=Ú METAS Re Ww-Gibson- lavas > a 7 Md > a 1 0 Hd » E AUTO FAA NAO IRA RA | A A 20] ANALES SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA ANALES CAR DICAL DE LA EDAD CIENTIFLO ARGENTINA DIRECTOR: DOCTOR HORACIO DAMIANOVICH TOMO LXXXIII Primer semestre de 191” BUENOS AIRES IMPRENTA Y CASA EDITORA DE CONI HERMANOS 6841 — CALLE PERÚ — 684 Pon E ANAEES DE LA” SOCIEDAD CIENTÍ ARGENTINA .. EN DIRECTOR : DOCTOR HORACIO DAMIANOVICH _ENERO-FEBRERO 1917. — ENTREGAS 1-11. TOMO LXXXIM ' 7 : ÍNDICE CarL RimBacH, Experimentos sobre la formación de las montañas ............ 5 RAMÓN G. LoYartE, La permeabilidad magnética del hierro y del níquel para OSGUACION ES MENIZIADAS e ra o e ta pk ear o aer enteras de oe 34 Primera reunión nacional de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales ..... 55 FéLix E. Outes, La materialización del Cherruve araucado......ooooro...o.o.o s1 IDTBLTO RAE TAS os e as PT E A O e 87 BUENOS AIRES -' IMPRENTA Y CASA EDITORA DE CONI HERMANOS 684 — CALLE PERÚ — 684 1917 M JUNTA DIRECTIVA Presidente......... Ingeniero Nicolás Besio Moreno Vicepresidente 19....... . Doctor Cristóbal MI. Hicken Vicepresidente 20..... Doctor Francisco P. Lavalle Secretario de actas....... só Doctor Alfredo Sordelli Secretario de correspondencia. . Doctor Alfredo E. Ferrario TDEBOPEND AS dolo a O 4 Ingeniero Arturo Hoyo PROTEBOorerDo.L + ; Doctor Eduardo Carette Bibliotecario......... Ingeniero Pedro A. Rossell Soler Doctor Guillermo Schaefer Señor José M. Orús | Ingeniero Juan José Carabelli Ingeniero Emilio Mallo! Coronel ingeniero Arturo M. Lugones . Ingeniero Domingo Selva > 4 Ingeniero Emilio Rebuelto Ingeniero Enrique Butty CET A e e Señor Juan Botto VOCULES Ne o. ADVERTENCIA Los colaboradores de los Anales, que deseen tirada aparte de 50 ejemplares de sus artículos deben solicitarlo por escrito. Por mayor número de ejemplares de- berán entenderse con los editores señores Coni hermanos. Tienen, además, derecho a la corrección de dos pruebas. Los manuscritos, correspondencia, etc., deben enviarse a la Dirección, calle Cevallos, 269. Cada colaborador es personalmente responsable de la tesis que sustenta en sus escritos. La Dirección. PUNTOS Y PRECIOS DE SUBSCRIPCIÓN Local de la Sociedad, Cevallos 269, y principales librerias E $ m/n PPM tato ae 0 aa AOS 1.00 POTIADO lie iv eta a See A 12.00 Námero abrasado.. 0... 0 AS 2.00 Número atrasado para los socios ....... 1.00 La subscripción se paga adelantada El local social permanece abierto de 3 a 7 y de 8 a 11 pasado meridiano . 6 EXPERIMENTOS SOBRE - LA FORMACIÓN DE LAS MONTANAS POR CARL RIMBACH La manera de encogerse la corteza terráquea a consecuencia de la contracción del núcleo del globo (1) se manifiesta en el curso horizon- tal y en la estructura del perfil de las montañas. Son sin embargo es- tas configuraciones solamente los vestigios superficiales de movimien- tos, que probablemente se extienden a una profundidad considerable y que por eso se substraen a la observación directa. Para llegar a co- nocer el mecanismo de dichas dislocaciones abismales, he ejecutado una serie de experimentos, en los que las condiciones hipotéticas del interior del globo y los procesos probables que allí tienen lugar, en lo posible fueron imitados. El mayor o menor grado de semejanza entre los resultados del experimento y las conformaciones naturales permi- te concluir, si las presuposiciones hipotéticas son justificadas y si para ambos procesos se puede aceptar causas análogas (2). (1) La dilatación de la corteza terráquea causada por la producción de calor por las materias radioactivas tendría el mismo efecto. En este trabajo se toma por base la contracción del núcleo. (2) Las ideas para dichos experimentos me han sido sugeridas con ocasión de una serie de viajes científicos, que realicé durante ocho años en la Sierra Neva- da de California, en las cordilleras del Ecuador, Perú, Chile y la Argentina, en el Uruguay y Rio Grande do Sul. 6 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA EXPERIMENTOS SOBRE EL ENCOGIMIENTO DE LA CORTEZA DEL GLOBO A CONSECUENCIA DE LA CONTRACCIÓN DEL NÚCLEO 1. Experimento. — El núcleo contráctil del globo está representa- do por una pelota inflada de goma de unos 25 centímetros de diáme- tro, provista de una canilla; la corteza rígida, que cubre el núcleo, por una capa de arena húmeda de algunos milímetros de espesor. Hay que observar, que en este arreglo varios puntos no corresponden a Fig. 1 las condiciones naturales : en primer lugar el contraste brusco entre la corteza arenosa rígida y el fondo muy contráctil; en segundo lugar la rigidez y la coherencia de la capa arenosa proporcionalmente dema- siado grandes, y en mayor grado estas mismas propiedades en la pe- lota de goma, la cual no permite tampoco el hundimiento de las por- ciones gruesas de la corteza. Cuando se efectúa la contracción de la pelota así preparada abrien- do la canilla, se levantan en diferentes lugares de la capa arenosa arrugas bajas. Éstas se convierten poco a poco en escamas, cuyos bordes arqueados pasan sobre las escamas vecinas (fig. 1), apareciendo a veces como una red de mallas semilunares. A menudo se mueven tales escamas o témpanos en direcciones opuestas, una inmediatamen- te al lado de otra, o dos marchan la una contra la otra formando en- tre sí un foso. Al EXPERIMENTOS SOBRE LA FORMACIÓN DE LAS MONTAÑAS Inflando de nuevo la pelota, los témpanos sobrepuestos se separan uno de otro, mostrando sus bordes, que antes se encontraban cubier- tos por los témpanos vecinos. Se ve entonces que muchos de ellos afectan la forma de pentágonos o exágonos más o menos regulares. Resulta pues que aquella forma semilunar de las mallas se debe á me- nudo sólo a que sobreponiéndose algunos polígonos, sus bordes ar- queados hacia el mismo lado se aproximan. La forma arqueada de Jos bordes de los témpanos y la forma poli- gonal a veces regular de los últimos parecen ser causadas por la trac- ción horizontal, que la superficie de la esfera en contracción ejerce con igual fuerza en todas direcciones sobre la capa arenosa adherente. Pues si se coloca alrededor de la pelota en forma de anillo una faja de arena húmeda, en la que la tracción mencionada se verifica casi únicamente en sentido longitudinal, se forman arrugas paralelas per- pendiculares a los bordes del anillo, pero nada de arrugas arqueadas. El primer experimento muestra pues la manera de encogerse la corteza quebradizo-plástica de una esfera en contracción. En el globo terráqueo encontramos tales elevaciones en forma de mallas, parecidas a las que vimos formarse en el experimento, particularmente resal- tantes en las montañas arqueadas de Centro América y de las Anti- llas, y en mayor grado en los numerosos arcos formados por las islas del Asia oriental. Según el experimento éstas podrían considerarse como rodetes formados por superposición de los bordes de témpanos yacientes bajo los mares vecinos. 2. Experimento. — Encogimiento de una capa delgada de arena colocada sobre la pelota y en la que se encuentran porciones de ma- yor espesor. Resultado. En las porciones espesas de la capa se forman mayores témpanos que en las delgadas; en porciones muy delgadas nacen arrugas numerosas pero bajas. Según este experimento los parajes de la superficie del globo, que llevan montañas a grandes distancias, o han sido originalmente más gruesas que aquellas, que las tienen menos apartadas o constaban de material más resistente (1). 3. Experimento. — Para hacer visible la manera de formación y su- perposición de los témpanos en el perfil, una faja de arena húmeda (1) Otro factor que determina el tamaño de los témpanos, es el grado de roza- miento en el sustrato, el que depende de la consistencia más o menos blanda de éste. S ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA de aleunos milímetros de espesor y con bordes perpendicularmente cortados, fué colocada sobre la pelota y sometida a la compresión. Resultado. En medio de la faja, perpendicularmente a sus bordes largos, después de previo arrugamiento, se forma una raja en forma de un plano oblicuo, la que divide la faja en dos partes con bordes en forma de cuñas. De estas últimas aquella, cuyo filo está dirigido hacia arriba, se empuja sobre la otra, cuyo filo reposa sobre el plano de la pe- lota (fig. 24). A menudo se forman dos planos de fractura en sentido opuesto, inmediatamente vecinos, de modo que se cruzan en el perfil (fig. 20 y Y [visto desde arriba|). A veces en el borde que sube, por una segunda raja saliente desde el pie de la primera se segrega un pedazo en forma de una cuña de ángulo obtuso (fig. 3 a la derecha). Además la faja siempre se engruesa acortándose en cada punto de su extensión. EXPERIMENTOS SOBRE LA FORMACIÓN DE LAS MONTANAS y) Explicación. La fractura en el medio de la faja de arena es causa- da por la tracción, que las partículas de la faja experimentan por su adhesión y rozamiento en la superficie de la pelota contráctil. Dicha tracción se suma desde ambos extremos de la faja hacia el centro, manifestándose allí como presión horizontal. Según este experimento la corteza del globo terráqueo se encoge- ría rajándose por planos oblicuos de fractura en témpanos, cuyos bor- des se sobreponen uno sobre otro. 4. Experimento. — Compresión de fajas largas de arena húmeda, así de ancho uniforme pero de diferente espesor, como de fajas de es- pesor desigual (vista del 2 experimento en el perfil). Resultado. En varios puntos de las fajas se forman arrugas trans- versales, las que por parte se convierten en superposiciones, es decir, se forman tales sobreescurrimientos siempre a distancias tanto mayo- res uno de otro y quedan entonces tanto más largos, cuanto más grue- sa es la faja o la porción respectiva de ella (fig. 3). La causa de este fenómeno consiste en que en una capa gruesa, más resistente a la fractura, la tracción compresiva, que la pelota encogién- dose ejerce sobre aquella capa, tiene que accionar desde la primera raja, donde la presión se descarga, sobre un trecho más largo de la cara inferior de la capa para producir otra raja (1). Aplicando esta regla (que la distancia de una raja a la otra es de- terminada por el espesor de la faja de arena) a la corteza esférica de la pelota, resulta que por la misma causa, que aquella faja de arena húmeda, bajo la compresión activa en tan sólo una dirección, se raja en porciones iguales en una dirección, así la corteza esférica, donde la compresión acciona en todas direcciones, tendrá la tendencia de com- partirse en témpanos de diámetros iguales en todas direcciones, por cuanto esto fuera realizable según las leyes geométricas. Por lo tanto hasta en una corteza perfectamente homogénea se hallarán siempre polígonos (hexagonales) más o menos regulares al lado de enteramen- te irregulares. Sobreponiéndose mutuamente los bordes de estos polígonos resul- tan aquellos rodetes de forma poligonal o arqueada, como aparecie- ron en la capa arenosa sobre la pelota. (1) Un anillo de arena húmeda colocado alrededor de la pelota y atraído por gravitación central de la misma pelota, — suponiendo que la adhesión y el roza- miento sean insignificantes — formaría por la presión periférica una raja con su- perposición tan sólo en un lugar. 10 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA La tendencia de la corteza esférica de rajarse por fracturas arquea- das o bifurcadas, se manifiesta también, cuando se hace en medio de ella un corte rectilinear inclinado (c en fig. 4, tres casos). Entonces, efectuándose la contracción de la pelota, el superior de los bordes cu- neiformes formado sube encima del otro inferior, y desde cada uno de los extremos del corte continúa la raja o en forma de un arco o bifurcándose. Este fenómeno se explica así, que por el corte la vecindad de es- te lugar pierde un sostén contra la compresión horizontal y sueum- be a la fractura. Tal continuación de la raja desde el lugar, que como punto más débil cede primero a la compresión, puede ser una causa del origen de las zonas continuas de fractura en el globo terrestre. Fig. 4 Según lo expuesto queda demostrada la causa de la forma arquea- da de los bordes de los témpanos y de las superposiciones de éstos bajo las condiciones que rigen en la pelota. De esto puede deducirse que en la tierra — donde los plegamien- tos de las montañas densamente acumulados también hacen evidente una considerable compresión periférica y como causa de ella o la con- tracción del núcleo o la dilatación de la corteza como igual en su efecto — estos mismos procesos y su consecuencia, la tracción com- presiva de la superficie del núcleo sobre la corteza, efectuada de manera igual en todas direcciones, serán la causa de la prevalente forma arquea- da de las montañas. Muy bien se presenta el mismo fenómeno del compartimiento poli- gonal en semillas cuya corteza es algo movible sobre el sustrato como en alberjas tiernas (1). Colocando éstas en agua hirviendo la corteza (1) La comparación del arrugamiento de la corteza terrestre con el de la cor- teza de una manzana que se seca, no es exacta, porque la última está pegada a su sustrato por una fuerza en proporción incomparablemente más grande que la cohesión de la corteza terrestre con su sustrato (del cual tiene que despegarse) EXPERIMENTOS SOBRE LA FORMACIÓN DE LAS MONTAÑAS 11 se hincha, y se levantan sobre ella pliegues, comenzando como rode- tes rectilineares, que se alargan bifurcándose repetidas veces, y aca- ban por formar una red poligonal (fig. 5). Este fenómeno, que se ex- plica exactamente como el anterior (sobre la pelota), enseña además que el plegamiento desde pocos lugares va extendiéndose poco a poco por encima de toda la esfera, de modo que los rodetes, del mismo mo- do como muchas montañas de la tierra, pueden mostrar durante algún tiempo la forma de arcos abiertos (1). 5. Experimento. — Una capa de arcilla blanda en cuyo medio se halla una faja arcillosa tiesa, se somete sobre la pelota de goma a la compresión. Resultado. La capa de arcilla blanda se arruga igual y débilmente, pero se amontona mucho en los bordes angostos de la faja tiesa, su- CIS Fig. 5 biendo por encima de ellos; se arruga mucho menos en los bordes largos de la faja, la que luego se queda más baja que la masa, que la rodea. Explicación. El mayor amontonamiento de la masa blanda en los lados angostos en contraposición con el menor en los lados largos de la faja es causado por la imfraposición de un trecho más grande del pla- no esférico de la pelota, cuya cubierta allí amontonada es por consi- guiente más extensa que la que se amontona en los lados largos. y tiene por eso que arrugarse igualmente en toda su extensión, lo que evidente- mente no corresponde al arrugamiento de la corteza terrestre, localizado en Zzo- nas bien distintas. (1) Un compartimiento poligonal semejante, pero debido a un proceso contra- rio, al desgarro de la corteza se efectúa en la superficie de fango que se seca, y en un modo aun más perfecto al congelarse vaselina derretida en una cuba an- cha. Se deben esos fenómenos a la competencia entre la cohesión de las partícu- las corticales — las que tienden a contraerse hacia un centro común — y la resis- tencia de rozamiento, que tienen que vencer en tal movimiento. Ese rozamiento tiene un efecto tanto más poderoso, cuando más ancha es la costra sobre la que acciona. Por eso la corteza se dividirá en témpanos de diámetros precisamente tan grandes que la cohesión de las partículas en su movimiento hacia el centro del témpano puede vencer todavía la resistencia de rozamiento, que se le opone. 12 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Aplicación a la tierra: La formación de las montañas es más pode- rosa y pronta en los extremos de los diámetros más largos de los tém- panos firmes y por la misma razón más activa en los bordes de témpanos grandes que de témpanos chicos de forma semejante. 1 EXPERIMENTOS SOBRE EL PROCESO DEL SOBREESCURRIMIENTO Para investigar el proceso del arrugamiento en los bordes de los témpanos, como se presentó en los experimentos anteriores en el per- fil, pero en mayor escala, me he servido de un aparato de la construc- ción siguiente: dos placas gruesas de vidrio de unos SO centímetros de largo y unos 15 centímetros de ancho están paradas a una distan- cia de 5 centímetros la una de la otra sobre una lista y sostenidas en ambos extremos por dos listas arriba unidas. El espacio entre los vi- drios se cierra en ambos extremos por dos bastidores largos de unos 6 centímetros de alto. El material que ha de representar la roca plástica en la profundi- dad, para que corresponda lo más posible en pequeña escala a las con- diciones naturales, debe poseer ya en capa poco alta bajo la presión del peso propio una movilidad fácil ni debe permitir la formación de huecos, que son imposibles en la profundidad plástica. Estas propie- dades las posee aproximadamente la arena fina seca. Humedeciéndo- la se pueden crear los diferentes grados de consistencia desde la per- fecta plasticidad de las rocas en la profundidad hasta la rigidez en los pisos superiores. La contracción del sustrato contráctil hacia el centro de un témpa- no, que en su efecto es igual al avance del borde de este último, se imita empujando adelante uno de los bastidores. 1. Experimento. — La compresión de una capa plástica en el borde de un témpano rígido, a que queremos llamar «macizo », de borde perpendicular. Se erige entre los dos bastidores una capa de arena seca de l a 2 centímetros de espesor y se le aplana desde arriba por medio de una lista. Sobre la capa se esparce polvo de tiza, el que desde fuera apa- rece como línea blanca. Encima de la tiza se colocan otras capas de arena en alternancia con líneas de tiza hasta llegar a la altura del EXPERIMENTOS SOBRE LA FORMACIÓN DE LAS MONTANAS 153 bastidor. Para la capa superior se emplea arena algo húmeda, para que sea menos móvil. Hecho esto, cuando se empuja el bastidor hacia el centro del apa- rato, se hincha primero la masa de arena hasta una cierta distancia. Poco después se forma en ella un plano resbaladero oblicuo principian- do desde un punto algo delante el pie del borde del macizo y subiendo en la dirección del empuje, plano cuya presencia se manifiesta por la dis- locación de las líneas blancas de tiza en forma de dientes (fig. 6 «, 4,). he > a De la parte inferior de dicho plano resbaladero sale casi al mismo tiempo otro plano, el que corre hacia atrás, divigiéndose al borde su- perior del macizo (fig. 6 a, p). La masa de arena limitada por ambos planos en forma de cuña se alza bajo la presión del bastidor, de modo que su lomo se levanta sobre el nivel original de la capa arenosa for- mando hacia delante, encima de ésta, y hacia atrás, encima del bas- tidor, pequeñas superposiciones o sobreescurrimientos. Mientras que esto pasa, tomando al mismo tiempo el primer plano una posición más empinada, súbitamente aparece otro plano resbaladero (a,) desde el pie del bastidor de la misma inclinación como el primero, reconoscible por la aparición de nuevos ángulos en las líneas blancas. Repitiéndo- se este proceso, que se diseña en los plegamientos de las líneas de tiza con grande finura, se forma un número de escalones bastante re- 14 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA eulares en la superficie, los que suben hacia el macizo en forma de escalera, y de dientes en las líneas blancas. La masa de arena pren- sada hacia arriba crece por el aumento continuo desde un lado y va su- biendo poco a poco por encima del macizo. Allí la serie de los pliegues toma una posición más o menos horizontal, mientras inmediatamente delante el macizo las líneas se estiran por encima del mismo forman- do un largo sobreplegamiento (fig. 6, b, e, d). A consecuencia de hincharse la masa de arena antes y durante el plegamiento, las capas resultan más gruesas en estado plegado de lo que eran en su estado original. Los pliegues se forman siempre suce- sivamente por dislocación de planos por arrastre. Por eso no son plie- Fig. 7 ques propiamente dichos, en los que la parte convexa se estira, la par- te cóncava se comprime. De ahí proviene que durante la dislocación el lado inferior de cada pliegue cambia continuamente de grosor, el que alcanza su máximum, si el lado inferior forma un ángulo recto con el plano resbaladero, pudiéndose disminuir después hasta la ma- yor delgadez. Se comprende que tal plegamiento aparente puede efec- tuarse en cualquiera profundidad de la corteza terráquea, es decir, bajo la mayor presión. Si se ejecuta la compresión con un bastidor de frente inclinada, el fenómeno se verifica sin mayor diferencia (tig. 7, tres fases). 2. Experimento. — Se imagina que un área de la corteza terrestre se halle engrosada hacia la profundidad o, lo que es lo mismo, que descance sobre un macizo el que se adelgaza hacia sus bordes como un lente. Se comprima pues la parte colindante de la corteza por la capa que cubre el macizo, reforzada por la adhesión al mismo. Para imitar tales condiciones el macizo mencionado fué represen- tado por una canaleta de lata de bordes bajos, abierta en ambos ex- EXPERIMENTOS SOBRE LA FORMACIÓN D£ LAS MONTAÑAS 15 tremos, y que ocupa la tercera parte del aparato; la corteza terráquea superior por una capa de arena seca cubierta de otra de arena húmeda, separadas ambas por una línea divisoria, el todo de 3 centímetros de alto. Dicha canaleta fué empujada lentamente hacia el centro del aparato. resultado : Saliendo desde el borde anterior de la canaleta nacen Fig. 8. — Experimento de compresión en cinco fases, 4-e; e, una mitad de la masa com- primida con los pliegues inclinados hacia atrás; .f, lo mismo en otro experimento; a la derecha se encuentra la canaleta, la que se mueve en la dirección indicada por la flecha. :asi a tiempo igual dos planos resbaladeros simétricamente divergentes, el uno inclinado en la dirección del empuje (fig. S a, 4,), el otro diri- vido hacia atrás (p,). Sobre este último la masa encerrada entre am- bos planos en forma de cuña, sube para arriba, por encima del macizo, siendo seguida por otros pliegues que desde el borde del mismo en intervalos iguales nacen delante de ella. Cuanto más va creciendo la 16 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA masa amontonada, tanto más echados resultan los planos nuevos en su frente, mientras que el plano sobre el que aquella masa se mueve para arriba, declina poco a poco hacia atrás hundiéndose a veces en su medio (fig. S d). Entonces nacen tras de este mismo plano resbala- dero sucesivamente algunos otros más, dando lugar a la formación de dientes, que se alargan poco á poco en lenguas (fig. S p, p; p, y el re- sultado de otro experimento fig. S f). En el curso del fenómeno el lomo de la cuña limitada por los planos resbaladeros más antiguos se in- elina hacia atrás. Este experimento muestra la segregación y expresión de una masa en forma de cuña encima del borde de un macizo y el crecimiento asimé- trico de la misma masa en alto y ancho por formación sucesiva de mu- Fig. 9. — Tres capas de arena un poco húmeda; al lado derecho una hoja de cartón, que se mueve en la dirección indicada por la flecha; dientes inclinados hacia un lado chos pliegues en su frente, movidos sobre un plano resbaladero para arriba, y pocos pliegues en sus espaldas. A dicha masa queremos llamar cuña de empuje. El fenómeno descrito, que ya se presentó en los ex- perimentos anteriores así como, en forma más sencilla, en la faja de arena sobre la pelota por contracción uniforme del sustrato, luego puede ser considerado como la regla general del encogimiento de ca- pas quebradizo-plásticas, por consiguiente también como la ley del encogimiento de la corteza terrestre. El mismo experimento explica: 1” El fenomeno, que se observa en ciertas cordilleras, que los plie- gues en ambos flancos están inclinados hacia fuera ; 2” El fenómeno común, que la serie de los pliegues inclinados en una sola dirección asciende hacia un lado de la montaña, luego la estructura asimétrica de las cordilleras formadas por plegamiento ; 3” La manera de formarse largas superposiciones ósobreescurrimientos. Se puede suponer que las dislocaciones descriptas se verifiquen suave e igualmente en la profundidad plástica, más que al contrario cerca de la superficie los bordes delgados de la cuña de empuje a causa de la resistencia de rozamiento se atrasen poniéndose las ca- pas superficiales, que son hasta cierto grado elásticamente compresi- EXPERIMENTOS SOBRE LA FORMACIÓN DE LAS MONTAÑAS 17 bles, en un estado de tensión horizontal. Soltándose esta tensión de tiempo en tiempo bajo avance repentino y brusco de aquellos bordes, se han de producir choques de tierra, los que donde llegan en contac- to con el mar causarán temblores del mar y oleadas. Según los resultados de los experimentos descritos, el encogi- miento de la corteza terráquea se verificaría por expresión de cuñas de empuje a lo largo de los bordes de témpanos, acercándose los centros de estos últimos uno a otro. Por esta razón no se puede hablar propia- mente de un empuje en una sola dirección. Sin embargo, consideran- do que los bordes de témpanos anchos y firmes a la vez avanzan más ligero que los bordes de témpanos pequeños y débiles (los que en los AS II AA Fig. 10. — Una capa de arena seca entre dos capas de arena húmeda. Dos pliegues ante- riores (a la izquierda) y tres pliegues posteriores (a la derecha) ; los pliegues anterior y posterior son casi iguales. El plegamiento hacia adelante y hacia atrás, producido por tan sólo un movimiento, resalta a la vista. experimentos se sobreponen sobre aquellos), quiero hablar de un avan- ce sólo en los macizos. De modo análogo llamaré los planos resbala- deros, que suben desde el borde del macizo en la dirección de su avance, «planos resbaladeros anteriores »; los que corren hacia atrás por encima del macizo «planos resbaladeros posteriores» y los plie- gues correspondientes «pliegues anteriores» y «pliegues posteriores ». Resulta, pues, que el empuje se dirige desde ambos flancos de la cordi- llera por debajo de ella hacia el filo inferior de la cuña de empuje, lugar donde se efectúa la segregación de lo sobrante de la corteza. Por eso los pliegues que forman los bordes de las montañas, avanzan aparente- mente por encima de las planicies colindantes. Los ángulos de inclinación del primer plano resbaladero anterior y del primer plano posterior son siempre iguales y de tamaño constante. En una serie de experimentos con arena seca y con poco húmeda hallé, que el ancho del lomo de la cuña de empuje está con el espesor original de la capa en la proporción de 3: 1 en término medio. De ahí resulta la posibilidad de calcular la distancia entre las salidas de aquellos dos planos el espesor de la corteza terráquea, que toma pat- te en la formación de la cuña de empuje. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIII 2 15 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA En los experimentos siguientes se trata de investigar el efecto, que la diferencia del material de las capas ejerce en la formación de la cuña de empuje. En el arreglo se evitó — si bien a costo de poder observar el desarrollo del proceso en el perfil — una desventaja de los experimentos anteriores, en los que por la adhesión o el rozamien- to de la arena en las placas de vidrio los pliegues anteriores resultan demasiado cortos, los posteriores demasiado largos. El arreglo era el siguiente : Fig. 11. — Una capa de arena húmeda entre dos capas de arena casi seca. Sobreescurrimientos largos de las escamas anchas en el frente de la cuña 3. Experimento. — Sobre la mesa se colocan tres capas sobrepues- tas de arena poco húmeda, distinguidas por diferente color, de 1 metro de largo y de 2 centímetros de grueso. A un lado se encuentra colo- cada debajo de la masa una hoja de lata de unos 20 centímetros en cuadrado como macizo. Empujando la hoja adelante, se realiza el pro- ceso de manera semejante como en los experimentos anteriores. Para Fig. 12. — Una capa de arena seca entre dos capas de arena poco húmeda Plegadura inclinada hacia ambos lados hacer visible el perfil de la masa amontonada, se la corta por medio de una hojalata y se aleja la una mitad. Los resultados varían según la mayor o menor rigidez de cada una de las tres capas de arena. En capas muy rígidas se forman escalones largos como dientes (fig. 11), en menos rígidas pliegues cortos (fig. 12). Una capa de arena húmeda, que yace entre dos de arena seca, se raja en escamas. Estas se alzan poco a poco separándose una de otra en la arena móvil que las rodea, y formando una especie de escollos geo- lógicos (fig. 13). De las figuras 10 y 12 se reconoce, que no se puede hacer siempre una conclusión de la «dirección de los pliegues» sobre la « dirección EXPERIMENTOS SOBRE LA FORMACIÓN DE LAS MONTAÑAS 11) del empuje», es decir, sobre el lado en que se encuentra el macizo o el plano resbaladero posterior. 4. Experimento. — Una pequeña porción de la capa de arena hume- da se refuerza aplastándola ligeramente. Fig. 13. — Arreglo de las capas como en la figura 11, Escollos geológicos en el flanco derecho algunos pliegues posteriores Tan pronto que la cuña de empuje llega a este trocito reforzado, lo lo] ) mueve para delante, levantándose en el frente del mismo una nueva cuña de empuje, la que sin embargo, junto con aquel trozo, sube para Anne ÁÁKÁ___Á_Á__K_K_—_—_—_—_—_—_—_—_—_—_K_—_—_—————KÁ <— Fig. 14a.— Dos capas de arena medianamente húmeda. Delante de la cuña de empuje primitiva (1) se ha levantado otra secundaria (2). Entre ambas se encuentra un foso arriba en el plano resbaladero posterior de la primera cuña (fig. 14 « y fig. 14 0). Plegamiento retrógrado tiene pues lugar siempre delante trozos <ÁH—== , Perfil del 1 24 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA de arena seca, cubierta por otra de arena húmeda, compresión veri- ticada empujando adelante una canaleta que se encontraba debajo de un lado. Se formaron muchos dientes cortos dirigidos para delante, y dos de mayor largo y de forma de lenguas, dirigidos para atrás, en la sucesión indicada por los números. Según esto, el perfil natural, por cuanto está visible en la figura, representaría una cuña de empu- je con dos pliegues anteriores (a la izquierda) y cinco pliegues poste- e... .e8. “ ..... te Ago .0.. < AI BOI ORI, MODO DÍ O DIO Fig. 19. — Perfil de los Pirineos según L. Bertrand riores (a la derecha). Muy claramente se distingue en medio del cua- dro la cuña de empuje primitivo (en el experimento entre +, y 1,). La misma inclinación de los pliegues hacia los dos flancos, propias de las formaciones de cuñas de empuje e ilustrada particularmente por las figuras 8S, 10 y 12, se encuentra también en la Sección transver- y as Vy ==> > sal geológica de los Alpes Marítimos (Zaccagna, Franchi, Stella), figura 210, página 405; en C. F. Parona, Trattato di geología (fig. 21). 3. Ensayo esquemático de un perfil de los Alpes en la línea Sántis Chiasso, según Alb. Heim, 1908, en Lehrbuch der Allgemeinen Geolo- gie, von E. Kayser, 4, Aufl., figura 581, página 747. Una serie de pliegues parecidos a dientes de sierra, tal como se presenta en la parte sur de dicho perfil, fué obtenida empujando una hojalata por debajo de una capa de arena húmeda con cubierta de arena seca (fig. 23). Al principio aparecen en el experimento pliegues cortos en forma de dientes de sierra. Los que siguen más tarde, son EXPERIMENTOS SOBRE LA FORMACIÓN DE LAS MONTANAS 25 más largos, llevando a veces, como los en el perfil natural, dientes dirieidos para atrás. Tal «plegamiento retrógrado» aparece siem- según un experimento anterior (fig. 14a y fig. 14b) — delante pre un trozo más firme de la capa, representando el diente dirigido hacia 32 1 Fig. 21. — Perfil de los Alpes Marítimos (Zaccagna, Franchi, Stella) atrás el pliegue posterior de la cuña secundaria. La cuna de empuje primitiva se encuentra en la figura 23 al lado derecho en la extremi- dad de la serie de dientes. 4, Perfil esquemático de los Appalaches en Pennsylvania según W. B. y H. D. Rogers (1842), en La face de la terre, tomo I, páginas 744 y 7145, figura 104. Este perfil muestra la ascensión de la serie de los pliegues, carac- terística de la cuña de empuje, hacia el flanco de la montaña opuesto a la dirección de los vértices de los pliegues (véase fig. S). Dicho flan- co representa la parte más antigua de la masa plegada. La denuda- ción de los pliegues se muestra progresivamente más profunda desde el oeste hacia el este, en proporción con la edad más avanzada de los mismos. La cuña primitiva, a no haber desaparecido completamente por la abrasión, se encontraría más al este (a la derecha). 7. Plegamientos de los terrenos metamórficos del Perthsire, según A. Geikie, en La face de la terre, tomo II, figura 56, página 514. 26 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Se puede explicar este perfil según el experimento reproducido en la figura S. Representaría pues una cuña de empuje con muchos plie- gues anteriores a la izquierda, la cuña primitiva algo deformada en el centro, y algunos pliegues posteriores, por parte de considerable lar- go y de la forma de lenguas a la derecha. De la comparación de las formaciones obtenidas por el experimen- to, con la estructura de las montañas naturales se llega a suponer, que también éstas se hayan formado ala manera de cuñas de empuje. Con tal suposición está de acuerdo la circunstancia, que para la formación de los pliegues de la corteza terráquea a veces densamente apretadas, no podía bastar ni de lejos la contracción del sustrato antiguo de las capas plegadas, sino que se requería la de un trecho mucho más lar- go, cuyo efecto sin embargo se concentraba sobre un espacio peque- no. Esto era posible únicamente de tal modo, que la superficie del mú- cleo en contracción se introducía por debajo de témpanos no plegables, acumulándose su cubierta en los bordes de aquéllos. G0l EXPERIMENTOS ACERCA DE LA INFLUENCIA DE LA COMPRESIÓN SOBRE LA ESTRUCTURA DE LAS ROCAS Se trata de determinar por experimento, cual posición toman las la- minitas cristalinas contenidas en las rocas plásticas de la profundidad, por el proceso del encogimiento de la corteza terrestre. Para que tal ensayo dé resultado sin aplicar alta presión ni un fondo de masa plás- tica, el material que ha de representar aquella roca, debe constar de granos muy lisos de la forma de discos y de bordes afilados, en los que por lo tanto fácilmente se da a notar un cambio de posición. Por su ho- mogeneidad en tamaño y forma se prestan para este objeto ciertas se- millas vegetales, principalmente las de lino, distinguidas por su lisura EXPERIMENTOS SOBRE LA FORMACIÓN DE LAS MONTAÑAS 217 Experimento. — Determinación de la estructura que toma la roca plástica, comprimida por el avance de un macizo situado debajo de ella. La roca plástica está representada por una capa de semilla de lino, colocada entre dos vidrios parados, el macizo por una canaleta de lata. Resultado. Los planos resbaladeros anterior y posterior tienen al principio inclinación casi simétrica; el plano posterior se inclina pron- to en su parte superior hacia atrás tomando la forma de una S. Los granos se colocan, encima del borde de la canaleta, con sus lados an- chos en planos perpendiculares, inclinados arriba débilmente hacia £ atrás y estirados encima del macizo en forma de una S, la que poco a poco se acuesta (fig. 24). Por este experimento se explica el origen de la estratificación transversal. La masa de la cuña de empuje, denudada por erosión, mostraría en aquel borde que está encima del macizo, una estratifica- ción débilmente erguida hacia fuera, en su parte central una estrati- ficación más empinada y hasta perpendicular. IV EXPERIMENTO SOBRE EL EFECTO ESTÁTICO DEL LEVANTAMIENTO DE LAS MONTANAS En el fondo de una cuba ancha, llana y rectangular se colocan cor- chos cilíndricos de igual tamaño parados y apretados uno contra otro, y se cubren con una hoja de papel. En un lado de esa última se halla colocada otra hoja más pequeña representando un macizo. Encima del todo se coloca una capa de arena muy poco húmeda. Hecho esto. la cuba se llena de agua, de modo que los corchos con la capa de arena naden. La capa de corchos representa aquí el interior plástico de la tierra capaz de acomodarse a dislocaciones de peso, que se verifican en la corteza rígida sobrepuesta. Si se mueve la hoja de papel superior por encima de la inferior, se 25 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA forma luego sobre su borde delantero una cuña de empuje, la que, cuando más crece en volumen, tanto más se hunde con el sustrato de corcho. Al mismo tiempo también las fajas de la capa de arena inme- diatas a la cuña en ambos lados se hunden bajo el nivel primitivo, resultando depresiones a lo largo de ambos bordes de la cuña. Estas depresiones se quedan más hondas en aquel lado de la montaña, donde la mayor parte de la masa se ha acumulado, que en el lado opuesto. En consecuencia de tal hundimiento la serie de los escalones, ascen- diente en los experimentos anteriores, toma una posición más horizon- tal (1) (fig. 25). Por este experimento podrá explicarse por qué delante de aleunas cadenas de islas y de montanas colindantes con el océano se encuentran depresiones considerables de la forma de fosos (Foso de Atacama, aleútico, japonés) (2). En la naturaleza la presión que el sustrato deprimido ejerce hacia arriba contra el fondo del foso queda parcialmente compensada por el erecimiento de la columna de agua marina que allí va confluyendo. Además tales fosos se llenarán comúnmente de sedimentos, cuyo espe- sor seaumenta a medida que con el crecimiento de la cuña de empuje el foso se profundiza. Por guardar aquellos sedimentos siempre una superficie horizontal, alcanzarán mayor espesor inmediatamente de- lante la montana, donde el foso tiene la mayor profundidad. Esta misma parte más gruesa de sedimentos será luego plegada encima de nuevos pliegues que van formándose en el borde de la cuña de empuje (3). De tal modo se puede explicar porqué los bordes de las montañas constan de estratos más recientes que la parte interior de ellas, lo que apenas siempre puede ser debido únicamente a la erosión más larga de la última. Resulta además una causa posible del hecho uni- (1) Podría imaginarse que la corteza terrestre a causa del hundimiento de las montañas se raje y abra por quedarse, según las leyes geométricas, en estado ondulado demasiado pequeña para la forma nueva del mismo contenido, distinta de la esférica; o que suceda lo mismo a causa de la presión, que el sustrato de los fosos laterales ejerce contra el fondo de ellos. Lo primero podría sin embargo acontecer sólo, si después de un empuje brusco la presión periférica quedase sus- pendida por algún tiempo. (2) Esos fosos han conservado su profundidad evidentemente por no recibir ríos caudalosos, que acarrean sedimentos. (53) La porción del sedimento depositada encima de los pliegues ya hechos que- daría menos plegada que éstos. EXPERIMENTOS SOBRE LA FORMACIÓN DE LAS MONTAÑAS 29 versal, que en las montañas formadas por plegamiento los estratos sedimentarios tienen mayor espesor, que no poseen los de la misma edad fuera de esas montañas y que ocupan todavía su situación hori- zontal primitiva (1), así como cuanto más grande es la montaña, tanto más gruesos son los estratos sedimentarios que la componen. El hecho que las masas anchas de las montañas de la tierra no son más altas que alrededor de 10 kilómetros sobre el fondo del mar, se puede — prescindiendo de la erosión — referir a diversas causas : se puede concluir primero, que la corteza terráquea, por cuanto toma parte en el arrugamiento, es sólo tan espesa, que por plegamiento y superposición no puede rendir mayor altura que 10 kilómetros; se- gundo, en caso de que siendo más espesa pueda rendir más, que ha- biendo la montaña por su levantamiento alcanzado aquella altura sobre el fondo del mar, entonces la resistencia de rozamiento en el plano resbaladero posterior impida mayor avance y por tal causa el plegamiento continúe en el próximo punto más débil de la corteza ; en fin que las montañas tan pronto que hayan alcanzado la altura de 10 Iilómetros, se hundan en el sustrato, aplastándose su base bajo el peso sobrepuesto. Con tal suposición está en concordancia el hecho, que las rocas se vuelven plásticas bajo una presión, que corresponde a la de una columna de roca de unos 10 kilómetros de alto. V VOLCANISMO A raíz de los resultados, que los experimentos descriptos han dado sobre el modo del encogimiento de la corteza terrestre, se puede for- mar, con ciertas suposiciones, alguna idea respecto de las causas del volcanismo, en cuanto éste parece ser unido a la formación de las montanas. La presión horizontal en la corteza terrestre se descarga por la ex- presión de cuñas de empuje. En este proceso la energía del empuje se concentra en el alzamiento de la masa de la cuña en los planos res- baladeros. El rozamiento unido a tal movimiento causa el calenta- (1) Para este resultado coopera el engrosamiento de las capas antes y durante el plegamiento, descrito arriba. 30 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA miento y la dilatación de la roca en dichos planos, en un grado pro- eresivo hacia la profundidad según el aumento del peso sobrepuesto. Los efectos mencionados resultan tanto más fuertes, cuanto más es- pesa es la capa terrestre atravesada por los planos resbaladeros, y cuanto más ligero aquellos movimientos se efetúan, lo que, como se ha demostrado, alcanza el mayor grado en los extremos de los diáme- tros más grandes de los témpanos. Importando la dilatación linear de la roca un milésimo por cada 1002 de aumento de temperatura, resul- taría que un área de un plano resbaladero de 100 kilómetros de largo (correspondiente a un espesor de la corteza de 50 km.), de 1 kilóme- tro de ancho y de 1 metro de espesor, aumentaría su volumen por dicho aumento de temperatura en término medio en toda su exten- sión, en 300.000 metros cúbicos. Como en la parte profunda de los planos resbaladeros bajo la alta presión que allí rige, el calentamiento de la roca, caliente ya por su situación profunda, resulta considerable, se puede suponer, que allí la roca pase al estado pastoso o líquido poniéndose a manifestar su fuerza expansiva con presión hidrostática. A tal presión cederá la cubierta en su punto más débil, el que se halla sobre el límite supe- rior de la roca fundida en el plano resbaladero, donde la distancia hasta la superficie es la más corta. Allí el magma encerrado por todos lados penetraría hacia arriba como el mercurio, en el tubo estrecho de un termómetro sensible, forzándose entre las capas sobrepuestas como lacolito, o abriéndose una hendedura en sentido paralelo a la dirección del plano resbaladero, o con ayuda de los gases que contie- ne absorbidos, un cráter para derramarse por el mismo (1). La fuerza eruptiva y la cantidad del magma derramado aumenta por el empuje para arriba, que el magma en el plano resbaladero sufre por el peso de la cuña sobrepuesta a causa de la diminución de su densidad, debida a la dilatación, y por la permanente presión horizontal, la que principalmente en la parte más profunda y empinada del plano res- baladero exprime el magma hacia arriba. (1) La erupción del magma puede ser facilitada y hasta causada por rajas, las que por lo arriba dicho pueden formarse en la cuña de empuje, en caso que éstas corten los planos resbaladeros o — lo que pudiese suceder también fuera de la cuña de empuje —al plano inferior del borde del témpano, el que avanza con rozamiento por encima del sustrato contráctil. Con todo, tales rajas pueden pasar sólo hasta la profundidad de unos 10 kilómetros, la zona donde a cau- sa de la alta presión todas las rocas se encuentran en un estado de plasticidad latente. EXPERIMENTOS SOBRE LA FORMACIÓN DE LAS MONTAÑAS 391 Por acabarse el movimiento en un plano resbaladero anterior tan pronto que el próximo plano nace, mientras que en el plano posterior está continuando largo tiempo, la actividad de un volcán, según que haya tomado su origen del uno o del otro, sería de menor o mayor duración. Como además el avance de los bordes de la cuña no se realiza de una manera continua sino periódicamente, después de haberse acu- mulado en la corteza la tensión necesaria para vencer la resistencia de rozamiento en los planos resbaladeros, podría ser esto una causa de la actividad intermitente de los volcanes. Realizándose erupciones en varios puntos del rumbo horizontal de un plano resbaladero, resultaría una cadena de volcanes. Por otra parte para la formación de cadenas paralelas de volcanes entrarían Fig. 26 en cuenta erupciones tanto desde los planos resbaladeros anteriores como desde el posterior a la vez. Considerando además que el movimiento de la cuña de empuje so- bre el plano resbaladero posterior se retarda a medida que el volu- men de ella crece, acelerándose en el mismo grado el movimiento so- bre el actual plano resbaladero anterior, se podría concluir que la actividad de los volcanes nacidos desde el plano resbaladero posterior vaya disminuyendo poco a poco y que después sigan sólo erupciones desde los planos resbaladeros anteriores (idea ilustrada en la fig. 26). En este caso los volcanes nacidos del plano resbaladero más nuevo serían los más activos, teniendo que apagarse tan pronto, que el mo- vimiento en este plano cesara por formación del plano próximo si- guiente. Así se explicaría la situación prevalente de los volcanes activos en un flanco de las cordilleras (1). (1) Por ejemplo las cadenas de volcanes de la Cordillera argentino-chilena don- de los volcanes más activos, como el Descabezado, Antuco, Llaima, Villarica, Riñináhue (nacido en el año 1907) y Calbuco, se encuentran cerca del borde oeste de la montaña. 32 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA RESUMEN Combinando los resultados de los experimentos descriptos y apli- cándolos a la tierra se llega a las conclusiones siguientes : 1% El arrugamiento de la corteza terráquea a causa de la contrac- ción del núcleo del globo o de su propia dilatación se efectúa por ex- presión de cuñas de empuje a lo largo de líneas arqueadas o poligonales, las que representan los bordes de témpanos; 2* La forma poligonal de los témpanos, que se manifiesta en la for- ma arqueada de las montañas, se debe a la tracción compresiva que la superficie del núcleo en contracción ejerce con fuerza igual en todas direcciones sobre la corteza adherente a ella. Del grado de dicha trace- ción, en proporción inversa, y del espesor y de la firmeza de la corte- za en proporción directa, depende el tamaño de los témpanos; 35% Las montañas se forman tanto más ligero y alcanzan tanto ma- yor altura y anchura, cuanto más anchos y espesos son los témpanos. en cuyos bordes se desarrollan ; 4% En la formación de las montañas siempre tiene lugar plega- miento hacia los dos flancos; predomina sin embargo casi siempre el número de los pliegues anteriores sobre el número de los posteriores el que puede limitarse a tan sólo uno. Así se explica la estructura asi- métrica de muchas montañas formadas por plegamiento ; 5? Plegamiento retrógrado resulta también de la formación de nue- vas cuñas de empuje delante porciones más fuertes de las capas com- primidas siendo inclinado en tal caso el pliegue posterior de la cuña nueva hacia los pliegues anteriores de la cuña antigua; 6* La cuña de empuje junto con la serie de los pliegues anteriores marcha para arriba, sobre el plano resbaladero posterior, sin cambio notable de su configuración superficial. Así se explica como sedimen- tos marinos (depositados sobre los pliegues anteriores, o también por- ciones de mar encerradas, que más tarde dan salinas) han podido ser trasportadas a grande altura en forma de pisos más o menos horizon- tales ; 717 La cuña de empuje se hunde por su peso en su sustrato plástico causando el hundimiento de los parajes en ambos flancos a medida de su crecimiento. Los sedimentos que en los fosos así formados se depositan van aumentando en espesor, en proporción del crecimiento y hundimiento consecutivo de la montaña, pero ellos mismos son ple- EXPERIMENTOS SOBRE LA FORMACIÓN DE LAS MONTAÑAS dy9 gados y alzados más tarde por el avance de la cuña de empuje. Así se puede explicar eventualmente : primero por qué en las montanas los estratos sedimentarios tienen mayor espesor que los de la misma edad fuera de las montañas, en estado primitivo horizontal; segundo, por qué dichos estratos son tanto más espesos, cuanto más alta es la montaña ; tercero, por qué los pliegues marginales de las montañas constan de sedimentos más recientes que la parte interior de ellas, en cuanto esto no se debe a la erosión; cuarto, por qué las montañas erandes siempre están situadas sobre márgenes de depresiones llena- das o por el océano o por sedimentos; s* Siendo la formación de cuñas de empuje ley universal del enco- vimiento de la corteza terráquea, resulta la probabilidad, que el vol- canismo, en cuanto acompaña la formación de las montanas, tenga su “ausa en aquel mismo proceso, a saber, en la producción de calor por el rozamiento de los planos resbaladeros y sus consecuencias : dila- tación y fusión de las rocas, y erupción de la masa líquida a causa de su fuerza expansiva. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIII LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL PARA OSCILACIONES HERTZIANAS POR EL DOCTOR RAMÓN G. LOYARTE $ 1. RESENA HISTÓRICA Muchos han sido los experimentadores que se han ocupado de la dependencia entre la permeabilidad magnética y el período de las os- cilaciones, sin que, no obstante, las observaciones de ninguno de ellos constituyan un sistema de medidas que permitan juzgar de una ma- nera segura sobre tal dependencia. Se comprende por sí mismo la importancia que tiene para la téeni- ca, conocer el comportamiento de los materiales ferromagnéticos en campos que varían de una manera sumamente rápida. Además, conocida la dependencia enunciada se tendrá un conoci- miento más preciso de la contextura molecular de los imanes elemen- tales de los cuales es de interés conocer el momento de inercia, el número de oscilaciones propias y el decrecimiento logarítmico de las NUÚSMAS. Las corrientes de Foucault y la histéresis son dificultades que es necesario tener en cuenta, pues producen una diminución aparente de la permeabilidad cuando aumenta el número de oscilaciones por segundo. En general los observadores se han limitado a constatar la existen- cia de un valor de la permeabilidad relativamente grande, aun para oscilaciones muy rápidas, y todos concuerdan para el caso de hierro en que la permeabilidad decrece al aumentar el número de períodos. LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL 35 Las mismas conclusiones deducen algunos para el níquel como vere- mos más adelante. Cada uno de los investigadores ha deducido la permeabilidad para algunos valores del número de períodos, poco diferentes entre sí, o en otras palabras la región que cada uno de ellos ha investigado es muy reducida, siendo además imposible la comparación de medidas efec- tuadas por diferentes observadores por los dos motivos siguientes : 1” Por la gran variedad de materiales ferromagnéticos de que se puede disponer, siendo todos ellos hierros. 2% Por la dependencia de la permeabilidad y. del valor del campo, dependencia que ha puesto Zahn (1) de manifiesto en forma que no admi- te duda para un número de períodos == 20 (Ele LU): La onda por él usada era muy poco amortiguada, habiéndola producido por el método de Wien. Pocos son también los que han usa- do un campo infinitamente débil para impedir que la presencia de la histéresis influyera los resultados. Es entonces necesaria la investigación para el mismo material, no solamente, dentro de grandes límites del número de períodos, sino que el campo debe ser infinitamente débil, para estar en la región re- versible y para que el valor de y. sea el mismo dentro de todo el espe- sor ocupado por el campo magnético a pesar de la distribución no uniforme de las líneas de fuerza. Varios observadores no hacen mención del amortiguamiento de las ondas que han usado ni discuten la influencia que tiene su valor para la validez de las ecuaciones que usan. Pasemos en revista algunos de los trabajos. Klemencic (2), compa- rando las cantidades de calor que se producen en dos hilos, uno magné- tico y otro no, recorridos por la misma oscilación deduce el valor de la resistencia correspondiente a tal período y usando la fórmula de ” y > 4 Mp, , Lord Rayleigh y Stefan : w' — rza ' —, dleduce y.. Sus observaciones se refieren al solo período n= 9 X 107 y a varias clases de hierro y a níquel; para hierro blando halla p. == 118, para níquel y. (9) 7 (1) Zanx, Verh. Deutsch. Phys. Ges., 11, páginas 185 y 377, 1909. (2) KLEMENCIC, Wied. Ann., 53, página 707, 1894. 36 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Sus medidas se refieren a campos muy débiles. No menciona para nada el valor del decrecimiento de sus ondas. Hace notar de que el va- lor de y, para níquel corresponde muy bien a los valores obtenidos en campos débiles estacionarios. Schames (1) ha deducido y para hierro, correspondientes a períodos comprendidos entre n= 3 >< 10 y n= 3>< 10* midiendo la variación que experimenta la inductancia de una bobina al introducir un núcleo de hierro. Las ondas usadas por él son poco amortiguadas. Los cam- pos van de 20 Gaus arriba. I. Zenneck (2) por un método análogo al de Klemencie pero usando en lugar de pilas termoeléctricas, dos termómetros de Riess deduce el valor de y. en hierro para n= 2,2 X 10" y 1n=8,7 Xx 10" hallando uu =167 y 211 respectivamente. Los valores del campo han debido ser necesariamente grandes dado el instrumento usado para medir el calor producido. Además como dice el autor, la histéresis debe haber influído sobre los resultados obtenidos que considera sólo como un límite superior. St. John (3) y lo mismo Batelli y Magri (4) miden el aumento de la autoinducción en un hilo alambre de hierro recorrido por oscilaciones amortiguadas. La diferencia entre la autoinducción de hierro y cobre importa 3 a 4 por ciento del valor total y con esta diferencia calculan Y. El método es bastante inexacto pues en el caso que la exactitud de las medidas de cada una de las autoinducciones sean de 1 por cien- to, el error en los resultados sería de 30 por ciento. Bonazzi (5) compara los valores que toma la autoinducción de una bobina en cuyo interior existe una vez un núcleo de hierro y otra vez de aire. Conocida la capacidad del circuito, calcula la autoinducción usando la fórmula de Lord Kelvin, midiendo el número de oscilacio- nes del circuito fotografiando la chispa reflejada en un espejo ro- tativo. Calcula y usando una fórmula teórica deducida por Piola para la reactancia del mismo cuando carece de núcleo. En las fórmulas se su- pone que se trata de una onda no amortiguada. (1) SCHAMES, Ann. Plys., 27, página 64, 1908. (2) I. ZENNECK. Elektromane. Sehwingungen und drahtl. Telegraphie, página 414, 1915. (3) Sr. JOHN, Phil. Magn., 38, página 495, 1894. (4) BareLLI Y MaGri, Phys. Zeitsch., 8, página 298, 1907. (5) Boxazz1, Pubblicazioni dell” Istituto di Fisica dell Universita di Pisa. 1910. LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL Dl Ahora bien, la existencia de la chispa y el uso de un condensador de vidrio, han sido causa de un amortiguamiento respetable. Además la intensidad del campo ha sido grande según puede verse en los resultados donde y ha dependido mucho del valor mismo. Las medidas se refieren a hierro y a períodos comprendidos entre 1=95:xX 10y n=1,3< 107, W. Arkadiew (1), ha encontrado una fórmula matemática sencilla (2) que permite calcular la absorción de ondas no amortiguadas que in- ciden sobre dos hilos metálicos paralelos. Esta absorción depende de '¿. Midiendo experimentalmente aquélla es posible calcular el valor de la permeabilidad. El campo magnético, producido por las ondas, fué según el autor muy débil; sobre el amortiguamiento de las mismas no hace mención. Sus observaciones van desde A = 72,7 cm hasta A =1,31 cm y se refieren a hierro y níquel. Los valores obtenidos son Longitud de onda A en em HODO Níquel 72,7 80 o 23,8 58 11 10,63 51 1 4,82 | 33,5 E il 14,7 1,2 1,31 4,5 ES Arkadiew completa sus observaciones con la de otros investigado- res y obtiene la figura 2. Es curioso que refiriéndose sus medidas a campos muy débiles, se- gún él lo manifiesta, compara luego sus valores de la permeabilidad aparente con valores de y que corresponden a campos grandes. En el caso de níquel especialmente, el valor de y, para campos muy débiles (1) Phys. Zeitschr., 14, página 61, 1913. (2) Journ. d. Russ. physchem. Gens., Phys., 45, página 45, 1912. Trabajo y fór- mula que no hemos podido estudiar porque no nos ha sido posible conseguir una publicación. En las fórmulas se supone que y no depende de H y que la magne- tización no se retrasa con respecto al campo. (5) R. Gaxs, dun. der Physik, 33, página 1094, 1910. 38 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA es de 11 (3) más o menos, en mi caso era p,= 153, de modo que así re- sultaría ya tanto por las medidas de Arkadiew como por las de Kle- mencic, un aumento y no una diminución de y al aumentar el número de oscilaciones por segundo. 1 Orude 2 Hagen y Rubens 3 Arkadiew % Alemendid Ss John 6 Birkeland 7 Zenneck 8 Za3hn 9 Bo/tell y Magrí 10 Schames Por todos esos motivos hemos creído oportuno tomar nuevamente la pregunta, llenando en lo posible las condiciones que hemos seña- lado como indispensable. $ 2, TEORÍA MOLECULAR DEL FERROMAGNETISMO EN FUNCIÓN DEL PERÍODO Vamos a estudiar primero teóricamente, fundándonos en la teoría molecular generalmente aceptada, la dependencia de la permeabilidad en función del período, para saber de antemano cuáles son los resul- tados posibles. Consideremos a todo material ferromagnético como formado por imanes elementales. Cada uno de ellos se encuentra entonces dentro de un campo molecular producido por los iones vecinos que denomi- naremos con la letra A. Debido a la existencia de este campo actúa sobre el imán elemental una fuerza directriz que será AM, si M es el momento magnético del elemento. LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL 39 El amortiguamiento de las oscilaciones que es capaz de cumplir cada uno de los imanes elementales puede ser debido a la radiación o ser de índole mecánica o quizás a una superposición de ambos. Vamos a estudiar primero el amortiguamiento. Amortiguamiento por radiación de un magnetón oscilante Si E,, H, es una solución de las ecuaciones de Maxwell: E=c curl H (1) H = — e curl E. También es solución de las mismas ¡== 008 E= — H.. (2) Si corresponde a la primera solución un «dipol» eléctrico corres- ponderá a la segunda un « dipol » magnético. Resulta así en virtud del teorema de Poynting, para la radiación del magnetón el mismo valor que para la radiación del «dipol » elée- brico. Si W es la energía total del magnetón oscilante será en virtud de los principios de conservación de la energía > = 9] ES donde $ es el vector de Poynting y ds un elemento de superficie cuya normal es n. De esa ecuación resulta (1) —= == S,do => ME (4) donde M es el vector que representa el momento magnético. Sea xy el plano de oscilación del magnetón y 6 el ángulo que forma su dirección en cada momento con la dirección de privilegio. (1) M. PLANCK, Wármestrahlung, página 197, 1906; M. ABRAHAM, Theorie der Elelctrizitát, tomo II, página 64. 4() ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Es M,= M cos 0 (5) M,, = M sen 0. Resulta M,=—-—Msen0.0; M,=-—Mcos0.0: — Msen9.0 E E O) M, =M cos6. 0; M, =— M sen 0.6? + M cos0. 0. Si la amplitud de 6 es infinitamente pequeña tendremos : M,=—— Msen0. b: M, —Mceos9.0 M2 — Met? y por tanto aw a — —-= —M*0?. 7 dt gc? 0 Llamemos € el momento de rotación del amortiguamiento. El tra- bajo elemental que efectúa la fuerza del amortiguamiento sobre el magnetón mismo es : P do E (0) == ke S Cab Capo (S) Por los principios de conservación de la energía tenemos : “¡A o (ta. | co => | 0:dí (9) t. de 2 M? E ANS Si] cat =3 | 1 (00) —00ldt 10 p di” 3 21,109 de (10) de donde resulta t==23 40) (11) DIES Eeuación del movimiento del magnetón La oscilación propia de un magnetón aislado está representada por la ecuación (1) Ver M. PLANCK, Wármestrahlung, página 109. 1906. LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL 41 E 2 M?2-- , 19 - a9 — 590 (12) DdNCA donde I es el momento de inercia y a la fuerza directriz. Si n, es el número de oscilaciones propias y A el campo molecular en que oscila la partícula, la ecuación anterior se convierte en E 92 M2-- ] 0 + 4xtm 0 — E 9 =0 (13) 5 l siendo Lo AUME 17N, == : (14) Magnetón bajo la acción de una fuerza periódica exterior Si actúa sobre el magnetón como fuerza exterior el campo excitante H' infinitamente pequeño, formando con la dirección de privilegio el ángulo a y si el magnetón forma en ese momento con la misma dirección un ángulo $ muy pe- os queño, el momento de rotación es : LA — MH sen (7 +0) =— MH sen z (15) aproximadamente. De modo que la ecuación de movimiento del magne- tón bajo la acción de una fuerza exterior tiene la forma siguiente : 10 —— at — 5 — 9 = — MH sen a. (16) , y CA En un campo compuesto por un sistema de magnetones, el campo excitante de cada magnetón según Weiss y Gans (1) es: H'— —+ gy (47) donde H es la intensidad del campo magnético y «Ub el momento magné- tico de la unidad de volumen del material. Si H es una fuerza periódica, ¿lb también lo es, de modo que pode- mos escribir, (1) R. GAxs, Góttinger Nachrichten, página 197, 1910. 42 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA — MH sen a = Cet?=" (18) donde » es el número de oscilaciones por segundo que cumple la fuerza H”. Poniendo además para integrar la (16) se tiene 2? | | 2 M* é 37 1 £ — ¿el + 47 5— (2701| DC. (20) y 1] d.C; Es decir a (errar — MH? sen z y AT ' 6 MEN S (E y AMP MB PLN? — OA E ( 15)? — NM +) — 1 ES ETT MES SETA Pongamos para abreviar : dí M* SA k=— => (22) Ser Así es: MH / sen au A == -áAAAá AA A (23) m1 nm)? —n? +— kn*4 ; Es además lb = YM cos (2 - 0) = XEM cos ¿cos0 — YM senasenb (24) donde la suma se refiere a la unidad de volumen. Y aproximadamente JhL == — MY sen a Y 2M? sen? y . H' (25) UD 471), — 1 + kn4, Sea N el número de magnetones que hay en un em' y consideremos una esfera de radio + y que tenga un volumen igual a la unidad. El número dN de magnetones que se encuentran dirigidos formando ángulos comprendidos entre z y 2 -- du será proporcional a la super- ficie que limitan los dos conos sobre la superficie de la esfera ya que todas las direcciones tienen la misma probabilidad. Así es LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL AN =027" sen diz O AY y por tanto E N AN 7 Sen y do. Y así resulta N (= Nil 2 2 sen? 4 = 5 | Sen” sen a do =-- (1 — 123) de =5N. Y E ys) =i 19) Luego Ñ NM E? ) == —* Ñ 671 n,? — n? — kn? Es decir 67?*1 |n,? — n? +— kn* ON NM? y por la ecuación (17) (61 |n,: — a? —- kn*i] / NM? —g( MH. ...]> . e lb La susceptibilidad compleja qe: NM? — 671 == - . NM ds Mn? — 95 — WO —- kn 6r*1 Pongamos : ] NM? IU == TUN 4) = 67*1 y llamemos a a / el número aparente de oscilaciones propias : S 2 NM? [K), == K, == 67?In,”? es la susceptibilidad para el caso estacionario, y sea kn! == la medida del amortiguamiento. (26) (26) (28) (31) 44 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Así tendremos : Separación de las partes real e ¿imaginaria Sea 47 K — a — bi. Así es: — 3H H JH A | JH $ LA e AE 1 = (1 —- a) 7 2=nbH. De donde mb a —É — (35) siendo K la susceptibilidad propiamente dicha y 4,, la conductibilidad magnética. == 2 == —= (36) a EA Ma Mn, Mo UN por tanto 1|— (5) 27 kN) (5) KK, se : E Vala 6) Am = WE 1 NO A Mo a No! 2 ny Ia á N o 1 Mo No Se ve por esta teoría que es necesario introducir la « conductibili- dad magnética » la cual es despreciable para valores pequeños de u, pero cerca de la resonancia es de gran significación. Si el amortiguamiento fuera mecánico tendríamos en lugar de la (16) la siguiente ecuación de movimiento : Io —+- 1:10 -- a == — MH sen z (38) y por lo tanto Ki= Ki, =>. Mnm= — —=: (59) n q? NE MN? 3l Ls MA 1 Pale, IEA , CE / ; ! ¡ / MN, MN, Mo Mo EN : Mo E pS Elijamos como abscisa a — = _—=x% y como ordenada a y =>, n 10 Ke; y así tendremos como «curva de dispersión magnética » 1 Y — —_——_————_— : 1 e > =E (40) e cala MN) para el caso de amortiguamiento por radiación, e ¿ll == 7 Ma ES (41) aa a — 1 para el caso de amortiguamiento mecánico. A continuación damos tablas de valores de y en función de x para conocer los diferentes tipos de curvas, en su dependencia con el amor- tiguamiento. Para el caso de amortiguamiento por radiación hemos calculado solamente una tabla. Para el caso de amortiguamiento mecánico da- mos tres tipos de curvas que corresponden a tres valores diferentes del amortiguamiento. Amortiguamiento por radiación ES x I x I 0 0 153 2,22 0,2 — 0,012 154: 1,16 0,4 — 0,107 eS 1,73 0,6 — 0,351 7 IO 0,8 — 0,862 2 1,39 0,9 — 1,05 2,5 JE als) 0 0 3 1,12 1,02 + 0,4753 4 1,06 1,06 + 1.40 5 1,04 ¡Lo + 2,12 IS + 2,43 1,2 + 2,44 46 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Amortiguamiento mecánico Para 205 Yy= 0 La curva tiene un máximum y mínimum dados por la ecuación dy A Dian, E e — == UY: == MARI 2, = ———— (mínimum). du 1 E q LEN ) ¿1 =10,3 21 (055 E Y y Y y Y y 0 0 0 0 0 0 0,3 — 0,096 0,3 — 0,068 0,4 — 0,188 0,6 — 0,4653 0,57 — 0,125 0,6 — 0,523 0,81 — 0,806 0,8 — 0,085 (1) 0,88 — 1,47 0,9 — 0,647 1 0 Jl 0 1 0 1 z 0,106 1,10 69 ell 0,685 1,5 0,26 (9) AL) 1,96 1,3 1529 2 0,48 1,5 1,58 1,414 1,33 2,5 0,62 2 1,28 1,6 Ol 3 0,72 2,5 1,16 2 1,20 4 0,83 5] 1,11 2,0 1,13 Es) 0,89 4 1,06 > 1,08 5 0,925 5 1,04 4 1,05 7 0,94 S 1,015 5) 1503 9 0,96 6 1,02 (Curva fig. 7) (Curva fig. 5) (Curva fig. 6) $ 3. EL PRINCIPIO DEL MÉTODO DE MEDIDA El amortiguamiento de ondas que se propagan en hilos de materia- les ferromagnéticos depende de la permeabilidad magnética que co- rresponde al período de las mismas. Por la medida de aquél es posible entonces calcular el valor de la permeabilidad. Las fórmulas cuantitativas en el caso de ondas que se propagan en dos hilos paralelos son las siguientes : (1) Mínimum. (2) Máximum. LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL 47 La amplitud se reduce (1) a e! a la distancia y la velocidad de la propagación es Wo 1l=nm 1 ¡Ui=== donde 1, es la velocidad de la luz, n el número de oscilaciones por (1) E. Comx, Das Electromagnetische Feld, página 480, 1900. 48 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA segundo y 7, para el caso de dos hilos paralelos del mismo material de radio «a y situados a la distancia d es (1): Y d 45 log —. 24 2x ey a siendo 2TNG 24 == VE (44) Lata pe ol donde s es la conductibilidad específica y Y = — De esas ecuaciones resulta fácilmente para el decrecimiento loga- rítmico en el tiempo. 2 1 Y, y dy ns (45) 4a log — a expresado en unidades electromagnéticas €. G. S. : me . MO: A Esa misma ecuación resulta poniendo 22 — —— donde 10” es la resis- pm tencia de un em del hilo correspondiente al número a de oscilaciones y p' la inducción propia, pues para valores grandes de n es (2) 11 /yn , d wé== a E) pre=2109 e (46) Por la ecuación (45) es posible midiendo s, 2, a, d y a calcular y. La ecuación (43) es una aproximación tanto mejor cuanto más ri- eurosamente se cumplen las condiciones siguientes (5) : . (1, debe ser grande. (a) |/ / b]|e Cohn (4) considera esta condición satisfecha ya para UE 9A (b) 4 == d ? log —.2a ./2a a (1) E. Conxn, Das Electromagnetische Feld, página 484. (2) P. DRUDE, Physik des Aethers, página 478, 1894. (3) Conan, loc. cit., páginas 487, 359, 452 respectivamente. (4) COHN, loc. cit., páginas 487, 359, 452 respectivamente. LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL 49 y? 7 (at UG Z Y (d) qla q deben ser magnitudes pequeñas respecto a 1. alog — a En nuestro caso era 4 — 0,03 em aproximadamente d — 2,1 cm y n comprendido entre 3>< 10* y 10%. Así tendremos usando la tabla de Cohn (1). (a) 5 a comprendido entre 60 y 200 para hierro y níquel. / e z (b) 1, < 0,020 en hierro y en níquel menor que 0,007, para, = 100 em. Para += 30 cm, 71, < 0,008 en hierro; en níquel 1 < 0,005. ( (c) 2 10-* en todos los casos. Y E e (d) q) 4 < 2 Xx 10”* en todos los casos. : E alos — a $ 4. LA INSTALACIÓN Nosotros producíamos ondas estacionarias en dos hilos paralelos AB, A'B/ (fig. 8) de radio poco mayor que 0,5 mm tendidos a una distan- cia de 21 mm limitados por dos puentes, uno AB fijo y 5 otro A'B” movible alo lar- go de una regla y provisto ¿ de nonius para poder medir la curva de resonancia. ES EA] Se evitó la presencia en de ; las cercanías de masas con- Fig. 8 ductoras o semiconducto- ras que influirían con su presencia el amortiguamiento. El oscilador MNOC (fig. 9) es excitado por la bobina B, accionada con corriente continua y con interruptor a turbina descargándose en F entre los tornillos DD que tienen caras planas situadas paralela- mente entre sí. Las antenas a, b están conectadas eléctricamente en las proximidades de los tornillos. 1) Con, loc. cit., páginas 487, 359, 452 respectivamente. , Pag 7 AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXI5 4 30 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA El oscilador da un espectro de ondas, poniéndose cada una de ellas de manifiesto para una longitud de las antenas correspondiente a la cuarta parte del largo de la onda respectiva. La energía oscila entre el oscilador y las antenas, apagándose la chispa cuando toda la energía ha pasado a las antenas Éstas oscilan entonces libremente (1). Es decir, el funcionamiento es por excitación por choque. Este tipo de oscilador fué usado primeramente por Mie (2) y luego Fig. 9. — B, condensador; A, lámina de ebonita de 0,2 mm de espesor; C, antenas por Rukop (3) (fig. 9) funciona con gran regularidad y permite la obtención de ondas bastante cortas (ver figuras). Hemos observado siempre la segunda resonancia que corresponde a una distancia entre los puentes de una longitud de onda y que es aproxi- madamente igual a cuatro veces el largo de las antenas del oscilador. Para las medidas con las longitudes de 1 metro y de 0,60 m llevaba el puente fijo una cruz térmica de hilos de 0,1 mm de espesor de cons- tantan y hierro, la cruz estaba en serie es decir formaba parte del puente mismo. Para las ondas de 0,31 m se usó una cruz térmica en el vacío, muy sensible y que se acopló magnéticamente con el circuito de los hilos. Se usó un galvanómetro acorazado de Dubois y Rubens, construcción de la casa Siemens y Halske y provisto de una suspensión de Julius para impedir cualquier acción de perturbaciones mecánicas exteriores. El oscilador se situó de tal manera que las antenas siendo paralelas a los hilos, sus extremidades estuviesen frente a uno de los vientres de la onda en los hilos y propiamente del vientre situado más cerc: del puente fijo, para que al desplazar el puente movible no variara la (1) Ver ZENNECkK, loc. cil. (2) G. Mix, Physikalische Zeitschrift, 11, página 1035. 1910. (3) Rukop, Annalen der Physik., 42, página 492. 1913. LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL 51 fuerza electromotriz exterior. Este cambio no ha existido como se des- prende de la simetría de las curvas de resonancia. La distancia entre las antenas y los hilos se eligió siempre de tal modo que la reacción del circuito de los hilos sobre la de las antenas faese muy pequena. Se evitó en los posible la acción directa del oscilador sobre el cit- cuito de la pila, esta acción directa fué medida en todos los casos re- tirando el circuito de los hilos paralelos y haciendo funcionar el osci- lador, las desviaciones observadas fueron muy pequeñas con respecto a la desviaciones producidas por la acción del circuito de los hilos sobre la pila. En el caso de onda de 0,51 m esto no ha sucedido en las curvas de resonancia, como puede verse, por cuyo motivo empleamos, como veremos más adelante, un método que permite la determinación sin error del decrecimiento logarítmico. Una pregunta que es necesario solucionar también es de qué de- pende la curva de resonancia en. el caso de oscilaciones tan rápidas, para las cuales no rigen las condiciones que satisfacen las corrientes casi estacionarias. Todos los experimentadores han calculado el decrecimiento logarít- mico para oscilaciones tan rápidas usando la fórmula deducida por Bjerknes para el caso casi estacionario y que es: == A Y == (47) donde es la desafinación e Y by siendo 2, el número de oscilaciones que corresponde al vértice de la curva directamente observada y 1, el número de oscilaciones que co- rresponde a otro punto cualquiera de la misma curva, ¿,? es el cuadra- do de la intensidad efectiva que corresponde a n,, e 1, es el cuadrado de la intensidad efectiva que corresponde a 2,. Algunos detalles teóricos 1% Se trata de investigar si es correcto el uso de la fórmula de Bjerk- nes aun para oscilaciones tan rápidas. 52 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA En el caso no estacionario vale la siguiente ecuación d*1 wd Man = = Ae” ** sen 27n,t 48 dep” dt p.Odz E SE llamada ecuación del telégrafo (1), donde +” es la resistencia por cen- tímetro, p' la autoinducción y € la capacidad. Además no siendo la corriente casi estacionaria se tiene = kz AE > A] cos 7 (49) 0 de la que resulta E kre ==> Ye COS 7 (50) 0 quedando así cumplida la condición dl a 0 para A4=/0 y == Tendremos : A GAL > : a == Ape ** sen 27,1. (51) diz ' pr di * UprC Pongamos w A k2s2 > a (52) P Pp'O MN? 3, + 092)* (53 4 la A SE E PIcIcn N) n;? siendo 23,2, los respectivos amortiguamientos, si introducimos los de- crecimientos logarítmicos es : (1) P. DRUDE, MWiedemann Annalen, 60, página 1, 1897. (2) BJERKNES, Wiedemann Annalen, 55, página 120, 1895. LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL 9757 y = (2, =5 da) (a, E 91)” 3 my” 42 a, P3,) 54 47? (1— : + (0, +32)? ») yl N, 7 así: > > > / Y e 3=08, +) 9, = 210 lara (55) 2% En la ecuación del telégrafo 10 y p' son la resistencia y la auto- inducción que corresponden a una onda no amortiguada, si la onda posee un decrecimiento 2 y éste no es muy grande se puede poner como ya dijimos. WDS= 0! ( + ha (56) para p' resulta (1) =P (1 q me (57) siendo P la autoinducción que corresponde al exterior y p la corres- pondiente al interior del hilo. Así resulta en lugar de la ecuación dl Wo 1 1, === la == = (58) ) Y) ) 0 9) por Dr li +3) y en vez de 1, 1 Wo 1 == === a MZ === 0 1 3 (59 e) . En todos nuestros casos era ay PEO que 0,01 en hierro, y menor que 0,006 en níquel y 7 comprendida entre 0,02 y 0,008 en hierro y en níquel entre 0,007 y 0,005. me E H 3 Como en lugar de la ecuación — € curl E — Se tenemos 3 JH — c curl E = (1 + a) 38 + 27NbH (60) como consecuencia de la (1) Omitimos la prueba para abreviar y no complicar tanto nuestra exposición. D4 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 47K — «a — bi (61) es necesario en la ecuación (6) de Cohn (1), poner y. = z, -|- 4, así la ecuación (7) será f — 0 (62) haciendo los desarrollos se obtiene en lugar de la ecuación (16) de Cohn (loc. cit., pág. 259). 1 wis 0) (63) (Continuará.) PRIMERA REUNIÓN NACIONAL SOCIEDAD ARGENTINA DE CIENCIAS NATURALES A fines del año pasado tuvo lugar la primera reunión de naturalis- tas argentinos, organizada por la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales con resultados ampliamente satisfactorios y que constituyó un digno complemento de las fiestas realizadas en la provincia de Tu- cumán con motivo del centenario de nuestra independencia. La labor fué intensa y beneficiosa, tanto por la calidad como por la cantidad de trabajos científicos, conferencias y reuniones realiza- das y es de esperar que este primer éxito estimule a los que acerta- damente desempeñaron esta misión de alta cultura, tan necesaria en nuestro ambiente. La Dirección de los Anales de la Sociedad Científica Argentina se halla actualmente empeñada en dar una información, lo más amplia posible, acerca del movimiento científico desarrollado por las diferen- tes instituciones de esta índole existentes en el país y se complace al incluir entre los primeros actos, todos los detalles relativos a dicha reunión, que han sido suministrados amablemente por su comisión organizadora. LA DIRECCIÓN. 36 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ANTECEDENTES (1) Cumpliendo con uno de los fines consignados en sus Bases ($ 39), esta sociedad ha venido realizando, desde su fundación en 1911, y con más o menos frecuencia, reuniones científicas, que a partir del año pasado se han hecho quincenales. Desde poco después de tomar su forma actual, y a raíz de la apro- bación de los estatutos vigentes (asamblea del 16 de agosto de 1915), se propuso, en el seno de la Comisión directiva, la idea de celebrar reu- niones o asambleas científicas más amplias, dando participación en ellas a personas ajenas a la sociedad, pero que se interesaran por las ciencias naturales. Se pensaba que estas reuniones tuvieran carácter nacional esto es, que dieran cabida a todos los naturalistas residen- tes en el país, argentinos o extranjeros, y que se celebraran cada cier- to tiempo y sucesivamente, en diversas ciudades de la República. La idea fué aceptada en principio por la Comisión directiva en la fecha indicada, y después de haber consultado la opinión de varias personas de autoridad científica, fué formalizada por dicha comisión en su reunión de 19 de noviembre de 1915. En consecuencia, se resolvió consultar la opinión de todos los so- cios, para lo cual se convocó a una asamblea extraordinaria, que tuvo lugar el día 3 de diciembre. En ella se aprobó el proyecto de la Comi- sión, se resolvió que las Reuniones Nacionales tendrían lugar cada dos años y se eligió como sede de la primera la ciudad de Tucumán, y co- mo fecha la primavera de 1916, como una adhesión a la celebración en ese año del primer centenario de la independencia de la nación. A la vez, la citada asamblea resolvió encomendar a la Comisión di- rectiva todas las gestiones preliminares tendientes a la realización del proyecto, con cargo de dar cuenta de dichas gestiones en una nue- va asamblea. La Comisión dió camplimiento a su cometido, entrevistándose al efecto con los representantes de las autoridades nacionales y con los de la provincia de Tucumán. El señor ministro de Instrucción pública de la Nación, doctor Car- los Saavedra Lamas, propició la idea y aseguró la participación ofi- cial, como se verá más adelante. (1) Publicados en Physis, n* 11, 1916. PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 37 El señor ministro de Agricultura, doctor Horacio Calderón, acce- dió al pedido de la sociedad para que autorizase la colaboración de las reparticiones científicas de su dependencia y le facilitó su gene- rosa ayuda. El señor gobernador de Tucumán, doctor Ernesto E. Padilla, quien desde el principio había acogido el proyecto con simpatía, le conce- dió su decidido y valioso apoyo y aceptó la presidencia honoraria de la comisión local. Asimismo prestaron su adhesión la casi totalidad de los miembros de la Sociedad argentina de Ciencias Naturales y muchas otras per- sonas de reconocida competencia científica. Con esta base, la comisión procedió a trazar el plan de la primera teunión Nacional, estudiar la división en secciones y redactar las ba- ses generales. En esta tarea ocupó los primeros meses del corriente año, y cuando estuvo terminada, convocó a una nueva asamblea ex- traordinaria, la cual tuvo lugar el 10 de mayo. En ella dió cuenta de las gestiones realizadas, que fueron aprobadas, y presentó el proyec- to de Bases para las Reuniones Nacionales, el cual fué igualmente aprobado en general y particular. En seguida se procedió, de acuerdo con dichas Bases, al nombramiento de las comisiones especiales, con el resultado que se consigna más abajo. Finalmente, se resolvió que la Comisión directiva continuaría con las gestiones iniciadas, hasta su renovación reglamentaria, en el 1? de julio próximo, fecha en que entraría en funciones la comisión organizadora que acababa de crearse. La comisión esperaba la aprobación de esta última asamblea para hacer pública la iniciativa, razón por la cual retardó la publicación de este proyecto. OBJETO Y CARÁCTER DE LAS REUNIONES NACIONALES Antes de presentar las Bases generales, la Comisión agrega algu- nas palabras para explicar cuál es el objeto que la sociedad persigue con la realización de estas reuniones, cuáles el carácter y plan de las mismas y también cuáles las esperanzas que en ellas se cifran. El objeto primordial de las Reuniones Nacionales es el de favore- cer y estimular el desarrollo de las ciencias naturales en la República, reuniendo periódicamente á la mayor parte de los que en ellas las cul- 38 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA tivan, a fin de que puedan estrechar sus vinculaciones científicas y cambiar ideas e impresiones respecto de sus investigaciones. En estas reuniones, los adherentes presentarán sus colaboraciones, discutirán los temas de interés más general y podrán plantear las cuestiones científicas cuya resolución se considere de mayor impor- tancia. La sociedad atribuye especial valor al hecho de que estas reunio- nes sean nacionales, pues limitando así el radio de acción dentro de nuestro territorio, todos los asuntos cobran un interés mucho mayor para cada uno de los concurrentes. Además, ello hace posible el dar a las Reuniones un carácter estric- tamente científico y proporciones modestas, exentas de toda aquella parte de convencionalismo que suele acompañar a los congresos cien- tíficos, pues en realidad no se trata sino de una eran reunión familiar. Se busca con esto evitar una pédida inútil de energías y de recursos. Limitadas, por otra parte, a las ciencias naturales (aunque toman- do a éstas en una acepción un poco más amplia de lo que generalmen- te se hace entre nosotros), las reuniones adquieren un objetivo más concreto, como que quedan directa y materialmente vinculadas al te- rritorio cuyo estudio se proponen. El hecho de que las reuniones sean alternativamente en diferentes ciudades del país, resulta de este mo- do un atractivo mayor. Otra de las ventajas de esta doble limitación, es la de que así po- drán realizarse con provecho e interés para todos los concurrentes, excursiones científicas por los lugares próximos a la ciudad donde se celebre la reunión, para estudiar su terreno, su vegetación, su fauna, de acuerdo con un programa que previamente se hará conocer. Se ha resuelto que las colaboraciones presentadas con destino a ser publicadas, no excedan de cierta extensión, a fin de poder reunitlas luego en un volumen único, de manera que a cada reunión correspon- derá uno. Se desea que dichas colaboraciones contengan, en lo posible, resul- tados generales, conclusiones o síntesis de investigaciones más exten- sas, o bien trabajos particulares sobre los diversos puntos de la natu- raleza de la región donde se celebre la reunión. El volumen referente a cada una de las reuniones irá precedido de PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 59 una reseña somera de la historia natural de dicha región, ilustrada con eroquis, dibujos o fotografías. La sociedad se interesa particularmente porque las reuniones re- sulten provechosas para la enseñanza de las ciencias naturales, y se ha empeñado porque asistan a ellas los señores profesores de historia natural de los colegios nacionales y escuelas normales. En este sen- tido se ha dirigido al ministerio de Instrucción pública de la Nación. y desde ahora tiene la satisfacción de poder anunciar que éste ha re- suelto favorablemente la solicitud de la sociedad, autorizando oficial- mente la mencionada asistencia y otorgando a los profesores que con- curran, de cualquiera de los establecimientos de educación de su dependencia, la necesaria licencia. Para el mejor éxito de esta idea, la comisión ha establecido una sección especial de « Enseñanza e his- toria de las ciencias naturales », donde los señores profesores podrán tratar los asuntos didácticos sin perjuicio de participar en las delibe- raciones de las otras secciones. Es de esperarse fundadamente que la asistencia periódica de los profesores de historia natural de todos los colegios de la República a una ciudad distinta y su participación en las excursiones que se realicen, ha de ser muy provechosa para el progreso general de la enseñanza científica. La sociedad quiere realizar asambleas que sean ante todo de cien- clas puras, pues entiende que son éstas las que en nuestro país y en la época actual tienen necesidad de mayor estímulo y apoyo, por haber sido durante mucho tiempo las más descuidadas:; pero desea también dar cabida a una parte de las ciencias aplicadas, para lo cual ha establecido la sección VIII. Se desea que los temas aquí tratados no sean aquellos exclusivamente técnicos, que sólo pueden interesar por su aspecto práctico, sino aquéllos que plantean cuestiones de in- terés científico, en las cuales la colaboración u opinión del botánico. del zoólogo o de geólogo, pueden ser necesarias o útiles. Para esta sección, la contribución de los médicos, farmacéuticos, agrónomos. veterinarios, ete., sería muy bien recibida. Igualmente se ha creído útil establecer un sección de Ciencias fisi- co-químicas (VII) para que puedan ser presentados en ella los trabajos de física, química, físico-química, que tengan relación con la geología. la biología general, la botánica o la zoología. Del mismo modo, se ha deseado dar cabida, en la sección Í, no sólo a los trabajos de geología y de geografía física o descriptiva. sino a 60 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA los que se refieren en general a la física del globo, como meteorolo- oía, oceanografía, ete., y a aquellas cuestiones astronómicas O COSMO- eráficas que tienen relación con los problemas generales de la geolo- gía o de la biología. En cuanto a las demás secciones, sus títulos expresan suficiente- mente cuál es la naturaleza de los trabajos que a ellas corresponden. Temas especiales serán fijados por las comisiones, a razón de uno por cada sección, para ser sometidos a la consideración de la Reunión Nacional. Si en ésta no se llega a un acuerdo respecto de ellos, serán postergados para la siguiente reunión, y se nombrará una comisión especial para que informe en su oportunidad. Sin perjuicio de éstos, otros temas podrán ser señalados por otras instituciones, las cuales se encargarán, en tal caso, de designar un relator. Estos temas podrán referirse, sea a cuestiones particulares de la historia natural de la República o en general de la investigación cien- tífica de su territorio, como a asuntos generales de las diversas ramas de las ciencias que comprende el programa de la reunión. La sociedad procura así implantar en la Argentina esta forma de colaboración científica que en los países más adelantados realizan des- de hace muchos años sociedades similares. Basta citar aquí a la So- ciété helvétique des sciences naturelles, que celebra sus reuniones des- de hace cien años; a la British Association for the advancement of Science, ala American Association, ala Association francaise pour Pavancement des sciences y á la Gesellschaft deutscher Naturforscher und Aerzte. La comisión se ha inspirado en los principios de ellas y ha estudia- do sus estatutos, pero sin adoptar completamente los de ninguna de las asociaciones citadas. Nuestro medio físico y social y el estado actual de nuestra cultura científica son, en efecto, demasiado distintos de los de cualquiera de aquellas naciones para que sea posible copiar la organización de sus instituciones cientificas. Después de meditar sobre este punto, la comisión ha llegado a la conclusión de que la constitución de las Reuniones Nacionales debía, ante todo, tener la mayor amplitud posible, a fin de que pueda, en lo sucesivo, amoldarse al desarrollo de nuestra investigación científica PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 61 y reflejarlo lo más fielmente posible. Será, sin duda, interesante ver cuál es el rumbo que toman en el futuro las distintas ramas de las ciencias naturales, ahora que el país se halla casi en el comienzo de su desenvolvimiento intelectual. Una agrupación social nueva, con elementos étnicos distintos, debe tener cierta tendencia científica pro- pia, que conviene desde luego estimular, dejando que se manifieste libremente, pero ofreciéndole periódicamente, una ocasión de concre- tarse. A esto se reduce, pues, en síntesis, el papel de nuestra socie- dad en la presente iniciativa. Sería ociosa cualquier apreciación anti- cipada; sólo el futuro nos dirá el resultado. No se pueden hacer sino conjeturas sobre el carácter que asumirán en la República Argentina las distintas disciplinas científicas; pero cualquiera que sea, no pode- mos menos de formular un voto, hoy más que nunca justificado, por- que ellas se encaminen en el sentido de armonizar de más en más los intereses de la ciencia con los de la humanidad. ORGANIZACIÓN DE LA PRIMERA REUNIÓN NACIONAL De acuerdo con las bases aprobadas en una asamblea de la socie- dad, cada reunión comprenderá nueve secciones. Los presidentes de sección constituyen la comisión honoraria y los secretarios de las mismas, la comisión organizadora, siendo la primera presidida por el presidente de la Reunión, y la segunda por el secretario general. He aquí la nómina de las secciones y la forma en que las comisio- nes quedaron constituidas : Presidente de la Primera reunión nacional, doctor Ángel Ga- llardo. Secretario general, profesor M. Doello-Jurado. Sección I : Geología, Geografía y Geofísica. — Presidente, ingenie- ro Enrique Hermitte; secretario, doctor Juan José Nágera. Sección II : Paleontología. — Presidente, señor Carlos Ameghino: secretario, doctor Eduardo Carette. Sección III : Botánica. — Presidente, Oristóbal M. Hicken; secre- taria, doctora Juana G. Dieckmann de Kyburg. Sección I V : Zoología. — Presidente, doctor Eduardo L. Holmberg : secretario, ingeniero agrónomo Carlos Lizer. Sección V: Biología general, Anatomía y Fisiología. — Presidente, profesor Juan Nielsen; secretario, señor José J. Carbonell. 62 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Sección VI: Antropología, Etnografía y Arqueología. — Presiden- te, doctor Juan B. Ambrosetti; secretario, doctor Carlos A. Marelli. Sección VII : Ciencias físico-químicas. — Presidente, doctor Enri- que Herrero Dueloux; secretario, señor Ángel Bianchi Lischetti. Sección VIII: Ciencias naturales aplicadas. — Presidente, inge- niero agrónomo Tomás Amadeo; secretario, señor Adolfo D. Holm- berg. Sección IX : Enseñanza e historia de las ciencias naturales. — Pre- sidente, profesor Victor Mercante; secretario, profesor Ildefonso €. Vattuone. Comisión local en Tucumán. — Presidente honorario, el señor go- bernador de la provincia de Tucumán, doctor don Ernesto E. Pa- dilla. Vicepresidentes honorarios: doctor Juan B. Terán, rector de la Universidad de Tucumán, doctor Alberto Rouges y doctor Juan Heller. Presidente efectivo, doctor Miguel Lillo. La comisión constaba además de un secretario, el profesor Lean- dro Rivas Jordán, dos prosecretarios, los doctores Fidel Zelada y Carlos Díaz, y veinte vocales. Concurrieron a la Reunión de Tucumán más de cincuenta profeso- res de historia natural de los colegios nacionales y escuelas normales de la capital federal y de las provincias, gracias a la decisión toma- da por el señor presidente de la República, doctor don Hipólito Iri- oyen, quien ordenó se extendieran los correspondientes pasajes por cuenta del gobierno. El número total de adherentes fué de unos cuatrocientos cincuenta. SESIÓN INAUGURAL De acuerdo con lo convenido por la comisión organizadora, la se- sión inaugural tuvo lugar el día 23 de noviembre (1) a las cinco de la (1) Primeramente se había peusado realizar la reunión a fines de septiembre, pero esto fué imposible por diversas razones. PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 63 tarde en el salón de actos públicos del Colegio nacional de Tucumán, de acuerdo con el siguiente programa : 1. Palabras del señor gobernador de la provincia de Tucumán, doc- tor don Ernesto E. Padilla, presidente honorario de la comisión local; 2. Disertación del presidente de la Primera reunión nacional, doc- tor don Angel Gallardo. sobre Los estudios biológicos en la República Argentina ; 3. Bosquejo geológico de la provincia de Tucumán, por los docto- res Guido Bonarelli y Franco Pastore; 4. Discurso del doctor don Eduardo L. Holmberg. PÁRRAFOS DEL DISCURSO DEL DOCTOR ERNESTO E. PADILLA En su discurso de bienvenida, el gobernador doctor Padilla dijo, entre otras cosas, lo siguiente: «Ahora nos toca recibir la primera legión argentina formada en la vocación y en el estudio de las ciencias naturales, que ha sentido la necesidad de dar orientación a los esfuerzos espirituales que se les consagra en el país, señalando la importancia y la originalidad con que pueden y deben presentarse sus conclusiones y descubrimientos, que nos dan lustre y relieve. La conciencia nacional se exalta ante la comprobación de que, con las lecciones de los reverenciados maestros, con el reconocimiento y el aprovechamiento incesante de todo lo que debemos al movimiento científico de Europa y América, pueden ya nuestros estudiosos y nuestros profesores abarcar el dominio intelec- tual del territorio, para penetrar en sus misterios y revelarlos con un eriterio madurado en las más severas disciplinas, y presentarnos, con las ideas y conceptos que engendran y suscitan los problemas que se refieren a la naturaleza que nos rodea. « Es así como esta asamblea revela una faz importante de la con- tribución de la inteligencia en la formación moral de nuestro pueblo; y podemos mostrarla con orgullo como exponente de la época que alcanzamos en la conmemoración centenaria de nuestra indepen- dencia. «Sed bienvenidos, señores delegados. portadores de una alta mi- 64 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA sión, a esta tierra central de Tucumán, en que guardamos el recuerdo de hechos comunes decisivos de nuestra historia. «Y es, por cierto, de otro punto de vista, un grato acontecimiento el que nos proporcionáis. Por encima de los títulos y prestigios con que os habéis impuesto; sobre la reputación mundial que da marco a personalidades eminentes entre vosotros, me parece que traduzeco un anhelo general al saludaros especialmente con el título de profesores que a todos comprende, de buenos profesores, he de decir también, ya que, con vuestra participación en estas tareas, certificáis no sola- mente la competencia que os distingue, sino también la dignidad con que revestis el ejercicio de vuestras funciones y el apostolado que os compenetra para llevar a todas partes la enseñanza y difundirla con amor. «Desde el puesto que me ha tocado desempeñar, testigo emociona- do de la obra de gobierno que comprende toda la nación, con la res- ponsabilidad que me corresponde dentro de los límites de mi propia gestión, participo del fervor con que se discute y se busca la solución del problema de la instrucción general en la república. Tal vez por la falta de dominio del asunto en todos sus aspectos, me he cireunseri- to en la duda de si nuestras generaciones debían esperar mejor for- mación de los múltiples planes de estudio decretados, o de la aplica- ción sincera del primer plan para el primer colegio nacional fundado, a condición de que los alumnos lo estudien en realidad y de que cons- tantemente hubieren sido encargados de practicarlos elementos pre- parados y capaces. «Y es, probablemente, a través también de mi deficiente prepara- ción, que se me facilita una percepción simplista de fenómenos tan eraves, pues he llegado a creer, y lo diré sintéticamente, que, para remediar los males que tanto nos ocupan en este sentido, debemos es- perar más que de la preparación complicada de sistemas, de la con- ciencia moral de los dirigentes, que se sientan obligados a llenar los cuadros docentes con una regla inflexible, en que se tenga la visión neta del porvenir de los educandos, para saber en todos los casos elegir con acierto a los educadores. Por muchos motivos todavía la enseñanza nacional tiene que contar con la energía y la buena inten- ción de los hombres antes que con la erudición de los decretos. «En este concepto, la presente asamblea señala una muestra de progreso, una prueba de madurez que nos aproxima a una solución favorable, de que podemos congratularnos. Vienen de toda la repú- blica profesores ya formados y acreditados en la función docente, y PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 65 hombres de pensamiento, con tradición y definición propias en el campo de la ciencia, que van a hablarnos de las cosas de nuestro país, de los fenómenos observados en nuestro suelo y de la interpretación que puede dárseles. Nuestra juventud tiene que reconocer en ellos esa capacidad del estudio, ese hábito de la observación, ese ejemplo de disciplina mental y de aptitud para enseñar lo que saben, con el sentimiento de la obligación moral que la situación de profesores comporta, que debe ser el denominador común de todos los factores de la docencia nacional. » . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El presidente de la Reunión doctor Gallardo pronunció luego el discurso que a continuación transcribimos íntegramente : DISERTACIÓN DEL PRESIDENTE DOCTOR ÁNGEL GALLARDO «LOS ESTUDIOS BIOLÓGICOS EN LA REPÚBLICA ARGENTINA » « En nombre del excelentísimo señor ministro de Instrucción públi- ca de la Nación, presidente honorario de esta asamblea, quien me ha honrado con esta delegación oficial, me corresponde declarar abierta esta primera Reunión nacional de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales. Esta joven y activa sociedad viene realizando desde hace cinco años, en forma sencilla y eficaz, una importante labor científica en sus reuniones periódicas y con la publicación de la excelente revista Physis que tan favorables juicios ha merecido en el país y en el ex- tranjero, donde se la considera con justicia como una de las más ele- adas muestras de la intelectualidad científica sudamericana. Para celebrar el primer Centenario de la independencia argentina, ha tomado esta sociedad la progresista iniciativa de convocar esta primera reunión nacional en la histórica ciudad de Tucumán. Otras reuniones convocadas cada dos años en las ciudades importantes del país, continuarán la obra que hoy comenzamos. La Sociedad Argentina de Ciencias Naturales, implanta así entre nosotros esta forma de colaboración científica que realizan con éxito desde hace muchos años sociedades similares de Europa y de Norte América, como la Sociedad Helvética de Ciencias Naturales, la So- ciedad Británica, las asociaciones francesas, italiana y española para el adelanto de las ciencias, la Sociedad Alemana de Naturalistas y Médicos y la Asociación Americana. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXII!I 5 66 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA El objeto primordial de estas reuniones nacionales, menos solem- nes y más familiares que los congresos internacionales, es el de favo- recer y estimular el desarrollo de las ciencias naturales en nuestro país, reuniendo periódicamente a la mayor parte de los que en él las cultivan a fin de que puedan estrechar amistosas vinculaciones cien- tíficas y cambiar ideas e impresiones respecto a las investigaciones en que están empeñados, al mismo tiempo que se les ofrece la opor- vtunidad de conocer y estudiar sucesivamente las diversas regiones del país. El éxito de esta primera reunión, preparada en medio de grandes dificultades de todo orden, vencidas con ayuda de las autoridades nacionales y provinciales, por la entusiasta y abnegada perseveran- cia de los jóvenes iniciadores, quienes no han ahorrado esfuerzo para lograr el halagiieño resultado que hoy nos es dado contemplar, es firme garantía del provecho que esta iniciativa generosa y desintere- sada ha de reportar para nuestra cultura y de la importancia cre- ciente que irá adquiriendo en las subsiguientes reuniones. La modestia y la dignidad intelectual son las normas de esta so- ciedad fundada por jóvenes, a los que se han agregado simbiótica- mente algunos que ya hemos dejado de serlo, para realizar en conjun- to una labor seria y sincera, que no pretende engañar a nadie con exterioridades fastuosas y menos todavía a nosotros mismos. Se dará así balance periódicamente de los progresos en estas ra- mas de conocimientos, desdeñando las expresiones verbales grandi- locuentes que, lejos de disimular las deficiencias, más bien las acen- túan por contraste. La sociedad trata de presentar los resultados de sus estudios en forma escueta y sencilla, a fin de que sean juzgados en su justo valor, sin pretender magnificarlos con ampulosos oro- peles. La debilidad inicial hará resaltar mejor los progresos futuros, que no dudo se alcanzarán en breve tiempo, pues conozco la seriedad de propósitos, la tenaz laboriosidad, la inteligencia natural, la firme vo- luntad y la elevación de los ideales de estos jóvenes estudiosos ar- gentinos. Las ciencias biológicas a que se han dedicado muchos de ellos, ad- quieren cada día mayor importancia en el mundo. Iniciadas en la antigiiedad remota por el reconocimiento de las formas exteriores de los animales y de las plantas y por las observa- ciones más o menos mezcladas de referencias fabulosas acerca de sus costumbres, propiedades o virtudes, como se decía, fueron más tarde PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 67 completadas con el estudio anatómico minucioso de los séres más co- munes, hasta adquirir un conocimiento bastante completo de la mor- forlogía externa e interna de los vertebrados y fanerógamas, que per- mitió en el siglo xvIuI establecer las bases de la clasificación metódica de los seres vivos. Los progresos de la física y de la química hicieron posible acome- ter en el siglo xIx el estudio fisiológico de los cuerpos orgánicos para el cual no bastaba la simple observación de las formas y activi- dades vitales, siendo necesario recurrir a la experimentación física y al análisis químico. Si la invención del microscopio había tenido por consecuencia el descubrimiento de todo un mundo insospechado de seres y de estruc- turas invisibles al ojo desnudo, sólo los progresos técnicos relaciona- dos con la fabricación de colorantes y la construcción de micrótomos y de microscopios de más en más perfeccionados, pudieron producir los extraordinarios adelantos de la microbiología y de la histología y dar lugar a las apasionantes investigaciones de la citología que per- siguieron el secreto de la vida en la célula, durante el último tercio del siglo pasado. Una serie brillante de maravillosos hallazgos citológicos, embrio- lógicos, histológicos, bacteriológicos, hizo creer por un momento que ya nada interesante se podía encontrar sin el auxilio del microscopio y de los procedimientos más adelantados de la téenica micrográfica, desdeñando como cosas pasadas de moda la morfología y la siste- mática. La teoría de la evolución, iniciada por Lamareck a principios del siglo pasado y establecida sobre bases más sólidas por Darwin, en 1859, con la publicación de su famoso libro sobre el origen de las especies, vino a mostrar la importancia del aspecto dinámico de los problemas biológicos que se habían estudiado hasta entonces casi exclusivamente desde un punto de vista estático. Las muchas discusiones que suscitó la teoría evolucionista, reve- laron el interés teórico del estudio paleontológico o de los seres ex- tinguidos para explicar los seres actuales, así como también la tras- cendencia del estudio de la distribución geográfica actual y pasada, de la etología en una palabra, o sea de las relaciones de los seres vi- vientes con el medio en que se encuentran, del cual son inseparables y de las múltiples acciones y reacciones adaptivas entre el medio am- biente y los seres que al habitarlo forman en cierto modo parte de él. El estudio de las variaciones, de la herencia de los caracteres en 6s ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA sus relaciones con el medio ambiente, ha sido emprendido no sólo como tema filosófico sino también con criterios positivos por el méto- do experimental y por las aplicaciones matemáticas del cálculo de las probabilidades a las estadísticas de las variaciones minuciosa- mente observadas. Hay, pues, muchos problemas de gran importancia filosófica y prác- tica que no necesitan del microscopio para su solución y pueden afrontarse sin instrumental ni instalaciones costosas. Requieren sí más atenta observación de los seres vivientes en su medio vital, ano- tando la acción de los diversos factores químicos y físicos del am- biente y de las asociaciones etnológicas bajo todos los aspectos de la vida orgánica. Estos estudios deben tener por base una exacta determinación y clasificación de los seres naturales, no sólo como piezas aisladas de colección, sino como conjuntos vivientes. El estudio etnológico abre nuevas perspectivas a la morfología y a la sistemática modernizadas que auxilian y complementan a las investigaciones micrográficas y a los experimentos fisiológicos los que exigen instrumentos de preci- sión y una técnica prolija, fuera del alcance de quienes no disponen de grandes laboratorios. En la vasta tarea del estudio de la naturaleza orgánica, que deja- mos rápidamente bosquejada, le ha correspondido ya a nuestro país un papel importante que debe hacernos encarar con optimismo la parte que le corresponderá en lo futuro. Es sabido que la primera idea de la teoría de la evolución, la tuvo Darwin en las pampas argentinas al comparar mentalmente los gi- eantescos desdentados fósiles que había desenterrado con los peludos y mulitas vivientes que encontraba en su viaje a caballo desde Bahía Blanca a Buenos Aires. En esa larga travesía, realizada en los bellos días de la primavera de 1835, Darwin llevó la vida independiente de los gauchos que le acompañaban, experimentando, según él mismo escribe, el intenso placer de «vivir al aire libre con el cielo por techo y el suelo por mesa y cama». En largas horas de meditación, mientras galopaba por la inmensa llanura solitaria, concibió la vasta teoría que lo había de inmortalizar, que viene a ser una sugestión sobre su espíritu po- deroso de la naturaleza americana por la cual tenía la más profunda admiración. Los tesoros paleontológicos de nuestro país influyeron también so- bre el doctor Germán Burmeister, quien al describirlos realizó una PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 69 contribución científica de primer orden, aunque discrepaba en su in- terpretación con las teorías darwinistas. Por fin, esos abundantes y maravillosos restos extinguidos, deter- minaron el advenimiento del genial Florentino Ameghino, que a su colosal labor descriptiva, la más grande que hombre alguno haya lle- vado a cabo en el mundo respecto a la fauna fósil de mamiferos, agre- ga las vistas teóricas formuladas con intuición de vidente en su Pilo- genia y en los cuadros genealógicos de varios grupos de mamíferos y del hombre mismo, cuyo origen sudamericano proclama. Por más que se discutan sus conclusiones, nadie podrá negar la trascendental im- portancia de las interesantísimas teorías de Ameghino, que deberán siempre ser tenidas en cuenta por todos los que se ocupan de estas materias en cualquier país y en cualquier época, pues constituyen un grandioso monumento científico, digno del más profundo respeto y de la mayor admiración. Al lado de estas figuras de primera magnitud, un grupo de natu- ralistas, argentinos o extranjeros, escaso por el número, pero notable por su laboriosidad y dedicación, y algunos de ellos por su talento, ha explorado muy diversos aspectos de la naturaleza argentina. Falta todavía mucho para completar el inventario de nuestra fau- na y de nuestra flora, además de los múltiples problemas de interés práctico o teórico que con ellas se relacionan. En esta obra le corresponderá un importante papel a la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales al organizar el trabajo científico, de manera que se concilie la especialización, impuesta por la limitación de las fuerzas humanas ante tan vasta tarea, con la necesidad de se- guir una adecuada orientación general, sin la cual corren riesgo de axtraviarse los trabajos fragmentarios de los especialistas. El hecho de organizar la investigación científica, no implica someterla a una rígida tiranía que no respete las iniciativas y vocaciones individuales. Por el contrario, la coordinación debe ser suficientemente elástica para que el trabajo sea agradable y espontáneo, pues sólo se hace bien aquello que se hace con gusto y ninguna tarea voluntariamente aceptada parece pesada. En el estado actual de la investigación científica, cada trabajador necesita confrontar sus resultados con los que otros han obtenido. En ninguna forma puede realizarse en mejores condiciones este mutuo contralor, que en el seno de una sociedad familiar, desprovista de ex- terioridades solemnes y animada de un amplio espíritu de confrater- nidad como es la Sociedad de Ciencias Naturales. 70 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Hoy día es más necesario que nunca solidarizar a los estudiosos que trabajan en América y vincularlos entre sí puesto que la terrible guerra que asola a la Europa, embarga y monopoliza hasta tal punto las actividades de ese continente, que vamos quedando casi huérfa- nos de la dirección espiritual que ejercían sobre nosotros los países más adelantados. Debemos habituarnos a contar con nuestras propias fuerzas para la solución de los problemas de todo orden que plantea la guerra y para afrontar las nuevas condiciones que creará mañana la paz en el mundo. En la aparente confraternidad universal que existía antes de 1914, no se creía urgente que un país nuevo se ocupara de preparar hom- bres que pudiesen resolver los problemas complejos que se presenta- ran. Era fácil importarlos en cada caso y utilizarlos de inmediato sin un largo aprendizaje y así hemos realizado la mayor parte de nues- tros progresos que debemos agradecer a extranjeros ilustres o dis- tinguidos, incorporados transitoria o definitivamente a nuestra evo- lución nacional. No sucederá lo mismo en adelante. Además de los grandes claros que ha abierto y sigue abriendo la muerte en las filas de la juventud estudiosa europea, malogrando quién sabe cuántos descubrimientos e invenciones, cuántas formas de arte y de belleza, que tal vez nunca más lleguen a concretarse, la mayoría de los hombres ilustrados sobrevivientes tendrá que dedi- 'arse a tareas tan urgentes al celebrarse la paz, que la ciencia pure y el arte desinteresado corren riesgo de ser descuidados. Por otra parte, el patriotismo impondrá a los hombres más capa- ces, dedicar toda su actividad a su propio país. En esas nuevas con- diciones, pocos quedarán disponibles para los países americanos y seguramente no serán los mejores. Es, pues, más necesario que nunca formar aquí hombres aptos en todas las especialidades, so pena de quedar atrasados y entregados a una ciega rutina. Esta gran tarea corresponde a la educación y a la instrucción en todos sus grados. Por lo que se refiere especialmente a las ciencias naturales, la es- cuela primaria debe infundir ante todo, por medios adecuados, el amor a la naturaleza, base fundamental de su estudio provechoso. Estimu- lar las vocaciones es el verdadero papel del maestro. Quien ama su trabajo encuentra los medios de adelantar en él, mientras que un es- PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 71 tudio hecho a disgusto no se asimila y suministra a lo sumo un bar- niz verbal externo, que tiene sólo las apariencias de un conoci- miento. Sobre la base de un intenso amor a la naturaleza, despertado por la escuela elemental, la enseñanza secundaria debe mostrar la impor- tancia teórica y práctica de estos estudios, avivando la curiosidad del alumno, sin asustarlo con las dificultades de la nomenclatura y de la clasificación, que a tantos alejan de estas disciplinas y que en- sendran además la pedantería que es el peor enemigo de la verdade- ra ciencia. Más que a la suma de conocimientos positivos, siempre escasa en una enseñanza enciclopédica, la escuela preparatoria debe atender al valor educativo de estas materias como ejercicio de la atención, de la observación metódica, de la buena fe y de la veracidad en la exposi- ción de los resultados. ¿ Qué ve usted en esta flor, en este insecto, en esta ave? Descríba- la, distinga sus órganos, dibújela. Estos ejercicios son más útiles que el esfuerzo de aprender de me- moria una terminología extraña e incomprensible, sujeta por otra par- te, a modificarse con los progresos de la ciencia. Ya las aprenderán quienes la necesiten para estudios más completos si no han de ser naturalistas, las palabras exóticas no les servirán para nada, mien- tras que una atención ejercitada es útil en cualquier género de acti- vidades. En las universidades y escuelas especiales, el problema se plantea de una manera diferente. No sólo se deben continuar desarrollando aptitudes, sino también hay que transmitir una cierta dosis de conoci- mientos positivos, necesarios para la carrera o profesión a que el alumno se dedica. Pero aquí también debe enseñarse ante todo la manera eficaz de trabajar y no empeñarse en recargar la memoria con un cúmulo de datos innecesarios. La enseñanza debe colocar al alumno en condiciones de adquirir un conocimiento cuando lo necesite. Para ello debe presentarle una reseña general de los hechos y cuestiones que le puedan interesar, dando así una orientación de conjunto, e indicar cómo y dónde puede buscar los detalles que deba utilizar en un momento dado. Nadie aprende de memoria una guía de direcciones por si se pre- senta el caso de hacer una visita. Basta saber que puede encontrarlas en la guía y aprenderá hasta involuntariamente las direcciones de las 72 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA asas que frecuenta. Muchos datos que se consignan en los libros, no son para recordarlos, sino para consultarlos a medida que hacen fal- ta y es absurdo exigirlos a los jóvenes. Quien puede realizar un trabajo o resolver un problema con ayuda de libros y de tablas, sabe más que aquel otro que recita sin vacila- ción una larga lista de nombres o de cifras, sin ser capaz de hacer trabajo alguno. Deseraciadamente los malos métodos de enseñanza de las ciencias naturales, las han hecho odiosas a muchos jóvenes que se apresuran a olvidar después de los exámenes, lo poco que aprendieron de ellas y tiran y destruyen los libros que fueron para ellos instrumentos de martirio, por las exigencias superiores a sus fuerzas que tuvieron con ellos sus profesores, guiados por un falso concepto verbalista y nmnemónico de la enseñanza de estas materias. Nunca se insistirá bastante sobre todo lo que no se debe exigir en esta enseñanza para que no se malogren las vocaciones. Solamente con una enseñanza adecuada que fomenta el amor a la naturaleza, de métodos y criterios de trabajo, se conseguirá aumen- tar el núcleo de naturalistas argentinos que son necesarios para los diversos institutos de investigación aplicada a los problemas de la agricultura, de la ganadería, de la medicina para trabajar en los mu- seos y laboratorios existentes o que se crearán en lo futuro y para lMenar los cargos de la enseñanza. Las aplicaciones actuales de las ciencias naturales, son de la ma- yor importancia y en el futuro serán aún mayores. Si países tan adelantados como Inglaterra se preocupan de inten- sificar en lo posible su educación científica, aleccionados por la gue- rra, cuánto deberemos preocuparnos nosotros que en estas como en otras cuestiones, hemos estado viviendo, por decirlo así, de prestado en la mayor parte de los casos. Basta reflexionar cuánto falta por hacer para combatir las plagas de la agricultura, una sola de las cuales, como la langosta, cuesta al país millones de pesos. El descubrimiento del papel vector de los artrópodos picadores en la transmisión de muchas enfermedades del hombre y de los anima- les domésticos, como el paludismo, la fiebre amarilla, la filariosis, la tristeza, el mal de caderas, basta para demostrar la importancia de los estudios de zoología médica y veterinaria. Casi toda la llamada medicina tropical, es una constante aplica- ción de conocimientos zoológicos. El saneamiento de la isla de Cuba, PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 13 del istmo de Panamá, de los puertos del Brasil, son triunfos que hon- “an a la ciencia y a la humanidad. La anquilostomosis, la triquinosis, los quistes hidáticos, las tenias y nematodos parásitos del hombre y de diversos animales, requieren el estudio de hombres preparados en zoología. En cuanto al estudio de la botánica está tan íntimamente relacio- nado con la agricultura, la silvicultura y con muchas industrias, como la sacarotecnia, base de la riqueza tucumana, que su importancia sal- ta a la vista y no hay que insistir en ella. Las conquistas de la microbiología, a partir de los inmortales des- cubrimientos de Pasteur, han llamado tanto la atención que ninguna persona ilustrada desconoce su trascendencia en la medicina y en la industria. Los beneficios de la aplicación de sueros preventivos o curativos contra diversas enfermedades y para neutralizar los efectos de las picaduras de animales ponzoñosos, han sido ampliamente reconocidos en el país y hoy el Departamento nacional de higiene los fabrica en su Instituto bacteriológico. El zoólogo debe completar el estudio de los arácnidos y miriópodos del país, especialmente los ponzoñosos, ya que los ofidios se conocen bastante bien. Otro capítulo interesantísimo en el cual queda aún mucho por ha- cer es lo referente a la biología marítima y su relación con las pes- querías y aprovechamiento de las riquezas del mar. En cuanto al estudio de las aves útiles y dañinas, a sus migracio- nes y costumbres, mucho puede esperarse de la actividad de la So- ciedad Ornitológica del Plata recientemente fundada. Las tareas de la investigación científica pura o aplicada, son diversas de las de la pedagogía. Muchos investigadores eximios son malos pro- fesores y son distraídos en las clases por sus preocupaciones absorben- tes. Del mismo modo se puede tener talento didáctico sin estar dotado de la perseverancia ingeniosa y tenaz que la investigación requiere. No obstante lo que dejamos dicho, las tareas docentes y de inves- tigación pueden conciliarse en los laboratorios universitarios o de los institutos especiales, aprovechando sus costosas instalaciones para ambos propósitos. Pero no es conveniente que los museos de historia natural tengan una tarea didáctica con la obligación de dictar cursos regulares y metódicos, a pesar de los ilustres ejemplos de museos importantes que lo hacen. 1 A ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Le Muséum renseigne, mais Wenseigne pas, escribió poco antes de la guerra un distinguido museólogo belga. El museo moderno de historia natural es una institución de explo- ración, de recolección de material, de estudio y clasificación del mis- mo para conservarlo como documentos de consulta e investigación. Contribuyen a la cultura e ilustración general por la exhibición de los objetos, provistos de rótulos explicativos, y por la difusión de los resultados de los estudios en sus publicaciones, pero no se les puede exigir la enseñanza completa de la ciencia, a partir de las nociones elementales. Pueden sí organizar conferencias o cursos parciales so- bre cuestiones novedosas o de interés especial pero conservando siempre su carácter de institutos de investigación para el adelanto de la ciencia. Los museos escolares o universitarios tienen en cambio un carácter estrictamente didáctico, seleccionando los ejemplares de acuerdo con su valor demostrativo, mientras el museo de investiga- ción acumula grandes series que ilustren la variación, evolución o distribución geográfica de las especies. Los establecimientos de enseñanza deben contribuir a enriquecer los museos, recogiendo materiales en todo el país, en vez de preten- der que los museos dispersen sus colecciones, nunca bastante ricas, en las colecciones de enseñanza, que deben ser formadas en lo posi- ble por los alumnos mismos. Hoy comienzan a fundarse en el país museos regionales que pue- den prestar grandes servicios, explorando minuciosamente los distri- tos en que están ubicados, recogiendo, estudiando y conservando los materiales en el ambiente mismo en que fueron hallados. Esta tarea se armoniza con la de los museos generales que sintetizan los resul- tados parciales como un tratado científico correlaciona las conclusio- nes de las monografías. Dada la importancia actual del estudio etológico, los museos regio- nales tienen una gran tarea que realizar, pues se encuentran, por ra- zón de ubicación, en excelentes condiciones para recoger las observa- ciones ¿a situ y conservar las abundantes colecciones, con todos los elementos del medio ambiente, necesarias hoy día para el estudio de la naturaleza. Desgraciadamente en la República Argentina, los institutos dedi- cados a las ciencias naturales puras tienen tan escasos recursos, que no les es posible desempeñar la vasta misión que les corresponde. El Museo Nacional de Historia Natural, por ejemplo, sin edificio adecuado, con sus locales insuficientes abarrotados de objetos, con PRIMERA REUNIÓN NACIONAL US personal escaso y pocos fondos disponibles, lleva una vida lánguida, realizando trabajos fragmentarios, sin poder acometer una obra de conjunto que excedería a sus fuerzas, por modesta que la obra fuese. La publicación misma de sus Anales que difunde el nombre argen- tino en todo el mundo científico, no puede hacerse con la amplitud que sería de desear. Esto es tanto más lamentable cuando la dimi- nución de la producción científica europea, impuesta por la guerra, da mayor trascendencia a la obra de los países indemnes del funesto flagelo, que deben redoblar sus esfuerzos para conservar las fecundas actividades pacíficas y en particular la obra intelectual desinteresada tan perturbada por la destrucción guerrera. Hace cien años se reunían en esta misma ciudad, en momentos en que parecía próxima a ser sofocada la revolución emancipadora ame- ricana, un grupo de hombres venidos de todos los puntos del territo- rio, quienes la salvaron proclamando solemnemente ante el mundo la independencia política argentina. Pueda esta modesta reunión, convocada en celebración de aquel inmortal congreso, en estos trágicos momentos de la historia del mundo, marcar el comienzo de un nuevo período de nuestra evolu- ción : nuestra autonomía científica. Autonomía no quiere decir hostilidad. Nunca renegaremos de la intelectualidad europea, de la cual somos un retoño, pero el respeto y la admiración no excluye el juicio con criterio propio, sobre todo en estas ciencias de la naturaleza, muchos de cuyos problemas tienen un carácter local y ofrecen peculiaridades regionales. Este período ha de caracterizarse por la división del trabajo y coo- peración colectiva. La acción de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales y esta misma reunión, son ejemplos palpables de esta for- ma de trabajo que va reemplazando con ventaja la labor individual de las grandes personalidades aisladas del período heroico. El sitio más propicio para arrojar la semilla de estas asambleas bajo los auspicios gloriosos de esta fecha centenaria, era sin duda este antiguo Tucumán, corazón del país argentino, centro de activi- dad humana desde las épocas precolombianas. En esta ciudad heroi- ca y culta, rica y progresista por la elevada inspiración de sus go- bernantes y el trabajo sus hijos, donde florece el ideal al mismo tiempo que fructifica la industria, como su clima privilegiado permi- te que los naranjos lleven simultáneamente azahares y frutos, ha de prosperar esta iniciativa al amparo de la más moderna universidad argentina, que concreta felizmente su cultura tradicional. 76 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Desde aquí han de propagarse sus simientes aladas para germinar bianualmente al pie de los Andes, en la Hanura pampeana, en la fal- da de las sierras o a la orilla de los grandes ríos de nuestra patria, dando lugar a nuevas reuniones, de más en más concurridas, cada vez más útiles y eficaces para el progreso argentino, que afianzarán con caracteres propios la obra científica en la América austral. » Después del discurso del presidente de la Reunión hicieron uso de la palabra el doctor Eduardo L. Holmberg, a pedido especial de la comisión organizadora, y el profesor Augusto O. Scala, a nombre de la Universidad de La Plata. Después se dió lectura a un telegrama en que el gobierno de Men- doza pedía, en su nombre y en el de la sociedad y los estudiosos de la provincia, que la segunda Reunión nacional tuviera lugar en aquella ciudad. Este pedido, apoyado por los representantes de dicha provin- cia en la Reunión, fué aprobado con los aplausos de los presentes y ratificado formalmente en la asamblea de la Sociedad Argentina de Jiencias Naturales de fecha 15 de enero del corriente año. COLABORADORES ARGENTINOS Y EXTRANJEROS Aunque este congreso tenía un carácter netamente nacional, habían sido invitados a colaborar los extranjeros residentes en el país (1) que se dedican a cualquiera de las ramas que comprendía el programa de la Reunión. Así se obtuvo la adhesión o la colaboración de muchos de ellos, y algunos estuvieron presentes en las sesiones y tomaron una participación importante en ellas. Una completa cordialidad reinó en todo momento entre los concu- rrentes argentinos y extranjeros. Entre todas las nacionalidades representadas en el congreso, pri- maban, como es natural, los argentinos. De las 85 personas que par- ticiparon en los trabajos de las secciones, sea que estuvieran presentes o que remitieran sus memorias por escrito, 45 eran argentinos, estando (1) El único sabio extranjero residente fuera del país a quien, de acuerdo con uno de los artículos de las Bases de las Reuniones nacionales, se invitó a colabo- rar, fué el doctor Hermann von Therins, ex director del Museo Paulista, del Brasil. vir PRIMERA REUNIÓN NACIONAL las otras naciones representadas en la siguiente forma : alemanes, 10; italianos, 7; franceses, 6; belgas, 2; austriacos, 2; norteamericanos, 3; y uno de cada una de las nacionalidades siguientes : española, inglesa, suiza, rusa, sueca, dinamarquesa, turca, chilena, uruguaya y bolivia- na, lo que hace un total de 40 extranjeros, algunos de los cuales sola- mente lo son por su nacimiento. Es necesario tener presente que en el cómputo anterior no se incluye a aquellos profesores de historia natural que concurrieron sólo en su categoría de tales, pero que no presentaron trabajos cien- tíficos, aunque algunos de ellos tomaron parte en las sesiones. Si se les incluyera, el número de argentinos se elevaría a cerca del S0 por ciento. En cualquier caso, — y ateniéndonos al cómputo anterior, que es el de Jos colaboradores reales, — no dejará de causar sorpresa, dado el gran cosmopolitismo de nuestro país, que haya sido tan crecido el número de los colaboradores argentinos. En este sentido, la Reunión de Tucumán puede considerarse como una revelación que de seguro ha de ser grata a todos los que se interesan por el progreso intelectual del país. Los hombres de ciencia extranjeros contribuyeron a realzar en alto grado la importancia científica de esta Reunión, que les debe a todos por igual el concurso de su buena voluntad y de su trabajo. A pesar de las excepcionales condiciones creadas por la gran gue- rra internacional, las más cordiales relaciones unieron a los estudio- sos de las diversas nacionalidades allí representadas, de tal modo que ni siquiera se pensó en la posible superioridad de unos o de otros. Esta total ausencia de ideas de predominio, del que ninguna persona discreta habló durante las sesiones o después de ellas (ni hubiera te- nido tampoco motivo para ello), era, por lo demás, la única actitud que cabía esperar de la reconocida buena educación de todos aque- llos hombres de ciencia, fraternalmente acogidos en el seno de un país neutral y amigo que celebraba un hecho histórico de su vida con una fiesta de la inteligencia, en donde no hay otra primacía más que la del trabajo y la capacidad de cada cual. TS ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA TRABAJOS DE LAS SECCIONES (1) DISERTACIONES DE LOS PRESIDENTES DE SECCIÓN De acuerdo con uno de los artículos de las Bases de las Reuniones Nacionales, cada uno de los señores presidentes de sección debía inau- eurar sus sesiones con una disertación científica sobre un tema a su elección. Por resolución previa de las comisiones honoraria y organizadora, estas disertaciones fueron leídas sucesivamente en las sesiones de la mañana y la tarde del sábado 25 de noviembre. He aquí los temas sobre que versaron dichas disertaciones : Enrique Hermitte, La importancia de los estudios geológicos, parti- cularmente en la imdividualización de los yacimientos minerales. Carlos Ameghino, Observaciones sobre los yacimientos fosiliferos del Valle de Santa María, en Catamarca y Tucumán. Oristóbal M. Hicken, La inmigración de helechos en la Flora tucu- MINA. Eduardo L. Holmberg, Las proyecciones de la Zoología. Juan B. Ambrosetti, Observaciones sobre la arqueología de la Puna de Atacama, con referencia a los objetos hallados por el señor Aníbal Echeverría y Reyes, depositados actualmente en el Museo de la Facultad de filosofía y letras. Enrique Herrero Ducloux, Interpretación química de la función elo- rofílica. Tomás Amadeo, Organización del Instituto central de investigaciones agrícolas. Víctor Mercante, La enseñanza de la historia natural en los colegios nacionales y en las escuelas normales. (1) La presente lista no es definitiva, pues habiendo varios autores anunciado trabajos que no tuvieron tiempo de terminar para la fecha de la Reunión, las comisiones honoraria y organizadora han resuelto que dichos trabajos serán incluídos en el volumen actualmente en preparación, que contendrá todos los demás, siempre que se refieran a la historia natural de Tucumán. A esta catego- ría pertenecen algunos que no figuran en la presente lista. El volumen citado estará impreso y será repartido a los adherentes dentro de unos meses. PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 79 Il. — Geología, geografía y geofísica En su citada disertación inaugural, el presidente ingeniero Her- mitte hizo notar que sus conclusiones tendían a demostrar de una manera general la conveniencia de hacer preceder las explotaciones mineras por estudios geológicos prolijos y en particular en cuanto se refería a la Zona petrolífera de Comodoro Rivadavia, cuyas condicio- nes geológicas estudió detenidamente, — precisar el plan según el cual debían desarrollarse las investigaciones futuras, con el propósi- to de establecer la extensión de los yacimientos petrolíferos y dentro de éstos, las partes mejor aprovechables. En cuanto a la citada zona de Comodoro Rivadavia, llegó a la con- clusión de que, o bien eran yacimientos secundarios contenidos en las areniscas abigarradas, alimentados por los yacimientos primarios encerrados más abajo, en el terreno jurásico, o bien que aquellas are- niscas eran marinas y el petróleo se había formado en ellas. En el curso de su disertación, el señor Hermitte dió a conocer el descubrimiento, hecho al pie de la cordillera patagónica, cerca del lago San Martín, de una verdadera hulla, enteramente comparable con el carbón inglés. Fueron presentados los siguientes trabajos : Enrique Hermitte, El petróleo de Comodoro Rivadavia. (Conferencia dada la noche del 23, con proyecciones luminosas.) Guido Bonarelli y Franco Pastore, Bosquejo de la geología de la provincia de Tucumán. Trabajo acompañado de un mapa hecho por encargo de la Sociedad de Ciencias Naturales. Guido Bonarelli, Algunas observaciones sobre la geología de la Sierra de Guasayán. Juan Keidel, Los estratos de Gondwana en la Argentina y las rela- ciones entre la mitad austral de Sud América y los demás fragmentos del continente de Gondwana. ricardo Stappenbeck, Sobre las relaciones del agua subterránea en los conos de deyección. Anselmo Windhausen, Consideraciones generales sobre el límite en- tre el cretáceo y el terciario, con especial referencia a la edad y posición estatigráfica del piso rocanense en la Argentina. Juan José Nágera, La serie sedimentaria de la Sierra Baya. oberto Beder, Contribución a la mineralogía argentina : 1. Estu- s0 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA dios ópticos sobre la casiterita de San Salvador (Catamarca). 2. Obser- vaciones sobre el topacio de San Salvador (Catamarca). roberto Beder, Sobre un método para identificar piedras pulidas con el goniómetro. Juan Rassmuss, Geología de la Sierra de Aconquija y sus relaciones con las sierras pampeanas. Adrián Ruiz Moreno y Guillermo Sehulze, El significado de los trabajos geodésicos del Instituto geográfico militar argentino para la geografía y geofísica de nuestro suelo, Enrique Marcó del Pont y Raúl Pasman, Proyecto sobre instituto oceanográfico en Mar del Plata. Franz Kiihn, Los lagos de la Patagonia austral, conferencia con pro- yecciones luminosas. Moisés Kantor, Estudio oceanográfico sobre la meseta continental argentina. (Resultados de los viajes del crucero Patria de la armada argentina, en el litoral de la provincia de Buenos Aires). R. Wichmann, Constitución geológica del territorio del Río Negro (Patagonia). (Continuará.) LA MATERIALIZACIÓN DEL CHERRUVE ARAUCANO “ Por FÉLIX F. OUTES Por abril de 1915, el vecino de Patagones don Dardo Romero, adquirió en Chimpay una pequeña placa grabada que, en una bolsita de cuero de Rhea, llevaba consigo un araucano chileno. Ei objeto pasó, luego, a manos de mi amigo el señor don Carlos 1. Salas, quien ha tenido la fineza de ofrecérmelo. Se trata, como lo he dicho, de una pequeña placa, formada por un fragmento trapezoidal de arcilla endurecida, de color rojo obscuro y cuyas superficies conservan la pátina grasienta, tan característica de ciertos objetos indígenas. Tiene 69 milímetros de altura, 43 milíme- tros de base, 14 milímetros de espesor máximo, y ofrece sus cuatro angulos redondeados. Algo más de la mitad de una de las superficies principales se halla ocupada por una cara humana que se destaca en ligero champlevé. Los otros detalles de esta representación antropomórfica se han eje- cutado mediante profundas incisiones que esbozan las cejas, los ojos, la nariz, y la boca con sus dientes del individuo. Además, rodean la frente dos líneas que representan, sin duda, la huincha, propia de los habitantes indígenas de buena parte de la extremidad austral de Sud América (fig. 1, a). El trabajo por intaglio a que acabo de referir- me, a pesar de su grosero realismo, es vigoroso y ha sido ejecutado con seguridad. (1) Comunicación a la Sociedad argentina de Ciencias Naturales, leída en su reunión del 20 de enero de 1917. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIII 0% S2 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA En la otra superficie, que es perfectamente plana, se ven dos ele- mentos bien diferenciados. Hacia la base, una línea quebrada que termina en cada uno de los ángulos; en la mitad superior una figur: estrellada provista de ojos, nariz, boca y una cauda bífida (fig. 1, 0). Las incisiones que forman estas figuras son profundas y llegan a tener un milímetro de anchura. La pieza que acabo de describir, además de testimoniar una super- vivencia del uso de las interesantes placas grabadas patagónicas, de cuyo examen y agrupación tipológica me he ocupado en una memo- ria publicada no ha mucho (1), posee, asimismo, un valor subjetivo que conviene puntualizar. En efecto, creo ver en los grabados que ocupan ambas superficies principales del objeto, una representación de cierto elemento mitoló- gico araucano, conocido bajo la designación genérica de Cherruve. Nada, absolutamente nada, he podido hallar en las viejas crónicas chilenas ni en los documentos en que se habla accidentalmente de la ergología de los Araucanos, a propósito del mito referido, de sus calidades o representaciones. Sólo en los léxicos formados por los ilustres misioneros del siglo XVII y XVIII, se registran las voces cheur- (1) FéLix F. OurTEs, Las placas grabadas de Patagonia. Examen crítico del mate- rial conocido y descripción de nuevos ejemplares, en Revista de la Universidad de Bue- nos Aires, XXXII, 611 y siguientes. Buenos Aires, 1916. LA MATERIALIZACIÓN DEL CHERRUVE ARAUCANO 83 vue, cheruvoc [cheruvce| o cheurroe, con las cuales los indígenas desig- naban a los cometas o a los bólidos que dejan tras sí, en el espacio, una amplia estela luminosa (1). Felizmente, examinando los estudios realizados en los últimos años por los investigadores chilenos — que Rodolfo Lenz iniciara tan sabia y brillantemente — se encuentran diluídas numerosas informacio- nes que constituyen, no obstante su brevedad, apreciables elementos de criterio, que justifican, si acaso, mis sospechas respecto del valor subjetivo de los grabados que ofrece en sus superficies la plaquita de Chimpay. En efecto, los Araucanos contemporáneos, como los de los siglos XVII y XVIHHn, llaman Cherruve a «un jénio ígneo, orijen de los come- tas i mas comunmente de los grandes bólidos » (2); y creen los indí- genas que cuando este último meteoro desenvuelve su trayectoria en dirección de los caseríos, trae consigo el anuncio de epidemias, muer- tes 0 ruina (3). Asimismo, el Cherruve aparece materializado en el folklore arau- cano actual, de la manera siguiente. Las agrupaciones orientales y, al parecer, las que habitaron las grandes llanadas argentinas, lo con- sideraban como un ser provisto de siete cabezas (4), alojado en una casa que se levanta en la cumbre de los volcanes (5); que produce eran estruendo, hace temblar las peñas, relampaguea y lanza cabezas humanas (6); y que llega a alimentarse con la carne de los hombres a (1) «Cheurvue, la cometa ó ayre encendido» (Luis DE VALDIVIA, Arte y Gra- mática general de la lengua que corre en todo el Reyno de Chile, con un Vocabulario y Confessonario, in voce. Sevilla, 1684). « Cheruvoc [Cheruvoe], el cometa, y las exhalaciones encendidas que se ven de noche» (AwDrÉs FEBRÉs, Diccionario araueano-español ó sea calepino chileno-hispano, 44, in voce. Buenos Aires, 1882); « Exhalationes ignae, quae quandoque videntur noctu, cheurvoe » (BERNARDI HAvE- STADT, Chilidúgu sive tractatus linguae chilensis, 1, 509. Lipsiae, 1883); Cheurvoe, cometa (HAVESTADT, /bid., TL, 623). (2) Tomás GUEVARA, Historia de la civilización de Araucanía, em Anales de la Universidad, CUL, 1029. Santiago [de Chile], 1899; Tomás GUEVARA, Psicolojía del pueblo Araucano, 325. Santiago de Chile, 1908. (3) GUEVARA, Historia, etc., 1029; GUEVARA, Psicolojía, etc., 325. (4) RODOLFO LENZ, Estudios araucanos, en Anales de la Universidad, XCIV; Los dos perritos, $ 13 y passim, 7114 y siguientes. Santiago [de Chile], 1896. (5) LENZ, Ibid., Las apuestas, $ 3 (p. 704), $4 (p. 704 y sig.), $14 (p. 706); Las transformaciones, $ 10 (p. 843), $ 25 (p. 845); La hija del Cherruve, $ 1 (p. 849). (6) Lenz, 1bid., Las apuestas, $ 10 (p. 706), $ 17 (p. 707). s4 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA quienes vence (1). Pero, en aquellos relatos de origen extraamericano, se atribuye al Cherruve otras calidades : así, en el cuento de Las trans- Formaciones, el elemento mítico de que me ocupo vuelve a la vida después de haber sido arrojado muerto al mar (2); y en el largo cuento El hijo del oso, el Cherruve se transforma en águila (3), en carnero negro, etc. (4). Las tribus del centro y del oeste, según lo afirma Tomás Guevara, conciben, en cambio, al Cherruve, como un sér de cabeza humana y cuerpo de otfidio (5). Existen, sin embargo, aunque aislados, tal cual relato que conserva en forma más pura la concepción primitiva: cierta vez — dice uno de aquéllos — un indígena al observar el resplandor que debía producir un gran fuego, miró hacia lo alto y vió, entonces, en el aire, un hom- bre de cuya boca salían llamas y que cabalgando en un «macho» de longitud desmedida, se dirigía hacia el sur a saltos desmesurados, produciendo, cuando se detenía, un breve trueno; era el Cherruve (6). Mas el mito del Cherruve, negativo para el indígena, como sin duda lo es, ha experimentado también una intluencia de que no escapan tales concepciones primitivas. En efecto, los indígenas han intentado oponerse a su influencia nefasta mediante las consiguientes operacio- nes mágicas — especialmente de magia simpática — que, como todas las de aquel arte, tienden a someter las fuerzas naturales. No es mi propósito, pues estaría fuera de lugar en una breve comu- nicación como la presente, analizar las diferentes facies que caracte- rizan los varios estados de transformación aludida; pero, es menester puntualice algunas de ellas, pues demuestran cómo los Araucanos han 'aptado y utilizado las fuerzas invisibles del Cherruve. Así, en cierto relato, se cuenta que el Cherruve desciende durante la noche hasta detenerse sobre una gran piedra, en la cual deja, como rastro de su paso, la impresión de dos patas de «macho», que los individuos del lugar llevan al pueblo próximo (7). Es indudable que (1) Lenz, 1bid., Las apuestas, $ 9 (p. 705 y sig.). (2) LENZ, £bid., Las transformaciones, Y 40 (p. S48). (3) LENz, Ibid., El hijo del oso, $ 55 (p. 863), $ 56 (p. 865 y sig.), $ 59 (p. 861). (4) Lenz, fbid., El hijo del 0so, $ 63 (p. 865). po LE) al (5) GUEVARA, Historia, etc., 1029; GUEVARA, Psicolojía, etc., : (6) GUEVARA, Psicolojía, etc., 346. (7) GUEVARA, Psicolojía, etc., 336. LA MATERIALIZACIÓN DEL CHERRUVE ARAUCANO 85 esta última circunstancia bien pudiera hallarse vinculada a operacio- nes ulteriores de magia contagiosa, desde que en ella se realiza la conocida ley del contacto, es decir, de que todas aquellas cosas que han estado una sola vez en contacto siguen influyéndose mutuamente aun después de haber perdido su contacto físico. Obvia decir que la simpatía mágica existente entre el Cherruve y su huella, habría sido utilizada por los indígenas en beneficio suyo. Por otra parte, la historia del Cherruve de piedra que poseía el jefe indígena Namuncurá y cierto interesante relato contenido en la Psi- colojía del pueblo Araucano del señor Guevara, ilustran suficiente- mente sobre la forma cómo los indígenas explican la posesión de che- rruves personales. En el primer caso el Cherruyve era una piedra que volaba encen- dida, saliendo sin dificultad alguna de las habitaciones cerradas. Namuncurá lo enviaba donde mejor le placía, y lo utilizaba, también, para dar muerte á los jefes enemigos (1). La segunda relación mencionada es, en cambio, mucho más com- plicada, y contiene algunos de los elementos esenciales del mito pri- mitivo junto a características que sólo aparecen en las versiones más recientes. He aquí, brevemente resumido, el interesante cuento alu- dido: Un indígena acostumbraba bañarse en una laguna acompañado de sus mujeres. Cierta vez, mientras descansaba bajo su enramada, una de aquéllas vino a anunciarle que había observado algo raro en la laguna. Fueron todos allá y sólo vieron, dentro del agua, una oveja de color pardo. El indígena quizo apoderarse de ella, mas, a tiempo de tomarla en la mano, «se volvió una piedra en forma de un hombre ». El araucano guardó esa piedra « para siempre » y le dió el nombre de cherruve curá. Y agrega el cuento indígena que ese cherruve «salía a volar de noche en forma de un cometa», producía estruendoso ruido cuando llegaba a alguna parte o a la propia casa, anunciaba la gue- rra o si el viaje sería bueno o malo, se alimentaba de objetos de plata, y amanecía con la boca tinta en sangre (2). Tales son, brevemente resumidos, algunos de los antecedentes que me han inducido a considerar los grabados de la placa de Chimpay (1) GUEVARA, Psicolojía, etc., 336. Es necesario conocer las versiones que sobre el cherruve de Namuncurá ha publicado R. Lehmann-Nitsche (confr. Clavas cefa- lomorfas de piedra procedentes de Chile y de la Argentina, en Revista del Museo de La Plata, XVI, 166 y 167-168. Buenos Aires, 1909). (2) GUEVARA, Psicolojía, etc., 343 y siguiente. s6 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA como representativos del Cherruve : recordaré que ellos comprenden un cometa provisto de cauda bífida, una línea quebrada que puede ser la representación esquematizada de una cadena montañosa, y la figura humana que significa la última fase de transformación — fran- camente antropomórfica — del mito primitivo. Buenos Aires, enero de 1917. BIBLIOGRAFÍA Exercices numériques et graphiques de mathématiques, sur les lecons de mathématiques générales, de L. ZORETTI, professeur á la Faculté des scien- ces de Caen. Un volume in-8% (28 X 14) de xvi-128 pages, avec 39 figures. Gauthier-Villars et compagnie, éditeurs. Paris. Prix, cartonné, 7 francs. Es opinión unánime que para que los alumnos de cualquier ciencia, i mui es- pecialmente de las matemáticas, puedan asimilar la enseñanza que se les imparte en las clases, deben realizar ejercicios prácticos que les infunda la conciencia de saber lo que han estudiado, vale decir que se sientan capaces de aplicar sus conocimientos a los casos prácticos que se le presenten. No es menos cierto que en estas aplicaciones, que los maestros proponen i so- lucionan, o dan simplemente como ejercicio a los estudiantes, pueden presentarse diferentes grados de claridad en la esposición; pues bien sabido es que hai pro- fesores cuya competencia personal es indiscutible, i que, sin embargo, carecen del don de la concisión i claridad, ino benefician al alumno, mientras otros con menor capacidad mental « enseñan mejor», por su fácil esposición i su acierto en el desarrollo de sus demostraciones. El profesor Zoretti se ha propuesto precisamente presentar a los alumnos una serie de ejercicios numéricos, en los que ha buscado de facilitarles la aplicación de las teorías, en sí abstrusas, tratando de que el raciocinio supere a la memo- ria, de manera que, al proceder a hacer aplicaciones, más que el arte mecánico de substituir cifras a fórmulas dadas, discuta éstas, las interprete i resuelva cons- cientemente. El libro del profesor Zoretti, viene en auxilio del estudiante que actúa sin la presencia del profesor, librado ya a su propio criterio. Es una guía para que proceda sin tanteos, con plan determinado. Así aprenderá a plantear los proble- mas que se le presenten en la práctica i a resolverlos con mayor facilidad. Los problemas tratados responden a las siguientes materias : I, Jeometría elemental, revisión. II, Cónicas. MI, Funciones lineales; su mo- vimiento uniforme. IV, Trinomio de segundo grado; función hómográfica. Y, Funciones circulares. VI, Triangulación ; levantamiento de planos. VII, Cálculos SS ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA aproximados; procedimientos empíricos. VIII, Nociones de gráficos; derivación gráfica. IX, Aplicaciones de las series. X, Resolución de ecuaciones. XI, Estudio de algunas curvas; curvaturas. XII, Función esponencial; logaritmos. XII, In- tegración gráfica; valor medio. XIV. Integrales curvilíneas, dobles, triples. Aplicaciones. XV, Ecuaciones diferenciales. XVI, Jeometría de los vectores. XVII, Estudio de las superficies. XVIII, Escalas diversas; puntos alineados; ábacos. Se comprende que en este plan figuran las medidas de lonjitud, superficiales i volumétricas; la elipse, la hipérbola, la parábola, etc.; la trigonometría, la apreciación de errores, la regla logarítmica, las ecuaciones hasta las de cuarto grado, etc. El libro aunque de pequeño de volumen es realmente práctico, vale decir, aprovechable. S. E. BARABINO. Cours de manipulations de chimie physique et d'électrochimie, par M. CENTNERSZWER, maítre de conférences a 1”Institut polytechnique de Riga. Un volume in-8 (23 X 14) de vir-182 pages, avec 67 figures. Gauthier-Villars et compagnie, éditeurs. Paris. Prix, broché, 6 frances. El profesor Centnerszwer, ha hecho imprimir las indicaciones i conclusiones dadas por él a sus alumnos en el laboratorio físicoquímico del Instituto politée- nico de Riga, las que antes les presentaba en cuadros; obedeciendo su decisión al deseo de ampliar el círculo de sus aplicaciones i facilitarse su tarea pe- dagójica. El concepto de su trabajo es el siguiente : Durante los diez últimos años se introdujo en la mayoría de las universidades los ejercicios físicoquímicos, con el objeto de facilitar especialmente el estudio teórico de las leyes físicoquímicas. Ahora bien, dada la importancia cada vez mayor de la química en sus diversas ramas, en su práctica industrial, se comprende que no sólo debe preocupar la comprensión de los fenómenos químicos en jeneral, sino también su aplicación a las industrias. Sólo las esperiencias en el laboratorio harán conocer la importancia efectiva de las leyes físicoquímicas enunciadas en las teorías de las mismas. Por esto debe hermanarse el estudio teórico con el esperimental. Este es el programa que se propuso el autor. Van a continuación los capítulos en que el profesor Centnerszwer ha dividido su trabajo : I, Propiedades de los cuerpos gaseosos. II, Propiedades de los líquidos. III, Soluciones diluídas. IV, Dinámica química. V, Termoquímica. VI, Electroquí- mica. El plan jeneral responde a la clasificación dada por Ostwald en su tratado clá- sico de química jeneral. Creo escusado recomendar una obra cuya finalidad es completar los conoci- mientos de la químicofísica en los alumnos, mediante las aplicaciones de la teo- ría científica. S. E. BARABINO. BIBLIOGRAFÍA 89 La chimie raisonnée. La chimie n'est pas une science de mémoire. Comment on doit l1apprendre, par M. LeEMARCHANDS, chef de travaux pratiques á la Faculté des sciences de Lyon. Un volume in-8% (25 X 16) de 174 pages. Gau- thier-Villars et compagnie, éditeurs. Paris. Prix, broché, 5 franes. El autor se ha propuesto facilitar el estudio de la química alos alumnos prin- cipiantes, especialmente a los de injeniería que, en jeneral, le tienen antipatía, por juzgarla un recargo de estudio; ial mismo tiempo demostrarles que esta ciencia no es sólo nemónica, sino, i mucho más, de raciocinio esperimental. Con este objeto, ha creído conveniente separarse del plan de los libros clásicos de química i proceder agrupando los hechos esperimentales de manera de facili- tar su estudio; condensando en pocos tipos las propiedades de los cuerpos i su preparación, dando reglas que las resuman en pocas frases o esquematizándolas, limitando así la acción de la memoria i dando en cuatro pequeños cuadros lo que pudiere ser o parecer de difícil retención. La obra ha sido dividida en cuatro partes : 1% Propiedad de los cuerpos sim- ples o elementos divididos en metales i metaloides, i deducción de los bases, sa- les, oxidantes i reductores, valencia, conclusiones sobre lo anterior; 2% Prepara- ción de los ácidos, bases, sales; de los cuerpos simples; oxidantes, reductores, basado en las reglas de A. Gautier i Berthollet; 32 Teoría de los iones; los áci- dos, bases i sales en esta teoría; coloración de soluciones, hidrólisis, estableci- miento de ecuaciones; 4% Aplicación de las tres primeras al estudio de la química. El trabajo del señor Lemarchands nos ha parecido conciso, claro i metódico, razón por la que creemos puede prestar reales servicios a los estudiantes. S. E. BARABINO. Notions générales sur les appareils a reaction, par PauLn PoPOvAtz. Gau- thier-Villars, éditeurs. Paris, 1916. En un pequeño folleto de 35 pájinas el autor trata un tema de real importan- cia mecánica. Hasta hoi la teoría de los propulsores ide los mecanismos de reacción es incompleta i aun poco exacta, siguiéndose en la práctica un método más bien rutinario. Por lo que especialmente respecta a los mecanismos que ac- túan a «punto fijo », no todos los principios jeneralmente aceptados responden a la realidad de los hechos; i el tema requiere ser estudiado en vista de los pro- gresos realizados por los aparatos de aviación — los aviones — 1 las deficiencias que la práctica del vuelo ha hecho notar. Con el objeto de contribuir a subsanar estas deficiencias, el autor establece no- ciones jenerales, sintetizando una teoría de los mecanismos de reacción a « punto fijo », aplicable tanto a la aviación como a la navegación, que permitirá por lo menos distinguir entre diversos aparatos del jénero, cuáles son los mejores. Damos a continuación el índice de los parágrafos : I, Mecanismos de reacción directa e indirecta. II, Sección final. Velocidades medias en la cantidad de mo- vimiento i en la fuerza viva. HI, Definición del rendimiento de los aparatos de reacción. IV, Consideraciones jenerales. Marcha. Diámetro. Clasificación. Y, Fórmulas jenerales. El trabajo específico. VI, Aplicación a la hélice aérea. Nota AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIH. 6 90 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA sobre la calidad de las hélices sustentadoras. VII, Consideraciones sobre el ren- dimiento. VII. Cómo se debe considerar los mecanismos de reacción del punto de vista de su valor económico. XI, Comparación de los aparatos de reacción de acuerdo con su trabajo específico i consecuencias jenerales que resultan de dicha comparación. Termina el autor con una confrontación de dos mecanismos de clase dife- rente. S. E. BARABINO. Le chimie des éléments radioactifs, par PFRÉDÉRICK SODDY, membre de la Société royale, maítre de conférences de chimie-physique et de radioactivité a Université de Glasgow. Traduit de l'anglais par E. Philippi, licencié es scien- ces. Un volumen in 8% (28 X 14) de 1Vv-174 pages. Gauthier-Villars et compa- gnie, éditeurs. Paris, 1916. Prix, broché, 5 frances. Después que Becquerel descubriera el fenómeno de la radioactividad en los cuerpos uránicos, la química ha tenido que reformar sus viejas orientaciones. Las observaciones hechas sobre la actividad escitada o inducida han permitido establecer una teoría completa de la radioactividad, hoi jeneralmente adoptada, de lo que se ocupa en éste su trabajo el autor. Dentro de los conocimientos i opiniones corrientes hasta 1911, el profesor Soddy estudia las constantes radioactivas, duración media de su vida, o sea, su velocidad de transformación, i el equilibrio radioactivo. Analiza luego la clasi- ficación 1 nomenclatura de los elementos radioactivos i las analojías entre las tres series radioactivas. (Uranio (U), uranio X; ionio (lo); radio (Ra), emana- ción del radio; « depósito activo » del radio; radio D; radio E, o E, i E,; polo- nio (radio F); torio (Th); mesotorio 1, mesotorio 2, radiotorio, torio X; emana- ción del torio; «depósito actinio» del torio; actinio; radioactinio; actinio X; emanación del actinio; «depósito actinio » del actinio; potasio i rubidio; con- cluyendo con un cuadro pertinente. En la segunda parte de su trabajo, después de hacer constar que algunas de sus ideas manifestadas en la primera, han sido confirmadas, pasa a esponer so- meramente los progresos alcanzados en las teorías químicas, especialmente por la Lei periódica. Presenta un « cuadro periódico » i pasa a estudiar los progresos hechos de los puntos de vista químico i electroquímico ; así como las relaciones entre la serie de transformaciones i las propiedades químicas de los productos; las bifurcacio- nes de las series radioactivas; la naturaleza de los productos últimos (peso ató- mico del plomo);el orijen del actinio; los espectros de los isótopos; el neón i el metaneón; la naturaleza i propiedades de los isótopos; la estructura de los áto- mos, i, por fin, la naturaleza de los gases inertes. Creería escusado decir que el término isótopo, es un neolojismo del autor para designar los grupos de elementos que ocupan el mismo lugar en el «cuadro pe- riódico », vale decir, que son químicamente inseparables e idénticos, como el ionio, el torio 1 el radiotorio. Del mismo modo llama ¿sotópicos entre sí a los di- versos miembros del grupo. S. E. BARABINO. BIBLIOGRAFÍA 91 Aérodynamique. (Bases théoriques de 1École impériale technique de Moscou, par N. JOUKOWSKY, professeur 4 1"Université de Moscou. Traduit du russe par S. Drzewiecki, ingénieur. Un volume in-8% (25 X 16) de vir1-230 pages, avec 140 figures. Gauthier-Villars, éditeurs. París, 1916. Prix, broché, 11 frances. En el preámbulo de su obra, el reputado profesor ruso da los fundamentos de la misma, en forma tan sintética que creo conveniente reproducirlo : «En cuanto puedo darme cuenta, hoi no exis- te, en verdad, razón alguna para no considerar las ecuaciones hidrodinámicas como espresiones exactas de las leyes que, en realidad, rijen el movimiento de los fluídos ». (H. von Helmholtz.) «Si cito estas palabras de Helmholtz es porque en el curso que profeso en el Instituto imperial técnico de Moscú, trato de enlazar los numerosos 1 fecundos resultados de ensayos acumulados por los laboratorios aerodinámicos con el estu- dio teórico de estos problemas, por medio de las ecuaciones fundamentales de la hidrodinámica i de la teoría de la viscosidad de los flúidos. « Hasta hoi, las ecuaciones de la hidrodinámica sólo habían podido ser aplica- das con buen resultado a los movimientos ondulatorios de los flúidos, a la teoría de la forma de los planetas i al movimiento de un líquido que se derrama de un recipiente. Actualmente, desde los brillantes trabajos de Helmholtz sobre los vórtices ide Kirchhoff sobre las venas líquidas, el campo de los fenómenos hi- drodinámicos, que puede ser esplorado por medio del análisis riguroso, se ha estendido considerablemente. «La esplicación de las leyes empíricas de la resistencia que oponen los flúi- dos al movimiento de los cuerpos inmerjidos, que las teorías de Poncelet i Saint-Venant basaban aproximativamente en el teorema de Borda, puede hoi darse más racionalmente para las buenas formas de las carenas por medio del análisis de Rankine, i para las placas, fundándose en las investigaciones de lord Rayleigh i de los profesores Kutta i Tchapliguine; de las que resultaría que la resistencia al avance i la sustentación de los aeroplanos serían debidas al despego de las venas flúidas i a la formación, a lo largo de la superficie de los planos, de lo que se llama circulación de las velocidades. Presentemente se está procediendo a la verificación esperimental de los resultados de las investigaciones de los pro- fesores Kutta i Tchapliguine en el laboratorio aerodinámico del Instituto impe- rial técnico de Moscú i los esperimentos confirman la teoría. » El tema que estudia el sabio profesor ruso, es de real importancia teórica en su fase matemática i de grande utilidad práctica del punto de vista de la avia- ción. La autoridad de Joukowsky en esta materia es tal (como lo prueban sus numerosos trabajos), que le ha merecido la cátedra para esplicar un curso sobre Las leyes teóricas de la aerodinámica en su aplicación a la navegación aérea. Vamos a dar una idea somera del plan de la obra. En su primer capítulo establece las ecuaciones fundamentales de la hidrodiná- mica por medio de las variables de Euler i estudia los teoremas de Euler, Ber- nouilli i Borda. En el segundo analiza las viejas teorías de Saint-Venant i de 92 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Poncelet, las esperiencias de Dubuat i del coronel Duchemin i especialmente la célebre paradoja de Dubuat. En el tercero, presenta la teoría de Rankine sobre los movimientos no vorticosos de los flúidos, de la resistencia de una esfera i de los modelos de carenas. En el cuarto se ocupa de los vórtices de acuerdo con los cuatro teoremas de Helmholtz i del Thorson. En el quinto estudia la viscosi- dad del aire : fuerza de viscosidad i movimiento de flúido viscoso. En el sexto trata de las superficies sustentadoras : corriente de aire plano paralelo, fuerza de sustentación de una corriente. Deslizamiento a lo largo de las placas planas pisciformes i cóncavas. En el sétimo, espone los ensayos de alas de aeroplanos e interpreta teóricamente los resultados; describe el túnel de ensayo del laborato- rio de Moscú; establece el teorema de Tehapliguine; ensayo de perfiles teóricos; centros de empuje de las superficies sustentadoras; resistencia de las alas al avance; i los ensayos de alas tipos Antoinette, Blériot, Bréguet, Farman, Han- riot i Wright. En el octavo estudia la teoría vortiginosa de la resistencia al avance propuesta por el profesor Karman. En el noveno trata de la similitud. 