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Digitized by the Internet Archive

in 2010 with funding from

University of Toronto

http://www.archive.org/details/almanaquedelaspoOOcast

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ANO XVII

ALMANAQUE

DE LAS

PORTEÑAS

PARA EL AÑO

1898

Dirigido por M. CASTILLA PORTUGAL

cox la colaboración- De la señora Carolina Freyre de Jaimes y DÉ- LOS señores Ambrosetti ÍJ. B.), Amicis, Arredondo (M. F.), Balaguer, Barra (E. de la), Bvrtrina, Beaubourg, Castilla Portugal (Ed.), Castilla Portugal (Fco), Castilla Portugal AL, Cirio (E. N.)j Darío iRlbeni. Daudet i A. i, Delgado, Díaz (Leopoldo), Fació J. A. i, Ghiraldo (A.), García, Mérou AL i, Godoy (R. J.i, Gutiérrez N Ajera, Holmberg (Ed.), Iglesias. Jaimes Freyre (R.), Lemaitre, López Quijarro, Marti.nto iD-° D.), Mendes (C), Mohr (L. A.), Navarro González, Obligado (R.i, Palacio (M. del), Pérez Nieva, Podestá (G.), Pórcel (A. de), Ramos Carrion, Reina, Riva Palacios, Rosas (José), Taboada (L.), Thivars, Tourgueneff, Urbina, Villafañe (M.) Villafañe (S. I.)

Dibujos del artista argentino Sr CARLOS CLERICE

mz4*t

LIBRERÍA Y PAPELERÍA

PRUDENT HN0S Y MOETZEL

Sucasores de C. M. JOLY y Cia

(Casa fundada en 18 í8)

219-791, Calle de la Victoria, 795*797

BUENOS - AIRES

ÍNDICE LITERARIO

Ambrosetti (J. B. i. Fantasmas del bosque ,. . 95

Amicis 'E. del Del álbum de un padre 60

Arredondo (M. F.i. Croquis 57

Balaguer (V.). Después del baile 36

Barra (E. de la). Esclavitud - 77

Bartrina (J. M.). Intimas íQ

Beaubourg (M.). La moral de Bebé 33

Castilla Portugal (Ed°). Una aventura 79

(Fco). El tiempo 29

(M.). Un bautismo 37

Cirio (E. X.). Erna y Sabino 31

Darío (Rubén i. Margarita 62

Daudi.t (A.). El espejo

Delgado (S.). Pro-patria.. 90

Díaz (Leopoldo). Autógrafo 1

Claro de luna 28

Rimas 85

Fació (J. A.). Impotencia 23

Freiré de Jaimes (C). Acuarela 21

García Mérou (M.). ¡Evohé! 52

GtiiBALito (A.). En el mar 75

Godoy (R.). Noche de luna "/■',

Gutiérrez Nájera. Amor 39

HOLMBERG iEd.i. La Porteño 43

Iglesias (S.). Una de tantas 106

Jaimes Freiré (R.)- Castalia bárbara 20

Lemaitre iJ.í. Myrrlia 63

López Quijarro. Entre cielo y tierra ."Ji

Martinto (Ds° D.). Poemas 35

Mendes (G.). Los rubíes \1

Mohr (L. A.)- I'i memorian 87

Obligado (R.). Hojas 26

Palacio (M. del). A una niña 59

El verano 91

Pérez Nieva (A.). El Wl y el 10Í0 83

Podestá (G.). Los musiquillos 2 i

Pórcel (A. dei. Felicidad 69

Piamos Carrión. Fanny. . . . , 68

Reina M.). Andalucía 82

Baile de máscaras 106

Piivv Palacios. Luz y sombra 89

Rosas (José). El águila y la serpiente 4o

Taboada ÍL.). Del diario de un infeliz 103

Thivars (M.j- Una buena gratificación 98

Tourgüeneff. Balada rusa 53

Urbina L. G. . Hamlet , 97

Villafañe (M.). Desvarío i.

(S. I.). Conseja 55

EL ANO 1898

SEGUNDO DESPUÉS DEL BISIEST0.365 DÍAS; 52 SEMANAS Y UN DÍA

Años no bisit -' >E labrervtien? SSdía» 82,83,85,

fil.rero tiene 29 d

LA CRONOLOGÍA PARA 1898

tL ano 18<)8 de la era vulgar (que pr tai Calendario Gregoriano, establecido en corresponde al año :

6511 del período Juliano de Scaliger. que com- prende todos los licnipos históricos. 5898 de la creación del mundo, según los ral- culos bu-a'! >s arados. 402 del descubrimiento del Rio de la Plaia

por SolK. 303 de la primera fundación de Buenos-

por D. Pedro de Mendoza 3IS de la segunda por D. Juan Caray. 310 de la Corección Gregoriana.

ncipia con el nacimiento de J.-C. en el octubre de l"í82, el único legal desde '1800)

1828 de la destrucción de Jerusalem. 1313-1314 de la Hégira. El año 1314 h t empeza- do el viernes 12 de junio de 1 aü'j 1315 empieza el miércoles 2 dejunio de lá'.ií, según el uso de Conslauti- nopla. 92 de la loma de esta ciudad por los ingleses y su reconquista, nuestra regeneración política. 82 de nuestra independencia

Comienzo de las Estaciones.

- RIO BOREAL

HEMISFERIO AUSTRAL

Primavera. I -IJ marzo u 9 ti. so-m. m.

Verano I2I junio a8h.50m.iu.

Otoño. Invierno.

HEMISFERIO BOREAI

HEMIsI'LKIO AUSTRAL

Otoño, invierno.

íí sept á 8b 1? 111. t. 21 dic. á 2 h. *2 111. t.

Primavera. Verano.

Meses de >'l días. Enero, marzo, mayo, julio. octubre, diciembre

Mitad del año.

Í Meses de 30 días. Abril, junio, setiembre, diciembre. 28 i ías. Febrero.

El año comienza el viernes de enero y termina el viernes 31 ce diciembre.

Los días más cortos del año.

FECHAS

SOL

DURACIÓN del crep

DURACIÓN

-

Pone se.

Civil.

Asti 0.

Oía solar.

loche ful ir.

Noche civil

10 iuni . fl - ... 12 - ...

6h. 45 in. 6 *5 45

4 li.31 m. 1 31 i 31

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14 h. 14 m.

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13 h. m. 13 14 13 11

Los días más largos del año.

10 diciembre- 1 M -

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8 h. m.

S 33

4

* Eclipses en 1898.

i. o Eclipse parcial de Luna, el 7 de Enero, visible parte en Buenos-Aires. La Luna sale después del principio del eclipse. Fin á las 9 h. y 6 m. de la tar Je.

2.° Eclipse total de Sol, el 22 de Eaero, invisible en Buenos-Aires.

3.° Eclipse parcial de Luna, el 3 de Julio, visible parte en Buenos- Aires. La Luna sale después del principio del eclipse. Fin á las 6 h. y 32 m. de la tarde.

4.° eclipse anular de sol, el 18 de Julio, invisible en Buer.os-Air?s.

Fiestas movibles.

Septuagésima, ó de Febrero. Ceniza. 23 de Febrero. Pascua de Resurrección, 10 de Abril. Rogaciones, 16, 17 y 18 de Mayo. Ascensión, 19 de Mayo. Pascua del Espíritu Santo, 29 de Mayo. Santísima Trini lad, 5 de Junio. Corpus Christi, 9 de Junio. Primer domingo de Adviento, 27 de No\iembre.

Témporas.

Marzo 245

Junio 1 3 4

Setiembre 21 23 24

Diciembre 14 1(5 17

.Cómputos eclesiásticos.

Áureo número

Epacta

Ciclo solar

Indicción romana

Letra dominical

Santos Patrones de los pueblos del Plata.

Buenos-Aires San Martin 11 de Novirmbn

Entre-Ríos San Miguel Arcángel 29 de Se l i

Santa-Fe.. San Gerónimo JO de Seti

Juiuy N S. J. C. en su Transfiguración. 6 de Ago*t..

San "luán San Juan Bautista 21 de Junio.

Salta San Felipe de Mavo

Tucumán. San Miguel Arcángel 29 de Setiembre.

Córdoba San Gerónimo 30 de Setiembre.

Corrientes San Juan Bautista 24 de Junio.

Catamarca ídem. . . ....

Rioja La fiesta de todos los Santos . .

Santiago Santiago.

Mendoza Nuestra Señura de las Mercedes.

San Luís San Luis

Estado Oriental del Uruguay. . . San Felipe y Santiago ..... lo dr Mayo

República riel Paraguay San Blas. ... 3 de Fofi er

Las dos Américas Santa. Rusa de Lima 30 de \- -

ídem. lo de Xoviembr, lo de Mayo. 21 de Setiembre. -25 de A.

Advertencia á los fieles.

El avuno es obligatorio entre nosotros: en la santa Cuaresma, vigilias de la Natividad de N. S. Jesucristo, la de Pentecostés ó Espíritu Santo, la de san Juan Bautista, la de los apóstoles san Pedro y san Pablo, la de la Asun- ción de María Santísima, la de todos los Santos y las cuatro Témporas del año ; también está determinada la obligación de ayunar en todos los viernes y sábados de las cuatro semanas de Adviento para los rrue no observan el ayuno de las vigilias reformadas.

La abstinencia de carnes sólo se obliga : en el miércoles de Ceniza, en los viernes de Cuaresma, miércoles,, jueves, viernes y sábado Santos, en la vigilia de Pentecostés, la de los apóstoles san Pedro y san Pablo, la del Tránsito de Nuestra Señora y la de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.

Notas. Las vigilias reformadas llevan este signo *. Los días de tiesta de ambos preceptos llevan este ifr. El del patriarca san José, único de oir misa y trabajar, este otro f. El 25 de Mayo y 9 de Julio son fiestas cívicas

5

EX ERO 31 días Sol en Acuario

Sáb. Dom. Lúa Mar.

Miér.

Juev.

Vier.

Sáb.

Dom.

Lud.

Mar.

Miér.

Juev.

Vier.

Sáb. Dom.

Luu. Mar.

Miér. Juev. Vier.

Sáb.

Dom.

Lun.

Mar. Miér.

Juev.

Vier.

Sáb.

Dom Luu.

í< LA CIRCUNCISIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

s. Isidoro, obispo y mártir.

s. Florencio y sta. Genoveva, virgen y mártir.

ss Gregorio y Tito, obispos.

Vig. y Ab.t. ss. Telesforo. papa y mártir, y Eduardo,

rey. •í LA ADORACIÓN DE LOS SANTOS REYES. @ Luna llena á las 8 y 8 m. de la tarde. Abrense las velaciones. s. Juan, mártir. ss. Luciano, Teófilo y Maximino, mártires, s. Fortunato y sta. Basilia, mártires.

Nicanor, mártir y Guillermo, arzobispo. ss. Higinio, papa y Salvio, mártires. s. Benedicto, obispo. ss. Gumersindo, papa y Leoncio, obispo, s. Hilario, obispo.

3J) Cuarto menguante á las 11 y 28 m. de la mañana. ss. Pablo, papa hermanos y Mauro, abad. El Sanio nombre de Jrsús. - ss. Marco, papa y mártir y

Fulgencio, obispo, ss. Antonio, abad y Sulpicio. La Cátedra de san Pedro en Roma. Santa Liberata,

virgen. s. Canuto y sta. Marta, mártires. ss. Sebastián y Fabián, mártires. ss. Fructuoso y Eulogio, mártires. 8 Lnna nueva á las 3 y 8 m. de la mañana. ss. Vicente y Anastasio, mártires. ss. Ildefonso, arzobispo y Raimundo de Peñafort. Nuestra Señora de Betlehern, Nuestra Señora de la Paz

y s. Timoteo, obispo y mártir. La conversión de s. Pablo, apóstol y s. Máximo, s. Policarpo, obispo. s. Juan Crisóstomo, obispo y doctor, y sta Paula,

virgen. s. Julián, obispo y confesor.

© Cuarto creciente á las 10 y 16 m. de la mañana. La Dedicación de esta sta. Catedral. ss. Valerio y

Francisco de Sales. s. Hipólito, mártir, y sta. Martina, virgen. s. Pedro Nolasco. Indulgencia de 40 hora* en la Merced

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Conocerse y estimarse es amarse.

6

FEBRERO 2H días Sol en Piscis

Mar.

Miér,

Juev Vier. Sáb.

9 10 11

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16

1" 18 19

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26 27

Dom,

Lun. Mar.

Miér.

Juev. Vier. Sáb.

Dom. Lun. Mar.

Miér.

Juev. Vier. Sáb.

Dom.

Luu. Mar. Miér.

Juev.

Vier.

Sáb. Dom.

28 1 Lun.

Vigilia y Abstinencia. ss. Cecilio é Ignacio, obispos y mártires.

t¡< LA PURIFICACIÓN DE NUESTRA SEÑORA. SS. Firmo

y Cándido. ss. Blas, obispo y Laurentino. mártires. ss. Andrés Corsino, obispo y Donato, mártir. ss. Albino, obispo y Francisco de Jesüs, y sta Águeda,

virgen y mártir. © Luna llena á las 2 y 7 m. de la tarde. De Septuagésima. ss. Teófilo y Saturnino, mártires y

sta Dorotea, virgen y mártir, ss. Romualdo, abad y Ricardo, rey. La Fiesta de la Oración de X. S. J. en el monte Olívete.

ss. Juan de Mata, confesor, Lucio y Ciríaco, mártires, s. Alejandro, mártir y santa Polonia, virgen y mártir. ss. Irineo y Amancio y sta. Escolástica, virgen, ss. Félix, mártir y Saturnino.

ss. Damián y Modesto y sta. Eulalia, virgen y mártir. © Cuarto menguante á tas S ij 18 m. de la larde. De Sexagésima. s. Benigno, márt., y sta Catalina, vire:', ss. Valentín, presbítero y Zenón, mártires. La Conmemoración de la Pasión de N. S. Jesucristo.

s. Faustino y sta. Jovita, mártires, ss. Gregorio, papa y Elias, profeta. ss. Rómulo, mártir y Julián, ss. Simeón, obispo y Claudio, mártires. ss. Gavino y Marcelo, mártires.

# Luna nueva á las 3 y 24 m. de la tarde.

De Quinquagésima. Indufgencia d". 40 horas en las Catalinas, ss. Eleuterio, obispo v Nemesio, mártires. [CARNAVAL.

ss. Félix, obispo y Fortunato, mártires.

La Cát. de s. Pedro en Antioq., sta. Margarita.

de Ceniza. Abstinencia y principio del ayuno de la

Cuaresma. ss. Pedro Damián, obispo y Policarpo. s. Matías, apóstol. s. Modesto y sta. Primitiva, mártires. Abstinencia. La fiesta de la Corona espínea de Xue>tro

Señor Jesucristo. ss. Sebastián, Aparicio. Cesáreo. Abstinencia. N.« S.a de Guadalupe. s. Alejandro, ob. de Cuaresma. De Quadragésima. s. Baldomero. @ Cuarto creciente á las 6 y 57 m. de la mañana. ss. Justo y Rufino, mártires y s Romano.

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5 25lo 14

Uno ama generalmente aquello que lo hace sufrir.

MARZO

Sol «mi Aries

CL?/U."r/

Mar. Miér. Juev. Vier.

Sáb. Dom.

Lun.

Mar. Miér

Juev Yier.

Sáb.

Dom,

Lun.

Mar. Miér. Juev. Vier.

Sáb.

Dom.

Lun.

Mar. Miér. Juev . Vier.

Sáb. Dom. Lun. Mar.

Miér. Juev.

s. Rudecindo, obispo.

Témp. Abst. s's. Lucio, Heraclio, mártir y Florencio.

ss.' Emeterio y Caledonio, mártires.

Témpora. Abstinencia. La fiesta de la Lanza y Clavos de

Nuestro Señor Jesucristo. s. Casimiro, confesor. Témpora. Abstinencia. ss. Adrián y Eusebio. mártires. 2o de Cuaresma. Reminiscere. ss. Olegario, obispo y

Victorino, mártir, sto. Tomás de Aquino, doctor. (¿} Luna llena á las 5 y 12 m. de la mañana. ss. Juan de Dios, fraile y Apolonio, mártir. Abstinencia. sta. Francisca Romana, viuda. s. Melitón y los 40 mártires. Abst. La Fiesta de la Sábana de N. S. Jesucristo.

ss. Zacarías, padre de s. Juan Bautista y Eulogio, márt. Abstinencia. s. Gregorio, papa y doctor. 3o de Cuar. Oculi. ss. Leandro, ob. y Macedonio, mrs. stas. Florentina, virgen y Matilde, reina. ~ Cuarto menguante á las 3 y 31 m. de la mañana. ss. Raymundo, arzobispo y Arislóbulo. Abstinencia. sta. Isabel, madre de s. Juan Bautista.

Patricio, obispo y sta. Gertrudis, virgen. Abst. La fiesta de las cinco Llagas de N. S. Jesucristo.

ss. Gabriel, arcángel y Alejandro, obispo. Abstinencia. f El patriarca s. José. Indulg. de 40 horas

en San Telmo. 4o de Cuaresma. Loelare. s. Braulio, obispo y sta.

Eufemia, virgen. OTOÑO.

Benito, abad. 0 Luna nueva á las 4 y 21 m. de la mañana. ss. Deo gracias, obispo y Octaviano. Abstinencia. s. Victoriano y sta. Teodosia, mártires.

Vig. y Ab-t. ss. Agapito, obispo y Dionisio. Abst. La fiesta de la precios. Sangre de X. S. Jesucristo.

>& LA ENCARNACIÓN DEL SEÑOR. s. Ireneo. obispo. Abstinencia. ss. Manuel, Marciano y Braulio, obispo. de Pasión. s. Ruperto, obispo. ss. Sixto, papa y Doroteo, mártir, ss. Cirilo y Pastor, mártires y Eustaquio,

Cuarto creciente á las 3 y 24 m. de la mañana. Abstinencia. s. Juan Clímaco, abad.

Benjamín y sta. Balbina.

Sóbale

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33 31

fácil arrepentirse que perdonar.

ABRIL SO días Sol en Taurus

Vier.

Sáb. Dom.

Lun. Mar.

Miér. Juey. Vier . Sáb. Dom.

Lun. Mar.

Miér. Juev.

Vier .

Sáb.

Dom.

Lun. Mar .

Miér.

Juev.

Vier.

Sáb.

Dom,

Lun.

Mar.

Miér.

Juev.

Vier. Sáb.

Abstinencia. Los siete Dolores de María Santísima. La impr. de las Llagas de sta. Catalina de Sena. s. Ve nancio. ob. y m. La Sagrada ceremonia de la Reseña en la sta. Iglesia Catedral. Se ganan muchas indulg.

Abstinencia. ss. Urbano, obispo y Francisco de Paula.

de Ramos. La traslación de sta Rosa de Lima y s. Benito de Palermo.

santo. s. Isidoro, arzobispo.

santo. s. Vicente Ferrer. Ind. de 40 h. en Sto. Domingo cuando se celebre su función. sta. Irene, virg. y márt.

& Luna llena a las 5 y 3 m. de la tarde.

santo. Abst. ss. Sixto, papa y mártir y Celestino.

santo. Abst. ss. Epifanio, obispo y Rufino, mártir.

santo. Abst. ss. Dionisio, obispo y Máximo, mártir.

santo. Absl. stas. Casilda y Mana Cleofé.

%> PASCUA DE RESURRECCIÓN DE N. S. JESUCRISTO. ss. Ezequiel y Pompeyo, mártires.

de Pascua. ss. León, papa y doctor y Felipe, obispo.

de Pascua. ss. Zenón y Damián, obispo.

g) Cuarto menguante á las 10 y 12 m. de la mañana.

ss. Hermenegildo y Justino, mártires.

s. Pedro G. Telmo. Ind. de 40 h. en tu iglesia, cuando se celebre su fiesta. ss. Tiburcio y Valeriano, mártires.

s. Máximo y sta. Anastasia, mártires.

ss. Toribio de Liebana, obispo y Cecilio, mártir.

de Cuasimodo. s. Aniceto, papa y la beata María Ana de Jesús.

ss. Ireneo, obispo y mártir y Amadeo, confesor.

ss. Jorge, obispo, Vicente y Rufino, mártires.

4k Luna nueva á las 6 y 4 m. de la tarde.

s. Serviliano, mártir y sta. Inés, virgen.

ss. Anselmo, obispo y doctor y Simeón, obispo y mártir.

ss. Sotero y Cayo, papas y mártires y Teodoro.

ss. Jorge, Gerardo y Fortunato, mártires.

ss. Honorio, obispo y Fidel de Samga, mártir.

s. Marcos, evangeliste. Letanías mayores.

ss. Cleto. Marcelino, papa y mártir, y Pedro, obispo.

ss. Toribio, arzobispo y Pedro Almengor, mártir.

(££ Cuarto creciente á las 9 y 48 m. de la larde.

ss. Prudencio, arzobispo, Vital y su esposa sta. Valeria.

ss. Pedro, mártir y Paulino, obispo.

sta. Catalina de Sena. Indulg de 40 horas en tu iglesia.

Sal ule

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Cada uno goza ele la felicidad según su alma.

- 9

MAYO

31 días Sol en Cicniinis

Dom

Lúa

Mar.

Miér.

Juev.

Vier.

Sáb.

Dora.

Lun.

Mar.

Miér.

Juev.

Vier.

Sáb.

Dom.

Lun.

Mar. Miér.

Juev.

Vier.

Sáb.

Dom

Luu.

Mar.

Miér.

Juev.

Vier.

Sáb. Dom.

Lun. Mar.

El patronato de San José. ss. Felipe y Santiago, apóst

ss. Atanasio, obispo, Germán y Celestino, mártires.

La invocación de la sta. Cruz y s. Alejandro, mártir.

s. Silvano, obispo y mártir y sta. Ménica.

s. Pió V y la conversión de s. Agustín.

q?) Luna llena á la» 2 y 17 m. de la mañana.

El martirio de s. Juan evang. , ss. Juan Damián y Lucio.

ss. Benedicto, papa y Estanislao, obispo y mártir.

La aparición de s. Miguel arcángel. Ind. plenaria, viiitando su parroquia confesado y comulgado s. Dionisio, obispo.

s. Gregorio Xacianceno, obispo y doctor.

ss. Antonio, arzobispo y Cirilo, mártir.

ss. Mamerto, obispo y Fabiano, mártir.

3J) Cuarto menguante á las 5 y 19 m. de la tarde.

ss. Domingo de la Calzada, Xereo y compañeros, mártires.

ss. Segundo, obispo y mártir y Pedro Regalado.

ss. Sabino y Bonifacio, mrs., palr. menores de esta ciudad.

ss. Isidro, labrador, Tortuato é Indalicio.

Rogaciones. ss. Ubaldo y Peregrino, obispos y Juan Ñepomuceno.

Rogaciones. s. Pascual Bailón y sta. Restituía, virsr. y mr.

^ Vig. y Abst. Rogaciones. ss. Venancio y Félix de Cantalicio.

% LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR..— s. Pedro Celestino, papa y sta. Prudencia.

<$ Luna nueva á las 8 y 42 m. de la mañana.

s. Bernardino de Sena.

s. Timoteo, obispo.

stas. Rita de Casia y Quiteria, virgen y mártires.

ss. Desiderio, abad y Vicente, presbítero.

ss. Rubustiano, mártir y Florencio, confesor.

ss. Gregorio VII, papa y Urbano. FIESTA cívica.

ss. Felipe Neri, Heraclio, mártir é Isaac.

Vig. y Abst. s. Juan, papa y mártir y sta. María Mag- dalena de Pazis.

@ Cuarto creciente a la 0 y 57 m. de la tarde (media dia).

Vig. y Abst. ss. Justo, Germán y Emilio, mártir.

■i PASCUA DEL ESPÍRITU Santo. lndulg . de 40 h. en Montserrat. ss. Máximo, obispo y Alejandro, mártir.

de Pascua. ss. Fernando, rey y Félix, papa.

de Pascua. s. Pascasio y stas Angela, Mericia y Pe- tronila.

Solóle

Jt por t

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6 36 1 4 32

La alegría en la mujer es la luz de su belleza.

10

Jl\IO SO días Sol en Cáncer

9 10

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12 13

14 15 16

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18

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20

21

Miér.

