describiendo siempre una línea oblicua é inclinada. Todo el cuerpo, con sus apéndices laterales, está cubierto de pelo corto y suave, de gran finura y delicadeza, cuya coloración varía desde el pardo oscuro al gris claro, á veces con manchas blancas. Las pieles de Gaguang cons- tituyen por dicha razón un artículo apreciado, del cual se hacen algunas remesas á Europa. Los indígenas cogen estos animales con la m^no, cuando se encuentran inmóviles y suspendidos de los árboles. 164 3.— El orden Gabnigeros cuenta con un número relativamente cre- cido dé especies en la sección de los Qüetrópteros 6 Murciélagos, pero muy pocas en la de los Carnívoros, y aun menos en la de los Insectívo- ros. Los primeros, llamados en el ipdíís paniques ^ ascienden, como hemos dicho anteriormente, á unas veinticuatro especies, de las cuales hay mu- chas comunes á las grandes islas del archipiélago de la Sonda. Encuón- transe individuos cuyas alas miden más de ochenta centímetros de enver- gadura. En el género Pteropus, que constituye el grupo de los Bermeji- zos, es característico de Filipinas el Pteropus jubatus, Esch., que suele verse en los árboles en numerosas bandadas, y que vuela de dia, ocul- tándose entre el follaje durante los fuertes calores. Su carne es tierna y tiene un gusto semejante, según dicen, al de las ancas de rana, por lo cual los indígenas, y aun varios españoles, la apetecen mucho. También es propio del país el P. Vanikorensis, Q, et G., colocado juntamente con el anterior, por algunos autores, en el género Acerodon. Son especies ^^ exclusivamente filipinas el Taphozous philippinensis. Wath; y entre los Vespertiliones, los que Watherhouse ha denominado Vespertilio tris- tis, Escholtzí, macrotarsus, pellucidus, Meyeni y rufopictus. Los PP. Buzeta y Bravo citan el V. borbonicus. Geoff. La patria del Rm- NOLOPHus luctus, Tem., sc extiende desde Filipinas al Himalaya por todas las islas del archipiélago índico, península de Malaca é India inglesa. Está caraéterizado, como todas las demás especies congéneres, por tener la nariz sobrecargada de crestas membranosas, de las cuales la superior, en forma de hierro de lanza, está colocada de plano debajo de la frente, y la inferior, de figura de media luna ó de herradura, guarnece el labio superior. El R. philippinensis, Wath., hállase exclusivamente en Fili- pinas, de donde es también característica la especie denominada Meoa- DERMA philippinensis, Wath. , quc uo difiere mucho de la anterior. De carniceros insectívoros no se encuentra más que una sola especie, que es el Sorbx myosurus. Pallas, cuyo cuerpo no mide más que nueve' ó diez centímetros de longitud. Este animal pertenece también á las islas de la Sonda, al Japón y á toda la parte meridional del continente asiático. Los carniceros carnívoros están representados por un corto número de especies, entre las cuales las más notables son el Paradoxurus phili- ppinensis. Tem, vulgarmente Miro, y el P. Müsanoa, Gtray, pertenecien- 165 tes á un grupo de animales cuyas costumbres son todavía desconocidas, sin que tampoco se sepa de una manera positiva cuál es su régimen ali- menticio. De la forma vertical de sus pupilas^ se deduce que tienen cos- tumbres nocturnas, pasando el dia ocultos en las excavaciones que hacen y saliendo de caza por la noche. Por su sistema dentario, análogo al de las Gi vetas y Ginetas, puede suponerse que toman el mismo alimento que éstas, y que por consiguiente persiguen á los pequeños mamíferos, que pueden átfapar fácilmente. Una de las particularidades más notables de estos animales, es que su marcha es decididamente plantígrada, aunque por todos los demás caracteres, y sobre todo por la forma de su cuerpo, deben incluirse entre los digitigrados. La talla de los Paradoxuros es mediana; su pelaje se compone de pelos lanosos y pelos cerdosos. El Paradoxuro de Filipinas se distingue por su color amarillo parduzco, con reflejos de amarillo de oro. Los costados del labio superior y la parte superior de los ojos, están cubiertos de bigotes largos. El Paradoooiiro Musanga mide unos 38 centímetros, y es de un color pardo oscuro mez- clado de negro. La cola es del mismo color, exceptuando los cinco ó seis centímetros de la extremidad, en que es blanca, y su longitud es igual á la del cuerpo. El espacio que separa el ojo de la oreja es blanco^ y encima de cada oreja existe otra mancha blanca. Las narices están separadas por un surco profundo. Los Paradoxuros causan muchos daños en los cafetales. * Dos Civetas^ la Viverra Índica, Gteoff., y la V. tanoalunga, Gray, ó Galong de los tagalos, frecuentes también en las demás islas malayas y en el continente asiático^ son los restantes carniceros carnívoros que se encuentran en Filipinas, pues la Martes philippinensis, camell, debe probablemente referirse á la última de dichas especies. Las Viverras son animales parecidos á los Paradoxuros, pero caracterizados principalmente por producir una materia olo1:*osa, semejante al almizcle. El órgano que contiene esa materia se halla situado entre el ano y los órganos de la ^reproducción, tanto en el macho como en la hembra, y consta de una hendidura longitudinal que comunica con dos cavidades. La parte inte- rior es más ó menos velluda, y está cubierta de una multitud de poros que comunican con otros tantos folículos secretores. La materia olorosa es producida por estos últimos, y su cantidad varía según la edad, el sexo del animal y la época del año. En todos tiempos esa materia ha sido objeto de comercio, á causa de su empleo en la perfumería y medicina. 166 Una gran parte del África intertropical y hasta de la India la enviaban antiguamente por la vía de Alejandría y Venecia. Después se obtuvo por el Senegal y por las relaciones de los holandeses con el archipiélago índico. Parece que también se llevaron Givetas de la India á Holanda, para conservarlas vivas y recoger la materia segregada. En una obra de Francisco Fernandez (Hist. anim . et miner. Nov. Hisp. L. I. pág. 11) se asegura que la Giveta no es un animal de América, y que en su tiempo se habia comenzado á llevar algunas de las islas Filipinas. Non^'me latet vulgari esse, hoc felis vocari genus Ilispanis^ qimmquam advenam, non indigenam, verum qui ex insuKs PhiUpicis cwpit jam in hanc Novam Hispaniam adferri. Por otra parte, Thevenot (Relations de divers voya- ges curieux. — París, 1696) dice: La civette se trouve aux Ües Philippines dans les montagnes, sa peau ressemble assez d celle d'un tigre; elle n'est pas moins sauvage que lui, mais elle est heaucoup plus petite. lis la prennent, la lient, et aprés-lui avair oté la civette, qui est dedans une » petite botarse quelle á dessous la queue, ils la laissent en liberté pour la reprendre une autre fois. La índole feroz é irascible del animal, no per- mite domesticarlo. Para conservarlo vivo es preciso tenerlo en una jaula, y se vacía su bolsa secretora con una cuchara, habiendo localidades en que suelen tener cuidado de introducir previamente en aquélla una sus- tancia untuosa ó jugos vegetales, que mezclándose con la materia segre- gada aumentan su cantidad. Dicha materia contiene, según ha resultado de su análisis químico, amoniaco, elaina, estearina, mucus, resina, aceite volátil, materia colorante amarilla y algunas sales. Hoy dia no se emplea más que en perfumería, á pesar de ser un estimulante y un antiespas- módico enérgico. 4, El número de Roedores es también escaso en Filipinas, La Rata^ Mus DECüMANUs, PALLAS, quc sc ha difundido por todas las colonias euro- peas, ha sido también importada en el Archipiélago. M. Paul de la Gi- roniere descubrió otra especie de rata que, encontrada posteriormente por Guming en la isla de Luzón, fué clasificada por Waterhouse con el nombre de Phlíeomys Cuminoii. El tamaño de este animal es de 53 cen- tímetros desde la punta del hocico hasta la extremidad de la cola. La piel está cubierta de pelos de color de canela en la base y blancos en la extremidad, presentando una mancha rojiza cerca de las orejas, y las patas delanteras de un blanco sucio. El bigote es áspero y negro, y la 167 cola, de mediana longitud, escamosa y con pelos escasos, cortos y áspe- ros. La forma de los resaltes trasversales de esmalte, que se observan pn la superficie de los dientes molares de este roedor, constituyen su carác- ter genérico más importante. Es un animal muy raro, poco cQnocido en Manila, y que se alimenta de raíces ó cortezas de árboles, siendo más bien nocturno que diurno. En los bosques es bastante frecuente la Ar- dilla de Filipinas, Sciurus philippensis, Wath., que presenta, como todas las especies del mismo género, la cabeza abombada, la frente co- munmente plana y ancha, con los huesos de la nariz más ó menos hun- didos y cortos; las orejas sin penachos, cortas y redondeadas; el cuerpo rechoncho; los miembros bastante delgados, y la cola muy larga, redon- deada y revestida de pelos en toda su superficie. Más notable todavía es otra especie muy afine á la anterior, llamada Taguan ó Guigul^ ardilla voladora, cuyo nombre sistemático es el de Pteromys petaurista. Desm. Este animal, que habita también en las Molucas, en Singapore y en gran parte del archipiélago índico, mide 48 centímetros desde el extre- mo del hocico hasta el arranque de la cola, siendo la longitud de esta última de 55 centímetros. Su pelaje es pardo, punteado de blanco por encima, gris por debajo; las piernas son un poco rojizas y la. cola es casi negra. La piel de ambos costados del cuerpo se prolonga entre los miem- bros anteriores y posteriores, á los cuales se fija, formando una especie de paracaidas que facilita y prolonga el salto. Tímido y nocturno, como todas las especies del mismo género, permanece de dia oculto y durmiendo en el hueco de algún árbol, y no sale más que de noche para procurarse alimento. Tan pronto como el crepúsculo de la tarde se ex- tiende por los bosques, el Taguan se trasforma de lento y perezoso en ágil y vivaracho. Gracias á la membrana que existe entre sus patas, puede salvar de un árbol á otro una distancia prodigiosa, de más de cua- renta ó cincuenta pasos, según refieren algunos autores. Vive en peque- ñas bandadas y jamás desciende de los árboles, porque, según se dice, su marcha por el suelo es torpe. De índole mansa y tranquila, se domestica fácilmente, es decir, que se hace desde luego inofensivo para las perso- nas que lo tocan, acostumbrándose á tomar sin temor el alimento de su mano; pero todo se limita á esto. Su inteligencia en nada se desarrolla por la educación; jamás cobra afecto á su amo,*y si se le presenta oca- sión de reconquistar su libertad, rara vez deja de aprovecharse de ella. 168 Guando se le quiere conseiívar, es, pues, preciso encerrarle en una jaula, en, donde se le alimenta con pan, frutos y grano. Su carne es comestible y bastante buena. 5. — Los Paquidermos están representados en Filipinas por el Puerco de monte, Sus sgropha, L., siendo probable la existencia de otras dos espe- cies denominadas S. pAPüENSis, Less., y S. VBRRUGOsus, Tem., que habitan en otras islas inmediatas. Se asegura que en Mindanao existe también el PoRGUS BABYRUSSA, Klein., notable animal llamado por los malayos Ba- U-roesa 6 Baby-Rusa, es decir, puerco-ciervo , qpie es muy semejante al jabalí, del cual se distingue sobre todo, por presentar sus colmillos supe- riores considerablemente desarrollados y encorvados hacia atrás. Al designarle con el nombre de puerco -ciervo, los malayos han aludido se- guramente á sus defensas, que á causa de su tamaño y posición han sido comparadas á cuernos; pero los naturalistas europeos, dando diferente interpretación á dicho calificativo, han cróido que se referia á la talla del animal, y en casi todas sus láminas le han dado unas formas esbeltas de que realmente carece. En la edad adulta el Babirusa es un animal re- choncho, cuya cabeza es pequeña, el hocico puntiagudo, las narices ter- minales, anchas y redondeadas, y la mandíbula inferior menos avanzada al parecer que la superior, á causa del desarrollo del hocico. El ojo es pequeño y su ángulo mayor se prolonga á modo de lagrimal. El iris es rojizo, la pupila grande redondeada, las orejas distantes entre sí, peque- ñas, aguzadas, derechas y dirigidas hacia atrás. Los dientes caninos supe- riores, atraviesan la piel del hocico y se encorvan hacia atrás, hasta el punto de penetrar á veces en las carnes de la frente. Los inferiores se elevan verticalmente levantando un poco el labio superior. Las- piernas, comprimidas lateralmente, son relativamente cortas y poco fuertes; los pies están un pocQ torcidos hacia afuera; las uñas son pequeñas, redon- deadas, bien separadas, y las de los dedos posteriores no apoyan ordina- riamente en el suelo. La cola delgada, desnuda y provista de un penacho terminal de pelos, no se enrosca como la de los puercos ordinarios. La piel ruda, gruesa, forma pliegues en muchas partes del cuerpo, especial- mente entre las orejas y en los carrillos. El macho tiene la frente cu- bierta de pequeños tubérculos muy próximos entre sí. La cabeza es parda por encima. Las orejas están cubiertas en su base y en toda su concavi- dad de pequeños pelos finos. El cuerpo, de un pardo sucio, presenta 169 esparcidos pelos bastante oscuros, muy cortos que salen de pequeños tubérculos contribuyendo á dar mayor aspereza á la piel. La parte supe- rior del cuello y del vientre, así como la cara interior de los miembros, es de un color rojizo bastante pronunciado. Una faja dorsal rubia, de la anchura de una pulgada en su origen, comienza debajo del cuello y ya á terminar cerca de la cola; es más abundante de pelos que las demás partes del cuerpo y está monos marcada en la hembra que en el macho. " La caza del Babirusa es poco penosa, y una vez alcanzado el animal por los perros se rinde inmediatamente, porque su piel, mal protegida por un pelo corto y ralo, no ofrece resistencia alguna á sus dientes. Es ver- dad que sus defensas inferiores serian unas armas terribles; pero las su- periores, que á causa de su curvatura son casi inútiles, impiden la acción de las inferiores. Los perros raras veces salen heridos en esta caza, por la cual muestran gran avidez. El Babirusa tiene el olfato muy fino, y para husmear á sus enemigos tiene la costumbre de levantarse sobre los pies traseros, apoyándose contra el tronco de un árbol. Su carne es muy sa- * brosa, y recuerda por su gusto más bien la de ciervo que la de puerco, pero aventaja en finura á una y otra, y puede decirse que no tiene grasa. La alimentación del Babirusa consiste en hierbas y hojas de árboles sil- vestres. Guando es perseguido por los perros y empieza á sentirse fati- gado, trata de alcanzar la orilla del mar, y si lo consigue se arroja en seguida al agua. Nada durante largo tiempo, y de este modo se traslada de una á otra isla. Se ha conseguido domesticar algunos individuos de la especie que nos ocupa. En Amboina existió uno que llegó á conocer el nombre ^ue se le daba, y que acudia cuando los niños le llamaban; se complacía en dejarse rascar la espalda por ellos, y hasta permitía, en ciertas ocasiones, que se subiesen encima de él. 6.— Entre los Rumiantes cuéntanse en Filipinas tres ciervos, un pe- landoc, un antílope y un búfalo. Uno de los primeros es probablemente el Cervus hippelaphus, Gr. Cuv. Su talla es muy considerable, y sus cuer- nos están provistos inferiormente de un mogote que se dirige hacia ade- lante, mientras que el terminal parte del borde externo del asta. La cabeza y el hocico son más aguzados que en el ciervo de Europa, y la frente menos abombada. Los lagrimales son grandes, y el animal puede^ al pa- recer, abrirlos y cerrarlos á voluntad. Los caninos son obtusos, al menos 22 170 en los machos. El pelaje está formado en la espalda, los costados y la ca^^a externa de los miembros de pelos duros, secos y quebradizos; sobre el cuello, los carrillos y la garganta, los pelos adquieren una longitud bastante grande para formar una verdadera crin. Su color en todas esas partes, es en invierno de un gris pardo, más ó meros oscuro; en verano adquiere un matiz más claro y más dorado; las ancas son de un color leonado pálido. El contorno del ojo, el interior de las muslos, la parte baja de las piernas, son de un leonado blanquecino. Por debajo de la mandíbula inferior no es más que blanquecino, y el mismo color predo- mina en el borde de la mandíbula superior y alrededor de la nariz. Pre- senta, por último, como el ciervo de Europa una faja parda alrededor del hocico, y una mancha negra en el ángulo de los labios. La parte inferior del pecho y los costados del vientre son negruzcos; la cola es parda y ter- minada por pelos negros bastante largos. Las otras dos especies del género Gervus son características, y se denominan G; pseudaxts, Eydoux, y G. philipinnensis, H. Smith (1). Esta última quizá no difiere del G, mariannus, Desm., cuyas astas son grandes, de color ceniciento, con el mogote inferior menos dirigido hacia afuera que en los ciervos de la India y muy elevado, y el superior dirigido hacia atrás y arrancando casi de la cara posterior del eje principal. Los pelo^ de este animal son duros, ondulados y de un color gris parduzco. Las ancas y los pelos de debajo de la cola, que es bastante corta, son de color blanco, y también presenta algunos pelos blancos en el interior de las orejas. El Pelandoc 6 Pilandoc no habita, al parecer, en Filipinas más que en la isla de Balabac, pues su existencia en la provincia de Bataan no está comprobada, á pesar de la afirmación de Mallat y otros autores. El gé- nero MoscHus, á que dicho animal pertenece, comprende varias especies, repartidas entre el África, las grandes islas del archipiélago índico, Pe» nang. Malaca, Geylan y la India inglesa, distinguiéndose con los nom- bres vulgares de Napú, Kanchil y Pelandoc. La especie filipina es la denominada Mosghus pigm^us, Lin., y es notable por la elegancia y (1) Para el estudio de esta especie pueden consultarse los dos folletos titulados Documents rela- tifs á Vhistoire du Cerfdes PJiilippines y Nouveaux domments relatifs á Vhistoire du Cerfdes Philip- fines ^ publicados por el Dr. Pudieran. 171 delicadeza de sus formas. Semejante en un todo á un ciervo desprovisto de cuernos, no pasa su talla de la de una liebre, presentando, sin erp- bargo, una regularidad perfecta en su estructura orgánica. Sus ojos son grandes; la nariz tan saliente como el labio superior; el color rojizo por encima, más claro en los flancos y blanco por debajo. Los cani- nos son largos, comprimidos, oblicuos é inclinados hacia atrás, sa- liendo fuera de la boca. De las especies del género Mosghus hasta ahora conocidas; hay varias que presentan una bolsa prepucial llena de una sustancia almizclada. El Pelandoc de Filipinas pertenece al grupo de las especies desprovistas de dicha bolsa. La ligereza del Pelandoc es extra- ordinaria; da saltos y botes prodigiosos, pero no puede soportar por mucho tiempo tan violentos esfuerzos. Se asegura que en algunos países lo cogen á la carrera. Parece que el Kanchil, que es la especie que habita en Sumatra, es la más notable de todas por la extensión de los saltos que da cuando se ve perseguida, y hasta se dice que en este caso se lanza á alguna rama de árbol para agarrarse con sus largos caninos, y dejar pasar por debajo los perros y demás animales que la acosan. Su astucia y agilidad son proverbiales, y los malayos dicen de un hábil ladrón que es listo como un Kanchil • Notable es también entre los rumiantes, la única especie de antílope que en Filipinas existe. Este animal, conocido con el nombre de Tafia- rao en la isla de Mindoro, en donde exclusivamente habita, ha sido de- nominado por los zoólogos Antílope depressicornis, Smith. Fuera del Archipiélago ñUpino, se encuentra también en las islas Célebes. Sus formas son rechonchas, sus piernas cortas y su aspecto pa- recido al del búfalo, del cual se distingue por su gruesa cabeza, espa- ciosa frente y hocico desnudo, ancho y poco saliente. Sus cuernos no miden más que 28 centímetros de. longitud, y sin embargo tienen 11, 5 de grueso en la base, son completamente rectos, apenas divergentes^ inclinados hacia atrás, comprimidos en la base de la parte anterior á la posterior, y anillados, adelgazados rápidamente hacia la punta, lisos, muy aguzados y negros. Las orejas son de tamaño regular y estrechas; el cuello corto y recio. Las piernas anteriores se encorvan un poco, como las de los toros, y las pezuñas son muy anchas y altas- La cola es corta, gruesa en su nacimiento, y terminada por un hacecillo de pelos largos, cuyas extremidades apenas llegan á los tobillos. El color del I7á , ^ animal varía según los individuos. El macho suele ser pardo claro, más oscuro por la parte superior que por la inferior, con las piernas de color pardo achocolatado, el pelo fino, escaso y muy corto. La hembra tiene la cola más delgada y las piernas más cortas, y es á veces completa- mente negra, cuando joven parda y cuando más joven todavía del colof de la vaca, tirando á amarillo pálido. El Tamarao es animal muy agreste y vigoroso, que á veces lucha victoriosamente con el búfalo sil- vestre en el seno de los bosques. El último rumiante que debemos citar es el Carabao ó búfalo, Bos BUBALUs, L., tan común en Filipinas y en todos los países orientales. Este animal procede de Asia. Tiene el cuerpo abultado, los miembros gruesos y cortos, la frente abombada y el hocico muy ancho. Sus cuer- nos, situados muy bajos, son triangulares y presentan á intervalos re- gulares surcos poco profundos; dirígense primero hacia afuera y hacia atrás, levantándose después hacia la punta. Los pelos son raros en el cuerpo y bastante abundantes sobre la frente, las rodillas y la parte in- ferior de las piernas. El porte del Carabao es pesado y sus movimientos torpes; al correr alarga el cuello y extiende el hocico como para hus- mear, pareciendo que principalmente se guía por el olfato. A pesar de la lentitud de su marcha, es de gran precio como bestia de tiro, porque su faerza es muy grande aun comparada con la del buey. En FiUpií^as se emplea mucho para el arrastre de vehículos, y para las faenas del campo. Aunque todas las especies de búfalos hasta el dia conocidas pro- ceden de países cálidos, repugnan de igual manera el calor y procuran librarse de él metiéndose en el agua. Tanto el búfalo africano como el asiático, en cuanto ven un charco ó lago, se sumergen en éry perma- necen allí en tanto el sol esté algo elevado sobre el horizonte, sin dejar al descubierto más que las narices y los ojos, pues hasta los cuernos quedan casi totalmente sumergidos. Como emplea una parte de la noche en pacer, en el agua es donde duerme, sin que apenas tenga que hacer esfuerzo alguno para mantener el hocico fuera de aquella, porque á causa del gran desarrollo de sus senos frontales, que se prolongan hasta los cuernos, toda la parte superior de la cabeza es muy ligera. Pero los búfalos, no solo gustan de sumergirse en el agua, sino también de revolcarse en el fango,' afición que es general en casi todos los animales que como ellos tienen la piel muy gruesa y poco cubierta de pelos. Sirve 173 admiraMemente para las labores en los terrenos encharcados de los ar- rozales, y la extrema lentitud de sus movimientos se armoniza perfecta- mente con la calma habitual del indio. Nada con gran habilidad y atra- viesa fácilmente los rios más caudalosos. En estado salvaje es un animal muy temible. Dotado de una fuerza prodigiosa y de una agilidad mu- cho mayor de la que parecen anunciar sus gruesas y pesadas formas, se irrita fácilmente, y comenzado el ataque no se retira por grandes que sean las heridas que reciba. Conviene, sobre todo, guardarse de los ma- chos que viven solitarios, y de las hembras que tengan cria. Aun es- tando domesticados, los búfalos son animales de los cuales no conviene fiarse mucho. 7.— Para terminar la clase de los Mamíferos fáltanos únicamente ocuparnos del orden de los Cetáceos. Dos especies lo representan en Fi- lipinas: el Delphinus malayanus, Lbss., y el Halicore cetácea, Illig. Los delfines, como todos los cetáceos, son esencialmente acuáticos, vi- viendo, en general, en el mar. Tienen el cuerpo pisciforme, cubierto de una piel lisa y comunmente desprovista de pelo, y sus extremidades an- teriores son aplastadas y parecidas más bien á aletas que á patas. Care- cen completamente de miembros posteriores, y en su lugar tienen una cola plana, muy larga y horizontal, ó sea una verdadera aleta. Sus ore- ja,s carecen de pabellón externo y no se abren en la piel más que por un orificio extremadamente pequeño. Gomo todos los demás mamíferos, paren los hijos vivos y los amamantan. El delfin malayo suele tener un metro y 65 centímetros de longitud, y 35 centímetros de grueso junto A las aletas; su cabeza mide una longitud de 37 centímetros. En la base de la cola presenta una quilla; la aleta dorsal está escotada en el ápice y se halla colocada hacia la mitad del cuerpo. El orificio que sirve para la respiración está situado poco más atrás de los ojos; la cabeza es muy abombada hacia la frente y se deprime rápidamente presentando una profunda ranura en la base del hocico, que es alargado. Los dientes son numerosos y el color es de un gris ceniciento uniforme. Los antiguos atribuyeron á los delfines cualidades extraordinarias de bondad é inteligencia, llegando á suponer que les gustaba. la música y que demostraban á veces tal afecto hacia ciertas personas, que se morían de tristeza cuando eran abandonados por el objeto de su cariño. Los del- fines de hoy día no son más que animales estúpidos, brutales, voraces. 174 . ^ y sin más inteligencia que la precisa para tragar su presa y reproducir la especie. , El Halicorb cetácea, Illig., es denominado vulgarmente Dw^owgr- ó Duyong. Este animal está caracterizado por tener el cuerpo prolongado, la aleta caudal en forma de media luna, 30 ó 32 dientes, de los cualeg cuatro son incisivos superiores, seis ú ocho inferiores y ninguno canino; cinco molares en cada lado de ambas mandíbulas, compuestas de conos reunidos lateralmente, y la piel gruesa, fuerte y sin pelo. El 'Dugong forma ya el tránsito de los cetáceos herbívoros á los piscívoros. En cuanto a su régimen alimenticio, siendo esencialmente herbívoro,, busca siempre las playas poco profundas, cubiertas de las plantas marinas que le sirven de pasto. Alcanza un tamaño muy considerable; pero los mayo- res que se han cogido hasta ahora, no exceden mucho de dos metros 78 centímetros de longitud; porque, según dicen, sería muy peligroso el atacar á individuos más grandes. Los dos dientes incisivos externos de ""la mandíbula superior, se prolongan á manera de defensas fuertes, rec- tas, comprimidas por los lados, divergentes, cortantes en su extremidad, y constituyen dos armas poderosas. Además de esto, los Dugong viven en manadas numerosas y se defienden mutuamente, llevando á veces su audacia al extremo de subir á los barcos pescadores. Se profesan entre sí tal^ afecto, que si se coge una hembra puede tenerse la seguridad de que el macho y los pequeñuelos vendrán á ponerse por sí mismos al al- cance de los arpones. Los malayos consideran la carne de este animal .como muy delicada; pero cada vez es más escasa, pues el Dugong va desapareciendo, y todo parece anunciar que dentro de un período de tiempo no muy largo, habrá dejado de existir tal especie sobre la super- ficie del globo. Terminaremos las breves noticias que acerca del Dugong hemos expuesto, consignando lo que Semper dice á propósito del mismo. «Habiendo ido á principios de este siglo algunos españoles de Manila á las Carolinas y á las islas Pelew ó Palaos, para hacer el trueque de ta- baco, objetos de hierro y telas de algodón por balate, observaron que un brazalete que adornaba una de las muñecas del reyezuelo indígena, era la primera vértebra cervical del Pez mulier, muy conocido de ellos, y muy perseguido por los filipinos á causa de su sabrosa carne. Compren- diendo en su consecuencia el grande aprecio en que dicha vértebra se tenía allí, procuraron hacer al año siguiente en Filipinas una gran pro- 175 Vision de ellas, en cambio de las cuales, obtuvieron casi de balde los afortunados especuladores, un gran cargamento de balate. Pero el Du- gong es difícil de pescar, y según parece abunda poco. Hoy dia se en- cuentra casi confinado á los más inaccesibles rincones de la costa orien- t-al del Archipiélago; de modo que los mestizos y españoles de Manila dedicados al comercio del balate, creen que para obtener este último, será en breve preciso emplear para los trueques artículos de Europa. Jamás se han hecho mejores negocios en este comercio que durante el corto período de los cambios por vértebras, atlas, del Dugong. El aprecio que de dichas vértebras se hace, constituye también una prueba evidente de la tendencia humana á soportar dolorosos sacrificios con tal de satisfacer la vanidad. Además del valor intrínseco que á las mismas se atribuye por los naturales de las citadas islas, como objeto de comercio entre ellos, gozan también allí la estima de una condecoración ó distintivo honorífico, del cual sólo pueden ser investidos ó despojados los notables del país, por el reyezuelo ó la asamblea de príncipes. Guando se confiere * ' dicha distinción honorífica á algún personaje, tiene lugar una pomposa fiesta. La investidura de la orden ó condecoración constituye una opera- ción dolorosa para el agraciado, porque aun cuando se procura ensan- char el hueco de la vértebra por donde corre la médula, limándolo inte- riormente, queda siempre demasiado estrecho para que ^ueda pasar fácilmente por él la mano de los indígenas, ordinariamente poco deli- cada y de articulaciones poco flexibles; de suerte que para conseguirlo se . atan fuertemente los dedos, á fin de que disminuya todo lo posible el vo- lumen de la mano, la cual se procura introducir después por el anillo. Algunos hombres tiran con gran fuerza de la cuerda atada á los dedos, mientras que otros por el lado opuesto tiran á su vez del anillo y del condecorado. Más tarde, este último suele ostentar con orgullo su mano mutilada por haber perdido en la operación algún dedo, ordinariamente el pulgar. Esta clase de condecoración debiera adoptarse entre los euro- peos, como excelente remedio contra la ambición de honores.» 176 C— Aves. 1. Número total de especies filipinas conocidas hasta el dia.— 2. Eapaces.~-3. Zigodáctilas.— á. Pásekes.— 5. GALLmÁCEAS.— 6. Zancudas.— 7. Palmípedas.— 8. Kelacion de las especies más comunes ó notables. 1.— La clase Aves (1) presenta en Filipinas un número de especies mucho más crecido que la de los Mamíferos. En unas doscientas veinte se calculan las terrestres hasta el dia determinadas con más ó menos precisión, número que no difiere mucho del de doscientas setenta cono- cidas hasta ahora en la mejor explorada isla de Java. 2.— Entre las Rapaces hay dos especies del género Hali^tüs, Savigny, designadas en el país con el nombre de Lauin. Rivalizan con las águilas en cuanto á la talla y á la fuerza de sus garras, habitan en las orillas del mar ó en los bosques inmediatos á los lagos y rios, y se alimentan principalmente de peces; pero cuando éstos les faltan hacen presa en mamíferos de mayor ó menor tamaño. 3, — Uno de los caracteres más notables de la Fauna ornitológica fili- pina es la abundancia de papagayos y cotorras, que pueblan los bosques, presentando gran variedad en su tamaño, formas y coloración. Estas ZiGopÁCTiLifB PREHENSORAS pertenecen á diferentes géneros sistemáticos: Prioniturüs, Wagler., Tanyonathus, Wagler., Psittacus, Temm,, Ca- catúa, Briss. El papagayo de Luzón correspondiente al segundo tiene el plumaje verde, algo más oscuro por la espalda que por debajo del cuerpo; una ancha faja azul se extiende de uno á otro ojo; las plumas exteriores y las de la "extremidad de las alas son azules y con una franja 'de ama- rillo de oro. Las especies del género Psittacus, Temm., son de pequeño tamaño, viven por parejas y no abandonan los árboles, en donde se reúnen siempre, alimentándose de frutos y semillas que recogen á veces del suelo. Anidan en los huecos de los árboles ó en nidos abandonados por otros pájaros. La Cacatúa de Filipinas tiene el pico de color de carne, el plumaje de un blanco hermoso, exceptuando la región anal y las coberteras inferiores de la cola, que son rojizas; presenta también un (1) Para la clasificación y descripción de las especies, consúltese la obra Conspectus genera avium de C. L. Bon aparte. 177 débil matiz rojizo hacia la región de las orejas; el mono ó copete es ama- rillo claro en la base y blanco en su extremidad, no está comprimido y puede erguirse á voluntad del animal; la parte inferior de la cola es de un matiz amarillo de azufre. Entre las ZiaoDÁCTiLAs trepadoras figuran varias especies de Picos ó Carpinteros (Picus, L.); el Barbudo (Buceo, L.); la Tamafia (Tamatia, Cüv., Harpactes, Gould.), el Subucot j otvdiS aves que habitan en los bosques. Los Carpinteros trepan por los árboles, en donde permanecen constantemente golpeando con su largo pico los troncos, para agujerearlos y extraer las larvas é insectos que les sirven de alimento; el Barbudo y la Tamatia son de formas poco esbeltas, de piernas cortas y vuelo pe- sado, alimentándose aquél de frutos blandos y la última de insectos, y tal vez también de pequeños pájaros, como lo hace suponer la robustez de su pico, y el Subucot es una especie de cuclillo que, análogamente al de Europa, abandona la incubación de sus huevos al cuidado de otros pájaros. Característico es el género "Dasylophus de las Islas Filipinas, ' único país en que han sido halladas hasta ahora las dos especies que comprende, á saber: el D. supergiliosus, Cuv., y el D. Güminoii, Fras. Estos pájaros tienen próximamente el tamaño de una paloma doméstica, midiendo unos 38 centímetros desde la cabeza á la extremidad de la cola; el cerco de los ojos está desnudo, el pico es de la longitud de la cabeza y está encorvado con regularidad hasta la punta; la cabeza está ador- nada de plumas setiformes, alargadas, formando penachos encima de cada ceja, ó bien de plumas escamosas y como enroscadas ó rizadas, que forman una faja ó copete continuo desde la frente hasta la parte inferior de la nuca, reproduciéndose á veces esa faja por bajo del pico y por la garganta á manera de barba. Ambas especies ostentan hermosos colores en su plumaje. La primera es por encima de un negro brillante con re- flejos azulados, por debajo de un negro fuhginoso, con las cejas sobre- cargadas, á partir del ángulo interno del ojo, de plumas setíferas ó sea verdaderos pelos ó sedas prolongadas, de un hermoso color rojo de fuego, las cuales se extienden á manera de largos penachos hasta detrás de la nuca; la extremidad apical de las rectrices es blanca, el pico verde, algo negruzco en la mandíbula superior y blanquecino en la inferior; el cerco de los ojos y las patas amarillas. Son aves que permanecen constante- mente ocultas en el interior de los bosques. 23 178 4,— El orden Paseres ofrece mayor profusión y variedad de especies. Los Calaos {Lám. 5/) son notables por su gran tamaño, su grande y robusto pico y su fuerte y ronco graznido, de imponente resonancia en el seno de los bosques. Las especies cuyo pico está sobrecargado de escre- cencias córneas, llamadas por los naturalistas casco^ pertenecen al gé- nero BucEROS, L., y las que carecen de ellas figuran en el género Tockus, Lesson. En las orillas de los rios se ve con frecuencia al Martin pescador (Ceyx, Lagep.) inmóvil en alguna rama, esperando pacientemoAte' el paso de algún pescado, sobre el cual se lanza con la rapidez de tina flecha tan pronto como lo divisa; mientras que el Martin cazador (Hálgyon, Swain) vaga constantemente por los sitios húmedos del interior de los bosques, en donde encuentra más fácilmente las lombrices, larvas é insectos muertos de que se alimenta. Uno y otro ostentan un plumaje adornado de brillantes y vistosos colores. Con el nombre de Salangana es conocida en Filipinas una pequeña golondrina (Gollocalia, Gray), que goza de mucha celebridad por ser la que fabrica los nidos que en China y en otros países inmediatos se comen, alcanzando un elevado precio Por largo tiempo han estado discordes los naturalistas acerca de la naturaleza de la materia de que dichos nidos se componen, así como acerca de su forma y de los lugares en que se encuentran. Mr. Poivre dice haber visto en sus frecuentes viajes, que los mares que se extienden desde Java por el S. hasta Gochinchina por el N., y desde Sumatra por el O. hasta Nueva Guinea por el E., se cubren en los meses de Marzo y Abril de roña, 6 sea freza de pescado, la cual forma sobre las aguas una especie de cola fuerte á medio desleír, habiéndole manifestado los malayos^ cochinchinos, vi- sayas y mokicanos, que la Salangana hace su nido con esa freza, de pes- cado. Habiendo recogido en el mes de Abril al dirigirse á las Molucas, y en el mes de Marzo en el estrecho de la Sonda, cierta cantidad de esa freza de que el mar se hallaba cubierto, separándola del agua y dejándola secar, vio que en tal estado se asemejaba completamente á la materia que constituye los nidos de Salangana. Esta ave recoge la freza al volar ra- sando con la superficie de las aguas, ó bien colocándose en las rocas en donde aquella viene á depositarse y coagularse. Algunas veces se ha visto que del pico de dicho pájaro pendían hilos de esa materia viscosa, por lo cual se ha creído que sallan de su estómago en la época del celo. Mr. La- moureux ha sido el primero que ha dicho que los nidos de las Salanga- ,, él «.*?■ 179 ñas son de origen vegetal, lo cual se ha confirmado posteriormente. Las plantas marinas denominadas Fucus, y especialmente los del género Ge- LiDTNUs, y según Kuhl, el Sphcerogogcus cartilaginosus, y sus variedades sETosus ET CRispüs, son los Vegetales de donde sacan las Salanganas los materiales necesarios para sus nidos. Los habitantes de algunos países en que esos vegetales abundan, tienen de ello tal certeza, que no se limi- tan á ir á las grutas y cavernas á recoger los nidos, sino que además recogen en el mar las plantas que sirven para su confección, aumentando así fácilmente la cantidad de un producto, que es para ellos objeto de un comercio vasto y lucrativo. No puede, sin embargo, aceptarse en sentido absoluto esta última opinión, puesto que existen Salanganas en algunos países cuyos mares no crian Fucus. Hoy dia se sabe que el número de especies de Salanganas es muy considerable, y tal vez lo sea aún más de lo que la ciencia admite. Nada tendría de particular, que unas especies empleasen para la fabricación de sus nidos materias animales, como la freza de pescado, y que otras se valiesen de materias vegetales, como lo ha demostrado Lamoureux. Lo que parece indudable es, que cualesquiera que sean los materiales que entren en la confección de los nidos, su unión y cementación se verifica por medio de una sustancia viscosa que es una verdadera secreción del buche del pájaro. La Salangana parece alimen- tarse esencialmente de insectos, pero en tiempo de la puesta y después de ella, cada pareja ordinariamente sedentaria, llevada por su instinto previsor, se lanza hacia los lugares en que ha de encontrar los materia- les necesarios para la construcción de su nido, vuela rasando la superficie del mar, recoge la materia animal que sobrenada en la superficie, y por medio de. un trabajo visceral particular, que depende sin duda de la organización de su molleja, depura esa materia, la desembaraza de sus- tancias heterogéneas, la endurece con.auxílio de un jugo mucilaginoso análogo al jugo pancreático, y forma un cuerpo gelatinoso, viscoso, que subdivide en filamentos, susceptibles de adherirse entre sí y de adaptarse con exactitud. La forma de los nidos es semi- esférica ó elipsoidal, y se hallan adheridos á las paredes de las grutas inmediatas al mar, siendo su extracción bastante peligrosa en ciertos casos. La Salangana emplea dos meses en la formación de sus nidos, y en cada uno de ellos las hem- bras ponen dos huevos, durando la incubación ^quiace dias próxima- , mente. Las golondrinas de que se trata, no habitan más que en la línea 180 equinoccial, entre ambos trópicos y en el espacio comprendido entre los 95° y 160" de longitud oriental. Las primeras variedades se encuen- tran en las islas de Francia y Borbon; abundan en Java, Sumatra y Borneo; existen también en la costa oriental de Asia que baña el mar de China, en Gochinchina, Tonquin, Gamboja, las Molucas y las Filipinas, suponiéndose fundadamente que también deben encontrarse en las Caro- linas, Palaos y Marianas. Notables por la belleza de sus colores son los Azucareros, pájaros del género Negtarinia, Illiger, entre los cuales figura la especie de vientre escarlata, encontrada por Dussumier en Filipinas. A semejanza de los colibrís y de los pájaros-moscas, presentan los azucareros en su plumaje las tintas más ricas, más brillantes y más delicadas, con todas las grada- ciones del verde, azul, anaranjado, rojo y púrpura, realzadas por su con- traste-con las tintas pardas y negro-aterciopeladas que forman el fondo oscuro. Diríase que para componer sus plumas, la naturaleza ha echado mano del material de las piedras preciosas, tales como el rubí, la esme- ralda, la amatista, la agua-marina y el topacio. Esos admirables pájaros, se alimentan del néctar ó jugo azucarado de las flores, y tal vez de los pequeños insectos que encuentran en el fondo de sus cálices. En armonía con su régimen alimenticio, tienen el pico bastante largo, ligeramente encorvado y adelgazado hacia la punta, con los bordes de las mandíbulas finamente aserrados por lo común; la lengua es larga y forma una espe- cie de chupador terminado á manera de pincel. Los azucareros difieren de los colibrís y pájaros-moscas en la manera de coger su alimento, pues mientras éstos extraen la materia azucarada, revoloteando ante la flor en cuyo cáliz introducen el pico, los azucareros lo hacen posándose, sobre la misma flor ó al lado de ella. Los Filedon (Meliphaga, Lbwin) que se alimentan de los insectos que á las flores acuden; los pájaros llamados por los tagalos Pipis (Anthus, Bechstein), semejantes á las alondras, y las Moíacillas, parecidas á los' ' aguza-nieves, abundan en los campos filipinos. De Mirlos hay en ellos gran variedad, pues no bajan de sois las especies del antiguo género (TURDUS, L.) que existen , perteneciendo algunas á los nuevos géneros GopsYCHUS, Wagl., y Lamprotorni's^ Temm. La Collalba (Saxícola, Bechstein) y el Paro (Parüs, L.), son también abundantes, viéndose además el Lagrayano de vientre blanco ó Coliauan {Ocjptekxjs albiven- i 181 TER, Val,), que vuela á manera de las golondrinas, se alimenta de insec- tos y ataca á otros pájaros mucho más corpulentos, tales como el Cuervo; el Pbrigrogotüs cinereus. La Fresn., característico de Filipinas; algu- nas especies del género Gampephaga, Veill., que^ como la anterior, se alimentan de orugas ó larvas, y otras muchas de géneros afines. Figu- ran igualmente entre los páseres filipinos el Casicán ó Picaza chillona (Gragtigüs, Buffon); el verdadero Cuervo (CoRVUS, L.), y el Grajo (Gymnops.calvus, CuvOj ñamado por los tagalos Gulin, Este último tiene la cabeza desnuda, excepto por el vórtice, en donde presenta una faja longitudinal estrecha de plumas cortas y parduzcas; la piel que recubre la parte restante de la cabeza es de color de carne, adquiriendo un matiz rojo vivo cuando el animal está irritado; toda la parte inferior del cuerpo es de un gris plateado; la garganta, parte anterior del pecho y el vientre negruzcos; el resto pardo agrisado; las alas y la cola pardo negruzcas, aunque las primeras menos oscuras, y el pico, los pies y las uñas pardos. Otro Grajo, perteneciente al género Gragula, L., fué impor- tado en 1824 por cuenta de la Sociedad Económica de Amigos del País de Manila, con objeto de contrarestar la plaga de langosta que con tanta frecuencia azota los campos. Estornino de los palomares ^e llama en FiUpinas á una especié del género Lamprotornis, Temm., que fué des- cubierta por Sonnerat. Es un pájaro sociable, que busca instintivamente ar'hombre, ó más bien su propia comodidad en las habitaciones del hom- bre, anidando hasta en los palomares. Algunas especies del mismo género tienen un canto melodioso. Los Gorriones (Passer, Briss.), las Mayas (Amadina, Swain), el Pico-cruzado (LoxiA philippina, Gm.), y el Coliu de Panay (Golius panallensis, Guv.?) son, por último, otros tantos páseres muy comunes en el país. 5.— Al orden de los Páseres sigue el de las Gallináceas, represen- tado en Filipinas por una variedad tan grande de palomas, que no tiene Mgual en ningún otro país. Entre esas palomas las hay, propiamente tales, varias que corresponden al grupo de las tórtolas y otras que per- tenecen al de las colombi-gallinas, pues constituyen el tránsito á las verdaderas gallináceas. La paloma Kurukuruj incluida en el género Ptilonopus, Swainson, tiene un casco de color purpúreo vivo y festo- neado de amarillo dorado pálido . Las alas, lo mismo que el lomo y el cuello, están salpicadas de manchas azules; la garganta es blanquecina. 182 i las mejillas grises, el tórax y la región del cuello de un gris bermejo, la parte céntrica del vientre de color de rosa vinoso y el resto del vientre anaranjado, lo mismo que las coberteras inferiores de la cola, la cual es blanca por debajo. En Marianas dan á esta paloma el nombre de Totot. El pichón coronado ó Gura (Columba coronata, L.). perteneciente hoy dia al género Goura de Veillant, es de un precioso azul apizarrado y tiene un moño sumamente lindo; pero sus costumbres son las de una raza estúpida. ^ ive en los bosques en bandmdas de cinco ó seis indivi- duos, los cuales se encaraman en las ramas más bajas y casi á flor de tierra, dejándose á veces matar unos en pos de otros, sin que los no heridos, á quienes por otra parte aterroriza el estruendo de una arma de fuegO;, intenten ponerse en salvo. La Paloma Nicobar {GÁhM^AS nigobá- KiGA, L.), llamada en el país Batobaíó dongon^ es, como la anterior, una colombi-gallina; tiene la cabeza y la garganta de color negro azulado, el vientre pardo negruzco, y la parte superior del cuerpo y de las alas matizada de rojo, azul, púrpura, amarillo y verde. Las plumas de en- cima del cuello son largas y aguzadas como las de un gallo, y presentan hermosos visos ó reflejos variegados de azul, rojo, dorado y bronceado. Su tamaño no suele exceder del de la paloma común. La Paloma de pu- ñalada (Columba gruentata, L.) es una de las más bellas especies, de una familia que comprende tantas dignas de mención por el lujo y bri- Uantez de sus matices. Su color es comunmente gris, algo ceniciento en la frente y parte alta de la cabeza, y su tamaño viene á ser de nnos dos decímetros de longitud. El occipucio y la parte posterior del cuello, son de un violeta oscuro con reflejos verdes; el lomo, los escapulares, las pe- queñas coberteras de las alas y los costados del pecho de un gris apizar- rado. Todas las plumas de esas partes, están ribeteadas de verde bri- llante y metálico. La garganta, los costados del cuello y el pecho son de un blanco puro, con una mancha roja semejante á la que resultaría de una herida sangrienta, situada en el centro del último. El vientre y los costados, así como las coberteras inferiores de la cola, son de color de carne. Las coberteras del centro de las alas tienen en conjunto tres fajas trasversales y cenicientas, separadas por otras dos fajas de un tinte bermejo purpúreo. Las remeras, que son de un gris moreno ceniciento, están finamente ribeteadas de rojizo. Las dos timoneras intermedias tie- nen un color gris moreno, y todas las laterales son grises en su base, • 183 están cruzadas hacia en medio de una faja negra, y tienen la extremidad gris cenicienta. El pico, los ojos y los pies son rojos. La paloma llamada Orejón blanco (Columba leugotís, Temm.) mide unos 22 centímetros de longitud, y presenta la frente y la parte alta de la cabeza de un color ceniciento puro, que adquiere un viso aceitunado sobre el occi- pucio. Una faja negra parte del ángulo del pico y se extiende hasta en- cima del ojo. Algunas plumas de un blanco brillante, cubren la abertura del canal auditivo. Toda la nuca y los costados del cuello, presentan reflejos verdes ó metálicos muy brillantes, y estos colores, que forman viso, están matizados de un tinte purpúreo, la garganta es bermeja, el pecho y el vientre de un rojo aceitunado, y las alas y el lomo de color de aceituna con ligeros reflejos verdes. La cola, cuya extremidad es ce- nicienta, presenta tintas purpúreas y una ancha faja negra junto á su nacimiento. El pico es negro, los pies son rojos y las coberteras inferio- res de las alas de un gris ceniciento. La Paloma de anteojos (Columba PERspiciLLATA, Temm.) midc unos 42 centímetros de longitud; la cabeza, las mejillas y la nuca son de un color ceniciento muy oscuro; la frente está teñida de blanco, y algunas plumas del mismo color forman un amplio cerco alrededor de los ojos. Las partes inferiores del cuello, la espalda y las alas, tienen una coloración verde con reflejos azulados y tintas metálicas. Las pennas de las alas son de un azul metálico en los individuos adultos^ y de un azul negruzco en los jóvenes. Una tinta' ce- nicienta con reflejos lustrosos, reina sobre los costados del cuello. El pe- cho, el vientre, los muslos y las coberteras inferiores de la cola, son de un ceniciento claro; el pico es blanco y los pies son rojos. Al grupo de las tórtolas pertenecen la llamada en el país Batobató munti (Columba HUxMíLis, Temm.), incluida en el genero Stectopeleia por Reichenbach; la G. DussuMiERi, Temm., y la C. amboinensis, L. En la primera especie, el macho tiene la región superior de la cabeza, las mejillas y la nuca de ún precioso color ceniciento azulado. Un semi-collar negro, bastante ancho y sin ningún indicio de manchas blancas, cubre la región cervi- cal. El lomo en su parte superior, las escapulares y las coberteras de las alas, tienen un color de heces de vino. La parte anterior del cuello, el pecho y el vientre presentan la misma coloración, aunque menos oscura. Los costados, el resto del lomo y la rabadilla son de un ceniciento azu- lado; el abdomen ceniciento, la cola gris por encima, negra por debajo 184 • hasta sus dos tercios y en el último blanquecina; la timonera externa es blanca en el ápice. La hembra lleva collar lo mismo que el macho y tiene el pico negro, los tarsos rojos, la cabeza y las graneles coberteras de las alas de un ceniciento puro; el resto del plumaje de un verde ceni- ciento, y el bajo vientre y los costados enteramente blancos. La longi-* tud de esta ave es de 19 á 20 centímetros. La G. Düssumieri, Tbmm., mide de largo 26 centímetros. Su collar se compone de plumas que pa- recen estampadas, siendo esta especie la única que presenta tal particu- laridad. Un color ceniciento, más ó menos matizado de vinoso, reina en la cabeza y las mejillas, siendo más intenso sobre la nuca, parte ante- rior del cuello y pecho. En el vientre y los costados, el color de rosa vinoso pasa á blanquecino. Las plumas del collar son de un ceniciento negruzco, y terminan en una faja de un verde oscuro metálico. El lomo, las escapulares y las grandes coberteras de las alas, son de un gris mo- reno ceniciento. La cola, que es oscura y tiene la timonera externa ne- gra, está ribeteada de blanco puro. El pico es moreno y los pies rojos. La tórtola de Amboina ó Fasianela (G. amboinensis, L.) es abundante en Filipinas, y se alimenta de los pequeños frutos picantes llamados chiles^ siendo su carne negra, pero delicada. Tiene de 32 á 34 centímetros de longitud. Su coloración es de un bermejo moreno, esmaltado de bermejo claro, sobre el cuerpo y la cola; la parte posterior del cuello es de color violeta, y una tinta de un rojo de Saturno se ve sobre la cabeza y "las partes inferiores. La garganta es de un blanco mate, distribuido en fajas verticales. El pico es amarillo en su base y negro en la punta, y los pies son anaranjados. Además de otras especies que figuran al presente en el género Magropyoia, Lesson, existe, por último, el Turverde (Galcophaps CHRYSOGHLORA, Wagl.), llamado en tagalo Lipagen, el cual presenta las pequeñas plumas de la base del pico blancas; la cabeza, el cuello y el pecho de un violeta oscuro, tirando á púrpura; el vientre y las coberte- ras de la cola de un gris blanquecino; las coberteras y pennas medianas de las alas, verdes; las pennas grandes, parduzcas, y el pico y los pies rojos. Enumeradas ya las especies más notables del género Columba^ toca su turno á otra ave del mismo orden de las Gallináceas, á la cual apli- can los tagalos el nombre de Tabón (Megapodius rubripes Temm.). Éste animal tiene medio desnuda una parte de la garganta y de las mejillas: 185 varias plumitas morenas y oblongas cubren la cabeza y el occipucio; el cuello, el pecho, la parte superior del lomo y toda la anterior del cuerpo, son de un color azul mate ó plomizo; las alas y el lomo tienen una cinta aceitunada oscura; la rabadilla, el abdomen, los costados de los muslos y la cola, son de un bermejo castaño; el pico es moreno; los pies de color rojo bermellón, y las uñas, casi rectas ó ligeramente corvas, negras. La longitud total de esta ave es de 30 centímetros, y aunque su tamaño no pasa,' por tanto, del de una gallina, pone dos huevos tan grandes como los de pavo, depositándolos á manera de los avestruces en la arena, con la cual los recubre, dejando al calor solar el cuidado de empollarlos. La época de la puesta es en Marzo, Abril y Mayo, ó sea cuando el mar suele estar más tranquilo y no avanza mucho por la playa. Del mismo modo que en la India y en el archipiélago de la Sonda, abunda en los bosques filipinos el gallo silvestre ó Labuyo de los tagalos (Gallus, L.), siendo la especie que en las Islas se encuentra propia ó característica del país. Por último, entre las demás Gallináceas figuran dos especies del gé- nero Hemipodius, Temm., denominadas en el país Po^o^ agregadas por los naturalistas unas veces á las perdices y otras á las codornices, con las cuales tienen íntimo parentesco. Una de estas especies, el H. pug- NAx, Temm., es muy estimada en Java porque sirve para la pelea, lo mismo que el gallo. 6. — Del orden de las Zancudas citaremos en primer término el Plu-- vial filipino (Charadrius philippinus, Lath.), muy común en las prade- ras húmedas, en donde se alimenta de insectos. Una mancha blanca cubre su frente, un trazo negro pasa por encima de los ojos y un collar del mismo color circuye el cuello; la cara inferior de la cola es parda y la extremidad de las pennas blanca; toda la región baja del cuerpo es de ^ este último color, y el pico y los pies negros. Entre otras especies de garzas es notable la llamada Garza de Ma^iila (Nyctigorax manillensis, Vio.), la cual tiene la parte superior del cuerpo de un rojo castaño, y la frente, los costados, las plumas tiviales y las coberteras de las alas, de un bermejo más pálido. La cabeza y el cuello son de color negro en su región superior, y las plumas del moño son largas, colgantes, blancas y con la extremidad negra. El tórax, el vientre y las plumas anales, son de un blanco puro. La Espátula 6 Canughfc de los tagalos (Platalea, L.), 24 188 NOMBRES SISTEMÁTICOS Psittacus loxia. Cuv Tanygnathus sp Cacatúa philippinarum. Briss . . Picus spilophus. Vig P. philippinarum? Lath. .^ , . P. manillensis. Gm P. modestus. Vig üasylophus superciliosus. Cuv. D. Cumingii. Fras. . . . Eudynamis orientalis. L. ..... . Centropus phillippensis. Briss. . C. molkenboeri. Bp. . . , Buceo philippensis. Briss ...... Harpactes ardens. Gould. ...... Orden.— Páseres. Eurystomus orientalis. VieiU Coracias caudata. L. Bucemos hydrocorax. L B. (Tockus. Less) sulcatus. Reinw B. (Tockus. Less) sulcirostris. Wagl. . , Merops badius. Gm. , Ceyx meninting. Less , O. luzoniensis. Steph Halcyon fusca. Gr Motacilla luzoniensis. 8cop. .... Pitta erythrogastra. Cuv P. philippensis. Vieill Hypsipetes philippensis. Strickl . Turdus philippensis. Gm T. occipitalis. Less T. manillensis. Gm Copsychus luzoniensis. Kittl Muscipeta rufa. Bp Hirundo javanica. Sparrm. . ."'. CoUocalia nidifica. Lath . NOMBRES VULGARES EN CASTELLANO Papagayo de Luzón. Cacatúa. Pico ó Carpintero. ídem. Barbudo. Tamatia. Gálgulo. Cálao. ídem. ídem. » Meninting. ídem. Martin cazador. Motacilla. » » » Mirlo de Filipinas. ídem deMindanao. ídem de Manila. Tordillo de Filipinas. » Golondrina de Java. Salangana. EN TAGALO Bonboctúc. » Cacatúa. » ,, Subucot . ídem . Onacauán . » Cálao . ídem . ídem . Pirit. » >> » » » » » » » Salangana. 189 NOMBRES SISTEMÁTICOS Oollocalia troglodytes. Gr . . . Ocypterus leucorhyncus. Gm. O. albiventer. Val. . . . Heterornis t'uficollis. Wagl Lamprotornis colombinas. Gm L. cantor. Temm Acridotlierus philippensis. Br. . , . . . Gymnops calvus. Cuv. Corvus nigra. L . . , Ixos sp Saxícola sp S. sp , Parus quadrivitatus. Lafr . P. sp.. .. Oriohis philippensis. J. Gr O. acrorynchiis. Yig. Ceblepyris coerulescens. Blyth, . . . Meliphaga sp Zosterops Meyeni. Bp Anthus sp .,.,.-.. A. sp Nectarinia philippensis. Mey Ploceus philippensis. Bp Amadina oryzívora. Sw. A. minuta. Gr Estrelda amandava. Gr , Pericrocotus cinereus. Déla Fresn. Campephaga sp Oracticus sp Passer jugiferus. Temm . Loxia philippina. Gm Coliiis panallensis. Chv? Orden.— Gallináceas. NOMBRES VULGARES EN CASTELLANO Salangana. » Lagrayano de vientre blanco. Mirlo dominico. Mirlo de palomar . Esturno cantor. » Mirlo calvo. Cuervo ó grajo. Turdoide. Collalba de Luzón. ídem de Filipinas. Paro. Id. de cola ahorquillada Ocrorinca. ídem. Filedon. » » » Azucarero. Columba Kurukuru. Less. C coronata. L Maya, ídem. Casicán. Gorrión. » Colíu de Panay. Paloma Kurukliru. Pichón coronado. EN TAGALO Salangana. » Coliauan . » » » Guhn. Ouac. » » Pipí, ídem. » » Maya. . ídem. » Maya paguin. Colíu. 190 NOMBRES SISTEMÁTICOS Columba cruentata. L. . , C. leueotis. Temni. . . . . ,. C. perspicillata. Temm C. Dussiimierii. Temm. . . . C. amboinensis. L....... C. vernans. Lath ...... . Stectopeleia humilis (?) Calcophaps ci^sochlora. Wagl. . . Calíenas nicobarica. L Macropygia sp Megapodius rubripes. Temm. . . . Gallus sp , Hemipodius pugnax. Temm H. sp .......... Orden.— Zancudas. Charadrius philippensis. Lath Nycticorax manillensis. Vig Platalea sp Jacana sp Parra sinensis. Gmel P. luzoniensis. Lath , Rallus lineatus. Cuy.. , R. philippensis. Gmel R, torquatus. GmeL R. striatus. Gmel R. ruficeps. Cuv Gallínula sp , Orden, — Palmípedas. Podiceps philippensis. Temm . . . . Plotus Novae-Holandica. L.. , • . . , Pelecanus philippensis (?) . , Anas boschas. L , A. philippensis. L ...''..., NOMBRES VULGARES EN CASTELLANO Paloma de puñalada. Orejón blanco. Paloma de anteojos. Paloma de Dussumier. Gracianela. Jojú. » Turverde. Paloma de Nicobar. Gallo de monte. » » PluTial filipino. Garza de Manila Espátula . » » » Rascón de líneas blancas. Ídem de Filipinas. ídem de collar. ídem rayado. ídem de cabeza rojiza. Pelícano. Pato, ídem. EN TAGALO Batobató muntí. Lipagen. Eatobató dungon. » Tabón. Labuyo. Pogo. Pogo malaquí. Canugtuc. » ülúg. ídem. Tictín. » » » » » Culisí. Casilí. Págala. Patong bondoc. ídem. 191 D.— Reptiles. 1. QuBLONios.— 2. Saurios.— 3. Ofidios.— 4. Batracios. i. — La clase Reptiles, menos estudiaba hasta ahora que la de las AveSj presenta ya un número de especies que proporcionalmente no es menos considerable que las de la última (i). En el orden Qüelonios figura en primer término la Ghelonia imbri- CATA, SGHWEia. , tortuga marina qae proporciona la concha llamada carey ^ superior á la de todas las demás especies y objeto de un comercio de bastante consideración. Este animal presenta la parte superior del cuerpo amarilla, jaspeada de pardo, y las placas de la cabeza de este último color, excepto en los bordes en que son amarillas, como en toda la región inferior del individuo. Su talla viene a ser de 30 á 35 centí- metros de longitud y vive en el Océano índico y en el americano. El esqueleto de este animal, pesa ordinariamente de uno y medio á dos kilo- gramos, y consta de la concha, del disco inferior y de las placas mai*gi- nales. La sustancia de que estas partes se componen es muy semejante á la sustancia córnea, pero ni es fibrosa, ni laminar, presentándose al mismo tiempo más trasparente y dura que ésta. Al parecer consiste en una exudación de materia mucosa y albuminosa de naturaleza perfectamente homogénea, y que sin embargo afecta los colores más agradables. En los países en que se pesca la tortuga Carey ^ arrancan la concha y la envían á Europa. Lo primero se hace reblandeciendo la cubierta del animal con agua hirviendo, y enderezándola y aplanándola después por medio de prensas. Las tablitas que así se obtienen constituyen la concha en bruto, que después se pulimenta y trabaja. Bajo la influencia del calor, toma todas las formas que se deseen, y entra en la fabricación de objetos de capricho, peines, cajas y otros artículos. 2. — La primera especie del orden Saurios que debemos citar, es la llamada impropiamente Caimán^ puesto que es un verdadero Cocodrilo j Grocobilüs biporcatus, Guv., muy común en las Indias orientales, en las (1) Una de las obras más útiles para el estudio de los Reptiles, es la titulada Erpetologie gené- rale ou histoire naturelU des reptiles^ por A. M. C. Dumeril et Gr. Bibron.— 8 tomos. — 1836. 192 islas de la Sonda, Timor y otros países. El fondo de la coloración de este animal es verde más ó menos amarillento, con manchas negras y ovales. La mandíbula superior lleva sobrepuestas dos aristas escabrosas, que arrancan del ángulo anterior de cada ojo; no existen placas en la nuca, ó sólo se ven dos muy pequeñas. Se alimenta principalmente de peces y aves acuáticas, de -pequeños mamíferos y hasta de reptiles. Guando coge una presa voluminosa la sumerge debajo del agua, y des- pués de asfixiarla, la deposita en un sitio retirado para comerla cuando comienza á entrar en descomposición. En Filipinas hay rios y lagunas en que abundan mucho los Caimanes, y como los indios son poco preca- vidos, es todos los años muy considerable el número de víctimas que ocasionan. I|ay quien asegura haber visto Slgun caimán de diez á once metros de longitud, lo cual, dado el lento crecimiento del animal, supone una edad de ciento 6 más años. A pesar de ser bastante abundante en las Islas, es, sin embargo, especie que va desapareciendo, y que llegará á extinguirse por la persecución de que es objeto. Uno de los lagartos más conocidos en Filipinas, es el denominado Chacón (Platydagtilus guttatus, Güv.), aficionado á introducirse en las casas en las cuales se establece frecuentemente, y como su aspecto es bastante repugnante, ha sido objeto de ciertas preocupaciones vulgares que los antiguos naturalistas acreditaron al consignarlas en sus obras. Bontius ha dicho que la mordedura de este animal es venenosa, y que si no se amputan ó queman inmediatamente las partes atacadas, la muerte sobreviene á las pocas horas; otros aseguran que el contacto sólo de sus pies, envenena las viandas por las cuales anda. El mismo Bontius atri- buye cualidades venenosas á su orina, y Lacepede al. humor .segregado por sus poros anales; otros confieren la misma cualidad á la saliva, etc. Lo cierto es, sin embargo, que los Chacones son tímidos, inofensivos, incapaces de producir daño alguno con su mordedura ó con sus uñas. La parte superior del cuerpo, presenta unas vejiguillas blancas sobre uia fondo gris rojizo y doce filas longitudinales de gruesos tubérculos, bas- tante distantes unos de otros, entremezclados con escamas cuadradas, recargadas, lisas y planas. Su longitud es de unos SO centímetros. Se alimenta de larvas, capullos é insectos que obtiene poniéndose en acecho ó penetrando en los agujeros. La estructura de sus miembros se adapta perfectamente á sus costumbres. El cuerpo es más ó menos deprimido, y 193 las piernas muy separadas, terminan en dedos ensanchados, aplastados por debajo y provistos de láminas empizarradas y aserradas, por medio de las cuales hacen el vacío y se adhieren á la superficie de los cuerpos, aun de los más lisos, pudiendo correr con la mayor velocidad por cual- quier plano en todas direcciones, y permanecer suspendidos de las mismas hojas de los árboles, que también frecuentan. Sus unas, ordinariamente ganchudas y retráctiles, contribuyen por su parte mucho á facilitar este género de locomoción. Los Chacones son principalmente nocturnos. Sus pupilas verticales se contraen bajo la influencia de una luz viva, hasta reducirse á una simple hendidura más ó menos franjeada en sus bordes. La membrana del tímpano es bastante grande, y está acompañada de dos repliegues contráctiles de lá piel. La lengua es redondeada en sn extre- midad libre, y los dientes, todos maxilares, son cortantes, no aserrados ó implantados en el borde interno de las máxilas. La flexibilidad del cuerpo, permite al Chacón adaptarse á todos los huecos, en donde casi no presenta parte alguna saliente. El nombre de Gegko, que primitivamente se aplicó por los naturalistas al género á que pertenecía este animal, es una onomatopeya, es decir, una palabra imitativa del grito de su voz ronca y acompasada. Habita, no sólo en f'ilipinas, sino también en todo el archipiélago índico y en otros muchos países orientales. Muy afines á la anterior son otras tres especies filipinas, pert-ene- cientes al género Hemidágtylus, Cáv., á saber: elH, mutilatus, Wiegen., el H. MAGULATüs, DuMERiL., y cl H. FRENATUS, SGHLEaEL., quo difieren del verdadero Chacón en que sus dedos presentan la forma de un disco oval ú oblongo, de cuyo centro sale, como si estuviese implantada en- cima, la) porción de dedo que se compone de la falange unguical y la precedente, porción que es sumamente delgada, mientras que en los Cha- cones los dedos son aplastados en toda ó en parte de su longitud. De las tres especies citadas, la primera presenta las partes superiores del cuerpo de un color agrisado con manchas pardas muy poco pronunciadas, y las inferiores blanquecinas; la segunda tiene el dorso gris muy manchado de negro, y con tubérculos subtriedros dispuestos enseries longitudinales, una fila de poros á lo largo de cada muslo en los machos, y alcanza mayores dimensiones que las demás especies; la última es una especie pequeña, que mide unos diez centímetros, y cuyo fondo de coloración es gris más ó menos oscuro, leonado, de color de carne, etc., con puntos 25 194 pardos, las escamas de la piel alternan en ambos lados del dorso con algunos tuberculitos granuliformes, y la cola es subredondeada, con filas transversas de espinitas en su parte superior. Indistintamente se aplica en Filipinas el nombre de Iguana, á dos especies distintas de Saurios de gran tamaño. Uno de ellos es el Vabanüs BiviTTATUS, ütíMERiL, el cual, -como todos los demás individuos de la misma familia natural, presenta las escamas implantadas en la piel, unas al lado de otras, y rodeadas de una serie anular de tubérculos muy peque- ños. El dorso de la cola es más ó menos cortante, y bajo el cuello y de- lante del pecho la piel forma un repliegue. La cabeza está recubierta de placas polígonas, rara vez abombadas, y casi siempre existe en mitad del cráneo una de estas placas, circular y algo más dilatada. Las especies que frecuentan las aguas, están provistas de una bolsa ó respiradero en la entrada de las fosas nasales, cuya posición depende de la de las mis- mas aberturas de la nariz. La especie indicada es acuática, ó sea de las ^ que viven en las orillas de los rios y lagunas. La parte superior de su cuerpo es parda ó negra, y á ambos lados del cuello ostenta dos fajas de un hermoso color amarillo, que se prolongan hasta el ojo, recordando así el nombre específico. Las partes inferiores del cuerpo son también ama- rillentas; las narices son ovales y están situadas hacia el tercio anterior de la longitud del hocico, sobre cada órbita presenta una serie curviHnea de grandes escamas y una faja negra en cada sien; sobre el dorso lleva puntos oculiformes amarillos dispuestos en fajas transversales. Los dientes son cortantes y con los bordes dentados, contándose de 20 á 24 en la mandíbula inferior y de 28 á 30 en la superior. La coloración de los individuos jóvenes no sólo es más viva, sino también con distintos dibujos. El tamaño de los adultos, alcanza á veces á un me- tro 67 centímetros de longitud. Su alimento consiste en insectos y en pequeños mamíferos y aves. El otro saurio, al cual se aplica también el nombre de Iguana, es el Calotes ophiomachus, Merrbm, perteneciente á la verdadera familia de los Iguanidos. Su cabeza tiene la forma de una pirámide cuadrangular más ó menos prolongada, cubierta de pequeñas placas angulosas; la es- cama occipital es muy pequeña; la lengua gruesa, fungosa, débilmente escotada en el ápice, con cinco incisivos y dos caninos en la mandíbula superior. Las narices son laterales y abiertas cada una en una placa 195 situada muy cerca dé la extremidad del hocico; la piel no presenta plie- gue alguno trasversal por bajo del cuello, y existe una cresta todo á lo largo del dorso, que se prolonga desde la nuca hasta la cola; las escamas laterales del tronco son homogéneas, imbricadas y dispuestas en dos fajas oblicuas; la cola es cónica, azul ó verde, con fajas blancas al tra- vés. Este saurio mide más de medio metro. Perteneciente también á la familia de los Iguanidos es el Dragón voladoy\ .ve'^ve^e.Víidiáo en Filipinas por una especie característica, la de- nominada Drago spilopterus, Wiegm. La exaltada imaginación de los antiguos, y más particularmente la de los artistas de la Edad Media, engendró el tipo del Dragón bajo la forma de un animal espantoso, mitad murciélago y mitad cuadrúpedo y serpiente. La íinica originali-- dad de tan extraña concepción estriba únicamente, ante la ciencia mo- derna, en la asociación de formas incompatibles, por medio de lo cual se creó un ser fantástico, cuya existencia, aceptada durante mucho tiempo por el vulgo, sin discusión de ningún género, ha pasado ya á ^ ocupar el rango de las más groseras fábulas. Ni entre los seres vivientes ni entre los que, habiendo desaparecido en épocas anteriores, han sido restaurados por los naturalistas, presenta la naturaleza animal alguno de formas análogas al fabuloso dragón, y hoy este mismo nombre, aparte de su acepción mitológica, se aplica á un corto número de rep- tiles, que de ningún modo revisten el carácter de fiereza, que á la idea de este animal se asociaba en lo antiguo. Pero si el dragón volador ha perdido su carácter fantástico, reduciéndose á un animal pequeño é in- ofensivo, no por eso es menos interesante á los ojos del observador atento.., El rasgo principal que le distingue es, en efecto, uno de los más bellos ejemplos de los recursos, á la vez sencillos y variados, de que la naturaleza se vale para conseguir sus fines. Debiendo vivir sobre los ár- boles como la mayoría de los restantes Iguanidos, los dragones necesita- ' ban tener patas y dedos provistos de uñas libres, etc., á fin de poderse mover con igual agilidad que los demás reptiles de la misma fami- lia; mas como los insectos de que se alimentan huyen rápidamente, era también preciso que para alcanzarlos, para precipitarse más rápida- mente de uno á otro árbol, los dragones estuviesen provistos de alas: he aquí por qué la piel de sus costados se extiéndela manera de paracaidas, estando sostenida por las costillas extérnales que, desviándose bilateral- 19G mentej en lugar de converger hacia la línea inferior del cuerpo, presen- tan el único ejemplo que en la naturaleza existe de semejante disposi- ción. Las alasj de forma de hemiciclo y apenas tan anchas como la longitud de los brazos, son completamente independientes de éstos, sin adherirse más que al borde anterior del arranque de los muslos. En el estado de reposo, el animal la^ tiene dobladas á lo largo del cuerpo á manera de un abanico, á cuyas varillas pueden hasta cierto punto com- pararse las costillas, ligeramente aplanadas. En la especie filipina, di- chas alas presentan manchas pardas, sobre un fondo rojo cerca del cuerpo y amarillo hacia el borde externo. La garganta es amarilla, punteada de negro. Entre los saurios que por su forma se aproximan á los ofidios ó cule- bras, cuenta Filipinas diversas especies. Una de ellas es la Euprepes SBBOE, DuMERiL, perteneciente al grupo de los individuos del mismo gé- nero, que tienen el párpado inferior de los ojos escamoso ú opaco. Su cuerpo es lacertiforme y sus miembros están bien desarrollados; las nari- ces están abiertas en el borde posterior de la placa nasal; presenta ade- más dos placas supero-nasales, una escotadura más ó menos profunda en el paladar y escamas carenadas. Se conocen seis variedades de coloración variable. Otra especie flUpina de los Lbpidosaurios es la denominada Leiolopisma Telfairt, Ddmeril, que presenta, como la anterior, las nari- ces laterales abiertas en una sola ó en dos placas, lengua escotada esca- mosa, dientes cónicos sencillos, algunas veces un poco cuneiformes, paladar dentado ó no, aberturas auriculares, costados del cuerpo redon- deados, cola cónica puntiaguda y un poco aplastada lateralmente, y cuatro patas terminadas cada una por cinco dedos, unguiculadps, des- iguales, un poco comprimidos y sin dentelladuras. Diferenciase de la anterior en que el párpado inferior de los ojos es trasparente. Su longi- tud es de 28 centímetros. Más semejantes aún á las culebras, á las cuales forman un tránsito insensible, son otras varias especies, entre las cuales citaremos el Brachymeles bonitq^, Dumeril, cuyo cuerpo, de un pardo de acero pulimentado, reticulado de gris, es prolongado, con escamas lisas, costados redondeados, cola cónica y puntiaguda, patas muy pequeñas, teniendo su extremidad dividida por tres dedos desiguales, unguiculados, casi cilindricos, sin dentelladuras. La longitud de este animal es de diez centímetros. 197 3.— En el orden de los Ofidios, se presenta en primer término un grupo de reptiles que algunos autores denominan Sgolegophidos, para indicar la semejanza que á la vez ofrecen exteriormente con los gusanos y con las verdaderas culebras. Las especies que ese grupo comprende se encuentran en los sitios húmedos ó debajo de las piedras, y abren pequeños agujeros ó galerías en el suelo, á manera de las lombrices. Se nutren de larvas, insectos, pequeños gusanos, etc. Son poco ágiles, tie- nen el cuerpo recubierto de escamas uniformes, y sus placas cefálicas tienen cierta analogía con las de los Saurios. Algunas veces las escamas que recubren la cabeza, apenas difieren de las del cuerpo. Los ojos son más ó menos rudimentarios y ordinariamente están ocultos bajo la piel. Carecen estos animales de orificio auditivo externo. Una particularidad importante de los mismos, consiste en que sus huesos intermaxilares, nasales, vomeres y frontales anteriores, están sólidamente fijos entre sí y no gozan de la movilidad que contribuye á hacer dilatable la boca de las culebras. Destituidos de miembros, no presentan más que dos peque- ñas prolongaciones óseas muy débiles, ocultas bajo la piel y situadas delante del ano. Los únicos dientes que poseen son maxilares en corto número, y jamás existen más que en una sola mandíbula, sin que estén provistos de veneno. En Filipinas se han encontrado hasta ahora las especies Typhlops^ Diardii, Dumeril, T. braminus, Cuv., y T. ater, Sghleg. La primera tiene la cola cónica, la cabeza un poco más larga que ancha y con una espinita, y el hocico grueso; la segunda presenta el cuerpo bastante más delgado en su parte anterior que en la posterior, la cola cónica, curva, y la cabeza una cuarta parte más larga que ancha; la tercera, tiene el cuerpo delgado por igual, la cola cilindrica, recta, y la cabeza doble más ancha que larga. La primera mide 28 centímetros de longitud; las dos últimas son bastante más pequeñas. A la sección de las serpientes cicuriformes no venenosas, pertenecen las especies Pythón molurus, Gray, y P. retigulatus, Gray, llamadas por los tagalos Saud. El nombre de la gigantesca serpiente Pythón, que según la mitología fue muerta por las ñochas de Apolo, ha sido aplicado por los erpetologistas á un género del orden ofidios, para indicar así que las especies que comprende aventajan en magnitud á todas las demás culebras. Las serpientes de que se trata viven en los sitios emboscados cálidos y húmedos. No son venenosas, pero como adquieren un tamaño 198 extraordinario y son carnívoras, como los demás ofidios, deben conside- rarse como animales verdaderamente formidables. Atacan á su presa viva, y escogen en general para víctimas, los mamíferos que vienen á apagar su sed en los sitios en que se albergan. Sujetas por su cola pren- sil en algún árbol, hacen oscilar su cuerpo ó bien permanecen embos- cadas, según los casos. Se ha dicho que cogen,* trituran éntrelas circun- voluciones de su cuerpo y tragan, antílopes, ciervos y hasta bueyes; la verdad es que, según el testimonio de fidedignos observador-es, pueden apoderarse de animales cuya talla iguala á la de la gacela ó del corzo. La manera como las Pytliones cogen su presa es curiosa, y constituye uno de los espectáculos que los domesticadores de ñeras suelen ofrecer al público con frecuencia. La considerable desproporción que existe entre su cuerpo y la masa que engullen paulatinamente, producirla admiración á no saber cuan dilatables son sus mandíbulas, y cómo la falta de ester- nón y de falsas costillas facilita la extensión del diámetro de su cuerpo. La misma facultad, aunque en menor grado, existe entre las culebras ordinarias. Durante el acto, penoso para él, de ladeglucion, este animal hace avanzar su glotis entre las branquias de sus mandíbulas, á fin de que la respiración no se interrumpa. Gomo las demás especies del mismo gé- nero, las anteriormente citadas presentan una coloración consistente en una cadena parda ó negra, de grandes eslabones sub-cuadrangulares, que se extiende sobre un fondo claro,* por lo común amarillento^ desde la nuca hasta la punta de la cola. La región supracefálica, se halla en parte protegida por una enorme mancha parduzca ó negruzca, en forma de triángulo isósceles entero ó truncado por delante. A cada lado de la cabeza se encuentra una faja negra, que á menudo se extiende desde la nariz, pasando por el ojo hasta encima de la comisura de los labios. Hay quien asegura que en Filipinas se han cogido Pythones de 15 metros de longitud, mas es de suponer que en esto hay algo de exageración. En las obras de Historia natural se consigna, que el tamaño que suele al- canzar la primera de las dos especies citadas , que es la que adquiere mayor desarrollo, es el de cuatro metros y 18 centímetros Entre las serpientes no venenosas, citaremos últimamente un pequeño grupo, que se compone de unas diez especies, propias exclusivamente de Filipinas. Este grupo se divide en cuatro géneros, Uropeltis, Guv., Ri- NOPHis, Hbmp., Goloburus, Dumeril, y Plectrürüs, Dümeril. En el pri- 199 mero figura la especie única Uropeltis Philippinus, Guv. Todos ellos son ofidios de pequeño tamaño, con el cuerpo escamoso, la cabeza con los huesos sub-maxilares fuertes, guarnecidos de ganchos del mismo grueso, y sin dientes en la región media del paladar. Pasan su vida en el suelo entre las hierbas. La sección de las serpientes venenosas, se halla representada en Fili- pinas por un crecido número de especies, entre las cuales figuran las más peligrosas que en el dia se conocen, tales como las de los géneros Elaps, Naja, Trigonocephalus y otras. El aparato por medio del cual estos reptiles inoculan el veneno en sus víctimas, consiste en unas glán- dulas semejantes á las salivales, que vierten el líquido al exterior por un conducto, que termina en uno de los dientes maxilares de la mandíbula superior, cuya conformación está modificada convenientemente para los usos á que está destinada. Las glándulas están situadas debajo de los músculos temporales, de modo que son comprimidos por la contracción de los mismos, y el diente, siempre de mayor tamaño que los demás, está perforado por un canal ó simplemente asurcado; pero en uno y otro caso el conducto que presenta, se halla en comunicación con el canal escretor de la glándula venenosa, y sirve para verter el veneno en el fondo de la herida producida por el mismo diente. Dicho veneno es de los más vio- lentos, pero su energía varía según las circunstancias en que la serpiente se encuentra. Una misma especie es más ponzoñosa en los países cálidos que en los frios ó templados, y los accidentes determinados por la mor- dedura son tanto más graves, cuanto más abundante es la cantidad de veneno que ha penetrado en la herida; de aquí el que los animales de que ^ se trata, sean más temibles cuando no han comido en mucho tiempo, y por consiguiente tienen en sus glándulas un gran depósito de materia venenosa, que cuando habiendo mordido repetidas veces, no les queda más que una pequeña cantidad del mismo líquido. Para que la acción del veneno se haga sensible en la economía animal, es preciso siempre que sea absorbido y conducido al torrente de la circulación sanguínea. Por esto en los casos de mordedura, es preciso aplicar apresuradamente los medios más propios para atenuar la absorción, á fin de tener tiempo de hacer salir ó destruir el veneno depositado en el fondo de la herida. La compresión de las venas por encima del sitio mordido, y la aplicación de una ventosa sobre el mismo, son los recursos más propios para debilitar 200 la absorción; pero para librar al paciente de todo peligro, es preciso, en general, ensanchar la herida, y cauterizar su fondo^ ya sea con un hierro candente ó con cáusticos enérgicos. Pasando ya á la enumeración de las serpientes venenosas más comu- nes, citaremos en primer lugar la que los tagalos denominan Dahon palay (Dryinus nasutus, Merbem.) {Lám, 6.