1 como apéndice describe el laboratorio aerodinámico de la escuela imperial técnica de Moscú. Es sabido que la navegación aérea tuvo su solución racional gracias a la espe- rimentación empírica i que ella motivó ese movimiento de investigación teórica que debía crear la aerodinámica, base científica del vuelo. Il es en esta parte del problema que el profesor Joukowsky ha intervenido efi- ciente i eficazmente aplicando con buen resultado las teorías de la hidrodiná- mica. S. E. BARABINO. L'Argentine moderne. (Chapitres de Géographie économique), par Leróx Dr- Nis. Publicación de la Universidad de Tucumán en ocasión del centenario del Congreso de Tucumán de 1916. Imprenta Coni hermanos. Buenos Aires. Año 1916. 122 páginas. Contiene el trabajo los siguientes capítulos : La nacionalidad argentina, Tucumán y el azúcar, impresiones de viaje, la vid, la explotación de los bosques, los valles andinos del noroeste y la cría en los montes. Todos los tópicos están tratados con pleno conocimiento de los lugares, conte- niendo datos exactos de sumo interés para la geografía física y social argen- tinas. A. C. SCALA. Descripción de Tucumán. (Capítulos traducidos del alemán, por el señor Cr- SÁREO WeEsskEL y prólogo del doctor ÁNGEL GALLARDO). Coni hermanos. Perú 684. Buenos Aires, 1916. 113 páginas. Publicaciones de la Universidad de "Pu- cuomán en ocasión del centenario del Congreso de 1816. Proceden de la obra Descripción de Tucumán del ilustre primer director de nuestro Museo de historia natural doctor Germán Burmeister, y esos capítulos, felizmente interpretados por el traductor señor Wessel, son los siguientes : BIBLIOGRAFÍA 93 I, Viaje a Tucumán; 1, Permanencia en Tucumán ; TIT, Descripción física de la provincia de Tucumán; IV, Viaje de Tucumán a Catamarca. La introducción debida a la pluma del actual director doctor Ángel Gallardo es una biografía de aquel sabio que durante treinta años hizo conocer nuestro país en todos los centros científicos del mundo. A. C. SCALA. Interpretación quimica de la función clorofilica, por el doctor ENRIQUE HERRERO DUCLOUX. Conferencia leída en la Primera reunión de ciencias na- turales de Tucumán. Noviembre de 1916. 65 páginas y 2 láminas. Editor, Coni hermanos. Perú 684. Buenos Aires. 1916, La notable conferencia del doctor Herrero Ducloux contiene la historia de la interpretación de la función clorofiliana hasta la fecha, aportando datos de sumo interés para los biólogos en general y especialmente para los fitofisiólogos. En la imposibilidad material de dar un corto resumen de ella recomiendo vi- vamente su lectura a los estudiosos. A. C. SCALA. Flora de la provincia de Tucuman (Gramíneas), por el doctor MIGUEL LiLLo. (Publicaciones hechas por el gobierno de Tucumán com motivo del centenario de 1916.) 63 páginas. Edición oficial. Tucumán, 1916. Como lo dice el autor, doctor Lillo, fué encargado por el gobierno de Tucumán de elaborar la flora de la rica provincia argentina y la inicia con la publicación de la familia de las Gramíneas. Promete al mismo tiempo tratar otras más ade- lante, promesa ésta que le recomendamos poder ver pronto realizada. A nadie mejor que al ilustrado botánico se podía haber confiado tal tarea, y es de esperar que las nuevas autoridades gubernativas continúen estimulando tal producción científica, tan necesaria al conocimiento del suelo argentino, y para ello es indispensable crear fondos permanentes que aseguren la impresión de obras, que como la del doctor Lillo, honran al país y le harán conocer mejor de propios y extraños. A. C. SCALA. Note préliminaire sur les Hordeum spontanés de la flore argentine. por Lucien HAUMAN, en Anales del Museo de Historia Natural de Buenos Aires, páginas 263 a 316, con 11 figuras. Imprenta Coni hermanos. Perú 684. Buenos Aires, 1916. Señala el autor las enormes dificultades que presenta el estudio sistemático de este género de Gramíneas pues a pesar de haber revisado unos 250 ejemplares para solo siete especies, opina que una monografía completa dependerá de los progresos botánicos del porvenir, cuando la sistemática se haga ciencia expe- rimental. Mientras tanto resume las especies espontáneas de Hordeum en la forma siguiente : 94 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 2 1. Hordeum chilense, con 3 variedades. 2. Hordeum comosum, con 2 variedades. 3. Hordeum jubatum, con 1 variedad. 4. Hordeum maritimum, con 1 variedad. 5. Hordeum murinum. 6. Hordeum pusillum, con 1 variedad. Hordeum secalinum, con 2 variedades. Sigue la distribución geográfica y descripción de los Hordeum de la Argentina y un apéndice que contiene la clave de determinación bibliografía, herbarios consultados e índice alfabético. Figuras nítidas, muy explicativas. A. (C, SCALA. La Sweet Tussac. (Mata o Gramilla dulce : Phalaris bulbosa Cav.). Nueva plan- ta forrajera, por ALEJANDRO BOTTO, en Revista de la Facultad de agronomía y veterinaria de La Plata, tomo XII, número 2 (2? época), 1 folleto de 19 páginas con 4 figuras. 1916. ' Menciona el autor las experiencias de cultivo de esta interesante gramínea, descripción, su valor alimenticio, resistencia a la sequia, augurando grandes re- sultados a los cultivadores que a ella quieran dedicarse. A. C. SCALA. Contribución al estudio químico de la corteza de Xilosma venosum. N. E. Brown, por BENITO S. ONDARRA (tesis). Universidad nacional de La Plata, 79 páginas, con 6 figuras. 1916. Estudia el autor el principio activo de ésta Flacourtiacea considerandolo como de naturaleza alcaloidica amorfa y dada su débil acción fisiológica lo coloca en- tre los eupépticos en el grupo de los amargos. El conjunto del trabajo es digno del mayor elogio. A. C. SCALA. Clave para la determinación de los géneros (le Gramineas silvestres en los alrededores de Buenos Aires, por LORENZO R. ParobI. Editada por el Centro estudiantes de agronomía y veterinaria de la Universidad de Buenos Aires. 29 páginas, con 13 láminas y 61 figuras. Imprenta Vezzia, Montevi- deo 219. 1916. Resume el autor en forma clara y fácil las características de los géneros más comunes de Gramíneas de los alrededores de la ciudad, facilitando en esa forma la consulta y ayudando con numerosas figuras la interpretación de los caracteres, ofreciendo así al estudioso una guía segura en las determinaciones. Aplaudo la feliz iniciativa del Centro de estudiantes, de agronomía, recomendándole el estí- mulo en esta clase de producción, haciéndolo extensivo a otras familias botáni- cas muy abundantes en nuestro suelo como ser, entre otras, las leguminosas y compuestas de la flora bonaerense. A. C. SCALA. BIBLIOGRAFÍA 95 Boletín de la Academia de ciencias en Córdoba (República Argentina). Tomo XXI. 409 páginas, con figuras. Imprenta Coni hermanos. Perú 684. Bue- nos Aires. 1816. Este tomo está dedicado a conmemorar el centenario de la independencia, con- teniendo por tal motivo artículos de folklore, recordatorios de costumbres que han ido desapareciendo poco a poco, y en este sentido es digna del mayor elogio la elección hecha, dando cabida en sus páginas a las dos producciones del infati- sable profesor doctor Lehmann-Nitsche : El chambergo y La bota de potro, cuya amenidad y belleza huelga comentar. Contiene además, el bien presentado volumen, los trabajos siguientes : Guillermo Bodenbender, El nevado de Famatina. Adolfo Doering y Pablo G. Lorentz, Recuerdos de la expedición al Río Negro (1879). Oscar Doering, Observaciones magnéticas efectuadas fuera de Córdoba en el año 1895. Es de lamentar que la situación económica actual obligue a suspender por tiempo indefinido la publicación del tradicional Boletín, pero abrigamos la espe- ranza que se hallará el medio de evitar semejante inconveniente. A, CO ISCALA: Physis. (Revista de la Sociedad argentina de ciencias naturales), tomo III, nú- mero 13. Buenos Aires, 17 de marzo de 1917. Editor, Coni hermanos. Buenos Aires. Perú 681. Contiene este número una cantidad de interesantes trabajos, cuyo resumen particular no es posible hacer, por cuya razón doy más abajo el sumario : Pedro Jórgensen, Zoocecidios argentinos (conclusión). Carlos Bruch, Metamórfosis de « Pachystelus undularius ». Carlos Spegazzini, Ramillete de plantas argentinas nuevas o interesantes. Ángel Gallardo, Notes critiques sur les « Formicides sud-américains nouveauz ou peu connus du docteur Santschi ». Roberto Dabbene, LEspecies y subespecies aparentemente nuevas de « Greositta y Cinclodes » de la República Argentina y del sur de Chile. rodolpho von Ihering, Observagoes sobre a mariposa « Myelobia smerintha » Hiibner, em Sao Paulo. Cayetano Martinoli, Huesos anormales de llama y de condor exhumados en el Pu- cará de Tilcara. J. M. Sobral, La expedición sudpolar británica. Continúa el número con la descripción de las Comunicaciones presentadas, mo- vimiento social, crónica y bibliografía. En total 140 páginas de nutrido material ilustrado con láminas. Recordamos que la sociedad realizó en Tucumán su primera reunión de ciencias naturales (noviembre de 1916) donde acudieron numerosos estudiosos que apor- taron un abundante contingente de producciones científicas, constituyendo un franco éxito como se verá en las publicaciones que se iniciarán en breve. Se prepara, además, desde ahora, la segunda reunión que se realizará probable- 96 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA mente el año próximo en Mendoza, invitados especialmente por las autoridades de aquella progresista provincia. A. C. SCALA. Catalogue des Phanérogames de l1'Argentine (Gimnospermas y Monocotile- doneas), por LUCIEN HAUMAN et G. VANDERVEKEN, en Anales del Museo na- cional de historia natural de Buenos Aires, tomo XXIX, página 1 a 347 (febrero 5 de 1917). Editores Coni Hermanos, Perú 684. Buenos Aires. El trabajo emprendido por los autores fué presentado al Primer Congreso de ciencias naturales que se reunió en Tucumán en el mes de noviembre de 1916. Como lo dicen sus autores en la introducción, no habiendo aparecido hasta la fecha ninguna obra de conjunto sobre la flora argentina, la Sección botánica del Museo de historia natural de Buenos Aires, creyó de su deber, desde su creación en 1914, tentar la publicación de un católogo que reuniera, con las indicaciones sinonímicas y bibliográficas indispensables, las especies fanerógamas conocidas para la República Argentina. Resultado de esa resolución es la aparición del importante volumen que con- tiene las Gimnospermas y Monocotiledoneas indígenas, que permite establecer la interesante estadística siguiente : Géneros Especies CFIMNMOSPLEMAS o... 7 185 Monocotiledoneas .... 266 1489 Total e 273 1507 No tengo por qué encarecer la importancia de la obra, digna del mayor en- comio. A. C. SCALA. Quelques Orchidées de 1"Argentine, por Lucien HAUMAN, en Anales del Mu- seo nacional de historia natural de Buenos Aires, tomo XXIX, páginas 353 a 389 marzo 22 de 1917). (Tirada aparte del autor.) Un folleto de 38 páginas, con pag ; 8 láminas (15 figuras). El estudio detenido del material correspondiente a esta importante familia lleva al autor a la conclusión de que se conocen a la fecha 36 géneros con 110 especies. Dada la falta de datos de la existencia real, en la región subtropical, anticipa la posibilidad de mayor cantidad que la enunciada. Agrupa ese número por regiones en esta forma : A. Región subantártica (región patagónica-andina, del Neuquén a la Tierra del Fuego : 29 especies. B. Región subtropical (subdividida en subregiones : oriental, occidental y cen- tral) : 68 especies. C. Región intermedia (Mendoza, San Luis, Córdoba, Buenos Aires) : 20 es- pecies. Trae nítidos grabados, índice bibliográfico y alfabético. A. C. SCALA. cis O — A BIBLIOTECA DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA PUBLICACIONES RECIBIDAS EN CANGE EXTRANJERAS - Alemania Zeftschrift der Gesellschaf fur Erdkunde, Berlin. — Verhandlungen des Naturhisto- rischen Vereins der preussischen Rhina- lande-Westfalens,etc.. Bonn. —Abhandlungen herausgegeben von Naturwissenschaftiichen Verein. Bremen. — Deutsche Geographische Clátter, Bremen. -- Abb. der Kaiserl. Leop. Barol. Deutschen Akademie der.Naturforscher, Halle. — Nachrichten von der Konigl Ges- lelschaft der Wissenschaften, Gottingen. — Sitzungsberichte und Abhandlungen der Na- turwissenschaftlichen Gesellschaft, Dresden. — Naturforschenden Gesellschaft, Leipzig. - - — Mitheilungen aus dem Naturhistorischen y Museum, Hamburg. — Mittheilungen der geographischen Gesellschaft, Hamburg. — Berichte der Naturforschenden Gesellschaft, Freiburg. — Jahres Berfchte des Naturwis- senschaftlichen, Elberield. — Schriften der “Phisikalisch — Okonomischen gesellschaft, Stuttgart. — Drucksache Andeu Verlag von Sud-u- Mittel Amerika, Berlín. — Sitzungs- berichte der mathematische, physikalischen Klasseder, K. B. Akademie der Wissenschaf- ten Munchen. Australia Records of the geological Survey, Sydney. Austria-Hungría Verhandlungen des naturforschen des Ve- reines, Brúinn. — Annalen des K. K. Natur historischen of Museums, Viena. — Verhand- lungen der K. K. Zoologisch Botanischen ge- sellschaft, Wien — Sitzungsberichte des deutschen naturwissenchaftlich Medicinis- _chen Vereines fur-Bohmen, « Lotos » Pra- ga. — Jarhbuch des Ungarischen Kapathen Vereines, Iglo. — Annales Historico-Natu- rales Musei Nationali Hungarici, Budapest. — Sevceuko Gessellschaft der Wissenschaf- ten in Lemberg. Bélgica Acad. Royale des Sciences, des Letres et des Beaux Arts, Bruxelles. — Ann. de la Soc. Entomologique. Bruxelles. — Ann. de la Soc. Royale Malacologique, Bruxelles. — Bull. de | > X PAssoc. des Ing. Electriciens Institute Mon- tefiore..— Liége. — Societé Internationale de Dialectologie Romane, Bruxelles. Brasil Boletim da Sociedade de Geogrephia, Rio Janeiro. — Bol. do Museo Paraense, Pará. — Rev. do Centro de Sciencias.Letras e Artes, Campinas. — Bol. da Agricultura, S. Paulo. — Rev. do Museo Paulista, S. Paulo. — Co- missao Geográphica é Geologica. San Paulo. — Bol. do Observ. Meteregico, Rio Janeiro. — Bol. do Inst. Geographico é Etnographico, Rio Janeiro. — Rev. da Sociedade Scientifi- ca, Sao Paulo. — Rey. do Club de £ngen- haria, Rio de Janeiro.'— Revista «A Lavou- ra », Río de Janeiro. Canadá Report of the Geologinal Survey, Ottawa. Chile Rev. de la Soc. Médica, Santiago. — Ver handlungen des Deutsrhen Wissenschaftli- _chen Vereines. Santiago. — Actas de la Soc. Científica de Chile, Santiago. — Rev. Chile- na de Hijiene, Santiago. — Ofic. Hidrográ- fica de la Marina de Chile, Valparaíso. — Rev. Chilena de Historia Natural, Valparaí- so. — Rev. de Arquitectura, Santiago. — Anuario del Servicio Meteorológico de la Di- rección del Territorio Marítimo, Valparaíso. — Rev. de la Oficina de Mensuras de Tierras, Santiago. — Rev. de Ingenieria y Arquitec- tura, Valparaíso. Colombia An. de Ingenieria. Soc. Colombiana de Ingenieros, Bogotá. — Rev del Ministerio de Obras Públicas, Bogotá. — Bol. del Mi- nisterio de Relaciones Exteriores, Bogotá. Costa Rica Oficina de Depósito y Cange de Publica- ciones. San José. — An. del Inst. Físico Geo- gráfico Nacional, — San José. — Bol. de Fo- mento, Órgano del Ministerio de Fomento, San José. Society Engineers, New York. — Proceeding Cuba of the Academy of Natural Sciences, Phila- Universidad de la Habana, Cuba. — Bol. | delphia. Proceeding of the American Phrilo- del Observatorio Meteorológico del Colegio | sophical Society, Philadelphia. — Procee- de Belén, Habana. — Rev. de la Facultad | ding of the Indiana Academy of Sciences, de Letras y Ciencias, Habana. — Anales de | Indianopolis. — Proceeding of the Califor= la Academia de ciencias médicas, físicas y | nia Academy of Science, — San Francisco. naturales, Habana. — The University of Colorado. « Studies ». Colorado. — University of New Mexico Li- Ecuador brary, Albuquerque. — Michigan Academy of Sciences. Lausing-Michigan. — The En- Rev. de la Soc. Jurídico-Literaria, Quito. — An. de la Universidad Central del Ecua dor, Quito. España Bol.-de la Soc. Geográfica, Madrid. — Bol. de la KR. Acad. de Ciencias, Barcelona. — KR. Acad. de Ciencias, Madrid. — Rev. de la Unión Ibero-Americana, Madrid. — Rev. de Obras Públicas, Madrid. — Rev, Tecnológica Industrial, Barcelona. — Rev. Industria é invenciones, Barcelona. — Rev. Minera Me- tarlúrgica y de Ingeniería, Madrid. — Bol. de la Real Sociedad Espanola de Historia Natnral (Museo de Ciencias Naturales), Ma— drid. Estados Unidos Bul!. of the Scientific Laboratoires of De- nison University, Granville, Ohio. — Bull. of the Lloid Library of Botany, Pharmarcy and Materia Medica, Cincinati, Ohio. — Bull. of the New York Botanical Garden, New York. — Bull of the Wisconsin Natural History Society Milwankee, Wis. — Bull. of the Uni- versity, Kansas. — Bull of the American Geographical Society, New York. — Jonrnal of the New Jersey Natural History, New Jersery, Trenton. — Journal of the Military Service Institution. of the U. States. — Jour- "nal of the Elisha Mitchell Scientific Society, Chapel Hill. Nord-Carolina. — Memoirs of the National Academy of Sciences, Washington. — M. Zoological Garden, New York. — Pro- ceeding of the Engineers Club, Filadelfia. — Ann. Report Missouri Botanical Garden. San Luis M. 0.— Association of Engineering So- ciety San Louis, Mas. — Bull. of the Museum of Comparative Zoology, Cambridge-Mas. — Bull. of the American Mathematical Society, New York. — Trasaction of the Wisconsin Academy of Sciences, Arts and Letters, Ma- dison Wis. — Transactions of the Connecticut Academy of Arts and Sciences, New Haven. — The Engineering Magazine, New York. — Sixtenth Annual Report of the Agricultu- ral Experiment Station, Nebraska. — The Library American Association for the Advan- cement of Sciences. Care of the Universily, Cincinati Ohio. — Secretary Board of Com- misioners Second Geological Survey of Pen- sylvania, Philadelphia. — Smithsonians Ins- titution, Washington. — U. S. Geological Survey, Washington. — The Ohio Mecha- nies Institute, Cincinati — University of Ca- lifornia Publications, Berkeley. — Procee- ding of the Davemport Academy, Jowa. — Proceeding and transaction of the Associa- tion, Meride. Conn. — Proceeding American -gineers Society of Western Pensylvania, Pittsburg. — Bulletin of the Hadley Clima-= tological Laboratory of the University of New Mexico. New Mexico. — Ohio Agricultural Experiment Station, Wooster-0hio. — Ame- rican Institute of Mining Engineers, New York. — Washington University Studies. San Louis M-0. — American Midland Natu- Talist University of Notre Dame, Indiana. Filipinas Bulletin of the Manila Central Observa= tory, Manila. Francia Bull. de la Soc. d'Etudes Scientfiques, An- gers. — Bull de la Soc. des Ingénieurs Ci- vils de France, Paris. — Bull. de la Soc. de Géographie Commerciale, Paris. — Bull. de la Acad. des Sciences et Lettres, Montpe- lier. — Bull. de la Soc. de Topographie de France, Paris. — Recueil de Médecine Vété- rinaire, Alfort. — Travaux Scientifiques de PUniversité, Rennes. — Bull. de la Soc. de Géographie Commerciale, Bordeaux. — Bull. de la Soc. des Sciences Naturelles et Ma- thematiques, Cherbourg. — Ann. des Mines, Paris. — Min. de Instruction Public et des . Beaux Arts, Paris. — La Feuille des Jeunes Naturalistes, Paris. — Ann. de la Soc. Lin- néenne, Lyon. — Bull. de la Soc. de Géogra-- phie Commerciale, Havre. — Bulletin de la Societé de Etude des Science Naturelles. Be- ziers. — Bulletin de la Societé de Geographie, Rocheffort. — Journal de la Societé des Ame- rreanistes; Paris. — Revue des Pyrénées, Toulouse. — Ecole Nationale Imperieme des Mines, Paris. — Cercle au Tour du Monde, Boulogne sur Seine. Holanda Acad. R. des Sciences, Amsterdam. — Ne- derlandche Entomolog. Verseg, Rotterdam. Honduras de Revista de la Universidad de Honduras. Tegucigalpa. AE Inglaterra The Geological Society, London. — Minutes of Proceeding of the Institution of Civil Engineers, London. — Institution of Civil. Engineers of Ireland, Dublin. — The Gua- terly Journal of the Geological Society, Lon- don. — The Mineralogical Magazini, Londres. (Concluirá en el próximo número). x r = Ñ MG DE LA SOCIEDAD. ENT o ARGENTINA DIRECTOR: Docror HORACIO DAMIANOVICH / 4 MARZO-ABRIL 1917. — ENTREGAS MTI-IV. TOMO LXXXIII ye sl ÍNDICE ; '/TTOMAR SCHMIEDEL, Reacciones y momentos de apoyo de arcos parabólicos .. —LÓFILO ÍSNARDI, Sobre las tensiones de vapor del bromo sólidO.............. Ramón G. LoyarTe, La permeabilidad magnética del hierro y del níquel para escuacioneshertzanas (Conclusión). ia eta aaa aaa apa ia eel eeh e Primera reunión nacional de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales (Con- VUE SS AA SE RON A lo EA A E O o AA Ea a IB - Resoluciones de la Junta directiva... ............ Ro NANA AENA O E ART SA BIBLIOGRAFÍA oooorcccrorecnncrrrrrrs A A E ASIA EA SERA BUENOS AIRES IMPRENTA Y CASA EDITORA DE CONI HERMANOS 684 — CALLE PERÚ — 684 1917 ER Jo Vicepresidente < Secretario de actas Secretario de correspondencia... ESO NEO lu. ros des Joao APRA de DUO. Vora les sE DN IO po RENA Gerente ..... DIRECTIVA Ingeniero Nicolás Besio Moreno Doctor Cristóbal M. Hicken Doctor Francisco P. Lavalle Doctor Alfredo Sordelli Doctor Alfredo E. Ferrario Ingeniero Arturo Hoyo Doctor Eduardo Carette Ingeniero Pedro A. Rossell Soler Doctor Guillermo Schaefer Señor José M. Orús , ñ Ingeniero Juan José Carabelli - e Ingeniero Emilio Mallo! , Coronel ingeniero Arturo M. Lugones Ingeniero Domingo Selva Ingeniero Emilio Rebuelto Ingeniero Enrique Butty Señor Juan Botto . ; ADVERTENCIA Los colaboradores de los 4nales, que deseen tirada aparte de 50 ejemplares de sus artículos deben solicitarlo por escrito. Por mayor número de AS de- berán entenderse con los editores señores Coni hermanos. Tienen, además, derecho a la corrección de dos pruebas. Los manuscritos, correspondencia, etc., deben enviarse a la Dirección, calle / Cevallos, 269. Cada colaborador es personalmente responsable de la tesis que sustenta en sus escritos. PUNTOS Y PRECIOS DE SUBSCRIPCIÓN La Dirección. Local de la Sociedad, Cevallos 269, y principales librerias $ m/n OLI carito Dinioicta ro cae A NS 1.00 DOTADO e OS eS 12.00 ¡Número atrasadosa a 2er oca ne . 2.00 Número atrasado para los socios ....... 1.00 5 La subscripción se paga adelantada El local social permanece abierto de 3 a 7 y de 8 a 11 pasado meridiano Ñ REACCIONES MOMENTOS DE APOYO DE ARCOS PARABÓLICOS Pork EL INGENIERO OTTOMAR SCHMIEDEL En el tomo LXXVIII, página 129 y siguientes, de estos Anales se encuentra la publicación La aplicación de la ecuación de la línea elás- tica en el cálculo de vigas parabólicas en la que son calculados y junta- dos en diversos cuadros coeficientes de flexión, con ayuda de los cuales el cálculo de arcos parabólicos resulta relativamente sencillo y rápido. Con la creciente aplicación de cemento armado en toda clase de construcciones aumentan también los casos de la aplicación de arcos empotrados, etc., así que debe considerarse los trabajos dedica- dos a esta materia como útiles para oficinas de proyectos, y los inge- nieros calculadores seguramente aprovecharán todos los datos que les servirán para la abreviación del cálculo. Como complemento del trabajo de tomo LXXVIII se publica en los cuadros siguientes las reacciones y los momentos de apoyo de arcos parabólicos, siendo los cálculos de estos valores basados sobre la aplicación de los coeficientes ¿, k, m, n, r, q, s, t, 2, del artículo men- cionado. En el cálculo de momentos y reacciones quedó fuera de con- sideración la influencia de la variación elástica producida por los componentes que obran en el eje normalmente a las secciones, es de- cir, los coeficientes c, d, e, y, siendo desconocida en lo general la a dE relación —. F En la mayoría de los casos realmente puede prescindirse de la consideración de esta variación elástica que depende de la sección F. AN. SOC. CIENT. ARG. — T LXXXIN 6” 98 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Naturalmente los valores en los cuadros siguientes son también de muchísima utilidad para el caso de la necesidad supuesta de introdu- cir la influencia mencionada en el cálculo, puesto que facilitan un , 7! primer cálculo para determinar la relación p “on mucha aproxima- ción. Una vez conocida ésta, puede ejecutarse rápidamente el cálculo exacto aprovechando los coeficientes del caso. Sea repetido, sin em- bargo, que en lo general podrá prescindirse de tal exactitud. Para los momentos vale lo generalmente usual : momentos girando a la derecha (véase fig.) tienen el signo positivo. Los cuadros dan los valores para arcos empotrados, arcos empotra- dos con articulación en el vértice y arcos con dos articulaciones en sus apoyos (fig. A, B y €). No se formó un cuadro para R, siendo R¿= Q — R,. , MOMENTOS DE APOYO DE ARCOS PARABOLICOS 1<0%0 TIO%O + 6000 L00 zro%0 0100 c90%0 PIO%0 TIO%0 PLO%0 910%0 egro%0 L80%0 8TOo%0 500) 9010 1300 8T0%0 0) 9300 1300 8210 vE0%0 0g0' 8930 8r0%0 PPO0%0 168% 2800 ¡AO 00T“0 3w0%0 0800 GUÍAN 9P0%0 PE00 LG r0 150%0 8£0%0 9pr'0 8200 PPO%0 TLTO L90%0 1200 LO0z'0 080%0 1900 ee3%0 860'0 8200 9pT'0 6800 8500 £910 8600 290% P8r'O 6010 PLO%0 3130 vEr'0 9800 0230 epT'0 TOTO 080 OLTO TGTO TPE“O 0130 perO eIc0 9L3'0 8030 GLL'O 60P%0 TIE“ Z8S“T 908% 0890 L0=4 810 8PT'0 6800 8030 P9r'0 AO) 9830 £g8T'0 PILO 3L30 8030 TETO 038%0 TPG'0 acr'O 8880 L8z%0 6810 68P'0 968% 6£3'0 099% 0LP0 3380 9660 8690 06P0 60% G8£'T Y VU Vd 0330 L1Z%0 0) 9P3'0 TPZ'0 g£T'0 DLER 03 G GST do ezE%0 L08%0 LLI“O 180 9880 6030 £9P0 930 9230 982%0 6720 c32%0 16L%0 TOL%O IPPO Sor T 9P0'T 0L9%0 1SPG gL0% TLPT SHUO'TVA 0060 2960 05c%0 0981 erp"T ££8%0 L8L'Z 898% 608'T 6930 P83'0 918% Z9v 0 c91'0 O8T“O Z08%0 03g%0 8TP%0 PIS“ L8T'O v0% cre'0 980 OLP“0 6L<%0 ¡ALAN cg3'0 660 ezv'0 Legó0 399% 1930 9L3'0 ELPO zZO0s'0 9390 PLL“0 6630 670 915% Zr90 TSLO 1860 898%0 90P0 TEL'O LLL 0P6'0 L9T“T GLP0 1330 6860 1SO“T €£S3 6 y ANALES DE LA SOCIEDAD CI 100 00% 00%0 00%0 000 000 000 00%0 00%0 00%0 000 00%0 00%0 00%0 00%0 00%0 000 000 000 000 00%0 01=2 0800 + ESOO 0800 + 3800 + 1800 + E80'0=+ 1800 + e80'0 + 1800 + e800 + 3800 + g80%0 + 3800 + p80%0 + 3800 + p800 + £800 + PS00 + 800 + 3800 + 905 SEL 05 960 IET LETO + OT O 8310 + gro + Caro UETEO SF 0810 + 8eT'0 + TS TOS 6210 + AO OPT O + TO + OPIO + 9810 + 6810 + AO G91'0 + Sp T0 => 9910 + GvT0 + L9T“0 + 9PT0 + DOMO 8pT'0 + 6910 + OStO + 0,10 + ZSrO + DO pero + CLIO EOS PLIO + 6ST“0 + AUTOS HIDOS SEO 8810 + 6LT0 + OPIO + 0810 + ar TiO + STO vPT'0 + SOMO LOA FEO 6vr'0 + 981'0 + 3rO + 8810 + Segr'0 + 6810 + LGT “O + GRO + SITO + SITO LO CLIO + TOS T8T 0 + 6TTO + 3810 + CASO P8T'0 + varo + G8T“0 + LO ISO 0810 + 6810 + Ser o + 0610 + STO £8T“0 + /, SHHO'IVA 9,0% + QUO 8100 + LISO 6L00 + LEO 3800 + SO p80'0 + GLTO + 9800 + OO 6800 + LSO 1600 + 610 + v60%0 + T8TIO + 1600 + ELLO 0800 + ero + 1800 + ¿ero + g80%0 + 6810 + ve0'0 + 6210 + 2800 + 0910 + Lg0%0 + 0910 + 8800 + TIMO 6£00 + TITO + TP0'0 + 910 + Pro 0 + gsró0 + AE0> OPIO + 3300 — OPIO + SANA OPIO + 2300 — o0P10 + CIN OPIO + 8300 == OPIO + 00 ARO ¿00 == PIO + 1300 — ANS 6100 — g8sT'O + d0=3 Ll L-db=1"1:0="n dl 0800 — 0310 + 1800 ORO OO) 0 £800 — 6110 + c80'0 — GIO + 9800 — SEO 8005 UNO 0600 — DO 1600== AAN 0600 — co1L'0 + 6£10 — 00r'0 + TED = 6600 + AAN 6600 + 9PT“0 — 8600 + 6v10 — 1600 + gero — 2600 + LOBO P600 + IIS £600 + POLO = 3600 + p9T“0 — 610% + (Ya 101 s MOMENTOS DE APOYO DE ARCOS PARABOLICOS 00 0. 60005 AB TOMO MEE ONO ESOO 790-0528 GS OLOR EGO TAO E LOGO ROSTRO AE) 0000 + | 1000 — | vo0'0— | 6000 — | 2vo0 + | 0g0%0 — | svoto— | 0900 — | 6.00 — | 00T'o— |" y) E ¿000000 DA MELO ESOO TOO FSDONO Ss [RSS 0 LD ESOO MacOS A 0000 + | 000%0— | go00'0— | 8000 — | ¿100 — | 6300 — | gevoo— | 6200 — | 6.0'0— | 6600 — | "yv SS AN ANO IO ADA O EOS ES DS a O E 000% + | 0000 + | z00%0— | 100%0— | 9ro'o— | 6300 — | croto— | 6s0%0— | e100— | 6600 — |: y)" E NO DA LAA AO O OA O O EAS Ono E 1000 + | 0000 + | z00%0— | ¿000 — | vro'o— | 930% — | ovoo— | ¿oo — | 2100 | se00= |: y) E 3000 + | 6000 == [0600 | €s0'0 + | 6ro'0+ | 2900 + | 9800 + | 20r0=5 | 8610 + | 6r0+ (“dl ma 1000 + | 1000 + | 1000 — | s00'0— | goto — | v300— | 8e0'0— | 9s0'0o— | 900 | 2600 — |: y)" OO GOD PO GOO E SO-0 == OGOS0 + (89040 1 SSO'O => BOL 0 ESTO EGO ia ME 100%0 + | 1000 + | 000%0— | +oo0%0— | 11000 | 300 — | 9800 — | +eoo— | +00 | esoo |: y)” ET NOA IDA NA ANS EN NO O AA DA (A AE LO O CO LOU GOO PGOU GOO ESOO ESOO ELO OA REO 0 | a OO GOO ORO SOMO TEOL0 E 1 OLOF0 1 GOO PEO EOS OO 1000 + | 300% + | z00%0) + | 1000 — | 200%0— | 810'0— | 1g0'0 — | evr0%0— | 6900 — | £600 — 24040 > > SOS SSS SOS OSOS SOS SS 1010 SO NA MN 10 O g SHNOTVA gd: b=%Y MOMENTOS DE APOYO DE ARCOS PARABÓLICOS 103 Los valores de los cuadros se prestan en primer lugar para la cons- trucción de las líneas de influencia como demuestra el siguiente ejemplo. Construcción de la figura de influencia para el momento de flexión en punto D. Las ordenadas de influencia que corresponden a los pun- tos 0, 1, 2... 1”, 2”... (véase fig. 4), sean ho, h,, hz... hy, har... Resultan : 1 hs =(+0,008 . 0,75 + 0,001 . 5 — 0,018 .0,1875). L= 7 0,0041. L paa ha =(+0,031 . 0,75 +0,001 . 5 0,061 .0,1875). L-= + 0,0123. L h,=(+0,065 . 0,75 — 0,000. —0,121 .0,1875). L=+0,0261.L hs =(+0,110 . 0,75 — 0,004 . : — 0,189 .0,1875). L= + 0,0451. L h, (+ 0,163 . 0,75 — 0,011. E — 0,256 .0,1875). L— +) 0,0798. L h¿=—(—0,177.0,25+0,176 . E 0,317 3048875). L == 0,0468, L 1 h, =—(—0,712 . 0,25 +-0,160 . 7 +-0,368. 0,1875) . L—-+-0,0290. L l h, = —(—0,643 . 0,25-0,140. 5 --0,406.0,1875). h, = —(—0,572 .0,25+-0,118. UN 0,431 .0,1875). E. A Sd pS h, = —(—0,500 . 0,25-—-0,095.. UE 0,439 .0,1875). 1 Es hy, =—(—0,428 . 0,25 1-0,074 > + 0,431. 0,1875). E En El a h, =—(—0,357 .0,257-0,054 . -0,406. 0,1875). 2 il Q Qu hy, =—(—0,288 . 0,25-0,056.. > 0,368. 0,1875) ' SAS 0099 9 0 092 »] 1 0 2 E 0 SN by, =—(— 0,223 0,20 => JUiZz. 2 0N 9 / , (5) == 3.0,25 z 1-0,256.0,1875 t¿, =—(—0,163. A aS 1575) il E hy =—(—0,110 .0,25—2-0,004 . > 0,189. 0,1865) h., =—(—0,065 . 0,25—-0,000 . +0,121 .0,1875). Í == 137] (91 1 % DEN tg =—(—0,031 . 0,25—.0,001 . 3 0,061 . 0,1875). » Al Ñ hy =—(—0,008 . 0,25—0,001 . 5 AF O01S:. 0, LS TD): Figura 5 muestra la figura de influencia cala diez veces aumentada. con las ordenadas h en es- ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA L=-+0,0146. L=-+0,0063.. L—=-—0,0048. L=-—0,0108. L=-—0,0139. .L=-—0,0150. 5). L=—0,0147. .L=-—0,01284 .L=——0,0099. L=——0,0064.. L=—0,0032.. L=——-0,0009. SOBRE LAS TENSIONES DE VAPOR DEL BROMO SÓLIDO CONFERENCIA LEÍDA EN LA SECCIÓN DE CIENCIAS FÍSICO-QUÍMICAS DE LA ACADEMIA EL 13 DE SEPTIEMBRE DE 1916 Por TEÓFILO ISNARDI Profesor de físico-química $ 1. En el curso de una investigación sobre disociación del bromo, en que debía mantener constante la presión por el principio de la pa- red fría, tuve la sospecha de que los valores de las tensiones de vapor del bromo sólido medidos por Ramsay y Young no eran exactos, de- biendo ser los valores verdaderos mayores que los aceptados hasta ahora. Me propuse entonces estudiar separadamente el asunto empe- zando por conocer los métodos de medida empleados hasta hoy. Sobre las tensiones de vapor del bromo existen, que yo sepa, tres trabajos experimentales : En 1885 C. W. B. Roozeboom (*) midió las tensiones de vapor entre cero y sesenta grados, es decir para bromo líquido hasta el punto de ebullición. Los valores encontrados están representados en la curva que puede verse más adelante y fueron rectificados en 1886 por Ramsay y Young (**), cuyos valores son tenidos hasta hoy por exactos. El método de Ramsay y Young fué deseripto por los mismos inves- gadores en 1885 (***) : T (fig. 1), es un termómetro cuyo bulbo está re- cubierto de algodón (en el caso del bromo se usaba amianto); en B está contenido el líquido cuya tensión de vapor desea medirse ; el re- cipiente se prolonga en un tubo á través de la llave € y su extremidad curvada llega a tocar al termómetro. A, es un recipiente de vidrio, rodeado de otro que hace las veces de camisa de vapor v está cerrado (*) C. W. B. RoozEBOOM, Rec. Trat. Chim. Pays-Bas, 3, 29, 59, 73, 84. 1884. (+) W. Ramsay Y S. YOUNG, Jour. Chem. Society, 49, 453. 1886. (E) W. RamsaY Y S. YOUNG, Jour. Chem. Society, 47, 48. 1885. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIIN 7 106 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA con un tapón de goma. El recipiente A comunica, por medio del tubo EF de 15 mm de diámetro con un recipiente condensador E, introducido en una mezcla frigorífica. El tubo A se calienta por medio de parafina o agua caliente, o sino por ebullición de un líquido contenido en el recipiente exterior como indica la figura. El experimento se realiza vaciando primeramente el aparato tanto como sea posible (por medio de una bomba de Sprengel lo hacían Ramsay y Young). Haciendo girar la llave, O, el líquido entra en el aparato, desliza hacia abajo por el termómetro y atraviesa el algodón, empapándolo. Se calienta entonces el tubo A y tan pronto como la tem- peratura y la presión permanecen constantes son leídas y anotadas. Se admite una pequeña cantidad de aire por la llave D y vuelve a leerse la temperatura y la presión. Este proceso se repite muchas ve- ces hasta tener un número suficien- te de observaciones. En ei caso del bromo se intercala entre el aparato y el manómetro una amalgama sólida de sodio y mercurio Se comprende fácilmente que este procedimiento dará valores equi- vocados si la velocidad de condensación es tal que no permite llegar a un estado de equilibrio o si la velocidad de evaporación es tan pe- queña que tampoco sea posible dicho equilibrio. En esos casos las tensiones observadas serán menores que las ver- daderas tensiones de saturación. Las observaciones de Ramsay y Young se extienden solo unos po- cos grados por debajo del punto de solidificación del bromo y sus re- sultados han sido tomados en cuenta por Tsuruta (*) y tratados termo- dinámicamente deduciendo de ellos la temperatura del punto triple (— 7,19) y el calor de sublimación. La curva que los representa dibu- jada en la figura adjunta esta de acuerdo con los valores anotados por Tsuruta y ha sido prolongada hasta — 21 suponiendo que satisface una ecuación de la forma: (*) TsuraTa, Physikal. Zeitschr., 1, 147, 1900. SOBRE LAS TENSIONES DE VAPOR DEL BROMO SÓLIDO 107 a | > lp al log p = Dr blog TC (1) que se deduce de la ecuación de Clausius suponiendo constantes los calores específicos. Un tercer trabajo experimental sobre las tensiones del vapor de bromo se debe a Cl. y M. Cuthbertson (*) y es de fecha más reciente. En él las observaciones se extienden hasta la temperatura de — 56,09 y las tensiones han sido ópticamente medidas. El objeto del trabajo es demostrar la posibilidad de calcular la ten- sión de vapor de un gas, midiendo directamente, por medio de un re- fractómetro de Jamin, el índice de refracción. Con tal objeto un recipiente conteniendo 1 ó 2 g de bromo Kahlbaum era sumergido en una mezcla frigorífica y puesto en comunicación por medio de un tubo de vidrio con el recipiente del refractómetro. Me- dido el índice de refracción se supone exacta la ley que expresa: «la refrangibilidad es proporcional á la densidad » o sea ON == = const. d Esta fórmula es solamente aproximada (**), Por medio de ella, y conociendo la densidad del vapor a una determinada temperatura, puede calcularse la constante k y luego todas las demás densidades. Cuthbertson supone exacto el valor de Ramsay y Young para el punto de fusión del bromo (p = 44,5 mm Hg) y ha calculado así los valores de la tensión de vapor que están representados en la misma figura antes mencionada. Una serie de medidas entre — 50% y — 89 duraba solo una hora. Los mismos autores hacen notar que los valores por ellos determi- nados satisfacen á una ecuación de la forma : == 005 (1 bis) pero que los valores obtenidos por Ramsay y Young son para algunas temperaturas sensiblemente más bajos que los calculados. (Para — A o) 1949 1010 Pinto, = 19,9 mm): Las experiencias de Cuthbertson, cuya base de cálcula reposa sobre un valor de Ramsay y Young no pueden tener mayor seguridad que (*) CL. Y M. CUTHBERTSON, Proc. Roy. Society. Serie A, 85, 306. 1911. (*) O. D. CHWoLsoN, Traité de Physique, tomo 2, página 223. 108 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA estas últimas, aun cuando revelen la forma de la curva y valores apro- ximados de la tensión. Es de notar sin embargo que en el intervalo de temperatura en que midieron Ramsay y Young sus valores son menores que los calculados por Cuthbertson, como puede verse en la figura adjunta. $ 2. Parecióme, pues, interesante medir las tensiones de vapor del bromo sólido y me propuse hacerlo por dos métodos distintos. Primer método : un manómetro de aceite, M (fig. 2), estaba en comu- nicación por una rama con NA un tubo, T, conteniendo A LA BOM bromo de la casa Poulenc, previamente analizado pa- ra cerciorarme de su pure- za (*%). La misma rama co- municaba con un pequeño recipiente, R, conteniendo ácido sulfárico y con un tubo unido á la bomba. Entre el manómetro y el tubo con bromo estaba in- tercalada una llave de alto vacío, L. AE IE M A LA BOMBA === (===========-= La segunda rama del manómetro, de más de 1 m de altura, estaba en comu- ig, 2 nicación con un tubo de vi- ; drio difícilmente fusible, O, conteniendo carbón de coco, que sumergido en aire líquido absorbía los últimos restos de aire, según la propiedad conocida y utilizada para obtener un vacío muy perfecto. Construído el manómetro, el aceite era suavemente calentado para dejarlo libre de aire, que en un principio se extraía con la bomba y al final era absorbido por el carbón. Después de ocho días el aceite ya no tenía aceite y estaba listo para la medida. Esta consistía en sumergir el tubo con bromo en una mezcla frigo- rífica y observar la tensión máxima marcada por el manómetro. El aparato había sido previamente evacuado manteniendo el bromo (*) Debo agradecer al doctor Enrique Herrero Ducloux el análisis del bromo para cerciorarse de la ausencia del cloro. SOBRE LAS TENSIONES DE VAPOR DEL BROMO SÓLIDO 109 sumergido en aire líquido; el ácido sulfúrico servía para absorber la humedad. Al final de cada medida me cercioraba de que no existía aire en el aparato por condensación del bromo con aire líquido. Durante toda la duración de las medidas el tubo con carbón era mantenido en aire líquido.. La densidad del aceite fué posteriormente medida, sacando por se- parado el de una y otra rama del manómetro, y empleando el procedi- miento del picnómetro, que dió valores sensiblemente iguales en los dos casos. La diferencia del nivel en el manómetro era medida con aproxima- ción hasta el milímetro con una regla graduada. Las mezclas frigoríficas usadas fueron : I, hielo y cloruro de sodio; TL, hielo y cloruro de amonio; ILL, hielo y cloruro de potasio; eran man- tenidas en recipientes aislados al calor y se hacían en cantidad sufi- ciente como para mantener constante la temperatura durante una hora. Las temperaturas correspondientes a esas mezclas eutécticas fueron medidas con un termómetro de resistencia de platino graduado por la Phisikalisch-technische Reichsanstalt en Charlotemburgo y previamente controlado a cero y a cien grados; se obtuvieron los valores : Mezcla 1. NaCl y hielo........ — 21,12 — II. (NH) Cl y hielo.... — 15,59 = II ml — 10,99 de los cuales los dos últimos difieren un poco de los valores anotados en las tablas de Landolt (— 15,8 y — 11,1 respectivamente). Se hizo también una determina- ción a cero grado. Segundo método (indicado por el A LA BOMBA doctor Gans): Un balón, B (fig. 3), == de más de un litro de capacidad es- | taba en comunicación por medio de un tubo secador, S, con otro tubo, 'T, conteniendo el bromo (1 ó 2 g). = En el tubo secador se puso cloruro SO de calcio granulado. ES Por otro lado el balón estaba co- municado con un pequeño tubito de condensación, O (capacidad 3-4 : cm?), y con la bomba. Fig. 3 Comenzaba por evacuar comple- tamente el aparato, para lo cual mantenía el bromo sumergido en aire 110 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA líquido y luego cerraba a la lámpara la comunicación con la bomba. Sumergía entonces el tubo de bromo en la mezcla frigorífica (las mis- mas empleadas antes) y esperaba una hora. Al cabo de ese tiempo cerraba a la lámpara la comunicación del balón con el tubo de bromo y medía la temperatura ambiente. Condensaba después por medio de aire líquido, todo el bromo en el pequeño tubito y cuando el balón parecía perfectamente incoloro ce- rraba a la lámpara. Por pesada calculaba la cantidad de bromo, haciendo la corrección de empuje. El volumen del balón fué medido pesando con agua y vacío (aún sin aire), teniendo en cuenta la densidad del agua a la temperatura de la experiencia y el volumen del tubito de condensación. La idea de este método es, pues, una modificación del método de Dumas ; conociendo la masa de bromo contenida en el balón y el peso molecular se calcula n el número de mols (gramo-moléculas) conteni- das en un volumen, +, medido y a la temperatura ambiente t?, El cálculo se hace después por la fórmula : pv=mRT (L= 2715 3-6): El uso de esta fórmula para el caso del bromo y en los límites de temperatura y presión en que yo he trabajado se encuentra justificado por los trabajos de Perman y Atkinson (*) quienes encontraron que hasta cerca de 3009 GC. la densidad del bromo es normal. Para R adopté el valor (**): R— 0,08207. Para el peso atómico del bromo fué adoptado el valor (***) : m=="19,92 con que figura en las tablas desde el año 1909 y que corresponde al de 107,88 para la plata. $ 3. Resultados. Temperatura : — 21,19. (*) PERMAN Y ATKINSON, Proc. Roy. Society, 48, página 45, y 66, 10. 1900. (*) W. NERrNsST, Theoretische Chemie, 7'* Auflage, página 42. (+) LANDOLT y también ABREG, Handbuch der Anorganisehen Chemie, 1V, 2, página 215. aja ALEA EA Ea 97447 | aaa MAA OE aaa aaa A carnales ESTERO ata HP arta AAA A A A A Cobre Hierro Cobre A —> == = = e a — A == FT de Desviaciones 20 Desviaciones AN Desviaciones Posiciones Posiciones Posiciones del del del del puente de puente del puente galvanómetro galvanómetro galvanómetro Ad mm q mm E mm 40 42 0 45 20 17 42 70 5 53 25 35 44 116 10 62 27 41 46 165 15 73 30 72 48 149 20 88 32 105 46,5 164 25 103 33 151 47 165 28 106 35 266 45,6 161 30 106 36 318 46,2 169 33 105 36,5 335 49 120 35 100 87 335 51 77 87 90 37,5 342 50 92 40 89 38 280 52 59 45 74,5 37,7 335 54 24 50 63,5 40 188 55 54 41 140 E 60 48,5 49 104 (Curva fig. 10) 65 41 45 52 ¿=0,126 E ES 50 23 55 11 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 180 150 120 90 60 Fig. 12 Fig. 13 po OS E Al Íd= 0069 Y 180 240 1/50 120 180 90 120 60 - AS MA gol 7 | LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL 117/0l Enero 8 de 1916 A Hierro Níquel Cobre ===> >> ña a ===> Posiciones LR Posiciones Eo Posiciones ais gel o galvanómetro del Sao galvanómetro del In galvanómetro mm mm mm 0 44 — 4, 33 10 9 5 49 0 39,5 15 12 10 57 5 44 20 22 15 68 10 59 25 97 20 87 15 S4 27 97 25 108 20 129 28 120 30 134 23 154 29 150 59) 150 25 185 30 165 BY 152 29 195 30,5 175 40 150 30 211 31 173 45 141 31 203 31,5 170 50 122,5 33 182 32 157 25 92 35 165 33 124 60 74 37 138 34 98 65 62 40 109 53) 79 70 53 45 70 36 60 (Curva fig. 11) 50 49 ar =o ñ 55 38 39 33 60 29 42 19,5 47 ii (Curva fig. 12) 55 6 (Curva fig. 13) 18) ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Enero 12 de 1916 Cobre Níquel Posiciones Desviaciones PO OnER Desviaciones del puente da del puente del a galvanómetro Ed salvanómetro mm A y 6,2 0 17 10 13 5 20 E 19 10 23 20 35 15 29 23 65 20 36 25 98 95 49 27 155 298 64 28 181 30 72 29 2 39 81 30 300 33 89 31 330 35 104 e 300 37 117 31,5 310 39 141 33 243 41 165 34 172,5 43 172 35 138 44 1172 36 109 45 170 37 84 | 47 162 38 76,5 49 135 40 47,5 50 129 45 22 53 100 (Curva fig. 14) 56 17 59 60 63 45 68 33.9 TO 31 75 22 (Curva fig. 15) LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL 123 Observaciones para la longitud de onda : A = 63,5 cm Enero 19 de 1916 Hierro Cobre ak — A Desviaciones JA Desviaciones Posiciones Posiciones del del del puente del puente E galvanómetro ds galvanómetro mm mm —5 Jal 0 12 mur 3) TE) 5 21 10 37 10 217 13 715,5 15 41 15 133 18 53 16 165 21 65 16,5 164 24 78,5 17 155 25 82 18 134 26 sd NO 102 27 S4 20 66 28 84 21 48 30 81 23 29 31 dd 25 18 32 al 30 8 34 62 (Curva fig. 17) 36 51 38 42 40 36 45 22,5 50 15 (Curva fig. 16) El acoplamiento fué un poco estrecho, por eso 3cobre es algo grande sin embargo Znierro — 3cobre da el mismo valor para un acoplamiento menor. 124 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Enero = 60,5 cm 20 de 1916 ez Posiciones del puente mm 16 14,5 15,4 17 18 19 21 Cobre > Desviaciones del ¡galvanómetro mm (Curva fig. 18) 180 150 1/20 90 60 Hierro e —— Pons ca de E galvanómetro mm — 5 24 0 29 1) 36 10 48 13 59 16 70 18 718 20 83 21 85 22 82 23 78 25 (al 28 55 31 39 34 31 39 23 d4 20 Hierro a — »>P/ Desviaciones Posiciones del puente pS E galvanómetro mm 6 23,5 0 32 5 39 10 56 13 65 16 - 86 18 94 NO 98 20 105 21 103 22 102 24 97 26 92 28 81 30 65 33 52 36 43 40 31 45 24 LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL 0NAN PAN ADD MEN 12o| /00 $0 60 20 100, 80 125 126 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 1 = 60,5 cm Enero 20 de 1916 7 Desviaciones E Desviaciones Posiciones tel Posiciones 1el de de del puente del puente galvanómetro galvanómetro mm mea mm sí Hierro (curva fig. 19) Níquel (curva fig. 21) — 6 23,5 0 20 27 5 28 5 38 S 37 10 46 10 41 13 62 13 58 360 16 76 14 67 18 s7 16 90 19 93,5 18 118 3250 20 94 20 132 21 95 21 140 92 95,5 92 135 2d 24 92,5 25 95 26 sl 27 66 28 70 29 52 30 59 32 36 dd 33 46,5 37 21 36 37 45 13 40 26,5 120 45 24,5 Níquel (curva fig. 20) Cobre (curva fig. 22) 0 23 5 18 60 5 28,5 10 32 S 36 12 47 10 41 13 49 13 56,5 15 110 15 78 14 sl 16 34 16 165 18 104,5 18 3115 20 124 13,5 373 21 128 19 363 22 123 20 286 24 100 21 173 25 90 22 121 26 74 23 79 27 64 24 65 29 48 25 45 32 32 271 27 36 21 32 13 ps S: pl en LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL 127 Observaciones para longitud de onda : + =31,5 cm Marzo 6 de 1916 A A Cobre Níquel HAZ PR A 0 Desviaciones . . | Desviaciones Posiciones Posiciones del del del puente e del puente S galvanómetro galvanómetro mm mm mm mm 35 31 30 22 40 45 35 23 42 59 40 25 43 72 42 32 44 107 44 38 45 116 45 3) 46 109 46 51 47 TO 47 33 48 60 48 48 50 43 50 41 55 30 53 31 (Curva fig. 23) 56 27 61 25 70 23 (Curva fig. 24) 120 100 |. 30 60 20 128 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Observaciones para longitud de onda : += 31,5 cm Marzo 6 de 1916 Cobre Níquel —á A — —_—_—_— A ns Desviaciones Sn Desviaciones Posiciones del Posiciones del e e del puente Z del puente > galvanómetro galvanómetro mim mm mm mm 35 20 35 25 40 44 40 38 42 66 42 53 43 s1 44 64 44 110 45 71 45 100 46 76 47 52 47 TO 49 32 49 51 52 18 51 38 46 70 55 28 (Curva fig. 25) 60 22 100 80 60 g0 20 LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL 129 Para la onda de 31,5 em y en algunos otros casos que hemos indi- cado el decrecimiento logarítmico fué calculado del siguiente modo (1): Es e aL le E IE A íN (68) 5 A» .r KÑ —_— A aji — ES 27 sa Ma siendo además 1, la amplitud de la corriente para n, e ? la amplitud para 2,. Como nosotros medimos 2,? e 1* pongamos : CARD 1 ly” pan (69) SNE dl — $28 así resulta para los valores x,, xr, de 2. Za 1 A abs == 2 E (70) Za 1 ¡AN Mo Lo” A y finalmente : 1 1 PRE 5) PE 1 => A y Px b == 2=0, (10) ql 2 ale Lo” Fig. 27 ecuación que se refiere al vértice de la curva observada como origen y que permite el cálculo de 3 sin error aun cuando haya existido una acción directa del oscilador sobre el circuito de la pila. La resistencia para corrientes continuas correspondiente a cada cen- (1) ZENNECK, loc. cit., página 570, 1905. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXII 9 130 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA tímetro de los hilos de níquel y hierro respectivamente, fué medida haciendo uso de una instalación como la indicada por la figura 27. Los resultados fueron : Hierro Níquel Desviaciones en mm Desviaciones en mm I 10 mI 1 10 000 R=0,4|" 105 | 105,3 | 105,3 R=0,4| 106 | 106 | 106 R= 07 | LS2 132 132 IN=0D034.. 100 79,5 79,5 Re E o PS Re | 105,5| 106,0| 106,2 Rs = 0,4330 Rs = 0,4000 La longitud del hilo era La longitud del hilo fué de 810 mm así es: de 8506 mm así es : dm =534. 1006.08. w, 496. 10*C. G. $. Cálculo de y. Del valor del decrecimiento logarítmico calculado en cobre es ne- cesario deducir el decrecimiento que corresponde al cobre mismo, usando la fórmula : 07 : dV ns (12) 4a l02nat — a así es para A=100 cm, d. =0,005 A= 60,5 cm, By = 0,004 A= 91,516, 210,005: Deducidos estos valores, el resto es el decrecimiento de las ondas incidentes, valor que hay a su vez que deducir de los respectivos de- crecimientos calculados en níquel y hierro para hallar los decreci- mientos que producen estos materiales. Así resulta para níquel y hierro LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL Ni Níquel Hierro a ——— A a n 7 Cm 3 n / Cm 3 3.10% | 100 | 0,049. 4,95.10% | 60,5| 0,042. 9,52.10% | 31,5| 0,029. 3.10% | 100 0,106 4,95 .10% | 60,5| 0,700 9,52 .10* | — = Ut Ut Qu De la ecuación indicada para los cálculos resulta teniendo presente que en níquel es : a=02 mm dd 21m 4000 EG AS: y en hierro: 05m ad == 2 mm: 1 0 09 0 OIGO: resulta : log níquel — 9) (€) (So 18) (ap) -] > 1 O? = 5 108 ynierro=5,24051 + log ¿*n. e Níquel | Hierro 1 y y 3.10% | 14,6 | 58,4 AA ADA a "9,52 .10% | 16,8 Determinación de y. para ondas largas Para la medida de y. en esta región nos valimos de la instalación figura 28, instalación usada primeramente por Wien (1) para la pro- ducción de ondas poco amortiguadas por choque. | 7 |] Ñ Z ZE o Pila Fig. 28 Los condensadores 11 y III eran a aire, y variables y calibrados en la Physikalische Technische Reichsanstalt. Llamemos 3 el decrecimiento logarítmico de las oscilaciones en el circuito III. El condensador del circuito I era a mica y variable; sea (1) Max WiEN, Erzeugun wening gedámfter, ete. Ann. der Phy., Band 25, 1908. 132 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA además v la resistencia del mismo circuito para el número a de osci- laciones por segundo, s la conductibilidad, w la resistencia para el caso estacionario y a el radio del hilo, se tiene según Stefan o” — 2113 — wa /mys (73) donde L es además el coeficiente de autoinducción del circuito. 1200 ae MES 20 uNa a NE NE 1000 MR. Grados 0 190 160 180 20 40 60 $0 100 17 Fig. 29 De esa ecuación resulta : p = — L*3'n (74) Tlw, siendo 1 la longitud total del hilo usado, w, la resistencia óhmica por centímetro. Midiendo L, 3, 1, l y «+, podemos entonces calcular y. El circuito TI tenía una forma rectangular importando los lados 49 cm y 14,7 cm respectivamente; «a y b son los topes del condensador. Los cuadritos negros 1, 2, 3 y 4 representan cuatro cubitos de ebo- nita muy pulida en la cual terminaban cuatro barras de vidrio fijas en una plataforma de madera, recubiertas con una capa de goma laca. La goma laca fué colocada en seco, calentando las barras de vidrio en una estufa y pasando luego sobre ellas una barra de aquella substancia. El hilo se colocaba bien tirante, formando lo más exactamente po- sible un rectángulo. En el caso de cobre la autoinducción del rectángulo a, a, 1, 2, 3 y 4 es (1): (1) ZENNECK, loc. cit., página 996. LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL MTS 2ab 2ab == ¿ | a 102nat ==, — db 108nat ==, +- PS a Ear YD) e r(d +/ar + 0») A + 2 (Ya: Hb? —a— 0) a = 49 cm DELAS r = 0,025 así resulta VTA: Para conocer la autoinducción L, que corresponde al pequeño rec- tángulo aa/bb', buscamos el máximum de la curva de resonancia corres- pondientes a los mismos con diferentes valores de los lados del rec- tángulo. En la primera experiencia fué a= 49 cm b= 14,7 cm L=1540 y C= 451 em (capacidad). En la segunda es decir lA o O, fué Cu ==9595 Es (L + L,) C =(L, + Lp) €, así resulta L.==2067 En el caso del cobre la autoinducción total usada en todos los ca- sos fué L + L,=1746 C. G. 8. PROCEDIMIENTO Se afinaban los circuitos 1 y 11, acoplados bastante estrechamente y se medía la curva de resonancia de las ondás que el circuito H dé- bilmente acoplado con el 111 producía en éste. ¿ Se medía la curva de resonancia para el mismo período formando el rectángulo 1, 2, 3 y 4 una vez con cobre, otra con níquel y por fin con 134 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA hierro, tomando todas las precauciones para que la superficie fuese siempre la misma, lo cual era permitido por la rigidez de la instalación. El acoplamiento entre los circuitos fué en todos los casos el mismo. La pila termoeléctrica se acopló siempre débilmente. La autoinducción correspondiente al circuito de níquel y hierro se calcula por la comparación de sus curvas de resonancia con las del cobre. Del decrecimiento calculado para el cireuito con cobre es necesario deducir el decrecimiento que produce el cobre mismo, calculándolo con la fórmula (72), el resto es el decrecimiento calculado en los circuitos de níquel y hierro para obtener el que corresponde a estos materiales. Las medidas Miss Julio 7 de 1916 o Cobre Níquel Hierro _-__ SS A — ¿OOO Posición A Posición Des. Posición 2 Desviaciones Desviaciones _ | Desviaciones en grados . en grados en grados ARA del EA del E del del índice ; del índice : del índice : galvanómetro valvanómetro galvanómetro del con- del con- |' del con- mm mm b mm densador densador deusador 30 il 20 3 20 15 30) 17 30 15 25 24 36 10 33 45 30 713 37 25 35 100 32 103 38 62 36 151 34 147 38,5 134 37 156 35 149 38,8 155 38 143 36 147 39 154 39 113 37 149 39,5 107 41 64 38 138 40 3 45 40 40 122 41 24 45 29 43 82 42 12 50 16 45 70 43 S 60 9 50 46 48 2 ASS 55 38 Curva fig. 31 7 25 (Curva fig. 30) a ) 70 e s0 21 == (Curva fig. 32) LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL Cobre AH eÓn Desviaciones en grados A del de] índice y galvanómetro del con- mm densador 35 0 40 105 45 2 48 5 50 9 52 26 53 50 54 109 55 ES 56 101 57 42 58 25 60 9 63 6 66 2 70 0 (Curva fig. 35) 160 120 $0 40 n= 6,33 . 10% seg—* Julio $ de 1916 Níquel APA A Posición |. A Desviaciones en grados lel del índice y E galvanómetro del con- mm densador 35 2 40 7 45 26 47 48 49 91 51 144 52 170 53 iS 54 152 56 109 58 718 60 50 65 26 70 15,6 80 9 == 1823 (Curva fig. 34) Hierro OT T_T Posición en grados del índice Desviaciones del galvanómetro del con- densador sE 30 12 40 52 43 86 45 115 47 130 49 140 51 144 53 140 56 114 59 98 63 al 67 51 72 45 80 33 100 22 L = 1860 (Curva fig. 35) 135 136 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 0 140 OS /G0 120 4/20 100 100 80 :80 60 60 290 20 170 100 80 60 90 LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL 13 Cobre A A Posición 0 en grados Desviaciones del índice lo del con- galvanómetro densador mm 60 1 65 3 68 7 70 10 E 15 E 26 74 40 e 63 de 114,5 11 188 717,2 179 77,5 173 18 151 dE 91 So 34 84 11 87 6 90 3 (Curva fig. 36) RR 6 [— 1 n= 5,4 .10' seg Julio 7 y 8 de 1916 Níquel —— Posicion se Desviaciones en grados On del del índice E galvanómetro del con- |9 mm densador 50 2 2) 5 60 19 65 51 67 78 68 91 69 114 70 129 “71 145 72 156 72,5 156 73 156 75 139 UY 106 s0 74 85 40 90 25 95 17) 100 7 Me Ji (Curva fig. 37) Hierro Posición en grados del índice Desviaciones dei galvanómetro del con- densador EE 4(0 5 50 24 35 45 60 75 65 112 67 Y 69 130 al 129 70 130 713 130 76 114 s0 92 85 76 90 62 95 50 100 43 110 37 DMESTSTo (Curva fig. 38) 138 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA <00 160 120 120 - ¡£80 120 100 200 go 160 120 60 B0 LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL 139 Julio 14 de 1916 Cobre Níquel Hierro Posición ES Posición SA Posición A dos Desviaciones ii EN a ados Desviaciones e Sa o del índice ES del índice e CS galvanómetro ER galvanómetro EI galvanómetro densador pa densador mm Or mm 120 9 110 16 70 15 140 30 120 33 s0 23 143 46 125 51 90 40 146 101 130 84 95 52 145 70 135 110 100 ll 148 165 140 138 105 89 149 204 145 138 110 113 150 279 145 134 115 137 150,5 290 150 116 120 199 151 281 155 94 125 Lea 152 240 160 73 130 79 153 195 165 60 135 57 155 127 70 48 140 172 157 TS 179 39 150 143 160 46 E 160 128 165 26 ar 170 110 170 99 (Curva fig. 40) 180 94 180 15 == U916 (Curva fig. 39) (Curva fig. 41) Los decrecimientos que corresponden al cobre mismo y que han sido calculados por las fórmulas fueron para m—=7,48.10% 6,33.10% 5,4.10% 3,75.10* respectivamente. Los decrecimientos logarítmicos de las curvas de resonancia fueron 140 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA calculadas usando la curva de calibración del condensador del cir- cuito III. De la fórmula N. == iS 7 2) _1—y de se deduce 3=92r11 —1/ —]1/ 7 e a siendo €, la capacidad que corresponde a a, y CU, la capacidad que corresponde a 2,. 160 1/20 80 20 Fig. 40 Fig. 41 De estos valores de < es necesario deducir lo que corresponde a las incidentes. Así resultan los siguientes amortiguamientos para níquel y hierro. LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL 141 Níquel | Hierro 0 0 7,48.10% | 0,196 | 0,56 33.10% | 0,20 | 0,60 A O LA 75.10% |'0,27 | 0,73 Con los datos anteriores resulta BOBIR n E A; níquel | hierro SO 158 | 122 SO rad | 199 5,4 .10% | 13,6 | 114 3,75.10% | 15,3 | 114 La medida de la permeabilidad del hierro y del níquel para campo estacionario (A = >09) muy débil, fué efectuado con una instalación como indica la figura 42. Los campos fueron producidos con una bo- bina de 66 em de largo de un diámetro de 12 mm la que tenía 604 vueltas de hilo de cobre. Los núcleos de hierro y níquel fueron preparados juntando hilos de 30 em de longitud hasta formar un espesor conveniente. En el caso del níquel fueron 17 hilos de 0,54 mm de espesor. En la parte media se formó un arrollamiento de 250 vueltas. En el caso del hierro fueron 16 hilos de 0,59 mm de espesor; el arrollamiento fué de 200 vueltas. Las medidas Níquel : Desviaciones Con la inducción mu- ) j : Hierro : Conmutando conmutando la co- tua sin conmutar la E z . la corriente rriente de la bobina. corriente. Desviacio- Desviacio- Desviacio- nes nes nes volts K,o a a E Ro Lu AA E R,o Ta TI I II JU TI I LA e PA TR RÁ A NA | Ñ 2,05 | 10 | 90 | 8£ 2,05 (4000| 80 | 718 2,05 | 100| 74 | 73 2,05 | 20 |46,5| 46 2,05 [7000| 45 | 45 2,05 | 70 | 106| 93 142 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA De las ecuaciones B= 40 = Y don 0, 2BNq = 2y. . 4rn,1,Nqg =Cf, (78) n= 04. resulta O 7 LS 87n,1,Nqho da así resultó : y, =13 para níquel, ¿= 158 para hierro. Estos son sólo valores aproximados, siendo un límite superior de los mismos. Así de todas nuestras medidas resulta 7 pa “níquel| ' hierro 0 13 158 3,75.10% | 15,3 | 114 6,33 2108 ui Lo AB 105 E 190 3.102 cos e 4,95.10% | 18 49,2 A Se ve en el caso de níquel que la permeabilidad magnética aparente aumenta o en el peor de los casos queda constante y no disminuye como parecía resultar de la curva de Arkadiew. Si A es muy pequeño, el níquel sería un representante de las cur- vas figuras 3, 5 y 6. Los resultados en hierro defieren muchísimo de la curva que dan las medidas de Arkadiew, Klemencic, Jobn, Birkeland, Battelli, ete. (ver fig. 2), pues según nuestras medidas la diminución no es tan enor- me como la indicada en la curva figura 2, por más que ella se refiera a diferentes materiales y a diferentes campos. El hierro es un representante de la curva figura 7. El número de nuestras medidas no permite aun la determinación de algunas de las constantes que figuran en nuestras ecuaciones de la página 15. LA PERMEABILIDAD MAGNÉTICA DEL HIERRO Y DEL NÍQUEL 143 De nuestras medidas resulta que los magnetones del hierro son mucho más amortiguados que los del níquel. ] En un próximo trabajo investigaremos a partir de 30 em para abajo, a fin de completar las curvas y poder deducir el valor de las constan- tes y discutiremos los errores de observación. Las dificultades que ofrece tal determinación son muy serias, sin embargo merece la pena ocuparse del asunto, por la importancia que tendría completar las curvas 3 á 7. RAMÓN G. LOYARTE. PRIMERA REUNIÓN NACIONAL DE LA SOCIEDAD ARGENTINA DE CIENCIAS NATURALES (Conclusión) El tema general de esta sección era: Ensayo de una cronología sis- temática de los terrenos sedimentarios de la República Argentina. Con este motivo, hubo un cambio de ideas entre los especialistas, y se resolvió designar de entre ellos una comisión que presentará su informe, en loreferente a la estratigrafía de Tucumán, en la segun- da Reunión nacional que se celebrará en Mendoza dentro de dos anos. Despertó mucho interés el bosquejo geológico de Tucumán que presentaron los doctores Bonarelli y Pastore, como resultado de un viaje efectuado expresamente, por encargo de la sociedad y con la ayuda del gobierno tucumano. Los autores resumieron al mismo tiempo las ideas de los geólogos anteriores, como Stelzner, Bracke- busch, etc. Se aprobaron, además, los siguientes votos : « La sección de Geología hace suyas las conclusiones del ingeniero Hermitte, referentes a las nuevas investigaciones y trabajos por realizarse en las zonas, correspondientes a los yacimientos petrolí- feros de la Patagonia. » «La sección de Geología dando la mayor importancia a la creación de un instituto oceanográfico, resuelve acordar un voto de aplauso a la comisión oceanográfica, organizada para esa iniciativa, y formula votos para que el superior gobierno nacional, los institutos y las per- PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 145 sonas que se interesen por esta clase de estudios le presten una be- névola acogida. «La sección de Geología ha considerado con complacencia la co- municación de los señores Guillermo Schulze y comandante Ruíz Moreno, tendiente al levantamiento de la carta topográfica de la república y dada la importancia que ésta tiene para la confección «dlel mapa geológico-económico de la misma, recomienda a los poderes públicos le presten toda su atención. » Se aprobó igualmente una proposición en el sentido de contribuir a la formación de un archivo de vistas fotográficas de los diversos as- pectos de la naturaleza argentina, a base de la colección existente en la Dirección general de minas y geología, la cual se encargaría de distribuir copias a todos los establecimientos de educación del país. En la sesión del sábado 25, y a moción del ingeniero Hermitte, la concurrencia se puso de pie en homenaje a la memoria del director del Instituto geográfico militar coronel Benjamín García Aparicio, fallecido el 12 de octubre pasado, a quien tanto debe el progreso de la geografía argentina. II. — Paleontología Abrió la sesión su presidente el señor Carlos Ameghino con una conferencia sobre los yacimientos fosilíferos del valle de Santa María en Catamarca, regiones limítrofes, y. sobre la formación araucana en general. Publicamos en seguida sus párrafos principales : Amablemente invitado a hablar en el acto de la inauguración de la pri- mera Reunión nacional de la Sociedad argentina de Ciencias Naturales, en esta histórica ciudad, he creído que el mejor tema y de más oportunidad al iniciar las tareas de la sección de paleontología, de la cual se me ha hecho el alto honor de designarme presidente, sería disertar sobre los yaci- mientos fosilíferos araucanos de los valles Calchaquíes. Esto, en primer término, por tratarse de una región de estudio que se encuentra más a la mano para los estudiosos residentes en la ciudad de Tucumán, y en se- gundo lugar por el hecho (del que tendremos oportunidad de ocuparnos al tratar el tema general de esta sección), de haberse encontrado reciente- mente vestigios de la presencia del hombre en otros estratos de la misma AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIIM 10 146 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA formación, hecho que, como se comprenderá, da un gran interés al estudio de estos terrenos. Una excelente reseña histórica de los descubrimientos y conocimientos de la fauna fósil de los depósitos araucanos de Santa María ha sido dada ya por el doctor Florentino Ameghino (Revista argentina de historia na- tural, tomo I, entrega 2, 1891). De ella me limito, pues, a extractar a con- tinuación los principales datos históricos que servirán como introducción a esta disertación. « En el mes de diciembre de 1876 — dice Florentino Ameghino — el señor Inocencio Liberani, profesor de historia natural en el Colegio nacional de Tucumán, aprovechando las vacaciones del fin del año escolar, hizo una corta excursión al valle de Santa María de Catamarca, con el propósito de recoger objetos con que enriquecer el pequeño gabinete que en el mencio- nado establecimiento tenía a su cargo. «Al penetrar en el mencionado valle encontró en distintos puntos depó- sitos de moluscos, y en otras partes, entre capas de areniscas, grandes esqueletos de vertebrados, de los que llevó muestras al gabinete de historia natural del colegio. « Lleno de regocijo con los resultados obtenidos, comunicó su entusiasmo al rector del colegio, señor doctor José Posse, quien se dirigió al ministro de Instrucción pública, pidiendo recursos y licencia para efectuar una se- gunda excursión con mayores elementos. <« Atendido satisfactoriamente su pedido, en los primeros meses del año siguiente (1877), hizo el señor Liberani otra exploración en la misma región, acompañado de su colega el profesor Rafael Hernández, recogiendo durante ella una considerable cantidad de objetos arqueológicos, y además dos gliptodontes. « En enero de 1885, el señor Manuel B. Zavaleta llevó a Buenos Aires una notable colección de antigúedades calchaquíes, recogidas en la provincia de Tucumán, y una coraza completa de un gliptodonte que decía haber sido desenterrado en el valle de Tafí». Invitado el doctor Ameghino a exami- narla, ereyó que también en este caso se trataba del Plohophorus Ameghinoi, pues el ejemplar se encontraba completamente envuelto en las mismas are- niscas que los que se habían exhumado en el valle de Santa María en Ca- tamarca. » La coraza de que habla Florentino Ameghino en los pasajes que preceden no se refiere al género Plohophorus. Cuando fué director del Museo Na- cional, el doctor Ameghino, hizo limpiar esta pieza y desembarazarla de la ganga envolvente y no con poca sorpresa pudo cerciorarse de que se trataba de un pequeño acorazado del grupo de Selerocalyptus, distinto del Plohophorus, y probablemente nuevo. Durante la excursión que realicé en 1905 a Uatamarca y Tucumán, he PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 147 podido comprobar que no existen yacimientos fosilíferos araucanos en el valle de Tafí. Por otra parte, según informes de vecinos de Santa María que conocieron al señor Zavaleta, la citada coraza procedía de la Hoyada, al oeste de Santa María. Esta pieza no ha sido incluída por Rovereto en su obra sobre los estratos araucanos, y pienso dar de ella una descripción ilustrada en las actas de esta reunión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los estratos araucanos se presentan en el valle de Santa María a partir de poco antes de la población del mismo nombre, hasta la pequeña aldea de Andalhuala hacia el sur, estando generalmente adosados al pie de la falda occidental del Aconquija. Tienen un espesor aproximado de 300 metros y se presentan general- mente fuertemente dislocado o inclinados, especialmente los grandes trozos de la formación que se encuentran destacados del faldeo de la sierra hacia el valle. En cuanto a aspecto y naturaleza estos potentes estratos pueden divi- dirse en dos secciones distinguibles a primera vista : la sección inferior consta de capas arcillosas micáceas de color chocolate o vináceo, relativa- mente blandas. La sección superior es en cambio fuertemente cimentada y se compone casi exclusivamente de una arenisca gris arcillosa o gris ver- dosa, muy micácea que ha sido calificada de arkosa. ! Los depósitos de que me ocupo aquí constituyen un piso, el piso arauca- nense, de la formación araucana, la cual consta en total de los pisos si- guientes, empezando por el más antiguo : Rionegrense, araucanense, hermo- sense y Chapalmalense — cuyos yacimientos se hallan distribuídos desde el Chubut (laguna Blanca) y Río Negro, hasta el norte de la Argentina (Tucumán, Catamarca y Salta). Este conjunto geológico, que el doctor Adolfo Doering fué el primero en reconocer como una formación distinta de la formación pampeana, y a la que llamó « formación araucana », ofrece en efecto diferencias faunísticas importantes con esta última, de las cuales señalaré aquí brevemente algu- nas de las más notables y mejor comprobadas. En primer lugar mencionaré algunos de los géneros más importantes y característicos del araucano, que no pasan al pampeano. Dejaré por ahora de lado el piso rionegrense, cuya fauna tiene afinidades más bien con el terciario antiguo de la Patagonia (formación santacruceña), como ya lo había hecho notar Rovereto. Primeramente haré notar que las aves del extinguido grupo de los Es- tereornithes (Hermosiornis, etc.) llegan al araucano y no pasan de él. Entre los mamíferos lo mismo debe decirse de los Proterotéridos tan abun- dantes en el terciario antiguo de la Patagonia. Entre los Tipotéridos tenemos en el araucano los géneros Trachypothe- rium y Protypotherium (pero no Typotherium, como veremos en seguida). 148 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Entre los Toxodontes, existen en el araucano los géneros Xotodon y Tri- godon, ete. Entre los roedores hay que notar ante todo las formas gigantescas del erupo de los Megamys que están representadas hasta el Chapalmalense por formas semejantes a Tetrastylus — y por otros géneros no menos impor- tantes, tales como Dicoelophorus, Protohydrochoerus, Argyrolagus, etc. Entre los desdentados hay muchos géneros interesantes que se encuen- tran en el araucano y no en el pampeano, como, por ejemplo, Plohophorus, Macroeuphractus, Proeuphractus, Nopachtus, Plaxhaplus, Palaeohoplopho- rus, ete., y además varias formas notables de carniceros, algunos de ellos de afinidades algo dudosas. Inversamente existen géneros en el pampeano que no están representa- dos en el araucano o que lo están muy rara y escasamente y en este caso, siempre por especies distintas, más pequeñas. Entre ellos pueden citarse : Glyptodon, Panochtus, Magatherium, Mylodon — entre los desdentados. Los guanacos (Auchenia), entre los rumiantes. Los mastodontes entre los pro- boscídeos. Macrauchenia (representada en el araucano por Promacrauche- nia); Equus e Hippidium entre los caballos, ete. En cuanto a los Tipoterios, merecen una observación. Siempre se ha creído que el género Typotherium no solo existía sino que era muy abun- dante en el araucano. Una comparación que he tenido oportunidad de hacer recientemente entre los ejemplares de Monte Hermoso y los del Pam- peano, me permite asegurar que no debemos considerarlo así. Los ejempla- res de Monte Hermoso son suficientemente distintos como para que pueda considerárseles como un género diferente : tienen la parte sinfisaria anterior de la mandíbula con bordes paralelos en vez de la estrangulación que en dicha parte presentan los del pampeano (carácter que ya fué anotado por Florentino Ameghino); el cráneo en los de Monte Hermoso posee una fosa lacrimal que falta en los del pampeano; el agujero suborbitario, muy pe- queño en los del pampeano, es sumamente grande en los hermosenses, etc. Es seguro, pues, que todas estas diferencias faunísticas, aparte de las es- tratigráficas, son más que suficientes para poder establecer que el araucano y el pampeano son dos formaciones distintas. En cuanto al carácter petro- gráfico el araucano consta principalmente de arenas y asperones, encon- trándose sólo depósitos de loes limitados y probablemente locales, como en Monte Hermoso y Chapalmalán. Así, pues, aunque se considere, como lo pretenden algunos autores, a la formación pampeana como cuaternaria, la enorme duración que ella repre- senta nos obliga a admitir forzosamente la edad terciaria de la formación araucana. » Se presentaron además los trabajos que a continuación se detallan : PRIMERA REUNIÓN NACIONAL , 149 Carlos Ameghino, Lista de los mamiferos fósiles del Museo de Tu- cumán; Sobre la pelvis de un desdentado fósil del mismo museo; Sobre un canino de Arctotherium del ensenadense de Buenos Aires, trabajado por el hombre contemporáneo; Huesos con surcos erróneamente atri- buídos a la acción del hombre. Las piezas de mamíferos fósiles estudiadas por el señor Ameghino, entre las cuales se encuentran algunas muy valiosas, fueron recogi- das en una excursión hecha por el señor Rodolfo Schreiter, prepara- dor del nuevo Museo provincial de Tucumán. H. v. Ihering, Historia del Río de la Plata. Eduardo Carette, Proboscídeos fósiles argentinos. C. Ameghino, La cuestión del género Machaerodus en la Argentina. M. Doello-Jurado, Sobre la presencia de ostras fósiles en Villeta (Pa- raguay). M. Doello-Jurado, Sobre los bivalvos fósiles del valle de Santa María. El tema que se había fijado para esta sección era: La edad de la Formación araucana y la presencia del hombre en ella, como asimismo en la formación pampeana, según los descubrimientos hechos después de la muerte del doctor Florentino Ameghino. » El señor Carlos Ameghino había llevado, con este objeto, la mayor parte de las piezas originales, que fueron presentadas en la sesión del martes 28 por la tarde, ante una concurrencia numerosa que espe- raba con interés esta disertación. Las principales piezas presentadas fueron las siguientes: varios objetos de piedra, puntas de lanza, bolas, raspadores, ete.; el fémur de un Ungulado perteneciente con seguridad al extinguido orden de los Toxodontia y a la familia Toxodontidae, y probablemente a la es- pecie que F. Ameghino llamó Toxodon chapalmalensis, aunque el di- sertante, como ya lo había dicho anteriormente (Physis, II, p. 38) duda de que pertenezca al género Toxodon Owen, del pampeano, pues muestra afinidades con los otros géneros de Toxodontes de Monte Hermoso. Este hueso presenta una punta de cuarcita introducida por el hombre contemporáneo. Hizo ver además algunos otros restos de huesos fósiles del pampeano inferior con incisiones que cree sean pro- ducto de la acción del hombre. La mayor parte de los instrumentos de piedra proceden del hori- zonte chapalmalense de la formación araucana en la vecindad de Mi- ramar (prov. de Buenos Aires). El señor €. Ameghino hizo referencia también a un hallazgo hecho 150 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA con posterioridad a los anteriores, y que aún no ha sido dado a cono- cer en publicaciones científicas. Se trata de otros restos de Toxodon (?) chapalmalensis, probablemente del mismo individuo al que pertenece el fémur que, como se sabe, estaba articulado ¿n situ con los huesos de la pierna y del pie. Estos nuevos restos comprenden una buena parte de las vértebras dorsales, también articuladas, lo cual es muy significativo en cuanto demuestra que el animal es realmente contem- poráneo del terreno en que yacía y que ha quedado sepultado en el mismo lugar. Además, estas vértebras exhibían entre sus apófisis dos láminas de cuarcita trabajadas por el hombre. Este hallazgo fué confirmado en una excursión realizada por el señor Ameghino en compañía del doctor Juan Keidel, jefe de la sección seología de la Dirección general de minas de la Nación, del doctor S. Roth, especialmente invitados al efecto por la dirección del Museo Nacional, a fin de que se pudiera comprobar sobre el terreno las con- diciones geológicas de estos descubrimientos. El señor Keidel, presente en la sesión, declaró que no podía dudarse de la autenticidad de estos hallazgos, en cuanto realmente correspon- den al horizonte chapalmalense, como lo había podido comprobar; pero expresó sus dudas respecto a la edad de aquellos terrenos, diciendo que ereía oportuno se procediera a nuevas investigaciones principal- mente estratigráficas. Esto dió lugar a un cambio de ideas entre los señores Hermitte, O. Ameghino, Keidel, Kantor, etc., aprobándose como consecuencia una proposición - formulada por el primero de los citados señores en la siguiente forma: «Considerando que los elementos actuales de juicio no son sufi- cientes para resolver respecto de la edad de los terrenos en que se encuentran los objetos arqueológicos, presentados por el señor Carlos Ameghino, como procedentes del piso chapalmalense de Miramar y cuya autenticidad ha quedado comprobada, la primera reunión de Ciencias Naturales aconseja se proceda a efectuar investigaciones geológicas comparativas y fisiográficas ». Al final de la sesión, la concurrencia se puso de pie en homenaje a la memoria de Florentino Ameghino. En la sesión del sábado 25, y a moción del doctor Ambrosetti, la concurrencia se puso de pie en homenaje a la memoria del antiguo profesor de la Escuela normal del Paraná don Pedro Scalabrini falle- PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 151 cido el 24 de abril de 1916, autor de los más importantes hallazgos y colecciones de mamíferos terciarios del Paraná. Il. — Botánica Su presidente el doctor Cristóbal M. Hicken inauguró las sesiones con una conferencia sobre la inmigración de los helechos en la flora tucumana. Presentó una serie de ejemplares de herbarios de las especies típi- zas de las Filicíneas tucumanas y por medio de interesantes mapas fitogeográficos demostró el camino seguido en su inmigración por las distintas especies. Se presentaron los siguientes trabajos : Miguel Lillo, Las gramíneas de Tucumán; Suplemento a la « Con- tribución al conocimiento de los árboles argentinos ». Lucien Hauman y señorita Vanderveken, Catálogo de las monoco- tiledóneas de la Argentina. Hans Seckt, Estudios hidrobiológicos, 1. Sehizomycetes y Flagellata. Sehiozophyceae. O. Spegazzini, Los hongos de Tucumán. Juana D. de Kyburg, Ensayos de histología sobre el género Nothofa- gus. Sus relaciones con la distribución de las especies argentinas. Ana Manganaro, Apuntes cecidiológicos. Augusto C. Scala, Ensayo de una nueva nomenclatura de las hojas compuestas; Clave universal para la determinación de las familias de las plantas (2% edición en preparación); Ensayo de un vocabulario alemán-español de términos técnicos botánicos. Renato Sanzin, Sobre plantas de Mendoza (Cactáceas). Julia Figueroa López, Colecciones de la flora local de Tucumán. León Castillon, Estudio de las Ciperáceas de Tucumán. C. M. Hicken, Presentación de una especie nueva de vainilla argentina. El tema de la sección Botánica era el siguiente: Utilidad del cono- cimiento de las floras locales de la República Argentina. Medios prácti- cos para obtenerlo. Sobre este tópico dió explicaciones el señor Hicken, destinadas especialmente a los profesores de historia natural, cuya actividad, en los distintos lugares en que residen, puede ser muy útil para el cono- 152 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA cimiento de la flora del país, reuniendo herbarios locales, que se remi- tirían a la sociedad para su determinación científica. En el eurso de la disertación inaugural el señor Hicken recordó a tres de nuestros botánicos, ausentes en la Reunión pero adherentes a ella, a saber: los doctores Carlos Spegazzini, Federico Kurtz y Juan A. Domínguez, cuya obra encomió en términos justicieros. Por encargo de la Sociedad de ciencias naturales, el profesor doe- tor Miguel Lillo, que posee el mejor herbario de la flora tucumana, hecho durante muchos años a sus propias expensas, ha redactado un capítulo sobre aquella flora, que se insertará en las actas del con- greso, acompañado de un mapa fitogeográfico de la provincia y de diversas vistas fotográficas. IV. — Zoología Esta sección fué inaugurada por su presidente, doctor Eduardo L. Holmberg, con una disertación sobre las proyecciones de la zoolo- gía en las distintas ciencias. Los trabajos presentados en esta sección fueron los siguientes : H. von Ihering, Ampullarias de la Argentina. E. L. Holmberg, Sobre las especies argentinas de Colioxys; Los yo- niléptidos argentinos. R. Dabbene, Notas sobre las especies argentinas de los géneros (reo- sitta y Cinclodes y descripción de algunas formas aparentemente nue- vas. Luis Dinelli, Biología de algunas aves de Tucumán. Carlos S. Reed, Sobre las aves de Mendoza. P. Jórgensen, Los tricópteros argentinos. Carlos A. Marelli, Larvas de langosta que acompañan a las mangas de Sehistocerca paranensts. Silvio Parodi y Victor Widacovich, Sobre una nueva especie de Tenia en el Ceratophrys ornata. Pedro Serié, Sobre ofidios venenosos de la República Argentina. E. Carette, Regiones zoogeográficas argentinas. Víctor Widacovich, Sobre el himen en los peces. L. Delétang, Introducción al estudio de las Cicadide argentinas ; Esbozo de un catálogo razonado de las mismas. J. Carbonell, Catálogo de las arañas Terafosas argentinas. C. Lizer, Primer ensayo bibliográfico de entomología argentina; Sobre PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 153 una nueva Hemipterocecidia argentina; Una nueva subespecie de Cero- plastes de la República Argentina. M. Doello-Jurado, Un gastrópodo nuevo para Tucumán; Moluscos utilizados por los indígenas de la Argentina. Fernando Lahille, Clasificación del reino animal; Estudio sobre nuestra langosta. Teresa Joan, Ginandromorfismo de una garrapata. El tema de la sección era: Bases para el mapa zoogeográfico de la República Argentina. A él se refirió la disertación del doctor E. Carette. V. — Biología general, anatomía y fisiología Esta sección sesionó, juntamente con la de Zoología, bajo la presi- dencia del doctor Holmberg. Damos a continuación la nómina de los trabajos que fueron pre- sentados : Horacio Damianovich, Los fermentos oxidantes y los procesos de- fensivos del organismo; Los fermentos oxidantes de la substancia gris y la actividad del sistema nervioso (a propósito de un trabajo reciente). Lucio Imaz Aphatie y Horacio Damianovich, Nuevo medio de cultivo de microrganismos obtenidos mediante la hidrolisis de la caseína por los fermentos proteolíticos. Víctor Widacovich, Desarrollo embriológico de la vaca. Víctor Widacovich y Silvio Parodi, Técnica empleada para el es- tudio de la evolución de la « Babesia bovis » en la garrapata; La reab- sorción de la grasa en los Cestodes. Luis Gueglialmelli, Acción química y acción tintórea sobre el proto- plasma vivo. Luis Gueglialmelli y José J. Carbonell, Acción de los colorantes derivados del di y trifenilmetano sobre el « Paramaecium caudatum». Carlos A. Marelli, Estudio anátomo comparativo del encéfalo de algunos roedores. Augusto €. Scala, Rol de los nucleolos en la división celular cario- cinética. 154 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA VI. — Antropología, etnografía y arqueología El doctor Juan B. Ambrosetti, presidente de esta sección, inau- guró las sesiones con el discurso del cual publicamos un extracto : Los estudios antropológicos y arqueológicos en nuestro país datan de pocos años. La exploración de nuestro territorio, en ese sentido, puede de- cirse, que comienza con la obra de Francisco P. Moreno, con sus trabajos en los cementerios del Río Negro, a los que siguieron los de Ramón Lista en el Arroyo Nancay en Entre Ríos, el de Estanislao Zeballos y el ingeniero Pico en el túmulo de Campana y la celebrada expedición del Colegio Na- cional de Tucumán, efectuada por los señores Liberani y Hernández a las ruinas de Loma Rica, en el famoso valle de Santa María o de Yocavil. Sin embargo, paulatinamente venían dándose noticias de hallazgos ais- lados de restos y objetos antiguos de industrias indígenas en casi todas las provincias argentinas, que algunos curiosos o personas inteligentes reunían y comunicaban a nuestros hombres de ciencia o museos : así es como Bur- meister pudo incluir algunos datos en su descripción física de la república; pero el que supo reunir todo el material conocido y dar una síntesis ani- mada y utilísima de todo nuestro país, fué el ilustre maestro Florentino Ameghino, al publicar su gran obra La antigiiedad del hombre en el Plata, columna miliaria de estos estudios, como con ¡justicia la llamó el doctor Lehmann-Nitsche. En esta obra en dos tomos dedicaba el primero a todos los antecedentes relativos a la antropología y arqueología del hombre americano y el segun- do a presentar las pruebas del hombre fósil pampeano. Ameghino con su obra data la verdadera posición de nuestra ciencia arqueológica que forma un grandioso puente cuyos estribos fincan en las dos grandes disciplinas inherentes a la naturaleza humana: las ciencias naturales y la historia. Por eso es que casi todos los arqueólogos han empezado por ser natura- listas, siendo en la gran mayoría de los casos, un hallazgo casual el que los coloca en esta nueva ruta, pero por eso es también cierto que on revient toujours ú ses premiers amours y ambas disciplinas frecuentemente quedan tan profundamente ligadas que es imposible dejar de interesarse por los estudios de la naturaleza, en cuyo soberbio escenario se ha movido el hombre y ha desarrollado su obra. Con la fundación del Instituto geográfico argentino y del Museo de La Plata los estudios antropo-arqueológicos, entre nosotros, tomaron vigor y desarrollo creciente. Patagonia, Misiones y la región Calchaquí, tan vinculada esta última PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 155 a la historia colonial, por la epopeya de las cumbres homónimas, cantada por el poeta tucumano, nuestro malogrado Adán Quiroga, fueron objeto de muchas exploraciones y trabajos extensos, que una larga bibliografía ya da cuenta de ellos; más tarde la Facultad de filosofía y letras con la fun- dación del Museo etnográfico que tengo el honor de dirigir y el Museo Nacional bajo la dirección del doctor Angel Gallardo, han continuado la obra, aportando al conocimiento de nuestra arqueología valiosísimos mate- riales cada vez más importantes. La expedición de Bove a la Tierra del Fuego y la francesa años más tarde, así como la sueca, aportaron grandes conocimientos a la etnografía de aquella zona. La obra de los misioneros franciscanos y salesianos contribuyó en gran parte al estudio de las lenguas, sobre todo de las del Chaco, y los nombres de Tavolini, Ducci, Remedi, Milanesio Carbajal y otros, son ya conocidos como sus antecesores, también religiosos, Macchoni, Valdivia, Febres y Falkner. A los nombres de Moreno, Lista Zeballos, Liberani y Hernández, obreros de la primera hora, hay que agregar el del venerable maestro de escuela don Marcos Sastre, que en una de las ediciones de su joya didáctica, el Tempe argentino, se ocupa de los cementerios indígenas de las islas del Delta, don Juan Martín Leguizamón de Salta, don Manuel Ricardo Trelles, don Angel Justiniano Carranza, el general Bartolomé Mitre, autor de un trabajo sobre las ruinas de Tiahuanaco y estudioso de las lenguas indígenas, el sabio italiano Pelegrino Strobel, que publicó algunos trabajos de arqueología patagónica, y el ingeniero Pelleschi sobre los matacos. Del Museo de La Plata debemos recordar a Ten Kate con sus grandes trabajos antropológicos, a Lafone Quevedo, autor de valiosos trabajos lingúísticos, a Bruch, el descriptor de las ruinas calchaquíes, a Lehmann- Nitsche, cuya actividad se ha polifurcado dentro de este grupo de estudios demostrando una especial predilección por el folklore. Entre la nueva generación no debemos olvidar los trabajos del profesor Félix F. Outes sobre Patagonia, Córdoba y Buenos Aires, del doctor Luis María Torres, sobre los indígenas del delta del Paraná, del doctor Salvador Debenedetti, sobre arqueología de Jujuy y San Juan, del doctor Carlos Marelli y la señora Dillenius de Lehmann-Nitsche, sobre antropología, del señor Eurico Boman, sobre arqueología calehaquí, y aunque en menor es- cala los señores De Carles, Urquiza, Toscano, Thibon y Kiihn, sobre diver- sos tópicos relacionados con estos estudios. La labor que en todo esto me ha correspondido no ha podido ser más modesta ; mis campos de acción han sido Misiones y la región calchaquí. Mientras tanto, y en la última década, Ameghino, ayudado por su hermano Carlos, cuya autorizada palabra habéis escuchado, acumulaba nuevas prue- bas sobre la existencia del hombre fósil argentino y colocaba las últimas piedras al grandioso monumento científico que levantara en treinta y cinco años de labor asidua y desinteresada, dándonos la certidumbre de un autóc- 156 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA tono americano, tan discutida desde los primeros tiempos de estos estudios. No es posible, señores, olvidar á Ameghino cuando se trata de la historia retrospectiva de las ciencias antropo-arqueológicas de la Argentina; su nombre ocupa por igual el primer puesto tanto en ellas como en las pa- leontológicas. La sección que tengo el honor de presidir al inaugurarse sus sesiones, rinde también su homenaje al sabio ilustre. La sección se ocupó preferentemente del tema fijado para la mis- ma, esto es, proyecto de reglamentación de yacimientos arqueológi- cos, finalizando el debate con el nombramiento de una comisión para que, sintetizando las opiniones diversas manifestadas, formule un pro- yecto que sería sometido a la Sociedad argentina de Ciencias Natu- rales y requiriría la aprobación del superior gobierno. La comisión quedó constituida por los directores de los museos de Buenos Aires y La Plata y del Museo etnográfico de la Facultad de filosofía y letras. A continuación se mencionan los diversos trabajos que se presen- taron en esta sección. E. Boman y L. M. Torres, Uniformación de leyendas para los mapas arqueológicos de la República Argentina y de Sud América en general. S. Lafone Quevedo, Sobre lenguas indigenas de la región Calchaquí. Salvador Debenedetti, Conclusiones generales de sus exploraciones arqueológicas en la provincia de San Juan. Carlos A. Marelli, Sobre los materiales antropológicos recogidos por la expedición de Eric Boman en la provincia de La Rioja. Agustín Larrauri, Piedras pintadas de la República Oriental del Uru- guay; Sobre objetos arqueológicos de la región de Cuyo : el campamento prehistórico de Represa del Carmen y sobre un ídolo fálico de San Luis. F. Lahille, Materiales para servir a la historia de los indios fueguinos. Carlos Ameghino, Estudios de los objetos hallados por el profesor Car- los Díaz en Río Hondo (Santiago del Estero). Entre estos objetos figu- 'an restos humanos fósiles y una punta de lanza de sílice. El señor Ameghino hizo un resumen de los hallazgos referentes al hombre fósil americano hechos hasta la fecha en la provincia de Santiago del Estero. El señor Juan B. Ambrosetti se extendió en consideraciones gene- rales sobre los yacimientos funerarios de Atacama. Presentó para probar sus afirmaciones una parte de la hermosa colección arqueo- lógica existente en el Museo etnográfico de la Facultad de filosofía y letras de Buenos Aires, exhumada por el publicista chileno doctor PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 157 Aníbal Echeverría y Reyes en los vastos cementerios indígenas que se extienden en los alrededores de San Pedro de Atacama. Sostuvo en sus conclusiones las constantes afinidades que presenta la civilización atacameña con la calchaquí y éstas, a su vez, con la de los indios Pueblos de la América del norte. Estas afinidades se pue- den observar de manera inequívoca estudiando y comparando entre sí los distintos artefactos producidos por las mencionadas civilizaciones. Otra de las conclusiones no menos importantes del estudio del doctor Ambrosetti es la hipótesis fundada sobre el idioma cacano que, como es sabido, era hablado por los indios de toda la región diaguito-calchaquí al iniciarse la conquista hispánica y cuyo arte y vocabulario dejado por el conocido misionero don Alonso de Bár- cena debe dormir en el polvo de alguna biblioteca europea ó ameri- cana entre la gran masa de documentos que alguna vez verán la luz del día. Sospecha el doctor Ambrosetti que tiene fundados motivos para creer que el desconocido idioma cacano es el atacameño, y se apoya para ello en la comunidad de cultura entre ambas comarcas : Atacama y región diaguito-calchaquí. Después de una serie de consideraciones de importancia explicó el conferencista el valor de las piezas arqueológicas expuestas. Se destacaban entre ellas algunos preciosos cascos de guerreros usados por los atacameños y comunes en toda la región peruana en los tiem- pos de la conquista; una serie de hermosos tejidos que por sus di- bujos, formas y colores son de tipo netamente peruanos; una máscara de madera análoga a las descubiertas en territorio argentino; una campana de madera exactamente igual a las de bronce, de proce- dencia calchaquí; restos abundantes de maíz tostado y maíz que- mado, guardado en bolsitas de lana de guanaco y vicuña y ofrecidas al muerto para su sustento en el largo viaje de ultratumba. Por ausencia del secretario de esta sección, le reemplazó el doctor Salvador Debenedetti. Vil. —Ciencias fisicoquímicas Las sesiones fueron presididas por el doctor Miguel Lillo. Por delegación de su presidente ausente, doctor E. Herrero Du- cloux, el señor Augusto €. Scala abrió las sesiones leyendo la confe- rencia de aquél sobre interpretación química de la función clorofílica 158 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA y exposición de diversas teorías sobre ella, acompañada de una série de fórmulas. Los trabajos aprobados fueron los que a continuación se indican : químicas. , Enrique Herrero Duclonx : El ciclo del nitrógeno; Nota preliminar sobre el meteorito de Cacharí. Ernesto Longobardi, Investigaciones ópticas sobre algunos petróleos argentinos. Luis Guglialmelli, Ensayo sobre una nueva interpretación del poder rotativo de los aceites minerales. Nazario Álvarez, Estudio químico de la goslarita de Capillitas. Hércules Corti, Radioactividad de las aguas de Argerich y Guale- guay; control de una prueba del doctor Thierry. Fidel Zelada, Nueva esencia extraída del horco-molle (Blepharocalyx yigantea Lillo). Juan A. Domínguez, Sobre la utilización de los extractos de alga- rrobo en la industria. F". Reichert, Sobre el principio colorante de « Berberis buxifolia ». El tema de la sección, sobre el cual presentó un detallado informe el doctor Herrero Ducloux, era el siguiente: El estudio de los suelos de la República Argentina como base del mapa agrogeológico del país. El estudio comprendería: 1” análisis mecánico; 2” análisis físico-quí- mico; 3” análisis químico; 4” análisis mineralógico. VIII. —Ciencias naturales aplicadas Con una disertación sobre organización del instituto central de investigación agrícola, el ingeniero Tomás Amadeo, su presidente, dió comienzo a sus tareas esta sección. Después de una minuciosa descripción de su organización y fun- cionamiento, propuso la unión de estos laboratorios y gabinetes, cons- tituyendo un organismo, cuyas distintas secciones se ayuden y com- plementen, trabajando al unísono, sometidas a una reglamentación adecuada y bajo una dirección técnica superior. Se refirió a las conveniencias que surgirían de esta unión y a las funciones principales del instituto. Terminó diciendo que con esta organización, rigurosamente lógica y cientifica, se alejaría para siempre la posibilidad de que los con- PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 159 tinuos cambios en la organización burocrática del ministerio de A gri- cultura afecten el buen funcionamiento y la eficacia de los estudios y trabajos de los laboratorios y gabinetes, como ha sucedido en tan distintas oportunidades. Se presentaron los siguientes trabajos : R. Antonini, La plúmula o banderola en las plantas de yerba-mate. Augusto €. Scala, Histología de la yerba mate (Ilexw paraguayensis). F. Fouilland, La papa silvestre de Misiones. A. Furnus, Suelos de Misiones apropiados para la yerba mate. Des- trucción de bosques en Misiones. Alejandro Botto, El cultivo de la «Sweet Fussac» (Phalaris bulbosa). Eduardo A. Holmberg, Sobre reproducción forestal. J. Fawcett, La gomosis del género Citrus. W. E. Cross, Sobre deterioración de las cañas de semillero de Java. J. E. Quiroga, Sobre selección de frutales. José O. Castellano, Sobre la mosca del durazno. E. W. Rust, Sobre un nuevo insecto que ataca la caña de azúcar. P. Bergés, Utilización de roedores de la Argentina. J. Ubeda, Sobre aislamiento y diferenciación de especies bacterianas en las aguas potables. P. Caride, Lucha biológica contra el bicho de cesto (Oeceticus) y la langosta (Sehistocerca). R. Lehmann-Nitsche, La utilización de la madera de los cardones (Cereus). C. Backhouse, Un hibrido entre trigo y centeno y su posible utili- 2ación. O. S. Reed, Insectos nocivos a la agricultura en la provincia de Mendoza. ; J. Alazraqui, Plantas odoriferas de la República Argentina. A. Lanteri Cravetti, Las escuelas experimentales y la lucha contra las plagas de la agricultura. A. F. Schulze, Sobre aprovechamiento de los terrenos de bañados del delta del Parana. Carlos Girola, Destrucción de la « Diaspis pentagona » por medio de la « Prospaltella Berlesei» en la Argentina. Sobre variedades de trigo. J. Mintzer, El lecherón (Sapium aucuparium) como productor de go- ma elástica. F. Lahille, Ensayos del cocobacilo de d*Herelle en Argelia. — Tuber- culosis bovina. — Pesquerías marítimas y colonización costanera. Se aprobó el siguiente voto : 160 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA « La sección de ciencias naturales aplicadas de la Primera reunión nacional de ciencias naturales, formula votos porque se organice á la mayor brevedad posible el Instituto central de investigaciones agrí- colas, propuesto por el presidente de la sección señor Amadeo, sobre la base de los actuales laboratorios y gabinetes del ministerio de Agricultura, determinados en la comunicación correspondiente. » Se votaron también proposiciones referentes a la repoblación de los bosques, por moción presentada por el doctor Eduardo A. Holm- berg (hijo); sobre la utilización de plantas odoríferas de la flora argen- tina, a moción del ingeniero Alazraqui, etc. El tema principal era: La lucha contra las plagas de la agricultura. Hubo a este respecto acuerdo casi unánime en el sentido de que el método científico es el biológico, y de conformidad con esto se for- muló la proposición correspondiente. Por disposición del actual ministro de agricultura doctor H. Puey- rredón, concurrieron a la Reunión de Tucumán muchos agrónomos dependientes de la sección de Enseñanza e investigaciones agrícolas. El ministro autorizó asimismo la concurrencia de los geólogos de la Dirección general de minas. Por ausencia del secretario de esta sección, le reemplazó el doctor Fidel Zelada. IX. Enseñanza e historia de las ciencias naturales El presidente de esta sección, Prof. Víctor Mercante, en la sesión de inauguración pronunció una conferencia de la cual publicamos a continuación algunos párralos : Las ciencias naturales ocuparon siempre en los programas, desde la fun- dación de los colegios nacionales y escuelas normales, un lugar entre las asignaturas destinadas a las disciplinas del espíritu como si con ellas el legislador hubiese querido emanciparlo de postulados y llevar el pensa- miento a la fuente inagotable y pura del saber, volviendo así, por un sen- tido atávico explicable, a los primeros sentimientos de la raza genial por excelencia, la raza aria, que legó a las descendencias sus himnos védicos, cantos inmortales al astro, a la aurora, al dia, a la tierra fecunda, al árbol que florece, al hombre que trabaja, a la belleza que estalla doquiera la vida se anuncia y vibran sus energías creadoras. PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 161 El día que la escuela dejó de ser esclava de la gramática y de la retóri- ca; que hizo de sus banderolas ogivales grandes ventanas; que convirtió las anchas murallas en cristales y abrió sus puertas sobre la naturaleza, el hombre fué investigador, llegó hasta los más ocultos secretos del universo, hizo ciencia, hizo poesía, tuvo un concepto claro de su razón, un grito de esperanza consoladora para sus esfuerzos y días felices para su existencia. Este amor indiscutible a la naturaleza que hora tan henchida de satisfac- ciones y tan auspiciosa nos ha dado, debemos tenerle encendido porque será lumbre a cuyo calor nuestra juventud fortificará su espíritu y embelle- cerá sus actos. Debo recordar — agregó después — el nombre de Pedro Scalabrini catedrático de geología de la Escuela normal del Paraná, quien condujo durante varios años a sus alumnos a las barrancas del Antoñico o de la Bajada para hablarles de la creación a la vista de los tesoros arrancados con el pico y la pala a sus estratificaciones. De Francisco Podestá, cate-- drático de ciencias naturales en Curuzú-Cuatiá y en el Rosario quien con sus alumnos formó ricas colecciones y sobre sus ejemplares desarrolló el curso de una materia celebrada siempre por las exploraciones de alegría de sus alumnos; de Juan W. Gez, quien sembró en el alma de los jóve- nes aspirantes a maestros de la escuela que dirige, sanos entusiasmos por la observación de las cosas llevándolos a las cosas mismas, en excur- siones que registra con aplauso la prensa del país; de Carlos Spegazzini, quien durante muchos años, cuando con sus alumnos no herborizaba en ba- jíos o matorrales, convertía cada pupitre en una bandeja de ramas, hojas y flores ; de Eduardo Holmberg, quien en cada insecto, en cada molusco, en cada hoja, en cada grano, en cada flor que presentaba a sus compañeros del aula, sentía la ciencia y además la poesía con la que magnificaba en un acto de supremo embeleso la hora de clase; de Fernando Lahille, quien ha he- cho de sus clases, laboratorios de investigación en los que el estudiante con una mano acomodaba el objetivo y con la otra describía la pieza; de Carlos Reed, quien vincula nobles entusiasmos con la juventud de Mendoza. Y, por último, permitidme que hable también de mí, de este sincero admirador del cielo, del sol, de las plantas, de la vida de las cosas sentidas en las cosas mismas. Desde que inicié mi actuación docente en 1890, impresionado por Spencer, un poco excitado por las lecciones de Scalabrini y porque tuve toda la vida lo inextirpable pasión geográfica que es la curiosidad por cono- cer los secretos que la naturaleza tiene envueltos en sus mantos de belleza, sentí la necesidad de cultivar en los niños ese intenso amor que yo también sentía por los innumerables objetos y fenómenos del alrededor nuestro, convencido de que la palabra escolar era una estimulación pálida junto al sinnúmero de valores sensibles de las cosas que hieren con sus cualidades, a nuestros sentidos. En efecto, en aquel tiempo fuí iniciador de una obra que fructificó en AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIJII 11 162 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA todo el país, si bien no con la intensidad que la tendencia lo exigía. En la escuela de mi dirección, instituímos el museo escolar. Mi amistad con el doctor Florentino Ameghino, se produjo a raíz de mis artículos, pues, comentó con estas palabras aquella obra didáctica, pala- bras que por cierto podían ser un hermoso programa de acción en homena- je al esclarecido sabio, o el motivo principal de una o varias sesiones de esta sección del congreso. Dijo el doctor Ameghino entre otros cosas (en Revista argentina de Historia Natural, de 1” de julio de 1891) : «El autor, después de una introducción sobre la reforma de la enseñan- za para hacerla a la vez útil y agradable, aborda el examen de las ciencias naturales, considerándolas como las que mejor se prestan a la reforma pues- to que su enseñanza, bien dirigida desarrolla temprano el afecto al estudio, la espontaneidad, la observación, el concepto de orden y de sistematización, calidades que ejercen una poderosa influencia en todo el curso de la vida. « Hay composiciones, continúa Ameghino, verdaderamente notables en su ingenuidad que colocan fuera de toda discusión, el valor de las ciencias naturales para el desarrollo de la capacidad observativa. «De esta suerte, dice Ameghino, todo establecimiento de educación con un gasto insignificante estaría provisto de un museo de productos argenti- nos, vtealmente nacional. Una guía general contendría instrucciones de cómo debe procederse en la realización de esta obra gigantesca de los maestros y de los alumnos. Este bosquejo podría completarse dando intervención, en el Museo central, a todos los especialistas que, sin duda, ofrecerían su con- curso gratuito. » Es necesario que cada pupitre, — agregó más adelante el señor Mer- cante, en las clases de historia natural, sea una mesa de disección y de análisis. Es necesario que las lentes, las pinzas, los microscopios, las lam- parillas, las tijeras sean tan familiares como el papel y la pluma. Es nece- sario que el alumno vea y haga consideraciones guiado por cuestionarios que lo acostumbren a sistematizar las observaciones y razonamientos, pues, no olvidemos la profunda verdad del versículo bíblico: tienen ojos y no ven. Es necesario que el alumno escriba no solamente para retener mejor las impresiones de las cosas y habituarse a una labor científica, sino para cultivar sus aptitudes literarias y robustecer la composición que en ningún caso estará nutrida tanto de verdades como cuando los conceptos nacen de la sensación misma. Se necesita más voluntad que gasto para esta animación fecunda de mé- todos y procedimientos destinados a realizar el milagro del amor a eso que los griegos consagraron sus más celebradas fiestas : el milagro del fortaleci- miento mental, empeñando las actividades en la fuente primordial y pura del conocimiento para sentir las ondas que hacia nosotros, como una músi- ca de colores y de perfumes, viene para estimular al espíritu que, en sus contactos con el libro, comprometiera su ecuación personal. PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 163 El señor ministro de Justicia e Instrucción pública, doctor José S. Sali- nas, ha mirado con viva simpatía la realización de este congreso prestándo- le todo su apoyo, dispuesto a tener muy en cuenta las conclusiones que él sancionará, relacionadas con la enseñanza, porque sabe que en esta asam- blea está reunida una gran parte de los profesores que dictan historia na- tural en los colegios y escuelas de la república. Al saludaros en su nombre os pido que traigáis a la discusión, la luz de vuestra experiencia y de vuestro saber que será útil a las instituciones del país. » Mencionamos a continuación los trabajos y algunas de las propo- siciones presentadas en esta sección : Carlos S. Reed, Modelos de colecciones artísticas de insectos argen- tinos. Señorita de Lázaro, Sobre la metodología de la enseñanza de la quí- mica en la Escuela normal. El doctor de la Fuente, del Colegio nacional de Tucumán, demos- tró la eficacia de la enseñanza de la historia natural y propuso que para la próxima reunión, en los programas de puericultura se añadie- ra un capítulo de embriología. El profesor Gamboa hace la proposición de que entre los alumnos de los institutos de enseñanza secundaria se estableciera el cange de ejemplares de la fauna y de la flora de sus respectivas localidades. El señor Ildefonso C. Vattuone, presenta un informe ilustrado so- bre el herbario y colección del Instituto de botánica y farmacología de la Facultad de medicina de Buenos Aires. El doctor Guillermo Bodenbender, remite un catálogo de mine- rales con instrucciones para la confección de museos mineralógicos escolares. Pedro J. García, La anatomía y la fisiología en los establecimientos de enseñanza secundaria. Conveniencia de la separación de la higiene en cátedra independiente. Elina G. A. de Correa Morales, Los mapas de relieve en la enseñan- 24 de la geografía. Hans Seckt, Propuesta para reformar y uniformar la terminología en las ciencias biológicas. Clave de las familias de las plantas de Bue- nos Altres. M. Doello-Jurado, Empleo del cemento de Lataste en los laborato- rios de zoología. Juan W. Gez, Biografía del primer naturalista argentino doctor Fran- cisco Javier Muniz (acompañada de su archivo donado a la sociedad). 164 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA E. Feinmann, La educación social sobre ciencias naturales. Antes de clausurar las sesiones se aprueban dos proposiciones for- muladas por el señor Rivas Jordán, en el sentido de que la Reunión de Tucumán vería con agrado la fundación de sociedades científicas en las principales ciudades del interior, y de que el gobierno conce- diera facilidades a los profesores de historia natural que deseasen re- correr el país en gira de estudio. Igualmente fueron aprobadas otras proposiciones en el sentido de: 1* uniformar la terminología didáctica de las ciencias naturales; 2 Establecer canje de ejemplares de la gea, flora y fauna de las respec- tivas localidades, entre los colegios nacionales y escuelas normales de la República. 3? Promover el progreso de los cursos de extensión universitaria en la enseñanza secundaria. El tema general de la Primera Reunión, y que interesaba sobre todo a la sección enseñanza, era: La uniformación de los nombres vulgares de los animales y las plantas de la Argentina, propuesta por el Secretario General, profesor M. Doello- Jurado. Se trataría de escoger, entre los diversos nombres que se aplican ' en las diversas regiones del país, a las mismas especies de animales o de plantas (particularmente tratándose de vertebrados y de árboles), aquellos que por una u otra razón resulten más apropiados, y adop- tar esos con preferencia a los demás. Conviene decidir también si se han de adoptar, según los casos, los vocablos españoles, los indíge- nas o los latinos (castellanizados o no), o si se han de establecer nom- bres vulgares, así como se crean nombres científicos. Este tema, que quedó sólo formulado en la Reunión de Tucumán, será desarrollado en las reuniones sucesivas, constituyéndose mien- tras tanto una comisión entre zoólogos y botánicos para proponer los nombres vulgares que a juicio de ellos conviene adoptar. En esta sección se trató especialmente de la constitución de los museos escolares. LAS EXCURSIONES Se realizaron, como se había proyectado, tres excursiones durante la semana que duraron las sesiones. En ellas participaron la casi to- talidad de los miembros de la Reunión. La primera, con objeto de estudios geológicos, se hizo al Cajón del Cadillal bajo la dirección del doctor Keidel. PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 165 Las otras dos se dirigieron a la Quebrada de Lules y a Villa Nou- gués, a fin de observar principalmente la vegetación. En ellas guió a los excursionistas el botánico doctor Lillo. SESIÓN DE CLAUSURA El jueves 30 de noviembre, después de una visita a la Estación agrícola experimental que sostiene el gobierno de la provincia, y del almuerzo en que el gobernador señor Padilla obsequió a los miembros del congreso en el Savoy Hotel, se realizó la sesión de clausura. Se dió lectura a los telegramas, del país y del extranjero, en que varias personalidades científicas presentaron sus saludos al congreso. El señor presidente de la república contestó en la siguiente forma al que se le envió en la sesión de apertura : Señor doctor Ángel Gallardo, presidente de la Primera Reunión Nacio- cional de la Sociedad Argentina de Ciencias Natwrales, Tucumán. Agradezco el saludo que tan digna institución ha tenido a bien di- rigirme. Inspirado en la cultura científica que ella representa y ha- ciendo votos por sus progresivos certámenes, lo retribuyo con la ma- yor complacencia y alta consideración. — H. Irigoyen. PÁRRAFOS DEL DISCURSO DEL DOCTOR E. L. HOLMBERG El doctor Eduardo L. Holmberg presidió, por haber tenido que re- eresar a Buenos Aires el doctor Gallardo, la sesión de clausura, pro- nunciando un discurso del cual transcribimos algunos párrafos : « Después de haber escuchado y oído los dos magistrales discursos con que fué iniciada la tarea de este congreso, y en los que era osten- sible la confianza en el éxito, no sería obra de un ensueño el afirmar que aquel ha sido completo. Se ha realizado el programa en todas sus partes; la más perfecta cordialidad ha reinado en todas las delibera- ciones, y la cultura más sincera ha guiado la actuación de todos. Los temas elegidos se han desenvuelto sin dificultades, y lo que más nos enorgullece es el hecho de que sin violencia, se ha manifestado una forma nueva de la potencialidad juvenil argentina para remontarse a 166 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA . ciertas alturas, en las que solamente pueden mantenerse incólumes los que desechan la aptitud ficticia y el oropel presuntuoso. «Otro resultado más benéfico se ha obtenido también, y es la consa- eración de un fenómeno que venía desenvolviéndose paso a paso para llegar a la coronación, lo que equivale al triunfo : y es la fusión de los ánimos en el cumplimiento de una obra que, no hace muchos, años ha- bría sido irrealizable entre nosotros : la alternación de la obra de los discípulos con la de los maestros, la de los alumnos con la de sus pro- fesores. Esta es la más elevada forma de la democracia intelectual, en la que ni los unos temen la victoria de los otros, ni éstos atribuyen a la exposición de su capacidad otro valor que el de su coeficiente res- pectivo determinado antes por el esfuerzo en la tarea. «Si la joven Sociedad Argentina de Ciencias Naturales, ha podido oficiar en este santuario, uno de los más hermosos de la república, no olvidemos que, desde hace un siglo fué consagrado por un gesto l.e- roico de nuestros próceres... Y recordemos, también, siempre, que la obra colectiva del humano cerebro, no se realiza solamente por la ac- ción de la inteligencia y del saber, porque la verdad cruda, tiene con frecuencia la rudeza de los cataclismos, y se dulcifica y se embellece, cuando los sentimientos le proporcionan una noble y gentil actitud, que nace del ambiente armónico, y, en este caso particular, de un gobierno cultísimo y caballereseo, que al identificarse con la tarea de los jóvenes estudiosos, la rodea con los halagos de una hospitalidad inolvidable. » PÁRRAFOS DEL DISCURSO DEL RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE TUCUMÁN, DOCTOR JUAN B. TERÁN A continuación pronunció un discurso el rector de la Universidad, doctor Juan B. Terán. He aquí algunos de sus párrafos : «Pocos signos más halagiieños que este que acabáis de dar, seño- res, de lo que es y de lo que puede ser el país argentino a poco que meditemos en el significado de la primera Reunión nacional de la So- ciedad Argentina de Ciencias Naturales que presiden los maestros. «No hablo de sus resultados concretos, tan valiosos como inespe- ados. La publicación de sus trabajos será una manifestación sor- prendente de la labor realizada en el país, suma de vigilias y de es- fuerzos tan desconocidos como serios y probos : hay en ellos desde la investigación de tal formación geológica o la clasificación de un nue- PRIMERA REUNIÓN NACIONAL 167 vo ser escapado hasta ahora al interminable inventario de la creación, hasta la aparición de una nueva hipótesis sobre el origen de nuestras montañas o la reconstrucción de un ser desaparecido. «No hablo siquiera de la fecundidad de la iniciativa como exhorta- ción y estímulo a nuevas investigaciones que la Reunión provocará. «Deseo encarecer solamente su significado social, la sugestión de ambiente, la idea política y filosófica que oculta, lo que ella dice del pasado y lo que pronostica. <« Es claro que a pesar de tantas inteligentes rebuscas, es ¡nmensura- ble el camino que resta por andar para llegar al conocimiento de nues- tra naturaleza física, de la flora como de la fauna y de la gea, es decir, de los capítulos integrantes de nuestra propia vida y de nuestra historia. «Con ello calificamos nuestro pasado — no hay civilización sin conocimiento de su asiento físico, — sin una conciencia telúrica que dijéramos, que es el comienzo irreemplazable de la ciencia social. No puede conocerse a sí misma, ser dueña por tanto de su genio y de su destino una sociedad que no domina su habitación terrestre, como que de ello está impregnada, como que es su floración — su euge- neia, como decían los griegos — puesto que en el fondo de nuestra alma duerme en una síntesis inescrutable, pero cierta, influjos y há- bitos de animales y de plantas y de piedras y somos al fin un aspecto de la naturaleza circundante. «De manera que mientras no hayamos investigado, comprendido y dominado nuestra naturaleza, no tendremos una civilización madura y cabal, y seguiremos siendo un reflejo, una vida en función de otras vidas : he ahí el significado singular de la Reunión de ciencias natu- rales, porque señala los esfuerzos propios para fundar la verdadera civilización argentina. y «Nos hemos dejado halagar por los progresos formales, políticos y legislativos, y nos llenan de orgullo la perfección abstracta de leyes e instituciones, sin preocuparnos de saber si se atenían a la fórmula básica de ser conformes a la naturaleza de las cosas. » Terminó el doctor Terán con las siguientes palabras, con las que se clausuró (después de aquéllas con que el vicepresidente de la so- ciedad doctor Franco Pastore expresó la gratitud de ésta hacia la sociedad y el gobierno de Tucumán), la primera Reunión nacional: «Prueba de estas virtudes acabáis de dar vosotros, maestros, ve- nerable maestro Holmberg, señores profesores de la Facultad de Cien- 168 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA cias de la Universidad de Buenos Aires, al venir hasta aquí, para ofrecer un nuevo testimonio de amor acendrado por la ciencia y de verdadero patriotismo. «Podéis regocijaros con el regocijo máximo de los maestros al ver crecer vuestra simiente y prolongada vuestra vida mental en el gru- po juvenil de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales, que ha ideado, organizado y realizado este Congreso que debemos señalar a la consideración de la Nación como un bello ejemplo de labor silen- ciosa, de modestia, de triunfo de nuevos ideales severos y promete- dores en medio de la pasión por el brillo y por los fáciles prestigios livianos y frustráneos que orientan y absorben a los jóvenes. «Ellos consolidarán la ciencia argentina, ya que tiempos más pro- picios que a sus maestros los protegen, ya que tan positivas calidades han sabido acreditar. «Gracias les sean dadas a nombre de la cultura argentina y en es- pecial a nombre de Tucumán, en cuya historia esta elección de sede del Congreso, es un jalón y para su juventud un profundo estímulo. «No olvidamos, señores, por cierto a los maestros y trabajadores extranjeros que abrieron las primeras huellas y colaboran hoy en pri- mer término en la formación de nuestra ciencia. Fueron los fundado- res en cierto modo y serán en todo momento, con las severas disci- plinas adquiridas en los gloriosos institutos de donde proceden, para nuestros naturalistas, fraternales colaboradores, símbolo viviente de la universalidad de la ciencia. «A nombre del gobierno de Tucumán, que considera vuestra pre- sencia como un timbre de honor para la provincia, y a nombre de la Universidad de Tucumán, que consagra hoy sus modestas pero apa- sionadas labores iniciales principalmente a las ciencias químicas y botánicas, saludo a los señores miembros del Primer congreso argen- tino de ciencias naturales, como los trabajadores de una jornada his- tórica en la vida argentina, agradézcoles el reflejo que dejan sobre esta ciudad ennoblecida por sus tareas y formulo votos por la felici- dad de sus futuros trabajos que la ciencia y la patria bendicen. » RESOLUCIONES DE LA JUNTA DIRECTIVA Proyecto de creación de una Asociación argentina para el adelanto de las ciencias Débese este proyecto al vicepresidente de la Sociedad, ingeniero don Alberto D. Otamendi. Apoyado decididamente por la Junta directiva, ha ocupado especialmente su atención durante varias sesiones. En síntesis, el proyecto es el siguiente : La Asociación argentina para el adelanto de las ciencias tiene por objeto : a) Adquirir libros y revistas científicas para las bibliotecas de las sociedades nacionales de este carácter; b) Imprimir libros o folletos científicos (originales, traducidos ó adaptados); c) Contribuir total o parcialmente a la instalación de laboratorios, talleres o museos en donde se efectúen estudios o investigaciones de carácter científico y contribuir a su sostenimiento en todo o en parte; d) Organizar congresos o conferencias; e) Efectuar publicaciones científicas o administrativas; f) Dirigir exploraciones de carácter científico o comercial; 9) Adquirir acciones de sociedades anónimas, constituidas o por constituirse, cuyo funcionamiento se considere un progreso nacional; h) Efectuar préstamos sin interés; ¿) Contribuir, con las sumas y en la forma que determine, al des- arrollo de las ciencias y de sus aplicaciones a las artes, a las indus- trias y a las necesidades de la vida social. 170 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Podrán formar parte de la asociación las personas y las sociedades que contribuyan con la suma de mil pesos moneda nacional, que podrán ser abonados de una vez o en cuotas reducidas, pagaderas en las épocas que más convenga al imponente. Con el fondo así formado el Banco de la nación argentina adqui- rirá títulos de la deuda pública nacional (comprendidas las cédulas del Banco hipotecario), cobrará los intereses y los invertirá en la adquisición de nuevos títulos. La asociación comenzará a aplicar los beneficios a a ¿+ cuando la renta producida por el fondo permanente alcance a pesos 60.000. La dirección de la institución estará á cargo de sus mismos miem- bros y del presidente y los vicepresidentes de la Sociedad científica argentina. Esta última dará principio a la efectividad del proyecto solici- tando de personas e instituciones el compromiso provisional de for- mar parte de la asociación; compromiso supeditado a la condición de que el número de contribuyentes alcance al millar. Obtenido este número de compromisos, abrirá la Sociedad científica en el Banco de la nación la cuenta del fondo permanente, depositando su propia contribución, cuyo monto fijará oportunamente, y pedirá a los ins- criptos la ratificación de su compromiso. Cuando el fondo acumulado produzca una renta de pesos 60.000, la Sociedad científica convocará a los asociados que hayan integrado sus cuotas para constituir definitivamente la asociación. Completan el proyecto diversas disposiciones de orden funcional y administrativo. La importancia del proyecto, la complejidad del funcionamiento del organismo proyectado y las particularidades propias de algunos de sus resortes no permiten, como sería de desear en un plan de tan beneficiosa trascendencia, la inmediata iniciación de las tareas defi- nitivas. Ha considerado necesario la Junta el nombrar una comisión espe- cial con el fin de estudiar minuciosamente los detalles, de carácter vario, del plan, de cuyo estudio ha de resultar su sanción definitiva. Dicha comisión plantea en estos momentos la manera más eficiente de desarrollar la labor de propaganda, con la tendencia de que la exposición del proyecto sea tan suficientemente sugerente y tan acertadamente orientada según la susceptibilidad de adhesión de personas e instituciones, que constituya — en la medida de lo previ- sible — una garantía de tal éxito cual lo merece una empresa capaz RESOLUCIONES DE LA JUNTA DIRECTIVA NARA de producir beneficios tan amplios y tan bien aplicados como la Aso- ciación argentina para el adelanto de las ciencias. Ji M.,.O.. A, Organización didáctica de Buenos Aires En la sesión que celebró la Junta directiva de la Sociedad cien- tífica argentina el 13 de septiembre de 1915 el señor presidente in- geniero Nicolás Besio Moreno presentó un proyecio sobre creación de la Organización didáctica de Buenos Aires, que fué aprobado en general en esa misma sesión, decidiéndose el tratarlo en particular en sesiones posteriores. El 20 de septiembre del mismo año este proyecto que había sido ya aprobado en general, se discutió en particular y con ligeras modi- ficaciones en algunos de sus incisos quedó sancionado en la forma siguiente : Art. 1”. — La Sociedad Científica Argentina instituye una Orga- nización didáctica de Buenos Aires constituida por todos los profe- sores titulares y suplentes y por todos los que dicten cursos en las diversas escuelas superiores de las universidades de Buenos Aires y La Plata y en los dos últimos años de estudios en las escuelas de instrucción secundaria, normal y especial de Buenos Aires, quienes serán miembros natos de la organización y conservarán su carácter mientras desempeñen sus cargos de profesores. Art. 2%. — La organización se propone que los profesores que la forman den repeticiones públicas de su curso o de una o varias de sus conferencias, en el local de la Sociedad científica argentina o en los locales que sea posible obtener, las que podrán realizarse por la mañana, tarde o noche, según convenga, debiendo ser la entrada a ellas absolutamente libre para el público. Art. 3%. — Las conferencias cuyos originales se remitan escritos a la organización y cuando ésta lo juzgue conveniente, serán publi- cadas en los Anales de la Sociedad científica argentina o en la revista especial del país que quiera hacerlo, siempre que entregue 50 ejem- plares de una tirada aparte de la conferencia, de los que 40 serán para el autor, 5 para la Sociedad científica argentina y 5 para el instituto en que originariamente se haya dictado la conferencia y a que pertenezca el profesor. 172 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Art. 4”. — La organización estará dirigida por un comité, presi- dido por el presidente de la Sociedad científica argentina y consti- tuído por 30 miembros natos elegidos de su seno por la asamblea anual de la organización, el mandato de los cuales durará tres años, renovándose por terceras partes. Este comité reglamentará su fun- cionamiento. ; Art. 5%. — El comité tendrá un secretario general designado por el mismo, quien se hallará en constante comunicación con los miem- bros natos de la organización a fin de que los propósitos de ésta se realicen permanentemente. Art. 6%. — La asamblea anual de la organización tendrá lugar en el mes de septiembre con el número de miembros que concurra y en ello se dará lectura a la memoria anual de la secretaría general, se hará la renovación parcial del comité y después de estos actos se tratarán las cuestiones que cualquier miembro quiera proponer. Art. 7”. — Los miembros natos de la organización no abonarán cuota alguna y los donativos que ella pueda recibir u obtener se des- tinarán a construir un amplio salón de conferencias que se entenderá de propiedad de la Sociedad científica argentina. Art. 8%. — Serán miembros protectores de la organización todas las instituciones o personas que abonen una cuota única de mil pesos o una cuota mensual de diez pesos. Las personas miembros protec- tores tienen voz y voto en las asambleas anuales de la organización. Art. 9% — La organización funcionará en el local de la Sociedad científica argentina y los gastos que ella demande serán votados a su pedido por la Junta directiva de la sociedad. De acuerdo con la índole de la institución se solicitaron de los directores de los establecimientos de enseñanza mencionados en el artículo 1? las nóminas de profesores, las que se utilizaron para pasar una circular-invitación a los miembros del personal docente pidiéndoles su cooperación como miembros de la organización di- dáctica. Hay que dejar constancia de que las adhesiones, que continúan llegando, pasan de cien, circunstancia que permite augurar al pro- yecto un resultado bastante satisfactorio en lo que se refiere a los cursos de repetición, conferencias y demás medios de divulgación científica que se resuelva implantar. El mecanismo de esta organización cuando funcione con toda la amplitud que requiere un proyecto de esta naturaleza, demandará los consiguientes gastos, y a ello responden los medios consignados RESOLUCIONES DE LA JUNTA DIRECTIVA 173 en el artículo 8” para obtener los fondos indispensables. Para este objeto se han pasado varias notas a instituciones comerciales a fin de decidirlas a que presten su ayuda pecuniaria a una obra de ver- dadera utilidad nacional, considerando que los capitales y las em- presas que prosperan en este país no pueden ser indiferentes al pro- greso del mismo. La importante firma comercial Ernesto Tornquist y compañía limitada ha sido la primera en contestar favorablemente, remitiendo la suma de mil pesos moneda nacional, y el presidente de la Sociedad científica argentina ingeniero Nicolás Besio Moreno ha hecho ins- eribir su nombre como socio protector de la organización, remitiendo la cuota única de mil pesos de la misma moneda; además, se han inseripto como socios protectores con la cuota mensual de diez pesos los señores doctor Juan E. Anchorena, general Rafael M. Aguirre y señores Julio Alzogaray y P. Besio Moreno. El programa de trabajo se está confeccionando por la comisión especial nombrada en la sesión del 28 de agosto del corriente año formada por los ingenieros Juan José Carabelli, Pedro A. Rossell Soler, Miguel V. Lorenzetti, Emilio Rebuelto y el profesor José T. Ojeda, como secretario de la misma. - El programa deberá ponerse en práctica al inaugurarse los cursos del año próximo. Academia de la Sociedad científica argentina. Creación de secciones de estudio Art. 1% — Créase, con carácter permanente, una academia de la Sociedad científica argentina, constituída por las siguientes seccio- nes : 1? Filosofía científica; 2? Ciencias matemáticas ; 3” Ciencias fisi- coquímicas ; 4* Ciencias naturales ; 5? Enseñanza y bibliografía ; 6” Historia y geografía; 7” Ciencias sociales; S* Técnica de ingenie- ría ; 9” Técnica de medicina; 10* Técnica agraria. Art. 2”. — Cada sección, en su especialidad, tendrá como objeto el fundamento de la sociedad : Fomento del desarrollo de las ciencias y de sus aplicaciones. Para realizar sus fines, cada sección tendrá la más amplia libertad de acción y de iniciativa. Art. 3”. — Entre las funciones de la academia figurarán las de : es- tablecer cursos de seminario para los socios adherentes ; responder a las consultas que éstos le dirijan ; tijar el vocabulario científico y tée- 174 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA nico, definiendo sus términos y relacionándolos con sus equivalentes en los principios idiomas extranjeros; efectuar publicaciones; dar conferencias. Art. 4%. — Formarán parte de las diferentes secciones de la acade- mia los socios activos que lo soliciten, quienes podrán inscribirse en una O varias secciones. Art. 5%. — Cada sección dictará su reglamento, designará sus auto- ridades, y nombrará uno o más secretarios ad honorem, elegidos entre los socios activos y adherentes. Art. 6 — Los artículos, conferencias y resoluciones de cada sec- ción, a su pedido, y con aprobación previa de la junta directiva, se publicarán en los Anales de la sociedad. Art. 7%. — Los gastos que demandare el funcionamiento de la aca- demia y de cada sección, se resolverán exclusivamente por la junta directiva de la sociedad. Art. S*”. — Invítase a los socios adherentes a ofrecer sus servicios como secretarios de las secciones, indicando las de su preferencia. Art. 9%. — La comisión directiva de la academia estará formada por los presidentes de las secciones, y presidida por el presidente de la Junta directiva de la sociedad. Art. 10. — La comisión directiva de la academia someterá oportu- namente a la aprobación de la Junta directiva de la sociedad el regla- mento que ha de regir sus funciones; al preparar el cual tend 'á pre- sente la libertad de acción que esta resolución acuerda a cada una de sus secciones. Sancionada en sesión de 31 de agosto de 1915. N. BESIO MORENO, Presidente. J. M. Orús Almúdevar, Secretario. BIBLIOGRAFÍA PUBLICACIONES ARJENTINAS. Obras sanitarias de la Nación. Memoria del directorio, correspondiente al año 1915. Buenos Aires, 1916. En un volumen de 210 pájinas, exornadas con 26 fotograbados de las princi- pales instalaciones, edificios, estanques, fuentes de provisión de agua, etc. ; 17 cuadros de carácter administrativo; seis diagramas de la lonjitud i peso de la cañería en servicio; de la lonjitud de los conductos de desagúe cloacal ; inmue- bles con servicio de agua i cloacas, abastecimiento anual de agua (número de habitantes servidos, consumo de agua por año i diario medio, elevación anual i promedio diario del caudal cloacal en Wilde), gastos de esplotación (producto bruto i rendimiento de las obras en servicio); 1 dos láminas cromáticas relativas a los cultivos de los microorganismos que inficionan el agua, bacterias i algas, hechos en el laboratorio de análisis de agua i ensayo de materiales. La memoria ha sido dividida en cuatro secciones, precedidas por una «intro- ducción » del Directorio. La primera relata la esplotación de las obras durante el año 1915, tomando en cuenta la provisión de agua, las obras jenerales de desagiie, las cloacas domésti- cas, la maquinaria, el laboratorio, el servicio médico, los talleres, los almacenes, depósitos i el corralón, iespone los resultados ¡jenerales de la esplotación. Da cuenta, a la vez, de la construcción de las nuevas obras de saneamiento, autori- zadas por la lei 6385, arrancando del estado de las obras a fines de 1914, i de- tallando las realizadas en 1915 i, de éstas, las entregadas al servicio público; indica el estado de los contratos de obras i materiales a fines de 1915; informa sobre la inspección técnica en Europa i presenta un programa de la labor por realizar en 1916. La segunda describe la marcha de la fábrica de ladrillos en San Isidro, más eficaz después de las modificaciones introducidas en su maquinaria il anexos. La tercera, dedicada a las provincias i a los territorios nacionales, pone de manifiesto los trabajos realizados en las ciudades de Catamarca, Córdoha, Bell- Ville, Villa del Rosario, Corrientes, Jujuí, La Rioja, Chilecito, Mar del Plata, 176 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Mendoza, Paraná, Salta, San Luis, Mercedes (San Luis), San Juan, Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán i territorios. La cuarta sección está destinada a dar cuenta del servicio de los dos emprésti- tos que gravan a esa repartición : el de 1891, a oro, esterno, i el delos Bonos de Obras de Salubridad, interno. Complementan esta sección 17 cuadros de conta- bilidad. Termina el trabajo con un apéndice, constituído por los seis anexos siguientes : A. Informe relativo al sifón provisional en el Riachuelo, para la habilitación de la nueva cloaca máxima de la capital federal. B. Informe sobre el proyecto de sifón definitivo en el Riachuelo, de acuerdo con las características fijadas por el consejo de Obras públicas. C. Informe relativo a la desembocadura de los conductos de desagiies pluvia- les en el antepuerto de la capital federal. D. Abastecimiento de agua potable a la ciudad de Catamarca. Proyecto de ampliación i modificación de las obras existentes. E. Informe sobre el proyecto de ampliación de las obras de provisión de agua a la ciudad de Santa Fe. F. Acción del sulfato de cobre sobre las algas de las aguas potables. Abarcada en su conjunto, esta memoria refleja la importancia de la labor rea- lizada por el personal directivo i especialmente, como es natural, por el técnico i administrativo de las obras sanitarias de la Nación; pero es entrando en el de- talle, analizando la múltiple i variada acción del cuerpo técnico encargado de realizar las obras que la ciencia moderna impone como necesarias para conseguir la hijienización de las agrupaciones urbanas i que los gobiernos civilizados rea- lizan, teniendo presente que salus populi suprema lex esto; es entrando en el de- talle, decíamos, que resulta aun más el cúmulo de labor científica, técnica i ad- ministrativa efectuada por la importante repartición que con tanta contracción como acierto preside el doctor Marcial R. Candioti. I en realidad, abastecer de agua a una ciudad no implica suministrarla, como hace cerca de 50 años lo hacían nuestros aguadores, tomándola doquiera en el río de la Plata, sino proveerla sana i abundante; i esto abarca desde la capta- ción de las mismas, hasta su elevación a las habitaciones. La captación obliga a investigar dónde existen las fuentes capaces de sustentar a las poblaciones, tanto por la cantidad cuanto por la calidad, i, por ende, a realizar esploraciones hidrolójicas, sondeos jeolójicos i análisis químicos, donde no existe un Paraná u otro río caudaloso; i aun en estos casos deben realizarse observaciones de carác- ter hijiénico para determinar cuándo las aguas son potables, pueden serlo me- diante la intervención físico-química o son irreductibles. I no basta; poseída la fuente apropiada, se presenta el problema complejo de la conducción, elevación i distribución del caudal ácueo, que orijina canalizacio- nes aéreas i acueductos, o da lugar a conductos subterráneos, metálicos, de fábri- ca, de cemento armado, ete., sometidos a presiones más o menos fuertes, ac- tuando por gravedad en unos casos, por impelencia mecánica en otros, como en el nuestro, requiriendo en todos el estudio de maquinarias, obras de arte, estan- ques de presión, cualidades i resistencia de los materiales más aparentes, sin perder de vista la faz económica del problema, la que obliga muchas veces a contentarse con lo bueno, antes que con lo mejor. BIBLIOGRAFÍA 1077, La hijienización del agua impone no sólo la construcción de grandes filtros, sino que también de enormes depósitos, i la intervención mecánica o química para la esterilización ulterior de los nuevos organismos patójenos, de manera de surtir de agua realmente potable a la población. Pero en la, actuación de las reparticiones de injeniería sanitaria, hai otra rama no menos importante, que complementa a la anterior. Nos referimos al alcanta- rillado de la ciudad i de sus edificios, para el servicio público i doméstico, des- tinado a la evacuación de las aguas servidas i demás residuos impuros, al derrame de las aguas pluviales, 1 al sistema cloacal urbano, que obliga a la construcción de una tupida red de cañerías que afluyen a los conductos colectores, por donde corren a su destino final. Misión compleja que vincula con lazo indisoluble a la ciencia de la construc- ción con la de la hijiene, para constituir uno de los capítulos más importantes de la injeniería sanitaria; porque en realidad de verdad, las obras destinadas a ser- vicio tan inmundo, no sólo deben satisfacer a la capacidad dinámica de su fun- cionamiento, sino que también a rendir innocivas materias tan peligrosas para la salud pública, lo cual, como es lójico, obliga a un detenido i permanente estu- dio de una larga lista de aparatos destinados a las conexiones, impermeabilidad a gases i líquidos, ventilación, lavado de conductos i alejamiento i depuración de las heces de la población. Antaño, los residuos sólidos i líquidos eran depositados en los famosos pozos negros, de trájica memoria, pues la mayor parte del agua era captada i provista por los llamados pozos de agua, i como ambas perforaciones, dada la permea- bilidad del estrato ácueo i su proximidad, funcionaban en realidad como pozos absorbentes, comunicantes, resultaba la contaminación bacteriolójica del agua seudo potable, la cual cargada de jérmenes patójenos era tausa de enfer- medades infecciosas, especialmente tifoideas. Tal sucede aún en las afueras de nuestra capital, adonde las obras sanitarias no pueden, por razores obvias, llevar su acción benéfica. Lo mismo ocurre en las poblaciones rurales, en las que se bebe agua freática i se echa los residuos a los pozos negros. I todos sabemos con qué frecuencia se producen las enferme- dades infecciosas en ellas. I recordamos estas vulgaridades científicas, porque a pesar de ser, en jeneral, conocidas, no todos ponderan debidamente la delicada misión de la Dirección jeneral de obras sanitarias, que debe satisfacer no solo a una necesidad física de la población urbana, sino también a una previsora profilaxis hijiénica. Pero ya es hora de dejar las jeneralidades i pasar a espigar los principales datos de la Memoria de la Dirección de obras sanitarias. En su «sección primera », relativa a la « esplotación » de las obras habilitadas en la capital federal para la provisión de agua, estractamos : Los túneles de toma i torres, antiguos i nueyos, han provisto 96.207.555,000 li- tros a los establecimientos de Recoleta i Palermo, con un aumento sobre el cau- dal del año anterior de 57.241.200.000 litros. Los depósitos de clarificación de Recoleta fueron frecuentemente limpiados, es- trayéndose en las 25 limpias efectuadas 84.789 metros cúbicos de fango, con un coste de 6477,56 pesos, o sean pesos 0,16 por metro cuadrado de depósito lim- piado, o bien, pesos 0,076 por metro cúbico de fango. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXII 12 178 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA En los de Palermo las limpias fueron 23 i el fango estraído 34.060 metros cú- bicos, con un coste de pesos 1.837,46, o sean, pesos 0,048 por metro cuadrado de depósito limpiado, o bien, pesos 0,054 por metro cúbico de fango estraído. Para clarificar el agua de consumo el coagulante empleado (sulfato de aluminio) alcanzó a 4.160,240 kilogramos en Recoleta i 1.576.154 kilogramos en Palermo; en total, 5.736.394 kilogramos. Resulta, pues, que la dosis media anual por coa- gulante, por litro de agua, ha sido de 5,96 centigramos. Como el coste de esta operación alcanzó a pesos 527.790,19, resulta que la clarificación ha costado pe- sos 0,0058 por metro cúbico de agua abastecida. A propósito de la « clarificación », para destruir las algas se ensayó el sulfato de cobre en la proporción de una o dos partes por 1.000.000 de agua. Como el resultado fué satisfactorio, la dirección entiende adoptarlo. Resultando onerosa la inyección del coagulante por medio de bombas, en el es- tablecimiento Palermo se realiza la operación por gravitación, más económico. En los filtros i reservas de agua filtrada se han efectuado 720 limpias parciales en Recoleta i 215 en Palermo, vale decir, 935 en conjunto. En las primeras se han sacado 34.129 metros cúbicos de arena; en las segundas 11.003 metros cú- bicos, costando aquéllas 48.858,20 i estas 164.481,10. El promedio de costos es el siguiente : Recoleta Palermo Costo de cada limpiar. len eel $ 67.85 76.65 Costo por metro cuadrado de filtro... 0.896 0.612 Costo por metro cúbico de arena es- aida lana da o et 1.43 19/79 La reposición de la arena i su coste fué : Recoleta Palermo Arena repuestas. nal eee tela tae teles $ 40.391.00 9.985.00 Mano doo lle 30.512.87 3.584.56 Coste por metro cúbico de arena repuesta m* 0.755 0.359 Aprovechando las facilidades del invierno se limpiaron totalmente los filtros Coghlan 1 i 2, con un coste de pesos 33.558,14 por mano de obra. Los recipien- tes de Palermo no necesitaron limpia. En el radio nuevo se habilitó las cañerias de impulsión números 3, 4, 51 6, cuyo esclusivo oficio es alimentar el depósito distribuidor de Caballito. Los depósitos distribuidores « Córdoba » i < Caballito » han satisfecho con toda regularidad las necesidades del público, aun en los días de mayor calor, vale de- cir, de mayor consumo. Las cañerías maestras i de distribución han sido cuidado- samente conservadas; se varió el nivel de 3014 metros lineales de cañería i tras- ladados otros 1894 metros i 18 válvulas esclusas; se cerraron 43 circuitos, de modo que éstos eran el 31 de diciembre 776. El número de manzanas con cañe- ría distribuidora nueva alcanza a 570, pues se cambiaron en 187. La red de ca- nerías ha aumentado en 2782 metros en el radio antiguo i en 5738 metros en el nuevo; en total, en 8520 metros. En el radio nuevo se ha habilitado una estensión de 1090 hectáreas por ha- berse terminado las instalaciones. BIBLIOGRAFÍA 179 En resumen, la red de la cañería (31 diciembre 1915) medía 2.355.493 metros, así distribuidos : Radio Designación AOS Totales Antiguo Nuevo Cañerías de impulsióN............ 21.070 76.645 97.715 = MACS al 2h dea 110.432 158.505 268.937 = de distribución.......... 901.414 1.084.758 1.986.172 = de presión hidráulica.... » 2.649 2.649 Totales..... 1.032.916 1.322.557 2.395.473 Se modificó en el radio nuevo los desagiies de las cañerías distribuidoras, con la doble ventaja de poderlas limpiar sin inconvenientes i aprovechar el agua para la limpia de las colectoras. Las cámaras interceptoras de mampostería, costosas i poco resistentes, se cam- biaron por otras de hierro fundido, las que han dado resultados satisfactorios. El 31 de diciembre había 65 cámaras de desagiie de mamposteria, 1 115 de fundición. El material requerido por éstas fué de Diámetro de la canería Metros OOO do art us) O O 190 WOW Soo oooO 8 AO 1839 lo que da una lonjitud total de 2032 metros. Las conexiones de agua efectuadas en el año, fueron 16.925 (15.541 en el ra- dio nuevo i 833 en el antiguo) ; ise han suprimido por innecesarias ya 505 co- nexiones. Con estas alteraciones el total de conexiones municipales a fin de 1915 eran 146.619, como indica este cuadro : Conexiones Zona central de la ciudad (radio antiguo)... 70.579 Zona central de la ciudad (radio nuevo)..... 39.834 lomera ariete AS 12.800 ID A Oo OA. oo. Doble 12.700 Boca yiBarracas delle neo e aaa O a 10.706 Tobal. 0 146.619 Las conexiones para incendio eran 290; para dar agua a plazas, grandes edi- . ficios, parques, etc., 26; las para riego, 1419; los surtidores de balde, aumenta- ron en 12, siendo a fin de año 85, de los cuales 37 con lluvia para caballerías. En 1915 se instalaron 1155 medidores i se retiraron 128, quedando 1027 que con los ya existentes suman 8653, así distribuídos : Medidores Zona central (radio antiguo) .... 3.034 Zona central (radio nuevo)...... 1.904 BOCy Barraca. ao 00 de 1.168 IN A lo Eo 965 180 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Medidores BETO e 1.494 Puerto de la-Capital............ 87 Avellaneda as eo lao 1 Vota 8.653 La ampliación de la zona servida hizo disminuir la perforación de pozos semi- surjentes. La construcción de los nuevos i la vijilancia de todos fué la siguiente : Construídos reglamentariamente........... 19 Clandestinos ecc ete te len: 8 No denunciados, pero luego autorizados... il Cegados por diversas Causas.............. 3.417 Estos últimos, sumados con los ya cegados, dan un total, a fin de 1915, de 9178 p0zos. El total de los semisurjentes en actividad en la misma fecha, es el que indica el siguiente cuadro : Construídos reglamentariamente......o.oo..o... 1.720 Denunciados oportunamente ................. 7.196 No denunciados, pero luego autorizados...... 430 Construídos sin permiso, pero luego autorizados 840 MO oe 10.186 El consumo de agua, que en 1914 fué de 76.572.720 metros cúbicos, con un promedio diario de 209.240 metros cúbicos, alcanzó en 1915, a 90.655.047 me- tros cúbicos, con un promedio diario de 248.397 wm. El máximo de consumo diario fué 368.418.200 metros cúbicos el 14 de diciem- bre; i el mínimo de 196.668.600 metros cúbicos el 27 de junio. En 1914, habían sido respectivamente de 265.236.100 metros cúbicos ¡169.015.600 metros cúbicos. Como ya no se provee de agua semisurjente ni a Flores ni a Belgrano, se ha desarmado toda la maquinaria. Indicada así, someramente, la labor constructiva i funcional de la Dirección de obras sanitarias de la Nación en cuanto a la provisión de agua, pasaremos a la no menos interesante de la evacuación jeneral de los residuos líquidos o sólidos. En abril se habilitó la nueva cloaca máxima. La antigua ha funcionado regu- larmente a pesar del recargo del radio nuevo. Se ha revisado 104.942 metros de cloacas interceptoras i estraído de los tajamares 699 metros cúbicos de arena. De los sifones del Riachuelo, el antiguo ha funcionado con regularidad i se conserva bien. La estracción de residuos alcanzó a 734 metros cúbicos. En abril, contemporáneamente con la nueva cloaca máxima, se libró al servicio el sifón provisional que eruza a alto nivel el Riachuelo, mediante un puente de hierro ad hoc, en prolongación dela calle San Francisco, formada por dos cañe- rías de fundición de 0650 de diámetro, que se enlazan con los estremos de la cloaca máxima a cada lado del río, i que funciona mui bien. En Puente Chico (Wilde), se estrajo durante el año, de las rejas de las cáma- ras separadoras 935 metros cúbicos de residuos; i mediante el balde Priestmann, que funciona en el pozo, otros 875 metros cúbicos. BIBLIOGRAFÍA 181 Se ha instalado cerca del sitio de estracción, un horno para incinerar estos residuos, con lo que se evita su depósito en Zanjas abiertas que, al gasto de aca- rreo, unía el inconveniente de sus fétidas emanaciones. En los pozos de las casas de máquinas de los distritos bajos del radio antiguo se ha efectuado 246 limpias, estrayendo 2761 metros cúbicos de fango. A todos, menos uno, se dotó de hornos crematorios. En la Boca i Barrancas se hicieron 786 limpias de los pozos de bombas. A fines de 1915 quedaban los pozos de bombas en el radio nuevo en condicio- nes de ser pronto habilitados. Durante el año se recorrieron i limpiaron 733.694 metros lineales de colectoras de mampostería, vale decir que se ha recorrido ocho veces la red, empleando 45 días en cada una, siendo la estensión total de la misma de 91.915,71 metros. En cuanto a las de material vítreo i de fundición (radio antiguo) se recorrió i limpió 1.425.730 metros en la zona central de la ciudad, icomo la red mide 236.533, resultan 4,5 limpias durante el año. ” En la Boca i Barracas se verificaron 7 94.310,63 metros. Conexiones domésticas de cloacas (radio antiguo): se construyeron 169 conexio- ,5 limpias, o sea 703.803 metros sobre nes i enlazado 215 con las domésticas; en Boca i Barracas, 75 conexiones ester- nas i 74 enlaces. En el radio nuevo, 386 conexiones. A fines de 1915 las conexiones eran : Número de conexiones Localidad === Instaladas En servicio Zona central, radio antiguo... 33.145 30.268 Zona central, radio nuevo ... 17.576 8.800 Distritos Boca i Barracas ... (Cno 6.733 Coba o 58.076 45.801 En el vaciadero de Boca i Barracas se volcaron 17.306 carros atmosféricos par- ticulares i 349 municipales. Se construyeron dos nuevos vaciaderos i se clausura- ron por nocivos, tres en el radio radio antiguo, muy poblado ya. Conductos de tormenta : Se recorrió i limpió una estensión de 12.780 metros o sea, más o menos, un cuarto de su lonjitud. Se construyó un conducto de tormenta subsidiario que por Libertad va de Corriente a Cangallo, evitando así las inun- daciones locales. Otro, por igual razón, que ya de Junín i Lavalle, siguiendo por ésta hasta Andesi termina en Andes i Cangallo, donde empalma con el conducto de ésta. Sumideros : Se limpiaron 47.881, i puesto que los sumideros son 7888, resultan seis las limpias por sumidero i año. En ellas se estrajo 10.165 metros cúbicos de barro i residuos. Red de desagiie : Habilitada la primera zona del radio nuevo, cloaca máxi- ma, etc., a fines de 1915 la red era como sigue : Metros Colectoras de albañilería (radio antiguo)... .....o.o.ooooo... MS — material vítreo (radio nuevo i antiguo) ......... 475.831.01 = deuda NN Sis 7.575.84 =— SUDSIIA MAS dls ae Rata 7.416.82 (9 ps o po) O pao] [77 [| e] ES [a] pa) pao] 0% [a pa] WA a [42] (e) =) y B [Y (42) [e] YA ES es es dÍ5 182 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Metros Cañerías de fundición para bombeo ..... +... ooo»... cro.oo.- 20.056.97 Cañerías de fundición bajo presión hidráulica............. 15.707.10 Desaguues especiales... ae lalala cito 19.936.393 TOErCepLOLaS et Toto sin caja ae ON REN AOS SA 14.250.60 Cloaca máxima i ramales en ambos radios................ 93.714.00 Conductos de desagiie (tormenta) de diversos materiales .. 41.340.17 Conducto general de desagúe con 1, 21 3 galerías ........ 3.792.00 Longitud total de la. red de desagles o <..o.............. 798.233.51 Cloacas domésticas : El movimiento de la oficina durante el año 1915, fué el - que condensa el cuadro siguiente : Radio antiguo : Planos presentados iento aii 877 ==. por aprobar a tinide LOLA 0 a tia 14 = aprobados tentado le opere otra elotes 891 Obras habilitadas 2 fin de 1914 2200 oe. 38.098 =., demolidas en Oo dara te para ieala dio 129 = construidas en lolo loas entes 229 MEN ABCr Vacio aia di a la 38.198 Inmuebles; sin servicionecloncal a. jalo e eieto ale alale la a 10 Inspecciones efectuadas en obras en construcción .... 4.520 Inspecciones efectuadas en obras en servicio......... 17.318 Radio nuevo : Planos presentados cn ii 1.443 — IP portaprobariarintde gia e 10.699 Ma proDados teni 12.455 Obras construidasten IA a iii 7.631 — en construcción a in de 10D. e e 3.169 — en servicio a fin de 1915...... it 8.800 Inspecciones efectuadas de obras en construeción.... 91.542 Movimiento administrativo : Espedientes terminados en el añ0......o.ooooo.o...- 16.684 Certificados dé deuda espedidoS................. 12.667 Renta percibida, radio antiguo...... «o... +... “... 11.172.96 Renta percibida, radio MUEVO .....oomoooooo.o.--. 754.271.17 . Maquinaria i combustible : Las máquinas elevadoras en Palermo han bombeado consumido respectivamente las siguientes cantidades : ' Agua bombeada Consumo Agua bombeada Bombas en metros de combustible por kilogramo eúbicos en kilogramos de combustible Número 5 Palermo..... 29.353.200 1.700.596 17.2 = 6 Recoleta......- 25.961.103 1.586.330 16.4 = 7 Recoleta ..... 13.005.252 707.295 18.4 — 8UPalermo..... 27.888.000 1.362.750 20.4 Totales..... 96.207.555 5.356.971 18.1 en med. BIBLIOGRAFÍA 183 Conviene notar que en Palermo se ha montado una instalación para quemar petróleo crudo de Comodoro Rivadavia, con quemadores de presión, sistema Wallsend Howden, en la que trabajan tres de las seis calderas existentes. Respecto de las máquinas impelentes daremos el siguiente cuadro que condensa su labor. Bombas impelentes Recoleta, número 1 ....... — AA — O = Maa Palermo, números 1 al 3 y 8. Totales. os Bombeo en metros eúbicos 22.081. 16.802. 1.428. 24.393.868 24.944.200 89.653.186 228 328 562 Combustible consumido en kilogramos 4.839. 2.842. 387. 4.920.851 5.819.259 .810.268 878 459 821 Agua bombeada por kilogramo de combustible en metros eúbicos 4.56 il 56 4.95 4.04 4.17 al Ya en med. En las tres calderas de la máquina número 3, en Recoleta, también se ha ins- talado quemadores de petróleo, a inyección de vapor, sistema Dagaf. En cuanto al bombeo de los líquidos cloacales, en las cuatro estaciones eléc- tricas de las casas de bombas de los distintos bajos, se tienen los siguientes datos : Localidad 0198 Puerto oeste .. Puerto este .... Bombeo en metros eúbicos 3.629.360 a 1.618.600 183.526 : 873.186 Energía consumida en kw/h 194.557 119.450 6.218 35.539 Bombeo por kw/h consumido en litros 18. e 29. 24. DD OL O Las máquinas de vapor del distrito 29 funcionaron todo el año i bombearon 2.662.848 metros cúbicos de líquido cloacal, consumiendo 420.512 kilogramos de carbón, o sea, 6332 litros por kilogramo de combustible consumido. La usina de fuerza hidráulica del distrito de Boca-Barracas, con las bombas de los 17 pozos, elevaron 9.501.477 metros cúbicos de líquido, consumiendo 1.269.051 kilogramos de carbón, o sea 7575 litros por kilogramo de carbón. Las máquinas del establecimiento de Puente Chico, efectuaron el siguiente trabajo : Bombeo Máquinas en metros eúbicos Antiguas......... 37.372.711 NUOVAD 20.079.671 Centrífugas ...... 9.422.500 Totales. .... 66.874.882 Carbón consumido en kilogramos 3.416.530 1.816.120 872.970 6.105.620 Líquido elevado por kilogramo de combustible en metros cúbicos 10.938 11.056 10.793 10.953 (promed.) Resulta, pues, que el líquido total bombeado es el 74 por ciento del volumen de agua filtrada consumida en la ciudad. Laboratorio : Los inconvenientes que producía el funcionamiento separado de 184 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA los laboratorios químico i bacteriolójico, indujeron al directorio de las Obras sanitarias de la Nación a su fusión en una sola oficina, lo que resultó efectiva- mente mui acertado, por las ventajas que ofrece el análisis inmediato, químico bacteriolójico, para la exactitud de los análisis. Así se han realizado investiga- ciones precisas sobre el bacilo Coli en las aguas, estableciendo, cuando existe, la cantidad, pues de ésta depende su posible virulencia. I no sólo se analiza las aguas, sino que también la flora microbiana que puede existir en ellas. La misma oficina gradúa, mediante ensayo previo, la cantidad de coagulante que cada agua requiere, para evitar saturaciones que harían pasar el esceso a las aguas abastecidas. Vijila a la vez el funcionamiento de los filtros; la des- trucción de las algas que se desarrollan en los depósitos de decantación, fil- tros, etc. Análogos análisis lleva a cabo en las aguas provistas en las provincias. Esta oficina, pues, tiene además de la delicadísima misión hijiénica, la otra mui importante de ensayar los materiales por emplear en las obras. En 1915 realizó 233 ensayos químico-mecánicos de cementos, i otros 61 de cales, caños de cemento armado, hormigón, vítreos, ladrillos, etc. El servicio médico ha tenido un movimiento acentuado, pues los enfermos asis- tidos en sus domicilios o en el consultorio de la repartición, alcanzaron a 170 por mes. Talleres : Dada la importancia material de las obras se deduce la de los talle- res mecánicos i de fundición, que han debido ser ensanchados i dotados de una oficina de fundición, dependencias que han adquirido un máximo de utilidad debido a la criminal conflagración, puede hoi decirse mundial. Los trabajos realizados durante el año costaron pesos 1.159.731,72, así distri- buídos : Pesos Construcciones termnadasi ae 561.535.22 COMPposturas. oa A o o A 443.952.94 Construcciones i composturas por terminar... 154.243.56 Totalio o > riores El hierro fundido ha alcanzado a 1.909.402 kilogramos, con coste de pesos 205.894,045 pesos 59.218,13 de material i el resto de mano de obra. Resulta un coste de pesos 0,108 por kilogramo de hierro elaborado. También se agregó la fábrica de caños de plomo para las conexiones de agua en toda la república. Desde su iniciación (marzo) hasta fin de año se fundió 239.608 kilogramos de plomo con un coste de pesos 58.345,19 i pesos 2.676,20 de mano de obra, o sean pesos 61.019,39, lo que da como precio unitario pesos 0,2542 por kilogramo de caño de plomo. La fundición de bronce ha elaborado 48.885 kilogramos de material cuyo valor fué de pesos 41.417,25, al que sumándole la mano de obra, que importa pesos 32.379,61, da un valor total de pesos 73.796,86, o sea, pesos 1,50 por kilogramo de bronce trabajado. Muchos otros trabajos de importancia han realizado estos talleres, como dos lavaderos de arena, bocas especiales de rejistro, 250 anillos de segmentos para el sifón nuevo, colocación de quemadores de petróleo, instalaciones eléctri- cas, etc. Almacenes i depósitos. — Recibieron en 1915 : BIBLIOGRAFÍA 185 Toneladas de carbón de hulla .......... 30.700 Toneladas de cemento portland ......... 32.200 Piezas de material vítreo (caños)........ ME AAGO, ¡BEZANA io e 71.000 Toneladas de plomo en lingotes......... 