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Sáb. Dom.

Lun. Mar. Miér.

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Sáb.

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Mar.

Miér.

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Vier. Sáb.

Dom.

Lun. Mar.

Miér. Juev. Vier.

25. Sáb.

26 Dom.

27 Lun. 28| Mar. 29 Miér.

301 Juev.

Témpora. Titular de la santa Iglesia de esta ciudad. ss. Segundo, mártir y Fortunato, confesor.

s. Marcelino y compañeros, mártires.

Témpora. s. Isaac, confesor y sta. Paula, virgen.

® Luna llena á las 9 y 55 m. de la mañana.

Témpora. s. Francisco Caraciolo y sta. Saturnina, m.

LA santísima trinidad. ss. Marciano, Doroteo y. Ni- canor, mártires.

s. Norberlo, obispo y sta. Paulina, mártir.

ss. Pablo, obispo, Pedro y compañeros, mártires.

Vig. y Abst. ss. Salustiano y Victorino, mártires.

ih CORPUS Christi. ss. Primo, Feliciano y Vicente, m.

s. Zacarías, mártir, y sta. Margarita, reina.

© Cuarto menguante á la 1 y 47 m. de la mañana.

s. Bernabé, apóstol.

ss. Juan de Sabagún, Nazario y compañeros, mártires.

s. Antonio de Padua.

ss. Basilio, obispo y Eliseo, doctor y profeta.

ss. Vito y Modesto, y sta. Crecencia, mártir.

ss. Aureliano, obispo y Juan Francisco de Regis. In- dulgencia de 40 /loras en el Colegio.

El Sagr. Cor. de J. ss. Manuel, Nicandro y Mariano, m.

ss. Ciriaco, Marcos. Marcelino y sta. Paula, mártires.

Luna nueva á la 0 y 3 m. de la mañana {media noche j. El purí.imo Corazón de Mana. ss. Gervasio y Protasio.

mártires, y sta. Juliana, virgen. s. Silverio, papa y sta. Florentina, virgen. s. Luís Gonzaga. [nd plenaria por asistir á la misa solemne

que se celebra en honor del santo en la iglesia Catedral.

INVIERNO. ss. Paulino, obispo, Albano y Fabio, mártires.

Vig. y Abst. ss. Zenón y Apolinario y sta. Agripina. í« LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA^ lnd. de 40 h.

en su iglesia. s. Fausto y compañeros, mártires. ss. Eloy, obispo y Guillermo, abad, ss. Juan y Pablo, mártires.

(§; Cuarto creciente á la 0 y 37 de la mañana [media noche). ss. Zoilo, mártir y Ladislao, rey.

Vig. y Abst. ss. León, papa é Ireneo, obispo. ■i San PEDRO y San pablo, APÓSTOLES. Indulgencia

de 40 horas en la Catedral. La conmemoración de s. Pablo, apóstol y sta. Emiliana, m.

Solsile

6 37 6 37 6 38

6 38

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.jne pmrtla su boca guarda su alma.

11

JULIO

31 días Sol en León

1

Vier.

2

Sáb.

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Dom.

4

Lun.

5

Mar.

6

Miér.

7

Juev.

8

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9

Sáb.

10

Dom.

11

Lun.

12

Mar.

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Miér.

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Juev.

15

Vier.

16

Sáb.

17

Dom.

18

Lun.

19

Mar.

20

Miér.

21

Juev.-

22

Vier .

23

Sáb.

'24

Dom.

25

Lun.

26

Mar.

27

Miér.

28

Juev.

29

Vier.

30

Sáb.

31

Dom

ss. Secundino, Casto, obispos y Julio, mártir.

La Visitación de Nuestra Señora y s. Martiniano, mártir.

La fiesta de Nuestra Señora de los Desamparados. ($) Luna llena á las 4 y 55 m. de la larde. La festividad de la Santísima Sangre de N. S. Jesucristo.

ss. Ireneo, Jacinto, Trifón y Eulogio, mártir. La traslación de las reliquias de nuestro patrón s. Martín,

obispo y s. Laureano, arzobispo, s. Miguel de los Santos y sta. Filomena, virgen. ss. Rómulo, ob., el sto. profeta Isaías y sta. Lucia, mártir. ss. Fermín, obispo, Claudio y Sinforiano, mártires, sta. Isabel, reina de Portugal.

s. Cirilo, ob., y sta. Natalia, virg. y m. FIESTA CÍVICA. $ Cuarto menguante á la 0 y 26 m. de la larde (inedia dia). ss. Jamario, Félix, Felipe, Silvano, Alejandro, Vital y

Marcial, mártires, lujos de sta. Felicitas, ss. Pió, papa y Cipriano, mártires, ss. Juan Gualberto, abad y Félix, mártir, s: Anacleto, papa y mártir.

ss. Buenaventura, obispo y doctor y Cirilo, mártir, s. Enrique, emperador. Nuestra Señora del Carmen. El triunfo de la Santísima Cruz. Indulgencia de 40 horas

en la Concepción y en Montserrat. s. Alejo, confesor.

stas. Donata y Segunda, mártires. Q Luna nueva á las 3 y 30 m. de la larde. s. Camilo de Lelis, fundador y sta. Sinforosa, virgen. s. Vicente de Paul. stas. Justa y Rufina, virgen y mártir, ss. Jerónimo, Emiliano, Elias, profeta y sta. Liberata, virg. ss. Víctor y Feb'ciano, márti sta. Maria Magdalena y s. Teófilo. ^ Ayuno. ss. Apolinarío, obispo y mártir y Liborio.

Francisco Soidaño. Indg. de 40 h. en San Francisco. Santiago, apóstol, s. Cristóbal y sta Valentina. (t£ Cuarto crecien'.e á las 9 y 23 m. de la mañana. sta. Ana, madre de Nuestra Señora, y s. Jacinto, mártir. ss. Pantaleón y Sergio, mártires y sta. Natalia, ss. Inocencio, papa, Nazario y Acacio, mártires, sta. Marta, virgen y s. Faustino, mártir, ss. Abdón, Senén y sta. Máxima, mártires, s. Ignacio de Loyola, fund. Ind. de 40 h. en su iglesia. I

Solsalej sepon»

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7,i I 4 7.1

32

En el matrimonio, cada uno de los contrayentes conoce admirablemente I

del otro,

ACiOSTO 31 días Sol cu Virgo

1 Lun.

2 Mar.

3 Miér.

4 Juev.

5 Vier. 3 Sáb.

7 Dom

8 Lun.

Mar.

Miér. Juev, Vier.

Sáb. Dom Lun. Mar.

Miér, Juev, Vier Sáb. Dom

Lun. Mar.

Miér, Juev. Vier. Sáb. Dom Lun.

Mar.

31 Mier

Pedro Advincula, Domiciano y Rufo, mártires. fí?) Luna llena á la 0 y 12 m. de la mañana (media noche). Ntra. Señora de los Angeles, ss. Esteban, Pedro de O.,

Alfonso y sta. María de Lemos. Jubileo de Porciúncula. La invoc. de s. Esteban protom., s. Eufronio y sta. Lidia, sto. Domingo de Guzmán, fund. Indg. de 40 h. en su igl. Nuestra Señora de las Nieves.

La transfiguración de N. S. Jesucristo, s. Sixto, p. y mr. ss. Cayetano, fundador, Pedro y Julián, mártires. ss. Ciríaco, Eleuterio y compañeros, mártires. ■^ Cuarto menguante á la 1 y 56 m. de la mañana. Ayuno. ss. Justo y Pastor, herm. Ind. de 40 horas

en las Catalina*.

Lorenzo, mártir y sta. Paula, virgen y mártir. ss. Rufino, obispo y Tiburcio. y sta. Susana, mártires, sta. Clara, v. y f. , Patrona mere, de eúa ciudad en acción de

gracias por su reennq. Indulg. de 40 horas en San Juan. Vig. y Abst. ss. Hipólito, Casiano y sta. Elena, mártires s. Eusebio, mártir.

►£< LA ASUNCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA. ss. Roque y Jacinto.

9 Luna nueva á las 6 y 17 m. de la mañana. ss. Anastasio, Bonifacio y sta. Liberata, mártires. ss Floro y Agapito.

ss. Luis, obispo, Julio y Andrés, mártires. ss. Bernardo, abad y doctor y el sto. profeta Samuel, ss. Joaquín, padre de Nuestra Señora. ¡nd. de 40 hura»

en San Francisco. stas. Anastasia, Ciriaca y Juana.

Francisca Premiot. ss. Hipólito y Marcial, mártires. < Ayuno. ss. Felipe Benicio y Restituto. Cuarto creciente á las 4 y 15 m. de la tarde. ss. Bartolomé, apóstol y Romano, obispo, ss. Julián y Ginés, mártires y Luís, rey de Francia. ss. Ceferino, papa, Ireneo y Adriano, mártires. s. José de Calazáns, el Dardo de sta. Teresa, virgen, ss. Agustín, obispo y doctor, y Bibiano. ^ Vig. y Abst. La degollación de s. Juan Bautista, sta.

Cándida, virgen. ■í< SANTA ROSA DE LIMA, viuda, Patrona principal de esta

América Meridional. Indg. de 40 h. en Santo Dominjo f?i Luna llena á las 8 y 34 m. de la mañana. |ss. Ramón Nonato y Robustiano. Ind. de 40 h. en la Merced

Solíale

6 32

6 31 6 30 6 29 6 28 6 27 6 ¿6 6 25

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6 1

6 0

5 58

La virtud de los hombres es el arrepentimiento y la de las mujeres el olvido.

- 13 -

SETIEMBRE .'{O días Sol en Libra

Juev. Yier. Sáb. Dom.

Lun.

Mar.

Mier. Juev.

Vier.

Sáb.

Dom.

Lun. Mar.

Mier.

Juev. Vier. Sáb. Dom,

Lun.

Mar. Mier.

Juev. Vier. Sáb.

Dom

Lun. Mar. Mier

Juev Vier

ss. Sixto, obispo y Gil, abad.

ss. Antonio, mártir, Esteban, rey y sta. Máxima, mártir.

Sandalio. stas. Serapia y Eufemia, mártires. stas. Rosa de Viterbo y Rosalía, virgen y s. Silvano, márt.

Indulgencia de 40 horas en Sun Francisco. ss. Lorenzo Justiniano y Victorino, obispos, ss. Fausto y Eugenio, mártires.

gj Cuarto menguarle á la- 6 y 34 m. de la tarde.

Vig. y Abit. s. Juan. márt.. y sta. Regina, virg. y márt. í< LA NATIVIDAD DE MARÍA SANTÍSIMA^ i. Adriano.

Indulgencia de 40 horas en San Juan y Sin. FrancUco.

s. Jerónimo, mártir; sta. María de la Cabeza y la beata María Ana de Jesús.

ss. Nicolás de Tolentino, Félix y Lucio, obispo. InliU gencla de 40 h^tai en MonUerral.

El dulce nombre de María. ss. Emiliano, obispo, Profco y Jacinto bermauos, mártires.

ss. Serapio y Leoncio, mártires.

ss. Eulogio, obispo y Amaro.

La exaltación de la Santísima Cruz. ss. Cornelio y Ci- ríaco, obispo?. Indulgencia dj. 40 horas e t el Socorro.

4 Luna nuera á las 7 y 53 m. de la tarde.

Laapar. de ato. Domingo de Guzmán en Soriay sta Meíitona.

ss. Cornelio y Cipriano, mártires.

s. P. Arbués y la impr. de las llagas de s. Francis- o de Asís.

La conmemoración de los Dolores de Nuestra Señora. s. Tomás de Villdn y sta. Sofía, mártires.

s. Genaro y compañeros, mártires.

Ayuno s. Eustaquio.

Témpora. s. Mateo, apóstol y evangelista.

@; Cuarto creciente á las lo y 23 m. de la larde

s. Mauricio y compañeros, mártires. PRIMAVERA.

Témpora. ss. Lino, papa y mártir y Constancio.

Témpora. Nuestra Señora de las Mercedes. s. Gerardo,

obispo y mártir. Indiligencia de 40 horas en su iglesia. sta. María de Cervellón (Socorro; y Aurelia, virg. y márt.

Indg. de 40 A. en la Merced, donde se celebra ¡u fiesta. s. Cipriano y sta. Justina, mártires.

ss. Cosme y Damián hermanos, mártires. s Wenceslao, mártir y el beato Simón de Rojas. (f) Luna llena á /as 6 y 54 m. de la larde. La dedicación de s. Miguel are. Ind. de 40 h en su iglesia. s. Jerónimo, doctor. Patrón principal de esta diócesis. s. Honorio y sta. Sofía, viuda. Indulgencia de 40 horas.

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El recuerdo del hombre que uno ha odiado, dura mas tiempo qu<; la memoria que ba querido.

5 25 5 33

24 5 33 5 23 5 34

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14

OC TU BUJE 31 días Sol eu Escorpión

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16 17 18 19

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22 23

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30 31

Sáb. Dora

Lun. Mar.

Miér,

Juev.

Vier.

Sáb.

Dom.

Lun.

Mar. Miér. Juev. Vier.

Sáb.

Dom Lun. Mar. Miér, Juev. Vier.

Sáb.

Dom.

Lun.

Mar.

Miér.

Juev .

Vier.

Sáb.

Dom.

Lun.

s. Remigio, obispo.

Jubileo. Nuestra Señora del Rosario. ss. Angeles

custodios y Eleuterio, mártir, ss. Maximiano y Cándido, mártires, s. Francisco de Asís, fundador. Indulgencia de 40 horas

en su Iglesia. ss. Froilán, obispo. Plácido y Victorino, mártir. ss. Bruno, fundador, y Emilio, mártir. f¿) Cuarto menguante á la 1 y 48 m. de la larde. s. Marcos, papa y sta. Justina, viuda. Indg. de 40 horas

en Santo Domingo del Santísimo Sacramento. s. Demetrio, mártir y sta. Brígida, virgen y mártir. s. Dionisio, obispo y mártir*y el sto. patriarca Abraham. La fiesta de la Maternidad de María Santísima. ss. Fran- cisco de Borja, Luis Beltrán y Paulino, obispo. ss. Nicasio, obispo, y Fermín.

Ntra. Sra. del Pilar en Zaragoza, ss. Prisciano y Edisto. ss. Eduardo, rey, Fausto y Marcial, mártires. ss. Calixto, papa y mártir, Evaristo y sta. Fortunata,

bermanos. # Luna nueva á las 8 y 21 m. de la mañana. La fiesta de la Pureza de María Santísima. sta. Teresa

de Jesús, virgen, ss. Bruno y Fortunato, mártires. ss. Martiniano, Saturnino y Nereo, mártires, s. Florentino, obispo y mártir, y sta. Eduviges, viuda. ss. Lucas, evangelista y Justo, mártir. ss. Pedro de Alcántara y Lucio, mártir. ss. Feliciano, ob. y m., Juan Cancio y stas. Irene y Saula. s. Hilarión, abad, sta. Úrsula y compañeras, virs. y mrs. {g£ Cuarto creciente á las 4 y 52 m. de la mañana. ss. Felipe, obispo, Severo y sta. María Salomé. ss. Pedro Pascual, obispo y mártir y Donato, obispo. s. Rafael, arcángel.

ss. Gabino, Crisanto y sta. Daria, mártires, ss. Evarispo, papa, Servando y Germán bermanos, mártires. ^ Ayuno. s. Fruto y sta. Sabina, mártir. ss. Simón y Judas Tadeo, apóst., y sta. Cirila, virg. y mr. cg Luna llena á las 8 y 1 m. de la mañana. ss. Narciso, obispo, Cenobio, Farón y sta. Eusebia, mártir. ss. Marcelo, Claudio, mártir y Lucain. ^ Vig. y Absl. s. Nemesio y su hija sta. Lucila, márt.,

s. Quintín, mártir.

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0

1

6 1 6 2

6 3

Nunca trata el sabio de vengarse de sus enemigos : deja ese cuidado á hi vida.

15

\OVlElIISilE

30 días Sol cu Sagitario

Mar. Miér.

Juev.

Vier. Sáb.

Dom. Lun. Mar. Miér.

Juev. Vier.

Sáb.

Dom. Lun. Mar. Miér. Juev, Vier.

Sáb.

Dom. Lun.

Mar.

Miér.

Juev.

Vier.

Sáb.

Dom,

Lun. Mar. Miér,

«í» LA fiesta DE TODOS LOS SANTOS. ss. Cesáreo y

Benigno, mártires. La conmemoración de los fieles difuntos. ss. Ciríaco y

Eudoxio, mártires. Los innum. márts. de Zaragoza, stas. Eustaquia y Silvia. ss. Carlos de Borromeo, arzobispo y Nicandro, ob. y márt. ss. Félix, Eusebio, mrs., Zacarías y el bto. Martin de Porres. ^) Cuarto menguante á la i 10 y 11 m. de la mañana. ss. Severo, obispo y mártir y Leonardo, confesor. ss. Florencio, obispo y Amaranto, mártir, ss. Severo y Victorino, mártires. La dedicación de la Basílica del Salvador en Roma.

ss. Teodoro y Alejandro, mártires. 5 Vig. y Abst. ss. Andrés Avelino, Trifón y sta. Ninfa, m. S. MARTÍN, obispo. Patrón principal de esta diócesis.

ss. Victoriano y Valentino. Ind de 40 h. en la Catedral. ss. Martín, papa y mártir. Rufo, obispo y Diego de Alcalá. % Luna nueva á las 8 y 4 m. de la tarde. ss. Antonio, Germán, mártires y Estanislao de Kosca. Patrocinio de Ntra. Sra. ss. Cleinentino y Serapio, mr. ss. Eugenio, ob. y mr., Leopoldo y sta. Gertrudis, virg. ss. Rufino, Marcos y Valerio, mártir. ss. Gregorio, taumaturgo, y Víctor.

La dedicación de la Basílica de los stos. Apóstoles s. Pe- dro y s. Pablo. s. Máximo, obispo, s. Ponciano, papa y mártir y sta. Isabel, reina. (D Cuarto creciente á la 0 y 48 m. de la larde (med'a dia). ss. Félix de Valois y Octavio, mártir. La presentación de Ntra. Sra. ss. Alberto y Honorio, mr.

Indulgencia de 40 horas en San Miguel y en la Piedad

por su titular. sta. Cecilia, virgen y mártir.

s. Clemente, papa y mártir y sta. Lucrecia, virgen y mártir, s. Juan de la Cruz y sta. Fermina, virgen, sta. Catalina, virgen y mártir.

Los despojos de Na Sa. ss. Pedro Alejandrino y Fausto. Io de Adviento. ss. Facundo, Primitivo y Acacio. Ó?i Luna llena á la 0 y 23 m. de la mañana [media noche). ss. Gregorio III, papa y Mansueto. ^ Ayuno. ss. Saturnino y Filomeno. Ciérranse las velaciones. s. Andrés, apóstol y sta.

Justina, virgen y mártir.

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36

33 34 33

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4 20

6 31

6 32

Los buenos amos hacen los buenos criados : ¿ Que extraño es pues, que sean c>tos u'timos

tas raros ?

16

DICIEMBRE 31 días Sol en Capricornio

s. Mariano, sta. Cándida, mártires y sta. Natalia. Ayuno para las penónos que no guardan las vigilias reform.

s. Silvano obispo y mártir y sta. Bibiana, virgen y mártir ss. Francisco Xavier, Crispin y Claudio, mártires. de Adviento. s. P. Crisólogo, ob. y sta. Bárbara, virg s. Sabas, abad y sta. Crispina, mártir. g> Cuarto mtnguante á las 5 y 49 m. de la mañana. s. Nicolás de Bari y sta. Dionisia. Indulgencia de 40 h.

en su iglesia.

Vig. y Abil. ss. Ambrosio, obispo y Policarpo, mártir. § LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA.

ss. Sifronio. obispo y Macario, mártires, stas. Leocadia y Valeria, virgen y mártires. Nuestra Señora de Loreto. stas. Georgina y Eulalia. 3o de Adviento. ss. Dámaso, papa y Daniel Estelita.

Donato y sta. Emerenciana, virgen. Luna nueva á las 7 y 26 m. de la mañana. sta. Lucia, virgen y mártir.

Témpora. ss. Nicasio. obispo y Arsenio, mártires. ss. Ireneo, Cándido y Fortunato, mártires. Témpora. Ayuno. ss. Eusebio, ob. y Valentín, márt Témpora. Ayuno. ss. L'izaro, ob. y Floriano, mártir. de Adviento. La espectación de Nuestra Señora. ^ Cuarto creciente á las 11 y 5 m. de la tarde. ss. Nemesio y Ciriaco, mártires, sto. Domingo de Silos y sta. Liberata, mártir. s. Tomás, apóstol. VERANO. Demetrio y Floro, mártires. El beato Nicolás Factor y sta. Victoria, virgen y mártir.

Vig. y Abst. ss. Gregorio, Luciano y Cenobio, márt. í" LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

sta. Anastasia, virgen y mártir. s. Esteban, protomártir. © Luna llena ó las 7 y 23 m. de la tarde. s. Juan, apóstol y evangelista.

Los santos Inocentes, ss. Teodoro y Castor, mártires. ss. Tomás Cantuariense, ob. y m. , y el sto rey profeta David. Citarlo creciente á las 3 y 10 m. de la larde. Severo. Honorio y Donato, mártires.

Vig. y Abst. s. Silvestre, papa y stas. Paulina é Hilaria, mártires.

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El í¡ue gasta lodo lo que gana, cslá siempre al bonde de la miseria.

LA DEFINICIÓN DE LA FELICIDAD

(DE MI COLECCIÓN DE AUTÓGRAFOS)

La felicidad es una palabra injuriosa con que los hombres de buen istómago, insultan á los dispépticos. D. D. Martinto.

La felicidad es el amor, único ideal cpie puede realizarse en la vida.

Martin Coronado.

feliz es no tener ni odios ni remordimientos.

Leopoldo Djaz.

La felicidad es personal u general. En su primer carácter es sub- etiva, reside en nuestro interior : es la conformidad!

La felicidad general es convencional y se forma de la acumulación le pequeñas infelicidades individuales.

Belisario J. Montero.

La verdadera felicidad reside en Dios ; la felicidad terrena es su eflejo. Isaac Larrain.

ieliz es querer serlo : querer es poder; luego la felicidad está

de todos de todos los (pie saben dirigir su voluntad.

José María Oller. Por copia con/brmt :

M. Castill . Portugal.

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LITERATOS ARGENTINOS

LEOPOLDO DÍAZ

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CASTALIA BARBARA

EL MAL

I Canta Lok en la oscura región desolada

Y hay vapores de sangre en el canto de Lok. Allá Hymir apacienta su ño de hielo

Que obedi jantes que tiemblan la voz del pastofl

Canta Lok á los Vientos helados que pasan,

Y hay vapores de sangre en el canto de Lok.

II Densa bruma se cierne. En las rocas abruptas La ola ronca se estrella con sordo fragor. En su dorso sombrío se mecen los barcos salvajes Del guerrero de rojos cabellos, huraño y feroz. Canfa Lok á las oías oscuras que pasan,

Y hay vapores de sangre en el canto de Lok.

III El guerrero de rojos cabellos no busca Los tesoros que guardan los senos de Niord ; Al país de las nieves eternas lo lleva su barca

Y una mano invisible y maldita conduce el timón. Canta Lok á la muerte que ríe á su paso,

Y hay vapores de sangre en el canto de Lok.

Ricardo Jaimes Freyre.

ACUARELA

-s^-

Cuando se apaga el sol ii Occidente, hay aquí, en pedazo de tierra ale- lada del centro mundano, mu punió nuo refleja y co- pia aquel paraíso cantado por los poetas antiguos.

Un añoso árbol cuya copa se pierde entre las nubes, extiende sus ramas color de esmeralda en una vasta, vastísima extensión, produciendo una sombra pálida y dulce que imita arabescos y dibuja las más raras y pintorescas imá- genes. Sombra impacible y fresca de donde brotan efluvios voluptuosos y va- ga© como armonías perdi- das los acordes lejanos del viento que mueve los ár- boles, que trae los susurros de las aguas y el eco de los cantos del labrador que abre los surcos.