^), la cual presenta muchas variedades, que sólo difieren por su coloración. Esta es, las más de las veces, análoga á las de las hojas bajo las cuales se ocultan par,a acechar su presa. Guando el animal está tranquilo, las escamas que le protegen están muy juntas; pero tan pronto como le excita el temor ó la necesi- dad de coger una presa, cambia su aspecto hinchándose el cuerpo, sobre todo en la región anterior del tronco. Las placas escamosas, de un verde con frecuencia bastante oscuro, se separan unas de otras y dejan al des- cubierto en sus intersticios la piel desnuda, que suele ser blanca ó ama- rilla, simulando entonces el escamaje una especie de enrejado. Otro tanto se observa en las restantes regiones del tronco, cuando se dilatan en virtud de la tensión producida por los animalejos tragados enteros, persistiendo entonces la desviación de las escamas por regiones diversas, hasta tanto que queda totalmente reblandecida ó digerida la presa. Los ofidios, denominados por los naturalistas Campylodon prevos- TiANUM, DuMERü., y Cerberus bceformis, Dumeril , pertenecen á un grupo de serpientes venenosas que viven á menudo en el agua, y que se distinguen por sus dientes supra-m axilares posteriores surcados, y su hocico ancho y truncado á escuadra. En la primera, los dientes citados presentan una doble curvatura; el cuerpo es gris plomizo ó azulado por encima, con una faja blanca en cada costado, y la longitud es 4© más de medio metro. La coloración de la segunda especie, varía en la región superior del gris al pardo muy oscuro, presentando además fajas de manchas negras al través del dorso y de la cola, así como una raya negra desde detrás de los ojos hasta los costados del cuello. Se ahmenta exclusivamente de peces, pues siempre se han encontrado restos de ellos en el tubo intestinal de los individuos que se han abierto. Otra especie filipina que presenta, como las anteriores, los dientes supra- maxilares posteriores acanalados, pero que difiere en que están precedidos de otros sencillos, casi iguales entre sí por su fuerza y longitud, así como en la forma de la cabeza, ancha por detrás^ y de hocico redondeado y estrecho, ^'^ h'" ,, , , . d' #'"■ I>; ^t 2Q1 es la denominada sistemáticamente Trygliphodon gemni-cinctum, Dü- MERiLj cuyo cuerpo es negro por encima, con grandes puntos blancos ó amarillos, que forman unas cien fajas transversas. Su longitud es de metro y medio. Bastante afines con los verdaderos Viperinos, son los ofidios del gé- nero Eláps, en el cual figuran un gran número de especies con gan- chos venenosos retráctiles, mandíbulas poco dilatables, cabeza cubierta por encima de grandes placas polígonas, y parte posterior de la misma hinchada, prolongándose casi insensiblemente con el cuello. Su cuerpo, casi del mismo volumen que la cabeza, está revestido por encima de escamas oblongas, iguales y lisas, y la cola, corta y un poco obtusa, está guarnecida por debajo de laminillas, dispuestas en dos series parale- las. El aspecto exterior de estos reptiles, es muy semejante al de las culebras, con las cuales es fácil confundirlos á primera vista. Los Elaps prefieren, al parecer, las localidades pobladas de vegetales, y al mismo tiempo un poco húmedas, para preservarse de los ardientes rayos del sol. Se les encuentra también en las altas hierbas de los sitios pantanosos y de los bosques; pero no están dotados de la facultad de trepar á las ramas de los árboles. Dícese que sus movimientos son poco rápidos; que permanecen ocultos debajo de los montones de hojas secas y de los tron- cos, y que emboscados allí espían el paso de los reptiles y de los peque- ños mamíferos, destituidos de pelos ó plumas, porque de lo contrario la presa ofreceria demasiado volumen, dificultando la deglución. La boca de estos ofidios es pequeña ó poco hendida, con la mandíbula superior corta, poco dilatable, sin más que dientes venenosos acanalados delante y ningún diente sencillo ó liso. La especie Élaps collaris, Schlegel, que habita en Filipinas, se distingue por tener la región que circuye el hocico de color blanco ó rojo, y la parte superior del cuerpo negra, divi- ,dida por circulitos estrechos, rojos ó blancos; pero las escamas (sin man- chas) con hneas blancas cruzadas en X. Con el nombre de serpientes de toca, se designan ordinariamente va- rias especies pertenecientes al género Naja, que por lo común proceden de las Indias orientales, en donde por su forma y costumbres son objeto de cierta superstición, al propio tiempo que sirven á los juglares para la ejecución de suertes sorprendentes, en las cuales demuestran su dominio sobre unos animales dotados de tan sutil y activo veneno. Las Najas 26 202 tienen sus ganchitos venenosos implantados en los huesos maxilares superiores, y ocultos, en los momentos de reposo, en un repliegue de la encía; las mandíbulas muy dilatables; la lengua muy extensible; la ca- beza ensanchada por detrás y cubierta de grandes placas; la parte del cuerpo más inmediata á la cabeza, dilatada á manera de disco por el levantamiento de las costillas que la sostienen; la cola provista por de- bajo de una doble fila de placas, cuya extremidad es redondeada, y las narices sencillas. Lo más notable en el género que nos ocupa, es el modo de inserción en la piel, de las filas de escamas de la región superior y lateral del cuello. Consisten dichas escamas en placas córneas adheridas por toda su circunferencia, y como implantadas en el espesor de la piel, cuyos movimientos siguen. Esta porción de los tegumentos puede ensan- charse y dilatarse á voluntad del animal , mediante la acción de los músculos situados en las costillas anteriores, que son muy movibles en su articulación vertebral. Guando el animal está tranquilo, el diámetro del cuello no es mayor que el de la cabeza; pero bajo el influjo de las pasiones y cuando se irrita, lo distiende rápidamente. Al mismo tiempo, cuando le amenaza algún peligro ó descubre al hombre, puede levan- tarse sobre sí mismo ó elevar casi verticalmente la parte anterior de su tronco, manteniéndole casi recto como una vara inflexible, en tanto que ia parte inferior del cuerpo sirve de apoyo al espinazo, con la par- ticularidad de que esta base de sustentación puede moverse y permitir una majestuosa marcha en posición vertical. Nada tiene^ pues, de ex- traño que esa especie de arrogancia aparente y presuntuosa, juntamente con la elegancia del cuello y la movilidad de la cabeza, haya llamado en todos tiempos la atención de las gentes. En Filipinas se encuentra la Naja tripudians, Wagl., cuyo cuello presenta ordinariamente un dibujo parecido á unos anteojos, por lo cual ha sido llamada serpiente de an- teojos. Las serpientes acuáticas abundan en los mares del Archipiélago. Todas ellas se distinguen por la cola comprimida de derecha á izquierda, los dientes supra-maxilares anteriores acanalados, con un surco longi- tudinal ó una especie de ranura en su convexidad, y la cabeza con gran- des placas y con un escudo impar y muy irregular en el centro. El veneno de que están dotadas, es quizás^ algo menos activo que el de los viperinos, pero sus mordeduras son siempre muy peligrosas, causando 203 accidentes graves y hasta la muerte en breve tiempo. Su alimento con- siste principalmente en peces y crustáceos. Aun cuando el número de especies es escaso, suele ser en cambio muy considerable el de individuos, los cuales viven muchas veces en manadas numerosas. Las especies más frecuentes en los mares de Filipinas son el Pláturus fasgiatus, Daudin? llamado en tagalo Calabmoh^ que tiene el cuerpo anillado por círculos completos, alternativamente blancos y negros, siendo estos últimos un poco má^ anchos en el dorso que en el vientre; la cabeza negra, el hocico blanco, lo mismo que la parte inferior de la garganta, y la punta de la cola también blanca; el Hydrophis nigro-gingtüs, Sghleoel, con la ca- beza y cuello casi del mismo grosor y redondeado, pero no muy delgado; la parte media del tronco más ancha y comprimida, con muchas fajas transversas negras, estrechas, pero algo más anchas en el dorso, cuyo fondo es verdoso, el vientre de un amarillo pálido, y la cabeza con vetas negras por encima, las más de las veces rodeada de amarillo; y el Hydrophis spiralis, Schaw, que presenta el cuerpo cilindrico, prolon- gado, un poco más estrecho por delante, la cabeza casi tan grande como el cuello y muchos anillos negros, más anchos por el lado del vientre, y reunidos por debajo formando una gran faja negra que corre por casi toda la longitud del animal. En la misma sección de los verdaderos viperinos, aunque en distinta familia, figuran otras dos serpientes filipinas. Una de ellas es la llamada sistemáticamente Trigonocbphalus hypnale, Schleoel, y vulgarmente Alimorani alupón éntrelos indígenas, la cual se distingue por su hocico puntiagudo, saliente y en forma de prisma cuadrangular, á causa de una arista que desde la frente se prolonga más allá de la órbita; y la otra, la designada en la ciencia con el nombre de Tropidoloemüs Hombroni, Du- MERiL, cuya parte superior del cuerpo es de un hermoso verde brillante, y con escamas que sólo tienen quilla en la mitad de su longitud, que está como arqueada^ y cuya piel presenta el fondo al parecer negro y ro- deando las escamas, de las cuales, las de encima de la cabeza son muy pequeñas y están muy aquilladas. Ambas especies destilan un veneno sumamente activo. 4. — El último orden de la clase Reptiles es de los Batracios, repre- sentado en Filipinas por diversas especies de los géneros Rana, Hyla, PoLYPEDATEs y Plectropus. La familia de los Raniformes consta de 204 muchas especies, en las cuales la extremidad libre de los dedos y de los pulgares de los "1)108, no está dilatada en disco más ó menos ensancliado, como sucede en los Hylepormes, y cuya mandíbula superior está armada de dientes, único carácter por el cual pueden verdaderamente distin- guirse de ciertas especies de sapos, que carecen de ellos en dicha parte de la boca, así • como en la mandíbula inferior. Todas las especies de Raniformes, con excepción de una sola, tienen en las manos cuatro dedos desprovistos de membrana natatoria, y casi todas ellas presentan en la base del primer dedo un resalte más ó menos aparente, que la disección revela ser como el rudimento del pulgar oculto bajo la piel. Sus dedos cilindricos, y por lo común puntiagudos, no permiten á los Raniformes trepar á los árboles como lo hacen las Hylas, por medio de pequeñas ventosas que terminan la extremidad libre de aquellos. Por dicha causa permanecen siempre en el suelo y en el agua, siendo los dedos de sus pies en número de cinco, reunidos ó no por una palmeadura de extensión variable. Sus formas son en general esbeltas, ligeras, más elegantes y mucho más proporcionadas que las de los sapos; sin embargo, la exten- sión de los miembros, y en particular de los posteriores, varía mucho y es por lo común muy considerable en proporción del cuerpo. La cabeza es corta ó prolongada, chata ó abombada, triangular ú ovalada en su contorno horizontal; la boca es muy hendida y los dientes del vómer son más 'ó menos numerosos y diversamente situados. Las ranas machos tienen dos vejigas bocales, que en la mayor parte de las especies no se manifiestan al exterior, más que por el hinchamiento que producen en ambos costados de la garganta, cuando están llenas de aire. Casi toda la piel superior del cuerpo, está sembrada de pequeños mamelones ó de cor- dones longitudinales glandulosos; algunas veces no presenta más que simples pliegues que se borran cuando se distiende. Las ranas se alimen- tan de larvas, de insectos acuáticos, de gusanos, de pequeños molus- cos, etc , y eligen siempre una presa viva y en movimiento, desdeñando' todo animal muerto. Para apoderarse de aquélla permanecen en acecho, y cuando la divisan se lanzan sobre ella con rapidez, alargando la lengua para atraparla con el fluido viscoso que recubre este órgano. También tragan la freza de los peces de agua dulce, cuando viene flotando cerca de ellas. Uno de los fenómenos más notables que en los Raniformes se obser- 206 van, es el de su prodigiosa multiplicación. Todas las personas que han permanecido algún tiempo en Filipinas, saben que tan pronto como caen los primeros chubascos, precursores dQ la estación de lluvias, aparecen en todos los sitios húmedos millares de ranas, cuya presencia se percibe inme- diatamente por su monótona é incesante vocinglería. Los mismos habi- tantes de Manila, son con frecuencia víctimas del incómodo ruido que esos reptiles producen, pareciendo imposible que hasta en los charcos que en ^ia^ calles se forman, pululen de pronto tan gran número de animales, cuya existencia ni siquiera podia sospecharse anteriormente. Este hecho general en todos los países cálidos, dio lugar en la antigüedad á absurdas creencias, así es que algunos autores griegos han hablado de lluvias de ranas, y otros más modernos han supuesto que la repentina aparición de las mismas en cantidad tan extraordinaria, era debida á grandes vientos que arrebatándolas "de las montañas las hacían caer en las llanuras. Hoy día se sabe con toda seguridad, que la lluvia no hace otra cosa más que provocar la salida de las ranas de los agujeros, hierbas y demás escondrijos en que permanecen ocultas en la estación seca, y en cuanto ala abundancia de dichos reptiles se explica por su excesiva multiplicación. Se ha calculado que cad?a hembra, pone anualmente de seiscientos á mil doscientos huevos. Este número parecerá exorbitante; pero debe reflexionarse que la naturaleza ha debido dotar á la rana de una gran facilidad de reproducción, á fin de que no se perdiese la especie. En efecto, los huevos, que están dispuestos en cordones, quedan abando- nados en la superficie de las aguas, y pueden ser destruidos en gran» número. Por otra parte, en la edad adulta la rana tiene otros tantos enemigo§ en el hombre y en una multitud de animales acuáticos. Indudablemente existen en Filipinas muchas especies de ranas; pero la más común es, al parecer, la Rana viridis, Roesel, en sus diferentes variedades. Esta especie es esencialmente acuática, y se encuentra lo mismo en las aguas corrientes que en las estancadas , en los ríos que en los estanques, en los pantanos y en los más pequeños charcos. Su voz es muy robusta, y pasa el invierno aletargada y hundida en el cieno ú oculta en algún agujero, despertándose al comenzar la primavera y apareciendo primero las más jóvenes. Algo más tarde, á fines de Marzo ó principios de Mayo, se reúnen los sexos. P,uede darse como muy probable la existencia en Filipinas de las especies denominadas Rana 206 GRUNNiENS, Daudin, j R- MACRODON , KüHL, propias de Jaya y de las Molucas. Los batracios hyleformes, se diferencian de las ranas en que están desprovistos de dientes en ambas mandíbulas, y en que sus dedos están terminados por una especie de pelotas ó discos ensanchados, por medio de los cuales se*fljan en los árboles, las hojas, y los cuerpos lisos y más ó menos yerticales. Excepto en la época de la cópula y de la puesta de los huevos, los animales del grupo indicado viven sobre los árboles- Su voz presenta muchas variedades, y su color es ordinariamente muy hermoso. El que predomina es el verde ceniciento ó azulado; pero el matiz del mismo varía rápidamente, según las circunstancias en que el animal se encuentra, y las impresiones que le dominan. La variabilidad de color de los Hyleformes, es casi tan grande como la de los Camaleones, y esta notable facultad, parece haberles sido concedida por la naturaleza para disimular su presencia si, como se pretende, estos cambios de color se hallan en relación, en ciertas especies, con el matiz de los objetos que al animal rodean. Entre las especies filipinas, se cuentan las denominadas ■POLYPEDATES UUGOSUS, DUMBRIL, é HyLA QUADRILINBATA, WiEGMAN. La última especie del orden 4e los Batracios que debemos citar, es el Plbctropus pictüs, Dumbril, característico de Filipinas. Gomo todos los sapos, se distingue de las ranas por sus formas más abultadas, sus patas más cortas, el aspecto verrugoso de su cuerpo y sus grandes parótidas; pero estos caracteres no bastan para la distinción, puesto que hay espé- teles intermedias entre uno y otro grupo, que es difícil determinar á cuál de ellos pertenecen. En realidad, la separación entre los raniformes y bufoniformes sería imposible, si no existiese un carácter más fijo, cual es la presencia siempre de dientes en la mandíbula superior de los pri- meros, y la falta absoluta de ellos en ambas mandíbulas en los segundos. Además de esto, los sapos son poco nadadores, y en tierra andan ó cor- ren, pero raras veces saltan. Encuón transe lejos de las aguas, y á veces - en sitios áridos ó en los bosques, refugiándose en los agujeros, bajo las piedras ó en los huecos de los árboles. Salen preferentemente por la tarde, y dejan oir, sobre todo en la época de sus amores, un canto que- jumbroso y añautado, que en ciertas especies recuerda el de algunos pá- jaros nocturnos. Se trasladan á los lagos, estanques ó simples charcos de agua para acoplarse y depositar sus huevos, y los pequeños, después de 207 nacidos, experimentan las mismas trasfbrmaciones que ios ranacuajos. Cuanto vulgarmente suele decirse acerca de la mordedura de los sapos, del veneno de sus verrugas, etc., merece el mismo crédito que las pro- piedades magnéticas y de sortilegio que todavía se les atribuyen en algu- nos países. De la misma manera que las ranas, suelen los sapos vaciar su vejiga urinaria sobre la mano que intenta cogerlos, y si se les irrita más, rezuma de sus mamelones dorsales un humor lechoso, pero des- provisto lie cualidades venenosas. Otro medio de defensa de estos ani- males estriba en la extensibilidad de su piel, que estando poco adherida á los músculos, puede, á voluntad del individuo, contener entre ella misma y los últimos una gran cantidad de aire, el cual infla el cuerpo, dejándolo en medio de una capa elástica de fluido que lo vuelve insen- sible á los choques externos. jE.— Peces. 1. ACANTOPTERIGIOS.— 2. ANAGANTmOS.— 3. FlSOSTOMOS. — 4. LoFOBRAKQUIOS. — 5. PlECTOG- ;NrATOs.— 6. Plagiostomos.— 7. Eelacion de las especies más comunes ó notables. 1.— La clase Peces es seguramente la del gran grupo de los Verte- brados, que en Filipinas presenta mayor número de especies, pe.ro al mismo tiempo la menos conocida. En el orden Acantopterigios encontramos desde luego varias especies interesantes. El Holocentrum rubrum, Forsk, es un pescado de gran belleza, como todos sus congéneres, por las preciosas tintas rojo-purpu- rinas ó rosadas, realzadas por matices dorados ó plateados que adornan su cuerpo. Las especies de la familia Percoides, á la cual pertenece la perca de rio, común en Europa, son bastante numerosas y están repre- sentadas por los géneros Cnidon, Serranus, Grammistes, Mesoprion, Ambassis y Apogon. En el género Serranus figura la especie llamada vulgarmente Mero; el Grammistes es exclusivo de los mares de India y China; el Mesoprion consta de un gran número de especies notables por el brillo de sus colores y por su tamaao, que alcanza de 84 á 112 centí- metros; el Ambassis comprende sólo individuos de pequeñas dimensiones, que en algunos puntos se comen, preparándolos de la misma manera que las anchoas, y el género Apogon consta también de pequeños peces, cuyas 208 especies no se han encontrado hasta ahora más que en el Mediterráneo y en el mar de la India, sobre todo hacia las regiones australes, faltando al parecer completamente en los mares que bañan las costas de América y África. El género Mullus abraza varias especies, tan notables por sus colo- res como por su exquisito sabor. Los antiguos consideraban el Salmonete como un manjar delicado y de lujo, que adquirían á veces á costa de grandes dispendios. Asinio Geler compró uno en tiempo de Gaifgula en ocho mil sestercios (1.558 francos). Suetonio habla de tres salmonetes que fueron pagados en treinta mil sestercios (5.844 francos), lo cual obligó á Tiberio á dictar leyes suntuarias y á tasar los víveres que se presentaban en el mercado. Varron dice que Hortensio tenía en sus estanques una inmensa cantidad de salmonetes, y los hacía venir por pequeños canalizos hasta las mesas en que se comía, para verlos morir en vasijas de cristal, y observar los cambiantes que sus vivos colores experimentaban durante la agonía. Hoy día los salmonetes no son objeto de tantos cuidados ni de tan locas prodigalidades, pero no dejan de ser muy apreciados por su carne blanca, apretada, friable y de buen gusto, que se cjigiere fácilmente porque no tiene grasa. El antiguo género MüLLüs ha sido dividido modernamente en dos secciones, á la primera de las cuales se ha conservado el mismo nombre genérico, dando á la se- gunda el de Upenbus. En esta última se hallan comprendidas las espe- cies más frecuentes en los mares de Filipinas. La familia Esparoidbos, caracterizada por las grandes escamas que cubren el cuerpo de sus individuos, así como por la falta de dientes en el opérenlo y preopórculo, ó sea en la chapa que protege las branquias ú órganos respiratorios, comprende también un gran número de peces muy conocidos y estimados por sus exquisitas carnes. La Dorada, Crysophoris sp., y otras especies de los géneros Lethrinus y Pimelep- TERüs, son los representantes en los mares filipinos de dicha familia natural. Notables por su forma y coloración son los peces de los géneros Ghcetodon y Heniochus. Su cuerpo es comprimido y casi ovalado, elíp- tico y algunas veces algo redondeado; la cola corta y como truncada; la cabeza es pequeña; la boca poco avanzada, muy poco hendida; los dientes delgados, ñexibles, espesos como las cerdas de un cepillo. Casi 209 todas las especies presentan una banda negra, que desciende desde la frente, al través del ojo, hasta la parte baja de la mejilla; pero además hay otras cuyo cuerpo está cruzado de fajas verticales, oblicuas ó lon- gitudinales. Hay individuos que presentan los costados salpicados de pequeños puntos ó manchitas pardas; otros carecen desfajas y puntos laterales, pero ostentan en la parte posterior del cuerpo, una ó dos fajas interrumpidas y una ó dos manchas, á veces ribeteadas y formando un verdader'ii'ojuelo, y por último, otras especies tienen algunas porciones negras detrás de la faja ocular. Los peces de que se trata habitan todos en los mares de las Indias orientales, en los cuales se les ve en variedad infinita junto á las rocas de la costa. Se mueven con vivacidad y se mantienen á una profundidad poco considerable, como para hacer osten- tación de los variados y brillantes matices de que están adornados. Mostrando reflejos semejantes á los de los metales ó de las piedras pre- ciosas, realzados por las manchas ó fajas negras, que contribuyen con su contraste á aumentar los juegos de luz, presóntanse dichos peces no menos engalanados que los coUbrís, ornamento de la clase Aves. Ade- más de esto, los vivos colores indicados están dispuestos sobre un fondo rosado, púrpura ó azulado, y el hombre puede gozar de todas esas be- llezas, porque los individuos vienen á juguetear á la superficie de los arrecifes, destacándose aun en medio de los colores vivos y variados de los corales entre que viven. Tienen también la costumbre de seguir por el mar tras los cuerpos en movimiento, y así se les ve en muchos easos á grandes distancias de las costas, y agrupados alrededor de maderas notantes y arrastradas por las corrientes. Les gusta permanecer en la estela d© los navios, y algunas veces siguen durante varios dias á una misma embarcación. De los dos géneros citados, el último fué formado á expensas del primero, separando de él aquellas especies que se distin- guen por el rápido crecimiento de los aguijones dorsales, y especial- mente del tercero ó cuarto, que se prolonga á manera de filamento, al- canzando á veces una longitud doble de la del cuerpo. A los géneros Pergis y Sillago pertenecen varias especies que sue- len tener su hocico cónico y prolongado en punta. La especie Percis CYLiNDRiCA, Bl., de los mares de Filipinas, presenta eí cuerpo de color pálido, con tres fajas longitudinales pardas, cruzándose con nueve ó diez trasversales que tienen los bordes irregulares: la denominada Sillago 27 ■ ' 210 siHAMA, FoRSK, pasa por uno de los mejores pescados de los mares de Oriente, por el buen gusto y la ligereza de su carne. El Atún, ScoMBER sp., perteneciente á un grupo de especies caracte- rizadas por tener el cuerpo más ó menos liso y cubierto de escamas pe- queñas, se pesca también abundantemente en los mares de Filipinas, en donde constituye, como en los de Europa, uno de los peces más útiles al hombre, por el gusto agradable de su carne y su inagotable facultad reproductora. Muy afines á los Escombridos son los Carangidos, cuyos géneros principales son los llamados Garanx y Equula. Entre los peces que figu- ran en el primero, hay unos que tienen el cuerpo alargado, oblongo, la cabeza poco convexa, la línea lateral cubierta de láminas altas y arma- das de puntas en toda su longitud, y otros que son de forma alargada, pero sin tener el cuerpo cubierto de láminas más que en su mitad poste- rior. Los Eqdula son de cuerpo comprimido, y tienen los bordes del dorso y del vientre dentados y el hocico muy protractil. Desplegando é8te último rápidamente, es como atrapan los peces ó insectos de que se alimentan. Ninguna de las especies que ambos géneros comprenden es comestible, y antes, por el contrario, se dice que la carne de algunos Caranx produce náuseas, erupciones cutáneas ó vómitos, determinando una especie de envenenamiento. Los géneros Gobius, Pbriophtalmus y Eleotris comprenden un nú- mero muy crecido de especies, entre las cuales hay muchas fluviátiles. Los GoBius suelen construirse una especie de nido con hojas secas; los Pbriophtalmus pueden permanecer bastante tiempo fuera del agua y hasta se les ve á veces entre las hierbas de las orillas, á donde se preci- pitan para librarse de la persecución de otros peces, y los Eleotris, que son de gran tamaño, se encuentran con frecuencia en reposo junto á las rocas, en donde se les coge fácilmente. Los peces del género Salarias son notables por sus dientes agudos y espesos, móviles sobre la piel que recubre los huesos de las mandíbulas, de modo que cada uno puede levantarse ó bajarse independientemente de los demás. Habitan exclusivamente en los mares orientales. Los AcANTHURTJS, á los cualcs se asemejan mucho los Teuthis, sacan su nombre genérico de una fuerte espina móvil de que su cola se halla armada por cada lado. En estado de reposo está embutida en una ra- 211 nura, y no sobresale más que la punta superior; pero cuando el animal levanta el arma, la punta dirigida hacia la cabeza se aparta del cuerpo y sobresale muchos centímetros. Hasta ahora se ignora a qué uso está destinado ese aguijón cortante en forma de lanceta; que ha hecho que se aplique á los peces que lo llevan el nombre de Cirujanos 6 Portalance- tas. Las Naseus, pertenecientes á la misma familia qae los géneros an- teriores, carecen de esas espinas ó lancetas móviles. Existen en Filipinas algunas especies del género Anabas, caracteri- zadas por tener los huesos faríngeos superiores divididos en pequeñas láminas, bastante numerosas é irregulares, formando células, en las cuales queda detenida el agua, que pasa poco á poco á las branquias y hace que cuando los individuos ^ salen á tierra estén continuamente hu- medecidas. De aquí proviene el que los peces de que se trata, se encuen- tren á veces á distancias considerables de las aguas dulces en que viven; pero hay quien supone que hasta tienen la facultad de trepar á los árbo- les. Daldorff afirmó en 1797, haber cogido en la India uno de los peces * de que se trata, en el tronco de una palmera, añadiendo que el animal, que se encontraba ya á 1^^,70 de la superficie del agua, se esforzaba por subir todavía más, agarrándose á la corteza por medio de las espinas del opérenlo, y doblando su cola para fijarse por las espinas de su anal; que e,ntónces desprendíala cabeza, alargaba el cuerpo, y conseguía por estos diversos movimientos avanzar á lo largo del tronco. Sin embargo, M. Reinwardt, que vio esos mismos peces en Java, no adquirió noticia alguna que confirmase tal hecho. Otros naturalistas jamás han hablado de que los Anabas tengan tal facultad, Dussumier, que había visto mi- llares de ellos en Bombay, en donde los muchachos van á cogerlos en el fango, tampoco oyó ni observó nada sobre el particular. Hoy día, pues, la afirmación de Daldorff se considera como un cuento, hijo de un hecho casual y completamente aislado. Muchas de las especies del género Mugil, son objeto de una activa pesca en casi todos los mares. Su carne, ordinariamente tierna, crasa y de un gusto agradable, puede conservarse seca ó salada durante muchos meses. Los huevos comprimidos, salados y desecados, dan una especie de caviar ^ muy buscado en ciertas localidades. El resplandor del fuego atrae á los individuos del género Mügil, empleándose éste recurso para pescar- los. Guando el tiempo es tempestuoso y el mar está cenagoso, las hogue- 212 ras encendidas en la proa de los barcos les hacen acudir de tal manera, que se dejan clavar con un tridente. Los Mugues no tienen otro medio de sustraerse á las emboscadas que se les preparan, que el de lanzarse yerticalmente fuera del agua, j hasta algunas veces se les ve atravesar de un salto por encima de los barcos. Estos saltos les permiten en ciertos casos librarse de las redes de ios pescadores; pero para impedirlo han ideado éstos una red especial. Al mismo tiempo que ésta se sumerge verticalmente por medio de plomos , tiene su borde superior sostenido horizontalmente por medio de cañas colocadas de distancia en distancia, dejando otras tantas bolsas en los espacios intermedios. Se circunvala la manada de Mugiles con la gran red vertical , y cuando quieren saltar fuera de su recinto, caen en las bolsas que rodean su borde superior. A semejanza de los Anabas, tienen los Ophigephalus, por encima de las branquias, una cavidad dividida por láminas salientes y propias para retener el agua^ circunstancia que les proporciona la facultad de poder ' vivir bastante tiempo en seco como los primeros. El número de especies de este género es en Filipinas bastante considerable, según el Dr. Semper. Los tagalos designan este pez con el nombre áe Daldg, considerándole como uno de sus principales y más estimados alimentos, por lo cual los pescan á millares. Durante la estación seca, cuando desaparece el agua de losjárroyos, pantanos y arrozales en que los Dalágs viven, refugíase una parte de ellos en los lagos que conservan agua^ pues en virtud de la facultad antes expresada pueden trasladarse de un punto á otro. Otros se introducen en el fango del fondo, hallando allí protección contra las * asechanzas de los indios, debajo de una costra superficial, donde perma- necen sumidos en una especie de letargo hasta la vuelta de la época de aguas. Durante este tiempo el Dalág escasea en el mercado de Manila; pero cuando después de las tormentas del mes de Mayo, la tierra empieza á reblandecerse y las lluvias encharcan los arrozales^ salen del lodo y bullen en grandes masas dentro de los pantanos y barrizales. Entonces parece que es el tiempo de la cria, pues los pescadores y labradores cogen, al tiempo de preparar sus campos para la siembra, gran núnfero de peces jóvenes que venden en los mercados. Los últimos los matan á palos, pues su abundancia es tal, y el agua que los recubre es tan poco profunda, que en vez de tender redes, basta golpear el suelo para cogerlos en grandes cantidades. Este procedimiento se emplea en la isla de Luzón; pero en la '\L. ''•^éfi'*' ' 213 de Mndanao, donde el arroz no se siembra más que en terrenos de secano, no encharcados, y donde los terrenos inundados carecen de ace- quias para la entrada y salida del agua, estando únicamente cortados por canalizos naturales que no impiden á los Daldgs trasladarse á los rios ó lagos, tan pronto como el agua empieza á descender, se hace la pesca con grandes redes que se colocan en los rios contra la corriente, ó formando exclusas en los recodos. Los Daldgs son muy tenaces para la muerte. Dicen ^^ue se les puede arrancar las entrañas y dividirlas en pedazos, sin que pierdan del todo la existencia. Su carne es algo insípida, pero ligera y de fácil digestión. El Ophigephalus striatüs, Bl. {Ldm. 1.% una de las especies filipinas, tiene la cabeza comprimida, redondeada por delante, la mandíbula inferior un poco más avanzada que la superior, dientes á manera de carda en la última y en la parte central de la primera, y tres, cuatro ó cinco grandes caninos en cada lado de la mandíbula inferior. Su color es verde parduzco, adornado de bandas oblicuas é irregulares; sus costados por debajo de la línea lateral presentan fajas pardas y amarillas y la región inferior es blanca. Alcanza á veces una longitud de 65 cen- tímetros. El Amphisíle sgutata, L., es un pez notable, por tener el dorso aco- razado con grandes piezas escamosas, y la espina anterior de la aleta dorsal dispuesta horizontalmente en vez de estar levantada. Esta (ilispo- sicion es tan marcada, que parece como que la segunda aleta dorsal y la cola quedan por debajo confundiéndose con la anal. Mr. Dussumier vio una vez, al atravesar el estrecho de Malaca, cubierto el mar en un espa- cio de más de una legua de longitud, de peces de esta especie muertos y flotando sobre las aguas. Los géneros Premnas, Pomagentrus y Glyphidodon, pertenecen á un grupo natural, muy semejante al de los Percoideos, de los cuales difieren en que tienen el paladar completamente liso. Casi todas sus especies son buenas para comer, y algunas de ellas de un gusto exquisito. Comestibles son también las especies de los géneros Jülis y Gheilio, de la familia de los Labroideos. Los Julis son peces adornados de colores muy variados y brillantes, que habitan principalmente las regiones intertropicales; sin embargo, se les ve avanzar á veces hacia el N. hasta las costas de Ingla- terra y de Francia. Viven cerca de las costas, eútre las rocas madrepóri- cas, en donde encuentran con abundancia moluscos y otros animales de 214 cubierta dura, que rompen fácilmente con sus dientes fuertes y cónicos, sea de las mandíbulas, sea de sus huesos faríngeos. Su tamaño varía de 15 á 30 centímetros; su carne es blanca, de buen gusto y de fácil digestión. 2. — Una de las especies más notables del orden Anacantínos es la denominada por los naturalistas Bregmageros Magglellandii, Thoms., característica de los mares de Filipinas, muy afine al Bacalao, la Mer- luza y otros GrADOiDEos, con las aletas ventrales fijas al cuello, mis ade- lante que las pectorales, y cuyo primero y segundo radio se prolongan en un filamento más ó menos delicado. El cuerpo de estos animales es generalmente prolongado, atenuado y comprimido hacia la cola; pero como el abdomen no es muy grande, y los músculos del dorso tienen en su origen un ^ueso bastante considerable, resulta que hay en estos pes- cados una proporción algo crecida de carne muscular; y como esa carne es por lo común ligera y de buen gusto, todos ellos proporcionan al hombre un alimento muy buscado. Al género Pleüronegtes pertenecen los Rodaballos y Lenguados, que también son estimados como alimento. Todas las especies tienen el cuerpo plano y muy deprimido lateralmente, siendo los únicos vertebrados en que la cabeza no es simétrica, pues ambos ojos están colocados á un mismjo lado, y los dos costados de la boca son desiguales. Estas parti- cularidades de estructura, están en armonía con las costumbres propias de estos seres singulares. Tanto cuando se encuentran en reposo, como cuando están en movimiento, los Pleüronegtes están siempre echados sobre un costado, y precisamente el que corresponde hacia el fondo del mar es el que está privado de ojo. De esta propiedad de nadar descostado, se ha sacado su nombre genérico. El órgano principal para su natación es la aleta caudal, pero se distinguen de los demás peces en la manera cómo se sirven de este remo. Guando están echados de costado, el órgano indicado no está vertical sino horizontal, y azota el agua de arriba á abajo y de abajo á arriba. De este modo pueden avanzar, pero menos rápidamente que las demás peces. Suben y bajan en el agua con más prontitud, pero no giran á derecha é izquierda con tanta rapidez. Esta facultad de subir y bajar i-ápidamente en el agua, les es tanto más útil, cuanto que pasan una gran parte de su vida en las mayores profundida- des en fondos bajos. Se arrastran por el fondo del mar, y se ocultan en 215 él para escapar de sus enemigos En los mares de Filipinas existe el Lenguado^ Pleuronegtes sp , semejante al de Europa. Su cuerpo es oblongo, el lado de la cabeza opuesto al de los ojos, generalmente guar- necido de tina especie de vellosidad, y el hocico redondo, casi siempre , más avanzado que la boca. Esta última está contorneada del lado opuesto á los ojos, y provista de dientes únicaraente por ese lado. La aleta dorsal, comienza encima de la boca y se prolonga hasta la caudal y iev- minal. Sspesca el L^ngr^^aíZo de varios modos, empleando anzuelos, en los cuales se pone por cebo pedazos de pequeños peces. Se puede también, según Lacepede, cuando el sol es brillante y el mar está tranquilo, bus- car, cerca de las costas y bancos de arena fondos lisos donde el pescador distinga claramente el pescado. Entonces se arroja un plomo atado á la extremidad de una cuerda, y guarnecido de ganchos, con 'auxilio de los cuales se clava y se saca el pez. Si la profundidad del agua no es más que de dos ó tres brazas, puede arponeársele con un palo, cuya extremidad esté armada de puntas encorvadas. Todo el mundo conoce la delicadeza y finura de la carne del Lenguado^ la cual parece tener el pri- vilegio de conservarse por varios dias, no sólo sin corromperse, sino adquiriendo un gusto muy delicado. 3.— Los géneros Clarias, Plotosus y Rita, del orden Físostomos, pertenecen á un grupo natural caracterizado por tener la piel desnuda ó cubierta de grandes placas óseas, pero jamás de escamas. En las espe- cies pertenecientes al primero, la aleta dorsal no abraza más que las tres quintas partes del dorso, y el resto está ocupado por una adiposa más alta que la dorsal. La cabeza es ancha y aplastada. Los dientes de las mandíbulas y del vómer, son fl-nas sedas cortas y apretadas. Los Ploto- sus tienen el cuerpo alargado, terminando en punta comprimida; una segunda aleta dorsal larga y rayada, que se une á la caudal y anal para rodear la cola; la cabeza sin casco; los dientes maxilares fuertes y cóni- cos, y los del vómer á modo de enlosado. Del género Ríta hay en Fili- pinas una'* especie característica, la Rita manillensts, G. et V. La ma- yor parte de estos peces son de agua dulce. El Volador, Exocetos volitans, Cuv., es un pez muy conocido, por la facultad de que goza de elevarse volando sobre la superficie de las aguas por algunos segundos, circunstancia debida al gran desarrollo de sus aletas pectorales. Carece de aleta dorsal adiposa y tiene el borde de 216 su mandíbula superior, formado por el hueso intermaxilar, ó á lo mnosó por el maxilar sin dientes y oculto en el espesor de sus labios. El Vola- ¿?or mide unos 15 ó 20 centímetros, yes notable por su respladeciente librea de azul y plata, realzada por el tinte azulado oscuro de la dorsal, de la cola y del pecho. Gracias al gran tamaño de sus pectorales, puede, como hemos dicho, elevarse por el aire y recorrer así largas distancias, y no tan sólo por gn simple movimiento de proyección, sino ejecutando á voluntad movimientos de elevación y descenso, que hacen su Tuelo se- mejante al de ciertos insectos. En estado permanente de actividad, estos peces se elevan por centenares, y algunas veces por millares, del seno de las aguas, y después de haber volado por algún tiempo al sol, vuel- ven á caer en el mar para salir de nuevo, después de una corta inmer- sión. Sé ha observado que durante su vuelo los Voladores producen un zumbido, cuya causa es desconocida, pero que se atribuye á la acción del aire expulsado por el animal, y que hace vibrar al salir una mem- , brana que tapiza el fondo de su garganta. Se ha supuesto que el vuelo de éste pez, no es posible sino cuando sus aletas pectorales están moja- das, y que le es preciso sumergirse en el mar con frecuencia, para hume- decerlas antes de volver á seguir su carrera por el aire. Seguramente lo que le hace descender, es únicamente una necesidad del acto respiratorio, y la precisión de humedecer sus branquias desecadas, cosa que parece tanto más positiva, cuanto que Bosc ha observado, que las pectorales permanecen húmedas hasta uña hora después de cogido este pescado. Su debilidad le expone al ataque de un gran número de enemigos, tanto en el seno mismo de las aguas como en el aire, pues en. este último, suele ser victimado varias aves piscívoras que le hacen una cruda guerra. Su vuelo no siempre tiene por objeto el huir de los grandes peces que le persiguen, sino también el recreo y la diversión, pasando de un ele- mento á otro. Su alimentación consiste en otros peces de menor tamaño, y su carne es delicada. La pesca es muy fácil, pues en el aturdimiento dé su vuelo, viene muchas veces á precipitarse por sí mismt) sobre la cubierta de las embarcaciones. Los Hemíramphu,s son peces pequeños de carne aceitosa, pero sin em- bargo de buen gusto. Su mandíbula superior es muy corta, y la inferior se prolonga en una larga punta ó semi-pico sin dientes. Las escamas son grandes y redondas y forman una línea carenada á lo largo del vientre. 217 El género Dangila, pertenece al mismo grupo natural en que figuran las tencas y los barios. Los peces de dicho grupo son por lo común poco carnívoros, y suelen alimentarse de semillas y hierbas. Se distinguen por su boca poco hendida, por la debilidad de su mandíbula, por tener eí borde de la boca formado únicamente por los inter-maxilares, por pre- sentar los huesos faríngeos fuertemente dentados, y por la falta de aleta adiposa, mientras que tienen ventrales abdominales. Son todos de agua dulce. "" • Del género Glupba, que comprende los arenques y las sardinas, así como del género Ghataíossus, muy semejante á aquél, hay en los mares filipinos algunas especies, cuyo carácter colectivo consiste en tener el cuerpo alargado y casi siempre muy comprimido, sobre todo en el vien- tre, que llega hasta á ser cortante. La piel se halla recubierta de esca- mas bastante grandes, pero que se caen fácilmente. Las aletas jamás tienen radios espinosos; las ventrales están próximamente en la parte media del cuerpo; la dorsal es siempre única y no hay aleta adiposa. La Sardina; en la época de la freza, avanza hacia las costas en bandadas tan numerosas, que se la pesca en extraordinaria abundancia. Para con- servarla se la pone en barriles con salmuera, mezclada con ocre rojo pul- verizado; se ahuma, como los arenques, para curarla, ó en fin, se con- sei;va en aceite ó manteca fundida. Las especies del género Chata'ísgs- sus, .se distinguen de los arenques en que el último radio de la aleta dorsal, se prolonga en filamento más ó menos largo. El grapo de los peces anguiliformes está representado en Filipinas, al menos por tres géneros, cuyos individuos presentan todos el cuerpo largo y la piel 'gruesa y blanda, dejan ver apenas sus pequeñas escamas y ca- recen de aletas ventrales. Las ^eváddev&s, Anguilas tienen el cuerpo cilin- drico, comprimido hacia la cola; la cabeza pequeña, el hocico puntiagudo en la mayor parte de las especies, y la mandíbula inferior más avanzada que la superior. La piel está cubierta de una mucosidad viscosa, que la hace aparecer como barnizada, y que permite al animal resbalar fácilmente en- tre los dedos. Esta piel, que parece desnuda, está en realidad cubierta de escamas; pero estas escamas son muy pequeñas y adheridas de tal manera, que el tacto más fino no puede descubrirlas en el animal vivo. La vista más penetrante sólo puede percibirlas, cuando la anguila está muerta y la piel bastante seca. Los colores de este pez son siempre agradables, 2'8 218 pero varían mucho. Guando la anguila vive en una agua cenagosa, la parte superior del cuerpo es de un negro hermoso, y la inferior de un gris amarillento; pero si el agua es límpida y corre por un fondo areno- so, las tintas que presenta la anguila son más variadas y alegres. La parte superior del cuerpo es entonces de un verde matizado, y á veces hasta rayado de pardo; en ciertas ocasiones la parte inferior del animal ostenta un matiz plateado. Las aletas dorsales son tan bajas, que apenas se elevan sobre el cuerpo, y están además reunidas á las de la cola, de tal modo que cuesta trabajo determinar el fln de la una y el comienzo de las otras. La anguila vive indiferentemente en las aguas dulces corrien- tes ó tranquilas, y acomodándose á todas las circunstancias, gusta tanto del movimiento y ruido de los molinos, como de la quietud de los estan- ques. Ei un animal muy voraz que se alimenta de pequeños peces, pero que también ataca á los cuadrúpedos de corta talla, y á las aves acuáti- cas, gusanos y aun á los restos de animales grandes que se arrojan al agua. Durante el dia permanece oculta entre las matas de plantas acuá- ticas ó en los agujeros que hay á lo largo'de las riberas, en donde suelen cogerse hasta treinta en un mismo escondrijo. Se las obliga á salir por medio del humo. También se introduce en el légamo de los estanques durante la estación fria, pero sobre todo cuando se da salida al agua para pescarla. A veces es preciso hacer pisotear el fango para que salgan las anguilas. Durante los calores del verano, y cuando el tiempo está tem- pestuoso, les gusta á las anguilas salir del agua, trasladándose á veces á grandes distancias al través de las hierbas. Cazan en tierra, comen los pequeños reptiles, los caracoles, y cuando están en los campos cultivados, hasta ciertas plantas de las cuales son muy ávidas, especialmente los guisantes. Si les sorprende el dia y el calor, se ocultan en una mata de hierba, y enroscadas esperan la noche siguiente. En las aguas corrien- tes nadan hacia arriba con fuerza y rapidez; pero cuando van aguas abajo se dejan llevar por el movimiento de la corriente, sin hacer esfuerzo alguno, así es que se cogen muchas por medio de redes puestas al través. Esto sucede, sobre todo, cuando llega la época en que la anguila des- ciende por los ríos hacia el agua salada ó salobre para desovar. Las anguilas pueden alcanzar una longitud de un metro ó más. Se ha cogido alguna de 1^^,70 y de una circunferencia de 32 centímetros. Muy afines 919 al género Anguilla son los denomina dos Muroenesox y Ophyghtys, que tienen sus representantes en Filipinas. 4. —Las especies del género Stnonateus del orden Lofobranqutos, presentan una particularidad orgánica muy curiosa. Ahuecándose su piel forma bajo el vientre ó bajo la base de la cola, según las especies, una bolsa hacia la cual se deslizan los huevos, abriéndose después para dar salida á los pequeñuelos. Los Synonathus, propiamente dichos, ó Agujas ^áe^^mar^ tienen el cuerpo muy delgado, muy alargado y de un diámetro casi igual en toda su longitud. Al mismo grupo pertenecen los HiPPOGAMPUS, peces de pequeña talla que presentan un aspecto particu- lar, sobre todo después de muertos. El tronco y la cabeza se encorvan por la desecación, y toman cierta semejanza con la engalladura de un caballo, por lo cual se les suele llamar Caballos marinos. Por otra parte, los anillos que componen el estuche del cuerpo y de la cola, recuerdan vagamente la estructura de una oruga. Este pequeño ser tan singular, alcanza una longitud de tres ó cuatro decímetros, y sus colores son rauy variables. Se le encuentra en casi todos los mares. 5._En el érden Plegtoonatos hay un gran número de especies no- tables. Los individuos de los géneros Trtaganthüs y Balistes, tienen el cuerpo comprimido y las mandíbulas provistas de ocho dientes, dispues- tos en una sola fila en cada una de ellas, y cubiertas de verdaderos latios. Los ojos están casi á flor de la cabeza, la boca es pequeña, y el cuerpo está cubierto de escamas muy duras reunidas por grupos, las cuales están distribuidas en compartimentos más ó menos regulares, y fuertemente adheridas á un cuero grueso. El animal está casi oculto bajo una especie de coraza y casco, muy difíciles de atacar. Las diversas especies de Balts- TES, presentan los colores más vivos y agradables á la vista. Viven en las comarcas ecuatoriales, con excepción de una sola especie. Estos esplén- didos habitantes de los mares, se reúnen en bandadas numerosas, y producen efectos admirables cuando se recrean en el seno de las aguas, haciendo brillar como piedras preciosas y diamantes los mil reflejos de su azulado cuerpo. Su carne es, en general, poco estimada, y hasta es, según dicen, dañosa en ciertas épocas del año. Los Cofres ú Ostracion no tienen el cuerpo escamoso, sino cubiertos de compartimentos óseos y regulares. Dichos compartimentos están tan bien unidos entre sí, que el 220 " '• . euerpvO está como encerrado en una especie de caja ó cofre prolongado, que no deja al descubierto más que los órganos exteriores del movimiento, ó sea las aletas y una parte de la cola. Hay Cofres de cuerpo triangular, sin espinas ó con ellas; otros tienen el cuerpo cuadrangular, igualmente provisto ó desprovisto de espinas. Abundan en Filipinas las especies del género Tetrodon, designado así porque las mandíbulas de los peces que lo forman son anchas, duras, óseas, salientes, estando divididas por delante en dos porcionei^-que si- mulan otros tantos dientes. Estas cuatro porciones de mandíbulas óseas^ que rebasan los labios, se parecen á las mandíbulas duras y dentelladas de las tortugas. La parte anterior se prolonga algunas veces en punta, á la manera del pico de un loro. La conformación indicada, sirve perfec- tamente para romper las conchas y la resistente cubierta de los crustá- ceos. La piel está erizada de espinas pequeñas, pero salientes, cuyo nú- mero compensa su cortedad, y las cuales sirven para alejar los enemigos ó para herir la mano que intente coger al individuo. Gozan además los Tetrodon de la singular facultad de hinchar la parte inferior de su cuerpo, y darle una extensión tan considerable, que viene á formar como una gran bola llena de aire, en lo alto de la cual desaparece, por decirlo así, el cuerpo propiamente dicho. Introduciendo una gran cantidad de aire en su estómago, es como el animal aumenta de volumen á volun- tad,'cuando quiere elevarse hacia la superficie del agua para evitar algún ataque. En efecto, en ese esta'do de tensión de los tegumentos, los aguijones que cubren la piel se hallan completamente erguidos. Los DioDON no difieren de los Tetrodon más que en la estructura de sus mandíbulas óseas, de las cuales cada una constituye una sola pieza. Pa- rece, pues, que forman dos dientes, y de aquí su nombre. Difieren tam- bién por sus aguijones, que son mucho más grandes y fuertes que los de los Tetrodon. Todos estos peces son, por decirlo» así, los puerco-espines y los erizos del mar. Se conocen muchas especies de Diodon esparcidas" por los mkres cálidos. 6.— Figuran, por último, en el orden Plaoiostomos los peces más temibles por su fuerza y dimensiones. El Tiburón^ Charcharias verus, Cuv., es un animal terrible que puede alcanzar una longitud de más de 10 metros y pesar hasta 500 kilogramos; pero su gran tamaño no es en él lo más notable. Feroz, 221 voraz, impetuoso, insaciablCj esparcido por todos los climas y por todos los mares, persigne con encarnizamiento á los demás peces, los cuales huyen á su vista. Amenazando con su enorme boca á los desgraciados navegantes víctimas de algún naufragio, parece cerrarles toda vía de salvación mostrándoles la tumba dispuesta á recibirlos. El cuerpo del Tiburón es alargado y su piel está guaraecida de pequeños tubérculos muy apretados, siendo tan dura que se emplea para pulimentar objetos de mad't^ra y~inarfil, para correas y ligaduras, para forrar estuches y pequeños muebles. La extraordinaria resistencia de dicha piel, resguarda al Tiburón de las mordeduras de varios habitantes de los mares pro- vistos de dientes poderosos. La espalda y los costados del animal son de un pardo ceniciento; la parte inferior del cuerpo de un blanco sucio. La cabeza es aplastada y terminada en un hocico un poco redondeado; la boca, en forma de semicírculo, es enorme. El contorno de la mandíbula superior de un Tiburón de 10 metros, es de dos próximamente, y siendo su tragadero de un diámetro proporcionado á esa enorme abertura, no debe causar admiración que Rondelet y oíros autores digan que un Tiburón de gran tamaño pueda tragar un hombre de una sola vez. Cuando la garganta del animal está abierta, se ven más allá de los labios, que son estrechos y de la consistencia del cuero, muchos dientes planos, triangulares, festoneados, blancos como el marfil. Si el Tiburón es adulto, tiene tanto arriba como abajo seis filas de esas armas mortí- feras, dispuestas á desgarrar las víctimas. Esos dientes se prestan á los diversos movimientos que el animal les imprime á voluntad, por medio de los músculos situados alrededor de su base. El Tiburón inclina hacia atrás ó levanta las diferentes filas de dientes, y basta puede levantar una parte de los de una misma fila y bajar los demás. De esta suerte des- plega sus armas en proporción conveniente, según la presa. Si se trata de un enemigo débil é indefenso basta una fila de dientes; si el adver- * sario es muy temible, emplea el arsenal completo. Los ojos son pequeños y casi redondos, el iris de un verde oscuro y la pupila cortada por una hendidura trasversal azulada. El olfato es muy sutil. Las aletas son fuertes y ásperas. Las pectorales, triangulares y más grandes que las otras, se extienden por cada lado y contribuyen mucho á la rapidez de la natación. La aleta de la cola se divide en dos lóbulos muy desiguales, de los cuales el superior es el más grande. Por lo demás, dicha cola es de ■ 222 una fuerza increíble, pudien de un sólo golpe romper la pierna del hombre más robusto. Durante la estación cálida, el macho y la hembra se buscan, se aproximan á las costas, y bogando á la par olvidan su fero- cidad. Sus huevos se abren en diferentes épocas en el vientre de la madre, y los pequeños salen en número de dos ó tres á la vez. Apenas nacido el Tiburón es el azote de los mares. Todo lo que tiene vida le apetece, moluscos, peces, entre otros los atunes y abadejos; pero lo que más le gusta es la carne humana. El tiburón gusta deMiombre, pero con una afición puramente gastronómica, y hasta manifiesta, según algunos autores, una preferencia por ciertas razas. Si ha de darse crédito á algunos naturalistas viajeros, cuando se le presentan al tiburón tres ó cuatro variedades de carne humana, prefiere siempre el europeo al asiá- tico, y éste al negro africano. Sin embargo, busca ávidamente la carne del hombre cualquiera que sea su color. Por esto frecuenta con perseve- rancia los sitios en que espera encontrar ese apetecido bocado, lo per- ' sigue y hace esfuerzos extraordinarios por alcanzarlo. Salta á un barco para coger á los pescadores consternados; se arroja al través de un navio marchando á toda velocidad, para atrapar algún desgraciado marinero que se descubra al exterior, ocupado en alguna faena arries- gada; sigue á los buques negreros, los escolta constantemente, y espera que sean arrojados al mar los cadáveres de los negros que sucumben á las fatigas de la travesía. Como la boca del Tiburón CvStá situada en la parte inferior de la cabe- za, es preciso que el animal se vuelva hacia arriba para coger los objetos que no estén situados por debajo de él. Hay hombres bastante atrevidos para aprovecharse de esta circunstancia, y hacer la caza de este pescado terrible y feroz. En las costas de África se ven negros que se adelantan ^ nadando hacia el Tiburón, y acechando el momento en que el animal se vuelve, le abren el vientre con un cuchillo. Este acto inaudito de valor y arrojo, no puede ser considerado como un medio ordinario de pesca. He aquí como ésta se hace en casi todos los mares. Se escoge una noche oscu- ra, y se prepara un anzuelo provisto de un pedazo de carne, y fijo al extre- mo de una cadena de hierro larga y sólida. El Tiburón se arroja sobremesa presa, y luego se aparta de ella. Se le excita entonces retirando algo el cebo. Lo sigue y lo traga glotonamente, procurando después hundirse en el agua; pero viéndose retenido por la cadena se agita y forcejea. Guando 223 SUS fuerzas comienzan á debilitarse, se tira de la cadena de modo que se le haga sacar la cabeza fuera del agua. Se deja caer en seguida una cuerda provista de un nudo corredizo, y se hace entrar en él el cuerpo del monstruo ciñéndole estrechamente, sobre todo hacia el arranque de la cola. Después de haberle rodeado de ese modo de ligaduras, se le le- vanta y coloca sobre el barco. Allí es únipamente cuando se le mata, no sin grandes precauciones contra sus terribles mordeduras y furiosos cole- tazos. Por lo demás, el animal tiene la vida dura y resiste largo tiempo á las heridas más profundas. La carne del Tiburón es coriácea, de mal gusto y de difícil digestión; sin embargo, los negros de Guinea la comen, conservándola por largo tiempo á fin de que se vuelva más tierna. En muchos puntos de la costa del Mediterráneo,- se comen los Tiburones pequeños que se encuentran en el vientre de la madre. La carne del animal adulto, después de despojada desús malas cualidades por medio de ciertas preparaciones, sirve tam- bién á veces de alimento álos pescadores de nuestras costas. En Fili- pinas también la comen muchos indios, y la sustancia de las aletas y de la cola, que constituye un alimento gelatinoso, es muy estimada por los chinos, constituyendo por dicha causa un artículo de comercio bastante importante. El género Pristis se halla representado en los mares filipinos por una ó más especies todavía no clasificadas. Estas especies son conocidas con el nombre de P^^-wrm. Diferenciase este pescado de los demás hasta ahora conocidos, por el arma terrible que lleva en la cabeza. Esta arma es una prolongación del hocico, que en lugar de ser redondeado ó termi- nado en. punta, concluye en una pieza rígida, muy larga, estrecha y aplastada por ambos lados, que está revestida de una piel muy resis- tente, y guarnecida por ambos costados de un gran número de dientes fuertes, grandes y largos, que no son, á su vez, más que prolongaciones * de la materia dura que forma la pieza indicada. Armado de esta suerte, este animal, cuya longitud puede alcanzar cuatro metros y medio, ataca sin temor y lucha ventajosamente con los más formidables habitantes de los mares. Con esa verdadera sierra, que á veces mide dos metros de longitud, desafía, según se dice, á la ballena, y los pescadores de los mares septentrionales aseguran que el encuentro de esos dos monstruos, va siempre seguido de un combate singular, en el 224 cual casi siempre es el P^^-52>m el queda la señal de acometida. La ballena podria con un golpe de cola aplastar á su adversario, pero éste que es ágil, salta, se lanza por encima del agua y vuelve á caer sobre el coloso, hundiéndole en la espalda su arma aguda y dentada. En esa lucha extraña, la ballena se expone á perder su sangre y con ella la vida. Los naturalistas más circunspectos, ponen en duda la supuesta animosidad entre el Pez-sierra y la ballena, y por consiguiente las, al parecer, fantásticas descripciones de los combates entre ambos animales/ El Pez-sierra habita ambos hemisferios y no es raro en las costas de África, en donde los negros, admirando sus formas y la longitud de su arma, casi le han divinizado. Esos pueblos ingenuos, conservan como preciosos amuletos los más pequeños fragmentos del hocico dentado del Pez-sierra. Éste se arroja á veces con furor contra el cáseo de los buques, y hunde en él su espada que se rompe en mil pedazos. El último género que debemos citar para completar la reseña relativa á los peces de Filipinas, es el denominado por Linneo Raía, el cual com- prende muchas especies conocidas vulgarmente con el nombre de Rayas. La forma del cuerpo de éstas es romboidal, estando colocada la punta del hocico en el ángulo anterior. Los radios más largos de cada aleta pectoral ocupan los dos ángulos laterales, y el origen de la cola se encuentra en el vértice del ángulo posterior. Todo este conjunto está muy aplanado, aunque se distingue un ligero abultamiento, tanto en la parte superior como en la inferior, que marca, por decirlo así, el contorno del cuerpo propiamente dicho, ó sea de las tres cavidades de la cabeza, el pecho y el vientre. Estas tres cavidades reunidas, no ocupan más que la parte central del rombo, dejando á cada lado un espacio triangular menos grueso, que forma las aletas pectorales. La superficie de éstas es más grande que la del verdadero cuerpo, y aun cuando estén recubiertas de una piel espesa, se puede distinguir en ellas un gran número de radios cartilaginosos compuestos y articulados. La cabeza de la Raya termina en un hocico algo puntiagudo, y encajado por detrás en la cavidad del pecho. La abertura de la koca, colocada en la parte inferior de la cabeza y bastante lejos de la extremidad del hocico, es alargada, presentando los bordes cartilaginosos y guarnecidos de dientes muy agudos y gan- chudos. Las narices están colocadas delante de la boca. Los ojos se abren en la parte superior de la cabeza, son semi-salientes, y están protegidos 225 en part§ por una prolongación de la piel que recubre la cabeza y es flexible y retráctil. lamediatamente detrás de los ojos, hay dos oriñcios (5 respiraderos que comunican con el interior de la boca. El animal tiene la facultad de abrir ó cerrar esos agujeros, por medio de una membrana muy extensible que hace el oñcio de válvula. Por dichas aberturas, es por donde la Raya Oidmiie 6 expele el agua necesaria ó superabundante á sus órganos-respiratorios, cuando no quiere emplear la boca para dicho objeto. ^ ^ El color general del animal, es por el lado superior de un gris ceni- ciento, salpicado de manchas irregulares, y por el lado inferior de un blanco mate con varias filas de puntos negruzcos. La coloración ofrece, sin embargo, bastante variedad, según las especies. La cola larga, del- gada y flexible, que puede doblarse y contornearse en diversos sentidos, es agitada por la Raya como un látigo, sirviéndole de arma ofensiva y defensiva. De ella hace uso cuando emboscada en el fondo del mar, y viendo pasar á su alcance los animales de que ha de nutrirse, no quiere , variar de posición ni desembarazarse de las algas y del légamo que la cubren. Entonces, doblando con fuerza y prontitud su cola, alcanza á su víctima, y la hiere ó la mata con las dos puntas rectas y fuertes que en la raíz de dicho órgano existen, y con los aguijones encorvados que erizan su parte superior. Pero las Rayas no siempre permanecen en el fondo del mar, pues á veces se elevan á la superficie, y se alejan de las costas para cazar otros habitantes del líquido elemento. Encorvando entonces su cola y agitando sus aletas, elevan el cuerpo por encima de las olas, dejándose caer de nuevo sobre el agua que se levanta espumante. Guando persiguen su presa, llevan siempre desplegadas sus aletas pectorales, que se asemejan á dos grandes alas, y caen de improviso sobre los animales que persiguen, del mismo modo que el águila se precipita desde lo alto de los aires sobre sus víctimas. Por eso se ha comparado la Raya á la * reina de los aires, al águila. Y en efecto^ las Rayas figuran en el número de los peces más grandes y formidables, como el águila es la más grande y fuerte de las aves. No persiguen á los demás peces más débiles, sino por la necesidad de nutrir su voluminoso cuerpo, y no inmolan víctimas auna crueldad inútil. Están dotadas además de un instinto superior al de los demás peces óseos ó cartilaginosos, y por todas estas razones me- recen con razón el dictado de Águilas del mar, 29 226 Los huevos de Raya tienen una forma singular, y muy distinta de casi todos los huevos de pescado, especialmente de los de los peces óseos. Son cuadrangulares, un poco aplastados y terminados en cada uno de sus cuatro vértices por un pequeño cordón cilindrico. Afectan la forma de unas, bolsas, compuestas de una membrana fuerte y semitrasparente. La Raya se pesca abundantemente en los mares del Norte. Su carne es delicada, y en algunas locaUdades de Europa se aprecia mucho (1). 7.— A continuación insertamos la lista de las especies filipinas más frecuentes, entre las que hasta hoy dia han sido sistemáticamente deter- minadas (2). Clase.— Peces. Orden .—Acantopterigios . Holocentrum riibrum. Forsk. Cnidon chinensis. Müll et Troscli. Serranus smllus. C. et Y. — hexagonatus. Forsk var. — hexagonata et yar. merra. Grammistes orientalis. Schneid. Mesoprion decussatus. O. et V. Ambassis Commersonii. C. et Y. Apogon bifasciatus. Rüpp. Miilhis sp. Upeneoides vittatus. Forsk. — tragula. Kicb. Upeneus malabariciis. C et Y. Crysophris sp. Lethriniis mahsenoides. C. et Y. Pimelepterus tabmel. Forsk. Choetodon oligacanthus. Bleek. Heniocbus macrolepidotus. C et Y. Tetraroge crista-galli. Gthr. Centridermicbtys fasciatus. Heek. Percis cylindrica. Bl. Sillago sihama. Forsk. Pseudochromis adnstus. M. et T. Polynenius paradiseus. C. et Y. Scomber sp. Caranx speciosus. Forsk. Equula fasciata. Lacep. Gobius ornatus. Eüpp. — giuris. B. H. — bynoensis. Eiebards. Periophtalmns Kotílreuterii. Schn. Eleotris ophiocephalus. K. et v. H. — butis. B. H. — muralis. Q. et G. Salarias fasciatus. BL Teutbis vermiculata. K. et v. H. — albo-pnnctata. Scbleg. — virgata. O. et Y. (1) En la obra titulada Topografía médica de las Islas Filipinas, por el Dr. D. Antonio Codorniu y Nieto, se citan po^sus nombres vulgares las siguientes especies filipinas, cuya cla- sificación sistemática nos es desconocida. De agua dulce: Bamboan, Candóle, Bia, Langaray, Arahap Hito, Martinico, Ayunqin. Lisa. De agua salada: Boca-dulce, Laolao, Bunguan, Quitang Dilis, Pescado Visaya, Malacapas, Sapesape, Lapolapo, Espada, Azojo Pámpano, Corhmta, Picuda, Jorobado, Tanguingui, Cachorreta, Hasahasa, Caballa, Samaral, Bacoco blanco, Bacoco moro Talvangan, Gallo de mar, Loro de mar, Papacol, Butbuian, Cabasi, BitUU Bangui, buagan, Dapá, Garropa, Dumpilas, Cabang, Malanay, Mayang, Calasoc, Tulú y Laolao japón. (2) Recomendamos para el estudio de los peces la obra de Güntber, titulada Catalogue of fishes of British Museum.—^ volúmenes. 227 Acanthiirus lineatus. L. Naseus olivaceus. Boland. Anabas scaridens. Dald. — macrocephalus. Bleek. Mugil Kelaarti. Gthr. OphiGephalus striatus. Bl. Amphisile scutata. L. Premnas biaculeatus. Bleek. Pomacentrus fasciatus. C. et V. Glypliidodon septem-fasciatus. C. et Y. — ' (»assiniilis. Glhr. Julis dorsalis. Q. et G. Cheilio inermis. Forsk. Orden . — Anacantinos . Bregmaceros Macclellandii. Thoms. Encheliopliis vermicularis. MüU. Pleuronectes sp. Orden .—Fisostomos . Ciarías nienhofíi. C. et V. Plotosus anguillarís. Bl. Rita manillensis. O. et Y. Exocetus volitans. Ouv. Hemiramphus viviparus. Peters. Dangila sumatrana. Blkr. Clúpea sp. Chafcáeossns ñasus. C. et Y. Symbranchus bengalensis. M'Clell. Anguilla maurítiana. Bennett. — fidjiensis. Gthr. Murcenesox cinereus. Forsk. Ophyclitliys cepbalozona. Blkr. — boro. H. B. — cancrivorus. Rich. Orden . — Lofobranquios . Syngnathus spicifer. Rüpp. Dorychthys caudatus. Peters. — pleurostictus. Peters. Gastrotokeus biaculeatus. Bl. Hippocampus sp. Orden. — Plectognatos. Triacanthus strigilifer. Cant. Balistes verrucosus. L. Tetrodon lunaris. BL Scbn. — sceleratus. Forsk. — inmaculatus. Bl. Schn* — fluviatilis. H. B. — striolatus. Q. et G. Diodon maculatus. Gthr. Orden . — Plagiostomos. Charcharias verus. Cuv. Pristis sp. Raia sp. CAPÍTULO III ANILLADOS J..— Su división en clases. El segundo de los cuatro grandes grupos en que los zoólogos dividen el reino animal, es el de los Anillados ó Entomozo arios, el cual com- prende las clases denominadas Insectos, Miriapodos, Arácnidos, Crus- ' TÁCEOS, Anélidos, Helmintos, Turbela.rios, Gestoides y Rotatorios. B.— Insectos. L Caracteres distintÍTOS.-2. Coleópteros. -Comparación de lo8 coleópteros filipinos con los ■ de los países inmediatos.-Reseña de las familias y géneros más notables.--Eelaoion de las especies características ó encontradas por vez primera en el Archipiélago. -3. Októptbros.- Noticias acerca de algunas familias y géneros.-Relacion de las especies mas comunes.- 4 NEURÓPTEEOS.-Compavacion con los de los países inmediatos.-Dmsion en tres seccio- nes -Caracteres de 'éstas é indicación de las familias y géneros más importantes.-Relacion de las especies más comiines.-5. Himenóptbbos. -División en dos secciones. -Caracteres de éstas y enumeración de algntias familias y géneros.-Relacion de las especies conocidas. - 6 Lepidópteros.— División en dos secciones. -Reseña de las familias y géneros mas nota- bles -Relación de las especies conocidas.-?. Hemípteros, -Comparación con los de los países inmediatos.— División en dos secciones.— Indicación de las familias y géneros más notables. -Relación de las especies conocidas.-S. Dípteros. -Comparación con los do los países inmediatos.-Reseña de las familias y géneros más importantes.-Relacion de las es- pecies conocidas.-9.RipÍPTBROS.— 10. Parásitos.— 11. Tisanuros. l._Los insectos son animales articulados, cuyo cuerpo, recubierto de tegumentos coriáceos y membranosos, se divide en tres partes distin- tas: la cabeza, . provista de dos apéndices llamados antenas, y de ojos y boca de formas muy variables; el tronco ó tórax, que lleva siempre por debajo seis patas articuladas, y frecuentemente por encima dos ó cuatro alas; y el abdomen compuesto de un número variable de segmentos que jamás pasan de diez. 229 Abundantes por lo coman en todas las regiones del globo; lo son mu- cho más en los países cálidos y húmedos, por encontrar en ellos condi- ciones sumamente favorables para su propagación y desarrollo La Fauna entomológica filipina es por esta causa riquísima, distinguiéndose al propio tiempo por la variedad y elegancia de las formas, así como por el tamaño y viveza de colores de las especies. que la constituyen. 2.— El orden Coleópteros (1), el más numeroso de todos los que la clase comprende, consta de aquellos insectos que tienen sus alas superio- res ó élitros más ó menos endurecidos, y recubriendo ó sirviendo de estuche á las inferiores, que son membranosas y se hallan plegadas al través durante el reposo. A semejanza de lo que sucede en los demás grupos zoológicos, la mayor parte de las familias y géneros de los coleópteros filipinos, son idénticas á las de Java, Sumatra, Borneo, Cele- bes, Molucas y parte meridional del continente asiático. Sin embargo, la especialidad de la Fauna filipina es ya más marcada en los insectos que en las clases superiores, pues alcanza á géneros ente- ros que, siendo exclusivos ó casi exclusivos de Filipinas, imprimen á aquella una fisonomía propia. Los géneros que se encuentran en este caso son varios, y algunos de ellos contienen un crecido número de espe- cies. Westwood se vio precisado á crear el genero Scelodonta, siendo, al parecer, igualmente propios de Filipinas los denominados Paghyr- RHYNGHUS, HOMONd^A, PtEROLOPHIA, MiCROLOPHIA, ApROPHATA, DoLIOPS, (1) Los coleópteros recogidos en Filipinas por el Dr. Semper se encuentran distribuidos de la manera siguiente, á no ser que con posterioridad á la fecha de nuestras investigaciones hayan sido cedidos por sus poseedores á otros establecimientos ó personas: Bupkésttdos en el British Museum, London; Melitofilos, E. Higgins., London; Eücnémidos, Cebriónidos y Ripicé- RiDOS, O. A. Dohrn, Stettin; Estafilínidos, Nitidúlidos, Colídidos, Derméstidos, Pyro- CROiDOs y Coccinélidos, Mr. Alexandre Try, London; Cücújidos, Cléridos, Erotílidos y Endomíqüidos, Mr. Gohram, London; Histéridos y Longicornios, Mr. George Lewis, London Crisomélidos, Dr. T. Chapuis, Liége; Elatéridos, Dr. Candéze,lLiége; y los restantes ,Mr. Rene Overthur, Rennes. Los trabajos especiales publicados acerca de los coleópteros filipinos son los siguientes: Relevé des Híspides des iles Philippines, par le Dr. T. Chapuis.— Anuales de la Societé ento- mológique de Belgique. Tom. XIX.— Avril 1876. Relevé des Élatérides des iles Philippines, par le Dr. Candéze.— ídem id. Tom. XVIIL— 1875 Die Cetoniden der philippinischen Inseln, von Dr. Otto Mohnike.— Berlin 1873. Notes on the Buprestidae collected by Prof Semper in the Philippinen Islands, by Edward Saunders. (Transact. Entomol. Soc of. London. 1874.) Acerca de varios insectos filipinos, no sólo del órden[Coleópteros, sino también delosfdemás, recogidos por Cuming, publicó ya Westwood en 1887 un trabajo con el título ccCharacters of new insects from Manilla,» inserto] en las Proceed. Zool. Soc. of London. Tom. V, páginas 127 á 130. ?30 AcRONiA j otros. En cuanto á las especies correspondientes á géneros existentes en los países inmediatos, las diferencias constituyen la regla general. Divídense los Coleópteros en un gran número de familias, que abrazan casi todas esas especies que en el lenguaje vulgar se denominan Escara- bajos. Los de las familias Gicindélidos y Carábidos, son esencialmente carnívoros, y acostumbrados á la caza se alimentan de otros insectos. A este fin están dotados de largas y ágiles patas, abultados ojos y robustas mandíbulas, y ocultos bajo las piedras ó las cortezas de los árboles, divi- san, alcanzan y desgarran sus víctimas con prontitud. Impetuosos y audaces, se les ve con frecuencia atacar á especies mucho más grandes que ellos, mientras que otras veces se valen de la sorpresa y del engaño para conseguir sus fines. Los DiTÍscmos, igualmente carnívoros, son una especie de escaraba- jos negros, que tan pronto se sumergen en el agua, como vuelan ó corren por tierra para atrapar su presa, que consiste en pequeños molus- cos, peces jóvenes, ranacuajos, larvas de insectos y aun pedazos de carne, que chupan con avidez cuando se les arrojan. Las patas posteriores les sirven de remos para moverse en las aguas estancadas, en donde suelen encontrarse, y para respirar, suben á la superficie y levantan la extre- midad posterior de sus alas superiores ó élitros. A diferencia de ellos los GiRÍNiDos prefieren las aguas claras y algo agitadas. Estos insectos son pequeños, negros, viven en numerosa sociedad, y nadan con rapidez describiendo caprichosas curvas, lo que les ha valido el nombre de Tor- niquetes. Lo notable en ellos es la disposición de los ojos, que son dobles, de modo que parecen cuatro. Los inferiores miran al agua y acechají al pescado que avanza hostilmente, mientras que los superiores miran hacia arriba y advierten al insecto de la aproximación de los pájaros. Para escapar de los pescados, el Girino salta fuera del agua y apela á sus alas. Para librarse de los pájaros se sumerge rápidamente. Muy afines á los Girínidos son los Hidrofilidos, los cuales presentan también colores poco variados y casi siempre oscuros, recubiertos de una especie de barniz que los hace lustrosos. Sus patas intermedias y poste- riores, aplastadas á manera de remos, presentan igualmente condiciones muy propias para la natación; más á pesar de esto distan mucho de ser tan ágiles como los Girínidos, lo cual es debido á su forma general. 231 curva, en sentido longitudinal, y al modo de inserción dé sus patas, que no les permite mover simultáneamente las de ambos lados. Esta inferio- ridad orgánica está justificada por la índole de su alimentación. Consis- tiendo ésta principalmente en vegetales, no necesitan gran facilidad de movimientos para procurarse una presa que está siempre á su alcance, mientras que las especies de las familias anteriores, esencialmente carní- voras, deben reunir la agilidad, á la fuerza ó la astucia, para alcanzar una presa^ que trata constandente de escapárseles. Figuran en las familias Estafilínidos é Histéridos, una multitud de especies que se alimentan generalmente de carroñas, estiércoles ó excre- mentos. La naturaleza las ha multiplicado mucho, y les ha dado ese instinto en beneficio general, puesto que están encargadas de limpiar la tierra de los restos inmundos, de los cadáveres putrefactos y de todo lo que los animales de mayor tamaño arrojan ó desdeñan, purificando así la atmósfera y evitando el desarrollo de miasmas que pudieran ser alta- mente perjudiciales. Escasos son, al parecer, en Filipinas los representantes de las fami- lias NlTIDÚLIDOS, TROGOSÍTIDOS y CUCÚJIDOS. La de los Lucánidos es mucho más numerosa. Los insectos que abraza tienen la cabeza horizontal, las mandíbulas salientes por delante de ella y de una longitud igual por lo menos á la mitad de la misma; loí^ pies largos y delgados y el cuerpo ligeramente deprimido. A esta familia per- tenecen varias especies europeas del género Luganüs, que reciben el nom- bre vulgar de Ciervos volantes. Importante por el número, tamaño y belleza de sus especies, es la familia Esgarabéidos, cuyos representantes abundan en todas las regio- nes del globo, y sobre tocio en las comarcas cálidas y cubiertas de bos- ques. Los insectos que comprende presentan gran diversidad en cuanto á su régimen alimenticio, y mientras unos prefieren las materias inmun- das^ otros se alimentan de materias leñosas, hojas, jugos vegetales, etc. Las especies del género Onthophagus son de tamaño bastante considera- ble, suelen presentar colores metálicos, y como algunas especies de otros géneros, llevan en la cabeza ó en el primer segmento del cuerpo prolon- gaciones ó cuernos de diferentes formas. Los Aphodius son de pequeña talla, y lo mismo que los del género anterior se encuentran en los excre- mentos. Las especies del género Melolontha son los insectos llamados 232 vulgarmente Abejorros. Temen el calor y los rayos del sol, manteniéndose durante el dia en la cara inferior de las hojas, y al amanecer ó al oscu- recer es cuando revolotean en torno de ios árboles. Su vuelo es rápido, y durante el mismo producen un ruido monótono, debido al frotamiento de Jas alas. Son además torpes, y tropezando con los objetos caen al suelo* Lo que contribuye á hacer el vuelo de estos insectos pesado y poco duradero, es la necesidad que tienen de hincharse como los globos para poder elevarse. Á este fin, antes de tomar vuelo agitan sus alas durante algunos minutos, y dilatan su abdomen para absorber la mayor cantidad posible de aire* Afines á los abejorros son las especies de los géneros PoPiLLiA y Parast ASIA, quc se alimentan de hojas y suelen presentar brillo metálico. Por su parte, los Getónidos, entre los cuales figuran muchas especies de los géneros Phjedimus^ Diceros^ Goryphogera, Clinteria,, Agestrata, Lomaptera^ Plectrone, Macronota, Glygyphana, AsTRjsA, EuGLYPTA;, Getonia y Callynomes, forman un grupo natural de los más notables, por la belleza de los insectos que comprende y los ricos reflejos de sus cuerpos. Unos tienen colores metálicos de extraordi- nario brillo, y otros tintas aterciopeladas que ofrecen mucha variedad. Estos insectos frecuentan las flores y buscan el sol. Las observaciones hechas por Mohnike, acerca de la distribución de los Getónidos en los archipiélagos de la Malasia, han demostrado que hay gran semejanza entre Java y el Archipiélago filipino, por lo relativo á los géneros y número de especies de dicho grupo que respectivamente contienen, pero esa semejanza no se extiende hasta las especies; por el contrario, estas últimas difieren de tal modo, que sólo hay tres que sean comunes á las Filipinas y á los archipiélagos indianos, á saber: la Lomaptera pupripes, Waterh^ la Macronota regia, Fabr., y la Getonia mandarinea, Weber, qué también se encuentran en las costas indostánicas é inclo-chinas del continente asiático. Al grupo de los Getónidos pertenecen los Goliathus, insectos gigantescos que ha^bitan el África, las Indias orientales y otros países, llegando á veces á tener una longitud de 9 á 10 centímetros. Su color es ordinariamente blanco ó amarillo mate, sin brillo metálico y con manchas de un negro aterciopelado, debidas á un vello espeso de extre- mada tenuidad que se desprende fácilmente. La cabeza de estos enormes coleópteros está ordinariamente recortada ó escotada, y en ciertas espe- cies adornada de uno ó dos cuernos. Las patas son fuertes, robustas y 233 están armadas de acicates, presentando en su arista externa dientes agudos j que dan al animal un aspecto de fiereza, no justificado por sus inofensivas costumbres. Los Goliáts eran sumamente raros en otros tiempos en las colecciones, habiéndose llegado á pagar hasta 500 francos por ejemplar. Hoy se obtienen á bajo precio, procedentes de la costa de Guinea y del cabo de Palmas. En dichas localidades se les ve vagar por las copas de los árboles en busca de las flores, y para cogerlos se dispara sobre ellos con una escopeta cargada de arena, con lo cual caen ai suelo. Dos especies del género Phíedimus hay en Filipinas, que pertenecen al grupo de los verdaderos Goliáts, pero su longitud no pasa de 21 á 23 milímetros. Otro insecto filipino, muy notable, de la familia Escara- béidos , es el Eughirus Dupontiánus, Burm, Su longitud no baja de seis centímetros, y sus patas anteriores son mucho más largas que el cuerpo. Los BupRÉSTiDOS, que presentan formas muy variadas, pues los hay cilindricos, aplanados y elípticos, ovoides, casi triangulares y lineales, no sobresalen por la elegancia ó esbeltez de las mismas, circunstancia debida por una parte á que tienen la cabeza hundida en el cuello, y por otra á que los segmentos anteriores del cuerpo están unidos tan íntima- mente á la base de los élitros, que el animal parece de una sola pieza. Pero si bajo ese punto de vista son inferiores á los demás Coleópteros, aventajan en cambio á todos por el brillo y viveza de colores con que la naturaleza los ha dotado. Unas veces es un matiz de oro pulimentado sobre un fondo de esmeralda, ó una hermosa tinta azul sobre un fondo de oro; otras veces los colores son metálicos, vivos y cortados, y á pesar de esto, combinados de tal manera que no ofenden á la vista más delicada; finalmente, hay especies que, aparte desús bellos colores, están adornadas de hacecillos ó pinceles de pelos que les comunican un aspecto singular. Su tamaño no varía menos que su forma, presentando notables contras- tes. Hay especie que apenas mide dos mihmetros de largo, mientras que en el género Chrysoghroa figura otra que alcanza hasta seis centímetros. La extrema cortedad de las patas, hace que los Bupréstidos anden con dificultad, pero en cambio vuelan con mucha agilidad, sobre todo en tiempo seco y cálido. Sin embargo, cuando se les quiere coger sobre las hojas, las flores ó los troncos de los árboles en que suelen posarse, pre- fieren dejarse caer al suelo más bien que volar, sin que por ello sufran 80 234 daño alguno, á causa de la extraordinaria dureza de sus tegumentos. En Filipinas se encuentran varias especies del género Ghalgorhora, de color bronceado ó cobrizo, del genero Agrilus, de un verde ó azul brillante y de otros varios géneros, sobresaliendo entre ellas la especie denominada Chrysochroa príelonoa, White, notable, como todas sus congéneres de otros países, por su tamaño y la brillantez de sus colores. Concretando nuestras observaciones á las familias más importantes pasaremos á la de los Elateridos, que se diferencian poco en sus formas de los Bupréstidos, pero que vuelan con mucha menos agilidad que éstos. Gomo por otra parte la cortedad de sus patas no les permita huir á la carrera de los enemigos que les persiguen, ni volver á recobrar su posi- ción natural cuando caen de espaldas, serian quizás los insectos peor dotados de medios para evitar los ataques de sus adversarios, si la pre- visora naturaleza no hubiese remediado dicha falta por medio de una organización especial que les permite sustraerse al peligro más inmi- nentCo En la parte inferior del pecho tienen una especie de punta ó esti- lete, que se intrcxiuce en una cavidad existente en el mesosternon, per- maneciendo de este modo mientras el animal está en su posición natu- ral. Cuando se encuentra boca arriba y quiere volver á ponerse sobre sus patas, baja la cabeza y la parte anterior del cuerpo hacia el plano de posic^'on, consiguiendo de este modo que la punta indicada salga de la cavidad del mesosternon en que se encuentra comunmente encajada. En seguida, después de recoger sus patas ai lado del cuerpo, el insecto apro- xima con rapidez el pecho al abdomen, empujando con fuerza y pron- titud, contra el borde de la cavidad indicada, la extremidad de la larga punta torácica, que vuelve á introducirse en aquélla como si fuera un resorte. La cabeza y los hombros, apoyándose con vigor en el suelo, con- tribuyen al propio tiempo con su elasticidad á levantar el cuerpo por el aire. De esta manera el animal salta perpendicularmente, hasta una al- tura que suele llegar á diez ó doce veces la longitud de su cuerpo. Si al dar estos saltos de verdadero acróbata, cae nuevamente de espaldas, vuelve á repetirlos hasta que logra quedar de pié. Esta propiedad es la que ha valido á los Elateridos la calificación vulgar de escarabajos de resorte. En cuanto á su coloración son menos vistosos que los Buprés- tidos, y su alimentación consiste en sustancias vegetales. Uno de los espectáculos más curiosos y sorprendentes en Filipinas es 235 el que ofrecen algunos insectos de la familia Malacodermos, que dotados de fosforescencia y posándose ó revoloteando en grandes bandadas alre- dedor de algún árbol después de anochecer, le revisten caprichosamente de chispas que forman un conjunto admirable. Nada más fantástico, en efecto, que esa iluminación producida por millares de luces de brillo suave y azulado, que se extinguen y reaniman alternativamente, y á veces de un modo acompasado. Tal fenómeno, debido principalmente á los insectos del gónerq Lucióla, es una propiedad que la naturaleza ha concedido á estos pequeños animales, para que el macho y la hembra puedan buscarse mutuamente. Examinando de dia la materia luminosa de estos insectos, no se descubre más que una pulpa amarillenta que no ofrece particula- ridad alguna, porque no contiene un solo átomo de fósforo. Separada del cuerpo del animal deja de brillar al poco rato, y el calor, el oxígeno, el sol, aumentan sensiblemente su lucidez, pero ésta parece depender sobre todo de la vida del individuo ó más bien de su facultad generadora, por- que los insectos de que se trata, brillan tanto más cuanto más dispuestos ^ están á la unión sexual. Terminada esta el brillo se apaga completa- mente, y lo propio acontece poco después de la muerte del insecto, cosa que no sucedería si aquél fuese debido á una materia fosfórica especial, independiente de la vida, ó á una causa puramente química, como sucede en las sustancias minerales ó inanimadas. ' La familia Gurguliónidos, una de las más numerosas y naturales del orden Coleópteros, cuenta en Filipinas con un crecido número de espe- cies, entre las cuales hay muchas características. Los Curculiónidos, entre los cuales figuran los gorgojos que atacan al trigo y otros cereales, se distinguen de los demás Coleópteros por su cabeza prolongada en una especie de trompa, de forma y longitud variable, ya recta, ya curva, al extremo de la cual se encuentra la boca, tanto más pequeña cuanto más aguzada es aquélla. La forma de estos insectos varía mucho, pues unos son estrechos y alargados, mientras que otros son ovoides ó globu- losos, pero en general todos están organizados más bien para trepar y agarrarse á los cuerpos en que se encuentran que para andar por super- ficies planas; así es que su marcha es muy lenta, y como no pueden es- capar del peligro por la huida, al propio tiempo que la mayor parte de ellos están desprovistos de alas, ó si las tienen hacen poco uso de las mismas, la naturaleza les ha dotado de tegumentos extremadamente me duros que les sirven de defensa contra los ataques de sus enemigos. Por lo demás nada tienen que envidiar á los insectos más bellos, en cuanto á la variedad y brillantez de colores. Bajo este último punto de vista, uno de los géneros más sobresalientes es el denominado Paghyrrhynghus, característico de Filipinas ó al menos casi exclusivo de las Islas, en las cuales cuenta ya con 27 especies, notables por sus élitros esféricos y el cuerpo negro, cubierto de escamas diamantinas dispuestas en dibujos ó reunidas en fajas. Semejantes á estos insectos son los del genera Apogyr- TUS, del cual han sido ya descritas 31 especies filipinas. Los géneros Gataghjíinus y Pyroops, por el contrario, no cuentan más que con una sola especie cada uno, sin que tengan representantes en ningún otro país. Del género Gyrtotraghblus se conocen sólo dos especies, de las cuales una es de China y otra de Filipinas; y las del Siteutes no ascien- den más que á cuatro, á saber: una filipina y tres del Cabo de Buena Esperanza. El género Rhyngophorus se compone de especies de gran tamaño, negras y aterciopaladas ó de color parduzco, y á veces con man- chas ó líneas rojizas, que viven en las palmeras. Los EscoLÍTiDOS, que destruyen la corteza de los árboles vivos ó habi- tan en las maderas en descomposición, están representados en FiUpinas por los géneros Crossotarsus y Platypüs. Los Bréntidos y Antotribidos abrazan un corto número de especies; pero mucho más importante que todas éstas, es la familia Cerambícidos, una de las más licas hasta ahora en especies flUpinas. Los insectos que abraza son generalmente de gran tamaño, de formas esbeltas, de antenas muy largas, sobre todo en los machos, y de patas proporcionadas á la longitud del cuerpo,; de lo cual resulta cierta armonía en la estructura general de estos animí^les, que agrada á la vista, aun prescindiendo de los vivos y brillantes colores que suelen ostentar. Los ojos son escotados para recibir la base de las ante- nas, cuando el insecto tiene por conveniente aplicarlas á su espalda. El cuello está guarnecido á veces de tubérculos, ya redondeados, ya termi- nados en una punta. A pesar de su^' largas patas andan con bastante torpeza, pero en cambio vuelan con facilidad, y para ello inclinan sus antenas hacia delante, conservándolas en la misma línea del cuerpo, para que sirvan á éste de contrapeso. Como el punto de inserción de sus alas está muy próximo á la cabeza, el cuerpo no podría sin dicho contra- peso, mantenerse en posición horizontal durante el vuelo. Los Gerambí- 237 oídos Yiven en los árboles enfermos, chupando el líquido que fluye de los troncos ulcerados, ó sobre las flores, cuyo néctar disputan á otros muchos insectos. El tipo de la familia lo forman las especies del género Cerambyx, que en Europa se encuentran, y que reciben vulgarmente el nombre de Capricornios. Entre las especies filipinas hay muchas notables. Los géne- ros HoMONOEA, Pterolophia y MiGROLOPHíA, fuudados por Newman, no se han encontrado hasta ahora en ningún otro país, y cuentan respecti- vamente siete, diez y tres especies. El género Doliops, creado por West- vfood, es igualmente filipino, y consta de dos especies. En el denominado Geresium no hay más que especies filipinas y de Nueva Holanda, y en todos ellos, así como en los demás hasta ahora conocidos, figuran muchas especies sobresalientes por sus matices ó su talla. Bajo el primer con- cepto descuellan los Gallichroma de vivos y brillantes colores, y los Clytus, cuya librea es de un negro aterciopelado, con fajas ó manchas amarillas ó blancas. Por su tamaño se distinguen, entre otras especies, las del género Batogera, que frecuentan los árboles del género Ficus, fijándose á sus ramas tan sólidamente, que no es posible desprenderlos sino por medio de fuertes sacudidas. Su vuelo es en línea recta, y por su gran talla parecen pequeños pájaros. Los Crisomélidos son insectos de pequeña ó mediana talla, de cuerpo grueso, ovalado y cabeza escamosa, redondeada y provista de antenas muy cortas, los cuales suelen estar adornados de hermosos colores de oro, rojo-cobrizo, bronce, verde-metálico, azul oscuro, azul celeste, violeta y nacarado. Todos son filófagos, viven en grandes grupos, y permanecen durante el dia en reposo, fijos en las hojas ó tallos, ó al pié de las plantas que escogen con preferencia. Su marcha es lenta y poco segura. Cuando se les coge, despiden por la boca un líquido rojizo abundante, ponen tiesas las patas y permanecen inm.