1.004 — decaños der plomo ota tata 270 — decorada ii 7.400 que representan un valor de pesos 13.810.276,20. Corralón : Posee para el servicio diurno 9 carros volcadores; 10 chatas de ca- jón, 10 ídem playas, 4 livianas i 3 jardineras. Total 36. Posee, además, un break para tomar muestras de agua; 3 carros suspensores para caños grandes; 19 chatas de hierro para limpieza nocturna de sumideros i pozos. Han realizado 33.343 viajes con un coste de pesos 143.554,49. Hai que agregar 3 automóviles para el personal i 11 camiones automóviles para materiales. La caballería para dichos vehículos era, el 31 de diciembre, de 148 animales, que todo comprendido (forraje, personal técnico, cuidadores, ete.) costó pesos 24.460,92, o sea pesos 1,07 por día. Balance de la esplotación : La baja del valor de la propiedad i el mayor coste de los materiales importados ocasionado por la guerra europea, especialmente el carbón, han influído sensiblemente en el producto líquido de la esplotación de las obras. También ha influído la dificultad del cobro de los servicios en virtud de la crisis porque atravesamos, de manera que parte de ellos van a cobrarse en el año siguiente. Así, lo realmente recaudado en 1915 fueron pesos 5.886.930,99. Las obras del radio viejo se valúan en cifra redonda, en pesos 115.000.000, 1 su porcentaje líquido resulta de 6,95 por ciento. La renta del radio viejo importó 3.826.862,32 pesos, superando aproximadamente en 1.500.000 pesos a la de 1914. En 1915 relativamente a la provisión de agua se terminaron i habilitaron los depósitos de decantación 1 1 II; se concluyeron cinco filtros, de los cuales sólo tres se habi!itaron. Se terminó el montaje de dos nuevos juegos de máquinas impe- lentes, estando así en función cinco de los ocho juegos contratados. Se ha com- pletado todas las líneas de impulsión que van a Caballito i ya en servicio, i se iniciaron dos a Villa Devoto. Se habilitó al principio de 1915 el depósito distri- buidor de Caballito. Se estableció cañerías maestras en más de 2000 hectáreas, elevando así las provistas a 7000 hectáreas; i se inició la instalación en otras 1730 hectáreas. ) Se terminaron las cinco secciones de la Cloaca máxima, desde el kilómetro 4 al 30,167 en Wilde, i sus ramales, quedando así habilitados en mayo 59.468 metros de conductos. En el Riachuelo se concluyó i habilitó el sifón provisional A fin de 1915 la red de colectores habilitados ocupaba una estensión de 2516 hectáreas (en la 1% i 22 zonas) i otros colectores mas que no pudieron habilitarse. Se inició la cloaca máxima de la avenida San Martín, al que afluirán los des- agiies de Chacarita, Santa Rita, Villas del Parque i Devoto, etc. El importe de las obras de ampliación en 1915 fué de pesos 25.046.333,32; i el total desde su iniciación es de pesos 110.728,107,57. Fábrica de ladrillos (San Isidro). — El movimiento en 1915, fue el siguiente : 186 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Existencia 1915 Existencia NAO DATO 7A al 31 de en 31 de diciembre diciembre 1915 Fabricación Total Espedición 1915 Ladrillo quemado 3.714.95 14.272.750/17.987.705/10.167.610| 7.820.095 Ladrillo crudo 4.252.139 14.187.474|18.439.665/14.865.387| 3.574.278 Granza (tn) 1.096.000 096 463 Polvo (tn) Sl 575.700 .367 661 Cascote (tn) .2 )9.800 402 383 Tierra preparada .951.011/11.761.971.000/23. 982 474 — sin preparar... 33.651/11.761. .000| 6. 680 — sin preparar en el nuevo terreno ad- quirido .000.000 La acción de la dirección de Obras sanitarias de la Nación se ha estendido en proporción mui ponderable en las capitales de provincias, en Mar del Plata, Bell-Ville, Chilecito, Mercedes de San Luis, valle del Rosario i en los territorios nacionales; pero no podemos entrar en el detalle de lo actuado, pues haría de- masiado estensa esta bibliografía. Baste decir que los estudios hidrojeolójicos, las obras proyectadas i las construídas i por terminar, representan una labor cien- tífica, técnica i administrativa digna de encomio, tanto por su magnitud, cuanto por su acierto, i a pesar de la insistente crisis económica reinante en el país que dificulta la marcha progresiva del mismo. Tampoco entraremos a glosar la sección cuarta, que trata del servicio de la deuda, importante labor de contaduría, condensada en los 17 nutridos cuadros administrativos que acompañan a la memoria. Sólo haremos mención para terminar, de algunos de los anexos mui impor- tantes; el B relativo al sifón definitivo a través del Riachuelo del que, en reali- dad, depende el éxito del alcantarillado público i doméstico de la ciudad; el € referente al desagiie pluvial en el antepuerto de la capital, con el que estamos enteramente de acuerdo i sobre el cual hemos de volver más tarde ; i el F sobre las algas que se crían en las aguas potables, nocivas a la salud de la población, por la invasión de esos microrganismos tan prolíferos i perjudiciales por la obs- trucción que causan en los filtros, depósitos i conductos del servicio de agua. El laboratorio de las Obras sanitarias está ensayando, parece que con buen resul- tado, el sulfato de cobre, como medio de aniquilar tan inconvenientes microorga- nismos. I basta. Con lo dicho creemos haber dado una idea sucinta pero clara de la ponderable labor técnicoadministrativa encomendada a la dirección de Obras sa- nitarias de la Nación, i a la vez, la correcta, la competente acción del personal que la compone; lo que hemos visto corroborado por la meritísima intervención que las diversas secciones de la misma tomaron en el reciente Primer congreso nacional de injeniería, en el cual los profesionales de las Obras sanitarias han tenido tan importante como descollante actuación. Bien merecen un aplauso. S. E. BARABINO. BIBLIOGRAFÍA 187 Anales del Museo Nacional de Historia Natural de Buenos Aires, fun- dado por el doctor Germán Burmeister en 1864. Tomo XXVIII. Un volumen de cerca de 600 pájinas, con 16 láminas, 118 figuras en el testo, un retrato 1 tres mapas. Imprenta de Coni hermanos, Buenos Aires, 1916. Este volumen corresponde a los trabajos de observación realizados por el alto personal científico del principal museo arjentino, dirijido por el doctor Ánjel Gallardo, durante el año próximo pasado de 1916, a partir de mayo, aunque el último tenga la fecha de enero 18 del corriente. Creería nimio hacer el elojio de los hombres de ciencia que constituyen el orga- nismo intelectual directivo de nuestro valioso museo. No entendemos hacer com- paraciones, puesto que como en toda agrupación humana tienen que existir dife- rencias en la potencialidad cerebral de los miembros componentes; pero tomados en su conjunto, los estudiosos naturalistas de nuestro museo, constituyen un cuerpo que reune a la cireunspección, el saber i la laboriosidad. Las memorias presentadas se refieren a puntos de real importancia relativos a la fauna, a la flora i a la arqueolojía arjentinas. He aquí el índice de los trabajos : Ánjel Gallardo, a) Las hormigas de la República Arjentina; subfamilia dolicode- rinas, con 2 mapas i 49 figuras (18 mayo 1916; b) Notas acerca de la hormiga «Trachymyrmex pruinosus » Emery, con 4 láminas (4 setiembre 1916); c) Notas complementarias sobre las dolicoderinas arjentinas, con 6 figuras (4 setiembre 1916); d) Notes systématiques el éthologiques swr les fourmis « Attines » de la République 4r- gentine, con 3 figuras (25 setiembre 1916). Carlos Spegazzini, Algunas orquidáceas arjentinas, con 2 figuras (17 junio 1916). Juan Brethes, a) Descripción de una nueva mosca langosticida (17 de junio 1916); b) Algunas notas sobre mosquitos arjentinos, con Y figuras (19 de julio 1916). C. Curt Hosseus, Observaciones arqueolójicas en el río Blanco (San Juan), con 7 figuras (19 de julio 1916). Aníbal Cardoso, Breves noticias i tradiciones sobre el orijen de las boleadoras i del caballo en la República Arjentina (19 de julio 1916). Roberto Dabbene, Notas biolójicas sobre gallaretas i macás, con 5 láminas (19 de julio de 1916). Ana Manganaro, Nota sobre el jénero Micropsis D. C., con 2 figuras (11 de julio de 1916). Juan B. Ambrosetti, Profesor Pedro Scalabrini (1849-1916), con un retrato (18 de agosto «de 1916). R. Lehmann-Nitsche, a) Dos cráneos de matacos (4 de setiembre 1916); b) Nue- vas hachas para ceremonias, procedentes de Patagonia, con 17 figuras (4 de noviem- bre de 1916). Lucien Hauman, Note préliminaire sur les Hordeum spontanés de la flore argen- tine, con 4 láminas i 1 figura (22 de setiembre de 1916). Carlos A. Marelli, Las diferentes larvas de langostas que acompañan a las gran- des mangas de la saltona « Sehistocerca paranensis » Burm. (25 de setiembre de 1916). Franz Kiihn, £l «arco de las antillas australes » i sus relaciones, con 1 mapa i 2 figuras (4 de noviembre de 1916). 188 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Pedro Jórgensen, Las mariposas arjentinas (Lep.); familia « Pieridae»; con 14 figuras (10 de noviembre de 1916). Eric Boman, Las ruinas de Tinti en el valle de Lerma (Salta), con 5 figuras i 3 láminas (14 de diciembre de 1916). Eduardo L. Holmberg, Las especies arjentinas de « Colioxys », con 1 figura (18 de enero de 1917). Salt 18 Memoria de la Dirección jeneral de minas, jeolojía e hidrolojía, corres- pondiente al año 1914. Buenos Aires, 1916. Un volumen de 218 pájinas, con numerosos cuadros estadísticos i¡ exornado con 31 planos de croquis topográficos i perforaciones en toda la República, con indi- cación de la naturaleza de los estratos sondeados, potencia de los mismos, enca- ñado; capas de agua, con indicación de su nivel piezométrico; marcha de los trabajos, etc. Esta interesante publicación del ministerio de agricultura de la Nación, cons- tituye el número 4 del tomo XI de los 4nales de esa repartición, sección jeolojía, mineralojía i minería. Hemos tenido ocasión, en estas columnas, de ocuparnos de las numerosas pu- blicaciones de la Dirección de minas, todas concernientes a tópicos de la mayor importancia, en consonancia con la multitud de cuestiones que el progresivo conocimiento de nuestro país impone, i de la utilidad económica, i, por ende, política, que ese conocimiento reporta al país. Hasta hace poco, la esplotación de nuestras riquezas mineras, más que el resul- tado de investigaciones científicas, ha sido el fruto de la casualidad, como sería el portentoso caso de Comodoro Rivadavia, donde, buscando agua, hallamos la hulla oleajinosa, que promete ser la base más sólida de nuestro porvenir indus- trial i comercial. Hoi, gracias a la laboriosidad i competencia de la repartición que dirije el inje- niero E. Hermitte, vamos paulatina pero eficazmente indagando i conociendo nuestra jea, que nos revela la naturaleza i potencia del suelo i subsuelo arjen- tino, sus fuentes naturales potables o termales; sus aguas freáticas, surjentes o no, que nos permitirán fundar nuestra capacidad hidráulica con aplicación a la mecánica, a la medicina i a la colonización de nuestro aun desierto territorio, por la fertilización de tan grandes estensiones de tierras áridas como hoi existen i que, gracias al conocimiento de las aguas superficiales u ocultas, podrán ser habilitadas para su cultivo. I es con esta acción lenta pero acertada, por lo prudente i metódica, que a las hullas oleajinosa i blanca, debemos esperar, en un día no lejano, poder agregar la hulla «negra », de que hasta hoi carecemos, pero que debe existir en el país, la que constituye con aquéllas, la trinidad combustible, uno de los más sólidos factores del progreso de una nación. Lástima grande que existan dos causas retardatrices, fáciles de eliminar : la intensa crisis jeneral que nos agobia i la falta de autonomía de la Dirección; la primera limitando los medios económicos i, por ende, obstaculizando la integra- ción e intensificación de las esploraciones; la segunda dificultando la organización i realización de los mismos, por las trabas, involuntarias o no, que la superinten- BIBLIOGRAFÍA 189 dencia de una autoridad estraña a la acción técnica de la repartición, pone al mejor desarrollo de su acción. La erisis pasará, porque el país tiene enerjías propias capaces de levantar los espíritus, devolver la confianza perdida e impulsarle por la vía del trabajo, base de todo progreso; pero la autonomía ¿querrán concederla los poderes políticos de la Nación ? Debemos esperar que sí, pues los intereses del país la demandan. Pero volvamos a la Memoria. Los vacimientos petrolíferos de Comodoro Rivadavia han sido objeto de parte de la Dirección de minas, de una dedicación realmente plausible, contribuyendo mu' eficazmente a su desarrollo racional, por la multiplicación de los sondeos en la zona del gobierno, gracias a las perforadoras, cañería i personal competente que se envió a aquella mina petrolífera. Las perforaciones no se han limitado a Comodoro Rivadavia, como lo indican los 31 croquis agregados a la memoria, sino que se ha estendido a las diversas provincias que las requerían por diversos motivos de utilidad pública. Esto, como se comprende, trae aparejado el conocimiento de las capas ¡jeolóji- cas en todo el país, presentándose casos de real importancia económica como es el de Posadas, donde la perforación que se realiza en Zaimán ha revelado la exis- tencia de cobre nativo a una profundidad de 247 metros ; como ocurrió también en Curuzú-Cuatiá, lo que hace sospechar un nuevo foco de riqueza para el país. Para pasar de la « sospecha » a la realidad — favorable o no — hai que inten- sificar los sondeos en la medida que las circunstancias locales requieren; i no abandonar las investigaciones como se ha hecho con la zona estanífera de la sierra de Zapata en Catamarca. La Dirección, por otra parte, ha reglamentado la cuestión de la ubicación de los permisos de cateo, estableciendo que antes del otorgamiento de la concesión se efec- tuará la ubicación i demarcación de las zonas solicitadas. Varias cuestiones de ca- rácter legal o administrativo fueron igualmente solucionados por esta repartición. Otro de los puntos importantes en que intervino, es el de las fuentes de aguas minerales en el país, haciendo reglamentar por el ministerio el arrendamiento de las mismas a los particulares. Las investigaciones jeolójicas limitadas en el terreno kan permitido dar mayor amplitud al estudio de gabinete sobre las mismas. En cuanto a los levantamientos topográficos han tenido que reducirse i en algunos puntos suspenderse, como los fotogramétricos iniciados en la quebrada del Toro (Salta); sin embargo, con lo realizado se construyó un plano que abarca una estensión de más de 1000 kilómetros cuadrados, no superada hasta hoi en ningún país. Han quedado terminadas definitivamente las instalaciones de Jos laboratorios de química mineral, las salas de topografía i el museo mínerojeolójico. De todo lo cual se deduce que la Dirección de minas, jeolojía, etc., es una repartición que cumple con su deber en forma mui plausible. “Boletín número 3, serie D (química mineral i aguas minerales). Ministerio de agricultura de la Nación. Buenos Aires, 1916. En un folleto de 15 pájinas, la Dirección jeneral de minas, jeolojía e hidrolo- 190 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA jía publica dos estudios que se relacionan con el interesantísimo tema de actua- lidad, el petróleo de Comodoro Rivadavia. El primero, debido al doctor Hércules Corti, se refiere a la Determinación del porcentaje de agua en el petróleo de Comodoro Rivadavia, cuestión de mucha impor- tancia, pues la presencia de aquélla en este combustible es de todo punto nociva, cosa que la razón indicaba i que la ciencia ha confirmado. 1 en realidad el petró- leo aguado tiene menor poder calorífero, deteriora la maquinaria, favorece las incrustaciones, i, en invierno, al helarse el agua obstruye las cañerías. Para valuar el agua existente en un petróleo se emplean los métodos gravimé- trico i volumétrico, que el autor ha aplicado al de Comodoro Rivadavia, prefe- rentemente el de Hoffmann-Marcusson, llegando a formular i aplicar ventajosa- mente uno propio, sobre el cual establece la siguiente conclusión : « El método por sedimentación espontánea que propongo para determinar el porcentaje de agua en el petróleo de Comodoro Rivadavia, es uno de los más prácticos del punto de vista industrial. » El director jeneral, injeniero Hermitte, en su nota elevando el trabajo del doc- tor Corti al ministerio, dice : «... Esta dirección ha creído conveniente someter el procedimiento ideado por el doctor Corti a una discusión, aprovechando la estada en Comodoro Rivadavia de un químico especialista, contratado por la comisión administrativa de la esplotación para estudiar aquel producto, siéndome erato hacer notar la insistencia del doctor Corti sobre la bondad de su descubri- miento, quien, para tener en cuenta las observaciones formuladas por el injeniero especialista, señor Leopoldo Bartha, sometió su trabajo a una revisión prolija. » Como se ve, se trata de un problema de la mayor importancia, el saneamiento del petróleo rivadaense, cuestión económica digna de ser tomada en cuenta por las administraciones correspondientes, fomentando las útiles investigaciones del doctor Corti. El segundo trabajo es del doctor Ernesto G. Donkert, sobre 4lgunos ensayos i consideraciones sobre el coque del petróleo de Comodoro Rivadavia. Se trata de un subproducto de la destilación del petróleo mui útil por sus variadas aplicaciones a la industria. El autor observa que las dos muestras que ha estudiado derivan de una anor- malidad en la quema del petróleo, incompleta. Pero no entraremos en este deta- lle. El doctor Donkert, después de sus esperimentos, llega a la conclusión que el coque de petróleo de Rivadavia se presta, como sus conjéneres, para fabricar carbones para lámparas de arco, para baterías, etc., i aun es útil en metalurjia. Observa que hai más utilidad en obtener esencias, kerosene, i lubricantes, apro- vechando el residuo como combustible, que no destilar el petróleo para obtener el coque. Así en Estados Unidos, en 1909, se ha destilado 11 560.000 metros cú- bicos de petróleo, de los cuales sólo un 3 por mil fué aprovechado como coque. Esto, como se comprende, depende en parte de las necesidades locales; pero el hecho es que se trata de una de las muchas elaboraciones a que se presta el petró- leo i que bueno es tomarla en cuenta. Investigacion i estudio de las capas de agua por medio de las perforacio- nes, por los inspectores EMILIO FELZ2MANNi JUAN LANGER. Buenos Aires, 1916. Constituye el Boletín número 2, serie C (hidrolojía i perforaciones) de la Diree- BIBLIOGRAFÍA 191 ción jeneral de minas, jeolojía e hidrolojía, del ministerio de Agricultura, con 135 pájinas de composición, ilustrada con 95 figuras en el testo, i un Anexo sobre las disposiciones vijentes en la Arjentina. Como su título lo indica, es un trabajo relativo a los sondeos que esta reparti- ción nacional realiza paulatinamente en el país en busca de agua, el grande ele- mento de vida i jerminación. Estas perforaciones hidrolójicas tienen otra ventaja directa, además de la captación ácuea, i es que constituyen verdaderas calicatas que revelan la naturaleza i la potencia de los estratos atravesados, aportando, así una preciosa contribución para el leyantamiento del mapa jeolójico de la loca- lidad, i más tarde de la República toda. Estos barrenos jeolójicos suelen dar sorpresas mui agradables, sean que den o no con el agua, como ocurrió en Comodoro Rivadavia, revelando yacimientos minerales de la mayor importancia. La Dirección en su nota al ministro del ramo observa que los particulares, para quienes el único acicate es el lucro, proceden, en jeneral, de una manera irracional, que termina por perjudicar gl mismo interesado, por cuya razón debiera existir una lejislación especial imperativa que pusiera esta rama de la hidrolojía bajo la vijilancia de aquella repartición nacional, como se hace en Europa, Australia, etc., donde el gobierno tiene bajo la superintendeneia de sus oficinas los trabajos del jénero. Los autores del trabajo, cumpliendo un deseo del director jeneral, han compi- lado un verdadero tratado de sondeos destinados a la investigación de las aguas subterráneas, en forma lo más concisa posible, i sin profundizar la materia, pues habría requerido en vez de un manual, algunos volúmenes. He aquí los capítulos : I, Definición de las capas. 1l, Reconocimiento de las mismas. III, Reconoci- miento de capas secas i permeables. IV, Muestras de tierra. V, Nivel piezomé- trico. VI, Caudal de un pozo, factores que en él influyen, caudal característico, determinación del caudal. VII, Muestras de agua. VIII, Temperatura de las capas. IX, Encañado. X, Filtros. XI, Aislamiento de las capas de agua i capas permeables. XII, Contralor de aislamientos. Resumen. Como obra elemental que puede servir de guía a las personas que deban o de- seen emprender perforaciones de este jénero, nos ha parecido adecuada, pues las pocas fórmulas que insertan están al alcance de una mediana instrucción matemá- tica, i las aplicaciones de las mismas a casos prácticos cooperan a un buen resul- tado. Con todo, tratándose del arte de la sonda al servicio de la ciencia hidroló- jica, nos reservamos volver sobre este argumento, con un más ponderado estudio del trabajo. Los autores hacen mui atinadas observaciones sobre el daño que pueden cau- sar las perforaciones hechas por rutinarios sin idea siquiera de su técnica; i mucho más en un país como el nuestro donde abundan las aguas freáticas, arte- sianas, semisurjentes, etc., aptas en su mayor parte para el consumo del hom- bre, del riego, i para las industrias, i concluyen que : 1% El personal de perforación debe poseer conocimientos que le permitan rea- lizarla ; 2% Los trabajos deben ser ejecutados en condiciones dadas, controladas por la repartición minera; 3 Los resultados deben comunicarse a la misma repartición. 192 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Por otra parte, sostienen que las perforaciones profundas, sólo puedan reali- Zarlas personas autorizadas por el ministerio; que debe evitarse la comunicación entre aguas dulces i saladas, mediante aislamientos oportunos; i el abuso del caudal de una capa, limitando su consumo a la potencialidad hidrolójica de la misma; i, consecuentemente, que es necesario fijar la mínima distancia entre los pozos vecinos; que deben cegarse los pozos no esplotables o abandonados; evi- tarse el inquinamiento que las aguas servidas (de fábricas, industrias, etc.) pue- den, filtrándose, producir en las buenas; por último, que debe protejerse los pozos de aguas medicinales prohibiendo perforaciones en la zona en que existen. Terminan mencionando leyes correlativas vijentes en otros estados, las que indisticutiblemente pueden servir de consulta para nuestras autoridades. Los yacimientos petrolíferos en la zona andina (Mendoza-Neuquen), por el doctor ANSELMO WINDHAUSEN. Un folleto de 27 pájinas, con un plano. Bue- nos Aires, 1916. Forma el Boletín número 15, serie B (jeolojía) de la Dirección jeneral de mi- nas del ministerio de Agricultura. Sería repetirnos demasiado insistir sobre la ventaja de las investigaciones de minas de petróleo; nos concretaremos, pues, a trascribir lo que dice, el director jeneral, injeniero Hermitte, al pedir la publicación del trabajo del doctor Wind- hausen : «en el cual se ha condensado todos los conocimientos anteriores sobre los yacimientos petrolíferos de la zona andina, coordinándolos i cimentándolos con las observaciones últimas del personal técnico de esta dirección jeneral, en- tre las cuales se destacan las del autor, del doctor Graeber i del doctor Keidel ». La radioactividad de las aguas (de la primera perforación de Argerich i ter- cera de Gualeguay), por el doctor HÉrcuLES CorTr. Un opúsculo de 14 páji- nas. Buenos Aires, 1916. Es el Boletín número 4, serie D (sección química mineral i aguas minerales) de la Dirección de minas del ministerio de Agricultura. El doctor Corti, actual jefe de la sección, al estudiar las indicadas aguas de Ar- jerich i Gualeguai, llega a conclusiones contrarias a las de su predecesor doctor Mauricio de Thierry. Vale la pena, por tratarse de aguas surjentes en la rejión seca de Bahía Blanca, que los estudios se amplíen. He aquí las conclusiones a que llega el doctor Corti : «12% El agua de la perforación número 1 de Arjerich no contiene emanaciones de torio ; 22 Contiene, igualmente que la número 2, emanaciones de radio ; 32 Mediante el procedimiento ideado por el doctor Thierry, no es posible ( < ES revelar la presencia de emanaciones de torio; «42% No he podido constatar por medio del aparato de Cheneveau i Laborde, que el agua de la tercera perforación de Gualeguai sea radioactiva, contraria- mente a lo que afirma el doctor Thierry en el informe i en la publicación ya citados. » Es de suponer que el doctor Thierry rectificará o ratificará sus conclusiones BIBLIOGRAFÍA 193 ante el resultado que declara haber obtenido el doctor Corti, siendo mui de aplaudir que estas diverjencias sean discutidas en el terreno calmo y caballeresco de la ciencia. La sílice en el análisis de las aguas potables, por la doctora María LUISA COBANERA. Trabajo aparecido en el Boletín número 5, serie D (sección quí- mica mineral i aguas minerales) de la Dirección de minas del ministerio de Agricultura. Un folleto de 14 pájinas. Buenos Aires, 1916. El método que propone la doctora Cobanera consiste en valuar el anhídrido sulfúrico, óxido cálcico i magnésico, sin eliminar sílice. Ha merecido la aproba- ción más completa del jefe de la sección, doctor Corti, así como la del injeniero Hermitte, director jeneral. El procedimiento Cobanera permite conocerrápidamente las condiciones del agua analizada, lo que es de suma conveniencia para la prosecución de las perforacio- nes, tanto que los errores que con él pueden cometerse pierden toda importancia. La sección le empleará en los análisis de las aguas de perforación de carácter urgente, análisis clasificados como previos (PP); pero no en las aguas de la «serie M», ni en los minerales, ni en los análisis definitivos de las aguas de perforación. Es mui cierto que en los análisis químicos no es fácil hermanar la rapidez con la exactitud, pero también es verdad que en no pocos casos de la práctica no es necesario una exactitud estrema, con todos sus detalles, sino que basta para ello el dato suficientemente aproximado. Uno de estos casos es precisamente el de análisis de aguas de perforación que requieren ser espeditivamente examinadas para no perjudicar la prosecución de las perforaciones. Mui digna es de alabanza la actuación de la doctora Cobanera, no sólo por la bondad práctica de su nuevo procedimiento, sino también por tratarse de una señorita que honra al sexo a que pertenece. Contribucion a la cristalografía del diópsido de las cales cristalinas de la sierra de Cordoba, por el doctor ROBERTO BEDER. Trabajo publicado en el Boletín número 16, serie B (jeolojía) de la Dirección jeneral de minas, jeo- lojía e hidrolojía. Folleto de 12 pájinas i una lámina con 4 figuras. Buenos Ai- res, 1916. Se trata de un nuevo jénero de investigación en el país que, a juicio del doctor Keidel y del injeniero Hermitte, conviene fomentar i hacer conocer, publicándolo en el Boletín del ministerio. Por nuestra parte nos concretamos a dar cuenta del trabajo, para que llegue a conocimiento de los entendidos. S. E. BARABINO. Sobre el hallazgo de un arpón de hueso en la rejión de Cabo Blanco (Gobernación de Santa Cruz), por FÉLIx F. Oures. Un folleto de 5 pájinas con 2 ilustraciones, publicado en Physis. Buenos Aires. Describe un pequeño arpón de hueso (162 mm. de largo) hallado en Cabo AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIII 13 194 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Blanco, tallado aparentemente en una costilla de Otaria, con un solo diente, terminado inferiormente en forma discóidea. Una faz es plana, convexa la otra; el dorso, rectilíneo; i el filo del diente, suavemente cóncavo. La base es biselada. El ancho máximo del arpón es de 32 milímetros i su espesor, unos 17. Piezas análogas se hallan en el Museo etnográfico de la Facultad de filosofía i letras, pero elautor no las puede describir por razones que han trascendido al públi- co. Después de muchas consideraciones arqueolójicas, teniendo en cuenta opi- niones del doctor Ameghino, Lovisato, Scottsberg, Lista, C. R. Gallardo, i otros más, formula la conclusión siguiente : «Es mui probable que los arpones hallados en Cabo Blanco sean objetos pre- hispánicos, quizá aun más antiguos ; pero esta presunción sólo podrá confirmarse cuando se inicien investigaciones sistemáticas en los riquísimos yacimientos ar- queolójicos de nuestras gobernaciones australes. » Las placas grabadas de Patagonia. Examen crítico del material conocido i deserición de nuevos ejemplares, por FÉLIx F. Outes. Un folleto de 14 páji- nas, ilustrado con 13 figuras, un mapa jeográfico del sur de la Arjentina i una plancha con otras dos figuras dobles. Buenos Aires, 1916. Esta monografía fué publicada en la Revista de la Universidad de Buenos Aires, tomo XXXII, pájina 611 i siguientes : Se ocupa de las placas de piedra grabadas, halladas en el complejo arqueolójico patagónico, a propósito de dos nueyos ejemplares recojidos personalmente por el naturalista profesor Martín Doello-Jurado. Estos objetos fueron ya mencionados en 1880, en la clásica obra de Ameghino La antigúiedad del hombre en el Plata; i estudiada más ampliamente con nuevos datos en 1900, por Verneau i De la Vaulx. El profesor Outes divide en cuatro formas estas placas : 1% Lajas naturales de esquisto, más o menos cuadradas o rectangulares, con ángulos vivos; : 20 Piezas estrechas, alargadas, con sus estremidades redondeadas, una, al pa- recer, más puntiaguda: 30 Ejemplares francamente rectangulares, con ángulos redondeados; 40 Ejemplar de forma elíptica. Las dimensiones de las piezas guardan una cierta progresión creciente de la primera a la cuarta forma. Los grabados ocupan jeneralmente ambas caras de las placas i son superficia- les, un milímetro como máximo de profundidad, salvo un ejemplar hallado en la isla Victoria (lago Nahuel Huapí). Sigue el doctor Outes describiendo los grabados, la naturaleza i el número de ejemplares conocidos, i trata de esplicar la aplicación de tales placas. Como sucede frecuentemente en cuestiones arqueolójicas, las opiniones difieren de uno a otro autor, pocas son las que concuerdan, i, muchas veces ninguna es la verdadera. Hai que contentarse con lo más probable. Termina el autor describiendo los dos ejemplares hallados por el profesor Doello-Jurado. En este trabajo, como en el precedente, el profesor Outes confirma no sólo BIBLIOGRAFÍA 195 una infatigable laboriosidad científica, sino que también, como lo hemos dicho ya en bibliografías anteriores, un amplio estudio de los temas que trata, que da a sus trabajos un sello de erudición i espíritu crítico que le honra. S. E. BARABINO. Cuestiones de nomenclatura paleoetnolójica, por FÉLix F. OurEs. Opús- culo de 10 pájinas. Buenos Aires, 1917. Artículo estracto de los Anales de la Sociedad Científica Arjentina. (t. LXXXID), toca un punto de real importancia para el lenguaje científico español. El doctor Outes analiza la nomenclatura propuesta por los distinguidos hom- bres de ciencia que constituyen la comisión de investigaciones paleoetnolójicas i prehistóricas, en su trabajo denominado Nomenclatura de voces técnicas 1 de ims- trumentos típicos del paleolítico; comisión que actúa en Madrid con el objeto de establecer la correspondencia castellana de las voces adoptadas en Francia para designar los grandes períodos i manifestaciones industriales de las culturas pa- leolíticas. El profesor Outes, hace crítica honesta : no desconoce el mérito de los autores de la Nomenclatura i les manifiesta, con franqueza i fundándola, su discrepancia en algunos detalles; proponiendo a la vez las mejoras que a su juicio pueden in- troducirse, siguiendo un plan uniforme en la creación o adopción de los vo- cablos. Estamos de acuerdo con el señor Outes, en lo tocante a la traducción de las voces i locuciones estranjeras, pero discordamos en ésto, que para nosotros estas deben castellanizarse fonéticamente, con lo que se evitará introducir en nuestra lexicografía nuevas incongruencias ortográficas. Refiriéndonos a las voces trascritas por el autor, voi a indicar las cuatro for- mas que menciona. Yacimientos Según el profesor Outes AA Denominación . clásicos típicos a o E aaa según la Comisión (términos primitivos) Chelles. Saint-Acheul. Le Moustier. Aurignac. Solutré. La Madeleine. Mazd'Azil. Chel | ense. Achel | ense. Muster | iense. Auriñac | iense. Solutr | ense. Magdalen | iense. Azil | iense. Denominación Chellense. Acheulense. Moustierense. Aurinacense. Solustrense. Magdalenense. Azilense. Desideratum Chellesense. Acheulense. Moustierense. Aurignacense. Solutrense. Madaleenense. Azilense. Nosotros creemos que la verdadera forma debe ser la fonética i, por consi- guiente, que dichos vocablos deben traducirse así : chelense, achelense, mustie- rense, oríñaquense, solutiense, madalenense 1 asilensi. ¿Vamos desacertados? Estamos convencidos que no, pues un idioma cuanto más perfecto es, mayor concordancia ortofonográfica presenta. 196 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Pero, sea como fuere, hai en esto algo más que una cuestión de nomenclatura particular de una de las tantas disciplinas que constituyen el acervo cultural del hombre; hai algo más que una cuestión de forma. Es el fondo de la cuestión, de lo que tantas veces nos hemos ocupado, analizando i abriendo opinión, que nos mueve a felicitar al profesor Outes, que ama la ciencia que profesa i, por ende, desea verla libre de abigarramientos exóticos, vestida con su propio ropaje lin- giiístico, confeccionado con un patrón uniforme, racional. Es el fondo de la cuestión el que me impele una vez más a recordar a la aso- ciación matritense, que entiende tener el derecho de limpiar, fijar i dar esplen- dor a nuestra lengua, la necesidad, el deber que tiene de cumplir su hermoso programa, procediendo a prevenir, más que a correjir, los errores que el uso i el abuso introducen en las yoces que debemos emplear en nuestro lenguaje enciclo- pédico. Cada una de las veintitantas naciones de lengua castellana, adopta para desig- nar las creaciones de la progresiva cultura universal, las voces, los neolojismos que están más en consonancia con su respectiva idiosincrasia nacional; i, una vez que ellas han entrado en su lenguaje, vaya la academia, con una deci- sión tardía a fijar uno!... No la llevarán el «apunte », como decimos vulgar- mente. La compilación, pues, de un diccionario enciclopédico oficial, se impone; 1 si la docta, pero remisa, corporación española, quiere conservar la hejemonía sobre el habla castellana, debe iniciarlo i llevarlo a la práctica, con el concurso de los hombres de ciencia de todo el mundo castellano, que no le negarán su más de- cidido apoyo. S. E. BARABINO. Revista del Jardín zoolójico de Buenos Aires. Época II, año XII, núme- ro 48. Director, Clemente Onelli. Buenos Aires, diciembre 1916. Repetiremos lo que ya hemos manifestado respecto de esta revista que patro- cina la Intendencia municipal : se hace leer con gusto, pues reune el utile dulci en forma verdaderamente atrayente. En las pájinas de esta publicación, a pesar de la forma, que es en jeneral amena, lo que le conquista lectores, hemos ha- llado enseñanzas de fisiosicolojía zoolójica dignas de figurar en revistas especia- les, esto sin apelar a los majistrales trabajos del doctor Jakob, que siempre la valorizan. He aquí el sumario : Idiosinerasia de los pensionistas del Jardin zoolójico, por el director; Hemipteros interesantes, por J. C. Dávalos; ¡Pobres zorros! por C. Onelli; Nuestros muertos, carta del profesor Cristián Jakob; La estatua de Rivadavia, por C. O.; La voz de la selva, por C. Onelli; Encantos ¡ desencantos de un naturalista, conferencia por C. Onelli; El jardín zoolójico en 1916, por C. O.; Estadística i cuadros comparati- vos, por J. M. Cinaghi; Tratado de biolojía, por Chr. Jacob. Aguas fuertes del zoolójico, por CLEMENTE ONELLI. Folleto de 31 pájinas, formato menor. Buenos Aires, 1916. Constituye el número 11 de las Ediciones mínimas, cuadernos mensuales de BIBLIOGRAFÍA 197 ciencias i letras, que dirijen los señores Ernesto Morales i Leopoldo Durán. Figuran reeditados en este cuaderno, los siguientes artículos del señor Onelli : Crepúsculo en el zoolójico. — Petromio : 1% la enfermedad ; 2% la muerte. Séneca i los hurones, Los ruiseñores del barro, El feminismo de mi colmena, Aberración amo- rosa, Oración fúnebre que no fué pronunciada, Entrañas de esposa, El marido chueco, In memoriam de un tigre querido, Las princesitas grises, Voces del silencio. Los que leemos las producciones de Onelli — i somos muchos — conocemos 1 apreciamos no sólo su característico estilo ameno, intencionado, agudo, « one- lliano », sino que también su fondo, científico unas veces, deseritivo i ameno otras ; impregnadas de hondo humanitarismo cuando sus composiciones tienen carácter síquico, ya se trate del hombre, ya de los « pensionistas » del zoolójico. Cuando lo quiere, Onelli abandona su estilo lijero i sabe hacer vibrar la cuerda flébil. Estamos convencidos de que pocos serán los que al leer el artículo Petro- nio, su enfermedad, su muerte, no se sientan realmente conmovidos. S. E. BARABINO. Memoria del departamento de irrigacion, hidráulica i obras públicas (1) de la provincia de Tucumán, correspondiente al año 1915. Tucumán 1916. Un folleto de 87 pájinas i 12 cuadros fuera del testo. El departamento de obras públicas de Tucumán, como es sabido, funciona bajo la dirección del injeniero Alejandro S. Uslenghi, cuya competencia profe- sional es garantía de la buena marcha de la repartición a su cargo. La memoria da sucinta cuenta de la acción administrativa desarrollada, con- cretándose a los trabajos principales realizados en 1915 por el mencionado depar- tamento, los cuales figuran sinópticamente en los respectivos « cuadros ». En la sección riego se ha seguido estudiando el padrón, depurándolo, redu- ciendo, anulando i otorgando nuevas concesiones, consiguiendo mayor renta para el estado, más utilidad para los usuarios, llegando a tener a fin de diciembre 85.490 unidades (= 1 hectárea con riego permanente), así distribuídas : Unidades 65.955 hectáreas con riego permanente .......oo.o.o... 65.955 18.500 hectáreas con riego eventual (=?*/, de unidad).. 4.700 2201 litros para bebida (= c/u a 2 unidades) ....... 4.402 5210 litros para uso industrial (= c/u a 2 unidades). 10.420 39 HP, fuerza (= c/u a */, de unidad) .......0...... 13 Total. tl: 85.490 Se ha resuelto en forma conveniente la cuestión pago de espropiaciones, i se (1) No podemos menos que manifestar estrañeza por la denominación dada a esta repartición ' de la provincia de Tucumán. El riego — (i no la «irrigación ») — i la « hidráulica », de la que aquel es uno de sus capítulos más interesantes, constituyen como ciencia i como arte una de las grandes ramas de la injeniería. Dan lugar a obras públicas, lo mismo que la arquitectura, la injeniería civil, militar, etc.; luego llamar «departamento de irrigación, hidráulica i obras públicas » a aquella oficina es una verdadera redundancia. Estamos convencidos de que su di- rector opina como nosotros, de que basta la denominación jeneral de Departamento de obras públicas. 198 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA está tratando de solucionar la de las compuertas. Se ha mejorado también la dis- tribución del agua, la que, como se sabe, siempre da lugar a dificultades admi- nistrativas. Los canales en servicio son numerosos, algunos de relativa importancia; pero, en jeneral, en malas condiciones, que no permiten satisfacer las exijencias de los usuarios, i que requieren obras de mejora de alguna importancia. Los impuestos de riego percibidos en 1915 suman pesos 175.429,80; los de agua corriente pesos 10.458,09. Las sumas invertidas alcanzan a 98.654,12 pesos. Por otra parte, la memoria describe las obras de riego i abastecimiento de aguas, terminadas o en ejecución, como las del río del Cajón, canales de Leales, Chicligasta, río Chico, ete.; perforaciones numerosas investigando aguas; estu- dios i proyectos de obras de riego, de desagiies para saneamiento de terrenos, aguas corrientes para poblaciones, cuencas hidrográficas, ete. Presenta varios informes del doctor Stappenbeck sobre aguas surjentes en la provincia. Da cuenta de lo realizado respecto de la edificación escolar, policial, hospitalaria, etc. Aunque concisamente especificada la labor de la repartición técnica que dirije el injeniero Uslenghi, creemos que basta para dar una idea suficiente de la mis- ma, ciertamente ni pequeña ni fácil, atentas las diversas ramas que la consti- tuyen. S. E. BARABINO. Boletín de la Biblioteca de la casa de gobierno en Tucuman. Números 1. a 8 inclusives. Año 1916. El director de la publicación, injeniero Alejandro S. Uslenghi, nos ha remi- tido este interesante boletín, que está constituído por una serie de proyectos de obras públicas formulados por el Departamento de obras públicas de la provincia de Tucumán. : Nos coneretamos por ahora a indicar el argumento de todos ellos : Dique de Escaba. Sistema de obras para el aprovechamiento de las aguas del río Marapa, en el riego y uso industrial, por el injeniero ALEJANDRO UsLEN- GH1, director del Departamento de hidráulica de la provincia. Tucumán, 1915. Constituyen este trabajo los boletines 1 i 2 de la Biblioteca de la Casa de go- bierno de la provincia de Tucumán : el primero, de 294 pájinas, es una memoria circunstanciada, descritiva, de las obras proyectadas por el Departamento de hidráulica; el segundo, forma un atlas que contiene 34 planos litografiados rela- tivos a las obras mencionadas, los cuales indicaremos luego. La memoria, después de esponer los antecedentes del proyecto i hacer una serie de consideraciones jenerales, entra en la descrición jeográfica de la rejión; pasa a estudiar la cuenca hidrográfica del Marapa; i presenta las observaciones udo- métricas hechas en la misma. Luego estudia el réjimen del río, teniendo en cuenta el caudal aluvial del mismo, de arrastre 1 suspensión. Entra en el cálculo del volumen ácueo requerido por el riego. Describe el murallón de embalse pro- yectado, la capacidad del envase, i, por ende, la potencialidad hidráulica del pantano. Analiza la situación elejida para el embalse i su jeolojía, estudiada por BIBLIOGRAFÍA 199 el jeólogo R. Stappenbeck. Presenta el perfil del muro i su cálculo analítico. Estudia el problema de la evacuación de las avenidas; las obras de derivación ; la desviación del río; los materiales de construcción ; la oficina hidroeléctrica ; las vías de comunicación ; el dique nivelador; los canales principales, norte i sur, i las obras que requieren. Considera en seguida la zona de los terrenos de regadío, i la red de distribución; i, por último, presenta los cómputos métricos, los análisis de precios unitarios i el presupuesto de las obras. El atlas (Boletín 1 2) contiene : el mapa de la provincia; la cuenca hidrográ- fica; el caudal diario del río; las lluvias i derrames; el envase del pantano; el mapa jeolójico del valle Escaba; la situación de los cortes i túneles de calicatas del terreno; el perfil de la presa; el plano acotado del terreno en el que debe empotrarse la presa; detalles de lo mismo; los vertederos; los evacuadores de fondo i la desviación del río; el plano jeneral de la presa i anexos; las canteras; la planimetría jeneral de los terrenos de regadío; la planimetría de la quebrada i zona adyacente; las vías Decauville (planimetría, perfil, puente); el alambre- carril (perfil, estaciones, carros, cables vagón); la oficina hidroeléctrica; el dique nivelador i la toma; los canales matriz i principal sur, perfil lonjitudinal ; el canal principal norte i perfil; las secciones de canales tipos; el canal principal norte : puente canal; el canal sur: obras de arte (acueducto, etc.); el plano de la situación de la oficina hidroeléctrica; i el camino de herradura en la quebrada del Marapa (planimetría i secciones trasversales). No entraremos a analizar el trabajo del Departamento de hidráulica tucumano, no sólo porque no es tarea para una bibliografía, sino que también, i más aún, porque no tendríamos elementos personales para hacerlo; pero lo que sí podemos hacer notar es que el plan del trabajo del injeniero Uslenghi abarca los puntos esenciales para el conocimiento de los antecedentes que permiten proceder a la proyectación de obras de este jénero. La jjea, la hidrografía, la hipsometría de los terrenos por regar, constituyen la base para establecer la factibilidad i la utilidad de la obra; el caudal pluvial i, por ende, el fluvial; la mayor o menor regularidad de las lluvias, el movimiento aluvial del río, etc., son todos elementos que han sido debidamente tomados en cuenta. Si ellos son favorables, queda tan sólo resolver las dimensiones de la presa, que no presenta dificultad mayor, i, lo que es mui interesante, la capacidad de derrame de los vertederos i de los evacua- dores de fondo, tan íntimamente ligados con la limpia del pantano ; el sistema de arterias distributivas del agua para los diversos usos que se tiene en vista, etc. I esto, de la lectura que hemos hecho del proyecto del dique de Escaba, nos ha parecido que ha sido preparado con prudente eriterio técnico i económico. El boletín número 3, describe el proyecto de obra de riego en el río Marada para el aprovechamiento del caudal subálveo i obras para la provisión supleto- ria a los concesionarios del río San Ignacio. El número 4, comprende el proyecto de desagiie i saneamiento agrícola en en Cruz Alta. El número 5, da cuenta de las perforaciones para el suministro de agua pota- ble a la ciudad de Tucumán. El número 6, se ocupa de las obras de riego para el departamento de Leales (provincia de Tucumán). Proyecto i obra del canal a Sueldos. El número 7 presenta el proyecto para un edificio de baños fríos i calientes, en la ciudad de Tucumán. 200 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA El número 8, espone los estudios para el aprovechamiento de las aguas del río Calera. Embalse en el Ojo. En una somera bibliografía no podemos entrar en el detalle técnico de las obras estudiadas i proyectadas por el Departamento de obras públicas de Tucu- mán. Lo haremos con mayor detenimiento en una de las revistas de la especia- lidad. S. E. BARABINO. Interpretación química de la función clorofílica, por el doctor E. HERRERO DucrLoux. Confereneia leída en la primera reunión de ciencias naturales de Tucumán. Noviembre de 1916. Folleto de veintiuna pájinas, con dos planchas conteniendo 4 figuras fototipiadas. Buenos Aires. Imprenta de Coni hermanos. No nos corresponde tratar el fondo de la cuestión, i solo daremos una somera noticia de esta monografía para llamar sobre ella la atención de los cultores de las investigaciones químicas. A ellos la tarea de ponderar el trabajo del doctor Herrero Ducloux, quien comienza su conferencia recordando el aforismo de Dar- win, «que la clorófila es la más interesante de las substancias orgánicas », i la afirmación de Duclaux, «que en todo el proceso de la asimilación de la clorófila ignoramos su acción ». Entrando en el estudio del argumento agrega que Jos fisió- logos i químicos biólogos estudian i teorizan sobre la función de la clorófila por la transcendencia del fenómeno por su proyección en la vida zoolójica, por el in- tercambio funcional de los seres con la atmósfera, etc. I después de exponer estos estudios i teorías, siguiendo a los autores i esperi- mentadores de mayor autoridad, termina diciendo : « Ante este cúmulo de hipó- tesis, de ensayos, de interpretaciones i de teorías, tentado se siente el ánimo de repetir la frase amarga de Duclaux, confesando nuestra ignorancia ; pero si pen- samos que el mismo aire atmosférico no ha sido bien conocido hasta las postri- merías del siglo XIX i que el flujo solar como madeja complicadísima de hebras multicolores, no ha sido completamente devanada todavía, fácil es pensar que la solución definitiva del problema será el triunfo próximo de los bioquímicos, do- minadores de formas de enerjía tan fecundas como los rayos ultravioletas i de aspectos de la materia tan activos como los fermentos solubles ». « Entre tanto, seguirán los prados i las selvas con sus esmeraldas microscópicas tejiendo la trama sutil de la materia viva con el aire azul, ante la mirada indife- rente de las bestias i el asombro consciente de los hombres. » Del diario de mi amigo (fragmentos) por ENRIQUE HERRERO DUCLOUX. Un folleto de 30 pájinas. Buenos Aires, 1917. Constituye el número 15 de las Ediciones mínimas (cuadernos mensuales de ciencias i letras) dirijidas por los señores E. Morales i L. Durán. Aquí el doctor Herrero Ducloux ha abandonado el laboratorio químico para entrar armado con la péñola del literato en la arena movediza de la sicolojía. I a fe que lo hace bien, no sólo por su forma seria, concisa, incisiva, (pues no hace uso en los frag- mentos del diario de su amigo de las pompas del brillante estilo literario que le conocemos), sino que también por el fondo ético que la sustenta. El doctor Herrero aquí se tranforma en un investigador sociolójico, descarnan- do, disecando la vida social, poniendo en deseubierto más de una lacra, más de BIBLIOGRAFÍA 201 una maldad, más de una injusticia, más de una imbecilidad colectiva, cánceres sociales que roen i destruyen enerjías valiosas i dan lugar a que verdaderas nu- lidades se sobrepongan a los que realmente valen. I esta es una faz del autor que no conocíamos. De buenas a primera nos en- contramos con un Herrero Ducloux, secuaz de Schopenhauer. ¿De donde le viene esta ráfaga de pesimismo? No lo sabemos. Le creíamos invulnerable a la injus- ticia i maldad ajenas, por su carácter espansivo, más bien jovial. Pero la siquis humana es una abstracción misteriosa, sujeta a las incongruencias de la vida que impresionan nuestro pobre cerebro, sede de aquélla, según el lote de felicidad que la suerte nos depara. No nos extrañaría que el desborde de pesimismo del autor sea resultado de contrariedades de la existencia. Es un hombre joven aún, que ha sabido elevarse por su propio esfuerzo, gracias asus propios méritos, conquistando palmo a pal- mo un puesto de primera fila en el estrado de la ciencia nacional. ¿Qué extraño sería que hubiera hallado entre la maraña de la vida espinas traidoras que des- garrando sus ropas se hincaran en su carne ? Nada de extraño. La vida ha sido siempre así, desde el silvestre troglodita, el hombre bestia, hasta el pretendido superhombre del presente. Emulaciones que se transforman en envidias; críticas en las que impera la mordacidad; antipa- tías inconscientes que terminan en odios; juicios de las multitudes que endiosan a los audaces, a los desenfrenados ambiciosos, con tal que consigan triunfar; mientras echan al olvido a los modestos que trabajan, que nada piden si no es que se les deje trabajar sin ponerles pedrejones en el camino. Pero me apercibo que voi, a mi vez, afiliándome al pesimismo i vuelvo la hoja. Los veintiocho apólogos... de su amigo, que publica el autor, son otras tantas críticas sociales escritas con altura, con un concepto profundamente filosófico, cortas pero sustanciosas, que, salvo la prosa, me traen a la memoria las quejum- brosas « doloras» de Campoamor. Ilo que es más importante : el doctor He- rrero Ducloux tiene razón. La falta de justicia en « Cosmópolis », la «nobleza criolla » (debió decir « aristocracia »); los «olvidos del código»; los «parási- tos » ; los «enfermos distinguidos » ; la «ciencia sin conciencia»; el sujerente «temor de despertar » ; las « vibraciones colectivas » a propósito de un drama que conmovió a nuestra sociedad por tratarse de una mujer, ete. ; todos, debo decir, son estudios sicolójicos de fenómenos sociales, que, por lo demás, no solo se rea- lizan en... «Cosmópolis», sino que también son inherentes a todas las agrupacio- nes étnicas diseminadas en la tierra. T no se puede dudar de la sinceridad del... amigo del doctor Herrero Ducloux, puesto que demuestra no ignorar las consecuencias posibles que la esteriorización de ciertas verdades puede ocasionar a quien las manifiesta, como lo prueba el epígrafe con que encabeza sus « fragmentos » : Trois fois malheur a Vinsensé qui veut dire ce quil pense, avant d'avoir assuré le pain de toute sa vie! (ALFRED DE VIGNY, Stello, 42.) ¿n suma, se trata de un trabajo corto (pauca sed bona), fragmentos de crítica social bien intencionada i bien escrita. S. E. BARABINO. 202 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA EUROPEAS. Annuaire pour l'an 1917, publié par le Bureau des longitudes, avec des notices scientifiques. Un volume de pres de 700 pages, avec 11 figures; 5 cartes en couleurs et 2 portraits. Gauthier-Villars et Cit, éditeurs. Paris, 1917. Prix, broché, 2 franes. Hace poco nos ocupamos de buen número de publicaciones científicas, editadas por la reputada casa de Gauthier-Villars y compañía; debemos agregar otras dos, que hemos recibido con algún retardo, gracias sin duda a la piratería submarina que infesta los mares. Una de ellas es el secular anuario que publica el Bureau des longitudes en Pa- rís. Sus 661 pájinas de nutrida composición, llenas de datos de capital importan- cia astronómica, físico-química, sismolójica, etc., hacen a este manual esencial- mente útil para los hombres de estudio. En su 121 años de vida, se ha conservado siempre a la altura de su misión. En el del corriente año, que nos ocupa, ofrece interesantes cuadros de metrolojía i meteorolojía ; i, además, una noticia sobre el Calendario babilónico, por G. Bigour- dan; £l adelanto de la hora legal durante el año 1916, por J. Renaud ; La determi- nación del metro en lonjitudes de ondas luminosas, por M. Hamy. S. E. B. Cours de physique, professé á la Faculté des sciences de Naney, par E. RorHÉ, professeur de physique á la Faculté de sciences de Nancy, directeur de 1”Ims- titut aéro-dynamique. Trois volumes in-8% (25 X 16). IP"* partie, a l'usage des étudiants de licence et des instituts techniques. Thermodinamique. Un volume de xv-328 pages, avec 100 figures. Paris, Gauthier-Villars et Cit, éditeurs. Prix, 13 frances. La primera parte de esta obra del profesor Rothé, apareció eu 1914. Es un volumen de vi-184 pájinas con 77 figuras i constituye, por decirlo así, la intro- ducción necesaria para facilitar el estudio de las dos partes siguientes. En ella trata, después de algunas ¡jeneralidades, de las unidades, de la similitud i de las medidas. 1 como nos ocupamos oportunamente de esta primera parte en estas mismas columnas, pasamos a describir someramente el programa de la segunda, el cual constituye el curso que el autor dicta desde hace diezaños en la facultad mencionada, a los candidatos a la licencia i a los alumnos injenieros. Estudiando los dos principios fundamentales de la termodinámica, guiándose por los más clásicos autores i especialmente de su maestro Enrique Pellat, con- vencido que los progresos técnicos requieren la ampliación de los teóricos que le sirven de guía, ha tratado de escribir un trabajo intermediario entre los libros puramente teóricos i los técnicos de aplicación, introduciendo por su parte ideas propias, como la del cuerpo activo i de su evolución, de la amplitud dada a las transformaciones irreversibles, a las aplicaciones del potencial termodinámico o de la enerjía libre; a los métodos eráficos, etc. BIBLIOGRAFÍA 203 El plan de la obra es el siguiente : Formules principales. Abréviations bibliographiques. I, Principe de l'équiva- lence. Enoncé du principe. Transformation du trayail en chaleur. Choc. Frotte- ment. Utilisation du courant électrique. Utilisation des propriétés du champ magnétique. Transformation de la chaleur en trayail. Historique. II, Variations d'énergie. Chaleur interne. Principe de l'énergie. II. Généralités sur les trans- formations et représentations graphiques. IV, Gaz parfaits. V, Mesures des cha- leurs spécifiques des gaz. VI, Loi de Joule. VII, Transformations diverses des gaz. Air comprimé. VIII, Transformations réversibles et irréversibles. Principe d'une machine. Corps actifs. Intermédiaires. IX, Deuxieme principe de la ther- modynamique. Principe de l'entropie. Expression mathématique du principe de Carnot. X, Les tranformations irréversibles. Principe de 1évolution. Potentiel thermodynamique. L'énergie libre ou énergie utilisable. Le potentiel thermody- namique. XI, Application des principes de la thermodynamique á la thermochi- mie. XII, Application de la thermodynamique. Températures absolues. Formules de Clapeyron. Évaluation des températures absolues en fonction des indications dun thermométre quelconque. Formules de Clapeyron. XIII, Diftérents dia- grammes de la thermodynamique des fluides. Diagrammes oú les gaz parfaits sont représentés d'une facón particulierement simple. XIV, Application de la thermodynamique aux solides et aux liquides. XV, Application des formules de Clapeyron á la détermination des chaleurs latentes de transformation. Vaporisa- tion. Fusion. XVI, Étude spéciale des vapeurs. Chaleur de vaporisation et étude calorimétrique des vapeurs saturées. XVII, Construction graphique de Boulvin et cycle de la machine a vapeur. No puede ser más interesante; i cumplido por el autor con la maestría que dan los largos años de enseñanza, es, más que interesante, útil. S. E. BARABINO. L'avviazione. Aeroplani-idrovolanti-eliche. Teoria, calcolazione, costruzione, esame desecrittivo degli apparati completi el oro dettagli, montaggio, esperienze, prove statiche e di volo. Ortotteri, elicotteri, paracadute per l'ingegnere E. GARUEFA. Un volume di 630 pagine, con 548 incisioni nel testo. Ulrico Hoe- pli, editore. Milano. Es un nuevo volumen de la famosa colección enciclopédica de Manuali Hoepli, que en su lengua orijinaria o traducida, se ha esparcido en todos los pueblos civilizados. La bondad intrínseca de estas publicaciones está certificada por la enorme cifra que alcanzaba en octubre de 1916 — ¡mil seiscientos volúmenes! — len las repetidas reediciones de la mayor parte de las mismas. Este que nos ocupa, debido al conocido mecánico i escritor técnico, injeniero Garuffa, toca un tema de palpitante actualidad, la Aviación. La navegación aérea, el perenne ensueño de los pueblos que nos precedieron, sólo ha sido prácticamente realizado en este siglo xx, tan esplendorosamente iniciado con el jenial invento marconiano, i tantas otras manifestaciones talento- sas del cerebro humano, sobre el que desafortunadamente acaba de echar el más negro borrón la sabia, la industriosa, la comercial Alemania, provocando el co- losal cataclismo social que ensangrienta a la culta Europa i que amenaza confla- 204 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA grar a la pacífica América; la navagación aérea, decíamos, sólo fué solucionada tras sucesivas tentativas realizadas en Europa, especialmente en Francia, i en Norte América, cuando los hermanos Wright presentaron su jenial avión biplano. Desde entonces los matemáticos, los físicos, los mecánicos, de las naciones más preparadas iniciaron una verdadera justa internacional para el perfeccionamien- to de este nuevo jénero de locomoción, teniendo en cuenta la forma i la estabili- dad de los aparatos, la resistencia del aire i los mecanismos de impulsión. Las necesidades de la salvaje guerra más que europea, mundial, que no sólo lucha en la superficie terrestre, sino que ha estendido su acción destructora, mortífera a las profundidades del mar i a las altas rejiones de la atmósfera, ha ensanchado de tal manera el campo de la aviación,. especialmente militar, que casi podríamos decir, día por día se mejoran las formas, la estructura i los me- canismos, para conseguir mayor poder, en la fuerza ascencional, en el impulso de traslación. De aquí que el libro del injeniero Garuffa, el conocido profesor de mecánica milanés, presente el mayor interés, no sólo para los técnicos, sino que también para la jeneralidad de los estudiosos que deseen, haciendo caso omiso de la parte matemática i técnica, conocer las fases de los problemas que impone el perfec- cionamiento de los aviones i del estado actual de las soluciones propuestas i es- perimentadas. Léase el programa del trabajo del injeniero Garuffa, ise verá la importancia del mismo. Después de breves consideraciones jenerales sobre los aeroplanos i la nomen- clatura de sus partes, estudia la resistencia del aire sobre superficies fijas i mó- viles, normales u oblicuas, i da los resultados. Trata de las polares de Kiftel 1 de la resistencia del aire en cuerpos diferentes i espone la teoría correspondiente. Pasa estudiar las hélices aéreas, su teoría i su resultado esperimental. Luego entra a ocuparse de los aeroplanos, dando las ecuaciones jenerales, las de equili- brio, las varias condiciones de su funcionamiento, aplica el método de las pola- res de Eiffel, analiza las condiciones de equilibrio, trata del paso del monoplano a los multiplanos. Investiga las normas ¡jenerales para preparar un proyecto de aeroplano, de los sistemas aconsejados para su accionamiento, su construeción, los trenes de aterramiento, las pruebas estáticas de vuelo, su montaje. Estudia el trazado práctico ila construcción de las hélices, la fuerza motriz en los aeroplanos, des- cribe los principales tipos de éstos (Bleriot, Newport, Caproni, Wright, Farman, Voisin, etc.). Pasa luego a los hidroaviones, estudiándolos en sus diversas fases de forma i tamaño. Trata, en seguida, de los desperfectos i accidentes que se producen en los apa- ratos de aviación, de los tipos ortópteros i helicópteros. I después de dar normas al aviador, indica los principales instrumentos requeridos, el examen previo del aparato, etc. Termina disertando sobre el presente i el porvenir de los aeroplanos en sus funcionamientos civil 1 militar. Tal es el plan desarrollado. Inoficioso es preguntar si ha sido bien cumplido, tratándose de un antiguo profesor de fama sólidamente cimentada. S. E. BARABINO. BIBLIOGRAFÍA 205 Manuale del capitano marittimo, di GINO ALBI, ufficiale di porto, coman- dante del circondario marittimo di Sestri-Ponente. Un volume di XxxIi-665 pagine di testo, con 13 figure, 2 quadri fuori testo, 46 tavole e colori di ban- diere e distintivi, ed un dizionaretto comerciale marittimo in 5 lingue. Ulrico Hoepli, editore, libraio della Real casa. Milano, 1917. Prezzo, legato, lire, 8,50. He aquí otro manual de la enciclopedia editada desde hace cerca de medio si- glo por la reputada casa editora Hoepli, de Milán. Su tema que pudiera a primera vista parecer falto de interés entre nosotros, donde salvo una pequeña escuadra (a pesar de sus dos poderosas unidades) i unos pocos cascos sin importancia, des- tinados casi todos al comercio de cabotaje, gracias a la desidia de los gobiernos que no han creído necesario crear una marina comercial arjentina (que debió existir antes que la de guerra): entre nosotros, decíamos, pudiera creerse sin aplicación local obras del jénero que glosamos. Pero, para el que sólo mira el interés nacional, sin partidismos bastardos, sin finalidades egoístas, la creación de una marina arjentina que pueda trasportar nuestros productos movientes i semovientes, sir depender de compañías navie- ras estranjeras, que llevan el lucro de sus seryicios a sus respectivos países, res- tando beneficios a nuestros compatriotas que tendrían otra rama de la actividad humana donde emplear sus enerjías, a la vez que al país a quien se le priva de un renglón económico de la mayor importancia, por los muchos millones de pesos que pagamos en concepto de fletes por el trasporte de nuestras esportaciones e importaciones, tratándose — decíamos — del interés nacional, todo trabajo que pueda contribuir a crear nuestra propia marina mercante, es obra esencialmen- te útil. En nuestra última Bibliografía (a fines de 1916) en estos mismos Anales, nos ocupamos de un trabajo del patriota i activo consul ¡jeneral arjentino, en Barce- lona, don Alberto I. Gache, cuya obra, o por lo menos, cuya nuestra bibliografía, recomendamos leer a los que debe interesar el argumento. Allí podrán leer los muchos millones que pierde la Arjentina por no tener una marina comercial pro- pia en consonancia con su movimiento aduanero; i sentirán a la vez subírsele a la cara el rubor de la vergiienza al imponerse que en todo un año la República no tuvo ni el más insignificante esquife que hiciera flamear el pabellón celeste- blanco en los puertos de España! I estas aberraciones de nuestra política lugareña, que olvida el todo por la parte, que descuida uno de los factores más importantes de la riqueza del país— la posesión de una marina mercante nacional — se acrecientan, toman tintes más sombríos, cuando, como en el momento actual, un horrendo crimen de lesa hu- manidad, no esperado, pero realizado por las bastardas aspiraciones de imperia- lismo de un país que amábamos i respetábamos por sus progresos científicos, por su jenial industria, por su maravillosa espansión comercial, crimen llevado a cabo con una ferocidad que horrorizaría al hombre prehistórico ; se intensifican, decíamos, cuando como en estos momentos, las naciones navieras necesitan para sí los elementos de navegación que poseen, dejándonos a merced de sus acciden- tadas necesidades. Es el momento éste de ponderar prudente, conscientemente, la precaria situa- ción en que nos hallamos por carecer de una poderosa flota mercante propia que 206 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA nos libertara de las continjencias a que se hallan espuestas las marinas comer- ciales estranjeras. y Vese, pues, que el trabajo del capitán Albi, tiene muchísima importancia para nosotros, por cuanto contribuirá a fomentar, a inculcar no sólo las ventajas sino que también el modo de formar capitanes marítimos, conscientes de su misión, lo que puede confirmarse imponiéndose del plan de la obra. En efecto, el autor se ocupa en la « primera parte » Cómo se consigue ser capi- tán marítimo, de los conocimientos necesarios para serlo de verdad (administra- ción, enseñanza gradual, programas, exámenes, etc.). En la «segunda parte », trata de los Deberes legales ¿4 administrativos del capitán (la estadía i salida de los puertos nacionales, el viaje, el arribo a los puertos nacionales o estranjeros) de acuerdo no sólo con los códigos de comercio i de marina mercantil, sino que también con las leyes locales de emigración, sanidad, aduanas, etc. En su « parte tercera » discurre sobre los puertos italianos i estranjeros, dando a conocer su funcionamiento administrativo, provisión de carbón, agua, doques de carena, dársenas de reparación, consulados, etc. En la «cuarta sección» trata del buque : describe tipos de barcos de hierro i madera, sus aparejos, su con- servación, rejistro, combustible, vapor, la carga, fletes, pólizas, estibado, cubi- cación i reglamentos inherentes. En la « parte quinta » se ocupa de la navegación en sí (previsión del tiempo), reglas para cortar los abordajes, los choques, el salvataje, asistencia, conven- ción de Londres. En la «sesta» espone la relación entre las marinas militar i mercan- til. En la «sétima» el derecho internacional marítimo, en tiempo de guerra (derecho asaz torcido, completamente desconocido en la actual conflagración bélicas, por aquello de que los tratados son papeles... sucios !) En la «sección octava», presenta el autor uno de los capítulos más interesantes, conocimientos útiles (sobre mares, canales, medidas monedas, pesos, tonelajes, equivalencias, tarifas, aplicaciones jeométricas, físicas, etc.). Termina con un apéndice de carácter local : Usos mercantiles en los puertos ita- lianos. El autor ofrece la publicación de una obra complementaria, en la que dará las distancias náuticas entre los diversos puertos del mundo i completará los datos relativos a los conocimientos requeridos por un capitán de verdad. Para nosotros lo que falta es que el gobierno cree las escuelas navales i la flota mercante donde poder formar capitanes arjentinos i tener buques en que ellos puedan actuar para honra i provecho nacional. S. E. BARABINO. Revista del Museo de La Plata (Universidad nacional de La Plata), tomo XXITI, segunda parte (serie 22, tomo X), 354 páginas. Numerosas figuras y 32 láminas. Imprenta Coni hermanos. Perú 684. Buenos Aires, 1911. Trae el importante material siguiente : María Luisa Cobanera, Datos sobre las sales de alúmina en la vegetación. Doctor Enrique Herrero Ducloux, Datos analíticos de la yerba mate y sus falsifi- caciones. BIBLIOGRAFÍA 207 M. Kantor, Contribución al conocimiento de los Cerros de Rosario, con sus yaci- mientos de mica de la provincia de San Luis. R. Lehmann-Nitsche, L£tudes anthropologiques sur les indiens « Ona»; Releva- miento antropológico de una india « Jagan »; Relevamiento antropológico de dos indias « Alacaluf » ; Relevamiento antropológico de tres indios « Tehuelche ». S. Debenedetti, Noticia sobre una urna antropomórfica del valle de Jocavil (Cata- marca). E. Herrero Ducloux, Nota sobre el agua hedionda de la quebrada de Huaco (San Juan). C. Bruch, Un nuevo gorgojo del « Prosopanche ». A. Grouvelle, Description des clavicornes nouveaux de la République Argentine. M. Kantor, El problema de las inundaciones en Andalgalá. E. Herrero Duecloux, 4guas termales de Caimancito (Jujuy). R. Lehmann-Nitsche, Botones labiales y discos auriculares de piedra procedentes de la región norte de la desembocadura del río Negro. C. Bruch, Contribución al estudio de las hormigas de San Luis. ARCO IS CATGAS Las plantas usuales del Paraguay y países limitrofes, por MoIsÉs S. BERr- TONI, 80 páginas. Edición M. Brossa. Asunción (20 febrero 1914). Forma parte de la obra Descripción física y económica del Paraguay, conteniendo la introducción, nomenclatura y diccionario de los géneros botánicos latino-gua- raní. Aparte de los méritos que tiene este trabajo, está el muy grande de la tentativa hecha por el autor para uniformar la ortografía del guaraní adoptando conso- nante dobles apropiadas para recordar su pronunciación. Además, demuestra cómo los nombres guaraníes de vegetales tienen radicales constantes que se re- fieren a géneros perfectamente establecidos por la ciencia. Es de esperar podamos ver pronto terminada esta publicación, que será tan útil para el estudio de la flora extratropical. AO O CATAS Las especies argentinas de Coelioxys, por EDuarDOo L. HOLMBERG, en Anales del Museo nacional de historia natural de Buenos Aires, tomo XXVIII, pá- ginas 541 a 591. (Edición del autor.) Imprenta Coni hermanos. Perú 684. Bue- nos Aires. 1916. (1 lámina con 19 figuras originales.) Es la monografía del género de avispas argentinas de que es eximio especia- lista el autor. Para facilitar su estudio ha representado en una lámina los con- tornos variados que puede presentar el epipigio, órgano que da muchos caracte- res constantes para una exacta determinación. A 82 llega el número de especies ya descriptas, número que representa un record para «ste interesante género. AO CAMAS 208 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Las aves de la provincia de Mendoza, por CARLOS S. RrrED. Trabajo pre- sentado a la Primera reunión de ciencias naturales de Tucumán en 1916. Pu- blicación del Museo educacional de Mendoza. 1916. Un folleto de 48 páginas. (Parte 12, lista sistemática). Imprenta de Guillermo Kraft. Mendoza. Contiene este trabajo el catálogo completo de las ayes de Mendoza, distribuí- das en 154 géneros con un total de 211 especies ordenadas sistemáticamente. A. C. SCALAS Las serpientes de la Argentina, por PEDRO SERIÉ. Un folleto de 20 páginas, con 6 figuras. Editor, Weiss y Preusche, Patricios 249. Buenos Aires, 1916. Trabajo hecho con el plausible objeto de dar a conocer la biología de las ser- pientes argentinas. El tema se halla tratado con suma claridad y desarrolla los siguientes tópicos : generalidades, organización y costumbres, principios de cla- sificación, especies venenosas; como se distinguen, tratamiento de las mordedu- ras y resumen. En este último párrafo establece que el conocimiento de los ofi- dios prueba que el 90 por ciento son culebras inofensivas, algunas muy útiles y que las pocas serpientes venenosas no son agresivas, de modo que los peligros generales que éstas representan en la imaginación popular son muy limitados. A. C. SCALA. University of California Publications. Hemos recibido de esta Universidad varios folletos, cuyos autores y fechas anotamos más abajo : Charles Atwood Kofoid, Haeckel?s « Sethocephalus eucecryphalus » (Radiolaria) A marine ciliate. Volumen 9, número 8, páginas 353 a 357. Septiembre 14, 1912. Charles Atwood Kofoid and Josephine Rigden Michener, On the structure and relationships of « Dinosphaera palustris (Lemm.) Volumen 11, número 2, páginas 21-28. XII, 6, 1912. Charles Atwood Kofoid and Olive Swezy, Mitosis in « Trichomonas ». Volu- men I, p. 315. Mayo 1916. Charles Atwood Kofoid and Bohn Christiansen, On « Giardia Microti » sp. 1. from the Meadow Mouse. Volumen 16, número 2, páginas 23 a 29, 1 figura, 19, go: Charles Atwoo1l Kofoid, On binary ana multiple fission in « Giardia Muris » (Grassi). Volumen 16, número 3, páginas 34-54, plonchas 5-8 y 1 figura, 19, XI, 1915. Charles Atwood Kofoid and Irene Me Culloch, On Trypanosoma triatomo, a new Jlagellate from a hemipteran bug from the nests of the woodrat Neotoma fuscipes. Volumen 16, número 10, páginas 115-126, planchas 14-15, 18, II, 1916. Charles A. Kofoid, On the relative numbers of Rhizopods and flagellates in the Sauna of Soils. Reimpr. de Science N. S. Volumen 42, páginas 937-940, 31, XII, 1915. A. C. SCALA. / « BIBLIOTECA DE LA SOCIEDAD CIENTIFÍCA ARGENTINA | PUBLICACIONES RECIBIDAS EN CAME EXTRANJERAS (conclusión) Italia Atti della TI. R. Accad. di Scienze Lettere ed Arti degli Agiati. Rovereto — Atti della R. Accad. dei Fisiocritici, Siena. — Riv. Li- gure, Genova. — Riv. di Artiglieria e Genio, Roma. — Boll. della Soc. Geografica Italiana, Roma. — Ann. della Soc. degli Ing. e degli Architetti, Roma. — Boll .della Soc Zoolo- gica Italiana. Roma. — Gazz. Chimica Italia na, Roma. — Atti della Soc. dei Naturalisti, Modena. — Boll. della Soc. Médico Chirur- gica, Pavia. — Atti della Soc. Ligustica, Genova. — Bol!l. del R. Comtato Geologico d Utalia, Roma. — Boll. della R. Scuola Super. WAgricultura, Portici. — Atti della Assoc. Elettrotecnica Italiana, Roma — ll monitore Tecnico, Milano. — Boll. del R. Orto Bota- nico, Palermo. — Boll. Mensuale dell'Osser- vatorio Centrale del R. Colegio Alberto in Moncalieri, Torino. — Atti del R. Instituto WIncoraggiamento, Napoli. — Atti della Soc. Toscana di Scienze Naturali, Pisa. — Osser- vatorio Vaticano, Roma. —Atti della R. Accad. di Scienze, Lettere ed Arti, Modena. — Atti del Collegio degli Ingegneri e Architetti, Pa- lermo. — La Navigazione Aerea, Koma, — Giornale del Genio Civile.: Roma. — Rendi- conte degli Studi ed Esperienze ese guite del Laboratorio de Costruzione auronautiche . del Battaglione Specialiste, Roma. — BoJletti- no bimensuale della Societá Meteorologica ltaliana, Torino. — Atti della Reale Accade- mia dei Lincei, Roma. — Societá 1taliana per il progreso delle Scienze, Roma. — Rendi- conte del Circolo Matematico di, Palermo. — ll Pitagora, Palermo. Japón The Botanical Magazine, Tokyo. — The Journal. of Geography, Tokyo. — Annota- tions Zoological Japaness, Tokyo. — The Zoological Society, Tokyo. p Méjico Bol. del Observ. Astronómico Magnético Metereológico Central Méjico. — Bol. del Observ. Nacional, Tacubaya. — An. del Museo Nacional, Méjico. — Memoria y Rev. de la Soc. científica, Antonio Alzate. — An. del Inst. Médico Nacional, Méjico. — Bol. del Inst. Geológico, Méjico. — Anales del Museo de Arqueología, Historia y Etnología, Méjico. — Informes y memorias del Instituto Mexi- cano de Minas y Metalurgía, México. Natal Geological Survey of the Colony, of Natal, Pietermalitzburg. Nueva Gales del Sur Record of the Geological Survey (Depart- ment of Mines), Sydney. Nueva Zelandia Transaction and proceeding of the New Zealande Institute, WeJlingston. Paraguay An. de la Universidad, Asunción. Perú (Lima) An. de Minas. — Bol. de la Soc. Geográ- fica. — Informaciones y Memorias de la Soc: de Ingenieros del Perú. — Rev. de Ciencias. — Boletin del Ministerio de Fomento. Portugal Bol. da Soc. Broteriana, Coimbra. — Jor- nal da Soc. das Sciencias Médicas, Lisboa. — Acad. R. das Sciencias, Lisboa. — Bol. da Soc. de Geographia, Lisboa. — 0 Insttiuto Rev. Scient. é Litteraria, Coimbra. — Bol. do Observ. Metereológico é Magnético, Goim- bra. — Bol. do Obseryv. da Universidade, Coimbra. — Bol. do Observ. Meterológico do Infante Dom Louis. Lisboa. — Annaes Scien- tificos da Academia Polytecnica do Porto, Coimbra. Rumania Bol. de la Soc. Geográfica, — Bucuresci. — Buletinul Societatti Regale Romane de Geo- “grafie, Bucuresti. Rusia Bul. de la Soc. de Geographie, Hel- singfors. — Memoires de la Acad. Imperdes Sciences, Petrogrado. — Bull. de la Soc. Polithécnique, Moscow. — Rev. des Scien- ces Mathématiques, Moscow. — La Biblio- teca Politecnica, Petrogrado. —Soc. pro Fau- na et Flora, Fennica, Helsingfors. — Bull. de la Soc. Impér. des Naturalistes, Moscuw. — An. de la Soc. Phisico Chimique, Petrogrado. — Bull. de la Soc. Imper. de Geographie, Petrogrado. — Phisicalische Central Obser- vatorium, Petrogrado. — Bull. du Jardin Im- per. de Botanique. Petrogrado. — Korres- pondensblat de Natufors Vereins, Riga. — Bull. du Comité Géologique, Petrogrado. — Polytechnischen Vereins, Petrogrado San Salvador Suiza Gengraphich Ethnographiche gesellschaft. Zurich. — Soc. Hevéltique des Sciences Na- turelles, Berna. — Bull. de la Soc. Neufcha- teloise de Geographie, Neuchatel. —- Obser- vatoire Meteorologique, Neuchatel, — Biblio- thek des eidgenossischen Polytechnikims, Zurich. — Archives Suisse d'anthropologie générale, Genevé, Uruguay (Montevideo) Rev. de la Asociacion Rural. — Bol. de la Observ. Meteor. y Astron. El Salvador. a y Enseñanza Primaria. — An. de la Universi- Suecia y Noruega dad. — Bol. del Observ. Metereorológico Mu- Sveriges geologisca Underskning, Stoc- | nicipal. — Revista de la Asociación de Inge- kolm. — Kongl Vetenskaps. Akademiens. | nieros y Arquitectos del Uruguay, — Revista Stockolm. — Forhandl et Vidensk Selska- | del Centro Farmacéutico Uruguay. — Revis- bet, Cristiania. j ta del Ministerio de Industrias. NACIONALES Buenos Aires Rev. de la Fac. de Agronomía y Veterina- ria, La Plata. — An. del Museo, La Plata. Rev. Mensual de la Cámara Mercantil, Barra- cas al Sud. — Revista del Centro de Inge-. niería, La Plata. — Revista del Centro Estu- diantes de Química y Farmacia, La Plata. — Archivos de Pedagogía y Ciencias Afines, La Plata. Capital An. del Círculo Médico Argentino. — An. de la Universidad de Buenos Aires. — Ar- chivos de Criminalogía, Medicina legal y Psiquiatria. — Bol. de Estadística Municipal. — Rev. Farmacéutica. — La Ingeniería. — An. del Depart Nacional de Higiene. — Rev. Técnica. — An. de la Soc. Rural Argentina. — An. del Museo Nacional de Buenos Aires. —Rev. de la Soc. Médica Argentina — Rey. de la Asociacion Estudiantes de Ingeniería. — Rev. de la Liga Agraria. — Bol. de la Union Industrial Argentina. — Bol. del Cen- tro Naval. — El Monitor de La Educacion Co- mún. — La Semana Médica. — Anuario de a Direccion de Estadística. — Boletin del Museo Social Argentino. — Boletín da la So- ciedad Physis. — Germinal. — Anales de Psi- cología. — Anales de la Sociedad Química Argentina. — Boletín y Anales de la Direc- ción de Minas, Geología € Hidrología. — Re- vue de la clinique Obstétricales et Gynéco- logique. — Boletín de la Sociedad de Oftal- molagía de Buenos Aires — Revista de Cien ciasEconómicas. — Boletín del Departamento Nacional del Trabajo —Revista de la Sanidad Militar. — Revista del Jardín Zoológico. — La Universidad Popular. — Boletín y Memo- rias del Ministerio de Agrícultura. — Revis- ta Zootécnica. — Revista de Agronomía. Córdoba Bol. y Actas de la Academia Nacional. Revista de la Universidad Nacional. Entre-Kíios An. de la Soc. Rural. 1 Tucumán Anuario Estadístico. SUBSCRIPCIONES 10M Francia Annales des Ponts et Chaussées. 0 Re- vue ». — Contes Rendus de l'Académie des Sciences. — Annales de Chimie et de Pbysi- que. — Nouvelles Annales de Mathématiques. — « La Nature ». — Nouvelles Annales de la Construction (Oppermann). — Revue Scien- tifique. — Revue de Deux-Mondes. — Revue générale des sciences, (Paris). Italia Trattato Generale dell'Arte dell'Ingegnere, (Roma). — Memorie de archittetura practica, » (Torino). — L*Industria Chimica, (Torino). — Scientia (Rivista di Scienza), (Milano). —- Nuova Enciclopedia de Chimica, (Roma). — Il Costruttore (Milano). Inglaterra The Builder, (Londres). España Enciclopedia Universal ilustrada, (Barce= lona). a ANALES SOCIEDAD CIENTÍFICA . ñ 3 eS —DIRECTOR: Docror HORACIO DAMIANOVICH ' RR US MAYO-JUNIO 1917. — ENTREGAS V-VI. TOMO LXXXUI 1 o y Pa ÍNDICE Memoria anual del presidente de la Sociedad Científica Argentina correspon- y diente al XLIVO período administrativo ........o.oooooo.o.. A O O 209 Emiro R. Cont, Capítulo XXIT. Primer congreso científico latino-americano, celebrado en Buenos Aires en 1898.........ooooocoocicr icono 254 Lucas KRAGLIEVICH, Notas paleontológicas. Examen erítico de un trabajo del Benoru lides IMOrCeradO: aio olo a aa > le OMA AS Ds o o dt 262 . ERNESTO NELSON, Determinación del tiempo civil con un error de muy pocos se- gundos, sin hacer uso de aparatos y sin conocer la dirección del plano meri- O diano..... de Id AP E AO A TE e O AOS A AREA A 280 BUENOS AIRES IMPRENTA Y CASA EDITORA DE CONI HERMANOS 684 — CALLE PERÚ — 684 1917 LIBRERÍA “LA FACULTAD” Florida, 436 de JUAN ROLDÁN Buenos Aires o EE BIBLIOTECA ARGENTINA PUBLICACIÓN MENSUAL DE LOS MEJORES LIBROS NACIONALES Director : RICARDO ROJA TOMOS PUBLICADOS 1. Doctrina democrática, de Mariano Mvu- | 7. Obras políticas, de B. Monteagudo. reno. 8. Comprobaciones históricas, de B. Mitre. 2. Dogma socialista, de Esteban Echeverría. | 9. Luz del día en América, de J. B. Alberdi. 3. Las Bases, de J. B. Alberdi. — 10. Peregrino en Babilonia, de Luis de Te- 4. Educación popular, de D. F. Sarmiento. jeda. : 5. Tierras públicas, de N. Avellaneda. 11. Reflexiones, de J. I. de Gorriti. 6. Tragedias, de Juan Cruz Varela. 12. Facundo, de D. F. Sarmiento. PRECIOS DE SUBSCRIPCIÓN, PAGO ADELANTADO Capital Interior ¡ANO +H12'L0M0S TÚBLICA car ao aca sn a NN $ 15.00 :$ 17.00 » » 21.00 » 23.00 > » 33.00 » 35.00 Fuera de subscripción $ 1.50 el tomo en rústica y $ 2.00 en tela JUNTA DIRECTIVA (1917-1918) Presunta Jl: Le ASAS Doctor Carlos María Morales Vicepresidente 10... Ingeniero Eduardo Huergo Vicepresidente 20.0... ..... Ingeniero Alberto D. Otamendi Secretario de actas....o..m.... Ingeniero Enrique Butty Secretario de correspondencia. . Doctor Alfredo E. Ferrario TESORERO ¡Set O ASE E EEN TO Doctor Eduardo Carette Protesorero.. coo is Doctor Juan B. Demichelis CDIDIOLEGIIO e a RS ARA Ingeniero Miguel B. Lorenzetti ; Coronel ingeniero Arturo M. Lugones ¡| Doctor Atilio A. Bado | Ingeniero Juan José Carabelli Vocale Ingeniero Ferruccio A. Soldano f A Ingeniero Rómulo Bianchedi Doctor Tomás J. Rumi Señor José M. Orús Ingeniero Antonio Rebuelto Corrido SEAL Señor Juan Botto ADVERTENCIA. — Los colaboradores de los 4 nales (personalmente responsables de la tesis que sus- tentan en sus escritos): que deseen tirada aparte de 50 ejemplares de sus artículos deben solicitarlo por escrito. Por mayor número de ejemplares deberán entenderse con los editores Coni hermanos. Tienen; además, derecho a la corrección de dos pruebas. Los manuscritos, correspondencia, etc., se enviarán a la Dirección, Cevallos, 269. — LA DIRECCIÓN. PUNTOS Y PRECIOS DE LA SUBSCRIPCIÓN ADELANTADA Local de la Sociedad, Cevallos 269 (abierto de 3 a 7 yde 8 a 11 p. m.), y principales librerías $ m/n $ mín 'POrAMEOS ai E 1.00. Número atrasado.............. 2.00 PODIDO tono: O is 12.00 Número atrasado para los socios.. 1,00 / “A MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA CORRESPONDIENTE AL XLIV? PERÍODO ADMINISTRATIVO (1% DE ABRIL DE 1916 Á 31 DE MARZO DE 1917) LEÍDA EN LA ASAMBLEA DEL 6 DE ABRIL DE 1917 INTRODUCCIÓN Señores Consocios : La catástrofe de la civilización que veníamos atravesando, y que lo hivió todo, aun la obra de la Sociedad científica argentina, de que tuve que ocuparme en ocasión análoga el año anterior, se ha intensificado extrordinariamente en el período de tiempo transcurrido, cuando pa- recía que ya antes, había llegado a su máximo paroxismo. Las fuerzas vitales de la Nación, alcanzadas entonces, por esta cuestión que ame- naza envolver en su hoguera a los países todos de la tierra civilizada, han sido ya profundamente conmovidas por el desarrollo incesante de este bárbaro acontecimiento de la historia universal. Hasta dónde alcanzará a afectar nuestra estabilidad, la prolongación y extensión de la guerra y cómo se hallan las fuerzas de la Nación preparadas para afrontar los acontecimientos, cuestiones son que no pueden mirarse sin inquietud, y que dependen en primer grado de los nuevos aspec- tos que la guerra vaya ofreciendo en su desarrollo futuro, pero desde luego puede observarse ya que la atención patriótica de los poderes dlel estado, ante la situación que se agrava por momentos, de las finan- zas de la Nación, sólo puede dirigirse a los problemas de necesidad apremiante, aplazando o suspendiendo todas las demás actividades AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIIN 14 210 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA del espiritu que por nobles y trascendentales que sean, no son vita- les en horas como éstas de incertidumbres y de malestar general. Y lo que ocurre con el Estado ocurre en grado no menor con las institu- ciones olas personas, y así observamos cómo las asociaciones cientí- ficas y profesionales, se resienten en alto grado de la situación públi- :a y no encuentran eco para sus iniciativas ni rendimiento en sus es- fuerzos. Pero la Sociedad científica argentina, ha creído siempre — y por - creerlo se fundó en 15872 —que no debía ser dirigida sino directiva de los acontecimientos y por ello a pesar de conocer a fondo el males- tar universal, ha intentado aprovechar energías dispersas o inactivas, con éxito vario, no excusando ninguna acción por temor al fracaso, ni por las dificultades que a su realización pudieran presentarse. Atenta, como siempre ha estado la Sociedad al movimiento científico univer- sal, lo ha visto en los últimos tiempos decrecer, con profunda pena, y reducirse a una última expresión y si bien, esto no es sino un alto pasajero en la marcha hacia el perfeccionamiento humano, no por ello deja de lamentarlo y aun entraría a combatirlo si sus causas no residieran en el acaparamiento de todas las energías por la gran guerra. Verdad es que, cualesquiera que sean las dificultades y escollos que el hombre pueda hallar en su camino hacia el progreso, encuen- tra al fin y siempre la manera de superarlos e idéntica cosa ha de ocurrir en los actuales trágicos momentos, en que ante el derrumbe del derecho internacional y del derecho de gentes y ante el descono- cimiento de las leyes morales escritas para humanizar la guerra, asis- timos inesperadamente al espectáculo luminoso y gigantesco de la incorporación de Rusia al régimen de la libertad, realizándose con ello la conquista más encumbrada a que podía aspirar en este princi- pio de siglo, el espíritu humano. Ahora el exterminio y los masacres en el oriente, el bombardeo de poblaciones indefensas por doquier, los gases asfixiantes como elemento de combate, el ataque ciego a todas las naves del mar, la destrucción de reliquias históricas y de bibliotecas eminentes, la esclavitud en diversas formas ejercitadas sobre los prisioneros de guerra y sobre los civiles de los territorios ocupados, el espionaje erigido en forma augusta del patriotismo, todo, todo está ya perdonado y olvidado. Podrán las nuevas necesidades de una guerra que aun hoy, tres años después de su estallido, no se sabe si recién nace o está ya por morir, podrán, decía, exigir más crudas y trágicas formas de combate ; MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 211 podrá envolver en sus redes sangrientas a otro y muchos pueblos co- nocidamente pacifistas; podrán extremarse los fraudes, las extorsio- nes, las violaciones y los crímenes, hasta llegar a las formas más sanguinarias del salvajismo, pero mientras no vuelva a anularse la rota cadena del autocratismo en las dilatadas comarcas que acaban de abatirlo, mientras la bandera del liberalismo ruso siga tremolando como tremola ahora en todas las conciencias, engrandeciendo la dig- nidad humana, no podrá dudarse que aun en estas horas angustiosas y funestas el hombre habrá realizado un nuevo trascendental pro- greso que nada podrá igualar en mucho tiempo. Caerán y acaso en breve término otras autocracias y se derrumbarán otros imperios, pero ningún acontecimiento podrá alcanzar la magnitud de este a que asistimos por la naturaleza de su gobierno anterior y por la inmen- sidad de territorios y de población que comprende. No podía en este acto silenciar semejante acontecimiento, ya que la ciencia y la libertad son dos formas distintas de una misma e im- perecedera aspiración humana. Entro ahora señores a daros cuenta detallada de la obra realizada por la Sociedad en el XLIV” período administrativo, 1” de abril 1916- 31 de marzo de 1917. II ASAMBLEAS Se han celebrado tres asambleas generales: la ordinaria en que fué leída y aprobada la memoria anual correspondiente al XLIII” período administrativo, y en la que se eligiera la actual Junta directiva que ha terminado su mandato el 31 de marzo, y dos extraordinarias, la primera en que fueron designados los señores ingenieros Arturo Hoyo, doctores Eduardo Carette y Alfredo E. Ferrario para desem- peñar los cargos de tesorero, protesorero y secretario de correspon- dencia respectivamente, por renuncia que hicieron de dichos cargos los señores doctor Tomás J. Rumi, ingeniero Santos Rodríguez Arave- na y doctor Luis Méndez Calzada, y en la segunda en que fué resuelta por unanimidad, la inclusión del nombre del malogrado consocio in- geniero Vicente Castro en la lista de los miembros honorarios de la Sociedad. Dura fué para la Sociedad la pérdida de este distinguido consocio 212 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA que ocupara en diversas ocasiones la presidencia de la Sociedad, pre- cisamente en los períodos de mayor responsabilidad y labor; aparte de sus distinguidos méritos de profesional y educacionista, el inge- niero Castro había sido un amigo decidido y entero de la Sociedad, y se entregaba a ella en todo instante y cada vez que su esfuerzo era requerido para cualquier función, fuera ella o no de alta trascen- dencia; los períodos de su presidencia fueron sin duda de los más progresistas de la institución. Su muerte acaecida en plena juventud, cuando aun se utilizaban sus inagotables energías, lo sorprendió fuera de la lista de socios honorarios, a la que estaba destinado a entrar, por eso la Asamblea creyó necesario agregar su nombre al del sena- do científico de la institución por considerar que tanto por su obra científica y. didáctica como por su obra en la Sociedad, lo imponían para ese destacado honor. ¡001 JUNTA DIRECTIVA En la asamblea general ordinaria celebrada el 6 de abril de 1916 quedó constituída la Junta directiva en la siguiente forma : Presidente : Ingeniero Nicolás Besio Moreno. Vicepresidente 1”: Doctor Cristóbal M. Hicken. Vicepresidente 22: Doctor Francisco P. Lavalle. Secretario de actas : Doctor Alfredo Sordelli. Secretario de correspondencia : Doctor Luis Méndez Calzada. Tesorero : Doctor Tomás J. Rumi. Protesorero : Ingeniero Santos Rodríguez Aravena. Bibliotecario : Ingeniero Pedro A. Rossell Soler. Vocales : Doctor Guillermo Schaefer, señor José M. Orús, ingeniero Juan José Carabelli, ingeniero Emilio Mallol, ingeniero Domingo Sel- va, coronel ingeniero Arturo M. Lugones, ingeniero Emilio Rebuelto, ingeniero Enrique Butty. Por renuncia de los señores doctor Tomás J. Rumi, ingeniero San- tos Rodríguez Aravena y doctor Luis Méndez Calzada de los cargos de tesorero, protesorero y secretario de correspondencia respectiva- mente, en la asamblea general extraordinaria del 28 de agosto fueron elegidos los señores ingeniero Arturo Hoyo para el cargo de tesorero, MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 213 el doctor Eduardo Carette para protesorero y el doctor Alfredo E. Ferrario para secretario de correspondencia. Así constituida ha funcionado hasta la fecha, celebrando 23 sesio- nes, en las que fueron tomadas diversas iniciativas de importancia, entre otras las siguientes, no haciendo figurar entre ellas las relativas al movimiento de socios por ocuparnos de ello en párrafo aparte : Sesión del 14 de agosto. — Se resuelve acordar el uso del salón para realizar conferencias de divulgación científica a las siguientes insti- tuciones: Ateneo popular, Universidad libre, Biblioteca popular Car- los Darwin y Centro nacional politécnico. Adherirse al Congreso nacional de ingeniería a celebrarse en el mes de septiembre del mismo año. Acordar el canje de los Anales solicitado por el Instituto nacional de agronomía de Montevideo. Continuar la impresión de los Anales con la casa Coni hermanos, quienes a causa de la carestía del papel, se han visto en la necesidad de aumentar a pesos 315 el costo de cada entrega; el costo anterior era de pesos 256. En concepto de descargo de la suma de 100.000 pesos que la Socie- dad recibió de la Comisión nacional del centenario para organización y realización del Congreso científico internacional americano de 1910, se remitieron a la Contaduría general de la Nación los comprobantes respectivos. Por razones de economía, suprimir las tiradas aparte para los auto- res de los trabajos que se publiquen en los Anales, salvo el caso de que el autor lo solicite por escrito y que la Junta directiva resuelva acordarlo, y limitar a 7 los pliegos, como máximun, para las entregas correspondientes a dos meses. Conmemorar el 5 aniversario de la muerte del doctor Ameghino con un acto público en el local social, el que se realizó el 16 de agosto. Sesión del 28 de agosto. — Acordar el uso del salón social a la So- ciedad de medicina veterinaria para celebrar un acto público en homenaje a la memoria del sabio profesor Elías Mechtnikoff, el que se realizó el 19 de septiembre. Iniciar el estudio del transporte de las maderas argentinas por el sistema de jangadas, analizando las causas que impiden que éste esté en práctica en la actualidad, y estudiar también la explotación y 214 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA posible aplicación industrial de las maderas, a cuyo efecto se nombra en comisión a los señores coronel ingeniero Arturo M, Lugones y José M. Orús para reunir los antecedentes y proponer el temperamento más aceptable que se podría adoptar al respecto. Solicitar de los señores directores generales del Arsenal de guerra y Puentes y caminos un muestrario con la nomenclatura correspon- diente de las maderas argentinas que dichas reparticiones poseen. Se nombraron las siguientes comisiones: para llevar a la práctica el proyecto presentado por el ingeniero Alberto D. Otamendi y san- cionado por la Junta directiva sobre la « Asociación argentina para el adelanto de las ciencias» a los señores coronel ingeniero Arturo M. Lugones, Emilio Mallol, Alberto D. Otamendi y Enrique Butty y como secretario al señor José M. Oráús, y para llevar adelante los trabajos de la «Organización didáctica de Buenos Aires» a los señores Juan José Carabelli, Pedro A. Rossell Soler, Miguel V. Lo- renzetti y Emilio Rebuelto y como secretario al profesor José T. Ojeda. Sesión del 4 de septiembre. — De acuerdo con un pedido de la Asso- ciation internationale de la route, se resuelve continuar prestándole el concurso moral y pecuniario enviándole la suma de cien francos anuales. Sesión del 18 de septiembre. — Desígnase a los señores ingenieros Arturo Hoyo y Alberto D. Otamendi como delegados para represen- tar a la Sociedad en el Congreso nacional de ingeniería. Resuélvese realizar en el local social una recepción centenaria y en homenaje a las autoridades de los dos primeros congresos nacio- nales de medicina e ingeniería. Ádherirse al homenaje que la Sociedad argentina de ciencias natu- rales y otros institutos similares realizarán en honor del explorador señor Ernest Shackleton. Reglamentar e interpretar los artículos de los estatutos y regla- mento que se expresan a continuación a fin de evitar que sean motivo de doble interpretación y publicarlos al final del reglamento, como asimismo los reglamentos de los premios « Ameghino» y <« Agustín Álvarez ». Art. 1%. — Reglaméntase el artículo 1”, inciso e, del reglamento vi- gente de la Sociedad, en la siguiente forma: 1” Las personas que deseen ser socios activos de la Sociedad, pre- MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 215 sentarán una solicitud al presidente consignando en ella su nombre, apellido, nacionalidad, profesión, títulos que posee y domicilio, pu- diendo agregar la lista de trabajos que hayan ejecutado o publicado por sí solos o en colaboración; 2” La solicitud será firmada por dos socios activos de la Sociedad, que justifiquen las afirmaciones del peticionante; 3 La Junta directiva votará por simple mayoría de miembros pre- sentes la aceptación o rechazo del peticionante, entendiéndose que la Junta considerará con espíritu libera! los méritos del candidato. Art. 2”. — Reglaméntase el artículo 1%, inciso f, del reglamento vigente de la Sociedad, en la siguiente forma : 1” Las personas o instituciones que deseen ser socios adherentes de la Sociedad, presentarán al presidente una solicitud análoga a la que estipula el artículo anterior para los socios activos, pero sin fir- mas de socios autorizantes; 2 La Junta directiva decidirá, por simple mayoría, la admisión o rechazo del peticionante, entendiéndose que el rechazo implica causa y el voto fundado de los miembros de la Junta que lo den por el rechazo. Art. 3% — Reglaméntase el artículo 2%, inciso 2%, del reglamento vigente de la Sociedad, en la siguiente forma : 1% Los socios podrán utilizar dentro del local social, el material bibliográfico, instrumentos y colecciones de la Sociedad; los pedidos de utilización fuera del local social, serán motivo de resolución espe- cial en cada caso, de acuerdo con el reglamento interno especial. En uno y otro caso, el socio es responsable del material que se le facilite y deberá reintegrar su valor estimado por la Junta, en caso de extra- vío, deterioro o desgaste visible. Art. 4”. — Entiéndese por « primera semana de abril », que esta- blecen los artículos 6%, 13 y 19 del reglamento vigente de la Sociedad los días comprendidos entre el 1? y el 7 de abril inclusives, y por «cinco días después », del mismo artículo 6%, a cinco días hábiles no contados el de la reunión sin quorum, ni el de la nueva citación. Art. 5”. — Entiéndese por «dos períodos consecutivos », del artí- culo 14 del reglamento vigente, el término de 4 años o fracción mayor de 3 años. Art. 6%. — Las citaciones de la Junta de que trata el artículo 16, se refieren a las tres ordinarias sucesivas, que comprende un período de tiempo de 30 días. Art. 7”. — Las asambleas a que se refieren el inciso 3* del artículo 216 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 21, son todas las que realice la Sociedad para considerar una deter- minada orden del día, excepción hecha de la ordinaria de la primer semana de abril. Art. 8” — En el mes de renovación de la Junta directiva, el teso- rero presentará a la misma un proyecto de presupuesto de recursos y vastos para el año social que se inicia, el que será discutido y apro- bado por la Junta. Publicar en los Anales todas las disposiciones de importancia ema- nadas de la Sociedad. Con el fin de evidenciar mejor la marcha orgánica de los Anales y procurar de que ellos reflejen más eficientemente el movimiento cien- tífico de nuestro país, como asimismo hacer reflejar de un modo más palpable y práctico el desenvolvimiento y la vida interna de la Socie- dad, con relación a la ciencia en general, se resuelve: 1” encargar al director de los Anales, doctor Horacio Damianovich, para que pre- sente a la Junta directiva una nómina de las sociedades científicas del país, a las que se dirigirá la Sociedad pidiéndoles envíen en opor- tunidad un extracto de los trabajos publicados en sus revistas y de las sesiones científicas que hubieran realizado; 2 considerar oportu- namente la nueva forma de organización de los Anales, los que debe- 'án constar de 4 secciones: 1* artículos generales; 2% comunicaciones científicas presentadas a las secciones de la academia de la Sociedad; 3% comunicaciones científicas dirigidas; 4* resoluciones de importan- cia de la Junta directiva. Sesión del 27 de octubre. — En vista del excesivo consumo de ener- gía eléctrica que se venía notando en las cuentas mensuales presen- tadas por la Compañía alemana trasatlántica de electricidad, la geren- cia se dirigió a dicha compañía, solicitando el envío de un empleado para que revisara la instalación e informara sobre el estado en que esta se encontraba. Verificada la revisión, en nota de fecha S de agos- to, la compañía manifestó que ella se encontraba en perfecto estado de aislamiento. Pero como el exceso de consumo continuara, la geren- cia pidió al señor socio ingeniero Levylier su opinión al respecto, quien se ofreció gentilmente a hacer una inspección prolija de la ins- talación a fin de constatar lo manifestado por la compañía. Verificada ésta, el señor Levylier informó que la instalación se encontraba en pésimas condiciones de aislamiento. Como no se pudo llegar a un acuerdo con la compañía se dispuso pedir presupuesto a la Compañía italo-argentina de electricidad pa- MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 217 ra el suministro de corriente. Dicha compañía remitió el presupuesto que le fuera pedido ofreciendo hacer el suministro de corriente para la luz, linterna de proyecciones, ventiladores y estufas en forma tal que la Sociedad vendría a abonar el consumo que hiciera a razón de cinco y medio centavos oro el kilowat más el control del medidor y libre de todo otro gasto, o sean dos y medio centavos oro menos de lo que la Compañía alemana cobraba actualmente. En vista de las ventajas que ofrecía el presupuesto presentado como asimismo el ofrecimiento hecho por la Italo-argentina para hacer todas las repa- raciones necesarias en la instalación, al precio de costo y pagar por mensualidades el importe de las mismas, la Junta directiva resolvió el cambio de compañía para el suministro de corriente y pedirle un presupuesto para las reparaciones. Sesión del 6 de noviembre. — Con el propósito de introducir algunas economías en el presupuesto social, se resuelve : 1” Suprimir el servicio de café y el gasto de gas; 2” Dejar vacante desde el 1” de diciembre los puestos de escribien- tes del turno de la tarde y el del turno de la noche y rebajar a cien pe- sos el sueldo del empleado de secretaría a contar de la misma fecha. Sesión del 13 de noviembre. — Se resuelve gestionar la inserción de avisos de casas de comercio de carácter apropiado en los Anales de la Sociedad. Se aprueba el proyecto de reorganización de los Anales presentado por su director doctor Horacio Damianovich, que se transcribe en el inciso de los Anales. Se aprueba el proyecto de resolución que se transcribe a continua- ción, presentado por el ingeniero Nicolás Besio Moreno. Fondo de previsión. — Art. 1%. La Sociedad científica argentina formará un fondo de previsión con cuotas mensuales y con integra- ciones extraordinarias, destinado a permitir su expansión futura y a dar mayor amplitud a la obra que realiza. Art. 2”. Cuando las entradas mensuales brutas de la Sociedad no excedan de un mil pesos papel, se destinará al fondo de previsión el 10 por ciento de las mismas. Cuando ellas oscilen entre un mil y dos mil pesos papel pasará al fondo de previsión el 10 por ciento de los primeros un mil pesos o sea cien pesos papel y el 20 por ciento del exceso sobre un mil pesos de aquellas entradas brutas. Cuando ellas excedan de dos mil pesos se destinará a fondo de previsión la canti- 218 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA dad de trescientos pesos papel por los primeros dos mil pesos con más la tercera parte de exceso de entradas brutas sobre esta cifra de dos mil pesos. Art. 3% Se destinarán igualmente al fondo de previsión todas las cuotas de socios protectores y vitalicios que se incorporen a la Socie- dad y todas las donaciones en efectivo que ésta reciba sin un fin pre- fijado en la donación. La Sociedad iniciará el fondo de previsión con la suma de cinco mil pesos papel por lo menos, tomado de las canti- dades que tiene actualmente en el banco. Ingresarán también al fondo las contribuciones por una sola vez a la Organización didáctica y las sumas que extraordinariamente la Junta directiva quiera destinar al final de cada ejercicio. Art. 4”. Con las sumas reunidas para formar el fondo de previ- sión al fin de cada trimestre se adquirirán títulos nacionales de ren- ta 0 propiedades en la capital pudiendo en cualquier caso la Junta directiva realizar los títulos para adquirir propiedades o viceversa. Los intereses que las propiedades o los títulos devenguen así como los gastos que demanden de cualquier índole, excepción hecha de las mejoras, ingresarán y egresarán de los fondos generales de la Socie- dad. Las mejoras o construcciones que se hicieren en las propiedades se pagarán del propio fondo de previsión. Art. 5% Para aprobar, modificar o derogar esta resolución se re- querirá el voto favorable de las dos terceras partes de los miembros de la Junta, esto es diez votos, pudiendo solicitar por escrito el de aquellos miembros de la Junta que no se hallaran presentes a la se- sión en que se votara la aprobación, modificación o derogación. Art. 6%. — Esta resolución comenzará a aplicarse desde el 1* de noviembre del corriente año de 1916. De acuerdo con la resolución que antecede y con el fin de que el capital disponible de la Sociedad rinda más interés y beneficios ma yores que los que producen en depósitos bancarios, se resuelve desti- nar $ 9000 moneda nacional (nueve mil) al fondo de previsión con la compra de los siguientes títulos : Pesos Cédulas argentinas del Banco hipotecario (2? serie).... 4.500 » Certificados municipales de 7 por ciento de la Munici- palidad de la capital, empréstito de 1915......... 4.500 » Sesión del 20 de noviembre. — Se resuelve suspender la subscrip- ción de las revistas que se recibían por intermedio de la casa Galli, y MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 219 gestionar el canje de las mismas con los Anales, subscribiéndose direc- tamente con una casa en el extranjero a las que la Junta directiva resuelva oportunamente por no haberse podido conseguir el cange. Sesión del 15 de diciembre. — Se resuelve aprobar la compra de tí- tulos efectuada por el señor tesorero de acuerdo con la resolución del 13 de noviembre próximo pasado. La suma de 9000 pesos acordada para realizar dicha operación fué invertida en la forma siguiente : Pesos 5000 pesos nominales en cédulas argentinas (2% serie), 6 por ciento de interés a pesos 92,10 con cupón del 1 amo deis. coo coo ooo ao PoacodoN o. 4.560 » 4800 pesos nominales en certificados del empréstito mu- nicipal al tipo de 92,10 cop cupón del 31 de diciem- DESTACAMOS add a EN 4.420 80 CoOnustóntdelco nodo 19 20 Dota NOA 9.000 >» Se resuelve subscribirse a un ejemplar de la obra del doctor Matías Calandrelli, Diccionario filológico comparado de la lengua castellana, que consta de 16 tomos, de los cuales 12 ya han aparecido y los 4 res- tantes están en vías de publicarse y cuyo costo es de cien pesos mo- neda nacional. Se resuelve nombrar nuevamente al eseribiente del turno de la no- che y con el sueldo de cuarenta (40) pesos moneda nacional a contar dell" de:enero de 1917. h Se aprueba el siguiente proyecto de resolución presentado por el presidente : Presupuesto social. — Art. 1%. La Junta directiva de la Sociedad formulará anualmente su presupuesto de gastos y entradas en el mes de abril para el ejercicio que se abre el 1” de ese mes y termina el 31 de marzo. Mientras el presupuesto no se sancione en esta forma no se efectuará pago alguno por la gerencia sin autorización de la Junta. Art. 2. Los excedentes sobre las entradas mensuales presupues- tadas sóio podrán invertirse por votación especial de la Junta, de- biendo expresarse en la orden del día de la sesión el objeto del gasto y su monto. Art. 3% El gerente de la Sociedad formulará mensualmente la planilla de sueldos y gastos efectuados por la Sociedad del mes ante- rior, las que con sus respectivos comprobantes será llevada a la Junta directiva. 220 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Art. 4% En el mes de marzo de cada año se adquirirán títulos públicos de renta con los sobrantes del presupuesto que vence ese mes. Se aprueba en particular el proyecto de presupuesto de recursos y gastos por los meses de diciembre de 1916 a 31 de marzo de 1917 y que en la sesión del 20 de noviembre anterior había sido aprobado en general. Su detalle se encontrará en el inciso de tesorería. LN: ANALES DE LA SOCIEDAD La publicación de los Anales ha continuado a cargo del doctor Ho- racio Damianovich. El último número aparecido es el que corresponde a los meses de septiembre-octubre del año próximo pasado o sea la entrega III y LV del tomo LXXXTII, estando próximo a aparecer el número de noviem- bre-diciembre, que ya está en prensa. La tirada mensual ha continuado siendo de 900 ejemplares. El número de subscriptores es muy reducido, pues sólo alcanza a 10. Han contribuído a su publicación con trabajos los señores: F. Reichert, R. Renacco, F. A. Mazza, E. Marcó del Pont, Raúl G, Pas- man, C. Meyer, A. Pérez, D. Bernier, J. Laub, C. C. Hosseus, H. M. Levylier, J. Bach, J. Brethes, J. Magnin, H. Damianovich, S. Mazza, Félix Outes. Los Anales han seguido resumiendo una parte considerable del mo- vimiento científico del país por la publicación de trabajos y memo- rias de toda índole, pero su director, con el propósito de que además de estos trabajos in extenso, se reflejase en nuestra revista toda la la- bor científica nacional presentó a la Junta directiva un vasto proyec- to de organización y de reformas que ésta le aceptó y le aprobó tanto más complacida cuanto que ello representaba para los Anales un prin- cipio de evolución sin disputa saludable y benéfico para los asociados en general. Cierto es que siendo los miembros de la Sociedad cultiva- dores de todas las ramas de la ciencia, los artículos de los Anales de eran valor para unos son sin interés para otros y difícil podía ser que la publicación consultase todas las necesidades y satisfaciese todos MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 221 los deseos, pero es indudable que con la nueva organización dada a la revista, ésta se hará de más interés general. La Sociedad hubiera deseado tener su bolsa enteramente abierta para las necesidades de los Anales pero la cruel situación financiera por que atravesamos no lo permitía y entonces para no danar la re- vista se intentó y algo se logró, buscar avisos para su cubierta que ayudaran a costearla, avisos que naturalmente, serían de casas de co- mercio vinculadas de aleún modo a la ciencia. Actualmente la Socie- dad subvenciona a los Anales con quinientos pesos por mes, esto es un mil pesos por número bimestral y ella se encarga de su distribu- ción y reparto. La resolución sobre reorganización de los Anales es la siguiente : Artículo único. — A contar desde la fecha los Anales de la Socie- dad científica argentina estarán constituídos por las secciones si- guientes : 1” Memorias generales y conferencias enviadas directamente a los Anales (actual sección de artículos de fondo) ; 2” Comunicaciones presentadas a las diferentes secciones de la Academia de la Sociedad con sus respectivas discusiones; 3” Información del movimiento científico del país; resumen de las sesiones científicas y conferencias realizadas y a realizarse, CONgresos, reuniones, etc. Para llenar las necesidades de esta sección se hace ne- cesaria la colaboración de la secretaría de la Sociedad a fin de que ella se dirija a las diferentes instituciones científicas para la prosecu- ción de aquel objeto; 4” Bibliografía, crónica y correspondencia, libros, índice de artícu- los de revistas científicas del país, ete. Actas y resoluciones más im- portantes de la Junta directiva, etc. V BIBLIOTECA Y ARCHIVO Al hacerse cargo de la biblioteca de la Sociedad el bibliotecario ingeniero Pedro A. Rosell Soler resolvió iniciar su organización en forma que la condujera al grado de rendimiento que debe tener por la cantidad e importancia de las obras que contiene. Esa tarea ya fué comenzada y aun adelantada en otras ocasiones, pero causas diversas 222 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA anularon los esfuerzos realizados y dejaron la obra inconclusa. Y así llegamos al presente, teniendo la Sociedad más de 12.000 volúmenes casi todos de obras científicas ó técnicas, es decir, en ese orden, una de las primeras bibliotecas del país, y sin embargo, sin el catálogo ni el registro de entradas, debidamente concluidos. A pesar, pues, de la conveniencia de adelantar todo lo posible la formación del catálogo, se comenzó abriendo un inventario del mate- rial bibliográfico que la Sociedad posee. Al efecto, las obras se iban anotando en un registro especial al mismo tiempo que se sellaban y numeraban. En esa forma se han llegado a inscribir 5263 volúmenes, faltando sólo un lote de folletos y obras menores para terminar la parte de obras sueltas. Llegados a ese punto se pasó a preparar el catálogo respectivo; se completó una serie de fichas, hechas en el período anterior y se hizo un duplicado con el objeto de formar dos catálogos : uno por orden alfabético de autores y otro por materias, tomando para éste como base — a falta de otra mejor — la clasificación decimal llamada in- ternacional. Las fichas preparadas hasta la fecha llegan a 5180. En estos trabajos debo agradecer la eficaz ayuda que quiso pres- tar nuestro distinguido consocio, ingeniero Miguel V. Lorenzetti. Incremento de la biblioteca. — Las obras entradas en el período transcurrido llegan a 180, de las cuales 85 son folletos o memorias. Mas adelante al hablar del movimiento de la biblioteca damos la lista de los libros recibidos. Además, aunque había pocas probabilidades de éxito, se pasaron notas solicitando envío de obras a las principales casas editoras del extranjero. Revistas y publicaciones. — El registro de esta parte de la biblio- teca no se ha podido efectuar por falta de tiempo y en consecuencia tampoco se pudo iniciar la tarea de completar las colecciones que lo requieren. Se han establecido varios canjes nuevos con las siguientes publi- caciones : Instituto de botánica y farmacología de la Facultad de cien- cias médicas. Instituto Osvaldo Cruz, de Río de Janeiro. Sociedad de matemática española, de Madrid. Instituto nacional de agronomía, de Montevideo. Centro de estudios históricos, sección matemáticas, de Madrid, y respecto a las revistas que la Sociedad recibía por subs- cripción, se resolvió suprimir algunas que la experiencia demostró MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 223 no ser utilizadas por los socios; las demás y al mismo tiempo otras re- vistas se decidió gestionar su obtención como canje con las publica- ciones de la Sociedad. Las notas pasadas al efecto aun no han tenido respuesta. Encuadernación. — Se ha limitado a los volúmenes que habían quedado del período anterior : en total llegan a 47. Movimiento de la biblioteca y archivo. — El número de recibos extendidos sobre préstamos fuera del local social es de 146; de estos préstamos 97 han sido devueltos; quedan además 19 de períodos an- teriores. El archivo de la Sociedad se encuentra encuadernado hasta el año 1590 y los años subsiguientes ordenados y preparados para ser en- cuadernados hasta el año 1902. Se han agregado todos los asuntos entrados y despachados por la Junta directiva durante el período terminado. He aquí la lista de los libros recibidos por la Sociedad en el año. Clemente Onelli, Alfombras, tapices y tejidos criollos, 54 páginas, Guillermo Kraft. Buenos Aires, 1916. Municipalidad de Guayaquil, Colección de leyes, decretos, circulares, ordenanzas, acuerdos, etc., de 1913, 362 páginas, La Reforma. Guaya- quil, 1914. Gaceta Municipal, Actas de las sesiones efectuadas por el ¡lustre Con- sejo municipal de Guayaquil en 1913, 237 páginas, Municipalidad. Guayaquil, 1915. Informe del presidente del Consejo «a la muy ilustre corporación mu- nicipal en 1915, 151 páginas, Municipalidad. Guayaquil, 1915. Eduardo Volpatti, Tecnología mecánica, 119 páginas, R. Radaelli. Buenos Aires, 1916. Richard R. Hice, Oild and Gas Map of Southacestern Pennsylvania, 22 páginas. Harrisburg, 1916. Departamento de Agricultura, El trigo, 16 páginas, Tipografía na- cional. San José (Costa Rica), 1915. Departamento de Agricultura, El algodón, 24 páginas, Tipografía nacional. San José (Costa Rica), 1915. Departamento de Agricultura, El maíz, 30 páginas, Tipografía na- cional. San José (Costa Rica), 1915. Departamento de Agricultura, El cacao, 23 páginas, Tipografía nacional. San José (Costa Rica), 1915. Informe presentado por el señor director general de Telégrafos y te- 224 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA léfonos al señor ministro de la gobernación en 1915, 34 páginas, Im- prenta Meléndez. El Salvador, 1915. Labor del gobierno del general Fernando Figueroa 1910-1911, 141 páginas, Imprenta Meléndez. El Salvador. F. de Montessus de Ballore, Biblografía general de temblores y te- rremotos (3% y 4* parte), 2 tomos, 354 páginas, Imprenta universi- taria. Santiago de Chile. 1915. M. Kantor, El problema de las inundaciones en Andalgalá, 10 pági- nas, Imprenta Coni hermanos. Buenos Aires, 1916. 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San Francisco de Califor- nia, 1916. International Engineering Congress, Topographic and Geologic Survey Commission of Pensylvania, tomo V, 1007 páginas, Wm. Stan- ley. Harrisburg. 230 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA S. Rodríguez González, Influencia del descubrimiento y conquista de América en el desenvolvimiento progresivo del derecho internacional ma- rítimo, 33 páginas, Imprenta nacional. San Salvador, 1916. O. Curt Hosseus, El proyectado parque nacional del sur, 57 páginas, Ministerio de agricultura. Buenos Aires, 1916. Ricardo Jaimes Freyre, Historia del descubrimiento de Tucumán, 312 páginas, Coni hermanos. Buenos Aires, 1916. Second Pan American Scientific Congress, The final act and inter- pretative commentary thereon, 516 páginas, Government. Washington, 1916. Moisés S. Bertoni, Resumen de prehistoria y protohistoria de los países guaranies, 162 páginas, M. Brossa. Asunción, 1914. Moisés S. Bertoni, Las plantas usuales del Paraguay y países limá- trofes, 18 páginas, M. Brossa. Asunción. Moisés S. Bertoni, Fauna paraguaya, S3 páginas, M. Brossa. Asun- ción. Moisés S. Bertoni, Ortografía guaraní, 22 páginas. M. Brossa. Asunción, 1914. Alfredo A. da Matta, Terapéutica, patología tropical, 20 páginas, O Tempo. Manaus, 1916. Alfredo A. da Matta, Pathología tropical, higiene, 21 páginas, O Tempo. Manaus, 1916. y Moisés S. Bertoni, Descripción física y económica del Paraguay, 14 páginas, M. Brossa. Asunción. Genaro Giacobini, Asma ovárica, S páginas, J. Tragant. Buenos Aires, 1914. Alfonso Herrera y M. Pérez Amador, Estudio sobre algunos puntos de físico-química, 59 páginas, Imprenta oficial. México, 1916. Moisés S. Bertoni, Plantae Bertonianee, S páginas. Asunción. Moisés S. Bertoni, Plantae Bertoniane. Asunción. Luis F. González, Anexos de la Memoria de la secretaría de instruc- ción pública, 238 páginas, Imprenta nacional. San José, Costa Rica, 1916. Carl von Linné, Bref och Skrifvelser af och till, 429 páginas. Upsa- la, Berlín. Franz Kiihn, El arco de las Antillas australes y sus relaciones, 18 páginas, Coni hermanos. Buenos Aires, 1916. Franz Kiihln, Informe sobre la marcha del Departamento de geogra- fía, 46 páginas, T. Palumbo. Buenos Aires, 1916. Clarence B. Moore, Some aboriginal sites on green river, Kentucky MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 231 Certain aboriginal sites on Lower Ohio river. Additional investigation on Mississippi river, SO páginas. Philadelphia, 1916. Archivos do Museu Nacional do Rio de Janeiro, 1000 páginas, Ma- cedo. Río de Janeiro, 1915. Abraham Ramírez Peña, Conferencias centroamericanas, 305 pági- nas, Imprenta nacional. San Salvador, 1916. Julio R. Castiñeiras, La usina eléctrica municipal de nuevos matade- ros, 49 páginas. Buenos Aires, 1917. Julio R. Castiñeiras, Cálculo de piezas de hormigón armado someti- das a la flexión simple, SO páginas, Coni hermanos. Buenos Aires, 1917. Ernesto Nelson, Nuestro alfabetismo, 49 páginas, Martín García. Buenos Aires, 1917. César Zanolli, Estudio crítico de la conferencia de Cavazzutti y Cor- telezzi sobre la leche de consumo en La Plata, 35 páginas, Luis Veggia. Buenos Aires, 1917. L. Hauman et G. Vanderveken, Catalogue des phanérogames de "Argentine, 349 páginas, Coni freres. Buenos Aires, 1917. L. Hauman, Les parasites végétaux des plantes cultivés en Argentine, 63 páginas, Coni hermanos. Buenos Aires, 1914. L. Hauman, Notes sur les phytolaccacées Argentines, 46 páginas, Imprenta Alsina. Buenos Aires, 1913. Lucien Hauman, Note préliminaire sur les hordeum spontanés de la Hore argentine, 53 páginas, Coni freres. Buenos Aires, 1916. Lucien Hauman, Etude phitogéographique de la région du rio Negro inférieur, 153 páginas, Imprenta Alsina. Buenos Aires, 1916. Lucien Hauman, Trabajos del Instituto de Botánica y Farmacología La forét valdivienne et ses limites, 91 páginas, Jacobo Peuser. Buenos Aires, 1916. | Lucien Hauman, Note sur Hydromystria stolonifera Mey, 10 pági- nas, Coni freres. Buenos Aires, 1915. Lucien Hauman, Les alismatacées argentines, 20 páginas, Coni fre- res. Buenos Aires, 1915. Lucien Hauman, Note sur les joncacées des petits genres andins, 26 páginas, Coni freres. Buenos Aires, 1915. Lucien Hauman, Les dioscoréacées de Y Argentine, 76 páginas, Coni freres. Buenos Aires, 1916. Laurentino Olascoaga, El ideal argentino. Algo de sociología, 210 páginas, De Martino. Buenos Aires, 1917. Bernhard H. Dawson, The flash spectrum, 6 páginas. Buenos Aires, 1917. 232 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Julio R. Castineiras, La suspensión del funcionamiento de la usina eléctrica de Mataderos, 48 páginas, R. Radaelli. Buenos Aires, 1916. Augusto Fernández Díaz, El problema del agua en el Río Negro. Canal a San Antonio. El riego en Patagones, 515 páginas. Buenos Ai- res, 1916. vI LABOR CIENTÍFICA Y ADMINISTRATIVA Estudio de las maderas argentinas. — Defiriendo a una sugestión del consocio señor Leopoldo Lugones, y por tratarse de un tema que siempre había interesado a la Sociedad y que es ahora de grande actualidad, la Junta directiva decidió ocuparse de promover el estu- dio químico, físico y mecánico de las maderas argentinas y de su transporte por jangadas en nuestros grandes ríos. Con este propósito comenzó por solicitar muestras de maderas del país a aleunas repar- ticiones nacionales que las recogen y entre ellas al Arsenal de guerra y a la Dirección de puentes y caminos para poder tener toda la garan- tía indispensable respecto a la exactitud de su designación, proce- dencia, edad del corte, abundancia del material, etc. Dichas reparti- ciones, enteradas del propósito de la Saciedad, decidieron secundarla remitiendo la primera pequeñas muestras de diferentes tipos, en número de 60 muestras en parte rústicas y en parte lustradas, y la segunda 150 muestras de 0”15 de lado en sección cuadrada y de 0%75 de largo aproximadamente, acompañadas todas de las debidas plani- llas de datos explicativos del tipo de madera; actualmente se han solicitado las garantías de autenticidad a esas reparticiones para ini- ciar el estudio. Éste habrá de consistir en tres puntos de vista : quí- mico, físico y mecánico, transporte. Para el estudio químico la Sociedad se puso en contacto con el Museo de La Plata, cuya Escuela superior de química, excelente- mente dotada en gabinetes y personal, podía tomar « su cargo los análisis del caso. Se convino entonces con el director de la escuela citada, doctor Enrique Herrero Ducloux, el iniciar el trabajo con seis tipos de maderas abundantes y ya conocidas como fértiles en produe- tos, que serían quebracho colorado, lapacho, urunday, curupay, cebil y laurel, debiendo la Sociedad remitir dos muestras, una para los aná- lisis y otra para el archivo, y proveer una suma de dinero que oscila- MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 2359 ría entre 300 ó 400 pesos para completar gabinetes desde el punto de vista considerado. Para el estudio físico y mecánico la Sociedad se ha dirigido a la Facultad de ciencias exactas, fisicas y naturales de Buenos Aires, cuyo laboratorio es bien conocido y que se ha ocupado ya del asunto con éxito grande; en breve se recibirá seguramente la respuesta de la Facultad. Para el estudio del transporte por nuestros grandes ríos, la Socie- dad se ha dirigido a la sección técnica de ingeniería de su Academia, recién organizada. Diccionario filológico comparado de la lengua castellana. — Esta obra tan valiosa del doctor Matías Calandrelli, se hallaba expuesta a quedar trunca después de aparecidos 12 volúmenes de incalculable valor y cuando sólo faltaban 4 para terminar la enciclopedia. Ello hubiera sido tanto más doloroso cuanto que no existe en castellano diccionario alguno filológico que remonte en el origen de las palabras a las lenguas neolatinas y a las otras muchas emparentadas con el castellano de origen americano o indoeuropeo, semíticas oO vas- vcucuse. Verdad es que se han ocupado del origen de los vocablos castella- nos Rosales, Alderete, Mayans y Sicar, Martínez Marina y que exis- ten los diccionarios etimológicos de Peñalver, Barcia, Cabrera y Mon- lau, pero ninguno tiene la extensión y el desarrollo del de Calandrelli y sobre todo ninguno contempla con espiritu científico la faz filoló- gica de la lengua, siendo en esto aun más profundo de lo que es Lit- tré para la lengua francesa y lo que es Webster para la inglesa. En conocimiento de estos hechos, la Sociedad decidió interesarse porque la obra pudiera ser concluída y a tal fin intentó e intenta bus- car subseriptores que permitan dar cima a la grande empresa que tan adelantada se halla; el señor Calandrelli propuso entonces vender la colección completa de 16 volúmenes en pesos 100, entregando desde ya a los subseriptores los 12 tomos aparecidos. Iniciadas no ha mu- cho las gestiones, la Sociedad ha conseguido ya cinco subseriptores, no siendo por lo demás un número muy considerable los necesarios para terminar la publicación. Conferencias. — Las conferencias siguientes han sido dadas en el local social, además de las enumeradas en la parte de esta memoria, re- lativa a la Academia (secciones de físico-química y ciencias naturales) : 234 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 24 de agosto. Doctor Jorge Magnin, La industria de los productos químicos. Su posible desarrollo en el país. 27 de junio. Doctor Rodolfo Kraus, Papel de los insectos en la trans- misión de las enfermedades infecciosas, patrocinada por la Universidad libre. 4 de julio. Doctor Alfredo L. Spineto, Sanidad municipal, aguas corrientes y cloacas; patrocinada por la biblioteca popular «Carlos Darwin ». 14 de julio. Doctora Paulina Luisi, Educación sexual; patrocinada por el Ateneo popular. 14 de agosto. Ingeniero Mauricio Durrieu, Sistema de ejecución de las obras; patrocinada por el Centro nacional politécnico. En el mes de abril del año próximo pasado la Dirección general de enseñanza e investigaciones agrícolas del ministerio de Agricultura, solicitó de la Junta directiva la cesión del local social para realizar la primera reunión anual de experimentadores agrícolas. El pedido fué acordado y las sesiones fueron inauguradas el 27 de abril, des- arrollándose el programa siguiente : Abril 27 (mañana) : 1. Palabras de iniciación, por el director gene- ral de enseñanza agrícola, don Tomás Amadeo. 2. La labor experimental de las estaciones agronómicas y experi- mentales, por don Guillermo Ancízar, jefe de esta sección. 3. Producción de forraje verde durante todo el año, por don Adolfo O. Tonnelier, jefe de la Estación agronómica anexa a la Escuela de agricultura de Córdoba. 4. La influencia del cultivo de raíces en la producción forrajera y zootécnica, por don Andrés B. Novillo, director de la Estación expe- rimental de 25 de Mayo (F. C. S.). 5. Experiencias con sorgos no sacarinos, año 1915, por don Abra- ham Villalba, agrónomo regicnal de Santiago del Estero. 6. Proyecciones luminosas de fotografías correspondientes a esta- ciones agronómicas y experimentales, explicadas por don Antonio E. Puchuri, inspector de estaciones agronómicas y experimentales. (Tarde): 1. La labor experimental en las escuelas especiales de agricultura, por don Juan A. Ortiz, jefe de esta sección. 2. La producción del agrostis blanco, por don José Isnardi, agró- nomo regional de Olavarría. 3. Influencia de las malvasias en el desarrollo del puecinia graminis (polvillo), por don Dionisio G. Ambelicopoulos, químico de la Esta- ción agronómica de Pergamino (F. C. C. A.). MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 235 4. Mejoramiento de los trigos, por el especialista senor W. O. Back- house, encargado de las subestaciones de Pontaut (F. €. S.), La Car- lota (EF. C. P.), Freyre (F. C. C. A.) y Bengolea (F. C. C. A.). 5. La siembra profunda, aplicación del sistema Lister en la siembra de cereales finos, por don Franco E. Devoto, agrónomo regional de Santa Fe. 6. Época en que deben sembrarse en la Pampa las diferentes varie- dades de trigo: barletta, ruso, rieti, etc., por don Roberto P. Godoy, agrónomo regional de la Pampa. 7. Cinta cinematográfica mostrando el funcionamiento escolar, ad- ministrativo e industrial de la Escuela de agricultura de Casilda (Santa Fe). Abril 28 (mañana) : 1. La labor experimental en las escuelas prác- ticas de agricultura, por don Juan P. Facio, jefe de esta sección. 2. La viña y la vinificación en la Argentina, informe sobre investi- gaciones y experiencias realizadas, por don José Alazraqui, director de la Estación enológica de Concordía (E. Ríos). 3. La poda de la vid, por don Sabino Pignatari, adscripto al agró- nomo regional de San Juan. 4. La vid y la elaboración del vino, informe técnico y económico, por don Luis A. Noussan, jefe de la Estación agronómica anexa a la Escuela de agricultura de Mendoza. 5. Experiencias cooperativas sobre diferentes modelos de trojes, por don Horacio Castro Zinny, jefe de la Estación agronómica de Pergamino. 6. Condiciones actuales de la citricultura y olivicultura en Cata- marca y La Rioja, por don José E. Quiroga, encargado de investiga- ciones especiales en las provincias de La Rioja y Catamarca. 7. Proyecciones luminosas de fotografías correspondientes a las escuelas especiales y prácticas de agricultura, comprendiendo la Es- cuela del hogar agrícola del Tandil, explicadas por don Miguel A. Sancet (h.), inspector de la sección de escuelas especiales. (Tarde): 1. El trabajo de investigación y experimentación de los agrónomos regionales, por don F. Pedro Marotta, jefe de la sección de enseñanza extensiva. 2. La industria azucarera en la provincia de Tucumán, por don Do- mingo L. Simois, director de la Escuela de agricultura de Tucumán. 3. La Estación experimental agrícola provincial de Tucumán. Su organización y trabajos, por don Arturo H. Rosenfeld, jefe de la Es- tación experimental provincial de Tucumán. 236 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 4. Los abonos en la producción de la huerta, por don Alejandro Botto, jefe de la Estación agronómica anexa a la Facultad de agrono- mía y veterinaria de La Plata. 5. Influencia de las aguas de riego en la composición de los terre- nos salitrosos, por don José Ubeda Sarráchaga, químico de la Esta- ción agronómica de Alto de Sierra (San Juan). 6. Comunicación respecto al ácido fosfórico en la agricultura argen- tina, por don Jorge F. Rorive, director de la Estación agronómica de Giiemes (Salta). 7. Cultivo del arroz en terrenos salitrosos, por don Pelayo Díaz Azpeitía, director de la Estación agronómica del Río Negro. S. Instalación de riego, con referencia especial al río Negro infe- rior, por don Pedro A. Bovet, jefe de la Chacra experimental provin- cial de Patagones. 9. Cinta cinematográfica mostrando el funcionamiento escolar, ad- ministrativo e industrial de la escuelas de agricultura de Mendoza, San Juan, Córdoba, Bell Ville y del Hogar agrícola, así como de las estaciones experimentales de Pergamino y 25 de Mayo. Abril 29 (mañana) : 1. Experiencias sobre maíz en el valle superior del río Negro, por don Francisco Guarnieri, agrónomo regional de Río Negro. 2. El cultivo del ananás en Misiones, por don Ramón Durán, diree- tor de la Escuela de agricultura de Posadas (Misiones). 3. Cultivos experimentales realizados en Misiones, por don Adolfo Furnus, jefe del Campo experimental del Zaimán (Misiones). 4. Informe sobre experiencias en el cultivo del algodón, por don José Natta Maglione, director de la Estación experimental de Colo- nia Benítez (Chaco). 5. La producción y la industria de la fruta en la provincia de Men- doza, por don Pedro Anzorena, director de la Escuela de agricultura de Mendoza. 6. Proyecciones luminosas de fotografías mostrando la organiza- ción y la obra de los distintos servicios de enseñanza extensiva. (Tarde) : 1. Profilaxis tuberculosa, informe sobre experiencias rea- lizadas en la Escuela de lechería de Bell Ville, por don Guillermo Othaz, profesor de la misma. 2. Contribución al fomento de la industria lechera, por don Carlos Luchessini, especialista y profesor de la Escuela de lechería de Bell Ville (Córdoba). 3. Observaciones sobre la fabricación de quesos, por el jefe de expe- MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 237 riencias de la Escuela de lechería de Bell Ville, don Pedro N. Beco. 4. El cultivo y la industria de la yerba-mate, por don Víctor Garín, químico de la Estación experimental de Loreto (Misiones). 5. Experiencias sobre ensilaje, por don Silvio Spangenberg, direc- tor de la Escuela de agricultura de Casilda (Santa Fe). 6. Preparación económica de conservas de duraznos, por don Da- niel A. García, director de la Escuela de agricultura de San Juan. 7. Palabras de clausura, por el director de enseñanza agrícola, don Tomás Amadeo. S. Cinta cinematográfica mostrando la organización de las depen- dencias de la Dirección general de enseñanza e investigaciones agrí- colas en las distintas regiones del país. Nota. — La mayor parte de las disertaciones contenidas en este programa fueron ilustradas por proyecciones luminosas y demostra- ciones gráficas. Visitas. — Dos visitas se han realizado durante el período feneci- dos; la primera al Instituto de química del Departamento nacional de higiene efectuada el 19 de octubre y la segunda al Instituto de bacteriología del Departamento nacional de higiene el 18 de di- ciembre. Conmemoración del Oentenario de la independencia. — En la memo- ria presentada al año próximo pasado, hacía constar que la Junta Di- rectiva había resuelto tomar parte en los festejos conmemorativos de la declaración de la independencia nacional, para lo cual había re- suelto : 1” Publicar un número extraordinario de los Anales ; 2* Organizar una velada pública o una recepción ; 3” Celebrar un Congreso científico. También hacía constar las causas por la cual no se había podido dar cumplimiento a la parte relativa a la celebración del referido con- greso. En cuanto a la publicación del número extraordinario de los Ana- les, tampoco pudo realizarse por no haber respondido la mayor parte de las personas a quienes se les había solicitado la colaboración, no obstante haber manifestado que enviarían trabajos, los que nunca llegaron salvo rara excepción. En resumen sólo se pudo dar cumplimiento a la segunda parte, pa- ra lo cual se organizó y realizó el 25 de septiembre una recepción cen- 238 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA tenaria en honor de las autoridades de los dos primeros congresos nacionales de medicina e ingeniería, en la cual se desarrolló el si- guiente programa : 1. Palabras del presidente de la Sociedad, ingeniero Nicolás Besio Moreno. 2. Discurso del presidente del Congreso de medicina, doctor Gre- gorio Aráoz Alfaro. i 3. Discurso del presidente del Congreso de ingeniería, ingeniero Eduardo Huergo. 4. Palabras de los señores delegados. Homenaje a Ameghino. — Las dificultades económicas porque atra- viesa el país y que son de pública notoriedad, han obligado a la So- ciedad científica a suspender durante un tiempo prudencial las ges- tiones que en pro de la idea del homenaje se habían iniciado años anteriores. Esta suspensión no comprende sino todo lo referente a la recolee- ción de fondos, tanto en la capital como en el interior, evitándose por este medio que se malogren esfuerzos que en mejor oportunidad han de contribuir al buen éxito de la idea. La Mesa ejecutiva del homenaje ha reunido todos los antecedentes que se refieren a la sanción de leyes que autorizan la construcción de un edificio para el Museo de ciencias naturales y piensa que en el hall principal de entrada del edificio es donde debe erigirse el monu- mento al sabio. Para obtener esto último, es necesario que la ley que autorice la construcción del Museo contenga un agregado en que se especifique especialmente la autorización legislativa para creación del monu- mento. La época favorable para iniciar los trabajos de referencia debe coin- cidir con el período de sesiones del honorable Congreso y la Mesa ejecutiva de acuerdo con esto, tiene redactado el petitorio que la So- ciedad científica debe llevar a la Cámara de diputados, solicitando la sanción de la ley que contenga la cláusula expresada. Esta solici- tud será presentada durante el período de sesiones del corriente año. Con motivo del 5” aniversario del fallecimiento del sabio inves- tigador, la Sociedad organizó una velada de homenaje la que se realizó en el local social el 16 de agosto del año próximo pasa- do usando de la palabra el presidente de la Sociedad y el profe- sor Senet. MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 239 Proyecto sobre la Asociación argentina para el adelanto de las cien- cias sancionado en sesión de la Junta directiva de enero 7 de 1916. — Débese este proyecto al ex vicepresidente de la Sociedad, ingeniero don Alberto D. Otamendi. Apoyado decididamente por la Junta di- rectiva ha ocupado especialmente su atención durante varias se- siones. En relación sucinta, el proyecto es el siguiente : La Asociación argentina para el adelanto de las ciencias tiene por objeto : a) Adquirir libros y revistas científicas para las bibliotecas de las sociedades nacionales de ese carácter; b) Imprimir libros o folletos científicos (originales, traducidos o adaptados); e) Contribuir total o parcialmente a la instalación de laboratorios, talleres o museos en donde se efectúen estudios o investigaciones de carácter científico, y contribuir a su sostenimiento en todo o en parte; d) Organizar congresos o conferencias; e) Efectuar publicaciones científicas o administrativas; F) Dirigir exploraciones de carácter científico o comercial; y) Adquirir acciones de sociedades anónimas, constituídas o a cons- tituirse, cuyo fancionamento lo considere un progreso nacional ; h) Efectuar préstamos sin interés; ¿) Contribuir, con las sumas y en la forma que determine, al desa- rrollo de las ciencias y de sus aplicaciones a las artes, alas industrias y a las necesidades de la vida social. Podrán formar parte de la asociación las personas y las sociedades que contribuyan con la suma de mil pesos moneda nacional, que po- drán ser abonados de una vez o en cuotas reducidas, pagaderas en las épocas que más convenga al imponente. Con el fondo así formado, el Banco de la nación argentina adqui- rirá títulos de la deuda pública nacional (comprendidas las cédulas del Banco hipotecario), cobrará los intereses y los invertirá en la ad- quisición de nuevos títulos. La Asociación comenzará a aplicar los beneficios 4 a ¿ cuando la renta producida por el fondo permanente alcance a 60.000 pesos. La dirección de la institución estará a cargo de sus mismos miem- bros y del presidente y los vicepresidentes de la Sociedad científica argentina. Esta última dará principio a la efectividad del proyecto solicitando de personas e instituciones el compromiso provisional de formar parte 240 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA de la asociación ; compromiso supeditado a la condición de que el nú- mero de contribuyentes alcance al millar. Obtenido este número de compromisos, abrirá la Sociedad científica en el Banco de la nación la cuenta del fondo permanente, depositando su propia contribución, cuyo monto fijará oportunamente, y pedirá alos inscriptos la ratifica- ción de su compromiso. Cuando el fondo acumulado produzca una renta de 60.000 pesos, la Sociedad científica convocará a los asociados que hayan integrado sus cuotas, para constituir definitivamente la Asociación. Completan el proyecto diversas disposiciones de orden funcional y admininistrativo. La importancia del proyecto, la complejidad del funcionamiento del organismo proyectado y las particularidades propias de algunos de sus resortes, no permiten, como sería de desear en un plan de tan be- neficiosa trascendencia, la inmediata iniciación de las tareas defini- tivas. Ha considerado necesario la Junta el nombrar una comisión espe- cial, con el fin de estudiar minuciosamente los detalles, de carácter vario, del plan, de cuyo estudio ha de resultar su sanción definitiva. Dicha comisión plantea en estos momentos la manera más eficiente dle desarrollar la labor de propaganda, con la tendencia de que la ex- posición del proyecto sea tan suficientemente sugerente y tan acerta- damente orientada según la susceptibilidad de adhesión de personas e instituciones, que constituya — en la medida de lo previsible — una garantía de tal éxito cual lo merece una empresa capaz de producir beneficios tan amplios y tan bien aplicados como la Asociación ar- gentina para el adelanto de las ciencias. WVinE MOVIMIENTO DE SECRETARÍA Y TESORERÍA Secretarías. — Fueron despachados todos los asuntos entrados y resueltos por la Junta directiva y Asambleas, la correspondencia so- cial y la redacción de las actas, atendidas las relaciones de la Socie- dad con las del país y las del extranjero, habiéndose dirigido 427 no- tas, 156 comunicaciones varias cuyas copias se encuentran en los respectivos libros y 4010 circulares de la Sociedad relativas a la Aca- demia, Organización didáctica, Diccionario filológico del doctor Calan- MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 241 drelli y pedidos de colaboraciones para el número extraordinario de los Anales. Además fueron remitidas invitaciones para las asambleas, reunio- nes de la Junta directiva, de las secciones de la Academia, conferen- cias y visitas, homenajes a Ameghino y Ramsay y recepción de las autoridades de los dos congresos de medicina e ingeniería realizados en esta capital, con motivo del Centenario de la independencia, cuyo - número total oscila alrededor de 7000. Los datos mencionados demuestran la importante labor desarrolla- da por las secretarías. Debo manifestar que por enfermedad del secretario de actas, la mayor parte de labor ha correspondido al secretario de corresponden- cia, quien ha tenido que atender también la de actas por la causa apuntada. Se encuentran en buen estado los libros de actas de la Junta di- rectiva y asambleas, copiadores de notas y demás auxiliares. Socios activos y adherentes. — El movimiento de socios ha sido el siguiente: El número de socios activos en 31 de marzo de 1916 era de 518 y el de adherentes 29. Han ingresado durante el período 53 socios activos y 11 adherentes, y han salido 24 activos y 2 adheren- tes, quedando en 31 de mazzo de 1917, 387 socios activos y 38 adhe- rentes, lo que forma un total de 425 socios. Además han debido borrarse de la lista de socios 160 nombres que figuraban como socios ausentes y que de acuerdo con las reformas in- troducidas en los estatutos hubo que suprimir de la lista, pues dichas reformas hicieron desaparecer el carácter de socios ausentes. En rea- lidad no se trataba de socios ausentes sino de personas que no efee- tuaban el pago de las cuotas mensuales. Debo decir que los socios en tales condiciones pueden reincorporar- se a la Sociedad en cualquier momento, con sólo comunicar por escri- to ese deseo, a la Junta directiva, pues no están eliminados de la So- ciedad sino en suspenso. La Sociedad ha tenido que lamentar el fallecimiento de los socios activos señor Carlos E. Zuberbiilher, ingeniero Vicente Castro, doc- tor Atanasio Quiroga e ingeniero Pedro J. Battilana, y de los socios correspondientes Elmer L. Corthell, doctor Pedro Scalabrini, Henri Becquerel y José Arechavaleta. Los socios ingresados durante el XLIV período administrativo son : Activos. — Miguel V. Lorenzetti (ing” civil), Mario L. Negri (ing” AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIII 16 242 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA civil), Delfín Jijena (prof.), Rafael L. Pardo (farmacéutico), Pablo Groeben (geólogo), Pedro Caride Massini (médico), Eleodoro L. Gimé- nez (médico), Ernesto A. Molinelli (cir. dentista), Ernesto Marcó del Pont (abogado), Félix Aguilar (ing” geog.), Félix J. Magnin (prof.), Héctor Isnardi (doctor en física), Manuel Guitarte (ing” civil), Cle- mente Onelli (naturalista), A. Stuart Pennington (naturalista), E. G. Kenny (doctor en química), Wilhelm Ortwed (ing? elec.), José Moreno (médico), Juan C. Delfino (médico), Carlos S. Lerena (méd. veterina- rio), Horacio Castro Zimny (ing” agr.), Carlos Saavedra Lamas (aboga- do), Enrique Bazterrica (médico), Carlos F. Melo (abogado), Alejandro Sorondo (prof.), Gonzalo Vitoria (ing” agr.), R. Castañeda Vega (ing” agr.), Luis E. Fablet (ing. agr.), Juan Francisco Baldassare (ing? agr.), Francisco J. Fenández (h.) (ing. agr.), Felix A. Silva Barrios ing” agr.), Joaquín Granel (ing” agr.), Carlos Vallejo (ing” agr.), Eduardo Molina (ing” agr.), Filemón Garay Ponce (ing” agr.), Alejan- dro Botto (ing” agr.), Eduardo S. Raña (ing” agr.), Andrés Novillo (ing” agr.), Ernesto Riveros (doctor en ciencias agrarias), Norberto Benitez (méd. vet.), Jaime Font (ing” agr.), Alfredo Bonino (h.) (ing” agr.), Eduardo €. Serodino (ing agr.), Dan:el A. García (ing. agr.), Alejandro Quiroga (ing” agr.), Guillermo R. Aubone (ing” agr.), Ma- tías Calandrelli (doctor en letras). Reineorporados. — José Collo (doctor en física), Rómulo Bian- chedi (ing? civ.), Benito J. Carrasco (ing” agr.), Antonio J. Carvalho (ing” civ.), O. Schmiedel (ing”). Adherentes. — Señores Victor J. Arias, Jorge T. Rojo (hijo), Caye- tano Repetto, Ventura Morera, Aníbal Saforcada, Francisco Bazte- rreix, Oasto Sáenz Valiente, Ovidio Doradau, José Goñi, Leopoldo Dolhagaray, Héctor Roca. Socios correspondientes y honorarios. — El número de socios co- rrespondientes ha disminuído de cuatro por fallecimiento de los se- ñores Elmer L. Corthell, Pedro Scalabrini, Henri Becquerel y José Arechbavaleta, quedando actualmente 55 con el nombramiento hecho últimamente del ingeniero Demetrio Crinin como socio correspon- diente en Petrogrado (Rusia). El número de socios honorario es ahora de 20, habienáo de ellos fallecido 13. Su nómina es la siguiente : doctores Pedro Visca j, Grer- mán Burmeister f, Mario Isola +, Benjamín A. Gould y, R. A. Philippi y, Guillermo Rawson j, Carlos Bergj, Valentín Balbínj, Florentino Ameghino t, Carlos Darwin +, César Lombroso +, ingeniero Luis A. Huergo t, Vicente Castrot, doctores Juan J. J. Kyle, Estanislao $. MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 243 Zeballos, Walther Nernst, Eduardo L. Holmberg, Enrique Ferri e ingenieros J. Mendizábal Tamborel y Guillermo Marconi. El resumen de los socios es el siguiente : 1917 1916 ECONO AAN dl 7 Correspondientes... 55 58 ACUISTA 387 398 AMES bo boo do bio'b.0 lO bro a/a alo a oa ala 3 29 Protectores (Organización didáctica de Buenos Aires) ol 6 — 493 452 Gerencia. — La gerencia ha continuado a cargo del señor Juan Botto, quien la desempeñó con la dedicación que es conocida en la Sociedad desde treinta años atrás, tiempo que hace que la viene des- empeñando con aplauso de todos los presidentes y Juntas directivas que se han sucedido al frente de la institución. El gerente ha llevado la contabilidad social, ha presentado a la Junta directiva los legajos mensuales de los gastos efectuados y for- mulado los balances anuales que se agregan a esta memoria y ha di- rigido el personal de empleados, auxiliando a la vez a los secretarios, tesorero y biblictecario en su labor. Tesorería. — Al final de esta memoria, además del balance gene- ral, se agregan varios cuadros demostrativos del movimiento deta- llado de las diferentes cuentas habido durante el período terminado. Los libros de contabilidad han sido llevados en forma correcta y se encuentran al día. Las cuentas han sido cerrradas y vuelta a abrir de acuerdo con los saldos del balance general para XLV* período ad- ministrativo. Continúan depositados en custodia en el banco de la Nación ar- sentina los siguientes documentos, cuyos certificados de depósito se encuentran en poder del gerente de la sociedad : Un título de propiedad de la casa Cevallos, 269. Dos comprobantes de pago de paredes medianeras. Dos comprobantes de aprobación de cuentas rendidas a la Conta- duría general de la Nación por pesos trece mil ochocientos ochenta y tres con tres centavos moneda nacional ($ 13.583,03 m/n) y pesos seis mil ciento diez y seis con noventa y siete centavos moneda na- cional ($ 1116,90 m/n) correspondientes a los fondos recibidos del 244 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA gobierno de la Nación para gastos de representación y publicación de los trabajos presentados al IV” Congreso científico primero pan- americano, de Chile. Dos comprobantes de cuentas presentadas a examen de la Conta- duría general de la Nación, por pesos cuarenta y un mil novecientos sesenta y dos con veintitrés centavos moneda nacional ($ 41.962,23 m/n) y pesos ocho mil treinta y siete con setenta y siete mone- da nacional ($ 80537,77 m/n) correspondientes a los fondos recibidos del gobierno de la Nación para exploración y estudio de la laguna Iberá. Un título de la deuda pública externa de la provincia de Buenos Aires número 163,527 por valor de cien pesos oro sellado nominales. 4800 pesos nominales de obligaciones municipales (certificados al portador) y 5000 pesos nominales de cédulas apo argentinas, segunda serie (2* ley n* 9155). Presupuesto social. — Al estudiarse el año próximo pasado el ba- lance de gastos de la institución correspondiente al período que ter- minaba el 31 de marzo de 1916, pudo hacer la Junta directiva algu- nas observaciones dolorosas, pues la distribución de los fondos que ingresaban a la Sociedad se hacía sin método alguno, resultando así que no era posible atender necesidades premiosas por haberse dis- traído partidas relativamente importantes a fines no del todo vitales. Era, pues, indispensable dedicarse al análisis de los gastos e ingre- sos de la Sociedad y ordenarlos en forma de que adquiriesen carác- ter orgánico, introduciendo a la vez todas las economías posibles no sólo para equilibrar los egresos con los ingresos sino además para formar un fondo de reserva que capacite a la Sociedad más o menos tarde para realizar alguna obra de importancia en el orden científico o simplemente para mejorar sus salones de conferencia o lectura. Se comenzó, pues, por suprimir algunos cargos y empleados que no eran del todo indispensables en esta época de relativa paraliza- ción, se redujeron los gastos generales y menores y se decidió así es- tudiar un presupuesto de la Sociedad, lo que condujo a dictar una disposición relativa a la creación de un fondo de previsión que ya cuenta con pesos 9000 moneda nacional en cédulas hipotecarias y certificados municipales y otra disposición estableciendo el presu- puesto anual de gastos y recursos de que damos cuenta en otra parte de esta memoria. MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 245 Luego se sancionó el siguiente presupuesto para la Sociedad por el período que venció el 31 de marzo pasado, el cual se había formulado con una economía mensual de pesos 170 sobre los gastos normales de los meses anteriores. He aquí el presupuesto sancionado : Presupuesto de gastos y recursos (30 noviembre 1916 a 31 marzo 1917) INGRESOS 1. Cuotas de socios : . Al mes Al año Socios activos (300 en ejercicio)..... 1200 » — adherentes (60 en ejercicio).. - 120 » — protectores de la Organización didáctica de Buenos Aires (1)... 40 » 1360 » 16.320 » 2. Subsidios : Del Gobierno nacional............. 306.25 306.25 OO 3. Anales (1) : SUD Cripciones (Ia 18 » Números sueltos Mio. eo ias 2 » 20 » 240 » 4. Renta de bienes : Capital social. Cédulas argentinas (DUO) O o ojala OO So DION 25 >» Capital social. Certificados municipa- ES RADA cascos oo a 16.30 Capital de la Organización. Certifica- dos municipales (2000 al 7 %/,).... 11.70 AO 636 » 5. A descontar de los ingresos 10 por cien- to sobre cuotas mensuales al cobrador. 136 » 10 por ciento sobre 1000 pesos (com- PLATOS iaa 100 » 20 por ciento sobre el excedente (com- Priótloo de ES ARA 147.85 383.85 4.606.20 Total de ingresos..... 1355.40 16.264.80 (1) Los avisos en los Anales se destinan a mejorar los mismos. 246 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA EGRESOS Al mes Al año 1. Anales : Subsidio para impresiones, clisés, etc. 500 » Ensobrado y Íranqueo............- 30 » 530 » 6.300 » 2. Biblioteca (1): Subscripción a revistas............ 20 » AAQUISICIÓN LO PLA 50 >» Encuadernación 10 » SO » 960 » 3. Edificio social : Impuestos municipales............. 5» Obras sanitarias y limpieza de cloacas 18 >» Contribución territorial............ YU CONSELVACIÓN e 20. » 50 » 600 » 4, Sueldos del personal : Gerente. Ns 250 » ESCIIDIENC e e 100 » AUX a aero 40 » Ordenanza s0 » 5. Gastos generales : Impresiones y franqueo de tarjetas y circulares, franqueos varios, gastos de secretaría, útiles varios, etc... 120 >» Luz eléctrica 30 » Teléfono... ai e 12.50 Museo social, Biblioteca popular, Aso- clación CAMINO 20 » Muebles y úl 20 > Eventuales o imprevistos y para re- forzar otras partidas ............ 37.90 225.40 2.704.80 Total de egresos ..... 1355.40 16.264.80 VI ACADEMIA DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA La Academia que la Sociedad instituyera el año próximo pasado con el objeto de agrupar a los socios en sesiones de estudio, de acer- car las personas que se dedican a la misma rama de la ciencia y de provocar la presentación y discusión de trabajos, de acuerdo con el (1) El total de las tres partidas podrá invertirse indistintamente en cualquiera de ellas. MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 247 programa que todos los señores socios conocen, empezó a funcionar a mediados del año anterior inaugurándose las sesiones de la sección físicoquímicas el 19 de agosto con una sesión científica en homenaje a la memoria de Sir William Ramsay, en la que se desarrolló el pro- grama siguiente : 1” Apertura de la sesión por el presidente de la Academia, inge- niero Nicolás Besio Moreno; 2% Sir William Ramsay : su obra científica, por el doctor Horario Damianovich; 3 Comunicación sobre actinometría por el doctor José Collo; 4 Comunicación preliminar sobre observaciones de la estructura y formación de los mierocristales de ioduro de plomo con luz ultra- violeta, por el doctor Horacio Damianovich. Sucesivamente fueron presentadas las comunicaciones siguientes; que fueron leídas por sus autores y discutidas: Sesión del 13 de septiembre. Doctor Teófilo Isnardi, Sobre la diso- ciación de la molécula de cloro en átomos. Doctor Jerónimo Aneli, La araucanta araucana (Mol.) Koch. Estu- dio químico en su secreción. Posibles aspectos de explotación indus- trial. Sesión del 4 de octubre. Doctor Héctor Isnardi, Estudio magneto- óptico y magnético de las soluciones de hierro coloidal. (Contribución al estudio de las partículas coloidales). Doctores Adolfo Williams y Horacio Damianovich, Investigaciones sobre estabilidad de las soluciones por medio de los espectros de absor- ción ultravioletas. Sesión del 20 de noviembre. Doctor W. Sorkau, Sobre las corrien- tes llamadas de «turbulencia» en los líquidos comprimidos. Doctor Ramón Loyarte, La permeabilidad magnética del hierro y ná- quel para ondas hertzianas. Doctor Luis Gueglialmelli, Los complejos del tungsteno y molibdeno como reactivos de coloración. Además, el ingeniero H. M. Levylier, en la sesión del 6 de sep- tiembre dió lectura a una conferencia sobre: Peligros de las corrientes alternas industriales y la manera de aminorarlos. Algunas de las comunicaciones presentadas fueron ya publicadas en los Anales y otras lo serán en breve. Las secciones ya instaladas, además de la de ciencias físicoquími- cas con 46 adherentes, son las siguientes: 248 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Adherentes Ciencias matemábicaSh nana... .. 21 ¡FÉTIIDA ALLA O 39 Técnica de ¡noventas e. 38 Enseñanza y bibliografía...........: 46 Ciencias naturales a 38 En esta última sección fueron leída las siguientes conferencias : Sesión del 12 de junio. Algunos lepidópteros argentinos productores de agallas, por el doctor Juan Brethes. Comentario de la misma co- municación por el señor Leopoldo Lugones. Sesión del 30 de junio. En las montañas riojanas al oeste del nevado de Famatina y en regiones limítrofes de la provincia de San Juan, por el doctor C. €. Hosseus. Sesión del 16 de septiembre. Algunos resultados de mi expedición al Imperio del Elefante Blanco (Siam.), por el doctor C. C. Hosseus. Aun faltan por instalar las secciones siguientes : Adherentes Enosotía clontlcri aa 31 ESCOLLO a 20 Ciencias sociale o lo ec 12 Mécmicarde medicina. aa e 15 La sección ciencias físicoquímicas formuló y aprobó su reglamento interno designando director de la sección por un período de dos años al doctor Horacio Damianovich y secretarios a los doctores Raúl Wernicke y Jerónimo Angli. La sección ciencias naturales designó director provisorio al señor Carlos Gutiérrez, aprobando también su reglamento particular. La sección ciencias matemáticas resolvió agregar a su designación las ciencias astronómicas y designó director al ingeniero Emilio Re- buelto, quien preparó el reglamento de la sección ciencias matemáti- cas y astronómicas, disponiéndose que la primer sesión académica fuese destinada a hacer la historia de las investigaciones matemáti- cas y astronómicas del país y señalar la acción de la Sociedad cien- tífica argentina y de sus Anales en esa obra. El secretario de la sec- ción es el ingeniero Rómulo Bianchedi. La sección enseñanza y bibliografía resolvió funcionar en dos gru- pos separados que por ahora no tendrían su total autonomía : uno de enseñanza y otro de bibliografía. El reglamento de la sección con- templaba los problemas de mayor cuantía que hoy se ofrecen al estu- MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 249 dio en esas ramas del movimiento intelectual, considerando particu- larmente algunas cuestiones de interés nacional. Fué preparado por el presidente provisional profesor José T. Ojeda, y aprobado en la segunda asamblea de la sección, en la cual se designaron las autori- dades de la misma. La sección técnica de ingeniería se constituyó provisionalmente designando presidente en el mismo carácter al ingeniero Santiago E. Barabino y secretario al ingeniero Juan José Carabelli, al mismo tiempo se designó una comisión especial para proyectar el reglamento de la sección que fué formada por los ingenieros Santiago E. Barabi- no, Julián Romero y Ferruccio A. Soldano, los que lo formularon a su tiempo. La sección resolvió dedicar su primer sesión a recordar la memoria y la obra del distinguido ingeniero argentiuo Vicente Cas- tro, presidente varias veces de la Sociedad. La sección técnica agraria, designó presidente provisional al inge- niero agrónomo José M. Huergo y secretarios al doctor Osmán Moya- no, médico veterinario, y al ingeniero agrónomo Pedro Marotta, quien al iniciarse los trabajos pronunció una meditada conferencia acerca de los importantes y varios problemas que la sección debería abo- carse. Pero siendo poco numerosos los profesionales de ciencias veterinaria y agronómica que se hubieran inscripto la sección, pen- só iniciar los trabajos tratando de asociar a su esfuerzo un grupo numeroso de profesionales, lo que logró realizar con verdadero éxito, particularmente en lo que a ingenieros agrónomos se refiere. Muy probable es ahora que esta sección se divida en breve en otras dos, una de técnica agronómica y otra de técnica veterinaria, con visible ventaja general dada la naturaleza tan diversa de los estudios co- rrespondientes y la inscripción creciente de académicos. IX ORGANIZACIÓN DIDÁCTICA DE BUENOS AIRES En la sesión que celebró Ja Junta directiva de la Sociedad cientí- fica argentina el 13 de septiembre de 1915, el señor presidente inge- niero Nicolás Besio Moreno presentó un proyecto sobre creación de la «Organización didáctica de Buenos Aires», que fué aprobado en general en esa misma sesión, decidiéndose el tratarlo en particular en sesiones posteriores. 