Apesar de su encanto, no es el punto preferido por los que habitan en derredor de este añoso ár- bol, cuya copa besan las tempestades y cuyas ramas filtran al través, tantos pálidos rayos de oro y recogen murmurios, himnos y plegarias.

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¡Es hermoso, sin duda, pero es tan triste! dice la humanidad alegre, la que vive entre las risas, los cantos báquicos y los con- ciertos en que flotan ninfas invisibles y visiones sensuales.

Ciertas almas decrépitas encerradas por un extraño contraste eni cuerpos de una brillantez incomparable, exclaman al verlo. ¡Cuánta belleza perdida, cuánta inmensa soledad! La soledad se hizo para; el amor, esa gloria efímera, esa nada exótica que se vá, que se fué, que existe en el poema, en la leyenda, en las historias del pasado, pero no ya entre la humanidad que se consagra al goce.

Y pasan, pasan en torno del añoso árbol, saboreando sus quime- ras, aspirando sus efluvios, sintiendo sin quererlo el flujo y reflujo de emociones desconocidas y cogiendo entre los dedos fríos las ex? tremidades de sus ramajes verdes humedecidos por las corrientes, saturados de electricidad, empapados del universo del amor.

¡ Ciegos ! niegan el amor donde todo habla de él, en el follaje mecido por el viento, en los cendales de oro que esparce el sol, en las aguas del pequeño lago donde se hunden tristemente las imá- genes vagas que cruzaron el éter.

¡ Niegan el amor, y bajo ese árbol añoso se cantaron himnos febricitantes, se deshojaron tantas flores candidas y divinidades tiernas y apasionadas siguieron en su ruta misteriosa al ídolo!...

Y... alguien ha oido y todavía se consérvala huella en ese tronco añoso que respetaron los siglos, alguien ha oido en una noche silen- ciosa en la que podia escucharse el paso de una nube por el azul del cielo, el estampido de una arma que un hombre, no un poeta enfermizo ni un adolescente, perdido el ensueño por que amaba un ensueño, aplicó á sus sienes pálidas, para huir de la realidad, de. esa fría realidad en que la filosofía mata el ideal !

Marzo, 1897.

Carolina Freyre de Jaimes.

IMPOTENCIA

Quizás en suave lira yo pudiera El arrullo imitar de la paloma, O poner en mis versos el aroma Que despide fragante primavera.

Tal vez á la sonrisa placentera Que en labios como pétalos asoma Hasta mi lengua tímida el idioma De las plácidas musas acudiera.

A tu divino, á tu gentil portento Aun pudiera tornarse el pensamiento En mariposa azul con alas de oro...

Sólo hallo con pesar que no podría Vaciar en una estrofa el alma mia Para lograr decir como te adoro !

Costa- Rica, 188Q.

Justo A. Fació.

LOS MUSIQUILLOS

A Manuel Castilla Portiu

I

Junto con la primavera, las llores y los pájaros han llegado tar bien los musiquillos, los niños vagabundos que recorren las grandí capitales recreando á la multitud con sus canturías y sus

violines Son las únicas golondrinas que nos envia la vieja

Europa ; pichones implumes que el huracán de la miseria ha arrojado lejos del nido maternal. Flacos, macilentos y haraposos. van por las calles cantando sin concierto y sin compás ; sus voce* finas é inciertas parecen remedar una queja, y el canto sollozante de las aves que huyen de la nieve y buscan en otras riberas el cala de un sol mejor.

Si alguna vez los halláis á vuestro paso, dadles por Dios una limosna. Ellos, agradecidos, tocarán sus violines. y os harán oir una canción de amor

II

Los musiquillos, solitos y pensativos, caminan con los instrumen- tos debajo del brazo, contemplando las vidrieras, y mirando lo* patios de las casas ricas. Han salido muy de mañana, y han recorri4

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do en vano casi toda la ciudad. Sus dedos están ya cansados de tanto tocar, y sus pies doloridos so niegan á dar un paso más. En sus rostros demacrados se adivinan sombras extrañas : tienen hambre. En sus ojos hundidos se una melancolía infinita y se

retrata la profunda tristeza de un recuerdo En una ignorada

aldea de Bretaña, en la gloriosa Francia, han quedado sus viejos padres, pobres labradores que aran constantemente la dura é

infecunda tierra Antes que ellos vuelvan pasará la Muer

allí, y se llevará todo lo que dejaron al partir...

En el nido vacío entrará la nieve, y el viento helado del in\ apagará el último eco de la canción maternal. 1. junios

piensan que es preciso volver, sin acordarse que aún no pueden volar. Entonces, siguen andando y cantando sin concierto y sin compás

III

Estamos en el lluvioso otoño. Los árboles se deshojan, y en los ramajes escuetos, solloza el viento de abril. En mayo hará frío y en junio helará. Los calles están silenciosas y enfanga* modo

que no se pueden transitar. Las vidrieras se vén húmedas y vacías; las puertas cerradas y las ventanas mudas. En el cielo lívido no hay más que nubes de tormenta. El sol desaparece temprano y sus crepúsculos amarillos son muy monótonos y tristes. A la ot la ciudad parece un cementerio. Las campanas tañen. El fuego arde en la estufa de los ricos. Las damas tienen abrigos de pieles

y sus niños hermosas cunas y calientes abrigos Pero ellos, los

vagabundos, no tienen ni fuego, ni pieles, ni hogar, ni abrigos, ni pan.

Los portales que les sirven de refugio, están mojados y los asilos cerrados. ;. Será preciso morir?: Dios mío! Ya no hay llores, ni pájaros, ni estío : todo agoniza y muere

Y el cierzo helado <1"1 invierno que quema las manos y penetra los huesos, ha ahuyentado á los musiquillos y ha hecho enmudecer sus instrumentos. Los débiles pajaritos que cayeron del nidn h in tenido que huir a otras ritieras en busca de un sol mejor.

Cuando vuelvan, junto con la primavera, los pájaros y las llores, dadles si los encontráis á vuestro paso, una limosna poi Dios... Ellos, sonriendo, agradecidos, locarán sus viejos violines y os harán oír una canción de amor

' rERÓNIHO I'e',

AhriL 1897.

■fí O J A S

¿ Ves aquel sauce, bien mío. Que en doliente languidez Se inclina al cauce sombrío, Enamorado tal vez De las espumas del río ? ¿ Oyes el roce constante De su ramaje sediento,

Y aquel suspiro incesante Que de su copa oscilante Arranca tímido el viento ? Mañana, cuando sus rojas Auroras pierda el estío, Lo verás, húmedo y frío, Ir arrojando sus hojas Sobre la espuma del río.

Y que ella, en rizos livianos Llevando la hoja caida,

La selva cruza y los llanos. Para dejarla sin vida En los recodos lejanos. ¡Ah! cuan ingrata serias,

Y cuan hondo mi dolor,

Si estas hojas, que son mías, Abandonara, ya frías, Como la espuma, tu amor ! Rafael Obligado.

BELLEZAS AMERICANAS

ÍBEETHOVEN

N alta noche la canción serena Trae en su giro vagabundo el viento, Como ráfaga triste de un lamento Que allá, en el fondo del pasado suena.

Oh! cual traduce la profunda pena La amarga soledad del pensamiento, La breve dicha, el hondo sufrimiento Con frase vaga de misterios llena!

Sobre las teclas pálidas del piano. Desgranando su nota cristalina Parece una libélula tu mano.

Y tu frente de anémona se inclina Al evocar del ruiseñor germano La sollozante vibración divina.

Leopoldo Díaz.

EL, TIEMPO

Le lernas, cette image mobile De rimmobile éleraité.

J. B. Rousseau.

Tamas he conseguido tener un reloj arreglado ; me pesa la nece- sidad de darle cuerda periódicamente y aunque comprendo la utili- dad relativa de esa máquina, nunca la habría yo inventado aun teniendo para ello la capacidad necesaria. Me fastidia, Sin poderlo remedia, esa minuciosa división del tiempo por horas y porminj- o- me parece ver un avaro que cambia su oro por monedas de cobre para después gastarlas una por una. Esas divisiones son auto más quiméricas cuanto que ni el espacio ni el tiempo, pueden tener uña duración absoluta, sino simplemente relativa: un día puede arrastrarse más lentamente que un mes; un mes escaparse más rá- Sdoque un día; el mismo camino que hoy nos parece corto y rápido en otro tiempo nos daba una idea de los desiertos mtermmables de

la¿irüempo debe juzgarse como las medidas de capacidad, no por sus dimensiones eLriores, sino por lo que el contiene ay a día laro-o que encierra menos acontecimientos que tal fugaz minuto hav taíaño que si se le espurgase como se practica con las n. quitándola cascara, las fibras inútiles y las películas amargas. quedaría reducido á ciertos días.

El tiempo puede compararse á una gota de agua de jabón, qu sopfada por un canuto, se hincha y llega á hacerse tan granel

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¡a caben de un niño; ella es tanto más grande cuanto más hueca esta; asi el tiempo, mientras menos lleno es más largo Hay ho- ras en nuestra vida durante las cuales hemos vivido más que en todo el resto de nuestros días.

Por otra parte esas divisiones del tiempo matemáticas y falsas á la vez, han quitado mucha poesía á nuestro lemmaje

¿hVZléndf°Si Y *?* reI°jeS' para desi^n^r c¡«*«" V*¿ del día, se d.na : el sol se levanta tras de los álamos. Esto despertaría ideas risueñas y graciosas. Merced á los relojes se nos dice: son las seis de la mañana.

Más tarde, en lugar de pensar que el sol se mira en el estanque se piensa en que las dos manecillas del reloj se encuentran sobré un numero doce en cifras arábigas ó romanas. Por la tarde dice uno : son las seis.

Sin los relojes nos veríamos obligados á hacer lodos los días nuevas observaciones.

El sol desaparece detrás de las nubes enrojecida* No hay ya en el ciclo sino una tinta de oro pálido Los árboles dibujan sus sombras en el. horizonte. El viento no hace ya ruido en el follaje. Los pájaros han cesado de cantar. Ya se oyen los gritos del mochuelo, ele , etc

Además el reloj pone una especie de premeditación en lodos los actos de nuestra vida; es un tirano que nos prescribe 'el hambre la sed, el sueno, el reposo y el trabajo; es también un reproche conti- nuo para nuestra exactitud : jamás he consultado un reloj sin aocr- - cibirme de que estoy en retardo de una ó dos horas, que va no debe esperárseme o que han comido sin mí, ó que mi portero me hará tocar seis o siete veces.

En consecuencia, yo que como cuando tengo hambre, que duermo cuando mis ojos se cierran, que trabajo cuando tengo necesidad me abindono a la vida sin inquietarme poco ni mucho de la hora que puede ser; y cuando tengo reloj por imitar á los demás, nunca cuido de arreglarlo : no obstante, estoy seguro de que sin contar nís d as ni mis horas, no viviré por eso, más de prisa ni más despido que cualquiera otro y hallaré mi cuenta cabal al fin de la vida

México, 18-2. FraNCISC0 Castilla Portugal.

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EMA Y SABINO

Erna y Sabino se amaban Con ese amor sin secretos, Sublime, que el alma guarda Como un divino precepto. Amor inocente, puro, Franco, tierno, verdadero, Que nace y se desarrolla Entre la luz de un ensueño, Que vive lejos del mundo, Que hace de la vida un templo Consagrando á sus encantos Un altar dentro del pecho.

Fueron amigos de niños, Amigos juntos crecieron, Sus gustos eran iguales, Iguales sus sentimientos. Como dos plantas que nacen Juntas en un mismo suelo

Y el perfume de sus hojas Mezclan sin temor, sin celo, Así Erna, niña hermosa, Sabino, mancebo apuesto, Confundieron el perfume De la flor de sus afectos.

Dicen : que al ir ante Dios, A cumplir su santo anhelo, Murió Erna, y tras sus huellas Fué Sabino, el leal mancebo. Trocándose en un instante, Cediendo á fallo severo El blanco cendal de novia Por negro crespón de duelo.

Cuentan : que desde entonces, Los vecinos de ese pueblo, Ven en las noches de calma Dos estrellas; según ellos, Son de Sabino y de Erna Las almas que de allí huyeron Buscando una unión más grande : La unión eterna del cielo.

Emilio X.' Cuno.

LA MORAL DE BEBÉ

(DIÁLOGO PUERIL)

L\ Abuela. Habia una vez un muchachito, que era muy des- abediente y que se llamaba Saturnino. Siempre se metia los dedos sn la nariz y daba mal ejemplo á su hermanita...

Bebé. Y ¿ cómo se llamaba su hermanita ?

La Abuela. Se llamaba Sofía.

Bebé. ¡ Ah !

La Abuela. Entonces , cierta ocasión que se habia metido mucho los dedos en la nariz...

Bebé. Díme, abuelita, ¿ es malo meterse los dedos en la nariz ?

La Abuela. ¡ Oh, es malísimo ! Eso pena al buen Dios...

Bebé. ¿Tiene narices, el buen Dios, abuelita?

Lv Abuela. Tiene todo lo que el quiere ; hijo mió.

Bebé. ¿ Sus narices, son grandes como las mias ó como la pirámide de Mayo ?

La Abuela. Más grandes, amigo mió. Ño tienen límites.

Bebé. ¿ Qué quiere decir, no tener límites, abuelita?

La Abuela. Hijo mió, eres muy joven para comprenderlo... Te lo explicaré más tarde.

Bebé. Entonces, cierta ocasión que se habia metido mucho los ted s en la nariz...

I. a Abuela. Sacó de ellas una gran serpiente que le dijo...

Bebé. Y ¿ tigncs una gran serpiente en la nariz, abuelita Y

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La Abuela. No, hijito, solamente la tienen los niños des- obedientes.

Bebé. Y ¿ el buen Dios ?

La Abuela. Tampoco.

Bebé. Yo no tengo una serpiente en la nariz, ¿verdad?

La Abuela, No, tu eres un niño razonable, juicioso, que -no pones tus dedos donde no debes ponerlos.

Bebé. Sí, abuelita, precisamente los pongo donde no debo...' ¡ donde no debo !

La Abuela. ¡ Cielos ! Y ¿ adonde los pones ?

Bebé. No es ciertamente en mi nariz...

La Abuela. Y ¿ á donde, entonces, desgraciado ?

Bebé. ¿ Adonde ?

La Abuela. ¡ Responde pronto !

Bebé (bajando los ojos). En el armario donde guarda mamá los dulces.

Mauricio Beaubourg.

ENTRE CIELO Y TIERRA

¿ Quién eres, ángel bello Que pesaroso Fuera del mundo tiendes Tus alas de oro? ¿ Cuál es tu pena ? ¿De quién huyes?...

Del hombre : Soy la Inocencia.

Y ¿ quién eres, ángel Que de los cielos Con inmortal sonrisa Bajas sereno? ¿ Cuál es tu patria ? A ¿ quién buscas ?...

Al hombre : Soy la Esperanza.

S. López Quijarro.

POEMAS

Sentado en mi lecho, y un libro De tristes memorias abierto en las faldas, Quería copiar un poema Que guardo en un negro rincón de mi alma.

No que terribles ideas Herían mi frente cual gotas de lava,

Y apenas recuerdo que sólo

El libro en mis manos, temblando, apretaba.

Las horas huyeron, con ellas Huyó de mi frente la negra borrasca,

Y sólo en el libro desierto

Quedaron dos huellas de llanto grabadas.

Entonces hallé que era inútil Fundir las ideas en huecas palabras, Pues, más que un poema de genio, En ciertos instantes, nos dice una lágrima.

D*° D. Martinto.

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DESPUÉS DEL BAILE

Ño tornes más al baile. De tu vesce El inhonesto escote dibujaba Los orbes de tu seno, que cien ojos Con lúbrico apetito devoraban. ¡Y luego ese tumulto que enardece!

Y ese hervor d 5 la sangre, que arreb a ta !

Y esa abrasante atmósfera, que altera ! , Y el wals, la polka, aturdidoras danzas En que al com;ás de t'atig inte orquesta Se revuelca la turba atarantada,

Y en que cualquiera tu flexible talle Con sus manos sacrilegas enlaza

Y á los ojos del nombre que te alora

En brazos te columpia por la sala! No vuelvas más al baile. Sacrificas Ese tesoro de ilusiones castas Que encerraron de tu alma en el santuario Los recuerdos benditos de tu infancia. No tornes más al baile, vida mía, Ambos á dos en seductora holganza Las nochespasaremos, nuestras minos En contacto magnético enlazadas, Mis ojos en tus ojos, comu'gando De nuestro amor purísimo en las aras Por las manos uniéndose ios pechos, Por los ojos besándose las almas ! Víctor Balaguer.-

PRO PATRIA!

La integridad peligra. ¡ Hasta se teme Que, después de unos dares y tomares, El invasor audaz, destruya y queme

Cortijos y olivares ! ¡Al arma, vive Dios!... Vibra guerrero

El toque de corneta,

Y tiembla de coraje el pueblo entero Calada en el fusil la bayoneta.

La patria sacrifica á la metralla La vida de sus hijos.

Y muere sobre el campo de batalla

Honrosa y dignamente ¡ la canalla

Que no tiene olivares ni cortijos!

Sinesio Delgado.

Vil 9&VVISV6

A mi hija Fanny.

La escena se desarrolla en casa de un amigo mió á donde me encuentro en ese momento : su hija mayor, la simpática Teresita, festeja el quinto ó sexto bautismo de su hijita, una preciosa rubia, de biscuit, que mueve brazos y piernas y cierra juiciosamente los ojos, cuando su mamita' la coloca en la posición horizontal.

Es María Teresa, la muñeca, una preciosa criatura. Su adorable carita encuadrada en un nimbo de oro finísimo, parece formada de leche y pétalos de rosa ; sus azules ojos, por lo oscuros, de cobalto, y su boquita, apenas abierta, deja ver una hilera de menuditos pedazos de marfil, avezados á las golosinas que su mamá, demasiado débil, le prodiga para calmar su llanto.

Después de largos coloquios y maduras reflexiones sobre el menú de la colación á que debían hacer honor los invitados, diez ó doce chicuelos, bulliciosos y alegres, una vez concluida la ceremonia del bautismo, la dueña de la casa, de acuerdo con la madrina, una des- pierta morocha de ocho abriles, dispuso que se compusiera de lo siguiente : Varias tajadas de salame, mortadela, y otros fiambres colocados en bandejas de papel y rodeados de aceitunas; un las- cado frito por la misma madrina, en la cocina económica que posee

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Teresita ; un pastel relleno, regalo del padrino ; bombones, pedazc de dulce confitado, ciruelas, pasas, almendras y otra porción de g< losinas que los convidados respetaban á duras penas, devorando!; anticipadamente con los ojos.

Fué un verdadero problema la cuestión del arreglo de Mar Teresa, para ir á la iglesia. Una de las amigas de Teresita, tra uno de los cajones del lavatorio de la mamá de estay en él, r-i-vuel y en desordenada confusión, pude admirar las infinitas prendas c que hace uso la coquetería femenina.

Cofias, baberos, gorras, corpinos, calzones con puntillas, camisi de color, trajes de casamiento, de teatro, de casa, adornados con p samanería, llenos de abalorios, todos ellos restos de las evolucioni del gusto ó de los posibles de la mamá de Teresita, pues casi podr decirse que cada uno de los trajes que ésta guardaba en su roper estaba representado en el revuelto guardaropa de la muñeca, mod ficado por la fantasía de su dueña ó por la interpretación que dabp lo que veia hacer ó discertir á su mamá, con la modista.

Por fin la elección recayó en un traje color marrón, adornado terciopelo granate, y en una gorrita de encajes, y pueden usted* creer que cuando se me presentó Teresita y su comitiva llevam á su hija para el bautismo, me quedé enamorado de la distincid y elegancia con que habia sido adornada la rubieeita.

Varios banquitos y unos cajones vacíos, colocados en el patio la casa, al lado de algunos tiestos conteniendo plantas, fueron l carruajes en que la concurrencia se trasladó á la iglesia. La ilusí> resultaba completa, pues no faltaron ni los tumbos, ni el ruido de 1 pisadas de los caballos, ni las interjecciones de los cocheros. U vez transcurrido cierto tiempo, que los chicuelos creyeron necesai para llegar hasta la iglesia, todos se dirigieron á un rincón d patio, y allí, encima de una de las plantas, tuvo lugar la ceremoni La madrina, llevando en brazos á su tierna ahijadita, se aproxi á uno de los invitados, monigote de nueve años, que se preste desempeñar el papel de oficiante, y sacándole la gorrita á Mal Teresa, esperó á que éste pronunciara las palabras sacramentah No que palabras refunfuñó éste entre dientes, sólo pude oir q concluyó su oración con estas : Domino Dio nostro. Amen, y que 1 concurrentes encontrando larga la ceremonia, cuchicheaban por bajo.

Ej.hó el improvisado Bautista, agua encima de la cabecita de muñeca : la madrina simuló algunos débiles quejidos, volvió á c

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locar su gorra á la nueva cristiana y los asistentes se precipitaron á la mesa, ya arreglada y dispuesta. No faltó á este simulacro de bautismo, caricatura de los que á diario, celebran las personas mayores, ni el consabido grito de « padrino pelado », « padrino pelado », que los chicuelos, repetían con esa inconveniencia ado- rable, que los hace tan temibles.

M. Castilla Portugal.

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Para aliviar á aquellos que destierra

Y darles la. esperanza y el consuelo, Dios puso las mujeres en la tierra

Y derramó los astros en el cielo.

Dio luz al valle y á los bosques bruma, Nieve á los montes y á los soles llama;

Y á la entreabierta flor, dijo : ¡ Perfuma !

Y al corazón de las mujeres : ¡ Ama !

M. Gutiérrez Nájera.

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EL ÁGUILA Y LA SERPIENTE

FÁBULA

A una águila poderosa Volar hacia un monte vio Cierta serpiente envidiosa; Y arrastrándose afanosa También al monte subió.

Veces mil la suerte ciega, Caprichosa se doblega Ante los hombres más viles, Y adonde el águila llega, Llegan también los reptiles. José Rosas.

23 5^2 «CP 33 *^~» <^ ^

Rie, en el hermoso hoyuelo Un beso quiero enterrar, Luego ponte seria, y nadie, Nadie lo conocerá.

Graba bien esta máxima en tu mente, Consuelo del mortal atribulado : No hay bien como el ageno y el pasado; No hay mal como el propio y el presente.

Joaquín M. Bartrina.

CELEBRIDADES ARTÍSTICAS

LOS RUBÍES (Versión de M. Castilla Portugal).

A mi hermano Eduardo.

Vi en cierta ocasión á un joven loco que rompia guijarros en el camino, no por oficio sino por manía. Tomaba una á únalas piedrecitas, las golpeaba con un martillo y vivamente, con indefinible ansiedad, escudriñaba los pedazos, los revol- vía, arrojándolos después á lo lejos, con aire abatido.

¿Qué busca usted en esos guijarros? pregúntele.

El filón del oro, que debian contener respondióme; pero no lo encuentro nunca, ¡oh! nunca.

Me dio lástima.

Es bien triste, repuse, mientras que él, interrumpiendo, su tarea, agregó :

Mucho más triste era en otro tiempo, en que yo en lugar de romper piedras en los caminos, rompia rubíes. Iba de: mujer en mujer, lleno de tristeza y cólera. Tomaba sus co- razones, de doncellas, de esposas, de cortesanas. Todos eran rojos pero todos estaban duros y helados, semejantes á rubíes crueles; y era en vano que yo al herirlos con el mío, hiciera abrir esos corazones; nunca encontré en ellos, el filón de amor que hubieran debido contener; nó, jamág, ¡oh, jam ás ! j

Catulo Mexdés.

LA PORTENA *

MU-ntras el hombre ejercita sus facultades en el sentido de modi- ficar los animales domésticos ó los plantas, hace elección artificial; pero el hombre mismo es susceptible óV variación, es capaz de realizar con su propia especie esas acumulaciones de selección de- que hablábamos al ocuparnos de la rosa disciplinada.

En las deliciosas páginas que van á leerse y que fuer por Pablo Mantegazza á propósito de la mujer portefia, y que, en general, puede decirse que se refieren á la mujer i, hay

motivos para un estudio interesante, aplicado al principio de la selección sexual.

* Del libro Cárloi Rubedo Darwin, ¡»jv el Ed. L. Holmberg.