óviles como muertos. En esta familia hay por lo menos un género exclusivo de Filipinas; tal es el llamado *ScELODONTA. Los iüsectos del género Cassida, vulgarmente llamados Escarabajos-tortugas^ tienen la cabeza pequeña y deprimida, el cuerpo estrecho y aplastado por debajo, las patas cortas y rectractiles, quedando todo oculto por la prolongación ó reborde de los élitros y de los segmen- tos anteriores, que en conjunto forman una especie de coraza ó concha, bajo la^cual queda el animal escondido. Las especies de las familias Erotílidos y Endomiquidos no ofrecen 298 particularidad alguna digna de mención. Los Gogginblidos son esos pequeños insectos tan comunes y vulgamente llamados Mariquitas^ que tienen el cuerpo hemisférico, más ó menos ovalado ó redondeado, lam- piño, lustroso y finamente punteado. Sus élitros suelen ser rojizos con puntos negros ó manchas rojas, pardos con gotitas blancas, ó también blanquecinos ó negros, amarillos con puntos negros, etc. Estos insectos andan con agilidad y vuelan con rapidez, sobre todo durante los grandes calores. Persiguen á los pulgones y causan grande estrago entre estos hemípteros afldios. Para completar las noticias expuestas acerca de los Coleópteros fili- pinos, insertamos á continuación una lista que contiene la mayor parte de las especies hasta el dia clasificadas y descritas: Orden.— Coleópteros í*). Familia 1.^ — Cicindélidos. Cicindela Clara. Schaum. — conicollis. Schaum. — conspicna. Schaum. — excisa. Schaum. — - fugax. Schaum. — • lacrymosa. Dej. — macilenta. Schaum. — mandibularis. Schaum. — melanopyga. Schaum. — nana. Schaum. — terminata. Dej. — virginea. Schaum. Therates coracinus. Erichs. — fasciatus. Fabr. yar. — vigilax. Schaum. — Semperi. Schaum. — spectabilis. Schaum. Tricondyla brunnipes. Motsch. — cavifrons. Schaum. Tricondyla conicicoUis. Chaud. — cyanipes. Eschtz. — ovicollis. Motsch. — planiceps. Schaum. — punctipennis. Chevrol. — ventricosa. Schaum. Collyris acrolia. Chaud. — albitarsis. Erichs. — plicata. Schaum. — speciosa. Schaum, — Waterhousei. Chaud. Familia 2.*— Carábidos. Pheropsophus ambiguus. Dej. — fumigatus. Dej. Physodera Dejeani. Eech. Coptodera gilvipes. Dej. Catascopus sequatus. Dej. Morio luzonicus. Chaud. Scarites mancus. Bonell. (1) Esta lista tiene por base el Catalogus Coleopterorum hucusque descriptorum synonymicus et systematicus^ del Dr. Gemminger et B. de Harold, adicionado con las especies indicadas en otras obras. Si bien no constan en ella absolutamente todas las especies filipinas conocidas, abraza al menos la mayor parte de las mismas, y sobre todo las encontradas por primera vez ó exclusiva- mente en las Islas. 239 Scarites semirugosns. Chaud. Clivina castanea. Westw. Chlaenius aeruginosus. Chaud. — guttatus. Eschsch. •— hamatus. Eschsch. — Inzonicus. Chaud. Systolocranius 'sulcatus. Eschsch. Amblygnathus philippensis. Chevrol. Anisodactyluslntermedius. Dej. Dioryche laticeps. Dej. PlatynuB laetus. Erichs. Familia 3.^ — Ditíscidos. Laccophilus decoratus. Bohem. — posticus. Aubé. Trogus olivaceus. Bohem. — scapularis. Eschsch. Hydaticus bihamatus. Aubé. — Leander. Eossi. — luzonicus. Aubé. Familia 4.*— Girínidos. Orectochilus discus. Aubé. Familia 5.^— Hidrofílidos. Hydrophilus resplendens. Eschsch. Berosus pubescens. Muís. Cyclonotum rubripes. Bohem. Familia 6 /-—Estafilínidos. Paederus intermedius. Bohem. Familia 7/— Pseláfidos. Familia 8.^— Gnóstidos. Familia 9/— Paúsidos. Familia 10.— Escidménidos. Familia 11.— Sílfidos. Familia 12.— Tricopterígidos. Familia 13.— Escafídidds. Familia 14.— Histéridos. Hololepta manillensis. Mars. Platysoma lucífugum. Mars. -— striatiderum. Mars. Hister'Faldermanni. Mars. Paromalus oceanitis. Mars. Saprinus auricoUis. Mars. Familia 15.— Falácridos. Familia 16.— Nitidúlidos. Somaphorus ferrugineus. Murray. Triacanus apicalis. Erichs. Familia 17.— Trogosítidos. Peltis squamata. Eschsch. Familia 18.— Colídidos. Familia 19.— Risódidos. Familia 20.— Cucújidos. Dendrophagus suturalis. White. Nausibius intermedius. Smith. Familia 21.— Criptofágidos. Familia 22.— Derodóntidos. Familia 23.— Latrídidos. Familia 24. — Ótnidos. . Familia 25.— Micetofágidos. Familia 26.— Toríctidos. Familia 27. — Derméstidos. Familia 28.— Bírridos. Familia 29.— Georísidos. 240 Familia 30— PárnidosL, Familia 31. — Heterocéridos. Familia 32. — Lucánidos. Odontolabis dux. Westw. — Sommery. Parry. Cladognatlius cavifrons. Hope. — dorsalis.. Erichs. — lateralis. Hope. — occipitaHs. Hope. — vittatus. Deyr. Cyclophtlialmus affinis. Parry. Dorcus cribriceps. Chevrol. — Titanus. Boisd. Gnaphaloryx parvulus. Hope. Aegus philippinensis. Deyr. Nigidius lasvicoUis. Westw. — forcipatus. Westw. Figulus angiistatns. Eschsch. — laticoUis. Eschsch. — Manillarum. Hope. Aulacocyclus comatus. Kaup. Leptaulax basalis. Smith. — Thoreyi. Kanp. Macroliniis Duibenyodei. Kaup. Weberi. Kaup. Aceraius insequalis. Burm. Familia 33. — Escarabéidos. Onthophagus babirussa. Eschsch. ■ — praedatus. Harold. — terminatus. Eschsch. Aphodius crenatus. Harold. — sexdentatus. Eschsch. — obsoletus. Fabr. — cincticoUis. Dalman.* — binotatus. Dalman. — sinuatus. Harold. Phaeochrous philippinensis. Westw. Sérica fugax. Erichs. — philippinensis. Blanch. Lepidiota pruinosa. Burm. — punctum. Blanch. Leucopholis irrorata. Cheyrol. — Manillse. Eedtenb. . Leucopholis philippinica. Burm. — pulverulenta. Biirm. Melolontha Manillarum. Blanch, — sulcipennis. Gasteln. Euchirus Dupontianus. Burm. Anómala anoguttata. Burm. — atrocyanea. Burm. — chalcoptera, Burm. — chalyba3a. Burm. — chloropyga. Burm. — corruscans. Cheyrol. — dasypyga. Burm. — encausta. Candéze. — exarata. Burm. — Eydouxi. Blanch. — fulvescens. Candéze. — humeralis. Burna. — Leotaudi. Blanch. — nitidissima . Blanch . — obesa. Candéze. — picturata. Candéze. — planata. Candéze. — prasina. Burm. — relucens. Harold. — smaragdina. Eschsch. — sulcatula. Burm. Popillia semula. Newm. — cetrata. Newm. — pilifera. Burm. — relucens. Blanch. — sculpta. Newm. Parastasia bipunctata» Westw. — discolor. Westw. — nigriceps. Westw. •— rubrotessellata. Blanch. Ador etus luridus. Blanch. — ranún culus. Burm. — nmtabilis . Honabr . et Jacq. Heteronychus pauper. Burm. Trichogomphus Milon. Oliv. Xylotrupes dichotomus. L. — phorbanta. Oliv. — pubescens. W^aterh. Chalcosoma Atlas. L. (Lámina S,^), Phaedimus Cumingi. Water h. — Jagori. Gerstaeck. Heterorrhina confusa. Westw. — Mac Leayi. Kirby, 241 Heterorrliina ornata. Hope. Corypliocera simillima. Mohn. — paupera. Mohn, Cliíiteria formosa. Mohn. Agestrata Lnzonica. Eschsch. — Semperi. Mohn . Lomaptera cupripes. Waterh. Plectrone nigrocoerulea. Waterh. Macronota regia. Fabr . — philippinensis. Waterh. — vidua. Wall. — propinqua. Mohn, — Mindanaoensis. Mohn. — ahdominalis. Mohn. — tricolor. Mohn. — ju cunda. Mohn. — sponsa. Mohn. — pilosa. Mohn. — gratiosa. Mohn. — gnttulata. Wall. — higubris . Mohn . — flavopunctata. Blandí. Glycyphana rubromarginata. Mohn. — aethieBsida. White. — pulcherrima. Mohn. — rubroscntellari% Mohn . — ■. cuciüus. Burm. — vernalis. Wall. — robusta. Mohn. — francolina. Burm.- Astraea margaritacea. Mohn. — biguttulata. Mohn. — tigrina. Mohn. Euglypta megaspil ota. Wall. — atlenuata. Mohn. -— biplagiata. Mohn. — multiguttata. Mohn. Cetonia mandarinea. Web. ^- arrogan s. Wall. — naultiguttulata. Mohn. — coeruleosignata. Mohn. — irrorata. Wall. — procera. White. — bifenestrata. Cheyrol. — dubia. Wall. — ferruginea. Eschsch. — dücalis. Mohn. — papalis. Mohn. Cetonia lencogramma. Mohn. — plebeja. Mohn. — lineata. Mohn. — flavo- variegata. Mohn. — ambigua. Chevrol. — querula. Newm. — philippensis. Fabr. — ' purpurissata. Mohn. — Bremei. Scham. — Guerini. Eydoux et Soul. — Kogeri. Dupont. — anovittata. Chevrol. — Sátrapa. Mohn. — chlorotica. Burm. — Manillarum. Chevrol. — venerabilis. Mohn. — - Boholica. Mohn. ■— compacta. Mohn. — temiicollis. Mohn. — moerens. Mohn. — in certa. Mohn. Callynomes niveo-sparsa. Westw. Familia 34.— Btipréstidos. Catoxantha opulenta. Gory. — nigricornis. H. Deyr. Chrysochroa Semperi. E. S. > — praslonga. White. -— chrysura. Gory. Iridotíenia cupreo-marginata. E. S. — trivittata. E. S. .. — sulcifera. E. S. Chrysodema flavicornis. E. S. — philippinensis. Lap et Gory. — Deyrollei. E. S. — Dohrnii. E. S. — eximia. Lap et Gory. — interccstata. E. S. — purpureicollis, E. S. '— adjuncta. E. S. — variipennis. E. S. — próxima, E. S. — smaragdula. Oliv, Dalmannii, Mann. — Rouxii. Lap et Gory. — antennata. E. S. Evides Wallacei. Thoms. 31 242 Bicercomorphá mutabilis. E. S- -— albosparsa. Lap et Gory. — inaeqiíalivS. H. Deyr. — viridula. Oliv. Pcecilonota Semperi. E. S. Castalia obsoleta. CheTrol. Ptosima indica. Cast et Gory. Acm^eodera stictipennis. Lap et Gory. Belionota sagittaria. Eschsch. •— fallaciosa. H. Deyr. Chrysobothris pictiyentris. E. S. — octonotata. E. B. — philippinensis. E. S. — ventralis. E. S. — ccelestis. E. S. Coroebiis Cisseoides. E. S. — piillatris. E. S. — melibíBiformis. E. S. — hastanus. Lap et Gory. Cryptodactyhis philippinensis. E. S. ^ Toxocekis rugicollis. E. S. Sambns anricolor. E. S. — lugnbris. E. S. Agrilus occipitalis. Eschsch. — :^^ ajqnicollis. Eschsch. — ornatus. H. Dejr. — acutus. Thiinb. — > Semperi. E. S. — riibifrons. H. Deyr. — abdominalis. E. S. — nigro-cinctus. E. S. — inqninatus. E. S. — pilicauda. E. S. — pulcher. E. S. — vilis. E. S. Trachys princeps. E. S. --— dubia. E. S. Familia 35.— Trixágidos. Familia 36.— Monómmidos. Monomma Philippinarnm. Thoms. Familia 37. — Eucnémidos. Familia 38. — Elatéridos. Agrypnus bifoveatns. Cand. — tomentosns. Fabr. Adelocera modesta. Boisd. — Luzonica. Cand. Lacón molitor. Cand. — dorcinus. Cand; — cervinus. Erichs. — apodixus. Cand. — spurens. Cand. Alans podargus. Cand. — superbus. Cand. — lacteus. Fabr. — nebnlosiis. Cand. — scytale. Cand. — Semperi. Cand. — brevipennis. Cand. Campsosternus Eschscholzi. Hope. — Proteus. Hope. — rutilans. ChevroL Heteroderes triangularis. Eschsch. Oxynopterus mncronatus. Oliv, Psephus philippinensis. Cand. Simodactylus cinnamomeus. Boisd. Anchastus rufangula. Cand. Drasterius ÍDsularís. Cand. Megapenthes diploconoides. Cand. — junceus. Cand. — inconáitus. Cand. — opacipennis. Cand. — inflatus. Cand. — angulosas. Cand. — nigricornis. Cand. Melanaxanthus melanocephalus. Thiinb. — promecus. Cand. — bipartitas. Cand. — exclamationis. Cand. — approximatus. Cand. — rhomboidalis. Cand. — terminatns. Cand. — decemgnttatus. Cand. — sextns. Cand. — infimus. Cand. — zebra. Wied. Cardiophorus luzonicus. Eschsch. — fasciatus. Cand. — inconditus. Cand. — spernendus. Cand. Diplocomis ciprinus. Cand. — erythronotus. Cand. — cervinus. Cand. Diplocomis umbilicatiis. Gand. -— augustieollis. Cand. — politus. Cand. — consanguineus. Cand. Melanotus plogosus. Cand. — ebeninns. Cand. — pisciculus. Cand. Corj^mbites hizonicus. Cand. Aphanobius longicollis. Escliscli. — longus. Cand. Agonischius tusiformis. Cand. — brevicollis. Cand. — basalis. Cand. — marginatus. Cand. Glyphonix posticus. Cand.* — erraticus. Cand. Familia 39.-— Gebriónidos. Familia 40.— Ripidocéridos, Familia 41.— Dascilidos. Familia 42.— Malacodérmidos. Calopteron piiosicorne. Blaíich. Lucióla apicalis. Eschsch. — plagiata. Ericbs. Lucióla infuscata. Erichs. — prseusta. Eschsch. Cratolarapis flavicollis. Motsch. Tylocerus atricornis. Guer. Telephorus flavifemoralis. Blanch. — granulipennis. Bohem. Ichtbyurus'Dohrni. Fairiu. — Semperi. Pairm. Malachius rufiyentris. Eschsch. Familia 43.— Gléridos* > CladiscuB strangulatus. Chevrol. Tilius bifasciellus. White. — picipennis. Westw. Omadius javanus. Dej. — Kamelianus. White. Tenerus cyanopterus. Spin. Familia 44. — Limexilónidós, 243 Familia 45.— Gupésiaos. Cupés mucidus. Chevrol. Familia 46.— Ptinidos. Familia 47. — Bostríchidos. Familia 48. — Cióidos. Familia 49. — Trictenotómidos. Familia 50. — Tenebriónidos. Ethas carinatus. Eschsch. Hopatrum adpressum. Gerni. Alphitobius manillensis. Falderm. Toxicum flavofemoratum. Eedtenb. Upis rotundicolhs . Casteln. Scot£eus splendens. Lacord. Tetraphyllus Latreillei. Casteln. Strongylium foyeolatum. Máklin. — gravidum. Maklin. Lophocnemis amabilis. Maklin. Familia 51. — Niliónidos. Familia 52.— Pítidos. Familia 53.— Melándridos. Familia 54.— Lágridos. Lagria ionoptera. Erichs. Familia 55.— Pedílidos. Familia 56.— Antícidos. Familia 57. — Pirocróides. Familia 58.— Mordélidos. Familia 59. — Ripidofóridos. ,, Emenadia nasuta. Thunbg. Familia 60.— Melóidos. Familia 61 . — Edeméridos . Familia 62.— GHrculiéoidos. Hypomeces snturalis. Ohevrol. Pachyrrhynchus Ohevrolati. Eydoux. -— chlorolineatus. Waterh , — confinis. ChevroL — Cumingi. Waterh. — decussatus. Waterh. — elegans. Waterh. — Erichgoni. Waterh. — Eschscholtzii. Waterh. ■— gemmans. ChevroL — gemmatus. Waterh, — inornatns. Waterh. — jngifer. Waterh. -— latifasciatus. Waterh. •— monilifer. Gerai. — multipunctatus. Waterh. — orbifer, Waterh. — • perpulcher. Waterh. — phaleratiis. Waterh. — reticulatms. Waterh. — roseomaculatus. Waterh. — rufopunctatus. Waterh. — rugicoUis. Waterh , -™ Schonherri Waterh. — speciosus. Waterh. — striatus. Waterh. — yenustus. Waterh. — Waltoni. Bohem. Apocyrtus acutipennis. Waterh. — adspersus. Waterh. — bifasciatus. Waterh. — bispinosus. Waterh. — Chevrolati. Waterh. — coeruleonotatus. Waterh. — concinmis. Waterh. — coniciif?. Bohem. — cuneiformis. Waterh. — derasus. Bohem. — elegans. Waterh. — Erichsoni. ChevroL — geniculatus. Waterh, — Germari. Waterh. — Hopei. Waterh. 244 Apocyrtus immeritiis. Bohem. ■— impixis. Erichs. — inflatus. Erichs. — metallicus. Waterh. — nanus. Waterh. — picipennis. Waterh. — profanus. Erichs. — pulvernlentus.' Waterh. — quadrulifer. Waterh. — ruficollis. Waterh. — rufescens. Waterh. — rnfipes. Waterh. — Schonherri. Waterh. — subcuneiformis. Waterh. — subfasciatiis. Bohem. — subquádrulifer. Waterh. Sitexites Ingiibris. Bobera. Trigonops cyanipes. ChevroL Sphíeropterns eloiigatus. Blaiich. — granosas. Bohem. — ostentatiis. Gylh. — " setipennis. ChevroL — Waltoni. Bohem. Pyrgops inops. Bohem. Psomeles irroratus. Eydoux. Otiorrhynchus fuscofemoratus. ChevroL Episomns lentus. Erichs. Phytoscaphus asticolhs. Bohem. Catachgemis circulus. Eydoax. Píepalosomus pistrinarius. Shonh. Synophthalmus crucifer. Gylh. Rhynchites philippensis. ChevroL — manillensis. Westw. Minyrus exaratiis. Bohem.- Alcides Burmeisteri. Bohem. " — leucospilus. Erichs. — Semperi. Pascoe. — ^ Waltoni. Bohem. Desmidophorus Cumingi. Bohem. Apotomorrhinus submaculatus. Bohem. Literius instabilis. Bohem. Cyrtotrachelus lar. Erichs. Rhynchophorus ochreatus. Eydoux. — Pascha. Bohem. Poteriophorus imperatrix. Whiíe. , Oxyrrhynchus philippinensis. Waterh. Sipalus misumenus. Bohem. Rhyncolus deplanatus. Erichs. 245-' Familia 63.— Escolítidós. Orossotarsus Lecontei. Chap. Platypus lepidus. Ohap. — " setaceus. Ghap. — turbatns. Chap. Familia 64. — Bréntidos. Calodromus Harrisi. Schonh. Cyphagogus Whitei. Westw. Hormocerus scrobicollis. Bohení.- Heteroplites crytlioderes. Bohem. Familia 65.— Antotríbidos. Hylopemon tessellatus. Ericlis. Mycteis marginicoUis . Pascoe. Nessiara Mstrio. Pascoe. Eucorymus setosulus. Pascoe. Araeocorymus Cumingi. Jekel. Familia 66. — Gerambicidos. Macronota absurda. Newm. — Luzonum. Fabr. Ehaphidopodus Manillee. Newm. Nortia cayicollis. Thoms. Neocerambyx indutus. Newm. Plocederus fulvicornis. Gruer. Hoplocerambyx spinicornis. Newm. Lachnopterus auripennis. Newm, Pacbydissiis holosericens. Fabr. Stromatium longicorne. Newm. Gnatholea stigmatipennis. Wbite. Ceresium íetbiops. Newm. — immite. Newm. — raripilum. Newm. ' — simplex. Gylh. Prothema leucaspis. Chevrol. Callichroma accensiim. Newm. — addietum. Newm. — Phaethusa. White. — rugatum. Newm. — semiignitum. Chevrol. Leontium thalassinum. Thoms. Polyzonns' bifasciatus. Newm. Ipothalia femorata. Pascoe, Cly tus protogenes , NewM * — Phidias. Newm. — iucanus. Newm. Arcyophorus semichlatratus. Chevrol. Ehaphuma quadricolor. Lap et Gory. Sclethrus amcBnus. Gory. Epipedocera lunata. Newm. Cleormenes dihammaphoroides. Thoms. Acrocyrta lineóla. Chevrol. — púdica. Newm. Eurycéphalus nigripes. Oliv. Democles immunda. Newm. Xyloteles discordans. Newm. Anoplophora Lucipor, Newm. Diocharés ambigenus. Chevrol. — impluviatus. Pascoe. Monohammus Antenor. Newm. — Bianor. Newm. — triangularis. Newm. — Marcipor. Newm. — pra3torius. Newm. — Rhetenor. Newm. Cereopsius luctor. Newm. — queestor. Newm. Planodes quaternarius. Newm. Pharsalia Agenor. Newm. Agnia casta. Newm. — clara. Newm. Hispomorpha hórrida. Newm. Achthophora alma. Newm. — .tristis. Newm. Batocera Aphetor. Newm. — Mniszechi. Thoms. — Numitor. Newm. — pulchellator. Westw. — rixator. Newm. Gnoma jugata. Newm. Cacia aspersa. Newm. — spinigera. Newm. Agelasta mystica. Pascoe. — tétrica. Newm. Homonoea aliena. Newm. — bilinea. Newm. — fornicata. Newm. — longimana. Westw. — paunosa. Newm. — patrona. Newm. — praícisa. Newm. 246 Heterochtomorpha simplex. Lacón . Ichthyodes bignttulata. jSíewm. Habryna coenosa. Newm. — comosa. iSTewm. Euclea albata. Newm. — capito. Pascoe. — irrorata. Newm. • — mesoleuca. Pascoe. PterolopLia bigibbera. Newm. — " camura. Newm. — commixta. Newm. — digesta. Newtn. — hy brida. Newm. — jacta. Newm. — ignobilis. Newm. — imbuta. Newm. — immista. Newm. — yitticollis. Newm. Microlophia dentipes. Newm. — ignara. Newm. — pellucida. Newm. Apropbata eximia. Newm. — fausta. Newm. — Newmani. Westw. — notha. Newm. — ocellifera. "Westw. — Semperi. Westw. Dolio]ps curculionoides. Waterh. — geométrica. Waterh. Acronia perelegans. Westw. Stbenias varins. Oliv. Apomecyna proba. Newm. Plocia mixta. Newm. — notata. Newm. Mimomorpha clytiformis. Newm. Pacbypeza trivittata. Newm. Hippopsis camuripes. Newm. Tetraglenes insignis. Newm. Epaphra valga. Newm. Spbenura albonotata. Newm. — Aphrodite. Thoms. — Astarte. Thoms. — cinérea. Thoms. — colobotheoides. Thoms. — concinna. Newm. — coryphoea. Thoms. — cylindrepomoides. Thoms. — exculta. Newm. Sphenura glauca. Newm. — Kraatzi. Thoms. — lepida. Newm. — lincella. Thoms. — Insoria. Pascoe. — lycoris. Thoms. — mágica. Thoms. — maura. Pascoe. — regularis. Newm. — severa. Thoms. — stellata. Thoms. — suavis. Newm. — varifascia. Thoms. — versuta. Newm. Nupserha ustulata. Erichs. Oberea demissa, Newm. — macilenta. Newm. — seminigra. Chevrol. Astathes basalis. Thoms. — bigemmata. Thoms. — casta. Thoms. — gallerucoides. Thoms. — lUigeri, Thoms. — Kraatzi. Thoms. — Sevis. Newm. — Mniszechi. Thoms. — perplexa. Newm. — puncticolHs. Thoms Eustathes flava. Newm. Phaea dapsilis. Newm. — dibeta. Newm. Familia 67. — Brúquidos. Familia 68.— Grisomélidbs. Lema cyanoptera. Lacord. — torulosa. Lacord. Crioceris nucea. Lacord. Temnaspis Gumingi. Westw. — Westwoodi. Baly. Cryptocephalus laevissimus. Suffr. Dermorrhytis philipinensis. Baly. Nodostoma Camingi. Baly. Scelodonta curculionoides. Westw. Heteraspis philippinensis. Baly. Ehyparida lateralis. Baly. Chrysopida attelaboides. Erichs. 247 Chrysopida festiva. Baly. — insignis. Baly. — murina. Baly. Colasposoma Cumingi. Baly. — distinctum. Baly. — viridifasciatum. Motsch. Corynodes Cumingi. Baly. — indigaceus. CheYrol. — longicornis. Baly. — Buaveolüs. Marsh. — Waterhousei. Baly. Colaspoides philipinensis. Baly. Plagiodera aerea. Eydoux. Nisotria gemella. Erichs. Phyllotreta decora. Bohem. — elongatula. Bohem. — prolixa. Erichs. Sebaethe badia. Erichs. — contracta. Erichs. Eneamera thoracica. Baly- Oídes philippinensis. Bohem. Aulacophora ambnsta. Erichs. Galerucella philipinensis. Bohem. Monolepta concolor. Bohem. — hasmorrhoidahs. Fabr. — rubrosignata. Bohem. Callispa Cumingi. Baly. — nigricornis. Baly. — duodecim-maculata. Chapuis. Hispodonta nigricornis. Baly. — Semperi. Chapuis. — tarsata. Chapuis. Oxycephala depressa. Baly. Botryonopa imperialis. Baly. — cyanoptera. Baly. — purpurascens. Chapuis. Anisodera thoracica. Chapuis. — parallela. Chapuis. — lucidiventris. Guer. Hispopria foveicollis. Baly. — crenata. Chapuis. — punctatissima. Chapuis. — bipunctata. Baly. — * geniculata. Baly. Promecotheca Cumingi. Baly. — scorpio. Thoms. — * cyanipes. Erichs. — octo-striata. Chapuis. Gonophora apicalis. Baly. Distolaca apicalis. Baly. — bimaculata. Chapuis. Oncocephala bicristata. Chapuis. — callicanthus. Bates. Hispa cladophora. Guer. — paliaita. Chapuis, — ivittulba. Chapuis. — puberula. Chapuis. — infuscata. Chapuis. Platypria longispina. Chapuis. — subopaca. Chapuis. Prioptera binotata. Bohem. — octopuntulata. Bohem: — quadrisignata. Bohem. — sinuata. Oliv. Megapyga coeruleomaculata. Bohem. — eximia. Bohem, — terminaHs. Bohem.. Aspidomorpha amplissima. Bohem. — bilobata. Bohem. — biradiata. Bohem. — orbicularis. Bohem. — quadrilobata. Bohem, — subcruciata. Bohem. Cassida quinquemaculata. Bohem. Coptocycla Westringi. Bohem. Familia 69. — Langúridos. Callilanguria luzonica. Crotch. Languria convexicoUis. Bohem. Familia 70.— Erotilidos. Encaustes cinctipes. Lacord. Episcaphula philippinarum. Lacord. Episcapha antennata. Crotch. Aulacochilus mediocoeruleus. Bedel. — propinquus. Lacord. ^ — quadrisignatus. Guer. Familia 71.— Endomíquidos. Amphisternus sanguinolentus. Gorh. Spathomeles darwinista. Dohrn. Eumorphus convexicoUis. Gerstseck. — Murrayi. Gorh. Eumorphiis Thomso'ni. Gork. Eucymon régalis. Gorh. kStenotarsus leoninus Gorh. — philippinarum. Gorh — tábidas. Gorh. Panomcea cocciníBllina. Gerstgeck. Thelgetrum ampliatum. Gorh. Trochoideus Desjardinsi. Gner. Familia 72.— Coccinélidos. Coccinella philippinensis. Chevrol. Sy n ony cha versicolor . Fabr. 248 Docimocária Cumingi, Muís. -— insignis. Crotch. Coelophora oculata. Muís. — meiidax. Dej. — Newporti. Muís, Neda Billar dieri. Crotch. Leis manillana. Muís. — Paulince. Muís. Scymnus binotulatus. Bohem. Epilachna'diffinis. Eydoux. Familia 73. — ^^Goriíófidos. Familia 74.-— Flatipsílidos. 3.— El segundo orden de la clase Insectos es el de los Ortópteros (1)^ animales que tienen la boca dispuesta para la naasticacion, cuatro alas, de las cuales las dos inferiores están plegadas á lo largo durante el reposo bajo las superiores que son semi-membranosas, el cuerpo menos consis- tente y más prolongado que los coleópteros, y las patas terminadas casi siempre por dos ganchos ó uñas. Poco abundante en especies es con relación á los demás de la clase el orden Ortópteros; pero en cambio los individuos de algunas especies se desarrollan a veces en incalculables cantidades. Filófagos en su mayor parte, constituyen un verdadero azote paradla agricultura, destruyendo las cosechas con una rapidez asombrosa. Sus formas suelen ser raras y su talla muy considerable. Los FoRPiGüLiDOS, vulgarmente conocidos con el nombre de Tijeretas^ por las pinzas en que termina su abdomen, son los ortópteros que más se aproximan á los coleópteros y especialmente á los Estafilínidos, pues como éstos tienen el cuerpo largo y estrecho, los élitros sumamente cor- tos, y también enderezan el abdomen de una manera amenazadora cuando se les inquieta. Sin embargo de esto, son completamente inofen- sivos para el hombre; pero alimentándose de sustancias vegetales causan grandes daños en las huertas y jardines. Buscan la oscuridad y viven en (1) Los Ortópteros recogidos por el Dr. Carlos Semper en Filipinas, figuran entre las colec- ciones del Museo Eeal de Estocolmo. Para la clasificación y descripción de especies consúltense las obras siguientes: Orthoptefa nova ex Insulis Phiiippinis descripsit, C. StáL— Ofversigt af Kongl Vetens Kaps. — Akademiens Forhandlingar. — 1877.— Stockolni. Monographie der Plianeropteriden, von C. Brunner von Wattenwyl. — Wien.— 1878. Nouveau systeme des Blattaires, par Charles Brunner de Wattenwyl.— -Yieune.— 1865. 249 en las cavidades naturales del terreno, entre los escombros, bajo las cor- tezas, y raras veces se dejan ver de día. En Filipinas hay varias especies de esta familia, que son exclusivas ó características • - La familia Blátidos se componía en lo antiguo únicamente del género Blatta, el cual se ha descompuesto ya en otros muchos, aumentados con los que en este grupo natural, así como en los demás que abraza el orden Ortópteros, han sido creados recientemente. Son insectos en gene- ral aplanados, anchos, nocturnos y de gran agilidad, que corren con una velocidad extraordinaria, lo cual les ha- valido el nombre vulgar de cor- rederas. Exhalan un olor fétido de los más repugnantes, que se comunica á todos los objetos con que están en contacto, atacan todas las sustancias animales y vegetales en cualquiera estado que se encuentren, y se hallan esparcidos por toda la superficie del globo, pero preferentemente por los países cálidos, en los cuq-les es donde se encuentran también las especies de mayor tamaño y más incómodas para el hombre. Estos animales' destruyen los comestibles de todas clases, los cueros, las ropas y hasta las maderas, que logran reblandecer por medio de un líquido particular que segregan con bastante abundancia. Las casas y los buques están á veces completamente infestados por ellos. En Europa no abundan tanto que lleguen á causar daños de importancia, pero en los países cáli- dos constituyen una terrible plaga. Asegúrase que en una sola i^oche pueden horadar los baúles ó cajones, mientras que por otra parte su forma aplanada les permite introducirse por todos los intersticios y hen- diduras. MultipKcanse de una manera prodigiosa cuando encuentran ali- mentos, y .destruyen á veces en poco tiempo barriles enteros de comesti- bles, encontrándolos después llenos de estos insectos. No hay buque mercante que no albergue grandes cantidades de ellos, y su número es también extraordinario en los puertos de mar de todos los países del mundo en donde las mercancías en depósito les proporcionan suculento pasto- Trasportados por los buques los Blátidos, se propagan en casi todos los puntos á que son conducidos. En Filipinas abundan mucho, y causan considerables daños en los comestibles y ropas si no se tiene gran cuidado de destruirlos. Las especies de los géneros Corydia y Phoraspis, de forma más convexa que los demás Blátidos y de colores vistosos, se distinguen también por sus costumbres, y por no frecuentar los luga- res habitados. mo ■ ■■ ■ ' ■ Los MÁNTitíos presentan un conjunto de caracteres y un aspecto tan especial, que son fáciles de reconocer á primera vista. Su cuerpo es estre- cho y más ó menos alargado; sus alas superiores atravesadas por nume- rosas venas, abrazan los costados del cuerpo; las patas anteriores, admirablemente dispuestas para atrapar la presa, tienen un desarrollo considerable; los muslos son gruesos y están guarnecidos por debajo de agudas espinas, y las piernas son algo arqueadas y se hallan armadas igualmente de fuertes espinas^ pudiendo replegarse contra el uj^uslo^ for- mando de este modo una tenaza con la cual el animal sujeta los insectos que llega á coger. Los Mántidos son los únicos insectos verdaderamente carnívoros del orden Ortópteros. Sus movimientos son extremadamente lentos, y parece qiíe trepan con dificultad por los arbustos y matas. Durante horas enteras se les ve inmóviles sobre la misma rama ú hoja, esperando el paso de algún insecto. Cuando alguno se pone á su alcance, extienden con rapidez una de sus patas anteriores; lo cogen, lo chupan y arrojan sus despojos. La actitud especial de los Mántidos, por la cual el cuerpo descansa únicamente sobre las cuatro patas posteriores, mientras que la parte anterior, que pudiéramos llamar el cuello, así como la cabeza están erguidos, con las patas delanteras levantadas y á veces cru- zadas, ha llamado en todos tiempos la atención de los habitantes délos paíse^^ en que esos animales se encuentran, llegando á creerse entre el vulgo que dicha posición era debida á que el animal dirige sus oraciones á Dios. En tiempos más remotos han reinado ideas muy singulares con relación á estos insectos, á los cuales se atribuía algo de divino. Mouffet, naturalista del siglo xvii, que ha descrito y dibujado una especie muy común en el Mediodía de Francia, refiere con el tono de la raás firme convicción, que si un muchacho pregunta á uno de estos insectos por el camino que debe seguir, el animal se lo enseña extendiendo una de sus patas: y añade con seriedad dicho autor, que el insecto raras veces ó jamás se equivoca. La voracidad de los Mántidos llega á tal extremo" que si se encierran varios individuos en una misma caja, se destruyen mutuamente* La familia Fásmidos, compuesta de insectos que se diferencian de los Mántidos por no tener las patas delanteras prehensiles, por presentar las superiores sumamente cortas y ser todos filófagos, es una de las más no- tables de la clase por la extraña forma de sus "individuos y el conside- ; 251 ratílé tamaño qué éstos snelen alcanzar. Su cuerpo, por lo común largo y delgado, ofrece á veces mucha semejanza por su figura y coloración con un pedazo de rama seca, por lo cual algunas especies son designadas con el nombre vulgar de Bic o-^palo. Las de los géneros Cyphograna, Pla- TiGRANA y otros, llegan á medir de 30 á 40 centímetros de longitud y tienen en Filipinas representantes, aun cuando hasta ahora no sabemos que hayan sido clasificados. Los insectos de los géneros Pharnagia y Thrasyli^ps, miden de 11 á 12 centímetros cuando menos. Pero no son estos los únicos ortópteros notables que.encierra esta familia. Los prime- ros navegantes que volvieron de las indias referían que habían visto hojas de árboles, caídas en el suelo, que echaban á correr y huian cuando se alargaba la mano para cogerlas. Se les trató de embusteros, y sin em- bargo nada más positivo. Algunas especies del género Phyllium están principalmente caracterizadas por un cuerpo muy aplanado, membra- noso, ancho y por unos élitros que imitan con tal propiedad una hoja de árbol, ya verde, ya seca, que con dificultad puede distinguirse de una verdadera hoja. La especie Phyllium siggifolia, Illiger, se en- cuentra en Filipinas, así como en la India y en muchas otras islas de la Oceanía, Los ortópteros de que hasta ahora nos hemos ocupado tienen todos las seis patas propias para la carrera, por cuya causa se denominan corredores. Los comprendidos en las tres familias denominadas LoGÚs- TiDOS, Grílidos y Agrídidos, de que vamos á tratar, se denominan Saltadores, por tener sus patas posteriores más largas y gruesas que las demás, lo cual los hace muy aptos para el salto. Otro carácter común en los insectos de esta segunda sección es .el canto de los machos. Este canto bien conocido, y que al parecer tiene por objeto el atraer á las hembras, consiste en una especie de estridulacíon producida por el frotamiento de los élitros; pero el mecanismo varía un poco en los indi- viduos de las tres familias. En los Locústidos procede únicamente de una membrana trasparente y guarnecida de salientes nervios , llamada espejo, que existe en la base de los élitros; en los Grílidos, los élitros están surcados de nervios muy abultados y muy duros, y el ruido se produce frotando dichos élitros uno contra otro; en los Acrídidos, los muslos y los élitros están. provistos de estrías muy abultadas y duras, y la estridulacíon se produce pasando los muslos rápidamente y con fuerza ■ .258. ■ por encima de los nervios de los élitros á la riíanera de un arco que frota las cuerdas de un yiolin. En las tres familias, sólo los machos poseen la facultad de producir dicho sonido. Los Locústidos y Gruidos se distin- guen de los Acrídidos, por tener antenas largas y delgadas, mientras que las de los últimos son cortas, ya comprimidas, ya filiformes, ya abulta- das en form-a de maza. Las hembras de los Acrídidos carecen además del taladro que en la extremidad del abdomen llevan las de las otras dos familias. Conocidos son de todo el mundo los Locústidos, vulgarmente llamados Saltamontes. Estos insectos están imposibilitados para andar, y gracias á la conformación de sus patas posteriores dan grandes saltos, ayudán- dose á veces con las alas. La hembra está provista de un taladro encor- vado con dos valvas, que situado en la extremidad del abdomen le sirve para perforar la tierra y depositar los huevos. El macho produce una estridulacion aguda, frotando uno contra otro sus élitros armados de placas vibrantes á manera de címbalos. El canto de los Locústidos es ese zic-zic monótono que por las tardes se oye en los campos. Por esta causa suele darse áyeces el nombre de cigarra al saltamonte verde. Sus costum- bres son las de todos los ortópteros herbívoros. Viven en las praderas, en los campos, en los árboles, devorando las hojas y los tallos de los vegetales; pero jamás se encuentran en número tan considerable que puedan causar daños comparables á los de los Acrídidos. Los Locústidos son en Filipinas bastante abundantes. Los del género Gryllacrts son muy parecidos á los verdaderos grillos. Estos últimos forman la familia Grílidos, que consta de un crecido número de géneros y especies. Sus costumbres son algo diferentes de las de los demás ortópteros. No se les encuentra entre las hierbas ó los arbustos, sino viviendo solitarios en un agujero profundo que abre en el suelo cada individuo, y en el cual permanece oculto por lo común durante todo el dia. De noche es únicamente cuando abandonan su escondite y se reúnen los machos y las hembras. Algunas veces se les ve junto á la entrada de su nido, y los machos dejan oir su canto para llamar á las hembras. El canto resulta, como hemos dicho, del frotamiento de los élitros, pero á diferencia de los Locústidos se produce en toda la extensión de éstos. El régimen alimenticio de los Grílidos no es bien cpnocido todavía, Muchos autores los consideran como fitófagos, y no hay duda 253 que ciertas especiesj por lo monos, se alimentan coií frecuencia de niate- rias vegetales* Son muy amantes del calor, y abren siempre sus habita- ciones en las exposiciones meridionales. Extremadamente tímidos, dejan de cantar al percibir el menor ruido, y se retiran al interior de su nido tan pronto como alguien se aproxima. Su cuerpo es siempre más corto y más abultado que el de los Locústidos, y el taladro de las hembras es largo, pero más delgado que el de éstos. Tristemente célebre es la familia de los Acrídidos, entre los cuales figuran las especies llamadas vulgarmente Langosta, si bien esta deno- minación se aplica también á algunos Locústidos. Los Acrídidos son entre todos los ortópteros los mejor conformados para el salto. Sus muslos y piernas, recogidas juntamente durante el reposo, se distienden con rapidez bajo la acción de músculos poderosos. Apoyándose entonces el cuerpo sobre la extremidad inferior de las patas y sobre las espinas móviles de las piernas, es lanzado al aire á gran altura. Estos animales vuelan muy bien; .pero la carrera les es imposible como á los locústidos. Las hembras no tienen taladro. La estridulacion que producen los machos resulta, como hemos dicho antes, del frotamiento de los muslos sobre los élitros, operación que nunca se verifica más que con un sólo muslo de una vez, y alternando entre el derecho y el izquierdo. El sonido es reforzado por una especie de tambor lleno de aire y recubierto de una película 'muy delgada que se encuentra á cada lado del cuerpo, en la base del abdomen. La estridulacion producida por los acrídidos es más variada que la de los locústidos, pues abraza diversas notas y es un verdadero ruido de carraca, pero con tonos diferentes, según las especies. Los insectos de la familia que nos ocupa son diurnos, y gustan mucho de situarse sobre las hierbas en pleno sol. En el Norte se multiplican con menos abundancia, pero en los países meridionales lo verifican de una manera tan prodigiosa, que arrasan en un momento vastos campos, sumiendo comarcas enteras en la más espantosa miseria. Hínchanse de aire y emprenden largos viajes, durante los cuales andan más de seis leguas al dia, devastando á su paso toda la vegetación. En los países cálidos es principalmente donde la lan- gosta constituye una verdadera plaga para la agricultura. Allí donde se posa, trasforma instantáneamente en un árido desierto la comarca más fértil. A veces se la ve llegar en bandadas innumerables, que de lejos tienen el aspecto de nubes tempestuosas. Estas siniestras nubes ocultan , 254 el sol, y en cuanto alcanza- la vista el cielo se presenta negro y el suelo cubierto de inseotos. El ruido de esos millones de alas se asemeja al de una catarata, y cuando el terrible ejército se deja caer al suelo las ramas de los árboles se quiebran. En pocas horas toda la vegetación es roida, cortada, triturada y devorada; y cuando ya no queda nada que destruir, el terrible enjambre se eleva como á una señal convenida y prosigue su camino, dejando tras de sí la desesperación y el hambre. Por lo común al año que sigue después de devastada una comarca, los daños mn menos temibles, porque suele suceder que después de haberlo devorado todo, la langosta muere de hambre antes de la época de la puesta. En este último caso sobreviene, sin embargo, una nueva calamidad. Los innumerables cadáveres amontonados y expuestos al sol, no tardan en entrar en putre- facción, y los infectos miasmas que desprenden dan origen á enfermeda- des epidémicas que diezman las poblaciones. Muchas citas podríamos hacer para dar idea de los funestos estragos que la langosta produce, pero nos limitaremos á un corto número. En 1755, el Portugal fué invadido de tal manera por este insecto, que esa plaga, juntamente con el terremoto que ocurrió en §1 mismo año, sumieron en la miseria todo el país. En 1780 la plaga apareció en Tran- silvania, alcanzando tales proporciones que fué preciso acudir al auxilio del ejército. Regimientos enteros estaban dedicados á recoger los insec- tos y á meterlos en sacos, y más de mil quinientas personas se ocupaban en matarlos, enterrarlos y quemarlos, á pesar de lo cual su número no disminuía aparentemente. A la primavera siguiente el mal se reprodujo, y toda la población se ocupó entonces en combatirlo; pero por esto no dejó de quedar arruinado el país. En la misma época apareció. )tambien la langosta en el Imperio de Marruecos, produciendo una hambre espan- tosa. Los pobres andaban errantes por todas partes, desenterrando las raíces de los vegetales y abalanzándose á los excrementos de los camellos para buscar en ellos los granos de cebada enteros. Las Indias y la China son con frecuencia víctimas de estos insectos devastadores. En 1735 las nubes de langosta ocultaron á los chinos el sol y la luna, y no sola- mente fueron devoradas las cosechas en pié, sino también los cereales almacenados y hasta los vestidos en las casas. Los negros del Sondan procuran espantar la langosta durante su vuelo dando salvajes .gritos. En Hungría ha llegado á recurrirse con el propio objeto al estampido 255 del canon. En la Edad Media, a falta de cañones, se exorcizaba á la langosta- En Filipinas son grandes y frecuentes los estragos que. causa este animal, destruyendo las cosechas en provincias enteras» La legislación ultramarina contiene disposiciones encaminadas á la destrucción de ese ortóptero asolador. Con el propio objeto la Sociedad Económica de Amigos del País importó de China el pájaro Martin (Gragula sp.); pero su pro- pagación no se ha yeriflcado en escala bastante grande para contrarres- tar aquella plaga. Por la ley de represalias hay muchos países en que la langosta es comida por el hombre, no siendo el indio filipino de los menos aficionados á este manjar. Según los musulmanes, estos insectos han sido formados del barro que sobró después de formado el primer hombre, y están destinados á servirle de alimento. La langosta y los pescados son los únicos animales que Dios permite á los musulmanes comer sin desollarlos. Es preciso, sin embargo, que hayan sido muertos por un creyente, pues de lo contrario su carne sería impura. Los árabes comen con delicia la langosta, ya asada, ya cocida ó preparada en cuscusú, después de quitadas las patas, las alas y la cabeza. Algunas veces se la seca al sol y se la reduce á polvo, que se mezcla con leche ó se amasa con harina, formando una pasta con grasa, manteca y sal. Secas y saladas las langostas son en Asia y África objeto de comercio, y en Bagdad á veces hacen bajar el precio de la carne. El gusto de la langosta es comparable al del cangrejo. En Filipinas existen varias especies del género Acridium y de otros varios de la misma familia. La más dañina es el A. manilense, Meten, que presenta gran afinidad con la denominada A. migratorium, L., que tantos estragos causa en África, en las Indias y en otros muchos países. Las especies del género Tettix son notables por la conformación de su coselete, el cual se prolonga en punta y recubre todo el cuerpo. Son pe- Ijueños insectos, que se mantienen debajo de las hojas y escapan fácil- mente de la mano que quiere cogerlos. A continuación insertamos la lista de los Ortópteros filipinos más comunes (1): (1) Además de las especies enumeradas en las obras que hemos citado anteriormente, figuran en esta lista algunas otras existentes en el Museo Eeal de Estocolmo, según nota que nos ha sido facilitada por su digno Director. Faüiilia.— Forficúlidos. Labidura vicina. Lucas. — tarsata. Westw. — riparia. Pall. Tagalina Semperi. Dohrn. Opigthocosmia centurio. Dohrn. Lobophora morio. Fabr. Forfícula ancylura. Dobrn. — lobopboroides. Dohrn. — Jagori. Dohrn. Labidaphora dimidiata. Dohrn. Echinosoma sumatranum. De Haan. 256 Panchlora surinamensis. L. — Mader^e. Fabr. {Lámina S.*") Cutilia tartárea. Stál. Dorylíea Brunneri. Stál. Nauphoeta grísea. Kig. Derocalymna aenea. Br. Corydia carunculigera. Gerst. Panesthia Saussurii. Stál. — puncticoUis. Stál. — javanica. Serv. — angustipennis. lUig. * Familia.— Mántidos. Familia. — Blátidos. Pseudophyllodromia. ornata. Br. Thyrsocera signaticollis. Stál. — pallidicoUis. Stál. — lugubris. StáL — circumcincta. Stál. — rufiyentris. Stál. — semicincta. Stál. — ciroumclura. Stál. — amoBua. Stál. — pruinosa. Br. — signata. Br. Ohorisoneura nigro-lineata. Stál. Homalopterix obscurifrons. Stál. — punctata. Br. Perisphseria íenea. Br. Epilampra puncticoUis. Stál. — cribellata. Stál. -— rustica. Stál. — plebeja. Stál. — tagalica. Stál. — trivialis. Stál. — caliginosa. StáL — lugubrina. Stál. — meticulosa. Stál. — ferruginea. Stál. ■— eyrtophthalma. Stál. — púdica. Stál. — ' imperatoria. StáL — inconspicua. Br. Areolaria bipunctata. Br. Cassidodes ligata. Br. •Eleutheroda minor. Br. Theopompa tosta. Stál. Gonypeta áspera. Stál. Hierodula raptoria, Stál. — parviceps. Stál. — Daphne. StáL — Phryne. Stál. — bipapilla. Serv. Odontomantis Euphrosyne. StáL Pseudomantis nemoralis. Sauss. — Haanii. Sauss. Acromantis Hesione. Stál. Deroplatys jobata. Guer. Creoboter urbanus. Fabr. — meleagris. StáL Mesopterix alata. Sauss. Euchomena manilensis. Sauss. Miopterix láctea. Sauss. Familia . — Fásmidos . Acanthoderus cavernosus. Stál. — Bufo. Westw. Mnesilochus capreolus. StáL — hoedulus. StáL Lónchodes tagalicus. Stál. — systropeda. Westw. Mithrenes asperulus. StáL Eubalides alutaceus. StáL Hermarchus anguineus. StáL Periphetes sp. Manduria sp. Clitumnus rusticus. Stál. Pharnacia ponderosa. StáL Thrasyllus macilentus. StáL 257 Arrhidoeus nigricornis. Stál. — vitipennis. Stál. Lamaclius Semperi. Stál. Necroscia mancinus. Westw. — maculiceps. Stál. — Thisbe. Stál. — flavo -guttata. Stál. — fasciolata. Stál. — nigro-granosa. Stál. — Ceres. StáJ. — conspersa. Stál. — virens. Stál. — scabra. Stál. — Berenice. Stál. — Calliope. Stál. — Philippa. Stál. Fatua. Stál. — Eurynome. Stál. -r^ parvipennis. Stál. — eucerca. Stál. — Icaris. Stál. Pliyllium bilobatum. Gray. Familia.. — Locústidos. Elimaca parumpiinctata, Sery. Ducetia Japónica. Tliunb. — adspersa. Br. Casigneta pellucida. Br. Phaula rugulosa. Br. — Igevis. Br. Holochlora emarginata. Br. Liotrachela nítida Br. — Philippina. Br. — 'minuta. Br. Phaneroptera subnotata. Stál. — furcifera Stál. Cratylus obesus. Stál. Morsimus areatus. Stál. Thimantes signatipennis. Stál. Phyllomimus variolosus. Stál. — reticulosus. Stál. — integer. Stál. Olcinia erosifolia. Stál. Segestes vittaticeps. Stál. Salomona conspersa. Stál. — * maculifrons. Stál. — brevicollis. Stál. Hexacentrns anmilicornis. Stál Axylus castaneus. Stál. Tbeutbras gracilipes. Stál. Pyrgocorypha antennalis. StáL Xipliidium spií'iipes. Stál. Gryllacris brachyptera. Cort. — fuscifrons. Gerst. -^ princeps. Stál. — biguttata. Stál. — maculipennis. Stál. — pustulata. Stál. — limbaticollis. Stál. — fuscinervis- Stál. — plebeja. Stál. — punctifrons. Stál. — brevispina. Stál. Familia. — Grillidos. Metioche lepidula. StáL Loxoblemmus histrión icus. Stál. — satellitius.'Stál. — monstrosus. Stál. Ectatoderus abdominalis. Stál. Tremellia'spurca. Stál. Phaloria amplipennis. Stál. Vescelia infumata. Stál. Strophia lugubrÍDa. Stál. Lebinthus bitaeniatus. Stál. Paroecantbus conspersus. Stál. — brevispina. Stál — Saussurei. Stál. — fuscinervis. Stál. — cinereus. De Haan. Mnesibulus lineolatus. Stál. — splendidulus. Stál. Munda picturata. Stál. Brachytrypus acbatinus. Stoll. Gryllus plebejus. Sauss. — consobrinus. Sauss. Aracbnocephalus Steinii. Sauss. — Dewitzii. Sauss, Homaioxipbus ? vittaticollís. Sauss. Paraeneopterus bita^niatus. Sauss. Heterotrypus modulator. Sauss. Seepastus pacbyrrhyncboides. Gerst. Calyptotrypus simodus. Sauss. Euscirtus dorsalis. Stál. — pallidus. Stál. 83 Euscirtus tagalicus. Stál. — subapterus. Stál. — concinnus. De Haan. — sigmoidalis. Sauss. Podoscirtus cicur. Sauss. — congruas. Walk. Familia. — Acrídidos. Mestra hoplosterna. Stál. — anoplosterna. Stál. Systella Westwoodii.^Stál. Coptacra cyanoptera. Stál. Traulia pictilis. Stál. Acridium geniculatum. Stál. — vittaticolle. Stál. — cognatum. Stál. — gramineum. Stál. — melanocorne. Stál. — manilense. Stál. Catantops humilis. Serv. Oxya lobata. Stál. — punctifrons. Stál. — velox. Fabr. Bacilia femoralis. Stál. Castula salciceps. Stál. Epacromia tricoloripes. Burm. 258 Machaeridia macilenta. Stal. Euthynous coerulescens. Stál. Erucius bifasciatus. Stál. Mnesicles modestus. Stál. Hymenotes sulcatus. Stál. — cultratus. Stál. Cladonotus ecbinatus. Stál. Misythus appendiculatus. Stál. — histrionicus. Stál. — laminatus. Stál. Diotarus yerrucifer. Stál. Mnesarchus scabridus. Stál. .Arulenus validispinus. Stál. — punctatus. Stál. Spartolus longiceps. Stál. — pugionatus. Stál. Oleostratus monocerus. Stál. — longifrons. Stál. Tettix dentifer. Stál. — spiculatus. Stál. — palpatus. Stál. — angusticeps. Stál. uncinatus. Stál. — gallinaceus. Stál. — ruíipes. Stál. — fuscipes. Stál. — corniculatus. Stál. 4.— El tercer orden de la clase Insectos comprende los Neurópte- ros, que se distinguen por tener sus cuatro alas membranosas, traspa- rentes y reticuladas, estando además su boca dispuesta para^ la masti- cación (1). Divídense en tres secciones denominadas Subulicorntos, Planipbnnes y Plicipennes. Los primeros tienen sus antenas en forma de lezna y ape- nas más largas que la cabeza; las de los segundos son de longitud mucho^ mayor, y las alas inferiores son casi iguales á las superiores; y los terce- ros presentan las alas inferiores más anchas que las superiores, care- ciendo además de mandíbulas. (1) Los neurópteros recogidos por el Br. Carlos Semper en Filipinas, se encuentran en poder del Barón de Sélys-Longcliamps, de Lieja, á quien se debe un importante trabajo sobre los mis- mos, publicado en los «Anales de la Sociedad Española de Historia Natural.»— Tom. XI, cua- derno l.*'--1882. 25^ La sección de los Subulicornios comprende los neurópteros denomi- nados por Fabricius Odonatos y Efémeras. Antes de las exploraciones llevadas á cabo por Semper, casi nada se sabía de los neurópteros de Filipinas, como puede verse en las dos obras clásicas de Burmeister (Handbuch der Entomologie. 1858) y del Doctor Rambur (Insectes Neurópteros. 1842). Hoy dia los Odonatos son ya bas- tante conocidos, debiéndose principalmente su clasificación y descripción á los sabios entomólogos Dr. Friedrich Brauer y Barón de Sélys- Longchamps. Las especies hasta ahora descritas llegan á setenta y siete, las cuales se distribuyen en cuarenta y tres géneros. De estos últimos no hay .más que uno, el de los Hypognemis, exclusivo de Filipinas y com- puesto de ocho especies. Otro, el denominado Libellaoo, cuenta una sola especie filipina, siendo todas las demás africanas. Los cuarenta y uno restantes están representados en una ú otra de las regiones orientales, repartiéndose en ellas de la manera siguiente: treinta se encuentran simultáneamente en la Malasia asiática y en la Papuasia; ocho en la Malasia sola, y tres en la Papuasia (Molucas, Célebes) sola. El carácter de la Malasia asiática está bien marcado en las Fihpinas por la presen- cia de los Onyghothemis, Vestalis, Euphcea, Tetraneüra y Amphiles- TES, que no existen en Célebes ni en las Molucas, Examinando las especies se ve que de las setenta y siete que forman el total, hay cuarenta y una que son propias de Filipinas, y treinta y seis que se encuentran también en una ú otra de las regiones antes cita- das, á saber: trece comunes á esas dos regiones; catorce en la Indo- Malasia sola, y nueve en Célebes y las Molucas solas. He aquí la lista de las especies conocidas (1): Familia 1."^— Libelúlidos. Subfamilia 1.^— Libelulinos. Tolymis tillarga. Fab. Pan tala flavescens. Fab. Tramea crocea. Brauer. Ebyotbemis pL.yllis. Sulzer. Neurothemis apicalis. Eamb. — palliata. Kamb. — fluctuans. Fab. (Lámina 8.*). Diplax trivialis. Kamb. (1) Para el estudio de las especies consúltense las Synopsis de los CorduUnos-, Gomphinos^ Calopterygmos y Agrioninos^ publicadas desde 1850 por el Barón de Sélys-LoDgchanaps en los Bidletins de VAcademie Uoycd de Belgique, y el trabajo del Dr. Friedrich Brauer inserto en las Verhandlúngen-d, K. K, Zoologische Gesellschaft in Wien,^ 1867, páginas 971, 976; y 1868, página^ 167, 188, 263, 268, 541 y 558. ' 260 Lepthemis sabina. Drury. Acisoma panorpoides. Eamb. Microtb^mis Duyvenbodei. Brauer, Brachydiplax chalybea. Brauer. Tetrathemis irregularis. Brauer. Lyriotbemis ciéis. Brauer. Agrionoptera insignia ..Eamb. . lineata. Brauer. pectoralis. Kaup. Orthemis congener. Eamb. — lineata. Brauer. Libella Luzonica. Brauer. — clelia. Sélys. — testacea. Burm. Onycbothemis abnormis. Brauer. Diplacina Braueri. Sélys. — nana. Brauer. — Bolivari. Sélys. Orocotbemis servilia. Drury (var). Trithemis aurora. Burm. — adelpha. Sélys. — festiva. Eamb. Brachythemiscontaminata, Fab. Macrodiplax cora, Brauer. Urothemis bisignata. Brauer. Subfamilia 2.^— Gordulinos. Somatocblora heterodoxa. Sélys. Familia 2."^— Escnidos. Subfamilia 1.^-— Gomfmos. Leptogomphus Semperi. Sélys. Gomphidia Kirscliii. Sélys. Ictinus tenax. Hagen. Orogompbus splendidus. Sélys. Subfamilia 2.* — Escninos. Anax panibseus. Hágen. Gynacantha byalina. Sélys. — basiguttata. Sélys. Familia 3.* — Agriónidos; Subfamilia 1.^-— Calopteriginos. Neurobasis Kaupi. Brauer raz Luzonensis. Sélys. Vestalis melania. Sélys. Eupbgea refulgens Hagen. — Semperi. Sélys. . Tetraneura argioides. Sélys. Ehinocypba unicolor. Hagen. — colorata. Sélys. — semitincta. Sélys. Libellago asiática. Brauer. Subfamilia 2.^ — Agrioninos. Lestes preemorsa. Hagen. — concinna. Hagen. Amphilestes philippina. Sélys. Hypocnemis serrata. Hagen — cornuta. Brauer. — appendiculata. Brauer. — erythrura. Brauer. — Ígnea. Brauer. — atropurpúrea. Brauer. — hasmatopus. Sélys. — flammea. Sélys. Iscbnura senegalensis. Eamb. Pseudagrion microceplialum. Eamb. — . pilidorsum. Brauer. — crocops. Sélys. Ceriagrion coromandelianum. Fab. Telebasis recurva. Sélys. — glauca. Brauer. — filiformis. Brauer. — filum. Brauer. Ampbicnemis furcata. Brauer. — lestoides. Brauer. Argiocnemis rubéola. Sélys. — incisa. Hagen. — velaris. Hagen. Platysticta balterata. Brauer. — lestoides. Brauer. Alloneura integra. Sélys. — • obsoleta. Sélys. 261 Los Libelúlidos, llamados vulgarmente Señoritas ó caballos del diablo y encuéntranse por lo común revoloteando sin cesar por las orillas de los arroyos. Su cuerpo es muy largo, sus ojos enormes ocupan casi siempre la mayor parte de la cabeza y están compuestos de millares de ojos sim- ples, existiendo además tres pequeños y lisos en lo alto de aquélla. Las cuatro alas son trasparentes y muy reticuladas. Su gran tamaño, su extraordinaria agilidad, la admirable elegancia de sus formas, la hermo- sura y va^riedad de sus colores azul, verde ó púrpura dorado y la abun- dancia de especies é individuos en la proximidad de los depósitos y corrientes de agua durante las hermosas tardes de verano, han hecho vulgar el conocimiento de estos insectos. Sus costumbres no son, sin embargo, tan inocentes como parece indicar el nombre de señoritas que se les ha aplicado; pues", por el contrario, son extremadamente carnívo- ros, y precipitándose con la rapidez del águila sobre los demás insectos, los devoran inmediatamente con sus robustas mandíbulas armadas de dientes y ganchos. La unión de las hembras y los machos se verifica volando, y las primeras depositan los huevos en las aguas. Las Efémeras^ que, como hemos dicho, también pertenecen al grupo de los neurópteros subulicornios, difieren bastante de los Libelúlidos, y son notables por la breve duración de su existencia. Nacidos los insectos perfectos por la tarde y verificada poco después la unión de los dos sexos, perecen machos y hembras en cuanto éstas acaban de depositar sus hue- vos. De esta suerte los individuos dejan ordinariamente de existir sin ver el sol del dia siguiente. Tan P9C0 conocidas son todavía las especies filipinas de los restantes grupos naturales del orden que nos ocupa, que no nos es posible dar más que algunas noticias sobre las del género Termes, representado por tres, T. DivEs, Hao,, T. carbonarius, Hao., y T. monogerus, Koen, que reci- ben vulgarmente el nombre de Andy. Los insectos del género Termes son fácilñiente reconocibles por su grande cabeza, que lleva en lo alto tres ojuelos, y por delante dos ante- nas cortas y moniliformes, y por sus alas atravesadas por nervios longi- tudinales, pero sin más que nervios trasversales rudimentarios. Los órganos de la boca son muy semejantes á los de los ortópteros. Dispersados por las regiones del mundo más distantes entre sí, no se apartan^ sin embargo, los Term.es de los países cálidos, ó por lo menos 262 templaidos, habiendo llamado en todos tiempos la atención de los natu- ralistas, j sobre todo de los viajeros, por sus costumbres, su especial industria y la forma de sus habitaciones. También se les suele designar con el nombre de Hormigas Uancas. Cinco formas específicas presentan estos insectos, á saber: los machos y las hembras provistos de ala§; los individuos llamados ordinariamente soldados^ notables por su tamaño, la prolongación de su cabeza, la robus- tez de sus mandíbulas y su carencia de alas y de ojos; los obrerps^ consi- derados por la mayor parte de los entomólogos como simples larvas, que son bastante semejantes por'la forma de su cuerpo á los machos y hem- bras, carecen de alas y tienen el cuerpo blando, la cabeza redondeada y desprovista con frecuencia de ojos y ojuelos, y una talla siempre inferior ala de los soldados; y por último, otros individuos considerados por Latreille como ninfas, que se parecen mucho á los obreros, pero poseen alas rudimentarias. Los machos y las hembras no tienen otra misión que la de reprodu- cir la especie. En una época determinada del año aparecen los machos en gran número. Por la tarde ó por la noche vuelan. Se verifica la unión de los dos sexos; machos y hembras caen al suelo, y á dar crédito á las re- laciones de los viajeros, las parejas son en breve recogidas por las larvas y encerradas en una habitación separada. Después de fecundadas, las hembras pierden sus alas, ya sea que se les desprendan naturalmente ó que las obreras se encarguen de arrancárselas, y su abdomen adquiere un desarrollo enorme porque su fecundidad es prodigiosa. El número de huevos que pone la hembra no baja de 80.000, ó sea una colonia entera en veinticuatro horas. En el estado de gestación le es imposible arras- trarse, su vientre llega á ser cien veces más grande que antes y su peso aumenta en dos mil veces. Es, pues, un verdadero monstruo que da orí- gen á una nueva generación, la cual se establece inmediatamente bajo el mismo régimen que la antigua. Los neutros ó soldados son considerados por* todos los naturalistas como los guardianes y defensores de la colonia. La fuerza de su cabeza y sobre todo de sus mandíbulas, les permite combatir con ventaja con todos los demás insectos que intentan introducirse en el nido. Gene- ralmente están apostados en las paredes interiores de modo que guedan presentarse ios primeros en el momento en que se abre una brecha eii su 263 domicilio, hiriendo á los agresores con sus fuertes mandíbulas. Las larvas y las ninfas, consideradas como obreras, están al parecer encar- gadas de todas las funciones correspondientes á los neutros ú obreras de las sociedades de abejas, hormigas, etc. Con tierra y otros materiales construyen nidos inmensos, divididos en celdas de diversas dimensiones para las diferentes clases de individuos, y<»con galerías que unen entre sí las diferentes partes del edificio. Son además las encargadas de traer el alimento para los habitantes de la colonia. Se ha creido muy extraño que unos insectos en el estado de larva pudiesen ejecutar trabajos tan considerables, y se ha supuesto que estas pueden ser tal vez neutros hembras, como lo son las obreras de las abejas y hormigas. En este caso los soldados serian machos neutros. Pero esto no es más que una simple conjetura, que no se deriva de la observación directa ni de un estudio anatómico. La existencia de individuos entera- mente semejantes á las larvas, pero provistos ya de alas rudimentarias, no permite creer por un sólo instante que tal hipótesis sea cierta. Un hecho notable es el que los Termes jamás trabajan al descubierto. Unos establecen sus habitaciones en el suelo, en los troncos de árboles viejos ó en el maderamen de los edificios; otros tienen nidos exteriores, pero siempre cerrados por todas partes y sin abertura aparente. Esas habitaciones son á veces sumamente elevadas y afectan la forma de pirá- mides ó de torrecillas recubiertas por una techumbre sólida. Los mon- tículos de tierra que forman en el campo tienen comunmente tales dimensiones que parecen mojones ó cabanas de salvajes. Siempre que las obreras tieaen. necesidad de trasladarse á una distancia más ó menos consideraJjle de su nido, construyen una galería para establecer una vía de comunicación, y por este medio jamás aparecen al descubierto. Si tie- nen que pasar por encima de algún muro, construyen un largo túnel de tierra ó un camino cubierto, valiéndose para ello de una especie de mortero amasado con saliva entre sus mandíbulas. Avanzan por las ma- deras minándolas sordamente, y para ello la primera traspasa á la segunda los restos de la madera roida, la segunda á la tercera y así sucesivamente. De este modo dejan pronto hueco un tronco de árbol ó cualquier otra materia vegetal y animal, penetrando por todas partes á cubierto y sin que se eche de ver. Los daños que estos insectos causan en los países cálidos son incalen- 264 lables, así es que constituyen una verdadera plaga difícil, por desgracia j de combatir. Edificios enteros son destruidos por estos terribles neuróp- teros hasta en sus cimientos; pisos y vigas se hunden con frecuencia á causa de sus estragos, y lo peor de todo es que nada se nota hasta el momento de la catástrofe, pues respetando constantemente la película exterior de los objetos atacados, no se ye señal alguna de tan funestos huéspedes. El papel, las telas, la cana son también objeto de la devasta- ción de este animal. Hace tiempo que los propietarios de fincas urbanas han tratado de buscar algún remedio contra esa facultad destructora del anáy.. Según los experimentos hechos en Hong-Kong, parece que el ácido carbólico puede satisfacer completamente dicho objeto. Esta sustancia, que se extrae de la hulla, no sólo hace que las maderas inyectadas con ella resistan mejor los ultrajes del tiempo, sino también los ataques de toda clase de insectos. El ácido carbólico es un cuerpo sólido y tiene que disolverse en aguardiente de 36 grados para verificar la inyección. Su precio es toda- vía demasiado elevado para que pueda generalizarse el procedimiento. 5. — Escaso es hasta ahora el número de especies filipinas del orden HiMENÓPTEROS (1) clasificadas y descritas, á pesar de ser éste uno de los grupos naturales más interesantes de la clase Insectos. Los Himenópter os presentan cuatro alas membranosas y con venas, la boca organizada de tal modo, que pueda servir para la mastificacion y la succión, ojos compuestos y sencillos, y el abdomen terminado en las hembras por un taladro 6 aguijón. Viven generalmente sobre las flores, y algunos en sociedad ejecutando trabajos admirables. Desde luego puede dividirse el orden de que se trata en do^, grandes (.1) Los Himenópteros filipinos de las colecciones formadas por Semper, figuran hoy dia en el Museo de Historia natural de Leyden, pero no han sido clasificados todavía. Para la clasificación y descripción de especies pueden verse las obras siguientes: Hymenoptéres (Abeilles, Guépes/Fourmis, etc.), par Mr. le Compte Lepeletier de Saint Fargeau.— 4 vol. Catalogue des especes de l'ancien genre Scolia, par Henri de Saussure et Jules SicheL— Año 1864. Monographie des Guépes solitaires ou de la tribi^ des Emneniens^ par Henri de Saussure.— Año 1852. Suplement á la monographie des Guépes solitaires ou de la tribu des Eumeniens^ par Henri de Saussure. Monographie des Guépes sociales ou de la tribu des Vespiens, par Henri de Saussure. — Año 1835.— 58. 26S secciones; la de los Terebuantia, ó sea aquellos cuyas heiiiiteás tienen un taladro en la parte terminal del abdomen, y la de los Aguleáta, cuyas hembras están armadas de un aguijón retráctil y oculto en el último anillo de su cuerpo. La primera familia de esta última sección es la de los HétérogínidoSj espléndidamente representada en Filipinas por una multitud de espe- cies de hormigas^ que es lástima no podamos todavía designar sistema- ticamente% Estos insectos, reunidos antiguamente en el genero Fórmica, han sido posteriormente distribuidos en otros muchos, conservando úni- camente la denominación de Formícidos, aquellos cuyas especies están desprovistas de aguijón. Las costumbres de las hormigas han sido objeto de minuciosas obser- vaciones. Cada especie consta de machos, hembras y neutros ú obreras, siendo estas últimas las encargadas de todos los trabajos necesarios para la construcción de los nidos, y para la alimentación y cria de la nueva prole. Para esto, tan pronto como las larvas rompen la película de los ' huevecillos.en que se hallan encerradas, apareciendo bajo la forma de pequeños gusanos de una trasparencia perfecta, con cabeza y segmentos anulares, pero sin vestigios de patas, ni apéndices articulados, las obre- ras se dedican constantemente á su cuidado, estableciendo una guardia dispuesta á rechazar toda agresión. Apenas comienza á calentar e\ sol, las obreras que se hallan fuera del hormiguero corren á avisar á las que hay dentro, y tocándolas con sus antenas ó asiéndolas y arrastrándolas con sus mandíbulas les hacen comprender de qué se trata. En seguida tiene lugar la escena más singular y animada. A los pocos momentos todas las. aberturas del hormiguero se ven obstruidas por los enjambres de hormigas, que salen apresuradamente, sacando las obreras las larvas para colocarlas en lo alto del hormiguero y someterlas así á la influencia de los rayos solares. Las larvas de hembras, más grandes quedas de machos y neutros, son trasportadas con dificultad por los estrechos pasa- dizos del edificio; pero redoblando los esfuerzos consiguen siempre las obreras depositarlas al lado de las otras. Durante unos minutos, las mis- mas hormigas, reunidas en numerosos grupos sobre la superficie del hor- miguero, disfrutan también del calor del sol. No dejan, sin embargo, expuestas las larvas por mucho tiempo á la influencia de éste, y á fin de que no llegue á serles perniciosa las conducen á aposentos poco profun- 34 266 dos en los cuales pueden percibir una temperatura moderada. Cuándo llega el momento de alimentar á las larvas, cada hormiga se aproxima á una de ellas y le presenta el manjar. Estos insectos devuelven diaria- mente por la boca los fluidos que han extraído de diversas sustancias, y apartando las mandíbulas ofrecen con su propia boca á la larva el ali- mento que necesita. Las hormigas atacan toda clase de comestibles, las carnes frescas ó en descomposición, los frutos y particularmente todo lo azucarado. Son también muy ávidas de un líquido particular que segre- gan los pulgones^ pequeños insectos del orden Hemípteros, por dos tubos situados en la extremidad de su cuerpo. Guando en una planta cualquiera hay pulgones, es seguro que se encontrarán también hormigas. Estas últimas suben y bajan por el tallo y las ramas, y frotando con sus ante- nas el cuerpo de los pulgones les hacen derramar el líquido deseado, sin causarles jamás daño alguno. Únicamente se ha observado que en ciertos casos trasportan á los pulgones á otras plantas más próximas al hormi- guero, á fin de no tener que ir á buscarlos muy lejos. Créese que, á seme- janza de lo que sucede entre las abejas, las hormigas neutras dan á las larvas de las hembras un alimento distinto del que suministran á las larvas de las obreras. La naturaleza de aquél debe ser tal que determine el desarrollo de los órganos femeninos y el mayor crecimiento del cuerpo del animal. Faltan, sin embargo, observaciones que comprueben estos hechos, cuya certeza está fuera de toda duda respecto á las abejas. Lo mismo que entre estas últimas, los aposentos ó celdas que contienen las larvas destinadas á transformarse en hembras, son de mayor capacidad que la3 de aquellas que sólo han de producir individuos neutros. La solicitud de las obreras por las larvas no se limita á pfoporcio- narlas una temperatura conveniente y el alimento necesario, sino que además procuran mantenerlas en la más escrupulosa limpieza, frotándo- las con los órganos de su boca para quitarles hasta el más pequeño átomo,, de polvo. En las mudas de piel que las larvas experimentan, se las ve con frecuencia ocupadas en estirar y reblandecer aquélla para facilitar la operación. Las larvas parecen pequeños gusanos, sin patas y de forma abultada, pero adelgazados hacia la parte anterior. Constan de doce ani- llos, y se distinguen bastante bien sus dos pequeñas mandíbulas. Su color es blanco amarillento. Guando esas larvas han llegado á adquirir todo su desarrollo, se fabrican, al menos la mayor parte de las especies, un 267/ capullo' sedoso de un tejido muy compacto y de una íbrm,a oblqnga, que tiene un color más ó menos gris 6 amarillento. Transfórmanse entonces en ninfa. Estas ninfas son al principio de un blanco puro, pero cambian luego de color, pasando muy pronto al amarillo pálido, en seguida al rojizo y después al pardo, terminando por ser casi negras. Guando el insecto perfecto está en disposición de salir á luz, no puede romper por sí mismo el capullo fabricado por la larva, como lo hacen los demás insgctos. Esto consiste quizás en que sus mandíbulas no son toda- vía bastante fuertes para el caso. Las obreras son, pues, las que se en- cargan de tal operación, y lo notable es que conocen siempre perfecta- mente cuando el insecto perfecto está formado, y jamás rompen el capullo inoportunamente. Pero no deja de costar bastante trabajo á las laborio- sas obreras el conseguir su propósito. Varias de ellas se dedican á cada capullo; empiezan por arrancar algunos fragmentos de seda de la parte superior para adelgazar la cubierta, llegan después á taladrarla á fuerza de pincharla y retorcerla en diversos sentidos, y concluyen por hendirla del todo, pasando sus mandíbulas al través. Fáltales, por fin, ensanchar la abertura para que el nuevo insecto pueda salir. Terminada esta ope- ración es cuando comienzan á sacarlo, cuidando de no causarle daño alguno. El desgraciado insecto no se encuentra, todavía en estado de tomar vuelo y necesita otros cuidados por parte de las obreras. Revestido toda- vía del ropaje de la ninfa preciso es que éstas le desembarecen de él. Poco á poco, teniendo ya sus patas y antenas desprendidas, comienza el recien nacido á andar, y entonces las obreras le traen en seguida ali- mento, qu§ parece serle muy necesario. Por espacio de varios dias las solícitas obreras no dejan de prodigarle sus cuidados, trayéndole el coti- diano manjar y acompañándole por todas partes, como para enseñarle todos los aposentos y todas las salidas del edificio. Las mismas obreras toman á su cargo la tarea de extender las alas de los machos y hembras recien nacidos, y la desempeñan siempre con tal destreza que jamás rom- pen sus frágiles membranas. Los nidos de las hormigas varían mucho en cuanto á su forma y materiales de que se componen, pero la madera y la tierra son siempre sus principales elementos. Las hormigas que emplean la tierra comien- zan poK excavarla y apartarla para poder establecer las cámaras y corre- dores, unos encima de otros, y comunicando entre sí por pasadizos á 268^ veces verticales. Toda la tierra que sacan de la parte inferior es tras- portada á la superior para proteger los pisos subterráneos. A veces mez- clan con la tierra otros materiales, como por ejemplo, pajas, fragmentos de madera, hojas secas y hasta pequeñas piedras. Las hormigas que sollaman minadoms no emplean materiales extraños, contentándose con depositar encima del hormiguero la tierra que han extraído de dentro, la cual les sirve todavía para formar nuevos aposentos y gale- rías. Las especies que anidan en las maderas, escogen por Jo común árboles ahuecados ya por otros insectos, y aprovechándose del espacio que encuentran, lo arreglan de la manera más conveniente, formando galerías ó compartimentos con los fragmentos ó serrín de la madera, qué amasan con la materia aglutinante que tienen la facultad de segregar. La multitud de aposentos y galerías que se observan en los hormigueros es necesaria para el servicio de la colonia. Algunas de esas celdas con- tienen los huevos, las otras larvas ó ninfas, hallándose de este modo se- paradas las de cada clase de individuos. Cuando ocurre algan accidente que deteriora alguna parte del hormiguero, el primer cuidado de las obre- ras es el socorrer á los individuos que hayan podido sufrir algún daño, y después se ponen á reparar la habitación enlazando del mejor modo po- sible la nueva obra con la antigua. Llegado el momento en que debe verificarse la unión de los dos sexos, las hembras y ios machos saien del hormiguero, pues aun cuando en el interior de éste se encuentren reunidos con frecuencia, el acto de la re- producción sólo se verifica fuera, como sucede entre las abejas, las avispas y otras especies. Eléranse por el aire y en breve vuelven las l^embras al nido ya fecundadas. Los machos, mucho más numerosos que las hembras, no están todos destinados á la reproducción de la especie; pero en todos casos mueren siempre poco después de haber abandonado el hormiguero. Las hembras que han vuelto á este último son despojadas de sus alas por las obreras, y algunas veces se las arrancan ellas mismas. Conducidas á" las habitaciones más profundas son objeto de los más asiduos cuidados por parte de las obreras. En cuanto han depositado los huevos, dichas obreras los cogen y los trasportan á las celdas á ellos destinadas, tomando todas las precauciones necesarias para favorecer el nacimiento de las pe- queñas larvas. Estas son á su vez depositadas en diferentes departíimen- tos, según los sexos de los individuos á que han de dar origen. 269 La áuposician de que las hormigas hacen en verano prúyisíon para el invierno parece equivocada hasta cierto punto, puesto que en esta última estación quedan aletargadas ó inmóviles. Sin embargo, en los hor- migueros suelen existir siempre frutos secos y otras sustancias en canti- dad suficiente para hacer frente á la escasez. Si la temperatura no es muy rigorosa, pueden también las obreras salir.