250 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA El 20 de septiembre del mismo año, este proyecto que había sido ya aprobado en general, se discutió en particular y con ligeras modi- ficaciones en algunos de sus incisos quedó sancionado en la forma si- guiente: Art. 1”. — La Sociedad científica argentina instituye una «Orga- nización didáctica de Buenos Aires» constituída por todos los profe- sores titulares y suplentes y por todos los que dicten cursos en las diversas escuelas superiores de las universidades de Buenos Aires y La Plata y en los dos últimos años de estudios en las escuelas de instrucción secundaria, normal y especial de Buenos Aires, quienes serán miembros natos de la «Organización» y conservarán su carác- ter mientras desempeñen sus cargos de profesores. Art. 2”. — La «Organización» se propone que los profesores que la forman den repeticiones públicas de su curso o de una o varias de sus conferencias, en el local de la Sociedad científica argentina o en los locales que sea posible obtener, las que podrán realizarse por la mañana, tarde o noche, según convenga, debiendo ser la entrada a ellas absolutamente libre para el público. Art. 3”. — Las conferencias cuyos originales se remitan escritos a la «Organización » y cuando ésta lo juzgue conveniente, serán publi- cadas en los Anales de la Sociedad. científica argentina o en la revista especial del país que quiera hacerlo, siempre que entregue 50 ejem- plares de una tirada aparte de la conferencia, de los que 40 serán para el autor, 5 para la Sociedad científica argentina y 5 para el instituto en que originariamente se haya dictado la conferencia y « que pertenezca el profesor. Art. 4”. — La «Organización» estará dirigida por un comité, pre- sidido por el presidente de la Sociedad científica argentina y cons- tituído por 30 miembros natos elegidos de su seno por la asamblea anual de la «Organización», el mandato de los cuales durará tres años, renovándose por terceras partes. Este comité reglamentará su funcionamiento. Art. 5”. — El comité tendrá un secretario general designado por el mismo, quien se hallará en constante comunicación con los miembros natos de la «Organización» a fin de que los propósitos de ésta se realicen permanentemente. Art. 6”. — La asamblea anual de la «Organización» tendrá lugar en el mes de septiembre con el número de miembros que concurra y en ella se dará lectura a la memoria anual de la secretaría general, se hará la renovación parcial del comité y después de estos actos MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 251 se tratarán las cuestiones que cualquier miembro quiera proponer. Art. 7”. — Los miembros natos de la «Organización » no abonarán cuota alguna y los donativos que ella pueda recibir u obtener se des- tinarán a construir un amplio salón de conferencias que se entenderá de propiedad de la Sociedad científica argentina. Art. S”. — Serán miembros protectores de la «Organización » todas las instituciones o personas que abonen una cuota única de mil pesos o una cuota mensual de 10 pesos. Las personas miembros protectores tienen voz y voto en las asambleas anuales de la «Organización». Art. 9. — La «Organización» funcionará en el local de la Socie- dad científica argentina y los gastos que ella demande, serán vota- dos a su pedido por la Junta directiva de la Sociedad. La idea de la Organización didáctica que fué aceptada por la Junta directiva y que mereció opiniones favorables de los centros intelec- tuales y de la prensa en general, empezará a dar sus frutos en el co- rriente año. Para obtener los resultados que la Sociedad científica persigue con esta institución es necesario reunir el factor económico al factor docente. El primero se resiente por la falta de fondos indispensables para llevar a cabo una obra, que modesta en sus comienzos puede llegar en tiempo no lejano a dar el resultado previsto para obras de esta ín- dole. Solicitado el concurso pecuniario de algunas instituciones conoci- das de esta plaza, invitadas a cooperar en una idea altamente patrió- tica, las respuestas han sido en su mayoría negativas, en razón del estado precario del comercio argentino motivado por la desastrosa guerra europea. Sólo la firma Ernesto Torquinst y compañía adhirió a la idea remitiendo por una sola vez la suma de un mil pesos mone- da nacional e igual donativo se ha recibido del señor ingeniero Nico- lás Besio Moreno. Además se han inscripto con la cuota mensual de diez pesos los señores doctor Juan E. Anchorena, general Rafael M. Aguirre, Julio L. Alzogaray y Pedro Besio Moreno. Cabe esperar, que tan pronto como se dé principio alos cursos y conferencias de la Organización, se han de obtener nuevas adhesio- nes que aseguren los beneficios de esta amplia tarea de difusión cien- tífica. El personal docente de las universidades e institutos de segunda enseñanza ha empezado también a manifestar su consentimiento pa- ra que sus nombres figuren en la Organización y no es aventurado el 252 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA asegurar que en todo el corriente año se habrán dictado varios Cursos de extensión y conferencias científicas de interés general. El programa de trabajo se está confeccionando por la comisión es- pecial nombrada en la sesión del 28 de agosto del año próximo pasa- do, formada por los ingenieros Juan José Carabelli, Pedro A. Rosell Soler, Miguel V. Lorenzetti, Emilio Rebuelto y el profesor José T. Ojeda, como secretario de la misma. El programa deberá ponerse en práctica al inaugurarse los cursos el año corriente. Los señores profesores universitarios y de enseñanza media que han resuelto aceptar su incorporación a la Organización didáctica en el carácter de miembros titulares son los siguientes: Abel Ayerza, Luciano Abeille, Pablo C. Arata, Fidencio de Alzáa, René Bastianini, José M. Bustillo, Héctor Bengolea, Pedro Belou, Osvaldo Bottaro, E. Clemens, Juan U. Carrea, Eugenio A. Chevrier, Edelmiro Calvo, Pablo Cárdenas, Lucio Correa Morales, Godofredo Cassai, Agustín N. Candioti, Ricardo Coll, Pedro M. Capdevilla, Juan Chiabra, Adolfo Casabal, Gustavo Caraballo, Eduardo Carette, Emilio Alonso Criado, Ramón Corregido, Jorge W. Dobranich, Juan Carlos Delfino, Ángeles Delmon, Juan Pablo Echagiie, Máximo Eguía, Felipe A. Fernández, Alois D. Fliess, Enrique A. Freitas, Carlos D. Girola, Pedro J. Gar- cía, Daniel Goytía, J. A. González Calderón, A. González Oliver, Joa- quín V. Gnecco, Felipe Galante, Sebastián Godoy, Ricardo Gans, Juan R. Galarza, D. González Litardo, Arturo Geldermann, Hipólito Harispe, Carlos E. Heredia, Juan Izquierdo Brown, Ludovico Ivanis- sevich, Felipe A. Justo, Ch. Jakob, José M. Jorge, A. Krause Arnin, Julio Krause, Moisés Kantor, Juan Kronfuss, Benjamín Larroque, R. Lehmann-Nitsche, J. €. Llames Massini, Damián Lan, Ramón €. Loyarte, P. J. Mésigos, Pablo Nogués, Germán Niebuhr, Adela €. Natta, Ricardo Olivera, José T. Ojeda, S. E. Parodi, Lorenzo Piqué, Em. Pellet Lastra, Luciano P. J. Palet, Guido Pacello, Ernesto Que- sada, Víctor J. Quintana, José M. Quevedo, V. Raftinetti, Delfín Ra- binovich, Nazario Robert, Heraclio Rivas, Antonio Rebuelto, Emilio tebuelto, Eduardo S. Raña, E. Ravignani, Augusto Scala, J. M. Sa- sastume, Walter Sorkau, Federico Sívori, Rodolfo Santangelo, José León Suárez, Enrique A. Sagastume, Conrado Simons, Domingo L. Simons, Ferruccio A. Soldano, Abel Sánchez Díaz, Sandalio Sosa, Guillermo Schulz, Miguel de Toro y Gómez, Eduardo Volpatti. MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 2533 ye CONCLUSIÓN Señores consocios : Tócame ahora abandonar el cargo, para que fuera señalado por vuestro voto en dos períodos consecutivos, con la certidumbre de no haber realizado en él todo cuanto habría sido de desear para el ma- yor éxito de una entidad como la nuestra que tan vinculada se halla a la vida espiritual del país. Ya al recibir el mandato que por segun- da vez me imponíais el año próximo pasado en una oportunidad aná- loga a esta no dejé de manifestaros que había soñado para la presiden- cia de la Sociedad en este año que acaba de terminar, centenario de la independencia nacional, en un nombre de altos quilates intelectuales que tuviera antigua y justiciera fama en el país y bien ganado pres- tigio cerca de las primeras autoridades de la Nación, a fin de que la Sociedad desempeñara en ese año el destacado lugar a que sus ante- cedentes la tenían destinada. Las cosas no han podido pasar así por voluntad de la asamblea, pero merced a la labor constante y de pen- samiento de la Junta directiva el año transcurrido no ha sido esté- ril para la Sociedad y ésta ha podido desarrollar iniciativas anteriores y formular nuevas, por razón exclusiva del acierto en las designacio- nes de miembros de la Junta y la actividad desplegada por ésta en el período que termina y que habréis podido juzgar al través de los pun- tos principales de su obra que acabo de diseñar. Los años próximos hasta tanto no termine la cruda guerra y pase la profunda crisis económica que atravesamos, han de ser no menos difíciles para las sociedades de la índole de la nuestra, pero todo ello ha de pasar tarde o temprano y la Sociedad volverá a tener horas de esplendor que merecerán bien de la patria, como ocurriera en otras épocas, las que han venido labrando el prestigio de que la Sociedad goza y que es indispensable conservar como a un tesoro inapreciable y fecundísimo. Hago votos, señores, por el acierto de vuestra elección y de los ac- tos de la Junta directiva que esta asamblea ha de designar. N. BeEsI0o MORENO. CAPÍTULO XXIT O PRIMER CONGRESO CIENTÍFICO LATINO-AMERICANO (CELEBRADO EN BUENOS AIRES EN 1898) La Sociedad científica argentina, una de las más antiguas y meri- torias instituciones del país, con el deseo de conmemorar el vigésimo quinto aniversario de su fundación, proyectó la celebración de un congreso científico latino-americano. Al efecto, constituyó una comi- sión organizadora, y en su composición me honró con el cargo de vice- presidente segundo. Dióse comienzo a los trabajos formulando el reglamento, progra- mas, ete., y se formó una comisión organizadora con un excesivo nú- mero de miembros. Aproximábase la fecha de apertura del certamen y, en vista de que los trabajos preparatorios marchaban con suma lentitud, me permití indicar en el seno de la referida comisión, apo- yándome en la práctica adquirida en los congresos en que había par- ticipado, que era de todo punto indispensable para alcanzar buen éxi- to, que se nombrara un «comité ejecutivo» muy reducido, con plenos poderes para adoptar las medidas pertinentes. Se resolvió de acuerdo con mi indicación, quedando constituído por los señores ingenieros Luis A. Huergo, Miguel Tedín y Santiago E. Barabino y el autor de estas líneas, presididos por el doctor Ángel Gallardo. Urgiendo la (1) De un libro inédito del doctor Emilio R. Coni, intitulado Memorias de un médico higienista (contribución a la historia de la higiene pública y social argen- tina). CAPÍTULO XXI 25 organización del congreso, se me designó para realizar las diligencias que creyera conducentes. En mi entrevista con el decano de la Fa- cultad de medicina obtuve la cesión del local, para celebrar las sesio- nes de inauguración y clausura, como también las que correspon- dieran a las ciencias médica y biológica. Por mis gestiones ante la Intendencia municipal, conseguí que el local del congreso fuera con- venientemente adornado por la Dirección de paseos públicos, a cargo del señor Thays. Además, propuse como secretario general al doctor G. Aráoz Alfaro y confeccioné el programa de fiestas, que fué aprobado. Como Chile había nombrado dos delegados, los doctores Paulino Alfonso y Jorge Hunneus, me permití sugerir al comité ejecutivo la idea de que uno de dichos señores fuera nombrado presidente titular del congreso. En vista de que las relaciones con el país vecino eran sumamente tirantes, por motivo de la cuestión de límites, pensé, y mis colegas de comisión participaron de mis ideas, que constituiría un acto de verdadera diplomacia hacer recaer el nombramiento de presidente en un delegado chileno. Por indicación mía, también fué elegido el doctor Paulino Alfonso, muy distinguido delegado y hom- bre público, que figuraba como miembro de la Cámara de diputados de su país. En la sesión inaugural el presidente de la comisión organizadora, doctor Ángel Gallardo, propuso a la asamblea al doctor Alfonso, nom- bramiento que fué hecho por aclamación. Habiéndose obtenido la banda de la Policía, ordené a su director, al iniciarse el lunch habido después de la sesión inaugural, que tocara, además del himno argentino, el chileno. La fisonomía de los delega- dos chilenos revelaba hasta la evidencia la intensa y profunda emo- ción que los embargaba en ese momento, y pudieron darse cuenta entonces de que las disensiones entre pueblos no subsisten en el te- rreno científico! Pláceme recordar que los delegados chilenos fueron objeto de toda clase de atenciones por parte de los congresales, de los poderes públicos y del pueblo de Buenos Aires. El primer congreso científico latino-americano alcanzó un éxito completo, superando las esperanzas de su comisión organizadora, pues los recelos que se abrigaban estaban muy justificados, por tra- tarse de la primera reunión de ese género celebrada en el país. En la sección de medicina tuve oportunidad de hacer conocer una memoria intitulada Saneamiento e higienización de dos provincias ar- gentinas : Mendoza y Corrientes, cuya introducción considero de utili- dad reproducir aquí : 256 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA « Honrado por los poderes públicos de Mendoza y Corrientes con la dirección de los estudios de saneamiento e higienización de dichas provincias, creo que podrán tener algún interés para esta ilustrada asamblea los procedimientos higiénicos aplicados, la solución dada a difíciles problemas sanitarios y la realización del desideratum o ideal de la higiene moderna, esto es, la centralización de los servicios rela- cionados con la salubridad pública. Si no me equivoco, es el primer caso en la historia de la higiene, en que dos estados han sufrido la intervención simultánea e ¿n totum de los elementos y recursos con que cuenta hoy la ciencia sanitaria. Antes de entrar en materia, creo bien señalar la significación que, a mi juicio, debe atribuirse a cada uno de los términos saneamiento e higienización, usados como sinónimos en el lenguaje técnico. Por el primero designo todos los trabajos practicados en el suelo para la provisión de agua, drenaje y alcantarillado. El segundo lo aplico más propiamente a los servicios higiénicos de carácter perma- nente, como oficina química, inspección veterinaria, desinfección pú- blica, vacunación antivariolosa y antirábica, profilaxis de las enferme- dades infecto-contagiosas y virulentas, inspección higiénica y médica de las escuelas, legajo sanitario de la habitación, policía mortuoria, etc., así como todo lo relativo a asistencia pública en sus diversas faces. El estudio que me permito someter a vuestra ilustrada considera- ción ofrece doble importancia : el mismo plan de saneamiento e higie- nización ha sido aplicado a provincias diametralmente distintas bajo los puntos de vista que interesan al higienista, esto es, situación geo- eráfica, hidrología, constitución geológica, clima, población, climato- logía médica, construcción de habitaciones, etc., y además, porque para atender de manera constante y permanente a los intereses de la salud pública, se ha creado en ambas provincias una misma autori- dad : la Dirección de salubridad. La organización sanitaria implantada es tal, que la concentración del poder higiénico en una sola mano, permitirá más adelante, con los progresos y aumento de población, constituir de por sí el minis- terio de la Salud pública, tantas veces soñado por los higienistas y tan requerido hoy por el adelanto y desenvolvimiento de los pueblos. Las provincias argentinas, en su casi totalidad, viven en el más deplorable olvido de los preceptos higiénicos. Gran número de sus habitantes se surten de agua de inmundas acequias, cuando no con aguas contaminadas de charcos, lagunas o esteros, que utilizan a la CAPÍTULO XXII 257 vez para abrevar animales domésticos y lavado de ropas. Las carnes para la alimentación no son contraloreadas por una policía veterina- ria; las letrinas y sumideros parece que fueran muchas veces artículo de lujo en ciertos centros de población; el 25, 30 por ciento y aun más de los individuos que habitan pueblos y ciudades, mueren sin asisten- cia facultativa en miserables ranchos de paja, adobe o estanteo; la va- cunación antivariolosa, escasamente difundida en algunas ciudades, es desconocida puede decirse, en las campañas y, por consiguiente, la viruela ocupa el primer rango en la mortalidad. Por último, los recut- sos poderosos de la profilaxis moderna para combatir los padecimien- tos infectocontagiosos son absolutamente desconocidos en las campa- ñas y permanecen sin aplicación alguna en los pueblos. La higiene en nuestro país, tiene que luchar contra dos enemigos formidables: la jenorancia y el desierto. Comprendo bien que muchos de los males indicados, serán quizá por muchos años aun irremediables, pero ereo también que ha llega- do el momento de atenuarlas por lo menos; y la experiencia de Men- doza y Corrientes, nos demuestra a la evidencia, que para conseguir los beneficios deseados, basta solamente un poco de buena voluntad de parte de los gobernantes. Las administraciones provinciales son lujosas por demás y de ahí que el alarmante funcionarismo, mal endé- mico americano, devore las escasas entradas de los estados argenti- nos, a punto de no permitirles la realización de las más indispensa- bles obras públicas, y, más aun, hasta no poder dotar a sus poblaciones del primer elemento de vida : el agua. La creación de una Dirección de salubridad y su funcionamiento permanente, requiere un gasto variable de 20 a 50 mil pesos anuales, según la población e importancia de la provincia. ¿ Cuál es el estado argentino que no pueda hacer figurar en su presupuesto, una partida tan mínima y esencialmente reproductiva ? ¡ Ah! si se podara en los presupuestos provinciales esas frondosas ramas administrativas, cuya casi exclusiva misión es ahorrar al pue- blo soberano, el ejercicio de sus funciones electorales ! ¿ Cuántas obras de vital importancia podrían entonces realizar nuestras aparente- mente anémicas provincias ? Pero si del orden provincial en la inversión de la renta pública, pasamos al orden nacional, la situación se agrava, por el hecho de que no hay justicia ni equidad en la distribución de los recursos del tesoro nacional. Cabe decir aquí, que unas provincias son hijas y otras entenadas. La intervención de ciertos congresales influyentes, AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIII 1 258 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA prima sobre toda otra consideración, en la suerte del reparto. Así por ejemplo, se vota 100.000 pesos para los estudios del saneamiento de Salta, y a Corrientes, que los realiza con sus propios recursos, no sele concede ni siquiera una simple estufa de desinfección ! A Tucumán se le acuerda un millón de pesos en fondos públicos para su provisión de agua potable, cuando con sus propios recursos realiza grandes traba- jos de riego! A San Luis, San Juan, La Rioja y otras, se reparten sub- venciones de mayor o menor importancia para provisión de agua, pero a Corrientes, con un clima semitropical, con un caudaloso río que baña sus orillas, uno de los mejores del mundo por su potabilidad, se la. abandona al suplicio de Tántalo, por la penuria de agua! No hay que perder de vista que la mayoría de los gobernantes en las provincias, por más ilustración que tengan, no se dan cuenta de la vital importancia de servicios higiénicos bien montados, de mane- ra que el higienista llamado a intervenir, si limita su acción a aseso- rarlos simplemente, corre el riesgo de ver sus informes dormir el sue- ño eterno en las carpetas ministeriales. Es indispensable, para llegar a un resultado práctico, que el consejo sea seguido de inmediato por la ejecución, en cuanto esta última sea factible. Es este precisamente, señores, el secreto del buen éxito alcanzado en Mendoza. Mi misión científica hubiera sido muy breve, si atenién- dome a la letra y al espíritu de mi nombramiento, me hubiera limita- do tan sólo a ilustrar o asesorar al gobierno en las distintas cuestio- nes a estudio (1). De acuerdo con la opinión de su ilustrado y laborioso ministro de hacienda, don Emilio Civit, se logró establecer desde un principio, una verdadera dictadura higiénica, si es permitida la ex- presión, y de aquí resultó que la tarea de la Dirección de saneamiento no se redujera sólo a resolver distintos problemas sanitarios, sino también, y sobre todo, a poner en práctica inmediata todo aquello susceptible de serlo, con los recursos de la provincia. Permítaseme recordar aquí, como timbre de honor para el gobierno de Mendoza, que no pudieron ser más amplias las facultades acordadas a la Direc- (1) Es esto precisamente lo que habría pasado con el higienista alemán eminen- te que el gobierno pensaba contratar en Europa y que no pudo hacer, porque no disponía de los recursos necesarios. El higienista alemán habría necesitado pri- mero ponerse al corriente del idioma y seguramente después habría dejado sim- ples consejos e indicaciones, como quien diría recetas, para que alguien se en- cargara de aplicar los medicamentos preseriptos al enfermo ciudad. Felizmente, quizo la suerte de que el gobierno de Mendoza no persistiera en su primitivo propósito. CAPÍTULO XXII 259 ción de saneamiento, que vino a constituir por decirlo así, un nuevo poder, con vastísima esfera de acción, sin trabas de ningún género y hasta con completa independencia en el destino y manejo de los fondos acordados por la ley respectiva. Cábele, pues, a esa provincia, célebre en los fastos de la historia, el alto honor de haber iniciado e implantado una era de regene- ración y organización sanitarias, que no tardará ciertamente en ser imitada por sus hermanas y demás naciones del continente ame- ricano. . Consecuente con sus promesas, el laborioso iniciador del sanea- miento de Mendoza, don Emilio Civit, llevado a la primera magistra- tura de la provincia, acaba de someter a la consideración de la legis- latura los proyectos tendientes a la pronta realización de la pavi- mentación, alcantarillado y provisión de agua de vertiente o de río a la capital andina. » Terminamos este capítulo dando a conocer las conclusiones de la memoria presentada : 1* Las provincias de Mendoza y Corrientes han realizado el de- sideratum de la higiene moderna, esto es, la centralización de los servicios sanitarios en una sola autoridad, la Dirección de salu- bridad; 2% Dada la situación financiera actual, de la casi totalidad de las municipalidades argentinas, les es imposible costear el sostenimien- to de los servicios técnicos, que requiere la higiene moderna. Por consiguiente, interín subsiste dicha situación, deben delegar en sus respectivos gobiernos, las funciones sanitarias de que están in- vestidas; 3? El censo sanitario de la habitación permite al higienista darse cuenta inmediata de las condiciones higiénicas de la vivienda, y debe ser considerado como operación previa para crear el legajo sanitario de la misma y como procedimiento informativo de la más alta im- portancia, para la higienización de una ciudad; 4* Para instalar una provisión de agua de consumo, las capitales de provincia deben estudiar previamente la existencia y potabilidad de la segunda capa acuosa subterránea y sólo en caso de ausencia o impotabilidad, utilizar la última en la captación de ríos o vertientes; 5* Las ciudades de la República con una población menor de 30.000 habitantes, no disponen de recursos propios suficientes para cons: truir el alcantarillado y costear su funcionamiento; 6* Las oficinas químicas deben ser provinciales y depender de las 260 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA direcciones de salubridad. A la vez de servir al propósito principal de su creación, esto es, el contralor de las substancias alimenticias, deberán también llevar a cabo investigaciones higiénicas, médico-le- gales y resolver cuestiones relacionadas con la química agrícola; 71? Interín no sea posible el aprovechamiento agrícola o industrial de los desperdicios urbanos (basuras) en las ciudades argentinas, es- tos no deben sufrir otro tratamiento que la incineración. Cuando no haya posibilidad de construir un horno incinerador, el procedimiento más práctico y económico es el de Borches, usado antes en la capital federal ; S” El arbolado urbano debe responder a las condiciones requeridas por la plantación de ornato y no ser perjudicial a la salud pública, se- guridad de las personas y edificios, etc.; 9* La declaración o notificación obligatoria de las enfermedades infecto-contagiosas, salvo los casos de cólera asiático y fiebre ama- rilla, no debe hacerse extensiva a los médicos, porque la experiencia de diez años en la capital federal, ha demostrado la impracticabili- dad de esa medida entre nosotros; 10* La desinfección pública debe constituir un servicio gratuito en los primeros tiempos de su creación, a fin de acostumbrar a las poblaciones a esta práctica benéfica; y Una vez que ella haya pene- trado en el espíritu del pueblo, continuar la gratuidad para la gente obrera y menesterosa; 11? La vacunación antivariolosa constituirá un servicio perma- nente en las direcciones de salubridad, teniendo vacunadores ambu- lantes que difundan el profiláctico en pueblos y campañas; 12* Las municipalidades de los pueblos que tengan arriba de 5000 habitantes, deben propender a la instalación de una policía veterina- ria encargada de ejercer vigilancia sanitaria sobre los mataderos, mercados, carnicerías, tambos, etc.; 13* Los resultados obtenidos por la inspección veterinaria estable- cida en Mendoza y Corrientes, han demostrado que, en la primera, la tuberculosis del ganado vacuno es frecuente, y en la segunda, nula. En la primera el hecho debe atribuirse a la mestización ; 14? La tuberculinización obligatoria de las vacas lecheras puesta en práctica en las mismas, revela resultados análogos a los obtenidos en la conclusión anterior; 15* La profilaxis de la rabia, tal cual ha sido implantada en Men- doza, debe ser recomendada por su buen éxito a la consideración de las municipalidades ; CAPÍTULO XXII 261 16* Las medidas de profilaxis práctica de la lepra aplicadas en Co- rrientes, han merecido más tarde la sanción de la conferencia de Berlín de 1897; 17* Para el estudio completo de la climatología médica de la repú- blica, faltan datos demográficos, estadísticos sanitarios y otras infor- maciones indispensables, en la mayor parte de las provincias argen- tinas. Como consecuencia se impone en ellas la creación de oficinas de estadística y de registro civil. NOTAS PALEONTOLÓGICAS EXAMEN CRÍTICO DE UN TRABAJO DEL SEÑOR ALCIDES MERCERAT En un folleto titulado Notas sobre algunos carnívoros fósiles y actua- les de la América del Sud (1), publicado con fecha 9 de mayo y que va acompañado de una Adición fechada el 15 del mismo mes, el señor Alcides Mercerat se propone rectificar ciertas afirmaciones relativas al pretendido género Theriodictis Merc., que el señor Carlos Ameghino sintetizó en una comunicación presentada en la penúltima reunión de la Sociedad argentina de ciencias naturales. Como el esfuerzo de otras preocupaciones concernientes a la Paleon- tología y Antropología absorben el tiempo al señor Ameghino, impi- diéndole ocuparse de estas cuestiones, he tomado a mi cargo la tarea de refutar el citado trabajo con objeto de evitar que las infundadas apreciaciones que indujeron al señor Mercerat a reincidir en un error cometido por él hace 25 años, puedan introducir, dentro y fuera del país, lamentables confusiones en la bibliografía científica. Aunque por su magnitud y número los errores contenidos en el citado folleto apenas merecen disculparse, tratándose de una persona que, al menos en su juventud, demostró buena voluntad para los estu- dios paleontológicos, yo no me expresaré respecto a las conclusiones del señor Mercerat en la forma un tanto descortés que él emplea para con el doctor F. Ameghino, afirmando que aquéllas puedan ser anto- jadizas o absolutamente arbitrarias. Me resisto a imaginar que la labor de un hombre de estudio esté orientada en el sentido de popu- (1) ALcipeS MERCERAT, Notas sobre algunos carnívoros fósiles y actuales de la América del Sud. Buenos Aires, 1917. Impresores R. Herrando y compañía. NOTAS PALEONTOLÓGICAS 263 larizar su nombre aun a espaldas del error, haciendo de la difusión de sus producciones un estandarte de propaganda con fines exclusi- vamente particulares. Y esta sospecha que, supongo, no es desde luego aplicable al caso del señor Mercerat, no puede siquiera insinuarse tra- tándose del doctor F. Ameghino, en cuya obra grandiosa y genial los pequeños e inevitables errores que yacen confundidos en la inmensa profundidad de sus verdades, deben corregirse con pruebas conclu- yentes y no con afirmaciones dialécticas o expresiones injuriosas. Gracias a la amabilidad del señor Carlos Ameghino, quien ha pues- to a mi disposición todos los materiales indispensables, incluso los de su valiosa colección particular, he podido efectuar un detenido estu- dio comparativo y he llegado por esta vía a conclusiones que, plena- mente aprobadas y sancionadas por la alta e indisentible autoridad de este paleontólogo, no darán lugar a dudas respecto al mérito del tra- bajo del señor Mercerat y a la posición sistemática del ejemplar fósil. En la primera parte del referido folleto, fechada el 9 de mayo, el señor Mercerat insiste en afirmar que la muela carnicera con el trozo incompleto de mandíbula, sobre la cual fundó en 1891 el género The- riodictis no pertenece a un Cánido sino a un Creodonte de la familia Hyaenodontidae, todo lo cual pretende probar haciendo un estudio comparativo de la interesante pieza fósil con las molares de tipo car- nicero, y especialmente la segunda molar inferior, de los Creodontes y con la molar carnicera inferior de los géneros de perros Palaeocyon Lund., Macrocyon Amegh., e [eticyon Lund. En la segunda parte, titulada Adición a las notas sobre carnívoros Fósiles (1), escrita con fecha 15 de mayo, todo el esfuerzo del autor se consagra a procurar argumentos para establecer una distinción gené- rica entre Theriodictis Merc. y Dinocynops Amegh., género este últi- mo con cuya existencia y caracteres tan afines a los de Theriodictis no contaba seguramente el señor Mercerat el 9 de mayo, pues de otra manera se habría ahorrado, sin duda, el esfuerzo de escribir la primera parte, reduciendo el trabajo al volumen de la Adición solamente. La muela carnicera objeto de este estudio presenta, en conjunto, el aspecto típico de la molar carnicera inferior de los Cánidos, pero difiere de ésta, además de su mayor tamaño, por un detalle de alta especialización, que ha sido la causa que indujo al señor Mercerat, hace 25 años, en el error de atribuirla a un representante de la fami- lia Hyaenodontidae, del extinguido suborden Creodonta. (1) ALCIDES MERCERAT, 0p. cit., páginas 15-21. 264 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Este detalle, interesante bajo muchos aspectos, reside en la ausen- cia del pequeño dentículo ántero-interno (metaconid, de la nomencla- tura norteamericana), tan característica de la molar carnicera en el género Canis y cuya ausencia sólo se había constatado, en aquella época, en tres géneros de Cánidos : Palaeocyon Lund., Macrocyon Amegh., e feticyon Lund., viviente el último y extinguidos los dos primeros. El señor Mercerat (1) confiesa actualmente que no fué sin hesita- ción que en 15391 se decidió a colocar el género Theriodictis entre los Oreodontes. Las peculiaridades en los lóbulos que constituyen la parte sectorial de la muela, que a su juicio la acercaban al tipo Creodonte, le parecieron de mayor peso que las particularidades de la parte pos- terior (talonid), que lo hacían pensar en un mayor parentesco con los géneros Ieticyon, Palaeocyon y Canis. Por mi parte, afirmo que ni la molar en cuestión ni el trozo de man- díbula en que va implantada, poseen, fuera de la ausencia del tubér- culo mencionado, ningún otro carácter que las aproxime a cualquiera de los géneros conocidos de Creodontes o Sparassodontes. Dentro de la familia Hyaenodontidae, las molares carniceras del sénero Pterodon Blainv., que carecen también del dentículo ántero- interno, presentan cierta analogía con la muela del género que segui- remos llamando Theriodictis. Es una convergencia de caracteres pro- ducida independientemente en el suborden Creodonta y en la familia Felidae y en algunos géneros de Canidae entre los Fissipedia. Pero en su configuración esencial, las molares de Pterodon, lo mis- mo que las de cualquier Creodonte o Sparassodonte, difieren funda- mentalmente de la molar carnicera que estudiamos, mientras, por el contrario, la semejanza de ésta con la gran muela carnicera de los Cánidos es tal que rinde innocuo todo esfuerzo imaginativo para hallar diferencias marcadas entre ambas. Yo he efectuado la comparación minuciosa de la molar de Therio- dictis con las figuras de las muelas de Pterodon dasyuroides Blainv., Pterodon africanus Andrews. y Pterodon grandis (Hemipsalodon Cope), así como la comparación directa con las molares de los Sparassodon- tes de la colección Ameghino y también con las del género Sarcophi- lus, un marsupial de Tasmania, cuyas molares ofrecen ciertas analo- eías con las de los Sparassodontes y Creodontes típicos. Se advierte al primer examen que las molares en estos últimos (1) AzcIDES MERCERAT, 0p. Cit., página 7. NOTAS PALEONTOLÓGICAS 265 animales son, comparativamente a su diámetro ántero-posterior, más elevadas que la molar carnicera en Theriodictis y Canis. En estos últi- mos, dicha muela es elongada y baja, mientras en aquéllos las molares son cortas y altas, como puede muy bien notarse observando las vis- tas laterales que dan las figuras correspondientes. Un segundo carácter peculiar a aquellos subórdenes es que el den- tículo mediano anterior o paraconid que constituye el lóbulo anterior de la parte sectorial, está inflexionado de tal modo hacia adentro que, mirando la molar en el sentido vóstero-anterior, el extremo de ese lóbulo queda perfectamente visible hacia la cara lingual del diente. En los Cánidos y en Theriodictis, por el contrario, el mencionado lóbulo mediano-anterior ha sufrido una rotación hacia afuera que lo ha llevado a colocarse en la línea recta del diámetro longitudinal, de tal modo que la visual póstero-anterior no percibe el extremo por hallarse oculto detrás del lóbulo ántero-externo o protoconid que es más elevado y voluminoso que aquél. En la molar carnicera de estos animales, los tres tubérculos mediano-anterior (paraconid), ántero- externo (protoconid) y póstero-externo (hypoconid), este último perte- neciente al talonid, se encuentran situados en una misma línea recta, mientras que la recta determinada por los vértices de los conos pós- tero-externo y ántero-externo en Oreodontes y Sparassodontes, deja a eran distancia y hacia la cara lingual el vértice del cono mediano- anterior o paraconid. Un tercer carácter, común a las molares de Creodontes y Sparasso- dontes, reside en la extrema convexidad de la cara externa, no sólo del gran lóbulo ántero-externo (protoconid) sino también de toda la porción anterior que constituye la región sectorial de la muela. Esta convexidad, más exagerada sobre todo en la base de los lóbulos, unida a la fuerte inflexión interna del lóbulo mediano-anterior, determina para esta región sectorial un espesor comparativamente mayor que en Canis y Theriodictis. En la molar de Canis la pared externa de los lóbulos mediano-ante- rior y ántero-externo es mucho menos convexa, es decir, más apla- nada, como consecuencia de su mayor alargamiento y mejor adapta- ción al régimen carnicero, que ha dado a esta región el aspecto de una lámina cortante a dos lóbulos perfectamente apta para cizar los alimentos. La molar de Theriodictis ofrece exactamente las características in- dicadas para la molar de Canis, y a este respecto la identidad de am- bas es absoluta. 266 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Las molares de Pterodon ofrecen además en el ángulo ántero-exter- no y hacia la base del lóbulo mediano-anterior, una pequeña proyee- ción de esmalte que representa un vestigio del cíngulo basal externo atrofiado en el resto de la muela. En la especie Pterodon africanus Andr., según la descripción original (1), esta proyección es más nítida sobre la penúltima que sobre la última molar, a pesar de ser ésta de mayor tamaño que aquélla. En muchos Sparassodontes y en Sarcophi- lus se encuentra también el mismo detalle, pero en Canis y Theriodic- tis no existe el más leve indicio de cíngulo basal ántero-externo. El talón posterior (talonid), constituído en la molar de los perros por dos dentículos principales, póstero-externo (hypoconid) y póstero- interno (entoconid), ofrece en los Creodontes y Sparassodontes, lo mis- mo que en los Fissipedios, formas y tamaños relativos muy variables, existiendo en ambos grupos géneros en los cuales el talonid se ha atrofiado hasta el punto de desaparecer por completo, como ocurre con Hyaenodon entre los primeros y Felis entre los segundos. En el género Pterodon que, según dijimos, ofrece en común con The- riodictis, lo mismo que con Palaeocyon, Macrocyon, Ietieyon y Dinoecy- nops, el carácter de la ausencia del tubérculo ántero-interno o meta- conid, el talón es cortante y de escasas proporciones, como se deduce de la lectura en las descripciones y de la observación en las figuras, especialmente en la figura D de la página 137 de la obra de Osborn (2) sobre la evolución de los dientes molares en los mamíferos, que repre- senta la muela de Pterodon dasyuroides vista por la superficie masti- catoria. Esta misma figura permite apreciar la exactitud de cuanto he expresado con anterioridad referente a la no disposición en línea recta de los tres tubérculos paraconid, protoconid e hypoconid y a la gran convexidad y espesor de la porción sectorial de las muelas en los Creodontes. En Apterodon, un género fundado por Fischer y del que Andrews cita ejemplares recogidos en Egipto, el talón de las molares es relati- vamente más desarrollado que en Pterodon. Bajo este aspecto, según Andrews (3), Apterodon sería intermediario entre Sinopa Leidy y Pte- rodon Blainv., así como este último lo sería entre Apterodon Fisch. y Hyaenodon Laiz. y Par. El talonid de las molares de Apterodon está (1) CH. W. ANDREWS, 4 descriptive Catalogue on the Tertiary Vertebrates of the Fayám, Egypt., página 220. Londres, 1906. (2) H. F. OsBORN, Evolution of Mammalian Molar Teeth. New York, 1907. (3) CH. W. ANDREWS, op. cit., página 225. NOTAS PALEONTOLÓGICAS 267 constituido, como en los Cánidos, por dos tubérculos, uno interno y otro externo. En revancha, la parte anterior de las molares en este género difiere extraordinariamente de la de Canis y Theriodictis, pues afecta una disposición muy imperfectamente sectorial debido a las reducidas proporciones del lóbulo mediano-anterior. Las muelas de Apterodon carecen también del dentículo ántero-interno o metaconid. pero poseen en cambio un cíngulo interno fuertemente desarrollado. En cuanto al Hemipsalodon grandis Cope, identificado hoy con Pte- rodon, basta observar la vista superior y lateral de la última molar (1), extraordinariamente espesa en la base y con una fuerte desviación interna del lóbulo mediano-anterior, para convencerse que ella no tiene la menor relación con las molares de Canis y Theriodictis, ofre- ciendo, por el contrario, todos los caracteres diagnósticos de las mo- lares de Creodontes. El desarrollo del lóbulo mediano-anterior de Theriodictis en-el sen- tido del diámetro ántero-posterior, comparativamente al volumen del gran lóbulo ántero-externo, no ofrece la menor diferencia con lo que ocurre en Canis, Palaeocyon y Dinocynops. La desviación e inflexión interna que el señor Mercerat ha creído observar en aquella molar, no existe en la realidad. El vértice de este lóbulo se encuentra en Theriodictis sobre la línea recta que une los tubérculos ántero-externo y póstero-externo. El examen del trozo de mandíbula que acompaña a la molar de The- riodictis nos ofrece otro argumento contradictorio con la tesis del señor Mercerat. Es sabido que en los Hyaenodontidae y Sparassodonta las molares - de tipo carnicero aumentan en tamaño de la primera a la última que es la más voluminosa de todas. Esta disposición de las molares indica que en estos animales la potencia masticatoria se había des- plazado hacia la parte posterior de la mandíbula y por esta circuns- tancia el espesor de sus ramas crece como el volumen de las muelas de adelante hacia atrás hallándose el grosor máximo en la región si- tuada debajo de la última molar. En los Cánidos la molar carnicera, por su naturaleza sectorial, rea- liza el máximo esfuerzo cortante mientras las premolares que la pre- ceden y las molares tuberculosas que le siguen soportan muy limita- dos esfuerzos durante el acto de la masticación. El máximo espesor (1) E. D. Corr, Contributions to Canadian Paleontology, lámina II, figuras 1 y 1 a. Montreal, 1891. 268 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA de la mandíbula se encuentra situado debajo de la muela carnicera y en consecuencia, el espesor disminuye gradualmente hacia adelante y hacia utrás de esa región. Estudiando el trozo de mandíbula de Theriodictis bajo este aspecto y a pesar del estado fragmentario de la pieza, se advierte con relativa facilidad un adelgazamiento hacia ambas extremidades, lo que com- prueba perfectamente que el máximo espesor estaba situado debajo de la muela en cuestión y que ésta es, sin la menor duda, la primera molar permanente o carnicera inferior de un Cánido. Este último argumento unido a todos los ya enumerados, nos per- miten rectificar el error del señor Mercerat al incluir Theriodictis en los Creodontes, con los que no ofrece sino una aparente analogía en el citado detalle de la ausencia del tubérculo metaconid, y confirmar, en cambio, la tesis del doctor Florentino Ameghino y de su hermano Carlos que identifican Theoriodictis con los Cánidos, con los cuales las analogías se extienden a todos y cada uno de los más ínfimos detalles cualesquiera sea la naturaleza de la comparación que se establezca. 10 En la exposición de su trabajo el señor Mercerat incurrre en otros dos errores más graves e incomprensibles aún que el anterior. El pri- mero se refiere a los falsos caracteres diagnósticos asignados al gé- nero fósil Palaeocyon Lund; el segundo, a la tentativa de destruir el género Macrocyon Amegh. El género Palaeocyon que fué fundado por Lund basándose induda- blemente como veremos más adelante, en la ausencia o atrofia del dentículo ántero-interno de la molar carnicera, fué erróneamente y con posterioridad identificado a Canis por Winge (1). Los caracteres genéricos distintivos más salientes entre Palaeocyon y Canis no residen tanto en el aspecto general del cráneo y el des- arrollo proporcional de los dientes en esos animales cuanto en aquel importantísimo carácter proveniente de la ausencia en el primero del tubérculo metaconid tan característico en el segundo. El señor Mercerat (2) sostiene que « Este cuarto lóbulo o metacó- (1) HerLUF WINGE, Carnivores fossiles et vivants de Lagoa Santa, Minas Geraes, Brésil (en E. Museo Lundii, t. TU, 22 mitad, pág. 115). Copenhague, 1895-1896. (2) ALCcIDES MERCERAT, 0p. Cit., página 6. NOTAS PALEONTOLÓGICAS 269 nido, en el género Palaeocyon Lund, constituye como se acaba de de- cir, un dentículo bien aparente, separado en su parte superior en forma de punta, del lóbulo mediano o protocónido », pero yo afirmo, a mi vez, que el citado naturalista ha incurrido en una falla imperdonable que ha tenido su origen en la errónea interpretación de un detalle que se observa en la lámina Il, figura 1, de la citada obra de Winge que representa la vista superior de la molar carnicera de Palaeocyon. Lo que el señor Mercerat ha querido tomar por vértice del metaconid es simplemente una apariencia que debe atribuirse a un accidente del ejemplar reproducido fielmente por la fotografía. El señor Mercerat no ha opinado así, y en oposición a Lund, fundador del género, a Win- ge y a O. Ameghino, se ha aferrado a este detalle para sostener que Palaeocyon poseía un metaconid bien desarrollado. Pero basta obser- var con detención esta misma figura, la que representa esa muela vis- ta por la cara interna (lám. II, fig. 3) y la figura típica de la obra de Lund (1) para cerciorarse que no hay razón que justifique la extraña interpretacion del señor Mercerat, pues en ninguna de esas figuras se advierte el menor vestigio del citado tubérculo. Mas, a pesar de ésto, y admitiendo la posibilidad de una ilusión óp- tica existe otro argumento de mayor peso que nos sugiere la sospecha de que el señor Mercerat ha omitido quizá involuntariamente, no sólo la lectura de la descripción original de los caracteres genéricos de Palaeocyon dada por Lund en su obra sobre los fósiles de las caver- nas del Brasil, sino también del extracto en francés inserto en la ya mencionada obra de Winge. Debo a la amabilidad del distinguido arqueólogo señor Eric Boman la traducción castellana del párrafo del trabajo original del señor Lund escrito en dinamarqués que transcribo a continuación : « El diente cuyo estudio es de mayor importancia y que ofrece las diferen- cias principales respecto a los lobos y a los perros en general, es el diente carnicero de la mandíbula inferior. En todas las especies de Canis existe al lado interno de ese diente un dentículo bien marcado que aumenta en tamaño tanto como la especie se aleja del régimen carnívoro exclusivo; en el Palaeocyon ese dentículo falta por comple- to. Igualmente en todas las especies de perros el talón posterior de (1) P. W. LunD, Om de nulevende og uddóde Arter af Rodvyrenes Familie paa det Tropiske Brasiliens indre húisletter, 1% parte. Hundegrupen, lám. XLIV, figura 2. (Blick paa Brasiliens Dyreverden for sidste Jordomvaeltning. Femte Afhanling). Co- penhague, 1843. 270 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ese diente está provisto de dos tubérculos, uno externo y otro interno. En Palaeocyon el tubérculo interno ha desaparecido, y, por consi- guiente, la superficie masticatoria ha disminuído de una manera no- table » (1). Con una concisión y claridad admirables el sabio naturalista expre- sa en estas pocas líneas la diagnosis del género Palaeocyon, estableci- da sobre los caracteres distintivos más salientes de su molar carnice- 'ainferior comparada con la muela correspondiente del género Canis. He aquí ahora la traducción correspondiente del extracto en fran- cés de la obra de Winge : «Molar 1 es mucho mayor; particularmente la punta ántero-interna y la punta ántero-externa son las que más se han elevado y espesado; la punta interna más central está atrofiada y muy a menudo ha desaparecido completamente » (2). Estas citas, que son concluyentes, nos ahorran toda digresión al respecto, pero no impiden que llamemos seriamente la atención de los hombres de ciencia hacia los autores que incurren en tergiversacio- nes de la índole de ésta que comentamos. El origen del otro error gravísimo cometido por el señor Mercerat al identificar Macrocyon Ameg. con Felis Linn. es una incógnita en- vuelta para mí en el más produndo misterio. Transcribo lo que al res- pecto dice el citado autor (3) refiriéndose a la mandíbula descripta y figurada en la obra de Ameghino (4)sobre mamíferos fósiles de la Re- pública Argentina. « El trozo de maxilar inferior figurado por este mismo autor en la página 308 de la obra citada, con dientes de leche y alvéolos en los cuales recién se había iniciado el desarrollo de dien- tes de reemplazo, también pertenece a un individuo muy joven del género Felis Linn.» Yo quiero creer, a pesar de tan categórica afir- mación, que el señor Mercerat ha pensado decir otra cosa y en un instante de apresuramiento ha escrito lo que antecede. Sólo así puede aceptarse que un naturalista que intenta abordar el estudio de los carnívoros actuales y fósiles pueda incurrir en el absurdo de confun- dir una molar carnicera de leche de un Cánido con la molar homóloga o con cualquier otra muela de felis. (1) P. W. LUND, op. cit., página 55. (2) HERLUF WINGE, Op. cit., página 115. (3) ALCIDES MERCERAT, 0p. Cit., página 11. (4) F. AMEGHINO, Contribución al conocimiento de los mamiferos fósiles de la Re- pública Argentina (en Actas de la Academia nacional de ciencias de Córdoba, t. VI, páginas 306 a 309. Buenos Aires, 1889. NOTAS PALEONTOLÓGICAS 271 Si bien la premolar cuarta figurada en la misma obra, conforme lo expresa el señor Mercerat guiado e ilustrado por las explicaciones verbales del señor C. Ameghino, pertenece al género Felis, el hecho de hacer extensivo al trozo mandibular, lo que es particular y exclu- sivo de una muela aislada implica una exageración inusitada. La muela carnicera inferior de leche de los felinos presenta la mis- ma configuración de la molar carnicera definitiva o primera molar permanente, y está constituída principalmente, como ésta, por dos erandes lóbulos el paraconid y el protoconid, los cuales contribuyen a dar a estas molares el aspecto característico de una lámina cortante bilobada que representa la disposición sectorial llevada a su más alto erado de especialización en los Fissipedios. Hyaenodon entre los Creo- dontes ofrece el mismo grado de alta especialización. La molar carnicera caediza desempeña en la dentadura de leche la misma función que la gran muela carnicera en la dentadura permanen- te, aunque no ocupa el lugar de esta última sino que está desplazada hacia adelante y es reemplazada por la premolar cuarta definitiva. Esta convergencia de funciones explica la similitud en forma y grado de especialización de ambas molares. La carnicera de leche en Canis está también constituída, como la carnicera definitiva, por el trigonid con sus tres tubérculos y el talo- nid con los dentículos principales póstero-externo y póstero-interno. Pero como la muela de leche durante su funcionamiento no soporta la presión de otra muela posterior que obstaculice el desarrollo de su talonid, éste se complica con la adición de un nuevo dentículo, el me- diano posterior o hypoconulid, que se proyecta hacia atrás dando a esta región de la muela proporciones comparativamente más grandes que en la molar carnicera que llenará sus funciones en la dentición permanente. Basta ahora tomarse la tarea de observar un instante la figura de la página 308 de la ya citada obra de F. Ameghino, en donde se ve dibujada la mandíbula de Macrocyon, para cerciorarse hasta la evi- dencia que la muela posterior que aparece en el citado dibujo es la molar carnicera de leche de un Cánido. sin que ella ofrezca ni remota- mente el aspecto no digo de la molar carnicera de leche en Felis sino de cualquier otra molar de felino en sus dos denticiones. Lo que hay de importante en esta muela y que quizá el señor Mer- cerat no ha sabido interpretar en su verdadero valor, es la ausencia del dentículo ántero-interno, carácter éste tan extraordinario que hizo dudar de la posición sistemática del género a naturalistas emi- 2712 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA nentes como Gervais cuando la mandíbula fué llevada a Europa en 1878. La atrofia del mencionado dentículo en la molar carnicera de leche nos permite afirmar que la molar carnicera definitiva carecía por completo de dicho tubérculo, pues basta recordar como justificación de este aserto que las molares de leche en Canis siempre ofrecen el dentículo ántero-interno más desarrollado que en las molares perma- nentes. En la descripción original de Ameghino que puede leerse al pie de la página 307 de su gran obra mencionada, el ilustre sabio, hablando de la molar carnicera que tiene 17 milímetros de largo y es muy pa- recida al mismo diente de los perros, hace mención del tubérculo hi- poconulid que encuentra más desarrollado que en estos animales, con- forme a las razones que expuse más arriba, pero nada dice de la exis- tencia del tubérculo ántero-interno o metaconid. Es indudable, sin embargo, que debe atribuirse a dicha ausencia no sólo la fundación del género Macrocyon sino también, como antes dije, la incertidumbre que el estudio de la mandíbula produjo en los paleontólogos europeos. Queda así perfectamente demostrado, sin margen a duda alguna, que Macrocyon no es ni remotamente un Félido pero sí, como lo esta- bleció F. Ameghino, un Cánido de proporciones comparables a The- riodictis, que poseía en común con las muelas de este último el típico detalle de la ausencia del dentículo metaconid. Para terminar este largo estudio crítico y de refutación a la prime- ra parte del trabajo del señor Mecerat me falta aún decir algunas pala- bras respecto del nuevo género Plewrocyon que el citado autor pre- tende fundar sobre la especie Palaeocyon tarijensis Amegh. (1). El se- nor Mercerat (2), dice : « Los dientes que hace conocer el doctor Ame- ehino en ese trabajo como de Palaeocyon tarijensis Amegh. páginas 232 a 236, y que están representados en la lámina 1, figura 2, a y b y 3a y b indican por su sección transversal, y por su estructura, un animal que no se puede considerar como perteneciente al género Palaeocyon Lund, ni a otro conocido.» Propone para designar este género el nombre Pleurocyon y dice que este animal debe llamarse por lo tanto Pleurocyon tarijensis (Amegh.) Merc. Como se ve por lo (1) F. AMEGHINO, Notas sobre algunos mamiferos fósiles nuevos o pocos conocidos del valle de Tarija (en Anales del Museo nacional de Buenos Aires, serie 32, t. 1, pág. 232). Buenos Aires, 1902. (2) ALCIDES MERCERAT, 0p. Cit., página 13. d e Macroeyon Moreno (Lyd.). — Rama mandibular derecha : «, lado externo; b, lado interno; e, vista superior. */. del tamaño natural. Macrocyon platensis (Merec.). — M5 : d, cara in- terna; e, cara externa. Tamaño natural. o 4) NOTAS PALEONTOLÓGICAS 273 que antecede, las palabras sección transversal y estructura de las muelas constituyen, sin más requisitos, la única diagnosis del género Pleu- r0CYO0N. Con semejante criterio se podrían fundar tantos géneros de anima- les cuantos fuesen los ejemplares reales o figurados que se ofrecieren al estudio. Yo opino que no existe ninguna razón que invalide las sa- bias conclusiones del doctor Ameghino fundadas en la comparación rigurosa del ejemplo de Tarija con Palaeocyon Lund, y que, en conse- cuencia, nada absolutamente justifica la creación del género Pleuro- eyon que debe desaparecer, por lo tanto, de la nomenclatura cientí- fica, quedando para el ejemplar fósil citado la denominación origina- ria de Palaeocyon tarijensis Amegh. III En la parte del folleto, titulada Adición a las notas sobre carnívo- ros fósiles, el señor Mercerat inicia su exposición diciéndonos que ya estaba terminado su trabajo, y devueltas las pruebas para la im- presión, cuando el señor €. Ameghino le invitó a examinar el cráneo completo y rama mandibular derecha del género Dinocynops Amegh. fundado sobre la especie Canis Moreno Lyd. A continuación (1) aña- de: «Se trata del cráneo y de la rama derecha del maxilar inferior, etc.» y más adelante (2) insiste: « El examen directo de las piezas respectivas que sirvieron de tipo a Lydekker y a Ameghino pone en evidencia que se trata de dos géneros muy distintos. » En cuanto al cráneo afirmo categóricamente que el señor Ameghino jamás pudo mostrar una cosa que no trajo del Museo de La Plata y que, por lo tanto, el señor Aicides Mercerat no ha visto el cráneo de Dinocynops en el Museo nacional de Historia Natural. La rama mandibular derecha fué traída del Museo de La Plata por el señor Carlos Ameghino con objeto de evidenciar al señor Mercerat el error que cometía atribuyendo Theriodictis a un Creodonte, y con la caballeresca intención, además, de ahorrarle los inconvenientes de la falsa posición en que se veía colocado. Si el señor Mercerat no ha sabido apreciar la proverbial gentileza del señor Ameghino suya es (1) ALcIDES MERCERAT, 0p. Cit., página 15. (2) ALCIDES MERCERAT, 6p. cit., página 16. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIMN 18 274 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA la culpa de haber publicado un trabajo cuya segunda parte invalida todas y cada una de las principales conclusiones de la primera. Las semejanzas entre las molares correspondientes de Theriodictis y Dinocynops son de tal naturaleza que el mismo señor Mercerat no ha podido menos de reconocerlas haciendo cumplido honor a la reali- dad probatoria de los hechos. He aquí cómo el citado autor se expresa al respecto (1): «Comparando ahora el diente de Mar del Plata de The- riodictis platensis Mere. con el diente carnicero del maxilar inferior del animal llamado por Lydekker Canis Morenot, el examen de las dos piezas no revela diferencias aparentes profundas, y tan es así, que si estas piezas procedieran del mismo horizonte geológico no hesita- ría tal vez en considerarlas como de un mismo género. Pero tratán- dose de horizontes geológicos tan distintos las diferencias que acuse: el examen detenido de las piezas adquiere un valor tan absoluto que es forzoso considerarlas como de dos géneros distintos. » Ahora cabe preguntar si ante los esfuerzos actuales del señor Mer- cerat por establecer distinciones genéricas entre Theriodictis y Dino- cynops, que es un verdadero y perfecto Cánido, valía la pena haber escrito las catorce primeras páginas de su trabajo con el intento de justificar la inclusión de Theriodictis en los Creodontes ! Es precisamente en la opinión que se refiere a la completa identi- dad de caracteres genéricos entre Theriodictis y Dinocynops, donde estoy perfectamente acorde con el senor Mercerat. Pero esta armonía no pasa de ahí; en las conclusiones que el autor deduce del estudio comparativo de los dientes homólogos y del hecho que las pequeñas diferencias que acusan esos molares adquieren el valor absoluto de caracteres genéricos fundándose para esto únicamente en la diversa edad geológica, en todo esto mi concordancia desaparece para dejar lugar de nuevo a la crítica. Insisto en primer término sobre la absoluta e innegable semejanza de la molar de Theriodictis con la muela carnicera inferior de Dino- Ccynops. Tanto en su configuración general, proporciones relativas de los lóbulos anteriores comparados entre sí y con el talonid, relaciones comparativas del diámetro longitudinal al diámetro transverso y a la altura de dichos lóbulos, profundidad de la hendedura que separa el lóbulo mediano anterior con el ántero-externo y de la depresión exis- tente entre este último y el talonid sobre la cara externa, en todo esto (1) MERCERAT ÁLCIDES, Op. Cit., página 17 NOTAS PALEONTOLÓGICAS 275 las molares, con muy escasas diferencias, son de tan sorprendente si- militud que apenas merecen justificar una separación específica, pero bajo ningún pretexto una distinción genérica. Agréguense a aquellas afinidades todavía el igual aplanamiento de la pared externa, la ausencia de cíngulo, la escasa inflexión interna del lóbulo mediano anterior colocado en ambos molares sobre la mis- ma recta que une los otros dos tubéculos ántero-externo y póstero- externo, para concluir que Theriodictis es indiscutiblemente un Cá- nido perteneciente al mismo género que Dinocynops Morenoi (Lyd.) Amegh. La tesis que sustenta el autor alegando que pequeñas diferencias de detalle en la estructura de molares, semejantes en todas sus demás peculiaridades, pueden adquirir el valor absoluto de distinciones ge- néricas cuando los ejemplares que las poseen pertenecen a dos épocas geológicas algo distanciados entre sí, por ejemplo : el Mioceno y Plio- ceno superior, está en contradicción real con los fundamentos de la cla- sificación geológica y paleontológica y con el criterio de todos los na- turalistas del mundo. Con semejante sistema no podrían existir géneros y con menor ra- zÓn especies comunes a dos horizontes distanciados en el tiempo, pero como es precisamente el tanto por ciento de géneros y especies co- munes, lo que permite establecer la edad relativa de los terrenos, no existiendo dicha comunidad, todo el monumento científico se derrum- ba, la geología y la paleontología desaparecen y sólo queda como recuerdo un enjambre de tantos millones de géneros inconexos cuan- tos fueron los individuos que han existido en todas las épocas del planeta! Sería empeño punto menos que abrumador el hecho de citar los múltiples géneros de animales actuales y extinguidos que atraviesan, permítaseme la frase, varios horizontes geológicos ramificándose en diversas especies que conservan, no obstante, más o menos inaltera- bles los caracteres genéricos distintivos con que los naturalistas han circunscripto los grupos de animales para facilitar el estudio. Las pe- queñas diferencias de detalle justifican en realidad separaciones espe- cíficas, pero no pueden jamás aceptarse como criterio de distinciones genéricas aun cuando los ejemplares que las posean se hallen comple- tamente distanciados en el espacio o en el tiempo. Por otra parte, la edad miocena atribuída a los yacimientos de Mar del Plata sería una consecuencia de aquella falsa identificación del pretendido Theriodictis a los Creodontes, interpretación que habría 4 276 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA conducido al autor al paradojal resultado de obtener una verdad so- bre la base de un lamentable error. Pero no hay tal verdad, pues los yacimientos de Mar del Plata per- tenecen a la base del Pampeano como el mismo señor Mercerat (1) lo expresa claramente al fundar el género Theriodictis. Aldoctor F. Ameghino se debe incuestionablemente la determina- ción de la edad Miocena del horizonte Chapalmalense, cuyo estudio comparativo, faunístico y estratigráfico dió a conocer en 1908 (2) como resultado de sus investigaciones en el terreno. Doy ahora a continuación la diagnosis específica fundada en las pe- queñas diferencias de detalle que acusa el estudio comparativo de di- chas molares. El diámetro longitudinal máximo en Theriodictis es de 30,5 milí- metros, incluyendo en esta dimensión el espesor de la capa de esmal- te destruída sobre el borde anterior del tubérculo paracónido. La muela de Dinocynops tiene 28,5 milímetros. La distancia medida so- bre la cara interna desde el punto de unión de las raíces hasta el borde más anterior de las muelas es de 14 milímetros en ambos ejem- plares. El espesor de las muelas medido entre los dos puntos de unión interno y externo de las raíces es de 11,2 milímetros en Theriodictis y 11 milímetros en Dinocynops. El talonid de la molar de Theriodictis es más bajo a consecuencia del mayor desgaste que no deja percibir con exactitud la posición de los dos tubérculos que lo constituyen. El examen detenido permite notar sin embargo que la colocación de dichos tubérculos y su tama- ño relativo, más voluminoso el externo que el interno, está en com- pleta concordancia con los caracteres del talonid de la molar de Dino- eynops. En este último el talón que está menos gastado, tiene aparente- mente mayor altura y ofrece una forma cónica que en el otro ejemplar se ha atenuado a consecuencia del excesivo uso. Esta causa ha deter- minado también en Theriodictis la desaparición de la foseta situada detrás y al pie del tubérculo ántero-externo y delimitada posterior- mente por los dos mencionados tubérculos que forman el talón. (1) ALciDeESs MERCERAT, Caracteres diagnósticos de algunas especies de Creodonta conservadas en el Museo de La Plata (en Revista del Museo de La Plata, t. U, pág. 55). La Plata, 1891. (2) FLORENTINO AMEGHINO, Las formaciones sedimentarias de la región litoral de Mar del Plata y Chapalmalan (en Anales del Museo nacional de Buenos Áires, t. XVII, pág. 343 a 428). Buenos Aires, 1918. NOTAS PALEONTOLÓGICAS 277 El extremo del lóbulo mediano anterior está bastante usado en Dinocynops sobre el borde posterior y es a esta circunstancia que se debe la mayor separación en este género de la escotadura que separa el extremo de los dos lóbulos mediano anterior y ántero-externo. El señor Mercerat establece esta diferencia, pero ha omitido indicar la causa que la determina. El vestigio del tubérculo ántero-interno o metaconid que aparece en forma de una arista de esmalte adosada al borde póstero-interno del pro- toconid, testimoniando la fusión de este dentículo al cuerpo del gran lóbulo sectorial, es más aparente en Theriodictis que en Dinocynops, to- do lo cual concuerda con la sucesión paleontológica de ambos ejempla- res, puesto que ellos representan dos especies cuyos ancestrales (1) po- seyeron el dentículo metaconid como en los Cánidos, de los cuales se separaron en lejana época evolucionando hasta perder el mencionado carácter. No obstante Dinocynops por el menor tamaño de su molar no desciende de Theriodictis, sino que representa una especie de menor tamaño y que ha perdurado hasta época más reciente. Este género es, por tal motivo, más evolucionado y más especializado que Theriodictis. Pasemos ahora a ocuparnos de la determinación genérica de Therio- dictis y Dinocynops, que, conforme hemos probado suficientemente, pueden apenas aceptarse como dos especies congenéricas. Recordando las particularidades de la muela carnicera de leche de Macrocyon y tomando en consideración la capacidad del alvéolo don- de debía alojarse la carnicera definitiva y después de una rigurosa comparación entre las dimensiones relativas de la molar caediza y de la carnicera permanente en los Cánidos, he llegado a determinar que esta muela tendría en Macrocyon las mismas proporciones que en The- riodictis y Dinocynops. Basándome en estas consideraciones, y, puesto que el género Macro- cyon Amegh. tiene prioridad sobre los otros dos, yo sin excitación in- cluyo estos últimos en aquél. Theriodictis y Dinocynops deben por lo tanto desaparecer como géneros, quedando incluídos ambos en el gé- nero Macrocyon Amegh., que comprenderá así tres especies : Macro- cyon robustus Amegh., Macrocyon platensis (Mere.) Macrocyon Morenoi (Lyd.) (2). (1) Que los ancentrales de las dos especies poseían el tubérculo metaconid bien desarrollado como en Canis no es aquí el lugar de demostrarlo ; ello se deduce fácilmente del estudio de la sucesión paleontológica en este grupo de carnívoros. (2) Pataeociyon debe separarse como género distinto, pues la ausencia completa 92) 278 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Puesto que creo haber destruído por entero los argumentos que el señor Mercerat aduce para justificar cualquier comparación de The- riodictis con los Creodontes, no tengo para qué ocuparme de la preten- dida semejanza de estructura de Macrocyon platensis con Hyaenodo- nops, cuyas diferencias son tantas que no vale el trabajo de mencio- narlas. Antes de finalizar mi trabajo exponiendo en síntesis mis conclusio- nes, debo aún añadir algunos conceptos que me merecen otras deter- minaciones genéricas del señor Mercerat. Me refiero al género Stylocynus fundado por el autor sobre una mandíbula de Creodonte proveniente de los depósitos terciarios del Paraná. Esta mandíbula que junto con otros materiales paleontológi- cos, sobre los que he de tratar en alguna oportunidad, tenía bajo es- tudio el señor Carlos Ameghino, jefe de la sección paleontológica del Museo fueron mostrados privadamente al señor Mercerat como con prelación nos habían sido mostrados a mí y a tantas otras personas que gracias a la gentileza del señor Ameghino tenemos libre acceso a su gabinete de estudio. Tal es el origen del género Stylocynus simple nomen nuda, que uni- do a los géneros Hermoseodon, Ohapalmalodon y Stereocyon fundados por el señor Mercerat más o menos con idéntico origen y absolu- ta ausencia de las diagnosis que justifiquen su razón de ser, están irremisiblemente condenados a figurar en las sinonimias correspon- dientes. He aquí ahora en síntesis las conclusiones que dimanan del estu- dio que he practicado sobre los materiales, objeto de esta exposi- ción : 1* Theriodictis no es un Creodonte de la familia Hyaenodontidae ni de otra cualquiera, pero sí es un representante de la familia Canidae del suborden Fissipedia ; 2% El género Palaeocyon Lund. es distinto de Canis, pero es un gé- nero afín al titulado Theriodictis, poseyendo en común con éste, ade- más de las estrechas analogías en la estructura de sus molares carni- ceras, la ausencia del tubérculo metaconid ; 3% Plewrocyon es un género erróneamente fundado y debe por lo tanto desaparecer, quedando para el ejemplar de Tarija el nombre originario Palaeocyon tarijensis Amegh.; del tubérculo póstero-interno de su talonid no permite identificarlo a Macrocyon Amegh. NOTAS PALEONTOLÓGICAS 279 4* Theriodictis y Dinocynops son congéneres con Macrocyon Amegh. y deben por tal razón y de conformidad con las leyes de la nomencla- tura incluirse en este último género, que tiene prioridad sobre los dos primeros; 5 El género Macrocyon Amegh. comprenderá en adelante tres es- pecies: Macrocyon robustus Amegh., Macrocyon platensis (Merc.), y Macrocyon Morenot (Lyd.); 6% Los géneros Stylocynus y Stereocyon fundados por el señor Mer- cerat, el primero sobre una rama mandibular de Creodonte, que le fué mostrada en privado por el señor Carlos Ameghino y proveniente de las formaciones terciarias del Paraná, y el segundo sobre la especie Dinocynops Nehringi Amegh., simples nomen nuda ambos, deben des- aparecer de la nomenclatura científica (1). La síntesis de las conclusiones que dejo expuestas evidenciará cuál es la claridad de las ideas que el señor Mercerat pensaba aportar al estudio de los carnívoros fósiles y actuales de la América del Sur. LucAs KRAGLIEVICH. Buenos Aires, julio 3 de 1917. (1) Es de lamentar que la finalidad de las actuales determinaciones del señor Mercerat coincida con la que ha llevado la gran mayoría de los géneros y espe- cies fundados anteriormente por el citado naturalista, como puede verse en la obra de la Universidad de Princeton, sobre fósiles de Patagonia, donde los géne- ros del señor Mercerat figuran todos Incertae sedis. Estos resultados son realmente sensibles por el exagerado aumento de las sinonimias, que introducen confusiones perjudiciales en el dominio de la ciencia. DETERMINACIÓN DEL TIEMPO CIVIL CON UN ERROR DE MUY POCOS SEGUNDOS, SIN HACER USO DE APARATOS Y SIN CONOCER LA DIRECCIÓN DEL PLANO MERIDIANO POR ERNESTO NELSON Hace algunos años, mientras disfrutaba de la señoril hospitalidad del doctor Indalecio Gómez en su finca de Pampa Grande, en la provincia de Salta, entre- tenía mis ocios en la observación del cielo, a la que son tan propicias aquellas alturas. Pampa Grande estaba entonces en un delicioso aislamiento : la estación de fe- rrocarril más próxima, quedaba a una jornada de camino, que debía hacerse a mula por entre ásperas serranías, razón por la cual nuestra comunicación con el mundo no era fácil ni frecuente. A consecuencia de este aislamiento, los relojes de Pampa Grande no se distin- guían por su exactitud, lo cual era fuente de intencionadas alusiones a la inuti- lidad práctica de la astronomía, que parecía impotente para dotar al hombre de los campos de un medio sencillo para saber la hora en que vive. Acabó por seducirme la dificultad del problema así planteado, es decir, el de- terminar el tiempo civil exacto sin hacer uso de aparatos y sin conocer, por lo tanto, la dirección del meridiano del lugar. Aspiraba, como se comprende, a re- sultados más precisos de los que puede dar el movimiento aparente del sol. Al cabo hallé el método que más abajo se describe, y cuya sorprendente exactitud, derivada del control recíproco que proporcionan las observaciones, colmó por mucho mis aspiraciones. Este método habría permanecido inédito, si la obligada plática con gente de a bordo en la travesía de Nueva York a Buenos Aires, no lo hubiera exhumado de mis recuerdos. Tal circunstancia, y el ocio forzado de veinte largos días, me per-. mite ofrecer a los aficionados que lo necesiten, un medio sencillo y útil para de- terminar con exactitud de pocos segundos la hora del lugar, y por lo tanto, la oficial de Córdoba, una yez conocida la longitud de aquél. DETERMINACIÓN DEL TIEMPO CIVIL 281 Si de ambos extremos de una varilla horizontal colocada en la di- rección aproximada N.-S. se suspenden dos plomadas de unos tres me- tros de largo, se habrá determinado la posición de un plano vertical que formará cierto ángulo con el meridiano. Si las plomadas son bastante finas, de hilo de seda, por ejemplo, y si los extremos inferio- res de las plomadas se han inmovilizado para evitar oscilaciones, será fácil observar el pasaje de una estrella cuando el movimiento diurno la lleva al plano de los hilos (1). Si el sencillo aparato descrito se halla en un lu- gar conveniente, puede observarse pasajes de estre- llas situadas al norte o al sur del cenit, o sea en ambas mitades del cielo (considerando la bóveda ce- leste dividida en dos hemisferios por un círculo má- ximo H'PZEHP'H' perpendicular al meridiano en el cenit) (fig. 3). Debe tenerse presente que para un observador colocado en el ecuador, la mitad austral del cielo contiene solamente estrellas del hemisferio austral, y la mitad boreal únicamente estrellas bo- reales. Pero si el observador se encuentra en otras latitudes, un huso (EZ) del hemisferio correspon- diente al que él ocupe formará parte de la mitad opuesta del cielo. Hacemos esta observación porque en el curso de este trabajo debemos distinguir la mitad boreal (4H) o austral (4H”) del cielo, del hemisferio boreal (EP”) o austral (EP). Es fácil comprender que si el plano determinado por los verticales (1) La inmovilización de las plomadas se obtiene sumergiendo los pesos inferiores en recipientes fijados en el suelo y que contie- nen grasa derretida, parafina u otra substancia que al solidificarse mantiene inmóvil el extremo inferior de la plomada. Al hacer las observaciones, los hilos deben iluminarse convenientemente. En el instante de la observación la cabeza del observador debe descan- sar sobre un punto fijo, poste, barra, etc. Para registrar el tiempo preciso de la observación, se contarán los tic-tacs del reloj a partir del instante del paso de la estrella, hasta que iluminado convenien- temente el reloj pueda verse la esfera y deducir, por lo tanto, el tiempo que marcó en el momento de la observación. Un perfeccionamiento consiste en intercalar en cada hilo una planchuela de metal con una ranura angosta, que sirya de mira (fig. 2). 282 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA coincidiese exactamente con el meridiano del lugar, el tiempo trans- currido entre los pasos sucesivos de dos estrellas cualesquiera sería equivalente a la diferencia entre las ascensiones rectas de dichas es- trellas. Pero, como nuestro plano mate- diano, Fig 2. S 00 rial formará necesariamente un ángulo con el meridiano, el tiempo transcurri- do entre las observaciones será mayor o menor que la diferencia entre las as- censiones rectas, según cual sea la di- rección en que el plano de los hilos esté desviado con respecto al plano meri- Analicemos con mayor detalle las consecuencias que tiene la desviación del plano material sobre las diferencias de tiempo entre los pasos de estrellas por dicho plano. Para ello, supongamos que observamos su- cesivamente los pasajes de dos estrellas situadas en opuestas mitades del cielo. Supongamos que el plano de los hilos esté en dirección NE.-SO., es decir, que porel norte estádesviadoal este y por el sur al oeste. Distinguiremos esta desviación con el nombre de «desviación hacia la derecha» y la desviación opuesta como «desviación a la izquierda ». En el caso supuesto, la estrella B si- tuada al norte del cenit pasará por los hilos mi” antes de su tránsito por el me- ridiano, mientras que la estrella austral A estará en línea con los hilos después de haber traspuesto el meridiano (fig. 4). Ahora bien; si la ascensión recta de la estrella que se halla en la mitad norte del cielo es menor que la ascensión recta de la estrella de la mitad austral, es de- cir, si la primera precede a la segunda en su tránsito por el meridiano, claro es que la desviación del plano tendrá por resultado aumentar el intervalo entre los pasajes por los hilos, con respecto al intervalo esperado de acuerdo con las ascensiones rectas de las estrellas. Si, al contrario, la estrella austral pasa primero por el meridiano, DETERMINACIÓN DEL TIEMPO CIVIL 283 el intervalo se abreviará, pudiendo reducirse a cero y aun producir la inversión en el orden de los pasajes. Si el plano de los hilos estuviera desviado en sentido contrario al supuesto, los resultados analizados serían inversos. El siguiente cua- dro sinóptico resume todos los casos posibles y puede servir de refe- rencia. Sus resultados se refieren a los intervalos entre los pasajes superiores o culminaciones de estrellas, y no es aplicable al tránsito inferior de las circumpolares. En este cuadro llamos a la estrella de la mitad austral y b la estrella de la mitad boreal del cielo; Lo, el intervalo observado, es decir, inter- valo entre los parajes de las estrellas por los hilos; le, el intervalo esperado, es decir, el deducido por el cálculo para los pasajes por el meridiano. CUADRO SINÓPTICO I ' To < Te o inversión en el orden de los pasajes, significa que el plano está desviado a la de- | recha. | Lo > le = desviación a la izquierda. AR de A SAR de B To > Ie — desviación a la derecha. AR de A> AR deB+: lo< le o inversión en el orden de pasajes — desviación a la izquierda. La diferencia entre los intervalos (el esperado y el observado, pu- diendo cualquiera de ellos ser mayor que el otro) se llama aquí dis- crepancia. Hay que advertir que en caso de que el orden de los pasajes se invierte, la discrepancia es igual a la suma de los intervalos. Es decir, que designando por D la discrepancia, por I el intervalo mayor y por ¿ el menor, tendremos : D=I—¿ (EM y en caso de inversión en el orden de los pasajes, D=1+i. [2] Designemos ahora por a el tiempo transcurrido entre el paso de la estrella austral por los hilos y su tránsito por el meridiano; por b el 284 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA tiempo transcurrido entre el paso de la estrella de la mitad boreal por los hilos y su tránsito por el meridiano. Es fácil comprobar que D=a->+b. 0 [3] Ahora bien, todo lo que necesitamos para resolver nuestro proble- ma, es conocer el valor de a o b, pues cualquiera de ellos nos dará la : hora que marcaba nuestro reloj cuando la estrella correspondiente pasó por el meridiano. Conociendo este dato, nos será fácil saber cuál es el adelanto o el atraso de nuestro reloj, puesto que previamente ha- bremos calculado, mediante un almanaque astronómico, la hora exacta a que ese paso se efectúa. El problema se reduce, pues, a conocer los valores de a y baislada- mente. DETERMINACIÓN DE a Y b El plano de observación determina en la esfera celeste un círculo máximo que forma con el meridiano dos ángulos opuestos por el vér- tice, que es el cenit. Los lados de estos ángulos interceptan los para- lelos aparentemente recorridos por las estrellas a consecuencia del movimiento diurno. Como se ve fácilmente, a y b expresan el tiempo que las estrellas respectivas emplean en recorrer esos segmentos de paralelos. La magnitud de esos segmentos es proporcional a las distancias cenitales respectivas. Considerando, por otra parte, que la velocidad aparente de una estrella al recorrer su paralelo está en razón directa de su distancia al polo celeste, tendremos, llamando Z* y Z? las dis- tancias cenitales de dos estrellas situadas respectivamente en las mi- tades austral y boreal del cielo, d” y d” sus declinaciones : VAZ VA 4 A de ON ; L El cociente es constante para una misma estrella obser- 902 — d vada desde la misma latitud, A esa expresión le llamamos en adelante coeficiente de desplazamiento, y le designaremos con el símbolo más sintético GC. Tendremos, pues, llamando €” el coeficiente de desplazamiento de la estrella austral y 0” el de la otra mitad del cielo : DETERMINACIÓN DEL TIEMPO CIVIL 285 a 0 ¿0 14) y por lo tanto : E qe == 0% EF Ce y (0? y reemplazando el valor de a —- b en la igualdad [5|: D a 1) va | TA AT CIO aa fórmula que nos permitirá deducir los valores de a o b aisladamente. Veamos ahora cuál es el valor de GC. DETERMINACIÓN DEL COEFICIENTE DE DESPLAZAMIENTO 7, 902 —d la estrella respectiva. Esta distancia tiene siempre cierta relación con la latitud del lugar y la declinación de la estrella, pero la forma de su relación varía según la posición de la estrella con respecto al horizonte, el ecuador celeste, el cenit y el polo celeste. A continuación se expre- san las cuatro fórmulas que dan todos los valores posibles de Z en función de la declinación y de la latitud, que designemos por L y que, como se sabe, es equivalente a la distancia cenital del ecuador. I. Si la estrella es boreal y está situada entre el horizonte y el ecua- El valor de C, o sea depende del de la distancia cenital de dor celeste : Z=L-—+d. IT. Si la estrella está situada entre el ecuador y el cenit : Z=L — d. TIT. Si la estrella está situada entre el cenit y el polo celeste : Z=d->— L. IV. Si la estrella está situada entre el polo celeste y el horizonte : 286 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Z=180* — (d + L). Según lo que precede, el numerador del quebrado deberá 90 —d ser calculado con arreglo a alguno de los cuatro valores precedentes de Z, según cual sea la posición de la estrella que se observa. En efecto : Cuando Z=L — d, le L-=d “7 , Cuando Z= L— d, L—d E se Cuando Z=d — L, a d— L == 90% a ¡00 Cuando Z = 180% — (L — ad), 15802 — (L—-d 0 - Pa 0 al): IV 902 —d Este último caso ocurre cuando la estrella elegida es una cirecum- polar en un paso inferior. Este caso se discute más adelante de una manera especial. Obtenidos, pues, todos los valores posibles de C, es fácil reempla- zar su valor en la igualdad [4] obteniendo así los valores numéricos de a y b. Se inferiría de todo lo que precede, que para realizar el cálculo que venimos explicando fuera menester que las componentes del par que sirve para la observación pertenecieran a opuestas mitades del cielo. Es el momento de advertir que dicho cálculo se aplica a todo par de estrellas, cualquiera que sea la situación de éstas en el cielo visible. Conviene, sin embargo, hacer presente que cuando las estrellas del par se hallan en opuestas mitades del cielo, la determinación del sen- tido de la desviación del plano es más fácil y rápida. Suponemos que al utilizar este método el observador no se limitará a la observación de un solo par de estrellas sino que computará el paso de cierto número de ellas a fin de disminuir las probabilidades de error. En este supuesto, es de aconsejar que de las estrellas elegi- DETERMINACIÓN DEL TIEMPO CIVIL 287 das, dos por los menos se hallen en opuestas mitades del cielo. La ob- servación de este par servirá para determinar desde luego el sentido de la desviación del plano, de acuerdo con las reducciones del cuadro sinóptico I. Obtenido este dato, cada una de las estrellas cuyo paso por los hilos se haya observado, podrá ser apareada con cada una de las restantes, de tal modo que la observación de » estrellas nos da 2 pares, cada una de cuyas componentes nos suministrará una aproximación al dato buscado, de modo que tendremos an (n — 1) aproxi- maciones diferentes. i OBSERVACIONES CON ESTRELLAS SITUADAS EN LA MISMA MITAD DEL CIELO En caso que las dos estrellas de un par están situadas a un mismo lado del cenit, llamando a y a/ los tiempos empleados por cada una en recorrer su respectivo segmento de paralelo tendremos, suponiendo que a >4u: D=a—o0e'. Por lo tanto, D a a 070 q y sia > a, D=0wv=—a D a a 2% AAA MAA cr— 0 0 C Si entre las dos estrellas de una misma mitad del cielo distinguimos con un tilde la que tiene mayor coeficiente de desplazamiento, podre- mos componer el cuadro siguiente, que nos indica la relación entre el sentido de la desviación del plano, el orden de sucesión de las estre- llas por el meridiano y la relación entre sus declinaciones. No necesi- tará acudirse a este cuadro sino en caso que sólo se opere con estre- llas de una misma mitad del cielo. 288 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA CUADRO SINÓPTICO II ' B' pasa antes que b ) 4 ( Plano desviado a la derecha. JN — an lo > le . B 7% y a) A . . . de ' Plano desviado a la izquierda. Jo => "A / B pasa antes que d” , AY — DS ! lo < le o inver- Plano desviado a la derecha. sión del orden " ' Plano desviado a la izquierda. de los pasajes Nos parece innecesario observar que Operando con un par situado en la mitad boreal del cielo, una de sus componentes o ambas pueden pertenecer al hemisferio austral, en cuyo caso su coeficiente se deduce de la fórmula Il. OBSERVACIONES CON CIRCUMPOLARES EN SU TRÁNSITO INFERIOR Cuando se conoce el sentido de la desviación del plano de los hilos, las anteriores observaciones pueden ser suplementadas con la de una o varias estrellas circumpolares en ese pasaje inferior. Como en esa posición el movimiento aparente de una circumpolar es de oeste a este, es fácil comprender que cuando se usa una de tales estrellas apareada con otra que efectúa su culminación en la mitad opuesta del cielo, la desviación del plano de los hilos tendrá idéntico efecto sobre ambas estrellas, es decir, que ambas serán vistas antes o después de sus pasos por el meridiano. En tal caso, D=I— ¿(01 -——¿ en caso de inversión en el orden de los pasajes). Además, llamando a y b los tiempos empleados por las dos estrellas en recorrer segmentos de paralelo, tendremos : D =a— b (sia > b) O D=b— a (si a< D), Por lo tanto, llamando O” el coeficiente de desplazamiento de la es- ) DETERMINACIÓN DEL TIEMPO CIVIL 289 trella cireumpolar y 0” el de la otra componente del par, y suponiendo que (0*>C?: D a D 6070 Todavía puede ocurrir que la estrella apareada por la circumpolar se halle en la misma mitad del cielo. Entonces la desviación del plano tendrá opuestos efectos sobre la observación de los pasos, es decir, que retardará el de una y anticipará el de la otra. Por lo tanto en este caso D =a-—-b. Entonces D =I— ¿ excepto cuando se invierte tam- bién el orden de los pasajes en cuyo caso D =1 —- 4 Por lo tanto, si no se produce inversión mas” ad D Ce + CL? Oj A, (? En caso de inversion T—¿ a b QUE | Car c? a y 0% APLICACIÓN DEL MÉTODO El siguiente ejemplo nos ayudará a comprender mejor el procedi- miento. Lugar de observación : Buenos Aires (L. = 349367). Fecha : 25 de noviembre de 1916. Estrellas elegidas para la observación : Ascensión recta Declinación AAGIODO aaa oo ono a TASAS S 57039/8" LOLA a 4 31 6 N 16 20 5 z Triángulo (paso inferior)... 16 39 45 S 68 52 5 ¡ECON ao oboDoonVoroc aso 5 10 30 So) IE) He aquí los tiempos a que esas estrellas pasaran por el meridiano en la fecha (según el tiempo civil del meridiano de Córdoba) y los tiempos a que pasaron por los hilos. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIIN 19 290 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Paso por el meridiano Paso por los hilos ALADO 8"40"52* e pjaitile COMOLO mi o ASA 11 37 23 11 20 6 a Triángulo (paso inferior)... 11 46 2 10 56 12 BIOL NN 1 AU WAS RS O INTERVALOS ESPERADOS Y OBSERVADOS Intervalo == > Discrepancia Esperado Observado (HARTO ANAL 240558 19 36* Y Eridano ; « Triángulo. 3 510 ZE Al 48 9 ¡IXOBÓN oo 00 Y 3 24 25 11-30 y Triángulo .... 8 39 23 54 32 33 (1) 4 Toro < E 5 E (EOL 39 24 43 30 4 6 a Triángulo. f£ Orióx..... 30 45 1 724 36 39 Comparando la duración de los intervalos observados con la de los esperados en pares cuyas componentes pertenecen a mitades opuestas del cielo, y consultando el cuadro sinóptico 1, veremos que en este caso la desviación era hacia la derecha. Por lo tanto yz Toro, f£ Orión y a Triángulo (paso inferior) cruzaron por el plano de los hilos antes de pasar por el meridiano, y 4 Eridano después. COEFICIENTES DE DESPLAZAMIENTO DE LAS CUATRO ESTRELLAS OBSERVADAS a Eridano. Declinación : 57239/'8”. La fórmula de su coeficiente es: 1 TE ( Luego O =0 12D: a Toro. Declinación : 16220'57. La fórmula de su coeficiente es: 1 Y) = == - LD). E 900 a ) DETERMINACIÓN DEL TIEMPO CIVIL 291 Luego C= 0,6914. a Triángulo. Declinación : 6825257. La fórmula de su coeficiente es : A 1 A A O= 5511802 — (d+ DJ] Luego 2 Orión. Declinación : 8217'9”. La fórmula de su coeficiente es : Luego CÁLCULO DEL TIEMPO EMPLEADO POR CADA ESTRELLA EN RECORRER EL SEGMENTO DE PARALELO Primer par: El par « Eridano-x Toro nos da para el tiempo empleado por y Eridano: 15"36* Ao y — 7955 0,7125 + 0,6914 7125 ER y para a Toro: 1536* — 1*55* = 1411. Segundo par : El par 4 Eridano-» Triángulo nos da para el tiempo empleado por z Eridano : y para y Triángulo: 489% — T*55*= 40”14", 292 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Tercer par: El par a Eridano-f Orión nos da para el tiempo empleado por z Eridano: 1150" % ei 0,7125 +- 0,3221 -0,7125 y para f Orión : 11"30* — 71*55* — 3%3D". Cuarto par : El par a Toro- Triángulo nos da para el tiempo em- pleado por y Toro (recordando que en este caso la discrepancia es igual a la diferencia entre los tiempos empleados por las estrellas en reco- rrer sus respectivos arcos de paralelo) : a2n39s x ol 3,6217 —0,6914 0,6914 7 y para 7 Triángulo: 32233 1- 741*= 40145, (Quinto par : El par y Toro-2 Orión nos da para el tiempo empleado por ya Toro 4u6* TO AR 0 0,6914 — 0,5221 0,6914 y para f Orión : 7%4]1* — 4%6* = 335 Sexto par : El par y Triángulo-f4 Orión nos da para el tiempo em- pleado por a Triángulo: 305300 5,6217 — 0,3221 056217 =p y para f Orión: 40145 — 36739 335", He aquí, debidamente tabulados, los resultados de nuestras obser- vaciones : 293 £ DETERMINACIÓN DEL TIEMPO CIVIL s98m6 ese.1qe fo]oy ourerpriieu 1o 10d osed opueno fo[o1 To U9 BIOH - Et U9TIO U0LIO Ugo 0 O[MSUYLLT, OP OJOQSuBr], 0p opuSupLi], OO L 010 L, OJO L OUBPIIA OUBPIIA OUR PI opuodsa11o() o yo) ve) 0S TI 6 sp s98. ST O[USUBLI UTA) 010 -U9LI() OUBPLIF-UQLL() U9LIO-O[NGUBLI] uy 010 | -0[(93 0BLI]T uu OUBPII A -O[OSUBLI uu U9LIO-010 J, O[NSUBIL ,-OL0 L OUBPIIH-0L0 J, As U9LIO -OUBPLIA O[QSUB II -OUBPLIAH 010 -OUBPIIAH 18 A A O A _— o — 986 6 GT 98 OT 906 TI sTIm6€18 OIT 088 Lv 91 Gl G 9v TI s6 Ls TL OUBIPTI9UL OSVIJ **** U911O y O[MSUBLI, 2 O LO TZ y] **OUBPIIH 2 294 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA DISCUSIÓN DE LOS ERRORES ' Los resultados del cálculo precedente nos muestran que en lo que concierne a la parte matemática, el método descripto es sorprenden- temente exacto. Es decir, que si la verticalidad de los hilos es perfecta y no cometemos errores en la computación del instante en que la es- trella cruza los hilos, el error cometido en la computación de la hora verdadera puede ser inferior a un segundo. Hay que hacer notar a este respecto, que en las observaciones realizadas con aparatos ópti- cos, a los errores personales se agregan los errores debidos a la posi- ción incorrecta del aparato en gran parte. Es evidente que el presente método elimina los errores debidos a esta última causa. Para hacer, pues, efectiva la exactitud que permite el método, casi todo depende de la observación misma. Esto nos lleva a la discusión de los errores posibles en esta clase de observaciones y sus resultados en el dato final, o sea la apreciación numérica del atraso o adelanto de nuestro reloj. Para hacer claramente visible la manera cómo los errores de obser- ración aparecen en el dato final, veamos lo que ocurriría si hubiése- mos cometido un error de —|-20* en la observación del pasaje de ¿ Orión. No habiendo error Consecuencia del error cometido Par Mr” ; PA E E Corresponde a | Valor de D Corresponde a reloj atrasa Orión-Eridano ..|11"30* [Orión 33% 5*|[((—)11”10*|Orión — 3*28*[(+) 9”43* Orión-Toro .....| 4 6 [Orión 33 5 |[(+) 4 26 [Orión + 3 51 |[(—) 9 20 Orión-Triángulo.136 39 [Orión 33 5 |((+)36 59 [Orión + 3 37 (>)9 34 Eridano-Orión ..[11 30 |Eridano 7 55 ((—=)311 10 |Eridano— 7 28 ((—) 9 23 Toro-Orión .....| 4 6 [Toro 7 41 (+) 4 26 [Toro +7 45 [((—)9 32 Triángulo-Orión.|36 39 |[Triáng.40 14 [(+-)36 59 [Triáng.+40 36 ((+) 9 58 Promedio..| — 9*53* Los datos de la última columna relativos al adelanto o atraso del reloj son los datos finales que arroja el cómputo de cada par. Como se ve, cada componente de un par proporciona un dato final indepen- diente. DETERMINACIÓN DEL TIEMPO CIVIL 295 Es de suma importancia observar que el error por exceso cometido en la observación de £ Orión ha ocasionado simultáneamente errores por defecto y por exceso en los datos finales (que indicamos en la co- lumna correspondiente por medio del signo respectivo entre parénte- sis), de lo cual resulta que el dato verdadero (9”36*) se halla entre los datos extremos (9”20* y 9%58*) lo cual nos permite saber que tomando como verdadero el promedio de esos datos, el error que cometamos no 9"58* y 9"20* e) OC+7+- O C—C / rrespondientes a dos estrellas a y b (una de la mitad austral y otra de la boreal) y designando con e el error de la discrepancia, es evidente que el tiempo t de la estrella a contendrá el error eA y el tiempo ?' de la estrella B contendrá el error eB. Es evidente que: e=eA +—eB cuando D=t+f y que e=eA —eB (o eB—eA) cuando D=1t—1 (o D= 4 — 1). DETERMINACIÓN DEL TIEMPO CIVIL 297 Considerando el caso en que e —eA —- 2B, tendremos que eA puede ser mayor o menor que el error cometido en la observación de la es- trella a, y eB puede a su vez ser mayor o menor que el error cometido en la observación de la estrella b, pero como e es igual a la suma al- gebraica de los errores p y q, si eA es mayor que el error cometido en a, eB será menor que el error cometido en b y ala inversa. ln caso de que D =t—*' (que se presenta cuando se trabaja sobre las estrellas de una misma mitad del cielo) aquella relación no tiene lugar. Errores Hilos 5 = Derecha Izquierda 2% Error PE 2 3 D de í > ES a D a 0) a A o E A E O E E +Fl=|>|+|+|+/|>+ +l=i<|+|=]|-=]|+ =l|+|>|-=|+|+]|- =I=l|>|+|=|-]+ —= = <Ú — == E == El cuadro anterior nos da los signos de los errores finales que re- sultan al computar el valor t de dos estrellas a y b, en la observación de cuyos pasajes por los hilos se han cometido errores por exceso 0 por defecto. Las tres primeras columnas analizan los ocho casos que resultan de esta combinación de probabilidades : Que al observar la estrella en su paso por los hilos se haya compu- tado este momento antes (—) o después (--) de su paso real. Que el error de observación de la estrella acarree un error por de- fecto (—) o por exceso (—-) en el cálculo de la discrepancia D. Que al calcular sobre el valor de D el del tiempo t de la estrella, este último resulte mayor o menor que el error real de la observa- ción. Es decir que la tercera columna distingue los casos en que los valores eA o0eB o sea el error contenido en to t' son mayores o me- nores que los valores de los errores cometidos en la observación de la estrella. La cuarta columna y las siguientes nos dicen qué consecuencia, en 298 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA cuanto al signo tendrá sobre el valor de t el error cometido en la ob- servación (1* columna), según que la estrella sea del tipo a o b y se- gún el sentido de la desviación de los hilos. El cuadro anterior permite deducir cual será el signo de los errores que contendrán los valores t y t' correspondientes, a las estrellas de un par ab, ba, ad, a, bb”, d'b, y por lo tanto el signo de esos errores en el dato final, teniendo en cuenta el efecto del error de Lo, en cuanto al sig- no, sobre la discrepancia D según el tipo de par de que se trata. No es posible hacer aquí esa tabulación completa, pero la haremos en parte, mostrando todas las combinaciones a que da origen la observación de un par tipo ab. Errores en las componentes — —A Estrella a | Estrella b e O —p —p Errores en las componentes a Estrella a | Estrella b Para mayor claridad se han dejado en blanco los espacios corres- pondientes a casos que no pueden ocurrir por ser incompatibles las condiciones supuestas, según se explicó anteriormente. Analizando las 16 combinaciones a que dan lugar los errores posi- bles en la observación de las componentes de un par ab, observamos que el cálculo de las dos componentes nos dará errores por exce- DETERMINACIÓN DEL TIEMPO CIVIL 299 so en ambas, sólo en cuatro casos y errores por defecto en seis. Analizando los casos en que se producen errores por exceso, tene- mos que ocurren en un par ab : Cuando primer error = —- p y segundo =—qsieA Cuando primer error = —|- q y segundo = +- p sieA < q (2 casos) Cuando primer error = —- q y segundo = + psiea p. Pero si en vez de considerar el par de estrellas ab consideramos una triada aba”, que da lugar a los tres pares ab, ba! y aa, observamos que la posibilidad de que resulten errores de signos uniformes en las seis computaciones se reduce considerablemente. En efecto, al agregar al par ba” aumentamos a 108 el número total de combinaciones de errores en las estrellas ab y «a! del punto de vista de la magnitud, el signo y su relación con los valores eA, eB y eA”. Analizando por otro lado, el número de casos en que esas combinaciones favorecen la per- sistencia de errores de signo —-, encontramos ocho solamente. Un análisis semejante puede hacerse con las combinaciones que producen errores por defecto. Si la probabilidad de producir errores de un mismo signo en los cálculos es tan remota operando con tres estrellas, aquella se hace in- finitamente pequeña si operamos con cuatro estrellas, que nos dan seis pares y doce valores de t. Podemos, pues, afirmar que operando con cuatro estrellas, cualquiera que sea la magnitud de los errores que cometamos en su observación y el signo de los mismos, los doce datos finales estarán afectados por errores, por exceso unos y por defecto otros, hallándose el dato verdadero contenido dentro de los valores extremos obtenidos. Esta deducción, consecuencia del prolijo análisis que hemos hecho de los errores posibles, tiene suma importancia, pues nos asegura que, empleando el procedimiento explicado en este artículo, el error que cometamos no excede nunca la mitad de la diferencia entre los datos extremos obtenidos. En otras palabras, la precedente discusión de los errores demuestra que si, +4, en una serie de observaciones obtenemos como datos extremos para el adelanto, digamos, de nues- tro reloj, 10/57 y 9/57”, podemos estar ciertos de que el adelanto ver- dadero no es inferior a 9577 ni superior a 10/57, sino que se balla comprendido entre esos extremos ; por lo cual, tomando el promedio entre ellos, 10/1”, estamos seguros de que el error final cometido no 105 — 9571 D) ys] es mayor a , esto es, 4”. 300 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA TABLA CON LA ASCENSIÓN RECTA Y LA DECLINACIÓN DE ALGUNAS ESTRELLAS FAVORABLES A LA OBSERVACIÓN SEGÚN EL MÉTODO QUE PRECEDE Estrella Magnitud Ascensión recta Declinación NA ALTÓMEda e 2 ONtass N 289237'6" ANBIÉNIA: Se erase o eo ie 2 022 8 S 42 45 7 A CASIOPOA +0 ele ie Se var 0 35 44 N 56 46 ¡SISI Soo 00000000 SO aa 2 0 39 22 S 18 26 8 ACASO NS 2 0 51 38 N 60 15 7 AAN A: 2 1.3 N 35 10 5 a Eridano (Achernar)........ 1 1 34 35 S 571 39 8 2 Aries aereas 3 1 50 00 N 20 23 9 EN sad govos ob TS 2 1 58 44 N 41 55 6 a Ballena. mosto dele 3 2 57 53 N. 13.497 PARCELA ES var 3 242 N 40 38 0 e: PErBeO ias loo eel eel oia 2 3 18 19 N 49 33 8 AMOO tota eo atte al 4 31 6 N 16 20 5 a Auriga (Capela)........... 1 5 10 29 N 45 54 8 ¡Om (malos ooatboaaco: 1 5 10 30 SIS AOL lali rape es 2 5 20531 NOTO SI aida De 2 5 20 59 N 28 32 3 Odo pss cola apo alpjaa E 2 5 31-51 SIS e Baloma. tente roles aaa aaa 3 5 36 36 Sd al AO a a AAN 2 5 43 46 SORA AO E IS var 5 50 37 NN 1E23N9 ¡a OOO aa 8 Ole 2 5 53 22 N 44 56 4 BiCanMayor mato alan eeeh 2 6 19 00 S 17 5478 a Argos (Canopus)........... 1 622 5 S 52 39 0 y Gemelos. oa. aja arena 2 6 32 52 N 16 28 3 AAA O 1 6 41 27 S 16 36 0 TAUNARTIS SO No dao 3 6 47 51 S 50 30 9 vu? Gemelos (Cástor) ......... 2 7 29 15 N32 44 o Can Menor el 1 7 34 54 N 5265 EG emelos (BOI e 1 7 40 11 N 28 13 8 MINAS paco dog a o PIO OS 2 8 6 57 S 47 53 CRA O a IE 2 8 12 17 S 69 22 3 SAS) 000000000 0000030 2 8 42 23 S 54 24 0 Aa e alta de 2 9 23 28 SISA6 aca REA e 1 10 354 N 12 22 7 ARA ooo 0000900009000 var 10 41 48 S 59 14 6 OSAMA od 2 10 56 47 N 56 50 0 Osa Mao eee te ie 2 10 58 33 N 62 12 3 BACON ts 2 11 44 47 NT DETERMINACIÓN DEL TIEMPO CIVIL 301 Estrella Magnitud Ascensión recta Declinación 492255 540 9! 71 12 21 55 S 62 12 26 30 5 12 50 20 13 46 13 13 13 14 14 NN Pp» 18) < Centauro 1 Osa Mayor 00 € f£ Centauro O) 2 Ao -] ON EUGAULO qero as anat arta % Boyero (Arturo) NO) UT QU > -] o) 09 v Centauro -] 18) Ol e” Boyero EA NS So 0 f Osa Menor £ Balanza Y Corona Boreal N y [ap] 0 00 H Y Escorpión (Autores) 1 3 2 1 2 1 1 3 3 2 3 2 1 2 a y 0 y Ot Y QUES cano alo AS a z Escorpión AROMUCO a ada eo aa Y Ofiuco o w Sl O So 1 y wo w Y [Ku] [8] 9 Escorpión y Dragón e AO EN eo ooo do ca aa % Aguila (Altair) f Capricornio Yo |. aw w gor a IN OS -] Ut 00 00 *2 ON 00 O) 90 Pavo ¿ Cisne AAN AO : Pegaso [8] DN HH ¿ Grulla FARSAPAUS Do ta ole Pegaso Rh A 24200000 -1 NN N» NN nn ) O LN Y) [Ko] uv Pegaso COSTUMBRES Y NIDOS DE HORMIGAS POR CARLOS BRUCH Cuando comencé a juntar las primeras hormigas, hace poco más de un lustro, no sospeché que un día íbamos a contar con tan crecido número de estos interesantes himenópteros. Mis empeños fueron secundados eficazmente por amables colaboradores, y el material adquirido pudo ser determinado, en su mayor parte, por distinguidos especialistas como los doctores Forel y Santschi. El doctor Gallardo, por su lado, ha contribuído con sus memorias, de manera que nuestra fauna mirmecológica es ahora, a lo menos de ciertas regiones, bas- tante conocida. Era menester hacer esos trabajos y estudios prelimi- nares, los que me sirvieron a su vez eomo introducción al conoci- miento de nuestras hormigas. Alentado por los primeros ensayos, sobre las hormigas de San Luis (1), resolví continuar con mis investigaciones, principalmente por los alrededores de La Plata, reuniendo una serie de nuevos datos los que puedo ofrecer a la publicidad. A medida que examinaba los hormigueros, siempre he procura- do de sacar buen número de fotografías, pues me parecen a veces más demostrativos que largas y fastidiosas descripciones. Luego, cuando fué posible, he extraído del lugar en que se encontraban la (1) Contribución al estudio de las hormigas de la provincia de San Luis. Revista del Museo de La Plata, tomo XXIII, páginas 291-357, con 12 láminas y figuras en el texto. COSTUMBRES Y NIDOS DE HORMIGAS 303 mayor parte de los nidos examinados, incorporándolos a las coleccio- nes del Museo de La Plata. Pogonomyrmex coarctatus Mayr Mayr, Anmuar. Soc. Nat., Modena, 1868, página 170, $. Ibid., Verh. zool. bot. Gres., Wien, 1887, página 614, Q. Gran número de obreras de esta hormiga, recibidas de Córdoba (D* Birabén), Entre Ríos (S" Mac Donagh), Río Negro (D" Lehmann-Nit- sche y Prof. Scala), y las que personalmente coleccioné en la sierra de la Ventana, corresponden perfectamente a la forma típica de coarcta- Fig. 1. — Macho de Pogonomyrmez coarctatus Mayr, 6 veces aumentado tus, habiéndolas determinado como tales el doctor Santschi. En la última localidad encontré también individuos masculinos, cuya des- cripción es la siguiente : S. Largo de 11 milímetros. Cabeza, tórax, pectolo y trocánteres negros ; antenas, mandíbulas, abdomen y miembros rojo-castaños. Alas bastante obscurecidas, teñidas de un pardo rojizo. La cabeza es tan ancha como larga, globosa; sus costados son conve- xos, estrechados detrás de los ojos hasta el borde articular. Delante de los ojos, los bordes son más cortos, dos tercios de los posteriores, y estre- chados hacia adelante. (El G' de P. Bruchi var. micans Forel, que me 304 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA sirve de comparación, tiene la cabeza algo más ancha que larga; detrás de los ojos es más corta y en el borde posterior más estrechada). Las man- díbulas son bastante angostas y planas, muy fina y rugosamente estria- das, armadas de tres dientes agudos. El escapo no alcanza a los ocelos, es más corto que el primer artículo del funículo. El tórax es algo más ancho que la cabeza; los surcos de Mayr son pro- fundos; el epinoto, como en la variedad micans, tiene dientes muy obtu- sos; la cara declive es ligeramente ribeteada, subplana y tan larga como la basal. La cabeza es semimate, lo mismo que el pecíolo; es finamente reticu- lada con arrugas longitudinales débiles; el reticulado es más regular, las arrugas son más finas y menos pronunciadas que en la variedad Fig. 2. — Obrera de Pogonomyrmez coarctatus Mayr, 6 veces aumentada micans; además presenta solamente puntos piliferos y carece de fosetas. La escultura en el tórax es como en la cabeza; las arrugas son más anchas, pero mucho más débiles que en las obreras y aun más finas que en la var. micans; el mesonoto lleva algunas gruesas fosetas. El pecíolo es idéntico como en aquella variedad, pero menos fuertemente arrugado. El abdomen es casi liso y lustroso, muy finamente reticulado y disper- samente punteado. Además, la pubescencia erecta es más corta, más fina y menos abundante en P. coarctatus. Durante mi estadía en la estancia de Tornquist pude observar repe- tidas veces a estas hormigas. Tienen allí sus nidos en tierra vegetal, sobre los albardones al borde del arroyo; también las hallé debajo de piedras, sobre el pequeño Cerro Ruinas, en los confines del parque. Las obreras no son muy ágiles; andan más bien aisladas, dispersas COSTUMBRES Y NIDOS DE HORMIGAS 305 por distintos rumbos, cuando van en busca de las semillas de gramí- neas que les sirven de alimento. Por esto las he visto siempre alrede- dor de matas de estipa y otras especies, comunes en el terreno bajo, como 20 a 30 metros distantes de los nidos. Tan pronto que hallaban una semilla, se volvían con esa pequeña carga hacia el nido; allí las almacenaban en cámaras especiales, de las cuales algunas estaban completamente llenas. En algunas de estas cámaras encontré las se- millas ya germinadas (1). Por varios metros alrededor del nido, el suelo era muy desigual, lleno de pequeños obstáculos y cubierto de plantas, de manera que no se descubría fácilmente el orificio de entrada; hasta parecía que las mismas hormigas tuvieron cierta dificultad para dar con él. Algu- nos individuos, que transporté a unos cuantos metros más allá del (1) En mi trabajo anterior, sobre las hormigas de San Luis (1. c., pág. 297-301), me ocupé ya de las costumbres de otras especies de Pogonomyrmex, habiendo observado siempre en ellas un régimen granívoro. Llama por lo tanto mi aten- ción que Félix Lynch, al recordar la relacion de Pogonomyrmex coarctatus con ciertos estafilínidos del género Myrmedonia (Boletín Acad. nac. Córdoba, página 43, 1884), les atribuya un régimen carnívoro. Transcribo, pues, la referencia, que por lo visto no coincide con mis obserya- ciones : « Habita en las galerías subterráneas construídas por el Pogonomyrmezx coarcta- tus Mayr (Hymenoptera, Formicidae), con el cual parece vivir en buena armonía. Debo hacer notar que esta especie frecuenta solamente los conductos provisorios que construyen los Pogonomyrmex, con el objeto de alcanzar, ya un paraje húmedo y fresco, ya algunos restos animales; mas nunca la he hallado en los nidos per- manentes de las hormigas ya mencionadas. El Pogonomyrmex coarctatus procura con afán la carne fresca, en particular cuando se halla en un paraje al abrigo del aire y sobre todo de la luz; acude entonces en grandes muchedumbres, que presto reducen la carne a diminutas migajas, las que en breve transportan a su retiro y es probablemente para recoger y aprovechar los menudos trozos abandonados por las obreras de Pogonomyrmex, que la Myrmedonia argentina se mezcla a las hormi- gas durante su tarea; al corromperse la carne, se alejan los Pogonomyrmex tapiando la boca de sus galerías y dejando el campo libre a las Myrmedonia, que ceden muy luego su lugar a las Aleochara, Calodera y otros estafilínidos creo-saprófagos. » Tan precisos y concienzudos son los trabajos dejados por este distinguido ento- mólogo argentino, que cuesta sospechar en algún error de identificación por su parte. No obstante, estoy seguro que debe haber sucedido con Pog. coarctatus algo parecido como con la especie cunicularius, cuyas costumbres confundió Berg con las de Pheidole Bergi, y sobre cuyo particular me ocupé en la nota, página 297 de mi trabajo. En todo caso, futuras observaciones nos dirán, si en efecto los Pogo- nomyrmex coarctatus serían a su vez creófagos, como lo afirmó Lynch. AN. SOC. CIENT. ARG. — T LXXXI!5U 20 306 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA nido, en vez de volverse hacia él, caminaron precisamente en direc- ción opuesta; las observé durante largo tiempo en su actitud de visi- ble desorientación, pues anduvieron dando vueltas sin que me fuera posible presenciar su regreso. Nidos. — Pude examinar de estas hormigas varios nidos campes- tres y otros alpinos (1). Del primer tipo he visto tres, todos ellos en tierra vegetal y suelo pastoso. Oráter nunca hubo; las obreras desparraman el material bastante lejos, como pude cerciorarme un día después de una fuerte lluvia. Un simple orificio, de unos 5 milímetros de diámetro corresponde a la entrada al nido, que era única en los casos observados. Del conducto de entrada, más o menos vertical, se desprenden muchos conductos subterráneos; éstos son amplios, de sección circular, más bien elíp- tica, de unos 6 hasta 10 milímetros de diámetro máximo. Dichos con- ductos o galerías corren irregularmente y en distintos niveles, comu- nicándose entre sí, o estando separados por estrechos tabiques, ya horizontales, ya verticales. De vez en cuando las galerías se ensan- chan para formar cavidades o cámaras; en su conjunto esas construc- ciones ocupan una extensión e igual profundidad de unos 30 a 40 centímetros y son bastante irregulares, hasta laberínticas. Por la dis- posición de las galerías y cámaras, estos nidos se diferencian de los de las especies congéneres que hasta ahora he podido examinar; tal vez contribuyen a estas diferencias las condiciones distintas del terreno. En nuestra fotografía (fig. 3), que corresponde a un corte por la (1) Me parece conveniente emplear los términos campestres y alpinos cuando tenemos que considerar dos distintas construcciones de nidos, confeccionados por una determinada especie. El nombre campestre se aplicaría a nidos en campo o terreno llano; éstos son tanto más característicos para una especie, cuanto menos obstáculos ofrece el suelo a la construcción. Los otros, de tipo alpino, se encuen- tran en regiones serranas o pedregosas, ubicados generalmente sobre la falda de los cerros, debajo de alguna laja o piedra, casi siempre plana. Éstas cubren enton- ces los conductos y cavidades, tan irregulares como las mismas construcciones subterráneas, que en algunos casos se ajustan a las condiciones del terreno y ala abundancia del material terroso. A veces, como sucede, por ejemplo, con Pog. coarctatus, se nota, sin embargo, cierto parecido en los nidos de ambos tipos : el sistema de canales horizontales de los nidos alpinos, cerrados por el contacto de las piedras, se asemeja a las construcciones puramente subterráneas de los nidos campestres. 307 AS Y x COSTUMBRES Y NIDOS DE HORMI( BLIO 0) A , c ( yodo. se. JA UT 9p O rBuBgo “s «peamgeu pop */, “IABIN sn3m3o 09 2aMiñovoboT Sp opa un 98NIA [19 US [eu LI()) * sour UL SONPIATpUL 10d [8913.10 308 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA parte media del más pequeño de los tres nidos, pueden verse perfec- tamente las secciones circulares y subelípticas de varios conductos. En el mismo plano se nota también algunas cavidades o cámaras : dos de ellas, indicadas con letra s, estaban repletas de semillas, mientras que la cámara mayor c albergaba ninfas y tres individuos masculinos, acompañados de algunas obreras. Otras cámaras, en un plano ante- rior a nuestro corte, contenían muchas ninfas, ya coloreadas y pron- tas a nacer; todas ellas correspondían a obreras. Los dos nidos de tipo alpino estaban debajo de grandes piedras, de base plana, asentadas sobre un suelo terroso. En esta superficie, per- fectamente lisa y endurecida, se destacaban muy nítidamente los canales horizontales y entrecruzados, ensanchados a veces en cavida- des subelípticas, mientras que algunas de ellas se perdían en el mis- mo piso. Todas estas construcciones eran muy semejantes a las de los otros nidos; los canales profundos, de igual diámetro, pero abundan- tes sobre la superficie, ya que el suelo, sumamente pedregoso, no era muy propicio para trabajos subterráneos. Al levantar a las piedras, las hormigas se encontraron reunidas entre las galerías superiores, cuidando sus ninfas, de las que hubo reducido número. Haré constar que en uno de estos nidos encontré también una cámara con semillas de gramíneas. Trachyvmyrmex pruinosus Em. Emery, Bull. Soc. Ent. Ital., XXXVII, 1905, página 163, figura 25, $. Gallardo, Anal. Museo Nac. Hist. Nat., Buenos Aires, XXVIII, 1916, pági- nas 241-252, láminas VI-IX, 9, Q Ud. Las descripciones con excelentes figuras que publicó el doctor Ga- lardo de esta Attina, me desobligan repetir sus caracteres sistemáti- cos; no obstante haberse ocupado el citado autor también de sus cos- tumbres y nidificación, creo de algún interés ofrecer mis recientes observaciones. Trachymyrmex pruinosus no es raro en ciertos lugares del bosaue de La Plata, principalmente detrás del observatorio astronómico, donde pude examinar varios de sus nidos. Están construídos allí en terreno arcilloso, cuya capa superior, de unos 20 a 30 centímetros de espesor, constituye el «loes » o la tierra pampeana, bastante compac- ta y dura. La vegetación es escasa, más bien raquítica, sobre todo así, durante el verano pasado, excesivamente seco. COSTUMBRES Y NIDOS DE HORMIGAS 309 Casi siempre se encuentran varios nidos juntos, separados sola- mente por cortos espacios, de 20 a 30 centímetros, de una entrada a la otra, y en ocasiones, entre las construcciones habitadas se ven Fig. 4. — Corte vertical por dos nidos contiguos de Trachymyrmex pruinosus Em. */, del natural. Los conductos en un plano más atrás, están indicados por pequeñas sondas; las hongueras fueron extraídas. (Original en el Museo de La Plata.) cámaras vacías, sin comunicarse ni con estas últimas, ni tampoco con el exterior; atribuyo a estas cavidades a nidos viejos abandonados. A veces, la entrada al nido consta solamente de un simple agujero circular, de unos 3 milímetros de diámetro, pero ordinariamente, este 310 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Fig. 5. — Orificio de entrada y disco formado por el material expedido de un nido de Trachymyrmex pruinosus Em. (tamaño natural) Fig. 6. — Cráter tubular sobre Fig. 7. — 2 y 32 cámara del nido, figura 4, al- el orificio de entrada (tamaño go aumentadas. Obsérvase el cráter interno natural. y el resto de honguera que fué extraída. . COSTUMBRES Y NIDOS DE HORMIGAS 311 orificio ostenta una torrecilla o pequeño cráter tubular (fig. 6), de 5 « 7 milímetros de altura e igual anchura, y de bordes replegados en forma de labio, como lo describió el doctor Gallardo. Estas torrecillas de nuestros nidos estaban edificadas con tierra arcillosa, sin sostén de otros fragmentos, y se mantenían perfectamente aun durante los días secos. Con las partículas de tierra, que las obreras extraen para construir o ensanchar sus nidos, forman una especie de disco de poco espesor, de unos S centímetros de diámetro y concéntrico al agujero de entrada (fig. 5). Los vientos arrastran luego al material expedido, de manera que no se advierte fácilmente la presencia de los nidos. Todos los nidos que he excavado correspondían a un mismo tipo, característico para esta especie, y eran, salvo algunos detalles, idén- ticos a los descriptos por Gallardo. Las cámaras esféricas están siem- pre superpuestas, comunicándose por un canalículo o conducto cilín- drico vertical, jamás ramificado, como lo muestran las fotografías. En nuestros nidos, esos conductos eran cortos, siendo las cámaras bastante juntas, en número de cuatro a cinco; de la inferior sale ordi- nariamente un canal, que se pierde en la profundidad; en una ocasión lo he seguido hasta los 70 centímetros. Las cámaras superiores son siempre pequeñas y muy superficiales, casi a flor del suelo; las infe- riores tienen mayor capacidad y miden hasta 6 centímetros de diá- metro. Sus paredes son perfectamente alisadas, pero en el piso a me- nudo se observa una que otra protuberancia, puesta probablemente para sostener a la honguera y dejar un espacio libre debajo de ella. Muy curiosos son los pequeños cráteres tubulares que en dos oca- siones encontré en las cámaras superiores de dos nidos, por ellos des- embocaban los conductos de comunicación. Se parecen a las torreci- llas externas ya mencionadas, pero su forma es algo más cónica por el ensanchamiento de la base (fig. 7). Las hongueras eran en todos los vidos colgantes y siempre soste- nidas por raíces de plantas; éstas a veces sumamente finas y Casi imperceptibles. En seis nidos encontré a las dos cámaras superiores pequeñas y sin hongueras; en uno de ellos, la segunda cámara (fig. S) tenía residuos de una honguera agotada, mientras que en otros hubo cortos fragmentos de gramíneas que las obreras venían acarreando. El doctor Gallardo observó en su quinta de Bella Vista, cerca de Bue- nos Aires, que las mismas hormigas transportaban al nido los excre- mentos de bicho de cesto (Oeceticus platensis), para usarlos como sub- stractum de las hongueras. En los presentes casos, dados al ambiente y la estación, y a la consiguiente falta de aquel material, emplearon 312 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Fig. 8. — Corte vertical por otro nido. En la 32 cámara una hon- guera agotada, mostrando las raí- ces que la sostenían; 5% cámara en formación. Tamaño natural. (Original en el Museo de La Plata.) los pastos tiernos con los mismos fi- nes. Cuando excavé mis nidos, a prin- cipios de noviembre de 1916, encon- tré a las hongueras casi en todas las cámaras en sa máximo desarrollo, no obstante la prolongada sequedad del * suelo, durante las últimas estaciones transcurridas. La colonia de cada nido era relati- vamente poco numerosa en indivi- duos, que no excedieron de unos dos- cientos entre obreras y cría en estado de larvas bastante jóvenes; no hubo en esos momentos ningún individuo sexuado. El 10 de noviembre (1916) traje al Museo una pequeña colonia, compues- ta de unas 50 obreras, 30 larvas y la correspondiente honguera, que Ccon- servé en un nido artificial de yeso y del tipo vertical, hasta mediados de mayo (1917). Muy poco puedo agregar a las ob- servaciones, publicadas por el doctor Gallardo, sobre el comportamiento de esas hormigas y sobre la particulari- dad de su honguera. Las obreras que coloqué con los fragmentos de la honguera en la celda superior, de las cinco que constituían mi nido, comenzaron a mudarse pron- to a la tercera cavidad; sin duda, porque debían hallar en ella el grado de humedad más propicio para el des- arrollo del micelio. A los dos días, todo el material utilizable de la vieja honguera estaba acomodado en la cel- da mencionada sujeto en parte a las delgadas ramitas, puestas de antema- 910 COSTUMBRES Y NIDOS DE HORMIGAS Dio no. Habían depositado allí mismo a sus larvas, mientras que todos los residuos eran expedidos fuera, sobre el mismo borde del nido de yeso. Seguramente, durante esta operación se salieron y extraviaron muchas obreras, y a la semana después, mi colonia era reducida a la mitad, número que se mantuvo en lo sucesivo. La honguera aumentó rápidamente de volumen y las hormigas opta- ron por las cáscaras de naranja, cuyas partículas utilizaban como substrac- tum; despreciaban las gra- míneas, pero lamieron gus- tosas azúcar mojada. Du- rante los meses de su :autividad cambiaron dos veces su honguera; de la tercera a la segunda y de ahí nuevamente a la celda primitiva. En cada oca- sión renovaron las obreras la honguera semiagotada, procediendo como al prin- cipio y sacando los resi- duos fuera del nido. En los primeros días de enero nacieron las imáge- Fig. 9. — Cuarta cámara del nido figura 4, con nes; como una docena de la honguera en su mayor desarrollo (tamaño natu- obreras, dos hembras y ral). dos machos. Los pares se- xuados se mantuvieron siempre en el nido; una sola vez encontré una hembra sobre el borde de la entrada, pero ella bajó a la celda en cuanto intenté prenderla con la pinceta. Recién a fines de abril, las dos hembras perdieron sus alas. Dos semanas después, a pesar de mis cuidados, la honguera comenzó a degenerar y secarse; las hormigas expedían los residuos en la forma acostumbrada, pero no volvieron a renovar aquélla. A los pocos días abandonaron mis huéspedes el nido, dejando en él tres compañeros y las dos hembras ya moribundas, junto con los dos individuos mascu- linos, los que mostraban aun bastante vivacidad. 314 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Acromyrmex lobicornis Em. var. pencosensis For. Forel, Bull. Soc. Vaud. Se. Nat., 50, 184, 1914, página 282, 2. En mi trabajo anterior (1. e., pág. 324-325) he dado ya algunos deta- lles sobre la nidificación de esta hormiga. La construcción de grandes cúpulas o túmulos, generalmente al pie de alguna planta o arbusto, es típica para la especie y variedad citada. Los nidos, excavados en Fig. 10. — Cúpula de-un nido de Acromyrmex lobicornis var. pencosensis For. a] según fotografía del doctor Carette. */,, aproximadamente 4 las provincias del noroeste, tenían sus hongueras siempre debajo de la cúpula, en cavidades formadas en el suelo, a veces a mucha pro- fundidad. Debo al doctor Eduardo Carette la comunicación de otro tipo de nidos, que él encontró durante su reciente excursión (abril 1917) por la sierra de la Ventana, al costado este de dicha sierra y cerca del actual hotel. Estos nidos se caracterizan por la falta de construcciones subterrá- neas, propiamente dichas, pues constan solamente de una gran cúpu- la, más o menos cónica, en cuyo interior está la honguera. Según datos, suministrados por mi asiduo colaborador, estos hor- COSTUMBRES Y NIDOS DE HORMIGAS Corte vertical por la cúpua del nido figura 10, mostrando la disposición de las hongueras illo Fig. del natural arette ?/, 1 'ún fotografía del doctor ( Seg 316 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA migueros se encuentran por los terrenos altos, en declive, con suelo muy pedregoso de rocas esquistosas y pobre de tierra. La vegetación es allí bastante achaparada, notándose casi únicamente los mechones aislados de pastos, y una que otra mata de la « brusquilla » (Colletia). Precisamente, son estas últimas las que sirven de sostén tanto a las mismas cúpulas como a las hongueras del nido. Estas cúpulas miden unos 50 hasta SO centímetros y aun más de altura, y más del doble de extensión en su base. Están formadas por el amontonamiento de fragmentos vegetales, principalmente de trozos de paja, y de los residuos de la misma honguera. Por la descomposi- ción, parte de los vegetales se han transformado en humus, y en ma- terial bastante homogéneo, suficiente permeable y adecuado para la progresión del micelio en su interior. A las cámaras internas condu- cen ordinariamente varias entradas y conductos amplios, ramificados. La fotografía, sacada por el doctor Carette de una sección de uno de estos nidos, muestra perfectamente la disposición de las dos hon- gueras. Una principal y grande, que ocupaba toda la cavidad a flor del suelo, habría tenido más de 40 centímetros de anchura; encima de ésta se distingue otra de menores dimensiones, a la que se super- ponía al parecer una tercera, en su comienzo de formación. Se ve que en este caso se trata de hongueras colgantes, formadas de un conjunto de delgadas laminillas y sostenidas por las mismas ramitas y raíces de la « brusquilla ». A pesar que Carette no ha visto construcciones subterráneas, me parece muy posible que, por lo menos, las primeras cámaras, o la cámara inicial, debieran haber estado en el suelo, las que luego fue- ron abandonadas, cuando la colonia tomó mayor incremento y optó por ese tipo de nidos, obligadas por las condiciones especiales del terreno o del ambiente. Nora. — Por motivos ignorados los clisés de las figuras han resultado todos invertidos, apareciendo a la derecha lo que corresponde al lado izquierdo del original. ÍNDICE GENERAL DE LAS MATERIAS CONTENIDAS EN EL TOMO OCTOGÉSIMO TERCERO Experimentos sobre la formación de las montañas, por CARL RIMBACH ........ La permeabilidad magnética del hierro y del níquel para oscilaciones hertzia- nas, por RAMÓN G. LOYARTE ....0.o..... O OOOO OOO oros dolo A Primera reunión nacional de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales.. 55, La materialización del Cherruve araucano, por FÉLIX F. QUTES............... Reacciones y momentos de apoyo de arcos parabólicos, por OTTOMAR SCHMIEDEL. Sobre las tensiones de vapor del bromo sólido, por TEÓFILO ISNARDI...... SDE Resoluciones de la Junta directiva........... SUÓDO Uv poo ao do mano aa OA Memoria anual del presidente de la Sociedad Científica Argentina correspon- diente al XLIVO período administrativo ..... O OOO A OSO E A Primer congreso científico latino-americano, celebrado en Buenos Aires en 1898, PORTO CON a O oe oa a ca o OO OPE Notas paleontológicas. Examen crítico de un trabajo del señor Alcides Mer ce- rat, por LUCAS [KRAGLIEVICH......o........ Ono O0DOcgopadcor bordo bonne an Determinación del tiempo civil con un error de muy pocos segundos, sin hacer uso de aparatos y sin conocer la dirección del plano meridiano, por ERNESTO INCUSON reto hotel 00300 OO na Io oO. 06000 Ono oo ae ooo noO aaa DO Costumbres y nidos de hormigas, por CARLOS or. ¿00 Sao nba Sea go e BIBLIOGRAFÍA Exercices numériques et ygraphiques de mathématiques, por L. Zoretti........... Cours de manipulations de chimie physique et d'électrochimie, por M. Centnerszwer. ACNUR aIsonmee, porMlemarchands. a aos Notions générales sur les appareils 4 réaction, por Paul PopovatZ........o.o.o... La chimie des éléments radioactifs, por Frédériek Soddy.......ooo.ooomomoom.o.... Eno YAMI DOLOROSA li atlas a) TEATRE NE MON ENTE POLACA DEMAS lo ASE Deserapuonide TT icunan por Uesareo, Wesseli al ala aa aa Interpretación química de la función clorofílica, por Enrique Herrero Ducloux.. Mora de lo provincia de Tucumán, por Miguel Lillo....o..oo.oo..oco mo... cm... 280 302 318 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Vote préliminaire sur les Hordeum spontanés de la flore argentine, por Lucien ¡AMINO Odo E as Boga. Jada at ASCO mad: A gOiD”. La Sweet Tussac, por Alejandro Botto..... A OIE E do Contribución al estudio químico de la corteza de Xilosma venosum, por Benito $. O e O nooo OO SAO Dad roo oca ó a s - Clave para la determinación de los géneros de Gramíneas silvestres en los alrede- dores de Buenos Aires, por Lorenzo R. Parodi....... OS Obra dboaoo ne poa dos: Boletín de la Academia de ciencias en Córdoba (República Argentind)......o.o.o.o. US US tor lolo Vai relena ieiara Wa OA DO Doa O cc NS Catalogue des Phanérogames de U Argentine, por Lucien Hauman y G. Vander- A A O OOOO O Odo ANO GRIYo vm o o v Quelques orchidées de l' Argentine, por Lucien Hauman ...oooooooormmmnmrnoo... Obras sarmitarias dela Nacio E Te EN SIN OSO poe Anales del Museo Nacional de Historia Natural de Buenos AÁlIlS...ooooooomo.. Memoria de la Dirección jeneral de minas, jeolojía e hidrolojí....ooooooomm..... Boletín número 3 del ministerio de Agriculturad....... Oo ue oooVasbodrooso ss Investigación y estudio de las capas de agua por medio de las perforaciones, por Emilio Felzmano y Juan Langer loa aa all aia Los yacimientos petrolíferos en la zona andina, por Anselmo Windhausen...... La radioactividad de las aguas, por Hércules Cortl............<.< «o... «e... La sílice en el análisis de las aguas potables, por María Luisa Cobanera........ Contribución a la cristalografía del diópsido de las cales cristalinas de la sierra de' Córdoba, por Roberio Belen a silo rollo ioeto liar NR Sobre el hallazgo de un arpón de hueso en la rejión de Cabo Blanco, por Félix SO Mi o0Josodoo ooo ou anos oda ooo oO. a ARNO Las placas grabadas de Patagonia, por Félix F. Outes........oooocoocoommoo... Cuestiones, de nomenclatura paleoetnolójica, por Félix F. Outes.....ooooommmo.-. Revista del Jardín zoolójico de Buenos AillS....oooooo... a NS Aguas fuertes del zoolójico, por Clemente Onelli.......oooomm+porrrrrommasr o Memoria del departamento de irrigación, hidráulica i obras públicAS....oooooo.o.. Boletín de la Biblioteca de la casa de gobierno en TucuMáN..ooooocccocormo... Digue de Escaba, por Alejandro Usina lite atole aiii Interpretación química de la función clorofílica, por E. Herrero Duecloux:...... Del diario de mi amigo, por Enrique Herrero DuclouxX..........o.oo.o.o.oooooo.. Annuaire pour Bar LIT o NN O a vaio RAN Cours de physique, por E. Rothé......... AS O nou ado sa I'avviazione, por E. GarUlta.......oooooooomooooo.orrrrrr e Manuale del capitano marittimo, por Gino Albi...... ao BS dlOolo y de Ad evistaidel Musecoide a Bla Nte te tota Edo ÓN año Las plantas usuales del Parayuay y países limítrofes, por Moisés S. Bertoni.... Las especies argentinas de Coelioxrys, por Eduardo L. Holmberg.....o.oooooo.... Las aves de la provincia de Mendoza, por Carlos S. Reed.....ooooooooooomooo... Las serpientes de la Argentina, por Pedro Serié .......... do OOOO University of California publications a laa a 93 94 94 175 187 188 189 190 192 192 193 193 193 194 195 12 196 197 198 198 200 200 202 202 203 205 206 207 207 208 208 208 Dr. Pedro Visca +. . Mario Isola +. . Benjamín A. Gould +. - Dr. R. A. Philippi y. Dr. Guillermo Rawson -;. Dr. Carlos Berg +. Aguilar, Rafael .j.....! Nos Arteaga, Rodolfo does: Alfonso, Paulino ....:.... ps Ballvé, HoraciO.......... Bodenbender, Guillermo. . Bolívar, Ignacio ......... Bertoni, Moisés..... SE Bailey, WiIlS E oidos Bruce; Willame.. cazas Carvalho, José Carlos.... Corti, José $..... SE 4 Crinin, Demetrio........ e ANA A AR Fuenzalida, José del €... Fontana, Luis Jorge..... Guignard, León......... ; Guimaráes, Rodolfo ...... Gjertsen Hjalmar, Fredik. Kinart, Fernando........ Lafone Quevedo, Samuel A. Titllo; Mine. ota is LOIS MS lo ren Lugo, Américo........... S da sio es CN Larrabure y Unánue E... Morandi, Luis........... Moore, Clarence........ yA . Germán Burmeister |. SOCIOS HONORARIOS Dr. Valentín Balbín. - Dr. Florentino Ameghino -. Dr. Carlos Darwin 7. Dr. César Lombroso -. : o + Ing. Luis A. Huergo +. SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Dr. Estanislao S. Zeballos. Dr. Walther Nernst. | Dr. Eduardo L. Holmberg. Ing. J. Mendizábal Tamborel. Ing. Guillermo Marconi. Ing. Vicente Castro -. Dr. Juan J. J. Kyle. SOCIOS CORRESPONDIENTES Méjico. Moretti, Cayetano........ Montevideo. Martinenche, Ernesto..... Sgo. de Chile. Moore, John B..:......... I. de Año N. Montané, Luis ose, e Córdoba. Medina, José Toribio ... Madrid. Montessus de Ballore..... P. Bertoni (P.). Nordenskjiold. Otto...... Washington. Nilsen Fhowal........... Edimburgo. Paterno, Mamuel ..... SS Río Janeiro. Patrón, Pablo....... 0... Mendoza. Porter, Carlos E.......... Petrogrado. Pena, Carlos M. de....... París. Bolnier Atar do da: Sgo. de Chile. Pérez Verdia, Luis..:..... San Juan. Prestrud, Christian... ... París. Reid, Walter F........... Amadora (P.). Risso Patrón, Luis....... Corrientes. Reiche, Carlos... :.....-. Noruega. Sklodonska, Curie........ Amberes. Spegazzini, Carlos ....... La Plata. Shepherd, Williams R.... Tucumán. / Roma. Tobare Carlos ki... a... Sto. Domingo. Torres Quevedo, Leonardo. Burdeos. ULT lata ica Lima. Villareal, Federico....... Villa Colón (U). Von Ihering, Herman.... Filadelfia, a Dr. Enrique Ferri. Milán. París. Nueva York. Habana. Sgo. de Chile. Sgo. de Chile. Gothemburgo. “Noruega. Palermo (15.). Lima. Valparaíso. Montevideo. Sgo. de Chile. Méjico. Noruega. Londres. Sgo. de Chile. Sgo. de Chile. París. La Plata. Columb. Univ., Nueva York. Quito. Madrid. Lima. - Lima. San Paulo (B). Roma. Adamoli, Pedro A. Adamoli, Santos $. Aguilar, Félix. ss Aguirre, Pedro. Alberdi, Francisco. Aldunate, Julio C. Almanza, Felipe G. Álvarez, Raúl. Álvarez, Agustín J. Amadeo, Tomás. Anchorena, Juan E. Anastasi, Camilo. Añón Suárez, Vicente. Arrillaga, Francisco C. Aráoz Alfaro, Gregorio. Arata, Pedro N. Arce, Manuel J. Aubone, Guillermo. Ayerza, Rómulo. Aztiria, Ignacio. Bado, Atilio A. Baldassarre, Juan F. Barabino, Santiago E. Barzi, Federico P. Bazterrica, Enrique. Bernaola, Víctor J. Benítez, Norberto. Besio Moreno, Nicolás. ; Bianchedi, Rómulo. Bolognini. Héctor. Bonino, Alfredo (h.). Bordenave, Pablo E. Bosch, Eliseo P. Bosisio, Anecto. Bonamni, Cayetano. Bonneu Íbero, León M. Bonarelli, Guido. Botto, Alejandro. Botto, Armando P. Brethes, Juan. Brian, Santiago. Briano, Juan A. Bruch, Carlos. ” .. Buadá y Morant, Antonio. Bunge, Carlos, Butty, Enrique, Calandrelli, Matías. Calvo, Edelmiro. Camus, Nicolás. Candioti, Marcial R. * SOCIOS ACTIVOS Canónica, Mauricio. Carabelli, Juan José. Carbonell, José. Caride Massini, Pedro. Carossino, Jacinto T. Carboneschi, Carlos L. Carette. Eduardo. Castañeda, Vega R. Castro Zinny, Horacio.' Chanourdie, Enrique. Clérice, Eduardo E. Cock, Guillermo. Collo, José. Contin, Diego T. R. Cremona, Andrés. Damianovich, Horacio. Darquier, Juan A. Dassen, Claro €. Delfino, Juan Carlos. *Dellepiane, Luis J. Demarchi, Marco. Demarchi, Alfredo (hijo). Demichelis, Juan B. Delgado, Agustín. Doello-Jurado, Martín. Dobranich, Jorge W. Domínguez, Juan A. Dubecq, Raúl E. Duhau, Luis. Duncan, Carlos D. Durrieu. Mauricio. Eguía, Máximo. Esteves, Luis P. Fablet, Luis E. Faverio, Fernando. Fernández, Alberto J. Fernández Díaz, A. Fernández, Francisco J. | Ferrario, Alfredo E. Flores, Emilio M. Font, Jaime. y Frank, Paul. E z Galtero, Alfredo. Gallardo, Ángel Gándara, Federico W. Garbet, Adolfo. Garay Ponce, Filemón. García, Daniel A. Gatti, Julio J. Gerardi, Donato. -Lerena, Carlos. Ghigliazza, Sebastián. Girado, Francisco J. Girado, Alejandro. Godoy, Sebastián. González, Arturo. González, Juan B. Gradin, Carlos. Grieben, Arturo. Groeber, Pablo. Guitarte, Manuel. Gutiérrez, Ricardo J. Gutiérrez, Carlos. Guesalaga, Alejandro. Guerrero, Mariano A, Hauman, Lucien. Hermitte, Enrique. ES / Herrera Vegas; Marcelino. Hicken, Cristóbal M. Hosseus, Carlos Curt. * Holmberg, Eduardo A. Hoyo, Arturo. 7 Huergo, Eduardo. Huergo, J9sé M. Isnardi, Héctor. % Isnardi, Teófilo. Iturbe, Miguel. Jijena, Delfin. Kock, Víctor. ' Kenny, E. G. Laclau, Narciso C. Lafone Quevedo, Samuel A. Labarthe, Julio. Lanfranco, Silvio. Landeira, Pedro V. Larreguy, José. 8 Latzina, Eduardo. Laub, Jacobo J. s Lavalle, Francisco P. Lea, Allan B. a y Leguizamón Pondal, Martno. É Lelli, Arduino. Levylier, H. M. , Loyarte, Ramón. Lizer, Carlos. Lorenzetti, Miguel V. Lozano, Nicolás. Lugones, Arturo M. a Lugones, Leopoldo. -5 yz, a Luro, Rufino. > o. ANALES SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA ANALES DE LA EDAD CIENTE ARGENTINA DIRECTOR: DocTrorR HORACIO DAMIANOVICH TOMO LXXXIV Segundo semestre de 1917? BUENOS AIRES IMPRENTA Y CASA EDITORA DE CONI HERMANOS 684 — CALLE PERÚ — 684 1917 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTI ARGENTINA DIRECTOR: Docror HORACIO DAMIANOVICH JULIO-AGOSTO 1917. — ENTREGAS I-II. TOMO LXXXIV ÍNDICE Academia de la Sociedad Científica Argentina. Inauguración de la sección In- A A a A ANO O AO M. DurrieEU, La responsabilidad profesional del ingeniero y del arquitecto ante IAE y CIVIL AECA LINA AS dotar ao eo O a ala por TEÓFILO ISNARDI, Sobre conductibilidad térmica y disociación del yapor de Luciano P. J. PaLeT, Cuatro grandes figuras del pasado de la química....... HORACIO DAMIANOVICH Y ADOLFO WiLLriams, Estudio de la estabilidad de al- gunas soluciones de fermentos y alcaloides por medio de los espectros de ab- - —sorción ultra violeta. Casos particulares de la pancreatina y morfina......... H. M. LevyYLieER, Histéresis magnética tratada de acuerdo con la ecuación de AO SA o A A ORO DST Discurso del ingeniero Eduardo Huergo con motivo de la colocación de una pla- ca de bronce en la tumba del ex presidente de la Sociedad Científica Argenti- An Senieroy VICO TE SCAR Lata aro ooo o + o ll e aa OA ele A SA AAN 0 O O NS A NN BUENOS AIRES IMPRENTA Y CASA EDITORA DE CONI HERMANOS 684 — CALLE PERÚ — 684 1917 Q - MA MA AM A Pe de 0 Ena LAA > L ES e , y , ee A : Ñ - , da É ñ LIBRERÍA “LA FACULTAD” Florida, 436 de JUAN ROLDÁN Buenos Aires BIBLIOTECA ARGENTINA PUBLICACIÓN MENSUAL DE LOS MEJORES LIBROS NACIONALES Director : RICARDO ROJAS TOMOS PUBLICADOS 1. Doctrina democrática, de Mariano Mu- | 7. Obras políticas, de B. Monteagudo. reno. 8. Comprobaciones históricas, de B. Mitre. 2. Dogma socialista, le Esteban Echeverría. | 9. Luz del día en América, de J. B. Alberdi. 3. Las Bases, de J. B. Alberdi. 10. Peregrino en Babilonia, de Luis de Te- 4. Educación popular, de D. F. Sarmiento. jeda. 5. Tierras públicas, de N. Avellaneda. 11. Reflexiones, de J. I. de Gorriti. 6. Tragedias, de Juan Cruz Varela. 12. Facundo, de D. F. Sarmiento. PRECIOS DE SUBSCRIPCIÓN, PAGO ADELANTADO Capital us Interior Año, 12 TomM05 TÚSLICL 200 ..cocus oro rd NE $ 15.00 $ 17.00 » dl A a O e » 21.00 >» 23.00 » COLO. an lo NN > 33.09 » 35.00 Fuera de subscripción $ 1.50 el tomo en rústica y $ 2.00 en tela JUNTA DIRECTIVA (1917-1918) Presidentes moy 002. ACA Doctor Carlos María Morales Vicepresidente 10.0... ..- Ingeniero Eduardo Huergo Vicepresidente 20 0... oo.o..- Ingeniero Alberto D. Otamendi ISPERCLO TON denuciaS oa Ingeniero Enrique Butty Secretario de correspondencia. . Doctor Alfredo E. Ferrario NESOTONO (¿tale RAS Doctor Eduardo Carette PPROTES PROL art coo AS PAS Doctor Juan B. Demichelis HIBLIOLECUAO ER E NA Ingeniero Miguel B. Lorenzetti Coronel ingeniero Arturo M. Lugones | Doctor Atilio A. Bado | Ingeniero Juan José Carabelli Ingeniero Ferruccio A. Soldano Ocaso rl ee AE lr Ingeniero Rómulo Bianchedi Doctor Tomás J. Rumi Señor José M. Orús ' Ingeniero Antonio Rebuelto GLOrenter NA o E cele Señor Juan Botto ADVERTENCIA. — Los colaboradores de los Anales (personalmente responsables de la tesis que sus- tentan en sus escritos) que deseen tirada aparte de 50 ejemplares de sus artículos deben solicitarlo por escrito. Por mayor número de ejemplares deberán entenderse con los editores Coni hermanos. Tienen, además, derecho a la corrección de dos pruebas. Los manuscritos, correspondencia, etc., se enviarán a la Dirección, Cevallos, 269. — LA DIRECCIÓN. PUNTOS Y PRECIOS DE LA SUBSCRIPCIÓN ADELANTADA Local de la Sociedad, Cevallos 269 (abierto de 3 a 7yde 8 a 11 p. m.), y principales librerías $ m/n $ m/n A A 1.00 Número atrasado......+. +...» . 2.00 POTIaTO ESA Llja ile 12.00 Número atrasado para los socios.. 1.00 -— A 1 IN TE Y ACADEMIA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA INAUGURACIÓN DE LA SECCIÓN INGENIERÍA El 11 de septiembre próximo pasado se realizó la primera sesión de la sección ingeniería de la Academia de la Sociedad Científica Ar- gentina, presidida por el ingeniero S. E. Barabino, y con la presencia del presidente de la Sociedad, doctor Carlos M. Morales, y de mu- chos consocios y académicos. Después de breves palabras pronunciadas por el señor ingeniero Barabino, el conferenciante, ingeniero Durrien, disertó extensamente sobre un tema de ingeniería legal. Ambas peroraciones van a conti- nuación : Señores académicos : Señores : Cumpliendo el programa correspondiente a la labor por realizar en nuestra Academia por la sección Injeniería, iniciamos hoi la serie de conversaciones, i aun de conferencias, como en el presente caso. Con este motivo creo conveniente repetir aquí lo que manifestara al crearse muestra sección. Debemos confesar que, a pesar de nuestra voluntad, de nuestra la- boriosidad, somos aún mui pocos para poder esperar que la nueva i honrosa institución científica que hemos decidido iniciar i fomentar, pueda desde ahora dar frutos especiales, cuando otras de vida secu- 6 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA lar, fundadas en viejas naciones de abolengo intelectual reconocido, marchan lentamente en la indefinida senda de la cultura universal, cuando no se atascan en el atolladero de la inacción. . Afortunadamente para nosotros, pertenecemos a una masa étnica, fruto vivaz de una cruza de razas que ha dado lugar a un aglomerado social, el cual, bajo la acción transformativa del ambiente propicio de libertad, labor proficua, porvenir alentador, etc., ha sufrido un me- tamorfismo favorable que le ha trasmutado en un pueblo nervioso, activo, amante del progreso en todas sus manifestaciones — salvo las inevitables escepciones que justifican la afirmación -— i, por ende, dedicado al estudio, laborioso i patriota, que hermana la satisfacción personal con la gloria del país. No toméis mis palabras como un rasgo de paradojal esnobismo, sino como el resultado de un examen prudencial de nuestra nacionalidad. El consenso público internacional ha comprobado que la Arjentina es uno de los países que más ha progresado en la época contemporá- nea, gracias no sólo al esfuerzo de sus primeros hijos, sino que tam- bién de los que de todas las partes del mundo nos han ayudado con sus lutes, con sus brazos, con su medula, ilustrándonos en la cien- cias, artes e industrias i creando la briosa falanje filial que, con aquéllos, ha contribuído a constituir el actual pueblo arjentino. Hace apenas medio siglo — un relámpago en la vida de los pue- blos — que se fundó nuestra escuela de injenieros, i ya una gallarda falanje de profesionales se halla diseminada en el país concurriendo activa i eficazmente — dentro de su proporción numérica — al pro- greso de la república; hace apenas medio siglo, i nuestra Sociedad Científica, su primer fruto, cuenta ya 45 años de existencia. En aquel entonces, crear un centro científico era un problema más arduo que dar vida en la actualidad a la sección injeniería de nuestra academia. Los pocos profesores de la nueva facultad, los primeros alumnos ya diplomados i los que cursaban los últimos años en la misma, constitu- yeron el primer núcleo de nuestra asociación, pequeño en número, pero grande en aspiraciones i en esperanzas. El acto de esta noche demuestra que esas aspiraciones, que esas esperanzas no fueron defraudadas : la Sociedad Científica representa hoi el centro más culminante entre los de las diversas ramas de la cultura arjentina, porque a todas las abarca; todas están en ella dignamente representadas; todas en ella se vinculan en un esfuerzo común, converjente hacia el ideal científico, hacia la realidad artís- tica, hacia el progreso de la nación. INAUGURACIÓN DE LA SECCIÓN INGENIERÍA fl Al constituir, pues, la sección injeniería de nuestra academia, no hacemos sino encarnar una de las grandes aspiraciones de los prime- ros obreros de nuestra cultura técnica. Nuestra acción personal i colectiva entra en un terreno sin límites, donde la intelijencia puede esparcirse, penetrando con múltiples rumbos en el estudio i solución de los grandes problemas que la injeniería plantea, especialmente entre nosotros que apenas comenzamos a afrontarlos. Nuestra acción será casi esclusivamente científica, sin perder de vista, como es natural, las aplicaciones prácticas, que son su objetivo final. : La tarea no es pequeña, porque los conocimientos que integran la ciencia del injeniero, del arquitecto i del agrimensor vinculados a las matemáticas, a la física, a la química, a la jeolojía, etc., como la agrimensura, la jeodesia, la mecánica, la óptica, el análisis 1 la re- sistencia de los materiales, la hidrografía, ete., i las aplicaciones de dichos conocimientos a las construcciones civiles, hidráulicas, in- dustriales, etc., constituyen un plan de trabajo mental i práctico tan complejo, que podría desalentar a los que creyeran que debemos abarcarlo i realizarlo todo a la vez. Se ha dicho que la denominación « academia » dada a las secciones en que se ha dividido el movimiento cultural de la Sociedad Cientí- fica Arjentina, peca de inmodesto. Es mui posible si nos aferramos al sentido estricto del vocablo; pero al constituir estas secciones académicas se manifestó sinceramente que, hoi por hoi, ellas no im- portan sino la acción incipiente de verdaderas academias en lo futu- ro. Nuestra labor inicial es un ensayo; dependerá de nosotros i de nuestros sucesores intelectuales que esta supuesta inmodestia se trasforme en una virtud real. Por lo pronto, hemos conseguido comenzar bien, inaugurando nues- tras sesiones con un trabajo de real trascendencia para los profesio- nales directivos de la construcción, cuál es la lójica interpretación de los códigos en la determinación de las responsabilidades que les co- rresponde en cada caso ante las autoridades, ante los propietarios, ante los mismos constructores, 1 viceversa. La injeniería legal es una de las ramas más tortuosas de la ciencia de la construcción. Nada más difícil de aplicar en ciertos casos que la lejislación que entiende establecer los derechos i deberes de los injenieros, propietarios i constructores. Cuestiones aparentemente llanas, precisas, por ejemplo, las medianerías i las servidumbres, sue- len dar lugar a interminables i costosos litijios, por la errónea i no S ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA pocas veces maliciosa interpretación que las partes se permiten dar a las cláusulas del código. Por esto, cuanto tienda a aclarar, a definir consciente i honestamente el imperio de la lei en las inevitables con- troversias a que dan lugar las interpretaciones, frecuentemente egoís- tas, de las partes interesadas, será obra benéfica para el público en jeneral. I ya que he tocado el tema, permítaseme recordar a uno de los más meritorios pioneers de la construcción en la república, el malo- erado abogado, médico e injeniero agrónomo Juan Bialet Massé, constructor del dique de San Roque. El doctor Bialet Massé empezó a escribir un tratado de injeniería legal, i aun publicó algunos capí- tulos en la Revista técnica, del señor Chanourdie. Esta obra no fué ternrinada porque al solicitar su abnegado autor el apoyo de los inte- resados (abogados, injenieros, constructores, empresarios, propieta- rios, etc.), fueron tan pocos los suscritores, que su contribución no alcanzaba a sufragar el coste de la reimpresión !... Hoi debemos reconocer que el paladín de la injeniería legal entre nosotras es, desde hace años, el injeniero Mauricio Durrieu, cuya di- sertación vais a escuchar : por esto dije, 1 lo repito, que comenzamos bien, no sólo por el tema en sí, sino que también por el ilustrado con- fereciante, cuya competencia en este jénero de disciplinas, pertenece a la categoría de cosa juzgada. El injeniero Durrieu no necesita pre- sentación : su actuación como injeniero y profesor, le coloca en pri- mera fila entre los más distinguidos miembros de la injeniería na- cional. Me complazco en agradecerle su amable concurso, en representa- ción de los que constituímos el primer núcleo de nuestra reciente sección académica de injeniería; i aprovecho tan plausible circuns- tancia para incitar a los demás colegas a contribuir con su grano de arena al mejor éxito de la labor en común que hoi iniciamos. Tiene la palabra el injeniero Durrieu. LA RESPONSABILIDAD PROFESIONAL DEL INGEMERO Y DEL ANQUILECIO (CONFERENCIA LEÍDA EN LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA EL 11 DE SEPTIEMBRE DE 1917) Señores : * 1. Introducción. — De todas las obligaciones que halla, el hombre, menester cumplir, por respecto de sus semejantes y de sí mismo, nin- guna tiene esencia y alcance más complejos, ni exígele, de consi- guiente, formarse de estas condiciones un criterio más documentado y maduro, que la de responder de las consecuencias deliberadas o involuntarias de sus actos, para contraponer ese criterio, así esclare- cido por el saber, a las sugestiones de su albedrío, de su amor propio y de la pasión que tienden a embargar más o menos sus sentimientos. La responsabilidad, en efecto, del ser humano, presenta a la imagi- nación y al análisis innumerables facetas, bien se la considere desde lo íntimo o ante el fuero extraño, y se pongan asimismo en tela de juicio la libertad de la acción y el discernimiento con que fué ésta llevada a cabo, o también sus causas y la manera de producirla. Surgen de estos notorios aspectos de la responsabilidad, calificacio- nes diversas que les definen, y para cada calidad, clasificaciones en cuyo detalle entraremos tan solo cuando interesen nuestro fin. Sin reflexión ni previo estudio, tienen las personas, de ordinario, una noción más o menos clara de sus responsabilidades por la sanción moral consiguiente de sus actos : el placer instintivamente percibido cuando son éstos virtuosos, o el remordimiento que, en el caso opues- 10 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA to, forman el habitual estado de ánimo de su autor. Pero a esos actos pueden corresponder otras sanciones, porque favorezcan o dañen aque- llos el bienestar de quien les realiza; le atraigan la estimación o el desprecio de sus semejantes, y también le proporcionen las recom- pensas o le hagan pasible de las penas instituídas para los mismos por las leyes positivas. Y cuando se entra a mirar, de esta última manera, la sanción legal de aquellos actos, aun cabe tener presente que el hombre responde en cierta medida de los ajenos, toda vez que en ellos toma una parte directa e indirecta, cooperando para produ- cirles, o dejando de prevenirles y de impedirlos. 2. Bien sabido es que la acción profesional, substancial fruto de la cultura intelectual del hombre, estuvo siempre y sigue estando inspi- rada en el beneficio a otros prestado; en la abstracción de todas las recompensas por tal beneficio, como no sean las que por su mayor in- materialidad, más pueden llevar el halago a las fuentes del espíritu. Del profesional es toda la. obra, como regla, para el bien y por el honor, que le conduce a despreciar las tentaciones de la empresa lucrativa, y a posponer todo interés a la intención de actuar con dig- nidad y sano provecho. El sentimiento de la responsabilidad es connatural de tan elevados propósitos, y contribuye a ponerlos a cubierto de los escollos habitual- mente creados por la ignorancia, la negligencia o la impremeditación. Tan complicada y difícil, no obstante, resulta a menudo la obra técnica; depende alguna vez su éxito de factores tan inconstantes; son tantas las causas ordinarias y fortuitas que acechan su existencia en todo tiempo, que el profesional jamás está seguro de salvar su respon- sabilidad en todos sus actos, en el sentido de tener que reparar algún perjuicio que pudiere serle imputado. Como no hay efectividad posible para una responsabilidad, sin la sanción legal expresa que la atañe, habremos de establecer, por de pronto, la situación del profesional ante la ley, para los múltiples as- pectos de su misión. 3. Ulases de responsabilidad. — En derecho argentino, más que en muchos otros, corresponde primeramente definir las diversas respon- sabilidades a que una persona puede estar sometida. Son éstas de dos índoles jurídicas generales: las que emergen de hechos o actos delictuosos o cuasi-delictuosos, y las que emanan de faltar auna convención. A cada persona reconocen las leyes sus dere- chos, y de sus disposiciones nacen los vínculos, llamados obligaciones, por los cuales dos o más personas hállanse constreñidas a dar, hacer RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 111 o abstenerse de hacer alguna cosa. Esas obligaciones pueden emerger incidentalmente de un acto, o de la abstención de un acto, deliberada o no; también pueden ser la consecuencia de una vinculación consti- tuída por el acuerdo de dos o más partes, ésto es, el efecto de un contrato. Cuando se viola, intencionadamente, el derecho de alguien, sin tener con él, de antemano, ninguna vinculación voluntaria, es de la primera índole la obligación que impone la ley, de resarcir el daño material o moral por aquella violación ocasionado, y califícase de delictuoso el hecho producido. De la primera índole, también, es el hecho que da- ñando sin quererlo a una persona con la que el autor de ese hecho no tiene pendiente una obligación voluntaria, pudo evitarse poniendo en ello el debido empeño; se le llama, entonces, cuasi-delictuoso. Si las consecuencias de un delito o de un cuasi-delito son imputadas al pro- pio autor del hecho, dícese directa a la responsabilidad así exigida; si la reparación es exigida de quien no cometió el acto, si bien fué prin- cipal o comitente del autor, la responsabilidad llámase indirecta. Los delitos dan invariablemente lugar a la responsabilidad personal y directa; los cuasi-delitos, a la directa y a la indirecta. En el primer caso, la responsabilidad puede ser civil, ésto es, destinada a la com- pensación pecuniaria del daño originado, y también penal, si el hecho, a más de un perjuicio susceptible de una apreciación en dinero, fué atentatorio a las reglas de orden y de seguridad cuya observancia impone la sociedad, para el bien común. La responsabilidad indirecta tan solo corresponde al fuero civil. La responsabilidad de un delito castigado por la ley peral, puede dar al propio tiempo lugar a una reparación civil. Las acciones que engendran los delitos y los cuasi-delitos, hállanse regidas por disposiciones que fueron, en el derecho romano, materia de las leyes Aquilia y De damno infecto. Obligan a la reparación de daños e intereses mientras el hecho en cuyo mérito se las promueve no derive de una causa fortuita o de fuerza mayor. Diversa naturaleza jurídica tienen las faltas a la letra o al espíritu de una convención, calificadas de faltas convencionales o contractuales, en las que si una persona lesiona los derechos de su contraparte en el pacto, está literal o virtualmente obligada, por su compromiso, a sa- tisfacer a éste, desde luego (1), y a salvar, juntamente, los perjuicios (1) GUILLOUARD, Traité du contrat de louage, tomo II, número 859, páginas 408 y 409. 12 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA causados por su falta. La responsabilidad (1), en semejante caso, Ca- racterizase por la circunstancia de que la acción o la omisión contra- rían un pacto expreso, o las consecuencias implícitas de éste; porque la parte esencial de la reparación consiste en salvar la deficiencia cual corresponde a la estipulación; porque la responsabilidad es directa y de orden privado; y porque, finalmente, tiene ésta dos períodos bien distintos : el contractual, y el que en algún caso, por expresa determi- nación de la ley, es ulterior al término del contrato. En el fondo (2) responder es siempre ofrecer una garantía que se haga efectiva para un desmedro y encarada con esa generalidad, la obligación parece tan simple y natural que cuesta asignarle diverso carácter, según las circunstancias que la acompañen. Hemos de ver, sin embargo, cuan engañoso es ese criterio de simplicidad. 4. Las clases de responsabilidad y la acción profesional. — Si dos son las calificaciones jurídicas de la responsabilidad, concíbese de inme- diato que no es posible determinar la que incumbe a un ingeniero o un arquitecto, sin conocer previamente la situación que ocupan uno y otro legalmente, al vincularse con sus clientes, para servirles según el objeto de su profesión. Aspecto es éste de la cuestión aquí tratada, que requerría una lar- ga consideración. Para mantenerme dentro del tema capital, expon- dré muy brevemente ese aspecto. Es opinión moderna prevaleciente, que las funciones de un profe- sional responden a una locación de sus servicios, es decir, a un con- trato en que uno de los contrayentes, el profesional, se obliga a prestar un servicio, y el otro contrayente, a pagar por este servicio un precio determinado en dinero. La tesis antigua pretendía, en vez, que los profesionales se vincu- laban con sus clientes por contratos de mandato. Mas esta manera de ver, contradictoria con la definición misma del mandato, — según la cual es éste un contrato en que da una parte un poder a otra para que la represente, ejecutando en su nombre y de su cuenta uno o más actos jurídicos — posponía el rigor científico al sentimiento de mero (1) Dice el artículo 1107 del Código civil argentino : Los hechos o las omisio- nes en el cumplimiento de las obligaciones convencionales, no están comprendidos en los artículos de este título, si no degeneran en delitos del derecho criminal. El título trata De las obligaciones que nacen de los hechos ilícitos que no son delitos. (2) FRANCESCO BUFALINI, Le leggi del fabbricare, tomo 111, página 158. Milán, 1893. U. Hoepli. Osservazioni. RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 13 amor propio que rechaza la paridad de los servicios manuales y de los intelectuales. Tuvo esta tesis numerosos sostenedores, cuando el man- dato caracterizábase por su gratuidad y se afirmaba que las remune- raciones verificadas en el concepto de honorarias, no representaban el pago de servicios inestimables en dinero. En la actualidad, y particu- larmente en nuestro derecho, no es tan sólo gratuito el mandato, como otrora, siuo también oneroso, condición ésta que le es atribuída (1) cuando la función del mandatario consiste en atribuciones o acciones a dicho mandatario conferidas por la ley, y cuando asimismo consiste en los trabajos propios de la profesión lucrativa del mandatario, o de su modo de vivir. Mas al par de esta última expresión de nuestro có- digo civil, tan importante en el asunto, existen la nómina que en el mismo se da de las representaciones que constituyen mandatos (2) — en cuya nómina no están incluídas las tareas de ordinaria incumben- cia de las profesiones liberales — y la categórica definición que, si- guiendo a Massé y Vergé y Pont, presenta el codificador en su nota al artículo 1871 : « El rasgo característico y distintivo del mandato, es la función representativa del mandatario, y nada más. » Pues bien, los autores, casi unánimes, convienen en el hecho cierto de que quie- nes cometen a los profesionales no podrían realizar en su lugar las tareas que éstos han de desempeñar. Dichas tareas, además, rara vez consisten en la ejecución de actos jurídicos, ni una gran parte de las mismas importa actos de representación, y si en un conjunto de ellas, revisten algunas este carácter, evidente es que mal pueden definir, por sí solas, la especie jurídica de ellas todas. Tampoco puede admi- tirse la calificación parcial que se ha pretendido realizar, con esta base, del contrato según las fases de su cumplimiento. Con mucha más autoridad que quien habla, ha dicho Guillouard (3), en caso análogo : « El contrato debe ser apreciado en el momento en que se forma, por el objeto que se han propuesto las partes en ese momento. » Será una cosa u otra; pero nunca una y otra cosas. Los jurisconsultos o comentaristas que no adoptan las ideas de Du- vergier, Taulier, Laurent, Baudry-Lacantinerie, Planiol, calificando de locación el contrato del profesional con sus clientes, y que por otro lado tampoco aceptan que sea ese contrato constituído con fines de (1) Código civil argentino, artículo 1871. (2) Código civil argentino, artículo 1870. (3) Traité du contrat de louage, tomo 11, número 773, página 342. 