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¿ Ha visto usted á la Porteña ? No, no he visto de ella ni el rostro, ni la mano, ni el pié. Apenas si he percibido su sombra cuando daba vuelta la esquina de la calle : pero de seguro que es una americana, una Porteña. Ninguna otra mujer de°este mundo habría plegado el cuerpo, recogido el vestido de esa manera- nin- guna hija de Eva habría sabido con tanta elocuencia de mímica con mayor templanza de movimientos perversos, deciros : Sov la delicia y el tormento del hombre.

la Porteña tiene sangre andaluza en sus venas ¡ posee todas las seducciones de la gracia y del ingenio, v aunque las disimula está? dotada de todas las cualidades físicas que los árabes exigen del sexo femenino. Despide el perfume de una flor de invernáculo que más se adivina que se siente; maneja los infinitos artificios indefinibles de la mas difícil de las artes, así como la más peligrosa, que consiste en despertar deseos, en ser y no ser; en hacer que el hombre gire en alguno de los círculos del Paraíso que no recorrió Dante en el cual el tedio dista tanto de la alegría como de la impaciencia. Pero al mismo tiempo, bajo aquella atmósfera emanada de la civilización y cargada con la experiencia de los siglos, se esconde la mujer la hija de Eva, que en la robustez de las formas, en el vigor de 'las carnes, promete ser excelente madre y no menos excelente esposa Las vestiduras del arte son inferiores á las perfecciones de la Natu- ' raleza y bajo el artificio de la señorita se oculta la estatua de Venus que ningún escultor desdeñaría reconocer por obra de su cincel

la gracia tiene entre las debilidades femeniles : ignóralas jaquecas, las convulsiones, la palidez cerúlea de nuestra lenta asfixia europea. El viento y el sol acariciaron su tez, y su seno destinado por la Naturaleza para dar asilo á la primera existencia del hombre fue sacudido á menudo por el violento andar del caballo en la llanura Ls un fruto cuya forma embelleció el cultivo v avivó la fragancia pero en el cual el sabor agreste y natural se conserva puro v sin mezcla. .

El cabello de la Porteña es negro y luciente: tiene la frente espa- ciosa, ojos renegridos, grandes y sombreados con larguísimas pes- tañas ; su nariz guarda un término medio entre la petulancia de la Irancesa que mira hacia arriba y la majestad de la española que se encorva demasiado hacia abajo ; su boca es pequeña y poco sensual. bu mirada di provocativa ni enteramente casta, es más bien orgu- llosa ; pero de una clase de orgullo que no humilla, porque puede vencerse, mirada más intrépida sin duda que la de las europea, todas ; que sena desfachatada si no fuese tan franca : es la mirada Tuerte por herencia y no por conquista de una naturaleza poderosa reposada, segura de misma v á veces irónica

El cuerpo de la Porteña, es siempre airoso, aun cuando la acom- pañe un rostro sin hermosura. Entre la turba infinita de mujeres

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se distingue el cuerpo de la argentina por su porte constantemente noble y resuelto. Menos plástica que la holandesa, menos vaporosa que la francesa, su piel es encendida y morena cubriendo carnes de bronce, que sólo la muerte es capaz de destruir. Las lineas curvas de todo su cuerpo, no las debe al arte de la modista, sino á la estruc- tura de su conformación, y como no provienen del capricho variable de la moda, son inmutables y permanentes como la Naturaleza.

La mujer Porteña promete más pasión que la que en realidad abriga en ; es menos móvil y maleable que la francesa ; no posee la sólida cultura y el sentimiento religioso de la inglesa ; pero es más mujer que ambas. Lo que no sabe, lo adivina ; poco le importa aquello que no comprende ; amable en la ignorancia como en la cien' ia, sabe embellecer la sociedad que la rodea con su franca ale- gría, propia de -quien está seguro de su poder; enamora con su gracia sin artificio, conquista con su noble atrevimiento, y sabe conservar los trofeos con el constante intlujo de la belleza. Es la Venus griega embellecida con el barniz de la civilización moderna.

La mujer Porteña toca el piano regularmente, habla el francés j , el inglés y el alemán. Idolatra las modas, los paseos y el teatro. La sociedad le derecho á exigir un culto casi divino, y por lo tanto exige del marido mucho lujo, mucho dinero, muchas emo- ciones. Pero si la fortuna adversa la empobrece, sabe, como todas las de su sexo, conservar el caudal de su belleza en medio de la hu- mildad de su vestido. Señora, desde niña, de sus gustos é inclina- ciones, no soporta que la impongan un marido, y está segura de que no la venderán como á una esclava, puesto que no tiene obligación de llevar dote al matrimonio. Como mujer es más virtuosa que mu- chas otras, dando así la razón á la célebre sentencia de Piousseau.

La mujer argentina cria generalmente sus hijos; domina al hombre con la fascinación de su belleza y exige mucho porque también mucho. Ella, sin otro argumento que su propia naturaleza, desmiente á los autores europeos de novelas, que atribuyen á las criollas una excesiva riqueza de apetitos sensuales. La concupiscencia, más que de la fuerza de los sentidos, es fruto bastardo de la corrupción, y la naturaleza robusta es de sobra más inocente que la impotencia des- templada.

La argentina tiene mucha parte, aunque indirecta, en los aconte- cimientos de su país, á causa de que los hombres dan gran precio á la más pasagera de las sonrisas. Ella, sin duda, sabrá hacer mejor uso, que hasta aquí, de esa iníluencia poderosa, dulcificando las costumbres, y concediendo más mérito al ingenio y al saber que á la riqueza.

Entre todas las hijas d Eva, la Porteña tiene menos derecho que ninguna otra mujer de este mundo para maldecir la Providencia que ha sido con ella tan oenerosa.

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Hasta aquí el espiritual escritor italiano., y yo por mi parte debo agregar : que la Porteña, por cuanto en la provincia de Buenos- Aires hay más población extranjera y por esto mismo en mayor grado en la capital, sufre modificaciones visibles de día en día, de tal manera que va á llegar una época en que las Porteñas serán 'tan lindas y tan graciosas que tendrá que venir otro Mantegazza á cantar la maravilla. Aquí ya no hay tipo propio. Xo hay inás que algo precioso indefinible. En algunas provincias argentinas se conservan todavía los rasgos hispano-arábigos con cierta pureza étnica que permite á veces hasta referir á tal ó cual tipo de España el de sus habitantes. Ello va á desaparecer, sin duda alguna, como está suce- diendo en Buenos-Ajres y también, aunque en menor grado, en el Rosario.

En algunos países de Europa hay dote, y como la dote es para la mujer, allí, una garantía de W % de probabilidades de obtener ma- rido, este mira en mucho la dote, de donde resulta que la selección de caracteres personales se halla en parte limitada por un obstáculo enérgico : el dinero.

Aquí no existe la dote como institución civil, pero ello no está pro- hibido seguramente, ni por el hecho de tener fortuna ha de carecer de grandes ventajas personales una mujer.

Mas. como en general interviene en nuestro país un agente pode- roso, cual es el equilibrio de las voluntades, el amor recíproco, en relación con la selección de belleza, inteligencia y gracia, la resul- tante de esta media de selección es un tipo bello, inteligente y gracioso.

El elemento perturbador, nosotros los feos... Pero esta cuestión se complica demasiado.

La teoría queda expuesta.

Ediardo L. Holmberg.

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Tengo sobre mi mesa una, escultura Pulida en blanco mármol de Carrara, Venus llena de luz y de hermosura, Con blondos rizos y sonriente cara.

Y aunque carecen de fulgor sus ojos, De perfume su boca provocante, Su tez marmórea de matices rojos... Cuando la miro, la contemplo amante.

Tornando anoche de un festín, la mente Por alcohólicos gases trastornada, Entré en mi alcoba y me senté á su frente Envolviéndola en lúbrica mirada.

¡Qué hermosa estaba! Mi cabeza loca Empezó á desvariar, falta de seso. Besos pedia su sonriente boca : Aproximé la mía y... ¡ la di un beso !

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Y otro! Y otro después! Trémulo, incierto, Las cuencas de sus ojos contemplaba. Me parecia que aquel busto yerto Se llenaba de vida y me miraba!

Te amo, te adoro, Venus, la decía. Habíame, tu silencio me impacienta. Y besaba otra vez su boca fría Que aplacaba mi sed calenturienta.

Ratos después, doblando la cabeza Por los vapores del alcohol rendido, Muy junto al pedestal de la belleza Pulida en mármol, me quedé dormido.

Llegó el día. La luz de la mañana Me despertó besándome en la frente. Al travéz del cristal de la ventana Vi á la aurora surgiendo en el Oriente.

Y á Venus junto á mí, siempre hechicera, Que aunque reia, con severo ceño Parecia decirme: Calavera, He velado las horas de tu sueño.

Máximo Villafaxe.

EL ESPEJO

(Versión de M. Castilla Portugal).

A mi madre.

Blanca y rosada, como flor de almendro, llegó á los países septentrionales, una criollita de quince años, procedente del país de los colibríes, traída por un viento de amor... Los de su país, le decían : No te vayas, hace mucho frío en el conti- nente. Te matará el invierno. Pero la criollita no creia en el invierno y no conocía el frío sino por haber tomado sorbetes ; además estaba enamorada y no tenia miedo á la muerte... Y hela aquí, que desembarca en el país de las brumas, con sus abanicos, su hamaca y su jaula de dorados barrotes, llena de pájaros de su tierra.

Cuando Bóreas, el viejo del Norte, vio venir á esta flor de las islas, que en un rayo le enviaba el Mediodía, tuvo lástima y pensando que el frío no haría sino un bocado con la mucha- chíta y sus colibríes, se dio prisa á encender su gran sol amarillo y se vistió de verano para recibirlos... La criollita

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cayó en la trampa : creyó que ese calor del Norte, pesado ; brutal, duraría siempre; que esa eterna verdura sombría er¿ verdura de primavera y suspendiendo su hamaca en el fond< del parque, entre dos pinos, se abanicaba todo el día, me ciéndose confiada.

Y decia riendo : Hace mucho calor en el Norte; per< después de un rato de reflexión, agregaba algo inquieta ¿Por qué en este extraño país las casas tendrán los muro: tan espesos y en todas las piezas habrá tapices y pesada: coleaduras? ¿ Qué objeto tendrán esas grandes estufas dt loza, esos montones de leña que se apilan en los patios ? esas pieles de zorro azul que adornan los abrigos que duer- men en el fondo de los armarios?... Pobre chiquita, biei pronto á saberlo.

Una mañana la criollita se despertó tiritando. El sol desaparecido y del cielo oscuro que parece haberse acercad( por la noche á la tierra, cae por copos una pelusa blanca j silenciosa, como la que hay debajo de los algodoneros.. ¡ He ahí el invierno! Ya llegó. El viento silba, las estufa: roncan. Los colibríes no gorjean ya en la gran jaula d< dorados barrotes. Sus alitas de color azul, rosa, punzó 3 verde-mar, permanecen inmóviles y pena verlos acurru- cados unos contra otros, aletargados y entumecidos por e frío. Allá abajo en el fondo del parque la hamaca tiembh llena de escarcha y las ramas de los pinos parecen de crista! hilado... La criollita tiene frío y no quiere salir más.

Acurrucada como uno de sus pajarillos, pasa su tiempo ai lado del fuego, ocupada en mirar la llama y en forjarse ur sol con sus recuerdos. Vuelve á ver todo su país, en la grac estufa luminosa y ardiente : los largos muelles, llenos de sol, junto con la rubia azúcar de caña que chorrea y los gra- nos de maiz que flotan en un polvo de oro: después las sies- tas del medio día, las cortinas de vivos colores, las esteras de paja, las soberbias noches estrelladas, las moscas de luz y las miríadas de alitas que zumban entre las flores ó en las mallas de tuf de los mosquiteros.

Y mientras que así sueña delante del fuego, los días de invierno se suceden, cada vez más cortos y sombríos. Todos los días amanece un colibrí muerto en la jaula; ya no que* dan sino dos, que parecen dos vedijas de plumas verdes que se erizan unas contra otras en un rincón

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Esa mañana la criollita no ha podido levantarse. Como á in barquichuelo sorprendido por los témpanos del Norte, el río la estrecha, la paraliza. La oscuridad reina y su cuarto stá triste. La escarcha se ha apoderado de los vidrios y ha mesto en ellos un espeso tapiz de seda mate. La ciudad pa- ece muerta y en las calles silenciosas sólo se percibe el ilbido lamentable del viento...

En su cama, la criollita para distraerse hace lucir las len- ejuelas de su abanico ó pasa el tiempo mirándose en los spejos de su país, adornados con plumas indias.

Cada vez más breves y sombríos, se suceden los días de ivierno. La criollita languidece y se desespera entre sus ortinas de encaje. Lo que le causa más profundo pesar, s, que desde su cama, no puede ver el fuego. Le parece ue ha perdido á su patria una segunda vez... De cuando en uando, pregunta: ¿Hay siempre fuego en la estufa? Sí, hiquita. ¿No oyes el chisporroteo de la madera? ¡ Oh! sí, uiero verlo. Pero por más que se inclina fuera de la cama, o puede verlo y se desespera.

Una tarde que pálida y pensativa, tenia su linda cabecita n el borde de la almohada, y sus ojitos buscaban siempre sa hermosa llama invisible, se aproximó su amigo y tomando no de los espejos, le dijo : ¿Quieres ver el fuego, queridita lía? Pues espera. Y arrodillándose delante de la es- ifa, trató de enviarle con el espejo un reflejo de la mágica ama : ¿Puedes verla? ¡Nó! no veo nada. ¿Y ahora?... -¡Nó, todavía!... Y al breve rato, recibiendo en pleno ros- ro un rayo de luz que laenvuelve, la criolla gozosa exclama: - ¡Oh! ahora la veo... y muere sonriendo con dos llamitas n el fondo de sus ojos.

Alfonso Daudet.

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i EVOHÉ !

I Evohé !... Vamos amantes, A los llanos Donde, ávidas y jadeantes, Corren desnudas bacantes Persiguiendo á los silvanos...

El sátiro nos espera En la sombra... Brilla un sol de primavera Sobre la fresca pradera... ¡Vamos á la verde alfombra!.. ; Evohé! Despierta, h ermos La mañana Abie su cá'iz á la rosa,

Y en el baño pudorosa, Acteón sorprende á Diana...

Sobre e! cristal de la fuente La arboleda Se refleja mansamente... Pasa una sombra sonriente: ; La blanca sombra de Leda!. Todo rebosa armonía, Luz y encanto; Todo inspira la alegría,

Y el ave en la selva umbría Eleva al cielo su canto..

Martín García Mérou.

BALADA RUSA

(Versión de M. Castilla Portugal'

A Amelia D. de C. P.

Quería tanto á su Nora, que no podia estar un día sin verla, y ella amaba de tal suerte á su Iván, que para enviarle una sonrisa y un beso en la punta de sus lindos dedos, cuando acertaba á pasar, permanecía constantemente ocupada en su trabajo, delante de la ventana en el caserón, triste y sombrío.

En el caserón triste y sombrío, la ventana por donde veia pasará Iván, se oscureció un día, porque el invierno llega presto en Rusia, y llenando los vidrios de arabescos de es- carcha, destruyó toda su dicha; pero Nora hacia derretir los arabescos de escarcha con su aliento ó escribía en ellos el nombre de sus pensamientos.

Escribía el nombre de sus pensamientos tan amenudo, que su padre sorprendió el secreto, y en la noche, á pesar de la nieve y el frío, llevó á su hija al confín de las estepas de la Finlandia. De suerte que el día siguiente, en lugar del rostro delicioso de Nora, rodeado de los arabescos de escarcha, no vio Iván sino una ventana cerrada.

No vio sino una ventana cerrada el día siguiente y los su- cesivos ; entonces, lleno de angustia se dirigió á la hechicera

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Kirsba. para saber en que lugar habian llevado á su amada.

Para saber en que lugar estaba su amada fué á consultar á la hechicera: Vuelve á tu casa, le dijo; en la puerta te' espera un droschky; no te inquietes por nada, el caballo teí conducirá á donde quieres ir; cuida únicamente de volver antes de ponerse el sol.

Vuelve antes de ponerse el sol,. le habia dicho la hechi- cera; pero habiendo encontrado sola á su amada, en unal casita del bosque, se olvidó de la recomendación hasta la] noche, y al darle los últimos besos llenos de promesas y ; proyectos para el porvenir, vio que el sol se hundia en el negro bosque de abetos, que debia atravesar á su regreso.

Debia atravesará su regreso un negro bosque de abetos; subió apresuradamente en el droschky; el caballo partió all gran trote sin oírse sus pasos sobre la nieve y en el dintel de su puerta, Xora, sonriendo, la enviaba besos, gritándole:/ Vuelve pronto.

Vuelve pronto, repetía Nora, mientras el caballo 'princi- piaba á salvar el lindero del negro bosque de abetos y los lobos saliendo de sus madrigueras, seguían al vehículo, lanzando lúgubres aullidos.

Aullaban lúgubremente, manteniéndose á distancia, por- que el sol aparecía todavía como una gran mancha roja á través de las ramas ; pero de pronto la mancha roja desa- pareció é Iván, acordándose de la recomendación de Kirsba la hechicera, apuró á su caballo, que galopaba, galopaba, seguido de toda la manada de lobos.

Seguido de toda la manada de lobos, fué inútil que el po- bre caballo galopara, no se volvió á ver á Iván ; y á la puerta de la casita, allá en las estepas de la Finlandia, la pálida Nora, viene á interrogar á menudo al bosque con la mirada, pero jamás, el negro bosque de abetos ha revelado su secreto.

TourCtüeneff.

CONSEJA

En medio de la Pampa se levanta Un rancho en ruinas, triste, abandonado, Que combaten los vientos y las lluvias Y en las noches alumbran los relámpagos; En las obscuras noches del invierno En que va la tormenta por los campos, En las obscuras noches en que gime Como alma en pena, el combatido rancho!

Viejos árboles, troncos carcomidos, Acá y allá, los unos, coronados De sus verdes ramajes, los más viejos, Tristes, doblando sus deshechos ramos, Se alzan en torno, entre cegadas zanjas, Altas malezas y raleados cardos, Se alzan en torno; y en la noche gimen Todos igual que el combatido rancho.

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En la negrura de la noche envueltos. Moviendo sus ramajes desgreñados, Semejan almas ó fantasmas negros, En macábrica danza; y á los rayos De la pálida luna, en otras noches, Vestidos todos de cendales blancos, Inmóviles, dormidos, arrebujan En negra sombra al solitario rancho.

En las ardientes siestas, cuando brillan Los horizontes con fulgor fantástico, Extraños duendes, misteriosos seres, Se alzan y cruzan, se disipan rápidos ; Mientras de pronto, entre el yuyal espeso Se asoman rostros y convulsos brazos,

Y en vibradora^ ondas de ancho río Flotar parecen árboles y rancho !..,

Lugar fatal, de tétricas leyendas Que van de boca en boca por los campos, Con religioso horror, desde el camino Lo ve al pasar, signándose el paisano. Cuando la tarde llega, de esas tristes Tardes de obscuras brumas y nublados, Desde lejos, medroso, el pasajero, Mira, y se aleja del sombrío rancho.

Y dicen que en las noches más serenas, Cuando dormita el viento entre los pastos.

Y la bruñida luna desde el cielo Viste de plata los silentes campos, Se oyen suspiros y gemidos tristes, De una mujer el obligado llanto,

Y ladridos de perros invisibles, Embrujados guardianes de aquel rancho!

Segundo J. Vill afane.

CROQUIS

A Alberto Ghiraldo.

A lo lejos, en el aire sin rumores, se apagaban los lánguidos faques de la retreta, la triste fanfarria de los clarines, los ecos de los tambores, las resonancias todas del campamento, y en el cielo de la noelie las primeras estrellas se encendian.

En el campo, poco antes desierto, bajo el horizonte infinito, las carpas de inmaculada blancura, los pabellones de relucientes fusiles, toman ahora sus hileras simétricas, bruscamente alineados sobre aquel agitado mar de sombras.

Una niebla sutil envolvía los ámbitos, y en las crestas de la sierra, cuya línea quebradiza se borraba á lo lejos, algunas pequeñas nu- bes cargadas de agua, rompían sus encajes.

Una humareda pesada y lenta; una enorme nube gris llenaba el

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aire, y al rededor de rada hoguera se agrupaban los soldados, des- tacándose las manchas negruzcas, apenas iluminadas, de sus cuerpos que desaparecían en los enormes capotes... Y cada vez languidecía más y más la melancólica sonata de los clarines, ei redoble agitado de los tambores, los rumores todos del campamento.

Ilübia cerrado la noche.

L( s centinelas con sus fusiles al hombro cubrían las líneas de los cuarteles, caminaban, ó, terciando el arma, se detenían; las avanza- das se retiraban á distancia destacando sus fieles imaginarias, los rondines, en sus briosas cabalgaduras, cruzaban y se perdían silen- ciosos, agobiados, recorriendo las descubiertas del ejército.

De vez en cuando el campamento brillaba como de día; las foga- tas levantaban sus altas llamaradas, sus viboreantes lenguas rojizas, que el viento enardecía y avivaba; las hogueras estallaban en ardientes chisporroteos, y por encima de todo, la eterna humareda, una humareda colosal, una vertiginosa ola negra rodaba por la tierra envolviéndolo todo.

A la luz vacilante de los fogones, en la gran llanura triste, coro- nada por los cerros que enlutaban el cielo, asomaban las tiendas de campaña, se extendían las blancas carpas de la tropa, centelleaban las pequeñas luces del ejército, y el campamento, hormigueante, rumoroso, se iluminaba, resplandecía., interrumpiendo la monotonía abrumadora del paisaje.

Dos soldados, dos muchachos de dorado bozo, ágiles, diestros, cuyos ojos lagrimeaban por efecto del humo, soplaban á ras del suelo un montón de leña verde: otros dos, de apacible rostro, lo-J cuaces, alegres, sentados en cuclillas, removían una antigua histo- rieta que hacia desternillar de risa' ala compañía entera; un cabo de ancha y reluciente gineta, repasaba con la manta el fondo de su es- cudilla; un sargento de cara grave y estirada hurgoneaba con sus ojos los trozos del puchero que bailaban en una colosal olla de agua hirviendo...

Allá, al resplandor de una fogata inmensa, la artillería extendía su línea en la desbordada marea de las tinieblas : algunas piezas aparecían claras y distintas, otras perdidas en la oscuridad con sus armones chatos y largos, mientras que la infantería estiraba en la sombra sus hileras infinitas por entre la niebla color de humo que iba subiendo lentamente, y la caballería, movediza y confusa, se agazapaba en la inmensa noche...

Unos infantes, haciendo rueda, escuchaban los melódicos acordes

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de un wals en la guitarra, que el sargento del piquete, un mocetón de tostado rostro, tocaba á las mil maravillas; otros más prácticos devoraban con los ojos y con los dientes un magnífico costillar que se doraba al calor de las brasas, en tanto que el trompa de la com- pañía, un muchacho barbilampiño, enclenque, cejijunto, que levan- taba las notas de su clarín hasta el ciclo, hacia oir su voz aguarden- tosa, entonando las décimas del combate de Puente Alsina, y el cabo ranchero, un cabo del tercio franco, cuyo uniforme desa- parecía en una mancha de grasa y de tierra, tocaba un aire en el acordeón, á cuyo compás danzaba el resto del piquete...

Después... se apagan las luces, las fogatas se extinguen, y en la tristeza infinita de la noche, vibran las últimas notas de los clarines.

Marcos F. Arredondo.

A UNA NINA

Qué nada encuentras me dices Entre las obras de Dios, Ni como el mar tan profundo, Ni tan bello como el sol, Basta hace poco, bien mío, Lo mismo pensaba yo; Mas por obra y gracia tuya He cambiado de opinión. De cuanto profundo y bello Tiene vida, forma ó voz, Lo más bello son tus ojos, Lo más profundo mi amor!

M. del Palacio.

DEL ÁLBUM DE UN PADRE

Qué grandes niveladores del corazón humano son los niños !