á buscar los pulgones, que re- sisten bien los frios del invierno. Las hormigas machos se sabe positivamente que mueren poco después de salir del hormiguero; pero en cuanto á las hembras y los neutros se ignora si viven más de un año. Se dice^ sin embargo^ que las últimas perecen anualmente, y en cuanto á las hembras se supone que su exis- tencia llega á dos años, como sucede con las hembras de las abejas. Tampoco ha podido averiguarse si los nuevos nidos que con frecuencia forman las hormigas son debidos á varias obreras que llevan consigo una hembra fecundada, como en las abejas, ó una sola hembra que por sí sola cria la prole hasta que nacen los neutros, como en las avispas. Con motivo de ciertos actos observados en las hormigas y las abe- jas, se ha suscitado entre los naturalistas la discusión de si algunos de ellos deben atribuirse únicamente al instinto ó si deben considerarse como resultado de una inteligencia más ó menos desarrollada. Si se aplasta ó destruye una parte de un hormiguero, se ve inmediatamente que los individuos más próximos se ponen en una actitud agresiva, en tanto que otros van á dar aviso á los habitantes de los pisos in- feriores. Obsérvase entonces que por todas partes acuden una mul- titud de oljreras, que en un momento comprenden el peligro que las amenaza.y que se precipitan por lo común contra el agresor, tratando de vengarse del daño que les ha causado. Si una hormiga forastera llega á ' penetrar en el hormiguero, es al momento expulsada por sus habitantes. Guando un individuo ha sido herido, los que lo encuentran se apresuran á prestarle auxilio y á conducirlo al domiciUo común. En todos casos, en fin, se ye á las hormigas comunicarse sus designios por medio del con- tacto de sus antenas. Todo esto ha hecho suponer que poseen cierto grado de inteligencia, aun cuando la mayor parte de sus trabajos sean empren- didos de una manera instintiva. . Nada producen las hormigas que sea útil para el hombre. Hay más, con frecuencia son muy perjudiciales por atacar los frutos, roer una muí- 270 titud de sustancias y hasta por introducirse en las casas, estaMeciendo su domicilio en las vigas, que horadan en todos sentidos. Son ademas des- agradables por el olor que despiden, olor que persiste en los objetos que han tocado. La picadura y la comezón ocasionada en la piel por el lí- quido ácido que emiten las especies desprovistas de aguijón, las hace tanto más insoportables cuanto que estos insectos se introducen con fre- cuencia en nuestros vestidos. A la familia de los Mutílidos pertenece el género Mutilla, compuesto de especies que difieren bastante de los Formícidos, que se presentan adornadas de manchas de un color amarillo ó rojo vivo, y que buscan principalmente los sitios arenosos bien expuestos al ardor de los rayos solares. De este género se conoce una especie filipina que lleva el nom- bre sistemático de M. maguloso-fasgiata, Sauss. Designan los naturalistas con el nombre de Ápidos un grupo na- tural de insectos himenópteros, formado principalmente por el género Apis, al cual pertenecen las abejas que producen la miel, la cera y el própolis. La apicultura es desconocida en Filipinas; pero los negritos é igorrotes recogen ávidamente la miel y la cera que las abejas silvestres depositan en los troncos de los árboles. A este propósito el Dr. Carlos Semper dice lo que sigue: «Cuando en Abril y Mayo, bajo la influencia de un sol zenital y de copiosas lluvias, se desplega con todo vigor la vida animal, apareciendo mirladas de mariposas y de otros insectos que en las estaciones más frias ó más secas viven sólo en pocos individuos, empieza para los negritos la época de abundantes y alegres cosechas. Vanse hom- bres y niños al interior de los montes, penetrando en los sitios,más espe- sos en busca de los árboles señalados ya antes por algún descubridor, y en cuyas copas un enjambre de silvestres abejas ha depositado la miel por ellos tan codiciada: entonces es ocasión de hallar las colmenas reple- ' tas, pues se acerca el momento en que á favor del sol y la humedad van á animarse las larvas de las abejas; pero antes de que llegue el instante/ los negritos las ahuyentan con el humo de plantas venenosas para apo- derarse de sus panales. La miel gusta mucho á los negritos, quienes re- cogen la cera en panes prensados y poco limpios para trocarlos por cuentas de vidrio, patatas, arroz, y sobre todo por tabaco, que en cam- bio les dan los comerciantes cristianos.» Imposible nos es consignar aquí algún nombre sistemático de los 271 Ápidos filipinos; pero como las costumbres de estos insectos son muy curiosas é interesantes, difiriendo muy poco entre las diversas especies , creemos oportuno exponer las de la especie Apis mellifi- GA, L., que puede considerarse como tipo general de tan importante grupo. Todo enjambre ó colmena se compone,de una sola reina ó abeja ma- dre, y de otras dos clases de individuos, los machos ó zánganos, más grandes que las abejas ordinarias, y las obreras ó neutras, destinadas á alimentar á las de las otras dos clases y á construir las viviendas. El número de machos en una colmena se eleva de 200 á 1.200 ó 1.500, y el de las obreras de 15.000 á 25 ó 30.000; pero jamás hay más que una sola reina, madre de todos sus subditos. Los machos carecen de aguijón. El primer cuidado de toda nueva colonia ó enjambre es el de calafa- tear perfectamente las paredes internas de la habitación por medio de una sustancia semifluida, parda, llamada própolis^ que las obreras recogen en los vegetales algo resinosos. Los machos y la reina no trabajan, es- tando únicamente destinados á la propagación de la especie. Después de construidas las murallas de la ciudad, las obreras establecen en la parte alta de la colmena los cimientos de las habitaciones de la futura genera- ción. Consisten dichas habitaciones en alvéolos de diversos tamaños para las crias y en celdillas comunes para contener la provisión de miel. Las obreras ó neutras están provistas de instrumentos á propósito para la eje- cución de estos ingeniosos trabajos. Desde por la mañana salen en busca de las flores, que saben distinguir muy bien desde lejos. Por medio de sus maxilas y de la lengüeta, que es muy prolongada, chupan el néctar de las corolas, y con los cepillos de sus muslos posteriores recogen el polvo amarillo de los estambres ó pequeños filamentos del centro de la flor. Mascando después este polvo, forman con él pequeñas bolitas que fijan en el hueco de sus muslos, y cargadas de esta manera vuelven á la colmena. Apenas llegan, y á veces en el mismo camino, encuentran al- gunas compañeras que las desembarazan de su carga y que reciben en su boca el néctar azucarado que han chupado y que devuelven las recolec- toras. Las otras obreras se dedican á construir los panales de alvéolos, y pueden fabricar hasta 4.000 de éstos en veinticuatro horas. Para esta operación se colocan juntamente en fila y trabajan en común. Amasan 272 la cera segregada ó exudada por la piel fina que une los semi-anillós inferiores del abdomen unos con otros, mezclándola con la saliva, con lo que la cera adquiere la maleabilidad y demás propiedades que carac- terizan esta sustancia. La abeja construye tubos de seis lados perfectamente regulares y terminados por una pirámide. triedra de tres planos romboidales. Esos exágonos cuyo reborde está reforzado , constituyen las paredes de otros seis exágonos iguales que rodean cada tubo , y su fondo Ariangular forma también la pared de la pirámide triangular de celdillas que le están adosadas. De este modo el panal queda formado por una multi- tud de alvéolos de cera, tan bien unidos entre sí, que no queda espacio alguno intermedio y todas las paredes resultan delgadas como papel. Las celdillas ordinarias son llenadas con miel pura y cubiertas de una placa de cera que impide que se derrame. Es la provisión para el in- vierno. Guando las abejas lian recogido una gran cantidad de ella, no se procuran más; pero cuando se les quita (dejándoles^ sin embargo, una pequeña cantidad para un caso de necesidad extrema), procuran aprovi- sionarse con nuevo afán. La llevan en su primer estómago, pequeña botella trasparente que se descubre separando su vientre del pecho. Esta mieloes depositada en los alvéolos ó en la boca de las obreras de la col- mena que tienen hambre. No es la abeja la que crea la miel, pues ésta procede de las flores y aquélla no hace más que amasarla, por eso dicha sustancia conserva muchas de las cualidades de las plantas en que las abejas la han recogido. En el centro de la colmena están los alvéolos para la puesta, ó sea las celdillas en que la reina deposita los huevos, sea de machos, de obre- ras ó de otra hembra ó reina. Para esta última las abejas construyen previamente una gran célula redonda y de gruesas paredes, como un dedal, en la cual emplean el trabajo y el material de cien alvéolos ordi- narios por lo menos. Alrededor se ven aposentos menos espaciosos, pero de doble capacidad que los ordinarios. Son los departamentos destinados á huevos de machos. Por último, las demás celdillas de dimensiones or- dinarias están destinadas á los huevos que han de producir obreras ó neutras. La reina es madre de su pueblo y única en su sexo. Lo^ 1.200 á 1.500 machos forman su numeroso serrallo, disposición necesaria 273 porque debiendo aquélla poner de 30 á 40.000 huevos, es preciso que sea fecundada proporcionalmente. La fecundación se verifica en sitios apar- tados y volando. Si no tiene lugar dentro de los veinte primeros dias desde que la hembra ha llegado al estado de insecto perfecto, ésta no pondrá ya más que huevos de machos, lo cual la hace impropia para la multiplicación de la colmena. Lo más coniun es^ sin embargo, el que la hembra sea fecundada por los machos antes de terminar dicho plazo, y entonces ]3one huevos de obreras que son- precisamente depositados en las'' celdillas que les están destinadas, mientras que los huevos de machos, que no pone hasta once meses después, son colocados en los aposentos más grandes construidos al efecto. No habria, pues, en la colmena más que machos y neutros, si un huevo de obrera depositado en la celda real no diese origen á una larva que, abundantemente alimentada con una papilla especial que las obreras le proporcionan, se transforma en una hembra fecunda. La observación ha demostrado que todas las abejas, obreras 6 neutras, son en realidad hembras cuyos órganos sexuales han abortado^ tanto por la estrechez de las celdillas en que se desarrollaron los huevos de que proceden, como por la falta de alimento abundante. En efecto, cuando un huevo cual- quiera de obrera es puesto en una celdilla grande, se abre y da origen á una larva, y ésta es alimentada por las obreras con una gelatina nutri- tiva, 'suculenta y semejante á una cola harinosa; esa larva se hace más grande que las restantes, todos sus órganos adquieren mayor desarrollo y se transforma en hembra perfecta. La prueba más positiva de esto es la que nos proporcionan las mismas abejas, las cuales para procurarse una reina cuando por cualquier circunstancia han perdido la que tenian, no hacen más que ensanchar una celdilla que contenga un huevo reciente de obrera, y cuando este se abre las obreras suministran á la larva el manjar especial necesario para que se convierta en reina. Si la elección del huevo ó de la larva ha sido tardía, teniendo ya la última tres dias de vida, no resulta más que una reina apta para poner huevos de machos. Esto es también lo que sucede á los huevos de obreras que circundan el aposento real. Las larvas que de ellos salen se aprovechan de la vecindad para obtener un. poco de ese manjar que desarrolla y fortifica sus órganos sexuales, y de aquí el que aparezcan varias reinas supernumerarias, las cuales, no habiendo participado más que en pequeña escala del manjar 35 274 real, no pueden poner más que huevos de machos. Todas las obreras de una colmena son, pues, hembras imperfectamente desarrolladas. Por eso están provistas de aguijón, arma que entre los himenópteros es exclusiva de las hembras,, Pero aun cuando las obreras no tengan los órganos pro- pios de su sexo bien desarrollados, conservan, sin embargo, el vivo sen- timiento de la maternidad, y llenan sus deberes con una actividad infa- tigable y con un celo tanto más digno de alabanza, cuanto menos recompensado es. Privadas de la propia posteridad, cuidan al menos con interés de la ajena. Si la casualidad ha hecho que algunas de las larvas que han nacido en las celdillas que rodean el aposento de la reina, haya podido participar del manjar destinado á ésta y se ha desarrollado en hembra perfecta, se establece desde luego la rivalidad entre ella y la madre; la colonia se divide en dos bandos, y de ordinario la reina antigua, acompañada de un enjambre de machos y obreras, sale de la colmena en busca de otro sitio en donde formar una nueva colonia. Si las hembras que han nacido son varias, la salida de los enjambres se repite; pero si por desgracia uno de esos enjambres contiene dos hembras, se entabla en el aire una san- grienta batalla entre los partidarios de una y otra; las reinas rivales se presentan al frente de sus bandos respectivos, luchan con. encarniza- mienjo, los muertos y heridos caen llevando en su cuerpo el dardo fatal, mientras que sus agresores mueren también porque ese dardo no puede desprenderse del cuerpo sin desgarrar los intestinos, y el combate no cesa hasta que, inmolada una de las reinas y desligados sus secuaces de sus deberes de fidelidad hacia ella, se asocian á los enemigos y se hacen vasallos de la vencedora. Cuando á fines del verano, y después de la salida de varios enjambres, la reina se apercibe de que queda alguna otra hembra que pueda dispu- tarle su soberanía, sus celos se reavivan y por sí misma da la muerte á las jóvenes rivales, aun antes de que hayan salido de sus celdas. En cuanto'' á los machos, después que" han servido para la fecundación de la reina, y probablemente también para la de algunas otras obreras, son completa- mente innecesarios en la colmena, porque la estructura de sus patas no les permite trabajar. Siendo ya viejos, son despreciados y expulsados violentamente, quedando expuestos á los rigores del frió y de la Jluvia. Todos perecen en el mayor abandono, y cuando sucumben dentro de la 27é colmena las obreras transportan sus cadáveres al exterior, arrojándolos en cualquiera parte. Vulgarmente se aplica el nombre de avispas á diferentes especies de himenópteros pertenecientes á diversas familias naturales. Las avispas se distinguen á primera vista de las abejas, porque cuando se hallan en reposo tienen sus alas superiores plegadas* en dos, de modo que parecen muy estrechas. No las extienden más que para volar, mientras que las abejas corfeervan las alas superiores abiertas aun cuando se encuentren en reposo. Hay avispas sociales y solitarias. Entre las primeras figuran las es- pecies filipinas hasta hoy dia conocidas de los géneros Icaria, Polistes y Vespa, las cuales viven en sociedades que no duran más que un año, y están compuestas de machos, hembras y obreras. En ellas, la avispa madre no pasa toda su vida ociosa como la reina de las abejas, pues, á lo menos al principio, se ocupa en la fabricación del nido y en el cuidado de las crias. Los machos tienen también su ocupación; velan por la lim- pieza de la habitación y la desembarazan de cadáveres. Otro carácter distintivo de las avispas es el tener el abdomen oblongo y elegantemente suspendido del coselete como por un hilo. Su aguijón es más grande que el de las abejas, y toma el veneno de una bolsa situada en su base. Los machos carecen de el. Las avispas no segregan cera. Con sus mandíbulas cortan los vegetales, cuyos fragmentos saben aglutinar de modo que for- man una especie de cartón muy resistente. Antes de comenzar la cons- trucción del nido, las avispas amontonan los materiales cerca del sitio que han esóogido para establecer su domicilio. En cuanto á su alimenta- ción, gustan de todo lo dulce y de la miel como las abejas, si bien por apoderarse de esta última causan á veces grandes estragos en las colme- nas, matando á las mismas abejas. La puesta de las avispas se verifica ^n la estación más calorosa. Comienza por los huevos de obreras, y no depositan más que uno en cada celdilla. A los ocho dias sale de cada huevo una larva sin pies, más grande que su envoltorio, y en cuya cabeza se descubren dos mandíbulas. Estas larvas reciben el alimento en forma de bolas que las hembras ó las obreras amasan con sus mandíbulas y con sus patas antes de presentarlas á las crias. A las tres semanas las larvas dejan de tomar aumento y empiezan á encerrarse en sus alvéolos, cuyo mterior tapiíjan con una cubierta sedosa. En esta muda cambian de forma 276 y toman el aspecto del insecto .perfecto^ con sus seis patas y sus alas; pero formando un todo inmóvil, contraído y recogido sobre sí mismo. Al cabo de ocho ó nueve dias el insecto está ya formado, se despoja de su cubierta, rompe las puertas de su prisión y se lanza por los aires. Tan pronto como una celdilla queda desocupada, una obrera se en- carga de limpiarla y de dejarla en estado de recibir una nueva cria. Durante el verano la avispa madre permanece constantemente en el nido al cuidado de su prole, poniendo huevos y dando aüment3 á los hi- juelos con el concurso de las obreras. En el interior del nido reina siem- pre grande armonía y el orden más perfecto, á pesar de los belicosos instintos de estos insectos. Pocas veces se entablan luchas de macho con macho ó de obrera con obrera, y aun estos combates no son mortíferos. Jamás se ve á una sociedad de avispas declarar la guerra á otra para ro- barlas. A la proximidad del invierno las obreras y los machos perecen. Al- gunas hembras fecundadas son las únicas que resisten los frios y aguan- tan el invierno, para propagar y perpetuar la especie. Cuando el calor comienza á sentirse despiertan de nuevo y emprenden por sí solas la construcción de un nuevo avispero, depositando en él huevos de obreras, que no tardan en proporcionarles una multitud de auxiliares fieles y actiyps. Estas costumbres son casi iguales en todas las especies de avis- pas sociales. Las diferencias sólo existen en la nidiflcacion. Las avispas solitarias constituyen varias familias, entre las cuales figuran las denominadas Eumbnidos y Esfegidos, Se distinguen de las anteriores por no presentar más que dos clases de individuoSy machos y hembras. Suelen construir sus nidos en el suelo, en las maderas ó en las , paredes y depositan en ellos los huevos. Atacan á las arañas y otros ani- males de más corpulencia que ellas mismas, sirviendo estas víctimas para alimento de las crias. Por último, los himenópteros filipinos de la sección de los Terebran- tés, ó sea de los que están provistos de taladro en vez de aguijón, se reducen hasta ahora á un corto número de especies de las familias ICNEUMÓNIDOS y BrAGÓNIDOS. Estos insectos depositan sus huevos en el cuerpo de las larvas, de las arañas y de otros himenópteros, y hasta hay Icneumones que lo" verifi- can sobre otras especies de la misma familia. Otra especie devora los pul- 277 goneSj y se forma con la piel de los mismos un envoltorio para su meta- morfosis, ahorrándose así el trabajo de fabricar un capullo como sus congéneres. Terminaremos esta reseña acerca de los himenópteros con la lista de las pocas especies filipinas que nos es posible citar. Orden. —Himenópteros. Familia. — Heterog^ínidos. Forni|ca gp. Mutilla maculoso-^fasciata. Sauss. Apis sp. Familia.— Apidos. Familia. — Bómbidos. Familia. — Folistidos. Icaria philippinensis. Sauss. Polistes dubius. Sanss. -— philippinensis. Sanes. — manilensis. Sanss. Vespa luctnosa. Sanss. — philippinensis. Sauss. — densia. Lepel. — nigripennis ? » Familia . — Podilégidos . Megilla cingulata. Fabr. ♦ Familia.— Merilé^idos. Familia . — Gastrilég^idos . Familia. — Psitiridos. Familia. — Dimórfidos . Crocisa nitidnla. Latr. Familia. — Monomórfidos. Familia. — Euménidos. Eumenes cónica. Fabr. ~ curvatus. Sanss. (Lám. 8.^) Odynerns dyscherus. Sauss. — pnnctnm ? Familia . —Grabrónidos . Familia. — Bembécidos. Familia. — Esfégidos. Ammophila snperciliaris. Sauss. Sphex sericeus ? Fabr. Familia. — Escólidos. Liacos analis. Fabr. Scolia capitata. Guer. — modesta. Smith. Elis luctuosa. Smith. — annnlata. Fabr. — aurulenta. Smith. Familia. — Grisididos . Chrysis fuscipennis. Brullé. — áspera. Brullé, Familia. — Icneumónidos. Pimpla punctum. Brullé. Mesostcnus literalis. Brullé. — marginatus. Brullé. 278 Familia.— Bracónidos. Familia.-— Proctotrúpidos. Bracon nigrifrons. Brullé. Familia. — Ginípidos. — luteifrons. Brullé. Familia.— Orysidos. Familia. — Urocéridos. Familia.— Calcídidos. • Familia.— Tentredínidos. 6.— Inclúyense.por los zoólogos en el orden Lepidópteros todos aquellos insectos conocidos con el nombre vulgar de mariposas^ caracte- rizados por tener cuatro alas membranosas, cubiertas de un polvo esca- moso fácil de desprenderse, y la boca en forma de tubo arrollado en espi- ral y propio para la succión. En medio de la espléndida riqueza y variedad de colores con que la naturaleza se ha complacido en adornar á una infinidad de seres vivien- tes que son objeto de nuestra admiración, nada hay comparable á la belleza y brillantez de matices de ciertos lepidópteros. Ni los pájaros más suntuosos, ni las flores más delicadas, ni las conchas resplandecien- tes de oro y nácar pueden realmente competir en magnificencia con una colección de mariposas de los países cálidos. El esplendor y fecundidad del clima tropical parece aumentar el tamaño de esos insectos y reavivar el fuego de sus pinturas; mil tintas se ven combinadas sobre sus alas con reflejos inimitables y con una profusión inconcebible, como si la natura- leza quisiera presentar en ellas un ejemplo deslumbrador de sus inagota- bles facultades creadoras (1). (1) Los lepidópteros recogidos por el Dr. Carlos Semper en Filipinas, se encuentran actual- mente en poder de su hermano el Sr. Georg Semper, residente en Altona. Acerca de los mismo, se han publicado los trabajos especiales siguientes; Lepidoptera nova á Dr. O. Semper in insulis Philippinis collecta diagnosibus exposuerunt C. et R. Felder.— Series prima. — Wiener entomologische Monatschrift.— Band Y, niim. 10. — ' Series secunda.— ídem.— Band VI, núm. 9. —ídem.— ídem Band VIi; núm. 4. Beitrage sur Entwickelungsgeschichte einige ostasiatische Schmetterlinge, bei Georg Sem- per. (Verhandl. der k. k. zool. botanischen Gesellschaft in Wien. XVII.) Die philippinisclien arten der Pieriden Gattung Tachyris (Stettiner entomol. Zeitung, 1875) bei Georg Semper. ' Diagnosen einiger neuer Tagfalter-yon den Philippinen and'Bemerkungen iiber die Verbrei- tung einiger derselben, bei Georg Semper. Uber die arten der Tagíalter gattung Zethera, bei Georg Semper. Estos dos últimos trabajos se hallan insertos en las Verhandlungen des Vereins für natürwi- ssen-schafiliche ünterhaltung in Hamburg.— -Band III.— 1878, 279: Los Lepidópteros se dividen en dos grandes secciones , denominadas RopALOGEROs y Heterogeros. La primera comprende las mariposas que revolotean durante el dia; tienen las antenas en forma de maza, y pre- sentan las cuatro alas completamente libres entre sí y levantadas perpen- dicularmente en el estado de reposo. La familia Danáidos sólo comprende. especies propias de los países cálidos de Oriente, distinguiéndose muchas de ellas por sus grandes dimensiones y por la viveza y variedad de sus colores. El haberse encon- trado en 1806, cerca de Ñapóles, la especie Dañáis chrysippus, L., que es una de las que habitan en Filipinas, hizo creer que su patria se exten- día hasta Europa. La completa desaparición de la misma á los dos años, demostró que su presencia en Italia habia sido puramente accidental y debida á los vientos que arrastraron algunos individuos, los cuales se propagaron por breve tiempo á favor de circunstancias climatológicas excepcionales, pereciendo toda su generación cuando dichas circunstan- cias cambiaron. » Las mariposas de la familia Satíridos frecuentan los lugares áridos y secos, vuelan con bastante rapidez y por sacudidas, y jamás se levantan á la altura de los árboles. La familia Ninfalidos es una de las que com- prenden las más bellas especies del orden. Todas tienen las alas fuertes y gruesas que les permiten elevarse á grande altura. Algunas veces se paran en el suelo cuando está húmedo, y con frecuencia en los excre- mentos del ganado, y al parecer buscan las materias en fermentación, como la orina, el vino, los frutos podridos^ etc. El darles caza es muy difícil, porque estos insectos son muy esquivos, y en seguida que se les espanta ^e elevan por encima de las copas de los aricóles. Los Licénidos, que, cual los anteriores, están abundantemente representados en Filipi- nas, suelen estar igualmente adornados de hermosos colores. Hay ciertas especies que se distinguen por los dientes que presentan en el borde pos- terior de sus alas inferiores. Algunas veces uno de esos dientes se pro- longa formando una especie de cola más ó menos ancha. La familia Papiliónidos contiene una multitud de especies de brillantes matices y graciosas formas, esparcidas por toda la superficie del globo, pero prin- cipalmente por las regiones tropicales del antiguo y del nuevo mundo. El genero Ornithoptera, cuyas especies son, al parecer, poco numero- sas, es propio del Indostán, las Molucas, las islas de la Sonda y las Fili- 280 _ pinas. En estas últimas es muy abundante la especie O. Rhadamanthiis, BoiSD. {Lám. 8.^); de gran tamaño, con alas negras y amarillas y unas manchas de color de carmin á ambos lados del cuerpo. Del género Papilio son muy numerosas las especies que en el Archipiélago se en- cuentran. Como tipo del género en Filipinas citaremos la especie P. An- TiPHUs, Fabr., cuya envergadura es de unas cinco pulgadas; las alas son de un negro intenso, las superiores con rayas longitudinales agri- sadas hacia la extremidad, y las inferiores terminadas por .una cola negra espatulada; la parte interna de las inferiores presenta una fila de seis lúnulas de carmin vivo. La familia Hespéridos, que forma una especie de tránsito de los Lepidópteros Ropaloceros á los Heteroceros, ó sea de los diurnos á los crepusculares y nocturnos^ está compuesta de individuos que tienen la cabeza grande, el cuerpo y las patas robustas, el abdomen largo y las alas generalmente cortas. La escasa envergadura de éstas hace que su vuelo sea corto y por sacudidas, pero bastante vivo. La segunda sección, ó sea la de los Heteroceros, comprende las ma-» riposas cuyo vuelo es nocturno ó crepuscular en muchas especies y diurno en otras. Sus antenas son más ó menos abultadas en la parte media ó cerca de la extremidad, é independientemente de esto, ya cilindricas, ya pecti^riadas ó dentadas. El cuerpo pequeño con relación á las alas, y con un estrechamiento notable entre el tórax y el abdomen en los individuos de la primera sección, es en los de la segunda proporcionalmente grande y no extrangulado. Las alas son estrechas, en tejado horizontal ó ligera- mente inclinado durante el reposo, y las superiores recubren .^n este es- tado las inferiores, que son generalmente muy cortas y están sujetas por un freno á las primeras, en los machos únicamente. Una de las familias más notables de la segunda sección, por el ta- maño y belleza de muchas de sus especies, es la de los Esfíngidos. Estas mariposas no suelen aparecer hasta después de puesto el sol, y vuelan de flor en flor con movimientos bruscos y rápidos, permaneciendo después en estado de vuelo estacionario, en tanto que hunden en las corolas su larga trompa. Los Zioénidos tienen el vuelo pesado y poco prolongado; las alas brillantes, negras y aterciopeladas, y suelen permanecer inmó- viles durante el fuerte calor del dia. Entre los Lipáridos figuran un gran número de pequeñas mariposas de color sombrío, cuyas larvas causan muchos daños en ios árboles. LosPsíquidos son notables porque sus lar- vas fabrican con cuerpos extraños envoltorios, dentro de los cuales sufretí su metamorfosis. Emplean para ello fragmentos de hojas, de hierbas, pajas, trocitos de madera ó pequeñas piedras aplicadas sobre una pasta hecha con estas materias y entremezclada con hilos sedosos. Las hembras del genero Psyghe están completamente desprovistas de alas y se aseme- jan á las larvas. Por lo general no salen de la envoltura de éstas. Los machos son de un gris negruzco y vuelan con gran vivacidad. Comprende la familia Lasiocámpidos las mariposas de mayor tamaño que hasta hoy dia se conocen. Tales son las del género Attacüs, representado en Fili- pinas por tres especies, entre las cuales hay una que no cede en magni- tud á la especie Atlas de China, y que como ésta mide de 15 á 16 cen- tímetros de envergadura. Los Nóctüidos son lepidópteros de talla media- na, que se encuentran por lo común en los bosques, en las praderas y en los jardines. No suelen volar más que al ponerse el sol ó durante la no- che. Sus alas son de color oscuro, con manchas arriñonadas en el centro. Las alas inferiores, á veces coloradas, son con frecuencia blanquecinas, y en otras ocasiones rojas ó amarillas. El cuerpo es siempre robusto. Con el nombre de Geométricos se designa una familia compuesta de maripo- saé esencialmente nocturnas, de talla mediana, que no vuelan hasta después de puesto el sol ó durante la noche. Frecuentan las plantaciones de los bosques húmedos, en donde son víctimas de las Libélulas y de otros insectos carnívoros. Su cuerpo y abdomen son delgados; sus alas gran- des, delgadas, frágiles, con frecuencia de color oscuro y adornadas con hermosos dibujos. Las larvas de estos insectos causan grandes estragos en los bosques, atacando los árboles más vigorosos y de más edad. Noc- turnos son también los individuos de la familia Pirálidos, en la cual figuran esa multitud de pequeñas mariposas que vienen por las noches á revolotear alrededor de las luces. Por último, entre los Tineidos hay una multitud de especies altamente perjudiciales por los estragos que sus larvas producen en las ropas de lana, en las pieles y en los cereales. Re- ciben vulgarmente el nombre de polilla. Larga sería nuestra tarea si hubiésemos de entrar en detalles acerca de los géneros y especies más importantes de los lepidópteros filipinos. Expuestos ya ligeramente algunos caracteres distintivos de las familias ^más notables, insertamos á continuación el Catálogo de las especies que 36 282 constituyen la colección formada por el Dr. Carlos Semper durante su permanencia en el Archipiélago (1). I.— Ropaloceros. Familia. — Danáidos. Hestia Leuconoé, Erichson. — Electra. Semper. Ideopsis Anapis. Felder. — Glaphyra. Semper. Dañáis luzonensis. Felder. — Phyle. Felder. — vitrina. Felder. — juventa. Cramer. — limniace. Cramer. — orientalis. Semper. — Lotis. Cramer. — Abigar, Eschsch. — plexippus. L. — chrysippus. L. Macroploea Aethaea. Semper. Salpinx Kadu. Escliscli. Calliploea Mazares. Moore. — Pollita. Erichson. Trepsichrois Megilla. Erichson. — ® Tisiphone. Butler. — Kochii. Semper. — Yisaya. Semper. — Mindanaensis. Semper. Crastia Cratis. Butler. Euploea Swainsonii. Godart. — Toblerí. Semper. Stictoploea Laetifica. Butler. Familia. — Satiridos. Lethe Europa. Fabr. — Negrita. Felder. Ptychandra Larquinii. Felder. Melanitis Leda. L. — Atrax. Felder. — Erichsonia. Felder. — Boisdu valia. Felder. Zethera Pimplea. Erichson. — Thermaea. Hewitson. — Musides, Semper. — Musa. Felder. — Hestioides. Felder. Ragadia Luzonia. Felder. — Melindena. Felder. — Crisia. Hübner. Mycalesis Bisaya. Felder . — Tagala. Felder. — Aramis . Hewitson . — Megamede. Hewitson. — Igoleta. Felder. — Polydecta. Cramer. — Samba. Moore. — Mamerta. Cramer. — Ita. Felder. — Felderí. Butler. — Hesione. Cramer. Ypthima Stellera. Eschsch. — Sempera. Felder. Acrophthalmia Artemis. Felder. Familia. — Elimnidos. Elymnias Mellas. Felder. — Beza. Hewitson. — Casiphone. Hübner. — Egialina. Felder. Familia. — Mórfidos. Amathusia Phidippus. L. — Amythaon. Doubl. (1) Debemos este Catálogo á la amabilidad del Sr. Georg Semper, en cuyo poder se encuentra la colección. Además de las especies enumeradas, consta ésta de 275 más, todavía completamente indeterminadas, formando un total de l.OGl^especies, entre las cuales hay ya hasta el presente 42 nuevas. Recientemente el Sr. Semper nos ha participado, que se ocupa en la redacción de una obra descriptiva de su importante colección de lepidópteros filipinos. 28» " Zeuxidia Semperi. Pelder. — Amethystus. Bntler. * Discophora Melinda. F^lder. — - ITecho. Felder. — spec. ? Clerome Phaon. Erichson, — Lurida. Felder. — Sappho. Semper. — Heis. Semper. — Leucis. Semper. Familia. — Ninfálidos. Cethosia insularis. Felder. — mindanaensis. Felder. — luzonica. Felder. -r Hypsina, Felder. Terinos Lu cilla. Butler. Cirrocbroa fasciata. Felder. — Tyche. Felder. Cynthia Deione. Ericlison. Meparas Arius. Felder. Atella Phalanta. Drury. — Alcippe. Cramer. — Sinlia. Kollar. Argynnis Mphe. L. Symbrenthia Hyppoclns. Cramer. Vanessa Glauconia. Motsch. Pyrameis Indica. Herbst. — Cardui. L. Junonia Lemonias. L. — Laomedia. L, — Orithya. Fabr. — Asterie. L. — Álmana. L. Precis Ida. Cramer. Ehinopalpa Stratonise. Felder. — Sabina. Cramer. • Doleschallia Bisaltide. Cramer. Ergolis Taeniata. Felder. — Adelpha. Felder. — LiTzonia. Felder. — Ariadne. L. Cyrestis Maenalis. Erichson. — Cassander. Felder. — Eabria. Westwood. Hypolimnas anómala. Wallace. — Misippus. L. Hypolimnas Bolina. L. Euripus Clytia. Felder. r- spec ? Partbenos Sylvia. Cramer. Limenitis Urdaneta. Felder. — Pintuyana. Semper. — Mata. Moore. -T- Procris. Cramer. Neptis Epira. Felder. — Heliobole. Semper. — Pata. Moore. — Isabellina. Felder. — Cyrilla. Felder. — Phrygia. Felder. — AthenaiSí Felder. — Dama. Moore. •— Mtetis.-Hewitson. — Illigera. Escbsch. — Ebusa. Felder. — Cymela. Felder. — Cyra. Felder. — Pampanga. Felder. — Soma. Moore. — Mindorana.» Felder. — Ilocana. Felder. — Matnta. Hübner. Phaedima Eremita. Felder. -— Sóror. Felder. AtliymaKasa, Moore. — Epimethis. Felder. — Gutama. Moore. — Cosmia. Semper. — Gordia. Felder. — Arayata. Felder. — Alcamene. Felder. — Maena. Felder. — Magindana. Semper. Eutbalia Lubentina. Cramer. — Teuta. Donbl. — Alpheda. Godart. — Damalis. Erichson. — Evelina. Stoll. — Lusiada. Felder. — Cocytus. Fabr. Tanaecia Calliphorus. Felder. — Leucotaenia. Semper. Symphaedra Dirtea. Fabr. — Satrapes. Felder. 284 Symphaedra Panopus. Felder. Apatiira Bhea. Felder. * Dichorragia Nesimachus. Boisd. Nymplialis Athamas. Drury. — Amycus. Felder. — Antonins. Semper. — Fabius. Fabr. Schreiberi. Godart. Prothoe spec. Familia. — Libitéidos. Libythea antipoda. Boisd. Familia. — Nemeóbidos. Abisara Echerius. Stoll. Zemeros spec. Familia. — Licénidos. ■o Miletus Melanion. Felder. — Symethus. Oramer. — Learchus. Felder. . Allotiniis Fallax. Felder. Spalgis spec. Pithecops Hylax. Fabr. Lycaena Alsulus. H. Schaffer. — Cagaya. Felder. • — Puspa. Horsf. — Athena. Felder. — Lysimon. Hiibner. — Barta. Boisd. — spec. — dubiosa. Semper. — Scb^effera. Eschsch. — spec. Castalius Roxus. Godart. — Argola, Hewitson — Rosimon. Fabr. — Antaea. Boisd. Lampides Mindora. Felder. — Parrhasius. Fabr. — spec. — Sericina. Felder. — spec. — spec. — Pactolus. Felder. Lampides Beroe. Felder. — Nora. Felder. — spec. — spec. — Ancyra. Felder. — spec. — Astraptes. Felder. — spec. — spec. — ¡Strongyle. Felder. — Strabo. FaBr. — Lithargyria. Moore. — Cnejus. Fabr. — Baetica. L. — Elpis. Godart. — ■ Oleodus. Felder. -^ Celaeno. Oramer. — Suidas. Felder. — spec. — spec. — Osias. Boisd. Nacaduba spec. Lycaenesthes Lycaenina. Felder. Anops obsoleta. Felder. — Nesophila. Felder. — Tagalica. Felder. — insularis. Horsf. — spec. Catapaecilma spec. Aphnaeus Syama. Horsf. Hypolycaena Tharry tas. Felder. — Tmolus. Felder. r— Astyla. Felder. — Thecloides. Felder. — Etolus. Fabr. Dendorix Epijarbas. Moore. — Smilis. Hewitson. — Diopites. Hewitson. — Xenophon. Hewitson. — Elcia. Hewitson. — Orseis. Hewitson. — Manea. Hewitson. — Varuna. Horsf. Jolaus Anysis. Hewitson. Myrina Maraertina. Hewitson. — Dendorix. Hewitson. — Jalajala. Felder. — Mariaba. Hewitson. 285 Myrina Jangala. Horsf. Theda. Felder. — Lazarena. Felder. — liniata. Hewitson. — Lefebvrei. Felder. — Discophora. Felder. — MaVortia. Hewitson. — Orphens. Felder. — Meduana. Hewitson . Bindahara Phocides. Fabr. Loxnra Atymrius. Cramer. Amblypodia Theba, Hewitson. • — Eridanus. Felder. — Aron^^a. Hewitson. — Ocrida. Hewitson. — Alesia Felder. — ■ Hesba. Hewitson. — Agíais. Felder. — Oenotria. Hewitson. — Myrzala. Hewitson. — Corinda. Hewitson. — Adatha. Hewitson. — Alitaeus. Hewitson. — Phaenops. Felder. — Arsenius. Felder.. Anniella. Hewitson. — Amphea. Felder. — Apidanus. Cramer. — Ericlisonii. Felder. Familia. — Piéridos. Nychitona Xiphia. Fabr. Terias Harinae. Horsf. — KabeLlFabr. — Alitha. Felder. — . Latimargo. Hopffer. — diversa. Wall. r- Hecabe. L. — Sari. Horsf. — ■ spec. Catopsilia Catilla. Cramer. — Scylla. L. — Crocale. Cramer. — Chryseis. D. — Pyrantbe. L. Hebomoia Glaucippe. L. Appias María. Semper. — Phoebé. Felder. — Zamora. Felder. — Agave. Felder. — Domitia. Felder. — Albina. Boisd. — Nephele. Hewitson. — .!N"athalia. Felder. — Lyncida. Cramer. — Nerissa. Godart. Phrissura Illana. Felder. Pieris Boisduvaliana. Felder. — Aspasia. Stoll. ; — Gliciria. Cramer. Helias Georgina. Felder. — Blanca. Felder. — Diapliana. Semper. — Themis. Hewitson. — Hyparete. L. — Henningia. Eschsch. — oclireopicta. Butler. Eronia Bocbera. Eschsch. — Phocaea. Felder. Familia. — Papiliónidos. Ornithoptera Khadamanthus. Boisd. — Magellanus. Felder. Papiiio Emalthion. Hübner. — Semperi. Felder. — Ideoides. Hewitson. — Palephates. Westw* — Str atocles. Felder. — Alphenor. Cramer. • — Hystaspes. Felder. — Hipponous. Felder. — Antonio. Hewitson. — Daedalus. Felder. — Antiphus. Fabr. — Phegens. Hopffer. — Aristolochiae. Fabr. — Phlegon. Felder. — Mariae. Semper. — Annae. Felder. — Hermocrates. Felder. — Antiphates. Cramer. — Euphrates. Felder. — Melanthus. Felder. f86 Papilio Agamemnon. L. — Gordion. Felder. — Sarpedorr. L. Leptocircns Becius. Felder. Familia. — Hespéridos. Badamia exclamationis. Fabr. Choaspes siibcaudata. Felder. Hasora Badra. Moore. — Gnaens. Plotz. Bibasis Valmaran . Walling . — Gentiana. Felder. Parata .Cbromus. Cramer. — spec. — Malayana. Felder, — vitta. Butler. — spec. Isoteinon plumbeola. Felder. Astictopterus Diocles. Moore. — Xanites. Butler. Matapa aria. Moore. — Celsina. Felder. — Thrax. L. — Latreilleí. Felder. Gangara Thyrsis. Fabr. Baoris Oceia. Hewitson . Parna,ra Philippina. H. Sch'áff. — Bada. Moore. — spec. — spec. — Narooa. Moore. — Nirwana. Plotz. — spec. Chapra Mathias, Fabr, — Balarama, Plotz. — 8iilpburifera. H. Sch*áff. Telicota Prusias. Felder. — Augiades. Felder. ' — Acalle. Hopffer. — Eurotas. Felder. — spec. Padraona Gola. Moore. — Nitida. Mabille. Pamphila Ziclea. Plotz. — Simias. Felder. — spec. Plastingia tessellata. Hewitson. Plastingia spec. — spec. ^ Durga. Plotz. ^ spec. ■^ Liburnia. Hewitson. Tañaos indistincta. Moore. Pterygospidea Leptogramma. Hewitson. — Sura. Moore. Coladenia spec. -— spec. T- spec. ^- spec. Tagiades spec. — Pteria. Hewitson. — Japetus. Cramer. — Martinas. Plotz. . — Gana. Moore, — spec. — spec. Plesioneura Teisthamelix, Boisd. — spec. — spec. II. — Heteroceros. Familia.— Esfíng^idos . Acherontia Lachesis. Fabr. Smerinthns Dryas. Boisd. Macrosila Discistriga. Walkr. Sphinx Oonvolvuli. L. Ambulix spec. — spec. Acosmerix anceoides. Boisd. Darapsa Hypothous. Cramer. — Hesperus. Boisd. Chaerocampa alecta. L. — Lucasii. Walkr. — Thyelia, L. — Echeclus. Boisd. — Rhesus, Boisd. — Celerio. L. — Silhetensis. Walkr. — Oldenlandiae. Fabr. — Nessus. Drury, — Clotho. Drury. Pergesa Acteus. Cramer» Panacra Lignaria. Walkr. 287 Panacra Scapüláris. Walkr. — spec. Macroglossa Corytlius. Walkr. — Sínica. Boisd. — Passalns. Drury. — Sylvia. Boisd. Sataspes spec. Familia.—Egéridos. Mellitia Bombyliformis. Cramer. 8esia Hilas. L. — spec. Familia.— Agarístidos. Eusemia Chrysospila. Walkr. — Maculatrix. Westw. Milionia Semperi. Felder. — spec. — spec. — spec. Ophthalmis Bambucina. Esclisch. Callidula Petavia. Oramer, — spec. Cleosiris Catamita. Hübner. Familia Zig^énidos. Atycbia spec. Phalanna Polymena. L. Euchromia spec. Syntomis tristis. Boisd. — spec. Familia.— Calcósidos. Histia spec. CJyclosia spec. Pintia spec. Eterusia spec. Familia.— Nicteméridos. Nyctemera spec. — latistriga. Walkr, — • - spec. — alternata. Walkr. Nyctemera spec. — radiata. Walkr. — Poleta. Cramer. — bijunctella. Walkr. Familia.— Litósidojs. Aganais Alcipbron. Cramer. — Egeus. Walkr. — spec. — • plana. Walkr. — Monycha. Cramer. % Neochera spec. — Eugenia. Cramer. Euplocia membliaria. Cramer. Hypsa Javana. Cramer. Ágape cyanopyga. Felder. Peridrome orbicularis. Walkr. Philona inops. Walkr. — spec. Cyme luzonica, Felder. Capissa spec Lithosia Entella. Cramer. — spec. Barsine roseororata. Bütler. — spec. Miltochrista spec. Digama spec. XJtetheria pulchella. L. Argina Astrea. Drury. — Argus. KoUar. Familia.— Arctidos- Creatonotus interrupta. Cramer. Phissama vacillans. Walkr. — spec. Eajendra integra. Walkr. — spec. Aloa spec. — lactinea. Cramer. — Niceta. Cramer. — spec. Amerila Astreas. Drury. Spilosoma maculifascia. Walkr. Arctia spec. 288 Familiíi.— Lipáridos. Orgya spec. ? Aroa spec. Melanotlirix pulchricolor. Felder. Sarmalia radiata. Walkr. — spec. Kettelia spec. Tagora pállida. Walkr. Dreata mutans. Walkr. Pachyana spec. Apha spec. Dasy chira spec. Cispia spec. Lymantria spec. — lunata. Cramer. -— spec. Chaerotrycha glandulosa. Felder. — spec. Artaxa spec. Euproctis celsa. Walkr. Laelia spec. Familia.— Notodóntidos. Stauropus spec. Spatalia spec. Somei^a spec. Anticyra combusta. Walkr. Antiora spec. Phalera spec. Clostera spec. Tarsolepis spec. Familia.— Psiquidos. Psyche spec. Epichnopteryx spec. Familia.— Lasiocámpidos. Lasiocampa spec. — subparallela. Walkr. Parasa spec. Scopelodes spec. Trábala spec. Odenestis Vita. Moore. Taragama Ganesa. Lefebvre. 8uana bimaculata. Walkr, Familia .—Satúrnidás . Antbergea Semperi. Felder. Attacus JiOrquinii. Felder. — Cynthia. Drury. Brahmaea Whitei. Butler. Familia. — Drepamílidos. Cilix spec. Familia.— Cosidos. Dnomitus ligneus. Bütler. Zeuzera signata. Walkr. ^ spec. — Mineus. Cramer. Cossus Strix. L. Familia.— Nuctuo-Bombicidos. Thyatyra spec. Familia . — Bombicóides . Acronycta spec. Familia. — Leucánidos. Leucania spec. Sesamia spec. Familia. — Glotúlidos. Glottula dominica, Cramer. — radians. Westw. Bamadasa Pavo. Walkr. Familia. — Apámidos. Xylophasia spec. Prodenia Testaceoides. Gn. — spec. Calogramma picta..Gü. Apamea spec. Familia. — Garadrinidos. , Caradrina spec. 289 Familia . — Noctuidos . Familia.— Cálpidos. Agrotis spec. Noctua spec. Familia.— Ortósidos. Taeniocampa spec Dabarita spec. Orthosia spec*. Cirroedia spec. Familia.— Xylínidos. Lyncestis Amphix. Cramer. Xylina spec. Familia.— Heliótidos. Heliothis armígera. Hübner. — spec. Anarta spec. Familia. — Hemerósidos. Ariola.Eansonneti. F. et E. Familia.— Acóntidos. Xanthodes transversa. Gn. Familia.— Antofílidos. Talpochares spec. Familia. — Eurípidos. Penicillaria Jocosatrix. Gn. ^ — spec. — palliatrix. Gn. — spec. Annga constricta. Gn. Familia.— Plúsidos, Abrostola spec. Plnsia Agramma. Gn. — aurífera. Hübner. — Chalcytes. Esper. Oraesia emarginata. Pabr. — spec. Familia.— Hibléidos. Hyblaía pnera. Cramer. * — constellata. Gn. — '^Pirmamentum. Gn. Familia.— Amfipíridos. Amphipyra spec. Naenia spec. Familia . —Polidésmidos . Polydesma spec. Familia. — Homoptéridos. Homoptera spec. Familia. — Hipográmidos. Gyclodes Omma. Hoeven. Praxis^spec. Familia.— Gatéfidos. Cocytodes. Coerula. Gn. Anophia olivescens. Gn. Catephia Linteola. Gn. , Maceda spec. Aegilia spec. Familia. — Hipocálidos. Hypocala plumicornis. Gn. Familia.— Ofidéridos. Ophideres Fullonica. L. — Cajeta. Seba. — materna. L. — ancilla. Cramer. — Salaminia. Cramer. 37 Opliideres Coc|lus. Cramer. Phyllodes perspicillator. Gn. Potamophora Manlia. Cramer . Lygniodes^spec. Familia. — Erébidos. Oxyodes Clytia. Ciamer. Sypna spec. Anisoneura hypocyana. Gn. Familia.— Ommatofóridos. Speiredonia Zamis. Stoll. — Alix. Gn. Sericia anops. Gn. Patilla Macrops. L. Argiva Caprimnlgus, Fabr. Nyctipao crepuscularis. L. — lencotaenia. Lef. Ommatopliora fulvastra. Gn. 290 Achaea spec. — Mercatoria. Fabr. — Melicerta. Drury. — spec. Elpia spec. Serrodes Campana. Gn. — spec. Naxiá spec. Calesia Stilifera. F. et R. Hypaetra venosa. Hübner. — spec. Opbiusa spec. — interpensa. Gn. — Joviana. Cramer. — Stuposa. Fabr. — spec. — spec. — fulvotoenia. Gn. — arctotoenia. Gn. Grammodes Mygdon. Cramer. — Ammonia. Cramer. Familia. — Hipopíridos. Familia . -— Euclí didos . Spirama suf fumosa. Gn. — Isabella. Gn. Hypopj'ra spec. Entomogramma "Vanua. F. et E. — spec. Familia. — Rendidos. Hnlodea Caranea. Cramer. — spec. Fami^a.-^-Oñúsidos. Lagoptera honesta. Hbr. — mágica. Hbr. Ophiodes separan s. Walkr. — Tirrbaea. Cramer. — spec. — spec. Ophisma gravata. Gn. — nmminia. Cramer. — rigidistria. Gn. — Peropaea. Hübner. — spec. Trigonodes máxima. Cramer. — Cephise. Cramer. -— Hyppasia. Cramer. Familia,— Remitidos. Eemigia frugalis. Fabr. — Archesia. Cramer. — spec. Familia . — Focilidos . Focilla spec. Familia.— Amfig^ónidos. Lacera capella. Gn. Episparis spec. Familia. — Termésidos. Sympis rnfibasis. Gn. Tbermesia spec. f 91 Familia.— Platídidos. Trigonia Cydonialis. Cramer. Phagytra leucogastralis. Walkr. Familia . — Hipénidos . Dicliromia spec. Hypena spec. Familia. — Hermínidos. Ortopla spec, Herminia spec. Eivula spec. Familia.— Nictalemónidos. Lyssa Menoetius. Hopffer. — Zampa. Bufcler. Familia . — Ur ap tér ido s . Ürapterya podaliriata. Gn, — spec. Familia. — Ennómidos. Hyperythra limbolaría. Gn. Entomopteryx spec. Ennomos spec. Familia . — Ocnocrómidos . Hypographa spec. .Familia.— Boármidos , Amblychia spec. Elphos Hymenaría. Gn. Boarmia pertusaria. F. et R. * — spec. Hypocliroma spec. Gnophos spec. Erebomorpha spec. Familia.— Geométridos. Bursada»maculifera. F. et R. — spec. Jodis spec. Thalassodes marinaría. Gn. Eacheospila spec. Timandrá spec. Comibaena spec. Euchloris spec. Chlorosoma spec. Agathia spec. Familia . — Paliados Eumelea rosaliata. Cramer. — • feliciata. Gn. — aureliata. Gn. — spec. — obesata. Felder. — spec. Familia.^Efíridos. Anisodes spec. Zonosoma spec. Familia. — Acidálidos. Acidalia spec, Argyris spec. Zanclopteryx spec. Familia.— Micrónidos. Micronia Grammearia* Hübner. — spec. — obtusata. Gn. Erosia spec. Familia. — Macáridos. Macaría spec. — Eleonorata. Cramer. Familia. — Fidónidos. Selidosema spec. Hyposidra leptosoma. F. et R. — spec. Familia. — Házidos. Euschenia Manillaria. Gn. — militaría. L. 292 Pamüia.— Zerénidos. Celerena spec. Craspedoris spec. Tigridoptera Exul. H-Sch*áffer. — spec. Orthostixis spec. Abraxas spec. — leopardinata. Kollar. — hypsata. F. et E. Bombycodes spec. Zerene spec. Familia. — Laréntidos. Cidaria spec. Familia. —Sicúlid os . Ehodoneura pu dicola. Gn. — ' spec. Sieulodes spec. í Familia. — Sémnidos. Semnia spec. Cydalima conchylalis. Gn. — spec. Pachyarches psittacaÜs. Hiibner. Margar odes spec. Encboenemidia squamopedalis. Gn. Pbacellura gazorialis. Gn. Glyphodes spec. — diurnalis. Gn. — spec. Pygosspila tyres. Cramer. Agatbodes spec. Diasemia spec. Encías ta maceralis. Led. Zinctrenia recnrvalis. Pabr. — spec. Pycnarmon Jagnaralis. Gn. Lepyrodes spec. Cataclysta spec. OligQstigma spec. Familia. — Quilónidos. Chilo spec. Norraea spec. Familia.— Fícidos. iSS ' ■ 'Familia. — Pirálidos. Vitessa spec. — Suradeva. Moore. Actenia spec. Paracme spec. Glossina spec. Botys spec. — punctiferalis. Gn. — spec. — multilinealis. Gn.j — spec. — Illisalis. Walkr. — spec. Filodes fulyidorsalis. Hiibner. Plnacia spec. — ocnlaris. F. et E. Pacbynoa spec. Meroctena Staintonii. Led. Botyodes asialis. Gn. Keorina Procopia. Cramer. Anerastia spec. Familia.—Galéridos. Galleria spec. Familia.— Tortrícidos. Tortrix spec. Sciaphila spec. Familia. — Tinéidos . Adela spec. Cocyptilum Klugii. Zeller. Amblothridia spec. Hypomoneuta spec. Psecadia spec. Depressaria spec. Familia. — Pterofóridos. Aciptilia spec. Lcioptihis spec. Peuterocopus spec. 293 7.— El orden Hbmípteros (1) abraza, como su mismo noml}re lo in- dica, los insectos que tienen hemólitros, es decir, alas superiores cuya primera mitad es coriácea ó dura como cuerno, y la otra mitad delgada y flexible cómo una ñna membrana, tal como se observa en la chinche campestre. Pero este carácter no es tan fijo como el relativo á los órganos de succión, que les sirven para aspirar su^alimento» Todos presentan, en lugar de boca, una trompa rígida y recta en la cual eátán encerrados cuatro fllaínentos muy delgados y muy agudos, con los cuales perforan la- corteza de las plantas ó la piel de los animales. Esos filamentos, finos como sedas, dejan entre sí un espacio en forma de tubo, por donde el insecto absorbe el líquido, la savia ó la sangre,- vertiendo á veces en la herida un humor acre é irritante que determina una afluencia conside- rable de sangre en la parte picada. De ahí procede esa especie de mancha roja que produce la picadura de la chinche doméstica. Es todavía tan incompleto el conocimiento que se tiene de los Hemíp- teros de Australia, archipiélago de la Sonda y costa meridional de Asia, que no es p^^sible determinar con bastante exactitud, los grados de seme- janza de la fauna hemíptera filipina con las de aquellos países. Cierto es que la rica colección de Hemípteros recogida por Wallace en las islas de la Sonda y en Borneo ha sido ya descrita, pero de una manera tan es- pecial que dificulta la comparación é impide comprobar la identidad de las especies con las del Archipiélago filipino. Estas últimas ascienden á unas 550, entre las cuales hay muchas que no hablan sido anteriormente descritas y que son propias ó características de Flipinas. Una gran parte de ellas se .encuentran también en Java y Sur de Asia, otra porción más pequeña ge extiende hasta Nueva Guinea y Polinesia, y entre las restan- tes especies hay algunas que pertenecen igualmente á la fauna de la India inglesa, á la de África, á la de Europa y á la de América, especialmente de la isla de Cuba. Los insectos Hemípteros se dividen en dos secciones, denominadas Hbterópteros y Homópteros. En los primeros, el chupador ó pico nace de la frente, y los élitros son coriáceos en su mitad anterior y transpa- (1) La colección de Hemípteros filipinos recogida por el Dr. Carlos Semper, pertenece en la actualidajj al Museo Eeal de Estocolmo. P^ra el estudio de las especies véase el folleto ccHemiptera insularum Philippinarum.»— Bi- drag till Philippinska carnes Hemipter-fauna, af-0. Stál. 294: ' rentes en la posterior. En los segundos el pico nace de la parte inferior de la cabeza, y los élitros son por lo común transparentes en toda su extensión. Los insectos de la primera sección son ordinariamente aplanados y despiden un olor repugnante Éste procede de un órgano especial, y no suele percibirse sino cuando el insecto está irritado O amenazado de algún peligro. Si se Ifuele sin que el animal lo note, no se percibe mal olor. Según observaciones hechas con algunas especies del genero Pentatoma, cuando se coge con unas pinzas uno de esos insectos, vulgarmente lla- mados chinches de campo, y se le sumerge en el agua, se ven por medio de una lente, desprenderse de su cuerpo pequeñas ampollas, que viniendo á reventar en la superficie expiden ese efluvio que afecta tan desagrada- blemente el olfato. Ese vapor eminentemente acre ejerce sobre los ojos, si llega á tocarlos, una acción irritante muy marcada. Guando se retiene éntrelos dedos un insecto vivo, sin que queden obstruidos los orificios odoríferos, y se dirigen aun punto determinado de la piel, las descargas de vapor, se ve aparecer sobre aquélla una mancha parduzca ó rojiza, que al principio no se quita ni aun con repetidas lociones, y que produce en eí tejido cutáneo una alteración análoga á la que resulta por la aplicación de un ácido mineral. En el género Pentatoma, el órgano de esa secre- ción odorífera es una glándula, á veces doble, piriforme, amarilla ó roja, que viene á terminar entre las patas posteriores. En otras especies afines á las Pentatomas, la secreción es, por el contrario, de un olor agradable. Los Heterópteros son en general perjudiciales á la agricultura, pero los hay también que atacan á los insectos destructores. Muchas veces se ven al pié y en las partes bajas del tronco de los árboles ó en la base de los muros expuestos á la acción directa del sol, grupos de cincuenta, sesenta ó. más insectos, apretados entre sí y á veces unos sobre otros, con las cabezas dirigidas hacia un punto central. Estos insectos, que lle- van ordinariamente una librea roja salpicada de manchas negras^ per- tenecen al género Lygceus, y como otros muchos hemípteros, chupan la savia de los vegetales ó pican los frutos para absorber los jugos de que se alimentan. Los Reduvius son, por el contrario, carnívoros. Su cabeza estrecha, colocada sobre un cuello bien marcado, está provista de dos ojos compuestos y de dos pequeños ojos simples. Algunas especies de esta familia tienen la costumbre de cubrirse cuando se hallan en estado de ' 295^ '■ ninfa, ó sea antes (jue las alas se hayan desarrollado, con polvo ó basura, y á fayor de este disfraz se aproximan á las moscas, arañas y chinclíes domésticas que constituyen su presa. Las picaduras de estos insectos son muy dolorosas, aunque no de peligro para el hombre, y producen la muerte casi instantánea de los insectos atacados, por lo cual es de su- poner que los Reduvius segreguen alguna sustancia venenosa, si bien hasta ahora no ha podido descubrirse el órgano productor de ella. Los LidNOBATiNos ticncu el cuerpo lineal y filiforme. La cabeza, que constituye casi la tercera parte de la longitud total del cuerpo, está pro- vista de dos largas antenas y de un pico ó chupador fino y capilar. Las patas son largas é iguales. Estos insectos andan con bastante lentitud por la superficie de las aguas estancadas, * Con el nombre de Chinches de agua, se designan unos insectos he- mípteros cuyas antenas, más cortas que la cabeza ó á lo sumo de igual longitud que ésta, se hallan insertas y ocultas bajo los ojos, los cuales son de un tamaño considerable. Todos ellos son acuáticos y carnívoros. Sus tipos principales son las Nepas y las Notonectas. Las primeras son muy comunes en las aguas estancadas; su cuerpo es ovalado, muy depri- mido; sus élitros horizontales y coriáceos; las patas anteriores muy lar- gas y terminadas por fuertes pinzas. Replegando la pierna y el tarso sobre el muslo es como estos insectos sujetan su presa para chuparla^con su pico. Dicha presa consiste en varios insectos acuáticos, sin exceptuar los de su propia especie. Con ayuda de las cuatro patas posteriores las Nepas se mantienen á nado; otras veces se sumergen en el agua y andan por d fango del fondo, sin huir de la mano que intenta cogerlas. Su cuerpa termina en una cola compuesta de dos filamentos acanalados, que juntos forman un tubo, movible á voluntad del insecto. Por ese con- ducto, cuya extremidad cuida de mantener fuera del agua, es por donde ^1 animal respira. Las NoTONEGTAs tienen el cuerpo oblongo, estrecho, adelgazado hacia atrás, convexo por encima, plano por debajo, y con los costados y la extremidad guarnecidos de pestañas, que extendidas sostienen al ani- mal sobre el agua. La cabeza es grande, y lleva á cada lado un ojo voluminoso. Las cuatro patas anteriores son bastante cortas, pero las posteridres tienen casi doble longitud y están provistas de grandes pes- tañas. Con ellas es como estos insectos nadan, verificándolo de una ma- 294 rentes en la posterior. En los segundos el pico nace ele la parte inferior de la cabeza, y los élitros son por lo común transparentes en toda su extensión. Los insectos de la primera sección son ordinariamente aplanados y despiden un olor repugnante Éste procede de un órgano especial, y no suele percibirse sino cuando el insecto está irritado ó amenazado de algún peligro. Si se Ifuele sin que el animal lo note, no se percibe mal olor. Según observaciones hechas con algunas especies del género Pentatoma, cuando se coge con unas pinzas uno de esos insectos, vulgarmente lla- mados chinches de campo ^ y se le sumerge en el agua, se ven por medio de una lente, desprenderse de su cuerpo pequeñas ampollas, que viniendo á reventar en la superficie expiden ese eñuvio que afecta tan desagrada- blemente el olfato. Ese vapor eminentemente acre ejerce sobre los ojos, si llega á tocarlos, una acción irritante muy marcada. Guando se retiene entre Jos dedos un insecto vivo , sin que queden obstruidos los orificios odoríferos, y se dirigen á un punto determinado de la piel, las descargas de vapor, se ve aparecer sobre aquella una mancha parduzca ó rojiza, que al principio no se quita ni aun con repetidas lociones, y que produce en eí tejido cutáneo una alteración análoga á la que resulta por la aplicación de un ácido mineral. En el género Pentatoma, el órgano de esa secre- ción odorífera es una glándula, á veces doble, piriforme, amarilla ó roja, que viene á terminar entre las patas posteriores. En otras especies afines á las Pentatomas, la secreción es, por el contrario, de un olor agradable. Los Heterópteros son en general perjudiciales á la agricultura, pero los hay también que atacan á los insectos destructores. Muchas veces se ven al pió y en las partes bajas del tronco de los árboles ó en la base de los muros expuestos á la acción directa del sol, grupos de cincuenta, sesenta ó. más insectos, apretados entre sí y á veces unos sobre otros, con las cabezas dirigidas hacia un punto central. Estos insectos, que lle- van ordinariamente una librea roja salpicada de manchas negras^ per- tenecen al género Lygggus, y como otros muchos hemípteros, chupan la savia de los vegetales ó pican los frutos para absorber los jugos de que se alimentan. Los Reduvius son, por el contrario, carnívoros. Su cabeza estrecha, colocada sobre un cuello bien marcado, está provista de dos ojos compuestos y de dos pequeños ojos simples. Algunas especies de esta familia tienen la costumbre de cubrirse cuando se hallan en estado de 295 " ninfa, ó sea antes que las alas se hayan desarrollado, con polvo ó basura, y á favor de este disfraz se aproximan á las moscas, arañas y chinches domésticas que constituyen su presa. Las picaduras de estos insectos son muy dolorosas, aunque no de peligro para el hombre, y producen la muerte casi instantánea de los insectos atacados, por lo cual es de su- poner que los Reduvius segreguen alguna sustancia venenosa, si bien t': hasta ahora no ha podido descubrirse el órgano productor de ella. Los LmNOBATiNos tienen el cuerpo lineal y filiforme. La cabeza, que constituye casi la tercera parte de la longitud total del cuerpo, está pro- vista de dos largas antenas y de un pico ó chupador fino y capilar. Las patas son largas é iguales. Estos insectos andan con bastante lentitud por la superficie de las aguas estancadas. Con el nombre de Chinches de agua^ se designan unos insectos he- mípteros cuyas antenas, más cortas que la cabeza ó á lo sumo de igual longitud que ésta, se hallan insertas y ocultas bajo los ojos, los cuales son de un tamaño considerable. Todos ellos son acuáticos y carnívoros. Sus tipos principales son las Nepás y las Notonectas. Las primeras son muy comunes en las aguas estancadas; su cuerpo es ovalado, muy depri- mido; sus élitros horizontales y coriáceos; las patas anteriores muy lar- gas y terminadas por fuertes pinzas. Replegando la pierna y el tarso sobre el muslo es como estos insectos sujetan su presa para chuparla^con su pico. Dicha presa consiste en varios insectos acuáticos, sin exceptuar los de su propia especie. Con ayuda de las cuatro patas posteriores las Nepas se mantienen á nado; otras veces se sumergen en el agua y andan por d fango del fondo, sin huir de la mano que intenta cogerlas. Su cuerpa termina en una cola compuesta de dos filamentos acanalados, que juntos forman un tubo, movible á voluntad del insecto. Por ese con- ducto, cuya extremidad cuida de mantener fuera del agua, es por donde el animal respira. Las Notonectas tienen el cuerpo oblongo, estrecho, adelgazado hacia atrás, convexo por encima, plano por debajo, y con los costados y la extremidad guarnecidos de pestañas, que extendidas sostienen al ani- mal sobre el agua. La cabeza es grande, y lleva á cada lado un ojo voluminoso. Las cuatro patas anteriores son bastante cortas, pero las posteriores tienen casi doble longitud y están provistas de grandes pes- tañas. Con ellas es como estos insectos nadan, verificándolo de una ma- 296 ñera muy singular, pues se echan de espaldas. Guando andan por tierra, poí* el contrario, las cuatro patas anteriores son las que emplean, mien- tras que las posteriores van arrastrando. El pico de las Notonectas. es largo, fuerte y cónico, y los insectos por ellas atacados mueren tan pronto como reciben la picadura. En la segunda sección, ó. sea la de los Homópteros, nos encontramos en primer lugar con los Gicadinos, llamados vulgarmente Cigarras. Es- tos insectos tienen el cuerpo grueso, la cabeza ancha y sin prolongacio- nes, con dos ojos muy grandes y prominentes; tres ojuelos sencillos dispuestos en triángulo en el vórtice de la frente, antenas extremada- mente cortas y alas transparentes que envuelven el cuerpo durante el re|)oso. Las Cigarras son notables, sobre todo, por los órganos de estri- dulacion de que están provistos los machos, y de los cuales sólo rudimen- tos se encuentran en las hembras. Estos órganos están situados en la base del abdomen y en su parte inferior. Encuéntranse recubiertos por una placa quitinosa, cuya dimensión es mayor ó menor, según las espe- cies. La parte interior está dividida en dos compartimentos, por medio de un tabique de forma triangular. Cada cavidad presenta en* la parte anterior una membrana plegada, y por debajo otra membrana delgada y transparente conocida con el nombre de espejo. Por último, lo que se llam^ el timbal^ consiste en una membrana plegada que se observa á cada lado y que se pone en movimiento por el juego de los músculos. Al contraerse éstos con fuerza y prontitud, hacen vibrar los timbales y producen sonidos, que hasta pueden obtenerse despuos de muerto el insecto, cuando los músculos son todavía susceptibles de moverse arti- ficialmente. Las cigarras se encuentran comunmente sobre los; árboles, cuyos jugos chupan por medio de su acerado pico. Es bastante difícil el cogerlas, porque huyen en cuanto sienten el más pequeño ruido. A la misma familia natural de los Cicádidos, pertenecían antigua- mente los insectos que hoy día constituyen la de los Cergópidos, Distín- guense principalmente de las verdaderas cigarras, en que sus élitros son casi coriáceos en toda su extensión. Son insectos de tamaño mediano y generalmente adornados con vivos colores, amarillos ó rojos, sobre un fondo negro. Los del género Aphrophora y de otros afines á él, son no- tables porque segregan por el ano una baba espumosa abundante, tlentro de la cual se ocultan para librarse de los ataques de otros animales. 297 Guando paseando por los jardines ó las praderas, se observa sobre las hierbas esa espuma parecida á la saUya^ nada más lejos del pensamiento del que ignore tal circunstancia, que el que dentro de aquella espuma exista una especie de cigarra* Dignos de mención entre los hemípteros filipinos son, por último, los llamados Fulgóridos, insectos fácilmentcroconocibles por su cabeza muy grande y vesiculosa. Se ha dicho que algunos insectos americanos del genero Füloora, despiden por la cabeza una luz fosforescente muy in- tensa; pero este hecho no ha sido todavía comprobado de un modo satis- factorio. Por lo demás, entre los Fulgóridos hay especies adornadas de vivos colores y que llevan sobre las alas manchas en forma de ojos á ma- nera de las que se ven en la cola del pavo real. Las especies filipinas más comunes del orden Hemípteros, son las que figuran en la siguiente lista: • Orden.— Hemípteros. Familia. — Platáspidos. Brachyplatys complanatus. Burm. — xantliogramma. White. — Mungo. White. — Vahlii. Fabr. Coptosoma angiilare. Stál. — conspersum. Stál. — ictericum. Dalí. — obtusiceps. Stál. — bufo. H. S. — *pallidum. Stál. — cinctum. Esch. Osea flavescens. Stál. ^ Familia. — Cidnidos. Macroscytus transversus. Burm. Aethus perosus. Stál. Lactistes rastellus. Scbjodte. Familia. — Cimícidos. Hiperon'cus puuctellus. Stál. Cantao ocellatus. Thunb. Tetrarthria variegata. Dalí. Brachyaulax rufo-maculata. Stál. Fhilia festiva. Germ. — geniculata. Stál. Tectocoris diophthalmus. Thunb. Poecilochroma Denovani. Burm. Calliphara Buqueti. Guer. — excellens. Burm. Cosmocoris sellatus. White. Chrysocoris Germari. Eschsch. Cazira chiroptera. H. S. Platynopus melanoleucus. Westw. — ■ tagalicus. Stál. Oanthecona furcellata. Wolff. — latipes. Stál. Stilbotes Semperi. Stál. Ectenus spectabilis. Burm. — £ereus, Stál. — generosus. Stál. Dalpada tagalica. Stál. — simplicipes. Stál. Scotinophara tarsalis. VoU. — serrata. Voll. Aednus obscurus. Dalí. Laprius yaricornis. Dalí. 38 298 Odius pallipes Stál. — latus. Stál. Niphe elongata, Dalí. — vittati ven tris. Stál. Ochrophara emarginata. Stál. Eurinome fasciaticollis. Stál. Sepontia pusilla. Yoll. Stoliia distacta. Dalí. — bo villa. Dalí. Stachyomia vulnerabilis. Stál. Hoplistodera convexa Dalí. Taurodes boops, Dalí. Astyanax trimaculatus. Saint-Farg et Serv. Axiagastus carinatns. Stál. Tolumnia longirostris. Dalí. Antestia cruciata. Fabr. — angulosa. Stál. Stenozygum bicolor. Dalí. — tricolor. Stál. Catacanthus tricolor. Montr. — incarnatus. Drury. Agonoscelis nnbila. Fabr. iN'ezara viridiila. L. Sabasns spinosus. Dalí. Plantia fimbriata. Fabr. — unicolor. Sfcál. Zangis nigro-marginata. Stál. — i-^iornata. Stál. Brachj^coris semiflavus. Stál. Ehyncbocoris longirostris Stál. — brevirostris. Stál. — nigridens. Stál. Cuspicona rufispina. Stál. Sastragala no tata. Dalí. — obtusispina. Stál. — spicnligera. Stál. Elasmucha longirostris. Stál. — ferruginosa. Stál. Microdeuterus megacepbalus H. S. — pallescens. Stál. Urolabida bipunctata. Stál. ürostylis Isevipennis. Stál. — ■ serrulata. Stál. — cruciata. Stál. Mucanum maculigerum. Stál. Tessaratoma longicornis. Dohrn. -— ni gripes. Dalí. Pygoplatys bovillus. Stál. Pygoplatys Thoreyi. Dohrn. — longiceps. Stál. — hoedulus. Stál. — rosulentus. Stál Mattiphus aurifer. Stál. — hians. Stál. Carpona imperialis. Dohrn. Pycanum pretiosum. Stál. Aspongopus fuscus. Westw. — cuprinüs. Stál. Cyclopelta obscura. Saint-Farg et Serv. — ornata. Stál. Megymenum spinosum. Burm. Eumenotes obscura. Westvr. Megarhynchus rostratus. Fabr. Familia. —Coréidos. Dalader planiventris. Westw. Cipia guttipes. Stál. Derepteryx expansus. Stál. Mictis discolor. Dalí. * — pungen s. Stál. — grossipes. Fabr. Notobitus affinis. Dalí. — pallicornis. í)all. Physomerus oedymerus. Burm. Acanthocoris clavipes. Fabr. Leptoglossus men^^icmaceus. Fabr. Homoeocerus puncticornis Bnrm. — , fascifer Stál. — fasciatus Stál. — bipustulatus. Stál. o — im macula tus. Stál. Dasynus cocco-cinctus. Burm. — pallidus. Stál. — nigro-punctatus. Stál. — bucculentus. Stál. Cletus acutus. Dalí. Cletomorpha denticulata Stál. Lybas pallidicornis. Stál. — obscuricornis. Stál. -— punctipes. Stál. — obscuripes. Stál. — maculipes. Stál. — pictipes. Stál. — dentifer. Stál. Riptortus aunulicornis. Boisd. -ii ft''-% 299 Eiptortus linearis Fabr. Tupalus ferriigineus. Stál. Marcius quinquespinus. Stál. Noliphus erythrocephalua. Stál. Gerris angustatus. Fabr. — varicornis. Fabr. — costalis. H. S. Stachyolobus macilentus. Stál. Clavigr alia horren s. Dohrn. Leptocoris abdominalis. Fabr. — rufo-marginatus. Fabr. — tagalicus. Burm. Corizus byalinus. Fabr. Familia. — Li^éidos. Lygseus rubricatus. Stál. — fimbriatus. Dalí. — leucurus. Fabr. — ser YUS, Fabr. — manillensis. Stál. — mili taris JPabr . — f#miliaris. Fabr. Caeriocoris sanguinarius. Stál. — inermipes. Stál. Astacops nigripes. Stál. Geocoris flaviceps. Burm. Pachygrontha Semperi. Stál. — brevicornis. Stál. — tábida. Stál. — an gusta. Stál. — nigro vittata. Stál. Hyginus Semperi. Stál. — consputus. Stál. Clerada apicicornis. Sign. Plociomera^malaya. Stál. — pallicornis. Dalí. — Nietneri. Dohrn. — nigriceps. Dalí. Beosus uniguttatus. Thunb . — V. — álbum. Stál. Colobathristes pectoralis. Stál. — pallidus. Stál. — geniculatus. Stál. Familia . — Pirrocór idos . Loliita grandis. Gray. Physopefta gutta. Burm. — bigutta^a. Stál, Physopelta pilosa. Stál. Antilochus discoidalis. Burm. — nigripes. Burm. Dindyraus sphaerocephalus. Stál. — fecialis. Stál. — variabilis. Stál. — mundus. Stál. — venustus. Stál. — pulcher. Stál. — vinulus. Stál. Ectatops seminiger. Stál. — rubens. Stál. — fuscus. Stál. Melamphaus faber. Fabr. Dysdercus philippinus. H. S. — cingulatus. Fabr. Familia. — Gápsidos. Helopeltis pellucida. Stál. — collaris. Stál. Disphinctus Fallenüi. Stál. — Sahlbergii. Stál. — Reuteri. Stál. — Haglundii. Stál. Psilorhamphus conspersus. Stál. — consputus. Stál. — .albo-maculatus. Stál. Hyalopeplus vitripennis. Stál. Eurystylus costalis. Stál. Familia. — Ting^itidos. Tin gis erosa. Fieb. Familia . — Arádidos . Arictus tagalicus. Stál. Artabanus geniculatus. Stál. Brachyrhynchus orientalis. Lap. — nasutus. Stál. Keuroctenus serrulatus. Stál. — Mayri. Stál. Familia. — Nábidos. Nabis tagalica. Stál. Arbela nitidula. Stál. — polita. Stál. Metastemma carduelis. Dohrn. Alloeorhynchus pulchellus. Stál. 300 Familia . — ^Redúvidos . Polididus armatissimixs. 8tál. Scipinia hórrida. Btál. Veleda brevispina. Stál. Cosmocleptes phemiodes. Stál. — congrex. Stál. Lissocleptes nitidus. Stál. Coraniis tagalicus. Stál. Eihirbiis trochantericus. Stál. UalyrtsL rapax. Stál. Endochus histrionicus. Stál — varicolor. Stál. Epidans transversus. Burm. — maculiger. Stál. Enagoras plagiata. Burm. — tagalica. Stál. Cydnocoris gilvns. Burm. — asper. Stál. Vesbius purpureus. Thunb. Bulyes illustris. Stál. — melanoptera. Dohrn. Sycanus Semperi. Stál. — Stali. Dohrn. — fulvicornis. Dohrn. — gibber. Stál. — cincticornis. Stál. — ^ annulosus. Stál. — collaris. Fabr. (Lám, 8.^) Phemius tibialis. Westw. Homalosphodrus brachialis. Stál. Hagia laticlavia. Stál. — bituberculata. Stál. Sphodronyttus erythropterus. Burm. — inermis. Stál. — semirufus. Stál. — seminiger. Stál. — variabilis. Stál. — histricus. Stál. Campsolomus strumulosus. Stál. Sphactes hemiochrus. Stál. — politus. Stál. Stachyomerus pallescens. Stál. Reduvius fuscipes. Fabr. Lamprosphodrus nobilis. Stál. Tegea femoralis. Stál. Ectinoderus nitidus. Stál. Larymna h^ematogastra. Burm. Larymna crudelis. Fabr. Santosia genescens. Stál. Sirthenea flavipes. Stál. Ectomocoris atrox. Stál. — flavo-maculatus. Stál. — biguttulus. Stál. Cleptocoris atro-maculatus. Stál. Spilodermus arcuatus. Stál. Conorhinus rubro-fasciatus. De Gcer. Epirodera fuliginosa. Stál. Durganda rubra. A. et S. Tiarodes varicolor. Stál. — cruentus. Stál. Sminthus pictus. Lap. — limbaticoUis. Stál. — geniculatus. Stál. -^ rufipes." Stál. Velitra rubro-picta. A. et S. — albo-plagiata. Stál. — dichroa. Stál. Acanthaspis quadriannulata. Stál. — signaticoUis. Stál. ♦ ■— inermis. Stál. Microcleptes biannulipes. Montr. et Sign. Stachyogenys setipes. Stál. Stachyotropha punctifera. Stál. Campsocnemis bipuncticollis. Stál. Harpagochares luridus. Stál. — tagalicus. Stál. Pygolampis foeda. Stál. Staccia diluta. Stál. Anlacogenia acutangula. Stál. — corniculata. Stál. Oncocephalus annulipes. ? Stál. — nigrispinus. Stál. " Saica fusco-vittata. Stál. — longipes. Stál. Stenolemus plumosus. Stál. — crassirostris. Stál. Ischnobasna macerrima. Stál. — Dohrnii. Stál. Gardena Semperi. Dohrn. — brevicoilis. Stál. Luteva concolor. ? Dohrn. Familia . — Hydrométridos . Hydrometra villata. Stál. Familia— Vélidos. Khagoyelia nigricans. Burm. Familia. — Hidrobátidos. Limnometra femorata. Mayr. Limnogonus discolor. Stál. Hydrobates vittipes. Stál. Familia . — Pelogónidos . Pelogonus marginatus. Latr. Familia. — Mononichidos. Peltopterus macrothorax. Montr. Familia. — Belostómidos. Diplonychns rusticas. Fabr. Belostoma indica. Saint-Farg. et Serv. Familia. — Mépidos. Laccotrephes robustus. Stál. Borborophyes Mayri. Stál. Eanatra parmata. Mayr. Familia. —Notonéctidos. Enithares sinica. ? Stál. Ploa sobrina. Stál. Familia. — Cicádidos. Poecilopsaltria fulvigera. Walk. Platypleura ciliaris. L. Huechys phBenicura. Germ. Bundubia mannifera. L. Cosmopsaltria spinosa. Fabr. — fuliginosa. Walk. — inermis. Stál. — spathulata. Stál. Leptopsaltria quadrituber culata. Sign. — guttularis. Walk. Pomponia fusca. 01. — pallidiventris. Stál. — viridi-cincta. Stál. Psitliyristria specularis. Stál. — * crassinervis. Stál. nodinervis. Stál. 301 Psithryistria ten uinervis. Stál. — simplicinervis. Stál. Cryptotympana nigra. 01. — acuta. Sign. Cicada viridis. Fabr. — tagalica. ^tál. — Semperi. Stál. Tibicen ferrarius. Stál. — tener. Stál. Mogannia avicula. Walk. Melampsalta lasvifrons. Stál. Prasia fatiloqua. Stál. Familia. — Gercópidos. Cosmoscarta Proserpina. Wtiite. — Daphne. Stál. — Charon. White. — rufipes. Stál. — sexmaculata. Stál. — semimaculata. Stál. — rotundata. Walk. — nigro-guttata. Stál. — spectabilis. Burm. — - xanthomelsena. White. -^ carinata. Stál. Phymatostetba per spi ciliaris. White. Cercopis ferruginea. Walk. Poeciloterpa nigro4imbata. Stál. Liorhina reflexa. Stál. Aphrophora maculipes. Stál. Perinola septemfasciata. Walk. — latipes. Stál. 01o via varia. Walk. — yitticeps. Stál. — sexfasciata. Stál. — vittifrons. Stál. — ■ philippina. Stál. — frenulata Stál. Antonoe carinata. Stál. — crassipes. Stál. Macheerota ensifera. Burm. Familia. — Jásidos. Leptocentrus antílope. Stál. Sertorius erigens. Walk. Lobocentrus zonatus. Stál. Tricentrus convergens. Walk. 302 Tricentrus capreolus. Walk. — Fairmairei. Stál. Sipylus crassulus. Stál. Gárgara luconica. Fairm. — patruelis. Stál. — varícolor. Stál. — pulchripennis. Stál. — nigro-fasciata Stál. Cryptaspidia púbera. Stál. — tagalica. Stál. — impressa. Stál. — obtusiceps. Stál. Pyrgonota túmida. Stál. — pliilippina. Stál. — • bifoliata. Westw. ~ bifurca. Stál. — Semperi. Stál. Centr ochares horrificus. Westw. Petalocephala punctatissinxa. Stál. — philippina. Stál. , Tettigonia philippina. Walk. — impúdica ? Sign. ■— argyrops. Sign. — impressipennis. Stál. — bipunctifrons. Stál. — tagalica. Stál. — albida. Walk. — subvirescens. Stál — ' Kinbergi. Stál. — quinquenotata. Stál. — nigrilinea. Stál. Jassusxonspersus. Stál. '^ obscuras. Stál. — philippinus. Stál. Siva costalis. Stál. Hecalus Wallengrenii. Stál. — Florii. Stál. -— Kirschbaumii. Stál. — Thomsonii. Stál. Penthimia albiguttula. Stál. — reticulata. Stál. — reflexa. Stál. Selenocephalus remotus. Walk. Tartessus ferrugineus. Walk. — Fieberi. Stál. Tylissus nitens. Stál. Thamnotettix nigro-picta. Stál. Macropsis maculipennis. StáL Familia.— Fulg'óridos . Fulgora philippina, Stál. — aaruginosa. Stál. — lauta. Stál. Aphana Astrgea. Stál. — rugulosa. Stál. — farinosa. Weber. — leucosticta. Whitc. Scamandra Lachesis. Stál. — Hermione. Stál. — Lydia. StáL Dichoptera picticeps. Stál. — signifrons. StáL — guttulosa. Stál. Anagnia splendens. Germ. Centr omeria longipennis. Walk. Dictyophara sobrina. Stál. — fusco-vittata. StáL Mnemosyne philippina. StáL Oliarus Walkeri. Stál. — geniculatus. Stál. Andes undulatus. Stál. Benna rhyparoptera. StáL Hygyops pictifrons. StáL -— impictus. StáL Fayentia guttulata. StáL Catullia subt.estacea. StáL Tropiduchus luridus ? Walk. Leusaba philippina. StáL Taxila granulata. StáL Phenice moesta. Westw. Thracia javanica. Westw. — Westwoodii. Stál. Nebrissa nitida. StáL Lophops Servil' ei ? Spin. Menosca discophora. StáL — punctigera. StáL Virgilia nigro-picta. StáL Thessitus insignis. Westw. Frutis sanguineo-vittata. StáL — amplipennis. Stál. Augila sulciceps. StáL Hemisphíerius coccinelloides. Burm — varicolor. StáL — sexvittatus. StáL — Yariegatus. Stál. — nitidus. Stál. 303 Cibyra testu diñaría. Stál Eupilis nigrinervis. Stál. Tétrica tricarinata. Stál. — nnbila. Stál. — maculipennis. Stál. — saucia. Stál. Syrgis simplex. Walk. Yindilis fornicata. Stál. Istlimia breyiceps. Stál. Tylana pliilippina. Stál. — tagalica. Stál. Lollius furcifer. Stál. — abdominalis. Stál. Cyrene miicronata. Stál. — inermis. Stál. Bicania fasciatifrons. Stál. — speculura. Walk. — stygia. Stál, — toeniata. Stál. — stupida. Walk. — melaleuca. Stál. Ricania signata. Stál. — sublobata. Stál. — subsinnata. StáL Armacia tagalica, Stál. — circumpicta Stál. Miriza nigro vittata Stál. Mindura subfasciata. Stál. — " maculipennis StáL Phromnia subguttata. Stál. — rubescens. Stál. Copsyrna leucopbaea. Stál. Flata guttifascia. Walk. — serva? Walk. Siscia nigrifons. Stál. Nephesa rosea. Spin. — trnncaticornis? Spin. — calochroma? Walk. Salurnis granulosa. Stál. Flatoides pbilippinus. Stál. Atraéis consputá. Stál. — siccifolia. St^. 8. — Los zoólogos dan el nombre de Dípteros á los insectos que sólo tienen dos alas membranosas semejantes á las de los himenópteros , y cuya boca, organizada para la succión, consta de una trompa, ya cór- nea y prolongada, ya blanda y retráctil, que encierra de dos á seis car- das. Las alas posteriores están reemplazadas en ellos por dos apéndices, á los cuales se ha dado el nombre de balancines porque sirven para regu- larizar el vuelo. Los ojos, por lo común en número de dos, sencillos y tallados en íacetas, son muy grandes y ocupan á veces casi toda la cabeza. El régimen alimenticio de los dípteros es muy variado. Unos chu- pan la sangre, otros sorben el sudor y las diferentes secreciones anima- les; pero la base principal de su alimentación son los jugos florales. Estos insectos pululan por todas partes; en las casas, en los bosques, en las praderas, en los campos y en las márgenes de los rios. Abundantes en géneros y especies, son además notables por su gran número de indi- viduos. Verdaderas nubes de estos insectos se ven con frecuencia zum- bar alrededor de todos los vegetales ó de las sustancias orgánicas de donde há desaparecido la vida. La profusión con que están esparcidos por el globo les hace desempeñar un destino importante en la economía 304 de la naturaleza. Por una parte proporcionan á los pájaros insectívoros un alimento inagotable, y por otra contribuyen á hacer desaparecer todas las sustancias animales en putrefacción, purificando de este modo el aire que respiramos. Su extraordinaria fecundidad, la rapidez con que una generación sigue á otra y su actividad devoradora son tales, que Linneo ha dicho que tres moscas con las generaciones de ellas resultantes pueden devorar el cadáver de un caballo tan pronto como lo haría un león. Aun cuando es todavía muy incompleto el conocimiento que se tiene de los dípteros de Filipinas (1), se ha observado ya que presentan mu- chas relaciones de parentesco con los del archipiélago malayo. Ambas faunas coinciden en la abundante representación de ciertos grupos (por ejemplo, los géneros Laphria, Promaghus, Ommátius, Milesia, la fami- lia Ortalidos), así como en el corto número de especies de otros (los Dasypoooninos, con "excepción de unos pocos géneros, como los Lipto- GASTER y Damalis, toda la familia Bombílidos). Algunas especies muy comunes en la parte Sur de Asia se encuentran también en el Archipié- lago, y otras de área menos extensa son comunes á este último y á Amboina ó las Célebes. En cuanto á la especialidad de la fauna filipina por lo relativo á los dípteros, no es posible todavía decir nada positivo; sin ^pmbargo, aunque menos marcada que en otros grupos zoológicos superiores, parece observarse dicha especialidad en varios Tipúlidos, en diferentes especies de los géneros Libnotbs y Eríogera, y en las que comprenden los llamados Antineura, Philogompus, Xenaspis, Naupoda, Sgamboimeura, Eurybata, Notopsila y Asyñtona, que el Barón de Osten- Sacken ha tenido que crear. Los TiPÚLiDOs, llamados vulgarmente Típulas, se asemejan bastante á los mosquitos, pero á diferencia de éstos, carecen de trompa, ó á lo me- nos la tienen muy corta, terminada por dos grande labios y con el chu- pador compuesto únicamente de dos cerdas. Su cuerpo es estrecho y pro- longado, y sus patas largas y delgadas Las especies de gran tamaño (1) Una parte de los dípteros recogidos en Filipinas por el Dr. Semper se encuentra en el Museo Real de Estocolmo y no ha sido clasificada todavía. Otra parte obraba en poder del Pro- fesor Luigi Bellardi de Turin, el cual la cedió al Barón de Osten Sacken de Heidelberg. Este último ha publicado ya dos cuadernos sobre los mismos con el título Díptera from the Philippine Islands, hrought home hy Dr* Cari Semper. , 305 viven en las praderas, en donde á cada paso se les ve elevarse por el aire en gran número. Las más pequeñas son más ágiles, y no solamente vuelan con más frecuencia, sino que hay algunas que están constante- mente en el aire. Su vuelo se verifica subiendo y bajando en un mismo plano vertical. Las larvas de los tipúlidos son acuáticas ó terrestres. Es- tas últimas se alimentan únicamente de tierra en estado de mantillo. Las hembras suelen depositar sus huevos en las cavidades de los troncos po- dridos, en los cuales se encuentra ese mantillo que sirve para la nutri- ción de la nueva prole. Las especies del género Sgiara ofrecen la notable particularidad de que sus larvas, desprovistas de pies, se aglomeran por medio de una ma- teria glutinosa, formando asociaciones de millares de individuos, que constituyen una especie de cuerda animada de varios pies de longitud y del grueso de una ó dos pulgadas. Toda la sociedad marcha así de con- cierto dejando en el suelo una huella, indicio material de su paso. Algu- nas veces esas cuerdas de larvas llegan á tener el ancho de la mano, el espesor de una pulgada y de diez á doce y hasta treinta metros de lon- gitud, semejando un monstruoso reptil. Los Culícidos ó mosquitos, tienen el cuerpo largo y cilindrico, y una trompa con la cual taladran la piel del hombre y chupan su sangre. Lo que al exterior se ve no es más que el estuche cilindrico, recubierto de escamas y terminado por un botón, en donde están encerradas las piezas que sirven'para dicho objeto. Hendido en toda su longitud, puede ese es- tuche entreabrirse, dejando ver un hacecillo de aguijones. Estos están compuesto?^ de seis piezas, de las cuales dos tienen la forma de hoja de espada. A pesar de su pequenez, las picaduras producidas por los mos- quitos no se cierran inmediatamente , formándose pequeños tumores debidos á un líquido irritante que penetra en ellas. A veces se ve salir ese líquido de la trompa del animal, bajo la forma de una gota de agua límpida. Las larvas de los mosquitos son depositadas en las aguas, sobre todo en las cenagosas. Varias generaciones se suceden en un mismo año. Cada generación no necesita más que tres semanas ó un mes para ha- llarse en estado de dar origen á otra nueva. El número de individuos que nacen cada año es verdaderamente asombroso, y si no fuese por los pá- jaros acuáticos y los peces que destruyen una multitud de larvas, el homb.'e se veria acosado por nubes inmensas de mosquitos. Aun así, hay 89 306 comarcas en que constituyen una yerdadera plaga, de la cual los habi- tantes se ven precisados á defenderse por diferentes medios. En muchos puntos no puede dormirse sin velos de gasa ó mosquiteros; en otros países es preciso recurrir, para ahuyentar los mosquitos, á la quema de materias que produzcan mucho humo. La costumbre de pintarse el cuerpo que se observa entre muchos pueblos salvajes, parece obedecer con fre- cuencia al mismo fin, y el uso del tabaco que, propio en un principio de los salvajes de la Virginia y otros puntos de América, se ha propagado por todo el mundo, no tenía entre aquéllos otro objeto que el de alejar tan encarnizados enemigos. Temibles son para los ganados los Tabánidos, que dotados de una gran fuerza y de una audacia y energía que llegan al más alto grado, tienen el instinto de la sangre, al menos las hembras, pues los machos, menos belicosos, á nadie hacen daño y viven del jugo de las flores. Los tábanos tienen una talla superior á la de la mayor parte de los demás dípteros, y su aguijón está formado por seis lancetas aplanadas y acera- das. Frecuentan principalmente los bosques y pastizales, y se les ve volar durante el verano en las horas de más calor, zumbando y buscando su presa. Las especies del género Chrysops, nombre que signiñca ojos de oro^ atormentan mucho á los caballos y ganados, picándoles alrededor de los ojos. Los AsÍLiDos y los Émpidos son entre los dípteros lo que los milanos y gavilanes entre las aves. Dotados de mucha fuerza, se precipitan sobre las pequeñas mariposas y otros insectos, y agarrándolos con sus uñas les clavan su aguijón y chupan con delicia su sangre y sus humores* Los Asílidos tienen una de las cerdas del chupador provista de pequeñas puntas vueltas hacia adentro, que parecen destinadas á retener los cuer- pos en que la trompa se introduce. La caza la hacen en los claros de los bosques y en los caminos bien expuestos al sol. Los Émpidos presentan la trompa dirigida hacia abajo á modo de pico de pájaro. A diferencia de los anteriores, los Bombílidos se alimentan de los jugos de las flores, sobre las cuales se ciernen, zumbando en las horas en que el sol es más fuerte; su trompa está dirigida hacia delante, y se distinguen por su elegante librea, la delicadeza de sus patas y la^ longi- tud de sus alas, extendidas horizontalmente á ambos lados del cuerpo. 