14 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA acción jurídica y representativa, han expresado aun otra opinión so- bre el punto. Aubry et Rau (1), con el mismo juicio de Pothier, de que los actos dependientes de una profesión literaria, científica o ar- tística son inestimables en sí mismos y no constituyen, por tal carác- ter principal, sino hechos de obsequio de quien les promete, sostienen que no pueden ser esos actos exigidos civilmente, si no mediare una convencion especial, para la producción de una cosa (opus). Guil- louard (2) se plega a esta manera de ver, fundado en que si respetable es el trabajo manual, no cabe equipararlo al intelectual, ni parear la ciencia y la industria, el sabio que ahonda problemas y el hombre que procura aumentar su fortuna. Carecen estos argumentos de valor jurídico, y conducen a sentar un distingo en lo moral y en lo científico inadmisible. Si el trabajo inte- lectual permite con más amplitud que el manual satisfacer fines altruís- tas y generosos, débese esta cualidad principalmente a la mayor cul- tura que falta hace a un hombre alcanzar, para desempeñarse en la primera forma. No se presenta el trabajo manual huérfano de la mis- ma tendencia, y a paridad del objetivo, con desigualdad de medios para alcanzarlo, no hay motivo para desdeñar el trabajo que no obtie- ne el resultado más constante ni mayor. Científicamente, por lo demás, paréceme muy discutible que un mismo acto pueda ser o no objeto de una convención civilmente obligatoria, según dé lugar a dicho acto un convenio insistente o una manifestación exclusivamente verbal y usual (3). Habrá de causar un profesional serio y quizá grave perjuicio a un cliente, desempeñando mal o abandonando una tarea para cuya reali- zación le requiriera el segundo, y es ilógico pretender que la acción correspondiente a semejante situación sea la de responsabilidad sin relación jurídica antecedente, cuando en verdad quedó, de palabra o (1) Droit civil francais, tomo IV, párrafo 344, página 314, y párrafo 371 bis, página 512. (Q) Traité du contrat de louage, tomo II, número 696, página 260. (3) Aubry et Rau (t. IV, $ 344, pág. 314) dicen : « Pero nada impide que una cosa determinada a producir (opus) se vuelva el objeto de una convención civil- mente eficaz, bien que su producción deba ser el resultado del ejercicio de talentos ar- tísticos o de facultades intelectuales del orden más elevado. Así, es civilmente eficaz, el compromiso asumido por un pintor de proveer un cuadro, o por un autor de entregar una obra destinada a la publicación o a la representación.» ¿Y por qué no, el compromiso tomado por un abogado de defender una causa, ode un inge- niero, de proyectar o dirigir una construcción ? RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 1145) por escrito, establecida aquella relación con la existencia del objeto de la función profesional y el consentimiento de ambas partes para el desempeño de dicha función. «La prestación de servicios, como lo dice una sentencia dictada por la Cámara de apelaciones de la Capital (1), constituye un contrato consensual, lo que vale decir que es de aquellos que se perfeccionan por el solo consentimiento, o cómo lo expresa el artículo 1140 (del Código civil), de los que quedan concluídos para producir sus efectos propios, desde que las partes hubiesen recíprocamente manifestado su consentimiento.» En esta base asienta la jurisprudencia constante de nuestros tri- bunales para calificar la obra profesional, lo que bien de manifiesto pone esta otra consideración de un fallo de la Cámara antes citada : «La aceptación de servicios profesionales, cenando su rechazo depen- de sólo de la voluntad, importa una locación, y el que los ha acepta- do, se encuentra obligado a remunerarlos.» (Serie 4?, t. 4, pág. 365; t. 36). Y nuestra ley civil (art. 1627), atrae y justifica esa manera de re- solver la situación del profesional en el desempeño de su misión so- cial, cuando sienta: «El que hiciere algún trabajo, o prestare algún servicio a otro, puede demandar el precio, aunque ningún precio se hubiese ajustado, siempre que tal servicio:o trabajo sea de su profe- sión o modo de vivir. En tal caso, entiéndese que ajustaron el precio de costumbre, para ser determinado por árbitros. » ATRIBUCIÓN DE LA RESPONSABILIDAD LEGAL AL INGENIERO Y AL ARQUITECTO 5. Criterio y prescripciones legales de orden general. — Desde que los derechos y deberes del ingeniero y del arquitecto, en el ejercicio de su profesión, emergen de la conclusión de pactos de locación de sus servicios (2), existe en la legislación una fuente a la que corresponde (1) Serie 32, tomo 5, página 410 (t. 25). (2) En su Traité de la responsabilité, tomo I, edición 52, 1902, número 671, A. Sourdat reconoce que «las relaciones de los arquitectos y de los empresarios con los propietarios que hacen construir derivan de un contrato cuyas consecuencias hállanse reguladas por las estipulaciones de las partes». Extraño es que sentada esta premisa y la importancia que el mismo autor le reconoce (n% 651, 652, 653 y 16 y ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA acudir en busca de los preceptos por los cuales se rige la responsabi- lidad de aquellos profesionales. Los efectos del contrato de locación de servicios, prescribe nuestro Código civil (art. 1625), han de juzgarse porlas disposiciones del mis- mo código sobre las Obligaciones de hacer. -— Significa ésto que la conducta profesional debe ajustarse, ante todo, a las siguientes normas : Art. 625. — El obligado a hacer, o a prestar algún servicio, debe ejecutar el hecho en un tiempo propio, y del modo en que fué la intención de las partes que el hecho se ejecutara. Si de otra manera lo hiciere, se tendrá por no hecho, o podrá destruirse lo que fuese mal hecho. Art. 626. — El hecho podrá ser ejecutado por otro que el obligado, a no ser que la persona del deudor hubiese sido elegida para hacerlo por su industria, arte o cualidades personales. Art. 627. —Si el hecho resultare imposible sin culpa del deudor, laobligación queda extinguida para ambas partes, y el deudor debe volver al acreedor lo que por razón de ella hubiere recibido. Art. 628. — Si la imposibilidad fuere por culpa dei deudor, estará éste obligado a satisfacer al acreedor los perjuicios e intereses. Art. 629. —5Si el deudor no quisiere o no pudiere ejecutar el he- cho, el acreedor puede exigirle la ejecución forzada, a no ser que fue- se necesario violencia contra la persona del deudor. En este último caso, el acreedor podrá pedir perjuicios e intereses. Art. 630. — Si el hecho pudiere ser ejecutado por otro, el acreedor podrá ser autorizado a ejecutarlo por cuenta del deudor, por sí o por un tercero, o solicitar los perjuicios e intereses por la inejecución de la obligación. Art. 631. — El deudor no puede exonerarse del cumplimiento de la obligación, ofreciendo satisfacer los perjuicios e intereses. Estas normas, literalmente tomadas del título VIII, sección 1?, li- bro II del Código civil argentino, son racionalmente aplicables al des- empeño de las funciones de ambos técnicos. Hállanse complementa- das por las disposiciones siguientes, entre otras, del título primero de la misma sección e igual libro: Art. 505. — Los efectos de las obligaciones, respecto del acreedor, 654 e implícitamente, en particular, n% 655) para la atribución de carácter a las faltas, no haya ensayado este autor un sistema más lógico que el adoptado por el Código civil francés, para la definición de las responsabilidades del arquitecto y del empresario. RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 107 son : 1? darle derecho para emplear los medios legales, a fin de que el deudor le procure aquello a que se ha obligado; 2” para hacérselo procurar por otro, a costa del deudor; 3” para obtener del deudor las indemnizaciones correspondientes. Respecto del deudor, el cumpli miento exacto de la obligación le confiere el derecho de obtener la li- beración correspondiente, o el derecho de repeler las acciones del acreedor, si la obligación se hallase extinguida o modificada por una causa legal. Art. 506. — El deudor es responsable al acreedor de los daños e intereses que a éste resultaren por dolo suyo en el cumplimiento de la obligación (1). Art. 508. — El deudor es igualmente responsable por los daños e intereses que su morosidad causase al acreedor en el cumplimiento de la obligación. (Ver asimismo art. 509 y 510.) Art. 511. — El deudor de la obligación es también responsable de los daños e intereses, cuando por culpa propia ha dejado de cum- plirla. Art. 512. — La culpa. del deudor en el cumplimiento de la obliga- ción consiste en la omisión de aquellas diligencias que exigiere la na- turaleza de la obligación, y que correspondiesen a las cireunstancias de las personas, del tiempo y del lugar. El artículo 547, por fin, elimina la responsabilidad del deudor cuan- do no cumpla la obligación a consecuencia de un caso fortuito o de fuerza mayor. Alcanzan estas disposiciones al ingeniero o al arquitecto que de- sempeñan una tarea profesional, hasta donde quepa desprenderlo de los términos en que consienten prestar sus servicios. Rara vez es, a este respecto, explícito el convenio. Muy a menudo, contrariamente, empeñan aquellos profesionales su intervención sin precisar condi- ciones para ejercerla, y en tal caso, debe entenderse que es su deber adaptar su gestión a la buena práctica ordinaria y al uso consagra- do (2). No influye en el discernimiento del buen o mal desempeño pro- fesional, la existencia o no de una remuneración. Son, de consiguien- (1) Dolo es toda aserción de lo que es falso o disimulación de lo verdadero; todo artificio, astucia o maquinación empleadas con el fin de engañar a otro y conseguir la ejecución u omisión de un acto. (2) Joun Cassan Warr, Engineering and Architectural Jurisprudence. Nueva York, 1? edición, 1904, capítulo XXX, número 826, y capítulo XXVIII, número 311. AN. SOC. CIENT. ARG. — T LXXXIV 2 18 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA te, responsables en la misma extensión, el ingeniero y el arquitecto, así presten servicios retribuídos o gratuitos (1). Mas, bien resulten expresos y calificados o usuales e implícitos los deberes del profesional, regla invariable es que al emprender éste ta- reas de su competencia, promete a quien le emplea : 1” Que posee la ilustración, el saber y la experiencia suficientes para llevar a feliz término aquellas tareas; 2 Que empleará sus conocimientos con el cuidado y la diligencia razonables y corrientes; 3” Que ejercerá sus funciones con su mejor juicio (2); 4 Y si tuviere que manejar intereses, que será asimismo probo. Constituyen estas cuatro condiciones las características normales eindispensables de toda gestión prometida por un profesional. Ad- mitidas que sean ellas en tal concepto, traen la consecuencia de que no cabe tener el éxito o la corrección absoluta de los trabajos u ope- raciones realizadas por dicho profesional, como la prueba real y eficaz del saber, del empeño y del sano juicio invertidos por el mismo en sus tareas. Ningún arquitecto o ingeniero garantiza la perfección de sus pla- nos, o de las obras que haga ejecutar, ni en absoluto la seguridad o la duración de éstas, a no ser por un contrato especial y distinto de la locación habitual de sus solos servicios. Tampoco garante de ordina- rio un abogado a su cliente que ganará el litigio confiado a su perl- cia, ni el médico la curación del enfermo que sométese a su asistencia. La responsabilidad ordinaria del profesional existe, pues, entre el límite de cuanto participa del fiel y ordinario cumplimiento de sus deberes. Mas allá de este límite, no puede culparse al profesional ni responsabilizarlo, mientras no haya comprometido extraordinaria- mente una garantía especial o más dilatada. No responde un ingeniero o un arquitecto de las faltas de previ- sión y saber extraordinarios, como tampoco de los errores que come- tiese en cuestiones de índole dudosa o incierta. (1) A este criterio podrá oponerse quizá el concepto de que en la locación de servicios es esencial el precio de locación. Así, un servicio gratuitamente prome- tido no sería demandable en mérito de aquella especie de contrato. No lo entien- do así, y más bien admito que los servicios que gratuitamente prestan los profe- sionales son un caso o una forma particular de la locación, en la cual el técnico re- nuncia al beneficio que la ley acuérdale, de exigir el precio que compense su labor. (2) Juez Cooley, sobre Culpas, citado por WArr, op. cit., página 731. RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 19 De una manera general, responderá, entonces, un profesional ante quien le comete, cuando infrinja sus deberes, bien porque exceda su autoridad, o las facultades que háyanle sido otorgadas, o proceda con negligencia o imprevisión en sus propias funciones, o las omita; O porque sea incompetente, o su desempeño por algún otro concepto no resulte satisfactorio, cual cabía esperarlo de su aptitud como profe- sional, — y en cualquiera de estas situaciones, le conducirá aquella responsabilidad a resarcir los daños e intereses consiguientes. (Cód. civ., art. 628, 629, 630, y en general, art. 505, 506, 508 y 511). El monto de esos daños e intereses podrá deducirse, en primer lugar, de las sumas adeudadas al profesional por el que manda hacer; pero la indemnización no tiene monto limitado: podrá ser mayor que la retri- bución del primero. 6. Duración de la responsabilidad, atenta la duración del contrato. — Las prescripciones cuya aplicación a las funciones profesionales ha sido hasta aquí considerada, tratan de una obligación personal, y por ello vale la aplicación de las mismas mientras esa obligación ju- rídicamente subsiste. El pago, ésto es, según la definición legal (Cód. civ., art. 725), el cumplimiento de la prestación que hace el objeto de la obligación, extingue a ésta, e igualmente lo verifican una novación, compensa- ción, transacción, confusión, renuncia de los derechos del acreedor, remisión de la deuda o imposibilidad del pago, que modifiquen, en al- eún momento, la voluntad primera con que fué prevista dicha obli- gación. ¿Significa ésto que el ingeniero y el arquitecto se hallen, desde en- tonces, invariablemente escudados de responsabilidad por su obra? Punto es éste que ofrece por demás interés; pero que no quedará satisfactoriamente resuelto sino después de discutida la situación legal de uno y otro profesionales con relación a las construcciones. 7. La responsabilidad en materia de construcción. — De las múlti- ples acciones a que pueden el ingeniero y el arquitecto contribuir por sus conocimientos, la de construir es la más común e importante. Re- sulta ser, a la vez, la de simplicidad menor. El estudio previo de una construcción que ha de llevarse a cabo, es función inherente a uno de aquellos profesionales. De ese estudio, ordinariamente surge el proyecto que guiará la ejecución de la obra. Natural, pues, resulta atribuir el éxito de la construcción en sí mis- ma y desus fines, a las cualidades del proyecto formulado para reali- zarla. 20 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Pero si ese puede ser el criterio inmediato con que se juzgue el beneficio o el perjuicio de toda obra derivado, y por el cual se con- ciba únicamente afectada la responsabilidad del proyectista, demues- tra un poco más de reflexión que la ejecución de aquella obra puede, a su vez, desconocer o subvertir las previsiones con que fué proyee- tada. Y la deficiencia genérica de ejecución aparece, por lo tanto, en la misma línea que la de proyecto, cual posible causa de mal cumpli- miento de la obligación de construir en forma adecuada y con buen resultado. E Como, al par, se ve igualmente que puede la ejecución no ser con- ducida por quien proyectó, y hasta cabe confiarla a una empresa, des- préndese de estas circunstancias que el sistema de ejecución de una obra es factor decisivo en la atribución de las responsabilidades na- cidas de su erección. S. Responsabilidad en la ejecución por economía de las construccio- nes. — El ingeniero o el arquitecto que dirige administrativamente la ejecución de los trabajos, hácese razonablemente garante de la bondad de éstos, bajo las fases de la economía, de la solidez y eficien- cia, y de la duración de la obra, salvo impedimentos ajenos a su co- rrecta acción; mas no emprende la realización de esa obra, y si su habitual responsabilidad resulta amplificada por efecto de la forma de su desempeño, no varía éste de esencia jurídica : constituye siem- pre una prestación de servicios, pura y exclusiva, regida por la pres- eripción ya mencionada del artículo 1627 del Código civil, y en ma- teria de responsabilidad, por la letra y la doctrina de los artículos anteriormente citados (n” 5). 9. Responsabilidad cuando las obras ejecútanse por contrato. — Otra y muy distinta, es la condición en que se coloca una empresa, cuando hácese cargo de realizar una obra. El contrato que media entre quien manda y quien promete hacer, en tales condiciones, es el llamado, en derecho, de locación de obra (la locatio operis de los romanos), por nuestra ley civil definido en el ar- tículo 1629 como sigue: «Puede contratarse un trabajo o la eje- cución de una obra, conviniendo en que el que la ejecute ponga só- lo su trabajo o su industria, o que también provea la materia prin- cipal.» En este contrato, como se ve, únese a la gestión personal la de efectos y valores, y la firme promesa de entregar la obra con- cluída según estipulación, carga al prometiente el amplio riesgo de su empresa, ésto es, el riesgo más o menos grave, si bien reparable, que hace a la obra más ardua y costosa, como también el riesgo de RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 21 que sea destruída totalmente esa obra, antes de haberla entregado. El arquitecto o el ingeniero que dirige una construcción, debe a quien le comete la garantía de la bondad de aquélla, en mérito de su aptitud profesional, que pone, cual lo vimos, en tela de juicio su pe- pericia, su diligencia y su buen criterio, más de ninguna manera las circunstancias eventuales que engendran riesgos. Del mismo modo debe el resarcimiento de la pérdida de dinero que a consecuencia de una excesiva morosidad en construir, una deficiencia en las disposi- ciones al efecto tomadas, en el empleo de los materiales o en la estric- tez de los gastos le pueda, con razón, atribuir el dueño; pero no se- 'á garante, como lo es un empresario, del coste determinado de la obra, ni se verá obligado a rehacer de su cuenta, directamente, como ese empresario, todo trabajo de condición distinta de la estipulada en el pacto respectivo. La labor profesional no persigue un propósito de lucero : compén- sasela según su naturaleza e importancia; no le cuadra hacerse cargo de las contingencias independientes de la culpa en la gestión profe- sional. Cuando, pues, de una manera muy corriente, la construcción se haga bajo la dirección superior y la vigilancia de un profesional, pero emprendida por un contrato especial, dos son, y bastante distintas, las responsabilidades que quien manda construir puede requerir : la del técnico, a mérito del contrato de prestación de servicios; la del constructor, a mérito de un contrato de locación de obras. A la pri- mera responsabilidad, en síntesis efectiva por una acción de daños e intereses (1), corresponden las consecuencias del hecho personal del técnico. Al empresario ineumben las garantías del trabajo ejecutado por las personas que ocupe en la obra (Cód. civ., art. 1631); de la sa- tisfacción de las estipulaciones acerca de la manera de construir (Cód. civ., art. 1632 y 1634); del coste convenido por la obra (Cód. civ., art. 1633); del tiempo invertido en la ejecución de ésta (Cód. civ., art. 1635) (2); de los daños causados a terceros con motivo de los trabajos; de la observancia de las disposiciones policiales y mu- nicipales (Cód. civ., art. 1647). Asimismo, desde la conclusión del contrato, gravita sobre el empresario la responsabilidad que la ley, por disposición expresa (Cód. civ., art. 1646), le impone para el caso (1) Código civil, artículos 629 y 630 y artículos 506, 508 y 511. (2) Salvo causas de demora imputables a la gestión técnica y que entran entre las consideradas por el Código civil, artículos 625, 508, 509, 510. 22 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA de ruina parcial o total de la obra, procedente del vicio del suelo, de los materiales o de la ejecución. Las responsabilidades del técnico y del constructor mientras sub- sisten sus relaciones contractuales respectivas con quien les comete, infiérense de la acción que en derecho romano llamábase ex locato, contra el locador de servicios, bien porque no hubiese éste ejecuta- do la obra prometida, bien porque dicha obra resultase defectuosa y mala a consecuencia de la deficiencia de los materiales y de la colo- ación de éstos en obra, o de la impericia del contratista o de las per- sonas que ocupara, pues, dice Pothier (1) todo aquel que se encarga de una obra, oblígase a hacerla bien y según las reglas del arte, spon- det peritiam artis; y de su parte es una falta encargarse de una cosa que excede de sus fuerzas, como también emplear malos obreros. sas responsabilidades no son solidarias, sino aisladas; ni propia- mente se hallan ellas tampoco superpuestas: distínguelas, por el con- trario, la diferencia de las funciones y de las obligaciones que al tée- nico y al constructor pertenecen. No son evidentemente solidarias, porque dan reparación a faltas convencionales que solamente pueden gravitar sobre quien en cada caso convino, y no sobre persona alguna extraña a cada convención. Resulta de ello muy reducida la responsabilidad imputable al pro- fesional, en materia de construcción, por cuanto el director técnico de ésta se halla enteramente desligado del contrato formulado para realizar la obra, que es el más importante para el caso. Dirigir la obra, en efecto, importa aceptar o rechazar materiales, prescribir tra- bajos, modificarlos, intervenir en la manera técnica de realizarlos, fijar sus precios o el coste total de los mismos; pero en todas estas operaciones, la acción es desde fuera del contrato del dueño con el empresario, y desde luego, sin interés personal en ese contrato. Quien se apalabra para construir es únicamente el constructor, el que, subs- eripto el contrato, tórnase en la contraparte del dueño en punto a in- tereses, y así como recibe sólo, en mérito del pacto, la compensación pecuniaria establecida como equivalente de las obras realizadas, tuvo la obligación de poner en la realización todos los empeños requeridos por la probidad y la buena fe, como también todos los cuidados y previsiones que son de esperarse de una persona del oficio, para que la construcción entregada resultase lo que fuera convenido. En la (1) Euvres de Pothier, Traité du contrat de louage, tomo 4, número 425, pá- gina 143. RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 23 transacción de persona a persona, el técnico, que obra en forma limi- tada y en ayuda del dueño, no tiene porque compartir con el cons- tructor la responsabilidad que sobre éste insiste, en razón de su ac- tuación más directa en la adquisición de los materiales y de los en- seres, en la selección del personal y en la ejecución. Tomada por el constructor la obligación de entregar la obra en buenas condiciones, a su cargo se halla principalmente verificar si el proyecto es factible, con arreglo a los conocimientos que presúmense de su resolución de dedicarse a construir. Si fáltanle esos conocimientos, le corresponde asesorarse y cargar a quien le asesore las responsabilidades emergen- tes de todo descalabro en su empresa. No existe siquiera lógica en pretender la asociación en esta clase de garantía, de un empresario y un profesional que proceden con me- dios y objetos completamente apartados en sus respectivas funciones. Puntualizados los papeles que en la manera corriente de construir corresponden al técnico y al empresario, transparenta bien el alcance que la responsabilidad de uno y otro tiene, en toda circunstancia. El que manda construir encomienda al ingeniero o al arquitecto la preparación de planos, especificaciones, presupuestos y todos los do- cumentos restantes del proyecto. En esa oportunidad investiga el profesional las disposiciones que mejor responden al programa de las obras a construirse, determina la ubicación, la implantación, la ci- mentación más convenientes para las mismas; calcula sus proporcio- nes y su estabilidad; define su estructura, con arreglo a las conside- raciones económicas y de permanencia que influyen en su erección. Por otra parte, fijado que haya las disposiciones del proyecto y con- tratada que esté su ejecución, el trazado de la obra, sus alineaciones, sus niveles, la dirección de los trabajos, la comprobación de la cali- dad de los materiales, de las dimensiones de éstos y de las estructu- ras que con ellos se ejecuten, son tareas que le competen. Igualmente le corresponde, en general, verificar y liquidar las cuentas para pagar al empresario. El constructor, a su vez, promete ejecutar la construcción según regla de arte y las instrucciones del proyecto y del técnico. Para ello debe implantar la obra en el terreno, verificar la naturaleza del suelo, adquirir los materiales y ponerles en obra, tomar y vigilar sus obre- ros, ordenar las maniobras de todo el proceso de la construcción. Cabe de ésto, deducir que el profesional responde : a) Del razonable o prometido acierto del proyecto, que puede en- gendrar obras estables y duraderas, pero inadecuadas para su fin; 24 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA b) De las deficiencias de los cálculos y de las disposiciones delinea- das o escritas del proyecto, como asimismo de los errores materiales que en las piezas de éste existan: c) De la mala dirección e inspección de los trabajos, que pueden causar pérdida pecuniaria al dueño; d) De los errores o del dolo en las verificaciones y liquidaciones de cuentas. El empresario, en vez, carga exclusiva y especialmente con todos los defectos de construcción, bien se deban ellos a errores en los pla- nos, o a deficiencia de la cimentación, del empleo o de la calidad de los materiales, de la ejecución de los trabajos. También es responsa- ble el constructor de sus yerros al manejar su personal y sus en- seres. La responsabilidad del constructor es asimismo tan amplia, en el concepto de la legislación, que llega a cargarle con las consecuencias del caso fortuito. Nuestro Código civil no contiene, sobre este punto, disposiciones tan concretas y sobre todo completas, como el francés, en el que no obstante se inspiró para tratarlo. Para explicar mejor los dos sistemas y sus diferencias, veremos, en primer lugar, lo que expresa el Código civil francés. Sus artículos 1788, 1789 y 1790 hacen gravitar sobre el que cons- truye la pérdida por cualquier causa (fortuita o no) de la obra, si puso la materia con que fué ésta ejecutada, salvo la demora del dueño en recibir dicha obra, y también si no puso la materia, pero tuvo la culpa de la destrucción. Eximen al mismo constructor de cargar con la pér- dida de la obra, pero impónenle la de su remuneración personal, si no puso más que su trabajo o industria, y no fué causante del perjuicio, salvo la mora del dueño en recibir el trabajo, o que la pérdida haya ocurrido por vicio de la materia. Son estas prescripciones en lo fundamental, — que consiste en la atribución de la pérdida — la aplicación del principio res perit domino (la cosa perece para su dueño), del que sólo derogan cuando el que aparece dueño se halla en tal situación por las dilaciones injustifica- das del que en realidad debió serlo (caso de la mora), o bien hubo culpa de una parte en el daño sufrido. Con arreglo al artículo 1788 y su doctrina falló en definitiva la Corte de casación de París, el 11 de mayo de 1839, previa apelación resuelta en el mismo sentido por la Corte de apelaciones de Rennes, que: «Cuando los empresarios proveen ellos mismos los materiales, deben soportar solos las pérdidas resultantes del derrumbe de las RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 25 construcciones antes de su terminación y su entrega, aunque los pla- nos y las estipulaciones que pretenden son defectuosas no sean obra suya, y les hayan sido impuestos por el contrato, aun con la especifi- cación de la naturaleza y de la proporción de los materiales, si consta que tuvieron conocimiento de esos planos y estipulaciones, y que a ellos se sometieron sin reserva ni reclamación; no tienen siquiera de- recho a probar que esos planos eran viciosos » (1). Resalta en los considerandos de la Corte de Rennes, al tratar este caso, el que racionalmente sienta, como mira principal del contrato de locación de obra, el resultado del trabajo, de manera que la obligación contraída por el constructor no queda cumplida sino cuando la obra queda terminada y entregada. El codificador argentino, por su parte, no se ha alejado substancial- mente de la doctrina que dejo reseñada, en cuanto se refiere a la pér- dida de su remuneración por el constructor que no proveyó los mate- riales. El artículo 1630 del código argentino dice, en efecto : «El que se ha obligado a poner su trabajo o industria, no puede reclamar ningún estipendio si se destruye la obra por caso fortuito antes de haber sido entregada, a no ser que haya habido morosidad para reci- birla, o que la destrucción haya provenido de mala calidad de los ma- teriales, con tal que haya advertido esta circunstancia oportunamente al dueño. Si el material no era a propósito para el empleo a que le destinaban, el obrero es responsable del daño, si no advirtió de ello al propietario, si la obra resulta mala, o se destruyó por esa causa ». Esta regla, no obstante su similitud con las francesas antes citadas, refiérese fundamentalmente al caso fortuito, que es sólo parte de las situaciones por éstas tomadas en cuenta, y confunde muy equivo- cadamente la ruina por mala calidad apreciable de los materiales, que no es fortuita, con el caso, eximente de responsabilidad y fortui- to, en que esa mala calidad no pudo verificarse, y por ello fué silen- ciada. No habla, por otra parte, el artículo, ni se ocupan otros de la situa- ción del constructor que puso, con su trabajo, los materiales; pero la solución pertinente, tal vez involuntariamente omitida, transparenta de las disposiciones contenidas en los artículos 625, 627 y 628 del Código civil, citadas más arriba. Resulta de los textos concertados de estos tres artículos : (1) Manuel des lois du bátiment de la Société centrale des architectes francais, ter- cera edición, tomo I, página 256, y tomo III, páginas 98 y siguientes. 26 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 1” Que el obligado a hacer debe ejecutar el hecho en tiempo propio y del modo convenido; es esta obligación positiva, y no admite sino dos excepciones, a saber: 2 Que el hecho resultare imposible sin culpa del deudor, en cuyo :'aso queda extinguida la obligación para ambas partes, previa devo- lución por el deudor al acreedor de lo que, por razón del pacto, hubiese antes recibido; 3 Que la inejecución proceda de culpa del propio deudor, en cuyo caso pagará éste perjuicios e intereses. La conclusión segunda. anterior debe ser confrontada con la regla del artículo 1642 del Código civil, que autoriza a ambos contrayentes, dueño y empresario, a resolver el contrato si sobreviene al segundo imposibilidad de hacer o concluir la obra. La resolución, ya lo sabe- mos, importa la extinción del pacto, y la devolución de fondos antici- pados, a que se refieren el artículo 627 y su concordante el 895 del Código civil, corresponde a la hipótesis de la inejecución total, en tanto cabe la solución particular de pagar al dueño lo hecho por el construe- tor, que indica al final el artículo 1642, cuando la obra ha sido inicia- da, pero no concluída. Se apoya esta manera de ver en el cotejo de los textos del artículo 1642 y de su fuente, los artículos 2762, inciso 1”, y 2766 del Código civil de Freitas (1). El artículo 1642, además, no expresa si la imposibilidad sobrevenida al empresario para cumplir su obligación es o no culpable; pero debe entenderse, con el doctor Se- govia (2), que se trata de la segunda situación, por concordancia con todas las reglas concurrentes que tratan de la materia en el Có- digo. Mas, si las prescripciones hasta aquí estudiadas dan la solución de las cuestiones que pueden surgir de la falta de cumplimiento del con- trato, por una imposibilidad fortuita y culpable del constructor, nada dicen, en cambio, de la pérdida parcial y total irremisible de la obra ya ejecutada, si bien reparable por nueva construcción, pérdida que si no obliga a daños e intereses, por ser fortuita (Cód. civ., art. 513), no puede suponerse a cargo del dueño sin aplicar al caso el principio de la accesión, que no parece ser el aceptado por nuestra legislación sobre este particular. (1) A. T. pe Frerras, Código civil, traducción castellana, tomo 11, páginas 160 y 161. (2) L. Secovia, El Código civil de la República Argentina con su explicación y cri- tica, tomo I, nota 173 al artículo 1644. RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 27 Corresponde, pues, a mi juicio, entender como Machado (1), que «si además de su trabajo hubiera puesto los materiales obligándose a en- tregar la obra concluída, el empresario será responsable de su destrue- ción, cualquiera que fuese la causa, y no tendrá derecho al precio convenido, mientras no la hubiese entregado concluida». Obsérvese, «de paso, que el artículo 1630 del código argentino con- cierne igualmente a las tareas esencialmente técnicas, y atribuye al profesional la pérdida del estipendio de todo trabajo ejecutado por el mismo que importe entregar una cosa, cuando no medien las salveda- des aplicables indicadas en la misma preseripción. 10. Responsabilidad respecto de terceros. — Entiéndese, — cabe repe- tirlo — que las responsabilidades tratadas del profesional y del cons- tructor son para con el dueño, con el cual se encuentran relacionados ambos responsables. Si los hechos dañosos afectaron a terceros, deben éstos acudir al dueño en demanda de reparación, mientras sus perjui- cios hubiesen claramente derivado de la ejecución de los trabajos. Aquí es caso de aplicar las prescripciones de la responsabilidad Aquiliana, pues los terceros carecen de vinculación preexistente con el dueño y sus agentes. Además, la responsabilidad del dueño resulta indirecta, pues tiene el derecho de repetir contra los autores del hecho, las su- mas obladas para indemnizar a los terceros. Como es natural pensarlo, si la responsabilidad del dueño resulta indirecta en estos casos, los damnificados pueden optar por accionar contra el autor, ésto es, ejercer una acción directa de responsabilidad ; pero esta solución rara vez será la preferida, porque en general, apa- rece más claro el derecho de reclamar contra el dueño y se ve en la propiedad de éste una más segura prenda de que el resarcimiento perseguido se hará efectivo. Para los daños a otros causados por caídas de edificios o de cons- trucciones en general, y también por obras nuevas de cualquier espe- cie, aunque sea en lugar público y con licencia, sienta el código argentino (art. 1133) la responsabilidad del dueño, salvo probanza de inculpabilidad. No importa esta disposición reconocer que sea exclu- siva ni siempre directa la responsabilidad que estatuye. Ha quedado así redactada la prescripción, porque se refiere a perjuicios debidos aparentemente a cosas inanimadas, y fuera ilógico obligar a los dam- nificados, a buscar para sus pérdidas más o distinto garante que el (1) J. O. MACHADO, Exposición y comentario del Código civil argentino, tomo IV, párrafo 454, página 422 (texto). Buenos Aires, 1899. 28 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA dueño. Pero es evidente que si al ser responsabilizado éste, quedase ann amparado por la garantía desprendida de alguna obligación con- vencional, podrá hacerla efectiva y recuperar, como se decía anterior- mente, el monto de los perjuicios indemnizados. 11. Responsabilidad ulterior a la conclusión y recepción de las obras. — « Recibida y pagada la obra, dice el artículo 1646 del Código civil argentino, por el que la encargó, el constructor es responsable por su ruina total o parcial, si ésta procede de vicio de construcción, o de vicio del suelo, o de mala calidad de los materiales, haya o no el cons- tructor puesto los materiales, o hecho la obra en terreno del loca- tario.» Por medio de esta disposición provee nuestra ley civil al resguardo de los graves intereses particulares y colectivos que se hallan afecta- dos por la estabilidad y la duración de las construcciones. Trátase, en esta prescripción, similar a la que todas las legislacio- nes encierran sobre el mismo asunto, de hacer valer en cierta forma la responsabilidad del período contractual, con posterioridad a la ter- minación, por el constructor, y a la toma de posesión, por el dueño, de dichas construcciones. La existencia de semejante responsabilidad remonta al derecho romano. Rastros de ella hay en un fragmento de Ulpiano, que la imputa al arquitecto [Libro 24, ad edictum : ... Adrersus architectum actio dari debet qui fefellit (f. 7,83, D. Si mensor falsam modum dixerit, X1, 6)|; y una constitución dictada por Graciano, Valentiniano y Teo- dosio, el año 385 de nuestra era, fijaba su duración en 15 años, para las obras públicas. [Omnes quibus cura mandata fuerit operum publico- rum, usque ad annos quindecim ab opere perfecto cum suis heredibus teneantur obnoxii : ut si quid vitii in aedificatione intra praestitutum tempus pervenerit, de eorum patrimonio (exceptis tamen his casibus quí sunt fortuiti) reformetur. (O. S, O. De operibus publicis, VIH, 12.)] El derecho antiguo, predecesor de la legislación actual, tuvo de esta obligación de garantía un concepto claro y definido. Atestígualo De- nisarten su Collection de décisions nouvelles, verbo Bátiment, párrafo VIII, números 4 y 5 (París, 1784, t. 11, pág. 112), diciendo : « En ge- neral, estando cada uno de los concurrentes a la construcción de un edificio, obligado a hacer bien lo que hace, es él responsable de sus faltas y debe repararlas en el instante en que las comete... » « Pero hay una garantía de otra especie, y más extensa : es la que consiste en responder de la solidez de la obra durante un tiempo bas- tante considerable, para que se esté seguro de que los accidentes que RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 29 sobrevienen no son el efecto de faltas cometidas en la construcción misma del edificio. » En el Código civil francés, y otros muchos, esa garantía especial tiene una duración limitada. Anotando el artículo 1646 del argentino, ha citado el propio codificador los códigos francés (art. 1792), italiano (art. 1639), holandés (art. 1645) y napolitano (art. 1638), que determi- nan, para aquella garantía, un plazo decenal. El código de Luisiana (art. 2733), fíjala en diez años para las casas de ladrillo, y en cinco para las de madera. El código de Prusia (art. 966, tít. 11, parte 1*) limítala a tres años para el vicio de construcción, y a treinta para el de los materiales. 12. La prescripción antes mencionada del código francés (art. 1792), decide : «Si el edificio construído por precio alzado (4 prix fait), se arruina en todo o en parte, por el vicio de la construcción, y aun por el vicio del suelo, de ello son los arquitecto y empresario responsables durante diez años. » Pero más adelante, el mismo código estatuye en el artículo 2270 : « Después de diez años, el arquitecto y los empresa- rios quedan descargados de la garantía de las obras maestras (gros ouvrages) que han ejecutado o dirigido. » En los artículos 1792 y 2270, nótanse confundidas o entremezcladas las responsabilidades de los arquitectos y de los empresarios de obras. De esos artículos han efectuado largas y contradictorias discusiones los más autorizados tratadistas, sin llegar a un suficiente acuerdo acerca de su alcance y de su legítima interpretación. Me eximiría con agrado de referirme a estas discusiones, innecesarias en nuestro dere- cho, como se verá, si no existiera la costumbre, entre nosotros, de aplicar a la exégesis de las prescripciones similares del Código civil argentino, algunas de las consideraciones en aquellas vertidas. Comentan muchos autores el artículo 1792 de la ley civil francesa, admitiendo que es él una aplicación especial del principio de la res- ponsabilidad civil general (1). Este modo de ver ha sido combatido por Aubry et Rau (2), Pezous (3), Guillouard (4), Laurent (5), y las (1) SOURDAT, op. cit., tomo I, número 671 bis; CHRISTOPHLE ET AUGER, Traité théorique et pratique des travaux publics, segunda edición, tomo I, número 1338. París, 1889. (2) Op. cit., tomo IV, $ 446, página 755 y nota 7. (3) Des devis et marchés au point de vue du Droit civil, capítulo III, página 40. París, 1880, (4) Traité du contrat de louage, tomo II, número 843, página 398. París, 1891. (5) Tomo XXVI, número 27. 30 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA razones en que estriba la doctrina enseñada por estos autores, fueron brevemente expuestas con carácter general en los comienzos de esta conferencia (n? 3). No cabe aquí agregar, entonces, sino que las faltas convencionales pueden asimismo degenerar en delitos del derecho eri- minal (fraudes), pasibles de las responsabilidades penal y civil gene- ral, o también dar lugar a perjuicios de terceros que, por vía subsi- diaria, demanden a quienes cometieron dichas faltas la reparación a que son acreedores (1). En cuanto al alcance de los artículos 1792 y 2270 se refiere, son tres las opiniones expuestas por los autores. Sostienen Aubry et Rau (2) que ha menester distinguir con esmero las responsabilidades determinadas por uno y otro artículos. El artí- culo 1792 exige la concurrencia de tres condiciones para determinar responsabilidades, a saber: 1* que se trate de un edificio; 2? que haya sido parcial o total la ruina de ese edificio; 3* que el arquitecto haya construído los trabajos por empresa. En vez, el artículo 2270 sienta la responsabilidad : 1? para todos los trabajos maestros, de edificios o no; 2” para todas las deficiencias de construcción; 3” para los arqui- tectos que, sin haber construído, han dirigido los trabajos. Tomadas ambas disposiciones en estos sentidos, resulta que la del artículo 2270 extiende la responsabilidad de los arquitectos y empresarios a todos los trabajos importantes en cuya ejecución intervengan, bien les construyan por precio alzado o no. Y, por otra parte, el artículo 1792 establece contra las mismas personas una presunción legal de falta que hácelas derechamente responsables de la ruina del edificio, salvo que puedan dar probanzas satisfactorias en contra de la imputación. El artículo 2270, por otro lado, no presume la culpa del arquitecto y del contratista, y por consiguiente, corresponde al dueño que le invoca comprobar la culpa de aquéllos. La teoría de Aubry et Rau fúndase, según puede verse, en la interpretación literal de ambas disposi- ciones. Marcadé, Frémy-Ligneville y Perriquet, y al parecer, Troplong y Duvergier, sostienen, por su parte, que el artículo 1792 crea contra el arquitecto y el empresario una presunción legal de falta, y no se aparta de este criterio el artículo 2270, por su carácter de visible complemento del primero. (1) AuBrY ET RAU, loc. cit., nota 7, y GUILLOUARD, loc. cit., número 843, in fine. (2) Op. cit., tomo IV, $ 374, páginas 529 y 530. RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 31 Guillouard (1), por último, admite con Marcadé que sea el artículo 2270 complementario del 1792; pero no acepta, de acuerdo con Lau- rent, que este último artículo siente una presunción de falta contr: los garantes. Aunque la opinión de Guillouard no ha sido compartida por los tri- bunales franceses, cuyas sentencias han formado jurisprudencia en el sentido de la tesis ecléctica de Aubry et Rau, debo declarar que mi convicción acompaña por entero al primer jurisconsulto mencio- nado, por las tres razones que paso a dar, y que, en gran parte, se identifican con los argumentos aducidos por Guillouard en defensa de su tesis: 1? la garantía instituída por el artículo 1792 del código francés constituye, ya lo vimos, una excepción al derecho común, y a mi juicio, las presunciones, basadas en consideraciones de notoriedad y racionalidad, no corresponden a los casos de excepción, sino a las reglas; 2* no es racional imputar derechamente responsabilidad al constructor por la ruina, cuando la obra no está ya en su poder, y la causa de dicha ruina pudo ser un hecho fortuito, o de culpa del mis- mo dueño, o de tercero; 3* porque si alguna presunción cabe formular en la circunstancia, es ella favorable para el constructor, de quien recibió el dueño la obra, previa verificación de que había sido ejecu- tada satisfactoriamente. Pretendo dejar, así, confutadas las opiniones de Aubry et Rau y de Marcadé, y creo, por lo tanto, que al dueño incumbe producir la prueba de que la ruina de la obra, posterior a la recepción definitiva de ésta, se debió a un vicio de construcción. Corresponde esta solución, en derecho argentino, al caso resuelto por el artículo 1646 del código civil; y nótese que este artículo, muy diferente del 1792 francés, no habla de un edificio, sino de una obra, en general, al estatuir la garan- tía a favor del dueño; de manera que es aplicable cuanto prescribe a cualesquiera construcciones, de arquitectura o de ingeniería, nuevas o de reparos. La mención conjunta del arquitecto y del empresario en los artícu- los 1792 y 2270 de la ley francesa, obliga a tratar, naturalmente, la parte de responsabilidad que les toca en un mismo caso de ruina. Depende la distribución de las funciones desempeñadas en cada cir- cunstancia por uno y otro garantes, y de la naturaleza del hecho que originó la ruina. 15. Por entender Guillouard, entre otros tratadistas, que son ambas (1) Op. cit., tomo II, número 839, página 393. 32 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA responsabilidades consecuencias de faltas contractuales, no admite que sean ellas solidarias (1). Distínguelas, con esta base, el citado juris- consulto, como sigue: a) Vicio de construcción (mejor es decir de ejecución, porque tan vicios de construcción son los del plano, del suelo o de los materiales, como el que aquí se toma en particular cuenta): Constituye la falta más común y pesada. Sobre ambas personas gravita, en el sentir de Guillouard, quien reune bajo la denominación indicada las deficien- cias en la elección de los materiales, en la calidad de éstos, en las dimensiones de los mismos, y los vicios que la construcción, en sí misma, ofrezca hasta el punto de estar comprometida su existencia o su duración, o de hacerla impropia para su destino (2). Muy objetable es este criterio. Mientras se admita la responsabilidad simultánea del profesional y del constructor, ha de ser para el primero, que determina el empleo y las dimensiones de los materiales, la garantía por esa elección; en tanto cabe exigir más particularmente la earantía del empresario por la sola mala calidad, si la elección fué acertada. Asimismo, la defi- ciencia de ejecución, muy expresivamente llamada malfagon en francés, es únicamente imputable al empresario, salvo la falta de vigilancia susceptible de comprometer al profesional en los efectos de aquella deficiencia, que no puede, de otra parte, confundirse con la falta de dimensiones de la estructura de la obra, que constituye un error de los planos (en el sentido técnico, no en la acepción más vulgar y ma- terial), o la falta en la finalidad a que debe satisfacer la obra, que con ser un error del proyecto (planos), excusado resulta atribuirlo al em- presario que no construye sobre sus propios planos. ; b) Vicio del plano : Es imputable al técnico; pero incumbirá la ga- rantía, también, por una parte, al empresario, si los defectos hubieren sido vulgares y de fácil percepción, o no hubiese seguido punto por punto las disposiciones del proyecto. e) Vicio del suelo: Compromete la responsabilidad del profesional ante todo; pero también la del empresario, mientras los defectos del terreno fuesen fáciles de reconocerse, sin requerir conocimientos pro- fundos en geología (3). (1) Op. cit., tomo II, número 857, página 406. (2) Op. cit., tomo II, número 842, página 396. (3) No es exacto el concepto de Guillouard sobre la profundidad de los cono- cimientos de geología que estima necesarios para fundamentar bien una obra. RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 33 14. No me ocupo aquí de la responsabilidad emergente de las faltas a las disposiciones municipales o policiales, conforme lo hace el autor cuya opinión resumida precede, porque a mi juicio estas faltas, como lo vimos expresamente mencionadas en el artículo 1647 del código argentino, no importan lo mismo que la ruina total o parcial de la obra y su resarcimiento corresponde al período contractual, durante el cual casi siempre habrán de suscitarlo. Tampoco creo posible considerar la inobservancia de los preceptos legales que afecta a terceros, y especialmente a los vecinos, como una causa de ruina sometida a la garantía ulterior a la extinción del con- trato. El error o la culpa, en la mala construcción, promueven la res- ponsabilidad de los hombres del arte, porque su preparación y sus recursos para tomar parte en la construcción, constituyen la precisa razón de ser de las gestiones que fíales el dueño. El conocimiento del texto de las leyes, en vez, corresponde por regla a todas las personas, con las excepcionales excusas que acepten al respecto las legislacio- nes, en forma expresa (1), y esta circunstancia no ocurre para los que mandan construir, en los contratos de locación de servicios o de obra. La recepción definitiva de la obra, si no la misma aprobación de los planos, cubren entonces toda falta de los profesionales y empresarios con relación al dueño, en lo concerniente al respeto de los derechos «le terceros, afectados por la obra ejecutada. 15. Importa, ahora, observar que el sistema de la legislación fran- cesa, que admite la dualidad de las responsabilidades por la ruina de las construcciones, autoriza, por su espíritu, la mayor atribución que :al profesional verifican los autores (2) de la carga de resarcir los per- Juicios por dicha ruina producidos. Unifica dicha legislación, en efec- to, las dos garantías, fundada al parecer más en su origen que en su esencia jurídica, y es entonces lógico que si el profesional y el empre- sario responden por igual concepto (3), la responsabilidad mayor se Cimentar es arte que exige principalmente la noción clara de las condiciones de consistencia e inmovilidad que debe reunir una base de fundamento, para sus- tentar una construcción sin daño de ésta. Dichas condiciones tienen que ver con la carga del edificio, su distribución sobre la base, y la estructura más o menos coligada de aquél. Requiere, pues, el acertado estudio de una cimentación, más conocimientos de la ciencia de la construcción que de geología. (1) Ver Código civil argentino, artículo 20. (2) GUILLOUARD, op. cit., tomo TI, número 853, página 404. (3) Su hecho, y su preparación profesional. o AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIV 3 34 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA haga efectiva en quien tuvo más conocimientos para prever y evitar accidentes y daños. : 16. Otra es la tesis de nuestra legislación civil en materia de estas responsabilidades, las que redácense, desde luego, a una sola : la del empresario, en perfecta concordancia con las bases en que asienta la garantía de las construcciones durante el período contractual. El artí- culo 1646, cuyo texto recordé más arriba, es una transcripción, algo modificada, del inciso 2* del artículo 2794, contenido en el Código civil de Freitas, y colocado por este autor como solución especial del punto, al tratar de los empresarios de obras constructores. En la redacción de nuestro artículo, ha incorporado el codificador las dos cláusulas últimas del 2795, igualmente de Freitas, y la forma de esta manera adquirida por la prescripción, es evidentemente contraria a la apreciación que de su texto hace Machado (1), al suponer que no establece diferencia entre el arquitecto y el empresario constructor. ¿ Cómo no ha de entenderse hecha esa diferencia, en un artículo que empieza por las palabras : « Recibida y pagada la obra», no habla sino del constructor, y atribuye a éste la responsabilidad por ruina, haya o no puesto los materiales o levantado la construcción en terreno del locatario ? ¿ Acaso puede el dueño recibir la obra del técnico que no asumió la empresa de erigirla; o pagarla al ingeniero o al arqui- tecto con quien no trató para construirla; o se estila alguna vez que el profesional provea los materiales de una construcción con otra per- sona contratada (2)? Indiscutible parece que concordando nuestro codificador con Frei- tas, reconoció como Aubry et Rau, Laurent, Guillouard, Pezous, que la responsabilidad por ruina derivase de una falta convencional, ha- biéndola establecido para el constructor, mediante una clarísima y sintética redacción, en el título de la locación, al cual correspondía, por tratarse de una responsabilidad para con la persona que a aquel manda construir. Si es, pues, esta responsabilidad, peculiar de la situación de cada contrayente respecto del dueño, y requirió una mención expresa para existir, después de extinguida la obligación de construir, se com- (1) Op. cit., tomo IV, $ 456, páginas 430 y siguientes. (2) La contradicción de estos argumentos, fundados en las expresiones literales. del artículo 1646, puede apoyarse en una diferente interpretación de la intención de esas expresiones. Así, «recibida y pagada la obra », se habría entonces dicho para referirse al período ulterior a la extinción del pacto; «el constructor» no» RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 35 prende que no pueda atribuirse en nuestro derecho una garantía aná- loga al arquitecto o al ingeniero, cuando no la impone a éstos la ley. Podrá preguntarse, ante esta afirmación, si es posible y justo que sólo el constructor de la obra cargue con las consecuencias de la rui- na, aun cuando haya ocurrido ésta por el vicio del proyecto, que más compromete la responsabilidad del profesional. Surgirá, asimismo, la duda de que, si desliga nuestra legislación civil al profesional de semejante responsabilidad, pueda ella quedar involucrada en la del constructor, a mérito de las causas expresadas en el artículo 1646. Quedan ambas cuestiones satisfactoriamente solucionadas en dere- cho, recordando que las deficiencias del proyecto capaces de originar serios desmedros de la obra, no pueden pasar desapercibidas para el empresario, ni le es lícito ignorarlas, obligado, como está, a verificar sies factible la obra que habrá de ejecutar, para escudar a su empresa de riegos y peligros. Los considerandos de la Corte de apelaciones de Rennes, a que aludí anteriormente, señalan, a mi juicio, la verdadera situación legal del contratista, en la emergencia. Y ahora, como en el período contractual, la responsabilidad pecuniaria por la destrucción parcial o total de la obra, corresponde en justicia a quien fué pagado para hacer esa obra. No menciona expresamente el artículo 1646, entre las causales de responsabilidad, la ruina proveniente del vicio del proyecto; pero la mención no es necesaria, porque aquel vicio, llevada la obra a cabo, entra en el género de los vicios de construcción. Otro tanto podría decirse, — cabrá objetar, — del vicio de los materiales y del vicio del suelo. Voy a explicar por qué correspondió deslindarlos del de construcción en el texto del artículo que analizo. Por prescripción del artículo 1646, el constructor carga con la re- paración de la ruina procedente de la mala calidad de los materiales, háyales o no puesto. Pudo creerse, a faltar la clara indicación prece- dente, que no correspondería la responsabilidad del constructor, — salvo perjuicio de tercero, — cuando aquél hubiera advertido al due- ño que con el empleo de los materiales por éste suministrados, peli- haría distingo entre técnico y constructor; «haya o no puesto los materiales » significaría precisamente que se refiere la disposición tanto al constructor que puso los materiales como al profesional, que no los puso; etc. Semejantes inter- pretaciones, visiblemente forzadas, no quedan en pie ante el fundamento medu- lar de mi tesis, que a continuación se expone. 36 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA eraría la obra. Piénsalo así el doctor Lisandro Segovia (1), pese a la letra del artículo, apoyándose en la disposición final del artículo 1630, que ya hemos estudiado : el locador de obra que no pusiere los mate- riales, no puede reclamar su estipendio si, destruída la obra por la mala calidad o el inoportuno empleo de los materiales, no advirtió ese peligro al dueño, antes de ejecutar esa obra. A su vez, el autor citado se halla, para opinar cual queda expresado, en la excelente compañía de Freitas, cuya autoridad parecería decisiva sobre el punto, por el hecho de que es su obra la fuente del artículo 1646. En el artículo 2801 de su Código civil, dice Freitas : « No procede, sin embargo, lo dispuesto en el artículo 2794, número 2” (fuente del 1646 argentino), si probare (el empresario) que fué (la ruina) motivada por la mala ca- lidad de los materiales suministrados por el dueño de la obra (art. 2774 y 2775), sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 2776.» El artículo 2774 de Freitas atribuye culpa al que encarga la obra, per- diéndose o deteriorándose ésta o los materiales, si la pérdida o el de- terioro fué motivado por la mala calidad de los materiales por él su- ministrados; pero el artículo 2776 determina la improcedencia de esta solución «si el empresario, teniendo conocimiento de la mala calidad de los materiales suministrados por el que encarga la obra, o debien- do saberlo en razón de su oficio, dejó de advertirlo; o si él fué quien eligió los materiales, o quien los compró por orden del que encarga la obra ». Este criterio es inadmisible, en tratándose de la ruina de construcciones, porque acarreará ésta, en numerosos casos, conse- cuencias de gravedad cuya producción no puede quedar librada al albedrío o a la imprudencia del dueño. No es éste, de consiguiente, caso equiparable al de una obra de otro género (mueble y de menores pro- yecciones), a la que cabe ejecutar con material defectuoso, si el dueño así lo pretende, mientras no haya de originar esa pretensión ningún daño a otros. Cada cual puede, en esta forma, disponer de lo propio se- gún le cuadre. Mas la ley no debe consentir que se cierna una situa- ción de peligro sobre las personas y sus propiedades, tolerando que sea proseguida una construción con materiales inadecuados (2). Creo firmemente que el doctor Vélez Sarsfield se formuló estas considera- ciones al apartarse de la fuente y desechar la irresponsabilidad del (1) El Código civil de la República Argentina, con su explicación y crítica bajo la forma de notas, tomo 1, página 447, nota 179 al artículo 1648. (2) Tanto más injustificada fuera una tolerancia semejante, cuanto que los de- terioros o pérdidas que ocurrieran por hechos así previstos de antemano, engen- RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 7 constructor por la ruina prevista de la obra, a consecuencia de la utilización de materiales impropios. La mención expresa, pues, del vicio de los materiales en el artículo, queda doblemente justificada, por la naturaleza del vicio y por la necesidad de imponer una situa- ción opuesta a la mente de otros jurisconsultos. La referencia, por otra parte, del artículo 1646 al terreno en el cual se edifica, tomada de la cláusula final del artículo 2795 de Freitas, responde a la voluntad del codificador argentino, de aclarar y zanjar una controversia suscitada por Troplong (HT, 1015), al sostener que si el constructor ha edificado sobre su propio terreno, el contrato de edificación es un contrato de venta, y debiera ser tratado el caso como si hubiese el constructor vendido una casa por él construída, sin que se la encargasen. Al criticar este sistema en la nota 17 al $ 374, ma- nifiestan Aubry et Rau: « Es esa una consecuencia extrema, que pa- récenos demostrar más y más el error del sistema de que procede. Razonando como lo hace, Troplong no tiene ninguna cuenta de la parte de la convención por la cual el empresario, al encargarse de una construcción, háse empeñado a poner en ella todos los cuidados y todas las precauciones que de él cabía esperar, atenta su profesión. Y como precisamente es sobre esta idea, a la cual se vinculan consi- deraciones de orden público, que descansa la disposición del artículo 1792, contrario fuese a su espíritu el restringir su aplicación al solo caso en que el empresario ha construído sobre el terreno del propie- tario.» El doctor Vélez Sarsfield quiso dejar constancia explícita de su manera de ver concorde con esta última doctrina, y su redacción significa en esta parte del artículo 1646, como exactamente lo inter- preta el doctor Segovia, que la responsabilidad del constructor para ' con el propietario es la misma, así haya construído en terreno propio o en el del locatario (1). También se diferencia la prescripción del artículo 1646, de sus aná- logas del Código civil francés, en punto a la importancia de las obras arruinadas, al sistema de ejecucion con que fueron contratadas y al plazo de la garantía. drarían daños que más merecerían calificarse de delictuosos, que no de cuasi de- lictuosos. Señalo también, de paso, que la frase del doctor Segovia «salvo perjuicio de tercero », más arriba transeripta, carece de aplicación al caso que tratamos, por que el artículo 1646 no se ocupa de esa clase de perjuicios, sino de los que se originan al locatario. (1) Op. cit., nota 180 al artículo 1648 (1646). 38 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Nuestro Código civil, en efecto, no sienta como el de Francia, que la garantía se refiera a las obras maestras, o si se quiere, de im- portancia capital en la construcción, y si bien, de acuerdo con la acepción técnica de la palabra ruina, que emplea, es de entenderse que la destrucción acaecida en parte de la obra debe ser de alguna consideración, creo acertada, sobre este particular, la opinión de Bialet Massé, quien piensa que es obligación del responsable la de reparar los daños producidos por la ruina de cualesquiera obras, bien sean ellas principales o accesorias, con tal de que su destrucción afecte la solidez de la construcción. Por mi parte, agrego que la ruina parcial puede producirse en al- guna estructura aislada de la construcción, y debe no obstante ser reparada. Es ese el caso, por ejemplo, de una pared de cerca erigida en virtud de un contrato de edificación, que se desplomase por su mala cimentación o su construcción deficiente, sin que ocurriesen perjuicios al edificio. La garantía del artículo 1646 no distingue, entonces, la clase de las obras arruinadas. Tampoco se limita, en su alcance, a las nuevas, sino que cabe hacerla efectiva para las de reparo, con el necesario deslinde de culpas, que, en tal caso, pueden incumbir al primer constructor o a los sucesivos. En cuanto al sistema de ejecución atañe, la legislación francesa, por su indicación de un precio alzado al instituir la responsabilidad decenal mediante el artículo 1792, ha dado lugar a que se discutiera si debía ésta aplicarse igualmente a la contratación por unidad. Por su redacción no admite nuestro artículo semejante controversia, y creo muy justa su doctrina. Menos fácil resulta. apreciar la verdadera mente del codificador al dejar de señalar un plazo para la garantía. Asigna la ley francesa, como lo vimos, una duración uniforme de diez años a ese plazo, y no parece excesivo, en general, ese período de tiempo, cuando se recuer- da que fué establecido para las solas obras maestras de la construe- ción. Hay, no obstante, en él, demasía cuando se trata de aplicarlo a la obra maestra de edificios ligeros o provisionales, de madera u otros materiales cuya duración no es larga. En vez de adoptar nuestro codificador, en este punto, alguno de los criterios por él mismo citados en la nota al artículo 1646 (1), optó por dejar indeterminado el plazo de la responsabilidad, lo que ha dado (1) Véase página 21. RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 39 lugar a la hipótesis del doctor Segovia (1), de que pensara dejar li- brada al arbitrio judicial la solución, en cada caso, del término de dicha responsabilidad. Es ésta una suposición muy cuerda y preferible a la de Machado (2), quien expresa que la responsabilidad del cons- tructor se entiende de una manera casi ilimitada en cuanto al tiempo y que no puede limitársela en forma alguna, porque es de orden públi- -Co, si bien la ley misma debió darle término. Cree asimismo, este au- tor (3), que la acción del propietario es preseriptible, porque ha de interpretarse el silencio del código al respecto en favor de la libertad del deudor. La prescripción, según Machado, es la treintenaria. No admito que la disposición del artículo 1646 sea de orden públi- co, porque substancialmente tiene por objeto amparar el peculio del propietario (4). Si la ruina de la construcción para éste erigida cau- sase daños a terceros, la responsabilidad inmediata para con éstos incumbiría al dueño (art. 1133 y siguientes del Código civil), quien puede libremente renunciar al beneficio que le acuerda la ley, de ha- cer efectiva en el constructor la reparación a que éste se halla obli- gado por el artículo 1646. Y si los terceros requiriesen subsidiaria y directamente la responsabilidad del constructor, no podrían invocar la misma prescripción, — porque no son partes del contrato de cons- trucción, — y sí las que en nuestra legislación determinan la respon- sabilidad general, sin previa convención. En cuanto a la prescripción de la responsabilidad determinada por el artículo 1646, existe evidentemente. Bialet Massé (5) admite que ella se rija por el artículo 4023 del Código civil, el que dispone : «Toda acción personal por deuda exigible se prescribbe por diez años entre presentes y veinte entre ausentes, aunque la deuda esté garan- tizada con hipoteca », y parece que sea esa la aplicación más justa de las disposiciones de nuestra legislación a este caso; mas no creo, como Bialet Massé, que el artículo recordado opere la prescripción a contar desde la fecha de la conclusión y recepción de la obra, sino desde el día en que la ruina se produce. La prescripción liberatoria (1) Op. cit., tomo II, página 148, nota 181 al artículo 1648 (1646). (2) Op. cit., tomo IV, página 433, nota al artículo 1646. (3) Op. cit., tomo IV, página 436, nota al artículo 1646. (4) Una cosa es como lo expresan exactamente Aubry y Rau (t. IV, $ 374, nota 17, pág. 530), que a ese amparo de orden común vengan a añadirse consi- deraciones de orden público, y otra que sea él de orden público. (5) Revista técnica de Buenos Aires, número 38, página 30. 40 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA es, en efecto, según el artículo 3949 del Código civil, una excep- ción para repeler una acción por el hecho de que quien entabla a ésta ha dejado transcurrir un lapso de tiempo antes de promoverla o de ejercer el derecho al cual ella se refiere, y de consiguiente, en el caso, — por no ser posible ejercer la acción en responsabilidad mien- tras no se hubiere producido la causa originaria de esa acción, — el principio del plazo de prescripción debe contarse con arreglo a lo: dispuesto en el artículo 3957, desde el día del cumplimiento de la condición para que exista el crédito del propietario, y no según lo indica el artículo 3956 (1), desde la fecha del título de la obligación. De tal manera, la prescripción es aplicada según su naturaleza y no es posible reprocharle, como lo hace Bialet Massé, al entender apli- cado el artículo 3956, que esa condición ordinaria, sujeta a suspen- siones, interrupciones, etc., no constituye la condición legal que co- rresponde al ejercicio de los derechos del dueño contra el constructor para el caso de ruina, porque no puede depender, como la de otros derechos que dan lugar a acciones personales, de la presencia o la ausencia de las partes en el lugar, ni de otros acontecimientos sobre- vinientes a los vicios cuya reparación es exigida. 17. Resulta, en síntesis, de cuanto he expuesto sobre la responsa- bilidad instituída por el artículo 1646 del Código civil argentino, en el caso de ruina de las construcciones realizadas por empresa, que : 1* Es ésa responsabilidad del contratista para con el dueño; 2” Cubre los deterioros de la obra debidos al vicio de construcción y no a la acción de otras personas que el constructor y su personal, o a causas fortuitas; 3” Esos deterioros habrán de corresponder a estructuras maestras o de importancia en la obra, pues el concepto de la ruina parcial o total mencionado en la ley, no involucra la destrucción de estructu- ras ligeras y accesorias, o de duración limitada por su naturaleza o sujetas a desgatarse rápidamente por el uso, la mala conservación u otros motivos; 4” El dueño puede formular la reclamación dentro de los diez años, entre presentes, o veinte entre ausentes, desde el día en que acaezca el accidente; 5” El resarcimiento inmediato de los perjuicios que la ruina oca- sione a terceros, corresponde al dueño; (1) Véase AuBRY Y RAU, op. cit., tomo II, $ 213, página 329, y GUILLOUARD, op. cit., tomo II, número 869, página 418, opiniones de M. Labbé. RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 41 6” El resarcimiento debido por el constructor es por todos los per- juicios sufridos por el dueño en sus bienes, y los daños experimenta- dos por terceros y cobrados a éste; ¡ 7” La responsabilidad es general, ya se trate de obras nuevas o de reparos; 8 Corresponde, en nuestro derecho, a todos los sistemas de con- tratación (1). 18. Jurisprudencia en materia de responsabilidad del construtor, con posterioridad a la recepción de la obra. — La casi totalidad de las acciones que los dueños han promovido en los tribunales del país, para recobrar el valor de los deterioros y de los daños derivados de la mala condición de las obras, lo han sido dentro del plazo contrac- tual o en las situaciones a menudo mal definidas de las postrimerías de ese plazo, y como es lógico pensarlo, contra el empresario, bien porque no existiese también una intervención del profesional en las obras (caso frecuente), o porque se entendiera propio requerir del contratista la ejecución prometida con estricto arreglo a su promesa. Esos casos, naturalmente, no nos interesan. La jurisprudencia reciente, sin embargo, registra uno en que, por la aplicación de varias consideraciones expuestas y combatidas en mi anterior exposición, ha condenado un juez a un arquitecto, a que re- embolsara a su comitente el monto de los gastos exigidos para poner en el estado debido los edificios construídos según los planos y bajo la dirección de dicho arquitecto, con costas y reserva, asimismo, del derecho que por daños e intereses puedan corresponder al comitente. No me consta que de este fallo haya sido apelado; pero es él tan re- ciente, que no me creo autorizado a discutir sus fundamentos. Por lo demás, las ideas del juez, en este caso, parecen concordar con algunas de Machado y la tesis de la legislación francesa sobre el carácter y el alcance de la responsabilidad ulterior a la recepción de la obra. Habría, pues, mucha redundancia, en cualquier disquisición que intentara del fallo citado. Me permitiréis que pase adelante, sin particularizar los errores de doctrina que contiene ese fallo, en mi sentir. 19. Responsabilidad del profesional que sirve a la administración pú- blica. — El estudio hasta aquí realizado de la atribución de la respon- sabilidad profesional al ingeniero y al arquitecto, ha tomado única- (1) Mauricio DURRIEU, Técnica de la arquitectura y arquitectura legal, parte 1?, tomo I, número 72, página 108. Buenos Aires, 1916. 42 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA mente en cuenta las prescripciones del derecho común, aplicables a las relaciones privadas, y desde luego, a la locación de servicios y de obra convenida con particulares. Suelen ambos profesionales, además, desempeñar funciones en la ejecución de las obras públicas, la cual, como lo sabemos, se rige prin- cipalmente por las disposiciones del derecho administrativo, que sólo suplen, cuando ha menester, las del común. Veamos, entonces, si varía en nuestro derecho administrativo el criterio ya expuesto para considerar la situación legal de dichos pro- fesionales, como también el concepto de la responsabilidad del cons- tructor. El ingeniero y el arquitecto pueden desempeñar para la adminis- tración pública las tareas inherentes a un cargo público, o bien otras especiales, semejantes a las que acostumbran confiarles los particu- lares. Empeñan, en el segundo caso, para con la administración, la pres- tación de sus servicios mediante un contrato que, de ordinario, no difiere del que les vincula en el orden privado, y su situación legal, como igualmente su responsabilidad, encuadran así en las reglas del derecho común. La atribución, sin embargo, de su responsabilidad, cuando dirijan la ejecución de obras, depende de las condiciones en que las disposiciones administrativas establezcan las garantías co- rrespondientes a la forma de esa ejecución. Previo, pues, resulta en cada circunstancia, analizar esas disposiciones. Ofrece interés indudable, entre nosotros, tal análisis, en lo concer- niente a la realización delas obras públicas nacionales. La ley número 775, dictada el año de 1876, deslinda firmemente la responsabilidad de quienes intervienen en la ejecución de aquellas obras, en el artículo 39, que determina: «Cuando el ingeniero ins- pector advirtiese vicios en las construcciones, ya sea en el curso de su ejecución o ya antes de verificarse su entrega, podrá disponer que las partes defectuosas sean demolidas y reconstruídas a costa del con- tratista, quien es exclusivamente responsable de la ejecución de la obra que hubiese contratado, y de las faltas que en la misma se advirtiese, sin que le sirva de excusa ni le dé derecho alguno el que el ingeniero o sus subalternos las hubiesen examinado o reconocido durante su construcción, siendo todas de su cuenta y riesgo, independientemente de la inspección de ese empleado y de la responsabilidad en que a su vez pudiese éste incurrir. » Esta prescripción, correspondiente al solo plazo contractual, pues- RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 43 to que refiérese a vicios o faltas descubiertas antes de la recepción de la obra, no discrepa de los preceptos ya expuestos del derecho co- mún. Robustece y aclara a éstos, por el contrario, determinando ex- plícitamente la situación del contratista en materia de garantía por la calidad de los trabajos que contratara. No trata la ley sobre obras públicas, de la responsabilidad ulterior a la recepción definitiva; pero la voluntad que evidencia al referirse al período contractual, y la falta de toda cláusula derogatoria de las prescripciones del derecho común al respecto, conducen a admitir que sea perfectamente aplicable a la ruina en parte o total de una obre pública, cuanto dispone el artículo 1646 del Código civil. En idéntico sentido se ha decidido categóricamente la administración francesa, después de una época de irresolución, en el final de la cláusula 47 de su último Cahier des clauses et conditions générales imposées aux entre- preneurs des travaux de ponts et chaussées (diciembre 29 de 1910), diciendo: «Se reserva, en provecho del estado, la acción en garantía prevista por los artículos 1792 y 2270 del Código civil» (1). Bastan estas pocas consideraciones para fundar la opinión que sos- tengo, de que la responsabilidad profesional del ingeniero y del ar- quitecto que no son empleados de la administración pública, queda, en materia de ejecución de obras públicas, de una manera general, determinada por las prescripciones del derecho común. Será esta misma la situación de ambos profesionales, cuando inter- viniesen, en idénticas condiciones, en la ejecución de trabajos para una administración provincial o comunal que no tuviesen ley o re- elamentación especial para regir la realización de aquellos trabajos. 20. Para la situación de los ingenieros y arquitectos que como em- pleados públicos participan más o menos ampliamente en trabajos profesionales, opinan generalmente los autores que no existen las res- ponsabilidades emergentes de la locación de servicios efectuada en la condición independiente hasta el momento tratada. Apoya Guil- louard (2) su manera de ver en tal sentido, en estos dos motivos : 1” que las funciones de los ingenieros de puentes y calzadas empleados há- llanse, en Francia, determinadas por un decreto (7 fructidor, año XII) que no menciona los artículos 1792 y 2270 del Código civil francés; 2” que les asigna el decreto del 10 de mayo de 1854 (art. 4”), una re- (1) Ver, para más pormenores, M. DURRIEU, Técnica de la arquitectura y ar- quitectura legal, 1916, parte 1?%, tomo LI, página 108 a, número 72 a. (2) Op. cit., tomo II, número 858, página 407. 44 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA tribución muy inferior a la que perciben los arquitectos ordinarios. «En principio, asevera Fraissaingea (1), para plegarse a la misma opinión, el ingeniero de puentes y calzadas no incurre sino en una responsabilidad moral cuando trabaja, por cuenta del estado, en ca- minos, canales, ferrocarriles, puentes, diques, calzadas, que componen su dominio habitual, o cuando dirige los trabajos de las carreteras departamentales que entran en sus atribuciones normales, según el decreto de 16 de diciembre de 1811. Lo mismo ocurre cuando, por or- den de sus superiores jerárquicos, formula planos de construcciones departamentales o comunales y preside su ejecución. » Con más amplitud dicen Christophle y Auger: «Los ingenieros civiles y militares, y en general todos los agentes cualesquiera a quienes encomienda la administración que dirijan o vigilen trabajos, escapan a la aplicación del artículo 1792 del Código civil (2). Pónelos su calidad de funcionarios a cubierto de cualquiera investigación en lo relativo a las faltas y a la negligencia de que pueden volverse cul- pables. La pérdida de la confianza de la administración; su destitu- ción, si falta hiciere, han parecido garantías bastantes para excitar y mantener su celo. No debe olvidarse, por lo demás, que siquiera en lo concerniente a la redacción de los planos, la acción de responsabili- dad no tendría, respecto de ellos, fundamento jurídico. Los planos de los trabajos son, antes de ejecutarlos, sometidos a la aprobación de los Consejos de obras civiles o militares, o de la Comisión mixta de obras públicas, cuyo examen cubre la responsabilidad de los autores de los proyectos o de los agentes encargados de la dirección y de la ejecución de los trabajos. El ingeniero que les redactó o hace ejecu- tar, obedece, después de esta aprobación, a las órdenes de sus supe- riores jerárquicos. Si erró, con ellos fué, y sobre ellos, si fuera posi- ble, debiera recaer la responsabilidad (3). M. Wait, asimismo, sostiene que el empleado público se halla exento de responsabilidad civil, por su falta de saber; ofrécele duda que lo propio ocurra cuando al empleado se impute falta de cuida- (1) Lovurs FRAISSAINGEA, De la responsabilité des architectes et entrepreneurs W'apres les articles 1792 et 2270, A. Rousseau. París, 1887, capítulo I, número 44, página 51. (2) Nótese que la responsabilidad a que se refieren los autores citados es con- siguiente de una falta convencional, y por ende, el juicio expuesto debe ser ex- tendido a la falta evidenciada durante el plazo contractual. (3) CHRISTOPHLE ET AUGER, Traité théorique et pratique des travaux publics, 2% edición, tomo 1, número 1341, página 651. RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 45 do (1); señala casos en que fueron responsabilizados empleados del Estado por su negligencia (2). «Si los funcionarios, dice este autor, fueran responsables porque les falte saber o capacidad, o pudieran ser llamados a afianzar obligaciones que asumen de parte y en prove- cho del público, puede decirse que las compactas filas de los postu- lantes de empleos quedarían muy raleadas. Un empleado, que fué lle- vado a su cargo y no puede escoger entre actuar o no, teniendo que realizar cuanto se le ofrezca en razón de ese cargo, hállase en una situación diferente de un agente o de un profesional que solicita em- pleo, y puede servir o no, según lo quiera. El primero no está sujeto a una acción legal por persona alguna, mientras no dejare de cum- plir algún deber que especialmente concierna a esa persona» (3). Muy autorizados son los pareceres citados; pero no los estimo con- vincentes, ni aplicables entre nosotros. La responsabilidad impuesta por la ley a los profesionales que ejer- cen funciones privadas, debe alcanzar por igual a los que asumen funciones públicas y actúan en análoga condición, si es que se de- muestra que ambas situaciones tienen la misma calidad jurídica. Huelga realizar semejante demostración entre nosotros, porque la legislación nacional no hace del desempeño de cargos públicos ningu- na calificación especial, y es evidente que prestar servicios en uno de ellos, vinculándose con la persona jurídica de la administración, im- porta lo propio que efectuarlo en el orden privado. El monto de la re- muneración, como lo indiqué anteriormente, nada tiene que hacer con la calidad del servicio prestado, y solamente habría motivo para va- riar de criterio al considerar la condición de los empleados, si existie- sen disposiciones administrativas que fundaran semejante variación. En el orden nacional, la ley sobre obras públicas nada expresa en ese sentido, y solamente tenemos la mención del artículo 39, ya enun- ciado, de que la responsabilidad del constructor, por deficiencias de la obra ejecutada, es independiente de la responsabilidad en que el ingeniero inspector pudiese incurrir. Despréndese de esta cláusula, que la ley citada, por lo menos, no tuvo por inexistente la garantía debida a la administración por la gestión confiada al técnico, en cuan- to a la construcción se refiere. (1) Warr, op. cit., número 850, página (2) Warr, op. cit., número 854, página 775. (3) Warr, op. cit., número 850, página 773. 46 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Falta hace, ahora, averiguar qué alcance corresponde al propósito así deducido de la ley sobre obras públicas. Tomándolo bajo el aspecto completamente general, la garantía de- bida por los agentes administrativos con motivo de sus actos perju- diciales, vuelve a cobrar la complicación que estudiamos al principiar esta conferencia. Es, ante todo, directa esa garantía para con la ad- ministración, la que está autorizada para destituir al empleado, si halla a éste con culpa grave, o bien imponerle correctivo de menor severidad. La responsabilidad civil, es decir, pecuniaria, también corresponde a favor del Estado, el que puede demandarla al empleado en mérito del artículo 1112 del Código civil, que dispone: «Los hechos y las omisiones de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus funcio- nes, por no cumplir sino de una manera irregular las obligaciones le- gales que les están impuestas, son comprendidos en las disposiciones de este título.» (De las obligaciones que nacen de los hechos ilícitos que no son delitos). Para Lucio V. López (1). esta cláusula legal consagra la responsa- bilidad directa de los agentes de la administración. Creo que se extiende esta conclusión a la responsabilidad indirecta que sea atribuída a la administración por los hechos de sus agentes. No obstante, las responsabilidades de orden general, derivadas de las prescripciones del derecho común, cuadran mal a la situación co- rriente de los profesionales empleados de la administración pública. Es efectiva, en numerosos casos, la colaboración de varias personas en una misma tarea; la substitución de unos por otros empleados en los mismos servicios ; la discontinuidad o la modificación de esos ser- vicios por voluntad jerárquica superior y la sumisión forzada de un subalterno a las órdenes de quien le manda. Prácticamente, pues, y a falta de prescripciones reglamentarias precisas, las responsabilida- des de los empleados serán, a menudo, de difícil atribución, y es muy posible que en tal mérito persista el hábito de descuidar la imputa- ción de pérdidas pecuniarias a los empleados públicos que debieran soportarlas por su falta de diligencia o de aptitud (2)... (1) Curso de derecho administrativo, capítulo XIII, número 106, páginas 218 y si- guientes. (2) Estas consideraciones no comprenden lo relativo a la responsabilidad por el manejo de fondos, punto que tratan disposiciones especiales de la Ley de Con- tabilidad. RESPONSABILIDAD DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO 47 Señores : Habéis de disculparme si alargué mi exposición, insistiendo en consideraciones que más pertenecen, de acuerdo con mis ideas, a la responsabilidad del constructor que no a las del ingeniero y del arqui- tecto. Esta insistencia ha sido deliberada, porque, ya lo habéis visto, hay quien piensa que las responsabilidades del técnico y del empre- sario son simultáneas e igualmente exigibles, en nuestro derecho, — y también, principalmente, porque mi opinión es, hoy, una tesis pro- fesional, labrada en la forja de que es yunque el estudio, y martillo la meditación, — y he procurado ofrecerla a vuestra consideración con los antecedentes indispensables para mejor fundarla. Entiendo que la solución dada por nuestra legislación a la cuestión de la responsabilidad por la realización de obras, es, en lo fundamen- tal, muy exacta y racional. Empero, habríame placido hallar en el Código civil una disposición por la cual seamparara al que manda construir, sin adoptar con tal fin el sistema de ejecución por empresa, contra los defectos graves de fi- nalidad o de construcción que en la obra erigida lleguen a hacerse notables tan sólo después de su terminación. Habría esta disposición llenado un vacío tanto más sensible, cuan- to que obedece la garantía del que proyecta o construye una obra. a favor de quien invierte su capital en la construcción, a razones que rebasan los límites del interés privado para entrar en el campo del interés y del bienestar colectivos. He dicho. Buenos Aires, agosto 23 de 1917. M. DURRIEU. COMUNICACIÓN A LA SECCIÓN DE CIENCIAS FÍSICO-QUÍMICAS DE LA ACADEMIA SOBRE CONDUCTIBILIDAD TÉRMICA Y DISOCIACIÓN Por EL DOCTOR TEÓFILO ISNARDI Profesor de físicoquímica $ 1. La conductibilidad térmica del vapor de bromo no ha sido me- dida hasta hoy, que yo sepa. En cambio existen trabajos ya antiguos sobre la disociación de este elemento según la ecuación 1 == 29)890- Jrafts (*) observó en 1880 una diminución de la densidad de va- por del bromo por el método de Víctor Meyer y a la temperatura de 1570. Como el vapor de bromo queda mezclado con una cantidad de aire imposible de medir, sus observaciones no permiten cálculo algu- no sobre el volor de las constantes de disociación, pues se desconoce la presión parcial del bromo. Crafts encontró valores que oscilaban entre 63,4 y 64,7 para la densidad de vapor y consideraba como nor- mal el valor 75,7 en cambio del actual 79,92. Por la misma razón tampoco pueden servir de base a estos estudios cuantitativos los valores de V. Meyer y Ziiblin (**) del mismo año quienes observaron la diminución de densidad hacia el rojo-amarillo y 15709, obteniendo valores mucho menores que los de Crafts. La primera tentativa de obtener resultados cuantitativamente exac- (*) CrArTsS, Comptes-rendus, 90, 183. 1880. (*) Y. MEYER Y ZUBLIN, Ber. d. Deutsch. Chem. Gesellsch., 13, 405. 1880. SOBRE CONDUCTIBILIDAD TÉRMICA 49 tos fué hecha en 1882 por C. Langer y V. Meyer (*) quienes recu- rrieron al procedimiento de diluir el vapor de bromo en una cantidad medible de nitrógeno de modo de disminuir su tensión parcial, au- mentando así el grado de disociación. Un tubo de porcelana, cuyos extremos estaban unidos a tubos ca- pilares, era llenado con una mezcla de nitrógeno y vapor de bromo e introducido en un horno hasta la temperatura de 10409 €. Después de un cierto tiempo se hacía pasar por el tubo una corriente de anhí- drido carbónico exento de aire que arrastraba el bromo y el nitróge- no. El primero era fijado en una solución de yoduro de potasio y pos- teriormente titulado; la mezcla de nitrógeno y anhídrido pasaba luego por una solución de potasa cáustica que fijada el anhídrido mientras el nitrógeno era medido en un tubo graduado convenien- temente dispuesto. Inmediatamente antes y después de cada opera- ción se hacía una con nitrógeno solamente, que servía para comprobar si la temperatura del horno se había mantenido constante, y para calcular la presión parcial del nitrógeno — y, por diferencia, la del bromo — y la temperatura alcanzada en la operación de medida. El tipo de la mezcla fué aproximadamente : una parte de vapor de bro- mo y once de nitrógeno. El resultado fué :. presión : p=0,083 at.; densidad de vapor: A="78,88 (H=1). Los autores dicen : « Estos experimentos prueban, que la densidad del vapor de bromo aun para una disolución once veces su volumen de nitrógeno es normal hasta 900% C.» Sin embargo el valor de A hallado es sensiblemente menor que el normal (79,92); pero el error probable de las medidas es erande, pues las determinaciones oscilan entre A=78,2 y A=80,8 por lo que ninguna conclusión segura puede sacarse de estas medidas. El valor medio daría : T=11730 (abs) p=6,S81cmHg 'a=0,014 donde a es el grado de disociación. Finalmente tenemos las determinaciones de Perman y Atkinson (**) (*) C. LANGER Y MEYER, Ber. d. Deutsch. Chem. Gesellsch., 15, 2769. 1882, y Pyrochemische Untersuchungen, Braunschweig, 1885. Ver también : ABEGG, Handb. der Anorg. chemie, página 235, y Zeitschr. fiir Phys. chemie. 32, 577. 1900. (**) E, P. PERMAN Y G. A. S. ATKINSON, Proc. Roy. Soc., 66, 10, 1900; Zeitschr. fúr Phys. Chemie, 33, 215. 1900. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIV 4 50 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA - sobre densidades del vapor de bromo. Ellos han medido por un méto- do que no es sino una modificación del de Dumas. Como la descrip- ción del aparato sería demasiado larga para este lugar remitimos al trabajo original. Para nuestro objeto basta con anotar los resultados más importantes : a) Hasta 8309 la densidad A mantiene su valor normal, es decir que no existe disociación apreciable; b) A 900% se obtiene A="8,5 para una presión de 767 mm y A =718,7 para p =365,5. Este resultado está desde luego en contra- dicción con la ley de Guldberg y Waage, según la cual, a temperatu- ra constante, debe tenerse : 1e INES" PEA const. 1l— 7 O para z pequeño: Px* = const. es decir el grado de disociación ¿inversamente proporcional a la raíz cuadrada de la presión. c) A mayores temperaturas (1015 y 10509) la disociación aumen- ta, llegando; para la segunda temperatura, al valor: a = 0,063 (1) correspondiente a la presión atmosférica. El calor de disociación se- ría según esas medidas, en término medio : Q., = 56000 calorías (2) se pueden así calcular las constantes de la fórmula (*): a* Q. E 1 QOEX—c—_————— _—_—_— o. — S a h 03 up LT —- log Ñ ds const (3) . =56000 cal. const. = — 5,59 P (en cm de Hg). La fórmula (3) da valores que concuerdan aproximadamente con (*) Para todas las fórmulas citadas en este trabajo me remito — salvo indica- ción especial — a mi monografía anterior : Sobre conductibilidad del calor en los gases disociados, etc. Contribución al estudio de las ciencias. Universidad Nacional de La Plata, 1, página 201. 1916. SOBRE CONDUCTIBILIDAD TÉRMICA 51 los valores observados para presión constante e igual a 76 cm. d) A temperatura constante (10409) y presión variable (entre 75,5 y 1,73 cm Hg) los mismos autores observaron un aumento de la diso- ciación en acuerdo cualitativo con la teoría, pero sus resultados están, cuantitativamente, en muy grande desacuerdo con la formula (3). Así para t=1040%(PT=1313%) y p=4,73em, obtuvieron : y el valor calculado sería : Para acomodar la fórmula al valor observado sería menester elegir aproximadamente : c=—5,00; (Q,=56000). Estas constantes tampoco estarían de acuerdo con el valor obser- vado por Langer y Meyer para el cual, si se acepta el valor : Q, = 56000 cal. debe elegirse c=— 4,47. En resumen : las medidas de Perman y Atkinson están en des- acuerdo con la teoría. Las constantes de la fórmula (3) calculadas con los valores correspondientes a la presión de una atmósfera dan, para menores presiones, valores demasiados grandes. Las medidas de Langer y Meyer darían valores de « aun menores que cualesquiera de las observaciones anteriores. Estos hechos me indujeron a ensayar el estudio de la disociación del bromo por la medida de la conductibilidad térmica, como lo hice ya para el yodo y el hidrógeno. $ 2. La medida de la conductibilidad térmica se hizo por el método de Schleiermacher ya descripto en mi trabajo anterior. La instalación del puente de Wheatstone fué hecha exactamente en la misma forma. El aparato de medida A (fig. 1), en que se alojaba un marco de vi- 52 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA drio soportando los dos alambres de platino calentados por la co- rriente, estaba en comunicación por intermedio de la llave a con un tubo de Crookes € y, con interposición de las llaves b, c y d, con la bomba, un tubo de vidrio difícilmente fusible D que contenía carbón de coco, y dos tubos B, conteniendo bromo, respectivamente. M es un manómetro de ácido sulfúrico que sirve al mismo tiempo para absor- ber el vapor de agua y para mantener constante la presión del bromo en el interior del aparato. E, es un tubo de condensación, sumergido en una mezcla frigorífica a fin de conocer el valor de la presión, pues C E 100 2 tna o U = Cl 2 B 14 ? $ | D S Y La ) | eat yin b A Fig. 1 el manómetro M contenía una pequeña cantidad de aire en su rama cerrada para evitar la adhesión del líquido mientras no se hubiera evacuado el aparato. Colocada en el tubo B una pequeña cantidad de bromo — de igual procedencia que el empleado en mi trabajo anterior (*) — era con- densado en una de las ramas por medio de aire líquido. Al mismo tiempo una pequeña estufa eléctrica calentaba el tubo D y la bomba extraía el aire de todo el interior del aparato. Después de un cierto tiempo cerraba la llave d y hacía destilar el bromo hacia la otra rama del tubo B con el objeto de libertar el aire ocluído o diluído en el bromo — que era después desalojado abriendo la llave d. Esta opera- (*) T. ISNARDI, Contribución al estudio de las ciencias. Universidad Nacional de La Plata, 1, página 419. 1916, SOBRE CONDUCTIBILIDAD TÉRMICA 53 ción se repetía varias veces. Finalmente cerraba las llaves d y b y sumergía el tubo D en aire líquido para extraer los últimos restos de aire, hasta suprimir la descarga en el tubo GC, excitado por un peque- ño carrete. En esas condiciones y manteniendo siempre D sumergido en aire líquido, medía la pérdida de calor por radiación en el aparato. Finalmente, cerraba e, abría d y el aparato se llenaba de vapor de bromo a la presión de 7-8 em de mercurio. Cerraba entonces las lla- ves a y d, dejaba entrar aire por b, y volvía a hacer el vacío por me- dio de la bomba en el espacio comprendido entre las llaves (interca- laba entonces dos frascos lavadores conteniendo una solución de yo- duro de potasio). Dejaba entrar siete u ocho veces aire en el aparato hasta que no hubiera más bromo y hacía luego el vacio sin intercalar los frascos lavadores. Cerrando b, quedaba vacío el espacio encerrado por las cuatro llaves. Para proceder a la medida sumergía el tubo E en aire líquido y luego en una mezcla frigorífica (las mismas empleadas en mi trabajo anterior). Cuando ya se había establecido la tensión de equilibrio anotaba las alturas en las ramas del manómetro. Al aumentar la tem- peratura en A aumenta la presión; el equilibrio puede establecerse luego por condensación en E; pero este procedimiento es muy lento y obligaría a mantener el alambre durante mucho tiempo a altas tem- peraturas, con peligro de calentar las resistencias del puente. Yo he preferido dejar escapar por la llave a una pequeña cantidad de bro- mo hasta restablecer la primitiva indicación del manómetro. En algu- nas medidas, realizadas con temperaturas del alambre en descenso, para observar si tenía alguna influencia el sentido de variación de la misma, compensaba la diminución de presión eon una nueva cantidad de bromo, para lo cual abría la llave d y luego, antes de cada lectu- ra, la llave a. $ 3. Se hicieron medidas a varias presiones y temperaturas del alambre entre 300% y 14009 absolutos. La temperatura exterior del cilindro A fué siempre de cero grado, para lo cual se lo mantenía sumergido en hielo. Las constantes del aparato eran : Longitud del alambre largo: L= 14,0; Longitud del alambre corto: 1 =4,9; 2r; diámetro del alambre : d =0,00513 cm; 2R ; diámetro del cilindro de vidrio A: D=3,45 em; (L— !) =9,1 cm. 54 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ——— = 8,177. R (4) Para el cálculo de la temperatura, dado el aumento de re- sistencia del alambre, se hicieron medidas con un trozo ma- yor del mismo alambre a las temperaturas de cero grado GC. y las de ebullición del agua (1009) y de la anilina (183,99). Se calcula así para el caso de nuestro aparato, y de acuerdo con la fórmula de Callendar (*) : At,=73,33 Ar 3=0,96 o t— At ||| (EN E 0 LE 5 Aaao [2 ñ0) pe Para el cálculo de la energía eléctrica consumida se agrega a la resistencia elétrica medida el valor: 0,153Q que repre- senta la diferencia de resistencia de los conductores de pla- tino (alambre de 0,4 mm de diámetro) conectados a los alam- Fig. 2 bres corto y largo respectivamente. (Véase el esquema de los conductores en el interior de A, fig. 2). $ 4. Resultados. — En la tabla siguiente están anotados los resul- tados de las medidas : : (*) KOHLRAUSCH, Lehrbuch der pralktischen Physik, 12t* Auflage, Leipzig u. Ber- lin, página 166. SOBRE CONDUCTIBILIDAD TÉRMICA 55 TABLA 1 A AA A AA AAA ? Diferencia ae z Ali OA ES ei MO o W tota) | Y gaa,) Re Le | 1121,4 1394,4 2,887 0,567 2,220 | 990,0 1263,0 2,128 0,394 1,734 a! 948,7 1221,7 1,919 0,316 1,603 4 852,0 1125,0 1,533 0,209 1,324 5 839,5 1112,5 1,488 0,198 1,290 6 765,1 1033,1 1,245 0,135 1,110 7 a 683,8 956,8 0,993 0,072 0,921 8 d 548,1 821,1 0,491 0,032 0,459 9 351,56 624,56 0,324 0,009 0,315 10 284,81 557,81 0,168 0,006 0,168 di 169,29 449,29 0,1358 0,004 0,132 A 104,95 337,95 0,0647 0,002 0,0627 137) | 84,28 357,28 0,0510 0,002 0,0490 Dave 36,00 309,0 0,0304 0,001 0,0294 1] | 1062,5 1335,5 2,585 0,539 2,046 16 LOS 7 1286,7 2,307 0,435 1,872 17 967,1 1240,1 2,010 0,303 1,707 18 876,1 1149,1 1,695 0,235 1,460 19 872,1 1145,7 1,699 0,255 1,464 20 807,0 1080,0 1,453 0,168 1,285 91 738,9 1011,9 1,225 0,117 1,108 22 665,4 938,4 1,013 0,073 0,940 a de 589,2 862,2 0,816 0,043 0,773 24 nad 825,4 0,7405 0,032 0,709 25 486,0 759,0 0,597 0,020 0,577 26 405,1 678,1 0,4323 | 5,013 0,419 27 322,9 595,9 0,3155 0,007 0,308 28 244,3 517,3 0,2066 0,005 0,202 29 170,4 443,4 0,1295 0,004 0,125 30 107,68 380,7 0,0725 0,0021 0,070 slo Y 85,60 358,6 0,0544 0,0020 0,052 32 Ve 87,08 310,08 0,0329 0,0010 0,032 33.0 [368,1 641,1 0,3715 0,009 0,363 34 291,3 564,3 0,2827 0,006 0,277 35 Se | 241,0 514,0 0,2145 0,005 0,210 36 ; 177,75 450,75 0,1408 0,003 0,137 SN 116,48 389,48 0,0821 0,002 0,080 38 0) ¡OSLO 343,10 0,0448 0,002 0,043 En esta tabla W ota) es la pérdida de calor observada ; W aa.) es la 56 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA pérdida debida a la radiación y W la cantidad de calor conducida. Las tres magnitudes están expresadas en Watts. Los valores de W están representados por puntos en la curva l. La curva misma ha sido calculada en la siguiente forma : hasta 6502 absolutos no existe, seguramente, ninguna influencia apreciable de la disociación del bromo en la conductibilidad térmica, de modo que su- poniendo el coeficiente de conductibilidad una función lineal de la temperatura se tendría t W = c| kdt = C (at —- dt), (6) si se eligen : | a = 0,00052 b=0,00000128 los valores calculados coinciden con los observados como muestra la tabla siguiente : TABLA 2 Números to W (0baN) W (cal) Números to W (obs) W cal.) 9 351,56 | 0,324 0,341 37,08 | 0,032 0,0311 ¿ll 169,29 0,132 0,128 368,1 0,363 0,371 12 104,95 0,0627 0,0686 291,3 0,277 0,282 13 84,28 | 0,049 0,053 241,0 0,210 0,214 14 36,0 0,0294 0,0204 MA 0,137 0,131 27 322,9 0,308 0,302 116,5 0,080 0,086 28 244,3 0,202 0,203 70,9 0,043 0,0427 29 170,42 | 0,126 0,126 85,60 | 0,052 0,0529 30 107,68 |* 0,070 | 0,0708 Para averiguar si a mayores temperaturas existe disociación del bromo hay que extrapolar la curva representada por los valores ano- tados en la tabla 2 y medir la diferencia entre las pérdidas de calor observadas y las ordenadas de la curva. Como puede verse en el gráfico correspondiente (curva 1) hasta la temperatura de 1400? absolutos no se ha podido comprobar ningún au- mento de la conductibilidad térmica, lo que indicaría que hasta dicha temperatura no se produce disociación apreciable del bromo en las condiciones de presión indicadas en la tabla 1. Este resultado inesperado me hizo pensar que en el caso del bromo la sensibilidad del método empleado pudiera no ser suficiente para acusar el estado de disociación. Eso era sin embargo poco probable 57 22 SOBRE CONDUCTIBILIDAD TÉRMICA o00tb+ .0021 ¿0001 Us [8 SEN == 58 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA a priori. En efecto, el aumento de conductibilidad térmica debido a la disociación aumenta en razón directa del calor de disociación y del coeficiente de difusión del gas. Como ambas constantes son en el caso del bromo mayores que en el del yodo, ya estudiado anteriormente, era dle esperarse una mayor sensibilidad del método. Para mayor se- guridad he calculado la pérdida de calor por disociación que debiera haberse producido en mi aparato, suponiendo en la fórmula (3) las constantes que se deducen de las experiencias de Langer y Meyer, que como ya dije son los que acusan menor disociación. La fórmula es E Gus =| kdt (7) 22420 X76 RR Q. —RT/ 1—+au PA D><6 Q, = 56000 calorías 3 = Pl aD DOE A, es el coeficiente de difusión a la temperatura T y a la presión de la experiencia. D, es el coeficiente a cero grado €. y a una atmósfera : lo la. EE Q,=0,/2 Q,=19090(Landolt) = 2,77 X 10* (Landolt) Q, y Q, son las velocidades medias de las moléculas de Br y Br., respectivamente. : s es el promedio de los radios de las esferas de acción molecular. El valor de s para Br, es bastante inseguro variando los datos co- nocidos desde : A 107 hasta AM AUD Yo he tomado para este caso el menor de ambos valores porque el radio de la esfera de acción molecular de bromo monoatómico será sin duda aun menor, lo que disminuye el valor medio que figura en la fór- mula. Resulta así : D = 0,1457 (C. G. 8.) a T 280001 (1— a) — Pro A (*) Véase fórmulas (29), (30) y (36) en mi trabajo ya citado. SOBRE CONDUCTIBILIDAD TÉRMICA 59 4 se calcula por la fórmula (3), y finalmente : T 280001 w=0,orts1a| (2+ E no a 25000 7) A E a He hecho el cálculo para la máxima presión utilizada en las medi- das (p = 35,37 mm) que debía acusar el mínimo de disociación. La tabla III contiene los valores así calculados. TABLA 3 4 Je (temp.abs.) Y (dis,) (temp.abs.) Y dais, 1000 0,130 1260 5,022 1050 0,347 1280 6,082 1100 0,763 1300 7,320 1120 0,996 1320 8,750 1140 1,287 1340 10,360 1160 1,532 1360 12,155 1180 2111 1380 14,03 1200 2,670 1400 16,30 1220 3,320 1420 18,73 1240 4,098 1440 21,38 He representado en la curva II los valores anotados en la tabla anterior. En el mismo gráfico está dibujada la porción de la curva 1 (observada) correspondiente. Si hubiera existido disociación debía haberse observado la suma de las dos curvas. Como se ve, si la diso- ciación existiera la sensibilidad del método sería más que suficiente para revelarla, aun suponiendo que el valor de s fuera mucho menor que el aceptado en nuestro cálculo. A 11009 la curva IT calculada indica que debió haber un aumento de 0,763 watts en la pérdida de calor lo que representa un aumento igual al 35 por ciento del valor observado a 14409, perfectamente ob- servable. Ahora bien, el valor de y correspondiente a 110092 que ha servido para calcular la curva Il es: 2 = 0,008. Puede, pues, afirmarse — con los resultados del método de la con- ductibilidad térmica — que la disociación del bromo a 14409 no al- canza al uno por ciento a la presión de 3,5 em de Hg. 60 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA En las mismas condiciones el valor de a calculado por los constan- tes que se deducen de las experiencias de Perman y Atkinson es: 00,5 Esta discordancia entre los resultados es tal vez atribuíble a im- purezas en el bromo empleado. Para decidir si efectivamente es así convendría realizar nuevas medidas a presiones crecientes hasta una atmósfera. El método de la conductibilidad térmica no puede ser em- pleado por la influencia perturbadora de la convexión que afectaría notablemente los resultados correspondientes a altas presiones. $ 5. Nuestras medidas permiten calcular el coeficiente de conducti- bilidad térmica del vapor de bromo, magnitud que no es hasta ahora conocida. He representado las pérdidas de calor en mi aparato por la ecua- ción : W — = at + bt? (watts) a=0,00052 D=0,00000128. Por otra parte : t k Ca W=E: cl (e, + hat) di (cr. , -e) E de donde: a 2h ku MECER - Resulta : le, =0,0000142 (9) =0,00492 (10) l:=0,0000142 (1 + 0,00492%). (11) La teoría cinética permite un cálculo del valor de k, conociendo las constantes moleculares del bromo. En nuestro caso la inseguridad del valor de s, radio de la esfera de acción molecular, no permite esperar una concordancia completa con el valor observado. El cálculo es, sin embargo, útil porque el valor de k, hallado es mucho menor que las conductibilidades térmicas encontradas para otros gases. Así para aire : k, =0,000052. Las fórmulas son : SOBRE CONDUCTIBILIDAD TÉRMICA 61 |al G k, == NmQLe (*) (12) [oo (c= calor específico a volumen constante) Nm = p = densidad del vapor pos 1 y (e) 9 TI” y NS 1 con lo que resulta 1 co Mi == == 13 0 8 /2 Ng? ( ) Para el bromo se tiene : e =0,0071388 (Landolt) (0 = 19090 (Landolt) s=32 X 10”* (Landolt) N = 2,77 XX 10* (Landolt) c=0,04265 (***). Resulta, reemplazando valores : k,=0,0000179 (14) La concordancia con el valor (9), determinado experimentalmente es satisfactoria, si se tiene en cuenta la inseguridad del valor s cuya segunda potencia figura en la fórmula 13. Aceptando el valor (9) como exacto se calcularía : 30107 muy próximo al valor anotado en las tablas de Landolt. $ 6. Con el mismo aparato se hicieron medidas de la conductibili- dad térmica del eloro, no siendo posible llegar a la temperatura de disociación pues antes el platino es atacado por el gas. Los resultados obtenidos hasta 858% €. permiten calcular la con- ductibilidad térmica del cloro. En nuestro aparato la cantidad de ca- lor abandonada se representaba bien por la igualdad : (*) O. E. MEYER, Die kinetische Theorie der gase, 2t* Auflage, página 283. (**) O. E. MEYER, Op. cit., páginas 161 y siguientes. (2) REGNAULT, C. R., 36, 676. 1853. 62 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA W = 0,00062t —|/- 0,00000151t* lo que con el valor : ='S: 114 da: k =0,0000169 (1 + 0,00488%) (15) El valor k para t= 0 puede también calcularse con las fórmulas de la teoría cinética. En la fórmula (12) se tiene para el cloro: Nm = p =0,0031674 2 = 28560 L= 460 X 10 c= y por lo tanto : k, =0,0000157 que concuerda satisfactoriamente con el valor medido: k, = 0,0000169 El aumento de conductibilidad térmica con la temperatura es en ambos casos (cloro y bromo) aproximadamente el mismo (a = 0,00492 y 1. = 0,00488). TEÓFILO ISNARDI. ORGANIZACIÓN DIDÁCTICA DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA CUATRO GRANDES FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA * POR EL DOCTOR LUCIANO P. J. PALET Profesor suplente de la Universidad nacional de Buenos Aires Catedrático en la Escuela normal de profesores de la Capital SCHEELE Señores : Cuando mi distinguido amigo, el profesor Ojeda, solicitó mi cola- boración en la obra que con tanto éxito ha comenzado a desarrollar la organización didáctica de la Sociedad Científica Argentina, ofrecí gustoso mi modesta contribución, porque ello me permitía, al mismo tiempo que historiar a grandes rasgos las principales conquistas de la química, expresar desde esta autorizada tribuna, algunas ideas que conceptúo fundamentales referentes a la enseñanza de la historia de las ciencias en nuestros centros docentes. En tesis general podemos decir, sin pecar de exagerados, que po- seemos una indiferencia absoluta para todo aquello que represente el pasado, salvo en el campo de nuestra historia patria, fecunda en glo- rias y triunfos militares y políticos. Consideramos el pasado como cosa muerta y el presente como moribunda, interesándonos tan sólo el mañana anhelado, en el que ciframos todas nuestras esperanzas. Pero como el hoy se forma del ayer, debemos interrogar al pasado (1) Conferencia leída en los salones de la Sociedad Científica Argentina el 31 de julio de 1917. 64 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA para pedirle la clave del futuro. Comparando el hombre la reunión del pasado y del presente, decía el gran Ameghino, conocerá lo que fué ayer y lo que es hoy, y cual es el camino más corto que debe ele- gir para llegar más directamente y con menos pérdida de tiempo a lo que será mañana. El conocimiento de la historia de nuestros fastos despierta el amor ala patria y el respeto a nuestros próceres. Cuando cruzamos las aulas de la escuela elemental y de los estudios secundarios, nuestro espíritu se satura de las proezas y virtudes de los grandes hombres del coloniaje, de los guerreros de la Independencia, de los estadistas del reciente ayer... Mendoza, Garay, Liniers, San Martín, Belgrano, Moreno, Rivadavia, Urquiza, Mitre, Sarmiento, etc. Más tarde, a los guerreros y políticos de nuestro suelo, agregamos la nómina infinita, interminable, de conquistadores que registran los anales de la histo- ria: conocemos a Nerón, sabemos quién fué Aníbal, no ignoramos un detalle de los esplendores de Bizancio y de las orgías de Roma, no nos olvidamos de las intimidades de algún rey degenerado de épocas pasadas, vive siempre fijo en nuestro cerebro el cadalso que llevara a mejor vida a Luis XVI, y resuena en nuestros oídos una serie de fra- ses más o menos veraces pronunciadas en medio de fragorosos com- bates de tiempos lejanos... Y, apenas, si sabemos quien descubrió el péndulo, quien ha sido Lavoisier... No quiero decir con esto que la historia de los hechos militares, de las grandes luchas heroicas, donde se ha jugado el destino de las na- ciones, sea inútil para formar la conciencia del ciudadano. No! Pero sí, reconozcamos que estudiamos en la historia un cúmulo de triviali- dades que no pueden, en modo alguno, tener influencia práctica sobre la conducta de nuestros contemporáneos, trivialidades que sólo pue- den estudiarse por curiosidad y por entretenimiento. Pareciera que la historia no fuera más que un conjunto de hechos guerreros, de conquistas bélicas, de generales y más generales... Para cien nombres de próceres galoneados, apenas si conocen nuestros niños uno solo de esos apellidos ilustres en la historia de las ciencias, de esos grandes y únicos benefactores de la humanidad. Estamos en otras épocas, en un siglo distinto... Para aprender a pensar, ha dicho Carlos Richet, es necesario frecuentar a aquellos que han pensado profundamente, a los que por su penetración, han regenerado las ciencias, abriendo nuevas vías a la humanidad. No nos bastan en estos años, la vida y ejemplo de los guerreros... La ciencia, aquella Cenicienta que nos pintara Spencer, ha triunfado sobre sus orgullosas hermanas de si- FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 65 glos pasados. El siglo XIx, el gran siglo industrial, el de los grandes inventos y descubrimientos, ha sido llamado con toda justicia el siglo de la ciencia y a la formación de este espíritu científico, debemos nuestros innegables progresos de la actualidad. Y como bien lo ha dicho Ernesto Renán, más de una vez: a cada descubrimiento práctico del espíritu humano, corresponde un progre- so moral, un progreso de dignidad para la universalidad de los hom- bres. Un sabio solitario descubre una ley de la Naturaleza, y esta ley bien conocida, hace desaparecer suplicios, dolores, taras hereditarias... Estudiemos, pues, cómo se han hecho estos descubrimientos, estas invenciones, que han librado a la humanidad de una cantidad de ma- les y fatigas crueles. Es bien cierto que el papel de las ciencias en la educación general del espíritu humano y en los progresos de la civi- lización, ha sido con frecuencia desconocido por los pedagogos aferra- dos a las fórmulas tradicionales... Sin embargo, toda esta transfor- mación de la vida, todo este conjunto de progresos, no se ha realizado al acaso : son los frutos reflexivos de la ciencia. Es hora ya que en nuestras escuelas intensifiquemos la enseñanza científica por la que tanto luchara en Francia el maestro Berthelot, enseñanza que ha engrandecido a Alemania, dándole la verdadera in- dependencia, que no bastan a darla los hechos de armas, esa indepen- dencia con la que ha conseguido los medios suficientes para resistir por más de tres años la presión del círculo de hierro de las naciones aliadas. La ciencia ha sido y es el corazón propulsor de la nación ale- mana, y nadie economiza esfuerzos ni sacrificios para honrarla y fo- mentarla. Los príncipes sientan a su mesa a sus representantes, les colman de honores y de recompensas, los pueblos en masa se descu- bren a su paso... «Yo he visto por las calles de Munich, nos dice Murúa y Valerdi — un español de los buenos historiógrafos de la quí- mica—al viejo profesor Baeyer descubridor del añil artificial, acogido con mayores muestras de respeto que el príncipe regente mismo y antes de su muerte hallábase ya elegido el emplazamiento de su es- tatua »... Cuán lejos estamos nosotros!.. Aquí se aplaude al caudillo político o al extranjero advenedizo que nos embauca con sus farsas explotan- do nuestro «snobismo »... Y cuajadas están nuestras plazas y aveni- das de mármoles y bronces estatuarios, de guerreros y políticos, cuan- do no de héroes extranjeros, mientras unos cuantos, unos pocos espe- ramos, como los israelitas al Mesías, el monumento que ha de mostrar a nuestro pueblo la efigie de un sabio: la estatua de Ameghino... AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIV 5 66 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Intensifiquemos la enseñanza de las ciencias experimentales e ini- ciemos el estudio de la historia de las ciencias. Así parecen haberlo comprendido en las escuelas francesas y a instancias de Luciano Poincaré los programas de enseñanza recomiendan a los profesores de no olvidar los grandes nombres que han ilustrado la ciencia. En cada oportunidad y bajo forma de digresión deberán hacer conocer la vida de algunos grandes hombres: Galileo, Descartes, Pascal, Newton, Lavoisier, Ampere, etc., naciendo resaltar no sólo la impot- tancia de sus trabajos, sino sobre todo, la grandeza moral de su amor a la ciencia. Además se les recomienda la lectura por parte de los alumnos de algunas páginas características de sus obras. Realicemos obra análoga. Conozcamos también al lado de la vida de nuestros grandes próceres, la de los sabios ilustres, benefactores de la humanidad. Y aunque mucho sería pedir, convendría que a los libros de lectura y a las antologías históricas y literarias se diera de- bida preferencia, en más de una ocasión a lecturas de clásicos de las ciencias, los que, como ha dicho el mismo Poincaré, son más claros y de una simplicidad mayor que los capítulos correspondientes de los tratados elementales que abundan en nuestras librerías, productos del plagio mutuo, con la correspondiente multiplicación de los errores y de la obscuridad en los conceptos. Son modelos en este sentido Les elassiques de la science que se publican bajo la dirección de Le Chate- lier y otros, Les grands écrivains scientifiques des Copernic a Berthelot, por G. Laurente, Les lectures scientifiques sur la physique, de H. Cou- pin, y la Antología della prosa scientifica italiana da Galileo ai nostri giorni, de Guastalla... Yo be visto el desprecio que tenemos a los libros viejos, en mis pa- seos de rata bibliográfica por las ferias de libros que han inundado nuestra capital... Nadie los quiere, son viejos... No sirven para nada. Y en muchos de ellos, de tapas raídas y de hojas apolilladas, he en- contrado la clave de falsos y abigarrados conceptos que había leído, sin comprender, en textos modernos de algunos contemporáneos nuestros... Sería de desear y cien mil veces más preferible, que en nuestras escuelas y colegios en vez de perder el tiempo aprendiendo con ri- queza y lujo de detalles, como Carlota Corday asesina a Marat mien- tras se encontraba entregado a higiénicas prácticas, sumergido en las aguas de una bañera, se leyera el descubrimiento del péndulo por el mismo Galileo, o la célebre memoria de Lamarck Por qué las razas se modifican lentamente o La síntesis de Berthelot. FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 67 Empapado en estas ideas, he considerado siempre, como expresara Berthelot en Les origines de VPalchimie «que toda ciencia debe colo- carse en su cuadro histórico si se quiere comprender su verdadero carácter y su alcance filosófico ». Además, la historia de una ciencia no es la seriación, el alineamiento de hechos aislados según el orden cronológico en que se han sucedido; significa mucho más : representa la escuela del espíritu humano y de la civilización. Volver la vista hacia atrás, escudriñar el interior de los años pasa- dos en lucha basta el actual progreso, seguir con el pensamiento através de los siglos el penoso proceso de la cultura humana, admirar las reliquias dejadas por la ciencia en su infancia, estudiar la génesis de los descubrimientos, la evolución de los mismos, la fructificación de cada idea, cavilar y meditar sobre las angustiosas etapas de la hu- manidad, observar el máximo y el mínimo de las civilizaciones en el eráfico de la existencia, como nacen y florecen para luego morir, constituye una de las enseñanzas más sabias y que con más provecho podemos aportar al bagaje de nuestros conocimientos actuales. Dificulto que alguna otra ciencia pueda presentar una historia tan rica y tan llena de enseñanzas filosóficas como la historia de la quí- mica; y su estudio lo es también al mismo tiempo de la historia ge- neral de las ciencias. Y qué ignorancia tenemos de sus mejores capí- tulos!... Sabemos que Scheele descubrió el cloro, que Lavoisier expre- só la ley de los pesos, pero nada conocemos de la vida y de la obra de estos sabios. En el colegio nada se nos dice y aún en la universi- dad, salvo honrosas y mínimas excepciones, ningún profesor se detie- ne en su correspondiente materia, cuando llega la oportunidad a analizar en forma de digresión, estas importantes nociones de histo- ria de la química. Son éstos, conocimientos que debemos adquirir por por cuenta propia, lecturas particulares que debemos realizar. Y co- mo sé bien, aunque sea doloroso el decirlo, que en medio de los tan- tos defectos que tenemos característicos de nuestra indolencia criolla, poseemos el del horror a la lectura, permítaseme la frase, si no es al- go que nos interese directa y vivamente, he creído conveniente pres- tar mi colaboración a la obra de la organización didáctica de la So- ciedad Científica Argentina, iniciando entre estudiantes estas lectu- ras sobre la vida y obra de los grandes químicos del pasado. No tienen ellas ningún mérito de originalidad, lo que en ellas se ex- presa está en los libros de nuestras bibliotecas... He leído algunos, he efectuado un resumen y vengo aquí a exponerles esta conferencia, como en una tela de cinematógrafo cuando se ha filmado una obra 68 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA clásica... Yo, por ese mismo horror a la lectura, nunca me había atre- vido con Los Miserables del incomparable Hugo... Y sin embargo, tenía vivos deseos de conocer la obra... Un dia la anunciaron los bió- grafos y a ellos concurrí. Ver es más entretenido que leer... Satisfice mi curiosidad, conocí el argumento, pero las bellezas literarias, los conceptos filosóficos, no pude recibirlos... Ahí no estaban... Hube de recurrir al libro... Lo mismo le ocurrirá a ustedes. Escuchar es quizás más fácil que leer y exige menos cerebración... Conocerán el argumento de la vida y obra de Scheele, pero nunca esta modesta contribución mía suplan- tará a las lecturas que desde ya les recomiendo efectúen en las fuen- tes bibliográficas en que yo he bebido este conjunto de datos. Sentadas estas ideas generales, trataré de ocuparme, ya era tiem- po, dlel tema indicado. No comienzo por la historia de la alquimia, puesto que no siendo este un curso completo de la materia, nos llevaría mucho tiempo y además para el químico tiene menos importancia la historia de la ciencia en la antigiiedad que la de los tiempos modernos. La química ha nacido ayer; cuenta apenas 100 años bajo la forma de una ciencia moderna; en efecto: la verdadera ciencia sólo ha co- menzado con Richter, Wenzel, Stahl, Berghman y sobre todo Schee- le, Priestley y Lavoisier. Constituye el tema de mis conferencias cuatro grandes figuras de este pasado. Tres de ellas aparecen en la escena del mundo hacia el año 1773. De distintos países, de diferente edad y posición, así como difieren de espíritu y de genio, los tres trabajan en la misma obra, con igual valor, en el mismo tiempo, pero no con la misma fortuna. El uno, hombre de mundo, rico, rodeado de lo mejor entre los sabios, y marchando a su cabeza, se eleva sobre todas las glorias contempo- ráneas; el otro, eclesiástico, teólogo fogoso, político por posición, sin fortuna, pero ayudado por algunos amigos de la ciencia, arroja un relámpago pasajero, pero de un brillo tan vivo, que aún estamos deslumbrados. El último, alumno de farmacia, pobre y modesto, ig- norado de todos y conocido apenas, inferior al primero, pero bien superior al segundo, dominando la naturaleza a fuerza de paciencia y de genio, le arranca sus secretos y se asegura un renombre universal. Así pinta Dumas en sus Lecciones de filosofía química a Lavoisier, Priestley y Scheele respectivamente, cuyas biografías me propongo estudiar: Priestley y Scheele como investigadores, Lavoisier como FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 69 legislador, ante cuyo genio de generalizador, la química como dijera Lagrange, tornóse clara como el álgebra; y finalmente, en época un poco más avanzada, veremos la figura de Berzelius, el segundo refor- mador de la química, espíritu amplio de investigador que con justa razón puede ostentar el nombre de Aristóteles del siglo xIx, como le llama Icilio Guareschi en sus interesantes monografías sobre la ma- teria. Nos ocuparemos de Scheele. Había pasado la época de la alquimia, de aquellos ilusos buseado- res de la piedra filosofal que todo debía transformarlo en oro y del famoso elixir de larga vida, eterna fuente de Juvencia. Y también había perdido terreno la latroquímica, esa fase medicinal, por así decirlo, de la alquimia, que tantos progresos le debiera al gran Pa- racelso, quien sea dicho de paso, fué el titular de la primera cátedra de química que se instituyó en el mundo: en Basilea el año 15927. Trescientos noventa años justos, a la fecha. Roberto Boyle (1627-1691) iniciaba la nueva era llamada de la química neumática, era que preparó el terreno a la célebre época del flogisto que con tanto ardor defendiera Stahl y que cuenta como in- vestigadores a los sabios que nos proponemos estudiar. Estábamos a fines del siglo XVIII. Priestley y Scheele descubren toda una serie de cuerpos nuevos; Lavoisier no descubre ninguno, pero interpreta hechos, emite teorías y legisla, por vez primera en esta ciencia. Scheele, como bien dice Fremy, poseía el genio real del químico : tenía tal seguridad de visión y una perspicacia tal que le dan un lu- gar aparte en la historia de la ciencia. Poseía en alto grado el espíri- tu de observación y ejecutaba las experiencias con la mayor facilidad, pero no tenía las mismas facultades cuando interpretaba hechos y cuando deducía de ellos sus consecuencias. Nadie como él, aun por mucho tiempo después, demostró una seguridad tan absoluta y una fecundidad tan continuada en el trabajo. Es esencialmente experi- mentador: grande en el terreno de los hechos, pero no así en el de las teorias generales. Dumas bien lo ha dicho en esta frase: todas las veces que no se trate mas que de hechos, Scheele es infalible. Murió convencido de la teoría del flogisto : le faltó una inteligencia menos sumisa a ideas recibidas de su maestro. Su talento inventivo y observador ha prohijado grandes progresos y facilitado, sin duda alguna, el desarrollo de las teorías de Lavoisier. Debemos ver en él 70 “ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA al más eminente de los experimentadores : fué su genio que ha dado a nuestra ciencia el carácter analítico y experimental. Es, como dice Lademburg: el ideal del químico experimental. En efecto : ha descubierto, como pronto veremos, una serie grande de cuerpos y de hechos y los ha descubierto con los medios más res- tringidos : el bagaje de útiles del sabio sueco era de una pauperidad increíble: algunas revortas y crisoles, unas cuantas botellas y veji- gas... No tan paupérrimo como cree nuestro distinguido maestro Holm- berg quien en sus Manipulaciones elementales de química dice al joven alumno: «Con su modesto laboratorio usted puede realizar muchas experiencias... Cuando el ilustre Scheele descubrió el cloro, no tenía ni un matraz... empleó el fondo de una botella rota... » La simple lec- tura de sus memorias originales, traducidas por Morveau, nos de- muestran lo contrario : «Yo eché, nos dice el mismo Scheele, una onza de ácido muriático sobre media onza de magnesia negra en polvo. A la hora vi esa mezcla que en frío se coloreaba de amarillo. Apliqué el calor y se desprendía un fuerte olor a agua regia. Para darme cuenta de ello até una vejiga vacía a la extremidad del cuello de la retorta conteniendo la mezcla. La vejiga se hinchaba, mientra la mezcla ha- cía efervescencia...» Transcribo estos párrafos de la memoria original, para que observen ustedes, cuánta sencillez y cuánta claridad en la exposición, más sencilla y más clara por cierto que las descripciones de esos muchos textos a que ya hice referencia. Pues bien: yo creo que Holmberg ha querido con ello dar una idea a su joven alumno, que en esta clase de investigaciones, la voluntad y el deseo de trabajar, vale más que el instrumental aparatoso de que se rodean en nuestros días, muchos que substituyen la falta de un es- píritu investigador despertado por la labor diaria y constante, por el aquilatamiento de grandes y costosos aparatos completamente inúti- les en manos que no saben manejar un simple tubo de eusayo. Cuántas veces hemos oído exclamar entre nosotros frases como ésta : «no trabajo, porque no tengo comodidad... Ese laboratorio es una pocilga»... Yo he visto quien antes de emprender un trabajo, que siem- pre anunciaba, arreglar, segun palabras textuales, su laboratorio. Alineaba frascos, colocaba rótulos bien medidos, esas etiquetas pom- posas que representaron la decadencia de la química en Francia, sus mesas estaban relucientes de brillo, todo allí era estético, geométrico, más que ordenado... Y hasta no faltaba el jabón de toilette para sus manos después de la labor, ni el espejito para el peinado correspon- diente. Y siempre arreglando, arreglando, acumulando frascos y apa- FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 71 ratos, pasaban los meses. Su labor aun la esperamos... Y, no muy lejos de él, en un laboratorio, desordenado, al parecer, con frascos cuyas etiquetas estaban manchadas por los reactivos, prueba de que ellos se usaban, un compañero, trabajador silencioso, descubría nuevos hechos con unos cuantos tubos de ensayo... Cuando pienso en ésto, me acuerdo de esas vitrinas de los gabine- tes y laboratorios de nuestras escuelas atestadas de aparatos, grandes, muy grandes, pero inútiles. Cuánto más valiera que en su lugar no faltara el profesor dedicado a la materia, con ansias de enseñar. Pero no nos apartemos del tema. Como ejemplo de la facultad de observación y de esta inventiva, patrimonio de su genio investigador, se cita su célebre memoria sobre la magnesia negra, en que descubre a un mismo tiempo cuatro elementos : oxígeno, cloro, bario y man- ganeso. Scheele es digno además de gran admiración. Todo se lo debe a su propio trabajo, al solo y único deseo de descubrir la verdad. Jamás actuó guiado por la ambición, por el dinero o por la gloria como cita- remos ejemplos hasta el cansancio en la historia de las ciencia. Mo- desto en extremo nunca tuvo ideas de predominio sobre sus contem- poráneos, como las tuvieran Priestley y Lavoisier en la célebre y continuada discusión del oxígeno que veremos en la próxima con- ferencia. La elevada idea que tenía de las publicaciones científicas y su absoluto desinterés, hicieron de que escribiera poco. Laudable hecho que debiera ser ejemplo. También en ciencia como en literatura la fiebre de la publicidad nos hace sus víctimas... Hay muchos que pu- blican, no por la ciencia, por las ansias locas de ver su apellido en letras de molde, no sabiendo que en vez de brillo y gloria, le ponen al alcance de la crítica, ante cuyos embates no podrá nunca resistir. Y mueren en el ridículo. Que Scheele sea nuestro ejemplo, como lo ha sido Curie, otro genio que duerme el sueño de la eternidad rodea- do de gloria. - Carlos Guillermo Scheele nació en Stralsund, en la Pomerania sue- ca, el 9 de diciembre de 1742. Era de nacionalidad sueca. No vamos a entrar aquí a analizar, como lo efectúan ciertos autores alemanes, sobre si Scheele debe ser considerado alemán, por la ingerencia que ellos tenían en la época sobre esa parte de la Pomerania. Para nos- otros la ciencia no tiene patria, por más que ahora, en que en las na- ciones europeas se educa a los pueblos en el deber del odio, vuelven franceses y alemanes a participar en la vieja polémica que Wurtz 72 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA iniciara cuando en su Historia de las doctrinas químicas dijo que la química era una ciencia francesa. Si las ciencias tuvieran patria y la historia llevara como fin el re- saltar los méritos de investigadores de una nacionalidad sobre los de otra, con perfecto derecho podríamos decir, que relativamente a su población, cabe a Suecia el haber contribuído más que todas las na- ciones al progreso de la ciencia. Suecos son : Brandt, Hierne, Walle- rius, Cronsted, Galhn, Swedenburg, Engestron, Ekeberg, Retzius, Bergmann, maestro y precursor de Scheele, este último, Hisinger, Berzelius, Mosander, Berlin, Nilson, Gadolin, Guldberg y Waage, Arrhenius, etc. Y más resalta esta importancia, si tenemos en cuenta que a estos investigadores les corresponde el honor de haber descu- bierto más de veinte de los elementos conocidos. He formado, para su mejor entendimiento una lista de estos elementos, con las fechas correspondientes : Bario, Scheele, 1774; cerio, Berzelius y Hisinger, 1803 y Mosan- der, 1839; cloro, Scheele, 1774; cobalto, Brandt, 1733; didimio, Mosander, 1842; erbio, Mosander, 1843; itrio, Gadolin, 1794; lan- tanio, Mosander, 1839; litio, Arfordson, 1817, Daig más tarde; man- ganeso, Scheele y Bergman, 1774 y Galmn, 1774; molibdeno, Scheele, 1778; neodimio, Mosander, 1843; níquel, Cronstedt, 1751; oxígeno, Scheele, 1872-73; praseodimio, Mosander, 1843; escandio, Nilson, 1879; selenio, Berzelius, 1817; silicio, Berzelius, 1523; tántalo, Ber- zelius, 1825; terbio, Mosander, 1843; titano, Berzelius, 1825; tung- steno (wolfran), Scheele, 1771; torio, Berzelius, 1829; vanadio, Ber- zelius, 1831; zirconio, Berzelius, 1831. Como decíamos, Scheele nació en Stralsund el 9 de diciembre de 1742 y murió en Koping en 1786, a los 43 años de edad. Si hubiera sobrevivido, quizás habría dejado sus viejas teorías sobre el flogisto y hubiérase transformado en un defensor de las nuevas ideas de La- voisier. Su padre era un modesto mercader y Carlos Guillermo era el sép- timo de once hijos. Inició sus estudios en el Gimnasio de su país y como demostrara pocos progresos y considerando los pocos medios de que disponía la familia, le enviaron, a la edad de 14 años, a Gotem- burgo, en donde se empleó como aprendiz en la farmacia de Bauch, un amigo de la familia. Aquí tenía un abundante material de drogas que le permitieron interrogar a la naturaleza, el único libro, como dice Dumas en que realmente estudió nuestro joven aprendiz. En aquella época, el farmacéutico (carrera muy lenta en Suecia, FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 73 a los seis años de práctica sólo se salía mancebo de botica y recién más tarde ayudante) no sólo adquiría y examinaba las drogas, sino que tenía que preparar los medicamentos a un estado dado de pureza mediante las materias primas impuras. Scheele aprovechó esta opor- tunidad para iniciarse en estas prácticas y estudiando en el curso de química de Nicolás Lemery, el primer químico experimental francés que escribió un tratado en tal sentido que dió a la publicidad en 1675 y de cuya sexta edición — datando de 1890 — existe un curioso ejemplar en nuestra Biblioteca nacional y cuya lectura recomiendo por las cosas interesantes y «modernas» que encontrarán en el mis- mo, estudiando en este texto, Scheele formó su espíritu de investi- gador. En 1765, vendida la farmacia de Bauch, pasó a Malmoe con el farmacéntico Kjellestron quien le facilitó por todos los medios, sus es- tudios experimentales. Este nos dice que Scheele tenía por costumbre repetir todas las experiencias que encontraba descriptas en los libros de química que estudiaba, con lo que adquirió gran práctica. No creo en nada, decía, si no lo verifico con experiencias personales, ejemplo que a mi juicio debe haber tomado de Lemery, quien en el prólogo de de su libro ya mencionado dice: «No doy opinión si no está antes comprobada por la experiencia.» Cuántas enseñanzas tiene para nos- otros y para la metodología de nuestra ciencia, esta práctica de repe- tir las experiencias de los otros. Permítaseme en este lugar, recordar en unidad de criterios y de miras, las enseñanzas del más grande de los benefactores de la humanidad : de Pasteur. M. Denys Cochin, miembro de la Academia francesa, nos cuenta al respecto la siguiente interesante anécdota : Había efectuado un pequeño trabajo que sometí a la consideración de mi ilustre maestro. Comenzaba mi memoria por la clásica frase, tan común en Jos trata- dos de química : Se sabe que... o sabemos que... ¿Qué se sabe? — me dijo Pasteur. No se sabe nada... — Permitidme maestro, le respondí, hago referencia a un trabajo vuestro... Creía triunfar... Sin embargo Pasteur me replicó : Eso nada importa... Es necesario volverlo a efectuar... He ahí el secreto de Pasteur, modelo de genio experimen- tador y observador como el sabio que nos ocupa. A los 26 años nos lo encontramos en Estocolmo, en donde conoce a Gahn y dedicado a sus investigaciones descubre el ácido fluorhídri- co. Pero algún malentendido entre los académicos, que le pusiera de mal humor, hizo que dejara este centro y se trasladara en 1770a Upsala, en donde funcionaba la más grande Universidad sueca; Berg- 74 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA mann enseñaba la química y Linneo la botánica. Scheele encontró un puesto en la farmacia de Lokk en donde pudo dedicarse de lleno al trabajo y fué aquí en donde se relacionó con Bergmann ya ilustre por sus investigaciones. Bergmann era un químico sueco de los más importantes de la épo- ca : escribió interesantes memorias sobre el ácido aéreo (ácido carbó- nico) del que dió sus propiedades características, dió empleo al soplete en los análisis, hizo importantes trabajos sobre cristalización, afinidad - electiva, etc. Fué este autor el primero que reprodujo en el laborato- rio, por medios que podemos llamar sintéticos, una substancia creada por el organismo : obtuvo ácido oxálico tratando el azúcar por ácido nítrico y reconoció su identidad con el retirado de los vegetales. Bergmann admiró, los trabajos de Scheele, a pesar de sus elevados puestos. No hizo como algunos profesores de nuestras universidades que, encastillados en sus feudos de alta ciencia, temen el descender a tratar con el plebeyo alumno, cuestiones científicas. Profesor será ese, que nunca formara discípulos. Fué en Upsala en donde Scheele descubrió el cloro, su chef-d'euvre como tiene uno cada químico : Priestley el oxígeno, Gay-Lussac el cianógeno, Lavoisier la ley de los pesos, Davy los metales alcalinos, etc., y en este mismo lugar escribió su gran obra Tratado del aire y del fuego en el que sustentaba la teoría del flogisto y que Lavoisier presentara a la Academia de ciencias con las siguientes palabras, que transcribo del mismo autor : «Esto tiene por objeto demostrar a la Academia una idea de su doctrina química — se refería a Scheele — y hacer ver que ella está basada sobre suposiciones que no con- cuerdan con los hechos; pero su obra será admirable a ojos de físicos y de químicos por la multitud de experiencias interesantes que con- tiene, simplicidad de aparatos y precisión de resultados. » En 1775 se traslada a Koping, después de rehusar la dirección de una manufactura del Estado y de un llamado especial que desde Berlín le hiciera el rey de Prusia. En Koping, se instaló en una far- macia que había quedado en manos de una viuda, pensando despo- sarse con ella, y con su dote y el laboratorio, dedicarse a la prosecución de sus trabajos. Pero la viuda, como dice Hoefer en su Historia de la Física y de la química : «elle avait plus de dettes que de dote». Se acomodó como pudo y en 1786, mientras comunicaba a la Academia de ciencias de Estocolmo sus investigaciones sobre el ácido gálico y la acción de la luz sobre el ácido nítrico, la tisis hacía progresos en su organismo, hasta que en mayo del mismo año lo condujo a la tumba. Dos días FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 15 antes de morir se casó con la viuda de su predecesor, a fin de legali- zar cuanto poesía, que ya era algo, pues con una pensión que le acordaron logró pagar las deudas y dedicar de 600 francos, 500 para sus investigaciones. A este propósito, algunos pretenden demostrar que Scheele pasó su vida rodeado de pobreza; creen con ello aquilatar sus méritos. No es cierto, como acabamos de ver. Tenía, como se acostumbra decir, un modesto pasar. Eso sí, nunca ambicionó riquezas ni gloria y siem- pre amó el trabajo solitario, la vida en la obscuridad. Así se lo reco- nocen todos los historiadores : Ostwald alemán, Ramsay inglés, Hoefer francés y Guareschi italiano. No puede ser más imparcial el juicio. Tan partidario era de esa vida solitaria, que mucho contribuyó a que en su país no se le conociera en debida forma. Bergmann era quien propalaba sus descubrimientos por uno y otro lado. He aquí una interesante anécdota al respecto que cuenta Dumas en sus Lec- ciones de filosofía química. El rey de Suecia viajaba en 1780 por Italia y en la Academia de ciencias de Torino se nombraba socio honorario a Scheele. Hacíase por lo tanto su apología. El rey extra- ñóse de la fama que en el extranjero tenía uno de sus súbditos, que el no conocía de nombre, ni se le había honrado... Vuelto al país quiso desagraviarlo nombrándolo caballero de una de sus órdenes... Scheele, Scheele, dijo el ministro. Es raro... No lo conozco. Pero el rey lo quería y ello bastaba. Se extiende el nombramiento... pero el agracia- do no fué Scheele el grande, el químico... Un homónimo suyo, un Scheele cualquiera. Anécdota falsa según Guareschi, como falsas son varias que cono- cemos referentes a otros químicos. En 1775 era miembro de la Aca- cademia de Estocolmo y tenía una pensión de 400 coronas de parte del gobierno real. El rey, pues, no ignoraba el nombre ni la fama de su ilustre súbdito. ¿ Cuáles han sido sus principales trabajos ? Ha tocado un poco todos los puntos de la química, general, inor- gánica, orgánica y analítica, Pasaremos en revista estos descubrimientos siguiendo más o me- nos el orden elegido para ello por Icilio Guareschi en la nota biográ- 76 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA fica que publica en su Enciclopedia de química, en la monografía correspondiente al cloro y los datos que aporta Fremy, Hoefer y Lademburg. 1” Descubrimiento del oxígeno. Como Priestley, al mismo tiempo, y por igual método, calentando el peróxido de mercurio descubre el oxígeno, al que llamó aire del fuego. Más tarde, como veremos, lo obtiene por acción del ácido sulfúrico sobre el bióxido de manganeso procedimiento que en la actualidad, figura en todos los textos co- rrientes de la materia; 2” Determina la composición del aire, demostrando que se trata de una mezcla y con una célebre experiencia que comienza el 1* de enero de 1778 y termina el 31 de diciembre del mismo año, efectúa su primer análisis volumétrico, absorbiendo el oxígeno con una mez- cla de dos partes de azufre y una de hierro. Demuestra así que un quinto estaba formado por el aire del fuego (oxígeno) y el resto por el aire mefítico (nitrógeno); 3” Demuestra la existencia del oxígeno en solución en el agua y su importancia en la repiración de los peces. 4% Fué el primero que probó que el hidrógeno mezclado con el oxí- geno, en la proporción de 2 ; 1, explotaban en presencia de una llama sin dejar residuo alguno. El agua formada escapaba a su observación. Al mismo tiempo describió varios métodos de preparar hidrógeno; 5” También fué el primero que llamó la atención sobre el fenómeno de colocación de las llamas y citó que el cobre las coloreaba en verde y los álcalis en amarillo; 6* Pero su trabajo más importante se refiere al descubrimiento del cloro, memoria en la que, al mismo tiempo da cuenta de la obtención de cuatro nuevos elementos, poniendo así a prueba su espíritu de investigador. Analizando la magnesia negra (bióxido de manganeso) descubre el manganeso; al tratarla con ácido sulfúrico obtiene el oxígeno y al someteria a la acción del HCl revela la existencia del cloro al que lama ácido muriático deflogisticado. Estudia las impurezas de este mineral y descubre la tierra pesada o barita, y finalmente al calentar- lo con KOH obtiene el manganato correspondiente (camaleón mineral) que por la acción de los ácidos le da el KMno,; 7% Prepara el HFl partiendo del espato fluor y del ácido sulfúrico, estudia su acción sobre el vidrio y determina la existencia del ácido hidrofluosilícico ; 8” Descubre el HNO, y el KNO, que obtiene partiendo del nitrato FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 7 correspondiente. El H,S al que lo llama aire hepático, al descompo- ner la mezcla de azufre y de potasio combinados. Prepara varios súl- furos y obtiene el SO, ; 9” Idea un método de extracción del fósforo de los huesos muy idéntico al que actualmente se usa. Los calcina, los trata por HNO, diluído, precipita la cal con H,SO,, del filtrado evaporado separa el CaSO, y el líquido siruposo lo mezcla con GC en polvo y una vez bien seco calcina el todo en retortas de gres; 10% Descubre el ácido arsénico oxidando con HNO, el As,O,. Es- tudia los arsenitos de NH, y Mg y el AsH,, cuya llama obtiene y el correspondiente depósito de As metálico según la práctica usada hoy en Toxicología. Obtiene, por acción del AsO,K sobre el CuSoO, y el arsénito de co- bre, verde de Scheele, la primera substancia colorante artificial que se prepara ; 11? Descubre .el ácido molíbdico y túnestico y el óxido pulga por acción del HNO, sobre el minio. 12” Comprueba que la mina de plomo (plombagina) no es más que un cuerpo a base de carbono. 13” Determina la composición del azul de Prusia y descubre el ácido cianhídrico, y los ciamuros de K y Hg. 14” Idea y preconiza tres métodos generales para la extracción de los ácidos orgánicos, sentando así las primeras bases del análisis in- mediato orgánico. Algunos de estos procedimientos se usan hoy in- dustrialmente. 15% Obtuvo puros y eristalizados : ácido tártrico del tártaro, cítri- co de los limones, oxálico de las acederas, málico de muchas frutas, benzoico del benjuí, láctico de leche agria, múcico y sacárico por oxi- dorones de la lactosa, gálico por fermentación de la infusión de nuez de agallas y el pirogálico por destilación seca de este último. 16” Descubre la glicerina a la que llama principio dulce de los aceites. 17” Descubre el alcohol amílico, varias aldehidas por oxidación con mezcla sulfo-mangánica, eter acético, etc. Y como si fuera poca labor pertenecen a él, cuatro métodos de con- servar el vinagre : a) Por concentración mediante la congelación ; b) Preparándolo rico en ácido; e) Sustrayéndolo a la acción del aire; d) Calentándolo, embotellado, en agua hirviente. 78 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Tiene razón Schelenz al decir que ha sido el descubridor del mo- derno arte de la esterilizacion. Y para terminar citaremos estos trabajos especiales : 1” Examina cálculos urinarios y descubre el ácido úrico, cianúrico y el fosfato de cal en la orina y obtiene la reacción de murexida, tan útil en nuestros laboratorios para la investigación de este género de compuestos purínicos. 2” Descubre en la leche el acido láctico y el fosfato de cal, el azu- fre en la albumina del huevo y logra la coogulación de ésta en medio ácido. Y el método de destrucción de la materia orgánica por el HNO, y el KNO, para la investigación de substancias minerales fué ideado por él que lo utilizó en sus estudios sobre la leche y los quesos. Hoy constituye éste, el método de Rapp conocido en toxicología. Tal es la obra del gran químico sueco, maestro en la experimenta- ción, trabajador infatigable que, aunque no era un químico eminen- temente teórico, poseía la verdadera intuición de esta ciencia, el ver- dadera criterio, el verdadero sentido de su práctica. Y pensar que toda esta obra fué realizada apenas en 26 años de vida activa, que iba minando poco a poco, el infinitamente pequeño que debía conducirlo a la tumba! Y era talel don de observación que poseía, que en todos sus nume- rosos trabajos apenas si se puede señalar un error, contrariamente a lo que ocurre entre los más hábiles experimentadores ! Que su vida y su obra nos sirva de ejemplo. Pero no de ejemplo en la forma que he oído decir más de una vez... Sí Scheele todo lo ha hecho, nada nos queda... A él fácil le era descubrir, porque nada es- taba descubierto... Al comenzar una tarea, a la menor investigación bibliográfica, nos encontramos con que todo ya está hecho... Y no po- demos hacer nada. Excusas y nada más que excusas... Es cierto que el campo de los descubrimientos instintivos y empíricos está agotado... Pero los tra- bajos de Scheele son frutos de su continuada labor... Millones de se- res, vieron hervir el agua en una pava antes que Watt... Les faltaba el espíritu de observación. Observemos trabajando y veremos como lo hecho apena si es un grano de arena ante lo que hay que hacer... He terminado. COMUNICACIÓN A LA SECCIÓN DE CIENCIAS FÍSICO-QUÍMICAS DE LA ACADEMIA ESTUDIO DE LA ESTABILIDAD DE ALGUNAS SOLUCIONES DE FERMENTOS Y ALCALOIDES POR MEDIO DE LOS ESPECTROS DE ABSORCIÓN ULTRA VIOLETA CASOS PARTICULARES DE LA PANCREATINA Y MORFINA POR LOS DOCTORES HORACIO DAMIANOVICH y ADOLFO WILLIAMS Debido a que en la mayor parte de los casos no es posible emplear los métodos químicos en el estudio de la estabilidad de los cuerpos en solución, hemos acudido al método físico-químico fundado en la propiedad que poseen algunas substancias, de absorber de un modo particular las radiaciones de menor longitud de onda, método que se- gún se ha demostrado especialmente en estos últimos años, permite acusar por su gran sensibilidad, las más mínimas variaciones opera- das en la estructura molecular y sin alterar el equilibrio del sistema. Entre los varios problemas de estabilidad merecen especial aten- ción los que se relacionan con ciertas substancias de gran conpleji- dad molecular como las que pertenecen a los grupos de los fermen- tos y alcaloides, albuminoides y glucósidos. Desde los primeros ensayos nos decidimos por la elección de la pancreatina y la morfina y deri- vados como representantes de las dos primeras categorías señaladas, concretándonos en particular a la influencia de la temperatura y de la alcalinidad del medio. En vista del interés que esta clase de inves- tigaciones tiene para el estudio de las acciones diastásicas y para hallar el mejor medio de subsanar ciertos inconvenientes observados durante el proceso de esterilización, creemos que ellos serán el punto 30 "ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA de partida de una aplicación más general. Además, el método permite como veremos al hablar de la morfina y derivados, hallar el indicio de transformaciones de estructura hasta ahora no puestos en evidencia. MÉTODO Para determinar el grado de absorción en la región del ultraviole- ta hemos empleado el espectógrafo de cuarzo construído especial- mente por la casa Hilger y que se halla instalado en el laboratorio particular de uno de nosotros (1). No entraremos aquí a describir los detalles del manejo de este aparato que se halla en los tratados espe- ciales de espectroscopia y en algunos trabajos de investigaciones apa- recidos en estos últimos años (2). Sólo mencionaremos aquí, que después de varios ensayos con la lámpara Nernst, el arco voltaico y otras fuentes luminosas producto- ras de rayos ultravioletas, adoptamos el método usado por el profesor Charles Dhere de la Universidad de Fribourg, que consiste en utilizar electrodos formados por cilindros pequeños de aleación de Eder con núcleo de fierro. Regulando convenientemente la corriente alternada se produce una chispa reforzada por sistemas de conden- sadores, que permite obtener pruebas muy nítidas con una exposición rariable entre 2 y 4” aun para absorciones grandes. La solución se colocaba en la cubeta cilíndrica de cuarzo a pare- des paralelas y con la cual era posible variar el espesor de milímetro en milímetro sin retirar la solución. La ubicación de la cubeta se hizo de tal modo que interceptando el haz de rayos ultravioletas prove- nientes del condensador de cuarzo, se proyectara una luz homogénea en la hendedura del colimador. La panereatina y morfina empleadas eran de Merck y Kahlbaum y sus soluciones con agua perfectamente esterilizada se sometían a la calefacción en estufa o autoclave en frascos cerrados. (1) Adolfo Williams. (2) CH. DHERE, Recherches spectrographiques sur Pabsortion des rayons ultraviolets par les albuminoides, les proteides et leurs dérivés. Travail fait á la Faculté des sciences de 1"Université de Fribourg (1909), y ADOLFO WILLIAMS, Investigaciones experimentales sobre los espectros de la descarga oscilante. Tesis de doctorado, 1915. (Facultad de ciencias exactas, físicas y naturales de Buenos Aires). SOLUCIONES DE FERMENTOS Y ALCALOIDES 81 RESULTADOS Soluciones de pancreatina 1. Carácter del espectro. — Operando con soluciones acuosas alca- linas (CO,Na, 3 %,,) de panereatina al 1 por mil obtuvimos espectro- eramas que indicaban una absorción gradual en el extremo ultravio- leta pero sin ninguna banda (fot. 1 y siguientes) que pusiera en evi- dencia una absorción selectiva. Comparando estos primeros resultados con los obtenidos por Dhe- re (1) en el trabajo mencionado resalta inmediatamente una diferen- cia notable. En efecto, las substancias albuminoideas propiamente di- chas presentan una banda de absorción en el espectro ultravioleta, la cual bajo un espesor conveniente y para una concentración dada (ovalbumina cristalizada, 3%9 por litro y espesor de 3 milímetros para el comienzo de la banda : seroalbumina erist 2%'7 por mil y 4 milí- metros, etc.) abarca las radiaciones comprendidas entre + = 2927 A y 1=2628 A. Mientras que en nuestro caso la banda no aparece en soluciones al 10 por mil y espesores comprendidos entre 5 y 10 milí- metros. Estas investigaciones que ya hemos hecho extensivas a otros fer- mentos en solución como la pepsina, diastasa y maltina, presentan mucho interés para el importante problema de la estructura molecu- lar de estas substancias que algunos suponen de naturaleza albumi- noidea, mientras que otros parecen haber hallado agrupaciones de cons- titución hidrocarbonada. 2. Desplazamiento del espectro por la acción de la temperatura : in- Auencia de algunas substancias sobre este desplazamiento. — Para ave- riguar si la temperatura provocaba alguna variación en el espectro, utilizamos soluciones análogas a las empleadas en la digestión pan- ereática, es decir al 1 por ciento y CO,Na, al 3 por mil, las cuales eran (1) Loc. cit., página 88. La absorción observada parece ser debida a las mezclas de la tirosina, fenilalanina y triptofano, ella depende de la cantidad de estos aminvacidos absorbentes : loc. cit., página 92. Otros derivados (como la glicocola, alanina, valina, leucina, serina, cistina, ácidos aspartico y glutá- nico, lisina, arguiina, histidina, prolina y glicosamina) absorben como en el ca- so de la panereatina, simplemente la parte terminal ultravioleta. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIV 6 82 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA sometidas a temperaturas variables entre 402 y 110% durante tiem- pos comprendidos entre media hora y 48 horas. Los primeros ensayos hechos a 40% y 50% durante 24 horas demos- traron ya alteración en la absorción y en la coloración aunque pequeña como puede verse en los espectrogramas adjuntos (fot. 2, 509 24 horas y 30 1009) (ácida y neutra). Estos hechos deben tenerse muy en cuenta en las investigaciones bioquimicas relativas a estas acciones diastásicas que a veces se les prolonga durante mucho tiempo en la creencia que esas temperatu- ras bajas no ejercen influencia sensible. Pero es en las soluciones sometidas a la acción de temperaturas comprendidas entre 40? y 1009 durante media hora donde se nota más el fenómeno. Examinando los fotogramas 2 (solución ácida y neutra) y 3 (solución alcalina) se nota una diferencia apreciable de absorción, siendo en el último caso mucho mayor que en el primero. Media hora a 1009 basta para provocar la absorción total de la parte ultravioleta a partir de 2960 A. Un hecho notable es el salto brusco de 802 donde comienza a ser apreciable a 90% y sobre todo a 1002 (fot. 3). Otro hecho importante es el paralelismo entre la atenuación de la actividad diastática y el desplazamiento del espectro. Las substan- cias que protegen a la tripsina O pancreatina contra la acción des- tructora simultánea del calor y del agua (1), actúan en igual sentido respecto a la variación del espectro ultravioleta. Esto lo hemos podido comprobar especialmente en el caso de la glicerina, peptona y caseína. Como se nota en el fotograma 4, la absorción varía recién de un modo neto a los 1002 (*/, hora), en el caso de una solución alcalina (CO,Na, 3 /,.), de pancreatina (3 %/,) y peptona (1/,), en tanto que las soluciones alcalinas de pancreatina en iguales condiciones produ- jeron una absorción completa (fot. 3). La caseína en soluciones al uno por ciento actúa de modo análogo : en el fotograma se nota mucho menos debilitamiento para iguales temperaturas y tiempos mayores que enel caso de la panereatina sola (fot. 3). Cuando se le calienta media hora, una hora y una hora y me- dia a 100 nose observa diferencia, pero esta aparece bruscamente al pasar de una hora y media a dos horas a 1009 (fot. 5). (1) Véase el artículo especial de Edward S. Edie del Departamento de fisiolo- gía de la Universidad de Aberdeen, donde se halla la bibliografía del punto y los resultados de sus experiencias : On the resistance of tripsine solutions to heat : The Biochemical Journal (de la Bioch. Society). Febr. 1914. SOLUCIONES DE FERMENTOS Y ALCALOIDES 83 En el caso de la pepsina en soluciones alcalinas (00, Na, 3 %/,,) se producen fenómenos en igual sentido; es decir absorción casi com- pleta a los 1002 (*/, hora) (fot. 6) y protección notable de dicho efecto por la peptona (fot. 7). Soluciones de morfina 1. Carácter del espectro. — Las soluciones de ' /10:000 Presentan absor- ción sensible en el extremo ultravioleta como en el caso de las solu- ciones de teobromina, pero no se observa banda alguna (fot. S). En cambio las soluciones acuosas neutras de clorhidrato dan una liger: banda entre 2950 A y 2767 A y absorción continúa desde 2550 A (fot. 9). 2. Desplazamiento del espectro por la acción del carbonato e hidrato de sodio. — La adición de carbonato de sodio (solución al 3 %/,) a una solución de clorhidrato de morfina al uno por mil provoca la absor- ción del extremo ultravioleta y una banda de absorción bien neta que aumenta algo de intensidad con la temperatura (fot. 10). En vista de este resultado tratamos de averiguar si el hidrato de ' sodio aun en soluciones diluídas provocaba un desplazamiento análo- go. El fotograma 11 pone en evidencia esta acción que comienza a ha- cerse sentir a diluciones de, en 100.000 de hidrato (comparar con el espectrograma 8). Este curioso desplazamiento puede interpretarse admitiendo la existencia de una base tautómera de la morfina, de naturaleza análo- ga a la transposición de estructura reversible enolico-cetónica que como se sabe (Baly, etc.) ocasiona una absorción selectiva en esa re- gión. La hipótesis en cuestión tiene su punto de apoyo en la fórmula Knorr-Horlein u otras de las más modernas que admiten la existen- cia de una función fenólica. Sobre este punto importante volveremos en un próximo trabajo, pero desde ya podemos mencionar como nuevo argumento en favor dle lo anterior, el hecho de que ni la dionina, ni la codeína, cuyos 0x- hidrilos se hallan bloqueados o protegidos por grupos alcohólicos, dan ese desplazamiento en solución alcalina, como puede verse en el. es- pectrograma 12. En los derivados de la hidroquinona se nota algo parecido : en efec- to este cuerpo en solución neutra al uno por ciento da el mismo es- pectro que en solución ácida (HO1 1 %/,,), pero muy distinto al de la 84 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA solución alcalina (Na (0H) 1 %/,,) donde se observa una absorción com- pleta (fotograma 13). Por el contrario en la diretilhidroquinona el es- pectro es igual en los tres casos. Influencia de la temperatura. — Para terminar mencionaremos que el mismo método nos permitió establecer la alteración (que también se traduce por coloración amarillenta) de las soluciones de celorhi- drato de morfina después de esterilización a diferentes temperaturas, en soluciones alcalinas y especialmente en el agua destilada en alam- bique de cobre. Este fenómeno que será objeto de un estudio más de- tenido, demostró un hecho que hasta ahora no habían tenido en cuenta los investigadores que de este punto se habían ocupado, a saber : que la alteración de las soluciones de este alcaloide se produce aun en ausencia de la alcalinidad del vidrio, cuando se usa agua destilada con vestigios de cobre (ciertas aguas destiladas) en cuyo caso este metal aun en cantidades infinitesimales actúa catalíticamente provo- cando la transformación en la forma quinónica por oxidación. “ego duos 1880 $9 UOIOIOSQY ve] 'soudsop 0067 %ISVY OSUSJULT 9yuAmIBUamMs se oxjoodsa [4 *SOIJ9WITA QT 1OSOdso “SOPea13 o00T Y SYIOY Z 9URIDp “oquaro 10d ] [8 BPLOR UNOS US BUIJBILO UB as — “£ A € e o9ruo9pt omoodsg *somour ra q Josadsa “o00T Y SB1OY.Z 9yuBIMp “oyuero 10d T [Y VPrOR UOLONJOS UY PUBILDUVLI] 4 — “pp Á SOLOUIU So] uo onb Openguost Seur so oo0adsa 19P 0JU3TUIB9 119 Pp TH "S0.199 UU T" LU OL 10sods9 “o00T Y StIOU E 9JUBINP *SONnO9B U0mMaJ]os ua 0 U91O 10d T 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R. Ashworth usa en una forma interesante y suge- rente una analogía para hacer entrar en una fórmula las variaciones del magnetismo en substancias para y ferro- magnéticas. Su ecuación se acerca a la de Van der Waals, modificación conoci- da de la ley de Boyle-Mariotte-Gay-Lussac, arreglada para aplicarse a los líquidos como a los gases. P. Curie constató en 1895 que las substancias débilmente magné- ticas tienen generalmente una intensidad de magnetización I (me- mento magnético por unidad de volumen) en razón inversa de la temperatura absoluta T en un campo de fuerza constante. Desde lue- go la intensidad de magnetización I de substancias débilmente mag- néticas o paramagnéticas es directamente proporcional a la intensi- dad del campo H. Por consiguiente la relación entre substancias para- magnéticas, temperatura y campo, se resuelve por la ecuación : H ES > EU Esta ecuación tiene singular analogía con la ley de Boyle-Mariot- te-Gay-Lussac para los gases: Be HISTÉRESIS MAGNÉTICA 93 a , 1 , en la cual P es la presión, + el volumen específico y d =—>» la densidad (0) del gas. Se ve que en la analogía, la intensidad de magnetización 1 corres- ponde a la densidad d, y el campo H a la presión P. Ahora bien, las rebuscas de Curie llevaron a la conclusión que las substancias ferromagnéticas calentadas se transforman progresiva- mente y tienden a asumir las propiedades de las substancias para- magnéticas mientras crece la temperatura arriba del punto crítico, y que hay una sorprendente analogía entre curvas de magnetización, cerca del punto erítico en un campo constante, y curvas de densidad de un líquido cuando pasa al estado gaseoso a presión constante con temperatura creciente. Más todavía, el paralelismo parece basado sobre la misma causa física subyacente. Del punto de vista de las teorías moleculares, el paso del flúido del estado líquido al gaseoso tiene lugar cuando las moléculas del flúido se desprenden de sus reacciones mutuas y llegan a ser independientes. De un modo análogo podemos imaginar que el pase del estado ferro al paramagnético tiene lugar cuando los imanes moleculares se apartan de su reacción mutua y llegan a la indepen- dencia del control mutuo. 