Hay una pobre mujer con un niño en brazos sentada en el escalón de una puerta, que ve pasar una señora en coche con otro niño sobre las rodillas. El niño de la señora está vestido de tercio- pelo, el suyo cubierto de andrajos : aquel lleva un bulto de juguetes, el suyo no ha visto jamás ninguno ; aquel come confites, el suyo un pedazo de pan negro. Sin embargo, de las miradas que las dos mujeres cambiaron sobre sus propios hijos, las que expresaban un sentimiento de envidia, eran las de la señora. La pobre mujer lo advirtió, y exclamó con estremecimiento de orgullo :

¡ El mío es más hermoso !

* *

A isa edad, nada más bello que verlo correr.

La '-arrera del niño tiene algo parecido á los saltos de la pelota de goma, del bamboleo del borracho y de los movimientos de la hoja arrastrada por el viento. La criaturita se escapa de la sillita, se lanza fuera de la habitación, tropieza con el gato, derriba una silla, enfila un corredor, y patalea revolviendo todo con las manos, de cuarto en cuarto, seguido de la madre, hasta el rincón más lejano

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de la casa, donde se refugia detrás de un sato de viaje, y allí inte¡;ta la última resistencia, para arrancar una concesión al enemigo...

¡ Ah, todo en vano !

¡ Es preciso dejarse lavar la cara !

Qué gran deleite aquel de maltratar á un niño y cubrirlo de «túpenos ! Eres un muñeco, eres pesado, eres rechoncho, eres feo ; comes como un buey y duermestomo un topo ; eres un ignorantón y un infame que me robas la paz y me haces condenar el alma : el mejor mejor dicho el peor) día te doy una paliza, que... no te quiero, te echo fuera de la casa, tendrás mal fin, eres un presidario en estado de canuto, malvado, pérfido, eres... ¡ mi vida ! ¡ Te adoro!

*

También el cariño hacia los niños tiene su furia. Un verdadero padre siente en ocasiones algo de antropófago y querría habitar en casa aislada, para poder saciar su hambre sin que acudieran los vecinos á los gritos de la víctima. ¿ No chilles, has entendido ?

Mi deber es amarle, y el tuyo dejarle besar en la cabeza, en los ojos, en la boca, en el pecho, en el cuello, mientras me quede aliento. ¡Grita, grita ! ¿ Qué me importa? Con tal que yo me sacie...

¡ Ah ! ¡ Si no tuviera miedo de ahogarte ! ¡ Bah, está estrilo : un día ú otro te mato !

Esta mañana paseaba por la habitación con el extendido sobre los brazos, como en una cuna. Tenia los ojos cerrados y dejaba colgar la cabeza y las piernas. La criada exclamó : Parece muerto. Estas palabras me helaron la sangre en las venas. Me puse á pensar qué seria de si se. muriese. Me volvería loco. Y permanecí largo rato sumido en estos pensamientos.

Tomaría en brazos el niño muerto, pensaba, saldría de casa, atravesaría la ciudad, saldría al campo, y de prisa, de sendero en sendero, de pueblo en pueblo, de día, de noche, al aire, á la lluvia, mudo, infatigable, estrechando con las manos rígidas aquel cuer- pecito frío, hasta llegar en medio de una llanura inmensa y siniestra donde lanzaría al viento en seguida tal sollozo, que se rompería mi existencia en pedazos, estallando de dolor.

E. DU Amicis.

Margarita

Recuerdas que querías ser una Margarita Gautier? Fijo en mi mente tu extraño rostro está, Cuando cenamos juntos, en la primera cita, En una noche alegre que nunca volverá.

Tus labios escarlatas de púrpura maldita Sorbían el champaña del fino baccarat; Tus dedos deshojaban la blanca margarita « Sí... nó... sí... nó... » y sabias que te adoraba ya!

Después ¡oh flor de Histeria! llorabas y reías ; Tus besos y tus lágrimas tuve en mi boca yo ; Tus risas, tus fragancias, tus quejas, eran mías.

Y en una tarde triste de los más dulces días, La muerte, la celosa, por ver si me quenas, Como á una margarita de amor, te deshojó!

Rubén Darío.

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(CUENTO ROJO) (Versión de M. Castilla Portugal)

A Eugenio C. Moetzel.

Las prisioneros comparecieron delante del procónsul, lo que causó gran decepción á Myrrha ; el funcionario se contenió con pregun- tarles si profesaban la de Cristo y los condenó á ser pasto de los leones, en el gran circo.

¿Estará allí el emperador? preguntó Myrrha á uno de los car- celeros.

Nunca falta á ninguna de estas fiestas, respondió el interpelado. Una gran alegría iluminó el rostro de la joven, ese rostro pálido y

diáfano, á donde apenas había espacio para los grandes ojos ar- dientes de pupilas violetas y para la pequeña boca siempre en- treabierta por la lijera opresión de un angelical deseo; se encon- traba perpleja.

Quería cumplir su voto, muriendo por tan gran culpable, pero al mismo tiempo, la idea de la muerte la asustaba, pensando en que su suplicio agravado por esta circunstancia, seria más meritorio y

eficaz, dejando de ser doloroso En fin no sabia que pensar

Algunas veces, la asaltaban súbitos terrores; no podia comprender por qué causa Nerón no le inspiraba horror. Vivía en una fiebre y en un ensueño perpetuos, no oyendo ni viendo nada de lo que la rodeaba.

El viejo Gafixto, consideraba este estado con inquietud. Hacia largo tiempo que la joven no habia vuelto ;'i hablarle del emperador

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Xeron. Pero conocia bien que no la ocupaba otro pensamiento se preguntaba si era necesario no ver en esa extraña preocupaeió sino un milagro de la caridad. Y no se atrevía á interrogarla, ttl miendo ser inhábil para escudriñar esa alma, turbándola al menc contacto.

La víspera del suplicio, después de la oración vespertina, que lo condenados pronunciaban reunidos, Myrrha dijo en voz alta:

Roguemos por el emperador Nerón.

Los cristianos titubearon un instante. Pero Calixto, el sacerdote pensó que su inquietud era injustificada : Myrrha era más santa qu todos ellos.

Y dio principio á la plegaria por el emperador, y los otros cristia nos la recitaron con él.

Sucedió, que al oir esto, un carcelero que se encontraba cerca d la puerta (era un Galo muy alto y muy rubio), se puso á llorar suplicó á Myrrha, le explicara la religión de Cristo.

Al día siguiente, fueron conducidos los cristianos, á una prisió baja, situada en la parte inferior del anfiteatro del gran circo.

Mvrrha veia á través de las rejas, la" arena resplandeciente de lu y sobre las gradas que se ensanchaban circularmente, todo un pue blo sentado : senadores, caballeros, soldados, plebeyos, vestales cortesanas; vestidos con capuchones de lana, con túnicas de coló leonado, con manípulos de seda; una multitud bulliciosa y movediz bañada de movibles reflejos rojos por los velos que flotaban soste nidos por cuerdas, en la parte superior del circo.

Notó, enfrente, la parte inferior de los pesados tapices, que colgó ban del estrado imperial, y un poco más allá, detrás de rejas, en un semi-oscuridad, leones que se paseaban sin descanso.

Los demás condenados, rezaban prosternados por grupos ó s abrazaban antes de morir. - Y en aquella vecindad de !a muert( aunque permanecía firme su voluntad, algunos lloraban, sollozabar. ó eran sacudidos por grandes temblores. Timoteo y Calixto, los ani maban. Timoteo les decia : Sellar la que nos anima con nueslr sangre, desafiando la cólera impotente del impio es un gran goce Esta sangre caerá sobre él. Una vez más los tiempos están próxi mos. Y ¿ qué representa un instante de sufrimiento en cambio de un vida eternamente dichosa? Imbécil y cobarde es, el que rechaza cambio.

Y Calixto : ¡ Oh hermanos míos, Dios os contempla! ¿Qué es des pues de todo, la muerte que os espera, sino la del cazador sorpren dido en el bosque? Marcharemos juntos, tan fuertemente unidos e un mismo pensamiento de amor, que no sentiremos ni las garras E los dientes de las fieras. Y Dios, con nuestra sangre, llevará á cab grandes cosas. Vosotros fundareis con vuestra muerte, la felicida> y la paz de la humanidad futura.

6o

Pero Myrrha, agena á todo lo que la rodeaba, permanecía aparte parada cerca de las rejas.

Varios beluarios abrieron simultáneamente la puerta de la prisión y la de la jaula de los leones; y un gran silencio reinó de repente

Myrrha entró la primera en la arena. Vio al emperador sobre su estrado; y con paso rápido y firme, se dirijió directamente á él

Es necesario que me vea, pensaba, y ha de ser cerca de él que rendiré mi alma para salvar la suya. '

Calixto la seguia, tan rápidamente como le permitían sus achaques

Los leones habían salido de la jaula: y deslumhrados en el primer momento, por la luz, súbito se habian detenido los unos, y los otros daban vueltas sin rumbo, rastreando la arena.

Myrrha con los ojos lijos en Xerón, caminaba siempre. Medio inclinado hacia uno de sus compañeros, el emperador sintió esa mi- rada y se volvió. Creyó que la joven venia a implorar su Gracia y animó su rostro una sarcástica sonrisa.

Pero la joven llegó hasta el pié del estrado, sin pronunciar una palabra, ni levantar sus manos unidas: y allí inmóvil, continuó cla- vando en él sus ojos.

Sus sueltos cabellos, caian sobre sus espaldas y un girón de su vestido descubría su busto delicado.

Nerón, avanzó un poco su cabeza de Dios bestial v una chispa fugaz se encendió bajo sus pesados parpados. Se levantó y llamando por su nombre al jefe de los beluarios; hizo la señal de' gracia.

Uno de los leones, habia visto á Myrrha y se aproximaba á gran- ies pasos

Entonces, el viejo Calixto, que habia comprendido el ademán del emperador, tomo á Myrrha entre sus delgados brazos, v la empujó

hacia el léon con todas sus fuerzas

Jllio Lemaitre. 1 Esclavos encargados ele las fieras en el circo.

66

EPIGRAMAS

Un amigo pide á otro informes de cierto notario.

Puedes fiarte de él. Su familia ha sido de notarios constante mente. Figúrate que er. sus protocolos es donde obra el original de Antiguo Testamento.

Gedeón asiste á la boda de un amigo suy

Después de celebrarse el banquete llega el momento de los brinda y Gedeón exclama :

¡ Brindo por el novio, deseando que pueda repetir muchas vece esta fiesta !

Después de oir á un bravo coronel la relación de grandes combates le pregunta una señorita :

I En qué momento necesitó usted armarse de más valor '.

Señorita, en el momento de casarme.

¡Adiós ! no vuelvas más, porque mi tía Se opone á nuestro amor, caro Atilano.

Y ¿ por qué. vida mia?

Porque vistes de invierno en el verano.

J. Gros.

Los que creen que el dinero lo hace todo suelen estar dispuesto á hacer cualquier cosa por el dinero.

Entre dos amigos :

¡ Estoy rugiendo de ira '.

¿ Qué tienes ?

| Matilde me ha engañado!

I De veras?

Sí. Y ¡pensar que me costaba 300 pesos mensual

Pues creo que te habria engañado lo mismo por mucho menos

A los quince días de casado se le murió la madre política á ui amigo nuestro.

Al poco tiempo hizo grabar en la lápida mortuoria la siguienti inscripción :

i ¡A la mejor de las suegra

In

PESARES

FANNY

De nácar es su ¡Vente Sob de oro sus cabellos

Y sus azules ojos Pedazos son de cielo.

Yo la aguardo ádis'anii Con los brazos abiertos

Y ella bácia mi se acerca Gritando y sonriendo, Como un ángel sin alas Que en breve paso incierto C. minar no supiera

Por el mundano suelo.

La dulce golosina Despierta su deseo

Y viene á darme en cambio Un dulcísimo beso.

Y quiere bablar y en torpe Gracioso balbuceo Expresión incompleta De un virgen pensamiento,

Con elocuencia ext aña De voces y de gcs'os, Me dice muebas cosas... . Que yo no las comprendo.

Mi nombre lo prenuncia C' n un penoso tsfueizo, Traducido á ese iJioma De angelical acento En que bay sólo vocales De sonidos abiertos; Dulce idioma que torpes Los bonibres no entendemos

Y que es rumor y lisas

Y íLÚsica y gergeos.

Más |»y! que breves ¡ asa Lros a

Y olvidará ese idioma de los ciel-

Y ya mujer, bablándome en el m:

He de entenderla mecos!

Miguel Ramos Carrí

:!;■:

- Sm

FELICIDAD !!

i

«La señora de Olivares tiene el agrado de invitar á usted

la Soirée q''C ofrece á sus relaciones ei sábado veinte del )rriente ».

La joven señora de Méndez leyó la invitación y pasó á su sposo la rosada tarjeta dando un gran suspiro é interrogan- te con la mirada.

Alfredo Méndez la leyó á su turno, arrojó la tarjeta sobre i escritorio y exhalando un suspiro parecido al de su mujer, i absorbió en sus pensamientos meditando sobre aquel con- icto que surgía, oscureciendo su llena luna de miel.

De pronto interrogó :

¿Cuánto necesitarlas, Luisa, para ir á este baile?

Pero Alfredo, yo no tengo nada, no podria arreglarme on menos de quinientos pesos.

El joven se extremeció siatiendo calosfríos de enfermo y rincipió á descargar furiosos golpes con el corta papel sobre >s libros de pastas rojas que se acumulaban sobre la mesa- scritorio.

¡ Quinientos pesos! exclamó, ¿de dónde los saco? yo no aego á la alza, y fuego nuestra instalación en esta nueva

70

casa ; la enfermedad de mi madre, han concluido con nues- tras pequeñas economías. A menos de hacer deudas?

Oh! Alfredo, interrumpió Luisa, tu sabes que soy razo- nable, no hablemos más de ir á ese baile, pero es necesario encontrar una forma para cumplir con las apariencias, no crean nuestras relaciones que hacemos una vida oscura y

pobre.

Alfredo, sin escuchar, miraba sorprendido á su mujer y abria los ojos desmesuradamente.

Hubo un momento de silencio en el cual pensaba que era un verdadero sacrificio el que le imponía su condición social y que él no teniendo derecho de privar á su mujer de los placeres del gran mundo.

Ya lo encontré, dijo Luisa después de algunos instantes, la víspera del baile, en presencia de algún amigo tuyo,finjiré un ataque y la excusa será suficiente para cortar de golpe todos los comentarios.

Ambos convinieron en esto y no se volvió á tratar el asunto.

II

Algunos días después Alfredo se despedía de su esposa que apoyada en la baranda del vestíbulo le hacia algunos encargos para el regreso.

El joven bajaba ya la escalera cuando Luisa dio un pequeño grito y vaciló. Alfredo tuvo tiempo para recibirla en sus brazos y llevarla á su dormitorio; mientras el criado corre á casa del médico, inquieto Alfredo interroga á su mujer que no hace ningún movimiento.

Luisita, querida mia, estás realmente enferma? Luisa, abre los ojos y después de asegurarse de que están

solos, abraza á Alfredo diciéndole.

Pero no, ya sabes que esto es lo convenido

Llega el médico y la señora de Méndez se queja de dolores en el cuerpo, en la cabeza, enfin,*de un malestar general que no la deja respirar.

El doctor toma el pulso, medita, escribe su receta y ordena el reposo más absoluto ; y Alfredo sale á anunciar á sus rela- ciones la desgraciada nueva.

Hubo una especie de romería en casa de la señora de Méndez.

71

Todas sus amigas la visitaron y se convencieron de su en- fermedad, tratando de consolarla por el pesar que ella mani- festaba de no poder asistir al baile de Olivares.

Y tu vestido, hijita, ¿cómo es?

A la idea de este vestido, causa de esta falsa situación, los ojos de Luisa se llenaron de lágrimas y respondió con voz alterada.

Mi vestido es es blanco.

¿De qué?

De gaza de seda.

Ay ! qué pena, qué desgracia; decian en coro todas las señoras fingiendo una tristeza falsa, sin embargo pensaban que una linda mujer y una elegante toilette menos, era favo- rable para ellas.

III

El baile está en todo su esplendor. Aquella es una reunión magnífica: mucha seda, muchas joyas, mucha luz, mucho de convencional y de efímero ; cuando se presenta Alfredo Méndez de modesto frac, y se llega á felicitar á los dueños de casa.

El señor Olivares, un viejo de patilla blanca y figura sim- pática, deplora la ausencia de la señora de Méndez que com- para á una flor arrancada del más delicioso ramillete de su sociedad.

Su mujer le lanza una desdeñosa mirada y se dirije a un grupo de donde partían exclamaciones de pena.

¿De qué se trata amigas mias?

Oh! nada, señora, hablábamos de Luisa y del desgra- ciado incidente que le ha impedido lucir su precioso vestido.

De ¿veras? dijo la señora de Olivares, y como era su toilette?

Blanca.

De gaza.

Lindísima I

Ideal!!

Pues lo siento, dijo esta, pensando interiormente que Luisa era hermosa y atraía todas las miradas y alegrándose del accidente, dio impulso á su envidia que se manifestó en gestos desdeñosos.

IV

Cuando Alfredo volvió del baile, encontró á Luisa dormida sobre el diván de su pequeña Balita, con un sueño de niño. Se detuvo contemplando con cariño á su mujer. Qué des- gracia, se dijo, quinientos pesos! Para qué? Para vestirla y hermosearla y que recree la vista de ese mundo sediento de placeres. Oh ! talvez hubiese sido el principio de una trajedia. Esa fragilidad de la mujer, es como el cristal en manos torpes. ¿Quién sabe si esta noche en el baile, algunos de esos liber- tinos elegantes, prendado de su hermosura, al movimiento de una danza, la hubiese deseado y estrechándole el talle, hubiera sentido placer?

Alfredo extremeciéndose con sus propios pensamientos, llevó las manos á la cabeza para apartarlos y luego con una tierna sonrisa en los labios, arregló sobre una mesita el con- tenido de un paquete que traia. Encendió dos ó tres picos de gas, dando así un aire de fiesta á su salita, se volvió hacia Luisa, y dijo en alta voz.

La señora está servida.

Y la joven creia soñar, cuando abriendo los ojos vio la im- provisada cena, de pastelillos, bombones y una botella de champagne.

El uno junto al otro se sentaron, comieron con apetito, con entusiasmo, Alfredo refiriendo las impresiones del baile y Luisa escuchando é interrogando con interés.

Cuando él champagne hubo teñido de rosa el animado rostro de Luisa: Alfredo estrechándola en sus brazos le dijo al oido. con una expresión de amor. Has hecho un verda- dero sacrificio, eres hermosa y eres buena rara avis.

Agustín de Pórcel.

LTO&

Entre cendales de rosadas nubes Que deshacía soñolienta el aura, Por el tapiz del azulado espacio Mostró la luna sus facetas májicas. Las copas de los árboles sintieron Los besos de su luz, y entre las ramas El ruiseñor cantó, sueños de dicha Llevando al sitio en que mi amor velaba

Las flores desprendiendo sus perfumes Y abriendo sus corolas de escarlata, La o-lorieta, en que vernos prometimos, Envolvieron en célica fragancia. Después sentí tus pasos... y á lo lejos Se diseñó tu vestidura blanca... Te arrojaste en mis brazos y . . . en tu boca, Mis labios al posar, te entregué el alma. Rodolfo G. Godov.

74 _ EN EL TRANVÍA

(18 ASIENTOS)

2. £n /a derecha hay sitio.

J. ^"/7 derecha cabe uno

EN EL MAR

i

Una onda alcanza á otra onda y las dos forman un himno. El himno eterno, la canción inmortal á cuyo son marcha el mundo.

¡ Oh mar eterno, mar de siempre ! En el seno de tus olas, de tus olas que rugen, que blasfeman, que maldicen y tiemblan, este ser miserable se siente más grande, se siente más fuerte, se siente más hombre. ¡ Oh .mar eterno, mar de siempre ! Cuando en medio de las sombras el casco cruje estremecido por tus fuerzas, cuando en medio de las sombras entonas el canto de tus iras mientras el | espera, este ser miserable se siente más grande, se siente más fuerte, se siente más hombre !

Y entonces pienso en los vagabundos de la Cierra, pienso f parias del mundo, pienso en todas las miserias, pienso en tod desgracias, pienso en todos los dolores, pienso en todas las tris1 y al verte, soberbio, amenazante, levantarte airado, creo que eres el vengador que corre rápido á barrer la tierra para lavar sus llí

76

; Qué alma grande no te admira ?¿ Qué lira no te ha cantado? ¿ Qué poder tu no has vencido? ¡ Oh mar eterno, mar de siempre !

II

E< la hora del silencio. Es la hora del recogimiento. Es la hora de la soledad. Es la hora en que se elevan en la sombra esas voces misteriosas que contestan á las que cantan en nuestros corazones.

Navegamos por un mar de fósforo. Cada ola parece un monstruo coronado de luz. La estela que deja el barco semeja plata hirviendo en un crisol. Las algas luminosas quedan flotando largo rato sobre la superficie del agua produciendo un fenómeno* curioso. Yo estoy sobre cubierta apoyado en la borda del buque. Miro el mar y pienso en Byion y en Demarlino.

Olas de sombra y luz ¿ á dónde vais? ¿ Lo sabéis acaso? Empujadas por el viento allá vais cantando, ora límpidas, serenas, la canción de la esperanza, ora turbias y bravias la canción de la deses- peración ó el exterminio. Así nosotros, olas del mar humano, cruzamos el mundo empujados por el viento de las pasiones, pul- sando las notas de todos los cariños y de todos los odios.

¡ Oh, vosotros los grandes de la tierra! ¿ De qué vale vuestro orgullo ? ¿ De qué vuestra vanidad ? Fortuna, gloria, valor. Todo es nada ¡ oh ! mar ! ante tu grandeza infinita.

III Allá en lo alto, sobre la frente del cielo, las nubes se arremolinan fiando la tempestad. Los relámpagos cruzan de pronto abriendo el seno de las nubes. Fuego en el cielo y fuego en el mar. ¡ Qué cuadro ! Poetas, artistas, soñadores, locos, todos los que sintáis la idea agitarse en vuestros cerebros, cuando, estéis desesperados, arrojaos sobre los mares, lanzaos sobre sus aguas ; ante su majestad quedaréis mudos y el olvido caerá sobre vuestras almas atormen- como cae la lluvia sobre un campo en llamas. La contem- plación de la naturaleza absorbe por completo nuestros sentidos. Casi estoy por creer que hasta el amor desaparece ante la majestad de su grandeza.

; Oh mar eterno, mar de siempre ! Ya he hablado contigo, ya he escuchado tus querellas, Mañana, peregrino del mundo, volveré á surcar tus ondas. Que ellas me saluden como aun viejo conocido.

Alberto Ghiraldo.

ESCLAVITUD

~i.-~& i "X~

1

Ah ! déjame partir; mira., ya asoma

El alba en el « Iriente.

Un beso más, mi amor ! Este otro toma ..

En él va mi alma ardiente I

Ah ! déjame partir; mi madre espera!...

La siento suspirar.

Aguarda que la aurora linsonjera

Nos venga á acariciar

II

Mis párpados se cierran, fatigado

Desfallecer me siento.

Ven conmigo hasta el bosoue, y á mi lado

Descansa y cobra aliento.

Aparta I De mi madre siento ahora

El triste sollozar. _ ¡ Gocemos de la vida, que esla hora, Mi amado, de gozar !

111

Han corrido los años y me veo

En tus brazos prendido, Presa infeliz de tu voraz deseo.

¡ Calla ! ¡ Tu me has perdido !

¡ Paso, Sirena! ¡ Atrás el temerario !.

, Dónde intentas marchar ? ¡ De mi' madre al sepulcro solitario Déjame ir a llorar 1

la Barra.

uikia A^^KnriiiK^

Un día, llegando á casa, me encontré con una invitación para un baile de máscaras, que ofrecía á sus relaciones una excelente familia que veraneaba en X***. Me apresuré á res- ponder al amable convite y por el camino encontré á varias personas, que se dirigían á donde yo iba; entre ellas noté á una máscara que caminaba sola, como si buscara acom- pañante, y me aproximé á ella, con esa encantadora y peli- grosa libertad que Memo, cual un rey pródigo nos concede, entablando sobre la marcha, una conversación que se pro- longó en animado crescendo, hasta que llegamos á la quinta de los señores de C...