307 Entre los Sirpidos son sumamente notables las especies del genero Helophilus, porque sus larvas tienen la cabeza gruesa, carnosa y de forma variable, y el cuerpo terminado por una cola que llega á adquirir á veces una desmesurada longitud. Colocadas algunas de esas larvas en un vaso que contenga un poco de agua, se ve que se mantienen perpen- diculares en el fondo y paralelamente entre sí, llegando la extremidad de las colas á la superficie del líquido. Aumentando el nivel de éste poco á poco, las colas de las larvas se van prolongando, y mientras que al principio no median más que dos pulgadas, llegan á tener hasta cinco. La cola es un órgano notable, con cuyo auxilio la larva puede respirar el aire aun cuando su cuerpo esté recubierto de algunas pulgadas de agua. Gompónese de dos tubos, dé los cuales el uno enchufa en el otro como los de los anteojos de larga vista. La última familia que debemos citar es la de los Múscidos, una de las más abundantes en especies de todo el orden. Las especies del género Sargophaoa se encuentran frecuentemente sobre las flores^ cuyos jugos chupan. Por una singularidad muy rara entre los insectos, las hembras no ponen huevos, sino pequeñiielos vivos. Una especie del género Luci- LiA puede llegar á producir la muerte del hombre depositando en la boca y narices del mismo mióutras se halla durmiendo sus huevos, de los cuales salen luego larvas que producen gravísimas perturbaciones orgá- nicas. Otra especie del mismo género es la llamada mosca tsetsi^ que tanto dificulta las exploraciones en África, por atacar y matar á veces con sus picaduras los bueyes, caballos^ carneros y perros. El género Musca está reducido hoy dia á la mosca domestica y á algunas otras especies afines. Las moscas se alimentan principalmente de los fluidos que trasudan los cuerpos de los animales, es decir, del sudor, de la sa- liva, del pus de las llagas y de otras excreciones. Buscan también los jugos vegetales, pues se las ve en nuestras habitaciones cebarse en los frutas y sustancias azucaradas. Depositan sus huevos sobre los vegeta- les, y particularmente sobre los* hongos en descomposición, sobre los abonos, el estiércol de vaca, etc. Las generaciones se suceden con gran rapidez. Las especies del género Anthomyia son de colores muy varia- dos, negro, gris ferruginoso con diferentes intensidades y combinadas al infinito. Presentan además reflejos que recubren el fondo y hacen cam- biar la librea del pequeño animal según el ángulo de incidencia de los eos rayos luminosos. Abundan en todos los lugares sobre todas las flores, y especialmente sobre las compuestas y umbelíferas. Se reúnen á veces en bandadas numerosas y se entregan en el aire á los alegres transportes del amor. Las hembras depositan sus huevos en tierra, y las larvas se desarrollan en ella rápidamente, suspendiéndose después de algún cuerpo inmediato. Al género Dágüs pertenece una especie que en Europa causa grandes daños en los olivares por depositar sus huevos bajo la epidermis de dicho fruto. A} desarrollarse la larva se alimenta del misma. Los Dípteros filipinos hasta ahora clasificados y descritos son los siguientes: Orden.— Dípteros. Familia.— Tipúlídos. Dicranomyia saltans. Dol. Libnotes Semperi. O. S. — termitina, O. S. — familiaris. O. S. Mongoma tenera* O. S. Eriocera perennis. O. S. — mansueta. O. S. Típula pedata. Wied. Pachyri'hina lacónica. O. S. — ortiva. O. 8. Ctenophora suspirans. O. 8. •— idalia. O. 8. — dolens. O. 8. Scamboneura dotata. O. 8. Familia.— Bibiónidos. Plecia fulyicollis. Fab. (Ldm. 8.^) Familia.— Micetofilidos. Sciara sp. Familia.— Cecidómidos. Familia.-— Culícidos. Culex sp. Megarrhina immisericors. ? Walk. Corethra manillensis. 8chin. Familia.— Chironómidos. Chironomus trochanteratus. Thoms. Tanjpus manillensis. 8cliin. Familia. — Estratiómidos. Chrysomyia annulipes. Thoms. Odontomyia ochropa. Thoms. — claripennis. Thoms. Nemotelus albiventris. Thoms. Phyllophora bispinosa. Thoms. Eosapha bicolor. O. 8. Negritomyia maculipennis. O. 8. Acanthina azurea. Gerstaek. 8argus sp. Ptecticus sp. Ptilocera amethystina. Schin. Musama pauper. Walk. Familia.-— Tabánidos. Heematopota sp. Chrysops manillensis. 8chin. Tabanus van der Wulpi. O. 8. — Ixion. O. 8. Diabasis flavipennis. Macq. Familia. — Léptidos . Atherix limbata. 0.8. Chrysopila correcta. O. 8. 'ffW, ■ » ''Ipt' 'w f09 Chrysopila ferruginosa. Wied. — sp. Familia.— Asílidos. Leptogaster princeps. O. B. — sp. Damalis immerita. O. S. — vitripennis. O. S. — nigella. v. d. Wulp. — sp. Damalina Semperi. O. S. — cyanella. O. S. Stichopogon peregrinas. O. 8. Laphria Taphius. Walk. «— partita. Walk. — Phalaris. O. S. — psendolus. O. S. — scapularis. Wied. — sp. — sp. — sp. Maira sp. Ommatius fulvidus. Wied. — sp. Emphy somera aliena. O. S. Promachus manillensis. Macq. -— forcipatus. Schin. -^ maculosus. Macq. — varlpes. Macq. — sp. Philodicus longipes. Schin. Itamus sp. Familia . — Bombílidos. Anthrax umbrifer. Walk. ' Erax integer. Macq. ,Argyramoeba distigma. Wied. — sp. Exoprosopa Oenomaus. Rond. — flaviventris. Dol. Familia. — Terévidos. Thereva'lateralis. Wied. - sp. Familia.— Emp idos. Elaphropeza exul. O. S. Hybos sp. Familia. — Dolicopódidos. Psilopus vittatus. Wied. — longicornis. Dol. -^ sp. Diapborus aeneus. Dol. — sp. — maiirus. O. S. Familia. — Sírfidos. Syrphns striatus-. v. d. Wulp. — sp. — aegrotus. Wied. Sphaerophoria sp. Baccha pedicellata. Dol. — sp. Ascia sp. Eristalis errans. Fáb. — sp. — chalcopygus, Wied. ~ Plistoanax. Walk. — Babytace. Walk. Agyrus. Walk. Helopbilus sp. — celeber. O. S. Graptomyza microdon. O. S. — literata. O. S. — tibialis. Walk. — sp. Milesia Semperi. O. S. — Bigoti. O. S. — Ritsemae. O. S. — conspicienda. Walk. (?) Pipunculus sp. F amilia . — Múscidos . Scopolia spinicosta. Thoms. Musca niveisquama. Thoms, — bivittata. Thoms. — conducens. Walk. 310 Rutilia Dubia. Macq. Anthomyia manillensis. Frnf. Lispe grandis. Thoms. Somomyia tagaliana. Bigot. Lucilia philippen'sis. Macq. — dux. Esch. — ditissima. Walk. — fortiinata. Walk. Barcophaga frontalis. Thoms, — spinineryis. Thoms. — brevis. Walk. — sericeonitens. Walk. Coenosia picicrus, Thoms. Lauxania latifrons. Thoms. Sepsis linearis Walk. — revocans. Walk. Calobata coartacta. Walk. — chrysopleura. O, S. — gálbula. O. S. — nigripes. v. d. Wulp. — territa. O. S. — monediila O. S. Lamprogaster placida. Walk. — sp. Dacus trivittatns. Walk. — ferruginens. Wied. — Icarus. O. 8, Chlorops vittipennis. Thoms. Ephydrá pleuralis. Thoms. Notiphiia sternalis. Thoms. Idia muscina. Rond. — lateralis. v. d. Wulp. Ochromyia ferruginea. Dol. Rhynchomyía indica. Rond. Sepedón javensis. R. Desv. Chyliza selecta. O. S. Eurybata hexapla. O. S. — semilauta. O. S. Telostylus maceus. O. S. Nerius duplicatus. Wied. — fuscus. Wied. Scholast^s cinctus. Guér. Notopsila sexpunctata O. S. — curta O. S. Adrama determinata, Walk. Rivellia fusca. Thoms. Stenopterina calcarata. Macq. — chaljbea. Dol. — aenea. Wied ? Antineura stolata, O. S. — sericata. O. 8. Philocompus cupidus. O. 8. Xenaspis polistes. O. S. Naupoda platessa. O. S. Enicoptera proditrix. O. S. Ptilona brevicornis. v, d. Wulp. Trypeta Cassandra. O. S. — stellata. Macq. — melaleuca. Wied. — Elimia. Wk. — Alkestis. O. 8. — Manto. O. 8. Tephritis sp. Rioxa sexmaculata. v. d. Wulp (?j. — sp. Sphyracephala cothurnata. Bigot, Teleopais motatrix. O. 8. — selecta. O. 8. — Belzebuth. Bigot. Diopsis subnotata. Westw. Celyphus levis. v. d. Wulp. Dryxo digna. O. 8. — spreta. O. 8. Paralimna sp. Diplocentra arenata. O. 8. Oscinis dimorpha. O. 8. Drosophila hypocausta. O. 8. — ananassae. Dol (?). Sapromyza sp. Familia . —Fóridos . Phora sp. Familia.— Hipobóscidos . Ornithomyia Batchiana. Rond. Myophthiria capsoides. Rond. 9.— Los RiPÍPTEROs son insectos que tampoco tienen más que dos alas, pero con pliegues longitudinales á manera de abanico. No se co- 311 noce más que un reducido número de géneros, cuyas especies viven pará- sitas sobre el abdomen de las avispas y otros himenópteros. 10. — Los Parásitos son también poco numerosos, carecen de alas y tienen la boca dispuesta para la succión. Viven sobre el cuerpo de otros animales, cuyos humores chupan, ll._El últiíüo orden es el de los T5S4nüros, los cuales, lo mismo que los anteriores, carecen de alas, pero se distinguen por tener la boca dispuesta para la masticación y el abdomen armado de apéndices. (7.— Miriápodos. 1. Caracteres distintivos. — 2. División en dos órdenes.— 3. Miriápodos filipinos. 1.— Los animales pertenecientes á la clase Miriápodos respiran por tráqueas como los insectos y tienen el cuerpo áptero, largo y dividido en un gran número de segmentos, en cada uno de los cuales llevan, por lo menos, un par de patas, de modo que el número de estos miembros se eleva á veinticuatro ó más. No existe en ellos línea alguna de separación entre el tórax y el abdomen, y en su aspecto exterior se asemejan á las culebras ó á gusanos provistos de patas. La cabeza presenta dos antenas cortas y dos ojos formados por una reunión de ojillos. La boca está con- formada para la masticación. 2, — Los Miriápodos, llamados vulgarmente cien-piés 6 mil-'piéSj se dividen en dos órdenes denominados Quilognatos y Quilópodos. Los pri- meros tienden el cuerpo más ó menos cilindrico, y se alimentan de mate- rias orgánicas en descomposición. Su marcha es lenta y se arrollan en espiral ó en forma de bola. Los segundos tienen el cuerpo deprimido y blando, son carnívoros y corren con mucha rapidez. 3. — Los miriápodos, especialmente los Qüílópodos, entre los cuales figuran las escolopendras y demás especies afines, son muy abundantes en Filipinas, pero carecemos de noticias acerca de su clasificación y des- cripción. Únicamente podemos decir que los cien- pies se ven con mucha frecuencia en el interior de las casas. Las picaduras de algunas especies son venenosas y producen accidentes graves. Una de las especies filipi- nas ha sido clasificada por Newport con el nombre de Gonibregmathus CüMINGII. 312 D.— Arácnidos. 1. Caracteres distintivos.— 2. Akáneidos.— 3. Pedipalpos.— 4. Escorpiones.— 5. Holetrios.— 6. Relación de las especies filipinas. 1.— Algo más numerosa en especies que la de los Miriápodos es la clase de los Arácnidos que, según la distribución sistemática) adoptada por muchos autores, sigue inmediatamente á aquélla en la escala zoo- lógica. Los Arácnidos carecen de alas, tienen la cabeza y el tórax confundi- dos en un sólo anillo, llamado cef alo-tórax ^ al cual sigue el abdomen; presentan cuatro pares de patas, órganos de respiración aerea, y aunque los sentidos del olfato y del oido están en ellos poco desarrollados, el de la vista no se encuentra en el mismo caso, pues por lo común poseen ocho ojos sencillos ó lisos, que aparecen como otros tantos puntos brillan- tes. Casi todos son carnívoros, con las piezas de la boca muy desarro- lladas, y precedidas de unos órganos que se mueven de arriba á abajo, llamados quelíceros^ y que muchos han creido representantes de las man- díbulas, si bien es más probable correspondan á las antenas de los insec- tos, puesto que los nervios que reciben son los análogos á los antenales de aquéllos y no á los mandibulares. Pocos eran los arácnidos filipinos conocidos antes de 1876, fecha en que Mr. Eugene Simón dio á luz un folleto con la clasificación y descrip- ción de las especies recolectadas por Mrs. Baer y Laglaise. En ese intere- sante trabajo aparecen unas cincuenta especies, siendo de suponer que por medio de ulteriores investigaciones llegará á aumentarse considera- blemente este número. 2. — El orden de los Aráneidos comprende principalmente las llama- das arañas tejedoras. Dos clases de secreciones producen las especies de este grupo. Una de ellas es un líquido venenoso contenido en una vesícula si- tuada en la base de los quelíceros, que comunica por un conducto excre- tor encerrado en el interior del órgano con la extremidad de un gancho, el cual lleva una pequeña abertura para la emisión de aquél. Guando la araña atrapa un insecto, lo clava con el gancho de la mandíbula, y la presión producida determina la inyección del veneno en la herida y con 313 ella la muerte de la presa. La segunda secreción procede de la parte pos- terior del cuerpo, y consiste en la emisión de hilos sedosos. La materia de que éstos sé componen se halla contenida en unos vasos alargados^ encor- yados y abultados por su parte central, y su salida se verifica al través de unas hileras situadas hacia la extremidad del abdomen y cerradas por una pequeña placa perforada por una multitud de agujeros, que lle- gan hasta mil en algunas especies. La materia sedosa, al pasar por esas aberturas imperceptibles, forma unos hilos extremadamente tenues en número igual al de los agujeros, que reuniéndose todos al salir, forman los filamentos destinados á la construcción de las telas. La estructura de estas últimas varía mucho, según las especies. A ve- ces forman una red circular de mallas flojas; en otros casos consisten en un tejido más compacto y de trama más sóHda, y casi todas constan de hilos gruesos que van del centro á la circunferencia y de otros más finos dispuestos circular mente. Unas especies les dan la forma espiral, otras en cono y otras en curvas parabólicas, desplegando un ingenio admira- , ble para que respondan lo mejor posible al objeto á que están destinados, que no es otro que el servir de lazo á los insectos. Las arañas permane- cen siempre á un costado ó en medio de la tela, y cuando un insecto se enreda en las mallas de ella, acaban de enlazarlo con nuevos hilos. Due- ñas ya de él le clavan los ganchos de sus quelíceros con lo cual le dan instantáneamente la muerte, chupan la sangre y los humores de la Víc- tima y abandonan en seguida sus despojos. No todos los Araneidos fa- brican telas para coger su presa. Los hay que se limitan á tender simples hilos, y otros que atrapan su víctima precipitándose sobre ella, ya desde algún escondite, ya persiguiéndola á la carrera. Los araneidos más comunes en Filipinas son los denominados Hasa- Rius Paykulli And., y Hbteropoda regia Fabr., que se encuentran asimismo en toda la zona intertropical desde África hasta la América. "Entre las demás especies, la denominada Plexippus oulosus Sim., se dis- tingue por su abdomen negro verdoso, con dos fajas laterales casi ocul- tas por encima y una ancha faja central que presenta por delante una mancha leonada lanceolada y ribeteada de pardo, y por detrás dos series de pequeños puntos; la Evenus tener Sim., por su abdomen rojo, vivo por enpima, con dos finas líneas laterales amarillas; la Argiope Luzona Walgk., por presentar el cuerpo cruzado alternativamente por fajas de 314 un blanco plateado y negras; la Epeira porgula Sim., por la pubes- cencia blanca^ espesa y larga de que está recubierta, y otras varias por diferentes caracteres orgánicos, que han hecho necesaria la creación de géneros nuevos, tales como los denominados Evenus, Bavia y Megera. 3. — El orden Pedipalpos comprende los géneros Thelyphonus y Phrynus. El primero está representado en Filipinas por la especie T. MANiLLANUs G. KoGH, la cual se asemeja mucho á los verdaderos es- corpiones ó alacranes por el apéndice caudiforme que termina su abdo- men, si bien carece del aguijón que aquellos presentan. La especie Phrynus Grayi P. Gervais, carece de prolongación caudal y es comu- nísima &n. el país. 4.— Los individuos del orden Escorpiones son todos venenosos, y en ellos la secreción del líquido dañino se verifica por una glándula situada en el último anillo del abdomen, el cual termina en un gancho ó uña movible. Se conocen tres especies filipinas, pertenecientes á los géneros IscHNURus, Isometrus y Pandinus. 5. — Por último, del orden Holetrios, compuesto de individuos muy diminutos, se han encontrado hasta ahora únicamente tres especies, pertenecientes al género Gaorella. 6.— La lista que insertamos á continuación contiene todos los arác- nidos filipinos, hasta hace muy pocos años clasificados y descritos (1). Clase . -—Arácnidos . Orden. — Araneidos, Hasarins Paykullir And. Plexippus gulosus. 8im. — cnrtus. Sim. Euoplirys latefasciata. Sim. — semiargentea. Sim. Evenus tener. Sim. Menemerus vittatns. Sim. Bavia airíceps. Sim. Oxyopes concolor. Sim. * Dolomedes annulatus. Sim. Heteropoda regia. Fabr. — gemellá. Sim. Thomisns Laglaisei. Sim. Gasteracantha scoparia. Sim. — annnlipes. O. Koch. — falcifera. O. Koch. — recurva. Sim Cyclosa dives. Sim. (1) Arachnides recueülis aux iles Philippmes par MM, G- A. Baer et Laglaise, et decrifs par M. Eugene Simón, — Extrait des Aúnales déla S ocíete entomologique de France^ Seance du 8 Mars 1870. 316 Oyclosa melanura. Sim. Cyrtophora cephalotes. Sim. Argiope Luzona. Walk. — • intricata. 8im. Epeira striatipes. Sim. — nox. Sim. — Laglaisei. Sim. — porcula. Sim. Meta fastigata. Sim. — tredecim-guttata. Sim. Nephila chrysogaster. Walk. — pecuniosa. L. Koch. — Baeri. Sim. Tetragnatha minatoria. Sim. Nephilengys Schmeltzii. L. Uloborus Zozis. Walk. Euryopis aeneocincta. Sim. Theridiiim camiiriim. Sim. Argyrodes tripunctatus. Sim. Pholcus borbonicus. Vinson. Megasra frenata. Sim. Stasina yittata. Sim. Ischnocolus Baeri. Sim. -- insularis. Sim. Orden. — Pedipalpos. Telypfioñus manillanns. O. Koch. Phrynus Grayi. P. Gervais. Orden. — Escorpiones. Ischnurus pistaceus. Sim. Isometrus armillatiis. P. Gervais. Pandinus humilis. Sim. Orden. — Holetrios. Gagrella inermis. Sim. — elegans. Sim. — obscura. Sim. í7.— Crustáceos. 1. Caracteres distintivos. — 2. Deficiencia de los actuales conocimientos acerca de los crustáceos filipinos.— 3. Indicación general acerca de los mismos. 1. — ^La cuarta clase de los Entomozoos ó Anillados es la de los Crustáceos, animales articulados que respiran por branquias, tienen la cabeza casí siempre confundida con el tórax, como los arácnidos, y el abdómen'compuesto de un número vario de anillos. Su piel, endurecida por las sales de cal, forma un verdadero dermato-esqueleto, que se des- prende á medida que crece el animal, permitiendo así el desarrollo de ^ste último. Las patas, que por lo común son en número de cinco á siete pares, constan de piezas articuladas y sirven, no sólo para la marcha y la natación, sino también para la presa , sucediendo esto principal- mente con el primer par, que suele terminar en pinza didáctila muy desarrollada. Unos son carnívoros y otros parásitos. Casi todos tienen la boca armada de fuertes maxilas, y el estómago bastante grande y provisto de varios dientes muy duros, y de dos piezas laterales redondea- das y duras que suelen llamarse vulgarmente ojos de cangrejo. Las an- 3Í6 tenas son cuatro, y por lo general bastante largas. Los ojos, ya senci- llos, ya compuestos, están colocados en muchas especies al extremo de pedúnculos ó prolongaciones movibles. 2. — Estériles han sido nuestras investigaciones acerca de los traba- jos científicos, relativos á los crustáceos filipinos, que hayan visto la luz pública. Ningún estudio especial sobre ellos existia antes de 1860, y las obras generales que hemos consultado (i) tampoco contienen indicación alguna sobre el particular. Es, por tanto, muy probable que sólo exis- tan algunas descripciones aisladas, dispersas en Revistas ó Anales de corporaciones científicas, de difícil adquisición y costoso examen. Por lo *' demás, la falta de datos es tanto más sensible, cuanto que la clase Crus- táceos presenta, al parecer, en Filipinas tanta riqueza de especies como la mayor parte de los grupos zoológicos de que nos hemos ocupado ante- riormente. De los estudios hechos por Mr. Milne Edwards, resulta que los crus- táceos se encuentran distribuidos sobre la superficie del globo en varias regiones, que se distinguen entre sí por los géneros y especies en ellas dominantes. Una de estas regiones es la de la India que, extendiéndose desde el Mar Rojo hasta Nueva Guinea, comprende las Islas Filipinas. Es, pues, de presumir que en éstas existirán muchas especies idénticas ó afinas á las que en las obras generales se citan como propias del Mar índico, de las Molucas, de Célebes, del archipiélago de la Sonda y de los demás países que tan íntimas relaciones de parentesco ofrecen con el Archipiélago filipino en los restantes grupos del reino animal. 3.— Concretándonos á las breves indicaciones generales que nos es posible consignar, diremos que abundan mucho en Filipinas los "cangre- jos de mar (Paourus L., Cáncer L.), los cangrejos de rio (Astagus Gronov.)^ las langostas de mar (Palinurus Fabr.), y otra multitud de especies que viven en el mar, en los rios^ en las lagunas y en los campos^, inundados por las mareas, constituyendo un alimento abundantísimo y muy estimado por los indígenas. (1) Ma.niiel de l'Histoire natnrelle des CruBtacés, par Mr. A. G. Desmarest: 2 tomos. Histoire naturelle des Crustacés, par Milne Edwards : 3 tomos y un atlas, 1840. 31T i?'.— Anélidos. 1. Caracteres distintivos.— 2. Tübícolas.— 3, Dorsibeanquios.— á. Abranquios. — 5. Relación de las especies filipinas. « 1. — Los animales comprendidos en la clase Anélidos tienen siempre el cuerpo prolongado, blando y dividido por medio de repliegues circula- res en un gran número de anillos- Su cabeza se presenta unas veces bien distinta, mientras que en otros casos no lo es tanto, y á cada lado del cuerpo se ve, en muchos, una larga serie de hacecillos de filamentos sedo- sos, implantados en unos tubérculos carnosos que hacen el oficio de pies. Con frecuencia existen dos de estos órganos colocados uno sobre otro á cada lado de los diversos anillos del cuerpo. Otras veces esos dos tubércu- los setíferos están reunidos, y casi siempre hay en la base de cada uno un largo apéndice blando y cilindrico, llamado cirro. En ciertas especies el sitio de los pies está indicado únicamente por unos pelos rígidos, y en otras no existe en todo el cuerpo vestigio alguno de tales miembros. Los pelos indicados sirven al animal para arrastrarse y le proporcionan también armas para su defensa, porque, en general, son muy acerados y confor- mados de tal manera que se implantan fuertemente en los cuerpos blan- m dos con que chocan. Los anélidos desprovistos de pelos, tales como las sanguijuelas, presentan en la extremidad del cuerpo unas ventosas, que sirven igualmente para la locomoción. Hay anélidos que viven escondidos en la tierra ó dentro de tubos sólidos, y otros dentro de las aguas del mar, dividiéndose todos ellos en tres órdenes, á. saber: Tubígolas, Dor- SIBRANQUIOS y AbRANQÜIOS. 2. — Los Tubígolas tienen las branquias ú órganos respiratorios en forma de penachos y el cuerpo encerrado en un largo tubo formado, ya de materias calizas segregadas por la piel del animal, ya de arena y frag- mentos de conchas, aglutinados por una sustancia gelatinosa. Los géne- ros más importantes, entre los que están representados en los mares de Filipinas, son los denominados Serpula y Terebella, cuyos tubos afec- tan con frecuencia formas muy raras. 3. ---Entre los Dorsibránquios, caracterizados por tener las branquias ú órganos respiratorios en la parte media del cuerpo, y aun en toda su 318 longitud, son notables los géneros Aphrodite, Palmyrb y Nereis, por los hermosos colores que adornan las cerdas de su cuerpo. 4. — Por último, entre los Abranquios, llamados así por carecer de órganos especiales para la respiración, la cual se verifica por toda la piel, figuran las conocidas especies llamadas lombrices de tierra {hvMmX" cus, L.)j y smiguijuelas (Hirudo, L.). A este último género pertenece probablemente la especie que tanto abunda en los sitios húmedos de los bosques filipinos, y que tanto molesta á los viajeros que tienen, que pene- trar por tales localidades. 5.^ — Acerca de los Anélidos de Filipinas ha sido publicado hace pocos años un interesante trabajo científico, en el cual aparecen clasificadas y descritas las especies recolectadas por el Dr. Garlos Semper (1). Estas especies son las siguientes: , Clase.— Anélidos. Familia.— Amfinómeos. Lenora philippinensis. Gr. Anphinome hreyis. Gr. — pacifica. Kbg. Notopygos maciilata. Kbg. Chloeia flava. Sav. EuphrCísyne lanreata. Sav. Familia. — Palmireos. Palmyra aurífera. Sav. Familia.— Afroditeos. Hermione malleata. Gr. Pontogenia indica. Gr. Iphione mtiricata. Sav. Polinoe trissochactus. Gr. ^ carinulata. Gr. — cristata. Gr. — austera. C^r. — adspersa. Gr. Polinoe pilosella. Gr. r- cryptocéphaluB. Gr. — fulvovlttata. Gr, — fallax. Gr. — ampnllifera. Gr. -^ rutilans. Gr, — subfumida. Gr. — ptycholepis. Gr. — fasco4imbata.Gr. — boholensis. Gr. — venosa. Gr. — acantholepis. Gr. Gastrolepidia amblypbyllns. Gr. " Pantbalis melanonotns. Gr. — nigromaculata. Gr. Eulepis hamifera. Gr. Stbenelais luxuriosa. Gr. Psammolyce rígida. Gr. Leanira festiva. Gr. Familia. — Licorideos. Nereis cebuensis. Gr. — virgata. Gr. (1) Annnlata Semperiana.— Beitráge zur Kenntniss der Annelidenfanna der Philippinen, von Pref. Dr. Ed. Grnbe.— 1878. 319 Nreis similisetis. Gr. — microcephala. Gr. — pectinifera. Gr. — coracina. Gr. — lapinigensis. Gr. — fusco rubida. Gr. — Ehlersiana. Gr, — trifasciata. Gr. — masalacensis. Gr. — badiotorquata. Gr. — Semperiana. Gr. — Verrillii. Gr. — Quatrefagesi. Gr. — crucifera. Gr. — Helleri. Gr. — ■ singaporiensis. Gr. — vancaurica. Ehl, — striolata. Gr. — obfuscata. Gr. — camiguina. Gr. — aibuhitensis. Gr. — perspicillata. Gr. Dendronereis pinnaticirris. Gr. Familia. — Filodóceos. Phyllodoce tenuissima. Gr. — teñera. Gr. ^ — quadraticeps. Gr. — tenax. Gr. — mnlticirris. Gr. Faiaiilia . — Hesióneos . Hesione intertexta. Gr. — genetta. Gr. Leocrates Iris. Gr. — cupreufí. Gr. iVma angustiñ'ons. Gr. — latifrons. Gr. Familia.— Silideos. Syllis uncinigera. Gr. •— singulisetis. Gr. — vioiaceo-flava. Gr. — lycocbaetus. Gr. — ñaccida. Gr. Syllis cerina. Gr. — erythropis. Gr. — solida. Gr. — umbricolor. Gr. — nigrescens. Gr. Odontosyllis arenicolor. Gr. — rubro-fasciata. Gr. -^ » by aliña. Gr. Autolytus trian gulifer. Gr. Platysyllis Semperiana. Gr. Familia.— Euníceos. Diopatra luzonensis. Gr. — Claparedii. Gr- Hyalinoecia camiguina. Gr. Eunice apbroditois. Ebl. — badia. Gr¿ — antennata. Sav. — Savignyi. Gr. — indica. Kbg, — coccinea. Gr. — flavo-fasciata. Gr. — megalodus. Gr. — collaris. Ehrb. — impexa. Gr. — paupera, Gr. — siciliensis. Gr. — stragulum. Gr. — Novae HoUandiae. Gr. Lysidice bobolensis. Gr. -— collaris. Ehrb. Lumbriconereis ocellata. Gr. — debilis. Gr. Aglaurides fulgida. Sav. Arabella planiceps. Gr. Aracoda Moebiana. Gr. Staurocepbalus filicornis. Gr. — brevipinnis. Gr. Familia. — Glicéreos. Glycera saccibranchis. Gr. — longipinnis. Gr. — subaenea. Gr. Geniada paucidens. Gr. Familia.— Espiódeos. Polydora fulva. Gr. Familia . — Gapiteláceos . Dasybranchus umbrinns. Gr. — lumbricoides. Gr. Familia. — Ofeliáceos. Ophelina polycheles. Gr. — leptocirris. Gr. Polyopbtalmiis australis. Gr. Familia.— Cloraéminos. Stylarioides parmatus. Gr. Familia.— Maldáneos. Maldanc marsupialis. Gr. Familia .—Ammocarideos . Ammocbares orientalis. Gr. Familia.— Amfaréteos. Sabellides angustifolia. Gr. Amphicteis Philippinarum. Gr. Familia.— Amficténeos. Pectinaria brevispinis. Gr. — clava. Gr. -'í* concbilega. Gr. — parvibr anchis. Gr. — longispinis. Gr. Familia.— Hermeláceos. Sabellaria sexbamata. Gr. Familia . — Terebeláceos . Terebella Sarsii. Gr. — Montagui. Gr, 320 Terebella annulifilis. Gr. — crassifilis. Gr. — yariegata Ebrb. — ÍDgens. Gr. — graci libran chis. Gr. — Claparedii. "Gr. — typba. Gr. Phenacia robusta- Gr. — exilis. Gr. — parca. Gr. — leptoplocamns. Gr. — paucibrancbis. Gr. Terebellides Ypsilon. Gr. Polycirrus bobolensis. Gr. Familia. — Serpuláceos. Sabella tenuitorqnes. Gr. — polyopbthalmos. Gr. — oligophthalmos. Gr. -— pyrrhogaster. Gr. — porifera. Gr. — spectabilis. Gr. — manicata. Gr. — notata. Gr. — acropbtbalmos. Gr. — cingnlata. Gr. — boholengis. Gr. — serratibrancbis. Gr. Myxicola ommatophora. Gr. Serpula fnrcifera. Gr. — minax. Gr. — actinoceros. Gr. ^ — tricornigera. Gr. — quadricornis. Gr. — chrysogyrus. Gr. Ditrypa gracillima. Gr. (? —Helmintos, Turbelarios, Cestoides y Botatorios. Las clases denominadas Helmintos, Turbelarios, Cestoides y Rota- torios que, con las anteriormente enumeradas, constituyen el grupo de los animales llamados Anillados, no ofrecen, para nosotros, interés al- guno. Los HELMiNTOS'^on en su mayor parte vermiformes, y viven como parásitos en el canal intestinal del hombre y de otros animales vertebra- 321 dos. Los TüRBELARios tienen también la forma de gusanos más ó menos deprimidos, con escasos indicios de anulación y el cuerpo cubierto de pes- tañas vibrátiles de extraordinaria pequenez. Unos viven en las aguas, y otros parásitos en el interior del cuerpo de diversos animales. Los Crs- TOiDES son asimismo gusanos intestinales, como la mayor parte de las especies de las dos clases anteriores., y tienen el cuerpo aplastado y divi- dido en un gran número de segmentos, lo que les da el aspecto de una larga cinta plegada transversalmente. Por último, los Rotatopjos, que han sido confundidos por algunos naturalistas con los infusorios, son seres microscópicos, pero de una organización tan complicada como la de los demás anélidos. Su cuerpo es semi-transparente, y presenta indicios bas- tante marcados de división anular. La boca ocupa la extremidad anterior de aquél, y lleva á'cada lado ó todo alrededor unas pestañas vibrátiles^ cuyos movimientos giratorios son muy notables. Estos animales habitan en las aguas estancadas. 41 CAPÍTULO IV MOLUSCOS ^. — Su división en clases. Los Moluscos ó Malacozoarios que forman el tercer grupo del reino animal, carecen de esqueleto interior, tienen la piel Manda, viscosa y formando repliegues que envuelven más ó menos completamente el cuerpo, por lo cual recibe el nombre de manto^ y en su superficie se de- posita generalmente una materia caliza ó córnea que constituye la con- cha ^ la cual crece por adición de nuevas capas á las ya formadas, hallándose cubierta exteriormente por una epidermis delgada, denomi- iiSid%^manto marmo^ mientras que por el interior está revestida de una sustancia, más ó menos brillante llamada nácar. La concha puede cons- tar de una, dos ó más piezas, denominadas valvas, Divídense los moluscos en seis clases, conocidas con los nombres de Cefalópodos, Pterópodos, Gasterópodos, Acéfalos, Tuhigarios y Briozoarios. Las cuatro primeras comprenden los moluscos verdaderos, y las dos restantes los moluscoides. Estos últimos, que son considerados actualmente como grupos bien distintos, se diferencian, entre otras cosas, de los verdaderos moluscos en que además de reproducirse' por huevos^,,^ como éstos, pueden en general reproducirse también por yemas, for- mando de este modo agregaciones de individuos más ó menos confundidos entre sí. La fauna malacológica de las Islas Filipinas es una de las más nu- merosas y variadas del universo. Unas 2.500 especies de moluscos ma- rinos recogidos por Guming, y 586 terrestres y ñuviátiles citadas hace muy poco por Kobelt, sin contar las que á cada paso se descubren ó se 323 descubrirán cuando estén bien exploradas dichas Islas, justifican perfec- tamente una frase del Manual de Conquiologia^ de Fischer, en el que se lee que las Islas Filipinas son el paraíso de los moluscos. La situación geográfica del Archipiélago, su clima con una temperatura elevada y bastante uniforme, la abundancia de vegetación y de lluvias, sus ex- tensas y variadas costas, son circunstancias que favorecen grande- mente el. desarrollo de los moluscos, y es, por lo tanto, imposible en- contrar reunidas en cualquiera otro punto del globo especies tan notables, por su tamaño, formas y coloración como las que ofrecen las posesiones españolas de la Oceanía. Improbo y de exageradas proporciones sería nuestro trabajo, si tuvié- semos que insertar la lista completa de las especies hasta ahora clasifica- das y descritas, y anotar algunos caracteres, siquiera de aquellas que pudiéramos llamar notables. En la imposibilidad de hacerlo, nos limitaremos á breves indicaciones acerca de algunos géneros y especies de cada clase, ad virtiendo á las personas que deseen dedicarse á un estudio más serio y minucioso que deben consultar la lista completa de los moluscos terrestres y fluviátiles de Filipinas, formada, como hemos dicho, por el Dr. W. Kobelt, y que ha sido publicada en el Jahrhücher der Deutschen Malakozoologisdien Gesellschaft^ tomo VI, pág. 205. — 1879. En esta lista, extractada por el Dr. Fischer en su Manuel de Conchyliologie, pág. 244.-1880, se han tenido en cuenta, no sólo los descubrimientos de Guming, publicados por Broderip, Sowerby, Reeve y Pfeiffer, sino también los de otros naturalistas y muy espepialmente los del Dr. G. Semper, que lleva ya publicados seis cuaderno^ de su obra sobre los moluscos terrestres de Filipinas, titulada Reisenim Archipel der Philippinen. — Landmollusken. Wiesbaden, 1870 á 1882. Respecto á los moluscos marinos, no hay Catálogo hecho toda- vía; únicamente se sabe que las especies recogidas por Guming pasaban de 2.500, número que habrá tenido considerable aumento hasta hoy dia, y que llegará seguramente á adquirir extraordinarias proporciones á medida que se vayan explorando las costas y los fondos de los mares fili- pinos. La mayor parte de las especies hasta ahora conocidas han sido descritas por los naturalistas Sov^^erby, Hanley, Recluz, Broderip, Reeve, DeshavBS, Gray, Adams y otros en los Proceedings of the Zoological So- ciety of London, desde los años 1832 á 1860, y principalmente en la 324 Concfíologia iconica^ ele Reeve, publicada desde 1842 á 1878, y en la obra MalacologiscJie ünterstwhungen, deBergb, desde 1870 hasta la fecha. Las demás noticias se hallan dispersas en diferentes publicaciones francesas y alemanas más especialmente. jB— Cefalópodos. 1. Caracteres distintivos.— 2. Dibranquiales.— -o. Tbteabranqüiales. I,.^XjOs moluscos Cefalópodos, llevan, como lo indica su nombre, los (3rganos de la locomoción insertos en la cabeza. Estos órganos con- sisten en una corona de apéndices flexibles y carnosos dispuestos alrede- dor de la boca, la cual está armada de dos fuertes mandíbulas. Los mo- luscos cefalópodos tienen dos grandes ojos de estructura muy análoga á los de los vertebrados. Su cuerpo es por lo común bastante redondeado. 2. — Los individuos pertenecientes al orden Dibranquiales presentan un par de branquias y los pies ó tentáculos largos, flexibles y provis- tos de ventosas en la superficie. En los mares de Filipinas abundan las especies Argonauta oondola, Dillwyn; arcjO, L.; Owenii, Adams; así como el pidpo (Octopüs, L.), el calamar (Loltgo, L.), y la Jib^ia (vSe- piA, L.), Todos estos animales se valen de sus tentáculos para coger su presa, consistente en crustáceos, moluscos y peces. Retirando por medio de un músculo interior la parte central de cada ventosa, hacen el vacío, quedando los tentáculos de tal modo adheridos á las rocas ó á-sus vícti- mas, que sería más fácil arrancarlos que desprenderlos. Los cefalópodos emplean también sus brazos para andar en las aguas p0co profundas por el fondo y cabeza abajo. Las Jibias tienen cerca del ano una vejiga que contiene un líquido muy oscuro ó negro, el cual les sirve de medio de defensa, pues cuando se ven atacados enturbian con él el agua á fin de sustraerse ala vista de sus perseguidores. Los Argonautas tienen dos de sus tentáculos ensanchados en su extremidad por una membrana, y el cuerpo protegido por una concha sumamente delicada. 3,_Los cefalópodos Tetrabranquiales poseen cuatro branquias, los tentáculos sin ventosas, y tienen el cuerpo envuelto en una concha, di- vidida por tabiques transversales en muchas cavidades que comunican 325 entre SÍ por un agujero. El género Nautilus es el únieo viviente hoy día. Dos de las especies hasta ahora conocidas habitan los mares de Filipinas. (7.— Pterópodos. 1. Caracteres distintivos.— 2. Géneros Olio, Pneümodermon, Hyalcea y Limacina.— 3. Falta de noticias acerca de las especies filipinas. 1^ — Los Pterópodos son pequeños moluscos, provistos de una cabeza bien distinta y conformados para flotar en el agua y para nadar por medio de dos aletas situadas á ambos lados del cuello. Unos son desnudos y otros están provistos de concha. 2.— Los géneros más importantes son los llamados Glio, Pnbumoder- MON, Hyalcea y Limacina. Las especies del primero y del último sirven de pasto á la ballena. 3, —Los pterópodos deben ser abundantes en los mares que bañan las Islas Filipinas; pero en las mejores obras descriptivas de estos moluscos, no se. cita concretamente especie alguna propia de aquéllos. Como se trata de moluscos pelágicos las indicaciones son vagas; Océano Pacífico, índico, etc. , D.— Gasterópodos. 1. Caracteres ' distintiyos.-~2. División en órdenes.— 3. Pulmonados.— 4. Nudibranquios.— 5. Infemobrakquios.— 6. Tectibrakqüios.— 7. PECTmiBRANQUios : falsificación de las con- chas. — 8. TUBULIBRANQUIOS. — 9. ScUTIBRANQUIOS. — 10. ClCLOBRANQUlOS. -—11. HbTE- RÓPÓDOS. 1. —Sigue á las dos clases anteriores la de los Gasterópodos^ así lla- mados porque tienen en la parte inferior del cuerpo un pié aplanado que les sirve de órgano para la reptacion, como se ve en los caracoles y ba- bosas. Esta clase, sumamente numerosa y variada, comprende todas las conchas de una sola pieza y ordinariamente de forma espiral, y un cre- cido número de especies desnudas. Entre ellas las hay terrestres, fluvia- les y marinas, y todas tienen una cabeza bien aparente y ojos situados en el extremo ó en la base de apéndices ó tentáculos. Gomo algunos de 326 estos animales se arrastran por el suelo por la dilatación y contracción de las fibras de su vientre, rezuma de todo su cuerpo un líquido yíscoso, que les permite adherirse á los cuerpos por donde andan, dejando en ellos una traza brillante . Tienen además la facultad de replegarse sobre sí mismos y de ocultarse en su concha por poco que se les toque, pues son tan sensibles como tímidos. 2. — Los moluscos gasterópodos se dividen en nueve órdenes, deno- minados PULMONADOS, NUDIBRANQUIOS, INFEROBRANQUIOS, TeCTIBJRANQüIOS, Pectinibranquios, Tubültbranquios, Sgütibranquios, Giclobranquios y Heterópodos. 3. — Los PuLMONADos han sido así denominados, porque su respiración se verifica por pulmones. La fauna filipina abraza una especie del género Vaginula, una del Tennentia, cuatro del Aíariella, siete del Euplegea, dos del Macroghlamys, veinte del Helicarion, siete del Migrogystis, una del Macrogeras, seis del Xesta, veintiocho del Rhysota, una del Vitri- NoiDEA, dos del ViTRiNOPsis, nueve del Vitrinogonus, una del Sügcinea, diez del Troghomorpha, quince del Obbina , dos del Tornatellina, diez del Stenogyra, una del Cionella, una del Pupa, una del Endodonta, dos del BuLiMULUS^ dos del Amphidromus, doscientas once del Goghlos- TYLA, quince del Helix, una del Clausilta, una del Ennea, diez del Me- LAMPUS, una del Marinula, ocho del Sgarabus, cuatro del Plegotrema, tres del Gassidula, nueve del Aurícula, dos del Amphipeplea, una del Lymncea, una del Physa, una del Planorbis, una del Trungatella, una del Gyclotus, una del Alygoeus, dos del Diplommatina, catorce del Gyglo- phorüs, veintitrés del Leptopoma, una del Megalomastoma, dqs del Pu- PiNELLA, nueve del Pupina y once del Heligina. ,, ' Las especies terrestres son casi todas propias de aquellas islas, siendo admiración del naturalista el hallar conchas de gran tamaño, gruesas, toscas, y de colores oscuros, como las denominadas Rhysota ovuM, Valenc.; máxima, Pfr.; Uranüs, Pfr.; Rhea, Pfr.; sagittipe- RA, Pfr., á la vez que algunas delicadas ó de colores vivos, como las CocHLosTYLA REGíN^^, Broderip; Elisabethj^., Semp.; psittagina, Desh.; GOLLODES, SOW.; MONTÍCOLA, SOW. ; POLYCHROA^ SOW.; SMARAGDINA, ReEVE; GuMiNGí, Pfr.; Amphidromus ghloris, Reeve; Registoma grande, Gray; y otras, cubiertas de zonas variadas de una epidermis hidrófana (trans- parente cuando se humedece y blanquecina cuando está seca), como se 327 observa en las bonitas especies conocidas con los nombres de Coghlos- TYLA CROMYODES, Pfr.* zonifera, Sow.; Dubiosa, Pfr.; Leytensis, Pfr, {Lám. 9.^); Lignaria, Pfr. ; pulgherriiMA, Sow. {Ldm. 9/); Corona- DOl, Hidalgo {Ldm. 9/); Daphnis, Broderip; Reevei, Broderip; etc. Los pulmonados acuáticos tienen que subir con frecuencia á la su- perficie del agua para respirar, así es que s(31o habitan en charcos, lagu- nas y sitios del mar poco profundos. Otros viven en el cieno y aun los hay que so diseminan por las plantas alrededor de las aguas. Los Pla- NORBis son de notar por producir un hquido rojo, que no es la sangre, como se habia supuesto, sino un humor segregado. Las Lymnceas suben á la superficie de las aguas y se colocan en posición invertida, presen- tando la cara inferior de su pió. En esta posición se mueven lentamente y ejecutan los movimientos musculares de la reptacion, siendo difícil de explicar cómo un cuerpo de molóculas tan libres como es el agua, puede servir de punto de apoyo á un cuerpo mucho más sólido, como son los músculos del pié del animal. 4.— Los gasterópodos Nudibránquios, carecen de concha y tienen las branquias descubiertas y colocadas sobre el dorso. El profesor Bergh ha descrito un gran número de especies de los mares de Filipinas, entre las cuales figuran las Scyllcea elegántula, Melibb gapucina, Dóriopsis TRISTIS, SeMPERI, MODESTA, PELLUOIDA, PUDIBUNDA, SPICULATA, GRA^ENA, BiLGiA y LONGiBüRSA, varias de los géneros Geratosama, Miamira y otras muchas. 5.— El orden Inferobranqüios se compone de los gasterópodos sin concha, que tienen las branquias colocadas en los bordes del manto. Los géneros más comunes en los mares filipinos son los denominados Phy- LLiDiA y Pleurophyllidia, de los cuales citaremos las especies Phyllidia ELEGANs, Bgh.; PUSTULOSA, Guv.; NOBiLis, Bgh.; y Pleurophyllidia Lu- ^UBRis, Bgh;; y pellugida, Bgh.; casi todas nuevas. 6. — Los Tegtibranquios, provistos casi siempre de concha, tienen las branquias ocultas bajo una lámina del manto. Las especies filipinas más comunes son las del género Bulla, llamadas B. naugum, L.; oblon- ga, Adams; trifasgiata, SoWERBY;y physis,L.; que, á d^'ferencia de otras muchas del mismo órden^ tienen la concha exterior y delgada. 7.— Presentan siempre los Pectinibranquios una concha turbinada y las láminas branquiales en forma de peine. Este orden, el más nume- 328 roso de la clase, está espléndidamente representado en Filipinas, tanto por el número de géneros y especies, como por la variedad de formas y coloración de sus conchas. Del género Murex hay laS bonitas especies HAusTELLUM, L.; TBNuispiNA, Lamk.; con cspínas parecidas á las púas de un peine, adustüs, Ghemnitz; pinnatus, Wood; y otras muchas. El género Púrpura, en el cual figuran varias especies que, junta- mente con otras del género anterior, segregan un líquido amarillo ver- doso que al contacto del aire toma un color de púrpura intenso,^ empleado antiguamente para dar este color á las telas reservadas, por su gran coste, á los monarcas y sacerdotes, cuenta en Filipinas con varios repre- sentantes, tales como las llamadas P. pica, Blainv.; Rudolphi, Lam.; MANGiNELLA, L.; ARMioERA, Ghemnitz. Las cspecies más comunes del gé- nero RiGiNüLA son la digitata, Lam.; y araghnoidbs, Lam.; del Tritón las especies PYRUM, L.; lotorium, L.; lampas, L.; pilearis, L.; clava- tor, L.; maculatus, Mart.; anus, L.; rubégüla, L.; y otra de gran tamaño y muy bella, el T. variegatus^ Lam.; del Ranella las subgra- NOSA, Beck.; maroaritula, Desh.; rosea, Reeve; del Fusus los F. lon- oissiMus, Lam.; colus, L.; distans, Lam.; del Turbinella la corníge- ra, L.; y del Pyrula la pugilina, Born. Otro género profusamente representado en Filipinas es el Nassa, cu- yes especies, todas de pequeño tamaño, pues la mayor no excede de 40 milímetros, son muy bonitas por las modificaciones de su superficie, su coloración ó la extensa callosidad de la abertura. De ellas citaremos las PAPiLLOSA, L.; gemmulata, Lam.; arcularia, L.; picta, Dunk.; é his- pida, Adams. Los géneros Gymbitjm y Voluta se hallan igualmente en las Islas; así el Gymbiüm Broderip, Gray.; la Voluta imperialis, Lam.; y la vespertilio, L., con sus infinitas variedades de coloración, son las es- pecies que más comunmente se encuentran en las coleccionas formadas en aquel país. Del género Mitra {Lam. 9.^) puede decirse lo mismo y aún más que del género Nassa, siendo en gran número las especies que de él se en- cuentran y algunas muy notables por sus caracteres, así es que todo el mundo conoce las M. episcopalIs, L.; papalis, L.; pontifigalis, Lam*; spH^RULATA^ Martyn; ADUSTA, Lam.; costellaris, Lam.; filosa, Born.; stigmataria, Lam.; Gruneri, Reeve, etc. imtd 6 ICONUS GLORIA-MARIS, ÍChemk) 2.MITRA STAINFORTHII (Reeve) 3y4.C0CHL0STYLAPULCHERRIMA(Sow) SvG.COCHLOSTYLA LEYTENSIS (Pi-r) 7,y8.C0CHL0STYLA CORONADO!, (Hidalgo) Tara año 'nalLTal ■'c-:B.c: 329 En el género Oliva hay las maura, Lam.; auTTATA, Lam.; magní- fica, DuGRos St. Germain; irisans, Lam.; tricolor, Lam.; rüfula, Du- GROs; CARNEÓLA, Lam.; stelleta, Dugros; textilina, Lam.; ispidüla, L.; ELEGANS, Lam., j otras muchas, notables no sólo por su brillo^ sino tam- bién por la gran variedad de colores ó dibujos que se observan, por lo común, en una misma especie. El género Harpa, cuyas conchas son todas á cual más elegantes por su forma general, sus costillas longitudinales y las manchas y dibujos de su coloración, se halla representado principalmente por las gonoida- lis, Lam.; nobilis, Lam., y minor, Lam. También son notables por su tamaño y coloración algunas especies del género Gassis, tales como las gornüta, L.; rufa, L.; areola, L.; glauca, L.; coronulata, Sow.; pila, Reeve, y por sus colores, pues son en general especies de poco volumen, las Natica fluctuata, Sow. ; ma-- MILLA, L.; PYRiFORMis, Recluz ; AURANTiA, Lam.; vitellus,- L.; albu- men, L., y otras. Entre las. especies del género Scalaria hay algunas muy curiosas, como las bullata, Sow.; varicosa, Lam.; alata, Sow.; lyra, Sow.; Pallasii, Kien.; hyalina, Sow., y grasilabrum, Sow. Del género Terebra hay muchas especies en Filipinas. Las más co- nocidas son las MAOULATA, L.; dimidiata, L. ; muscaria, L., y crenu- LATA, L. otro género cuyas especies son muy buscadas para las colecciones por sus dibujos, llegando á pagarse á precios considerables, es el Conus, y de él ha;^ muchas en el Archipiélago filipino. Citaremos en primer tér- mino el célebre Gonus gloria maris, Chemn. {Lam. 9.^), concha muy rara en las colecciones y de gran valor, puesto que un magnífico ejemplar, procedente de Filipinas y perteneciente al Sr. Elizalde, de Cádiz, fué vendido por, éste á un comerciante de objetos de historia natural de París en la cantidad de 900 francos. Son igualmente muy apreciados por su belleza los Gonus nobilis, L.; thalassiarchus , Gray; imperialis, L.; BULLATUS, L.; ammiralis, L. ; amadis, Chemn.; episcopus, Lam., y otros muchos. Hay igualmente en los mares filipinos muchas especies de los géneros Stromijus y Cyprjía sumamente bellas, y que por. esta causa han sido buscadas constantemente y abundan hoy dia en las colecciones. Si fueran 42 330 tan raras como vistosas, por sus colores y su brillo, llegarian á tener un precio elevado. Entre las del primer género figuran los Strombus lagt- NiATüs, Ci-iEM.; iSABELLA, Lam.; outtatus, Mart.; epidromis, L.; ur- GEUS, L.; FLORiDus, Lam.; lühuanus, L.; papilio, Ghem., etc.; y entre las del segundo las Gypr^a mappa, L.; testudinaria , L.; ventrícu- Lüs, Lam.; onyx, L.; talpa, L,; ctlindrica^ Born.; histrio, Gm.; mauri- tiana, L.; argus, L., y las más raras ebúrnea. Bar ; Walkeri, Gray.; Sauli^, Gask., etc. La especie más bonita del último género y de bas- tante precio es la Gypríea aurora, Sol., de color de naranja y por de- bajo blanca; pero aun cuando se ve en las colecciones de Filipinas, no procede de los mares de aquellas Islas, sino de las Marianas. La Gypr^a MONETA, L., se viene exportando desde tiempos anteriores á la conquista del Archipiélago para Siam, en donde todavía sirve como moneda. Los filipinos la llaman Sigáy. El genero Ovula, subdividido hoy dia en otros varios, tiene igual- mente sus representantes. Así la Ovula volva, L., larga y puntiaguda en sus dos extremos; la verrugosa, L., con un botón ó verruga en cada punta, y la ovum, L., blanca y lustrosa, son las especies que más co- munmente se encuentran allí. Sería prolijo enumerar la multitud de especies de otros muchos gé- neros que contribuyen á formar la fauna malacológica de la región que nos ocupa; pero mencionaremos todavía como más interesantes el género Gerithium, con las especies nodulosum, Brug.; progerum, Kien.; ver- TAGUS, L.; y alugo, L.; el Nerita con las denominadas polita, L.; RuMPHir, Reo. (ésta muy variable); atropurpúrea, Reg.; y antiqua- ta,'Reg.; el Turbo con las petholatus, L.; marmoratus, L.; chrysós- TOMus, L., que tiene la boca dorada, y Ticaonicus, Reeve; el Rotéela, cuya especie elegans es notable por su brillo y la variedad de su colora- ción; el Delphinula con sus especies atrata y laginiata, Shemn., y el Troghus con las llamadas nilotigus, L. ; pknestratus, Gm.; virgatus, Gm.; y gibberulus, Adams. En las Islas Filipinas, no sólo forman colección de caracoles y con- chas las personas dedicadas á la historia natural, sino también muchos empleados de la Administración española y una multitud de indígenas, siendo costumbre el adquirir una pareja de cada especie enteramente igual ó muy semejante por su tamaño, coloración y dibujo, lo cual se 3ái paga á mejor precio. Igualmente se buscan con afán conchas de colores variados, y esto ha hecho que los indígenas se dediquen á pulimentar algunas especies comunes, á decolorar otras en sitios determinados ha- ciéndolas variar de aspecto y vendiéndolas más caras á las personas que creen de buena fe en sus falsificaciones. Con las especies de los géneros BuLiMus, Hblix y Oliva principalmente, se hacen esas metamorfosis, quitándolas la epidermis, decolorándolas en algunos puntos ó desgas- tándolas en otros para que aparezcan con manchas y fajas de coloración distinta que las que presentan habitualmente. 8.— El orden Tubulibranquios es poco numeroso. Los moluscos que comprende tienen las branquias pectiniformes como los del orden ante- rior, pero se distinguen fácilmente por su concha en forma de tubo. Es común en Filipinas la especie Siliquaria anguina, L. 9.— Denomlnanse Scutibranquios los moluscos gasterópodos, pa- recidos por su forma y disposición de los órganos respiratorios á los pectinibranquios, pero que tienen la concha muy abierta, poco ó nada espiral y semejando una coraza que cubre el cuerpo ó al menos la ca- vidad de las branquias. El género Haliotis, cuyas especies denomina- das vulgarmente orejas de mar, son notables por la magnitud de su abertura y pequenez de su espira, por lo que se parecen á la oreja hu- mana ó de algún otro animal, están representadas en los mares fili- pinos por las Haliotis ASININA, L.; varia, L.; y clathrata, Rebve. Del género Dbntalium, cuyas conchas son simétricas, tubulares, có- nicas y ordinariamente arqueadas en sentido longitudinal , hay los D. APRINIP, L.; ELBPHANTINUM, L.; LONGITRORSÜM, ReBVB; y PhILIPPI- NARUM, SOW. 10.— Los GiGLOBRANQUios SO parcccn bastante á los animales del or- den precedente; pero sus branquias, en forma de hojitas ó pirámides pequeñas, forman un cordón debajo .de ios rebordes del manto, cuyo dorso está cubierto con una concha de una ó muchas piezas sin espiral. Las Patellas, llamadas también lapas, tienen la concha en forma de cono muy chato. En Filipinas se encuentran las llamadas Patella tes- TUDiNARiA, L.; viDUA, Rbeve; nigro-linbata, Rbevb; y saccharina, L. Los Chüon ó chinches de mar, tienen el dorso cubierto de una concha compuesta de ocho piezas córneas, puestas en fila y recargadas unas sobre otras como las pizarras de un tejado. Las especies filipinas de 332 este género son las llamadas Chiton alatus, Sow.;ingisus, Sow.; la- QÜEATÜS, RbBVB, y SPINIGER, SOW. 1 i.— Forman los Hetbrópodos un orden muy distinto de los ante- riores por su pió comprimido á manera de lámina vertical, gue sirve más bien de aleta. Su forma es algo extraña y su natación se suele verificar con el pió arriba y el dorso abajo. Siendo animales pelágicos/que son llevados fácilmente por las olas de unos á otros mares, no se encuentra en las obras de Historia natural cita alguna concreta respecto- á las es- pecies de los de Filipinas. ^.—Acéfalos. 1. Caracteres distmtiyos.~2^ División en Órdenes.-S. LAMELiBBAKgmos: familias OsteAceos, MiTiLlcEos, CamIceos, CardiIoeos y Enoeeeados, con indicación de los géneros y especies thpinas mas importantes.— 4. Braqtjiopodos: especies filipinas. 1.— Los moluscos de esta clase carecen de cabeza y tienen una orga- nización mucho más sencilla que los de los grupos anteriores. Su boca, desprovista de dientes, está oculta en el fondo ó en los repliegues del manto, casi siempre protegido por una concha caliza y de dos valvas, que en su parte superior 6 charnela, están unidas por un ligamento elás- tico. JJno ó dos músculos insertos en la parte interna de las valvas ve- rifican los movimientos de óstas, siendo de notar el antagonismo que existe entre los movimientos de los músculos y el ligamento. La parte inferior del cuerpo de estos animales se prolonga en un pié ó masa car- nosa que está destinada á la locomoción, y suele tener en la base un hacecillo de filamentos llamado bysus, por cuyo medio se adhiere el animal á los cuerpos submarinos. 2 — Divídense los moluscos acéfalos en dos órdenes, denominados Lamelibranquios y Braquiopodos. Los primeros están caracterizados por tener cuatro branquias estriadas regularmente al través, y el pié car- noso. Los segundos tienen las branquias prendidas al mismo manto, y dos brazos carnosos arrollados en espiral que pueden salir fuera de la concha. 3.— El orden Lamelibranquios se divide en las familias Ostráceos, MiTiLÁCEOs, Gamágeos, CARDIÁCEOS y Encerrados, representadas "todas en los mares de Filipinas por una multitud de géneros y especies. Los 333 más comunes entre los primeros son los llamados Tellina, Venus, Gytherea, Tapes, Oardium, Tridacna, Malleus, Pectén, Placüna, Spondylus, etc., y tanto de éstos como de otros muchos que no citamos, hay especies muy notables por su coloración, su forma y modificaciones de la superficie de la concha, las cuales son ya frecuentes en las colec- ciones. Entre estas especies figuran las ^ denominadas Kuphüs gigan- tea, L.; Pholas Manilla, Sow.; Solen grandis, Bunker; Tellina fo- liácea, L.^, LINGUA-FELIS, L.; VeNUS MAGNIFICA, SOW.; GyTHEREA MERE- TRix, L.; IMPÚDICA, Lam.; Circe castrensís, L.; picta, Lam.; Tapes LITTERATUS, L.; GaRDIUM GARDISSA, L.; GhAMA LAZARUS, L. ; ISOCARDIA voLGARis, Reeve; Arca semitdrta, Lam.; zebra, Svain; Pectén pa- llium, L.; Pinna nigra, Ghemn; Placuna sella, L-, y otras. El género Tridacna está representado por las especies gig as, L,; squamosa, Lam., y ELONGATA, Lam., todas de gran tamaño, especialmente la primera, llamada vulgarmente taclovo, pues sus valvas llegan á tener un metro de longitud y más de cien kilogramos de peso, siendo el mayor molusco conocido. El Hippopus maculatls, Lam., se emplea para pilas pequeñas de agua bendita. La especie Corbis fimbriata, L., es una de las más elegantes de las conchas bivalvas. Las denominadas Malleus albus, L., y vuLGARis, Lam., se distinguen por su forma, parecida á la de un mar- tillo. La Anodonta purpúrea, Val., vive en los surcos de los arroz^jles, y sirve para cortar con su borde el tallo del palay ó arroz. La especie Pectén plburonegtes, L>, es muy curiosa por presentar una valva blanca y otra de un castaño oscuro. Las llamadas Spondylus foliaceus, Ghemn.; Butleri, Reeve; ducalis, Ghemn.; plurispinosus, Reeve, son notables por sus espinas y sus vivos colores. La Placuna placenta, L., es muy interesante en Filipinas, porque sus valvas, reducidas á láminas de dos pulgadas en cuadro, se emplean en las casas en vez de cristales. Ijlntre las especies del género Ostrea, hay las llamadas cristagalli, L.; hyotis, L., y PALMiPES, Sow., que, así como otras muchas, sirven de alimento á los indígenas, Pero á todas las especies citadas aventaja en importancia la Avícula margaritífera , L. , vulgarmente llamada madreperla, pues en ella se forman las perlas tan apreciadas en joyería. Las perlas no son más que gotas extravasadas de la materia anacarada con qué el animal construye su concha, y constituyen una especie de enfermedad ó plétora de esa sustancia pétrea. Por esto se encuentran 334 perlas de todas dimensiones y de todas formas en las más viejas madre- perlas, ó sea en las que cuentan de seis á siete años, pero raras veces en las jóvenes. Los observadores han descubierto que las conchas ata- cadas ó perforadas por gusanos marinos contienen por lo común hermo- sas perlas, porque tratando el animal de cerrar los agujeros, los llena con gotas de la materia anacacada. Linneo dedujo de ahí que perforando en varios puntos las conchas ordinarias anacaradas se podría hacerias producir perias á voluntad, y los ensayos hechos justificaron sus pro- nósticos. Para ello es preciso alimentar abundantemente los animales en aguas limpias. La verdadera madreperla habita sólo en los mares de las regiones cálidas. Los bancos de estas conchas son, sobre todo, numerosos en el cabo Gomorín y en el golfo de Manaar de la isla de Ceylan, en donde la pesca de las perlas ha llegado á ser muy productiva. En Filipinas sólo se hace junto á las islas de Joló, Paragua y Mindanao, por medio de los cautivos ó esclavos apresados por los moros en sus expediciones piráti- cas. Por esto se ven en las embarcaciones dedicadas á dicha industria cristianos católicos de Luzón y de las demás islas del Archipiélago al lado de infieles de Célebes y Gilolo, ó de Dajaks de Borneo, víctimas destinadas al rudo y peligroso trabajo del buzo. Las perlas se buscan siempre en los sitios más profundos, porque sólo en ellos puede esperarse una buena presa; así es que en los mares del archipiélago joloano los buzos tienen que sumergirse hasta quince y más brazas de profundidad . Armados de un cuchillo, procuran cortar rápidamente los filamentos ó bysus con que las conchas están adheridas á las rocas. La eaorme pre- sión del agua hace arrojar á los buzos sangre por los oidos, aarices y ojos. Con las manos llenas de heridas, con la cara ensangrentada, suben estos desgraciados á la superficie, sin recibir, en cambio de las preciosas perlas que han arrancado del fondo del mar, otra recompensa que un escaso y detestable alimento. Los violentos esfuerzos del rápido' buza- miento destruyen lenta, pero irremisiblemente, los pechos más fuertes, hasta que la muerte viene á arrebatarles á tan ruda faena. ¡Cuántas gotas de sangre cuestan esos pendientes y collares de perlas con que se engalanan nuestras damas! El comercio de perlas se encuentra en Fili- pinas en manos de los chinos. 4. — Al orden Braquiopodos pertenecen un pequeño número de espe- 335 cies, que se diferencian de los Lamelibranquios por su organización más sencilla y facultades más limitadas. Son animales metidos en conchas bivalvas fijadas á los cuerpos submarinos, desprovistos de órganos de locomoción^ cuyas branquias están confundidas con el manto, y princi- palmente caracterizados por los dos brazos largos en espiral, de donde sacan su denominación. Las especies más^cpmunes en los mares filipinos son las denominadas Lingula anatina, Lam. ; Terebrátüla sanguínea, Ghemn., y Orbigula stella, Gould. -F.— Tunicarios y Briozoarios. 1. Caracteres distintivos.— 2. Géneros más notables. 1.— Los animales comprendidos en las dos clases Tunigarios y Brio- zoarios se llaman colectivamente moluscoides, como hemos dicho ya, y todos son acuáticos, se multiplican por yemas y por huevos, y muchos viven agregados en número considerable. Varios autores los han sepa- rado ya de los moluscos, formando con ellos un grupo independiente. Las especies del género Ascidia, que arrojan chorros de agua como me- dio de defensa, y las del Pirosoma, que esparcen á veces una luz muy brillante, son las más notables de la primera clase; las de los géneros Flustra, Retepora y Millepora de la segunda. CAPÍTULO V ZOÓFITOS ^.— Su división en clases. El cuarto y último de los grandes grupos del reino animal es el de los Zoófitos ó animales plantas, así denominados por confundirse, á veces, por sus formas con los vegetales. Los seres que este grupo comprende tienen una organización más sencilla que los anteriormente enumerados. ' Sus órganos se hallan colocados alrededor del eje del cuerpo, de una manera tan simétrica, que dan al animal una forma radiada ó esférica, asemejándose algunos á una flor abierta. Su sistema nervioso es rudi- mentario ó nulo, no tienen órganos especiales para los sentidos, y sólo se ven á veces ciertas manchas pequeñas y coloreadas que se asemejan algo á los ojos de los moluscos. Hay especies dotadas de una boca con dientes, un tubo intestinal y un ano; pero en otras el aparato digestivo no tiene más que una abertura, que hace las funciones de boca y ano. La respi- ración se efectúa, ya por la superficie del cuerpo, ya por pelos pes- tañosos y vibrátiles, ya también por órganos internos parecidos á las tráqueas. ' , Las grandes diferencias que en su estructura presentan los Zoófitos, han producido su división en cinco clases, á saber: Equinodermos, Aga- LEPos, Pólipos, Infusorios y Espongiarios. 5.— Equinodermos. 1. CaractereB distintivos. -2. Estelíkibos. -3. Eqüíkido8.-4. Holotúeidos: especies filipinas: propiedades y costumbres: comercio y preparación del balaU: parásitos de los Holotáridos - 5. Especies de los géneros Peiapclus, Sipuncultts y Bonellia. 1.— Distínguense los Equinodermos por su piel gruesa y protegida comunmente por una especie de esqueleto sólido, provista exteriormente 337 ■^--t;::-. ' de un gran número de pequeños tentáculos retráctiles que sirven simul- táneamente para la locomoción, la respiración y el tacto. Tienen un aparato circulatorio y un sistema nervioso compuesto de varios ganglios colocados alrededor de la boca. La mayor parte son radiados ó de forma bastante simétrica para que no pueda distinguirse en ellos la extremidad anterior de la posterior, el lado derecho del .izquierdo. 2,— El orden Esteléridos^ cuyo tipo son las estrellas de mar (Aste- rias, L.)j consta de animales cuyo cuerpo está compuesto de una parte central y de varios radios largos y móviles, generalmente en número de cinco, ya enteros, ya ramificados. Además del género Asterias, comprende los denominados Ophiurus, Euryale y Engrinüs, consi- derados por algunos naturalistas como otros tantos grupos ó familias, que á su vez dividen en géneros y espeoies. Los Esteléridos, habitantes de todos los mares y generalmente de las playas, abundan sobre todo en las costas de los países cálidos. Hállanse, pues, espléndidamente re- presentados en Filipinas, y entre ellos hay especies sumamente notables por la hermosura de sus matices ó por su fosforescencia durante la noche. 3.— Los Erizos de mar (Eghinus, L.) son los verdaderos represen- tantes del orden Equínidos, cuyas especies se distinguen por su cuerpo ovalado ó circular, sostenido por un armazón sólido, calizo, compuesto de placas poligonales dispuestas radialmente en veinte filas iguales, ó alternativa y regularmente desiguales, que llevan sobre proporcionados mamelones espinas rígidas, quebradizas, de forma, variada y provistas de series d'd poros de donde salen cirros ó apéndices tentaculiformes. Los géneros más importantes son los llamados Eghinus, Spatanous, Anan- GHITES, NUCLEOLITES, EgHINOGLYPEUS, EcHINOLAMPAS, CaSSIDULUS, FiBU- LARiA, Echinoneus, Eghinogyamüs, Laoana^ Clypeaster, Echinodisgüs ,y Sgutella.^ Los Equínidos se diferencian de los Esteléridos en que su canal digestivo tiene dos aberturas, una para la entrada de los alimentos y otra para la salida de los excrementos. Varias especies son comestibles, y otras presentan preciosos colores ó un aspecto agradable por la forma y disposición de las líneas y surcos de su superficie. El número de las espeoies filipinas es seguramente muy considerable, aun cuando no es posible todavía consignarlo con exactitud. 4, — El estudio acerca de los Holotüridos hecho por el Dr. Carlos 43 338 Semper durante su permanencia en Filipinas (1) ofrece sumo interés. Las especies recogidas y clasiflcadas por este sabio naturalista fueron las siguientes: Orden. —Holotúridos. Familia. — Sináptidos. 8ynapta molesta. Semp. -^ pseudo-digitata. 8emp. — dubia. 8emp. — similis. Semp. — Beselii. Jager. •— grísea. Semp. — glabra. Semp. — nigra. Semp. — reticnlata. Semp. — indivisa. Semp. ) — recta. Semp. Anapta gracilis. Semp. Chirodota rígida. Semp. — panaensis. Semp. variabilis. Semp. — dnbia. Semp. — incongrua, Semp. Familia.— Eupírg^idos. Familia . -— Oncinolábidos . Familia .—Molpádidos. Haplodactyla molpadioides. Semp. Familia. — Bendroquírotes. Ciicumaria maculata. Semp. — canescens. Semp. — versicolor. Semp. — citrea. Semp. — longipeda. Semp. — conjungens. Semp. Ocnus imbricatus. Semp. — pygm^us. Semp. Colochirus cylindricus. Semp. Colocbirns anceps. Selenka. — ciicumis. Semp. — viridis. Semp. — coernleus. Semp. Echinocumis adversaria. Semp. Psolus complanatus. Semp. — bobolensis. Semp. Thyone villosa. Semp. — rígida. Semp. Thyonidium cebuense. Semp. Familia. — Aspidoquirotes. Sticbopns naso. Semp. — variegatiis. Semp. Mülleria lecanora. Jager. — nobilis. Selenka. Holothnria monacaria Lesson. — Graffei. Semp. — marmorata. Jager. — scabra. Jager. — arenicola. Semp. — vagabimda. Selenka. -— botellns. Selenka. — squamifera. Semp. — albiventer. Semp. -— gracilis. Semp. — aculeata. Semp. ' — tenuissima. Semp. — similis. Semp. — atra. Jager. — fusco-cinerea. Jager. ediilis. Lesson. — pulchella. Selenka. — coluber. Semp. — immovilis, Semp. — erinaceus. Semp. (1) Véase el tomo I de la obra de dicbo autor, Reisen im Archipel der PhUippinen.—Holo- fhtirien. ^'^:.3 \ '%*, '«»l^ y*?^' X íÉáfTitÉí**'^^ ^* :| / 3Bd Todos los ijolotúridos presentan, en general, un cuerpo más ó menos prolongado, subvermiforme, blando ó flexible, provisto de chupadores tentaculiformes, á veces numerosos^ muy extensibles, completamente retráctiles, y con un gran oriñcio en cada extremidad. La boca está si- tuada en la parte anterior, en el fondo de una especie de embudo, soste- nido en su circunferencia por un círculo de pequeñas fibras calizas y provisto de una corona de apéndices más ó menos ramificados. El ano termina en una especie de cloaca y se abre al exterior por un gran orificio terminal. Estos animales son, al parecer, exclusivamente noc- turnos, pues, según Dalyell, sólo de noche abren sus tentáculos. Pocas especies son sociables, y entre estas figuran principalmente laHoLOTeuRiA ATRA, Jagbr {Ldm. 10); scabra, Jager; y Haplodagtyla molpadioi- DES, Semp. Las demás viven generalmente aisladas, aunque en nume- rosos grupos que abrazan pequeñas circunscripciones, dotadas de las condiciones necesarias para su existencia. Sucede, pues, que á pesar de la uniformidad que presenta la fauna de los holotúridos en toda la región comprendida desde el mar índico al Pacífico, se ven muy próximas entre sí, en superficies poco extensas, las formas más distintas. Lo mismo su- cede con las especies de agua salada, tal como la Synapta similis, Semp.^ conocida por los visayas con el nombre de Dapaic-dapau^ la cual habita en los terrenos fangosos de los nipales, llamados catungan por los indí- genas, juntamente con muchas larvas de Dípteros, varias Neritinas, una Gyrena, una Navigella y otros varios animales verdaderamente marinos, como algunas especies de Pagurus, Ostrba, Perna, etc. En los estuarios cubiertos de espesos manglares, en que existen superficies algo extensas,, abundantemente cubiertas de arena pura, se ven junto á los Gerithium, Murex, Natiga, Oliva y otros moluscos las Holothuria scABRA, ATRA y VAGABUNDA, cuclavadas parcialmente en la arena y recu- biertas congos granos de la misma. En la superficie de los arrecifes de corales muertos hállanse entre los bloques y fragmentos de las rocas las Synapta Beselii y glabra , de las cuales la primera llega á alcanzar una longitud de dos metros, mereciendo realmente el nombre de culebra de mar que se le da por los naturales de Filipinas, lo mismo que por los de las Célebes y las Palaos. Sus movimientos son sumamente lentos; se encuentra formando muchas curvas entre las piedras y arenas de las costas, y avanza, ya por la contracción ondulante y progresiva de su 340 cuerpo, ya con auxilio de sus tentáculos bucales. También se encuen- tran en dichos arrecifes las Holothuria albiventer, gragilis y otras. Gompletamente enterradas en el fango viven, además de la Haplodac- TYLA MOLPADioiDES, diferentes especies de Ghirodota; en las arenas la Holothuria arenícola y la Anápta gragilis. En la costa, sumamente escarpada y únicamente cubierta de cantos rodados traquíticos de la isla de Panaón, en el canal de Surigao, encontró el Dr. Semper, ya debajo, ya entre Igts piedras^ la Ghirodota panaensis. Otras especies son propias de las aguas profundas, y también presentan grandes diferencias en su género de vida. Algunas pequeñas Synaptas, tales como las llamadas RECTA y RETiGULATA, viveu outrc las ramas de ciertos corales semejantes á las especies viridis, Le Sueur, y Pourtalesii, Selenka. En el suelo fangoso de las localidades en que las aguas son muy profundas habita la Haplodagtyla molpadioides; en los fondos arenosos de esas mismas pro- fundidades se encuentran la-s Stighopüs, Mülleria y Holothuria immo^ () VILIS, GOLUBER, EDULIS, FUSGOCINEREA, SIMILIS, TENUISSIMA, ACULE ATA; entre los cantos rodados y arenas gruesas, las especies Thyonb ríoida, PsoLus coMPLANATUs, BOHOLENSis; y entre los corales las llamadas Psolus BOHOLENSIS, var., PANDANENSIS, EgHINOGUGUMIS ADVERSARIA y OCNUS IM- BRIGATÜS. Si se comparan estas observaciones con las hechas acerca de los ho- lotúridos de los mares del N. por Düben, Koren, Sars, Pourtales y otros, viene á deducirse que cada especie tiene realmente predilección por tal ó cual habitación; pero que ni en los géneros ni en las familias se observa^ una preferencia ó repugnancia marcada y general respecto al .medio ha- bitable. No es posible, pues, distribuir los holotúridos, como mQeHe con los moluscos, anélidos, etc., en especies de terrenos cenagosos, arenosos y pedregosos, ó al menos no es posible hacerlo con la misma seguridad con que puede decirse que las especies de los géneros Oliva y Terebra, por ejemplo, son propias de los terrenos arenosos. Cuanto mayor parece' ser la dependencia de las especies aisladas de las condiciones de existen- cia, tanto menos profundas son las modificaciones producidas por estas últimas en el organismo, como sucede en muchos grupos de aaracoles, cangrejos y otros animales. Los holotúridos ápodos, son, al parecer, los más propios para vivir en la arena ó en el fango, y, sin embargo, hay un gran número de Synaptidos que viven libres, como los holoturias con 341 pies. Notable es entre estas últimas una forma esporádica, la Holothuria ARENÍGOLA, que se encuentra enterrada en la arena, del mismo modo que los Synáptidos y Molpádidos. Esa independencia de los géneros ó fami- lias aisladas respecto á la influencia del medio en que viven parece explicar también por qué, entre los mismos holotúridos, las especies no son tan dependientes de las condiciones de liabitaaio,n como debieran, al parecer, serlo dado su género de vida, y de esto tal vez procede la extraordinaria difusión geográfica de ciertas especies. Los Holotúridos son notables entre todos los equinodermos por cier- tas propiedades extraordinarias de que se hallan dotadas muchas de sus especies. La Synapta digitata goza de la facultad de dividirse espontá- neamente en numerosos fragmentos. Guando se excita con un alfiler al Stighopüs naso, el animal empieza á moverse á manera de los gusanos, á retorcerse en uno y otro sentido y á despojarse poco á poco de su gruesa piel, tomando á los pocos minutos la forma de un saco completa- mente desprovisto de ella. Los órganos internos permanecen intactos; pero hay otras especies que en igualdad de circunstancias los" expul- san hacia la cloaca, reproduciéndolos fácilmente. El Dr. Semper ha comprobado experimentalmente la exactitud de este último fenómeno. Colocados en una vasija varios ejemplares de Holothuria scabra, Jaoer, que tenian el canal intestinal, los órganos sexuales y el pulmón iz- quierdo completamente destrozados, cambió el agua y los dejó en ella por algún tiempo, renovando el líquido diariamente. Poco después de la mutilación parecía que los animales sufrían bastante; pero, sin embargo, ninguno m iba á fondo. Más tarde, á pesar de la falta de los órganos, comenzaron á percibirse una especie de movimientos respiratorios que se repetían con regularidad, como en muchos individuos sanos. Abiertos la mayor parte de los animales á los dos ó tres dias, presentaron un canal intestinal bien distinto. Abierto también al noveno dia el único indivi- dúo que habia quedado, tenía el canal intestinal completamente desar- rollado, según la forma típica, aunque algo más delgado que de ordina- rio y completamente vacío, como no podía menos de suceder, porque en la vasija no habia átomo alguno de arena. También se habia vuelto á formar el pulmón izquierdo, aunque era todavía pequeño, pero no se veia indicio-^ alguno de órganos sexuales. Otra propiedad no menos notable de que gozan ciertos holotúridos es 342 la de que su piel se descompone y resuelve espontáneamente en un mu- cílago informe. En las especies del género Stichopus, basta para ello el contacto del aire. Si se corta un pedacito de piel de un Cologhirus qüa- DRANGULARis, Lesson., de uu Stighopüs, Müllería ú H0LOTHURIA5 y se coloca sobre el objetivo de un microscopio, se la ve transformarse al poco tiempo en un mucílago, en el -cual se descubren hacecillos paralelos de fibrillas que ya no forman tejido, los músculos completamente enteros de los vasos tentaculares y tejidos nerviosos íntegros. Se puede acelerar este procedimiento de desagregación y producirlo local y momentáneamente excitando con un alfiler el pedazo de piel. Entóneosla descomposiciones mucho más activa junto á la. punta del alfiler, y cuando la excitación es simultánea en un gran número de puntos se consigue que el pedazo de piel se destruya mucho más rápidamente que por el simple contacto del aire. Esta propiedad es muy marcada en los Aspidoquikotbs, más débil en los Dendroquírotes y completamente nula en los Sináptidos. Los chinos suponen que la piel de los Holotúridos es un afrodisiaco, excelente. Con el nombre de hálate se llevan de Filipinas á China holo- túridos cuidadosamente preparados, que se expenden allí á elevados precios. Los capitanes de los pequeños barcos de cabotaje suelen tomar á los indígenas de Molucas^ Filipinas, Nueva Guinea, y sobre todo de las isjas del Océano Pacífico, cortas cantidades de dicho artículo, que adquieren por medio de cambios con otros objetos de comercio. Los holotúridos así adquiridos los venden á los chinos establecidos en los depósitos comerciales de tránsito, como Singapore, Batavia y Manila, y con menos frecuencia en la misma China, El éxito de la especulación depende naturalmente, ya de la importancia de la demanda, ^a*de las mejores ó peores clases que en el mercado se presentan, ya de su prepa- ración. En estos últimos tiempos parece que los negocios hechos en este comercio han sido bastante malos; pero unos treinta ó cuarenta años O) atrás se reaUzaron en él brillantes ganancias. En cuanto á la impor- tancia de las transacciones, es imposible dar una idea exacta de ella por la falta de datos estadísticos acerca de las cantidades conducidas á China, así como acerca de los precios á que se paga la mercancía en los depósitos de tránsito, sin que tampoco sea posible obtener estos datos de los mismos chinos, que son los únicos que ejercen su comercio, sino de una manera muy incompleta. De todos ihodos, el comercio del balate es 343 insignificante en comparación con el del azúcar, arroz, abacá y demás productos principales de los países intertropicales de Oriente. Sólo á los capitanes de barco de escasos recursos y que, obteniendo un préstamo, quieren realizar ganancias en poco tiempo, puede convenir el tráfico del balate, y aun para esto es preciso, no sólo que hayan tenido suerte en la venta, sino también que los proveedoras , les hayan facilitado el ar- tículo de las mejores clases en cambio de pequeñas cantidades de otras mercancías. Las especies comunes, tales como la Holothuria atra, Ja- ger; impatibns, Forsk; y vagabunda, Selenka, se pagan comunmente de 6 á 8 y á veces sólo de 3 á 4 pesos por pico (137 Va libras castella- nas), mientras que, en los mejores mercados, las especies de Stichopus y BoDAHSGHiA cucstan á veces 40 ó más pesos. Las especies Holothuria TENUÍssiMA, Semp., llamada Tagtagdn por los visayas, y la Holothuria sÍMiLis, Semp., son consideradas como de primera calidad, siendo tam- bién apreciadas la Holothuria marmorata, Jagbr, y la sgabra, Jager, Los nombres que se dan á las diferentes clases que en el comercio se distinguen varían según el lenguaje de la población china en que se expenden; así es que las denominaciones usuales en Manila difieren com- pletamente de las de Singapore y de Batavia. También la preparación -parece ser diferente según las localidades. En las islas Palaos colocan las especies del genero Holothuria en glan- des montones, dentro de vasijas de hierro que tienen hasta tres pies de diámetro; las cubren con varias capas de valvas del Caladiüm esgulen- tum; las cuecen bien y, después de rociadas con un poco de agua dulce, las dejan secar al sol y al aire libre sobre bastidores de madera. En se- guida las» cuecen y ahuman alternativamente por dos ó tres veces. Una holoturia de un pió de largo queda reducida con estas operaciones á po- cas pulgadas. En tal estado son vendidas á los compradores al peso. En el momento* de comprarlas se hace con frecuencia preciso someterlas nuevamente á la cocción y al desecamiento al sol. Cuando están ya su- ficientemente secas y desaladas se colocan extendidas en delgadas capas en unas artesas hechas á propósito, y allí sé someten durante un mes á la influencia del calor- artificial y del humo. Se las mete en sacos poco antes de embarcarlas, á fin de que estén expuestas lo menos posible á la influerícia de la atmósfera húmeda que en los barcos suele haber. Las especies del género Stichopus requieren un cuidado especial. Gomo se 3M deshacen prontamente, por poco tiempo que estén eii contacto del aire, es necesario introducir bajo el agua del mar las grandes cacerolas de hierro en que han de cocerse, de modo que los animales, sin salir del agua, queden dentro del recipiente, y la primera cocción se hace siem- pre, por tanto, con agua salada. La segunda tiene ya lugar con agua dulce, y después siguen el ahumado y el desecamiento alternatiYamente. Sólo los AspiDOQuiROTES SO utilizau para la preparación del balate, por- que son los únicos holotúridos que poseen las propiedades nutritivas, y, en concepto de los chinos , excitantes en grado bastante marcado para hacer conveniente dicha preparación. Para comer el balate se limpia primero la superficie de las suciedades adheridas, se raspa después la capa exterior caliza y se pone á remojo, de veinticuatro á cuarenta y ocho horas, en agua dulce. De este modo se esponja y toma un color gris sucio. Después de repetidos lavados y de separar cuidadosamente las en- trañas y todas las partículas arenosas se divide la esponjosa piel en pe- dacitos y se come en sopa, cargada de especias ó con otros varios man- jares. Tiene, lo mismo que el nido^ un gusto especial y constituye una masa blanda, gelatinoso-lechosa, de que los europeos hacen uso única- mente por su fácil digestión, y los chinos por las propiedades excitantes ya indicadas, I^^s investigaciones científicas acerca de los Holotúridos han puesto de manifiesto la existencia en muchos de ellos de verdaderos parásitos, pertenecientes á diversos grupos del reino animal. Prescindiendo de al- gunos Copépodos, pequeños crustáceos que viven en la parte externa de la piel de varias especies, los parásitos internos parecen ser .^exclusivos de los AspiDOQuÍROTES, pues hasta ahora no se han encontrado' en los Dendroquírotes. Entre esos parásitos figuran varios peces del genero FiERASPER, establecido por Quoy et Gaimard, Risso fué, al parecer, quien describió por vez primera esos pequeños animales, y, después, de la Chiaje dibujó las dos especies que se encuentran en los holotúridos del Mediterráneo. En los mares orientales de la región tropical, su número parece ser más considerable. El Dr. Semper recogió seis especies, de las cuales cuatro vivían en los holotúridos de las Carolinas y dos en los de Filipinas. Los individuos parecen ser, sin embargo, bastante escasos. La entrada y salida de esos peces en el interior de los holotúridos parece verificarse por los pulmones. Por otra parte, que son verdaderos para- 345 sitos se prueba con el examen de su estómago, el cual está siempre lleno de pedazos de pulmón, fácilmente reconocibles cuando se abre el pescado con brevedad. Los peces sacados de una holoturia pueden vivir algunos dias^ si se tiene un poco de cuidado. Además de las especies del género Fierasfbr, se han encontrado en los holotúridos otras de un gé- nero muy afine, pero que se diferencian en. carecer de aletas pectorales. Este otro ^^énero ha sido denominado Enchelyophis, por Müller. La única especie filipina ha sido encontrada por el Dr. Semper en la Holo- turia SGABRA, Jaoer, j ha sido designada por él con el nombre de En- CHELYOPHIS VERMIGULARIS. Los parásitos de la clase Crustáceos son, además de los Copépodos, dos especies del género Pinnotheres, que también viven en algunos mo- luscos. Ambas especies suelen encontrarse en la misma holoturia, sobre todo en la Holothuria sgabra, Jaoer, y siempre en los conductos rectos y jamás en los vasos intestinales unidos con las ramificaciones pulmo- nares. Hállanse, ya apareados, ya aislados en grandes sacos á manera de vejigas, en el tronco ó en las finas ramas de los pulmones. Raras veces se ven más de dos juntos, y su entrada parece verificarse cuando todavía son jóvenes. Ya sea por efecto de su crecimiento, ya por la excitación que cada vejiga produce á su alrededor, resulta que las ramificaciones pulmonares se encuentran siempre atrofiadas en su proximidad. C^n el tiempo esos parásitos van penetrando cada vez á mayor profundidad en la cloaca de la holoturia, y cuando la atrofia de este órgano impide la entrada directa del agua en los pulmones, el animal se ve obligado á formarse atros nuevos, verificándose entonces estoen algún sitio anormal. "I Pero«el contingente más numeroso de parásitos de los holotúridos es debido á los Moluscos. Las especies más comunes pertenecen á los géne- ros EuLiMA y Stylifer. Del género Entogoncha sólo se conocía una es- pecie parásita én los holotúridos de los mares europeos. El Dr. Semper ha descubierto en los de Filipinas otra que vive en la Holothuria edulis, á la cual ha dado el nombre de Entogoncha Mülleri. Por último, en la piel de la Synapta similis ha descubierto también dicho naturalista otro molusco parásito, perteneciente al pequeño número de aquellos Lameli- branquios que, á semejanza de muchos Gephalóphoros, sólo tienen una concha interior, ó mejor dicho, la primitiva concha exterior recu- bierta por el manto. u 346 La clase Anélidos está representada entre los parásitos de los holotú- ridos por una especie que conviene, en casi todos sus caracteres, con otra hace largo tiempo encontrada por Schneider. Esta segunda especie, des- cubierta por el Dr. Semper en el canal intestinal del Stighopus variega- TUS y de la Müllbria Lecanora, Jaoer, ha sido designada por el mismo con el nombre de Anoplodium Schnetderi. 