4 : Luego la teoría molecular de los flúidos hace ver que debe existir un límite a la densidad bajo la acción de presiones elevadas y de ba- jas temperaturas, y del mismo modo, las teorías moleculares del mag- netismo demuestran que debe haber un límite a la intensidad de la magnetización bajo la influencia de campos fuertes y de bajas tempe- raturas. Debemos, pues, considerar los estados ferro y paramagnéti- cos en el magnetismo como los estados líquido y gaseoso en los flúidos. La ecuación de Van der Waals es : En una forma análoga Ashworth modifica la relación de Curie de manera que cubre los estados para y ferromagnéticos. Las constantes a/, I, y R/ son las constantes fundamentales mag- néticas. Ashworth aplica esta ecuación al hierro, al níquel y al co- 94 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA balto. Para R' y para la intensidad máxima, datos experimentales pueden obtenerse. El valor de a/ puede deducirse de los de las demás constantes. CONSTANTES MAGNÉNICAS DE Fe, Ni, Co Constante R' , 6,0 Intensidad máxima I, 1300 Constante intrínseca del campo a' 91 Temperatura crítica T, 785 + 273 | 388 + 273 | 1075 + 273 Campo intrínseco máximo a!I?, LAO 2 ESO 3,6 X 107 Ashworth hace varias aplicaciones de la fórmula. Demuestra que la ecuación representa ampliamente las propiedades características que acompañan la pérdida del ferromagnetismo cuando sube la tem- peratura, es decir, en primer término una región de pérdida progre- siva hasta la temperatura de transformación, en segundo término una transición abrupta, a través de una región de inestabilidad, y en ter- cer término una región en la cual la intensidad magnética disminuye más y más lentamente aproximándose asimptóticamente al eje de las temperaturas. El conocimiento del valor a permite calcular el valor del campo intrínseco correspondiente a cualquier intensidad de magnetización. Esto llega para el campo intrínseco de Fe, Ni y Co a valores del orden 10”. Considera luego los fenómenos de cambio de estado de vapor a lí- quido, notando que al efectuarse el cambio isotérmico debajo de la temperatura crítica se producen tres fenómenos sucesivos: 1” el va- por tiene una densidad débil y obedece aproximadamente a la ley de los gases perfectos ; 2% aumento brusco y considerable de la densidad de vapor durante el paso al estado líquido, y 3 la densidad del líqui- do aumenta lentamente con la presión, acercándose a un valor cons- tante para presiones elevadas. El cambio brusco que se produce cuando el vapor saturado se con- vierte en líquido se considera no como una discontinuidad, sino como un camino continuo representado por una curva con dos inflexiones (fig. 1) 'abce. El fiúido está en el primer estado (vapor) desde o hasta HISTÉRESIS MAGNÉTICA 95 e' ; en e' el vapor saturado parece pasar bruscamente al valor e (líqui- do), habiendo sin embargo obedecido al cambio e'abce, sin que la ex- periencia pueda registrarlo (estados inestables). Podrá suceder aún que la curva tome la forma ocd, teniendo du- rante el pasaje de inestabilidad presiones negativas. A temperaturas más elevadas la porción ee” se reduce para desapa- recer a la temperatura crítica (densidad y presión críticas). Si podemos (supersaturación) llegar a hacer describir al vapor el camino ea, la densidad crecerá bruscamente de a en f. Inversamente en el caso normal al bajar la presión, el líquido des- cribe la curva fecbe'f'o, en el orden inverso sin pérdida de energía ; y Denms dad Pre s10 'on SS Fig. 1. — Presión y densidad de flúido si podemos evitar que en e se produzca la vaporización, la densidad del líquido bajará hasta e, saltando a f”. En esta forma se ha producido un verdadero cielo, formado por F'afef” con pérdida de energía, lo que Ashworth llama «pérdida por histéresis flúida ». Ewing ha notado que la curva de magunetización consta de tres partes en los campos ferromagnéticos ; en la primera parte aumento del magnetismo débil y casi proporcional al campo; en la segunda parte el aumento es rápido con pequeña variación del campo; en fin en la tercera parte la magnetización crece muy lentamente llegando a ser casi constante en campos intensos. Siendo la ecuación ferromagnética análoga de la de Van der Waals, notamos que ambas son del tercer grado en l (intensidad de magne- tización) una y e (densidad) la otra, deberán pues tener formas seme- jantes, cuando consideramos ambos para una temperatura T fija. S1, pues, consideramos la variación de H con respecto a I, debemos 96 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA hallar una curva en la cual el segundo período será inestable y ten- drá dos inflexiones dando lugar a la curva de histéresis. Debe existir, pues, no solamente una temperatura crítica (T,), sino también una intensidad de magnetización crítica (1) y un campo crítico (H.). mM > 1 1 ' I 1 ' 1 1 1 ' y ' ) 1 1 FE ID Fig. 2. — Curvas isotérmicas con y sin histéresis El autor hace, pues, un cambio de variables, teniendo en cuenta las relaciones entre dichos valores críticos : siendo 1. la intensidad máxima, la cual es igual a 3 L,, se obtiene una ecuación : 1 1727 m)|-— 1] =8nm. (1 + 0 ) ñ La figura 2 representa la curva resultante y el lazo de histéresis para una temperatura T = 0,283 T¿(279 C.) para el hierro. El lazo de histeresis es FDOF'D'C/F; OAEF representa la curva para el metal virgen. La intensidad remanente = 0,905 I. y la inestabilidad principia con m= 0,76. HISTÉRESIS MAGNÉTICA 97 Como resultado de esta analogía, Ashworth nota que generalmente no se percibe la histéresis en los flúidos, y no puede ser puesta en evidencia sino en condiciones especiales. Por el contrario, el fenóme- no es siempre de gran importancia en el magnetismo, y no se puede suprimir sino en condiciones especiales; por ejemplo, cuando una substancia ferromagnética está sometida a una agitación mecánica o a una corriente alterna, la histéresis desaparece completamente o parcialmente. En tales condiciones se produce el magnetismo fácil- mente con un campo débil, y la susceptibilidad es muy elevada. Agregaremos que la forma de la ecuación ferromagnética indica que existe también histéresis en la relación entre la intensidad de magnetización I y la temperatura T. Se puede demostrar que cuando ES AS > y que para valores de n o de l inferiores a la unidad, existen sobre cada curva isodinámica dos valores estables de m para dos temperaturas distintas, entre las cuales hay una región inestable donde efectos de histéresis pueden tener lugar. Concluye con el estudio de los mismos fenómenos deducidos de la teoría cinética y de la ecuación de Curie para los campos paramagné- ticos. H. M. LEVYLIER. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIV 7 INGENIERO VICENTE CASTRO DISCURSO DEL INGENIERO EDUARDO HUERGO CON MOTIVO DE LA COLOCACIÓN DE UNA PLACA DE BRONCE EN LA TUMBA DEL EX PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Señores : A causa de la enfermedad que aqueja a su presidente, doctor Car- los M. Morales, la Sociedad Científica Argentina, me ha designado para representarla en este acto que me.proporciona la penosa satis- facción de tributar justo homenaje de respeto y de cariño al distin- guido profesional y al amigo consecuente, recordando las altas cuali- dades del ingeniero Vicente Castro. Todos saben cuáles fueron sus méritos, pero es siempre convenien- te repetirlos porque las nuevas generaciones tendrán un ejemplo que imitar cuando deban cumplir su noble misión en el desempeño de la dura labor profesional. Nació Castro en Buenos Aires el 5 de abril de 1864 y nos fué arre- batado por la implacable parca a los 52 años de edad, precisamente cuando por la madurez de su juicio y la ponderación de su espíritu debíamos esperar los mejores frutos de su inteligencia, de su saber y de su experiencia. Hace ya un año que depositamos en esta tumba sus despojos mortales y aun sentimos la rebelión de nuestro ser y puena por salir de nuestros labios la cruda imprecacion contra la injusticia del destino. Su foja de servicios pone de relieve que las posiciones que alcan- zara, fueron conquistadas una a una en el duro batallar de su exis- tencia. Estudiante contraído y aprovechado, la Facultad de ciencias exac- INGENIERO VICENTE CASTRO 99 tas, físicas y naturales le otorgó el título de ingeniero civil el 5 de junio de 1889. En marzo de 1883, ingresa como meritorio al Departamento de in- genieros civiles de la Nación, pasando a copista en junio 30 del mismo año; dibujante de segunda clase en enero 30 de 1884; dibujante de pri- mera clase en noviembre 20 de 1885; ayudante de primera clase en mayo 9 de 1887; ingeniero de segunda clase en febrero 28 de 1889; di- rector del aula de dibujo en la Facultad de ciencias exactas, físicas y naturales en febrero 17 de 1892; ingeniero de primera clase en junio 6 de 1894; catedrático substituto de arquitectura en la Facultad de ciencias exactas, físicas y naturales en agosto S de 1894; secretario del Departamento de ingenieros civiles de la Nación en octubre 4 de 1894; catedrático de construcciones de mampostería en la Facultad de ciencias exactas, físicas y naturales en marzo 23 de 1896; direc- tor de la construcción del ferrocarril a Chilecito y La Rioja en di- ciembre 19 de 1896; ingeniero jefe de división en Puerto Militar en diciembre 15 de 1899; ingeniero principal sección F. €. del minis- terio de la Guerra en agosto 24 de 1901; ingeniero de primera y jefe de la oficina de proyectos en la Inspección general de puentes y caminos en mayo 16 de 1904; miembro de la comisión para informar el estado del dique San Roque en septiembre 13 de 1906; inspector general de puentes y caminos de la Nación en marzo 19 de 1909; di- rector general interino de puentes y caminos de la Nación en sep- tiembre 1? de 1910; vicepresidente de la Comisión administradora del fondo de caminos en octubre 4 de 1919; miembro de la comisión de experimentación de puentes en noviembre 28 de 1910; vicedirector general de puentes y caminos de la Nación en abril 13 de 1912, con cuyo cargo fué jubilado por decreto de diciembre 31 de 1912. Es notorio que todos estos cargos fueron ejercidos por el ingeniero Castro con verdadero empeño y algunas veces hasta con abnegación; y en ellos triunfó noblemente : como profesional, resolviendo los im- portantes problemas que le tocó estudiar en los puestos de alta res- ponsabilidad y como maestro, al transmitir a sus discípulos las lee- ciones que preparadas con dedicación constante, fueron publicadas por el Centro estudiantes de ingeniería en dos gruesos volúmenes de texto y un atlas con más de 650 figuras. Recuerdo que en Puerto Militar, donde tuve oportunidad de cono- cerle íntimamente, después de la intensa labor diaria, dedicaba las horas de descanso a la corrección de sus apuntes, perfeccionándolos continuamente con el único pensamiento de ser útil a sus alumnos. 100 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Con razón estos le hicieron llegar más de una vez su aplauso y su reconocimiento, y por esa misma razón el cuerpo de profesores le eli- eió consejero académico de la Facultad de ciencias físicas, matemá- ticas y astronómicas de la Universidad nacional de La Plata, en la que también fué maestro concienzudo. Su reputación científica y moral, sus condiciones de laboriosidad, rectitud, probidad, lealtad y franqueza, le llevaron tres veces a la presidencia de la Sociedad Científica Argentina, donde la eficacia de su acción ha quedado hondamente señalada. No sería posible relatar en este momento, aun someramente, las múltiples cuestiones consi- deradas en esos tres períodos, marcados por el ingreso de numerosos socios a la institución y por algunos hechos de especial repercusión. Acordada por el Congreso nacional la suma de 50.000 pesos mone- da nacional para la exploración y estudio de la laguna Iberá a fin de que figurase como uno de los números interesantes del glorioso cen- tenario de mayo, la Sociedad Científica Argentina se encargó de or- ganizar la expedición y a Castro correspondió redactar las respec- tivas instrucciones. Y la acción de Castro, como presidente de la sociedad culmina cuando ésta patrocina el Congreso científico internacional americano, cuya organización le confiara la Comisión nacional del centenario de mayo, y en el cual, con su habitual modestia, sólo aceptó el puesto de vicepresidente de la comisión organizadora. Bien sabemos las vicisitudes ocurridas en aquella ocasión, en que hubo de torcerse el rumbo de ese torneo científico exponiéndolo al fracaso y sabemos también con qué pericia y discreción Castro contri- buyó eficientemente a salvar los escollos del camino, coadyuvando al éxito que coronó aquél certamen de resonancia mundial. Fallecido el doctor Florentino Ameghino, la Sociedad Científica asume la dirección del homenaje a su socio honorario, el primer sabio argentino, y convoca a una reunión extraordinaria prestigiada por la presencia de los representantes de las tres universidades nacionales. Encargada la sociedad de llevar a la práctica las ideas emitidas en esa asamblea, Castro es designado presidente de la junta ejecutiva, y el Consejo nacional de educación resuelve favorablemente su pedido para que, además de colocar en las escuelas de su dependencia el re- trato de Ameghino, anualmente, en un día señalado, se dedicase en todas ellas una clase para relatar la biografía del sabio cuya obra y virtudes se trataba de divulgar. Ved como la muerte se encarga de unir y hacer conocer los nom- INGENIERO VICENTE CASTRO * 101 bres y las obras de nuestros insignes cuanto modestos hombres de trabajo. Pero sobre todos esos méritos y esas altas cualidades, con ser mu- chos, se destacó su carácter de hombre profundamente bueno, rasgo que parece ser la suprema aspiración de las almas bien nacidas y de los espíritus excelsos. En estos momentos de tristeza, me consuela haber sido designado para demostrar que la Sociedad Científica Argentina no es ingrata con los que la dedicaron sus energías para su mayor adelanto y creo que, recíprocamente, es un timbre de honor para la sociedad misma el homenaje que rinde al querido extinto en este momento, porque es de virtuosos ser agradecidos. Quede como recuerdo perenne de respeto y gratitud de la Sociedad Científica Argentina a su ex presidente ingeniero Vicente Castro, ese bronce que desde hoy será custodiado por el cariño de sus deudos y el afecto de sus amigos. Julio 22 de 1917. BIBLIOGRAFÍA El hombre fósil, por HUGO OBERMAIER. Memoria número 9 de la Comisión de investigaciones paleontológicas y prehistóricas (sección de la Junta para am- pliación de estudios e investigaciones científicas). Madrid, Museo nacional de ciencias naturales, 1916, xIvV + 397 (3) páginas. Hace más de un año fuimos beneficiado con uno de los primeros ejemplares de la hermosa obra que se anunciara a los interesados argentinos en esta breve sinopsis; pareciónos, sin embargo, más conveniente esperar el momento en que el libro se hallara en venta en las grandes librerías de Buenos Aires (Roldán, etc.); de lo contrario sucede — como en muchos casos análogos — que el interés del público, despertado por una reseña bibliográfica, no puede ser satisfecho por no hallarse ejemplar alguno del libro en los conocidos sitios de venta. Hecha esta salvedad dejamos asentado al principio que es imposible conden- sar en pocas líneas, ni el jugo de la extensa materia. Pero conste que es la pri- mera vez que fué escrita en idioma castellano, obra que resume investigaciones ajenas y del autor, sobre problemas relacionados con el origen humano y que altamente conmueven el alma de toda persona inteligente. Es verdad, dice el autor en el prólogo, que acerca del hombre fósil, existían una serie de obras ex- celentes publicadas en alemán, francés e inglés, « pero no es menos cierto que hasta la fecha no había un compendio en que en conjunto e igual extensión, se hiciera mérito de estas cuatro ciencias : geología, paleontología, antropología y arqueología cuaternarias ». He ahí el plan de la obra realizada por la infatigable labor del sabio austriaco, refugiado desde Francia a Madrid y ayudado en sus trabajos, por la singular hospitalidad de los intelectuales de la tierra hispánica. La gente de habla es- pañola puede acudir, gracias a circunstancias tan especiales, a una obra de fondo, escrita y publicada en su propio idioma. En el capítulo primero, a guisa de introducción, ocúpase el autor del hombre terciario, cuya existencia niega, y de los eolitos, cuestión a rechazar según su criterio. Aun los que no le acompañan en sus negaciones, deben reconocer que ha tratado problema algo áspero, con amplio criterio, pudiendo el estudioso for- marse idea propia, una vez repasadas las páginas dedicadas a esta materia, Los capítulos segundo y tercero, dedícanse a la geología cuaternaria, respec- BIBLIOGRAFÍA 103 tivamente a la flora y fauna de aquella época. Trata el autor con estilo sencillo y explicando los detalles con bonito material iconográfico, principalmente el fe- nómeno de la glaciación europea; las teorías sobre mono y poliglaciarismo, etc., concluyendo que las glaciaciones cuaternarias representan un fenómeno general que influyó sobre nuestro planeta por igual, sin que existieran alternancias en el fenómeno para los dos hemisferios. Se ve cuán importante es este último punto para el problema de correlacionar el hombre fósil pampeano con aquél de Europa. Las explicaciones sobre la flora y la fauna cuaternarias que siguen a las anteriores, yan ilustradas, siempre que era posible, con los dibujos origina- les del hombre cuaternario; muchos árboles genealógicos permiten acompañar a los principales representantes de la gran fauna mamalógica, en sus transforma- ciones desde el terciario hasta la época actual. Va en los dos capítulos siguientes, una brillante sinopsis sobre el paleolítico inferior y superior, hecha excepción de España que es tratada, con razón, en un resumen especial. Es sin duda la parte del libro donde el autor ha podido revelar con preferen- cia sus vastos conocimientos, adquiridos in situ durante largos años de explora- ciones. Para el paleolítico francés, fué adoptado la clasificación de Gabriel de Mortillet, ampliada con el auriñaquense de Cartailhac y Breuil. Cada período va acompañado de indicaciones sobre temperatura y fauna y de bellas figuras que han de ilustrar los tipos salientes de los manufactos líticos, estos últimos, siempre que ha sido posible, tomados de yacimientos españoles. Guiado por las excelentes ilustraciones, puede el estudioso seguir el desarrollo de la industria de la piedra y el cambio de la tipología en el musteriense, fenómeno interpretado por el autor, por la aparición de un pueblo distinto, todavía neandertalense en su aspecto físico. El esbozo de hallazgos análogos, hechos en otras partes del mun- do fuera del territorio francés, demuestra según el autor, que el paleolítico in- ferior (chelense, achelense y musteriense), se extendía por todo el globo, mien- tras que el paleolítico superior (auriñaquense — preferimos esta forma de hispa- nización — solutrense y magdaleniense) no parece ser más que una civilización mediterráneo-europea. El capítulo VI, reservado a España, es desde luego una novedad. Enséñanos el autor las glaciaciones, la paleozoología, etc., y agrega amplias listas comproba- torias delos hallazgos respectivos. Es importante su conclusión que las fases del paleolítico inferior y el auriñaquense del superior, demuestran íntima rela- ción desde el norte de África hasta España, Francia e Inglaterra, denotándose, pues, su derrotero de expansión, según la dirección recién indicada. Es curioso, pues, que en el auriñaquense medio, intercalado entre el inferior y superior, ha- bía un reflujo desde Francia a las regiones cantábricas de España, mientras que las dos últimas fases del paleolítico, el solutrense y magdaleniense, se expandían desde Francia hacia las costas atlánticas y mediterráneas de España. Por cierto «que España está llamada a jugar un papel interesantísimo en lo concerniente al estudio del hombre cuaternario ». Capítulo especial forma el arte paleolítico, dividido por el autor en moviliar y rupestre para facilitar las exposiciones, aunque se da perfectamente cuenta que tal separación es más bien artificial. Brilla el libro por las láminas en colo- res que demuestran el desarrollo fascinador del arte en aquellas épocas, para cuyo estudio psicológico, la comparación etnológica, es imprescindible. 104 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Nótanse, por ejemplo, las mismas leyes de perspectiva, la distribución de las figuras sobre el espacio, la acentuación de caracteres importantes, para él autóc- tona, y secundarios bajo el moderno punto de vista, etc. ; «Relacionar las sucesiones geológicas con las culturales, era tarea lógica para el capítulo siguiente. Revela el autor las dificultades que aun quedan para ven- cer en esta materia complicada, ante todo cuando se trata de España. « No sa- bemos, dice, si en realidad podemos admitir el sincronismo absoluto de las di- ferentes etapas de industrias cuaternarias de España, con las de Europa central y occidental. » Opina que se imponen para la Europa meridional, retrasos en la fauna y adelantos en la industria, cuando se toma por base la Europa central, y que surgen nuevos problemas a discutirse. El capítulo IX es todo dedicado a los restos óseos del hombre fósil. Después de una característica de los hallazgos más notables, va una sinopsis basada en la clasificación industrial (paleolítico inferior con sus divisiones y superior ¿dem). El autor, aunque no deja dudas respecto a los «predecesores del hombre » y de la «cuna de la humanidad » (pág. 265), no entra en detalles, declarando expre- samente (pág. 291) que descripción antropológica (y con ésto, discusiones sobre el origen y la descendencia del género humano) no corresponde al marco di- dáctico de su obra. Limítase, por consiguiente, a trazar con grandes y precisa- das pinceladas el Homo sapiens var. fossilis, no distinto del actual o var. recens, y el Homo primigenius Wilser, especie que «aunque verdaderamente humana, posee un conjunto típico de caracteres arcaicos, pitecoides » (pág. 296). Respecto a la célebre mandíbula de Mauer (Alemania), el resto humano más primitivo conocido hasta la fecha, dice el autor que pertenecía a «un verdadero Homo «amentalis », mientras que el tipo de Neandertal representa ya al Homo « menta- lis» con los orígenes del mentum proeminens (pág. 297). Concluye el interesante capítulo con una sinopsis sobre los antropomorfos fósiles, entre los cuales el cé- lebre ser de Trinil ocupa lugar preferente. Copiamos textualmente las últimas frases del autor que coinciden del todo con nuestro propio modo de considerar estos problemas : «De todos modos, dice, hoy nos consta que la distancia entre el hombre y los antropomorfos no es tan grande como parece indicarlo el estudio comparativo del hombre y los antropomorfos actuales. Se conocen, en efecto, ti- pos de hombres fósiles que según indican sus caracteres osteológicos, poseían una arquitectura más primitiva que la del hombre actual, mostrando además in- dudables caracteres pitecoides, y por otro lado conocemos también un tipo de mono fósil que era más «antropoide » que los actuales antropomorfos. Por for- tuna, los felices descubrimientos llevados a cabo en la última década, nos per- miten abrigar fundadamente la esperanza de que el porvenir se encargará de esclarecer cuestión tan interesante como la de los orígenes de la humanidad >; y, agregamos nosotros, esperamos que ésto se realice en el fecundo suelo argen- tino que nos hospeda. Felicitamos a la Junta para ampliación de estudios e investigaciones científi- cas, por el importantísimo libro (cuyo último capítulo está dedicado a las fases de transición desde el cuaternario hasta la actualidad geológica), libro que per- mite a los países latinoamericanos, emanciparse de todo aquel caudal de fuentes extranjeras. Deseamos al infatigable autor el mejor éxito en sus investigaciones a realizarse todavía en tierra ibérica. R. LEHMANN-NITSCHE. Madrid, Enrique de. Mainini, Carlos. Magnin, Jorge. Magnin, Félix J. Mallol, Emilio. Mamberto, Benito. Marín, Plácido. Marcó del Pont, Enrique. Marotta, Pedro. Massini, Carlos. Maupas, Ernesto. Medina, José A. Melo, Carlos F. Meoli, Gabriel. Mercante, Víctor, Mercau, Agustín. Mermos, Alberto. Meyer, Camilo. Mignaqui, Luis P. Molina Civit, Juan. Molinelli, Ernesto A. Morales, Carlos María. Moreno, Evaristo V. Móbring, Walther. Moyano, Osman. Mugica, Adolfo. Narbondo, Juan L. Nágera, Juan José. Natale, Alfredo. Negri, Galdino. Negri, Mario L. Nielsen, Juan. Noceti, Domingo. Novillo, Andrés B. O'Connor, Eduardo. Ojeda, José T. Olmos, Miguel. Olivera, Carlos E. Olivieri, Alfredo. Onelli, Clemente. Ortiz de Rosas, Jorge. Orús, José M. Orús, Antonio (hijo). Ortwed, Villielm. Otamendi, Eduardo. Arias, Víctor J. Bazterreix, Francisco. Bes, Raúl. SOCIOS ACTIVOS (Conclusión) Otamendi, Rómulo. Otamendi, Alberto. Otamendi, Gustavo. Otamendi, Belisario, Paitoví Oliveras, Antonio D. Paoli, Humberto. Paolera, Carlos M. della. Parodi, Edmundo. Pasman, Raúl G. Pastore, Franco. Paquet, Carlos. Paz, José M. Pelosi, Elías. Pelleschi, Juan. Peralta Ramos, Enrique. Pértile, José C. Petersen, Teodoro H. Piana, Juan S. Quiroga, Modesto. Quiroga, Alejandro. Raña, Eduardo $. Rebuelto, Emilio. | Rebuelto, Antonio. Renacco, Ricardo. Repossini, José. Rivarola, Rodolfo. Rodríguez Aravena, Santos. Rotffo, Juan. Romero, Julián. Romero, Antonio. Rossell Soler, Pedro A. Rospide, Juan. Rumi, Tomás J. Saavedra Lamas, Carlos. Sabaría, Enrique. Sabatini, Ángel. Sáenz Valiente, Eduardo. Sáenz Valiente, Anselmo. Sánchez Díaz, Abel. Sánchez Gregorio L. Sánchez, Zacarías. Sanromán, Iberio. Santángelo, Rodolfo. Sarhy, José $. Sarhy, Juan F. SOCIOS ADHERENTES Casadeval, Domingo. Cozzi, Honorio. Claxia, César. Scala, Augusto. Schaefer, Guillermo F. Schnack Benno J. Seguí, Francisco. Sehmiedel, Ottomar. Schneidewind, Alberto. Selva, Domingo. Senet, Rodolfo. Serodino, Eduardo C. Silva, Angel. Soldano, Ferruecio A. Sorondo, Alejand1o. Sordelli, Alfredo. Suárez, Eleodoro. Storni, Segundo. Stuart Pennington, A. Tarelli, Carlos A. Tello, Eugenio. Torre Bertucci, Pedro. Uriburu, David. Vallebella, Colón B. Valentini, Argentino. Valerga, Orente A. Valiente Noailles, Luis. Valle Iberlucea, Enrique del. | Vallejo, Carlos. Varela, Rufino (hijo). Vignau, Pedro T. Vidal, Antonio. Virasoro, Valentín. Vitoria, Gonzalo. Volpatti, Eduardo. Wanters, Carlos. Widakowich, Víctor. Wernicke, Roberto. Wernicke, Raúl. Williams, Adolfo T, White, Guillermo. White, Guillermo J. Wollenweider, Albino. Zakrzewski, Bernardo. Zamboni, Agustín. Zappi, Enrique V. Colombo, Carlos A. Dolhagaray, Leopoldo. Dorado, Luis. Goñi, pd Gotuzzo, Francisco G. a Carlos A. Niño, Bernardo J. . Peirano, Santiago F. Saravia oa Moisés. ; Sáenz Valiente, Casto. EROS PROTECTORES DE LA ORGANIZACIÓN pIDÁC: DE BUENOS AIRES pe Aguirre, Rafael M. Anchorena, Juan E. Besio Moreno, Pedro. 7 ANALES DE LA EDAD CIENT ARGENTINA DIRECTOR : Doctor HORACIO DAMIANOVICH ÍNDICE HORACIO DAMIANOVICH, La termodinámica clásica y los nuevos problemas de AO UI CA aras Under oiali are eeiola a e 20 A Ae RN CArmLos BrRUCH, Costumbres y nidos de hormigas........o.ooooo.. A Luciano P. J. PALET, Cuatro grandes figuras del pasado de la química (Conti- TA AAN A A A NS E O OI Horacio DAMIANOVICH, Juan B. Ambrosetti, discurso pronunciado en el acto del sepelio en nombre de la Sociedad Científica Argentida.......o.oooo.o.o.... IO YTUTEN TOS DIN TICO rostro aloe o a 0d a BOE tal Paid CIRO E o ala + o aa e ae ARI ls LA BUENOS AIRES IMPRENTA Y CASA EDITORA DE CONI HERMANOS 684 — CALLE PERÚ — 684 1917 SEPTIEMBRE-OCTUBRE 1917. — ENTREGAS IM-IV. TOMO LXXXIV 105 154 169 187 191 195 JUNTA DIRECTIVA (1917-1918) Presulente. Dos SN Doctor Carlos María Morales Vicepresidente 1%.....oooooo... Ingeniero Eduardo Huergo Vicepresidente 20... o. ..... Ingeniero Alberto D. Otamendi Secretario de actas... ........ Ingeniero Enrique Butty Secretario de correspondencia... Ingeniero Pedro A. Rossell Soler. ESOYerO 0 Doctor Eduardo Carette Protesorer0...... cono Doctor Juan B. Demichelis Bibliotecario..........o.....0% Ingeniero Miguel B. Lorenzetti : Coronel ingeniero Arturo M. Lugones Doctor Atilio A. Bado Ingeniero Juan José Carabelli Ingeniero Ferruccio A. Soldano Vocales alii: 2 AN Ingeniero Rómulo Bianchedi Doctor Tomás J. Rumi Señor José M. Orús Ingeniero Antonio Rebuelto Ceonente ion NAS Señor Juan Botto ADVERTENCIA. — Los colaboradores de los Anales (personalmente responsables de la tesis que sus- tentan en sus escritos) que deseen tirada aparte de 50 ejemplares de sus artículos deben solicitarlo por escrito. Por mayor número de ejemplares deberán entenderse con los editores Coni hermanos. Tienen, además, derecho a la corrección de dos pruebas. Los manuscritos, correspondencia, etc., se enviarán a la Dirección, Cevallos, 269. — LA DIRECCIÓN. PUNTOS Y PRECIOS DE LA SUBSCRIPCIÓN ADELANTADA Local de la Sociedad, Cevallos 269 (abierto de 3 a 7 yde 8 a 11 p. m.), y principales librerías $ m/n $ m/n A . 1.00 Número atrasado........ DR 2.00 TIMO ae ma edo e 12.00 Número atrasado para los socios.. 1.00 AA LA TERMODINÁMICA CLÁSICA Y LOS NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA LAS NOCIONES DE IMPULSO QUÍMICO Y DE POTENCIA QUÍMICA Y BASES PARA LA CLASIFICACIÓN Y EQUIVALENCIA DINÁMICA DE LAS TRANSFORMACIONES FÍSICOQUÍMICAS TRABAJO PRESENTADO A LA ACADEMIA DE CIENCIAS EXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES EN EL ACTO DE INCORPORACIÓN A LA SECCIÓN DE CIENCIAS FÍSICOQUÍMICAS DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Y AL INSTITUTO DE FÍSICA DE LA UNIVERSIDAD DE LA PLATA Por HORACIO DAMIANOVICH Profesor de físico-química en la Universidad de Buenos Aires En una de las comunicaciones presentadas a la Sociedad Química Argentina al hacer el examen de las nociones de impulso y de poten- cia y del diagrama isotérmico propuestos para el estudio de los pro- blemas de la mecánica química, tuve ocasión de insistir en la nece- sidad de precisar cómo evolucionan, en las reacciones y en general en las transformaciones físicoquímicas, el calor y el trabajo durante el intervalo de tiempo que transcurre entre los estados inicial y final. Sabemos, en efecto, que el teorema de la equivalencia ha tenido la ventaja de enseñarnos, que para hallar al trabajo o calor total de un sistema, no es necesario, en general, conocer los estados intermedios. Pero al mismo tiempo, su aplicación estricta, ha dado como resultado en muchos casos, el que se descuide el modo de evolución de los mis- mos entre los estados extremos, y por lo tanto, el mecanismo íntimo dle la transformación. «Sería conveniente, decía, someter a una revisión este problema porque de su solución depende, sin duda, la clasificación de las reac- elones según su carácter evolutivo. Las medidas de la impulsión y de la potencia pueden dar lugar a un método simple y exacto para obte- ner este resultado. » AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIV 8 106 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA He tratado de someter este interesante problema a la luz de las nuevas conquistas de la dinámica físico-química y es el resultado de mis reflexiones, que traigo en la presente comunicación, para ofre- cerlas al ilustrado juicio de los miembros de esta honorable Acade- mia, como trabajo de incorporación. . Antes de entrar en materia séame permitido expresar mi más pro- fundo agradecimiento a los profesores que guiaron mis primeros pasos en el camino del estudio y en particular al profesor Camilo Meyer, quien además de sus provechosas lecciones del curso libre de Física-matemática dictado en esta Facultad, no ha dejado de benefi- ciarme en la prosecución del presente trabajo con sus oportunos con- sejos. INTRODUCCIÓN EXPOSICIÓN SUMARIA; LIGERA RESEÑA HISTÓRICA Desde hace tiempo se nota una tendencia bien marcada en algunos físicos como Natanson, Helmholtz, Duhem y Marcelin de llegar al establecimiento de una dinámica energética general en la cual debe ubicarse la estática que hoy poseemos como un caso particular. Duhem utiliza el potencial termodinámico y demuestra que los principios de la energética pueden expresarse en la misma forma que la usada por Lagrange en su estática. Y para pasar de las leyes del equilibrio a las del movimiento en las transformaciones irrever- sibles, Duhem elige el procedimiento que al decir de Marcelin (1), se ofrece desde el primer momento al espíritu del físico, esto es, exten- der el método de d'Alembert mediante la adición de términos com- plementarios a las ecuaciones de la estática energética. Pero a pesar del esfuerzo realizado en diferentes ocasiones por este físico, no le ha sido posible obtener datos precisos acerca de la forma de los tér- minos complementarios que deben añadirse. Natanson (1896) y Helmholtz (1886) han sostenido ideas análogas. Debido a la falta de precisión señalada «el experimentador, dice Marcelin (2), que se viera obligado a exponer sus resultados no que- (1) Véase la bibliografía citada por Marcelin en su tesis Contribution a Vétude de la cinctique physico-chimique, páginas 2 y siguientes. París, 1914. Á 1 Q (2) Loc. cit., página 3. NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 107 daría satisfecho; insensible a las bellezas de una vista de conjunto, él sacrificaría la generalidad para escribir una fórmula que sólo ven- dría a ser la traducción de un caso particular. Así, sin ligazón nin- guna, se han constituído todas las reglas particulares de la dinámica físico-química, tal como se la encuentra expuesta en las obras clá- sicas de Van't Hoff y de Nernst. » Vant'Hoff (1) después de hacer resaltar la diferencia esencial entre los estudios del equilibrio y los de la velocidad de reacción, en el úl- timo de los cuales aparece el tiempo como nuevo factor, agrega : «Se comprende que este nuevo estudio esté menos avanzado que el prece- dente por esta razón principal que la termodinámica no puede dar solución directa de los problemas en los cuales interviene el tiempo; hasta ahora esta rama de la ciencia sólo ha podido regir los estados definitivos, los estados de equilibrio.» De aquí la causa por la cual no se ha podido llegar, como en los equilibrios, a exponer el conjunto de fenómenos como consecuencia de leyes bien establecidas o por lo menos muy probables. Las leyes de la velocidad de reacción deben hallarse de acuerdo con las del equilibrio que se establece al final. En toda reacción interviene la « afinidad » o «fuerza impulsiva » y una fuerza retardatriz. La fuerza retardatriz puede provenir del aleja- miento material de los cuerpos activos o de la viscosidad del medio y la fuerza impulsiva depende, según Van't Hoff, del estado actual del cuerpo o sistema de cuerpos y de la vía que conduce al equilibrio final. l Para dar una medida mecánica de la afinidad toma como modelo la reacción del ácido sulfúrico sobre el zine y aplica los dos principios de la termodinámica, demostrando así que el juego de las afinidades puede producir en un cuerpo, o sistema de cuerpos, un trabajo deter- minado hasta el momento del equilibrio, trabajo que en ciertos casos puede ser expresado y ligado a la fuerza impulsiva por una relación simple. Pero el signo del trabajo total sólo define el de la fuerza im- pulsiva cuando permanece igual el fenómeno desde el comienzo hasta el fin, esto es, siempre que la misma acción se ejerza a cada instante. Si se producen cambios de concentración la fuerza impulsiva es dife- rente de un momento al otro y se anula cuando se alcanza el equi- librio. Se ve, pues, según lo expuesto, que Van't Hoff daba ya la idea (1) Legons de chimie-physique professées d U'université de Berlin, traducción fran- cesa primera parte: La dynamique chimique, página 74. 1896. 108 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA general de una relación íntima entre las variaciones de la fuerza im- pulsiva o afinidad y las de las velocidades. « La velocidad parece depender de la diferencia de los valores de cierta función de la concentración de los cuerpos o sistema de cuer- pos que se transforman: la igualdad de estos dos valores es la con- dición del equilibrio » (1). En cambio, Nernst llega a la conclusión categórica que la velo- cidad no puede ser una medida de la afinidad, porque en las reaccio- nes intervienen resistencias eventuales. Dejaré para más adelante la discusión de estas ideas, pero desde ya puedo afirmar que Nernst ni los demás físico-químicos que invocan estas «resistencias» han dado una idea precisa de su naturaleza. Sin embargo, tanto Berthelot como Nernst han hecho notar la necesidad de tener muy en cuenta el factor tiempo en los estudios químicos y termodinámicos. Berthelot en su clásico tratado Essai de mécanique chimique fondée sur la thermochimie (t. 11, pág. 14), hace ver que durante muchos años se ha descuidado en química el papel del tiempo, sobre todo en los sistemas homogéneos, y al tratar la ley de la velocidad de las descomposiciones pone en evidencia la influencia grande que ejerce la velocidad de reacción en el empleo de las substancias explosivas (loc. cit., pág. 66). Y Nernst, en su estudio de síntesis, titulado Sur quelques nouveaux problemes de la théorie de la chaleur (2), dice textualmente: « Enfin (et lá se trouve leur plus grande limitation), il manque aux formules de la thermodynamique, la notion du temps; vitesses de masses en mouvement, vitesses de réactions, vitesses de diffusions, toutes gran- deurs quí dans chaque changement réel sont pour Pexpérimentateur Vune importance capitale, échappent par conséquent a Pavance du traitement d'apres les principes de la thermodynamique; et quoique celle-ci constitue une arme puissante entre les mains d'un homme de science, c'est méconnaitre sa nature que lui attribuer une généralité illimitée ou de prétendre pouvoir se passer (Pautres moyens auxi- liaires fournis par la logique. «Et je dois ajouter que la nouvelle proposition de la thermody- (1) Loc. cit., página 185; Vitesse de réaction et équilibre dans les milieux non condensés (gaz raréfiés ou solutions diluées) y BERTHELOT, Annales de chimique et de physique, 65, 68; GULDBERG y WAAGE, Journal f. pr. chem., 19, 83; PLANCK , Vorlesungen úber Thérmodynamique, página 217. 1897. (2) Scientia, 1-X, 1911 (traduit par M. le Dr $. Jankelevitch-Bourges). NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 109 namique, tout en ayant augmentée le nombre des rapports de mesure connus et tout en étant appelée á4 Paugmenter encore davantage, a la suite de son application et de son développement ultérieur ne change rien a cet état de choses, car elle est naturellement soumise tout au moins aux mémes limitations que la deuxieme proposition de la thermodynamique ». Ostwald, por su parte, ha enunciado la proposición siguiente (1892): Entre todas las transformaciones de la energía posibles se producirá la que, en un tiempo determinado, debe dar lugar a un mayor cambio. Al decir de Chwolson (1), este axioma de Ostwald va más allá que los dos principios, porque indica, entre todos los fenómenos posibles co- rrespondientes a estas dos proposiciones, aquel que se producirá efec- tivamente en la naturaleza. Fué discutido por Neumann, Boltzmann, Forster y otros físicos, y como no se ha insistido más, puede presu- mirse que no ha tenido argumentos suficientes para imponerse defi- nitivamente. Quizá la nueva orientación de la dinámica energética permita dar un carácter más concreto y definido a este importante problema. René Marcelin, en estos últimos años, después de una serie de tra- bajos de gran alcance para la mecánica química, resuelve el impor- tante problema de hallar la función que une la velocidad de trans- formación con la afinidad, problema que, como lo hemos dicho ya, hasta ahora la termodinámica no habría podido resolver. En efecto, la termodinámica nos enseña que durante la transfor- mación por la cual el sistema evoluciona de un estado de equilibrio a otro, ciertas magnitudes, como la entropia y los potenciales termo- dinámicos, ligados al estado del sistema, varían siempre en el mismo sentido, pero no puede darnos la ley según la cual tiene lugar aquella variación, esto es, la ley de la velocidad. Esto equivale a sentar como conclusión que los dos principios de la energética pueden servir para la construcción de la estática pero no de la dinámica. Para llenar este vacío el distinguido físico-químico de la Sorbona somete a una nueva revisión el problema, y después de un estudio consciente, llega a establecer un nuevo enunciado que sirve de base al establecimiento de la dinámica energética, de la cual sólo resulta un caso particular la estática actual. (1) Traité de physique, tomo III, fascículo Il, página 502, 1910; traducción francesa de Davaux. (Véase Lehrb. d. allgem. chemie, 2, pág. 37, 1892). 110 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Siguiendo el proceso inverso del que emplea Duhem trata de hallar el carácter común de las diferentes reglas de la dinámica físico- química y fuera de toda hipótesis, por una elección conveniente de va- riables, muestra que es posible resumir en una sola igualdad todas las leyes particulares relativas a la evolución de los sistemas irreversibles. Esta simple traducción literal de los hechos en lenguaje termodinámico la halla poniendo en evidencia en todas las fórmulas empíricas la ex- presión que Gibbs ha denominado afinidad. De este modo Marcelin establece ya desde 1910 la función que liga la velocidad de transformación con la afinidad. Es interesante hacer notar que unos días después de este investigador e indepen- dientemente, los profesores Kohnstamm y Scheffer de la Universidad de Amsterdam, llegaron para las reacciones en medio homogéneo a un resultado muy parecido. Esta coincidencia, según Marcelin, da en cierto modo, una justificación de la fórmula exponencial. La comu- nicación del primero fué presentada a la Academia de ciencias de Pa- rís el 5 de diciembre de 1910 y la de los dos últimos el 20 de diciem- bre del mismo año. Más tarde, Marcelin establece el significado teórico de aquella ex- presión tomando como punto de partida la regla de la distribución de Boltzmann Gibbs, y en su notable tesis que constituye la síntesis de todos los trabajos formula la ley de variación de las velocidades y afinidades correspondientes a dos épocas distintas, que comentaré con algún detenimiento por tener estrecha relación con mis trabajos que sintetizo también en el presente estudio. Tratándose de una introducción histórica creo conveniente el entrar a exponer algunos antecedentes a fin de establecer el modo cómo pude vencer una dificultad que se me presentó una vez hallada por el cálculo la relación que liga las variaciones de las velocidades a la concentración y al tiempo. En mi primera memoria publicada en los Anales de la Sociedad (Química Argentina, guiado por el concepto «le aceleración, llegué, después de someter a una transformación matemática sencilla las ecuaciones diferenciales de la cinética química, auna expresión loga- rítmica general aplicable a las reacciones homogéneas isotérmicas. Estos resultados fueron comunicados al profesor Marcelin, cuya au- torizada opinión deseaba conocer, dado que existía cierta divergencia acerca de la introducción de las derivadas segundas con respecto al tiempo en aquellas ecuaciones. En contestación recibí con fecha 12 de marzo de 1914 una carta que transcribo íntegramente debido a NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA Al su importancia científica (1), y que fué para mí un verdadero estímulo. No es mi propósito entrar aquí en mayores detalles acerca del modo como salvé las principales observaciones que en ella se hacía a mi trabajo, y que se referían más bien a la forma de exposición que al fondo del problema como el mismo Marcelin lo decía en la referida correspondencia. Sólo quiero dejar constancia de que en mi contesta- ción hice notar al distinguido físicoquímico, que al diferenciar las ecuaciones de la velocidad e integrar nuevamente no llegaba a la fun- E o - e dex ción primitiva, cosa que hubiera hecho inútil la introducción de añ de sino a una nueva función de la concentración y del tiempo representada por la integral de un polinomio, cuyo significado físico me hallaba empeñado en buscar, a fin de eliminar la segunda parte de la ley alu- dida que resultaba algo abstracta. Al mismo tiempo demostraba la analogía que debía existir entre el valor de dicha integral y el de la fuerza química (o afinidad definida según Gibbs) desarrollada entre los mismos intervalos de tiempo y hacía ver la necesidad de introducir el concepto de impulso químico que facilitaría el hallar para cada sistema en evolución una área característica. En el establecimiento de este nuevo problema iniciado ya en mi segunda memoria desempeñaba un papel importante la función exponencial hallada por el mismo Mar- celin. Como nueva contestación recibí la segunda y última carta que tam- bién transcribo por su estímulo, su significado científico y además como un recuerdo del malogrado físicoquímico de la Sorbona cuya nuerte acaecida en septiembre de 1914 en la guerra, ha enlutado a la ciencia universal. Debo confesar en honor a la verdad, que es esa carta llena de una lealtad científica tan poco común, la que ha motivado los otros traba- jos, que he publicado especialmente sobre la potencia y el impulso y sobre la clasificación cinética que él preveía. En resumen, a la ley de la variación de las velocidades hemos lle- gado por dos caminos distintos, Marcelin por el método energético la establece de un modo explícito en su magistral tesis de julio de 1914 y yo partiendo de las ecuaciones de la cinética química en diciembre de 1913 llego a ligar dichas variaciones correspondientes a las trans- formaciones de diferentes órdenes con la concentración distinta en 'ada instante de la evolución del sistema. Hago la salvedad que con (1) Véase apéndice al final. 112 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA esto no pretendo establecer comparación alguna entre.esta parte de mi modesto estudio y el de gran alcance llevado a cabo por Marcelin, puesto que este físicoquímico halló aquella relación en función de las afinidades tales como las introdujo Gibbs en la mecánica energética, mientras que yo sólo la determiné en función del tiempo dado por el valor de una integral cuyo significado físico pude establecer recién cuando él formuló su proposición. Asociando ambas tentativas se llega a la ecuación fundamental no! AV ¡der = e = ON 1 == e sl rd EN más completa, pues permite calcular la variación de las afinidades en función de la concentración y del tiempo. En la comunicación que presenté a la Sociedad Química Argenti- na en la sesión del 1* de julio de 1915 propuse el diagrama químico isotérmico (que comprende las curvas de los trabajos y de las fuerzas en función del tiempo) como medio de establecer una comparación real entre «dos mecanismos químicos», a los cuales es necesario to- mar en estados químicos correspondientes a la misma época y compa- rar sus impulsiones y sus potencias respectivas. Hacía ver además, la necesidad de tener en cuenta los estados intermedios para estable- cer dicha comparación y estudiar el mecanismo íntimo de las trans- formaciones. Estas conclusiones fueron consideradas nuevamente en otro traba- jo presentado a la misma sociedad en 1915 al ensayar de dar una interpretación mecánica del calor de reacción y por último en la sesión del 21 de mayo de 1916, partiendo de la ecuación fundamental anterior llegué a esbozar una clasificación de las transformaciones físicoquímicas. El profesor Camilo Meyer en su importante trabajo publicado en los Anales de la Sociedad Cientifica Argentina, acepta la introducción delas derivadas segundas con respecto al tiempo en las ecuaciones de la cinética química como expresión de la aceleración y partiendo del concepto cinético de Boltzmann e introduciendo la idea de un domi- nio sensible distribuído uniformemente alrededor del átomo, llega por el cáleulo de las probabilidades, a una expresión exponencial análoga a la de Marcelin. El «concepto de aceleración química» expresado en forma mate- mática también por la derivada segunda, que Duhem desarrolló por NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 113 primera vez en su mecánica química en función de los potenciales ter- modinámicos y de la velocidad, ha sido objeto de especial atención por parte de Aldo Mieli, profesor de la Universidad de Roma, a quien se le debe también la noción de «potencia instantánea de calor» de las reacciones químicas, de la cual me ocuparé con cierto detenimien- to en el presente estudio. Antes de terminar esta reseña, debo hacer referencia de la opinión autorizada de M. Ph. Guye, profesor de química general de la Univer- sidad de Ginebra y director del Journal de chimie-physique. Con el deseo de hacer conocer en algún centro científico europeo mi estudio sobre el impulso y la potencia, y de escuchar la opinión de los maestros de la Físicoquímica al respecto, lo envié al secretario de la Société de Chimie-physique de Francia, profesor Ch. Marie, quien en vista del receso de la misma lo transmitió al profesor Ph. Guye a fin de obtener su juicio y si era posible, su publicación en dicha revista. En diciembre de 1915 recibí conjuntamente con una aten- ta carta la nota que sobre mi trabajo tuvo la amabilidad de redactar el mencionado profesor y de la cual, para no extenderme demasiado sólo transcribo sus principales párrafos que se relaciona con dichas nociones (1): «Quant aux fonctions de «puissance chimique» et d' «impulsion chimique» que Pauteur propose d'introduire dans la science, présen- tent-elles bien des grands avantages pour exprimer lPévolution d'un systeme comme le pense Pauteur? Il est difficile de se prononcer á ce sujet tant que ces fontions wont été a ppliquées á aucun cas concret. Elles semblent cependant intéressantes surtout peut-étre 1 «impul- sion chimique» qui étant proportionnellea Paffinité en jeu etau temps nécessaire pour qu'une transformation s'effectue fournirait, semble-t-1, une mesure de Pinertie chimique. Si ses fonctions peuvent intéresser les physico-chimistes, il est peut-étre exagéré de consacrer une ving- taine de pages á les leur faire connaítre sans en donner application a des cas spéciaux. Dans ces conditions, le mémoire est á retoucher dans tous les cas pour la forme; elle gagnerait beaucoup si Pauteur pouvait trouver moyen d'appliquer a un cas coneret les notions théo- riques qwil expose.» | Este dictamen del profesor Guye fué para mí un estímulo mayor y (1) PHILIPPE GUYE, Note sur le mémoire de monsieur Damianovich. Diciembre 8 de 1915, enviada a la Société de chimie-physique de France por el mencionado pro- fesor. 114 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ello se explica, dado que el juicio anterior se relaciona con un pro- blema no planteado de una manera explícita hasta ahora. La única salvedad que me veo obligado a hacer como se lo hice notar al profe- sor Guye por correspondencia, es que no he sido yo sino Marcelin el que ha expresado sus esperanzas en las «grandes ventajas» que las nociones en cuestión podrán presentar en el porvenir (1). Al mismo tiempo me complazco en agradecer la justa observación que me hace acerca de la falta de aplicación de dicha teoría a casos concretos, pues ella me ha incitado a realizar la tentativa en tal sen- tido y que creo de resultados satisfactorios como trataré de demostrar- lo en la presente comunicación, al referirme a los estudios particula- res de las reacciones mono y plurimoleculares, reversibles y laterales, fenómenos físicos del cuadro de analogía de Marcelin, etc. Hecha esta síntesis preliminar necesaria para dar a conocer el es- tado actual del problema, pasaré a examinar los detalles del mismo, considerándolo sucesivamente desde los puntos de vista de la cinéti- ca físicoquímica, de la dinámica energética y de la mecánica atómico- molecular, para ocuparme luego de los llamados casos anormales de los fenómenos de histéresis y de las causas históricas que han hecho retardar el movimiento, que consistía en aplicar los conceptos y prin- cipios de la mecánica racional, al campo de la química y de la física- molecular, y que dieron desde el principio resultados tan halagiúeños. Es en este capítulo que trataré de poner en evidencia los resultados de la aplicación estricta del teorema delos estados inicial y final y la ne- cesidad de establecer cuanto antes, sobre bases sólidas, las leyes y principios que rigen la evolución de los sistemas físicoquímicos a tra- vés de los estados intermedios comprendidos entre aquellos estados extremos de carácter aparentemente estático. (Principios de la equi- valencia dinámica). CAPÍTULO 1 La evolución de los complejos fisicoquímicos desde el punto de vista de la cinética química Sin hacer intervenir hipótesis alguna relativa a la estructura de lu materia podemos en este lugar representar la velocidad elemental ad- (1) Correspondencia de M. Marcelin. Apéndice al final. NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 115 quirida durante tiempo dt de un sistema químico, por un vector que se halla perfectamente determinado cuando se establece la resultante de las velocidades de reacción correspondientes a las épocas t y t —- dt. La derivada de esta velocidad con respecto al tiempo da la medida geométrica de la aceleración química. Como ya hemos tenido ocasión de manifestarlo, en la introducción, Aldo Mieli en una memoria muy sugerente y de especial interés para la cinética química lleva a cabo un estudio de conjunto sobre aceleración deteniéndose especialmente en las adiabáticas y catalíti- :'as isotérmicas. Para las isotérmicas de la forma az K (a — x) es- tablece una fórmula exponencial que no discute en particular por no considerarla de interés. En mi primer trabajo manifesté mi des- acuerdo sobre este punto, basándome en que era posible en tal caso Megar a una fórmula general que permitía estudiar la variación de las velocidades, como pasaré a demostrarlo en breve. Para evitar algún mal entendido creo necesario detenerme un mo- mento en el concepto de aceleración química. Mieli sostiene que entre la aceleración de la cinemática (y espe- cialmente de la dinámica) y la de la cinética química existe una gran diferencia y ella consiste en que en la mecánica adquiere gran impor- tancia el caso en que la aceleración es constante, mientras que en la cinética química esto no se verifica (velocidad proporcional al tiempo.) Vuelvo a observar aquí que no debe considerarse a ésta como una diferencia fundamental de concepto y sí solamente como una diferen- cia en la naturaleza de la función que expresa en uno y otro caso las relaciones con la variable tiempo. Se sabe además, que al aplicar los conceptos matemáticos de derivada primera y segunda respecto al tiempo en uno y otro sistema, no se pretende establecer analogías ín- timas entre un fenómeno mecánico de traslación y un fenómeno quí- mico de mucho mayor complejidad. En ambos casos se parte de pa- rámetros completamente distintos para las medidas con relación al tiempo. La cantidad de substancia transformada es el equivalente del espa- cio y es lógico que entre aceleración química y mecánica existen las diferencias debidas a todos los parámetros que intervienen en la pro- ducción de ambos fenómenos, como lo son el espacio, la concentra- ción, las fuerzas mecánicas y las fuerzas químicas. Pero esto no impide que el mismo método permita el estudio de la variación de los fenó- menos aludidos. 116 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA No me detengo a discutir las ideas por las cuales. Duhem se opone a admitir algo análogo a la velocidad adquirida en mecánica química, pues ellas han sido rebatidas en un importante trabajo por Camilo Meyer quien demuestra la legitimidad de la introducción de los con- ceptos de velocidad adquirida y aceleración tal como la hemos defini- do geométricamente más arriba. Apliquemos ahora a las ecuaciones de la cinética química el proce- dimiento general que consiste en diferenciar nuevamente con respec- to al tiempo y luego previa transformación, integrar para sacar la ex- presión que da la variación de la velocidad. A. Reacciones simples Del primer orden. — s de di == (a = e) de de J => == K == ¿a =1| >= ñ E qe log + 02 Y Kt (1) do q 0) 0— «) d J=—K (4D 20); le (2) log v" —log v"= K | (a —— b— 2x) dt. Ji En estas ya empieza a aparecer en la subintegral de la expresión logarítmica y en la ecuación de la aceleración un polinomio Pr* función de x« y por lo tanto de t de un grado menor en una unidad al orden de la reacción. Del tercer orden. — la 7 = K (a — x) (b — x) (e — 2). dare SAS q z J=>— K di IE log v" — log v" = K | Pdt (5) Ú e PAS nn NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA dul donde pr: — PP = 3x* — 2 (a — b — ce) + (be +- ac + ab). Del cuarto orden. — l: 7 = K (a—0w)(b— 0) (e—w(d—x) E de (3) n / "” E E O (3) J=—K dE pu: log "—logo"=XKyY Pidt. (4) yt Se ve ya que las reacciones de diferentes órdenes solo se diferen- cian en el grado del polinomio P('7" cuya ley de formación se puede fijar de un modo general. Del enésimo orden. — Se pueden generalizar los resultados anterio- res expresando la ley de formación del polinomio Pf; mediante la fórmula; Pod =p": —(n— 1) 0"? y | L (an — 2) 4"=> D (- JE o] DE (5) ñ mM — (N— 3) 00 ) | He... + y La Ladn lá y" n donde n expresa un número impar y ) > etc., respectivamente la La 2 suma de las n moléculas gramo de las concentraciones variables, la suma de las combinaciones binarias de esas n moléculas (abc), etc. Esta fórmula es completamente general ; en efecto basta hacer en la expre- sión anterior n=1,2,3, ... n para obtener las ecuaciones de las reac: ciones mono, bi, tri, n moleculares. Cuando todas las moléculas entran con igual concentración, es ne- cesario hacer en la misma fórmula a = b= c, etc. Se llega así a la siguiente ley general de la variación de la veioci- dad en las transformaciones simples isotérmicas y homogéneas; la di- ferencia de los logaritmos de las velocidades tomadas en dos tiempos dis- tintos es proporcional a la integral de un polinomio función de la con- centración y del tiempo, de un grado inferior en una unidad al orden de la reacción y de la forma general ; z Lad rn — 1 En el caso particular de las monomoleculares entre las cuales pue” 118 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA den ubicarse también ciertos fenómenos físicos como la difusión, eva- poración, etc., la ecuación se reduce a log v— log v* = Kt (6) y no es necesario someterla a la verificación experimental, pues ella se reduce a la conocida log a — log (a — x) = Kt (6 bis) ya comprobada. En cambio cuando se trata de las superiores a las del primer or- den, es necesario resolver la integral y V introduciendo los valores de x sacados de la relación + =f (t), que varía según el grado de la reacción. En mi primera memoria apliqué la ecuación general al caso de las bimoleculares, obteniendo un tipo de integral muy complicado y sobre cuyo particular no insisto por haberlo tratado en esa ocasión. B. Reacciones complejas Este tipo de reacciones que comprenden las laterales, sucesivas y reversibles, está regido, como sabemos, por el tercer postulado de la cinética química, que se puede enunciar así: Si varias reacciones tie- nen lugar en el mismo tiempo y espacio, cada una de ellas se desarrolla independientemente (como si estuviesen solas) y el cambio total es igual a las sumas de los cambios componentes. Como lo observa Mieli, es por analogía que este postulado de la mecánica racional, de la independencia de la acción de varias fuerzas sobre su punto material o del paralelogramo de las fuerzas, ha sido transportado a la cinética química. Las experiencias realizadas por Coppadoro (Gazz. chim., t. XXX, pág. 423), sobre hidrólisis simultánea de la sacarosa y del acetato de metilo por el ácido clorhídrico en solución acuosa, constituyen una con- firmación de este importante principio. En este caso, el vector que representa la suma de las aceleraciones que las fuerzas de afinidad de la sacarosa y del acetato de metilo imprimen al sistema material cons- NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 119 tituído por el agua, es igual a la suma de los vectores que represen- tan las aceleraciones particulares, que aquellos imprimirían al mismo sistema, actuando independientemente. En un sistema cuyo esquema de reacción poderal es de la forma ¿A BB. > A, FA. aA + fB +)... >a,A, | PBrAs +]... (7) aA + BB... >asA; | BB; + ... se tiene como expresiones de las velocidades del complejo para cada reacción las siguientes ecuaciones : dx dx de — == "K,0%D* ... 5 = K,a*b! e — =RK,a"b ... dt ) dt ] , dt cuya suma de | lan A sE a O) dt dt expresa el cambio total de las concentraciones del sistema. Como vemos, esta es una ecuación de la misma forma que las sim- ples del mismo orden, que sólo difiere en el valor de la constante ge- neral. Esta constante es igual a la suma algebraica de las constantes parciales. En virtud de dicho postulado, podemos aplicar la fórmula que ex- presa la ley de la variación de la velocidad en las reacciones simples, al caso de la aceleración de las reacciones complejas. En efecto, si sumamos las ecuaciones de la aceleración dex dex dee LA SA 2 — K y POE dt 1 xo ») dt ? 2 , de E, 4 1— 1) =— KvP' 7! y luego integramos, resulta para la variación de la velocidad en un sistema complejo nt! rr log o" —log0"=(K, PK, +... +K,)| PO%4t=C| P£r-vat (9) JU vt es decir, una expresión análoga a la ya obtenida para las reacciones simples, en la que C representa las sumas de as constante K, ... K,. 120 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Esta generalización nos permite aplicar todo lo que hemos dicho y la discusión de la fórmula general de las reacciones simples, que haremos en seguida, al caso de las reacciones simultáneas. La verificación de esta fórmula ofrece algunas dificultades por la naturaleza de los sistemas a que se aplica y por la escasez de traba- jos realizados hasta ahora. Sistemas heterogéneos Sólo consideramos aquí el caso de los sistemas sólido-líquido, para los cuales se han propuesto varias fórmulas (1). Cuando la superficie del sólido es constante y se elimina los pro- ductos de la reacción, se obtiene; de pe = Ké e di : r=XKt-—+ b o sea la ecuación de una recta, cuyo coeficiente angular K varía se- eún el sistema de cuerpos, y que traducida al lenguaje vulgar nos dice, que la cantidad de substancia transformada es proporcional al tiempo. En este caso la aceleración es nula, pues se trata de una velo- cidad constante que corresponde al movimiento rectilíneo uniforme. La relación anterior se ha verificado para la descomposición del píne- ne sólido por ácido clorhídrico en agua hirviendo y también en la acción de la levadura sobre la glucosa, de la diastasa sobre el almi- dón y azúcar, del Pt coloidal sobre H.,0O, de cierta concentración, etc. (Mellor, pág. 126). Sería conveniente llevar a cabo una serie de experiencias, relativa a la acción de los ácidos sobre diferentes metales, manteniendo cons- tante la superficie y haciendo circular el ácido, para mantener sensi- blemente constante la concentración. Las rectas que expresarían la velocidad de ataque de diferentes metales por un mismo ácido, sólo se diferenciarían por el coeficiente angular K. Spring ha probado que la disolución del CO,Ca por el ácido elorhí- , -, Ae , drico obedece a la ecuación nn — Ks (a— x) donde s es la superficie del ( sólido. (1) MeLLOR, loc. cit., página 126, y NERNST (traducción francesa de 1911, 6* ed. alemana), Traité de chimie générale; cinétique des systemes hétérogénes, tomo II > Y , S p , página 161. NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 121 Como veremos más adelante esta ecuación general completada con la que expresa el enunciado de Marcelin nos permite esbozar una cla- sificación cinética de las transformaciones físicoquímicas, e introdu- cir la variable tiempo en las expresiones de la afinidad donde sólo in- tervienen únicamente magnitudes termodinámicas. Es fácil demostrar que la ley anterior rige también las variaciones de la potencia instantánea de calor desarrollada en las reacciones quí- mMICAS. Para ello nos valdremos de un teorema formulado por A. Mieli, quien introduce aquel concepto y lo define con una expresión análoga a la de la velocidad instantánea de movimiento o de reacción, esto dq : es, mediante la derivada E donde dq expresa la cantidad de calor que ( la fuente emite en un tiempo infinitamente pequeño. Si se mide el ca- lor en joules la potencia de calor se evaluaría en watt = joule X seg. En el caso de las reacciones simples de la forma MA, aAs +... +0 A, > PB, + BB, ... + BB» (10) la velocidad de reacción es: de dt — Ki. 44% US y la potencia calorífica instantánea : ==. = QKa,* . ARAS (11) puesto que el calor de reacción es a cada instante proporcional a la cantidad de substancia que se transforma en el mismo instante, es decir, a la velocidad de reacción. De aquí deduce Mieli la siguiente proposición : la curva que da a cada instante la potencia calorífica ins- tantánea de una reacción simple, es homóloga de la curva que expresa la velocidad de reacción (el eje de homología es el eje de los tiempos). La constante () resulta ser igual al calor de reacción desarrollado por la transformación de una moléculagramo. Esta proposición se aplica también a las reacciones laterales y re- versibles. Basándonos en este resultado, llegamos a la misma ecuación fundamental para la variación logarítmica de las potencias instantá- neas correspondientes a dos épocas distintas de la evolución del sis- tema, es decir: AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIV 9 122 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ION! 10” pe log (5) —1log (5) =QK| Prat. (12) dt dt Y w En las reacciones isotérmicas el calor que se desarrolla en un ins- tante dado en el sistema no puede servir para elevar su temperatura, sino que debe ser emitido en el mismo instante. En tal caso, como lo observa Mieli, la potencia calorífica instantánea de la reacción, es igual a la potencia calorífica instantánea, con la cual el sistema comu- nica al exterior su energía térmica. Se puede así instituir experien- cias teóricamente bastante simples para determinar este factor impor- tante en cada época de la evolución del sistema. Si construímos en un diagrama, potencia-tiempo o velocidad-tiem- po, las curvas correspondientes (curvas que podrán hallarse en el caso de la potencia sobre o debajo del eje de los tiempos), tendremos en el área limitada por este eje, por la curva de la potencia calorífica o de la velocidad y por las dos ordenadas que se refieren a los tiempos inicial y final, la representación del calor desarrollado o cantidad de subs- tancia transformada en dicho intervalo de tiempo. Si tomamos como tiempos límites el inicial de la reacción y aquel en el cual prácticamen- te ésta ha determinado, hallaremos que el área dará el calor de reac- ción o la cantidad total de substancia transformada. Según la posición respecto al eje de los tiempos en el caso de la potencia calorífica, el área representará una cantidad positiva o negativa. Los resultados que he obtenido partiendo de las ecuaciones de la cinética química demuestran la necesidad de tener en cuenta los es- tados intermedios recorridos durante la evolución del sistema, si se quiere penetrar más a fondo en el mecanismo de las transformaciones. químicas. CABEFULO 11 La evolución de los complejos físicoquímicos desde el punto de vista de la mecánica energética En la introducción ya di los lineamientos generales de la reforma de Marcelin, tendiente a dar a la termodinámica el medio de prever la evolución de un complejo físico-químico y en este lugar, considero necesario el penetrar en la intimidad de este sistema dinámico, de NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 123 gran alcance para la mecánica energética y en particular para la me- cánica química. Marcelín ha expuesto su doctrina en una serie de memorias impor- tantes aparecidas en el intervalo de tiempo comprendido entre los años 1910 y 1915 y particularmente en su tesis cuya lectura reco- miendo al lector que tenga un interés especial. Para lograr su objeto el malogrado físico-químico de la Sorbona, se propuso desde el primer momento, pasar en revista las diferentes fórmulas que expresan las leyes experimentales de la velocidad de transformación, para después sintetizarlas todas en una única expre- sión donde sólo interviniera las magnitudes termodinámicas. Bas- tará poner en evidencia en todas las fórmulas empíricas la expresión que Gibbs ha denominado afinidad. En todo esto no se recurre a teo- ría alguna sobre la estructura de la materia, pues según la expresión del autor, todo se reduce a un simple cambio de variable, capaz de permitirnos la traducción literal de los hechos en lenguaje termodiná- mico. Hecho esto, él da una base racional sólida, buscando en la regla de distribución de Boltzmann Gibbs, su significado teórico. Del examen de las ecuaciones diferenciales que expresa cada caso particular, se deduce en seguida que ellas obedecen al tipo: E = M (Y, — Y) en la que M es una constante e y,y, expresan respectivamente las concentraciones iniciales y finales. En esta categoría se hallan com- prendidos los fenómenos de difusión, cristalización y transformación de cuerpos polimorfos, evaporación y sublimación, disolución, deshi- dratación de cristales y reacciones químicas en medio homogéneo, como ya lo pusimos en evidencia en el cuadro del trabajo anterior. LA VARIABLE TIEMPO EN LA ECUACIÓN TERMODINÁMICA FUNDA- MENTAL QUE DA LA EXPRESIÓN DE LA AFINIDAD DE UN SISTE- MA EN: EVOLUCIÓN. Analogía mecánica. Energía utilizable y velocidad de transformación Marcelin elige una imagen apropiada; una esfera que se desliza por un plano inclinado contenido en una cubeta con líquido viscoso. La esfera descenderá tanto más rápidamente cuanto mayor sea el ángulo 124 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA de inclinación, cuanto mayor sea la variación de energía utilizable. Así también las velocidades de transformación a temperatura constante de un sistema físico-químico, son tanto más grandes cuanto más considerables son las variaciones de la energía utilizable. Sentado ésto, Marcelin trata ME os, lio dN. dY de hallar la función que iga- 7 y AN elección conveniente de las nuevas variables. En esta parte de su trabajo, Marcelin se deja guiar por una inge- niosa analogía mecánica. Sean dos elásticos AB y OD fijos de un mo- do invariable en A y D y ligados en sus extremidades B y €. problema que se reduce a una Cuando se hallan en equilibrio las tensiones F,, y F,, son iguales y de sentido contrario. Si se desplazan B y C hacia A se tendrá y , de FF. », = M, es decir, que en este momento los dos sistemas antagónicos evolucionan con ve- locidad común igual a M. 126 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Esta fórmula permite encontrar todas las leyes particulares de la velocidad de transformación señalada en el cuadro de Marcelin (2). Las fórmulas que expresan las velocidades de ambos sistemas : LTS As — A, VWi==Mexp (>) y VA Wiexp (=>) dan para dos estados 0” y 0” correspondientes a dos épocas A —M z A AA log lr —3M E) log Vy = M (A) Asy — A. As" — AS log v,' = M (E) logv.” == M A o bien: los v,; —1log v,” o OS PVP, — — —_— —_—_—_—_—_—_—_—_—_—_—_— e su RT y (15) IAE EN ARO log v, — log v" = — Er 7 o en otros términos : las variaciones de los logaritmos neperianos de las velocidades son proporcionales a las variaciones de las afinidades (corres- pondientes a los mismos estados 0” y 0”). Tal es en síntesis el nuevo enunciado de Marcelin, que tiene la ven- taja de ser la traducción literal de la experiencia, de presentarse como una generalización de las ecuaciones de la termodinámica clásica y de permitir el cálculo de las velocidades en función de las afinidades. Con todo esto él ha contribuído también a hacer más útil la noción de la afinidad tal como la define Gibbs, demostrando al mismo tiem- po, lo mal fundadas que eran las críticas que a ella se le hacían. En efecto, este concepto no encierra nada de metafísico, y es por el con- trario una magnitud mensurable físicamente y que permite prever el sentido de las variaciones de la velocidad. NoTA. — Concepto termodinámico de la afinidad: A fin de evitar confusiones conviene precisar de un modo claro el término de afinidad (2) Según Marcelin, la fórmula por él hallada, quizá pueda permitir el cálculo de la velocidad con la cual, un hilo elástico que sufre una tracción, vuelve a su longitud primitiva, estudio que sólo se había hecho en el caso de velocidades dé- biles (reactividad). NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 127 o potencial químico. La siguiente definición de Gibbs es la aceptada por Perrin, Marcelin y la mayor parte de los físicoquímicos moder- nos : «Si de una fase se extrae una de las substancias que la componen dejando la masa homogénea y sin cambiar ni su temperatura, ni su volumen, la variación de la energía utilizable dividida por la cantidad de substancia extraída, mide con una diferencia de signo la afinidad 1 AE de la substancia para la fase dada ». La expresión AN corresponde a JD lo que se ha convenido denominar fraccionamiento infinitesimal. Es sabido que durante la evolución del sistema, la energía utiliza- ble o libre y el potencial termodinámico del sistema total (producto de la reacción y cuerpos reaccionantes) varían en función de las con- centraciones de los cuerpos que entran en la reacción (E == (p, T, M,, M, ...) y $ =p (0, T, M,, M, ...)) e) de tal modo que a una variación infinitesimal dm de la masa de uno de los productos (dada por ejemplo en número de moléculas” gramos del mismo) corresponde a una variación también infinitesimal dE o dd de aquellas funciones. El párrafo siguiente sacado de la utilísima obra del profesor Plans y Freyre (1), de la Universidad de Zaragoza, tiene la virtad de aclarar de un modo singular este concepto al establecer su analogía con otra sacada del campo de la física y mecánica. « Así como en electricidad la derivada del potencial, según la dirección de la línea de fuerza, cambiada de signo da la intensidad del campo eléctrico y como en la mecánica ordinaria en general, la derivada cambiada de signo, del potencial según la dirección normal a la superficie de nivel, da el valor de la fuerza que aetúa sobre el punto, en mecánica y quí- mica, la derivada JE p IM IM (según se verifique la reacción a volumen constante o a presión cons- tante) se considera como el valor de la fuerza que provoca la forma- ción del cuerpo que se trata, es decir, la afinidad ». Marcelin admite que a pesar de que la energía utilizable se aplica (1) Lecciones de termodinámica con aplicación a los fenómenos químicos, explica- das por José M. Plans y Freyre en los estudios de ampliación organizados por la Facultad de ciencias de Zaragoza (curso 1912-1913), véase para los detalles Pe- rrin, Les principes, le potenciel chimique. 128 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA de ordinario a las transformaciones reversibles, ella se puede hacer extensiva a las irreversibles objeto de su estudio, y obtener así una medida de la afinidad en cada instante de la evolución del sistema. Pero sólo se puede medir este parámetro con aproximación de una constante la cual, por otra parte, no presenta ningún inconveniente práctico (pág. 15, 16 y 25). Para extender la definición de afinidad a un sistema en vías de transformación bastará sacar reversiblemente el cuerpo correspon- diente en un tiempo lo suficientemente corto como para que se pueda considerar como invariable el estado de la fase estudiada. Si ésta no permanece homogénea, se definirá la afinidad en cada punto. Ahora no nos falta más que ligar esta expresión de Marcelin con la que hallamos anteriormente, para poder expresar las variaciones de la afinidad en función del tiempo. Obtenemos así la ecuación : A — A dl log vw — log o" ==— a El Po—-0dt (16) que permite, como se verá más adelante, sentar las bases, a modo de ensayo, de una clasificación cinética de las transformaciones físico- químicas, y además, calcular con una constante de aproximación el valor de la afinidad en cada instante, conociendo la afinidad inicial, el coeficiente K de velocidad y el tiempo transcurrido. En el caso particular de las monomoleculares y de los fenómenos de difusión simple, evaporación y sublimación, disolución deshidratación de cristales la ecuación hallada se reduce a A/ — A"= RTKt (17) la cual traducida al lenguaje vulgar nos dice que: En las reacciones monomoleculares y en los fenómenos físicoquímicos representados por el mismo tipo de ecuación, las variaciones de las afinidades correspondien- tes a dos épocas de la evolución del sistema, son proporcionales al tiempo, en cualquier estado de concentración del mismo. Dejaré para más adelante el caso de los sistemas plurimoleculares en los cuales aquellas variaciones se pueden expresar por una función que depende de la concentración de cada instante. Sólo hago aquí la salvedad de que para llegar a aquel resultado he cambiado de signo la parte que se relaciona a las velocidades, esta- NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 129 bleciendo la misma convención que rige para el signo de las afinida- des, es decir, derivada negativa, para las concentraciones decrecientes dy do =aN * De lo contrario resulta una discordancia con lo establecido por el mismo Marcelin respecto a la relación entre las variaciones de ambos parámetros que se efectúa en el mismo sentido. GENERALIZACIÓN DE LAS NOCIONES DE IMPULSO Y DE POTENCIA Como lo establecí en la introducción, el propósito de dar significado físico a la integral de la ecuación logarítmica hallada, me sugirió la idea de generalizar las nociones de impulso y de potencia de la mecá- nica ordinaria, aplicándola a los fenómenos que estudia la mecánica energética y en particular la dinámica química. Dicha integral nó expresaba el impulso pero se acercaba a él porque daba una medida de la fuerza desarrollada entre dos épocas. Además, si he insistido sobre este concepto es porque me extraña- ba sobremanera que en esta rama de la Físicoquímica no se hubiera tenido en cuenta la acción de: las fuerzas en los diferentes estados de evolución del sistema. Por analogía podemos decir que la acción de la afinidad o fuerza química durante cierto tiempo, cuando ella es constante o sea su can- tidad de acción es igual al producto de la misma por el tiempo trans- currido. Representaré la impulsión química elemental de la afinidad durante el tiempo infinitamente pequeño dt por el producto Adt (que corres- ponde a la acción elemental) y la impulsión química de la misma fuerza et en el intervalo de tiempo (1, t) a la integral | Adt (correspondiente a t la acción). De la misma manera denominaré potencia química al trabajo químico desarrollado en la unidad de tiempo, cuando éste es constante y potencia química instantánea a la derivada del trabajo con respecto 1 > al tiempo Pr se trata de un trabajo que varía de magnitud durante el pasaje del sistema por los estados intermediarios entre el inicial y el final. 130 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Para dar carácter práctico a estos conceptos sólo trataré de intro- ducir en las fórmulas así propuestas, la afinidad y el trabajo químico en función del tiempo. La ecuación establecida para el caso particular de las reacciones monomoleculares isotérmicas y fenómenos físicoquímicos del mismo tipo: A"—(A' — Kt) RT permite hallar el valor de la afinidad en una época cualquiera A” conociendo el valor de la misma en la época an- terior A' y el coeficiente de velocidad K. Si se quiere dar una idea del conjunto del fenómeno, habrá que tomar como punto de partida el va- lor de la afinidad en el estado imicial o en uno infinitamente próximo, hecho que puede acarrear más de una dificultad experimental, aunque no insalvable. En efecto, sabemos que existen A métodos físicoquímicos (eléctricos, ópticos y térmicos) capaces de acusar los más mínimos cambios de concentración y todo el problema experimental se reduce a una ingeniosa com- binación de éstos y del sistema cuya evolu- ción desea estudiarse. Pp p + La ecuación anterior representa una línea recta que corta el eje de las afinidades en el punto correspondiente a la afinidad inicial constante para cada sis- tema para la unidad de concentración molecular y cuyo coeficiente angular negativo es igual al producto RT por el coeficiente de velo- cidad propio de cada sistema. El área 1A't” da el valor numérico de la impulsión de la fuerza quí mica durante el tiempo t't” pues representa geométricamente la in- tegral : 27 P I=RT| (A — K) dt=RT Ey O >) (18) Ji! ¿PUEDEN CALCULARSE LA AFINIDAD, EL IMPULSO Y LA POTENCIA CON LOS DATOS NUMÉRICOS DE LA VELOCIDAD DE REACCIÓN ? Ahora se nos presenta el problema de saber si la velocidad de reac- ción puede darnos una medida de la afinidad. Desde las investigaciones de Lowenthal y Lenssen (1862) relativas a la diferente acción catalítica que ejercen los ácidos sobre la hidróli- sis de la sacarosa, quedaron sentadas las bases que más tarde Ostwald NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 131 (1884) utilizó para fundar el método dinámico (1) y por el cual pudo llevar a cabo la determinación de la actividad o avidez de los diferen- tes ácidos. Operando con la descomposición hidrolítica de la acetami- da y del acetato de metilo, obtuvo análogos resultados. Pero podemos observar que en realidad con este método no se con- sigue determinar la afinidad de dichos cuerpos que no intervienen en la reacción, sino más bien su actividad como catalizadores. Ya hemos visto en la introducción, las ideas de Van't Hoff sobre las relaciones entre la velocidad y la fuerza impulsiva o afinidad del sistema y ahora sólo agregaremos que él hacía intervenir además las «fuerzas retardatrices» o de resistencia originadas por el ale- jamiento material de los cuerpos actuantes o por la viscosidad del medio. Nernst (2) en su Tratado de química general, sostiene por el contra- rio, que la velocidad de reacción no puede ser una medida de la afini- dad, porque esta velocidad depende de resistencias de frotamiento even- tuales que retardan la marcha de la reacción. Pretender, por ejemplo, que a 4009 el iodo tiene por el hidrógeno una afinidad mayor que por el oxígeno porque a dicha temperatura él actúa más rápidamente sobre el primero que sobre el segundo, es se- gún el mencionado físicoquímico tan inconsiderado como querer com- parar la potencia de dos motores por el número de vueltas. De acuerdo con esta manera de ver tampoco podemos concluir de las experiencias de Pictet que el sodio no actúa a 502 sobre el alcohol acuoso porque su afinidad por el agua es menor a esa temperatura que a la tempe- ratura ordinaria : la velocidad de reacción ha disminuído conside- rablemente por el gran descenso de temperatura y el sodio presenta a 802 la misma indiferencia (aparente) que el hidrógeno y el oxígeno a temperaturas ordinarias. Nernst admite que aquella conclusión sólo sería legítima si se hubiera probado que una corriente de hidrógeno puede precipitar el sodio de una solución de soda en el alcohol, lo cual no es el caso. Partiendo de las ecuaciones del movimiento de un punto mate-* rial con frotamiento se demuestra (3) la relación : velocidad de reac- (1) Jowks, Physical chemisty, traducción italiana de página 570. 1913. Misure dell afjinita chimica. (2) Nerxst, Chimie générale, traducción de la cuarta edición alemana, tomo II, página 290. 1912. Mesure de Pafinité cihmique. (3) Neryst, Traité de chimie générale, tomo I, página 16. 1911. 132 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA E fuerza química ción = : — + En efecto, admitiendo que el frotamiento resistencia química actúa como una fuerza de resistencia opuesta a la dirección del movi- miento y sensiblemente proporcional a la velocidad se tiene : 2 ha m-=_=X— Kv dt? en la que X — Kv expresa la fuerza que actúa sobre el sistema y K la fuerza antagónica cuando v= 1. De la ecuación d E .) E 2 que da el valor del incremento de la fuerza viva igual al trabajo pro- ducido por la fuerza se deduce en aquel supuesto o) 77 Es = d|v| =(X— Ko) de. iS Pero siendo X constante, la expresión X — Kv tiende a cero a me- dida que transcurre el tiempo y en el límite, Xx =Ko230 Vo = = lo que nos dice que después de cierto tiempo la velocidad es igual al cociente de la fuerza que actúa por la resistencia de frotamiento. Es así como Nernst llega a expresar la velocidad de reacción por la fuerza química fórmula análoga a la ley de Ohm y que él consi- resistencia química dera (1) como de la misma especie que el movimiento de un punto material sometido a las resistencias de frotamiento, que la difu- sión de las substancias disueltas, que la movibilidad iónica, etc. La «fuerza química », dice Nernst, podrá ser calculada en cada instante por la variación de la energía libre; en cuanto a la «resistencia quí- mica sólo sabemos poca cosa, pero no se ha demostrado que no se la puede determinar directamente. Entonces el problema del cálculo de la velocidad de reacción química en medidas absolutas será resuelto (1) Nernst, tomo Il, página 266 y Teor. chem., página 670. 1907. Véase tam- bién el análisis de esta fórmula en un interesante estudio de PH. GUYE, Journal de chimie-physique, página 299, 1908, sobre Cinétique chimique des corps radioactifs. NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 133 de una manera análoga a la que hemos empleado para calenlar la velocidad de difusión de los electrólitos en medidas absolutas. Según todas las enseñanzas que la experiencia nos ha suministrado hasta ahora la resistencia química aumenta fuertemente cuando la tempe- ratura desciende, para ser intinitamente grande en el cero absoluto (de acuerdo con las concepciones cinéticas). Toda reacción debe cesar en este punto, porque el denominador de la fracción precedente se hace infinito. «La velocidad de reacción de los sistemas homogéneos se anula en la temperatura de transformación porque hay equilibrio, es decir, que la fuerza química es nula; cuando la temperatura desciende la velocidad debe primero aumentar porque el numerador de la fracción, la fuerza química, aumenta, puesto que nos alejamos de la tempera- tura de equilibrio. Al contrario, por un descenso de temperatura su- ficiente ella debe disminuir, porque el denominador crece enorme- mente. Como ejemplos de esta manera de ver citaremos las experien- cias sobre la velocidad de cristalización y las experiencias de Cohen sobre la velocidad de transformación ». He transeripto literalmente esta teoría de Nernst a fin de poder estudiar una dificultad que se me presentó, con mejor conocimiento de causa. En lo que se refiere a la aplicación de dicha fórmula se puede observar su ilegitimidad, puesto que Nernst la demuestra, como se ha visto, partiendo de las ecuaciones de la mecánica en el caso en que la fuerza X es constante y luego la traslada al campo de la quí- mica donde él se ve obligado a considerar fuerzas químicas variables dadas por las variaciones de la energía utilizable en cada instante de la evolución del sistema. La variación total de energía libre o uti- lizable por molécula gramo o trabajo exterior máximo de un proceso químico, que según él, da una medida de la afinidad es una constante para cada sistema, pero la variación de energía libre o utilizable es distinta en cada época y en cada temperatura : lo mismo sucede con la afinidad de Gibbs dada por la derivada de la energía utilizable con respecto a la masa. Para llegar a alguna conclusión en concordancia con esa expre- sión habría que considerar también constante la fuerza química, y en tal caso no se explicaría la anulación de la velocidad en la región de equilibrio por la anulación de la fuerza química, porque ésta, habiendo tenido un valor finito y distinto de cero antes de la región de equilibrio lo conservaría invariablemente durante la evolución del sistema sea por cambio de concentración (isotérmica), sea por 134 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA rariación de temperatura. Esto está en contra de la definición termo- dinámica de la fuerza química de cada instante y nos vemos en la necesidad de considerar inaplicable aquella fórmula mecánica a los sistemas físicoquímicos. Conviene dilucidar por una discusión detenida este punto porque el uso de la fórmula en cuestión se ha generalizado bastante ya. Pero aun en el caso de que esta dificultad se dilucidase, hallando el medio de hacer legítima la aplicación objetada, quedarían muchos puntos por resolver. En efecto, en el caso del nitrógeno, por ejemplo, aquella hipótesis nos llevaría a admitir arbitrariamente que este elemento, cuya ausen- cia de actividad química en las condiciones ordinarias (1) es bien eo- nocida, sufre frotamientos más elevados que otros cuerpos gaseosos más activos. Si se toma el frotamiento interno como representante de las resistencias mal definidas que se invocan frecuentemente el nitrógeno, cuyo frotamiento interno a 180% es 0.000240 (2) (en uni- dades O. G. S.) se hallaría con ventaja para la acción química con respecto al oxígeno cuyo coeficiente es algo mayor 0.000281, puesto que al elevar la temperatura hasta el comienzo de reacción (alre- dedor de 450? para el H y O) la diferencia permanecería (a 20% : O = 0.000212 y N =0.000184). Esta hipótesis es contraria a la realidad. Además, siendo mayores para los gases estos.coeficientes a tem- peraturas más elevadas (contrariamente a lo que sucede con los líquidos), las reacciones químicas se verían obstaculizadas por el aumento de resistencia del medio cuando aumenta la temperatura, lo cual no armoniza con los hechos observados. Nos encontramos en situación difícil para seguir razonando en este camino, puesto que los mismos que invocan la resistencia a la acción química análoga al frotamiento no dan la más mínima idea acerca de su naturaleza y los datos numéricos de la viscosidad en el caso anterior no despejan tampoco el problema. Mientras no aclaren el concepto y den una base experimental a su hipótesis los que invocan aquella idea no puede aceptarse dicha in- terpretación. Provisoriamente tiene utilidad admitir como muy aproximada la (1) Strutt, después de una serie de importantes experiencias, ha conseguido obtener por descargas eléctricas una variedad activa del N. (Proc. Roy. Soc., t. 85, pág. 219, 1911) y memorias siguientes. (2) Experiencias de Kleint (1905), citadas por CHOWLSON, Tratado de física. NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 135 explicación cinética de Briner (1), quien atribuye la inercia química a la resistencia de la molécula a la disociación en átomos. En el caso del iodo, hidrógeno y oxígeno la velocidad de reacción no nos indicaría que la afinidad del átomo de H por el de I es mayor que la de éste por el de O, pero sí nos permitiría suponer que a dicha temperatura la diferencia entre la afinidad del átomo de H por el de lI y la afinidad de los átomos de iodo que forman la molécula (1.,) es mayor que la diferencia entre la afinidad del átomo O por el H y la que corresponde a la unión O.,. Para eliminar estas resistencias pasivas y hacer aplicable las fór- mulas de Marcelin y las nuestras relativas al impulso y a la potencia en función de las velocidades, nos colocaremos en el caso de los gases y soluciones diluídas, esto es, en el caso de los sistemas isotérmicos que siguen la ley PV = RT alos cuales la teoría desarrollada puede ser aplicable. En los sistemas condensados habrá que introducir las correcciones correspondientes a las desviaciones observadas (anoma- lías a las leyes de la cinética química y de los gases y de soluciones de grandes concentraciones). Por otra parte, esta observación es aplicable a todas las teorías que se basan en la ecuación mencio- nada. Si se quieren calcular las variaciones de la afinidad y del impulso valiéndose de los datos numéricos de la velocidad de transformación basta reemplazar la afinidad inicial A” por su valor deducido a la fór- mula exponencial A,— A y == M yá —E a a ex» lo que nos da inmediatamente; A'=— RTlog v' -— RTlog M+— A, =—RTlogv+C (19) ecuación en la que v expresa la velocidad inicial, A, la afinidad en el equilibrio y log M una constante que como se verá se halla fijada cuando se conoce la temperatura y la naturaleza del sistema estudia- do. Lia constante € podrá determinarse experimentalmente conocien- do una vez por todas la afinidad y velocidad iniciales por la relación C=RT log v +A" (1) Briser, Sur le caractére atomique de la dynamique chimique des systémes gazeux. Journal de chimie-physique, página 123. Mars, 1914. 136 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA La ecuación de la «impulsión química» se reduce a %=—RT | (— RT 108 Y + 02 Kg =RT O BT 22088 yv ; ¿2 AIBR T (se —K > (en la que S=0C—RTlogo) (20) es decir, a una del 2” grado del mismo tipo que la anterior (18). En cuanto a la «potencia química» podemos establecer la misma analogía mecánica. Siendo el trabajo químico en cada instante, fun- ción de la concentración y ésta a su vez función del tiempo la poten- cia química instantánea tendrá por expresión; doy (doy AN e E esto es el producto de la afinidad por la velocidad, ambas tomadas en la misma época. En el caso particular que consideramos, la fórmula que nos da este parámetro en función de la afinidad inicial y del tiempo es ; dawy ” ptr (a) = (A“— Ki) E — | [(A* — K1) 0] dí = hi de y et (22) — | (fuerza < velocidad) de; JU b) Cuando se trata de las plurimoleculares el problema es mucho más complejo, pues hay que hallar en cada caso el valor de la integral del polinomio P en función del tiempo; ru et I= | E 18 | (pa— yal dt yt yt y (25) DN p rt 7 E POS ya ». di do Esta integral tiene importancia teórica, pero en vista de la dificul- tad de su resolución, pues no existe un método general para este tipo (1), es más conveniente construir la curva que da las variaciones (1) En el caso de las bimoleculares la expresión que define X en función del tiempo es de la forma : NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 7 del polinomio en función del tiempo y determinar por el planímetro o el método de las pesadas el área correspondiente. Más práctico aun es medir las velocidades correspondientes a dos épocas distintas y hallar la diferencia de sus logaritmos. APLICACIONES DE LA LEY DE VARIACIÓN DE LAS VELOCIDADES Y DE LAS NOCIONES DE IMPULSO QUÍMICO Y POTENCIA QUÍMICA I. Ensayo de clasificación de las transformaciones fisicoquímicas Por los datos bibliográficos que poseo al respecto podría asegurar, que hasta el presente, no existe un método racional de clasificación de esta clase de transformaciones desde el punto de vista de las fuer- zas que intervienen en cada instante de la evolución del sistema. El método inaugurado por Vaw't Hoff en su clásica obra de dinámica química (1) permite resolver el importante problema del número de ab [ll — ext(aD)j] Tb — aest(a=0) £ que proviene de Haciendo n = 2 en la fórmula : (544 NJ. n O E da | Lad == 4 e 1 e introduciendo en el resultado el valor de X se tiene : ab [1 — est(a—b) ) > de. tr K Jo ca a b — aexrt(a—0) Esta integral no puede resolverse por los métodos generales y el profesor Ca- milo Meyer a quien agradezco en este lugar su atención la resolvió combinando varios de los métodos comunes ; el resultado a que se llega : .. E aeR(a=b)t — h Kt (a + db) — 2Kbt — 2 log (ah) exam muestra la dificultad de estudiar numéricamente el valor de esta ecuación en cada época. Sin embargo él sirve para poner en evidencia la diferencia grande que existe entre las monomoleculares y las bi y con mayor razón con las otras plurimole- culares. (1) Études de dynamique chimique. Marche de la transformation chimique. Amster- dan, 1884. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIV 10 138 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA moléculas que intervienen en una transformación, pero como lo hici- mos notar en otra oportunidad (1) la resolución de este problema no nos da indicaciones acerca del trabajo químico efectuado o del carác- ter particular del sistema en el transcurso de su evolución. En el mismo caso se encuentra la división habitual en reacciones simples y complejas, cuyo principio reposa exclusivamente en el número de las reacciones y en las modificaciones del medio, ya previstas por el prin- cipio de las masas. En lo que sigue me propongo demostrar que el sistema hallado como aplicación del principio anterior, subsana en gran parte las de- ficiencias señaladas. 1. Transformaciones simples En el caso de las transformaciones simples isotérmicas irreversi- bles y homogéneas (del orden 2) de la forma, A, + B1B,+... AI, =2a,A, + PB, + +... + 2A:L, resulta para la variación de las afinidades; tr A' — A"=AA = RT (log v' — log v”) = RTK | pe=u0dt. sá Si la transformación es monomolecular (n = 1) el polinomio P— + subintegral se reduce a la unidad y resulta una expresión sencillísi- ma de la variación de la afinidad en función del tiempo. AA =RTKt. Como fácilmente se ve, la fórmula anterior se aplica también al z ta , 57 ñ dy fenómeno de difusión regido por una ecuación a náloga Pm —= CK coef. de difusión). También en el proceso de difusión simple la varia- ción de la afinidad crece proporcionalmente al tiempo. Resumiendo podemos decir, que la teoría expuesta, es aplicable a todos los fenómenos que constituyen el grupo de analog ía del cuadro (1) H. DAMIANOVICH, Las nociones de impulso y de potencia en la mecánica quimi- ca; fórmulas generales y diagrama isotérmico. Anales de la Sociedad (Juímica Argenti- na, tonio 111, 1915. (Comunicación leída en la sesión del día 1% de julio de 1915). NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 139 de Marcelin (velocidades de reacción, de difusión, de evaporación y sublimación, de disolución y deshidratación de cristales) y aun quizá sea posible extenderla a las transformaciones radioactivas conside- ; dN z radas como monomoléculas En =— 2) (N = concentración en áto- mos a desintegrarse, + coeficiente de radioactividad que se diferencia de K entre otras cosas, por no depender de la temperatura.) En el caso de las transformaciones bi y en general plurimoleculares, el polinomio subintegral tiene su valor real diferente de la unidad y variable con el tiempo. Aquí la variación de la afinidad no es una fun- ción tan simple del tiempe como en el caso excepcional de las mono- moleculares, sino que ella comprende los coeficientes de afinidad K y además los valores de una función compleja (la integral) de las con- centraciones variables durante la evolución del sistema, Resalta aquí un hecho de mucha importancia y es la diferencia fun- damental que existe entre las dos categorías de transformaciones que acabamos de estudiar y que separa netamente las mono de las bi y plurimoleculares. Entre uno y otro no hay una transición gradual como correspondería por la división de Van't Hoff (una diferencia gradual por ejemplo entre las mono y las bi, análoga a las bi y tri, etc.), sino un salto brusco en lo que se refiere a la manera cómo varía la afinidad en función del tiempo. En lo que respecta a la influencia del volumen, ya en la obra citada Van't Hoff hacía notar la diferencia de marcha entre las mono y bi- moleculares. «La quantite dépend (dice Var't Hoff) (1) dans le cas bi- moleculaire, du volume occupé pour ce qui se transforme. Cette con- clusion se congoit immédiatement par suite de la nécessité de la ren- contre qui distingue de sa congénere cette transformation bimolécu- laire». Por el estudio de las fórmulas que dan el valor de K para las reac- ciones de diferentes órdenes se ha establecido que para una reacción del orden n, el coeficiente K es inversamente proporcional a la potencia n— 1 de la concentración inicial de las substancias que actúan (2). (1) Étude de dynamique ehimique. La transformation bimoléculaire, página 23, Amsterdan, 1884. (2) MELLOR, Chemical statics and dynamics, página 48; text book of Physical Chemisty edited by Sir Williams Ramsay, 1909. Véase el procedimiento usado por Ostwald, Burgarzky, Noyes, ete., fundado en un principio deducido del anterior; con dos reacciones análogas los intervalos de tiempos requeridos para transfor- 140 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA De aquí resulta también una diferencia análoga a la anterior, pues esto pone en evidencia que en las monomoleculares el valor de la constante de velocidad K no depende de las unidades de concentra- ción elegidas en tanto que en las superiores al primer orden dicha constante cambia con estas unidades. La siguiente ley pone una vez más en evidencia el hecho señalado. En los sistemas gaseosos en donde intervienen moléculas capaces de entrar en reacción, la velocidad de reacción es proporcional a la po- [ds $ tencia n— 1 de la presión E ar) si n= 1 (monomoleculares) la fracción de la cantidad total transformada en la unidad de tiempo es independiente de la presión (verificada por las experiencias de Kooij sobre descomposición de las arsinas, de Bone y Wheeler, sobre oxidación del 0O y del H, de Pelabon sobre descomposición del hi- drógeno seleniado) pero para n= 2 (bimoleculares), dicha fracción es directamente proporcional a la presión (experiencia de Bodestein so- bre descomposición del ácido clorhídrico) y para n= 3 (trimolecular) es directamente proporcional al cuadrado de la presión, y así sucesi- vamente. 2. Transformaciones complejas El caso de los sistemas complejos que se hallan constituídos por dos reversibles o dos laterales del mismo orden, se reduce al de las trans- formaciones simples del mismo orden (véase aplicación del postulado de la cinética química sobre independencia de las reacciones simul- táneas que se desarrollan en el mismo medio). Por lo tanto la aplica- ción de la fórmula nos lleva a los mismos resultados ya expuestos; las variaciones en las afinidades no dependen en el caso de las mono- moleculares de la concentración de cada instante y sucede lo contrario en el caso de las bi y plurimoleculares. Es mucho más complicado el caso de las reacciones sucesivas y el de las catalíticas, debido a que por las sucesivas modificaciones del mar cierta cantidad de las substancias activas en el caso de las monomoleculares y si son del segundo orden, las constantes K, y K, son proporcionales a la con- centración de la substancia activa y los intervalos de tiempos requeridos para la transformación de la misma fracción de la substancia original son inversamente proporcionales a la concentración inicial. (Integration of the same parts of the reac- ting substances. MELLOR, loc. cit., pág. 61). NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 141 medio y a las reacciones intermedias, la velocidad varía según una ley compleja hasta ahora sólo establecida para casos particulares. Nos encontramos aquí en un terreno poco explorado, donde el número de investigaciones es aún escaso y por ello sólo nos es posible indi- car de una manera preliminar, el hecho que nos parece más seguro, a saber que en tales sistemas las variaciones de las afinidades de- penden de la concentración de cada instante. >articularmente los sistemas diastásicos, siendo de naturaleza he- terogénea, no encuadran perfectamente en el principio de las masas, por lo menos en su forma habitual, y además el problema se complica con las combinaciones especiales químicas o de absorción que tienen lugar entre el fermento catalizador y los cuerpos en presencia (subs- tancia primitiva o productos de la reacción) o entre estos mismos. Dejamos para más adelante este problema que puede originar más de una investigación experimental. Las fórmulas que dan el valor de la «impulsión química» mues- tran que estas funciones se comportan de manera análoga a las va- riaciones de la afinidad en lo que se refiere a la concentración de cada instante y pueden por lo tanto servir de base al sistema de clasifica- ción que resumimos en el siguiente cuadro : Transformaciones físicoquímicas en las cuales las variaciones de la afinidad r . y log v, — log v,= K | Pdt = — la g 0 o 2t E Mo ú E IN a) Reacciones químicas mono- moleculares irreversibles, re- versibles y laterales (de igual E E E /'A. El coeficiente K depende de orden); Ne ez la temperatura b) Transformaciones físico-quí- E 3 Il K=/f(T) micas: disolución, difusión ZE ES simple, evaporación y subli- E E E mación, deshidratación de Ss E | cristales. E. eS = 4) Transformaciones radioacti- = NE E B. El coeficiente de velocidad no vas consideradas como mono- S E E !! varía con T moleculares; ds > 2 — const b) Transformaciones fotoquími- cas (íd.). 142 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 5 = JA. Transformaciones en las cua- y , A “3 A : : A Reacciones bi y plurimoleculares RES les no interviene agente quí-. 3 == 3 SEA a - E E 6 — irreversibles y reversibles. s mico capaz de modificar la ye- . ? 3 H Í Reacciones sucesivas. ES] [a locidad. 9 : St ll a) Caso en que el catalizador es ea vu ES SA IE un producto de la reacción. 2.3 o nn E . . NS B. Transformaciones en las cua- | b) Caso en el que catalizador es da - . . 2D. A les interviene un agente cata- uno de los cuerpos que reac- = S . . 5 3 En lizador. cionan. (e) F . ., . . NS m AA= función compleja de la con- | c) Caso en que el catalizador se Ao 7 : e centración y de la naturaleza combina con uno de los cuer- - . . FA 3 | del medio. pos que reaccionan o con los produetos (cat. compleja dias- tasas, etc.). II. Método de estudio de las transformaciones fisicoquímicas por las curvas de velocidad y las áreas características (impulsión). Diagrama energéticodinámico. Bases para establecer un sistema comparativo de las afinidades. Como hemos tenido ocasión de ver, ha sido posible llegar a fórmu- las generales que dan los valores de la «impulsión de la fuerza quí- mica» y de la «potencia química» de un sistema físicoquímico rever- sible o irreversible en función de las masas activas de los cuerpos en presencia, para cada época y para reacciones dle cualquier orden. . El cálculo se facilita mucho en el caso de las monomoleculares 1so- térmicas si se conoce la constante de velocidad. Pero en el caso de las plurimoleculares se presentan ciertas inte- grales bastante complicadas y es necesario entonces acudir al método geométrico de las áreas frecuentemente aplicado en el estudio de otros fenómenos. Con tal objeto y a fin de hacer posible de un modo preciso, la com- paración de las fuerzas y trabajos que intervienen en cada época de la evolución de los sistemas materiales, propongo lo que puedo denominar Diagrama energéticodinámico de los sistemas isotérmicos en evolución, Creo más apropiada esta denominación que la de diagrama químico isotérmico propuesta por mí, en un trabajo anterior, porque ella expre- sa de un modo más fiel la naturaleza y condiciones de los fenómenos estudiados y porque es general. á dY A 5 En este diagrama (ordenadas “Y y an? abscisas £) los puntos figurati- vos tales como el M y M' representan el estado de evolución del siste- ma en las épocas correspondientes. La superficie t,¡MM't, o área ca- NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 143 racterística da la medida de la ¿impulsión de la afinidad durante el tiempo t, t, y la tangente a la curva de los trabajos (también una ca- racterística de cada sistema) expresa el valor numérico de la potencia instantánea en la época considerada. Utilizando como tercer eje la temperatura, tendremos por cada sis- tema una superficie cuya intersección con los planos perpendiculares y a los tres ejes ( y ) T y t determinan respectivamente los siste- S2dN mas de líneas: las isodinámicas o isoenergéticas, las isotérmicas y las 1SÓCrONAsS. Fijando la temperatura (isotérmicas) como la fuerza química, varía de una época a la otra, es necesario fijar también el tiempo para de- terminar el valor energético o dinámico del sistema relativo a un sistema de uni- dades elegido convencionalmente. Aná- logamente fijando el tiempo (isócronas) se tiene para cada temperatura un valor energético determinado. Se ve, pues, que en la determinación ENTE te : A” B', Curva de los trabajos A B, Curva de las fuerzas numérica del trabajo de afinidad es ne- cesario hacer intervenir el tiempo de un modo explícito, y en las medidas termodinámicas y especialmente en las termoquímicas hay que precisar cómo evoluciona el calor y el tra- bajo durante el intervalo de tiempo que transcurre entre el estado inicial y el final. No.existe transformación físico-química rigurosamente ins- tantánea y lo que se mide en realidad al determinar el trabajo máxi- mo de una moléculagramo, es la suma de los valores correspondien- tes a la fuerza que en un tiempo dado efectúa un trabajo. La evolución de -un sistema químico y en general de un complejo físi- coquímico depende de la naturaleza de las relaciones existentes entre los parámetros (fuerzas, concentraciones, velocidades) que intervienen en cada uno de los estados comprendidos entre los estados extremos. Ella es una carácterística importante y se halla fijada por las leyes de la me- cánica química cuando se conoce el tiempo, la temperatura y la cons- tante del sistema. Aceptando los conceptos termodinámicos de la fuerza química, del impulso y de la potencia, queda de hecho introducida la variable tiem- po en las ecuaciones de la dinámica energética. Volviendo a las relaciones se puede establecer que conociendo la 144 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA variación de la afinidad o fuerza química de un complejo físicoquímico monomolecular, se puede hallar la variación de este parámetro relati- vo a un sistema cualquiera del mismo orden. Podemos entonces tomar como unidad la variación de la afinidad de un sistema determinado y establecer la comparación de los demás sistemas entre sí, siempre que los tomemos en la misma época (estados isócronos). Siendo la variación de la afinidad en las monomoleculares igual al producto de dos factores K y t podemos hallar una serie considerable de combinaciones de éstos, para los cuales resulte un valor igual en lo que se refiere a aquella variación. Resulta cómodo para la exposi- ción sintetizar la idea en el siguiente esquema : Variación de la afinidad en el 2 A A Sistema M Sistema M' a == E ——" ———— aaa B | Eb En una palanca AB que se apoya en O se toman brazos AO y BC proporcionales a los tiempos y pesos p y p' proporcionales a los coefi- cientes de velocidad K, de tal manera que p X AC= p"' X BO, es de- cir, que se verifique la condición de equilibrio del sistema ficticio correspondiente a una ¿igual variación de afinidad en ambos sistemas en evolución. Como los coeficientes K y K” son constantes de un valor perfecta- mente determinado, si queremos establecer la equivalencia de aquellos sistemas, tendremos que dar al tiempo en los brazos de palanca, valo- res tales que se cumpla la condición anterior. Se llega nuevamente al resultado ya expuesto en otra oportunidad y que podemos ampliar en la siguiente forma: Para establecer una comparación real entre dos «mecanismos químicos » isotérmicos en vías de evolución, es necesario tomarlos en estados correspondientes a la mis- ma época (para una concentración inicial igual a la unidad) y relacio- nar los valores de la energía utilizable, del impulso y de la potencia. Al establecer esta proposición, base para un sistema comparativo de las afinidades, se ha tomado como idea directriz, el trabajo tiempo y la fuerza-tiempo como se hace en el estudio de los otros mecanis- mos y no el trabajo máximo para la unidad de masa molecular. NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 145 Además, procediendo así se consigue dar a los coeficientes K de las ecuaciones de la cinética química de las transformaciones monomole- culares, un significado energético. Si se toman como ejes log v, T y tse tiene para un tiempo dado, en la tangente a la curva (T, log +) un valor proporcional a la energía media de las moléculas que pasan al estado activo, es decir, a través de la superficie crítica. Esto se demuestra fácilmente como veremos, partiendo de los conceptos de Marcelin y de la regla de redistribución de Boltzmann-Gibbs. CAPÍTULO IH La evolución de los complejos físicosquímicos desde el punto de vista de la mecánica atómico-molecular Las expresiones halladas para la variación de las afinidades en fun- ción de la velocidad y del tiempo, y para el impulso y la potencia, constituyen una traducción de la experiencia en lenguaje energético. Sólo falta ahora hallar su significado teórico. En el presente capítulo haré una síntesis de la manera como Mar- celin resuelve este problema por medio de los principios generales de la doctrina de la equipartición de la energía para aquella ley y trata- ré de justificar por el mismo método mecánico, la introducción de las nociones de «impulso químico» y «potencia química» y las bases para el sistema comparativo de afinidades fundado en el empleo del «diagráma dinámico energético ». Hace ya tiempo Van't Hoff, estudiando la velocidad de disociación del hidrógeno arseniado, observó que «la marcha lenta de tal reacción monomolecular, prueba que todas las moléculas de un gas no se hallan en el mismo estado, sin lo cual ninguna se descompondría o bien todas lo serían al mismo tiempo. Esto recuerda la idea de Maxwell que en tal gas todas las temperaturas se hallan reemplazadas por su valor medio». La experiencia se halla muy lejos de verificar aquella conclu- sión (1). (1) A. JoB, La mobilité chimique. Revue de métaphysique et de morale, citado por Marcelin. 146 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Arrhenius introdujo la noción de molécula activa (1) y según él, el hecho de «activarse » una molécula corresponde a una transformación química, de tal manera que la concentración € en moléculas activas mn! le OSO 10) se calcula utilizando la relación termodinámica DT == (U=ca- lor de formación de las moléculas activas a partir de las otras). La conclusión que se saca de aquí y que sirve de base a la demos- tración de Marcelin es que entre todas las moléculas de un sistema en evolución sólo una débil fracción de ellas es capaz de actuar en un mo- mento dado. Todo el problema consiste en hallar la relación entre las moléculas neutras y las activas. En su célebre Tratado de mecánica estadística, Gibbs ha conseguido generalizar el teorema de la distribución de las velocidades de Max- well, tomando los momentos (2) o variables independientes del método de Hamilton en vez de las velocidades, para determinar conjunta- mente con las tres coordenadas x, y, 2, el estado de la molécula. Es có- modo representar el estado de una molécula por un punto en el espacio de seis dimensiones (y en general de n dimensiones), pues en tal caso se puede por medio de la trayectoria que describe el punto represen- tativo en dicho espacio, expresar la modificación de la posición o ve- locidad de la moléeula. Si se trata de un gas perfecto formado por un sistema de moléculas en condiciones bien determinadas, el teorema de Maxwell así mo- dificado da el siguiente valor del número y de moléculas contenidas en el dominio de extensión en fase (3) finito (2 y correspondientes a dos valores de las coordenadas (2, y 2,, Mx”, y mx”,) REA A ep ys | g MY EXP CRT L 1 mm) 0) donde T es la temperatura absoluta, R la constante de los gases, ¡, el número de Avogadro, < la energía de una molécula gramo de gas, A (1) Z. Phys. Ch., tomo 1V, páginas 28, 231 y 417. 1889. (2) Recordemos que los momentos en este caso están dados por las derivadas ¡ales de la energía cinética (+, =2 (a? 24212 t las tres parciales de la energía cinética |., = 7 (01? + y? +2')| con respecto a componentes de la velocidad z' y! z', es decir : Y , de -—P — me, ete. Ju! (3) En el espacio de tres diámetros es simplemente un elemento de volumen, NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 147 la afinidad du elemento de extensión en fase alrededor del punto de dimensiones 2, y, 2, M2”, my”, m2"; du = drdydz.mdx' .mdy' .mdz o ele- mento de extensión en fase de seis dimensiones. Gibbs ha conseguido una generalización mayor de este teorema partiendo del concepto de Boltzmann, quien no considera la molécula como un simple punto material, sino como un sistema complejo, cuyo estado, en un instante dado, se define a) por las coordenadas generali- Zzadas 4, Q» -.. q, (coordenadas en el sentido de la mecánica de Lagran- ge) b) por los momentos generalizados, es decir, las derivadas de la energía cinética tomadas respecto a las velocidades generalizadas. 4, 42, (,. De este modo se tiene en cuenta las modificaciones de la velocidad, posición y estructura de la molécula en cada época, y se llega a la misma. expresión con la única diferencia que ha habido un cambio de variables (el elemento de extensión en fase es aquí), du —=0dq, 09: . 49; ... dp, ¡APRA y es E función de P, ... Pn Y 9; »». Qn- Ahora para averiguar la velocidad con que las moléculas de los sistemas regresivo y progresivo atraviesan la superficie crítica S que divide el espacio representativo en dos partes, Marcelin signe un ra- zonamiento análogo al de Gibbs (utilizado también en la hidrodiná- mica) y halla respectivamente : A A, dn, =dt)., exp (— a y | dn, = deh, exp (— >) o bien para la velocidad resultante : CDC CN > al : E) Vw = == = M exp | — — hs exp|— y como en el equilibrio la velocidad es nula y las afinidades de los sis- temas antagónicos son iguales g 8 EN resulta : II Sm As 2 A, ER - => 2 DEM exp ET ) exp ET ] (25) en la que 148 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA se halla fijada cuando se conoce la temperatura y la naturaleza del sis- tema estudiado y 4,4, se conocen cuando se da la naturaleza de las moléculas y las superficies (1) S,S, que a su vez son independientes del grado de evolución del sistema. Como se ve se llega por el teorema de la equipartición de la energía al resultado ya alcanzado por la nueva termodinámica. Para alcanzar este resultado ha sido necesario admitir que la trans- Formación que se efectúa no altera la distribución de Boltemann-Gibbs. Ahora bien, como el tiempo exigido para el establecimiento del ré- gimen es muy corto (consecuencia de la mecánica estadística), resulta que la demostración hecha por Marcelin de la fórmula exponencial con- serva su valor siempre que se trate del estudio de una transformación capaz de efectuarse con una velocidad mensurable por nuestros medios de observación. Ella no es aplicable a los fenómenos de carácter explosivo. Como este estudio tiene importancia, pues permite volver a encon- trar por vía deductiva la fórmula sintética hallada por la experiencia al mismo tiempo que da el medio de penetrar el mecanismo de los fe- nómenos y de mostrar hasta qué límites la fórmula de Marcelin es váli- da, conviene recordar el grado de certeza de la regla Boltemann-Gibbs. Como lo hace notar el autor de la tesis que comentamos: 1” ella se establece a partir de las leyes de la mecánica clásica y es aun com- patible, según Langevin, con leyes de forma más general (mecánica electromagnética); 2? se presenta como la hipótesis más simple que expresa que las moléculas son tanto menos numerosas cuanto más alejadas del estado medio se hallan; 3% Gibbs ha mostrado que todas las relaciones de la termodinámica clásica pueden ser establecidas tomándolas como punto de partida; 4” permite prever Ja existencia del movimiento browniano, la opalescencia crítica y en general, todos los fenómenos de fluctuación de los cuales la termodinámica es inca- paz de dar satisfacción. En cambio en estos últimos años se le ha so- metido a una crítica severa a la regla Boltzmann-Gibbs desde el punto de vista de las variaciones de los calores específicos de los sólidos con la temperatura. Pero como la reforma introducida por Planck y Nernst (1) Para que una molécula abandone uno de los sistemas, será necesario que ella alcance cierta región del espacio y bajo una oblicuidad conveniente, que su velocidad sobrepase cierto límite, que su estructura interna corresponda a una configuración inestable, ete., en otros términos, será necesario que en el espacio representativo, ella franquee cierta superficie S que puede llamarse superficie crí- tica (Marcelin). NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 149 se refiere particularmente a muy bajas temperaturas, Marcelin opina que su aplicación al problema aludido puede omitirse sin dificultad. Cuando se emprenda el estudio de la velocidad de reacción a bajas tem- peraturas, será necesario edificar la teoría teniendo en cuenta la hipó- tesis de los « quanta ». Por último, así como el principio de Carnot cesa de ser exacto cuan- do se aplica a elementos de volúmenes muy pequeños (movimientos brownianos), así también la fórmula de Marcelin, cesa de ser rigurosa cuando se estudian cambios que se verifican en un tiempo muy corto. En los dos casos la restricción sólo presenta un interés teórico. De todo lo expuesto se deduce que al medir la velocidad de reacción, se mide con diferencia de una constante el número de moléculas que atraviesan la superficie crítica. Continuando con el mismo método, el consigue dar una indicación más precisa acerca del intercambio molecular a través de dicha su- perficie, al mismo tiempo que muestra cómo el factor M de la fórmula sintética varía en función de la temperatura y de la naturaleza de los cuerpos. En efecto, mediante cálculos para cuyos detalles enviamos al lector a la tesis citada se llega a la expresión : E ='RT* E) (10 =| dar IN en la que M es el coeficiente de temperatura en la fórmula que da las velocidades de transformación, N,, el número de moléculas contenido en el sistema regresivo cuando se establece el equilibrio, y, número de Avogadro, E, magnitud desconocida (1) e igual a la diferencia entre la energía crítica y la energía media o sea la energía que es necesario comunicar a la molécula para llevarla del estado medio al estado activo. Marcelin la denomina energía crítica y hace hincapié en el interés que reviste, pues quizá pueda dar una medida de la solidez de las ligazo- nes que unen las diversas partes de un edificio molecular y de dar por consiguiente una expresión cuantitativa de la valencia. « En particular parece extremadamente interesante considerar su valor en el cero absoluto. ¿Ella se halla determinada al mismo tiempo que la fórmula global del cuerpo, o más probablemente depende de su arquitetura ? ¿Su magnitud no se halla fijada al mismo tiempo que las oscilaciones (1) Eu su última correspondencia el profesor Marcelin tuvo la amabilidad de comunicarme que él se hallaba ocupado en calenlar E para diferentes reacciones. 150 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA que puedan tomar nacimiento en la molécula, o corresponde a un nú- mero entero de quanta ? Estas cuestiones son de primera importancia para los que se proponen precisar el problema de la estructura quími- ca; parece desgraciadamente que el material experimental de que disponemos es muy restringido para que se pueda responder desde ahora.» Vemos que con esto Marcelin consigue llegar a una expresión análoga a la de Van't Hoff en la que el calor se halla substituído por la energía crítica (que no hay que confundir con energía de reacción) y a determinar por consiguiente, de un modo experimental, dicha energía, estudiando la influencia de la temperatura sobre la velo- cidad de reacción. . Nos indica también que debemos dirigir nuestros esfuerzos en el sentido de hallar la velocidad de reacción en función de la natura- leza química de los cuerpos. Esta ecuación que había sido propuesta por Van't Hoff para tra- ducir los resultados de las experiencias relativas a las reacciones homogéneas ha sido verificada por Marcelin en el caso de la evapo- ración y sublimación de la nitrobencina de la naftalina y del iodo, como se puede ver en la parte experimental de su tesis. Camilo Meyer, partiendo del concepto cinético de Bolzmann y de la idea de un dominio sensible alrededor de todo el átomo, llega por el cálculo de las probabilidades a una expresión exponencial del todo análoga, e independientemente de Marcelin. No es mi propósito hacer el análisis de este importante trabajo publicado en los Anales de la Sociedad Científica Argentina. Sólo men- cionaré algunos puntos directamente relacionados con la interpre- tación de la constante de velocidad. En su trabajo el profesor Meyer introduce la nueva hipótesis de que el dominio sensible no se halla limitado a una región pequeña de la superficie del átomo, sino repartida uniformemente en toda ella, tomando la forma de una hoja esférica, concéntrica (de radio in- 1 : 1 terno 7, y radio externo (3-2) y deduce para la velocidad de reac- md ed ción la expresión : en la que n,, es el número de las moléculas mixtas n, y n, el de los . : ; 1 átomos libres, 2 el espesor de la capa de la región sensible, 2h = MET NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 151 siendo M la masa del átomo de hidrógeno, R la constante de los gases y T la temperatura absoluta y, el trabajo necesario para llevar a los dos átomos a una distancia tal que anule la acción química (trabajo de disociación). Ahora, teniendo en cuenta que y es igual a la función de las fuer- zas químicas cambiada de signo y =— “Y o potencial químico o afi- nidad y admitiendo que el espesor 3 de la capa que constituye el : : : 1 espacio sensible sea una cantidad variable del mismo orden que —— 1,N, Meyer llega a la función exponencial de Marcelin : A, A ar Mi Me (26) para el caso que no haya sistema progresivo. Esta hipótesis que per- mitiría identificar ambas expresiones puede admitirse como hipótesis cómoda de trabajo, si se tiene presente, que es posible la existencia de una región sensible concéntrica al átomo y variable según la natu- raleza del medio de reacción. Los desarrollos de Lemoine, Marcelin y Meyer, permiten penetrar algo más en la naturaleza de la constante de velocidad, que lo que hasta ahora se ha hecho. Sin embargo, existen aún algunas dudas que es necesario resolver. Si se abandona la hipótesis de un espacio sensible repartido uni- formemente alrededor del átomo y si se vuelve a considerar la pri- mitiva de Boltzmann o sea la relación : 1 — K 00108 los resultados son muy diferentes, pues el coeficiente K,, es esencial- mente variable; en efecto, la integral : 1 = T | | ela dw,.Ah,, toma valores que dependen del estado aleanzado por la reacción, o sea del tiempo. ¿En cambio, si subsiste dicha hipótesis se requiere para que la ex- ee Segal: 1 AE presión : K = 8p*%e*' sea constante, que 0 y Pal tengan variaciones (AAA del mismo orden. Nos vemos obligados por segunda vez a admitir la variabilidad del espacio sensible que rodea al átomo y en razón in- versa de una función exponencial de la afinidad. 152 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Por todo este desarrollo se observa a primera vista, que la cons- ce) es distinta de la constante de la re- a tante de velocidad K (= Sz¿* lación entre la velocidad y la función exponencial de la afinidad 1 UN RTdN 2h, =1l0g n,n, o bien e =p, n, dicha diferencia se desvanece. (n,N, =p =M,N,87¿*2). Pero si tenemos en cuenta que Todas las demostraciones, como se ha visto, parten de la suposi- ción de que la teoría cinética del átomo perfectamente elástico y la ley de la redistribución de la energía es aplicable aun en el caso de la intervención de las fuerzas químicas. Es cierto que esta teoría ha permitido una interpretación bastante fiel de la mayor parte de las propiedades físicas de los gases, pero no sería del todo aventurado el admitir que una aplicación al campo de la dinámica química quizá no sea legítima sino se introduce en ella algunas modificaciones. En efecto, en este último caso se hacen sentir de un modo preponderante nuevas e intensas fuerzas como las químicas, que pueden alterar la estructura de los átomos y moléculas (por verdaderos choques) y la ley de acción mutua. Señalaré de paso que en estos últimos años se ha realizado una serie de tentativas orientadas en el sentido de sentar las bases de una teoría cinética de las acciones moleculares, que ya hemos exa- minado en una publicación anterior. Sentados estos preliminares, pasaré a exponer las ideas que me sirvieron de base para dar una interpretación mecánica del calor de reacción. Supongamos un sistema isotérmico constituído por cuerpos al es- tado gaseoso capaces de reaccionar y admitamos al mismo tiempo que dicho sistema está constituido por moléculas disociadas en sus átomos (o moléculas en el caso de los monoatómicos) o sea en sus elementos activos desde el punto de vista químico. Como sabemos, la teoría cinética atribuye las combinaciones al choque de las moléculas heterogéneas entendiendo por choque una desviación brusca y partiendo de la base de que los átomos y mo- léculas son cuerpos perfectamente elásticos. Partiremos de la suposición de que cuando intervienen las fuerzas químicas pueden haber verdaderos choques en el sentido mecánico, y como consecuencia deformaciones más o menos permanentes de los átomos. En efecto, si las acciones químicas se debieran puramente a los choques producidos al azar, aun admitiendo la región sensible NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 1: diferente en cada especie atómica, no se explicarían las diferencias de intensidad química (o trabajo químico en la unidad de tiempo) que forzosamente tendrán lugar en el caso de la intervención de fuerzas atractivas distintas para cada sistema, capaces de provocar choques de intensidad variable. Consideremos los dos casos principales que pueden presentarse, siempre a partir de los átomos. Primer caso. — Los átomos A y A” del mismo cuerpo, contenido en la mezcla chocarán según la teoría cinética un número determinado de veces por unidad de tiempo, pero por obra exclusiva del azar, es decir, sin que la probabilidad de encuentro (Boltzman, etc.) sea modi- ficada por la ley especial de atracción que supondremos débil (atrac- ción atómica no seguida de asociación en las moléculas monoatómicas). En tal caso ambas se comportarán como cuerpos «perfectamente elásticos»; habrá cambio de cantidades de movimiento, pero no va- riación de fuerza viva del conjunto susceptible de transformarse en calor, ni deformación. Esto mismo sucedería en el caso de dos cuerpos (ue no ejercieran acción química entre sí. (Continuará.) AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIV 11 COSTUMBRES Y NIDOS DE HORMIGAS POR CARLOS BRUCH 10 Alta Vollenweideri Forel AÁtta sexdens L. subsp. Vollenweideri Forel, Ann. Soc. Ent. Belg., XXXIII, página 588, 1893, 9, Q. La bibliografía de esta especie ha mencionado el doctor Gallardo (2), junto con algunas notas etológicas. El mismo Forel, antes de darle su valor específico la consideraba primero como subespecie de Atta sex- dens L. y luego de 4. levigata Sm., precisamente por la semejanza que tiene con estas últimas. Caracteristicas. — Atta Vollemweideri corresponde, pues, a la llamada « hormiga isaú», una de nuestras más grandes attinas, por cierto tan dañina como las demás de esta tribu. Su dimorfismo es así mismo exagerado, y los millones de individuos, que componen una sola colonia, presentan diferencias muy notables, en cuanto al tama- ño, escultura y forma de su cuerpo (lámina 1). (1) Parte I, publicada en estos Anales, tomo LXXXIITI, páginas 302-316, figu- ras 1-11. (2) Notes systématiques et éthologiques sur les fourmis Attines de la République Ar- gentine. Anales del Museo nacional de historia natural de Buenos Aires, tomo XXVIII, páginas 341-344. 1916. COSTUMBRES Y NIDOS DE HORMIGAS 155 Las obreras miden desde 2 hasta 13 milímetros de largo; los indi- viduos sexuados son aún más grandes, sobre todo las hembras, de tamaño descomunal, en relación con las formas más pequeñas. A juz- gar por el gran número de ejemplares, recogidos de un mismo nido, el tamaño corresponde a un aumento gradual, desde las mínimas has- ta las mayores, con diferencias de un milímetro más o menos. Sin embargo, aunque existen tamaños intermediarios, puede notarse la Fig. 1. — Cabezas de Atta Vollenweideri. 1, de la obrera mínima; 2, de la obrera mayor; 3, de la obrera mediana; 4, del macho; 5, de la hembra; todas aumentadas 7 veces. la, de la obre- ra mínima, 40 veces aumentada. escasez de algunas medidas, resultando aproximadamente la siguiente escala para las obreras : 2, 2,5, 3, 4, 6, 7, 9, 11, 12 y 13 milímetros. Las obreras mínimas, de 2243 milímetros, no las he visto nunca fuera del nido; en efecto, sus pequeños ojos, compuestos de unos doce a quince ocelos, indican para ellas una vida más bien subterránea. Estas obreras son también más claras, de color castaño amarillento; toda la superficie, incluso el abdomen, es Opaca, fuertemente reticu- lada y dispersamente pubescente. Su cabeza es más alargada, del todo desprovista de arrugas y sin espina alguna. Las mandíbulas 156 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA son más largas y más agudo-dentadas; las antenas más gruesas que en las obreras de mayor tamaño. Las espinas toracales son muy pe- queñas, indicadas solamente las antero-dorsales y laterales del pro- tórax; las espinas epinotales son algo más largas que estas últimas. En las obreras pequeñas, ya algo más grandes, se modifican los detalles mencionados para las mínimas, adquiriendo, según su tama- ño, los caracteres de las obreras medianas. Las obreras medianas son mucho más obscuras, pardo-castañas; :abeza, tórax y patas son opacas, más abundantemente pilosas; el abdomen es liso, lustroso y lleva puntos pilígeros esparcidos. La ca- beza lleva arrugas longitudinales y espinas en las aristas preoculares y frontales, lo mismo en el occipucio. Las espinas toracales alcanzan en las obreras medianas su máximo desarrollo; las pronotales son largas y encorvadas hacia adelante. Las obreras mayores son robustas, en partes de color más rubro; su superficie es menos opaca que en las obreras medianas. La cabeza es semilustrosa, más o menos brillante en los lóbulos occipitales, con puntuación esparcida, grosera y con puntos finos intercalados; la frente y las mejillas son longitudinalmente arrugadas. El abdomen es liso, lustroso con puntos pilígeros. La pilosidad es más abundante sobre el tórax y las patas; la pubescencia es nula. Los individuos sexuados tienen las alas opacas, amarillentas, bas- tante obscuras con las nervaduras castaño-rojizas. El macho es ne- gruzco, sus mandíbulas, funículos y tarsos pardirrojos; su cuerpo es muy hirsuto, la pilosidad de un vivo rojo acanelado y más densa so- bre la cabeza y el tórax. La hembra, de un moreno obscuro, tiene las antenas, patas y a veces parte del abdomen más o menos rojizas; la pilosidad es muy corta y rala, algo más densa sobre el tórax. Según la descripción original, ella es aún poco más robusta que la de Atta sexdens. El ab- domen es semimate. Una puntuación grosera, en parte reticulada, es también característica para la forma femenina de esta especie. Estas breves referencias, junto con nuestras figuras, pueden dar suficiente idea del exagerado dimorfismo en los diversos tipos o indi- viduos pertenecientes todos a una misma casta de esta Atta. | Dispersión. — Esta hormiga ha sido mencionada hasta la fecha de Santa Fe, Chaco, Santiago del Estero, Salta, Corrientes y Cata- marca; se propaga por el Paraguay, probablemente también por el Brasil y Forel la señaló hasta de Colombia. Parece, sin embargo, que COSTUMBRES Y NIDOS DE HORMIGAS MO no se extiende más al sur del Saladillo, cerca de Rosario, de donde el señor José Hubrich me obsequió con los primeros ejemplares hace ya varios años. Con el interés de conocer también los nidos de esta Atta, me fuí a mediados de agosto al Rosario, aceptando la invitación que para tal propósito me hizo mi amable colaborador. El buen éxito de esta excursión lo debo principalmente al concurso que me prestaron tanto el señor José Hubrich, como el señor Arturo Albrecht, del Saladillo, a quienes reitero aquí mi más sincero agradecimiento. Aspecto de la región. — La quebrada del Saladillo situada al sudeste de la población suburbana de Rosario, tendrá unas sesenta hectáreas de extensión y abarca un interesante retazo de terreno, que conserva aun, en partes, el ambiente primitivo de aquella región. El loes o las amarillas tierras pampeanas, muestran allí todas las caracteristicas de poderosa erosión; efectos de los torrentes que abrieron un ancho lecho en las barrancas, entrecortadas y carcomi- das, formando un laberinto de pequeños conos y elevaciones, que confieren al paisaje un aspecto típico y hasta pintoresco (lám. II). La vegetación, aunque bastante diezmada, se compone casi en su totalidad de arbustos espinosos, indígenas, careciendo de árbo- les altos, que tal vez en otra época habrán completado aquel con- junto. Los principales representantes de esta flora son : el incienso, Schi- nus dependens Ort. var. subintegra Engl. forma arenicola Hauman y la var. ovatus Marsh., el algarrobo, Prosopis nigra Hieron., Porliería Lorentzii Engl., Grabowskia duplicata Arn., Castela coccinea Gris. y Holmbergía exocarpa (Gris., Hick. El suelo es en partes pastoso, de vez en cuando encontramos tre- chos con Menodora integrifolia (Cham. et Sehlecht.) y matas de la bo- nita Berbveris ruscifolia Lam., que florecía en ese momento (1). No escasean tampoco las cactáceas que están representadas por Opun- tia sulphurea Gill. y Cereus coerulescens S. D. Por suerte, dada la reducida extensión de aquella quebradita, las Attas no se encuentran ahí en proporción alarmante. Hemos contado en nuestro recorrido unos cinco de sus gigantescos hormigueros, ubi- cados al pie de los arbustos y sólo uno de ellos estaba en terreno (1) La determinación de estas plantas la debo al doctor Lucien Hauman, fa- vor que le agradezco. O 15 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA abierto, casi desprovisto de plantas grandes. Por esta razón lo había elegido para la excavación. Nidos. — Los hormigueros se advierten ya de lejos, por los anchos senderos que conducen de todas direcciones hacia el montículo o tú- mulo de los mismos. Estos senderos, por donde transitan las obreras acarreadoras de vegetales, miden hasta diez centímetros de anchura Fig. 2. — Orificio de entrada con partículas, de tierra y fragmentos vegetales (tam. nat.) y se extienden a veces a largas distancias. Los túmulos, levantados con el material terroso, que extraen las hormigas al formar sus Ccons- trucciones subterráneas, dependen de la amplitud de éstas; en el nido que hemos examinado, el támulo medía unos S metros de diáme- tro con 30 a 40 centímetros de elevación sobre el verdadero nivel del suelo. Hacia el interior del nido llevan muchos conductos, cin- cuenta y aun más, cuyas bocas de entrada miden a veces dos a tres centímetros. Encima del túmulo se ven las partículas de tierra saca- COSTUMBRES Y NIDOS DE HORMIGAS 159 das del interior, casi siempre en forma de bolillas; hay también resi- duos de viejas hongueras y fragmentos de vegetales frescos desparra- mados; en ocasiones están amontonados cerca de las entradas, sin duda depositados allí por las obreras acarreadoras, para que otras se encarguen de transportarlos para adentro. Predominaban entre estos vegetales las hojas del incienso, de Porlieria y de Berberis. Para darnos perfectamente cuenta de las construcciones subterrá- neas, hice cavar una gran Zanja de seis metros de largo por más de dos de profundidad, obteniendo así la primera sección vertical, como a los dos metros más o menos del centro del túmulo. Sucesiva y pa- ralelamente a esa sección se hicieron varios cortes más, que permitie- ron apreciar todos los detalles del nido (lám. ID. Este se compone, pues, de millares de amplias cavidades o cámaras subesféricas o más o menos alargadas, dispuestas con irregularidad y en comunicación por numerosos conductos y galerías. A veces, las cámaras destinadas a las hongueras están separadas solamente por delgados tabiques; otras veces, se encuentran más distantes y entre ellas hay entonces otras cavidades 0 galerías más o menos horizonta- les, semiabovedadas y de poca altura. Esta clase de galerías son ma- yores y abundan en la parte superior del nido; a ellas conducen los canales de entrada. Otras galerías anexas a las grandes cámaras son más pequeñas, formando a veces recodos laberínticos, en los cuales vimos las larvas y ninfas de las hormigas. Las cámaras principales miden, término medio, unos diez centíme- tros de diámetro, pero las hay también de mayores dimensiones. Sus paredes son lisas, provistas de una pátina obscura pardusca, algo lus- trosa, debida tal vez a la exudación de las abundantes hongueras o a las excreciones de las mismas hormigas. Nuestro nido lo encontramos con todas las cámaras del centro re- pletas de hongueras; las demás estaban vacías. Así la parte habitada ocupaba por lo menos unos ocho metros cúbicos. El número de las hongueras puede calcularse aproximadamente tomando como término medio unas 70 a 80 por metro cuadrado. Éstas principiaban a los 60 centímetros debajo del túmulo y alcanzaban casi a dos metros y me- dio de profundidad, donde el suelo era ya muy duro, semitosca. Las hongueras descansan siempre sobre la base de las cámaras, ocupán- dolas casi enteramente; de ellas depende entonces su tamaño y forma general, ordinariamente subesférica o elíptica (lám. IV). Además, es- tas hongueras tienen toda la apariencia de una esponja; son mucho 160 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA más compactas y más resistentes que las de otras attinas que he visto hasta ahora. Los vegetales que sirven de substracto al micelio, están finamente triturados y fuertemente ligados. Por su frescura y el color verde es de suponerse que habían sido puestos muy recientemente; el micelio estaba bien diseminado, pero era aún pobre y poco des- arrollado. La temperatura de las hongueras era notablemente tibia: lo expe- Fig. 3. — Galería ocupada por larvas de hembras (mitad del natural) rimentaron nuestras manos durante la excavación ; pero para los dos días helados (11 y 12, VIII), por cierto muy apropiados para aquella tarea, la legión de obreras se mostraban benignas con nosotros y poco agresivas, aturdidas por el frío; trataron, sin embargo, de salvar en lo posible a su cría, relativamente escasa y en estado de larvas y ninfas. Los individuos sexuales estaban representados sólo por lar- ras que casi todos correspondían a hembras (fig. 3). Las obreras mínimas, como he dicho ya al principio, las vimos úni- camente entre las hongueras y también sobre las paredes de las mis- mas cámaras, que a veces estaban cubiertas por ellas. COSTUMBRES Y NIDOS DE HORMIGAS 161 Hormigas huéspedes. — Casi al terminar nuestra excavación, y como a un metro de profundidad hemos descubierto una serie de pe- queñas cavidades o galerías superpuestas, distribuídas entre las cá- maras grandes de las Attas y con las cuales se comunicaban por es- trechos canalículos. Dichas galerías, de unos tres a seis centímetros de ancho y de poca altura, estaban llenas de hormigas con muchísi- mas larvas y ninfas, pertenecientes a una especie de Soleropsis que aun no conocía. Esta es de un hermoso amarillo rubro y bastante más erande que las especies parásitas o raptoras encontradas con otras hormigas. Las he enviado al doctor Santsehi para su determinación. Mirmecófilos. — Contrariamente a mis esperanzas y empeños, no se ha hallado con Atta Vollenweideri ningún insecto mirmecófilo pro- piamente dicho. Los únicos artrópodos que hemos encontrado entre sus construcciones subterráneas fueron, además de unas cuantas ara- ñas y algunos blátidos, dos ejemplares de un coleóptero dinástido (Coelosis Hippocrates Blnch.), que creí entonces fueron sólo huéspedes accidentales, ahí refugiados, pero, posteriormente el señor Hubrich me comunicó haber encontrado al coleóptero en abundancia dentro de las mismas cavidades a unos dos metros de profundidad; por con- siguiente no sería extraño que la larva fuese parásita de nuestra Atta, como sucede con Gymnetis tigrina respecto a Acromyrmex lobicornis. Para terminar mi breve relato sobre nuestra « hormiga isaú », quie- ro recordar que el señor Hubrich, hace tres años había intentado ya una excavación de otro nido, haciéndola en forma de un gran pozo por el centro del túmulo. Este mismo hormiguero existe aún, perfec- tamente reconstruído y mucho más ampliado. En cuanto al que excavamos conjuntamente, me comunicó que al mes después lo encontró muy restaurado. El gran número de obreras que aun quedaron, han compuesto en parte los destrozos que les ha- bíamos ocasionado en el resto dle sus construcciones. Dada la enorme extensión de estos nidos, y por los contados ejem- plares que vimos, es de suponer, que cada uno debe ser habitado por generaciones sucesivas; las reinas fecundadas retornarán segura- mente a los viejos nidos, antes de fundar nuevos. Por otra parte, bien podemos creer que no hay demasiada exagera- ción, cuando el criollo dice: que un hormiguero de éstos come a la par de una vaca, o que es capaz de tragarse a un hombre con su caballo. 162 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Solenopsis saevissima Sm. var. tricuspis For. Solenopsis Pylades Forel var. tricuspis Forel. Mém. Soc. Ent. Belg., XX, 1912, página 4, $. Esta hormiga, considerada como variedad de $. saevissima, se reco- noce fácilmente por los tres dientes bastante largos y acerados del epistoma; su color es casi enteramente de un moreno negruzco, sin el vivo rojo en la base del abdomen que lleva el tipo de la especie y otras de sus variedades. Además, se distingue de ésta por su tempe- ramento más perezoso y menos agresivo. Hasta la fecha obtuve esta variedad de Córdoba, Misiones y de la provincia de Buenos Aires, siendo abundante en La Plata, Tandil y Sierra de la Ventana; algunas obreras grandes, traídas por el doctor Herrero Ducloux, de Montevideo, tienen un color más rojizo y algo más rubro sobre el abdomen. Nidos. — Todos los nidos que he podido examinar carecen de la característica cúpula, que construye casi siempre ÑS. saevissima y al- gunas de sus variedades conocidas. (La variedad qguinquecuspis Forel, Fig. 4. — Cráteres y pasajes superficiales, en un camino (muy reducido) de igual color, pero con cinco dientes en el epístoma, hace idénticas construcciones que la var. tricuspis.) Desde la superficie del suelo, el nido se advierte por un número va- riable de agujeros (a veces pocos, o uno solo siendo pequeño), y por las partículas de tierra desparramadas (fig. 5). Las construcciones subterráneas son semejantes como en la espe- COSTUMBRES Y NIDOS DE HORMIGAS 163 cie típica. Los conductos y cavidades son también irregulares y la- berínticos, pero ordinariamente están más separados, apareciendo la tierra mucho menos acribillada. Los nidos son más pequeños, una colonia se compone de un número mucho menor de individuos que en aquella especie. La fotografía (fig. 6) de una sección por uno de estos nidos muestra perfectamente la disposición de los conductos y cavidades laberínti- £ cos; la cámara en la parte inferior contenía larvas y ninfas. Fig. 5. — Orificios de entrada de un nido de $. saevissima var. tricuspis Forel (tam. nat.) El nido estaba debajo del puente en la estancia (parque) de Torn- quist, en terreno arenoso pero muy duro. Interesantes son también los conductos o pasajes superficiales, casi a flor de tierra, que confeccionan las hormigas y entre los cuales transitan después. Desde la superficie se percibe esos pasajes por una larga hilera de diminutos cráteres con los agujeros por donde ha sido sacado el ma- terial terroso (fig. 4). Durante mi estadía en Tornquist pude presenciar cómo las obre- ras se mudaron de un nido al otro, los que se hallaban separados pre- 164 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA cisamente por uno de estos pasajes que atravesaba un ancho camino del parque. El verdadero motivo de aquel traslado no pude explicarme, desde Fig. 6. — Corte vertical por un nido de $. saevissima var. tricuspis Forel (*/, tam. nat.) que las dos construcciones, examinadas al día siguiente, no ofrecían aparentemente diferencia alguna. En cuanto al objeto de dichos pa- COSTUMBRES Y NIDOS DE HORMIGAS 165 sajes, pudiera ser que las hormigas los construyen como medio de protección, contra la luz u otros agentes molestos en sus incursiones. Alimentación. — El régimen y manera como ciertas hormigas procuran sus alimentos, son problemas que, muchas veces, algún he- cho casual explica mejor que largas y pacientes observaciones. Estoy manteniendo otra vez con moscas y almíbar a las Solenopsis saevissima que guardo en nidos de yeso, pero aun no he podido des- cubrir en qué forma ellas mismas se alimentan estando en libertad. Últimamente, he visto cómo las hormigas de la variedad tricuspis recogen sus presas: ellas son creófagas y gustan la carne fresca. Hay varias colonias sobre el borde de las aceras delante del Museo. Un día (2-X-1917), a las 5 de la tarde, encontré numerosas obreras, pre- cisamente en el instante que agredían a un pichoncito de gorrión que poco antes había caído de su nido. En seguida comenzaron a despe- dazarlo, llevándolo por pequeñas migajas al hormiguero. Cuando volví a pasar a la mañana siguiente, no encontré del pichoncito ni una ter- cera parte de su cuerpo, que poco a poco se lo llevaron, hasta no de- jar el menor rastro de él. Dos días después se repitió el hecho, con una avecita que cayó de otro nido, pero que fué aprovechada por las mismas hormigas en la forma narrada. Seguramente tenemos que considerar estos casos como hechos aislados, y las hormigas por falta de carne fresca han de proveerse de algún insecto o de cualquier subs- tancia animal. Camponotus (Myrmoturba) punctulatus Mayr var. imberbis En. Emery Bull. Soc. Ent. Ital., XXXVII, 1905, página 190. Esta variedad descrita por Emery como subespecie, difiere de €. punctulatus típico por la ausencia total de la pilosidad y sus corres- pondientes puntos pilíferos sobre las mejillas. Las patas son más o menos rojizas; cabeza, tórax y abdomen son completamente negros. Por la falta de pelos en las mejillas, se asemeja a O. minutior Fo- rel, pero éste es más opaco, tiene la cabeza más larga y relativamente más corta. Ha sido encontrada hasta ahora en Misiones, San Luis, Mendoza, Córdoba, Entre Ríos y en la provincia de Buenos Aires, donde es muy común, propagándose más al sur hasta el Chubut. ICA ARGENTINA NTÍF y] ANALES DE LA SOCIEDAD CI 166 (:98U *0189) “UR $2.49 “IBA sn NpUNd (Jr) sigouo duo ep (ourdie od) veaperd ofeq OpIN — *L “STA COSTUMBRES Y NIDOS DE HORMIGAS 167 Fig. 8. — Corte vertical por un nido de Camponotus (M.) punctulatus var. imberbis Em. tipo campestre (*/, del natural) 168 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Nidos. — Esta hormiga, como varias de sus congéneres, es amante de regiones serranas y pedregosas, por lo cual, la mayor parte de sus nidos corresponden a un tipo alpino (fig. 7). En ciertos lugares, como en el Tandil y en la Sierra de la Ventana, es tan abundante, que casi no existe piedra que no albergue debajo una colonia más o menos numerosa. Los nidos son muy variados por la forma y disposición de sus cons- trucciones superficiales y subterráneas, pero son idénticos a los de la especie típica, de la cual me ocupé anteriormente. De los nidos de tipo campestre (fig. S), he visto varios sobre los al- bardones del arroyo de la Ventana (Tornquist), y por los bordes de la zanja de desagiies, detrás del bosque de La Plata, donde abunda esta hormiga. Prefiere al suelo parejo y pastoso, la tierra blanda y un te- rreno accidentado o desigual. Estos nidos están desprovistos de cráter. Ordinariamente hay una entrada única, que corresponde al canal de acceso, más o menos vertical o tortuoso con recodos y ramificaciones. Las cámaras son abundantes, desiguales en forma y tamaño, casi siempre contiguas y separadas entonces por pasajes cortos y angostos que apenas dejan paso a una hormiga a la vez. Las fotografías que adjunto de los dos tipos de nidos darán suficiente idea ahorrando mayores descrip- ciones. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIV I Serie de obreras, hembra y macho de Alta Vollenweideri Forel (tam. nat.). a, obrera mínima (18 veces aumentada); b, obrera mayor (4 veces aumentada); e, larya de hembra (3 veces aumentada) OLIBSO Y 9P 9ISGPOS [8 O[[IPBIES [SP epetaqonb vB] ap puroaed BISTLA II AIXXX'I *L — "DUV 'LNHUIO '9D08S “NV A Roo S VE E RE E e ; GEES Ne oe CR epdno e] e ueompuos onb so19pues so] Opuoj 19 19 “90H 1 UI 0A VWF 9Pp OPI UN 9p O01qu9) [9 10d [LOTIOA 99IO NTRA A AVANT DOS ho Y e Ñ Mi r, ¡Ex ' $ " ! NS AN Y A E Y ; » ye a a j q e - mm A Ú A (pengeu qop */,) seron3uog od sepednoo seeur,) AI AIXXXT “"L— '"DUY “LNUIO 'DOS "NV ORGANIZACIÓN DIDÁCTICA DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA . r CUATRO GRANDES FIGURAS DEL PASADO DE LA QUIMICA * POR EL DOCTOR LUCIANO P. J. PALET Profesor suplente de la Universidad nacional de Buenos Aires Catedrático en la Escuela normal de profesores de la Capital (Continuación) TI PRIESTLEY Señores : De conformidad con las ideas generales expuestas en nuestra an- terior lectura, nos quedan para la presente, dos figuras de aquellas tres que, a fines del siglo xvur, debían de aparecer en la escena del mundo para cambiar por completo la faz de nuestra ciencia. Ya hemos estudiado la vida pobre y modesta y la obra grande, pa- ciente y ejemplar, de aquel estudiante de farmacia, a quien cupiérale la gloria de descubrir el cloro e infinidad de otros hechos no menos interesantes en la evolución de nuestra ciencia. Réstanos ahora, para ver a grandes rasgos, desfilando siempre en nuestra pantalla cinematográfica «el argumento», permítaseme la palabra, de la vida y obra de Priestley y de Lavoisier, dos nombres que suenan habitualmente en nuestros oídos de estudiantes y de es- tudiosos : el primero, como dijimos vez pasada transcribiendo a Du- mas : eclesiástico, teólogo fogoso, político por posición, arrojando en el terreno de la química un relámpago de saber, pasajero sí, pero tan (1) Conferencia leída en los salones de la Sociedad Científica Argentina el 14 de agosto de 1917. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIV 12 170 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA intenso que aun su brillo perdura deslumbrándonos a través de los años; hombre de mundo, rico, el segundo, rodeado de la élite de sa- bios, camina a su cabeza y elevándose por sobre todas sus glorias contemporáneas, inicia toda una verdadera revolución en la materia; investigador y descubridor de cuerpos el uno, más guiado por la cu- riosidad que por su profesión de fe científica; razonador y espíritu amplio de generalizador y legislador el otro... Nos ocuparemos de Priestley. Su nombre se nos aparece por vez primera, en nuestra vida de es- tudiantes, cuando iniciamos la lectura del capítulo referente al oxí- geno, para reaparecer más tarde en el estudio de los fenómenos de combustión y de la respiración vegetal y animal. Priestley descubrió el oxígeno: Ese es el hecho culminante de su obra que recordamos en nuestro paso por las aulas. ¿ Quién fué? Uno de los espíritus más distinguidos y más origina- les que pueda presentar ejemplo la historia de las ciencias. No es un profesional, como Scheele que nace, podemos decir, entre retortas y matraces, viviendo continuamente en el laboratorio de una farmacia... Es un hombre de talento, que como entretenimiento, se dedica a eje- cutar algunas experiencias sobre el ácido carbónico desprendido du- rante la fermentación de la cerveza y echa, así indirectamente, los cimientos de la química neumática, de la química de los gases, la que preparó e hizo nacer, aunque como dice Cuvier, fué un padre da nunca quiso reconocer a su hija. Su vida es un digno ejemplo de carácter y de saber. No cultivó una sola ciencia, como acabamos de decir: fué filósofo, filántropo, teólo- go, químico, físico e historiador. Poseyendo una sagacidad que no desmayaba ante ningún obstácu- lo y una observación tan delicada que le hacía sacar partido de cual- quier fenómeno que se le presentaba, pudo destacarse en el estudio de la química de los gases que era, en aquellos tiempos, sin duda al- guna, la parte más difícil de la química bajo el punto de vista expe- rimental : creó una serie de aparatos que aun hoy subsisten con muy ligeras variantes. No es un teórico; más bien, nos podemos aventurar a decir, que desprecia las teorías generales. Es el admirador del azar, de la casua- lidad, a la que con más o menos falsa modestia, atribuye todos sus descubrimientos, aunque éstos no sean hijos exclusivos del azar sino fruto de sus estudios. Los resultados de sus experiencias no se agru- paban en: su espíritu: a medida que éstos se multiplicaban, menos FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 171 cuenta se daba él de ellos, y por consiguiente no podía sacar las con- secuencias generales que hubiera sacado de ellos un Lavoisier. Y, como Scheele, fué un fiel partidario de la teoría del flogisto y aunque muchos de sus descubrimientos, asi como los del sabio sueco, sirvieron a Lavoisier para combatir la escuela de Stahl, murió tam- bién creyendo en el flogisto. Nada aparece uniforme en sus experiencias y se ve que, con sus prejuicios científicos, le era imposible obtener una conclusión gene- val y exacta, dice Dumas; pero esto es incierto. Sus experiencias es- tán siempre lógicamente encuadradas. No admiraremos en él a un «genio» en el campo de nuestra ciencia: fué un amateur que tan sincero como desinteresado, no hizo más que de la investigación de la verdad, el único objeto de sus constantes esfuerzos. En resumen : Priestley era un observador de hechos, eso sí, tan mi- nucioso que según dice Thompson en su Historia de la química, nun- ca dejaba de anotar cuidadosamente el menor detalle que observaba. «Su vida, escribe Hófer, fué la de un hombre honesto, tenaz en sus ideas y sin que nada pudiera lograr desviarlo de las mismas y de la línea de conducta trazada en su conciencia: es un mérito que vale dle por sí sólo la gloria del mundo.» Y sobre todo, en nuestra época de máxima volubilidad, en que las ideas están arraigadas en nosotros de acuerdo con el interés que nos producen. Conozcamos su biografía : José Priestley nació en Fieldhead, cerca de Leeds (Inglaterra), a 13 de marzo de 1733. Era hijo de un preparador de telas y habiendo perdido a su madre a la edad de seis años, se encargó de educarle una hermana de su pa- dre. Su madre poseía en tan alto grado la exaltación de sus senti- mientos religiosos que, sin duda alguna, influyeron en el carácter de Priestley y cuenta Dumas al respecto que éste se impresionó viva- mente en tal sentido, cuando asistiendo a los últimos momentos de su madre, escuchaba de boca de ésta, en vez de quejidos y lamentos, palabras dulces deseribiéndole el éxtasis que le producía el paraíso que ya se descubría a sus ojos, dejándole entrever los cielos a que iba a ser conducida... Le enviaron a una escuela, en la que demostró grandes facilidades por el estudio de los idiomas: además del latín, del griego y del he- breo, aprendió el caldeo, el siriaco y el árabe y sin auxilio de maes- tro adquirió algunas nociones de alemán, francés e italiano. Tenía gran afición a las controversias teológicas, que satisfacía 172 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ampliamente en casa de su tío, donde se reunían representantes de todas las comuniones cristianas. Estas disputas religiosas lejos de confirmarle en su fe, sólo sirvie- ron para hacerle nacer la duda en su espíritu y llegó a tal extremo su iucertidumbre en las creencias que no quisieron admitirle entre los fieles de la comunión presbiteriana y hubo de realizar sus estudios en un seminario diferente, en Daventry. en el que dió cima a los mis- mos. Se estableció en Needham como asistente en una pequeña igle- glia, pero de ideas muy liberales vió huir a los fieles de su lado y se trasladó a Nantwide en donde se dedicó a predicar y a abrir una es- cuela que mantuvo a costa de grandes sacrificios y para la cual ad- quirió una máquina eléctrica y una máquina neumática, con las que hizo ante sus discípulos una serie de experiencias que llamaron la atención de los individuos de la academia de Warrington. En 1761 fué llamado a esta población, donde contrajo matrimonio y escribió entre otras varias obras su Historia de la electricidad, que convino con Franklin, a quien tuvo ocasión de conocer en un viaje que hicie- ra a Londres y quien le facilitó para tal objeto los libros y memorias que pudiera necesitar. En 1767 nombrado pastor en Leeds, se trasladó a esta localidad y teniendo su casa en la vecindad de una cervecería, tuvo ocasión, co- mo dijimos y como el mismo escribe, de ocuparse, por entretenimien- to, de los gases que se desprendían de su fermentación. De aquí data su iniciación en el campo de la química. Más tarde, privado de esta fuente cómoda de ácido carbónico, se le ocurre producir por sí mis- mo dicho gas e imagina las disposiciones convenientes para recogerlo, inventando aparatos para su estudio, fuentes fecundas de sus desen- brimientos y de su fama tan bien adquirida en dicho campo. - Enesta época el capitán Cook quiso llevarlo a los mares del sur en su segunda expedición, pero aunque Priestley había aceptado di- cha idea, el nombramiento fué negado por el almirantazgo a causa de la libertad de sus sentimientos. En 1773 fué nombrado bibliotecario del conde de Shelburne al que acompañó en sus viajes a Francia, Alemania y Holanda, viajes que le facilitaron sus relaciones con los científicos de estos países y es así como lo vemos asistir a las sesiones de la Academia de ciencias de París en el momento en que se libraba una animada discusión entre Callet y Baumé sobre las propiedades del óxido rojo de mercurio, procurándose del primero «una onza del producto » que luego utili- zara en sus experiencias. Esta discusión debe haber tenido alguna FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 173 influencia sobre el descubrimiento del oxígeno que no tardó en hacer conocer. Aquí también se relacionó con Lavoisier, como veremos más adelante. No se sabe por qué causa se enfriaron las relaciones entre Priestley y lord Shelburne, hasta el punto de que se separaron en 1780, asig- nándole este último una renta anual y vitalicia de 130 libras para que continuara sus investigaciones... Imitable ejemplo de un verdadero amigo de la ciencia que, no suiándole más fin que su adelanto, su progreso, deja de un lado las cuestiones personales, los pequeños defectos humanos y por sobre todas estas «minucias » y miserias de la vida, entrega una parte de su dinero a la obra del investigador... Es este un gesto admirable que debemos poner bien en evidencia y acordémonos de que mientras los clubs y los templos elevan majes- tuosos edificios llenos de comodidades, un museo de historia natural se derrumbaba con perjuicio de perder insubstituibles tesoros y una facultad de ciencias carecía de aulas, gabinetes y laboratorios de ex- perimentación ; y detengámonos también un rato a reflexionar sobre la diferencia entre los millones de subsidios a instituciones religio- sas y de seudobeneficencia y los que reciben o están por recibir nuestras asociaciones científicas y culturales... Y no busquemos en nuestras fortunas particulares, un lord Shel- burne, un Montreuil, un Carnegie, aquí donde los testamentos legan cuantiosas sumas a una comunidad religiosa, enemiga de la ciencia porque ella importa progreso y porque el progreso anula el fanatismo, para elevar templos, laboratorios de la mentira, polos opuestos de los laboratorios de las ciencias, única fuente de verdad. Permítaseme la digresión : pero es más razonable y más provecho- so para toda la humanidad, legar una pequeña suma a la ciencia que comprar un ficticio rincón del cielo con cuantiosas cantidades. Y volviendo al tema: Priestley fué a establecerse a Birmingham, en donde inició una intensa campaña religiosa. Fué muy atacado y su liberalidad política hizo que le eligieran candidato a la Convención Nacional, después de haber sido nombrado ciudadano francés, de cu- yo título se vanagloriaba. En una reunión que aleunos de sus amigos políticos realizaran con el fin de celebrar el aniversario de la toma de la Bastilla, y aunque Priestley no quiso asistir por prudencia, se le acusó de haber promo- vido dicha reunión, motejada de sediciosa y el pueblo amotinado, in- citado por los monstruos anglicanos, asaltaron su casa, destrozaron 174 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA manuscritos, instrumentos, bibliotecas, y prendiéronle finalmente fuego... Haciéndosele intolerable esta vida entre los suyos, partió para América en 1794 y se estableció en la Pensilvania en donde tampoco vivió tan tranquilamente como hubiera deseado : se le creyó un agen- te secreto de la República francesa y fué perseguido en más de una ocasión. Murió el 6 de febrero de 1804 en este lugar, a causa de un envenenamiento accidental si nos atenemos a lo que al respecto nos cuentan Cuvier y Dumas. Tranquilizada su vida, desde que Jefferson asume la presidencia de los Estados Unidos, fué intoxicado en una cena con toda su familia por un accidente del que nunca pudo obte- nerse una explicación. Todos se salvaron, pero él, ya de avanzada edad, sucumbió a los efectos del tóxico. Larga ha sido la vida de este hombre, pero su consagración a la química fué tan corta como la de Scheele; si a este último la muerte tronchó su brillante carrera, a Priestley obligáronlo a abandonar las pasiones y los odios que levantó contra sí, a causa de querer impo- ner, como dice Dumas, tanto en ciencia como en religión sus ideas, despreciando en absoluto la de los otros... Y ya sabemos nosotros a qué conducen estos absolutismos y aisla- mientos científicos... Réstanos, ahora, conocer su obra, la que analizaremos rápidamen- te como hiciéramos la vez pasada con la labor científica de Scheele, recordando a este auditorio, que nuestra obra no es nada más que una recopilación y una síntesis de esas páginas magistrales que so- bre el tópico figuran en todos los libros que, aunque al alcance de nuestras manos, por el defecto ya mencionado, dejamos dormir en los anaqueles de nuestras bibliotecas. Como dijimos hace un rato, sus conquistas principales figuran en el campo de la química de los gases. Empleando por vez primera la cuba a mercurio, la cuba hidrargironeumática que aun usamos en nuestros laboratorios y que habéis visto en las aulas cuando hubimos de recoger gases solubles en el agua o gases secos, como el ácido clorhídrico, amoníaco, etc., encontró el medio de estudiar los gases solubles en el agua que no se conocían anteriormente. Le debemos el descubrimiento de nueve gases, Casi la totalidad de los actualmen- te conocidos en el campo de la quimica mineral. Antes que él publicara su importante trabajo Sobre las diferentes especies de aire, en 1772, no se conocía más que dos gases: el ácido carbónico que se llamaba aire fijo, como vimos en la conferencia an- FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 175 terior y el hidrógeno que se denominaba aire inflamable y del que Scheele había dado varios métodos de obtención. Él descubrió y estudió los siguientes gases: protóxido de ázoe, el gas hilarante de Davy, el bióxido de ázoe, el óxido de carbono, el oxí- geno, el ázoe o nitrógeno, el ácido clorhídrico, el amoníaco, el gas sulfuroso y el fluoruro de silicio. Veamos cómo trabaja y en qué forma los obtuvo: 1% Trata limaduras de cobre con agua fuerte, es decir, ácido nítri- co, el que es reducido por el hidrógeno naciente y recoge el gas que se desprende sobre el mercurio en la cuba mencionada (1772). Este gas, el bióxido de nitrógeno, que descubre y llamó aire nitroso, era in- coloro, pero en contacto con el aire formaba vapores rojos, observa- ción que comparó a lo que ocurría cuando se disolvía el cobre en el ácido nítrico: demostró que era irrespirable y que no enturbiaba el agua de cal. Este método de preparación es el que se usa en la actua- lidad y que figura en todos los textos de uso corriente. Y a propósito de textos y con referencia al tema general y al asun- to particular que estamos tratando en estos momentos, voy a demos- trar evidentemente, con un simple hecho, al parecer sin importancia, aquellas palabras mías de la conferencia pasada cuando hacía refe- rencia a «nuestros textos modernos », de prolíferas ediciones, produc- to del plagio mutuo con la correspondiente multiplicación de errores. Abramos cualquiera de los dos textos de química más corrientes en nuestras escuelas normales y colegios nacionales : De un autor, Química inorgánica, nueva edición corregida, Cabaut y 0?, 1914, pá- gina 208; Bióxido de zoe. Historia: fué descubierto en 1772, por Hales. Otro autor, Tratado elemental de quémica, tomo l, sexta edición. Ángel Estrada y C?*, 1913, página 195; Bióxido de nitrógeno. Fué pre- parado en 1772 por Hales, tratando ciertos metales como cobre, pla- ta, mercurio por ácido nítrico a la temperatura ordinaria. Un hecho debe haber llamado vuestra atención: Hace apenas un rato dijimos que Priestley en 1772 descubría el bióxido de nitrógeno por acción del ácido nítrico sobre el cobre metálico. Pero a mí, apar- te de esta contradicción de paternidad, me llamó la atención este otro hecho: El único químico que figura en la historia de nuestra ciencia con el nombre de Hales (Etienne Hales) murió en Londres en 1761 y aunque se dedicó a varios estudios sobre los gases (fué el in- ventor de los tubos de desprendimiento que unen balones y retortas con los demás recipientes, invento sencillísimo pero cuya trascenden- 176 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA cia bien puede sumirnos en hondas filosofías como el invento del bo- tón que tan grandes utilidades nos ha prestado); pues bien, aunque se ocupó del estudio de varios gases, mal puede en 1772, once años después, casi reducido a cenizas, descubrir el bióxido de nitrógeno. Podría ser un error de fecha y caberle a Hales el honor del deseu- brimiento. Investiguemos este pequeño hecho. Hales en 1727, como Boyle en 1671 y anteriormente Mayour en 1669 observaron el des- prendimiento de vapores rojos cuando se disolvía el hierro y la plata en el ácido nítrico y van Helmont mucho antes lo había observado, pero fué únicamente Priestley quien en 1772 lo obtuvo, al estado puro, aislándolo en su cuba hidrargironeumática, investigaciones que realizó después de la lectura de La estática de los vegetales, de Hales (1). Esta es la opinión de todos los autores, y de distintas nacionalida- des, que consulté al respecto; de todos, menos de uno, libro bueno aunque algo anticuado, muy en boga hace algunos años entre los es- tudiantes de nuestra facultad y que coincide en el error con nuestros textos escolares: me refiero a Joannis, Cours élémentaire de chimie, 2* edición, 1901, página 2153, quien dice que este gas fué descubierto por Hales en 1772. Más en lo cierto está el texto de Langlebert al expresar que fué descubierto por Hales, sin señalar fecha, y estudia- do por Priestley, Davy y Gay-Lussac... He citado este detalle, dada su oportunidad, porque soy un conven- cido de que debemos por todos los medios a nuestro alcance combatir la fabricación, esta es la verdadera palabra, la fabricación de libros de texto, cambiando tan sólo los collares al mismo perro, aunque éste por la acción de los años, se encuentre flaco y maltrecho y derren- gado. Un buen texto no se fabrica en un par de meses, uniendo co- mo con alfileres párrafos de unos y otros autores; no, es el producto intrínseco de toda una vida de experiencia en la cátedra, en el labo- ratorio y en la biblioteca. Pero no nos apartemos del tema y volvamos a los trabajos de Priestley. 2 Descubre el protóxido de ázoe, el gas hilarante, que obtiene so- metiendo el bióxido de nitrógeno en contacto de limadura de hierro húmedo y como observara que este gas mantiene las combustiones con gran energía lo confunde primeramente con el oxígeno. (1) Algo análogo ocurre respecto al descubridor del fósforo. Véase un trabajo nuestro en tal sentido (4n. Soc. Quim. Arg., t. Y, 1917). FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA Na 3% Calienta al rojo, en una retorta de hierro, una mezcla seca de creta (carbonato de calcio) y de limadura de hierro. Del gas que se desprendía en gran cantidad separaba el CO, con la cal y obtenía el óxido de carbono que descubrió y que caracterizaba de otros gases inflamables por la llama azul con que ardía. 4* Por medio de una lente quemó un trozo de carbón colocado en un espacio cerrado conteniendo aire atmosférico. Observó primero que se formaba un aire que era absorbido por la cal y que quedaba otro aire que apagaba una llama y que era irrespirable. Efectuando la experiencia sobre mercurio y absorbiendo el arre fijo (CO,) con la cal, notó que el volumen del aire atmosférico disminuía de un quinto. Esta experiencia, hermosa en su realización, hubiérale llevado a de- terminar la composición del aire, como lo lograra más tarde Lavoi- sier, si la teoría del flogisto de la que era fiel cultivador no le hubie- ra impedido el comprender toda la importancia de su descubrimien- to. Tenemos en este hecho un ejemplo evidente de la diferencia entre la obra de Priestley y la de Scheele y el genio generalizador de La- voisier. Ese gas que quedaba en la campana, era el aire mefítico de Scheele, que más tarde Lavoisier reconoció como uno de las componentes de la atmósfera, llamándolo ázoe, es decir, privativo de vida, sin sospechar siquiera que el ácido azótico (ácido nitrico) uno de sus derivados, de- bía de ser el compuesto que engendrara substancias tales como los fulminatos, la nitroglicerina, el algodón pólvora, verdaderos destruc- tores, privativos de vida. 5” Los alquimistas conocían el espíritu de sal, que es el ácido clor- hídrico, pero lo conocían al estado de solución acuosa como lo usa- mos en nuestros laboratorios. Priestley recoge sobre mercurio el espíritu de sal que se desprende de la mezcla de sal marina (OlNa) y aceite de vitriolo (SO,H,) y obtiene así un nuevo aire, un gas incoloro, que denomina aire ácido marino. Hace conocer sus propiedades y su absorción por el carbón; 6” En igual forma logra obtener el gas amoníaco y el gas sulfuroso que hasta entonces eran conocidos bajo forma de solución. Al prime- ro llama: aire alcalino; al segundo: aire ácido vitriólico, pues lo ob- tenía por reducción del ácido sulfárico por el carbono, como en los métodos corrientes ; 71” Descubre el fluoruro de silicio, que denomina aire ácido espático, el que con el agua le daba sílice y un líquido ácido que es el ácido hidrofluosilícico de la actualidad ; 178 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 8 Fué uno de los primeros que estudió los hidrocarburos gaseosos que se desprenden por fuerte calefacción de los carbones y los llamó: aire inflamable pesante y también fué el primero que descubrió el ácido nitrosulfúrico, constituyente de los cristales de las cámaras de plomo, que obtuvo saturando el ácido sulfúrico con bióxido de n1- trógeno ; 9” Muchos otros son los trabajos de Priestley, no menos importan- tes que los citados, entre los que merecen mencionarse: Estudio so- bre la dilatación de los gases, y sobre la difusión de los mismos a través de las paredes porosas. Sobre este particular fué el primero que demostró el hecho con una serie de curiosas experiencias : 4) Ca- lentando una retorta de tierra húmeda, el vapor de agua se escapa a través de sus poros, mientras que al mismo tiempo el aire exterior pasa a través de los mismos poros, penetra en el recipiente y puede recogerse en gran cantidad ; b) repitiendo la experiencia con distin- tos gases demuestra que mientras una parte del gas interior se esca- pa a través de los poros de la retorta, penetra una cantidad igual del gas que la rodea; c) análogas experiencias efectúa con vejigas, pero sin aplicación del calor: Llena una vejiga de gas hidrógeno, y la sus- pende en el aire; al cabo de un tiempo el gas interior adquiere la propiedad de detonar, a causa del aire exterior que ha penetrado. Estas experiencias, dice Thompson y repite Guareschi, eran recorda- das en los viejos tratados; hoy están olvidadas y sólo se citan las posteriores de Dalton, Graham, ete., lo que es perfectamente injusto, aunque estas injusticias ocurren a menudo en la historia de la ciencia y de los grandes descubrimientos. Todos recuerdan la lámpara de Davy y apenas si hay memoria de las experiencias de Stephenson arriesgando en los ensayos su propia vida... 10 Estudió la solubilidad de los gases y notó que el alcohol y otros líquidos los disuelven muy bien. Para demostrar la gran solubilidad del ácido clorhídrico en el agua ejecutó la experiencia que, a través de los años, aun perdura en nuestros laboratorios y que utilizamos en la cátedra. Se llena con gas clorhídrico una campana sobre mercurio, se introduce un poco de agua que absorbe todo el gas, se forma el va- -cío y el mercurio asciende hasta llenar la campana ; 11” Pero los dos hechos principales de la vida de este investigador lo constituyen: el descubrimiento del oxígeno y la relación entre la vida de los animales y de los vegetales. FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 17 o) El descubrimiento del oxigeno El oxígeno, al igual que casi todos los demás cuerpos, fué entre- visto por muchos investigadores antes de que se le pudiera aislar. Los chinos en el siglo vI1t, Eck de Sulzbach en 1489, Cardano de Pavía en 1540, Juan Rey en 1630 y Mayow en 1675 hablan de este elemen- to. Cardano, en su obra De rerum varietate habla de un gas (flatus) que alimenta la llama y que reenciende los cuerpos que presentan un punto en ignición y dice que este gas se encuentra en la sal pie- dra que no es otra cosa que el nitrato de potasio. Pero el descubrimiento del oxígeno, puro, sin mezcla alguna, co- rresponde indudablemente a Priestley, quien lo encuentra en 1774 descomponiendo el óxido de mercurio por medio de una fuerte lente, aunque ya sabemos que tres años antes, en 1771 obtuvo este gas des- componiendo el minio por chispas eléctricas y un poco más tarde, repitiendo una célebre experiencia de Mayow, calcinando nitrato de potasio en un caño de fusil, lo obtuvo mezclado de protóxido de ÁZO€. En nuestra conferencia anterior vimos que Scheele había efectua- do el mismo descubrimiento, obteniendo el oxígeno por distintos mé- todos, allá por el año 1771 a 1772, pero no hizo ninguna publicación sino hasta el año 1775, ignorando por consiguiente Priestley estos trabajos. Ladenburg asigna la prioridad a Scheele... Creemos que huelgan estas discusiones: lo único que interesa saber es si hubo o no plagio. Descartado éste, si existe coincidencia en las investigacio- nes de dos.autores, bienvenida sea, porque ambos trabajos se com- plementan y los hechos adquieren así doble valor demostrativo. Priestley, nos consta, por todos sus historiadores, desconocía los trabajos de Scheele. No fué un plagiario y bien puede ostentar el nom- bre de descubridor del oxígeno, al que llamara aire deflogisticado, siempre de conformidad con sus creencias partidarias de la teoría de Stahl. Alrededor del descubrimiento de este elemento se ha bordado más de una historia referente a la paternidad del hecho. Se ha querido atribuir a Lavoisier la posesión de esta gloria y autores hay que, como Ladenburg en su Historia del desarrollo de la química desde Lavoi- sier hasta nuestros días, aprovechan estos rumores para desatar odios nacidos al calor de falsos patriotismos. Ladenburg hace aparecer en 180 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA la cuarta edición de su obra (traducción de A. Corvisy, París, 1911) a Lavoisier apoderándose del trabajo de Priestley, quien tuvo la de- bilidad de comunicárselo en una de sus visitas. « Es cosa deplorable, dice, pero que aparece sin embargo probada, que Lavoisier tentó de aprovecharse de los méritos de los otros.» Según Guareschi estas frases están también en la segunda edición del autor mencionado efectuada en 1887, pero no se encuentran en la primera edición de este libro, que vió la luz en 1869. Es decir, se pregunta Guareschi, que el plagio aparece después de 1869, justamente después de la gue- rra franeo-prusiana del 70? El hecho es sugerente y no hay ninguna duda que la guerra de ayer, como la de hoy, siembra el odio en los hombres derrumbando en un momento todas las más grandes con- quistas de la civilización. En un lejano ayer, Wurtz bregaba por ase- gurar que «la química era una ciencia francesa »... más tarde, Ber- thelot, en el 11” Congreso de química aplicada, declaraba solemnemente que la química no tenía patria: como toda ciencia, era tanto francesa como alemana, como italiana, como inglesa, como sueca... No tenía patria: era universal... Hoy en Francia, invadidas sus provincias del norte por las tropas imperiales, despiertan los sentimientos nacionales y Job, como otros autores en otras materias, trata de reivindicar para la química, el honor de haber nacido en Francia... Y mañana, en la paz, volveremos al internacionalismo de la ciencia... Son los máximos y los mínimos de las curvas de todas las civilizaciones : pasadas, pre- sentes y venideras. Pero, lo que hay de cierto, es que Lavoisier nunca ha tratado de apoderarse en estos descubrimientos, como veremos cuando nos ocu- pemos de la vida y obra de este ilustre sabio. Priestley descubrió el oxígeno, Scheele también lo obtuvo, pero enceguecidos ambos por la teoría del flogisto, no pudieron darle la importancia que correspondía a semejante hecho y precisar el papel que este elemento desempeña- ba en los fenómenos naturales y en la combustión. Lavoisier supo aprovecharse de ello y sacando todas las consecuencias posibles de este descubrimiento, combate la teoría del flogisto y abre nuevos ho- rizontes en el estudio de la ciencia. Al estudiar Priestley, las propiedades del oxígeno o aire deflogisti- cado como lo llamara, hizo las siguientes observaciones : « El aumento de fuerza y veracidad que adquiere en este aire la llama de una bugía, puede hacer suponer que será particularmente saludable a los pulmo- nes, en ciertos casos de enfermedades, en los que no baste el aire co- mún. Pero si el aire deflogisticado puede ser útil como remedio, no FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 181 conviene usarlo al estado sano ; porque, así como una bugía se con- sume más rápidamente en el aire deflogisticado que en el aire común, nosotros viviríamos, por así decirlo, muy rápidamente y las fuerzas vitales muy pronto quedarían agotadas. » Vomo vemos el razonamien - to no podía ser más justo. Las armonías de la naturaleza Vamos ahora a ocuparnos de uno de los descubrimientos más her- mosos de este sabio, de una de las más bellas armonías de la natura- leza que le fué dado revelarnos: quiero referirme a la purificación por los vegetales del aire viciado por la respiración de los animales y por la combustión. Todos sabemos que la necesidad de respirar es, como dice Luciani, por experiencia común, imperiosa; se empieza a respirar con la vida y se cesa con la muerte. El aire atmosférico cumple esta noble misión en la naturaleza. Hoy todos sabemos que los animales toman el oxí- geno del aire y exhalan como producto de los intercambios gaseosos entre la sangre y los tejidos, el anhídrido carbónico, el gas viciado de otrora, impropio para la vida... ¿ Y cómo es que, consumiendo oxí- geno y eliminando ácido carbónico (00,), la atmósfera no altera sen- siblemente su composición y no llega un momento en que, disminu- yendo el oxígeno y aumentando el anhídrido carbónico, el ambiente no se transforma en irrespirable?... Nadie ignora la función reguladora que realizan, en tal sentido, los vegetales en sus fenómenos de nutri- ción, esa función de fotosíntesis que llevan a cabo las plantas verdes; éstas, provistas de clorófila, descomponen el anhídrido carbónico del aire en oxígeno, que vuelve a la atmósfera, y en carbono que, a me- dida que se produce, se combina con los elementos del agua, oxígeno e hidrógeno, produciéndose así una molécula de materia orgánica. Así como nosotros y los animales destruímos y los vegetales cons- truyen en el proceso de la vida, estos últimos purifican lo que los primeros han impurificado. Protejamos las plantas, nuestros grandes benefactores, que no sólo nos dan el alimento, ya sea directamente o por vía indirecta dándoselos a otros animales que luego comeremos, sino que también nos proporcionan el oxígeno que sirve a la combus- tión de ese mismo material nutritivo. Y toda esta hermosa armonía de la naturaleza se rige por la energía solar, la sola y única fuente de energía de que podemos disponer. Y como ningún fenómeno puede 182 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ocurrir sin que intervenga el trabajo o la energía, todo en esta vida depende del Sol... ¡Cuán más sensatos eran aquellos que le adoraban, en vez de fijar los ojos, contemplativos, en maderas más o menos es- culpidas !... Pues bien, señores : el problema de saber por qué el aire atmosféri- co se mantenía apto a la respiracion de los animales dió origen a una serie de hipótesis más o menos ingeniosas. Detengámonos un momen- to en tan interesante tópico. ; Aristóteles decía que todos los mamíferos respiran aire, compren- diendo los cetáceos que viven en el agua, y que los peces, moluscos y crustáceos respiran el agua donde se encuentran sumergidos. Al respecto, vimos en nuestra pasada conferencia que,Scheele fué el pri- mero que comprobó la presencia del aire disuelto en el agua, demos- trando que este «ire disuelto era el que servía para la respiración de los peces. Para Aristóteles, tanto el aire como el agua sirven para refrescar, es decir, para moderar el calor interno. Observó que los ani- males más calientes respiran con mayor intensidad, encontrando su explicación en la mayor necesidad que tienen de refrescarse, confun- diendo así el efecto con la causa. Los animales contenidos en vasos cerrados, mueren, según Aristóteles, porque calentando el ambiente no pueden ya refrescarse con la respiración. ¡ Cuán lejos estaban de sospechar en la presencia del aire viciado y del ácido aéreo de Bergman !... Con Galeno, se empezó a vislumbrar la función química de la res- piración quien admitió que las funciones pulmonares eran de dos :ategorías : absorción de espíritus vitales y eliminación de espíritus Fulíginos juntos con vapor acuoso. ] Leonardo de Vinci, en uno de sus opúsculos dejó escrito estas inte- resantes palabras, en las que además de la intuición general de la analogía existente entre el fenómeno de la combustión y de la respi- ración, se encuentra el anuncio de un hecho experimental de capital importancia, del cual, empero, no adujo las pruebas : « el fuego, dice ese genio universal que a los dotes de eminente artista supo unir los de hombre de ciencia en ese admirable consorcio de arte y ciencia que también admiramos en un Milton y en un Dante, el fuego, dice, consume incesantemente aire, y ningún animal terrestre ni acuático, puede vivir en el aire que se ha hecho incapaz de alimentar la llama». Y ese aire incapaz de mantener la llama, fué descubierto por van Helmont, eminente sabio y gran médico, uno de los fundadores del método experimental, del que Leonardo de Vinci fuera el verdadero FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 183 precursor. Van Helmont lo llamó gas silvestre y vió que determinaba la asfixia y la muerte de los animales. «El carbón, dice, desprende por la combustión el espíritu silves- tre: sesenta y dos libras de carbón de encina dan una libra de ceni- zas : las sesenta y una libras restantes han contribuído a formar el es- píritu silvestre; espíritu desconocido hasta la fecha, al que, por no poder contenerlo en las vasijas le asigno el nombre de gas; este gas lo produzco igualmente por medio de la fermentación, como se obser- va en la producción del vino, del pan y de la hidromiel. » Haller se sirve de estos descubrimientos para refutar la teoría aris- totélica de la respiración. Más tarde, Roberto Boyle, uno de los experimentadores que más contribuyeron a combatir las falsas doctrinas de la alquimia, la que, podemos decir, dejó de existir a partir de sus declaraciones, dedujo que en el aire existía una substancia vital (nuestro oxígeno) que in- tervenía en los fenómenos de la combustión, respiración y fermenta- ción. Roberto Hook, amigo y contemporáneo de Boyle, demostró la ne- cesidad de la renovación incesante del aire en los pulmones para el mantenimiento de la vida. Pero, a pesar de todas estas investigaciones, recién Mayow, cuyo nombre nos es ya conocido, en sus obras publicadas en 1675, nos dice que el aire no era un cuerpo simple, sino, cuando menos, un compues- to de dos gases distintos: uno, el espíritu nitro-aéreo o ígneo-aéreo capaz de mantener con vida a los animales y un espíritu restante inútil para la vida, la combustión y el enmohecimiento de los me- tales. Ya vimos que esta experiencia de Mayow fué repetida por Priest- ley en 1772, la que había de conducirlo, dos años más tarde al descu- brimiento del oxígeno. Llegó la época del flogisto, que como bien dice Fremy, debía de re- tardar el descubrimiento de estos grandes hechos, debido a sus falsas interpretaciones, contrarias a la experiencia y al finalizar ésta su épo- ca de apogeo, nos encontramos con Priestley y luego con Lavoisier y otros que deben dar las verdaderas explicaciones de estos fenómenos físicoquímicos de la respiración. Pero ninguno de estos investigadores de que hemos hablado al co- rrer de la pluma, se habían ocupado en averiguar por qué la atmósfe- ra continuaba siendo respirable, si como producto de la respiración, eliminábamos un aire viciado, impropio a la vida. 184 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA El conde de Saluzzo, anterior a Priestley, explicó este hecho, ad- mitiendo que los grandes fríos del invierno destruían las emanaciones pútridas y purificaban el medio respiratorio, opinión ésta que se apoyaba en el hecho vulgarmente conocido de que el frío impedía las putrefacciones, mientras que el calor las favorecía. Priestley, obrando no tanto por el «azar» como él se empeña en atribuir sus trabajos a este factor, sino que con igual criterio que Lé- mery y Scheele, ese criterio de que hablamos la vez pasada citando el ejemplo del gran Pasteur, repitió las experiencias de Saluzzo am- pliándolas con el objeto de contralorearlas. Colocó una bujía encendida bajo una campana, conjuntamente con un animal — usó topos especialmente — hasta que siendo imposible la respiración y la combustión, la bujía se apagaba y el animal moría. Este aire, impropio para la vida, lo sometió a un frío intensísimo y por mucho tiempo; y sin embargo, los animales continuaban mu- riéndose en este ambiente. Entonces pensó que otra debía de ser la causa de estos fenómenos e intentó devolver a este aire viciado sus propiedades vitales. Su vista se dirigió hacia los vegetales y quiso ver cómo se comportaban respecto al aire viciado. Veamos en qué consistieron sus experiencias que ejecutó con un material sencillísimo : una cuba de agua, algunas campanas de vidrio, unas bujías y unos topos. Bajo una campana conteniendo aire puro introdujo un topo y lo dejó hasta que muriera; repitió esta experiencia, siempre en la mis- ma campana con varios topos. Llegado a este punto, introdujo en la campana conteniendo este aire viciado, una plantita de menta y ob- servó el significativo hecho de que, no solamente la planta nada su- fría, sino que, por el contrario, vegetaba espléndidamente y se des- arrollaba con gran vigor. Ejecutó análogas experiencias con aire viciado por la combustión, con idénticos resultados. Ahora bien : quiso ver si el aire en que la planta se había desarro- llado tan bien, se había purificado recuperando sus primitivas pro- piedades de mantener la vida de los animales y la combustión. Intro- dujo, siempre en la misma campana en la que ahora se había desarro- llado la planta de menta, una bujía encendida: continuaba ardiendo; colocó un topo y vivía tranquilamente... Quedaba, pues, demostrado que las plantas tenían la propiedad de purificar el aire viciado por la respiración y por la combustión. Priest- ley había descubierto una de las más bellas armonías de la natura- leza... FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 185 Más tarde estudiando detenidamente el fenómeno, descubierta la acción clorofiliana, etc., se llegó a las actuales explicaciones y aun- que en centenares de tratados de botánica y de fisiología no se cite a Priestley, nadie puede discutirle el honor de haber puesto en eviden- cia por vez primera tan grande e importante hecho. Priestley ejecutó estos trabajos en agosto de 1771. En 1778 llegó a su conocimiento de que Scheele no había logrado mejorar, por me dio de los vegetales, el aire viciado por la combustión y la respira- ción. Espíritu de eterna duda, repitió sus experiencias de siete años antes y, al parecer, no obtuvo resultados muy satisfactorios : creyó haberse equivocado... No, no se había equivocado, solamente que tra- tándose de un fenómeno complejo, dependiente de varias circunstan- cias que más tarde fueron determinadas por eminentes observadores, la omisión de una de ellas pudo hacer variar sus resultados... No pu- de obtener mayores datos al respecto... ¿ Pero quién nos dice que al realizar estas segundas experiencias, pongo por caso, trabajara fuera de la luz solar... ? Sea una u otra causa. a Priestley como a Scheele, les faltaba ese es- píritu, ese genio generalizador que poseía Lavoisier... Los dos prime- ros eran los soldados; el último el general... de aquella célebre máxi- ma que nos dice : la teoría es el general y la práctica son los soldados. Y voy a terminar, señores, la historia de este químico, transcri- biendo las palabras que en su honor, y en ocasión del descubrimiento que acabamos de analizar, pronunciara en la Sociedad real de Lon- dres su ilustre presidente Preugle, acordando a Priestley la más gran- de recompensa : la medalla de Copley. « Vuestros descubrimientos — decía — nos demuestran claramente que una planta no crece en vano, sino, en cambio, que cada individuo del reino vegetal, desde la encina y los robles de los bosques hasta la hierba de los campos, son útiles al género humano y también aque- llas plantas que parecen estar huérfanas de alguna virtud particular, contribuyen a mantener en nuestra atmósfera el grado de pureza ne- cesario para la vida de los animales; y hasta las mismas plantas ve- nenosas concurren a este beneficio, a la par que aquellas que se dis- tinguen por sus buenas cualidades. « Y finalmente, las hierbas y los bosques de los países más aleja- dos e inhabitados, contribuyen a nuestra conservación, así como nos- otros contribuímos a la suya. Entonces, puesto que las exhalaciones de nuestros cuerpos, nocivas a nuestra salud son transportadas por los vientos hacia estas regiones alejadas para servir a la nutrición de AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIV 12 186 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA sus vegetales y desembarazarnos de sus perjuicios, cuando veamos transformarse los vientos en huracanes impetuosos, no seamos tan desconsiderados para creer que una causa ciega les da nacimiento ni que el autor de la naturaleza los excita en su carrera... Pero reconoz- camos en estos desórdenes aparentes, la sabiduría y la voluntad del Creador — yo diría tan sólo de la naturaleza — que permite las vio- lentas agitaciones de estos dos elementos para sepultar en los abis- mos de los mares, las exhalaciones pútridas y pestilentes de nuestros cuerpos que las plantas que vegetan sobre la tierra no estaban en es- tado de absorberlas anteriormente. » Tal es la obra y los méritos de Priestley... Pasemos ahora a ocu- parnos del gran revolucionario de nuestra ciencia: de Lavoisier... Pero no... Estudiar la vida y obra de este genio es tarea larga que no puede condensarse en pocas líneas... Priestley nos ha ocupado más de lo que pensábamos... Y como sé, por experiencia, que un auditorio aprecia siempre más lo breve aunque sea malo (lo bueno y breve, es dos veces bueno, ha dicho Schopenhauer), que lo extenso aunque sea bueno, dejaremos la figura de Lavoisier para la próxima lectura. No quiero que para conservar constante la intensidad de vuestra atención, efectuéis tal esfuerzo que llegado al máximo, se deslicen mis palabras como sensaciones auditivas que no entran en el campo de la conciencia, por más voluntad que en ello pongáis. He terminado. JUAN B. AMBROSETTI DISCURSO PRONUNCIADO EN EL ACTO DEL SEPELIO EN NOMBRE DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA POR EL SEÑOR HORACIO DAMIANOVICH Señores : La Sociedad Científica Argentina me ha encomendado la para mí honrosísima tarea de traer la palabra de sus asociados en este mo- mento en que grandes y sinceros afectos se congregan alrededor del que fué hombre tan ilustre como querido. La obra del doctor Ambrosetti, múltiple en su forma, única en su fin, es amplia y a la vez intensa; cualquiera de sus partes basta por sí sola para llenar de legítimo orgullo a un hombre de aspiraciones elevadas. Después de adquirir una sólida base de ciencias naturales, se de- dicó a la etnografía y con ese entusiasmo propio de almas apasiona- das, comenzó con calma y perseverancia a estudiar esa civilización americana primitiva cuyos rastros el tiempo ha respetado, como que- riendo recompensar los dignos esfuerzos de los héroes silenciosos que a espaldas del mundo escudriñan uno a uno los secretos de la gran creadora, para unificar después, en un supremo esfuerzo de síntesis, los acontecimientos de todas las épocas ligando el presente con el pa- sado más remoto. Y era tal el arraigo de sus convicciones y la confianza en su esfuer- zo, que al revelar en la forma amena y sencilla que le era peculiar, y algunos de sus hallazgos, todo su ser adquiría una animación comu- 188 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA nicativa extraordinaria y subyugaba a tal punto que el auditorio so- lía preguntarse si la identificación con el pasado no era la que hacía surgir, en el colorido de su palabra, episodios del alma de aquella ei- vilización arcaica. Era esta vocación, cualidad tan rara, la que daba impulso al hom- bre de cerebro en cuya alma vivía un poeta de la naturaleza, porque Ambrosetti perteneció al privilegiado grupo de hombres de saber y a la vez de acción que toman el estudio con el ardor que el artista ama a su arte. Él veía en toda esa sublime armonía, en ese majestus- so conjunto de seres y de cosas que se suceden en la indefinida evo- lución, fragmentos de una obra de arte en constante formación, don- de el pensamiento encauza esa fuerza imperiosa que lleva al hombre siempre a vislumbrar lo ilimitado en el tiempo y en el espacio. No nos debe extrañar entonces, que poseyendo Ambrosetti estas cualidades superiores, este fuego sagrado, esta ansia de verdad y de saber, llegara a expensas de una voluntad férrea y de una abnega- ción y espíritu de sacrificio sin límites, a conquistar los más altos cargos y honores a que pueda aspirar un cultor de una rama tan difí- cil como atrayente. Ahí están los especialistas para que levanten el relieve de su tri- ple obra de hombre de ciencia, de filósofo y de artífice, pero no quie- ro pasar en silencio sus rasgos más salientes. Fué la obra exclusiva de él y de uno de sus alumnos predilectos, la fundación del Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Le- tras, donde existe una colección de más de veinticinco mil objetos indígenas referente a nuestro rico territorio, hecha a base de una constante y minuciosa labor de veinticinco años. Y toda esta recolec- ción fué ejecutada personalmente en el mismo terreno (en los valles calchaquíes y otras regiones) el que estudiaba, como lo haría un eeólogo, hasta en sus mínimos detalles e interesando en la obra a per- sonas, al gobierno y a los institutos particulares, para que con su óbolo contribuyeran a su mejor realización. Debe señalarse como muy significativo este triunfo de la tenacidad de Ambrosetti, dado que nuestro medio es aun bastante indiferente, en todo lo que se refiere a esta clase de obras que, no por ser desinteresadas, dejan de elevar en el extranjero la reputación de nuestro país. También fué fundador, junto con el doctor Scalabrini, del Museo Etnográfico de Paraná, y designado director de la sección arqueológi- ca del Museo Nacional, comenzó a elevarla a la alta categoría a que estaba destinada. JUAN B. AMBROSETTI 189 Era proverbial la pasión que ponía en todas las tareas a su cargo y especialmente en lo relativo a la arqueología, que no se podia con- cebir la presencia de Ambrosetti en un establecimiento educacional sin figurarse en seguida el cortejo de imágenes, utensilios domésti- cos y objetos artísticos. Tal aconteció en la extinguida Escuela Nor- mal Superior que en el difícil año de organización lo llevó a su seno para la cátedra de Arqueología: inmediatamente comenzaron a vivir en los simpáticos salones de aquel edificio los seres queridos de otros tiempos. Y anoche, al retirarme de su casa, quedó grabado en mi men- te el ataúd donde reposara por vez última el hombre querido, rodea- do de esos juguetes que ya no volverán a estrechar cariñosamente las manos del sabio! Tal abnegación y amor puestos al servicio de esa obra de alta cul- tura que el país y sus conciudadanos nunca olvidarán, se tradujo en una serie de obras (no menos de 100) interesantes para el especialis- ta y para el público en general y relativas todas ellas a documentos prehistóricos americanos del folklore calchaquí y misionero, los ce- menterios prehistóricos de Paraná y otros que sería largo enumerar. Y según referencias de uno de sus allegados, su última obra aun inédita contenía datos relativos al coloniaje que constituyen una sor- presa, pues se refieren a épocas anteriores, al parecer, a la conquista realizada por los españoles. Los títulos de Profesor y Académico de la Facultad de Filosofía y Letras, así como las distinciones hechas por diferentes sociedades cien- tíficas del país y del extranjero, se deben exclusivamente al mérito de sus trabajos. Y si grande ha sido su obra como especialista en arqueología, no menos grande y significativa ha sido la activísima obra que desple- gara como educador. Era el tipo de maestro afable y convincente que no ocultaba jamás su saber, pues lo prodigaba con entusiasmos dig- nos de elogio, aun al- pueblo que a veces acudía a visitar ese museo, guíado por alguna sociedad de educación popular. El tipo de verda- dero maestro que promueve la discusión, que despierta en el alumno el espíritu de investigación que jamás profesor alguno debe dejar la- tente; el maestro de verdad que forma escuela fuera de su clase. Esto tiene un valor incalculable para nosotros y es de desear que el ejem- plo cimentado de un modo tan magnánimo y noble por Ambrosetti, cunda cada vez con más intensidad en nuestras aulas universitarias. Pero la cualidad que superaba a todas las señaladas, la que absor- bía por completo su personalidad ética era la bondad de su carácter. 190 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Caballero sin tacha, hombre recto y ecuánime, apasionado pero nunca injusto, ponía en todos sus actos una benevolencia sin límites que estimulaba al más insensible. Se hizo querer por sus parientes, amigos y discípulos, y en este momento, seguro estoy, que ellos llo- ran en silencio pérdida tan irreparable. Pero a todos nos queda el consuelo de pensar que su grato recuer- do no morirá jamás como tampoco desaparecerán las imágenes de ci- vilizaciones que fueron y que él hacía revivir a cada rato ante la es- erutadora mirada de sus discípulos. A vos Ambrosetti, símbolo de moral intachable, de sentimientos generosos y de estudioso abnegado, los asociados que represento, 0s ofrecen en la silenciosa morada de descanso, su último y respetuoso homenaje. MOVIMIENTO CIENTÍFICO SOCIEDAD ARGENTINA DE CIENCIAS NATURALES Sesión especial de 3 de noviembre de 1917 dedicada a los nuevos socios honorarios doctor Ángel Gallardo y señor Carlos Ameghino Ante numerosa concurrencia el presidente, doctor Franco Pastore, hizo entrega de los diplomas a los nuevos socios honorarios, recordando que se trata del más alto título que otorga la sociedad, ya conferido en 1915 al doctor Eduardo L. Holmberg, y al señalar los merecimientos de los dos miembros que ahora le acom- pañan, se refirió a su valiosa cooperación en la sociedad y especialmente a su eficaz actuación en la Primera Reunión Nacional. El doctor Gallardo pronunció un breve discurso, agradeciendo el título confe- rido y la demostración de que fué objeto, continuando con una hermosa exposi- ción sobre la parte que corresponde a la Sociedad argentina de ciencias naturales en el progreso nacional de los estudios de esta rama. El señor Ameghino, en la imposibilidad de asistir, envió una conceptuosa nota de agradecimiento, pidiendo al presidente la lectura de su disertación y la pre- sentación de los nuevos hallazgos realizados en los yacimientos arqueolíticos de Miramar, cuyo resumen es el siguiente : En el yacimiento prepampeano al noroeste de Miramar («piso chapalmalense ») se hallaron numerosos objetos líticos agrupados en pequeños focos, lo que seña- laría el emplazamiento de una verdadera tribu, que, según el autor, habría vivido allí cuando menos en el terciario plioceno. Se hallaron, además, adminículos de hueso trabajado, entre los cuales una arma afilada en bisel, hecha con la extre- midad de un radio de gran roedor (Megámido), grupo extinguido en él piso de Chapalmalán, y que nunca se encontró en los horizontes pampeanos. El segundo objeto parece ser un trozo de costilla de desdentado Gravígrado, afilado en una extremidad como punzón. En el segundo yacimiento del Pampeano inferior (en- senadense) frente al pueblo de Miramar, se encontraron otros objetos, entre los cuales la bola de hueso fosilizado, extraida ante la comisión de geólogos (Acta publicada en los 4nales del Museo nacional), y recientemente, entre los restos de un ZLestodon, una punta de flecha de hueso, una bola informe, hecha con una placa de coraza de Glyptodon, otra punta de flecha o de lanza de tipo distinto, y una bola piriforme de hueso, trabajada en la parte esponjosa interna de un hueso 192 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA erande, similar a la llamada « manija » de las bolas arrojadizas de la Patagonia; un cuchillo tallado en cuarcita, y un utensilio de hueso en forma de cuña. Este último yacimiento corresponde al pampeano inferior como lo prueba la existencia de restos de Typotherium cristatum. Fueron presentadas después las siguientes comunicaciones : El doctor Herrero Ducloux dió a conocer un sistema de representación gráfica de la composición química de las aguas naturales, presentando varios diagramas para explicar su método de clasificación de las aguas. El doctor Salvador Debenedetti comunicó los resultados de su exploración arqueológica en el valle de Famatina (provincia de La Rioja). Describió e ilustró con planos y fotografías algunos yacimientos funerarios de Chilecito, Famatina, Huales y Chañarmuyo, deteniéndose de manera especial en los de esta última localidad. Caracterizó la desigualdad que presentan en sus caracteres generales los artefactos prehispánicos de la comarca y las distintas condiciones que ofrecen los yacimientos, llegando a la conclusión de que es necesario distinguir más de una cultura en los valles del noroeste argentino. Los descubrimientos arqueológi- cos realizados en su última expedición y el material exhumado de tumbas y vi- viendas le sirvieron de base para apoyar su tesis. El doctor Carlos Bruch dió a conocer sus nuevas capturas de insectos huéspe- des de las hormigas Solenopsis saevissima, estableciendo tres categorías : 1?% mir- mecófilos, propiamente dichos, que viven siempre con las hormigas; 22 los que habitan los anexos de los nidos y se encuentran sólo accidentalmente entre sus galerías ; 32 los que se refugian en nidos viejos o semi-abandonados y que no se deben considerar como mirmecófilos. Con el caudal de estos huéspedes que el doctor Bruch ha coleccionado últimamente, aumenta de un modo inesperado el número de los hasta ahora conocidos. Enumeró después las especies que ha podi- do ya estudiar, encontrándose entre ellas un interesante pseláfido, perteneciente a una especie nueva de un género aun no señalado para la Argentina, llamándolo Metopioxys Gallardoi en honor del doctor Ángel Gallardo. También, entre los himenópteros betílidos ha conseguido abundante material y otra especie nueva Pseudisobrachium Merklei. Presentó después una serie de fotografías de gigantescos hormigueros y ejemplares de nuestra hormiga isaú (Atta Vollenweideri) una de las especies más grandes, emparentadas con la hormiga ne- gra, y muy curiosa por el exagerado dimorfismo de las distintas formas que per- tenecen a una misma casta. Las construcciones de estos nidos, estudiados por el doctor Bruch en todos sus detalles, ocupan a veces grandes extensiones, 8 a 12 metros por costado y 2 a 3 metros de profundidad. Consisten en millares de grandes cavidades contiguas (de 10 a 20 em.) ocupadas por las hongueras, semejantes a grandes esponjas, formadas con los vegetales acarreados por las hormigas obreras. El doctor Hans Seckt remitió una noticia acerca de la verdadera ortografía del nombre de Notofagus, planta fagácea que forma los bosques de « haya » de la Cordillera y Tierra de Fuego, y que, según su etimología, figura erróneamente en todos los tratados de botánica escrita con «th » (Nothofagus). El presidente dió cuenta del regreso del ingeniero Carlos Lizer de su viaje al oriente de Bolivia, y de la importancia de los resultados científicos del mismo, los que serán comunicados en futuras reuniones. 3uenos Aires, noviembre 23 de 1917. MOVIMIENTO CIENTÍFICO 193 SOCIEDAD ARGENTINA DE CIENCIAS NATURALES En la última reunión mensual de esta sociedad fueron presentadas las siguien- tes comunicaciones : El señor Carlos Lizer que acaba de realizar una expedición por el Chaco boli- viano en desempeño de una comisión que le confiara el ministerio de Agricultura, presentó una colección etnográfica compuesta principalmente de armas, adornos, alfarería, utensilios domésticos, ete., de los indígenas de aquellas regiones, ma- tacos, tobas, chiriguanos, chaneses, tsirakuas y yanaiguas. Hizo previamente un somero relato sobre el itinerario seguido desde Embarcación (Salta) hasta Santa Cruz de la Sierra y desde este punto, cruzando el Chaco, hasta el río Alto Para- guay. Ocupóse luego de cada una de las piezas — las cuales suman unas cincuen- ta — siendo las más interesantes las pertenecientes:a las dos últimas tribus citadas, que aun permanecen en completo estado salvaje y las que atacan a los viajeros y poblaciones en la provincia de Chiquitos, y exhibió de ellas una serie de arcos, flechas, macanas, espátulas, palas, silbatos, collares, yicas, etc. El comunicante concluyó haciendo presente que en nombre del señor Delétang — secretario de la Expedición — y en el suyo propio hacía donación de todos los objetos al Museo etnográfico de la Facultad de filosofía y letras. El director de dicho museo, doctor Salvador Debenedetti — allí presente — felicitó al señor Lizer por el éxito de la expedición, agradeciendo el obsequio y agregando que entre las piezas de la colec- ción figuran algunas de valor, como ser dos hachas de piedra sumamente escasas en las regiones de donde provienen. El señor Arturo G. Frers dió a conocer la metamórfosis del coleóptero dermés- tido Trogoderma pectinicornis, que suele encontrarse en los troncos de sauce de los bañados de Palermo. Describió las larvas, ninfas e imágenes, presentando dibujos y ejemplares originales de este insecto. El señor Félix F. Outes leyó dos comunicaciones. En la primera se ocupó del hallazgo — por el profesor Ramón Arrieta de Paraná Miní, quien lo comunicó al Museo nacional — de un importante estrato cultural, verificado en una isla del Delta paranaense, situada en las proximidades del canal Gobernador Arana y del arroyo Largo. El numeroso material arqueológico obtenido, consiste en alfarerías lisas, grabadas y pintadas (monocromas y polícromas); como también en algunos objetos de piedra : pereutores, pulidores, bolas, tembetás y una hermosísima hacha pulida. Todos esos materiales representan un nueyo rastro de la cultura Guaraní en la cuenca del Paraná inferior. En su segunda comunicación, el señor Outes anunció el hallazgo realizado por el señor Juan W. Gez en la laguna Brava situa- da a 25 kilometros al oeste de Resistencia (Chaco), de alfarerías zoomórficas idén- ticas a las encontradas a lo largo del Paraná, desde Goya (Corrientes) hasta Campana (Buenos Aires). Con este motivo llamó la atención sobre la importancia que revestía el nuevo descubrimiento que desplaza notablemente el límite de expansión septentrional de aquellas manifestaciones culturales de los 29210' a los 27025" de latitud sur. El señor Pedro Serié se ocupó de la oyoviviparidad de la boa acuática (Eunec- tes notaeus), presentando 14 embriones completamente desarrollados (de los cuales 194 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA el mayor mide 54 centímetros de largo y 32 el menor), y 5 huevos, extraídos de un mismo ejemplar, procedente de Corrientes, cuyas dimensiones eran 250. Con este motivo hizo notar los distintos modos de reproducción dentro de una misma familia, como la de los Boidos, que abarca las boas y los pitones, siendo ovovi- víparas las primeras y ovíparos los últimos. El señor Carlos S. Reed, director del Museo provincial de Mendoza, envió a la sociedad una breve comunicación que leyó y comentó el señor Eric Boman, sobre un sepulero indígena posteolombiano de Viluco, en el departamento de San Carlos, en dicha provincia. Esta sepultura contenía un esqueleto de indio, con una espe- cie de collar formado por mandíbulas de puma, encontrándose al lado del esque- leto una lanza con punta de hierro y encima de ésta seis puntas de flechas de cuarcita. La sepultura formaba parte de un cementerio en el que hizo excavacio- nes el señor Reed, por encargo de la Dirección general de escuelas de Mendoza, y que, según el señor Boman, es notable por la mezcla de objetos netamente pri- mitivos indígenas y otros suministrados a los indios por los españoles. El doctor Guido Bonarelli presentó una colección de objetos líticos y algunos punzones de hueso, procedente de un mismo paradero antiguo descubierto en la pendiente occidental del cerro de cabo Domingo (Tierra del Fuego). Entre dicho material figuran algunos objetos de grandes dimensiones y forma amigdaloide en todo parecidos a los de la facies paleolítica de la Patagonia. El señor Carlos Ameghino dió a conocer un manuscrito del doctor Florentino . Ameghino sobre el colmillo de un Machaerodus (gran carnicero fósil pampeano) procedente del dock central de la Ensenada. Esta pieza, exhibida en otra reunión y representada en un trabajo del autor como un interesante artefacto humano, sugirió al doctor Ameghino nuevas observaciones y argumentos en contra de los que afirmaron que no podía atribuirse al hombre de esa época sino que había sido trabajada ya fósil y muy posteriormente por indígenas más o menos modernos. El examen minucioso por el doctor Ameghino, de que informa el manuscrito, comprobaría que el colmillo no puede haber sido trabajado sino al estado fresco por el hombre contemporáneo del Machaerodus, o sea del piso ensenadense. Buenos Aires, noviembre 30 de 1917. BIBLIOGRAFÍA PUBLICACIONES ARJENTINAS. Trabajos realizados en los parques i paseos públicos de la ciudad de Buenos Aires. Memoria de la Dirección jeneral de paseos de la Municipali- dad de la Capital, correspondiente a los años 1914-1916. Un volumen de 52 pájinas, exornado con un hermoso cromo de un arriate o parterre florido; seis planimetrías de parques i paseos, plano de la Capital i 78 interesantísimas i bellas fototipías de paseos, plazas, monumentos, palacios, etc., de la ciudad. Buenos Aires, 1917. El injeniero Benito J. Carrasco, director jeneral de paseos públicos, ha pre- sentado a la intendencia, el resumen de los trabajos realizados durante el trienio 1914 a 1916, por la repartición a su cargo. Comienza ratificando lo que es un hecho reconocido por todos los bhijienis- tas del mundo, vale decir, la importancia que para la salud de las poblaciones tienen los espacios libres destinados a paseos públicos, i presenta consideracio- nes sobre edilicia práctica, fundado en la enseñanza que se desprende de aplica- ciones hechas en diversas grandes ciudades del esterior. Hace resaltar nuestra inferioridad al respecto, pues mientras Buenos Aires con 1.700.000 habitantes i una superficie de 18.584 hectáreas, tiene 997 hectáreas de parques i jardines públicos, vale decir, una hectárea por cada 1700 habitan- tes; la ciudad de Bostón dispone de una hectárea por cada 94 habitantes; Wash- ington, por 206; Mineápolis, por 260; París, por 300: Viena, por 400; Berlín, por 950, etc. ¿No es realmente lamentable que nosotros, con tantos millones de hectáreas disponibles, constituyamos urbes que sólo disponen de una hectárea de paseo por cada 1700 habitantes ? Por esto, reconocemos que los esfuerzos de la intendencia, coadyuvada eficaz- mente en su faz técnica por la dirección de paseos, para aumentar nuestros par- ques, plazas i jardines, son dignos del mayor encomio. El injeniero Carrasco hace una somera reseña de lo que era Buenos Aires, al respecto; comenzando por la histórica Plaza Mayor, inicialmente plaza de carre- tas, a la vez que de jente, como lo fueron las de Lorea, Constitución, Nueva (mercado del Plata), 11 de Setiembre, Monserrat (hoi Moreno), Cabecitas (hoi 196 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Libertad), ete. Menciona las del Retiro (plaza de toros, hoi San Martín), la del Parque (hoi Lavalle), la de la Concepción (ahora Independencia). Existían tam- bién muchos « huecos », terrenos baldíos, transformados hoi en plazas. En tiempos de Rosas, estas plazas no tenían carácter de paseos hijiénicos, có- modos i bellos. Eran chatos, con viales bordeados de árboles, algunos bancos, más o menos toscos, i nada más. Esto aun en 1850. En 1875, las cosas habían variado favorablemente, pero en reducida escala, para lo que basta recordar que el presupuesto total de gastos alcanzaba a unos 12.000 pesos (288.000 pesos mo- neda corriente). Los paseos ocupaban 35 hectáreas. En dicho año se inauguró el Parque 3 de febrero, obra del progresista Sar- miento, que la nación cedió a la municipalidad bonaerense en 1888, con lo eual la superficie destinada a paseos, aumentó en 230 hectáreas. En 1895 los paseos públicos recibieron un fuerte impulso, con el agregado del Criadero municipal de plantas, del Jardín botánico, del ensanche del Parque 3 de febrero (sección Maldonado, 220 hectáreas); de los parques Lezama, Saave- dra, Rivadavia (ex cementerio del sur), de las plazas Solís, Hornos, Vertiz, Giie- mes, Las Heras, Santa Fe, etc., dando un total de 49 paseos públicos que abar- :aban 540 hectáreas. En 1897 se formó la plaza 9 de julio (hoi parque Cristóbal Colón). Más tarde, el parque del Sur, hoi Patricios (antiguos mataderos), el paseo Intendente Al- vear, el jardín Japonés, el parque Rancagua (Chacarita), el del Polvorín, hoi parque Chacabuco; la sección Medrano del Parque 3 de febrero, la plaza del Retiro, la del teatro Colón, el parque del Centenario (iniciado en 1909). En 1910 se efectuaron la plaza del Congreso, el paseo Bullrich, las plazas de Francia e Italia, el parque Palermo chico, etc. En 1914, siguiendo con tesón i buen criterio por el camino emprendido, se en- sancharon, reformaron i embellecieron en jeneral los paseos existentes; se habi- litó parte del parque Avellaneda (antigua quinta Olivera), 20 hectáreas sobre las 50 hectáreas que mide; ensanchó el «3 de febrero» con el área que ocupara el cuartel de caballería, se terminó el de los Andes, se inició el parque J. E. Uri- buru, se creó los jardines de invierno sobre la Avenida Alvear, se terminó la preciosa rosaleda, Jardín de las rosas, que ocupa un área de 3,4 hectáreas; se transformó la arquitectura de las plazas i se crearon nuevas, formando en total 91 paseos, con 997 hectáreas. La crisis porque atraviesa el país i consecuentemente el municipio, no ha per- mitido hasta hoi realizar nuevos ensanches o nuevos paseos proyectados, como el del parque del Oeste con 170 hectáreas; la Tablada, 88; ensanche del Avella- neda, 30; la avenida Jeneral Roca, 11; el cementerio de Flores, 6,4; avenida Jeneral Paz, 110, o sea un total de 409 hectáreas. Resumiendo, tenemos que la superficie total de los parques i paseos es la si- gujente : Metros cuadrados Parques i paseos existentes............. 8.145.950 Parques i paseos en formación.......... 1.824.332 Parques i paseos proyectados........... 4.090.262 Moto so dogo, 14.060.544 o sean 1406 hectáreas. BIBLIOGRAFÍA 197 Unos 800 monumentos, estatuas, grupos escultóricos, ornamentan los parques i paseos mencionados; unos de carácter histórico, otros conmemorativos, artísti- eos los demás. Entre los autores figuran celebridades estranjeras como Monte- verde, Rodín, Costa, Querol, ete.; i algunos artistas arjentinos como Correa, Morales, Mora, Dresco, Isella, Tasso, Cafferata, etc. De esta somera esposición, los lectores deducirán, lo que a nosotros nos place hacer constar, que la dirección de paseos públicos de la Capital ha realizado una labor mui ponderable, que no pudo ser mayor por falta de recursos pecuniarios. S. E. BARABINO. El primer hallazgo arqueológico en la isla de Martín García, por FÉLIx F. Outes. Opúsculo de 12 pájinas, con 10 figuras intercaladas en el testo. Buenos Aires, 1917. Comunicación, hecha por el autor a la Sociedad arjentina de ciencias natura- les, el 17 de febrero de 1917, en la que analiza un hallazgo arqueolójico hecho por el señor A. Pozzi, del Museo nacional de historia natural de Buenos Aires, en un grupo de médanos, al noroeste de la isla, que había sido removida por esplotadores de arena, poniendo en descubierto los restos de un cementerio in- díjena. Se trata de restos óseos” humanos, 42 fragmentos de alfarería, dos de roca i varios moluscos marinos i de agua dulce. El doctor Outes desestima los restos humanos, por su poquedad i deterioro; pero juzga de importancia la alfarería que revela una industria avanzada, dado que la masa no es homojénea por haberse mezclado con desengrasantes, substan- cias áridas (arena de los médanos) lo que indica una técnica consciente, que sabe ya cómo con ello se consiguen piezas más resistentes, tanto a los cambios de temperatura cuanto a los golpes. Los vasos fueron modelados con rodetes cerámicos superpuestos, cuya altura oscila entre 10 i 18 milímetros. La cocción es incompleta, presentando tres zonas diversas definidas : bermejas o pardas, la anteriori la interna; negra, la mediana. En jeneral, la esterna es parda; i ésta i la interna o terracotas, francas. Los fragmentos son duros; no pueden rayarse con la uña. La totalidad de los vasos están pulimentados; i aunque es difícil reconstruir- los por su estado, puede establecerse que eran de tipo zonario ventroso, con una zona inferior campanoide o hemisférica, i una, dos o tres superpuestas, menos altas. Respecto al diámetro de la boca, el profesor Outes sólo pudo determinar uno de 542 milímetros, pero algunos fragmentos dejan entrever la existencia de ur- nas de mayor tamaño, lo que corrobora la diferencia en los espesores que van de 5 a 17 milímetros. Los bordes son sencillos, redondeados i jeneralmente plegados hacia afuera. Estos fragmentos de alfarería son lisos 4 ornamentados con grabados i pintu- ras elementales. Se ocupa luego el autor de los otros restos : los moluscos marinos i fluviales; toma en cuenta las opiniones de los profesores Doello-Jurado, Torres i Figueiras, especialmente en lo referente al Urosalpinz Rushi; opina, de acuerdo con el ma- logrado Ambrosetti, que estos hallazgos son manifestaciones que deben atribuirse 198 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA a una cultura de procedencia Tupi-guaraní; en cuyo caso el cementerio de Mar- tín García señalaría la incursión más lejana de esos pneblos hacia el verdadero estuario del Plata. S. E. BARABINO. Pipa de piedra tallada. Valor de su hallazgo en la provincia de Entre Ríos, por FéLtx F. OUTES. Comunicación hecha a la Sociedad arjentina de ciencias naturales, el 20 de enero de 1917. Se trata de una pipa tallada descubierta en la rejión norte de Entre Ríos, en la proximidad del río Paraná, en La Paz. Su forma es la de una pirámide exa- gonal trunca, de 63 milímetros. El hornillo, infundibuliforme, tiene 18 milíme- tros de profundidad i diámetro interno i 28 esterno. El agujero de la boquilla tiene 5 milímetros de diámetro. La lonjitud total de la pipa es de 71 milímetros, la altura máxima de 28 milímetros i el ancho de 21 milímetros. Trabajado i pulido esmeradamente, es del tipo angular que caracteriza las pro- vincias culturales primitivas sudamericanas orientales, diferente del tipo monitor que predomina en el occidente austroamericano. Juzga el profesor Outes que esta pipa, hallada en las cercanías de La Paz, es una nueva manifestación de influencias orientales en nuestras provincias del li- toral. S. E. BARABINO. La materialización del cherruve araucano, por FÉLix F. Outes. Comuni- cación hecha a la Sociedad arjentina de ciencias naturales, el 20 de enero de Hee El profesor Outes fué obsequiado por el señor Carlos 1. Salas con una pequeña placa grabada guardada en una bolsita de cuero de Rhea, que obtuyo de un ami- go que la había comprado en Chimpay a un araucano chileno. Es un fragmento trapezoidal de arcilla dura, rojo obscura, con la pátina gra- sienta, característica de ciertos objetos indíjenas. Tiene 69 milímetros de alto, 43 de base i 14 de espesor máximo, i sus cuatro ángulos son romos. Está exornado en una de sus fases mayores con una cara humana, lijeramente glifada, algo groseramente, pero con vigor i seguridad ; i en la otra con una fi- gura incisa redonda, con ojos, nariz i boca, i con rayos, a guisa de cometa de cola bifurcada, i debajo una línea quebrada. El profesor Outes opina que tales grabados representan un elemento mitolójico araucano denominado cherruve, voz con que los indígenas designaban a los co- metas o bólidos. En el folklore araucano actual el cherruve es materializado como un ser pro- visto de siete cabezas, alojado en una casa erijida en la cima de los volcanes ; estruendoso, que hace temblar las peñas; relampagueante, que lanza cabezas hu- manas ; que come carne humana, etc. Para ratificarse en su opinión, el doctor Outes analiza diversas circunstancias del cherruve, mui interesantes. S. E. BARABINO. BIBLIOGRAFÍA 199 PUBLICACIONES EUROPEAS. CASA EDITORIAL ULRICO HOEPLI. Manuale dell'ingegnere civile e industriale, por G. COLOMBO, ingegnere direttore del Reale Istituto tecnico superiore di Milano. Edizione giubilare (100 migliaio). Un volume de 482 pagine con 236 figure nel testo. U. Hoepli, editore. Milano, 1917. La obra del ilnstre maestro, director del politéenico de Milán, injeniero Co- lombo, es universalmente conocida i reconocida como una de las más notables en su jénero. Traducida a casi todos los idiomas cultos, su reputación estriba no sólo en el feliz plan del manual, sino que también, i mayormente, en la exactitud de los datos acumulados que constituyen una verdadera enciclopedia sintética de los conocimientos prácticos que deducidos de la teoría científica i de su ponderada aplicación, facilitan la tarea de los injenieros civiles i mecánicos. El manual del injeniero Colombo abarca los siguientes grandes capítulos : Ma- temáticas, Física industrial, Hidráulica, Neumática, Agronomía, Resistencia de los materiales, Construcciones, Mecánica, Tecnología 1 Parte administrativa. La bondad técnica de los datos acumulados por el docto profesor, unida a la impecable impresión i corrección tipográfica, dan a este manual una autoridad que le ha merecido la confianza de los profesionales. I esto explica como relativamente en poco tiempo, el manual Colombo ha al- canzado ya a festejar con esta nueva edición, su jubileo centenario. Cien mil ejemplares del mismo (100.000) se hallan en manos de injenieros ita- lianos o estranjeros que conocen la lengua, a quienes sirve de eficaz auxiliar en el desempeño de su profesión. Esto, sin contar las múltiples ediciones traduci- das a lenguas estranjeras. Con este motivo la «edición jubilar », ha sido impresa en papel delgadísimo, lo que sin perjuicio de la claridad, ni detrimento de las nítidas figuras, ha redu- cido el volumen casi de la mitad. Agregaré que las tapas, lucen un simpático cuero de Rusia marrón. Con verdadero placer formulamos una doble felicitación al ilustre profesor Giuseppe Colombo, autor de la obra, i al insigne editor, comendador Hoepli, que con tanto amore cuidó de presentar año tras año, nuevas ediciones de la misma. S. E. BARABINO. L'industria del gas. (Fabricazione, applicazioni, sottoprodotti) per CARLO CALVI, gia della compagnia L*Union dei gas, di Milano. Un volume di x11-440 pagine, in 8% grande, con 307 incisioni e 8 tavole colorate. U. Hoepli, editore. Milano, 1916. Prezzo, 12 lire, El autor, que ya había publicado otra obra mui bien recibida por los técnicos Fabbricazione del gas e dei suoi sottoprodotti, se decidió a preparar i dar a luz la actual por ereerla útil a los que deben ocuparse de la importante industria del gas i de sus aplicaciones en beneficio del hombre. Después de algunos datos históricos, entra analizar las materias propias para 200 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA la producción del gas (lignita, madera, escobajo de uva, aceite, carbón, ete.); luego estudia la fabricación del gas (destilación, hornos, hornos gasójenos, con- densación, estracción, depuración, gasómetros, etc., etc.); en seguida se ocupa del poder luminoso de los focos de luz, unidades, fotómetros, picos de gas, li- bres, con tubos, Auer, encendedores automáticos, reguladores, etc. Prosigue tratando del complicado problema de la canalización : distribución pública, tubos, empalmes, fugas, conexiones, distribución interna, aplicación a las cocinas i a la calefacción ; establece las reglas que conviene observar en los planteles, usos público i privado; describe los contadores de gas, ete. ; i termina con un estudio de los subproductos de la fabricación del gas : coque, alquitrán i sus derivados, productos químicos, etc. En un amplio 4péndice discurre sobre diversas substancias i aparatos relativos a esta industria, sobre la situación más conveniente de las oficinas de gas, ete. Aparte de la bondad técnica, nos place hacer notar también, lo que no es una novedad tratándose de la casa Hoepli, lo bello de la impresión, nítida, clara i exornada con hermosas láminas coloreadas. S. E. BARABINO. Lavorazione e tempera degli acciai, indurimento artificiale del ferro e ce- mentazione, per ARTURO MASSEUZ, Capo officina mecanico nella reale Scuvla industriale di Belluno. Terza edizione. Un volume di 184 pagine, econ 60 in- cisioni nel testo. Ulrico Hoepli, editore libraio. Milano, 1917. Prezzo, 2,50 lire. Forma parte esta obra de la famosa colección de los Manuales Hoepli, siendo ésta su tercera edición, dato sujerente por cierto. El autor — que ha publicado otros trabajos bien apreciados (Le viti meccaniche ; loro calcolo e costruzione i Guida pratica del meccanico moderno, — se propone dar nociones fundamentales que puedan utilizar los constructores de útiles, los me- cánicos, constructores de máquinas i los alumnos de las escuelas industriales i de artes i oficios. : Conviene notar que el Ministerio de agricultura, industria i comercio italiano la ha adoptado en las escuelas profesionales que de él dependen. No creo necesario pregonar la importancia que en el siglo del acero, tiene todo lo que a su preparación i aplicaciones atañe, 1, por ende, doi por aceptado que las obras del jénero, si preparadas por profesionales con completo conocimiento de la teoría i larga esperiencia práctica, deben interesar lójicamente a nuestras escuelas industriales i profesionales, pues como dice el autor, el acero tiene una importancia grandísima, desde la aguja de la modesta costurera hasta las más poderosas máquinas. He aquí los puntos tratados : ¿Qué es el acero? Condiciones de los útiles por construir. Calidad del acero más conveniente. Cambios del acero según sea su laboreo. Temple. Hornos. Re- jeneración del acero. Herramental, soldaduras útiles, cementación, etc. Completan le obra once tablas sobre temperatura i composición de los aceros, clasificación de los útiles, pesos específicos, de los sólidos y líquidos, tempera- tura i colores correspondientes, puntos de fusión, escalas termométricas, dilata- ción lineal, sus coeficientes, etc. S. E. BARABINO. BIBLIOTECA DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA PUBLICACIONES RECIBIDAS EN CANGE EXTRANJERAS Alemania Zeftschrift der Gesellschaf fur Erdkunde, Berlin. — Verhandlungen des Naturbistoris- - echen Vereins der preussischen Rbinalande- Westfalens, ete., Bonn. — Abhandlungen he- rausgegeben von Naturwissenschaftiichen Verein, Bremen. — Deutsche Geographische Cláter, Bremen. — Abh. der Kaiserl. Leop. Barol. Deutschen Akademie der Naturfors- cher, Halle. — Nachrichten yon der Konigl Gesellschaft der Wissenschaften, Gottingen. — Sitzungsberichte und Abhandlungen der Naturwissenschaftlichen Gesellschaft, Dres- den. — Naturforschenden Gesellschaft, Leip- Zig. — Mitbeilungen aus dem Naturhistoris- chen Museum, Hamburg. — Mittheilungen der geographischen Gesellschaft, Hamburg. — Berichte der Naturforschenden Gesells- chaft, Freiburg. — Jahres Berfchte des Na- turwissenschaftlichen, Elberield. — Schriften der Phisikalisch. — Okonomischen gesells- chaft, Stuttgart. — Drucksache Andeu Ver- lag von Sud-u-Mittel Amerika, Berlin. — Sitzungsberichte der mathematische, physi- kalischen Klasseder, K. B. Akademie der Wissenschaften Munchen. Australia Records of the geological Survey, Sydney. Austria-Hungría Verhandlungen des naturforschen des Ve- reines, Briinn. — Annalen des K. K. Natur- historischen of Museums, Viena. — Verhand- tungen der K. K. Zoologisch Botanischen gesellschatt, Wien. — Sitzungsberichte des deutschen naturwissenchaftlich_ Medicinis- chen Vereines fur-Bokhmen, « Lotos» Pra- ga. — Jarhbuch des Ungarischen Kapathen Vereines, Iglo. — Annales Historico-Natu- rales Musei Nationali Hungarici, Budapest. — Sevceuko Gessellschaft der Wissenschaf- len in Lemberg. Bélgica Acad. Royale des Sciences, des Letres et des Beaux-Arts, Bruxelles. — Ann. de la Soc. Entomologique, Bruxelles. — Ann. de la Soc. Royale Malacologique, Bruxelles. — Bull. de . Assoc. des Ing. Electriciens Institut Mon- tefiore, Liége. — Société Internationale de Dialectologie Romane, Bruxelles. Brasil Boletim da Sociedade de Geographia, Rio Janeiro. — Bol. do Museo Paraense, Pará. — Rev. do Centro de Sciencias, Letras e Ar- tes, Campinas. - Bol. da Agricultura, $. Paulo. — Rev. do Museo Paulista, S. Paulo. — Comissao Geográphica é Geologica, San Paulo. — Bol. do Observ. Meteregico, Rio Janeiro. — Bol. do Inst. Geographico é Et- nographico, Rio Janeiro. — Rev. da Socie- dade Scientifica, Sao Paulo. — Rev. do Club de Engenharia, Rio de Janeiro. — Revista « A Lavoura », Rio de Janeiro. Canadá Report of the Geologinal Survey, Ottawa. Chile * Rev. de la Soc. Médica, Santiago. — Ver- handlungen des Deutschen Wissenschaftli- chen Vereines, Santiago. — Actas de la Soc. Científica de Chile, Santiago. — Rev. Chile- na de Hijiene, Santiago. — Ofic. Hidrográ- fica de la Marina de Chile, Valparaíso. — Rey. Chilena de Historia Natural, Valparaí- so. — Rev. de Arquitectura, Santiago. — Anuario del Servicio Meteorológico de la Di- rección del Territorio Marítimo, Valparaíso. — Rev. de la Oficina de Mensuras de Tie- rras, Santiago. — Rev. de Ingeniería y Ar- quitectura, Valparaíso. Colombia An. de Ingenieria. Soc. Colombiana de In- genieros, Bogotá. — Rev. del Ministerio de Obras Públicas, Bogotá. — Bol. del Minis- terio de Relaciones Exteriores, Bogotá. Costa Rica Oficina de Depósito y Cange de Publica- ciones, San José. — An. del Inst. Físico Geográfico Nacional, San José. — Bol. de Fomento. Organo del Ministerio de Fomen- to, San José. Cuba Universidad de la Habana, Cuba. — Bol. del Observatorio Meteorológico del Colegio de Belón, Habana. — Rev. de la Facultad de Letras y Ciencias, Habana. — Anales de la Academia de ciencias médicas, físicas y naturales, Habana. Ecuador Rev. de la Soc. Jurídico-Literaria, Quito. — An. de la Universidad Central del Ecua- dor, Quito. España Bol. de la Soc. Geográfica, Madrid. — Bol. de la R. Acad. de Ciencias, Barcelona. — R. Acad. de Ciencias, Madrid. — Rev. de la Unión Ibero-Americana, Madrid. — Rev. de Obras Públicas, Madrid. — Rev. Tecnológi- ca Industrial, Barcelona. — Rev. Industria e invenciones, Barcelona. — Rev. Minera Metalúrgica y de Ingeniería, Madrid. — Bol. de la Real Sociedad Española de Bis- toria Natural (Museo de Ciencias Natura- rales), Madrid. Estados Unidos Bull, of the Scientific Laboratoires of De- nison University, Granville, Ohio. — Bull. of the Lloid Library of Botany, Pharmarcy and Materia Medica, Cincinati, Obio.—Bull. of the New York Botanical Garden, New York. — Bull. of the Wisconsin Natural His- tory Society Milwankee, Wis. — Bull. of the University, Kansas. — Bull. ofthe American Geographical Society. New York, — Journal of the New Jersey Natural. History, New Jersey, Trenton. — Journal of the Military Service institution, of the U. States. — Jour- nal of the Elisha Mitchell Scientific Society, Chapel Hill. Nord-Carolina. — Memoirs of the National Academy of Sciences Washing- ton. — M. Zoological Garden, New York. — Proceeding of the Engineers Club, Filadelfia. — Amn. Report Missouri Botanical Garden. San Luis M. O.—Association of Engineering Society San Louis, Mas. — Bull, of the Mu- seum uf Comparative Zoology, Cambridge- Mas. — Bull. of the American Mathematical Society, New York.—Transaction of the Wis- consin Academy of Sciences, Arts and Let- ters, Madison Wis. —Transactions ofthe Con- necticut Academy of Arts and Sciences, New Haven.—The Engineering Magazine, New York. —Sixtenth Annual Repport of the Agri- cultural Experiment Station, Nebraska. — The Library American Association for the Ad- vancement of Sciences. Care of the Universi- ty, Cincinati Ohio.—Secretary Board of Com- misioners Second Geological Survey of Pen- sylvania, Philadelphia. — Smithsonian Ins- titution, Washington. — U. S. Geological Survey, Washington. — The Ohio Mecha- nics Institute, Cincinati.—University of Ca- lifornia Publications, Berkeley. — Procee- ding of the Davemport Academy, Jowa. — Proceeding and transaction of the Associa- 100, Meride. Conn. — Proceeding American Society Engineers, New York. — Proceeding af the Academy of Natural Sciences, Phila- delphia. Proceeding of the American Philo- sophical Society, Philadelphia. — Procee- ding of the Indiana Academy of Sciences, Indianopolis. — Proceeding of the Califor- nia Academy of Sciencie. — San Francisco. — The University of Colorado. «Studies ». Colorado. — University of New Mexico Li- brary, Albuquerque. — Michigan Academy of Sciences. Lausing-Michigan. — The En- gineers Society of Western Pensylvania, Pittsburg. — Bulletin of the Hadley Clima- tological Laboratory ofthe University of New Mexico. New Mexico. — Ohio Agricultural Experiment Station, Waoster-Ohio. — Ame- rican Institute of Mining Engineers, New York. — Washington University Studies, San Louis M-O. — American Midland Natu- ralist University of Notre Dame, Indiana. Filipinas Bulletin of the Manila Central Observato- ry, Manila. Francia Bull. de la Soc. d'Etudes Scientifiques, Angers. — Bull. de la Soc. des Ingénieurs Civils de France, Paris. — Bull. de la Soc. de Géographie Commerciale, Paris. — Bull. dela Acad. des Sciences et Lettres, Montpel- lier. — Bull. de la Soc. de Topographie de France, Paris. — Recueil de Médecine Vété- rinaire, Alfort. — Travaux Scientifiques de Université, Rennes. — Bull. de la Soc. de Géographie Commerciale, Bordeaux. — Bull. de la Soc. des Sciences Naturelles et Ma- thématiques, Cherbourg. — Ann. des Mines, Paris. — Min. de Instruction Public et des Beaux-Arts, Paris. — La Feuille des Jeunes Naturalistes, Paris. — Ann. de la Soc. Lin- néenne, Lyon.—Bull. de la Soc. de Géogra- phie Commerciale, Havre. — Bulletin de la Société de'Etude des Sciences Naturelles, Beziers. — Bulletin de la Société de Géogra- phie, Rochefort. — Journal de la Société des Américanistes, Paris. — Revue des Pyré- nées, Tolouse. — Ecole Nationale Impérieme des Mines, Paris. — Cercle au Tour du Mon- de, Boulogne-sur-Seine. ' Holanda Acad. R. des Sciences, Amsterdam. — Ne- derlandche Entomolog. Verseg, Rotterdam. Honduras Revista de la Universidad de Honduras, Tegucigalpa. Inglaterra The Geological Society, London. —Minutes of Proceeding of the Institution of Civil Engineers, London. — Institution of Civil Engineers of Ireland, Dublin. — The Gua- terly Journal of the Geological Society, Lon- don.—The Mineralogical Magazini, Londres. (Concluirá en el próximo número). a ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA DIRECTOR : Docror HORACIO DAMIANOVICH NOVIEMBRE-DICIEMBRE 1917. — ENTREGAS V-VI. TOMO LXXXIV INDICE Horacio DAMIANOVICH, La termodinámica clásica y los nuevos problemas de dinamo quimuda (Conclusión)....... Noa 201 CristróBAL M. HickeN, Una arácea curiosa : Felipponla........o.............. 240 Luciano P. J. PALET, Cuatro grandes figuras del pasado de la química (Con- MUS) AA lila te eee ar e e es A 245 F. SantscHi, Description de quelques uouvelles fourmis de la République Ar- PT Na ie 277 AriLIO A. Bao, La presencia del vanadio y arsénico en las aguas subterrá- measide-Bell Ville: (Córdoba)........ 50 a E Da Dia Aaa al 284 Luis GUGLIALMELLI, Algunas investigaciones sobre la naturaleza del germen laverntortotosrafico Tesidual 0... aa ea ln aia 296 A o o o 301 Índice general de las materias contenidas en el tomo LXXXIV ............... 3053 BUENOS AIRES IMPRENTA Y CASA EDITORA DE CONI HERMANOS 684 — CALLE PERÚ — 684 1919 JUNTA DIRECTIVA (1917-1918) LI AS NS REN Vicepresidente Í0...c.....oooos Vicepresidente 20 Secretario de actas............ Secretario de correspondencia. . Tesorero PYOLESOFCNO Li BIDUOTEOCATÍO Doc DAR WMOCules: a ia NN Gerente Doctor Carlos María Morales Ingeniero Eduardo Huergo Ingeniero Alberto D. Otamendi Ingeniero Enrique Butty Ingeniero Pedro A. Rossell Soler. Doctor Eduardo Carette Doctor Juan B. Demichelis Ingeniero Miguel B. Lorenzetti Coronel ingeniero Arturo M. Lugones Doctor Atilio A. Bado Ingeniero Juan José Carabelli Ingeniero Ferruccio A. Soldano Ingeniero Rómulo Bianchedi Doctor Tomás J. Rumi Señor José M. Orús Ingeniero Antonio Rebuelto Señor Juan Botto ADVERTENCIA. — Los colaboradores de los Anales (personalmente responsables de la tesis que sus tentan en sus escritos) que deseen tirada aparte de 50 ejemplares de sus artículos deben solicitario por escrito. Por mayor número de ejemplares deberán entenderse con los editores Coni hermanos. Tienen, además, derecho a la corrección de dos pruebas. Los manuscritos, correspondencia, etc., se enviarán a la Dirección, Cevallos, 269. — LA DIRECCIÓN. PUNTOS Y PRECIOS DE LA SUBSCRIPCIÓN ADELANTADA Local de la Sociedad, Cevallos 269 (abierto de 3 a 7 yde 8 a 11 p. m.), y principales librerías . $ m/n $ m/n IPS e MA O O 1.00. Número atrasado............. . 2.00 AOS NA 12.00 Número atrasado para los socios.. 1.00 s LA TERMODINÁMICA CLÁSICA Y LOS NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA LAS NOCIONES DE IMPULSO QUÍMICO Y DE POTENCIA QUÍMICA Y BASES PARA LA CLASIFICACIÓN Y EQUIVALENCIA DINÁMICA DE LAS TRANSFORMACIONES FÍSICOQUÍMICAS TRABAJO PRESENTADO A LA ACADEMIA DE CIENCIAS EXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES EN EL ACTO DE INCORPORACIÓN A LA SECCIÓN DE CIENCIAS FÍSICOQUÍMICAS DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Y AL INSTITUTO DE FÍSICA DE LA UNIVERSIDAD DE LA PLATA Por HORACIO DAMIANOVICH Profesor de físico-química en la Universidad de Buenos Aires (Conclusión) Segundo caso. — Pero si los átomos (provenientes de las moléculas disociadas en el caso de los bi y poliatómicos) al ponerse en presencia engendran un campo químico (en el cual puede intervenir la induc- ción de los sistemas electrómicos en movimiento) los choques que tendrán lugar en estos sistemas atómicos serán de dos clases; los que caen dentro de la categoría anterior y que no producirían varia- ción térmica alguna y los engendrados por los átomos atraídos por la fuerza química capaz de constituir una nueva molécula de los mismos elementos (combinación atómica homogénea) o de elementos diferentes (combinación atómica heterogénea). En estos dos últimos casos la ley de probabilidad de choques se hallará modificada por la intervención de dicha fuerza cuya acción puede hacerse sentir mucho más allá de los límites asignados por la teoría cinética a las llamadas esferas de actividad. Aquí la fuerza química actuaría con tal intensidad que no sólo determinaría verdaderos choques sino una deformación del átomo función del trabajo de inercia. Cuanto mayor sea la fuerza de atracción heterogénea tanto mayor será la variación de la velocidad, y por lo tanto, más intenso el calor desarrollado en la unidad de tiempo. Según la hipótesis anterior, el calor de reacción, siempre positivo a partir de los átomos aislados, se debería : AN. SOC, CIENT. ARG. — T. LXXXIV 14 202 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 1% A la variación de fuerza viva de los átomos después del choque; 2% A la deformación del sistema material constituído por el átomo. Si este problema se hubiera planteado cuando estaba en su apogeo la teoría cinética basada en el átomo «perfectamente elástico» y cuando dominaba la idea de la simplicidad de la constitución de este último, se hubiera rechazado toda interpretación física fundada en la deformación aludida. Pero en la actualidad, gracias a la teoría elec- trónica, puede admitirse sin mayor esfuerzo esta idea, si tenemos en cuenta, que hasta se llega a suponer la deformación del electrón mis- mo (Lorentz), esto es, como si él estuviera a su vez constituído por subelectrones. En apoyo de la idea que acabo de esbozar citaré el trabajo realiza- do por Decombe, a propósito del calor que acompaña a ia electrización de un elemento de volumen del sistema o calor Siemens como el autor lo denomina. Considera este físico que es a la electrización de los átomos que constituyen el elemento de volumen (electrización que estaría acom- pañada de una deformación del edificio atómico considerado como un conjunto de electrones) a la que hay que atribuir el calor Sie- mens. De este modo llega Decombe a formular la siguiente proporción : «Toda deformación atómica realizada con una velocidad finita está acompañada de un desarrollo de calor proporcional al cuadrado de la velocidad de deformación. » Hace extensiva, además, la denominación de calor Siemens a este :alor de deformación atómica, y al calor no compensado de la termo- dinámica positivo para toda transformación irreversible. Al admitir la existencia de verdaderos choques entre los átomos. para interpretar el calor desarrollado en las reacciones químicas, nos vimos obligados a suponer una verdadera deformación del átomo, he- cho que sólo puede conciliarse con la teoría electrómica. Ahora en presencia de esta proposición de Decombe, pensamos que quizá sea legítimo, admitir una función análoga, que ligue la deformación del átomo producida por la intervención de las fuerzas químicas, al calor puesto en libertad durante dicha combinación. Si esto fuera factible, tendríamos en el calor químico un medio para determinar la aceleración de los átomos atraídos por la afinidad y su deformación consecutiva. Es difícil someter al contralor de la expe- riencia esta hipótesis, pero no sucede lo mismo con las consecuencias que de ella se pueden deducir. NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 203 Si se admite que después de la combinación los átomos sufren de- formaciones más o menos grandes, en el momento de la descomposi- ción éstos pueden salir en condiciones muy distintas al punto de ma- nifestar las propiedades de los átomos correspondientes a otros cuer- pos.y con una energía interna quizá menor; es decir, una especie de transmutación provocada por la acción química. Opinamos que esta objeción quedaría subsanada si se advierte como es lógico, que al llevar a cabo la descomposición de una combinación exotérmica la energía necesaria (calor, radiaciones, luz, electricidad, fuerzas químicas, ete.) para tal objeto provocaría el arreglo de los constituyentes del átomo (electrones u otros elementos) hasta llevar- los a su posición primitiva de equilibrio, posición de equilibrio que puede considerarse característica de cada elemento. Además, en el caso de que dicha energía no lograse llevar al átomo a aquella posi- ción, podría admitirse la formación de un nuevo estado alotrópico en el cual los átomos tuvieran una cantidad distinta de energía. En esta categoría se hallarían ciertos gases al estado naciente y precipitados producidos por acciones químicas (azufre precipitado, oro reducido, metales coloidales en general obtenidos por vía química, selenio re- ducido, cromo inactivo, fósforo rojo, carbono amorfo, ete.). Si admitimos que el calor de reacción se debe a las deformaciones producidas por el choque delos átomos atraídos por la fuerza quími- ca, estamos en condiciones de concluir: 1? que todas las reacciones químicas producidas por los átomos provenientes de la disociación de la molécula son exotérmicas ; 2" que de dos sistemas químicos en igualdad de temperatura y concentración molecular inicial, aquel cuyos átomos libres heterogéneos determinen una atracción más enérgica dará lugar a un trabajo químico en la unidad de tiempo (potencia química) y a una velocidad de reacción mayores. La primera de estas proposiciones cae dentro de la categoría de ideas ya expresada por investigadores como Lothar Meyer y Briner. Para mayores detalles enviamos al lector a nuestro trabajo anterior y al de Briner (Sur le caractére atomique de la dynamique chimique des systemes gazeue (Journal de Ch.-Ph., mars 31, 1914). Y la segun- da equivale a la ya formulada en la segunda parte de este estudio al desarrollar el «diagrama energético o dinámico» que permite una le- gítima comparación de los sistemas químicos y en general físicoquí- micos en evolución, tomando como base el trabajo tiempo (potencia química) y la fuerza-tiempo (impulso químico). En los gases y soluciones diluídas que siguen la ley PV = RT 204 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA puede tomarse la velocidad de reacción como base para el estableci- miento de la afinidad comparativa. Esto resulta en seguida si se representa al átomo como un núcleo rodeado de una esfera tanto mayor cuanto mayor sea la fuerza de atrac- ción química. En tal caso la probabilidad de encuentro y por lo tanto el trabajo realizado en la unidad de tiempo y la velocidad de reac- ción serán tanto más grandes cuanto mayor sea la esfera representa- tiva. CAPÍTULO IV ¿Puede aplicarse el mismo principio a la variación de la entropía ? Sabemos que la característica más importante del segundo princi- pio es la existencia de una tendencia o sentido en los fenómenos na- turales. Este principio se nos presenta según la feliz expresión de Perrin como una ley de vida y evolución y puede formularse dicendo que un sistema aislado no pasa jamás dos veces por el mismo estado (1). La evo- lución sigue una marcha necesaria y no puede remontar su curso na- btural. Boltzmann ha demostrado que la entropía es el logaritmo de la pro- babilidad y que todas las transformaciones positivas que pueden tener lugar espontáneamente son idénticas a las transformaciones irrever- sibles, en las cuales un sistema de cuerpos tiende hacia el estado de equilibrio, el más probable estadísticamente entre todos los estados posibles. En resumen, según este físico, el segundo principio debe ser interpretado como la tendencia del universo a pasar de los esta- dos menos probables a los estados más probables (2). Dado este significado del principio de la degradación de la energía y del aumento de la entropía, es importante averiguar si aplicando el método anterior u otro análogo, se halla la ley de velocidad con que un sistema isotérmico evoluciona hacia el estado más probabie. (1) Forma que el citado físico-químico le ha dado siguiendo las indicaciones de M. Langevin (PrErRrIN, Les principes. Traité de chimie-physique, 1903. Le principe dW'évolution.) (2) CHWOLSON, Traité de physique, tomo 1, página 501. NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 205 El material necesario se encuentra en la cinética-química, rama importante que recién en estos últimos años ha podido entrar en re- lación con la dinámica energética. Introduciendo en ella las nociones de potencial químico y de energía utilizable, queda preparado el te- rreno para hacer otro tanto con la entropía y los otros parámetros de evolución que derivan de esta función. Quizá de este modo puede darse carácter concreto al pensamiento que Perrin expresa en el siguiente párrafo: « Il reste désirable et il ne parait pas impossible, qu'on puise définir une fonetion de Pétat du systeme étudié, ayant un sens méme quant le systeme n'est pas en équilibre, et assujettie a grandir constamment quand le systeme iso- lé évolue. Cette fonction mesurerait vraiment lévolution du syste- me. Il serait désirable qwelle coincidát avec Pentropie dans les cas ou celle-ci est définie et fút comme une extension logique de cette entropie » (1). Para intentar el estudio de los sistemas isotérmicos partiré de la teoría de Kirchhoff que, como se sabe, permite hallar el valor de la entropía en función de p, v» y T y que es aplicable tanto a las reversi- bles como a las irreversibles, caso más conveniente para los sistemas de la dinámica físicoquiímica. De la ecuación de Kirchhoff que deja indeterminada la variable x A Le SO.) Do 3p 30 dp dv 0 o AS a 1 a a) e se saca sucesivamente para == 0, =P v m (AS=—ARlog — + Olea a 5 T BC, ¿log — — AR y . Y Po La primera de estas últimas da como expresión de la entropía para una variación isotérmica de volumen (para sistemas gaseosos) en ca-. lorías : Co AS =l0g R — -—Rlog o 1 En la aplicación de esta fórmula a la cinética química de los siste- (1) PERRIN, loc. cit. Le principe d'évolution, página 178. 206 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA mas isotérmicos admitiré: 1? que no interviene factor alguno capaz de impedir el aumento de entropía debido a la transformación quími- mica; 2? que la diminución de la concentración del sistema regresi- vo por efecto de la transformación química equivale a una expan- sión isotérmica de volumen; 3” que la acción química no altera la ley de variación ; 4” que dicha fórmula expresa la realidad para los gases ideales y soluciones diluídas y para cada uno de los estados compren- didos entre las épocas t, y t entre los cuales evoluciona el sistema, desde la concentración e, hasta la c. Sentado esto consideremos el caso de las transformaciones isotér- micas irreversibles y homógeneas de la forma : se tiene para la variación de las velocidades entre dos épocas t! y 1”: El log v, —logW%,=KY Pé) dt vt y por consiguiente : C, KO, A e AS =RElog.=Rlos OL — RE | ES O, KG; Ue : En el caso particular de las monomoleculares, como el polinomio se reduce a la unidad, resulta una expresión sencilla de la variación de la entropía en función del tiempo : As = KK: Por lo tanto en las reacciones monomoleculares y en los fenómenos ft- sicoquímicos representados por el mismo tipo de ecuación (1) las varia- ciones de las entropías correspondientes a dos épocas de la evolución del sistema. son proporcionales al tiempo transcurrido en cualquier estado de concentración del mismo. Para tiempos iguales las variaciones de entropía de dos sistemas en vías de evolución están entre sí como los coeficientes de afinidad AR = E = Ya o en razón inversa de la AS, MESA, «vida media » de la molécula. La velocidad de entropía en esta clase de transformaciones sería (1) Difusión simple, disolución, evaporación y sublimación de cristales, etc. NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 207 constante y proporcional al coficiente de afinidad para cada tempe- ratura: Si tenemos en cuenta la ecuación Y” =U— TS en la que Y y S son las únicas funciones de la concentración en las isotérmicas y adumiti- mos que ella es aplicable en cada estado de evolución del sistema en- A e ds tre los estados inicial y final, resulta que el parámetro IN (ya usado por D Hortzmann en su teoría de la disociación) es proporcional al potencial químico con signo cambiado o sea a la afinidad. dWY 1 dS TaNT dN Sentado esto es legítimo introducir en la función exponencial de Marcelin dichos parámetros en reemplazo de las afinidades, en cuyo caso la velocidad tendrá por expresión : 1 d (S, — Sis) 1 al EM [exp pe 1 Jl exp R dN exp R dN por lo tanto, según lo establecido anteriormente E ES Al dsS' TS A e aN),. es decir que la variación de los logaritmos de las velocidades es propor- cional a la variación de las derivadas de la entropía respecto «a las masas. Vemos, pues, que los resultados ya expuestos a propósito del po- tencial químico se pueden generalizar a la entropía, lo cual nos per- mite hacer figurar este parámetro en las ecuaciones de la cinética- química y por ello mismo, dar un lugar más apropiado a la función con que Clausius quizo medir o expresar la evolución del sistema en transformación. En el caso general de las transformaciones plurimoleculares quizá fuera legítimo extender aquella teoría a pesar de tratarse de sistemas no tan simples ni de la misma categoría que la disociación, difusión, etc. Se tendría en tal supuesto : e 1 == — l, a 208 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA es decir que la variación de entropía de una transformación isotér- mica irreversible de orden » que tiene lugar en un intervalo de tiempo dado, sería proporcional a la variación de las afinidades en el mismo intervalo. Aquí la variación de entropía no sería una función tan sim- ple del tiempo como en el caso excepcional de los monomoleculares, sino que ella comprendería la relación de los coeficientes de afinidad K y además las de los valores de una función compleja (la integral) de las concentraciones variables durante la evolución del sistema. Al considerar las transformaciones monomoleculares reversibles se me presentó una duda que quedó poco después devanecida. En efecto, creí al principio que la teoría anterior no se aplicaba a los rever- sibles, puesto que partiendo de uno de los postulados fundamentales de la cinética química (el de la independencia de las reacciones simul- táneas que se desarrollan en un mismo medio) y considerando los re- versibles como una superposición de dos irreversibles opuestas (y del mismo orden) se llega á la expresión : log A — log (A — 2) =(K, — K,)t= log v, —lo0g 0,, que daría también una variación positiva de entropía proporcional al tiempo, y esto a primera vista parece estar en contra de lo establecido para la constancia del valor de S en los fenómenos reversibles. Pero toda duda desaparece si tenemos en cuenta que desde el pun- to de vista de la velocidad con que evoluciona un sistema reversible de esta naturaleza, puede considerarse a éste como si fuera irreversi- ble en todo el período anterior al equilibrio, estado este último en el cual no se puede aplicar ninguna fórmula de velocidad. Esto se ve t! : : E E 0 LJ inmediatamente al efectuar la integración | — que para el límite su- v perior (tiempo de equilibrio y velocidad nula) daría un valor infinito por tenerse log v, =log 0. La curva se hallaría limitada en este caso como en el otro (para concentración inicial igual a la unidad) pero con la diferencia que aquí, el límite no es impuesto por la cesación de materia sino por la acción inversa. Si la teoría desarrollada no encuentra un obstáculo serío cosa que hasta ahora no ha sucedido, tendremos incorporada definitivamente la función entropía entre los demás «parámetros de evolución » de la cinética química que pueden expresarse directamente en función del tiempo. En cuanto a las aplicaciones se llegaría al mismo resultado que ya NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 209 hemos expuesto cuando estudiamos la clasificación de las transfor- maciones y el diágrama dinámico enérgetico. Para establecer una equivalencia dinámica entre dos sistemas físicoquímicos en evolución habrá que tener en cuenta además de las variaciones de la energía utilizable, de la afinidad, del impulso y de la potencia, las variacio- nes de entropía para cada época. Se podrá elegir como época conven- cional para una temperatura fija la que emplea en evolucionar un sis- tema físicoquiímico unidad, cuando se parte de la concentración ini- cial igual a la unidad. Podría presentársenos una duda en lo que se refiere a la legitimi- . ds dad del empleo de la derivada 7 Sin embargo esta expresión ha sido dt usada por Poincaré (1) al discutir el ensayo que hizo Helmholtz para reducir el segundo principio de la termodinámica a la mecánica. El demuestra usando dicha derivada que si-.se acepta la ecuación de Helmholtz se llega a tener valores que no siempre son positivos en las transformaciones irreversibles, lo cual está en contra del prinei- A a o) d Poincaré examina también la corrección de Boltzmanmn a la teoría anterior y llega a la conclusión que las únicas tentativas de reducción pio del aumento de la entropía f sea del segundo principio a la mecánica (y especialmente de interpreta- ción de los fenómenos irreversibles) que tienen alguna probabilidad de éxito son las fundadas en la intervención de las leyes estadísticas como la teoría cinética de los gases. Y como hemos visto es este precisamente el camino elegido por el malogrado Marcelin, como base de su nuevo enunciado por el cual se expresan las variaciones de la afinidad en función de las velocidades, tanto en las reversibles como en las irreversibles. El caso de las transformaciones adiabáticas es mucho más comple- jo, pues en él se superponen las variaciones de velocidad debida a los cambios de concentración y de temperatura. Sin embargo convendría dilucidarlo, pues es el que más directamente se relaciona con la evo- lución de un sistema aislado y para el cual Perrin prevé una función especial creciente con el tiempo e íntimamente ligada a la entropía. (1) Traité de thermodynamique, capítulo XVIII, página 446. 210 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA CAPÍTULO V Otros conceptos relativos a la evolución de los sistemas físicoquímicos VIDA MEDIA DE UN CUERPO QUÍMICO EN EVOLUCIÓN Como un complemento trataré en este lugar ciertos conceptos muy en boga en estos últimos años y que se relacionan con la dinámica de los sistemas físicoquímicos, y especialmente con la velocidad de evolución y con los estados intermedios. Las expresiones significativas de vida media y de período de la semitransformación han sido introducidas en la ciencia a raíz de los importantes estudios relativos a los fenómenos radioactivos. Sabemos que el carácter más importante de un elemento radioac- tivo es su duración media de vida o su velocidad de transformación, cantidad que, como lo dice F. Soddy (1), no es sólo una constante de tiempo natural, fundamental, que sirve para identificar en todas las cireunstancias el elemento considerado y que inversamente repre- senta un «tipo» absoluto de tiempo en todo el universo: ella fija, además, el carácter de los conocimientos que es posible adquirir res- pecto de la naturaleza del elemento. Si se trata de una substancia que se transforma con cierta rapidez la duración media de vida se determina por la observación directa de la velocidad. de decrecimiento de la radiación. En el caso de que exista homogeneidad del cuerpo y que los productos de su desinte- eración no modifiquen el aspecto del fenómeno (polonio), la radioacti- vidad decrece con el tiempo según la ecuación exponencial. (L, e L, actividades en los tiempos t y 0,» covstante de radioactividad) o bien si existían N, átomos en el tiempo O y N, en el tiempo t (1) La chimie des éléments radioactifs, traducción del inglés por Philipi, 1915. (Gautier-Villars, París). NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 211 N = N,e — it que como se ve es una expresión análoga a la de la velocidad de reac- ción monomolecular (+= x,e 5), , de 3 , dN La medida de la actividad de una substancia es proporcional a e y el coeficiente > representa la velocidad de desintegración o sea la fracción de la cantidad total de substancia radioactiva que se desin- tegra en la unidad de tiempo. Desde el punto de vista molecular + representa en el caso de los cuerpos comunes la probabilidad de transformación por la unidad de tiempo (1). El tiempo T necesario para que la mitad de substancia radioactiva se transforme se denomina período de la semitransformación y su valor es: 1 log 0.5 =0.4343,T; T= 0.6932 X + o — 1.443T. A A Se puede definir otra tercera constante ligada a 2 y a T caracterís- * tica de la transformación. Sea, en efecto (2), N el número de átomos que existe en el tiempo t; el número de los átomos destruídos du- rante dt es 1Ndt y la vida media de un átomo resulta igual a: 1 1 h (a | 1 | aNtat=2 | Nite "dt==0. N, No Ni A ES) La integral | 2Ndt representa el área S comprendida entre la curva N =f (t) y los ejes y el tiempo 0 es una abscisa media tal que De donde resulta que el término duración media de vida se rela- ciona con la vida futura del átomo y ella nada tiene que ver con el tiempo desde el cual el átomo existe. Se puede elegir un momento cualquiera como punto de partida y la duración media de vida resulta igual a la suma de las duraciones (1) DEBIERNE, Sur les lois des transformations radioactives. Annales de physique, novembre-décembre 1915. (2) M. CurikE, Traité de radioactivité. 212 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA de la vida futura de los átomos individuales, dividida por el número de átomos existentes en el punto de partida. Se llega de este modo a una relación simple entre la constante de radioactividad, la duración media de vida y el período de la semi- transformación. Esta teoría Lemoine (1) la aplica al caso de la descomposición del agua oxigenada: «La vie moyenne de leau oxigénée de divers di- lutions, expression pittoresque adoptée pour le radium, se calcule avec Pécuation : (p=peso primitivo del agua oxigenada en un gramo de líquido, y =agua oxigenada descompuesta). La quantité dy de matiére dé- composée pendant le temps dt a vécu le temps t: la vie moyenne m pour lensemble des particules est ainsi : | ta? Expresión que da para p = 0.654 el valor 2 y corresponde para la N inflexión q 0 a un hidrato (H,O,. H,O) cu- ; M ya existencia ha sido puesta fuera de duda ter- moquímicamente por Forcrand (€. K., 1900). Además, por la simple inspección de las ecua- ciones anteriores se ve que m tiene un va- lor esencialmente variable que depende de la 0 6 t ley de la velocidad y de la concentración primitiva. Estas investigaciones ponen en evidencia la necesidad de consi- derar la velocidad del sistema y los estados intermedios para llegar a definir una característica importante de la evolución del mismo. En efecto, la duración media de vida tiene un valor que depende del área OM0 o sea de la forma de la curva OM (N =.f(t)) que recorre el sistema entre las épocas t, y 0. (1) Journal de chimie-physique, tomo XII, número 1. 1914. NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 213 CASO EN QUE EL ESTADO DEL SISTEMA EN UN INSTANTE DETERMI- NADO DE SU EVOLUCIÓN DEPENDE DE LOS ESTADOS ANTERIORES. LOS FENÓMENOS HEREDITARIOS O DE HISTÉRESIS Y LOS PRINCI- PIOS DE LA TERMODINÁMICA CLÁSICA. Al llevar a cabo el examen de los sistemas físicoquímicos some- tidos a las condiciones comunes hemos podido comprobar que la ter- modinámica clásica se muestra incapaz de dar la ley según la cual dichos sistemas evolucionan entre los estados inicial y final. Esta deficiencia subsanada por la enunciación de proposiciones y conceptos nuevos que permiten la introducción de la variable tiempo en las ecuaciones de esta rama de las ciencias físicas se con- vierte en un serio obstáculo cuando se pasa a considerar los fenóme- nos de histéresis, que por analogía se han incluído bajo la significa- tiva denominación de «fenómenos hereditarios ». En efecto, en todos ellos resalta una particularidad digna de tenerse en cuenta, a saber: la ausencia de una reversibilidad completa que da por resultado la no superposición de las curvas de pasaje inverso entre los estados inicial y final. En todos los fenómenos de esta categoría, el estado del sistema en. un instante determinado depende de los estados ante- riores (o de su historia anterior, como dicen algunos), y es por esta razón que la termodinámica, y en general la mecánica, se han mos- trado hasta ahora casi impotentes cada vez que han intentado esta- blecer las leyes que los rigen. Comv el fenómeno es perfectamente conocido en el caso de la «histéresis magnética », y otros análogos, sólo mencionaré aquí, en particular, el de la reactividad o elasticidad retardada (histéresis elástica) y el de la «histéresis química », a fin de llamar la atención sobre ciertos puntos y sobre lo mucho que se está generalizando esta clase de fenómenos al principio comprendidos en una categoría muy reducida. Sabemos que la variación geométrica o cambio de la deforma- ., Azx AS . ción ra en un cuerpo elástico es proporcional al esfuerzo P, ley que se verifica en un gran número de casos aún entre límites muy amplios de las variables. Este postulado fundamental de la elasticidad y sus corolarios se cumplen si el fenómeno goza de la reversibilidad perfecta (curva vir- 214 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA gen OB) : ordenadas: esfuerzo, abscisas = deformación). Para que no haya pérdida de energía sólo debe satisfacer la siguiente condición : que la variación S sea lenta. Pero son pocos los cuerpos que presentan el fenómeno de la reyer- sibilidad perfecta y sucede frecuentemente el hecho de la no superpo- sición de ambas curvas (diagrama II) cuando el esfuerzo P crece conti- nuamente con el tiempo (por ejemplo, P" = P —- at) (ciclo de las defor- maciones OBCDE) (1). El hecho más notable es que cuando el esfuerzo se anula, el cuerpo no posee las dimensiones primitivas : se trata, pues, de una elasticidad residual o subsiguiente (de Weber que fué el primero en señalar el hecho en 1835), de reactividad (Bouasse) o también de histéresis (que en griego significa retardo) al hecho de la no superpo- B B T sición de la curva directa y de la inversa cualquiera que sea la defor- mación. En el ciclo abierto anterior OE representa la elasticidad retardada, la cual desaparece después de largo tiempo y ella no debe confundirse aunque la separación absoluta sea difícil, con una deformación per- manente (2). El área OABB'O representa la energía absorbida por el sistema durante el recorrido OAB y el área BDEB/ la energía resti- tuída durante el recorrido BDE: hay pérdida de energía y ella está dada por el área OABDEO. Se observa sin embargo que después de repetidas experiencias con esfuerzos diferentes las curvas inversas tienden a superponerse (cau- (1) Estos ciclos fueron estudiados en Alemania por Wiedemann, en Italia por Pisati y Cantoni, en Francia por Bouasse. INGENIERO D. SPATARO, Tratado teo- rico e pratico di idromeccanica, tomo 1, libro I, capítulo V. 1915. (2) El principio de Coulomb establece que también en este caso la acción del esfuerzo depende de la fuerza al cual el cuerpo ha sido sometido o sea del pasado de este cuerpo. NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 215 cho vulcanizado) y en tal caso se obtiene en ciclo de acomodación (Steintz). Al principio en tales casos se tiene bajo el mismo esfuerzo, rariaciones elásticas diversas, pero después se llega a un estado nor- mal en el cual estas variaciones se igualan (Wiedemann). Todo sucede como si el sistema físicoquímico en evolución después de haber sufri- do las influencias hereditarias, se adaptará al ambiente, amoldándose a los nuevos factores de acción. De paso no puedo menos que señalar esta tendencia de dar expre- siones biológicas a estos sistemas materiales como si ellos estuvieran provistos de una especie de vida difusa. Se ha tratado de explicar estos « fenómenos hereditarios » en el ca- so de la elasticidad, admitiendo que durante la producción de fenó- meno normal (elasticidad perfecta) sólo tiene lugar un desplazamiento de moléculas del cuerpo, en tanto que en el fenómeno de reactividad se produce una rotación en determinado sentido, consistiendo la «reae- tividad» en una rotación en sentido inverso hasta llegar al estado primitivo. En cambio, otros como Auerbach, admiten que cada nuevo estado de equilibrio entre las fuerzas exteriores y las fuerzas elásticas internas se establece poco a poco y aun cuando haya cesado la acción de la fuerza, hecho que se traduce por variaciones de estado y natu- raleza del sistema con el tiempo. Boltzmann, partiendo del concepto de que la fuerza necesaria para producir una deformación determinada de un cuerpo es función no sólo de la tensión actual sino también de las anteriores (siendo su influencia tanto menor cuanto mayor ha sido el tiempo de acción), supone que las acciones subsiguientes se superponen sin perturbarse y Mega a una fór- mula final que Roiti modifica y somete a la verificación experimental con resultados muy satisfactorios. Otro caso notable de histéresis ha sido hallado por Van Behmelen en el estudio de los procesos de hidratación y deshidratación de los geles de anhídrido silícico. El fenómeno que el denomina de «histére- sis química » por analogía al de la imantación y desimantación del hierro, es muy complejo, pero él ha podido determinar rigurosamente la influencia de la velocidad, modo de preparación, tiempo y tempe- ratura, haciendo ver claramente en su representación gráfica (ordena- das presión de la fase gaseosa; abscisas contenido en agua) la 20 su- perposición de las curvas inversas en varios períodos del fenómeno. Entre otras investigaciones de la mecánica química podemos men- cionar las de Gernez sobre las transformaciones del azufre, las de Guillaume sobre aleaciones (aceros al níquel), de Le Chatelier sobre 216 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA resistencia eléctrica a variaciones residuales, etc. En todos ellos pare- cen superponerse la histéresis elásticas y la química. ¿La mecánica general de Gibbs y Helmholtz o la mecánica de los sistemas con frotamientos puede dar una explicación satisfactoria de estos fenómenos ? ¿ Es posible por medio de los principios más moder- nos de la energética fundar las leyes de la evolución de los sistemas físicoquímicos susceptibles de histéresis ? Según Duhenm (1) se necesita para ello establecer una nueva rama de la mecánica, en la cual el principio de d*Alembert se modifique dando cabida a términos complementarios que se relacionan con los frotamientos y con coeficientes debidos a la histéresis. Numerosas han sido las publicaciones hechas por este físico y por otros más moder- nos, pero a pesar de ellas la discusión está abierta, debido a que aquel principio falla aun en el caso de los sistemas desprovistos de histére- sis y con mayor razón en el caso que nos ocupa (2). Picard al hacer la exposición sumaria de la dinámica clásica (3), observa que sus principios y ecuaciones fundamentales reposan sobre el postulado que bien podría denominarse, principio de la no herencia. En efecto, según este postulado, el porvenir de un sistema sólo de- pende de su estado actual, es decir, que no tiene su historia. Y des- pués de llamar la atención sobre las numerosas excepciones (por lo menos aparente) que sufre el principio mencionado base de la mecá- nica racional clásica agrega: «Que serait une mécanique, ou 1héré- dité serait complete. Ce ne sont plus des équations différentielles qui exprimeraient las lois des phénomenes. On y rencontrerait a prendre la question dans toute sa généralité, des équations fonctionnelles, ou les fonctions cherchées seraient engagées sous des signes d'intégrales représentant VPapport de tous les temps antérieures. Le mot d'hérédité ne doit pas Pailleurs faire penser nécessairement aux étres vivants; il signifie simplement ici Phistoire antérieure du systeme étudié. Le type en est dans les deformations dites permanentes et dans les phé- noménes dits d'hystéresis. lei encore on doit se souvenir de la remar- que faite tout a Pheure sur les systemes avec frotements. Peut-étre, devons-nous, les forces dites de frottement ne sont qw aparentes; nous pourrions dire maintenant : peut-étre 1'hérédité v'est-elle qu'apparen- (1) P?évolution de la mécanique. 1915. Les altérations permanentes et l histéresis. (2) Loc. cit., página 325, y P. DUHEN, Les déformations permanentes et 1'hystére- sis. Mémoires de l'académie de Belgique, tomo LXIT. 1902. (3) E. PICARD, La science moderne et son état actuel, páginas 19, 43 y 126. 1906. NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 217 te, et tient-elle á ce que nous ne portons notre attention que sur un trop petit nombre de variables. «Que conclure de tout ce qui précede? C'est que, pris en un sens tout a fait général, le mot d'explication mécanique est vide de sens. Mais, dans des catégories étendues de phénomeénes, en portant son attention sur des variables bien précisées, dont le róle est regardé comme prépondérant, on pourra former entre ces variables des rela- tions fonctionnelles (en général équations différencielles), se rappro- chant le plus possible de ce qwexigent les postulats fondamentaux de la mécanique rationnelle, relations dont la forme particuliére est four- nie par des expériences ou observations simples, et qui permettront de prédire dans des cas plus complexes lPétat futur du systeme. Quand il en est ainsi, on dit qu'on a une explication mécanique de ces phé- nomenes. » Estas frases del distinguido profesor de la Sorbona, vienen en mo- mentos muy significativos de la evolución de las ciencias físicoquí- micas, cuyos nuevos principios y problemas, se encaminan casi exclu- sivamente al establecimiento definitivo de las leyes, por las cuales, el investigador, podrá determinar de un modo matemático, el sentido de la transformación de los sistemas de la dinámica química. Pero para llegar a este resultado anhelado se requiere continuar la revisión de los principios de la físicoquímica ya comenzada desde hace tiempo, a fin de permitir resolver el problema en su sentido más amplio, esto es, incluyendo en aquellos, el estudio de los fenóme- nos más complejos cuya evolución depende de todos los estados por los cuales pasa el sistema desde el inicial hasta el final. Sentados de un modo general los principios, queda aun muchísimo por hacer, especialmente en la dinámica físicoquímica, pues el mate- rial experimental necesario para establecer de un modo preciso las bases de la equivalencia dinámica de las transformaciones y el parale- lismo entre sus resultados y los de la termoquímica es aún muy escaso. CAPÍTULO VI La evolución de los sistemas físicoquímicos y los principios de la termodinámica clásica. Reseña histórica Haré aquí un ligero bosquejo histórico de la dinámica físicoquími- ca, con el único fin de averiguar las causas por las cuales se ha omi- AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIV 15 218 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA tido casi en absoluto el estudio de la evolución de los complejos físicoquímicos isotérmicos, desde el punto de vista de las fuerzas que intervienen en cada instante. Esta omisión ha dado por resultado como se ha visto, el que se ex- cluya la variable tiempo en las medidas de la afinidad y del calor de transformación y con ella, lo que podría denominar el principio de la equivalencia dinámica de dichas transformaciones. Algo análogo ocurriría si al estudiar los seres vivos en constante :ambio, nos conformáramos con los datos relativos al nacimiento y la muerte y a la suma total de labor realizada, despreocupándonos por completo de la energía desarrollada durante cada una de las épocas y de todas las intimidades del proceso vital operado entre ambos esta- dos estáticos. Esto equivaldría a desechar el estudio de la verdadera biología cuyo principal problema es hallar las leyes del maravilloso fenómeno dinámico de la evolución de los organismos. En lo que sigue consideraré sucesivamente los tres puntos de vista principales: mecánico, termodinámico y mecánico energético. PUNTO DE VISTA PURAMENTE MECÁNICO Berthollet al fundar el principio de las masas en sus célebres estu- dios de la afinidad y en su clásico tratado £Essai de statique chimique de 1803, estableció al mismo tiempo, el verdadero camino que debiera seguir la química de los principios, en la asombrosa evolución que le destinara el resto del siglo XIX. Este genial investigador, que con justicia se le considera como el fundador de la físicoquímica y de lo que podríamos llamar la química racional, sostuvo desde el primer momento, la necesidad de rehacer los cimientos de esta ciencia a fin de establecer definitivamente los principios que le dieran carácter de ciencia exacta, hecho que sólo se conseguiría, según él, por la aplica- ción consciente de los conceptos de la mecánica. Es guiado por esta tendencia filosófica que Berthollet introdujo la noción de afinidad variable con la concentración y los conceptos de equi- librio y de « propagación de la acción química > (velocidad de reacción) hecho que permitió más tarde, la fructífera aplicación del análisis matemático y de los principios más modernos de la mecánica. Dado este primer paso que venía a mostrar que los fenómenos quí- micos y los de la física molecular como la difusión, caían dentro de la NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 219 categoría de los fenómenos continuos, sólo faltaba hallar las variacio- nes de la concentración en función de la variable tiempo. Pero esto fué posible recién en 1850 cuando Wilhelmy, partiendo del principio de las masas, estableció la primera ecuación diferencial de la química, fundada en la hipótesis de que la velocidad definida como la derivada de la substancia transformada respecto al tiempo, z E SS z dz debía ser proporcional a la concentración de instante OR cz. Esta ecuación, fácil de integrar le permitió al citado investigador hallar la función primitiva 2 =.f (t) que fué sometida al veredicto de la expe- riencia con resultados extremadamente satisfactorios y de gran al- cance en el caso especial de la inversión de la sacarosa por los ácidos, quedando de este modo, definitivamente sentadas las bases racionales de una de las partes más importantes de la mecánica química, que se ha convenido en denominar por analogía, «química cinemática » O «cinética química ». La introducción del concepto mecánico de velocidad, en el estudio de las transformaciones químicas, ha sido de una extraordinaria fe- eundidad, tanto en el terreno de la experiencia como en el de las altas especulaciones teóricas. A este respecto refiere Nernst, en una confe- rencia que desarrollara en 1908 er la Sociedad química de Berlín, que al ver la primera ecuación diferencial introducida por Wilhelmy en un trabajo de química, experimentó una: intensa emoción, pensando en el significado trascendental que ese modesto símbolo tendría para el desarrollo futuro de esta ciencia. Actualmente el número de investigaciones en este sentido es gran- de y sería de desear, que en más de una ocasión, él y los demás cul- tores de la físicoquímica, pudieran contemplar con la misma emoción, la aparición de otros conceptos y símbolos no menos importantes, fun- dados en las analogías mecánicas. A partir de esta época y gracias al perfececionamiento que introdu- jeron al citado principio Guldberg y Waage, profesores de la Univer- sidad de Cristiania respectivamente de física matemática y de química, sé acentúa cada vez más la influencia del análisis matemático contri- buyendo a que la química saliera del período prematemático por el cual al decir de Picard (1) debutan todas las ciencias. (1) PicaRD, La science moderne et son état actuel. Bibliotheque de philosophie scien- tifique, 1906, obra importante en la que el autor demuestra por una reseña histó- 220 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Después de lasinvestigaciones de Wihllemy, Malaguti, Guldberg y Waage, y Berthe!ot y Péan de Saint-Giles, el campo de la cinética- química se robustece considerablemente de hechos y leyes nuevas de eran importancia teórica y técnica. Pero en toda esta etapa se nota un hecho curioso y es que, habien- do dado tan óptimos frutos los primeros conceptos mecánicos de ve- locidad y equilibrio en la química, no se haya continuado con la mis- ma intensidad en ese sentido hasta la época en que aparecieron los trabajos últimos que he reseñado en la introducción. Sin embargo, esto que parece extraño tiene su explicación sencilla en el incremento también poderoso que alcanzó el método termodinámico, una vez es- tablecidos sobre bases ciertas, los dos principios fundamentales de la llamada «ciencia de la energía» o «Energética». PUNTO DE VISTA PURAMENTE TERMODINÁMICO Los estudios clásicos de Berthollet fueron también el punto de par- tida de otra rama importantísima de la mecánica química que se ocupa exclusivamente de los «equilibrios químicos» a que dan lugar las transformaciones limitadas o reversibles. Las bases experimentales de esta rama fueron definitivamente ci- mentadas por los célebres trabajos de Berthollet sobre eterificación, de Saint-Olaire Deville y sus discípulos sobre disociación y en los últimos tiempos por Lemoine, Le Chatelier, Van't Hoff y Nernst. En cuanto a los métodos cíclicos (Van't Hoff, Nernst, etc.) y analí- tico (Gibbs, Hortzmann, Duhem, Le Chatelier, etc.) derivados de las primeras aplicaciones que Gibbs, Helmholtz y Hortzmann hicieran de los dos principios de la termodinámica a los fenómenos físicoquí- micos, podemos decir, que persiguen la resolución de dos problemas fundamentales; la interpretación de los fenómenos de equilibrio ho- mogéneos y heterogéneos y el concepto y medida de la afinidad. Los trabajos de Helmholtz en Alemania sobre la «termodinámica de los fenómenos químicos», tuvieron más repercusión al principio rica clara y concisa, cómo las ciencias de la naturaleza, tienden a tomar poco a poco una forma matemática y cuál es el significado exacto de esta reducción. (Véase también : Rapport général sur les progres récents des sciences. Exposition uni- verselle de 1900 y Conférence faite au Congrés des arts et sciences d P'exposition univer- selle de Saint-Louis. 23 septembre 1904). NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 221 debido a que los de Gibbs en Estados Unidos, tardaron como quince años en ser conocidos por los físicoquímicos de las diferentes na- ciones. Van der Waals y Bakhuis Rozeboom y sus alumnos en Holanda; Trevor y Bancroft en Estados Unidos; Ostwald y Nernst en Alema- nia; Duhem y Le Chatelier, en Francia, fueron los primeros que se encargaron de difundir los importantes trabajos del sabio americano, en los cuales se han inspirado la mayor parte en los físicoyuímicos modernos hasta los recientes estudios de Marcelin, que he tenido ocasión de comentar más de una vez en el presente estudio. En la construcción admirable de Gibbs han tenido una gran parti- cipación los métodos de la mecánica analítica de Lagrange (1), quien al introducir en la expresión del trabajo virtual Ala + B2f —— ... el con- cepto de fuerzas generalizadas (A, B, etc.) cuya naturaleza depende de la variable independiente (xy, etc.) considerada, ha facilitado la tarea de poner en ecuación otras fuerzas, y variables diferentes de las pu- ramente mecánicas, como las de orden físicoquímico, y con ello dedu- cir las condiciones de equilibrio y de evolución del sistema. El trabajo realizado en un desplazamiento virtual cualquiera está dado por la diminución sufrida por cierta magnitud de valor determinado para cada estado del sistema. Lagrange no le dió nombre particular a esta magnitud, pero corresponde al potencial de las fuerzas que actúan sobre el sistema, a la función característica de Massieu, energía uti- lizable de Gibbs y Maxwell, energía libre de Helmholtz y potencial termodinámico interno de Duhem. Las fuerzas generalizadas A, B se miden por la derivadas del potencial respecto a la variable correspon- diente. Al decir de Duhem (2): «El espíritu y los métodos de la estática de Lagrange han pasado por entero a la estática general, cuya concep- ción será el eterno título de gloria de J. Willard Gibbs (3); pero al pasar de la una a la otra ellos han evolucionado; los gérmenes sem- brados por el autor de la Mecánica analítica deben su amplio y pleno desenvolvimiento al físico que ha estudiado el equilibrio de las subs- tancias heterogéneas ». Y toda esta obra de gran alcance, tenía lugar en momentos en que (1) LAGRANGE, Méranique analytique, segunda edición, 1, parte II, número 9, citada por Duhem en la obra Z'evolution de la mécanique, 1905, página 51. (2) Loc. cit., página 251. (3) On the equilibrium of heterogeneus substancies (1875-1878). 222 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Berthelot y Thomsen aplicaban con éxito el principio de equivalen- cia al terreno de la termoquímica, con el fin de hallar en el calor des- arrollado en las acciones químicas, un medio seguro para prever el sentido de las mismas. Se llegaba lentamente de este modo, al anhelado problema de la medida de la afinidad, cuya solución rigurosa se hacía difícil debido a la insuficiencia del principio del trabajo máximo como lo demostró de un modo magistral Nernst, al establecer el nuevo teorema termo- dinámico, tomando como punto de partida un estudio anterior de Le Chatelier y comparándolo con sus prolijas investigaciones experi- mentales. Una vez salvado el escollo que las transformaciones rever- sibles presentaban a Berthelot, Nernst y su escuela, se dedicó con empeño a dar una expresión numérica de la afinidad fundándose úni- camente en los datos termodinámicos, definiendo a dicho parámetro como el trabajo máximo desarrollado por el sistema y desechando la velocidad de reacción como base para una medida del mismo. Mas o menos en la misma época se obtenían resultados admirables ' con la aplicación del corolario principal del principio de la equivalen- cia o sea el teorema de los estados inicial y final, pues él permitía en el caso de no existir trabajo exterior, hallar el calor de formación de cuerpos que por los medios empleados no se podían combinar direc- tamente. Este éxito y los anteriores, dió por resultado el que poco apoco los investigadores que hacían aplicación estricta de los principios men- cionados, fueran despreocupándose del estudio de los estados inter- medios o evolución del sistema y de las fuerzas y trabajos que se des- arrollaban en un tiempo determinado. Veremos en seguida, hasta qué punto se justifica esta orienta- ción. PUNTO DE VISTA MECÁNICO-ENERGÉTICO En vista del predominio grande que tuvieron hasta estos últimos años los métodos puramente termodinámicos, era de esperar que aconteciera el hecho de la eliminación de la variable tiempo en la me- dida de la afinidad y por lo tanto la escasez de estudios relacionados con la evolución de los sistemas y el mecanismo íntimo de las trans- formaciones. A partir de este período se hace sentir de más en más la necesidad NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 223 de complementar los principios de la termodinámica clásica a fin de hacerlos aptos para prever la evolución de los complejos físicoquímicos y llegar así de una vez al establecimiento de la dinámica energética. Esta tarea difícil y de gran significado, la inició como hemos visto, Marcelin, el malogrado físicoquímico de la Sorbona, tomando como punto de partida el concepto termodinámico de la afinidad sentado por Gibbs. No es el caso de que me vuelva a ocupar en este lugar del examen de este problema, pero haré notar una vez más, que procediendo así Marcelin ha conseguido conciliar los aspectos puramente mecánicos y termodinámicos con los principios de la equipartición de la energía que forma el substratum de la teoría cinetica y al mismo tiempo, ha venido a establecer la función que liga las velocidades con las afi- nidades, hecho que deja preparado el terreno para la introducción de la variable tiempo en el campo de la nueva energética, permitiendo por lo tanto, continuar el movimiento iniciado con éxito, en el período anterior. En efecto, el hecho de relacionar las variables cinemáti- cas con las fuerzas del sistema en evolución definidas según el con- cepto termodinámico de Gibbs, trae como consecuencia lógica y nece- saria la aplicación de las nociones de la mecánica relativas a la acele- ración, fuerzas generalizadas variables, impulso y potencia, aplicación, que según hemos visto, permite estudiar la evolución del sistema entre los estados inicial y final, establecer una clasificación de las transfor- maciones físicoquímicas, desde el punto de vista de las variaciones de la afinidad y dar las bases de un sistema comparativo de las afinidades. Si me he detenido tanto en estas reflexiones, ha sido con el objeto de averiguar, por el examen histórico, las causas por las cuales se ha omitido casi por completo el estudio de la evolución de los sistemas físicoquímicos. Ahora creo estar en condiciones de asegurar que he hallado esas causas. Ellas no consisten en la falta de investigaciones; pues por el contrario, en estos últimos años, se han intensificado y su mérito ha sido indiscutible. Ella se debe a la orientación exclusiva hacia la aplicación de los principios de la termodinámica clásica y en especial al teorema de los estados inicial y final, que al postular la equivalencia de las transfor- maciones, precinde por completo del pasaje del sistema por los esta- dos intermedios. En efecto, debido a la falta de proposiciones complementarias, estos principios no permitían introducir en sus ecuaciones fundamentales 224 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA la variable tiempo, que ya figuraba en la mecánica química, cuya orientación racional había sido trazada de un modo magistral desde principios del siglo XIX, por el genial Berthollet. Ahora sólo queda a la discusión futura decidir, si los enunciados propuestos por Marcelin y los conceptos mecánicos y expresiones que hemos intentado introducir, permiten dilucidar en parte, estas impor- tantes problemas relativos al mecanismo íntimo y evolución de las transformaciones físicoquímicas. CAPÍTULO VII Resumen y conclusiones p Los dos principios de la termodinámica clásica no permiten prever la evolución de los sistemas fisicoquímicos a temperatura y presión constantes, porque no habiéndose introducido en sus ecuaciones la variable tiempo no es posible establecer según qué ley de velocidad varían la entropía, los potenciales, etc., al pasar dichos sistemas del estado inicial al final, de un estado de equilibrio a otro. Basándose en ellos sólo ha sido posible establecer la estática energética y el prin- cipio de equivalencia estática. Para llegar a sentar las bases de una dinámica energética general y la equivalencia dinámica de los sistemas en evolución se necesitan principios y conceptos nuevos. ESTUDIO DE LA EVOLUCIÓN DE UN SISTEMA FÍSICOQUÍMICO ISOTÉRMICO A. Principio 1. Punto de vista de la cinética-química. — Sin hacer hipótesis acerca del mecanismo íntimo de las transformaciones y sólo tomando como base el hecho general de la velocidad variable con que ellas se desarrollan, se llega a la posibilidad de introducir en la cinética físicoquimica el concepto de aceleración. Aplicando esta idea directriz a las ecuaciones diferenciales de la velocidad de transformación se obtiene para la aceleración y para la variación de las velocidades de las isotérmicas homogéneas, las si- guientes fórmulas generales : NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 225 A (DIJ== =—XK-Pr* A a ON vi en las que « expresa la cantidad de substancia transformada en el tiempo t, K el coeficiente de velocidad y P;* un polinomio fun- ción de x y de un grado menor en una unidad al orden (a) de la reac- ción. Estas expresiones se aplican también a los sistemas complejos en los cuales intervienen reacciones simultáneas del mismo orden (laterales y reversibles). En tal caso la constante K equivale a la suma de las constantes K,, K,... K, correspondientes a cada una de las reacciones parciales (principio de la independencia de las reac- ciones simultáneas). 2. Punto de vista de la mecánica energética. — El nuevo enunciado de la dinámica energética establecido por Marcelin (1) permite a la termodinámica prever la evolución de los sistemas físicoquímicos dar un carácter más práctico al concepto de la afinidad de Gibbs y establecer una relación entre este parámetro y los valores de la velocidad mediante la fórmula : ep A pl e 2 CANET en la que M es una constante que depende de la temperatura y de la naturaleza de los cuerpos en presencia, R la constante de los gases y A,, A,, Aj, y A,, las afinidades de los sistemas regresivo (índice 1) y progresivo (índice 2) a partir de los estados que corresponden al equilibrio (índices 1E y 2). Esta fórmula es fuera de toda hipótesis una traducción literal y sintética de la experiencia, se presenta como una generalización de la termodinámica clásica y tiene su significado teórico en el principio de la equipartición de la energía. Asociando ambos resultados se llega a la ecuación : (o) Cr) E . AN — = M dt , (1D (1) log v' — log v” = ELO RT (sc) (1) Las variaciones de los logaritmos neperianos de las velocidades son pro- Y, porcionales a las variaciones del as afinidades. Definida por las coeficientes ==> any Y energía utilizable o libre. 226 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA dy que permite calcular el valor de la afinidad en cada instante al o A” nn "U qe . . . . ( . A . conociendo la afinidad inicial (5 | y la variación de las velocidades An ) y durante el tiempo transcurrido. day ay —| —=|=5-] =RTKt E (5). qa es decir que: en las reacciones monomoleculares y en los fenómenos Cuando n=1: físicoquímicos representados por el mismo tipo de ecuación, las varia- ciones de las afinidades correspondientes a dos épocas de la evolución del sistema, son proporcionales al tiempo transcurrido, en cualquier estado de concentración del mismo. En cambio, sin > 1 (bi y pluri- moleculares) dichas variaciones se expresan por una función que de- pende de la concentración de cada instante. Queda entonces eliminado el carácter abstracto de la integral anterior, pues ella representa la variación de las afinidades o la caída total de potencial químico entre dos épocas dadas por los límites yt. Cuando se trata de sistemas sin «resistencias pasivas » que siguen la ley PV =RT, puede hallarse el valor de la afinidad en cada ins- tante, partiendo de los datos numéricos de la velocidad de transfor- mación mediante la fórmula : dn ay , 3 3 t=— RT log v +c—K [| P;*dt t en la que ce es una constante para cada sistema que se determina una vez por todas en función de la afinidad y velocidad iniciales dy t! ' = RT log v' ES l l Á di v En el caso particular de los monomoleculares, las dos curvas da dn RT1020=%J% (€) y e f. (t) tienen la misma forma lineal, dan el mis- mo valor para la ordenada en el origen y admiten como tangente co- mún la constante de velocidad. Esta constante adquiere con esto un significado energético preciso, pues ella da la medida (para cada ¡so- NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 227 térmica) de la caída de potencial químico entre dos épocas infinita- mente próximas. Si el sistema monomolecular es reversible Afo RT log v se tendrán en el punto de intersección (M) de la curva del regresivo (RR”), con la del pro- eresivo (OP) los valores t,, y A, respectivamen- te del tiempo y de la afinidad en el equilibrio. La constante de equilibrio K da en este caso la relación de las caídas elementales de potencial químico de ambos sistemas : dA, dA, — Ki; AL AS El área ORR' da el valor numérico de la ¿mpulsión de la fuerza química durante el tiempo OR”, pues representa geométricamente la integral : tv RT | Yi Pp (A' — K?) dt = RT (ara —K >) y la fórmula : dt A vw E a =(A' — Ki) o" expresa la potencia química instantánea. En el caso de las plurimoleculares el problema es muy complejo, pues hay que halla para reacciones de cada orden el valor de la in- tegral del polinomio P;¿,* e introducirlo en las expresiones : rt RT | E E ra Yi! UN yr EN — ar —K| Pr+dt| w”. dt "7 ¡ Ji per 1) dt? = Prat t! w Este inconveniente se subsana construyendo experimentalmente la curva que da las variaciones del polinomio en función del tiempo y dleterminando después el área o también midiendo las velocidades correspondientes a dos épocas distintas y hallando la diferencia de sus logaritmos. 3. Punto de vista de la mecánica atómica. — Marcelin, basándose en la idea ya generalizada, de que en un sistema en evolución, sólo una déb:l fracción de las moléculas es capaz de actuar en un mo- mento dado, llega de un modo deductivo por la aplicación de los prin- 228 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA cipios de la equipartición de la energía de Boltzmann-Gibbs, a esta- blecer la fórmula exponencial IT. Considerando la molécula como un sistema complejo cuyo estado en cada instante depende de las coordenadas generalizadas (mecá- nica de Lagrange) y de los momentos generalizados (variables de Hamilton), Marcelin halla para las velocidades con que las moléculas de los sistemas regresivo y progresivo atraviesan la superficie crí- tica que divide el espacio representativo en dos partes las siguientes ecuaciones : RT RT v=M XD Aj As a A RT ) a) (porque A,, =A.,, en equilibrio). Esta demostración de la fórmula ya hallada por el método de las AN JA dn, = dth, exp e ) y dn, = díh, exp (— En o bien: analogías mecánicas, es válida para todos los casos menos los que se relacionan con los fenómenos cuyas velocidades son imposibles de medir por nuestros medios de observación (fenómenos explosivos). Al medir la velocidad de reacción se mide con diferencia de una constante el número de moléculas que en la misma época atraviesan la superficie crítica. (Quizá sea necesario introducir modificaciones a la teoría cinética para hacer más legítima su aplicación al caso de los fenómenos quí- micos, donde intervengan fuerzas de mucha intensidad. Admitiendo que el calor de reacción se debe a la deformación producida por el choque de los átomos atraídos por la fuerza de afinidad y represen- tando a estos últimos por núcleos rodeados de esferas tanto mayores cuanto mayor sea esta fuerza, se saca la conclusión de que la proba- bilidad de encuentro, y por lo tanto, el trabajo y el calor desarro- llados en la unidad de tiempo y la velocidad de reacción variarían en el mismo sentido que dicha fuerza. B. Aplicaciones a , daY d [(dY Los parámetros o variables de evolución como v, =— — =p " dn” dt Ldn, d dy day , 7 (log 0), la y AN 1t, pueden ser tomados como base para la clasi- al NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 229 ficación energética de las transformaciones físicoquímicas y para el establecimiento de un sistema de equivalencia dinámica. 1. Ensayo de clasificación dinámica de las transformaciones físicoquimicas Primera categoría : las variables de evolución (excepto la velocidad y la afinidad instantánea), no dependen de la concentración de cada instante. — A. El coeficiente K depende de la temperatura: a) reac- ciones químicas monomoleculares irreversibles, reversibles y late- rales (de igual orden); b) transformaciones físico-químicas: disolu- ción, difusión simple, evaporación y sublimación, deshidratación de cristales. B. El coeficiente K no varía con T: a) Transformaciones radioactivas consideradas como monomoleculares; b) transformacio- nes fotoquímicas monomoleculares. Segunda categoría : las variables de evolución dependen de la concen- tración de cada instante. — A. Transformaciones en las cuales no in- terviene agente químico capaz de modificar la velocidad : reacciones bi y plurimoleculares, irreversibles y reversibles: reacciones suce- sivas. B. Transformaciones en las cuales interviene un agente ca- talizador: catalisis simple, autocatalisis, catalisis complejas (dias- tasas, etc.) 2. El diagrama energético-dinámico como base para establecer la equivalencia de los sistemas en evolución La intersección de la superficie característica con los planos respec- E : af : tivamente perpendiculares a los tres ejes (v 0 an) T y £ determinan tres sistemas de líneas: las ¿sodinámicas o isoenergéticas, las isotér- micas y las isócronas. La equivalencia de los sistemas isotérmicos en evolución debe ser di- námica, para lo cual es necesario tomarlos en estados isócronos y com- parar las fuerzas, los trabajos, los impulsos y las potencias (para la unidad de concentración inicial). El teorema de los estados inicial y final y los diagramas de la Ter- modinámica clásica sólo permiten la equivalencia estática, debido a que eliminan por completo los estados intermedios y la variable tiempo. 230 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Queda aún por averiguar si existe alguna relación entre las varia- ciones térmicas totales y los datos numéricos de la velocidad de trans- formación. La comparación de ambos resultados quizá permita en las trans- formaciones «anormales» determinar la inercia química o las resis- tencias que puedan oponerse a la evolución del sistema. Otros conceptos relativos a la evolución de los sistemas fisicoquímicos Las investigaciones relativas a la transformación de los cuerpos radioactivos ya generalizadas a algunos cuerpos químicos comunes, ponen en evidencia la necesidad de considerar la velocidad del sis- tema y la sucesión de los estados intermedios, para llegar a definir una característica importante de la evolución del mismo. Así, por ejemplo, la duración media de vida tiene un valor que depende del área encerrada por la curva [«*=f (0] y de la forma de esta última. Para completar el enunciado de la ley general de la evolución de los sistemas físico-químicos se hace imprescindible continuar la revi- sión de los principios de la dinámica química, incluyendo el estudio de los fenómenos más complejos como los denominados de histéresis química, cuya evolución depende de todos los estados por los cuales pasa al sistema desde el inicial hasta el final. La evolución de los sistemas físicoquímicos y los principios de la termodinámica clásica: reseña histórica En la primera etapa Berthollet imprime una tendencia mecánica a los principios de lo que hoy puede llamarse Química racional, lo cual permite a Wilhelmy, Guldberg y Waage y sus sucesores, la frue- tífera aplicación del análisis matemático y de los principios más mo: dernos de la mecánica. Introducido el concepto de velocidad de reac- ción y las leyes que rigen este fenómeno de carácter esencialmente dinámico, quedó de hecho establecida la cinética química. En la segunda etapa este movimiento iniciado con tanto éxito quedó detenido debido al incremento enorme que tomaron las apli- caciones de los principios de la termodinámica de Carnot-Clausius y de Mayer, al terreno de la química. Los trabajos de Gibbs, Helm- holtz, Hortzmann, Le Chatelier, Van't Hoff, Duhem, Thomsen, Ber- NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 231 thelot Planek y Nernst consolidaron el establecimiento de la estática energética, permitiendo una medida termodinámica de la afinidad por la determinación del trabajo máximo. Por último, Marcelin, siguiendo el camino trazado por sus ante- cesores, complementa los principios de la termodinámica clásica a fin de llegar a prever la evolución de los complejos físico-químicos. Tomando como punto de partida el concepto de afinidad, que Gibbs sacó como una generalización de la mecánica de Lagrange, halla la función que liga la afinidad o fuerza química con la velocidad de transformación y deja establecida la dinámica energética. Con esta sienificativa reforma se hace posible la introducción de otros con- ceptos mecánicos, como la impulsión y la potencia (parámetros de evolución) y como una consecuencia la clasificación energética de las transformaciones físicoquímicas y las bases para un posible sistema de equivalencia dinámica. En resumen, la causa de la omisión señalada está en la orientación exclusiva hacia los principios de la termodinámica, y en especial, en el teorema de los estados inicial y final que prescinde por completo de los estados intermedios y del mecanismo íntimo de las transfor- maciones que se efectúan a temperatura constante. Queda a la discusión futura dilucidar definitivamente los proble- mas planteados con el objeto de ver hasta qué punto los nuevos con- ceptos, expresiones y diagramas permiten estudiar la evolución de los sistemas físicoquimicos. Sentados de un modo general los principios y el método, resta aún muchísimo que hacer, y en particular en la dinámica físicoquímica, pues el material experimental necesario para establecer de un modo preciso las bases de la equivalencia de los sistemas en vías de evo- lución y el paralelismo entre sus resultados y los de la termoquímica es aún muy escaso. Por lo que a mí respecta me complazco en declarar que aun cuando el sistema propuesto fuera erróneo, el estudio realizado no habría dejado de prestar alguna utilidad, pues lo considere capaz, por lo menos, de dejar en pie más incógnitas que las que modestamente resuelve y ello basta a inclinar el espíritu hacia la meditación pro- vechosa. 232 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA APÉNDICE Correspondencia DE R. MARCELIN A H. DAMIANOVICH Paris, le 12 mars 1914. Monsieur, Je vous envoie tous mes remerciements pour la courtoisie avec laquelle vous m'avez envoyé votre brochure. Bien que ne sachant pas l'espagnol j'ai pu avec un peu de peine achever la lecture de votre travail ; j'ai pris á cette lecture le plus grand intérét. A y regarder de pres il me paraíit que nous différons non sur le fond méme des choses mais sur la méthode dexposition á adopter. Vous ne faites d'ailleurs porter notre divergence que sur une phrase de mon mé- moire écrite d'une maniére toute incidente et sur laquelle je n'avais pas insisté croyant qw'elle répondait a des notions tout a fait classiques déve- loppées dejá non seulement par Duhem mais aussi par Perrin et Nernst. Je ne erois pas qu'on puisse mettre en doute la proposition de Duhem : « La vitesse de la combinaison qui se prodnit á un instant donné, est dé- terminé lorsqu'on connaít, a cet instant la nature et l'état des corps qui forment le systeme considéré, la température á laquelle ce systéme est porté et la pression á laquelle il est soumis. » Ce qui revient encore a dire: La vi- tesse de transformation d'un systeme dépend de son état présent et non de son histoire antérieure — ou encore la dynamique chimique ne présente rien de comparable á Pinertie de la mécanique rationnelle : pour connaítre la vitesse a l'instant t il n'est pas besoin de comnaítre la vitesse a l'instant t — dt lorsqw'il s'agit de chimie ; cela est nécessaire au contraire en méca- nique rationnelle: la vitesse d'une pierre dépend non seulement de sa po- sition actuelle mais de sa vitesse á l'instant précédent. D”ailleurs vous admettez vous méme tout a fait cette idée en écrivant par exemple : dx E b 7 T— == K (4 — X£ —- WU) ... — 40) : : de : Vous écrivez bien aussi que 7 n'est fonction seulement que de x. Ceci étant j'ai écrit: Dans les équations de mouvements qui utiliseront la dynamique physico-chimique, les dérivées secondes ne devront pas in- NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 233 tervenir. C'est sur ce point que nous différons et c'est lá seulement un point de méthode. Remarquez bien que j'ai écrit que les dérivées secondes ne devront pas intervenir et non comme vous me le faites dire quw'elles ne pourront intervenir. dx ¿ ] Ó J”ai voulu dire qu'en Je n'ai jamais douté qu'on ne puisse calculer procédent de la sorte on apporterait une inutile complication algébrique et que l1?on masquerait ce fait tout á fait fondamental que la vitesse de réaction est déterminée uniquement par 1'état présent du systeme. Il impor- te, je pense, de traduire les faits de la maniére la plus générale mais aussi avec le plus de simplicité ; pourquoi des lors écrire une équation difté- rentielle de second ordre, lorsqu'une équation de premier ordre est tout a fait suffisante. Voyez comment l'on procede en mécanique rationnelle, on écrit une 2 = F parce qu'il west possible d'écrire une dt? équation d'ordre moins élevé et qu'il faudra introduire dans la premiére in- équation du second ordre m tégration la vitesse initiale comme constante d'intégration. Il ne viendra á 1'idée de personne de dériver 1'équation précédente et d'é- crire : dx tdrkidz de — da dt pour ajouter ensuite qu'on peut faire intervenir en mécanique les dérivées troisiémes par rapport au temps. Remarquez encore que dans la suite de mon travail j'ai cherché á me rapprocher de la mécanique ordinaire en écrivant la vitesse en fonction des grandeurs qui jouent le róle des forces (affinités). 11 s'est trouvé qu'on rendait compte de tous les faits connus en écrivant que la vitesse est une fonction des affinités, en mécanique rationnelle que Paccélération est une fonction des forces. Yl y a donc bien lá une différence de nature entre méca- nique chimique et mécanique rationnelle. Dans un mémoire qui paraítra bientót dans le Journal de chimie-phy- sigue vous trouverez pour quelles raisons de nature profonde cette distinction est nécessaire ; vous verrez que la régle de distribution de Boltzmann-Gibbs permet de retrouver en faisant usage de la théorie cinétique, tous les ré- sultats que j'avais énoncés précédemment. Si vous avez sous la main les Comptes-rendus de Y Académie des sciences vous trouverez une indication trés sommaire de toutes ces idées en consultant les numéros des derniers mois. Je vous envoie en tout cas le procés verbal d'une communication récem- ment faite á la Société de chimie-physique. . . . . . . * . . . . . . . , . , . . . . . . R. Marcelin. AN. SOC. CIENT, ARG. — T. LXXXIV 16 234 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 1 DE H. DAMIANOVICH A R. MARCELIN Buenos Aires, 15 juin 1914. Monsieur le professeur Marcelin, J?ai regu votre bienveillante lettre il y a déja quelque temps oú vous examiniez le travail que je vous avais envoyé sur la Cinétique chimique. Si je ne vous ai pas répondu plus tót c'est que je voulais vous adres- ser en méme temps mon deuxiéme travail sur le méme sujet. J'ai lu avec le plus grand intérét votre discussion touchant 1l'intro- duction des notions de vitesse acquise et inertie á la cinétique chimique, et je dois vous exprimer combien j'ai été satisfait de voir Pattention que mon modeste article avait su éveiller chez un physicien de votre mérite. Il y a quelques années déja que je suis avec le A plus grand soin vos publications touchant la mé- canique chimique, que j'ai eu occasion de faire connaítre á mes éleves dans mon cours de Physi- A t+dt B_ co-chimie, et je reconnais que toutes ces idées nouvelles viennent corriger tout ce qui manquait jusqw'ici, partiecnlierement en ce qui concerne la fonction liant la vitesse avec la force connue sous le nom d'affinité chimique. Permettez-moi maintenant de répondre á quelques points importants traités dans votre lettre. Il est évident qu'en écrivant 1"équation fondamen- tale de la cinétique chimique, déduite du principe des masses, nous expri- mons que la vitesse est fonetion de la concentration, mais ceci n'implique 2 y pas que nous tenions aucun compte de la dérivée de En effet le contraire résulte de ce que la vitesse varie et que la variation peut étre représentée par le vecteur AB, MA et MB représentant la vitesse chimique aux époques tett- dt. La limite de la raison sera donc l'accélération chimique, accesi- ble á Vexpérience pour chaque époque distincte. Il ne me semble pas que le dix , s O , calcul de qe résume á introduire une complication inutile, comme vous ot” me semblez le croire, car ce calcul va nous permettre d'étudier la variation de la vitesse, suivant le signe de la dérivée, qui dépendra á son tour de celui du polynóme P;,, figurant dans 1'expression : a > —— E dt? En NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 235 En effet, trois cas pourront alors se présenter, suivant que la vitesse sera eroissante, décroissante ou nulle. Le premier cas, d'autre part, se réfere au phénoméne remarquable Vinduction chimique ou accélération positive qu'on observe dans un grand nombre de réactions pendant la période initiale (pé-' riode d'inertie), phénoméne auquel il ne me semble pas qu'on ait jusqu'a présent attribué toute l'importance dont il est digne. D'autre part je ne veux pas m'étendre davantage sur ce point que j'ai traité avec détails dans le travail que je vous envoie (inertie et variation de force vive; inertie et concept cinétique de l'équilibre, etc.). Je suis heureux en méme temps de vous adresser les travaux de mon collégue et ami, M. C. Meyer, chargé du cours de Physique-mathématique. D'un autre cóté je me permettrai de vous faire remarquer que je n'ai pas différentié les diverses équations de la cinétique pour ensuite intégrer les résultats et revenir á la fonction primitive, ce qui aurait constitué une opé- ration inutile, mais que j'ai pa donner aux expressions une forme telle qu'en intégrant, je suis arrivé a la formule génerale : : log v' — log v” = K | P2=*di c'est-á-dire a la loi suivante : dans les réactions supérieures á celles du pre- mier ordre, la différence entre les logarithmes des vitesses prises á deux épo- ques distinctes est proportionnelle a l'intégrale d'un polynóme en z fonce- tion de t, d'un degré inférieur d'une unité a l'ordre de la réaction et de la forme générale : PL = we Or comme probléme de chimie, cette loi ne présente pas un sens concret; j'ai cherché dans un deuxiéme travail de déterminer ce sens. En introdui- sant le concept d'impulsion chimique, définie par Pintégrale | Adt, et en rem- placant laffinité A par une expression de cette force en fonction de la vi- tesse, ce qui est facile au moyen de votre formule : pour les réactions irreversibles, on obtient "expression suivante : E Impulsion chimique = — RT Y logv dt. y Dans ce cas le polynóme P/ 7? de notre relation écrite plus haut conserve Pr une grande analogie avec la force chimique, et l'intégrale | DP 1 dt ressem- ble beaucoup á Vimpulsion chimique. Pour le moment je cherche á trouver un grand nombre de réactions chimiques la valeur de Pintégrale donnant limpulsion, en calculant au moyen du planimétre laire ABA'B”, et je 236 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA crois qu'ainsi on obtiendra une méthode approchée permettant de calculer eraphiquement l'impulsion totale d'un systeme chimique en transformation, c*est-á-dire indirectement le travail de la force d'affinité pendant le temps t. De cette fagon chaque systeme chimique aura une aire caractéristique pour chaque isotherme. En ce qui concerne la différence essentielle que vous faites ressortir, je serais trés heureux que vous voulussiez bien me fournir quelques explica- tions ; aussi j?attends avec impatience la publica- A tion du travail que vous devez faire paraítre dans le Journal de chimie-physique. Dores et déjá je puis penser que la vitesse étant une fonction de lPaftinité (celle-ci remplissant le róle de force), Vaccélération chimique doit étre aussi fonction des forces chimiques, c'est-a-dire 0 A B' quelque chose d'analogue á ce qui se passe en mécanique. D'autre part, si en mécanique, laccé- RT 103 v lération est fonction des forces, la vitesse l'est á son tour, tout a fait comme en mécanique chimique, suivant votre opinion méme. A premiére vue, je vois plutót dans tout cela un argument en faveur des rapports trés intimes existant entre les deux mécaniques. J'ose espérer que ces relations épistolaires continueront entre nous, et qw'elles pourront étre pour moi de la plus grande utilité, ce dont je vous remercie d'avance bien sincerement. Recevez, monsieutr et collegue, l'assurance de mes sentiments bien dé- voués. H. Damianovich. ¡00 DE R. MARCELIN A H. DAMIANOVICH Paris le 15 juillet 1914. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Je vous envoie tous mes remerciements pour la longue lettre que vous avez bien voulu m'adresser aimsi que pour les intéressants travaux que vous m'avez fait parvenir. Je tiens aussi á vous exprimer ma reconnaissance pour la place que vous donnez á mes recherches dans vos cours et dans vos travaux. Vous voudrez bien transmettre aussi tous mes remerciements á mon- sieur Camilo Meyer pour ses remarquables études. Je lui fais parvenir ma thése que vous avez vous-méme dú recevoir. NUEVOS PROBLEMAS DE LA DINÁMICA QUÍMICA 237 J'ai eu un peu de peine a lire ces mémoires en español et je fais le von tres vif de les voir paraítre en francais ; cela je pense intéresserait un cer- tain nombre de personnes. La tres légere critique que je vous avais présenté me parait maintenant tomber. Je n'avais pas nié en effet la possibilité d'introduire la notion WVaccélération, je m'étais demandé seulement si cela était utile. Votre deu- xiéme mémoire prouve que cela peut effectivement présenter de 1'intéret ; et je ne serais pas étonné si la notion d'impulsion chimique que vous intro- duisez ingénieusement était appelée á rendre de grands services dans 1a- venir. Peut-étre permettra-t-elle une classification rationnelle des réactions ce qui a l'heure actuelle manque encore á beaucoup d'égard. Je serai tres heureux d'apprendre dans l'avenir les résultats que vous avez obtenus á cet égard. | Pour moi je poursuis le calcul de lénergie critique pour un certain nom- bre de réactions ; c'est une besogne fastidieuse et je ne sais encore s'il en sortira quelque chose d'intéressant. J”ai dú d'ailleurs délaisser un peu la cinétique chimique pour me livrer á des études cristallographiques. Je compte publier dans le courant de l'an prochain un travail sur ce sujet. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . R. Marcelin. IV DE L. NATANSON A R. MARCELIN Cracovie, juin 1914. Monsieur et cher collégue, Je suis vraiment un peu confus de ne pas vous avoir encore remer- cié du précieux envoi de votre remarquable mémoire sur la cinétique physico-chimique, ainsi que d'autres notes et communications qui m'ont vivement intéressé. Croyez-moi, monsieur, queje considere votre these com- me une des plus belles ceuvres de philosophie naturelle qu'il m'a été donné d'étudier dans ces derniers temps. Comme vous m'avez fait 1'honneur de citer mon nom, parmi ceux qui, il y a déja longtemps se sont efforcés de contribuer a l'édification d'une dynamique tout-a-fait générale, vous ne vous étonnerez pas de nm entendre dire que ma sympathie tout entiére et mes voux les plus chaleureux sont acquis a votre courageuse entreprise, et que je me réjouis sincerement de voir ces idées renaítre — et avec quel succés — qui m'ont tant préoccupé J'admire ce génie essentiellement francais qui partout aspire á la géné- ralité, a Penvergure d'une vue abstraite d'ensemble, cette tendence illu- mine votre mémoire et la guide et je ne puis que vous souhaiter, monsieur, 238 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA les plus grands suecés dans cette voie qui, si elle est hérissée de difficul- tés, est une grande route magistrale et non pas un sentier détourné. J'espére qu'un jour j'aurai le loisir de m'entretenir avec vous, si vous voulez bien le permettre, de ces sujets qui peuvent passionner 1'áme d'un chercheur. L. Natanson. BIBLIOGRAFÍA BERTHELOT, Mécanique chimique fondée sur la thermochimie. BERTHOLLET, £Essar 'estatique chimique, 1803. BERTHOUD, Journal de chimie-physique. 3RINER, Journal de chimie-physique : caractere atomique de la dynamique chimique des systemes gazeuz. DAMIANOVICH (H.), Sobre algunos problemas de cinética química : aceleración, im- ducción y velocidad adquirida en las transformaciones isotérmicas. Anales de la Sociedad química argentina, tomo 1, 1913. — Sobre algunos problemas de cinética química : las leyes de la mecánica y las ecuaciones de la velocidad de reacción : loc. cit. 1914. — La noción del impulso químico. Revista del centro de estudiantes de ingeniería. 1914. — Las nociones de impulso y de potencia en la mecánica química. 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(Mémoire transmis le 20 février 1914 par la Société de Chimie-physique y Journal de chimie-physique, 1914, número 2 y especial- mente el extenso trabajo publicado en los Anales de physique bajo el título Contribution ú Vétude de la cinélique physico-chimique, enero-febrero 1915, páginas 121-184. MALAGUTI (A. CH.) 1853, véase : Dottore Icilio Guareschi : Faustino Malaguti e le sue opere. Torino, 1902. MELLOR, Staticals and dynamicals chemistry. (Text bool of physical Chemisty Ram- say.) MirLrI, ALDO, Sulla velocita, de reazione e sulla loro derivata rispetto al tempo. Gaz- zeta chimica italiana, tomo XXXVIII, seconda parte, página 55. — Sulle curve della potenza istantanea di calore determinate dalle reazione chimi- que, loc. cit., tomo XXXVII, seconda parte. — Chímica cinetica : Emp. AlÚ enciclopedia de chimica del professor I. Guares- chi, volumen XXIII, 1907. : MEYER, CAMILO, La teoría cinética de los gases aplicada a la unión de dos átomos idénticos y a la combinación de dos átomos monovalentes distintos, (Anales de la Sociedad científica argentina, tomo LXXVIl, página 49, 1914. — Las derivadas segundas con respecto al tiempo en la cinética química y los fal- sos equilibrios químicos, loc. cit., página 165. — Influencia de la presión y temperatura sobre los fenómenos de disociación, loc. cit., tomo XXVIII, página 39. MEYER-LOTHARD, Les théories modernes de la chimie. NATANSON, Citado por Marcelin y Duhem. NERNST, Traité de chimie générale. Traducción de Corvisy, 1913. OSTWALD. PERRIN, Traité de chimie-physique : Les principes. PLANS Y FREYRE, Lecciones de termodinámica con aplicación a los fenómenos quiími- cos. Universidad de Zaragoza, 1913. PICARD, La science moderne et son état actuel, 1906. POINCARÉ, Thermodynamique. PLANCK, Thermodynamique générale. Traducción de Corvisy. ROBIN, Thermodynamique générale. VaAn”rT HorrF, Études de dynamique chimique. Traducción. Amsterdam, 1881. — Legons de chimie-physique. UNA ARÁCEA CURIOSA FELIPPONIA A fines del año pasado, me remitió el doctor Florentino Felippone de Montevideo, una arácea que había recogido a orillas de los cami- nos en la Cuchilla de Melo, departamento de Cerro Largo. El aspecto raro de la planta, me llamó mucho la atención y pronto me convencí que se trataba de una especie nueva para la ciencia y que presentaba caracteres genéricos tan bien marcados que no sólo no se la podía confundir con ningún otro género, sino que ni siquiera se la podía hallar ubicación inmediata o próxima a alguno de los has- ta ahora conocidos. Los estudios histológicos realizados en el gabinete de botánica por su jefe el profesor A. Scala, indicaron la ausencia absoluta de vasos laticíferos y de células espiculares, confirmando así el resultado idén- tico a que habíamos llegado, el doctor Felippone en su laboratorio y yo en el mío particular. El doctor Felippone, en su carta de fecha 26 de julio de 1917 me decía entre otras cosas <«... en mis preparacio- nes anteriores no he encontrado vasos laticíferos. Son vasos espiri- lados, células parenquimatosas y una reserva grande de materia ami- lácea, al punto de presentar dificultad para su eliminación por los reactivos apropiados...» y el profesor Scala me comunicó sus resul- tados en un informe que transcribo a continuación en la parte que me interesa aquí : <«... no he podido hallar en los diversos órganos de la arácea (rizoma, pecíolo y limbo de la hoja) ni conductos laticiferos mi células espiculares ». Por la carencia de vasos laticíferos, podría tratarse de una espe- UNA ARÁCEA CURIOSA 241 cie perteneciente a los grupos Pothoideae y Monsteroideae ya que el de Pistioideae no puede entrar en consideración por otros motivos. La ausencia de pelos intracelulares nos lleva directamente al grupo de Pothoideae dentro del que debemos ubicar la especie, si adoptamos la clasificación o subdivisión de Engler; pero no encontramos allí ninguno de los subgrupos como adecuado para nuestra planta. En efecto, las Pothoeae tienen flores hermafroditas con o sin perigonio, siendo así que en nuestro caso se trata de flores perfectamente uni- sexuales y desnudas; las Anthurieae difieren por el hermafroditismo y el perigonio; las Ouleasieae son plantas africanas, con tallos trepa- dores y con hojas espiraladas; las Zamioculeaseae, también del África, tienen hojas pinadas y las flores unisexuales no están separadas unas de otras en regiones o zonas bien manifiestas, y las Acoreae tienen perigonio. Si despreciáramos la existencia de células espiculares como carác- ter diferencial, o admitiéramos que nuestra planta no los hubiera des- arrollado en forma muy visible, es decir, que pudiera pertenecer al erupo Monsteroideae, donde el subgrupo de las Spathiphylleae tiene células espiculares escasas tampoco hallaríamos allí facilidad para ubicarla, pues todas tienen flores hermafroditas, presentando además una estructura de espata totalmente distinta a la nuestra. De los otros grupos, los únicos que podrían ser tenidos en cuenta serían los Amorphophalleac y Philodendroideae. Silo colocáramos den- tro del primero, formaría un género bien separado de todos los otros por sus hojas simples, graminiformes y por la disposición de la espa- ta; si en el segundo, constituiría también un género bien neto por el aspecto general, por su rizoma bulboso, por la inflorescencia, etc., y aparecería tan distanciado de todos los demás que podría constituir un grupo por sí mismo. Se ve, pues, que aparece nuestra planta con caracteres tan distin- tos y tan propios que no puede vincularse dentro del sistema a nin- gún grupo ni subgrupo ya establecido; ni siquiera aparece como es- labón intermediario entre ellos, a menos que por su carencia de vasos laticíferos, de células espiculares y por la disposición de la inflores- cencia que recuerda remotamente a la de Amorphophallus sparsiflorus (Engl.) Engl., se pretendiera ligar las Pothoeae con las Lasioideae, lo que parece muy forzado. No obstante, participa del primer grupo por el carácter negativo de los vasos laticíferos y células espiculares, diferenciándose por el aspecto y constitución de la espádice y al segundo grupo, conside- AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIV 17 242 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA rado a grandes rasgos, puede acercarse por la constitución de la in- florescencia, mas no por el carácter negativo ya señalado. Por estos motivos no vacilo en establecer un nuevo grupo, al que designaré con el nombre de Felipponieae ya que la especie que sirve de tipo para esta subdivisión la he bautizado con el de Felipponia uruguaya, en honor de mi colega Florentino Felippone, tan ventajosamente cono- cido por sus importantes contribuciones a la flora briológica del Uru- guay. La descripción somera va en seguida, reservándose el doctor Felippone publicar dentro de poco tiempo una más detallada, acom- pañándola con los dibujos correspondientes y con las observaciones que le brinden los diversos ejemplares que él actualmente cultiva en su Casa. FELIPPONIEAE Hicken nov. tribus Aracearum Fasciculis fibrovasculares laticiferis destituti. Pili intercellulares nulla. Nervi foliorum reticulati. Ovula anatropa. Herbae caudice hypo- gaeo tuberoso. Folia integra, radicalia, graminiformia. Nervi primarii subparalleli, secundarúi et tertiarii reticulati. Flores nudi, unisexuales in zonis bene disjunctis dispostti. FELIPPONIA Hicken Flores omnes unisecuales, nudi. Masculi : 4-(2-3)-andri, stamina brevissima thecis ovoideis vel globosis poro apicali sublineari dehiscen- tibus. Feminei monogyni. Ovarium ovoideum 1-loculare, loculo unio- vulatis; ovulum anatropum funiculo in fundo loculi affixo. Stylus nul- lus; stigma planum, laeve, integerrimum. Planta tuberosa, folias radicales, integerrimas, lineares, graminiformes emittens. Pedunculus teres, longus. Spatha oblonga, basi infundibuliformi con- voluta, quam spadice vix longiora; inflorescentia feminea masculae dis- Juncta ; imflorescentia mascula ad apicem spadicis usque florifer. Felipponia uruguaya Hicken nov. espec, Pedunculus elongatus ad 15-30 cm longus et 2 mm diam. Spatha cire. 10 cm longa, 15 mm lata oblonga, tantum S-10 mm partis inferis con- voluta, rosea. Spadicis quam spatha paullum brevioris inflorescentia UNA ARÁCEA CURIOSA 243 foeminea cire. 10 mm. longo, mascula 6-7 cm longo et vi 2 mm crassa, usque ad apicem florifer. Flores masculi a foemineis 2,5 cm sejuncti, 3-4 undri; stamina brevissima, thecis ovoideis, poro apicali sublineari dehiscentibus. Pistilla 1 mm longa ovariis ovoideis unilocularibus stig- mate sessile hexagonale laeve terminata, staminoideis duobus prismaticis ornatis. Planta tuberosa, foliis radicalibus integerrimis, glaberrimis, integris, graminiformis 30-45 em long. 15 mm lat. in vaginis longe at- tenuatis. De un rizoma tuberoso relativamente grande, de forma globosa de 2,5-3 centímetros de diámetro salen numerosas hojas graminiformes de 30-45 centímetros largo, que tienen en su parte más ancha hasta 15 milímetros de latitud. Son de borde integérrimo, glabérrimas, de verde muy lustroso y surcadas por nervios que salen del central y se dirigen hacia el borde para recorrerlo en dirección casi paralela. Los nervios de orden superior se reticulan formando mallas peque- ñas. El nervio central se presenta acanalado por arriba y muy emer- gente por debajo. La lámina se estrecha insensiblemente hacia abajo en una vaina larga, plegada y estriada longitudinalmente, abrazado- ras sólo en la parte más próxima al rizoma. El pedúnculo es de 15 a 30 centímetros de longitud por 2 milíme- tros de diámetro, sostiene una espata rosada de unos 10 centímetros de longitud y 15 milímetros de latitud que se envuelve en su parte in- ferior en una extensión variable de 5-10 milímetros. El eje de la inflorescencia es algo más breve que la espata y lleva a las flores femeninas en la parte inferior en una extensión de 10 mi- límetros, estando separadas de las masculinas por un espacio estéril de unos 2,5 centímetros de longitud. Desde aquí hasta el extremo, las flores masculinas ocupan todo el eje de la espádice. Estas flores se hallan formadas por aglomeraciones de 3-4 estambres de filamento sumamente corto y de anteras globosas que se abren por poros api- cales algo alargados. Hacia abajo se presentan las aglomeraciones estaminales algo separadas, pero rápidamente hacia arriba se apro- ximan y cubren por completo al eje florífero. Los pistilos tienen ape- nas un milímetro de longitud, son ovoideos, uniloculares, con un óvu- lo anátropo, y terminados en estigma sésil, aplanado, de contorno he- xagonal. Algunos pistilos van acompañados de 2 estaminodios, pris- máticos más breves que ellos. El rizoma, que al principio es globoso, suele articularse con la edad y contiene según análisis hechos por el profesor Scala «abun- dante almidón, que en general están constituídos por gránulos com- 244 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA puestos por por dos o tres granos que por dislaceración mecánica se separan conservando bien marcadas las líneas suturales ». En el te- jido de la hoja según el mismo profesor : «... existen numerosos cris- tales aciculares de oxalato cálcico, así como ráfidos de la misma com- posición, tanto en la nervadura central como en el mesófilo. En éste forman células alargadas, subepidérmicas, orientadas perpendicular- mente a la epidermis. Los estomas en la cara inferior son más nume- rosos que en la superior y se hallan rodeados por estrías cuticulares poco abundantes. En la cara superior los estomas son análogos y las células epidérmicas también tienen abundantes estrías cuticulares. Los estomas en corte transversal muestran ostiolo y preostiolo con :ámara subestomática amplia, siendo las células estomáticas nota- bles por su construcción especial. En los haces libero-leñosos de la nervadura central hay que notar la ausencia de células esclerosas rodeando al haz, así como la abundancia de vasos leñosos en cada haz. El líber es abundante y nítido ». ORISTÓBAL M. HICKEN. ORGANIZACIÓN DIDÁCTICA DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA CUATRO GRANDES FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍNICA * POR EL DOCTOR LUCIANO P. J. PALET Profesor suplente de la Universidad nacional de Buenos Aires Catedrático en la Escuela normal de profesores de la Capital (Conclusión) TI LAVOISIER Lavoisier: he aquí el nombre de la más grande de las cuatro personalidades, objeto de nuestras lecturas; figura inmortal, cuy: inteligencia prodigiosa había de destruir el error del flogisto, introdu- ciendo en la química en forma racional el uso de la balanza, convir- tiéndola en una verdadera ciencia al colocarla en la posibilidad de traducir en números sus resultados, haciendo de ella, como dijera Lagrange, «una ciencia tan clara como el álgebra » y al igual de los erandes apóstoles de las religiones, definiendo su filosofía en las pocas palabras de su ley inmortal : la materia no se crea ni se anula, solamen- te se transforma. Se le considera, y con toda justicia, como el fundador, el padre de la química moderna. La teoría del flogisto, esa falsa doctrina que, a pesar de serlo, hizo adelantar a la química considerablemente, acaso por el empeño de sus partidarios de encontrar hechos nuevos en los que pudiera fundamentarse aquel error, cayó para siempre ante la obra de Lavoisier: su ley genial ha sido una de las más grandes con- quistas de la química, o como dice Lademburg, una de las columnas más sólidas de la ciencia de la naturaleza: de la época de su enuncia- (1) Conferencia leída en los salones de la Sociedad Científica Argentina el 28 de agosto de 1917. 246 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA do data la nueva era de la química, la química moderna, nuestra química. Vimos en nuestras pasadas lecturas, la obra de Scheele y de Priest- ley, labor grandiosa de investigadores, verdaderos maestros de la experimentación, artífices del laboratorio; pero recordamos que, si bien eran grandes en el terreno de los hechos, apenas si se destaca- ban de la generalidad en el campo de las teorías. Lavoisier, por el contrario, posee este espíritu de verdadero hombre de ciencia ; gene- ralizador, con una intuición sin igual, con una gran amplitud de vistas, arregla, ordena y vivifica todos los descubrimientos de sus antecesores, y, si convenimos con Guareschi en que el gran mérito de una persona se debe juzgar no tanto por el valor intrínseco de sus descubrimientos sino por la influencia de los mismos sobre sus con- temporáneos y sobre el porvenir de la ciencia, la obra de Lavoisier ha sido sencillamente colosal. Scheele y Priestley descubrieron toda una serie de hechos nuevos en el terreno de la química; pero murieron fieles a la teoría del flogis- to, esa teoría que como dijimos vez pasada, a no haber aparecido en la época en que Juan Mayow publicaba sus admirables descubrimien- tos sobre el espíritu nitro-aéreo, nos hubiera conducido mucho antes a la revolución científica operada con Lavoisier. Es que, como bien dice R. Wagner: « Los progresos de la química no se deben tanto a aquellos químicos que multiplicaron los hechos con sus descubrimientos, como a aquéllos que introdujeron un nuevo método de investigación y de observación en las relaciones químicas, y se preocuparon por encontrar analogías y generalizar mediante fórmulas, creando de tal manera nuevas leyes permitiendo prever los fenómenos. » Lavoisier fué uno de estos últimos. Como todos los grandes revolucionarios en el campo de las ideas, ha sabido levantar contra él y su obra un mundo de detractores... Más adelante veremos algunos de estos detalles de su vida, y mien- tras tanto reconozcamos que su obra ha quedado intacta y que todos somos discípulos de Lavoisier, hasta aquellos mismos que por rivali- dades de nacionalidad le calificaron desde las columnas del Journal Fiir praktische Chemie como simple amateur y dilettante que no hizo más que apoderarse de la obra de los otros. Lorenzo Antonio Lavoisier, nació en París el 26 de agosto de 1743, hijo de José Antonio, abogado y procurador ante el Parlamento de Paris y no comerciante, como erróneamente afirman algunos historia- dores y algunas obras como el Diccionario enciclopédico hispano- FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 247 americano, tan corriente en nuestras bibliotecas. Hijo de una familia rica, recibió una esmerada educación en el colegio Mazarino o colegio de las cuatro naciones que había fundado un italiano en la « Ville lu- miére » por disposición testamentaria del cardenal Julio Mazarino. Sus primeros estudios se distinguieron en el campo de las letras, a tal punto que, para no negar lo que podríamos llamar una ley humana, también había escrito un drama en prosa, aquel drama o aquella co- media inspirada, trascendental, moderna, que guardamos en un cajón esperando la mano de nieve... que ha de rasgarlo. Ocupándose de temas literarios filosóficos, ingresó en el curso de filosofía, en el que empezó a sentir una verdadera inclinación hacia el estudio de las ciencias exactas, pero por consejo de sus parientes hubo de cursar la Facultad de derecho hasta que se licenció en la misma el 26 de julio de 1764. Alternando estos estudios, siguió los cursos de astronomía y ma- temáticas con el abate La Caille, fué uno de los más asiduos oyentes de la cátedra de botánica de Bernardo de Jussieu y dió sus primeros pasos en la química con Guillermo Rouelle, demostrador del curso de química del Jardín de plantas o Jardín del rey que dictaba el profesor Bourdelin. Este Rouelle (nació en 1703 y murió en París en 1770) fué el maes- tro de Lavoisier; era un habilísimo experimentador y un espíritu ori- ginal cuyo culto era la contradicción, sobre todo, de las teorías de su profesor, lo que trataba de demostrar a su excelente auditorio por medio de ingeniosas experiencias, que contribuyeron a despertar en Francia gran interés por el estudio de la materia. Entregado Lavoisier por completo al estudio, no conoció ninguna de las pasiones de la juventud; se olvidó del mundo, absorto por completo en sus trabajos y no cultivó otras relaciones que las de sus maestros y las de algunos sabios distinguidos de la época. A los veintitrés años ganó un premio en la Academia de ciencias. Ésta había propuesto como tema del concurso el siguiente asunto : « El mejor medio de iluminar durante la noche las calles de una gran ciudad, combinando la intensidad luminosa con la facilidad del ser- vicio y la economía. » Lavoisier se encerró en su habitación y durante más de seis sema- nas no vió otra luz que las de las lámparas con las que hacía sus experimentos. Al salir de su voluntaria prisión (abril de 1766) obtu- vo la medalla de oro. En el cálculo sobre el precio de costo de la iluminación en Paris, dejó entrever el orden y el método que debían 248 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA de colocarlo, más tarde, en el primer puesto entre los financistas y economistas del país. Efectuó varias giras mineralógicas y geológicas por el territorio de Francia, realizando toda una serie de investigaciones que debían de servir a la compilación del gran atlas mineralógico del país. En 1768, a los veinticinco años de edad, entró a formar parte de la Academia de ciencias. Después, buscando una posición que le permitiera con desahogo dedicarse a los estudios de un modo independiente, solicitó * y se le concedió en 1769, el cargo de recaudador general de impues- tos, que aumentó notablemente sus riquezas, pero que le obligaba a frecuentes inspecciones y a un trabajo nada despreciable, aunque esto no le impidió realizar sus grandes descubrimientos científicos. En ejercicio de este nuevo empleo, trabó amistad con Paulze, otro recaudador de impuestos, de mucha más edad que él, y en 1771 se casó con la hija de éste, María Ana. Hay quienes, modernamente y con la base de observaciones super- ficiales, hace notar Guareschi, han querido demostrar que los hombres de genio nunca se han casado y menos, han tenido hijos... Leibniz, Descartes, Newton... Tienen razón : hemos aprendido de Epícteto que entre las cosas que menos importan, están los hijos y la mujer, y Geethe nos ha dicho que el genio fracasa en la vulgaridad de la vida tranquila de familia, y al- guien ha escrito que casarse es cerrar las puertas del porvenir: es restarse... Pero, pese a todos estas reflexiones, César, Mahoma, Dante, Galileo, Kepler, Napoleón, Lagrange, Laplace, Lavoisier, Jussien, Volta, Darwin, Herschel, Davy, Scheele, Berzelius, Dumas, Liebig, Pasteur, Helmholtz, Faraday, etc., rindieron culto al matrimonio... Casado con la hija de Paulze, halló en ella una inteligente colabo- “adora, y con las ganancias que le produjera su nuevo cargo, hizo que su casa y laboratorio fuera el lugar de reunión de los más selectos hombres de ciencia del París de aquel entonces: Laplace, Lagrange, Monge, Foureroy, y de los extranjeros que tenían ocasión de llegar has- ta esta capital : a ella vimos concurrir a Priestley en octubre de 1774. En 1776, Turgot le colocó al frente de la comisaría de impuestos de sal y pólvoras e instaló su laboratorio en el Arsenal, laboratorio que, gracias a los medios pecuniarios de que podía disponer, estaba provisto de todos los mejores instrumentos y aparatos de la época, que hacía construir en establecimientos franceses, despertando en su patria una nueva industria que hasta entonces sólo había florecido en Inglaterra, de la que Francia era tributaria en tal sentido. FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 249 En 1788, Lavoisier fué destinado a la caja de descuentos, y en 1790 se le nombró comisario de la tesorería, año en que publicó un Tra- tado sobre la riqueza territorial del reino de Francia, cuya impre- sión por cuenta del Estado decretó la Asamblea constituyente. En 1791 entró a formar parte de la comisión de consulta de artes y oficios, escribiendo en tal ocasión un opúsculo conteniendo intere- santes reflexiones sobre la instrucción pública en tal sentido. También formó parte de la comisión para el nuevo sistema (deci- mal) de pesas y medidas del que puede decirse que fué el alma. En 1793, con Borda, midió la dilatación comparada del cobre y del platino para la construcción del metro que debía ser el patrón de este sistema de medidas. Al año siguiente, encontraba la muerte en la forma trágica que re- lataremos más adelante, permitiéndosenos una digresión en tal sen- tido, por cuanto se ha forjado al respecto una anécdota cuya veraci- dad se ha puesto en duda. Tal es, a grandes rasgos, la biografía de este genio de la química. Veamos ahora cuál ha sido su obra científica, obra vastísima que toca casi todos los puntos de la química y sobre la cual no podremos detenernos mayormente, a riesgo de prolongar esta lectura por mu- cho tiempo. Su primera memoria data de 1770 y lleva por título Sobre la natu- raleza del agua y sobre las experiencias por las cuales se ha pretendido la posibilidad de su transformación en tierra. El título de esta memo- ria es por demás curioso, puesto que demuestra la ignorancia quími- ca de la época. Todos los químicos del siglo XVI1IT admitían que los cuerpos estaban constituídos por cuatro elementos : el aire, el agua, la tierra y el fue- go, y admitían, igualmente, que el uno podía transformarse en el otro. En su primer trabajo, dió la prueba de la precisión y el rigor que habían de caracterizar toda su obra. Persiguiendo su experiencia du- rante 101 días, reconoció que la transformación del agua en tierra, admitida en esa época, era una verdadera ilusión y que el agua some- tida a la experiencia no cambiaba de peso: las débiles variaciones de peso así como el. enturbiamiento terroso que el agua produce, son debidos a causas accidentales. ¿ Cómo ejecutó esta experiencia ? Se sirvió de uno de esos recipien- tes de la época denominado « pelícanos », especie de alambique cuya parte superior comunicaba con el vientre. El vapor de agua, conden- sado en el capitel, descendía al estado líquido a la parte inferior del 250 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA aparato, para someterse a una nueva destilación y así sucesivamen- te, ni más ni menos como en los actuales aparatos con refrigerante a reflujo. Lavoisier tomó una cierta cantidad de agua, la pesó y la introdujo en su pelícano, cuyo peso le era conocido, así como el del conjunto que obtuvo para mayor seguridad. Destiló continuamente durante 101 días como dijimos, con esa perseverancia que le era característi- :2A... Pasado este tiempo, pesa a la vez el vaso y su contenido y en- cuentra que el conjunto no ha cambiado de peso. Desarma el aparato para pesar separadamente el vaso y el líquido y encuentra que el pri- mero ha perdido 17 granos de su peso y, en cambio, el agua ha aumen- tado de densidad, se ha vuelto turbia y evidentemente se ha cargado de alguna substancia fija. La somete a la evaporación y observa que deja un residuo de 20 granos de peso. Para Lavoisier los tres granos de diferencia no eran más que productos de alguna causa accidental que en nada modificaba el fenómeno: La balanza como vemos es en sus manos, y desde su primer trabajo, un reactivo fiel, como ha dicho Dumas, del que siempre hiciera uso constante. En la misma época, Scheele trataba la misma cuestión y llegaba a idénticos resultados; demostraba además que la presencia de la sílice en suspensión en el agua y la del álcali presente en disolución en el líquido eran debidas a los elementos de vidrio descompuesto por el: agua, a causa de una fuerte ebullición. Grimaux confrontando los dos trabajos de Scheele y de Lavoisier para demostrar que el agua no se transforma en tierra y comparando los dos métodos de experimentar, dice que Scheele lo hacía como quí- mico y Lavoisier como físico. Mucho costó esta verdad para ser comprendida : no faltaron char- latanes que sin base experimental ninguna continuaban en afirmar que el agua se transformaba en tierra por medio de la ebullición, charlatanes de ayer que como muchos de hoy, sin pedir al laborato- rio la clave de la verdad, con ambición de la gloria, designios de hacer fortuna y ansias de empequeñecer a todos, vegetan en nuestro medio, parásitos de los demás, «Sanchos Panzas científicos que con- vierten la purísima doncella de la ciencia en meretriz envilecida. » Tenía Lavoisier en esta ocasión 27 años. El conocimiento de una verdad fué el primer paso para descubrir otra... Y esa otra fué su gran descubrimiento relativo a la teoría de la combustión que realizara el 1% de noviembre de 1772; descubrimien- to que ha precedido al del oxígeno. FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 251 «El azufre y el fósforo — deeía Lavoisier en una memoria remiti- da a la Academia — queman aumentando de peso: este aumento es debido a la fijación del aire y lo mismo sucede para los metales calci- nados en el aire; y lo que prueba esto es que, calcinando una cal me- tálica, tal como el litargirio, con el carbón, se ve reaparecer el aire que se había fijado por la calcinación; se puede recoger así un gas cuyo volumen es, por lo menos, mil veces mayor que el del litargirio empleado. » En la época en que Lavoisier realizaba estas experiencias la com- posición del aire y la del ácido carbónico eran desconocidas. Lavoisier, como dice Frémy, por el privilegio de su genio razonaba hasta en presencia de hechos no explicados. Calentando el óxido de plomo con el carbón, no es el aire absorbi- do por el metal el que se desprende, sino el anhídrido carbónico. Más tarde, debía de rectificar la explicación que acabamos de mencionar. Estas investigaciones se encuentran en sus Opúsculos físicos y quí- micos que publicó a principios de 1774, obra que contiene el ger- men de casi todos los descubrimientos posteriores de Lavoisier. Nin- eún libro de química se conocía entonces, escrito con tanta claridad y con experiencias expuestas con métodos tan nuevos y tan modernos. Obtuvo un gran éxito en todo el mundo científico, y fué traducido al inolés y al alemán. El 12 de noviembre de 1774 lee en la Academia de ciencias su hermosa memoria intitulada Sobre la caleinación del estaño en vasos cerrados y sobre la causa del aumento de peso que adquiere este metal durante esta operación. El aumento de peso que experimentaban los metales calcinados en el aire, era conocido antes que Lavoisier. Roberto Boyle, en su Tra- tado de la pesantez de la llama y del fuego admitía que la materia de la llama y el fuego penetraban a través de la substancia del vidrio y se combinaban a los metales aumentando sus pesos y transformándolos en cal. Lavoisier rebatió las explicaciones de este célebre físico, calcinan- do estaño en un vaso cerrado; después de la experiencia demostró que el peso del aparato no había cambiado y que, en cambio, se pro- ducía un vacío en el interior del mismo, y dió cima a su memoria con esta notable conclusión: «Una porción del aire es susceptible de combinarse con las substancias metálicas, mientras que otra porción de este mismo aire rehuye estas combinaciones; supongo, pues, que el aire no es un ser simple y que lo que queda después de la calcina- 252 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ción de los metales en el aire es una especie de mofeta incapaz de ser- vir a la respiración de los animales y determinar la inflamacion de los cuerpos. » Como vimos, Scheele y Priestley, en sus múltiples experiencias lle- garon a conclusiones más o menos análogas, pero ninguno de ellos, por falta de ese espíritu generalizador de que tanto hemos hablado, supo sacar el partido que sacó Lavoisier... Éste no se detuvo ahí, y para llevar el convencimiento a todos los espíritus incrédulos de la época, saturados de la teoría del flogisto, imaginó el aparato admirable que lleva su nombre, que todos nues- tros textos reproducen en conocida lámina, y que se conserva monta- do tal cual lo usara su autor en el centro de la estancia en que el Deutsches Museum de la Isla de Isar reune los útiles y aparatos de los laboratorios del siglo XVII. Recuerdan ustedes el aparato: Una gran retorta, de esas clásicas retortas de alquimistas en que la imaginación calenturienta de más de uno buscara con ardor el spiritus mundi o el elixir de larga vida, una gran retorta de vidrio, de largo cuello en forma de U viniendo a parar bajo una campana... En la retorta puso cuatro onzas de mercurio y comenzó la calcina- ción del metal, manteniéndola doce días a un grado de calor casi igual al necesario para su ebullición. «Durante el primer día — dice él mismo en su Tratado de quéómi- ca — nada notable ocurrió : el mercurio se encontraba en estado de evaporación continua: recubrían el interior del recipiente, primero pequeñas gotitas del metal, que poco a poco aumentaban, agrandán- dose, y que, adquiriendo un cierto volumen, caían nuevamente sobre el fondo del vaso, es decir, de la retorta. El segundo día comencé a ver nadar, sobre la superficie del mercurio, muchas pequeñas partícu- las rosadas que en pocos días aumentaron de número y de volumen. Finalmente, al terminar el duodécimo día, habiendo cesado el fuego y dejado enfriar el vaso, observé que el aire que contenía 50 pulgadas cúbicas de aire, había disminuído de ocho a nueve pulgadas cúbicas, cerca de */, de su volumen, y al mismo tiempo se había formado una porción bastante considerable de mercurio (nosotros decimos el óxi- do), alrededor de 45 granos de peso. Este aire, así disminuído, no precipitaba el agua de cal ; pero apa- gaba las luces, hacía perecer en poco tiempo los animales que en él se sumergían, no daba vapores rojos con el aire nitroso : era un esta- do absolutamente mefítico. FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 233 Es sabido, de las experiencias del señor Priestley y de las mías, continúa diciendo Lavoisier — que el mercurio precipitado per sé, no es más que una combinación de mercurio con cerca de un duodécimo de su peso del aire mejor y más respirable, expresión que usaremos para diferenciarlo del aire común. Parecía, pues, probado que en la experiencia anterior, el mercurio, calcinándose, había absorbido la parte mejor, la más respirable del aire, dejando la parte mefítica y no respirable, y la experiencia siguiente me ha confirmado esta verdad. Recogí los 45 granos de cal de mercurio formados durante la calci- nación precedente y los coloqué en una pequeña retorta de vidrio, cuyo cuello, doblemente recorvado, entraba bajo una campana llena de agua y procedí a la reducción sin adición alguna. Encontré, con esta operación, casi la misma cantidad de aire que había sido absor- bido en la calcinación, es decir, ocho a nueve pulgadas cúbicas y re- combinando estas ocho o nueve pulgadas cúbicas con el aire que había sido viciado en la calcinación del mercurio, lo restablecí bas- tante exactamente en su estado primitivo: es decir, de aire común; este aire así restablecido no apagaba las luces, no mataba los anima- les que lo respiraban... He aquí la prueba más completa a que se puede llegar en química: la descomposición del aire y su recomposición. Y resulta evidente- mente : <1* que los “/, del aire que respiramos están como ya lo he anunciado en una anterior memoria, al estado de mofeta, es decir in- capaces de mantener la respiración de los animales y la inflamación y combustión de los cuerpos; 2” que el resto, es decir '/, sólo del vo- lumen del aire de la atmósfera es respirable ; 3% que en la calcinación del mercurio esta substancia metálica absorbe la parte saludable del aire, dejando sólo la parte mefítica, y 4* que reuniendo estas dos par- tes del aire así separadas, la parte respirable y la parte mefítica, se obtiene un aire igual al de la atmósfera. » Acabo de expresarme con las mismas palabras de Lavoisier. Véase cuanta sencillez en la exposición y qué claridad en los conceptos y sobre todo qué beneficiosa ausencia de esa literatura llena de florile- ios de algunos de nuestros textos modernos en que, para describir lo que constituye un fenómeno físico, llaman a su socorro a todas las musas del Parnaso y se expresan de este talante : «una nube se cier- ne en la atmósfera, de pronto una vivísima luz en zigzag la surca en toda su extensión, poco después un estampido que resuena algún tiempo con ecos lejanos se hace oir, mientras la lluvia en finas gotas 254 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA cae sobre la tierra »... Y sigue el inspirado y metafórico químico dan- do ejemplos de líricos y poéticos fenómenos físicos. El estilo de nuestro trabajo, dice Ramón y Cajal, en su cien mil veces hermoso discurso de recepción, será genuinamente didáctico, so- brio, sencillo, sin afectación y sin acusar otras preocupaciones que el orden y la claridad. El énfasis, la declamación y la hipérbole no deben figurar jamás en los escritos científicos, si no queremos perder la con- fianza de los sabios, que acabarán por tomarnos por soñadores o poe- tas, incapaces de estudiar y razonar fríamente una cuestión. Razón teníamos en recomendar los clásicos en nuestra primera con- ferencia!... Pero volvamos al tema. Con esta clásica experiencia realiza Lavoisier la gran revolución química de la época : experimen- to trascendente que deja sentado el análisis y la síntesis del aire e ilumina con luz vivísima los procesos de la respiración animal y de la combustión, echando de paso los cimientos de la química biológica. Lavoisier descubre, con estas experiencias el oxígeno y el nitróge- no, pero como no hace más que basarse en experiencias de otros o repetirlas, él mismo en su memoria sobre los flúidos aeriformes dice: «Las experiencias de que voy a hablar pertenecen casi todas a Pries- tley ; no tengo más mérito que el de haber sacado las consecuencias. » Lo que, como dijimos, ha sido uno de sus mayores méritos. Lavoisier, no pretende, pues, asignarse el descubrimiento del oxígeno, como di- cen algunos autores. Antes de Lavoisier no se hacía distinción alguna entre cuerpo sim- ple y cuerpo compuesto. Los cuatro elementos de los antiguos : aire, agua, tierra y fuego, reinaban entonces. Los gases se asimilaban al aire, los cuerpos sólidos a la tierra y los líquidos al agua. Lavoisier fué el primero que admitió la idea exacta de cuerpo sim- ple y de cuerpo compuesto en el sentido verdaderamente moderno y publica en su Tratado elemental de química una curiosa tabla de cuer- pos simples, con los nombres nuevos que les asigna y los antiguos correspondientes, y en la que distingue los cuerpos simples metálicos de los no metálicos, que fueron luego denominados metaloides por Berze!lius. No nos podemos detener en el análisis detallado de la vasta labor de este sabio y, como en ocasiones anteriores, revistaremos un poco rápidamente algunos de sus otros trabajos. Estudiando la combustión del carbono en el oxígeno, fija la com- posición del ácido carbónico y en otro trabajo demuestra la identidad del diamante y del carbono. Sus estudios sobre la combustión del FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 255 fósforo, del azufre, del carbono, en el oxígeno, demuestran la verdade- ra constitución de los ácidos y prueban que estas combustiones son combinaciones de los combustibles nombrados con el gas comburen- te que denomina oxígeno (primero oxiginio), porque da ácidos, según su interpretación. Hoy sabemos que este nombre es impropio, por cuanto hay ácidos que no contienen oxígeno, como los hidrácidos. En colaboración con el célebre geómetra Laplace, explica la disolu- ción dle los metales en los ácidos hidratados y prueba que, en estos casos, es el oxígeno del ácido o del agua el que oxida a los metales, * llegando así a fijar la verdadera constitución de las sales que resultan de la combinación de un ácido con una base. Podemos decir con Frémy que, a partir de 1783, la química cientí- fica está constituída y gracias a la obra de este genio. Éste ha reco- nocido, en efecto, que el aire está formado de oxígeno y de nitrógeno; que la combustión es siempre la combinación de un cuerpo combus- tible con el oxígeno; que un ácido es una combinación de un cuerpo simple con el oxígeno; que una tierra es una combinación de un me- tal con el oxígeno; que una sal resulta de la combinación de un ácido con una base y, con la intuición que es patrimonio de su genio, no vacila en afirmar que «es presumible que las tierras tales como la potasa, la cal, la magnesia, la alúmina, bien pronto dejarán de con- tarse entre el número de cuerpos simples y que su indiferencia para el oxígeno se debe a que están ya saturadas de este gas. » Las investigaciones sobre la combustión le condujeron a sus admi- rables trabajos sobre la respiración ; asimiló el acto de ésta a una verdadera combustión que, como la del carbono, producía anhídrido carbónico. Admitió que esta combustión, y probablemente la del hidrógeno también, eran las causas principales del calor animal. No nos deten- dremos sobre el tópico. Ya hemos analizado en la lectura pasada las distintas teorías emitidas hasta entonces sobre el fenómeno físico- químico de la respiración. Las memorias de Lavoisier, al respecto, dignas de ser leídas, se encuentran en el tomo II de sus Obras. Los animales respiran absorbiendo el oxígeno contenido en el aire que se pone en el pulmón en contacto con la sangre venosa, que- mando sus elementos combustibles, para dar por resultado la calori- ficación y el movimiento; los cuerpos combustibles al quemarse se combinan de igual modo con el oxígeno, como lo demuestra el au- mento de peso que su balanza puede apreciar. La representación del fenómeno respiratorio dada por Lavoisier 256 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA no es absolutamente exacta, pero en el fondo es indudablemente cierta. En 1783, se ocupa de la composición del agua y demuestra que el hi- drógeno, al quemar, no forma-sino agua tan pura como el agua destilada y que los cuerpos comprobados en la combustión del hidrógeno, tales como el ácido vitriólico, no son más que impurezas debidas al hidró- seno empleado. Prueba, además, que el agua es descompuesta por el hierro al rojo : el oxígeno se combina al metal dando óxido de hierro, mientras que el hidrógeno se desprende. Determina, como vemos, la composición del agua por síntesis y por análisis. Demuestra igual- mente que las llamadas cales no son más que óxidos metálicos y que la cal de plomo (PbO) se reduce por el hidrógeno dando plomo metá- lico y agua. Aplicando su teoría de la combustión de las substancias orgánicas para determinar su constitución, imagina y crea el análisis orgánico elemental que tan señalados servicios nos ha prestado en el adelanto de la química orgánica. Comprueba que todos los cuerpos orgánicos están formados de CH y 0, y que al quemar dan CO, y H,O. En su método primitivo, Lavoisier empleaba Hg0, en vez de CuO, que hoy usamos, modificación esta última debida a Gay-Lussac. Se ocupa también del estudio de las fermentaeiones: alcohólica, pútrida y acética, y fué el primero que trató este argumento con verdadero método científico. Para apreciar su labor que apenas hemos mencionado, voy a trans- cribir un resumen de Frémy por el que puede observarse la influen- cia científica de Lavoisier sobre los progresos de la química: 1% Destruye la teoría alemana del flogisto que representaba de una manera inexacta las principales reacciones químicas y sobre todo las que se relacionaban con la combustión. Demuestra que la combustión no es una descomposición como lo creía Stahl, sino, por el contrario, una combinación del oxígeno con un cuerpo combustible; 2 Demuestra la composición real del aire atmosférico fundándose en el análisis y en la síntesis ; 3 Por idénticos modos establece la verdadera composición del agua; 4% Es el primero que da ideas precisas sobre los cuerpos neutros, sobre los cuerpos compuestos, sobre las substancias creadas por el or- vanismo, sobre los ácidos, sobre los óxidos y sobre las sales; 5 Anuncia la descomposición de óxidos todavía no descompues- tos como la potasa, la soda, la cal y la alúmina: dice que estos óxidos FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 257 son cuerpos compuestos, y que no se alteran por el oxígeno porque están saturados de este gas; 6” Se le debe la teoría de la combustión fundada sobre la combi- nación de los cuerpos combustibles con el oxígeno; 77 Demuestra las analogías existentes entre la combustión y la res- piración y que, tanto una como otra, producen anhídrido carbónico; 8” Emite la teoría de la producción del calor animal, atribuyéndolo a la combinación, en el acto respiratorio, del oxigeno con el carbono y quizas con el hidrógeno de la sangre; 9” Da a conocer el principio del análisis elemental de los cuerpos orgánicos, basado sobre su combustión en el oxígeno o por la acción del óxido rojo de mercurio ; 10% Crea el « verdadero método químico » comprobando la compo- sición de los cuerpos por vía de síntesis y análisis; 11” Señala, con numerosos ejemplos, todo el partido que se puede sacar de la balanza aplicada a los estudios químicos ; 12” Deja sentado el principio de toda reacción química demostran- 7.9 que nada se pierde ni nada se crea, y que los productos formados en una reacción química, representan por sus pesos, los productos empleados; establece, en esta reforma que una reacción química no es más que un desplazamiento de materia, un agrupamiento nuevo de moléculas. Esta última es su ley inmortal que estudiamos en nuestros cursos con el nombre de ley de los pesos y que formulamos diciendo : que el peso de un compuesto es igual a la suma de los pesos de sus compo- nentes, ley hoy en día aceptada de todos como una de las leyes fun- damentales de la naturaleza. Esta es la ley que Lavoisier ha establecido y el verdadero mérito que le corresponde, como consecuencia de sus trabajos experimenta-' les, porque si sólo hubiera enunciado aquel principio de que nada se erea ni se pierde, no hubiera dicho nada nuevo, por cuanto es esta una máxima filosófica conocida ya desde 2300 años. Epicuro, Demó- erito y Lucrecio ya la habían pronunciado hasta el cansancio. Tal la obra del genio que nos ocupa. Veamos ahora algo respecto a esas acusaciones de sus detractores. Hemos visto en nuestras pasadas lecturas que autores como La- demburg han querido hacer pasar a Lavoisier como apropiándose del descubrimiento del oxígeno hecho por Priestley, quien se lo relatara en una de sus visitas a París. Oomo dijimos y como veremos no hubo tales intenciones ni tales hechos. Prueba de ello es que Lavoisier en AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIV 18 258 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA todas sus experiencias al respecto menciona a Priestley, tanto en sus Memorias como en su Tratado de química. Guareschi trae en su tra- bajo Lavoisier y su obra científica interesantes datos al respecto que evidencian lo falso de estas acusaciones. Se pretendió que el descubrimiento del cloro y el del bromo y el del iodo, contradecían las ideas generales de Lavoisier sobre la com- bustión. De ninguna manera. Su obra ha quedado intacta. Sus descu- brimientos han hecho nacer otros, carácter de todas las grandes obras: las propiedades del cloro, bromo, iodo, azufre, fósforo y arséni- co, pudiendo determinar la combustión de metales, establecen que el oxígeno no es el solo cuerpo que posee la propiedad de hacer quemar a los otros cuerpos : no es el único cuerpo comburente : existen varios oxígenos. La teoría de la combustión se ha extendido, pero su base ha quedado firme. Se le achaca de querer figurar como el primero que introdujo el uso de la balanza en las experiencias químicas. Dumas fué el primero que se encargó de difundir estas ideas erró- neas. Berthelot nos lo dice en su Introducción al estudio de la química de los antiguos : Lavoisier no ha descubierto el empleo de la balanza, como se ha repetido por muchos erróneamente. Los químicos han em- pleado este instrumento : los alquimistas greco-egipcios, autores del Papyrus de Leyda, el más antiguo monumento de nuestra ciencia que nos es conocido, procedían continuamente por pesada. Entre los ára- bes, la química se llamaba la ciencia de la balanza. Van Helmont, Mayow, Bayen, Black, Begmann, usaban la balanza en casi todas sus. operaciones. No se comprende — dice Guareschi — cómo Dumas qui- so hacerla un monopolio de Lavoisier. En sus manos este instrumeuto adquirió gran importancia, porque le sirvió para crear el análisis cuantitativo y para establecer la ley de la conservación de la materia. Este es su gran mérito y no el he- cho material de haber usado la balanza. Se atribuye a Lavoisier el haberse apoderado también de los tra- bajos de Cavendish referentes a la determinación de la composición. del agua por síntesis, trabajos que Blagden, un amigo de Cavendish, le contó a Lavoisier en una visita que le hiciera en París. Muchos textos, y entre nosotros el de Molinari, aceptan categórica- mente tales hechos. Pero sucede con esto lo que con el oxígeno : La- voisier en su Memoria a la academia, y que figura en el tomo II de sus Obras, cita las experiencias de Cavendish que le fueron referidas por Blagden. Pero el mérito de Lavoisier, por otra parte, no es el FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 259 de haber descubierto este sencillo hecho, sino las conclusiones que del mismo logra sacar, eosa que no hiciera Cavendish. En resumen: Lavoisier, por múltiples circunstancias de su vida, tuvo algunos defectos que le granjearon antipatías: su mismo em- pleo de recaudador de impuestos y sus condiciones de arrendatario, del que dijera Renauldón antes de la revolución: «El arrendatario es un lobo rapaz, desencadenado sobre la tierra, que saca de ella has- ta el último sueldo, oprime a los súbditos y los reduce a la mendici- dad, hace desertar a los cultivadores y vuelve odioso al patrón que está obligado a sufrir sus vejaciones. » Dícese que Lavoisier, en pocos años, había acumulado, en su cali- dad de arrendatario, más de 1.200.000 francos de beneficios. Eso le fué fatal. La fiebre del oro siempre ha traído malas consecuencias, como la fiebre de la figuración, del exhibicionismo. Para ser útil a la patria, para servir al Estado, no es necesario escalar los puestos pú- blicos : el sabio, desde su gabinete y su laboratorio, puede ejercer con el estudio silencioso, funciones más patrióticas que en las poltronas burocráticas. Si Lavoisier hubiera tenido las aspiraciones de un Scheele no hu- biera muerto en la guillotina. Habrá sido un poco despectivo para sus contemporáneos científi- cos, aunque algo bebiera en sus fuentes ; así por ejemplo, no contesta una atenta comunicación que le enviara Scheele sobre el descubri- miento del oxígeno, con lo que hizo muy mal. Se habrá inspirado en muchos trabajos, en las obras de los demás, en lo que creemos que no ha hecho más que lo que se debe hacer: repetir antes que crear, si no se quiere caer en el fracaso de aquellos megalófilos de Cajal que recor- dando que Hertz, Mayer, Róntgen, Curie, iniciaron su vida científica con un gran descubrimiento, aspiran a ascender, desde el primer combate, de soldados a generales, y se pasan la vida planeando y dibu- jando, construyendo y deshaciendo, siempre en febril actividad, siem- pre en plena revisión, incubando el gran engendro, la obra asombrosa y arrolladora... Y mientras tanto, el tiempo pasa y llueven a su lado trabajos y monografías de otros sobre el tema, y cuando ellos se resuel- ven a mirarlo... ¡oh desdicha ! ya está resuelto. Un trabajo trae otro trabajo. Repitamos la obra de los otros, si queremos hacer obra propia. Volvamos a Lavoisier : En su vida pública había tenido también sus defectos ; ellos en nada amenguan los grandes méritos de su obra científica y además, ya lo dijo La Rochefoucauld: « Los grandes hombres son los únicos capaces de grandes defectos. » 260 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Lavoisier quedará en los anales de nuestra ciencia, como uno de sus más grandes revolucionarios, que echando por tierra el fundamen- to erróneo del tlogisto, encarrila a la química por su dirección verda- dera. Y ya sabemos lo que ha sido de nuestra ciencia desde entonces hasta la fecha, extendiendo su dominio en todos los sentidos en que la actividad humana ejerce su círculo luminoso ! Sólo me resta recomendaros la lectura de sus Obras publicadas en seis grandes volúmenes y en especial su Tratado elemental de química que pueden consultar en nuestra Biblioteca nacional. Antes de terminar, quiero ocuparme de la muerte de este investi- eador, alrededor de la cual, como dijimos al comenzar esta lectura, se ha forjado una interesante anécdota cuya veracidad fué puesta en duda. En efecto: en las últimas partes de la biografía de este sabio, encontramos un capítulo tildado de bochornoso para la historia de la Francia, y es el que se refiere a sus últimos momentos. A Lavoisier tocóle actuar en aquella época en que la Francia rea- lizaba su gran revolución, que más tarde debía difundir sus prin- cipios por el mundo entero, proclamando los derechos del hombre y dando por tierra con el antiguo régimen de la esclavitud. Ya dijimos que Lavoisier ocupaba, bajo el reinado de Luis XVI, el puesto de re- caudador de impuestos, gente que en general, por la poca escrupulo- sidad que tenía al efectuar sus obligaciones, eran odiadas por las clases que más sentían directamente su rapacidad : la media burgue- sía y el pueblo. Fué por eso que, cuando los revolucionarios triunfaron y cuando sus enemigos personales pudieron — muchos de ellos cobi- jados por la dictadura de Robespierre — cebarse en su persona. Ma- rat, uno de ellos, ya en 1791, lo señaló a la Convención como uno de los enemigos de la causa popular. | Marat, hombre de escasos conocimientos científicos y que pasaba su vida difamando hombres de ciencia como Laplace, Monge y La- voisier, publicó en 1780 en el Journal de Paris que su libro Investi- gaciones físicas sobre el fuego, en el que aseguraba haber transforma- do en visibles los elementos del fuego, había sido aprobado por la Academia. Poco tiempo después, Lavoisier demostró que tal noticia no era cierta. Y a raíz de esta controversia, nació en Marat un odio impla- cable, odio que él mismo se encargó de hacer público en su diario ami du peuple. Lavoisier pudo eludir esta denuncia y llegar hasta fines de 1793 en que Foureroy lo señaló a la Sociedad de instrucción pública como FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 261 contrarrevolucionario. El 24 de noviembre del mismo año, Bourdon de Oise propone a la Convención su terrible decreto contra los recau- dadores, el que fué aprobado y puesto en práctica inmediatamente. El 258 de noviembre, Lavoisier se presentaba prisionero en la cárcel de Pont Libre. Dupin, encargado de acusarlo junto con los demás recaudadores, y aprovechando un momento en que Robespierre y el terrible Fouquier Tinville enviaban al patíbulo a los fundadores de la república, lo envió al tribunal revolucionario, pretextando su complicidad con los extranjeros. El S de mayo, se presentó al tribunal que, por ausen- cia del presidente Dumas, se hallaba presidido por el vice Pedro Coffinhal. Éste era médico de profesión y uno de los más feroces se: cuaces de Robespierre : era un hombre robustísimo y resuelto. Inútil decir que un tribunal, presidido por semejante fiera sedienta de san- gre, votó inmediatamente la condena a muerte de los acusados. El 19 floreal del año Il, les fué leída la sentencia y al día si- guiente, veintiocho recaudadores eran guillotinados. Lavoisier fué el cuarto que entregó su vida. El tribunal fué inexorable. De sus anti- guos amigos sólo algunos, los menos, se atrevieron a intentar una sal- vación. Hallé envió una relación de los trabajos realizados por Lavoisier y de la utilidad que reportaron. La relación fué leída du- rante el proceso, pero no produjo el efecto esperado. Observa Molinari que muchos historiadores y químicos atribuyen la inexorabilidad del tribunal a la infuencia de Marat, el que tenía motivos de odio por la causa que ya hemos indicado, referente a sus investigaciones físicas sobre el fuego, hecho que según el autor mencionado no pasa de ser una acusación calumniosa y absurda; basta recordar, dice, que Marat fué asesinado y murió en julio de 1793 y Lavoisier sólo fué arrestado en diciembre de 1793 y decapitado en mayo de 1794, a los 50 años. Las obras que he leído al respecto, lo señalan a Marat denuncian- do a Lavoisier, como dijimos hace un rato, a la Convención como un enemigo de la causa popular y ello ocurrió en 1791. Molinari proba- blemente hace una confusión de hechos y reune esta denuncia de dos años antes a la inexorabilidad del tribunal, en la que como veremos no aparece para nada Marat, lo que es además muy lógico, por cuan- to en esa fecha ya había desaparecido del sangriento escenario de la vida. Interesante es la acusación del tribunal revolucionario por cuanto de ella se deriva la anécdota a que nos vamos a referir y que está descripta en todos los textos de historia de la química y de historia 262 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA contemporánea. Es la anédota que se refiere a la frase que Coffinhal pronunciara: ¡ La república no necesita quémicos ! Es general leer en los libros: «la revolución lo guillotinó, decla- rando que la patria no necesitaba químicos ». Leyendo hace algún tiempo, una de las Memorias de la Real academia de ciencias y artes de Barcelona, en que el doctor Agustín Murúa y Valerdi describe su visita al Deutches Museum de la isla de Isar, encontré el siguien- te párrafo, al hablar de la sala en que se exhiben los laboratorios del siglo XVI : « En esta sala han dedicado los alemanes a sus vecinos del otro lado del Rhin, un recuerdo, en verdad poco piadoso, exponiendo a la vergiienza pública de las generaciones actuales y venideras el bochor- noso decreto de la Convención francesa, por el que se condenó a muer- te a Lavoisier. ¡ Incomprensible conducta de los que venían a fundar el derecho nuevo y a ensanchar los horizontes de la libertad y de la conciencia humana! Absurda paradoja y borrón eterno que no pue- den atribuirse sino a la miserable pasión de la envidia, que la gloria del químico insigne había desencadenado en el pecho de Robespierre, baldón infamante, acompañado además de las necias palabras « La république na pas besoin de savants mi de chimistes », cuando el hom- bre de ciencia reclama unos días más de vida con objeto de concluir un experimento importante. ¡Fecha bochornosa, en verdad, para la Francia y para la república, aquella del 19 floreal del año segundo!» Convencido de la veracidad de la frase por la unanimidad de los escritores que la refieren, me asaltó la duda, cuando en mis épocas de estudiante leía los capítulos que sobre Historia de la química publi- caba Guareschi en los suplementos de su Enciclopedia. Traté de reunir algunos datos al respecto, que son los que transcribo a continuación. Dícese que cuatro defensores fueron los encargados de patrocinar a los veintiocho acusados, y que terminadas las pocas palabras que éstos dijeron, más por la formalidad que por otra cosa, se levantó Coffinhal, y como respuesta pronunció las siguientes palabras: « La république na pas besoin de savants, il faut que la justice suive son COUYS. » Otros dicen que agregó : «mi de chimistes ». Según Wallon, en su Historia del tribunal revolucionario de París, Coftinhal sólo repuso: « La république wa pas besoin de savants. » Girtanner, que escribió al año después de la muerte de Lavoisier, atribuye a Robespierre dichas palabras, aunque un poco cambiadas en su sentido: «no necesitamos más sabios ». Aun más. Unos histo- FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 263 riadores atribuyen dichas palabras a Dumas, otros a Fouquier- Tinville. Dumas no puede haberlas pronunciado, puesto que ese día no presidía el tribunal; Robespierre y Fouquier-Tinville estaban dema- siado ocupados en la depuración de hombres que les estorbaban, como Danton, Desmonulins, etc., y vimos que fué así como aprovechó Dupin para pasar los acusados al tribunal revolucionario. Ningún documento histórico seguro puede atestiguar la veracidad de estas palabras. Grimaux, que historió la vida de este químico, ad- mite como probables que ellas fueron pronunciadas por Coffinhal, a quien califica de ignorante de todo conocimiento científico. Guareschi rechaza este argumento, puesto que según él, Coffinhal era médico y por consiguiente no podía ignorar algunos conocimien- tos científicos. Lalande, que en 1795, escribió una biografía de Lavoisier, no cita para nada esa anécdota, lo mismo que hace Foureroy en su relación de la vida de Lavoisier, escrita en la Enciclopedia metódica poco tiem- po después de la ejecución. Esta anécdota sólo es conocida por vía indirecta y se ignora quién fué el que la escribió primero. Guareschi opina que, como tantas otras, es hija de la imaginación de los realistas, quienes la publica- ron a fin de denigrar a la república. Esta opinión es la más verosí- mil, bien lo dice el Larousse... « Esta anécdota es falsa, porque ¿ cómo podía un funcionario subalterno tener la audacia de difamar pública- mente la república cuando estaba llena de sabios y casi gobernada por éstos ? Estaban en el poder: Lalande, Hallé, Daubenton, Monge, Carnot, Berthollet, Laplace, Lamarck, etc. Como se observa, muchos son los argumentos en pro y en contra de la veracidad de dicha frase. Pero los que más pesan, aquellos que colocados en el terreno de la lógica y libres de todo apasionamiento hacen ver su superioridad, son los que desvirtúan por completo el hecho atribuído a las fieras de la república. Sea una u otra la teoría que predomine, la duda existe, y ante la imposibilidad de despejarla por falta de documentos históricos de ralor reconocido, optamos por la abstención y en vez de afirmar con todos los autores que Coffinhal, Robespierre o Dumas pronunciaran frase tan monstruosa, citaremos el hecho como anécdota más o me- nos probable, pero nunca recargando con este delito la conciencia de quienes para mostrarse odiosos ante la humanidad, no necesitan de la imputación de tales cargos. ¡Sus leyes de terror y sus actos de 264 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA vandalismo, les bastan ! Es, si se quiere, un acto de justicia para los que fueron injustos. La muerte de Lavoisier, fué una gran desventura; y bien pudo de- cir Lagrange que «bastó un solo instante para segar aquella cabeza, pero quizás no bastarán cien años para producir otra semejante ». He dicho. LV) BERZELIUS Vamos a ocuparnos en esta última lectura, de un verdadero pa- triarca de la química, cuyo nombre llena las páginas de la historia de nuestra ciencia durante todo el siglo XIX: me refiero a Juan Jacobo Berzelius, el segundo reformador de la química, a quien Guareschi, con justísima razón, ha llamado : el Aristóteles del siglo pasado. Filósofo a la par que químico, se ha distinguido en el campo de la ciencia como un habilísimo experimentador, como un genio descubri- dor, y como un sereno crítico, intérprete y legislador de hechos. Caracteriza su amplia y vasta labor, digna de todo encomio y ejem- plo, aparte de la genialidad en las ideas, la exactitud y la precisión con que ha ejecutado todas sus investigaciones experimentales. Es muy común creer en un divorcio casi absoluto entre el hombre de ciencia que escruta los hechos en la soledad del laboratorio y el filósofo, pensador y generalizador de teorías, que sentado frente a su mesa de trabajo y junto alos anaqueles de su bien nutrida biblioteca, borronea cuartillas y más cuartillas dando forma escrita a la labor de su cerebro... No se puede separar lo inseparable, localizar en diferentes cabezas los términos de un mismo razonamiento: asociados en un mismo in- telecto, ambos se iluminan y fecundan mutuamente. Muchas veces el aislarse del laboratorio representa, como bien nos lo dice el gran Cajal en su nunca bien ponderado catecismo de la voluntad, representa alegatos del dolce far niente. Es muy cierto, (1) Conferencia leída en los salones de la Sociedad Científica Argentina el 25 de septiembre de 1917. FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 265 también, que «para la obra científica los medios son casi nada y el hombre lo es casi todo ». Y de nuestro ambiente, nada digamos: cansados estamos de ver en nuestros laboratorios oficiales de investigación, sentado el director, el jefe, el que carga la fama en un regio y confortable «despacho », mientras en el laboratorio trabaja afanoso el «pobre e ignorado ayu- dante ». Berzelius es, en este sentido, un verdadero ejemplo. La cantidad de trabajo que produjo es inmensa. Parece increíble que un solo hombre haya podido hacer tanto : su obra científica es verdaderamen- te extraordinaria. Cuando Berzelius apareció en el escenario de nuestra ciencia, el mundo químico estaba todavía saturado de los célebres nombres de Scheele y de Bergman. Compatriotas ambos de Berzelius, sirviéronle de ejemplo : el primero como experimentador; el otro, como filósofo. Si bien ambos fueron sus dos maestros espirituales, la obra de Lavoi- sier que llegaba en su álgido período, debía también de influenciarlo notablemente. Proust acababa de triunfar en su célebre polémica con Berthollet estableciendo su conocida ley de las proporciones definidas. Volta descubre también, por aquel entonces, su célebre pila, con la que Carlisle y Nicholson descomponen el agua en oxígeno e hidróge- no, primer hecho grandioso que inicia la era de la electroquímica, en la que tanto debía de distinguirse nuestro biografiado, conjuntamen- te con Hisinger y Davy. Gay-Lussac, aprovechando estas acciones eléctricas, descubre y formula su ley de las combinaciones volumétricas de los gases... En una palab “a, por todas partes se trabajaba con ahinco y la ciencia química iba enriqueciéndose a diario con nuevos e importantes hechos. Suecia, Francia y Alemania marchaban a la cabeza. Berzelius, bien lo expresa Guareschi, encontró la química en su infancia y la dejó, al morir, en estado adulto, dispuesta a rápidos y grandes pro- QTesos. Juan Jacobo Berzelius, nació en Linkóping, en Westerlósa (Sue- cia), el 20 de agosto de 1779 y murió en Estocolmo el 7 de agosto de 1848, casi a los 70 años de edad. Hijo de un maestro de escuela, huérfano a los pocos años, con es- casos bienes de fortuna, hubo de abrirse camino en la vida sufriendo privaciones de toda clase, 266 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Desde joven sintió un especial entusiasmo por la química, que es- tudió en Upsala, ciudad que ya nos es conocida de nuestras anterio- res lecturas. Fuera por «necesidades imperiosas de la vida », como dice Frémy, o porque sus maestros Afzelius y Ekeberg no supieron guiarlo en el campo de sus entusiasmos, como expresa Guareschi, el joven sabio hubo de dedicarse por un tiempo a las prácticas de la me- dicina, iniciando contemporáneamente una serie de investigaciones sobre casi todas las partes del cuerpo animal. Curiosa es la anécdota que nos cuenta su iniciación en las prácti- :'as de la química. Después de los cursos públicos los alumnos, al jgual de hoy, debían concurrir al laboratorio en donde efectuaban algunas manipulaciones. Berzelius se presentó, y la primera operación que le fué señalada era la preparación del «azafrán de Marte» calci- nando el sulfato de hierro en un crisol. «Si ésto es todo lo que puedo aprender aquí, dijo Berzelius, bien puedo dejar de concurrir.» Las operaciones siguientes son más difí- ciles, respondióle Afzelius. Y vino la segunda manipulación : prepa- rar potasa cáustica quemando el cremor tártaro en un crisol. « El poco interés de estas operaciones me desencantaron, dice el eran químico, y resolví no solicitar nuevas experiencias. » Sin embargo, allí fué donde nació su entusiasmo por la materia, que estudió, de 1796 al 99, conjuntamente con la medicina. En 1502, fué nombrado ayudante del profesor Sparrmann, en la Escuela de medicina de Estocolmo. Muerto Sparrmann en 1806, Ber- zelius fué nombrado profesor adjunto de medicina y farmacia. En esa época la escuela de medicina sólo tenía tres profesores. ¡Qué diferencia con algunas de nuestras universidades en las que para una decena de alumnos escasos, figuran más de setenta profesores en sus correspon- dientes presupuestos ! Berzelius enseñaba: medicina, botánica y química farmacéutica. Más tarde, creadas algunas cátedras, Berzelius se limitó a la ense- nanza de la farmacia química. En 1807, lo nombraron titular de la cá- tedra, y al mismo tiempo enseñaba química en la Escuela militar de Carlsberg. Trabajaba, entonces, incesantemente, y sólo abandonaba el labora- torio de tiempo en tiempo, para escribir y redactar sus Memorias y su importante Tratado. Aprovechaba también la ocasión para realizar viajes de excursión por Suecia y Noruega, especialmente para exa- minar las minas y recoger minerales que luego habían de servirle par: sus estudios. FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 267 En 1808, fué nombrado miembro de la Academia de ciencias de Estocolmo, presidente de la misma en 1810 y secretario perpetuo en 1818. En 1811 recibe título de barón, y en 1832 deja las tareas del pro- fesorado. Más tarde, sus conciudadanos le nombran representante en la Dieta sueca. Un biógrafo anónimo suyo nos dice: «Nada lo distingue de los otros hombres: no afecta ni pretensiones, ni soberbia; y su sencillez ha hecho exclamar a muchos viajeros que le vieron: Jamás hubiéra- mos creído que éste fuera el hombre de que tanto se habla. » En verdad, carecía de esa pedantería que adquieren ciertas perso- nas cuando sus nombres han transpuesto los límites del laboratorio, cuando sus apellidos son recogidos por la prensa diaria, cuando en- tran en el templo de la celebridad. De la celebridad más o menos bien adquirida. El fin justifica los medios: hay personas que para lograr que sus nombres figuren en letras de molde son capaces de cualquier crimen científico o literario. Ignoran estos pobres de espíritu que «no es un hombre más que otro, si no hace más que otro », y si ellos para buscar algo han come- tido el crimen del plagio u otro análogo, olvídanse de que el tiempo, descubridor de todas las cosas, no deja ninguna que no la saque a la luz del sol, aunque esté escondida en los senos de la tierra. No bas- ta escalar los altos puestos ; bien lo dice el Quijote, ese monumento de nuestra literatura: « Todo aquél que no sabe, aunque sea señor y príncipe, puede y debe entrar en el número del vulgo. » Vivía Berzelius una vida asaz modesta, y su viejo laboratorio, en el que realizara tantos descubrimientos, no podía tampoco ser más mo- desto. Wóhler, en sus Recuerdos de juventud, nos hace una fiel des- cripción del mismo : nada de amplias mesas de lava, resplandecientes azulejos, bronceados grifos y esmaltadas piletas... Una vez más, señores, volvemos a encontrarnos con grandes sabios que inundan la ciencia de nuevos hechos experimentales, nacidos en el seno de sencillos laboratorios. No toméis esta insistencia mía sobre el tema, como declaraciones contrarias a la existencia de laboratorios cómodos y bien montados. ¡No!... Ridículo sería ello. Insisto en esto, porque es « vicio patrio» — permitidme la expre- sión — encubrir la ineptitud y la haraganería con la eterna lamenta- ción de «falta de medios materiales de labor, en forma debida » y pot- que siempre he visto que los grandes y espléndidos laboratorios se 268 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA han creado a beneficio de seudosabios, cuyas aptitudes para el tra- bajo nunca han sido vistas. El laboratorio oficial, cómodo y lujoso, resplandeciente en su inma- culada blancura de lavas y azulejos, debe llegar como galardón del éxito científico; nunca como aliciente para un siempre prometido co- mienzo. Faraday, aprendiz de encuadernador, llevado de su entusiasmo. científico, fué mozo y luego mecánico del laboratorio de Davy, del cual salió para montar un centro de investigaciones del que nacieron erandes conquistas en la ciencia de la electricidad. Brindley, el peón caminero, a pesar de su jornal de 1,50 franco, tenía relaciones con personas cultas, lo que le permitió desarrollar sus notables facultades en ingeniería. Y todos sabemos que buena parte de los astrónomos de genio exploraron el cielo desde la azotea de sus casas, armados de medianos anteojos. Goldschmidt, desde las ventanas de su habitación, provisto de un modestísimo refractor (de 105 mil.) descubrió a fuerza de paciencia muchos planetas pequeños. Era Berzelius un trabajador incansable: doce a catorce horas del día, dedicábalas a tareas científicas. Oualquier trabajo que ejecutaba lo realizaba también bajo una fase científica : cada vez que analizaba, por ejemplo, un agua mineral, investigaba algún compuesto nuevo. En 1835, casó con Elisabeth Pappias, matrimonio afortunado, si nos atenemos a lo que escribía respecto de su compañera. Tuvo una gran cantidad de discípulos : su laboratorio fué el primero que abrió las puertas a los estudiosos, permitiendo a los alumnos trabajar junto al maestro y aun ejecutar investigaciones científicas ori- ginales. Fueron sus discípulos: Wóhler, Gmelin, Mitscherlich, H. y G. Rose, Magnus, Mosander, Svanberg, Sefstróm, Arfwedson, Osann, Engelhardt, Alex, Winkler, Nordenskjóld, Hedemberg, Retzius, So- brero, etc. Mantuvo correspondencia con todos los grandes químicos de la época y son famosas sus cartas a Liebig, el ingenioso y hábil fundador de la síntesis orgánica, que supo extender con sus escritos las doctri- nas químicas a las más altas esferas. La obra científica de Berzelius es tan vasta y tan multiforme que su estudio más o menos detallado saldría de los límites de esta lectu- ra: fué un teórico de importancia y un descubridor genial; enriqueció la química inorgánica, fundó, puede decirse, la química orgánica y FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 269 la mineralogía sobre el conocimiento de los elementos químicos cons- tituyentes de los cuerpos, inventó las fórmulas químicas, etc. Como en otras ocasiones revisaremos estos hechos dentro de la bre- vedad de nuestra exposición, siguiendo más o menos el orden expre- sado por Guareschi en su importante monografía sobre la vida y obra de este químico. 1* Primeros estudios e investigaciones de química inorgánica. — Fué su primer trabajo publicado en Upsala en 1800 e intitulábase : Nova analysis aquarum Medeviensium. Siguen a éste otros varios sin mayor importancia, hasta que en 1803, en colaboración con Hisinger publicó una memoria, Experiencias galvánicas, sobre las descomposiciones quí- micas producidas por la pila y sobre la separación, por este método, de los ácidos y las bases que constituyen una sal; este primer trabajo tuvo gran influencia sobre otro que, referente al mismo tema, publicó tres años más tarde. Después de que Davy descubriera los metales alcalinos, Berzelius fué el primero que para hacer más fácil la descomposición de los álea- lis, tuvo la idea de substraer el metal de la oxidación, colocando mer- curio en el polo negativo de la pila. Sometiendo a la misma descomposición electrolítica el amoníaco, en presencia de mercurio, obtuvo esa amalgama tan curiosa que sirve para explicar la teoría del amonio. En colaboración con Dulong estudió la composición cuantitativa del agua, la que determinó por síntesis, calentando el óxido de cobre en corriente de hidrógeno puro, método clásico que más tarde fué mo- dificado por Dumas y que relatan todos nuestros tratados de química. La exactitud de los resultados no fué superada por ningún investi- gador posterior. Berzelius y Dulong encontraron : Dumas, más tarde como dijimos, obtuvo : O = 8999 H == Era otra de las características de su obra : la exactitud y precisión con que realizaba todas sus investigaciones experimentales. A propó- sito escribe Wurtz: «Llevó los métodos de análisis a un grado de perfección desconocido antes que él, creando, por sí mismo, los ins- trumentos de sus más grandes descubrimientos. » 270 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA El agua ocupó mucho su atención y llegó a distinguir bien el agua de combinación del agua de cristalización. A la edad de veintitrés años, en un trabajo en colaboración con Hisinger, descubre el Cerio, extrayéndolo de un mineral de peso es- pecífico muy elevado, razón por la cual era llamado piedra pesante de Bastriass y en el que Scheele, por esta particularidad, había vana- mente buscado la presencia del tungsteno. En este mineral llamado cerita (casi todo silicato ceroso), Mosander, alumno de Berzelius, descubrió otros dos nuevos elementos : el lanta- nio y el didimio. Hacia 1810, publica interesantes investigaciones sobre el análisis de la fundición y sobre la descomposición de la sílice en los altos hornos. En una carta que escribe a Davy, le expone cómo había determinado el hierro fundido y cómo había encontrado «una porción bastante considerable de la base de la sílice». En 1824 descubre esta base de la sílice : el silicio. Fué él quien dió por vez primera el nombre de silicatos a las combinaciones de la sílice bajo forma de sales. Estudió los sulfuros de fósforo determinando sus composiciones químicas, igual cosa que hace con la alúmina y el ácido nítrico. Estudiando los fenómenos de oxidación del hierro, hace observar que existe una aparente contradicción en el hecho de que con el hie- rro y el vapor de agua se puede obtener óxido de hierro, mientras que a la misma temperatura este óxido es reducido por el hidrógeno, y da su explicación conforme a las leyes de Berthollet respecto a la afini- dad química. realizó también hermosos trabajos sobre los ferrocianuros y sobre sales halogenadas, que hicieron época en la historia de la química. Referente a los sulfuros, determinó sus verdaderas constituciones y los clasificó en sulfoácidos y sulfobases, estudiando también las sul- fosales correspondientes. No menos importantes son sus investigacio- nes sobre los fluoruros, el ácido hidrofluosilícico y los hidrofluosilicatos y su memoria estableciendo las analogías entre los elementos del se- gundo grupo de los metaloides : oxígeno, azufre, selenio y teluro, así como la monografía más completa de la época sobre el vanadio y sus propiedades. | 2 Descubrimiento de nuevos elementos. — Cuenta en su haber nues- tro biografiado un buen número de nuevos elementos por él deseu- biertos. Ya hemos visto en la primera de estas lecturas que más de veinte ro FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 271 de los elementos conocidos fueron descubiertos por compatriotas de Berzelius. Corresponden a este último : el del cerío que hace un momento aca- bamos de señalar al igual que el del silicio que obtuvo quemando el potasio en el gas fluosilícico; el del selenio que extrae del azufre fa- bricado en Fahlm; el del zirconio, del vanadio, del torio y del tan- talio. Descubre además la litina de la que más tarde Davy debía de ex- traer el litio. 3% Química analítica. — Con el objeto de realizar sus trabajos sobre pesos atómicos de los elementos, ha tenido que descubrir y modificar todos los mejores métodos «de análisis inorgánico. La importancia que le daba a la química analítica no puede estar mejor expresada que en estas palabras de su libro Del análisis de los cuerpos inorgámicos publicado en 1827 : «El análisis químico — escribía — pone a prueba, a un mismo tiempo, los conocimientos, el juicio y la exactitud del químico. » Inventó, modificó y perfeccionó un gran número de métodos analí- ticos. Y como no tenía colaboradores, todo lo hacía con sus propias manos. Analizó una gran cantidad de aguas y substancias minerales, echando en esta forma los cimientos de la química mineralógica, que le permitieron la clasificación racional de los minerales. Uno de sus trabajos interesantes que podemos citar al respecto es el estudio referente a la constitución de los silicatos. En 1821 publicó su interesante libro Del empleo del soplete en los análisis químicos y determinaciones mineralógicas, el primero y verda- dero tratado completo sobre análisis por vía seca, que tanta utilidad ha prestado a los minerálogos. El instrumental analítico también se encuentra enriquecido por su obra : el soplete, los carbones para tal objeto, su famosa lámpara a alcohol y doble corriente de aire, los perfeccionamientos que moditi- caron la balanza de precisión permitiendo la apreciación de fracciones de miligramos con el uso de los caballetes, tubos especiales para el la- vado automático de precipitados, la introducción del papel de filtro de celulosa pura conocido hasta nuestros días con el nombre de papel de Berzelius, erisoles, etc., que a diario desfilan ante nuestros ojos en las prácticas del laboratorio. 4" Trabajos de índole teórica y general. — Enorme es la tarea de nuestro biografiado en ese sentido y pese a nuestra buena voluntad, mucho hemos de dejar en el tintero, si no queremos pasar los límites 2712 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA propuestos en esta lectura. Estamos frente al período más importante de actividad científica de Berzelius, época en que el gran químico sueco va a realizar la obra más importante de su vida y que ha de de- terminar su celebridad mundial, es decir : la determinación de los pe- sos atómicos de todos los cuerpos simples. Se trata, señores, de una de las más grandes empresas que puede haber realizado un investigador; obra verdaderamente colosal, sobre todo si tenemos en cuenta, como ya lo dijimos, que trabajaba solo y que para ello debía ejecutar las operaciones químicas más exactas y más delicadas. Dijo, si mal no recuerdo, el inmortal Cervantes que «no hay ningún camino que no se acabe, como no se le oponga la pereza y la ociosi- dad»; pues bien, Berzelius, dando un ejemplo de actividad y de mé- todo, llegó al fin de su camino, que, como veremos, no fué tan corto ni tan fácil de realizat. A raíz de los trabajos de Dalton, Wollaston y Davy, hubo de em- prender varios estudios sobre las proporciones, según las cuales los cuerpos se combinaban. Richter y Wenzel habían establecido que los ácidos y álcalis de- bían de combinarse en proporciones definidas, porque, en la doble descomposición de las sales neutras, se forman productos igualmente neutros. Pero las demostraciones de la ley de las proporciones múltiples eran insuficientes e inexactas, a causa de la imperfección de los métodos analíticos empleados. Igual cosa ocurría con la ley expresada por Dalton. Berzelius so- metió a una verificación rigurosa la hipótesis emitida por este autor : todos los análisis podían expresarse por pesos atómicos determinados, y Berzelius, que en un principio la había combatido, se transformó en su más fiel defensor y propagandista. ¡Qué diferencia con los seudosabios de hoy en día, capaces de fal- sear los resultados del laboratorio, con tal de conservar intactas sus hipótesis o teorías, si es que las han emitido, o hundir las de otros au- tores con los que se encuentran resentidos por vanidades y orgullos de la misma profesión! En menos de diez años, de 1810 a 1818, determinó el peso atómico de cerca de 50 elementos con una exactitud que, dada la época, pode- mos calificar de maravillosa. Muchos de los números por él expresados, se conservan intactos hoy, a través de un siglo: el oxígeno, el carbono, el nitrógeno, el azufre, ete. K Na] o FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 27 Otro de sus hechos importantes en nuestra ciencia fueron las in- novaciones que aportó en el lenguaje químico. En todo el período de la fundación de nuestra ciencia reinaba la más grande de las confusiones al respecto. Muchas substancias lleva- ban el nombre de otras con las que se había encontrado algún pare- cido. Con toda justicia, dice Dumas que los químicos de la época se hacían prestar el lenguaje de los cocineros; así teníamos : aceite de vitriolo, manteca de antimonio, crema de tártaro, azúcar de Saturno, ete. Macquer y Baumé creyeron oportuno legislar al respecto, cosa que hizo Guyton en un principio y Lavoisier, Berthollet y Fourcroy más tarde. Los símbolos fueron necesarios : los usados por los alquimistas y que habréis visto en casi todos los textos de enseñanza eran muy complicados ; además, cada compuesto tenía un signo especial inde- pendiente de los constituyentes. Guyton Morveau propuso un sistema, pero que resultaba también complicado. Lavoisier hizo uso de estos símbolos e imaginó nuevos para representar el oxígeno y el aire nitroso. Interesantes son estos trabajos, pero muy lejos estaban de la sencillez requerida. Adet y Hassenfratz, contribuyeron al respecto, así como Dalton ; pero es a Berzelius a quien debemos la feliz idea (1818) de represen- tar simplemente cada equivalente de un elemento con la letra inicial de su nombre latino, a la que, en determinadas circunstancias, y con el fin de evitar confusiones, se agrega una segunda letra : O, Cu, Cl, Ca, ete. El número de átomos se designa con cifras : una cifra colo- cada a la izquierda multiplica todos los átomos colocados a la dere- cha hasta el signo —- o el término de la fórmula; una pequeña cifra colocada a la derecha de la letra y en lo alto, como un exponente alge- braico, multiplica solamente los pesos atómicos colocados a la derecha. Berzelius nos ha legado, con una idea sencilla, simplicísima, la es- eritura química de que con tanto provecho hoy nos servimos. Importante es también su sistema de clasificación. La distinción entre elementos metálicos y no metálicos, ya hecha por Lavoisier, fué mantenida por Berzelius, con la modificación de denominar metaloides a los elementos no metálicos, palabra que ha quedado en nuestra ciencia. Los cuerpos simples los dividió en substancias electronegativas y substancias electropositivas, incluyendo en cada grupo los elementos que poseían estas propiedades de acuerdo con sus experiencias de electroquímica. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIV 19 274 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Esta clasificación figura en muchos textos y sirve de base en la división didáctica del estudio de estas substancias; 5” Electroquímica. La electroquímica comienza con Galvani, Fabro- ni, Volta y Berzelius, cuya carrera científica se inició con un trabajo de esta índole, Acción del galvanismo sobre los cuerpos orgánicos, que le sirvió como tesis del doctorado en medicina. Inicia con Hisinger sus trabajos, llegando a interesantes conclusiones, las que le permiten formular la siguiente ley que se cumple en las descomposiciones electrolíticas : «El oxígeno y los ácidos se acumulan alrededor del polo positivo, mientras que el hidrógeno, los álcalis, las tierras y los metales van al polo negativo. » Mucho trabajó en este ramo de la quí- mica, pero por la índole de esta lectura no podemos detenernos a analizarlos uno tras otro. Aplicó a la química orgánica sus ideas elec- troquímicas y tuvo, respecto a la teoría de las substituciones formu- lada por Dumas, una gran discusión con este químico francés. Contem- poráneamente con Davy, y por medios electrolíticos, descubrió tam- bién el bario, calcio y estroncio; 6% Otros trabajos. La teoría del amonio, considerando a este su- puesto compuesto de NH, y de H como un metal análogo al sodio y al potasio, se debe a este químico. La introducción del concepto de isomería, así como del nombre de «alotropía » reservado para los cuerpos simples, es obra también de nuestro biografiado, al igual que interesantes trabajos de físico-quí- mica y en especial sobre la catalisis, palabra que fué creada por Ber- zelius para determinar esa « fuerza especial » que actuaba en las com- binaciones químicas, palabra creada, como dice Jacques Duclaux, en una época en que los químicos conocían el griego. Ocupóse también con interés del estado coloidal. La química orgánica también le debe muchos trabajos : ya sea en la teoría, en la fase analítica o en la descubridora de nuevos cuerpos. Son interesantes trabajos : el análisis elemental del ácido acético en que fija con toda precisión el método en análisis de esta índole, las indagaciones sobre el ácido láctico y su identidad, la avaluación del nitrógeno en las substancias orgánicas mediante la cal potásica, la obtención del ácido glicerotártrico que fué el primer glicérido artifi- cial obtenido con los ácidos orgánicos, el descubrimiento del ácido prúsico, etc. Conociendo bien, como las conocía, la anatomía y la fisiología de su tiempo, fué el primer químico que ejecutó investigaciones experi- mentales sobre la composición de tejidos y líquidos del organismo FIGURAS DEL PASADO DE LA QUÍMICA 275 animal. En 1806-1808 publicó en Estocolmo su Curso de química ani- mal, verdadero tratado de la materia. A él se debe el primer análisis exacto de los huesos humanos y del esmalte dentario : comprobó en ellos la presencia de fluor al estado de fluoruro de calcio. Ejecutó, entre otros, el primer análisis completo de orina; descu- brió la ptialina en la saliva, etc. En química toxicológica se ocupó especialmente de la toxicidad e investigación del selenio y sus compuestos, así como del arsénico, y de él se dice fué el primero que obtuvo el anillo arsenical en el aparato de Marsh, así como también fué el primero que indicó un mé- todo para el reconocimiento químico legal de la sangre en manchas sospechosas. Así como era un trabajador infatigable en el laboratorio, su tarea no fué menor en el gabinete : mantenía correspondencia con un gran número de químicos y sus cartas son verdaderos modelos; publicó varios textos que hemos mencionado en el transcurso de esta lectura y entre los que merece especial mención su célebre Tratado de química, traducido en todas las lenguas de Europa; fundó el Jahresbericht o Relación anual de los descubrimientos de química que inició en 1320 y que continuaron luego sus discípulos, publicación interesantísima, no sólo por el trabajo de compilación, sino también por las críticas que en ella aparecían de los trabajos de la época. Buena parte de su obra, se me habrá escapado en esta lectura; pero lo dicho basta para demostraros el espíritu de este genio de la química, su obra monumental y las enseñanzas que de la misma han sacado sus continuadores. Y con él, termino este breve ciclo de biografias, cuyo único fin como lo expresé oportunamente, era hacer desfilar ante vuestros ojos, como en la tela de un cinematógrafo, la vida y obra de cuatro gran- des figuras del pasado de la química, para que aprendamos a trabajar frecuentando aquellos que han trabajado y pensado profundamente y que por el mérito de su obra han merecido los honores de la inmorta- lidad. No hay más que una sola forma de triunfar en la ciencia : traba- jar... No basta un nombre; los grandes nombres humillan y no ensa- bian a los que no saben mantenerlos... y el trabajo es lo único capaz de mantenerlo. El trabajo del laboratorio unido al del gabinete y al de la biblioteca. De las manos al cerebro, y del cerebro a las manos. Y si alguien existe que busca en el terreno de la ciencia, como úni- 276 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA “eo fin exclusivo, un medio de ganar oro — vulgar alquimista moder- no — le diría con Cajal que ha errado la vocación. Nuestra pampa es grande y allí hay un lugar para él... He dicho. BIBLIOGRAFÍA (1) I. GUARESCHI, Enciclopedia di chimica. Véase las monografías del cloro (Scheele) y del oxígeno (Priestley). a TI. GUARESCHI, Supplemento annuale alla Enciclopedia di chimica. Años 1903 (La- voisier) y 1915 (Berzelius). M. FrÉmy, Encyclopédie chimique, Tome I. Discours préliminaire. F. HOEFER, Histoire de la chimie. J. B. DUMAS, Lecons de philosophie chimique. J. JAGNAUX, Histoire de la chimie. Ep. THOoRPE, History of chemistry. M. OsTwaLD, LE'évolution de la chimie au XIX? siécle. A. JoB, La science francaise : la chimie. A. LADEMBURG, Histoire du développement de la chimie depuis Lavoisier jusqu'a NOS JOUYS. W. OsTWALD, L“évolution d'une science : la chimie. A. MURUA Y VALERDI, Historia de la química y de la farmacia. A. MURUA Y VALERDI, El desarrollo histórico de la química según se representa en el « Deutsches Museum ». A. Murua Y VALERDI, La química y la farmacia entre los egipcios. M. BERTHELOT, Introduction ú Vétude de la chimie de anciens et du moyen áge. M. BERTHELOT, Les origines de UP alchimie. W. RAMSAY, Chiímica e chimici. Saggi storici e critici. Traducción italiana de 3ollini. A. BACCIONI, Dall alehimia alla chimica. J. LIEBIG, Lettres sur la chimie. J. LIEBIG, Nouvelles lettres sur la chimie. 5. M. JORGENSEN, Principios fundamentales de la química. (Expuestos de acuer- do con el método histórico). Además, se consultaron las obras principales de los químicos biografiados, los diccionarios Larousse, Enciclopédico hispanoamericano, Espasa, de Conoci- mientos útiles de M. Lessona, algunas antologías científicas y varias obras de + Química de carácter general y especial. (1) Cuya consulta recomendamos. DESCRIPTION DE QUELQUES NOUVELLES FOURMIS DE LA RÉPUBLIQUE ARGENTINE PAR LE DOCTEUR F. SANTSCHI Les fourmis qui font lPobjet de ces descriptions nvont été cominu- niquées par mon estimé collegue, monsieur Ch. Bruch, qui les a en erande partie découvertes lui-méme tout en observant leurs m«eurs. Qwil recoive ici mes vifs remerciements. Pogonomyrmex brevibarbis En. st. longiceps ». st. $ Long., 5,5-6,2 mm. Noire. Mandibules, funicule, souvent le scape, tarses et souvent les tibias et les fémurs, cou et souvent le bord an- térieur du pronotum roussátres. Base des cuisses et du pédicule rou- geátre. Dos du thorax irrégulierement réticulé-rugueux, cótés du pro- notum ridés parallelement a son bord et perpendiculairement aux ri- des des cótés da méso-épinotum. Face déclive de Pépinotum et abdomen lisses et luisants. Scape striolé. Pilosité brunátre obtuse, un peu plus courte que Pépaisseur des cuisses. Psammophore incomplet, les macrochétes de la gula étant bien plus courls en arriére que de- vant. Téte rectangulaire, un cinquieme environ plus longue que large. Yeux convexes, assez grands au milieu des cótés. Le scape atteint le bord postérieur. Épistome faiblement convexe, son bord antérieur largement concave dans le tiers médian. Mandibules striées de 6 dents. Thorax étroit, á profit dorsal presque droit, un peu abaissé 278 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA devant les épines ; celles-ci se touchent presque á leur base et sont un peu moins longues que Pintervalle de leur extrémité. Face déclive bordée et étroite de facon a bien recevoir le pétiole. Celui-ci aussi allon- vé que chez P. Silvestrii Em., mais avec un neeud plus anguleux. Post- pétiole conique, plus long que large a sa base. Pour le reste, comme la description de P. brevibarbis Em. dont il differe surtout par sa téte allongée (carrée chez brevibarbis). Province de San Juan : Pocitos. (A. Brasco leg.) Rogeria Foreli En. Tandil (Ch. Bruch, 1 $.) Pheidole (Elasmopheidole) cavifrons Em. Tandil (Ch. Bruch, %, $). La téte de % est un peu plus allongée que chez la var. fuscipunctis Sants. Pheidole obtusopilosa Mayr S' (non décrit). Long., 3,6 mm. Noir brunátre. Mandibules, antennes, nervures alaires, tarses et articulations des pattes jaunátres ; le reste des pattes et bord des mandibules brun jaunátre. Lisse et luisant, sauf la téte, le métanotum, le dessus de Pépinotum et le pédicule qui sont mates et réticulés-ponctués. La téte a en outre des rides longitudi- nales contournant derriere Pocelle médian. Pilosité ¡jaunátre, fine, pointue et plus longue que chez le %, implantée dans de gros points. Téte trapézoidale avec les angles formés par les yeux et les ocelles, pres du double plus larges en avant qwen arriere, les bords presque droits. Les yeux oceupent la moitié antérieure des cótés. Épistome convexe, presque lisse. Mandibules de deux dents peu développées. Scape un peu plus long que les deux articles suivants réunis. Le pre- mier du funicule un peu plus épais que long, les suivants pres d'un quart plus longs qu'épais. Ailes hyalines, la supérieure longue de 4,2 mm. Les deux faces de Pépinotum subégales, avec Pangle arrondi. Postpétiole triangulaire sur le profil avec un sommet bas, mousse et un peu reculé. Postpétiole le double plus large que long avec les an- gles antérieurs subdentés. ' Tandil (Bruch, $, %, g7. DESCRIPTION DE QUELQUES NOUVELLES FOURMIS 279 Cremastogaster (Oxyvgwvnes) scelerata 1. sp. $. Long., 3 mm. Noire ou noire un peu rougeátre. Gastre toujours noir. Mandibules, antennes et pattes un brun rougeátre foncé. Tar- ses fauves. Mate; gastre et pattes luisants. Densément réticulée- ponctuée avec de gros points sur la téte. Le devant de celle-ci a des stries irrégulieres et denses qui s'effacent un peu vers Paire frontale; gastre superficiellement réticulé; les deux articles du pédi- cule avec une sculpture intermédiaire. Des soies obtuses, jaunátres, disposées par paires sur chaque segment du thorax et de Pabdomen. Pubescence assez abondante partout, mais assez espacée et fine. Téte presque carrée, légerement rétrécie devant, les cótés faible- ment convexes, le bord postérieur arrondi ainsi que les angles. Les yeux tres convexes occupent presque tout le troisieme quart pos- térieur des cótés. Épistome assez convexe en avant, avec un bord antérieur á peine concave dans son tiers médian. Arétes fronta- les assez longues. L'aire frontale se prolonge en arriéere en un sil- lon qui atteint le milieu de la téte. Les mandibules lisses, avec quelques strioles et quelques gros points espacés, ont un bord ter- minal oblique de 4 dents. Le scape atteint le bord postérieur de la téte. Articles 2 a 7 du funicule, 1 '/,a 2 fois plus larges que longs. Le S"* est long comme la moitié du 9”*, et celui-ci pas beaucoup plus long que le 1”, Pronotum a épaules arrondies, sa face supérieure courte, oblique fortement avec la face antérieure vers le cou. Le mésonotun, beaucoup plus étroit, dessine sur le profil une forte saillie ayant un plan antérieur court obliquant vers la suture promésonotale, un plan supérieur horizontal et plus long, un plan postérieur subvertical. Le dessus est plat ou faiblement convexe, moins bordé latéralement que derriére. L”épinotum, aussi large que le pronotum, a une face basale un peu convexe sur le profil et paraissant aussi longue que la face dé- clive, avec laquelle elle forme un angle presque droit. Épines longues comme un peu plus du quart de Vintervalle de leur base. Pétiole bien plus long que large, un tiers plus large devant que derriére, á cótés arqués et les “angles antérieurs tres arrondis. Le postpétiole est le double plus large que long avec un large sillon médian. Gastre tronqué devant. Q. Long., 4 mm. D'un brun rougeátre bien plus clair que chez le $. Le gastre noir. Luisante, lisse, avec de fines stries et de gros points sur le devant et les cótés de la téte, effacés vers le front et le vertex. 280 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Épinotum et cótés des deux neuds pédiculaires faiblement réticulés avec quelques strioles sur les cótés du thorax. Pilosité plus nette- ment claviforme et plus abondante sur le thorax que chez le $. Cótés de la téte plus rectilignes; les yeux en occupent les deux quarts médians. Sillon frontal Watteignant pas Pocelle. Épistome lisse. Mandibules arquées, étroites d'un bout a Pautre, le bord terminal assez oblique, de 4 dents. Thorax un peu plus étroit que la téte. L'épinotum descend directement sans dessiner de face basale et sans bordure ; tout au plus un petit tubercule a la place des épines. Pétiole plus large que chez le Y. Les cótés sont dPabord divergents dans leur moitié postérieure, puis subparalleles en avant. Les angles moins arrondis que chez le $. Postpétiole environ 2 */, fois plus large que long et assez fortement imprimé au milieu. Gastre tres court. Ailes hyalines, á nervures páles, du type Solenopsis, la cubitale plus ou moins obsolete ; longueur de la supérieure, 4,8 mm. CS”. Long., 2,8 mm. Brun; téte noire; mandibulées, antennes, pattes, épinotum et armure génitale un jaune plus ou moins dilué de bru- nátre. Luisant; lisse. Pilosité dressée, pointue, pubescence des pattes oblique. Bord postérieur de la téte droit (un ocelle a Pautre et plus court que Pespace qui sépare ce dernier de Poeil. Celui-ci, hémisphé- rique, occupe les ?/, antérieurs des cótés et touche a la base de la man- dibule qui a trois dents. Le scape, moins son condyle, est á peine le double plus long qwépais. Particle suivant globuleux, aussi large que la longueur du scape. Articles 2 et 3 du funicule un peu plus larges que longs. Épinotum á peine anguleux, la face déclive un peu plus longue que la basale. Pétiole rectangulaire, environ ?/, plus long que large. Postpétiole environ '/, fois plus large que le pétiole, subim- primé, a cótés coniques. Ailes longues de 3,5 mm. Province de Salta (Ing. A. Reinman leg.). Solenopsis macrops 1. sp. $. Long., 1,5 mm. Voisine de 5. nigella Em. Noire; articulations des membres, base du funicule, bord des mandibules noir brunátre ; tres luisante, lisse, avec une ponetuation tres fine et tres clairsemée. Face déclive de Pépinotum finement réticulée en travers. Pubescence tres clairsemée, quelques longs poils sous le corps, absents dessus. Téte rectangulaire, un cinquieme plus longue que large, les bords légerement convexes, les angles arrondis. Les yeux sont tres grands, DESCRIPTION DE QUELQUES NOUVELLES FOURMIS 281 assez convexes, disposés en bande oblique comme chez les Oxyopo- myrmex, depuis le milieu des cótés de la téte jusqu'a toucher presque le milieu du dessous de la base des mandibules. On peut compter 6 a 7 ommatidies dans le sens de la largeur et une vingtaine dans la longueur. Épistome bicaréné et bidenté, á sillon médian profond. Aré- tes frontales espacées et finement striées en dedans. Mandibules lis- ses, de trois dents. Il sen faut un peu plus que son épaisseur que le scape atteigne le bord postérieur. Articles 2 a 6 du funicule le double plus larges que longs. Massue épaisse. Promésonotum sans sutures, subbordé devant, médiocrement convexe. Sillon métanotal peu pro- fond. Épinotum allongé formant une faible convexité. Les deux faces peu distinetes sur le profil. Profil du pétiole triangulaire, convexe dessous, avec une dent en avant, sous son court pédicule. Le sommet mousse, transversalement arrondi. Postpétiole globu- leux, presque moitié plus large que long et que le pétiole. Gastre tron- qué devant. Argentine : Tandil (Bruch). Décrite sur 2 individus de méme taille; peut-étre existe-t-11 chez cette espece un dimorphisme comme chez nrigella em. dont elle est tres voisine. Elle s'en distingue surtout par ses yeux conformés comme chez les Oxyopomyrmez. Ill Yagit peut-étre d'un cas de convergence par adaptation. La couleur semble également indiquer une vie épigée. J'ai pu observer que les $ Oxyopomyrmex s'arrétent a Porifice de leur nid avant d'en sortir, de facon á ce que seule la téte en émerge, ce qui permet aux yeux, en raison de leur disposition, d'embrasser un vaste secteur vi- suel. Solenopsis tetracantha En. S' (non décrit). Long., 3,5 mm. Mandibules, scape, hanches et cuis- ses (un brun jaunátre; funicule, reste des pattes et armure génitale jaunátre. Luisant, lisse, avec de gros points épars plus abondants sur la téte, qui est un peu striée en avant des yeux. Épinotum et cótés du pédicule réticulés. Aile hyaline de 3,8 mm. Les yeux oceupent pres- que la moitié antérieure des cótés de la téte; ceux-ci sont arrondis der- riére. Intervalles des ocelles plus grands que leur diametre. Epistome convexe á bicarenes mousses et a bord antérieur droit. Aire frontale réticulée-ponctuée. Mandibules étroites, bidentées. Scape, sans le condyle, quatre fois aussi long que large. 1% article du funicule aussi AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIV 20 282 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA long qwépais, les deux suivants le double plus longs qwépais, puis de plus en plus longs. Thorax un peu plus large que la téte. Épinotum arrondi. Les faces antérieure et postérieure du pétiole forment un angle de 509 environ. Postpétiole trois fois plus large que long avec les cótés coniques. La Plata (Bruch leg.). Cyphomyrmex Bruchi ». sp. $. Long., 2,5 mm. Brun ferrugineux; pattes et antennes rousses. Mate. La téte est assez finement et irrégulierement réticulée-rugueuse; sur Pocciput et le reste du corps, cette seulpture est beaucoup plus effacée, pruineuse, et ne consiste presque plus quen fossettes superfi- cielles, desquelles pointe une courte pubescence adjacente bien plus fine que chez €. rimosus Spin. Appendices finement pubescents. Pas de poils, sauf ceux des mandibules. Téte plus longue que large, un peu plus échancrée derriére que chez €. rimosus, presque plane, sans trace de bourrelet au vertex. Les arétes frontales atteignent les angles postérieurs et, moins échancrées, elles divergent moins que chez €. rimosus. Les lobes forment un dis- que plan dont le bord antérieur se continue avec celui de Pépistome. Aire frontale peu distincte. Épistome moins imprimé que chez rimo- sus, assez plat, avec une légere échanerure au milieu de son bord an- térieur. Mandibules finement rugueuses. Le scape ne dépasse pas Pangle postérieur de la téte. Articles 348 du funicule un peu plus épais que longs. Yeux plus petits que chez rímosus. Thorax déprimé. Le pronotum s'éleve d'abord jusquw'á former deux tubercules augu- laires pas tres saillants, apres lesquels le thorax est presque plat et bordé jusqwa la face déclive de Pépinotum. Le mésonotum se releve seulement un peu sur les cótés devant le sillon mésoépinotal peu pro- fond. Face basale un peu plus longue que large, plane devant, con- ave entre ses angles dentés. La face déclive un peu plus courte et convexe sur le profil. Pédicule environ le double plus large que long, aussi large que épinotum, les cótés arrondis avec une créte semilu- naire, ouverte devant et limitant sa face supérieure. Postpétiole pres- que trois fois aussi large que long dessus, presque aussi large que le devant du gastre, ses cótés formant un tubercule arrondi en aileron épais. Gastre simplement un peu bordé sur les cótés. La Plata (Bruch leg.). DESCRIPTION DE QUELQUES NOUVELLES FOURMIS 283 Brachymyrmex gaucho 1. sp. $. Long., 2,5 mm. Noire. Mandibules rougeátres; funicule et tarses brun foncé. Luisante. Téte lisse, polie. Promésonotum tres faiblement réticulé. Épinotum densément et finement ponetué-réticulé, assez luisant. Gastre finement chagriné. Tout le corps, sauf Vépinotum, hé- rissé de soies brunes, tronquées, ressemblant au Nylanderia; mais elles sont plus fines et plas pointues sur les pattes et les antennes. Pubes- cence rare sur le corps et courte sur les appendices. Téte déprimée, un sixieme environ plus longue que large, un peu rétrécie devant, le bord postérieur droit, les cótés á peine convexes avec les angles arrondis. Yeux peu convexes, occupant plus du troi- sieme quart des cótés de la téte. Sillon frontal aussi long que les cré- tes frontales. Aire frontale grande en triangle isocéle. Épistome con- vexe, a bord antérieur largement arqué, sans échancrures dans les tiers externes. Mandibules de 4 dents. Le scape dépasse le bord occipital de pres dun quart de sa longueur. Le 2” article du funicule est plus long que ses deux voisins. Le 4”*, le plus court de tous, est en- core 2 */, fois plus long qw'épais, et le dernier est presque aussi long que le deuxieme. Thorax fortement et étroitement étranglé au sillon métanotal. Le promésonotum, tres convexe en tous sens, présente sur le profil une courbe (un quart de cercle environ. Suture promésonotale plus im- primée sur les cótés qw'au milieu. Métanotum étroit, avec une forte impression latérale au-dessous des stigmates qui sont saillants. Face basale de Pépinotum assez convexe, bordée, bien plus large que lon- gue, et plus courte que la face déclive qui est également bordée. Pre- mier segment du gastre presque le double plus large que long. Córdoba : Unquillo (D" Max Biraben leg.). Se rapproche beaucoup de B. pilipes Mayr, dont seuls les Q et O' sont décrits. _ Kairouan (Tunisie), 20 octobre 1917. LA PRESENCIA DEL VANADIO Y ARSÉNICO EN LAS AGUAS SUBTERRÁNEAS DE BELL-VILLE (CÓRDOBA) POR ATILTOCASABAD O Jefe del laboratorio de Obras sanitarias de la Nación - Nuestro distinguido clínico el doctor Abel Ayerza, estudiando una enfermedad que ha observado en la ciudad de Bell-Ville, ha supuesto que la causa de ella debía residir en la calidad del agua que consume la población, por la presencia de algunos metales tóxicos. Solicitado nuestro concurso para el estudio de las aguas de aquella región, del punto de vista químico y microbiológico, se procedió a efectuar los análisis de las muestras de las aguas de los pozos de la napa subterránea, al efecto enviadas. Las muestras recibidas pertenecen a la casa del señor Tadei (muestra n” 1), del señor Giusti (muestra n' 2) y del señor Rodaro (muestra n” 3); las ubicaciones de los pozos se señalan en el plano que se acompaña, en el cual la parte rayada indica el radio de la cañería de aguas corrientes que se ha librado al servicio público. Dentro de ese radio no hay ningún enfermo, siendo los pozos existentes, en general, semisurgentes. En el resto de la población, existe enfermos cuyos síntomas ha descripto el doctor Ayerza en la conferencia dada últimamente en la Academia de medicina de la Universidad de Buenos Aires (septiembre 29 de 1917). El desarrollo de la enfermedad, según dicho profesional, es lento y se manifiesta a los cinco o seis años por unas pequeñas erupciones en las manos y plantas de los pies que impiden trabajar. Además, se des- pierta en el atacado un apetito devorador. El segundo período se ma- nifiesta por el cambio de color de la piel, sufriendo primero la parte del vientre, para continuar luego hasta el cuello; el cabello pierde su brillo y su fuerza. En el tercer período, la piel se vuelve obscura, y en muchas ocasiones, las callosidades de las manos y de los pies producen VANADIO Y ARSÉNICO EN LAS AGUAS DE BELL-VILLE 285 cáncer arsenical; en otras, los enfermos sufren trastornos al hígado y al corazón y muchos mueren como hepáticos o cardíacos. Nuestras primeras investigaciones se limitaron a efectuar el análi- sis químico completo, como asimismo el análisis microbiológico, espe- cificando o aislando las especies contenidas. Los cuadros de análisis adjuntos al final, indican que estas aguas son relativamente mineralizadas, predominando en ellas el bicarbonato de sodio, y conteniendo todas, a excepción de la muestra número ile anhídrido vanádico y además arsénico en proporción variable, máxi- ma en la muestra número 2. En la muestra número 1, se ha compro- bado la presencia de yodo, cuya existencia en las demás no se ha investigado por falta de líquido, pero no sería nada extraño que esas muestras también contengan dicho metaloide. En cuanto a la presencia de otros metales, el examen espectroscó- pico indica sólo la existencia de los comunes. La investigación de boro ha dado resultado negativo. Por los datos del análisis químico, se debe clasificar las mencionadas aguas de minerales en el grupo de las alcalinas-acídulas por la canti- dad de bicarbonato de sodio que contienen; son además ioduradas-ar- senicales-vanadíferas por la presencia de yodo, arsénico y vanadio. En cuanto a los resultados del análisis microbiológico y micrográ- fico, resulta que sólo el agua número 1 está contaminada, pues contiene una proporción apreciable de bacilo coli; las otras dos son, bacterio- lógicamente consideradas, aptas para el consumo. Para efectuar las determinaciones especiales, se nos remitió 50 litros de agua de cada una de las muestras, los cuales fueron evaporados con las precauciones del caso, fraccionándose el residuo así obtenido en dos porciones, de manera que correspondiera cada una a 25 litros de agua original; una de ellas se utilizó para la determinación y dosi- ficación del arsénico, y la otra, para investigaciones especiales. La primera porción fué evaporada dos veces con ácido nítrico hasta sequedad ; se insolubilizó la sílice, y después de filtrar, se evaporó a sequedad en presencia de ácido sulfúrico hasta vapores sulfúricos, a tin de expulsar todo el ácido nítrico, y poder en esa forma llevar el líquido al aparato de Marsh, que, con las precauciones que se señalan para tales operaciones, se puso en marcha obteniéndose para todas las muestras ensayadas, anillos característicos de arsénico con inten- sidades diferentes ; luego se procedió a comprobar por las reacciones generales la presencia de aquel elemento. De manera, pues, que no hay duda acerca de la existencia de ar- 286 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA sénico (1) en las mencionadas aguas y en la proporción siguiente: Arsénico gramo por litro Pozo número 0.00030 = Da IA A A 0.00112 == A E aa e 0.00032 Tripier, hace más de medio siglo, encontró arsénico en las aguas de Auvernia (Francia) en la proporción de 1 a 15 miligramos por litro, como sucede en las aguas de Bourboule, Vals, Vichy, Plombiéres. En la República Argentina, el señor U. Isola ha encontrado arsénico en el agua de Cerro Bola, de la provincia de Mendoza. Bertoni, en 1884, en- contró arsénico en la materia ocrácea en suspensión contenida en el agua Rossa que se originaba en el valle de Blenio en el cantón Ticino: contenía 0%0002 de arseniato de calcio. Las aguas de Ceresole Reale, según análisis del profesor Morelli, contienen 0%0057-0%0062 por litro de arseniato de sodio. Son también arsenicales las aguas de Civillina, Ronsegno, Valdagno, Levico. Esta última, además de arsénico y de fierro, contiene cobre. El agua de Civillina es ferruginosa-vitriólica- arsenical y contiene ácido sulfúrico libre. En general las aguas de bebida no contienen trazas apreciables de arsénico. Armand Gautier, fija las trazas medias en 0%0001 por litro. S. Bruero (2) no ha encontrado arsénico en las aguas de bebida de París, Willm encontró 0%'0004 de arsénico en el agua de Vichy, 00083 en la de Vals y 25 miligramos en la de Bourboule. Del río Tercero se tomó dos muestras, a 10 kilómetros y 170 metros de la plaza Márquez de la misma ciudad ; la presencia de arsénico se com- probó en ambas muestras en la proporción de 0500004 y 0%'00001 por mil centímetros cúbicos respectivamente; en cuanto a la investigación de vanadio, dió resultado negativo. En los cuadros correspondientes, se consigna los resultados del análisis completo de dichas muestras. Al efectuar el análisis de las aguas de referencia, y al hacer la in- vestigación de los nitratos por el método de Grandval y Lajoux, llamó la atención, la coloración azul intensa que tomaba el reactivo sulfo- fénico, por lo que supusimos la existencia probable de un metal raro, (1) Según el doctor Ayerza, el arsénico en estas aguas había sido encontrado con anterioridad por el señor Puzzo de Rosario. (2) Korx-ABREST et BOULIGAUD, Présence accidentelle de l'arsenic; en 1916, dans les produits chimiques usuels et dans quelques aliments. Ann. Chim. Anal., número 7. 15 de julio de 1917. VANADIO Y ARSÉNICO EN LAS AGUAS DE BELL-VILLE 281 suposición que se robusteció al dar el residuo salino de 50 litros de agua, una coloración rojo-amarillenta al ser tratado aquél por el ácido sulfúrico. Como ambas reacciones las da el vanadio (1) siendo la pri- mera, la reacción de L. R. Catalano, y la segunda muy característica, todas nuestras investigaciones se dirigieron a comprobar la presencia en las aguas de esa región de compuestos del vanadio, metal raro muy difundido en los minerales de la provincia de Córdoba. Todas las reacciones características del vanadio han dado resulta- do positivo comprobando, pues, plenamente su presencia en las aguas en cuestión. Es probable que el arsénico esté combinado al estado de arseniato sódico y el vanadio al de vanadato o metavanadato de la misma base. La proporción en que se encuentra el vanadio en las aguas es la siguiente : Anhídrido vanádico gramo por litro ROZOMÚUMECLO a NS no contiene — SS AA 0.004380 — o haa a ala no contiene El método adoptado para la dosificación ha sido el colorimétrico, aliéndose de la reacción de Werthes que utiliza el agua oxigenada. La comprobación de la presencia de vanadio en las aguas de refe- rencia tiene su importancia por cuanto es la primera vez que se le encuentra en las aguas de nuestro país (2). Además, el trabajo que sobre Aguas minerales del país ha publicado el doctor E. del Arca (3) no lo menciona absolutamente. Nos cabe, pues, la satisfacción de haber sido los primeros en encon- trar el vanadio en las aguas de la República Argentina y, para cons- tancia oficial de este hecho hice una comunicación, con fecha agosto 25 de 1917,a la Sociedad química argentina a los efectos de los dere- chos de prioridad por tal investigación. En conocimiento de este dato, el doctor Armando Quinterno trató de investigar ese elemento con resultado positivo, confirmando la presencia del metal hallado por nosotros. (1) Luciano R. CATALANO, Reacciones de algunos metales raros. Revista del Centro de estudiantes de ingeniería, número 144, año XV, 1% semestre. (2) Ha sido consultado con ese objeto la obra del doctor E. HERRERO DUCLOUN, Estudios químicos en la República Argentina. 1910. (3) E. DEL Arca, Aguas minerales, especialmente de la República Argentina. 288 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Gracias a la amabilidad de nuestro distinguido colega el doctor Guillermo Schaefer, hemos podido comprobar que el vanadio en las aguas extranjeras ha sido descubierto en dos casos por A. A, Ha- yes (1) y por 6. Witz y por F. Osmond (2). Si se tiene en cuenta que Gautier dice que: «propiamente hablando no hay substancia contenida en las rocas geológicas que no pueda encontrarse en las aguas minerales porque no existe ninguna que no sea absolutamente insoluble », resulta muy natural explicar la presen- cia de ese elemento raro en las aguas de Bell-Ville. En efecto, según el doctor Bodenbender (3) los vanadatos Descloizita (vanadato hidra- tado de plomo y zinc), Vanadinita (cloro-vanadato de plomo) y Brac- kebuschita (vanadato hidratado de plomo, manganeso y hierro) han sido descubiertos por el doctor Brackebusch en la sierra de Córdoba, distrito de Gaico y analizados por el doctor A. Doering (4). Se hallan en vetas de cuarzo ferruginoso que empalma con el gneis. Están acompañados de sulfato de plomo, galena, pirita de hierro, etc. Bo- denbender ha observado Descloizita en la mina San Ignacio (La Puni- lla) y también Psitacinita (vanadato de plomo y cobre) y en un pique de ensayo en los Cerritos Blancos, cerca de la mina Garibaldi. Parece tener gran propagación en la Sierra de Córdoba. (Que el vanadio es un mineral muy difundido en nuestro país, lo comprueba el hecho de que nuestro venerable y querido maestro el doctor Juan J. J. Kyle (5)1o haya encontrado en las cenizas de carbón de San Rafael y que el doctor E. Longobardi y N. Camus (6) lo hayan descubierto en los petróleos argentinos y, en especial, en el de San Rafael. En consecuencia, no es de extrañar que el vanadio se encuen- tre acompañando al arsénico en las aguas de Bell-Ville, pues además es frecuente que los minerales de vanadio contengan arsénico. Se ha analizado, de este punto de vista, las tierras de las diversas capas del terreno, obteniéndose por la reacción de Gmutzeit, con dife- rente intensidad, la mancha característica. (1) Proc. Am. Acad. Boston, 10, 298. 1874-1875. (2) Bull. Soc. Chim. Paris, 2, 45, 309. 1886; Z. anal. Chem., 30. 1891. (3) Doctor G. BODENBENDER, Los minerales de la República Argentina. 1899. (4) Boletín de la Academia nacional de ciencias de Córdoba, tomo V, entrega 4. (5) KYLE, J. J. J., Apuntes sobre la existencia del vanadio en el carbón de piedra de San Rafael (Mendoza). Anales de la Sociedad científica argentina, tomo XXXI, páginas 174-175. 1891. (6) ErxesTtO LONGOBARDI y NICOLÁS CAMUS, Existencia de vanadio en algunos petróleos. Anales de la Sociedad científica argentina, tomo XXXII, página 283. 1911. VANADIO Y ARSÉNICO EN LAS AGUAS DE BELL-VILLE 289 Las determinaciones cuantitativas efectuadas por medio del apa- rato de Marsh, en las muestras de tierras que se especifican, han dado los siguientes resultados : Arsénico por cien ER granos en gramo Profundidad de la tierra ...... 4.53 vestigios 0 1 AO 18.40 lig. vestigios A 80.40 0.00022 O A 103.12 0.00040 En cuanto a las determinaciones para la investigación de vanadio en las tierras, todas ellas han dado resultados negativos, lo que indica- ría que la disolución de este elemento, en el agua, no se verifica en el punto donde se captan las aguas, sino en su origen o en sitio ubicado en el recorrido del agua en cuestión. Es conocido que el arsénico ingerido continuamente en pequeñas dosis, provoca fenómenos de arsenicismo, y como el vanadio tiene pro- piedades bioquímicas muy cercanas, en lo que se refiere a la toxicidad y acción en el organismo, no es ilógico suponer que la acción de las aguas en cuestión sobre el organismo se deba a la presencia conjunta del arsénico y vanadio, haciendo que este último sume sus efectos en el mismo sentido a los efectos provocados por el primero. Las combinaciones del vanadio son muy variadas y presentan ana- logías con las de los más variados elementos; el vanadio, como bi o trivalente, posee un carácter nitidamente metálico, básico (1); las sales vanadosas y vanádicas son análogas e isomorfas con las sales de Mg, He Or”, Mon”, Ni”, Co” así como Al, Fe”, Cr¿Mn” Co”. Con el au- mento de su grado de oxidación, así como con el aumento de valencia, disminuye el carácter metálico del vanadio. El vanadio pentavalente posee manifiestamente un carácter metaloídico, sus combinaciones se asemejan a las del P y As pentavalentes. El vanadio es un elemento tóxico; la ingestión de vanadato de sodio provoca en los mamiferos diversos síntomas, disminuyendo la respi- ración (2) y debilitando la energía cardíaca; la acción de esa sal se extiende a los centros vaso-motores y respiratorios y a los ganglios intracardíacos y sus efectos se asemejan al arsénico, con una acción (1) SMELIN, KRANT, FRIEDHUM, Handbuch der anorganischen Chemie, tomos II y II, página 67. 1908. (2) L. Lewin, ZTraité de toxicologie, página 245. Traducido por G. Pouchet, París, 1903. 290 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA predominante sobre el corazón (1): se le asigna, como al ácido arse- nioso, un papel de convoyeur del oxígeno. La gran mayoría de las investigaciones bioquímicas del vanadio se refieren a la acción de los vanadatos, en especial al de sodio. La dosis tóxica del vanadio, en general, es variable según la vía por la cual se le suministra y el organismo al cual se le aplica; para el conejo es de 17 miligramos y para el perro 75 miligramos por kilogramo del ani- mal; en el hombre, la dosis terapeútica en las veinticuatro horas, varía de la 5 miligramos. De manera que la suposición del doctor Ayerza sobre el origen de la enfermedad desarrollada en la ciudad de Bell-Ville tiene su expli- cación por todas nuestras investigaciones, que conducen a demostrar que aquélla es de origen hídrico y causada, no ya por elementos orgá- nicos ni organizados, sino por metales tóxicos contenidos en el agua, En mi carácter de jefe del laboratorio de Obras sanitarias de la Nación, proseguiré efectuando en las aguas estas determinaciones especiales, pues no sería de extrañar que en nuestro país existiera otro punto cuyas aguas ocasionen tales disturbios. A propósito de esta cuestión, he pensado de que si el bocio, muy difundido en la república, no puede explicarse por la presencia en las aguas de elementos tóxi- cos de la naturaleza de los que nos ocupan. z Este estudio nos demuestra que no debemos formular nunca conelu- siones acerca de la calidad de las aguas con sólo un análisis químico y microbiológico comunes — los partidarios del análisis microbiológico exclusivo tienen en esto un argumento poderoso en contra de su ex- elusivismo— y que si mucha importancia tiene un análisis, no menos la tiene el otro efectuado en debidas condiciones. Las obras especiales no indican para la deducción de los análisis de agua, la necesidad de estas determinaciones, por lo que llamamos la atención y recomenda- mos que los proyectos de provisión de agua se hagan siempre a base de estudios completos del punto de vista químico y microbiológico, antes de sacar cualquier deducción acerca de la calidad del líquido que se haya elegido para el consumo. Este estudio nos demuestra la grandísima importancia que tiene el análisis químico en casos como el que nos ocupa, pues él solo da la clave de una cuestión de vital interés para la higiene de las pobla- ciones. (1) Causse, Précis de matiére médicale, página 617. París, 1908. 291 VANADIO Y ARSÉNICO EN LAS AGUAS DE BELL-VILLE Plano general de la ciudad de Bell-Ville con indicación de la zona servida de aguas corrientes tal (LES NS ) 1 add. os AO ra CS o EN E E ES ED DAS a O a O 2 DE NA 0 IDonoonaaodo DODORDRHAOO 292 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Ñ AGUAS DE LA CIUDAD DE BELL-VILLE Número de la muestra Análisis químico 'ASPecto en iio SN límpido límpido límpido — caliente opalino lig. opal. » Residuo por reposo escaso nulo nulo 'ASpeciondelresidLOo AN arc. arenosa » » Dureza total, G. Fu. 69 105 69 —= EeMPOLATA A 59 005 505 = Jimdo. oo deso Var coso. e To 095 residuo a 100-1059 Cu. a ee 1.0340 1.2140 1.0968 — 1800 Cu 1.0250 1.2020 1.0850 Residuo al rojo dol 1.0000 1.1760 1.0680 Aicalimidad co SO 0.34820 0.89473 0.63747 Mat. orgánica y en permanganato.... 0.00869 0.00474 0.00592 (Sol. ácida) (eno 0.00220 0.00120 0.00150 Cloro (CD... a 0.13845 0.01420 0.03905 Anbídrido sulfúrico (SO,)...........-. 0.18381 0.04115 0.02812 -— MITICO INTO | 0.02250 v. 0.10000 — LOS ONO v. 0 Mañve = silicico (LO 0.02840 0.57600 0.05480 — ca poco (CON 0.15603 0.40084 0.28558 Amoníaco (NE tt ati 0.00010 0 0 Óxido de calcio (CAD). 0.02422 0.00346 0.01384 MALE MA 0.00492 0.00246 0.00550 = o) O NOE L 0.49364 0.68341 0.56664 — POLANCO y - Ano (AO a 0.00426 0.00192 0.00206 = Nierro (HeO 0.00014 0.00014 v. Determinaciones especiales Anhídrido vanádico (V,O,)...........|No contiene | 0.00480 contiene ATSÉDICO MAS A a | 0.00030 0.00112 0.00032 Yodo (Dri | v. » » Combinaciones Silicato deal | 0.008502 0.00362 0.00388 — IO O Sapa 0.05009 0.11364 0.10771 Cloruro de soda a A 0.22782 0.02340 0.06435 — AMONIO Ae | 0.00031 0 0 N a) [Su VANADIO Y ARSÉNICO EN LAS AGUAS DE BELL-VILLE Número de la muestra Combinaciones (conclusión) Nitrato de potasio ...... soonoooopono 0.04208 v. 0.18703 =— ¿Q0-D: 000 01000 CAS 0 0 lig. vest. Sulfato de calcio; 7... SS 0.05881 0.00840 0.03360 — IAEICO pu O 0.01466 0.00738 0.01254 — SOLO ate e 0.24740 0.05554 — BiearbomnaboHerrosO rats a aaa oo oe 0.00032 0.00052 Vi — da CIO oe — — 0.00481 — TOM 0.59554 1.57883 1.08570 WManadaboldeksodiI0O +. coo a — 0.00640 contiene NAO, E OA E 0.00074 0.00278 0.00079 MOTOR der OO aa ao ano pijo stas v. = — Análisis microbiológico Gérmenes aerobios, por em? (5 días) .. 407 260 155) Manada des pata toda ete 3 3 2 MICUAMtes APOLCME a eat ese aaa oe 50 350 10 NoMlicuantes por Ca... ao 391 230 105 CEQISTRAS.: 010 0/0 Y 0000 O PON OO O 10 0 10 -BONZ yo 0.00 000009 100000000 O OOOO 0 0 0 BACTenorcol por Mil oa ata 30 Negativo Negativo =— CN O Negativo » » = DONE sona ooo ol. » » » Análisis micrográfico En las tres muestras analizadas, se observa escasas partículas minerales cristalinas y amorfas, y raros microorganismos. 294 (Bell-Ville) == A No 7608 No 7609 a Puntos de extracción... (1) (2) Temperatura del agua ao 120 1205 = ambiente... al 159 19S Hecha de extracción Set. 17:1917|Set. 17/1917 = llegada ........ o oa Noe Set. 18/1917/Set. 18/1917 Condiciones io Buenas | Buenas Análisis químico ColoL 2.2 i..m...oommca AS o incolora incolora ¡Aspecto en TÍO... límpido límpido —- caliente o Noe opalino opalino OLOT. 0 AN inodora inodora Sabor... a A agradable | agradable Reacción 0.0 alcalina alcalina Residuo por reposo O NN muy escaso | muy escaso Dureza total, E Vito a NE 150 150 ==. Temporal. e END Tale 1105 — ¡Permanente.... taa ea oh 40 305 Residuo a TOA gramos %/00| 0.7376 0.5912 — TEO e rie — 0.7300 0.5850 = alojado e = 0.7140 0.5730 Alcalinida SO id — 0.23520 0.20910' Mat. orgánica ( en permanganato..... — 0.01658 0.01658 (Sol. ácida) en oOxígen0........... — 0.00420 0.00420 Cloro (Ch Re — 0.09230 0.07100 Anhídrido sulfúrico (SO). .200....<... = 0.16598 0.12208 — MC O A — 0 0 =— nitroso (NO) qt ser ue — 0 0 — CCA O — 0.02160 0.02000 - CATPOMICONOO e — 0.10541 0.09370 Amonfaco (NE). ia -- 57 Viva Nitrógeno albuminoideo (N).......... — 0.00022 0.00022 Óxido de calcio (Ca0)........oo.o... = 0.05635 0.05849 — magnesio. (MgO) ........... — 0.01615 0.01666 2 a o =— ( 0.29077 0.21673 — POLA MO = y — AU AO — 0.00215 0.00225 — erro le O) A — 0.00005 0.00005 ¡Arsénico (AS A = 0.00004 0.00001 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Aguas de río Tercero VANADIO Y ARSÉNICO EN LAS AGUAS DE BELL-VILLE 295 Aguas de río Tercero —] (Bell-Ville) E 7 — No 7608 No 7609 A A A A AA A A A A A A AR AI E Combinaciones SICaLo der an aia a > 70 gramos %/00| 0.00404 0.004253 — SOLO Aid ae SA — 0.04007 0.03663 ClorTULO damos — 1. y — OO elias oe 2solals ea — 0.15210 0.11700 Sultatorde calcio aa eto ea — 0.13861 0.14201 — MASnEsIO a a o. 0.04845 0.04998 — AA — 0.09446 0.00930 BICarpon ato MenroSsO elote apo e eno dao ja od — 0.00011 0.00011 = 15 FOR coa O bs — 0.40253 0.35780 Análisis microviológico G;érmenes,aeroblos por cm (0 días)... ii Lal 1517 Erie dades ao e e e a A: 3) 8 MIC UAntesporiCI to ceo sia l OIE oia bibro.e 180 210 ¡NOPLCcUAnbeSpOBICIO alive a A : 537 1307 EOS po a AN > 20 20 EONAO PORC tas sto to 10 10 Bacterio coli por mil........ A : 15 715 = CIC OB co aoo.o oo. ....| Negativo Negativo PIO CIAI CO AN RNA s00 » » Análisis micrográfico 7608 y 7609 : Escasos detritus minerales cristalinos y amorfos, raros micro- organismos, algas diversas y algunas fibras vegetales. Puntos de extracción 7608: A 10 kilómetros del pozo del establecimiento O. S. Caudal del río, 35 litros por segundo. 7609: A 170 metros del pozo del establecimiento O. S. Caudal del río, 35 litros por segundo. ALGUNAS INVESTIGACIONES LA NATURALEZA DEL GELIEN LATENTE FOTOGRÁFICO RESIDUAL ACCIÓN DEL CLORURO CÚPRICO Debido al sinnúmero de teorías que se han emitido para explicar el complejo e interesante fenómeno de la ¿magen latente fotográfica, es difícil hacer un resumen claro de las mismas. No obstante, para mos- trar el camino que nos hemos propuesto seguir en este estudio, dare- mos primero una ligera idea de las principales teorías que se han for- mulado y que para mejor comprensión las agruparemos en dos cate- gorías: En la primera reuniremos todas aquellas que suponen a las partí- culas de la sal argéntica (halogenuro) modificada por la acción de la luz, en un estado menos estable pero ro alterada en sus constituyentes. Tales son las teorias de la perturbación, equilibrio o tensión molecular, polio despolimerización, alotropía, núcleos de reacción, pulverización, etc. En pro de esta manera de considerar el fenómeno fotográfico se hallan ilustres investigadores, como Dewar, Bose, Quincke, Namias, Bredig, Hurter-Driftield, Lupo-Cramer y otros más, llegando hasta decir el último nombrado, después de una serie sistemática de expe- riencias, que en el estado presente de la ciencia (1914) faltan en ab- soluto pruebas para afirmar que en la exposición fotográfica normal se produzca en la sal sensible de plata una verdadera descomposición química. En la segunda categoría reuniremos todas las teorías o hipótesis que suponen una descomposición química indubitable del halogenuro ar- géntico con formación de compuestos menos o más halogenados y GERMEN LATENTE FOTOGRÁFICO RESIDUAL 297 concomitante de plata metálica o coloidal, formando soluciones sóli- das con la gelatina, con el halogenuro no modificado o con los produc- tos de la descomposición química producida por la luz. Entre estas podemos citar las del subhaloide, perhalogenuro, oxihaloide, plata na- ciente o plata coloidal. Tal manera de considerar este fenómeno en- cuentran partidarios como Vogel, Guntz, Carey, Lea, Reinders, Tri- velli, Eder, Homolka, Hunt, Bancrof, Guglialmelli (1), ete. De una manera general puede decirse que los hechos observados apoyan más a las teorías que admiten que la modificación de la sal sensible de plata por la acción de la luz es de naturaleza química. Las dificultades o anomalías encontradas deben atribuirse al hecho de considerar como ¿imagen latente a toda impresión luminosa produ- cida en el seno de la película sensible del gelatinobromuro, sin tener en cuenta que la pequeñísima e insignificante cantidad de halogenuro argéntico alterada puede formar soluciones sólidas con el halogenuro no modificado y con la gelatina y hasta verdaderas combinaciones que producen fenómenos secundarios que complican en sumo grado su estudio. La reversibilidad o fotorregresión de la imagen latente foto- gráfica, el fenómeno de solarización e inversión, el desarrollo químico a expensas del exceso de sal de plata (bromuro o cloro-bromuro) con- tenida en la emulsión sensible son las causales que alteran o impi- den conocer la verdadera naturaleza de la ¿magen latente fotográfica normal y hacen muy difícil su investigación analítica. No es ajeno a todo esto el origen de las numerosas teorías emiti- das, y a nuestro juicio eliminar estos fenómenos secundarios, en parte o en su totalidad, y las reacciones parásitas que se producen con los productos mismos de la descomposición luminosa o por la acción re- ductora del coloide soporte (gelatina) sería el mejor camino para dilu- cidar tan importante cuestión. Nuestros esfuerzos han sido dirigidos en ese sentido, es decir, estu- diar la naturaleza del germen latente residual que consideramos como el solo constituyente de la imagen latente fotográfica normal (2). Todas las investigaciones que se hagan sobre la placa fotográfica (1) Algunas consideraciones acerca de la naturaleza coloidal de la imagen latente. Memoria aprobada en el IV” Congreso científico (1% Panamericano, Chile, 1908). (2) Young en 1858, Kogelmann en 1894, Sterry y Neuhauss cuatro años des- pués estudiaron el modo de revelar la imagen latente fijando de antemano el ne- gativo, es decir, una vez eliminada la sal de plata no impresionada por la luz. Lumiere, Seyewetz y Chanoz han evidenciado que con el empleo del hiposulfito AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXIV 21 298 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA que ha experimentado una impresión luminosa sin el previo proceso del fijado en apropiadas condiciones, adolecen del grave inconveniente señalado. Es como si quisiéramos indagar la verdadera composición química de una substancia constituída por una mezcla de varios cuerpos sin antes proceder a su separación y purificación. ¿s por este camino que puede resolverse este importante problema, y partiendo de la base que el germen latente residual y la imagen latente fotográfica normal son una misma cosa, el conocimiento pro- fundo de la constitución química del germen latente residual, por ejemplo, mostrará por consiguiente cual será la naturaleza de la ima- gen normal. Si admitimos, pues, que el germen residual está consti- tuído por plata coloidal, como lo hemos supuesto en anteriores traba- jos (1), y desechamos para la imagen latente fotográfica normal todas las teorías que no admiten una verdadera descomposición química, ten- diremos que la acción del hiposulfito puede consistir, lisa y llanamen- te, en desdoblar el producto formado por la acción luminosa en plata coloidal y un compuesto soluble en aquel disolvente. A saber : El subhaloide que presenta la siguiente composición Ag,X o los subhalogenuros de Trivelli de fórmulas: Ag,X, (verde), Ag,X, (azul), Ag,X, (rojo), Ag,X, (amarillo), se disuelven en el hiposulfito dejando como residuo o sea dando nacimiento al germen residual de plata por la siguiente descomposición : Ag,X =AgX + Ag halogenuro subhalogenuro plata normal Ag,X, =TAgX — Ag, etc. De la misma manera puede concebirse esta descomposición por el fijador en el caso de la teoría de Homolka que admite la formación simultánea de una subsal y un perbromuro 3BrAg = Ag,Br + Br.Ag bromuro normal subbromuro perbromuro (Br,Ag' - Ag,Br) = AgBr + Ag —- Br,Ag Pero ofrece el inconveniente de la formación de un perhalogenuro en soluciones muy diluídas puede fijarse antes del desarrollo una placa normal- mente impresionada y si se revela en un baño de desarrollo físico, obtener así un negativo normal. (1) Anales de la Sociedad cientifica argentina, tomo LXXVI, página 65, y tomo LXXVII, página 345 y siguientes. GERMEN LATENTE FOTOGRÁFICO RESIDUAL 299 desconocido hasta ahora y que por la acción del hiposulfito se desdo- blaría en bromo y bromuro de plata común Br,Ag | 28,0,Na, =8,0,Na, + 2BrNa + BrAg ON hiposultito tetrationato bromuro bromuro de plata de sodio de sodio de sodio de plata quedando siempre el germen residual formado por plata. Otro tanto puede suponerse para el oxicompuesto que admite la teoría del oxihalogenuro, pero no sucede en cambio estas diferencias con las teorías de la plata naciente y plata coloidal en que el germen residual y la imagen latente normal se confundirían. Bosquejado así a grandes líneas la acción del hiposulfito sobre los compuestos supuestos en estas diversas teorías se llega a la conclu- sión que la ¿imagen latente fotográfica residual está constituida por plata metálica o coloidal. Es, como se ve, de máxima importancia com- probar si este germen residual es idéntico en su composición con los constituyentes de la imagen latente normal. Por el momento, dada la índole de este trabajo, nos concretaremos solamente a estudiar la ac- ción de ciertos agentes químicos sobre dicho germen, obtenido des- pués del fijado hecho sobre placas al gelatino bromuro que han sido impresionadas de manera habitual (2 segundos con luz de lámpara ultravioleta). Esta es la segunda parte de una serie sistemática de experiencias que hemos emprendido con tal fin. Parte experimental ACCIÓN DEL CLORURO CÚPRICO Operando en las mismas condiciones ya detalladas en trabajos an- teriores (1) (Acción de los cloruros de oro, etc.) sobre placas impresio- nadas y fijadas, no nos fué posible obtener en 12, 24 y 48 horas ima- gen visible alguna con las soluciones de cloruro cúprico al 1-2 por ciento. Las placas así tratadas fueron sometidas al baño de desarrollo físi- co combinado de parafenilene-diamina y nitrato de plata con resulta- dos variables según se operara en presencia de la luz o se sometía a un nuevo fijado. (1) La interpretación de esta acción será objeto de una memoria próxima. 300 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA MUESTRARIO De una misma placa fotográfica al gelatinobromuro impresionada con luz ultravioleta (20 segundos) a través de una pantalla metálica con siluetas en forma de cruz, se obtuvieron iguales trozos. El fijado fué practicado con la placa entera, lo mismo que el lavado. En estas condiciones todos los ensayos pueden ser comparados entre sí. I. Trozo desarrollado con el revelador físico (5 minutos). resultado : ¿magen roja. IL. Trozo desarrollado con el revelador físico (10 minutos). Resultado: ¿imagen azul índigo. III. Trozo desarrollado con el revelador físico (15 minutos). Resultado : ¿magen negra azulada. V. Trozo que contiene el germen latente residual : por un des- arrollo físico se obtendría la misma imagen que I, IL o III según el tiempo que se deje en dicho baño. NOTA. — I, II, III, muestran las diferencias de color de la plata (coloidal) precipitada sobre el germen residual, debido a la acción del tiempo en el desarrollo. VI. Trozo desarrollado con cloruro áurico (24 horas) : por transpa- rencia muestra el oro (coloidal) precipitado sobre el germen residual. IX. Trozo tratado con cloruro cúprico durante diez minutos, lavado luego cuidadosamente y sometido después al desarrollo físico. Resultado : ¿magen blanca lechosa apenas visible. X. Trozo sometido a la acción del cloruro cúprico por diez minu- tos y fijado de nuevo en hiposulfito al 2 por ciento. Resultado : imagen destruida. CONCLUSIONES 1* El germen latente residual es destruído por la acción del cloruro cúprico si ésta se prolonga por muchas horas; 2* Si después del tratamiento con la sal de cobre la placa es fijada, no se produce imagen visible alguna ; 3* El mismo germen es revelable si se opera en presencia de la luz, siempre que la acción del cloruro cúprico no haya sido enérgica. En plena obscuridad no se obtiene en cambio el más ligero indicio de imagen visible. Luis GUGLIALMELLI. Trabajo efectuado en el Laboratorio de la Oficina química nacional. BIBLIOGRAFÍA Catálogo de revistas de ciencias exactas, naturales y de ingeniería exis- tentes en bibliotecas argentinas, por R. Gaxs. Un folleto de 1x-45 pági- nas. Buenos Aires, 1917. Los investigadores que trabajan con seriedad, saben cuáles dificultades se pre- sentan cuando se trata de revisar la bibliografía correspondiente a un tema científico cualquiera : frecuentemente ocurre que esa revisión lleva más tiempo que el propio estudio emprendido o por emprender. No todas las bibliotecas poseen idénticas revistas ni colecciones completas de las mismas : a menudo, quien desea consultar un periódico dado ignora dónde se halla y hasta si existe en el país, y entonces principia para él una peregrinación por las diferentes instituciones en procura de lo buscado, la que muchas veces no representa sino una pérdida de tiempo. El trabajo del señor Gans, efectuado con la colaboración del señor Mendels- sohn-Bartholdy, allanará en gran parte los inconvenientes apuntados, facilitando la tarea de los estudiosos de nuestro país. Es muy de sentir, sin embargo, que el catálogo en cuestión no sea completo y que no se haya indicado, para cada revista, todas las bibliotecas donde aquélla se encuentra y el número exacto de las existencias. Así, por ejemplo, la revista Physis aparece, como existiendo completa, solamente en el Instituto nacional del profesorado secundario, en la Sociedad Científica Argentina y en la Facultad de medicina, cuando también se halla en la Biblioteca nacional, en la del Museo de historia natural de Buenos Aires, en la de la Facultad de ciencias exactas de Buenos Aires, ete. Igual cosa podría decirse para la Revista argentina de historia natural, Broteria, Botanisches Centralblatt, Stettiner entomologische Zeitschrift, Engi- neering and Mining Journal, Boletín de la Sociedad geográfica de Lima, Wiegmann's Archiv fiir Naturgeschichte, etc. Otras revistas faltan en el Catálogo y entre las ex- tranjeras que recuerdo en el momento de escribir estas líneas, puedo citar al Bul- letin de la Société chimique de Paris, Boletín del cuerpo de ingenieros del Perú, Revue de minéralogie, Moniteur des architectes, L'architettura italiana, The Monthly micros- copical Journal, Progressus rei botanicae, Transactions and Proceedings of the New Zealand Institute, Redia, Zoologischer Anzeiger, Zoological Record, ete., y entre las 302 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA editadas en el país al Boletín del Instituto bacteriológico, Boletín mensual del Mu- seo de productos argentinos, Anales científicos argentinos, Periódico zoológico, Boletín del Instituto de entomología y patología vegetal, Revista industrial y agrícola de Tucu- mán, La prensa médica argentina, Boletín mensual del Departamento de agricultura, La semana médica, etc. Por otra parte, fuera de las bibliotecas particulares consultadas por el autor y que tan desinteresadamente ponen los propietarios a disposición de los inves- tigadores, las hay, no mencionadas, con verdaderos tesoros que, de ser revela- dos, vendrían a completar y suplir las deficiencias existentes en aquéllas de las instituciones públicas. No obstante esas omisiones explicables por la premura con que se ha redactado el Catálogo y quizás en parte debidas también a la poca consideración que cier- tos bibliotecarios demuestran al público estudioso — otros en cambio son la ama- bilidad personificada —, el trabajo del señor Gans no deja de tener un indiscuti- ble valor e indudablemente, los bibliófilos tendremos ocasión de consultarlo más de una vez. C. LIZER Cálculo de piezas de hormigón armado sometidas a la fiexión simple. Primera parte : Vigas, losas simples y nervuradas, por el ingeniero JuLio R. CASTINEIRAS. Un volumen de 80 páginas con 43 figuras. Imprenta de Coni hermanos. Buenos Aires, 1917. El autor del trabajo mencionado, se ha propuesto exponer con concisión la parte más esencial de lo relativo al cálculo de las piezas de hormigón armado sometidas a la flexión simple, y al efecto inicia con esta primera entrega, la pu- blicación de una obra más extensa, tratando por el momento exclusivamente de la determinación de las dimensiones de las secciones de hierro y de hormigón, ne- cesarias para resistir a los esfuerzos longitudinales que se desarrollan en estrue- turas simples de esa clase, sometidas a la flexión simple y dejando para publica- ciones sucesivas la consideración de lo que atañe a los esfuerzos de corte y de resbalamiento y a las vigas especiales (tubulares, Vierendeel, etc.). No se trata de la exposición de una nueva teoría original del autor, sino de una explicación sintética de teorías generalmente conocidas, hechas con claridad y con la mente de dejar en el ánimo de quien tenga que calcular piezas de hormi- gón armado, la mayor seguridad respecto al criterio que adopte al aplicar las fórmulas y elegir una u otra clase de sección. Tendiendo al mismo fin, el ingeniero Castiñeiras ha procurado salvar ciertas indeterminaciones que los autores que se ocupan de la materia omiten tratar, por lo general. Numerosas tablas contenidas en la obra, las que en su mayor parte han sido confeccionadas por el autor de la misma, y la resolución de oportunos ejemplos, facilitan y simplifican notablemente las operaciones que requiere el cálculo de ese género de estructuras. JUAN JOSÉ CARABELLI. ÍNDICE GENERAL DE LAS MATERIAS CONTENIDAS EN EL TOMO OCTOGÉSDIO CUARTO Academia de la Sociedad Científica Argentina. Inauguración de la sección In- SAMA. o o dodo oooO abonado apa Sado otero hácosna nod M. DurrieU, La responsabilidad pr blesional y del nquilccto ante la ley civil argentina........ O O IO OO OE ROTO ONIS OO De T. IssarprI, Sobre conductibilidad térmica y diedvicción del vapor de bromo... Luciano P. J. PaLer, Cuatro grandes figuras del pasado de la química. 63, 169 y Horacio DAMIANOVICH y ADOLFO WiLLIaMms, Estudio de la estabilidad de al- gunas soluciones de fermentos y alcaloides por medio de los espectros de ab- sorción ultra violeta. Casos particulares de la pancreatina y morfina......... H. M. LuvyLier, Histéresis magnética tratada de acuerdo con la ecuación de ant der Wa als apena a ms aaa aro edo loa NS OSOS ono cOn ODO Discurso del ingeniero Huergo en la tumba del ingeniero Vicente Castro...... . Horacio DAMIANOVICH, La termodinámica clásica y los nuevos problemas de la dinámica QUÍMICA. ............ OO ao O on oño.s.0 ooo a USO CArLOS BrUCH, Costumbres y nidos de hormigas Horacio DAMIANOVICH, Juan B. Ambrosetti, discurso en el acto del sepelio... CRISTÓBAL M. HICKEN, Una arácea Curiosa........... 5060 a oso obRSae +00 F. SANTSCHI, Description de quelques nouvelles fourmis aah a République E ATIiLIOo A. Bapo, La presencia del vanadio y arsénico en las aguas subterrá- neas de Bell-Ville (Córdoba)......... Uco aa aran o o Oo Da OS LuIs GUGLIALMELLI, Algunas inves zaciones sobre la naturaleza del germen la- tente fotográfico residual. SO So ololas. UNOS ooo ao Udo nor onda MOVIMIENTO CIENTÍFICO : Sociedad argentina de ciencias naturales....... 500 ae BIBLIOGRAFIA ER RO UREA OS POLA UE O PEO li Es Trabajos realizados en los parques y paseos públicos de la ciudad de Buenos INR IAS e lat O O cio O O O RS ROTO OO Es 296 191 7 El primer hallazgo arqueológico de la isla de Martín aa: por Félix F. De p 197 Pipa de piedra tallada, por Félix F. Outes....ovoonoamno cacon conan 198 pS. a . e La materialización del cherruve araucano, por Félix F, Outes. CERRO IAEA SO e e > > Manuale dell ingegnere civile e industriale, por E. Colombo............. pavas LEA) . É L'industria del gas, por Carlos Calvi......... A A A E E Lavorazione e tempero degli acciat, por Arturo Masseuz.......o.o.... oo DL Catálogo de revistas de ciencias exactas, naturales y de ingeniería potentes en E bibliotecas argentinas, por R. Gans......... RAN: Hoc O AS ol Cálculo de piezas de hormigón «armado sometidas a la flexión simple, por Julio E RACABMEeITaS sirena SO ANS AS ZN * —— A —— A - BIBLIOTECA DE LA SOCIEDAD CIENTIFÍCA ARGENTINA , PUBLICACIONES RECIBIDAS EN CANGE | EXTRANJERAS (Conclusión) Italia Atti della 1. R. Accad. di Scienze Lettere ed Arti degli Agiati, Rovereto. — Atti della R. Accad. dei Fisiocritici, Siena. — Riv. Li- gure, Genova. — Riv. di Artiglieria e Genio, Roma. — Boll. della Soc. Geografica Italiana, Roma. — Ann. della Soc. degli Ing. e degli Architetti, Roma. — Boll. della Soc. Zoolo- gica Italiana, Roma.—Gazz. Chimica Italia- na, Roma. — Atti della Soc. dei Naturalisti, Modena. — Boll. della Soc. Médico Chirur- gica, Pavia. — Atti della Soc. Ligustica, Ge- nova. — Boll. del R. Comtato Geologico d” Italia, Roma. — Boll. della R. Scuola Super. d "Agricultura, Portici. — Atti della Assoc. Elettrotecnica Italiana, Roma.—Il monitore Tecnico, Milano. — Boll. del R. Orto Bota- nico, Palermo. — Boll. Mensuale dell'Osser- vatorio Centrale del R. Colegio Alberto in Moncalieri, Torino. — Atti del R. Instituto d'Incoraggiamento, Napoli. — Atti della Soc. Toscana di Science Naturali, Pisa. — Osser- vatorio Vaticano, Roma. — Atti della R. Accad. di Scienze, Lettere ed Arti, Modena. — Atti del Collegio degli Ingegneri e Archi- tetti, Palermo. — La Navigazione Aerea, Ro- ma. — Giornale del Genio Civile, Roma. — Rendiconte degli Studi ed Esperienze ese- guite del Laboratorio de Costruzione auro- - Nnautiche del Battaglione Specialiste, Roma. Inst. Geológico, Méjico. — Anales del Mu- seo de Arqueología, Historia y Etnología, Méjico. — Informes y memorias del Instituto Mexicano de Minas y Metalurgía, México. Natal Geological Survey of the Colony, of Na- tal, Pietermaritzburg. Nueva Gales del Sur Record of the Geological Survey (Depart- ment of Mines), Sydney. Nueva Zelandia Transaction an proceeding of the New Zealandz Institute, Wellingston. Paraguay An. de la Universidad, Asunción. Perú (Lima) An. de minas. — Bol. de la Soc. Geográ- - fica. — Informaciones y Memorias de la Soc. de Ingenieros del Perú. — Rev. de Ciencias. — Boletín del Ministerio de Fomento. Portugal Bol. da Soc. Broteriana, Coimbra. — Jor- nal da Soc. das Sciencias Médica, Lisboa. — Acad. R. das Sciencias, Lisboa. — Bol. da Soc. de Geographia, Lisboa. — O Instituto Rev. Scient. é€ Litteraria, Coimbra, — Bol. do Observ. Metereológico é Magnético, Coim- — Bolletino bimensuale della Societá Meteo- rologica Italiana, Torino. — Atti della Reale Accademia de Lincei, Roma. — Societá Ita- liana peril progreso delle Scienze, Roma. — —Rendiconte del Circolo Matematico di Pa- -—lermo. — IM Pitagora, Palermo. Japón The Botanical Magazine, Tokyo. — The Journal, of Geography, Tokyo. — Annota- tions Zoological Japaness, Tokyo. — The Zoological Society, Tokyo. Méjico Bol. del Observ. Astronómico Magnético Metereológico Central, Méjico. — Bol. del Observ. Nacional, Tacubaya.—An. del Mu- seo Nacional, Méjico. — Memoria y Rev. de la Soc. científica, Antonio Alzate.—An. del Inst. Médico Nacional, Méjico. — Bol. del bra. — Bol. do Observ. da Universidade, Coimbra. — Bol. do Observ. Meterológico do Infante Dom Louis, Lisboa. — Annaes Seien- tificos da Academia Polytecnica do Porto, Coimbra. Rumania Bol. de la Soc. Geográfica, Bucuresci. as Buletinul Societatti Regale Romane de Geo- grafie, Bucuresti. Rusia Bul. de la Soc. de Geographie, Helsing- fors. — Memoires de la Acad. Imperdes Sciences, Petrogrado. — Bull. de la Soc. Polithécnique, Moscow. — Rev. des Scien- ces Mathématiques, Moscow. — La Biblio-. teca Politecnica, Petrogrado.—Soc. pro Fan- na et Flora, Fennica, Helsingfors.—Bull. de la Soc. Imper. des Naturalistes, Moscow. — An. de la Soc. Phisico Chimique, Petrogra- do. — Bull. de la Soc. Imper de Geographie, Petrogrado. — Phisicalische Central Obser- vatorium, Petrogrado. — Bull. du Jardin Im- per. de Botanmique, Petrogrado. — Korres- pondensblat de Natufors Vereins, Riga. — Bull. du Comité Géologique, Petrogrado. — Polytechnischen Vereins, Petrogrado. San Salvador Obsery. Meteor. y Astron. El Salvador. a Suecia y Noruega Syeriges geologisca Underskning, Stoe- kolm. — Kongl Vetenskaps. Akademiens. Siockolm. — Forhandl et Vidensk Selska- bet, Cristiania. Suiza Geographich Ethnographiche gesellschaft. Zurich. — Soc. Hevéltique des Sciences Na- turelles, Berna. — Bull. de la Soc. Neufeha- teloise de Geographie, Neuchatel. — Obser- vatoire Meteorologique, Neuchatel. — Biblio- thek des eidgenossischen polytechnikims, Zurich. — Archives Suisse d'anthropologie générale, Genevé. Uruguay (Montevideo) Rev. de la Asociación Rural. — Bol. de la Enseñanza Primaria. — An. de la Universi- dad. — Bol. del Obsery. Metereorológico Municipal. — Revista de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos del Uruguay. — Revista del Centro Farmacéutico Uruguay. — Revista del Ministerio de Industrias. NACIONALES Buenos Aires Rev. de la Fac. de Agronomía y Veterina- ria, La Plata. — An. del Museo, La Plata. Rev. Mensual de la Cámara Mencantil. Ba- rracas al Sud. — Revista del Centro de In- geniería, La Plata. — Revista del Centro Estudiantes de Química y Farmacia, La Pla- ta. — Archivos. de Pedagogía y Ciencias Afines, La Plata. Capital An. del Círculo Médico Argentino. — An. de la Universidad de Buenos Airés. — Ar- chivos de Criminalogía, Medicina legal y Psiquiatria.—Bol. de Estadística Municipal. — Rey. Farmacéutica. — La Ingeniería. — An. del Depart. Nacional de Higiene.—Rev. Tétnica.—An. de la Soc. Rural Argentina. — An. del Museo Nacional de Buenos Aires. — Rev. de la Soc. Médica Argentina. —Rev. de la Asociación Estudiantes de Ingeniería. — Rev. de la Liga Agraria. — Bol. de la Unión Industrial Argentina. —Bol. del Cen- tro Naval. — El Monitor de La Educación Común. — La Semana Médica. — Anuario de a Dirección de Estadística. — Boletin del Museo Social Argentino. — Boletín de la So- ciedad Physis.—Germinal.—Anales de Psi- cología. — Anales de la Sociedad Química Argentina. — Boletín y Anales de la Direc- ción de Minas, Geología e Hidrología. — Re- vue de la clinique Obstétricales et Gyuéco- logique. — Boletín de la Sociedad de Oftal- mología de Buenos Aires.—Revista de Cien- cias Económicas. —Boletín del Departamento Nacional del Trabajo.—Revista de la Sanidad Militar. — Revista del Jardín Zoológico. — La Universidad Popular. — Boletín y Memo- rias del Ministerio de Agricultura. — Revista Zootécnica. — Revista de Agronomía. Córdoba Bol. y Actas de la Academia Nacional. — Revista de la Universidad Nacional. Entre Ríos An. de la Soc. Rural. Tucumán Anuario Estadístico. SUBSCRIPCIONES Francia Annales des Ponts et Chaussées. — « Re- vue ». — Contes Rendus de 1'Académie des Sciences. —Annales de Chimie et de Physi- que. —Nonvelles Annales de Mathématiques. — « La Nature ». — Nouvelles Annales de la Construction (Oppermann). — Revue Scien- tifique. — Revue de Deux-Mondes. — Revue générale des sciencies, (Paris). Italia Trattato Generale dell'Arte dell'Ingegne- a | 1 | re, (Roma). —Memorie de Archittetura prae- tica, (Torino). — L'Industria Chimica, (To- rino). — Seientia (Rivista di Sciencia), (Mi- lano). — Nuova Enciclopedia de Chimica, (Roma). — 11 Costruttore (Milano). 2 Inglaterra The Builder, (londres). España Enciclopedia Univers"! “Hustrada, (Barce- lona). 3 5185 00257 8282