Al llegar, nos separamos, pero al poco rato, divisé á mi desconocida, sola siempre, que parecía buscarme. La aven-» tura comenzaba á interesarme, tanto más cuanto que me había cautivado su agradable conversación y á la luz de los focos eléctricos, pude observar que la mascarita, vestida con una saya de satín cubierta de encajes, que dejaba ver apenas un pié digno de calzar el escarpín de la cenicienta, poseía una cabellera blonda, adornada de un florido sombrero de paja, cuyas alas luchaban en vano con los rizos adorables de dora-

80 dos reflejos y cubrían en parte dos orejas diminutas y arisJ tocrálicas. Su rostro ¡oh desgracia! estaba completamente] cubierto por una máscara de cera, que no permitia ni adivi- nar sus inefables encantos; yo los suponia tales, teniendo en cuenta los que dejo apuntados.)

Su espiritual conversación me tenia embelesado y vino á despertarme de mi dulce ensueño, la orquesta, que nos arras- tió en alas délas cadencias del wals y del pas dé-quatM Embriagado, con la cabeza que ya no me pertenecía, le re- pelí mil banalidades con las cuales quise hacerla comprender que seria con gusto su esclavo. Ella, con esa coquetería innata de su sexo, me respondió al punto que no creia le dijera lo mismo sin careta. Me despojé de la mia, esperando que ella hiciera otro tanto, pero viendo defraudadas mis esperan- zas, me ratifiqué en lo dicho.

Mi vanidad creyó percibir un lijero temblor y mi imagina- ción la contempló ruborosa al ver mi sinceridad.

¡ Oh, que fugaces son las dulces horas de la humana felici- dad! En aquel momento sus lánguidos y enamorados ojos, á través de la horrible careta, me prometieron un mundo de dichas, cuyo recuerdo conservo en el alma, como se guarda la flor predilecta entre las hojas de un libro.

Se hacia la atmósfera pesada á causa de la temperatura de la agitación del baile. Salimos al jardín y en sus enarena- dos senderos bordados de boj, continuamos nuestro interrum- pido paseo. La suave brisa de la noche me calmó, y ya mas tranquilo, insistí porque se despojara mi compañera de ese obstáculo insufrible para mi impaciencia, haciéndole pre- sente que era inútil crueldad de su parte, ocultarme sus gracias por más tiempo.

Usted se arrepentirá, me contestó; es mejor conservar las ilusiones el mayor tiempo posible. No quisiera perder á tan gentil compañero, una vez que, cerciorándose de mi feal- dad no vea en mi sino uno de esos chascos tan frecuentes en

81

el carnaval, bendita institución que nos permite disfrazarnos de distinto modo que el resto del año...

Comprendí que no era galante insistir más y agradecí ínti- mamente á la mascarita, de cabellera blonda, cuyos rizos adorables desbordaban de su florido tocado, y cuyo pié digno de calzar el escarpín de la cenicienta, ap enas asomaba debajo de la saya de satín cubierta de encajes, —le agradecí, repito, me evitara el desagradable papel del héroe de Alejandró Dumas, y preferí conservar de su fisonomía una idea suave é indecisa. Difícil será que yo vuelva á encontrarla, pero me consuelo pensando que

La ilusión que se sueña encanta el alma, La ilusión que se toca hace llorar.

Eduardo Castilla Portugal.

ANDALUCÍA

Cielo brillante, fuentes rumorosas; Ojos negros, cantares y verbenas: Altares adornados de azucenas; Rostros tostados, perfumadas rosas.

Bellas noches amor esplendorosas ; Mares de plata y luz, brisas serenas; Rejas de nardos y claveles llenas; Serenatas-, mujeres deliciosas.

Cancelas, orientales miradores; La guitarra y su triste melodía; Vinos dorados, huertas, ruiseñores.

Deslumbradora y plácida poesía... aquí el pueblo del sol y los amores, La mañana del mundo : ¡ Andalucía!

Manuel Reina.

señor, ¡sí! ; Todas nos sabemos de memoria el ->01 y el 1040 !

¡Me parece que se permite usted hablar en tono epi- gramático !

¿Por qué, señor?

¿O es que la compañía va á poner limitación al servicio ?

¡Ha sido un desahogo mío I ¡Perdone usted!

¡Está usted perdonado! ¿ Y la comunicación7

¡Ah, si!

¡Vamos. - ' Ti <:» j-i t ;i , vamos!

11

¡Jures tá, Matilde!

Yo soy.

¡Qué gane tenía de oir tu voz!

¡Pero si anoche la oiste!

¿Anoche'? ¿No fué hace un siglo ?

¿ Tanto me quieres '.

¡Con toda mi alma! ¡Solo á tu lado comprendo la vida! Adorándote como se adora á una imagen, perpetuamente de rodillas: contemplando tu cara con una íijeza de fanático, en éxtasis continuo!

bien? ¡Muy bien! ¡Tanto como Luís reniega del teléfono! Hay invento más hermoso7

| Qué lo ha de haber! ¡Tu... ¡se rne resiste pronunciar la palabra ue me recuerda que no eres libre! ¡ Luís no sabe lo que se pesca! «— ¡Llaman á la campanilla! ¡ Visita tenemos! ¡Adiós, Enrique I

84

¡Adiós, ídolo mío! Una petición antes de marcharte. ¡Mán- dame un beso!

¿ Pero estás loco ?

¡De amor por tí!

¿ Cómo quieres que te lo mande ?

¡Besa la caja de resonancia, la planchita sobre que hablas 1 I Así ! i He sentido tu aliento! ¡ Gracias !

¡Ay! ¡Pues haz lo mismo tú!

Ahí va! Es up sistema muy imperfecto, pero mientras llega la

ocasión en que me los des de verdad...

¡No, no, esa ocasión no llegará nunca! ¡Este cariño es pura- mente ideal y honrado! Mi desgracia es la que me ha hecho oirte. pero no esperes que pasen las cosas de aquí ! ¡Adiós!

¿Te vas enojada?

¡No! ¡Pero no me gusta que tengas esos pensamientos!

¡Perdóname! ¡Te amo tanto!

¡ Y yo á !

¡Antes de irte repite el ósculo! ¡ Por teléfono no me lo negarás!

¡No, por teléfono no! ¡Toma !

¡Gracias, gracias! ¡Hasta luego!

Hasta luego.

III

A las tres ¿eh? ¡No te olvides de la hora!

-Olvidarme! ¡No repitas esa horrible palabra! ¡ Olvidarme de

quien ten<n> siempre presente ante los ojos de mi alma! A las tres en punto estaré paseando frente al hotel, oculto en las sombras, aguar- dando que la dicha me abra sigilosamente esa cancela que ha de brindarme con el acceso directo al cielo.

Ya sabes! Una luz agitada tres veces ala obscuridad!

Y entonces me aproximo á la reja y sigo á la doncella. ¡ Quién

pudiera suprimir hoy la tarde y la noche y hacer que llegase ense- guida la madrugada! Lo mismo pienso yo, pero llegará al fin.

¡ Mucha prudencia, Enrique !

¡ Toda y aún más de la necesaria !

IV

¡Central! Con el 1040. ¡He llamado tres veces !

¡ Es que el 10Í0 no contesta !

¡Antes funcionaba mejor este hilo !

¡Antes sí, pero ahora no! ¡Nada, es inútil! ¡No responde nadie 1

¿Habrá algún cruce ?

¡Probablemente! ¡Aunque más bien será qne se ha gastado ya el alambre! ¡A los que funcionan mucho les sucede eso!

Pues el mío no ha funcionado minos y sin embargo !

Alfonso Pérez Nieva.

- 85

-Sxg,—

Como esas tristes olas Que ruedan en las playas, Y luego se deshacen En transparentes lágrimas, Así son nuestras vidas, Así son nuestras ansias!

Como la brisa leda Del bosque entre las ramas, Acariciando nidos, De aromas embriagada, Así las dichas huyen, Asi los sueños pasan!

Nos quedan los dolores, ? ( í- (t i < ( ( las l ci i üí( as, Las luchas, las tinieblas, Las noches en el alma, Sin que la aurora anuncie Que vuelve la mañana !

Leopoldo Díaz

^■■¿£c^

86 EPIGRAMAS

Un miembro de la Sociedad Protectora de Animales llama á su criada.

Catalina le dice ¿por qué permites que las moscas de- voren á ese pobre perro ?

Porque es preciso ofrecerles alguna expansi ón.

Podrías darles otra cosa. Deja abierta la azucarera .

¡Eso no I ¿Qué seria entonces de las hormigas ?

Al regreso de un viaje de boda :

Ella ícon pasión i ¿Te acordarás siempre de nuestro delicioso viaje por Suiza ?

El (con tranquilidad) ¡Siempre! ¡Te lo juroí ¡ En mi vida he visto cuentas tan caras !

Las mujeres toman de la moda atractivos, que serian defectos si la Naturaleza se los hubiese otorgado.

Dijo el doctor á Librada :

Vengo de ver á Don Gleto. Su esposo, y no tiene nada. Y ella exclamó consternada :

; Ay, doctor, guarde el secreto !

S. Lozano.

Un individuo se quej-a de las calaveradas de su hijo.

Deberías reprenderle severamente le dice un amigo.

Es inútil; no hase caso más que de los necios. El amigo cariñosamente :

Pues bien, ¿quieres qué yo le hable?

Después del dinero, el fastidio hace aún más matrimonios que el amor, y no son por cierto los peores.

Entre marido y mujer :

Confiesa, Juan, que no me quieres. Cuando nos casamos era otra cosa. Entonces me comías ;i besos.

Es verdad.

Y ¿ por qué no ahora '.'

Porque ahora no puedo digerirte.

IN MEMORÍAM

Humanidad!... no eres más que una vana palabra '.

La religión católica ha consagrado un día delaño á la me- moria de los muertos. Esa consagración se señala por una fecha, del calendario cristiano, llevando su signo correspon- diente : •£ Día de difuntas..

En la marcha del tiempo, ese viajero infatigable á quien se le ha pretendido marcar el paso, nos es dado, con tal motivo, contar otro aniversario de los tantos que el hombre ó la humanidad celebra, si bien diferenciándose este de los demás, por no referirse á invento útil, á antecedente histórico, á singular natalicio v tampoco corresponder á cabo de ano, para todos y cada uno de los muertos, por los que las cam- panas del templo llamarán á orar!...

Es que la fecha, de cada fallecimiento, tiene aniversario particular, para toda persona ó familia doliente, y ese no es el significado que se quiere, para el que entonces se conme- mora. Ese recuerdo, no es para nombre determinado; es para todos los que murieron, para todos los que no existen ! Es aniversario de la comunidad.

Hay en él algo humano y universal, en principio, que excluye todo personal egoísmo.

Es sentimiento individual y es recogimiento colectivo, que se traduce en general y público dolor.

Es de humanidad,, en el espíritu de fraternal solidaridad, que lleva á los vivos, á doblar su cuerpo, en tierna solicitud, sobre la tumba solitaria de los que terminaron su jornada de la vida!

Es lágrima de amor sin barreras que cayendo sobre la tierra que nos arra nca un día lo que otro nos diera, une el alma á la materia, en el misterio de la divina creación!

Y sin embargo, en el silencioso recinto de los cementerios, no impera la armonía de ese humano amor, ni reina la igual- dad que debiera consagrar la muerte!

Allí mora también la vanidad del poderoso que sobrevive al poderoso que ha rendido la muerte, en los suntuosos asilos destinados á guardar la podredumbre de los vivos, igual á la podredumbre de los pobres!

La sociedad lleva allí sus distingos, en la perdonable pre- tensión de mantener sus divisiones, más allá de la tumba!...

Cada categoría, en la vida, se señala en la muerte por el sepulcro que guarda sus despojos!...

La soberbia de los que quedan, parece protestar así contra la abrumadora nivelación de los que fueron.

Es la grosera insolencia del dinero, que profana allí como perturba en todas partes, la paz y la armonía de las humanas relaciones, por las diferencias que crea, las fealdades que perpetúa. Los muertos ricos tienen palacios; los pobres muertos el inquilinato de siempre : la fosa común, el osario sujeto á la eterna amenaza de desalojo!...

Para los restos, sin nombre y sin urna, no hay tierra sa- grada!... Sólo llevan inscripciones los que fueron grandes... los que fueron pequeños, no tienen ni derecho siquiera al signo de la redentora cruz !...

Con misa y responsos se entierra á los que dejaron fortuna. En silencio y sin rezos, son sepultados aquellos que sólo dejan deudos en la miseria!...

Humanidad!... Humanidad, no eres más que una vana palabra !

- 89 -

Quien no encuentre el nombre de los suyos, en los regis- tros gráficos de la propiedad el mundo de los vivos no o busque en las lozas de los sepulcros el mundo de los nuertos porque estará confundido en la turba anónima [ue forma el hombre sin hogar y sin patria en la tierra nisma de sus padres, paria de todas las edades y huérfanos le todos los tiempos !

Falta á la nivelación común, la ley que aún no ha dictado ¡1 amor fraternal y debe consagrar el sentimiento de la hu- mana solidaridad, como culto á Dios y reconocimiento de su livina justicia.

En tanto, humanidad no serás más que una vana palabra!

Luís A. Mohr.

LUZ Y SOiMBRA

Negro estaba y sombrío el firmamento

Y tu me* lo mostrabas.

Asi tengo dijiste el pensamiento.

Y era porque dudabas.

De bella tarde, en apacible calma Otra vez me decías :

Como ese cielo azul, tengo yo el alma.

Y era porque creías.

Luz es la fé, mi bien, sombra la duda,

Y en amoroso anlielo Ya le darán, si tu pasión ayuda

Luz á tu cielo.

Vicente Riva Palacio. Klexicaí .

90

DESPUÉS DEL WALS

Tiembla tu mano al estrechar la i Y hay sombras.de tristezas en tas oj< Habla, mi bien, ¡quién causa tus enoje Oiga yo de tu acento la armonía. ¿Te agobia el peso de. nupcial cadeai ¿ Soportas de un tirano el. férreo jw§ Habla, responde, di, está el verdtif ¿Qué puedo hacer por tí?

Pagar la cei

E. Navarro Gonzalvo

■" >»ft®*

ANÉCDOTAS (De Fernández Bremón).

Al hacer el inventario en casa de un tuerto, encontraron vari ojos de cristal.

¿Entre qué objetos clasificamos esos ojos? preguntó i dependiente.

A lo que repuso el escribano :

¿Son de cristal? En la vajilla.

listaban hablando de Consuelo, hermosa rubia, que llama atención.

¿Qué edad tendrá? pregunté á doña Agustina.

Casi ninguna me contestó : figúrese usted si será joveí que se pone años todavía.

Puso el sastre Fantasía En su puerta este letrero : Aquí se hacen con esmero Trajes al guste del día.

Y una muy guasona mano Escribió debajo así : « A gusto del día. sí, Pero no del parroquiano. »

EL VERANO

Ahora que ha llegado. ' Ya comprenderán ustedes que me refiero al verano, la Hermosa estación de los baños, las flores y las erupciones cutáneas.

La primera medida que han tomado la mayor parte de los habitan- tes de Buenos-Aires, ha sido repasar, con ojo avizor, la ropa <iel verano pasado. . ,

Yo, por mi parte, he descubierto un terno de lanilla en Duen uso, aunque un tanto arrugado, y me lo he puesto, lleno de orgullo, para demostrar que soy de los que viven al día en todos sentidos.

¡ Vestir de verano !

Esta es la primera medida.

La segunda la toma el sastre cuando llega la ocasión.

¡ La tremenda ocasión I que dice un padre cargado de Hijos. En cambio, hay familias que esperan el cambio de temperatura

con sangre fría.

Y es porque, al frente de ella (de la familia.;.^'!!?, agora.- una señora hacendosa, de esas, que ponen flamante y como salido de la tienda cualquier género, por usado que este.

¡ Román! dicen al marido. supongo que habrás n< el cambio de estación. "

| Bastante ! Figúrate que aquel divieso que tu sabes lia e zado á colorear de un modo alarmante y á picar de un modo mas alarmante aún. . ' . . . , «

Ya, va te he oido esta noche : ¡ parecías un guitarrista . 1 .o.» ahora no se trata de diviesos, sino de aligerar.....

¿La sangre? perfectamente ; me someto sin chistar a tus pro- cedimientos, que se reducen á lo de siempre ; comer poco

¡ Calla, tragón ! siempre piensas en lo mismo.

92

Pues, ¿ en qué he de pensar ?

En la ropa hombre de Dios, en la ropa ; por dentro, compóni telas como puedas y quieras, pero por fuera, has de arreglarte u

poco. 3

Y un mucho.

Al efecto, he repasado la ropa, y después de echarte uno cuchillos piramidales en los pantalones del traje azul marino h. quedado este como nuevo.

¿ Como nuevo ?

Ya lo creo.

Pero mujer ¡ si ese dichoso trajecito lo estrené el año de í

liebre amarilla !

¡ Amarilla me pongo cuando me replicas!

hac~Ír s!ria?mejor °Iue me Pusiese aquel traje perla que estren

¿Y los niños ?

¿ Cuáles ?

Los nuestros, hombre, los nuestros

Supongo que no les pondrás mi trajecito.

Pues supones mal. Mira, á Anicetito le he hecho una cazadoni de los pantalones, y a Eudaldo un saquito con el chaleco : pues ; I con el chaqué? \ íeses qué corpino he arreglado para Eulalia I i que gracioso !

he7hoPdeeSmiíopama,dÍtala graC¡a qUG me C9USa el reparto íue haí

¡ Eres un mal padre !

¡ Eh, poco á poco !

Un padre tiene el deber de desnudarse por dar de vestir si vastagos " *

Eso no pasa de una figura pero ¡ calcula la que haré yo!

ensenando el cutis interno de mi persona...

No enseñarás nada, ¡ pornográfico ! Pues qué ; te parece cm< no te caen, bien el traje azul marino ? 6 P q

Él podrá caerme, pero yo á él lo dudo. Además, me oprietoi mucho, ya veras como pareceré un embutido animado... .

A pesar de las protestas, se cumple la voluntad de la dueña de tasa, y Koman luce el terno que le marca las que en un tiempo fueron formas muy aceptables. * ueiupu

Los niños pasean las transformaciones del traje perla v se so- brelleva el verano con cierta estrechez por parte del padre pero con relativa holgura pecuniaria, gracias á lo que ahorran las- mañosas manos de la jefe de familia

; Oh maravillas de la economía doméstica '

cuLSín ri^í^8 á<al§ÚD PaPá °íue me de memoria euando, durante días y mas días, ove el eterno :

1 apa, hay que pagar el traje verde !

Papa, he encargado ya el traje azul.

Esposo, te aviso que me hago un traje rosa y un matinée creml

tanta E!!?1? i U6n Sf °r envueIto en aquel arco-iris ! Entre tanta baraúnda de colores, el porvenir se le presenta muy ne^ro.

93

Pero la decencia y el calor combinados tienen ciertas exigencias

i lodo punto ineludibles.

Otro de los temas favoritos de conversación es el baño.

El baño de mar. »

Ya empiezan los tanteos cariñosos :

Eduardito, supongo que iremos á Mar del Plata, ¿ eh ?

Es posible.

¿ Posible nada más ? Dime que es seguro. ¡ Ah qué delicia !

mar, la playa, el hotel, la playa de los ingleses

¡ A esos temo !

Yo en el agua, en la orilla

Sí, con el agua hasta el cuello.

Nó,' no te pongas serio, Eduardito ; los baños de mar son muy

jcesarios

Y así sigue el tanteo, durante el cual el marido se tienta la jlsa y vacila.

Vamos, que sin hallarse en la playa, está flotando entre dos aguas. Por fin, sucumbirá. E irá al fondo.

Su cara esposa, nunca más cara que en verano, sera el peso que ; hará sumergir

Y á fe que la cosa se remedia fácilemente.

; Queréis baños de mar ! decia un padre á su descendencia - ; .Riereis agua salada ? Pues bueno : con echar unos puñados de

alen el lavadero, está resuelto el problema. ¿ Queréis oleaje?

ues vo. con estas manos, agitaré la superficie tranquila del lava- ero, .'...v la ilusión será completa. Así pues, no se hable más del sunto y..... ; al agua patos l

De donde se deduce que lo que hace falta en esta época es contor- uidad. \ No se puede ir al mar ? ¡Pues manos á la regadera !

Y gracias.

Manuel oel Palacio.

-¿Aje com/tdas 3 cenar? -¿(.chiquilla: pero te advierto que yo no como mas que carne humana

~TeH'9° ño dr/guez.¿ jura Vd decir Ja verdad, nada más que /a verdad? -Impostóte, Sr Magiélrado.Soy anda luz.

2 tyfJSÍ'eWtfffi '? ?*"*'* Cu*ndo - Pues saltar de alegria.mi sargento.

2^

—¿Donde luíste anoche ? -A la Liga de la Protección Maciona/ -Por eso sin duda he ha lia do una ' liga de señora en tu bolsillo

FANTASMAS DEL BOSQUE

I. La Leyenda de la Caá-Tari.

¡da de la Yerba.

Esta interesante leyenda, india en su origen, y modificada

etues en la época de la dominación jesuítica es exclusiva

e los Yerbales Paraguayos, y sus protagonistas son los

"preñarte de ella la debo a la amabilidad de mi partieu- ar° migPo lo* Eloy Kodhíguez, yerbatero ^ Tacurú- P a, a costa paraguaya del Alto Paraná), y su complemento lo he ecogidoen los yerbales, de boca de los mineros, los que ienen por esta 1 eyenda, un gran respeto supersticioso ; de aodoqSenohasido poco el trabajo que me ha costado el poder reuniría á fuerza de trozos dispersos, usando de mu-

i la ada

"ha paciencia y hasta fingiendo credulidad.

Dos, acompañado por san Juan y san Pedro, bajó a tierra y se puso á viajar. Un día, después de una jorn. eno a llegaron á casa de un viejito, padre de una hrja oven y bella, á quien queria tanto que, para que se conser- vara siempie .mecente, fue á vivir con ella y su mujer en

i Sfi««o- es un término ywbatero, empleado en el Pawgnaj, que .ar a car apeone, qj van diredamente al monte a desgajar la t L ye ba mate! y á eslía operación se llama : trabajo de mmm

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medio de un bosque espeso, en donde aún no habia penetra do hombre alguno.

El viejito era sumamente pobre ; pero, á pesar de eso tratándose de forasteros, los hospedó lo mejor que pudo mato en su obsequio la única gallina que tenia, y se la sirj de cena.

Al ver esta acción, y cuando quedaron solos, Dios pregunte a san Pedro y a san Juan qué harían ellos en su luear°á le que contestaron ambos que premiarían largamente al vieiito

Dios, entonces, lo hizo llamar, y le dijo estas palabras '. t Tu que eres pobre, has sido generoso ; yo te premiaré por esto Tu poseen una hija que es pura é inocente y á quien quiere* mucho ; yo la haré inmortal, para que jamás desaparezca de la tierra.

Y Dios la transformó en la planta de la yerba mate, y desde entonces la yerba existe, y, aunque se corte, vuelve á brotar.

Pero los mineros dicen que, en vez de transformarla en yerba la hizo dueña de la yerba, y que existe aún en los yerbales, ayudando á los que hacen pacto con ella

El minero que quiere hacer pacto con la Caá- Tari, espera la bemana banta, y si está cerca de un pueblo, entra á la iglesia y promete formalmente que vivirá siempre en los montes, se amigará con ella, jurando al mismo tiempo no tener trato alguno con otra mujer.

Hecho este voto, se encamina al monte, depositando en una mata de yerba un papel con su nombre y la hora en aue volverá para encontrarse con ella.

( El día de la cita el minero debe tener gran presencia de animo, pues la Caá- Ven í, para probar su valor, antes de pre sentarse, lanzara sobre él víboras, sapos, fieras y otros ani- males propios del monte, sin otro objeto que el de probarlo ^ En recompensa de su serenidad, se aparece la Caá-Vari joven, hermosa y rubia. Entonces el minero renueva sus juramentos de fidelidad y desde aquel día, cuando va á cor- tar yerba, cae en un dulce sueño, durante el cual la Caá Vari le prepara el rairo « con diez y ocho á veinte arrobas de peso,

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acompañándole al despertar, y ayudándole á sostenerlo por detiás, hasta llegar ala balanza. Como la Caá-Yarí es invi- sible para todos, menos para él, se sube sobre el rairo, aumentando así su peso, al entregarlo. De esta manera la ga- nancia del minero es mayor, pues trabaja á tanto la arroí>a.