5._Para terminar con los Equinodermos, nos resta indicar algo acerca de los géneros Priapulus, Sipunculus y Bonellia. Los animales que comprenden son bastante parecidos á los holotúridos; pero los zoólo- gos no están todavía acordes acerca de su clasiñcacion, pues unos los colocan entre los Equinodermos, y otros entre los Anélidos. Los géneros Priapulus y Bonellia no sabemos si tienen representantes en Filipinas. Por lo relativo á los Sipungúlidos, su existencia en el país es indudable, siendo de lamentar que todavía no haya visto la luz pública la descrip- ción de las especies recogidas por d Dr. Semper y confiada al profesor Selenka, que debe formar el cuarto tomo de la excelente obra publicada por el primero. Los Sipuncúlidos son una especie de gusanos cilindricos y de tegumentos coriáceos, cuya extremidad anterior ó cuello es com- pletamente retráctil y exsertil. La boca, situada en la extremidad del cuello, es orbicular y deja salir una especie de trompa rodeada de papilas, que -en realidad no es más que la terminación del mismo cuello ó de la parte retráctil más delicada. El ano está situado lateralmente hacia la extremidad anterior de la porción más abultada del cuerpo. Estos ani- males viven en la arena cenagosa del mar, cerca de las costas ó entre los restos de conohas. No se alimentan, al parecer, más que del cieno mezclado con detritus orgánicos. Su intestino, que no contiene.» más que dichas materias, va desde la boca casi en Unea recta hasta la extremidad opuesta, y después vuelve, arrollándose alrededor de la primera porción, á terminar en el ano. En el mar de la India hay una especifique se come por los habitantes de la costa. 347 C— Aealefos. 1. Caracteres distintivos.— 2. División en Sencillos é Hidrostáticos.— 8. Géneros principales de cada uno de estos dos grupos: Medusa, Cyan^a, Ehizostoma, Porpita, Physalia y Phys- SOPHOEA. 1, — Se da por los naturalistas el nombre de Acalefos á unos anima- les blandos, de consistencia gelatinosa, que flotan siempre en el mar y están esencialmente organizados para la natación. No tienen, como los Equinodermos, una piel bien distinta, partes subyacentes y una cavidad intSrior. Su estructura es muy sencilla, y sus órganos internos se redu- cen, por lo común, á un estómago que comunica con el exterior por una sola abertura y del cual parten varios canales que se ramifican por todas las partes del cuerpo. 2^ —Los Acalefos se dividen en Sencillos é Hidrostáticos. Los prime- ros flotan y nadan en el mar, por efecto de las contracciones y dilata- ciones de su cuerpo. Los segundos flotan en el agua, valiéndose para ello de una ó más vejigas llenas de aire. 3. —Los géneros más importantes de los Acalefos sencillos son los llamados Medusa, L.; Cyan^a, Cuv.; Rhizostoma, Cuv., y Porpi- TA, Lam. La forma típica de estos animales es la de un disco, más ó me- nos abombado, á manera de quitasol, algunas veces hemisférico ó acam- panado, provisto por debajo de varios apéndices, ordinariamente pendientes ó flotantes, que sirven para la respiración y la nutrición. De los Acalefos hidrostáticos citaremos los géneros Physalia, Lam., y Physsopho- RA, FoASK. Constan de una vejiga diáfana, abultada en el centro y adel- gazada en las extremidades, sobre la cual hay una cresta membranosa, levantada á modo de vela de un navio, lo que ha hecho que se dé vul- garmónte á .estos animales el nombre de fragatas. En la parte inferior y posterior de la vejiga hay una masa tuberculosa de la cual penden ten- táculos más ó menos numerosos, de los cuales, unos, terminados por ven- tosas, son los estómagos y bocas, y otros, extensibles y contráctiles, pare- cen ser órganos prehensores, que pueden alargarse hasta seis metros y con- traerse repentinamente á pocos centímetros, arrollándose en espiral. Otra clase de tentáculos, guarnecidos de pestañas vibrátiles que se observan bajo la vejiga, sirven probablemente para la respiración. La reproduc- 348 cion se verifica por medio de unos apéndices que se desprenden fácilmente y que constan de una ventosa, de un tubo cerrado en su extremidad y de un largo filamento ó tentáculo. Los Acalefos se encuentran en todos los mares, pero los hidrostáticos son más frecuentes en los de los países intertropicales, y por tanto deben estar abundantemente representados en los de Filipinas. Todos ellos se- gregan un humor sumamente cáustico, que al contacto de la piel del hombre produce una comezón análoga á la que ocasionan las ortigas., siendo esta la causa por la cual suele darse en general á los Acalefos el nombre de ortigas de mar. D.— Pólipos. 1. Caracteres distintivos.— 2. División en Oarítosos, Gelatinosos y De polípero.— 3. Géneros principales de los tres grupos: Actinia, Lüceeitaria, Hydra, Madrépora, Coralium, Gor- GONA y Bertularia. 1.— Son los PÓLIPOS unos animales cilindricos, blandos, que llevan en una de sus extremidades una boca central rodeada de tentáculos más ó menos numerosos y desprovistos de pestañas vibrátiles. Este orificio sirve también para la salida de los excrementos, y comunica, ya direc- tamente, ya por medio de un tubo membranoso, con una cavidad que ocupa todo el cuerpo y se prolonga superiormente por el interior de los tentáculos, llevando suspendidos en sus paredes los ovarios. La extremi- dad inferior del pólipo está dispuesta de modo que pueda adherirse á los cuerpos extraños sobre los cuales el animal ha de vivir, y su piel se en- durece generalmente en su mayor parte para formarle un anvoltorio córneo ó calizo de estructura celular. La reproducción se verifica, no sólo por medio de huevecillos, sino también por yemas ó botones que nacen en diversos puntos de la superficie del cuerpo y jamás se separan ele él, de suerte que las diferentes generaciones se ingertan unas sobre otras, formando masas más ó menos considerables , en las cuales los individuos de una misma raza participan, hasta cierto punto, de una vida común. 2. — Divídense los Pólipos en Carnosos, Gelatinosos y De polipero. Los primeros están fijos por su base; alguna vez nadan, ó mejor dicho, se dejan llevar por las corrientes de las aguas, y extienden más ó menos la abertura de su boca, que está rodeada de numerosos tentáculos. En el 849 interior presentan un estómago ó cavidad digestiva, á manera de bolsa, con una sola abertura, y entre esa bolsa y la piel se ven varias láminas verticales y fibrosas, á las cuales se adhieren los ovarios. Los segundos tienen el cuerpo gelatinoso y de forma cónica, reproduciéndose constan- temente por la separación de sus diversas partes. Los últimos viven re- unidos en numerosas colonias, y segregan por la superficie de su cuerpo una materia caliza ó córnea que, afectando formas arbóreas, les sirve de punto de apoyo, ó más bien de habitación. 3;_Los géneros más notables entre los Pólipos carnosos son los de- nominados AcTiNiA, L., y LucERNARiA, MüLL. Las Actinias 6 Anémonas de mar tienen el cuerpo carnoso y adornado de bellísimos colores, en- contrándose con abundancia sobre las rocas de las costas. Entre los Pólipos gelatinosos figuran en primer termina las especies del género Hydra, L., habitantes de las aguas dulces. Las Hidras son notables sobre todo por su manera de reproducirse. Si se divide uno de estos animales en* varias porciones, cada una de ellas se convierte al I poco tiempo en un individuo perfecto. Lejos, pues, de destruirlos por medio de dicha operación, lo que ^e hace es facilitar su multiplicación. Otro modo de reproducción de las Hidras es por yemas ó botones. Estas yemas aparecen sobre un punto cualquiera del cuerpo del animal y se desarrollan poco á poco, presentando al principio una cavidad interior en comunicación con el estómago de la madre. Bien pronto aparecen los tentáculos, y el nuevo individuo puede separarse del que le ha engen- drado ó permanecer unido á el, aun cuando sus estómagos no estén en comunicación. Lo más común es que la separación de los individuos no se verifique, en cuyo caso se ven varias Hidras pegadas entre sí. Las yemas se desarrollan con preferencia hacia la base del cuerpo; pero también aparacen á veces en cualquiera otra parte del mismo, con ex- cepción de los brazos y de la cúpula del pié. El tercer medio de repro- ducción de las Hidras es por medio de huevecillos que se desprenden del ovario de la madre, la cual perece en cuanto acaba de expeler el último. Estos huevecillos presentan una verdadera cascara mucoso-córnea, de- bida al endurecimiento de la materia interior, al principio enteramente blanda. El nuevo animal sale de este huevecillo en completo estado de desarrollo, desprendiéndose del envoltorio que ha tenido que romper. Los Pólipos De polipero se dividen en dos grupos: unos en que este 350 Último consta de una materia dura como el mármol y compuesta real- mente de carbonato de cal, por lo cual se denominan litopitos, y otros en que el polipero está formado de un tejido córneo ó de una especie de fieltro de pelos finos y rígidos, que son á su vez de una materia análoga al cuerno, denominándose por tal causa gbratofitos. Entre los litofitos figuran las especies del genero Madrépora, L., cuyas pétreas masas presentan agujeros, celdillas, tubos, poros, surcos y otras mil particula- ridades, formando un conjunto que se asemeja ya á un hongo, ^ya á una estrella, ya á un panal de abejas, ya á un haz de tubos, ya á una her- mosa pieza de encaje, ya á un árbol cubierto por todas partes de poros, ya, en fin, á una lechuga, á una coliflor ó á otra multitud de objetos caprichosos y variados. En las cavidades de esa materia pétrea es donde se albergan los pequeños animales que producen el crecimiento incesante de la misma. Si uno de esos animales gelatinosos, y apenas del tamaño de un grano de trigo, llega á encontrarse sobre una roca en el fondo v> del mar, empieza por fijarse ó pegarse á ella, y alai^gando luego sus tentáculos, busca á tientas su presa en las aguas que le rodean. A me- dida que se nutre, lo cual se verifica sin cesar, la parte inferior de su cuerpo se endurece y se solidifica por las moléculas calcáreas que en ella se acumulan, ya sea que estas moléculas sean elaboradas por el mismo animal ó que éste las recoja en el mar. La parte superior del cuerpo se prolonga, produce yemas, da origen á otros pólipos. El primero se con- vierte entonces en un tronco sólido, en una masa dura, sobre la cual las generaciones acumuladas de nuevos seres trabajan y se multiplican, apo- yándose sucesivamente unas sobre otras. De esta manera regulta bien pronto una serie de trabajo no interrumpida, una acumulación^ d& ma- teriales, un edificio inmenso, siempre bajo el mismo plan trazado por el primer obrero. Este plan no es más que la misma figura del pólipo, por- que, si este animal tiene la forma de estrella, dejará en la anadrépora agujeros en estrella; si es cilindrico ó laminar, producirá tubos, poros ó láminas. Una grande madrépora viviente no es, pues, más que una aglomeración de millones, ó más bien de millares de millones, de pe- queños pólipos, procedentes todos del mismo tronco, dependiendo más Ó menos unos de otros y llenando las innumerables cavidades de su poli- pero. Ninguno es independiente de su vecino; todos están unidos y en comunicación entre sí, y lo que uno come aprovecha á todos los demás, 351 á causa de esa eomunidad de masa y de existencia. Su muerte consiste en la transformación en piedra. He aquí la causa por qué los ediflcios construidos por estos seres subsisten desde las edades más remotas, y se levantan, á despecho de las tormentas, en medio de los mares, formando islas en numerosos archipiélagos, con sus arrecifes é islotes, tan peligro- sos para los navegantes. Más tarde, sobre las ásperas crestas de esas rocas calizas, se aglomeran, se descomponen y se pudren miles de plan- tas marinas; los fucus y varechs forman un fértil mantillo; las semillas transportadas por las aguas ó por el viento germinan en esa tierra vir- gen, y el árido islote queda transformado en fértil morada, apta para la vida de los animales y del hombre. Si por una parte las madréporas y otros litófltos acumulan materiales tan inmensos, hay por otra, en el fondo de los mares, pólipos arbores- centes, ó más bien verdaderos bosques compuestos de arbustos de piedra ó de materia córnea, que se desarrollan bajo las aguas y al abrigo de las tempestades que atormentan la superficie. Entre estos pólipos figuran las | especies del género Goralium, Lam., llamados vulgarmente corales. El coral rojo, con el cual se fabrican tantos objetos de adorno, afecta la for- ma de un pequeño árbol ramoso de uno á dos pies de altura, adherido, no por medio de raíces, sino por una especie de patas ó garfios á alguna rOca del fondo del mar, encontrándose casi siempre en una posición in- vertida ó contraria á la de los árboles. Esa especie de arbusto está com- puesto de una corteza rojo-pálida, poco compacta, ó perforada por una multitud de agujeros ó poros habitados por pequeños pólipos glutinosos, de los cuales cada uno tiene ocho brazos ó tentáculos, hallándose todos unidos entre sí por su parte inferior encajada en los agujeros y por los vasos de la corteza del coral. Tampoco está este arbusto fabricado por el interior como los demás poliperos, sino por capas sucesivas y externas ó sobrepuestas, como las capas leñosas de los árboles. Estas capas concén- tricas son á veces más ó menos rojas, de modo que pueden distinguirse fácilmente. Se creyó en otro tiempo que ese color era debido á un óxido de hierro, pero parece que proviene de una materia colorante propia de los pólipos. Hay también corales blancos y de color de carne, que tienen la misma estructura que el coral rojo; pero además se encuentran Dtros córale^ blancos de diversa naturaleza. Estos son al principio grandes pólipos blandos, ramosos, que, recubriéndose poco á poco de una sustaa- 352 ' cia caliza en todas sus ramiflcaciones, llevan al extremo de cada una de esas ramas un pólipo cuyos brazos ó tentáculos afectan la forma estre- llada. Diferéncianse también en que el interior de estos corales es hueco, á modo de canal medular, mientras que el exterior es pétreo y sólido como en las madróporas, de las que este coral blanco es una especie. El coral negro, por el contrario, no es pétreo, sino un ceratófito, arbusto de una materia coriácea, como cuero cocido ó cuerno duro, aunque todavía flexible, y rodeado de una corteza repelosa y áspera como barro endure- cido. En esta corteza es donde se albergan los pólipos que forman esos arbustos llamados Gorgona, L. Entre ellos hay especies muy curiosas, de la forma de abanico ó de celosía, y otras presentan sus ramas alternati- vamente pétreas y córneas con mucha regularidad. Existen, por último, una infinidad de especies del género Sbrtularia, L., que tienen el aspecto de delicadas hierbas, de piedra ó de materia córnea, con las formas más elegantes que es posible imaginar. Los Pólipos De polipero son propios casi exclusivamente de los mares tropicales. En los de Filipinas abundan extraordinariamente, tanto los arrecifes madrepóricos como esos fantásticos jardines submarinos com- puestos de finísimos arbustos de coral, sobre los cuales millares de pe- queños seres extienden sus sonrosados tentáculos, que, reflejando todos los colores del iris, toman el aspecto de mágicas flores. E. — Infusorios. 1. Caracteres distintiyos.-2.Di™ion en EoTteEos y Homogékbos. -3. Géneros principales. 1.— Comprende la clase Infusorios esa multitud de animales micros- cópicos que se desarrollan siempre en las aguas que contienen restos de materias orgánicas y en las infusiones de varios líquidos, entre ellos del vinagre. De escasa importancia para nuestro objeto, nos limitaremos á indicar que esos seres presentan el cuerpo, ya redondeado, ya alargado y cubierto ordinariamente de tenues pelos, con un número considerable de pequeñas cavidades en el interior, que son otros tantos estómagos. En algunos esa especie de ampollas están agrupadas alrededor de un canal abierto al exterior por ambas extremidades, mientras que en otros se en- cuentran completamente aisladas y sin comunicación aparente con el 353 exterior. La reproducción de los infusorios se verifica de una manera sencillísima; por división de su cuerpo en dos ó más porciones. Entre los naturalistas se ha suscitado hace largo tiempo, con motivo de estos seres, la cuestión de la generación espontánea, pero no ha podido lle- garse á una solución definitiva. 2. — Los infusorios se dividen en Rotíferos, que son de organización algo complicada, y tienen la parte anterior del cuerpo terminada por una serie de lóbulos vibrátiles y rotatorios, y Homogéneos, de organización bastante sencilla y que algunas veces ni tienen vestigios de boca. 3. —Los géneros más notables son los denominados Fürcula- ría, Lam.; Braghionus, Müll.; Urgeolaria, Lam.; Cercaría, Müll.; Proteus, L., y Monas, Müll. m i^.— Espongiarios. 1. Caracteres distintivos.— 2. Géneros Eüplectella y Spongia. i.— El Último escalón del reino animal lo ocupan unos seres que do- tados de vitalidad, únicamente en el primer período de su existencia, se convierten más tarde en una especie de vegetales informes. Al nacer es- tos animalillos se asemejan bastante á ciertos infusorios. Su cuerpo es ovalado y está guarnecido por todas partes de pestañas vibrátiles, con auxilio de las cuales nadan en el agua. Fíjanse después á cualquier cuerpo extraño y permanecen en lo sucesivo completamente inmóviles, sin dar señales de sensibilidad, ni contractilidad y deformándose al desarrollarse. La materia gelatinosa que constituye su cuerpo se llena de agujeros y canales atravesados sin cesar por el agua, y en su interior se desarrollan una multitud de filamentos córneos ó agujas, ya calizas, ya silíceas, que dispuestas en hacecillos entrecruzados, forman una especie de armazón sólido. En ciertas épocas del año aparecen en la sustancia de esas masas informes, unos corpúsculos ovoides ó esféricos que caen en los canales indicados, y que arrastrados al exterior por las corrientes constituyen la especie de larvas ó cuerpos reproductores, dotados de la facultad loco- motora antes mencionada. S.'^Mr. Guming llevó de Filipinas á Inglaterra una producción ma- riña muy singular, acerca de la cual publicó Owen interesantes detalles 45 ':'.,:,;," 354' (Transact. zool. Lond. tom. IIÍ), considerándola como tipo de un género particular del grupo de los Espongiarios* E$ una especie da cilindro hueco, algo encorYado, y semejando hasta cierto punto la forma de un cuerno, cuja parte inferior en lugar de estar abierta, está formada como casi la totalidad de la superficie restante por jan tejido de fibras anasto- mosadas. Las fibras de dicha porción terminal están dispuestas con me- nos regularidad que las de la parte tubular, y las aberturas que dejan entre sí han servido á Mr. Owen de fundamento para dar á está produc- ción el nombre de Eüplegtella aspeboillum {Ldm. 11), traducido al lenguaje vulgar por el de regadera. Las demás fibras son de dos dimen- siones, unas más grandes y verticales, y otras más pequeñas y entrela- zadas oblicuamente con las primeras, de suerte que el conjunto recuerda ciertas obras de cestería. Las fibras son en sjji mayor parte silíceas. * El género Sponoia, cuyo tipo es la esponja ordinaria, abraza un cre- . cido número de especies. En Filipinas, las tempestades arrojan con fre- cuencia á las costas multitud de esponjas, entre las cuales hay una muy semejante á la Spongia offiginalis, L., tan conocida en el comercio. Son muy blandas al tacto, de un color pardo oscuro, mayores que el puño y semi-esfericas; absorben el agua con gran faciUdad y tal vez pudieran ser objeto de tráfico. ,!»,v|i¿í«V'^\»/*' '^'' ^^ '■'5 :^- \M, ■A.í ' ■*' '*''¡á'ii4'?¿fc »^'.' ■'}'., y Víit|< 8EGCI01Í TEEOERA REINO VEGETAL CAPÍTULO PRIMERO GENERALIDADES. 1. — Trabajos botánicos del siglo xvii acerca del Archipiélago filipino. -2. Expedición científica de Malaspina. — 3. Colecciones formadas por Cuming. — 4. Flora de Filipinas, por el P. Blan- co.—5. Trabajos del P. Llanos.-— 6. Publicaciones modernas. 1.— Las primeras noticias de algún valor científico que acerca de la vegetación de las Islas Filipinas se han publicado son, ai parecer, las consignadas en la obra titulada La&pr evangélica^ ministerios apostólicos de los obreros de la Compañía de Jesús ^ fundación y progresos de la pro- vincia en las Islas Filipinas, Su autor, el P. Francisco Golin, el primero de la Compañía que pasó de España al Archipiélago, se ocupó en los capítulos XVII y XVIII de dicha obra , publicada á principios del siglo XVII, de algunas cosas naturales propias y otras notables de las Is- las y de la descripción del archipiélago maluco, presentando con tal mo- tivo algunos datos acerca de las plantas filipinas. A fines del mismo siglo, otro jesuíta, extranjero y apellidado Gamel (Jorge José), el cual falleció en Manila en 1706, contribuyó mucho al conocimiento fltográflco del país, no sólo facilitando á Ray interesantes noticias sobre la vegetación de las Islas, y en especial sobre la de Luzón, 356 sino también un herbario, cuyas plantas fueron descritas en su mayor parte por aquel eminente botánico en el apéndice al tomo III de su His- toria plantaruMy que lleva el título Herbarum aliarumque stirpium in Ínsula Luzonce PhÜippinarum primaria nascentium^ a Rev. Paire Geor^ gio Josepho Camello^ S. /. (Moravo Brunensi)^ óbservatarum et descri- ptarum Sylldbus^ ad Joannem Raium transmissus^ y que está adicionado con IdiS Descriptionis fruticum efarborum Liizonis. Las descripciones publicadas por Ray fueron ilustradas con doscientas sesenta , láminas, •constituyendo el primer trabajo iconográfico publicado sobre la vegeta- ción de Filipinas. Simultáneas debieron ser con las in#stigaciones del P. Camel las del religioso agustino F. Ignacio Mercado, que falleció en 1698, dejando un manuscrito titulado Declaración de las virtudes délos árboles y plan- tas de Filipinas^ en el cual se describen, aunque empíricamente, muchas de ellas, y se representan por medio de dibujos iluminados doscientas '\ cuarenta y cinco. Este trabajo, publicado recientemente, á continuación de la Flora del P. Blanco, por la Corporación religiosa de Agustinos Calzados de Filipinas, fué encontrado en 1877 por el malogrado Inge- niero de Montes D. Domingo Vidal, quien lo consideró desde luego de superior mérito, en atención á la época en que se llevó á cabo. Carecien- do, no obstante, su autor de sólida instrucción botánica, aun cuando no le fueran desconocidas las obras de Dioscórides, Plinio, Acosta y Lagu- na, no puede atribuirse al libro del P. Mercado valor alguno científico, ni concedérsele un lugar en una enumeración de obras técnicas, sino en razón á las láminas que le acompañan, por cuanto pueden contribuir al conocimiento individual de las plantas que representan. \ ' 2. —En 30 de Julio de 1789, y á las órdenes del famoso navegante Malaspina, zarpó del puerto de Cádiz en demanda de las costas ameri- canas un buque, á bordo del cual un corto número de sabios iban á rea- lizar, á expensas del Grobierno, un viaje alrededor del mundo para enri- quecer el tesoro de los humanos conocimientos con el fruto de sus estu- dios y desvelos, España seguía entonces el ejemplo de otras naciones. El director de aquella expedición, por lo relativo á las ciencias natura- les, era D. Antonio Pineda, oficial de Guardias españolas, natural de Guatemala, al cual acompañaba como botánico distinguido el francés naturalizado en nuestra patria D. Luis Née. Dirigiéronse los navegan- 357 tes á Montevideo, en donde comenzaron las herborizaciones y estudios^ penetrando Nóe unas treinta y dos leguas por el interior del país, como lo hizo también en la colonia del Sacramento. De allí se encaminaron á las costas de la Patagonia y á las islas Maluinas, doblaron en seguida el cabo de Hornos, y habiendo entrado en el gran Océano, desembarcaron en la isla de Ghiloe y arribaron á varios puntos de Chile, Perú y Nueva España, atravesando esta última desde Acapulco hasta Méjico. En Chile se reunió ^á los expedicionarios el naturalista húngaro Tadeo Haenke, que, asalariado por el rey de España, debia formar parte de la Comisión • científica, y que, habiendo llegado tarde para embarcarse en Cádiz junta- mente con sus compañeros, se'dirigió á América en busca de ellos, te- niendo que soportar grandes fatigas y contrariedades durante su viaje. Desde Acapulco partieron todos para las Filipinas y Marianas, tocando antes en otras islas y pasando por Nueva Holanda, en donde visitaron el territorio de Bahía Botánica. A su llegada á Filipinas saltaron á tierra en el puerto de Sorsogon y recorrieron las provincias de Albay, Cama- rines y la Laguna, así como los alrededores de Manila, empleando útil- mente el tiempo en beneficio de la ciencia. Empeñados estaban en tan noble tarea, cuando una irreparable desgracia vino á turbar su alegría. En 1792 falleció Pineda en el pueblo de Badoc, provincia de llocos, á los treinta y nueve años de edad, quedando privada la expedición de uno de sus más útiles miembros. Un sencillo monumento, costeado por los compañeros del finado, recuerda todavía en Manila tan sensible pér- dida para la ciencia y para la patria. Posteriormente, otro Pineda (Ar- cadio), tcDoiente de navio, fué el encargado de poner en orden los apun- tes de su difunto hermano. El buque expedicionario hizo rumbo al Ca- llao, en donde Haenke y Née se separaron, encaminándose el último á Talcahuano y á la Concepción de Chile para seguir por tierra hasta Buenos- Aires, desde donde, atravesando las Pampas, se dirigió á Mon- tevideo y regresó á España. En Setiembre de 1794 llegó Née á Cádiz , con un herbario de diez mil plantas, entre las cuales habia cuatro^mil nuevas, conservándose todas en el Jardín Botánico de Madrid, con más de trescientos dibujos, hechos por Guio (José), Pulgar (Francisco), Pozo, Lindo y otros. El autor de los artículos titulados El Abacá, que es la MusA»TEXTiLTS, De la PisTiA sTRATioTEs y del Biiyo^ redactó también du- rante su expedición algunas Observaciones y descripciones en castellano. 358 que se conservan igualmente en el Botánico de lá corte. Muchas de las plantas recogidas por Née fueron descritas por el ilustre botánico D. An- tonio José Gayanilles, director á la sazón de aquel establecimiento. Un gran número de las recogidas por Haenke se extraviaron ó deterioraron, á causa de las vicisitudes que este sabio experimentó en sus posteriores viajes por América. Las restantes fueron clasificadas y descritas, después de su muerte, por los botánicos más notables de Europa, coleccionándose estos trabajos en la obra titulada Reliquij^. Haenkaene. En este libro y •en los escritos publicados por Cavanilles aparecen, pues, descritas y di- bujadas varias plantas filipinas. 3. — Unos cuarenta y cinco años más tarde, el infatigable colecciona- dor Mr. Hugh Guming formó varios herbarios de plantas filipinas, que pasaron á figurar en los Museos de Europa y sirvieron á varios natu- ralistas extranjeros para la determinación de un crecido número de es- pecies botánicas, incluidas en su mayor parte en el Prodromus de T)e \\ GandoUe. 4.— Por aquellos mismos años en que Guming recorría el Archipié- lago, formando ricas y variadas colecciones de objetos naturales, vio la luz pública la Flora de Filipinas^ escrita por el R. P. Fr. Manuel Blanco, de la orden de Agustinos Galzados. La fama que justamente adquirió esta obra, de la cual se hizo una segunda edición en 1845, puso bien de re- lieve los extraordinarios méritos de su autor. Debe, en efecto, conside- rarse como esfuerzo admirable de un verdadero genio la formación de un libro en el cual se describen más de mil plantas, correspondientes á tipos generalmente distintos de los de la Flora europea, sin que su autor con- tase con libros de consulta, con herbarios para la comparación, ni con los demás elementos necesarios para un trabajo de tal naturaleza. El P. Blanco no era un botánico de profesión. Dedicóse al estudio de la cien- cia por el atractivo que ofrecía y como simple aficionado, , sirviéndole únicamente de guía al comenzar su empresa el Sistema veoetabilium de Linneo. Más tarde adquirió otros libros, pero siempre en escaso número, y con tan menguados elementos llevó, sin embargo, á cabo un trabajo digno realmente de la lisonjera acogida que entre los hombres de ciencia obtuvo. Inútil es decir que al presente, la Flora del P. Blanco, ni satis- face las aspiraciones de la ciencia, ni se encuentra á la altura de las obras de botánica descriptiva que acerca de las colonias extranjeras se han pu- 359 blicado. Las plantas filipinas hoy dia conocidas ascienden ya á más del doble de las que contiene aquel libro, y las descripciones que en él apa- recen, ni se ajustan siempre al verdadero tecnicismo científico, ni son, por lo común, tan completas y precisas como conviene para una acer- tada clasificación. Por otra parte, teniendo el ilustre botánico quesubor* diñar sus aficiones científicas á los obligaciones de.su sagrado ministerio, sólo pudo extender sus exploraciones á un corto número de localidades de las proTÍncias de Manila, Bulacan y Batangas, utilizando para el es- tudio de la vegetación de las demás comarcas las remesas de plantas que algunas personas le hacían, medio ocasionado á grandes errores, como fácilmente se comprende, por la dificultad de que los ejemplares fuesen siempre auténticos y estuviesen en buen estado de conservación. No es, pues, extraño que algunas de las especies de que se ocupa en su obra no estén colocadas en los géneros á que realmente corresponden, y que otras, consideradas por él como nuevas, fuesen ya conocidas y estuviesen descritas en otras Floras de los países inmediatos. Finalmente, el sistema sexual de Linneo, adoptado por el P. Blanco en su trabajo, es, como él mismo reconoce, muy defectuoso para el estudio de la Flora de un país, pues si .bien facilita y abrevia la clasificación aislada de las plantas, im- pide la apreciación del conjunto y la determinación del carácter especial de la vegetación. 5.— Débense también á otro religioso agustino, el R. P. Fr. Anto- nio Llanos, algunos trabajos botánicos de verdadero mérito. En 1851 publicó un pequeño libro en 8.^ titulado Fragmentos de algunas plantas de Filipinas^ no incluidos en la Flora de las Islas, en el cual figuran las descripciones de ciento tres especies, correspondientes á cincuenta y siete géneros. En el tomo IV de las Memorias de la Academia de Ciencias dio á luz una Lista de plantas filipinas, que es lástima carezcan en su mayor ^arte de desmpciones. En las mismas Memorias insertóse el Nuevo apén- dice ó suplemento de la Flora de Filipinas^ en donde su autor se concreta á la revisión de algunos géneros admitidos por el P. Blanco. Publicóse en 1873, en los Anales de^ la Sociedad española de Historia Natural^ tomo lí, páginas 255 y 256, una Nueva descripción del Pasac^ Mimusops ERYTHROXiLON, Boj. ; y por último, el Nuovo Giornale Botánico Italiano inserta una descripción del pino de Mancayan, por el P. Llanos, que le fué remitida por el profesor A. De Candolle, Todos estos escritos 360 adolecen de imperfecciones análogas á las de la obra del P. Blanco^ por la misma falta de libros de consulta que también experimentó su autor. g, ---Pocos son los trabajos de fecha más reciente que acerca de la Flora filipina existen. Para demostrarla necesidad de su estudio emprendió en 1855 el Excmo. Sr. D. Agustín Pascual, Inspector general de pri- mera clase del Cuerpo de Ingenieros de Montes, una reseña que comenzó á publicarse en el Boletín Oficial del Ministerio de Fomento^ ei| la cual se enumeraban las plantas filipinas hasta entonces conocidas y descritas, ordenándolas por el método de Endlicher; pero, por desgracia, este útil trabajo quedó interrumpido casi en su principio. Más tarde (1875), el R. P. Fr. Ramón Martínez Vigil, de la orden de Predicadores, publicó en la Revista de Filipinas un artículo para demostrar la deficiencia de la Flora del P. Blanco, en el cual, comparando las Euforbiáceas que en la misma aparecen con las que figuran en el Prodromus de De Candolle, deducía que aquella obra no solamente es muy incompleta para el cabal estudio de la vegetación de las Islas, sino también para el de las especies botánicas hasta la fecha descritas y clasificadas. Por último, en 1878, el distinguido botánico é Inspector general de Montes D. Máximo Laguna, publicó un folleto titulado Cien heléchos de Filipinas dispuestos con arreglo á la última edición (1874) de la Synopsis FiLiGUM de Hooker y Baker. Comprende este opúsculo las descripciones de ciento dos especies, clasificadas por el autor en vista de los ejemplares de herbario que á la Escuela de Ingenieros de Montes fueron regalados ante- riormente por el Inspector general del Cuerpo de Minas Excmo, ellustrí- simo Sr. D. Isidro Sainz de Baranda, quien, durante su larga permanencia en Filipinas, formó varias colecciones de objetos de Historia Natural, y entre ellas la de heléchos con que obsequió al establecimiento antes indi- cado. Sensible es que muchos ejemplares estuviesen ya deteriorados, por el largo tiempo transcurrido desde que fueron coleccionados hasta la fecha en que el Sr. Laguna pudo ocuparse en su clasificación. Entre los heléchos descritos en dicho folleto, hay muchos exclusivos de Filipinas, y otros que no hablan sido todavía citados por autor alguno como existentes en el mismo país. Muchas son, á más de las indicadas, las obras que sería preciso con- sultar para formar un catálogo completo de las plantas filipinas hasta el 361 dia conocidas (!)• Nosotros nos limitaremos á exponer los principales caracteres ó propiedades de los géneros y especies más dignos de aten- ción (2). (1) Para el estudio de las especies pueden consultarse las obras siguientes : Reliquias Haenkeane seu descriptionis et icones pjantarum quae in America raeridionali et boreali, in insulis Phillipinis et Marianis collegit Thaddeus Haenke, Philosophiee Doctor, Phy- tograplius Regis Hispan ise. Prodromu* systematis naturalis regni vegetabilis.— De Candolle. Enumeratio Filicum Philippinarum, or a systematic arrangement of the Ferns, collected by H. Cuming. Esqu. F. L. 8. in tlie Philippine Islands and the Península of Malacca, in tlie years 1836-40.— Journal of Botany, v. III (an. 1841), pp. 392-422. Repertorium botanica3 systematicae. — Walpers. Anuales botanicíB systematicee. — Walpers, con su continuación por Mueller y Garcke. Floras Javae, nec non insularum adjacentium complete.— Blume. Flora Indine Batayaí — Miquel (F. A. C). Herbarium amboinense compl. arbores, herbas, etc., in Amboina et adjacent insulis rep.— Rhumphius. The Flora of British India.— Hooker (Joseph). Flora Indica.— Roxburgh. (2) La Comisión de la Flora forestal de Filipinas ha publicado ya en 1883 la excelente obra denominada Sinopsis de Familias y Géneros de plantas leñosas de Filipinas^ redactada por el Jefe de dicha Comisión, el Ingeniero de Montes D. Sebastian Vidal y Soler. Consta dicha obra de un tomo en 4.*^ de 414 páginas que forma el texto, y de un atlas en folio que contiene 100 láminas con unas 1.000 figuras, dibujadas y litografiadas por D. Regino García, Ayudante déla misma Comisión. Para el conocimiento de la Flora filipina, bajo su aspecto general, véase el Apémiice B. 46 CAPÍTULO 11 DICOTILEDÓNEAS DIALIPETALAS 1. — Caracteres distintivos.— 2. Eanünouláceas. — 8. Dileniáceas.— 4. Magnoliáceas.-— 5. Ano- NÁCEAS.— 6. MenispermIceas.— 7. Ninfeáceas. —8. Papaveráceas y Crücífeeas. — 9. Ca- PARÍDEAS. — 10. ViOLAREAS. — 11. BmNEAS. — 12. PoLIGÁLEAS y CaRIOFÍLEAS. — 18. HlPERICÍ- NEAS.— 14. GüTÍFERAS. — 15. TeRNSTREMIÁCEAS.— 16. DlPTEROCARPEAS.— 17. MaLVÁCEAS, — 18. EsTERCüLiÁCEAs. — 19. TILIÁCEAS. — 20. Malpigíáceas, Zigofíleas y Oxalídeas.— 21. AuRANCiÁCEAs. — 22. SiMARÚBEAs.— 28. BuRSERÁcEAs. -24. Meliáceas.— 25. Olacíneas, Celastríneas y Eámneas. — 26. Ampelídeas. — 27. Bapindáceas. — 28. Ana cardiáceas.— 29. MoRÍNGEAs y CoNNAREAs.— 80. LEGUMINOSAS. — 81. Cesalpíneas. — 32. Mimoseas. — 88. Eo- sÁCEAs. — 34. Saxifrágeas, Crasuláceas, Droseráceas y Halorágeas. — 35. Eizofóreas. — 86. CoMBRETÁCEAs.— 87. MiRTÁcEAS-— 88. Melastomáceas.~89. Litrarieas. — 40. Onagra- rieas, Samidáceas y Pasiflóreas.— 41. Cucurbitáceas.— 42. Begoniáceas.— 48. Cácteas.— 44. FicoÍDEAs.— 45. Umbelíferas.— 46. Araliáceas. 47. Cornáceas. ^) ■ , , , . _ . 1. — Designan los botánicos con el nombre de Digotiledónea.s diáli- PETÁ7i.As aquellas plantas que^ perteneciendo á la gran división de las Fanerógamas, ó sea á la de los vegetales que tienen raíz, tallo y hojas, flores distinguibles y tejidos formados por celdillas y vasos, presentan un embrión con más de un apéndice lateral, y ostentan flores cuyos pé- talos están libres ó separados. Las plantas de la clase expresada han sido distribuidas en un gran número de familias. 2. — La de las Ranunculáceas, que comprende entre otros el género Clematis, en el cual figuran varias especies de vistosas flore'^ cultivadas en los jardines, cuenta con pocos representantes en Filipinas, á juzgar por las especies hasta el dia conocidas. La Glematis Gouriana, Roxb., y la Naravelia zeylanica, D. G.^ son las más frecuentes. 3. — En la familia Dileniáceas, compuesta en su mayor parte de plantas leñosas, á veces trepadoras, como sucede con algunas de los gé- neros Delima, Tetracera y otros, se halla incluido el género Reiffers- cheidia. Una de las especies de este género, la R. speciosa, Presl., es 363 arbórea y recibe de los tagalos el nombre de Palalú Otro árbol del mis- mo género, que corresponde á la Dillenu índica, Bl., es el llamado Gatmon, que adquiere bastante altura, presenta flores de dos decímetros de diámetro, con pótalos de un decímetro de longitud, hojas de veintidós centímetros, y una madera que se emplea bastante en carpintería. 4.— Las Magnoliáceas son árboles ó arbustos de flores ordinaria- mente grandes, blancas ó con un tinte rojizo, amarillento ó verdoso, de hojas largas, enteras y algo coriáceas, las cuales, por su elegancia y her- mosura, suelen cultivarse en los jardines. Así sucede en Manila, en donde se ven algunas especies del género Magnolia, mientras que en los mon- tes se encuentra espontánea la Talauma angatensis, Bl., que difiere poco de ellas. 5.— A la familia Anonácbas pertenecen los géneros Uvaria, Uñona, Anona, Güalteria y Bocagba. Las especies del género Uvaria suelen ser arbóreas, diferenciándose poco de las del género Uñona, y entre ellas figuran las denominadas Uvaria sorsogonbnsis, Presl.; U. bracteola- y ta, Presl., y U. solanipolia, Presl. Más numerosas son las especies del género Uñona, pues se conocen las llamadas U. unginata, Bl., que suele cultivarse en los jardines; la U. gornigulata, Bl., ó Susong damulag Ae los tagalos; la U. ghinensis, D. C, y la U. odoratíssima, Bl., ó Ilang- ilang, también cultivada en los jardines y muy estimada por la fragan- cia de sus flores, las cuales son en cambio verduscas y poco vistosas. Al género Anona corresponden la Anona retigulata, L., cultivada y cono- cida vulgarmente con el mismo nombre genérico, la A. squamosa, L., ó Ates, y ia A. muricata, L., ó Guanábano. Los frutos de estas tres espe- cies'á'rbí)reas son comestibles y tienen una forma acorazonada, están cubiertos de escamas y encierran una carne muy blanda, la cual, en los ates, es muy agradable y á veces aromática. Las guanábanas presentan ua tamaño, mucho mayor que los ates y las anonas. La Güalteria su- berosa, D. G.; la G. velutina, D. G./y la Bocagea polyandra, Presl., pertenecientes también á esta familia, no ofrecen particularidad alguna digna de mención. 6.— Las Menispermáceas suelen ser plantas trepadoras, cuyo tallo presenta una estructura especial, pues consta de varias capas leñosas concé;itricas, separadas por otras tantas zonas corticales, de las cuales únicamente la interior está provista de hacecillos del hber, siendo las 364 otras completamente celulares. Las especies filipinas más conocidas son el Lactdng, Menispbrmüm gocculus, L.; el Cocculus gynanghoides, Pbesl.- el GissAMPELOS Paueira, L., ó Sansao; el C. psilophilla, Presl., y la HbNSKELIA LÜZONENSiS, PreSL. 7.— La familia Ninfeáceas se compone de plantas acuáticas, que se fijan á la tierra por medio de un rizoma grueso y feculento, nnas veces globuloso ó piriforme, y otras veces alargado j horizontal. Sus hojas tie- nen un largo peciolo que las eleva hasta la superficie de las aguas, y su limbo es grande, redondeado ú ovalado, acorazonado en su base 6 peltado, entero ó ligeramente dentado. Las flores son regulares, de gran tamaño y mu j bellas, azules, blancas, rojas ó amarillas, mereciendo algunas, por sus proporciones y hermosura, figurar entre las maravillas del reino ve- getal. En Filipinas se encuentran la Ninp^.a Lotus, L.; el Nelumbium TüRBiNATUM, Bl., y el N. TRANSvERsuM, Presl. A csta familia pertenece , la famosa Victoria regia, Lindl., que habita en los rios de la Guyana 1 y del Brasil, y que presenta unas hojas flotantes, de uno á dos metros de diámetro, circulares y con los bordes redoblados, y magníficas flores de tres decímetros de anchura, blancas y con la parte central purpúrea. 8.— Las plantas de las familias Papaveráceas y Cruciferas son en general herbáceas, anuales ó perennes. Las de la última son notables por la gran cantidad de ázoe y aceite volátil que contienen en sus tejidos. Al ázoe deben sus propiedades nutritivas la berza y otras especies del gé- nero Brassica; y del aceite volátil dependen las propiedades estimulantes de la mostaza. En Filipinas se cultivan en las huertas las especies Brassica campestris, L., y Sinapis júncea, L. 9.— Varias especies de los géneros Cleome, Grat^va y Caí^paris, pertenecientes á la familia Gaparídeas, existen en Filipinas, cultiván- dose algunas de ellas en los jardines, especialmente la denominada CleoíMB gigantea, D. G., ó vulgarmente Araña. Del género. Gappáris ó Alcaparros, se conocen las especies G. sepiaria, L.; G. hórrida, L.;' C. micrantha, D. G.; C. emarginata, Presl.; G. aurantioidbs, Presl., y G. Mariana, D. G. Los frutos de esta última son los que más comun- mente se comen como estimulantes, macerándolos en vinagre. iO.— De la familia Violareas, cuyo tipo está representado por la vio- leta y el pensamiento, tenemos en Filipinas una especie característica, que es la Viola philippica, Gavan. Las raíces de muchas plantas de esta 365 familia poseen propiedades etoóticas, distingaié adose baj o esté edncepto las Ipeoacuanhas, pertenecientes al género Jonidiüm. La especie Joni- DiuM THYMIF0LIÜM5 Pkesl., es bastante abundante en las Islas. 1 1 , —Figuran entre las Bixínbas varias plantas filipinas, de las cuales citaremos la Dasia^nthera Luzonensis, Presl.; la Flagourtia cokolla^ TA, Bl.; la Meiroxylum digline, Bl.; la^P^ocKiA Luzonensis, Presl., y la BixiA ORELLA.NA, L. Las semillas de esta última están recubiertas de un polvilfo que se emplea como materia colorante y como sucedáneo del azafrán, recibiendo el nombre de Achuete. 12.— Las Polyoáleas y Cariofíleas no contienen especies notables. Entre las primeras son frecuentes la Polygala telephoides, Willd.; P. LINEARIFOLIA, D. C, y P. POLYFOLiA, Presl.; entre las segundas, las especies Poligarfon polyphyllum, Bl. ; Poligarp^a frankenoides , Presl.; P. gorymbosa, Lam.; P. serrata, Bl,; Portulaca olerágea, L., y P. QUADRiFiDA, L. La penúltima es la verdolaga, denominada por los tagalos Olasiman, que se come cocida. 13.-— Muchas de las plantas comprendidas en la familia Hipericímeas poseen jugos con propiedades ligeramente purgantes y febrífugas. Las especies arbóreas vegetan únicamente en las regiones intertropica- les. En Filipinas, la especie más abundante es el Gratoxilon Hornschü- GHii, Blum. \ 14.— Interesantes bajo diversos conceptos son las plantas de la fami- lia Gutíferas. La denominada por los botánicos Xanthoghymüs tingto- Rius, RoxB., es un hermoso árbol de grandes hojas coriáceas y flores de un blanco sucio, que da un jugo amarillo y se cultiva en estufas en los jardines^europeos. La Garcinia Mangostana, L., es un árbol que se cria espontáneamente en las Molucas, y al parecer en el archipiélago de Joló y en algunos puntos de Mindanao, cultivándose en muchos países inter- ^tropicales *por lo exquisito de su fruto. Sus hojas son ovales, aguzadas en el ápice y las flores hermosas^ de color rojo, terminales y solitarias. El fruto, denominado Mangostán^ tiene el tamaño de una naranja me- diana, y se considera como uno de los más agradables que producen los países indicados. El pericarpio ó cubierta extevior es de color oscuro por fuera y más claro por dentro, formando una especie de corteza esponjosa, considerada como astringente y vermífuga; la pulpa encerrada en esa corteza es blanca, blanda y se deshace fácilmente, presentando un sabor I 366 aziiearaclo, unido á una ligera acidez y un olor que recuerda el de la frambuesa. Se come esa pulpa después de despojado el fruto de su corteza, y es muy refrescante y algo laxante. La Garcinia cornea, L., llamada eRtags}aT(2cldngandG, produce por incisión la resina llamada (?^^to- gamba, que se usa en la pintura. Tanto este árbol como el Binucao, Gambogia BiNUGAO, Bl., dan una madera susceptible de varias aplicacio- nes; pero más apreciadas son bajo este último punto de vista las espe- cies Galophyllum inophyllum, L.; G. apetalum, El. , y C. spectabi- LE, "WiLLD., sobre todo la primera, llamada vulgarmente Palo María ó Bitanhól, que da una madera de color rojo-claro, de textura fibrosa y poros grandes y alargados, la cual se emplea en la construcción naval para cubiertas de los barcos y arboladura, y en construcciones urbanas para techos. 15.— El P. Camel introdujo hacia el año 1739 en Europa una planta del Japón, que forma el tipo de un genero de la familia Ternstremiá- CEAS, denominado por los botánicos Gamellia. Esta pJanta, tan apre- ciada en jardinería, es un grande arbusto, siempre verde, de Jiojas al- ternas, pecioladas, coriáceas, lustrosas y flores muy grandes, hermosí- simas, blgncas, rosadas ó rojas, axilares y terminales. En los jardines de Manila se cultiva la Gamellia sesangua, Thunb. Otra planta de la mism,^ familia, la Gordonia polysperma, Bl., se encuentra espontánea en el país. 16.— La familia Dipterocárpeas tiene mucha importancia forestal, pues casi todas sus especies son arbóreas, y varias de ellas producen maderas muy apreciadas para toda clase de aplicaciones. EIDiptero- CARPus VERNiGiFLUUS, Bl., CU tagalo Pundo, Baldo 6 Malapaha^ cía una madera de color blanco amarillento ó ceniciento verdoso con manchas cenicientas y textura bastante compacta, que se usa á veces en la cons- trucción civil y naval, aunque sólo es de mediana calidad. Produce Igualmente una gomo-resina fluida y olorosa, llamada Baldo ó Ma- lapaJw, que sirve para barnizar muebles y otros artefactos, siendo por esto objeto de un comercio de escasa consideración. El D. Mayapis, Bl., conocido vulgarmente con el nombre de Mayapis^ adquiere mayores di- mensiones que el anterior; pero su madera rojiza, con vetas y manchas plomizas, es blanda y de poca duración, así es que sólo suele usarse para cajones y canoas (bancas). La especie D, grandiflorus, Bl., ó 367 Apiton, da una madera de color ceniciento verdoso ó pardo- verdoso, con manchas más claras ó blancas y de textura fina, que suele emplearse aserrada en las construcciones civiles. La madera de TangiUy D. polys-^ PERMUS, Bl., de color rojo tostado j textura bastante fina, se emplea mucho para bancas. La de Palosapis, D. palosapis, Bl., recibe la mis- ma aplicación, así como la de Latean,, Anisóptera thurifera, Blum, que es blanco-rojiza ó cenicienta con manchas pardas. El Guiso ó Guijo^ A. GUISO,'* D. C, muy estimado para construcciones de todas clases por su madera fuerte y correosa, presenta muchas variedades; el Mangacha- puy^ A. MANOACHAPOi, D. G., se aplica en construcción naval para cu- biertas y arboladuras; y por último, el Yacdl, A. pl ágata, Blum, es preferido á todas las demás maderas para tirantes ó quilos de las arma- duras. El Malaanonan^ Shorea malaanonan, Blum, aunque adquiere grandes dimensiones, tiene una madera muy estoposa y útil únicamente para balsas. i7._La familia Malyágeas cuenta con un crecido número de repre- / sentantes. La Altea rosea, L., ó varitas de David; varios Hibiscus, como son el H. abelmosghus, L,; H. escülentus, L.; H. mutabilis, L., y H. RosA-SiNENSis, L., denominado este último Gumamela^ .p cultivan con abundancia en los jardines. Otras muchas especies, y principal- mente las denominadas Quinalumpdng ó Malva triguspidata, J). G;; Escohang hilog ó Sida carpinifolia, L.; Guiling-guilingan ó S. índi- ca, L.; S. rhombipolia, L.; S. gordifolia, L.; S. frutescen^, Bl.; S. ASIÁTICA, L.; el Lupdo, Abutilón stipulare, Presl; elLapnisnabo- * ¡ohan 6 Malaghra gapitata, L,; el Colotan 6 Urena sinuata, L.; la U. lobaW, L.; la Thespesia sublobata, Bl.; la T. populnba, Corr., ó Baboi gubat, y Ib. T* Báñalo, Bl., ó Báñalo^ son espontáneas y abun- dantes en campos y montes. Las malváceas más interesantes son, sin embargo, fes de los géneros Gossypium, Bombax y Eriodendron. Al pri- mero pertenece el Algodonero comim^ G. herbaceum, L., planta cuya altura no suele pasar de 50 centímetros, con hojas hendidas en la base y cinco lóbulos cortos, redondeados y terminados por una punta brusca. Su flor es de un amarillo pálido, con una mancha purpúrea en la base de cada pétalo. El fruto es una cápsula de tres cavidades, y den- tro de ellas se encuentran las semillas envueltas en el algodón, que es blanco puro ó amarillo. Otra especie filipina es el G. arboreum, L., Ha- 368 mado por los tagalos Bulac na monti. Es una planta leñosa eíi la parte inferior, que alcanza una altura de cinco ó seis metros, presentando las ramas lampiñas por abajo y pubescentes por su extremidad. Las hojas están colocadas sobre largos peciolos y divididas en cinco lóbulos pro- fundos. Las flores son axilares, solitarias y enteramente purpurinas. Las cápsulas tienen tres ó cuatro, aposentos, y el algodón que recubre las semillas es de excelente calidad. El G. barbadense, L., ha sido intro- ducido recientemente con buen éxito. Hay, por último, otras -^dos espe- cies, ó sea las llamadas Ta^ímao, Bombax malabarigum, D. G., y Boboi^ Eriodbndron anfractuosum, D. C, que producen también algodón, pero tan ñno que no se puede hilar fácilmente, por lo cual suele, emplearse para almohadas. Ambas especies son arbóreas, alcanzando de cuarenta á cincuenta pies de altura. La primera presenta el tronco con algunas púas, las ramas horizontales y verticiladas de tres en tres, las hojas compuestas de siete hojuelas lanceoladas, enterísimas y lampiñas, dis- puestas sobre un peciolo común, y las ñores en umbelas de ocho ó más florecitas. La segunda tiene el tronco con mayor número de púas, y las hojas digitadas, con el peciolo común mucho más largo que en la especie anterior. ,^, 18. — Comprende la familia Esterguliáceas un considerable número de especies, entre las cuales hay varias muy útiles. La Sterculia fce- TiDA, L., que debe su nombre al olor extremadamente desagradable de sus flores, es un árbol de grandes dimensiones, que los tagalos llaman Calumpángyj cuya madera, aunque no es de muy buena calidad, suele emplearse aserrada en tablas. La S. Balanghas, Bl.j ó M(^icí'^onóty cuyas ñores despiden un olor á vainilla y tienen el cáliz blanquecino, con sus divisiones lineales coherentes en la extremidad, se cultiva en estufas en los jardines de Europa. El Dongon^ S, gymbiformis, Bl., da una ma- dera rojo-amoratada, de textura sólida, que se usa mucho en construcción civil y naval, sobre todo para pies derechos, vigas, tirantes y quillas. Con el nombre de Anibong distinguen los tagalos las especies Abroma coMMUNis, Bl., y A. alata, Bl., arbustos ó arbolitos cuya corteza pro- porciona unas ñbras muy tenaces, con las cuales se hacen cuerdas y hasta tejidos. Por último, á esta misma familia pertenece un árbol precioso, el CacaOy TheobrOíMA cacao, L., que se cultiva en escala bastante -vasta. Esta planta, procedente de la America Central, alcanza una altura de 3^9 ocho á once metros j y tiene las ramas derechas y delgadas; las hojas cor- tamente pecioladas, de unos veintitrés centímetros de longitud, oblongas ú ovalado-oblongas, acuminadas, muy enteras, lampiñas y del mismo color por ambos lados; las flores rojizas, pequeñas, numerosas; los frutos rojizos ó amarillentos, lampiños, lisos, con diez lomos, ovalado-oblongos, afectando hasta cierto punto la forma de jin pequeño cohombro, y las se- millas algo más grandes que una almendra. Sabido es que estas semillas contienen, un aceite que se condensa naturalmente, formando lo que se llama manteca de cacao^ por su semejanza con la verdadera manteca. Dicha . sustancia tiene varias aplicaciones en medicina. La semilla de cacao tostada, reducida después á polvo lo más fino posible, y mezclada con algo de canela y azúcar, constituye el chocolate, cuyo uso está tan generalizado. Por eso el cacao es un importante artículo de comercio. Además de las especies indicadas y de otras congéneres, hay en Filipi- nas un crecido número de Esterculiáceas, especialmente de los géneros . Kleinhovia, Heligteres, Pterospermom, Pentapetes, Ríedleia y WaL" / THERIA. 19.— De la familia Tiliáceas citaremos las especies Grewia serra- ta, Bl., vulgarmente Dan^fe'n, que es un árbol de escasas diipensiones, el cual da una madera de color ceniciento muy claro, algo verdoso y de textura compacta, usada á veces en carpintería. El Aniláo^ Coi^umbia ANiLAO, Bl., es otro árbol cuya madera no suele emplearse más que para remos. Las especies Gorchórus capsularis, L.; 0.olitorius,L,, y,G. agu- TÁNOULUS, Lam., que los tagalos llaman respectivamente Pasao na bilog, Saloyong j Pasao na haha^ son herbáceas y tienen una corteza muy te- naz, (ion la cual se hacen cuerdas. Varias especies de los géneros Trium- petta, Muí^tinoia y Elíeogarpüs, son bastante frecuentes, pero no ofre- cen particularidad alguna. 20. — Pasando por alto las familias Malpioiageas y Zioopíleas, cuyas especies conocidas en Filipinas son en corto número y carecen de interés, mencionaremos entre las Oxalídeas, la Averrhoa garambola, L., y la A. BiLiMBí, L., que suelen cultivarse por su fruto. El de la última espe- cialmente, es estimado por los tagalos, los cuales lo distinguen con el nombre de Camias. Es de una agradable acidez y muy á propósito para hacertdulce. Entre los demás Oxalídeas conocidas, figuran la Oxalis gor- NiGULATA, L., ó Hainga^ que produce la sal de acederas, y la Macahiya^ 4:7 Briophytum sENsiTivuM, D. C. Esta Última es una planta verdaderamente notable por la irritabilidad de sus tejidos, á lo cual es debido que cierre mediatamente sus hojuelas cuando se las toca con la mano. 21.— Comprende la familia Aürangiágeas varias especies del género GiTRUS, tales como el C. aürantium, L., llamado Dalandán ó Cahél, y el C. DEGUMANA, L., quc sc cultiyan por su fruto. Encuéntranse espontáneas el G MiTis, Bl., ó Aldosines; e\ C. torosa, Bl., ó Suha; el C. notissi- MA, Bi..^ 6 Dayap; el G. papillaris, Bl., ó Pis-ong, y el G. Retigula- TA, Bl;, ó Santonis-naranjitas, que también dan frutos apreciados, sobre todo para dulce. La Triphasia trifoliata, D, C., produce unos limonci- tos, que no miden más de ocho á diez milímetros de diámetro, á seme- janza de la LiMONiA MONOPHYLLA, L., y L. GORYMBosA, Bl. , couocidas por los tagalos con los nombres de Dayap na munti y Malaraydp^ espe- cies muy afines á la anterior. Fuera de éstas se conocen ya otras muchas especies pertenecientes á los géneros Beroera, Murraya, Fbronia, OooKiA y otros, que ofrecen menos interés. 22. — Gon el nombre de Macaisa se designa en tagalo la única especie hasta ahora descubierta en Filipinas del género Ailanthus. El Macaisa se asemej;^ bastante al Barniz del Japón, tan aclimatado en Euro;^a, y lleva el nombre sistemático de Ailanthus malabariga, D. G., pertene- ciendg á la familia Simarúbeas. A esta misma familia corresponde el Manungalj Manünoala péndula, Bl., árbol pequeño, cuyo leño, corteza y raíces poseen un principio amargo muy fuerte, y se emplean con buen éxito como medicamento para algunas enfermedades. 23. — Las especies Ganarium álbum, Bl., y G, gommune, Bl., de la familia Burserágeas, producen por incisión una brea, blanca la de la pri- mera y negruzca la de la segunda, que es muy usada por los indios para calafatear las embarcaciones y para alumbrarse. El Abüo, Bursera Abilo, Bl.5 da también una resina muy olorosa, y una madera de color morado claro y textura compacta, que se emplea para pies derechos ó harigues. 24. — Gultívanse en los jardines y huertas las especies Melia Arede- RACH, L.; Sandorigum ternatum, Bl., y Lansium bomestigum, Jagk., pertenecientes á la familia Meliáceas. La primera, llamada en tagalo Malongain^ llega á ser un árbol de 15 á 20 metros, con ramas irregula- res, hojas parecidas á las del fresno y flores de un blanco azulado, en 371 hermosos racimos terminales que despiden un olor suave. La segunda es una especie de sándalo, y da una* madera que después de seca tiene un aroma delicado semejante al del enebro, mientras que su fruto, que es esférico y muy parecido al melocotón en su tamaño y aspecto exterior, es muy apreciado de los indios, quienes le llaman Santal, y emplean su corteza, que es muy acida, en hacer dulQc.^ La tercera produce los Lan- ^o^-^5, fruta muy agradable, del tamaño y forma de una nuez, que con- siste en una baya, cubierta con una membrana blanca y tenaz, cuya pulpa está dividida en cinco segmentos, cubiertos á su vez con una mem- brana propia, como en las naranjas. Dentro de cada segmento hay una semilla grande, oval, comprimida, verde y sumamente amarga. El árbol denominado Habigui, Xylocarpus granatüm, Koen., crece en las inme- diaciones del mar, y de su madera y corteza se extrae una sustancia roja que se emplea para teñir las redes de pescar. El Himamao ó Turr^a OGTANDRA, Bl., adquiere grandes dimensiones, y produce una madera ^ muy dura que, se emplea en carpintería. Por último, las especies del gé- / ñero Gedrela, á saber: la C. odorata, Bl., y G. taratara, Bl., sobre todo la primera, que los tagalos llaman Calantes, dan una madera de un color rojo de ladrillo y de textura algo grosera, de olor agradable y poco atacada por los insectos, por lo cual se usa principalmente para envases de tabacos superiores. , 25.— Las familias Olacíneas y Celastríneas contienen varias espe- cies de escaso interés, y en la de las Rámneas figuran principalmente las de los géneros Zizyphus y Paliürus. El Zizyphus jujuba, Lamk., ó Azu- faifo, se cultiva por su fruto, aunque se encuentra también espontáneo, como las especies Z. zonulatus, Bl.; Z. lotus, D. G.; Z. dalanta, Bl., y Z. LATiFOLiA, Bl. Del género Paliürus se conocen hasta ahora cuatro especies, que son: el P. Lamiyo, Bl., ó Lamió; el P. Dao, Bl., ó Dao; el P. pÉRFORATüs, Bl., ó Asiman, y el P. dubius, Bl., ó Laiya, El Lamió *da una madera que resiste mucho á la intemperie, y es, por tanto, muy útil para ciertas aplicaciones; y la del Dao, que es de menos duración, se emplea para canoas ó bancas. 26.— Las Ampelídeas son por lo general plantas trepadoras, de abun- dante y hermoso follaje, por lo cual algunas de ellas se emplean para cubriB los muros en los jardines. El género Gissus cuenta en Filipinas con las especies G. simplex, Bl.; G. agida, Bl.; G. pbdata, Lamk.; 379 G. QÜABRANOTLARTS, L.; 0. ARBÓREA, Bl., y G. ALATA, Bl. AlgUIíaS de ellas contienen en sus tejidos leñosos una cantidad de agua potable bas- tante grande. Del género Leea se conocen hasta ahora las especies L. SAMBUGINA, WlLLD.; L. RUBRA, BlüM.^ y L. AGULBATA, Bl. 27.— Hay entre las Sapindáceas plantas de formas y cualidades muy diversas, variando desde simples hierbas de jugos acuosos, á grandes ár- boles, cuya madera es bastante apreciada. Algunas especies son trepa- doras, presentando la particularidad de contener un gran numero de gruesos hacecillos fibro-vasculares, agrupados más ó menos regularmente alrededor del cuerpo leñoso central, en el espesor de la corteza ó sobre- saliendo al exterior, y ofreciendo el aspecto de varias ramas ingertadas juntamente. Las propiedades de las plantas de esta familia son muy di- versas en razón á las sustancias astringentes y amargas, así como ala resina y aceite esencial que algunas contienen. Los frutos muy veneno- sos en unas, son comestibles en otras, y, por fin, un cierto número de ^'¿^ ellas pueden emplearse en el lavado de las telas, porque su pulpa, mez- clada con agua, produce una espuma semejante á la del jabón. La espe- cie KoELREUTERiA ARBÓREA, Bl., sc hacc uu árbol bastante grande, cuya madera ti(pe alguna aplicación en carpintería. La de Malaanónang, Eu- PHORiA NBPHELiUM, D. C. , OS dc color dc ccuiza con veta menuda fuerte, textura estoposa, y se emplea para balsas y tablas. El fruto de la E. cu- BiLi, Bl., que tiene el tamaño de una nuez, con una corteza morada y delgada, cómo la de la castaña, es comestible, pero menos conocido y apreciado que la Lechia, fruto de la E. Litschi, Blo, que gusta rnucho á los indios. La E. annülaris, Bl., es un árbol apreciado por su madera de color blanco, textura suave, fibrosa, que sirve para harigues^ y otros . varios usos. Las especies filipinas de los géneros Sapindus, Aporética, Sghmidelia y otras de esta misma familia , carecen de interés bajo el punto de vista de sus aplicaciones. 28. — Más importante que la anterior es la famiUa Anagardiáceas. El Casoy, Anagardiüm ogcidentale, L., es un árbol que da un fruto carnoso, cuyo color, olor y sabores parecido al de la manzana, aunque algo cáus- tico. Los indios le asan entre el rescoldo, y comen después la almendra in- terior, que de este modo es bastante sabrosa y hasta puede mezclarse con el cacao para hacer chocolate. El Ligas, Semecarpüs anagardiüm, L», es un árbol de grandes dimensiones, cuyo fruto consiste en una nuez, con 3t3 las paredes atravesadas por canales que contienen un jugo bastante espe- so, muy acre, de un color pardo-rojizo. Este jugo sirve en medicina para corroer las excrecencias carnosas, y mezclado con cera ó grasa, que de- bilitan su acción, se emplea como cantárida. El genero Manoífbra com- prende varias especies, muy apreciadas por su exquisito iruto, por lo cual se cultivan muy abundantemente. La Manga^ M. índica, L., se ha extendido, desde los países orientales hasta la América intertropical, y especialmente las AntillaSe Es un árbol grande, cuyo tronco está reves- tido de una corteza gruesa y áspera, parda, y cuya cima termina en varias ramas di ó tricótomas; las hojas son oblongas, lanceoladas, agu- das en sus dos extremidades, onduladas en sus bordes y lampiñas en la superficie; las flores son muy pequeñas, rojizas y reunidas en largos ra- cimos. El fruto varía mucho de color, existiendo variedades amarillas, verdes y rojas, su volumen es el de un melón pequeño, y su peso el de medio kilogramo, pero el de algunas variedades, existentes en Java, ad- quiere un peso cuatro ó seis veces mayor; su forma es arriflonada; su carne es amarilla, algo filamentosa, de sabor azucarado y muy agrada- ble,- siendo muy estimada en los países intertropicales, en donde consti- tuye un alimento sano y abundante. El árbol proporciona ad'jmás una madera que, á pesar de ser de inferior calidad, es muy estimada en el territorio Malabar, por ser la que se emplea exclusivamente para#que- mar los cadáveres de los grandes personajes. El fruto del Pajo^ M. al- TissiMA, Bl., se come generalmente poniéndole en infusión de vinagre. Los de la,s especies M. rostrata, Bl., y M. anisodora, Bl., son menos apreciados que los anteriores. Del género Spondias se suele cultivar una especie, la S. dulcís, Bl. Con el nombre de Sirihuelas Aeúgxxdinlo^ ta- galos el fruto de este árbol, que es parecido á una ciruela, con la carne pajiza y la piel morada . Su sabor no es desagradable, aunque algo astrin- gente. Hay,* finalmente, en la familia que nos ocupa, una especie arbórea forestal, el Amüguís ó Gyrtocarpa quinqubstila, Bl, , árbol de madera de color rojo claro ó rojo de carne, uniforme ó con manchas plomizas, y textura medianamente compacta, que da buena tablazón y se emplea en la construcción de edificios y buques, aunque es muy propensa á ser ata- cada por el anáy. 29: — Las especies de las familias Moríngeas y Connareas hasta hoy dia conocidas en Filipinas son muy pocas. A la primera pertenece la / 374 • MoRiNOA OLEÍFERA, Lamk,, llamada por los tagalos Malungay, de cayas semillas se saca un aceite que no se enrancia, pero es cáustico y pur- gante. El GoNNARDS SANTALOiDEs, Bl., quo corrosponde á la segunda, es el árbol denominado Camuning^ de tercera magnitud, cuya madera, de color amarillo, de ocre claro, uniforme ó con vetas ondeadas y manchas pardas, es de textura muy copipacta, de considerable dureza y gran re- sistencia, usándose en ebanistería. Los moros de Mindanao la consideran como la más preciosa de todas las maderas, y la emplean paralas empu- ñaduras de sus crises. 30.— La familia Leguminosas, al contrario de lo que sucede en las anteriores, cuenta con un considerable número de especies. A doce as- cienden las especies filipinas del género Grotalaria, en el cual hay algunas que se cultivan en los jardines europeos. Las que en el Archi- piélago existen son las denominadas por los botánicos G. quinquepo- , LIA, L.; 0. LiNiPOLiA, L.; O, galygina, Sghrenk.; C. incana, L.; G. sessi- \i LiFLORA, L,; G.ghinensis, L.; G. assamiga, Benth.;G. bragteata,Roxb.; G. LABüRNiFOLiA, L,; G. FERRUGÍNEA, Grah.; G. stenophylla, Vogel, y C. PUMILA, Bl. El género Indioofera ofrece mucho interés, porque las especies q|ie contiene se emplean para la obtención de la materia tintó- rea denominada añiL Estas especies son las llamadas L tinctoria, L.; I. AN^., L.; L tripoliata, L.; L Trita, L.; I. hirsuta, L.; I. gale- GOiDEs, D. C., y otras; pero entre todas ellas, las más apreciadas y que más se cultivan para el objeto indicado, son las dos primeras. Una y otra son procedentes de la India inglesa, de donde han sido trasportadas al África y á la América. La obtención de la materia colorante ^se verifica macerando las plantas cortadas en grandes tinas de madera, con agua, á la cual se añade una corta cantidad de cal. El producto que se presenta bajo la forma de una materia pastosa, de color azul, resulta más ó me- nos puro, según el mayor ó menor esmero con que se haya pfooedido en las operaciones. En el comercio hay índigos de varias calidades, que son diversamente apreciados. El de Filipinas figuraba en el mismo lugar que los de Coromandél y Madras, que eran los más estimados después del de Bengala. Hace ya tiempo, sin embargo, que ha sufrido depreciación en los mercados por las mixtificaciones de los especuladores que, mezclándolo con otras materias, han logrado desacreditarle. Muy afines á las anterio-- res son las especies del género Tbphrosia, entre las cuales hay alguna 375 que suele también servir para la extracción del añil. En Filipinas se en- cuentran las denominadas T. Luzoniensis, Vao., y T. purpurea^ D. G. La MiLLETiA sPLENDiDissiivfA, Blum-, cs uü árbol que se emplea comun- mente para setos vivos, y la Sesbania grandiflora, Bl., se cultiva en los jardines con el nombre de Caturai^ por sus grandes y hermosas flores blancas. El Mani ó Cacahuete^ Araghis ií^poo^a, L., es también objeto de cultivo, aun cuando en escasas proporciones. Esta planta ofrece una particularidad notable. Después de la fecundación el estípite del ovario de las ñores femeninas, corto primitivamente, se prolonga poco á poco y concluye por levantar el ovario por encima del tubo calicinal, el cual persiste bajo la forma de pedúnculo. Entonces el tierno fruto se encorva hacia el suelo y se introduce en él, en donde termina su maduración á varios centímetros debajo de la superficie. Las semillas, que tienen el tamaño de una avellana y un sabor bastante agradable, dan mucho aceite craso , que hay quien asegura es tan bueno como el de olivas, , conservándose por largo tiempo sin enranciarse. Prescindiendo de otras / muchas plantas de esta familia, pertenecientes á los géneros Desmodiüm, Uraria, Lourea, Alysigarpus, Abrus, Clitona, Muoüna, Erythrina y Gannavalia, que ofrecen escávío interés, pasaremos á las dgl género Fhaseolus, entre las cuales hay algunas que se cultivan en las huertas. El Ph. vulgaris, L., ó sea la verdadera judía, es conocida en el paí^ con el nombre de Butingui; el Ph. lunatus; L-, ó Zabache^ es también esti- mado; el Ph. MungOjL., llamado Mongo, es más pequeño que una len- teja, cuyo sabor tiene, y se cultiva en escala bastante considerable, por ser el alim^ento principal de muchos pueblos; el Ph. gaeagalla, L., pro- duce una* legumbre que'tiene un pié de largo y recibe el nombre de Sitao; el Ph. tunkinensis, Lour., es llamado Frijol del Abra, y el Ph. inam^e- Nüs, L., 6 Pafdni, goza de mucho aprecio entre los indios. Varias espe- cies 3e los» géneros Dolighos, Vigna, Pachyrhizus y Psophogarpus, producen también legumbres verdes ó semillas comestibles. La Sophora TOMENTOSA, L., y la S. heptaphylla, L., son árboles de pequeña altura y de flores amarillas. En cambio la especie Pterogarpus indicus, D. G., se hace de colosales dimensiones. Este árbol, que recibe el nombre de Narra, da una madera encarnada, de textura sólida y vidriosa^ aunque á vece6 presenta una coloración más pálida, pardo amarillenta, que qui- zás sea procedente de alguna variedad específica. Es lliuy á propósito 376 para ebanistería y la más generalmente usada en el Archipiélago para dicho objeto. El árbol destila también una gomo-resina roja, que es muy fluida al principio, pero que al secarse se endurece. Otra especie del mismo género es el Pterogarpüs frütescens, Bl., arbusto que no recibe aplicación alguna. 31. — Comprende la familia, Gesalpíneas un número bastante consi- derable de especies interesantes. Con el nombre de Bayang-camUng ^ GuiLANDiNA BoNDucBLLA, L., designan los tagalos una plar^ta que en algunos países de Oriente es objeto de cultivo por su fruto, de cuya al- mendra se extrae un aceite inodoro que jamás se enrancia, y que los perfumistas emplean para conservar el aroma de los perfumes. Gultí- vanse en los jardines dos especies del género Poingiana, cuyas flores son de extraordinaria belleza. La Poingiana pülgherrima, L., es un magní- fico arbusto de tres á cuatro metros de altura, armado de aguijones que le hacen excelente para setos, y cuyas flores son de un rojo anaranjado, salpicadas y ribeteadas de amarillo, olorosas, grandes, largamente pe- dunculadas y reunidas en racimos. La P. regia, Bojer, todavía más no- table que la anterior por el tamaño y hermosura de sus flores, es inerme y llega á convertirse en un árbol de 10 á 12 metros de altura. Muchas son las especies del género C^salpinia que se cultivan en los jardines europeos. En Filipinas se encuentran espontáneas las denominadas G. PANiGULATA, RoxB.; C. IGNOTA, Bl., y C. Sappan, L. Esta última produce por su tronco leñoso, conocido con el nombre de Sibucao, una materia roja semejante al campeche, que sirve para teñir la lana y el algodón. El sibucao se explota en las Islas en cantidad bastante conside- rable, siendo un importante artículo de exportación. Las principales es- pecies del género Cassia son en el país la C. fístula, L.; la G. oggiden- TALis, L.; la G. Tora, L.; la G. alata, L.; la C. timoriensis, D. G.; la G. ARAYATBNSIS, Llan., y la 0. LONoisiLiQü^, Bl. Dc todas ellas, la más notable es la primera, denominada vulgarmente Gaña fístula^ que llega á hacerse un árbol de grandes dimensiones, con grandes flores blancas y encarnadas. Del genero Bauhinia se conocen también varias especies. La Bauhinia aguminata, L., se cultiva en los jardines; la B. tomen- tosa, Wall., adquiere las proporciones de un árbol; la B, scandens, Bl., es una planta trepadora, y la B, binnata, Bl., se distingue por sus hojuelas, unidaaide dos en dos y parecidas á las alas de una mariposa. 377 Entre las restantes plantas filipinas de la misma familia son dignas de mención la Eperua decandra, Bl., ó Ipil^ árbol de grandes dimensio- nes, de madera rojo-oscura y de textura compacta, que es uno de los más apreciados para toda clase de construcciones; la E. rhomboidea, Bl., Tindalo 6 Balay ón^ muy usado en ebanistería, cuya madera, de color rojo-claro, adquiere con el tiempo un matiz más intenso, ya uniforme^ ya con fajas ó vetas más oscuras; la Crudia spigata, D, C, ó Malatum-- haga^ que*tambien da una madera de color rojo de carne ó de ladrillo y textura compacta que, aunque no se emplea mucho en construcción, sirve para cajonería, y el Tamarindus índica^ L., ó Sampaloc^ que es el tamarindo, el cual adquiere un gran desarrollo, utilizándose sus raíces para ciertos trabajos de carpintería. 32. — Hay en la familia Mimoseas varias especies arbóreas, cuya ma- dera también suele utilizarse. La de la Mimosa scutifera, Bl., ó Ana- gáp^ es amarillo-parduzca y de bastante uso en las construcciones civi- les; la de la M. peregrina, Bl., ó Cupang^ sirve para cajas, y la de Acle^ Xylia dolabriformis, Benth, de un rojo-oscuro y textura sólida, es de excelentes condiciones para toda clase de construcciones civiles y navales. Citaremos además, entre las especies de la familia quo nos ocu^ pa, la Entada Pursetha, D. G., arbusto voluble, cuyo tronco blando, fibroso y esponjoso, después de machacado y frotado en el agua, produce una espuma semejante al jabón, que es excelente para lavarse el cuerpo, por lo cual el uso de dicha planta, en el baño, es muy general en las Islas. Por último, varias especies del género Mimosa, así comerla Inga- dulcís, WíLLD», son árboles á propósito para paseos. 33. -^De la familia Roságeas cultívanse en los jardines la Rosa in- dica, L., y la R. centifolia, L., cuyas flores son bien conocidas. En las huertas se ha propagado el Prunus armeniaca, L., ó Albaricoquero^ y pn los monfes se encuentran, aunque no con frecuencia, el Rubus mo- LUCGANUs, L., y el R. fraxinipolius, Poir, y más escasamente aún, pues al parecer sólo existe en alguna localidad de la provincia de Albay, la Fragaria vesca, L., ó sea la Fresa. 34.— A la familia Rosáceas siguen otras varias que no merecen fijar nuestra atención. Tales son las llamadas Saxifrágeas, Crasuláceas, Droseíiácbas y Halorágeas. 35. — La de las Rizofóreas es ya más interesante por las numerosas 48 . / 378 especies del género Rhizophora que contiene. Estas especies, qae son la R. MANGLE, L.; R. TiMORiRNSis, D. C; R. Gandel, L.; R, gymnorhiza, Roxb; R. PLiGATA, Bl.; R. polyandra, Bl.^ y R. tinctoria, Bl., son todas conocidas entre los tagalos con el nombre de Bacao 6 Bacauan, y constituyen la masa principal de los manglares, que revisten comun- mente las costas del mar y lafs desembocaduras de los rios. La mayor parte de ellas son árboles poco elevados, que forman bosques muy espe- sos y casi impenetrables, refugio ordinario de mosquitos, aves* acuáticas y animales marinos. Las ramas de estas plantas son opuestas, y las su- periores, que llevan hojas también opuestas, ovaladas, agudas y lustro- sas, se dirigen hacia arriba, formando la copa, mientras que las infe- riores, desprovistas de hojas, se inclinan hacia abajo y penetran en el suelo fangoso, arraigando en el. De aquí resulta que la planta va ocu- pando un espacio cada vez mayor y que las ramas entrelazadas forman una especie de emparrillado, por el cual es preciso arriesgarse para pe- netrar en esos bosques marinos. El Bacauan se usa mucho para leña, y su corteza produce una sustancia tintórea encarnada. 36. — Forman parte de la familia Combretáceas varias especies ,, del genero T^rminalia, tales son las llamadas Talisay^ T. Gatappa, L.; Calamansanai^ T. Galamansanai, Bl., y Calumpit^ T. edulis, Bl. La primera es un árbol de seis á siete metros de altura, de anchas hojas, muy á propósito para paseos, y cuyo fruto, semejante á una almendra, tiene una semilla comestible del mismo gusto que aquélla, de la cual también se puede sacar aceite. La madera se emplea en tablas,,^ lo mis- mo que la de Calamansanái, para suelos y tabiques. La de Calumpit sirve para harigues, quilos y otras piezas de construcción. Méños nota- bles y útiles que las anteriores son las especies Petaloma alba, Bl., y P. coccínea, Bl., aun cuando la madera de la primera es bastante dura, y los indios suelen utilizarla para sus casas. Otra especie, llamada i^<^-, malaclacquin, Gombretum destíllatoriüm, Bl., es un árbol de escasas dimensiones, que tiene la propiedad de producir gran cantidad de agua cuando se corta alguna de sus ramas, 37. — Entre las Mirtáceas, son dignos de mención el Psidium pyri- PERUM, Bl., ó Guyabas^ arbolito abundantísimo, cuyo fruto, de la forma de una pera y del tamaño de un huevo pequeño, es por el interior rojo, blanco ó verdoso. La pulpa es suculenta y carnosa, y el sabor dulce y 379 agradable, y sobre todo muy perfumado. Los indios comen ávidamente este fruto verde ó maduro, y con él se hace muy buen dulce. La especies . Eugenia malaggensis, L., ó Tampoí; E. jambos, Bl., ó Macupa^ y E. MONTANA, Bl., Ó Copcop^ dan frutos muy olorosos y algo sabrosos, especialmente la última, que suele cultivarse. También son comestibles los frutos del Lombóy, Syzioium jambulanum, Bl., y los indios hacen de ellos gran consumo, aunque son bastante astringentes. El Lombóy suele ser objeto» de cultivo. La Barrinotonia spegiosa, L., y la B. racemosa, Blüm, no dan frutos comestibles; pero los de la primera, que son muy voluminosos y de figura de pirámide inversa, se suelen usar secos como boyas para las redes de pescar. 38.— Las especies de la familia Melastomágeas, conocidas por los botánicos con los nombres Memegylon tingtorium, Bl., y M. langeo- LATUM, Bl., y por los tagalos con el de Colis^ adquieren el tamaño de árboles pequeños, tienen flores vistosas, azules, y cociendo sus hojas se i obtiene una sustancia pegajosa, que sirve para fijar los colores que se | suele dar á los petates. 39.— Algunas Litrarieas, tales como la Lawsonia alba, L., y la LAGERSTRffiMiA ÍNDICA, L., SO cultivan CU los jardiucs por sus hermosas flores, y alcanzan unos dos metros de altura. En cambio el Bañaba^ MuNGHAusiA SPEGIOSA, L., adquiere de 10 á 12 metros de altura y pro- duce una madera muy estimada para toda clase de obras, sobre todo para las que han de estar expuestas á la intemperie ó debajo del agua. Dicha madera ofrece dos variedades, una blanca y otra roja, y la tex- tura de'l^ primera es algo más basta que la de la segunda, que es la q'uetíOn '.preferencia se emplea para forros de los buques. Las flores del Bañaba están dispuestas en racimos axilares y terminales, y son gran- des y encarnadas. En los manglares se encuentran, mezcladas con las demás plantas que los constituyen, las denominadas Sonneratia agi- da, L., y S. PAGATPAT, Bl., que los tagalos llaman Pagatpát. Son ár- boles de mediana altura que crecen en el fango y cuyo tronco queda su- mergido en gran parte en las altas mareas. Sus raíces se extienden mu- cho horizontalmente, y sus extremidades, de textura blanda y esponjosa, se levantan hacia arriba y por encima del suelo. La madera es bastante buena por su textura compacta, se usa algo en construcción y tiene un color rojizo. 380 40.— En las familias OnagrárieaS;, Samidágeas y Pasiflóreas, no hay especies filipinas dignas de mención. Únicamente la Pasiflora serrülata, Jagq., que pertenece á la úl- tima, tiene algún aprecio en jardinería. Es la que en castellano se de- nomina Pasionaria. 41. — En la familia Cügürbitágbas hay un gran número de plantas, cuyos frutos se comen generalmente cocidos. La Cucúrbita Pepo, L., ó Calabaza comun^ presenta muchas variedades y es objeto de cultivo; la G. Pepo áspera, Bl,, se llama en el país Condal, es ovalada y muy á propósito para hacer dulce; la C. sulgata, Bl., ó Calábazang bilog de los tagalos, tiene la corteza de color verde oscuro, es muy estimada y se cultiva con bastante abundancia; la G. Lagenaria, L,, ó Tabayag, es vellosa, de carne blanda y suave al tacto, y tiene una garganta, por lo cual se asemeja en la forma á la Calabaza de peregrino. Del género Gu- gumis existen en Filipinas por lo menos cuatro especies. La denomi- |\ nada G. Meló, L., ó Tabocog^ es el verdadero melón, que suele culti- varse; pero sus frutos, aunque tienen mucho aroma^ jamás adquieren el exquisito sabor de los de Europa. La especie G. sativus, L., ó Pepino, produce frutos generalmente alargados, de carne blanca ó verdosa, acuo- sos y de un gusto poco pronunciado; se comen cocidos ó en vinagre. La G. agutangulus, L., llamada en el país Patola, da un fruto bastante grande en forma de maza, que se come verde y cocido. Por último, la especie G. luzonigus, Bl., da un fruto pequeñísimo' y ovalado, de sabor semejante al pepino, al cual los tagalos dan el nombre de Milon daga. Fuera de las anteriores^ las especies más interesantes son la Momórdiga Charantia, L., ó Ampalaya, cuyo fruto se come en ensalada; la M, sphíeroidea, Bl., ó Boyoc-boyoc, y la M. opergulata, Bl., que son plantas trepadoras. 42.— Las Bégontágeas son plantas herbáceas, anuales ó vivaces, fá- cilmente reconocibles por sus hojas alternas, divididas ordinariamente en dos mitades muy desiguales, y por consiguiente muy oblicuas, con ner- vios palmeados y borde entero ó dentado. Sus flores blancas, rosadas ó rojas, son bastante vistosas. Se conocen hoy dia unas ochenta especies del género Begonia, único que la familia comprende, y de ellas se culti- van en los jardines unas sesenta. En Filipinas se encuentran las especies B, oxysperma, B. Gümingiana, B. quercifolia, B,. incisa, B. ^quata, 381 B. RHOMBTCARPA, B. MÁNILLENSIS, B. LONGOVILLOSA J B, GaPENSIS, todaS ellas así denominadas por Alf. De Gandolle. 43.— Las plantas de la familia Cácteas son originarias de América y muy conocidas por sus formas especiales. Estas rara vez son las de arbus- tos foliáceos y carnosos; mas comunmente se presentan redondeadas en forma de melones ú otras cucurbitáceas, alargadas á manera de columnas acanaladas, en prismas, aplastadas en láminas continuas ó separadas en una serie de paletas gruesas, desprovistas de hojas, las cuales no se mues- tran más qu§ en estado rudimentario, pero revelando su punto de inser- ción por otros tantos cojinetes, de los cuales salen las yemas, y que presentan frecuentemente hacecillos de pelos y púas más ó menos desar- rolladas. En estos puntos es (Jondo aparecen las flores solitarias, y á ve- ces muy grandes y hermosas, con colores brillantes y un olor más ó menos penetrante. Las especies filipinas de esta familia son la Opuntia DiLLENiA, Haw., ó Dilang baca, y el Cactus triangularis, Haw.; esta última cultivada. . // 44.— Las especies Sesuvium repéns, Willd., ó Dampalit, y Portu- LACA AxiLiPLORA, Bl., Ó TostoH, representantes dc la familia FicoiDEAS, ofrecen poco interés. 45.— De las Umbelíferas se cultivan en las huertas el Daugüs ca- rota, L., ó Zanahoria; el Apium oraveolens, L., ó Apio, y el A. petro- SELiNUM, L., Ó Peregil, y también el An^thum pcenigulum, Bl., planta indígena conocida co» el nombre de Harás, cuyos frutos tienen unas se- millas de sabor dulce y semejante al anís, 46.— Dos especies de la familia Araliáceas, á saber, las llamadas Panax p,ruticosum, L., y P. goghlbatum, D. C, se cultivan mucho en los jardines con el nombre de Papua, y sirven para setos y espesillos. La Aralia péndula, Bl., y la A. octophylla, Bl., adquieren dimensiones bastante considerables, pero no ofrecen particularidad alguna. 