Pero, pobre del minero que le sea infiel con otra mujer! La Caá- Vari despechada no perdona, mata.

Y cuando algún minero guapo muere en los yerbales de cualquier enfermedad, si él ha sido de carácter taciturno, !or compañeros se susurran al oido : Traicionó á la Caá- i a? i! La Caá-Yarí se ha vengado * !

Esta leyenda, mezcla de profano y de sagrado, salta á la vista que, en su origen, no debió ser así, pues la primera parte ha de haber sido agregada posteriormente.

El bosque se presta para las leyendas, y raros son los países en que abunda, que no posean algunas, y hasta una misma se modifica muchas veces de provincia en provincia, 3omo, por ejemplo, esta de la Caá Vari, que en el Brasil toma el nombre de Caá-Pora, que sin variar el nombre, sufre modificaciones considerables, según las distintas regiones.

Juan B. Ambrosetti.

1 lndlil es decir que el que liene pacto etn la Caá-Yarí, guarda el más «rotundo secreto.

HAMLET

Allá mudo y triste en la suprema

Lucha que agita pensamiento insano, Pertinaz pensamiento que inhumano Ciega sus ojos, y su frente quema.

Ser d no ser, terrible es el problema, Y él quiere penetrar tan hondo arcano; por eso estruja ron crispada mano El libro aquel, de su venganza emblema.

La que yace á sus pies blanca guirnalda Por el amor tejida, se deshoja : Su negra capa Ilota por la espalda

Ruge su pecho de odio y de congoja : Mata, y sucumbe al fin en sangre envuelto. ¡ El problema fatal está resuelto!

Luis G. Urbina.

UNA BUENA GRATIFICACIÓN

La escena représenla el comedor de la familia Cernícalo. Mu blaje lujoso, pero de mal gusto. La se/'iora, que .espera á marido para comer, principia á impacientarse. Al fin, site la campanilla...

La Señora. No llega muy temprano que digamos... En fin, Josefi sirva usted la sopa. (El "marido entra, muy pálido y fatigado y deja caer delante de su cubierto. Su mujer lo observa ansiosamen,

El Marido, gimiendo. ¡Qué desgracia! ¡Qué espantosa desgrac'

La Señora., sirviendo la sopa. ¿Qué ha sucedido'.''

El Marido. ¡ Mi cartera!

La Señora. ¿Tu cartera?

El Marido. ¡La he perdido!

L\ Señora, dejando caer la cuchara. ¡Tu cartera! ¿Has perd

tu cartera?

El Marido. ¡ Con cincuenta billetes de cien pesos, que acababa

sacar del Banco !

Lv Señora. ¡Con cincuenta bille... (Sofocada.) La semana an rior, el señor pierde un paraguas nuevecito; hoy extravia la carie: Con cincuenta bille... (Completamente sofocada. j ¿Adonde? ¿Con: ¿ Cuando ?

El Marido. ¿ Ac aso puedo saberlo ?

La Señora. ¡Nunca sabe nada! ... Vaya un modo de conducir. ¡Ah! tenia razón mi buena madre cuando me repetia : ¡Tu mar no pasa de ser un imbécil !

El Mvrido, humildemente. Todavía tengo alguna esperanza, dirección está adentro... Tal vez la persona que la haya encontrado

99 -

La Señora, con punzante ironía. Te la devolverá... Agregando los intereses al 6 0/0 ¿no es cierto? [Encogiéndose de hombros.) No di- gas disparates... Si te encontraras cinco mil pesos en la calle ¿los devolverías?

El Marido, herido en su probidad. ¿Por qué no? Si fueran valores nominales...

La Señora. ¿Pero billetes de banco?...

El Marido, con desesperación. ¡ Ay de mí! Daria de buena gana la mitad de lo que habia en la cartera, al que.. .

La Criada, entrando. Señor, un hombre desea hablar con usted... por asuntos de dinero...

La Señora. Llega á buen tiempo... Diga usted que el señor ha sa- lido.

La Sirvienta. De dinero que trae al señor... Una cartera...

El Marido, dando un sallo. ¡Mi cartera!... ¡Que entre! ¡que entre inmediatamente. (La sirvienta hace pasar á un pobre jdiablo.)

El Pobre Diablo. Es una cartera que me he encontrado abajo, de- lante de la puerta...

El Marido, arrancándosela de las manos. ¡Es la misma! (Con efusión.) ¡ Ah! querido amigo, cuan reconocido le estoy! Crea usted que no trata con un ingrato y yo...

La Señora, con acritud. En lugar de entregarte á ridículos tras- portes, deberías verificar si no falta nada.

El Marido, con repentina frialdad. ¡Es cierto! {Abre la cartera y cuenta el dinero.) Uno, dos, tres... treinta y nueve... cuarenta y uno... cincuenta. ¡Todos están; no falta ninguno!

La Señora, con aire de duda. ¿Estás seguro que no eran sino cin- cuenta ?

El Marido. ¡Diablo ! á menos que se haya equivocado el cajero...

100 -

La Señora. Lo que muy bien puede suceder... {Suspirando.) En finí cuando se es bastante tonto para perder la cartera hay que resig- narse á hacer un sacrificio.

El Marido. No hablemos de eso. [Dirigiéndose el pobre diablo.) Veamos, amigo mió, quisiera... [Busca algo en su bolsillo.)

La Señora. ¿Qué buscas?

El Marido, siempre buscando. Dinero con que gratificar á este buen hombre. [Sacando de la cartera un billete de cien pesos.) ¿Tiene usted cambio?

El Pobre Diablo, protestando por fórmula. ¡Oh! no vale la pena

que...

El Marido, insistiendo. ¡Sí! sí! Entonces ¿no tiene usted cambio? Quiero absolutamente que acepte -usted alguna cosa. [Llamando.) Josefina!

La Sirvienta. ¿Señor?

El Marido, con el tono de un hombre que no se fija en gastos. Josefina, lleve usted á este buen hombre á la cocina... Dele usted un vaso de vino. (El pobre diablo se retira sin confundirse en agra- decimientos.)

La Señora, corriendo detrás de la sirvienta. Dale del vino común, ¿entiendes? (Volviendo.) Me parece bastante bien pagado. Después de todo no ha tenido sino que subir la escalera.

El Marido, dando vueltas á la cartera. Y hubiera debido lavarse un poco las manos.

La Señora. ¿Qué dices?

El Marido. No ves que me ha manchado mi cartera con sus ma- nos asquerosas. ¡Una cartera de 15 pesos!

La Señora, amargamente. Poco le importa, al muy animal, después que se ha bebido nuestro vino.

El Marido. ¿Qué sinvergüenza?

La Señora. ¿Y su aspecto? ¿No has notado su cara patibularia?

El Marido, inclinando la cabeza. Un tipo que no seria muy agrá dable encontrar por la noche, seguramente.

Miguel Thiyars.

CREPÚSCUL O

102 DEL DIARIO DE UN INFELIZ

¿ Por qué se ceba en la desventura ? ¿ Por qué ?

¿ Qué he hecho yo para queme trate así la Providencia ?

Yo soy un hombre de buenas costumbres ; yo no fumo, ni bebo vino, ni me entrego á otros placeres que rechaza la moral : y sin embargo, casi siempre me sacan cortos los pantalones ó hago la digestión con mucho trabajo y tengo un aliento bastante desagradable.

Para colmo de desventuras estoy enamorado de Serafina y ella no se decide á corresponderme.

Ayer tuve un día fatal. Fui á visitarla v se me enredaron los pies en el felpudo del pasillo, cayendo de bruces sobre doña Cayetana, la mamá de Serafina, que habia salido á abrir.

¡Bruto! me dijo la pobre señora, llevándose las manos al ojo derecho.

Perdone usted, contesté yo con acento suplicante. Serafina me lanzó una mirada de hiena y fué á socorrer á la

mamá, que tenia el ojo á medio abrir y exhalaba hondos quejidos.

Entre Serafina y yo conseguimos que abriese el ojo. ¡ Qué desgracia ! Se le habia quedado como una almeja por efecto del golpe, y Serafina comenzó á dar gritos y á dirigirme denuestos.

-— ¡ Por usted suceden estas cosas ! ¡ Por usted va á quedar des- figurada mi mamita I

- 103 - L Serafina, tranquilícese usted ; no es nada lo del ojo, decia yo

jdo aturdido.

_ Vava usted i\ buscar un médico, ¡pronto.

_ Ay ! exclamaba doña Cayetana tirándome pellizcos y dándome >atadas silenciosas. ,

_ Tomé el sombrero para dirigirme á la calle, pero en la escalera ropecé con un chico de siete años, que subía conduciendo unas pellas, lo derribé, y fué á rodar hasta el portal, donde quedo boca irriba hecho una rana.

Salió la portera furiosa gritando :

Hijo de mi corazón ! ¿ Quién te ha hecho caer ?

_ Ese señor, contestó el muchacho vertiendo Ingrimas como

Ta 'portera, lo primero que hizo, fué pegarme con el puño

cerrado en la boca del estómago ; después llamo al marido, que es un albañil muv irascible, y entre los dos me querían matar.

\ duras penas conseguí desprenderme de sus garras y llegue a ca<a del médico, que en aquel instante se dedicaba a regañar con su suegra y tuvo que suspender la operación para recibirme.

; Qué hay ? me dijo malhumorado.

Que venga usted á casa de doña Cayetana, corriendo.

; Se va á morir ?

Todavía no, pero tiene un ojo echado á perder.

Que se lo saque. . 'Jesús'

_ ¡ Ea! Yo no puedo ir allá porque estoy resolviendo cuestiones

de familia.

Pero

104

Le daré á usted una receta de un cocimiento de mi invención para que se bañe el ojo. -

Y extendió una receta.

Yo corrí á la botica y dije al farmacéutico :

-• Hágame usted esta medicina inmediatamente.

El aludido miró la receta y preguntó :

¿ Trae usted frasco ?

No, señor ; póngalo usted.

Eso será si quiero.

¡ Naturalmente I

Porque yo no admito imposiciones.

Hace usted bien, dije yo.

fueTzfaU,vÍS^!meH ^ UnaSÜla ; Per° me deJ'é caercon demasiada iueiza y la nize pedazos.

dpEl!nbtÍlCfnrÍ° lanZ<? "^ interÍección y vino hacia furioso. Yo de un salto, me coloqué en la puerta de la botica, á tiempo que' entraba un sacerdote Chocamos ambos, y el sace dote fuí á dar con la cabeza contra la vidriera, rompiendo un cristal Irritóse de nuevo el boticario ; yo di mis disculpas; al sacerdote

TolZZtZt rr111"16 "^ l0S/°S P°r^ Se le ha¿ian -redad los manteos en las piernas y además tenia la cara tapada con el

sombrero de teja y restablecida la calma, esperé que^e hicLa la medicina para el ojo de doña Cayetana.

tr¡dor ^ eStá ' dÍJ° ^ b0tÍCar¡o col°cando una botella sobre el mos-

¿ Cuánto debo ? pregunté tímidamente.

Cinco pesos.

á ltabofenaÚnÍC° bÍüete q"e HeVaba en d b0lsÜl0 y l0 Puse J*unt0

deTra^gÍ-uT:0 "^ ^ ^^ ; deS*Ues' dirigiéndome una mírala

¡ Este papel es falso !

¿ Falso ?

¡ Vaya usted á engañar á otra parte I

Pero

paía n^da^1, V?* ^ ^ ah°ra e$te cocimien^ <l™ no me sirve

No se apure usted. Yo lo pago.

Pues venga otro dinero.

Iré por él Y no p¿rm¡to usted caballero

m°on^yafainsaa.PerS°na "' ^ ** ^ ne^Z'

El cura y el boticario se miraban como dudando de mi honradez Aquello me sublevó la sangre, y salí de la botica dispuesto á ir á

- 105

mi casa y desvanecer las dudas de aquellos dos individuos con un papel legítimo y flamante. Pero en el camino tropecé con un compañero de oficina.

Me vas á hacer un favor, le dije.

¿ Cual ?

Prestarme cinco pesos. Tengo que recoger

Xo me digas más. Toma. Y me dio un billete.

Con él me fui ;'i la botica. Allí estaban el cura y el boticario poniéndome como ropa de Pascua.

Se conoce que es un bribón, decia el primero.

Un tunante, anadia el segundo.

¡ Hay cada pillo por ahí !

En aquel momento entraba yo, y revistiéndome de la mayor solemnidad y dirigiendo á ambos una mirada altiva, arrojé el papel sobre el mostrador diciendo :

Aquí están los cinco posos.

El boticario los miró atentamente ; el cura se puso los anteojos para inspeccionarlos á su vez, y ambos con acento de profunda sorpresa, exclamaron á dúo :

¡ También son falsos !

¡ Y lo eran efectivamente !

I.i ís Taboada.

UNA DE TANTAS

La vi vender periódicos de noche Cuando era niña candorosa y pura, En esa edad en que el pudor augura Que va el capullo á desdoblar su broch •. Luego que fué mujer hizo un cíerroche De cinismo procaz, y en su tucura, Vendiendo su honradez y su hermosura Por el fangal del mundo andaba en i Pero pasó su expléndida belleza Como pasa la nube de verano : Hoy, cubierta de canas su cabeza, No encuentra un ser que en su ruindad repare; Sólo escucha al tender la seo mano Que el mundo la contesta : a Dios te ampare » Santiago Ioles

Til

1

-#

BAILE DE MASCARAS

El salón, por deliciosas Mujeres, se halla adornado ;

-tuche dorado Lleno de piedras preciosas. ¡ Oh brillante diversién!

perfumes, colores.

llamantes y flores. En lujosa < onfusión ! Los brilladores leflejos De los ojos de las bella? ; La luz. salpicando estrellas En los grandioso- espejos; Log tapice», las pinturas,

- ntes tocados, Las alfombras, los brocados, Las correctas esculturas, Los rojlnes orientales, . Las blondas, la gentileza De las damas, la riqueza De mármoles y cristales, El raso, perlas y tul, Plumas, risas y fragancia, Forman de la hermoK; Un mundo de oro y azul.

Allí se ve al caballero Feudal, al cinto la espada, Ostentando la celada

Y la rota del guerrero, Prodigando madri^

A una linda jardinera De rizada cabellera

Y pupilas celestiales. Allá, un alegre estudiai.te Uaila con una sultana; Aqui, tina lista aldeana

Se burla de un almirante. Allí, un grave capuchino - De mirada ten*

Y barba blanca y sedosa, Baila, en raudo torbellino, Con una bella gitana Que luce negra mantil'a,

Y exhibe la pantorrilla Cajo la falda de grana. Mirad, mirad aquel clown En brazos de alta señera; Yed aquí, esta labradora Bailar con un infanzón. Allá, marcha un mosquetero

Con una monja del braz ■; Mirad, en estrecho lazo, Fna reina y un torero. Allí, un astrónom < gira Bordado el manto de estrellas En derredor de las bellas Aquel trovador suspira.

Y se encuentran confundidos Payasos, reyes, gitagos,

¡ moros y cristianes, Guerrero-, frailes, bandidos, Monjas, maga», bailarinas Labradoras y princesas, Rusas, gitanas, inglesas, Moras, gallegas y chinas.

Y en medio de este ruido.

íta locura y afán, Del espumante champán, Se oye el báquico estampido.

Y vestido de escarlata,

Y ceñida la tizona, Mefistófeles entona La sublime serenata.

Mahcel REINA.

sena

sxa st 03 Lm o^fc ££> <á^ ^o

Yo tengo un culto inmenso Por una beldad que adoro, Que sólo de ella estoy suspenso Dando mi vida por su decoro.

Es tan grande mi cariño, Es tan puro, es tanto... Que desde inocente niño, Fué mi amor sacrosanto.

Porque es mi reina, mi diosa, Es la beldad más divina, La mujer más hermosa La República Argentina!!

CARLOS P. I

INSPIRACIÓN

Resplandece el rubor en tu mirada, La púdica verdad vibra en tu acento Cual si fuera tu alma inmaculada Del sol de la inocencia el firmamento!

La voz del huracán tempestuoso No turbará jamás tus oraciones, Que en tu pecho tranquilo y generoso Sólo viven las dulces emociones!

Deidad de la dorada cabellera ; Seductora promesa de mi anhelo, En tus ojos de luz de primavera Y en tu sonrisa de bondad de cielo.

Hay un mundo de paz y de ventura Que enseña las virtudes más austeras Y ellas serán de mi conciencia pura Las leyes inmutables y severas!

José V

PlM.

VIDA PRACTICA

RECETAS ÚTILES

r Para limpiar los trajes y vestidos de lana. Se hacen hervir 250 gramos de hojas de tahaco en 3 litros de agua de lluvia; en esta decocción hirviendo se moja el cepillo, y se cepilla en todos sentidos el paño; en último lugar se cepilla en el sentido del hilo, luego se tiende la prenda sin escurrirla y cuando está casi seca se plancha por el revés.

Los cuellos de las americanas se limpian muy bien con este procedimiento.

Limpieza de las esponjas. Póngase la esponja en una jofaina y exprímase encima el zumo de un limón.

Échese luego agua hirviendo y déjese veinticuatro horas.

Después se saca la esponja y se lava con agua fría.

Para dar á la esponja un color pajizo, métasela un rato en

una disolución de sal de acederas y lávese luego en agua fría.

Para limpiar los pañuelos de seda. Para hacer volver

al estado de nuevo un pañuelo de seda blanco ó de color,

basta mojarlo, frotándole constantemente en claia de huevo.

Cuando el pañuelo está suficientemente limpio, se lava con

agua, que se cambia hasta que quede clara, sin traza alguna

de suciedad. Se deja secar ligeramente el pañuelo, en un

paño limpio y se plancha cuando aún esté algo húmedo.

f Para limpiar el paño y otras telas. La siguiente receta

devuelve á la ropa por muy usada que sea, el aspecto de su

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primitivo estado y constituye uno de los secretos del ofici del tintóreo : Hágase la solución siguiente :

Esencia de trementina . . . 264 30

AmoDÍaco 190 20

Alcohol ordinario ;90°}. . . 250 30

Éter ordinario 22 50

Éter acético 22 50

Agua pura 250 20

1.000 00 partes en volumen.

Déjese la ropa que se quiera limpiar, bañada durante un; hora en esta solución ; enjuagúesela después con agua limpi; y póngase á secar.

Para perfumar la ropa. Se recogen flores odoríferas, j después de secarlas á la sombra, se las echa polvo de nue* moscada y clavillos. Se hace una bolsita de tafetán, se llena con ellas y se mete entre la ropa.

Para lavar la ropa económicamente. En 40 gramo; de trementina se disuelven 5 gramos de esencia de sal amoníaco.

Esta mezcla se echa en agua caliente y se agita bien. DeS' pues se agregará á esta agua 150 gramos de jabón.

Conservación del calzado. Untando de tiempo en tiempc el cuero; con el aceite mineral conocido por valvolina, consigue conservarlo por largo tiempo. Al efecto, debe exten- derse con un pincel en las suelas de los zapatos, una vez poi semana; operación que además de conservarlos, disminuye su permeabilidad, preservando los pies de la humedad.

Cola para la madera que resiste al a&ua. Se mezcií la cola ordinaria y derretida con aceite de linaza secante, y cuando se quiera encolar la madera se calentará el sitio donde deba ponerse la cola caliente. Después de seca la cola, resistirá bien dentro del agua.

Cola para pegar el marmol. Con polvos de mármol, pasados por un tamiz fino, mezclados con cola fuerte derre- tida y pez, dando á esta mezcla el color que se quiera, se pegan los mármoles rotos ó desportillados.

Para limpiar los marcos dorados. Échese agua varias y repetidas veces sobre las molduras doradas, hasta que se la vea caer limpia, pero sin frotarlas con esponja ni lienzo, por fino que sea, pues quitaría el oro.

Manera de apagar el petróleo rápidamente. Si se tiene en cuenta la facilidad con que ocurren terribles accidentes debidos á una imprudencia, y la dificultad que existe en

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poder apagar el petróleo una vez inflamado, toda vez que echándole agua para apagarlo arde con más intensidad, la presente receta será de útil aplicación, en aquellos casos en que no pueda disponerse de mayores elementos. Basta verter un poco de leche, sobre la lámpara inflamada, para que cese el fuego como por encanto. Garantimos la efica- cia de esta receta.

Desinfección de las habitaciones. Para conseguir una desinfección absoluta, poco costosa y que no deteriora los muebles, basta colocar en varios platos, mil gramos de amo- níaco y dejarlo evaporar lentamente. Al cabo de dos horas los microbios del cólera y de la fiebre tifoidea desaparecen, y después de ocho los de la difteria.

Dolor de oídos. Mézclense las sustancias siguientes :

Clor.il alcanforado 5 gramos.

Glicerina 30

Aceite de almendras dulces ... 10

Tómese un tapón de algodón embebido en la mezcla ante- rior é introdúzcase en la oreja enferma. El dolor más agudo cesa inmediatamente.

Contra los puntos negros de la piel. Lociones con :

Agua de rosas 10 gramos.

Alcohol 10

Glicerina 10

Bórax 5

Después friccionar con :

Alcohol rectificado SO gramos.

Alcohol' de lavanda 10

Jabón negro 40

Para curar la tos. Recomendamos especialmente la siguiente receta para la cura radical de la tos.

Jarabe de brea 30 gramos.

Jarabe de belladona

Jarabe de malvabisco 20

Mézclese y tómese una cucharada cada cuatro horas, con un poco de agua tibia.

Gargarismo para evitar la fetidez del aliento. Muy recomendable es la fórmula siguiente :

Agua destilada hirviendo .... 250 gramos.

Tintura de mirra 10

Azúcar blanco. . 20

Con tres ó cuatro gárgaras por día, desaparecerá comple- tamente la fetidez del aliento.

lia

Agua para limpiar los dientes. La mejor fórmula y también la más económica, es la siguiente :

Alcohol 500 gramos.

Anís verde 25

Esencia de menta 10 gotas.

Clavo de especia 25

Cochinilla 2

Hágase macerar durante quince días y fíltrese.

Coldcream. Cosmético que se usa como objeto de toca- dor para suavizar el cutis, y también como excipiente en algunas pomadas. Su preparación es la siguiente :

Aceite de almendras dulces. ... 64 gramos.

Esperma de ballena 8

Cera blanca 4

Agua de rosas 24

de nafta 8

Glicerina 8

Boi'ato de sosa 1

Se hacen fundir juntos, á un calor suave, el aceite, la es- perma de ballena y la cera; cuando la mezcla está á medio enfriar, se le incorpora, agitándolo continuamente hasta su completo enfriamiento, el agua de rosas y de nafta, en las que se ha disuelto previamente el bórax y la glicerina.

Manera de preparar el punch. El punch es una mezcla de cognac, kirsch, y azúcar.

La manera clásica de prepararlo consiste en quemar en un pucherito ó un vaso de metal el cognac y el azúcar. Cuando la llama pierde su tono azulado, particular de todo alcohol que ai de, se deja apagar (basta para ello no agitar más el líquido), y se añade una tercera parte de un poco fuerte, muy caliente, y dos cucharadas de kirsch.

Jarabe de horchata. Se toma una libra de almendras dulces, otra onza de amargas; se echan en agua hirviendo y se retiran del fuego cuando suelten los hollejos fácilmente; se ponen en agua fría á medida que se vayan pelando ; déjense secar, y se machacan en un mortero de piedra, añadiendo de cuando en cuando una cucharada de agua y azúcar en polvo. Después de bien desleída la pasta, se añade poco menos de media azumbre de agua, se pasa el todo por un paño, se cuece y clarifica una libra de azúcar; échese encima la leche de almendras, retírese al primer hervor, añádase una cucharada de agua de flor de naranjo, déjese enfriar en la misma vasija y póngase en botellas.

Bizcochos. Bátanse claras de huevos hasta que tomen la consistencia de la nieve; aparte se balen las yemas con azú-

113

car en polvo, á razón de onza y media por huevo, y se mezcla con una onza por huevo de harina de flor; en esta pasta se echan las claras, ya batidas como se ha dicho, meneándolo hasta que el todo se haya mezclado bien.