47._-.En la familia Cornáceas no hay especies dignas de mención. CAPÍTULO III DICOTILEDÓNEAS GAMOPETALAS 1. Caracteres distintivos.— 2. Caprifoliáceas. — 3. EübiIceas.— 4. Compuestas. — 5. Goode- NiÁCEAs, Campanuláceas y Eeicáceas* — 6. Plumbagíneas.— 7. MYRsmÁCBAs.~8. Sapotá- CEAS. — 9. Ebenáceas. — 10. Estiráceas y Oleáceas. — 11. Salvadoráceas y Apocínbas. — 12. Asclepiádeas. — 13. Loganiáceas. — 14. Genctanáceas.— 15. Hidrofiláceas y Borra- GÍNEAs.— 16. Convolvuláceas.— 17. Solanáceas. — 18. Escrofularínbas. — 19. Orobán- QUEAs.— 20. Gesneráceas.— 21. BiGNONiÁCEAs. — 22. Acantáceas. —23. Pedalíneas.-— 24. Verbenáceas.— 25. Labiadas. 1.— Las plantas Dicotiledóneas gamopbtalas que, de igual manera que las de la clase anterior, son Fanerógamas, ó lo que es lo mismo, tienen ysl% tallo y hojas, flores distinguibles y tejidos formados de cel- dillas y yasos, y que también presentan un embrión con más de un apén- dice lateral, se diferencian de aquéllas en que ostentan flores cuyos péta- los están unidos ó soldados entre sí, A esta segunda clase pertenecen las familias qu5 á continuación enu- meramos. 2.-— En la de las Gaprifoltáceas figuran varias especies que suelen cultivarse en los jardines, tales como las llamadas Lonicera iifiÑEN- SIS, Wats., y L. confusa, D. G. 3. — Las Rubiáceas son muy numerosas, y entre ellas hay plantas muy útiles por varios conceptos. Unas producen sustancias medicinales, fe) otras materias tintóreas; las hay que dan buenas maderas de construcción, y por fin, algunas son extraordinariamente apreciadas por sus frutos. Del género Nauclea existen en Filipinas varias especies, entre las cuales las más frecuentes son las denominadas N. glabérrima, Bl., árbol de grandes dimensiones, que los tagalos conocen con el nombre de Bangcdl, y cuya madera de color amarillento, á veces verdoso y de textura algo estoposa, se usa bastante en la construcción de pequeñas embarcaciones 383 y también en tablas para los edificios; la N. africana, Willd., que en otros países se emplea en cocimientos y en baños para el tratamiento de las fiebres; la N. galygina, Bartl., árbol muy semejante al Bangcál y de madera susceptible de idénticas aplicaciones, y otras especies menos no- tables^ como son las llamadas N. ganesgens, Bartl.; N. rotundifo- LiA, Bartl,; N- parvifolia, Roxb.; N, ob.tusa, Blum. Al género Ungaria pertenece la especie U. Gambir, Roxb., que se encuentra también espon- tánea en Pulo-Penang, Sumatra, Malaca, etc. De este arbusto trepador, cuyas ramas son cilindricas y las hojas oyalado-lanceoladas, agudas en el ápice y lisas por ambas caras, es de donde los malayos sacan la sustan- cia denominada en el comercio gtda-gamba. Esta sustancia, que se ob- tiene haciendo hervir las hojas en agua en un gran recipiente, al cual se va añadiendo líquido á medida que se vaporiza, hasta que adquiere la consistencia de jarabe, tiene excelentes cualidades medicinales para el tratamiento de las anginas y la disentería; pero su principal aplicación , en la India inglesa es para mascarla mezclada con la hoja de betel, de la / misma manera que los indígenas lo hacen también con el Cachou, que praviene de los frutos de la Mimosa gateghú, L., sometidos á la cocción. La güta-gamba es amarga y astringente al principio, pero dej^ después un gusto dulzaino persistente. La especie Exostema phillipigum, Robm et Sghult, bastante parecida como sus congéneres á las Chinchonas, no contiene, sin embargo, ni quinina, ni chinconina; pero su presencia induce á suponer con fundamento, que la aclimatación de aquéllas en Fi- lipinas sería fácil. Los géneros Metabolus, Oldenlandia y Ophiorrhiza, se componen únicamente de plantas herbáceas de escaso interés, propias de la India, de Java, Filipinas y otros países orientales. Las de los géneros Mussenda y Randia, aunque de mayores dimensiones, tampoco ofrecen particula- ridad alguna digna de atención. La Gardenia florida, L,, es planta que suele verse en los jardines. Del género Guettarda, las especies más conocidas son la G. migrophylla, Bartl., y la G. speciosa, L. Esta úl- tima llega á ser un árbol de cinco á seis metros de altura, con flores blancas y olorosas. Los géneros Timonius, Plegtronia, Pavetta é Ixora, cuentan con bastantes representantes en Filipinas; pero todas sus espe- cies ofrecen en general poco interés. Únicamente citaremos la Ixora in- garnata, D. C, que es planta de jardín, y la L magrophylla, Bartl., 384 ó Nilad de los tagalos, arbolito de flores blancas, frecuente en los man- glares, y del cual se deriva el nombre de la capital del Archipiélago, pues May-nilad vale lo mismo que sitio en que abunda el nilad. A las Rubiáceas hasta ahora indicadas sigue otra muy importante, cual es la CoFFEA ARÁBIGA, L., Ó sca cl CafetOj árbol que se cultiva en grande es- cala, proporcionando uno de los primeros artículos de exportación. El árbol del café procede de la Etiopía, desde donde pasó a la Arabia, ex- tendiéndose posteriormente por Egipto, Turquía, Persia, Ceylány Java. En Europa no comenzó el uso del café hasta el año 1615, siendo Venecia el primer punto en que tuvo lugar. A principios del siglo xviii, una planta de cafeto, procedente de Holanda, fué trasportada al Jardín del Rey en París y se consiguió su mulliplicacion en estufas, únicamente como ob- jeto de curiosidad. De las plantas así obtenidas, el capitán Declieux tomó tres para conducirlas á la Martinica, con la esperanza de propagarlas y de enriquecer con un nuevo cultivo las colonias francesas. La travesía fué peligrosa y larga, hasta el punto de escasear el agua y de tener que poner al pasaje á media ración. Declieux, comprendiendo sin duda los inmensos beneficios que podían resultar de la comisión que se le habia conferido/'^tuvo la abnegación de privarse del agua para que no faltase á sus plantas. A pesar de todo, perdiéronse dos de las tres que llevaba, y unat^ sola' llegó viva á la Martinica, De esa planta es de donde han sa- lido las vastísimas plantaciones que hoy existen en las Antillas y en todas las regiones cálidas del continente americano. El cafeto es un her- moso árbol siempre verde, que en los países intertropicales puede alcan- zar hasta 11 metros de altura. Sus hojas son opuestas, ovalado-lanceo- ladas, agudas, de un verde lustroso y agradable; sus ramas T)puestas cruzadas; sus flores, que están agrupadas en las axilas de las hojas, son de color blanco ó algo rosado, y con un olor algo parecido al del jazmín de España; su fruto es una drupa de la magnitud de una pequeña cereza, que pasa del color blanquecino ó amarillento al vei-de^ al rojo, y por ñn al rojo parduzco, casi negro. La semilla, de consistencia dura, es la que constituye el cafó del comercio. El cultivo del cafeto ofrece muy pocas dificultades y no requiere grandes labores. Estas últimas son completa- mente innecesarias después que las plantas se han desarrollado, ó sea cuando han comenzado á dar fruto. Por esto es uno de los productos agrícolas que mejor se aviene á la índole del indio y que está llamado á 386 adquirir gran desarrollo en Filipinas. Para resguardar las plantaciones de los rayos del sol, suele emplearse el árbol denominado Madrea-cacao (Galedupa pungam, Bl.); pero hay quien aconseja el uso del Balibago (HiBisGus TiLiAGEUS, Bl.), por abrigar mejor las plantaciones y ser más productivo. Otras muchas Rubiáceas se encuentran en Filipinas, perte- necientes principalmente á los géneros Mob-Inda, Psyghotria, Nertera y Spermagoge. Entre las correspondientes al primero ñgura la denomi- nada MomNDA BRAGTEATA, RoxB, Ó Bancudo, árbol de cuyas raíces se saca un tinte encarnado. Para obtenerlo se arranca la corteza de la parte superior de las raíces más gruesas, y poniéndola á secar se reduce después á polvo fino. En este estado recibe el nombre de Gulit ó Niño. 4.— Las plantas de la familia Compuestas son, después de las gra- míneas^ las que se hallan más difundidas por la superficie del globo y las que presentan mayor uniformidad en su estructura. Se ha observado el hecho curioso de que el número de plantas arborescentes de esta fa- milia aumenta considerablemente en las islas solitarias y distantes de los continentes; así es que en ellas dicha proporción llega á ser hasta die^ veces mayor que en los últimos. Todas las Compuestas tienen las hojas amargas y las semillas aceitosas. En algunas especies^ aquellas son también algo aromáticas y astringentes; así es que pueden emplear- ' se como sucedáneas del té, sobresaliendo bajo este concepto la llafaada EüPATORiuM Ayapana, Bl., quc se cultiva en los jardines. Son también objeto de cultivo por sus vistosas ñores el Aman7to, Tagetes patula, L.; el Girasol^ Helianthus anuus, L., y la Zinnia elegans, Lam. Esta úl- tima es una planta de un metro de altura, de hojas sentadas, abrazado- ras, acorazonadas y de hermosas flores, con grandes radios purpurinos. El Carthamus tingtorius, L., ó Birí^ se cultiva también para la obten- ción de una materia colorante que se asemeja al azafrán. Entre las de- > ^más plantas de esta familia, hay en FiUpinas un gran número que posee diferentes cualidades medicinales. Por lo demás, todas son por lo gene- ral herbáceas y poco notables. Los géneros á que pertenecen son princi- palmente los que los botánicos denominan Blumea, Plughea, Artemisia, Emilia, Gyanopsis, Vernonia, Agbratüm, Elephantopus, Gentipeda, Gynura y otros. 5.'— Las familias Goodeniágeas, Gampanülágeas y Erigágeas contie- ^nen pocas especies filipinas interesantes. La Scíevola Lobelia, L., que á9 / 386 figura en la primera, es un arbolito, de cuyas ramas nuevas se saca una médula blanquísima, que se emplea por los indígenas como mecha para las luces. Los tagalos llaman á este árbol Botó. Entre la Ericáceas, fa- milia compuesta de árboles y arbustos, de los cuales hay varios que se cultivan en los jardines por la elegancia de su porte, sólo se conocen en Filipinas las especies Glethra* alnifolia, L., y la Andrómeda japó- nica, Bl. 6. — Las Plumbaoineás son plantas herbáceas ó arbustos, "entre las cuales hay algunas susceptibles de aplicaciones medicinales. Las espe- cies Plumbago coccínea, D. C, y P. zeylániga, L., que son las más frecuentes en el Archipiélago, carecen de interés. 7. — A la famiUa Myrsinágeas pertenecen un gran número de espe- cies. Del género Ardisía se cultivan ocho ó diez en los jardines euro- peos, y en Filipinas se conocen espontáneas las llamadas Gybianthot- des, D. C; verrugosa, Presl.; squamosula, Prbsl.; Pee.rottbtia- ÑA, A. D. G.; PHiLippiNENSis, D. G.; distigha, D. C.; Boissieri, D. G.; HUMiLis, Vahl; tomentosa, Presl.; pyramidalis, Pers; serrata, Pers; LUzoNENsis, Presl.; angustifolia, D. C,, y Gümíngiana, D. G. Ninguna de estas plantas ni de las demás pertenecientes á la misma familia que en el país se encuentran, merecen fijar nuestra atención, Umitándonos á indicá'r que la Aegigeras majus, GaepvTN, que los tagalos llaman Tingan- baqiííSy es un árbol de cuatro á cinco metros, bastante frecuente en los manglares, qué se aprovecha como combustible. 8, — Sigue á la familia de que acabamos de ocuparnos la de las Sapo- TÁGBAs, en la cual hay especies de bastante interés. Las deílQpainadas SiDBROXYLON DuGLiTAN, Bl., j S. Bilitbitan, Bl., SOR árbole§ de pri- mera magnitud, conocidos por ios tagalos con los nombres de Duclitan y Bilitbitan^ que producen una madera, si no de primera calidad por ser de textura algo floja, al menos bastante buena para la construcción de., canoas (bancas). La del primero tiene un color rosado claro y la del se- gundo es blanquecina. Con el nombre de Chicos se designan en Filipinas los frutos del árbol Achras sapota, L* Oriundo de los bosques de Ja- maica y Venezuela, se ha propagado ya su cultivo por todos los países intertropicales, Golocado en condiciones favorables llega á adquirir grandes dimensiones. Su forma es comunmente piramidal; las ramas llevan hacia su extremidad hojas elípticas, algo agudas en el ápice, de 387 peciolo corto y recubierto de un vello ferruginoso. El tronco y las ra- mas contienen un jugo lechoso, que difiere del de la mayor parte de los vegetales lactescentes en que no es acre; solidificándose en contacto del aire, forma una sustancia blanquecina de aspecto resinoso, que des- prende al quemarse un olor á incienso. El fruto es considerado como uno de los mejores de los países cálidos. Su forma y tamailo dependen de las variedades del árbol; así que tan pronto es ovoide como globuloso ó de- primido; £*u volumen es igual al do una manzana mediana, y su cubierta exterior presenta generalmente un polvillo ferruginoso. A semejanza de los nísperos, los chieos no empiezan á ser comestibles hasta que están algo pasados, pues al principio tienen un gusto lechoso y acre. En cam- bio su pulpa se vuelve después suave y extremadamente azucarada. También se cultiva el llamado chico-marnéy, Acmus lúcuma, Bl., cuyos frutos tienen la forma aovada prolongada, la pulpa de color amarillo- rojizo, y miden unos doce centímetros de largo. La especie anterior pro- duce una madera compacta, que puede emplearse en construcción. Del, | género Palaquium, las especies más conocidas son las llamadas P. lan- GEOLATUM, Bl.; latifolium, Bl., y OLEIFERUM, Bl. Todas ellas son ár- boles de grandes dimensiones, cuya madera puede utilizarse para la fa- bricación de canoas y aun de edificios. Las dos primeras se denominan vulgarmente Bagalangit j Palacpalac. En los jardines se cultira la planta denominada Mimüsops Elenoi, L., ó Talosan. Llega á hacerse un árbol de grandes dimensiones, de tronco sencillo, recto, agrisado, ramas cilindricas, hojas elíptico-oblongas acuminadas y flores con corolas en- carnadas ji de aspecto agradable. Por último, á la familia de que nos ocupáifto^ pertenece el Betis, Azaola Betis, Bl., árbol de grandes di- mensiones, cuya madera, de color rojo tostado con veta más clara y textura sólida, se aprecia mucho para la construcción naval, sobre todo para quilla». 9.— Más importante aún que la anterior es, bajo el punto de vista forestal, la familia de las Ebenáceas. El género Diospyros abraza un gran número de especies que no han sido todavía bien determinadas, y entre ellas figuran el ébano, el camagon, la bolongaeta, el malacapái, el mabolo y otras que dan excelentes maderas para ebanistería. La del Ébanaó Liiyong de los tagalos, Diospyros nigra, L., es de coloración completamente negra y uniforme. La del Camagón^ perteneciente qui- 388 zas á la misma especie botánica, es también negra, pero con vetas par-, das ó rojo-amarillentas. La de la Bolongaeta, D. pilosanthera, Bl., tiene un color rosado muy claro, con algunas manchas cenicientas. La del Malacapdi es amarillenta, con manchas pardo-oscuras, y se enne- grece más tarde, y Ja de Mabolo presenta cuando verde un matiz ama^ rillo- verdoso, ennegreciéndose^, como la anterior con el trascurso del tiempo. Todas ellas^ además de usarse en ebanistería, se emplean tam- bién en la construcción de edificios. 10.— Después de la familia Estirágfas, en la cual no hay especie alguna filipina que sea digna de ocupar nuestra atención, viene la de las Oleáceas, que cuenta también con pocos representantes. Del género Jasminum cultívanse, sin embargo, algunas especies en los jardines, „ sobre todo la Sampaguita^ J. Sambag, L., cuya flor blanca y sumamente olorosa es muy conocida en el país. 11.— A la familia Salvadorágeas, de escaso interés, sigue la de las \| Apogíneas, en la cual aparecen bastantes especies útiles. En los jardines se cultivan la Allamanda gath artiga, D. 0., arbusto de hermosas flo- res amarillas; la Vinca rosea, L., de flores solitarias, axilares, de color de rosa dglicado, más vivo en medio, de la cual se ha sacado una varie- dad de flores blancas y rojas en el centro; la Thevetia Neriipolia, Juss, de flcfes pajizas y hojas parecidas á las de la adelfa, cuyo tronco con- tiene un jugo lechoso, que es un veneno muy activo, así como sus se- millas; la Plumiera acutifolia, Poir, ó Carachucha, árbol de grandes, blancas y olorosas flores, y la Adelfa, Nerium oleander, L., tan abun- dante y conocida en Europa. Con el nombre de Dita es cono/3Ído entre los tagalos un árbol de diez y seis ó más metros de altura, de h®jas Ver- ticiladas, elípticas y agudas, y de flores blancas dispuestas en panojas terminales. El tratamiento de la corteza de Dita por el agua acidulada produce un alcaloide, al cual se ha dado el nombre de DitaUa^ que es un remedio tan eficaz como la quinina para la curación de toda clase de fiebres, sin que produzca los desagradables efectos que resultan del mu- cho uso de esta última. Estas propiedades eran ya conocidas hace mu- cho tiempo de los indígenas, los cuales aplicaban desde antiguo la cor- teza del Dita como sucedáneo de la quinina. La madera de este árbol suele emplearse para pequeñas artesas, por ser ligera y blanca. Del gé- nero Tabernjemontana, compuesto de árboles y arbustos propios de las 389 regioaes intertropicales y de flores blancas ó amarillas/ entre las cuales hay algunas que en Europa se cultivan en estufas, existen en Filipinas varias especies, siendo las más comunes las denominadas Pandacaquí, T. Pandacaqui, Poir; Cam.potót^ T. láurifolia, Bl.; Bayagusd^T. glo- bosa, Bl., y las llamadas por los botánicos T. Guminoiána, D. C, y T. ELLiPTiGA, Bl. Una especie del géneuo, Parsonsia, muy semejante á la P. GuMiNoiANA, Di C, y que como ésta es trepadora, parece ser la que se utiliza "para la preparación del aceite ó bálsamo de Tagulaguay^ jus- tamente estimado en el país por su eficacia para la curación de toda clase de heridas. Las especies del género Strophanthus son curiosas por sus flores, las cuales son terminales, bastante grandes, verdosas, ama- rillas ó rojas, y sobremanera notables por su corola en embudo, con el limbo dividido en cinco lóbulos, que se prolongan cada uno en una es- pecie de zarcillo coralino^ hecho sumamente raro en el reino vegetal. Las especies más conocidas son las llamadas S. Gumingh, D. G., y S. di- , GHOTOMüs, D. C. En esta última la especie de cola de los lóbulos de la I corola alcanza de cinco á siete centímetros de longitud. Prescindiendo, por último, dé otras varias plantas de esta misma familia que no ofre- cen particularidad alguna, citaremos las especies Wrigthia ov^ta, D. G.? y W. PUBESCENS, R. Br., árboles que los tagalos llaman Láñete y que son de medianas dimensiones, de madera fina de color blanco de /hueso ó ceniciento, con manchas blancas y de textura suave y compacta. Em- pléase con preferencia para la fabricación de muebles. 12.— La familia Asclepiádeas está representada por un crecido nú- mero de e.species de los géneros Periploca, Segamone, Toxogarpus, As- « CLEPiAs^ Cynanghum, Ttlophora, Marsdenia, Peroularia, Heteros- TEMMA, Centrostemna , HoYA y otros. La Asglepias gurassaviga, L., es una planta cuyo cultivo se ha extendido mucho en los jardines de todos los países intertropicales; la Pergularta glabra, Bl., también se cultiva en Filipinas para adorno, recibiendo el nombre de Mil leguas^ á causa de la gran longitud que alcanzan sus tallos rastreros. 13. — El género Fagríea, de la familia Looaniágeas, está represen- Hado en Filipinas por las especies llamadas F. scholaris, Bl., y F. plu- MERiFOLiA, D. C. , de las cuales la primera es un árbol de tercer orden y de flores blancas, cuyo nombre específico se deriva del uso que los mu- chachos hacen de sus hojas, grandes y correosas, para forrar sus carti- 390 lias. Al género ÍGNATiA, de la misma familia, pertenecen las dos espe- cies I. AMARA, L,, ó I. PHiLippiNiGA, LouR, que tienen el aspecto de arbustos trepadores y dan por fruto una baya semejante á un pepino, cuyas almendras, de forma aovada irregular, se conocen con el nombre de Habas de San Ignacio^ y contienen estricnina como la nuez vómica. En Filipinas se llaman Xdimbi^n. pepitas de Cathalonga. Constituyen un medicamento estimado y que se considera muy eficaz contra el cólera. También se usan para curar las mordeduras de las víboras. 14. — Las plantas más comunes de la familia Gtengianágeas son las llamadas Exacüm albens, Bl.; Gobamba dichotoma, Bl., y Menyanthes INDICA, L. Esta última es una planta acuática que se cria en muchas lagunas, presentando un tallo que desde el fondo se prolonga hasta la superficie del agua, sobre la cual aparecen las hojas, de cuarenta centí- metros de diámetro, y las ñores grandes y blancas. Los indios llaman á >^ esta planta Lanas. I» 15.— A la familia Glencianáceas sigue la de las Hidropiláceas, cuyas especies son de escaso interés, y á continuación viene la de las BoRRAGiNBAs, CU la cual hay varias dignas de mención. Del genero Co|i- DiA citaremos las especies arbóreas denominadas G. subcordata, Lam,, y G. Báñalo, Bl., árboles de medianas dimensiones, de los cuales el primólo da^ una madera de color ceniciento rojizo, con manchas verdo-- sas y textura compacta, que sirve para tablas y pisos, y el segundo la presenta de un color negro sucio, olorosa y de fácil labra, sirviendo para diversos artefactos. En algunos puntos de Visayas se hace uso de las hojas de la Garmona heterophylla, Spreng, en sustitución. de las de té. Del genero Ehretia se conocen principalmente las especies í]/ phi- LippiNENSis, D. G.; i5. POLYANTHA, D. G.; E. Blangoi, D. G., y E. vir- GATA, Bl. Esta última es arbórea, y su madera es dura y sirve para arados. Las especies Goldenia procumbens, Lam.; Tournefortia sar- MENTOSA, Lam.; Heliotropium parvivoflorum, Bl.; H. indigum, L.; Tri- GHODESMA INDIGUM, R. Br.; T. ZEYLANIGUM, R. Br.^ J GyNOGLOSSUM MI- granthüm, Desf., que son las más frecuentes, juntamente con las ante- riores, nada ofrecen de particular. 16. — Entre los Convolvuláceos hay muchas especies cultivadas, ya como plantas de jardín, ya como productos agrícolas. Las denominadas por los botánicos Gonvolvulus golubrinüs, Bl.; G. spegiosus, L.; G. pur- 891 puREus, L., y G. HDERACEuSj L., flguran entre las primeras, y entre las segundas sobresalen el G. Batatas, L.; G. panicülAtüs, Ghois, y G. pentaphylla, L. Los tubérculos de estas últimas son conocidos con el nombre de Camote^ y sirven para la alimentación de los indígenas en muchas localidades. La planta se desarrolla en cuatro meses y se ex- tiende por el suelo, cubriéndolo enteramente. Si la tierra está única- mente dedicada al cultivo del camote, se deja que las plantas retoñen, y como las raíces se extienden y dan brotes y tubérculos continuamente, en todas épocas pueden irse desenterrando éstos para comerlos. Si^ por el contrario, alterna el cultivo del camote con el del arroz, tiene que hacerse cada año una nueva plantación, cuyo producto suele ser siem- pre más considerable que en el caso anterior, sobre todo si ha sido pre- cedida de una buena escarda. Otras varias especies del mismo género, tales como las llamadas G. Nil, L.; C. rbptans, L.; G. pes-caprje, L.; G. MAxiMüs, Bl.; G. dentatus, Bl., y G. destillatorius, Bl., son tam- « bien muy frecuentes, pero no reciben aplicación alguna. Las plantas del I género Ipomo^a son bastante numerosas y difieren poco de las anteriores . Las más conocidas son la L filicáulis, Blum; L tuberosa, L.; I. pes- TIORIDIS, L.; I. HEPATICIPOLIA, L.; L PHILIPPINENSIS, GhOIS; ¡,. GYMOSA, Blum; I. gemella, Roth, é L reniformis, Ghois. El extracto de otra especie de esta familia, la Galysteoia srpium, R. Br., se administra como purgante. 17.— Una de las familias más interesantes de la flora filipina es la de las Solanáceas, á la cual pertenecen el Tabaco y otras varias plan- •) tas útiles. ..Del género Solanum se conocen varias especies, espontáneas unas y c«.iltivadas otras. La Patata^ Solanum tuberosum, L., se cultiva con buen éxito en algunas localidades algo elevadas sobre el nivel del mar, como, por ejemplo, en el distrito de Benguet. El Tomate^ S. lico- PERSiGUM, L., y la Berengena^ S, Melooena, L., se cosechan en las huertas. Otras especies del mismo género, como son las llamadas S. ni- ORUM, L.; S. VERBASGIEOLIUM, L. ; S, MAURITIANUM, Bl.; S. COAGU- lans, Bl.; S. serratum, Bl., y S. zeylanicum, Bl., son de porte va- riado, y algunas de ellas dan frutos que los indios suelen comer. Las especies Phisalis peruviana, L.; Ph. pubesgens, L., y Ph. angulata, L., no so» objeto de aprovechamiento. En las huertas se cultivan también el Pimiento^ Gapsigum anuum^ L., y C. longum, D. G., encontrándose 392 espontáneas en muchas partes otras especies, á saber : el 0. tetrago- NUM, MiLL.; el C. conoides, Mill., y el G. mínimum, Bl. Este último, que los indígenas denominan Pasitis 6 Chile^ da un fruto rojo, delgado^ cónico y de 24 milímetros escasamente de largo. Su sabor es extraordi- nariamente picante. Del género Datura son bastante abundantes las especies D. Metel, L.;, y D. f.astüosa, L., que tienen virtudes medici- nales, y en el género Cestrum figura la especie G. nogturnum, Murray, ó Dama de noche, cultivada en los jardines, Pero la más importante de todas las Solanáceas es la planta del Tabaco^ Nigotiana Tabacum, L.^ cuyo beneficio constituye una pingüe riqueza para el país. Oriunda de la América meridional, en donde se cria espontáneamente, la planta del tabaco llega á adquirir por medio del cultivo hasta dos fnetros de altura. Su tallo es derecho^ redondeado, compacto, ramoso en su parte superior; las hojas^ grandes y de forma variable á causa del cultivo, son en la es- pecie tipo oblongo-lanceoladas acuminadas, muy enteras^ sentadas, abrazadoras y decurrentes; las flores son pediceladas, están acompaña- das de una bráctea lineal lanceolada y son grandes y de buen aspecto. Antes del descubrimiento de América, los indios bacian ya de las hojas del tabacQ un uso análogo al que tan general se ha hecho entre nosotros. Sus sacerdotes aspiraban el humo de las mismas para adquirir una es- pecie )de embriaguez, durante la cual pronunciaban sus oráculos, y tanto entre los hombres como entre las mujeres era bastante común el uso de los Tabacos, ó sea de rollos largos de hojas, que encendían por un ex- tremo y chupaban por el otro para saborear el humo. En 1518, Cristó- bal Golon envió á Europa semilla de tabaco, y desde entonces comenzó á cultivarse la planta, si bien durante largo tiempo fué considerada úni- camente como medicinal. En 1560, Juan Nicot, á quien se refiere el nombre sistemático dado á la planta, hallándose de embajador de Fran- cia en Portugal, tuvo ocasión de apreciar las numerosas é importantes to.) propiedades del tabaco, y envió una cierta cantidad de él á la reina Ma- ría de Médicis, lo 3ual lo puso en boga en Francia, Con tal motivo reci- bió los nombres de hierba del Embajador, hierba de la Reina y hierba medicinal. Por el mismo tiempo fué introducida en Italia, y su uso sé generalizó en breve. Al principio los europeos, siguiendo el ejemplo de los indios, fumaban únicamente el tabaco; pero poco después tupieron la idea de aspirarlo en polvo por la nariz, y este nuevo uso se hizo tan 393 habitual que llegó á rayar en la exageración. A medida que el tabaco se popularizaba en Europa, los gobiernos comenzaron á asustarse de los progresos que hacía y de los perniciosos efectos qae á su parecer debia producir. En 1604, Jorge 1, rey de Inglaterra, y en 1624 el Papa Ur- bano VIII, prohibieron su uso en sus Estados bajo cualquier forma, y casi todos los demás gobiernos europeos áiguieron su ejemplo. En Fran- cia no sucedió lo mismo, pues se permitió la venta, y habiendo sabido encontrar* el Gobierno en este nuevo comercio una considerable fuente de ingresos, el interés triunfó de los escrúpulos y poco á poco la prohi- bición fué desapareciendo de toda la Europa. Desde aquel momento el uso del tabaco se propagó rápidamente, y sabido es que su consumo al- canza de uno ó dos siglos á esta parte á una cifra fabulosa. En Filipinas el cultivo del tabaco fué introducido poco después de la conquista española por los misioneros, que llevaron plantas ó semillas procedentes de Méjico, verificándose su desarrollo con rapidez en razón ' á las excelentes condiciones del suelo y del clima y á la extraordinaria afición que al uso de la planta demostraron los indígenas. El cultivo de qu» se trata era, pues, muy general antes de que se convirtiese en ver- dadero monopolio por parte del Gobierno; así es que en 178 í*, cuando esto último tuvo lugar, el gobernador de las Islas, D. José de Basco y Vargas, tuvo que desplegar gran energía para llevar á cabe la ardua empresa del estanco. Esta medida, verdaderamente salvadora en aque- llas circunstancias, puesto que permitió á las Islas subsistir sin el situado que recibían de Méjico para atender á sus necesidades, ha sido en cam- bio la cajiga más eficaz para la decadencia y abatimiento de un cultivo que hubiera podido ser origen de incalculable prosperidad. Abolido ya el monopolio que el Gobierno ejercía, es de esperar que el libre cultivo y comercio del tabaco se convierta en breve en abundante manantial de riqueza y bienestar para Filipinas. El tabaco que en las Islas se cultiva procede, como hemos dicho, de Méjico, y es opinión general entre las personas competentes que por su excelente calidad no debiera tener más rival que el de la Vuelta de Abajo de la isla de Cuba, y ningún competidor en los mercados de Asia y Oceanía por desmerecer el habano en tan larga travesía. Las provin- cias ta*bacaleras por excelencia son hoy en Filipinas las de Gagayán, .Isabela de Luzón y Nueva Écija. El tabaco de esta última provincia, 50 394 conocido con el nombre de tabaco de Gapán, es de color algo más oscuro que el de las primeras y también de mayor fortaleza, siendo el que los indígenas usan con preferencia. En el de Gagayán y la Isabela se dis- tinguen dos variedades, una de hoja acorazonada^ procedente de la se- milla traida antiguamente de Méjico, y otra de Jioja en forma de espada^ importada en época no muy remota de los Estados-Unidos. Los cultiva- dores más inteligentes aseguran que las hojas de la primera variedad son de calidad superior á las de la segunda, aventajándolas también en que no se agorgojan tan fácilmente. En cambio las plantas procedentes de la semilla de la segunda variedad presentan mayor número de hojas y de mayor longitud. Como el aforo se ha hecho siempre por los em- pleados del Gobierno, tomando únicamente en cuenta esta última cir- cunstancia, no es extraño que se haya propagado mucho el tabaco de hoja de espada, con el cual los cultivadores podian obtener ma>or be- neficio, aunque su calidad no fuese tan superior. He aquí, pues, cómo la 'adopción de una base errónea para el aforo por la Administración ha contribuido á la decadencia del producto. Dentro de las dos. variedades indicadas establecen los prácticos algunas subvariedades, que se fundan en la ma/or ó menor anchura de la hoja y en su coloración. Las más estimadas entre los indígenas son las llamadas romero y mariquina^ de la variedad de hoja de corazón, que dan un tabaco muy aromático y fuerte. Cualquiera que sea la variedad que se examine, se observa que todas las partes de la planta, y sobre todo las hojas, exhalan un olor fuerte, viroso y desagradable, que se modifica más tarde por medio de la fermentación, convirtiéndose en el olor propio del tabaco preparado, bien conocido de todo el mundo. Ese olor que despide la plañía verde, más fuerte que el de otras muchas plantas de la misma familia y aun del mismo género, debe ser considerado como una indicación de los principios activos y enérgicos que entran en la composición^ química de aquella. A pesar de los trabajos de muchos químicos, esos principios no son todavía bien conocidos. El más importante de todos es la Nicotina^ sustancia muy enérgica, que determina en poco tiempo el envenena- miento de los animales, pero cuya actividad está considerablemente de- bilitada en la plante misma por su mezcla con otras sustancias menos activas ó enteiwmente inactivas y por el agua de vegetación. La^^ Nico- tina se obtiene por la destilación de la esencia del tabaco, ó sea de la 396 Nicociana con la potasa. Además de la Nicotina, se encuentran en el tabaco algunos ácidos, tales como el ácido mélico^ j particularmente el ácido nicótico, que, según Barral, se presenta bajo la forma de láminas micáceas solubles en el agua. El estudio químico ha demostrado también que la planta del tabaco es la que produce mayor cantidad de cenizas, las cuales se encuentran en proporción diversa en las diferentes partes de la misma; que entre las plantas hasta el dia analizadas es también la que contiene mayor cantidad de ázoe; que sus raíces encierran una por- ción considerable de sílice, y por fln, que en las semillas existe un aceite craso é incoloro. 18.— Cuenta la familia Esgrofularineas con muchos representantes de los géneros Stemodia, Limnophila, Gratiola, Dopatrium, Artanema, GüRANOA, LEOASPIA, VaNDELLIA, ToRBNIA, IlYSANTHES , BONNAYA, SCO- PARiA, Strioa y Gentranthera. Todas son, sin embargo, plantas poco notables y que no reciben aplicación más que por las cualidades medici^ nales que algunas poseen. Las especies Torenia edentula, Grife., y^ | T. ASIÁTICA, L., son las únicas que se cultivan por sus flores elegantes, cuya corola forma dos labios, de los cuales el superior es bífldo y el in- ferior trífido, con las divisiones planas. 19. — Las Orobánqubas son bastante escasas en Filipinas. Las espe- cies más conocidas son las llamadas Aeoinetia indica, Roxb., y Aj^ ab- BRBviATA, Hamilt., arbustos de hojas opuestas ó verticiladas agudas, pecioladas y flores purpúreas ó anaranjadas, colocadas sobre pedúnculos terminales^ trifloros ó tricótomos. 20.-^$lntre las Gesnerágeas figuran tres plantas herbáqeas, propias de ItfsteVrenos aguanosos, que pertenecen al género Gyrtandra. Todas ellas carecen de importancia. 21. —Más interesante que las tres precedentes es la familia Bigno- NiÁGÉAS. Lü BioNONiA HORTBNsis, L., SO cultíva CU los jardiucs por sus hermosas flores. La B, quadripinnata, Bl., se hace un árbol de cinco á seis metros de altura, con las flores moradas, al cual los indios denomi- nan Pincapincahan, utilizando su madera, rojo clara y de textura sólida, •para balsas. La Spathodea luzónica, Bl., ó Tué, es también arbórea y su madera sirve para zuecos. La de la Millingtonia pinnata, Bl., es amarilla con manchas más fuertes, ó rojiza y de textura bastante sólida, sirviendo para tablazón. Finalmente, la de Baticulin, Milligtonia qua- 396 DRipPiNATAj Bl.j de color blanco amarillento ó verdoso y de textura floja, adquiere buen pulimento j es de fácil labra, empleándose, lo mis- mo que la anterior, en tablas, en las construcciones civiles. 22.— La familia Acantáceas está representada en Filipinas por un crecido número de especies de los géneros Thunberoia, Elytraria, RuELLiA, Hygrophila, Aganthus, Barreliera, Gymnostaghyum, Lepi- DOOATHis, Justicia, Adhatoda, Bungia, Pbriotrophe, Hypoestes y otros. Pocas son, sin embargo, las que debemos mencionar. La Thünberoia GRANDIFLORA, RoxB., quc SO distinguc por sus grandes flores azules; la Barreliera gristata, Bl., ó Flor de cam.pana^ arbusto que las presenta de color violado; la Justicia Egbolium, L., y la Justicia pigta, L., ar- bolitos que tienen las hojas de color morado, uniforme el primero, y del mismo color, con una mancha blanca en el centro, el segundo, por lo cual los indígenas le*s llaman respectivamente Moradong y Moradong maputi^ se cultivan en los jardines. La especie Aganthus ilicipoliüs, L., \\\ ó Diiivario, propia de los terrenos en que penetra el agua salada, pro- duce una ceniza muy buena para hacer jabón. Algunas otras especies de los restantes géneros poseen virtudes medicinales. 23.— Escasas son las especies de la familia Pedalíneas hasta ahora conocidas; mas entre ellas figura el Sésamo ó ajonjolí, Sesamum indi- GUM, p. C, 6 Lingd de los tagalos, que ofrece grande interés y tiene una considerable impoiiancia como planta oleaginosa. Procedente de las In- dias orientales, su cultivo se ha propagado por todo el Oriente y por Egipto, las Antillas y demás países cálidos de América. La semilla con- tiene una cantidad considerable de aceite fijo, de sabor dqjce y que tarda mucho en enranciarse, comparable bajo todos conceptos ¿1 aceite de olivas y aun preferido á éste por los orientales. Estos últimos hacen de el un gran consumo para todos los usos domésticos. Dicho aceite es también excelente para la saponificación, y por esta causa es objeto de un comercio importante entre Europa y el Egipto y países de Oriente. Las tortas que resultan después de la extracción del aceite se emplean en Inglaterra como abono de las tierras y como alimento muy eficaz para el engorde de los ganados. 24. — Las especies de la familia Verbenáceas son bastante numero- sas, existiendo entre ellas algunas que tienen grande importancia. Del género Lantana se cultivan en los jardines las especies L. purpú- 397 REA, H0RN.5 y L. MIXTA, L., arbustos de los cuales el último se encuen- tra también espontáneo. Los géneros Verbena y Galligarpa están re- presentados por varias especies. La V. chamcedrifolia, Jüss., suele cul- tivarse como planta de adorno. Pertenecen también á esta familia varias especies de los géneros Premna, Gmelina, Glerodendron, Volkameria, LiTSiEA y Avigennia. La Premna oboraía*, Bl., recibe por parte de los indígenas, que la conocen con el nombre de A lagao^ las mismas aplica- ciones que el saúco. La Gmelina asiática, L., es arbórea y sus flores son amarillas, dando un fruto parecido á una pequeña manzana y muy oloroso. Los indios le llaman Bagalobói. La Volkameria sp., ó Baganac; la V. Gasopanouil, Bl., ó Casopangü, y la V* grandiflora, Bl., ó Ma- lopotocan, tienen propiedades medicinales, siendo además notable la se- gunda por sus abundantes flores encarnadas, l^a Avigennia tomen- tosa, Bl., es un árbol que se cria en los manglares y que da cenizas muy buenas para hacer jabón; pero para esto es preciso emplear aceite de maní. En algunas localidades de las islas de Cebú y Negros se ven pequeños grupos de árboles de la especie Tectona grandis^ L., que al paf*ecer son restos de plantaciones hechas con objeto de propagar en el Archipiélago esta especie arbórea que tanta estima goza en la* India in- glesa, Geylan y Java. Este árbol, que en el Indostan llaman Teck y en Visayas Tida^ llega á hacerse de extraordinarias dimensiones* y es céle- bre por las cualidades que le distinguen. Los ingleses han reconocido que aventaja mucho á todos los demás para las construcciones navales. Su madexa es muy fuerte y su duración muy superior á la del mejor roble; aíjí,* pues, es muy buscada para dicho objeto. Recibe además otras aplicaciones; el cocimiento de la misma se aplica por los malayos con- tra el cólera; las flores son diuréticas, las hojas astringentes^ y sirven también para teñir de encarnado. En Madras se cultiva el Teck como iárbol de adorno. En Mindanao se encuentra otra especie del mismo gé- nero, la T. Hamiltoniana, Shauer, cuyas cualidades no han sido estu- diadas todavía. No menos apreciadas que lo es la Teca en la India in- glesa, lo son en Filipinas varias especies del género Vitex, y especial- mente la llamada Vitex geniculata, Bl., que se conoce en el país con el nombre de Molavin, La madera de este árbol ^ que llega hasta ca- torce *metros de altura, es preferida á todas las demás de las Islas para ^ toda clase de construcciones, y realmente no tiene igual, pues resiste / 398 mucho, tanto á la intemperie, como debajo del agua ó entre cal. Su color es amarillo, amarillento-verdoso ó ceniciento y su textura com- pacta. Las especies V. latifolia, Bl., y V, altissima, L., difieren poco de la anterior y reciben la misma aplicación. Las denominadas V. tri-- FOLIA, L,; V. Negundo, L., y V. hbterophylla, Roxb,, son de menores proporciones y de más escasa importancia. 25. — Las Labiadas, última familia de las Dicotiledóneas gamopétalas, son plantas generalmente herbáceas, cuyas partes verdes, sobré todo las hojas, están cubiertas de un gran número de depósitos de aceites esen- ciales, á los cuales deben su olor aromático. En Filipinas suelen culti- varse en los jardines el Orégano^ Goleus aromaticus, Benth.; la Mayana^ C. GRANDiFOLius, Bl. ; la Malamayanay C. pümilus, Bl., y las especies denominadas G. suoanda, Bl., y G. scutelleroides, Benth., así como el romero^ Rosmarinus offiginalis, L. Espontáneas se encuentran la Sal- via violácea, Bl.; la Mentha aurigularis, Bl., y otras varias especies de los géneros Ogimum, Marrubium, Pygnanthemum, Phlomis, Leonurus^ LeUGAS y G-OMPHOSTEMMA. CAPÍTULO IV DICOTILEDÓNEAS APÉTALAS. 1. Caracteres distintivos.— 2. Myristicáceas. — 3. Lorantácbas.— 4. Plantagíneas y Nictagí- NEAS. — 5. POLIGÓNEAS.— 6. ChENOPODIÁCEAS. ~7. AmARANTÁCEAS. — 8. MOLUGÍNEAS, PrOTEÍ- CEAS y TlMELÁCEAS.— 9. SANTALÁCEAS, EleÁGNEAS, HerNANDIÁCEAS y LAURÁCEAS. — 10. Cü- PÜLÍFERAS.— -11. JüGLÁNDEAS.— 12. URTICÁCEAS. — 13. OasUARÍNEAS.— 14. EUFORBIÁCEAS.-- 15. Nepentáceas.~16. Aristoloqüieas, Stookhoussiáceas y Piperáceas. — 17. Salicíneas ■y Gnetáceas.— 18. Coníferas. — 19. KAFFLExiÁCEAs.-ff-20, Balanoforáceas, Clorantáceas, * PODESTOMÁCBAS y CrIPTERONIÁCEAS. » / 1, — Comprenden los botánicos en la clase denominada de las Digo- TiLEDÓNEAs APÉTALAS todas aquellas plantas que presentando raíz, tallo y hojasj flores distinguibles y tejidos formados por celdillas y vasos, ó lo. que es lo mismo,* siendo Fanerógamas y teniendo un embrio^ con más de un apéndice lateral, como las incluidas en las dos clases ante- riores, ostentan flores que carecen de pétalos* 2. — La primera familia de esta importante clase es la de las Myris- TiGÁGEAs,^ representada en Filipinas por muchas especies del género My- RisfWA,! entre las cuales ocupa un lugar preferente laM. fragans, Houtt., que produce la Nuez moscada. Este árbol, que proporciona uno de los más valiosos productos en las posesiones holandesas, alcanza de 10 á 13 metíos de^altura, presentando el tronco recubierto de una corteza poco gruesa, negruzca y ligeramente punteada por el exterior, de la cual fluye por incisión un jugo rojizo que se coagula al contacto del aire, to- mando un color de sangre negruzco. El fruto es péndulo, de la magni- tud de un pequeño albérchigo, obovoide, adelgazado en la base en un corto pedúnculo, marcado de cada lado con un surco longitudinal, casi lampiño, verde pálido al principio y después amarillento, el cual cuando •está maduro se abre en dos valvas desde el ápice hasta la base, dejando 400 ver por la abertura la almendra, valgarmente conocida con el nombre de Nuez moscada^ recubierta por su corteza. La almendra en sí misma es ovoide y está marcada en su superficie por surcos reticulados que corresponden á las ramificaciones de la corteza. Su cubierta testácea es dura, ósea, frágil, de color pardo castaño. El árbol comienza á dar fruto á los cinco ó seis anos; pero sus productos son escasos al principio. La madurez del fruto se conoce en el color rojizo del pericarpio, que co- mienza al propio tiempo á abrirse. El aprovechamiento en las posesiones holandesas se verifica de la manera siguiente: los operarios suben á los árboles^ cogen los frutos y los dejan caer al suelo; en tanto que otros los abren inmediatamente y separan la semilla, desechando el pericarpio. Se desprende en seguida la corteza de aquélla y se expone al sol durante unos dias para que se seque bien; mojándola después con agua para evitar que se rompa en pedazos, se la introduce en sacos, en donde se la prensa , fuertemente para exportarla. En cuanto á las nueces, después de haber- I las despojado así de su corteza, se las pone al sol todos los dias, teniendo cuidado de retirarlas durante la noche, después de lo cual se las acaba de secar al humo durante tres ó cuatro semanas; se rompe en seguida su cascar^, para sacar la almendra, la cual se sumerge en agua de cal para preservarla de la descomposición. De esta manera se transporta á Euro|a para entregarla al comercio. La nuez moscada y su cubierta contienen dos aceites, de los cuales el uno es fijo, amarillo, de un olor agradable y de la consistencia del sebo, y el otro volátil y escaso. El sabor de la almendra es comparable al de la canela y del clavo, aroma- tico, cálido y como de pimienta; los fragmentos de la misma^se desha- cen en la boca, dejando una impresión muy persistente, mientras (|ilé los de la cubierta no hacen más que reblandecerse sin deshacerse. La nuez moscada goza propiedades tónicas excitantes que, unidas á su sabor aro- mático, hacen de ella uno de los condimentos más comunes yBstimádos. En los climas cálidos entra en la mayor parte de los guisos y hasta en las bebidas. Desempeña también un papel importante en la medicina india. En Europa, aun cuando se emplea en algunas preparaciones far- macéuticas, sirve principalmente como condimento, especialmente en* Inglaterra, Holanda y Alemania. Las demás especies congéneres más conocidas en Filipinas son las llamadas M. iners, Bl.; M. simia- EUM, D. C; M. bracteata, Hook.; M. oualteriíefolia, D. C; M. pañi- 401 CULATA, D. C; M* LJEVIGATA, BlITM.; M. ARDISIJEFOLIA, D. G-; M. GORTI- GOSA, Hook; M. LUZ0NIGA5 Bl,, y M. magrogarpa, Bl. 3. — Las LoRANTÁGBAs soíi casi todas arbustos parásitos que viven so- bre el tronco de otros vegetales arbóreos. Las especies más comunes en Filipinas son las denominadas Loranthus luzonbnsis, Presl.; L. paügi- floruSjBl.; "DendrophtobphilipfensiSjGham.; D. Haenkeanus, Presl.; D. MALiPOLiA, Presl. ; ViSGUM capense, Llan.^ y V. philtppinense, Llan. 4, — Las familias Plantagíneas y Nigtagineas ofrecen poco interés. En la segunda figura el árbol denominado Coles Maluco^ Gordia oltto- RiA, Bl., y la planta herbácea Mirabilis longiflora, Bl., 6 Guüalas^ que se cultivan en los jardines. 5.— Las Poligonáceas están representadas casi únicamente por va- rias especies del género Polygonum, que no ofrecen más particularidad que la de sus virtudes medicinales. 6. — ^Entre las Ghenopodiáceas tampoco hay especies interesantes. La Basella lucida, L., produce unas bayas que dan un tinte 'morado.* ?• — Aunque bastante numerosas, las especies de la familia Amaran- tabeas carecen de propiedades notables. Con el nombre de Palongpa-^ longan se cultiva en los jardines la Celosía coccínea, L. También se suele ver en ellos la Gomphrena globosa, L., á la cual denominan los tagalos Buquingan. El QuiUtes, Amaranthus spinosus, L., pBodutíé una ceniza, con la cual se forma una lejía muy buena para el tinte encar- nado del algodón. Las hojas del A. mangostanüs, Bl., son encarnadas, tirando ^ morado, y se comen cocidas. Son muy comunes, además de las anteriores, varias otras Amarantáceas de los géneros Deeringia, Chamissóa, Eüxolus, Psilotrichüm, Aerva, Achyranthes, Püpalia y Alternanthera. 8.— Escaso es el interés que ofrecen las plantas de las familias Mo- ^LUGÍNEAS, Proteágeas y TiMELÁCEAS. La denominada Malagoso, Molugo subserrata, Bl., perteneciente á la primera, suele comerse cocida, y la Cansiera grossularioides , Bl., de la última, se hace un árbol de me- diana altura, que los indios designan con el nombre de Cabogbog^ em- pleando su leño en' la fabricación de carbón para las fraguas. 9. — Las familias Santaláceas, Eleágneas y Hernandiáceas no contienen especies filipinas dignas de mención, y las que figuran en la , de las Lauráceas son á su vez muy escasas. Sin embargo, de esta 51 I 402 última citaremos el Laürüs Gulibaban, Bl. , árbol cuya corteza tiene un fuerte olor á alcanfor y recibe aplicaciones medicinales, y sobre todo el L. OiNNAMOMUM, L. 5 ó árbol de la Canela^ que, según se dice, existe en algunos bosques de Mindanao. La canela procede de la corteza de las ramas despojadas de su epidermis^ y es una sustancia aromática de mucho uso, pues' se emplea para la preparación de una infinidad de guisos, de licores, en perfumería, y por último en medi- cina. Sus propiedades medicinales son debidas principalmente al aceite esencial que contiene. Se la aplica, no sólo al natural, sino también transformándola en tintura alcohólica y en hquido destilado. En los paí- ses en que se cosecha, se prepara con los desperdicios que quedan, des- pués del escogido, un aceite de un color blanco amarillento, muy esti- mado y de alto precio, que sirve especialmente para aromatizar diversas sustancias. Finalmente, las ramas gruesas y las raíces del canelero con- ' tienen una gran cantidad de alcanfor, que puede extraerse, dando á este árbol nuevo valor. Existen en Filipinas otras muchas especies del mis- mo genero, pero todas carecen de interés. La denominada Laurüs per- . SEA, L.^ da el fruto que en América llaman Ahuacate, el cual es grande, piriforme^' alargado, largamente pedunculado, con una corteza delgada, pero resistente, verde ó violada, debajo de la cual hay una pulpa abun- dante, de an sabor particular, que goza de gran estima entre los ame- ricanos; pero que los europeos suelen encontrar desabrida, por lo cual se ven precisados á ponerle azúcar, limón ó sustancias aromáticas. 10.— La familia Cüpülífbras, que comprende los robles y, encinas de Europa , está representada por las especies del género' Quergus, denominadas Q. prüinosa, Blum.; Q. Llanosii, D. C; Q. ovaÉis, Bl.; Q. Blancoí, D. G. ; Q. philippinensis, D. C; Q. Jordaníe, Lao., y Q. gooperta, Bl. Son árboles todavía poco conocidos y no se sabe si su madera tendrá buenas cualidades para^construccion. Los tagalos desig-., nan con el nombre de Talacatac otro árbol, al cual el P. Blanco ha dado el nombre sistemático de Fagus philippinensis, y que es parecido al verdadero castaño, si bien sus frutos son mucho más pequeños y de sabor menos dulce. 11, —Pertenecen á la familia Juglandeas un corto número de espe- cies filipinas que, aunque son arbóreas, no reciben aplicación alguna. 12.— En la de las Urticáceas figuran varias especies del género ,^ 4oa BoEHMBRiA, de las eualeá la más notable es la B. nívea Hook bt Arü., llamada en tagalo Amirai. Esta planta, que se cultiva bastante en China, ©ncuóntrase en las islas Batanes y Norte de Luzón. Su corteza fibrosa puede beneficiarse como el cáñamo, obteniéndose filamentos sus- ceptibles de análoga aplicación á los de este último. La Urtiga arborbs- CBNS, Bl., ó Dalonót, es también textil.^ Las demás especies conocidas de los géneros indicados y de los llamados Laportba, Dorstbnia, Ela- TOSTEMA, Leucosyke j otros, son poco interesantes. En el género Arto- GARPUs figuran varias especies muy conocidas. El Antipolo, km:ocmpv^ INCISA, L., es un árbol de primera magnitud, de madera amarillenta por lo común y de textura estoposa, que sirve para canoas, y en tablas para pisos y otras obras interiores de los edificios; el A. ovata, Bl., y el A. LAMELLOSA, Bl., quo indistintamente reciben el nombre vulgar de AnoUng, dan una madera más dura, la cual, enterrada en el suelo, se conserva por mucho años, por lo cual suele emplearse para pilotes ó harigues de las casas; el Dalangían, A. Camansi, Bl., produce un fruto^ f de gran tamaño, dentro del cual hay unas semillas grandes como bello- tas, que se comen crudas y cocidas, siendo su sabor parecido al de la castaña; el Rimo, k. Rima, Bl., da también un fruto que se emplea para dulce, y el del A. integripolia, L., ó Nangca, qne suele cultivarse en las h.uertas, es de volumen extraordinario, ligeramente dulce, pero^muy indigesto Siguen á las especies enumeradas otras varias de Ibs géneros Galius, Gonocbphalus, Cudranus, Antiaris, Malaisia, Broussonbtia, Uromorüs y Fatonia, que no nos detendremos á detallar, pasando á la denominada Morus alba, L., ó Morera, importada de China. Según el P. Blanqo, la primera semilla de este árbol, bien conocido por la apli- cación que de sus hojas se hace á la alimentación del gusano de la seda, fué remitida de dicho país en 1780 por el P. Manuel Galiana, misionero Agustino &a el mismo, siendo la Sociedad Económica la que promovió 'la cria de gusanos y el beneficio de la seda. «La Sociedad, dice por su parte el Sr. Comyn, dio en efecto el primer impulso á tan laudable pro- yecto, y el Gobernador de las Islas, D. José Basco, deseoso de realizarlo, comisionó al coronel D. Garlos Gonely á la provincia de Camarines con este objeto. Este celoso alcalde mayor plantó por los años de 1786, 1787 y 178,8, 4.485.782 pies de morera en el término de los treinta pueblos de su jurisdicción, y son incalculables los felices resultados que se ha- 404 brian seguido de plan tan vasto y principiado con tanto vigor si hubiese podido continuarse con igual tesón por su sucesor y no hubiese sido de una vez destruida la obra por la equivocada humanidad con que- se pro- cedió poco después de la partida del Sr. Basco, exonerándose al indio de ser aplicado á cultivo alguno que no fuese plenamente espontáneo, en conformidad, según se pretendía, con el espíritu general de nuestra legislación indiana. A providencia tan funesta se siguió, como era na- tural, el total abandono de este r^mo, y por más esfuerzos que se hicie- ron sucesivamente por la Real Compañía para su restauración, tanto en Camarines como en la provincia de Tondo, fué todo en vano, con- curriendo también varios contratiempos á desalentar aun á este Cuerpo en la prosecución de sus tentativas parciales.» Hoy día no queda vesti- gio alguno de la indicada industria. A la familia de que nos ocupamos pertenece también el género Ficus, que cuenta en el país con gran nú- mero de representantes. El Balete, Figus índica, Bl., es un árbol que ^adquiere colosales dimensiones, presentando numerosas raíces aéreas, unidas y entrelazadas, hasta una altura bastante considerable. Sus fru- tos, del tamaño de una bellota, penden del tronco y de las ramas en largos racimos, y la parte interior de la corteza, que es de tejido com- pacto y resistente, sirve á los negritos para cubrir su desnudez. La Pa- paya^^^F. papaya, Bl., muy aflne y semejante á la especie anterior,, da un fruto parecido á un melón por su figura, pero poco estimado por ser insípido. El Lagnob, F. lagcipera, Bl., proporciona, según «1 P. Blan- co, la laca, materia colorante encarnada, elaborada al construir sus nidos por un insecto perteneciente al grupo de los (7occmgfe'í?é05; mas la verdadera laca es una resina que exudan las ramas del Crotón íaggífe- RUM y otros árboles de la India, á consecuencia de las picaduras de un insecto hemíptero denominado Goccus lacga. Las especies F. hispido- ODORATA, Bl., ó Ágos~os; F. hispida, Bl,, ó Is-is; F. hsterophy- lla, Bl.; F. lauripolia, Bl., ó Eahuili; F. glomerata, Bl., ó Tihig na lalaqui; F. l^vigata, Bl., 6 Tangisang bayauac; F. argéntea, Bl.; F. PSBÜDO-PALMA, Bl.; F. ROSTRATA, Bl.; F. ÁSPERA, Bl.; F. SCA- BRA, Bl., y F. nepalensis, Bl,, proporcionan, ya materias tintóreas, ya sustancias medicinales, más ó menos eficaces y apreciadas. Por últi- mo, á la familia Urticáceas pertenecen también, el almez de Filippas ó Malaitmo, Celtís philippinensis, Bl., cuya madera es bastante estimada á05 y recibe varias aplieaciones por ser blanca, limpia y bastante dura, y el Hanarion^ C. lima, L,, árbol con cuya corteza frotan los pescadores las cuerdas de los anzuelos, las cuales quedan de este modo teñidas de en- carnado oscuro, resbaladizas é impermeables. 13.— De la familia Gasuarineas no se conoce hasta ahora en Fili- pinas más que una sola especie, la Gasua.rina equisetifolia, Forst., que los tagalos llaman Agoho. Las Gasuarinas tienen su centro geográfico en la Nueva Holanda, extendiéndose hasta la India, el archipiélago in- diano y la Oceanía, países en donde son ya mucho más raras. La espe- cie existente en Filipinas se confunde á primera vista con los pinos, y como todas las del mismo género tiene las ramas y ramillas nudoso- articuladas y sin hojas, pues las que parecen tales son vainas que en- vuelven el tallo, presentando el aspecto de las agujas de las coniferas. Llega á adquirir una altura considerable, y su madera^ dura y resisten- te, es á propósito para las construcciones navales. Su corteza tiene pro- , piedades ligeramente astringentes. ,, / 14.— A pesar de ser muy crecido el número de especies que abraza la/amilia Euforbiáceas, pocas son las que merecen nuestra atención. Una de las más importantes es el Lumbán^ Aleurites triipba, Bl., árbol de tercera magnitud, cuyo fruto produce un aceite que sirve para las luces y para calafatear embarcaciones, y es excelentí?/^ para la pintura. Las tortas que quedan después de prensado el fruto, se emplean generalmente como abono de las plantaciones de buyo ó betel. Otra especie del mismo género es el A. saponaria, Bl,, que se llama en,, tagalo Bolocanad^ empleándose su fruto en la fabricación dejáboa. Del género Groton se cultiva en los jardines, con el nombre de Biienavista^ la especie Crotón varieoatus, L. El Ricino^ Riginus GOMMUNis, MuLL., de cuyas semillas se saca el aceite de ricino, tan apre- ciado en medicina, es designado por los tagalos con el nombre de Tan" gantangan. Por último, el género Jatropha está representado por tres especies, la J. Manihot, L.; la J. Gurgas, L., y la J. multifida, L. La primera, denominada en el país Camoting cahoy, es de grande utilidad por sus raíces, que los indios comen, y en América, en donde también existe esta planta, sirven para extraer la fécula denominada tapioca. Dichas raíces adquieren un volumen considerable, y cuando están toda- vía frescas contienen un jugo lechoso que es venenoso; pero la sustan- 406 cia que le comunica las propiedades deletéreas es muy volátil, pues des- aparece por la cocción 6 la simple exposición al aire durante veinti- cuatro horas, dejando el residuo del jugo lechoso completamente inofen- sivo. Por el contrario, destilando ese mismo jugo lechoso cuando está fresco, se obtiene un líquido extremadamente venenoso, bastando apli- car algunas gotas del mismo á la lengua de un perro para que muera en pocos minutos. Para servirse de la raíz del Gamoting cahoy como ali- mento, es preciso laVarla, pelarla, rasparla y someterla á una presión bastante fuerte para hacer salir el jugo; la materia que queda después de estas operaciones es la harina de tapioca. En seguida que se saca de la prensa, se la hace secar sobre una plancha caliente, removiéndola con- tinuamente. La fécula de tapioca es muy nutritiva, pues se asegura que medio kilogramo diario basta para la alimentación de un hombre; su color es blanco, algo amarillento; su sabor es dulce y empalagoso, y su consistencia un poco granuda. En medicina es apreciada por ser de fácil digestión. Las semillas de la J. Curcas, L., llamada por los tagalos Tyba, son de gran actividad y obran como un violento purgante cuando se toman en pequeña dosis; en mayor cantidad son venenosas. Las de- más especias del mismo género tienen propiedades análogas. La J. mul- TiPiDA, L., se cultiva en algunas huertas, y produce frutos que en otros países\se denominan avellanas purgantes, las cuales, muy usadas anti- guamente en medicina, se han abandonado ya casi del todo por los ac- cidentes desgraciados que con frecuencia producían. Las restantes espe- cies de la familia Euforbiáceas que se encuentran en Filipinas, cor- responden en su mayor parte á los géneros Eüphorbia, A^ttidesma, Phyllanthüs, Gigga, Kirganellia, Breynia, Bacgaurba, ApolibsA, BiscHOPPiA, Cyclostemon, Glutia, Bridblia, Claoxylon, Acalypha, Alchornea, Adelia, Mallotus, Magaranga, Lumanaja, Trigonostb- MON, Garumbium y Exccecaria. 15.— Las únicas especies de la familia Nepentácbas hasta ahora en- contradas en Pihpinas son las denominadas Nbpenthes alata, Bl.; N. ventrigosa, Bl., y N. Blancoi, Blum., notables por la forma de sus hojas y por pertenecer á cierto grupo de plantas que han sido denomina- das cazadores vegetales 6 plantas carnívoras. El género Nbpenthes -se compone de más de treinta especies de plantas trepadoras, que son casi arbustos y que vegetan en las partes más cálidas del Archipiélago asiático. , 407 desde Borneo hasta Ceylán, llegando por el E. hasta Nueva Galedonia y la Australia tropical y por O. hasta las islas Seychelles , junto á la costa de África. Estas plantas se distinguen por llevar en sus tallos verda- deros jarros ó urnas, cuya forma y disposición exterior varía mucho, así como también sus dimensiones, pues mientras las hay que no miden más que dos centímetros de altura, se •encuentran otras que alcanzan hasta veintiocho, y aun existe una de estas plantas, originaria de Bor- neo, cuyas urnas son de cuarenta centímetros, comprendiendo el opérenlo ó tapadera. La forma de dichas urnas, aunque algo variable, como he- mos dicho, viene en general á ser semejante á la de las especies existen- tes en Filipinas. Estas últimas presentan sus ramos cubiertos de hojas . apiñadas, que corren por el peciolo acanalado y son lanceoladas, tiesas y muy lampiñas. Su nervio central se prolonga en un largo filamento que se dobla primero hacia abajo y se dirige después hacia arriba, sos- teniendo una jarrita ó vinajera que puede cerrarse herméticamente por ' medio de un opérenlo ó tapadera, que tiene al efecto su gozne corres-' ' pondiente. Los bordes de la abertura de la urna están reforzados y son eni^arnados, como los peciolos de las hojas. Cada urna puede contener, poco más ó menos, una jicara de agua. No están acordes los naturalis- tas acerca de la verdadera naturaleza de estos órganos singulares. Unos suponen que el limbo lanceolado que hay por bajo de las ur^as d úni- camente el peciolo de las hojas dilatado lateralmente en dos alas planas; que la urna es un verdadero ascidio, ó sea el mismo peciolo, dilatado también en su parte superior en dos anchas alas que, encorvándose y cruzándole, se han encontrado y soldado en la línea media anterior, formando una cavidad cerrada; y finalmente, que el opérenlo ó tapa- dera de la urna es la verdadera lámina de la hoja, reducida á pequeñas dimensiones, en contraposición al desarrollo anormal del peciolo. Otros ^entienden que el limbo inferior lanceolado es la verdadera hoja, prolon- gada en su extremidad en un zarcillo, cuya expansión extraordinaria produce la urna. El estudio de las funciones que desempeñan estos ór- ganos, que no son exclusivos de los Nepentes, pues hay otras plantas, tales como las del género Sarracenia, que los presentan más ó menos análogos, ha adquirido mucho interés desde las investigaciones practi • cadas*por Darwin acerca de los fenómenos que se producen al poner al- ^ búmina en contacto con las hojas de las Droseras, plantas que, del 408 mismo modo que las Dioneas, tienen la facultad de aprisionar á los in- sectos, cerrando sus hojas al contacto de los mismos. De los experimen- tos indicados se ha deducido que las Dioneas, Droseras, Sarracenias y Nepenthes, y quizás otras muchas, son plantas verdaderamente carní- voras que asimilan las sustancias animales, digiriéndolas de igual ma- nera que el estómago del hombre. Según las observaciones y experien- cias de Hooker respecto á las especies del género Nepenthes, resulta que en la mayor parte de éstas las urnas tienen dos formas; una que pertenece á la juventud de la planta y otra á su edad madura, siendo gradual el paso de una á otra forma. En las plantas jóvenes las urnas son más abultadas, tienen grandes rebordes externos longitudinales y franjeados, destinados tal vez á conducir los insectos hasta el orificio; el opérenlo es más pequeño y más abierto que en las plantas de más edad, y toda la superficie interna está recubierta de glándulas de secre- ción. Gomo las urnas se forman cerca de la raíz de la planta, se apoyan >s @on frecuencia en el suelo, y cuando se trata de una especie que no tiene hojas inmediatas á la raíz, se hallan suspendidas de largos tallos, que á veces alcanzan hasta un metro de longitud, permitiéndolas inclinare hasta la tierra. En las plantas más viejas, las urnas son mucho más largas, más estrechas y menos abultadas, pudiendo dilatarse y hasta hacerte có^jiicas; los rebordes son también más estrechos y con poca ó ninguna franja. El opérenlo es más grande y se extiende oblicuamente sobre el orificio, y las glándulas de secreción no existen más que en el fondo de la urna. Las indicadas diferencias respecto á la situación de las urnas, según que la planta sea joven ó vieja, indican al parecer que unas están destinadas á cazar los insectos que andan y otras á eazar los que vuelan. La abertura de la urna está siempre guarnecida de un borde grueso y arrugado, que sirve para tres objetos distintos: primero, para reforzar el orificio y mantenerlo bien abierto; segundo, para segregar^ una sustancia azucarada, y tercero, para desarrollarse en ciertas espe- cies, ya á manera de un embudo que desciende por dentro de la urna é impida á los insectos escaparse de ella, ya en una fila de ganchos en- corvados, bastante fuertes á veces para retener á un paj arillo si, bus- cando el agua ó los insectos, se inclina demasiado hacia el interior de la urna. Esta parte interior presenta tres clases de superficies, á saber: de atracción^ de conducción y de secreción. Los Nepentes tienen dos super- 409 flcies de atracción , una la del borde de la urna y otra la inferior del opérculo, que en casi todas las especies está recubierta de glándulas que producen un líquido azucarado, á veces abundantísimo. Las glándu- las se componen de masas esféricas de celdillas, contenidas cada una en una cavidad del tejido del opérenlo y rodeadas de una capa ó defensa de tejido celular cristalino. La coloración ,d.^l borde de la urna y del opérenlo es más viva, con objeto también de atraer á los insectos hacia la materm azucarada. La superficie de conducción se extiende desde el borde de la abertura hasta una distancia variable en el interior de la urna, y se presenta azalada ó verde, blanquecina, opaca y completa- mente lisa, sin ofrecer asidero alguno á los insectos. El resto de la urna está completamente ocupado por la superficie de secreción, que consta de un fondo celular lleno de un extraordinario número de glándulas esfé- ricas. Estas glándulas se parecen á las secretoras de la sustancia azuca- • rada del opérenlo, y cada una de ellas está contenida en un receptáculo f ó bolsita de la misma naturaleza/ pero de forma semi-esférica con el^ orificio hacia abajo, de suerte que el líquido segregado cae en el fondo de la urna. Aunque el líquido existe siempre en ésta, gólo ocupa una parte relativamente pequeña de su superficie glandular, y es producido antes de que el opérenlo se abra. Si se vierte el^ líquido de una urna completamente formada y en la cual no hayan penetrado sus- tancias animales, se reproduce aquél, pero en cantidad relativamente pequeña, durando la secreción varios dias y hasta cierto punto, aun después da separada la urna de la planta. La presencia de sustancias inorgánicas en el líquido no aumenta sensiblemente la secreción; pero \o contrario sucede cuando existen en él sustancias animales. Para de- terminar la potencia digestiva de los Nepentes, Hooker ha hecho expe- ^ rimentos *tíon clara de huevo, carne fresca, fibrina y cartílago^ obser- vando siempre queja acción es muy visible y á veces hasta sorpren- dente. En un solo dia de inmersión, las aristas de los cubos de clara de huevo aparecen roldas ¿^ las superficies convertidas en gelatina; los * fragmentos de carne disminuyen rápidamente de volumen; los pedazos de fibrina se disuelven y desaparecen por completo á los dos ó tres dias, y los •trozos de cartílago, de 8 á 10 granos de peso, están á las veinti- 'cuatro horas convertidos en gelatina, y á los tres dias toda la masa ha 52 41Ó V disminuido mucho, quedando convertida en una especie de jalea clara y transparente. Esta notable acción digestiva de los Nepentes no es exclu- sivamente debida, al parecer, al líquido segregado por las glándulas in- teriores de la urna, pues los resultados son muy débiles cuando las mis- mas sustancias animales se ponen en el líquido sacado de aquellos órga- nos y colocado en tubos de /cristal. Debe, pues, creerse que la pared interior de la urna segrega una sustancia dotada de una acción análoga á la de la pepsina, sobre todo cuando se ha puesto en el fluido ácido una materia animal. 1 6.— A la singular famiUa de las Nepentáceas siguen las de las Aris- TOLOQüiEAs, Stogkhousiágeas y PiPEHÁGEÁs. Las dos primeras no ofrecen interés alguno, pero la última es importante por comprender algunas especies que son objeto de útil aprovechamiento. Estas especies son el PiPER NioRUM, L, ó Pimienta; el P. Betle, L., 6 Itmo, y el P. ánisobo- RUM, Bl., ó Buyo de anís. La planta de la pimienta se cultiva en las ^^ Huertas, y es un arbusto trepador que se fija por medio de ganchos á los árboles próximos. Sus frutos consisten en unas bayas que, una vez secas, constituyen la pimienta ordinaria, tan usada como condimento. El It^o ó Betel esHambien una planta trepadora como la anterior, y objeto de un cultivo muy vasto en la India, archipiélago de la Sonda y en todos los d^ínás que están inmediatos al Asia, como el filipino. En dichos paí- ses las hojas de la citada planta sirven para la preparación del mastica- torio, que en Filipinas llaman buyo, el cual se compone de una de dichas hojas que tienen la forma y tamaño de una hoja de judía, frotada con un pedacito de cal de ostras apagada, del tamaño de un guisante,, arrollada de los bordes á la línea central y doblada después en forma de anilló, en cuyo hueco se pone un pedazo plano de bonga (fruta de la Arega Oate- GHU, L.). Esta mezcla tiene por objeto suavizar y hacer soportable el sa- bor del betel, que sin esto sería acre y desagradable. El abuso de esta^ sustancia que primitivamente no se usaba más que como digestivo y para excitar el organismo enervado por los ardores del clima, ha contri- buido poderosamente, en concepto de algunos autores, á lá debilitación progresiva y al embrutecimiento de los orientales. La tercera especie que hemos citado da una hoja qne tiene un olor suave y agradable parecido al del anís, por lo cual algunos indios la mezclan á la de la especfe an- terior para la preparación del buyo. Además de las anteriores hay en 411 Filipinas otras muchas especies del género Piper qae no reciben aplica- ción alguna. 17,_Las familias Saltgínbas y Gnetágeas están representadas en el Archipiélago por un corto número de especies de escaso interés. 18.— En la de las Coniferas figuran la Dammara alba, Rumph., perteneciente á un grupo de árboles propios del Asia tropical y de Nueva Zelanda, en donde adquieren grandes dimensiones y proporcionan una madera excelente para la marina y las construcciones civiles, así como algo de resina. Las hojas son alternas, gruesas, oblongo-lanceoladas, muy enteras, coriáceas, sin nervios y persistentes por mucho tiempo. Estos árboles son muy afines á las Araucarias, de las cuales difieren en que sus semillas son aladas. Los Pmus 'Merkusii, Jünoh et Vrieuse, y P/iNsuLARis, Endl., son los dos únicos pinos hasta ahora conocidos en el Archipiélago. El primero se encuentra en la sierra de Zambales y quizá en otras localidades; el segundo es mucho más abundante, forman- ^ do montes vastísimos en las cordilleras del N. de Luzón, en donde ad- | quiere dimensiones extraordinarias. Su madera no recibe, sin embargo, apücacion alguna, fuera de la que de ella hacen los igorrotes para la construcción de sus casas, porque la explotación y la extracción serian muy costosas. Produce gran cantidad de resina, y de ella se sirven ex- clusivamente los igorrotes para alumbrarse. ^ ,^ 19.— Las Rafflexiágeas son plantas parásitas sobre las raíces de vegetales dicotiledóneos. Generalmente se reducen á una sola flor, en- vuelta al principio en bracteas de dimensiones variables, pero general- mente grandes, hasta el punto de que hay una especie en que miden cerca'da un metro de diámetro. Las de la Rafflexia philippinensis, Bl., son encarnadas, y según el P. Blanco, deben tener cuando están abiertas unos diez y ocho centímetros de diámetro. 20.— Las plantas filipinas hasta ahora conocidas de las familias Ba- LANOFORÁGEAs, Clorantágeas, Podbstomágeas y Cripteroniageas nada ofrecen de notable. CAPÍTULO V MONOCOTILBDÓNEAS 1. Caracteres distintivos.— 2. Orquídeas.— 3. Zincubeeáceas.— 4. Marantáceas.— 5. MusÁ- CEAS.— 6. PoNTEDERÁCEAs y CoMELiNÁOEAS.— 7. Amarilídeas.— 8. Taccáceas, Irídeas y EsMiLÁcEAS.— 9. Bromeliáceas.— 10. DioscÓREAs.— 11. Pandáneas.— 12. Palmas.—IS. Ti- FlCEAB, PlSTllCEAS é HlDR0CHARÍDEAS.--14. ArOIDEAS.-— 15. LILIÁCEAS.— 16. ErIOCAULÁCEAS, Juncáceas, Ciperáceas y Nayádeas.— 17. Gramíneas. í' *^ 1.— La Última clase de la gran división de las PANERÓaAMAS es la de las plantas MoNOGOTiLEDÓNEAs, las cuales teniendo raíz, tallo y hojas, flores distinguibles y tejidos formados de celdillas y vasos, presentan,,el embrión c©n un sólo apéndice lateral. 2.— La primera familia que en esta clase se nos presenta es la de las ORQufí)EAS,« plantas difundidas por todos los países del globo; pero>»que sólo en los tropicales ofrecen los tipos más sobresalientes, ya por la be- lleza de sus flores, ya por la singularidad de sus formas. Las especies de esta familia no bajan de 6,000, y entre ellas hay unas que vegetan en el suelo, como la generalidad de las demás plantas, mientras .que otras viven sobre los árboles, agarrándose á las cortezas con sus raíces, que tienen al efecto una estructura particular. Estas últimas, sobremanera notables por sus caprichosas formas y beUísimas flores, son las que en todos tiempos han llamado más la atención de los recolectores^ que" ex- plorando incesantemente los bosques de la India, del archipiélago malayo, de Filipinas y demás países intertropicales de Oriente, recogen y envían á Europa cantidades considerables de las mismas, las cuales son vendidas en Inglaterra y otras naciones á elevados precios como plantas de salón. ' Para conservarlas vivas es necesario que la temperatura media de la habitación sea en estío de 20 á 24'', y que en invierno no baje de 10 á 12"*, Es además preciso que la atmósfera contenga cierto grado de hu-' 413 medad. Lo común es tener las plantas entrelazadas en cuerdas ó alam- bres, de las cuales penden trozos de corteza ó de corcho que sirven de apoyo á las raíces. Puede nse también cultivar en medio de musgos ó entre serrin de madera dentro de pequeñas canastillas ó jardineras, cuidando siempre de que las raíces queden bien ventiladas. En este caso conviene sumergirlas todas las mañanas en una valija con agua^, dejándolas es- currir antes de trasportarlas á su sitio. Otro medio, de conservarlas en buen estado de vegetación es el de colocarlas entre dobles puertas acris- taladas en los huecos de los babones ó ventanas. Dentro de ese inver- náculo se deja una cubeta con agua para que la atmósfera esté saturada de humedad. Las singularidades que pyeisentan las orquídeas son altamente curio- sas. Entre ellas hay algunas que adquieren colosales dimensiones, y que trepando hasta la cima de los árboles más elevados, despliegan sus hojas de cerca de un metro de longitud, dejando caer á manera de guirnaldas , sus largos racimos florales; otras presentan en sus flores dos pétalos que i se prolongan á manera de cintas; en ciertas especies las flores son casi trasparentes, en otras parecen modeladas en cera; las hay turgentes, frescas, tiernas y de apariencia seductora, y también sombría^, lívidas ó rojizas. Su olor agradable y delicado en algunos casos, es en otros hasta pestilente. En una palabra, se observan en esta familia las m,ayor et gina- uayan^ el tinumbaga, el de los negritos de Batangas^ el botoan^ el tina^> long y el letondál. Lo mismo que en figura y magnitud, difieren también en sabor los frutos de estas variedades; pero todos proporcionan urf ali- mentó sano y agradable, que se come crudo ó cocido, y que es sumamente estimado en Filipinas y en otros muchos países. La especie que produce el abacá ó cáñamo de Manila es la Musa tex- TiLis, L., que se encuentra espontánea en varias localidades del Archi- piélago. Todavía se ignora si deben ó no considerarse como especies dis- tintas la Musa trooloditarum y otras que también se crian espontáneas. El abacá se cultiva preferentemente en las provincias de Camarines Suf y Albay, y en las islas de Samar, Leyte, Gebúy Mindoro y Marinduque. En la de Negros sólo se da bien en la parte meridional^ y en la de Panay el que se cosecha es escaso y de calidad inferior. Para obtener las fibras que se emplean en la industria, se corta el tallo á flor de tierra y por la extremidad superior, quitándole las hojas. Esta operación se ejecuta cuando comienza la fructificación, por ser Ja época en que las fibras son más consistentes. Gadá peciolo de las hojas que se van separando del tallo se c6rta en varias tiras, en cuya parte cóncava se hace por abajo una incisión transversal por medio de un cuchillo, á fin de poder arran- car la epidermis juntamente con la parte carnosa. Otras veces la opera- ción se ejecuta en el tallo entero, para lo cual se practica en la epidermis y en la parte baja de aquél un corte atravesado ú oblicuo, se hace otro corte por debajo del cogollo y se marca una tira longitudinal del mayor ancho posible, repitiendo este procedimiento hasta que esté despojado de su corteza todo el tallo. Este último método, llamado hagot, es más pro- ' ductivo, pero también más costoso que el primero,, denominado lunl. Laá ^ cintas de epidermis con la materia fibrosa á ella adherida que se obtienen dej modo expresado, reciben el nombre de saja. La saja se pasa por el filo de un cuchillo de siete centímetros de altura por catorce de longitud, que ' . está sujeto al extremo de un palo flexible, de modo que la hoja se mueva perpendicularmente á un trozo de madera puhmentada; el otr© ex#emo, correspondiente al mango/ puede apretarse por medio de un pedal unido á una cuerda. Puesta la cinta de*la saja debajo del .cuchillo, se tira de ella con^fuerza por un extremo, graduando convenientemente al mismo tiempo la* presión del cuchillo; se practica la operación por segunda vez tiraiicíó del otro extremo, y entonces quedan bien separados los filamen- tos, los cuales se van extendiendo para que se oreen, cosa que se con- sigue á los pocos momentos. Las fibras que produce un mismo tronco ^presentan "diferentes condiciones de finura, solidez y brillo, según su procedencia. Las de la parte exterior son gruesas, fuertes y de color ro- jizo, constituyendo lo que se llama handala ordinaria^ empleada en ca- bullería basta. Las del interior producen la handala corriente^ que se presenta al comercio. Las más inmediatas al corazón de la planta y las de los bordes de la saja corriente son muy blancas, y dan el abacá supe- rior llamado lupis en Albay, y qidlot en Marinduque. Estas últimas ^ 'fibras, notables por su finura, brillo y color anacarado, se reúnen en 416 maxiops, llRiri^áos pilihan, y se emplean para diversos tejidos. A este fln^ las indias las clasifican y separan previamente en cuatro clases que se denominan, de mayor ó menor finura, Binaní, Tongas Cadaraclan y jPwz^^no^, sirviendo las del primero para tejidos tan delicados que com- piten con los de pina. Las hebras atadas por sus extremos por medio de nudos imperceptibles^ se devanan en ovillos que se golpean con un mazo sobre un madero hueco, á fin de que adquieran* elasticidad. El abacá basto se emplea para jarcia y el fino para tejidos, ya sólo, ya mezclado con hilo y cáñamo. En concepto de los marinos, la jarcia de abacá es de menor duración que la de cáñamo, se pudre con el agua dulce más pronto que ésta, es menos á propósito para bracear y carece de aplicación des- pués de inutilizarse como cuerda. En cambio reconocen que es más re- sistente, más á propósito para jarcia fija y se deteriora menos con el agua salada. El cultivo del abacá comenzó á adquirir grandes proporcio- nes en Filipinas en 1855, habiendo llegado á constituir el segundo ar- iiículo de exportación de las Islas. Dicha exportación se hace principal- mente para los Estados-Unidos é Inglaterra, y en menor proporción para California, Europa, Australia, Singapore y China. La explotación ha Re- caído alg® de algún tiempo á esta parte, por la competencia que en los mercados extranjeros hacen al abacá otras fibras textiles. A pesar de esto, es tofiavíaouno de los productos más importantes del Archipiélago. 6.— Las familias Pontbderágeas y Comelináceas carecen de especies filipinas importantes. La Trádesgantia disgolór, Smith, perteneciente á la última, se cultiva en los jardines. 7.— Entre las Amarilideas hay varias especies, tales como, las deno- minadas Amarvlis atamasgo, Bl., ó Bacong; Pancratium zetlani- GUM, L., y PoLYANTHEs TUBEROSA, L. , Ó Azucena^ que adornan los jar- dines con sus hermosas flores; pero la más digna de mención es la Agave AMERiGANA, L., Ó sca la pita^ planta muy común en América,^"en el Me- diodía de España y en otros muchos países. Las fibras de sus hojas, que son carnosas, largas, aguzadas y armadas en sus bordes de una fila de ganchos, sirven para los delicados tejidos llamados nipis. En Filipinas se cultiva en pequeña escala en algunas localidades. Los tagalos le dan el nombre de Maguí. 8. — De las famihas Taggágeas, Irídeas y Esmilageas no son muchas las especies conocidas. En la primera figura la Tagca gaooaOj Bl., cuyas 417 raíces tuberculosas producen una especie de harina propia para hacer almidón y que también se come mezclada con azúcar. En la última hay algunas especies que se utilizan como medicamento. 9. — Las BromeliáceaSj plantas herbáceas, de hojas largas, rígidas, lineares, dentado-espinosas en los bordes ó enteras, radicales, glaucas y dispuestas en roseta, están representadas .en Filipinas, entre otras es- pecies, por la Bromelia Ananasa, L., que ya espontánea, ya cultivada, se encuentra en todos los países intertropicales de Asia y América. Hoy dia dicha especie forma, con otras varias, el género Ananassa. El fruto de la misma, llamado en América Anana y en Filipinas piña^ es suma- mente estimado ; pero la verdadera importancia de esta planta estriba en los filamentos que se extraen de las hojas. Para obtenerlos se suele cortar el brote terminal, haciendo de este modo que las hojas adquieran mayor longitud y anchura. Arrancadas estas hojas y raspadas con un fragmento de plato ó un instrumento adecuado, se separa la parte carnosa ^ y quedan las fibras aisladas. Lavadas éstas, se secan al sol, se peinan ^ con un batidor común como si fuera una cabellera, se clasifican en cua- tro calidades, según su finura, y se anudan y emplean en» tejidos como el abacá. Los filamentos de pina más finos producen un tejido -^muy deli- cado y de elevado precio, con el cual se hacen pañuelos, camisas y ves- tidos. La calidad se aprecia muy bien en Filipinas, en donde *ha líegado á pagarse 20.000 rs. por un vestido de pina bordado. 10. — La familia DioscÓREAS es importante en Filipinas por com- prender^ un crecido número de especies, cuyas raíces se utilizan como ali- mento. Las más apreciadas para dicho objeto son las llamadas Diosgórba SATIVA* L., ó Toqui; D, alata^ L., ó Ubi; D. divaricata, Bl,, ó Paquit; D. triphylla, L., ó Nami-corot; D. pentaphylla, L., ó Limalima; D. BOLOJONiCA, Bl., ó Bahai; D. papillaris, Bl., ó Tongo^ y otras. ,j Todas ellas tienen raíces tuberculosas, que á veces adquieren colosales dimensiones y que pueden comerse cocidas, ya sin preparación alguna, ya después de tenerlas en agua por algunos dias. El toqui y el ubi son objeto de cultivo. El rizoma de este último constituye un alimento sano, de sabor dulce, algo acre cuando está crudo, pero que se vuelve suave y nutritivo por la cocción. Su cultivo es muy sencillo y muy semejante al de' la patata. 