Pocillos de chocolate. Hiérvase leche y sazónese como se ha dicho ; rállese un poco de chocolate que se cocerá aparte en un poco de leche ; mézclese todo en seguida y cuezase junto después de haberlo tamizado como de ordinario.

Pasta de repostería. Échense en el torno de pastas 500 gramos de harina ; en medio se hace un hoyo y en él se echan 450 gramos de azúcar cernida, dos huevos enteros ó tres ó cuatro claras, ocho gramos de goma de adraganto disuelta en un poco de agua tibia y un poco de agua de aza- har; mézclese primero todo esto con el azúcar y después con la harina; trabájese perfectamente esta pasta con las manos, y háganse fondos para piezas montadas ; es más, se pueden montar piezas enteras coloreando una parte de la pasta; pe- gúese con goma arábiga disuelta en el agua, y se hace secar ai horno muy suave.

Crema batida a la Chantilly. Prepárense cuatro vasos de crema de leche fresca, échense en una fuentecita honda, que se pondrá al fresco ó en hielo ; cuando se quiera trabajar, agregúeseles un polvito de goma de adraganto y bátanse con una batidera para bizcocho durante un cuarto de hora por lo menos; cuando está bastante firme, escúrrase en un tamiz, para endulzarla luego en una cacerola ó en una fuente honda con 125 gramos de azúcar íino ; cuando se quiera servir, agregúense, si se desea, dos cucharadas de ron ó marras- quino.

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ENCICLOPEDIA CULINARIA

Alcachofas rellenas. Quitarles las hojas exteriores. Cocerlas en agua y sal.

Rellenarlas con un picadillo de ajos, perejil y pan rallado. Ponerías á fuego lento en una cazuela con manteca. Tapar la cazuela con una tapadera cubierta de rescoldo. Servirlas en cuanto estén tostadas.

Apio á la burguesa. Se expurgará sin cortarlo y se lim- piará perfectamente con agua.

Póngase luego á cocer, durante media hora, en agua hir- viendo, con un poco de sal.

Retírese y sumérjase en agua fría.

Estrújese en una servilleta.

Espolvoréese con harina.

Póngase de nuevo al fuego con una cucharada de manteca y caldo del puchero.

Sazónese y sírvase después de espumado.

Bogas en papel.— Ásense las bogas en parrillas, envueltas en papel untado de aceite ; hágase una salsa blanca con un puñado de harina y manteca fresca, añadiendo yerbas finas y zumo de limón ; esta salsa debe servirse aparte, bien caliente, y las bogas aparte en un plato.

Eacalao ccn queso. Deshojar unos trozos de bacalao cccido en agua y mezclarlos con una salsa Bechamel, aña- diendo queso de Grtyere y de Parma rallado y un polvillo de moscada. Colocarlos en un plato de v gratinar, » espolvo- 1 ieándolos con queso rallado y una capa de miga de pan.

116

Rociarlos con manteca derretida y ponerlos al horno ó entre dos fuegos hasta que forme ligera costra. Servir caliente.

Biftec Chateaubriand. Cortar lonjas de solomillo en la porción más gruesa de unos 5 centímetros de espesor. Gol- pearlas y sazonarlas. Rociarlas con aceite y dejarlas en adobo unas cuantas horas.

Ponerlas en la parrilla á lumbre moderada, dándoles vuelta para que cuezan por igual.

Sírvanse sobre una « maitre d 'hotel, » rodeadas de patatas saltadas ó simplemente fritas.

Cabeza de ternera frita. Tomar las sobras de cabeza de ternera al natural y calentarlas ligeramente.

Cortarlas luego al través y sazonarlas con sal, pimienta, perejil picado y zumo de limón.

Rebozarlas en pasta de freir y .ponerlas á buena lumbre en la sartén, provista ya de fritura caliente.

Cuídese de freir pocas á la vez.

Escurrirlas ; cuando estén, espolvorearlas con sal y ser- virlas guarnecidas de perejil frito.

Chuletas de ternera a la provenzal. Después de mechar las chuletas con tiras de pepinillos y filetes de an- choas bien lavados, se sumergirán en aceite de oliva por espacio de media hora. S¿ envolverá luego cada chuleta en dos lonjas de tocino, sujetándolas con un hilo.

Póngase al fuego en una cacerola con manteca (10 gramos por chuleta), yerbas finas y perejil picados, sal ypimenta.

Remójense con una taz.i de caldo.

Obtenida su perfecta cocción, retírense las chuletas y cór- lense los hilos sin descomponer las lonjas de tocino; colo- qúense en una fuente.

Déjese espesarla salsa después de desengrasada, y viértase sobre las chuletas en el acto de servir.

Espárragos guisados. Se doran en menteca unos dientes de ajo picados.

Se retiran después, sustituyéndolos con los espárragos cocidos en agua con sal, escurridos y cortados.

A medio freir, se les añ^de pan dorado y molido con los mismos ajos que se sacaron de la manteca, y un poco de pimienta y clavo, agua del cocimiento de los espárragos, ce- bollitas cocidas, vinagre y orégano.

Cuando se haya consumido la mayor parte del caldo, se rocían con aceite y se sirve.

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Huevos nevados. Póngase á hervir en una cacerola medio litro de leche, dos cucharadas de flor de naranja y 60 eramos de azúcar.

Vayase añadiendo por cucharadas un batido de seis claras de huevo, y remuévase de vez en cuando para que cuezan por todos lados.

Relírense entonces estas claras, déjense escurrir sobre un tamiz y coloqúense en una fuente.

Se baten las yemas ; se echan en la cacerola removiéndolas con la leche hasta su perfecta trabazón, y se vierte sobre las claras rntes de servir.

Judias blancas á la bretona. Escaldar y escurrir 300 ernmos de cebollas picadas.

- Rehogarlas en la cacerola con 125 gramos de manteca, y cuando hayan tomado un color rubio, añadirles 35 gramos de harina, sal y pimienta.

Cinco minutos después mojar la mezcla con un litro de caldo y dejar que cueza durante veinte minutos, meneando para que no se pegue.

Añadir luego á este puré un litro de judias blancas muy cocidas y 30 gramos de manteca.

Hacerlas saltar un minuto y servirlas.

Macarrones al « gratín » (de vigilia). Cocer en agua salada 300 gramos de macarrones hasta que resulten bas- tante blandos.

Sacarlos para escurrirlos y colocarlos en una cacerola, donde se trabarán con unas cucharadas de salsa Bechamel (de vigilia), incorporando 100 gramos de quesorallado, mitad Gruyere y mitad Parma.

Colocarlos luego en una tartera de « gratín, » espolvo- reándolos con queso de Parma y pan rallado tostado.

Paciarios con manteca derretida.

Ponerlos á tostar á fuego suave con lumbre encima de la tapadera.

Mayonesa de salmón. Cortar en ruedas medio kilo- gramo de carne de salmón sin espinas. Sazonarlas con un poco de sal. Disponerlas, una al lado otra, en la parrilla de una besu-

euera. , ...

Mojarlas con un medio caldo sencillo en ebullición.

Dejar que el líquido un par de hervores y retirar la besu- euera á un ángulo.

Diez minutos después sacar las tajadas y dejarlas enlnar.

Servirlas en la fuente, dentro de un cilindro de gelatina,

118

sobre un lecho de salsa mayonesa y coronadas por una por- ción de la misma salsa. v {

me*teb°eSsca??' ^ ^^ T Se rasPan ? ^van perfecta- mente, escaldándolos y cociéndolos luego con sal

unüorc°oCl\COn aCeÍte en eI ^ se ha>'a frií0 cebolIa y tostado un poco de harina.

Con ello y un polvillo de pimienta se rehagan

npnsP qnlt0n!en Un Color ro]0' mó)ense con caldo y endúl- cense. Deben hervir muy lentamente.

^lsaCpc0S yai S' íra,nsladan á la fuente, rodándolos con su salsa, espesada a la lumbre.

tJrfn^l ide huevos - Tómese media docena de huevos, un tercio de buen queso y una cucharada de manteca.

Mll^SUe? de bien batidos los huevos se les añadirá el queso ranaao y la manteca, poniéndolos á fuego vivo y removién- dolos con una cuchara hasta que la masa quede bien espesa. reciente686 ^ y en basíante cantidad si el queso fuese

Pavo trufado. Córtense unas cuantas trufas en peda- mos mas o menos gruesos.

t0„LaHnSe' escurranse y pónganse en una cacerola con man- cada0 n° piCad0; sal' Pimienta y un polvillo de nuez mos-

A la media hora de cocción introdúzcase esta mezcla en el pavo, recientemente desplumado, vaciado y soflamado. t Dense unas puntadas á la abertura y consérvese el pavo dos o tres días en sitio bien fresco para que se impregne del sabor délas trufas. ^ L 5

Llegado el momento, póngase al asador cosa de hora v media y sírvase en el acto.

Pierna de carnero a la Perigord. Cortar en forma de dados unas cuantas trufas y una porción de lardo.

-Mezclarlo todo con sal, especias, perejil, cebolleta y un diente de ajo, todo ello muy bien picado.

Cubrir completamente la pierna con la mezcla antedicha

Dejarla envuelta en papel durante dos dias, cuidando que no la tome el aire. 4

Cocerla á lumbre lenta en una cacerola con su jugo, des- pués de envolverla con lonjas de ternera v lardo; una vez cocida, espumar la salsa, vigorizarla con extracto de carne y o6rvj 1 19., *

Pollo con salsa de tomate. - Después de limpio cha- muscado y quitadas las patas, el cuello y el esternón, se re-

119

llena la cavidad con unas ruedas de limón y se pone al fuego en una cacerola, cubriéndolo con lonjas de tocino.

Hágase cocer por espacio de una hora, con lumnre tam- bién sobre la tapadera. + rtrY,Qfp

Cuando esté en sazón, sírvase con una salsa de tomate.

Perdices con coles. - Se cuecen las perdices en buenas ascuas. Se blanquea una col de tamaño suficiente y se ^es uta con o;rasa; cuando todo se ha cocido, se ponen en un p ato las perdices, se corta la col y se aderezan os pedazos alre- dedor de las perdices ; se guarnecen las coles con rodajas ae salchichón y lonjas de tocino, y se vierte sobre el toda la salsa, que se ha reducido, añadiendo un poco de ju0o.

Sesos de ternera con manteca negra. - p^ancIu^los en agua hirviendo con bastante sal y una copa de vinagre.

Sumergirlos luego en agua fría muy acidulada.

Ponerlos a cocer en agua y vinagre con sal, pimienta <*orda, clavillo y un ramito compuesto. , .

Para su perfecta cocción deben bastar veinticinco o treinta

m Se cortan entonces en tajaditas, que se ordenan en un plato y se sirven rociadas de manteca negra acidulada.

Sopa de la reina. Tómese la piel y la grasa de aves asadas.

Macháquense en almirez los huesos y la carne. Póngase á hervir la pasta con caldo. Incorpórese en seguida miga de pan. Cuélese por tamiz. j««.„

Agregúese el caldo necesario para que no se espese dema- siado.

Déjese que cueza á fuego lento. ;

Al ir áf servirla se le añadirá una cantidad proporcionada de leche de almendras.

Tarta de arroz. Cocer 200 gramos de arroz en cantida- des iguales de agua y leche. Dejarlo enfriar.

Amasarlo luego con 400 gramos de harina, 200 de manteca de vacas y media docena de huevos.

Formar con ello un pastel y cocerlo en el horno. Terminar espolvoreándolo con azúcar y dándole color con la pala hecha ascua.

Ternera á la provenzal. Con 100 gramos de aceite fino, sal, pimienta y un ramito compuesto, se pone el trozo de ternera en una cazuela á lumbre templada.

120

Hay que darle vueltas de vez en cuando para que tome coJor por igual.

Así que esté cocido, servirlo con una salsa italiana á la vez que su propio caldo.

„„Tír*íí? C01?. ques0 ~~ deparar los huevos como para una tortilla ordinaria con poca sal y pimienta.

Añadir queso parmesano rallado, revolver bien la mezcla y echarla en la sartén a- buen fueo-o

Antes de doblar la tortilla, agregar queso al interior.

Dejar que tome color y servirla.

HpW Ula^6 patatas fritas - Fríanse patatas en ruedas

a d 1 ^^ h'T l0,S huev°s>y verterlos por encima,

?ortíla r?,i?n 5°CS de sa,'léngase cuidado devolver está tortilla, cuidando de que no se queme.

Dic^d^f «de yerbaS ^f8 ~ Se añaden ycrbas finas bien

? enterflm.nZt°nami1n.t(? de ™a t0rlilla aI natural >' lo demás es enteramente igual alo indicado en el anterior artículo.

^ Zanahorias á la « maltre d'hótel ». - Cortarlas en rue- E^urriTlaT ^^ hirviend° unos siete ú ocho minutos.

grille ¡ÚZUÜA CaC6r0la conmanteca> «»J -a pul- Cocerlas á fuego moderado.

poco de cafdohv?a íediUCÍd° SU humedad> garlas con un

Relíense v,VbarlaS COn manteca amasada con harina.

á lf « m "i aVd óToí86 mezcladas ^on 100 gramos de manteca

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AGENCIA GENERAL DE SUSCRICIONES

A TODOS LOS

PERIÓDICOS DEL MUNDO

SUSGRICIONES 1

La Moda Elegante.

Guide des Couturiéres. El Salón de la Moda La Margherita. L'Art et La Mode. Moniteur de la Mode.

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LE PRINTEMPS, LA NOVITA, LA COUTURIÉRE, SALÓN DE LA MODE, DER BAZAR, LE COQUET, LA MODE ILLUSTRÉE, JOUKNAL DES EN- FANTS, LA MODE DE STVLE, ÚL- TIMA MODA, LA POUPÉE MODELE, LE LUXIi, LA MODISTE UNIVER- SELLE, MONITEUR DES DAMES ET DEMOISELLES, ETC., ETC.

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La Ilustración Española.

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Bourget. El discípulo. 1 t 2.25

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Un crimen de amor. 1 t. . . . í?.25 Claretie. Candidato. 1 t 2.25

Roberto Burat. 1 t 2.25

La casa vacía. 1 t 2.25

El príncipe Zilali. lt 2.25

Los amores de un interno. 2 ts. 4.50

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l'n diputado republicano. 1 t. 2.25

Una mujer de gancho. 1 t. . .2.25

El hermoso Solignae. 2 t. . . 4.50 Collins. La pista del crimen. 2 ts. 4.50

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Delpit. Como en la vida. 1 t. . . 2.25

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Dumas. Paulina y Pascal Bruno. 1 t. 2.25 Feuillet. Los amores de Felipe. 1 t. 2.25

Va matrimonio en la aristo- cracia. 1 t 2.25

El viajero. 1 t 2.25

Flaubert. Salambó 1 t 2. ¿5

Gaboriau. El capitán Coutanceau. 2.25

El crimen de Orcival. 2 ts.. . 4.50

La canalla dorada. 2 ts. . . . 4 50

El legajo 113. 2 ts 4 50

Los hombres de paja. 1 t. . . 2.25

Lia de Argeles. 1 t 2.25

El veredicto. 1 t 2.25

El incendio de Yalpiusón. 1 t. 2.25

Los delatores. 1 t 2.25

Los amores de una envenena- dora. 1 t 2.25

8 m/>| Gaboriau. Los secretos de Chanip-

doce. 1 t 2 2

Gautier. Fortunio. 1 t ..... 2.2

Novelas cortas. 1 t 2.2:

Loti. Mi hermano Yves. 1 t. . . . 2.2:

Recuerdos de destierro. 1 t. . 2.2:

Japonerías de otoño. 1 t.. . . 2.2.

Historia de un spahi. 1 t. . .2.2.

El casamiento de Loti. 1 t,. . 2.2¡i

Aziyadé. 1 t 2.2:

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Madame Clirvsanthéme. 1 t. . 2.2; Malot. Zyta la Saltimbanquis. 1 t. 2.2: Musset. La confesión de un hijo

del siglo . 1 t 2 2:

Ohuet.Las señoras de Croix-Mort. i t. 2.2.'

Sergio Panine. 1 t 2.9

Sand (Jorge;. Los dos hermanos. 2 2:

Valentina, lt 2.2."

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Gertudris y Verónica. 1 t. . . 2.21

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La boda de Gerardo . 1 t. . . . 2.21

El profesor de Tours. 1 t. . . 2.25

Elena. 1 t 2 2r

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El diario de Tristón. 1 t. . . 2.25 Tolsto'i. La guerra y la paz. 3 ts. 6.75 Zola. Su Excelencia Eugenio Rou-

góu. 2 ts 4.50

El vientre de París. 2 ts.. . . 4.50

La confesión de Claudio. 1 t.. 2.25

La fortuna de los Rougón. 2 ts. 4.50

La conquista de Plassans. 2 ts. 4.50

Teresa Raquin. 1 t 2.25

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A la Dicha de las damas, i t. . 2 25

Anita Micoulin. 1 t. . . . . . 2.25

Magdalena Ferat. 1 t 2.25

Nuevos cuentos á Niñón. 1 t 2.25

Los misterios de Marsella. 2 ts. 4.50

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124

Suscrición anual.

1LLUSTRATI0N

L'Illustration Fran<jaise est une publicatiOQ trop connue pour qu'il soit néce?saire d'en faire l'éloge ; c'est le plus aocien, le plus grand et le plus eomplet de lous les jour- naux illustrés.

De nombreux supplémeots sont publiés pendant le courant de l'aimée, notamment á l'occasion du Salón et de Noel tt sont distri- bués uratuitemeat aux abounés.

L'Illustration est done un Jour- nal d'art et d'aclualité, et en outre, une publication littéraire de pre- mier ordre, á laquelle collaborent les écrivains les plus en vogue de notre époque.

12 NÚMEROS POR AÑO

Capital 0 14 oro, ó su equivaleute.

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LA NATURE

Revue des Sciences et de leurs applications aux Arts

et á l'Industrie.

Sous la direclion de G. TISSAyBIER.

La Xalure est une publication d'une utilité incontestable pour toute personne qui désire étre au courant de tous les progrés de la science; de méme que pour ceux qui désirent profiter d'une lecture agréable et á la fois profitable.

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LI RÍO © [N s> I dLLdDil3^

52 NÚMEROS POR AÑO

Este periódico semanal es el más barato y uno de los más amenos que salen a luz. Contiene infinidad de grabados v composiciones ar- Snde p Da?0 *" redactado por !itera'°* <*e fama, bajo la direc-

Suscrición anual. ) Capital g oro 10 >

í Interior g _ H

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LE MONDE MODERNE

grabado-.

Esta interesante revista literaria se publica

todos los meses y forma un conjunto de las

mejores produce! nes literarias de autores fran-

; cuyo testo es acompañado de numerosos y hermosos

Suscrición anual o 6 oro.

BLANCO Y NEGRO

Revista ¿lustrada.

El Blanco y Negro, es el periódico ilustrado de mayor circulación de b-pana; su parce literaria está á cargo de numerosos v brillantes escritora y la parte art.slica es debida ál lápiz de l¿s meiorls

¿li'ClSCílS. "

El Blanco y Negro, por el abundante material que publica, es una revista de literatura de primer orden y al mismo tiempo un interé- same semanario de actualidades; que también tiene la ventaja de ser el periódico mas económico de cuantos se publican.

Suscrición anual ¿' 4 oro .

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ARTÍCULOS DE ESCRITORIO

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LIBROS E\ BLAXtO

Útiles de Dibujos y de Escuelas.

Cuadernos en blanco de todas clases. Cuadernos de escritora y de dibujo. Cajas de compa.sc». Cajas de pinturas. Lápices de dibujo y de colores

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Reglas y Escuadras de todas dimensiones. Reglas y Tés de ludas dimensiones. Decímetros, chinches, pinceles, etc. nuestras de dibujo, natural, llores, pai- sajes, de adornos, etc. Tinta de China y de todos colores. Libros de Escuela : Cari illas, etc. Tinteros de Bronce, de fantasía y de Cristal.

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Dc¡?ó:ilo y representación de las acreditadas fábricas de:

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LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA

.,^n"Uc!>'rnaChfn EsP"°,a 7 Americana, Revistare Bellas Artes, Literatura y Aclua- Udade> se publica cuatro veces al mes, constando cada uno de sus números de diez y seis pagmas ocho de ellas con selectos grabados, debidos al lápiz v al buril de los ESEfZ Lf ¡ ¿i Consecuente i su título, que es al propio tiempovsu programa, los ÍLñ»n iUL 'i "c,on rePro'lucen '°s sucesos importantes que excitan ll atención

genera en el mundo entero, cuadros y esculturas notables de todas .as escuelas "mo- ?S?J?;?^ ar.<Iu.ltei;|tón"cos antiguos y modernos; retratos de ¡os personajes de recouo- nnarnh ^efiad' etc, La .^cción literaria, confiada á los mas distinguidos escritores,

ejecutadas en cromo-tipografía.

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Para el Interior #13

Imprenta de Poissy. S. LEJAY.

LA ESTACIÓN

PERIÓDICO DE MODAS PARA SEÑORAS Y NIÑAS.

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Agencia General para la República Argentina

LIBRERÍA de C. M. JOLY y Cía

719-721. Calle Victoria. 725-727.

BUENOS AIRES.

LA ESTACIÓN

PERIÓDICO DE MODAS PARA SEÑORAS Y NIÑAS.

La Estación publica al año 24 Números con más de 2000 grabados, conteniendo mo- delos de toda clase de prendas de vestir para señoras, señoritas, y niños; ropa blanca, canas- tillas y toda clase de labores de señora.

La Estación publica 12 hojas de patrones trazados, con 250 patrones de tamaño na- tural, con suplementos á estos mismos patrones, que reproducen el mismo modelo en tamaño reducido, in- dicando de una manera perfecta y fácil de comprender, la disposición de las diferentes partes del modelo, y más de 250 dibujos parabordados y labores á la aguja, &c; además iniciales, cifras y alfabetos.

La Estación publica 36 Figurines iluminados á la aguada sobre cartulina Bristol, y 12 Suplementos extra- ordinarios (trajes elegantísimos, alta novedad y bordados ilu- minados).

La Estación se publica en doce idiomas y la tirada total de todas las ediciones es de 482000 ejemplares.

EL MEJOR GUÍA DE MODAS.

La Estación, prescindiendo de la parte literaria, se dedica exclusivamente á la Moda, y es el periódico de modas más barato y más leído.

La Estación ofrece á sus suscritoras los medios de rea- lizar una economía sabia y prudentemente calculada;

permitiéndoles ejecutar ellas mismas todas sus prendas de vestir, las de sus niños, etc.

La Estación, periódico mil y mil veces consultado, es muy considerado,

por ser sumamente práctico y económico. La Esta-

ción se pu- blica los días y 1 6 de cada mes; ca- da vez haob tenido una circulación mayor, debi- da á la aco- gida que el bello sexo le dispensa, ha- ciendo justi- cia á la pron- titud con que anticipa los últimos caprichos de la Moda, á los magníficos figurines iluminados que publica, á lo escogido, ameno y variado de sus artículos, etc. . . ., todo lo cual hace que

La Estación sea el periódico indispensable, tanto á las modistas, como necesario á las familias, por las muchas ventajas que ofrece.

La Estación posee además la ventaja de ser el periódico más barato de todos los que se publican.

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LA SAISON

JOURNAL ILLUSTRÉ DES DAMES.

La Saison publie 24 mi/néros par a/i, ornes de 2000 gravures, 12 planches contenant 250 patrons en grandeur naturelle et 250 modeles de crochet, de broderie et toutes sortes de travaux pour dames et demoiselles, et 48 gravures coloriées.

La Saison est certainement le journal des Modes le plus ré- pandu, gráce aux avantages réels qu'il offre, en procurant tous les détails et renseignements dési- rables pour pouvoir confectionner soi-méme autant les toilettes riches que le unge blanc et tous les effets nécessaires aux familles.

L'accueil favorable que cette jolie publication a recu de ses nombreuses abonnées , nous a engagé a ne reculer devant aucun sacrifice, afin que La Saison conserve le rang qui lui corres- pond, et soit sans contredit la revue de Modes la plus complete, la plus elegante et la plus variée, et également celle qui doit étre préférée á toute autre par la modicité de son prix.

Precio de la Suscrición anual:

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