11. — Las Pandáneas, propias principalmente de los archipiélagos 58 418 asiáticos, están bien representadas en Filipinas. Del género Pandanus hay en el país un gran número de especies, de las cuales unas habitan en los manglares y otras en los bosques; unas tienen hojas alargadas, estrechas, con dientes muy duros , agudos y espinosos, y otras pinatí- fldas ó palmatífldas. Las del Pandanus spiralis, Bl.; P. exaltatus, Bl., y P. SABOTAN, Bl,, llamados vulgarmente Pmidan^ Alas-as y Saho- tan, se utilizan para la fabricación de esteras y petacas. Las demás especies del mismo género hasta ahora conocidas, son denomiriadas por los botánicos P/oracilis, Bl,; P. radicans, Bl,; P. malatensis, Bl., y P. INERMIS, Bl. a esta familia pertenece también otra especie, suma- mente importante en Filipinas, la Ñipa litoralis, Bl., llamada por los tagalos Ñipa ó Sasd. Esta planta llega á tener unos cuatro metros de altura y es una especie de palmera, de cuyo tallo, de poca elevación, salen grandes hojas, compuestas de una multitud de hojuelas de forma de espada. Abunda mucho en los estuarios de los rios y en todos los ter- renos bajos de las costas á donde alcanzan las altas mareas. Los nipales se obtienen ó repueblan por siembra que se verifica en Mayo, Junio y Julio, recogiendo y empleando para dicho fin, los frutos caídos natural- mente, qué se encuentran al pié de las plantas viejas. Estos frutos deben plantarse á l'^,67 de distancia entre sí, poniendo dos ó tres en cada hoyc^^tlomü en los meses citados la temperatura es fresca y hay lluvias, el terreno se mantiene húmedo sin ne<9esidad de regar la plantación, fa- vorecida también en su desarrollo por las altas mareas. Para benefi- ciar bien el nipal, conviene limpiar cada mes las plantas de las hojas secas y de las que se estorben mutuamente. Uno de los aprovechamien- tos más importantes de los nipales, es el de las hojuelas, las cuáles se emplean para techar las casas de caña que habitan los indios. El consu- mo de dichas hojas es enorme, y el producto de los nipales beneficiados con dicho objeto es, por tanto, muy considerable. El aprovechámientD de ,,, las hojas no debe comenzar hasta que las plantas tengan cuatro años, ni deben cortarse más que tres ó cuatro hojas por pié al año. Los indios ni se cuidan de la limpia anteriormente indicada, ni esperan á que las plantas tengan cuatro años para comenzar el corte de la hoja, verifi- cándolo ordinariamente en cuanto tienen dos. La renovación de las plantas no es necesaria hasta los treinta, cuarenta ó más años. Supo- niendo colocadas las plantas á la distancia de 1^,67 entre sí, resul- 419 taran por quiñón (1) lO.OOO pies, que á tres iioj as anuales darán 30,000 hojas. Gada hoja proporciona unas tres ñipas (cada ñipa tiene 56 centí- metros de longitud y consta de hojuelas ensartadas en un cordel ó bejuco por un pequeño agujero que se les hace en la base), de modo que se obtie- nen anualmente por quiñón unas 90.000 ñipas El precio del millar en las provincias inmediatas á Manila es de Noviembre á Marzo de 5 rs. fuer- tes, y en la época de aguas de 10 á 12. En Manila oscila desde 10 á 12 reales fuertes (2) en tiempo de secas, hasta 20 en tiempo de aguas; de manera que tomando el término medio de un peso en la localidad pro- ductora y un peso y 6 rs. fuertes en Manila, resulta que el producto bruto de un quiñón viene á ser de 90 pesos en la primera y de 157 pesos en la capital. Los gastos son los siguientes : para el corte de la hoja se acostumbra á tomar un obrero, al cual se paga el jornal de 2 rs. fuer- tes, facilitándole banca (canoa) para ir al lugar de la plantación y para trasportar los veinte manojos que puede cortar al dia. Cada manojo tiene ^ cien ñipas, y por tanto el obrero corta diariamente dos millares, resul-j tando un gasto de un real fuerte por millar. La confección de ñipas para techar se hace por mujeres, y cuesta de 1 V^ á 2 rs. por millar. El gasto de banca (canoa) puede calcularse en un real fuerte al dia. Sumando las diferentes partidas indicadas, resulta que el gasto total por millar de ni- pa&es de 4 rs. fuertes; el de las 90.000 ñipas que da un quiñón ^^ascen- derá, pues, á 45 pesos, y como el producto bruto de la misma unidad superficial asciende en la localidad, según hemos visto, á 90 pesos, que- dará un beneficio líquido de 45 pesos por quiñón. Si la venta se hace en Manila^ Jiay que recargar el gasto con el flete correspondiente; pero en canibwlse obtiene un beneficio crecido, que varía naturalmente según las circunstancias del mercado. Más productivo que el de la hoja es el aprovechamiento de la tuha^ 6 sea^tle la^^avia, con la cual se fabrica el vino ó aguardiente de ñipa, de gran consumo entre los indígenas. Para dicho aprovechamiento, pueden estar las plantas á la misma distancia de 1^^,67 entre sí, siendo preciso irlas despojando oportunamente de las hojas que se vayan secando y ' de las que puedan perjudicar al desarrollo del fruto. El aprovechamiento (1) Medida superficial del país equivalente á 2 hect. , 79495. (2) El real fuerte vale veíate cuartos. Un peso tiene ocho reales fuertes. 420 eomienza cuando las plantas cuentan de cinco á seis anos. El fruto consta de varias drupas agregadas y arrimadas mutuamente, aunque fácilmente separables, que forman una voluminosa cabezuela al extremo de un grue- so pedúnculo que arranca del pié de la planta. La tuba se obtiene ha- ciendo una incisión en el pedúnculo, inmediatamente debajo del punto de inserción del fruto. Dejanse algunos frutos délos más desarrollados para la reproducción. El líquido que fluye de la incisión es recogido en dom- bones 6 tubos de caña bambú, colgados convenientemente en la misma planta. La primera operación que los obreros hacen es la llamada sicat^ que consiste en golpear con -el pió el pedúnculo del. fruto, para relajar algo sus tejidos y abrir los poros; esta operación se hace una vez por semana, durante las cinco precedentes al aprovechamiento; simultá- neamente se procede á la llamada talog, que consiste en limpiar el pedúnculo de las hojas que presente; llegada ya la época oportuna se ejecuta el pucao, que consiste en pasar repetidamente el pié frotando el pedúnculo para llamar la savia hacia el fruto; después se hace el patit ó incisión del pedúnculo en la misma base del fruto, dejando colgado un bombón de caña para ir recogiendo la tuba que aquél destila. La sangría del pedúnculo se renueva en lo sucesivo dos veces al dia, por mañana y tarde, recogiendo diariamente la tuba. El aprovechamiento dura unos diez m#ses; durante los cinco primeros la cantidad de tuba aumenta gra- dualmente, pero en los restantes decrece también poco á poco. La ope- ración de refrescar diariamente la incisión del pedúnculo se llama carit, nombre que se da también al cuchillo que para ello se emplea. La pro- ducción media de cada planta suele ser de dos tinajas de tubg. durante toda la época del aprovechamiento, de modo que vienen á > óHte- nerse 20.000 por quiñón; y como el precio es de 15 á 18 pesos el 100, resulta un producto bruto por quiñón de 3,000 pesos. La explotación suele hacerse á aparcería, dando á los aparceros que cuidan de^; entrete- nimiento de las plantas y de la recolección de la tuba la mitad del pro- ducto. La tuba se destila y concentra después en alambiques, produ- ciendo esto gastos de consideración, pero quedando siempre un beneficio líquido muy importante. La tuba muy fermentada sirve para vinagre, el cual se vende de 10 á 12 pesos el 100 de tinajas (1). También se apro- (1) La tinaja tiene una capacidad variable, pero generalmente suele ser de 48 litros. 421 vechan las hojas tiernas de la ñipa, llamadas hihus, para envoltorios de arroz, etc., y se venden en Manila á 3 pesos el 100. La nuez del fruto sirve para confituras. 12. — La familia Palmas cuenta en Filipinas con un gran número de especies útilísimas. Del género Areca se conocen la A. categhu, L., y la A. HUMiLis, Bl. La primera, que presenta algunas variedades, es llamada Bonga; su tronco es medianamente grueso ,y perfectamente derecho, ton muchos anillos circulares, formados por los peciolos de las hojas que se caen. El fruto, menor que un huevo de gallina, y con la corteza fibrosa y carnosa cuando está verde, tiene dentro una nuez del tamaño de la nuez moscada, ovalada, aplastada en la base, cuyo peris- perma está penetrado por numerosas prolongaciones del tegumento de la semilla y presenta jaspeaduras notables. Este perisperma es muy áspero y estíptico, y á causa de esto se emplea en los países de Oriente como masticatorio y probablemente para facilitar la digestión. Para disimular , su sabor desagradable, se mezcla con la hoja del betel (Piper Betle, L^ ^ y con cal de conchas, formando lo que en Filipinas se llama huyo. Los indígenas hacen mucho uso del buyo, el cual tiñede rojo la saliva, cosa que deja de suceder en cuanto falta uno cualquiera de sus tr^s compo- nentes. La A. HUMiLis, Bl., es muy parecida á la bonga, pero de mucha menos altura. ^ '> Encuéntranse en los bosques las palmas llamadas Caryota trému- la, Bl.; G. onusta, Bl.; G. urens, L.; C, Palindan, Bl., y otras especies indudablemente del mismo género. La segunda, llamada vulgarmente Canon^, produce por incisión del pedúnculo del fruto un licor dulce ó tuba; y su tronco contiene lo mismo que el de las palmas llamadas Bitrí y Pugahan^ una sustancia fibrosa, que cortada, batida y sacudida en una artesa con agua, suelta un polvo blanco. Separada esta sus- ^^tancía po/ decantación del líquido después de reposado, constituye el sagú^ que es un alimento bastante bueno. Las fibras de los peciolos de las hojas son largas, negras y fuertes, y sirven para hacer cuerdas, que son de mucha duración aun en agua salada; por esto llaman los españoles al árbol caho negro. Las hojas se emplean para techar las casas en aque- llas localidades en que escasea la ñipa. Las semillas puestas en infusión en agua hasta que se pudran^ comunican al hquido tal causticidad, que en cualquiera parte del cuerpo humano que toque produce un escozor 422 irresistible. Los indios hacen á veces uso de esta infusión para defenderse de los moros joloanos. Muy imperfectamente conocidas son todavía las especies del género Galamus, de los bosques filipinos. Las clasificadas hasta ahora son las llamadas C. mollis, Bl.; usitatus, Bl.; gragilis, Bl.; Cürano, Bl,, y MAXiMUS, Bl,, á las cuales los, españoles aplican el nombre genérico de bejucos y 'pero que los indígenas distinguen con los nombres especiales de Dit-an, YantÓG, Talóla^ Curag y Palasan, Todas son volubles'^ó trepa- doras y espinosas, llegando algunas á alcanzar una longitud de 100 ó más metros. El bejuco es uno de los materiales más útiles para el indio. Partido en delgadas tiras sírvele para toda clase de ataduras, sustitu- yendo ventajosamente á las cuerdas. Todas las piezas de las casas de caña y ñipa se sujetan únicamente con ligaduras de bejuco, así es que en la mayor parte de ellas no se encuentra ni un sólo clavo. Gon tiras de bejuco mucho más finas todavía, se fabrican en varias localidades som- breros y petacas. El palasan sirve para bastones, que son muy aprecia- dos en Europa. Los brotes tiernos, asados alíuego y cocidos después, se comen en ensalada. JEn Lucbán, provincia de Tayabas, en donde ej^tá muy desabollada la industria de sombreros y petacas, emplean para este fin las hojas de pandano y las de otra palma llamada hurí^ que es la GoRY:t'íiA iiMBRAGULÍFERA, L. Esta palmera, de hojas digitadas y suma- mente grandes, adquiere mucho grueso y altura, y es muy útil por sus productos. Las hojas sirven, como hemos dicho, para fabricar sombreros y petacas, y también esteras ó petates, llamados Sagoran. El pedúnculo del fruto produce por incisión una tuba, de la cual se hace «vinagre y una miel amarilla llamada Pacascds. Del interior del tronco se ^acá una especie de sagú^ que mezclado con azúcar constituye un buen alimento. Otra especie del mismo género se encuentra en los bosques de Filipinas, y es igualmente muy apreciada. El tronco de esta palma, llamada Anahao 6 palma hrava^ G. minor, Bl., es de madera muy dura, y se emplea en estacadas, en conductos de agua y en otras obras, por ser de larga duración. Por último, la especie más estimada entre todas las pal- mas es el Cocotero^ Gocos nucífera, L., objeto de un cultivo importante y base principal de la riqueza de varias provincias del Arcfíipiélago. Existen en Filipinas diferentes variedades del cocotero, tales como las llamadas en Visayas eayumanús ^ limbaon^ dahilí^ macapunó^ etc. El 423 segundo tiene el fruto encarnado en su punto de inserción; el tercero es un árbol muy pequeño, y su fruto apenas llega á la mitad del tamaño del coco ordinario; el cuarto produce un fruto cuya almendra ocupa casi toda la cavidad de la semilla, conteniendo muy poca agua. Aunque el cocotero puede vegetar en toda clase de terrenos, cuando se trata de establecer una plantación debe escogerse uno que no sea^muy arcilloso, á fin de que las raíces fibrosas del árbol puedan profundizar. El agua salada no le perju- dica y se le ve vegetar bien en las playas, en donde no corre más peli- gro que el de caerse, por quedar descarnadas las raíces á causa del flujo y reflujo de las mareas» No conviene hacer las plantaciones en localidades elevadas^ en donde los vientos derriban fácihnente muchos árboles y en donde los frutos, al caer, ruedan por las pendientes y hacen más labo- riosa la recolección ó se rompen sobre las piedras, que generalmente existen en tales sitios. Debe huirse de las exposiciones del Norte y Nor- este, cuyos vientos determinan una evaporación tan activa de la savia, que amengua considerablemente la producción. Tampoco conviene plan- tar los cocoteros cerca de las casas ó sitios habitados , por los accidentes desgraciados que en las personas produce con frecuencia la caida de las hojas ó de los frutos. Los semilleros se forman colocando los ^frutos sin preparación alguna y de manera que se toquen mutuamente, en tierra allanada y en donde reciban la influencia del aire. En este caso las.,plan- tas suelen tardar un año en adquirir un metro de altura. El indio ha inventado otro procedimiento más breve, que consiste en colgar los fru- tos de modo que queden algo protegidos de la acción del sol, pero expues- tos á las influencias atmosféricas, aunque siempre fuera del alcance de los ahíiBaíes que pudieran atacarlos. De esta singular manera el desar- rollo de las plantas es más rápido, tardando sólo cinco meses en adquirir la altura de un metro. Después de aclaradas las plantas espontáneas que existen en^l terreno en que ha de hacerse la plantación , se procede á abrir los hoyos. El tamaño de éstos varía según las costumbres de las diferentes localidades; así es que mientras en unos puntos los hacen de una capacidad tan escasa que apenas permite la introducción de la plan- ta, en otros les dan las dimensiones de un metro en cuadro por medio de profundidad, y los van rellenando á medida que va creciendo la planta, de modo que queden cubiertos por completo á los dos ó tres años. El mejor procedimiento sería abrir los hoyos un mes antes de la plantación para 424 que pudiese meteorizarse la tierra, disponerlos á cineo ó cinco y medio metros de distancia entre sí y en líneas rectas, de suerte que la planta- ción resultase á marco real, y darles la dimensión de un metro en cua- dro por otro de profundidad. Sería además conveniente cuidar de relle- narlos con dos terceras partes de la tierra extraída del mismo hoyo y una sexta parte de estiércol bien pasado; procurar que fuese al fondo la tierra que antes ocupalja la parte superior, desembarazar la tierra de piedras, comprimiéndola ligeramente con los pies, colocar y mantener la planta bien yertical, y echando después y comprimiendo suavemente la tierra hasta dejarla al mismo nivel del suelo, se obtendrían indudablemente mejores resultados. La plantación debe hacerse poco antes de comenzar la época de lluvias. Una vez hecha, no necesita más cuidados que la lim- pia de la vegetación espontánea alrededor de cada árbol, la destrucción €e los insectos ú otros animales dañinos, el corte de las hojas que se va- yan secando, la reposición de las plantas que mueran, y en ciertos casos, acidar algún riego durante los dos primei'os años, si las sequías fuesen muy prolongadas. También conviene cultivar durante los primeros años alguna otra planta entre las filas de cocoteros. El arroz y las plantas que exijan riego, las que puedan adquirir mayor altura que el cocotero, y sobre todo la caña dulce, no convienen para el caso. En cgmbío pueden cultivarse con ventaja el maíz, los mongos y otras plantas de secano, pues las labores que se les den aprovecharán á los árboles. La producción del cocotero comienza á los siete años en los ter- renos buenos, y sólo á los diez en los malos. Mantiónese en todo su vigor hasta más de los cuarenta años, y de los cincuenta en adelantCv comienza á disminuir el fruto; la yema terminal y única adquiere menos ^desar- rollo; las hojas son más pequeñas, y como consecuencia natural el tronco va adelgazando cada vez más por la parte superior, siendo esto señal de decrepitud, precursora de la muerte, la cual tiene lugar generaMente después de los cien años de vida. Obsérvanse, sin embargo, casos excep- cionales de extraordinaria longevidad. En una de las islas Camotes, ad- yacentes á la isla de Cebú, existe una laguna con una isla central, en donde vegetan un corto número de cocoteros desde fecha tan remota, que ninguno de los habitantes recuerda haber oído cuándo' ni por quién fueron plantados, lo cual supone una existencia de más de cien añes. La humedad excesiva, sobre todo cuando el agua queda encharcada, perju- 425 diea mucho al cocotero. La sequedad prolongada le es también perjudtóial en los primeros años. Los vientos pueden troncharlo ó desarraigarlo, aun- que es preciso para esto que sean muy fuertes. Los temblores de tierra producen tal perturbación en las funciones vegetativas del árbol , que ordinariamente, á poco de verificarse dicho fenómeno, se desprenden muchos frutos por falta de nutrición. La langosta es un enemigo terrible que devasta á veces, no sólo el limbo coriáceo de las hojas, sino hasta los nervios leñosos. Otros insectos, el Rhyngophorus oghreatus, Eydoüx, y el R. Pasgha, Bohem., llamados en Visay as ^í^^j^an^an, penetran por la yema terminal y única que tiene el árbol, y la van devorando inte- riormente hasta concluir con ella en pocos dias. Para destruirlos ó por lo menos ahuyentarlos, es preciso buscar el agujero y echar en él ceniza, arena ó agua que haya tenido en infusión hojas de tabaco. Los cocales del interior de los montes son atacados por los monos, que arrancan los frutos, los dejan caer al suelo para que se partan, y se comen después la carne interior. También se beben la tuba depositada en los bombones^ ^ Los cuervos, las ratas y los murciélagos son igualmente enemigos de los cocoteros, pero causan poco daño. La recolección del fruto se verifica tres veces al año, ó sea cada cuatro meses, y la operación se ejecuta cor- tando el pedúnculo por medio de una cuchilla en forma de media luna, fija al extremo de un palo tan largo como la altura del árbol. >Otras veces se cortan los pedúnculos subiendo á éste; pero en ambos casos se deja caer el fruto al suelo desde arriba, lo cual hace que se rompan muchos, sobre todo cuando están muy tiernos. La conducción al depó- sito, al 'mercado ó á la fábrica de aceite, cuando á este objeto se des- tinan,s^^ hace en vehículos propios del país ó en carros, y si es posible por agua, en balsas formadas por los mismos cocos y sin más que una cuerda alrededor para que no se separen. El conductor va encima de esa balsa ¿e cocos. El cocotero puede beneficiarse para vender las nueces como fruto comestible; para extraer de ellas aceite, ó bien para obtener del árbol el jugo ó la tuba que, fermentada ó sin fermentar, constituye una bebida por la que demuestra el indio especial predilección. En el primer caso, no se deja que el fruto llegue á su completa madurez, para que no pierda el agua que tiene en su interior. Esta agua, mezclada con la carnosidad interior del mismo fruto y con azúcar, constituye un refresco excelente. Si el cocotero se beneficia para obtener la tuba {La- 54 426 mina 12.^), se corta la espáta en que está encerrada la flor antes de que salga ésta al exterior, y se adapta al corte un tubo ó bombón de caña, en donde se recoge el líquido que de aquél destila. Para qu§ la espata no se abra y quepa en la boca del bombón, se le ponen unos aros de bejuco. Como los racimos florales pueden ser varios en un árbol, se ponen tantos bombones como sean necesarios. En el interior de los bombones se echa previamente una corta cantidad de polvos procedentes de la corteza ma- chacada del Tongóg (Rhizophora longissima, Bl.)? los cuales sirven para dar fortaleza y color sonrosado á la tuba. El jugo que se deposita en los bombones colgados en el árbol, se va echando en otro más grande que el obrero lleva á la espalda, sujeto por un gancho de madera que, pasán- dole por encima del hombro, le abraza el pecho. A este bombón que lleva á la espalda el obrero, va sujeto un recipiente semi-esfórico, que es una media cascara de coco, dentro del cual están los polvos de que hemos hablado anteriormente. Cada vez que se vacía, un bombón, es preciso ^ limpiarle perfectamente por el interior y re]jpvar los polvos. Lo primero se hace por medio de un escobillón, que consiste en un pedazo de peciolo de la hoja del mismo coco, machacado por un extremo hasta dejarle en forma de brocha. Después de limpio el bombón y de echados en él los polvos en la cantidad que puede cogerse con tres dedos, es preciso, antes de ati^^rle suevamente á la espata , refrescar el corte , para lo cual se hace una sección á un centímetro por bajo de la anterior. Esta opera- ción se ejecuta con una cuchilla curva, que se aflla sobre un pedazo de madera de dapddp^ en la cual se pone un poco de ceniza fina y aceite batido en una cascara de coco con una brocha, y para sentar eJ filo em- pléase un pedazo de madera áe pagatpát. Cada espata puede sangrarse por espacio de dos meses, pasados los cuales se agota y seca. Si la tuba que se recoge no cabe en el bombón que lleva el obrero á la espalda, se vierte en otros más grandes para transportarla al sitio de la Yénta. Para subir y bajar de los árboles, los obreros, á quienes dan el nombre de manangueteroSj hacen en el tronco unas entalladuras que sirven de esca- lones. Cada cocotero exige esta escalera especial, y por lo tanto un as- censo y descenso cada vez que se recoge la tuba, que es una vez al dia," ya sea por la mañana, ya por la tarde. Mas frecuente es, para evitar la subida y bajada á cada árbol y la pérdida de tiempo consiguient-e, no abrir escalones más que en algunos cocoteros del perímetro de la plan- .1 427 tacion, y después pasar los obreros de uno á otro árbol iy# cañas de bambú colocadas horizontalmente y atadas con bejuco. Gonio no""se po- nen más que dos cañks paralelas, una para apoyar los pies y qtr^para agarrarse con las manos, las caídas son frecuentes y casi siempre mor- tales. La tuba comienza á fermentar á la hora ó poco más después de recogida, y trascurrido un dia se transíbrma en un vinagre, que es de mucho uso entre los indígehás. Si en vez de dejarla transformar en vi- nagre stí provoca la fermentación por medio de planta,r#pí*op(^sito y des- pués se destila el líqmdo, ser saca el vino de aoco. Guando el coco se destina á la fabricación del aceite, se quita á cada fruto un disco de corteza por ambos extremos, y para separar el resto de esa corteza, llamada honote^ se clava el fruto en una punta cónica de hierro, fija en una pieza de ma- dera, y haciendo fuerza de palanca se desprende aquélla fácilmente. La segunda cubiertaj que es de consistencia córnea, se parte en dos mita- des; y por último, se ralla la carnosidad adherida interiormente á las mismas, pasándola por una cuchilla semicircular, fija en un soporte d,e/ madera, ó por una esfera erizada de puntas de hierro y colocada al ex- tremo de» un eje que, dispuesto horizontalmente sobre sus soportes, gira por medio de pedales. Extraída de este modo la carnosidad d^l fruto, se deposita en una grande artesa de madera que lleva un agujero en el fondo para que escurra el aceite, el cual fluye por sí solo por la pimple exposición al sol. Pero este procedimiento, que es el usado en Visayas, es largo, pues para extraer todo el aceite se necesita un mes ó más, y muy imperfecto, porque pudriéndose las sustancias extrañas que el lí- quido ari?astra, le comunican un color oscuro y un olor insoportable. "En las provincias de Tayabas, Laguna y otras de la isla de Luzón, se extrae el aceite por medio del fuego, depositando la carne del coco en recipientes á propósito, que se colocan en hornos especiales. Por medio de cazos se van quitando las espumas y cuerpos extraños. Además del acei- te, tuba, vinagre y aguardiente, proporciona el cocotero otra infinidad de productos valiosos, hasta el punto de que este árbol basta por sí solo para satisfacer todas las necesidades del indio. De la carnosidad del fruto se hacen varias clases de dulce, ya seco ó en almíbar, y la misma al- mendra que sirve para su confección constituye, sin preparación alguna, un excelente alimento para el indígena. El jugo lechoso que produce la almendra exprimida, entra en la preparación de muchos guisos filipinos. 428 La cubierta exterior fibrosa del fruto, llamada honote^ se usa para cueru- das, para calafatear los barcos, para fabricar negro de humo, para re- llenar jergones, para hacer pólvora y aun podria utilizarse en la fabri- cación de papel. La cascara interior, dura y lisa, sirve para vasijas, cucharas, tazas de cafó, cuentas de rosario y otros objetos. Las hojas pueden emplearse para techar las casas, sus nervios secundarios para escobas, y el principal para combustible y para aplicar sus cenizas á la fabricación de jabón. Del tronco ahuecado se hacen cubos, barriles para el envase del aceite y de la tuba, cañerías, etc., y sin ahuecar sirve para pilotes ó Jiarigues de las casas y para combustible. La raíz pro- duce un tinte encarnado, y los indios suelen emplearla en sustitución de la bonga cuando carecen de ésta. El aceite de coco lo emplea el indio como purgante y para el condimento de sus guisos cuando está fresco. En to- dos casos le sirve para hacer jabón y para el alumbrado. Tanto en Fili- ) pinas como en Europa se emplea en perfumería. Entre los productos del chacotero hay también varios que tienen propiedades medicinales. La renta líquida que dan los cocales beneficiados para obtener aceite, viene á ser de medio peso por árbol anualmente, y cuando se beneficia la tuba el rendimiento es mucho más considerable. 13.^Mucho ruónos abundantes en especies son las familias Tifáceas, PiSTiÁ^BAs^ HiDROGHARÍDBAs. Eu la primera figura un especie de es'pa- daña que los indios llaman halangót y los botánicos Typha angustifo- LíA, L., la cual sirve para ataduras y para la fabricación de sombreros de ínfimo valor. La Pistia stratiotes, L., perteneciente á la segunda, es una planta parecida á una pequeña lechuga, que vive en las lagunas medio secas, en las orillas y remansos de los rios, y que arrastr^áda por las aguas en grandes cantidades se traslada de unos sitios á otros propa- gándose mucho. Los naturales la llaman quiapo. De la tercera sólo cita- remos la Vallisneria spiralis, L., célebre desde remotos tiempos, por ,, el admirable fenómeno de su fecundación. Cuando llega el momento de verificarse ésta, las espata de las flores masculinas de la planta, que ha- bita en el fondo de las aguas dulces, se desprende y viene á flotar por la superficie del líquido. Hasta entonces las flores hembras permanecían en el fondo retenidas por un escapo ó pedúnculo, arrollado en oprimida es- piral; pero en el momento indicado esa espiral se desarrolla y la flor al- canza á la superficie del agua, meciéndose al impulso de la misma," 429 Agitada de este modo en un pequeño espacio, encuentra las flores ma- chos que esparcen sobre ella su polen. Terminada la fecundación , el pedúnculo vuelve á contraerse, cerrando sus espiras, y el fruto va á des- arrollarse y á morir en el fondo del agua. 14. — Los géneros más importantes de la familia Aroideas son los llamados Pothos, Arum y Galadium, representados todo en Filipinas por un crecido número de especies. Del segundo se cultivan dos, y con el nombre 5e GaU se cultiva también el Galadium esgulentüm, Bl., cuya raíz muy voluminosa, de color blanco ó algo morado, así como los tallos tiernos, se comen cocidos por los indígenas. 15. — Eiitre las Liliáceas hay varias plantas de jardín, como las Po- li anthes TUBEROSA, L., ó Azucena; Aloe humilis, Willd., ó Sábila^ y la Dracena terminalis, Bl., ó Varas /¿an. Figuran además en ella y son objeto de cultivo en las huertas el ajo\ la cebolla y el espárrago^ Allium SATivuM, L.; A. cepa, L.; A. tricoceum, Bl., y Asparagus offi- ^ cinalis, L. 16. —Las familias Eriocaulágeas y Juncáceas cuentan con pocos representantes en Filipinas, á juzgar por las especies hasta ahora cono- cidas, y en las de la Gipbráceas y Nayádbas no hay plantas» indígenas dignas de mención por sus aplicaciones ó propiedades. 17.— Es, por el contrario, la familia Gramíneas la más importante de todo el reino vegetal bajo tal concepto. En ella figura en primer tér- mino el palay ó planta del arroz, base principal de la alimentación en todos lo^ pueblos orientales. Los indígenas de Filipinas asocian la moris- queta, ó sea el arroz cocido con agua sin sal, á todos sus manjares, como nosotros el pan. Las especies hasta ahora conocidas en las Islas son la Oryza SATIVA, L.; O. montana, Lour.; O. glutinosa, Lour.; O. pre- » cox, Lour., y O. minuta, Presl., délas cuales son tantas las variedades I que han llegado á reunirse las siguientes : Pinugang mabimtot. Pirurutong. Quinamalig. Cinanlay. Quinampupoy. Lamuyo. Binambang. Dinnlong. Pinalapa. Lacmac. Mangasa. Quinastila. Quinalig. Tangí. Binatád. Macapulá. Binanqiiero. Tinalalud. Macucoy. Sinampaloc. Pinitong atang, Casubong. Quiriquiri. Daliquit. 430 Binaiaya* Denelog. Ismay. Labiac. Benarog. Calibo. Inanod. Quinannaprite. Palagad. Galumbang. ííaglape. Sinadiaya. Pulang palay. Quinarayóm. Binusangsang. Inangen. Quinanda, Manumbalay. Tinumbaga. Quigacay. Magsalit. Quinapre. Benagütáo. Macang puti. Dalegum, Goloya. Cabagbag. Tinalacsan. Inaragelan. Quinalabao. Pinaua. Nagoyon. May oro. Caligaya. Ñagtoco. Tinong. Malacquít. Tenoco. Baclao. Fulang balat. Quinabibí. Eomero. Talasan mapulá. Nagponet. Capayhon. Sinampagá. Palopot. Bolohan. Quinanayan. Inosig. Cafino. Minalit. Bontot cabayo. Imamaylan. Quinuago. Pinalayís. Binagcay. Inanod na pnlá. Caliet. Monbaan, íQninatmon. Pinute. Bigod. Piling-babay. Citamayias. Capotol. Cinibnyas. Minatanda. Cabangac. Inoac. Gninitan. Hugianan. Dumalí. ,^^ Dinalaga . Mimis. Binuhangen. Nagiampas. Bonquít. Nagteg. Iniclog-dalag. La especie O. precox, Lour.^ es muy apreciada porque no la perju- dica el agua del mar. La variedad mÍ7nis es la más estimada por su grano tílanco, trasparente y de exquisito gusto; el arroz dumali es tem- prano; el malacquít pegajoso, por lo cual se emplea para pastas y golo- sinas; el Smam^^a^ár, el bontot cabayo y otros, pueden cultivarse indife- rentemente en terrenos de regadío ó de secano. Para el cultivo del palay en los terrenos de regadío, los indígenas comienzan dif ídienáo la . tierra en eras ó cuadros, cercados con malecones estrechos, hechos con la misma tierra y llamados pilapil^ que sirven para retener el agua de lluvia. Forman después semilleros en tierra muy húmeda; aran las tierras encharcadas, valiéndose para ello del carabao, que sirve admirable- mente para este objeto; sacan las plantas del semillero, formando* ma- nojitos de seis ú ocho; hacen hoyos con la mano en la tierra reblando- m cida é introducen en cada uno un manojito, procurando que la planta-' cion quede en filas regulares. Llegada la época de la recolección, siegan las plantas con una hoz pequeña, cortando uno á uno los tallos. El palay segado se apila en montones llamados mándalas; separan el grano de la paja, machacando la espiga en uli mortero grande de piedra ó lusong^ 6 golpeando los manojos contra una pied/a;, y por último, desprenden el grano de la cascara, machacándole también en el lusqng 6 valiéndose de una especie de molino de mano que llaman guilingan. Eü los terrenos de secano es preciso arar la tierra dos ó tres veces y deshacer los térro-? nes. La siembra se hace á voleo después de las primeras lluvias. Para la siega empl@an el instrumento llamado yatáp^ que consiste en una lámina de acero de corte semicircular, que se sujeta á la palma de la mano con una correa. Cogiendo las espigas una por una, con dos dedos, empujan la palma de la mano y la cuchilla corta el tallo fácilmente. La produc- ción del arroz ha disminuido en Filipinas, por el desarrollo que el cul- i tivo de este cereal ha obtenido en otros países inmediatos. El mercadio' de la China, para el cual se exportaba antiguamente mucho arroz fili- pino, se surte hoy con más economía y abundancia del arroz cochin- chino, y hasta á las mismas islas Filipinas llega arroz de Saigon cuando las cosechas son escasas en ellas. En cambio los terrenos que antes pro- ducdan el arroz destinado á la exportación se han dedicado a] cultivo de la caña dulce, con gran ventaja para la riqueza general del país. El azúcar, primer artículo de exportación de Filipinas, se extrae de una gramínea perteneciente al género Saccharum. Las especies filipinas de este son las denominadas S. spioatum, Presl.; S. gonpertum,'Presl.; S. OFkeiiNARUM, L., y S. kceninoii, Retz. La segunda, llamada por los indios ¿a?a/iz&, y la última, que denominan cogon^ son abundantísimas, cubriendo á veces extensas superficies. El cogon llega á alcanzar la ^ altura de^un hombre y más, y crece en tal espesura que se hace difícil andar por los cogonales. Los indígenas suelen prender fuego á éstos en la estación seca, á fin de obtener brotes que el ganado apetece cuando no pasan de medio metro de altura. Empléase también el cogon ' para techar las casas. La caña de azúcar es la especie Saccharum 0PFR31- NARüM, L., de la cual, según el P. Blanco, hay en Filipinas más de veinte variedades. Además de la especie común, las variedades que más * se cultivan son la caña morada ó de Batavia^ que se distingue de la an- 432 terior por su corteza de color morado, su mayor número de nudos ó articulaciones y por otros caracteres de escasa importancia botánica; la de Otaiti, que se hace más alta y gruesa que las anteriores y tiene más largos los ontrenudos, con una sabvariedad que tiene la corteza listada de morado y verde y las hojas de amarillo y verde; otras dos especies que cultivan los monteses del distrito de Iloilo con los nombres de Iñaal- mun y Bugue^ siendo la primera de un color morado casi negro y la se- gunda verde; y por último^ la caña amarilla ó criolla^ que adquiere ma- yor desarrollo que las anteriores. No entraremos en detalles acerca del cultivo de la caña dulce por ser muy conocido, y únicamente indicare- mos que en Filipinas se ejecuta en general con poco esmero § inteligen- cia, siendo ésta una de las causas de que el producto desmerezca en ca- lidad y cantidad. En cuanto á la fabricación del azúcar, tampoco se em-- plean los mejores procedimientos. Los indios estrujan la caña en molinos , de piedra, madera ó hierro, llamados trapiches y y el jugo que recogen I9 cuecen en calderas ó cauas^ con un poco de cal para purificarlo. Así que llega á cierto punto, se pasa el jugo á una segunda caua^ en donde se vuelve á hervir, y cuando está denso y clarificado se vierte en moldes cónicos de barro, horadados en el vértice para dar salida á la melaza. Golócanse los moldes encima de pequeñas tinajas hasta que el jugo SO) endurece, y de este modo queda el azúcar, purgado y la melaza en las tinajas. Hay ya en las islas muchos trapiches de hierro movidos por fuerza animal, por el agua ó por el vapor. Para mejorar la produc- ción, conviene perfeccionar el cultivo escogiendo las mejores variedades de caña; ejecutando con más cuidado las labores y abonando las tierras, así como atender con más esmero á la fabricación del azúcar, ^impi- diendo que el jugo de la caña ó guarapo, al pasar á las cauas^ lleve cuerpos extraños, graduando bien el fuego, evitando que éste sea directo y haciendo, en fin, con más inteligencia todas las operaciones. Las provincias azucareras de Filipinas son, en primer término, la Pam- panga ó isla de Negros, y en menor escala las de la Laguna, Bataan, Batangas, Iloilo, Cebú, Gavite, Pangasinan, Gapiz, Antique y Min- danao. A la familia de las Gramíneas pertenecen también el maíz Zea MAYS, L., cuyo cultivo se ha generalizado mucho en el Archipiélago; el sorgo ó hatád^ Holghüs sagcharatus, Bl.^ que se cultiva para forraje, y 433 otra multitud de plantas de los géneros Paspalüm, Milíüm, Panicum, Sporolobus, Ghloris, Avena, Poa, Bromüs, Aorostis, etc., etc., que sirven de pasto á los animales en los montes y praderas. Finalmente, tienen gran importancia en Filipinas las plantas del ge-- ñero Bambusa, del cual se conocen las especies Bambusa diffusÁ, Bl,, ú Osiu; B. MONOGYNA, Bl., Ó Cauayang quiling; B. pungens, Bl., ó Caua- yang totóo; B. mitis, Bl., ó Taivanac; B. Lima, Bl., ó Anos, y B. tbx- TORiA, Bfj., Ó Galhang, Todas estas cañas reciben diferentes aplicaciones, pero la más útil de todas es la uauayang totóoy que á veces llega á al- canzar el grueso de dos decímetros ó más de diámetro. Su principal uso es para la construcción de las casas de los indígenas, pero entera ó par- tida en tiras sirve también para la construcción de embarcaciones^ para balsas, andamies, acueductos, vasijas de todas clases, cestas, muebles, aparatos de pesca, puentes, armas, cuerdas, etc., etc. Es, pues, una de las plantas que, como el cocotero, la ñipa y el bejuco, constituyen un don verdaderamente providencial para el indio. » 55 CAPÍTULO VI GRIPTÓGAMAS SEMI-VASCULARES 1. Caracteres distintivos.— 2. Heléchos. —3. Lícopodiáceas. — L Marsiláceas. i. — La segunda de las dos grandes divisiones por los botánicos esta- , Mecidas en el reino vegetal, es la de las Griptógamas, en la cual figuran %das las plantas compuestas principal ó exclusivamente de tejido celu- lar^ distinguiéndose además por presentar sus esporos ó cuerpos repro- ductores desprovistos de apéndices laterales y por carecer de flores pro- piamente ízales. Las Criptógamas se dividen á su vez en dos clases, de las cuales la denominada de las semí- vasculares ó bteóoamas, comprende aquellos vegetales que, si bien en su primera época se componen simple- mente de tejido celular, presentan más tarde algunos vasos. Las Criptógamas semi- vasculares ó eteógamas han sido distribuidas en tres familias, que son las de los Heléchos, Lícopodiáceas y Marsi- láceas, 2. — Los Heléchos constituyen ya para los modernos botánicos un orden que se subdivide en varios sub-órdenes, y éstos en tribus. Las es- pecies de heléchos hasta el dia conocidas pasan de 3.000, y dé ellas sólo 150 á 200 pertenecen á las zonas templadas boreal y austral, iñiéh- tras que todas las restantes habitan los países intertropicales. La flora filipina ofrece gran riqueza y variedad por lo relativo á este grupo, comprendiendo desde los heléchos más humildes hasta los de proporcio- nes arbóreas de incomparable hermosura y gallardía. Hay también mu- chas especies de heléchos exclusivas de Filipinas, como son, entre otros, la Alsóphila gaudata, J. Sm.; Scolopendrum pinnatum, J. Sm.; S. lon- aiFOLiUM, Presl.; Aspidium repandum, Willd.; Polypodiüm asperu- 435 LUM, J. Sm.; P. tenuilore, Kzb.; P. nitens, Bagker; Antrophiüm Gu- MiNGii, Fee,; Polybotrya apiipolia, J, Sm, Las especies Platycerium GRANDE, J. Sm., y P. biforme, Bl., conocidas con el nombre vulgar de Predicatorio, se yen con frecuencia en las estufas de los jardines euro- peos. En Filipinas viven sobre los árboles viejos tronchados por los vien- tos, y llegan á adquirir un diámetro «lijayor que el del tronco que los sustenta. Sus frondes, terminadas todas casi al mismo ^nivel y dispuestas en círculo, semejan una| gran alcachofa, prestándole singular belleza las frondes fructíferas, también circularmente dispuestas y de figura redondeada, que presentan su parte cóncava hacia el exterior, comple- tando el cuadro y adornándolo notablemente, otras frondes más estre- chas y largas (á veces hasta más de un metro) que cuelgan á manera de fleco. La especie Lygodium semihastatüs, Desv., es la que en el país se conoce con el nombre de nito, y con cuyos tallos cortados en tiras longi- tudinales, hacen los indios sombreros, petacas y otros objetos. 3. — Las LicopoDiÁCBAs son plantas muy afines á los heléchos, de Icfe cuales se separan ^ sin embargo, notablemente por ciertos caracteres or- gánicos. El P. Blanco describe dos especies filipinas; las llamadas Lygo- podium gnioides, Bl., y L. dichotomüm, Bl. , 4.— Las Marsilágeas son pequeñas plantas cuyos tallos se extienden po*r el fondo de las aguas poco profundas. Una singularida.íl presentan, no observada todavía en ningún otro grupo de plantas criptógamas, y es que sus hojuelas pueden erguirse y aplicarse por pares unas á otras du- rante la noche, como sucede entre las Leguminosas. Sólo han sido hasta ahora descritas y clasificadas las especies filipinas Marsilea minuta, Bl., y M; írifolia, Bl. CAPÍTULO VII GRIPTÓGAMAS CELULARES 1. Caracteres distintivos y división en Foliáceas y Afilas.— 2. Musgos y Hepáticas.— 3. Lí- QUBNES, Hypoxilons, Hongos y Algas.~-4, Deficiencia de los actuales conocimientos acerca de las plantas filipinas de los grupos inferiores del reino vegetal. 1. — Las Griptógamas celulares (1), plantas que durante toda su existencia están formadas únicamente de tejido celular, se dividen en Foliáceas y Afilas, ó lo que es lo mismo, con hojas ó sin ellas. 2.— Entre las Foliáceas figuran los Musgos y las Hepáticas, plantan pequeñas qne tapizan de verde la superficie de la tierra, de las rocas, de los troncos de los árboles y que vegetan á veces bajo el agua. Son toda- vía poco conocidas las especies filipinas. 3; —Entre las Afilas se encuentran los Líqüenes, los Hypoxilons, los Hongos y las Algas. Los Liqúenes constituyen esas expansiones, por lo regular secas, que tanto cunden sobre la superficie de la tierr^a y de las piedras ó sobre la corteza de los árboles, á los cuales dan tintas va- riadas. A veces parecen costras imperceptibles ó líneas apenas marcadas; otras simulan hojas bizarramente dispuestas; algunas se dan el aire de expansiones arborescentes, y muchas se presentan como filamentos de dimensiones extraordinarias. Su color, que en muy pocos es verde, se vuelve tal cuando se les humedece. Los Hypoxilons son una especie de hongos rígidos, negros y cubiertos de un polvillo. Los Hongos, conoci- dos de todo el mundo, son de consistencia mucilaginosa ó carnosa, ca- (1) Para el estudio de las Griptógamas celulares filipinas , recolectadas por Cuming, puede consultarse, según indicación del Sr. Vidal, Jefe de la Comisión de la Flora de Filipinas, el tra- bajo de Montagne, publicado en el London Journal of Botany, vol. III y IV, y el de Berkeley ccDecades of Fungi.» L c, voL III. 437 recen de color verde y tienen formas muy variables. Ya se presentan ' como filamentos sencillos ó divididos, ya parecen tubérculos pequeños y apenas visibles, ya se asemejan á las ramas del coral, ó ya, finalmente, á unos parasoles cóncavos ó también convexos por encima y cubiertos por debajo de láminas radiales, en cuya superficie se ven tubos, poros ó estrías. Viven sobre la tierra, abundan 'en los sitios donde hay sus- tancias animales ó vegetales en descomposición, se desarrollan con la humedad, pueden vegetar en el agua, y muchos de ellos crecen á ex- pensas de otras plantas, sobre las cuales se encuentran. El P. Blanco cita en su Flora dos géneros de hongos, el Aoarigüs y el Sglbrotium. Del primero dice que existen muchas especies en Filipinas que no ha podido determinar, y del segundo cita la especie sübterraneum. Del gé- nero AoARiGUs deben existir especies comestibles, puesto que el mismo autor indica que los indios comen algunas, á pesar de ser muy correosas y fuertes. Las Algas viven en las aguas dulces ó en las saladas y tam- ' bien en la tierra cuando ésta se encuentra muy húmeda. Presentan for- mas en extremo variables, pues unas veces parecen filamentos capilares y %tras láminas enteras ó cortadas, pero membranosas y homogéneas en casi toda su superficie. Jagor cita como habitante en el lago de Bato, provincia de Camarines Sur, la Gladophora anísooona, Kützing, planta elegante del espesor de una cerda muy ramificada y entrelazada.* 4. — La deficiencia de los actuales conocimientos acerca del. Archipié- lago, grande todavía en todos los grupos del reino vegetal, aumenta considerablemente á medida que se desciende á las plantas de organiza- ción, má,s: sencilla. Los musgos, los liqúenes y las algas, tan amantes del calor y de la humedad, encuentranse en Filipinas en condiciones in- mejorables para su propagación y desarrollo. Deben, pues, encerrar todo un mundo todavía inexplorado, cuya variedad y riqueza sólo podrá com- » pararse con la que ostentan los moluscos y los zoófitos en el reino animal. El dia en que los botánicos lleguen á dedicarse con ahinco á la in- vestigación y estudio de esa multitud de seres que forman los últimos escalones del mundo orgánico en Filipinas, se obtendrán indudablemente nuevas pruebas de las maravillas y esplendor de la Naturaleza en aquel privilegiado país. APÉNDICES ' APÉNDICE A La falta de Observatorios meteorológicos en el Archipiélago ha sido recientemente remediada, en gran parte, por las disposiciones del si- guiente REAL DECRETO De conformidad con lo propuesto por el Ministro de Ultramar, de acuerdo con el de Marina y con el parecer del Consejo de Filipinas y del Director del Observatorio de San Fernando, , * Vengo en decretar lo siguiente: Artículo 1 .^ Se crea en la isla de Luzón un servicio meteorológico, dependiente del Observatorio que tiene organizado en Manila la Gompa- nía de Jes4s. Este Observatorio, con el carácter de Central, se denomi- nará Observatorio meteorológico de Manila; estará bajo la dependencia de la Dirección general de Administración civil de las Islas Filipinas, á cargo de la expresada Compañía, y verificará toda clase de observacio- íies, y especialmente las que se refieran al cambio y predicción del tiem- po, dedicándose al estudio, recopilación y publicación de las que le tras- mitan las estaciones secundarias. Art. 2.^ Para plantear inmediatamente el servicio de que se trata, y sin perjuicio de darle en lo sucesivo el desarrollo de que sea suscepti- ble, se establecerán estaciones meteorológicas en las telegráficas siguien- tes: abSur de Manila, seis estaciones situadas en Albay, Daet, Atimonan, gayabas, Punta Santiago y Punta Restii¡>«*í^ • ti^es en la costa occidental, 56 442 situadas en Cabo Bolinao, Vigán y Laoag; y cuatro en la línea Central, al Norte de Manila, situadas en Aparri, Tuguegarao, San Isidro y la Cruz del Caraballo. Art. 3.° Estas 13 estaciones dependerán de la Central y prestarán sus servicios con arreglo al reglamento, que se formará por la Dirección general de Administración civil , de acuerdo con el Director del Obser- vatorio meteorol(5gico de Manila y oyendo al Jefe facultativo del ramo de Telégrafos de las Islas . El reglamento que de esta raanem se forme se pondrá en vigor, con la aprobación del Gobernador general de las mis- mas, desde el primer momento del servicio, sin perjuicio de elevarlo al examen y resolución definitiva del Ministerio de Ultramar. Art. 4.° La Estación Central meteorológica, que deberá unirse tele- gráficamente á la Central de Comunicaciones para. que pueda recibir sin demora los despachos que le envien las secundarias, estará á cargo de un Director, auxiliado por un Subdirector, propuestos ambos por el Superior ^ de la misión de RR. PP, Jesuítas en Filipinas para su nombramiento por el Gobierno. A las órdenes del expresado Director estará el personal su- balterno de observadores, calculistas, mecánicos, delineantes, alumnogy ordenanzas que el mismo Director preparará y nombrará la Dirección general de Administración civil de las Islas dentro de la partida que para dotación d? subalternos se asigna. El personal destinado á las estaciones secundarias, preparado también bajo las instrucciones del Director del Observatorio central, será nombrado por la citada Dirección de Admi- nistración civil, oyendo al Jefe facultativo del ramo de Telégrafos por lo que al servicio peculiar del mismo puedan afectar los nombramientos. Art. 5." Por vía de indemnización del servicio que han de prestar al Estado los RR. PP. de la Compañía de Jesús en el desempeño de los car- gos de Director y Subdirector de la Estación Central meteorológica, se asignan 1.500 pesos anuales al primero y 1.000 al segundo, 'destinan-,, dose la suma anual de 2.052 pesos para las dotaciones del personal su- balterno de dicha Estación Central, y la de 1.872 pesos para las del per- sonal que ha de prestar el servicio meteorológico en las 13 estaciones secundarias. Igualmente se asignan: para impresión de las observacio- nes 1 .500 pesos; para gastos de escritorio y correspondencia del Observato- rio Central 1 .000 pesos; para entretenimiento y conservación del edificio ' que ocupe dicho Observatorio, y del material de todas las estaciones 1.500' , ^ 443 pesos, y para gastos de escritorio de las 13 estaciones secundarias 432 pesos. ^ Art. 6.^ Los 6.424 pesos importe de las asignaciones para el perso- nal de todas las estaciones, así como los 4.432 asignados para los demás gastos, se incluirán en los presupuestos del año económico próximo ve- nidero de 1884-85 y en los sucesivos, coi},signando en los del Estado sólo una tercera parte de la suma á que ascienden las mencionadas partidas, y en los He I6s fondos locales las dos terceras partes restantes. Art. 7."* A medida que la red telegráfica del Archipiélago vaya po- niendo en comunicación otras islas del mismo con la de Luzón, el Go- bernador general, oyendo al Director del Observatorio Central y á la Dirección general de Administración civil, propondrá al Gobierno el establecimiento de nuevas estaciones además de las que por ahora se crean, Art. 8.^ En tanto que esta ampliación de la red meteorológica no * pueda realizarse, el Ministerio de Marina, aprovechando las estaciones^ navales que existen ó se creen en el Archipiélago, adoptará las disposi- . ci#nes convenientes para que los Jefes de las mismas organicen, cada uno en la de su mando y en los términos que les sugiera su celo ^n bien de tan importante servicio, una observación tan exacta como les sea posible de los fenómenos meteorológicos que en su respectivo territorio puedan ser apreciados, y oportunamente remitan sus trabajos al Director de la Estación Central meteorológica de Manila, cooperando de esta suerte á la perfección de un estudió en que se interesan de consuno la ciencia y la humanidad. Dado en Palacio á veintiocho de Abril de mil ochocientos ochenta y cuatro . — Alfonso . — El Ministro de Ultramar , Manuel Aguirre de Tejada. APÉNDICE B El Ingeniero de Montes D. Sebastian Vidal y Soler, Jefe de la Co- misión de la Flora de Filipinas, presentó en la Exposición colonial tí internacional de Amsterdam un folleto titulado Reseña de la Flora *Uel Archipiélago filipino. En nuestro propósito de recopilar cuantos datos 'Puedan contribuir al cabal conocimiento de la fisonomía y caracteres que la Naturaleza ofrece en las posesiones españolas de la Ocieanía, nada más conveniente qae insertar á continuación muchas de las curiosas é interesantes noticias que ese excelente opúsculo contiene/^ Lal que en la Sección tercera de la Parte segunda de este libro hemos consignado, bastan para conocer la mayor parte de las familias naturales que la Flora filipina abraza, así como los rasgos más salientes de sus géneros y especies, ya bajo el punto de vista de sus particularidades orgánicas, ya bajo el de sus aplicaciones. Pero este conocimiento, puramente indivi- dual, es insuficiente para determinar las relaciones de conjunto y para apreciar el cuadro completo que el reino vegetal presenta en Filipinas. Extractando unas veces y copiando otras algunas páginas del folleto del Sr. Vidal, subsanamos dicha falta y completamos, por consiguiente, nuestro trabajo. '^El conocimiento de la Flora flUpina ha adelantado mucho en estos últimos años, como lo demuestran las siguientes cifras : 446 Número de especies conocidas hasta I."" de Mayo de 1878. Dicotiledóneas Monocotiledóneas Criptógamas vasculares. Totales. FAMILIAS 123 25 2 150 GÉNEROS 681 187 42 910 ESPECIES 1.855 541 .333 2.729 Número de especies conocidas hasta fin de 1882. ) T)ifíotilpdónea8 * FAMILIAS GÉNEROS ESPECIES 125 \ 24(1) 2 851 257 55 3.182 1.039 362 t TVToTiofiotiledóneas Drin+óíyaTnas vasculares > ...• Totales 151 1.163 4.583 Las familias representadas por mayor número de formas son las que indica la siguiente lista, en la cual se expresa también la relación entre las especies herbáceas y las leñosas de cada familia: FAMILIAS Con más de 200 especies. Orquídeas — Heledlos > Leguminosas. Gramíneas. RELACIÓN entre herbáceas y leñosas 1:0 1 : 0,02 1:2 1:0,7 FAMILIAS Con 100 á 200 especies. Urticáceas Rubiáceas < Euforbiáceas • Compuestas. • RELACIÓN entre herbáceas y leñosas 1:8,5 1:4 1:6,5 1:0,1 (1) La anomalía que se observa de aparecer sólo 24 familias de Monocotiledóneas en 1882, siendo así que en 1878 eran 25 las conocidas, debe atribuirse á algún error de clasificación. 447 FAMILIAS 'Lauríneas Acantáceas. ,.....• = Con 50 á 100 especies. Palmas Mirtáceas. . Asclepiádeas Verbenáceas Melastomáceas Ciperáceas. , . Apocináceas Anonáceas Zingiberáceas Aráceas Malváceas ConvolYuláceas ......... . Meliáceas . . .. Piperáceas. .............. ^ Con 20 á 50 especies. Escrofularíneas Amarantáceas Sapindáceas. ... Ruíáceas.. Solanáceas. ........ Mirsináceas . Ester culiáceas Comelináceas .- Tiliáceas. .^ .. . * Lili'ácoasJ .*. Sapotáceas Olacíneas . Dipterocarpeas Oupmlífera^ Cucurbitáceas Rosáceas .♦ Anacardiáceas RELACIÓN entre'TierlDáceas y leñosas 0:1 1:0,3 0: 1 0: 1 1: 9 1: 3,5 1: 7 1: 0 0: 1 0- 1 1: 0 1 : 0 1: 0,4 1 0,5 0 1 1 :0,1 1 0 1 :0 0 :1 1 :1,5 1 :1,5 0 :1 1 :3 1 :0 1 :6 1 :0 0 :1 0 :1 0 :1 0 :1 1 :0 1 :5 0 :1 FAMILIAS Borragíneas. Ampelídeas. RELACIÓN entre herbáceas y leñosas 1:1,5 1:1 V ^ Con 10 á 20 especies. » * T^rnstremiáceas : .,.«.. 0:1 Araliáceas 0:1 Conaráceas 0:1 Gutíferas. - - . . 0:1 Caparídeas 1:4 Pandanáceas * 0:1 Miristicáceas. 0:1 Celastríneas 0:1 Ebenáceas 0:1 Dioscorídeas 1:0 Coniferas 0:1 Litraríeas 1:3 Combretáceas 0:1 Bignoniáceas. . , 0:1 Samidáceas. 0:1 Burseráceas O : 1 Loganiáceas o 0:1 Ehámneas, ...... 0:1 Menispermáceas ... ..... 0:1 Amarilídeas ,......* 1:0 Gesneráceas . 1:3 Poligonáceas 1:0 Bileniáceas 0:1 Magnoliáceas . .... ........ 0:1 Bixíneas » » • . 0:1 Hipericíneas. ............... 0:1 Simariibeas 0:1 Rizofóreas 0:1 Onograriéas 1:0 Ericáceas 0:1 Lentibularíeas 1:0 Nepentáceas. . . . 1:0 Thymeleáceas. . . 0:1 Las familias omitidas cuentan menos de diez especies cada uüa. Entre los géneros más ricos en especies figuran los siguientes : *Fioiís (Urticáceas- Artocárpeas), Edoenia (Mirtáceas) , Dendrobium (Orquídeas), Ipomea (Convolvuláceas), Sáururus (Piperáceas), Phyllan- 448 THUS y Mallotus (Euforbiáceas), Loranthus (Lorantáceas), Desmodium (Leguminosas-Papilionáceas), Hibisgüs (Malváceas), Diospyros (Ebená- ceas), Gassia y Baühinia (Leguminosas- Cesalpíneas), Medinilla (Melas- tomáceas), Ardisia (Mirsináceas), Qüergus (Gupulíferas), Litsea y Ginna- MOMUM (Lauríneas), Artooarpus, El^ogarpus y Grewia (Tiliáceas), G-ARGiNiA (Gutíferas), Glerodení)Ron y Premna (Verbenáceas), etc., etc. No debe darse, sin embargo, á estos datos mayor valor del que en realidad tienen, no olvidando lo muy distantes que están de ser expre- sión de trabajos definitivos, y que, sobre todo en las especies, son muy incompletos y no pocas veces hipotéticos. El examen detallado de los géneros admitidos hasta fin de 1882, en la parte hasta aquella fecha publicada del Apéndice á la Flora Agusti- niana y en la Sinopsis de la Gomision de la Flora forestal, lleva al señor Vidal á las siguientes conclusiones : *^ 1 .^ Gasi todos estos géneros tienen representación en las ñoras del Asía austro-occidental, y muy especialmente en las de la Península de Malaca, de la isla de Borneo y del archipiélago malayo. 2.^ Un número muchísimo menor componen los géneros australia-,^ nos (p. ej.), Xanthostemon, Osbornia, Leucopogon, etc. 3,^ Los géneros exclusivos de Filipinas son muy pocos, y éstos casi siempre iñon^típicos (p, ej,), Diplodisgus, Dasygoleum, Oarionia, etc. ^ 4.^ Los géneros formados con plantas de Filipinas^ ó han resultado inadmisibles, ó se han hallado después también en otros países de la re- gión malaya. 5."^ La vegetación de la Tegion montana superior de FUipinas (desde 2.009 metros altitud) resulta, según las exploraciones de l£¿ Co- misión, genéricamente idéntica á la análoga de Borneo y archipiélago malayo. Estas concordancias de la Flora filipina con las de los países^citacíos podían casi predecirse dada la íntima conexión del Archipiélaga y sus tierras vecinas, según hemos visto en la Sección primera de la Parte se- gunda de este libro. Todo induce á creer que al aislarse aquél, los tipos genéricos de su flora no diferian de los actuales, habiendo afectado las variaciones posteriores únicamente á las formas específicas; pero á éstas en grado tal, que quizás no haya otras islas continentales con un nú- mero tan crecido de especies propias como las que el Archipiélago fili- 449 pino posee^En resumen, el carácter de la Flora de Filipinas, comparada con la de los países vecinos, es indo-malayo en sus géneros y malayo- ^filipino en sus especies, entendiéndose que con la designación de iido- malayo tratamos de expresar su mayor afinidad con la parte de la Mala- sia*más íntimamente relacionada con la India propiamente tal (Borneo, Sumatra, Península de Malaca y Java)\aae con la restante (Molucas, Célebes, Nueva Guinea, etc.) (1), y qué con la de malaj-^o-fllipino indica- mos la ^especialidad de esta vegetación, dentro de la gran región déla India acuosa de los geógrafos antigaos y de Miquel. Las interesantes afinidades con la flora de Sumatra se notan bien en dos importantes familias: las Dipterogárpeas y las Goníferas, sobretodo en su tribu de las Abietineas, La riqueza en heléchos de la Flora filipina es muy notable. Délas investigaciones hasta hoy dia practicadas resultan 51 géneros, ó cerca de 70 por 100 de los admitidos por Hooker y Baker en su Sinopsis uni-^ versal; las especies, según el P. Fernandez Villar^ serán unas 350. ^^ Las plantas Gimnospermas, aunque no se presentan con gran número 4e especies en absoluto, son en cantidad crecida comparadas con las del resto de la India acuosa, sobre todo en su familia más importante, la de las Goníferas, que en Java cuenta, según Miquel, tan sólo un genero (PaDOCARPüs) con seis especies, y en Filipinas tiene cuatro géni^os con unas 20 especies. Las Coniferas son importantes para caracterizarla Flora filipina con relación á las de los países vecinos, pues la aproximan^ como ya hemos indicado, á la de Sumatra (cinco géneros, 10 especies), con la que tiene común; por ejemplo, el Pinus Merkusii, JunohetVrieSj y la aeraran con una especié propia tan importante como el Pinus insü- LARis, Endl., que presenta íntima afinidad de mucho interés botánico- geográfico con el P. Kasya, Royle, de la región himalayana, ambas pudiendó apenas diferenciarse específicamente. En Ja Flora filipina la relación de las plantas Dicotiledóneas á las MoNOGOTiLEDÓNEAs cs de 100 á 31; mientras que en el Cuadro geográfico- estadístico de la India acuosa por Miquel, es de 100 á 28. (1\ En una Memoria reciente y todayía inédita, rectifica el Sr. Vidal algún tanto esta opi- nión , á causa de las afinidades que ha tenido ocasión de observar entre las plantas filipinas y otras -procedentes de las" islas Célebes. 450 Las familias de MoNOGOTiLEDÓNEAs que aparecen con mavor repre- sentación son: Orquídeas, Gramíneas, Palmas, Ciperáceas y Zinoi- BBRÁGEAS. Las familias de Dicotiledóneas más numerosas, sen las Leguminosas y las Urticáceas, consideradas ambas en su acepción más lata, Bu- BiÁGEAS; Euforbiáceas, Gompuíístas, Lauráceas, Acantáceas y Mir- táceas. Pasando después de las observaciones expuestas á bosquejar la fisio- nomía que en conjunto presenta la vegetación filipina, dice el Sr. Vidal lo siguiente : «Adoptando el sistema de Grrisebach, expuesto y seguido en su clá- sica obra «Die Vegetation der Erde,» hallamos predominando entre las formas arbóreas: 1 ."^ En las de tronco no ramificado y sólo coronado con un penacho de hojas, las de las Pahnas, de los Heléchos^ de los Plátanos y de los Pándanos (á veces con ramificación dicotómica). 2.^ En las de tronco, ó mejor tallo^ con ramitas laterales, pero sin copa propiamente tal, la de los Bambúes ó Cañas ^ como aquí se le^ llama. 3.*^ En las de tronco descomponiéndose por ramas madres en una copa bíeh marcada, la distinción es ya más difícil por la multitud de ti- pos. A grandes rasgos puede decirse, ateniéndonos al follaje, que domi- nan las de hojas persistentes con tintas verde-oscuras y lustrosas, siendo relativamente mayor el número de las simples que el de las compuestas, y el de las alternas que el de las opuestas. Como formas especiales fisio- nómicas notamos: la de los Pinos, pobre en especies, pero con rñüchos individuos, y á ella enlazada por el porte general la de las Casuarinas, que se hallan en el mismo caso; la de los Laureles y de los Olivos, y las de los Tamarindos y de las Mimosas, De las formas fruticosas señalare- mos: las de los Mirtos y de las Adelfas, y la de las Palmas soboliferas. Entre las leñosas volubles se distinguen las de las Lianas, de los Bejucos ó Palmas trepadoras, y de las Cañas volubles (Doemonorops). En las plantas herbáceas ninguna forma gana en importancia á la de las Gramas, imprimiendo fisonomía á grandes extensiones: después si- guen la bien conocida de los Heléchos; la de los Genglhres^ (Zingibeíiá- CEAS y Marantágeas), con sus hojas simples, anchas, enteras, de nerva- 451 cion parale] íry de disposición dística, y la de las Armeas- 6 Aroideas, de hojas asaetadas, en general abroqueladas, con limbo entero ó dividido y Jargo peciolo. La forma de las epífitas 6 falsas parásitas, cuya nutrición es principalmente atmosférica, aunque crecen sobre otras plantas, es en es|^ Flora muy rica, contando la mayoría de la gran familia de las Or- quídeas que, por la rareza y vistosidad 4a sus flores, contribuyen á dar fisionomía á determinadas localidade,s. Finalmente, entre las plantas acuáticas merecen mención: la Pistia stratiotbs ó quiapo, cuyos indivi- duos, con sus hojas en roseta, cubren las aguas de lagunas y rios, las Potamogetón, las Chara, las Vallisneria y las Ninfágeas, cuyos tipos son propios también de los países extra-tropicales. No deben omitirse al hablar del porte de nuestros árboles, ciertas particularidades que el sistema radical ofrece con el desarrollo de raíces aéreas^ de sustentáculos y de estribos. Las raices aéreas en su acepción más concreta, parten de las ramas, prolónganse hasta penetrar en el suelo, engruesan luego y aparecen al fln como troncos, sin desarrollo dB ramas ni hojas; así toma á veces un sólo individuo el aspecto de un grupo de árboles con copas soldadas, como se observa en los baletes (Fi- Gus). Otras .raíces aéreas, yendo desde la copa á la tierra, se originan, no de yemas adventicias como las anteriores, sino directamente de la semilla, por verificarse su germinación antes de diseminar el fruto- tal sucede en muchos árboles de mangle, por ejemplo, en la mayoría de las Rhizofórbas. Por sustentáculos entendemos las raíces que salen de la parte baja del tronco, pero á cierta altura sobre el suelo , como se ve en los' J^andanos^ en muchas Rhizofóreas y en algunas Palmas. TJnñ. forhikéión de raíces, más rara aún que las dos anteriores, es la que nos presenta árboles de los más corpulentos de nuestros bosques (Dra- contOmelum, Pterogarpus, etc.), en la parte inferior de cuyo tronco liaj* unos salientes á manera de listones verticales que, como estribos ó botareles, le apoyan; *el origen de estas raíces soldadas con el tronco, ó de estas excrecencias verticales del tronco mismo, se ha explicado por acumulación de jugos plásticos, debida á un entorpecimiento en su cir- culación motivado por excesiva horizontalidad de las raíces subterrá- neas; de éstos, que á falta de nombre mejor llamamos estribos (en tagalo ba7%pí), se sacan grandes tablas muy estimadas en las especies de buena madera, como la narra. 452 Los órganos de reproducción con sus accesorios quedanv en general, subordinados á los de nutrición como elementos flsionómicos, pero no tanto que se pueda prescindir de ellos. Recuérdese el efecto producido en, sierras de la Península al pintarse sus laderas con las flores de las reta- mas, de los cantuesos y de varias Anthemideas (Compuestas), y no se les negará un lugar aquí. Wallace,:. en sus viajes por el Archipiélago ma- layo, dice que doce años de recorrer comarcas con la vegetación tropical más espléndida, le convencieron de que las flores tienen en sus paisajes menor representación que en los países templados; no es esta cierta- mente la idea que de ella nos formamos por la lectura de obras de viajes, más pintorescas que verídicas, ó por visitas á las estufas de los grandes jardines en donde se aglomeran las plantas más hermosas de toda la zona tropical. Las floridas praderas con sus tréboles, ranúnculos, jacin- tos y narcisos, los brezales, los jarales y los retamales no existen aquí, ^onde la vegetación herbácea y fruticosa nunca ofrece tales masas de viyos colores, por ser menos sociables las plantas dé bellas flores. Acep- tando el aserto de Wallace como muy verdadero, es cierto también que hemos visto en estos montes manchones con sus árboles cuaiados de flo- res, sobre t^do en donde dominan las Diptbrocárpeas (Diptbrogakpus, Shorea, Vatiga); pero por regla general las flores son en esta vegeta- ción sólo, un detalle de su fisionomía. > Entre las familias con plantas de flores más vistosas, tenemos las siguientes, que enumeramos según su orden sistemático : Dileniágeas, Magnoliáceas, Ninfeáceas, Gaparídeas, Gutiferas (gro. Calophyllum), DiPTEROGÁRPEAs, Malvágeas, Meliáceas, Ampelideas (gro. Leefl)^ Le- guminosas, Mirtáceas, Melastomágeas, Litrariéas (gro. Lagei^slfbe- mia), GucuRBiTÁGEAS, Begoniáceas y Araliágeas (gro, Osmoooylon)^ todas de las Dicotiledóneas Polipétalas; entre las Gamopétalas citaremos las Rubiáceas, Compuestas, Ericáceas (gro. Rhododendron)^ Plümbáüí- neas, Mirsináceas (gro. Ardisia)^ Oleáceas, Apogináceas, Asglepiá- DEAS, LoGANiÁCEAS (gro, Fagroeá)^ Gengianágeas (gro. Exacum)^ Con-» volvulágeas, Solanáceas (gro. Datura)^ Gesnerágeas, Bignoniágeas, Acantáceas, Verbenáceas y Labiadas (gros. Coleas^ Lencas^ etc.); de las Dicotiledóneas apétalas, algunas Euforbiáceas y Lauríneas, y de las Monogotiledóneas las Orquídeas y las Amarilídeas. Algunos órganos accesorios presentan á veces formas con una vis- 453 tosidad ó r^rá^'a que les hacen verdaderos elementos *flsionómicos; cita- remos sólo las bractéas de las Simphoremá (Verbenáceas), las expan- siones calicinas de la Muss^nda (Rubiáceas), y los ascidios tan curiosos de los Nepenthes ó jarritas y de las Dischidia (Asclepiádeas). No hemos recorrido los países vecinos bastante para entrar en com- paraciones acerca de fisonomía de la vegetación, que no se pueden hacer de referencia como las relativas "'ál carácter de k ñora; no obs- tante, Observaremos que el reino vegetal causa en todos los países tropicales impresiones muy semejantes. Así, Junghuhn dice que de Su- matra parecen copiadas las inimitables descripciones hechas de América por Humboldt, y Wallace observa la misma paridad entre las Célebes y el Brasil; por lo que de Filipinas y de las Antillas hemos visto, hallamos también una similitud en la fisonomía de la vegetación mucho mayor que la que presentan lejanos países en las zonas templadas.» El estudio de la geografía botánica filipina, ó sea de la distribución horizontal y vertical de las especies vegetales en el Archipiélago, como> base de las características de zonas y regiones, se encuentra todavía en un estado de atraso muy considerable^ ya porque las exploraciones de los botánicos no han podido hasta el presente extenderse á ciert&s regiones de aquél, ya porque muchos ejemplares de las colecciones más impor- tantes carecen de indicación de localidad, > ^> He aquí lo que acerca de tan interesante punto consigna el señor Vidal: «Una simple ojeada sobre el mapa de Filipinas nos dice que su vege- tacion hpi de presentar diferencias locales notables, ya por extenderse desdé éP paralelo 5^ hasta el 20' de latitud Norte, ya por su fr?acciona- miento en numerosas islas, ya por lo quebrado de gran parte del terri- torio, ya por las diferencias en la constitución de su suelo, ya también e por fa distinta influencia de los monzones en la precipitación de la bu - medad, marcando de opuesto modo los períodos de secas y de lluvias. En las islas situadas al Sur de Mindanao la vegetación es verdadera- mente ecuatorial^ como indica bien el cultivo del mangostan (Garcinia ' Manoostana) y del durian (Dunio zibethinus), carácter que va perdiendo ya en la gran isla de Mindanao, pero conservando el tropical hasta el extr/^mo Norte de Luzón, si bien con gradaciones que ni á una ligera 'observación se ocultan. Desde Manila hacia el Sur hay más riqueza en 454 formas que hacia el Norte, mostrándose allí con mayor rt^resentacion familias tropicales tan importantes como son las Mirtáceas, las Laurí- neas, las Urticáceas, sobre todo en la subfamilia Artogárpeas, laS Aráceas y las Orquídeas, La parte del Arcliipiélago sometida á la influencia de las lluvias del mar Pacífico (monzón N. Ew)/ presenta diferencias en su vegetación respecto á la opuesta, que recibe las aguas del mar de China (mon- zón S, 0.)j de ordinario menos copiosas que aquéllas. Las ifiasas de monte son más extensas y más compactas, la zona agrícola es más limi- tada, los Heléchos, las Orquídeas, las Palmas, las Arágeas y las Me- LASTOMÁGBAs despüegau una esplendidez grande de formas. Su explora- ción ofrece dificultades enormes, sobre todo en la parte septentrional de Luzón; pero es donde únicamente hemos visto selvas vírgenes en toda su sublime magnificencia. No se ha encontrado allí ninguna Abietinea; '' pero tanto la Aoathis loranthifolia como varios Podogarpus vegetan Men. Las Oasuarinas bordean las costaS;, menos en los sitios abruptos y peñascosos. . • Tanto en su carácter como en su fisonomía la vegetación difiere m^^ cho en las localidades donde se han efectuado roturaciones y en aquellas donde el trabajo del hombre ha tenido poca ó ninguna acción. Estas úl- timas 6^^táPj cubiertas de arbolado espontáneo, formando espesos montes, ó, desprovistas de el, tienen sólo gramíneas, que es como se presentan los llamados cogonales. Pasemos á ocuparnos de su vegetación bajo el epígrafe adoptado en el programa, que es el de Flora forestaL ' ' Una clasificación de las masas de monte en una flora tropical no es tarea fácil. Kurz, en su obra «Forest Flora of British Burnfah, t!aí- cuta, 1877,» lo intenta; pero á nuestro juicio con poca fortuna, quizás por haber querido establecer demasiadas divisiones y subdivisiones que luego no logra caracterizar con precisión. En el siguiente ensayo, que damos con no poca desconfianza, nos atenemos principalmente á las di- ferencias que la vegetación presenta á distintas altitudes, ó sea según sus regiones. Éstas, sin embargo, ni siempre se marcan bien, ni tiesnen un carácter constante por ser expresión resultante de muchos factores ' 455 difíciles de Q^'ftcretar (temperatura, humedad, suelo, partiGularidades en el área horizontal de dispersión/ sociabilidad de especies, etc.). ^ Las divisiones que admitimos son : 1 . VegetacioiL de manglaír, 2. Ídem playera. 3. ídem de la región baja, hasta 20 O,"^ altitud» 4. ídem déla región media, de 200-á 1.000"^ 5. ídem de la región montana de 1.000 á 1.800"^ 6. ídem de la región montana superior, de 1.800 á 3.000"^ lo Vegetación de manglar.— Se halla en los estuarios de rios con un suelo fangoso bañado constantemente por agua salada ó sometido al influjo de las mareas altas ordinarias. Las especies leñosas dominan y en ellas las formas arbóreas. Su familia típica es la de las Rizofóreas, estando también representadas las Meliágbas (gro. Garapa), las Litra- RiEAs (Pemphis, Sonneratia), las PiUBiÁcBAS (Scyphiphora), las MmsiNÁ- . CEAS (Aegiceras), las AcANTÁGEA'á (AcANTHUs) y las Verbenáceas (Avi-^' ■ cennia) entre las Dicotiledóneas ; las Palmas (Ñipa) y los Heléchos (Agrostighum) vegetan también aquí con otras que por su subordinación no enumeramos. Los Pándanos son comunes á este grupo y al .siguiente^, en el cual abundan más. La flsonomía de los manglares es quizá la mejor marcada en Ja ve- getación tropicaL El porte de sus árboles— muy copudos, con raíces aéreas y sustentáculos^ y de follaje coriáceo, verde-oscuro brillante ó mate, y algo azulado- ceniciento, en general con hojas de limbo entero y las más opuestas, los frutos germinando antes de la diseminación — da á espéfcifey, muy distantes en el sistema, una semejanza que evidencia el influjo ejercido en los organismos por el medio donde viven, y á cuyas condiciones especiales tienen que adaptarse para prosperar en la lucha por Pa ex'vstencia. La ñipa con sus hojas grandes, pinatífldas y muy pa- recidas á las del coco, forma en los manglares manchones que resaltan sobre el conjunto. La importancia técnica de los montes de estas locali- dades es mucha, siendo bien conocidos sus aprovechamientos, que ali- mentan industrias de entidad. 2. Vegetación playera.— Aquí comprendemos laque, hallándose en la inmediación del mar, no está sujeta, como la anterior, á la di- recta influencia de sus aguas. La vegetación leñosa domina y es muy 456 variada, contándose en ella árboles tan importantes por sS::::^adera como el ipil (Afzelia bijuoa), el dungon (Heritiera litoralis), el molave (ViTEX, varias especies), el palo-maría (Calophyllüm Inophyllüm), et-7 cétera, etc. Son características además: Tp:aMÍNALM:-G.iTAPPA, Ponoamia GLABRA, Barringtonia speciosa, Cerbera Odollam, Cordia sübgordata, DoDONOEA Gandolleana, Thbspesia populnea, Hibisgus tiliágeus, Ex- CCEGARIA AoALLogHA, ctc, ctc, y bajan hasta aquí muchas especies que parecen tener su centro ó paraíso en la región siguiente, entre ellas: Vitex timoriensis, Pterogarpüs indtcus, Sindora Wallighii, Mimusops Elbngi, Homalixjm Aranoa (nov. esp,), Aglaia Roxburghii j otras varias especies, Gedrela Toona var. (ó Gedrela nov. esp.), etc. Las Diptero- gArpeas son escasas, y cuando están parece su presencia un escape de otras regiones; las Cupulíferas y Coniferas nunca se ven aquí, hallán- donos, siempre que nos han hablado de pinos, con la Gasuarina, cuya , área, en la parte central de Luzón, es tan curiosa que no podemos por '^rp.énos de motivar una breve digresión. Las Casuarinas, llamadas en tagalo^ J.^od, agoho^ aroó ó aro, abun- dan, como hemos indicado, en los montes plaj^eros de la costa del mar Pacífico, s^;ibiendo hasta 1.200"^ en la sierra del Garaballo: siempre cerca de ríos, faltan en toda la extensa llanura que media entre la sierra Ma- dre, al .Oriente de Nueva Écija, y la de Zambales, excepto en algup> rio que desagua en el golfo de Lingayón, no viéndose un solo individuo en los que vierten sus aguas en la bahía de Manila y en la Laguna de Bay; tampoco los hemos observado en las costas del mar de Mindoro, y junto al mar de Ghina hállanse en Zambales, pero no en Bataan. Si se com- para esta área de dispersión con la constitución geognóstica dei ' terri- torio que ocupa, las soluciones de continuidad parecen marcadas por la extensión de las tobas y arenas feldespáticas arrojadas por los rñuchos volcanes, hoy apagados, que en aquél se levantan. Si la relacionamos con la orografía de esta parte de la Isla, casi podemos representarnos las fajas, límites de los cenicientos agohos, como una especie de mojones limitando dos antiguas islas, una oriental en el Pacífico, con su lí- mite O. en Nueva Écija, y otra occidental en Zambales; la emersión no debió ser grande para unirlas, y más si á sus efectos se añaden los ma- teriales de eyección que, con los aluviones, forman hoy las capas super- ficiales del suelo de estas llanuras. 461 pues, á citp: 'íás familias más importantes, con alguno de sus géneros de mayor interés forestal, v son: DlPTEROGÁRPEAS.— I):'?,TÉWCARPÜS, ANISOPTERA, SHOREA , HOPEA, ^.....^■. ^>:^' "'■'•■ X V ÁTICA. .''■y^::-^:^-y/<^f'' Leguminosas.— Pterocarpus, Afzelu, Acacia, Pithegolobium, Al-> BIZZIA. Rubiáceas. — Sarcocephalüs, Stephegyne^ Naüglea, Morinda, Ran- DiA, etc! Verbenáceas. — Vitex, Premna, Tbctona. SaPOTÁCEAS.'— SiDEROXYLÜM, PaLAQüIUM, AzAOLA, MIMUSOPS. Urticáceas. — Artocarpus, Ficüs. Ebenáceas. — Diospyros. Mirtáceas.— Eugenia, Barringtonia. Gombretáceas. — Terminalia. RizoFÓREAS. — Rhizophora, Bruguibra, Geriops. Palmas.— GoRYPHA, Arenga, Livingstona, Areca, etc. ^) Esterculiáceas. — Heritíera, Stbrculia. o LlTRARIEAS. — LagERSTRCEMIA, SoNNERATIA, GoNÍPERAs. — Pinüs, Agathis, Podocarpus. ^ GUPULÍFERAS. — QUERCUSo '^Sapindáceas. — Nephelium, Euphoria, Gubilia, etc. ^ ■ Mbliáceas. — Gedrela, Aglaia, Amoora, etc. ApocináCeas. — Wrigthía, Alstonia. Anonáceas. — Xylopia, Goniothalamus, Polyalthia, etc. GUTÍ'ií^ERAS. — GaLOPHYLLUM, GARCINIA. OlAGÍNEAS. — GOMPHANDRA, StROMBOSIA^ GONOCARYUM, CtC. o Euforbiáceas. — Bischofia, Cyclostemon, Cleidion, etc., etc.» Prescindimos de trascribir aquí las noticias que el Sr. Vidal consigna en su folleto acerca de las plantas que son objeto del cultivo agrario, que sirven para adorno ó que se usan en medicina, porque casi todas ellas constan ya en las anteriores páginas. ■? iííw?íf¿H'« " -í^^x. ^, V*'/ I <^ I^P ^^ %• ' {' / í) jfíf 457 Sin det^.uérnos en la vegetación herbácea playera por su menor in- terés, diremos para terminar con la leñosa, que la situación de los mon- otes es aquí favorable en^xtremo para su beneficio, y por consiguiente, como sólo se ha proi3iira'áo explotar 1^ sin cuidar de su conservación, se hallan muy maltratados en todas las coraarcas pobladas, siendo sus úni- cos protectores la falta de brazos y de'yías de extracción, como en la costa del Pacífico sucede. * '' ■ 3. Veoetacion de la reoion baja hasta 200"^.^ — Alejándonos algo de las playas hallamos masas de vegetación leñosa, cuyo carácter la dis- tingue de las anteriores lo bastante para apreciarse sus diferencias sin gran dificultad. Una familia entra aquí á ser elemento notable del vuelo, la de las DiPTERocÁRPEAS, propia de la gran región que Grisebach describe como Región indica de los monzones (Indisches Monsungebiet) , cuya impor- tancia forestal es grande, por contar árboles como el yacal^ el guiso^" el mangachopoi^ el apiton^ el mayapís, el 7nalaauonan, e\ panao^ et- cétera, útiles ya por su made^^a, ya por sus resinas. Es el vuelo por *lp demás tan heterogéneo, que nos vemos precisados á dar la siguiente larga lista de familias que entran á componerle, indicando' ^ólo alguno de los géneros que contribuyen con mayor contingente, ora de especies, ora de individuos. Dicotiledóneas polipétalas. — Magnoliáceas (Talauma), Anonáceas (Uñona, Cananoa, Xylopia, Anaxag-orea, etc.), Bixíneas (Flagourtia, Scolopia), Pitospóreas (Pittosporum), HiPERiGÍNEAS (Gratoxylon), Gü- tíf ERAS (Garcinia, Galophyllum), Malváceas (Hibisgus), Esterguliáceas (Sterg^lia, Heritiera, Pterospermum , Meloghia), Tiliáceas (Diplo- DisGUs, GoLUMBiA, Grewia^ Elíeioc arpus) , Rutáceas (todos nuestros gé- neros' hallan aquí su estación más propia), Burseráceas (Ganarium, Santiriá), Meliáceas, que también parece tener en esta región su pa- raíso, como las siguientes, y son: Olacíneas, Celastríneas, Rhamneas, Sapindáceas, Anagardiáceas, Gonaráceas y gran parte de las Legumi- nosas en sus tres subfamilias, por lo que omitiremos citar géneros que se pueden hallar en la Sinopsis; Rosáceas (Parinarium, Pygeum) una Rhizofórea (Carallia integerrima), Mirtáceas (Eugenia^ Nelitris, Barringtonia, Planchonia, y en las islas del Sur, Mbtrosideros y Xan- ' thostemon), Litrarieas (Grypteronia, LagerstroíImia, Duabanga), Sa- 58 460 res, que es de trascendencia suma en estos abrasadores elifiim- Si en la región anterior debe fijarse ya la zona de montes reservaUes^ en ésta se necesitaría una prohibición de destruir el arl|olg;/|D tan estricta, que de-^ borlan formar la zona forestal sagrada^ vaplic[í)ít€í7-ád'^Ja expresión de un ilustre ^hacendista, Senador del Reino, dedicado hoy á desarrollar la riqueza de Filipinas al frente de ¿ina poderosa empresa. 5. VEOETACipNJ^E LA REOION MONI' ANA SUPERIOR, DE 1.800 Á 3.000"^.— La mayor altura medida hasta hoy en el Archipiélago ha sido la de la cumbre del Apo, volcan extinguido del Sur de Mindanao que, según los Sres. Kock y Schadenberg, se levanta á unos 3.100"^ sobre el nivel del mar. La montaña más alta en el centro de Luzón es el Banahao, en cuya ascensión el barómetro aneroide- hipsométrico nos acusó unos 2.250"^. La flora toma aquí ya un carácter alpino: Vaccíneas, Ericáceas con sus hermosos Rhododendron, raras Mirtáceas (Leptospermum), una curiosa Ej^agrídba (Leucopooon), Compuestas y Gramíneas, que recuerdan las de los altos de las cordilleras europeas, mezcladas con las extrañas formas de las Arácéas y los familiares Rubus en alianza con Mélastomácéas, R.UBIÁCBAS y Mirsinágeas^ de tipo tropical, forman una vegetación de extraordinario interés botánico. Casi todos nuestros hallazgos aquí han sido nov^dacjes para esta flora, que no podemos citar por falta de espa- cio, contentándonos, en prueba de su interés, con mencionar la Günnera MACROPHYLLA, Blum., quc vcgcta también á grandes alturas en Suma- tra y Java, pero no en el continente asiático, y una Astilbe que nos parece idéntica á la A. spéciosa, Jungh., de Java, y quizás no sea distin- ta específlcamente de la A. rubra, H. f. et Th., del Himalaya.. *"' La conservación de las masas leñosas, aunque importantísima, debe preocuparnos menos, por constituir lo poco accesible de estas localidades su mejor defensa. Si comprobamos la distribución vertical de nuestra flora con la de los países vecinos, veremos que aquí bajan las mismas especies ó sus añnes mucho más que en Java, ofreciendo estas regiones mayor similitud con las de Sumatra. En esta Reseña^ d-e carácter, muy general, no podemos descender á detalles respecto de especies, que además se hallan consignados en^ el Catálogo de las colecciones que la Inspección expone; nos limitaremos, ÍÍÍÍS',^„?r*"'=H'GAN 3 9015 03090 8498 ■